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1. INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, la sociedad ha venido experimentado una serie de transformaciones
socioculturales, económicas y políticas que han derivado en importantes consecuencias para el
mercado y el consumidor.
De todos estos cambios, los de tipo sociocultural se han convertido en uno de los principales
aspectos para entender la nueva estructura consumista, caracterizada por la existencia de ciertas
tendencias globales y que explicarían los cambios en las estructuras familiares y los nuevos estilos
de vida. Ante estas modificaciones sociales, las razones de género parecen ser cruciales por la
evolución experimentada desde hace un tiempo en cuanto al papel que ambos sexos han estado
desempeñando. Tradicionalmente, los roles sociales y los patrones de consumo eran arquetipos y
estaban perfectamente consolidados y representados para cada sexo. Esto implicaba una estrategia
empresarial y de marketing basada en una segmentación demográfica y con productos y servicios
destinados a satisfacer necesidades exclusivas de hombres y mujeres en una estructura social
claramente definida. Sin embargo, la sociedad ha evolucionado hacia lo que ha supuesto un
enfrentamiento de roles y un debilitamiento de las diferencias entre ambos sexos en cuanto a
consumo se refiere.
La consecuencia de esto ha sido una mayor complejidad y universalidad del mercado. De un lado,
los segmentos tradicionales han evolucionado hacia nuevas pautas de consumo. De otro, han
surgido ciertos tipos de consumidores con características similares y que están constituyendo
nuevas oportunidades de negocio para las empresas, es lo que se ha denominado como los nuevos
targets.
En este sentido, las variables sociodemográficas que servían para segmentar el mercado dejan de ser
suficientes para poder discriminar entre grupos de consumidores, siendo necesaria la utilización de
otras variables de carácter subjetivo como las denominadas psicográficas. Entre ellas, los valores
empiezan a constituir un elemento importante para identificar y conocer con mayor profundidad a
nuevos segmentos de consumidores y discriminar en mejor medida sus patrones de comportamiento
y consumo.
La primera etapa de esta evolución sociocultural dio comienzo en la década de los 70 y tuvo como
protagonista a la mujer como consecuencia de su incorporación al mundo laboral y la asunción de
roles que, hasta hace poco, se consideraban eminentemente masculinos. De esta forma, y ante el
deseo de equipararse al hombre, la mujer ha asumido los valores del éxito, ha logrado su
independencia económica y es dueña de sus propias decisiones que afectan a su modo de vida. Es
precisamente esta ruptura de los valores masculinos y femeninos tradicionales lo que ha provocado
una reacción cultural en los valores masculinos y en la evolución de la imagen del hombre.
Si la imagen tradicional del hombre venía caracterizada por los valores de seguridad (por ejemplo
como protector de la mujer), de fuerza (por ejemplo siendo el sexo dominante) y de autoridad como
el padre de familia, por una actitud conservadora y con poco interés en su imagen física y en la
estética, esta imagen ha ido adaptándose a la revolución feminista de los años 70. Esta evolución
masculina se inició mediante un nuevo modelo de hombre más afectuoso y liberal, que ha aceptado
la revolución femenina y no le importa sentirse equiparado al sexo opuesto, comparte las decisiones
de responsabilidad y es consciente de que tanto él como la mujer deben compaginar el trabajo con
las tareas domésticas. Hay claros ejemplos de este cambio en la publicidad.
Sin embargo, el cambio de los valores tradicionales masculinos va más allá y ha originado un nuevo
tipo de hombre con un perfil sociológico muy postmoderno, cuyas características esenciales se
basan en su preocupación por la apariencia física y por la imagen que proyecta ante los demás, que
explora su lado femenino pero sin abandonar su estatus de hombre. Esto ha provocado una reacción
social y empresarial para atender a las necesidades de este incipiente mercado.
Tal ha sido su relevancia que se ha acuñado un término para definir a este nuevo modelo masculino:
el hombre «Metrosexual».
El hombre metrosexual responde a nuevos valores sociales y desempeña un estilo de vida que nada
tiene que ver con las estructuras familiares que marcaban la tradición. Goza de una libertad que le
lleva a estar en equilibrio corporal y espiritual, es capaz de preparar una cena y saber despertar los
sentidos de su acompañante, piensa que su apariencia es fundamental para estar a gusto consigo
mismo y con los demás, para lo que invierte gran parte de su presupuesto en tratamientos de
belleza, dietas y gimnasios, a la vez que practica el yoga o la meditación. En resumen, presta
atención a cuestiones que se han considerado típicamente femeninas.
METRO…. ¿QUÉ?
Con el término «Metrosexual»se ha tratado de dar nombre al nuevo modelo de hombre que
ha aparecido en el mercado y que responde a los cánones sociológicos de este siglo. El
concepto fue creado en 1994 por el escritor británico John Mark Simpson y
posteriormente presentado en un artículo publicado en julio de 2002 en la revista
electrónica Salon.com bajo el título «Meet the metrosexual». El término surge de la
palabra «metrópoli». El prefijo «metro», por metrópoli, indica que este tipo de hombre
predomina en las ciudades, pues es ahí donde se ha visto claramente evidenciado, y
«sexual» viene por el culto que tiene así mismo y porque se caracterizan por vivir
armoniosamente y sin complejos con su lado femenino. Según el autor, «el típico
metrosexual es un joven con dinero para gastar, que vive en las ciudades, donde están las
mejores tiendas, clubs, gimnasios y las mejores peluquerías. Puede ser oficialmente gay,
hetero o bisexual, pero esto no tendría tanta importancia porque se toma a sí mismo
como su propio objeto de amor y placer e incluso como su principal preferencia –
sexual–. Son profesionales independientes, modelan, trabajan en los medios y las
productoras o en la música pop y, ahora, también en los deportes, pero aman los
productos de vanidad masculina…»
Para la agencia publicitaria Euro RSCG Worldwide en su estudio titulado The Future of
Men «...es un hombre de masculinidad mixta, sensible, de valores tradicionales,
apasionado por los deportes y la moda, amante del arte y la cultura, capaz de
desenvolverse con igual destreza en la cocina y en el motor del coche, cuidadoso con sus
hijos y de delicados modales».
Este cambio cultural en el hombre y el surgimiento de lo que parece ser un nuevo segmento de
consumidor está teniendo repercusiones para el marketing. Lo más importante de este perfil es su
gran capacidad para gastar y su preocupación e interés por la moda y la belleza, aspectos que están
siendo aprovechados por las grandes marcas de ambos sectores como nuevas oportunidades de
negocio.
RANKING DE METROSEXUALES
Esta respuesta a los nuevos requerimientos masculinos no sólo se observa en los productos de
cuidado personal, en general, sino también en el ámbito de la moda y de la publicidad.
En el campo de la moda se vislumbran cambios que rompen con la austeridad de la moda masculina
de años anteriores, pues cada vez son más los hombres que se compran la ropa ellos mismos. En
respuesta a esto las grandes cas lanzan más colecciones específicas para ellos, incluso en ropa
interior masculina (sólo en Francia la lencería masculina se acerca ya a la facturación de la
femenina, 447 millones de euros menos, según un reciente estudio sobre lencería para el Instituto
francés de moda (IFM).
El ámbito de la publicidad también se ha visto afectado por el nuevo rol e imagen del hombre en la
sociedad, y pese a constituir todavía un porcentaje mínimo del mercado de consumo masculino, la
tendencia va en aumento. Si algo está claro es que el modelo de hombre dominante de la casa y la
familia es un concepto publicitario que ya no vende, y que ha dejado paso a la imagen de un hombre
más cercano y sensible aunque sin llegar a los extremos del metrosexual.
Los primeros pasos de la revolución masculina en materia publicitaria se ha producido en el
mercado de productos de gran consumo, para los que el hombre ha cambiado su imagen,
resentándose de manera natural lavando platos, comprando alimentos o ayudando en las tareas del
hogar. Posteriormente, la mayor preocupación por la imagen se ha empezado a poner de manifiesto
en la publicidad de productos de belleza y moda.
Por una parte, los medios son un reflejo de ello, tal y como se desprende del caso de la empresa
editorial Conde Nast, encargada de publicar revistas como «Vogue» y «Vanity Fair», que ha puesto
en marcha recientemente una nueva revista masculina cuyo propósito es orientar al hombre en la
compra de ropa y calzado. De otra parte, las campañas publicitarias en televisión están mostrando
en mayor medida la creciente preocupación por el aspecto y la imagen que el hombre proyecta ante
los demás.
En España, la revolución masculina en publicidad está alcanzando a un mayor público gracias a las
grandes marcas de la cosmética, moda o higiene y cuidado personal, anunciando sus productos
estrella para el hombre, ya sea el mítico Axe o la reciente campaña de L’Oreal sobre tintes para
cabello bajo el lema «porque ellos también lo valen».
Tal es la repercusión social que está teniendo el creciente gusto del hombre por
cuidar su imagen que ha llegado a ser, incluso, el argumento de un programa de
televisión para Antena 3, bajo el título «Equipo G» y basado en la versión
norteamericana «Queer eye for the straight guy» (un toque gay para un chico
heterosexual), en el que 5 homosexuales de reconocida formación en el mundo de
la belleza, la moda, la decoración, ocio y cultura así como en gastronomía,
asesoran a chicos heterosexuales sin estilo en personas cultas, refinadas y con
sentido del gusto con el fin de atraer a las mujeres.
CUESTIONES A DESARROLLAR
4. De la lectura del caso se desprende que los roles y valores del hombre han cambiado, lo
cual ha tenido importantes implicaciones en sus patrones de consumo. Teniendo en cuenta
dicha evolución, ¿crees que el target masculino que consume productos de cuidado
personal, en general, es homogéneo? No siendo así, ¿qué implicaciones tiene para la
política comercial de la empresa a la hora de dirigirse al mercado masculino?
No creo, ya que así como el hombre y la mujer tienen sus propios cuidados personales por
lo que las empresas sacan productos para ambos sexos y las aplicaciones para el género
masculino tienen que ser más cautelosos en los productos.
https://www.youtube.com/watch?v=H7EpL3_nu9g
https://www.youtube.com/watch?v=D-eZGVMRUpI