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Juan Carlos Urueña Paredes

Un paseo por el Valladolid desaparecido


Rincones con fantasma
Rincones con
fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido
Rincones con
fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido
Los dibujos, fotografías y montajes informáticos son todos obra del autor.
Las fotografías antiguas que aparecen en el libro han sido fundamentales como apoyo
documental. Muchas de ellas han sido utilizadas como base a montajes fusionándolas
con fotos actuales de la misma zona. Las fuentes principales de donde se han obtenido
de libros recopilatorios o estudios publicados, y no directamente de sus propietarios.
He tenido que obrar así pues, salvo excepciones, dichas recopilaciones y estudios
no citan la propiedad de cada foto, sino que dan una reseña general de los archivos
y colecciones de origen, en algunos casos de hace décadas.
En cada foto antigua se cita el libro donde está publicada con la abreviatura:
“lib. prd.” (libro de procedencia). Estos libros están citados en la Bibliografía al final
de la obra. La mayoría de las fotos se hallarán en los fondos del Archivo Municipal de
Valladolid, ya que muchas de las colecciones citadas en los libros han sido donadas a esta
Institución. Lamentablemente no he podido concretar este extremo, ya que según me indicó
amablemente el personal del Archivo, se está trabajando aun en la clasificación y
digitalización de sus numerosos fondos, lo que me impide a día de hoy
una consulta pormenorizada.

© de los textos, fotografías, dibujos y montajes informáticos, su autor


© de esta edición, Ayuntamiento de Valladolid

Printed in Spain. Impreso en España

I.S.B.N.: 84-95389-97-5

D.L.: VA-673/2006

Diseño: dDC. Diseño y Comunicación

Imprime: Gráficas Andrés Martín, S.L.


Juan Carlos Urueña Paredes

Rincones con
fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido

AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID
2006

Presentación
7

Dice Juan Carlos Urueña que el objetivo de su obra no ha sido otro que
“...convocar a los espíritus” del pasado para, de su mano, reconstruir un Valla-
dolid ya desaparecido, en el que ubicar e imaginar el acontecer de los vallisole-
tanos de otro tiempo. El reto de Juan Carlos era hacernos ver lo que ellos
vieron; sus herramientas, estas cuatro: primera, los testimonios gráficos super-
vivientes de épocas pasadas; segunda, los estudios históricos existentes sobre
nuestro patrimonio monumental y urbanístico; tercera, el software informático
de tratamiento de imágenes; y cuarta, el cariño y la devoción por Valladolid y lo
vallisoletano.
Los Rincones con fantasma de Urueña Paredes son un excelente ejercicio
de reflexión sobre el pasado de nuestro entorno y hemos de mostrar profundo
agradecimiento ante la sensibilidad que el autor ha demostrado como artista
virtuoso, como lector empedernido de la bibliografía de tema local y, sobre
todo, como vallisoletano. En una sociedad como la nuestra, en la que la que el
protagonismo de la imagen es absoluto e indiscutible, el trabajo de Juan Carlos
pone a nuestro alcance la posibilidad de recorrer virtualmente un Valladolid
que ya no existe, ofreciéndonos la oportunidad de disfrutarlo con nuestros pro-
pios ojos.
Es tiempo de atrapar, querido lector, las mil y una anécdotas e historias hil-
vanadas por Juan Carlos Urueña para ayudarnos a identificar los fantasmas de
un Valladolid que reclama toda nuestra atención y todo nuestro mimo. Es
tiempo de descubrir las mil y una sorpresas que deparan estas páginas a quie-
nes gustan de saber más y más sobre una ciudad que ansía que la amemos, la
protejamos y sintamos por ella un infinito orgullo.
Francisco Javier León de la Riva
ALCALDE DE VALLADOLID

Prólogo
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Los avatares de su historia, el desarrollo experimentado en época moderna y,


en no poca medida, la escasa sensibilidad de sus vecinos, han configurado la ima-
gen actual de Valladolid: un tejido urbano formado por caserío no demasiado
armónico del que emergen magníficos edificios que testimonian aspectos monu-
mentales de otras épocas. Seguramente, muy pocos de cuantos transitan hoy por
sus calles se plantean cómo fue la ciudad en otros momentos de su historia.
Únicamente quienes nos dedicamos a la investigación histórico-artística
sobre su patrimonio podemos reconstruir –a partir de los trabajos de historia-
dores precedentes y, especialmente, mediante el estudio de la gran riqueza
documental que atesoran sus archivos– una ciudad distinta cuyas calles sería-
mos capaces de transitar, en cuyas iglesias podríamos reconocer sus capillas por
los nombres de sus fundadores o los retablos por los de sus autores, palacios
cuyas estancias recorreríamos contemplando las pinturas o tapicerías que les
adornaban y hasta ser recibidos por su dueño de quien conoceríamos perfecta-
mente su historia familiar.
En muchos casos, estos estudios se editan, gracias en gran medida al patro-
cinio de las Instituciones, que ponen al alcance de cualquier persona interesada
el conocimiento del Valladolid perdido.
Pero Juan Carlos Urueña ha seguido un camino distinto. Partiendo de los
escasos testimonios gráficos que se conservan, así como de los trabajos publi-
cados por los profesionales de la Historia, unidos a los dibujos que él mismo
aporta –realizados mediante técnicas informáticas que maneja con habilidad y
sin regatear esfuerzo–, Juan Carlos Urueña intenta recrear el aspecto exterior de
buen número de edificios desaparecidos, especialmente religiosos, insertándo-
los en el entorno actual.
Como el propio autor reconoce, su meta no ha sido la precisión científica.
En ocasiones la imaginación ha suplido lo que no podía documentar con exac-
titud. Tampoco se ciñe enteramente al rigor histórico, ni ha apurado toda la
bibliografía. Sin embargo, su trabajo, pleno de entusiasmo al evocar un Valla-
dolid perdido, servirá de acicate al vallisoletano para profundizar en el conoci-
miento del pasado de su ciudad, paso ineludible para defender el patrimonio
que aún conserva.
M.ª Antonia Fernández del Hoyo
DOCTORA EN HISTORIA DEL ARTE
Universidad de Valladolid
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A mis padres, a todos los que me rodean,


y también a los que ya no están.

Introducción y explicación de necesaria lectura


Quiero en primer lugar aclarar al posible lector en esta primera página, lo
que va a encontrar en este libro: una obra eminentemente gráfica que busca la
reconstrucción de algunas de las edificaciones más importantes del Valladolid
de antaño.
El conocedor del tema notará que faltan muchos edificios de la extensa
nómina de los desaparecidos, y es que no todo se puede recuperar. Antes de
empezar a trabajar tuve que adoptar un criterio con el que escoger cuáles de los
monumentos se podrían recrear con un mínimo de rigor.
Lo primero que hice fue excluir aquellos de los que se conserven fotogra-
fías, pues es absurdo reconstruir aquello de lo que ya hay una imagen. Hago una
excepción con dos de las antiguas puertas de la ciudad, pero con la intención
de recrearlas en el espacio urbano donde estuvieron.
En segundo lugar, decidí no ocuparme de palacios o casas nobles, pues es
una labor que ya está tratada, y magníficamente, en el libro de Jesús Urrea
“Arquitectura y nobleza: casas y palacios de Valladolid”. También en esto hago
otra excepción con la Casa del Cordón, el palacio de Távara y el del Almirante,
pues lo singular de sus edificios lo justifica.
En tercer lugar decidí ocuparme sólo de aquellos monumentos de los que,
además de descripciones escritas, se conserva un dibujo o grabado lo suficien-
temente detallado como para obtener un resultado fiable. La principal fuente
ha sido la obra de Ventura Pérez, un humilde trabajador de mediados del
siglo XVIII, que ilustró con sus dibujos la “Historia de Valladolid” de Antolínez
de Burgos, tesoro para la historia local. Poco pudo sospechar aquel pobre
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Rincones con fantasma

ensamblador que, después de tres siglos, su trabajo sería retomado por mí, otro
humilde trabajador, y recuperado gracias al dibujo y las actuales técnicas infor-
máticas. Otro Ventura, Ventura Seco, escribano de su majestad y casi coetáneo
del anterior, tuvo el acierto y la curiosidad de elaborar un minucioso plano de
Valladolid en el año 1738, rescatado posteriormente por el infatigable historia-
dor local Juan Agapito y Revilla. Es el complemento ideal a los dibujos de Ven-
tura Pérez y permite localizar los edificios con gran precisión. Gracias a los “dos
Venturas” este libro ha sido posible. También me han servido grabados y dibu-
jos de autores posteriores que iremos viendo en cada caso.
Por último, tuve que formarme un criterio de selección conforme a la impor-
tancia. Una responsabilidad. Existieron muchos edificios curiosos en la ciudad de
los que no me ocupo: los humilladeros de La Cruz y la Pasión; ermitas como las
de la zona del puente Mayor, que fueron la de Nuestra Señora del Camino, san
Lázaro, san Roque y san Sebastián; las de la calle Santiago, que fueron la de la
Consolación y “Juan Urtado”; o san Alejo en el camino del cementerio. Cárce-
les como la de Corona, la de la Ciudad o la Galera de mujeres. Hospitales y hos-
picios como el de las Ánimas o los Mártires, los niños de la Doctrina en la calle
Doctrinos, de san José de Expósitos en la plaza de Martí y Monsó, el hospicio de
los pobres, que salía a san Quirce. Instituciones como la Inquisición o el colegio
de Velardes. Infraestructuras, como los diversos puentes, el Espolón, el Viaje de
Argales, … y más.
Aunque de la mayoría de ellos no se conserva testimonio gráfico suficiente
para hacer una recreación seria, tampoco la haría en muchos casos ya que pocos
tuvieron gran importancia histórico-artística salvo la anécdota de su existencia.
Tanto en Chancillería como en el Archivo Histórico Provincial se conservan
muchos planos y dibujos detallados de edificios o partes de ellos que se podrían
recrear con facilidad, pero creo que no son interesantes salvo para el lector
experto en el tema.
También hay que aclarar algo obvio: no se pueden tomar las reconstruc-
ciones como totalmente exactas. Desde luego, son escrupulosamente fieles a los
datos que han llegado a mis manos, pero he tenido que recurrir a cierta dosis
de imaginación para ambientar unos espacios perdidos para siempre: las casas y
tapias anejas a las reconstrucciones, aunque siguen el esquema de los planos con-
servados y son del estilo de la época retratada no son, como es lógico, recreación
de las originales de las que no existe legado gráfico. Lo que he cuidado mucho
es buscar los materiales de la época para cada edificio; y lo he hecho en la pro-
pia ciudad en caso de haberlos. Hasta he calculado la luz conforme a su situa-
ción geográfica.
El texto del libro es una descripción orientativa de las zonas donde se
alzaron aquellos monumentos, a la que van unidas aquellas curiosidades y
anécdotas que fui encontrando en los libros que usé para documentarme. Me
pareció buena idea hacer un libro ameno, y por eso en mi narración uso un
tono distendido, pues al común de los ciudadanos al que va dirigido este tra-
bajo no es mi deseo abrumarlo con un estudio de Historia. No se ofenda por
ello el purista, pues tampoco tengo yo autoridad ni titulación para escribirlo.
Lo que intento aportar es un apoyo gráfico, eminentemente visual, a estudios

Introducción
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más profundos. Las rígidas técnicas de investigación impiden que los estudio-
sos puedan atenerse a la fantasía en lo más mínimo. Yo, desde mi posición de
simple ilustrador, no estoy sujeto a esas ataduras, y hago, en esta obra, algo que
estoy seguro que ellos hacen mientras escriben: imaginar aquellos rincones,
soñar para la gente.
Aclarando que no soy un erudito, sino un dibujante enamorado del tema,
queda también claro que estas páginas son sólo un trabajo de recopilación cuyo
gran mérito es de todos aquellos estudiosos que se dejaron y se siguen dejando
la vista en archivos y sacristías. Espero que mis ilustraciones les hagan evocar el
pasado con la misma curiosidad y placer que sentí yo al crearlas. Ha sido un
duro trabajo, pero hecho con mucho, mucho cariño.
Titulé este libro “Rincones con fantasma” porque al mezclar fotos moder-
nas con antiguas del mismo paraje pude darme cuenta de que algunos detalles
no habían cambiado en muchos años, pero lo que más me impresionó fue la
exactitud con la que se podía ubicar el sitio por donde había desfilado un sol-
dado, la esquina donde una mujeruca había tenido su puesto de castañas, la
baldosa exacta donde habían saltado a la comba unas niñas hace cien años…
“fantasmas” de muchas pequeñas historias de unos vallisoletanos que ya desa-
parecieron. Cuando paso por alguno de estos sitios me los imagino allí, como si
su presencia cotidiana en el pasado hubiera impregnado el ambiente. Estoy
convencido de que en las viejas piedras viven los recuerdos de muchas vidas.
También estos rincones guardan las cicatrices de otros “fantasmas”: aquellos
magníficos monumentos que adornaron Valladolid y que demolió la ignorante
piqueta. Convocar a estos últimos espíritus ha sido la razón de esta obra.
Aunque he manejado gran cantidad de bibliografía y testimonios gráficos,
habrá siempre quien pueda encontrar fallos. Por ellos, mil perdones y mi dis-
posición a rectificar si se me indica el error, pero lo importante es dar una idea
de lo que perdimos y ya es triste que se pueda hacer un libro entero con sólo
una parte de tal pérdida. Que esto sirva como una llamada al vallisoletano para
que vuelva la vista hacia lo que es suyo y debe conservar.
Un recuerdo para todos a los que como yo les gusta el pasado. ¡Cuántas
cosas añadirían ellos a estas páginas!
Aunque en la bibliografía del final del libro cito las fuentes más importan-
tes que he usado para documentarme, quiero enumerar para el lector profano
los autores de las crónicas antiguas que aludo más frecuentemente en el texto,
por dar una somera idea de sus personajes. Se incluyen por orden cronológico:
Tomé PINHEIRO DA VEIGA. Galante, vividor y satírico escritor portugués, que escri-
bió su impagable “Fastiginia”, crónica de Valladolid durante y después de
los festejos por el nacimiento de Felipe IV hasta la primera mitad de 1605.
Juan ANTOLÍNEZ DE BURGOS. Fue un estudioso de ascendencia noble que llegó
a ser regidor de Valladolid. Escribió su “Historia de Valladolid” en la
que recopila hechos de una forma bastante científica, hasta el año 1637.
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Rincones con fantasma

Ventura PÉREZ. Fue un pobre trabajador, ensamblador de oficio. Como se


explica en el texto, es el autor de los dibujos de fachadas con los que
ilustró una de las copias de la “Historia” de Antolínez. También escri-
bió su “Diario de Valladolid” en el que continuó la labor de Antolínez
con acontecimientos que recopila desde 1700, veinte años antes de
comenzar a escribirlo y llegan hasta 1802, recopilados por otros ya
muerto Ventura.
Manuel CANESI ACEVEDO. Funcionario y estudioso que escribió una densa
“Historia de Valladolid” manuscrita en cinco tomos, copiando bastante
de la “Historia” de Antolínez, errores incluidos. Recoge la historia de
Valladolid desde su fundación hasta mediados del siglo XVIII.
Matías SANGRADOR VÍTORES. Juez, académico y cronista de la ciudad, publicó a
mediados del siglo XIX su “Historia de Valladolid”, siendo la primera
de todas en pasar por la imprenta. Recoge datos desde la fundación de
la ciudad hasta la muerte de Fernando VII, pero sin copiar a Antolínez
como sus predecesores.

Estos autores, especialmente Antolínez, Ventura Pérez y Canesi, son los que
más cito en el libro pues en su obra se haya la mayoría de los datos concretos
sobre edificios, comentados con la ventaja de haberlos conocido en persona.
De los estudiosos modernos ya fallecidos destaco las obras de Juan Ortega
Rubio, catedrático de Historia que publicó su “Historia de Valladolid” en
1881; Narciso Alonso Cortés, profesor y escritor que publicó su “Miscelánea
vallisoletana” en 1915; José Martí y Monsó, afable valenciano, profesor de
dibujo en mi entrañable “Escuela de Artes Aplicadas” y buen pintor, que
publicó sus “Estudios histórico-artísticos” en 1901; y sobre todo de Juan Aga-
pito y Revilla, compañero de excursiones y anhelos del anterior. Agapito y Revi-
lla fue un estudioso que ocupó el cargo de arquitecto municipal a principios del
siglo xx, al que debe la ciudad ser uno de los que rescataron nuestra Semana
Santa en su plano histórico y artístico.
Son estos autores algunos de los que más se preocuparon en su tiempo del
patrimonio perdido, sobre todo el último. De los que recogieron su testigo y
aún siguen con la labor, nada digo por no hablar de nadie en pretérito. Y que
así sigamos muchos años.

Juan Carlos Urueña Paredes


Zona de
los Palacios
Reales

Zona de
los Palacios
Reales
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En la zona comprendida entre la Plaza de san Pablo,


calle de san Quirce, la Huerta del Rey y san Benito
moraron muchos de los reyes que pasaron
por nuestra ciudad.

Calle de san Quirce


El monasterio de san Quirce que da nombre a la calle, es uno de los más
antiguos de Valladolid y tuvo la protección de varios reyes. Dispuso de un pasa-
dizo o corredor que le unía con el Palacio del conde de Benavente, por el que
la reina doña Margarita, mujer de Felipe III, gustaba de ir a conversar con las
monjas.1 Enfrente se halla el palacio de los Benavente que fue habitado por
Felipe II; cuando la corte se trasladó a Valladolid, Felipe III también se instaló
en él un tiempo. Fue construido por las fechas de la guerra de las Comunida-
des, y viendo el Regimiento de la ciudad que tenía todos los visos de convertirse
en una fortaleza, denunció e hizo peritar la obra. No hallando los peritos con-
firmación de que aquello terminase siendo una casa fuerte, dieron de paso el
proyecto, pero el de Benavente se salió con la suya pues hizo coronar la cons-
En la ilustración la situación del torreón
trucción con sendos torreones.2 según el plano de Ventura Seco.
El palacio tenía un paseo que conducía hacia el Espolón (hoy “Las
Moreras”), desde donde el rey cruzaba en barca el Pisuerga para dirigirse a
su preciosa finca repleta de tesoros artísticos conocida como “Casa de la
Ribera”. Esto determinó que el moderno barrio que hoy existe en esa zona,
haya tomado el nombre de “Huerta del Rey”. Existe un dibujo de Ventura
Pérez de aquella finca, pero a mi juicio insuficiente para intentar una recons-
trucción. 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fran-
Aún se conservan algunos restos de la finca, visibles desde la playa del cisco de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos
religiosos de la ciudad de Valladolid, parte
Pisuerga, y no son las únicas reliquias del pasado que se asoman directamente
segunda. Pág. 187.
al río, pues Antolínez nos habla de una cueva en la orilla de Tenerías tan grande 2 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza.
que podía entrar en ella una persona a caballo. Cuenta que: Pág. 41.
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Rincones con fantasma

«la ciudad hizo todas las diligencias de saber hasta dónde se alargaba, y no
pudo ser hallado el fin, porque la inmensidad de malas sabandijas que
corrían no consentían dar paso por ella, y por esta causa se mandó cerrar.»

El palacio de los Benavente se quemó en 1716. Murieron cuatro personas


y se perdieron obras de arte de valor incalculable. El siniestro fue tal que el
edificio quedó prácticamente abandonado y los Benavente lo vendieron a la
Diputación en 1799, que lo acondicionó y dedicó a Hospicio. Hoy se encuen-
tra perfectamente rehabilitado y alberga una magnífica biblioteca pública.3
Tanto el palacio de Benavente como el convento de san Quirce se encuen-
Como en las demás reconstrucciones, tran en la plaza de la Trinidad, así llamada por tener fachada a ella la iglesia del
un dibujo ha hecho posible reccrear convento de la Trinidad Descalza. Cuando desapareció el convento, la parro-
el desaparecido torreón del palacio quia de san Nicolás, cuyo templo original quedó como veremos inservible, se
de Benavente; en este caso es obra
trasladó a esta iglesia. Por cierto que en la plaza de san Nicolás estuvo proyec-
de Valentín Cardereda (1836).
tado un palacio para los reyes de España en tiempos de Felipe II, que por las
azarosas circustancias de aquellos tiempos no llegó a realizarse.
La desaparecida iglesia de san Nicolás era, según Canesi y otras fuentes,
3 Jesús URREA. Arquitectura y nobleza. fundación del Conde Ansúrez. Agapito y Revilla, que estuvo presente en su
Pág. 45. derribo, describió restos románicos en el relleno de piedra de sus muros. A fina-
Zona de los Palacios Reales  19

Aún quedan restos de la primitiva iglesia de


san Nicolás, de la que algunos de sus muros
forman parte de un almacén de maderas,
pero la construcción de un edificio
a su lado los ha cubierto definitivamente.
En la ilustración, la foto de los restos
comparados con una antigua foto
de la iglesia. Lib. prd. “Valladolid,
vivencias y fotografías”. Pág. 123.
20 
Rincones con fantasma

El dibujo correspondiente de Ventura Pérez


es tan impreciso como muchos de los que
dejó, pero es el único testimonio de cómo era
su fachada. La extraña forma de la puerta
suscita muchas dudas pero se ha hecho
una reconstrucción bastante fiable.
A la derecha, aspecto actual y fragmento
del plano de Ventura Seco que muestra
el emplazamiento de la iglesia y convento,
y la también desaparecida ermita de les del siglo XVI fue reedificada por D.ª María Sanz de Salcedo, fundándose a su
san Roque, antaño muy frecuentada.
vez un monasterio de monjas agustinas junto a ella. Durante la guerra de la
Debajo, el aspecto que tendría la zona
si se hubiera conservado. Independencia, los franceses desmontaron el monasterio y dejaron el templo en
tal estado que la parroquia tuvo que trasladarse a la iglesia actual en la plaza de
la Trinidad.4
La antigua iglesia era donde la Universidad tenía la costumbre de celebrar
la fiesta de santo Tomás. Fue así hasta el año 1715 en que la víspera de la cele-
bración, los universitarios...
«usando de la costumbre antigua de arrojar del Puente mayor al río los
perros que pasan por él aquella tarde, y otras indecencias»

...tuvieron el poco acierto de meterse con el presidente de la Chancillería


que pasaba por allí.
La plaza de la Trinidad prácticamente linda con la antigua aljama o jude-
4 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
URREA. Monumentos religiosos de la ciudad ría. La aljama llegaba cerca del Puente Mayor, cuya construcción fue atribuida
de Valladolid. Parte primera. Pág. 141. por la creencia popular a D.ª Eylo, mujer del Conde Ansúrez. El puente fue
Zona de los Palacios Reales  21

Reconstrucción
de la desaparecida
puerta del Puente
Mayor, basada en
la estupenda litografía
de Benoist (debajo)
perteneciente a la serie
“Vieille Castille”
publicada en París
en el siglo XIX.

Situación del convento de san Bartolomé,


según el plano de Ventura Seco, con el nº 62.
Enfrente, la Puerta del Puente, y con el nº 81
el humilladero de la cofradía de la Pasión.
22 Rincones con fantasma

durante muchos años la única manera de cruzar el arisco Pisuerga, río que nos
ha inundado varias veces y escenario de juegos de toros y muchas desgracias. La
más tonta que ha pasado a la historia es la muerte del sacristán de san Pedro, al
que no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cavar en el hielo que cubría el río
en el pavoroso invierno de 1729, para ver cuanto grosor tenía. El pobre tuvo
ocasión de verlo por el lado de dentro.
Desde el puente y bordeando la aljama corre la calle de Mirabel cuyo nom-
bre, según Agapito y Revilla, se debe a que conducía al palacio de Mirabel, una
de las residencias del rey Alfonso X el Sabio que se alzaba cerca de la Overuela.
Allí suponen algunos autores que comenzó este monarca la redacción de sus
famosas Partidas.
En el corazón de la aljama se encuentra una pequeña plaza que se llama
“de los Ciegos”, escenario de la leyenda de la “casta Susana” recopilada por
Amancio Sabugo Abril.
En ella se cuenta que un rico hombre de negocios judío llamado Salomón,
tenía una bellísima hija de nombre Susana habida en un matrimonio del que
enviudó sin volverse a casar. Siendo así, tenía a su única hija como el tesoro más
grande, pero repartía el amor de padre con su afición al precioso jardín de su
casa en el que se solazaba.
La fama de la belleza de Susana y sus increíbles ojos color violeta se exten-
dió por todo Valladolid, y al poco tiempo la casa de Salomón se vio acosada por
multitud de pretendientes incluidos los de las familias más nobles. Don Salo-
món se asustó y ordenó a su hija que cuando saliese de casa se cubriese y embo-
zase de tal modo que nadie pudiera contemplar su hermosura. Esto no hizo más
que echar leña al fuego, pues cuatro judíos, tres comerciantes y un rabino, se
pusieron de acuerdo para espiar a la bella por las rendijas de la puerta del jar-
dín, que la vanidad de don Salomón permitía que tuviera para que la gente
admirase y envidiase su cuidado vergel.
Al poco rato de apostados los mirones apareció Susana, quien se dirigió a
una elaborada pila de alabastro con la intención de bañarse. Justo en el
momento en que la joven quedó desnuda, no se sabe si porque tal belleza los
Dibujo de Ventura Pérez de la iglesia del cegó o porque Yahvé los castigó, perdieron la vista para siempre. Así explica la
monasterio de san Cosme y san Damián.
Se trata del templo “provisional” erigido tras memoria popular el porqué del nombre de la plaza.
la riada de 1636 que arrasó el convento Ya que nos hemos dedicado a la zona del puente Mayor y la Huerta del
y la primitiva iglesia. Por eso resulta tan Rey, nos acercaremos al barrio de la Victoria. Le da nombre el desaparecido
pobre y sencillo, pero de arquitectura
marcadamente clasicista. El templo definitivo
monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del que se conserva la
se construiría en 1771, por lo que a pesar iglesia, actual parroquia, tras ser demolido el convento por los franceses.
de ser esta iglesia un remedio temporal, De la plaza de san Bartolomé, que tomó el nombre del convento de reli-
se usó durante casi siglo y medio. giosas que en ella hubo, partía el camino de los Mártires, hoy camino del
Cabildo, que conducía al convento homónimo de la orden de san Basilio. Este
monasterio de los santos mártires san Cosme y san Damián se constituyó al
hacerse cargo los monjes basilios de la ermita de aquella advocación, que era
propiedad de la cofradía de su nombre. Al trasladar las reliquias de los santos
a su hospital de la plaza del Rosarillo, la cofradía dejó la ermita abandonada y
los basilios la reclamaron. No sólo consiguieron el edificio sino que además las
reliquias fueron devueltas. Fue uno de los conventos más pobres del antiguo
Zona de los Palacios Reales  23

Valladolid, pero no por ello menos popular.5


Éste fue el escenario de una de las hazañas del capitán Lisón, nuestro puce-
lano héroe policial del siglo XVIII, cuyas aventuras recogió el “Diario Pinciano”,
primer periódico que existió en nuestra ciudad, dirigido por el culto y mordaz

Reconstrucción de la Iglesia del Convento


de los santos Mártires san Cosme
y san Damián.

No puede saberse la posición de la iglesia


respecto al monasterio. El plano de Ventura
Seco elaborado en 1738 representa
claramente los tres pabellones construidos
a partir de 1648 formando un patio cerrado
por una tapia. Lo que no se ve es la iglesia,
quizá a causa de la penuria del convento que
en 1662 declara “no tener con qué acabarla ni
campanario”, y siendo tan sencilla no se
distinguiría a vista de pájaro de
los pabellones. En el plano se ve que uno
de los pabellones sobresale del rectángulo
que forma el monasterio... ¿Sería la iglesia?
No puede saberse y tampoco tiene excesiva
importancia, pero para ambientar
la reconstrucción se ha optado
por esta interpretación por parecer
la disposición más lógica.

5 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL


HOYO. Patrimonio perdido: conventos
desaparecidos de Valladolid. Pág. 419.
24 
Rincones con fantasma

José Mariano de Beristain a finales del siglo XVIII. Cuenta cómo una
peligrosa banda de contrabandistas fue atraída astutamente por el
Capitán al monasterio, el 19 de mayo de 1787...
«...y para asegurar la empresa sin exponer la Partida a recibir ni a
hacer daño, dispuso el capitán Lisón que Francisco García, granadero de
Gracias al excelente dibujo de Parcerisa, correspondiente Milicias (que se dispuso gustoso a ello) se disfrazase con el hábito de reli-
a la obra “Recuerdos y bellezas de España” (1861), gioso para abrir la puerta de la huerta, ayudarles a descargar, apartarles
podemos saber cómo era el claustro y otros desaparecidos las armas y sorprenderles. Todo lo cual se logró como se había meditado,
elementos de san Agustín. Superponiéndolo a una foto
de su restauración actual, es más fácil comprender abrazándose con el principal (con el jefe de los malos) el granadero, y
la posición original de la arquería del piso superior. acudiendo la Partida en el momento sobre los demás.»
Recuerda a los capítulos de “Curro Jiménez”.

San Agustín, santa Catalina y santa Isabel


El convento de san Agustín no tiene una historia muy rica en anécdotas.
La única reseña digna de mención es la toma de posesión del patronato de su
iglesia por la poderosa familia de los Tassis, que encargarían a Diego de Praves
la maravilla del clasicismo que hoy podemos ver. Es en efecto el mejor ejemplo
del renacimiento vallisoletano en su periodo más puro, en todos los tiempos ala-
bado por los entendidos. Era un placer contemplarlo hasta hace poco desde las
Moreras, desnuda de adornos, con su evocador aspecto de ruina romana, altiva
y perfecta como la estatua mutilada de una diosa. Hoy la iglesia está cubierta y
rehabilitada como Archivo Municipal, después de tantos años de vergonzante
abandono, y es una alegría ver cómo sus muros vuelven a dar servicio a la gente
y no a las palomas y los gamberros. Alegría por una parte y una pequeña pena
por perder aquella pintoresca estampa del paseo de Isabel la Católica.
En los terrenos donde se alzaron las dependencias del convento se han
hallado muchos restos arqueológicos, hoy expuestos al público. El claustro alto
ha sido repuesto al espacio que ocupó, en un osado montaje casi acrobático.
Zona de los Palacios Reales  25

Reconstrucción aproximada de la portada de


la iglesia de san Gabriel, cuya parte inferior
sirve hoy de puerta al cementerio del
Carmen. Basada en un dibujo de Ventura
Pérez cuyas proporciones son claramente
inexactas, el cuerpo superior de la portada
resulta enorme, por lo que se ha recreado
con unas medidas más lógicas. Para la
ambientación se ha elegido la fecha en
que el colegio vivió sus últimos momentos:
la invasión de Valladolid por los franceses
que lo desalojaron y ocuparon a la vez que
al vecino convento de san Agustín.

Anexo a san Agustín, bajo su tutela y gobernado por monjes de la misma


orden, existió el colegio de san Gabriel, todavía poco estudiado y aún menos
conocido por la gente. Tras años de pugnas y duros controles por parte de los
frailes de san Agustín, la comunidad de san Gabriel consiguió construir su tem-
plo en 15916, cuya fachada reconstruida corona este párrafo.
El monasterio de santa Catalina, ubicado en uno de los rincones que más
sabor antiguo tiene de Valladolid, alberga muchas obras de arte de estimación.
Allí está enterrado Juan de Juni. Existe una sencilla leyenda sobre el origen del
monasterio, según la cual D.ª María Manrique, su fundadora, tuvo graves pro-
blemas con sus hijos que se oponían fuertemente a su deseo, según Antolínez
con tal vehemencia que uno de ellos...
«...tuvo intento de matar a la madre. Habiendo sabido ella tan loca deter- 6 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
minación, dejó su lugar y se vino a Valladolid, enderezando su viaje por la HOYO. Patrimonio perdido: conventos
villa de San Cebrián de Mazote, y aportó en un convento de monjas que desaparecidos de Valladolid. Pág. 296.
26 Rincones con fantasma

En el plano de Ventura Seco se puede ver


la iglesia de san Agustín (1) separada de
la de san Gabriel (2) por un callejón que
corresponde en su anchura con la capilla que
el banquero Fabio Nelli compró al
convento (3) y que anteriormente fue
el primer oratorio del colegio. En la foto,
aspecto actual del espacio que ocupó
el colegio. En la ilustración grande,
reconstrucción de la zona.

tiene el lugar, que es de la orden de santo Domingo. Cuando llegó, estaba


la priora haciendo oración a una imagen de un Cristo Crucificado, el cual
la dijo: Abre la puerta a la señora de la Mota, que viene huyendo de su hijo.
Y desde entonces quedó el crucifijo con la boca abierta.»

Otro monasterio, el de santa Isabel, se alza frente a san Agustín y casi lin-
daba antiguamente con la desaparecida iglesia de san Julián. Antes de ser con-
vento fue un beaterio fundado, según Canesi, en 1462 por las vecinas de
Cogeces D.ª Juana y D.ª Beatriz de Hermosilla, sobrina suya muerta en olor de
santidad. La gente sentía cierta veneración por esta última, atribuyéndole varios
milagros.7
La iglesia no tiene más que una nave, cubierta de bóveda gótica de terce-
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
letes. Estas techumbres no resistieron un rayo que cayó en 1762, dañando el
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
tos religiosos de la ciudad de Valladolid. órgano y la sillería, aunque todos los destrozos fueron luego reparados. Lo que
Parte segunda. Pags.131 y 132. no tocó el rayo fue la bonita celosía del coro, de estilo plateresco. El convento
Zona de los Palacios Reales  27

Así se vería la iglesia de san Benito, si se


dispone de un amplio y bello claustro, del que destacan los magníficos azuleja-
hubieran conservado los dos pisos de ladrillo
dos de las escaleras. que hacían aún más altos los colosales pilares
de su fachada. A la derecha, el bello dibujo
que se conserva con aquel aspecto, obra de
El primer palacio real Parcerisa incluida en la obra “Recuerdos y
bellezas de España” (1861). En la foto
El monasterio de san Benito está edificado sobre lo que fuera alcázar inferior su estado actual.
defensivo de la ciudad y primitivo palacio real, construido en la primera mitad
del siglo XII con el fin de defender la frontera entre León y Castilla, reinos que
andaban a la greña por aquellos años. Este castillo o “alcazarejo” fue cedido
por el rey Juan I para acoger a una comunidad de monjes benedictinos. El
monasterio se estaba construyendo ya en 1388, utilizando las piedras del anti-
guo edificio.8 8 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
Actualmente es una gran edificación, recientemente restaurada y recons- Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
truida, que en algunas de sus partes se ha convertido en un moderno Museo de tos religiosos de la ciudad de Valladolid.
Arte Contemporáneo. De sus claustros destaca el conocido como “Patio Herre- Parte segunda. Pag 241.
28 Rincones con fantasma

Reconstrucción aproximada del famoso


“Rótulo de Cazalla”, lápida que dio nombre a Hay otras tres pistas sobre el aspecto
la calle durante más de 220 años. No ha original del Rótulo de Cazalla. La pri-
quedado ningún dibujo en que inspirarse, mera la dio Sangrador al decir que el
pero sí varias copias del texto con algunas
rótulo estaba en un “hueco reducido,
variaciones. Agapito y Revilla cita que el
rótulo fue cambiado en 1766, quizá por estar cerrado por una tapia”; no sería por lo
muy deteriorado, y varios textos recopilados tanto una tapia muy larga. Antolínez
corresponden a ese cambio. Debajo se nos aclara el material del que estaba
reproduce la copia más fiable, la del texto hecha la tapia: “un paredón de piedra
dejado por Matías Sangrador que sería el de que contiene un letrero manifestador
la lápida original. Parece copiada tal y como de su delito”. La tercera pista nos la da
estaba escrita, y gracias a eso podemos ver
Agapito y Revilla al reproducir el acta
que la placa era semicircular en su parte
levantada por el Ayuntamiento cuando
superior y estaba compuesta de dos textos
separados. Aunque la copia está transcrita se desmontó la lápida en 1820: “se
en caracteres góticos que el autor usaría quitó la piedra y pirámide del rótulo”.
por hacerla legible y por razones Esta última puede ser una pista liosa,
ornamentales (pues fue un tipo de letra pues la “pirámide”debe referirse a un
muy usado durante la época romántica), remate de esa forma que coronaba la
la placa estaría escrita en mayúsculas inscripción. ¿Pertenecería tal pirámide
clásicas, escritura utilizada en ese periodo.
a la placa original o a su copia del siglo
Además, Canesi lo corrobora al citar las
XVIII? No hay manera de saberlo, pero
disposiciones del Santo Tribunal ordenando
que la inscripción fuera: “...con letras muy siendo un motivo decorativo clásico y
abiertas y claras, encima (sobre) propio de las fechas del primer rótulo,
de una columna de piedra.” se ha optado por incluirlo en la repro-
ducción.

riano” por el estilo de su arquitectura. Se han realizado interesantes hallazgos


arqueológicos del antiguo alcázar que se encuentran magníficamente expuestos
al público. Su iglesia tiene una enorme portada que recuerda el pasado militar
de aquella zona, construida sobre los planos que dejó Rodrigo Gil de Hontañón
en 1569. El aspecto de sus grandes pilares era aún más impresionante, pues
tuvo hasta mediados del XIX otros dos pisos más de ladrillo.
En la casa que queda a la derecha de la iglesia tuvo su domicilio y taller el
gran imaginero Alonso Berruguete, y aún se puede contemplar la portada rena-
centista de la entrada. Al lado está la calle del doctor Cazalla, famoso luterano
quemado vivo por la Inquisición en el Auto de Fe de 1599. El escarmiento que
este pobre hombre sufrió, además de su ejecución, fue que sus casas fueran
derribadas y sus suelos sembrados con sal. En el solar se colocó un rótulo recor-
dando tan lamentable episodio, y tantos años se conservó que terminó dando
nombre a la calle llamada “del Rótulo de Cazalla” largo tiempo. Tanto que es
Portada de la casa de Berruguete, hoy posible que se trate del bando de una sentencia que más se ha conservado al
convertida en ventana.
público, pues fue sucesivamente renovado hasta el año 1820 en que el Ayunta-
miento lo mandó quitar. Así fue como la memoria del doctor Cazalla estuvo
expuesta a la vergüenza durante más de 220 años.9
9 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las Gracias a la novela “El Hereje” de Miguel Delibes, se ha hecho popular
calles de Valladolid. Pág. 115. el pobre doctor. El lector puede acudir también a la “Historia de Valladolid”
Zona de los Palacios Reales  29

En el plano de Ventura Seco (arriba) podemos


escrita por Canesi a mediados del siglo XVIII, donde se describe de una ubicar el solar donde seguramente estuvieron
manera más o menos rigurosa la forma en la que fueron capturados el doctor las casas del doctor Cazalla (señalado).
y sus correligionarios, y más fidedignamente el Auto de Fe en el que acabó el Canesi nos las sitúa en el “término del
tétrico asunto. Quizá es la crónica más curiosa de cuantas se hayan escrito colegio de san Ignacio”. En ese término,
claramente identificado en el plano, se ve
sobre él. Relata que el conciliábulo de Cazalla fue delatado por la mujer de el solar de la única casa que falta en toda
un platero que también era luterano, al que convenció para acompañarle a sus la calle, que quizá fuera la de nuestro
reuniones. Como el platero, al grito de “aleluya”, quiso “practicar como desafortunado doctor.
Una medición aproximada basada en el plano
marido” delante de un crucifijo, quedó ella perpleja y delató a todo el perso-
sitúa su correspondencia en la calle actual
nal a la Inquisición. Otro dato curioso que da, es que a la delatora se la dedicó con la foto del recuadro. Si no estaba
una estatua ... exactamente ahí no quedaría muchos
metros más lejos. Agapito y Revilla aseguró
«pintada de verde, que hasta hoy permanece en la casa en la que vivió en en sus escritos conocer exactamente el lugar,
medio de la Platería, a mano derecha como se baja del Ochavo en un hueco ubicándolo “en el número 4 de la calle, entre
pequeño.» lo que fue el parque de Artillería (colegio
de san Ignacio) y el popular salón de baile
La casa en cuestión ya no existe, como tampoco ninguna otra referencia a Romea”. De aquellos parajes, de principios
tal estatua. No dudo que existiese, y por ser de color verde quizá se podría del siglo XX, quedan los mismos restos
que de los retratados en el mapa
relacionar de alguna manera con la vecina cofradía de la Vera Cruz que tiene de Ventura Seco: nada.
ese color como distintivo, en consonancia con sus orígenes franciscanos. Que
representase a la delatora sería una leyenda popular, ya que esto está escrito
150 años después de los hechos.
30 Rincones con fantasma

Algunos autores sitúan la iglesia del Val


en la misma esquina con la calle de Zapico,
pero en el plano de Ventura Seco se ve
perfectamente que estaba mucho más
al centro de la plaza.

Con base en el único dibujo que existe, obra también de una hornacina para la imagen titular, pondrían sobre la
Ventura Pérez (ilustración pequeña) se ha intentado puerta una tabla de pintura, quizás cerrada con una
reconstruir la iglesia del Val. Se trata de una imagen con- verja. Tampoco se ve muy bien si la inscripción y el
fusa y la falta de descripciones escritas de su aspecto ha supuesto donante están pintados directamente en la
hecho difícil la labor. ¿Son pinturas semejando jaspes los pared o forman un solo exvoto postizo junto con la hor-
“berretes” que aparecen en el arco de la puerta y en las nacina. En el año 1702, según Canesi, se reedificó (o
pilastras...? ¿Qué hornacina es ésa que se mete en el reformó) la iglesia haciéndose la fachada “toda de pie-
ventanal...? Y sobre todo, ¿es un donante el sujeto que dra labrada”, pero conservando el rótulo. En cuanto a
aparece “levitando” a la derecha del rótulo? Da la los materiales, pues las pilastras y el cuerpo bajo de la
impresión de que la iglesia fue instalada reformando un fachada parecen estucados y pintados, por lo que no
antiguo edificio del siglo XV o principios del XVI, a juz- parece lógico que fuera toda de piedra.
gar por la moldura que enmarca la puerta de medio En la foto, aspecto que presentaría la plaza si no se hubiese
punto de grandes dovelas. Dado que no disponían de derribado la iglesia.
Zona de los Palacios Reales  31

También en la zona se levanta el castizo Mercado del Val, único superviviente


de los tres de similares características que tuvo la ciudad. En la plaza donde está el
mercado se alzaba la iglesia de Nuestra Señora del Val, de la que tomó el nombre.
Se trataba de un pequeño templo de una sola nave, donde los plateros de la vecina
calle de la Platería, constituidos en cofradía bajo la advocación de san Eloy daban
culto a esta Virgen, según Antolínez, muy popular en la ciudad.

San Pablo, una plaza de reyes


La iglesia de san Pablo es otro de los emblemas de Valladolid gracias a su
admirada fachada plateresca10. Fue construida en unos terrenos llamados “de
la Cascajera”, concedidos por la reina doña Violante en 1276. Dio nombre a la
plaza, que fue una de las más célebres de Valladolid pues en ella se celebraron
suntuosas fiestas y actos de Estado, siendo el escenario preferido por los Gran-
des de España para alardear de su pompa. Por aquí pasaron desde Santa Teresa 10 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y
de Jesús a Napoleón y su hermano José Bonaparte; nacieron Felipe II, su hijo Fco. Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monu-
el príncipe Don Carlos, Felipe IV y el infante Don Juan, hijo del emperador mentos religiosos de la ciudad de Valladolid.
Carlos I, entre otras mil efemérides. Pág. 257.
32 Rincones con fantasma

San Pablo, otro símbolo de la ciudad


en el tiempo. En la superposición de la foto
antigua, vemos que las columnas con
los leones estaban originalmente mucho más
adelantadas que como están actualmente.
Lib. prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”, pág. 45.

El duque de Lerma, cuando asumió


el patronato del monasterio a principios Una noticia curiosa sobre la zona, ocurrida el 7 de enero de 1831:
del siglo XVII, elevó la altura de la iglesia, «...como a las siete y media u ocho de la noche, se presentó en la atmósfera
añadiendo y cambiando de sitio
un meteoro muy grande sobre esta ciudad, como por encima de San Pablo,
los elementos de la fachada. Revolvió todo
el conjunto de tal manera que hoy día su con un semblante de fuego tan vivísimo, que los habitantes que le vieron
estudio es así de complicado. Esta última creyeron que se ardía la ciudad por el grande resplandor que daba, y otros
actuación dejó san Pablo como es se consternaron al ver tal terrible fenómeno; y esto le sucedió a muchos
en la actualidad.
vecinos de los pueblos limítrofes que le observaron; y como a eso de las diez
de dicha noche se fue deshaciendo en su marcha...»
Astrónomos, ufólogos y demás estudiosos del cielo tienen aquí materia.
San Pablo se encuentra enfrente del antiguo Palacio Real y al lado de la
sede de la Diputación. El Palacio Real fue al principio propiedad de Francisco
de los Cobos, quien lo vendió posteriormente al duque de Lerma que lo cedió
a la Corona11. Del edificio destacan el patio y la escalera. Tuvo una torre que la
gente llamaba “el peinador de la reina” que se cayó en 1732.
11 Jesús U RREA . Arquitectura y El edificio donde hoy se haya instalada la Diputación fue palacio de los
nobleza. Pág. 123. Pimentel y los Ribadavia12. En el siglo XVI albergó la ceremonia de la jura como
12 Jesús U RREA . Arquitectura y príncipe heredero del futuro emperador Carlos V, y allí mismo nacería su hijo
nobleza. Pág. 137. Felipe II. La fachada que se abre a san Pablo tiene una ventana con una reja, que
Zona de los Palacios Reales 
A la izquierda, reconstrucción aproximada de
cómo sería la fachada de san Pablo en su
33

forma original, realizada por Simón de


Colonia entre finales del siglo XV y principios
del XVI por encargo de fray Alonso de Burgos,
obispo de Palencia.
En la ilustración siguiente su posible aspecto
tras la primera reforma del edificio, hecha
escasos años después para elevarla a la altura
de las bóvedas que sustituyeron a la primera
techumbre de madera. Existen dudas sobre su
aspecto entonces. En algunos estudios se
propone la elevación de dos cuerpos más,
pero no habría suficientes elementos
escultóricos góticos para cubrir tanto espacio
de entre los diseminados por la fachada.
Siguiendo el estilo de Colonia y observando
la fachada de la catedral de Ávila, también
obra suya, se ha optado por poner todas las
hornacinas góticas con santos en un único
cuerpo formando el último piso, pues caben
a la perfección y queda un conjunto
armónico.

El único resto de
las dependencias externas de
san Pablo es esta “puerta de
los carros”, que daba acceso al
monasterio por su parte trasera.
En el plano de Ventura Seco se
la localiza dando salida a
la Rondilla de santa Teresa (en
la ampliación), pero al variar
con el tiempo el trazado
de la calle, haciéndose casi recta,
la puerta ha quedado en
la otra acera.

la tradición dice que fue cortada al medio para sacar al recién nacido y vuelta a
cerrar con una gruesa cadena que aún hoy se puede observar. Dicen que se hizo
así para que el niño perteneciese a la jurisdicción de san Pablo y se pudiera bauti-
zar allí, pues si lo hubieran sacado por la puerta, habría pertenecido a la parroquia
de san Martín.
Frente a la Diputación y en el solar donde hoy se alza el edificio de los anti-
guos juzgados, existió otro palacio que también pereció vergonzosamente ya en
1925 pese a estar en marcha su declaración como bien de interés artístico. Se
trata del palacio del marqués de Távara13 y es una doble lástima, no sólo por su
pérdida, sino porque además la plaza hubiera ganado aún más vistosidad y 13 Jesús U RREA . Arquitectura y

sabor renacentista si se hubiera conservado. nobleza. Pág. 317.


34 Rincones con fantasma

Más o menos así luciría el palacio de Távara Junto a san Gregorio se erige la Casa del Sol y la iglesia de san Benito el viejo,
de existir aún. Ha sido cuestión de retocar,
fundaciones de Diego Sarmiento y Acuña, conde de Gondomar. Este noble
fusionar y colorear unas viejas fotos recopiladas
por Jesús Urrea en varios de sus trabajos. poseyó una magnífica biblioteca. Escribió Sangrador:
«Se cuenta que este caballero estando de embajador en Inglaterra, suplicó
repetidas veces al rey le permitiese regresar... porque temía morir... entre
protestantes... Habiendo vuelto a Valladolid, murió. Su cadáver fue pri-
meramente depositado en la bóveda de la iglesia, con un hijo suyo de corta
edad. Convertida la iglesia en almacén de utensilios de guerra, fue extraído
el ataúd y trasladado a una panera; desde allí, después de algunas profa-
naciones, paso a ocupar el hueco de una chimenea, y por último desde este
sitio pasó otra vez a la iglesia donde le vi no hace muchos años abando-
nado. Es muy extraño que los Sres. Condes de Gondomar, sus sucesores,
no hayan tratado de colocar estas dos momias en un sitio mas decoroso. Si
D. Diego Sarmiento hubiera muerto entre protestantes, sus cenizas hubie-
ran sido indudablemente más respetadas.»
Zona de los Palacios Reales 
La Casa del Sol, llamada así por el de piedra
que corona su fachada. En la superposición de
35

la foto antigua, se ve sobre el arco de la puerta


el rótulo que indicaba el uso que tuvo como
convento de Oblatas y “centro de corrección
y moralización de jóvenes”.
Lib. prd.“Valladolid, imágenes del ayer”,
pag. 147. Aquellas monjitas lo ocuparon
hasta hace no mucho, y eran famosas por sus
habilidades con la aguja, pues remendaban
rotos y quemaduras como nadie.

En la ilustración, los restos del conde


de Gondomar en una foto tomada cuando
se devolvieron a su tumba en 1991 tras la
restauración de san Benito el Viejo, desde
En la Casa del Sol, sobre el entablamento de las columnas dobles de la la iglesia de san Martín. A su lado en
fachada que hay a cada lado de la puerta, había dos estatuillas que, por formar el ataúd se puede ver la parte inferior
parte de una ornamentación renacentista simétrica, miraban a lados opuestos. de la momia de un niño que, según
Según cuenta Agapito y Revilla en su libro “Las calles de Valladolid”, la gente les la “Historia de Valladolid” de Sangrador,
corresponde a un hijo suyo. En el texto
sacó su copla como ocurrió con las figuras de la ventana del palacio de los Val- se explica el curioso periplo de
verde, y las bautizó como “los mal casados”. los dos cadáveres, según este autor.
36 Rincones con fantasma

Recreación de los preparativos de la procesión De san Pablo partía la Procesión del Entierro, que celebraba la penitencial
que las Angustias sacaba de san Pablo
de las Angustias cada Semana Santa. Esta procesión, con el devenir de los años,
la tarde del Viernes Santo. Está ambientada
en los primeros tiempos de la penitencial, se transformaría en otra de las joyas de la ciudad: la Procesión General de la
en concreto a finales del siglo XVI antes de Pasión, declarada de interés turístico internacional. Hoy día sale de la iglesia de
que el duque de Lerma alterase la fachada
de san Pablo. En aquellos años la cofradía
las Angustias por ser esta cofradía su patrocinadora y la que cierra el desfile. Se
todavía no tenía su magnífica iglesia actual, considera que esto es así desde que comenzó a organizarla, en 1810, José Timo-
sino que su primer oratorio estaba en teo Monasterio, entonces alcalde de la penitencial. La primera Procesión General,
la cercana calle llamada hoy de la Torrecilla.
Tampoco tenía ningún “paso” enteramente entendida como la primera en que desfilaron juntas todas las penitenciales, salió
de talla, salvo la Virgen de los Cuchillos, el Viernes Santo 21 de abril de dicho año, después de dos sin celebrarse proce-
que aún no tenía cuchillos. siones debido a la invasión napoleónica.
La verdad es que al bueno de don José Timoteo casi no le quedó más reme-
dio que organizarla pues, en su condición de comisario de Policía de la ciudad
recibió para ello una orden del general francés Kellermann. Este militar estaba
al cargo de las tropas francesas que ocupaban nuestra comarca y sin duda, por
contentar al pueblo invadido, le mandó que organizase la Procesión del Santo
Zona de los Palacios Reales  37

Entierro que entonces era la más prestigiosa. La orden especificaba además que
participasen en ella todas las cofradías.
El prestigio de esta procesión provenía de que antiguamente los miembros de
la Chancillería desfilaban en ella, pues pertenecían a las Angustias, y qué mejor
para apaciguar al pueblo que ofrecerle una de sus cosas más respetadas y de mayor
raigambre. Venía de muy atrás la devoción mariana de los componentes de la
Chancillería, pues en un testamento fechado en 1452 se cita una cofradía
«de la conçebiçion de la virgen gloriosa sennora santa María de los escri-
vanos e procuradores de la corte e chançelleria...»14.
La iniciativa de resucitar las procesiones tuvo gran éxito. Al entusiasmo de
don Timoteo se sumó el de las otras penitenciales, hasta entonces igual de mus-
tias todas, las cuales
«luego que reciuieron dicha orden, se llenaron de Jubilo e inmediatamente
dieron parte a sus cofradías e indiuiduos, y enterados que fueron de lo que 14 Adeline RUCQUOI. Valladolid en

tanto deseaban, dando gracias al acedor de tan buena como cristiana obra». la Edad Media: la villa del Esgueva. Pág. 91.
38 Rincones con fantasma

Luego de altibajos y vicisitudes, a principios del siglo XX, el arzobispo


Gandásegui restauró las procesiones, y la General del Viernes Santo se comenzó
a celebrar con la participación de todas las cofradías entonces existentes, tal
como hoy en día.

El contiguo palacio de Pimentel, actual


Diputación, tendría un aspecto parecido al
actual pues también fue reformado por esas
fechas. Del aspecto de los cofrades en procesión
hay muy pocos datos, tan solo que iban con
túnicas negras y que llevaban una “insignia de
una Señora de la quinta Angustia”. Sabemos
la forma de los pendones azules que abrían
los claros, gracias al dibujo de la planta
de la procesión de 1619 (al lado).
Zona de
Santiago,
Zorrilla y
Campo
Grande

Zona de
Santiago, Zorrilla
y Campo Grande
 41

La calle Santiago (así, sin “de”) es el pasillo de casa que


conduce al salón que es la plaza Mayor. Su magia radica
en que la gente sigue paseando por ella despacio, a pesar
de que nos la han llenado de bancos y oficinas repletas
de vecinos estresados con corbata. Quizá sean sus
comercios, o que de siempre ha sido el lugar
donde “encontrarse por casualidad”
con amigos y familiares... El caso es que
no hay Carnaval, Semana Santa, o chirigota
de Ferias sin la calle Santiago.

Calle Santiago
La iglesia de Santiago que da nombre a la calle tuvo su origen en una
pequeña ermita dedicada al Santo Cristo de Escobar, existente ya en el año
11041. La atendía una cofradía bajo la advocación de Santiago, nombre que
adoptó el templo cuando pasó a ser parroquia en el año 1400. El rico mercader
Luis de la Serna, que perteneció a la parroquia, reedificó la iglesia a su costa,
dicen que para huir del acoso de la Inquisición.
La iglesia tiene un pórtico renacentista en la entrada que se abre al popu-
lar Atrio de Santiago, donde se encontraba otra de las instituciones de Vallado-
lid: el quiosco de la “chata”, la última voceadora de “El Norte de Castilla”, hoy
jubilada y traspasado el negocio.
La iglesia guarda importantes obras de Alejo de Vahía, Berruguete, Fran-
cisco de Rincón, Leoni y Juan de Ávila. En 1974 se descubrieron los cuatro
nichos funerarios de la familia de la Serna, que se encontraban tapiados en el
presbiterio. Son de interés no sólo por ser obra de Alejo de Vahía, sino por la
escasez de obras góticas de este tipo que hay en la ciudad. El primitivo retablo
que tuvo el presbiterio, se dice que lo trajo don Luis de la Serna nada menos que
de Florencia, declarando a sus amigos que le había costado tanto como si fuera
de plata. Era de barro cocido y vidriado y de él no queda ni rastro, salvo el caso
improbable de que también se encuentre emparedado tras el retablo mayor.
De la portada de la iglesia se sale a la calle de los Héroes del Alcázar, lla- 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
mada en la antigüedad “de la Tumba” por el cementerio de la parroquia que en URREA. Monumentos religiosos de la ciudad
ella se hallaba. de Valladolid. Parte primera. Pág. 188.
42 Rincones con fantasma

La calle de Santiago desde siempre


ha tenido una gran afluencia de gente.
Una superposición del ayer y del hoy
en su cruce con Claudio Moyano.
Lib.prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”. Pág. 30.

Calle de los Héroes del Alcázar, ayer y hoy.


Lib. prd. “Valladolid, vivencias
y fotografías”. Pág. 73.

Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande
43
44 Rincones con fantasma

En su antigua condición de entrada a la ciudad, la calle de Santiago tuvo un


gran arco a modo de puerta que desapareció con las remodelaciones del siglo XIX.
Una lástima como otras tantas.
Lindando con Santiago estuvo la antigua morería, en el barrio llamado de
Santa María, que contaba entre sus vecinos con un importante porcentaje de
carpinteros. La reina Juana en 1515 dio una merced por la que 30 de estos arte-
sanos quedasen exentos de huéspedes y no se pudiese sacar de sus casas ropas,
aves ni cosa alguna, aunque estuviese la corte. A cambio de tal “merced” tan
sólo exigía de los privilegiados que cada vez que hubiese un fuego, corriesen
con sus herramientas a apagarlo. Bomberos a la fuerza.

Plaza de Zorrilla y Campo Grande


La cofradía de la Vera Cruz tuvo una ermita o humilladero en la actual
plaza de Zorrilla, al igual que el que la penitencial de la Pasión tenía situado
fuera de la ciudad, pasando el puente Mayor. Ambos fueron derribados por los
franceses durante la guerra de la Independencia para evitar que las guerrillas se
parapetasen detrás. Esto ocurrió según el diario de Hilarión Sancho, el 17 de
enero de 1809, pero de esta noticia hay versiones contradictorias, pues se con-
servan crónicas que dicen que los derribos se debieron a su ruina.
El humilladero de la Cruz, oratorio de la cofradía durante muchos años, se
alzaba enfrente de lo que luego sería Hospital de la Resurrección, donde hoy se
Suerte que se conserve una vieja foto levanta la llamada “casa de Mantilla”, bonito edificio que fue la comidilla de la
del Arco de Santiago rescatada por época por ser el primero que contó con luz eléctrica y ascensores. El hospital se
M.ª Antonia Fernández del Hoyo y que
se conserva en la Casa de Zorrilla que,
construyó sobre el solar de la antigua Mancebía pública, rancia institución valli-
restaurada y coloreada me ha servido para soletana de la que algunas fuentes sitúan la fundación a finales del siglo XIV.
recrear la zona si aún se conservase (arriba). Este lugar, donde se recogían y ejercían las señoras de mala vida, estuvo
Lo podríamos ver a la altura de Claudio regentado por la cofradía de Ntra. Sra. de la Consolación y la Concepción, a la
Moyano como indica el fragmento del
plano de Ventura Seco. que la ciudad compró el “negocio” en 1541 con la sana intención de cambiarlo
a un sitio más discreto y entregar el edificio a los promotores del futuro hospi-
tal. Eso sí, dejando bien claro que
«...lo que rentaren las dichas casas y exerçiçio publico de dichas mugeres se
convierte para los propios de esta villa...»

Estaba claro que la Mancebía debía funcionar


«...para evitar las enfermedades que se podrían Rescreçer no aviendo muge-
res publicas.»

De esta manera se defendía la salubridad y se administraba el negocio por


vía legal.
Este alegre panorama era el que vieron durante 55 años los cofrades de la
Cruz cada vez que acudían al humilladero, hasta que los promotores del hospi-
tal, cansados de esperar la cesión del edificio por parte del municipio que no
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande

acertaba a encontrar nuevo acomodo a sus “trabajadoras sociales”, invadieron


la Mancebía el Domingo de Ramos de 1553 llenando el edificio de pobres
 45

enfermos ante el asombro de las “damas”.


Una vez establecido el Hospital de la Resurrección, ejerció sus funciones
durante largos años hasta su desaparición a finales del siglo XIX. En esas fechas
se llevó a cabo la alineación de la calle derribando todo lo que molestaba, con
lo que este edificio dio con sus vetustas piedras en el suelo. Su fachada con el
Cristo Resucitado se conserva en el jardincillo de la casa de Cervantes, y no está
mal el sitio, teniendo en cuenta que el universal escritor imaginó a los famosos
Templete del Campo Grande, tristemente
y locuaces mastines, Cipión y Berganza, como vigilantes del hospital en sus desaparecido. Lib. prd. “Valladolid,
“Novelas ejemplares”. vivencias y fotografías”. Pág. 116.
46 Rincones con fantasma

El entorno del Campo Grande, centenario pulmón verde de la ciudad cuya


historia es tan rica que ya está recogida en libros por entero dedicados a él, ha
servido de escenario a torneos, ejecuciones, algaradas, acampadas y desfiles cas-
trenses, pregones, subastas…
Algunas ejecuciones y almonedas, entresacadas de las crónicas de Ventura
Pérez, nos resultan hoy vergonzosas e increíbles, como la puesta a la venta (en
el año 1724)
«...de seis moros con las mulas.»
No es el único suceso ocurrido en el Campo Grande que hoy nos escan-
daliza, pues dos años después, a un tal Juan Rodríguez
«dieron garrote y le quemaron por sodomita, y al que cooperó con él, lla-
mado Luis de la Rosa, le echaron a presidio. El quemado andaba vestido de
mujer y hacía todas las labores de coser, hilar, hacer media, encajes y ropa
blanca...»
Cruel castigo a tan “graves crímenes” que cometió el pobrecillo, pero es
que en aquellos tiempos se zanjaban hasta los pequeños problemas sociales de
En la foto, único dibujo fiable que se una manera algo brusca. Por ejemplo, el actual problema del tabaquismo que
conserva del humilladero de la Vera Cruz, tantas campañas y dinero cuesta hoy al Estado, se solventó en 1746 con un
pequeño fragmento del plano obra de Diego
Pérez, tan poco definido que resulta imposible edicto ordenando...
al autor de estos textos reconstruirlo. «...que nadie tomase tabaco y rapé, que era un tabaco de Francia, con pena
de la vida.»
Hay más edictos curiosos, como el dictado en 1842 en el que se prohibía
«el distintivo del bigote y toda insignia militar a las personas que no tuvie-
sen derecho a llevarlas, pues de ese abuso resultaban perjuicios a la buena
opinión de tan benemérita clase.»
También es verdad que la clásica picaresca española aún no había desapa-
recido por esas fechas, y es hasta cierto punto lógica la dureza de las autorida-
des que tenían que lidiar, por ejemplo, con caraduras del calibre de un tal
Manuel Francisco Díaz, “lumbrera” que proponía en 1716 un método de ense-
ñanza con el que los niños aprenderían a leer en sólo dos meses y ¡la lengua
griega en cuatro días!
Al hablar del Campo Grande, hay que mentar la popular Feria del Suda-
rio que se celebraba en él hasta hace poco durante la Semana Santa. Esta “feria”
tenía sus orígenes en una romería que tenía lugar desde tiempos antiguos, cono-
cida también como “del Sudario”, durante la cual se montaba un mercadillo de
artesanías y bagatelas, transformándose con el tiempo en feria de atracciones.
Esta romería tenía lugar durante la Pascua de Resurrección, para venerar
un Santo Sudario propiedad del desaparecido convento de Nuestra Señora de
la Laura, del patronato de la Casa de Alba. Cuentan las crónicas del convento
que el duque don Fadrique quiso hacer una copia de la Sábana Santa de Turín,
pero estando la ciudad en guerra no le fue posible hacerse con los servicios de
un pintor que la copiase tan rápido como la urgencia de aquellos peligrosos
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande

momentos demandaba. El duque, contrariado, decidió poner el lienzo sin pin-


tar sobre la reliquia de Turín, por aquello de que su contacto pudiera dejar
 47

alguna virtud en él. La leyenda dice, como no podía ser de otra manera, que
milagrosamente quedó grabada la santa imagen en el lienzo en blanco. La ver-
dad, menos poética, es que el tal milagro está catalogado como “pintura sobre
tela, 207 x 80 cms.” Es un milagro al óleo. ¡Qué desencanto!2.
El duque fue enterrado en el monasterio, pero su recorrido no terminó allí.
Durante la guerra de la Independencia los franceses ocuparon el convento
«...reuniendo las monjas a las del convento de Santa Ana; También lleva-
ron a dicho convento el cadaver que se hallaba íntegro del gran duque de
Alba, los huesos de su esposa y un venerable capuchino su confesor: el
duque estaba en un ataúd de terciopelo negro, como si estuviese acabado de
hacer, lo mismo el manto capitular y borlas de plata, a pesar de 250 años o
más que estaba en dicho convento de la Laura, como fundador de él.» Situación del convento de san Juan
de Dios, según el plano de Ventura Seco.
La Academia de Caballería es punto de referencia visual de la plaza de A su lado, antigua foto donde se puede ver
Zorrilla. Se trata de un ostentoso palacio inspirado en el de Monterrey de Sala- el convento tras la estatua de Zorrilla.
manca. Frente a su fachada, la estatua dedicada al regimiento de cazadores de El drástico cambio de la zona impide
recrearlo en el espacio actual.
Alcántara, cuerpo de caballería que fue aniquilado casi en su totalidad al cargar Lib. prd.: M.ª A. FERNÁNDEZ DEL HOYO.
a la desesperada contra las fuerzas marroquíes en Annual en 1921. Es una deli- “Patrimonio perdido: conventos desaparecidos
cada obra de Mariano Benlliure, llena de movimiento. de Valladolid”. Pág. 449.

En terrenos cercanos a la Academia estuvo el convento de san Juan de


Dios, antes Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, creado y aten-
dido por la cofradía de su mismo nombre en 15913. Casi a la vez llegaron a
Valladolid los hermanos hospitalarios de san Juan de Dios, ocupándose de aten-
2 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumentos
der el Hospital de la Resurrección.
religiosos de la ciudad de Valladolid.
A principios del siglo XVII pasaron a regentar también este de los Desam- Pág. 158.
parados a causa de la muerte de don Luis de Mahudes, su administrador y 3 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
benefactor. Este hombre fue mentado por Cervantes en el “Coloquio de los HOYO. Patrimonio perdido: conventos desa-
Perros”, donde Cipión y Berganza son llamados los “perros de Mahudes”. parecidos de Valladolid. Pág. 443.
48 Rincones con fantasma

Reconstrucción del convento y hospital de san


Juan de Dios con su aspecto en el siglo XVIII,
según el dibujo de Ventura Pérez.
Algo han ayudado el plano de Diego Pérez y
algunas fotos. El dibujo de Ventura es tan
lioso como siempre, sobre todo a la hora
de identificar materiales y en la extraña
disposición de las ventanas de convento e
iglesia. Una vez más el autor ha buscado
proporciones más lógicas, ha aventurado que
fueran de ladrillo, pues practicar tantas
ventanas de diferente estilo denotando que
fueron hechas en diferentes actuaciones, no es
fácil en un muro de piedra. El dibujo del
edificio del hospital, más grande y suntuoso,
no ofrece dudas, salvo en los remates sobre
los balcones que algunos autores suponen
frontones y yo me he inclinado a creer que
fueran tejadillos.

En 1615 se unificaron algunos pequeños hospitales con el de la Resurrección,


pasando a ser administrado por un seglar, siendo los frailes relegados al de los
Desamparados que comenzó entonces a conocerse como de san Juan de Dios.
Los frailes abandonaron el convento a causa de la Desamortización y el
edificio fue destinado a diferentes usos, sobreviviendo hasta 1929 en que se
construyó la Academia de Caballería.
El convento según el plano de Ventura Seco.
Debajo, dibujo del convento obra de Ventura La Academia se levanta muy cerca del solar del desaparecido convento,
Pérez. que estaba prácticamente en lo que hoy ocupan las casas militares situadas en
su parte trasera. Don Hilarión Sánchez nos dejó noticia de que
«...se ha descubierto en un hoyo enfrente del convento de San Juan de Dios,
un sepulcro de ladrillo, cuyos huesos estaban tan apolillados que se desha-
cían al tocarlos, y se mandó tapar sin examinar el sitio. En el año de 1818,
estando en el mismo sitio de San Juan
de Dios armando la plaza de toros, en
la parte de los toriles inmediata a
dicho convento, a uno de los armado-
res que hacía un agujero para meter
una viga con una vara de hierro, se le
agarró ésta entre las piedras, y mucho
trabajo costó a aquel sacarla a tirones.
Observaron que había un agujero pro-
fundo, y metieron por curiosidad una
regla de albañilería de 8 a 10 pies de
larga (sobre los dos metros y medio)
mas no hallaron tierra; tampoco se
examinó entonces, como debía
haberse hecho...»
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande

Al parecer son muchas las cosas enterradas en la zona. En la primavera de


2002 se levantó gran parte del paseo del Campo Grande correspondiente a la
 49

Acera de Recoletos, encontrándose con sorpresa un enorme cementerio judío.


Canesi, al enumerar las casas principales de Valladolid, cita las posesiones de don
Manuel Enríquez, alude a una casa
«…en el Campo Grande, llamada comúnmente del Chapitel; lo más de ella
se arruinó el año de 1732, se fabricaron en 1575 y de ella tomó posesión
por derecho prendario, el de 1738, el convento de Carmelitas calzados; en
lo antiguo fue el Almejí o entierro de los moros...»
Dudosa es la cuestión, pues el convento de los carmelitas estuvo al lado
opuesto del Campo Grande, donde hoy se alza el edifico del antiguo Hospital
Militar. Además dice que fue entierro “de moros”, aunque en el siguiente capí-
tulo veremos que el cementerio musulmán estuvo en otra parte. La segunda
noticia que pudiera aludir al cementerio judío que nos ocupa, la aporta Juan
Ortega Rubio en su “Historia de Valladolid”, donde cita los muchos sepulcros
descubiertos

1. San Nicolás de Tolentino (agustinos recoletos)


2. Jesús y María (religiosas franciscanas)
3. Corpus Christi (religiosas dominicas)
4. San José (mercedarios descalzos)
5. San José (padres capuchinos)

Situación del colegio de Niñas Huérfanas,


con el Nº 17 y la iglesia de san Ildefonso,
entonces del convento de Agustinas
Recoletas. Detalle del plano de
Diego Pérez (1788).

Superposición del plano de Ventura Seco


en un plano actual, que nos permite
ubicar con bastante exactitud los conventos
desaparecidos de la zona este del Campo
Grande y su prolongación.
50 Rincones con fantasma

«...al hacer las hoyas para la formación de un laberinto en medio del


Campo Grande a fines del siglo XVIII.»

Además, dice haberse hallado tumbas en diferentes épocas


«...al practicar escavaciones en el espacio que actualmente ocupa el colegio
de caballería.»

Iglesia del monasterio de san José de


mercedarios descalzos, según el dibujo
de Ventura Pérez.

Reconstrucción de la iglesia
del monasterio de san José de mercedarios
descalzos, basada en el dibujo de Ventura
Pérez. En este caso no ofrece lugar a dudas,
y sólo ha habido que variar las proporciones
de la puerta, demasiado pequeña en el dibujo
(pág. anterior). En la foto superior vemos el
paraje hoy día. A la altura del comienzo de la
tapia, donde se ve el árbol y algunas vías,
debió alzarse la iglesia del monasterio. Con
un círculo se señala la fuente que todavía
existe en la tapia, aunque hace años que no
mana; parece coincidir con una de las arcas
del antiguo viaje de Argales que se ven
en el plano de Ventura Seco
y que se ha sombreado en la ilustración
de la página siguiente.
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande  51

Como vemos en el plano de Ventura Seco,


frente a la iglesia (cuadrado) se formaba una
placita con árboles y una cruz, que recibiría al
viajero que entrase por el portillo de la
Merced (círculo) dándole sombra y descanso.
Seguramente fue un evocador rincón del
antiguo Valladolid, del que
no queda absolutamente nada.

Este autor también cita otros hallazgos en la zona: sepulcros romanos en el


Hospital General (hoy casa de Mantilla) al hacer obras en el siglo XVI, y la
“habitación” hallada bajo el lienzo de muralla anexo al desaparecido Arco de
Santiago que estaba del lado de la calle de María de Molina. Asimismo, nombra
otros pequeños descubrimientos en la ciudad, como la urna funeraria romana
hallada en los cimientos de la iglesia de san Esteban, y una arquita con mone-
das romanas enterrada en la calle de la Parra (hoy duque de Lerma).
La aportación gráfica de este trabajo permite reconstruir algunos edificios
del gran patrimonio conventual del entorno Campo Grande desgraciadamente
perdido: el monasterio de san Juan de Dios (que acabamos de ver) y los con-
ventos de la parte este y su prolongación, que fueron san Nicolás de Tolentino
(de agustinos recoletos), Jesús y María (de monjas franciscanas), san José (de
mercedarios descalzos), y el de los capuchinos de igual advocación.
El convento de san José de mercedarios descalzos no tiene ninguna histo- Plano de Ventura Seco correspondiente
ria anecdótica que poder plasmar en este libro4. Quizá por lo que fue más cono- al convento de san José de padres capuchinos.
cido en la antigüedad sea por la difusión del rezo del rosario que por la ciudad La situación de la iglesia se corresponde casi
exactamente con el actual emplazamiento
practicaban día y noche los frailes. Aquella costumbre arraigó mucho en Valla- de la estatua de Colón.
dolid y, según Canesi, llegó a celebrarse una gran procesión el día del Rosario
en 1693. Tras ocupar varios edificios y vencer la oposición de sus hermanos Cal-
zados –que consiguieron echarles de su anterior emplazamiento–, lograron
asentarse definitivamente aquí a principios de 1613. La guerra de la Indepen-
4 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
dencia acabó con este convento, como en otros casos, y en 1812 fue demolido
HOYO. Patrimonio perdido: conventos desa-
para aprovechar su madera. parecidos de Valladolid. Pág. 561.
El convento de san José de los Capuchinos tampoco ofrece ninguna anéc- 5 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
dota reseñable y no fue un edificio notable5. Esta rama de los franciscanos pre- HOYO. Patrimonio perdido: conventos desa-
tendía recuperar la austera forma de vivir del santo de Asís y por lo tanto huía parecidos de Valladolid. Pág. 619.
52  Rincones con fantasma

Reconstrucción del convento de san José


de los capuchinos, siguiendo los dibujos de
Ventura y Diego Pérez. El de Ventura se centra
más en la tapia y la portería que en el propio
convento. Esa falta de interés se explicaría por
la sencillez arquitectónica del complejo, en
consonancia con los demás de la Orden. Sin
embargo, el dibujo de Diego Pérez es mucho
más detallado y, aunque pequeña, retrata una
iglesia de cierto empaque. No está nada claro Dibujos del convento de san José de padres capuchinos. El de la izquierda corres-
el tema de las ventanas del monasterio, ponde a la serie hecha por Ventura Pérez y el de la derecha pertenece al plano
que en el dibujo de Ventura parecen dibujado por Diego Pérez en 1788.
unos improbables balcones.
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande  53

Aproximadamente así luciría el convento


de conventos grandes y ostentosos. Cuando pretendieron fundar en Valladolid,
de san José de los capuchinos al final
como en otros casos se les echaron encima los frailes de su propia orden, en este de Recoletos, si no se hubiera derribado.
caso los de san Diego. Debajo, aspecto actual
Curiosamente, a éstos últimos les pasó exactamente lo mismo, pues como de la zona.
veremos más adelante, cuando pretendieron abrir su convento fueron víctimas
de los furibundos ataques de sus correligionarios del de san Francisco. Se ve
54 
Rincones con fantasma

Reconstrucción de la portada del convento


de Jesús y María, siguiendo el dibujo de
Ventura Pérez. El grupo escultórico de Jesús y
María se conserva en el nuevo convento,
por lo que ha sido posible hacer la
reconstrucción con el mayor rigor.

que entonces las órdenes eran seráficas pero poco fraternas, y es que “don
Dinero” mandaba hasta en los más espirituales cenobios, y eran muchos con-
ventos para repartirse la caridad de los ciudadanos.
Según Sangrador, fue la virtuosa doña Marina Escobar la que alentó a los
desanimados frailes a perseverar y, por divina disposición, sus enemigos cam-
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande  55

En la foto, manzana de casas que se alzan


hoy en el solar del convento de Jesús y María.
El recuadro señala la situación de la
desaparecida portada, haciendo una
medición aproximada basada en
el plano de Ventura Seco.

biaron de idea de la mañana a la noche. Así fue como en 1631 los Capuchinos
establecieron su primer convento en una finca de recreo perteneciente al mar-
qués de Távara que se encontraba junto al Pisuerga, cerca de la Puerta del
Campo, del lado del actual Paseo de Zorrilla.
Pero a los cuatro años de establecerse ocurrió la célebre crecida de 1636
que casi destrozó la ciudad, y su pobre convento quedó destruido, teniendo los
frailes que salir literalmente a nado a refugiarse en el del Carmen. Un año más
tarde comenzaban la construcción en su emplazamiento definitivo y, con los
años, la ciudad de Valladolid adquirió su patronato.
Aquí estuvieron hasta 1820, año en que la comunidad se trasladó a Rueda.
El edificio fue dedicado a presidio, cuartel, manicomio, almacén del ferrocarril,
y su huerta a vivero, hasta que se derribó en 1860.
Los Capuchinos volvieron a Valladolid en 1944 y ocuparon el convento de
san Felipe de la Penitencia en la Plaza de España. Sobre parte de su solar edi- 6 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
ficaron la actual iglesia de Ntra. Señora de la Paz. HOYO. Desarrollo urbano y proceso histó-
El convento de Jesús y María, de monjas franciscanas6, fue fundado a fina- rico del Campo Grande de Valladolid.
les del siglo XVI. Como el anterior, tampoco tiene su historia anécdota alguna de Pag. 298.
interés, salvo su demolición cuando finalizaba el siglo XIX. Entonces, sus patro- 7 J. Agapito REVILLA. Las calles de
nos, los condes de Polentinos, de apellido Colmenares, solicitaron abrir calle en Valladolid. Pág. 79.
su solar, y por eso se llama “de Colmenares” la calle actual7. 8 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
Los agustinos recoletos eran la rama descalza de la Orden, cuya normativa HOYO. Patrimonio perdido. Conventos desa-
fue redactada por fray Luis de León a finales del siglo XVI8. parecidos de Valladolid. Pág. 501.
56 
Rincones con fantasma

Recreación de la iglesia de los agustinos recoletos, basada en el correspondiente


dibujo de Ventura Pérez. El dibujo es bastante claro y sólo ha sido necesario
corregir las proporciones. Lo único dudoso es, como en el caso de los Capuchi-
nos, el extraño cerramiento de las ventanas superiores que el autor ha interpre-
tado como celosías. La fachada contaba con una hornacina que contenía la
imagen de san Nicolás de Tolentino, su patrono. La puerta estaba coronada por
un tímpano decorado con dos ángeles sosteniendo el corazón traspasado por
tres flechas, símbolo de los agustinos.
Aproximadamente, así veríamos la iglesia de los Recoletos en la esquina de la
Fragmento del plano de Ventura Seco calle del Perú, si se hubiera conservado.
correspondiente al convento
de los agustinos recoletos.
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande  57

Dibujo de la iglesia de los agustinos


recoletos por Ventura Pérez.
Arriba, plano de la iglesia elaborado
en 1862 y fragmento del dibujado
por Diego Pérez en 1788. En el primero
vemos que tenía una puerta lateral del lado
del evangelio y en el segundo que contaba
con un cimborrio que coronaría la cúpula
que cubría el crucero.

Después de fundar cerca del monasterio de Prado, pasó lo de siempre y


todos los conventos y parroquias del contorno pusieron el grito en el cielo. A
pesar de ser una comunidad mendicante y de quedar arruinados por la obra,
fueron expulsados del lugar. Tras algún que otro avatar, consiguieron estable-
cerse en unas casas de la calle del Perú sobre 1606, fundando su convento con
la advocación de san Nicolás de Tolentino. Durante más de 30 años, los Reco-
letos siguieron comprando casas adyacentes. Como supondrá el lector, la Acera
de Recoletos se llama así en su recuerdo.
Prácticamente desmontado durante la guerra de la Independencia y abando-
nado cuando la Desamortización, sobrevivió con diferentes usos hasta la última
década del siglo XIX en que se empezó a construir en su solar. Actualmente, los
Agustinos Recoletos tienen su convento y colegio en la Carretera de Madrid.
58 
Rincones con fantasma

Así luciría la puerta del Carmen,


si se hubiera conservado.
Paseo de Zorrilla
El Paseo de Zorrilla se estructuró a partir del antiguo camino a Simancas,
continuando la entonces “acera de Sancti Spiritus”. La nueva vía recibió los
nombres de “camino Real de Madrid” y más tarde de “calle de Puente Duero”,
por conducir a las carreteras que iban a aquellas localidades. El 4 de febrero de
1893 se unificaron la plaza, la acera de Sancti Spiritus y la calle de Puente
Duero bajo el nombre de plaza y paseo de Zorrilla, en honor al insigne escritor
hijo de la ciudad9.
Entre el convento de Sancti Spiritus y el del Carmen Calzado, que ocupaba
la acera de enfrente del Paseo (antiguo Hospital Militar), se alzaba la Puerta del
Carmen, lastimosamente derribada como tantas otras cosas. Una pena, pues
dispondríamos del equivalente a la Puerta de Alcalá de Madrid, porque ésta del
Carmen también estaba dedicada a Carlos III y tenía tres arcos como la madri-
9 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL leña. Es verdad que su diseño era mucho más sencillo, pero hubiera lucido bas-
HOYO. Desarrollo urbano y proceso histórico tante formando una glorieta en el paseo. No muy lejos se encontraban las casas
del Campo Grande en Valladolid. Pág. 298. que sirvieron de taller tanto a Juan de Juni como a Gregorio Fernández.

Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande

Siguiendo con el tema de este libro, hablemos de lo que pudo haber sido
y no fue. Cuando falleció Gregorio Fernández, nuestro genial imaginero, fue
59

enterrado en el convento del Carmen Calzado, vecino a su domicilio pues se


levantaba sobre el lugar que hoy ocupa el edificio del antiguo Hospital Militar.
Con este monasterio mantuvo Fernández muy buenas relaciones, adquiriendo
una tumba en su iglesia para él y los suyos en 1622. En la lápida, que se con-
serva en el Museo Arqueológico, se puede leer que en 1721, casi cien años más
tarde, la tumba pasó a ser propiedad de un tal Francisco de Hogal. Dice una
crónica que al meter en la tumba a uno de sus nuevos propietarios, se halló el
cadáver de Fernández incorrupto.
En 1847 la Academia de Bellas Artes proyectó rescatar los restos del escul-
tor para enterrarlos en algún sitio honorífico, a la vez que levantar un monu-
mento a su memoria en la plaza de Santa Cruz. La idea se fue olvidando poco
a poco, debido en gran parte a la imposibilidad de distinguir de entre los hue-
sos de todos los allí enterrados los pertenecientes al escultor. Más tarde el con-
vento fue derribado y los restos se perdieron, pero lo que no desapareció fue el
bellísimo legado que nos dejó el maestro y la inmensa escuela que crearon sus
modelos, imitados hasta la saciedad aún en nuestros días. La influencia de su
arte traspasó las fronteras de Castilla llegando incluso hasta el Nuevo Mundo.
Zona
del Prado de
la Magdalena

Zona
del Prado de
la Magdalena
El Prado de la Magdalena fue un ameno paraje, de lo más
frecuentado en la época dorada de Valladolid. Sus praderas regadas
 63

por el Esgueva eran recorridas en aquellos años por lo más granado


de la vida cortesana de la ciudad; era uno de los principales lugares
donde las damas se exhibían en sus carrozas y los caballeros
de capa y espada alardeaban su habilidad como jinetes.
En el espacio, hoy en parte ocupado por el hospital Clínico
y las diversas dependencias universitarias que se levantan
a su espalda, se hallaba este gran jardín en cuyo centro estuvo
la celebrada casa de las Chirimías, de la que se decía que cada
vecino poseía una teja; en ella se interpretaban
las músicas que amenizaban aun más el lugar.

Del lado de la Magdalena y las Huelgas


En esta parte del Prado se encuentran muchos vestigios de la relación de
nuestra ciudad con el Nuevo Mundo: la casa de Colón, la Magdalena con el
escudo de su fachada adornado con alegorías de ultramar y la fachada del palacio
de los marqueses de Revilla, hoy englobada en el colegio de la Enseñanza, que
como descendientes de los Gasca también está blasonada con un escudo similar.
Aquí encontramos varios conventos. Con el dinero obtenido de la venta
del solar del convento del Corpus Cristi derribado en el Campo Grande, se
construyó en 1884 el nuevo que hoy ocupa esta congregación en la calle del
Prado de la Magdalena. A poca distancia se alza el importante monasterio de
las Huelgas Reales, adosado a la iglesia de la Magdalena. Fue fundado por la
reina María de Molina a principios del siglo XIV, lindando con el desaparecido Puerta mozárabe del palacio de María de
Molina que no se puede admirar por estar
palacio donde residía junto a su marido el rey Sancho el Bravo. Con los años,
casi oculta tras una tapia. Sería estupendo
el convento pasó a englobar los pocos restos de dicho palacio que aún se con- que mandasen cambiar el muro por
servan, como la puerta mozárabe del recinto. En el centro del crucero de su una verja y así poder verla.
iglesia está el sepulcro de alabastro de la Reina y el retablo mayor contiene un
extraordinario altorrelieve de Gregorio Fernández: el abrazo de Cristo a san
Bernardo, entre otras obras.
La iglesia de la Magdalena se construyó sobre una pequeña ermita levan-
tada a principios del siglo XII. Don Pedro de la Gasca, obispo de Sigüenza y
virrey del Perú, tomó su patronato y construyó el actual templo en cuya fachada
colocó su singular escudo de armas, pues se considera que es el más grande del
mundo en piedra. Este escudo contiene alegorías de los logros de don Pedro,
consistentes en aplacar a Pizarro en aquellas tierras americanas.
64 
Rincones con fantasma

Iglesia de
la Magdalena.

Hubo problemas durante la construcción del nuevo templo; y es que, antes


de tomar los Gasca su patronato, la familia Corral había construido su suntuosa
capilla, afectando de tal manera la estructura de la vieja iglesia que ésta amena-
zaba con caerse. Martí y Monsó publicó parte del pleito que se suscitó al empe-
zar los Gasca la reconstrucción del templo en el Boletín de la Sociedad
Castellana de Excursiones de diciembre de 1907. El proyecto de reconstrucción
de los Gasca no contaba con respetar la capilla de los Corral, y les ofrecieron
derribarla y volver a levantarla en un sitio más trasero de la nueva iglesia. Los
Corral, lógicamente, se negaron, y la soberbia de los Gasca les llevó a ordenar
Zona del Prado de la Magdalena  65

Palacio de Vivero.

el comienzo de las obras de manera que la dichosa capilla se quedase apartada


del templo
«...de suerte que la dexaba fuera del cuerpo de la iglesia, en el campo sola
y hecha hermita.»
La justicia dio la razón a los Corral, y obligó a juntar las paredes del tem-
plo con la capilla. Este episodio deja más memoria de la altivez de los Gasca que
el escudo de la fachada.
Cuenta Pinheiro en su Fastiginia una curiosidad referente a un olmo que
crecía a la puerta de la iglesia, del que se tenía por cierta la siguiente historia:
Un clérigo estaba rezando con su breviario al lado del árbol, y al tomar un des-
canso apoyó el libro en un hueco del tronco, de donde resbaló cayendo a su
interior. No pudo el religioso alcanzarlo y allí quedó dentro del olmo. Pero
resultó que el clérigo no era tan piadoso como debiera, pues tiempo más tarde
fue excomulgado. Coincidiendo con la excomunión, se secó misteriosamente
nuestro árbol y así quedó la cosa. Tres años después, un gato se coló por el agu-
jero del olmo y sacó el devocionario totalmente podrido y oliendo muy mal, y
una vez libre de aquella ponzoña reverdeció el árbol en sólo tres días. Buen
pícaro sería el clérigo para ganarse la excomunión y resultar maldito hasta su
breviario.
En frente de la Magdalena está la Casa Museo de Colón. Las prisas por
ubicar el lugar de su muerte y una investigación poco profunda, dieron lugar
a esta errónea localización. Y no sólo le adjudicaron esta casa en la que nunca
estuvo ni de visita, sino que encima pusieron una lápida que reza “Aquí murió
66 
Rincones con fantasma

Colón”. El edificio actual es una réplica de la casa de Diego Colón, hijo del
almirante, que se encuentra en Santo Domingo.

Al otro lado del Prado: las Descalzas, Chancillería,


san Pedro y santa Clara
Al otro lado de la calle de Ramón y Cajal se alza el convento de las Des-
calzas Reales, cuyo patronato fue adquirido por Felipe III cuando la Corte se
trasladó a Valladolid. Lo integraban treinta y tres monjas, que sólo podían
ingresar por designación directa de los reyes. El complejo se mantiene prácti-
camente intacto.
En su fachada se encuentra una estatua de la Virgen, obra de juventud de
Gregorio Fernández, de las pocas que dejó en piedra. El retablo mayor de la
iglesia es casi todo de pintura, pues así era lo habitual en Madrid, y los reyes,
recién llegados de aquella ciudad, quizá gustaron de dotar el convento “a la
madrileña”1.
Justo enfrente se alza el palacio de Vivero, que debe su recio aspecto a su
pasado como casa fuerte. Perteneció a la familia Vivero cuyo jefe, Juan Pérez,
fue un notable levantisco que protagonizó varios alzamientos contra la corona.
Este noble fortificó su palacio aún más de lo que ya estaba a mediados del siglo
XV. Por entonces, doña Isabel y don Fernando vinieron a Valladolid alojándose
en él, donde secretamente se comprometieron en matrimonio celebrándose éste
días después en su “sala rica”. Enrique IV ya había hecho derribar años antes
todas sus fortificaciones y, por último, la Corona instaló en él la Chancillería a
principios del siglo XVI2.
Mal lo vieron estos reyes en aquellos turbulentos años y la historia nos
cuenta sus trabajos, idas y venidas por los rincones de España. En la antigüedad,
los monarcas tenían que guardarse mucho y hacerse respetar de los arrogantes
nobles, usando a veces procedimientos bastante persuasivos. Un ejemplo es el
método recogido por Antolínez, aplicado al alcaide del castillo de Alba de Tor-
mes y al de la tierra del duque. Estos dos señores fueron visitados por un
recaudador de las rentas reales y no agradándoles mucho la visita le molieron
a palos. El “Ministerio de Hacienda” de los reyes Católicos ejerció entonces un
procedimiento sancionador consistente en enviar un “inspector”
«…a que averiguase la causa, y lo ejecutó con tanta prudencia, disimulo,
industria y sagacidad que prendió al alcaide dentro de la fortaleza y como
tenía hecha la sumaria, al punto le ahorcó, y al alcaide mayor le trajo preso
1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco. a Valladolid y en la plaza pública le cortaron las manos…»
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
monumental de la provincia de Valladolid. Sí señor, todo prudencia, disimulo y finura.
Monumentos religiosos de la ciudad de No se dejaban acongojar los reyes y no les faltaba ánimo para enfrentarse
Valladolid, II. Pág. 133. con quien fuera. Sobre todo son conocidos los arrebatos de la reina Isabel, que
2 Jesús URREA. Arquitectura y llegó incluso a salir de repente sola y a caballo a buscar a quien le había afren-
nobleza. Pág. 133. tado, dejando atónitos a los soldados de su guardia que salieron tras ella como
Zona del Prado de la Magdalena

quien dice en pijama. Y es que les salían conspiradores y envidiosos por todos
lados, como el arzobispo de Toledo, don Alfonso Carrillo, que viendo cómo la
 67

reina favorecía al cardenal Mendoza pronunció aquella pataleta de


«…Yo la hice reina, pues yo la volveré a la rueca…»
Muchas historias sobre estos católicos reyes, y dos curiosas anécdotas reco-
gidas en el Cronicón del doctor de Toledo que sí incluimos:
«1479. Vino el Rey nuestro Señor de Aragón a Toledo sábado XXIII de otu-
bre año susodicho, y trujo un elefante vivo: muy grandes tiempos no era
visto en Castilla.»
Hasta ahí esto sería una mera curiosidad, pero resulta que dos años des-
pués, a la reina le trajeron a Aranda donde se encontraba
«un asno tan grande como una acémila, todo listado de blanco e negro, tal
que nunca fue visto otro tal en España.»
¡Una cebra y un elefante! ¿Pretenderían sus majestades montar un zoo?
Volviendo al tema, a continuación del palacio de Vivero se encuentra la
cárcel vieja que fue de la Chancillería, vetusta construcción que sirvió de cala-
bozo hasta principios del siglo XX.
Cerca se levanta la iglesia de san Pedro Apóstol, construida sobre una
pequeña ermita que se erigía en el antiguo camino de Palencia a mediados del
siglo XIII. El templo actual comenzó a edificarse en el año 1571, y fue la cons-
trucción para largo, pues en 1606 el maestro de obras Francisco Negrete toda-
vía estaba en negociaciones con el cura
«para acabarla de fenecer.»
Parte de la culpa la tuvo el Cabildo de la Catedral, que tenía el tutelaje de
la iglesia pero no lo atendía, razón por la que la parroquia recurrió judicial-
mente contra él. Se obtuvo sentencia favorable por la que se obligó a dicho
Cabildo a dar una cantidad anual, con la que por fin se concluyeron las obras.
En la iglesia se venera desde antiguo al Cristo de la Espiga, imagen gótica de
gran devoción popular a la que se acudía en rogativa para que paliase los efec-
tos de las sequías.3
Otra obra artística de esta iglesia con cierta anécdota es el paso de la
Sagrada Cena, propiedad de la cofradía del mismo nombre que tiene aquí su
sede.
En 1942, en vista del buen momento económico, se promovió un concurso
a nivel nacional para la adjudicación de la hechura de su paso titular, que fue
fallado a favor del escultor Juan Guraya. El grupo escultórico terminó siendo
enorme, y la anécdota surgió entonces con el problema de dónde guardarlo,
pues la primera estructura que tuvo pesaba 5.100 kilos y su frontal medía casi
cuatro metros. Se echó mano del Ayuntamiento que cedió las instalaciones del
3 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
Servicio de Limpieza, y allí fue a parar el paso justo al lado del “Tío Tragalda- URREA. Catálogo monumental de la provin-
bas”, la popular carroza que sale en la feria de septiembre. Esta compañía tan cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
poco respetuosa le duró poco, pues se consiguió permiso para meterlo durante la ciudad de Valladolid, I. Pág. 164.
68 
Rincones con fantasma

Panteón de los vallisoletanos ilustres, un tiempo en san Pablo. Hoy se guarda en la iglesia, pues aunque apenas cabe
en nuestro cementerio del Carmen.
por la puerta, fue aligerado hasta pesar “sólo” 4.500 kilos y dotado de un meca-
Está situado en uno de los más
impresionantes y románticos paseos nismo que permite bajarlo en altura y ensancharlo.
de nuestra ciudad, pero lógicamente poco Frente a san Pedro está la Casa del Estudiante de la Universidad de Vallado-
frecuentado dado lo triste del paraje. lid, que ocupa el edificio dedicado anteriormente a Casa de Beneficencia. El deta-
lle curioso es que el bajo el césped de su ameno patio se encuentra la “Maqbara”
o cementerio musulmán de Valladolid, que contiene los restos de al menos 58 per-
sonas allí enterradas entre los siglos XIII y XIV. De la palabra Maqbara procede el
término “Macabro”.
Hablando de cementerios, también el de Valladolid tiene relación con el
Prado de la Magdalena, según leemos en el diario de Hilarión Sancho donde
relata las penurias de una epidemia de cólera que asoló España:
«Año de 1833… “En 1º de Junio, a causa de las graves enfermedades y de
la mucha mortandad, de orden del Gobierno, se prohibió enterrar en las
iglesias, y ya desde el 14 de Mayo se comenzó a enterrar en el cementerio
del Hospital de Esgueva, fuera del portillo del Prado de la Magdalena.. El
1º de Setiembre se principió a enterrar los cadáveres en el cementerio nuevo
Zona del Prado de la Magdalena

que aún se está construyendo en la parte de cercas o tapias de la huerta del


convento de Carmelitas Descalzos. Se puso la primera piedra para hacer
 69

portada en el cementerio general, pero sus cercas son de tapia. Esta portada
es la misma que tenía la iglesia del convento de San Gabriel, y para trasla-
darla fue apeada y numerada con mucho cuidado. Es de mucho mérito y
gusto».
Hacia la esquina izquierda de san Pedro, entre parte de lo que hoy ocupa
la calle Madre de Dios y buena parte del colegio Macías Picavea, estuvo la sede
de la Santa Inquisición.
La Inquisición se mantuvo operativa desde los tiempos de los Reyes Cató-
licos hasta principios del siglo XIX. Entre los “huéspedes” más famosos de este
piadoso “hotel”, encontramos al pobre fraile Bartolomé Carranza y a fray Luis
de León. El primero fue un humilde sabio dominico cuya fama de virtuoso hizo
que el rey le colocase como arzobispo de Toledo; y a pesar de que el hombre no
quería, ciertos envidiosos le denunciaron a la Inquisición. Siete años estuvo el
pobre así hasta que fue reclamado por el Papa. Fray Luis de León, se pasó cinco
años encerrado hasta que se resolvió su inocencia. Lo curioso de estos procesos
es que sus actas originales fueron halladas en el siglo XIX
«...en el cofre de un presidiario que falleció en el Canal de Castilla»
según el diario de Juan Ortega y Rubio. La calle del Portillo del Prado se
llamó antiguamente de la Penitencia, por la cercanía de la Inquisición.
Detrás de san Pedro se levantaba el convento de la Madre de Dios, de
monjas dominicas. También desaparecido, sólo queda de él el nombre de la
calle. No existe testimonio gráfico suficiente para intentar su reconstrucción.
No muy lejos de san Pedro se encuentra el convento de santa Clara, de los
más antiguos de la ciudad. En el coro de su iglesia mandó hacer don Alonso de

Capilla de don Alonso de Castilla.


Dentro se haya el sepulcro de este noble,
aunque falta su busto funerario. Dado
lo tétrico del asunto, si Tirso de Molina
hubiera escrito sobre don Alonso,
probablemente aseguraría que la estatua
se había ido andando.
70 
Rincones con fantasma

Castilla una capilla para su enterramiento. Este caballero, que al parecer era
hijo bastardo de don Pedro de Castilla, falleció y pasó a ocupar su tumba. No
tendría nada de especial esta historia si no fuera por los acontecimientos que
más tarde sucedieron, dignos de una tétrica novela romántica, pues si alguna
persona o familiar suyo que pasara cerca del sepulcro fuese a morir, don Alonso
se revolvía en su ataúd y con horripilantes sonidos le avisaba de su inminente
final.
Zona de
la Catedral

Zona de
la Catedral
El Valladolid del conde Ansúrez pervive en esta zona.
Aquí instaló y fundó su colegiata dando un aire de nobleza
 73

al paraje, en el que con el paso del tiempo confluirían


instituciones como la Universidad, la Catedral,
Santa Cruz… En la zona se nota el paso
de los siglos porque, desde su nacimiento,
casi todos han dejado algún vestigio
artístico en ella.

Catedral
Si el que lee esto es forastero y se encuentra ante la Catedral, sepa que su
aspecto no es fruto de ningún bombardeo. Juan de Herrera, padre del Escorial,
diseñó nuestro principal templo con la idea de hacer uno de los más grandes de la
Cristiandad, pero la cosa se torció y no ha llegado a construirse ni la tercera parte.
Hubo un primer proyecto que se desestimó a favor del limpio estilo de
Herrera. Antolínez de Burgos nos dejó noticia de ello:
«…cuyo principio fue siendo su trazador Rodrigo Gil… artífice el más ele-
gante de aquella edad en tiempo del Emperador Carlos V. Púsose la pri-
mera piedra en 13 de junio… de 1527. Su labor comenzó tan relevante y
en tanto extremo costosa, que parece que jamás pudiera concluirse. Yo
alcancé parte de ella levantada mas de seis estados y así se deshizo de la (en
la) que vemos. Dio la traza Juan de Herrera… Cuando se comenzó esta
última fábrica, abriendo un cimiento… salió un gran golpe de agua que la
ciudad aprovechó labrando una fuente…»

Estos caños fueron utilizados mucho tiempo por la gente y, hoy día, por
los cimientos de la catedral corre gran cantidad de agua cristalina en una cana-
lización de esmerada construcción que no está a la vista. Continúa Antolínez
detallando los hallazgos ocurridos al perforar más cimientos:
«…se descubrió un pedazo de aposento labrado a lo mosaico con azulejos
de diferentes colores y del tamaño de habas muy pequeñas…»

No es la única crónica que habla de restos romanos en la zona.


74 Rincones con fantasma

Víctima de haber sido un sueño grandioso en una ciudad luego en deca-


dencia, la Catedral ha servido durante la historia de blanco de chapuzas,
remiendos provisionales y pegotes churriguerescos. Uno de los últimos atenta-
dos se cometió en 1922, año en que se valieron de lo que se había construido
en el crucero, como cantera para levantar una sosa y absurda tribuna para el
órgano1. Esta chapuza trajo otras consecuencias, pues la obra formaba parte de
una supuesta actuación para despejar el presbiterio y la nave central, que signi-
ficó desmontar la rejería del coro. No tardaron los husmeadores yanquis en
encontrar el rastro de la reja caída, y por una jugosa ración de dólares se la lle-
varon junto con un buen lote de antigüedades y el retrato del cardenal Quiroga
del Greco. No estuvo nunca el Cabildo muy boyante de dinero, y no era la pri-
mera vez que vendía algunas piezas artísticas para sanear sus cuentas. Un indig-
nado Elías Tormo escribió en el Boletín de la Sociedad Castellana de
Excursiones de noviembre de 1906:
«Como ya todo esto lo sabíamos a la callada y del cabildo de Valladolid
hemos sabido después, sin la menor sombra de duda, que el S. Jerónimo del
Greco que tenía ( y yo examiné todavía hace pocos años) lo ha vendido y
para ahora en Norte América…»

Pues sí, según esto, dos “grecos” nada menos se fueron con los america-
nos, y si alguien quiere ver la reja junto a la que rezaron nuestros ancestros,
tiene que irse al Metropolitan de Nueva York.
Hasta la torre que tuvo en sus principios se perdió a mediados del siglo
XIX, y fue una lástima pues era la que conservaba la traza de Herrera, no como
la que tiene hoy, moderno mazacote ideado en 1880.
La “Buena Moza”, como era conocida esta torre que se encontraba a la
izquierda de la fachada según se la mira (la actual está a la derecha) probable-
mente quedó herida de “muerte” a raíz del terremoto que destruyó Lisboa en
1755 y que se dejó sentir en todo el oeste de la Península. Quizá durante el
seísmo su estructura sufrió graves daños que décadas más tarde darían con ella
en el suelo. En aquellos terribles momentos se encontraba en el templo nuestro
conocido Ventura Pérez, quien dejó escrito que al estremecerse la Catedral
Así luciría la Buena Moza, si se hubiera «...todos los canónigos echaron a correr y dejaron la iglesia sola...»
conservado. He usado para recrearla varios
dibujos y planos de la época.
en mitad de la Misa. Sólo quedaron en el recinto el obispo, Ventura Pérez
En la reconstrucción he hecho figurar en
piedra más blanca los arreglos que se hicieron y un señor que debía de ser sordo. Un modelo de valentía la de los canónigos.
probablemente en su esquina delantera A partir de entonces se detectaron importantes fallos de cimentación,
derecha que, a juzgar por los dibujos que fueron motivo de tres reparaciones de envergadura. Tras sufrir otros
que existen de su ruina, parece ser
por donde falló la estructura.
terremotos y ayudada por una fuerte tormenta de viento y granizo, se des-
plomó la Buena Moza el 31 de mayo de 1841. Al campanero y su mujer, que
vivían en ella, el derrumbamiento les afectó de diferentes maneras: él logró
1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
URREA. Catálogo monumental de la provincia
salvarse metiéndose en el hueco de una ventana en un muro que resistió,
de Valladolid. Monumentos religiosos de la pero su esposa se fue con los escombros y cayó hasta el fondo, quedando
ciudad de Valladolid, I. Pág. 12. sepultada bajo toneladas de cascotes en la capilla de san Juan. Le dieron por
muerta hasta que alguien oyó su voz, y después de 20 fatigosas horas de tra-
bajo la sacaron
Zona de la Catedral  75

«enteramente desnuda, pálida y desmayada, pero con sólo ligerísimas lesio-


nes en los brazos.»

El Ayuntamiento, aconsejado por los arquitectos, había tomado la decisión


de abandonar el rescate de la campanera, ya que se hacía de noche y no sería
difícil ver signos de otro posible derrumbe. La Catedral se cerró y se dio orden
de dejar los trabajos hasta el amanecer para proteger las vidas de los obreros,
acordonándose la zona. Cuando al día siguiente rescataron a la pobre mujer, se
publicaron los cinco nombres de los que consiguieron desenterrarla, resultando
ser “confinados del correccional”.
No es que obligaran a los pobres presos a estos peligrosos menesteres, sino
que ellos mismos se habían ofrecido:
«Era preciso derribar lo que había quedado de la torre y cuando se estaba
en los informes y proyectos para ello, un confinado llamado Francisco Gon-
zález propuso al gobierno derribar cúpula y octógono, con tal de que se le
rebajase el resto de su condena. La proposición fue admitida…»

La torre en su caída destrozó un antiguo rollo conocido como “León de la Estado actual de la torre
de la Catedral.
Catedral” que procedía de la plaza de santa María, donde estaba ya en 1158. De
allí fue trasladado al atrio de la Catedral cuando éste terminó de construirse. El
rollo, como otros tantos, sirvió en lo antiguo de picota para las malas mujeres y
de popular tribuna desde donde se daban los pregones de almonedas y senten-
cias. Pero mayor interés tiene el dato que dejó Antolínez de Burgos, el cual dice
que representaba un león atacando a un rey moro, y una cartela donde se podía
leer “Ulit opiddi conditor”, o sea Ulit fundador de este lugar. Según Antolínez,
fue hecho para conmemorar la victoria de los cristianos sobre el moro Olid,
afirmación que no tiene base histórica, pero que los que creen que el nombre
de Valladolid procede de “valle de Olid” han defendido.
Muchas son las obras de arte que se pueden contemplar en el Museo Dio-
cesano y no es labor de este libro enumerarlas, pero sí citar las que tengan algo
de leyenda. El Cristo de la Cepa, procedente del monasterio de san Benito, es
una curiosa pieza que aquí se exhibe. Es un crucifijo fruto del capricho de la
naturaleza y de su manipulación por un hábil jardinero. La cruz y el cuerpo de
Jesús están formados detalladamente por el tronco de una cepa e incluso el
pelo está compuesto por raíces. Su historia fue recogida por Antolínez, quien
explica que un judío estaba inmerso en pensamientos religiosos mientras
podaba unas viñas, y entonces se le apareció este Cristo
«… y fue Dios servido de que con esta maravilla saliese de su error y se con-
virtiese.»
La torre cayó hacia ese lado, quedando
No faltan nunca leyendas de este tipo. íntegra su parte trasera con gran peligro
para los que tuvieron que derribarla.
En el interior de la Catedral, aparte del retablo de la Antigua, obra de Juni, (Grabado publicado en el Semanario
(que luciría mucho más en la Antigua) es de citar la tumba del Conde Ansúrez Pintoresco Español de 1841).
76 
Rincones con fantasma

Así se vería el retablo de la Antigua


en su localización original, si no
hubiese sido trasladado a la Catedral
(foto superior).

a la entrada del Museo Diocesano. No es que tenga gran interés artístico, pero
siempre puede haber alguna polémica sobre si el Conde está o no enterrado allí.
En el año 1956 se abrió el interior del sepulcro con la asistencia de la prensa
local encontrándose una caja que contenía unos huesos y un documento
fechado en 1674 en el que se aseguraba que son los restos del Conde traslada-
dos ese año desde la antigua colegiata.
En la confluencia de las calles Regalado y Cánovas del Castillo se forma
como una placita donde estuvo el Hospital de los Inocentes o “Casa de Ora-
tes”, manicomio de otros tiempos. Fue gestionado por el Cabildo de la Catedral
y no tiene ninguna historia especial por la que destaque, salvo que en la tre-
menda inundación de 1636 el agua derribó el edificio, pero el Cabildo lo volvió
a levantar mejorado.
Junto a la Catedral corría el Esgueva, entrando por el puente de las Carni-
cerías bajo los bloques de casas que formaban la acera derecha de la calle de los
Tintes, donde quizá también pudo estar un tiempo “la velería”, aunque algunos
Zona de la Catedral  77

autores la sitúan en el puente de Magaña, el siguiente aguas arriba. Las Carni- La Casa de Orates si se hubiera conservado.
Su aspecto tras la reconstrucción por la
cerías tuvieron aquí, sobre este puente, su primer edificio desde mediados del inundación de 1636, que se lo llevó por
siglo XV. El estudio de Agapito y Revilla sobre él, recopilado en el libro “Arqui- delante, corresponde al dibujo realizado por
tectura y urbanismo del antiguo Valladolid”, nos da un detallado esquema de Ventura Pérez. En el plano de Ventura Seco
todavía se le puede ver, en 1738, dando
su historia, al que hay que añadir muchas precisiones aportadas por la obra de nombre a la calle.
M.ª Dolores Merino Beato “Urbanismo y arquitectura de Valladolid”.
Las primeras Carnicerías fueron destruidas por un incendio en agosto de
1587, e inmediatamente el Concejo de la ciudad trató de hacer un nuevo edi-
ficio para tan importante servicio, que es el que hemos reconstruido. Larga fue
la obra, pues por falta de recursos hasta 1602 no fue terminada del todo. El
proyecto original fue, según Agapito y Revilla, obra de Diego de Praves con
participación de Pedro de Mazuecos. No queda de él más que el grabado de
Ventura Pérez con el que hemos elaborado su reconstrucción, y algunas refe-
rencias históricas que alaban su fuerte construcción. El edificio fue derribado
a mediados del siglo XIX.
78 Rincones con fantasma

Dibujo de las Carnicerías,


por Ventura Pérez.
Reconstrucción de las Carnicerías con su puente y lavadero. Ventura Pérez dejó
un comentario al pie del dibujo que ha servido para la reconstrucción: “..en las
paredes por fuera unas ventanas tienen sus berjas de madera y otras la quedaron
demostrada y tapeadas de ladrillo a correspondencia y las de las berjas ahora las
an cerrado de ladrillo asta la metad”.
Agapito y Revilla en sus “Calles de Valladolid” nos da una descripción del
sitio: “… en 1788 con motivo de la inundación del Esgueva, se escribía de él:
En la misma línea (del puente de Magaña al de Carnicerías) se encuentra un
abundante y espacioso lavadero para cuyo resguardo se construyó una gran
manguarda de cantería, que debería servir al mismo tiempo para resistir el
batiente y llena de aguas…”

Sección del plano de Ventura Seco


correspondiente a las Carnicerías, con una
pequeña construcción en el margen izquierdo
Hemos visto que el Esgueva discurría bajo las casas, paralelo a la calle de
del río, que puede identificarse como el los Tintes, donde este gremio se serviría de sus aguas, y pasaba a la plaza de
lavadero descrito muchas veces como Cantarranas. Allí se remansaba formando el hábitat ideal para cientos de rani-
“caños de la Catedral”. tas que celebraban su bienestar con bellas serenatas que bautizaron la plaza.
En su aspecto histórico, la plaza es de tal importancia que de no ser por
ella Valladolid no sería como es hoy. En efecto, en sus cercanías, en alguna de
las casas que salían a Platerías fue donde se originó el famoso incendio que en
septiembre de 1561 arrasó la ciudad. Tomemos la crónica que de este suceso
dejó Canesi en su “Historia de Valladolid”, por ser de las más ricas en datos:
«…domingo 21 de septiembre, día del evangelista S. Mateo, sucedió un
grandísimo incendio, en el que pereció la mayor y mejor parte de Vallado-
Zona de la Catedral 79

Las casas que hoy se alzan aproximadamente


en el solar de las Carnicerías. No deja de
ser curioso que el diseño de las dovelas
del arco de su portal sea como el
que tuvieron de las Carnicerías.

lid. Fue de este modo: El fuego comenzó a prender 4 horas antes que ama-
neciese por las casas de Juan de Granada, platero”… En breve tiempo que
aun no fueron 6 horas abrasó todo lo que llaman la Costanilla, que hoy es
la Platería y el Ochavo, corriendo un aire cierzo muy fuerte, que ayudó al
mayor estrago …de este modo caminaba el riguroso inextinguible ele-
mento por 5 partes …De todas las aldeas circunvecinas acudió mucha gente
con muchos instrumentos para atajar tanta calamidad. Retiraron a los tem-
plos más distantes todas las haciendas. Los plateros echaron el oro, plata,
diamantes, joyas y otras alhajas de gran valor, en sus pozos …Los religio-
sos de San Francisco sacaron el oro, plata y ornamentos que tenían y lo con-
dujeron a sus conventos de religiosas...»
Continúa la crónica lamentando las ingentes pérdidas materiales, y con-
gratulándose de que con tal desgracia sólo murieran tres personas. Tras lograr
sofocar las llamas la justicia buscó un culpable y, como tantas veces suele suce-
der, le colgaron el muerto a los forasteros, llegando a apresar a algunos:
«…Llegando en aquella coyuntura de Flandes un español, natural de Alma-
gro, criado del conde de Feria, con unos despachos para su amo, le echaron la
mano y cargaron tantos muchachos sobre él y le apedrearon con tanta cruel-
dad que fue milagro no le quitasen la vida y al aguacil que le llevaba preso.»

Pero pronto se supo la verdad, y fue que:


«…unos mozos traviesos juntaron muchas astillas de la obra e hicieron una
grande hoguera para defenderse del aire cierzo, que corría fuertemente frío,
y que esparciendo la lumbre con vehemencia creció la llama.»
80 
Rincones con fantasma

El incendio nos dejó dos cosas. La más relevante fue el acuerdo que tomó
el Ayuntamiento para celebrar una procesión en conmemoración de la catás-
trofe cada aniversario. No significa esto que como aquel día fue el de san Mateo,
quedase como la festividad que hasta hace algunos años se celebraba en nues-
tras Ferias. La otra herencia que nos dejó el desastre es anecdótica: según
Canesi, la posada del Caballo de Troya fue bautizada así en recuerdo del incen-
dio de aquella ciudad griega, hermanándola así con nuestra pobre y chamus-
cada Pucela.

Santa Cruz
El colegio de Santa Cruz, en cuya capilla se encuentra el impresionante
Cristo de la Luz, es uno de los edificios más bellos de Valladolid. Fue fundado
por Pedro González de Mendoza, cardenal de Santa Cruz y abad de Valladolid
desde 14832. Una inscripción en la entrada da la fecha de 1491 como la de su
construcción. Corresponde su estilo con el de la escalera del patio de san Gre-
gorio, por ser una mezcla del entonces agonizante gótico y del nuevo arte rena-
centista. Al igual que ocurre con la cofradía de la Vera Cruz, fundada por esas
fechas, el Colegio tuvo especial dedicación a santa Elena, madre del emperador
Constantino, la cual realizó el hallazgo o “Invención” de la Cruz. El edificio fue
levantado para colegio mayor, institución creada para que los estudiantes sin
medios pero con aptitudes pudieran acceder a los estudios superiores gracias a
la generosidad del fundador. Hoy día aloja los departamentos rectorales de la
Universidad.

Placa de
la Fundación
del Colegio
de Santa Cruz.

Curiosidades sobre este edificio no hay muchas, salvo que el Cardenal no


dudó en hacerlo reformar ya comenzado pues no le gustó el proyecto original.
El Colegio fue la primera sede del Museo Nacional de Escultura, por lo que al
vecino colegio de Jesús y María se le quedó la coletilla de “Carmelitas del
2 J. JOSÉ MARTÍN GONZÁLEZ. Catá-
Museo” hasta nuestros días.
logo monumental de la provincia de Valla-
dolid. Monumentos civiles de la ciudad de En la Plaza se encuentra también el colegio de san José, institución valli-
Valladolid. Pág. 23. soletana de rancio abolengo. A su lado se alzaba el desaparecido palacio del
Zona de la Catedral  81

Reconstrucción aproximada del aspecto


original de la fachada de Santa Cruz (arriba)
alterada a mediados del siglo XVIII por
el arquitecto Ventura Rodríguez, quien
le añadió muchos elementos neoclásicos.
La construcción se basa en el cuadro del
cardenal Mendoza que se conserva en el
palacio de Fabio Nelli, y de los “parches”
que dejaron en la fachada
las anteriores ventanas.
Se podrían enumerar todos los elementos
alterados, pero retamos al lector a que juegue
a “las diferencias” con las dos fotos.

Duque de Lerma, cuyos escudos de piedra se conservan en el recién creado


Museo de la Universidad. Junto al Palacio y en terrenos del Colegio estuvo el
convento de religiosas de Belén, cuya iglesia tenía su retablo dedicado a los San-
tos Reyes Magos. Según Agapito y Revilla, ésta fue la causa más que probable Localización del convento de Belén,
con el número 51 en el plano
de que la calle lateral del colegio se llame “de los Reyes”. de Ventura Seco.
82 Rincones con fantasma

Así sería la portadita de la Universidad de


la calle Librería, siguiendo el dibujo de Ventura
Pérez, y así luciría si no la hubieran cortado por
la mitad en la primera remodelación
(foto antigua publicada en
el Boletín de la Sociedad Castellana de
Excursiones de junio de 1910) y no la hubieran
destruido en la segunda. Se han reformado
las proporciones del dibujo, tomando
como referencia por dónde fue cortada
para construir un segundo piso.
Las columnas de piedra que delimitaban
su jurisdicción han sido sustituidas por
las que hoy se encuentran en la plaza de
Santa Cruz del lado más exterior, pues
curiosamente también son cuatro y de piedra
caliza, totalmente diferentes a las que rodean
el palacio, que además de tener
otra forma son de granito.

Universidad
La Universidad de Valladolid se fundó en la antigua plaza de santa María,
que fue “del mercado” a comienzos del siglo XII; también estuvieron en ella en
su tiempo el Concejo o Ayuntamiento y la Inquisición. Se hizo una radical
3 J. José MARTÍN GONZÁLEZ. Catálogo
monumental de la provincia de Valladolid.
reforma del antiguo edificio a principios del siglo XX, del que no quedó más que
Monumentos civiles de la ciudad de Vallado- la fachada, cambiándose entonces el nombre de “plaza de santa María” por
lid. Pág. 114. “plaza de la Universidad”3.
Zona de la Catedral  83

Leones de la Universidad.

Antes de su desafortunado derribo, denostado entonces hasta la saciedad


por las fuerzas intelectuales de la ciudad, el edificio conservaba aún varias par-
tes de su primitiva estructura gótica que gracias a antiguas fotografías y dibujos
hemos podido reconstruir aproximadamente. Lástima que se perdieran esta
portada de la calle Librería, la capilla universitaria, la cercana “casa de las Vene- También a Librería salía el ábside de
ras” y la “del Cordón”4, pues junto al colegio de Santa Cruz, al ser obras de la capilla universitaria decorado con el escudo
entre finales del gótico y principios del Renacimiento, conservaría la zona un de los Reyes Católicos, como vemos en
la antigua foto. En el fragmento del plano de
cierto parecido con su equivalente de Salamanca. Ventura Seco se aprecia numerada con el 103
Tuvo nuestra universidad, como la de Salamanca, gran poder y mucha la “cárcel de Escuela”, coincidiendo con el
autonomía en el ámbito de la ciudad. Sorprende leer en el “Diario de Vallado- claustro antiguo del siglo XVI, y cuya entrada
lid” de Ventura Pérez cómo su rector puso “a la sombra” al mismísimo corre- sería por lo tanto la portadita de la ilustración
anterior, quizá desde la construcción de
gidor, a consecuencia de un lance ocurrido en 1710: sucedió que un sargento la fachada principal en 1715, pues el plano
chulesco que iba al mando de una patrulla, pasó al lado de cierto estudiante que es de pocos años después (1738).
no se dio cuenta de quitarse el sombrero al paso de las justicias como era cos-
tumbre. El sargento, en vez de llamar la atención al joven verbalmente, agarró
una alabarda y le quitó el sombrero de un porrazo abriéndole la cabeza. El
mozo, más herido en el amor propio que en la frente, se fue a por un pistolón 4 La llamada “Casa de las Veneras”
y hallando al sargento le pegó un tiro al momento. tuvo ese nombre por las conchas de piedra
que decoraban su fachada. Perteneció a la
Dándose cuenta del alcance de su fechoría, el estudiante huyó a sagrado, familia Carrillo y Bernalt. Estaba situada
metiéndose en la iglesia de Santiago. Se enteró el corregidor de los hechos y, ni en la plaza de Santa Cruz, y se encuentra
corto ni perezoso, mandó descerrajar la puerta de la iglesia y capturó al homi- perfectamente descrita en el libro Arqui-
cida, llevándole preso. Se enteró a su vez el rector que, quien, quizá ofendido tectura y nobleza de Jesús URREA (Pág.
por la chulería del difunto sargento y la del corregidor por atreverse a violar un 194). Lamentablemente, no existe ningún
testimonio gráfico que permita recrearla.
espacio sagrado, puso el grito en el cielo y ocasionó grandes disputas entre los De la “casa del Cordón” se ofrece al lector
poderes de la ciudad. Como el corregidor difamó e hizo caso omiso de la auto- reconstrucción en el capítulo de este libro
ridad del rector, éste lo mandó prender y dedicado a la zona del Santuario.
84 
Rincones con fantasma

¡Vamos de excursión! Lib. prd. “Valladolid, «…le llevaron a la cárcel de escuela, (ver ilustración) y el corregidor llevó
vivencias y fotografías”. Pág. 60. penitencia pública por la censura, y por el atentado de haber descerrajado
la iglesia; el rector le castigó con destierro a un presidio…»

La fachada de la Universidad data de 1715. Es de estilo barroco y está


decorada con esculturas de los hermanos Narciso y Diego Tomé 5. Tienen una
tradición los leones de piedra que marcaban su jurisdicción, y es que los estu-
diantes “evitan contarlos”, pues dicen que si los cuentan suspenden lo que estén
estudiando. Como testimonio de la antigüedad de la zona han quedado varias
crónicas y, precisamente de cuando se levantó la fachada, describió Ventura
5 J. José MARTÍN GONZÁLEZ. Catálogo Pérez las obras que se hicieron:
monumental de la provincia de Valladolid.
Monumentos civiles de la ciudad de Vallado- «…Para sacar cascajo, arena y lo demás que fuese necesario, abrieron unos
lid. Pág. 118. hoyos grandes en la plazuela de Santa María, en donde se encontraron
muchos sepulcros antiguos de romanos, hechos unos cajones con cuatro pie-
dras y dos testeros…»
Zona de la Catedral  85

En la capilla del edificio demolido, se cuenta que existió un sillón frailero


que estaba sujeto a la pared con unas argollas de hierro, y en posición invertida
para que no se sentase nadie. Era conocido como “el sillón del diablo”, y se
decía que perteneció a un médico de la calle Esgueva que fue ajusticiado por
orden del tribunal universitario, a causa de un crimen cometido en unas prác-
ticas satánicas. Durante los interrogatorios, el asesino contó que el sillón se lo
dio un brujo navarro y que si se sentaba un médico en él, le concedía ciertos
dones, pero que si la persona que lo utilizara no era médico, moriría a la tercera
vez que lo hiciese. También dijo que quien lo destruyese también moriría.
El caso es que dos bedeles usaron el sillón, pues éste fue requisado por la
Universidad, y ambos murieron al tercer día de sentarse en él. Fue entonces
cuando se decidió llevarlo a lugar sagrado y colocarlo en esa posición tan insó- Sillón del Diablo, expuesto en el Museo
lita. Este sillón se conserva hoy día en el Museo de Valladolid. Hay noticia de de Valladolid. (Palacio de Fabio Nelli).
otra curiosa muerte relacionada con la Universidad, publicada en el Diario Pin-
ciano en mayo de 1787. Dice:
«…murió el mismo día 14 Don Joseph de Ilisatigui, Br. (bachiller) y profe-
sor de esta Universidad a los 23 años de edad, atribuyéndose su temprana
muerte al excesivo estudio, que hizo para obtener a Claustro pleno el
Grado de Br. En Leyes, que logró némine discrepante.»
¡Excesos de la Aplicación!…

La colegiata
La iglesia de santa María de la Antigua6 tuvo como principal patrono al
conde don Pedro Ansúrez, que la usó como capilla de su cercano palacio. El
conde Ansúrez fue un importante noble que vivió aproximadamente entre el
año 1040 y el 1118, durante los primeros intentos de unión entre Castilla y
León. Tuvo especial lealtad a su rey Alfonso VI y fue “fiador de arras” en la
boda del Cid y doña Jimena. Hombre culto, hábil diplomático y político pode-
roso, ostentó los condados de Saldaña, Carrión, Liébana, Simancas y es citado Estatua del Conde Ansúrez.
como señor de Madrid. Sobre 1080, fue encargado por el rey para la organiza-
ción de estos territorios con plenos poderes, instalándose en Valladolid.
Una de las primeras tareas que acometió el conde fue dotar a la villa de una
colegiata7, los restos de cuyo edificio acabarían formando parte de la actual 6 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
URREA. Catálogo monumental de la provin-
catedral (con el devenir de los años). Fue fundada en 1095 bajo la advocación
cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
de santa María, y entre sus características destaca la torre-pórtico de estilo la ciudad de Valladolid. Pág. 170.
franco catalán de la que estaba dotada. Esta relación con el románico catalán
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
hace pensar en el hecho de que una de las hijas del conde Ansúrez estuvo URREA. Catálogo monumental de la provin-
casada con Armengol V, conde de Urgel; al morir éste, nuestro conde viajó a cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
Cataluña para hacerse cargo de la regencia del condado hasta que su nieto tuvo la ciudad de Valladolid. Pág. 8.
86 Rincones con fantasma

Restos de la torre
de la colegiata de
santa María.
edad suficiente. Quién sabe si no traería de los verdes valles pirenaicos el diseño
o los artífices para la construcción de esta torre de la colegiata de santa María,
Zona de la Catedral 87

inspirada en los campanarios románicos que existen en aquella tierra.


La Antigua es llamada así quizá por haber sido la sede temporal del
Cabildo en lo que se tardó en construir la colegiata; teniendo las dos la misma
advocación de santa María, se le habría colocado tal apodo para diferenciarla
de la nueva. La Antigua es uno de los símbolos de la ciudad, sobre todo por su
famosa torre erigida en el siglo XIII en pleno gótico, siendo por ello una cons-
trucción tardía, pues es románica y también franco-catalana. Conserva este
estilo porque está inspirada en la de la colegiata, de la que por cierto aún se con-
serva un piso de los dos que probablemente tuvo y que hoy se puede contem-
plar sin tapujos gracias a la última restauración.
También fue conocida esta iglesia por su cementerio que tenía fama de
disolver un cuerpo enterrado en solo un día, pues se creía que su tierra proce-
día de extrañas regiones. Esta tradición fue recogida por Quevedo en su genial
“Historia de la vida del Buscón”, que en el capítulo segundo del libro segundo
dice:
«Dios es mi padre, que no come un cuerpo más presto el montón de la Anti-
gua de Valladolid -que le deshace en veinticuatro horas-, que yo despaché
el ordinario…»
Antolínez nos dejó escrita otra tradición, y es que el yerno del conde Ansú-
rez, Armengol, conde de Urgel, arrancó las aldabas de las puertas de la ciudad
de Córdoba, bajo poder musulmán, y las mandó poner en las de la Antigua.
A partir del año 1900 se iniciaron profundas reformas del templo con las
que se fue suprimiendo gran cantidad de añadidos arquitectónicos. Las obras se
complicaron con el tiempo, terminándose por deshacer prácticamente todo el
edificio piedra a piedra. En 1925 el pueblo tuvo noticia de un hallazgo que se
había producido años atrás al desmontar un muro de la iglesia; se trataba de la
momia de una joven rubia perfectamente conservada. Esta novedad caló pro-
fundamente en el espíritu romántico de la gente, que organizó grandes colas para
poder verla.
La cofradía de la Preciosa Sangre estuvo sin sede propia hasta que, apro-
vechando el fin de las obras de restauración global de la Antigua, solicitó tener
su oratorio en una capilla de la misma. Estas obras duraron hasta 1951, y en
febrero de aquel año la Hermandad tomó posesión de la antigua capilla de los
Tovar, que tenía la advocación de santa Ana, cuyo retablo se encuentra en el
Museo Diocesano.

Las Angustias
8 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y JESÚS
La iglesia de las Angustias fue edificada para la penitencial del mismo
URREA. Catálogo monumental de la provin-
nombre, que tuvo su primer oratorio, luego hospital de la Quinta Angustia, en cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
la entonces calle de santa Clara, hoy Torrecilla8. la ciudad de Valladolid. Pág. 227.
88 Rincones con fantasma

Gracias al dibujo conservado en la Biblioteca


Nacional obra de Valentín Cardereda (1836)
recopilado por Jesús Urrea en su obra
“Arquitectura y Nobleza”, hemos podido
reconstruir aproximadamente parte
de la fachada del palacio del Almirante, y
ubicarle donde hoy se vería si se hubiese
conservado. En este grabado se cita que
“siguen 3 ventanas a la izquierda” antes de
la torre que hacía esquina, que con las otras
cuatro hacia la derecha de la portada que se
aprecian en el fragmento del plano de
Ventura Seco (arriba), nos dan idea de
las grandes proporciones del edificio.

En 1604 se levantó este templo en el lugar entonces conocido como Pla-


zuela Vieja, nacimiento de la Corredera de san Pablo, heredando actualmente
los dos parajes el único nombre de calle de las Angustias. En la Plazuela Vieja
tuvo su casa fuerte, coronada por dos torreones, la familia Enríquez9 , cuyo jefe
ostentaba el título de Almirante de Castilla. Esta casona estuvo en pie hasta
9 JESÚS URREA. Arquitectura y mediados del siglo XIX y sobre su solar se construyó el Teatro Calderón de la
nobleza. Pág. 247. Barca en 1864, romántico edificio situado enfrente de la iglesia. En la fachada
tuvo una lápida que recordaba el apoyo del Almirante al emperador Carlos V
durante el levantamiento de los Comuneros:
Zona de la Catedral  89

Viva el rey con gran victoria


esta casa y tal vecino
quede en ella por memoria
la fama, renombre y gloria
que por él a España vino.
La calle de las Angustias tiene forma curvada pues seguía el trazado de la
primitiva muralla de Valladolid, de la que se conserva algún vestigio.
La iglesia de las Angustias fue puesta bajo la advocación de la Anunciación.
La construcción fue costeada por el matrimonio formado por Luisa de Rivera y
Martín Sánchez de Aranzamendi, rico comerciante devotísimo de la Virgen de las
Angustias. Existió una ingenua leyenda recogida por Canesi, en la cual se expli-
caba que Martín era de oficio agujetero, y que al encargar hoja de lata para su
taller, comprobó que las planchas eran de plata. Pidió consejo a sus allegados y
éstos le recomendaron construir una iglesia con aquellas inesperadas ganancias.
Historias aparte, lo cierto es que este matrimonio edificó a su costa esta bonita
iglesia, encargando su diseño a Juan de Nates, seguidor de Herrera. Nates con- El paso más grande que tuvo las Angustias
fue el del Descendimiento. La Virgen del
trató para trabajar en su proyecto a bastantes de los alarifes que se ocupaban grupo está en el museo de Escultura,
poco antes de la catedral. donde fue a parar tras la requisa de 1842.
Las magníficas estatuas de la fachada de las Angustias son obra de Fran- Hoy día la cofradía trata de reunir
y volver a procesionar el conjunto.
cisco del Rincón al igual que otras obras del interior del templo, como el Cristo
de los Carboneros.
La cofradía celebra cada año la fiesta de la Anunciación o de la Alegría el
25 de marzo. Antiguamente, el día de la víspera se iluminaba la fachada del tem-
plo y sus alrededores, haciéndose una animada verbena con fuegos artificiales y
toros enmaromados. A los diputados (cofrades directivos) se les obsequiaba
con un paquetito de dulces, otro de aceitunas, un pan de anises y una botellita
de vino.
Al día siguiente, el de la fiesta, se celebraba una procesión desde el con-
vento de san Pablo al de san Benito, en la que se llevaba en andas a la Virgen
de la Alegría, imagen “de vestir” de finales del XVII. Existía la curiosa costum-
bre de llevar en esta procesión a doce niñas y un niño vestidos de blanco y azul,
«la mitad de ellas hijas de cofrades difuntos y pobres, y la otra mitad de los
más necesitados del pueblo, »

que, finalizado el recorrido, recibían una limosna de la cofradía.


El verdadero tesoro de la iglesia es la Virgen de las Angustias. Esta vene-
rada talla debida a la gubia del maestro Juan de Juni, es otro de los símbolos de
Valladolid. No se sabe a ciencia cierta el año de su creación, pero debió de ser
entre 1561 y 1569.
Una leyenda afirma que Juni se inspiró en la agonía de una de sus hijas para
conseguir la expresión de dolor de la Virgen. Es cierto que el maestro tuvo una
hija llamada Ana María que debió de morir sobre las fechas en que se realizaba
90 
Rincones con fantasma

La calle de las Angustias tuvo esta talla. Teniendo en cuenta que el matrimonio del escultor con María de
soportales, algunos muy vetustos. Mendoza, madre de la pobre Ana María, se celebró en 1557, ésta falleció siendo
Todos han desaparecido, menos
en este edificio que los conserva una niña. Por lo tanto, es con seguridad una leyenda producto más del roman-
embutidos en su fachada. ticismo que de la realidad, pero cronológicamente no se puede negar.
El dolor que comunica la Virgen de las Angustias ha despertado siempre un
gran fervor popular. No sólo el benefactor de la cofradía Sánchez de Aranzamendi
fue un gran devoto de esta imagen, sino que muchos se desvivieron por ennoble-
cerla y adornarla. Un ejemplo fue Diego de los Cobos, conde de Ribadavia, que
intentó por todos los medios vestirla con las más ricas y elaboradas telas, hasta que
desesperado se dio cuenta de que no había manera de hacerlo.
En 1623 se llama por primera vez en un documento “Virgen de los Cuchi-
llos” a la de las Angustias; es de suponer que se le colocasen por entonces los
siete cuchillos de hierro, que se clavaban en su corazón pasando entre los dedos
de la mano derecha. Estos cuchillos fueron sustituidos por espadas de plata que
no siempre gustaron a todos. Una referencia anecdótica sobre ellos la encon-
tramos en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones. En él, Ricardo
Huerta escribió un artículo proponiendo la idea de eliminar los cuchillos, para
que la Virgen luciera en todo su esplendor sin añadidos. Lo curioso es la forma
en que proponía hacerlo: “reduciendo su tamaño en diez centímetros cada año,
para que la vista se vaya acostumbrando”.
Ha sido tradición el llevar un cuchillo a casa de quien enfermase de cierta
gravedad y lo solicitase, para que la Virgen intercediera por su curación.
Zona de la Catedral 91

Un recurso estilístico muy típico de Juni para dar fuerza a sus personajes
era “agobiarlos” encajándolos en estrechas arquitecturas y cubriéndolos con
gruesos ropajes, de los que a veces apenas logran asomar manos y pies. Así ocu-
rre en esta Virgen, en la que asoma bajo la túnica la punta del zapato derecho.
Dicho zapato originó otra absurda leyenda que afirmaba que la talla le
había sido encargada a Juni por el pueblo vallisoletano de Boecillo, aunque
otros dicen que fue una cofradía de Medina de Rioseco. Ocurrió que al reci-
birla, a los encargados de evaluar su calidad les pareció muy grande el zapato,
y además no les gustó que sólo se le viera un pie, así que la devolvieron tachán-
dola de “zapatuda”…; lo que sí es cierto es que por “la Zapatuda” fue cono-
cida esta Virgen en la antigüedad.

San Martín
A poca distancia de las Angustias se alza la iglesia de san Martín10 , donde
se bautizó a don José Zorrilla. Es uno de los templos más antiguos de la ciudad
pues se sabe que ya existía en 1148. En los primeros años del siglo XIII se cons-
truyó la torre gótica a imitación de su vecina de la Antigua, e incluso tuvo un
tejado piramidal como ésta.
Todas las construcciones góticas tienen su misterio y ésta no iba a ser menos.
Refiere Antolínez de Burgos en su “Historia de Valladolid”
«que es cosa maravillosa lo que vi en ella.»

Cuenta que durante las obras de cimentación de una nueva capilla a tres
pasos de la torre, sacaron muchos huesos de un antiguo cementerio que allí
había. Con intención de volverlos a enterrar, cavaron una fosa y descubrieron
un nicho de piedra
«que entraba tres partes de las cuatro debajo de la torre y la otra salía
afuera.»

De este nicho se sacaron unos huesos de los que dice Antolínez:


«tan grandes que suponían ser de algún gigante; en mi poder tengo algu-
nos fragmentos o trozos, como son un colmillo y un diente y dos pedazos
del casco de la cabeza, que obligan a creer por su tamaño que eran de per-
sona de monstruosa estatura.»

Al creer que el nicho era anterior a la construcción de la torre, Antolínez


supuso que el gigante fue “algún moro”. Habrá que esperar a que se realice
algún día una cata arqueológica para ver si con suerte aparecen tales huesos de 10 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
moro gigante o de mula torda. URREA. Catálogo monumental de la provin-
De frente a san Martín, del otro lado de la calle de las Angustias, está la calle cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
del conde de Ribadeo. Don Rodrigo de Villandrando fue un caballero aventurero la ciudad de Valladolid. Pág. 98.
92 
Rincones con fantasma

que buscó la gloria militar en Francia y la consiguió. Después de varias gestas en


el campo de batalla, ganó la admiración de los franceses y llegó a casarse con una
hija del duque de Borbón. De regreso a España, entró al servicio del rey Juan II
que recompensó su valía otorgándole el título de conde de Ribadeo. Gracias a
este conde se libró el rey de caer en las garras de don Enrique en la ciudad de
Toledo, y la gratitud real se tradujo en un curioso privilegio:
«…a vos e los otros condes vuestros sucesores que después viniesen, hayan e
lleven e les sean dadas las ropas e vestiduras enteramente que Nos, e los reyes e
nuestros sucesores en Castilla e León que después de Nos vinieren, vistiésemos en
el día de la Epifanía (el día de Reyes) de cada un año para siempre jamás…»
Zona de
la Plaza
de España

Zona de
la Plaza
de España
La plaza de España era conocida por “campillo de san Andrés”,
y en él instalaban sus casetas los vendedores de frutas y
 95

otros alimentos. Algunos gremios ocupaban también


la zona: manteros, panaderos, labradores,
en torno a la obrera parroquia de san Andrés.
Fue una zona marcada por el agua.
Por un lado, la corriente natural del Esgueva y,
por el otro, la entrada del Viaje de Argales.
Hoy es pleno centro de la ciudad y una
de las plazas que menos vestigios
conserva de su pasado.

Plaza de España
Las primeras actuaciones urbanísticas que condicionaron el aspecto actual
de la plaza se llevaron a cabo a partir del siglo XIX. Las casetas de fruteros que
proliferaban en el “Campillo”, fueron sustituidas por un mercado horroroso
que fue derribado y a su vez cambiado por otro similar a los de “El Val” y “Por-
tugalete”, mandados construir por el alcalde don Miguel Íscar y de los que sólo
se conserva el primero. Este mercado, conocida su parte exterior como “la Mar-
quesina”, por la que tuvo, fue demolido a mediados del siglo XX, sustituyéndose
por un moderno complejo construido hace pocos años en la calle de Panaderos.
En recuerdo de aquella estructura de hierro, se levanta actualmente otra
moderna marquesina donde cada mañana ponen los fruteros sus puestos, como
lo hicieran tantos años antes.
Situación de san Felipe de la Penitencia
Es muy conocido el arco de la fachada de la iglesia de la Paz, más que en el plano de Ventura Seco.
por lo bello, por lo exagerado de sus proporciones. Es un exponente de
aquella arquitectura tan “pop” e innovadora que se practicaba a mediados
del siglo XX y que nos ha dejado algunos bonitos aciertos y muchas especta-
culares horteradas.
La Paz ocupa parte del solar del desaparecido convento de san Felipe de
la Penitencia, cenobio de monjas dominicas dedicado a la corrección espiritual
de las “damas” que se ganaban el sustento aliviando los apetitos del género
masculino. Contrastaba la rígida espiritualidad de la época con la alegría de la
sociedad pícara y galante, y junto a las agonías místicas del beaterio local tam-
bién hay publicadas coplillas como la que dice, hablando de la Mancebía de
Valladolid:
96 Rincones con fantasma

Derecha, una de sus últimas fotografías, poco


antes de su derribo, señalado con un círculo.
En el centro de la plaza, el desaparecido
mercado de “La Marquesina”.
(AMVA. Fondo fotográfico Asociación
de la Prensa. F327-1. Filadelfo.)

La Aprobación, remarcado,
en el plano de Ventura Seco. “…Mas acullá, en cabo
la puerta del Campo;
y luego diría
la gran putería
donde tomaréis muy sendas casillas
con que os remediéis
ce saya y faldillas…”

Como ya vimos al hablar del Hospital de la Resurrección, antaño la pros-


titución era considerada necesaria. Siendo así, muchas mujeres ejercían este ofi-
cio con tan poco futuro, y esa abundancia la retrató con estas amables palabras
el viajero Enrique Cock dedicadas a nuestra ciudad, en 1592:
«…tiene en abundancia pícaros, putas, pleitos, polvos, piedras, puercos,
piojos, pulgas y de continuo al tiempo del invierno, nieblas…»

Observando los patronos de san Felipe que bastantes de las que se acogían
al convento lo hacían por conveniencia, quizá sólo por encontrar un lugar
Complementario de san Felipe,
La Aprobación o Las Arrepentidas, se alzaba donde recogerse en la vejez, optaron por crear otra comunidad en la plaza de
en el solar que hoy ocupa el colegio Isabel san Nicolás, con el título de La Aprobación, gobernada por tres férreas domi-
la Católica en la calle Puente Mayor. nicas que probaban con dureza la vocación de las postulantas. Si resultaban
Foto procedente del Archivo
Municipal de Valladolid aptas, las candidatas recibían el hábito de religiosas y pasaban a san Felipe
donde, según Canesi, recibían su recompensa:
«…aquí morían muy contritas.»

Página siguiente. Reconstrucción Al otro lado de la plaza, en el solar que hoy ocupa el colegio García Quin-
de la desaparecida iglesia del convento
de los “Mostenses”, que se abría tana, antigua Escuela Normal, estuvo otro de los conventos desaparecidos de
a la calle de Teresa Gil. Valladolid, el de Premostratenses de san Norberto, vulgo Mostenses. La iglesia de

Zona de la Plaza de España
97
98 
Rincones con fantasma

La litografía de Alfred Guedson,


perteneciente a la serie “L’Espagne à vol
d’oiseau”, da una somera idea de los dos
pequeños campanarios que la iglesia de los
“Mostenses”tuvo y de la ventana que se abría
en su frontal a la calle de Teresa Gil.
El plano de Ventura Seco nos muestra los “Mostenses” fue el último de los templos conventuales en construirse (finales
el convento sin la iglesia, todavía por
construir, y el solar que luego ocupó. del XVIII) de los actualmente desaparecidos, y su estilo correspondía a un barroco
El dibujo de Ventura Pérez retrata recargado y caduco que fue calificado por sus contemporáneos como birria de
el cuerpo inferior de la iglesia. Otra vez primer orden. Tan poco afecto motivó que, tras la exclaustración, el edificio fue
ha sido necesario adaptar sus proporciones
usado para los destinos más variopintos, incluido el de almacén de los más diver-
a unas medidas más lógicas,
pues la hornacina central sos géneros, como el grupo escultórico de Colón que fue guardado aquí cuando
resulta muy grande. se le rescató de viajar a Cuba hasta que se montó en la plaza de su nombre. Se
derribó en 19161.

Calle de Teresa Gil


La de Teresa Gil es una de las calles más antiguas de Valladolid que ha con-
servado su nombre, pues ya se le llamaba así en el siglo XIII. Doña Teresa era
hija bastarda de Alfonso III de Portugal, mujer de noble posición y muy apre-
ciada en Valladolid por sus virtudes.
Entre los edificios de la calle destaca el convento de Porta Coeli2. Es cono-
cido popularmente como de las “madres calderonas”, apodo que les viene a las
monjas por haber sido su patrono don Rodrigo Calderón, marqués de Siete
Iglesias, de triste memoria. Fue nuestro marqués un satélite en la política del
poderoso duque de Lerma y, cuando éste cayó en desgracia, arrastró en su caída
a don Rodrigo, que dio con sus huesos en el potro de tortura.
Aspecto actual del sitio que ocupó El de Lerma se salvó de momento al lograr del entonces papa Paulo V que le
la iglesia del convento
de los Premostratenses.
nombrara cardenal, lo que hizo que se popularizase el dicho: “Para no morir ahor-
cado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado”, que nos habla claramente
del aprecio que el pueblo le tenía. El tiempo le dio su merecido, pues su propio
1 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL HOYO. hijo lo traicionó. Cuando todavía gozaba del favor del Felipe III era tan poderoso
Patrimonio perdido: conventos desapareci- que se contaba cómo un soldado fue a ver al rey por ciertos asuntos, y como éste
dos de Valladolid. Pág. 598.
le recomendara acudir al duque para solucionarlos, el soldado le contestó:
2 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco.
«Si yo pudiera hablar al duque, no viniera yo a ver a Vuestra Majestad.»
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
monumental de la provincia de Valladolid.
Monumentos religiosos de la ciudad de Otra prueba de las enemistades que se ganó el de Lerma es la magnífica
Valladolid. Pág. 167. talla de Dimas del paso del Descendimiento, que fue de la cofradía de las
Zona de la Plaza de España  99

Angustias y que se exhibe en el Museo de Escultura. Algunos han opinado que Para la localización exacta de la iglesia
se ha utilizado una antigua foto
es posiblemente un retrato descarado del duque de Lerma, al que Gregorio Fer- del convento haciéndola coincidir con
nández quiso hacer aparecer como ladrón, aunque fuera el bueno. En 1628, una foto moderna de la calle Teresa Gil.
Andrés Solanes se encargó de realizar varias tallas para el retablo mayor del Ha servido como magnífica referencia
la espadaña del convento de Porta Coeli.
convento de san Pablo por encargo del duque, pues Fernández se negó a hacer-
Se aprecia el cuerpo superior de la fachada
las incluso después de haberse comprometido en 1613. Algún roce de cierta de la iglesia, completando en parte
importancia debió de tener con el de Lerma para negarse de aquella manera, la información que sobre su aspecto
aunque en la historia no aparece nada reflejado. Lo que sí ha quedado es el da el dibujo.
posible retrato del duque en esta talla del paso del Descendimiento, labrado en
1616, sólo tres años después de aquel episodio del retablo.
Decíamos que el marqués de Siete Iglesias no tuvo tanta suerte como el
duque. Tras ser torturado, fue condenado a muerte y degollado en la Plaza
Mayor de Madrid. La entereza del reo en esos momentos fue tal, que dio pie a
otro dicho popular con el que se alaba el valor de alguien, diciendo que está
“como un don Rodrigo en la horca” (aunque don Rodrigo no fue ahorcado).
Los restos del desventurado marqués se conservan en la iglesia del convento de
Porta Coeli, donde también se pueden admirar los magníficos bultos funerarios
de los marqueses de Siete Iglesias y de los padres de don Rodrigo. El templo
comunicaba con el desaparecido palacio que fue vivienda de estos nobles, cono-
100 
Rincones con fantasma

El duque de Lerma,
recreado a partir
de su busto funerario.

cido como “casa de las Aldabas”3, vergonzosamente víctima de la piqueta en


fechas relativamente recientes. Lo único que se salvó fue la arquería del patio,
que hoy se encuentra en el Museo de Escultura y el artesonado del salón prin-
cipal que pasó a decorar el Alcázar de Segovia.
En este palacio nació el rey Enrique IV y, según Agapito y Revilla, por eso
le fueron colocadas las once grandes aldabas en su fachada que le dieron nom-
bre. Tales adornos, según este estudioso, eran para recordar el privilegio dado
por el mismo rey por ser su casa natal: que no se tomasen huéspedes en ella y
quien allí se acogiese no pudiera ser apresado por ninguna justicia.
La cercana iglesia de san Felipe Neri4 fue fundada en 1675 para atender
las necesidades de los curas de parroquia, que en aquellos tiempos no tenían
los pobres ni dónde caerse muertos. Si alguno quedaba impedido o enfermaba,
lo más probable era que acabase solo y abandonado. Este templo fue proyec-
tado con residencia de sacerdotes para evitar aquellos males, de la que se con-
serva un trozo de su patio, excelentemente recuperado como puede verse en la
calle Regalado. Posee numerosas obras de Francisco Villota y de Juan y Pedro
de Ávila.
La iglesia del Salvador es una de las más antiguas de la ciudad5. Según
Canesi, tuvo su origen en una ermita dedicada a santa Elena que se levantó en
1245. Fue patronato de los almirantes de Castilla y en ella fue bautizado san
Pedro Regalado. De su fábrica destacan su armoniosa fachada renacentista y su
peculiar torre de ladrillo. Entre las obras que atesora, hay que citar el precioso
3 Jesús URREA. Arquitectura y políptico flamenco, atribuido a un discípulo de Metsys, que se encuentra en la
nobleza. Pág. 221.
también bella capilla gótica de san Juan Bautista.
4 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús En sus cercanías se encuentra el castizo pasaje de Gutiérrez, cuyo promo-
URREA. Catálogo monumental de la provin-
tor fue un hombre de negocios llamado Eusebio Gutiérrez, del que tomó el
cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
la ciudad de Valladolid. Pág. 290. nombre. Se construyó en el año 1885 sobre el proyecto del arquitecto Ortiz de
Urbina. Es una bonita muestra de este tipo de galerías comerciales que tanto
5 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
URREA. Catálogo monumental de la provin-
proliferó durante el siglo XIX y tiene un encantador sabor decimonónico. Con-
cia de Valladolid. Monumentos religiosos de serva sus elementos de hierro, esculturas y pinturas originales. En el precioso
la ciudad de Valladolid. Pág. 28. reloj sostenido por dos niños jugando en un balconcillo sobre las escaleras del

Zona de la Plaza de España
101

pasaje, quedó atrapado el tiempo de los señores con chistera y mostacho, de las Don Rodrigo Calderón, recreado
a partir de su busto funerario
chachas y los soldaditos… Sigue teniendo tiendas (no podía ser de otra manera) (derecha). Al lado, la momia
y tomar un café en una de sus terracitas es escapar totalmente del agobio de la de don Rodrigo conservada
ciudad del otro lado de sus verjas. en el convento de las
“calderonas”.

El Pasaje de
Gutiérrez de ayer
y de hoy. Lib. prd.
“Valladolid,
Imágenes del Ayer”,
pág. 76.
102 
Rincones con fantasma

Miguel Íscar con sus bonitos edificios


decimonónicos, aunque algunos se han Calle de Miguel Íscar
perdido como podemos ver en esta
superposición de una fotografía antigua.
La calle de Miguel Íscar es una de las más coquetas de la ciudad, no sólo
No se libró esta calle de atentados por el sabor de sus grandes casas, sino por el bonito marco que forma con la
urbanísticos, como el edificio de muchas Academia de Caballería.
plantas que se ve en la acera derecha. Llamada así en honor de uno de los mejores alcaldes que gobernó esta ciu-
Lib. prd. “Valladolid, Vivencias
y Fotogfrafías”, pág. 7. dad, tuvo que ser elevada unos cuantos metros para salvar el cauce del Esgueva
que por ella discurría. Es por eso que la casa donde vivió Cervantes que a ella
asoma, queda por debajo del nivel de la calle. El problema es que el río sigue
reclamando su terreno y no han sido pocos los hundimientos de la calzada que
ha sufrido.
La Casa de Cervantes, además del pequeño museo acerca del escritor,
alberga la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción y es lugar
de cita de los amantes de la poesía y la literatura. Siempre ha habido asociacio-
nes cervantinas o culturales en torno a la casa, y es al fundador de una de ellas,
don Mariano Pérez Mínguez, al que debemos la estatua de Cervantes que hoy
se levanta en la plaza de la Universidad. Este hombre pagó casi de su bolsillo el
Zona de la Plaza de España  103

coste de su erección y consiguió tras muchos esfuerzos el dinero para fundirla.


Fue poco el capital, por lo que tuvo que hacerse de fundición en hierro en vez
de en bronce. Aunque su autor era profesor de escultura, su calidad artística
deja bastante que desear. Es de suponer que los emolumentos del artista serían
igual de escasos que el presupuesto de fundición y por eso no se complicaría la
vida, haciendo un maniquí bastante sencillote.
La estatua se colocó en frente de la Casa de Cervantes en 1877, gracias a
que el Ayuntamiento cedió el pedestal de la antigua fuente de la Rinconada para
que sirviese de base. Poco después fue cedida al Ayuntamiento que la trasladó
a donde hoy está, en la plaza de la Universidad, como complemento a los jardi-
nes que entonces se estaban haciendo.

Calle de la Mantería
Mantería tiene desde muy antiguo una fuerte tradición comercial. Ya en el La triste calle de la Alegría.
siglo XVI la calle estaba ocupada por fabricantes de “estameña y manteros”, e
incluso hasta el final del siglo XIX se conservaron algunos telares. Hoy esta calle
tiene una gran afluencia de público por los numerosos comercios que en ella se
encuentran. Mantería une la plaza de España con la de la Cruz Verde, quizá así
llamada porque tuvo en sus cercanías una cruz de ese color la cofradía de la
Vera Cruz. Según Agapito y Revilla, la cruz estuvo exactamente en la esquina
del edificio que se alzaba donde hoy están los Cines Mantería.
La iglesia de san Andrés6 asoma a Mantería por la plaza de su nombre.
Proviene como en otros casos de una sencilla ermita dedicada a este santo que
ya existía en el siglo XII, donde se veneraba un cristo llamado del Consuelo al
que se le atribuían dotes milagrosas. Al crecer la ciudad en esa dirección, se
convirtió en parroquia en 1482.
Su feligresía de “onrados labradores” contó con dos benefactores que en ella
fueron bautizados: fray Mateo de Burgos, franciscano y obispo de Sigüenza, que
levantó la fachada a sus expensas y donde se colocaron los emblemas de su Orden
en agradecimiento; el otro mecenas fue fray Manuel de la Vega, también francis-
cano y “pobre de nacimiento, pero onrado”, que ostentó el cargo de comisario gene-
ral de las Indias y que levanto el resto del edificio actual. san Andrés tuvo el triste
privilegio de ser el primer lugar de enterramiento de don Álvaro de Luna.

Calle del Duque de la Victoria


Fue una de las calles principales del Valladolid antiguo, conocida como de
“Olleros” por tener en ella sus talleres los fabricantes de ollas y aperos similares. 6 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y JESÚS
Fue cambiado su nombre por el del Duque de la Victoria en honor del general URREA. Monumentos religiosos de la ciudad
Espartero que ostentaba tal título. Dos edificios destacan en ella: el palacio de de Valladolid. Parte primera. Pág. 169.
104 
Rincones con fantasma

Ortiz, hoy sede de un importante banco, y el popular Casino de nuestra ciudad.


Este último es todavía conocido por la gente como “la pecera”, pues se decía que
era posible ver a los “peces gordos” del interior a través de las amplias cristaleras
de la planta baja. Es un bonito edificio modernista que conserva su rancio carác-
ter y por eso ha valido de escenario en alguna película.
A Duque de la Victoria sale un triste callejón, parte de una calle hoy trun-
cada de la que otro tramo sale a Menéndez Pelayo. Para asombro de los que leen
su nombre en la placa, se llama “calle de la Alegría”, sin ser calle ni tener alegría
alguna. Se dice que la llamaron así por el hecho de que el verdugo de la ciudad
tuvo su casa por las cercanías y que llegando a ella daba por terminada su jornada
laboral y dejaba de sacudir al pobre reo de turno. Aquella gente, al verse libre y
a salvo de los palos, daría rienda suelta a su alegría y dando nombre al callejón.
Otras callejuelas de la zona tuvieron nombres tales como “Peligros” y “Desen-
gaño”, pero sin ninguna historia conocida que justificara aquellos apelativos.

Calle de Panaderos
Como su propio nombre indica nos encontramos con una calle gremial
donde se agrupaban los talleres artesanos de dicho oficio, pero no fue tal su
nombre original pues anteriormente se llamó de “zurradores” o curtidores. Aun
teniendo este nombre, en la calle y alrededores también hubo panaderos a la vez
que zurradores, y cuando estos últimos fueron mudando sus talleres a la plaza
de las Tenerías, los panaderos ganaron la calle y la rebautizaron.
En 1702 se trasladó a esta calle la Alhóndiga, depósito de granos de la ciu-
dad, pues la cercanía de los panaderos así lo demandaba. Se mantuvo este
importante y vetusto edificio muchos años y con diferentes usos, hasta que fue
derribado. Aproximadamente, en su solar se alza hoy el grupo escolar Cardenal
Mendoza.
Zona de
la calle del
Santuario y
san Juan

Zona de
la calle del
Santuario
y san Juan
La zona conformada por las antiguas calles de la Cárcava y
Pedro Barrueco y su prolongación hacia el noreste, ha sido

107

otra de las más castigadas de la ciudad. De las iglesias,


casas nobles y antiguos conventos que la embellecían,
apenas quedan en pie un puñado.

Calles del Santuario, Fray Luis de León


y López Gómez
Valladolid tuvo dos colegios de jesuitas, el de san Ignacio y el de san
Ambrosio, que, cuando Carlos III expulsó a la Orden en 1767, pasaron a dis-
posición real. Al igual que ocurrió con la iglesia de san Ignacio, que se convir-
tió en parroquial de san Miguel, la iglesia del colegio de san Ambrosio pasó a
ser la parroquial de san Esteban el Real.
Nos cuenta Antolínez que el colegio de san Ambrosio fue construido sobre
el solar de las casas principales de doña María de la Cuadra, señora de Piña de
Esgueva, y que cuando se abrieron los cimientos
«se hallaron muchas monedas de oro antiguas.»

Esto de hallar monedas es una cosa relativamente frecuente en derribos de


casas antiguas. La gente guardaba sus ahorros en los escondites más raros y
muchas veces morían de repente sin decir a su familia el dinero que tenían ni
dónde lo dejaban enterrado. En el “Diario Pinciano” de 19 de abril de 1788, se
relata un caso de éstos que fue muy comentado en la ciudad: en aquella fecha,
una de las más fuertes riadas que ha sufrido Valladolid en su historia arrasó gran
parte de la zona centro. Los grupos de rescate recorrían en barca las calles en
busca de gente en peligro, cuando fueron avisados de que un matrimonio de
ancianos se negaba a abandonar su casa. Vanos fueron los intentos de hacerles
entrar en razón, hasta que se decidió sacarlos por la fuerza en vista de que el
nivel del agua amenazaba con cubrir la casa. Entraron los hombres y sin con-
templaciones se llevaron a los ancianos en volandas, quienes, entre lloros y
108 
Rincones con fantasma

Reconstrucción de la antigua ubicación


de la fachada del colegio de san Ambrosio,
hoy en el patio de la residencia
de estudiantes de Santa Cruz,
en la actual calle del Santuario.

chillidos, señalaron un rincón del cuarto donde, según ellos, estaba la prenda
por la que tanto se arriesgaban. Preguntaron al hombre por aquel maravilloso
objeto que valía más que su vida y confesó que era una bolsa que escondía.
Uno de los hombres volvió a la habitación y
«…de entre una porción de carbón que el agua había ya cubierto, sacó un
talego de peso de veinte libras, y sin desatarle, lo entregó a su dueño, a la
vista de todo el vecindario.
¿Qué no obliga a hacer a los mortales el demasiado apego a los metales?
Este hecho es notorio en Valladolid, y se hace más singular por las dos cir-
cunstancias siguientes:
1. El anciano era un menestral, reputado por pobre.
2. Pocos días antes de la inundación había sido demandado judicial-
mente por una deuda, y la mujer salió pidiendo su dote, para evitar la
venta de bienes.»

Volviendo al tema, tras convertirse su iglesia en parroquia, las dependencias


del colegio de san Ambrosio fueron utilizadas en una parte como residencia de
estudiantes, mientras que en la otra se estableció el Colegio de Escoceses. Con los
años, la residencia de estudiantes pasó a convertirse en parque de Artillería1.
Aunque el edificio se quemó en 1929, los artilleros siguieron ocupándolo.
La iglesia también se incendió (quizá intencionadamente) en 1869 durante la
1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
Primera República, quemándose prácticamente todo lo que contenía. Se inició
URREA. Catálogo monumental de la provin-
cia de Valladolid. Monumentos religiosos de la restauración del templo y se fueron trayendo poco a poco enseres e imágenes
la ciudad de Valladolid. Pág. 317. de otras iglesias derribadas para dotarlo de nuevo.
Zona de la calle Santuario y san Juan  109

Otra panorámica de la calle del Santuario,


con el ex-colegio de Escoceses y la fachada
de san Ambrosio.

En 1941 desapareció la parroquia de san Esteban, pasando el templo a ser


Santuario Nacional de la Gran Promesa, en conmemoración del episodio pro-
tagonizado por el padre jesuita vallisoletano Bernardo Hoyos, a quien se le apa-
reció el Corazón de Jesús diciéndole que “reinaría en España con más
veneración que en otras partes”.
De la primera y más antigua iglesia de san Esteban nada ha quedado, salvo
la memoria de Pedro Miago, mayordomo que la tradición dice que fue del
conde Ansúrez y que fundó un pequeño hospital anexo a este templo. Narciso
Alonso Cortés, en su “Miscelánea”, supone con tino que don Pedro no pudo ser
coetáneo al conde, pues su hospital estaba bajo la advocación de Tomas Becket,
santo que nació sobre el mismo año que murió Ansúrez, y fue canonizado déca-
das después. Pedro Miago fue célebre en tiempos antiguos no por lo que hizo
en vida, sino por lo que dejó a su muerte. En la desaparecida iglesia los curio-
sos de la época podían ver la estatua de este señor, en la que se le figuraba sen-
tado y sosteniendo un cartel entre las manos que decía, con algunas variaciones:
«Yo soy don Pedro Miago
Que en lo mío me yago
Lo que comí y beuí logré
El bien que fice hallé
Lo que dexé non lo sé.»

En la zona tuvo diferentes sedes otra de las cinco penitenciales que hubo
en el Valladolid antiguo: la de la Piedad. El primitivo núcleo de esta cofradía
estuvo formado por banqueros y ricos hombres de negocios genoveses que
seguían a la corte del emperador Carlos V. Era un grupo muy cerrado pues
110  Rincones con fantasma

La reconstrucción que se ofrece de la estatua


de Pedro Miago corresponde a una
interpretación libre. Pocos datos hay
de cómo era: una estatua en altorrelieve
de un noble del siglo XII, representado
sentado y sosteniendo una cartela con una
inscripción en letras doradas. También existe
el dato de que a la estatua le faltaba la nariz,
y Quevedo, que vino a nuestra ciudad
de mala gana y por eso no dejaba de meterse
con ella, criticaba la humedad del Valladolid
de aquel tiempo diciendo que se le había caído
de un romadizo (catarro). Es bastante difícil
que la inscripción original estuviera en
castellano y con letras doradas pues,
en correspondencia con su antigüedad,
estaría en latín y tallada en escritura carolina
o gótica. Esta lápida sería ilegible para el
pueblo llano con sus latines y abreviaturas
y por eso creo que sería borrada y cambiada
por la de letras doradas, traduciéndola al
castellano. Esto denota la gran popularidad
que debió de tener la estatua, y seguro que
circulaba sobre ella alguna leyenda o tradición.
Prueba de esa popularidad es que Francisco
de Rojas Zorrilla escribió una curiosa pieza
teatral sobre Pedro Miago. En ella don Pedro
explica el significado de la lápida al rey:
«...Digo que yago en lo mío
porque he de ser enterrado en mi casa,
y que ha de ser en los venideros años. «no ha rescibido ni rescibe cofrades que sean de otra nación sino ginoveses,»
Decir que gocé no más lo que comí y bebí,
es claro, pues que sustento la vida, y como “cofradía de los Ginoveses” era conocida por el pueblo. De este
porque los demás humanos primer período de la hermandad tenemos muchas referencias documentales,
gusto traen otras pensiones
y nadie los goza francos; dado el gran número de litigios con las otras penitenciales en los que estuvo
hallar el bien que se hace envuelta.
acontece de ordinario, Cuando la corte se mudó de Valladolid los genoveses se marcharon con
y ya es la sala testigo
de alguna vez que lo he hallado ella, pero no desapareció la cofradía, pues el 22 de agosto de 1578 se encuentra
que lo dicho no se sepa; documentado un acto en el que los integrantes de la hermandad
Alfonso; no os cause espanto,
que por un maravedí «que agora nuevamente se ha hecho y fundado,»
lo tengo todo prestado.»
pedían protección y acomodo al monasterio de Nuestra Señora de la Mer-
ced Calzada. Éste se considera el año de su fundación por españoles y en dicho
monasterio tuvieron su capilla y cabildo.
Debido a ciertos constantes litigios con la cofradía de las Angustias, la
autoridad eclesiástica decidió fundir en una las dos penitenciales en el año
1617. Tras sucesivos intentos por parte de algunos hermanos de la Piedad, se
obtuvo una sentencia judicial por la que definitivamente se separaron de las
Angustias en 1630.
La separación dejó a la Piedad en un precario estado económico. Siendo
alcalde el pintor Tomás de Prado se iniciaría la construcción de una nueva capi-
Zona de la calle Santuario y san Juan  111

En cuanto al hospital fundado por el dicho Pedro Miago, su ubicación es pro-


blemática con respecto a la iglesia. Según Agapito y Revilla: “Antolínez escribió
que la cofradía de don Pedro Miago estaba fundada junto a la parroquia del
señor san Esteban, pero bien pudo suceder que estuviese en la acera frente a la
iglesia” y Canesi escribió: y habiendo muerto tan noble fundador, le enterraron en
esta iglesia de san Esteban, y su sepulcro se ve a la entrada de ella a mano izquierda,
En la foto, lugar donde se alzaba la iglesia,
y delante de este templo y casa de hospitalidad hay un soportal que sirve de atrio
en el edificio de ladrillo al fondo de Fray Luis
con postes de piedra fábrica que nos asegura su antigüedad... en que está incorpo- de León, según puede verse en el fragmento
rada la casa que fue hospital, con un tránsito a la entrada y dos rejas de madera en del plano de Ventura Seco que
dos arcos de piedra... donde está la figura o retrato de D. Pedro Miago. reproduzco al lado.
¿Enfrente? ¿A un lado? Ante la duda, no queda más remedio que atenerse al
dibujo que representa la propia iglesia, y que corresponde muy bien a la des-
cripción de Canesi: dos arcos de piedra con rejas y una puerta sobre la que se ve
una especie de relieve cuadrado. Siguiendo el texto, se deduce que ese relieve
sobre la puerta que conduciría a las dependencias del hospital (y por lo tanto
anexo a la iglesia) era la famosa estatua de don Pedro Miago, y no la del sepul-
cro que se encontraba dentro de la iglesia, como se ha supuesto en algunos tex-
tos. En el plano de Ventura Seco se ve claramente que la iglesia estaba
compuesta por dos edificios; pudiera ser que uno fuera el templo propiamente
dicho y el otro el hospital. Detrás, lo que parece un pequeño atrio y la torre
rematada por un tejado piramidal, quizá como el de la Antigua y san Martín.

lla o ermita en la calle Pedro Barrueco2, inaugurándose no sin esfuerzos el 19


de agosto de 1662.
Estuvo la cofradía en su sede casi un siglo, pues en junio de 1770 y en plena
decadencia de las procesiones antiguas, recibió la hermandad una notificación
oficial comunicándoles que debían abandonar su iglesia
«para abrir paso en aquella parte»

con la construcción de una nueva calle. El templo fue derribado en enero 2 Lo que luego sería la calle de la
de 1771 y en la calle que surgió en su lugar no quedó más vestigio que el nom- Piedad, que estaba en el tramo compren-
dido entre las calles Fray Luis de León
bre, pues se llamó un tiempo “calle de la Piedad”. (entonces de Pedro Barrueco) y Núñez de
A la penitencial se le ofreció “en equibalente” la iglesia de san Antonio Arce (entonces de la Cárcava), de la hoy
Abad, vulgo san Antón, que se encontraba haciendo esquina en la actual calle López Gómez.
112 Rincones con fantasma

calle de Simón Aranda con Santuario. Con el tiempo fue también demolida
pasando algunas de sus obras artísticas al vecino Santuario. Esta iglesia lo fue
de un hospital de muy antigua fundación, dedicado a los pobres enfermos de
cáncer y lepra, que se mantenía entre otras cosas con la rifa los 17 de enero
del llamado “cerdo de san Antón”. La tradición de rifar el animalito la man-
tuvo viva la cofradía, y hay un dato curioso, y es que si el cerdo le tocaba a
algún cofrade, estaba obligado a devolverlo para sortearlo de nuevo. Agapito
y Revilla cuenta que alcanzó a ver expuesto al sonrosado animal de turno, en
una caseta que se colocaba cada Navidad en la esquina entre Teresa Gil y
En la ilustración, reconstrucción del hospital
anexo a la iglesia de san Esteban,
Ferrari; la rifa marranil duró hasta bien entrado el siglo XX.
basada en el dibujo correspondiente El convento de la Encarnación, otro de los desaparecidos, ocupaba buena
de la serie de Ventura Pérez. parte del solar donde hoy se alza el colegio “La Salle”, saliendo su iglesia a la calle
Fray Luis de León haciendo esquina a López Gómez. Fue construido por los clé-

Zona de la calle Santuario y san Juan
113

En la ilustración podemos ver la situación de la desaparecida iglesia de la Pie-


dad tomada del plano de Ventura Seco (A) y su correspondencia con un plano
más moderno (B). En rojo, el trazado que siguió la nueva calle, hoy de López
Gómez (1). Calle de la Cárcava, hoy Nuñez de Arce, y (2) calle de Pedro
Barrueco, hoy Fray Luis de León.
En la ampliación (C) parece que la iglesia tenía un balcón como las de otras peni-
tenciales. En este pobre, pero fiable esbozo del plano nos hemos basado para hacer
una reconstrucción bastante libre, que sirve más que nada para hacernos idea del
aspecto del paraje si la iglesia se hubiera conservado (foto superior). La iglesia sería
muy sencilla debido a las penurias de la cofradía, por eso se ha “reconstruido”sin
adornos y de ladrillo.
En el plano de abajo a la derecha conservado en el Archivo de la Chancillería, se
puede ver su planta con relación a las calles y ubicarlo un poco mejor.
114 Rincones con fantasma

rigos regulares menores a principios del siglo XVII y desmantelado por los france-
ses, como tantos otros, a finales de 18123. Aunque existe un dibujo hecho por Ven-
tura Pérez de la parte inferior de la fachada de su iglesia, la falta de otros
testimonios gráficos del conjunto, si exceptuamos algunas fotos de las ruinas que
aún quedaban sobre 1920 y que no aclaran nada, hace inviable su reconstrucción.
Tampoco hay material para recrear el convento de Belén de monjas bernardas, que
fue patronato del duque de Lerma, junto al que tuvo sus casas principales. Se man-
Fragmento del plano de Ventura Seco tuvo en pie hasta mediados del siglo XIX y en su solar se construyó el colegio de
donde se puede ver la situación de la iglesia san José. Su iglesia duró un siglo más y albergó la parroquia de san Juan cuando
de san Antón (cuadrado), y la del convento
de la Encarnación (círculo).
ésta se arruinó y hasta que se construyó su nuevo templo.
A su derecha, el dibujo de Ventura Pérez
de la parte inferior de la iglesia
de la Encarnación.
Calle de la Merced y san Juan
El convento de la Merced Calzada existió en la calle de su mismo nombre.
Fue de muy antigua fundación. Cuando la exclaustración de 1836 fue dedicado
a cuartel, y más tarde derribada la iglesia para abrir la calle.
La iglesia de la Merced tuvo muchas capillas pertenecientes a las principa-
les familias de la ciudad y, dada su antigüedad, pasaron sus patronatos de unas
a otras muchas veces. Durante las obras de reforma de una de ellas tras cambiar
de dueño, apareció en un nicho
«…un cuerpo como un esqueleto que tenía las insignias de caballero de la
Banda, que eran banda y espada y espuelas doradas. Hizo admiración que
le durase entera grande barba y cabello igual, y consistente armadura.
Viose una tarde arrimado a la pared sin que se desarmase y destrabase la
corporal compostura, y al moverle se desvaneció toda aquella fábrica.»

La historia local está salpicada de noticias así. El mudar de los tiempos no


respeta nada, ni los lutos y ceremonias que se hicieron para honrar el descanso
de los nobles fallecidos, ni los suntuosos mausoleos hechos para resistir los
siglos. Condes, marqueses y obispos han sido sacados de sus tumbas, traslada-
dos a otras, o simplemente enterrados en cualquier sitio debido a reformas o al
derribo de los templos.
3 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
Los beatos y religiosos de vida ejemplar tampoco se libraban, pues eran
HOYO. Patrimonio perdido. Conventos muchas veces exhumados y examinados para encontrar signos de santidad. Las
desaparecidos de Valladolid. Pág. 481. más de las veces eran hechos picadillo para conseguir las ansiadas reliquias que
Zona de la calle Santuario y san Juan  115

Más o menos así se vería la fachada de la


iglesia de la Merced en la calle de su mismo
nombre si no se hubiera derribado. Como
en otros casos, para su reconstrucción ha sido
fundamental el dibujo que para ilustrar
la “Historia de Valladolid” de Antolínez
de Burgos hizo Ventura Pérez, pero
arreglando sus proporciones.
Era una bella fachada clasicista, de calidad
similar a la de las Angustias o san Agustín,
obra de Pedro de Mazuecos. Su portada fue,
tras su derribo, vuelta a montar en el Portillo
del Prado. Tenía las estatuas de la Virgen de
la Merced y a ambos lados dos santos
mercedarios; el de la izquierda lleva un libro
y quizá fuera san Pedro Pascual. El de la
derecha pudiera ser san Pedro Nolasco, pues
parece llevar el báculo de doble travesaño,
atributo suyo como fundador de la Orden.
En la foto de arriba, la calle de la Merced
en la actualidad. En el solar que ocupan
los bloques de casas de la izquierda, había
hasta hace pocos años unos patios de deportes
del colegio de san José que conservaban
aún restos del claustro.

hoy “decoran” iglesias con huesos y miembros momificados. A partir de la Con-


trarreforma estas prácticas fueron mucho más comunes, y aunque no nos ha lle-
gado ninguna relación exacta de tan tétricas autopsias, sí nos encontramos con
citas del tipo:
«…se le hallaron los sesos frescos con todos sus lineamientos y buen olor…»
De todas maneras, muchas veces era la misma gente que acudía al velato-
Dibujo de
rio del beato de turno la que dejaba al muerto hecho unos zorros. Se puede cali-
la iglesia de la
ficar de surrealista la crónica de las “honras” que le hicieron al padre Jerónimo Merced, obra
Benete, narradas por Canesi: de Ventura Pérez.
116 Rincones con fantasma

El convento se conservó hasta fechas recientes. A él pertenece la foto


que corresponde a la fachada que daba a la calle de Maldonado.
Con ella, ayudado del plano de Ventura Seco y de la planta dibujada en
1849 (abajo) se ha podido recrear aquel espacio urbano (arriba).
Es curioso ver en la foto varios ejemplares de olmo, alguno de ellos añoso.
Aún persiste en la calle y por la zona una buena cantidad de ellos
y no se sabe si los habría en el siglo XVII, pero no nos ha parecido mal
incluirlos. Lib. prd: M.ª Antonia Fdez. del Hoyo. “Patrimonio perdido.
Conventos desaparecidos de Valladolid”. Pag. 201.

«…prosiguió la multitud innumerable tocando los rosarios al cadáver, reli-


carios, joyas y otras alhajas y crecieron los santos robos, aun por la gente
más principal; desde la mañana se reconoció que tenía menos el dedo
pequeño de una mano;…la cabeza ya sin más pelo que cercenar, el manteo
y sotana padeció demasiada disminución, hurtáronle los zapatos; un caba-
llero le quitó una crucecilla que tenía en las manos; fue de ver como un
retazo de sotana, que repartían, ocurrió una muchedumbre de manos, que
Zona de la calle Santuario y san Juan  117

Reconstrucción aproximada de
la Casa del Cordón.

cada una le esperaba; aún se supo que algunas personas llevaron instru-
mentos para cortar lo que pudiesen del cadáver…»

Entre la Merced y el Santuario, justo enfrente de la fachada de éste último,


se alzó la casa del Cordón. Como se comentó anteriormente, también hubo en
Valladolid casa “del Cordón” y casa de “las Conchas”, como en Salamanca y
Burgos, pero aquí desaparecieron.
La de las Conchas o de las Veneras estuvo enfrente del colegio de Santa
Cruz, y al no conservarse ni rastro de cómo era no se ha podido reconstruir. Sin
embargo, se conserva un dibujo de la del Cordón, recopilado en el libro “Arqui-
tectura y nobleza” por Jesús Urrea4. Es un mero apunte que se conserva en la
Biblioteca Nacional, pero que permite recrear este vetusto edificio que perte-
neció al marqués de Aguilafuente, y que se quemó en 1898 cuando estaba dedi-
cado a manicomio municipal.
A medio camino entre la Merced y los Vadillos se encuentra el barrio de san 4 Jesús URREA. Arquitectura y
Juan, cuyo nombre procede del convento de Templarios que allí se alzaba. Según nobleza. Pág. 243.
118 
Rincones con fantasma

La casa del Cordón podría lucir así, ciñéndonos literalmente al dibujo de la Biblio-
teca Nacional obra de Valentín Cardereda (1836) y su situación según el plano de
Ventura Seco (página anterior).
El dibujo no es más que un bosquejo y poco deja entrever. La reconstrucción ha
sido dificultosa, pues los elementos no están nada claros. El remate triangular en
forma de frontón de tres de sus ventanas no corresponde a un edificio del siglo xv,
lo que hizo pensar en una actuación posterior que aportase tales adornos clásicos.
Efectivamente, Jesús Urrea en su libro”Arquitectura y nobleza” documenta el
reparo que sufrió en 1668 cuando se cambiaron suelos, puertas y ventanas de toda
la casa. El mismo autor opina que el edificio sería de ladrillo salvo la portada y la
cimentación. El dibujo parece darle la razón, pues los rasgos de la portada delimi-
En la ilustración de arriba el edificio tan lo que parecen sillares y los del resto de la fachada son más menudos.
tal como luciría en la calle Santuario si se Sin embargo, consultadas otras opiniones dignas de crédito, se nos sugirió la posi-
hubiera conservado. Debajo, bilidad de que todo el edificio fuese de piedra dado el empaque de su portada.
aspecto actual de la calle. Ante la duda se optó por una solución intermedia, y se ha recreado con un tipo de
piedra más pequeña e irregular que la de la portada. Otras fuentes, a la vista del
dibujo, me indicaron que los frontones de las ventanas parecían en realidad tejadi-
llos de madera, y así se han representado.
Zona de los Palacios Reales  119

A pesar de lo aparatoso del destrozo en


la cara de la Vulnerata, ha quedado lo
suficiente como para poder reconstruirla con
bastante aproximación. Con lo que queda de
un ojo se ha podido arreglar el otro y
viceversa. Gracias a que conserva un buen
trozo del labio inferior se puede definir bien
la boca, y el resto de los golpes se reparó
bien clonando trozos de la propia
policromía. Lo único postizo es la nariz,
totalmente perdida, por lo que se ha utilizado
la de otra talla de su mismo estilo.

Ortega y Rubio, era uno de los cinco más importantes de España y cuando la
Orden fue suprimida, la iglesia del convento quedó como ermita de la misma
advocación, convirtiéndose con los años en parroquia. En 1842 se derribó dado
su estado ruinoso y más tarde se construyó el actual templo, que no merece mayor
comentario. Existe el correspondiente dibujo de Ventura Pérez, pero tan confuso
que la reconstrucción se hace difícil.
El barrio de Vadillos, según escribió Agapito y Revilla en sus “Calles de Valla-
dolid”, debe su nombre a que las aguas del Esgueva se remansaban en aquel paraje
formándose pequeños vados. Hay noticia de la existencia de molinos por la zona
desde antiguo, y en uno de ellos, perteneciente al monasterio de Prado, se fabri- Monasterio de san Albano, es la actual
calle de Don Sancho, conocido por
caba el papel en el que se imprimían las bulas pontificias para toda España.
la gente como “los Ingleses”.
Junto a la iglesia de san Juan se alza el colegio de los Ingleses, de azarosa
fundación. Tras convertirse Inglaterra al protestantismo, los católicos ingleses
tuvieron que fundar sus seminarios en otros países, abriendo en Francia uno de
ellos. Pocos años después, aquel colegio cerró por problemas políticos y cuatro
de sus estudiantes decidieron venir a España en busca de la ayuda de los jesui-
tas. Las gestiones fueron por buen camino y en 1598 quedó fundado el colegio,
bajo la protección de la Compañía de Jesús, con la advocación del mártir inglés
san Albano5.
Lo menos conocido de aquel episodio es que aquellos cuatro pobres cole-
giales, además de tener que huir de Francia, fueron encarcelados en Valladolid,
pues les tomaron por espías.
En la iglesia se venera la imagen de santa María la Vulnerata, llamada así por
haber sido profanada por las tropas inglesas que invadieron Cádiz en 1569. La cara
de la Virgen fue destrozada a hachazos y arrancaron al Niño de su regazo, como
hoy se puede ver, pues no se reparó para dejar memoria de aquella infamia. 5 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fran-
cisco Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catá-
logo monumental de la provincia de
Valladolid. Monumentos religiosos de la
ciudad de Valladolid. Pág. 267.
Zona de
san Miguel

Zona de
san Miguel
Es la zona más antigua de Valladolid y todavía conserva
muchos vestigios del pasado, a pesar de haber sido una de
 123

las zonas más maltratadas por los planes urbanísticos.


El lamentable destrozo cometido con la creación
de la calle de Felipe II ha sido uno de los peores
sufridos por nuestro pobre casco antiguo.

San Miguel
La Real iglesia de san Miguel y san Julián1 fue casa profesa de jesuitas y
patronato de Magdalena de Borja Oñez y Loyola, condesa de Fuensaldaña. Los
apellidos desvelan que era sobrina de san Ignacio de Loyola y nieta de san Fran-
cisco de Borja. Al ser canonizado el primero, la casa pasó a tener la advocación
de san Ignacio.
En 1767 la Compañía de Jesús quedó extinguida en el territorio español
por mandato del rey Carlos III, quien decretó el 12 de noviembre de 1775 la
unificación en dicha casa de las antiguas parroquias de san Miguel y de san
Julián, cuyos bienes pasaron al edificio. El rey mandó, asimismo, borrar los sím-
bolos de los jesuitas de los muros y colocar sus escudos reales, a la vez que le
concedía el título de Real iglesia.
Ventana del palacio de los marqueses
Es una de las más y mejor dotadas de obras de arte de la ciudad. Posee
de Valverde, frente a la iglesia
una grandiosa sacristía con un enorme retablo pintado, de los llamados “fingi- actual de san Miguel.
dos”. En esta sacristía se encuentra el acceso a través de una reja al extraordi-
nario relicario, en el que se encuentran docenas de piezas entre esculturas,
pinturas y varios bustos relicarios obra de Gregorio Fernández; tiene incluso
sobre la puerta el sepulcro de un papa: san Sotero. En el relicario se custodia
un cristo de marfil que la gente atribuía al mítico Miguel Ángel. Efectivamente,
es de Miguel Ángel… Leoni, hijo del gran escultor Pompeyo Leoni.
En la iglesia, entre muchas bellezas, se encuentra el grupo funerario de los
1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
condes de Fuensaldaña, cuya parte arquitectónica se debe a Francisco de Pra-
URREA. Catálogo monumental de la provin-
ves y que contiene las estatuas orantes de estos nobles, únicas obras en alabas- cia de Valladolid. Monumentos religiosos
tro que se conocen de Gregorio Fernández. Cuenta un parroquiano ya mayor, de la ciudad de Valladolid. Pág. 108.
124 Rincones con fantasma

Fragmento del plano de Ventura Seco hombre culto y amigo de tradiciones, que en las cercanías de este sepulcro está
donde vemos la desaparecida iglesia de
san Julián. Fotografía del edificio enterrado el famoso padre Hoyos, e incluso que se especuló en su día que
que ocupa actualmente su solar. pudiera estar ocupándolo pues los condes no llegaron a utilizarlo. El padre
jesuita vallisoletano, venerable Bernardo Hoyos, fue el religioso que protago-
nizó el episodio en el que se le apareció el Corazón de Jesús, para decirle que
“reinaría en España con más veneración que en otras partes”. La historia cuenta
que, harto el párroco de limpiar la mucha cera de las velas que dejaba la multi-
tud de fieles sobre su tumba, decidió cambiarle de sitio sin decir nada a la feli-
gresía sobre su paradero. Y asegura que durante muchos años se le buscó sin
éxito, y que se registraron incluso las cornisas del templo.
Si abandonan el templo actual (abierto a la calle de san Ignacio) por su
puerta principal, levanten un poco la vista hacia el balcón del palacio de
enfrente, que fue de los marqueses de Valverde, y podrán ver a los dos “aman-

Reconstrucción de la desaparecida iglesia


de san Miguel en la actual plaza de dicho
nombre, basada literalmente en el dibujo de
Ventura Pérez (pág. siguiente). Como en otros
casos, el dibujo no da muchas pistas y ha sido
necesario corregir desproporciones obvias.
Zona de san Miguel  125

El fragmento del plano de


Ventura Seco nos permite ubicar
la desaparecida iglesia de san Miguel,
y su orientación con respecto a la plaza
de san Miguel.

tes”. Dice una historia popular que las dos esculturas de un hombre y una mujer
que adornan los lados de la ventana, corresponden a la marquesa de Valverde y
a un joven paje que fue su amante. Pillados “in fraganti” por el marqués, pro-
pietario del edificio, los denunció a la justicia y colocó sus dos efigies a la vista
pública para que quedase perpetuo recuerdo de su infamia. Esta leyenda quedó
reflejada por Campoamor en su “Drama Universal”.
Pero ya hemos visto que la primitiva iglesia de san Miguel no fue ésta, sino
otra que existió en la plaza de su nombre. Junto con la de san Julián, fueron las
más antiguas que tuvo Valladolid. La primera en fundarse sería san Miguel,
cuya primera advocación fue la de san Pelayo hasta quizá el siglo XII. En tiem-
pos de los Reyes Católicos fue reedificada y existió dignamente hasta el año
1777 en que fue demolida junto con la de san Julián. De su fábrica sólo se con-
serva la estatua de san Miguel con el escudo de los Reyes Católicos que está
sobre la puerta de la iglesia actual. Desde muy antiguo se guardaba en la capi-
lla mayor el archivo de la ciudad y su campana era la que se usaba para llamar
a Concejo y la que daba la alarma para la defensa de la villa.
Un ejemplo de aquella costumbre lo tenemos en las crónicas sobre las
revueltas de las Comunidades. Cuando Carlos V quiso salir de Valladolid, la
ciudad se creyó desamparada y trató de impedirlo. Canesi escribió:
«…Y sublevados con esta confusión, sin entenderse un cordonero, portu-
gués de nación, otros dicen pretinero, vecino de esta ciudad, viendo que el
César marchaba, sin atreverse nadie a suplicarle se detuviese, subió a la
torre de la parroquia de san Miguel y tocó la campana que llamaban del
concejo, que la solían tocar en tiempo de guerras y rebatos y armas que se
daban, y la tocó con tanta prisa que, como los del pueblo lo oyesen, sin dis-
currir ni saber para qué, tomaron las armas…»
126  Rincones con fantasma

Éste sería el aspecto aproximado del Hospital


de la Caridad a mediados del siglo XVII.
Gracias a la documentación aportada por
Jesús Urrea en su obra “Arquitectura y
nobleza”, sabemos que lindaba con el palacio
de los Pesoa o casa de la Cadena, del que sólo
se conserva la puerta y las columnas de su
patio interior. Es curioso el tosco balcón que
dividía su gran portal en dos alturas, que no
se sabe la función que pudiera tener.
En las ilustraciones de la derecha,
se muestra cómo luciría el hospital si se
hubiera conservado. Encima, su situación
en el plano de Ventura Seco (círculo),
y arriba el dibujo de Ventura Pérez que ha
servido para su reconstrucción.
Zona de san Miguel  127

Los ciudadanos llegaron a la puerta del Campo e intentaron retener al Reconstrucción de la portadita de la iglesia
del convento de la Concepción, siguiendo
emperador, pero no pudieron hacer nada contra su guardia y Carlos V aban-
el dibujo de Ventura Pérez y las marcas
donó Valladolid. La ciudad quedó turbada y avergonzada por lo ocurrido y su que han dejado en las piedras los elementos
cólera fue implacable al buscar culpables: suprimidos en su estado actual (izquierda)
en la calle de Santiago.
«…mitigado aquel furor popular, hizo la justicia información de quién tocó
la campana o lo mandó, mas no pudo ser hallado el portugués…; mas por
entonces lo pagaron otros por él pues a unos cortaron los pies, a otros azo-
taron, otros salieron desterrados y los confiscaron sus bienes, a otros los
demolieron las casas y a un platero honrado le azotaron porque se le probó
había recibido unas cartas del portugués…»
También estuvieron presos otros muchos, incluidos los tres clérigos que
atendían san Miguel, y mal se las hubieran visto si no fuese porque el empera-
dor mandó que los soltasen y que no se volviese a hablar del tema. La hizo
buena el portugués con atreverse a tocar la campana.
Cuando se demolió la iglesia, la campana se trasladó también al nuevo san
Miguel donde estuvo hasta los tiempos de la Primera República en que fue des-
trozada como muchas de otras iglesias.
En la calle de san Ignacio estuvo el hospital de la Caridad o de la Miseri-
cordia, que ejerció largos años su piadosa función, según Canesi, sostenido por
linajudas familias pero no por eso sobrado de recursos. Poco aludido en los
libros antiguos, presentamos como única curiosidad su reconstrucción, por su
vetusto aspecto. 2 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco.
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
Frente a san Miguel se halla el monasterio de la Concepción2, de sobria
monumental de la provincia de Valladolid.
construcción gótica, fundado en 1521 por el oidor de la Chancillería Juan de Monumentos religiosos de la ciudad de
Figueroa y su mujer, de monjas franciscanas. Valladolid. Pág. 79.
128  Rincones con fantasma

En la primera imagen, la calle de san Diego


con su aspecto actual. En la ampliación,
la columna que se ve cerca de la esquina
es el único resto, hoy “atrapado”
en la calle de la plazoletilla que formaba
el convento de san Diego.
En la foto grande, reconstrucción aproximada
del paraje con su aspecto original basada en
el plano de Ventura Seco (abajo) y en el
dibujo de Ventura Pérez que resulta incluso
más complicado de descifrar que en otros
casos. Se han necesitado los planos existentes
de sus dependencias para aclarar el significado
de algunos elementos y la desproporción
manifiesta. En el arco del centro
de la fachada había una lápida que
conmemoraba la boda celebrada entre
Carlos II y Mariana de Neoburg en la capilla
del convento. En el cuerpo superior
de la fachada, los escudos de los Lerma.
san Diego no tuvo este aspecto mucho
tiempo, pues fue reformado y terminó
ocupando la primitiva placita
alineándose con la calle.

Siguiendo un poco más adelante llegaremos a la plaza de santa Brígida o


popularmente de “las Brígidas”3, que toma el nombre del convento de tal advo-
cación que hubo en ella. En tiempos, a la plazuela se la llamó de “los Leones”,
por estar dedicada a juegos y corridas de toros para el entretenimiento de la
3 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco.
corte de Felipe III. Quizá por tal hecho había en la fachada del convento unos
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
monumental de la provincia de Valladolid. relieves representando luchas de fieras de la antigüedad que podrían haber
Monumentos religiosos de la ciudad de dado nombre a la plaza. También es cierto que el rey tuvo unos leones, además
Valladolid. Pág. 35. de otros animales exóticos en su finca de la Ribera, que participaron en diver-
sos juegos celebrados en julio de 1607 en esta misma plaza. En dicha ocasión,
uno de aquellos felinos se enfrentó con escaso éxito a un toro.
Zona de san Miguel  129

De las Brígidas sale una callejuela a la espalda del Palacio Real, hoy depen-
dencias militares. Se trata de la calle de san Diego4, así llamada por estar en ella
el desaparecido convento franciscano de ese nombre. Fue patronato de la casa
de Lerma, fundado a pesar del monumental enfado de la comunidad de san
Francisco de la Plaza Mayor. Entre las crónicas que aluden a san Diego destaca
por lo anecdótico la contenida en el libro de J. M. Quadrado, que sobre la his-
toria de Valladolid escribió en 1885 y donde cita:
«Para completar la fisonomía de aquella Corte, en la misma plazuela se
fundó con la protección del de Lerma un convento de recoletos francis-
cos de san Diego, en una de cuyas celdas cuéntase que solía encerrarse
Felipe III a hacer penitencia hasta salpicar de sangre las paredes.»

Una última curiosidad sobre san Diego nos la relata Canesi en su “Histo-
ria de Valladolid”, al tratar de las cosas con que lo dotó el duque de Lerma
cuando fue fundado. Cuenta que mandó hacer
«…un oratorio, adornado con muchas reliquias y efigies de escultura muy pri-
morosas; entre ellas, tres muy especiales, que son un Cristo crucificado, un San
Lázaro y un San Lorenzo en las parrillas; hechuras de Rodrigo Moreno, de
Nebrija, natural de Granada, que siendo manco del brazo izquierdo (dígolo Este apunte de la mano de uno
de los monjes del retablo de san Diego,
por cosa singular) se valía de un muchacho que le aseguraba el escoplo para
hoy en el Museo de Escultura, por su
dar los golpes…» potencia, bien pudiera pertenecer a
una obra de Miguel Ángel. Aunque
Tan curioso artífice vino a Valladolid para solicitar una pensión por los ser- sí fue obra de otro Miguel Ángel:
vicios que prestó su padre durante ciertos disturbios en la ciudad de Granada, Miguel Ángel Leoni, hijo
de Pompeyo Leoni.
y se le ocurrió que podría conseguirla agradando al duque, y así…
«…ejecutó estas tres alhajas con tan raro primor que regaló al duque de
Lerma con ellas, por ver si así podría lograr su intento; mas fue tan infeliz
que malográndose su esperanza, murió en Valladolid con tal miseria, que
fue preciso enterrarle de limosna la cofradía de las Animas de la parroquia
de San Juan, donde era feligrés.»

Tras varios usos y restauraciones, san Diego fue derribado a principios del
siglo XX.
A un par de manzanas de san Diego se levantaba otra de las instituciones
de caridad de Valladolid: el Hospital de san Blas. Según Canesi era muy anti-
guo, de mediados del siglo XIII. Lo fundó y atendió la cofradía llamada de la
Misericordia, compuesta de personas muy importantes de todos los estamentos.
Tanto fue así, que la misma reina Isabel la Católica quiso
«…entrar en la dicha cofradía y ser cofrada…»

y su marido el rey Fernando no fue menos. Durante muchos años mantuvo 4 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
muchas obras de caridad, pero por lo que más se le conocía era por el mante- HOYO. Patrimonio perdido: conventos
nimiento de 16 niños de los 8 a los 14 años. Los llamados “Niños de la Doc- desaparecidos de Valladolid. Pág. 453.
130 Rincones con fantasma

Aspecto actual de la calle de san Blas


con la portada en el recuadro azul.
Al no tener la posibilidad de saber
cómo era la fachada completa y
teniendo en cuenta sobre todo
la destrucción de su entorno, sólo
se ha colocado una miniatura de
la reconstrucción en el lugar que ocupó.
Era imposible recrear la zona.
Agapito y Revilla alcanzó a conocer
la “casa de san Blas” a principios
del siglo XX, y señaló que estaba ocupada
entonces por la Caja de Ahorros y
Monte de Piedad de la ciudad con
otras que asomaban a la calle
del Conde de Ribadeo.
Hoy día esa amplia manzana de casas
no conserva ni un sólo vestigio de
su antigüedad.

Detalle del plano de Ventura Seco con


la situación de san Blas (remarcado). El otro
plano es obra de los hermanos Amelier
(1846), más preciso que el anterior a la hora
de señalar el emplazamiento de san Blas
con respecto a la nueva calle de Felipe II.
Zona de san Miguel

Dibujo de Ventura Pérez de la portada



del Hospital de san Blas, como muchos de la serie,
131

claramente desproporcionado.
En la página anterior, recreación de la barroca fachada
de san Blas siguiendo el dibujo de Ventura Pérez,
construida según Canesi en 1676. La copia que se
ha utilizado es una de las menos nítidas de la serie y
algunos detalles son dudosos. No está muy clara la figura
que ocupa la hornacina central. María Dolores Merino
en su libro “Urbanismo y arquitectura en Valladolid,
siglos XVII y XVIII” señala que es una imagen de la Virgen
de la Misericordia, y así debió de ser, no sólo por
la advocación del hospital sino por sus atributos.
A la Virgen de la Misericordia se la ha representado
protegiendo con su capa a los fieles de las flechas
que les lanza el Maligno, y efectivamente, en el dibujo
se la aprecia ataviada con una capa y sosteniendo en la
mano derecha un haz de tres flechas. Esa misma mano
parece la representada en el medallón situado encima
de la puerta. Un busto de Dios Padre coronaba la portada.
Según el texto de un plano firmado por Antolín Rodríguez
conservado en el Archivo de la Real Chancillería
correspondiente al interior de la iglesia, y el esbozo
del plano de Ventura Pérez, parece que la fachada
tenía un sólo cuerpo coronado por un frontón
con una pequeña ventana.

trina” eran bien conocidos en la ciudad, pues daban principio a todas las pro-
cesiones, ayudaban a misa en los conventos e iban cantando vestidos de negro
a las casas de los difuntos para entonar un responso.
A finales del siglo XVIII la finalidad del Hospital cambió, pasando a reco-
gerse allí a los niños expósitos; y en el siglo XIX desapareció la institución, ocu-
pando el edificio mas tarde, según Agapito y Revilla, la Caja de Ahorros y
Monte de Piedad de la ciudad.
Zona de
la Plaza
Mayor

Zona de
la Plaza
Mayor
No es la zona más antigua de Valladolid,
pues quedaba extramuros de la primitiva cerca,
 135

pero sí de las más importantes tanto


en el pasado como hoy día.

Plaza Mayor y Fuente Dorada


La Plaza Mayor se fue formando en un descampado que había fuera de
la ciudad medieval, saliendo por el “Postigo del Trigo” de la primitiva cerca.
Allí empezaron a proliferar puestos de venta, de tal manera que a mediados

Foto antigua, lib. prd: “Valladolid,


imágenes del ayer”. Pag. 160.
136 Rincones con fantasma

Reconstrucción de cómo se vería la


desaparecida fachada de la portería del
convento de san Francisco a finales
del siglo XVIII. La reconstrucción está basada
rigurosamente en el dibujo de Ventura Pérez
que ilustra la “Historia de Valladolid”
de Antolínez de Burgos, a falta de otras
fuentes del siglo XVIII, que fue cuando
la fachada estuvo completa. Existe un cuadro
de la serie que pintó quizá Felipe Gil de
Mena para ilustrar unos festejos de la Vera
Cruz en la que se ve la fachada, pero en 1656,
y algún grabado de los autos de fe celebrados
en la plaza, todos poco fiables.
Hay varios detalles disonantes en su
arquitectura. El almohadillado que reproduce
el dibujo sobre los arcos del primer piso,
parece perteneciente al primer Renacimiento
y choca con el estilo clásico del resto de la
fachada. El ático es un conjunto de molduras
que podría explicarse por la adaptación que
sufrió para colocar la hornacina con la estatua
de san Francisco, obra que no sentó nada
bien al Consistorio de la ciudad. Al fondo se
podía ver la espadaña del reloj del convento,
que tan importante fue para regular los
horarios comerciales de la plaza. Otra
curiosidad son los escudos de Valladolid, que
en el dibujo se nota claramente que eran
postizos y estaban colgados en sendas
argollas, como simbolizando que el
ayuntamiento estuvo en el convento,
pero de prestado.
Zona de la Plaza Mayor  137

del siglo XIII ya se la conocía como plaza del Mercado. Hasta esas fechas el mer-
cado se venía realizando en la plaza de santa María (hoy de la Universidad).
Los puestos de alimentos que se montaban en la Plaza Mayor estaban per-
fectamente agrupados por géneros (como por ejemplo en la Casa de la Red,
donde se vendía el pescado). También comenzaron a instalarse en la plaza y sus
aledaños muchos gremios de artesanos, como se recuerda en las estatuas de la
nueva Fuente Dorada. Es fácil imaginar la barahúnda de animales de granja,
productos del campo, carnes, pescados y cacharros de todas clases que llenarían
la zona, con una ensalada de balidos, cacareos, voces de las verduleras y golpe-
teos metálicos en los talleres de los artesanos. Entre aquel gentío proliferarían
los pícaros y comerciantes sin escrúpulos, y en los documentos de la ciudad En la foto de la izquierda, así se vería
la portada de san Francisco en la plaza
abundan las ordenanzas municipales que intentaban poner coto a fraudes y
si se hubiera conservado.
abusos. Hay montones de ellas, alguna tan alarmante como el edicto del inten- A su derecha, dibujo de Ventura Pérez
dente corregidor, de mayo de 1787, en el que se ordena a fruteras y hortelanos utilizado para hacer la reconstrucción.
que tengan cuidado y no La falta de proporciones es manifiesta
y desgraciadamente constante en todos
«…mezclen (como alguna vez a sucedido funestamente) cicuta con el peregil.» los que, como éste, realizó para ilustrar
una de las copias de la “Historia de
La fuente dorada que dio nombre a la plaza donde se ubicaba, se llamó en Valladolid” de Antolínez de Burgos.
sus primeros tiempos “fuente de los espaderos”, pues en los soportales cerca- Como en otros casos, a las labores
nos a Cánovas del Castillo tenían sus talleres estos artesanos. Según Ventura de documentación y recopilación
de elementos, se sumó la de ajustar
Pérez, en 1725, cuando la plaza era conocida como “de la gallinería vieja”, se los volúmenes de la fachada a
efectuaron importantes obras en la fuente. Entonces la gente la empezó a llamar unas medidas razonables.
de otra manera muy curiosa:
138 Rincones con fantasma

«…quitaron una bola con su aguja que tenía de bronce y pusieron unos del-
fines de piedra y encima un tiesto de flores a la estatua de la primavera, de
tres cuartas poco mas o menos de alto, muy dorada, a la cual un muchacho
la quitó la cabeza de una pedrada y jamás se la volvieron a poner, y hoy se
llama la fuente de la primavera sin cabeza…»

La “fuente de la primavera sin cabeza” sufrió varios cambios más, hasta


que en 1876 fue cambiada por otra de diseño más práctico, que con el pasar de
los años también sería suprimida.
La zona fue ganando tanta importancia que el 10 de abril del año 1499 los
Reyes Católicos ordenaron que el edificio para ayuntamiento
Una de las mejores obras de arte que se «Se haya de facer de aqui adelante en la plaça Mayor.»
conservan procedentes de san Francisco,
es el impresionante “Entierro de Cristo”, obra
de Juan de Juni, que presidía la capilla Es curioso el documento, pues nos da fecha exacta de la instalación “ofi-
funeraria de fray Antonio de Guevara. cial” del Consistorio en la plaza, a la vez que es una de las primeras veces que
Hoy se encuentra en el Museo Nacional se la denomina “Mayor”, en vez de “del Mercado”1.
de Escultura la cabeza de José de Arimatea,
una de las figuras más expresivas del grupo. El desaparecido convento de san Francisco2, enorme complejo de esta
Orden del que no se conserva ningún vestigio, fue el edificio más importante que
salía a la plaza. Ocupó la fachada de su portería parte de la acera opuesta al
Ayuntamiento y todavía hoy se oye llamarla a algún mayor “acera de san Fran-
cisco”. El convento era tan grande que ocupaba casi toda la manzana de casas
hasta la actual calle de Montero Calvo. Fue, como san Pablo, fundación de doña
Violante, mujer del rey Alfonso X el sabio, otorgada el 26 de febrero de 1260.
Durante muchísimos años el monasterio fue parte activa de la sociedad valliso-
letana, hasta el punto de ceder un espacio en su recinto para el primitivo Con-
sistorio de la ciudad, ocupándolo el Ayuntamiento desde el año 1338.
Triste es la pérdida de tan importante elemento en el desarrollo del Valla-
dolid antiguo como fue san Francisco, plagado de historia y algunas leyendas.
Una de las más conocidas de este convento fue la protagonizada por un fraile al
que, hallándose a altas horas de la noche en las dependencias de la iglesia pre-
parando ciertos ejercicios, se le aparecieron unas siniestras figuras. Estos extra-
ños le conminaron a tomar un cáliz y acompañarles a la sepultura de un hombre
malvado que había fallecido recientemente, y que estaba enterrado en el monas-
terio. Los intrusos levantaron la losa con facilidad y sacaron el muerto del inte-
rior de la tumba, de cuya boca salió la Sagrada Forma que el fraile recogió en el
cáliz que llevaba. A continuación los violadores del sepulcro se manifestaron
como lo que en realidad eran: el Diablo y sus congéneres, que con un infernal
estrépito se llevaron el cuerpo a las Tinieblas atravesando el techo del convento.
El agujero que dejaron era visitado con curiosidad por las gentes de antaño, pues
1 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las calles tal boquete existió, no se sabe si obra demoníaca o de alguna gotera.
de Valladolid. Pág. 278. También era conocida en el monasterio la tumba de doña Leonor “la de
los leones”, cuya historia recogió Juan Ortega Rubio. Cuenta cómo Enrique II
2 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
HOYO. Patrimonio perdido: conventos tuvo amores con una dama llamada Leonor Álvarez, de los que nació una niña
desaparecidos de Valladolid. Pág. 55. a la que bautizaron con el mismo nombre de la madre. El rey receló de la dama
Zona de la Plaza Mayor  139

Muchas de las calles que salían a la Plaza


Mayor se han perdido o han quedado ocultas.
En la imagen, la superposición de una
antigua foto nos permite ver dónde
estaban dos de ellas.

creyendo que su hija era fruto de otra relación, y ni corto ni perezoso tomó una
“ecuánime y piadosa” decisión: arrojar a la pequeña a unos leones. Como las
bestias no hicieron daño a la niña, el soberano lo tomó como una señal divina y
devolvió el favor a madre e hija.
Otro ilustre personaje enterrado un tiempo en san Francisco fue Cristóbal
Colón, tras su muerte en 1506. Murió asistido por franciscanos, quién sabe si
de este mismo convento.
También las crónicas sobre san Francisco nos han dejado un dato curioso,
esta vez nacido de la pluma de Ventura Pérez, que nos habla de lo agreste de los
aledaños de los Torozos en los albores del siglo XVIII:
«Año de 1736, día 19 del mes de enero, se halló un lobo en la huerta de San
Francisco, del tamaño de un perro mastín… lo mataron a la puerta de la capi-
lla de los ajusticiados; no hizo daño alguno. Le llevaron a Malcocinado y allí
lo tuvieron colgado mucho tiempo. Este lobo estaba mojado, se discurrió que
pasó el río por las tenerías, y se desatinó, y se metió en la ciudad, porque
detrás del Prado se crían bastantes.»

Al demolerse san Francisco, los frailes se diseminaron por otros monasterios.


Tras décadas de ausencia, la Orden regresó a la ciudad en 1924 instalándose en el
convento de la Sagrada Familia. En 1959 pasaron a ocupar la iglesia de san Anto-
nio en el paseo Zorrilla, donde se conserva actualmente parte del archivo y algu-
nas pinturas procedentes de san Francisco. Los materiales del convento fueron
aprovechados en algunas obras, como era común al desmontar edificios de pie-
140 
Rincones con fantasma

dra, tan escasa por estos parajes. La estatua de san Francisco que presidía la
fachada se usó como pavimento, si atendemos a la carta que recibió Juan Agapito
y Revilla en calidad de presidente de la Sociedad Castellana de Excursiones, en
septiembre de 1914:
«…una persona de Valladolid, respetable y digna de todo crédito, me comu-
nica la noticia de que la estatua de san Francisco que había sobre la puerta de
su convento en esta ciudad, está enterrada en la calle de Mendizábal, al pie de
la verja de hierro en que hay dos leones de piedra, y da paso al jardín perte-
neciente a la casa núm. 10 de la calle de la Constitución.»
Si tal estatua se encontró o no, nada se sabe. Desde luego no está en nin-
gún museo, y no es fácil que esté todavía enterrada.
En el famoso de incendio de 1561 se quemó gran parte de esta zona, siendo
reconstruida siguiendo unas pautas impuestas por el poder Real. Efectivamente,
una cédula de Felipe II fechada en diciembre de 1564, ordenó hacer las fachadas
y soportales de la Plaza Mayor y sus aledaños. Lamentablemente, su disposición
original ha variado bastante, pues muchas calles y casas han desaparecido.
El proyecto contemplaba la construcción de una sede propia para el Ayun-
tamiento, que fue erigido en la acera de enfrente de la de san Francisco. Estos
son unos pocos apuntes históricos sobre nuestra emblemática plaza, cuyo
recinto ha sido escenario de torneos y juegos de toros, ejecuciones, revueltas
populares y espantosos autos de fe. En una última intervención fue sometida a
un polémico “lavado de cara”, con la buena intención de recuperar su estado
original, a base de pintar las fachadas de un tono rojo “almagre”.

Platerías
En Valladolid hubo cinco cofradías penitenciales con iglesia propia, cifra
que hoy día se ha reducido a tres. Fue notable la influencia que estos templos
tuvieron en su entorno, llegando incluso a dar nombre a la calle donde se
encuentran. Los nazarenos tienen su iglesia en la calle de Jesús. La cofradía de
las Angustias levantó su bello templo en la calle de su mismo nombre, llamán-
dose también un tiempo “de las angustias viejas” la calle donde tuvieron su
anterior oratorio, hoy Torrecilla. La penitencial de la Piedad también bautizó la
calle donde tuvo su iglesia, aunque hoy día ya no existe ni la denominación de
la calle ni la iglesia. La cofradía de la Pasión no fue una excepción y también
tiene el mismo nombre su templo y la calle que lo alberga, aunque la herman-
dad ya no tiene la propiedad del edificio.
La única excepción es la iglesia de la cofradía de la Vera Cruz, que no pudo
dar nombre a su calle por la sencilla razón de que ya tenía adjudicado uno por
su condición de calle gremial. Pero hagamos una pequeña reseña de esta peni-
tencial, pues no sólo influyó en esta calle, sino en algún otro punto de la ciudad.
La Vera Cruz nació, como quizá las Angustias y la Pasión, en el seno de la
orden franciscana. Tuvo gran vinculación con el desaparecido monasterio de
san Francisco, y celebró los cultos en él hasta la construcción de su primer ora-
torio. Fue la primera penitencial que se fundó, pues ya existía en 1498.
Zona de la Plaza Mayor 141

Tras celebrar cabildo, decidieron solicitar de la ciudad unos terrenos en el


“testero de la Costanilla”, para construir su templo con todas las dependencias
necesarias3. Costanilla era toda calle que estuviera en rampa, como hoy diría-
mos “cuestecilla”, y la calle que luego sería de la Platería era conocida entonces
por este nombre.
Aquí levantaron la iglesia, coincidiendo con el espacio que ocupó una de
las puertas de primera muralla de Valladolid que allí se alzaba. Dicha puerta de
la muralla se llamó en tiempos antiguos “del Azoguejo”. Azogue es una palabra
de origen árabe que significa mercado. Es cierto que en la pequeña plazoletilla
que formaba la muralla con las casas de enfrente a la altura de esta puerta, se
formaba un mercadillo de pescados y carnes.
Las apreturas de espacio que tenía la Vera Cruz para armar sus pasos deter-
minaron la demolición del cuerpo de la iglesia en 1665. Cumpliendo una prag-
mática de los Reyes Católicos, se ordenó a la cofradía que los locales creados a raíz
de esta ampliación, habrían de ser alquilados a plateros o tiradores de oro y a nin-
gún otro oficio. Los plateros se instalaron en la calle y de ahí su nombre.
La iglesia alberga muchas de las joyas de nuestra imaginería procesional,
algunas de ellas con una historia curiosa o una leyenda.
La Virgen de la Vera Cruz rivaliza con la de las Angustias en fama y belleza.
La talla fue realizada para el paso del Descendimiento por Gregorio Fernández,
entre junio de 1623 y los primeros meses de 1624. Fue separada del paso en 1756,
pues debió de producirse una petición popular a la cofradía para que recibiese
culto de forma aislada. En 1757, la Virgen desfiló sola por primera vez, cerrando
la procesión, y en el mismo año se colocó una copia en el Descendimiento.
La imagen ha sido restaurada íntegramente eliminando repintes y consoli-
dando su estructura. Para estas labores se desmontaron varias partes, entre ellas
el brazo derecho, donde se encontró con sorpresa una hoja de periódico de los
años de la guerra de Cuba, en la que un cofrade que a ella partía se encomen-
daba a la Virgen. Este curioso hallazgo se conserva expuesto en las dependen-
cias de la cofradía.
Pero sigamos con el Descendimiento4. Gregorio Fernández intentó lograr
una paso magnífico, como demuestra el documento que se otorga en 16 de
junio de 1623, en el que afirma
«…que daré hecho y acabado en toda perfezion»,

y continúa imponiendo la condición de que se le habría de pagar una can-


tidad adicional
«…que Francisco Diez platero de oro desta ziudad dijeren que valen más
cada una, que cada una de las figuras del paso que hize para la dicha cofra-
día del Azotamiento.» 3 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las
calles de Valladolid. Pág. 336.
Si de esta manera, comprometiéndose a mejorar la calidad artística con res- 4 J. José MARTÍN GONZÁLEZ. El
pecto al paso del Azotamiento que labró años atrás, esperaba el maestro ganar escultor Gregorio Fernández. Pág. 213.
142  Rincones con fantasma

Con este montaje de dibujo y fotografía


se recrea el momento en que
el Descendimiento atrapó al costalero
en la puerta de la Vera Cruz,
con lo que quizá se ganó
el sobrenombre de “Reventón”.

un dinerillo extra, se equivocó totalmente. En abril de 1661, veinticinco años


después de morir Fernández, su viuda María Pérez declaraba en testamento que
la cofradía aún le debía
« …mill ducados poco mas o menos»

de la hechura del paso, quejándose de las malas intenciones de sus deudo-


res. Seis años más tarde, en 1667, su hija Damiana todavía trataba de cobrar a
la Vera Cruz.
El tamaño del Descendimiento, de los más grandes de cuantos pasos des-
filan, motiva que se le tenga armado en la iglesia de la Vera Cruz en una capilla
especial. Esto fue lo que le salvó de terminar en el Museo cuando se produjo la
requisa de la Academia de Artes de Valladolid, que en 1828 incautó cuantas pie-
zas sueltas de pasos halló en las penitenciales.
Hay crónicas que hablan de 60 hombres para moverlo, pero son pocos
para un recorrido largo. Quizá a causa del excesivo peso ocurrió una desgracia
que relata Ventura Pérez en su “Diario de Valladolid”, comentando la Semana
Santa de 1741:
«…el jueves santo al meter el paso grande de la Cruz en su casa, cogieron
debajo de él a un hombre, y por aprisa que levantaron el paso le sacaron
casi reventado y le llevaron al hospital general.»
Puede ser que a causa de este incidente la gente empezara a conocerle
como “el Reventón”, o tal vez sea porque los costaleros que lo llevaban acaba-
Zona de la Plaza Mayor  143

ban reventados. El caso es que el apodo aún se usa.


No fue este hombre el único que murió en la puerta de la iglesia de la Cruz,
pues se conserva una macabra crónica del historiador Canesi que dice que unos
años antes, en 1674,
«…estando Agustín de Valdivieso arrodillado en el umbral de la puerta de
este templo, encomendándose al Cristo de la Cruz, llegó uno y le penetró
la cabeza con una daga dejándosela clavada en ella, sin que se pudiese
mover de aquel sitio…»
El Cristo atado a la Columna5, otra de las maravillas de la iglesia, perteneció
a un paso del Azotamiento que tuvo la cofradía y que se desmontó cuando la Aca-
demia requisó muchas tallas de pasos debido a su mal estado. Se tallaría antes de
1619, pues en este año la Vera Cruz solicitó al Papa ciertas prebendas para la
«insignia y Eccehomo de la columna que la dicha cofradía tiene en su altar
de su iglesia.»

Siempre ha sido motivo de singular veneración, pues la gran belleza de la


imagen atrae las miradas. La gente le dedicó una leyenda que recogió el histo- Jesús atado a la Columna,
de Gregorio Fernández.
riador Sangrador Vítores en su “Historia de Valladolid”. En ella se dice que
estando Gregorio Fernández contemplando la talla recién terminada, el Cristo
se volvió y preguntó al maestro: “¿Dónde me miraste que tan bien me retra-
taste?”. A lo que Fernández respondió: “Señor, en mi corazón”.
El desnudo es primoroso, recreándose el autor en arrugas y venas. Tras-
mite una dulzura y resignación conmovedoras. Sus tristes ojos castaños atrapan
la atención e imponen silencio.
En todos los tiempos, la llaga de la espalda ha sido objeto de especial culto.
Fernández dejó escrito que la había hecho mezclando corcho y sangre cuajada.

El Ochavo
Frente a la puerta de la iglesia de la Vera Cruz se forma un pequeño espacio
a modo de placita. Si levantamos la vista, podremos ver en el ángulo de la casa
que hace esquina con la calle Rúa Oscura una gran argolla de hierro fijada a la
pared, que hace juego con otra que está situada en la plaza del Ochavo, en la casa
que hace esquina con Platerías.
De la argolla del Ochavo cuenta la leyenda que estuvo colgada la cabeza de
Álvaro de Luna, famoso valido del rey Juan II que, víctima de las conspiraciones
de sus enemigos políticos, fue condenado y ajusticiado en Valladolid. Nada más
falso que esta suposición, pues las dos argollas, la única función que desempeña-
ron en tiempos antiguos, fue la de sostener las colgaduras que a modo de toldos se
colocaban durante la procesión del Corpus. Además, en la época en que se cons- 5 J. José MARTÍN GONZÁLEZ. El escul-
truyeron estas casas, Álvaro de Luna llevaba muerto más de un siglo. tor Gregorio Fernández. Pág. 169.
144  Rincones con fantasma

Plaza del Ochavo. Señalada en azul,


la casa donde una placa señala el lugar
de nacimiento de san Pedro Regalado.
Junto a la primera columna de la derecha
(en el recuadro), cuelga la argolla donde
la leyenda dice que se colocó la cabeza
de don Álvaro de Luna.

En el edificio que existió donde hoy se alza la casa de la esquina opuesta a


la de la argolla del Ochavo, nació san Pedro Regalado, patrón de la ciudad y de
los toreros. En sus bajos se encuentra un mesón cuyos comedores son antiquí-
simas estancias subterráneas.
Según cuenta Agapito y Revilla en sus “Calles de Valladolid”, la cervantina
plaza del Ochavo fue llamada así por haberse colocado en ella una fuente del
famoso viaje de Argales cuyo pilón era ochavado, o sea de ocho lados, deci-
diendo el Regimiento reconstruir las casas de la plaza coincidiendo con la forma
de aquella desaparecida fuente. Según Antolínez, el agua de Argales se la debió
Valladolid al convento de san Benito, que era su propietario y cedió su uso
público a cambio del mantenimiento de la red de traída. Debió de ser agua de
gran calidad, pues un refrán de la época que se refiere a las maravillas de la ciu-
dad, termina citando “los dos portales y el agua de Argales”. (Los dos portales
Argolla ubicada en la confluencia de las calles son las fachadas de san Gregorio y san Pablo.)
de Rúa Oscura y Macías Picavea, la única Por cierto que hay una curiosa anécdota recogida por Ventura Pérez. Ocurrió
casa de la zona que resistió el incendio y que, como era costumbre durante las procesiones, en una dedicada a san Félix de
su reconstrucción. Se considera que es
el edificio civil más antiguo de la ciudad,
Cantalicio las comunidades religiosas levantaron cada una su altar en el recorrido
construido a finales del siglo XIV. de la comitiva. En el Ochavo, los descalzos hicieron uno que se salía de lo normal,
pues era todo a base de estanterías llenas de tiestos y pequeñas tallas. Debió de ser
la comidilla de la gente, y los frailes habrían oído comentarios y estarían algo doli-
dos. El caso es que se acercó un jesuita al altar y
«comenzó a examinarlo con sus anteojos, y notando la simetría de los ties-
tos y niños y San Juanicos, respondió a la pregunta que le hicieron de lo que
le parecía, y dijo: muy buena botica esta;»
(o sea, que con tanto bote, le parecía la estantería de una farmacia )
«a lo que respondió muy pronto un descalzo: pues si está buena la botica,

Zona de la Plaza Mayor
145

púrguese aquí y a cagar a su altar…»


Amén.

El clero en tiempos antiguos podía llegar a ser así de agresivo. Ya nos


cuenta Pinheiro, testigo presencial en aquel siglo XVII, de los suaves sermones
de aquellos predicadores de modos dulces y beatíficas palabras:
«Viendo (el predicador) una vieja que tiraba del manto a otra, tomó tanta
rabia que, quitándose el bonete, se le arrojó, gritando: “Puta vieja, raída,
quítate delante, sino juro a Dios, cara de mona, que te tire (arranque) el
pellejo”; e hizo tanta fuerza que cayó del púlpito, y la agarró de las greñas,
que aún está gimiendo por ellas…»

Otro seráfico franciscano durante un sermón


«…viendo que una pobre moza (prostituta) se enternecía, y que un rufián
estaba torciendo los bigotes y amenazándola, comenzó a gritar: “Puto
ladrón, quítate delante; dejadme dar con el infante en el infierno, qui ponit
obicem Spirutui Sancto. Y tomó la calavera, y se la tiró, con la cruz, a la
cabeza…»

¡Santos varones!

Iglesia y calle de Jesús


Los nazarenos, como otras penitenciales, nacieron bajo el amparo de una
orden monástica, siendo en este caso la de san Agustín. En su Regla se con-
templaban ciertos acuerdos que la vinculaban con la Orden, como la obligación
de administrar las correas o “cintas” de san Agustín, detalle que determinó que
el primer nombre de la cofradía fuese “cofradía de la Cinta de Nuestro Padre
san Agustín, san Nicolás de Tolentino y Nuestro Padre Jesús Nazareno”, al que
se le añadieron más tarde las advocaciones de “santa Mónica” y en 1616 la de
“Nuestra Señora de la Consolación de Bolonia”.
Tras romper su dependencia con la comunidad de san Agustín en 1651, la
cofradía dedicó sus esfuerzos a los trámites necesarios para la construcción de
su propio templo. En 1663, se realizaron los primeros trabajos de limpieza y
vallado de un solar recién adquirido por la cofradía en la zona de la Rinconada
para levantar su iglesia. Este lugar es citado por Canesi como un sitio
«que servía para la esgrima de un juego de armas»

Por fin, la cofradía se trasladó a su flamante templo en 1676. Los nazare-


nos siguieron existiendo dignamente pese a las penalidades, acosados como
todas las cofradías por las prohibiciones y exigencias de los poderes públicos.
146 Rincones con fantasma

En el año 1880 tuvieron que hacer frente a otra adversidad; en esta fecha se
comenzaron los trabajos para la construcción del mercado del Val, y en el pro-
yecto se contemplaba la urbanización de la zona, que incluía mejorar el acceso
hacia la Plaza Mayor a base de alinear y ensanchar varias calles.
La iglesia de Jesús se encontraba en el camino de la piqueta y el arquitecto
municipal Ruiz Sierra, quizá llevado por el entusiasmo del proyecto, declaró
que el templo estaba “en el último periodo de su probable duración”, propo-
niendo su derribo a cambio de una indemnización de 108.000 pesetas. Afortu-
nadamente, otro arquitecto, José Benedicto y Lombía, presentó otro proyecto
en el que sólo se derribaría parte del templo, la correspondiente a 6,70 metros
lineales que sobresalían de la casa del capellán, construyéndose una nueva
fachada en línea con la nueva calle. Se hicieron las cosas de esta manera, indem-
nizándose a la cofradía con 18.500 pesetas por el trozo de iglesia. Paradójica-
mente, fue Ruiz Sierra, el que había propuesto su derribo, el encargado de
levantar la nueva fachada de ladrillo que hoy se puede contemplar.
También tuvieron los nazarenos sus relaciones con el convento de san
Francisco, destacando su participación en una procesión que realizaban los
frailes desde finales del siglo XVII, posiblemente al comenzar la Cuaresma.
Acudían con todo su aparato, incluyendo la imagen del Nazareno, y eran
La iglesia de Jesús, acompañados por multitud de religiosos y niños vestidos de ángeles, que según
a “tiralíneas” con la calle. las crónicas
«llevaban muchas demostraciones de lo que somos, como calaveras, huesos
y estatua entera (una “estatua entera” era una imagen de la muerte).»

Calle e iglesia de la Pasión


La iglesia de la Pasión6 da nombre a la calle donde se encuentra, que une
la Plaza Mayor con la de santa Ana. El pasadizo que se abre a la izquierda del
templo es conocido por “calle de la Caridad”, en recuerdo de la cofradía de Paz
y Caridad que formaba parte de la antigua penitencial. Tuvo la Pasión, al igual
que la Vera Cruz, una ermita o humilladero situado fuera de la ciudad, pasando
el puente Mayor. La iglesia de la Pasión se construyó sobre 1579 y hay noticia
de que fue inaugurada por el último abad de Valladolid, el cardenal Alonso de
Mendoza, el 18 de marzo de 1581. Su forma actual procede de la sexta década
del siglo XVII, tiempo en que la hermandad estuvo formada por una buena can-
tidad de artistas; sin duda el espíritu innovador que siempre tiene la gente de
esta profesión, movió a realizar las reformas que cambiaron su aspecto. Todo
ello se hizo en el nuevo estilo barroco ornamental y como anécdota hay que
decir que uno de los más entusiastas de la remodelación fue Gregorio Rodrí-
guez Gavilán, nieto del escultor Gregorio Fernández, que pagó de su bolsillo
buena parte de la obra.
6 Juan AGAPITO Y REVILLA. Las calles La iglesia fue declarada en ruina en los años veinte del siglo pasado y a
de Valladolid. Pág. 328 punto estuvo de ser derribada de no ser por la intervención de Bellas Artes y el
Ayuntamiento. En 1968 pasó a ser utilizada como una sección del Museo de
Escultura donde se exponían sus fondos pictóricos. Fue museo de pintura hasta

Zona de la Plaza Mayor
147

la pasada década, y hoy está convertida en una moderna sala de exposiciones.


El principal fin de la cofradía de la Pasión era el estricto cumplimiento de su
Regla, la cual obligaba bajo juramento a recoger a cuantos falleciesen por una fata-
lidad en el término de Valladolid, ya sea en los caminos o ahogados en el río, así
como ayudar a los condenados a muerte, confortándoles física y espiritualmente.
La noche antes de que un reo fuese ejecutado, comenzaban a turnarse los
cofrades por parejas para asistirle. Mientras tanto, otros trece hermanos reco-
rrían la ciudad tocando unas campanillas “de muy triste sonido”, y con la frase
“hagan bien para hacer bien por el ánima de este hombre que sacan a justiciar”,
recaudaban las limosnas que el pueblo les ofrecía. El dinero era entregado a un
notario quien lo repartía entre los familiares del ajusticiado, si eran pobres, o
destinado a sufragar los gastos que originaban las misas en sufragio de su alma.
Según Canesi, en la víspera de la ejecución la cofradía hacía una procesión
con un crucifijo hasta llegar a la cárcel, donde el preso era investido con la
túnica negra de la penitencial y recibido como cofrade. Los alcaldes en persona
le atendían y regalaban en todo cuanto le apeteciera. Se servía al reo su última
comida en platos y cubiertos de plata, y antes de morir, se le cubría con un
manto negro perteneciente a la imagen de la Virgen de Paz y Caridad.
Después de ajusticiado le bajaban de la horca y esa noche le hacían un
solemne funeral. Canesi escribió que después le enterraban en el coro de la igle-
sia de Santiago, aunque quizá también lo hicieran en el pequeño cementerio
que este templo poseía frente a su puerta principal. Este lugar de enterramiento
dio nombre a la calle, llamándose “de la Tumba” y hoy conocida como “Héroes
del Alcázar”. Canesi dice que se inhumaban en la iglesia de Santiago porque las
ejecuciones se efectuaban en su jurisdicción parroquial.
Si el delito era tal que el reo era condenado a ser descuartizado y esparci-
dos sus restos por los caminos, el día conocido por “Domingo de Lázaro”, el
quinto de Cuaresma, salían por la noche los diputados “en preciosos caballos” y
tomaban los huesos del infeliz o infelices que previamente habían recogido y
depositado en su humilladero. A continuación los llevaban
«dos machos en una litera cubierta con balleta negra.»

Finalmente, tras celebrar varios actos, la comitiva llegaba al convento de


san Francisco, donde los enterraban en una capilla propiedad de la cofradía o
en algunas tumbas que para tal fin existían.
También tenía la Pasión el poder de liberar a un preso, facultad que heredó
de la Compañía de san Juan Bautista Degollado, hermandad de Roma que tenía
ese privilegio recibido del papa Julio III.
Nos ha quedado una relación escrita por el diarista Francisco Gallardo de
la asistencia que llevaba a cabo la cofradía a los reos de muerte, en la crónica
que se hizo de la ejecución de dos ladrones condenados por la Junta Criminal
francesa el año 1811, durante de la ocupación napoleónica. Dice así:
148  Rincones con fantasma

«No se permitió que asistiese la cofradía de la Pasión, como era de cos-


tumbre, a darles la cena, y túnicas, ni que se pidiese por las calles para
sufragios, ni tampoco que acompañase por las mismas al suplicio, ni a reco-
ger los cadáveres para darles sepultura, pues sólo lo hizo el verdugo en un
carro al campo del Hospital General, sin sacerdote alguno.»

La verdad es que aquellos años tumultuosos no se prestaban a ceremonias,


e incluso con el verdugo hubo problemas. En el diario de Francisco Gallardo
se puede leer:
«…por no haber verdugo, se intentó hiciese de tal cualquiera de los reos de
gravedad que hubiese en las cárceles; se estuvo con algunos ofreciéndoles
Balcón de la iglesia de la Pasión, típico perdón y libertad, y ninguno quiso condescender; se intentó lo mismo con
de las iglesias penitenciales.
algunos pregoneros y también se excusaron, hasta que siendo ya las 12 de
dicho día 5 se ofreció un francés por 40 pesetas, un pantalón de lienzo y una
chaqueta; Subió a la horca, pero no sabía ahorcar; dio una muerte al reo
muy inhumana.»

Las crónicas de estos siglos pasados están llenas de referencias a curiosas apli-
caciones públicas de la ley como ésta. Citaremos algunas que, de no ser por su con-
tenido trágico, podrían resultar cómicas. Por ejemplo, el castigo a dos mujeres por
alcahuetas, que comenzó por llevarlas a un tablado en la plaza precedidas por
música y pífanos; una vez sentadas en sendos bancos, el verdugo empezó el trata-
miento:
«…las ató los pies, las despojó de la ropa el medio cuerpo arriba, y una des-
pués de otra las untó muy bien de miel el medio cuerpo, en seguida las
cubrió de pluma, con lo cual y estar peladas la cabeza y cejas a navaja, for-
maban unas figuras de la mayor irrisón; permanecieron así en dicho tabla-
dillo como un cuarto de hora poco más. Fue innumerable el concurso de
gentes por las calles y en la plaza para ver semejantes espectáculos…»

Otra joya de lo macabro encontramos en el panegírico que se hace del


nuevo verdugo que vino a nuestra ciudad, nada menos que de opositor desde
Zaragoza, y que manifestó “destreza y disposición en el arte”:
«…y se creyó muy bien que desempeñó cual otro su puesto, porque el reo,
metiendo los pies entre un banzo de la escalera de la horca, se vió muy apu-
rado para voltearle sin embargo de los dos o tres empujes que hizo con él,
y además dicho verdugo sufrió una mordiscada del reo en una pierna…»

Pero aun siendo verdugos no dejaron nunca de ser funcionarios, y alguno


propenso a “hacer el egipcio”, como cuenta Pinheiro:
«a los que hurtan, luego aquel día los llevan a la Plaza y los clavan la mano
por la carne de entre el pulgar, y así están mucho tiempo; aunque si dan
doscientos reales al aguacil, mete el clavo sin tocar en la carne y untan de
sangre, como yo lo vi hacer…»
Santa Ana
Zona de la Plaza Mayor  149

La plaza de santa Ana es una de las más bonitas de la ciudad por sus edi-
ficios y su sereno ambiente. La familia Boniseni tuvo en ella un enorme palacio
que, según Pinheiro, tenía nada menos que 390 habitaciones. Pero el edificio
más importante de la plaza es el que le da nombre: el monasterio de santa Ana7.
Procede del fundado en 1281 por los condes de Carrión en la localidad palen-
tina de Perales, del que varias de sus monjas se trasladaron a Valladolid en 1594.
La condesa de Carrión, doña Catalina, era hija de los reyes don Alfonso y doña
Sancha, por lo que la comunidad ha sido siempre considerada como de funda-
ción Real, y a ese carácter aludieron para conseguir en 1779 que el monarca
Carlos III se hiciese cargo de la reconstrucción del entonces ruinoso edificio.
De estas obras se encargaría el arquitecto real, Francisco Sabatini. El monaste-
rio cuenta con numerosas obras de arte repartidas entre su interesante museo y
su iglesia, que posee varias pinturas de Goya.
La plaza de santa Ana fue lugar muy frecuentado por las gentes que anti-
guamente se dirigían al corral de comedias que existió en la vecina plaza de Martí
y Monsó, y también servía de tránsito a la iglesia de san Lorenzo, pues ésta queda
Apunte tomado en el Museo de Escultura del
justo al lado del monasterio. En este templo se venera a la Virgen de san
“sayón de la trompeta” del grupo “Camino
Lorenzo, patrona de la ciudad, conocida de antiguo como Virgen de los Agua- del Calvario”, uno de los muchos pasos que
dores, pues se encontraba en una hornacina sobre la puerta de los Aguadores de tuvo la penitencial de la Pasión.
las primitivas murallas. Esta imagen fue muy querida por el merino y regidor
Pedro Niño, quien hizo construir la iglesia sobre la antigua ermita existente. Por
cierto que don Pedro fue un apasionado partidario del emperador don Carlos
durante la guerra de las Comunidades, lo que le valió el odio del pueblo. Por esta
causa, un grupo de chavales aprovechando las revueltas le quemó sus casas. Una
vez que se pacificaron las cosas, don Pedro creyó lícito reclamar del emperador
la pérdida de sus posesiones, y cuando éste le preguntó que quién le había cau-
sado tal daño, don Pedro respondió: “Los muchachos”. Carlos I le contestó con
sorna: “¿Acaso soy yo Herodes?”. Y nuestro regidor quedó en ridículo. Hay una
crónica de estos sucesos que escribió Canesi:
«…y el pueblo al punto se puso en armas, y corriendo por todas las calles
como fuera de sí …fueron a las casas de Pedro Portillo al anochecer, que
era procurador mayor de Valladolid …con intento de que determinase
algunas cosas pertenecientes al gobierno de esta ciudad; pero Portillo no los
respondió tan bien como ellos esperaban porque les llamó alborotadores y
ladrones, con que maltratados así y con la perversa y fea intención que lle-
vaban se enojaron tanto que le rompieron las puertas y ventanas y entra-
ron en la casa; y en tal peligro hizo bastante él en librarse de sus manos y
como no le pudieron coger le robaron el aparador de plata y saquearon la
casa y tienda que tenía de riquísimos paños y sedas, que era mercader, y
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco.
delante de su puerta quemaron muchas piezas de brocados, sedas, paños,
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
tapicerías, mantas, armiños y otras cosas de gran valor, hasta las gallinas y monumental de la provincia de Valladolid.
otras menudencias, y todo lo arrojaron al fuego o se lo llevaron hurtado; y Monumentos religiosos de la ciudad de
sobre esto se acuchillaban con otros; y después rieron mucho, porque arro- Valladolid. Parte segunda. Pág. 7.
150 
Rincones con fantasma

jando un papagayo en las llamas, dijo hasta que se abrasó: judío que me
quemo, judío que me quemo; y se apreció el daño en más de tres cientos de
maravedís; y no saciados con esto, comenzaron a demoler la casa, que
estaba donde ahora el Ochavo, y unos muchachos que seguían a sus padres
pegaron fuego a la solana, donde había leña y manojos …de allí partieron
a las de Alfonso Niño de Castro, merino mayor de Valladolid, y le busca-
ron para matarle, y no encontrándole, derrocaron el pasadizo de sus casas,
que es el que hoy se ve reedificado junto a la iglesia de la Pasión.»

En san Lorenzo también existió otra imagen de la virgen, llamada “de la


Cabeza” y también “del Pozo” por causa de varias leyendas, aunque con algu-
nas variantes. La primera es espejo fiel de muchas otras tradiciones que apro-
vechan la postura poco usual de una virgen o un cristo para asignarle un cuento.
En fin: cuenta que hubo cierta virtuosa doncella que, rondada por un joven
mancebo, terminó enamorándose. La joven cedió a los ímpetus del mozo, no sin
antes hacerle prometer ante esta sagrada imagen que se casaría con ella. El caso
es que los ardores del galán se enfriaron bastante ante la perspectiva del yugo
matrimonial, y debió de plantearse tomar las de Villadiego. La ya deshonrada
moza le abordó hasta que éste confesó sus intenciones. Viendo que iba ha hacer
el ridículo, la débil e indefensa moza escarmentó y, ni corta ni perezosa, llevó a
las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad y a su vil novio a la capilla de
la Virgen. A la pregunta de que si ante aquella sagrada imagen había dado pro-
mesa de matrimonio, el angustiado mozo negó sin dudar. Entonces la moza se
dirigió a la Virgen y cuando le preguntó si era cierto que su galán juró ante ella,
la Virgen inclinó la cabeza asintiendo.
La segunda leyenda cuenta cómo el sacristán de la iglesia de san Lorenzo
sospechaba que su hijo recién nacido no era suyo, sino de un padrino de su
mujer. Durante la misa del Gallo de aquel año enloqueció de celos y arrojó a
la criatura a un pozo que había en la iglesia. La madre, alertada del suceso,
corrió hacia el brocal, en el que había una pintura de esta Virgen sobre el arco
de hierro que sujetaba la polea. Allí suplicó a la Señora por la salvación de su
hijo y en ese momento la Virgen de la pintura comenzó a sonreír, y las aguas
se alzaron suavemente subiendo al niño hasta los brazos de su madre. Esta
historia debió de tener más arraigo que la anterior, pues existió la costumbre
de santiguar sobre el pozo a los niños enfermos el día de la fiesta de la Virgen,
e incluso hubo una tabla en la iglesia con la lista de muchos niños que sana-
ron.
Junto a la iglesia, del lado de la sacristía, se encontraba el edificio de la
Casa de Moneda, importante “ceca” de las que en España se podían contar muy
pocas, que fue levantada gracias a una especial merced concedida por Felipe II
a la ciudad.
El convento de la Santísima Trinidad8 se alzaba en la actual calle de María
de Molina y era tan enorme que desde su portería, que salía a la plaza de santa
8 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
Ana, se prolongaba hasta la actual calle de los Doctrinos. Fue sin duda uno de
HOYO. Patimonio perdido: conventos desa- los más grandiosos de Valladolid, comparable en empaque y extensión a los de
parecidos de Valladolid. Pág. 529. san Benito o san Pablo.
Zona de la Plaza Mayor  151

Convento de la
Santísima Trinidad:
“aposento nuevo”.

Los trinitarios calzados tuvieron muy antigua fundación, debida según


algunos a los reyes de Castilla sobre finales del siglo XIII. A finales del XV, la
familia Zúñiga se hizo con su patronato que dotó con generosidad.
La iglesia del monasterio era similar en tamaño y estilo a la de san Benito
y contenía como ésta un gran retablo mayor renacentista; que si el de la primera
fue obra de Alonso Berruguete, éste del templo trinitario fue obra de su hijo
Inocencio. Contuvo también ricas obras de arte y suntuosos sepulcros de sus
patronos y protectores.
Todo fue pasto de las llamas durante la guerra de la Independencia y los
franceses terminaron de arrasar la mayor parte de lo que el fuego respetó. Quizá
es la pérdida más lamentable del enorme patrimonio destruido en nuestra ciu-
dad. Fue célebre el espectáculo de la voladura de la espadaña de la iglesia por
los franceses, torre admirada por todos los que llegaron a conocerla, según el
diarista Francisco Gallardo, el 13 de febrero de 1811, casi a la vez que se demo-
lía la portería de san Francisco:
«Se derribó la torre espadaña de la iglesia que fue de trinitarios calzados.
El convento según el plano de Ventura Seco.
Era obra de mucho mérito por su bella arquitectura y firme construcción. Remarcada, la situación de la portería.
Para derribarla se la dieron barrenos de fuego, y aun costó dificultad, y
cuando cayó, fue entera sin desunirse piedra alguna.»

Cualquier vestigio del convento, morada del insigne Simón de Rojas, desa-
pareció incluso de la memoria histórica de la gente. Pocos saben que en el
terreno que hoy ocupa la calle Veinte de Febrero existió una de las iglesias más
soberbias que hubo en la ciudad, y que el cine “Roxy” y el teatro “Lope de
Vega” ocupan parte del solar de aquel monasterio.
152  Rincones con fantasma

Reconstrucción de la fachada de la portería de


la Trinidad Calzada, según el único dibujo
que se conserva obra de Ventura Pérez.
La parte inferior gótica sería casi toda respetada
tras una remodelación que afectaría a la parte
superior, efectuada quizá a finales del Barroco a
juzgar del remate mixtilíneo y las cubiertas de
pizarra que coronan la portada, puede que en
unas obras realizadas en la “fábrica de portería
y sacristía” documentadas en 1756.
Las esculturas exentas colocadas en lo alto,
también típicas de aquel periodo artístico,
representaban al Ángel trinitario, y a los
fundadores de la Orden: san Félix de Valois y
san Juan de Mata, con sus atributos.
A la derecha, un pequeño ciervo de piedra
recordaba al que se apareció a aquellos
santos para iluminarles en la fundación.
El Ángel sostiene las cadenas de dos cautivos.
La historia trinitaria dice que Jesús se apareció
a los santos fundadores en compañía de dos
cautivos, uno blanco y otro negro. El cautivo de
la izquierda en el dibujo parece imberbe y de
rasgos negroides, pero ante la duda se ha
reconstruido el grupo con dos imágenes sin
distinción de raza. Ante la falta de esculturas
reales que se prestasen al tema, ha sido
necesario a dibujarlas. También se han
simulado en la fachada las huellas que dejaría
al suprimirse el gablete que habría entre las
agujas de la primitiva puerta gótica.
Zona de la Plaza Mayor  153

Del conjunto del convento no se


conserva dibujo alguno, pero gracias a la
documentación recopilada por María Antonia
Fernández del Hoyo ha sido posible hacer
esta reconstrucción bastante aproximada.
Ha sido labor minuciosa.
Calculando la perspectiva desde la plaza de
santa Ana (en la foto derecha, con su aspecto
actual) y fiándonos del plano de Ventura
Seco, podríamos tener esta vista del convento
de los trinitarios si se hubiera conservado.
Desde este punto no tendríamos mucho
ángulo para ver la famosa espadaña de la
iglesia, pero sí las torres del llamado
“aposento nuevo” (dibujo página anterior).
Lo que menos documentado está es la forma
de la espadaña y de la cúpula. Para la primera
se ha optado por un esquema clásico
considerando la fecha de su construcción.
Para la segunda se ha seguido el estilo de
Matías Machuca, arquitecto que la diseñó, tan
amigo de estípites y barroquismos.
En cualquier caso, aun siendo lo más rigurosa
posible con la (no poca) documentación, no
deja de ser una reconstrucción ideal.
Bibliografía
y situación

Bibliografía
y situación
Bibliografía
 157

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158 
Rincones con fantasma

Plano de situación de algunos de los edificios citados en este libro.


En color morado, las construcciones desaparecidas más importantes.
Los números en azul indican los monumentos que son a su vez
sede de alguna de las cofradías de Semana Santa.
En rojo, monumentos conservados.
Situación
 159

1. Iglesia de san Pedro Apóstol 16. Iglesia de san Antonio


a. Casa del Estudiante (antigua Maqbara) H. Convento de san Diego (desaparecido)
b. Convento de santa Clara l. Convento de san Francisco (desaparecido)
2. Iglesia del monasterio del Corpus Christi J. Antiguo Palacio Real, hoy Capitanía General
c. Palacio de los Boniseni (desaparecido) K. Puerta del Carmen (desaparecida)
d. Convento de las Huelgas Reales L. Antiguo hospital militar, que ocupa el solar del convento
3. Iglesia del convento de santa Isabel del Carmen Calzado (desaparecido)
M. Casas taller de Gregorio Fernández y Juan de Juni
4. Iglesia del monasterio de Porta Coeli
e. Iglesia del Salvador 17. Monasterio de san Joaquín y santa Ana
f. Iglesia de san Felipe Neri N. Círculo de Recreo
P. Iglesia de san Lorenzo
5. Iglesia de la Vera Cruz
Q. Antiguo corral de Comedias (desaparecido)
g. Antiguo colegio de san Ambrosio, hoy Santuario Nacional
h. Iglesia de san Esteban (desaparecida) 18. Monasterio de san Benito
i. Iglesia de san Antonio Abad, vulgo “san Antón” (desaparecida) R. Casa de Alonso Berruguete
j. Plaza del Ochavo S. Probable ubicación de la casa del Doctor Cazalla
6. Iglesia de Jesús (desaparecida)
k. Iglesia de san Agustín 19. Iglesia de las Angustias
l. Convento de san Francisco (desaparecido) T. Teatro Calderón, que se levanta sobre el solar del
7. Iglesia de san Andrés palacio del Almirante (desaparecido)
V. Palacio de los Pimentel, actual Diputación Provincial
8. Iglesia de san Quirce y santa Julita
W. Convento de san Pablo
m. Palacio de los Vivero, Chancillería y cárcel
X. Arco mudéjar de la desaparecida cerca defensiva del palacio W’. Colegio de san Gregorio, que con el Palacio de Villena forma
de María de Molina W’’. El Museo Nacional de Escultura
n. Iglesia de la Magdalena
o. Iglesia de la Pasión
p. Humilladero (desaparecido) 1a. Convento de los Santos Mártires (desaparecido)
q. Palacio de los Benavente 1b. Convento de san Bartolomé (desaparecido)
r. Actual iglesia de san Nicolás, antiguo templo del convento 1c. Monasterio del Prado
de la Trinidad 1d. Palacio de la Ribera y Huerta del Rey (desaparecidos)
s. Antigua iglesia de san Nicolás (desaparecida) 1e. Monasterio de Belén (desaparecido)
t. Plaza de los Ciegos
1f. San Gabriel (desaparecido)
9. Iglesia Nuestra Señora del Carmen 1g. San Julián (desaparecido)
10. Iglesia de Santiago 1h. Rótulo de Cazalla (desaparecido)
11. Colegio de Santa Cruz 1i. Convento de la Aprobación (desaparecido)
u. Universidad 1j. La Inquisición. (desaparecido)
v. Catedral metropolitana - Museo Diocesano 1k. San Blas. (desaparecido).
v’. Ruinas de la antigua Colegiata
1l. Las Carnicerías. (desaparecido)
12. Iglesia de la Antigua 1m. Casa de Orates (desaparecido)
w. Convento de santa Catalina
1n. Casa del Cordón (desaparecida)
x. Hospital de Esgueva (desaparecido)
h. Iglesia de san Esteban (desaparecida) 1o. Monasterio de la Encarnación (desaparecido)
1p. Monasterio de la Trinidad Calzada (desaparecido)
13. Iglesia de san Miguel
y. Palacio de los marqueses de Valverde 1q. Monasterio de san Juan de Dios (desaparecido)
z. Palacio de Fabio Nelli. Museo de Valladolid 1r. Monasterio de Premostratenses (desaparecido)
A. Convento de la Concepción 1s. Convento de san Felipe de la Penitencia (desaparecido)
B. Antiguo Coso 1t. Arco de Santiago (desaparecido)
Z. Primitiva iglesia de san Miguel (desaparecida) 1u. Monasterio de Recoletos Agustinos (desaparecido)
14. Iglesia de san Martín 1v. Convento de Jesús y María. (desaparecido).
D. Monasterio de la Merced Calzada (desaparecido) 1w. Convento del Corpus Cristi (desaparecido)
E. Iglesia de la Piedad (desaparecida) 1x. Monasterio san José de padres capuchinos (desaparecido)
i. Iglesia de san Antonio Abad (desaparecida)
1y. Convento de Nuestra Señora de la Laura (desaparecido)
F. Humilladero (desaparecido)
G. Casa de Mantilla, que ocupa el solar del hospital 1z. Monasterio de la Merced Descalza (desaparecido)
de la Resurrección (desaparecido) 2a. Las niñas huérfanas (desaparecido)
Y. Casa de Cervantes 2b. Puerta del Puente Mayor (desaparecida)

161

Aquí acaba este intento de condensar en unas páginas los rincones desa-
parecidos de Valladolid. Pero como más serviría este libro es complementán-
dolo en la calle, saboreando la ciudad y paseándola sin prisas, parándose a mirar
esas venerables fachadas, que muchos saben que están ahí pero nada más. No
nos dé vergüenza conocer nuestro patrimonio, pues lo vergonzoso es visitar los
museos que están donde vamos de veraneo y no conocer los de aquí.
Gracias a todos los que me habéis ayudado a finalizar esta empresa, en
especial a María Antonia Fernández del Hoyo, profesora de la Universidad de
Valladolid y prestigiosa investigadora. Sin su trabajo de años, este libro no
hubiera sido el mismo. Gracias a Fernando Nieto Pinto, “Tito”, por creer en mi
proyecto y a Paz Altés por su amabilidad. Gracias a mi compañero Félix Gar-
cía Arroyo por ayudarme a “cazar” elementos para las reconstrucciones, labor
pesada y en extremo desesperante. Y desde luego, gracias a usted también por
haber escogido este libro. Vuelvo aquí a pedirle benevolencia hacia esta “opera
prima”, pues quien la ha escrito no es más que un simple trabajador, con afi-
ciones quizá demasiado elevadas para sus posibilidades. Si es usted forastero y
le ha servido mi libro, espero que haya disfrutado de él y de su estancia aquí.
Regrese cuando quiera, que ésta es ya su ciudad, y traiga consigo a quien esté
interesado en ver nuestros “santos de palo” y nuestros viejos rincones.
Si decidiese usted algún día releer estas páginas, me sentiría muy honrado
y daría mi labor por buena. Por si así fuera… ¡hasta entonces!
Como escribió Pinheiro,
«mi historia acabada, mi boca llena de mermelada».

Juan Carlos Urueña Paredes


Índices

Índices

165

Índice
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 11
ZONA DE LOS PALACIOS REALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Calle de san Quirce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
San Agustín, santa Catalina y santa Isabel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
El primer palacio real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
San Pablo, una plaza de reyes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
ZONA DE SANTIAGO, ZORRILLA Y CAMPO GRANDE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

Calle de Santiago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Plaza de Zorrilla y Campo Grande . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Paseo de Zorrilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
ZONA DEL PRADO DE LA MAGDALENA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Del lado de la Magdalena y las Huelgas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Al otro lado del Prado: las Descalzas, Chancillería, san Pedro y santa Clara . . . . . . . . . . 66
ZONA DE LA CATEDRAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

Catedral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Santa Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Universidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
La Colegiata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Las Angustias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
San Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
ZONA DE LA PLAZA DE ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Plaza de España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Calle de Teresa Gil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
Calle de Miguel Íscar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Calle de la Mantería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Calle del Duque de la Victoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Calle de Panaderos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
ZONA DE LA CALLE DEL SANTUARIO Y SAN JUAN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Calles del Santuario, Fray Luis de León y López Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Calle de la Merced y san Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
ZONA DE SAN MIGUEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
San Miguel ................................................................................................... 123
ZONA DE LA PLAZA MAYOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Plaza Mayor y Fuente Dorada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Platerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
El Ochavo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Calle e iglesia de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Calle e iglesia de la Pasión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Santa Ana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
BIBLIOGRAFÍA Y SITUACIÓN DE LOS EDIFICIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
166 
Rincones con fantasma

Índice de las ilustraciones correspondientes a


los principales monumentos recreados

En vez de colocarlos por categorías (parroquias, conventos...), he preferido ordenarles


por sus nombres más coloquiales y alfabéticamente.

• Agustinos Recoletos (iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56


• Capuchinos (convento) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
• Carnicerías (edificio y puente) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
• Casa de Orates (fachada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
• Casa del Cordón (fachada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
• Concepción (portada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
• Hospital de la Caridad (fachada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
• Jesús y María (portada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
• La Piedad (Iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
• Merced Calzada (convento) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
• Merced Descalza (iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
• ”Mostenses” o Premostratenses (iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
• Nuestra Señora del Val (iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
• Palacio del Almirante (fachada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
• Palacio de Távara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
• Puerta del Campo o “Arco de Santiago” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
• Puerta del Carmen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
• Puerta del Puente Mayor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
• Rótulo de Cazalla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
• San Ambrosio (colegio) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
• San Benito (cuerpo superior de la portada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
• San Blas (portada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
• San Diego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
• San Esteban (hospital de D. Pedro Miago) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
• San Francisco (portería) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
• San Gabriel (portada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
• San Ignacio (colegio) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
• San José de Mercedarios (monasterio) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
• San Juan de Dios (convento) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
• San Nicolás (iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
• San Miguel (iglesia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
• San Pablo (la iglesia en varias épocas y plaza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
• Santa Cruz (aspecto original de la fachada) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
• Santos Mártires . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
• Torre de la Catedral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
• Torre del palacio de Benavente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
• Trinitarios Calzados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
• Universidad (portada de la Calle Librería) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Juan Carlos Urueña Paredes

Un paseo por el Valladolid desaparecido


Rincones con fantasma
Rincones con
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