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EL SALADERO DE BARRANCAS.

La empresa del saladero de Barrancas se inauguró los primeros días de


septiembre de 1912. Para esa fecha era presidente del Estado el General
Emilio Fernández, el cual no pudo asistir a la inauguración por encontrarse
de visita en el distrito Acosta, pero fue representado por el coronel Barrueta
Briceño, jefe civil de Sotillo en esa fecha.
El director del Saladero era el Dr. Max Dude. La sociedad francesa
arrancó con un capital de un millón quinientos mil bolívares (establecimiento
y capital de trabajo), y su fin era el fomento de todo lo relacionado con la cría
de ganado y la explotación de los bosques.
Para aquella época Barrancas era un pueblo bastante pequeño, habitada en su
mayor parte de indígenas sometidos y del personal de la fábrica.
Saladero poseía chimeneas, una vía férrea que llega hasta el
desembarcadero y lámparas incandescentes que lo iluminaban en toda su
extensión, lo cual daba la idea de un gran establecimiento industrial europeo.
El Saladero era un establecimiento donde se preparaba la carne de buey
para su conservación con el empleo de la sal, ya que el calor y la humedad
que se mantienen durante todo el año no permitían conservar la carne en
buen estado por mucho tiempo, y los obligaba a usar un procedimiento con el
empleo de dicha sustancia, de allí que viene el nombre del Saladero.
En las temporadas en que suben las aguas del Río Orinoco (de junio a
octubre) la industria se convertía en una isla y para llegar a Barrancas se
necesitaba trasladarse en curiara, pero en tiempos de verano se podía llegar a
pie en 10 minutos.
El Saladero ocupaba una extensión de sesenta y cinco hectáreas, e
inmediatos a este se encontraban los potreros de setecientas cincuenta
hectáreas para una reserva de ochocientas bestias. La armadura del edificio
era de hierro, cemento y ladrillo. Dentro se encontraban calderas y máquinas
de vapor; talleres de reparación, departamento de autoclave y almacén.
Además del aserradero la empresa contaba con una lancha de diez toneladas
que hacía el recorrido Barrancas- Ciudad Bolívar – Trinidad transportando
productos y pasajeros.
A principios de ese siglo la ganadería en Venezuela estaba calculada en diez
millones de cabezas. El ganado con peso de trescientos cincuenta kilos en
adelante se vendía entre 0,26 y 0,34 Bs. el kilogramo, es decir, entre 91 y 119
Bs. cada res.
Esta empresa tenía como fin la utilización de todas las partes de la res
en la elaboración del tasajo (carne curada con sal). Otros productos fueron la
carne del norte, los extractos líquidos y sólidos y la conserva. Las pieles, sebo,
cueros, crines, huesos, tendones, sangre fresca y otros productos se utilizaron
como abonos. El tasajo era la carne de buey salada y la Carne del Norte era la
carne de buey salada y conservada en barriles. Cuando no se podía utilizar la
res en el tasajo o en la carne del norte, es decir, cuando no era de buen peso,
entonces se preparaba la fórmula Leibig o el Extracto de Carne, que podía ser
líquida o sólida.
El tasajo se vendía mucho en la región y era muy apetecida en los países
sudamericanos. Mientras que la carne del Norte se exportaba para Estados
Unidos, Centro América y las Antillas.
La conserva se elaboraba con la carne que no se utilizaba, o que no era
apropiada para los productos antes mencionados, como la lengua y la panza.
Las pieles se vendían a 200 Bs. el quintal y eran muy apreciadas en
Hamburgo para las fábricas de correas y máquinas.
En 1914 por motivo de la guerra mundial la industria del Saladero dejó
de funcionar.
Hugo Contreras
Antropólogo y Cronista oficial del Municipio Sotillo

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