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Sparrow - L. J. Shen
Sparrow - L. J. Shen
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Traductoras
3lik@
Anamiletg
Arifue
Krispipe
Mais
Manati5b
Mary Rhysand
Mew
ValeCog
Vane Fiorella
YoshiB
Liliana
Candy27
Dahiry
Recopilación y Revisión
Mais
Diseño
Mew Rincone
Prólogo Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Capítulo 36
Capítulo 17 Epílogo
Capítulo 18 Agradecimientos de la autora
Capítulo 19 Nota de la autora
Cada sureño de Boston conoce ese nombre. El hijo de un gánster
muerto. El atractivo chico con ojos azules de acero. «El Apañador», quien
puede convertirte en alguien o romperte en esta ciudad.
Esa soy yo. Nadie parece recordar mi nombre hasta que él entra en
mi vida.
Me secuestra.
Tengo sueños, unos grandes, pero dudo que él me deje ir tras ellos.
No tengo idea de por qué ha decidido tomarme como esposa. Pero sí sé
esto: enojar a este hombre no me hará nada bien. Para nada.
«Aunque sea pequeña, ella es una fiera.»
William Shakespeare
-TROY-
Traducido por Mais
Capilla Trinidad
Sur de Boston, Massachusetts
El único sonido audible era el clic, clic de mis zapatos Derby1 contra
el suelo de mosaico. Cerré mis ojos, jugando el juego que me gustaba de
niño, una última vez. Sabía el camino hacia la cabina de confesión de
corazón. Era un feligrés en esta iglesia desde el día que nací. Fui bautizado
aquí. Atendía la misa de los domingos aquí cada semana. Tuve mi primer
beso mojado en el baño, jodidamente aquí. Probablemente hubiese tenido
mi inminente funeral aquí, aunque con el legado de hombres en mi familia,
no sería un evento de ataúd abierto.
Estaba ahí, la caja de madera donde todos mis secretos una vez
fueron enterrados. La cabina de confesión.
1
Zapato de hombre caracterizado por tener ojales de cordones cocidos encima de la parte
superior del zapato.
Aunque esta vez, las cosas serían diferentes.
Era una cabina antigua, en una iglesia antigua, sin diseño ni moda
de mierda de sala de estar, mierda moderna. Madera oscura clásica cubría
cada esquina, una rejilla de alambre dividía al cura y a los confesores, con
un crucifijo colgando encima de este.
—También es un curador.
—Troy, mi hijo…
—Suficiente. Afuera.
—Eres justo igual que ellos. Pensé que eras diferente. Mejor —acusó
McGregor.
Y Padre McGregor tenía que pagar por sus pecados. Se supone que
ya debería estar muerto—daño colateral. Pero él no se había mostrado
2
Tienda de departamento de lujo.
donde se supone que debía hacerlo cuando le quité la vida al tipo que se
deshizo de mi padre también. Billy Crupti. El imbécil.
Así que ahora tenía que hacer esto en una jodida iglesia.
Asentí severamente.
Asintió con la cabeza, aun sollozando, sin darse cuenta del cuchillo.
Alguien tenía que pagarle, y pagarle bien para decir las cosas sobre mi
padre. Alguien que no era Crupti, quien ni siquiera podía permitirse el
condenado especial del día de su restaurante local.
1—Billy Crupti
2—Padre McGregor
Pensé haber visto al estúpido pájaro aun siguiendo mi auto con sus
pequeños ojos mientras me detenía en una luz roja y miraba por mi espejo
lateral. Bajando mi mirada, busqué rastros de sangre. No había nada.
Pero esta no era una persona que debía de matar. Se supone que
esta persona debía de resucitarla.
Pesar golpeó contra mí como una tormenta. Pesar por el hombre que
nunca conocería, por el primer amor que nunca experimentaría, por el
romance que nunca tendría. Por las mariposas que nunca tomarían vuelo
en el hoyo de mi estómago. Por la esperanza, felicidad y anticipación, cosas
que nunca sentiría de nuevo.
Puse los ojos en blanco y fui hacia el baño a lavarme las manos. Si
me había cortado el dedo no quería hacer enfurecer a Brennan por
manchar el costoso vestido alquilado. El mostrador estaba lleno con
productos para el cabello y maquillaje, como cremas, esenciales para el
spa, y mi celular. Salté cuando el celular dio un pitido anunciando un
mensaje.
Lucy: ¿Aún no lograrás venir a clase hoy? Boris nos está enseñando
cómo hacer caldo. Besos.
4
Forma cariñosa de decir papá.
Lucy: Lo tienes nena. Espero te sientas mejor.
Yo: Tengo el presentimiento que lo peor todavía está por venir. Besos.
Dejé el celular y recé, por la millonésima vez ese día, de que Lucy
esté muy ocupada para leer la página de sociedad de mañana. Troy
Brennan era la clase de chico que se presentaba en las noticias locales por
todas las razones equivocadas. Él era problemas—problemas calientes,
problemas calientes de fuego-destellante-en-la-estufa—y yo sabía que su
boda probablemente sería contada por todas las noticias locales como
salmonella de un dudoso camión de comida, desde el minuto en que él
dijera Acepto.
¿Y yo? Nunca atraje mucha atención. Mi vida social era tan activa
como una tortuga muerta. No tenía muchos amigos. Aquellos que tenía,
los mantenía inconscientes de mi boda por la fuerza. Estaba bastante
asustada del novio, avergonzada conmigo misma por acordar hacer esto en
primer lugar y muy confundida para lidiar con sus potenciales (y
entendibles) preguntas.
No. Yo.
—Solo lidia con este —me sugerí en voz baja. Casarme con un
hombre rico quien era conocido por ser uno de los solteros más buscados
en Boston era apenas considerado un castigo—. No es tu elección, pero
sigue el plan.
Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza. Problema del Primer Mundo o no,
la última cosa que necesitaba era que él cuide de mí. Un suave golpe en la
puerta del baño me hizo girar mi cabeza en esa dirección. El rostro de
Sherry, cubierto con maquillaje y una sonrisa falsa, se asomó a través de
la puerta abierta.
—El Sr. Brennan está aquí para verte —anunció con su melosa y no
sincera voz.
—Es mala suerte ver a la novia antes de la boda —dije entre dientes,
apretando mis puños y permitiendo que el monstruoso anillo se hunda en
mi piel. El dolor fue una bienvenida distracción.
Escuché sus pasos de acero frío cortando a través del aire fuera de
la puerta.
5
Espectáculo de cocina lanzado en Agosto del 2013. Muestra a cuatro chefs compitiendo
en tres rondas de eliminatorias de cocina. A Noviembre del 2013, el espectáculo estaba en
su quinceava temporada.
Estaba usando un traje negro formal de tres piezas y zapatos de
cuña de cuero. Era dueño del pequeño baño, succionando todo el aire y mi
presencia fuera de este. De pronto, me sentí incluso más pequeña que mi
ya pequeña figura. Su mirada glacial peló mis muros de defensa,
exponiéndome por lo que realmente era—una sofocante bola de nervios.
6
Llamada a una mujer cuyo comportamiento al planear su boda es obsesivo o
intolerablemente demandante.
todos lados, estaban en silencio, lo que era coincidentemente más
bullicioso que cualquier intento fútil de Sherry o Joe de sonar ocupados.
El zumbido de un desastre sonó entre mis oídos.
Un futuro desastroso.
7
Un personaje idealizado y ficticio que se conoce como ser una persona joven o de bajo
rango que vive el día a día a través de habilidades no realistas.
Miré de vuelta a mi futuro esposo, esperando que haga algo. Me
golpee, me grite o rompa toda la cosa.
Troy era hijo único, con gente diciendo que la esposa de Cillian no
podía tener más hijos. Él era, por lo tanto, la persona favorita de su padre.
8
Según la RAE, Apañar es «resolver un asunto con disimulo o por conveniencia, a veces
fraudulentamente». En inglés le dicen a Troy «The Fixer» que se puede traducir como El
Arreglador; pero, dado que es una palabra muy extensa y no necesariamente relacionada
a hechos fraudulentos, se decidió utilizar Apañador.
9
Autor americano conocido por sus novelas de misterios caracterizando a un par de
protagonistas y otros personajes recurrentes. Su novela adaptaba al cine muy conocida es
Río Místico, dirigida por Clint Eastwood.
sentencia de prisión a la mitad y arreglarte con un pasaporte y una tarjeta
falsa de Seguridad Social en horas. En días, podía incluso convencer a la
gente que quiénes estaban tras de ti no existían. Troy Brennan era el
maestro manipulador de Boston, jalando cuerdas como si fueran sus
cachorros. Él decidía quién vivía y moría, quién desaparecía y quién hacía
un regreso.
Él alzó una ceja, una expresión que decía: Bueno, mierda. Ella
también puede hablar. Se abotonó su chaqueta de traje con una mano y
revisó su celular con la otra.
Y aun así, incluso bajo la imperdonable luz del cuarto de baño, pude
ver que tal vez él era un monstruo por dentro, pero por fuera, no era nada.
Literalmente.
Hace tres años, Troy había sido el primer sospechoso del asesinato
de Billy «Rostro de Bebé» Crupti. No había suficiente evidencia para hacer
valer la acusación, pero lo que se decía en la calle era que se pagaría con
asesinato. Supuestamente Crupti era el que había matado a Cillian
Brennan. Nadie sabía quién había enviado a un simple gánster a terminar
con el padre de Troy o con qué motivo. El momento era extraño. Las
actividades ilegales de Cillian eran bastante relevantes para las pandillas
de Boston en ese entonces. También estaba el cuento del Padre McGregor,
sobre cómo Troy también lo había matado, por haberle dicho a Crupti en
dónde se encontraba Cillian.
Sí, Troy Brennan no era de los que tomaba ningún prisionero.
Fue solo después que dejó mi espacio personal que solté el aliento
que estaba atrapado en mis pulmones por lo que parecía una década. ¿Por
qué estaba tan empeñado en recordarme lo peligroso que era?
—No te saldrás con la tuya al hacerme esto a mí, lo sabes —dije tras
él, observando su amplia espalda.
No estaba lista.
No tenía oportunidad.
Querido Dios.
Qué irónico. Estaba rezándole a Dios que entre y evite que suceda la
ceremonia, aunque estaba en su casa sagrada.
Una pequeña, silenciosa, pero persistente voz en mí me tentó de
creer que este era mi castigo por ser una mala católica. Por no darle al
Todopoderoso el respeto que él merecía. Había dejado de ir a la iglesia hace
tanto, e incluso de niña, no estaba particularmente interesada en la fe.
Todos esos años yendo a grupos de jóvenes solo por las galletas y
comerme con los ojos a los jóvenes y guapos hombres quienes nos
hablaban de las formas maravillosas de Dios. Tobey, creo que era su
nombre.
—No —lo corté con voz plana, aliviada de escuchar que ya no había
un rastro de emoción en mi voz—. No hemos puesto la mirada en esa
mujer desde que tengo tres años. A donde sea que se haya ido, no merece
formar parte de esto, o en nada más de mi vida. Además, hiciste un buen
trabajando cuidado de mí por tu propia cuenta. —Palmeé su muslo de
forma extraña.
Era cierto. Robyn Raynes no era mi madre, era una mujer que me
dio a luz y se fue poco después de eso. Supongo que la mayoría de gente
sentiría mucho más sobre ello el día de su boda, pero (a) esta no era mi
boda, no la verdadera de todos modos, y (b) cuando tu padre te deja tienes
dos opciones: o lo dejas definirte o controlarte o continúas, haciendo un
punto en demostrarle al mundo que no te importa una mierda a dónde se
ha ido tu madre.
—Muy bien. ¿Lista? Aquí vamos. —El alegre chofer abrió su puerta y
dio la vuelta a la limosina, abriéndome la puerta.
Luego lo escuché.
—Mucho.
—¿Tú crees —el niño pensó, y por su voz, no podía tener más de
cinco años—, que Dios solo esté probando a nuestro Abraham? Tal vez su
hija y el Sr. Troy no se casen hoy.
—Sí, quería casarme con mami. Lo que me recuerda, ¿en dónde está
nuestra mami?
Era como de sesenta y dos pies de alto, un poco más bajo que
Brennan, y justo como mi futuro esposo, la forma en que llenaba su traje
hecho a medida, me decía que había llegado a un punto de trabajar al
menos cuatro veces a la semana. Su cabello castaño, ondulado y grueso,
despeinado y suave, iba en unas cuantas direcciones, a pesar de su mejor
esfuerzo de ponerlo hacia atrás. Sus ojos grises me estudiaron,
entrecerrados e inteligentes, mientras frotaba su fuerte mandíbula.
—Oye Pops… —Le hice un gesto con una mano para que se acerque
mientras todos los hombres en las afueras de la iglesia me miraban
fijamente, estupefactos. Apuesto que pensaban que Brennan se casaría
con una dama y no con una extraña chica poco femenina de cabello rojo—.
Terminemos con esto.
—Brock.
Sin embargo, para mí no tenía sentido, como Henry Cavill sin una
camisa puesta. Tanto detalle y belleza no debería ser gastado en un
fraude. Y eso es lo que Brennan y yo éramos—una mentira. Una charada.
Gente condenada atrapada en un matrimonio construido en ruinas de
extorsión y mentiras.
Mi turno.
El padre se volteó hacia mí y me pidió repetir sus palabras, lo que
hice, aunque con voz temblorosa.
Esto era una mentira. ¿Cómo podían haber dejar que esto suceda?
—Pretende ser feliz o te daré una buena razón para estar triste.
—¿Está claro? —Alzó su mentón, sus labios una delgada línea dura.
Tragué saliva.
11
Este tipo de estilo es cortado recto alrededor de la cabeza y al nivel del mentón,
usualmente con cerquillo adelante.
tentadores, mientras que los míos eran de un suave verde y eran amplios.
Ella emanaba atracción sexual… yo apenas me veía legal.
Brennan alzó una ceja, sorpresa bailando en sus fríos ojos azules.
Así que le gustaban mis respuestas malévolas. Bien, porque se iba a tener
que acostumbrar a estas.
—Muy pronto para decirlo. —Su sonrisa oscura me dijo que estaba
disfrutando al ofender a todos alrededor de nosotros, a mí incluida.
12
Nombre muy común en Boston.
Me di cuenta que estaba boquiabierta ante ellos cuando Troy
despreocupadamente usó su dedo índice para presionar en mi mentón y
cerrar mis labios con un chasquido.
13
Los pájaros comen alpiste y como el nombre de Sparrow es el de un ave, se da la
similitud.
Ignoré el hecho de que me había llamado Roja de nuevo. Sí, tenía
cabello rojo, pero él era un hijo de puta, y tú no me veías yendo y
llamándolo así sin asegurarme de que le gustaba su nuevo nombre de
mascota primero.
Su sonrisa se amplió.
En la escuela.
En el trabajo.
No dejaba de notar que estaba sin camisa, que llevaba nada más que
un par de Calvin Kleins. Eran blancos, ajustados y enfatizaban su
erección.
Eso debería haberme dicho una cosa o una docena sobre mi marido.
—No estoy asustada para nada. No sabes nada de mí. —Me volví en
la cama, dándole la espalda y abrazando mis rodillas contra mi pecho.
Enterré mi rostro en la suave almohada.
No quería decirle la verdad. Sí. Así que tragué saliva y alcé la mirada,
concentrándome en una pieza de arte moderno, una pintura de una mujer
desnuda detrás de él. Me encogí de hombros.
—Es allí donde puedo probarte que estás equivocada. —Su sonrisa
casi pasó por humana.
—Gracias por la oferta, pero aparte del hecho de que prefiero
masticar las agujas usadas, tengo mi período. —Tiré del edredón hasta mi
nariz.
—¿Qué?
—Pero…
Esperaba eso.
Malditos muslos.
Una mentira.
Una verdad.
Era diferente.
Al mismo tiempo, lo odiaba tanto que me ardía la piel, hacía que mis
huesos me dolieran de rabia.
Oh diablos.
Hizo una pausa, pero su sonrisa se hizo más grande y más parecida
a un tiburón. Bajó su cabeza, su boca encontrando la mía mientras rodó
fuera de mí. Habló en mi boca, sus labios flotando sobre los míos, pero no
me besó.
Fruncí el ceño.
Troy echó la cabeza hacia atrás y rió, una carcajada sincera y una
radiante. Le encantó mi última declaración. Le encanta ser temido.
Estos días, él volvía a casa cada noche después de que fingía estar
dormida, apestando a cerveza fuerte, perfume de otras mujeres y el olor
amargo-dulce del sudor de un hombre. Salía a trabajar temprano, así que
cuando me despertaba, su lado del colchón siempre estaba frío y vacío.
Por primera vez desde que tenía quince años, tuve un toque de
queda. Odiaba a Brennan por imponerme restricciones, interferir con mi
vida incluso sin participar en ella.
—¿Me ibas a atacar con unas tijeras? —preguntó con voz suave.
—Estoy segura de que tú estás más preparado que yo. —Le disparé
una mirada acusadora. Si se parecía a su amigo infringe la ley, Brock
vendría armado con municiones suficientes para conquistar una dictadura
de tamaño mediano.
—Vine aquí para darle a María algunas cosas que necesitaba. —Se
sentó de nuevo en el taburete y tomó un sorbo de su café—. Entonces me
ofreció algo bueno. No puedo decir no a la cafeína. Es como crack de clase
media. Gracias, María. —Él le dio la taza a ella, guiñándole
juguetonamente a la mujer mayor.
Casi tropecé en shock. María era tan maternal como una esponja.
Los besos y el alboroto no estaban en su naturaleza. Podría haberme dado
un sobresaliente debido a mi cocina, pero frunció el ceño ante la mención
de Troy y Connor. Ambos hombres tenían un trabajo sombrío y al menos
alguna historia con fastidiar la ley. No sabía lo que Brock hacía para
ganarse la vida, pero si se le concedía el acceso a este ático, suponía que
no era un policía respetable ni un fiscal que buscaba justicia. No, tenía
que ser otro tipo malo.
El aire se espesó.
—Lo que quiero decir es... —Se lamió los labios antes de dar otro
paso en mi dirección—. Troy posee un restaurante justo al lado de
Tremont Street, Rouge Bis. Lo manejo para él. Tal vez te gustaría ayudar
allí.
Casi puse una mano sobre mi boca con incredulidad. Rouge Bis era
ampliamente considerado el lugar más romántico de Boston, por lo que fue
cómico descubrir que era propiedad del hombre menos romántico de
Nueva Inglaterra.
—Espera, ¿cómo sabes que soy cocinera? —Fruncí el ceño.
—Él no pasa mucho tiempo allá. —El tono de Brock era un indicio
de satisfacción, casi como si él también no pudiera soportar la presencia
de mi marido—. Si se atreve, prometo que lo haré funcionar. En vez de
vagar, vuelve a encontrarte, Sparrow. Te ayudaré si puedo.
¿Es genuino?
Trabajar en una cocina era algo con lo que había soñado desde que
estaba en la secundaria y veía Ratatouille. Pops me había dado el DVD
para navidad y la puse tantas veces, que recordaba cada oración. Había
tenido que trabajar mi trasero, tomando cada clase y curso que pude
pagarme, para hacerlo suceder.
Ahora estaba cerca. Tan cerca. La única cosa que se interponía entre
yo y su cumplimiento era él.
14
Nombre de una destilería situada en Bushmills. Dedica al whisky irlandés.
Como todos los sociópatas, sospechaba que mi esposo era
emocionalmente impotente. Desde la semana que vivimos juntos, supe que
rara vez mostraba algún sentimiento, y cuando lo hacía, solían estar en el
distante y desinteresado espectro.
Arqueó una ceja, dándome una lenta mirada con esos helados ojos
azules.
—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí —dije con voz ronca.
Lo besé.
Era un tramposo.
Un criminal.
Un asesino.
Y yo estaba… fascinada.
—Jódete. —Se puso de pie del sofá, corriendo sus dedos por su
negro cabello.
A ti.
—Yo no soy la que insistí en que nos casáramos. Así que guárdate tu
actitud de Sr. Yo-Merezco-Todo-Lo-Que-Quiero.
¿Estaba bromeando?
La idea de que Troy fuera enjaulado en esta situación era tanto como
nunca me había ocurrido antes. Pero tenía sentido.
Admito que estaba un poco intrigado cuando salió del baño la noche
de nuestra boda y sacó sangre de su vagina. Vi los calcetines en sus pies,
su leve cojera cuando entró en la habitación como un ratón con una
espina en el pie en lugar del león. Se había herido deliberadamente para
ganar tiempo. Escogió el dolor sobre la humillación. La hija del borracho,
el engendro de la madre fugitiva, tenía orgullo e ingenio.
Incluso antes de salir del cuarto de baño goteando sangre, supe que
no era una de esas chicas que simplemente extendían sus piernas para
mí. Probablemente pensó que la violaría. Que se quedaría ahí y que la
tomaría como un cadáver. Que ambos odiaríamos la situación—y uno al
otro—pero con un poco de suerte, me las arreglaría para golpearla y
esperar que la callara por los siguientes nueve meses.
¿Pero la sangre? Eso fue todo para mí. Cuando probé su sangre
sabiendo que era de su pie, busqué en su rostro una reacción. Ella parecía
horrorizada y sorprendida, pero contenía las lágrimas. Y debajo de la
angustia… jodidamente lo amaba. Tenía una pequeña alma negra, como la
mía.
Sí, Roja era valiente—mucho más que alguno de los hombres con los
que lidiaba todos los días, que me sentí obligado a perdonar su virginidad.
Tenía muy poco interés en ello de cualquier forma, incluso cuando ella
estaba caliente y lista para mí. Sabía que quería, lo reconocía a millas, y el
cuerpo de Sparrow reaccionaba a mí tan rápido, tan hambriento que tuve
que hacer un punto.
Ella era mía para quitárselo si la quería, y eso era bueno de saber.
15
Marca de zapatos.
había succionado mi culo. Para el momento en que había llegado a la
oficina en Rouge Bis, me veía como la mierda.
—Rompí sus rótulas con un palo de golf del club Callaway —gruñí,
exprimiendo la bolsa y presionando el hielo rectángulo contra el golpe en
mi cabeza.
Le dejaría una nota para que remplazara el palo del gol del club más
tarde. Tratarlo como si fuera el secretario. Como un mesero de Hooters.
Luego lo llevaría a tomar unas cervezas. Después de todo, éramos amigos,
¿verdad?
Era algo riesgoso, como cualquier otra cosa que valga la pena hacer.
Brock trabajaba hasta tarde en el restaurante los viernes. Siempre me
aseguraba de que tuviera trabajo extra esos días así podía jugar con su
esposa, aunque una parte de mí quería que lo descubriera.
—Ahora chupa.
—No vayas con ella —se quejó en decibeles más adecuados para
películas de terror.
—Eres un desastre.
—Adiós Sr. Troy —murmuró casi para sí mismo, sus ojos aún
pegados en Bugs Bunny y el Correcaminos.
Gruñí en respuesta.
Nunca lo hizo.
Verás, siempre supe que papá tenía otra mujer, pero descubrir que
era Robyn Raynes—la madre fugitiva de al lado—tenía sentido.
A los treinta y dos estuve listo para recolectar lo que era mío. Lo que
siempre había sido mío: la riqueza llena de esfuerzo de mi padre.
Alguien tenía que pagar su lujosa mierda, por eso Maria todavía era
necesitada en su casa tres jodidas veces a la semana porque mi madre
dejaba que sus flojas amigas se queden allí de vez en cuando. Y a pesar de
su vida pródiga, mi madre estaba un poco corta de dinero. La mayoría del
dinero de la familia era invertida en acciones y propiedades por razones de
impuestos.
Solo ahora no tenía ni una jodida idea de qué hacer con ella.
¿Cortejarla? ¿Ignorarla? ¿Follarla contra su deseo? La primera y tercera
opción no era mi estilo. Ignorarla había funcionado por una semana, pero
me dejó enojado. Estaba enfermo de escuchar que ella estaba vagando sin
rumbo en mi departamento la mayor parte del día, y pretendiendo estar
dormida cuando yo volvía a casa.
Una cita. La primera desde ella. Intenté recordar que las citas eran
como el sexo. Nunca te olvidas cómo hacerlo.
Fui a través de todo lo que tenía que hacer al día siguiente: una
reunión con un cretino que estaba presentándose a gobernador y
necesitaba encontrar a su amarga hijastra y convencerla de que no hable
mierda sobre él; una reunión con una magnate propiedad local que se
había metido en problemas con algunos miembros de la pandilla Armenia
porque no quería pagarles un soborno.
No hagas esto.
Haz esto.
No hagas esto.
Joder.
Ja.
16
Es un juego de niños relacionado a buscar y esconderse y capturar la bandera, todo el
tiempo estando en exteriores. Se trata de habilidad, estrategia, cautela y capacidad física.
Sparrow había estado al teléfono. De hecho, el brillo de su celular era Lucy
respondiendo el último mensaje de Sparrow.
Lucy: ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué estoy fuera de las noticias
de pronto? ¡Cuenta!
Sparrow: Te quiero.
17
En inglés, Morning Wood, es una expresión que hace referencia a una erección
matutina.
—No te preocupes, Roja. No muerde. —Bostezó contra su antebrazo,
apartándome del camino para buscar el pote de café en la encimera detrás
de mí.
—No mucho, solo lo justo para querer que mi esposa luzca como una
mujer y no como un niño de doce años asaltando Hot Topic19.
18
Es la creencia narcisista, próxima a la paranoia y la mitomanía, de que lo propio del
país o región al que uno pertenece es lo mejor en cualquier aspecto.
19
Una tienda considerada única y diferente, con ropa que refleja rebeldía.
NO COMPRÉ nada sensual o atractivo para nuestra cena, como Troy
había ordenado. De hecho, me rehusé a dejar la cocina, ahogando mis
frustraciones haciendo la comida. Toneladas y toneladas de comida. Usé
todos los ingredientes de la alacena y la nevera, y pasé el día revolviendo
comida para el refugio.
20
En el original, aparece en español.
No pude evitar romper a reír. «Patear tu trasero» era lo más gracioso
que María me había dicho.
Lucy: Tú dinos.
Yo: ¿?
Daisy: Mejor que así sea. Estaremos esperando por ti, en el lugar de
siempre. Buena suerte con la entrevista.
—Te ves bien —dijo, aunque todo sobre ese cumplido se sentía como
si tuviera un significado oculto, como usualmente lo hacía.
—Gracias.
Miré hacia afuera de la ventana con los labios apretados y mis ojos
relampagueando, mientras el auto rodaba en el implacable tráfico de
Boston de los viernes por la noche, tratando de que el frio cuero del
asiento enfriara mi temperamento. En la estación de radio se escuchaba
«Heavy is the Head» de Zac Brown y Chris Cornell. Bastante irónico, pensé
amargamente21.
—Tal vez esta… —Señalé entre nosotros—, sea la primera vez que te
des cuenta que no todas las mujeres son como las caza fortunas y hechas
del mismo molde o del mismo papel carbón con la cuales has salido hasta
ahora.
21
Esta canción habla de aquellos que tienen gran autoridad y responsabilidad en cierto
aspecto, tienen vidas difíciles y grandes cargas con las que lidiar.
—Si yo fuera tú, no quemaría todos los puentes a mi lado bueno. —
Su sonrisa se hizo de alguna manera más amplia—. Quieres algo de mí
esta noche, Roja.
—Lo que sea que te ayude a dormir en las noches, Roja. Pero si mal
no recuerdo, en nuestra noche de bodas batiste mis calzoncillos como si
fueran un jodido pastel de cumpleaños.
Maldita sea, eso era ardiente. Podía sentir el calor de su piel, incluso
a través de la tela del vestido.
—Estás madura, Roja. Y quieres tener sexo. Es solo una pena que lo
quieras con un hombre al que odias.
Sacudí mi cabeza.
—Eres increíble.
Cambié el tema.
De nuevo al plan A.
Clavé mis uñas en las palmas de mis manos, presionando mis puños
sobre mis muslos, esperando que él no lo notara. Estaba tratando de
enfocarme en la parte del día de la que él estaba hablando, el dulce
recuerdo de mi baile con el muchacho mayor, un recuerdo que había
borrado completamente hasta ahora.
—¿Te importa?
—No.
—Bien, porque las opiniones son como los idiotas. Todos tienen una,
y usualmente apestan.
22
Un tipo de champagne.
Una parte de mí le gustaba eso de ella. Ella no estaba
particularmente interesada o impresionada por mi dinero, incluso si no
tenía ni un poco. Eso mostraba carácter. O estupidez sin fin. Sin embargo,
estaba inclinado hacia lo primero.
Ella asintió.
—Es hora de ser francos. ¿Qué demonios te hace pensar que eres lo
suficientemente buena para trabajar en el mejor lugar de Boston?
Su expresión cayó. Por un segundo casi sentí pena por ella, por
casarse con un bastardo como yo, pero entonces recordé que ella era un
jodido dolor de cabeza que heredé de mi viejo, y endurecí mi espalda en la
silla.
Ella cuadró sus hombros hacia atrás, tomando una respiración
profunda.
—Voy a ver si eres tan buena como dices ser, Sra. Brennan.
23
Un tipo de arma Israelí.
Después de unos pocos segundos, un alto hombre con una barba
porno y un traje de chef manchado dio un paso adelante, limpiándose las
manos con una toalla de cocina antes de tirarla sobre la tabla de cocina y
ofrecerme sus dedos de salchicha para un apretón de mano.
Buena chica.
—También yo.
Ella miró entre los dos como si fuera una conspiración, pero lanzó
su melena roja detrás de su hombro y se encogió de hombros a nuestra
actitud.
—Entonces mejor comienzo.
—¿Lo crees?
—¿C-casa?
Comenzó a reír.
Por primera vez desde que nos casamos, no sentí la amargura que
siempre me acompañaba al mirar su rostro. La carga que tenía que
soportar cuando estaba a su alrededor.
Sería alguien.
—Te importa.
—Déjalos puestos.
Lo hice.
Aclaré mi garganta.
—Nunca has tenido sexo oral. —Su voz era sedosa, viajando la corta
distancia de mis muslos a mi vagina.
—Así que esto… —Su dedo largo rozó entre mis pliegues, sobre mis
bragas—. Ha estado esperando por mí todo este tiempo. ¿Alguna vez
alguien te toco allí?
Otra declaración.
—Se cómo oler mentiras a kilómetros. Así que dime ahora, ¿quién
fue? —Su aliento cálido se sentía bien en mi piel, especialmente mientras a
duras penas podía ver su rostro desde ese ángulo y no sabía cuándo
vendría—. ¿Quién es lo suficientemente estúpido para estar jugando
contigo?
Sonaba peculiar, hasta insultante: ¿Por qué un chico sería estúpido
para estar conmigo? Pero en ese momento, la lógica y el pensar no eran la
cosa en mi cabeza. Con mi cabeza colgando bajo, sentí el ardor familiar
detrás de mis ojos y el bulto en mi garganta.
Hasta ahora.
—¿Es por eso que no has tenido relaciones sexuales con nadie? —
preguntó.
Sacudí mi cabeza.
—No te haré nada que no quieras hacer, Roja. —Su voz sonaba
seria—. Pero siento que es mi deber como esposo y ser humano decirte que
el sexo es genial. Rendirse en ello solo por un idiota… —gruñó su última
oración, presionando su rostro en mi estómago y cerrando sus ojos—, o
solo porque no nos vemos ojo a ojo es un gran error. Puedes odiarme y
todavía amar como te hago sentir.
Sus ojos cayeron de nuevo a mis bragas blancas, y las apartó hacia
mis rodillas, besando el lugar exacto debajo de mi abertura gentilmente.
Entonces me separó cuidadosamente con ambos pulgares, inclinándose
hacia delante e inhalándome con sus ojos cerrados. Era ligeramente
embarazoso… pero increíblemente excitante.
Esa era una buena pregunta. Podía ver las puertas del cielo abrirse
pero Troy no me dejaba caminar por ella.
—Ruega —me demandó una vez más, y supe que sería la última.
—No.
NO HABIA NADA más peligroso que una persona con nada que
perder. Ese es el motivo por el que había contratado a Sparrow para que
trabaje en Rouge Bis, aunque sabía que ella estaría cerca de él.
Anhelo.
—Jódete.
—Sí, Rowan ha dejado enemigos por todos lados, pero el viernes por
la noche, hizo que todos ellos se conviertan en mí.
—¿Rowan? —Frunció el ceño—. ¿Por qué?
—No te pago para que te sientas cómodo, Brock. Te pago para que
sigas órdenes.
Brock sabía que yo estaba detrás del hijo de puta anónimo, incluso
me había ayudado a buscarlo.
Él también sabía por qué Sparrow era tan importante para mi padre.
No tenía ni idea de por qué había actuado así con Brennan el viernes
en la noche.
No físicamente, al menos.
Troy Brennan era el diablo, pero algunas veces, hasta las chicas
buenas querían una saludable dosis de maldad en sus vidas.
Lucy y Daisy se llevaban tan bien como los Starks y los Lannisters25,
queriendo decir que estaban en el cuello de la otra cada vez que yo no
estaba mirando, pero mantenían las cosas civilizadas por mi bien mental.
Cada una de nosotras tenía su propia razón para estar solas y juntas.
Todas éramos marginadas, pero al menos nos teníamos mutuamente.
25
Personajes de Game of Thrones, la serie británica.
El minuto en que mis amigas me vieron, se levantaron del banquillo
y lanzaron sus brazos sobre mis hombros. Daisy puso un vaso de
chocolate caliente en mi mano. Siempre era la única que no bebía café.
—¿Estás bien?
Bueno, eso fue rápido. Ni siquiera un: Hola, ¿Cómo has estado?
No tenía idea de a dónde iba con esto. No había otro plan aparte de
negación vehemente o romper en lágrimas y admitir todo, o tal vez un
bloqueo por hiperventilación.
—Nunca pareces estar allí. —Daisy entrecerró sus ojos, sus labios
brillosos en un puchero de desaprobación.
26
Personaje de la Revolución Americana. Es conocido por alertar a la militancia colonial la
llegada de las fuerzas británicas ante las batallas de Lexington y Concord.
—Por favor dime que tu papá no te metió en problemas.
Lucy y Daisy me miraron con los ojos abiertos. Las tres nos
detuvimos en medio de la multitud, con algunas personas empujándonos
en todas las direcciones.
Pensé que Lucy se iba a desmayar, pero Daisy reunió sus sentidos
rápidamente.
—Puede gustarte alguien sin tener que dormir con él, sabes. No es
como si hubiera follado a todas en el sur de Boston.
—Pajarito, cariño, él es… ¿tú sabes que la gente dice que mató a un
hombre? —murmuró.
Asentí.
Sacudí mi cabeza.
—Ni que fuera la peor cosa del mundo —interfirió Daisy—. Unas
amigas mías rodaron entre sus sábanas. Rumores dicen que El Apañador
puede darte múltiples orgasmos y tiene fetiches extraños. —Se detuvo,
tomando una botella de perfume y examinándola con interés, explotando
su goma rosa ruidosamente. Era completamente ajena al hecho de que
Lucy y yo queríamos deshacernos de Connor. Lucy le quitó la botella y yo
tomé su brazo, empujándola—. Jesús, ¿cuál es el apuro? —Daisy sacudió
su brillosa cabellera.
Lucy vio detrás de nosotras y bajó su voz cuando vio a Connor unos
pocos metros lejos.
—Estoy segura que el tipo está forrado. Escuché que está viviendo
en Back Bay.
Daisy asintió.
Abrí mi boca, justo para responder cuando sentí una fuerte mano
apretar mi codo y sacarme de la multitud.
Espera. ¿Despegue?
¿Qué demonios tenia Troy para mí ahora? Realmente no estaba de
humor para descubrirlo. Ya estaba harta de jugar amablemente con su
equipo.
Brock.
—No Sparrow, no lo soy. —Su voz era aún más baja ahora, casi
inaudible—. Estoy en su nómina de pago. Eso es todo.
Mi garganta se estrechó.
27
Es un espíritu femenino en la mitología irlandesa quien proclama la muerte de un
miembro de la familia.
—¿Miami? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Por cuánto tiempo?
Decidí hacer justo eso. Les envié un rápido mensaje de texto a Daisy
y Lucy, diciendo que había una emergencia en el Rouge Bis y que era
necesitada en la cocina. Con suerte eso las calmaría por ahora. Luego volví
mi atención a marcarle a Troy.
Pero, tenía tantas preguntas: ¿Por qué Miami? ¿Por qué ahora? ¿Me
estaba enviando sola o iba conmigo? ¡Avión! ¡Iba a volar en un avión! ¿Qué
tan largo era el viaje? ¿Cuánto tiempo nos íbamos a quedar? ¿Era esta
nuestra luna de miel?
Cuando leí el mensaje de Lucy, mi corazón latió tan rápido que sentí
que se iba a escapar por mi garganta.
—Hola, bebé —dijo con voz rasposa, lamiendo sus brillantes labios
rojos. Mantuve los ojos en la maleta que estaba llenando, abierta
ampliamente sobre la cama—. Mamá me dijo que tu esposa salió y Brock
recogió a Sam de la escuela para llevarlo de compras, así que pensé que
podría pasar a saludar.
—Estoy tan sobria como una monja. Solo vine a recordarte que aun
eres completamente mío. —Cat serpenteó su mano detrás de su espalda
baja para agarrar mi pene a través de mis pantalones.
No de nuevo.
Pero ella tenía razón en una cosa. No dormía con mi propia esposa.
La mujer que llevé a mi casa, que dormía en mi cama, a quién le di un
trabajo y le compré boletos para Miami.
Monté a Cat por detrás, mis bolas golpeando contra su trasero, como
si estuviera sacando el veneno de esta vil mujer. Pronto, la demoniaca
mujer comenzó a gemir tan fuerte como pudo, sin duda para asegurase de
que Sparrow escuchara si entraba. Hice pelota sus bragas con mi puño y
las empujé en su boca para amortiguar el sonido de ella gimiendo mi
nombre.
Empuje.
Empuje.
—Permites que tu hija entre aquí sin mi permiso una vez más, y
estás despedida. —Tomé un trago de mi vaso y mis ojos se dirigieron a la
vista de la ciudad a través de la pared de ventanas.
—Me agarró por el codo delante de mis amigas y ahora tengo una
marca. —Sparrow estiró su brazo, exhibiendo un grueso anillo de color
verde-púrpura alrededor de su nevada piel.
Apreté la barbilla.
—Sé que piensas que me riges, que eres mi dueño, que puedes
destruirme. Pero no tengo miedo. No voy a ser empujada por ti o por tu
personal. Y no voy a ser tocada por nadie sin mi permiso. —Lanzó sus
palabras como lava caliente. Sus ojos, en llamas de rabia, quemaron mi
piel por todas partes donde aterrizaron.
—Eso es muy cierto. —Lo apreté más fuerte, sin aliviar la presión
hasta que sus mejillas se abultaron y se volvieron sin duda, azul. Lo dejé
caer en el suelo.
Lo dejé para que recogiera los pedazos restantes de su ser del piso y
me dirigí arriba, encontrando a Sparrow sentada en el borde de la cama,
mirando por la amplia ventana. No alzó la mirada cuando entré, solo
continuó estudiando lo que sea en lo que se hallaba concentrada afuera.
¿El cielo? ¿Los grandes edificios? ¿Un pájaro? ¿Quién demonios sabía?
Ella era una niña y aun así quería hacerle muchas cosas de adulto.
—Las mentiras son las que mantienen a este mundo girando, bebé
Roja. —Di un paso más cerca. Ella era tan dulce. Muy jodidamente
extraña, también.
—¿Por qué huele raro por aquí? —preguntó, con la frente arrugada.
—Mira, no tienes que hacer tanto alboroto por ello. Es una jodida
luna de miel, ¿bien? Pasaremos unos cuantos días en Miami, iremos de
compras, devoraremos algunos sándwiches cubanos y pastel de lima,
sufriremos unas quemaduras de sol suave y traeremos nuestros culos de
vuelta a Boston antes que lo sepas. Ahora empaca.
Lo sabía.
28
Grupo militante del Islam.
Alcé un hombro.
Cambié de parecer. Cat se equivocaba. Ella no era una niña, era una
mujer que se rehusaba a hacerse la ciega cuando se trataba de las
infidelidades de su esposo. Era más mujer que mi mamá y Cat, juntas.
—Si trato de tomarte justo ahora en el suelo, los haría una y otra
vez. No puedes escapar. Escapa al otro lado del país, pero no puedes
escapar de tu mente. Y Sparrow, mi pequeña pajarito… —Le destellé una
sonrisa confiada—. Estoy enterrado en tu cabeza, y lo sabes. Ahora,
empaca.
En mi habitación.
Esto era cruzar la línea. Diablos, era cruzarla corriendo, cruzar una
docena más de líneas que nunca supe que existieran. Sí, no éramos una
pareja real, pero esto no tenía nada que ver con el amor. Se trataba de
respeto.
Lamí mis labios secos mientras el avión rodaba por la pista, con las
ruedas comiendo el suelo con una velocidad increíble. Mierda, era rápido.
Oh sí. Si Troy me iba a tratar como utilería, quería saber por qué.
Por qué estábamos aquí, qué estaba haciendo y sobre todo, por qué
demonios era suya.
-TROY-
Traducido por AnamiletG
Odiaba al hombre con una pasión, y si hay una cosa que sabía, era
que la pasión nunca fallaba. Pasión siempre era jodidamente entrega.
Tocó a mi chica.
Vivía en la parte más agradable del barrio, aunque sin duda muy por
debajo de su casa de lujo. Era una casa amarilla de estilo español con
arcos y todo ese jazz. El estuco estaba limpio, el patio parecía muy bien
cuidado, y había una joven latina barriendo el suelo del patio amurallado
del frente, tarareando para sí misma. Llevaba el uniforme de una
compañía de limpieza y me miró cuando oyó mis pisadas. Su sonrisa
vaciló, y su zumbido y barrido se detuvieron. El viento soplaba en su
rostro y un mechón de cabello oscuro se burlaba de su frente.
—No seas estúpida. Dime dónde está y sal de aquí. —Metí mi mano
en mi bolsillo y tiré una pila de dinero de mi billetera.
Ella saltó hacia atrás, observando los billetes de cien dólares flotar
todo el camino a los azulejos españoles. Entonces miró de nuevo hacia mí
y miró silenciosamente al segundo piso, inclinando su cabeza hacia su ala
derecha. Su mirada era constante, pero su cuerpo temblaba.
—Creo que las felicitaciones están en orden. —Él intentó una risa—.
Supongo que no estás aquí para algunos consejos paternales. Se rumorea
que sabes todo sobre los pájaros y las abejas.
No podía dejar que él viera la sorpresa en mis ojos, así que lo miré
fijamente, tratando de ocultar el huracán en mi estómago.
—Entonces, ¿voy a conocer finalmente a mi creador hoy? —Trató de
reír, pero de alguna manera se convirtió en un ataque de tos. Parecía que
iba a vomitar sus pulmones. La tos se hizo más superficial y más gélida,
disminuyendo.
Rodé mis hombros hacia atrás, con expresión divertida. Debajo del
traje a medida y la sonrisa fácil, sin embargo, mi sangre hervía, mis venas
burbujeantes de furia. Matar a Rowan era una picazón que estaba
desesperado por rascarme.
Paddy echó la cabeza hacia atrás con la energía que había dejado en
él y gritó en voz alta. Cuando su cabeza rebotó en la almohada, un
parpadeo de locura bailó en sus ojos. Casi se veía bien otra vez. Por lo
menos, parecía que era lo suficientemente vital como para burlarse de mí.
Pasó su lengua casi blanca sobre sus dientes superiores, luego
aspiró aire.
No lo mates, me recordé.
—Sabes que lo hice por un tiempo. Casi un año, tal vez, antes de
que su padre estuviera un poco sobrio y tuviera una novia para cuidarla
cuando estuviera en el trabajo. —Se rio como una hiena.
Mierda, quería acabar con él tan mal. Pero al mismo tiempo, sabía
que eso era exactamente lo que él quería que yo hiciera. Había presionado
todos los botones. Presionado los puntos blandos. Tratando de hacerme
reaccionar.
Aparte de ella.
—Tienes muchos bienes y mierda para dejar atrás una vez que caes
muerto, ¿no es así, Capitán Pervertido? Tengo unos cuantos dólares
ahorrados en tus cuentas en el exterior. Sé que al menos tres de estas en
las Islas Caimán y hay un par en Belice, también, ¿verdad?
Casi me reí en voz alta. Eso había acabado siendo solo otro desastre.
Yo quería que Sparrow tuviera todo lo que este hijo de puta tenía a
su nombre, como si se hubiera llevado todo de ella cuando ella era solo
una niña pequeña. Ojo por ojo.
Chica estúpida.
Los odiaba. Los odiaba a ambos. Pero sabía una cosa con seguridad.
No iba a darle a Troy el placer de saber que yo sabía que todavía negociaba
con el hombre que me abusó. Especialmente no después de que me faltara
el respeto teniendo relaciones sexuales con alguien más en nuestra
habitación.
No había nada que pudiera hacer para vengarme, así que también
podría no decirle que estaba al tanto de sus actos atroces.
No. Odiaría a mi esposo en silencio, fingiría que nunca ocurrió y
nunca, nunca dejaría que me tocara o afectara.
Troy Brennan estaba muerto para mí. Esta vez para siempre.
-TROY-
Traducido por Mais
Joder, incluso sentía un poco de culpa sobre jugar con ella la noche
de nuestra boda. Claro, sabía que lo quería, lo vi en sus ojos, lo sentí en la
forma en que su cuerpo se arqueaba hacia el mío, rogando, retorciéndose;
pero ella había sido rota antes. No quería romperla de nuevo. Bueno, al
menos no esta parte de su alma.
Escuché a Van Horn golpear algo con fuerza y maldecir en dolor. Sip,
definitivamente la está sufriendo.
—Ah, así que tiene un punto blando entonces —dijo Van Horn.
Casi solté una risa burlona, pero apreté mi mentón, masticando con
fuerza el palillo de dientes.
1—Billy Crupti.
2—Padre McGregor.
—¿Crees que me importa que andes por ahí follando? —Lanzó sus
manos al aire, frustrada—. Siento no haber recibido el mensaje, Brennan.
Por todo lo que me importa, puedes meter tu pene en cualquier tipo de
Enfermedad de Transmisión Sexual conocida en el mundo e incluso crear
nuevas en el proceso.
—¿Qué sucedió? —Mi voz salió tan gentil que me sorprendió—. ¿Por
qué estás tan enojada?
30
Las Estrellas Michelin son un sistema de calificaciones para calificar, valga la
redundancia, la calidad de los restaurantes.
En silencio, me di la vuelta y salí a zancadas de la habitación. Me
vestí, me puse mi reloj Rolex y algo de perfume, me desordené el cabello y
salí de la habitación, dejándola que acabe con el alcohol que yo había
dejado.
Tomé, dos, tres… cuatro tragos antes de que ella venga y me ofrezca
su mano.
Después de dos horas que me fui, volví a nuestra suite, ebrio como
el infierno y harto con la situación de Roja. Habla de responsabilidad.
—¿Joder, no?
Patético, lo sé.
Eso era un eufemismo. Todavía estaba tan pálida como una pared
recién pintada.
Brock dio un paso atrás, pero su mirada cayó sobre mis muslos
cuando vio a Troy apoyando una mano sobre uno de ellos. La primera vez
que me tocaba desde que me había negado a cenar con él.
Brock gruñó.
—Lo que quise decir es que te animaría cuando regreses. Siento que
no te salga bien, cariño.
—¡Hola! —grité.
—Estoy lista para trabajar duro y probar que no estoy solo aquí por
mi marido.
—Ya lo veremos.
—Brock.
—¿Café?
Sacudí la cabeza.
—Así que, cuéntame sobre ti. —Se inclinó sobre la mesa y trató de
captar mi atención.
—¿Para qué? Pareces saber todo sobre mí como es. Por qué Troy se
casó conmigo, mi bebida favorita...
—Solo trato de ser atento. Quiero que sepas que no estás sola
cuando se trata de Troy. Estoy aquí para ti.
—Solo por el bien de mi hijo. —Él arqueó una ceja—. Solo para Sam.
Cat y yo no somos una pareja.
—Es peligroso.
—Su padre prefería que esté muerto que se ponga bien en un
hospital público. Nosotros no hacemos las reglas —espeté.
31
Es una medicina para el estómago, para que el intestino pueda absorber mejor los
fluidos y nutrientes.
Cuando todo se terminó y lidiamos con ello, Brock tomó asiento en
un banquillo cerca del sofá y dejó caer su cabeza contra sus manos.
Encendiendo un cigarro, lanzó la cerrilla todavía quemando hacia Flynn.
La cerilla saltó en la piel del joven, apagándose lentamente contra su
muñeca desnuda. Flynn estaba demasiado inconsciente como para sentir
la quemazón. Sip, la fachada del buen chico de Brock siempre se rompía a
mi alrededor.
32
En español se llama Terciopelo Azul, y es una película estadounidense del año 1986,
dirigda y escrita por David Lynch. La película muestra el dualismo existente en el mundo:
lo superficial de la vida lleno de aparentes buenas sensaciones; y, la pura realidad, el lado
oscuro que se esconde tras todo lo que a simple vista parece bello.
pagaba las cosas de moda de mierda de su esposa, la escuela de su hijo y
toda esa maldita ropa de quiero-ser-como-David-Beckham?
Sin pensar claramente, y tal vez sin pensar del todo, me lancé hacia
él, golpeando mi puño directamente en su rostro. Él no lo vio venir. El
sonido de mi puño contra su hueso llenó el aire. Brock soltó su cigarro en
el suelo y se puso de pie, balanceándose. Hizo un puño e intentó lanzarme
un golpe a mi mentón. Lo esquivé y él cayó al suelo, aún mareado por mi
golpe. Su nariz estaba sangrando por todo el suelo mientras yacía allí
recostado, jadeando. Rodó para quedar en posición fetal cuando me puse
delante de él, saqué mi pañuelo y limpié su sangre de mis manos.
Agachándome hacia mi compañero así podía escucharme claramente,
levanté su rostro con mi dedo, mirándolo a los ojos.
—Buena charla, amigo. Ahora, apaga tus malditas luces del auto.
Vas a estar aquí por un rato.
1—Billy Crupti
2—Padre McGregor
3—¿El imbécil que contrató a Billy?
TÚ NO ENGAÑASTE.
Eché la cabeza hacia atrás y di una risa amarga, mis manos sobre el
mostrador detrás de mí para apoyarme.
—Oh, eres bueno, Troy. Veo que la amante con la que pasaste la
noche puso toda clase de ideas locas en tu cabeza. Mira, para ser
agradecida, necesitaba desear todo esto en primer lugar. Nadie me
preguntó antes de que me secuestraras. Ambos sabemos que no estoy aquí
por elección. ¿Entonces, por qué no me dices por qué estás
manteniéndome aquí? Estoy segura de que es bueno. —Me giré,
sirviéndome café y chasqueando mi lengua—. Sí, seguro que es muy
bueno.
Lo odiaba, sí, pero mis bragas se encendían cada vez que él estaba
en la habitación. Troy estimulaba algo salvaje y dolorido en mí de una
manera que Brock no podía. No importaba que Brock fuera más amable,
más atractivo y en general, un mejor candidato como amante. No, era Troy
el que hacía que la lujuria y el miedo zumbaran bajo mi piel. Mi sangre
corría caliente y salvaje para él, y solo para él. Incluso, y especialmente,
porque tenía tantos sentimientos encontrados hacia él.
Lo peor de todo, Troy lo sabía. Cuánto lo quería, cómo era suya.
Sus labios flotaron sobre los míos, sus azules nunca dejando mis
verdes. Se echó hacia atrás, tomando un sorbo de su café, su mano libre
todavía viajando por mi cuerpo, por mi caja torácica.
—Eres un imbécil. —Mi voz era ronca. Estaba mirando sus labios.
¿Por qué demonios estaba mirando sus labios? ¿Por qué seguía atraída por
él? ¿Qué clase de jodida mierda era esa?
Sí, estaba celosa. Estaba jodida y rara y celosa de la mujer que salió
con mi falso marido. El tipo que me secuestró.
Él se echó a reír, una risa que hizo que su pecho se alzara y todo su
cuerpo temblara de diversión.
Continué:
¿De dónde vino eso? No estaba del todo segura, pero me gustaba la
Sparrow extra luchadora. Sabía que ella podría ser la muerte para mí, pero
todavía arraigada por ella. Era la perra loca que no tenía miedo de morder
el culo de su dueño.
—No quiero que seas amable. —Caminé por la cocina para hacerme
mi propio desayuno, mi tono aburrido—. Quiero que seas malvado, y
cortar las rabietas de celos. Te comportas como una chica.
Después de mi largo día, todo lo que quería hacer era tomar una
ducha caliente y trepar a la cama. Entré en la oscura habitación de
invitados. Ya me había quitado mi uniforme blanco en el trabajo, así que
pateé mis zapatos fuera y lancé mi ropa de calle en una pila desordenada
en la puerta del cuarto de baño. Al principio no vi la inmensa sombra en la
cama, pero entonces su voz retumbó, llenado la habitación con una
presencia que era mucho más que física.
Troy.
Me quedé muda, y sentí mis ojos destellar, pero no dije una palabra.
Sus labios se agitaron entre mis omoplatos, y plantó un beso entre mi
cuello y hombro, su lengua saltando brevemente para recordarme lo que
estaba por venir.
—¿Mía? —repetí.
No podía creer que nos había llevado todo el camino a Miami para
vengar mi dolor.
—No realmente. —Mi tono era plano—. Pero estoy en ropa interior.
En tu cama. Teníamos un trato. Intento mantenerlo.
Era una mentirosa. Era débil. Era una idiota. Pero era suya.
—¿Estás aquí para hablar, o para enseñarme lo que tienes? —Mi voz
cortó el aire.
Jadeé cada vez que se estrellaba dentro de mí. Sentí sus labios
viajando a lo largo de mi espalda, mi cuello, mi cabello, dejando mordiscos
y besos.
—Esto no es toquetearte.
—Bien, Bien —jadeé cuando momentáneamente paró, sus dedos
todavía dentro de mí—. Me estás follando con tus dedos.
—Te quise desde esa noche en Rouge Bis, sabes. —Sus labios se
zambulleron en mi cuello y me mordió fuerte, haciendo que mi espalda se
arquera con deseo. Lamió el punto, moviendo sus dedos hacia abajo por
mi columna y moliéndose contra mí—. Semejante soplo de aire fresco.
Enredándose conmigo como si no pudiera romperte en dos.
El dolor se irá.
No, no lo haría.
El placer se mantendrá.
—Quiero que te vengas en mis brazos de nuevo —dijo, pero sabía
que no pasaría. No cuando todo lo que podía sentir era a él rasgándome.
Guió una de sus manos entre nosotros y empezó a frotar mi clítoris,
aplicando presión. Jadeé un poco cuando movió arriba y abajo su pulgar.
Esto no era solo sexo. Era más y daba miedo. Unos treinta minutos
pasaron antes de que uno de nosotros hablara. Sorpresivamente, no fui yo.
33
Dateline es un programa de la NBC, que cada capítulo cuenta historias dramáticas
reales.
Me contoneé para salir de su toque, empujándome a mí misma a
levantarme de la cama y con prisa. Alcé piezas de ropa que ni siquiera
eran mías del suelo y me vestí en su camisa y mi ropa interior sin hacer
contacto visual. Esta noche no se suponía que terminara de esta manera.
—Eres bueno solo para una cosa, Brennan. —Empujé mis bragas
hacia arriba por mis piernas en rápidos movimientos—. Y eso es lo que
pasó entre tus sábanas no hace mucho tiempo.
En el mismo día.
—Sí, bueno, hemos estado casados por tres meses, y él todavía está
embotellando todos estos secretos, sin dejarme entrar en nada. ¿Por qué
se casó conmigo? ¿A quién se refirió cuando dijo “ellos” esa noche antes de
irnos a Rouge Bis? Ni siquiera me dice lo que pasó con Catalina.
Y sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que llegara al lugar
más peligroso de mi cuerpo.
Mi corazón.
-SPARROW-
Traducido por ValeCog
Sus zapatos.
Sus ojos.
Estaba furiosa. Algo la había enojado y tenía todo que ver conmigo.
—¿Buscas a Brock? —Mi sonrisa era cortante. Era otro secreto que
Troy no había compartido conmigo.
—Qué raro, no veo un anillo en tu dedo. Oh, espera, allí está. —Le
hice un gesto a su mano izquierda—. ¿Y qué sabes? Pertenece a Brock
Greystone.
—Tonterías. —Mi voz era baja, aunque sabía que decía la verdad.
Mis labios seguían moviéndose, y lo que dijeron después me sorprendió—:
Si Troy te amaba, nunca te habría compartido. No está en su ADN. Ni
siquiera compartiría a alguien que no ama. —Como a mí—. ¿Y si tuviera
sentimientos por ti? Serías tú en su cama. No yo. Ni nadie más.
Tenía sentido.
—Y la única razón por la que no estás a seis pies bajo el suelo y Troy
no se ha librado de ti para hacer espacio para mí es porque lo engañé con
Brock. La pequeña aventura que tuve con mi marido terminó conmigo
embarazada de Sam.
Con eso, cerré la puerta en su rostro con tanta fuerza, que las
paredes alrededor de mí temblaron.
Venía aquí cada viernes por la tarde, antes que el fin de semana
pase y con este, nuevos y frescos pecados para cometer. Venía aquí para
hablar con el hombre que tan desesperadamente extrañaba. Era mi
sacerdote, su lápida mí confesionario.
Nunca juzgaba.
—Me dijiste que me casara con él. —Olisqueó, su nariz goteaba, sus
uñas todavía se clavaban en mis pantalones—. Dijiste que sería lo mejor
para todo el mundo por ese maldito embarazo. Oh, Troy.
Suspiré.
—No, no, no, no. —Negó con la cabeza violentamente, raspando sus
largas uñas por su rostro, rayando sus mejillas con rasguños sangrientos.
—Deberíamos haber dejado de hacer esto hace dos años —le dije a
Cat, que estaba luchando por respirar, su rostro manchado de lágrimas y
más vieja desde la última vez que la vi.
Respiré profundamente.
—No amas nada más que el peligro y el pene. Hay un abismo entre
nosotros, y se tragó todos los sentimientos positivos que he sentido por ti.
Porque incluso después de tratar de ayudarte a ti y a tu marido, tuviste el
valor de ir y derramar todos los secretos que te dije a él. —Dejé ir sus
muñecas con disgusto—. Y esa fue la última traición.
Acerca de Sparrow.
Acerca de condenadamente todo.
—Ella lo sabe —dijo Cat, sonriendo con una sonrisa loca, odiosa—.
Le dije a Sparrow sobre nosotros. Tu esposa lo sabe.
Había jugado esta escena una y otra vez en mi cabeza durante años.
Dejar a Catalina para siempre. Salir de este lío mientras yo tenía la
ventaja.
Todavía estaba entre los vivos cuando lo dejé en la cabaña con Brock
el sábado. La desintoxicación después de Miami no había pegado; no había
mucha sorpresa allí. Había recibido una llamada de George Van Horn,
quejándose de que su hijo había recaído mucho. Había arrastrado a Flynn
a la cabaña nuevamente y había puesto a Brock a cargo durante el fin de
semana.
Abrí el pulgar contra los párpados de Flynn y cerré sus ojos. Sus
ojos de perrito perdido me miraban fijamente, y necesitaba un respiro de
sentirme como mierda.
—El peor.
—Tal vez deberías cambiar de profesión.
Pero no era solo eso. La idea de pasar el tiempo con esa pequeña
boca inteligente esta noche me hizo sentir extraño. No exactamente feliz,
pero extrañamente excitado. Odiaba tenerle gusto. En cierto sentido, era
como entregarle las llaves a la fosa de mi alma mientras ella estaba
borracha como el infierno y diciéndole que conduzca con cuidado. Nadie
jodidamente me prometió que lo haría.
34
Un hombre muy sumiso a las necesidades y deseos de su mujer.
No era acerca de qué era lo que le gustaba a Roja, sino de quién no
era. Ella no era una mujer que me quería a causa de mi poder, estatus,
trabajo o cuenta bancaria.
Y yo garabateaba.
Y otra vez.
Y otra vez.
TUVE QUE evitar los avances de Brock de otra cita para cenar. No
había ido a trabajar desde mi confrontación con Catalina, pero me había
esperado en la esquina de la calle después de mi turno la noche del lunes.
De vuelta a casa, abrí una botella de algo clásico y coloqué dos copas
de vino cerca de la alfombra blanca de lana junto a la chimenea escaleras
abajo. Liquidé las dos bebidas solo para suavizar el encuentro con Brock,
el hombre estaba irradiando serias vibras de acosador. Después entré en el
baño escaleras arriba, el que compartía con Troy, para peinar mi cabello y
limpiar los restos de mi día en Rouge Bis.
Señalé su mano.
Miró hacia sus nudillos, frunciendo el ceño. Este no era él. Siempre
era bueno cubriendo su rastro. Era casi como si quisiera que yo lo
descubriera, conscientemente o no.
Di un paso atrás.
—Ahora, Troy.
Su sonrisa desapareció.
—Voy a ir hacia delante y ser verdaderamente honesto con una cosa,
pero ten cuidado. No es bonito, y tomo la traición muy en serio, así que
confío en que mantengas la boca cerrada.
Asentí.
—Lo sé. —Su tono era duro de repente—. Recuerda, que has estado
empujando por algo de verdad. Así que aquí está lo que querías saber. No
soy un asesino. No mato gente para vivir. Nunca he sido pagado para
terminar a alguien, pero... —Elevó su mano, enredando un mechón de
cabello alrededor de su dedo—. Donde hay humo, hay fuego. Maté a Billy.
Y maté al Padre McGregor también. Ambas muertes fueron feas, pero así
fue lo que hicieron.
Quería llorar pero estaba tan estupefacta para hacer algo tan natural
e instintivo. No debería estar sorprendida—los chismorreos advirtiéndome
de mi marido por todas partes—pero lo estaba. Como vivía con el hecho de
que había tomado, no una, ¿pero dos vidas? Entonces de nuevo, nadie
había matado a mi padre.
Iba a decir algo más, pero no quería que pensara que estaba
enfadada. Especialmente cuando sabía en mi corazón que él no la estaba
viendo más.
Era loco, pero con unos pocos golpes, potentes empujones, otro
orgasmo se estaba construyendo dentro de mí, persiguiendo al primero y
amenazando con rasgarme incluso más fuerte. Agarró uno de mis pechos a
través de mi camisa mojada y pellizcó mi pezón fuerte.
—¿Puedo? —preguntó.
—Joder —dijo.
—No tienes que ser tan anti amor. Puedes aprender una cosa o dos
de las comedias románticas —dije.
—No soy anti amor. —Se lanzó a besar mis labios, su lengua caliente
golpeando mi labio inferior sensualmente—. Soy anti sandeces. Te apuesto
un buen dinero a que si a una chica en la vida real le salta un tipo en las
gradas, cantándole una canción de amor delante de un grupo de
estudiantes de instituto llenos de granos, ella principalmente le mataría.
Reí.
Rio.
—No —dije, frunciendo el ceño. ¿Por qué cada vez que Brock
hablaba sobre Troy, sentía el latido de mi corazón disminuir y mi
respiración era más superficial?
¿Por qué me levanté tan temprano? ¿Por qué insistí en salir a trotar
en horas irrazonables? ¿Por qué siempre tomaba las pequeñas y vacías
aceras, buscando esas gemas ocultas de Boston, los lugares que nadie
conocía o entraba? ¿Por qué insistí en deshacerme de mi guardaespaldas?
¿Por qué nunca cargué gas pimienta que podría asustar a posibles
atacantes?
Estaba en problemas. Algo que era mucho más grande que casarse
con la persona equivocada o ser abandona por tus estúpidos padres o un
padre borracho. Brock podría estar loco, tal vez incluso el psicópata que
irónicamente creía era mi propio marido, pero no era estúpido. Si Troy
descubría que me había secuestrado, él era un hombre muerto.
Hice un breve saludo con él, y solo porque pensaba muy bien de su
hija.
—Eso, lo hizo.
Kavanagh. Greystones.
Kavanagh.
Greystones.
David Kavanagh
Entonces me golpeó.
David Kavanagh, Una paliza había ido mal. Había ocurrido hace
nueve años, cuando los mafiosos de América se dieron cuenta de lo poco
regulada que estaba la industria del reciclaje y la cobraron en grandes
cantidades mientras se volvían verdes. Cillian hizo que Kavanagh se
pusiera de acuerdo después de que intentara robar una mierda de
tonelada reciclada y alambre de cobre. Kavanagh fue atrapado, sacó un
cuchillo en lugar de tomar su medicina y terminó muerto. Había sangre.
En todos lados.
Mierda.
Jesús, mierda.
1 - Billy Crupti
2 - Padre McGregor
3 - Brock Kavanagh
Traté con el de Roja después. Lo último que quería era que ella
cayera de alguna manera en sus garras. Ella tampoco contestó.
Uf.
Una vez que llegué a la ubicación, llamé a su número una y otra vez,
tratando de llegar a ella. Llamé quizás treinta veces antes de que oyera el
débil sonido de un tono de llamada y encontré su celular en un contenedor
de basura, junto con cartones, sobras de comida chatarra y colillas de
cigarrillos.
No, no era de las que trataban de liberarse. Incluso era de las que
intentaba conseguir más.
Cuando mi cabeza golpeó el techo del auto, dejó salir una risa
frenética.
—Ese es el punto. —Brock se rio con más fuerza y retiró las jeringas
vacías de mis muslos.
—Era una sombra negra sobre tu pequeña cabeza todo este tiempo.
Los chicos ni siquiera respirarían en tu dirección, temían de Troy. Sal.
Querría correr. Sabía que podía correr realmente rápido, pero no tan
rápido como una bala, y no con mis piernas que se sentían como si
tuvieran bloques de concretos atadas a estas. Gané más control en mis
pies pero dudaba de que fuera suficiente para salvarme.
—Empieza a cavar.
Bajé la mirada. La tierra era suave de toda la lluvia pero la pala era
condenadamente pesada y mi cuerpo y piernas todavía no estaban
funcionando bien, aunque se ponían mejor con cada segundo que pasaba.
Sabía exactamente qué estaba pidiendo él. Me estaba pidiendo que cave mi
propia tumba. Volviendo a mirar hacia arriba, sentí mis lágrimas
acumulándose detrás de mis ojos, pero no tenía tiempo para la auto-
compasión.
¿Por qué Brock estaba tan empeñado en hacerle daño a Troy? Él era
el que había terminado casándose con la chica de Troy y obtuvo un trabajo
del chico después. Troy podría haber sido un imbécil con él y su familia,
pero Troy también era un imbécil con todo el mundo. Era una cosa
universal. Él no discriminaba.
Nadie lo había visto ese día, y nadie había hablado con él en las
últimas horas.
—Voy a pagar lo que sea para hacer que suceda rápido. —No era
como negociaba normalmente, pero el tiempo no estaba de mi lado.
—No podía estar más de acuerdo con ella, así que le di un guiño,
arrojando mis llaves en sus manos de donde me encontraba. Ella las
atrapó en el aire, arqueando una ceja en cuestión.
Idiota.
—¿Hay noticias?
—Hazlo rápido.
El taxi voló tan rápido por los edificios altos, que en realidad pensé
que iba a despegar.
NO ME MOVÍ.
—Eso es. Ahora sigue cavando. Cada vez que te detengas, te daré un
golpe con este pequeño bebé. —Besó su arma, luego tomó asiento en un
tocón con una marca blanca, cruzando sus piernas.
Sí, Brock había intentado extra duro conseguir gustarme. Casi había
funcionado. Pero entonces no lo hizo. Incluso con la terrible reputación de
Troy y el comportamiento desagradable, aún estaba más interesada en él.
Tenía la espalda hacia él, pero todavía podía verlo desde mi visión
periférica, y era bueno poder hacerlo, porque mi rabia hervía mi sangre de
nuevo a una temperatura lo suficientemente caliente para poder seguir
funcionando. Excavar también ayudó.
Mierda.
Tragué.
—Derecha —respondí.
No grité.
Ni siquiera me estremecí.
—No tengo idea ¿Qué demonios? ¿Por qué lo buscas? —Corrió detrás
de mí.
Me giré hacia Cat, quien nos miraba desde el pasillo, y me uní a ella
tirando de la puerta para cerrar la habitación de Sam para que él no nos
escuchara.
—Debe haber estado realmente loco por él, ¿y qué bien le hizo a ella?
Después de que Troy los encontró abatidos, la enterró justo aquí, en una
profunda tumba. Ahora que lo piensas, eres extremadamente parecida a
Robyn, ¿no es así, Sparrow? —Caminó hacia mí—. Te gusta cocinar, y
estás apunto de ser enterrada aquí debido a Troy Bernnan, el hijo de
Cillian. Por supuesto, al menos eras su esposa legal.
—Sigo siéndolo. No hables de mí en tiempo pasado.
—Me gusta que seas optimista. Es una cualidad que muchos ratones
de la ciudad no poseen.
Recogí la pala, pero solo fingí hacer algún progreso con mi tumba, en
su mayoría moviendo la tierra alrededor. En el fondo de mi cabeza me
acordé de él diciéndome que me mataría cuando menos lo esperaba.
El hecho de que Cat había sido una adicta era nuevo para mí, pero
una cosa era clara. Brock planeó esta venganza hace mucho tiempo.
—Sigue.
—Así que Cillian hizo un noble acto e hizo que Troy jurara que se
encargaría de la pequeña que su amante había abandonado por él.
Casarse contigo, para ser exactos. Jodido, ¿no? Pero eso es mafioso para
ti. Y Cillian era un infierno de jodido hombre. El peor de ellos.
Ahora era mi turno de sonreír. Era una sonrisa sombría, una sonrisa
sin humor, pero tenía un punto que hacer.
—¿Qué?35
35
En el original, lo dice en español.
—Deja de joder. Sé que me entiendes. Sé que hablas ingles cuando
quieres, y es mejor que quieras ahora si no quieres salir de esta casa con
tu lengua arrancada de tu boca. Dime donde está, ahora.
—Esto —confirmó.
Mierda.
—Te puedo dar aún más, pero necesito tu auto, y lo necesito ahora.
-SPARROW-
Traducido por krispipe
—Son tan malos uno como el otro —le disparé—. Ambos monstruos
del infierno.
Brock se giró para ver quién venía, jadeó cuando la figura jadeante
de Troy apareció a través de los arbustos como una tormenta.
—¡No le dispares!
Estaba tan cansada de ser fuerte. Ser atendida, incluso por él, era
una concesión que me alegraba de hacer.
Entonces me disparó.
No era verdad. Brock nunca hizo tal cosa. Troy fue el que disparó, y
Troy fue quien usó el arma de Brock. Por supuesto, no dije una palabra al
policía. Dejé que Troy me llevara a una camioneta negra que no reconocí,
mis brazos sacudiéndose como si ya no fuera parte de mi cuerpo. Solté mi
agarre de la sábana, pero él se agachó, la recogió y la arrojó sobre su
hombro. Sabía que yo lo sabía, y de alguna manera, eso me puso incluso
más triste.
—Sparrow…
—Una de la mañana.
—¿Y Brock?
Fruncí el ceño.
LO ARREGLO TODO.
Un Gorrión herido.
Así que lo maté rápida, fría y eficientemente, pero no alegre. Aun así,
no lo cambiaría por nada del mundo, porque me las había arreglado para
salvar a Roja, y eso era todo lo que importaba.
—Entra —dijo desde el otro lado de la puerta, y por el borde de su
voz, supe que había averiguado que era yo quien había venido de visita.
Chocolate y flores. Esa mierda cursi. Pero solo por esta noche, y solo
por Roja. Esperaba que lo encontrara divertido con su sarcástico sentido
del humor. Quería saltar sobre las gradas y cantarle una canción. Ella se
merecía los nueve metros enteros.
Ella miró las flores, el chocolate y cerró los ojos, tomando una
respiración profunda.
Iba a hacerlo. Realmente iba a hacer algo desinteresado por una vez
en mi vida desde lo que pasó con Cat y Brock. La última vez que había
hecho algo altruista se había convertido en mi ruina. Estaba a punto de
volver a hacerlo, sabiendo que esto dolería diez mil veces más de lo que
dolió cuando rompí mi compromiso con Cat. Porque si miraba atrás, el
dolor de la infidelidad de Catalina no era nada comparado con el dolor que
sentí sabiendo que había causado dolor a mi mujer.
—Sí —inhalé, cerré los ojos y me recosté contra la silla con un suave
golpe—. Estaré bien.
Algo así.
Abrí los ojos y la observé por primera vez desde que entré en la
habitación. Ella se lamió sus labios secos mientras miraba la caja de
chocolates. Ahora esto éramos nosotros. Después de hacer lo imposible y
convertirnos en algo, esto éramos nosotros. Dos extraños en una
habitación de hospital buscando palabras que no harían justicia a lo que
teníamos que decir realmente. Otra vez.
Algunos dicen que los periquitos podrían morir de angustia. Ese era
el mito, de todos modos. No había reparado mucho en eso, pero conocía a
mi periquito, a mi Sparrow. Necesitaba libertad, porque aunque era
increíblemente buena aceptando mi mierda, esto estaba yendo demasiado
lejos, incluso para ella. Ya no podía aguantar más, incluso si yo quisiera
que lo hiciera. Ahora ya no.
—Eres libre.
Las palabras más doloras que jamás había dicho. Sparrow era libre
de irse, de extender sus alas y volar. Se lo daría todo, como ordenó mi
padre. Y aun así no sería tan dolorosa como verla marcharse.
—Lo sé. —Su voz se hizo más fría. Ya se estaba alejando de mí. De
nosotros.
Se rio.
No Paddy.
No Catalina.
No Brock.
Cuando me casé por primera vez con ella, no le dije que mi padre era
el responsable de nuestra boda porque no quería avergonzar mi familia, a
mi madre, a mí mismo. No quería que huyera a la policía con eso. No
sentía siquiera que le debiera una mierda. La verdad era mía, y mía para
lidiar con ella. A solas.
No estaba seguro cuál era la peor parte para Sparrow: cómo había
escondido a su madre, haberme deshecho de las evidencias o que no le
hubiera contado todo en primer lugar. Una cosa era segura, pero
comprensible: mis disculpas no fueron aceptadas.
Esperaba la llamada, pero eso no quería decir que por eso doliera
menos. Respondí la llamada con una mano, usando la otra para meter la
cabeza de alguien en un baño público a rebosar de mierda.
—No tienes que decidir ahora. —Lucy golpeó su hombro con el mío,
riendo cuando vio a Daisy bailando alrededor del camión como una hippie
borracha.
¿O lo estaba haciendo?
Era malo querer que me siguiera. Era incluso peor esperar chocar
con sus empleados o asociados simplemente para poder sentir que todavía
estaba en mi vida. Pero con toda honestidad, eso es exactamente lo que yo
quería. Lo quería a él, pero era demasiado consciente de la división entre
nosotros. De su profundidad. De la gravedad de las mentiras sobre las
cuales nuestra relación fue construida.
Sabía donde ella había estado todos estos años y nunca dijo una
palabra.
Y sin embargo, daría cualquier cosa por tener las garras de este
monstruo de regreso en mi cuerpo, sus fríos ojos vagando por mi rostro.
Perdida en las charlas, las bromas y todo lo que este monstruo me hacía
sentir. Troy era el demonio, pero me dio vida.
Nada.
—Corro a la oficina para decirles que este está fuera del mercado. —
Daisy saltó al remolque blanco donde los vendedores nos observaban a
través de hendiduras de sus persianas.
Bajé la mirada hacia mi yeso. Cada vez que lo miraba, daba un paso
o lo mantenía seco cuando estaba tomando una ducha, pensaba en Brock.
Suponiendo que debía estas más agitada por su muerte… el hombre murió
justo delante de mí. Pero la verdad era que obtuvo lo que se merecía. Las
únicas cosas que no podía rodear en mi cabeza eran la razón por la que mi
mamá nos dejó, y los horribles secretos de Troy.
Quería hablarle.
—Jesús —murmuré.
Más cerca…
Tal vez no estás lista para enfrentarlo todavía, una irritante voz
interior bromeó. Tal vez deberías darte la vuelta y ayudar a Lucy, como
Daisy te lo pidió.
—¿Crema batida?
Lucy me dio un plato. Parecía tan desconcertada como yo. ¿Por qué
estaba actuando como si fuéramos totalmente desconocidos? Quise
estrangular y besar el infierno fuera de él y saltar en sus brazos y matarlo
todo al mismo tiempo. Su influencia en mí era peligrosa todavía. Mis
sentimientos hacia él todavía nuevos y frescos como una mañana de
primavera.
No prestamos atención.
—Él está bien. Viviendo con Maria y Cat. Cat está en terapia. Ella
está mejorando en todo el asunto de la paternidad —entregó la noticia sin
rodeos, sin rastro de emoción en su voz.
Una hora más tarde, llenamos nuestras cosas y cerramos por el día.
A pesar de Lucy y Daisy haciendo todo lo posible para mantener mi mente
fuera de él, tratando de persuadirme de tomar unas cervezas en nuestro
bar local, corrí a casa. No estaba de humor para nada más que correr.
Curiosamente, el encuentro con Brock no me detuvo de mi deporte
favorito. Todavía corría, pero ahora, solo tomaba las calles principales, y
salía por las tardes, cuando la ciudad estaba llena de gente. Con vida.
Mi corazón golpeó más rápido, con más fuerza, y caí en una silla,
tratando de recordar cómo respirar. Había un segundo mensaje de él. Lo
abrí de inmediato.
Eso era. Solo esos dos mensajes. ¿Qué diablos? ¿No veía lo mucho
que lo deseaba? ¿Lo mucho que lo quería? ¿Cómo no podía, por mi vida,
formar una oración coherente cuando estaba cerca? Me lancé fuera de mi
asiento, lista para hacer algo, cualquier cosa, para distraerme. Me puse mi
ropa de deporte, metí mi celular en mis pantalones de yoga, y corrí hacia
la puerta.
Con él.
Perdón.
Yo: Esto es una locura. Mi madre era una mujer sin corazón que me
dejó, y tu padre era un esposo mentiroso que nos forzó a casarnos.
Y lo hizo.
Troy: Yo también.
Troy se detuvo cuando estuvimos nariz contra nariz. Pie contra pie.
Amaba ver esos ojos de cerca. Eran tan azules océanos, por algo hacían
que mi cabeza nade.
Mi monstruo.
Mi salvador.
—Un imbécil brutal. No muchas mujeres pueden lidiar con algo así.
Pero creo que yo podría.
En teoría, las cosas eran complicadas. Todos tenían que pagar por
sus pecados, yo tenía que afligirme por la mujer que me dio a luz, Troy
tenía que haberse entregado, y más vidas tendrían que haber sido
arruinadas.
Yo era de él, él era de mí, y todo lo demás que nos habíamos hecho o
no nos habíamos hecho al otro era solo eso.
Nuestro pasado.
-TROY-
Traducido por Mais
Así que ahora veo a Sam uno que otro fin de semana. Vamos a
cadenas de comida rápida (completa culpa de Sparrow), juegos de los
Patriots, e incluso decidimos tomar este viaje a Miami mientras Cat se
quedaba en Boston buscando departamento, solo para ella y Sam.
—Maldita sea que lo haré. Solo te estoy usando por tu cuerpo, Sr.
Brennan.
—De algún modo desearía que lo fuera. Los chicos son un dolor de
cabeza. Ya deberías de saberlo. —Aunque solo estoy molestándola. No
tengo preferencia. Todo lo que sé es que no estaba listo para ser padre
hasta que ella me dijo que lo sería. ¿Y ahora? Joder, no puedo esperar.
Por favor dejen una crítica honesta si tienen el tiempo. No solo por
este libro, sino por todos. El autor lo aprecia.
Un montón.
Con amor,
L.J. Shen.