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LAS BOLILLERAS DE SAN VICENTE DEL RASPEIG

En encaje de bolillos es una tradición que llegó a San Vicente del Raspeig en la década de los
años 20, procedente , seguramente, de la zona de Cataluña donde llevaba implantada desde el siglo
XVIII generando una floreciente industria.

El encaje de bolillos es una técnica de


encaje textil que consiste en entretejer hilos que
inicialmente están enrollados en bobinas,
llamadas bolillos, para manejarlos mejor. A
medida que progresa el trabajo, el tejido se sujeta
mediante alfileres clavados en una almohadilla,
que se llama "mundillo". El lugar de los alfileres
normalmente viene determinado por un patrón de
agujeritos en la almohadilla, también conocido
como "picado".

El encaje de bolillos se puede realizar con hilos finos o gruesos, siendo el primero el más
utilizado en la localidad de San Vicente, haciéndose con lino, seda, lana y con algodón, así como
con hilos de metales preciosos. También se realiza con una gran variedad de fibras sintéticas, con
alambres u otros filamentos aunque es muy minoritario en la tradición sanvicentera.

Entre los elementos de diseño que se pueden


realizar hay tejidos, redes, trenzas, puntillas, cuadros
y rellenos, aunque no todos los tipos de encaje de
bolillos incluyen todos esos elementos.

Muchos tipos de encaje se inventaron durante


la época de apogeo del bordado (aproximadamente
entre 1500 y 1700) antes de que las máquinas
bordadoras automáticas estuvieran disponibles.

La realización de este tipo de bordado es en general, considerado como un afición, que en


palabras de Encarna Aliaga, presidente de la Asociación de Mujeres Bolilleras de San Vicente del
Raspeig: “Entraña innumerables beneficios para las personas que lo practican pues se ejercitan a la
vez tanto la psicomotricidad fina como le mente, en una combinación perfecta que hace que
funcione casi como un tratamiento terapéutico”.

Dicha asociación es la que en la actualidad vela por la


conservación y difusión de esta tradición a través de clases de
aprendizaje, talleres, exposiciones y cursos divulgativos en centros
educativos de la localidad.

Así pues, creo que sería importante dar la importancia que


merece a esta tradición por varias razones:

1. La inmensa mayoría de personas que la practican son mujeres, lo que contribuiría a su


promoción y reconocimiento
2. Existe un “cantera” de jóvenes interesadas en este arte tradicional
3. Tiene un más que importante arraigo en el pueblo
4. Los productos que realizan son auténticas obras de arte
5. Aunque no podemos decir que está olvidado, creo que no ocupa el lugar que merece en la
vida del pueblo de San Vicente.

Los espacios que no se ven

Trabajo realizado por

Francisco Javier Baños Llofrius

para el curso “El Patrimonio como recurso educativo en el aula”

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