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TEMA 72.

LA LITERATURA EN LENGUA CATALANA,


GALLEGA Y VASCA. OBRAS MÁS RELEVANTES Y
SITUACIÓN ACTUAL.
1. LA LITERATURA CATALANA.................................................................................1
1.1. La literatura catalana en la Edad Media.................................................................1
1.2. La decadencia.........................................................................................................2
1.3. La Renaixença y el modernisme.............................................................................3
1.4. El siglo XX.............................................................................................................3
2. La literatura gallega.......................................................................................................4
2.1. La lírica galaico-portuguesa...................................................................................4
2.2. El siglo XIX: el Rexurdimento...............................................................................5
2.3. El siglo XX.............................................................................................................6
3. La literatura vasca..........................................................................................................7
3.1. Introducción............................................................................................................7
3.2. El desarrollo histórico de la literatura vasca...........................................................8
Siglo XVI...................................................................................................................8
Siglo XVII..................................................................................................................8
Siglo XVIII.................................................................................................................8
Siglo XIX....................................................................................................................9

1. LA LITERATURA CATALANA

Establecer los inicios de una literatura no es una labor precisa; se considera que el
primer texto escrito conservado marca el arranque literario de una lengua. Pero no hay
que relegar la literatura de transmisión oral, aunque no se encuentre documentada. En el
caso catalán no se pone en duda la existencia de una expresión literaria de tradición oral
previa a los primeros documentos, aunque no se puede afirmar con rotundidad. Una
prueba de su existencia son los restos de antiguos poemas, especialmente de género
épico, que se encuentran prosificados en las crónicas.

A mediados del siglo XII se escribió la versión catalana del Forum iudicum, una
recopilación de leyes visigodas escrita originariamente en latín, en el siglo VIII. Una
cierta intención literaria –aunque es mucho mayor su valor filológico– se advierte en
otro de los textos que se citan como iniciadores de la literatura catalana: las Homilies
d’Organyà (Homilías de Orgaña), un sermonario de finales del siglo XII o principios
del XIII. Son unos apuntes en catalán con una finalidad práctica, la de servir de
recordatorio al sacerdote al pronunciar su sermón.

1.1. La literatura catalana en la Edad Media.


Hay un acontecimiento histórico que condiciona fuertemente la literatura catalana en
sus inicios: por vía matrimonial, Ramón Berenguer III recibe el condado de Provenza en
1113. La literatura en lengua provenzal se impone entre la aristocracia catalana; de
hecho, muchos de los principales poetas en lengua provenzal son catalanes (Guillem de
Berguedá, Cerverí de Girona, Ramon Vidal de Besalú). Los mayores logros de los
trovadores catalanes suelen situarse al margen del amor cortés, aunque utilizan los
tópicos provenzales.
En la segunda mitad del siglo XIII, la lengua catalana se muestra asentada y
madura en la obra de Ramon Llull, autor de más de doscientos libros de géneros
diversos (astronomía, poesía, teología, geometría...) y creador de una lengua literaria de
extraordinaria calidad. No sólo aporta textos narrativos y poéticos en lengua vernácula,
sino también –algo que era excepcional en la época, pues se solía escoger el latín para
estos menesteres– sus grandes tratados de filosofía y ciencia. Sus obras principales son
el Art Magna y el Arbre de la Ciencia, que recogen parte de su pensamiento; Libre de
contemplaciò, Libre d’amic e amat, Libre d’Evast e Blanquerna, Libre de Fèli (también
llamado Libre de meravelles), Libre de les bèsties, Lo desconhort, etc.
Contemporáneo de Llull es el valenciano Arnau de Vilanova, autor de obras
sobre teología y medicina. El hecho más destacado del período es el nacimiento de la
producción historiográfica en catalán con las llamadas “quatre grans cròniques”.
Constituyen un importante material de estudio no sólo histórico o sociológico, sino
también filológico y literario, ya que aportan datos sobre el estado de la lengua en los
siglos XIII y XIV y sobre textos perdidos que aquí se prosifican. Las cuatro crónicas
son el Llibre del Feyt (del rei En JaumeI), la Crónica de Bernat Desclot, la Crónica de
Ramón Muntaner y la Crónica de Pere el Cerimoniós.
Durante la segunda mitad del siglo XIV se registra un cambio en las estructuras
políticas y también en la cultura. Los planteamientos medievales comienzan a ceder a
favor de nuevas posturas más acordes con un humanismo que terminará por imponerse.
En este período destacan un buen número de obras en prosa destinadas a la clase media,
y 3 autores principales: Francesc Eiximenis (Lo Crestià), Bernat Metge (Lo somni) y
sant Vicenç Ferrer, con sus sermones en lengua vernácula.
La poesía, inicialmente expresada en lengua provenzal, va moldeando también el
catalán para la expresión lírica. A caballo de los siglos XIV y XV se vive una etapa de
influencia italiana, que se recoge en las obras de Andreu Febrer, Mercior de Gualbes y
Jordi de Sant Jordi. Con su producción se prepara la llegada de una gran figura de la
lírica catalana, Ausias March, poeta que abandona definitivamente la lengua de los
trovadores y halla una expresión personal, densa e introspectiva, que influirá
poderosamente en la poesía castellana del Siglo de Oro. Su obra está dividida
temáticamente en Cants d’amor, Cants de mort, Cant espiritual, Cants morals y Poesia
de circumstàncies. Otros importantes escritores de este periodo son el poeta Roiç de
Corella y Jaume Roig, autor de un largo texto, Lo Spill (o Llibre de les dones), que, a
pesar de estar escrito en verso, destaca por sus cualidades novelísticas, que anticipan en
parte los postulados de la novela picaresca.
La prosa narrativa del XV también acusa la influencia italiana. En la segunda
mitad del siglo aparecen dos novelas capitales para la literatura catalana, Curial e
Güelfa, anónima y Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell y Martí de Galba, que suelen
denominarse como de caballerías con una extraordinaria tendencia a la verosimilitud.
En ambas se refiere la iniciación de jóvenes caballeros.
Hay muy pocas muestras de teatro medieval catalán, y corresponden al ámbito
religioso. Algunas de estas formas dramáticas se instituyeron en el marco de algunas
fiestas de la Iglesia y aún hoy se representan (el Cant de la Sibil-la, de mediados del
XIII y el Misteri d’Elx, posterior, ya que su forma actual data del XVII).

1.2. La decadencia
Aunque no se abandona la escritura en catalán, hay un periodo, que se extiende
aproximadamente de 1500 a principios del siglo XIX, en el cual el panorama literario no
ofrece figuras descollantes ni obras de especial relevancia. Esta etapa de decadència –
como es conocida, algo peyorativamente– está en parte condicionada por circunstancias
políticas (aunque hasta 1714 el catalán sigue reconocido como lengua oficial; no se
prohíbe su aprendizaje en las escuelas hasta 1768). Hay un buen número de autores
relevantes, pero escriben en castellano: Guillén de Castro, Rey de Artieda, Timoneda...
Es importante destacar, no obstante, que la producción en catalán –si bien de
importancia menor– no se interrumpe.

1.3. La Renaixença y el modernisme.


Como punto de partida del resurgimiento de la literatura catalana se cita la
publicación del poema “A la pàtria”, de Bonaventura Carles Aribau, en 1833. Es muy
importante en este renacer la ideología romántica, que fomenta el interés por la tierra
propia, por las tradiciones, por la historia. Se retoman los Jocs Florals en 1859, primero
en Cataluña y poco después en Valencia y en Baleares. En esta primera etapa de
certámenes cabe destacar la obra de Rubió i Ors, Boix y Balaguer. Precisamente en los
juegos de 1877 obtiene el primer premio el poema épico L’Atlàntida, de Jacint
Verdaguer. Con sus siguientes obras (Canigó, Flors del calvari, Aires del Montseny), el
escritor consolida su dignificación el catalán como lengua literaria. En la narrativa es
trascendental para este empeño la producción de Narcís Oller, a quien muchos críticos
consideran el creador de la novela catalana moderna (La papallona, Pilar Prim,
L’escanyapobres, Vilaniu, La febre d’or). En el ámbito teatral, la figura más destacada
es Ángel Guimerá, creador de una nueva expresión dramática en catalán, como reflejan
Gala Placídia, Mar i cel, María Rosa y Terra baixa.
En los últimos años del siglo XIX, tanto en la literatura como en las artes
plásticas, surge una tendencia artística interesada en la decoración, la cerámica, la
naturaleza: el modernisme o decadentisme. En poesía es Joan Maragall la figura más
representativa. Su obra se caracteriza por su intimismo y por la intensa presencia de la
naturaleza. Está recogida en Poesies, Visions i cants, Les disperses, Enllà y Seqüències.
También hay que reseñar la obra de la llamada “escuela mallorquina”, con Costa i
Llobera y Alomar a la cabeza. La narrativa tiene como figuras principales a Rusiñol y
Casellas. Con L’auca del senyor Esteve del primero y Els sots feréstecs del segundo, la
novela catalana inicia una tendencia que se verá continuada magistralmente por Victor
Cátala, Joaquim Ruyra o Pere Corominas.

1.4. El siglo XX.


En 1906, Eugeni d’Ors propone la denominación de noucentisme para designar
una tendencia artística que propone la ruptura con las formas expresivas del siglo
anterior. En el mismo año, Prat de la Riba publica su manifiesto sobre la nacionalidad
catalana, y al año siguiente se crea el Institut d’Estudis Catalans, de capital importancia
normativa –por la fijación de criterios ortográficos– y lexicográficos; su principal
valedor es Pompeu Fabra. En la poesía de este periodo destacan Joseph Carner, por su
expresión elegante y trabajada (Nabí, Els fruits saborosos), Carles Riba, denso y
refinado (Estances, Del joc i del foc) y Guerau de Liost (Muntanya d’amatistes).
Posteriormente, las tendencias vanguardistas se introdujeron con rapidez en Cataluña.
Los más importantes poetas de este movimiento son Salvat-Papasseit, J.V. Foie y Joan
Oliver, Pere Quart.
En la prosa del momento se advierten influencias de la novela psicológica, de
Proust y de Joyce, como se aprecia en las obras de Puig i Ferrater, Soldevila, Arbó y
Villalonga. Este último está considerado como una de las máximas figuras de la novela
catalana, por su ironía y su excelente prosa (Mort de dama, Bearn). A partir de 1920
comienza a publicar Josep Pla, otra gran figura de las letras catalanas, cultivador de
todos los géneros con un estilo vivaz, agudo e irónico, como se observa en Nocturn de
primavera o El quadern gris. En el teatro también es notable la influencia europea. En
la corriente modernista se inscriben Rusiñol, Gual e Iglesias. Por otro lado, hay que
considerar a Josep María de Sagarra como autor de grandes públicos.
La Guerra Civil supone un fuerte golpe para la cultura catalana, sometida a
prohibición y censura. El exilio será destino obligado para muchos escritores. En este
contexto surge una corriente de realismo comprometido con su época. La obra más
representativa es La pell de brau, de S. Espriu. En la poesía catalana de esta época hay
que mencionar también a Bartra, Vinyoli, Torres, Oliver o Estellés; Brossa y Ferrater
destacan por su fuerte voluntad de renovación. Es obligado citar a Gimferrer, poeta
personal, preciosista y exquisito.
En la narrativa tiene un lugar eminente Mercè Rodoreda. La plaça del Diamant,
hermosísima novela, es quizá la más conocida de su producción. M. A. Capmany, M. de
Pedrolo, J. Perucho, J. Sales o P. Calders son eminentes narradores de esta misma
época. En teatro cabe hablar de un extraordinario auge en la segunda mitad del XX, con
autores como el mismo Espriu, Pedrolo, Teixidor y Benet y Jornet.
Actualmente, la literatura catalana cuenta con brillantísimos escritores, que
conforman un panorama de excelente calidad: C. Riera, T. Moix, M. Roig, Q. Monzó,
S. Pàmies, I.C. Simó...

2. La literatura gallega.
Como en la mayoría de las lenguas románicas, las primeras manifestaciones de
la literatura gallega están escritas en verso. Forman parte de lo que se conoce como
lírica galaicoportuguesa, una poesía de carácter culto conservada en cancioneiros. Este
periodo de gloria se extiende desde principios del siglo XIII hasta mediados del XIV.
Por estas fechas se inicia el abandono de esta expresión lírica a favor de una poesía de
influencia castellana e italiana. Con el siglo XV llega una época oscura que relega el
gallego al ámbito de lo familiar; sólo pervive la expresión literaria oral: canciones
populares de Navidad y Reyes (panxoliñas, nadales, reises), romances sobre la vida del
campo (cantos de vendimia o de esfollada) o sobre el ciclo estacional (maios), y cuentos
populares. Con el siglo XIX se iniciará un profundo cambio, que forzosamente ha de
comenzar con la recuperación de la lengua gallega para la expresión literaria: es el
llamado Rexurdimento, un activo y fecundo resurgimiento de la literatura gallega. Nace
como consecuencia del interés romántico por las culturas regionales. La evolución de
las letras gallegas a partir de esta etapa puede parangonarse con la del resto de las
literaturas peninsulares.

2.1. La lírica galaico-portuguesa.


La denominación de galaicoportuguesa obedece a razones lingüísticas, más que
geográficas o políticas. Este territorio lingüístico abarcaba la actual Galicia y casi todo
Portugal. La lengua común es el aglutinante de esta lírica, pero se trata de una lengua
culta, que no refleja con exactitud la que se hablaba en la época. Durante siglos esta
lengua fue el vehículo de expresión empleado no sólo en la corte de los reyes
portugueses, sino también de los castellanos, hecho del que dan cuenta las Cantigas de
Santa María, de Alfonso X el Sabio. El corpus lírico de esta escuela está formado
fundamentalmente por 4 tipos de composiciones:
 En las cantigas de amor el poeta interpela a su dama, con una notable
influencia de la poesía trovadoresca del siglo XII. En ellas alientan los
postulados del amor cortés, así como formas métricas y léxico de
influencia provenzal. Es un lirismo que se expresa en masculino y da una
queja de amor. El poeta retrata un sentimiento trágico, sin posibilidad de
consumación, dada la inaccesibilidad de la dama.
 Las cantigas de amigo son de carácter femenino: una voz de mujer sufre
por la ausencia de su enamorado. El poeta se transfigura emocionalmente
y escoge como confidentes a otras mujeres de su entorno (en estos
rasgos, las cantigas de amgo se aproximan temática y estéticamente a las
jarchas). Un rasgo distintivo de este tipo de cantigas es el papel de la
naturaleza como un entorno el que la voz poética se proyecta y con el
que se identifica anímicamente. El nivel de lengua es más popular en este
tipo de composiciones, y su estructura responde a unos patrones estables
de pocas estrofas, que repiten el mismo tema con versos iguales, salvo
ligeras variaciones. Es el recurso del paralelismo, que produce un efecto
inmovilista en la progresión temática. De este modo, el tema de la
ausencia se fija en el lector con gran intensidad poética.
 Las cantigas de burlas, más festivas, tienen carácter satírico. Pueden
distinguirse dos tipos: las de escarnio y las de maldecir. En las primeras,
la sátira se representa veladamente, recurriendo a dobles sentidos,
eufemismos e ironía. En las segundas, los ataques son directos y el
lenguaje, claro y lacerante.
 Las cantigas religiosas constituyen una suerte de subcorpus cancioneril
formado por las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio,
probablemente escritas en gallego por la sólida tradición poética de esta
lengua y por su musicalidad, apta para la expresión lírica.

Los principales mentores de esta tradición poética son trovadores, generalmente


agrupados en torno a un mecenas, en buena medida influidos por los poetas
provenzales. Los más importantes son Airas Nunes, Meendiño, Pero Meogo, Paio
Gómez Chariño, Martín Codax y Bernardo de Bonaval, entre otros.
Las composiciones galaicoportuguesas están recogidas en Cancioneiros. Los
más importantes de los profanos son el de Ajuda, recopilación de finales del siglo XIII
constituida en su mayor parte por cantigas de amor, el de Colocci-Brancuti,
extraordinariamente importante porque contiene un Arte de trovar, y el Cancioneiro da
Vaticana, copia del XVI de una compilación portuguesa del siglo XIV. Finalmente, del
Cancioneiro religioso de Alfonso X se conservan 4 manuscritos, con expresión musical
y delicadamente miniados.
Este tipo de expresión lírica se puede considerar extinguido a mediados del XV,
en que se inician unos siglos oscuros para la literatura gallega, afectada por el proceso
de castellanización del pueblo. Hasta el XIX no se puede volver a hablar de una
verdadera expresión literaria en gallego.

2.2. El siglo XIX: el Rexurdimento.


El momento de este resurgir se sitúa entre 1863 y 1890, años en que se dan a
conocer las obras de Rosalía de Castro, Eduardo Pondal y Manuel Curros Enríquez,
principales activadores de este renacimiento literario gallego. La represión intelectual y
el aislamiento, la pobreza que fuerza a la emigración, la conciencia de abandono, son
algunos de los factores sociopolíticos que condicionan el resurgimiento de la literatura
en gallego. En este marco nacen la poesía de denuncia, el costumbrismo que reivindica
la búsqueda de raíces gallegas, la saudade que impregna gran parte de la producción
literaria, etc
El primer texto lírico en gallego es del poeta prerromántico, Nicomedes Pastor
Díaz: A alborada. Se inicia entonces una corriente galleguista que abrirá el camino
literario hacia el pleno Rexurdimento. La primera publicación conjunta de todos estos
escritores tiene lugar tras los Juegos Florales de 1861, con poemas en gallego y en
castellano. Manuel Murguía es uno de los principales instigadores de este despertar
literario. Con su obra Los precursores da a conocer la producción de Añón, Pintos
Villar, Rosalía de Castro (su esposa), Sánchez Deus y tantos otros. Las obras poéticas
más representativas de este periodo son Follas novas, de Rosalía; Aires da miña terra,
de Curros Enríquez, y Queixumes dos pinos, de Pondal.
La prosa literaria en el Rexurdimento no está muy ampliamente representada. Es
un periodo literario en el que el género por excelencia es la poesía. No obstante, es
destacable la importancia de dos obras: Catecismo do labrego, de fray Marcos da
Portela, y Maxina, ou a filla espúrea, de Marcial Valladares.

2.3. El siglo XX.


No será hasta 1920 cuando se produzca el verdadero arranque de nuevas
manifestaciones literarias, como la poesía de vanguardia o el neotrovadorismo. En los
años precedentes, la creación de las Irmandades da Fala generó un intenso afán de
divulgar la cultura gallega a través de los géneros literarios populares.
En la poesía gallega de los inicios del XX comienza a despuntar un modernismo
de corte intimista y temática celta. Noriega Varela y Cabanillas son sus principales
cultivadores. El vanguardismo de los años veinte tiene en Manuel Antonio su
representante más destacado. De catro a catro es una obra de versos libres y bellas
imágenes ilógicas, teñidas de emoción personal.
Paralelamente se desarrolla el neotrovadorismo, un retorno a los cancioneros
medievales en cuanto al tono y a los motivos poéticos, cuyos principales cultivadores
son Bouza Brey y Cunqueiro. Un caso especial es el de Luis Pimentel, autor de una obra
personalísima e inclasificable, honda e intensa, de léxico cuidado y aparente sencillez.
Su libro más destacado es Sombra do aire na herba.
La prosa conoce un activo desarrollo a partir de 1920. Es el año en que se funda
la revista Nos, vehículo importantísimo para la difusión de la lengua y la cultura
gallegas. Tres grandes prosistas encabezan la llamada generación Nos: Risco, Otero
Pedrayo y Castelao. A partir de un cosmopolitismo inicial, su producción evoluciona
hacia un galleguismo de aspiración universal. La obra de Risco destaca por sus
aportaciones satíricas a costumbrismo. Su obra principal es O porco de pé. En la
producción de Ramón Otero Pedrayo tienen cabida todos los géneros, y en la narrativa
alcanza verdadera maestría. Castelao es la figura máxima de la prosa gallega. Fue un
espléndido dibujante, un extraordinario narrador y también el autor de la obra cumbre
del teatro gallego, Os vellos no deben de namorarse. Castelao posee un extraordinario
sentido de la lengua, un estilo rico y trabajado y una sagaz mirada crítica.
La guerra y la posguerra tienen una fuerte repercusión para la literatura gallega.
La censura es muy rígida con las literaturas peninsulares no castellanas. Esta enorme
presión social empuja a los escritores gallegos al exilio o al silencio literario. La primera
vía, el destierro, se dirigió fundamentalmente hacia América, en especial hacia
Argentina. Los que permanecen en la Península se ven obligados a expresarse en
castellano para seguir publicando. Esta ruptura propicia un absoluto silencio de la
producción en gallego hasta 1947.
En la década de los 50, lentamente, la literatura gallega va recuperando su
antigua posición. En el exilio destaca una corriente de poesía política cultivada
principalmente por Luis Seoane, autor de Fardel d’eisiliado. En los 50 y 60, la poesía
pasa del existencialismo de la Escola da Tebra a la inquietud social. Una fecha clave en
este sentido es 1962, año de publicación de Longa noite de pedra, de Celso Emilio
Ferreiro, quizá el poeta más representativo de la lírica gallega del XX. En su obra trata
los problemas seculares del pueblo gallego: la miseria, que empuja a dejar la tierra, y el
desarraigo.
La narrativa de posguerra está constituida fundamentalmente por narraciones
cortas. Es difícil establecer agrupaciones generacionales o estilísticas. Quizá se puede
hablar de una corriente de realismo social, impulsada por la obra de Neira Vila y Blanco
Amor, y de otra que recrea la Galicia mágica, el mundo fantástico fabulado por el
escritor Álvaro Cunqueiro: Merlín e familia o As crónicas do Sochantre.
La narrativa es un género importante en la literatura gallega actual, con
escritores tan destacados como Carlos Casares, Manuel Rivas, Méndez Ferrín o Suso de
Toro, que avalan el excelente momento de las letras gallegas.

3. La literatura vasca.
3.1. Introducción.
Por diversas razones, la literatura vasca ha experimentado un desarrollo muy
particular frente a la de lenguas próximas. Influyen en ello algunas peculiaridades
políticas (la propia división administrativa del territorio vasco) o sociales (la importante
presencia clerical determina el carácter de los primeros textos en eusquera, muy
centrados en la predicación religiosa).
Una manifestación representativa de la literatura vasca es el versolarismo, que
desarrolla una rica poesía oral. Los versolaris eran cantores errantes que recorrían los
pueblos improvisando textos ante el público, a partir de un tema próximo para el
auditorio (la guerra, el amor, la vida marinera...). A veces se distribuían los versos en
unas hojas sueltas –una forma de publicarlas– llamadas bertso berriak.
La transmisión oral ha preservado un tipo de poesía popular en eusquera que
pervive en la memoria de los pueblos. Puede ser de distintos tipos: restos de cantares
épicos sobre las gestas de los vascos en sus luchas territoriales contra romanos o
francos, poesía lírica de fuerte contenido simbólico (el helecho se relaciona con la
fertilidad, el limón con los amores no correspondidos, el ruiseñor con la ausencia del ser
amado, etc), y poesía de tono elegiaco (eresiak), en la que una voz femenina se lamenta
por la falta de una persona amada, el desamor, el compromiso no deseado y otras
causas.
Es especialmente abundante el teatro popular, que permanece inédito en gran
parte. El más representativo es el teatro suletino, en el que pueden distinguirse dos
géneros: los xaribaris y las pastorales. En los primeros se abordan temas del entorno
cotidiano con un tono costumbrista que a veces podía ser escabroso, por lo que el
género, perseguido, languideció en parte y se perdieron muchas de estas obras. Las
pastorales son piezas musicadas estrechamente ligadas al teatro litúrgico de la Edad
Media.

3.2. El desarrollo histórico de la literatura vasca.


Siglo XVI.

El primer texto en eusquera que se conserva es una colección de poemas en


torno a tres temas principales: la religión, el amor y la evocación autobiográfica. Se trata
del Linguae vasconum primitiae, de Bernard Echepare. Esta ora se ha comparado con la
del Arcipreste de Hita. Otra figura relevante en este siglo es el clérigo Joanes
Leizarraga, que, consciente de las dificultades que para la difusión de la lengua vasca
suponía su fragmentación, escogió para la expresión literaria el labortano, el dialecto de
más fácil comprensión, e intentó establecer un sistema normativo para la lengua escrita.
Tres obras componen su producción: Jesu Christ gure Jaunaren Testamentu Berria
(Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo), Kalenchera (Calendario) y Abec edo
Christionen Instructionea (Abc o instrucción de cristianos).

Siglo XVII

A lo largo de este siglo las aportaciones a la literatura proceden en su mayoría de


hombres de la Iglesia. El dialecto labortano queda definitivamente consolidado como
vehículo de expresión literaria. Entre los prosistas destaca Pedro de Azular, cuyo tratado
ascético Guero proporciona una meditada formación religiosa. A pesar de que sólo se
conserva una obra suya, Azular está considerado uno de los clásicos de la literatura
vasca. Su estilo es elegante y adornado en cuanto a la forma, y claro en los contenidos.
Es un autor reflexivo sobre su propia lengua. Otros cultivadores de la prosa religiosa en
este siglo XVII son Gasteluzar y Arginarats. La lírica de este periodo se enriquece con
la aportación del suletino Oihenart, autor de una excelente obra poética en la que se
combinan una equilibrada expresión formal con el cultivo eminentemente barroco de los
recursos literarios. Recurre a la temática amorosa en Oihenarten gastaroa neurthitzetan,
intentando alcanzar los cánones del clasicismo francés. Otro destacado poeta es Joannes
de Etcheberri, autor de unos singulares villancicos.

Siglo XVIII

Durante este siglo, el protagonismo literario que habían ostentado las provincias
vascas francesas se desplaza al territorio peninsular. En un periodo en el que domina en
toda Europa el pensamiento ilustrado, los escritores se preocupan de modo especial por
la sistematización de su lengua, como demuestra el número creciente de textos
lexicográficos y gramaticales. Etcheberri de Sara realiza una notable aportación en este
ámbito, pero hay que destacar, sobre todo, la importancia capital de la obra del padre
Larramendi, a pesar de que escribió buena parte de su producción en castellano. Son
fundamentales su Diccionario trilingüe de castellano, vascuence y latín y su tratado
gramatical El imposible vencido. Arte de la lengua vascongada. Larramendi es el
principal representante de un movimiento denominado “de los apologistas”, que
defiende una ideología posteriormente adoptada por Sabino Arana. Se crea en este siglo
la Sociedad Bascongada de Amigos del País, que impulsará notablemente el teatro culto
(Munibe, Barrutia). Surge en esta centuria también un primer modelo de novela vasca,
si bien su estructura narrativa no es aún suficientemente firme. Se trata de Peru Abarka,
de J.A. Moguel, que se inscribe ya en el cambio de siglo.

Siglo XIX

La falta de permisos gubernamentales para publicaciones origina cierta inestabilidad en


la edición de libros vascos. Se dan, pues, autores cuya obra conoce una difusión oral, es
decir, la poesía de este periodo está íntimamente unida al versolarismo, con poetas
como Juan Bautista Elinzaburu, Etxahun, Iparraguirre, Gracián Adema Zalduby o
Hiribarren. En el teatro destaca la producción de Marcelino Soroa, gran impulsor de la
dramaturgia vasca con sus piezas de corte costumbrista (Antón Caicu). En cuanto a la
prosa, a principios de siglo surge entre el clero una corriente decidida al refinamiento
literario del eusquera, representada por Añíbarro, Guerrico, Aguirre...

A mediados de la centuria hay que destacar la labor del príncipe Bonaparte, estudioso
de la lengua vasca y promotor de diversas iniciativas en su favor, como el patrocinio de
las traducciones. En este clima se inicia la celebración de certámenes literarios que
inducen un notable resurgimiento literario, con escritores tan notables como Manterola
o Sagarmínaga, y con el nacimiento de publicaciones que se erigen en órganos difusores
de la cultura vasca, como la revista Euskara o la Revista de las Provincias Euskaras.

Siglo XX

La producción literaria en eusquera durante esta centuria es muy rica y variada. Desde
principios de siglo influyen notablemente en diversos ámbitos, culturales y políticos, las
ideas nacionalistas de Sabino Arana, autor de muchos estudios histórico-culturales sobre
la realidad vasca. El movimiento nacionalista promueve el purismo de la lengua, que se
incrementará con neologismos y nuevas construcciones. Surgen a comienzos de siglo
importantes obras filológicas, como el Diccionario Vasco-Español-Francés y la
Morfología vasca, ambas de R. M. De Azkue, gran erudito y folclorista.

Los especialistas proponen una clasificación de la literatura vasca de este siglo en tres
grandes periodos: desde el principio de la centuria hasta 1936, desde 1939 hasta la
década de los 60 y desde ese momento hasta la actualidad.

En el primer periodo, la poesía es el género más cultivado; son destacados autores


Nicolás de Ormaetxea, Orixe, traductor, además, de obras clásicas al eusquera; José
María Aguirre, Lizardi, renovador de la lírica con Biotz-Begietan; Esteban Urkiaga,
Lauaxeta, próximo en sus creaciones a la Generación del 27; o Juan Arana, Loramendi.
En la narrativa anterior a la Guerra Civil no pueden reseñarse grandes hallazgos, aunque
sí debe destacarse la obra del padre Domingo Aguirre, autor de novelas históricas
(Auñemendiko lorea) y costumbristas (Kresala) que pueden considerarse de tesis. En el
teatro los autores más populares son Alzaga, Labayen y Barriola.

Tras la Guerra Civil, la actividad literaria en euskera sufre un considerable descenso,


por imposición política. Hasta aproximadamente los años 50 no puede hablarse de
resurgimiento importantes autores vascos (Otero, Celaya) publican su obra en
castellano. En poesía es muy impotante la influencia de Lizardi y la aportación de
autores como S. Mitxelena. En los años 60 se publica una obra de absoluta
trascendencia en la literatura vasca, puesto que muchos críticos la mencionan como
punto de inflexión: Harri eta Herri (Piedra y pueblo) de Gabriel Aresti, un texto que
renueva la temática y la lengua poética. Otros importantes poetas son M. Lasa y J.
Mirande. Este último también es un interesante narrador, como lo son Etxaide y
Saizarbitoria. El gran renovador del género novelístico es Txillardegi, que con
Leturiaren egunkari ezkutua abre paso a nuevas técnicas. En el teatro, el grupo “Jarrai”
supuso un importante cambio en la concepción de los textos y las representaciones. Son
importantes dramaturgos Iriondo, Garmendi y el mismo Aresti.

El panorama actual de la literatura vasca es amplio y rico, en muchos aspectos paralelo


al de las demás literaturas peninsulares, y europeas en general. Enriquecen
notablemente la producción en euskera las obras de B. Atxaga, A. Urretabizkaia, P.
Urkizu, A. Lertxundi, entre otros.

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