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en cada Misa, recogerla cada día, a Jesús le gusta mi alma, el altar es un calvario, en donde por
mí y para mí se derrama gota a gota, toda su sangre divina, Oh que suerte para mí, fui contada
entre los granos de maduro y puro trigo, destinados a perder por Jesús su ser y vida; oh exquisito
arrobamiento, tu esposa querida soy, ven mi amado, vive en mí, ven tu belleza me encanta, ven
a transformarme en ti”
Santa Teresita
Bien podríamos traer en este momento a nuestra memoria las bellas palabras de nuestro
padre Fundador, cuando indicaba a nuestras primeras hermanas que “Dios es quien nos
ha llamado y nos colma de sus gracias, la gracia que recibimos el día de nuestra
Consagración durará si le somos fieles hasta la eternidad” (P.N.P.F VI)
A través de estas líneas hagamos un recorrido en nuestra historia personal con Dios, es
Él quien nos ha elegido, él conoce totalmente nuestra vida y nos ha llamado en medio
de una realidad concreta, para manifestarle a él. Nuestras constituciones nos dicen:
“Dios mismo formó a su Pueblo, dándole a conocer su voluntad en la Ley y los Profetas,
aún en circunstancias adversas, que grabaron enseñanzas muy profundas en el corazón
de Israel” (cf. CCG 131). La realidad a la que cada una está dando respuesta, cada una
la conoce, a nivel de Iglesia, podemos observar como la Fe es puesta a prueba y que
sutilmente surgen doctrinas que intentan confundir a los seres humanos, tras un falso
ideal de liberalismo degenerado por corrientes consumistas y neoliberales que de fondo
quieren dejar a Dios de lado para hacer creer que el ser humano puede vivir sin él.
No podemos ser indiferentes ante la realidad de un mundo que nos aleja de Dios con
sus ruidos de moda y que solapadamente se quieren infiltrar en nuestros pensamientos,
es momento de ser vigilantes y “guardar el corazón” como lo indicaba N. P. Refugito, la
Iglesia necesita de la vida Consagrada, para decirle al mundo que puede ser posible los
ideales evangélicos, y ahí estamos comprometidas todas como Congregación,
Provincia, Fraternidad y a nivel personal. Este es el momento de mostrar al mundo que
Dios es el único Bien, El Sumo Bien.
Que cada medio de formación que la Congregación, Provincia o fraternidad nos brinda
sea fortaleza para nuestro caminar, que fortalezca nuestra fe, esperanza y caridad.
Jesús lo hizo, dando su vida en la Cruz, amando, donando su vida, que la fuerza de su
Espíritu hoy acompañe el caminar de cada una de las hermanas de la Congregación.
“San Francisco de Asís, se esmeraba con gozo y solicitud por formar a sus hermanos,
con la palabra y con el ejemplo, en la pobreza y en la sencillez y los alentaba a caminar
con pasos seguros en el camino del Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo” (cf.
CCG 133) Con la mirada puesta en el Señor, acojamos con sencillez, humildad y
obediencia cada uno de los medios que la Congregación y Provincia nos brindan, Jesús
está vivo y presente en nuestra vida y realidad, cada vez que le comulgamos Cristo
mismo penetra en nuestra existencia y es capaz de transformar aún aquello que nuestra
pobre razón o que los conocimientos adquiridos no pueden brindarnos, “Su Palabra en
viva y eficaz “ (Hb 4,12)
Que San José, interceda por nuestra consagración y que su ejemplo nos mueva y anime
a donar nuestra vida como oblación al Padre, en favor de nuestros hermanos, y que
María nuestra madre modelo insigne de Consagración nos lleve a Jesús y nos mantenga
siempre unidas a él.