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ORACIÓN INICIAL
ORACIÓN
Señor Jesucristo,
colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo,
para que, siguiéndote en tu último camino,
sepamos cuál es el precio de nuestra redención
y seamos dignos de participar
en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
1
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
REFLEXIÓN
Pilato condena a Jesús injustamente. Jesús sabe que es inocente y también lo
sabe Pilato, pero éste dicta la sentencia de crucifixión por razones políticas.
Aceptando su condena, Jesús se identifica con los inocentes que reciben
condenas de tribunales humanos imperfectos, de inocentes que son juzgados por
lo que se dedican a acusar sin saber las causas. Jesús le asegura a Pilato que sus
seguidores no pelearán por su libertad porque su reino no es de este mundo.
Acogiendo la injusta sentencia de Pilatos, Jesús cumple la voluntad de su Padre,
paga la deuda de nuestros pecados y triunfa sobre el mal. Como propósito de
esta estación, aprendamos a no juzgar, porque hay mucho cristiano que lo hace
sin sentir culpa, creyendo que hace bien, o simplemente su conciencia ya no le
reclama cuando condena al prójimo o cuando le juzga desde sus pensamientos
y palabras.
ORACIÓN
Jesús, pudiste haber llamado a una legión de ángeles a librarte de la injusticia,
pero aceptaste morir para desatarnos de nuestros pecados y liberarnos de la
arrogancia, la venganza, el odio, la avaricia, la envidia, los celos, la pereza y la
lujuria. Sé nuestra inspiración y guía de camino en medio de una vida violenta y
muchas veces injusta. Danos el sentido de lo bueno y de lo malo para no juzgar a
la ligera y vencer el mal a fuerza de hacer el bien. Llénanos de tu fuerza para
resistir en estos tiempos de crisis humana. Amén.
Padre Nuestro … Ave María … Gloria …
2
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas
REFLEXIÓN
Jesús pone en sus hombros la cruz, un instrumento de tortura y muerte. Siente el
peso de la madera; sabe que ese madero fue un día un árbol vivo y vibrante. Este
árbol muerto que ahora pone en sus espaldas, se convertirá en árbol de vida. A
sus discípulos les decía que para caminar con Él debían tomar sus cruces de todos
los días. Vivimos tiempos de terror. Llamemos al Señor del calvario para tener la
fuerza de soportar los sufrimientos que brotan del odio y la maldad. Que cada
cristiano asuma su condición de bautizado y sea instrumento de paz. Que
desaparezcan las quejas y las excusas que no nos permiten mirar con ojos claros
la cruz de cada día.
ORACIÓN
Señor, eres víctima de la injusticia, pero el único capaz de ayudarnos a construir
un mundo más justo. Llevamos una carga muy pesada que merma nuestras
fuerzas. El odio ronda y por todas partes hay clamores de sangre. El grito de los
pobres y el sufrimiento de los ricos se juntan. Las lágrimas riegan las sendas que
caminamos. Son incontables las víctimas del mal irracional y honda nuestra
tristeza. Danos la gracia de permanecer en el amor por encima de los odios que
parecen reinar en todas partes. Amén.
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TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez
REFLEXIÓN
Tras haber sangrado mucho a causa de los azotes, la coronación de espinas y los
golpes, Jesús cae en la tierra que él mismo ha creado. Uno tras otro, recibe los
golpes y a cambio de ellos ofrece a sus atormentadores la respuesta de su amor
para demostrar que el camino a su Reino es opuesto a todos los caminos del
mundo. Sufre, pero no hace sufrir. Como hombre, siente las limitaciones de su
cuerpo y cae bajo el gigantesco peso de la cruz. Nosotros también tropezamos,
caemos, y tantas veces desde el suelo acusamos a otros que caen, no nos vemos
en nuestra caída y no soportamos a quien se equivoca. ¡Qué humanidad más
difícil, Señor! En tu debilidad, encontramos nosotros nuestra fortaleza.
ORACIÓN
Señor, las heridas sufridas son físicas y emocionales. Muchos inocentes en la
historia fueron asesinados, mutilados, discapacitados y llevaron cicatrices en su
cuerpo y en su alma. Este tiempo no es distinto y ahora nos pesa mucho la tristeza
y la indignación. Que tu valor en el camino al calvario sea nuestra luz y fuerza
ante el dolor. En nuestras caídas, levántanos y evita nuestra desesperación. El
viaje que hacemos es atormentador, pero su meta es celestial. Que nuestro
pensamiento se centre en Ti mientras nuestros pies una y otra vez se esfuerzan y
hacen contigo el esfuerzo de levantarse y seguir caminando, teniendo presente
que la meta es imitarte en tu amor. Amén.
Padre Nuestro … Ave María … Gloria …
REFLEXIÓN
Ningún padre o madre quiere ver sufrir a sus hijos, pero María, la madre del
Señor, participa del viaje atormentado de su hijo en el camino que marcan
los verdugos. Los sufrimientos del hijo llenan de dolores a la llena de gracia.
Mas que cualquiera de los discípulos, María entiende que el camino de cruz
del hijo hace parte del plan misterioso de Dios y que el hijo tiene la misión del
servidor que muere. Como propósito de esta estación, ayúdanos, Señor, a
cultivar la comprensión y la empatía, para vencer la indiferencia y la frialdad
de nuestros corazones ante tanta violencia, luto y dolor.
ORACIÓN
Señor, muchas madres y padres vieron y ven la muerte horrenda de sus hijos y
muchos hijos vieron y ven masacrar a sus padres por motivos de locura que no
caben en la moral de una persona razonable. En este valle de lágrimas, queremos
caminar tus sendas en compañía de tu Madre. Sea ella nuestro apoyo y consuelo
como lo es para ti. No olvidó jamás los gemidos de las madres de Belén, que vieron
el asesinato de sus hijos mientras ella veía el suyo a salvo. La que en el camino del
Calvario entiende su dolor, hoy escucha nuestros gritos y conoce nuestra
angustia. Que su amor nos recuerde que todos somos hijos de Dios y que se deben
acabar en el mundo las masacres de vidas humanas. Amén.
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QUINTA ESTACIÓN
El cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Lectura del Evangelio según San Mateo (27, 32; 16, 24)
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a
que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: «Quien quiera venir
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».
Palabra del Señor: Gloria a Ti, Señor Jesús.
REFLEXIÓN
Los romanos obligan a Simón de Cirene, un inocente espectador, a llevar la cruz
de Jesús en su camino hacia el calvario. El Cirineo, padre de hijos en la tierra,
ayuda hoy al hijo de Dios. Los verdugos se dan cuenta que las fuerzas físicas de
Jesús se han acabado y necesita ayuda. En nuestros ambientes hoy, hay mucha
gente destruida que nos necesita. Tenemos la obligación de acercarnos a ellos,
cuándo y donde podamos, sin importar nuestras fatigas. Hay mucho quebranto
entre nosotros, no sólo la maldad del corazón que asesina, sino también el
corazón desesperado que piensa en morirse. Cuantas personas creen ya no tener
fuerzas y no encuentran sentido a la vida. A veces sólo necesitan de alguien,
cirineos, que les escuchen con atención y respeto.
ORACIÓN
Señor, que con gusto nos acerquemos a los que andan sufriendo y aliviemos sus
pesos. Que, confiados, nosotros también pidamos ayuda cuando la necesitemos.
Danos la sabiduría de saber cuánto tenemos que dar y cuándo recibir. El Cirineo
era un extranjero en tu tierra y te ayudo en el momento oportuno. Que aceptemos
con gratitud la ayuda del que es distinto y la brindemos con liberalidad al
necesitado. Las diferencias sociales, ideológicas, o de sexo y edad, que el mundo
impone, no tienen sentido en tu Reino y quedan sepultadas en tu amor universal.
Que nadie aumente los sufrimientos del mundo, sino que en todas las naciones,
todas las personas trabajen para aliviar las cargas de la humanidad. Ayúdanos a
discernir que una cruz tiene sentido, sólo si Tú nos acompañas. Amén.
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SEXTA ESTACIÓN
Verónica enjuga el rostro de Jesús
REFLEXIÓN
Según una antigua tradición, una mujer enjuga el rostro de Jesús con un paño y
Él, como un regalo muy querido para ella, imprime en ese lienzo su rostro. Vivimos
hoy en un mundo de imágenes instantáneas, de “selfis” que presentan rostros
alegres y satisfechos, pero atrás de esas apariencias hay rostros deformados por
el dolor, vacíos y tristezas que llevan a la depresión. Rostros maltratados por el
alcohol, por las drogas y las humillaciones, y ahí en esas imágenes tenemos que
descubrir el rostro desfigurado de nuestro Salvador.
ORACIÓN
Señor, las personas rehúyen de ver tu rostro desfigurado y sangriento, mientras
Verónica se acerca, te consuela y te limpia el rostro. Le premias este gesto de
amor con tu gracia sanadora y tu rostro, lleno de gratitud, se graba indeleble en
su alma. Que cuando nos acerquemos a los que viven con nosotros a darles
consuelo, recibamos de tu parte la gracia de ver más allá de los horrores que
padecen y veamos la luz que emana de tu presencia compasiva. Sabemos que
lo único que desfigura nuestras almas es el pecado. Solo él es capaz de dañar
nuestra belleza espiritual. Mientras ponemos hoy una venda en las heridas de
otros, pedimos que tu preciosa sangre nos limpie de nuestros pecados y nos haga
instrumentos de amor en un mundo de egoísmo y rivalidades. Amén.
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SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
REFLEXIÓN
Jesús comprueba que, a pesar de no llevar la cruz, el camino al lugar de su
ejecución es demasiado largo y cae por segunda vez. Nosotros, haciendo
camino hacia nuestro personal lugar de la Calavera, tropezamos con frecuencia
y caemos. Como Jesús, es nuestro deber seguir haciendo camino con las fuerzas
que tengamos. El hombre-Dios, que va camino del calvario, conoce nuestros
límites humanos y jamás nos llama a hacer lo imposible. Pero, si lo tenemos a él
como amigo de camino, descubrimos, con sorpresa, la enorme resistencia ante
el dolor y la paciencia aún en medio de injustos sufrimientos. Que como propósito
de esta estación pidamos la perseverancia en nuestros proyectos y nuestra vida
cristiana.
ORACIÓN
Jesús, estás agotado, pero con la fuerza suficiente para ser amable. Caer no te
da vergüenza porque es tu decisión levantarte, caminar y seguir tu misión. Es tu
voluntad beber el cáliz de la tristeza hasta la última gota, para que los sufridos de
este mundo tengamos la fuerza de pasar el trago amargo de recibir golpes y
comer tierra. Enséñanos a vivir libres y a no pagar odio con odio, a levantarnos
siempre y a recuperar nuestra grandeza de espíritu haciendo contigo el mismo
camino de dolor. Que olvidemos los insultos de los malvados y escuchemos la
silenciosa voz que ninguna violencia ha sido capaz de silenciar: tu voz. Los
imperios nacen y mueren, pero tu Reino de amor nunca se acaba, porque eres el
Señor de la vida, el Rey de reyes, y también Aquel que cae en el camino del
Calvario.
REFLEXIÓN
Jesús dejó buena impresión en las mujeres que lo oyeron y el Viernes Santo
demostraron ser ellas sus más fieles seguidoras. Lucas dice que mucha gente lo
seguía y de modo particular mujeres, que a cada paso suyo daban lamentos de
dolor. Jesús les pide no llorar por Él, si no por ellas y por los que se hallen en un
mundo que, con frecuencia, vive sin Dios. Les pide que lloren por nosotros. En
medio de sus penas y dolores, Jesús mira los tiempos venideros y ve el destino de
mucha gente buena que, en manos de violentos e inescrupulosos, sufre horrendas
destrucciones. El dolor propio crea indiferencia y hace que no veamos el
sufrimiento del que está en nuestro camino. Como propósito de esta estación,
Señor, ayúdanos a salir de nuestro encierro emocional y, aún con esfuerzo, ayudar
a quien lo necesite.
ORACIÓN
Señor, tenemos un gran deseo de seguirte y de llorar por quienes quieres que
lloremos. En el Sermón de la Montaña dijiste que los que lloran son felices porque
van a ser consolados. Consuélanos ahora que lloramos por nosotros mismos, por
nuestros hijos y por todas las víctimas inocentes de la violencia en el mundo y en
nuestro país. Danos valor para entender la profundidad de tus palabras y seguir
tu divino ejemplo. En las heridas de los demás sangra nuestro corazón y la única
manera de sanar el alma es derramar ante Ti, sufrido y maltratado, nuestras
lágrimas y lamentos. Bendícenos, Señor, con tu perdón divino. Amén.
REFLEXIÓN
Sucede, con frecuencia, que al sentirnos débiles nos despreciamos. Es que, al
caernos y arrastrarnos en la vida, pensamos que no somos dignos de nada ni de
nadie, y la tentación más diabólica es creer que cuando caemos en repetidas
ocasiones, no vale la pena luchar y confesarse; hasta el punto de creer que no
somos dignos del amor de Dios. Es terriblemente destructivo ese pensamiento,
porque incapacita para acercarse a la gracia que transforma. El Señor Jesús nos
mandó perdonar setenta veces siete, también implica que debemos aprender a
soportar las caídas del prójimo y ayudarle a levantarse, en la medida que se deje
ayudar. Jesús verdadero Dios y verdadero hombre, cae repetidas veces en el
camino del calvario. Se entrega entero a la condición humana. Débil, mareado
y sin fuerzas cae varias veces, pero cada vez se levanta. Aunque cada uno de
sus pasos es una tortura, todos lo acercan al triunfo final.
ORACIÓN
Señor, tu camino es más arduo de lo que podemos imaginar. Los contratiempos,
las caídas, el dolor han agotado nuestros espíritus. Sin embargo, nos dirigimos a ti
en busca de ayuda, orientación y fuerzas para seguir adelante. El inocente sufre
en todas las formas imaginables. La humana ingenuidad pone en manos de los
malos, millones de formas para dañar al indefenso, explotar al débil, manipular al
desinformado y atizar, en las personas heridas de este mundo, la ira asesina. No
podemos seguir el camino sin tu ayuda. Señor, tambaleante Salvador del camino
ql Calvario, sálvanos por tu infinita misericordia. Amén.
Padre Nuestro … Ave María … Gloria …
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DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras
• REFLEXIÓN
En el sermón de la montaña, Jesús proclama que los pobres de espíritu heredan
el Reino de Dios. Cuando llega al Gólgota, es despojado de sus vestidos y
expuesto, desnudo, a la vista de todos, amigos y enemigos. Es el más pobre de los
pobres. Sus enemigos habían decretado destruir su dignidad y acabar con su
vida. Acabaron con su vida, pero nunca pudieron arrancarle su nobleza. No tuvo
miedo de los que pueden destruir el cuerpo porque Él es el creador del alma
humana. Que en esta estación hagamos el propósito de despojarnos de cosas
que no ocupamos y que quizás algún prójimo puede necesitar. Sacar la ropa que
nos gusta, pero no nos ponemos y regalarla, y si es posible poder dar hasta aquello
que ocupamos pero que, viendo la necesidad de quien está cerca, seamos
capaces de despojarnos voluntariamente para imitar a Cristo.
• ORACIÓN
Señor de amor, los soldados en representación de los endurecidos usurpadores
de este mundo, echan a suerte tus vestidos. Juegan al azar una prenda de vestir
y con esto se están jugando el alma. Son hombres acostumbrados a la violencia,
contratados para servir a un poderoso imperio que ya no existe. Queremos ser
parte de tu Reino de amor incondicional y eterno. Desnúdanos de nuestra
arrogancia y revístenos de fe, esperanza y amor. Recompone nuestras vidas y
ayúdanos a ser santos.
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DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
• REFLEXIÓN
Jesús es clavado en la cruz y levantado. Está molido, ensangrentado y desnudo.
Los soldados clavan sobre su cruz la proclama de Pilato diciendo que Jesús muere
al ser considerado por Pilato “Rey de los judíos”. Ese letrero es un insulto para las
gentes de la jurisdicción de Pilatos y una bofetada para los que pusieron a Jesús
en sus manos. Pero Pilato no entendió que Jesús había comenzado ya a reinar y
que reinaría en el futuro sobre todos los pueblos, las razas y naciones de la tierra.
Ayúdanos, Señor, a vencer nuestro deseo de estar por encima de los demás, a
vencer nuestro orgullo y nuestra prepotencia, que tanta violencia crea en el
ambiente de trabajo y en la familia. Que seamos reyes, como Tú, desde el servicio
y el sacrificio a los demás.
ORACIÓN: Señor, tu muerte es atroz, pero el dolor de tu alma sobrepasa los dolores
de tu cuerpo cuando tu perdón cobija a los que habían jurado ser tus enemigos.
Mientras en el calvario pagas el odio con amor, el odio del mundo en que vivimos
engendra más odio. Aceptando los clavos en tus manos nos muestras que el
calvario está poniendo fin al ciclo interminable de la venganza. Víctima inocente,
pides el perdón del cielo para quienes te están dando muerte. Tu perdón ofrecido
a los verdugos es una oferta también para nosotros. Que no olvidemos jamás que
tu sangre lavó nuestra condición pecadora. Desde la tierra, la sangre inocente
de Abel clamo al cielo venganza y desde la tierra tu sangre inocentísima pidió el
perdón del cielo al Padre. Amén. Padre Nuestro … Ave María … Gloria …
REFLEXIÓN
Cuando Jesús grita a su Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”,
cita un salmo que comienza en desesperación y termina en esperanza. También grita a
su Padre que perdone a sus verdugos porque obraron por ignorancia. Cuando Jesús
muere es por su horrenda muerte, que por primera vez la humanidad obtiene la vida. Y
hasta quienes eran indiferentes y hostiles al Señor, en la cima de aquella colina,
experimentan ahora un cambio de corazón, son 3 ejemplos: el ladrón que pidió ser
recordado en su reino, el soldado romano que lo reconoce Hijo de Dios, las
muchedumbres que se alejaban golpeándose al pecho. En un clima de violencia
podemos llegar a ser indiferentes ante el duelo y el dolor de los que han perdido a seres
queridos. Muchas veces los que son asesinados, mueren como malhechores, ladrones o
personas no gratas a la sociedad y creemos que está bien que mueran así, que el mundo
estará mejor sin ellos, y es entonces cuando, una vez más, no sabemos lo que decimos
ni hacemos.
ORACIÓN: Señor, jamás nos hemos sentido tan olvidados, perdidos y solos al enfrentar
males como la guerra y la violencia. Sin embargo, como Tú, estamos seguros de que
nuestro Padre celestial no nos ha dejado huérfanos ni abandonados. Nunca podremos
perdonar a nuestros enemigos o amar a los que nos aman de verdad, apoyándonos solo
en nuestras fuerzas. Por eso, invocamos el poder de tu cruz y la gracia que derramaste
desde el calvario en el mundo para volvernos santos. Quienes a ejemplo del buen ladrón
se arrepienten de sus maldades, llegan al paraíso y los que se regocijan haciendo de
este mundo un infierno, tienen que enfrentar la justicia de tu justo y amado Padre.
Sabemos que, si la justicia humana falla y el mal tiene apariencias de triunfo en esta vida,
y que si las apariencias encubren a los asesinos, Dios va a juzgar al asesino impenitente
y le hará enfrentar el fuego que se ha creado y que nunca se acaba. Amén.
Padre Nuestro … Ave María … Gloria …
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DÉCIMA TERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre
REFLEXIÓN
Señor Jesús: Juan, tu apóstol más joven y amado, pone tu cuerpo en los brazos
de tu Madre. Desde la cruz habías unido a Juan y a María como madre e hijo;
ellos, con las mujeres discípulas, sienten ahora en el Calvario un dolor profundo. El
cielo se oscurece y la tierra tiembla, pero ellos, a duras penas, se dan cuenta.
¡Cómo sentirían la pérdida de algo tan grande!
Que nosotros tengamos como propósito de esta estación, realizar siempre algún
gesto de ternura para nuestra mamá y nuestro papá. Parece fácil, pero para
muchos es un desafío. Y para quienes ya no tienen a su padre y madre en este
mundo, que no olviden rezar siempre por la salvación de sus almas.
ORACIÓN
Señor, que al recoger los cuerpos de las víctimas y abrazar a los injustamente
asesinados, tu Madre nos consuele y los sucesores de los apóstoles nos guíen.
Desde siempre la gente ha llorado las víctimas de la violencia, y tu Padre y su
corte celestial han visto esas lágrimas, pues los ángeles y los santos presentan al
trono de tu Padre nuestros sollozos y lamentos. A los que estamos bajo el horror y
la tristeza, ayúdanos a venerar a los muertos y a trabajar para aliviar el sufrimiento
de los vivos. Que los cuerpos sean tratados con la misma reverencia con que
María y Juan trataron tu cuerpo. En este tiempo de pena, la tarea que nos espera
es inmensa. Para hacerla llevadera, nos apoyamos en Ti y en tus palabras que son
puertas abiertas a la vida eterna. Amén.
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DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN
Jesús es puesto en el sepulcro
REFLEXIÓN
José de Arimatea y Nicodemo piden a Pilato autorización para enterrar a Jesús.
De las manos de María y Juan toman el cuerpo y lo ungen con mirra y perfumes.
En un jardín cercano al Calvario, en una tumba nueva de propiedad de José y
excavada para su entierro, depositan el cuerpo. Lo hacen a las carreras porque
es tarde y el día sábado que es Pascua solemne está por comenzar. Las mujeres,
que habían seguido el traslado del cuerpo a la tumba, quieren dar más
atenciones al cuerpo de Jesús, pero deciden regresar el domingo. Ese domingo
en el que la historia cambió por completo, ese domingo que nosotros esperamos,
en el que un día ya no veremos más muertes violentas, en que nos decidamos a
respetarnos y a trabajar juntos por el bien de toda la gente.
ORACIÓN
Señor Jesús, las víctimas inocentes de la violencia merecen un entierro decente.
Ayúdanos a cumplir esta obra de misericordia. Los cuerpos desfigurados y
destrozados nos recuerdan el cuerpo que tus discípulos pusieron a descansar en
el sepulcro, después de tu horrenda muerte. Ayúdanos a venerar a los muertos y
a animar a los vivos. Danos el espíritu generoso y valiente que animó a José de
Arimatea, a Nicodemo y a las mujeres que te acompañaron a la tumba. Que
compartamos la carga de tristeza de los tristes y asistamos a los necesitados de
ayuda. Solamente la fe en Ti nos puede ayudar a mirar las tumbas y a no
desesperarnos porque solo tu amor es más fuerte que la misma muerte. Amén.
Padre Nuestro … Ave María … Gloria …
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ORACIÓN FINAL
Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de toda la humanidad
por medio de tu Hijo muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos
conocido en la tierra este misterio de amor, dar testimonio de él en su misericordia,
con palabras y obras, ante cuantos, en tu bondad, se cruzan en nuestro camino
cada día.
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