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Coleman
Prólogo por Luis Palau
Plan supremo
de evangelizacion
Clasifíquese: Evangelización
ISBN: 0-311-13816-0
C.B.P. Art. No.: 13816
3 M 10 78
CONTENIDO
P r o l o g o ................................................... g
INTRODUCCION ............................................... 7
C a p ít u l o s :
1. S e le c c ió n ................................................. jg
2. A s o c ia c ió n .......................................... 29
3. CONSAGRACION ............................................. 39
4. COMUNICACION ...................................................... 49
5. DEMOSTRACION ........................................... 59
6. D e l e g a c ió n ........................................ gy
7. S u p e r v is i ó n ............................................... 77
8. R e p r o d u c c i ó n ........................................... 35
E p i l o g o ........................................................ gg
B ib l i o g r a f í a ................................ IOS
• 3
PROLOGO
• 5
6 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Ju a n 14:6
INTRODUCCION
EL MAESTRO Y SU PLAN
• 7
8 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Se propuso triunfar
Toda su vida se encaminó a este propósito. T odo lo que
hizo y dijo fue parte del plan general. Su significado ema
naba del hecho de que contribuía al propósito último de su
vida de redimir el mundo para Dios. Esta fue la visión rec
tora de su conducta. Fue la norma de todos sus pasos. D é
monos bien cuenta de ello. Ni por un momento perdió Jesús
de vista su meta.
Por esto es de suma importancia examinar la forma
cómo Jesús realizó su propósito. El Maestro puso de mani
fiesto la estrategia de Dios para la conquista del mundo.
Tenía confianza en el futuro precisamente porque vivió de
acuerdo con ese plan en el presente. En su vida nada hubo
fortuito: no hubo energías malgastadas ni palabras ociosas.
Se dedicó a los negocios de su Padre (Luc. 2 :4 9 ). Vivió,
murió, y resucitó según lo previsto. Al igual que un general
planea el curso de la batalla, el Hijo de Dios hizo planes
para triunfar. No se pudo permitir el lujo de correr riesgos.
Sopesó todas las alternativas y los factores variables en la
experiencia humana, después de lo cual concibió un plan
que no fallaría.
L ucas 6 :13
1 • SELECCION
• 15
16 • Pla n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
El principio aplicado
Todo esto ciertamente le deja a uno la impresión de
que Jesús tuvo una forma premeditada de dedicar su vida a
los que quería preparar. También ilustra en forma gráfica
un principio fundamental de la enseñanza: que en igual
dad de circunstancias, cuanto menor es el tamaño del gru-
Henry Latham sugiere que la selección de estos tres sirvió
para hacer comprender a todo el grupo la necesidad de la “abne
gación propia” . Según su análisis, tuvo como propósito demos
trar a los apóstoles que “Cristo daba la responsabilidad que
quería a quien quería; que en el servicio de Dios es honor sufi
ciente poder servir; y que nadie ha de sentirse descorazonado
porque vea que a otro se le asigna un trabajo que parece más
elevado que el propio” . Latham, Pastor Pastorum, p. 325.
20 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
No descuidar al pueblo
Sería erróneo, sin embargo, basarse en lo dicho para
afirmar que Jesús se olvidó de las masas, pues no fue así.
Jesús hizo todo lo que se le podía haber pedido a un hom
bre, y aún más, para llegar a las multitudes. Lo primero
que hizo al comenzar su ministerio fue identificarse er, for
ma visible con el gran avivamiento espiritual popular 4e su
tiempo, por medio del bautismo de manos de Juan (Mat.
3:13-17; Mar. 1:9-11; Luc. 3:21, 2 2 ), y posteriormente pro
clamó y ensalzó la obra de este gran profeta (Mat. 11:7-15;
Luc. 7 :24-28 ). Predicó sin cesar a las multitudes qu<; Se-
guían su ministerio milagroso. Les enseñó. Los alimentó
4El principio de concentración del que es ejemplo el niinis-
terio de Jesús no lo inició él. Desde el comienzo ésta había sido
la estrategia de Dios. El Antiguo Testamento menciona cómo
Dios escogió a la nación relativamente pequeña de Israel por
medio de la que quiso llevar a cabo su propósito redentor ¡jel
genero humano. Incluso dentro de la misma nación, el lide
razgo estuvo concentrado de ordinario en unos grupos familia
res, especialmente la rama davídica de la tribu de Judá.
5La oración sacerdotal de Cristo en el capítulo 17 de Juan
tiene una importancia especial a este respecto. De los 26 ver
sículos de la oración, 14 se refieren en forma inmediata y directa
a los doce discípulos (Jn. 17:6-19).
Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n • 21
Su estrategia
¿Por qué Jesús consagró su vida en forma deliberada
a un número tan reducido de personas? ¿N o fue su venida
para salvar al mundo? Resonando todavía en los oídos de
las multitudes el glorioso anuncio de Juan el Bautista, el
Maestro hubiera podido fácilmente conseguirse miles de
seguidores si lo hubiera querido. ¿Por qué, pues, no trató de
aprovecharse de esas oportunidades para conseguirse un
ejército poderoso de creyentes que conquistara el mundo
por asalto? Sin duda el Hijo de Dios hubiera podido adoptar
un programa más atractivo para reclutar a las masas. ¿N o
resulta acaso descorazonador que alguien que posee todo
el poder del universo viviera y muriera para salvar al mun
do y, con todc, a fin de cuentas, dispusiera sólo de unos po
cos discípulos de poco valor com o resultado de sus
esfuerzos?
La respuesta a esta pregunta pone inmediatamente de
relieve el verdadero propósito del plan evangelizador de Je
sús. El no quiso impresionar a las multitudes sino introdu
cir un reino. Esto significó que necesitaba hombres que pu-
8Ejemplos de esto se hallan en Mt. 14—17; 21:8-11; Mr. 11:
8-11; Luc. 14:25-35; 19:36-38; Jn. 2:23-25; 6:30-60; 7:31-44; 11;
45, 46; 12-11; 17—19.
24 • Pla n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Demostración moderna
Este principio de selección y concentración está gra
bado en el universo, y producirá resultados sea quien fue
re el que lo practique, sea que la iglesia crea en él o no. No
carece de significado el que los comunistas, siempre listos
a adoptar lo que produce resultados, incorporan en su sis
tema este método del Señor. Empleándolo para su propio
fin, se han multiplicado y, de un puñado de fanáticos hace
Tiempo de acción
Ya es hora de que la iglesia se enfrente en forma rea
lista a la situación. Se están acabando los días de superfi
cialidades. El programa de evangelizacion de la iglesia ha
fracasado en casi todos los frentes. L o que es peor, el em
puje misionero del evangelio hacia nuevas metas ha perdi
do en gran parte su fuerza. En muchos países la iglesia de
bilitada ni siquiera aumenta en proporción al crecimiento
de la población. Mientras tanto, las fuerzas diabólicas de
este mundo se vuelven cada vez más osadas en sus ataques.
Resulta irónico cuando1 uno se detiene a pensarlo. En esta
era en que la iglesia dispone más que nunca de facilidades
para la rápida difusión del evangelio, estamos en realidad
consiguiendo menos en la conquista del mundo para Dios
que antes del invento de la radio, la televisión y la aviación.
Al valorar la situación trágica en que se encuentra la
iglesia hoy, no debemos, sin embargo', tratar en forma fre
nética de cambiar de la noche a la mañana el curso de: los
acontecimientos. Quizá este haya sido nuestro problema.
En nuestro afán de hacerle frente a esta situación, hemos
iniciado uno tras otro programas agresivos para llegar a las
masas con la Palabra salvadora de Dios. Pero lo que no he
mos acertado a comprender en nuestra frustración es que
el verdadero problem a no está en las masas: en lo que
creen, cóm o se gobiernan, si reciben una alimentación ade
cuada o no. Todas estas cosas que se consideran tan vitales
las manipulan en último término otros. D e manera que, an
tes de que podamos resolver el problema de la explotación
28 • P la n S u prem o de E v a n g e liz a c io n
M ateo 28:20
2 • ASOCIACION
• 29
30 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Saber y presencia
En virtud de esta intimidad, a los discípulos se les per
mitió “ conocer los misterios del reino de Dios” (Luc. 8 :1 0 ).
El conocimiento lo adquirieron por asociación antes de que
les fuera explicado. Este hecho nunca se ha expresado me
jor que cuando uno del grupo, frustrado ante el pensamien
to de la Trinidad, preguntó: “¿Cómo, pues, podemos saber
el camino?” A lo que Jesús contestó: “Yo soy el camino, y
la verdad, y la vida” (Jn. 14:5, 6 ), lo cual equivalió a decir
que el punto en cuestión ya había sido contestado con sólo
que los discípulos abrieran los ojos a la realidad espiritual
encarnada en medio de ellos.
Esta metodología sencilla se reveló desde un principio
en la invitación que Jesús hizo a los que quiso que lo siguie
ran. A Juan y Andrés los invitó a “venir y ver” el lugar don
de Jesús moraba (Jn. 1 :3 9 ). El evangelio no dice que agre
gara nada más. Pero, ¿qué más hubiera hecho falta decir? Es
tando a solas con Jesús podían hablar largo y tendido y
verlo en la intimidad, tal com o era y actuaba. Felipe reci
bió prácticamente la misma invitación, “ Sígueme” (Jn. 1:
4 3 ). Sin duda, impresionado ante esta palabra tan sencilla,
Felipe invitó también a Natanael para que “ viniera y vie
ra” al Maestro (Jn. 1 :4 6 ). Un sermón viviente vale por cien
explicaciones. Más tarde, cuando Santiago, Juan, Pedro y
Andrés estaban remendando las redes, Jesús les dijo las
mismas palabras, “Venid en pos de mí” , sólo que esta vez
agregó la razón, “y haré que seáis pescadores de hombres”
(Mar. 1:17; cp. Mat. 4:1 9 ; Luc. 5 :1 0 ). Del mismo modo, Ma
teo fue llamado1 con el mismo “ sígueme” cuando se hallaba
sentado “ al banco de los tributos públicos” (Mat. 9:9; Mar.
2:14; Luc. 5 :2 7 ).
E l principio aplicado
Véase la tremenda estrategia del mismo. Al responder
a este llamamiento inicial, los creyentes, de hecho, se ma-
Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n • 31
Lleva tiempo
Una asociación íntima y constante de esta índole, des
de luego, implicó que Jesús prácticamente no dispusiera
nunca de tiempo para él. Como niños que exigen la aten
ción de su padre, los discípulos estaban siempre a los pies
del Maestro. Incluso cuando se retiraba para sus devociones
personales, se veía sujeto a interrupciones de los discípulos
(Mar. 6:46-48; cp. Luc. 1 1 :1 ). Pero Jesús m> hubiera queri
do otra cosa. Deseaba estar con ellos. Eran sus hijos espiri
tuales (Mar. 10:24; Jn. 13:33; 2 1 :5 ), y la única forma en
34 • Plan Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
El fundamento de la consolidación
Nada es más obvio y, sin embargo, se olvida más, que
la aplicación de este principio. Por su misma naturaleza,
no llama la atención, y uno tiende a pasar por alto los lu
gares comunes. Pero Jesús no quiso que pasara inadverti
do para sus discípulos. Durante los últimos días de su vida,
el Maestro sintió especial necesidad de cristalizar en la
mente de ellos lo que había estado haciendo. Por ejemplo,
en una ocasión, digiriéndose a los que lo habían seguido
por tres años, Jesús dijo: “ Y vosotros daréis testimonio
también, porque habéis estado conmigo desde el principio”
(Jn. 1 5 :2 7 ). Sin jactancia y sin que el mundo se diera cuen
ta, Jesús dal)a a entender que había estado preparando a
hombres pará que fueran testigos suyos después de que se
hubiera ido, y el método que siguió para ello fue simple
mente el de estar “con ellos” . En realidad, com o dijo en
otra ocasión, por haber “permanecido con” él en las tenta
ciones, fueron escogidos para ser líderes de su reino eterno
en el que iban a comer y beber a su mesa, y a sentarse en
tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Luc.
22:28-30).
Sería erróneo concluir, sin embargo, que este prin
cipio de consolidación personal se puso en práctica sólo en
el caso del grupo apostólico. Jesús se concentró en estos po
cos escogidos, pero en grados distintos manifestó la misma
preocupación por otros que lo siguieron. Por ejemplo, fue
a la casa de Zaqueo después de que éste se hubo converti
do en la calle de Jericó (Luc. 1 9 :7 ), y pasó unas horas con
él antes de abandonar la ciudad. Después de la conversión
de la mujer junto al p ozo en Samaría, Jesús permaneció
por dos días en Sicar para instruir a los hombres de esa co
munidad que “ creyeron en él por la palabra de la mujer” , v
com o resultado de esa asociación personal con ellos “cre
yeron muchos más”, no por el testimonio de la mujer sino
por lo que ellos mismos oyeron d e los labios del Maestro (Jn.
4 :3 9 -4 2 ). A menudo, alguien que recibía alguna ayuda del
Plan Supremo de E v a n g e l iz a c io n • 35
Nuestro problema
¿Cuándo aprenderá la iglesia esta lección? Predicar a
las masas, aunque es necesario, nunca bastará en la obra
de preparar líderes para evangelizar. Ni tampoco las reu
niones de oración y las clases de preparación para obreros
cristianos cumplen este cometido. Formar a hombres no
es tan fácil. Exige atención personal constante, casi com o
el padre la dedica a sus hijos. Esto es algo que ninguna
organización ni clase puede dar. A los hijos no se les educa
1 No se puede dejar de observar a este respecto que las alu
siones a los “ discípulos”, como cuerpo integrado, son mucho más
frecuentes en los Evangelios que las alusiones a algún discípulo
en particular. T. Ralph Morton va incluso más allá en el uso de
esta analogía, y afirma que la mayor parte de las alusiones in
dividuales mencionan fallas, mientras que las alusiones al grupo
como a un todo hablan más a menudo de su gozo, comprensión,
o logros. Si se recuerda que estos relatos los escribieron los dis
cípulos bajo inspiración, y no Jesús, resulta significativo que
presentaran en estos términos el lugar que ocuparon. Véase T.
Ralph Morton, The Twelve Together, pp. 24-30, 103. No hay
que deducir de esto que los discípulos como individuos no tu
vieran importancia, porque de hecho no fue así, sino ver el
hecho de que los discípulos comprendieron que su Señor los con
sideró como un cuerpo de creyentes a los que preparaba juntos
para desempeñar una misión común. Se vieron a sí mismos por
medio de Cristo primero como iglesia, y luego como individuos
dentro de ese cuerpo.
P la n S u p rem o de E v a n g e liz a c io n • 'M
M ateo 11:29
3 • CONSAGRACION
Exigió obediencia
fesús contaba con que los hombres que le acompaña
ban le obedecieran. No les exigió que fueran inteligentes,
pero tenían que ser fieles. Esto se convirtió en la caracterís
tica que los distinguía. Se les llamaba sus “ discípulos” en el
sentido de qué eran “ aprendices” o “ alumnos” del Maestro.
No fue sino hasta mucho más tarde que se les llamó “ cris
tianos” (H ch. 1 1 :2 6 )¡ aunque fue inevitable, porque con el
tiempo los seguidores obedientes invariablemente adoptan
las características del líder.
Lo sencillo de este enfoque es maravilloso si no
sorprendente. A ninguno de los discípulos se le pidió al
principio que hiciera Drofesión de fe o aceptara un credo
bien concreto, aunque sin duda reconocieron y aceptaron
que Jesús era el Mesías (Luc. 5:8; Jn. 1:41, 45, 4 9 ). De mo
mento, todo lo que se les pidió que hicieran fue seguir a Je
sús. Por supuesto, que esta invitación inicial implicaba cla
ramente un llamamiento a la fe en la persona de Cristo y
obediencia a su palabra. Si no entendieron esto al princi
pio, lo percibirían en el curso de su asociación con el Maes
tro. Nadie sigue a una persona en la que no confía, ni da
con sinceridad el paso de fe a no ser que esté dispuesto a
obedecer lo que el líder dice.
• 39
40 • Pl a n Suprem o de E v a n g e l iz a c io n
El camino de la cruz
Seguir a Jesús pareció bastante fácil al principio, pero
fue así porque no lo habían seguido muy lejos. Pronto se
vio claro que ser discípulo de Cristo implicaba más que una
aceptación gozosa de la promesa mesiánica: significaba
la entrega de la vida toda al Maestro en sumisión absoluta
a su soberanía. No cabían componendas. “ Ningún siervo
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y
amará al otro, O' estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Luc. 16:1 3 ). Tenía
que haber una separación completa del pecado. Las for
mas de pensar de antes, los hábitos y placeres del mundo
debían conformarse a la nueva disciplina del reino (Mat.
5 :1 —7:29; Luc. 6 :2 0 -4 9 ). Ahora la única norma de conduc
ta era el amor perfecto (Mat. 5 :4 8 ), y este amor había de
manifestarse en obediencia a Cristo (Jn. 14:21, 2 3 ), y ex
presarse en dedicación a aquellos por cuya salvación él
murió (Mat. 2 5 :3 1 -3 6 ). Había una cruz en ello: la negación
voluntaria del yo por los demás (Mat. 16:24-26; 20:17-28;
Mar. 8:34-38; 10:32-45; Luc. 9:23-25; Jn. 12:25, 26;
13:1-20).
Se trataba de una enseñanza exigente. N o muchos de
ellos supieron aceptarla. Les agradó contarse: entre sus se
guidores cuando los alimentaba con panes y peces, pero
cuando Jesús comenzó a hablar acerca de las característi
cas espirituales genuinas del reino y de los sacrificios nece
sarios para alcanzarlas (Jn. 6:2 5 -5 9 ), muchos de los discí
pulos “volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Jn. 6 :6 6 ).
Tal com o ellos mismos lo expresaron: “ Dura es esta pala
bra; ¿quién la puede oir?” (Jn. 6 :6 0 ). L o sorprendente es
que Jesús no salió corriendo tras ellos para que permanecie1-
ran en el grupo de los discípulos. Preparaba líderes para el
reino, y si iban a ser instrumentos útiles de servicio, tenían
que pagar el precio.
Calcular el costo
Los que no pudieron persistir, con el tiempo se desvia
ron. Por su propio egoísmo se separaron del grupo escogido.
Judas, al que se le calificó de diablo (Jn. 6 :7 8 ) se mantu
P la n Su prem o de E v a n g e liz a c io n • 41
O bedecer es aprender
Esto no quiere decir, sin embargo, que los discípulos
entendieran de inmediato todo lo que el Señor les decía. Le
jos estaban de ello. Su habilidad para comprender las ver
dades más profundas del ministerio vicario del Señor se
veía limitada por la fragilidad humana. Cuando Jesús dijo
a los discípulos después de la gran afirmación en Cesarea
de Filipo, que los líderes religiosos de Jerusalén le iban a
dar muerte, Pedro de inmediato lo contradijo, diciendo:
“Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca” (Mat. 16:22; cp. Mar. 8 :3 2 ). Ante lo cual Jesús
tuvo que decirle al buen pescador que Satanás lo estaba en
gañando, “porque no pones la mira en las cosas de Dios,
sino en las de los hombres” (Mat. 16:23; Mar. 8 :3 3 ). Ni
esto bastó. Una y otra vez Jesús se vio constreñido a hablar
de su muerte y del significado que la misma tenía para los
discípulos, pero éstos no lo llegaron a entender de verdad
hasta el día en que fue entregado en manos de sus ene
migos.
Al no comprender con claridad el mensaje de la cruz,
desde luego, los discípulos al principio no entendieron el lu
gar que ocupaban en el reino. Les resultaba difícil aceptar
la enseñanza del servicio humilde en bien de los demás
(Luc. 22:24-30; Jn. 13:1 -20 ). Pleiteaban entre sí acerca de
quién sería el mayor en el reino (Mat. 18:1-5; Mar. 9:33-
37; Luc. 9 :46-4 8). Santiago y Juan deseaban ocupar los lu
gares prominentes (Mat. 20:20; Mar, 1 0 :35-37), y los otros
diez, llenos de envidia, se indignaron por ello (Mat. 20:24;
Mar. 10:41 ). Se mostraban innecesariamente duros al juz
gar a otros que no estaban de acuerdo con ellos (Luc. 9:51-
5 4 ). Se llenaban de indignación con los padres que querían
que Jesús bendijera a sus hijos (Mar. 1 0 :1 3 ). Obviamente,
había de ser “entregado para ser crucificado” (Mat. 26:2), y más
tarde, ese mismo día, explicó, en la casa de Simón el leproso,
que el ungüento precioso que María le derramó en los pies era
preparación para su sepultura (Mat. 26:12; Mar. 14:8). Por fin,
en la última cena con los discípulos, Jesús habló de su sufri
miento ya inminente (Luc. 22:15), y luego estableció el acto
recordatorio de su muerte al comer el pan y beber el vino (Mat.
26:26-29; Mar. 14:22-25; Luc. 22:17-20).
44 • Pl a n Su p b e m o de E v a n g e l iz a c io n
Jesús lo demuestra
La obediencia absoluta a la voluntad de Dios fue, des
de luego, el principio rector de la vida del Maestro. Su vida
fue plenamente dirigida y utilizada, según el propósito di
vino, porque en su naturaleza humana Jesús se sujetó con
tinuamente a la voluntad del Padre. Repetidas veces lo ex
presó así: “Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra” (Jn. 4 :3 4 ); “ no busco mi volun
tad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Jn.
5:30; cp. 6 :3 8 ); “yo he guardado los mandamientos d e mi
Padre, y permanezco en su amor” (Jn. 15:10; cp. 1 7 :4 ). Se
podría resumir en su exclamación en Getsemaní, “pero no
se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22:42; cp. Mat.
26:39, 42, 44; Mar. 14:36 ).
La cruz no fue sino el remate glorioso de la entrega de
Jesús al cumplimiento de la voluntad de Dios. Demostró
para siempre que con la obediencia no se anda en com po
nendas: fue siempre una entrega hasta la muerte.
Los líderes religiosos de mentalidad mundana dijeron
la verdad cuando expresaron con burla: “A otros salvó, a
sí mismo no se puede salvar” (Mat. 27 :4 2 ; Mar. 15:31; Luc.
2 3 :3 5 ). Desde luego que no se podía salvar a sí mismo. No
había venido para salvarse a sí mismo. Vino a salvar al
mundo. Vino no “para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos” (Mat. 20:28; Mar. 10:
4 5 ). Vino “ a salvar lo que se había perdido” (Luc. 1 9 :1 0 ).
46 • Pl a n Su p h e m o de E v a n g e l iz a c io n
E l principio en perspectiva
Desde el punto de vista de estrategia, sin embargo, esta
obediencia fue el único m odo cóm o Jesús pudo moldear las
vidas de sus discípulos con su Palabra. Sin eso, de ningún
m odo podría darse en los discípulos crecimiento en cuanto
a vida y propósito. El padre debe enseñar a sus hijos a obe
decer si espera que los hijos sean como él.
Se debe recordar también que Jesús preparaba a hom
bres para que dirigieran a su iglesia en la conquista del
mundo, y nadie puede ser líder a no ser que antes haya
aprendido a seguir a un líder. Por esta razón escogió a sus
futuros dirigentes de entre el pueblo, enseñándoles sin ce
sar la necesidad de la disciplina y el respeto a la autori
dad. Junto a él no cabían insubordinaciones. Nadie sabía
mejor que Jesús que las fuerzas satánicas de las tinieblas
estaban bien organizadas y pertrechadas en contra de ellos
a fin de volver estéril cualquier esfuerzo de evangelizacion
hecho a medias. D e ningún m odo podían superar a los po
deres diabólicos de este mundo si no se adherían en forma
P la n Su prem o de E v a n g e liz a c io n • 47
Ju a n 20:22
4 • COMUNICACION
Se entregó a sí mismo
Jesús quiso que sus seguidores le obedecieran. Pero
juntamente con esta verdad, él hizo realidad el hecho de
que sus discípulos descubrieran la experiencia más profunda
de Su Espíritu. Al recibir el Espíritu, ellos conocerían el
amor de Dios por un mundo perdido. Por esto su exigencia
de disciplina fue recibida sin discusión. Los discípulos en
tendieron que no se limitaban a cumplir una ley, sino que
respondían a alguien que los amaba y que estaba dispuesto
a entregarse por ellos.
Su vida fue de entrega: entregar lo que el Padre le ha
bía dado (Jn. 15:15; 17:4, 8, 14). Les dio su paz, que los sos
tenía en medio de la tribulación (Jn. 16:33; cp. Mat. 11:
2 8 ). Les dio su gozo en el que vivían en m edio de los sufri
mientos y penas que los rodeaban (Jn. 15:11; 1 7 :1 3 ). Les dio
las llaves de su reino contra el cual los poderes del infierno
nunca prevalecerían (Mat. 16:19; cp. Luc. 1 2 :3 2 ). En reali
dad, les dio su propia gloria que había poseído desde antes
de la creación del mundo, a fin de que pudieran ser uno
com o él lo era con el Padre (Jn. 17:22, 2 4 ). Les dio todo lo
que tenía: nada se guardó, ni siquiera su propia vida.
Así es el amor. Siempre se entrega. Si anda con precau
ciones, no es amor. En este sentido Jesús hizo ver con toda
claridad a sus seguidores el significado de d e tal mane-
• 49
50 • P la n Su prem o de E v a n g e liz a c io n
El apremio de evangelizar
Jesús no dejó pasar oportunidad de grabar bien en sus
seguidores el apremio profundo de su propia alma abrasa
da con el amor de Dios por un mundo perdido. T odo lo que
hizo y dijo tuvo com o motivo esta pasión consumidora.
Su vida no fue más que la revelación en el tiempo del pro
pósito eterno de Dios de salvar para sí un pueblo. Por enci
ma de todo, esto es lo que los discípulos necesitaban apren
der, no en teoría, sino en la práctica.
Y lo vieron puesto en práctica ante sus ojos de mu
chas maneras todos los días. Aunque las pruebas de ello
fueron a veces duras de aceptar, como cuando les: lavó los
pies (Jn. 13:1-3 0 ), no pudieron dejar de entender lo que les
quería decir. Vieron cóm o el Maestro se negaba a sí mismo
muchas de las comodidades y placeres del mundo para
convertirse en siervo en medio de ellos. Vieron cóm o las co
sas que más querían — satisfacción física, aclamación
popular, prestigio— las rechazaba; por el contrario, las co
sas que ellos trataban de eludir—pobreza, humillación, pe
nas, e incluso la muerte—las aceptaba voluntariamente por
amor a ellos. Al contemplarlo ministrar a los enfermos, con
solar a los afligidos, y predicar el evangelio a los pobres,
comprendieron con claridad que el Maestro no consideraba
ningún servicio demasiado pequeño, ni ningún sacrificio
demasiado grande, si eran para la gloria de Dios. Quizá no
Plan Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n • r>l
Su santificación
La renovación constante de la consagración de sí mis
mo a Dios, por medio del servicio amoroso1 a los demás,
constituyó la santificación de Jesús. Así lo dijo él mismo
con toda claridad en su oración sacerdotal: “ Como tú me
enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. ^ Y por
ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ^ellos
sean santificados en la verdad” (Jn. 17:18, 19). Adviértase
que este apartarse a sí mismo para Dios, com o lo indica la
palabra “ santificar” , no fue necesario que en el caso de
Jesús produjera purificación, ya que fue siempre puro1. Ni
tampoco fue necesario para recibir poder para servir, ya
que Jesús poseía todo el poder imaginable. Más bien su san
tificación, como lo revela el contexto, fue en el^ terreno de
la entrega a la tarea para la que había sido ‘ enviado al
mundo” ,* y en la dedicación a ese propósito de evangelis-
mo entregó constantemente su vida “por ellos .
Su santificación no tuvo com o propósito beneficiarle a
él mismo, sino que fue en bien de sus discípulos, para que
ellos fueran “ santificados en la verdad” .1 Es decir, al en-
■si — *»- ~ ¿
Credenciales del ministerio
Esta iba a ser Ja medida que debían aplicar a su nronio
servicio en nombre de él. Iban a tener que dar ^ n la S i
ma liberalidad con que habían recibido (M at 10 8)
man que amarse unos a otros como él los amaba
Te-
n. S - (
o4 Jo). Por este distintivo serían reconocidos como
pulo, suyos 0 * 1 5 * . 10). f c est„ „ JSSL^ÍÍZ
?0 3 ÍT „ c í n 'f c V 2' U; CP’ M*t 22:37- « ¡ “ a"
T «í , i l? r ~ amor dc ca lv a rio- era la norma
Tal com o lo habían visto durante tres años, los d L t o X
teman que entregarse en dedicación desinteresada a L . e
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respuesta voluntaria de los h o n r e s , y í¿TpJSK£ “ " '“ ' V
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0ofrosdeOsÍOL See n ™ d°ob ••Ur° ’ ° S ? Íd° lo mism0 * vo-
P la n S u p rem o de E v a n g e liz a c io n • 5:1
Otro Consolador
Desde el punto de vista de la satisfacción propia, sin
embargo, los discípulos necesitaron aprender en una forma
más significativa la relación del Espíritu con la persona de
su Señor. Jesús, desde luego, reconoció esta necesidad, y,
por consiguiente, habló en forma más específica acerca de
ello en los últimos días de su vida. Hasta ese momento él
siempre había estado con ellos. Había sido su consolador,
su maestro, su guía. En intimidad con el los discípulos habían
adquirido valor y fortaleza; con él sentían que todo era po
sible; pero, el problema era que ese Jesús regresaba al cíe
lo. En tales circunstancias, Jesús necesitaba explicarles
cómo seguir adelante cuando él se hubiera ido.
Por eso entonces Jesús les habló del Espíritu como de
otro Consolador ’,3 como abogado, com o alguien que iba
2 Juan 14:12 tiene una aplicación para la evangelizacion que
abruma nuestro entendimiento. No sólo dice que los discípulos
realizarán las obras de Cristo, sino también dice que harán
obras “mayores” porque Jesús iba al Padre. Tomado tal como
está, este pasaje nos enseñaría que los discípulos, con el poder
del Espíritu Santo, iban a hacer todo lo que su Señor había
hecho —y esto supone mucho— y todavía más. Jesús no aclaró
cuáles serían estas obras “ mayores” , pero del libro de los Hechos
nos daría a entender que serían en el terreno de la evangeliza-
ción. Por lo menos, en este sentido, los discípulos de hecho vie
ron más resultados que Cristo. Sólo el día de Pentecostés se
unió más gente a la iglesia que durante los tres años del mi
nisterio de Jesús.
La palabra “otro” tiene un significado particular en el ori
ginal griego. No es la palabra que se emplea para comparar dos
objetos de características diferentes, sino más bien la empleada
para comparar dos cosas de idénticas características, con la
única diferencia de ser distintas personas. De ahi que el valor
Plan Su pr em o de E v a n g e l iz a c io n • 55
Juan 13:15
5 • DEMOSTRACION
La práctica de orar
Tomemos, por ejemplo, su vida de oración. No fue ac
cidental que Jesús dejara que sus discípulos muchas veces
lo vieran conversar con el Padre.1 Así pudieron comprobar
1Más de veinte veces los Evangelios hablan de Jesús como
practicando la oración. Se menciona sobre todo en relación con
acontecimientos de importancia decisiva para su vida: el bau
• 59
60 • Plan Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Uso de la Escritura
Otro aspecto de la vida de Jesús que les fue presenta
do en forma gráfica a los discípulos fue la importancia y el
uso de las Sagradas Escrituras.2 Esto resultó evidente tan
to en el mantenimiento de su vida de devoción personal
com o al ganar a otros para el reino. A menudo hacía es
fuerzos especiales para grabar bien en sus seguidores el sig
nificado de algún pasaje bíblico, y nunca dejó de usar las
Escrituras en sus conversaciones con ellos. En conjunto,
hay por lo menos sesenta y seis referencias al Antiguo Tes
tamento en sus diálogos con los discípulos en los cuatro
El principio enfocado
El método de Jesús en este caso fue más que un sermón
ininterrumpido; fue también una lección objetiva. Este fue
el secreto de su influencia al enseñar. No' pidió a nadie que
hiciera o fuera algo que él no hubiera demostrado antes en
su propia vida, con lo que no- sólo demostró que el principio
era aplicable sino también que tenía importancia para su
misión. Y esto fue así porque estuvo constantemente con
sus discípulos. Sus clases de preparación nunca se in
terrumpieron. Todo lo que hizo y dijo fue una lección per
sonal real, y como los discípulos estaban con él para darse
cuenta de ello, en la práctica estuvieron aprendiendo sin
cesar, cada minuto.
¿D e qué otra manera se podría aprender su camino?
Está muy bien explicar a la gente lo que queremos decir,
pero es infinitamente mejor mostrarles cóm o hacerlo. La
gente busca demostraciones, no explicaciones.
M ateo 4 :1 9
6 • DELEGACION
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68 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Instrucciones breves
Antes de enviarlos, sin embargo, Jesús les dio algunas
instrucciones para su misión. L o que les dijo en esa ocasión
es muy importante para este estudio porque, en un sentido,
les resumió en forma explícita lo que les había estado ense
ñando en forma implícita todo el tiempo.
Primero reafirmó el propósito1 que había asignado a
sus vidas. Tenían que salir a “predicar el reino de Dios, y a
sanar a los enfermos” (Luc. 9:1, 2; cp. Mat. 10:1; Mar. 6:
7 ). En esta comisión nada había de nuevo, pero sirvió para
aclarar la tarea. Sin embargo, las instrucciones nuevas que
les dio sí hicieron resaltar lo inminente de la tarea con el
anuncio de que “ el reino de los cielos se ha acercado (Mat.
10 :7 ). También detalló en forma más completa el objetivo
de su autoridad al decirles no sólo que sanaran, sino tam
bién “limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera de
monios” (Mat. 1 0 :8 ).
Pero Jesús no se limitó a esto. Les indico también a
quiénes debían dirigirse en primer lugar. Por camino de
"entiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entreis,
sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel
(Mat. 10:5, 6 ). Fue com o si Jesús les dijera a los discípulos
dónde iban a encontrar el auditorio más capaz de oír el
mensaje. Así había procedido Jesús en su ministerio, si bien,
a medida que pasaba el tiempo, no se limitó a ello. Com o los
compatriotas eran los más parecidos a ellos en formación
cultural y religiosa, es natural que comenzaran con ellos. Es
interesante, sin embargo, que unos meses más tarde, al en
viar a los setenta, no repitiera esta recomendación, con lo
que quizá quiso indicar que ya había llegado el momento
de ir con el mensaje de Cristo más allá de las fronteras
naturales.
70 • Pl a n Suprem o de E v a n g e l iz a c io n
Seguir su método
El plan de Jesús es todavía más específico en las ins
trucciones que da a los discípulos de encontrar alguna per
sona amigable en cada ciudad que visiten, y de vivir en su
casa por el tiempo que continúen su labor evangelizadora
en la zona. “ Más en cualquier ciudad o aldea donde en
tréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta
que salgáis” (Mat. 10:11; comp. Mar. 6:10; Luc. 9 :4 ). En
efecto, se les dijo a los discípulos que dedicaran la mayor
parte del tiempo^ a los individuos más prometedores de cada
ciudad, quienes con ello podrían proseguir la obra después de
la salida de los propios discípulos. Esto tenía que recibir
prioridad absoluta. De hecho, si no podían encontrar a na
die que los acogiera, se les instruye específicamente a que
sacudan el polvo de sus pies com o testimonio en contra de
aquellos faltos de hospitalidad. Sería “más tolerable el cas
tigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aque
lla ciudad” (Mat. 10:14, 15; cp. Mar. 6:11; Luc. 9 :5 ). Este
principio de establecer una cabeza de puente en un lugar
nuevo de trabajo, por medio de la obtención de un líder p o
tencialmente clave para la labor de continuación, no ha de
minimizarse. Jesús lo había practicado con sus discípulos,
y esperaba que ellos hicieran lo mismo. Todo su plan de;
evangelizacion dependía de ello, y esos lugares que nega
ban a los discípulos la oportunidad de practicar este prin
cipio, de hecho1se atrajeron sobre sí el juicio de obcecación
total.
Esperar inconvenientes
El hecho de que algunos rechazaran el ministerio de los
Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n • 71
M arcos 8:17
7 • SUPERVISION
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78 • P la n Suprem o de E v a n g e liz a c io n
El principio aplicado
Se podrían citar muchos otros ejemplos para mostrar
cómo Jesús vigilaba las acciones y reacciones de los discípu
los a medida que se encontraban con situaciones difíciles.
Estuvo siempre tras ellos, observándolos más de cerca a
medida que su ministerio en la tierra llegaba a su fin. No
les permitía descansar ni en los triunfos ni en los fracasos.
Por sobre todo lo que ya hubieran hecho, siempre queda
ban cosas por hacer y aprender. Se alegraba con sus éxitos,
pero su meta no era otra que la conquista del mundo, y con
este objetivo supervisaba sin cesar los esfuerzos.2
Ahí tenemos la capacitación práctica más excelente.
Jesús dejaba que sus seguidores experimentaran algo u ob
servaran algo por sí mismos, y luego se servía de ellos com o
punto de partida para enseñar una lección de discipulado.
El hecho de que ellos trataran de realizar la labor de él,
aunque a veces fracasaran, les daba una conciencia .más
aguda de sus deficiencias, y por ello estaban más dispues
tos a recibir la corrección del Maestro. Además, el enfren-
2Es significativo que tuviera cuidado de enseñarles que el
Espíritu Santo iba a seguir supervisando su labor después de
que él hubiera dejado de dirigirlos. El obrero cristiano nunca se
queda sin supervisión personal.
82 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Juan 15:16
8 • REPRODUCCION
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86 • Pl a n Su p r e m o be E v a n g e l iz a c io n
El principio aplicado
T odo se centra en sus discípulos. Ellos eran la vanguar
dia del movimiento de conquista que se iniciaba. “ Por la
palabra de ellos” esperaba que otros creyeran en él (Jn. 17:
2 0 ), y que éstos a su vez lo comunicaran a otros hasta que
llegara el momento en que el mundo pudiera saber quién
era él y qué había venido a hacer (Jn. 17:21, 2 3 ). Toda su
estrategia evangelizadora —de hecho, hasta el cumplimien
to de su propósito al venir al mundo, morir en la cruz, y re
sucitar— dependía de la fidelidad de sus discípulos en esta
tarea. No importaba lo pequeño que fuera el grupo con el
que iba a comenzar, siempre que reprodujeran y enseña
ran a sus respectivos discípulos a reproducir. Esta era la
forma en que su iglesia iba a triunfar: por medio de las vi
das dedicadas de aquellos que conocían tanbien al Salvador,
que su Espíritu y método los constreñía a hablar a otros.
Por sencillo que parezca, esta era la forma en que el
evangelio triunfaría. No tenía otro plan.
La gran comisión
La Gran Comisión de Cristo dada a su iglesia se resu
mió en el mandato' de “haced discípulos a todas las nacio
nes” (Mat. 2 8 :1 9 ). Estas palabras indican que los discípu
los tenían que salir al mundo para ganar a otros que llega
rían a ser lo que ellos mismos eran: discípulos de Cristo.
Esta misión se ve todavía con mayor claridad cuando se
estudia el texto griego, y se ve que los verbos “ ir” , “ bauti
zar” , y “enseñar” están todos en participio, y estos partici
pios derivan su fuerza del verbo principal “hacer discípu
los” . Esto significa que la gran comisión no es simplemente
ir hasta los confines de la tierra predicando el evangelio
(Mar. 16 :1 5 ), ni bautizar a muchos convertidos en el nom
bre del Dios Trino, ni enseñarles los preceptos de Cristo,
sino “hacer discípulos” : preparar a hombres com o ellos,
que se sintieran tan constreñidos por la comisión de Cristo
que no sólo siguieran, sino guiaran a otros para que siguie
ran el camino. Sólo cuando se hicieran discípulos podrían
cumplir su propósito las otras actividades de la comisión.
La iglesia lo demuestra
Podemos estar agradecidos de que así fuera en el caso
de los primeros discípulos. Comunicaron el evangelio a las
multitudes, pero mientras tanto iban consolidando a aque-
llos que creían. A medida que el Señor iba añadiendo diaria
mente a la iglesia aquellos que se salvaban, los apóstoles,
como su Maestro, preparaban a hombres que reprodujeran
su ministerio hasta los confines de la tierra. Los Hechos
de los Apóstoles no es más que la manifestación, en la vida
de la iglesia creciente, de los principios de evangelizacion
que estuvieron sintetizados en la vida de Cristo.
Baste decir que la iglesia primitiva demostró que el
plan del Maestro para la conquista del mundo funcionaba.
Fue tan grande el impacto de su testimonio que antes del
final del siglo la sociedad pagana de la época había sido
sacudida en sus cimientos e iglesias en crecimiento se ha
bían establecido en la mayor parte de los centros de pobla
ción. Si el impulso en la obra evangelizadora de la iglesia
hubiera continuado tal com o al comienzo, en pocos siglos
las multitudes del mundo entero habrían conocido el con
tacto de la mano del Maestro.
El problema actual
Este es el problema metodológico actual. Ceremonias,
programas, organizaciones, comisiones y cruzadas, todo
bien intencionado y fruto de la ingeniosidad del hombre,
se ponen a prueba con generosidad para que cumplan una
labor que sólo pueden realizar hombres movidos por el p o
der del Espíritu Santo. Esto no es tener en menos tales es
fuerzos, porque sin ellos la iglesia no podría funcionar
como lo hace. Sin embargo, a no ser que la misión perso
nal del Maestro se incorpore vitalmente al plan de acción
y a la entraña misma de todas estas iniciativas, la iglesia
no podrá funcionar com o debería hacerlo.
¿Cuándo nos daremos cuenta de que la evangelizacion
no se lleva a cabo por medio de algo, sino por medio de al
guien? Es una expresión del amor de Dios, y Dios es una
persona. Su naturaleza, siendo personal, se expresa sólo
por medio de la personalidad, revelada por primera vez en
forma plena en Cristo, y ahora expresada por medio de su
Espíritu en la vida de los que se han entregado a él. Las c o
misiones pueden ayudar a organizarlo y dirigirlo, y para
este fin sin duda que son necesarias, pero la obra misma
la hacen hombres que buscan a otros hombres para Cristo.
94 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
A p o c a l ip s is 1 :8
EPILOGO
E L MAESTRO Y SU PLAN
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96 • Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n '
del éxito tendrá que ser reevaluado. Sin embargo, los prin
cipios resumidos en esta obra tienen alguna validez, debe
rían entenderse como guía para la acción. Sólo cuando se
aplican a la obra diaria de la vida tienen significado. Con
siderarlos como genuinos significa que deben ser per
tinentes.
Permanecer juntos
La única forma realista de conseguir esto es estando
juntos. Si nuestros seguidores han de ver en nosotros lo
que van a ser, debemos estar con ellos. Esta es la esencia
del plan: dejar que nos vean en acción, de modo que per
ciban nuestra visión y vean qué relación tiene con la expe
riencia diaria. De este modo, la evangelizacion se convierte
para ellos en algo íntimo y práctico que se extiende a todo
lo demás. Se ve com o una forma de vida, no com o dogma
teológico. Lo que es más, estando con nosotros, es inevitable
que se inicien en la obra.
Darles tiempo
Un plan com o este, desde luego, toma tiempo. Todo lo
que vale la pena demanda tiempo. Pero con un poco de pre
visión podemos planear hacer muchas cosas juntos que.
98 • Plan Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n
Reuniones de grupo
Sin embargo, a fin de dar algo de estabilidad a este sis
tema, quizá sea necesario preparar momentos especiales
en que el grupo, o parte del mismo, pueda reunirse con
nosotros. Durante estas reuniones informales podemos es
tudiar la Biblia, orar, y en general compartir unos
con otros nuestras preocupaciones y deseos más hondos. N o
es necesario propalar lo que se hace, ni siquiera al princi
pio decirle al grupo cuál es nuestro plan, sino basta dejar
que las reuniones vayan tomando forma según la necesidad
común de compartir. El grupo, a su vez, puede elaborar su
propia disciplina dentro del cuadro general de la iglesia.
Esta idea del grupo actualmente se está volviendo a
descubrir en muchos lugares. C om o tal, probablemente re
presente una de las señales más esperanzadoras de aviva-
miento en el horizonte actual. En todas las esferas de la
vida y en toda clase de ambiente eclesiástico están surgien
do pequeños organismos espirituales, algunos de ellos toda
vía en busca de dirección, algunos fuera de órbita, pero en
conjunto, este hecho manifiesta un anhelo profundo en el
corazón del hombre por las realidades de la experiencia
cristiana. Com o no están ligados por la tradición, ni hay
normas fijas impuestas desde afuera, es natural que es
tas células tomen formas y enfoques muy diferentes; pero
el principio de comunicación íntima y de disciplina dentro
del grupo es común a la mayoría. Es este principio básico
el que hace que este método lleve al crecimiento, y por esta
razón todos nosotros haríamos bien en utilizarlo en nues
tro ministerio con los hombres.
En relación con esto, es muy significativo que el evan
gelista más destacado del mundo actual, Billy Graham, re
Pl a n Su p r e m o de E v a n g e l iz a c io n • 99
Mantenerlos en movimiento
T odo esto va a requerir mucha supervisión, tanto en el
desarrollo personal de estos hombres com o en su obra con
los demás. Deberemos acostumbrarnos a reuniones
con ellos para escuchar cóm o van las cosas. Esto significa
rá buscarlos donde estén o aconsejarlos mientras nos
acompañen en otras actividades. Las preguntas que se ha
yan planteado durante sus experiencias deben contestarse
mientras las circunstancias que produjeron el problema es
tán todavía frescas en su memoria. Las actitudes y reaccio
nes carnales hay que descubrirlas pronto para atacarlas
en forma decidida, al igual que los hábitos personales mo
lestos, los prejuicios infundados, y cualquier otra cosa que
sea obstáculo para su sacerdocio con Dios y el hombre.
P la n Suphem o de E v a n g e liz a c io n • 101
La teología de la evangelizacion
Autrey, C. E. La teología del evangelismo. Casa Bautis
ta de Publicaciones.
Ford, Leighton. La gran minoría. Editorial Caribe.
Grasso, Doménico. Teología de la predicación. E dicio
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Kuyper, R. B. Evangelismo teocéntrico. TELL.
Patterson, F. W . Evangelizando con el Espíritu Santo.
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Ponencias del Congreso Mundial de Evangelismo, 1966.
Asociación Billy Graham.
Strachan, Kenneth. El llamado ineludible. Editoral
Caribe.
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106 • P la n Suprem o de E v a n g e liz a c io n
La predicación evangelizadora
Graham, Billy. El mundo en llamas. Sopeña.
Robleto, Adolfo. El sermón evangelístico y el evange
lista. Casa Bautista.
La consolidación
Canclini, Santiago. Aurora d e una nueva vida. Casa
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Crane, J. D. Desarrollo espiritual de nuevos hermanos.
Casa Bautista de Publicaciones.
Crane, j. D. Mi crecimiento en Cristo. Casa Bautista de
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Cruz, Rodolfo. Instrucciones prácticas para nuevos cre
yentes. Editorial Caribe.
P la n Supeem o de E v a n g e liz a c io n • 107