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Exposición Parcial cristología

1 Cristo nos da el espíritu santo


La relación entre Cristo y el Espíritu Santo ha sido objeto de una larga discusión teológica
y pastoral, entre los cristianos de oriente y occidente. Los de Oriente insisten en la
interrelación de Cristo y del Espíritu, sin que uno dependa del otro. Los de occidente han
insistido en la prioridad del Hijo . insistir en la mutua relación de estas dos "personas" de
la Trinidad, de forma que, en un sentido, se puede afirmar que Jesús viene del Espíritu
Santo... y en otro se puede contestar que es el Espíritu Santo el que viene de Jesús.

Ciertamente, el Espíritu actúa y se desvela en todo el cosmos (en la historia); pero sólo en
Jesús lo hace de manera plena, de forma que sus seguidores le llaman por ello Cristo, Hijo
de Dios y salvador, como ha puesto de relieve la cristología del Espíritu .Esta cristología,
fundada en la tradición veterotestamentaria de la presencia activa de la ruah en la historia
de Israel, insiste en aquellos pasajes donde los sinópticos presentan a Jesús como hombre
animado-impulsado por el Espíritu de Dios, de forma que, en esa línea, siendo habitado
por el Espíritu de Dios, puede llamarse Logos, es decir, el mismo Dios como Palabra

Esto significa que Jesús no puede concebirse como Dios en el sentido de “persona
separada”, sobrehumana (en la línea de los “héroes” simbólicos de la apocalíptica judía:
Hijo de Hombre, Miguel o Daniel), sino que es “Dios” (divino) en su misma humanidad,
como el hombre-mesiánico, engendrado por el Espíritu, en un camino que va de
nacimiento a muerte, un hombre totalmente penetrado por la fuerza y la realidad de Dios
que es el Espíritu. En la interacción entre Dios-Espíritu y el Hombre-Cristo, en la
comunicación total de Dios en Cristo y en la comunión de vida de ambos (en unidad de
operación y voluntades), se ha revelado totalmente Dios, de tal forma que podemos decir
que Jesús es Dios “por el Espíritu” (en unidad de Espíritu con el Padre. El Espíritu de Dios
se expresa, así como presencia viva (inspiración, inhabitación) que suscita y llena, que
define Jesús como Hijo, en comunión con Dios y en apertura a los hombres. El Espíritu
inspira sus acciones, constituye su profundidad, y de esa forma le “define” como Hijo de
Dios y salvador de los hombres, de tal manera que, surgiendo absolutamente desde Dios
y siendo y totalmente para y con los hombres, en donde vida, Jesús no es sólo adjetiva o
adverbialmente divino (actúa "como Dios" y "desde Dios") sino que es Hijo de Dios en
persona, es decir, como sujeto en amor
El mismo Jesús hombre es “Cristo” (Hijo de Dios) por el Espíritu. Pero todo nos lleva a
proclamar que, en abismo fascinante de amor, en entrega total, Dios mismo ha querido
que su camino-encuentro de unión con Jesús, en el Espíritu, sea, dentro de la historia del
mundo, el origen, realización y plenitud de la vida de los hombres. No es que Dios sea por
sí mismo, en prioridad cronológica, amor ya realizado y después, sólo después, haya
querido que los humanos participen como en gesto de abundancia desbordante de
aquella comunión que estaba previamente clausurada. Dios no ofrece a los hombres el
resultado de un amor que se ha resuelto ya sin ellos. En ese caso, el hombre no sería
nunca creador, no podría decidir en radicalidad el sentido y tarea de su vida. Ni Dios
podría encarnarse de verdad en la historia de los hombres. En contra de eso, Dios es
Trinidad de amor en la historia de los hombres, y los hombres existen en plenitud en la
Trinidad de Dios.

Eso significa que Dios es Trinidad en sí siendo despliegue de amor en la historia de los
hombres.

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