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Editorial I
Una TV desechable
Cuando lo único que interesa es el rating y triunfan las ofertas cada vez más
vulgares, se dilapida el valor de un medio muy importante para la educación
El rating, ¿deberá seguir siendo la vara que mida todo lo que la mayoría de los argentinos
debamos consumir en materia de televisión abierta? Por supuesto que pocos querrían
aceptar que ésta es la respuesta, pero a juzgar por las ofertas que triunfan, cada vez más
simplistas y vulgares, pareciera ser la única razón.
Ahora que los realities y los shows en los que, además de bailar, los participantes se pelean
y se injurian, han pasado a segundo plano y no atraen tanto el interés del público, parece
que lo que reditúa es tratar al aire los temas absolutamente privados, y cuanto más privados,
mejor. No de otra manera se entiende que, en pleno horario de la tarde, dos conductores de
programas de chimentos sobre figuras del espectáculohayan usado sus propios problemas
más íntimos como tema de atracción. Tampoco se entiende que, por ello, también haya
menores -hijos, además, de esos mismos conductores- involucrados en esos bochornosos
dimes y diretes de adultos que nunca deberían haber llegado a ser tratados en la televisión
en horarios de protección al menor.
Ya nos hemos referido en otras oportunidades desde estas columnas a la llamada televisión
"autorreferencial". En años recientes, ha habido mucho de lo que avergonzarse: shows
protagonizados por jóvenes ignotos que buscaban volverse célebres gracias a presuntos
amoríos, escándalos, escenas de pugilato, confesiones de intimidades sexuales o hasta
habilidades para la traición. Sin embargo, como observábamos, todo puede empeorar en la
televisión argentina.
Y que ahora, ya mismo, muchos de los temas mencionados cedan su lugar al interés
promovidopor los partidos del Mundialno debe hacernos olvidar hasta dónde se ha llegado
esta vez o hasta dónde se llegará la próxima.
Simplemente, en algún momento debe haber un límite frente a la apología del mal gusto y
ese primer límite deben ponerlo los televidentes responsables. Algo así comienza a ocurrir
en el campo de la publicidad, desde el momento en que un reciente aviso de una importante
compañía de bebidas debió ser retirado porque habían mermado las ventas. Hubo un error,
hubo un rechazo de los compradores, y así lo comprendieron los empresarios, que actuaron
en consecuencia.
Es evidente que lo que perdura a través del tiempo es esta insólita adhesión del público de la
televisión abierta. La "toxicidad" sobre la que tanto se ha hablado o se ha escrito
últimamente también se ha apoderado de los televidentes, que no comprenden en
profundidad hasta qué punto esto que ven puede dañarlos espiritualmente.
El público televidente debe tomar conciencia de que su poder radica en lo que ve, pero
también y sobre todo en lo que elige no ver. La televisión no puede mejorar si no estamos
dispuestos a dar el primer paso desde nuestra casa, utilizando el control remoto de manera
responsable, por nuestros hijos y también por nosotros mismos.
En medio de las profundas transformaciones tecnológicas que aportan Internet y las redes
sociales, los especialistas en educación coinciden en destacar que todavía la televisión sigue
siendo un medio muy importante para ayudar a los niños y jóvenes a acceder a distintas
fuentes de información y de conocimiento. No dilapidemos su valor, entonces, dedicándola
a exaltar todo lo contrario