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Martes II de Pascua 26 de abril de 2022 - Colegio

Espíritu
El famoso dicho “divide y vencerás”, “divide et imperat”, que usaba mucho Julio César, se
puede emplear cuando tenemos que estudiar un curso, una materia complicada y lo dividimos en
temas más pequeños para hacer más fácil el aprendizaje. También para que cuando tenemos
proyectos, podamos avanzar por etapas más ordenadas. Sin embargo, este principio también se
puede usar para gobernar al enemigo destruyendo su unidad.
Lo usan mucho las fuerzas armadas, los ideólogos, los políticos, los entrenadores, las
empresas de marketing y también, el demonio.
A este último le encanta destruir la unidad interna de las cosas, el espíritu interno, el alma.
Porque sabe que es su principio vital. Una vez que algo no tiene unidad, tiende a destruirse, porque
reina el desorden y entonces será mucho más fácil engañarla y dominarla, teniendo como cómplices
a las mismas partes divididas, como un cáncer. En el alma, los apetitos, los quereres van cada uno
por su lado; en la familia, los miembros no tienen un fin común, velan cada uno por su bien privado;
en una comunidad religiosa o parroquial, es aún peor. Porque si no está el Espíritu Santo, no es que
queda vacío el lugar, sino que lo ocupa el mal espíritu.
Es muy insistente el demonio con dividir y sembrar discordia. Porque sabe que el espíritu es
lo que da vida. De ahí la similitud entre las palabras “espíritu” y “respiración”. De hecho, si algo
respira, tiene vida, si no, está muerto.
Por eso, estemos atentos aquello que siembra discordia entre las familias, comunidades,
centros laborales, en la iglesia. Eso viene del diablo y hay que rechazarlo. Es fácil darse cuenta, ya
que siempre usa la murmuración, el decir las cosas sin decirlas, la mentira, la hipocresía. Y siempre
se meterá con las cabezas, porque sabe bien el otro principio “herirán al pastor y se dispersarán las
ovejas”.
“La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” decía la primera lectura.
Nazcamos de nuevo, del Espíritu Santo, para rechazar todo espíritu diabólico que intente
dividirnos de cualquier manera.
El único que debe reinar es Cristo, y lo hace a través de la caridad, de la sinceridad y de la
humildad. Que seamos verdaderos devotos de la Virgen y que seamos llenos del Espíritu Santo.

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