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Materia: Folklore
Introducción:
De la música p’uhépecha destacan los sones y pirekuas. Los primeros, como los
calentanos o abajeños, son de carácter festivo, bailable y muy alegre. Por su parte, las
pirekuas son tonadas o canciones cantadas en sus lenguas natales o en español, en las
que se refieren a lo divino o simplemente narran las cosas cotidianas, la belleza de lo
natural o confesiones amorosas.
De toda esta música derivan lo que son las danzas y bailes típicos de Michoacán, que
como había mencionado reflejan la cultura de su pueblo. Por ejemplo, las danzas con
referencia a la actividad de pesca eran realizadas por los indígenas en honor a sus dioses
para obtener favores en la faena. En la zona de siembras, las danzas se correspondían
con los tributos realizados a los dioses para solicitar su protección. Al llegar la
evangelización, las danzas fueron usadas como un método auxiliar para transmitir ideas
religiosas y modificar la adoración a deidades. Es así como la danza indígena pierde su
esencia del culto a los dioses del Sol, la lluvia y buena cosecha, y se transforma en lo que
se conoce hoy en día.
Bailes de la sierra, sones de tierra caliente y la danza de los viejitos de Jarácuaro son
referencias tradicionales para la cultura michoacana. Una de las principales
características de estas danzas es la diferencia existente entre las zonas del estado.
Existe una tradición para la zona lacustre, otra para la sierra y una muy distinta para la
zona denominada como tierra caliente.
Los P’urhepechas:
Empecemos a hablar de lo que son, de manera breve, los “p’urhépechas”, son una
comunidad o pueblo indígena que habita primordialmente en el estado de Michoacán.
Sus miembros fueron conocidos como los michoacas o michoacanos en su etimología
náhuatl, como habitantes de Michoacán que singnifica “lugar de pescadores”, que
también habitaron en los estados de Guanajuato y Guerrero, en México.
Entre los siglos XV y XVI, el imperio purépecha, con capital en Tzintzuntzan, fue una
potencia mesoamericana de primera magnitud que resistió el empuje del Imperio mexica.
Su imperio abarcaba la parte sur del estado de Guanajuato, gran parte del estado
de Michoacán y la región norte del estado de Guerrero hasta el sur del Estado de México.
Dado que era gobernado por clanes enseñoreados en varias casas establecidas en varios
puntos, podría hablarse de una confederación de éstos, a partir de cierta época de su
historia hasta la invasión española de sus territorios. Su éxito militar y económico se
debió, en parte, a que los purépechas eran hábiles trabajadores de metales como el oro y
el cobre. Este factor sin duda ayudó a mantener su independencia de los aztecas. Los
purépechas antiguos eran hablantes exclusivos del idioma purépecha, una lengua aislada
que no guarda relación histórica demostrada con ninguna otra en la región. La más
famosa fuente de información acerca de los purépechas es la Relación de
Michoacán redactada por Fray Jerónimo de Alcalá para el Virrey Antonio de Mendoza
alrededor de 1540.
La música tradicional de Michoacán:
La Pirekua.
Las pirekuas es un canto tradicional cantado tanto por hombre como por mujeres, su
estilo resulta de la mezcla de influencias Africanas, Europeas y Amerindias. Se canta por
regla general con un ritmo lento y cadencioso, puede presentar también estilos no vocales
utilizando ritmos diversos como los sones (3/8) y los abajeños (6/8). La pirekua se puede
cantar en solo, en dúo o en trío, y también puede ir acompañada por coros, orquestas de
cuerda y conjuntos musicales de instrumentos de cuerda y viento a la vez. Los cantantes
e intérpretes de la pirekua, denominados pirériechas, son reputados por su creatividad y
sus interpretaciones de canciones antiguas.
En cuanto a sus orígenes de la Pirekua sugieren que entre los Purépechas existía un
canto lírico popular entre la gente común. Fue desde la llegada de los primeros frailes a
tierras Michoacanas, éstos comenzaron la evangelización, utilizando todos los elementos
y significados posibles para lograr su cometido, considerando sin duda la música, la
danza, el teatro y el canto.
Existen cartas de Fray Juan de Torquemada en las que se nos da a conocer cómo los
indígenas fueron enseñados en la música, y otros aspectos que pertenecen al servicio de
la iglesia. Además nos informa que aprendieron a escribir, pautar, hacer canto llano y
canto de órgano, ambos hicieron libros y “psalterios”. En muchos casos los frailes
componían o traducían los himnos a las lenguas nativas para cantarse en los centros de
evangelización. No es difícil suponer que a través de este aprendizaje hayan resurgido
algunos de los modelos nativos antiguos que se conservaban y que fueron incorporando a
los repertorios de las fiestas. Esto pudo haber sucedido una vez que los p’urhépecha
dominaron y aprendieron a fabricar los instrumentos europeos traídos por los
colonizadores. Aún no se tienen fuentes que contengan ejemplos de partituras del tipo de
música p’urhépecha de los siglos XVI, XVII o XVIII. Se dice que esta música se ha venido
transmitiendo por la tradición oral, lo cual parecería contradictorio, ya que las fuentes
escritas hablan de la habilidad que tuvieron los p’urhépecha en la lectura y escritura.
Podría ser que dichas partituras se encuentren archivadas en las parroquias o se guarden
celosamente entre los archivos personales de familiares de músicos, como documentos
hereditarios o como los títulos primordiales de las comunidades, o que se hayan quemado
durante los diversos movimientos sociales que se han originado en las poblaciones.
La afición por el canto en coro fue haciéndose más popular fuera de las capillas y se
comenzó a practicar con temática diferente a la de los cantos cristianos. ¿Sería este
deslizamiento de lo religioso a lo pagano lo que tuvo como resultado la aparición de lo que
en la actualidad llamamos pirekua? Si fue así, parecería en primera instancia como que la
pirekua nace del sincretismo de la música y los cantos religiosos europeos con las
reminiscencias de la música y los cantos prehispánicos, utilizando como medio de
expresión la lengua p’urhépecha.
Las pirekuas antiguas han corrido la misma suerte que la música escrita. De los escasos
textos conocidos del siglo XIX, no tenemos datos precisos, aparte de los años de
recopilación o edición. En su mayoría se desconoce el autor, por lo que se rescatan como
ejemplos anónimos.
La pirekua ha evolucionado en su temática. Los textos más antiguos se refieren a la lírica
filosófica, es decir nos muestra el pensamiento p’urhépecha de lo efímero de la vida, asi
como también se expresaban sentimientos, pasiones y amoríos a través de frases que
toman como motivos a las flores.
Por mencionar algunos ejemplos podemos hablar de la Pirekua Tsistsiki urapiti, flor
blanca, que después se conoció con el título en español de “Flor de canela”. Se localiza
publicada en el año de 1900, en El Odeón Michoacano, de Mariano de Jesús Torres.
Además de las flores, se detectan en los títulos de pirekuas antiguas nombres de
personas, principalmente de mujeres, en diminutivo: Josefinita, Francisquita, Luisita,
etcétera. En sus textos se hace uso de palabras, frases y traducciones completas al
castellano, como es el caso de “flor de canela” y “josefinita”; según algunos Pireris
(Purépechas que entonan los cantos), en la antigüedad era una novedad cantar con
algunos préstamos del español. Esto hacía más interesante a la pirekua y de este modo
tanto el pireri como el compositor adquirían un cierto prestigio y, obviamente, admiración y
mayor interés por parte de la novia o amiga a quien iba dedicada.
Para fines del siglo XIX y principios del XX, se reconocen indicios de otros contenidos.
Esto hace que la pirekua pueda ser empleada como fuente de información sobre los
diferentes problemas que aquejan a la población p’urhépecha. Por ejemplo: “Ah que
canalla este gringo”, de autor anónimo, que expresa la denuncia y la protesta por la
explotación de los recursos forestales a manos de algunos extranjeros privilegiados en
aquel tiempo, que vivieron en una buena parte de la región del lago y de la sierra. Las
pirekuas contemporáneas y de nueva creación siguen los modelos antiguos, con
innovaciones en una amplia gama de temáticas. Al hacer un balance de la antigüedad de
los textos recopilados en fuentes escritas y orales, podemos pensar que la tradición de la
pirekua en la sociedad p’urhépecha comienza a gestarse en el siglo XIX, aunque habría
que decir que la tradición del canto entre los p’urhépecha es mucho más antigua. Ya
desde la época prehispánica cultivaron el canto para las ocasiones ceremoniales, pero
dicha tradición se hizo híbrida durante la colonia, con la tradición de las alabanzas e
himnos cristianos. Posteriormente, durante el siglo XIX, el acompañamiento musical del
canto recibe una nueva influencia con la llegada del vals europeo. Entre otros tipos de
influencias, parece estar presente el “corrido”, por el carácter épico-narrativo. Tal vez en
algún momento las formas literarias populares más antiguas del “romance” y el ‘Villancico”
hayan tenido algo que ver en la manera de cantar, aunque no en la forma literaria. De
estas mezclas, resultan aportaciones al estilo musical del acompañamiento. Hay
innovaciones también en los temas y las formas: épica, satírica, de denuncia o afectiva; y
en la manera de entonar la voz. Pero las mezclas se han dado como un proceso de
influencias culturales. No ha sido una copia fiel, una reinterpretación de formas líricas y
maneras de expresar los temas en la lengua, la cosmovisión y el estilo musical regional
de los compositores p’urhépecha, quienes se han apropiado de las herramientas
expresivas para elaborar sus propios moldes creativos y dar sentido a las composiciones
de acuerdo con su visión del mundo y sus sentimientos. Puedo asegurar hasta aquí, que
no obstante el proceso de influencias culturales, la pirekua es tan propia de los
p’urhépecha como la lengua misma en que se canta. Es evidente que la pirekua tiene una
gran demanda en la propia sociedad p’urhépecha, ya que a través del canto social se
comparten sentimientos, pasiones, alegrías, se comunican acontecimientos, se defiende
la identidad, se hace un llamado a la conciencia popular y se manifiestan protestas sobre
ciertos problemas regionales.
Para ejemplificar mejor el contenido de las letras de la Pirekua, a continuación, La Pirekua
“Josefinita”:
Sufririsinga Josefinita/ iasi noteru modu jarhasti/ a que mundo engañosot todo es un
sueño/ toda es una ilusión/ sufririsinga no es imposible/ ay dios eterno quisiera morir/
rekuerdu jingonterkuni pakarasinga arini domingu jimbo/ tú eres mi corazón/
Traduccion:
Sufro yo josefinita/ ya no hay modo/ ah qué mundo tan engañoso/ todo es un sueño/ toda
es una ilusión/ sufrir ya no es posible/ ay dios eterno quisiera morir/ únicamente me quedo
con tu recuerdo este domingo/ tú eres mi corazón/
Fuente: Henrietta Yurchenco, Music ofthe Tarascan Indians o f México. Music of Michoaca
and nearby mestizo country, Nueva York, 1970.
El son:
La dotación tradicional de este conjunto musical son el arpa de 35 cuerdas que desarrolla
el acompañamiento rítmico y armónico, que para dar más brillantez al ritmo, en algunos
sones se utiliza la caja del arpa como instrumento percutor, este acompañamiento
llamado tamboreo, se realiza con las manos, y entre los músicos que lo practican se
encuentran verdaderos virtuosos, la vihuela, pequeña guitarra de cinco cuerdas con el
fondo de la caja de resonancia abombado, y la jarana o guitarra de golpe, también de
cinco cuerdas, son los otros instrumentos de rasgueo que desarrollan el acompañamiento
rítmico y armónico, dos violines toman la melodía y se combinan con las voces que
entonan los versos y estribillos. La dotación instrumental actual de los sones es muy
variada dependiendo de la zona, siendo la anterior la más tradicional, pero de igual forma
es interpretada por las bandas de alientos de los pueblos. Los sones son comúnmente
utilizados para el Jaripeo (Fiesta de toros), bailes representativos y el famoso zapateo (La
polvadera).
Los sones de michoacan varian dependiendo la zona geográfica del estado, pero en la
actualidad los sones se han unificado, siendo asi utilizados para las fiestas de los
pueblos, interpretada comúnmente por bandas de viento de la región. Estos se caracteriza
por un ritmo alegre y bailable y compases de 2 contra 3 tiempos.
El son, también llamado como sonecitos regionales, es uno de los géneros más
ampliamente difundidos en México, aunque a través de variantes regionales que han
desarrollado características propias. Su origen se encuentra hacia final de la época
colonial, cuando crónicas y documentos mencionan formas musicales llamadas sonecitos
de la tierra, piezas bailables que interpretaban orquestas de cuerda y que incluían coplas
cantadas con una intención lírica o picaresca. En cuanto a su forma, eran una adaptación
local de las tonadillas y coplas españolas. Los sonecitos se difundieron por todo el país
asociados a los grupos de criollos, mestizos y mulatos, hasta formar el sustrato común del
que se desprendieron las tradiciones regionales del son contemporáneo.
El abajeño:
•Vihuela
• El segundo violín.
Lo que sí puede afirmarse del abajeño o son abajeño es que, como el sonecito, también
se trata de un género instrumental que se ejecuta con orquesta de cuerdas o con banda
de viento y su uso dentro de las fiestas es en el momento del baile, o más
específicamente, cuando se zapatea. Pero este zapateo únicamente lo realiza el hombre,
pues la mujer tiene una forma de movimiento más bien contoneado pero muy sutil que
contrasta con los movimientos fuertes y precisos de la pareja masculina. A diferencia del
sonecito, el abajeño es de tempo rápido y su carácter vivo.
Las danzas y bailes típicos de Michoacán reflejan la cultura de su pueblo. Por ejemplo, las
danzas con referencia a la actividad de pesca eran realizadas por los indígenas en honor
a sus dioses para obtener favores en la faena.
En la zona de siembras, las danzas se correspondían con los tributos realizados a los
dioses para solicitar su protección. Al llegar la evangelización, las danzas fueron usadas
como un método auxiliar para transmitir ideas religiosas y modificar la adoración a
deidades. Es así como la danza indígena pierde su esencia del culto a los dioses del Sol,
la lluvia y buena cosecha, y se transforma en lo que se conoce hoy en día.
Bailes de la sierra, sones de tierra caliente y la danza de los viejitos de Jarácuaro son
referencias tradicionales para la cultura michoacana. Una de las principales
características de estas danzas es la diferencia existente entre las zonas del estado.
Existe una tradición para la zona lacustre, otra para la sierra y una muy distinta para la
zona denominada de tierra caliente.
Con el pasar de los años se convirtió en una representación burlesca de los viejos
colonizadores al bailar; por esto, generalmente es interpretada por jóvenes muy ágiles
que usan máscaras hechas para parecer ancianos arrugados. Además de las máscaras,
los artistas usan bastones y se encorvan para imitar a sus mayores.
2 - Danza de tumbis
Originario del pueblo ichupio, este baile representa las actividades de pesca de la
zona. Esta zona depende económicamente de esa actividad.
La danza la realizan los jóvenes pescadores con pasos enérgicos, mientras que las
mujeres bailan de forma más sumisa y con vasijas. Representa que las mujeres son las
encargadas de alimentar al joven pescador.
La palabra cúrpite viene de «kurpite», término indígena que significa reunión de un grupo
de personas. En su origen danzaban los jóvenes con máscaras que figuraban animales.
Posterior a la evangelización, dejaron las máscaras de animales y crearon
representaciones de seres humanos.
4- Los panaderos
Esta danza se realiza recitando coplas que invitan al público a bailar. En la época
evangelizadora fue perseguida por considerarla incitadora e inmoral. Las letras de las
coplas varían dependiendo de la zona en la que se danza.
7- Los pukes
Es una representación de peleas entre jóvenes, que bailan portando una máscara hecha
con la piel de “venado”. Estas quedan similares las máscaras de diablos. Los
pukes «pelean» entre sí, saltan y chocan los cuernos de la máscara. La música es tocada
por una banda de viento local y suele hacerse el 12 de diciembre.
8- Los moros
Conclusión: