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Psicología de la conversión Ciclo B – Cuaresma – Sábado desp.

ceniza
- 20 de febrero de 2021

Psicología de la conversión1

El término conversión ha pasado a designar propiamente una transformación radical, amplia,


profunda y permanente de una persona; una reestructuración de la vida moral en torno a un nuevo
núcleo.
“Por eso muchas veces comienza por ser una reorganización interna de los principios intelectuales
que presiden la vida moral y afectiva del individuo. La transformación ha de ser amplia y profunda
en el complejo de la actividad pensante y moral del individuo, como lo fue en los que llamamos
grandes convertidos: San Pablo, San Agustín, Raimundo Lulio, etc.

1. Tipos de conversión

No todas las facultades del convertido se convierten o transforman en el mismo momento o con la
misma profundidad; pero siempre repercuten en todo su ser. Según la profundidad se habla de
conversiones a la fe, conversiones a la gracia y conversiones a la perfección. Esta es el inicio del
trabajo serio por la santidad; en espiritualidad se habla de “segunda conversión”, a esto debemos
apuntar.

2. El proceso psicológico

La conversión se caracteriza –psicológicamente hablando– por un doble “sentimiento”: una


sensación de crisis y un fuerte deseo de Dios. Comienza por una crisis o una situación relacionada
con alguna especie de sufrimiento (que puede ser físico, moral o espiritual), es decir, con una
dialéctica interior. Junto a esto se da una convicción más o menos profunda y al menos confusa de
que solo en Dios el alma puede encontrar tranquilidad en esa lucha. Si solo se da el aspecto de crisis,
el proceso no terminaría en conversión sino en desesperación y tal vez en el suicidio.

1) Crisis moral: parte de la experiencia del pecado, como conciencia de bancarrota moral y
sentido de suciedad; se caracteriza por el remordimiento causado por los pecados cometidos,
por el sentimiento de vacío interior y por el ansia de paz interior. Muchas veces el alma se
comporta inicialmente como huyendo de esa mirada hacia su adentro.

2) Crisis espiritual: se da más bien en la segunda conversión o despegue hacia la santidad. Se


caracteriza por la conciencia de la mediocridad y superficialidad de vida. No es más fácil que
la conversión del pecado a la gracia; porque a este converso le parece que se le pide todo y
que abandone todo y no entiende el verdadero sentido de la libertad. Es la crisis que no
superó, por ejemplo, el joven rico del Evangelio.

3) Crisis física: tiene lugar por una catástrofe inesperada tal como el enfrentarse a la muerte de
un ser querido, una enfermedad, un fracaso, o cualquier sufrimiento que obliga al alma a
plantearse el sentido de la vida, o la dirección de su vida. Así Máximo Acri encontró a Dios

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Miguel Ángel Fuentes. La búsqueda del bien
Psicología de la conversión Ciclo B – Cuaresma – Sábado desp. ceniza
- 20 de febrero de 2021

en los campos de concentración, Francesco Cornelutti lo hizo ante la vista de sus seres
queridos moribundos, Olvald Pohl, en la cárcel de criminales de guerra antes de su ejecución.

Para introducir la crisis que lleva a una persona a la conversión, Dios se sirve de instrumentos
sumamente diversos, no atándose a ningún medio humano. A veces es el ejemplo de una persona
santa, cuya presencia y modo de ser golpea y acusa al converso; otras veces, es algo puramente
fortuito, que los lleva a pensar sobre la vida y el destino.

Junto con esta crisis se da en la psicología del convertido el deseo de purificación del pecado, de
alcanzar la paz del alma, o directamente deseo del mismo Dios. A veces toma la forma de “que se es
buscado por Alguien” y suele mezclarse con cierto miedo a entregarse a ese Alguien por temor a ser
totalmente “devorado” o “absolutizado” por Él; hay sobre esto magníficas descripciones, incluso
poéticas (como la de Francis Thompson en El Lebrel del Cielo –The Hound of Heaven).

3. El desenlace de la conversión

La conversión sincera trae para el convertido una experiencia totalmente única que se manifiesta en
forma de “descubrimientos”. En efecto, los convertidos –según sus propios testimonios–
experimentan uno o varios de estos efectos: el descubrimiento de la razón (libertad), de nuevos
horizontes; de la verdad que satisface en plenitud la mente y el corazón; de la auténtica libertad,
sentido y del gozo (cuanto más largo y sembrado de dificultades esté el camino de la fe, tanto mayor
es la alegría que se experimenta cuando se ha llegado a la meta).

Ya la persecución está lograda.


Y la Voz como un mar en torno fluye:
-¿Crees que la tierra gime destrozada?
Todo te huye, porque tú me huyes.
¡Extraña, fútil cosa, miserable!
dime, ¿cómo podrías ser amada?;
¿no he hecho ya demasiado de tu nada
para hacerte sin mérito, aceptable?
Pizca de barro, ¿acaso tú no sabes
cuán poco amor te cabe?
¿Quién hallarás que te ame? Solamente
yo, que cuanto te pido te he quitado,
para que me lo pidas de prestado
y lo dé misericordiosamente.

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