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Etnología y utopía
(1971: Azanca, Valencia/1987: Júcar, Madrid)
Resumen
Introducción
El utopismo asociado a la Etnología reviste ordinariamente una forma pacífica, pero puede
combinarse con actitudes de extremada violencia, de terrorismo etnologista. Entiende la revolución
no como un paso adelante respecto de la estructura de la sociedad industrial, sino como una
regresión a la época feliz de la Barbarie. La nostalgia reaccionaria por el «comunismo primitivo»
germina hoy en ambientes universitarios como una versión violenta del hippismo nacida de la
confusión civilización/capitalismo.
Hay que constatar, en España y fuera de ella, la rápida extensión del «punto de vista etnológico»
considerado no como una perspectiva científico-positiva sino como una alternativa a la Filosofía e
incluso como ciencia fundamental, reductora de todas las demás ciencias humanas (etnologismo);
es en realidad una filosofía encubierta en ciencia positiva que se resuelve propiamente en ideología.
La Barbarie es la clase de clases (distributiva) «culturas bárbaras». Estas clases se generan a partir
de ciertas relaciones, constituyentes de su intensión lógica, i.e. su cualidad; y su extensión,
designable por variantes aritméticas, es su cantidad, dependiente de su modo de producción. El
esquema de transformación (negación-superación) consiste en el proceso por el cual la clase de
clases originaria «culturas bárbaras» llega a ser clase de un solo elemento, i.e. «cultura universal»;
designamos «Civilización» a esta clase. La Civilización es, pues, en cierto sentido, la
«universalización» de la Barbarie1.
Este proceso,
1. no es instantáneo; en efecto, constituye un desarrollo gradual en múltiples fases internas al
propio esquema y no puramente empíricas o externas a él. La «sociedad universal», en rigor, sólo
ha sido realmente alcanzada en la edad contemporánea; en efecto, el cristianismo medieval no
rebasó prácticamente los límites del mundo antiguo. Y
2. no es consciente; en efecto, está «por encima de las voluntades individuales». La Idea de un
«presente universal» es anterior a su realidad efectiva; se constata ya, en efecto, en la filosofía
estoica. No obstante, hay que considerar tal Idea como mítica anteriormente a dicha realidad
efectiva. De aquí se sigue que la Historia universal y, con ella, la Historia científica, sólo pueden
existir desde la edad contemporánea; las Historias nacionales (crónicas, anales) previas a ella son
a la Historia lo que las observaciones astronómicas de los sacerdotes babilonios son a la
Astronomía.
Ahora bien, hay que determinar qué contenidos culturales corresponden a las culturas bárbaras
(familia, tribu, magia, etc.), y qué contenidos culturales corresponden a la cultura civilizada
(Estado, ciencia, etc.). Por su lado, el proceso de transformación consiste en la conexivización
progresiva de relaciones inter-culturales, generalmente no-simétricas (dominación, explotación),
hasta el límite señalado, aunque sobre ellas se vayan constituyendo otras simétricas.
1 Esta conceptualización transformativa -de tendencia esencialista- se contrapone a la teoría de la esencia genérica
procesual posterior por género radical/anamórfosis constituyente/género generador (núcleo)/cuerpo (invarianza
acumulada)/curso (discontinuidades en la metamorfosis del núcleo). Item, hay que poner el concepto de «cultura
universal» en conexión histórica con la Idea filosófica (límite) de «imperio universal» y con el concepto de
«globalización». Item, hay que constatar el rechazo posterior de Bueno al concepto de «trueque de la cantidad en
cualidad». Item, en su artículo sobre las instituciones, Bueno reformula la distinción barbarie/civilización en función de
la concatenación cerrada (barbarie)/abierta (civilización) de instituciones productivas.
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Capítulo I: Meta-Etnología y Filosofía
La Etnología es una ciencia positiva. Toda ciencia positiva lleva acoplada una teoría de la ciencia,
que se suele contener en la introducción de sus respectivos tratados al aparecer como
«metodología». Parte de las consideraciones metodológicas pertenecen oblicuamente al entramado
específico de la ciencia dada (e. g. los capítulos destinados a describir tipos de matraces en
Química); empero, parte desborda este entramado y pertenece a un metalenguaje en cuyo
vocabulario figuran abundantes tecnicismos filóficos. En nuestro caso, esta «Meta-Etnología» o
«Peri-Etnología» incluye fiosofemas tales como los exigidos por las oposiciones Cultura/
Naturaleza, Hombre/Mundo o Mito/Razón.
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Capítulo II: Ejemplos de definiciones de «Etnología». Etnología y
Barbarie
Hay que tener en cuenta: En su libro se observa ilustraciones como «dignatario abisinio con tridente
y adorno frontal fálico», no «Carlomagno», «Hitler» o «Pío XII». Item, en un Museo Etnológico
aparecen en primer lugar arcos bosquimanos y sólo en último lugar metralletas (con horror; «somos
tan salvajes como los papúes»); en un Museo Tecnológico, aparecen en primer lugar metralletas y
sólo en último lugar arcos bosquimanos (con benevolente sonrisa; «con ese armamento difícilmente
podrían detener indígenas nuestros tanques»).
Hay que distinguir dos niveles culturales esenciales: el de una cultura no especializada o poco
especializada (la cultura bárbara) y el de una cultura altamente especializada (la cultura civilizada).
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Capítulo III: La «ilusión etnológica»
Una de las formas más frecuentes de cristalizar la «ilusión etnológica» consiste en la tesis según la
cual el etnólogo puede y debe desprenderse de la adhesión a la propia cultura para elevarse hacia un
estado en el cual todas las culturas puedan ser neutralmente analizadas.
La «ilusión etnológica» puede ser llevada a cabo por cualquiera de estas dos vías:
a. Negativamente. [Las culturas bárbaras no son algo distinto de la nuestra ni menos civilizado
que ella.] Por la identificación intencional de las culturas extrañas con la nuestra. E.g. B.
Malinowski.
b. Positivamente. [La cultura civilizada es ella misma bárbara.] Nuestra cultura es lo mismo que
aquéllasPor la interiorización de esas formas lejanas y primitivas en el seno de nuestra propia
civilización, de forma que sean las propias formaciones bárbaras las que logren ser identificadas
en nuestro propio campo. E.g. C. Lévi-Satrauss o J. Poirier.
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Capítulo IV: Crítica de la «ilusión etnológica»
El proyecto de una ciencia etnológica objetiva, situada en un punto de vista culturalmente neutral,
es intencional, utópico (no real). La ciencia etnológica es ella misma un producto cultural y, por
consiguiente, el etnólogo sólo puede conocer científicamente desde unas instituciones y no otras,
siendo tales instituciones -la propia Etnología- indeducibles en cuanto tales (dialelo
antropológico). En el museo etnológico no puede incluirse como objeto cultural al propio museo
etnológico ni a nosotros en él, lo que nos llevaría a un proceso ad infinitum.
La perspectiva neutral, absoluta, o perspectiva cero, la que no se sitúa «en ninguna parte» o se sitúa
en una «quinta dimensión» hipotética es un concepto metafísico, construido y propio de la tradición
del gnosticismo del área -cultural- de difusión helénica, del «punto de vista de Dios» (Leibniz).
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Capítulo V: El concepto de «etnocentrismo» y sus límites como
concepto crítico
Pero la asimetría entre culturas es esencial. En efecto, el dogon no puede comprender el mecanismo
de un helicóptero francés sin estudiar Física (nuestra Física, que es en sus verdades universal); por
el contrario, un etnólogo francés que viaje en ese helicóptero se prepara -en cuanto «etnólogo»-
para entender los mecanismos de cualquier artefacto dogon, y si no lo consigue fracasa como
etnólogo. Item, la extrañeza ante los objetos de otra cultura disminuye a medida que el
conocimiento sobre ellos progresa, pero ello no se resuelve en ninguna identificación simétrica real
con ellos; de otro modo (si la identificación no fuese meramente intencional), Malinowski o
Morgan no hubieran escrito sus respectivas obras.
Al interpretar las culturas como unidades niveladas unas respecto de otras a efectos se ejercita la
hipóstasis metafísica del concepto de cultura. Y la crítica de la crítica al etnocentrismo consiste
esencialmente en la negación de la posibilidad real de esa nivelación abstracta, i.e. en la negación
del concepto de cultura como un concepto-clase distributivo y su sustitución por el concepto de
individuo históricamente desarrollado.
Hay que recurrir, así, a una conceptuación no distributiva, sino matricial, de las culturas como
«géneros combinatorios atributivos»2.
1. Las culturas múltiples (I, II, III… DCXX) figuran como cabeceras de fila de la matriz. Esta
es su intensión.
2. Los rasgos culturales [instituciones] (1, 2, 3… 10 000) figuran como cabeceras de columna
de la matriz. Esta es su extensión.
Y puede ser leída «por filas» (culturas, áreas culturales) o ser leída «por columnas» (rasgos
culturales, conjuntos de rasgos culturales).
La matriz permite interpretar debates metodológicos llevados a cabo por los etnólogos en su fondo
lógico esencial. E.g., Malinowski reprocha a Frazer su propensión a leer la matriz «por
columnas» (el rasgo «magia simpática» a través de diversas culturas), frente a su propuesta de
lectura «por filas», en el sentido del «funcionalismo»; este reproche es análogo al que se dirige a
Mircea Eliade. La acusación al «evolucionismo» efectuada desde el «difusionismo» consiste en la
2Cf. Concepto posterior de género modulante, anómalo o variacional (vs. género porfiriano y género plotiniano), en el
vol. II de la TCC, e.g. Ideas de «ciencia» o «verdad».
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tendencia a concebir las culturas o columnas como «discretas», participando distributivamente de
cada uno de los rasgos culturales abstractos; esta interpretación distributiva es la misma que ejercita
de hecho el «estructuralismo» de Lévi-Strauss.
El concepto de «cultura occidental» en cuanto cultura universal hay que coordinarlo no con una fila
en particular sino con la matriz en su conjunto [con la propia actividad de totalización3]. Y la
nivelación de las culturas constitutiva de la categorialidad etnológica no significa una nivelación de
esas culturas «en cuanto tales», sino «en cuanto diferentes de la nuestra» que las totaliza,
asimilándolas, en la matriz, i.e. «en cuanto bárbaras».
3Cf. Puede establecerse una analogía con la Idea de Ego trascendental (E) definida como la actividad de totalización
del Mundo (Mi) y vinculada a los imperios universales.
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Capítulo VI: Discusión de una definición categorial de «Etnología»
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Capítulo VII: La Idea de «cultura bárbara» como universo de la
Etnología
Desde el punto de vista filosófico no se trata de verificar su justeza empírica sino de regresar hacia
las Ideas implicadas por ellos. La «primera revolución» se presenta en lenguaje metafísico como «la
emancipación del Hombre respecto de la Naturaleza» (exposición cercana a la concepción de Lévi-
Strauss). A esto hay que decir que es absurdo pensar al «Hombre» como «emancipado» de la
«Naturaleza»; la cuestión estriba en construir una Idea, un esquema ontológico causal capaz de
conciliar al «Hombre», considerado como parte, respecto de la «Naturaleza», considerada como
todo.
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Capítulo VIII: Construcción de la Idea de «cultura bárbara»
La Idea de estadio de cultura bárbara puede ser conceptuada desde dos posiciones distintas:
I. Convencionalismo. Ésta no es más que un agregado de rasgos descriptivos, ligados unos con
otros pero separados de los de los demás estadios por fronteras «convencionales».
II. Realismo. El estadio de cultura bárbara no tiene una unidad meramente convencional, sino
una unidad real, ontológica. Es la posición por la que hay que optar.
Desde el realismo de estadios, la tendencia a buscar las primeras causas de la cultura bárbara
puede resolverse desde dos posiciones distintas:
A. Idealismo. Estas primeras causas se dan en el campo de la conciencia, por tanto en las
relaciones circulares que mantienen unos individuos con otros (H-H).
B. Materialismo. Estas primeras causas se dan en el campo de la Biología o la Tecnología en
general, en las relaciones radiales entre los hombres y su medio natural (H-N). Es la posición
por la que hay que optar.
Muchas veces se rechaza la unicidad de la causa; se cita varias causas primeras, conjuntadas
empíricamente, y componiéndolas se las ofrece como la unidad ontológica del estadio.
La unidad ontológica de la Idea de cultura bárbara sólo puede ser formulada en términos lógico-
dialécticos, y no por ejemplo en términos «estructuralistas» o «funcionalistas». Los conceptos
lógico-dialécticos incluyen internamente a su vez los componentes circulares (sociales, etc.) y
radiales (tecnológicos, etc.) de las culturas.
Se trata del proceso por el cual, partiendo de relaciones materiales dadas, éstas llegan a simetrizarse
y transitivizarse hasta construir un esquema material de reflexividad, con el que puede coordinarse
el concepto de conciencia. El contenido material de las relaciones define los objetos culturales, y
los términos recortados en estas relaciones operatorias son los individuos en tanto que homínidos
dotados de una conciencia alimentada siempre de su contexto social. Todo uso de estas relaciones
reflexivas como originarias, primitivas (conscientia sui, «autoconciencia»), es metafísico. Según
esto, el estado de civilización se define por haber alcanzado esta conciencia y el estado de cultura
bárbara se define por no haberla alcanzado aún.
Las comunidades resultantes de este proceso son las ciudades, y constituyen la línea divisoria entre
los estados de barbarie y civilización, y con ello la línea divisoria entre la Etnología y la Historia; a
medida que las formas culturales urbanas son incorporadas a la racionalidad política, van
escapando del campo de la Etnología, cuya actualidad en cuanto a su material depende de la
persistencia de los pueblos «no colonizados». Una ciudad existiendo aisladamente no es aún una
verdadera ciudad; en efecto, la Idea de ciudad implica la pluralidad de ciudades como condición
dialéctica.
La estructura lógica de la ciudad no es, por tanto, la de una clase porfiriana, sino la matricial de
los géneros combinatorios:
1. Los emplazamientos o ciudades múltiples figuran como cabeceras de fila de la matriz.
2. Las diferentes especialidades figuran como cabeceras de columna de la matriz.
El esquema matricial ofrece el estado de barbarie como dotado de un carácter «cerrado», que hace
a un poblado bárbaro incapaz de transformarse internamente por sí mismo hacia el nivel de ciudad.
Y esta estructura de los conjuntos de ciudades realiza la forma de la transitividad idéntica
analizando el bloque compacto de cada comunidad originaria e instaurando progresivamente
círculos concéntricos de radio creciente, modelo de lo cual son las ciudades mediterráneas, fenicias
o helénicas.
La clase social resulta, como «clase de equivalencia» de relaciones no conexas de ciudadanía, como
el cociente de una clase de individuos bárbaros por la relación no conexa de ciudadanía.
Es la distribución del trabajo la que constituye las relaciones urbanas, relegando a un segundo nivel
a las relaciones rurales, convertidas en campesinas. Entre la ciudad -conectada por otras por nexos
políticos- y su alfoz, constituido por las comunidades campesinas, se establecen relaciones de
explotación económica y dominación política y cultural, i.e. asimetrías brotadas simultáneamente al
proceso de extensión progresiva, en otros estratos de la symploké, de relaciones simétricas cada vez
más sutiles. Estas asimetrías culminan en la constitución de las clases económicas y en la institución
de la esclavitud; el Derecho romano es, según esto, un potente mecanismo de bloqueo de las
contradicciones dialécticas que estaban en la base de la sociedad antigua.
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Capítulo IX: Un modelo dialéctico para la formulación de las
oposiciones clásicas entre la ciudad y el campo
P. ej. se conceptúa genéricamente el espacio físico clásico cuando se lo piensa como la clase de
todos los puntos; se lo conceptúa funcionalmente cuando cada punto consta como intersección de
tres rectas. La conceptuación genérica pone en primer plano los puntos y después sobreañade las
relaciones entre ellos; la conceptuación funcional pone en primer plano las líneas y después
introduce como intersección los puntos.
«Ciudad» en su conceptuación genérica es un concepto clase, cuya intensión varía según las
definiciones, pero cuyo esquema lógico de construcción es siempre el mismo: el de las diversas
ciudades (Babilonia, Tokio, París…) como puntos geográficos de su extensión. Éstos tienen una
estructura empírica pensada en términos distributivos. Entre las notas intensionales de este concepto
se cuentan tanto las fisicalistas (ecológicas, sociológicas, geográficas) como las fenomenológicas
(p. ej. la autodefinición jurídica de las ciudades como municipios).
Si retiramos esta perspectiva funcional, la «ciudad» aparece como una mera continuación de la
«aldea» neolítica. Pero si cada aldea hacia los años 3500 a.C. sigue un curso de desarrollo visual,
interno hacia la «ciudad» es por el proceso de presión externa de unas aldeas sobre otras vecinas en
el ámbito del Éufrates, del Indo, del Nilo. Esta interacción pertenece a un orden ontológico
completamente nuevo. Si las «aldeas» son adscribibles a un tipo ontológico de orden 1, la ciudad
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El proceso dialéctico establecido por el modelo es el siguiente:
I. a se articula con su contradictorio b, generando relaciones de a hacia b a las que siguen las
recíprocas de b hacia a.
II. Esta articulación da como resultado la superación de ambos, i.e. su destrucción como figuras
autónomas o sustantivas, consistente en la articulación de a por la mediación de b con su
contrapuesto B, y la articulación de b por la mediación de a con su contrapuesto A.
Esta dialéctica del desarrollo de las ciudades responde a la conjunción de dos tendencias
contrapuestas:
1. La tendencia de cada ciudad a «encerrarse en sus murallas», a erigirse como «centro del
mundo» considerando a los demás como «campo», a concebirse como un todo.
2. La tendencia de cada ciudad a «abrirse» en un flujo de relaciones como un eslabón
especializado en un conjunto (ciudades de consumo, de producción, militares, etc.), a concebirse
como una parte.
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Capítulo X: Sobre las diferencias entre Etnología e Historia
Las sociedades bárbaras no tienen historia y son ágrafas; la Etnología se refiere a ellas, y la Historia
comienza cuando comienzan los documentos escritos.
1. H. Deschamps sostiene que no hay historia de las sociedades bárbaras porque no tenemos
documentos escritos de ellas, y que la única diferencia entre éstas y las sociedades con escritura
es que de la Historia de las segundas tenemos mucha más información que de la Etno-historia de
las otras.
Pero, al contrario, si no tenemos escritos de las sociedades bárbaras es porque éstas no tienen
historia como tal ni como «etnohistoria».
Pero la escritura es una de las formas más enérgicas de realización de la identidad recurrente de la
comunicación gracias precisamente a la aparición de esos signos objetivados, i.e. separados del
propio cuerpo subjetual; la escritura permite la transmisión de información a través de diversas
generaciones sin la dependencia de la oralidad subordinada a la subjetualidad del narrador y con
ello la asimilación del pasado y del futuro en el presente y su constitución como historia
causalmente ordenada en cuanto tales. Así, las generaciones pretéritas influyen en nosotros sin que
podamos influir en ellas (pasado histórico), y nosotros influimos en las generaciones futuras sin que
ellas puedan influir en nosotros (futuro histórico), así comos nos influimos recíprocamente con
nuestros propios contemporáneos (presente histórico).
La Historia es siempre virtualmente Historia Universal en la medida en que todas las ordenaciones
operadas según la transitividad, aun investigadas en cursos relativamente autónomos (Historia de
Egipto, de Grecia, etc.) confluyen en nuestro presente universal. La Idea de barbarie es un concepto
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«clase», pero la Idea de civilización no lo es; designa un «individuo» o clase de un solo elemento,
que contiene como partes integrantes, p. ej., el «área de difusión helénica», el sistema decimal o
binario, la escritura silábica, etc.
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Capítulo XI: El cierre categorial de la Etnología
Respecto del eje semántico, es constitutiva de las ciencias humanas la distinción entre
1. un nivel fisicalista [referenciales],
2. un nivel fenomenológico [fenómenos], y
3. un nivel ontológico [esencias], desde el cual se formula la articulación entre los dos primeros.
Cf. estos tres niveles con la distinción de niveles real/ideal/normal de Malinowski, Brown o Leach.
El material estudiado por la Etnología es él mismo operatorio.
De la combinación de los tres ejes -añadiendo el pragmático- resulta una matriz de clasificación de
las verdades etnológicas.
Los términos primitivos de la Etnología pertenecen bien al nivel fisicalista (cuerpos, movimientos,
«exocultura»), bien al nivel fenomenológico (cauris, mitos, etc.), bien al nivel ontológico (concepto
de organismo individual, etc.). Entre los diferentes niveles existen contradicciones. En efecto, a
nivel fenomenológico un esclavo romano es una cosa, peculium, mientras que a nivel ontológico lo
reconocemos como persona; inversamente, a nivel fenomenológico un fetiche es divino o
numinoso, mientras que a nivel ontológico lo rebajamos a la condición de cosa.
Las relaciones entre los términos se dan también a diferentes niveles. En efecto, a nivel
fenomenológico existen relaciones entre un chamán y el espíritu difunto, mientras que a nivel
ontológico no las hay. Y las operaciones con términos para dar lugar a terceros términos se dan
también a diferentes niveles.
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se entiende como «ir al Hades»-; por ello, ambos términos han de ser redefinidos a nivel ontológico
y «civilizado».
El campo o Universo U de la Etnología es el constituido por las «culturas bárbaras». Son términos
de este campo tanto los «rasgos culturales» -a, b, c… n-, i.e. las cabeceras de columna de la matriz,
como las propias «culturas» -A, B, C… N-, i.e. las cabeceras de fila.
La unidad de cada cultura o fila de columna es, en términos geológicos, del tipo conglomerado,
frente al tipo cristal. Sus partes se adaptan unas a otras, pero no ofrecen la posibilidad de
reconstrucción operatoria a partir de los rasgos culturales5.
Las relaciones entre las culturas A, B, C… N son distributivas, i.e., el lugar de resolución de cada
una de ellas sigue siendo cada cultura particular, considerada como término, aun cuando se atribuya
un rasgo común a todas ellas (e.g. el tabú del incesto).
5Esta tesis puede interpretarse como la necesidad de intercalación de M en el conformado tras el lisado de cada cultura
morfológica dada.
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b. Componentes antiguos. Aquellas formaciones culturales propias de la barbarie
protocivilizada y de la barbarie «marginal» que coexisten en la civilización de suerte que se
puede entender su sustitución por otros pero sin que ésta sea «exigible». P. ej. la rueda del
carro de una granja que dira por la carretera al lado de la ruedad del automóvil.
c. Componentes basales o fundamentales. Aquellas formaciones culturales que se dan en la
barbarie y que han sido incorporadas a las formas civilizadas de suerte que es imposible
pensar siquiera en segregarlas sin que la propia civilización se desplome. P. ej. la misma rueda
pero como rueda de turbina o de hélice.
Hay que distinguir a su vez los componentes antiguos de los componentes clásicos: Aquellas
formaciones culturales que han surgido ya en el seno de la civilización y que han sido sustituidas
por otras o están en trance de serlo. P. ej. el primer modelo de motor de explosión o el primer
modelo de cinematógrafo.
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Capítulo XII: Las escuelas etnológicas y su significado gnoseológico
Las diversas «escuelas etnológicas» no son ni simples episodios de una historia lineal de la
Etnología ni teorías disyuntivas mutuamente excluyentes. La incompatibilidad entre ellas es
aparente, y se da más bien a nivel meta-etnológico -por la metaetnología inadecuada que cada
escuela lleva acoplada- que etnológico. Así, la oposición entre difusionismo y evolucionismo
(metaetnológica) es de naturaleza distinta de la oposición entre panbabilonismo y manismo
(etnológica). Las diferencias tampoco se mantienen a un nivel ideológico o antropológico-
filosófico, aunque con frecuencia las polémicas se desenvuelvan en ese plano.
Existe una estructura lógica que configura las oposiciones entre escuelas etnológicas. Supuesta la
matriz genérica [modulante] de la Idea de barbarie, caben diversos esquemas de composiciones
constructivas de términos primitivos para dar lugar a terceros términos. Así:
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Cuando se abstrae las flechas, estamos en la Etnología descriptiva. E.g. el
«enciclopedismo» (The golden bough de J.G. Frazer, 1890).
En la determinación cada vez más precisa de las unidades de columna reside uno de los
principales cometidos del trabajo científico etnológico y la medida de su progreso.
La razón por la que se puede plantear la Etnología como una «combinatoria» de elementos
consiste en que la matriz distributiva de la barbarie está cerrada en sus elementos ya dados, en la
forma de estereotipos; no vale para la civilización, que está abierta, y donde los estereotipos
pueden combinarse y recombinarse a su vez para dar lugar a metamorfosis y formaciones
nuevas. «Cerrada» en el mismo sentido en que puede darse por clausuradas las series de reptiles
jurásicos. La construcción etnológica consiste en el establecimiento de conexiones entre los
ejemplares de la colección o elementos.
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Capítulo XIII: Crítica de la Teoría de la cultura y de la Antropología
cultural como ciencias
II. Refutación de la Etnología definida como «Ciencia del Hombre» en general o Antropología. La
Antropología no es una ciencia en cuanto tal, sino la interferencia filosófica de diversos campos
científicos en la forma de Antropología filosófica, entre cuyos análisis se abarca el de la Idea de
Hombre.
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Conclusión
Sólo erigiéndose como ideología que se hace pasar por ciencia puede la Etnología presentarse como
alternativa de la Filosofía. Los contenidos categoriales etnológicos están entretejidos con Ideas,
pero éstas no derivan en cuanto tales de los propios «datos etnológicos»; no son los datos
etnológicos los que hacen brotar las Ideas como internas a ellos, sino que son las Ideas (metafísicas,
teológicas o filosóficas) las que van «en busca de los datos etnológicos».
Las relaciones Etnología/Filosofía se dan no sólo a este nivel crítico, sino también a nivel
«geométrico» de la «Geometría de las Ideas» como fuente positiva de materiales indispensables en
la función de «Embriología» de la conciencia racional.
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ÍNDICE
Introducción ..........................................................................................................................................1
Capítulo I: Meta-Etnología y Filosofía.................................................................................................3
Capítulo II: Ejemplos de definiciones de «Etnología». Etnología y Barbarie .....................................4
Capítulo III: La «ilusión etnológica» ...................................................................................................5
Capítulo IV: Crítica de la «ilusión etnológica» ....................................................................................6
Capítulo V: El concepto de «etnocentrismo» y sus límites como concepto crítico ..............................7
Capítulo VI: Discusión de una definición categorial de «Etnología» ..................................................9
Capítulo VII: La Idea de «cultura bárbara» como universo de la Etnología ......................................10
Capítulo VIII: Construcción de la Idea de «cultura bárbara» .............................................................11
Capítulo IX: Un modelo dialéctico para la formulación de las oposiciones clásicas entre la ciudad y
el campo..............................................................................................................................................13
Capítulo X: Sobre las diferencias entre Etnología e Historia .............................................................16
Capítulo XI: El cierre categorial de la Etnología ...............................................................................18
Capítulo XII: Las escuelas etnológicas y su significado gnoseológico ..............................................21
Capítulo XIII: Crítica de la Teoría de la cultura y de la Antropología cultural como ciencias ..........23
Conclusión ..........................................................................................................................................24
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