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ACUERDO

En la ciudad de La Plata, a 21 de febrero de 2018, habiéndose establecido, de conformidad


con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación:
doctores Pettigiani, Soria, Negri, de Lázzari, se reúnen los señores Jueces de la Suprema
Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa B.
67.026, "Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación C.A.E.S.I. y otros c/
Provincia de Buenos Aires (Ministerio de Seguridad). Demanda contencioso
administrativa"

ANTECEDENTES

I. La Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación (en adelante, CAESI),


Alfa Seguridad Sociedad de Responsabilidad Limitada y Search Organización de Seguridad
S.A., por apoderado, promueven demanda contencioso administrativa contra la Provincia
de Buenos Aires (Ministerio de Seguridad) y solicitan se declare la nulidad del decreto
1.897/02 reglamentario de la ley 12.297, del decreto 1.273/03 que desestimó el recurso de
revocatoria interpuesto contra el anterior, y de las disposiciones de la Dirección General
Fiscalizadora de Agencias de Seguridad e Investigación Privada 4 y 5 dictadas con fecha 3
de septiembre de 2002. A través de estas últimas se aprobó la reglamentación vinculada a la
expedición de credenciales que certifican la calidad de vigilador y los formularios para la
tramitación de diferentes requerimientos ante la autoridad de aplicación, respectivamente.

Asimismo, requieren se declare la inconstitucionalidad del decreto 1.897/02 por restringir


de un modo irrazonable el legítimo ejercicio de la actividad y, en consecuencia, vulnerar lo
dispuesto en los arts. 1, 10, 11, 15, 27, 31, 34 y 144 de la Constitución provincial; 5, 14, 14
bis, 16, 17, 19, 20, 28, 75 inc. 12 y 22 de la Constitución nacional.

II. Corrido el traslado de ley se presenta a juicio la Fiscalía de Estado y plantea, como
defensa de fondo a fin de que sea resuelta en oportunidad de dictar sentencia, la
inadmisibilidad formal de la demanda. Alega que la parte actora carece de legitimación
activa para accionar.

Asimismo, postula la legitimidad de los actos impugnados, contesta la demanda, ofrece


prueba, formula reserva de caso federal y solicita el rechazo de la acción.

III. Agregadas -sin acumular- las actuaciones administrativas (v. fs. 158), glosado el
cuaderno de prueba actora (v. fs. 241/287) -único formado- y los alegatos presentados por
las partes (v. fs. 294/310 -actora- y fs. 291/293 -demandada-), la causa quedó en estado de
pronunciar sentencia por lo que el Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes

CUESTIONES

1ª) ¿Es procedente la defensa de falta de legitimación activa planteada por la accionada?

En caso negativo,
2ª) ¿Es fundada la demanda?

VOTACIÓN

A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani, dijo:

I. En oportunidad de contestar la demanda, la Fiscalía de Estado, conforme lo dispuesto en


el art. 35 inc. 2 de la ley 12.008 -texto según ley 13.101-, plantea como defensa de fondo la
falta de legitimación activa de las demandantes.

Sostiene que las actoras carecen de acción en el presente juicio para impugnar la
reglamentación de los arts. 5 inc. "a" (exige que los socios, directores, miembros de
órganos de fiscalización, gerentes y apoderados que formen parte de las empresas de
seguridad privada sean ciudadanos argentinos mayores de 21 años); 8 inc. 2 (que prohíbe
desempeñarse en empresas de seguridad privada a quienes se beneficiaron con las Leyes
23.492 o 23.521 e indultados por hechos que constituyan violación a los derechos
humanos) y 24 inc. "a" (exige que las empresas de seguridad sean conformadas como
sociedades regularmente constituidas de conformidad con los tipos societarios establecidos
en la Ley de Sociedades Comerciales, con objeto social único) de la ley 12.297 en razón de
no acreditar con relación a ellos la afectación de intereses legítimos.

Asimismo, refuta que pueda cuestionar los montos de las multas sin que concurra un acto
de aplicación a partir del cual se puedan ponderar la desproporción y el exceso de punición
que aducen las accionantes.

Con relación a CAESI, con cita de doctrina de este Tribunal, niega que concurra en el caso
una comunión de intereses en las pretensiones respecto de todos los asociados. Postula que
las normas impugnadas no afectan de modo uniforme los intereses de todos ellos.

Agrega que la aludida cámara carece, a su vez, de legitimación para cuestionar las tasas por
servicios administrativos en razón de la índole exclusivamente patrimonial de la cuestión.
Niega que los estatutos reconozcan aptitud para estar en juicio por lesión a ciertos derechos
de carácter patrimonial propios de cada uno de sus asociados.

Asimismo, rechaza que tal legitimación surja de lo dispuesto en el art. 43 de la Constitución


nacional, pues aduce que este precepto reconoce aptitud para accionar en protección de
intereses del ambiente, la competencia, del usuario y consumidores así como demás
derechos de incidencia colectiva.

II. Corrido el traslado de ley, la actora sostiene que la ley 12.008 -texto según ley 13.101-
ha superado las limitaciones que históricamente se presentaron en torno a los sujetos
habilitados para promover una demanda contencioso administrativa. Niega que el concepto
de "parte interesada" en relación a la tutela jurisdiccional deba restringirse a la categoría de
"derecho subjetivo".
Afirma que la legitimación de Search S.A. se encuentra acreditada por la habilitación
otorgada, en el marco de la ley 9.603, por resolución 52.785 del 20 de marzo de 1986 del
Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires. Apunta que en virtud de aquélla, al
momento de la sanción de la ley 12.297 ya había incorporado a su patrimonio como
derecho adquirido, una habilitación para prestar el servicio de seguridad privada en
jurisdicción de la Provincia de Buenos Aires, sin limitación alguna en cuanto a su
composición, tipo societario, nacionalidad de sus directivos y objeto social.

En otro orden asevera que, conforme su estatuto constitutivo, CAESI se encuentra


legitimada para accionar, tanto administrativa como judicialmente, en defensa de los
intereses de sus asociados. Afirma que una interpretación restrictiva de su legitimación
colectiva vulnera no solo el art. 13 del Código Contencioso Administrativo sino también el
art. 15 de la Constitución provincial y los tratados internacionales que consagran el acceso
irrestricto a la Justicia.

Con relación a la falta de legitimación de CAESI respecto a impugnaciones exclusivamente


patrimoniales aduce que en el art. 2 del estatuto se establece expresamente que su objeto
social es la defensa de los intereses de sus asociados, sin distinguir, la naturaleza del interés
que defiende, por lo que debe entenderse que comprende todos los vinculados a la actividad
de seguridad e investigación privada, tengan o no contenido patrimonial.

III. Como cuestión preliminar corresponde señalar que este Tribunal ha resuelto que el
Código Procesal Contencioso Administrativo -ley 12.008 con las reformas incorporadas por
la ley 13.101- deviene aplicable a las causas iniciadas antes del 15 de diciembre de 2003,
tal el caso de autos en el que la demanda fue presentada el 31 de octubre de 2003, en tanto
sus normas resulten compatibles con la jurisdicción atribuida a esta Suprema Corte por el
art. 215, segunda parte, de la Constitución provincial, con las excepciones previstas en el
referido cuerpo legal (art. 78 incs. 2 y 3, ley 12.008 -modificada por ley 13.101-; causa B.
64.996, "Delbés" res. del 4-II-2004), por lo que la excepción planteada debe ser resuelta de
conformidad con el ordenamiento mencionado.

IV. La aptitud de ser parte en un proceso concreto denominada por el derecho procesal
legitimatio ad causam constituye un requisito subjetivo de la pretensión en cuanto supone
la titularidad activa o pasiva de la relación jurídica sustancial (doctrina causa B. 58.949,
"Colegio de Bioquímicos de la Prov. de Bs. As.", sent. de 7-II-2001), de ahí la afirmación
de que la persona legitimada en un determinado proceso es aquélla revestida por la ley para
discutir el objeto sobre el que versa el litigio (conf. doctrina causa B. 57.921, "Jeselsohn",
sent. de 19-XII-2007). Aptitud esta que viene determinada por la posición respecto de la
pretensión procesal, de tal modo que solo las personas que se encuentran en cierta relación
con la acción pueden ser parte en el pleito en que ésta se deduce (conf. causas B. 61.742,
"Colegio de Asistentes Sociales y/o Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos
Aires", sent. de 18-VI-2008; B. 54.236, "AMTAEP", sent. de 3-VII-2013; B. 58.721,
"Contino", sent. de 20-XI-2013, B. 63.242, "Ferrari", sent. de 11-VI-2014; B. 61.204,
"Asociación Mutual de Empleados Municipales", sent. de 14-IX-2016 y B. 65.480, "Hera
Zárate Campana S.A.", sent. de 19-X-2016).
IV.1. En cuanto concierne a la legitimación activa en el proceso contencioso administrativo
provincial, el art. 13 de la ley 12.008, modificada por la ley 13.101, fija como pauta para la
determinación de la legitimación para deducir las pretensiones allí contempladas, la sola
invocación, afectación o desconocimiento de derechos o intereses tutelados por el
ordenamiento jurídico (conf. causa B. 59.316, "De Grazia", sent. de 21-V-2008).

Este precepto ciertamente denota una conceptualización amplia de la legitimación activa,


toda vez que ésta se encuentra relacionada con la invocación de una lesión, afectación o
desconocimiento tanto de derechos como de intereses tutelados por el ordenamiento
jurídico (conf. doctrina causas B. 62.428, "Costandinoff", sent. de 26-VIII-2009; B. 62.764,
"Fontana", sent. de 21-IV-2010).

Al decidir sobre la legitimación resulta necesario determinar si hay un nexo lógico entre el
estatus afirmado (por el litigante) y el reclamo que se procura satisfacer. A tal fin la parte
debe demostrar la existencia de un "interés especial" en el proceso, que los agravios
alegados la afectan de forma suficientemente directa o sustancial, esto es, que posean
concreción e inmediatez bastante para poder procurar dicho proceso. El agravio debe ser
concreto, particularizado, actual o inminente, no conjetural o hipotético (conf. doctrina
causa B. 65.394, "Aristi", res. del 28-IX-2005 y causa B. 69.313, cit.).

IV.2. En la especie, las accionantes pretenden la declaración de nulidad de actos de alcance


general (decreto 1.897/02 reglamentario de la ley 12.297 y disposiciones 4 y 5 de la
Dirección General Fiscalizadora de Empresas de Seguridad e Investigación Privada) a los
que resultan sometidas en virtud de regular la prestación del servicio de seguridad privada
que realizan. Impugnan, también, el decreto 1.273/03 que rechazó el recurso de revocatoria
incoado contra el decreto indicado en primer término.

Alegan que las normas cuestionadas afectan derechos adquiridos al amparo del régimen
anterior.

Aducen que las tasas administrativas que el nuevo régimen consagra en la reglamentación
son ilegítimas por no haber sido previstas en forma expresa por la ley 12.297. Agregan que
los importes que por ese concepto se aplican son irrazonables.

Se agravian de las exigencias establecidas en el art. 26 de la ley 12.297 y su reglamentación


para el perfeccionamiento de los contratos celebrados por las empresas prestadoras del
servicio de seguridad privada.

Cuestionan el monto de las multas por ser, según dicen, confiscatorio e irrazonable.
Plantean la desproporción entre las conductas punibles y las sanciones aplicables.

Objetan, también, las siguientes condiciones establecidas en la reglamentación: 1. Que el


examen final de capacitación para el personal de seguridad privada -contemplado en la ley-
deba rendirse en la Escuela de Policía "Juan Vucetich"; 2. Que los socios, directores,
gerentes, miembros de los órganos de fiscalización y apoderados de las empresas de
seguridad privada deban ser argentinos; 3. Que estas empresas no puedan tener más de mil
personas y que deban ser conformadas bajo una figura societaria regularmente constituida y
con un objeto social único; 4. El límite al calibre de las armas que pueden utilizar.

IV.3. Bajo los parámetros contemplados en el art. 13 de la ley 12.008 -texto según ley
13.101-, considero que la objeción planteada por la demandada no es de recibo.

Ello así, toda vez que las empresas de seguridad privada que instan la presente acción
poseen un interés particular y concreto en la cuestión sometida a decisión, toda vez que
deben adecuar el modo en que desarrollan su actividad comercial al marco regulatorio que
impugnan.

A su vez, la CAESI, en cuanto se presenta en defensa de los intereses de sus asociados,


exhibe una situación diferenciada del resto de los ciudadanos justificada en la prerrogativa
de la que se dice asistido para reclamar en resguardo de tales intereses frente a las
disposiciones del decreto 1.897/02 y las disposiciones dictadas en su consecuencia (conf.
doctrina causa B. 63.995, "Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires", sent.
de 11-IV-2012).

En este sentido, el propio estatuto de la CAESI establece expresamente que su objeto es


defender los intereses de sus asociados, procurando su defensa común y el desarrollo y
mejoramiento de su labor profesional, al tiempo que también le asigna funciones de
representación a los asociados (art. 2, en especial párrafos primero y segundo inc. "d").

En tal marco entiendo que la acción reúne las condiciones externas exigidas para su
admisibilidad.

En suma, cabe concluir que las demandantes se encuentran legitimadas para promover la
acción contencioso administrativa, en tanto alegan que se han vulnerado derechos
adquiridos bajo el régimen anterior. En definitiva, el caso sub examine involucra cuestiones
de orden jurídico administrativo, que resultan comprendidas en el ejercicio del poder de
policía que ejerce el Estado provincial sobre el servicio de seguridad privada que prestan
las accionantes.

V. De conformidad con los fundamentos expresados, concluyo que las accionantes se


hallan legitimadas para obtener un pronunciamiento de fondo sobre la cuestión planteada.
De tal modo, juzgo que la defensa de falta de legitimación activa debe ser desestimada.

Voto por la negativa.

Costas por su orden (arts. 17 de la ley 2.961; 78 inc. 3°, ley 12.008 -texto según ley
13.101-).

A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:

Las objeciones a la legitimación activa de las empresas accionantes deben ser desestimadas
por los fundamentos desarrollados en el voto del doctor Pettigiani, al que adhiero.
En lo relativo a C.A.E.S.I., cabe puntualizar que los fines y objetivos dispuestos en su
estatuto constitutivo (v. art. 2, en especial, párrafos primero y segundo inc. "d"; fs. 15/16)
evidencian suficiente vinculación con el objeto procesal sometido a juzgamiento (doctr.
causa I. 72.507, "Sociedad de Fomento de Cariló", res. de 15-VII-2015); el que involucra la
regulación sectorial de la actividad de las empresas que nuclea, con gabelas de específica
aplicación (v. mi voto en la causa I. 2.129, "A.DI.GRA.N.", sent. de 13-VII-2016,
especialmente punto 4 de la primera cuestión).

Siendo ello así, aun cuando el planteo articulado no se vincula con derechos de incidencia
colectiva asociados a bienes de pertenencia difusa (doctrina CSJN, Fallos: 326:2998)
evaluada la pretensión procesal desde la óptica de lo decidido por este Tribunal en el
precedente "A.DI.GRA.N." citado y a la luz del principio in dubio pro actione -que emerge
de la regla de accesibilidad jurisdiccional estatuida por el art. 15 de la Constitución de la
Provincia de Buenos Aires- la inexistencia de legitimación que arguye la demandada que
podría constituir una cuestión opinable, debe ser desestimada.

Voto, en consecuencia, por la negativa.

Costas por su orden (arts. 17, ley 2.961; 78 inc. 3, ley 12.008 -texto según ley 13.101-).

A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri, dijo:

Adhiero al desarrollo argumental y solución propiciada por el colega que inicia el acuerdo,
a excepción de lo manifestado en el punto IV.1 -último párrafo- de su exposición, pues
considero que los restantes fundamentos brindados resultan suficientes para decidir el
rechazo de la defensa opuesta por la accionada.

Con tal alcance, doy mi voto también por la negativa.

Costas por su orden (art. 17, ley 2.961 por remisión del art. 78 inc. 3 de la ley 12.008 -texto
según ley 13.101-).

El señor Juez doctor de Lázzari, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor
Pettigiani, votó la primera cuestión también por la negativa.

A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani, dijo:

I. Las actoras relatan que en mayo del año 1999 se sancionó la ley 12.297 que derogó el
decreto ley 9.603/80 y su decreto reglamentario 238/81 que, hasta ese momento, habían
regulado la actividad de las empresas de seguridad e investigación privada.

Se agravian de que el art. 70 del decreto 1.897/02 que reglamenta la referida ley, estableció
el plazo de sesenta días para que las prestadoras de servicios de seguridad privada que
habían obtenido la habilitación en forma precaria acreditaran el pago de la tasa por
habilitación y el cumplimiento de todos los requisitos establecidos en el nuevo régimen,
bajo apercibimiento de revocarse la habilitación.
Aducen que las normas que impugnan obstaculizan con excepciones reglamentarias el libre
desarrollo de la actividad privada en materia de seguridad, confundiendo control y
supervisión con intervencionismo estatal. Agregan que de esta manera se desnaturaliza una
actividad que es intrínsecamente privada y, por lo tanto, regida primordialmente por las
disposiciones de fondo y forma que imperan en actividades de este carácter.

Expresan que el decreto 1.273/03 es manifiestamente ilegítimo por no responder los


argumentos expuestos en el recurso de revocatoria que deniega.

Sostienen que el decreto 1.897/02 presenta vicios graves en sus elementos esenciales,
excede en forma arbitraria y manifiesta la potestad reglamentaria, fue dictado como
consecuencia de un proceso de elaboración irregular, circunstancias todas éstas que -según
afirman- lo descalifican como acto administrativo válido.

Se agravian de que las normas en crisis afectan derechos adquiridos al amparo del anterior
régimen, al tiempo que postulan la irretroactividad de las disposiciones del decreto
1.897/02.

Alegan que las tasas reglamentadas resultan ilegítimas toda vez que la ley 12.297 no las
prevé en forma expresa, como tampoco contempla una estipulación genérica que faculte al
Poder Ejecutivo a imponerlas por vía reglamentaria. Asimismo dice que los montos que por
aquellas se aplican resultan irrazonables.

En otro orden cuestionan la norma contenida en el art. 26 de la ley 12.297 y su


reglamentación en cuanto establece recaudos que deberán cumplir los contratos celebrados
por las empresas prestadoras del servicio de seguridad privada e investigación. Entienden
que excede el ejercicio del poder de policía propio del estado local y avasalla facultades
reconocidas al Congreso de la Nación por tratarse de cuestiones reguladas en el Código
Civil y Comercial de la Nación.

Asimismo, cuestionan el sistema de multas instaurado por la ley 12.297 por ser -a su
criterio- confiscatorio e irrazonable. Se agravian de que se haya establecido como unidad de
medida conforme a la cual se fijan las penalidades "el haber mensual nominal sujeto a
aportes previsionales que por todo concepto perciba un Subsecretario de Estado de la
Provincia de Buenos Aires". Dicen que ello determina la imposibilidad de cumplimiento de
las sanciones por parte de las empresas aun en los casos de faltas leves.

Manifiestan que la desproporción que se genera entre las conductas punibles y las
sanciones determina la ilegalidad de estas últimas. Agregan que ello implica la
inconstitucionalidad de las multas por ser irrazonables e ilegítimas y contrarias,
consecuentemente, a lo dispuesto en los arts. 28 y 33 de la Constitución nacional.

Objetan también que el examen final de la capacitación contemplada en la ley, deba ser
realizado en forma obligatoria en la Escuela de Policía "Juan Vucetich", como una
competencia indelegable que retiene la autoridad de aplicación. Califican esta disposición
de ilegítima por exceder lo normado en la ley en esta materia. Afirma que contraría la
libertad de trabajo, industria y comercio; de enseñar y aprender, derechos económicos y
sociales, derecho al trabajo y garantías laborales e inconstitucionalidad de las restricciones
a las libertades y derechos consagrados por los arts. 27, 35, 36, 39 y 57 de la Constitución
provincial.

Tildan de manifiestamente inconstitucionales las siguientes disposiciones de la ley: 1. El


art. 5 en cuanto exige que los socios directores, miembros de los órganos de fiscalización
gerentes y apoderados de las empresas de seguridad privada deban ser argentinos, por ser
contrario a los dispuesto en los arts. 20 de la Constitución nacional y 34 de la Constitución
provincial; 2. El art. 23 que prohíbe que las empresas de seguridad pueden tener más de mil
personas, por conculcar el art. 27 de la Constitución provincial; 3. El art. 24 inc. "a" por
exigir que la empresa sea conformada bajo una figura societaria regularmente constituida y
tenga un único objeto social; 4. El art. 41 por establecer un límite al calibre de las armas.

Finalmente, expresan que la ley 12.297 y el decreto reglamentario 1.897 son ilegítimos e
inconstitucionales porque las exigencias que imponen a las empresas de seguridad privada
para su habilitación, capacitación, régimen de tasas y multas y demás condiciones de
funcionamiento (límite de personal, calibre de armas, modalidad de los contratos, etc.)
vulneran los derechos constitucionales consagrados en los arts. 27, 31, 34, 39, 45, 56, 57 de
la Constitución provincial.

II. A su turno, la Fiscalía de Estado, al contestar la demanda, afirma que la impugnación


que las actoras formulan al decreto 1.897/02 es inatendible. Sostiene que la mencionada
reglamentación resulta compatible con el régimen estructurado por la ley 12.297 con
relación a la habilitación, funcionamiento y fiscalización de las empresas prestadoras del
servicio de seguridad privada en el ámbito provincial.

Subraya que este decreto fue dictado en el marco de las atribuciones que le confiere al
Poder Ejecutivo el art. 144 inc. 2 de la Constitución provincial. Niega que en el
procedimiento llevado a cabo para la elaboración de la reglamentación cuestionada se
contravinieran las pautas que establecen los arts. 121 y 124 del decreto ley 7.647/70. Aclara
que la participación de entidades representativas que prevé la última norma indicada es
potestativa para la Administración.

Con relación a las tasas reguladas por el decreto 1.897/02 destaca que las accionantes no
han acreditado ni ofrecido probar que ellas resulten confiscatorias pues solamente se han
limitado a realizar impugnaciones teóricas y genéricas en tal sentido.

Dice que la base legal del hecho imponible está dada en el art. 24 de la ley 12.297 que
establece como requisito para las agencias de seguridad "pagar la tasa que se determine" y
en el art. 44 que estipula que "las empresas de seguridad privada abonarán las tasas por
habilitación que fije el poder ejecutivo".

En punto a la tasa por alta de personal fijada por el art. 6 del decreto 1.897 dice que tiene su
fuente en el art. 6 inc. "c" de la ley que prevé como requisito para desempeñarse como
personal de vigilancia de las empresas de seguridad el de "aprobar el examen psico-físico y
de aptitud técnica y presentar anualmente constancia de aptitud psico-físca y técnica
expedida por la autoridad de aplicación o instituto habilitado por el Poder Ejecutivo
agregando para ello que la reglamentación determinará los requisitos de la presentación y el
monto de los costos y/o aranceles a abonar".

Plantea la inatendibilidad de la tacha de inconstitucionalidad de la ley 12.297 así como del


decreto 1.897/02. Afirma que las regulaciones efectuadas por el legislador son razonables
en la medida que los medios adoptados son los adecuados para el cumplimiento de los
objetivos legítimos pretendidos y asimismo en cuanto responde en forma equilibrada a los
estándares axiológicos constitucionalmente válidos de relación entre la misma y la
seguridad de la población. De tal modo, asevera que deviene aplicable el principio de que
toda ley goza de la presunción de constitucionalidad.

Razona que el modo y el contenido de la prestación del servicio de seguridad privada es


una actividad complementaria y subordinada a los poderes públicos, por lo que atañe de
modo particular a las autoridades responsables de la seguridad pública que, en su territorio
es de exclusiva competencia del gobierno provincial.

En orden a los agravios vinculados a la violación de los derechos constitucionales de


trabajar y ejercer industria y comercio dice que son notoriamente improcedentes, toda vez
que dichos derechos no son absolutos sino que se encuentran sujetos a las razonables leyes
que reglamentan su ejercicio (arts. 14 y 28, Const. nac.).

Precisa que los derechos que consagra el art. 27 de la Constitución provincial, en referencia
al servicio de seguridad privada, deben ser armonizados con los atributos estatales
establecidos en el ordenamiento jurídico entre los cuales figura la exclusividad de la
obligación del Estado provincial de consolidar la paz interna y proveer la seguridad común
por medio del ejercicio exclusivo de la competencia en materia de seguridad pública.

Sostiene que en ese marco resulta razonable que el prestatario de seguridad privada cuente
con un mínimo de organización donde se delimiten las tareas y responsabilidad de la misma
y de sus miembros, como así también que se pretenda evitar que se distraiga con la
realización de otros objetos distintos y secundarios.

Explica que con el recaudo de ciudadanía argentina que exige el art. 5 de la ley 12.297 de la
ley se trata de evitar la posible extranjerización del capital de las empresas impidiendo el
acceso a la información en materia tan sensible como la seguridad interna de los habitantes
de una provincia.

Apunta que esta limitación como la vinculada a la cantidad de personal y el calibre de las
armas utilizadas por estas empresas importan restricciones razonables en la medida que la
prestación del servicio de seguridad pueden afectar o dañar bienes públicos o privados y/o
la integridad física o la vida de terceros.

Niega que las normas en crisis realicen una aplicación retroactiva del nuevo régimen.
Explica que no se desconocen las habilitaciones oportunamente otorgadas con anterioridad
a la sanción de la nueva ley, sino que ordenan la aplicación de sus preceptos a las
situaciones jurídicas existentes.
Asimismo refuta la impugnación que formula la parte actora al régimen de sanciones. Con
cita de doctrina de esta Suprema Corte, y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
sostiene que el carácter voluntario de la infracción, el conocimiento previo de la sanción
reglada y el carácter ejemplificador de las multas impiden invocar la confiscatoriedad. A
ello agrega que el exceso de punición deberá, eventualmente, analizarse en el caso de
aplicación.

Con relación a las exigencias de los contratos que celebren las empresas de seguridad
privada expresa que ellas son razonables. Rebate que se trate de una actividad de corte
netamente privado -entre particulares- pues la prestación del servicio de seguridad privada
requiere un control y una fiscalización más severos y periódicos. A su vez, señala que las
accionantes no han demostrado o intentado acreditar que la norma le genere algún perjuicio
o produzca un cercenamiento de un derecho constitucional en concreto, circunstancia que
-afirma- determina la inadmisibilidad del planteo.

Justifica el examen final en la Escuela de Policía "Juan Vucetich" en la circunstancia que la


seguridad privada es una actividad complementaria y subordinada de la que efectúa el
estado provincial en la materia por lo cual se trata -a su criterio- de funciones públicas
parcialmente delegadas. Apunta que no explica en dónde radica la irrazonabilidad de esta
disposición que -según dice- se encuadra en lo dispuesto en el art. 144 inc. 2 de la
Constitución provincial.

Finalmente, niega todos y cada uno de los hechos y circunstancias expresados en la


demanda, ofrece como prueba las actuaciones administrativas que individualiza y formula
reserva de caso federal.

III. De la prueba producida en autos surgen los siguientes datos relevantes para la decisión
de la presente causa:

III.1 Estatuto de la CAESI y su protocolización (v. fs. 15/45).

III.2. Copia certificada de las Disposiciones 4 y 5 de la Dirección General Fiscalizadora de


Agencias y Seguridad Privada, ambas de fecha 3 de septiembre de 2002 (fs. 256/257).

III.3. Decreto 1.297/02 (v. fs. 196/229, expediente administrativo n° 2100-19248/2002


agregado sin acumular en autos).

III.4. Decreto 1.273/03 (v. fs. 266/274, expediente administrativo n° 2100-19248/2002


agregado sin acumular en autos) que rechazó el recurso de revocatoria interpuesto contra su
similar 1.297/02 (v. expediente administrativo n° 2100-19248/2002 alc. 1 agregado sin
acumular en autos).

IV. Conforme los antecedentes reseñados y las posiciones de las partes antes detalladas, la
cuestión a decidir se centra en determinar si los actos administrativos impugnados se
ajustan a derecho.
IV.1. Advierto que con anterioridad a la presentación de la demanda de autos, Search
Organización de Seguridad SA y Alfa Seguridad SRL ya habían planteado ante esta
Suprema Corte la declaración de inconstitucionalidad de la ley 12.297 y de su decreto
reglamentario 1.897/02 en las causas I. 2.201, "Search Organización de Seguridad S.A. c/
Provincia de Buenos Aires. Acción de inconstitucionalidad ley 12.297" e I. 2.202,
"Organización Centauro S.A. y otros c/ Provincia de Buenos Aires. Acción de
inconstitucionalidad ley 12.297", respectivamente.

Oportunamente este Tribunal desestimó la pretensión en orden a la ley 12.297 con


fundamento en haber sido iniciada la demanda con posterioridad al vencimiento del plazo
previsto para su interposición en el art. 684 del Código Procesal Civil y Comercial. La
impugnación constitucional del decreto 1.297/02 fue también rechazada por no haber
acreditado la accionante la irrazonabilidad de sus disposiciones en su relación con las
modalidades del caso ni la incompatibilidad constitucional denunciada (conf. causas I.
2.201, "Search Seguridad", sent. de 22-VI-2016; I. 2.202, "Organización Centauro S.A.",
sent. de 27-IV-2016).

IV.2. Dicho esto, corresponde ingresar al análisis de los argumentos y agravios planteados
por las accionantes. Aducen que el decreto 1.897/02 excedió en forma arbitraria y
manifiesta la potestad reglamentaria conferida constitucionalmente al Poder Ejecutivo.
Asimismo, apuntan que fue dictado como consecuencia de un proceso de elaboración
irregular, circunstancias ambas que -según afirman- lo descalifican como acto
administrativo válido.

El art. 144 inc. 2 de la Constitución provincial atribuye competencia al Poder Ejecutivo


para "promulgar y hacer ejecutar las leyes de la Provincia, facilitando su ejecución por
reglamentos y disposiciones que no alteren su espíritu".

La potestad reglamentaria en materia propia de sus atribuciones, es inherente a la función


administrativa, indispensable para concretar el mejor cumplimiento de sus cometidos y
consecuencia natural del ejercicio ordinario de sus potestades, ya que el órgano que posee
autoridad para decidir casos concretos puede establecer con anterioridad normas generales
que predeterminan con mayor precisión el marco al que aquellos actos de alcance particular
habrán de ajustarse, autolimitando sus facultades y resguardando en mayor grado el
principio constitucional de igualdad (causa I. 1.235, "Fuentes, sent. de 10-X-1989,
Acuerdos y Sentencias", 1989-III-733, I. 2.201, "Search Organización de Seguridad S.A.",
sent. de 22-VI-2016).

Bien vale destacar que, en la especie, la reglamentación impugnada refiere a una materia
muy sensible al orden público como lo es la seguridad e investigación privada.

La actividad que desarrollan las empresas de seguridad privada es considerada


complementaria y subordinada a las que realiza el Estado provincial y sujeta a las políticas
que se fijen con el objeto de resguardar la seguridad pública (art. 1, ley 12.297). La
necesidad de regulación específica de la materia que tenga por fin posibilitar un mayor
control del funcionamiento de las empresas consignadas, deviene justificada por el propio
cometido.
Asimismo, debe recordarse que la competencia de esas agencias se enmarca en lo regulado
por la ley 12.154 -Sistema Provincial de Seguridad Pública-, en tanto participa en la acción
coordinada e interacción permanente de la "seguridad pública" juntamente con la Policía de
la Provincia y la participación comunitaria (art. 3), teniendo entre otros deberes el de
cooperar y asistir a las autoridades policiales u organismos de persecución penal en relación
con las personas o bienes cuya vigilancia, custodia o protección se encuentra a su cargo.

El decreto 1.897/02, reglamentario de la ley 12.297, tuvo en consideración para su dictado


que el efectivo control del funcionamiento de las empresas prestadoras del servicio de
seguridad privada requería de una precisa normativa que determinara las condiciones y
alcances con que las mismas deben ser habilitadas, registradas, fiscalizadas y
eventualmente sancionadas por infracciones a la ley vigente en la materia.

Los órganos ejecutivos, en ejercicio de su potestad reglamentaria, se encuentran habilitados


para establecer condiciones o requisitos, limitaciones o distinciones que, aun cuando no
fueran contemplados por el legislador de una manera expresa, se ajustan al sentido
normativo del precepto reglamentado, pues lo inalterable, lo inmutable es el fin de la ley u
ordenanza, esto es su ratio iuris (causas B. 53.176, "Serrano", sent. de 7-VI-2000; B.
58.244, "Nazar Anchorena", sent. de 27-II-2008; I. 3.553, "Valentini", sent. de 30-XI-2011
e I. 3.552, "Salvemini", sent. de 21-XII-2011).

En definitiva, la reglamentación no vulnera el límite instituido en el art. 144 inc. 2 de la


Constitución nacional si es adoptada para la mejor ejecución de las leyes y mantienen
inalterables los fines y el sentido con que la norma legal ha sido sancionada (Fallos:
318:1707). En virtud de la potestad reglamentaria, la Administración goza de cierto margen
de maniobra para establecer condiciones o requisitos, limitaciones o distinciones que, aun
cuando no hayan sido contemplados por el legislador de una manera expresa, sean
congruentes con el "espíritu" de la disposición reglamentada o contribuyan,
razonablemente, a la finalidad esencial a la que aquélla se encamina (Fallos: 325:645). Por
ende, no es inválida una reglamentación cuando la especificación y desarrollos que
introduce no contradicen la ley que reglamenta (Fallos: 330:2255) o no desvirtúan su marco
regulador (doctrina causa A. 72.461, "C. V., M. L.", sent. de 20-XI-2013). Corresponde,
entonces, analizar el invocado exceso reglamentario en oportunidad de analizar cada uno de
los agravios que las accionantes plantean en torno a las diferentes condiciones que impone
el decreto 1.897/02.

IV.3. El argumento esgrimido por las accionantes vinculado a los derechos adquiridos al
amparo del anterior régimen no puede prosperar.

Este Tribunal ha expresado reiteradamente que no cabe reconocer un derecho al


mantenimiento de las leyes o reglamentos, ni a la inalterabilidad de sus prescripciones
(CSJN, Fallos: 268:228; 272:229; 291:359; 300:61; 308:199; 310:2845; 311:1213; e.o.),
teniendo en cuenta que la protección que la Constitución nacional otorga al derecho de
propiedad, tiene el alcance, frente a un cambio en el ordenamiento jurídico, de impedir que
se afecten derechos adquiridos al amparo del régimen derogado pero no puede ser invocado
eficazmente ante nuevas disposiciones normativas que rigen para el futuro (Fallos: 180:17;
199:466; 270:187; conf. doctrina causas B. 60.347, "Cavalieri", sent. de 11-IV-2007; B.
61.255, "Bidart", sent. de 21-V-2008; B. 58.326, "Ikelar S.A."; sent. de 3-IX-2008; B.
62.764 y B. 62.428 cit.).

Así, la protección que la Constitución acuerda a los derechos adquiridos implica que si bajo
la vigencia de una ley el particular ha cumplido con todas las condiciones sustanciales y los
requerimientos formales previstos por esa norma para ser titular de un determinado
derecho, debe considerarse que hay derecho adquirido, porque la situación jurídica general
creada por dicha ley se transforma en una situación jurídica concreta e individual en cabeza
del sujeto que, como tal, se hace inalterable y no puede ser suprimida por ley posterior sin
agravio del derecho de propiedad consagrado en el art. 31 del texto constitucional
provincial (conf. doctrina causas B. 57.845, "Asúa de Irrigaría", sent. de 29-XII-1999; B.
61.845, "D’Angelo", sent. de 10-XII-2003; B. 57.706, "Pérez", sent. de 2-VI-2004; B.
65.387, "Rodríguez", sent. de 1-VI-2011).

Ahora bien, la nueva normativa no desconoce la situación en la que se encuentran las


empresas prestadoras del servicio de seguridad privada sino que, por el contrario, establece
un nuevo régimen reglamentario en el marco de la competencia que le concede el art. 144
inc. 2 de la Constitución provincial. En este sentido, en su escrito postulatorio la actora
refiere que el art. 70 del decreto 1.897/02 otorgó el plazo de sesenta días a las empresas que
ya habían obtenido la habilitación precaria a efectos de que se adecuaran a las nuevas
disposiciones que regulan la actividad.

A su vez, vale aclarar que la "habilitación" o "autorización" constituye un acto de la


administración policial de contenido preventivo mediante el cual se reconoce el
cumplimiento de las condiciones impuestas por la reglamentación en razón del interés o la
necesidad colectiva. Con una decisión favorable el interesado queda facultado para
desplegar cierta actividad. Implica la remoción de un obstáculo legal para dicho ejercicio
(conf. doctr. causas B. 57.195, "Droguería Suizo Argentina S.A.", sent. de 14-VI-2000; B.
58.949, "Colegio de Bioquímicos de la Provincia de Buenos Aires", sent. de 7-II-2001; B.
57.019, "Bulus", sent. de 14-V-2003; B. 59.255, "Ramudo", sent. de 12-X-2005; B. 55.392,
"Rusconi", sent. de 11-IX-2013, e.o.).

Esta Corte ha dicho que cuando en ejercicio de la potestad de reglamentar la radicación,


habilitación y funcionamiento de establecimientos comerciales e industriales, se imponen al
derecho privado restricciones racionales y compatibles con el interés público, no puede
invocarse un derecho irrevocablemente adquirido frente al orden público (conf. "D.J.B.A.",
117:57; 119:497 y 502; causa B. 59.197, "Cooperativa de Horticultores de Mar del Plata",
sent. de 27-IX-2017).

IV.4. Con relación al cuestionamiento que formula en punto a las tasas por habilitación,
denunciando su ilegitimidad, cabe recordar que la ley 12.297 faculta expresamente al Poder
Ejecutivo a fijar su monto (art.44), de lo que se deriva que lo establecido en los arts. 6, 15,
17, 18, 19, 22 y 27 del decreto 1.897/02 resulta de una habilitación legal que no fue
cuestionada por la parte actora (conf. doctr. causa I. 2.201, cit.).

La Corte Suprema de Justicia ha exigido la presencia de dicha fuente normativa para


admitir la procedencia de exenciones de gravámenes locales dispuestas por la autoridad
pública, al considerar indispensable que ellas resulten de modo inequívoco de la expresión
de voluntad legislativa (Fallos: 316:1115) y ha descalificado tanto la validez de aquellos
tributos creados por decretos de necesidad y urgencia (Fallos: 318:1154; 319:3400;
321:366) -criterio coronado en el texto de la reforma constitucional de 1994 (art. 99 inc. 3,
párrafo tercero, Const. nac.)-, como de la utilización de la analogía, aun por vía
reglamentaria, para aprehender a los fines tributarios supuestos no previstos en la ley
(Fallos: 316:2329).

En términos generales, los criterios arriba sintetizados hallan reflejo en la Constitución de


la Provincia (art. 103 inc. 1).

La vigencia del principio de legalidad en materia tributaria determina, entonces, que las
directivas generales de la tributación estén consagradas en una disposición legislativa, que
defina los elementos básicos del gravamen (v.gr. el hecho imponible, el sujeto pasivo, la
base imponible, la alícuota, etc.; conf. doctrina causa B. 52.614, "Franceschi", sent. de 24-
III-1998) como de su no sujeción (v.gr. las exenciones, conf. CSJN, G. 501. XXXV, "Gas
Natural Ban c/ Municipalidad de Campana s/ acción meramente declarativa", sent. de 12-
VIII-2003) y, desde luego, supone que la potestad de crear tributos, como la de
aumentarlos, sea ejercida por el órgano representativo que conforme el ordenamiento
jurídico se halle investido de aquella autoridad legisferante, en el caso, la legislatura local
(arts. 193 inc. 2, Const. prov.; conf. doctrina causa I. 2.201, cit.).

Como lo ha sostenido Jarach, decir que no debe existir tributo sin ley, significa que "...sólo
la ley puede establecer la obligación tributaria y, por lo tanto, sólo la ley debe definir cuáles
son los supuestos y los elementos de la relación tributaria" (conf. Jarach, Dino; "Curso
superior de Derecho Tributario", Bs. As. 1980, t. I, p. 80).

Así, el principio de la legalidad tributaria reafirma la apuntada subordinación del obrar


administrativo y, al mismo tiempo condiciona ese actuar aplicativo una vez emanadas las
normas básicas. Es por ello que la reglamentación e implantación administrativa de las
reglas tributarias, que en muchas ocasiones resultan absolutamente indispensables para una
correcta aplicación y percepción de los gravámenes, deben observar el principio de
jerarquía normativa, merced al cual la ley precede al reglamento (conf. doctrina causa I.
2.201, cit. y sus citas).

Bajo tal marco interpretativo, corresponde detenerse en el examen del decreto 1.897/02. Así
el art. 6 fija la tasa por alta de personal; el 15 por autorización u homologación de medios
materiales o técnicos; el 17 por la emisión, renovación o reposición de cada credencial; el
18, la de aptitud técnica; el 19, por certificación o informe de registro; el 22, por alta de
objetivos y el 27 por alta de unidad automotriz.

De su lectura surge con claridad que de lo que se trata es del franqueo que debe abonarse
por distintos trámites que conforman la habilitación para funcionar por parte de las
empresas prestadoras del servicio de seguridad privada, enmarcándose así en lo establecido
por el art. 44 de la ley 12.297 que estipula que el Poder Ejecutivo fijará la tasa que por
habilitación deberán abonar las empresas de seguridad privada como contraprestación por
el servicio que se presta en pos de garantizar la regularidad y el cumplimiento de la correcta
prestación del servicio de esas empresas.

IV.5. El agravio vinculado al régimen sancionatorio (multas) consagrado por el decreto


1.897/02 y, puntualmente lo relativo al carácter confiscatorio de las multas, su
desproporción y exceso de punción alegados por las accionantes, no puede prosperar.

Este Tribunal ha expresado anteriormente que el carácter voluntario de la infracción


sumado a su conocimiento previo por parte del afectado, impiden invocar respecto de las
multas las consideraciones jurisprudenciales efectuadas al declarar la confiscatoriedad en
otras materias (CSJN, Fallos: 192:418), en tanto se encuentran sometidas a principios
propios que responden al carácter ejemplificador indispensable para lograr el acatamiento
de las leyes, ajeno al concepto de proporcionalidad con el daño sufrido (Fallos, t. 117-366;
causas B. 49.725, "Ghiggeri", sent. de 10-XI-1987 y B. 51.683, "Cebitronic", sent. de 3-III-
1998).

Para más, advierto que en orden a la impugnación al régimen de sanciones que consagra el
decreto en crisis, las accionantes no acreditan un agravio concreto y actual, circunstancia
que sella la suerte adversa de su cuestionamiento.

Además, es doctrina de este Tribunal que este recaudo, con relación a la impugnación de
sanciones, no puede tenerse por cumplido si las actoras ni siquiera han alegado que ellas les
hayan sido impuestas (conf. doctr. causa A. 70.852 "Nidera", sent. de 24-V-2016).

IV.6. Tampoco advierto que en la especie se configuren agravios concretos y actuales


respecto a las objeciones que plantean las accionantes vinculadas a los siguientes extremos:

a. Formalidades exigidas en el art. 26 de la ley 12.297 y su reglamentación para el


perfeccionamiento de los contratos que celebren las empresas prestadoras del servicio de
seguridad privada;

b. Obligación de rendir el examen final de la capacitación en la Escuela de Policía "Juan


Vucetich";

c. Las empresas de seguridad privada deben constituirse conforme las figuras societarias
contempladas en la ley de sociedades comerciales y debe poseer un objeto social único;

d. Prohibición de que el titular de la empresa sea una persona individual;

e. Los socios directores, miembros de los órganos de fiscalización, gerentes y apoderados


de las aludidas empresas deben ser de nacionalidad argentina y no deben haberse
beneficiado con las leyes 23.492 o 23.521 ni haber sido indultados por hechos que
constituyan violación a los derechos humanos;

f. La prohibición de que estas organizaciones comerciales posean más de mil personas;


g. Limitaciones al calibre de las armas que pueden utilizar.

Las accionantes no demuestran encontrarse en las situaciones de las que se agravian, esto
es, no estar regularmente constituida como una sociedad comercial, que el titular de la
empresa sea una persona individual; que los directivos de las empresas sean extranjeros;
que las empresas accionantes no tengan un único objeto societario; y/o que sus integrantes
o los de los de CAESI se hayan beneficiado con las leyes 23.492 o 23.521 o fueren
indultados por hechos que constituyan violación a los derechos humanos.

Tampoco acreditan de qué modo las perjudican las disposiciones que establecen exigencias
respecto a los contratos que celebren o al calibre de las armas que pueden utilizar.

La sola invocación de una supuesta afectación de derechos y/o intereses no resulta


suficiente para la procedencia del agravio, toda vez que las accionantes omiten indicar
detallada y precisamente de qué modo las normas que impugnan les generan los supuestos
perjuicios que predican.

"Las simples expectativas o los eventuales y futuros derechos o perjuicios, que puedan
llegar a existir si sucede algún hecho incierto, no otorgan interés serio y actual para su
declaración judicial, puesto que no se hallan objetivamente tutelados [...] No existe, pues,
interés serio y actual si tanto el hecho del que puede originarse el derecho y la obligación,
como estos mismos en el caso de que aquél suceda, son eventuales o inciertos, o si se trata
de simples expectativas que el derecho objetivo no tutela" (Devis Echandía; Teoría
General del Proceso, pág. 247 y sigs., Editorial Universidad, 3ª ed., Bs. As., 2002; causas I.
2.284, "Aguas Argentinas" y B. 65.257, "Aguas Argentinas S.A.", sents. de 21-XII-2011).

Es doctrina invariable de esta Corte que los jueces solo están en condiciones de
pronunciarse sobre el contenido de la relación procesal mientras exista un real interés del
accionante (doctr. causas B. 57.233, "Empresa Abel y Marcial García S.S.", sent. de 12-X-
2005; A. 68.097, "Jiménez Herwig", sent. de 13-XII-2006; mi voto en causa I. 2.206,
"Federación de Clínicas", sent. de 3-IV-2008 y sus citas; B. 64.673, "Sindicato de
empleados y obreros de comercio y afines de Bragado", sent. de 1-IX-2010). De tal modo,
no acreditado por la parte accionante el agravio particular y concreto que le generan las
disposiciones cuestionadas, corresponde el rechazo de la impugnación.

V. Por los fundamentos expuestos, juzgo que la demanda debe ser rechazada.

Voto por la negativa.

Costas por su orden (arts. 17 de la ley 2.961; 78 inc. 3, ley 12.008 -texto según ley
13.101-).

A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria, dijo:

Respecto de los embates a los decretos 1.897/02 y 1.273/03 cabe remitirse a lo decidido por
este Tribunal en las causas I. 2.201, "Search Seguridad S.A.", sent. de 22-VI-2016 e I.
2.202, "Organización Centauro S.A.", sent. de 27-IV-2016, en las que se desestimaron
análogos planteos a los aquí efectuados.

Por último, en punto al planteo de inconstitucionalidad de los arts. 5, 23, 24 inc. "c", 26 y
41 de la ley 12.297, adhiero a la solución y fundamentos propuestos por el ponente en el
punto IV.6. de su sufragio.

Con ese alcance, voto por la negativa.

Costas por su orden (arts. 17, ley 2.961 y 78 inc. 3, ley 12.008 -texto según ley 13.101-).

El señor Juez doctor Negri, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor Soria,
votó la segunda cuestión también por la negativa.

El señor Juez doctor de Lázzari, por los fundamentos expuestos por el señor Juez doctor
Pettigiani, votó la segunda cuestión también por la negativa.

Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente

SENTENCIA

Por las razones expuestas en el acuerdo que antecede, se rechaza la demanda interpuesta.

Costas por su orden (arts. 17, ley 2.961 y 78 inc. 3, ley 12.008 -texto según ley 13.101-).

Por su actuación profesional en autos, regúlanse los honorarios de los letrados apoderados y
patrocinante de la parte actora, doctores Ana María Bezzi, Pamela Pittatore y Pascual
Caiella en las sumas de … ($...), … ($...) y … pesos ($...), respectivamente (arts. 1, 9, 10,
12, 13, 14, 15, 16, 21, 26 segunda parte, 28 inc. "a", 44 inc. "a" y 54, dec. ley 8.904/77),
cantidad a la que deberá adicionarse el 10% (art. 16, ley 6.716 -t.o. decreto 4.771/96 y sus
modificatorias-; cfr. doctrina causa I. 73.016, "Morcillo", res. de 8-XI-2017 y Acuerdo
3871/17) y el porcentaje que corresponda según la condición tributaria de la mencionada
profesional frente al Impuesto al Valor Agregado.

Regístrese y notifíquese.

  

      EDUARDO JULIO PETTIGIANI

 
HECTOR NEGRI        EDUARDO NESTOR DE LAZZARI

       DANIEL FERNANDO SORIA

                      JUAN JOSE MARTIARENA

                           Secretario

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