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El mito de la cultura
(Pentalfa, 1996)
Resumen privado
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PRÓLOGOS
El humanismo indigenista, en función del objetivo de preservar intactas culturas indígenas como
las de las selvas amazónicas, no procede de las propias culturas indígenas, sino de las siguientes
fuentes:
(1) El interés de los antropólogos por preservar intactos los materiales necesarios para sus
futuros «trabajos de campo», ofreciendo temas inéditos en sus tesis doctorales para incrementar
su prestigio como científicos subvencionados.
(2) Una interpretación ad hoc de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948,
expresada en términos del principio «todas las culturas son iguales» (Museo Nacional de
Antropología de México).
(3) El oleaje del humanismo o filantropismo que se unció al pacifismo tras el fin de la Segunda
Guerra Mundial.
La dirección práctica que asume el humanismo indigenista tiene sentido inverso al de los
conquistadores de la Antigua Roma y al de los conquistadores españoles, consistente en incorporar
a su propia cultura las instituciones vigentes, una vez fracturadas, haciendo desaparecer las
instituciones más «salvajes», como las relacionadas con el canibalismo.
La «traslación digital» de un texto constituye una especie del género «traslación de soporte».
El concepto de «soporte» resulta de una analogía útil dentro de ciertos límites; es inaplicable a
libros como los de Álgebra, en los que la suposición material de su signos en papel es inseparable
del propio texto.
Los libros digitales van a ser piezas características de la cultura del nuevo milenio.
(I) Javier San Martín en su libro Teoría de la cultura (Síntesis, Madrid, 1999):
Dice que el libro toma como punto de partida a las «ciencias de la cultura», pero que éstas
sólo pueden ofrecer conceptos oscuros y externos de ella; habría que analizarla, por el
contrario, «desde dentro».
Se contesta que la Idea de cultura es una Idea, y como tal sólo puede ser analizada en función
de conceptos tecnológicos o científicos previos, como el de agricultura. La oposición disyunta
entre el «fuera» y el «dentro» de la cultura es deudora de una concepción espiritualista de la
cultura que ve ésta como una realidad absoluta e hipostatizada de su entorno.
Dice que Herder utiliza el término Kultur, pero también el término Bildung, de un modo
intercambiable, entendiéndose por el primero la cultura objetiva y por el segundo la cultura
subjetiva, y distingue cinco acepciones de «cultura» en Herder
Se contesta que no hay una disyunción dicotómica entre cultura subjetiva y cultura objetiva.
En efecto, desde la Idea moderna de cultura ya constituida, la propia cultura subjetiva no es
sino una participación de los sujetos individuales en una cultura objetiva envolvente.
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circunscrita en particular. Fichte concibe la cultura en función de un Selbst general y nacional
envolvente, tanto cuando usa Kultur como cuando usa Bildung.
(III) Enrique Ujaldón en su artículo «La comprensión del otro en la filosofía de Gustavo
Bueno» (El Basilisco, no. 29, 2001):
No hay que confundir la devaluación metódica de las instituciones con la negación del
reconocimiento de su funcionalismo social e ideológico, incluyendo la posibilidad de un
virtual apoyo coyuntural a ellas.
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PRELUDIO. LA CULTURA COMO MITO
El prestigio de la Idea de «cultura», capaz de poner en valor y dignificar algo por el mero hecho
de ser cultura, se funda en la transferencia de prestigio que se produce de contenidos culturales que
sí son valiosos hacia todos los contenidos culturales en su globalidad, en la forma de una confusión
entre ellos.
No se puede desactivar un mito en sentido objetivo y efectivo sin ofrecer algo alternativo que
satisfaga las funciones por las que éste se ha institucionalizado, virtualmente otro mito alternativo.
La intención del presente libro no es, así, la de desmitificar la Idea de cultura, sino la de analizar su
estructura mitológica.
«Mito» se usa aquí en su primera acepción del diccionario de la RAE: «fábula, ficción alegórica,
especialmente en materia religiosa». Las leyes de los mitos son las mismas que las leyes operatorias
de la razón o logos, sólo que aplicadas en condiciones sui generis. Unas veces conducen a la
estupidez, pero otras veces hacia semiverdades, protoverdades o simplemente reorganizaciones del
campo percibido. Hay ilusiones que no son míticas y mitos que no son ilusiones; en la génesis de
algunos mitos ha obrado una ilusión perceptual, pero en otros la ilusión es posterior a estos. Entre
algunos mitos y algunas ilusiones sí se da la semejanza de presentar un juego mediante artificios
que ofrece al público una apariencia de verosimilitud, es decir, una apariencia de explicación. Un
mito puede perder la conexión con su analogía originaria, adquiriendo la forma de una
«revelación»; esta transformación consiste en una desmitificación ascendente. La desmitificación
entendida como una cruzada racionalista contra el mito es ella misma un mito.
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I. PREHISTORIA DE LA IDEA DE CULTURA: LA IDEA DE
«CULTURA SUBJETIVA»
La cultura subjetiva forma parte de la misma constelación semántica que los términos
«educación», «crianza» o «formación», originariamente de extensión más amplia y después de la
misma extensión (educación musical→cultura musical), una vez ya consolidada la Idea genérica de
cultura, y que términos como «letrado», de extensión más específica.
Las «dos culturas» analizadas por Snow para Inglaterra aluden a dos especies de la Idea de cultura
subjetiva, cuyas diferencias propondría borrar mediante una reforma de la educación, con el
precedente ejemplar de la Unión Soviética de los años sesenta. Veblen explica los criterios de
cristalización histórica de los parámetros de la cultura subjetiva como una voluntad de
distanciamiento de la «clase ociosa» respecto de las «clases trabajadoras», en la forma de
habilidades como el cuidado de las uñas o hábitos «inútiles» como coleccionar botones antiguos o
aprender lenguas muertas. Se ejercita también el sentido subjetivo de la Idea de cultura en su
contraposición al término «civilización», circunscrito a la cultura objetiva (Mirabeau, Turgot,
Guizot, Castelar, Lévi-Provençal); por el contrario, Morgan o Tylor los distinguen reservando el
nombre «cultura» para referirse a las culturas objetivas salvajes y bárbaras, y el nombre
«civilización» para referirse a la civilizada, como fase última de la evolución cultural.
Es el resultado de la transformación por metáfora del concepto de agricultura, como cultivo del
campo (colere=cuidado, práctica, cultivo), referido, de un lado, a operaciones como arar, sembrar,
recoger o trillar y, de otro, al resultado objetivo de los campos o huertas labrados y cultivados, a
través de la proporción del alma intacta, virgen o salfaje con el campo sin cultivar, por oposición al
alma cultivada, gracias al estudio, con el campo cultivado. La agricultura no es una modulación de
la Idea genérica de Cultura, sino el punto de partida tecnológico de la primera modulación, la
cultura subjetiva.
Las filosofías de la cultura que la reducen a su sentido subjetivo son de dos tipos:
(1) Las que conciben ésta como un instrumento destinado a suplir las insuficiencias naturales del
hombre como especie. Puede atribuirse retrospectivamente a Platón en el Protágoras, a través del
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mito de Epimeteo, y refluye en la década de 1930 en Alemania desde la Sociabiología (Bolk,
Alsberg, Klages, Daqué), y después en la Psicología y la Etología en general, cuando definen la
cultura por el aprendizaje.
(2) Las que conciben ésta como un hábito sobreañadido accidentalmente al hombre como
compuesto sustancia dotada de una forma espiritual, en el sentido de la educación intelectual o
volitiva. Se corresponde con la tradición aristotélico-escolástica.
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II. NACIMIENTO Y MADURACIÓN DE LA IDEA METAFÍSICA
DE CULTURA EN LA FILOSOFÍA ALEMANA
La nueva Idea filosófica de cultura toma de la acepción subjetiva el nombre, en tanto que se apoya
en ella aunque no derive exclusivamente de una ampliación interna suya, y al mismo tiempo la
modifica de tal modo que la transforma en una modulación secundaria, no según el orden histórico1,
sí en el orden sistemático2, como algo distinto del mero aprendizaje o condicionamiento
psicológico-etológicos: la cultura subjetiva se muestra como la participación de una cultura
objetiva envolvente.
Surge en el idealismo alemán en la Europa protestante de los siglos XVIII y XIX, en la filosofía de
J.G. Herder, con el precedente de G. Vico (Scienza Nuova, 1725), B.J. Feijoo (Teatro crítico, 1728),
Montesquieu (Del espíritu de las leyes, 1748), Voltaire, Mirabeau o Turgot. Consta de dos planos
de desarrollo:
(1) Plano ontológico. Considera la Idea de cultura en su relación con la Naturaleza y con el
Hombre. Tiene lugar en una primera fase de construcción.
(2) Plano gnoseológico. Considera la cultura como objeto científico, en función de una nueva
clase de ciencias que se denominarán «ciencias de la cultura». Tiene lugar más tardíamente, en
una segunda fase de construcción.
Johann Gottfried Herder (Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, 1784). Kant se
mantiene todavía en la órbita de la cultura subjetiva, aunque como cultura moral en su fundamento.
Por el contrario, Herder adopta una perspectiva histórica, en la que la cultura se desenvuelve
suprasubjetivamente, examinando las condiciones estructurales que envuelven y determinan a la
cultura subjetiva, en la forma de una tradición. Pero no concibe esa tradición como única, sino
como un conjunto de tradiciones correspondientes a los diversos pueblos («familias, patriarcas y
fundadores de tribus»), aunque sin dejar de recoger de Lessing la Idea de una «educación del género
humano». Llama «cultura» a la «segunda naturaleza del hombre», extendiéndola a todos los pueblos
de la Tierra, frente a la concepción anterior que la reservaba para los pueblos europeos, señalando
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Filosofía del Derecho, 1821). El momento subjetivo de la
cultura se coordina con la Idea de «Espíritu subjetivo», en tanto que envuelto por el «Espíritu
objetivo» (familia, Estado, moral), que se determina en la forma de la «cultura de una nación». Por
la cultura, la sustancia se hace sujeto, espíritu libre, y el espíritu objetivo alcanza el estado de
espíritu absoluto. En cada época sólo una de entre las culturas existentes es la verdaderamente
universal, habiéndole llegado la hora de serlo a Alemania, y la guerra es la única relación posible
entre los Estados soberanos.
No hay un árbol único de desarrollo de la Idea de cultura a partir de la filosofía clásica del
idealismo alemán (Kant, Herder, Fichte, Hegel), del que emanen como ramas los demás
tratamientos (Dilthey, Durkheim, Morgan, Boas, Kröber, Marx, Bismarck, Lenin), sino que existen
otros troncos con raíces distintas que intervienen en ese desarrollo, aun cuando sus ramas se hayan
«anastomosizado» con el tronco alemán. No es necesario, por tanto, prescindir del modelo del árbol,
sino multiplicarlo como una múltiplicidad de árboles, de diferente vigor, cuyas especies de
concepciones de cultura hay que determinar y clasificar, de acuerdo con dos criterios:
(I) En función de relación cultura/naturaleza:
(A) Espiritualismo de la cultura. Concibe la cultura como una creación sui generis,
irreductible e incomparable a los procesos naturales, o incluso una causa sui del propio
hombre. «Espíritu» significa, así, un principio creador, poético, no dependiente en su
causalidad intrínseca de la naturaleza, de la que puede no obstante extraer sus materiales.
(B) Materialismo de la cultura. Concibe la cultura como algo inmerso en los procesos
causales naturales. No debe ser confundido con el naturalismo, en la medida en que éste
puede constituirse también como una forma de espiritualismo (e.g. Herder), ni tampoco con el
reduccionismo zoológico, que es sólo una especie de concepción materialista.
(II) En función de la relación cultura/hombre (en su sentido social, no individual):
(a) Humanismo de la cultura. Concibe la cultura como superpuesta extensionalmente con el
hombre: todo hombre lo es en tanto que «animal cultural», y la cultura sólo existe en lo
humano como tal.
(b) Antihumanismo de la cultura. Concibe la cultura como algo separado del hombre, sin
contenidos comunes de intersección, bien en con la cultura por encima del hombre
(sobrehumanismo), bien con ella por debajo (infrahumanismo).
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(c) Praeterhumanismo de la cultura. Concibe la cultura y el hombre como dos clases que
intersecan parcialmente, en función de cierto criterio.
Las alternativas del primer criterio son relativamente independientes de las del segundo criterio, y
las seis combinaciones son posibles. El primer criterio es de primer rango, frente al segundo. Así, si
se cruzan ambos criterios, resulta la siguiente tabla:
(1) Espiritualismo humanista. El espíritu se identifica con el hombre como «animal cultural»,
definido precisamente por su espiritualidad creadora. Es el caso del idealismo absoluto de Fichte,
donde el espíritu es el yo y el no-yo ni siquiera existe como sustancia, sino sólo como «posición
del yo», de tal manera que el propio mundo es una creación del yo, como mundo de cultura.
También Herder, donde la cultura espiritual constituye una «segunda naturaleza», y Dilthey y
Cassirer, que describen la cultura humana como el proceso de progresiva autoliberación del
hombre.
(2) Espiritualismo antihumanista. La cultura se abre camino a través del hombre, pero
trascendiéndolo de forma que queda «más abajo», con sus miserias cotidianas, en la orma de un
dualismo gnóstico. Es la concepción constitutiva del romanticismo alemán, en Novalis o Wagner,
donde sólo es posible alcanzar una liberación de la realidad miserable y finita de la vida humana
a través del arte, que abre al espíritu el acceso al infinito. Para Frobenius, el hombre queda más
del lado d ela naturaleza orgánica que del lado de la cultura.
Las diferencias entre el materialismo cultural en sentido estricto (White, Steward, Marvin Harris)
y otras concepciones de la cultura que no aceptaron emic el nombre de materialistas pueden
reinterpretarse como la contraposición entre materialistas humanistas (estricto) y no humanistas.
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Brown, Malinowski, Herskovits, Steward, etc. Define al hombre como «animal cultural» y se
aproxima a su estudio científico y objetivo a partir de las culturas humanas, particularmente en
sus capas extrasomáticas e intersomáticas o sociales.
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Sigmund Freud. Su concepción de la cultura puede ser clasificada como materialista y
praeterhumanista, a través de conceptos naturalistas como el de «energía psíquica», un quantum que
podía ser tratado según «modelos hidráulicos». Incluye referencias a objetividades sociales
intersomáticas como el clan, la familia o el Estado, como estructuras que se imponen a los sujetos
psicológicos, moldeándolos y confiriendo a sus egos sus «principios de realidad», donde esos
mismos sujetos erigen a su vez las estructuras objetivas como «ideales del yo». Cultura es
represión, y lo que reprime es la porción más importante del hombre: el Ello, como libido que
mueve la vida entera.
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III. LA IDEA DE CULTURA COMO CAMPO DE LA
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. LA ANTROPOLOGÍA
CULTURAL COMO «CULTUROLOGÍA»
En el capítulo II se ha tratado la Idea de Cultura desde una perspectiva ontológica, en relación con
Ideas como Espíritu, Materia, Hombre o Naturaleza.
Aquí se trata la Idea de Cultura desde una perspectiva gnoseológica, en relación con las «ciencias
culturales» («ciencias del espíritu», «ciencias humanas», «ciencias sociales»), referidas al material
antropológico: Historia del arte, Lingüística, Sociología, Musicología, Economía política o
Antropología cultural.
Una ciencia consta de dos planos: el plano de la ciencia ejercida, «en marcha» (capa básica), y el
plano de la ciencia representada (capa metodológica). El primero es independiente de la
perspectiva ontológica, pero el segundo no lo es, en tanto que implica una delimitación del campo
de la propia ciencia frente al resto, por ejemplo a través de la Idea de cultura, frente a las «ciencias
naturales» y «formales».
Definición clásica de «cultura» de Edward Burnett Tylor en Primitive Culture (1871): «La
cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el
conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros
hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad». Consta de las
siguientes partes:
(1) La palabra «hábitos», en el sentido subjetual del aprendizaje, recibidos por el hombre «en
cuanto miembro de una sociedad», es decir, en función de su contexto social envolvente;
indica que se trata de la cultura objetiva.
(2) La fórmula «todo complejo», que indica su perspectiva lógico-material, gnoseológica. O
bien «complejo» es redundante, referido a las partes (toda totalidad consta de múltiples partes,
por oposición a «simple») o bien no lo es, y entonces no va referido a las partes, sino a los
momentos del propio todo (=complexo). Es el segundo caso:
(a) Un momento atributivo de las culturas (categorías culturales, rasgos, pautas), que se
compone de «conocimiento», «creencias», «arte», «moral», etc.
(b) Un momento distributivo de las culturas (círculos o esferas culturales): cultura maya,
cultura azteca, cultura cretense, etc. Es una condición de posibilidad de la Antropología
cultural como ciencia, en la medida en que ésta surge del descubrimiento de analogías y
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paralelismos en las instituciones de los diversos pueblos «extraños» entre sí y respecto del
pueblo descubridor, en la forma metodológica de una Antropología comparada. La
organización distributiva de las culturas no excluía sus transformaciones internas ni la
interacción mutua de unas culturas con otras. La Antropología debía eclipsarse conforme las
líneas divisorias entre esferas culturales se difuminasen en una civilización universal,
transformándose en una «ciencia de gabinete», y cediendo paso a los métodos de la
Sociología, la Economía política o la Historia.
El sintagma «cultura de» en Antropología tiende cada vez más a referirse a determinados rasgos de
una esfera cultural, por sinécdoque de una cultura como todo. E.g. en «cultura del automóvil» o
«cultura de las tarjetas de crédito.
Se dice «contracultura» al momento de una cultura como hoja de ruta práctica (constituyente) para
sustituir a otra (por oposición a su momento estable o constituido). E.g., la cultura hispánica de los
siglos XVI-XVIII fue una contracultura de las culturas indígenas americanas, así como estas lo
fueron eventualmente de la primera, o la cultura de la Antigua Roma fue una contracultura de las
«culturas bárbaras» en los procesos de «romanización»; tb. la cultura cristiana de los Santos del
Yermo del siglo IV, que se aislaban para rehuir la cultura clásica, o la cultura cínica en la Antigua
Grecia. La cultura circunscrita también es una contracultura, en tanto que promociona las artes
liberales frente a las artes serviles (agricultura, tecnologías mecánicas, etc.).
En función de los tipos generalísimos de individuos a los que se refieren, hay tres tipos de
culturas:
(1) Culturas humanas, en sentido antropológico. Son las estudiadas por los antropólogos
culturales.
(2) Culturas de los animales linneanos, en sentido etológico. Son las estudiadas por los
etólogos.
(3) Culturas de los animales no linneanos (extraterrestres). De ellas hablan los «exobiólogos»
o los escritores de ciencia ficción.
Los dos primeros debaten sobre todo en el momento de trazar las líneas de frontera mutuas, y
niegan a su vez la existencia de su campo a los terceros, que tratan de probar que las culturas
humanas actuales no lo son en su génesis, porque habrían sido determinadas por civilizaciones
extraterrestres.
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la cultura nació en el enfrentamiento de la Alemania reformada contra la Iglesia católica, que se
mantiene en la Kulturkampf de Bismarck hacia 1870.
La transformación de la idea antropológica de cultura en idea fuerza tiene lugar a través del
proyecto de demolición o trituración de los moldes de las culturas realmente existentes, en favor de
una forma de cultura superior. Puede tener lugar por tres vías:
(1) En la dirección de una «cultura primigenia», hacia culturas de épocas pretéricas, cuando el
cazador-recolector aún no habría caído en la trampa de la caza o la agricultura y disfrutaba aún
una vida «auténticamente humana».
(2) En la dirección de un «hombre nuevo», hacia la cultura futura, el «superhombre»
nietzscheano o el proyectado por los sóviets.
(3) En la dirección del globalismo, hacia una nueva cultura resultante de la convivencia de
todos los miembros del Género humano.
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IV. LA IDEA DE CULTURA COMO IDEA PRÁCTICA
CONSTITUYENTE. EL «ESTADO DE CULTURA»
El carácter práctico de la idea de cultura no es sino una modulación suya, pero no es lo mismo
considerar la idea de cultura en lo que tiene de intencionalidad neutra que en lo que tiene de idea
axiológica, cargada de «juicios de valor» de signo meliorativo y con una función reivindicativa, a
través de sintagmas como «tesoro cultural», «riqueza cultural», «patrimonio espiritual de un
pueblo» o «patrimonio de la humanidad».
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V. LA GÉNESIS DE LA IDEA METAFÍSICA DE CULTURA. EL
«REINO DE LA GRACIA» Y EL «REINO DE LA CULTURA»
Idea de Reino de la Gracia. Va tomando cuerpo a medida que la Iglesia católica va asumiendo las
funciones de cúpula ideológica capaz de cobijar los diversos pueblos que se van agregando al
Imperio romano, una vez reconocido el cristianismo como religión oficial. En San Pablo, la
«Gracia» se refiere todavía al ámbito intelectual y moral de las «virtudes teologales» (Fe,
Esperanza, Caridad) y los «dones del Espíritu Santo» (Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo,
Fortaleza, Piedad y Temor), que le son dados a los individuos por el Espíritu Santo para bien de la
comunidad. En San Agustín, la Gracia se refiere ya también a elementos extrasomáticos como libros
o templos. El quebranto de la naturaleza humana causado por el pecado de Adán requiere la ayuda
de la Gracia para que sea posible la salvación. El concilio II de Orange de 529 establece contra los
semipelagianos que la Gracia no se puede conseguir por la humana invocación, sino que es esa
misma Gracia la que hace que invoquemos al Señor y creamos en él (envolviendo desde el exterior
nuestra subjetividad). No solamente restituye a los hombres a su estado natural, sino que los eleva
por encima de su naturaleza animal y los pone en presencia de Dios, afectando a la propia sustancia
de los hombres y situándolos en un orden superior. El lenguaje, el poder político, la familia, la
moral, la filosofía o las artes aparecen como contenidos dados «por la Gracia de Dios».
Analogía entre las doctrinas relativas a los esquemas de conexión entre el Reino de la Naturaleza
y el Reino de la Gracia y entre la Naturaleza y la Cultura:
A. Doctrinas naturalistas.
a. Naturalismo radical: pelagianismo (niega todo papel soteriológico de la Gracia) /
innatismo sociobiológico (K. Lorenz, E.O. Wilson).
b. Naturalismo moderado: semipelagianismo (abad Casiano: niega la necesidad de la Gracia
para que se produzca el primer movimiento hacia la Fe) / teoría de la preprogramación
cultural epigenética (Eibl-Eibesfeldt).
B. Doctrinas sobrenaturalistas:
a. Sobrenaturalismo radical: agustinismo, calvinismo (la naturaleza humana, por sí misma,
no puede acercarse a la Gracia, que viene de lo alto) / ambientalismo (Freud, Klages, Badura:
la cultura implica una represión de los instintos naturales a través de rigurosa disciplina).
b. Sobrenaturalismo moderado: tomismo / skinnerismo (el refuerzo es necesario para que se
mantengan los hábitos adquiridos).
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La secularización implica un eclipse de la fe en el Espíritu Santo, que a través de la reforma de
Lutero había comenzado a soplar no a través de Roma sino a través del «fuero interno» de cada
hombre, y a través de las asambleas constituidas por los hombres de los diversos pueblos, dando
lugar al Espíritu del Pueblo (Volksgeist), cuyos contenidos expresa la Cultura nacional, y a la
transformación del Pueblo de Dios en Nación política.
Con el incremento del peso específico de los Estados modernos comienzan a florecer las lenguas
nacionales como medio para «volverse de espaldas» a los demás Estados y «concentrarse» en sus
propios proyectos de expansión y desarrollo colonial. Este proyecto incluye la construcción ad hoc
de nuevas formas artísticas inspiradas en motivos particulares o folklóricos, que poder utilizar como
«señas de identidad». Sin embargo, lo realmente valioso de estas construcciones no eran sus
componentes nacionales, sino los comunes e internacionales: los instrumentos científicos y
musicales, la orquesta, el laboratorio, la filosofía escolástica que permitió la filosofía clásica
alemana, etc. En el caso de la filosofía, la lengua la constituye en una plataforma particular, pero
desde ella se puede abarcar las formas y contenidos de las demás lenguas o culturas, permitiendo
una virtual «asimilación universal».
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VI. EL MITO DE LA UNIDAD ORGÁNICA DE LA CULTURA Y LA
REALIDAD DE LAS CATEGORÍAS CULTURALES
La estructura de la «cultura», como campo de la Antropología cultural, es del tipo matricial, donde
las partes atributivas de cada esfera cultural tienen una réplica en las partes atributivas de las demás
esferas, en la forma de categorías culturales genéricas, como un patrón universal. Las cabeceras de
columna son las diferentes esferas culturales, y las cabeceras de fila las diferentes categorías.
Aunque no hay una réplica entre culturas del piano de cola, sí puede encontrarse réplica de
«instrumentos musicales», o incluso especies determinadas, como «instrumentos de cuerda». La
escritura alfabética no es universal, pero sí lo es el lenguaje fonético articulado. Tampoco lo son los
templos, pero sí las ceremonias religiosas.
La forma del conjunto de categorías culturales es una «lista de lavandería», incluso cuando esa lista
se somete a una reclasificación sistemática en clases como «estructura (fuerzas, medios y relaciones
de producción) y superestructura» (marxismo) o «infraestructura, estructura y superestructura» (M.
Harris), cuyos contenidos siguen siendo «derecho», «religión», «literatura», «música», etc.
Las categorías culturales son de dos tipos: sistemáticas y sistáticas. Las sistáticas se refieren a la
«región de los fenómenos», y las sistemáticas, por regressus, a la «región de las esencias». [Cf.
«Ensayo de una teoría antropológica de las instituciones».]
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VII. EL MITO DE LA «IDENTIDAD CULTURAL» Y LA
REALIDAD DE LAS ESFERAS CULTURALES. LAS CULTURAS
OBJETIVAS COMO SISTEMAS MORFODINÁMICOS
Las partes atributivas del «todo complejo» de la cultura pueden ser clasificadas en los siguientes
tipos o capas:
(1) Cultura intrasomática o subjetual. Contenidos relativos a las subjetualidades corpóreas, en
la forma de operaciones.
(2) Cultura intersomática o social. Contenidos relativos a las interacciones entre sujetos
corpóreos. E.g. la caza cooperativa o el diálogo.
(3) Cultura extrasomática o material. Objetos exteriores a los sujetos corpóreos.
En función de cada uno de estos tipos, pueden distinguirse las siguientes teorías de la cultura:
(A) Unidimensionales:
a) Reducción a la cultura intrasomática. La cultura está formada por memes de información
y por aquellos productos a que estos dan lugar. Sociobiología. Se contesta: Que en una
duplicación subjetual de los elementos culturales objetvos, y por tanto constituye una forma
de pseusoexplicación. Los contenidos de las capas social y material son deducidos de la forma
del sujeto. E.g., la forma curva o la longitud de las tejas árabes se explica por relación al
muslo del artesano que las fabrica. Se contesta: Que hay instituciones sociales y materiales
que no se pueden explicar de este modo.
b) Reducción a la cultura intersomática. La cultura es una expresión o secreción de un
grupo social. Sociología.
c) Reducción a la cultura extrasomática. Arqueólogos y geógrafos sociales.
(B) Bidimensionales:
a) Reducción a las culturas intrasomática e intersomática.
a) Reducción a las culturas intrasomática y extrasomática.
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a) Reducción a la cultura intersomática y extrasomática.
(C) Tridimensionales: Es la teoría más frecuente entre los antropólogos.
Lo que diferencia las culturas humanas del resto de culturas animales es:
(1) El incremento del peso proporcional de la cultura extrasomática en el proceso causal, sobre
las culturas intersomática e intrasomática.
(2) Sus dimensiones normativa e histórica, por acumulación directa y selectiva a lo largo de
múltiples generaciones, «transportando» en las generaciones posteriores el resultado de la acción
de las generaciones precedentes.
(3) Aparición de formas sin precedentes en la vida zoológica, como el libro o la propia persona.
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(2) Modelo expresionista (Cassirer, Ortega). El hombre es un principio cuya naturaleza
creadora consiste en expresarse a sí mismo y a los demás mediante los símbolos de la cultura.
Se contesta: Que los ritmos y cauces a través de los cuales tienen lugar las concatenaciones de
las obras culturales son distintos de los humanos. No es más que una secularización de la
teología creacionista y naturalista (Nicolás de Cusa, fray Luis de León, fray Luis de Granada)
que concebía el mundo como la explicación de Dios en su acción creadora. E.g., las leyes
geométricas y físicas que presiden la estructura de las pirámides no son una expresión del
espíritu de los egipcios, sino una expresión de la estructura geométrica de un poliedro de
piedra.
Las cuatro concepciones previas parten de un dualismo metafísico entre Hombre y Cultura que se
apoya en la previa sustancialización del Hombre.
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VIII. SOBRE UNA LEY DEL DESARROLLO INVERSO DE LAS
ESFERAS Y LAS CATEGORÍAS CULTURALES
Ley del desarrollo inverso de la evolución cultural: La cultura, en cuanto todo complejo que
reúne a todas las culturas humanas, tomada en su sentido inicial, reconocible ya como humano,
evoluciona de suerte que el grado de distribución (dispersivo) de sus 'esferas' (o 'culturas')
disminuye en proporción inversa al incremento del grado de atribución (disociativa) constitutiva de
sus categorías.
[Simplificado: La evolución de la cultura humana tiende a una disminución del aislamiento entre
sus diversas esferas (cultura griega, cultura china, cultura española…) inversamente proporcional al
incremento de la independencia mutua (especialización, división del trabajo) de sus categorías
institucionales (ciencias y técnicas).]
El modelo lógico de esta ley es la matriz del «todo complejo» de la cultura, pero puesta en
movimiento en función de dos estados extremos o límites: un estado inicial, donde las líneas
longitudinales están punteadas y las líneas transversales en trazado lleno, y un estado final, donde
las líneas transversales están punteadas y las líneas longitudinales en trazado lleno. La evolución
cultural constituye la transformación del estado inicial en el estado final, a través de un número
indeterminado de estadios intermedios, en los que se refunden unas líneas, se desdoblan otras, etc.
El criterio para medir el estado de humanización de una cultura (más allá del rango etológico
de una mera cultura animal homínida) lo constituye la normalización de sus pautas culturales, a
través del lenguaje fonético y la representación de estados sociales anteriores, y con contenidos
clasificables en sus correspondientes tres capas (subjetual, intersubjetual y material).
3 Para una reinterpretación de la distinción entre barbarie y civilización, cf. Etnología y utopía.
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(II) Referida a la variación cultural morfológica, a los cambios en su idiosicrasia, por oposición
al estado de equilibrio dinámico (particularmente en la barbarie). La causa directa de esa
transformación es la confluencia y enfrentamiento con otras culturas; la causa indirecta es el
incremento demográfico y las variaciones del medio determinadas parcialmente por la actividad
humana. El incremento demográfico puede resolverse por escisión binaria de la cultura inicial. El
desarrollo es multilineal; no hay una única línea ascendente y continua de evolución (en el
sentido de un «progreso»), sino de líneas diferentes, aunque orientadas a confrontarse
mutuamente.
Cuando las esferas culturales toman la forma de Estados y la dinámica cultural la forma de
dinámica histórica, el tamaño de las esferas va aumentando y el número de esferas va
disminuyendo. Simultáneamente, tiene lugar una mayor diferenciación de las líneas longitudinales,
expresándose sociológicamente como «división del trabajo», y como consecuencia se genera una
objetivación de los productos y estructuras de esa sociedad respecto de los procesos operatorios que
les han dado lugar en su génesis, y una disociación mutua o sustantivación correlativa de las
diversas categorías. E.g., la música, como actividad sobordinada y adjetivada por intereses
religiosos, militares o profesionales, se desprende de esos servicios y se constituye como música
sustantiva, cuya única función es ser escuchada en un conciertom desenvolviéndose en un mundo
musical exento, puro, que ni siquiera puede ser utilizado para fines psicológicos (relajación,
disfrute, etc.).
El límite de este proceso de diferenciación tiene lugar en el estado final de la matriz, ya realizado
ampliamente en la actualidad, como consecuencia de la unidad planetaria producida por el
colonialismo y el imperialismo modernos, cuando las esferas culturales individuales se refunden en
una única esfera universal (i.e., cuando la «clase distributiva de las culturas» se transforma en una
clase unitaria), de especialidades o círculos categoriales desconectados e inconmensurables entre sí.
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IX. EL MITO D ELA CULTURA UNIVERSAL Y LA CULTURA
KITSCH COSMOPOLITA
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Cultura Kitsch. Es la forma bajo la cual se realiza el ideal de la cultura universal en la sociedad
industrial. Se caracteriza por su universalidad relativa y por el abigarramiento de objetos y de
funciones dentro de un mismo objeto (e.g., un reloj-despertador-encendedor-sacacorchos). Va
referido a un nivel cultural que se estima como de vanguardia, y quiere ser sucesor de la cultura
aristocrática, enciclopédica y cosmopolita, pero mientras que el kitsch de la belle époque
participaba de ella directamente a través de la reproducción industrial de sus manifestaciones
artísticas (cuadros, esculturas, novelas), el neokitsch o kitsch de la socialdemocracia ofrece ya sus
propias formas culturales creadas por «diseño», con el fin de excitar permanentemente al
consumidor a través de determinada cantidad de novedad por objeto. La universalización de la
cultura, en el sentido enciclopédico, conduce siempre a algún tipo de kitsch, como forma de
autosatisfacción por el consumo de los últimos productos de la moda y la cultura. Si el kitsch se
universalizara, se convertiría en una refluencia de la realidad natural (e.g. el Woodstock 94 como
fenómeno etológico de masas); favorece también los idiotismos propios del nacionalismo político
cultural.
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FINAL. LA CULTURA COMO OPIO DEL PUEBLO
(I) Como cultura nacional. Se refiere al ideal de girar en torno de la supuesta identidad de una
nación, frenando la tendencia expansiva de toda cultura a asimilar los contenidos de otras, en la
forma de un «encapsulamiento», y como reacción a una conciencia de la propia debilidad, a la
espera de debilitar el poder de la cultura enemiga.
(II) Como cultura circunscrita. Se refiere al ideal de la cultura selecta o santificante, la cultura
por antonomasia. El vulgo (de Volk = pueblo) abarca tanto a la élite como a la gente corriente.
Ortega define la masa como todo hombre que se encuentra satisfecho de lo que es por el mero
hecho de pertenecer a su grupo, cebado de su propio existir y de las rutinas o señas de identidad
que el grupo le suministra. Esta forma la comparten tanto la cultura hippie como las temporadas
de ópera, a través de las cuales se alcanza la falsa conciencia de la realización de la plenitud
vital, como libertad.
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ÍNDICE
PRÓLOGOS .........................................................................................................................................2
PRELUDIO. LA CULTURA COMO MITO ........................................................................................5
I. PREHISTORIA DE LA IDEA DE CULTURA: LA IDEA DE «CULTURA SUBJETIVA» ...........6
II. NACIMIENTO Y MADURACIÓN DE LA IDEA METAFÍSICA DE CULTURA EN LA
FILOSOFÍA ALEMANA .....................................................................................................................8
III. LA IDEA DE CULTURA COMO CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. LA
ANTROPOLOGÍA CULTURAL COMO «CULTUROLOGÍA» ......................................................13
IV. LA IDEA DE CULTURA COMO IDEA PRÁCTICA CONSTITUYENTE. EL «ESTADO DE
CULTURA»........................................................................................................................................16
V. LA GÉNESIS DE LA IDEA METAFÍSICA DE CULTURA. EL «REINO DE LA GRACIA» Y
EL «REINO DE LA CULTURA» ......................................................................................................17
VI. EL MITO DE LA UNIDAD ORGÁNICA DE LA CULTURA Y LA REALIDAD DE LAS
CATEGORÍAS CULTURALES.........................................................................................................19
VII. EL MITO DE LA «IDENTIDAD CULTURAL» Y LA REALIDAD DE LAS ESFERAS
CULTURALES. LAS CULTURAS OBJETIVAS COMO SISTEMAS MORFODINÁMICOS ......20
VIII. SOBRE UNA LEY DEL DESARROLLO INVERSO DE LAS ESFERAS Y LAS
CATEGORÍAS CULTURALES.........................................................................................................23
IX. EL MITO D ELA CULTURA UNIVERSAL Y LA CULTURA KITSCH COSMOPOLITA .....25
FINAL. LA CULTURA COMO OPIO DEL PUEBLO .....................................................................27
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