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19
EL DIOS VIVO
y VERDADERO
El misterio de la Trinidad
Cuarta edición
renovada y ampliada
SECRETARIADO TRINITARIO
Filiberto Villalobos, 80 - 37007 SALAMANCA
3
La revelación de Dios en la vida de
Jesús. Estudio bíblico-teológico
1Tratamos de no repetir los contenidos que son más propios de los ma-
nuales de cristología. De todas maneras los puntos de contacto son eviden-
tes y las fronteras no se pueden señalar con precisión.
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 75
chrétiens, Rome 21971, 23-36; 50-62; del mismo, Dieu Pére dans le Nouveau
Testament, Paris 1966;].] eremias, Abba y el mensaje central del Nuevo Testa-
mento, Salamanca 1981, 19-35; B. Byrne, Sons 01 God-Seeds 01 Abraham,
Rome 1979;]. Schlosser, o.c., 105-122; S. Sabugal, Abba ... La oración del
Señor, Madrid 1985; F. GarcÍa López, Dios Padreen elAntiguo Testamento a
la luz de las interpretaciones recientes de la religión de Israel, en AA. VV., Dios
esPadre, Salamanca 1991, 43-57; P. Grelot, Dieu. Le Pére dejésus-Christ, Paris
1994; S. Guijarro Oporto, Dios Padre en la actuación de jesús, en Dios Padre
envió a su Hijo, Salamanca 2000,15-51; G. Ravasi, La paternitá divina nella
Bibbia, Bologna 2000.
4 Cf. ]. Martín Velasco, Dios como Padre en la historia de las religiones, en
AA.VV. Dios esPadre (d. n. anterior), 17-42, con ulterior bibliografía. La de-
nominación sirve para designar la relación de Dios con el mundo y los hom-
bres, en cuanto su origen, otras veces se trata de explicar a Dios en sí mismo,
ad intra (d. pp. 29-31).
78 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
11 Cf. J. Jeremías, o.c., 37-73; J. Schlosser, o.c., 208s, y las otras obras cits.
en la n. 3.
12 Cf. J. Schlosser, o. c.,13O-l39; 203-209.
14 Cf. Schlosser. o.c., 205, que matiza la conocida tesis de J. Jeremias, o.c.,
66.
15 Cf. S. Guijarro Oporto, o.c., quien se refiere al bautismo, las tentacio-
nes, las comidas con los pecadores, la pasión y muerte. La imagen del Padre
que se refleja en la vida de Jesús no es la de un padre de su tiempo. Es un
padre que no se encierra en su familia, sino que abre perspectivas nuevas, en
el compromiso por el reino que se acerca.
16 En el corpus iohanneum, y sobre todo en el cuarto evangelio, se hallan
más de la mitad de las de las rrferencias a Dios como Padre que encontramos
en todo el Nuevo Testamento (141 sobre 261). Cf. una visión de conjunto
de la cuestión en V.M. Capdevila i Muntaner, El Padre en el cuarto evange-
lio, en Dios esPadre, (d. n. 3) 101-139; d. también, o. González de Carde-
dal, Fundamentos de Cristología.II Meta y misterio, Madrid 2006, 107-123;E.
Zingg, Das Reden von Gott als Vater im johannesevangelium, Freiburg-Basel-
Wien ..., 2006.
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 83
diferente saber hasta qué punto nos hallamos o no ante las «ipsissima yerba
jesu».
26 Cf. G. Segalla, Teologia biblica del Nuevo Testamento. Tra memoria es-
descenso sobre Jesús del Espíritu Santo (Lc 3,21 añade el signi-
ficativo dato de la venida del Espíritu mientras Jesús oraba), y
la voz del cielo que proclama que él es el Hijo de Dios", sin
duda hay relación entre estos dos puntos. El primer dato se
halla también recogido en el cuarto evangelio (d. Jn 1,32-34).
También para el evangelio de Juan este descenso y la perma-
nencia del Espíritu sobre Jesús muestra que él es el Hijo de Dios
(d. Jn 1,34). Jesús es presentado como el enviado de Dios, su
«Hijo», a Israel, y viene dotado de la fuerza del Espíritu nece-
saria para el cumplimiento de su misión, una fuerza que res-
ponde a la relación única que le une con Dios". A partir de este
momento Jesús inicia su vida pública, predica el Reino de Dios
y confirma con los signos y prodigios que éste ha hecho irrup-
ción entre los hombres. Según el Nuevo Testamento este mo-
mento del bautismo es de una importancia capital. Jesús ha sido
ungido con el Espíritu Santo en vista de su misión, que conti-
núa y lleva a cumplimiento la de los profetas'".
El Nuevo Testamento, con referencia clara al momento del
bautismo de Jesús, ha hablado de la «unción» de Cristo con el
Espíritu. Según el evangelio de Lucas Jesús en la sinagoga de
N azaret habría leído, aplicándoselo a sí mismo, el pasaje de Is
61,1-2: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha un-
gido ...» (Le 4,18-19). Y en Hch 10,37-38 se lee: «Vosotros sa-
béis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea,
37 Cf. tambiénHch 4,26-27 (cf. Sal 2,1-2), que igualmente parece referir
la unción al bautismo, aunque no con la misma claridad; en cambio en Heb
1,9 la cita del Sal 45,8 con toda probabilidad se refiere a la resurrección de
Jesús. En ningún momento se relaciona directamente la «Unción» con la con-
cepción por obra del Espíritu Santo.
38 Efes. 17,1 (FP 1,120s). Aunque este pasaje se refiera a la unción de Be-
tania, se habla del bautismo de Jesús inmediatamente después en 18,2 (ib.);
cf. A. Orbe, La unción del Verbo, Roma 1966, 5-13.
39 Cf. Justino, Dial. Tryph. 51,1-3; Ysobre todo 87,3-88,8 (BAC 116,387-
388; 458-4~:"):«Descansaron, pues, es decir, cesaron los dones del Espíritu
una vez venido aquel después del cual ... tenían que cesar en vosotros y, des-
cansando en él, convertirse otra vez en dones que Cristo reparte entre los que
en él creen ... Sabemos que fue Cristo al Jordán no porque tuviera necesidad
del bautismo ni de que sobre él viniera el Espíritu en forma de paloma, como
tampoco se dignó nacer y ser sacrificado porque lo necesitara, sino por amor
del género humano ...»; cf. J. Granados, Los misterios de la vida de Cristo en
Justino mártir, Roma 2005, 231-270.
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS", 97
40 Cf. Adv. Haer. m 9,6 (SCh 211, 206-208). Ireneo cita en este contexto
Is. 61,1s; Lc 4,18.
41Cf.Adv. Haer. m 9,3 (SCh 211, 110s). Cf. A. Orbe, La unción del Verbo
507ss.
42 Atanasio, Serap. 16 (pG 26,541) : «Cuando el Señor fue bautizado como
hombre, a causa de la carne que llevaba ... se dice que el Espíritu Santo des-
cendió sobre él. y cuando lo dio a sus discípulos dijo ... On 20,22»>, cf. ib. I
4 (537).
43 No podemos entrar en el detalle del tema de la «no-indigencia», tan
frecuente en los Padres. Cf. Orbe, O.C., 46-52.
44 Ado. Haer, m 17,1 (SCh 211,330); 18,7 (364-370);IV 14,2 (SCh 100,542-
544), el hombre también tenía que habituarse al Espíritu. Adv. Haer. m20,2
(392), la divinidad y la humanidad tienen que habituarse a habitar la una en
la otra.
98 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
45 Adv. Haer. lIT 18,3 (SCh 211,350-352). Es interesante notar que este
texto ha sido reproducido casi literalmente por Basilio de Cesarea, De Sp.
sane. 12,28 (SCh 17bis, 344), y por Ambrosio de Milán, De Sp. sane. 1 3,44
(CSEl 79,3.3). Para ninguno de ellos es problema el momento de este des-
censo del Espíritu en el bautismo. También para estos autores queda claro
que recibe el Espíritu Jesús en tanto que hombre; d. textos en L.F. ladaria,
L~ unción de Jesúsy el don del Espíritu, (d. n. 33), 565.
46Hilario de Poitiers, Trin. XI 19 (CCl 62A,550): «Cristo es ungido para
que mediante la unción fuera santificado en cuanto es hombre como nos-
otros»; d. L.F. Ladaria, La cristología de Hilario de Poitiers, Roma 1989, 105-
115; A. Orbe, Introducción a la teología de los siglos 11 y 111, Roma 1987,
662-665; del mismo, Estudios sobre la cristología cristiana primitiva, Madrid-
Roma 1994, 500-507.
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 99
47 Cf. Atanasio, Contra Arianos I 46-47 (pG 26, 108-111); aunque sigue
siendo claro que el don del Espíritu afecta a la humanidad de Jesús para la
santificación de todos los hombres. Cf. L.F. Ladaria, Atanasio de Alejandría
y la unción de Cristo (Contra Arianos 1,47-50), enJ.J. Fernández Sangrador-
S. Guijarro Oporto (coor.), Plenitudo Temporis. MisceláneaHomenaje al Prof.
Dr. Ramón Trevijano Etcheverría, Salamanca 2002, 469479. Cf. tambien L.F.
Ladaria, La Trinidad, misterio de comunión, Salamanca 2002, 174-182. De
manera semejante ha contemplado la unción en el Jordán Cirilo de Alejan-
dría, In Joh. evo XI 10 (pG 74,548).
48 Or. 30,21 (SCh 250,272); también 30,2 (ib. 228): «La divinidad es la un-
ción de la humanidad»; d. también Or. 10, 4 (SCh 405,304). Bastante más
matizado Gregorio de Nisa, In illud Tunc ipsefilius (PG 44,1320): «El Logos
uniéndose con la carne, la elevó a las propiedades del Logos por la recepción
del Espíritu Santo que el Logos poseía antes de la encarnación». El influjo de
Gregorio Nacianceno se nota en Juan Damasceno, De fide orthod. ID 3 (pG
94,989); ID 17 (1070); IV 14 (1161; 18 (1185); pero más matizado en IV 6
(1112); 9 (1120).
100 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
52N o han faltado las tentativas de sustituir por una «cristología del Espí-
ritu» la teología tradicional de la encarnaci6n; el ejemplo tal vez más signi-
ficativo ha sido G.W.H. Lampe, Tbe Holy Spirit and the Person ofChrist, en
S.W. Sykes-S.P. Clayton (eds.), Christ, Faith and History, Cambridge 1972;
del mismo, God as Spirit, Oxford 1976; R. Haight, jesus, Symbol of God,
Maryknoll, New York 1999. Cf. la reseña de diferentes posiciones en este
sentido; en relaci6n con el "pluralismo" religioso de K.H. Menke, Inspiration
statt Incarnation: IKZCommunio 36 (2007) 114-137.
53Cf. para lo que sigue, H. Mühlen, Una Mystica Persona, München-Pa-
derborn-Wien 41968, esp. 173-200; d. también ib. 244; 250, 252; del mismo,
Der Heilige Geist als Person, Münster 21966, 186; 206s.
102 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
57 Cf. Theologik IIL Der Geist der Wahrheit, Einsiedeln 1987, esp. 28-53 y
151-188. Más elementos sobre esta cuestión se encontrarán en L.F. Ladaria,
La Trinidad, misterio de comunión, 189-201.
58 lb. 156; d. también 41ss.
59 Es claro que el término se usa con una cierta impropiedad. Según el
Nuevo Testamento sólo el Padre envía a su Hijo al mundo. Pero se ha de
notar la curiosa formulación del conc. XI de Toledo (DS 538): «Missus tamen
Filius non solum a Patre, sed a Spiritu Sancto missus esse credendus est. .. A
se ipso quoque missus accipitur ...»; se trata de la acción común de las tres per-
sonas, muy acentuada a partir de la teología de san Agustín, más que de una
específica misión de Jesús por obra de Espíritu. En la teología patrística hay
unos poco ejemplos de esta idea del envío de Jesús por el Espíritu, que no al-
teran la línea general de la tradición acerca de la misión de parte del Padre; d.
Ambrosio de Milán, De Spiritu sancto ID 8-9 (CSEL 79,153); Eusebio de Ver-
celli, De Trinitate ID 88-91 (CCL 9,54); d. también Buenaventura, Brevilo-
quium I 5,15.
6OCf.ib. 41; 166-168; 187. La idea está tomada de S. Bulgakov,IIParaclito,
Bologna 1987, 437, el orden de la actividad de las hipóstasis en el mundo es
inverso a su orden intratrinitario, a su taxis. Pero en todo caso hay que tener
104 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
88 lb. 256.ef. todo el contexto 252ss, esp. 253: «Si el Redentor, por su so-
lidaridad con los muertos, les ahorró toda la experiencia del estar muerto (en
cuanto a la pena de daño) haciendo que una luz celeste de fe, esperanza y
amor iluminara siempre el "abismo", es porque cargó vicariamente con toda
esa experiencia». Pero en Theologik II Wahrheit Cottes, Einsiedeln 1985,315,
n.1, el A. parece abandonar el concepto de «solidaridad con los muertos».
89 MySal, 256. y d. también en M. Kehl-W. Lóser (herausgegeben van),
In der Fülle des Claubens. Hans Urs von Balthasar Lesebuch, Freiburg-Basel-
Wien 1981, 158: «Pero tenemos también, en el sábado santo, el descenso de
Jesús muerto al infierno, es decir (simplificando mucho) su solidaridad en el
no-tiempo con los perdidos lejos de Dios. Para ellos esa elección -con la cual
han elegido su "yo" en lugar del Dios del amor desinteresado - es definitiva.
A esa definitividad de la muerte baja el Hijo muerto, de ninguna manera to-
davía activo, sino privado desde la cruz de todo poder e iniciativa propia,
como aquel del que se dispone completamente, rebajado hasta la pura mate-
ria, totalmente indiferente en la obediencia del cadáver, incapaz de toda so-
lidaridad activa y de cualquier "predicación" a los muertos. Por amor está
muerto juntamente con ellos. y precisamente de este modo destroza la ab-
soluta soledad pretendida por el pecador: el pecador, que quiere 'ser "conde-
nado" lejos de Dios, encuentra de nuevo a Dios en su soledad, pero el Dios
de la absoluta impotencia del amor ...», Cf, también Theologik JI (d. n. ante-
rior),314-329.
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 115
Reflexión conclusiva
¿Qué hay que decir sobre la revelación trinitaria en el mis-
terio de la cruz? Ante todo podemos afirmar que, en efecto, el
momento en el que se muestra en su grado máximo el amor de
Dios para con nosotros en la entrega de Cristo en la cruz no
puede ser indiferente para la revelación de quién es Dios. Jesús,
en toda su vida, es el que nos da a conocer a Dios. Parece por
tanto coherente pensar que este momento supremo de su exis-
tencia nos dice algo, y muy decisivo, sobre el amor de Dios, y,
por consiguiente sobre la vida del Dios trino. Quela muerte de
Jesús es la manifestación del grande amor de Dios por nosotros
y la efectiva puesta en práctica del mismo es una afirmación
constante en el Nuevo Testamento (d. p. ej. Rom 5,8; 8,32-39;
1Jn 4,9-10). Que este hecho nos abre al misterio del ser eterno
del Dios que es amor en sí mismo, parece innegable. San Bue-
. 131 Notemos que en la cita del salmo la palabra "Padre" es un añadido del
evangelio. No deja de sorprender que en todas estas especulaciones sobre el
abandono que Jesús haya podido experimentar en la cruz la atención se haya
centrado exclusivamente en las palabras de Mt 27,46 y Mc 15,34, y no se
haya mencionado ni Le 23,46, a que hemos hecho referencia en este con-
texto, niJn 19,30: «Todo está cumplido». Cf. o. González de Cardedal, Cris-
tología, Madrid 2001, 110-111.
132 La misma Comisión volvió sobre el tema dos años más tarde en el do-
137 Así p. ej. W. Kasper, Jesús el Cristo, Salamanca 1976, 146; R. Pesch,
Das Markusevangelium TI,Freiburg-Basel-Wien 1984,494-495; O. González
de Cardedal, Cristología, Madrid 2001,111.
138 J. Vives, «Si oyerais su voz ... », Santander 1988, 164.
141 Juan Pablo TI, Novo millennio ineunte, 25-26: «Nunca acabaremos de
conocer la profundidad de este misterio. Es toda la aspereza de esta paradoja
la que emerge en el grito de dolor, aparentemente desesperado, que Jesús da
en la cruz: "Eloí, Eloí, ¿lama sabactaní? - que quiere decir - "¡Dios mío, Dios
mío! ¿por qué me has abandonado?" (Mc 15,34). ¿Es posible imaginar un su-
frimiento mayor, una oscuridad más densa? En realidad, el angustioso "por
qué" dirigido al Padre con las palabras iniciales del Salmo 22, aun conser-
vando todo el realismo de un dolor indecible, se ilumina con el sentido de
toda la oración en la que el Salmista presenta unidos, en un conjunto con-
movedor de sentimientos, el sufrimiento y la confianza ... el grito de Jesús en
la cruz ..., no delata la angustia de un desesperado, sino la oración del Hijo
que ofrece su vida al Padre en el amor para la salvación de todos. Mientras
se identifica con nuestro pecado "abandonado" por el Padre, él se "aban-
dona" en las manos del Padre. Fija sus ojos en el Padre. Precisamente por el
conocimiento y la experiencia que sólo él tiene de Dios, incluso en este mo-
mento de oscuridad ve límpidamente la gravedad del pecado y sufre por esto.
Sólo él, que ve al Padre, y lo goza plenamente, valora profundamente qué sig-
nifica resistir con el pecado a su amor. Antes aun, y mucho más que en el
cuerpo, su pasión es sufrimiento atroz del alma. La tradición teológica no ha
evitado preguntarse cómo Jesús pudiera vivir a la vez la unión profunda con
el Padre, fuente naturalmente de alegría y felicidad, y la agonía hasta el grito
de abandono. La copresencia de estas dos dimensiones aparentemente incon-
ciliables está arraigada realmente en la profundidad insondable de la unión
hipostática». Cf. también todo el conjunto de los nn. 25-27.
l32 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
142 Que es además el único texto del Nuevo Testamento en que se habla
explícitamente de la creación de la nada; cf. ya 2 Mac 7,28, donde se habla
de la creación de la nada en un contexto de esperanza en la resurrección.
H3 Cf. F.X. Durwell, Le Pére, 175.
134 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
1,3ss; Heb 1,2, etc.). Sólo con la existencia divina de Jesús pre-
via a la encarnación puede tener la economía de la salvación su
fundamento en el ser mismo de Dios, y ser así la comunicación
de la misma vida de Dios a los hombres. Jesús es desde toda la
eternidad el Hijo de Dios, no ha llegado a serlo en su resurrec-
ción o en algún momento previo de su vida mortaL La relación
paterno-filial que encontramos en la vida de Jesús tiene su raíz
en la misma vida divina!".
Veíamos que el Nuevo Testamento habla de la resurrección
en términos de generación. Dado que la vida humana de Jesús
«afecta» a la vida interna de la Trinidad o, dicho con otras pa-
labras, que la asunción de la naturaleza humana por parte del
Hijo es irrevocable, la plena incorporación de Cristo, también
por lo que respecta a su humanidad, en la vida divina se hace ne-
cesaria. Solamente si es Hijo de Dios en plenitud también en
cuanto hombre, puede ser el Hijo realmente. De ahí las pro-
fundas afirmaciones de Hilario de Poitiers sobre la relación
entre la generación eterna y la resurrección:
...para que, el que antes era Hijo de Dios, y entonces también
Hijo del hombre, en cuanto era Hijo del hombre fuera engen-
drado como perfecto Hijo de Dios; es decir, para que volviera
a tomar y le fuera concedida a su cuerpo la gloria de la eter-
nidad mediante la fuerza de su resurrección; por ello, como
encarnado, volvía a pedir al Padre esta gloria (cf, Jn 17,5)148.
Una vez que la encarnación ha tenido lugar, la resurrección
viene a ser una exigencia de la misma generación eterna, a la
vez que es la mayor manifestación o expresión de la misma!".
147 Se puede ver para todo este ámbito de problemas, K.J. Kuschel, Gene-
rato prima di tutti i secoli?La controversia sull' origine de Cristo, Brescia 1996;
M. Garwing, jesus, der ewige Sohn Gottesi Zur gegenwartigen theologischen
Reflexion über die Prdexistenz Christi: ThGl 91 (2001) 224-244.
148 Hilarío de Poitiers, Tr. ps 2,27 (CSEL 22,57); d. también de Trinitate
IX 38 (CCL 62A,412); d. L.F. Ladaria, Dios Padreen Hilario de Poitiers: Es-
tTrin 24 (1990) 443-479.
149 H.U. von Balthasar, El misterio pascual, MySal 3/2,283: «Corres-
ponde ... a la plenitud de su obediencia [del Hijo] el que deje que se le "otor-
gue tener la vida en sí mismo" Gn 5,26), quedar en adelante investido con
todos los atributos de la soberanía propiamente divina, sin que ello obste en
absoluto al hecho de que tales atributos le sean propios ya desde "antes de
que el mundo existiera" (Flp 2,6; Jn 17,5). Toda cristología debe tomar en
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 137
serio el que Jesús venga a ser el que ya es antes de venir al mundo y mientras
está en el mundo ... Dios es 10 suficientemente divino como para llegar a ser
en un sentido verdadero y no sólo aparente al encarnarse, morir y resucitar
10 que como Dios es ya desde siempre».
150 Cf. Y. Congar, El Espíritu Santo, Barcelona 1983, 603; M-A. Cheva-
llier, Souffle de Dieu. Le Saint-Esprit dans le Nouveau Testament Il, Paris 1990,
277-308.
138 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
3 (334s):«...Spiritus Dei qui descendit in Dominum ... quem ipse iterum dedit
Ecclesiae, in omnem terram mittens de caelis Paraclitum»; también III 9,3
(110s); IV 33,15 (SCh 100, 844): «... et semper eundem Spiritum Dei cognos-
cens etiamsi in novissimis temporibus nove effusus est in nos ... »,
160 DePrincipiis, 1 3,7 (SCh 252,158): «Sed et salvator noster post resurrec-
tionem cum vetera iam transissent et facta fuissent omnia nova, novus ipse
homo et primogenitus ex mortuis (d. Col 1,18), renovatis quoque per fidem
suae resurrectionis apostolis ait: Accipite Spiritum sanctum (ln 20,22). Hoc est
nimirum quod et ipse Salvator dominus in evangelio designabat cum vinum
novum in utres mitti posse veteres denegabat (d. Mt 9,17), sed iubebat utres
fieri novos, id est homines in novitate vitae ambulare (d. Rom 6,4), ut vinum
novum, id est Spiritus sancti gratiae susciperent novitatem». y también ib.
IT7,2 (ib. 328): «Veo no obstante que la venida principal del Espíritu Santo
a los hombres se manifiesta más después de la ascensión de Cristo a los cie-
los que antes de su advenimiento. Porque antes se daba el don del Espíritu
Santo solamente a los profetas y a otros pocos, si tal vez alguno en el pue-
blo lo merecía; pero está escrito que después de la venida del Salvador se ha
cumplido lo que había sido dicho en el profeta Joel... (Hch 2,16; JI 3,1-5)>>.
161 Tr. Ps. 56,6 (CCL 61,164): «Ex uoto ergo proheta praenuntiat exaltari
super caelos deum (Sal 57,6). Et quia exaltatus super caelos impleturus esset in
144 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
terris omnia sancti spiritus sui gloria subiecit: et super omnem terram gloria
tua (Sal57,6):cum effusussuperomnem eamem (d. Hch 2,17)spiritusdonum
gloriam exaltati super eaelosdomini protestaretur». Cf. L.F. Ladaria,El Espí-
ritu Santo en san Hilario de Poitiers, Madrid 1977, 157ss.También Nova-
ciano, Tsin, XXIX 165-166(FP 8,248s):«Por tanto un mismo e idéntico
Espíritu actúa en los profetas y en los apóstoles, salvo que en aquéllos en
momentos aislados,en éstos siempre. Por 10 demásallí no con la intención
de permanecer siempre en ellos,en éstospara habitar siempre en ellos;y allí
distribuido limitadamente, aquí efundido por completo; allí dado parca-
mente, aquí concedido con largueza». León Magno, Trae. 76,3 (CCL
138,476):-[en Pentecostés]no tuvo lugar el comienzo de este don, sino un
añadido en la abundancia del mismo... de tal manera que siempre fuera la
misma la fuerza de los carismasaunque no 10 fuera la medida de los dones»;
d. también ib. 76,4 (476-477).
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 145
162 Basilio de Cesarea, De Spiritu sancto 18,46 (SCh 17bis, 410): «[El Es-
píritu Santo] como Paráclito lleva el carácter (xapaKTllPÍ,(EL) de la bondad
del Paráclito que lo ha enviado». Ya Atanasio, Serap. 1 23 (PG 26, 565): «El
sello lleva la forma de Cristo que es el que sella, del cual se hacen partícipes
los que son sellados».
163 Para más información, d. Ch. Schütz, Introducción a la Pneumatología,
Salamanca 1991; M.A. Chevallier, Aliento de Dios. El Espíritu Santo en el
Nuevo Testamento 1, Salamanca 1982; Souffle de Dieu. Le Saint-Esprit dans le
Nouveau Testament TI, Paris 1990; Y. Congar, El Espíritu Santo, Barcelona
1983, esp. 41-89; F. Lambiasi, Lo Spirito Santo: mistero e presenza. Per una
sintesi di pneumatologia, Bologna 1987; G. Ferraro, Lo Spirito e Cristo nel
vangelo di Giovanni, Brescia 1984; id, Il Paraclito, Cristo, il Padre nel quarto
vangelo, Cittá del Vaticano 1996; F.W. Horn, Das Angeld des Geistes. Stu-
dien zur paulinischen Pneumatologie, Gottingen 1992; G.D. Fee, God's Em-
powering Presence. Tbe Holy Spirit in the Letters 01 Paul, Peabody,
Massachussets 1994; Th. Weinandy, Tbe Father'sSpirit of Sonsbip, Edimburgh
1995; J.C. O'Neil, Tbe Holy Spirit and the Human Spirit in Galatians:
EphThLov 71 (1995) 107-120; J. Fernández Lago, El Espíritu Santo en el
mundo de la Biblia, Santiago de Compostela 1998.
146 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
Sinópticos y Hechos
Del Espíritu Santo se nos habla en el Nuevo Testamento
sobre todo por sus efectos. Hemos hablado ya en un momento
anterior de este capítulo de la actuación en Jesús. Se da también
por supuesto en el Nuevo Testamento que el Espíritu es el ins-
pirador de los profetas del Antiguo Testamento (d. Me 12,36
par; 1 Pe 1,11, etc.); esta actuación se contempla como referida
ya a Jesús, puesto que él es el objeto del anuncio profético. Por
lo que respecta a la acción futura en los discípulos los evange-
lios sinópticos subrayan sobre todo la asistencia en los momen-
tos de persecución (d. Mc 13,11; Mt 10,19-20; Lc 12,11). Este
lógion, transmitido en contextos diversos, es tal vez una de las
pocas alusiones directas hechas por el Señor al Espíritu Santo
en su predicación (d. también Me 3,29)165.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles el Espíritu Santo
juega un papel esencial. El Espíritu Santo es el don prometido
por Dios para los últimos tiempos, que se consideran ya presen-
tes (d. Le 24,49; Hch 1,4; 2,16ss; 2,33, 2,39, etc.). Ha empezado
ya por tanto la era escatológica. De diversos apóstoles y otros
creyentes se dice se dice que están llenos del Espíritu Santo (d.
Hch 4,8; 6,3; 11,24, 13,9.52). El Espíritu Santo será ante todo,
para los apóstoles, el don que les habilitará para el testimonio
en favor de Jesús, «constituido por:.Dios Señor y Cristo» (Hch
2,36; d. 1,8; 2,32; ya Le 24,46-49). Este es el testimonio que dan
los apóstoles, tal vez todos los discípulos, y Pedro en su nom-
bre, la mañana de Pentecostés (d. Hch 2,lss). Los que les escu-
chan reciben con el bautismo el Espíritu Santo (d. Hch 2,38).
El «corpuspaulinum»
Es sin duda alguna más complejo tratar de determinar la ac-
tuación y los efectos del Espíritu en Pablo. Empecemos por el
texto que tantas veces hemos citado en este capítulo: Gál4,6: «y
puesto que sois hijos ha enviado a nuestros corazones el Espí-
ritu de su Hijo que clama en nosotros ¡Abbá Padrel»?", El Es-
píritu de Jesús nos da la posibilidad de dirigirnos a Dios con la
palabra que Jesús mismo usó. No es posible llevar una vida fi-
lial sin la acción del Espíritu en nosotros. Solamente si somos
guiados por el Espíritu de Dios podemos ser y vivir como hijos
de Dios:
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos
de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer
en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos que nos hace
exclamar ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro
espíritu para dar testimonio=" de que somos hijos de Dios. y
si hijos, también herederos, herederos de Dios coherederos de
Cristo ... (Rom 8,14-17).
Este texto, paralelo en más de un punto del anterior, con-
firma y completa su enseñanza. El Espíritu Santo, Espíritu de
Jesús, crea en nosotros la actitud de filiación, el «espíritu» de
hijos adoptivos, contrario a la actitud del esclavo, que vive en
hijos de Dios».
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 149
nunca dice «yO»180. Para plantear bien la cuestión hay que tener
presente que no tenemos por qué atribuir al Espíritu Santo un
ser «personal» de las mismas características que los del Padre y
el Hijo. Todo en la Trinidad, lo sabemos ya, es irrepetible.
Pero dicho esto, no se pueden minimizar ciertos indicios
que en todos los escritos del Nuevo Testamento llevan a con-
siderar que el Espíritu Santo es de algún modo un sujeto y no
una simple fuerza impersonal. Según los Hechos de los Após-
toles el Espíritu Santo es testigo juntamente con los apóstoles
(d. Hch 4,32); «no permite» a Pablo y Silas ir a Bitinia, o pre-
dicar la palabra en Asia (d. Hch 16,6.7); también dice que le
separen a Bernabé y a Pablo (Hch 13,2). El Espíritu Santo ad-
vierte a Pablo de las tribulaciones que le esperan (Hch 20,23);
dice a Pedro que vaya con los que le buscan de parte de Corne-
lio porque él los ha enviado (Hch 10,19). El Espíritu "decide"
en el concilio de Jerusalén, juntamente con los apóstoles y los
ancianos (d. Hch 15,28). El mismo Espíritu es el que ha encar-
gado de su misión a los presbíteros de Efeso (d. Hch 20,28). Se
le puede mentir y resistir (d. Hch 5,3.9; 7,51).
No faltan tampoco en los escritos de Pablo los rasgos perso-
nales del Espíritu: el Espíritu escruta las profundidades de Dios
(d. 2 Cor 2,11, juzga de las cosas, ib. 14); intercede por noso-
tros (Rom 8,26). En Ef 4,30 se nos amonesta a no entristecer
al Espíritu Santo de Dios. El Espíritu es enviado, como lo es
Jesús (GáI4,6). Es claro que cada uno de estos textos por sepa-
rado no prueba mucho, porque se pueden dar diversos tipos de
«personificaciones», y Pablo las utiliza; pero todos juntos seña-
lan con claridad suficiente una dirección.
Rasgos más acusadamente personales se hallan en el evange-
lio de Juan: el Espíritu es enviado, enseña, recuerda, da testi-
monio, convence al mundo, dirá lo que haya oído, etc. (d. Jn
14,16-17; 17,26; 15,26; 16,7-11.13-14). Desde antiguo se ha no-
tado el uso del masculino EKElVOC; referido al Espíritu (d. Jn
16,13; el pronombre se refiere alnvEulla que es neutro). Hemos
mencionado ya las acciones que el Apocalipsis atribuye al Es-
180 Cf. Y. Congar, o.c., 16. Aunque hay que tener presente que en algu-
nos lugares del Nuevo Testamento habla directamente: Hch 10,19; 13,2. Por
lo menos no dice «yo» frente al Padre y al Hijo; d. F .X. Durrwell, L 'Esprit
Saint de Dieu, Paris 1983, 156.
156 EL DIOS VIVO Y VERDADERO
piritu Santo, que habla, dice, etc. Es difícil atribuir todas estas
acciones a una mera fuerza impersonal. En conjunto se puede
afirmar que en el Nuevo Testamento el Espíritu Santo aparece,
aunque no con las mismas características que el Padre o que
Jesús, como un «sujeto» (usando con la debida cautela estas pa-
labras), un agente, como «alguien» y no simplemente como
algo, como quien está dotado de libertad y no como un mero
instrumento sin iniciativa. Obra en dependencia del Padre y
del Hijo como también Jesús actúa también en obediencia al
Padre!". Debemos tener en cuenta por otra parte que tanto en
los escritos paulinos como en los de Juan hay un notable para-
lelismo entre las acciones que se atribuyen a Jesús y las que co-
rresponden al Espíritu Santo!". Si hay semejanza y aun
coincidencia en las acciones, tiene que haberla también en las
características del ser de ambos. Cuando la tradición ha hablado
del Espíritu Santo como "persona" no lo ha hecho sin base en
el Nuevo Testamento.
181 Cf. U. Wilkens, Gott der Drei-Eine. Zur Trinittitstheologie der johannei-
scben Schriften, en A. Raffelt (Hg.), Weg und Weite. Festschrift für Karl Leb-
mann, Freiburg-Basel-Wien 2001, 55-70, 65.
182 Cf.los elencos de Y. Congar, El Espíritu Santo, 67s; 83s. Cf. también
L. Wehr, Das Heilswirken von Vater, Sohn und Geist nach den Paulusbriefen
und dem Johannesevangelium. Zu den neutestamentlichen Voraussetzungen der
Trinitdtslebre: MünThZ 47 (1996) 315-324.
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS ..; 157
Bologna 1993, 91: «La experiencia trinitaria de Jesús se hace también la ex-
periencia trinitaria de su Iglesia. y como la experiencia trinitaria está en el
centro de la vida di Jesús, de manera semejante la experiencia trinitaria está
en el centro de la vida de la Iglesia».
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS... 163
REFLEXIONES CONCLUSIV AS
cia de la destrucción del templo. Esta catástrofe no puede significar que otros
dioses son más poderosos que Yahvé. Por el contrario en este momento pa-
rece claro que la historia de Israel se ha de ver en el contexto de la historia
universal cuyo principal agente es el mismo Yahvé que todo lo rige y go-
bierna. Estos acontecimientos hacen pensar a la vez en la infidelidad del pue-
blo. Cf. E. Zenger, Der Monotheismus /sraels. Erustebung-Profil-Releoanz, en
Th. Sóding (Hrsg.), /st der Glaube Feind der Wahrheit? Die neue Debatte um
den Monotheismus, Freiburg in B. 2003,9-52, 44. Sobre la relación de este mo-
noteísmo explícito con el desarrollo de la fe en la creación d. L.F. Ladaria,
Antropologia teologica, Casale Monferrato-Roma 42007, 18ss.
14Cf. N. Mac Donald, Deuteronomy and the Meaning 01Monotheism, Tü-
bingen 2003; F. Hahn, Der christliche Gottesglaube in biblischer Sicht: MunTtZ
55 (2004) 194-206,esp. 197-197;S. Petry Die EntgrenzungJHWHs. Monolatrie,
Bildverbot und Monotheismus im Deuteronomium, in Deuterojesaja und im Eze-
chielbuch, Tübingen 2007. Las etapas de la evolución del monoteísmo en Is-
rael se hallan resumidas en H. Vorgrimler, Doctrina teológica de Dios,
Barcelona 1987, 59s: una primera fase marcada por la lucha contra el dios
Baal en el s. IX a.c., iniciada por el profeta Elías; solo hay que adorar a Yahvé.
La segunda fase marcada por Oseas, hacia el7 40 a.C.; se ha de adorar a Yahvé
despreciando a los demás dioses. Una tercera fase es la reforma cultual de Eze-
quías (728-699),caracterizada por la lucha contra al culto a las imágenes en el
reino del Norte. La cuarta fase es la reforma de Josías (641-609)con la centra-
lización del culto en Jerusalén; Sofonías, Ezequiel y Jeremías se comprome-
ten en este movimiento monoteísta. La quinta y última fase, después del 586;
con el exilio, irrumpe el monoteísmo: no hay más Dios que Yahvé, en térmi-
nos absolutos; así aparece en el Deuteronomio y el Deuteroisaías. Cf. también
S. Sattler- Th. Schneider, Dottrina su Dio, en Th. Schneider (ed.), Nuovo corso
di dogmática_,Brescia 1995, vol 1, 65-144, esp. sobre esta cuestión, 84-92;J .M.
Van-Cangh, Les origines d'/srael et la [oi monoteiste: RThLou 22 (1991) 305-
326; 457-487; id., Les origines d'/srael et du monothéisme: institution et/ou chao
risme, en A. Melloni-D. Menozzi-G. Ruggieri-M. Toschi (ed.), Cristianesimo
nella Storia. Saggi in onore di G. Alberigo, Bologna 1996, 35-88; B. Lang
(Hrsg.), Der einzige Gott. Die Geburt des biblischen Monotheismus, München
1981; E. Haag (Hrsg.), Gott der Einzige. Zur Entstehung desMonotheismus in
Israel, Freiburg 1985; A. Staglianó, /1 mistero del Dio vivente. Per una teologia
dell'Assoluto trinitario, Bologna 1996,129-163; P. Coda, Dio Uno e Trino. s:
velazione, esperienza e teologia del Dio dei cristiani, Cinisello Balsamo 1993,
LA PREPARACIÓN DE LA REVELACIÓN DEL DIOS TRINO... 173
25 Los tres textos que acabamos de citar constituyen algunos de los pocos
ejemplos en los que aparece la expresión "Espíritu santo" en el Antiguo Tes-
tamento; Cf. la n. 164 del cap. precedente.
26 Aunque veremos que algunos Padres, en concreto T eófilo de Antioquía
e Ireneo de Lión, han unido la sabiduría con el Espíritu Santo. El libro de la
Sabiduría, como ya hemos notado, es un precedente de esta conexión. El
Nuevo Testamento no se refiere expresamente al Hijo como ángel, pero lo
hace la tradición, con fundamento, en ocasiones, en los textos de las teofa-
nías del Antiguo Testamento a que nos acabamos de referir.
B
La historia de la teología y el dogma
trinitario en la Iglesia Antigua