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παράκλητος
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Raimundo Jordán: «Ella es nuestra Abogada ante el Hijo, como el Hijo lo es ante el Padre. Es la
procuradora que nos gestiona nuestros intereses y da valor a nuestras plegarias. Frecuentemente
libera con su misericordia a los que merecían ser castigados con la justicia del Hijo. Ella es el tesoro
de Dios, y, a la vez, la tesorera de las gracias, que enriquece con abundantísimos dones espirituales
a los que la sirven, y, potentísima, les protege contra el mundo, el demonio y la carne. Nuestra
salvación está en sus manos. Después de su Hijo, Ella es la dueña de toda criatura, y glorificará en el
futuro a los siervos que la honran en el presente». (Royo Marín. Devoción a María. pág 100)
2. El don de temor
El primero de los dones en jerarquía es el don de temor, que se refiere al temor filial perfecto
por el cual uno desea servir y agradar a otro por amor, y por amor no quiere ofenderlo. No mira
tanto a la pena (temor al castigo), sino a la culpa (temor a la ofensa).
Los dones se relacionan íntimamente entre sí y con todas las virtudes cristianas,
especialmente con la principal que es la caridad. El don de temor se relaciona muy especialmente
con la esperanza, la templanza, la religión y la humildad. Veamos la humildad (pág. 116):
“El contraste infinito entre la grandeza y santidad de Dios y nuestra increíble pequeñez y
miseria es el fundamento y la raíz de la humildad cristiana; pero sólo el don de temor, actuando
intensamente en el alma, lleva la humidad a la perfección sublime que admiramos en los santos.”
Y así, a través de la templanza, el don de temor actúa sobre la castidad, llevándola hasta la
delicadeza más exquisita; sobre la mansedumbre, reprimiendo totalmente la ira desordenada;
sobre la modestia, suprimiendo en absoluto cualquier movimiento desordenado interior o exterior;
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Martes VI de Pascua 24 de mayo de 2022 – Colegio SSVM
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y combate las pasiones que, juntamente con la vanagloria, son hijas de la soberbia: la jactancia, la
presunción, la hipocresía, la pertinacia, la discordia, la réplica airada y la desobediencia.
Al don de temor se opone principalmente la soberbia, según San Gregorio ", más
intensamente todavía que a la virtud de la humildad. Porque el don de temor—como hemos visto—
se fija ante todo en la eminencia y majestad de Dios, ante la cual el hombre, por instinto del Espíritu
Santo, siente su propia nada y vileza. La humildad se fija también preferentemente en la grandeza
de Dios, en contraste con la propia nada; pero a la luz de la simple razón iluminada por la fe y, por lo
mismo, con una modalidad humana e imperfecta S1. De donde es manifiesto que el don de temor
excluye la soberbia de un modo más alto que el de la virtud de la humildad. El temor excluye hasta la
raíz y el principio de la soberbia, como dice Santo Tomás Luego la soberbia se opone al don de
temor de una manera más profunda y radical que a la virtud de la humildad.
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En efecto, el concepto bíblico de “consolar” es distinto del que posee en tiempos modernos e
implica “un cambio radical de situación”; es un pasaje de una situación muy penosa a otra de
absoluto bienestar. Con estas palabras lo explica Snaith: “…Es importante comprender que esta raíz
(( נחםno significa “consolar” en el sentido común moderno de esta palabra: palabras suaves que
pueden ayudar en un trance de dolor o pesar que sin embargo continúa; algo para ayudar al que
sufre a continuar soportando las penas y el dolor. Tiene poco que ver con una esperanza que es
meramente tentativa, aunque sea devota y piadosa. Tampoco tiene que ver con cualquier mejora
que pueda ocurrir, o algo que siquiera remita a los estadios preliminares de una mejora por venir…
La palabra implica un completo, definitivo y decisivo cambio… no significa “consuelo en el pesar” si
no “consuelo sin pesar”; marca un cese definitivo de toda lágrima y lamento”.45 [Norman Snaith,
“Isaiah 40-66. A Study of the Teaching of the Second Isaiah and its Consequences”, en: Studies on
the Second Part of the Book of Isaiah, Sup VT 14 (Leiden: E. J. Brill, 1967): 151. Las itálicas son usadas
por el autor.]