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Universidad de los Andes

Facultad de Artes y Humanidades


Departamento de Arte
Programa de Historia del Arte

Del libro de emblemas al espacio monacal:


funciones de la serie de emblemas de amor divino del Monasterio
de Santa Catalina de Siena (Arequipa, Perú)

Lina María Rodríguez Perico


Asesor: Olga Isabel Acosta Luna

Monografía de grado
Bogotá, Noviembre de 2015

1  
 
Del libro de emblemas al espacio monacal:
funciones de la serie de emblemas de amor divino del Monasterio de
Santa Catalina de Siena (Arequipa, Perú)

Índice

Agradecimientos

Lista de ilustraciones

I. Introducción

II. La serie de Emblemas de amor divino del Claustro de los Naranjos

II.I Ubicación: el Claustro de los Naranjos en el Monasterio de Santa Catalina de Siena de


Arequipa

II.II Datación y autoría

II. III Los lunetos: breve análisis iconográfico

III. De la fuente grabada al espacio monacal: la relación entre la serie del Claustro de los
Naranjos y Affectos divinos con emblemas sagradas

III. I Del Pia Desideria a Affectos divinos: la emblemática del amor divino y sus funciones en el
contexto de la contrarreforma

III. II Entre la imitatio y la inventio, particularidades formales e iconográficas de la serie respecto


a los grabados.

IV. El Pia Desideria en el contexto de la clausura: significados y funciones de las emblemas


sagradas en el Claustro de los Naranjos

2  
 
IV. I “Vivir las imágenes”: del libro al espacio habitable

IV. II Nuevas lecturas, usos y funciones de los emblemas al interior del monasterio

V. Consideraciones finales

VI. Bibliografía

VII. Anexos: Ilustraciones

3  
 
Agradecimientos

4  
 
El trabajo de grado presentado a continuación es producto de un arduo y apasionante proceso en el
cual fue clave el aporte de varias personas que, de distintas formas, hicieron posible el desarrollo de esta
investigación. Quiero expresar mi agradecimiento a todos ellos, y de manera muy especial a Olga Acosta,
asesora de este trabajo, y a Ana María Franco, quien dirigió el seminario de grado en el cual fue realizado
el presente documento. Sus comentarios, motivación y guía fueron determinantes durante este proceso, al
igual que un valiosísimo aporte a mi formación como historiadora del arte.

Por otra parte, quiero agradecer a las personas que conocí durante mi paso por Perú, cuya ayuda
desinteresada fue definitiva para acceder a fuentes valiosas. A Orlando Cherres de la Biblioteca Nacional
de Perú, Paola Tejada de la biblioteca y el archivo del Museo de Arte de Lima, y Lola Pacchioni de la  
Pontificia Universidad Católica del Perú, gracias por su amable colaboración. Del mismo modo,
agradezco al señor Javier Velarde, director del Monasterio de Santa Catalina de Siena, por permitirme el
libre acceso al monasterio y poner a mi alcance la documentación disponible sobre la serie, así como el
apoyo de su equipo durante mi estadía en Arequipa. A Anita Grupp Castillo e Isabel Olivares, parte de la
comisión encargada de la restauración de las pinturas, les agradezco por la valiosa información que me
facilitaron.

De igual manera, agradezco de forma muy especial a Vanessa Chávez, parte del equipo de trabajo
del monasterio, por compartir conmigo sus observaciones e inquietudes sobre este objeto de estudio, así
como su gran conocimiento sobre la vida monacal. Nuestras conversaciones aportaron en gran medida a la
formulación de la tesis de esta investigación y fueron muy enriquecedoras durante este primera parte del
desarrollo de mi trabajo de grado.

Para terminar, me gustaría extender mi agradecimiento a Patricia Zalamea y Jaime Borja por su
interés en esta investigación y sus sugerencias durante el planteamiento de la misma. Igualmente, a mis
compañeros del seminario de grado por sus comentarios a lo largo del semestre. Finalmente, mi más
grande y profundo agradecimiento está dirigido a mi familia y a los más cercanos, por compartir conmigo
cada parte de este proceso.

5  
 
Lista de
ilustraciones

6  
 
Ilustración 1. El Claustro de los Naranjos. Sillar. C. 1738. Monasterio de Santa Catalina de Siena.
Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 2. Esquema de distribución de la serie de emblemas de amor divino en el Claustro de los


Naranjos. Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.

Ilustración 3. Plano actual del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: Bedoya
Forga, Eduardo. Puerta abierta entre dos mundos. Arequipa: Promociones Turísticas del Sur, 2009).

Ilustración 4. Anónimo. Inscripción tallada en la galería oeste del Claustro de los Naranjos. 1738. Talla
sobre sillar. Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 5. Anónimo. Primer luneto de la serie de emblemas de amor divino/ frontispicio. S. XVIII.
Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 6. Anónimo. Frontispicio. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con
emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 16581

 
Ilustración 7. Anónimo. Primer luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 8. Anónimo. Emblema I del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 9. Anónimo. Emblema II del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

 
Ilustración 10. Anónimo. Segundo luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 11. Anónimo. Emblema III del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

                                                                                                               
1
Fuente: Ejemplar de la Biblioteca Nacional de Austria. Disponible en:
https://books.google.com.co/books?id=jk8xHAAACAAJ&hl=es (Consultado Julio 30, 2015).

 
7  
 
Ilustración 12. Anónimo. Emblema V del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658

Ilustración 13. Anónimo. Tercer luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 14. Anónimo. Emblema IV del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 15. Anónimo. Emblema VI del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 16. Anónimo. Cuarto luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 17. Anónimo. Emblema VII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 18. Anónimo. Emblema VIII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658

Ilustración 19. Anónimo. Quinto luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 20. Anónimo. Emblema IX del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 21. Anónimo. Sexto luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 22. Anónimo. Emblema X del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 23. Anónimo. Emblema IX del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 24. Anónimo. Séptimo luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).
 
Ilustración 25. Anónimo. Emblema XII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658

Ilustración 26. Anónimo. Emblema XIII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

8  
 
Ilustración 27. Anónimo. Octavo luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 28. Anónimo. Emblema XIV del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 29. Anónimo. Emblema XV del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 30. Anónimo. Primer luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 31. Anónimo. Emblema I del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos
divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 32. Anónimo. Emblema II del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos
divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 33. Anónimo. Segundo luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 34. Anónimo. Emblema III del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 35. Anónimo. Emblema IV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 36. Anónimo. Tercer luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 37. Anónimo. Emblema IV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 38. Boetius à Bolswert. Emblema II del Libro 2: Desideria. c.1624. Grabado. En: Herman
Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens,
16242.

Ilustración 39. Anónimo. Cuarto luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

                                                                                                               
2
Fuente: Edición virtual publicada por el Emblem Project Utrecht de la Universidad de Utrecht, Paises Bajos. Disponible en:
https://books.google.com.co/books?id=jk8xHAAACAAJ&hl=es (Consultado Julio 39, 2015).

9  
 
Ilustración 40. Anónimo. Emblema V del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos
divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 41. Anónimo. Emblema VI del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 42. Anónimo. Quinto luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 43. Anónimo. Emblema VII del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 44. Anónimo. Sexto luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 45. Anónimo. Emblema X del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos
divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 46. Anónimo. Emblema XI del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658

Ilustración 47. Anónimo. Séptimo luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 48. Anónimo. Emblema X del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 49. Anónimo. Emblema XIII del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 50. Anónimo. Octavo luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de
los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 51. Anónimo. Emblema XIV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 52. Anónimo. Emblema XV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 53. Anónimo. Primer luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 54. Anónimo. Emblema I del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

10  
 
Ilustración 55. Anónimo. Emblema II del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658

Ilustración 56. Anónimo. Segundo luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.(Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 57. Anónimo. Emblema III del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 58. Anónimo. Emblema IV del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 59. Anónimo. Tercer luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 60. Anónimo. Emblema VII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 61. Anónimo. Emblema IX del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 62. Anónimo. Cuarto luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 63. Anónimo. Emblema V del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 64. Anónimo. Emblema VI del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 65. Anónimo. Quinto luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 66. Anónimo. Emblema VII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 67. Anónimo. Sexto luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 68. Anónimo. Emblema X del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

11  
 
Ilustración 69. Anónimo. Emblema XI del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 70. Anónimo. Séptimo luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 71. Anónimo. Emblema XII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 72. Anónimo. Emblema XIII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 73. Anónimo. Octavo luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los
Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 74. Anónimo. Emblema XIV del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

Ilustración 75. Anónimo. Emblema XV del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con

Ilustración 76. Boetius à Bolswert. Frontispicio. c.1624. Grabado. En: Herman Hugo, Pia Desideria.
Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens, 1624.

Ilustración 77. Boetius à Bolswert. Emblema V del Libro 1: Gemitvs. c.1624. Grabado. En: Herman
Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens,
1624.

Ilustración 78. Boetius à Bolswert. Emblema X del Libro 1: Gemitvs. c.1624. Grabado. En: Herman
Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens,
1624.

Ilustración 79. Boetius à Bolswert. Emblema II del Libro 2: Desideria. c.1624. Grabado. En: Herman
Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens,
1624.

Ilustración 80. Anónimo. Octavo lienzo de la serie del Schola Cordis. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía
de la autora).

12  
 
Ilustración 81. Anónimo. Emblema 38: Cordis Vnio. c.1663. Grabado. En: Benedictus van Haeften,
Schola cordis siue aversi à deo cordis ac eumdem reductio, et instructio. Amberes: apud Hieronymvm et
Ioan. Bapt. Verdvssen, 16633 .

 
Ilustración 82. I. Palomino. Transverberación de Santa Teresa. 1752. Grabado. En: Obras de la gloriosa
madre Santa Teresa de Jesús, tomo 11. Madrid, 1752. (Fuente: Ramón Mujica Pinilla, Rosa limensis:
mística, política e iconografía en torno a la patrona de América (México D. F.: Fondo de Cultura
Económica, 2005), 21).

                                                                                                               
3
Fuente: Ejemplar de la Biblioteca de las Universidad de Duke, Estados Unidos. Disponible en:
https://archive.org/details/scholacordissiue00haef (Consultado Agosto 12, 2015).
 
13  
 
I
Introducción:
caso de estudio

14  
 
El Monasterio de Santa Catalina de Siena fue el primer monasterio femenino fundado en la ciudad

de Arequipa, así como la primera clausura de monjas dominicas instaurada en el Virreinato del Perú.

Desde el momento de su fundación en 1579, el Monasterio de Santa Catalina de Siena permaneció en

absoluta clausura por casi cuatrocientos años. En 1970 gran parte de la zona histórica del monasterio fue

convertida en museo y abierta al público. Las religiosas aún viven en clausura en una zona más moderna

del monasterio, cuyo acceso no es permitido4.

El Claustro de los Naranjos es uno de los tres claustros que conforman el núcleo conventual de

Santa Catalina, los cuales hacen parte de una fase de construcción posterior a la fundación del monasterio.

En los veinticinco lunetos que conforman las galerías del Claustro de los Naranjos hay una serie anónima

de veinticinco pinturas datadas en el siglo XVIII5, las cuales tienen por tema los emblemas de amor divino

del libro devocional Affectos divinos con emblemas sagradas, publicado en Valladolid en 1638 y 16586.

Este libro corresponde a la traducción castellana del Pia Desideria de Hermann Hugo (Amberes, 1624),

efectuada por el padre jesuita Pedro de Salas.

La serie está dividida en tres partes: vía purgativa, vía iluminativa y vía unitiva, las cuales

constituyen las tres edades de la vida espiritual7. A lo largo de los veinticinco lienzos es presentado el

recorrido que transita el alma a través de estas tres vías hacia la anhelada unión con el amado, Cristo

esposo. Dicho recorrido es representado a través de una sucesión de escenas o situaciones protagonizadas

por las figuras alegóricas del alma y el amor divino, correspondientes a los cuarenta y cinco emblemas del

libro Affectos divinos con emblemas sagradas8.

Los lunetos del Claustro de los Naranjos conforman la serie pictórica de emblemas del Pia

Desideria, y su versión castellana, más completa sobre la cual se tiene noticia en el contexto del arte

                                                                                                               
4
Cecilia Raffo, Santa Catalina, el monasterio de Arequipa (Lima: Promociones Turísticas del Sur, 2005), 16.
5
Este es un aporte del presente trabajo, la poca bibliografía existente sobre el ciclo lo data en el siglo XVII. Esta datación será
explicada en el primer capítulo, sección II.II: Datación y autoría.
6
Ricardo Estabridis, "Arte y vida mística: El alma y el amor divino en la pintura virreinal," Revista del Museo Nacional del Perú
50 (2010): 138. / Rafael García Mahiques, “Gemidos, deseos y suspiros. El Programa Místico de Santa Catalina de Arequipa,”
Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar 48-49 (1992): 85.
7
Réginald Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior. Preludio de la del cielo (Buenos Aires: Ediciones Desclée de
Brouwer, 1954): 24-25.
8
García Mahíques, “Gemidos, deseos y suspiros," 84

15  
 
virreinal peruano, lo cual hace de éste un objeto de estudio de especial importancia9. Adicionalmente,

gracias a que el Monasterio de Santa Catalina de Siena es uno de los pocos complejos monacales

virreinales que se conservan, los lienzos están ubicados en el mismo espacio que ocuparon desde el

momento de su ingreso a la clausura, lo cual constituye una posibilidad excepcional de estudiar la serie

como parte del espacio en el que operó originalmente.

Rafael García Mahíques y Ricardo Estabridis Cárdenas, autores de los dos estudios más completos

realizados hasta el momento sobre la serie del Claustro de los Naranjos, coinciden al designar su función

como de carácter didáctico, iluminativo y espiritual en el contexto de la vida en clausura. Sin embargo,

estos estudios se centran principalmente en un reconocimiento de las fuentes grabadas, sin profundizar en

este enunciado10. Así, en ambos casos la pregunta sobre la funcionalidad de este ciclo queda de lado,

limitándose a cortos comentarios.

La presente investigación busca aproximarse a este último aspecto, el por qué y el para qué de la

representación de este programa místico al interior del Monasterio de Santa Catalina, y específicamente,

en el Claustro de los Naranjos. Ahondar en estas cuestiones implica profundizar en el cambio de sentido y

función del que fueron objeto las imágenes al trasladarse del libro de emblemas a las pinturas del claustro,

es decir, al integrarse a un nuevo espacio físico e ideológico. Partiendo de lo anterior, a lo largo de este

texto pretendo demostrar que la función que la serie de emblemas de amor divino tuvo al interior del

monasterio debió ser de dos tipos: formativa y meditativa. Formativa en tanto que estas pinturas sirvieron

como medio para presentar e inculcar en las religiosas la obligación adquirida en su profesión, y

meditativa, en cuanto pudieron funcionar como apoyo para la práctica meditativa de las religiosas entorno

al ideal espiritual transmitido a través de éstas. La primera parte de este texto se ocupará de hacer un breve

                                                                                                               
9
En el Convento de la Merced en Cuzco se hay un complejo programa iconográfico en pintura mural en una de las celdas,
conocida como la celda de padre Salamanca. Este programa incluye treinta y seis emblemas de Affectos divinos con emblemas
sagrada y está datado hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Por otra parte, Estabridis menciona la existencia de una pintura que
representa el décimo emblema del tercer libro del Pia Desideria en la iglesia del distrito de Checacupe en Cuzco. Ver: Estabridis,
"Arte y vida mística”, 138. y José Miguel Morales Folguera, “La celda del padre Salamanca en el Convento de la Merced de
Cuzco: Guía conceptual de la vida religiosa mercedaria en el altiplano peruano del setecientos, ” Imago, revista de Emblemática y
cultura visual 1 (2009): 83.
10
García Mahiíues, “Gemidos, deseos y suspiros," 84.
Estabridis, "Arte y vida mística," 140.

16  
 
análisis de la serie con el propósito de introducir con mayor claridad el objeto de estudio y las principales

características formales e iconográficas del ciclo. En un segundo capítulo abordaré la relación entre la

fuente grabada y las pinturas del claustro, presentando una corta contextualización del Pia Desideria y

Affectos divinos con emblemas sagradas a partir de un estudio de los usos de la emblemática del amor

divino en el siglo XVII. Esto me permitirá contrastar la función original de los emblemas con los nuevos

sentidos y significados que adquieren en el espacio del claustro. Igualmente, desarrollaré un breve análisis

comparativo de las pinturas en paralelo con los emblemas de Affectos divinos, para así señalar las

particularidades de la serie respecto a su fuente. Finalmente, en el tercer capítulo presentaré algunas

consideraciones respecto a la manera en la que dichas particularidades formales, sumadas a las

características del espacio del Claustro de los Naranjos, modifican la experiencia del nuevo espectador de

los emblemas, las religiosas, y en esta medida, la función de las pinturas dentro del monasterio.

 
 

 
 

17  
 
II
CAPÍTULO 1

La serie de
Emblemas de amor divino
del Claustro de los Naranjos

18  
 
II.I Ubicación: El Claustro de los Naranjos en el Monasterio de Santa Catalina de Siena de
Arequipa

Antes de proceder con el análisis de las pinturas es pertinente hacer una breve contextualización

del espacio en el que éstas se encuentran. Como fue mencionado, la serie está ubicada en el Claustro de

los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena de Arequipa, Perú. Este gran complejo

arquitectónico fue fundado en 1579, siendo el sexto convento de la ciudad y la primera clausura de

monjas. Para este momento Arequipa era una ciudad muy joven, había sido fundada por orden del

marqués Francisco Pizarro en 1540, menos de una década después del saqueo de Cusco en 153311. Desde

su fundación, la ciudad de Arequipa acogió una población conformada principalmente por ciudadanos de

origen español y durante todo el virreinato se destacó por su fidelismo hacía la Corona española12.

Bajo la advocación de la santa dominica   italiana Santa Catalina de Siena, el monasterio fue

concebido de acuerdo con las constituciones de Santo Domingo y la regla de San Agustín13. Antes de las

reformas del siglo XIX, el monasterio fue habitado por monjas calzadas o de vida particular, quienes a

pesar de compartir espacios comunes como la iglesia, el huerto o el refectorio, habitaban en celdas

individuales que podían tener desde una habitación y una cocina privada hasta varías estancias, sala y

jardín. Las comodidades con las que contaba cada monja dependían del poder adquisitivo de su familia,

por lo que las diferencias sociales y económicas del mundo exterior persistieron al interior de la clausura.

Así mismo, las religiosas podían ingresar con un grupo de mujeres que estaría a su servicio dentro del

monasterio. Estas dinámicas distan bastante de los conventos de monjas descalzas o de vida común,

quienes seguían de forma rigurosa los votos de pobreza14.

El Claustro de los Naranjos es uno de los tres claustros que conforman el núcleo conventual de

Santa Catalina (Ilustración 1). Consta de un patio cuadrangular entorno al cual se alzan cuatro galerías

                                                                                                               
11
Raffo, Santa Catalina, el monasterio de Arequipa, 18.
12
Ibíd., 47.
13
Raffo, Santa Catalina, 25.
14
Enrique Tovar Esquivel, Arquitectura y vida cotidiana en el convento de San Lorenzo de la ciudad de México (México, D.F:
Instituto Politécnico Nacional, 2000), 49.

19  
 
abovedadas de una sola planta, en cuyos lunetos se encuentran los veinticinco lienzos que conforman la

serie de lienzos que nos ocupa (Ilustración 2). En cuando a su ubicación al interior de la traza de

monasterio, es pertinente mencionar que es precisamente a través de este espacio que se ingresa a la zona

del convento donde vivían las monjas profesas y al cual no podían acceder las novicias15 (Ilustración 3). El

Claustro de los Naranjos era primer el espacio de la clausura al que las religiosas accedían tras tomar los

votos de pobreza, castidad y obediencia16. Como se verá más adelante, este dato es de gran importancia a

la hora de analizar la función de la serie de emblemas de amor divino.

Es importante anotar que las fuentes consultadas no precisan la fecha de construcción del

Claustro de los Naranjos. Sin embargo, en la parte externa de la galería oeste hay una suerte de placa

tallada en la cual, alrededor del monograma de Jesucristo, se lee la siguiente inscripción: SE ISO ESTE

AÑO DE 1738 (Ilustración 4). La fecha señalada posiblemente corresponde al año en la que fue culminada

la construcción de este claustro, lo cual es un punto de partida fundamental para proponer una nueva

datación de la serie.

II.II Datación y autoría

La fecha de realización de la serie es un aspecto que vale la pena discutir ya que las dataciones

propuestas hasta el momento no han sido debidamente sustentadas. García Mahiques y Estabridis

Cárdenas coinciden al ubicar estas pinturas en la segunda mitad del siglo XVII17. Por otra parte, Zegarra

López sostiene que fueron realizadas a mediados del siglo siguiente por un artista desconocido18. No

obstante, ninguno de los autores expone argumentos que sustenten la fecha propuesta. Está claro que la

serie debe ser posterior a 1638, año de la primera publicación de Affectos divinos con emblemas sagradas,

libro que sirvió como fuente de las pinturas del claustro. Sin embargo, resulta problemático proponer una

                                                                                                               
15
Raffo, Santa Catalina, 43
16
Ibíd., 64.  
17
Estabridis, "Arte y vida mística,”, 151. / García Mahiques, “Gemidos, deseos y suspiros,” 85.
18
Zegarra, Visita guiada al Monasterio de Santa Catalina, 17.

20  
 
datación más exacta a partir del análisis de las características formales de los lunetos dadas las múltiples

intervenciones y repintes de las que han sido objeto. Lo mismo ocurre con la atribución de la serie, pues el

estado en el que se encuentran los lienzos actualmente no corresponde a su factura original19. Sin embargo,

es importante destacar que sí bien estas intervenciones han alterado formalmente las pinturas, sus

características iconográficas responden sin excepción a los elementos presentes en los grabados que

sirvieron como fuente. Uno de los repintes más evidentes puede observarse en el segundo luneto de la Vía

unitiva, en el cual el vestido del amor divino fue alargado cubriendo sus rodillas, modificación que fue

hecha en varios lunetos (Ilustración 56).

Por otra parte, de acuerdo con Isabel Olivares, cabeza del equipo que llevó a cabo la restauración

de los lienzos en 2007, hasta el momento no se ha hallado en el archivo del monasterio ni en el Archivo

Arzobispal de Arequipa ningún documento que dé cuenta de la autoría o fecha de ejecución de las

pinturas20. Así mismo, durante la intervención de la serie no se llevó a cabo ningún tipo de análisis

científico encaminado a resolver esta incógnita. De hecho, en un documento no publicado que se

encuentra en las oficinas del monasterio, resultado de una breve investigación realizada a propósito de la

intervención de las pinturas, se argumenta que estas corresponden al XVII, datación que es explicada

como producto de “deducción lógica”.21

No obstante, es posible recurrir a la historia de la construcción del monasterio como punto de

partida para proponer nuevas dataciones. Así, quiero retomar lo mencionado en la sección anterior

respecto a la construcción del Claustro de los Naranjos y la inscripción que señala la fecha en la que este

probablemente fue culminado: 1738. Considero que las pinturas debieron ser realizadas después de esta

fecha, dado que existen varios elementos formales y estructurales que permiten afirmar que los lienzos

fueron creados específicamente para ser ubicadas en los lunetos.

                                                                                                               
19
Isabel Olivares, correo electrónico a la autora, septiembre 4 de 2015.
20
Ibíd.
21
Agradezco al señor Javier Velarde, director del monasterio, quien amablemente me facilitó este documento. En el texto no se
menciona el autor del estudio.

21  
 
Ana Grupp, quien también trabajó en la restauración de la serie, sostiene que al retirar los marcos

de los lienzos se pudo evidenciar que las telas llegan exactamente hasta los límites del mismo, lo cual

quiere decir que no se adaptaron pinturas preexistentes a los bastidores semicirculares pues los lienzos

desde un principio tuvieron este formato22. Además, cada bastidor tiene una curvatura particular que le

permiten encajar en el espacio en el que está ubicado, adaptándose a las irregularidades de la estructura

del claustro.

Adicionalmente, varios aspectos formales revelan que compositivamente, las pinturas fueron

concebidas para el formato de los lunetos. Por ejemplo, en el segundo lienzo de la Vía purgativa, los

arboles ubicados a los costados de la escena se inclinan hacia el centro, adaptándose a los límites del

bastidor (Ilustración 10). Este recurso es también evidente en la cuarta pintura de la Vía purgativa

(Ilustración 16), y el segundo lienzo de la Vía iluminativa (Ilustración 33). Estas características

estructurales y formales indican que la serie fue realizada específicamente para este espacio y no para otro,

y por ende no deben ser anteriores a 1738. Finalmente, en cuanto a la autoría de las pinturas, durante la

restauración no se hallaron firmas ni ningún otro indicio que permita asociar la serie a un artista o taller 23.

Dado el volumen del ciclo, veinticinco pinturas de gran tamaño, y el sistema de trabajo de los talleres

coloniales, los lienzos podrían haber sido obra de más de un artífice.

II. III Los lunetos: breve análisis iconográfico

Antes de continuar con el análisis iconográfico de la serie es importante mencionar que aunque

esta investigación está centrada en el análisis de los lunetos, estos no son las únicas pinturas ubicadas en el

Claustro de los Naranjos. Existe una segunda serie de ocho lienzos rectangulares de menor formato en

cada uno de los cuales está representado un emblema del libro devocional Schola cordis sive aversi a Deo

cordis ad aumdem reductio et instructio de Benedicto van Haeften 24 . (Ilustración 2). Cada pintura

                                                                                                               
22
“Anita Grupp” en entrevista con la autora. Septiembre 3 de 2015.
23
Isabel Olivares, correo electrónico a la autora, septiembre 10 de 2015.
24
Estabridis, "Arte y vida mística,”, 151. / García Mahíques, “Gemidos, deseos y suspiros,” 85.  

22  
 
corresponde a una lection en la que el tema principal es el corazón, Schola Cordis traduce “escuela del

corazón” 25.

Ahora bien, en los veinticinco lunetos del Claustro de los Naranjos son presentadas una serie de

escenas o situaciones interpretadas por dos personajes: una figura femenina vestida de blanco y un joven

alado ataviado con una túnica rosada. Estas representaciones corresponden a las alegorías del Alma y el

Amor divino, y son presentadas en la primera pintura de la serie como Christo esposo y Alma esposa, de

acuerdo con las inscripciones ubicadas bajos sus pies (Ilustración 5). A excepción de la representación

ubicada a la derecha del tercer luneto de la Vía iluminativa (Ilustración 33), cada una de estas escenas

corresponde a un emblema del libro Affectos divinos con emblemas sagradas, como explicaré más

adelante, y conforman una narrativa en la cual se relata el recorrido que atraviesa el alma para alcanzar la

perfección espiritual y conseguir la ansiada unión con amado.

Así mismo, en la parte inferior del templete sobre el cual están posados el Alma y el Amor divino

hay una tercera inscripción en la que se lee: Aprestó su arco y me tomó por blanco de su saeta, tomada

del versículo 3:12 del libro de Lamentaciones. Tal como es descrito, el Amor divino sostiene un arco y

apunta hacía el Alma, cuyo vestido se abre a la altura del corazón donde tiene clavadas tres flechas. De

acuerdo con Ramón Mujica: “El concepto de Dios como el cazador divino que hiere ontológicamente el
26
Alma para hacerla cautiva, presa ο prisionera del amor” data del siglo XIII y fue retomado

posteriormente en el arte del Renacimiento italiano con un sentido profano. Más adelante, en tiempos de la

Contrarreforma esta formulación sería actualizada en la literatura mística del siglo XVII. Por otra parte, la

representación alegórica barroca del amor divino como un niño alado resulta de la mezcla de elementos

cristianos, la imagen del niño Jesús, y paganos, la figura del Eros clásico presente en las poesías de

Ovidio y Petrarca27.

                                                                                                               
25
Santiago Sebastián, Contrarreforma y barroco: lecturas iconograficas e iconologicas (Madrid: Alianza Editoria, 1981), 322.
26
Ramón Mujica Pinilla, Rosa limensis: mística, política e iconografía en torno a la patrona de América (México D. F.: Fondo
de Cultura Económica, 2005), 21
27
Ibíd., 28

23  
 
Otras figuras alegóricas como la Locura y la Vanidad están presentes también en dos de las

pinturas. En el primer luneto de la Vía purgativa (Ilustración 7), la alegoría del alma se mezcla con la

representación de la locura propuesta por Ripa, como un hombre mayor que “ha de estar sonriendo y

montado a caballo de una caña, sosteniendo con la diestra un molinillo de viento (…)”28. Esta imagen está

acompañada por el Salmo 69-5: “Tú Señor sabes mi locura y mis pecados se esconden de ti”. Por otro

lado, en el cuarto lienzo de la Vía iluminativa (Ilustración 39), el Amor divino cubre los ojos del Alma,

apartando su mirada de una mujer elegantemente vestida que aparece en el fondo de la escena. Un poco

más abajo aparece el Salmo 8-32: Aparta, Señor, mis ojos, no vean la vanidad del mundo. Ripa describe a

la Vanidad como una mujer joven muy adornada y maquillada, con una copa en la cabeza que contiene un

corazón29. En este caso, la Vanidad lleva la copa en la mano derecha y de ésta salen pompas de jabón,

“motivo emblemático alusivo a la transitoriedad y la futilidad”30.  

Por otra parte, continuando con la descripción de la serie, las pinturas del Claustro de los Naranjos

están dividida en tres grupos que corresponden a los libros o secciones que conforman la obra Affectos

divinos con emblemas sagradas: Gemidos, Deseos y Suspiros31. Cada grupo está conformado por ocho

lunetos, y toma como título una las tres vías o edades de la vida espiritual: Vía Purgativa, Vía iluminativa

y Vía unitiva. En el caso Affectos divinos, cada libro comprende un total de quince emblemas. En cada

grupo de ocho lienzos está representado el mismo número de escenas, dispuestas de la siguiente manera:

las primeras siete pinturas de cada vía contienen dos y la última solo una. Sin embargo, es importante

notar que aunque a lo largo de todos los lunetos se representan los cuarenta y cinco emblemas presentes en

el libro, en algunos casos el orden en el que están dispuestos en la serie es distinto.

En palabras de Garrigou-Lagrange, la Vía purgativa consiste en “la purificación activa de los

sentidos, de la memoria, de la voluntad, de la inteligencia”32. En la serie del Claustro de los Naranjos, la

Vía purgativa está representada en las pinturas ubicadas entre en segundo y el noveno luneto (ver
                                                                                                               
28
Cesare Ripa, Iconología (Madrid: Akal, 2007), 28.
29
Ibíd., 388.
30
Federico Revilla, Diccionario de iconografía y simbología (Madrid: Cátedra, 2003), 353.
31
Hermann Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. (Amberes: Hendrik Aertsens, 1624). /
Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas sagradas (Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658).
32
Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, 24-25.  

24  
 
ilustraciones 6-27). En éstas se muestra cómo el Alma, en un principio loca y ciega, cae enferma a causa

de sus pecados y es socorrida por el Amor divino, quien le da forma según su deseo a la manera de una

figurilla de barro. El Alma emprende así un arduo camino hacia la purgación de sus pecados, a lo largo

del cual se ve sometida a múltiples pruebas por parte del amor. Tal como una bestia, el Alma es atada y

domada por el Amor: ésta entra en un estado de sumisión y rinde sus armas ante el poder divino. Desde

este momento, el Alma desea la presencia del amado, quien a veces las castiga con indiferencia.

Arrepentida, empieza a llorar amargamente sus pecados. Sin embargo, el Amor divino permanece a su

lado y la socorre cuando cae en las redes del infierno. El Alma debe responder por sus fallas ante el Amor

divino, que como juez la cuestiona. Junto a esta escena, aparece de nuevo el Alma sosteniendo al Amor,

transformado en un infante. Atemorizada, el Alma se refugia en una cueva mientras el Amor divino le

lanza rayos, y pide esconderse en el infierno mientras se aplaca su ira, demostrando que no hay para ella

peor condena que la furia de su amado. El Alma llora atormentada pues su vida no será suficiente para

purgar todas sus culpas. Finalmente, el Amor le presenta sus postrimerías, y ésta cae desmayada en sus

brazos exhalando un suspiro de dolor.

El segundo grupo de pinturas corresponde a la Vía Iluminativa, en la cual el alma ya camina

guiada por el Amor Divino, ha recibido el don de la sabiduría que le permite elegir lo divino sobre lo

mundano (ver ilustraciones 30-50). Como una niña que apenas está aprendiendo a caminar, el Alma es

guiada e instruida por el Amor en la etapa que comienza. El Alma teme y respeta el poder del Amor

divino, lo sigue y corre tras él atraída por sus virtudes. Éste continúa guiando su camino y alejan su mirada

del deseo por lo mundano; enamorada, el Alma le hace entrega de su corazón, el cual aspira a ser reflejo

de su pureza. Así, empieza un idilio entre los dos personajes, que como enamorados recorren un camino

tranquilo y apacible de la mano; romance que adquiere en ciertos momentos un carácter profano: el Alma

mira embelesada al amado y disfruta de su compañía, él le pide que cante mientras descansan sobre la

hierba. El Amor se torna inseparable compañía para el Alma, y aunque ella no lo ve, no se aparta de su

lado; la auxilia en los momentos de dificultad y desesperación, ella se apega a él con total fe y esperanza.

25  
 
Desde lo alto del cielo, el Amor lanza una flecha que atraviesa el corazón el Alma, que herida de

amor queda desmayada sobre el suelo. Así inicia la Vía Unitiva, en la que el alma enamorada alcanza un

nuevo grado de cercanía con lo divino, en el que tiene lugar la íntima unión del alma contemplativa con

Dios33 (ver ilustraciónes 53-73). El Alma y el Amor divino se unen en un abrazo, y aún en la tierra, goza

de un amor correspondido. Aunque el alma ya quiere volar hacia el encuentro, no lo logra pues su cuerpo

sigue encadenado al mundo. El alma es ahora una peregrina que recorre tierras extrañas, sin embargo, el

amor le muestra que su tiempo aún no ha llegado. Aún en la tierra, el Alma continúa gozando de la

presencia de su amado. Desde el cielo, el Amor divino le extiende los brazos, avivando en ella el deseo de

alcanzarlo, su mirada se dirige únicamente hacía él pues no le interesa ya nada distinto a su amor. El alma

vive ya a través de Cristo esposo y él vive en ella: clavados en la misma cruz, el Alma comparte su

sufrimiento y su gloria. Después de su larga espera, el Alma es liberada de la cárcel del cuerpo y se dirige

hacía el amado, quien como fuente de vida emana sangre a través de sus heridas. Finalmente el Alma es

liberada de sus ataduras y asciende al cielo hacia el encuentro con Dios, donde podrá disfrutar eternamente

de su presencia.

La anterior interpretación de las pinturas descritas es facilitada por las inscripciones que

acompañan cada escena, las cuales ayudan a descifrar el mensaje contenido en las imágenes. Una de estas

inscripciones se inserta generalmente dentro del espacio de la representación y corresponde a un corto

pasaje bíblico relacionado con el tema de cada imagen. Por otra parte, en la parte inferior de los lunetos

hay unas cartelas cercadas con flores en las que se incluyen un par de líneas que describen la situación

representada en cada escena. Estas inscripciones corresponden a los elementos textuales que conforman la

imagen emblemática: el lema y el epigrama. Así, para estudiar esta serie es necesario tomar en

consideración la tradición emblemática en la que se inscribe, no solo por su fuente, sino además porque al

conservar los elementos visuales y textuales que caracterizan este tipo de imagen, estas pinturas también

operaron como emblemas.

                                                                                                               
33
Ibíd., 39

26  
 
Los emblemas son imágenes simbólicas mediante las cuales se transmite un contenido moral a

través de un lenguaje alegórico34. Éstos siguen, por lo general, una estructura tripartita compuesta por un

lema, también denominado motto o inscriptio, una imagen o pictura y un epigrama o subscriptio. En

primer lugar, la función del lema es condensar y fijar en la memoria del lector la esencia del mensaje

representado a través de una frase corta y sencilla35. En el caso de la emblemática religiosa, las fuentes

más utilizadas fueron las citas bíblicas, los proverbios y las sentencias de teólogos y padres de la iglesia36.

En cuanto a los emblemas representados en el Claustro de los Naranjos, los lemas corresponden a

fragmentos de la biblia, en su mayoría salmos y versículos del Cantar de los Cantares. Por ejemplo, en la

quinta pintura de la Vía unitiva, en la que el Alma y el Amor divino están crucificados juntos, el lema

elegido es una cita de la Carta de San Pablo a los Gálatas 2-20. El lema está ubicado a la derecha del

Alma, como si ella lo enunciara, y en éste se lee: “Clavado estoy con Cristo en una misma cruz, ahora

puedo decir que vivo cuando no vivo yo porque vive en mí Cristo” (Ilustración 65).

Por otra parte, el epigrama consiste en una descripción del contenido de la imagen. En la misma

pintura de la serie el epigrama dice lo siguiente: “Un cruz abierta por medio dividida en dos, en la

derecha esté el Amor divino crucificado enviándole de su boca uno como aliento al Alma que está en la

otra cruz clavada recibiéndole, el Mundo debajo con sus deleites, riquezas y honras hollado de la cruz”.

Esta parte del emblema no solo facilita la lectura e identificación de los elementos representados, además

guía la interpretación de los mismos. Así, la combinación de texto e imagen facilita la comprensión y

fijación del mensaje transmitido. De ahí la función principalmente didáctica y mnemotécnica otorgada a la

emblemática en el siglo XVII, época de la que datan los emblemas que sirvieron como fuente para las

pinturas del Claustro de los Naranjos37.

                                                                                                               
34
Estabridis, "Arte y vida mística”, 130
35
Sánchez Pérez, La literatura emblemática española,16 .
36
Sánchez Pérez, La literatura emblemática española,16 .
37
Ibíd, 16-21.

27  
 
III
CAPÍTULO 2

De la fuente grabada al espacio monacal:


la relación entre la serie del Claustro de los Naranjos y
Affectos divinos con emblemas sagradas

28  
 
En el capítulo anterior se explicó la importancia de reconocer las pinturas del Claustro de los

Naranjos como parte de la tradición emblemática. Teniendo en cuenta que el propósito principal de este

texto es exponer las funciones que estas imágenes adquieren al ingresar al espacio monacal, para

vislumbrar tal cambio resulta necesario presentar como antecedente las funciones que los emblemas

tuvieron originalmente. En este orden, presentaré una breve contextualización del libro fuente, Afectos

divinos con emblemas sagradas, para lo cual me remontaré al Pia Desideria, siendo éste el origen de los

emblemas presentados en la traducción de Pedro de Salas.

III.I Del Pia Desideria a Affectos divinos: la emblemática del amor divino y sus funciones en
el contexto de la contrarreforma

Hermann Hugo y Pedro de Salas, autores de los libros Pia Desideria y Affectos divinos con

emblemas sagradas respectivamente, fueron miembros de la Compañía de Jesús, por lo cual es pertinente

analizar ambas obras en el marco de la emblemática jesuita. La Compañía de Jesús, más que ninguna otra

orden o grupo social dentro y fuera del continente europeo, se apropió del arte de la emblemática y la

aplicó como medio para sus fines religiosos38. Este género, a la vez artístico y literario, se extendió y

popularizó en Europa en los siglos XVI y XVII, y gracias a la invención de la imprenta, una gran cantidad

de libros de emblemas fueron publicados durante estos dos siglos, alcanzando una audiencia muy amplia.

Los jesuitas fueron los más prolíficos autores y editores de libros de emblemas, a lo largo del siglo XVII

publicaron alrededor de trecientos cuarenta y un libros de este género39.

La función otorgada a la emblemática por parte de los jesuitas fue de carácter principalmente

didáctico, los emblemas fueron utilizados ampliamente como parte de la instrucción pedagógica en la

                                                                                                               
38
Alicia Colombí-Monguió, “Verba significans, res significantur. Libros de empresas en el Perú virreinal,” Nueva revista de
filología hispánica 36 (1988): 363.
Cristina Osswald, “Dicutindo emblemas e educacao na Companhia de Jesus,” Emblemática y religión en la península ibérica:
(Siglo de Oro), eds. Ignacio Arellano y Ana Martínez Pereira. (Madrid: Iberoamericana, 2010), 316.
39
Ibíd., 313

29  
 
educación jesuita 40. Igualmente, parte importante de su producción cumplió una función piadosa o

devocional, lo cual responde al momento histórico que vivía la Iglesia católica en el siglo XVII: “La

enseñanza de la doctrina, luego del Concilio de Trento, debía estimularse por todos los medios,

especialmente la prédica pastoral y los objetos icónico-visuales entre los cuales se encuentran los libros”41.

Así, durante Contrarreforma católica, la orden jesuita se abanderó de la orientación espiritual de los fieles,

en la cual los libros devocionales fuero un recurso fundamental42.

Los principales teóricos de la emblemática en el Siglo de Oro fueron los jesuitas Jakob Cats,

Claude Francois Menestrier y Joseph de Jouvancy. Inicialmente los libros de emblemas estaban dirigidos

a un público erudito, Cats fue una de las figuras que abogó por establecer desde la emblemática jesuita una

aproximación distinta a este tipo de imágenes. Esta aproximación está ligada a la concepción medieval de

la imagen como medio didáctico dirigido a los iletrados, y a la vez responde a los nuevos requerimientos y

necesidades que el Concilio de Trento en su sesión XXV adjudicó a las imágenes en el contexto de la

contrarreforma43.

El libro Pia Desideria emblematis elegiis et affectibus SS. Patrum illustrata, escrito por el jesuita

Hermann Hugo y publicado por primera vez en 1624 en Amberes, fue la obra emblemática más influyente

después del Emblematum Liber de Andrea Alciato44. Así mismo, fue uno de los libros más importantes de

la Contrarreforma, importancia de la que dan cuenta las múltiples ediciones en latín que fueron impresas

en el transcurso del siglo XVII45, así como las adaptaciones de las que fue objeto hasta finales del siglo

siguiente. Un ejemplo de ello es la obra de Madame Cuyot L’âme amante de son Dieu, represéntée dans

les emblèmes de Hermann Hugo et dans ceux d’Othon Vaenius sur l’amour divin, publicada en 1790, más

                                                                                                               
40
Ibíd., 315.
41
Alejandra Araya, “Cuerpo, trato y artes de la memoria: autoconocimiento e individuo moderno en el texto de Úrsula San Diego
Convento espiritual,” Revista Chilena de Literatura 73 (2998)
42
Estabridis, "Arte y vida mística,”, 135.
43
Cristina Osswald, “Dicutindo emblemas e educacao”, 315.
44
Ibíd., 311.  
45
Algunas ediciones mencionados por Santiago Sebastián son: Lyon (1625), Munich (1625), París (1645), Colonila (1673) y
Londres (1677).

30  
 
de 150 años después de la primera edición del Pia Desideria. Igualmente, esta obra fue traducida a varias

lenguas como español, inglés, holandés, polaco y portugués46.

La traducción al español fue efectuada por el jesuita Pedro de Salas, la cual se publicó en 1638 y

1658 en la ciudad de Valladolid bajo el título de Affectos divinos con emblemas sagradas. Al igual que el

Pia Desideria, esta obra está dividida en tres libros titulados Gemidos, Deseos y Suspiros, a través de los

cuales se presenta el recorrido que el alma debe transitar hacia su perfeccionamiento espiritual. Cada una

de estas secciones comprende quince emblemas dedicados a una de las tres vías espirituales: la Vía

purgativa o penitente, en la cual los sentidos externos e internos se acallan a través de la oración y el

ascetismo, en busca de la purificación del espíritu; la vía contemplativa, en la que el alma emprende una

purificación pasiva y alcanza un estado de iluminación superior y finalmente, la vía unitiva, en la cual se

consigue la unión el alma contemplativa con Dios47.

Es pertinente señalar que a pesar de la temática que abordan, he presentado el Pia Desieria y su

versión española como libros devocionales y no como libros místicos. Federico Revilla precisa un punto

importante respecto a la emblemática religiosa barroca, específicamente aquella vinculada con temas de

éste tipo. Teniendo en cuenta nuevamente su función didáctica, el propósito que tuvo la propagación de

libros como Affectos divinos con emblemas sagradas en el contexto de la Contrarreforma fue difundir

entre los creyentes el ejercicio de las virtudes cristianas de manera sencilla y eficaz, presentándoles

herramientas para la consolidación de su fe y la búsqueda de la salvación personal48. Por el contrario, no

apuntaban a un ideal místico ni pretendían invitar al creyente a seguir o aspirar a una búsqueda de esta

naturaleza. Aun cuando estos libros guardan relación con la mística en tanto parten de las vías espirituales

como eje de su argumento, de acuerdo con Revilla, tal cercanía responde tan solo a un “reflejo de la

                                                                                                               
46
Sebastián, Contrarreforma y barroco, 65.
47
Ibíd., 66.  
48
Araya, “Cuerpo, trato y artes de la memoria, 10 / Rosalva Loreto López, · La lectura conventual y el camino de la salvación: un
acercamiento desde las meditaciones espirituales·(documento presentado en las VII Jornadas internacionales de arte, historia y
cultura colonial, “Vida y cultura conventual”, Bogotá, 13-15 de agosto, 2013)

31  
 
mística en la literatura emblemática” producto de la fuerte influencia que ésta ejerció en la producción

cultural del Siglo de Oro49.

III.II Entre la imitatio y la inventio, particularidades formales e iconográficas de la serie


pictórica arequipeña respecto a los grabados.

Ahora bien, el siguiente asunto a tratar es la relación formal entre la fuente grabada y la serie de

lunetos. Esté tema ha sido ya ampliamente tratado por García Mahíques, quien sostiene que la fuente son

los grabados presentes en Affectos divinos50. Por otra parte, Estabridis Cárdenas complejiza esta operación

y propone distintas fuentes para los emblemas, incluyendo varias ediciones de la obra en latín y el libro de

Salas51. No obstante, una comparación cuidadosa de los grabados de ambos libros y las pinturas hace

evidente que la serie está basada en los grabados de la versión española. De hecho, los lunetos que

Estabridis asegura que corresponden a las ilustraciones del Pia Desideria coinciden con los emblemas en

los que el grabador anónimo se mantuvo más cerca de la versión original. Coincido con García Mahíques,

dado que las características compositivas de la serie resultan evidentemente más próximas a los grabados

del libro español, lo cual expondré con más detalle más adelante. Sin embargo, existe un excepción en la

cual es innegable el uso de uno de los grabados del Pia Desideria. Se trata del tercer luneto de la Vía

iluminativa, en el cual el Amor divino le lanza rayos al Alma (Ilustración 36). Esta representación no está

presente en Affectos divinos con emblemas sagradas, libro en el cuál Salas actualizó algunos de los

emblemas de la obra original. Esto resulta bastante interesante dado que, a pesar de esta peculiaridad, una

observación detallada del resto de los lunetos continúa indicando que la fuente principal de los demás

emblemas del Claustro de los Naranjos fueron los grabados anónimos publicados en las dos ediciones de

Affectos divinos.

                                                                                                               
49
Federico Revilla, “Reflejos de la mística en la emblemática y la cultura del Siglo de oro,” en Emblemata aurea. La emblemática
en el arte y la literatura en el Siglo de oro, eds. Rafael Zafra y José Javier Azanza. (Madrid: Akal, 2000), 325
50
Rafael García Mahíques, “Gemidos, deseos y suspiros”, 85.
51
Estabridis, "Arte y vida mística”, 138.

32  
 
Por otra parte, existen diferencias notables entre los grabados del Pia Desideria y los grabados

anónimos de Affectos divinos. Éstos presentan un nivel de detalle y maestría menor respecto a los

flamencos, los cuales fueron hechos por el famoso grabador Boetius à Bolswert52. En los emblemas en los

que estas diferencias son más evidentes, especialmente en cuanto a la composición de las escenas, es más

sencillo notar que las pinturas del claustro son más cercanas a los grabados de la versión española. Un

ejemplo claro de ello es el segundo luneto de la Vía purgativa, en el cual está representado el cuarto

emblema del primero libro (Gemidos) a la derecha del lienzo (Ilustración 10). En la pintura, el Alma está

ubicada en el centro de un torno, mientras el Amor divino la Moldea como si fuese de barro. Al observar

el emblema del Pia Desideria se puede notar que el Alma está sentada frente al Amor divino, al otro lado

del torno, mientras él da forma a una figurilla de barro (Ilustración 77). En cambio, en el grabado español

la composición de la escena coincide con la pintura (Ilustración 11).

Al hacer el mismo ejercicio de observación con el sexto luneto del mismo grupo (Ilustración 21),

específicamente la escena de la izquierda (correspondiente al décimo emblema del libro Gemidos), se

puede notar que en este caso existe también mayor similitud entre la pintura y el grabado de Affectos

divinos, en el cual fue eliminada la figura alegórica presente en el Pia Desideria. Por ejemplo, en la

pintura y en el grabado anónimo el Amor sostiene las tablas de la Ley, ausentes en el otro emblema.

Además, el espacio en el que está el Amor divino recalca esta similitud (Ilustración 22 e ilustración 78).

Un último ejemplo de éste tipo, de los muchos que la serie presenta, es el primer luneto de la Vía

iluminativa (Ilustración 30). A la derecha es representado el segundo emblema del libro II de Affectos

divinos, titulado Deseos, en el cual el Alma como peregrina está de pié sobre el mundo, mientras el Amor

divino la guía desde el cielo (Ilustración 32). El grabador anónimo reemplazó el laberinto que aparecía

originalmente en el emblema de Bolswert y eliminó la torre en la que estaba el amor divino (Ilustración

79).

Ahora bien, habiendo definido la fuente, es pertinente empezar a analizar las variaciones formales

presentes en las pinturas del Claustro de los Naranjos respecto a los grabados anónimos de Affectos
                                                                                                               
52  Estabridis, "Arte y vida mística,”, 135.

33  
 
divinos con emblemas sagradas. El lienzo que requiere atención al abordar esta cuestión es precisamente

el primero, en el cuál se partió del diseño del frontispicio del libro para introducir la serie en el claustro

(Ilustraciones 5 y 6). El título y demás información sobre el libro fue eliminada y reemplazada por una

inscripción que presenta la serie y lleva por título Emblemas de Amor Divino: “Son tan propias a ti esposa,

/ Que es pensar en otra cosa / Pensamiento peregrino:/ Porque todo tu destino / En tu Monial profesión/

Fue aspirar a perfección, / Y pues en este dechado/ Os doy su libro estampado/ Lee en él tu obligación”.

Esta inscripción ofrece información fundamental para el análisis de la función de las pinturas, el cual

desarrollaré en el tercer capítulo.

En el mismo luneto, a cada lado del frontispicio se incluyó un paisaje en el cual se alza un volcán

que Estabridis y García Mahíques identifican como el volcán Misti, insignia de la geografía arequipeña53.

Igualmente se reemplazó el escudo ubicado en la parte superior del grabado por un corazón alado en

llamas con una corona de espinas, representación del sagrado corazón de Cristo54. Por otra parte, la

inscripción mencionada en el análisis iconográfico (Aprestó su arco y me tomó por blanco de su saeta.

Lamentaciones, 3-12), no está presente en el libro de Salas.

En cuanto a los demás lunetos, en estos siguen de manera consistente los grabados de Affectos

divinos con emblemas sagradas. Las particularidades que presentan respecto a la fuente son

principalmente la agrupación de dos emblemas en un mismo lienzo y la contextualización de los mismos

en un paisaje común. En la serie, los emblemas están enmarcados en un espacio paisajístico o

arquitectónico que no tiene referencia alguna en los grabados del libro. A través de este recurso no sólo se

logra la unificación de dos escenas distintas en un mismo luneto, lo cual permite representar todos los

emblemas en el espacio del claustro; adicionalmente, genera una ilusión de continuidad que confiere un

sentido narrativo a la serie.

Así mismo, es pertinente mencionar el carácter escenográfico que adquieren los emblemas gracias

a esta variación, pues a pesar de que las pinturas del claustro no presentan un tratamiento del todo

                                                                                                               
53
García Mahíques, “Gemidos, deseos y suspiros," 85. / Estabridis, "Arte y vida mística," 138.
54
Revilla, Diccionario de iconografía”, 121.

34  
 
naturalista ni un manejo magistral de la perspectiva, son mucho más dinámicas que los grabados y

consiguen crear una ilusión de profundidad que es evidente sobre todo al compararla con la fuente. En

Affectos divinos con emblemas sagradas las escenas son poco detalladas, la ausencia de un fondo definido

y los limitados elementos naturales y arquitectónicos que contextualizan las figuras enfatizan lo plano de

la representación. En cambio, en las pinturas del claustro hay toda una serie de detalles como pájaros,

flores, arboles, riscos, montañas, construcciones, entre otros aportes del artista, que enriquecen cada

imagen e invitan a la mirada a ingresar y recorrer las pinturas como un espacio que se proyecta hacía en

interior del lienzo (Ver por ejemplo la ilustración 42). Por otra parte, el color y el uso de un formato

mayor son otros elementos que enriquecen la experiencia con la imagen, muy diferente a la que permiten

los grabados. Analizar esta experiencia es fundamental para estudiar las funciones de esta serie dentro del

monasterio, por lo cual a lo largo del siguiente capítulo volveré sobre algunas de las observaciones aquí

planteadas.

35  
 
IV
CAPÍTULO 3

El Pia Desideria en el contexto de la clausura:


significados y funciones de las emblemas sagradas en el claustro
de los naranjos.

36  
 
Las particularidades formales de la serie de pinturas del Claustro de los Naranjos, respecto a los

grabados anónimos de Affectos divinos con emblemas sagradas, fueron introducías en el capítulo anterior.

Ahora bien, estas variaciones transcienden lo formal, y sumadas al espacio arquitectónico en el que se

inscribe la serie, establecen una nueva experiencia en torno a la recepción de estas imágenes. A partir del

modo en el que el público de las pinturas, las religiosas, acceden a los emblemas en el contexto del

monasterio es posible dar una mirada a los usos o funciones que estos pudieron adquirir al insertarse en el

espacio tanto físico como ideológico de la clausura.

A lo largo de este capítulo me permito proponer algunas de estas funciones, que como se verá más

adelante, divergen en mayor y menor medida de la función que los emblemas tuvieron inicialmente en

tiempos de la Contrarreforma, cuando circularon como parte de los libros devocionales jesuitas Pia

Desideria y su traducción, Affectos divinos con emblemas sagradas. Esta diferencia está justificada

principalmente por dos cambios que resultan del traslado de los emblemas a un espacio arquitectónico

dentro del monasterio: en primer lugar, se da una transformación en la manera en la que se accede a las

imágenes. Los grabados anónimos de Affectos divinos, carentes de detalles y profundidad, se traducen en

pinturas de gran formato, a las que se accede a través de un recorrido por las galerías del claustro.

En segundo lugar, la serie del claustro está dirigida a un público específico, las monjas profesas

del monasterio, en contraste con el gran cuerpo de creyentes al que los libros devocionales pretendieron

llegar. Las experiencias y el contexto en el que estaban inmersas las religiosas no solo les permitió hacer

uso de las imágenes desde prácticas relacionadas con su vida al interior del monasterio, como la

meditación. Igualmente, abrirían las imágenes a nuevas lecturas vinculadas con el ideal de religiosidad

femenina de la época.

Partiendo de estos dos aspectos, las pinturas de la serie de emblemas de amor divino del Claustro

de los Naranjos funcionaron de dos formas principalmente: en primer lugar, como imágenes formativas y

edificantes en las que se presentaba e impartía a la religiosa la obligación adquirida al tomar el hábito.

Esto se valió del poder mnemotécnico de los emblemas así como de la posibilidad de considerar estas

imágenes como imágenes-espejo en las cuales se reflejan las aspiraciones de la monja de acuerdo con la

37  
 
religiosidad de la época55. En segundo lugar, como apoyo para la meditación, función relacionada con la

composición de lugar ignaciana. Para sustentar estas funciones me enfocaré en mayor medida en cómo

estas pinturas pudieron operar desde una experiencia más personal de la religiosa con las pinturas.

Si bien es claro que para interpretar de forma consistente la función de las imágenes es

indispensable conocer los usos ceremoniales de los espacios en los que operaron56, en esta oportunidad

evitaré ahondar en formulaciones relacionadas con las prácticas colectivas que seguramente tuvieron lugar

en el Claustro de los Naranjos y que posiblemente involucraron la serie de lunetos. Conocer estas prácticas

exige una investigación en el archivo del monasterio pues la bibliografía consultada no aborda esta

cuestión 57 . Si bien Zegarra López sostiene que en este espacio las religiosas escenificaban el

Descendimiento de la cruz y llevaban a cabo la procesión del Viernes Santo58, el autor no revela ningún

dato respecto al uso de este claustro que involucre las pinturas de los lunetos.

IV.I “Vivir las imágenes”: del libro al espacio habitable

Antes de desarrollar el tema de las funciones, me interesa dejar planteadas algunas observaciones

acerca de la experiencia de recepción de las imágenes que resulta de la inserción de los emblemas en el

espacio arquitectónico del Claustro de los Naranjos. Esta experiencia es sustancialmente distinta a la que

permite el libro estampado como contenedor de las imágenes. Más adelante se hará evidente que el modo

                                                                                                               
55
Para plantear este concepto de imagen-espejo me basé en una de las propuestas que Gabriela Braccio presentó en la conferencia
“Nombres para mirar, imágenes para leer: devociones en el claustro”. A propósito de las pinturas Santa Catalina de Siena y Santa
Rosa de Lima que funcionaban como imágenes de devoción privada en las celdas de algunas religiosas del Monasterio de Santa
Catalina en Córdoba, Braccio sostiene que al leer discurso hagiográfico, la religiosa podría encontrarse en ellos a la manera de un
espejo./ Gabriela Braccio, “Nombres para mirar, imágenes para leer: devociones en el claustro” ·(documento presentado en las VII
Jornadas internacionales de arte, historia y cultura colonial, “Vida y cultura conventual”, Bogotá, 13 -15 de agosto, 2013)
56
Mercedes Pérez Vidal, “Arte y liturgia de los monasterios femeninos en América. un enfoque metodológico.” Quiroga 7
(2015): 65.
57
El acceso al archivo del monasterio es muy restringido puesto que se encuentra al interior de la clausura. Además, una
investigación de los fondos documentales que allí se encuentran implica un proceso muy extenso y complicado dado que el
archivo no está clasificado aún. Por este motivo la consulta de fuentes primarias en este caso supera el alcance del presente
trabajo.
58
Zegarra, Visita guiada al monasterio de santa Catalina, 32.

38  
 
en el que se accede a los emblemas en el claustro, a través de las pinturas ubicadas en cada uno de los

lunetos, guarda relación con el modo en el que estas operaron dentro de la clausura, por ejemplo, como

imágenes para la meditación.

En términos generales, los claustros son espacios neurálgicos de la vida y la arquitectura

monástica, en los que convergen las distintas prácticas y sujetos que participan de la vida al interior del

convento: el claustro es escenario de la oración solitaria y silenciosa, así como de las prácticas

ceremoniales colectivas y las ocupaciones cotidianas de la vida en comunidad59. Sin embargo, además de

funcionar como un espacio de encuentro y reunión, su organización arquitectónica permite e invita de

manera particular a un recorrido por las galerías que lo conforman, recorrido que Carmen Añón Feliú

define como una “deambulación meditativa60.

En concordancia con lo anterior, la lectura de las imágenes en el Claustro de los Naranjos reclama

la realización de tal recorrido (Ilustración 2). Resulta interesante notar la relación que esta exigencia

establece con el discurso de las pinturas de la serie. El acto de caminar alrededor del claustro podría leerse

como análogo al tránsito espiritual al que hacen referencia los emblemas, en los que el proceso de

perfeccionamiento del alma es presentado como un acto de peregrinación. En este sentido puede hablarse

de una relación performativa con las imágenes y el espacio, la cual podría ser tanto colectiva como

individual.

Así mismo, esta idea de recorrido o deambulación que articula el modo en el que se accede a las

pinturas encuentra correspondencia en algunas de las características formales de los lunetos. Como lo

mencioné en el capítulo anterior, la ubicación de dos emblemas en cada lienzo y su contextualización en

un espacio paisajístico o arquitectónico genera una sensación de continuidad entre las escena

representadas que no existe en los grabados (ver por ejemplo las ilustraciones 50, 51 y 52). A través de

este recurso se logra mantener la linealidad de la narrativa del libro a pesar de la ausencia del elemento

comunicativo que en éste predomina: el texto. Esta continuidad está dada en los libros a través del cuerpo
                                                                                                               
Tovar Esquivel, Arquitectura y vida, 189.  
59
60
Carmen Añón Feliú, “El Claustro: jardín místico-litúrgico,” en El lenguaje oculto del jardón: jardín y metáfora. Ed. Carmen
Añón Feliú (Madrid: Complutense, 1996), 15.

39  
 
de texto que explica y vincula cada emblema así como por el argumento general que desarrolla, pero no

por las imágenes, a las cuales se accede de forma aislada, a través de páginas independientes y apartadas.

Por otra parte, al tratarse de imágenes emblemáticas, en las cuales los elementos visuales y

textuales se complementan y descifran mutuamente, resulta adecuado hacer referencia al acto de

aproximación a esta serie como un ejercicio de lectura61. Se trata de imágenes que se leen, que se articulan

como parte de una narrativa que tiene un inicio y un final definidos, y se desarrolla de forma lineal entre

estos dos puntos. De hecho, para observar la serie, el claustro debe ser recorrido del mismo modo en el

que se lee un libro, de izquierda a derecha. Sin embargo, la forma cuadrada de la traza presenta la

posibilidad de una lectura cíclica. Si bien, la serie tiene un inicio y un final precisos y claramente

identificables, el modo en el que se recorre el espacio desafía la linealidad asociada con el libro.

En las pinturas del claustro, la ausencia del texto que amplía y explica la idea sintetizada en cada

imagen exige al espectador una observación más detenida de los emblemas, así como un conocimiento

más profundo del discurso sobre el cual se articula la secuencia de imágenes. Esta exigencia posiblemente

esté relacionada con el destinatario del mensaje al interior de la clausura, la religiosa, cuya experiencia y

conocimientos teológicos podrían haberle permitido una lectura más sencilla y efectiva de los emblemas.

De cualquier forma, como se verá más adelante, esta lectura se hace precisamente en función del espacio

ideológico del monasterio, desde las expectativas y competencias del público al que están dirigidas.62

IV.II Nuevas lecturas, usos y funciones de los emblemas al interior del monasterio

En el segundo capítulo expuse brevemente la tradición en la cual se enmarca el origen de los

emblemas representados en la serie del Claustro de los Naranjos, la emblemática jesuita, así como las

funciones primordialmente pedagógicas y piadosas que tuvieron al interior del Pia Desideria y Affectos

                                                                                                               
61
Alejandra Araya Espinoza, “La mística y el corazón: una tradición de espiritualidad femenina en América colonial,” Cuadernos
de literatura 28 (2010): 143.

62
Braccio, “Nombres para mirar”.

40  
 
divinos con emblemas sagradas, libros encaminados a afianzar la fe de los creyentes y ofrecer

herramientas útiles para la construcción de la espiritualidad personal y el ejercicio de las virtudes

cristianas63. El uso de estas imágenes como herramientas didácticas y edificantes tiene lugar también en el

espacio del claustro y guarda estrecha relación con la función formativa que tuvieron los lunetos,

encaminada a presentar e inculcar en las religiosas la obligación adquirida en la profesión, obligación que

desde este momento determinaría todos los aspectos de su vida al interior del monasterio.

Es probable que esta función haya estado relacionada con la ceremonia de profesión de las

religiosas. Para desarrollar esta suposición conviene prestar atención a la ubicación del Claustro de los

Naranjos en la traza del monasterio, siendo este una suerte de claustro intermedio entre el patio de

noviciado y el claustro principal (Ilustración 3). En la organización espacial de los monasterios femeninos

de clausura el noviciado solía estar incomunicado del resto del complejo arquitectónico64. En el caso del

Monasterio de Santa Catalina, el acceso a la clausura se daba a través de un pasaje o corredor curvo que

conduce al Claustro de los Naranjos, siendo este el primer espacio al que ingresaba la novicia llegado el

momento de su profesión65. La ceremonia de profesión constituye la iniciación de la monja en su camino

como esposa de Cristo, unión que se consumaría el día de su muerte en el matrimonio místico66. La

novicia era recibida por las religiosas profesas en la puerta de la clausura, en este caso, el ingreso al

Claustro de los Naranjos. Este espacio debía ser transitado para poder continuar el recorrido hacia el

claustro mayor del monasterio a través del cual se accede al coro de la iglesia, donde tenía lugar la

ceremonia67

La posible relación entre la ceremonia de profesión, el claustro y el ciclo de pinturas se hace más

evidente al observar el primer luneto de la serie, el cual presenta de forma clara y explícita el propósito y

función principal de esta serie de emblemas al interior del monasterio (Ilustración 5). Como había sido
                                                                                                               
63
Federico Palomino, “Cultura religiosa, comunicación y escritura en el mundo ibérico de la edad moderna” en De la tierra al
cielo. Líneas recientes de investigación en Historia Moderna, ed. Eliseo Marín, (Zaragoza: Institución Fernando el Católico,
2013), 58-59. / Revilla, “Reflejos de la mística”, 325-326  
64
Rosalva Loreto, Los Conventos Femeninos Y El Mundo Urbano de la Puebla de Los Ángeles Del Siglo XVIII (Colegio de
México, Centro de Estudios Histórics, 2000) 118.
65  Raffo, Santa Catalina, 43.  
66
Braccio, “Nombres para mirar”.
67
Raffo, Santa Catalina, 93.  

41  
 
explicado brevemente, una inscripción en letras negras ubicada en medio del frontispicio reza lo siguiente:

“Emblemas de Amor Divino. / Son tan propias a ti esposa, / Que es pensar en otra cosa / Pensamiento

peregrino:/ Porque todo tu destino / En tu Monial profesión/ Fue aspirar a perfección, / Y pues en este

dechado/ Os doy su libro estampado/ Lee en él tu obligación”. De manera directa, las pinturas son

introducidas como representación y guía de la obligación que la religiosa adquiere al tomar el hábito, es

decir, en su monial profesión, así como del propósito de su vida al interior del monasterio: el

perfeccionamiento del alma, temática principal de los emblemas. Aunque no es posible afirmarlo sin la

existencia de un documento que lo soporte, la ubicación del Claustro de los Naranjos al interior del

monasterio y la inscripción descrita invitan a pensar en la posibilidad de que el paso por este patio haya

sido parte substancial de la ceremonia. Por ejemplo, como escenario de algún tipo de acto o procesión

solemne que involucrara las pinturas, lo cual es factible dada la particular elección del tema de esta serie.

Por otra parte, la intención de representar esta inscripción en uno de los espacios centrales del

monasterio pudo estar relacionada también con la necesidad de afianzar y fijar este mensaje en la memoria

de las religiosas que a diario y en repetidas ocasiones recorrían el claustro. Estas pinturas, como recursos

mnemotécnicos, apelarían igualmente al poder edificante de las imágenes pretendiendo conducir el

comportamiento de las monjas, el cual en múltiples ocasiones se distanció de la regla68. La carencia de

vocación religiosa posiblemente fue uno de los principales desencadenantes del relajamiento de la

disciplina al interior de los monasterios, frecuentemente amonestada por los obispos y registrada en los

autos de los prelados69. Era usual que estas mujeres ingresaran al monasterio por decisión de sus familias y

no por voluntad propia. El Monasterio de Santa Catalina de Siena acogió mujeres de distintas

procedencias, sin embargo, se trató mayoritariamente de jóvenes de familias adineradas que en muchos

casos les imponían la vida religiosa al no poder convenir para ellas un matrimonio favorable por motivos

de la dote70. Así mismo, el que una o varias de las mujeres de la familia fueran monjas alimentaba el honor

                                                                                                               
68
Cristina Ratto, “La ciudad dentro de la gran ciudad. Las imágenes del convento de monjas en los virreinatos de Nueva España y
Perú” Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas 94 ( 2009), 90-91.
69
Ibíd, 91.
70
Marion Reder Gadow, "Las voces silenciosas de los claustros de clausura", Cuadernos de Historia Moderna 25 (2000),185.

42  
 
y el prestigio familiar, siendo esta otra razón que alentó esta decisión71.

En este contexto, es posible que la serie de pinturas del Claustro de los Naranjos también haya

tenido como propósito facilitar e incitar el convencimiento y la aceptación de esta nueva vida, aun cuando

fuese impuesta. El arte, así como la literatura, fue un estímulo fundamental para la construcción del

ambiente místico femenino 72 , lo cual puede verse ejemplificado en los lunetos: a través de la

representación de las tres vías, esta serie presenta a las religiosas las bases del tipo de religiosidad a la que

debían aspirar, fundamentada en la búsqueda de la divinidad a través de un camino espiritual descrito en la

serie: la purgación del alma a través de la mortificación del cuerpo a fin de alcanzar un estado de

iluminación, necesario para lograr la unión con el amado.

Es pertinente anotar a manera de paréntesis que la naturaleza emblemática de las pinturas del

claustro habría favorecido esta función formativa y edificante gracias al potencial didáctico y

mnemotécnico de este tipo de representación. Tal como lo sustentan los preceptos del arte de la memoria,

la combinación de palabras e imágenes que se descifran y reflejan entre sí favorece la retención del

mensaje y potencian el poder de recordación que ambos elementos tienen por separado73.

Por otra parte, si bien los emblemas consignados en el Pia Desideria y su traducción española no

pretendían encaminar al lector hacía el seguimiento de una vida mística, al ser trasladados al monasterio,

estas imágenes fueron susceptibles a nuevas lecturas relacionadas con una forma de espiritualidad muy

diferente a la que estos libros pretendían suscitar en los fieles. La clausura implicó no solo un

enclaustramiento físico sino también mental, el pensamiento debía estar dispuesto a la oración y

encaminado a establecer una comunicación con Dios. En la medida en que la interpretación de las

imágenes está mediada por las experiencias y expectativas del sujeto que las contempla74, al interior de la

clausura los emblemas representadas en los lunetos adquieren un sentido místico y no solo didáctico.
                                                                                                               
71
Ángela Atienza López, “El mundo de las monjas y de los claustros femeninos en la edad moderna. Perspectivas recientesy
algunos retos” en De la tierra al cielo. Líneas recientes de investigación en Historia Moderna, ed. Eliseo Marín, (Zaragoza:
Institución Fernando el Católico, 2013), 103.
72
Braccio, “Nombres para mirar”.
73
Fernando Rodríguez de la Flor, Emblemas: lecturas de la imagen simbolica (Madrid: Alianza Editorial, 1995), 134 y 147. /
William John Thomas Mitchell, The language of images (Chicago : University of Chicago Press, 1980), 61.
74
Braccio, “Nombres para mirar”. / David Freedberg, El poder de las imágenes : estudios sobre la historia y la teoría de la
respuesta (Madrid : Ediciones Cátedra, 1989), 204.

43  
 
Es decir, en el contexto del monasterio la elección de estos emblemas como tema de las pinturas y

su ubicación en el Claustro de los Naranjos sí pudo tener como propósito invitar y guiar a las religiosas a

lo largo del camino que estaban obligadas a recorrer al convertirse en esposas de Cristo. Un camino que

no solo involucraba a su alma sino también su cuerpo, objeto de castigos y mortificaciones como la

flagelación y el ayuno, prácticas a través de las cuales la religiosa se acercaba más al amado al compartir

el sufrimiento de Cristo, de acuerdo con la piedad cristocéntrica entorno a la cual debía orbitar la

religiosidad femenina75. Este ideal de religiosidad estaba influenciado por marcados modelos de santidad

como santa Catalina de Siena y la tradición mística femenina en la que se entroncaban76, una tradición en

la cual los desmayos, las visiones y arrobamientos hacían parte del modelo a aspirar.

Cabe traer a colación brevemente a algunas pinturas de la serie que podrían haber sido objeto de

nuevas lecturas relacionadas con el sentido que adquiere la serie, presentando la posibilidad de ser leídas

incluso como episodios directamente asociados por la mística femenina. Un ejemplo es el primer luneto de

la Vía unitiva, en el que el Alma, herida de amor, cae desmayada en la mitad derecha del luneto, como

suspendida en un arrobo místico (Ilustración 53). Por otra parte, el quinto luneto de la Vía unitiva, en el

que el Alma y el Amor divino están crucificados juntos, parece aludir directamente a ese deseo de

compartir el sufrimiento del amado mencionado hace algunas líneas, al que se aspira como sinónimo de

unión: “Clavado estoy con Cristo en una misma cruz, ahora puedo decir que vivo cuando no vivo yo

porque vive en mí Cristo” (Ilustración 65). Otra lectura, un poco más arriesgada, puede proponerse

también a propósito de la otra escena representada en el primer lienzo de la Vía unitiva (Ilustración 53), la

cual podría asociarse con una experiencia mística como la transverberación de santa Teresa; un suceso que

debió hacer parte del imaginario de estas monjas y podría ser incluso una de las asociaciones más directas

que evoca esta imagen en un contexto de clausura (Ilustración 82).

En este sentido, las pinturas del Claustro de los Naranjos funcionan como un modelo de conducta

y de virtudes al cual la religiosa debía aspirar en función de lograr la obligación enunciada en el primer

                                                                                                               
75
Araya Espinoza, “Cuerpo, trato interior y artes de la memoria”, 10
76
Ibíd, 16.

44  
 
luneto: aspirar a perfección. La inscripción continúa así: y pues en este dechado/ os doy su libro

estampado/ lee en él tu obligación. La palabra dechado viene del latín dictātum, que quiere decir

“precepto” o “enseñanza”; enuncia algo ejemplar, un modelo a ser imitado 77. En las pinturas, las tres

vías espirituales son presentadas como los peldaños que conducen a la perfección, y la alegoría del

alma esposa es el sujeto que atraviesa dicho camino y consigue finalmente la anhelada unión con el

amado. El alma encarna el ideal de perfección, el modelo a seguir. La monja puede ver en la conducta

que esta representa un molde al cual acoplarse.

Así, la representación del alma al interior de la serie podría equipararse a la figura de la religiosa,

funcionando la imagen pintada como un espejo en el cual la monja podría ver su obligación y a la vez,

verse reflejada a sí misma en el lugar del alma esposa. La posibilidad de que exista una identificación

entre el sujeto que contempla la imagen y lo que esta representa permite el funcionamiento de las pinturas

del claustro como un recurso formativo y edificante para las religiosas78. Un detalle a considerar es que en

las pinturas del claustro el alma es representada además como una mujer y no como una niña, variación

que hace el grabador anónimo de Affectos divinos respecto a los grabados originales de Bolswert. Esta

característica formal facilitaría la identificación con la figura femenina que personifica al alma. En este

punto es interesante analizar una de las pinturas de la serie del Schola cordis que hay en el claustro, en la

cual esta relación de empatía con la imagen se hace evidente.

A pesar de que esta serie no ha sido ampliamente discutida lo largo de este texto, dialoga de

manera evidente con el discurso de la serie de lunetos que nos atañe (Ilustración 2). En ambos ciclos, son

el alma y el amor divino quienes protagonizan cada uno de los emblemas, con la diferencia de que en las

pinturas tomadas del Schola cordis también está presente la figura del corazón como elemento que media

la interacción entre el alma y el amor. En la última pintura de esta serie la representación del alma fue

reemplazada por la de una religiosa, vestida con el hábito dominico que portan las monjas de Santa

Catalina (Ilustraciones 80 y 81).

                                                                                                               
77
Diccionario de la lengua española, s.v. “dechado,” consultado el 18 de octubre de 2015, http://dle.rae.es/?w=dechado&o=h.
78
Freedberg, El poder de las imágenes, 23.

45  
 
Es importante aclarar que esta variación puede ser posterior a la primera factura de la pintura, pues

al observarla con detalle es posible notar que se trata de un repinte. Además, en la parte superior e inferior

del lienzo hay dos inscripciones que dan cuenta de que la pintura fue intervenida. En la parte superior el

lienzo se declara: “Se ….no (ordenó ¿?) la refacción de toda esta obra por el zelo y erogaciones de la RM

Sor María Josefa del Santísimo Sacramento de la Cadena, siendo priora de este monasterio el 16 de julio

de (…). Por Rafael Pareja”. Por otra parte, en la segunda inscripción se lee: “Quieres mi corazón ó buen

Sr? Dame tu corazón. Padre amoroso. Del mio esta en el tuio su reposo. CADENA de los dos sea el

amor”. La palabra CADENA escrita en mayúsculas hace clara referencia al nombre de la priora79.

La decisión y el deseo de Sor María Josefa por ser representada en el lugar del alma es muy

diciente sobre la posibilidad de que estas imágenes hayan operado a la manera de una imagen-espejo,

generando una posible identificación entre la monja y el modelo de perfección encarnado por el Alma.

Existe así un nivel de lectura en estas pinturas en el cual las figuras del alma y la religiosa se tornan casi

equiparables, homologas. La religiosa podría verse reflejada a sí misma en el lugar del alma esposa al ver

en esta la personificación de su obligación y aspiraciones.

A partir de distintos recursos, como el carácter didáctico y mnemotécnico de los emblemas, y la

posibilidad de identificación de la religiosa con las pinturas del claustro, se ha explicado la manera en la

que esta serie de lunetos pudo ejercer la función formativa y edificante que tuvo al interior del monasterio,

intención que es claramente revelada al espectador a través de la inscripción presente en el primer lienzo.

Partiendo de lo expuesto por David Freedberg, la contemplación de las imágenes se da en dos niveles: en

un primer momento, las imágenes conducen a la imitación del modelo presentado, cuestión que se ha

expuesto hasta este punto, y posteriormente a la elevación espiritual80. Respecto a este segundo nivel, las

pinturas del claustro pudieron tener también una función meditativa.

Como lo mencioné al inicio de este capítulo, la disposición de la serie en el espacio del Claustro

de los Naranjos obliga a una lectura metódica que se logra paso a paso, que requiere detenerse en cada una

                                                                                                               
79
De acuerdo con Estabridis Cárdenas, Sor María Josefa fue elegida priora en 1839 y en 1855. / Estabridis, "Arte y vida mística,”,
153.
80
Freedberg, El poder de las imágenes, 24.

46  
 
se las imágenes como si se tratase de estaciones, observarlas para comprender el mensaje del emblema,

interiorizarlo y luego sí continuar. Además, mantiene un orden preestablecido y necesario para la

captación del discurso. Esto guarda estrecha relación con la concepción jesuítica del ejercicio de leer,

relación que resulta coherente si se tiene en cuenta que la fuente de la serie es un libro jesuita que se

configura de acuerdo con esta premisa. De acuerdo con Alejandra Araya, la lectura es concebida por la

orden como un ejercicio diseñado a la manera de un via crucis, es decir, articulada a través de estaciones

en las cuales el lector debe detenerse, reflexionar sobre el mensaje leído y finalmente meditarlo; este

método se evidencia en la praxis de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola81. El diseño del

claustro permite la materialización de esta forma de lectura y meditación en la cual el uso de las imágenes

fue usual.

La meditación es una práctica religiosa privada y silenciosa, un ejercicio de reflexión íntimo que

se logra a través de la lectura y la oración mental. La meditación fue uno de los elementos principales de

la espiritualidad contrarreformista y estuvo fuertemente relacionada con el carácter contemplativo de la

vida en clausura, en la cual las religiosas debían dedicar su vida a Dios por medio de la oración82. De

acuerdo con Alejandra Araya, la mística femenina era encauzada a través de la meditación y la oración

interior de acuerdo con la composición de lugar ignaciana83.

Para analizar la relación entre las imágenes y la meditación en este contexto es necesario remitirse

a los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, en cuya práctica es esencial el concepto de

composición de lugar o composición viendo el lugar. Este método para la organización de la meditación

es el primer paso de los ejercicios y consiste en imaginar y reconstruir mentalmente el espacio físico en el

que se halla aquello sobre lo que se desea meditar. Aunque la composición de lugar tiene antecedentes en

la devotio moderna y no constituye una invención jesuita, los Ejercicios espirituales son el ejemplo más

influyente y universal84. Es a través de estos ejercicios que la imagen, inicialmente mental, se torna un

                                                                                                               
81
Araya Espinoza, “Cuerpo, trato interior y artes de la memoria”, 16.
82
Rosalva Loreto López, “La lectura conventual” / Tovar Esquivel, Arquitectura y vida cotidiana, 47
83
Araya Espinoza, “Cuerpo, trato interior y artes de la memoria”, 18.
84
Rodríguez de la Flor, Emblemas,147.  

47  
 
elemento constitutivo de la practica meditativa. Si bien la composición de lugar se vale exclusivamente de

visualizaciones, el uso que propone de las imágenes mentales como recursos potenciadores de la

meditación influyó el ámbito de las artes plásticas y se reflejó posteriormente en el empleo de imágenes

materiales como apoyo para la meditación 85. En palabras de Fernando Rodríguez de la Flor, “Esta

operación del alma interior reclama pronto una referencia externa, una existencia física situada

objetualmente más allá de la imagen del devoto”86.

El uso de imágenes no solo facilitaría la meditación sino que además la haría más provechosa.

Ante la presencia de imágenes materiales la imaginación se limita, evitando que la mente se desvíe por

caminos no deseados87. Partiendo de la importancia del nivel de detalle de las imágenes mentales que

plantea la composición de lugar, de acuerdo con la cual la persona que medita debería ser capaz de sentir y

recorrer el espacio imaginado, hay una particularidad formal de las pinturas del Claustro de los Naranjos

respecto a los grabados que haría de estas imágenes especialmente útiles para la práctica meditativa.

En el segundo capítulo propuse un corto análisis comparativo entre las pinturas de la serie y la

fuente grabada, en el cual mencioné el carácter escenográfico y dinámico que adquieren los emblemas con

su traslado al medio pictórico. Mientras que los grabados de Affectos divinos se caracterizan por su

sencillez y falta de detalle, en las pinturas del claustro gracias al formato utilizado, el uso de colores y los

múltiples elementos paisajísticos introducidos por el artista se construye un espacio al que se puede

acceder a través de la mirada, mucho más cercano a la experiencia real que las imágenes planas y estáticas

del libro. Un espacio virtual que se proyecta hacia el interior del lienzo, cuyo nivel de detalle permitiría

una meditación mucho más efectiva de acuerdo con lo planteado por la composición de lugar, en la que se

exige toda una teatralización, una puesta en escena o en lugar de aquello sobre lo que se medita.

Ahora bien, la función que desempeñan las imágenes en la meditación es la de fijar la mirada

tanto física como interior del creyente en el objeto de la meditación, con el propósito de producir en la

mente otras imágenes que develan la esencia de lo representado. La intervención de las imágenes en este

                                                                                                               
85
Freedberg, El poder de las imágenes, 215.
86  Rodríguez
de la Flor, Emblemas,150.
87
Freedberg, El poder de las imágenes, 204.  

48  
 
proceso se da en tres pasos: del plano material al plano mental y de ahí, al espiritual88. En este sentido, las

pinturas del claustro habrían funcionado como una llave para acceder a la esencia “emocional y

espiritual”, palabras de Freedberg, del tema representado, que en este caso es el perfeccionamiento del

alma a través de las vías espirituales. Perfeccionamiento que se alcanza precisamente mediante prácticas

como la oración contemplativa y la meditación. Es decir, la serie de pinturas del Claustro de los Naranjos

no solo presentó a las religiosas el dechado que habían de imitar de acuerdo con su obligación; además, la

meditación de estas imágenes habría sido parte del camino mediante el cual debían perseguir el ideal

espiritual que estas imparten.

Así, a lo largo de este capítulo han sido expuestas dos de las funciones que la serie de emblemas

de amor divino del Claustro de los Naranjos pudo tener en el contexto de la clausura femenina,

principalmente en relación con el propósito formativo que parece haber motivado la elección de los

emblemas de Affectos divinos con emblemas sagradas y su ubicación en uno de los espacios más

importantes del monasterio. Una función que fue por una parte formativa y edificante, encaminada a

presentar e inculcar en las religiosas la obligación adquirida en su profesión, y por otra parte, como apoyo

para la práctica meditativa de las religiosas entorno al ideal espiritual transmitido a través de estas

pinturas.

                                                                                                               
88
Ibíd., 196.

49  
 
V
Consideraciones finales

50  
 
La serie de emblemas de amor divino del Claustro de los Naranjos, en el Monasterio de Santa

Catalina de Siena de Arequipa, Perú, constituye un objeto de estudio de especial importancia en lo que

respecta a la representación de la tradición emblemática del Pia Desideria y su traducción española,

Afectos divinos con emblemas sagradas, en el contexto del arte virreinal peruano. Se trata de la serie

pictórica más completa hallada hasta el momento, la única en la cual están representados los cuarenta y

cinco emblemas que conforman ambos libros. Adicionalmente, gracias a que el monasterio de Santa

Catalina de Siena de Arequipa es uno de los pocos complejos monacales que se conservan actualmente en

el continente, es posible estudiar las pinturas como parte del espacio en el que operó inicialmente. Lo

anterior permite plantear una lectura más completa de las funciones que la serie pudo tener al interior de la

clausura, las cuales fueron presentadas a lo largo del presente trabajo de investigación.

Por una parte, las pinturas del Claustro de los Naranjos fueron un medio para el afianzamiento de

la obligación de la religiosa profesa. A través de estas se presentó el ideal espiritual al que las monjas

debían aspirar, así como el medio a través del cual perseguirlo. En este sentido, a diferencia del Pia

Desideria y Affectos divinos con emblemas sagradas, los emblemas adquieren un sentido místico dentro

del monasterio. Mientras que los libros mencionados no apuntaban a un ideal místico, en el contexto de la

clausura las pinturas de la serie sí podrían haber tenido como propósito encaminar a la religiosa a

conseguir el perfeccionamiento espiritual a través de la purgación de los sentidos y la búsqueda de la

iluminación, lo cual le concedería la ansiada unión con el amado, fin último de la experiencia religiosa

femenina. Por otra parte, los lunetos no solo operaron como imágenes emblemáticas, cuyo potencial

didáctico y mnemotécnico facilitaría la comprensión y recordación de dicha obligación. También

funcionaron como imágenes-espejo en las cuales la religiosa podría ver reflejadas sus aspiraciones e

identificarse con la figura del alma esposa como personificación del modelo a imitar. Igualmente, también

pudieron ser parte de la práctica meditativa de las religiosas.

Por otra parte, el análisis propuesto en torno a las funciones de los lunetos podría ampliarse

también a la otra serie de pinturas presente en el Claustro de los Naranjos, la cual tiene como fuente los

emblemas del libro Schola Cordis. Para el desarrollo de esta monografía me centré en el análisis de los

51  
 
lunetos, la serie más extensa y representativa del claustro, haciendo solo breves menciones sobre las

demás pinturas. No obstante, ambos ciclos podrían conformar un programa iconográfico mucho más

amplio y complejo. En una etapa más avanzada de la investigación conviene analizar el modo en el que

ambas series dialogan en este espacio del claustro, así como la elección de los emblemas Schola Cordis

que fueron representados y su ubicación en el claustro respecto a los lunetos. Un estudio de ambas series

podría contribuir a reforzar la propuesta que presento en relación a la función de las imágenes del claustro.

De hecho, como fue expuesto en el tercer capítulo, la última pintura de la serie del Schola cordis es un

ejemplo fundamental para comprender el concepto de imagen- espejo sugerido.

Las funciones que propongo en el presente documento están planteadas desde los propósitos que

pudieron existir tras el encargo de la serie y su ubicación en esta parte del monasterio. Propósitos que es

posible inferir gracias a la información que la misma serie ofrece, como la inscripción inicial, y que se

sustentan en el análisis de las pinturas, las características del espacio del claustro y el ideal de religiosidad

femenina vigente en este momento. Sin embargo, no se trata de una lectura concluyente respecto a la

manera en la que las pinturas fueron recibidas y apropiadas por las religiosas. Un lectura de este tipo

implicaría un estudio del lugar que ocuparon los lunetos y el espacio del claustro en el cotidiano de las

monjas de Santa Catalina desde el siglo XVIII, para lo cual sería necesario acceder a las fuentes

documentales que se encuentran en el archivo del monasterio.

Me refiero al siglo XVIII dado que esta es la datación que propongo para los lunetos, sustentada

en una inscripción que se encuentra tallada en la galería oeste del Claustro de los Naranjos, en la cual se

lee SE ISO ESTE AÑO SE 1738, fecha que considero corresponde a la construcción de este espacio.

Además del análisis sobre las funciones de la serie, la datación de las pinturas es uno de los aportes de mi

investigación al estudio de la serie. Otros aspectos que no son considerados en la poca bibliografía

existente sobre este objeto de estudio son las implicaciones del traspaso de los emblemas a un espacio

arquitectónico en el modo en el que se accede a las imágenes, cuya lectura adquiere un carácter

performativo al interior del claustro.

52  
 
Finalmente, es importante mencionar que aún quedan varias cuestiones por resolver así como

posibles vías hacía las cuales continuar esta investigación. Una de tales cuestiones es la llegada de los

emblemas al monasterio, para lo cual es pertinente investigar con más detalle el modo y las circunstancias

bajo las cuales el libro Affectos divinos con emblemas sagradas circuló en el Virreinato del Perú, así como

su utilización en los monasterios femeninos de clausura, en este caso, en un monasterio dominico. La

injerencia de los jesuitas en la formación femenina religiosa es uno de los aspectos a considerar en

relación con dicha cuestión, en tanto que Affectos divinos con emblemas sagradas es un libro jesuita.

53  
 
VI
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58  
 
VII
Anexos: ilustraciones

59  
 
VII.I El Monasterio de Santa Catalina de Siena de Arequipa y el Claustro los Naranjos

Ilustración 1:
El Claustro de los Naranjos. Sillar. C. 1738. Monasterio de Santa Catalina de Siena.
Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 2.
Esquema de distribución de la serie de emblemas de amor divino en el Claustro de los Naranjos. Monasterio de
Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. En color azul están señalados los veinticinco lunetos que conforman la
serie de emblemas de amor divino, dispuestos en el orden indicado. En verde se señalan los
ocho lienzos de la serie del Schola Cordis.

60  
 
Ilustración 3:
Plano actual del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: Bedoya Forga, Eduardo. Puerta
abierta entre dos mundos. Arequipa: Promociones Turísticas del Sur, 2009). Blanco: Claustro del Noviciado. Azúl:
Claustro de los Naranjos. Naranja: Claustro mayor.

 
 

 
 
Ilustración 4.
Anónimo. Inscripción tallada en la galería oeste del Claustro de los Naranjos. 1738. Talla sobre sillar. Monasterio de
Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora). En esta inscripción se lee: SE ISO ESTE
AÑO DE 1938, fecha que podría corresponder a la construcción de este claustro.

61  
 
VII.II La serie de emblemas de amor divino y sus fuentes grabadas

 
Ilustración 5.
Anónimo. Primer luneto de la serie de emblemas de amor divino/ frontispicio. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro
de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 6.
Anónimo. Frontispicio. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas sagradas.
Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658
 

62  
 
 
• Via  Purgtiva  
 
 

 
 
Ilustración 7.
Anónimo. Primer luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (Fuente: fotografía de la autora).

                                 
 
Izquierda: Ilustración 8 Anónimo. Emblema I del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 9.
Anónimo. Emblema II del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

63  
 
Ilustración 10.
Anónimo. Segundo luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 
 

                               
 
Izquierda: Ilustración 11. Anónimo. Emblema III del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 12.
Anónimo. Emblema V del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658

64  
 
                 

Ilustración 13.
Anónimo. Tercer luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio de
Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

                             
 
Izquierda: Ilustración 14. Anónimo. Emblema IV del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 15.
Anónimo. Emblema VI del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

 
 

65  
 
 
 
Ilustración 16.
Anónimo. Cuarto luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 
 
 

                               
 
Izquierda: Ilustración 17. Anónimo. Emblema VII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 18.
Anónimo. Emblema VIII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con
emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

66  
 
 
 
Ilustración 19.
Anónimo. Quinto luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 
 

 
 
Ilustración 20.
Anónimo. Emblema IX del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

 
 
 

67  
 
 
 
Ilustración 21.
Anónimo. Sexto luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio de
Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (
Fuente: fotografía de la autora).

 
 

                                   
 
 
Izquierda: Ilustración 22. Anónimo. Emblema X del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha:
Ilustración 23. Anónimo. Emblema IX del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos
con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

68  
 
 

 
 
Ilustración 24.
Anónimo. Séptimo luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

                                           
 
Izquierda: Ilustración 25. Anónimo. Emblema XII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 26.
Anónimo. Emblema XIII del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con
emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

69  
 
 
Ilustración 27.
Anónimo. Octavo luneto de la Vía purgativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Izquierda: Ilustración 28. Anónimo. Emblema XIV del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Derecha: Ilustración 29.
Anónimo. Emblema XV del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

70  
 
• Vía Iluminativa
 
 

 
 
Ilustración 30.
Anónimo. Primer luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio
de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

                             
 
Izquierda: Ilustración 31. Anónimo. Emblema I del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 32.
Anónimo. Emblema II del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

71  
 
 

 
 
Ilustración 33.
Anónimo. Segundo luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del
Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

                           
 
 
Izquierda: Ilustración 34. Anónimo. Emblema III del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 35.
Anónimo. Emblema IV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

72  
 
                 
 
 
Ilustración 36.
Anónimo. Tercer luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú
. (Fuente: fotografía de la autora).

 
 

                         
 
 
Izquierda: Ilustración 37. Anónimo. Emblema IV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 38. Boetius
à Bolswert. Emblema II del Libro 2: Desideria. c.1624. Grabado. En: Herman Hugo, Pia Desideria. Emblematis
elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens, 1624.

73  
 
 
 
Ilustración 39.
Anónimo. Cuarto luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

 
Izquierda: Ilustración 40. Anónimo. Emblema V del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Derecha: Ilustración 41.
Anónimo. Emblema VI del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

74  
 
 
 
Ilustración 42.
Anónimo. Quinto luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 
 

 
 
Ilustración 43.
Anónimo. Emblema VII del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

75  
 
Ilustración 44.
Anónimo. Sexto luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

Izquierda: Ilustración 45.. Anónimo. Emblema X del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Derecha: Ilustración 46.
Anónimo. Emblema XI del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

76  
 
 
 

Ilustración 47.
Anónimo. Séptimo luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Izquierda: Ilustración 48. Anónimo. Emblema X del Libro 1: Gemidos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Derecha: Ilustración 49.
Anónimo. Emblema XIII del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

77  
 
Ilustración 50.
Anónimo. Octavo luneto de la Vía iluminativa. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

Izquierda: Ilustración 51. Anónimo. Emblema XIV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 52.
Anónimo. Emblema XV del Libro 2: Deseos. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

78  
 
⋅ Vía unitiva

Ilustración 53.
Anónimo. Primer luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Izquierda: Ilustración 54. Anónimo. Emblema I del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Derecha: Ilustración 55.
Anónimo. Emblema II del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

79  
 
Ilustración 56.
Anónimo. Segundo luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio de
Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Iaquieerda: Ilustración 57. Anónimo. Emblema III del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Derecha: Ilustración 58.
Anónimo. Emblema IV del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

80  
 
Ilustración 59.
Anónimo. Tercer luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Derecha: Ilustración 60. Anónimo. Emblema VII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.// Izquierda: Ilustración 61.
Anónimo. Emblema IX del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

81  
 
 
Ilustración 62.
Anónimo. Cuarto luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Izquierda: Ilustración 63. Anónimo. Emblema V del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 64.
Anónimo. Emblema VI del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

82  
 
Ilustración 65.
Anónimo. Quinto luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del
Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

 
 
Ilustración 66.
Anónimo. Emblema VII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con
emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

83  
 
Ilustración 67.
Anónimo. Sexto luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

Izquierda: Ilustración 68. Anónimo. Emblema X del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 69.
Anónimo. Emblema XI del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

84  
 
Ilustración 70.
Anónimo. Séptimo luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Izquierda: Ilustración 71. Anónimo. Emblema XII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658 // Derecha: Ilustración 72.:
Anónimo. Emblema XIII del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

85  
 
Ilustración 73.
Anónimo. Octavo luneto de la Vía unitiva. S. XVIII. Óleo sobre lienzo. Claustro de los Naranjos del Monasterio de
Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú.
(Fuente: fotografía de la autora).

 
 

Izquierda: Ilustración 74. Anónimo. Emblema XIV del Libro 3: Suspiros. c.1638. Grabado. En: Pedro de Salas,
Affectos divinos con emblemas sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658. // Derecha: Ilustración 75.
Anónimo. Emblema XV del Libro 3: Suspiros. C.1638. Grabado. En: Pedro de Salas, Affectos divinos con emblemas
sagradas. Valladolid: Gregorio de Bedoya, 1658.

86  
 
VII.II. Emblemas del Pia Desideria

                                     

 
Derecha: Ilustración 76. Boetius à Bolswert. Frontispicio. c.1624. Grabado. En: Herman Hugo, Pia Desideria.
Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens, 1624. Izquierda: Ilustración 77.
Boetius à Bolswert. Emblema V del Libro 1: Gemitvs. c.1624. Grabado. En: Herman Hugo, Pia Desideria.
Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens, 1624.
 
 
 

                               
 
Izquierda: Ilustración 78. Boetius à Bolswert. Emblema X del Libro 1: Gemitvs. c.1624. Grabado. En: Herman
Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens, 1624.
Derecha: Ilustración 79. Boetius à Bolswert. Emblema II del Libro 2: Desideria. c.1624. Grabado. En: Herman
Hugo, Pia Desideria. Emblematis elegiis et affectivus SS. Patrum Illustrata. Amberes: Hendrik Aertsens, 1624.

87  
 
VII.III Otras ilustraciones

Ilustración 80.
Anónimo. Octavo lienzo de la serie del Schola Cordis. S. XVIII. Óleo sobre lienzo.
Claustro de los Naranjos del Monasterio de Santa Catalina de Siena. Arequipa, Perú. (
Fuente: fotografía de la autora).

Ilustración 81.
Anónimo. Emblema 38: Cordis Vnio. c.1663. Grabado. En: Benedictus van Haeften,

88  
 
Schola cordis siue aversi à deo cordis ac eumdem reductio, et instructio. Amberes: apud Hieronymvm et Ioan. Bapt.
Verdvssen, 1663.

Ilustración 82
. I. Palomino. Transverberación de Santa Teresa. 1752. Grabado. En: Obras de la gloriosa madre Santa Teresa de
Jesús, tomo 11. Madrid, 1752. (Fuente: Ramón Mujica Pinilla, Rosa limensis: mística, política e iconografía en
torno a la patrona de América (México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2005), 21).

 
 
 

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