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EXP.

Nº AP31-V-2021-000104

Ciudadano:
JUEZ SÈPTIMO (07°) DE MUNICIPIO ORDINARIO Y EJECUTOR DE MEDIDAS
DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ÁREA METROPOLITANA DE
CARACAS
Su Despacho.-

Quien suscribe, , FRANCISCO SERRA BALZA, abogado en ejercicio,


debidamente inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el Nro.
265.434, siendo apoderado judicial de la ciudadana MIREYA BIONDI PADRON,
venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° V.-5.307.757, en
la presente demanda por desalojo en el presente procedimiento, representación
que consta mediante poder APUD ACTA el cual fue certificado por el secretario de
éste tribunal ante la taquilla de la Unidad de Recepción y Distribución de
Documentos (U.R.D.D.), en fecha 23 de Julio de 2021, siendo la oportunidad para
dar a conocer a su competente autoridad, y de acuerdo a lo que se estipula en el
art.341 de nuestro Código de Procedimiento Civil, comparezco ante Usted y lo
hago en los siguientes términos.:

PUNTO PREVIO

En fecha once (11) de mayo de 2021 éste digno tribunal recibe el libelo de
demanda por Desalojo, constante de ocho (8) folios útiles y anexos constantes de
ciento quince (115) folios útiles , presentada por el abogado de la parte accionante,
el abogado William Martínez, debidamente inscrito en el Instituto de Previsión
Social del Abogado (I.P.S.A.), bajo el Nro. 26.208, en su Carácter de Apoderado
Judicial de la Ciudadana CLARA MARIA ROJAS RIVERO, titular de la Cédula
de identidad Nº V-3.813.187, en contra de mi auspiciada, la ciudadana Mireya
Biondi Padrón, supra identificada y quien en el presente se muestra como parte
demandada; consignando en el mismo acto las documentales de prueba que
sustentan la pretensión. Siendo admitida la misma por éste tribunal mediante auto
de fecha trece (13) de mayo de 2021 asignando como asunto AP31-V-2021-
000104 , con boleta de notificación emitida en fecha veintiocho (28) de mayo de
2021 a mi representada, siendo efectiva la notificación de esta, según consta en
autos. Ahora bien, según se evidencia en la copia del contrato de arrendamiento
del apartamento sobre el cual se versa la controversia presentada por la parte
accionante, contrato el cual ratificamos valido, se observa que el mencionado
contrato privado de arrendamiento es suscrito hacia mi poderdante MIREYA
BIONDI Y PEDRO GARCIA quien es mayor de edad, de este domicilio y titular de
las cédula de identidad Nro. V-5.307.757 la primera y por el ciudadano PEDRO
GARCÍA, titular de la cédula de identidad Nro. V-5.310.829 donde ambos aceptan
los deberes y derechos como arrendatarios del mismo. Es evidente que existe un
litisconsorcio necesario sobre este, el cual se vulneró la cualidad del Ciudadano
PEDRO GARCIA antes identificado, por lo que existe una falta de cualidad ad
causam de la parte demandada, donde solo aparece como demandada solo a una
de las partes, lo que constituye una violación al debido proceso y el derecho a la
defensa constitucionales como se evidencia en el expediente. Por lo que solicito,
sea repuesta la causa al acto de admisión como según lo establece el Artículo
341 de nuestro Código de Procedimiento Civil, y la misma sea declarada como
demanda infundada inadmisible.

Para soportar lo antes expresado, deseo traer a colación al doctrinario autor Luis
Loreto, quien afirma que:

“(…)tendrá cualidad activa para mantener un juicio, toda persona que se afirme
titular de un interés jurídico propio y tendrá cualidad pasiva, toda persona contra
quien se afirme la existencia de ese interés. Así, la cualidad no es otra cosa que
la relación de identidad lógica entre la persona del actor, concretamente
considerada, y la persona abstracta a quien la ley concede la acción o la persona
contra quien se concede y contra quien se ejercita en tal manera (…).” (Loreto,
Luis, Ensayos Jurídicos, “Contribución al Estudio de la Excepción de
Inadmisibilidad por Falta de Cualidad”, Fundación R.G.. Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas 1987).

Según J.A.F.: “(…) La cualidad es la concatenación lógica que debe existir, activa
y pasivamente, entre la pretensión procesal y la titularidad del Derecho material
cuya aplicación se persigue con la demanda.

La cualidad, entonces, es la idoneidad, activa o pasiva, de una persona para actuar


válidamente en juicio, condición que debe ser suficiente que permita al juez
declarar el mérito de la causa, a favor o en contra. Vale decir, la cualidad es la que
establece una identidad entre la persona del demandante y aquel a quien la ley le
otorga el derecho de ejercer la acción, esta es la cualidad activa; la cualidad
pasiva, es la identidad entre el demandado y aquel contra la ley da la acción.

La falta de esa condición en cualquiera de las partes, conlleva a que el juez no


pueda emitir su pronunciamiento de fondo, pues ello acarrea un vicio en el derecho
a discutirse. Entonces, la falta de cualidad ad causam, debe entenderse como
carencia de suficiencia de la persona para actuar en juicio como titular de la acción,
en su aspecto activo o pasivo que se produce cuando el litigante no posee la
condición para que pueda ejercerse, contra él, la acción que la ley otorga.”

Sobre el asunto de la cualidad para intentar una demanda de la especie, la Sala


Constitucional de este M.T. ha establecido, en sentencia N° 2052 de fecha 27 de
noviembre de 2006, Exp. N° 06-1259, en la solicitud de Revisión propuesta por
H.E.A.B., ante la referida Sala, de la sentencia que pronunció la Sala de Casación
Civil del Tribunal Supremo de Justicia en fecha 29 de marzo de 2006, lo siguiente:

“(…)Ahora bien, en supuestos como el de autos, el Tribunal Supremo de Justicia


ha analizado y establecido que, los jueces al evidenciar la ausencia (falta de
cualidad) de este presupuesto procesal, constituye un vicio que conculca al orden
público y, por tanto, debe ser atendido y subsanado de oficio por los juzgadores
(…)”

Es por tanto que para el presente caso debe aplicarse la jurisprudencia emanada
de la Sala de Casación Civil, que consagra tal posibilidad de que el juez, por
tratarse de una formalidad esencial, deba declarar de oficio la falta de cualidad, tal
y como se evidencia, entre otras, de la sentencia N° 638, del 16 de diciembre de
2010, expediente. N° 10-203, y de sentencia N° 258, de fecha 20 de junio de 2011,
expediente N° 2010-400, caso I.M.G., contra “La Empresa Campesina” Centro
Agrario Montañas Verdes, mediante la cual se reiteró:

“(…)Por otra parte, cabe señalar que la legitimatio ad causam es uno de los
elementos que integran los presupuestos de la pretensión, entendidos éstos como
los requisitos para que el sentenciador pueda resolver si el demandante tiene el
derecho a lo pretendido, y el demandado la obligación que se le trata de imputar
(…)”

H.D.E., en su Tratado de Derecho Procesal Civil, Tomo I. Editorial Temis. Bogotá.


1961. Pág. 489, define en los siguientes términos el significado de la legitimación
a la causa:

“(…)Al estudiar este tema se trata de saber cuándo el demandante tiene derecho
a que se resuelva sobre las determinadas pretensiones contenidas en la
demanda y cuándo el demandado es la persona frente a la cual debe
pronunciarse esa decisión, y si demandante y demandado son las únicas
personas que deben estar presentes en el juicio para que la discusión sobre
la existencia del derecho material o relación jurídica material pueda ser
resuelta, o si, por el contrario, existen otras que no figuran como
demandantes ni demandados (…)” (Resaltado nuestro)

Se trata pues, de una valoración que debe realizar el sentenciador sobre la


pretensión, para poder proveer sobre la petición en ella contenida. Así, señala el
autor antes citado:

“(…) Como se ve, la legitimación es, en realidad, un presupuesto de la pretensión


contenida en la demanda, entendiendo el concepto en su verdadero sentido; es
decir, que sea procedente la sentencia de fondo. Forma parte de la
fundamentación de la demanda en sentido general, pero si falta es más apropiado
decir que ésta es improcedente, porque así se da mejor idea de la situación
jurídica que se presenta; no procede entonces resolver sobre la existencia del
derecho o relación jurídica material, y el juez debe limitarse a declarar que está
inhibido para hacerlo. Y se debe hablar de demanda infundada, cuando no se
prueba el derecho material alegado o cuando aparezca una excepción perentoria
que lo desvirtúe o extinga (…)”

(Vid. H.D.E.. Tratado de Derecho Procesal Civil. Tomo I. Editorial T.1. pág. 539)’

De igual modo, el insigne Maestro L.L., nos indica en su conocida obra “Ensayos
Jurídicos. Contribución al estudio de la excepción de la inadmisibilidad por falta
de cualidad” que:

“(…) La demanda judicial pone siempre en presencia del órgano jurisdiccional


dos partes y nada más que dos: la actora y la demandada (Principio de
bilateralidad de las partes). Con el tribunal, ellas constituyen los sujetos de la
relación procesal. Es de importancia práctica capital determinar con precisión
quiénes han de integrar legítimamente la relación procesal. Desde el punto de
vista del actor y del demandado, el criterio que fija esa determinación es el que
deriva de la noción de cualidad… Cuando se pregunta: ¿quién tiene cualidad
para intentar y sostener un juicio determinado?, se plantea la cuestión práctica
de saber qué sujetos de derecho pueden y deben figurar en la relación procesal
como partes actora y demandada. La teoría procesal sobre la cualidad tiene por
contenido y finalidad resolver el problema fundamental que consiste en saber
quiénes son, en un proceso, las partes legítimas (…)”.

Es por tanto que, la legitimación a la causa alude a quién tiene derecho, por
determinación de la ley para que, en condición de demandante, se resuelva sobre
su pretensión, y si el demandado es la persona frente a la cual debe sentenciarse.
En palabras del eminente procesalista J.G.:
“(…) Es la consideración especial en que tiene la ley, dentro de cada proceso, a
las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del litigio, y
en virtud de la cual exige, para que la pretensión procesal pueda ser examinada
en cuanto al fondo, que sean dichas personas las que figuren como partes en tal
proceso (…)”

(Vid. J.G., Derecho Procesal Civil. Instituto de Estudios Políticos. Gráficas


González. Madrid. 1961. pág. 193).

De allí que, la falta de cualidad o legitimación ad causam (a la causa) es una


institución procesal que representa una formalidad esencial para la consecución
de la justicia (Vid. Sentencia de la Sala Constitucional N° 1930 del 14 de julio de
2003, expediente N° 02-1597, caso: P.M.J.), por estar estrechamente vinculada a
los derechos constitucionales de acción, a la tutela judicial efectiva y defensa,
materia ésta de orden público que debe ser atendida y subsanada incluso de oficio
por los jueces. (Vid. Sentencia de la Sala Constitucional N° 3592 del 6 de diciembre
de 2005, expediente N° 04-2584, caso: C.E.T.A. y otros, ratificada en sentencias
números 1193 del 22 de julio de 2008, expediente N° 07-0588, caso: R.C.R. y otros
y 440 del 28 de abril de 2009, expediente N° 07-1674, caso: A.A.J. y otros).

De lo anterior se desprende que la falta de legitimatio ad causam o cualidad, trae


consigo un vicio en el derecho de acción que imposibilita al juez conocer el mérito
del asunto debatido, por lo que, aun cuando no haya sido alegada, el juez ante
dicha situación está obligado a declararla de oficio y como consecuencia, la
inadmisibilidad de la demanda. (Resaltado añadido).

La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, se ha pronunciado en


este mismo sentido y así se colige de la sentencia N° 440, de fecha 28 de abril de
2009, expediente N° 07-1674 en el amparo constitucional interpuesto por A.A.J.,
F.J.J. y G.G.C.J. contra la decisión que dictó el Juzgado Quinto de Primera
Instancia Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
metropolitana de Caracas el 13 de junio de 2007, donde se estableció:

“(…) En virtud a la estrecha vinculación que existe entre la cualidad o legitimación


a la causa y los derechos constitucionales a la acción, defensa y jurisdicción, esta
Sala Constitucional ha sostenido que la falta de este presupuesto procesal de la
sentencia de mérito constituye un vicio que conculca al orden público y, por tanto,
debe ser atendido y subsanado de oficio por los juzgadores. Así, a ese respecto,
ha sostenido lo siguiente:
La cualidad o legitimación a la causa ha sido, desde hace mucho tiempo, objeto
de diversos estudios por parte de los más reconocidos estudiosos del Derecho
Procesal, de donde surgió la brillante tesis del ilustre y reconocido jurista L.L.
“Contribución al estudio de la excepción de inadmisibilidad por falta de cualidad”,
quien precisó la cualidad como la pura afirmación de la titularidad de un interés
jurídico por parte de quien lo pretende hace valer jurisdiccionalmente en su propio
nombre (cualidad activa) y como la sola afirmación de la existencia de dicho interés
contra quien se pretende hacerlo valer (cualidad pasiva), sin que sea necesaria,
para la sola determinación de la existencia o no de la legitimación, la verificación
de la efectiva titularidad del derecho subjetivo que se pretende hacer valer en
juicio, por cuanto ello es una cuestión de fondo que debe resolverse, precisamente,
luego de la determinación de la existencia de la cualidad, es decir, que la
legitimación ad causam constituye un presupuesto procesal del acto jurisdiccional
que resuelva el fondo o mérito de lo debatido, sin que ello desdiga de la vinculación
evidente con el derecho de acción, de acceso a los órganos de administración de
justicia o jurisdicción y, por tanto, con una clara fundamentación constitucional.

Tal vinculación estrecha de la cualidad a la causa con respecto al derecho


constitucional a la jurisdicción obliga al órgano de administración de justicia, en
resguardo al orden público y a la propia constitución (ex artículo 11 del Código de
Procedimiento Civil), a la declaración, aun de oficio, de la falta de cualidad a la
causa, pues, de lo contrario, se permitiría que pretensiones contrarias a la ley
tuviesen una indebida tutela jurídica en desmedro de todo el ordenamiento jurídico,
lo que pudiese producir lo contrario al objeto del Derecho mismo, como lo es evitar
el caos social (…)”

A favor de lo antes dicho, cabe lo que fue afirmado por el Magistrado Jesús
Eduardo Cabrera, en exposición que hizo sobre la confesión ficta:

“(...) me vengo planteando hace años, que el demandado sin necesidad de haberlo
expuesto en su contestación, si no contestó la demanda, siempre podrá alegar y
probar en cualquier etapa del proceso la falta de acción. Resuelto que la
jurisprudencia se mueve por la acción, y si no hay acción no puede haber
sentencia. No es que estemos discutiendo el fondo del asunto, sino que es
totalmente absurdo que el juez esté decidiendo un caso cuando él no podía
haberlo resuelto porque había perdido la jurisdicción sobre él, ya que la acción no
existe, si no hay interés, si no hay cualidad, si hay caducidad legal y menos, si hay
prohibición de la ley de admitirla...omissis (...)”

(CABRERA, J.E.L.C.F. en revista de derecho probatorio. N.° 12 pp. 35 y 36).


Más adelante, en el mismo trabajo, dicho autor afirmó:

“(...) ¿Cuándo es contraria a derecho una petición? Indudablemente, cuando no


existe acción (...). Cuando la acción está prohibida por la Ley, estamos en la misma
situación. Sentencias de la Casación del 18/11/64 y del 16/09/64, señalaron que si
la acción está prohibida por la ley la demanda es contraria. Pero si la acción está
prohibida por la ley, no hay acción, no es que es contraria a derecho, sino que
simplemente no hay acción (...).

(...) Se ha venido planteando ¿qué sucede si la demanda es contraria al orden


público? Según el artículo 341 del Código de Procedimiento Civil, esa demanda
era inadmisible. Pero fue admitida. Llegamos a la sentencia definitiva y allí el juez
está convencido de que la demanda es contraria al orden público, y toda demanda
que es contraria al orden público también es contraria a derecho. (ibídem pp. 47 y
48) (…)”

Por otro lado, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, cuando


reconoce el derecho de acceso a la jurisdicción (artículo 26), dispone que:

“Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia


para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la
tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.

El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,


transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones.”

El derecho constitucional de acción, además de que es uno solo, es general y


abstracto, pues está dirigido a toda persona para la defensa de sus propios
derechos e intereses, y se concreta mediante la infinidad de pretensiones que son
establecidas legalmente, que se propongan para hacerlas valer ante la jurisdicción.
Es por ello que L.L. sostuvo que la cualidad “expresa una relación de identidad
lógica entre la persona del actor, concretamente considerada, y la persona
abstracta a quien la ley concede la acción; y de identidad lógica entre la persona
del demandado, concretamente considerada, y la persona abstracta contra quien
la ley concede la acción. (op.cit.).

Desde luego que quien afirme la titularidad de un derecho o interés jurídico deberá
demostrarlo, durante el proceso (cuestión de mérito o fondo del asunto debatido),
lo cual escapa al estudio de la legitimación a la causa (ad causam) que, en este
instante, ocupa la atención de esta Sala, pues, como se observa, el texto
constitucional se refiere a la tutela de los propios derechos e intereses. No obstante
lo anterior, es importante la aclaración de que aún cuando la Constitución reconoce
el derecho de acción o acceso a la jurisdicción para la defensa de los derechos e
intereses propios, no es óbice para que el legislador ordinario, de forma
excepcional, conceda legitimación a la causa a quien no sea titular del derecho
subjetivo, para que lo haga valer jurisdiccionalmente en su propio interés. (s. S.C.
N.° 1193/08).”

Analizando lo antes expuesto a la luz de la doctrina y la jurisprudencia Patria y en


vista que no se ha seguido el debido proceso y el derecho a la defensa de todas
las partes que aparecen como arrendatarios (legitimados) de la peticionada
vivienda demandada, así, como al ser producto de una sucesión, según consta en
declaración sucesoral Nro. 171310, la cual aparece promocionada por la parte
accionante, donde aparecen tres (3) herederos Universales, legitimados todos con
el carácter de comuneros donde efectivamente existe un litisconsorcio activo,
según se desprende del certificado de solvencia de sucesión presentado con la
demanda, pero una de las comuneras como lo es la demandante CLARA MARIA
ROJAS RIVERO cédula de Identidad Nro. V-3.813.187 solicita la vivienda en
cuestión, no para sí misma, sino para su hija YOSELIN MARIA RODRIGUEZ,
venezolana, mayor de edad, titular de la cédula de identidad Nro. V-15.871.531 la
cual es también copropietaria del apartamento y mayor de edad, por lo que debía
ser ésta la que hiciera la solicitud a modo propio, por tener la capacidad para tal
acción. Como se evidencia en autos, no existe ningún instrumento poder para que
la ciudadana CLARA MARIA ROJAS RIVERO, parte accionante del presente,
actúe en juicio en representación de la comunera YOSELIN MARIA RODRIGUEZ
antes identificada, por lo que solicito ante su respetable investidura que sea
declarada inadmisible la presente demanda.

Es justicia en la ciudad de Caracas a la fecha de su consignación

Abg. Francisco Serra Balza


I.P.S.A. 265.434

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