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Capellanía

Departamento de Pastoral

Homilía Celebración Litúrgica en honor a San Francisco de


Asis. Bendición de Mascotas . Lunes 4 de Octubre 2021
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san San Lucas (10, 25-37)

El cuidado de la Creación como forma de Solidaridad y misericordia con el prójimo.

El mensaje de hoy es clave y al mismo tiempo exigente: practicar misericordia con todos, sin distingos.
Un samaritano práctica misericordia con un extraño, alguien diverso de su cultura, alguien a quien no
conocía. El cristianismo, en sí, es unidad en la diversidad. Es acercarme a mi hermano y hacerle el bien,
buscar que haga la experiencia de Dios, que lo conozca y que lo ame. Pero ¿quién es mi prójimo?; En
este caso la respuesta no es tan evidente. Prójimo, para un judío de la época, era aquella persona que
vivía a su lado. Ellos formaban el pueblo escogido por Dios, y tenían el deber de ayudarse unos a otros.
Jesucristo supera ese concepto de prójimo y le enseña a aquel maestro (nos enseña hoy) que el prójimo
es todo ser humano necesitado.

No hay lugar para discriminación por motivo de raza, por ser inmigrante, por ser pobre o hablar otra
lengua. Entre judíos y samaritanos la rivalidad era alta. Un judío se contaminaba al tratar con un
samaritano, no se podía rebajar. Y sin embargo, en la parábola, Jesús nos pone como ejemplo al
samaritano que se preocupa y se desvive por ese judío maltrecho, herido y medio muerto.

El necesitado es una característica importante para identificar con quién debemos tener más caridad,
más amor. Dar al que ya tiene carece de mérito, y hasta de sentido. Dar al que necesita, eso sí es
necesario. A veces nos internamos en nuestros problemas, en nuestras pequeñas preocupaciones y nos
olvidamos que hay hombres y mujeres que sufren infinitamente más que nosotros. Haz la prueba cada
vez que salgas a la calle, o veas las noticias en la televisión. El maestro de la ley entendió
perfectamente el mensaje: el que había cumplido el mandato de Dios era aquel samaritano, que se
olvidó de sus problemas, montó al herido en su propia cabalgadura, le llevó a una posada, le cuidó, y se
preocupó sinceramente por él. «Vete y haz tú lo mismo», nos repite Jesús.

“Conozco a Cristo pobre y crucificado, y eso me basta", dijo alguna vez San Francisco de Asís, quien sin
duda, ha sido un santo de inmensa importancia para la Iglesia, y lo sigue siendo hoy. Nació en Asís
(Italia) en 1182, en una familia acomodada. No tuvo mayores contratiempos hasta que se vio forzado a ir
a la guerra y cayó prisionero. Retornó a casa y allí, en contacto con la naturaleza y en la oración, poco
a poco fue entendiendo que Dios quería algo más de él.

San Francisco comenzó a visitar a los enfermos abandonados del pueblo, muchos de ellos leprosos,
hasta que decidió regalarles sus propios vestidos y su dinero. La humildad y el desprendimiento que
San Francisco vivía eran en esencia expresión de una convicción: “ante los ojos de Dios, el hombre vale
por lo que es y no más”. San Francisco de Asís murió con solo 44 años de edad. Su figura e influencia
en la historia de la Iglesia y en la cultura es inapreciable. Incluso quienes no son parte de la Iglesia
católica reconocen en él a una persona extraordinaria. Parte de esa influencia hoy permanece intacta,
por ejemplo, en el amor a la naturaleza, en particular el cariño por los animales..

El Papa Francisco, dice que: “San Francisco es testigo del respeto por todo, de que el hombre está
llamado a custodiar al hombre, de que el hombre está en el centro de la creación, en el puesto en el que
Dios – el Creador – lo ha querido, sin ser instrumento de los ídolos que nos creamos. San Francisco fue
hombre de armonía, un hombre de paz”. «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís.
En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana,
con la cual compartimos la existencia, y como una madre que nos acoge entre sus brazos, nos
sustenta, produce diversos frutos con coloridas flores y hierba” (Papa Francisco, Laudato SI).

El PEI del colegio IDOP, nos enseña a: “Valorar el medio ambiente y responsabilizarse por la
biodiversidad”. La creación es la evidencia máxima del Amor de Dios, con una naturaleza como
expresión de vida ante la cual tenemos infinitas posibilidades para maravillarnos y dar gracias. Este
principio educativo se centra en el valor de la conservación de los seres vivos y de los elementos que
contribuyen al desarrollo de la vida. Para nuestra comunidad es vital comprender la importancia de las
conductas de valoración del medio ambiente que mejoran el entorno de nuestro prójimo que es todo ser
humano y toda la creación. Todos: Amén

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