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Dichosa muerte de San José

DÍA TRIGÉSIMO
Por Devociones Última Edición Jun 11, 2021

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San José es patrón y abogado de la buena muerte. Pueden estar seguros de


morir bien aquellos que se encomiendan a él. Es modelo perfecto de los que
quieren morir en el Señor.

San José no ejerció el ministerio de la predicación; pero se consumió en el


servicio de Jesús y mereció morir entre sus brazos. Pasó largos años en el
servicio de Jesús, siendo el complemento de la Sagrada Familia.

Cuando llegó su hora postrera, Jesús mismo quiso anunciar a su padre esta
noticia. San José no solamente se sometió, sino que bendijo la voluntad de
Dios. Jesús y María estaban a su lado y le asistía.

¡Qué hermoso sería poder conocer lo que dijeron en esos momentos!


¡Cuántas virtudes se hallaron reunidas! ¡Jesús! ¡María! ¡el santo Patriarca!
¡Ah! ¡todas las expresiones edificantes que han pronunciado los santos
moribundos, brotaron primero sin duda de los labios de San José!

¡Grande era, sin embargo, la tristeza de Jesús y de María en tal trance! y


¿cómo no había de ser así?… ¡Amaban a San José con tanta ternura! Jesús
lloró sobre la tumba de Lázaro, ¿y ellos no habían de llorar sobre la de San
José?…

La muerte representa siempre un sacrificio; y también la muerte de los


santos, aunque preciosa en el concepto del Señor es dolorosa sobre la tierra.
Al disponer Jesus para la muerte a su padre adoptivo le consolaba e
inspirábale confianza, pues nadie hay que no tema a la muerte, aún los
santos en su profunda humildad. Y Maria, ¿con qué palabras tan suaves le
consolaría?… ¡Ah! oremos siempre para ser asistidos como San José en
nuestra muerte, por Jesús y por María.

San José consiente en su muerte, la acepta; y esta aceptación corona su vida


oculta y sus sublimes virtudes. El Hijo a quien había cuidado con tanto
amor, se convierte súbitamente en su juez. ¡Oh! ¡cuán indulgente debió
mostrarse Jesús para con su padre adoptivo!

Ven, oh siervo bueno y fiel. Ve a anunciarme en el limbo, refiere allí cuanto


has visto. Pronto iré a libertarte. ¡Oh! ¡Qué fallo de amor!

Cuando sonó la hora de la redención, ¿qué fruto tan escogido debió


aplicarle Jesús? ¡Cuán alto cerca del de su Hijo se eleva el trono de San
José! Suplicadle que sea vuestro intercesor. El santo a quien invocamos
especialmente durante nuestra vida, será sin duda alguna nuestro particular
protector en la hora de la muerte. ¿Quién podrá serlo mejor que San José?

Aspiración. Alcánzanos, ¡oh San José! la gracia de morir como tú, unido
con Jesús Eucaristía por medio del Sagrado Viático.

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