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¿Qué es el concepto?
1. Crea listas. A no ser que tengas muy claro cada uno de los puntos del logline,
mi consejo es que vayas creando listas, como ya vimos en tormenta de ideas, con
posibles personajes para protagonizar tu historia, diferentes objetivos,
antagonistas, así como lugares y épocas. Recuerda que esta etapa de la escritura
es como un juego y has de intentar divertirte. Déjate llevar, escribe todas las ideas
que se te ocurran y quédate con aquellas que más te gusten.
¡Ojo! La idea acertada no tiene por qué ser la más original o rocambolesca, sino
aquella con la que tú te sientas más a gusto, la que te apetezca escribir por encima
de todo.
2. El personaje principal . No uses nombres propios. Ya habrá tiempo para eso.
Ahora muéstralo (o muéstralos si planeas escribir una novela con varios
protagonistas) solamente con un sustantivo y una característica que los definan de
manera más sencilla y general. Por ejemplo, una niña despistada, un bombero con
miedo a las alturas, un científico excéntrico o tres adolescentes que se escapan de
casa.
Lo ideal sería que esa característica que le añadamos al personaje fuera al mismo
tiempo raíz del conflicto o, lo que es lo mismo, algo que le dé chicha a la historia.
Por ejemplo, en El viejo y el mar, de Hemingway, el personaje principal es un
anciano pescador que lleva ochenta y cuatro días sin conseguir pesca alguna.
Como veis, ya en esta breve descripción del protagonista se empieza a fraguar el
siguiente punto.
En El viejo y el mar, las fuerzas que se oponen al pescador son su propia vejez, el
mar, las fuerzas de la naturaleza, los tiburones… Pero el principal representante
de todas ellas es el pez que quiere llevarse a casa, ese pez gigantesco que se
convierte a la vez en su salvación y su perdición.
6. La frase que define tu novela . Por último, cuando ya hayas elegido todos los
elementos que conformarán tu historia, escribe con ellos una frase que resuma la
historia que quieres contar. Trabájala hasta que te suene redonda, hasta que
explique exactamente la novela que vas a escribir. Anótala en un lugar visible de tu
mesa de trabajo o en la primera página de tu cuaderno. Es posible que necesites
volver a ella cuando pierdas el rumbo más adelante.
Toda historia, toda novela, guión, cuento, obra de teatro… tienen al menos una
cosa en común: un personaje protagonista. Después de todo ¿qué es una historia
sino «algo» que le sucede a «alguien»? En los cuentos o relatos cortos, ese
«alguien» no es tan importante. No tenemos que desarrollarlo, ni necesita una
evolución ni un pasado. Muchas veces, ni siquiera necesitamos saber cómo es su
carácter. En el cuento, el/la protagonista nos representa a todos. Es un símbolo,
una metáfora. Es el ser humano ante una circunstancia extraordinaria y lo
verdaderamente importante no es a quién, sino qué sucede.
Nota: si tu novela tiene más de un personaje protagonista, repite los pasos que te
propongo con cada uno de ellos.
Como ya iréis viendo, estos pasos que os propongo en los siguientes párrafos
están tan relacionados entre sí que a veces es difícil separarlos. En realidad son
un todo que dan forma al personaje, así que lo mejor es atacar los pasos en orden,
reflexionando sobre ellos, buscando cómo podrían ayudarnos a construir una
historia mejor, pero sin tener miedo a volver atrás para añadir una nota o cambiar
algún elemento anterior si vemos que esto hace funcionar mejor el conjunto.
Paso 1. Identidad
Lo primero que tienes que preguntarte y que puede que ya sepas gracias a haber
trabajado el storyline en los pasos anteriores, es quién es el protagonista. ¿Qué es
lo que define a este personaje? ¿Es un pescador anciano con muy mala suerte?
¿Un científico loco? ¿Un bombero con miedo a las alturas?
También ha llegado la hora de definir la situación inicial del personaje antes de que
comience la historia. ¿Cómo es su mundo, su día a día, su vida ordinaria? Por
ejemplo, en la saga de La Guerra de las Galaxias, Luke Skywalwer lleva una vida
monótona y aburrida en la granja en la que vive con sus tíos, en un planeta
apartado.
Como ves, no se trata de explayarse, sino de aclarar un poco los aspectos clave
de esa vida «ordinaria» antes de que la historia se ponga en marcha.
Paso 3. Objetivo
Paso 4. Motivación
Ya sabemos qué tiene que hacer el protagonista en la historia y por qué. Veamos
ahora qué obstáculos se encontrará por el camino. ¿Quién o qué va a intentar que
no consiga su objetivo? Y, lo que es tanto o más importante, ¿cómo lo hará?
Recuerda que, cuanto más duros sean los obstáculos a los que ha de enfrentarse,
mayor será el conflicto de la novela y, por lo tanto, el interés. Una historia en la que
el protagonista no encuentra ninguna dificultad para conseguir sus objetivos, nos
resulta aburrida.
Paso 6. Adhesión
Por poner un ejemplo algo extremo pero que creo explicará mejor a qué me refiero:
si tenemos un hombre cuyo objetivo es pescar el pez más grande del lago para
ganar un concurso, pero cuando se lanza a por ello descubre que una extraña
criatura está atacando a los participantes. ¿Realmente le compensaría continuar y
jugarse la vida? ¿Solo por un premio? Sin embargo, si el hecho de ganar ese
premio fuese de vida o muerte para él, si necesitase el dinero para pagar una
delicada operación a su hija enferma, sí se entendería que no renunciase al
objetivo.
Paso 7. Imperfecciones
Paso 8. Dilema
Por supuesto, cuanto más profundo sea el dilema, cuanto más ataña a la escala de
valores del personaje y, ¿por qué no?, del lector, más interesante resultará. Ten en
cuenta que el dilema es un elemento narrativo que ayuda a los escritores a
reforzar el tema del que trata la novela.
Otro elemento relacionado con las imperfecciones del personaje, pero también con
el dilema y con todos los pasos que vimos anteriormente —ya te comenté que
todos los pasos para la creación del personaje están relacionados entre sí,
alimentándose unos de otros—, es el arco de personaje o, dicho de otro modo, lo
que vendría siendo la evolución del personaje a lo largo de la trama. ¿Qué
aprende? ¿Cómo cambia su carácter?
Si quieres más información sobre este paso, puedes leer la entrada qué es un arco
dramático de personaje y cómo se crea.
Ahora que ya tenemos claros los aspectos más importantes del personaje respecto
a la historia que le va a tocar vivir, vamos a volver la vista hacia atrás, hacia su
pasado. Una biografía —puedes hacerla tan extensa como quieras, aunque
tampoco es necesario que entres en todos los detalles, basta con marcar los
sucesos más importantes— nos ayudará a comprender mejor cómo es el
personaje y cómo reaccionará ante los obstáculos y dilemas que le vayamos
planteando.
Paso 11. La Voz del Personaje
Para terminar, una de las partes que más me gustan de la creación de personajes:
el momento en el que dejamos de imaginar cómo es para pasar a escucharlo en
persona. Elige uno de los momentos de su biografía —o varios, si quieres explorar
más allá– y escríbelo en primera persona, como si fuese el personaje quien lo
relata. Hazlo sin pararte a pensar en la trama o en ningún tipo de estructura, sino
dejándote llevar, metiéndote en la piel del personaje e intentando sentir lo que él o
ella sentiría.
Para el último paso doce del ejercicio de esta entrada ya podemos olvidarnos del
protagonista. A estas alturas estará creado y definido, y le toca la hora a su
contrario: el antagonista.
C. LA PRIMERA SINOPSIS
Este primer resumen no ha de ser extenso, apenas tres o cuatro párrafos de unas
pocas líneas cada uno. ¡Ojo! No todo lo que escribirás en esta sinopsis tiene por
qué aparecer luego en la novela, pero es importante que lo conozcas para poner
en orden las ideas.
Paso 2 – El Detonante
Alicia, tras caerse por la madriguera del conejo, se da cuenta de que ha llegado a
un país diferente —el País de las Maravillas—, y su objetivo será buscar el camino
de regreso, al mismo tiempo que intenta averiguar qué es ese extraño lugar.
Paso 4 – El Desarrollo
Una vez la situación inicial ha cambiado, se pone en marcha el conflicto y
comienza el segundo acto de la novela: el desarrollo, donde el protagonista se
lanza en pos de su objetivo y comienzan los obstáculos. De nuevo de forma breve,
expón estos obstáculos y explica quién los creará.
Retomando el ejemplo de Alicia, mientras la niña intenta salir del País de las
Maravillas, va encontrándose todo tipo de extrañas y locas criaturas que, en lugar
de ayudarla a encontrar el camino de regreso, la confunden todavía más.
Paso 5 – El Clímax
Paso 6: El Desenlace
Para terminar, piensa cómo quieres que termine tu novela. Para ello, recuerda el
arco de personaje y su evolución, tal y como vimos en la construcción del
personaje protagonista. Esto te ayudará a decidir si quieres un final positivo,
negativo o neutro.
En el caso de Alicia, cuando la reina manda a los naipes lanzarse a por ella, la
niña se despierta acompañada de su hermana y descubrimos que todo había sido
un sueño.
D. TRAMAS Y SUBTRAMAS
El siguiente paso para construir la novela que estás creando paso a paso: las
tramas, tanto la principal como las tramas secundarias o subtramas.
Según la Real Academia Española, en narrativa una trama es la ligazón entre las
partes de un asunto u otra cosa, y en especial el enredo de una obra dramática o
novelesca. Es decir, el hilo que une todas las partes de tu obra hasta convertirla en
una narración. Es algo casi invisible, que se va creando poco a poco, a medida
que das forma a la historia a través de otros elementos.
¿Por qué me gusta más esta acepción? Porque en una novela no solo hay una
historia, sino que solemos encontrarnos una historia principal y pequeñas historias
que funcionan como satélites o ramificaciones de la primera.
Ojo, ten en cuenta que en esta entrada estoy hablando de novelas. Si tu objetivo
es escribir una novela corta, no necesitas preocuparte por las tramas secundarias,
ya que este tipo de obra suele centrarse en una única trama. No hay tiempo ni sitio
para más.
Ahora bien, si tu intención es escribir una novela más larga y compleja, sí que es
importante que tengas en cuenta las tramas secundarias. Te ayudarán a darle
profundidad a la trama principal y a los personajes.
1. La Trama Principal
2. Las Subtramas
Eso sí, ten cuidado y céntrate en que aporten algo a la historia. Si nos pasamos y
añadimos demasiadas subtramas, corremos el riesgo de distraer al lector o liarlo
hasta conseguir que se aburra y deje de leer. Las subtramas son como la sal, hay
que usarla en su justa medida; si nos pasamos o nos quedamos cortos, podemos
arruinar el plato.
¿Para qué sirven las subtramas? Por norma general, suelen tener al menos
una —a veces pueden tener varias a la vez— de las siguientes funciones:
1. Hacen avanzar la trama principal . Muchas veces las subtramas sirven para
complicar más el conflicto añadiendo puntos de giro, hacerlo avanzar o incluso
como detonante que hará que la trama llegue a un desenlace.
Por ejemplo, imaginemos una historia sobre la mafia en la que la trama principal
versa sobre el intento de dos clanes por alcanzar la paz después de años de
enfrentamientos. Podríamos utilizar a dos personajes secundarios —dos jóvenes,
cada uno perteneciente a un clan distinto— que, por motivos ajenos a la historia
principal, se enzarzan en una pelea que acaba en la muerte de uno de ellos. Esto
podría precipitar el fin de las conversaciones y terminar con la paz esperada,
provocando un desenlace un tanto amargo para los protagonistas.
Por ejemplo, si el tema a tratar en la novela fuera la superación del ser humano
ante la adversidad, sería interesante añadir un personaje secundario que
reaccionase de forma opuesta, que se deja vencer, esta subtrama nos serviría por
una parte para incidir en el tema y, por otra, podríamos usarlo también como
empuje o impacto para que el protagonista termine de decidirse a reaccionar, al
verse reflejado en algo en lo que no desea convertirse.
3. Dan profundidad al personaje. Algunas subtramas nos ayudan a mostrar
más aspectos del personaje, a conocerlo mejor. El ejemplo del punto anterior
serviría para este también, ya que no solo profundiza en el tema, sino también en
la psicología del personaje.
En este punto también podrían entrar los saltos al pasado, para contar algo que le
sucedió al protagonista tiempo atrás.
En las series de televisión, por ejemplo, suele buscarse este efecto con una trama
secundaria de tono más cómico.
Ahora que ya hemos visto qué tipo de subtramas existen y cómo funcionan, es
posible que se te hayan ocurrido algunas para darle más chispa a tu trama
principal. Si no es así, no te preocupes. Puedes sentarte más adelante, con
tu primera sinopsis delante, revisar las distintas subtramas que hay y hacer una
lista de posibles subtramas que podrían aportar algo a tu historia. Recuerda: sin
juzgar lo que anotas en esa lista, déjate llevar y luego filtra las ideas que te gusten
más.
1. ¿Qué aportará a la historia esta subtrama? Si puedes, intenta que cubra
más de uno de los puntos que vimos anteriormente —los diferentes tipos de
subtrama—. Esto la enriquecerá.
2. ¿Qué necesito para crear esta subtrama? Puede que en ocasiones te haga
falta añadir algún personaje secundario, un escenario, un elemento… o incluso
cambiar algo de la trama principal para que esta nueva subtrama encaje. Si crees
que mejorará la historia.
Los personajes episódicos pueden tener también una función ambiental —la cajera
del supermercado, el revisor del metro…—, y servir como apoyo para explorar una
emoción del protagonista o darle forma al universo narrativo. En cualquier caso,
como ya habrás visto, este tipo de personajes no necesitan desarrollo y, más que
personajes en sí, son herramientas, elementos narrativos en función de un
conjunto mayor, que es la propia historia.
Por eso no será necesario que inventes un pasado para los personajes episódicos
ni crees para ellos un arco de personaje —con su corta aparición, no les da tiempo
a evolucionar—, pero sí hay otros puntos del desarrollo de personajes menores
que podrías trabajar. A continuación veremos cuáles, como siempre, paso a paso:
Resulta sencillo caer en los tópicos cuando creamos personajes menores, sobre
todo si estos son episódicos. Por ejemplo, si pienso en incluir a un cocinero en
algún momento de mi libro, lo primero que se me ocurre es un tipo gordinflón y
simpático, pero ¿es esta la mejor opción para mi historia? ¿O podría encontrar
otra, más alejada del cliché, que le diese al conjunto de la novela una mayor
profundidad?
Uno de mis personajes episódicos favoritos es el anciano que puede hablar con los
gatos en Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, porque cuando lo leí me pareció
rompedor, me descolocó todos los esquemas. No digo que todos nuestros
personajes tengan que ser tan originales y surrealistas como los de este escritor
nipón —está claro que Murakami tiene un estilo propio y ni debemos ni tenemos
que escribir como él—, pero sí podemos intentar darle una vuelta de tuerca a
nuestra historia, plantearnos si podemos llegar un poco más allá y salirnos un poco
del molde.
Determina Su Papel En La Historia
Aquí se abren dos frentes distintos pero relacionados entre sí. Por un lado, hay
que saber qué rol tiene el personaje secundario o el episódico respecto a los
personajes principales. Por ejemplo, el ayudante del protagonista, el escudero —
no literalmente, claro, sino de manera simbólica—, el confidente, el personaje
obstáculo o el de impacto son algunos de los roles más importantes para los
personajes secundarios.
Por otro lado, también es importante saber qué función cumple el personaje dentro
de la trama. ¿Participa en alguna subtrama? ¿Buscamos que trabaje como
personaje de contraste para resaltar una cualidad del protagonista? ¿Queremos
que ponga obstáculos a los personajes principales en su camino hacia la meta?
¿O su función es solo la de ambientar la historia?
Sea cual sea la respuesta, conocer el papel exacto que el personaje cumple en tu
historia te ayudará a darle forma con mayor facilidad y, sobre todo, a decidir en
qué momentos o escenas deberá aparecer.
¿Y qué pasos seguir para crear estas personalidades individuales? Como siempre,
no hay una única respuesta. Puedes seguir las pautas que mejor se adapten a tu
forma de trabajar, pero a mí las que me funcionan son las siguientes:
F. LA DOCUMENTACIÓN
Ahora la pregunta del millón: ¿cómo se documenta uno para una novela? Cada
obra literaria es un mundo y requerirá una documentación específica, así que no
puedo decirte ve a tal biblioteca, léete este libro o llama a este especialista. Es
imposible saber de antemano qué información va a necesitar un escritor para su
historia. Pero sí puedo darte ciertas pautas que yo he seguido a la hora de
documentarme y que espero te sirvan a ti también:
Ya te habrás dado cuenta, si sigues este blog, de que me gustan las listas. Las
considero un elemento indispensable en este oficio, sobre todo a la hora de
planificar. Por eso lo primero que hago siempre cuando quiero comenzar un
proceso de documentación es una serie de listas (una por cada tema que tenga
que investigar) con las siguientes preguntas:
Las respuestas a estas preguntas ya pueden darte alguna pista del tiempo que te
llevará, además de obligarte a reflexionar sobre posibles fuentes. Tal vez la última
pregunta no consigas responderla completa al comienzo, pero puedes volver a ella
a medida que avances y descubras nuevas opciones.
¡Ojo! En esta fase, vigila bien los detalles. Si, por ejemplo, tu obra transcurrirá en
una ciudad que no conoces, pero que tiene mucho peso en la historia, necesitarás
toda la información posible sobre ella. Desde cosas importantes como el estilo y la
calidad de vida, hasta aspectos más insignificantes en apariencia, como el nivel de
ruido y tráfico o la hora a la que anochece. Estos detalles no se notan cuando
están bien documentados y, por tanto, bien representados en la novela. Pero si no
lo están y metes la pata, te aseguro que más de un lector se dará cuenta.
2. Sitúate En El Tema
Antes de hacer nada más, lo mejor es que realices una pequeña investigación que
te dé un conocimiento general sobre el tema. Sería de locos empezar la
documentación con una entrevista si aún no lo manejas en condiciones. Solo
conseguirás perder el tiempo y quedar mal con la persona a la que entrevistes.
En este punto de la documentación, Google es tu mejor aliado. Unas cuantas
búsquedas te abrirán la puerta a posibles reportajes, artículos, películas, libros…
Empieza por ahí.
Esto vale para cualquier sitio del que saques información. Da igual si es un artículo
en un periódico, en una web, si es un libro, una película, o incluso una persona real
con la que vas a hablar. Asegúrate de que la información es fiable.
El caso más claro aquí es la Wikipedia. Todos la usamos con frecuencia y es una
herramienta útil, pero solo si la tomamos como un punto de partida. El
funcionamiento de esta web hace que los artículos no siempre sean correctos, así
que mejor contrastarlo bien y revisar las fuentes que aparecen al final del artículo,
para poder asegurarnos de su fiabilidad.
Siempre que sea posible, deja tu mesa de trabajo y ve en persona a visitar ese
museo donde tienen la máquina de escribir que utilizará tu protagonista; o visita
ese pueblo en el que el antagonista realizará su huida triunfal…
Claro que se puede escribir sobre lugares en los que no se ha estado nunca, pero
si puedes permitírtelo, esta etapa de la documentación es la más emocionante y te
ayudará a ambientar mejor tu obra.
Tampoco hay un manual que diga cómo contactar con las personas que
necesitamos para documentarnos para una novela. Las posibilidades son
demasiado amplias y a veces te encontrarás en un callejón sin salida porque un
experto sea inaccesible o no le interese hablar contigo. Que esto no te desanime.
Busca alternativas y síguelo intentando. Aunque quizá deberías hacerlo siguiendo
también una serie de normas o de puntos clave:
Amable y con la verdad por delante . No olvides que estás pidiendo ayuda a
cambio de nada. Las otras personas no están obligadas a hacerte ningún favor, así
que acércate a ellas con respeto y amabilidad, explicando desde un comienzo que
estás escribiendo una novela y necesitas ayuda para la documentación. No tengas
miedo a preguntar, incluso aunque te parezca imposible de buenas a primeras. Te
sorprenderá la cantidad de gente dispuesta a echar una mano.
Creo que lo mejor en estos casos es usar una grabadora de audio, porque las
cámaras de vídeo intimidan y pueden provocar que el entrevistado se sienta
incómodo. Por supuesto, recuerda pedirle permiso antes porque puede haber
personas que no quieran que las grabes bajo ningún concepto. En este caso la
entrevista será un poco más difícil y tendrás que tomar notas de vez en cuando
para no olvidarte de los datos importantes.
Eso sí, tened en cuenta que son solo referencias. Puede que una historia no
necesite todos los puntos que veremos a continuación y/o los presente en un
orden distinto. A veces incluso puede haber varios que se fusionen en una única
escena (esto es fantástico, conseguirás escenas más intensas). Pero ahora lo
importante es que seas consciente de que existen y que reflexiones para ver si
encajan en tu historia y cómo.
Escena De Apertura
Una parte fundamental de toda novela es su inicio. La escena con la que la historia
arranca es lo primero que se encuentra el lector (o el editor y el agente literario si
estamos buscando a alguien que nos publique), así que es importante hacerlo
bien.
Dedica un tiempo a pensar cuál podría ser el momento correcto para comenzar la
historia. Normalmente esta escena resulta perfecta para introducir los problemas
de fondo del protagonista o el tema de la historia, pero también nos sirve para
mostrar el detonante que pone en marcha la aventura.
Sea cual sea la respuesta, intenta que la escena de apertura tenga acción,
movimiento, que se trate de una escena dinámica que invite a continuar la lectura.
Comenzar con lo que se conoce en el mundillo como backstory (es decir, contando
el pasado, vida y obra del protagonista) antes de saber nada de los personajes
principales, puede resultar tedioso para el lector.
También puede ayudarte echarle un vistazo a la teoría del cociente MIPA de Orson
Scott Card; o, lo que es lo mismo, cómo elegir cuándo empezar y terminar una
historia.
Detonante
De nuevo piensa qué escena funcionaría bien para mostrarlo y cómo. Aunque ten
en cuenta que esto también es opcional. Hay novelas que comienzan después de
que el detonante haya entrado en juego y luego nos vamos enterando poco a poco
de lo que ha pasado.
Reacciones
Obstáculos Y Dificultades
Piensa también cómo reaccionará el personaje ante esos obstáculos y ante sus
propios fallos. Puede que la respuesta te lleve a nuevas escenas para la historia.
Lo ideal en este punto es que crees una lista de pasos (acciones y reacciones) que
crees que el protagonista deberá dar para llegar desde el punto A (detonante y
puesta en marcha de la historia) al punto B (el final). Si te has apuntado el truquillo
de jugar con varios finales alternativos del que hablamos durante la escritura de la
primera sinopsis, este es el momento de más trabajo, porque tendrás que intentar
que todos sean posibles mientras avanzas en la historia.
Una pequeña nota a modo de curiosidad: si quieres que el personaje realice varios
intentos para conseguir algo, fallando en las primeras ocasiones para luego
triunfar, puede que te interese recurrir a la regla del tres.
Puntos De Giro
Casi todas las novelas tienen puntos de giro. Algunas más, otras menos; algunos
con mayor intensidad, otros más sutiles, pero es habitual encontrarlas en cualquier
género y en obras de cualquier época.
Los puntos de giro son esos momentos en los que la trama da un quiebro, en los
que se descubre el cadáver del que era el principal sospechoso del asesinato, o
cuando la protagonista se entera de que el hombre del que se ha enamorado tiene
esposa y tres hijos. Ese tipo de cosas.
Lo bueno de los puntos de giro es que intensifican el conflicto y los dilemas del
personaje al mismo tiempo que hacen avanzar la trama. En la historia clásica en
tres actos suele haber un punto de giro entre la presentación y el desarrollo de la
obra, y otro entre el desarrollo y el desenlace.
Hoy en día, sin embargo, se acepta que puede haber otros puntos de giro durante
el desarrollo. Sin pasarse, por supuesto. Tampoco es cuestión de estar mareando
al lector con quiebros y más quiebros, pero un par de puntos de giro colocados
estratégicamente, en esos momentos en los que la acción comienza a decaer,
pueden ayudarte, tanto a mantener la intensidad, como a desarrollar la historia
durante más páginas.
Clímax
Paso a paso, obstáculo a obstáculo, giro a giro, llega el momento álgido de toda
historia, el momento de la verdad, el clímax. El protagonista está a punto de
conseguir su objetivo, pero todas las fuerzas del antagonista están en contra.
Parece que no lo va a conseguir. Está todo perdido… y entonces…
Final
Piensa que, según la progresión que quieras para tu arco de personaje, el final
puede ser positivo (el personaje evoluciona de una situación mala a una buena,
tiene un final feliz), negativo (el personaje evoluciona hacia una situación peor que
la inicial y la historia tiene un final trágico) o neutro (el personaje permanece igual y
su situación no cambia aunque haya aprendido alguna cosa durante la historia).
Epílogo
Para terminar, plantéate si la novela necesita un epílogo para cerrar los cabos
sueltos que hayan podido quedar. En ocasiones no es necesario, pero a veces
ayuda, le da un respiro al lector y le permite recrearse en lo sucedido.
Eso sí, cuidado con alargar demasiado el epílogo o podemos provocar lo que se
conoce como anticlímax. Es decir, diluir tanto el efecto emotivo causado por el
clímax en el lector, hasta el punto de llevarlo al hastío y hacer que cierre el libro
con un mal sabor de boca. A veces es mejor saber callar a tiempo.
H. LA ESTRUCTURA
Para crear la estructura de una novela hay que tener en cuenta dos aspectos de la
misma: por un lado, tenemos lo que podríamos llamar la estructura física de la
novela, la forma en la que está dividida la obra —por ejemplo, en capítulos o
partes—. No profundizaré más en esto porque es algo que ya tratamos en el blog
con anterioridad, cuando vimos cómo dividir una novela en capítulos.
Por otro lado, nos encontramos con la estructura temática, —es decir, la
organización del contenido de la historia en escenas— que es la que trataremos en
esta entrada.
Ahora llega el momento de dar un paso más y empezar a elegir todas los
momentos de la historia que formarán parte de la novela. O lo que es lo mismo,
vas a decidir qué escenas serán las que escribirás cuando comiences con el
borrador.
¿Cómo se crea la estructura de una novela?
Como siempre, no existe una única forma de llevar a cabo este proceso de la
planificación, pero lo que yo recomiendo siempre es afrontarlo de manera parecida
a como se escribe una escaleta o un tratamiento de un guion cinematográfico. La
idea es que cada escena tenga, al menos, los siguientes elementos:
3. Descripción. Dos o tres líneas como máximo, algo muy escueto, que describan
qué ocurre en esta escena. Lo ideal aquí es que menciones el conflicto principal, el
tema a tratar o la función que tiene dicha escena en la historia. Por ejemplo:
«Enfrentamiento del empresario con el chantajista. El empresario se da cuenta de
que no tiene escapatoria. Comienza a planear el asesinato».
Como ves, no hace falta que busques un estilo literario para crear la estructura. Es
solo un documento técnico que desecharás en cuanto escribas tu primer borrador.
Si quieres, también puedes añadir otros elementos, como distintos colores según
la trama a la que pertenezca la historia, los personajes que aparecen en ella, las
localizaciones… Cualquier cosa que te ayude a comprender lo que tienes que
escribir cada día cuando empieces con el manuscrito.
Una forma práctica de organizar las información de la estructura es crear una ficha
—con los elementos del punto anterior— para cada una de esas escenas. Para
ello puedes recurrir a las típicas tarjetas índice rayadas, a post-its —tienen la
ventaja de que puedes pegarlos en una pizarra o una pared y cambiarlos de orden
fácilmente— o a aplicaciones como Story Planner, que cuenta con su propia
herramienta para elaborar una estructura de este tipo y permite cambiar de orden
las escenas según necesitemos.
Una vez hayas decidido el método que vas a seguir para tu estructura, lo mejor es
que retomes los puntos clave que vimos en la entrada anterior y crea a partir de
ellos las primeras fichas de escena y ordénalas en orden cronológico —o en el
orden que seguirán en la historia—. Así te servirán como espina dorsal para crear
el resto de la estructura.
Por ejemplo, tenemos la siguiente escena inicial o de apertura: «Título: El
empresario en su vida ordinaria. Descripción: el empresario acude al trabajo, lo
vemos en su vida cotidiana, con su secretaria y sus subalternos. Descubrimos que
es un hombre mezquino y solitario».
Ahora, con estas dos fichas creadas, lo que queda es construir las escenas
intermedias necesarias para llegar de ese punto inicial —la escena de apertura del
empresario en su vida ordinaria— hasta el detonante. Y lo mismo para el resto de
puntos clave de tu historia, hasta llegar al final o al epílogo, si lo hubiera.
Ambas analizan los distintos tipos de escena que existen según dos formas de
clasificarlas, así como la forma de organizarlas dentro de la estructura. Creo que
estas dos entradas pueden darte alguna pista para comenzar.
Eso es tan difícil de responder como lo sería decirte cuántas palabras ha de tener
tu manuscrito. Cada historia tiene su propio tiempo, su ritmo, su narración…
Alguien puede escribir una obra muy extensa con muy pocas escenas —si cada
escena se alarga durante páginas y páginas por necesidades de la historia—, y
otra persona construir una novela corta con un gran número de escenas cortas y
dinámicas.
Tú intenta que la estructura quede completa, que no haya huecos o vacíos por el
medio y la historia avance de forma natural escena a escena. Por supuesto,
tampoco metas escenas de relleno solo por conseguir más páginas después. Si te
parece que al terminar la estructura la historia se queda corta, quizá sea hora de
plantearse si una subtrama tendría cabida.
¿Cómo Saber Si He Elegido Bien Las Escenas?
Llega el momento para la prueba del algodón. Imagina que has creado tu
estructura, tienes un montón de fichas bien ordenadas y organizadas que dan paso
unas a otras de forma orgánica y buscan un equilibrio en cuanto a intensidad.
Hasta aquí todo bien. Pero ¿seguro que están todas las que son y son todas las
que están?
3. ¿Hay alguna manera de que esta escena sea aún mejor? Esta última
pregunta has de hacértela, sobre todo, si alguna de las dos anteriores se ha
quedado un poco en el aire. Quizás la escena te emociona por algún aspecto
personal, pero te das cuenta de que, en realidad, no aporta nada a la historia.
Piensa qué elementos o acciones podrías añadir para darle cabida dentro de la
trama. ¿Quién sabe? A lo mejor te encuentras sorpresas inesperadas que te
ayudan a mejorar la novela.
También puede darse el caso contrario. Que la escena sea necesaria y tenga que
estar sí o sí —por ejemplo, el momento en el que el personaje hace un
descubrimiento que el lector ha de conocer—, pero no te diga nada. Si te deja
frío/a o te parece aburrida porque solo tiene ese elemento importante, significa que
hay que trabajarla un poco. Dale una vuelta, a ver si encuentras alguna forma de
darle mayor profundidad o intenta fusionarla con otra escena que sí te guste y en
la que creas que tiene cabida.
El Punto De Vista
El punto de vista en una historia no es otra cosa que la perspectiva con la que se
cuenta. Es decir, quién lo cuenta y qué conocimientos tiene sobre los hechos y los
personajes. Puede tratarse de un narrador omnisciente, en primera persona,
testigo, etc.
También se dan casos de novelas con distintos tipos de narrador. Por ejemplo, un
narrador en primera persona para las escenas del detective protagonista y en
tercera persona omnisciente para el asesino; o un narrador equisciente para el
personaje principal que se mezcla con un género epistolar en otros capítulos,
como sucede en mi novela Niña de cristal.
Ante tantas posibilidades, ¿cuál elegir? Depende. Cada narrador tiene sus
ventajas y desventajas. Puedes leer más sobre los distintos tipos de narrador en el
tutorial El narrador y el punto de vista. De todas formas, lo más importante es que
te sientas cómodo/a con el narrador que elijas. En este sentido, la razón tiene tanta
importancia como la intuición a la hora de elegir.
El Tono Y El Estilo
Más íntima y personal todavía que la elección del punto de vista, lo es la elección
del tono y el estilo del texto. Cada escritor tiene su manera de escribir, y eso es
bueno. Es lo que diferencia a un autor de otro.
Sin embargo, como no todos los libros son iguales ni tienen las mismas
necesidades, siempre conviene hacer una pequeña reflexión antes de ponernos a
escribir, para decidir cuál es la solución correcta para la novela. No se trata de
perder nuestra propia voz, por supuesto, pero no es igual que la historia la cuente
el narrador omnisciente a que lo haga un personaje que sea, por ejemplo, un niño
de siete años. Habrá diferencias en el lenguaje empleado, así como en el tono y en
el estilo.
El Tiempo Verbal
El maldito y controvertido tiempo verbal. Por los correos que me enviáis sé que
este asunto trae de cabeza a más de uno, y es que no es fácil elegir el tiempo
verbal a emplear en una historia, y mucho menos manejarlo bien.
Prueba Y Error
Ahora que ya sabes las distintas opciones que tienes para elegir el narrador, el
punto de vista y el estilo, mi consejo es que elijas una escena o un momento de tu
historia que consideres intenso y hagas la prueba de escribirlo de distintas
maneras. Prueba un par de narradores entre los que dudes, un estilo más directo y
rápido si ves que lo necesita, o uno más pausado y solemne… Trabaja ese
fragmento —no tiene por qué ser muy largo— hasta que encuentres una opción
que te resulte acertada y, sobre todo, cómoda.
Investigación
Por último, un consejo que quizá no te sirva para esta novela si vas a empezar a
escribirla ya, pero sí para las próximas. Cuando leas a otros autores, sean del
género que sean, fíjate en cómo narran su historia. ¿Qué tiempos usan, qué estilo,
qué ritmo, qué recursos? Cuando veas algo que te llame la atención, anótalo en tu
cuaderno o en la aplicación que uses para este fin.
En el futuro estos «recortes» pueden ayudarte a encontrar la solución para una de
tus historias. No se trata de que copies a otros autores, sino de que aprendas
distintas técnicas y recursos literarios que luego, combinando entre ellos o con tus
propios recursos, construyan algo nuevo.
J. EL PRIMER BORRADOR
No existe una norma sobre cuántas versiones ha de tener una novela. Hay autores
que en dos revisiones la tienen listas y otros que tardan diez o quince hasta que
deciden que ya está lista. De todas formas, ahora no te preocupes por eso. Ya
llegará el momento de revisar y corregir. Ahora toca disfrutar con la escritura, y
para ello, veamos una serie de consejos que pueden ayudarte.
Márcate Objetivos
Puedes ponerte una fecha límite para terminarla si quieres, aunque desde mi punto
de vista esto a veces puede resultar contraproducente —siempre surgen
imprevistos y puede resultar frustrante ver que no se llega ni de broma a la fecha
prevista—. Creo que funciona mejor el marcarse objetivos a corto plazo como
escribir mil palabras al día o diez mil palabras a la semana.
Mi consejo es que definas una meta diario y otro semanal. Así, si algún día no
puedes cumplir lo que te habías propuesto, lo repartes entre el resto de los días de
la semana y conseguirás igualmente el objetivo para la semana.
Eso sí, sé realista a la hora de ponerte los objetivos. Ten en cuenta tus
circunstancias, tu tiempo y tu velocidad a la hora de escribir. Aunque sería lo ideal
escribir el primer borrador de un tirón y en el mínimo tiempo posible, no te marques
como meta escribir la novela en cuatro semanas si tienes que trabajar, atender a tu
familia y continuar con tu vida social como siempre. Solo conseguirás frustrarte y
eso es lo último que queremos.
La estructura que has creado de tu novela te servirá como hoja de ruta para no
perderte en el largo proceso de la escritura del borrador, pero esto no significa que
no puedas salirte de la carretera de cuando en cuando.
Si en algún momento encuentras algo nuevo que crees que funciona, adelante.
Atrévete a cambiarlo. Deja una nota en ese punto para acordarte en las siguientes
versiones de revisarlo y realizar las modificaciones oportunas, y sigue escribiendo.
Ya habrá tiempo para corregir todo lo que quieras en la segunda versión. Ahora es
el tiempo de escribir, a lo bruto, desde las emociones y disfrutando del proceso.
Es importante que no esperes que tu primer borrador sea perfecto. Nunca lo es. Ni
siquiera los de García Márquez o Bioy Casares lo eran. Hace falta mucho trabajo
de limpieza y pulido hasta conseguir algo decente. Pero has de tener algo que
pulir. Si te detienes cada dos por tres para revisar lo que llevas escrito, lo más
posible es que te quedes atrapado/a en un bucle sin fin y no consigas terminar la
novela.
De nuevo, si ves algo que crees que puedes mejorar, deja una nota para tu yo
futuro y sigue adelante.
Organiza Cada Sesión De Escritura
Una planificación tan trabajada como la que hemos llevado a cabo en las últimas
semanas te ayudará a prevenir posibles bloqueos de la escritura. No te
encontrarás perdido/a en mitad del manuscrito sin saber cómo continuar tu historia.
No descubrirás después de sesenta mil palabras escritas que la trama principal no
tiene sentido o que tu personaje protagonista está actuando sin motivaciones. Eso
lo tenemos cubierto, pero a pesar de todo, habrá momentos de bajón.
Si a pesar de todo la fase del muro se te hace cuesta arriba, las dudas te atenazan
y la inseguridad no te permite continuar, no pasa nada. Tómate un respiro. Libérate
de escribir la novela durante un par de días y haz cosas distintas en el tiempo que
ibas a dedicar a la escritura. Da largos paseos, sal a tomar algo, practica deporte…
Pero antes de cada una de estas cosas, echa un vistazo a la estructura y lee la
ficha de la escena que tendrías que estar escribiendo. Antes o después tu cerebro
se desbloqueará, encontrará una forma interesante de plantear esa escena y te
entrarán de nuevo las ganas de escribir.
Esto no le pasa a todo el mundo, pero algunos escritores —entre los que me
incluyo— tenemos el pequeño inconveniente de que nos afectan las novelas que
leemos de otros autores si nos encontramos en plena escritura de un borrador.
Esto quiere decir que si, por ejemplo, estoy leyendo una novela de Stephen King
mientras trabajo en la primera versión de mi manuscrito, puede que en algún
momento sin darme cuenta me ponga a intentar escribir como Stephen King.
Esto no es lo ideal, porque yo quiero escribir como Iria López, no como otra
persona, así que mi truco para esos momentos en los que trabajo más
profundamente en una novela, lo que hago es leer solo obras de autores cuyos
estilos no me afectan —no sé por qué, pero a mí me ocurre que se me «pega»
más el estilo de ciertos escritores que de otros— o directamente limitar mis
lecturas al ensayo.