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Ciclo C – Ordinario – domingo XXVI 25 de septiembre de 2022 – Capillas

El rico Epulón
¿Cuántos casos conocemos de personas que se salen con la suya portándose mal, están lejos
de Dios, son soberbias y encima les va “bien”? ¿Y cuántas otras personas conoces que se esfuerzan
por ser honestas, hacer lo que tienen que hacer con humildad y constancia pero les va “mal”? ¿Qué
pasa aquí? ¿Dónde está la justicia? ¿Tienes que ser inmoral para tener éxito en la vida?

Podemos gritar con fuerza lo que dice el salmo 94:


“Dios que haces justicia, Señor, Dios que haces justicia, ¡muéstrate! Levántate, Juez de la
tierra, da su merecido a los soberbios. ¿Hasta cuándo, Señor, los impíos, hasta cuándo los impíos
triunfarán? Hablan, dicen insolencias, se jactan los malhechores. Pisotean, Señor, a tu pueblo,
oprimen tu heredad. Asesinan a viudas y forasteros, matan a los huérfanos. Y dicen. «El Señor no
lo ve, el Dios de Jacob no se entera».” (Salmo 94,1-7)

El salmista habla según el sentido común de una persona de buena voluntad, el querer que
la justicia se cumpla, el desear que todos podamos vivir como corresponde sin hacer mal al
prójimo. Es decir, practicando la virtud cardinal de la justicia, que se define como “dar a cada cual
lo que le corresponde”. Pero “el Dios de Jacob no se entera”, o al menos eso parece.

El evangelio de hoy es una respuesta a esta pregunta tan antigua y tan actual: ¿en dónde
está la justicia? La respuesta es que la justicia no solo se debe entender solo desde un punto de
vista humano, sino también desde un punto de vista divino.

† Descripción: un rico injusto que no se interesa por el pobre a su puerta, un pobre


hambriento que no es atendido por el rico. (No está mal ser ricos, lo malo es no darle a quien
corresponde)
† Ambos mueren, rico y pobre, justos e injustos. Son todos criaturas.
† Son juzgados. Van al infierno o al cielo (seno de Abrahám).
† Existencia del infierno como lugar para los que han sido injustos. No puede recibir
consuelo.
† “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora
él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.”
† “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos:
que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
† Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Pero él le dijo: “No,
padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo:
† «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un
muerto”».
¿En dónde está la justicia? ¿Por qué les va "bien" a los malos en esta vida y les va "mal" a los
buenos? Unas aclaraciones...

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Ciclo C – Ordinario – domingo XXVI 25 de septiembre de 2022 – Capillas

En este evangelio vemos a un rico que pone su corazón en las cosas materiales, es injusto y
tiene éxito en esta vida; por otro lado, vemos al pobre Lázaro que, sufre en esta vida y pone su
esperanza en la otra, esperando la justicia divina.

Este pasaje es muy usado por los seguidores de la "teología de la liberación",


interpretándolo con una lectura marxista. Quisiera aclarar algunos puntos para que no se
confundan. El evangelio no quiere decir que... :

- "está mal tener bienes materiales"


- "los pobres son buenos y los ricos son malos"
- "basta ser pobre para ir al cielo"
- "los ricos se condenan"

Eso piensa Gustavo Gutiérrez y algunos más...

Nosotros debemos leerlo así:


el pecado del rico fue poner su corazón solamente en las cosas materiales y no en lo
trascendente, fue que se olvidó de Dios y no tuvo caridad con el prójimo.
Es decir, el rico se condena, no porque sea rico, sino porque se olvidó de la caridad con Dios
(en primer lugar) y por eso no fue caritativo con el prójimo.

Santo Tomás de Aquino define la "justicia" como "dar a cada cual lo que le corresponde".
Entonces, ¡la justicia se debe cumplir -en primer lugar- con Dios! Darle a Él lo que le corresponde
(la prioridad total en nuestra vida, a través del amor y el culto que merece). Luego -después de
darle a Dios lo que le corresponde-, recién se debe buscar cumplir la justicia con los hombres, los
pobres, etc.

El error de la teología de liberación y las lecturas progresistas/sociales de la fe, es que


reemplazan lo sobrenatural por lo natural. En vez de buscar una justicia sobrenatural con Dios
(vertical), buscan una justicia humana (horizontal).

Démosle en este día lo que le corresponde a Dios. Vayamos a la Misa para darle el culto que
merece, dediquémosle al menos una hora, démosle gracias por todo lo que nos ha concedido en la
semana pasada, pidámosle lo que necesitamos para la que hoy comienza, mostremos a la familia y
al mundo nuestra visión trascendental de la realidad. Primero la justicia con Dios, luego con el
prójimo.

¿Y la justicia? Venzamos el mal a fuerza de bien. No nos es lícito aflojar en esto. Seamos
consecuentes con nuestra fe, hasta las últimas consecuencias. "Buscad, pues, primero el reino de
Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura". (Mateo 6,33)

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Ciclo C – Ordinario – domingo XXVI 25 de septiembre de 2022 – Capillas

Pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra. Así cumpliremos la
justicia más importante y Dios lo sabe, Él se entera y nos dará lo que corresponde a su tiempo y en
la eternidad.

Si no tienen fe, no creerán a nadie más que a ellos. Para tener fe necesitas humildad.
Nadie es tan pobre como para no compartir algo.

(Salmos 94:8-14)
“Entended, gente insensata; necios, ¿cuándo aprenderéis? El que plantó el oído, ¿no va a
oír? El que formó el ojo, ¿no va a ver? El que corrige a las naciones, ¿no castigará? Él enseña al
hombre la ciencia. El Señor conoce los pensamientos de los hombres. son sólo vanidad. Dichoso el
hombre a quien Tú enseñas, Señor, al que le instruyes en tu Ley, dándole descanso de los días
aciagos, mientras para el impío se cava la fosa. Pues el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona
su heredad”

Benedicto XVI. Ángelus (30-09-2007)


Hoy el evangelio de san Lucas presenta la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro (cf.
Lc 16, 19-31). El rico personifica el uso injusto de las riquezas por parte de quien las utiliza para un
lujo desenfrenado y egoísta, pensando solamente en satisfacerse a sí mismo, sin tener en cuenta
de ningún modo al mendigo que está a su puerta. El pobre, al contrario, representa a la persona de
la que solamente Dios se cuida: a diferencia del rico, tiene un nombre, Lázaro, abreviatura de
Eleázaro (Eleazar), que significa precisamente "Dios le ayuda". A quien está olvidado de todos,
Dios no lo olvida; quien no vale nada a los ojos de los hombres, es valioso a los del Señor. La
narración muestra cómo la iniquidad terrena es vencida por la justicia divina: después de la
muerte, Lázaro es acogido "en el seno de Abraham", es decir, en la bienaventuranza eterna,
mientras que el rico acaba "en el infierno, en medio de los tormentos". Se trata de una nueva
situación inapelable y definitiva, por lo cual es necesario arrepentirse durante la vida; hacerlo
después de la muerte no sirve para nada.

Ángelus (26-09-2010): Escuchar al Señor


«Bienaventurados los pobres —había proclamado el Señor a sus discípulos— porque vuestro es el
reino de Dios» (Lc 6, 20). Pero el mensaje de la parábola va más allá: recuerda que, mientras
estamos en este mundo, debemos escuchar al Señor, que nos habla mediante las sagradas
Escrituras, y vivir según su voluntad; si no, después de la muerte, será demasiado tarde para
enmendarse. Por lo tanto, esta parábola nos dice dos cosas: la primera es que Dios ama a los
pobres y les levanta de su humillación; la segunda es que nuestro destino eterno está condicionado
por nuestra actitud; nos corresponde a nosotros seguir el camino que Dios nos ha mostrado para
llegar a la vida, y este camino es el amor, no entendido como sentimiento, sino como servicio a los
demás, en la caridad de Cristo.

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Ciclo C – Ordinario – domingo XXVI 25 de septiembre de 2022 – Capillas

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