Está en la página 1de 29

1

HISTORIA MODERNA 2021

Teórico 10

Prof. Soledad Justo

La crisis del siglo XVII (I)


Vamos a trabajar sobre los contenidos del siglo XVII. Ustedes ya terminaron de trabajar
la expansión del siglo XVI, proceso económico que algunos historiadores caracterizan
como la primera globalización. Otros autores saltan este eufemismo la primera
colonización de Europa al mundo.
El siglo XVII tiene un rótulo bastante importante que el de la crisis del siglo XVII.
¿Qué implica un rótulo? Es un título que caracterizó el siglo XVII durante bastante
tiempo: de programas de estudio, de capítulos de manuales de historia moderna,
capítulos de manuales de historia económica en general, así como de artículos, libros.
Los otros rótulos o títulos de la historia de la modernidad más conocidos son, por
ejemplo, en el siglo XVI: el Renacimiento, en el siglo XVIII el Siglo de las Luces; y
tienen todo algo en común, que es una gran profundidad histórica. Por ejemplo, el
término “Renacimiento” se lo debemos a Giorgio Vasari, un escritor del Renacimiento,
cuando escribe la biografía de los pintores de la época para sintetizarla la llama el
Renacimiento. El Siglo de las Luces, o la Ilustración, surgen también del propio siglo
XVIII. Estos rótulos tienen no sólo una enorme profundidad histórica, y también una
gran versatilidad porque se refieren a temas de historia cultural. El siglo XVII no recibió
en su momento ninguna denominación muy concreta, aparecía como el siglo de la
primacía francesa, o del Absolutismo francés, o de Luis XIV, del Barroco. Sin embargo,
en el siglo XX, en un año preciso (1954), aparece un texto de Eric Hobsbawm, en la
revista Past & Present, cuyo nombre es “La crisis general del siglo XVII en Europa”.
En el mismo año, del otro lado del Canal de la Mancha el historiador francés Roland
Mousnier publica un libro, como parte de uno de esos emprendimientos editoriales de
muchos tomos, en el que a él le encargaron el siglo XVII francés, y él define también al
siglo XVII como el siglo de la crisis. Surge entonces en este año estas caracterizaciones.
En realidad, este rótulo, que tiene menos profundidad histórica que los anteriores, y que
no nos remite tampoco como los anteriores a los inicios de la Modernidad Occidental.
La Ilustración y el Renacimiento de alguna manera nos están remitiendo a los orígenes
la cultura occidental contemporánea que caracterizamos como secularizada, racionalista
y republicano. En cambio la crisis del siglo XVII no tiene esa connotación, aun cuando
también está relacionada con la transición del feudalismo al capitalismo, de modo que
también nos lleva a la transición del feudalismo al capitalismo. Durante, digamos, los
últimos años ha recibido enormes cuestionamientos, y desapareció de los títulos y dejó
de ser la palabra clave para identificar el periodo. Se trabaja la crisis sobre todo desde el
aspecto historiográfico, aparece muchas veces con un signo de interrogación: ¿crisis del
siglo XVII? Inclusive, en uno de los textos que hemos elegidos, el del autor italiano
Alberto Guenzi, el título del capítulo es “Expansión del siglo XVII”. Evidentemente,

1
2

este título plantea de manera especular el problema de la crisis.


Bueno, el debate en torno de la crisis del siglo XVII es, en realidad, un tema
historiográfico muy importante, muy desplegado, tiene muchísimos estados de la
cuestión. En el 2008 una revista académica, la American History Review : “Forum: The
General Crisis of Seventeenth Century Revisited” (AHR. 113: 4 -2008) dedicada al
debate de la crisis del siglo XVII. Entonces, a pesar de que estamos en una época en la
cual podemos definirla como un periodo de crisis categorial, hace muy poco se hizo un
emprendimiento, una publicación académica que retomó el tema. Voy a referirme a un
autor que publicó ahí, J. B. Shank, que en realidad es un filósofo, que publica un
artículo cuyo nudo es que los historiadores han discutido durante 70 años el problema
de la crisis del siglo XVII, sin nunca problematizar previamente la categoría de crisis.
Entonces, este filósofo nos dice a los historiadores que el término “crisis” viene de un
término griego que es kpisis. Este término, en realidad, viene de la ciencia médica. La
kpisis, para los médicos, es el momento en el cual el enfermo está en un punto en que, o
bien se cura, o bien se muere. Vamos a leer una pequeña cita: “[para la medicina la
kpisis es] El punto en el progreso de una enfermedad cuando un importante desarrollo
el cambio se lleva a cabo, que es determinante de la recuperación o la muerte, el punto
de inflexión de una enfermedad para bien o para mal”. Esta definición, nos explica
Shank, Tucidides la tomó de la ciencia médica, la utiliza para explicar las guerras del
Peloponeso, y que de allí la recuperó el Humanismo, la historiografía del Humanismo
en el siglo XVI. Entonces, él plantea que la historiografía marxista, que trabaja la crisis
del siglo XVII, utiliza el término como el momento en que se dividen las aguas y
algunas regiones logran realizar la transición definitiva del feudalismo al capitalismo y
otras no, se hunden en la decadencia del Antiguo Régimen. Entonces, la historiografía
marxista utiliza el término de crisis a la manera griega y humanista. Pero por el otro
lado, afirma Shank, hay una importante cantidad de autores y de posturas que no
adhieren al paradigma de la transición y, por lo tanto, el debate es uno en donde en
muchos puntos se discuten cosas distintas. Vamos ahora a hacer entonces una primera
enumeración de las escuelas que trabajaron el problema de la crisis del siglo XVII.
Dijimos que inicialmente Hobsbawm es el que publica en la revista de Pasado Y
Presente este artículo, y este artículo retoma –después lo vamos a analizar con bastante
detalle- el debate de la transición, y el debate Dobb-Sweezy, que ustedes conocen bien.
Ahora bien, este artículo genera un debate historiográfico, y en este debate aparecen una
serie de autores, que plantean la crisis a partir del conflicto social, a partir del conflicto
entre la sociedad y los estados modernos. De hecho, el primer artículo que sale
conjuntamente con Hobsbawm es el de Roland Mousnier, que trabaja el caso francés, y
analiza puntualmente un conflicto que es la Fronda. La Fronda fue una rebelión, o una
revolución, generalizada en territorio francés, que se produjo en 1648, y que, en
realidad, todo el trabajo de Mousnier se dedica a investigar el conflicto social de
Francia durante el siglo XVII. Para Mousnier, todos estos conflictos sociales tienen que
ver con la conformación de un nuevo actor, que es el Estado Absolutista, que tenía una
enorme voracidad impositiva. En Francia la gran novedad en los conflictos sociales es
que ya no se van a dirigir hacia a los señores, sino que se van a dirigir al Estado, en el
siglo XVII todas rebeliones se dirigen al estado por quejas impositivas. En este caso, el
trabajo de Mousnier está lejísimos de situar el conflicto en torno del problema de la
transición. Pero, el debate historiográfico que se generó a partir del texto de Hobsbawm
forjó un debate paralelo que, en realidad, está ligado, pero lo vamos a separar para dar
luz a las explicaciones.
Entonces, como veníamos diciendo, el otro debate es el de las revueltas y
revoluciones de la Europa Moderna. Este título, este rótulo, “Revueltas y Revoluciones

2
3

en la Europa Moderna”, va encabezar innumerables libros, que salen alrededor de las


décadas del ’60 hasta ’80. Estos libros a veces son de autores en solitario, a veces son de
compilaciones de varios autores. En estos debates los autores ocasionalmente tienen
posturas que desconocen el problema de la transición, pero también la historiografía
marxista participa de este debate, y en todos estos conflictos que se dan en el siglo XVII
la pregunta es quién es la clase que lo lidera el conflicto, cuál es el problema político,
cuáles son las fracciones de clase, y si estas pueden ser caracterizadas como revueltas o
como revoluciones, en realidad, sin son el conflicto de clase que está empujando la
transición del feudalismo al capitalismo.
Ya en la década de los ’80 aparece un nuevo enfoque que toma el problema de la
crisis del siglo XVII. En este nuevo enfoque todos los historiadores son especialistas en
historia agraria, se inicia el despliegue en Europa de esta historia agraria, y aparecen
textos de autores que ustedes ya conocen, como Guy Bois y Le Roy Ladurie; aunque
para nuestro periodo el autor quizás más significativo es Peter Kriedte1. Para los
historiadores de Anales y también explican la crisis a partir del modelo de la fase A y
fase B. La crisis del siglo XVII sería parte de esta dinámica secular que tuvo la
economía preindustrial y se puede caracterizar por el hondo dramatismo causado por
catástrofes climáticas unidas a la ley de rendimientos decrecientes. La crisis del siglo
XVII es la última del sistema. A partir de la salida a la crisis, la transición del
feudalismo al capitalismo. Ambas miradas, con diversos matices discutían la existencia,
el alcance, la geografía de la crisis del siglo XVII y su relación con el debate de la
“transición del feudalismo al capitalismo”. Estas dos posturas tienen diferencias muy
marcadas pero concuerdan en entender la crisis en términos estructurales y considerar
que se enmarca en la transición del feudalismo al capitalismo y entonces, de alguna
manera ambas posturas podían dialogar.
Ahora bien, a partir de la década de los ’90 –podemos poner una fecha bien simbólica
que es 1989-, la categoría de crisis en el siglo XVII empieza a recibir críticas bastante
importantes y severas. Cuando digo 1989 nos estamos refiriendo, por un lado, a la caída
del muro de Berlín. Evidentemente, la caída del bloque soviético tuvo consecuencias
importantes también en el ámbito académico. Estamos hablando, por supuesto, también
el despliegue de poder del neoconservadurismo (Margaret Thatcher en Inglaterra y
Reagan en Estados Unidos). Pero, por sobre todo, académicamente hay un hecho que es
muy significativo, ocurrido en la academia francesa a partir de la organización de los
festejos del bicentenario de la Revolución Francesa. En este festejo por el bicentenario
salen una serie de publicaciones de varios autores, pero en particular de François Furet
(es el que más conocemos en Argentina) quien hace una crítica muy fuerte al
paradigma de la transición del feudalismo al capitalismo. No es que Furet critica la
crisis del siglo XVII, sino que invalida la base teórica que está detrás del problema (la
teoría de la transición), el por qué es significativa la crisis del siglo XVII. Las críticas de
estos autores, que se dan a conocer a partir del ’89, pero que todavía son una corriente
historiográfica muy importante, los autores marxistas como Hobsbawm y Brenner las
llaman “los desafíos del posmodernismo”. Estas críticas o desafíos que dan a conocer la

1
También Kriedte escribe un texto que se llama “Feudalismo tardío capital y comercial” (Barcelona:
Crítica, 1979), que es un texto escrito en alemán, pero que se traduce después a todos los idiomas, que va
a tener una enorme difusión, no solamente en los dictados de la materia historia moderna, sino además en
las cátedras que tratan historia económica. Pero, además, escribe otra obra muy importante
“Industrialización antes de la industrialización” (Barcelona, Critica, 1986). Este texto es un trabajo muy
importante, publicado en 1977, en coautoría con Hans Medick, Jürgen Schlumbohm Son tres autores
alemanes, que trabajan estudios de caso sobre la industria rural a domicilio, y que generan lo que se llama
la teoría de la protoindustria.

3
4

escuela posmodernista, que evidentemente tanto Brenner como Hobsbawm tienen que
salir a responder.
¿Qué critican estos autores? La crítica se centra en que detrás de estas polémicas, lo
que subyace es un discurso unidireccional, un relato heroico, ateniense, en donde
Occidente avanza hacia una sociedad secularizada, capitalista y moderna. En realidad,
los historiadores, a partir de esos prejuicios, ordenan su relato y buscan los datos que lo
justifiquen de manera evolucionista y desde el resultado del presente. Y es, en ese
sentido, (para la postmodernidad) es que la historiografía marxista y también liberal
comparten una lógica común porque ambas son evolucionistas y creen en el relato de la
modernidad. Ambas además, tienen el problema de compartir categorías bipolares
como: pensamiento secularizado/pensamiento religioso, feudal/capitalista, producción
para bienes de uso/producción para bienes de mercado, entre otros. Para la
postmodernidad todas estas categorías bipolares deben ser revisadas; esta crítica no deja
nada en pie y plantea que se debe discutir cómo se organizan nuestros debates a partir
de presupuestos que, en realidad, no han sido rigurosamente discutidos. Evidentemente,
a partir de esta década hay un cambio de vientos de tipo político, y esto repercute
necesariamente en la academia.
El problema de la crisis del siglo XVII no termina, no se agota. Lo que sí es cierto es
que, a partir de esta crisis de paradigma, esta crisis de los grandes relatos, la
historiografía europea empezó a desplegarse el tema a partir de estudios de casos. Estos
estudios de casos pueden ser entendidos a partir de la misma crítica, en función de hacer
cerrar los “grandes relatos”. Sin embargo, también es cierto, y esto es una afirmación
que es mía, que la academia europea, como la academia argentina, y en general a nivel
mundial, da subsidios, produce investigaciones a escala regionales. ¿Qué quiero decir
con esto? La universidad de Cagliari, en Cerdeña, da más y mejores subsidios a los
trabajos de historia local. Los sardos pueden hacer historia regional desde el neolítico en
adelante, pueden hacer una historia de largo aliento, pero con fuentes locales. Entonces,
este estilo, que uno lo ve muy bien acá (La universidad de Córdoba produce historia
sobre Córdoba, etc), pero que en realidad es mundial (uno tiene que estudiar en el lugar
y con las fuentes del lugar en donde uno vive, porque es para lo que te paga la
universidad para la que trabajas). Ese modelo produce en historia económica o social,
grandes cantidades de monografías bien concretas, que trabajan tal o cual señorío, tal o
cual poblado o conflicto social. Así, del ’90 para acá se han desarrollado una enorme
cantidad de monografías de historias económicas-sociales locales, en los cuales puede
aparecen el problema de la crisis en algún sector, pero que, en realidad, muchas de ellas
no tienen necesidad de dialogar con los grandes paradigmas. No ven esa necesidad, y no
hay, por el momento, grandes planes de trabajo de síntesis. Entonces, evidentemente,
este debate de la transición, de la crisis del siglo XVII y de las revueltas y de las
revoluciones, ha perdido la centralidad que tenía a partir de los ’90.
Bueno, volviendo al momento en que nació la categoría, también se debe tener
en cuenta hay que tener en cuenta que el contexto político en el que se da este debate de
la crisis del siglo XVII también se relaciona con un contexto político especial, que es la
Europa de la Guerra Fría. El texto de Hobsbawm se publica en el ’54, los tiempos en ese
periodo eran más largos, por lo que este debate tiene una réplica rápida de un autor que
se llama Trevor Roper. Este autor publica un texto en la revista Pasado & Presente, una
revista que tiene una clara línea editorial marxista, sin embargo, le publican a Roper un
artículo sumamente crítico del artículo de Hobsbawm; es una respuesta al texto de
Hobsbawm. En esta respuesta, Roper plantea que, en realidad, la crisis del siglo XVII
tiene poco que ver con la transición del feudalismo al capitalismo y tiene más que ver
con un conflicto de tipo político, con crisis entre las poblaciones y los sectores sociales,

4
5

y las cortes principescas, que él caracteriza como parasitarias y renacentistas. Entonces,


el texto de Trevor Roper reconoce que hay una crisis de tipo general, esta crisis no
solamente afecta a Inglaterra –en donde en el siglo XVII le cortan la cabeza al rey-, sino
que afecta a toda Europa, pero él considera que es un conflicto entre las asambleas
estamentales, que representan a los estamentos de la población en el Antiguo Régimen,
y una nueva configuración política, que es la sociedad cortesana. A partir de ahí, de este
debate, de una mirada de un autor que claramente responde a una línea liberal y clásica,
la revista Pasado & Presente propone que el disputa se instale, y anuncia que recibe
colaboraciones. Así, desde el marxismo inglés en Inglaterra, hasta participantes del
contenido especialistas del siglo XVII de Francia, o de España y de otras regiones,
empiezan a publicar en Pasado & Presente, y a discutir el tema de la crisis del siglo
XVII, también enmarcado en el problema de las revueltas y las revoluciones de este
período.
Finalmente, en el año 1968, Trevor Ashton publica un libro que se llama Crisis
en Europa (Madrid: Alianza 1983), libro que recoge los artículos más significativos, y
contiene una amplía la convocatoria, y ahí está el artículo de Hobsbawm, el de Trevor
Roper, además publica Christopher Hill, que es quizás, dentro del marxismo inglés, uno
de los mayores especialistas sobre el siglo XVII. Trevor Ashton hace el trabajo
introductorio historiográfico, y también publica John Elliot, que es un hispanista, que
trabaja el problema de la crisis de la monarquía española y los levantamientos en
España. Aparecen además una serie de trabajos de corte más cultural, como de Keith
Thomas especialista en brujería pero en Crisis en Europa publica un trabajo sobre las
mujeres en la guerra civil. Entonces, este libro es de los primeros libros que toma el
formato de ser un resultado de una polémica que se había dado en revistas académicas,
que además tiene un correlato de simposios, jornadas y congresos que se dieron en
Europa en todo este tiempo (piensen que el libro se publica en el ’68 y el primer artículo
era del ’54, ha pasado su tiempo), es una compilación de varios autores. Este libro se
traduce rápidamente en varios idiomas, y tiene una enorme difusión y una enorme
importancia. Por supuesto, se entrelaza con el debate Dobb-Sweezy, después, en la
década del ’80, tenemos un formato similar con el debate Brenner. Así, este libro
parecería mostrar que la Guerra Fría no tocó ni a los debates académicos en Europa ni a
la relación entre académicos, porque en un mismo libro, en un mismo espacio, publican
muchos autores de muy diversas ideologías, y además porque se ve cómo los autores del
marxismo inglés y francés tienen una presencia muy importante. Entre los autores, por
ejemplo, Pierre Goubert, representante de la escuela institucionalista francesa, modelo
historiográfico muy tradicional, publica también un artículo en el libro.
Sin embargo, esta tolerancia académica se debe repensar un poco. Porque
contemporáneamente hay un protagonista bastante importante de estos debates, que es
George Rudé, que en realidad es especialista en los conflictos sociales en el siglo XVIII
–Revolución Francesa y conflictos anteriores-, quien en ese momento es acusado de
espía soviético, y tiene que abandonar Inglaterra. Los textos que tratan la historiografía
y el clima académico de este período acusan a Albert Cobban, que era el titular, el
mayor especialista, inglés, sobre Revolución Francesa. ¿Entienden? Un colega lo acusa
de ser espía soviético, y esto implica que Rudé deba abandonar Inglaterra y refugiarse
en Francia. Por el otro lado, el clima francés también tenía sus momentos picantes,
porque ahí la cátedra de la Sorbona estaba liderada por Albert Soboul y George
Lefevbre, dos importantes historiadores, pero que también eran referentes importantes
del PC francés. Así, en realidad Furet, y gran parte de los historiadores que toman la
punta en los ’90, son desplazados de la Sorbona, y se tienen que refugiar en un lugar
que en ese entonces era muy marginal, que es la Escuela de Altos Estudios (L'École des

5
6

hautes études en sciences sociales). Entonces, uno ve que todos estos debates políticos
son también debates académicos, y debates acerca de los lugares institucionales que
ocupan todos estos historiadores. Finalmente, también hay que aclarar que cuando uno
dice marxismo inglés y marxismo francés también había muchísimos conflictos
internos. Hay también bastante historiografía que analiza los itinerarios de cada uno de
los historiadores, porque muchos de ellos combinaron su trabajo académico con una
muy importante militancia política2. En general, los franceses eran militantes del PC
francés, y los ingleses del inglés; estamos hablando Christopher Hill, Hobsbawm, Rudé,
Thompson. Pero, la invasión a Hungría y la primavera de Praga fueron, verdaderamente,
una especie de terremoto, por el que se van separando y dividendo del PC. El único que
se queda en el PC inglés hasta el ‘89 fue Hobsbawm. Todos los demás se fueron
distanciando antes de esta fecha.
Terminado este recorrido, esta presentación historiográfica, nos vamos a la parte más
analítica, a ver y analizar qué se discutía y cuáles eran las hipótesis principales de estos
autores.
Bueno, empezamos entonces con el famoso texto de Hobsbawm. En nuestra
facultad se lo solía dar en muchas materias, últimamente, según lo que me dicen, ya no
se da más en Historia de los Sistemas Económicos o en Social General. Antes era un
texto muy clásico que para cuando llegaban a moderna ya habían visto, y nos miraban
con tremendo aburrimiento pensando ¿“de nuevo Hobsbawm”?. Entonces, saben que
Hobsbawm inicia el debate, pero después deja de participar en el mismo. Hace este
texto inaugural, que seguimos discutiendo, porque muchas de las ideas y de las
preguntas que plantea Hobsbawm en este paper, que es bastante largo (no son 20
páginas, sino entre 40 y 50). Muchas de estas preguntas todavía merecen seguir
discutiéndose, dado que no existen aún respuestas concluyentes.
Hobsbawm considera que en Europa hay una crisis general, y que esta crisis
general tiene una cronología y geografía muy precisa. Esta crisis general de Europa
Occidental –que de alguna manera también abarca Europa Oriental- se relaciona,
necesariamente, con la expansión que había experimentado Europa Occidental, con el
largo siglo XVI. Él dice que esta expansión se detiene en 1570 ya muestra un evidente
desgaste, con la aparición de una recesión. Esta interrupción del crecimiento, que ya se
vislumbra a finales del siglo XVI, en 1620 ya se puede hablar de una crisis importante.
Pero bueno, el estallido fuerte de la crisis es en 1640, y la resolución de la crisis, la
salida de la crisis, se produce en 1670. En 1620 se inicia claramente la crisis, en 1640 es
el punto más álgido, en el que estallan todas las revueltas y revoluciones en el
continente, y de 1670 en adelante se supera.
Entonces, Hobsbawm manifiesta un enorme asombro por el enorme crecimiento
que ha tenido todas las variables durante el siglo XVI, lo que implica la expansión
durante el siglo XVI. Para él, esta expansión es la responsable de la crisis del siglo
XVII, porque, siguiendo la escuela de Dobb, él considera que para modificar el sistema
había que modificar, de manera interna, la estructura del sistema feudal; y el
crecimiento nada más había afectado la esfera de la circulación. Entonces, este
crecimiento, que sin duda fue impactante, porque Europa además atraviesa los océanos
y genera una enorme circulación de bienes, solamente afecta la esfera de comercio y la
de circulación, pero no modifica las relaciones sociales de producción. Así, es un
crecimiento que tiene pies de barro, que tiene límites precisos. El gran estímulo que
tiene Hobsbawm para escribir este artículo es la perplejidad que siente por la falta de
explicación del por qué el largo siglo XVI no se llegó a romper estos obstáculos que
2
Kaye, Harvey (1989), Los historiadores marxistas británicos Un análisis introductorio, Prensas
Universitarias, Universidad de Zaragoza, Zaragoza.

6
7

permitieran la instalación definitiva el modo de producción capitalista. Por eso, para


Hobsbawm la crisis del siglo XVII fue producto de las contradicciones internas del
sistema socioeconómico que aunque conoció una notable expansión siguió siendo
eminentemente feudal.
Hobsbawm organiza el artículo planteando que, por un lado, existen evidencias
empíricas de las crisis, también considera la existencia de obstáculos que impidieron el
despliegue del modo de producción capitalista se desarrollara y finalmente considera las
consecuencias de la crisis. En principio, la crisis aparece como sinónimo de recesión
que se verifica en la ralentización de la economía europea después de esta etapa de
recalentamiento que es el siglo XVI. Evidencias de la crisis se puede comprobar en la
población, recesión de la producción agraria, del comercio y de la expansión europea.
También, se evidencia por las múltiples revueltas sociales sólo, el Estado absolutista
escaparía al esquema crítico. Ahora bien, Hobsbawm empieza a desarrollar la evidencia
de la crisis: la población y la producción se estancaron, pero reconoce que no puede
aportar datos empíricos (argumentos centrales de los historiadores). Porque lo que
afirma es que éstas variables se estancaron o retrocedieron pero no da cuenta cómo (es
muy llamativo cómo se sigue discutiendo este artículo cuando el propio autor reconoce
sus límites concretos).
Sí en cambio tiene más para decir al respecto del problema de la crisis que
experimenta el comercio. Él asegura que el comercio sufre una crisis muy concreta,
porque 1619 el comercio del Báltico se descalabra. Vamos a explicar un poco cómo se
organizaba este comercio, qué era. El comercio del Báltico era aquel en el que se
articulaba con todo el comercio europeo. Por el Báltico, por el puerto de Danzig 3, se
introducía a Europa Occidental, y sobre todo al Mediterráneo, una serie de productos:
grano, madera, pieles, cobre, ganado, arenque. Entonces, estos productos de Europa
Centro y de Europa Oriental salían del puerto polaco -de Danzig- y de los Países Bajos
-en un principio Amberes, y para finales del siglo XVI de Ámsterdam-, puertos que van
a ser los que intermedian e intercambian todos estos productos, que vienen de Europa
Oriental y que el Mediterráneo requiere. Asimismo, intermedia los productos típicos del
Mediterráneo, del mercado colonial americano, y del mercado asiático. Piensen que
todos los productos americanos entraban por Sevilla, desde Portugal entraban todos los
productos asiáticos, y que además era aun muy importante todo el comercio del
Levante. Porque quizás uno tiene una imagen, que viene tal vez desde los manuales del
secundario, que consiste en que la llegada de los turcos clausuró el comercio del
Mediterráneo, que este mar entonces era un espacio de guerra permanente. Y, sin
embargo, si bien había conflictos permanentes –la batalla de Lepanto va a ser un avance
muy importante para las potencias del Mediterráneo-, el comercio del Levante y el
comercio del Mediterráneo, liderados en general por el norte de Italia, seguía siendo
muy próspero. Durante todo el siglo XV y el XVI el norte italiano seguía siendo muy
importante,
a pesar de la competencia de las potencias atlánticas, Castilla y Portugal. Todos estos
productos se intercambiaban con los productos que salían el Báltico, y el lugar –el
noreste de Europa, Ámsterdam, Amberes, Danzig- era como el centro intermedio.
Bueno, este enorme pliegue de circulación, que se relaciona con la expansión de la
circulación durante el siglo XVI, es lo que entra en crisis, y la pregunta que Hobsbawm
se hace es por qué.
Hay una respuesta muy concreta, que causa este descalabro la Guerra de los
Treinta Años (1618-1648). Este conflicto bélico que incluyó a los principados alemanes,
pero también a la monarquía francesa, que duró treinta años, y que además los autores
3
Ver mapa 1 al final del texto

7
8

actuales consideran que puede ser pensada como la primera guerra mundial, en términos
de la capacidad bélica, del daño que produjo y de las potencias europeas que
participaron. Así, si uno tiene que empezar a escribir un libro sobre las guerras
europeas, uno debería iniciar con la Guerra de los Treinta Años.
Entonces, ¿por qué el comercio del Báltico se desarticula con la Guerra de los Treinta
Años? Básicamente porque emerge una nueva potencia, una potencia que nosotros
ignoramos pero que fue fundamental en nuestro periodo, que es Suecia. La ignoramos
porque no leemos sueco y porque no podemos trabajarla, pero eso no quiere decir que
en el concierto de las naciones europeas Suecia no haya sido importantísima en el
periodo. Suecia, con su rey Gustavo Adolfo, un líder militar muy importante, arrasa con
Polonia al pasar con su tropa. Polonia había sido un país importante y poderoso durante
el siglo XVI, y a partir de allí empieza su larga agonía y su reparto, que, en realidad,
logra solucionar después de la Segunda Guerra Mundial. Así, esta invasión de Gustavo
Adolfo desarticula el lugar por donde salían los productos de Europa Central y Oriental.
Pero, además, la guerra de los Treinta Años va a tener como teatro de operaciones la
zona de Europa Central y Oriental. Entonces, este suceso desarticula la lógica del
comercio intra-europeo.
Aun cuando esta situación no deja de ser una coyuntura particular, Hobsbawm
analiza cuáles son los límites de la expansión mercantil del sistema feudal. Entonces, él
hace un plantea que es bastante atrevido: dice que Europa en el siglo XVI tenía las
fuerzas productivas maduras para generar la transición. Hobsbawm está haciendo acá
una historia contra fáctica, dado que de hecho no sucedió eso. Así, propone que en
realidad la burguesía mediterránea, los mercaderes italianos, españoles, genoveses,
portugueses, tenían el capital disponible, tenían una gran acumulación de capital. Pero,
además, existía la inteligencia en el Mediterráneo para llevar adelante los avances
técnicos necesarios para la era del maquinismo. ¿A qué se está refiriendo? A los
“científicos” de la época, la palabra “científico” es un abuso, quizás la palabra a utilizar
es los virtuosi (termino de época), estamos hablando de figuras como Leonardo Da
Vinci, Bruneleschi, el propio Galileo Galilei, que eran convocados por burgueses,
condotieris y monarcas, para generar, por ejemplo, desarrollos de tipo bélicos (Galileo
trabajó en la investigación sobre la trayectoria de los proyectiles). O sea que todos estos
brillantes inventores y científicos estaban en condiciones de llevar adelante los
adelantos técnicos de la era del maquinismo, y, de hecho, trabajaron para burgueses y
príncipes pero sus servicios no se dirigieron a avances técnicos volcados a la
producción.
Entonces dijimos que Hobsbawm considera que las condiciones productivas
estaban maduras. Había capital disponible y había inteligencia disponible. Por eso, para
él el problema pasaba porque la burguesía no consideraba que debía reinvertir en la
producción, y lo que hizo con sus ganancias fue volcarla en gastos suntuarios. Así, el
problema de la inmadurez de la burguesía mediterránea, así como también la de
Borgoña, y Alemania, esto es, la gran burguesía europea no invirtió sus impresionantes
ganancias de manera productiva. Por el otro lado, también reconoce que los gremios,
esta forma en la que se organiza la producción de los textiles y de varios de los
productos que se producen en las ciudades, este sistema que controlaba la producción a
partir de la relación entre maestros y aprendices, limitaba la innovación, también
ayudaba a frenar el desarrollo de las formas transicionales. Por el otro lado, también lo
que está viendo Hobsbawm es que este desarrollo productivo, este comercio, y estas
manufacturas que se vienen elaborando desde la Baja Edad Media están destinados
preferentemente al comercio de lujo. Este comercio de lujo, que evidentemente ha
tenido un gran crecimiento durante el siglo XVI, tenía sin embargo límites muy precisos

8
9

y, en realidad, al no modificar para nada la estructura del feudalismo, la mayor cantidad


de la población no era consumidora. Por ello, el modelo no fabricaba consumidores, por
lo que la expansión de la circulación tenía límites muy precisos. A su vez, Hobsbawm se
pregunta qué pasaba con el comercio americano. Y bueno, él nuevamente dice que el
comercio americano, o la expansión atlántica, introducía una serie de productos que a
Europa le permitía acumular, pero, sin embargo, tampoco fabricaba consumidores.
En definitiva, la crisis se da en toda Europa pero, en realidad, el resultado de la
crisis reorganiza la geografía de Europa, porque hay algunas zonas que se refeudalizan
y retroceden mientras que otras zonas, con la superación de la crisis, logran la transición
del feudalismo al capitalismo. Entonces, acá Hobsbawm inventa una categoría, que es la
refuedalización, y así todo este avance en este momento crítico, todos los brotes verdes
que podía tener la economía mediterránea terminan muriéndose, pero, sin embargo, no
sucede eso en el noreste de Europa. En Holanda y en Inglaterra, la crisis produce la
transición del feudalismo al capitalismo. De tal modo, para Hobsbawm la crisis termina
produciendo una reorganización del espacio europeo. Esta reorganización es la que
cambia el eje de la zona mediterránea al noreste de Europa. Este noreste es,
básicamente, Inglaterra, Provincias Unidas –que es el nombre que en el siglo XVII tenía
Holanda-, y acá a Hobsbawm le queda el problema de dónde ubicar a Francia. Para
Hobsbawm, todo lo que es la Francia del mediterráneo, la Francia del sur, también sufre
un proceso de refeudalización, y la del norte Hobsbawm reconoce la formación de un
poderoso Estado Absolutista, que lo que hace es de alguna manera modernizar Francia.
Sin embargo, para Hobsbawm los dos estados que van a liderar la transición son
Holanda e Inglaterra.
Entonces, Hobsbawm dice que esta reorientación espacial, esta salida de la crisis, va a
provocar un fenómeno de concentración. Este es el planteo que más críticas a recibido,
ya que Hobsbawm lo afirma, pero sin poder claramente argumentar, o probarlo, a partir
de datos empíricos. Él dice que, en realidad, los países que logran una concentración de
poder en el estado, como Francia, superan mejor la crisis. Por el otro lado, las ciudades
se concentran: las ciudades pequeñas pierden población y la ganan las ciudades grandes.
También hay un proceso de concentración de tierras (está claro que él en este punto no
puede argumentar nada, porque los trabajos de historia agraria en ese momento no se
habían desarrollado suficientemente). Y, también, hay un proceso de concentración en el
comercio: el comercio se reconfigura en las dos potencias marítimas, Holanda y Gran
Bretaña, que, evidentemente, desplazan a Portugal del comercio del Indico y, de alguna
manera, se quedan también con la parte del león del comercio americano a partir del
contrabando, además de que, por supuesto, controlan el comercio del Levante y el
comercio intra-europeo.
Entonces, Hobsbawm después va a hacer una serie de comparaciones y de preguntas
que hoy siguen siendo muy útiles y atractivas. Él plantea que es importante para
entender este proceso de concentración el comparar la industria italiana, del norte de
Italia, con las manufacturas inglesas. Entonces, comparar la old draperie con la new
draperie, la industria concentrada en las ciudades, regulada por gremios, con la
industria dispersa del campo. Entonces, él plantea que esta industria de Venecia, que fue
la puntera en la Baja Edad Media, tuvo un enorme despliegue comercial desde la Baja
Edad Media y también en los siglos XV y XVI, sin embargo, el sistema de gremios, la
producción de manufacturas textiles pensadas para un mercado de lujo –estamos
hablando que la pañería veneciana; telas de lana pesada con tramas apretadas y además
con bordados con hilos de oro y piedras preciosas. Estas técnicas artesanales producían
un textil fino, destinados a consumo de nobles y de reyes. Este modelo tenía un mercado
limitado, para Hobsbawm, como el sistema de gremio no permitía la reconversión para

9
10

apuntar a otro mercado de consumidores, entonces Venecia entró en crisis.


Compara este modelo con el inglés. El modelo de manufacturas de inglés es
disperso en el campo, ustedes esto lo deben conocer por medieval: cómo el comerciante
llevaba la materia prima y los insumos a las aldeas campesinas en momentos que el
trabajo en el campo disminuía. Hobsbawm claramente sigue la línea de Dobb, y por eso
él está diciendo acá que la vía de transición del feudalismo al capitalismo pasa por la
industria domiciliara, que fue un factor disolvente de las relaciones feudales. Porque el
comerciante-manufacturero ingresaba en el interior de la relación de señores y
campesinos, además saltaba el sistema de gremios de la ciudad y ampliaban el mercado
porque creaban consumidores. Entonces, él nos dice que durante el siglo XVII, las
industrias del campo finalmente triunfan y ganan los mercados coloniales e
internacionales frente a las industrias tradicionales de la ciudad, como aquellas en
Italia, España. En este sentido, la industria rural a domicilio reemplazaba a la industria
centralizada urbana.
Finalmente Hobsbawm se pregunta por qué Inglaterra y no Holanda, por qué, si en el
siglo XVII la gran potencia era Holanda, el liderazgo en la revolución industrial lo
termina tomando Inglaterra. Para explicar esto, Hobsbawm da el siguiente argumento.
Plantea que Holanda apostó al comercio, su capital lo dirigió principalmente a la
conformación de las Compañías de Indias Orientales y Occidentales, y que la industria
que tuvo estaba localizaba en las ciudades y concentrada en la producción de productos
de lujo (old draperie), regulada por los gremios textiles. En cambio, Inglaterra a la
industria dispersa en el campo, que no estaba regulada por los gremios textiles, que
generaba paños con un batan mucho más abierto –son textiles de una calidad inferior-y
de trama abierta permite ser usada en climas más cálidos (new draperie). Así, en el siglo
XVII, esta industria rural a domicilio ganó los mercados internacionales: se vendió en
América, Asia, África. Entonces, se vendían en el mercado nacional, el europeo y el
internacional, es el camino que le dio la ventaja comparativa a Inglaterra, en un
principio contra Italia del norte, para triunfar finalmente contra Holanda. Por supuesto,
el texto de Hobsbawm termina planteando que además Inglaterra tuvo la Revolución
Inglesa, que es una revolución burguesa, (entonces acá da un lugar al debate sobre las
revueltas y las revoluciones). Inglaterra para culminar la transición requiere una
revolución burguesa, que lidere las fuerzas productivas y que permita la transición, e
Inglaterra lo tiene en el siglo XVII.
Bueno, estos son los argumentos de Hobsbawm. El texto de Hobsbawm, como dijimos,
produce una enorme cantidad de debates, y una de las categorías que más éxito tiene es
esta de la refeudalización que fue aplicada sobre todo para explicar los procesos
ocurridos Europa Oriental, pero también para el Mediterráneo. Entonces, surgen una
multitud de investigaciones acerca de la refeudalizaciones ocurridas en el siglo XVII.
Entonces, estábamos hablando del concepto de refuedalización y de cómo la
historiografía italiana, Carlo Cippola y Ruggiero Romano4, empiezan a buscar
itinerarios de burgueses, empiezan a ver cómo estos burgueses, que en el siglo XV y
XVI tenían su capital puesto en el comercio, en los batanes, en la banca, en el siglo
XVII y XVIII se convierten en nobles, rentistas del suelo, señores de un señorío y, a lo
sumo, prestamistas del Estado. Esto nos da pie a recordar la famosa metáfora “tradición
de la burguesía” en palabras del historiador de la escuela de los Annales Fernand
Braudel que afirma que durante el siglo XVII se produjo un proceso de aristocratización
y refeudalización de la burguesía próspera que había liderado la expansión del siglo
XVI en la Europa mediterránea. Entonces, los casos más paradigmáticos quizás fueron
4
Ruggiero Romano. Coyunturas opuestas: La crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica,
México: FCE 1993

10
11

los Ruiz, en Castilla, unos comerciantes con grandes intereses, que sus nietos terminan
todos ennoblecidos, y separándose absolutamente de los riesgos de la actividad
comercial y manufacturera. Otro de los casos más importantes es el de los Fugger. Jacob
Fugger fue uno de los comerciantes manufactureros y banqueros más importantes del
siglo XVI, vivía en el reino de Borgoña, en las ciudades del Países Bajos del sur. Fugger
además tenía intereses en el Sacro Imperio, por ejemplo, era el propietario de las minas
de cobre y de hierro de la selva negra de Alemania. Y ahí tenía un increíble capital fijo
puesto con trabajo asalariado. Cuando uno analiza la figura de Fugger, es casi imposible
diferenciarla de un capitalista moderno. Fugger invertía todo lo que ganaba, e invertía
en negocios que requerían maquinaria y trabajo asalariado. Pero Fugger es también el
prestamista de Carlos V, quien le pide un primer préstamo para obtener el imperio, y es
el que sostiene económicamente las guerras del emperador. Y todos sabemos que Carlos
V –y luego su hijo, Felipe II- constantemente generaron bancarrotas, y con estas
bancarrotas arrastraron a la banca Fugger. Entonces, finalmente, los descendientes de
los Fugger terminaron comprando señoríos, alejándose de los caminos abiertos por de
Jacob. Entonces, “la traición de la burguesía” va a estar claramente sostenido por la
investigación y por este modelo de itinerarios personales, que se investigan en este
periodo.
Ahora bien, el texto de Hobsbawm también produce un debate muy importante en el
interior de la historia económica marxista. Imanuel Wallerstein El Moderno Sistema
Mundial (España, Siglo XXI, 1979) que retoma el debate Dobb-Sweezy, reformula la
hipótesis de Sweezy y para Wallerstein el moderno sistema mundial tiene su preludio
medieval y después recorre los siglos XVI, XVII y XVIII y los alcances de la economía
mundo. Para él hay una crisis en el siglo XVII de tipo general, sería la primera crisis del
capitalismo. El texto de Wallerstein es un texto que, en la academia europea pasó sin
pena ni gloria, porque ya es muy tardío, dado que la mayor parte de la historia
económica inglesa seguía el modelo de Dobb. Sin embargo, en la academia americana
es un texto muy recuperado, tanto en la academia norteamericana como en la
latinoamericana, porque Wallerstein toma la teoría de la dependencia, la teoría del
desarrollo y subdesarrollo, el problema de los términos de intercambio, y, en realidad,
plantea este modelo de sistema mundial, con una economía centro, una periferia y una
semi-periferia, y evidentemente a nosotros, en tanto periferia, nos cierra de alguna
manera este modelo de Wallerstein. Por ello, este texto Wallerstein lo han seguido
publicando y republicando, tiene últimas versiones de hace pocos años.
También Alexandra Lublinskaya publica su investigación en 1965 en ruso, pero,
ella es una especialista de historia de Francia en el siglo XVII. Así, Lublinskaya sigue el
debate que se está dando sobre la crisis del siglo XVII y revueltas y revoluciones, y así
se traduce su libro. Se llama La Crisis del Siglo XVII y la Sociedad del Absolutismo
(Barcelona: Critica, 1979). Esa es la traducción en castellano, que se da en 1979.
Confieso que hice el ejercicio de tratar de ver si en el título de la obra tiene un problema
de traducción, si en realidad se hizo esta traducción al castellano (o al francés o al
inglés) pero que en la obra original era totalmente distinto. Por supuesto, me fue
imposible el darme cuenta, el ruso es absolutamente opaco. ¿Por qué? Porque Alexandra
Lublinskaya lo primero que dice es que en el siglo XVII no hay crisis. Es una enemiga
absoluta del categoría de crisis, por lo que resulta muy curioso que el libro se titule la
crisis del siglo XVII, cuando la idea fuerte de ella es que el siglo XVII no es un siglo de
crisis. Pero bueno, evidentemente enmarca este trabajo dentro de este debate, por lo que
o bien los traductores o bien ella misma deciden poner en el título el gancho del
problema de la crisis del siglo XVII. Aunque ella claramente debate con Hobsbawm y
con todos los autores occidentales del momento, planteando que el siglo XVII no es un

11
12

siglo de crisis. La autora rusa critica especialmente al marxismo occidental por haber
leído mal a Marx, o haber leído poco ortodoxamente a Marx. Entonces, el planteo de
ella es que Dobb y todos sus seguidores no han considerado la etapa del capitalismo
comercial, y al no considerar esa etapa no pudieron darse cuenta que el proceso
transicional, en realidad, es lento, porque hay un desarrollo endeble de las fuerzas
productivas. No hay tecnología para llegar a la era del maquinismo. Y critica a Dobb y a
Hobsbawm por creer que el camino de transición pasa por la industria rural a domicilio.
Ella considera que el camino de transición se dio a partir con la industria centralizada
francesa. Esta industria se despliega durante el siglo XVII, es centralizada, con mano de
obra asalariada e inversiones grandes de capital. Produce artículos de lujo, pero también
armamentos, refinación de azúcar, una serie de productos y repito con un sistema
centralizado y mano de obra asalariada.
Esta industria francesa se despliega a partir de las políticas mercantilistas de los
ministros Colbert y Richelieu. Colbert es el que, por sobre todo, estimula el desarrollo
de estas industrias, que producen productos tan exóticos como los gobelinos, la moda
francesa, mueblería. Hay una relación muy fuerte entre la moda que impone Versalles y
estas manufacturas protegidas y estimuladas desde el Estado. Entonces, para
Lublinskaya este es un camino más directo a la era del maquinismo y del progreso que
lo que están planteando Dobb y Hobsbawm. Para ella, la burguesía francesa es una
burguesía extremadamente moderna. Había un importante capital invertido pero
faltaban las máquinas, lo cual produjo un detenimiento. Lublinskaya en el siglo XVII
encuentra una burguesía sólida, dedicada principalmente a la industria suntuaria, pero
también a otras actividades pero que no logró llegar a la era de maquinismo porque aún
no estaban maduras las fuerzas productivas.
Ahora bien, seguimos con el recorrido historiográfico, ya en la década del 80 el debate
de la crisis se interrelaciona con el debate de la historia agraria, y la crisis de siglo XVII
deja su protagonismo único para ser la fase B del ciclo secular de larga duración que se
inicia en la Baja Edad Media. Entonces, este modelo de tijeras, siglo IX al XIII de
expansión, siglo XIV crisis, siglo XV y XVI expansión, y siglo XVII crisis. Entonces
las crisis del siglo XVII aparecen como la fase B de este sistema secular. Las grandes
figuras de esta forma de interpretación son Guy Bois reconocido medievalista, y para la
modernidad un autor que hemos utilizado mucho para nuestros programas, se llama
Peter Kriedte. Tanto Kriedte como Guy Bois pueden ser etiquetados como
neomalthusianos, porque focalizan esta relación entre población y producción pero
también ambos tienen una importante formación marxista, ambos consideran que en la
fase A y la fase B las relaciones de clase y la lucha de clases son centrales para entender
especialmente como se pasa de una fase a otra.
¿Cómo caracterizan esta fase B? En esta fase B se da este modelo de tijeras (que ustedes
trabajaron ya con Campagne, por lo que no voy a sobreabundar). En este modelo de
tijeras, en la fase B, en la medida en que baja la población, sube la productividad del
suelo. En realidad, para llegar a esta fase B se tiene que dar –que es el momento
culminante de esta crisis- esta trampa maltusiana que opera mediante lo que los autores
llaman la ley de los rendimientos decrecientes. ¿Qué sucede? A medida que la población
crece, la productividad del suelo baja. ¿Por qué baja esta productividad del suelo? Baja
porque, por un lado, hay una mayor ocupación de tierras, porque hay una mayor
población, por lo que se ocupan tierras marginales (que son de mala calidad) y entran en
el circuito productivo. La otra razón, que es la de mayor importancia, es que cuanta más
población hay, las tierras de ganaderías se reconvierten a tierras cerealeras, porque se
requiere alimentar a más personas. Entonces, se pierde el único abono disponible,
porque, para Kriedte y para todos estos autores, este sistema se caracteriza por el bajo

12
13

nivel tecnológico. El único abono, la única manera de sostener la productividad del


suelo, es el abono natural. Entonces, cuando la tierra se reconvierte y hay menos
ganado, empieza a funcionar la ley de rendimientos decrecientes, por lo que cada vez las
cosechas rinden menos.
Estos autores explican cómo se pasa de la fase A a la fase B. Este pasaje no está
explicado solamente como lo plantea Malthus: que la población crece en exceso, la
producción no la puede sostener, entonces aparecen hambres y pestes, sino que, los
señores, al ver reducidas sus tasas de rentabilidad, presionan para recuperarlas. En una
primera etapa, al haber más cantidad de productos compensan. Pero, a medida que las
tijeras se van abriendo cada vez más, el señor recibe menos, y cada vez la tierra da
menos. Por eso, ellos fuerzan para recuperar las tasas de rentabilidad, y eso provoca
levantamientos campesinos y consecuentemente represiones. Ahí se ingresa en el
círculo infernal que son las crisis e carestía: hambre, pestes, guerras, esto es, los “jinetes
del apocalipsis”.
Estas explicaciones todavía están bastante vigentes, cuando uno lee manuales siguen
teniendo una enorme importancia, independientemente de que han sido fuertemente
criticadas en el famoso debate Brenner5.
Bueno, llegamos entonces a las últimas explicaciones del debate historiográfico, a partir
de la década de los ’90. Como dijimos, a partir de esta década aparecen abundantes
estudios de caso que revisan una región, o un señorío, desde el siglo XV quizás hasta el
siglo XVIII, y que atraviesan así la crisis del silgo XVII. Y lo que ha sucedido es que,
en realidad, se ha encontrado una enorme diversidad. Hay zonas en donde padecen
terriblemente y sufren las crisis de carestía -así como las describe Kriedte-, y otras
zonas muy cercanas donde no sucede eso. Entonces, lo que han dejado estos estudios de
caso hasta ahora es una enorme perplejidad, porque aún no hay un modelo que logre
sintetizar los trabajos, pero, además, sobre todo, porque es elemental que cuando uno
pone el foco en espacio más chicos sucede esto, aparecen otra serie de causas que
modifican el cuadro general.

En los últimos años, en los inicios del siglo XXI, han aparecido una serie de
publicaciones de un autor que se llama Geoffrey Parker, que es un gran especialista de
la Guerra de los Treinta Años, se ha dedicado específicamente al siglo XVII. Publicó un
libro que se llama El Siglo Maldito. Clima, Guerra y Catástrofe en el Siglo XVII, y se
publicó en español en el 2013 (México: FCE). La obra es novedosa casi iconoclasta
porque se atreve a mezclar una serie de fuentes muy variadas y cruza las ciencias
sociales con las ciencias duras. La historia económica plantea curvas de precios, curvas
de producción, tablas y, por otro lado, la historia cultural trabaja a partir de relatos,
interpretaciones culturales, cronistas. Parker en ese mismo texto combina cuadros,
curvas y cita cronistas y da explicaciones culturales y además expone explicaciones
climatológicas. Para Parker la crisis del siglo XVII tiene que ver con una sinergia entre
clima, política y religión. Esta sinergia, dice el autor, ya aparece en el Ensayo de las
costumbres de Voltaire. Voltaire caracterizó al siglo XVII como un siglo de carestías, de
desastres poblacionales, por lo que interpreta que los desastres climáticos tuvieron un
gran protagonismo, si se los combina con monarcas que quisieron producir novedades
en materia religiosa o política.
La obra es muy especial dentro del campo historiográfico porque frente a una
historiografía actual que principalmente trabaja estudios de caso, Parker no solamente
plantea un modelo generalista sino que plantea un trabajo de tipo planetario. Da
5
T.H Aston y C.H.E. Philpin (ed),  El Debate Brenner: Estructura de Clases Agraria y Desarrollo
Económico en la Europa Preindustrial, Barcelona: Crtitica, 1988.

13
14

ejemplos no solamente de Europa sino que toma casos de China, América, de África,
del Imperio Turco, hasta Nueva Zelanda. Trabaja, por ejemplo, la catástrofe que se
produjo en China con la caída de la dinastía Ming. También señala lo que significó la
debacle del estado polaco en cantidad de muertes y de destrucción material. A
continuación pasa a explicar la crisis del Imperio Turco, producida por un cambio
dinástico y con el número de destrucción de riquezas y de población absolutamente
inéditos. Después, empieza a revisar las fuentes literarias, a los cronistas, utiliza una
serie de textos él comenta cómo, por ejemplo, los jesuitas que van a la China explican la
catástrofe demográfica y cuáles fueron sus interpretaciones. Revisa, también las
explicaciones de las crisis en Europa: las justificaciones astrológicas, cómo la aparición
de cometas, astros que estarían indicando para los contemporáneos el fin del mundo.
Nos ofrece ejemplos de cómo algunos contemporáneos consideran que esta crisis tenía
dimensiones planetarias cronista que comparan los que estaban sucediendo en Europa y
lo sucedido en los imperios turco y chino. También revisa los argumentos sobre la caza
de las brujas en Europa, fenómeno contemporáneo a esta crisis. De manera que cita a
fuentes que consideran que las catástrofes de la Europa del momento se relacionaban
con el complot de brujos y brujas que están destruyendo la sociedad cristiana en su
totalidad.
A partir de ahí Parker incorpora la información que le da la climatología actual.
Hay un grupo de científicos que lleva trabajando hace muchos años, que están
investigando un fenómeno que es conocido como la pequeña edad de hielo. Esta habría
sucedido en el siglo XVII. Este equipo de investigadores de las ciencias biológicas
asegura que Europa sufrió una larga temporada de veranos fríos, donde incluso hay
fenómenos de nieve muy importante en verano y primavera y por supuesto inviernos
helados. Este fenómeno de enfriamiento Parker dice que hay que relacionarlo con otros
fenómenos climatológicos ocurridos en América, China, y el imperio Turco. Implicaría
un enfriamiento muy importante de Europa, sobre todo del norte, y por otro lado, una
sequía muy importante en Asia, que habría cambiado el régimen de los monzones y
producido una terrible sequía que liberó el Bósforo de las aguas, haciéndolo transitable,
también habría modificado el curso del Nilo. Por otra parte, además de frío extremos en
Europa, sequía en Asia y África, América se habría visto afectada por graves
inundaciones, registradas en el Caribe. Este fenómeno climático catastróficos que habría
afectado al planeta en los primeros decenios del siglo XVII está siendo investigado por
novedosas disciplinas como la glaciología, (estudia la variaciones de los glaciales),
palinología (el polen), estudios sobre la corteza de los árboles. Científicos que estudian
los glaciares y el polen y otras técnicas que trabajan con los climatólogos, que si bien
estas investigaciones tienen su tiempo, ahora estarían en condiciones de afirmar que en
el siglo XVII se dieron algunos fenómenos climáticos anormales. El estudio sobre las
manchas solares estarían demostrando que sol calentó menos, porque las manchas de
sol fueron menos visibles y concretamente el sol reflectó menos calor que en los siglos
anteriores y posteriores. Hay otros elementos que nuestro autor considera (que son parte
de los llamados archivos humanos) que confirmaría las tesis de los climatólogos
actuales. Por ejemplo William Halley, el reconocido astrónomo del siglo XVII, afirma
que sus informantes se quejaban de que la aurora boreal en el polo norte no había sido
vista por cerca de cincuenta años. Por otra parte, esta investigación estaría probando
que el círculo de fuego del Pacífico, en este período estuvo inusualmente activo.
Entonces, la atmósfera estuvo cubierta por partículas densas causadas por múltiples
erupciones volcánicas, que coadyuvaron a dificultar llegada de los rayos del sol.
También Parker nos señala otro fenómeno climático catastrófico del período: la
corriente del Niño. Esta corriente, que los climatólogos conocen hace relativamente

14
15

poco, parecería que en el XVII fue demasiado frecuente, lo cual explicaría las
devastadoras inundaciones y sequías de Asia, África y América.
Estos fenómenos que explicarían los archivos científicos estarían en
concordancia con lo que dicen los archivos humanos. Para Parker la crisis climática
tuvo efectos multiplicadores cuando en estos contextos de sequía, pérdidas de cosecha
en primavera o verano, los estados o las clases dirigentes quisieron imponer novedades
políticas o religiosas. Uno de los casos que revisa es el de monarquía inglesa: la
revolución se inició después de un fenómeno climático absolutamente desafortunado.
Escocia perdió durante ese período dos cosechas y Carlos I se le ocurrió en ese
momento hacer justamente un cambio religioso. Entonces los moralistas y pastores
están planteando que este cambio climático y buscando causas la encuentran a partir el
castigo divino por la decadencia moral: por la presencia de la sodomía, (delito que se le
acusaba a Jacobo I). Entonces, frente a estas catástrofes inexplicables, nevaba en
primavera, (con destrucciones absolutamente de cosechas), se producían fenómenos no
registrados por la memoria de los contemporáneos. Las poblaciones sufrían de
profundas ansiedades frente a fenómenos inexplicables, de tal modo que si en este
contexto el Estado introducía cambios, novedades (como novedades en materia
religiosa), se conducía más fácilmente al estallido de la conflictividad social. Por otra
parte, profundizaba los resultados de la crisis climática. Entonces, Parker plantea que el
caso inglés puede ser considerado equiparable al caso Chino. El ingreso de la dinastía
de origen Manchú dentro de un contexto de sequías terribles en la década del 20 produjo
este desastre demográfico de dimensiones catastróficas. Un caso similar es el caso
polaco porque la invasión de Gustavo Adolfo en Polonia durante la guerra de los Treinta
Años potenció la catástrofe de Polonia con el desastre climático.
Parker concluye que las historiografías del siglo XX no consideraron los fenómenos
climáticos, las explicaciones solamente eran sociales, económicas y políticas. Parker
afirma que hay que recuperar el fenómeno climático teniendo en cuenta que éste no
explica todo. Sin embargo, si se produce una sinergia entre clima, política y religión se
puede llegar a comprender con mayor certeza qué pasó en estos años del siglo XVII.
Una última reflexión de Parker me resultó muy interesante, él dice este enfoque (el que
tienen en cuenta la Pequeña Edad glacial) tuvo una importante publicación que lideró el
historiador francés Le Roy Ladourie. En su último trabajo en un texto con colaboración
de climatólogos e historiadores en el cual se desarrolló las implicancias de la pequeña
Edad de Hielo en el XVII, Parker nos cuenta que este texto pasó desapercibido. Las
razones para Parker son un misterio, quizás se atreve a suponer porque fue escrito en
francés y la historiografía norteamericana, que en este momento es la líder, la que más
mueve el mercado editorial, puede llegar a leer un artículo de treinta páginas en francés
pero no llega a leer un libro de cuatrocientas páginas. Parker nos ofrece otra
explicación, considera que lo que ha sucedido es que estamos viviendo, como en el
siglo XVII, también un desastre climático muy importante. De hecho estas
investigaciones sobre la historia del clima que lleva adelante la comunidad científica se
relaciona con las preocupaciones actuales. Los climatólogos estudian el siglo XVII para
ver las vinculaciones con el calentamiento global actual. Todos estos recursos
económicos que financian todas estas investigaciones, que implican insumos
costosísimas, para investigar los hielos, los árboles, se dirigen no para reconstruir la
historia sino para dar pistas sobre el presente. Parker, considera que la historiografía
actual no quiere estudiar la pequeña edad glacial porque no quiere considerar qué es los
que está pasando ahora, lo que está operando es una fuerte negación para aceptar que
estamos pasando por una situación climática tan catastrófica como la del siglo XVII.
Revueltas y Revoluciones en Europa Moderna

15
16

El debate de “La crisis del siglo XVII” también se cruzó con otro debate conocido como
el de las “Revueltas y revoluciones de la Europa Moderna” (nombre de muchos libros
del momento). El tema de investigación que entrelaza con el debate de la crisis, pero el
conflicto social sigue teniendo mucha actualidad. Hay una importante bibliografía
clásica pero también se puede consultar textos muy novedosos. Esta polémica trataba
de definir y caracterizar algo que toda la historiografía concordaba: el siglo XVII fue un
siglo cruzado por enorme conflictividad política y social, signado por conflictos rurales,
urbanos, locales e incluso generalizados. En este periodo y si se empieza a jugar con las
caracterizaciones, se dan cuenta de la forma transicional de la sociedad del periodo. En
la Edad Media los conflictos eran campesinos y se dirigían a los señores. En los siglos
XIV, XV y XVI encontramos casos de conflictos en las ciudades, liderados por la
burguesía y con programas políticos quizás más tímidos, pero a veces sorprenden
porque sus reivindicaciones y programas tienen una increíble madurez. Entonces,
podemos afirmar que en la primera modernidad empiezan a despuntar las revoluciones
burguesas, levantamientos liderados por esta clase, con programas políticos y
reivindicativos que plantean verdaderos cambios institucionales y sociales. Por
supuesto, en los conflictos más importantes todas las posibilidades se combinan,
programas burgueses, reacciones nobiliarias y furores campesinos. Los historiadores
también discuten cómo determinados conflictos estructurales, que en ocasiones tornan a
regiones envueltas en conflictos endémicos, a veces se combinan con factores que
precipitan el incendio social. La historia social del periodo polemiza por cómo
interactúan los problemas epidémicos y estructurales, con el factor de azar o de
episodios fácticos concretos que generan combinaciones letales en algunas regiones.
Otro eje se relaciona a determinar los motivos para que de tal manera pueda ser
caracterizada si fue por motivos religiosos o estrictamente políticos; si puede ser
comprendido como conflicto nacionalista que buscaba la independencia de la región de
una potencia considerada extranjera e ilegítima. Lo fascinante de esta época transicional
que estas motivaciones tradicionales y modernas se entrecruzan en un laberinto que por
momentos parece indescifrable.
Por supuesto también encontramos la discusión entre la relación entre conflictos a
escala regionales, con conflictos generalizados. Como por ejemplo la Revolución
inglesa, que tuvo como principal teatro de operaciones abarcó Inglaterra, pero ni Gales,
Escocia incluso Irlanda salieron indemnes del conflicto. Otro de los ejes que organiza el
debate es a quienes se dirigían estos levantamientos y quienes lo provocaban. Fueron
conflictos producidos por la voracidad impositiva de los Estados absolutistas o tuvieron
también componentes anti señoriales. Todavía existe componente anti señorial en este
tiempo, piensen que la Revolución Francesa, la casi indiscutible revolución burguesa
por excelencia, coexistió con el Gran Pánico que fue un conflicto eminentemente anti-
señorial. Tengan en cuenta que el poder del estado se combina con el poder regional que
siguen ejerciendo los señores. Otra pregunta que guía a las investigaciones se refiere a
cuáles fueron las capas rectoras del conflicto: ¿Cuál es el papel nobleza feudal? ¿Cómo
intervino la burguesía? ¿Participaron los sectores populares urbanos? ¿Y el
campesinado? ¿Cuáles alianzas se dieron entre las distintas clases o estamentos sociales
involucrados en el conflicto? Así, la historia social y la historia de las revoluciones de la
modernidad se potenciaron con todos estos debates, el tema era definir si fueron
revueltas o revoluciones, si tenían o no programas burgueses o las reivindicaciones de
estos habitantes de las ciudades en realidad se pueden comprender mejor como la
reivindicación de antiguas libertades de las ciudades medievales.
Otro eje en debate es analizar si existían o no conflictos de clases o si debía
evitarse la categoría clase y utilizar la de estamentos. En todas estas discusiones existe

16
17

como marco de fondo el paradigma de la transición del feudalismo al capitalismo. El


texto William Beik, Absolutism and Society in Seventeenth-century France: State
Power and Provincial Aristocracy in Languedoc, (Cambridge: Cambridge University
Press, 1997) que ustedes trabajan en clase se problematiza la relación entre estado y
sociedad en la sociedad francesa del siglo XVII. El autor critica fuertemente a las
interpretaciones que realiza el historiador francés Roland Mousnier quien considera se
entienden mejor los conflicto social a partir de cortes verticales y no horizontales. Así
las alianzas de estamentos se pueden trazar relaciones verticales entre los distintos
estamentos. De modo que los nobles y sus medieros se unían frente al Estado. Lo
mismo que los funcionarios con sus subordinados. Para Mousnier la categoría clase no
es válida para ser utilizada en este periodo. La historiografía marxista no acuerda con
esta interpretación, porque utilizando la categoría de clase los conflictos se iluminan de
otra manera.
Otro tema que se investiga es el lenguaje político utilizado en este sentido el uso
de la imprenta amplió las posibilidades de investigación, porque desde el siglo XVI
estos conflictos también fueron guerras de escritos. Además, en la modernidad empezó a
ser central el poder y la circulación de lo escrito. Los historiadores a partir de la
generalización del uso de la imprenta disponemos -además del material de archivo-de
toda la circulación de panfletos, proclamas, textos editados que hacían circular los
distintos bandos del conflicto. Los panfletos (que solían ser hojas sueltas) y los
periódicos les permiten a los historiadores conocer los argumentos del bando rebelde.
ALUMNO: ¿En esta sociedad en donde la mayoría de la población era analfabeta que
peso tenía la información de la palabra escrita?
JUSTO: Tenía mucha trascendencia, la historiografía se hizo tu pregunta y la respuesta
que lo escrito circulaba, desde la lectura silenciosa del alfabetizado hacia otro tipo de
lecturas. Porque también existía la lectura en voz alta a la que asistía un importante
público no letrado. Además, en las aldeas campesinas siempre había letrados que
poseían incluso bibliotecas. Piensen como Carlo Ginzburg probó que el molinero
Menoccio tenía una nada despreciable biblioteca. Por eso en la circulación de lo escrito
no solamente tenían acceso los letrados, llegaba al corazón de la aldea campesina. La
investigación confirma que siempre en la aldea había alfabetizados que leía a la
comunidad los papeles-periódicos que circulaban. También Roger Chartier, entre otros,
investigó a la biblioteca azul, que era una industria tipográfica dirigida al mercado
campesino. Estos editores producían libros baratos, a veces eran pliegos de hojas
sueltas, que relataban historias con muchos subtítulos e imágenes y estaban destinadas a
esa lectura social que se realizaba en la aldea campesina. De modo que la cultura
escrita y a cultura oral se mixturaban en estas prácticas. Todas estas novedades
modificaron profundamente la cultura política del periodo a partir de lo escrito, pero
también con la circulación de imágenes y grabados impresos que llegaban a todos.
Durante el siglo XVII la tolerancia religiosa de la ciudad de Ámsterdam la posiciona
para ser el lugar privilegiado para las publicaciones durante este siglo.
La religión va a perder con el avance de la modernidad el lugar central que
ocupó durante el siglo XVI como disparadora de conflicto, a pesar de ello el conflicto
religioso sigue vigente durante todo el siglo XVII. Las revoluciones inglesas es sin duda
el conflicto más importante del siglo XVII y el calvinismo, catolicismo, anglicanismo,
arminanismo y las ideas propuestas por las sectas de reforma radical dieron los
sustentos ideológicos en todas las etapas que duro el prolongado conflicto.
En el siglo XVII aparecen también las guerras de independencia. Porque en el
siglo anterior la legitimidad política estaba más claramente determinada por las
herencias o alianzas fijadas por la dinastía reinante. Pero en el siglo XVII, hay una

17
18

mayor sensibilidad por las tradiciones nacionales. De manera que la rebelión de los
Países Bajos en un principio se inició por motivos religiosos y no se discutió la
legitimidad de Felipe II. Sin embargo, con el correr del conflicto, los Países Bajos
declaran querer liberarse del poder español por considerarlo extranjero. Aparecen en los
discursos políticos el problema de las nacionalidades (no como el siglo XIX) pero ya
están presentes en los discursos políticos. En uno de los casos que vamos a revisar el
del conflicto con Portugal aparece el discurso independentista.
ALUMNO: Para que me quede claro: ¿dijiste que la legitimidad política recaía en la
dinastía?
JUSTO: Las monarquías feudales construyen la legitimidad a partir de la herencia que
te dejaron o por supuesto por la guerra, por eso que Sicilia y Nápoles pertenecían a la
corona de Aragón porque Fernando, el católico las había ganado. Entonces, sus
herederos, aun cuando no conocían el lugar, ni hablaba su lengua eran los herederos
legítimos. Sin embargo, durante el siglo XVII empiezan a haber cuestionamientos a
estas formaciones estatales. Por supuesto la conformación de territorios nacionales va a
ser tema central recién en el siglo XIX y XX.
Durante el siglo XVII hubo levantamientos generalizados como el caso de la
Revolución Inglesa que hicieron colapsar el Estado o con la Fronda (en Francia) que no
llegó a derribar al Estado francés, pero estuvieron cerca de lograrlo. Entonces, este
debate va a reproducir una muy importante cantidad de textos y libros que discutieron si
las revueltas pueden ser definidas como revoluciones y si es posible interpretarlas en
relación a la transición del feudalismo al capitalismo.
El año 1954, uno años después de la aparición del artículo de Hobsbawm, y el libro de
Roland Mousnier. Trevor Roper publicó en Past and Present el artículo “La crisis
general del siglo XVII”. Hugh Trevor Roper fue un historiador liberal. En este artículo,
Roper va a realizar una fuerte crítica a la hipótesis de Hobsbawm y, en general, a toda la
historiografía marxista. En su planteo, ratificó la existencia de una crisis general
europea en el siglo XVII, al que define como un tiempo de altísima conflictividad (y de
la cual los europeos tenían una clara autoconciencia, expresada en la literatura de la
época). Es un siglo de crisis paneuropea producto de la Guerra de los Treinta Años (de
1618 a 1648), pero también de revueltas y revoluciones generalizadas en el marco de las
monarquías. La poderosa monarquía española entra en crisis. España tiene conflictos en
todos los puntos de su imperio: la crisis catalana de 1640 prácticamente termina con la
secesión de Cataluña, aunque finalmente retornó a la órbita castellana; en el mismo año
una revolución en Portugal finaliza con su independencia; hay movimientos populares
en Sicilia y Nápoles, revueltas en Andalucía, levantamientos en México. También es el
siglo de la Fronda (1648-1653), donde la monarquía francesa tambalea, aun cuando
logra sobreponerse y conformar en la segunda mitad del siglo una monarquía fuerte,
paradigma de los estados absolutos europeos. La conflictividad política se extiende a los
Países Bajos del norte a los Países bajos del sur. Bélgica terminará de independizarse de
España de manera definitiva en el año 1648. La guerra de los Treinta Años para Roper
no es razón suficiente para dar cuenta de tan intensa conflictividad. Para Roper todos
estos estallidos tienen en común que son conflictos entre los monarcas y las asambleas
de estamentos. En cada región resuelve en forma particular, pero estos conflictos son la
manifestación de los intereses que cada una de las instituciones enfrentadas
representaba.
Roper asegura que Dobb y Hobsbawm, no pueden probar que haya existido una
crisis de producción. Como tampoco pueden probar que el conflicto en Inglaterra fue el
que liberó las fuerzas del capitalismo industria. Roper no discute el diagnóstico (hubo
crisis) sino las categorías de análisis pues estas no resultan comprobables. Para Roper

18
19

fue una crisis de las relaciones entre la sociedad y el Estado que abarca los siglos XVI y
mediados del XVII. Porque el príncipe renacentista se afirma a expensas de las
ciudades, trayendo consigo un nuevo órgano político, la corte. Es algo nuevo que
afianza su poder, vaciando las instituciones tradicionales, comunales, se sientan las
bases del Estado, con capacidad de sojuzgar a la iglesia e impulsar las actividades
económicas generando riqueza. El siglo XVI a pesar de los conflictos religiosos y
políticos fue de expansión económica. El príncipe y su corte conformaban una
burocracia centralizada que aumentaba progresivamente y que va adquiriendo poder.
Por lo tanto, el sustento del príncipe va a ser el Estado, cuyo beneficio se multiplicaba a
medida de la expansión económica y se ejercía presionando fiscalmente a la comunidad.
La explicación que da Trevor Roper fue que la crisis del siglo XVII fue por motivos
políticos. No tuvo relación alguna con el proceso de la transición. La causa del conflicto
social en el siglo XVII fue la relación tensa entre estado y sociedad. Porque afirma que
se habían conformado “monarquías renacentistas” a las que define como parasitarias y
suntuosas. Por lo que las instituciones corporativas medievales (Parlamentos en
Inglaterra, las Cortes en Castilla, Diputació en Barcelona, en Francia los Estados
Generales, pero como no se llamaban ese lugar lo toma el Parlamento de París),
cuestionaron la voracidad impositiva que estas cortes parasitarias impusieron. Entonces,
el conflicto es entre estos nuevos poderes (Cortes Renacentistas) y poderes tradicionales
(Asambleas corporativas) explicarían la Revolución Inglesa, la Fronda y las
revoluciones periféricas en España. Entonces antes esta hipótesis y este el recorrido
paneuropeo que hace Roper se produce una serie de contestaciones de especialista
locales.
Para el caso de la guerra civil o revolución inglesa, según el marco teórico que
se tome. Roper se va enfrentar a las posturas de Christopher Hill y Laurence Stone.
Ambos autores consideran que en Inglaterra se produjo un proceso revolucionario
liderado por la burguesía que impuso un Estado que liberó las fuerzas productivas que
impusieron el modelo capitalista. Por la cual la revolución en Inglaterra es un proceso
paralelo a la transición del feudalismo al capitalismo. Hill es uno de las figuras
paradigmáticas del marxismo inglés y es un gran especialista del siglo XVII. Tiene una
larga carrera y ha publicado numerosos libros de temas variados, pero siempre en este
siglo. Sobre Revolución Inglesa ha realmente profundizado todos los aspectos. Empieza
trabajando desde una óptica más descriptiva o de historia política pero después abrió un
abanico de temas. Publicó Los orígenes intelectuales de la Revolución inglesa
(Barcelona: Critica, 1980), el cual trabaja la alta intelectualidad anterior a la revolución,
figuras como Francis Bacon, canciller y científico, autor de la novela utópica la Nueva
Atlántida, de modo que Hill analizó la novedosa filosofía natural y las nuevas ideas
que circulaban en los albores de la revolución puritana. Hill caracteriza a la revolución
puritana como una revolución burguesa y como llave fundamental para entender la
transición del feudalismo al capitalismo en la isla. Hill también en El mundo
trastornado. El ideario popular extremista de la Revolución inglesa del siglo XVII
(México, Siglo XXI, 1998), investiga “la revolución dentro de la revolución”, los
sectores radicales e inclusive encuentra al Gerad Winstanley, al que considera el
intelectual orgánico de los sectores radicales. Realiza una historia cultural de todos estos
programas alternativos al puritano.
El otro autor fundamental que debate con Roper, protagonista fundamental las
polémicas revueltas y revoluciones es Laurence Stone. Tiene un modelo weberiano en
su análisis social, pero también considera que en Inglaterra existió una revolución
burguesa y debe dar cuenta la causa por eso analiza la decadencia del poder feudal en la
isla. Stone publicó un libro sobre el siglo XVII que se llama La Crisis de la

19
20

aristocracia, 1558-1641 (Madrid: Alianza, 1985). Este libro generó un modelo en el


cual se estudió en las distintas regiones (utilizando estadística y con variedad de
fuentes) los itinerarios de las noblezas y sus crisis en este periodo.
El conflicto de los Países Bajos las respuestas bien de la historiografía local pero
traducida al inglés. Jonathan Israel publica en inglés, trabaja la academia de EEUU. Es
un gran especialista del caso holandés y actualmente trabajo sobre la ilustración radical
holandesa en especial el caso de Baruch Spinoza y su el núcleo en el siglo XVII.
Tambien está la obra de Alberto Tenenti (historiador italiano), quien escribe una obra
que se llama De las Revuelta a las revoluciones en la Europa Moderna (Barcelona:
Critica, 1997). Holanda es un estudio de caso, es uno de los protagonistas de estos
debates. Asimismo, la obra de Pérez Zagorin, que fue parte de la bibliografía obligatoria
durante años en nuestra materia y el primer tomo dedica al problema teórico y
metodológico en estos conflictos sociales de la en la Europa de la modernidad. Estos
dos conflictos (Países Bajos e Inglaterra) no los voy a desarrollar porque este año es
tema de trabajos prácticos en la materia.
Bueno, vamos a desarrollar un conflicto la Fronda. El mayor especialista sobre la
Fronda en Francia fue Roland Mousnier, que prácticamente se dedicó toda su vida a
estudiar el siglo XVII francés. Él considera que la Fronda no puede entenderse tomando
el modelo de la transición, ni buscando a la burguesía emergente. La Fronda, sin
embargo, sí se inicia en Paris, es un levantamiento urbano. El Parlamento de París lidera
el reclamo contra el favorito –recordemos que estamos en el periodo de minoridad de
Luis XIV- el gobierno estaba a cargo de Mazarino. Se inició 1648 y culminó en 1653,
los frondistas fueron vencidos por la monarquía que a pesar de haber tambaleado en
algunos momentos terminó muy fortalecida. En prácticos ustedes ya vieron como la
Fronda es generalizada porque afecta al campo, la ciudad y Luis XIV (siendo un niño) y
su corte tuvo que huir de París; muchos explican las características peculiares del
modelo cortesano del rey sol a partir de la experiencia traumática en su niñez por el
temor que les generó este levantamiento. La Fronda fue un conflicto verdaderamente
muy importante, pero todo el siglo XVII en el territorio francés estaba cruzado por
levantamientos, sobre todo rurales, relacionados a las quejas que provocaba la voracidad
impositiva del Estado. Para Roland Mousnier las turbulencias anteriores y posteriores a
la Fronda fueron manifestaciones de la rebeldía de los estamentos y de las comunidades
rurales contra la política impositiva del Estado. La clase y los conflictos de clase
estarían fuera de lugar en el análisis porque para el autor las solidaridades de clase se
cortan de manera vertical, regiones enteras unidas frente a un nuevo impuesto o por la
pérdida de algún privilegio.
El conflicto se iniciaría en París y los especialistas consideran que la crisis de la
burocracia parisina es un clave para la comprensión. Porque en 1604 se estableció La
Paulette, una carga anual que se pagaba al Estado para asegura la heredabilidad de los
cargos. En tiempos en que el Richelieu es el favorito de Luis XIII, se amenazaba con
quitar las Paulette y se creó el sistema de intendentes. De tal manera se contrapuso a la
vieja burocracia que estaba establecida en el Parlamentos con cargos comprados, con
una nueva burocracia no venal, que obedecía directamente a la corona. Además, la
política exterior del reinado de Luis XIII exigía una carga impositiva muy pesada. Por
supuesto, las comunidades aldeanas eran las que soportaban el mayor peso, por eso su
reinado estuvo cruzado por furores campesinos anti fiscales. Sin embargo, la corona
recurre a muchos mecanismos fiscales, no solo al impuesto directo a la producción
agraria (la talla), innova en impuestos indirectos, e inventa nuevos cargos burocráticos,
los multiplica y los saca a la venta, poniendo en riesgo la recaudación de los cargos
vigentes. La Fronda fue entonces el conflicto entre nobleza de togada (de origen

20
21

burgués) que tenía al Parlamento de Paris como lugar más representativo de sus
intereses y el Estado Absolutista. El parlamento de París además tiene una gran
influencia política en el reino. Este poder lo adquiere porque monarquía la convocó a
los Estados Generales por última vez en 1614, de modo que la corona lleva años sin
negociar con instituciones estamentales que la condicionen. Por lo que, si bien los
parlamente son instituciones jurídicas y no tienen ninguna jurisdicción en relación al
tema impositivo, como tampoco tienen prerrogativas legislativas, sin embargo, en la
práctica pueden detener o demorar las puestas en vigor de las órdenes reales. El
parlamento de París es el encargado de sancionar estas ordenanzas reales y tiene la
prerrogativa de devolver a la corte ordenanzas si tienen algún problema formal.
Entonces recurren a esta prerrogativa para discutir o resistir las novedades propuestas
por la monarquía. No es un órgano consultivo, pero al no funcionar los Estados
Generales, el parlamento, en momentos de crisis política reclamaba ser consultado. La
Fronda parlamentaria tiene muchos elementos de rebelión burguesa, la producción
textual, la alianza con los sectores populares parisinos que manifiestan su
desconformidad y aterrorizaron tanto a Luis XIV de niño. Porque los parlamentarios
esbozan un programa de reclamos en los cuales se pide la formación de organismos
institucionales que limiten el poder de la monarquía. Sin embargo, la composición
social de sus miembros es discutible: ¿son la burguesía profesional o una nueva
nobleza? El sistema de patrimonialización de los cargos puede llevar a afirmar que estos
reclamos, más que un programa burgués, responde mejor a la catalogación reacción
nobiliaria.
Se debe tener en cuenta además una situación más coyuntural. En ese momento existía
un vacío de poder, porque es periodo de la minoridad de Luis XIV. Mousnier considera
no menor como precipitante de conflictos los momentos en que el gobierno está dirigido
por regentes y no por herederos legítimos. Porque en estas coyunturas se refuerzan las
camarillas de la corte que compiten por manejar el Estado. Durante la Fronda, la reina
madre era la regente y su favorito, el cardenal Mazarino, llevaba adelante el gobierno.
Pero la figura de Mazarino provocaba muchos cuestionamientos.
El Parlamento de París, entonces, en esta coyuntura funcionó como cámara de
resonancia de descontentos más estructurales: la política voraz impositiva del Estado
Absolutista, que requería recursos para seguir la última etapa de la guerra de los Treinta
Años, y las resistencias a todas las novedades impuestas en el periodo del Luis XIII y su
ministro Richelieu, quienes recortaron privilegios en regiones y ciudades y crearon una
burocracia nueva que competía con la anterior. A este conflicto inicial que tuvo a París
como centro de conflicto se le sumó la Fronda de los príncipes, que involucró a la
nobleza tradicional, la cual aprovecho la debilidad de la monarquía para intentar
recuperar su poder regional. Mousnier nos explica que esta nobleza contó con el apoyo
de sus medieros, existió una alianza entre estos dos estamentos sociales, relacionados
tradicionalmente. Por lo que para el autor las relaciones sociales tradicionales se
activaron en este conflicto y las uniones respondieron a un corte social vertical y no
horizontal. En la Fronda participaron el campesinado, la alta aristocracia, la burocracia,
de origen burgués, pero por el sistema de la venalidad y herdabilidad de los cargos se
ennoblecía y finalmente el bajo pueblo parisino. La pregunta es cómo se tejieron estas
tan complejas alianzas de sectores tan distintos o si hubo confluencias de intereses, si
cada grupo social levantó su programa de reivindicación por separado, pero confluyeron
por el vacío de poder que necesariamente provocaba los periodos de regencia. Todas
estas ambigüedades hacen que este conflicto sea muy difícil de etiquetar. Para
Mousnier, no se pueden usar los conceptos de clase emergente, burguesía, porque a
pesar de que, en algunos momentos del conflicto, las prácticas, los panfletos y los textos

21
22

nos recuerden a la Revolución Francesa, sin embargo, otros programas eran


francamente conservadores. Para él, la Fronda fue una resistencia a las medidas
centralizadoras que llevaba adelante el Estado francés. Pero debe estudiarse teniendo en
cuenta que en Francia el levantamiento se entretejió por la alianza formada por los
estamentos y sus relaciones clientelares y por el vacío de poder que posibilitó la
minoridad del rey. De modo que, para entender la relación entre los parlamentarios y el
bajo fondo parisino, más que confluencia de intereses o programa político, para
Mousnier existe relaciones clientelares. Por otro lado, los grandes nobles se unen la
frodismo porque, aun cuando Anderson considere que este Estado responde a la clase
noble, los protagonistas del momento no se habían dado cuenta. Todo el reinado de Luis
XIII estuvo cruzado por conspiraciones nobiliarias, muchas encabezadas por el hermano
del rey. Recién con la política que lleva a cabo Luis XIV en Versalles, la nobleza
francesa parecería que se doméstica, el éxito del que nos habla William Beick. El
campesinado además de la relación tradicional con sus señores, no les faltaba
argumento para estallar, desde la presión impositiva hasta soportar el paso de los
ejércitos de la guerra de los Treinta Años.
Una interpretación alternativa a la canónica de Mousnier nos la ofrece el historiador
ruso Boris Porshnev en Los levantamientos populares en Francia en el siglo XVII.
(Madrid, S, XXI, 1978), especialista en la Francia Antiguo Regimental, es el gran
polemista de Mousnier. La conflictividad se explica a partir de la lucha de clases en
entre señores y campesinos. Francia es un reino agrario y señores absorben la renta
agraria y es en este siglo que el nivel de explotación se vuelve exponencial, Por eso el
autor revisa no solamente la Fronda sino todo el siglo XVII y sus múltiples conflictos
agrarios. Boris Porshnev en el año 1968, cuando publica su obra explica que la
monarquía francesa representa a los intereses de la clase noble. Por eso la fiscalidad
centralizada del Estado, en realidad debe entenderse como una nueva estrategia de la
nobleza para absorber la renta agraria. Como ustedes ya deben haberse dando cuenta,
este autor está adelantando la tesis Anderson acerca del Estado Absolutista. Anderson lo
cita, pero no reconoce la deuda que tiene su obra con las investigaciones y el enfoque
del historiador ruso. Porshnev cuestiona el modelo no clasista de Mousnier para
interpretar la sociedad de Francia del siglo XVII.
Pasemos a la crisis en España. La historiografía española finalmente ingresa al debate
de la crisis y produce un muy importante conjunto de textos sobre el siglo XVII 6. Al
conjunto de reyes del periodo se los conoce como los Austrias menores, esto nos revela
muy bien la propia percepción de crisis y decadencia que existe en la península sobre
ese siglo. La pregunta solapada que guían estas investigaciones es cuál fue la causa de la
decadencia española, por qué después de haber sido una verdadera potencia de punta en
el siglo XV y XVI todo se derrumba. Esta pregunta, quizás medio melancólica, aparece
también en la investigación de otros temas, como por ejemplo la revolución científica,
por qué España no ofreció figuras cuando el humanismo tuvo en la península un
verdadero despliegue. España puede probar muy bien su primacía en casi todos los
terrenos durante la Baja Edad Media hasta el siglo XVI, pero parece que el siglo XVII
se iniciaría una crisis que signó a la península ibérica. El tema de la “decadencia
española” es un problema historiográfico en sí mismo, entonces la crisis del siglo XVII
de alguna manera se entrelaza y para algunos es el inicio del problema. En
6
Para citar algunos ejemplos: Simón Antoni (ed. )1640: La monarquía hispánica en crisis, Barcelona:
Critica, 1991; Fernández Vargas et alii (ed). La crisis del siglo XVII. la población, la economía, la
sociedad. Madrid, Espasa Calpe, 1996; de Jaume Danti Riu. Claves de la crisis del siglo XVII, las. 1600-
1680, Barcelona: Planeta, 1991; Américo Castro. De la edad conflictiva: crisis de la cultura española en
el siglo XVII. Madrid, Taurus, 1976.

22
23

consecuencia, con esta mirada de la historiografía española del siglo XX, muchos
escritores del siglo XVII también se preguntan las causas de la decadencia española.
Los intelectuales del siglo XVII se preguntan las causas y reconocen su
decadencia, es llamativo porque recién doscientos años después pierden las colonias, sin
embargo, los escritores del siglo XVII españoles consideran que el imperio español
tiene pies de barro. Los mercantilistas españoles, hacen diagnósticos sobre la
decadencia de España y proponen además de buscar soluciones para la decadencia.
Sancho de Moncada, sacerdote y catedrático de Sagradas Escrituras en Toledo, fue un
economista del siglo XVII autor de un único libro. Su interés por el desarrollo
económico de España le impulsó a proponer la creación de una Universidad dedicada a
la ciencia política en la capital del reino (Madrid) y a divulgar sus opiniones. Escribió
Restauración política de España (1619). La obra tiene varias disertaciones sobre las
cuestiones económicas más importantes de entonces: riqueza, rentas regias, población,
moneda, impuestos, etc. Las causas, según Moncada, de la depresión económica se
encontraban en el despoblamiento de la nación; el descuido de la producción agrícola; la
escasez de producción manufacturera; la inadecuación del sistema impositivo y la
asunción del comercio por parte de extranjero.
En lo concerniente a las cuestiones demográficas, Moncada adoptó una postura
poblacionista, es decir fundamentó la riqueza y grandeza del reino en una población
numerosa: “porque no habiendo gente no hay Reino [...], porque faltando la gente, falta
la defensa del Reino [...], porque [ sin gente] faltan los oficios, comercio, agricultura, y
todo lo que mana de la industria de la gente, y con ella todo anda bien, y así el derecho
tiene por más rico al Reino por la gente, que por el oro ni plata, y vemos pobre a
España, porque no tiene gente, y a otras provincias ricas por tener mucha”.
Otro autor contemporáneo que analiza la crisis del siglo es Pedro Fernández Navarrete,
sacerdote, político y economista español del siglo XVII, ejerció como canónigo en
Santiago de Compostela y como consultor del Santo Oficio de la Inquisición. Tuvo un
cierto ascendiente en la corte pues llegó a ser secretario y confesor del rey Felipe III.
Fernández Navarrete escribió unos comentarios al informe emitido en 1619 por el
Consejo de Castilla sobre el estado económico de la monarquía española. Estas glosas o
comentarios fueron publicados con el título de Conservación de monarquías y discursos
políticos (1626). El estudio que este autor realiza de la economía española, sus ideas y
propuestas son muy similares a las de Sancho de Moncada. Además, propone que el
fomento de las artes y oficios atraería población, en especial a extranjeros. El verdadero
problema era la carencia de gente que se dedicara a esas ocupaciones.
Fernández propone estimular el desarrollo de actividades burguesas. También
contamos con los informes de los embajadores extranjeros en España y estas crónicas
ponen el acento en el problema de la corrupción e ineficaces de los funcionarios y en
pintarnos una España improductiva.
Un especialista que ingresa en el debate de la crisis es John Elliot (hispanista
inglés) es uno de los más activos polemistas del debate revueltos y rebeliones. Su
especialidad es la región de Cataluña en el siglo XVII y especialmente la Rebelión de
Cataluña. Elliot Ingresó en el debate y afirmó que el modelo de Roper no cerraba para
el caso español. Porque en España, la corona estaba sostenida impositivamente por
Castilla. Todas las demás regiones de la monarquía compuesta, mantenían sus
instituciones y se sostenían, pero no mantenían la política imperial. El imperio español
era sostenido con sus impuestos de Castilla y sus colonias, pero en el siglo XVII el
poder de extracción de la corona a las colonias decreció y la monarquía empezó a tener
una gran dependencia de la recaudación de Castilla. Sin embargo, Castilla fue la única
región de España que no se había revelado durante el siglo XVII.

23
24

¿Cómo explica Elliot estas revoluciones periféricas que afectaron a la corona hispana?
Su respuesta es que la causa se debe buscarse en el impacto que ocasionó la Guerra de
los Treinta Años. Así tanto el Conde Duque de Olivares como el cardenal Richelieu
ingresaron a la Guerra de los Treinta Años y exigieron esfuerzos a zonas no
acostumbradas a participar en las iniciativas estatales. España, que ya venía agotada por
llevar adelante la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648), se le sumó el esfuerzo
económico de la participación en la Guerra de los Treinta Años que habría provocado el
estallido de las rebeliones de todas sus regiones periféricas.
También en estos conflictos juega un papel importante la figura del favorito del
monarca Felipe III, me refiero a de Olivares, quien fue el protagonista de la política
interior y exterior en el momento del incendio. Su protagonismo lleva al debate sobre la
veracidad del adagio que muchas veces se escuchaba en estas rebeliones “viva el rey y
muera el mal gobierno”. Uno puede preguntarse si la frase, tan habitual en España y sus
colonias aseguraba la estabilidad y legitimidad de la monarquía hispana. Las rebeliones
se dirigían a los ministros y funcionarios de la corona y no tocaban al corazón del
modelo o en realidad esta frase escondía y enmascaraban los motivos reales de la
rebelión y las intenciones que buscaban, esto es la separación de las regiones de la
monarquía española, es decir la independencia. La cultura política del siglo del Barroco
es una cultura del ocultamiento, nadie plantea los problemas abiertamente, todo está
solapado, en clave, disimulado. Entonces, podemos afirmar que las rebeliones se
dirigían a la política de un advenedizo ilegítimo como Olivares que había reemplazado a
la figura del rey, o a los funcionarios corruptos de las colonias que no respetaban las
leyes o en realidad atacaba al corazón de la monarquía.
El conflicto en Cataluña lo inicia el campesinado y los pobres urbanos, la causa es que
Olivares envió a los ejércitos de la Guerra y cuando pasan por Cataluña realizan
saqueos, toman botines, violan a las mujeres. El furor campesino acusa al ministro por
los destrozos y sufrimientos padecidos. Al conflicto se suma la Diputació que es el
órgano representativo de los grandes señores de Barcelona. Estos grandes nobles
barceloneses siempre jugaron a una política dual, cercana a Aragón o a Francia. En este
contexto inclinan sus preferencias a Francia. Juan II de Aragón logra ser coronado rey
de Cataluña, pero los señores catalanes constantemente jugaron con la posibilidad de
integrarse con los estados franceses. La monarquía española, entonces, tendió a aliarse
con el campesinado y los sectores populares catalanes para disciplinar a los grandes de
Barcelona. Pero esta alianza que gestaron los monarcas españoles se licuó como
consecuencia del paso de los ejércitos del rey. Este levantamiento, entonces unió a los
sectores populares con sus nobles. Este levantamiento se sofocó con una terrible
represión.
El caso de Portugal tiene la particularidad que fue la única exitosa. El conflicto se
planteó también en la misma coyuntura, el Conde Duque de Olivares intenta involucrar
a los reinos superpuestos en el sostenimiento de la guerra y lleva adelante una política
centralizadora de poder. Por esto, una rama colateral de la dinastía portuguesa de los
Avis, el duque de Braganza, se propone recuperar la corona. Se la puede caracterizar
como un golpe de cúpula, que logra que Portugal obtenga la independencia. Habría que
explicar cómo se había dado el proceso de unificación de la península ibérica en 1580.
En realidad, la corona española y portuguesa venían, desde los tiempos de los Reyes
Católicos, jugando a casamientos compartidos, era una política muy consciente para
llegar a unificación de la península. Los Tratámara y los Avis cruzaban mujeres y era
muy posible que alguno de los hijos de las reinas terminara heredando el reino vecino.
Cuando muere el hijo de los reyes católicos, se corta la sucesión Tratámara, pero los
Avis no tienen ningún heredero para ofrecerles, (la hija mayor de los reyes católicos,

24
25

reina de Portugal muere en el parto y su hijo muere bebe). Hereda entonces su tercera
hija que estaba casada con Felipe de Habsburgo. En Portugal muere el último Avis, Don
Sebastián y Felipe II reclama el trono porque era el hijo de Isabel de Portugal, su
reclamo es legítimo y se unen las dos coronas. Don Sebastián fue un príncipe muy
especial que dejó todas sus obligaciones y cruzó el Mediterráneo para enfrentarse a los
Moros. En su segunda expedición el príncipe desapareció y nunca se recuperó el
cadáver. En torno a su figura se teje un mito, conocido como el sebastianismo. La idea
expresa que existe para Portugal un príncipe perfecto que un día finalmente volverá a
ocupar el trono que dejó vacante. Este retorno del rey tiene fuertes connotaciones
milenaristas y prende fuertemente en Portugal. Predicadores en plazas públicas llaman a
la oración por el retorno del príncipe perfecto que restaura el buen orden e inicie una
época dorada. El duque de Braganza utiliza este mito y une su reclamo al movimiento
popular. Es ayudado además por predicadores que asocian a Sebastián con el Duque.
Este frente le permite logra el éxito e independizar a Portugal de España.
Nápoles y Sicilia eran parte del Reino de Aragón, ganadas en las guerras de Fernando,
el católico. Rosario Villari también trabajó sobre estos levantamientos, acuerda con
Elliot la importancia sobre la presión impositiva que fueron sometidos estas regiones, a
causa de las necesidades bélicas de la monarquía 7. Por otro lado, también nos aclara que
nunca habían participado del peso impositivo que tenían cierta autonomía en sus
decisiones y ningún peso político en el concierto de las sesiones de la política de la
corona española. El tema también que los investigadores consideran que estos conflictos
se relacionan con la figura del rey ausente, y la ilegitimidad que tienen los favoritos, el
caso de Olivares así también como el de Mazarino. Estas figuras llaman a la retórica de
“Viva el rey y muera el mal gobierno”.
Villari afirma que, a pesar de que la retórica revolucionaria dice: “¡Viva el Rey y muera
el mal gobierno!”, (con lo cual aluden evidentemente a la política llevada de
centralización a cabo Conde Duque de Olivare), sin embargo, considera que el conflicto
real era la lucha de clases entre campesinado y señores. Este conflicto, para el autor,
respondía a uno más profundo antiseñorial, de modo que los campesinos querían
desembarazarse de los que gobernaban (aristocracia del sur de Italia). De modo que
apelaron a la retórica del “buen rey” solamente como táctica discursiva. Para el autor la
política del siglo del barroco se caracteriza por la disimulación, cautela, ambigüedad
que llevaban adelante por los grupos sociales intermedio como intelectuales,
magistrados, comerciantes y artesanos.
Esta revuelta se inició en el año 1646, se levantaron los sectores populares a causa de
una crisis de subsistencia. El líder fue un pescador llamado Massaniello que llevo
adelante este conflicto. Los grandes nobles de Nápoles, que tenían sus instituciones
propias no participaron para nada. Nápoles y Sicilia fueron conquistadas por Fernando
el católico, eran partes del reino Aragón (conquistadas en las guerras italianas contra
Francia) y con la unificación de Castilla y Aragón pasaron a formar parte del reino
español. Siguiendo la costumbre de las monarquías superpuestas, la alta nobleza tenía
representación en sus instituciones y España impone un virrey. Estos nobles en el
conflicto siempre estuvieron al lado de la monarquía hispana, nunca apoyaron al
movimiento popular. La corona española, que tenía que tolerar en este periodo tres
conflictos sucedidos en mismo tiempo, cuando organiza sus fuerzas reprime
fuertemente el levantamiento. Recuerden que el único levantamiento de los reinos
periféricos de la corona española que logra su independencia fue Portugal. Este proceso
político es el polo opuesto al del sur de Italia, porque fue liderado por los sectores más
7
Rosario Villari, “Revoluciones periféricas y el declive de la monarquía hispana” en Villari, Elliot (ed).
1640: La monarquía hispánica en crisis, Barcelona, Critica, 1991, pp. 169-182

25
26

altos de la sociedad portuguesa, por las ramas colaterales de las dinastías portuguesas.
Uno de los debates que Villari tiene John Elliot se suscita en torno a la naturaleza de
esta rebelión, en especial a cómo se debe interpretar una frase que recorrieron todos
estos conflictos, pero que en este estuvo particularmente muy presente. Me refiero al
conocido adagio “viva el rey y muera el mal gobierno”. Para Elliot esta frase confirma
que ninguno de los movimientos que tienen lugar en la sociedad europea en el siglo
XVII pueden ser considerados revolucionarios porque en ellos está ausente la idea de
cambio radical, que recién aparece con la Ilustración y asociada con la idea de progreso
y de futuro como un orden nuevo. Todos estos episodios son revueltas y rebeliones que
plantean recuperar el vínculo idealizado entre comunidad y poder político, no una
transformación de las relaciones sociales. Villari considera que el levantamiento del sur
de Italia fue un conflicto de clase y que esa frase fue puro disimulo.
Una interpretación posible de esta enigmática frase la podemos interpretar a partir del
libro de José Antonio Maravall, La cultura del barroco (Madrid: Ariel, 2008(1975)).
Maravall analiza el siglo de oro español, título de los clásicos libros de literatura del
siglo XVII, esta se caracterizaba por su arquitectura monumental, literatura con autores
de la talla de Cervantes, Quevedo, Calderón de la Barca, entre otros. Un impresionante
despliegue de las artes visuales como también de la música. Para Maravall esta
monumental cultura del barroco puede ser definida con ciertas características. Así los
caracteres sociales de la cultura del Barroco: una cultura dirigida, masiva, urbana y
conservadora. La cultura del barroco es masiva porque es consumida por amplios
sectores sociales, es urbana porque las grandes ciudades son los lugares privilegiados
del despliegue cultural, aunque también llega a los poblados. El Barroco es urbano de
grandes ciudades, las capitales, en la que viven burócratas, terratenientes absentistas y la
corte. La ciudad barroca está llena de contrastes, grandes iglesias y palacios y zonas de
extrema pobreza. Para Maravall no puede pensarse El Barroco como cultura del campo,
sí de campesinos urbanizados, que adquieren nuevos hábitos culturales, tampoco es
estrictamente una cultura burguesa. La ciudad es el escenario de las pinturas y la
literatura barroca. La multitud y las masas siempre aparecen como tema. El espectáculo,
la ostentación típica del Barroco, son características de las grandes urbes. La ciudad
espectáculo, típica del Barroco, como Roma, Paris, Madrid. Las monarquías Barrocas
están relacionadas a la función de la ciudad capital. La cultura del Barroco finalmente es
dirigista y conservadora. En este sentido es pragmática, y todas las artes se prestan al
cometido de integrar al individuo dentro de los valores del sistema. El afán de controlar
las conductas siempre ha estado presente en todas las sociedades jerarquizadas, pero
ahora los sistemas “pedagógicos” de dirección humana para favorecer a los
privilegiados se pulieron y lograron conformarse un dirigismo dinámico. Para dirigir a
los hombres se debe poseer las técnicas adecuadas, el poder de la corte se impone y se
hace progresivamente más autoritaria. La corte paga poetas, pintores, músicos.
Finalmente, una cultura conservadora.
ALUMNO: ¿Por qué conservadora?
JUSTO: Es conservadora porque restaura los valores tradicionales de la Europa
confesional y reconcilia a la población con los poderes del Estado y la iglesia. En
España y en América colonial, las iglesias sobrecargada ángeles y santos tienen un
sentido pedagógico. Estas iglesias eran el escenario de la fiesta barroca, procesiones y
festividades del calendario litúrgico en las que participaban la población, pero de
manera absolutamente dirigida por las autoridades eclesiásticas. Peter Burke 8 en su obra
acerca de la cultura popular en la modernidad afirma que en el Barroco la cuaresma le
ganó al carnaval. La fiesta popular por excelencia retrocede frente a las fiestas dirigidas
8
Peter Burke. La cultura popular en la Europa moderna. Madrid: Alianza Editorial, 1978.

26
27

desde el estado y la iglesia. Los poderes tienen un enorme interés en planificar las
fiestas, indudablemente estaban bien producidas, con colores, despliegues de vestuario,
escenografía. Poco o nada estaba dejado al azar o a la improvisación. En estas fiestas los
poderes tradicionales reclaman su primacía. Esta fiesta escenifica la obediencia del
pueblo y a la magnificencia de los poderes constituidos.
Ahora bien, José Antonio de Maravall además ejemplifica con varias obras literarias del
siglo de oro español. Analizando estas obras Maravall explica cuáles eran las estrategias
de los poderes y su éxito en dirigir la cultura. De modo que para el autor el típico adagio
“viva el rey y muera el mal gobierno” se explica por el éxito funcional de la cultura del
Barroco. Maravall utiliza la obra teatral Fuenteovejuna de Lope de Vega, un prolífico
dramaturgo español de la época. Esta obra antes era una lectura obligatoria de nuestra
enseñanza media. Esta obra como la de Shakespeare (también puede ser considerado
como representante de la cultura del Barroco), eran pensadas no para ser leída sino
representadas. Ni Shakespeare ni Lope pensaron mandar a una editorial sus obras para
ser impresas. Nosotros nos ha llegado las versiones escritas de los guiones que tenían
los actores en los teatros. Por eso nosotros recibimos una mínima parte de su
producción. La obra trata del levantamiento que tiene el pueblo Fuenteovejuna frente a
Señor Comendador (Señor feudal del poblado). La historia cuenta que este Señor era
abusivo requería a Laurencia, una campesina hija de uno de los principales funcionarios
del Consejo campesino. Laurencia está a punto de casarse con otro campesino, llamado
Frondoso. El señor abusivo exige un derecho de pernada. En un primer momento
Laurencia se salva de una violación porque es defendida por su novio, quien toma la
ballesta del señor (que dejo en el suelo) y libera a su novia. Pero después el
comendador, rapta a Laurencia y encarcela a Frodoso. La obra tiene su clímax cuando
Laurencia toda desgreñada y lastimada se presenta frente al consejo campesino y los
interpela. Ellos se habían congregado para discutir la situación, sin logar saber qué
curso tomar. Laurencia los trata de cobardes por no defenderla y llama a la rebelión y
los campesinos se levantan y matan al comendador y su séquito, y además liberan a
Frondoso. En el último acto, llegan los reyes católicos en persona a la aldea a hacer
justicia (la obra está ambientada en el siglo XV). Entonces, preguntan a los campesinos
que fue lo que pasó, ante los requerimientos de –¿quién mato al comendador?,
responden todos, - “Fuenteovejuna, señor”. Ante este pacto de silencio lo reyes
deciden perdonar a la aldea y justificarla por lo abusos del comendador.
Maravall interpreta esta obra, y muchas otras del mismo tenor (Por ejemplo, El mejor
Alcalde, el Rey) desde la frase “viva el rey y muera el mal gobierno”, el conflicto
siempre es con los abusivos señores y el monarca es el que restaura el orden. En el caso
del señor de Fuenteovejuna, se justifica mejor, porque había participado en el lado
opositor a los reyes católico en las guerras civiles. Este noble ya había sido
desobediente con la soberana legítima. Por ende, esta literatura tenía como claro
objetivo fortalecer la ideología monárquica, por eso el adagio “viva el rey y muera el
mal gobierno” demostraría el triunfo de la cultura dirigista y conservadora del Barroco.
En este caso el que dirige y manipula es la monarquía española.
La obra de Maravall, es un clásico y en la actualidad es considerada como funcionalista,
entiende a los sectores populares como vasos vacíos que son llenados por contenidos
impuesto por las elites dirigentes. Esta interpretación no considera las resistencias, ni las
reapropiaciones de los sectores populares por eso este enfoque ha sido cuestionado. Esto
no significa que no haya sido intención del poder modelar las conductas y construir
hegemonía a partir de la cultura. Pero también hay que tener en cuenta que existe la
contra-hegemonía con formas diferenciadas que los sectores tienen de reinterpretar el
contenido que baja desde los sectores de poder.

27
28

Cuando se estudia los levantamientos campesinos antiseñoriales de la España


siglo XVII, en ocasiones los especialistas encuentran que se reproducen el pacto de
silencio que aparece en la obra. Incluso se conocen casos repiten la frase fue
Fuenteovejuna, ante el requerimiento de nombres por parte de las autoridades judiciales
de los autores de actos de insubordinación. Por eso podemos decir que los campesinos
del siglo XVII no interpretaron esta obra en clave conservadora, aunque Maravall tenga
razón y fue escrita en tono conservador y dirigista. Al contrario, la obra les ofrecía
modelos de resistencia, el pacto de silencio, no declarar quienes fueron los cabecillas de
la rebelión. De modo que este ejemplo confirma que no siempre la cultura hegemónica
logra el objetivo, porque las reapropiaciones de los sectores populares son
incontrolables. La obra de Lope de Vega siguió vigente como grito libertario incluso en
el siglo XX, con distintas reapropiaciones. El grupo musical chileno Quilapayun
compone una canción que se llama canción de Frondoso. En la década del 1970,
cantaba una canción referida a Fuenteovejuna. La particularidad de esta canción que
tomaba el momento de la historia en el cual, el campesino Frondoso tomaba el arma del
noble y liberaba a Laurencia. La canción recuerda esta escena de la obra y llama al
pueblo a tomar las armas. Porque el campesino, armado con la ballesta del Señor se
hace del poder, se ha convertido en Señor. Les leo la letra y ustedes van a poder
comprobar cómo los `70 resignificó la obra de Lope.

Cuidado Comendador
con la ballesta en la mano.
Frondoso que era un villano
se ha vuelto todo un señor.

No es la naturaleza
del hombre, la mansedumbre,
es apenas el herrumbre
de que lo cubre pobreza.

Y basta con que despierte


una mañana cualquiera
y el manso se vuelve fiera
y el débil se vuelve fuerte.

Y verán con qué premura


deja en el campo la azada
y aprende que con la espada
mejor sus males conjura.

Que se truecan en un día


los aperos de labranza
por la pica y por la lanza,
la humildad por la osadía.

Cuidado Comendador...

Pues basta que un hombre entienda


que para seguir viviendo
y seguir un hombre siendo

28
29

es fatal que se defienda.

Es triste pero es preciso


tener un arma en la mano
para ser su soberano
y no un esclavo sumiso.

Cuidado Comendador.

29

También podría gustarte