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Sanando La Herida Mas Profunda 4 PDF Free
Sanando La Herida Mas Profunda 4 PDF Free
Sanando la lle,ida
má, Profunda
Título en inglés:
Gloria de Cardona
Bogotá, Colombia
María Alicia Terrazas O.
Cochabamba, Bolivia
Bertha Araceli Graham
Glendora, California, U.S.A.
.·•
Libret1a
Ei&morador
Bhrd. u· < ,;tfaz # 132�
if[f
�l�
�r,�,
ISBN 968-442-107-9
Impreso en México
Printed in Mexico
Contenido
5
Apéndice C: Orando por la familia que haya estado
involucrada en el Ocultismo................................. 21 l
6
Este libro está dedicado amorosamente a:
Conrad Baars
Bill Carr
John Thomas Linn
Mary Jane Linn, C.S.].
11
o cualquier otro problema serio de salud, dentro de los años
siguientes; mientras que aquellos con menos de doscientos
puntos en un año tenían sólo un treinta y siete por ciento de
probabilidades de enfermarse. Basado en sus resultados.el Dr.
Holmes hasta predijo con exactitud cuáles jugadores de futbol
resultarían lesionados durante la siguiente temporada.
Todas las situaciones medidas como más destructivas
involucran pérdidas: pérdida del cónyuge a través de la
muerte o del divorcio, pérdida de la salud física, pérdida del
empleo, etc. Para muchos la pérdida del cónyuge por divor
cio o la pérdida de la vista pueden ser heridas mayores que
la pérdida de un ser querido por causa de la rn uerte. Pero se
guiremos al Dr. Holmes al tratar la muerte de un ser querido
como la herida más profunda porque es la pérdida traumáti
ca más común e ilustra el proceso de sufrimiento presente en
todas las heridas. El fracaso de experimentar �te proceso
normal de dolor o pena puede causar enfermedad física,
emocional, espiritual y social.
Los efectos físicos de una pena no superada son dramá
ticamente ilustrados en el estudio de Holmes por la propor
ción de muertes de viudas durante el primer año siguiente a
la muerte de su cónyuge. Dichas viudas tienen diez veces
más el porcentaje normal de muerte para mujeres de la mis
ma edad.2 Los hombres, después de la muerte de su cónyuge
o uno de sus padres.también sufren un incremento significa
tivo en el porcentaje de muertes, especialmente por accidentes,
enfermedades del corazón y algunas enfermedades infeccio
sas.2ª Muchos investigadores del cáncer sugieren que típica
mente esta enfermedad se desarrolla de seis meses a dos años
después de una pérdida grande.3 Estudios recientes en Mt.
Sinai flospital en Nueva York nos ayudan a comprender la
relación existente entre e.l dolor y las enfermedades físicas.
Estos estudios encontraron que después de la muerte de un
ser querido, el sistema inmunológico (especialmente la pro
ducción de linfocitos o glóbulos blancos, que combaten las
infecciones y destruyen las células cancerosas), está reprimí-
12
do por dos meses, dejando a la persona afligida vulnerable a
toda enfermedad incluyendo el cáncer. Tan pronto como los
sobrevivientes pasan por el proceso de dolor en forma ade
cuada durante los cuatro meses siguientes a una muerte, el
sistema inmunológico se regenera a sí mismo hasta llegar a
su estado normal. 4 En un reporte reciente de un Instituto de
Medicina sobre los efectos de una pérdida, veintiún expertos
concluyen que las respuestas físicas a las penas pueden durar
'Seis años o más porque la aflicción produce cambios mayores
en los sistemas respiratorio, nervioso central y hormonal y
puede alterar substancialmente funciones del corazón, siste
ma sanguíneo e inmunológico. El reporte también concluye
que el duelo hace menos daño físico a la mujer que al hom
bre, en parte porque las mujeres· más fácilmente pueden
"llorar en un hombro amigo" para expresar y tratar de salir
de su pena.5 De la misma forma, la reciente investigación
del Dr. James Pennebaker establece que el doliente que so
porta su pena sólo tiene más enfermedades físicas después de
una muerte; pero aquellos que tratan de sobreponerse con
fiando en alguien no muestran ningún incremento en pro
blemas de salud después de una muerte. 6
No solamente en el nivel físico sino en el emocional mu
chos problemas se pueden remontar hasta una pérdida que
no ha sido debidamente sufrida. De diez a veinte por ciento
de viudas y viudos permanecen clínicamente deprimidos por
espacio de un año o más. 7 El Dr. Erich Lindemann encontró
que los pacientes psiquiátricos tenían seis veces más situacio
nes de pérdidas en sus v"idas que requerían ser sufridas, que
la población general.8 Otro estudio encontró más altos por
centajes de divorcio o crimen entre las personas que habían
perdido a uno de sus padres durante su niñez.9 La pérdida
de uno de ellos o de un hermano durante la niñez es espe
cialmente peligrosa para la salud mental tanto a corto como
a largo plazo porque los niños, en lugar de penar después de
una muerte, más bien sufren intermitentemente en los años
subsecuentes. 10 La pena no superada también daña emo-
13
cionalmente a los adolescentes. En un estudio de niñas ado
lescentes no casadas que tenían dos o más embarazos, la
doctora Nancy Horowitz encontró que la mitad de las niñas
habían sufrido una pérdida significativa dentro de los tres
años anteriores a uno de los embarazos. La pérdida más co
mún era la del padre. La doctora Horowitz cree que conce
bir un hijo ilegítimo puede ser a veces un esfuerzo desespera
do para recobrar al ser querido perdido.11 Entre las parejas
de casados que han perdido un hijo, hay una incidencia
extremadamente alta de problemas maritales y hasta divor
cio. Muchos consejeros creen que esto es debido al stress en
que se coloca un matrimonio cuando uno de los cónyuges es
tá listo a dolerse (usualmente primero la esposa) y el otro no.
La pena no resuelta se expresa a sí misma en una amplia va
riedad de problemas emocionales, tal vez tan diferentes co
mo formas de conductas difíciles.
Al nivel espiritual, el duelo nos puede acercar a Dios o
alejarnos más de Dios. Cuando nosotros (Matt y Dennis), tra
bajábamos como terapistas con la gente deprimida en la clí
nica psiquiátrica Wohl, siempre les preguntábamos qué ha
bía causado la depresión. Los pacientes usualmente decían
que había empezado con una pérdida, ya sea de un hijo, es
poso, trabajo, su propia salud, etc. Mientras estos pacientes
se aferraban al resentimiento hacia sí mismos, hacia otros, y
hacia Dios debido a la pérdida, permanecían deprimidos e
incapaces de pasar por su duelo. Durante esa época, tam
bién dábamos retiros y les preguntábamos a los participan
tes una pregunta diferente: "¿Cuándo estuviste más cerca de
Dios?" Para sorpresa nuestra, ellos mencionaron fas mismas
situaciones que nuestros clientes deprimidos: la pérdida del
esposo, hijo, trabajo o su propia salud que los había hecho
empezar a orar y pedir a Dios que llenara su vacío. Una di
ferencia entre estos dos grupos fue que nuestros clientes
deprimidos se habían alejado de Dios porque no podían do
lerse o perdonar, mientras que a los que hacían el retiro la
experiencia de pérdida los había acercado más a Dios por-
14
que conocían su necesidad de Dios y permitieron que los
amara en medio de su pena. 11"
Cuando no podemos encontrar a un Dios de Amor en
medio del dolor, las consecuencias a nivel social pueden ser
muy grandes. Por ejemplo, el odio del Ayatolah Khomeini
por el Sha de Irán y sus partidarios americanos empezó
cuando el propio hijo de Khomeini fue ejecutado por el Sha.
De la pena no resuelta de Khomeini vino su deseo de ven
ganza mismo que eventualmente causó una crisis interna
cional, y entabló una guerra en el medio Oriente. En con
traste con Khomeini, la pena de Papá King (el padre de
Martín Luther King), por su hijo llevó a la paz y no a la gue
rra. Después de su asesinato, Papá King reunió a toda su fa
milia y les dijo que la visión de paz de Martín moriría con él
a menos que ellos perdonaran al asesino. Toda la familia
junta se dolió por Martín. Lloraron hasta que pudieron orar
y perdonar al asesino. Debido a su proceso de aflicción ellos
han podido continuar hasta la fecha llevando la visión de
amor sin violencia y perdón de Martín Luther King. La sana
manera de dolerse que conduce al amor que perdona ha
cambiado lugares tan notables como la prisión de La Mesa,
en una comunidad de amor. Cuando Antonia Brenner expe
rimentó la muerte de su matrimonio a través del divorcio,
ella escogió darle a otros todo el amor que ya no podía darle
a su esposo. Se hizo monja y se fue a vivir a la prisión como
Madre Antonia. Empezó a acercarse a los prisioneros, a
quienes llama "mis hijos''. Muchos de ellos han experimen
tado la matanza de un ser querido. La Madre Antonia les
enseña a romper el ciclo de venganza doliéndose por su ser
querido y perdonando al asesino. En los nueve años desde
que la Madre Antonia empezó a vivir en la prisión, ni uno
solo de los prisioneros que han sido liberados ha tomado
venganza contra la persona que mató a su ser querido.
Las penas no superadas pueden ser la razón fundamen
tal de más problemas sociales que lo que ordinariamente
pensamos y nos inmobiliza para que trabajemos para cam-
15
biar. Por ejemplo, cuando Michael Russell empezó a traba
jar para la Brown Lung Association, trató de organizar a los
hilanderos para que pelearan por una legislación que los
protegiera contra la enfermedad de los pulmones ("brown
lung disease"). El se fue sintiendo cada vez más frustado con
los hilanderos, quienes en lugar de plantear estrategias
concretas para el cambio, se pasaban cada reunión contan
do historias de sus seres queridos que habían muerto y discu
tiendo sobre otras formas en que la comunidad había sufri
do con la enfermedad. El momento decisivo llegó cuando los
hilanderos y los organizadores asistieron a una reunión con
la vocera del gobierno, Eula Bingham. Tan pronto entró en
el recinto, ella empezó a llorar de frustración por la sesión
del congreso a la que acababa de asistir. Pronto todos los
que estaban presentes comenzaron a llorar. Cuando la llora
dera terminó, los hilanderos por primera vez fueron capaces
de hablar concreta y efectivamente por su causa. El deseo de
Eula 13ingham de aparecer débil y vulnerable mientras que
daba salida a su pena a través de las lágrimas permitió a los
hilanderos a su vez dar salida al dolor que sentían por sus
seres queridos muertos y su propio sentimiento continuado.
Durante esa reunión Michael Russell por primera vez se dio
cuenta que su gente había estado paralizada por dolor "polí
tico·· o social. "La resistencia que encontramos entre la gen
te pobre para organizarse y liberarse de las circunstancias
opresivas es el resultado final de aflicción política no resuel
ta'' .12 La psicoterapeuta Joanna Macy cree que todos noso
tros llevamos más o menos sepultada una pena por situacio
nes sociales o políticas que destruyen la vida, tales como ar
mas nucleares, hambre mundial y contaminación del am
biente. Después de dirigir muchos "Talleres sobre manejo
de la desesperación" ella concluye que al enfrentar nuestro
dolor y desesperación, y dar salida a nuestros sentimientos,
encontramos el poder de trabajar para el cambio. 13
Si pasar por el proceso del dolor es tan importante, ¿por
qué no lo hacemos? Algunos de los bloqueos contra el dolor
16
provienen de nuestra cultura, mientras que otros provienen
de la situación que rodea la muerte en sí. En nuestra cultu
ra, con frecuencia se nos estimula a que no enfrentemos el
dolor sino más bien que neguemos nuestra pena para "ser
fuertes". Nuestros héroes y heroínas no son ordinariamente
gentes como Eula Bingham, que están dispuestos a mostrar
debilidad, sino más bien aquellos que se mantienen erguidos
y no lloran en los funerales. Un escritor comentaba en el da
ño no intencional hecho por el ejemplo de J acqueline Ken
nedy en el funeral de su esposo el Presidente John F. Kenne
dy.14 Toda una generación de mujeres americanas dolientes
sintieron que debían imitar el ejemplo de la Señora Ken
nedy, quien permaneció públicamente calmada, en control
durante el entierro de su esposo. Como cristianos también le
decimos a los miembros de la familia doliente, que deben es
tar felices de que su ser querido se ha ido para estar con Dios
(o que Dios amaba tanto al difunto que se lo llevó a su ho
gar). Olvidamos que hasta Jesús lloró por su amigo Lázaro
(In 11 :35,36). Cuando recortarnos el proceso del dolor aun
por las razones más nobles, causamos destrucción física,
emocional, espiritual y social.
Algunas veces la situación circundante corta el proceso
del dolor. Pasar por una pena es más difícil cuando la muer
te es repentina o traumática, cuando hay "muchos asuntos
no resueltos" con el difunto, o cuando la muerte agrava la
pena no superada de una pérdida anterior. Un ejemplo de la
última situación es cuando la pérdida de una amiga que nos
ha dado amor maternal remueve el dolor no sanado oca
sionado por la pérdida de nuestra propia madre. Alguna�
veces el dolor no superado puede ser por una parte herida de
nosotros mismos, que fue representada por nuestro ser que
rido; como cuando un hombre que fue torpe de niño, llora
por la muerte de su hijo futbolista. Este hombre se duele no
sólo por su hijo sino también de sus propios sueños de habili
dad atlética que esperaba algún día llegar a realizar a través
de su hijo.15
17
Antes de que estemos sanados, tal vez tengamos que do
lernos muchas veces no sólo por pérdidas pasadas sino tam
bién por pérdidas presentes. Por ejemplo una persona viuda
no ha terminado de dolerse por la pérdida de su compañero.
Meses más tarde, el dolor puede reaparecer, pero esta vez es
debido a la pérdida de un compañero paternal de los hijos
ingobernables, pérdida de la intimidad física, pérdida del
que ganaba el sustento al ver que las cuentas se acumulan, o
pérdida de un oyente que era el primero en escuchar todas
las noticias emocionantes. Entre más amamos a una perso
na, más extrañaremos aspectos de su presencia. A menos que
lloremos estas pérdidas tendremos miedo de amar y arries
garnos a perder de nuevo. Si de verdad extrañamos a al
guien debemos también felicitarnos por la forma tan pro
funda como hemos amado y de tener el potencial de amar
tan profundamente otra vez.
Si el dolerse es tan importante, ¿cómo sabemos si nos es
tamos doliendo? Podemos estar muy conscientes de algunos
de los síntomas del dolor, como cuando estamos abrumados
por la soledad en el aniversario de los muertos o cuando con
lágrimas hablamos de alguna forma en que esa persona fue
especial c0n nosotros. Tal vez estemos menos conscientes de
algunos de los síntomas que están enraizados en el dolor, ta
les como altibajos emocionales, fatiga, pérdida de apetito,
indecisión o incapacidad de concentración. El dolor y sus
síntomas acompañantes de ansiedad por separación son un
proceso normal que experimentamos por la pérdida, con
una duración típica de seis meses a dos años. Pero como la
pena está hecha de dos tendencias alternadas, una para evi
tar el dolor y la otra para enfrentar la dolorosa realidad, ésta
oscilará entre un intenso luto doloroso y períodos de rechazo
del mismo. Enfrentamos o evadimos la doforosa pérdida a
través de una serie de etapas normales: shock y llanto, hosti
lidad (a los doctores, a ser dejado con las cargas), culpa (si
yo hubiera... ), disturbios de la actividad (sumirse en acti
vidad o el letargo de la soledad o tener que hacer las cosas
18
solo) y finalmente aceptación de la reaJidad. Pero el dolor
no superado puede volverse patológico, en el cual los sínto
mas persisten por años en una forma de nivel bajo como el
"dolor fantasma" (shadow grief) o en síntomas más severos
tales como aquellas personas que buscaron nuestra ayuda a
causa de su homosexualidad, dolor de espalda crónico y al
coholismo:6 La ayuda profesional usualmente no es necesa
ria para la pena a menos que una persona se estanque en el
proceso y tal vez sea incapaz de enfrentar sus sentimientos
dolorosos o no pueda resolver sentimientos tales como ira es
tancada, culpa o depresión. Otros síntomas de enojo estan
cado pueden ser una intensa anulación de recordatorios
sobre el difunto, idealización del mismo, dolor muy prolon
gado con pesadillas intensas y dolor que resulta en una en
fermedad.17 En general si podemos compartir nuestros senti
mientos con alguna persona que tiene una genuina empatía
iremos moviéndonos a través del proceso del dolor.
¿Cómo sabemos si hemos terminado de pasar por el
proceso del dolor o si solamente estamos evadiendo una pe
na no superada? ¿Cuándo sabemos que hemos sufrido de
una manera sana? Ejemplos como los de Papá King o la
Madre Antonia nos demuestran que la prueba para una
aflicción sana es preguntarnos a nosotros mismos: ¿Soy más
capaz de recibir y dar amor con el difunto, Dios y otros?
¿Puedo recibir amor a través de la oración, los sacramentos,
tomando tiempo para diversión, permitiendo que otros me
abracen, me saquen a comer, o hacer algunas de las cosas es
peciales que mi ser querido hubiera hecho por mí? ¿Me pre
ocupo por cuidarme con alimentos adecuados, ejercicio,
descanso y actividades que me dan vida? ¿Puedo dar amor,
dejando que el amor por el difunto me permita acercarm� a
otros como lo hizo María Magdalena o los discípulos en el
camino de Emaüs? ¿Puedo permitir que la persona fallecida
se una a Jesüs para interceder por mí para continuar amán
dome y que nuestra relación se haga más íntima y más dadi
vosa que nunca? ¿,Estoy acercándome más a Jesús, que al al-
19
bergar a la persona fallecida en su corazón quiere estar con
migo en todas las maneras en que extraño a mi amado?
Si no hemos terminado de dolernos, ¿cómo podemos sa
nar este dolor? Lo que nos ayuda a hacerlo es compartir
nuestros sentimientos con una persona importante para no
sotros que nos ame incondicionalmente.'11 La persona que
puede tener empatía (sentir nuestros sentimientos) en vez
compasión (sentir principalmente sus propios sentimientos
para así sentir pena por nosotros y por eso distanciarse de
nuestro dolor o involucrarse demasiado en él) nos ayudará a.
ir saliendo de la pena. Compartir con otros, especialmente
con aquellos que han sufrido pérdidas similares (hay viudas
que han sentido que el trato con otras viudas fue muy útil
durante el primer año de su pena) 19 es esencial para poder
terminar de dolernos. Pero como la mayoría de la literatura
que hay sobre estas penas hace énfasis en compartir los sen
timientos con otros y casi totalmente ignora el papel de com
partir en oración con un Jesús "empático" y sanador y de
continuar dando y recibiendo amor con el difunto a través
de la oración, este libro por Jo tanto enfatizará en cómo orar
por la sanación de la pena. Debido a que ésta es principal
mente sanada a través de la amistad, compartir todo con el
Más Grande Amigo conduce a otra profundidad de sana
ción. A través del corazón de Jesús podemos amar y ser ama
dos por aquellos a quienes más extrañamos. Sanar la herida
más grande con el Más Grande Amigo libera el amor más
grande.
20
Capítulo 2
25
exacto y para estar seguro de que sabía lo que tenía que de
cir. Esto desarrolló mi don de escritura.
Mi mejor regalo es Dennis, mi hermano, quien siempre
está a mi lado. Creo que la razón por la que estoy tan unido
a Dennis es que cuando John murió me di cuenta de que no
podía ignorar a otro hermano. No quería que Dennis mu
riera con peleas sin perdonar o sentimientos profundos no
compartidos. Mi deseo de tener a John y a Dennis como her
manos ha hecho más fácil que yo me relacione con Jesús co
mo hermano -un hermano que nunca me dejará y que se
alegra de perdonar quinientos en vez de cincuenta. Jesús vi
no con todos estos dones cuando al fin fui capaz de dolerme
por la muerte de John y de perdonar a Dios, a los demás y a
.mí mismo, hasta llegar a poder dar y recibir amor.
A travé.s de la oración, especialmente cada mañana y
cada noche cuando le pido a Jesús que John canalice el amor
de Dios experimento una relación continua con John. Creo
que hasta nuestras vocaciones Jesuitas son una forma en que
John ha canalizado el amor de Dios hacia Dennis y hacia
mí. También he sentido la presencia protectora de John mu
chas veces. En una ocasión me vi atrapado en un bote peque
ño al que se le metía �l agua durante una tormenta en la
traicionera Mobile Bay. Desesperado, le pedí a John que in
tercediera con Jesús y los vientos pararon repentinamente
como si una barrera protectora nos hubiera rodeado. Usual
mente la presencia de John no es tan dramática sino más
bien el silencioso y apacible vínculo de amor que experimen
to con mi hermano Dennis. Cuando a solas me siento bajo
un árbol floreciente, sintiéndome como hermano del univer
so, sé que John está sentado conmigo.
26
Muéstrame mi Betania, los buenos tiempos que ex
traño.
Muéstrame cómo lloraste con Martha y María y ahora
conmigo.
27
Capítulo 3
31
momentos felices pasados con su abuela. Al emerger la año
ranza de Kim por su abuelita, le pedí que viera a Jesús con
ella. Kim vio a Jesús invitándola a que estrechara los brazos
para abrazar a su abuelita. Al estirar los brazos, Kim experi
mentó la alegría de una reunión. Animé a Kim a que se
viera a sí misma en los brazos de su abuelita y permaneciera
así por varios minutos tomando todo el amor que su abuelita
todavía deseaba darle. Cuando Kim estuvo lista, oramos pa
ra que su abuelita fuera liberada más profundamente en el
amor de Jesús y para que ambas continuaran enviándose su
amor mutuo a través de la oración. Al final de nuestra ora
ción, Kim manifestó que ese lugar doloroso y vacío en su
pecho se había llenado con "mucha circulación". Cuando le
hicimos un seguimiento a Kim tres meses más tarde, nos dijo
que sentía una confianza nueva en que su relación con su
abuelita nunca terminaría y que esto la había liberado para
poderse acercar a los demás y encontrar nuevas amistades.
Sanar el dolor por un ser querido significa sanar no sólo
al doliente sino una relación. La pregunta que hace Jesús no
es tanto "¿Estás dispuesto a desatar a tu ser querido?", sino,
"¿Cómo vamos a estar nosotros tres juntos de ahora en ade
lante?". Mientras Kin se concentraba en la pérdida de la
presencia física de su abuela, se consumía de pena y de do
lor, incapaz de desatar esa relación pasada. Cuando se con
centró en cómo podía lograr que a través de Jesús su abueli
ta continuara enviándole su amor y se permitió recibirlo
hasta estar llena, fue capaz de desatar en forma natural la
relación pasada y ser sanada de su pena. Kim tuvo que re
nunciar la presencia física de su abuelita, no su amor.
La abuelita fallecida de Kim no necesita de presencia
física porque el amor trasciende el tiempo y el espacio. Esto
fué ilustrado cuando dimos un retiro hace varios años. Aun
que muchos de los asistentes eran divorciados, siete de ellos
no sólo eran divorciados sino que no hablan estado en con
tacto con sus ex-cónyuges durante los últimos cinco, diez o
quince años porque no tenían ni idea de dónde estaban. Du-
32
rante el retiro, estas siete personas oraron de maneras dife
rentes para poder perdonar a sus ex-cónyuges. Un año más
tarde aprendimos que en cinco de los siete casos, los ex-cón
yuges se pusieron en contacto con ellas pocas semanas des
pués de haber sido perdonados. A través del misterio del
amor que puede trascender tiempo y espacio, estas personas
supieron sin que nadie les dijera, que habían sido perdona
das.
San Pablo nos dice que el amor nunca termina (1 Cor
13:13), y nuestro anhelo por nuestros seres queridos muertos
nos dice la verdad sobre lo interminable del amor. Cuando
negamos o reprimimos nuestras ansias de amor diciéndose
que debemos desatar, nuestra pena se puede volver patoló
gica.
Mucha gente ya se siente conectada con sus seres queri
dos fallecidos. En un estudio ínter-cultural, Richard Kalish
y David Reynolds encontraron que un cuarenta por ciento
de las personas estudiadas había experimentado un encuen
tro después de la muerte, con un ser querido, y en casi todos
los casos esta fue una experiencia positiva y reconfortante
que les ayudó a sanar su pena. 1 En otro de estos estudios, J.
Yamimoto comparó el índice de mortalidad entre viudas de
Londres, Boston y Tokio. Encontró altos porcentajes de
mortalidad en todas excepto las budistas japonesas que son
profundamente religiosas y que enfatizan el culto a los ante
pasados. Estas viudas sentían la presencia de sus esposos des
pués de la muerte y su pena fue menor.2 En los Estados Uni
dos el P. Andrew Greeley ha encontrado que el cincuenta y
uno por ciento de las viudas y los viudos experimentan con
tacto con su cónyuge fallecido y que las personas que tienen
tales encuentros después de la muerte tienden a estar por en
cima del promedio en salud emocional comparados con la
población general.3
33
Oración por los muertos y espiritualismo
34
luego le pedimos que reúna a nuestros seres queridos falleci
dos en la forma que El haya escogido. En tercer lugar, no se
reemplaza la guía de Dios por la guía de los muertos, sino
que sólo se pide que éstos sean intercesores que nos conduz
can hacia una guía más profunda de Dios. No hay idolatría
intimidando que los muertos son más poderosos o amorosos
que Dios, sino una reverencia por los seres fallecidos como
miembros del cuerpo de Jesús que pueden canalizar su infi
nito amor y poder. En la actualidad, como en los tiempos
del Antiguo Testamento, el espiritualismo es atractivo para
las personas dolientes, hasta que éstas descubren como la
oración los puede conectar con sus seres queridos muertos en
una forma sanadora. El espiritismo como el culto de los an
tepasados y otras herejías, es la distorsión de una verdad
-la verdad de que el poder del amor para conectarnos con
los muertos nunca dejará de existir. (1 Cor 13:13)5
35
en la versión Griega o Septuagint del Antiguo Testamento
(que fue usada por Pablo en sus Iglesias de habla Griega), la
práctica de orar por los difuntos era ampliamente aceptada.5'•
La prontitud en orar por los soldados pecadores, la colecta
generosa dada por todo el ejército y la suposición de que los
sacerdotes de Jerusalén la aceptarían, indican que esto no
era una invocación sino una práctfca Judía aceptada.
La costúmbre macabea de orar por los difuntos fue elo
giada como "noble y excelente" (2 Mac 12:43) y continuada
como parte del servicio oficial del sábado Judío en la época
de Jesús. 6 Muchos judíos pensaban que gehenna (que era su
lugar de castigo después de la muerte, traducido luego como
infierno) podía ser un lugar de sufrimiento temporal. Aun las
almas condenadas en gehenna podían obtener la libertad de
su sufrimiento cuando los vivos recitaban oraciones Judías
como el Shema.7 Esta costumbre se refleja aún en el culto
Judío moderno. La oración final en cada servicio de sinago
ga es el Kaddish, y se acostumbra que todos los que están de
luto oren esta oración antigua por sus seres queridos falleci
dos. El Kaddish también se reza en el ]ahrzeit o aniversario
anual de la muerte. Otra tradición Judía es que la familia
ora el antjguo Yizkor en la sinagoga cuatro veces el año por
los muertos y que hagan una ofrenda caritativa. (Ver apén
dice B, parte III para un extracto tomado del Yizkor). Este
sacrificio caritativo por los muertos se remonta a los tiempos
Talmúdicos.8 Tal vez esta antigua tradición Judía de orar
por los difuntos es la razón por la cual Jesús se sintió cómodo
orando por su difunto amigo Lázaro o por la hija de Jairo.
La antigua tradición Judía no sólo incluye a los vivos
orando por los muertos sino que pedía a los difuntos orar por
los vivos.
36
enviados por Moisés a hacer un reporte de las condi
ci<mes de la tierra Santa (Sotah 34B). El Talmud men
ciona las visitas al cementerio para pedir a los muertos
que oraran por los vivos (To'an 16a).9
37
(1 Cor 12) relacionándonos con un amor que nunca muere
(1 Cor 13) y es más fuerte que la muerte (Rom 8:38). Nues
tra unidad en este cuerpo de Cristo es tan poderosa que borra
las distinciones entre Judío y Griego, hombre y mujer, escla
vo y libre hast.� que seamos uno en Cristo Jesi'1s (Gal 3:27-2$)
Si un miembro del cuerpo sufre, los miembros sanos vienen a
la ayuda del débil (1 Cor 12:26). A través de Jesús si no pu
diéramos relacionarnos en oración con los muertos, diríamos
que Jesús tenía dos cuerpos no relacionados, separados y no el
uno e indivisible que proclaman las escrituras. Los antiguos
Cristianos se dieron cuenta que esta unidad duraba más allá
de la tumba y unía a los vivos y a los muertos (1 Cor 15) en
la "Comunión de los Santos", y que podían ayudarse mu
tuamente como lo hacen las manos, porque todos eran miem
bros del cuerpo de Jesús.
Aquellos que escríbían el Nuevo Testamento enseñaron
a sus primeros seguidores a orar por los difuntos. Durante
las persecuciones, estos primeros cristianos se escondían a
orar en las catacumbas. Allí enterraban a sus muertos y gra
baban en sus tumbas solicitudes de oración. Por ejemplo, en
una lápida de una catacumba que está hoy en el museo La
terano, el esposo declaraba que había puesto la inscripción
por su esposa Lucífera "para que todos los hermanos que la
leyeran oraran por ella para que pueda alcanzar a Dios. "10
De manera similar, fuera de Roma en el 180 AD, el epitafio
de Abercio Obispo de Hiriépolis en Frigia11 pide oración.
Otras transcripciones de segundo y tercer siglo piden paz y
refrigerio o admisión en medio de los Santos. Un experto
describe como los cuadros acompañantes incluso se rela
cionan a la oración por los muertos.
38
menterios subterráneos a orar por los muertos, estas fi
guras bíblicas estaban representadas cerca de los se
pulcros -Daniel y'Noé en el hypogeum de los Flavios
ya en el Siglo primero, y los cuatro juntos al principio
del segundo siglo en la Capilla Greca. 12
39
Efrén, Cipriano, Ambrosio, Agustín, Basileo, Gregorio de
Nyssa, Gregorio Nacianceno, Beda y Gregorio el Grande. 15
El orar por los muertos no fue sólo una práctica privada de
los santos ya que en 337 A.D. el emperador Constantino
murió y su cuerpo fue colocado frente al altar mientras que
el sacerdote y los Obispos oraban por su alma.16 Para el siglo
cuarto se celebraban Eucaristías conmemorativas especial
mente en los días tercero, séptimo, noveno, treceavo y ca
torceavo después de la muerte de alguien. 17 Dos siglos des
pués, los sacerdotes celebraban la Eucaristía por los muertos
no sólo esporádicamente sino en una serie de días consecuti
vos que iban desde tres hasta cuarenta. Desafortunadamen
te este santo rito se deterioró en la edad media y se tornó en
una práctica mágica que prometía resultados infalibles deri
vados de la repetición de un número de misas celebradas en
forma apurada. Los reformadores con razón rechazaron es
te abuso mágico, pero al rechazar la eucaristía por los difun
tos, rechazaron una profunda tradición cristiana.
41
teólogo dogmático Padre Richard McBrien sugiere que el
sufrimiento del purgatorio no involucra castigo externo co
mo llamas abrasadoras. Más bien, el sufrimiento es el dolor
intrínseco que sentimos al dejar nuestro egocentrismo par&
que Dios pueda crecer dentro de nosotros.
42
sanador proveniente de los miembros del cuerpo de Cristo.
Aquellos que nos amaron aquí y que nos condujeron al cora
zón de Jesús, continuarán ofreciendo su amor más profundo
para ayudarnos a desarrollarnos en el dar y recibir amor al
igual que una madre que amó y alimentó a su bebé en el
vientre continúa amándolo después del nacimiento. Al cre
cer en amor, nosotros también podemos devolver más amor
a los vivos que permanecen tan especiales para nosotros. El
amor entre los muertos y los vivos es como una terapia que
sana el egocentrismo de esta vida e intensifica nuestra capa
cidad de morar juntos en Dios que es amor (1 Jn 4:16).
Los hechos que respaldan ese estado en el cual algunos
de los muertos necesitan las oraciones de los vivos para cre
cer al dar y recibir amor, provienen de investigaciones con
temporáneas con pacientes resucitados que han tenido "ex
periencias cercanas a la muerte." La investigación del Dr.
Raymond Moody respalda la opinión de que aparentemente
hay un período de ajuste después de la muerte para apren
der y recibir corrección. Algunos de estos pacientes reportan
haber visto un "reino de espíritus perplejos" en el que los di
funtos están atrapados tratando de comunicarse con sus pa
rientes que aún están vivos, con la esperanza de irse al cielo.24
Como en la eternidad no hay tiempo, ésta puede ser la etapa
en que las oraciones de los vivientes son utilizados por Je
sucristo para enseñarle a la persona muerta como dar y reci
bir amor.
43
"Santifiquen a todos los que han muerto en el Señor y numé
renlo.s entre sus Santos ejércitos y dénles paz y morada en su
reino". 26 La Iglesia Ortodoxa actual cree en el poder de la
oración hasta para ayudar a aquellos que están en el infierno
así como a las almas más sanada<; que están siendo juzgadas
en telonía veintidós... (puertas celestiales donde el alma es
examinada rigurosamente sobre un pecado en particular).27
Aunque la religión Católica sí ve el infierno como un estado
permanente y no temporal, nos amina a orar por todos ya
que no podemos estar seguros si alguien escogerá o ha esco
gido el infierno, el estado de eternamente rehusar el amor de
Dios.
Además de los ortodoxos, los protestantes están descu
briendo de nuevo la oración por los difuntos (ver apéndice
B). Algunos metodistas están volviendo a la tradición de
John \V esley quien en 1752 basó la oración por los fieles di
funtos en "venga tu reino" de la oración del Señor.
44
oración por los difuntos es tan tradicional como El Libro de
Oración Común.-10 Un grupo de teólogos anglicanos repor
tando a la comisión de Arzobispos sobre Doctrina Cristiana
escriben sobre cómo los vivientes pueden orar en forma útil
por los difuntos a través de Cristo para que durante el estado
de purificación desarrollen "una profundidad mayor de ca
rácter y mayor madurez de personalidad".31 En Inglaterra,
casi todos los Obispos anglicanos han nombrado a un sacer
dote para ofrecer la eucaristía por los difuntos como ha sido
recomendado por el psiquiatra anglicano Dr. Kenneth McAll
en Sanando el Arbol Genealógico. 32 Un ministro anglicano
le dijo: "Por siglos la gente ha celebrado funerales usual
mente unos días después de que haya muerto la persona. Si
podemos orar por una persona tres días después de su muer
te, seguramente podremos continuar orando por ellos".
Cuando otras iglesias redescubren el poder de la euca
ristía por los difuntos han sucedido sanaciones extraordina
ria5. Por ejemplo, una Iglesia Episcopal en Tejas le pide al
Señor todos los días que les dé los nombres de los difuntos
por los cuales Jesús quiere que oren en la eucaristía. Un día
recibieron el nombre de alguien que nadie conocía, hasta
que más tarde ese día un hombre visitó el curato. El dijo que
había abandonado 1a Iglesia después de haber asesinado a
alguien y que esa mañana en su casa se había sentido dirigi
do a regresar. El pastor le preguntó a quién había asesinado
y el hombre le dio el nombre del desconocido por el que ha
bían orado en la mañana.
Además de los pastores, muchos terapistas protestantes
están ayudando a sus clientes a orar por los miembros de su
familia fallecidos porque es muy terapéutico. El Dr. Carl
Jung creía que los dolientes no debían construir monumentos
funerales inmensos sino que debían de orar por sus muertos
tal como lo hacían los católicos en la eucaristía.33 Con una
creencia similar el Dr. Kenneth McAll durante los últimos
veinte años ha ayudado a miles de personas que no fueron
ayudadas por los métodos psiquiátricos normales. El y el Dr.
45
William Wilson de la universidad de Duke encuentran que la
oración, especialmente la eucaristía por los difuntos, es parti
cularmente útil para tratar enfermedades que no obedecen
fácilmente a tratamiento como la anorexia nerviosa cuyas
víctimas se matan de hambre casi como si se quisiera unir a
los muertos. Usando este enfoque como guía, el Dr. McAll ha
tratado a doscientos cinco pacientes anoréxicos con un ochen
ta y seis por ciento de éxito y �l Dr. Wilson trató a doce pa
cientes con anorexia con un cien por ciento de éxito.34 Otros
como el diácono Presbiteriano y terapista de familia Dr.
Douglas Schoeninger y su colega bautista Frances Schoenin
ger encuentran que el orar por los difuntos es una de las mejo
res maneras para solucionar la pena y conflictos de familia
(cf. Apéndice B). Hoy como en Betania, Jesús llora por los di
funtos y luego nos mira y dice "Desátenlo y dejénlo andar"
(Jn 11:44).
Pero, ¿qué si a pesar de los siglos de tradición todavía
dudamos si nuestras oraciones amorosas pueden ayudar a los
que se han ido? ¿Qué pasa si nuestra duda es tan profunda
que hasta dudemos que haya vida después de la muerte?
En el clásico de Dostoyevsky los Hermanos Karamazov,
una mujer confronta al famoso monje Fray Zossima y le pi
de ayuda para recobrar la creencia de que existe vida des
pués ele la muerte. ¿Habrá una vida después de la tumba o
sólo malezas bardanas creciendo en su tumbar ¿Por qué co
mo niño es fácil y como adultos es tan difícil creer en la vida
más allá de la tumba? ¿Qué prueba puede superar el temor
de que la vida desaparece sin dejar rastro? El sabio Fray
Zossima le responde:
46
usted avanzando en el amor, estará segura de la reali
dad de Dios y de la inmortalidad de su alma. Si usted
obtiene el perfecto olvido de sí misma en el amor del
prójimo, entonces usted creerá sin duda y ninguna du
da podrá entrar en su alma. Esto ha sido probado. Esto
es seguro. 35
47
Capítulo 4
51
Con frecuencia como en la India de Gandhi, la sanación
del dolor no es sólo muy difícil sino la clave para la paz perso
nal y social. ¿Cómo podemos sanar la pena? En la resurrec
ción de Lázaro Jesús nos da un modelo con tres pasos:
52
cía de la muerte, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?" Vi cómo el momento más doloroso de Jesús
no lo distanció de Dios, sino que lo atrajo hacia Dios. Luego
pude volver y ver la muerte dolorosa de Bill, y ya no la vi co
mo algo que estaba distanciando a Dios, sino que atrayén
dolo más cerca a su hijo que estaba sufriendo en Bill. Yo su
pe que bios había reaccionado a la horrible muerte de Bill
exactamente como yo había reaccionado. Por lo menos,
Dios es tan amoroso como yo, y la fealdad de la muerte de
Bill solamente me había hecho amarlo más y tener un deseo
más grande de estar con él y consolarlo.
Lo que descubrí mientras oraba fue que yo estaba eno
jado por la muerte de Bill porque tal vez era la clase de
muerte que yo más temía. En sus últimos momentos, la
morfina de Bill ya no hacía efecto y se vio atrapado por el
delirio y rechazando a los que él más amaba. Mi miedo más
profundo era que yo, como Bill, moriría consciente sola
mente del dolor y no del amor de Dios o del amor de los
otros en el cuarto. Si yo pudiera amar a Bill a pesar de lo que
él dijo o hizo en su muerte, entonces podría confiar en que
Dios estaría conmigo en mi muerte, aun si tratara de ale
jarlo. Por lo tanto, le pedí a Dios que sanara en mí cualquier
cosa que me impidiera confiar que estaría conmigo en los
peores momentos de mi muerte. Entonces, exhalé el amor
de Dios en Bill para sanar el abandono que él, como Jesús,
debía haber sentido en el momento de su muerte. Luego,
inhalé de Dios y de Bill todo lo que quería de ellos para mí a
la hora de mi muerte. Por fin estaba sanando lo que, un mes
antes, pensé que había terminado.
En el primer paso de compartir nuestro corazón con Je
sús, le decimos a Jesús lo que estamos sintiendo, especial
mente nuestros sentimientos negativos que pudieran blo
quear nuestra relación con El. A menudo la rabia hacia Dios
disfraza como un desagrado contra la oración o la incapaci
dad de sentir su amor. Tal vez nos sentimos furiosos como
los judíos ante la tumba de Lázaro, preguntando, "Este,
53
que abrió los ojos a un ciego, ¿no podía haber hecho que éste
no muriera?" (Jn 11:39). O tal vez, como Martha y María,
sentimos que Jesús nos abandonó e insistimos, "Señor, si hu
bieras estado aquí no habría muerto mi hermano" (o no ha
bría tenido una muerte tan dolorosa). En este paso nosotros,
como Martha y María, podríamos necesitar perdonar a Jesús
hasta que llegue a ser no alguien que manda una muerte do
lorosa y repentina, ni alguien que estaba ausente y despreo
cupado, sino que como Martha y María, y los judíos final
mente lo sintieron. Ellos vieron a Jesús con lágrimas en los
ojos, y dijeron, "¡Cómo quería a Lázaro!" (Jn 11:86).
En el paso de compartir nuestro corazón con Jesús, tal
vez pueda ayudarte la siguiente manera de orar:
54
Segundo paso: Quitar las ataduras y sanar a los difuntos
55
Tal vez cuando vaya a visitar la casa de Bill este mes,
pensaré en más cosas que todavía quisiera haberle dicho o
hecho con él. :E:n ese caso, puedo llegar a estar unido con Bill
y Jesús en fa oración, y podemos hacer otra vez lo que hici
mos todas las mañanas durante el desayuno. Al orar por un
ser amado, encuentro que las siguientes formas de orar pue
den ayudar para cumplir la misma invitación que Jesús dio
concerniente a su amado Lázaro. "Desátenlo," Jesús les dijo
a los amigos de Lázaro, "y déjenlo ir". Gn 11 :44).
56
Tercer paso: Dar gracias por la Nueva Vida
57
Pero sobre todo, estoy agradecido por mi relación con
tinua con Bill. Aún ahora, cuando tengo dificultad para
continuar escribiendo este libro, escucho una grabación con
las canciones de Bill y lo imagino al lado de Jesús cantándo
las nuevamente para mí, mientras yo inhalo dentro de mí el
amor de ambos. Recibir el amor de Bill y de Jesús me permi
te superar mis dificultades y soy capaz de dar el próximo pa
so de amor al escribir este libro. Antes de su muerte, cuando
este libro estaba todavía en la etapa de sueño, nosotros tres
compartimos nuestros sueños con Bill. Ahora que Bill cono
ce las respuestas desde el otro lado de la muerte, cuento con
él para interceder por nuestro trabajo literario, creyendo
que él deseará continuar amándonos tanto a nosotros como
a las futuras generaciones después de la muerte en muchas
de las mismas maneras que él nos quiso antes de su muerte.
Así el tercer paso de dar gracias celebra nuestro progre
so en la relación con Jesús y con el difunto. Celebramos to
das las formas en que esa relación nos ayuda a recibir amor
para que podamos amar más a Dios y a los demás. Al pasar
por el proceso de dolor por su amado amigo Lázaro, Jesús
dio gracias por cómo la muerte de Lázaro fue una oportuni
dad más para experimentar el amor de Dios. Oramos con Je
sús, "Te doy gracias por haberme escuchado" On 11:41).
58
parecer difíciles inmediatamente después de la muerte de
una persona amada. Podría ser difícil orar porque nosotros
podemos sentir furia contra Dios o miedo de que si nos acer
camos a Dios, Dios también nos abandonará como nuestro
ser amado nos lo hizo. Como el cansancio físico y emocional
después de una muerte puede bloquear la imaginación,
puede parecer que a tientas buscamos entablar una conver
sación con un Dios que aparenta no escucharnos. Pero no te
nemos que ver, oír o sentir nada en nuestra oración. Unica
mente tenemos que saber que nuestro anhelo de estar cerca
de nuestro amigo fallecido es también nuestro anhelo de te
ner cerca a nuestro Mejor Amigo. Podemos decir simple
mente "Jesús" e inhalar a Jesús dentro de nosotros mismos y
dentro de la persona fallecida que más extrañamos.
Nuestra oración puede ser una simple conversación, co
mo la que sostienen una madre sabia y su hijo. Miguel, un
niño de cinco años una mañana encontró a su hermanito
muerto en su cuna. Miguel amaba a su hermanito que era su
compañero de cuarto, y Miguel tenía el corazón roto. Dos
años más tarde Miguel se rehusaba a ir a la escuela. Como él
iba muy bien en sus estudios y tenía muchos amigos, su ma
má sabía que había algo diferente que l.o estaba molestando.
Ella decidió que Miguel en su imaginación recreara la esce
na de la muerte de su hermano.
"Miguel, ¿puedes ver tu recámara y a Jesús en la es
quina?"
"Sí"
"Permítele a Jesús que te lleve a la cuna y que te mues
tre a Tomás la mañana que lo encontraste muerto. ¿Qué es
tá Jesús diciendo y haciendo?"
"Jesús tiene la mano en mi hombro y está triste. Jesús
dice que Tomás no murió por nada de lo que liice sino por
que no era perfecto."
"¿Tienes miedo de que yo también me muera o me las-
time si vas a la escuela?"
"Sí".
59
'"¿Qué dice Jesús?"
"El dice que nunca va a abandonarme."
60
sona viva pueda perdonarse a sí misma y al difunto, el ser vi
viente continuará doliéndose.
Cuando pedimos a todos durante la Eucaristía pensar
en una persona que cada uno debía perdonar, Bob inme
diatamente pensó en Hitler. Luego pedimos a cada persona
que se cambiara un zapato con otra, como símbolo de tratar
de caminar en los zapatos de la pesona que se estaba perdo
nando. Cuando Bob le pasó uno de sus zapatos a la persona
de su izquierda, se sorprendió al ver que recibía a cambio
una de las botas de un soldado, tal como la bota de Hitler..
Cuando Bob trató de imaginarse compasivamente como era
caminar en los zapatos de Hitler, se sintió inmovilizado. Bob
estaba tan enfurecido por la dureza del corazón de Hitler
que no podía sentir compasión por las heridas que había en
la vida de éste, aunque trataba de imaginárselas. ¿Gómo
podía un hombre tener el corazón tan duro para matar
millones de Judíos? Si sólo Hitler se hubiera arrepentido y
cambiado, pensó Bob, pudiera ser perdonado.
Pero cuando Bob vio que en su propia inhabilidad para
perdonar incondicionalmente, él era igual que Hitler. Por
treinta y cinco años se había rehusado con gran dureza de
corazón a perdonar la dureza del corazón de Hitler. Bob se
sintió como un hipócrita al recordar su educación en el semi
nario donde tuvo más oportunidad que Hitler de aprender
acerca del perdón. Ahora la rabia de Bob se había vuelto
hacia sí mismo, hasta que vio cómo Jesús lo había perdona
do y usado como sacerdote a pesar de su actitud dura de co
razón hacia Hitler. Cuando Bob aceptó el perdón de Jesús,
fue capaz de perdonar y orar por Hitler durante el resto de
la Eucaristía. Después de la Eucaristía, Bob se dio cuenta de
que estaba libre del dolor de espalda por primera vez en
treinta y cinco años. Al completar su asunto inconcluso con
Hitler, Bob literalmente se había quitado a Hitler de la es
palda y finalmente lo había sepultado.
En la Eucaristía Bob siguió los cuatro pasos que Jesús
nos da para perdonar:
61
Ama a tus enemigos, haz bien a los que te odian, bendi
ce a los que te maldicen y ora por los que te persiguen.
(Luc 6:27-28).
62
Señal de Za Cruz: haga la señal de la cruz invocando el
poder de la cruz de Jesús para liberar a los vivos y a los
muertos de todo mal (Col 11:19-21).
63
lo llene con su amor sanador en aquellas partes de su ser que
aún extrañan a esa persona o que aún se sienten heridas por
ellas. (Si es posible, después de la comunión invite a los pre
sentes que le impongan las manos y oren por su sanación. La
comunión libera poder sanador al poner a Jesús más profun
damente dentro de usted y de aquellos que estén orando por
usted.) Luego permita que la sangre preciosa de Jesús sane
todas las heridas que puedan bloquear en usted la plenitud
de la vida de Jesús. Si usted está orando por alguien en su li
naje de familiar, pídale a Jesús que permita que su sangre
lave cualquier cosa negativa que haya heredado y que forta
lezca toda la herencia positiva. Inhale en "Jesús" y exhale
todo lo negativo (miedo, ira, pensamientos negativos, patro
nes de pecado, etc.) hasta que ya no tenga más oscuridad para
exhalar y también estará exhalando la vida de Jesús. Cuando
esté listo para dar vida como Jesús, entonces vea su sangre pre
ciosa fluir de usted hacia la persona fallecida, sanándole to
das las heridas, patrones de pecado y esclavitud a lo oculto.*
Pida que la sangre de Jesús se devuelva a través del li
naje familiar de la persona hacia todos los vivos o difuntos
que necesiten de la vida de Jesús. Pídale a Jesús que le
muestre la oración por los difuntos en su corazón y únase a
Jesús al hacerla. Si no siente la oración de Jesús por la perso
na, diga sólo "Jesús" silenciosamente, exhalando su vida
dentro de la persona, y uniendo a esa persona por la sangre
de Jesús a su alianza eterna.
64
ted. Inhale su vida y con cada aliento acérquese más a Jesús
y al difunto.
Aunque ocasionalmente los resultados de tal Eucaristía
han sido dramáticos, otras veces la Eucaristía proporciona
el siguiente paso en un proceso gradual de sanación. A ve
ces, especialmente cuando se trata de niños, usted sentirá
que una sola Eucaristía es suficiente (esta sensación puede
venir simplemente como un sentimiento de liberación, ple
nitud o paz cuando piensa en la persona fallecida.) En otras
ocasiones, usted puede sentir que un difunto todavía necesi
ta más vida o que su propio perdón hacia esa persona necesi
ta hacerse más profundo. Si es así, usted puede continuar
orando en la siguiente Eucaristía a la que asista, como lo hi
zo San Malaquías:
65
San Malaquías descubrió cómo la Eucaristía sana a los
muertos. En la actualidad, muchos están descubriendo có
mo la Eucaristía por los difuntos también sana a los vivos
cuando inician una relación más profunda con Jesús y los di
funtos. Por ejemplo, el Dr. Kenneth McAll tiene más de mil
casos de sanación emocional o física que le han ocurrido a
sus clientes principalmente a través de una Eucaristía ofre
cida por los difuntos.2 El trabajo del Dr. McAll ha servido
de inspiración a centros de psicoterapia tales como el Insti
tuto para la Sanación Cristiana en Filadelfia para animar
frecuentemente a sus clientes a celebrar una Eucaristía por
sus seres queridos fallecidos. Si tratamos de orar por todos
los difuntos, desde el Lázaro que más extrañamos hasta el
Hitler que más necesitamos perdonar, nos sentiríamos abru
mados. Las seis preguntas siguientes pueden ayudar a iden
tificar las personas para las cuales es más importante orar.
66
Capítulo 5
69
Lo que Hilda creía acerca de que Roberto se iría al in
fierno si se suicidaba es lo que muchos cristianos creían has
ta hace poco. Hasta 1800, si una persona se suicidába con
frecuencia se le confiscaban sus propiedades, su cuerpo era
arrastrado por las calles y finalmente se incineraba. 1 Incluso
ha<;ta hace sólo veinte años, al cuerpo del suicida se le nega
ba cristiana sepultura en suelo consagrado porque, igual que
Hilda, muchos cristianos pensaban que los suicid.as iban di
rectamente al infierno.
En la actualidad tr.atamos el suicidio en forma diferen
te debido a un cambio en nuestra comprensión del suicida y
también en nuestra comprensión de Dios. Cuando doctores
tales como el Dr. Stanley Yolles, Director del Instituto Na
cional de Salud Mental descubren que ninguna persona sana
sino solamente aquellas personas llenas de heridas pueden
ser orillad as al suicidio,2 la Iglesia también está descubriendo
que el suicidio no es un acto deliberado (pecado mortal) de
aislarse uno de Dios. Los que cometen suicidio son como l as
personas que están en un edificio que se está incendiando y
que sienten que no tienen otra alternativa más que saltar
cuando las llamas se acercan a la ventana donde están refu
giados. Sc1ltan no porque quieran separarse completamente
de Dios, sino porque no ven otra forma posible de evitar las
llamas que están a punto de consumirlos. Nunca podremos sa
ber todas las presiones que existían en la vida de otra persona,
así que no tenemos ningún derecho a condenar (Mat 7:1-5).
Pero la razón principal por la cual no tenemos razón
para condenar a una persona suicida o a cualquiera que
consideremos "un gran pecador" es que Dios nunca conde
na. Por muchos siglos, la Iglesia Occidental hacía énfasis en
un Dios que era un Juez condenador. Sin embargo, reciente
mente hemos llegado a ver a Dios como un sanador miseri
cordioso y recordamos la antigua enseñanza de la Iglesia so
bre el misterio de la gracia. La idea de que los suicidas van.
automáticamente al infierno está basada en una lógica rígi
da que asume que el perdón ocurre sólo después del arrepen-
70
timiento. Pero el misterio de la gracia es que somos capaces
de arrepentirnos y cambiar nuestra vida sólo porque Dios
nos ha amado y perdonado primero (1 Jn 4:19). Este es el
misterio de la gracia que ha dado forma a las enseñanzas de
la Iglesia sobre el cielo y el infierno. La Iglesia enseña que el
cielo existe y que por lo menos conocemos a al gunas perso
nas que están allí: los santos. Pero aunque la iglesia también
enseña que existe un infierno eterno,3 "ni Jesús, ni la Iglesia
después de El, han declarado que las personas se van al in
fierno o en la actualidad o están en verdad allí".30 En otras
palabras, la Iglesia dice, "No juzguen a quienes estén conde
nados, sino oren para que todos reciban el amor de Dios".
En lugar de decirle a Hilda todas estas verdades, yo
quería que ella las experimentara. Entonces le pedí que
cerrara los ojos y se imaginara que su hijo acababa de suici
darse. Luego le pregunté lo que veía. Hilda decía que podía
ver a Roberto acercándose a las puertas del juicio donde
Dios y San Pedro lo esperaban para condenarlo al infierno.
Luego le pedí a Hilda que apretara mi mano cuando ella se
sintiera como se sentía su hijo. "Roberto se siente tan cansa
do. Ha sufrido tanto dolor y heridas". Luego le pregunté,
¿"Qué es lo que quiere hacer al ver a su hijo venir?" Hilda di
jo, "Quiero correr y abrazarlo y estrecharlo cerca a mí para
siempre''. Con esto extendió sus brazos (como si los estuviera
arrojando sobre los hombros de Roberto) y empezó a llorar.
Más tarde le pregunté a Hilda, "¿Usted cree que Dios ama a
Roberto tanto como usted?" Cuando asintió pregunté,
¿"Qué cree que haría Dios al ver venir a Roberto?" Hilda
sonrió y dijo, "Dios haría lo mismo que yo". Luego volvió a
cerrar los ojos y vio cómo Dios corría por el camino para en
contrarse con Roberto. Ella vio a Dios poner los brazos alre
dedor de los hombros de Roberto y mantenerlo muy cerca.
Lo que Hilda vio no fue nada diferente a la historia del Hijo
pródigo, donde el padre corrió por el camino y abrazó a su
hijo cansado y herido. Lo que nos dicen tanto la historia de
Hilda como la del hijo pródigo es que, contrario a lo que en-
71
señaron a Hilda y a nosotros, Dios no es un juez condena
dor. Más bien Dios es un sanador misericordioso porque es
un amante y respondería al menos en forma tan amorosa co
mo Hil_da o la persona que nos ama más.
72
tiene lugar delante de "fos ángeles de Dios" en el cielo cuan
do un pecador se arrepiente (Luc 15:10).
En vez de sólo repetir el tema de las dos primeras pará
bola5 referentes al gozo en el cielo por un pecador arrepenti
do, la historia del hijo pródigo nos lleva realmente al ban
quete mesiánico de la vida futura para que podamos experi
mentar como Dios y los que están en el cielo se alegran por un
pecador arrepentido. Como en las dos historias anteriores, la
historia del hijo pródigo también nos habla de una pérdida
(no una oveja o una moneda, sino un hijo), la búsqueda y la
alegría del halfazgo y luego nos permite experimentar el re
gocijo que tiene lugar en el banquete celestial por un peca
dor arrepentido. ¡Qué alegría de fiesta cuando lo que se ha
bía perdido es encontrado! (Luc 15:6,9,24,32).
Lo que puede sorprendernos es que la historia del hijo
pródigo no es sólo acerca de cómo Dios ama a los pecadores
arrepentidos, sino también de cómo ama a los que no se han
arrepentido. Como explicaremos, el padre corrió por el ca
mino y lanzó sus brazos alrededor del hijo pródigo aunque,
a ese punto en la historia, éste no tenía intenci6n de arrepen
tirse. Y el padre invitará al hijo mayor al banyuete de la vi
da futura, aunque no se ha arrepentido. El hijo pródigo es
entonces la historia de la vida futura sobre cómo e1 padre
ama tanto al pecador arrepentido como al impenitente.
73
más recompensa de los padres, mientras que los "4" son cas
tigos por respuestas equivocadas. Un día de trabajo duro es
recompensado con un cheque de pago -excepto en el caso
de un ladrón donde es más bien castigado con una sentencia
en la cárcel. Pero con Dios no hay tal cosa como mantener
una cuenta (Mat 20:1-16). Dios ama si la persona merece un
"10" y un cheque de pago o un "4" y una sentencia en la cár
cel. El amor de Dios se le da a todos de la misma manera
que el sol brilla y la lluvia cae tanto sobre el justo como
sobre el pecador. Igual que muchos de nosotros, los Fariseos
juzgaban que el sistema de Jesús era injusto. Así que le ha
cían preguntas como, "¿Cómo puedes aceptar a los recolec
tores de impuestos u otros pecadores impenitentes y hasta
comer con ellos?" (Luc 15:1-3). La historia del hijo pródigo
donde Dios come con pecadores y no sólo con el justo, farise
aco hermano mayor es la explicación de Jesús a los Fariseos
acerca de cómo él recibe hasta a los pecadores impenitentes
ahora o en la otra vida.
Los Fariseos y todos en el pueblo del pródigo hubieran
deseado que éste fuera condenado a muerte por haber come
tido lo que para los Judíos era el peor crimen posible, tratar
al padre de una familia como si estuviera muerto. Era in
concebible para cualquier Judío pedir a su padre por su he
rencia mientras éste es�aba aún sano (o lo que es peor, gas
tarse la herencia en una tierra gentil y pagana). "En toda la
literatura del medio Oriente (aparte del hijo pródigo) desde
tiempos antiguos hasta el presente, no hay ningún caso de
algún hijo, mayor o menor, pidiendo su herencia a un padre
que aún goza de buena salud".7 Por lo cual la historia del hi
jo pródigo es la historia de Jesús sobre el pecador más grande
posible.
La historia del hijo pródigo es radical al proclamar que
Dios ama no sólo al pecador más grande posible sino hasta el
peor pecador impenitente. El pródigo puede considerarse im
penitente por dos razones. En primer lugar, para los rabinos
"el arrepentimiento era primeramente una obra del hombre
74
que le aseguraba el favor de Dios".8 Antes de que a una perso
na se le considerara como arrepentida, se requerían actos de
reparación y expiación. Por lo tanto, "un pastor no podía
arrepentirse totalmente; no sabía cuántos límites había tras
pac;ado, por lo tanto, no podía hacer una reparación ade
cuada". Por lo tanto, para los Judíos que escuchaban a Jesús
relatar la historia del pródigo, éste tenía que indemnizar por
el dinero perdido antes de que se considerara en estado de
arrepentimiento.
En segundo lugar, esta historia a veces es leída como si
el pródigo hubiera tenido un cambio de parecer mientras es
taba en "el país lejano" y planeó pedirle a su padre que lo hi
ciera "sirviente contratado" como gesto de contrición. Sin
embargo, los eruditos en las Escrituras indican que la moti
vación del pródigo en este momento tal vez es interés en sí
mismo. Aunque las palabras de su discurso preparado sue
nen como arrepentimiento, las compuso después de obser
var que obtendría mucho más de comer si regresaba a la ca
sa de su padre. Se lamenta de haber perdido todo el dinero
que obtuvo de su padre, pero es probable que no se haya
arrepentido todavía de haberle roto el corazón. La falta de
arrepentimiento del pródigo por la ofensa más profunda es
tá indicada en su plan de pedirle a su padre que lo haga "sir
viente contratado". En las aldeas del medio Oriente en la
época de Jesús el "siervo contratado" no era considerado so
cialmente inferior a su patrón. El pródigo "será un hombre
libre con sus propios ingresos viviendo independientemente
en la aldea local. Su estatus social no será inferior al de su
padre o al de su hermano. El puede mantener su orgullo e
independencia". Aunque el pródigo tal vez intente utilizar
su salario de "sirviente contratado" para pagarle a su padre,
cuando está en el país lejano no se arrepiente de la ofensa
profunda, misma que es una relación rota en vez de dinero
perdido. "El se salvará a sí mismo. No desea ninguna
gracia".9 Después de que este hijo impenitente ha sido amoro
somate recibido por su padre, da sólo parte de su discurso
75
preparado, omitiendo la parte en donde pide que sea hecho
"uno de sus sirvientes contratados". ¿Por qué el pródigo cam
bia su discurso y lo termina con "ya no soy digno de ser llama
do tu hijo?" Los eruditos con frecuencia han asumido que el
pródigo fue interrumpido por su padre en medio de su discur
so. Pero Kenneth Bailey sugiere más bien que él decidió no
terminarlo porgue:
76
puede divisar a su hijo aunque éste está "todavía muy lejos."
Así es que el padre corre a las afueras del pueblo. En lugar
de hacer que el hijo bese la mano del padre en la forma acos
tumbrada, el padre "abrazó al hijo y lo besó tiernamente".
Este gesto de "un beso en público con el hombre principal
involucrado" era usado únicamente cuando una discusión
seria había tenido lugar en el pueblo y sólo cuando se logra
ba una reconciliación. Una vez que había colocado el anillo
con el sello de la familia en el dedo de su hijo y habiéndolo
vestido con la túnica de la familia, el padre sabía que bajo
su cuidado protector el hijo podía entrar en el pueblo sin
que nadie le hiciera daño. 1� Así el padre no está preocupado
primero por el arrepentimiento de su hijo sino sólo por darle
la bienvenida y proteger al pecador impenitente.
Como el padre organiza una fiesta, Jesús le está pidien
do a los que llevan las cuentas que están entre sus esc\lcha<;,
"¿Van a seguir calculando el resultado o van a venir a mi
fiesta?" El hermano mayor quiere continuar llevando las
cuentas mientras se queja, "Todos estos años me he esclavi
zado por ti y nunca ni una sola vez he desobedecido tus ór
denes y a pesar de esto, no me has ofrecido ni siquiera un
cabrito para celebrar con mis amigos". En el banquete me
siánico del cielo, de donde proviene la música y el baile que
el hijo mayor escucha al acercarse a la casa, no hay quien
lleve cuentas. Más bien, Jesús quiere extender a los Fariseos
que llevan las cuentas, y para quienes la historia va dirigida,
la misma invitación que el padre le hizo al hijo mayor, "Ven
y come y recibe al gran pecador conmigo". Esta aceptación
del pecador impenitente repercute muchas otras veces en el
Nuevo Testamento y continuará escandalizando a los Fari
seos:
77
el injusto. ¿Si aman a los que les aman, qué mérito hay
en ello? ¿No hacen lo mismo los recolectores de impues
tos? (Mat 5:44-46).
78
perdonó y amó a Roberto en muchas de las mismas maneras
en que ella lo había hecho. Hilda, quien con Dios había da
do la bienvenida a su hijo, es un modelo sobre cómo orar por
un gran pecador.
Orar por los difuntos es el proceso de entrar en la pre
sencia de un padre acogedor y nuestro ser querido fallecido
para que como Hilda, podamos dar y recibir amor y perdón.
En oración como ésta, nos convertimos en algo similar a her
manos mayores. Al mantenernos fuera del banquete me
siánico, se nos da la alternativa de juzgar al pródigo o de aco
gerlo junto con el padre al "que estaba muerto y ha vuelto a
la vida". Tal oración por los muertos tiene implicaciones pa
ra nosotros mismos como hermanos mayores y para los di
funtos como pródigos.
Si como hermanos mayores "vivientes" decidimos no
amar y perdonar al pródigo "fallecido", también seremos el
hermano mayor juzgador colocándonos fuera del banquete
y distanciándonos con Dios. Esta verdad es la misma para
los difuntos. Si el pródigo "fallecido" permanece cerrado al
hermano mayor, el pródigo no podrá estar totalmente en
confianza con el padre que continúa ínvitando al hermano
mayor al banquete eterno.
Pero cuando el pródigo "fallecido" y el hermano mayor
"vivo" se perdonen y se amen mutuamente, estallará la
alegría. De la misma manera en que la alegría del padre y
del pródigo aumentará cada vez que el hermano mayor se
una a ellos en la mesa del banquete, así se acrecentará el go
zo de Dios y de nuestro ser querido fallecido cuando en ora
ción nos hagamos presentes ante ellos con el fin de dar y re
cibir amor y perdón.
79
los grandes pecadores. Más bien la experiencia de mi propia
confesión general fue el hecho que más cambió mi vida. Tal
vez recordarán que además de escribir este capítulo, la se
gunda cosa que haría si tuviera sólo un año más de vida sería
visitar gente y darle gracias por las formas en que me habían
amado. Correcta o incorrectamente, siento como si hubiera
recibido y dado más amor que cualquier otra persona de las
que he conocido. Ahora me siento tan completamente dife
rente que antes de mi confesión general, cuando nadie me
caía bien y sentía que nadie me amaba. Antes de la confe
sión general, me odiaba a mí mismo porque pensaba que
Dios me había condenado. Recuerdo una vez, cuando esta
ba de vacaciones, al parar en una estación de gasolina vi un
calendario y la foto pornográfica que estaba anexa. Como
nos habían enseñado que casi todos los pecadores referentes
al sexo eran muy graves, o del tipo que merecían el fuego
eterno del infierno, durante el resto del viaje viví con el
miedo de morir antes de que pudiera ir a confesarme. Sin
importar cuántas veces me confesé, nunca parecía cambiar.
Como me sentía constantemente condenado, me condenaba
y odiaba a mí mismo y a todos los demás.
Todo eso cambió cuando hice una confesión general de
todos los pecados de mi vida. Tenía ocho páginas a espacio
sencillo de todas las cosas que odiaba sobre mí mismo. Des
pués de que terminé mi lista, el sacerdote, probablemente
exhausto, vino y me abrazó. Era la primera vez que un sa
cerdote me abrazaba. Recuerdo que me fui a mi cuarto y
lloré. Como juzgaba que los pecados eran graves, esperaba
el sermón habitual de cómo había desilusionado a Dios y có
mo necesitaba decidirme a esforzarme más o sufriría las do
lorosas consecuencias del infierno. Pero en ese abrazo, en
contré a un Dios que amaba la peor parte de mí mismo. Tal
amante no se había detenido primero a calcular mis califica
ciones o ver que juicio merecía por esas ocho páginas. Desde
el día que lloré esas lágrimas, supe que Dios nunca me con
denó y que no necesitaba volver a condenarme o condenar a
80
nadie. Desde ese día me he amado a mí mismo y he amado
casi inmediatamente a cualquiera que conozco.
Muchas veces antes había confesado los mismos peca
dos y sin embargo no tenía poder para cambiar. El cambio
no llegaba porque cada una de las veces anteriores me había
encontrado con un Dios mercenario, uno que hacía cuentas
y juzgaba con venganza. Después de la confesión general
fue fácil cambiar y ser una persona amorosa casi sin esfor
zarme. Podía amar porque en un abrazo pude experimentar
a Dios amá11dome primero (1 Jn 4: 19). Quería escribir este
capítulo antes de morir porque el enfrentamiento a un Dios
juzgador que llevaba cuentas y que juzgaba con venganza
me había traído veinte años de muerte, mientras que
enfrentarme a un Dios que me amaba ahora me ha traído
veinte años de vida.
Sanando Naciones
81
cuando todos huyeron en pánico a la seguridad que ofrecía
la Bahía de Pusan. Día tras día estas personas separadas
aparecían en televisión por quince segundos llevando un
letrero que tenía su nombre y detalles de su familia y de los
hechos que los habían separado. Si un televidente reconocía
a una de estas personas, llamaba a la cadena de televisión o
iba a la estación local para una reunión gozosa. Los corea
nos y yo nunca nos cansamos de ver estas reuniones. Cinco
mil familias volvieron a encontrarse. Mientras lloraban
abrazados, toda Corea lloró con ellos. Todos vimos con ad
miración cómo los enfermos perdonaron a los sanos por ha
berlos abandonado, los niños perdonaron a sus padres por
no haber regresado como prometieron, y hermanos perdo
naron a hermanos avergonzados por cooperar con los corea
nos del norte. Para estos amantes regresando al hogar, entre
más grande el pecador, más grande parecía la bienvenida.
De repente, eran familias de nuevo y podían perdonar cual
quier cosa. Mientras se perdonaban sus grandes faltas, las
heridas de la guerra eran sanadas y renacía una nación com
pasiva. Cuando aceptamos como Dios acepta, pueden rena
cer naciones enteras.
82
Capítulo 6
85
como ofensas de parte de aquellos que él debía haber
enfrentado. La colitis ulcerativa crónica de mi padre parece
ser un símbolo de que se ha reprimido ira inexpresada. No
sólo heredé el don de receptividad de mi padre sino que
también he heredado la debilidad de aceptar lo que debe ser
enfrentado. Hasta hace poco, cuando alguien me trató en
forma ofensiva, me asusté y me sentí culpable, asumiendo
que era mi culpa. Cuando vi esta debilidad tanto en mí co
mo en mi padre, me di cuenta de que proveníamos de una
larga línea de gente que también tenían esta misma debili
dad. Nuestra familia es Judía y por generaciones muchos de
mis parientes aceptaban las cosas en lugar de enfrentarlas
porque un enfrentamiento probablemente significaba la
muerte. Encontré sanación y nueva habilidad para enfren
tarme a las cosas que tenían que ser enfrentadas cuando hice
dos cosas. Primero, no sólo me perdoné a mí misma y a mi
padre sino también a todas las generaciones de Judíos ante
riores a nosotros. Segundo, le pedí a Jesús que me diera su
don de cólera justa y confrontación y que se lo extendiera a
todos mis antepasados.
Varias semanas más tarde encontré que podía enfren
tarme a situaciones en las cuales antes me hubiera culpado a
mí misma. Por ejemplo, finalmente pude escribirle una car
ta a un comité, oponiéndome a una acción que estaban consi
derando. Fue una carta bastante directa la cual no era común
en mí, pero sentí un nuevo valor para decir la verdad corno
yo la veía. Uno de los miembros del comité que era de ascen
dencia Alemana, dijo que yo debí cooperar con el comité en
lugar de haber escrito la carta. De repente, sentí cómo me
llenaba de cólera hacia ese hombre, una cólera mucho más
intensa que cualquier sentimiento que tuviera hacia los pla
nes del comité. Cuando empecé a orar por mi cólera, me
sorpendí al oírm e decir, "¡Su gente le dijo a mi gente que
cooperaran y mi gente murió por ello!" A pesar de que nun
ca he experimentado personalmente el anti-semitismo y
ninguno de mis familiares inmediatos murieron en campos
86
de concentración, de alguna manera llevaba dentro de mí el
dolor causado a mis antepasados. Supe que antes de sentir
paz con el miembro del comité Alemán, tenía que perdonar
a sus antepasados Alemanes a nombre de mis antepasados
Judíos. Así pues, oré por su familia como la había hecho por
la mía algunas semanas antes. Perdoné a los Alemanes y
pedí por la sanación de todas sus heridas que los habían
orillado a matar Judíos. La siguiente vez que me encontré
con ese señor, discutimos sobre el mismo tema. Aunque vol
vió a criticar mi carta de la misma manera, no sentía esa có
lera intensa que inundaba mi ser. Al igual que mi miedo a
enfrentarme, mi intensa cólera hacia el señor Alemán tam
bién era un problema que podía remontarse hasta personas
fallecidas que yo nunca conocí.
87
explota diciendo, "Me has dado órdenes toda mi vida, toda
mi vida de casado", le puede estar proyectando la rabia que
siente hacia su madre dominante.
Otros terapeutas como Bowen encuentran que no sólo
ocurren problemas matrimoniales sino que también pueden
ocurrir enfermedades serias como por ejemplo la esquizofre
nia que frecuentemente tiene sus raíces en tres o más genera
ciones de dinámica familiar, que ha frustrado la indivi
dualización en un niño que se le ha ordenado que madure,
pero que ha sido mantenido inmaduro por sus padres tam
bién inmaduros. 3 Bowen encuentra que entre menos se indi
vidualice una persona (o sea, que haya desarrollado su pro
pio ser), hay más probabilidades de que los demás influyan
sobre él hasta que finalmente desarolla una enfermedad que
expresa los problemas de los que le rodean. El resulta ser el
"paciente identificado" cuando en realidad toda su familia
está enferma.
Debido a esta "estructura multigeneracional" en
muchas de las enfermedades emocionales hay cada vez más
terapeutas que insisten en trabajar con la unidad familiar de.
por lo menos tres generaciones en lugar de dar tratamiento a
un individuo aislado.
88
Desafortunadamente los terapeutas familiares han en
contrado que la persona que está menos consciente de cómo
ha sido influenciado por las generaciones pasad as, es gene
ralmente la persona más manipulada por ellas.
89
tiga a los descendientes inocentes. Más bien se debe a que
tendemos a repetir lo que no hemos perdonado. Si nuestros
padres fueron posesivos o negligentes, ellos y los antepasados
que les enseñaron necesitan ser entendidos, perdonados y
reivindicados, de otra manera, nosotros vamos a necesitar
que nuestros hijos perdonen nuestra reacción a los errores
de nuestros padres y antepasados o hasta siete generaciones
más de hijos.
90
y los recuerdos que traían a nuestros corazones las historias de
varios miembros de la familia. Por ejemplo, la foto delicada y
bronceada de mi abuelita recuerda cómo ella y sus hijos tra
bajaban en el jardín y luego regalaban la mayor parte de la
comida a los vecinos. Su reputación generosa atraía visitas to
dos los domingos y los huéspedes siempre recibían las mejores
porciones durante la cena. Existe un contraste muy grande
entre la foto de mi abuela y la foto de mi abuelo, que aparece
con un seño fruncido y un rifle en la mano, r.evelando a un
disciplinario estricto. Cuando veo la foto de la cara de mi
91
abuelo, le creo a mi padre cuando contaba cómo mi abuelo
educó a diez y siete hijos sin nunca subir la voz. Cuando que
ría disciplinar a uno de sus hijos, todo lo que tenía que hacer
era verlo con su mirada enérgica que significaba "ten cuida
do" y el niño inmediatamente obedecía. Estoy seguro que
esas palabras fueron transmitidas por sus antepasados en for
ma silenciosa, quienes vivían en la frontera Franco Alemana
que sufría con invasiones constantes, las cuales trataban de
decir, con expresiones faciales severas, "tengan cuidado" diri
gida hacia sus invasores franceses y alemanes. Cada vez que
las propiedades de nuestros antepasados eran como tratados
de botín de la guerra, sus expresiones faciales se volvían más
duras y su deseo por la justicia aumentaba. A medida que
acomodábamos otras fotos del árbol familiar de mi padre,
tanto las fotos como las historias que recordaban nos ayuda
ban a entender a nuestros abuelos.
Empezamos a hacer una lista de los miembros de la
familia por los cuales queríamos orar especialmente a medi
da que nuestros corazones se abrían más y más a esos fami
liares de mi Padre. Esta preparación nos ayudó a crear una
atmósfera de amor. Esta atmósfera de amor nos abrió un ca
mino claro de conexión entre nuestros corazones y los cora
zones de los fallecidos en nuestra familia.
Cuando finalmente estábamos listos para orar empeza
mos por invitar a Jesús a que conectara nuestros corazones
con los corazones de las personas de nuestro árbol genealógi
co. Luego recordamos con Jesús la manera especial como
cuidó a cada uno de ellos, empezando por nuestro bisabuelo
quien nació seis meses después de morir su padre. Si su
padre hubiera muerto tres meses antes, ninguno de nosotros
estaríamos aquí. A medida que dábamos gracias por cada
persona, me di cuenta de la diferencia de esta oración a la
que hice por la familia de mi padre varios años antes. Alre
dedor de esa época, murió mi primo el padre Joe. Yo quería
al Padre Joe y-él había sido un modelo del sacerdocio para
mí.. Durante mi oración varios años antes 1 pasé la m ayoría
92
del tiempo en mi dolor con Jesús no sólo por la forma en que
me hacía falta el Padre Joe, pero también estuve sanando mi
relación con Jesús. Yo me preguntaba: ¿Por qué Jesús dijo
"estaré contigo siempre" (Mat 28:20) pero luego no protegió
al Padre Joe del mal? Perdoné a Jesús y a su padre por ha
berse llevado a un sacerdote amigo tan joven y generoso,
mientras dejaba vivir tantos sacerdotes irritables al parecer
para siempre. Ya sea para dar gracias por el nacimiento de
mi bisabuelo o al perdonar a Dios por la muerte del Padre
Joe, el primer paso es el de construir un diálogo con Jesús
para que junto con El, pueda abrazar mi árbol genealógico
completo.
Cuando Jesús empezó a abrazar conmigo a mi árbol ge
nealógico completo, supe que no solamente yo sino también
mis antepasados nos sentíamos seguros. Una vez que este
ambiente de seguridad se estableció, estaba listo para conti
nuar con el segundo paso, el reconocimiento de los patrones
destructivos. En este ambiente yo podía admitir el perfec
cionismo en mí que dice "tenga cuidado" y que me hace
fruncir el ceño cuando no hay orden como yo lo espero o ne
cesito. Por ejemplo, si el teléfono suena cuando estoy escri
biendo, me encuentro rechinando los dientes pues se in
terrumpe mi orden y creatividad. El "tenga cuidado" me
hace sentir que debo leer otro libro antes de poder escribir
algo bien, y continuamente mando mis escritos al editor
hasta después de la fecha indicada para que hagan varias re
visiones. Puede que me ría del perfeccionismo de mi padre
que no quiere dientes de león en su pasto, y se la pasa lim
piando lo que ya está limpio, pero eso también está en mí.
Así que el Día del Padre le entregué a Jesus mi perfec
cionismo que viene de que siempre trato de "tener cuidado",
y del ceño fruncido de mi cara cuando el orden que yo espe
ro y necesito no se cumple. Pedí perdón y sanación por la
manera en que he dejado que estos patrones se hayan perso
nificado más en mí que en Dennis. Pedí el don de la gratitud
para poder ver y afirmar lo positivo en lugar de enfocar
93
inmediatamente en lo que está mal o lo negativo que pu
diera ocurrir. Aspiré de Jesús su habilidad para abrirse al
momento presente y a estar dispuesto a ser interrumpido
constantemente por personas necesitadas como Jairo. Cuan
do me sentí lleno del poder de Jesús para amar, aspiré su
amor y perdón dentro de mi padre. Cuando sentí que éI es
taba lleno de paz, continué con mi abuelo, bisabuelo y otros
antepasados Linn que sólo Jesús conocía -una multitu sin
cara a quien Jesús quería sanar. Fui guiado a respirar con
Jesús su perdón sanador a los soldados Alemanes y Franceses
que habían perseguido a mis antepasados. Estos soldados
también fueron guiados por un perfeccionismo que los llevó
a tratar de probar su superioridad por medio de la conquis
ta. Luego recordé de nuevo la foto de mi abuelo con cara
fruncida y rifle en la mano. Sentí que él estaba agradecido
de que yo entendía, y que prometía protegerme mientras se
paraba con su rifle al lado de Jesús.
Esto me llevó al paso número tres que es el de dar gra
cias. Le agradecí a mi abuelo por su protección y por su
amor de granjero por la tierra. Compartí con él el hecho de
que durante el retiro de treinta días, los momentos que me
sentí más cerca de mi Creador fueron los momentos en que
plantaba semillas de caléndula y las cuidaba mucho para
que vivieran. Podía sentir el amor de Dios cuidándome
mientras yo amorosamente cuidaba de las semillas. Di gra
cias por el cuidado paciente que tengo por el semillero o por
la gente quebrantada por los dolores de la vida -el cuidado
que brota de mi perfeccionismo y que quiere sanar el desor
den. Continué respirando silenciosamente durante unos mi
nutos, aspirando todos los dones y amor que Jesús me estaba
dando por medio de mi abuelo y su familia. Le di gracias a
Jesús que mi abuelo y todos los que estaban con él en el cielo
ahora intercederían y serían canales de amor sanador para
todos sus familiares heridos por el perfeccionismo. Pedí que
continuaran siendo canales del amor sanador para las futu
ras generaciones. Mi abuelo ya no era un disciplinario auste-
94
ro empuñando un rifle sino un canal paternal del amor de
Jesús guiándonos a todos a acercarnos mutuamente y guián
donos hacia Jesús.
95
El resto de este capítulo tomará cada una de estas rela
ciones y las ilustrará con ejemplos de cómo la oración sana
dichas relaciones. Mucho del material será sacado del traba
jo del psiquiatra Dr. Kenneth McAll, quien durante viente
años ha acumulado más de mil casos de gente que ha sido
ayudada por medio de la oración por sus antepasados.6
96
ma. Le preguntaron aJesús, "¿Por qué esta tristeza, Señor?"
Jesús la guió al recuerdo de Ja cariñosa abuelita de Joan que
murió cuando ella sólo tenía tres años. Joan amaba a su
abuelita que tenía su misma personalidad, los mismos ojos
azules, y un regazo listo para abrazarla. Por primera vez Joan
sintió rabia hacia su abuela y hacia Dios por la muerte de la
persona con la cual ella podía contar. Lentamente empezó a
perdonar a Dios y a su abuelita por la pérdida de la que ella
nunca se había dolido. A medida que desató a su abuelita,
ella abrió sus manos y encontró que el dolor de la artritis es
taba sanado, y sigue sanado hasta el día de hoy.
2. ¿A quién has herido? ¿Por quién has deseado haber podi
do hacer más?
97
Al orar por una persona que nos hirió o que nos falló, necesi
tamos perdonar a la persona uniéndonos con Jesús para
odiar el pecado pero amando al pecador. Unicamente pode
mos perdonar a otro cuando nos damos cuenta de que no
sotros mismos necesitamos también la misericordia de Jesús,
aunque sólo sea por nuestra lucha para perdonar. En el
ejemplo que dimos de Bob (Capítulo 4) que luchaba por
perdonar a Hitler, Bob no estaba loco ni era un asesino de
masas como Hitler pero el momento culminante fue cuando
compasivamente perdonó a Hitler por que se dio cuenta de
que el corazón duro que tenía hacia Hitler era similar al co
razón duro que Hitler tuvo hacia millones de Judíos. A veces
nos vemos guiados a orar por antepasados cuyos patrones
destructivos vemos en nosotros mismos. En otras ocasiones
debemos orar por antepasados cuyos patrones destructivos
son muy diferentes a los nuestros. No importa qué tan dife
rentes seamos a ellos, el camino a la compasión y al perdón
es el ver nuestra propia necesidad de sanar también, aunque
sólo sea por nuestra lucha para amar a gente tan difícil de
amar. Si no buscamos sanación de nuestra propia actitud
destructiva en primer lugar, simplemente le echamos la cul
pa a otro� y evadimos la responsabilidad que tenemos de
cambiar. Pero cuando vemos la necesidad que tenemos de la
misericordia de Jesús, podemos ser compasivos y misericor
diosos con los demás.
Para descubrir qué miembro de la familia nos ha heri
do al heredarnos patrones destructivos, generalmente es útil
construir el árbol genealógico. Aunque los norteamericanos
en general no pueden recordar más allá de cuatro genera
ciones, el Dr. McAll, que ha trabajado con familias inglesas,
se ha encontrado con muchos patrones que retroceden hasta
el siglo diez y ocho y ha sanado por medio de la Eucaristía
por los muertos. A pesar de que la oración ancestral se utili
za primordialmente para sanar patrones heredados normal
mente, tales como el perfeccionismo, las perturbaciones
profundas también pueden responder a la oración.
98
Margaret tenía setenta y tres años cuando de repente le
empezaron los "ataques". Violentas explosiones de mal
genio, agresión hacia su hermana menor Nelly con quien
vivía, y la destrucción de objetos sin estar consciente de lo
que hacía, eran cosas poco características de ella. Su
madre que habia muerto hacia cuatro años, a los noventa
y seis años, se había portado de una manera similar. Des
pués de cada ataque, Margaret se llenaba de disculpas
y se sentía genuinamente apenada pero no podía dar
explicación alguna.
99
Decidimos ofrecer una eucaristía por Rhonda y por las
hijas mayores de las seis generaciones anteriores. Con
dos sacerdotes, un médico, dos enfermeras, Nellie (la
hermana menor de Margaret) y yo, tuvimos un servicio
para los antepasados de esta familia quienes aparente
mente habían contribuido a esta cadena de ataques de
mal humor. Aunque el servicio fue privado, sin que
Margaret y Rhonda supieran, ninguna de las dos volvió
a tener ataques. El comportamiento de Rhonda volvió
a ser completamente normal y su esposo abandonó los
trámites de divorcio. Su matrimonio continuó normal
mente. Margaret volvió a ser la hermana mayor cariño
sa y los problemas de Nellie terminaron.
.tíay dos objetivos primordiales al construir un árbol fa
miliar. Primero, para establecer si algún antepasado
demostraba alguna evidencia del mismo comporta
miento inaceptable; segundo, para saber de quién es la
voz y el espirítu inquieto que habla con la persona y por
medio de ella busca ayuda -el paciente.8
100
El árbol genealógico de Margaret y Rhonda
1
(e) = Jlelen a.n. 1875
1 1 =
1 l l 1
ó
ó ó (e) Agnes a.n. 1814 2 2 ó
1
Margarct a.n. 1904 (aborto) Nellie
1
ó (e) = Ailsa
1
o
1 (e)= Rhonda a.n. 1941
1
ó
2 = sexo femenino
101
enfermos mentales) ¿Quiénes fueron desconocidos o inde
seados (por ejemplo, abortos naturales o provocados, bebés
nacidos muertos)?
102
Edward era descendiente directo de ocho capitanes piratas
y otros treinta marinos que murieron en el mar. Luego de
una búsqueda más amplia en la enciclopedia, ellos des
cubrieron que el capitán Sir John Hawkins había muerto en
alta mar el 11 de Noviembre de 1595 como resultado de una
fiebre tropical mientras trataba de rescatar a su hijo,
Richard. El 11 de Noviembre fue el mismo día que Edward
Hawkins experimentó el punto culminante de su ataque
febril.
Después de orar por Sir John Hawkins y sus antepasa
dos piratas se acabaron todos los síntomas contra los que Ed
ward había luchado por veinte años. Durante las primeras
eucaristías, Jesús reunió principalmente a los capitanes
Hawkins y a los hombres de mar. Pero durante las más' re
cientes, Jesús pareció concentrarse en las víctimas temerosas
de las expediciones Hawkins incluyendo las tripulaciones de
barcos que fueron hundidos y los prisioneros que fueron
obligados a caminar por la plancha.
Las eucaristías de Edward tocaron a los vivos y a los
muertos. Además de liberar a Edward de treinta años infer
nales de vida esquizofrénica, hubo un cambio inmediato en
los padres y en la esposa de Edward. Su esposa que tenía
treinta y tantos años, por años había tratado de concebir un
hijo sin ningún éxito. Varias semanas después de que la Eu
caristía sanó a su esposo, ella descubrió que había concebido
un hijo. La madre de Edward también llamó esa misma se
mana con la emocionante noticia de que el padre de Ed
ward, quien había sufrido una depresión por mucho tiem
po, había dicho "gracias" y "había empezado a reírse de los
chistes y a estar contento en casa·".
Es difícil para mí creer que una pena no dolida hace
más o menos cuatrocientos años pudiera tener un impacto
presente en Edward y su familia. La historia de Margaret
me ayuda a ver cómo la pena que se oculta ayer se vuelve a
presentar en los descendientes de hoy. Margaret se sentía de
primida durante el mes de febrero de cada año. Para el 14
103
de Febrero la depresión se hacía tan severa que tenía que ser
hospitalizada. Lo que sorprendía a Margaret y a todos los
demás era que el resto del año ella estaba llena de vida traba
jando como enfermera de tiempo completo. En lo más profun
do de su depresión un catorce de Febrero, ella oró con un
amigo pa_ra que Jesús le revelara la raíz herida. Ambos
vieron una imagen de su madre perdiendo un bebé. Jesús re
veló que la pérdida tuvo lugar diez y ocho meses antes del
nacimiento de Margaret y que su madre había ocultado la
pena y tratado de concebir otro hijo. El resultado fue Mar
garet, que como cualquier otro feto compartió las hormonas
de su madre y por lo tanto también su pena ocultada. Mar
garet y su amigo oraron para que Jesús amara y sanara al
bebé perdido, y luego oraron para que Margaret se llenara
de gozo desde el primer momento de la concepción. Marga
ret sintió una liberación inmediata de la depresión y nunca
la ha vuelto a padecer. Después de la oración, su tía verificó
que su mamá había sufrido la pérdida del bebé diez y ocho
meses antes del nacimiento de Margaret. La tía recordó la
fecha porque era el día de San Valentín (Febrero 14), o sea
la fecha de las depresiones anuales de Margaret.
Si Margaret no se hubiera dolido por el bebé que perdió
su madre, ¿También los descendientes de Margaret hubieran
estado deprimidos el 14 de Febrero? ¿Cómo le fueron trans
mitidos a Edward los síntomas de los piratas? No estoy se
guro de cómo esas heridas son pasadas de una generación a
otra. Puede haber muchas explicaciones: McAll cree en un
antepasado que clama para que se ore por él, nuestras pro
yecciones de nuestra maldad que son sanadas por la inter
seción de otro que es como nosotros, un niño recibe la
transmisión de recuerdos a través de genes o a través del
aprendizaje, el inconsciente colectivo de Jung, la sanación
del recuerdo de un asunto no resuelto, etc. Tal vez todas és
tas sean verdad. Yo tengo la tendencia a creer que en la ora
ción estamos tocando no sólo un recuerdo en una persona vi
va, sino también a una persona fallecida que a través de Je-
104
sús recibe amor y que a su vez se convierte en un intercesor
amoroso. Puede ser también que estemos sintiendo cómo los
muertos necesitan sanación como cuando estamos con una
persona que está deprimida y nos contagiamos de su depre
sión. Pero aunque los que se han ido ya no necesiten de ora
ción en la misma manera en que somos guiados, éstos aún
sienten nuestro amor a través de Jesús y así tienen más poder
de amarnos y a otros que también tengan necesidad de sana
ción. Cualquiera que sea la explicación, estamos de acuerdo
con el padre William Johnston, experto en misticismo orien
tal, que cuando el Espíritu nos sana, el Espíritu está sanan
do heridas que se remontan a generaciones pasadas y toca
multitudes.
105
una isla pero a través de Jesús se relaciona con todo el mun
do en todos los siglos.
Los lazos que nos relacionan con todos en todos los si
glos es el tema de la extraordinaria novela de ficción de Ma
deleine L'Engle, A Swiftly Tilting Planet. Cuando la histo
ria empieza, el mundo está a punto de ser destruido por Ma
dog Branzillo un dictador suramericano que está loco. Un
joven de quince años, Charles Wallace es enviado en una
misión de rescate a través del tiempo para salvar al mundo,
acompañado por un unicornio, la intercesión de su herma
na Meg, y una oración muy antigua que reclama todos los
poderes de Dios. Charles es enviado para adentrarse en cua
tro personas, de Madoc, un joven en una antigua población
Galesa, hasta uno de sus descendientes, Chuck Maddox, ún
muchacho que vive en Estados Unidos a principios del siglo
XX. Cada una de las cuatro personas enfrenta una crisis que
bien podría acarrear el mal a muchos otros. En cada caso,
Charles recita la oración en un momento crítico y se aleja el
mal que está por suceder con todas sus dolorosas consecuen
cias. Mientras tanto, Meg se entera de que las cuatro perso
nas en las que Charles se va a adentrar son antepasados de
Madog Branzillo. Cuando Charles regresa de un viaje a tra
vés del tiempo, se asombra al descubrir que Branzillo es
ahora un líder mundial muy respetado y que se le conoce
por sus compromisos con la paz. En esta novela que trata la
red misteriosa que nos une a todos a través del tiempo y del
espacio, el amor sanador ofrecido a antepasados que vivie
ron en un pasado muy lejano tiene consecuencias sanadoras
que resuenan eco a través de los siglos. 10
Pero la mayoría de nosotros no podemos recordar a nin
gún antepasado más allá de tres generaciones. Jesús simple
mente nos pide que oremos por esos antepasados descono
cidos que fueron incapaces de dar o recibir amor porque no
se sintieron amados o estaban traumatizados. Algunos han
podido sentir que no se les amaba porque fueron traiciona
do�, g<.>lp�ff<;los, violados, se les involucró en incesto, alcoho-
106
lismo o quizás hasta enfermedades mentales. A otros pudo
haberlos traumatizado la vergüenza púhlica, pobreza extre
ma, traumas de guerra o desastres naturales. Jesús desea traer
su amor a cualquier evento que pudo dejar a una persona sin
tiéndose vulnerable, atrapada, aislada, temerosa o afectada
en su habilidad para retornar a la vida normal. Conforme
oramos por la sanación de los que han sido heridos y perdona
dos a la persona que causó la herida, Jesús reemplaza la
influencia negativa con su amor sanador fluyendo a través de
todas las generaciones.
107
hijos, nietos y bisnietos; pero trato con amor por mil ge
neraciones a los que me aman y cumplen mis manda
mientos. (Ex 20:2-6).
En el nuevo Testamento, San Pablo hace énfasis en el
poder que tienen los que aman a Dios para bendecir a otros
en la línea familiar.
El esposo no creyente es consagrado por su esposa cre
yente; la esposa no creyente es consagrada por su esposo
creyente. De otra manera, sus hijos no estarían limpios;
pero de hecho son parte del pueblo de Dios (1 Co 7: 14).
7: 14).
108
mi linaje familiar y que me limpiara de todo lo malo. Luego
le di las gracias a Jesús por todos los parientes que podía re
cordar quienes me habían transmitido su fue Irlandesa. Len
tamente me sentí pleno de una fe que podía convertir el mun
do. Entonces me di cuenta que provenía de Glendalough el
hecho de que los monjes Irlandeses partieron a Europa y al
mundo conocido en esa época, para convertirlos. Estaba re
cibiendo la herencia de fe de mis antepasados con su don es
pecial misionero a todas las naciones. Desde esa época nues
tro ministerio ha tomado una nueva dimensión mundial en
más de treinta países. Los monjes Irlandeses estaban espe
ciálizados en confesión y reconciliación igual que nosotros.
Estoy seguro que la mayoría de nuestro ministerio se debe
acreditar a la intercesión de mis antepasados Irlandeses.
Conforme me voy sintiendo más agradecido hacia ellos y oro
por ellos, me voy adentrando más profundamente hacia sus
dones. Lentamente también me muevo hacia el don de la in
tercesión al orar con ellos y por su fe en generaciones Irlan
desas pasadas y presentes y futuras.
Así como la oración me ayuda a adentrarme en mi he
rencia Irlandesa, también lo hacen otras actividades. Un
amigo irlandés siembra papas cada año para profundizar el
amor por sus antecesores. Yo encuentro que me es más fácil
disfrutar el amor irlandés de mis antepasados mientras co
mo papas, disfruto del té caliente durante el invierno, discu
to política hasta entrada la noche y trato de escoger, como
ellos los hicieron, otro día lluvioso
Nos encontramos que experimentamos los dones de
nuestra herencia positiva al compartirlos unos con otros. Yo
(Sheila) tengo un don para ver la bondad de Dios en todas
las cosas, un don de mis antepasados judíos quienes hacían
énfasis en un Dios que "vio todo lo que había hecho y era en
verdad muy bueno" (Gen 1:31). Al recibir este don de gene
raciones de Judíos, los tres nos hemos hecho más capaces de
amar y afirmar la creación. Dennis tiene el don de la ce
lebración del lado irlandés de sus antepasados, con su amor
109
por la música y las fiestas. Entre más amamos los antepasa
dos irlandeses de Dennis, más nos sanamos Matt y yo de
nuestra tendencia a trabajar más de la cuenta y más apren
dernos a celebrar y disfrutar de la vida. Matt tiene un don
para buscar la verdad y afirmarla en formas precisas, un
don que viene del Lado Alemán de su familia, preciso y or
denado. Cuando reconocernos la precisión y cuidado de
Matt al hablar y escribir, todos estarnos recibiendo vida de
sus antepasados alemanes. Más aún, conforme los tres va
mos aprendiendo a amarnos mutuamente y a sacar a relucir
los dones de cada uno, creernos que las heridas antiguas
entre judíos, irlandeses y alemanes están siendo sanadas y
nuestros antepasados están adentrándose más profundamente
al corazón de Jesús donde ellos también pueden amarse mu
tuamente y hacer relucir los dones de cada uno.
Nuestra herencia positiva puede incluir no sólo a nues
tros antepasados sino también a aquellos miembros de la co
munión de los santos que fundaron y se preocuparon por
cualquier grupo al cual pertenecemos. Al igual que Matt,
Dennis y yo podemos compartir los dones de nuestros ante
pasados, también podemos compartir otras formas de he
rencia positiva. Por ejemplo, yo experimenté a Matt y Den
nis compartiendo conmigo su herencia Jesuita. Desde que nos
hicimos amigos y empezamos a trabajar juntos, noté que los
Jesuitas vivientes con frecuencia siento como hermanos tan
pronto los conozco. Lo que es más también he notado la pre
sencia hermana de San Ignacio y otros Jesuitas fallecidos ca
da vez que estoy en una de sus casas. Este sentimiento de su
presencia espiritual ha crecido hasta el punto en que lo reco
nozco inmediatamente y por esta razón, puedo notar la dife
rencia entre las casas Jesuitas y otras casas religiosas. De mo
do creciente también siento esta presencia cuidándome en
otras situaciones y he aprendido a abirme conscientemente a
ella cuando necesito los carismas de San Ignacio y otros
grandes Jesuitas, tales como discernimiento de espíritus u
oración con las Escrituras. Encuentro que cuando Matt,
Denn1s y yo somos uno7 estoy siendo llevada hacia su heren-
llO
cía Jesuita y que soy cuidada en forma personal por Jesuitas
miembros de la comunidad de los santos.
111
más profundamente, pero podemos pedirle a Jesús que ame
a aquéllos que no conocemos.
De la misma manera en que no somos responsables de
tratar con todos nuestros antepasados, tampoco somos res
ponsables de todos sus problemas. A veces una persona que
se suicida deja una nota explicando por qué otros lo orilla
ron a quitarse la vida. Esta es una trampa de culpabilidad.
No podemos forzar a nadie a que se suicide ni podemos evi
tar que se quite la vida si decide tratar de suicidarse. Unica
mente podemos ofrecerle a una persona oportunidades de
ser sanado, pero lo que haga con esas oportunidades depen
de de ella. Si la gente fuera tan maleable y anulada por otros
tan fácilmente, al ofrecerles ayuda se mejorarían de la
noche a la mañana. Si hemos cometido errores, entonces de
bemos odiar al pecado, arrepentirnos, y amarnos como pe
cadores en vez de castigarnos constantemente por no ser Je
sús el Salvador, que sólo El puede ser.
El segundo exceso es eludir nuestra responsabilidad
propia. Un hombre deprimido me dijo una vez, "Estoy de
primido porque crecí siendo huérfano sin haber conocido el
amor de unos padres. No puedo hacer nada para cambiar
este hecho". Pero también conozco a una pareja amorosa
que han sido padres temporales para mil quinientos niños en
los últimos quince años. Cuando les pregunté por qué ha
cían esto, me respondieron "Ambos crecimos siendo huérfa
nos, odiando a nuestros padres que nos habían abandonado.
Cuando por fin pudimos perdonarlos, estuvimos libres para
amar de nuevo y no empeñamos en que daríamos a otros ni
ños el amor que nosotros no recibimos". Las heridas nos
afectan pero no nos determinan. Todos tenemos libre al
bedrío. Somos responsables por la forma como continuamos
permitiendo que el resentimiento crezca y nos incapacite
aún más en vez de permitir que con el poder de Jesús, demos
y recibamos el amor perdonador para que la herida se con
vierta en don.
112
Conforme vamos aprendiendo a perdonar con amor a
los difuntos y a los que los han herido, recibimos el don de
amar todo lo de la vida como lo hizo Wild Bill.
113
"Tenía que decidir en ese momento ", continuó, "si per
mitirme odiar a los soldados que habían hecho esto.
Realmente fue una decisión fácil. Yo era abogado en el
ejercicio de mi profesión, había visto con demasiada
frecuencia lo que el od10 podía hacer a la mente y al
cuerpo de la gente. El odio acababa de matar a las seis
personas más importantes en el mundo para mí. Decidí
entonces que pasaría el resto de mi vida, sin importar sí
eran unos pocos días o muchos años, amando a cada
persona que tuviera contacto conmigo ".12
114
Capítulo 7
Dios ha decidido
el destino en la forma más amorosa:
Para sanarle en esta vicia,
y dejarte nacer;
O para llamarle a ti m ismo -
para tomarte en sus brazos
y sanarte con un beso.
118
muertos por cada cien nacidos vivos.3 Los bebés constituyen
el grupo más inadvertido en nuestras oraciones por los
muertos.
¿Cómo sabemos que podemos orar por estos bebés y có
mo sabemos que ellos necesitan nuestras oraciones? A veces,
se nos ha dicho que no podemos rezar por ellos porque están
en el limbo. Otras, que no necesitan de nuestras oracion�
porque están en el cielo.
119
El catecismo ordinario y la instrucción religiosa han
dado algu nas veces una equivocada impresión sobre el
limbo. La palabra "limbus" en latín significa "el margen
o la periferia". Por lo que se puede descubrir, la discu
sión original se trataba de lo que les pasaba a los niños
que se morían sin bautizar antes de haber hecho ningu
na decisión moral. En efecto, la respuesta original de
los teólogos fue: "Tendremos que colocar la pregunta al
margen porque simplemente no sabemos responderla".
Aparentemente, debido a alguna confusión, se lle
gó a entender que eran los niños y no la pregunta la que
estuviera al margen (''limbo"). Luego el margen se con
virtió en un lugar especial al otro lado de la muerte. Se
Je entiende comúnmente en esos términos. La enseñan
za tradicional era simple: "Nosotros no sabemos, pero,
sí sabemos que Dios es misericordioso".8
120
por el cual una persona puede escoger a Dios cuando el me
dio sacramental del bautizo no está disponible. Un bautizo
de deseo significa querer ser incorporado a Jesús tan íntegra
mente como ocurre a través del bautizo sacramental Aun
que de ordinario, un bebé no posee la habilidad que tiene el
adulto de tomar decisiones, algunos teólogos suponen que al
niño se le da esta habilidad en el momento de la muerte.
Otros proponen que el bautizo de deseo sea realizado por los
padres del niño o inclusive a través de las oraciones de toda
la Iglesia. La historia de las oraciones de Santa Perpetua por
Dinócrates, su hermano extinto no bautizado (Véase el Ca
pítu[o 5), es un ejemplo proveniente de la tradición cristiana
dé cómo la gracia del bautizo puede ser concedida a los ni
ños extintos por medio de las oraciones de un miembro de la
familia. 10
Hoy vemos el bautizo para niños en el contexto del
amor de los padres y la comunidad Cristiana, quienes están
comprometidos en traer al niño a la vida de Jesús en lugar de
poner énfasis en el bautizo como un medio aislado de salvar
a los níños del limbo. Si los padres de familia y la comuni
dad cristiana pueden ayudar a escoger el bautizo para el ni
ño antes de su muerte, ¿por qué no pueden los padres y la co
munidad Cristiana ayudar a escoger el bautizo para un niño
después de su muerte? Aun cuando la creencia en el limbo
era fuerte, la Iglesia recomendaba confiar en la providencia
de Dios e invocar la oración de la comunidad cristiana en
una Misa de los Angeles para los bebés extintos. Hoy en día,
el Misal de la Iglesia Católica Romana incluye una "Misa en
memoria de un Niño fallecido antes del Bautizo". Así, a los
padres del niño que murió sin bautizarse, se les dice que
pueden confiar la suerte final de su hijo al misterioso pero
infinitamente bondadoso y poderoso amor de Dios, cuya
gracia no está limitada por circunstancias terrenas, las cua
les él en su providencia ha permitido que sucedan". 11
Una declaración sobre el problema, que parece sencilla
pero que en realidad es muy profunda, viene de Daniel Po-
121
ling, teólogo anglicano, quien dijo sobre los bebés no bauti
zados: "Por supuesto que ellos serán salvados. Si no lo son,
yo no deseo serlo tampoco."12 Santo Tomás de Aquino nos
dice que nuestro deseo de orar por una persona es un movi
miento del Espíritu que habita en nosotros y un signo de que
Dios desea salvar a esa persona. 13 Tal vez, toda la evidencia
que necesitamos de saber que los bebés alcanzan el cielo es
que nuestros corazones griten al unísono con Daniel Poling y
con Jesús quien dijo: "Dejen que los niños vengan a mí y no
los detengan; porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo
19:14).
122
Investigaciones prenatales: Heridas y recuerdos
123
madre había usado productos químicos, trató de suicidarse
con una sobredosis de droga. Cuando los pacientes del Dr.
Feldmar se dieron cuenta de que sus ideas suicidas eran en el
fondo recuerdos de los intentos de sus madres de matarlos a
ellos, quedaron libres de la compulsión de cometer
suicidio.23
El Dr. Frank Lake, fundador del Movimiento de Teo
logía Clínica en Inglaterra (similar �l Consejo Pastoral de
los ºEstados Unidos), dedicó mucho de su tiempo a tratar
gente como los pacientes del Dr. Feldmar los cuales sufrían
los efectos traumáticos de recuerdos prenatales o de naci
miento. Después de trabajar con miles de pacientes, llegó a
la conclusión de que los desórdenes más graves de la perso
nalidad (psicosis) podrían ser rastreados a partir de un
trauma prenatal, especialmente desde la concepción hasta
los tres primeros meses en el vientre.24 Otros psicoterapeutas
tales como R.D. Laing, David Cheek y D.S. Winnicott es
tán de acuerdo en que el nivel de sufrimiento experimentado
por un feto puede ser tan grande como la agonía de un adul
to que preferirá cometer suicidio a recordar.25 La intensidad
del sufrimiento de un bebé puede ser tan grande precisa
mente porque sus recuerdos son tan primitivos. Un psi
quiatra habla de la memoria fetal como de reminiscencias
muy primitivas porque el feto tiene únicamente impresiones
poderosas y ninguna habilidad para ordenarlas, de este modo
las hace "especialmente intensas, difusas y prenatales". 26
¿Qué tipo de cosas recuerdan los bebés? Por estar la vi
da del nin.o en el vientre tan íntimamente ligada a la de su
madre, los recuerdos del niño están conectados con las expe
riencias y reacciones de ella. Se puede entender esta relación
psicológicamente estando basada en transferencias hormo
nales y químicas a través de la placenta. Cada emoción que
sentimos produce cambios hormonales y químicos en
nuestra corriente sanguínea. Cuando una mujer embaraza
da siente miedo, rabia, alegría, paz, etc., los cambios en su
química sanguínea son compartidos con su bebé.27 Puede
124
haber también comunicación psíquica entre madre e hijo
por lo cual ambos pueden recoger sus pensamientos recípro
camente de la misma manera misteriosa que dos personas
cercanas pueden saber lo que ambas están pensando. En su
libro La Vida Secreta del Niño no Nacido, el Dr. Thomas
Verny cita ejemplos de mujeres quienes poco antes de sus
abortos espontáneos fueron alertadas en sueños por sus be
bés a quienes estaban a punto de abortar.28
La manera de cuán rápidamente madre e hijo pueden
compartir sentimientos está demostrada por un experimento
en el cual se dijo a mujeres embarazadas que sus bebés no es
taban moviéndose. Cada mujer se alarmó de saber que algo
malo ocurría con su bebé y en pocos segundos el bebé (obser
vado a través de ultra sonido) estaba pateando, aparente
mente en respuesta al miedo de su madre.29
Cuando un niño está expuesto a tensión dentro del
vientre materno, aunque sea por corto tiempo, demostrará
un nivel incrementado de actividad que durará por varias
horas.30 ¿Qué le ocurre a un niño que está expuesto a tensión
en el vientre de su madre por un período largo de tiempo? El
feto cuya madre está expuesta a una tensión severa y prolon
gada posee un índice de actividad incrementando en diez
veces más, y cuando el período de disturbio emocional dura
por semanas, los promedios de movimiento fetal por hora se
incrementan grandemente durante todo el período. 31 El
efec to en el niño puede ser tan grande que hasta puede qui
tarle la vida; hay una incidencia más alta de niños nacidos
muertos entre mujeres que sufren tensiones extremas duran
te el embarazo (por ejemplo: no tener apoyo familiar o del
esposo). 32 Si nacen niños de madres altamente tensas, ellos
tienden a ser irritables e hiperactivos y tienen poco peso al
nacer, disturbios en las funciones gastrointestinales y
problemas de sueño y alimentación. 33 Estos son los bebés lla
mados "difíciles" por médicos y padres de familia. Los sínto
mas persisten en la niñez y los hiperactivos bebés difíciles se
convierten en hiperactivos niños "difíciles".
125
El Dr. D. H. Stott ha realizado la investigación más
larga hasta la fecha sobre los efectos permanentes de 'la ten
sión prenatal. Encontró una correlación directa de uno a
uno entre ciertos tipos de tensión de la madre durante el em
barazo y posteriores problemas físicos y emocionales en el
niño. El tipo de tensión que tenía el efecto negativo más
grande era la tensión prolongada en la relación matrimo
nial. Los efectos de enfermedad física, accidentes y aún
muertes de parientes no podían ser comparados con los efec
tos prolongados de discordia matrimonial.34 En su estudio de
más de rpil trescientos niños y sus familias, el Dr. Stott des
cubrió que una mujer dentro de un matrimonio pleno de
tensión corre el doscientos treinta y siete por ciento más de
riesgo de llevar un niño con problemas físicos y emocionales
que una mujer en una relación de amor.35 Un ejemplo que
confirma la investigación del Dr. Stott es aquél de una
madre de diecisiete años quien fue obligada por sus padres a
casarse con el padre de su hijo y luego se encontró viviendo
como la esposa de un alcohólico apaleador. Ella dejó a su
marido, pero él trató de forzarla a volver con él e incluso
arrojó un ladrillo por su ventana. Su hijo vomitaba sangre
fresca y murió veinte horas después de su nacimiento. Una
autopsia reveló tres úlceras pépticas.36
Afortunadamente, los bebés pueden coger y recordar el
amor y la alegría tanto como el trauma. Por ejemplo, Boris
Brott es el director de una sinfónica que podía tocar la línea
del chelo de ciertas piezas musicales que jamás había visto
antes como si él ya supiera la partitura. El se enteró por su
madre, una éhelista también, que aquéllas eran piezas de
música que ella había tocado mientras estaba embarazada
de él.37 Recientes investigaciones científicas confirman que
el feto no solamente oye y responde a la música, sino tam
bién interactúa con ella y puede distinguir entre varios tipos
de música.38
El amor de los padres es lo más importante que los ni
ños perciben en el vientre materno y este amor puede supe-
126
rar los efectos negativos de las tensiones y traumas.39 El Dr.
Franz Veldman, científico holandés que desarrolló la "Hap
tonomía" o ciencia del tacto, enseña a los padres a acariciar
al hijo que todavía no ha nacido. Una madre (o padre)
puede comunicarse con el feto desde que éste tiene cuatro
meses y medio colocando las manos sobre él vientre mater
no. Si ella da amor especialmente a través de la mano de
recha, la criatura empezará a moverse al lado derecho del
vientre materno y a enroscarse con el ciello debajo de la ma
no derecha de su madre. Si ella lo hace a través de la mano
izquierda, el niño se moverá al otro lado y se enroscará de
bajo de su mano izquierda. De esta manera, ella podrá me
cer al bebé hacia adelante y hacia atrás. Si ella hace esto al
mismo tiempo cada día y luego dejar pasar su "cita" con el
niño un día, la criatura empezará a patear como si protesta
ra por la pérdida momentánea de comunicación amorosa
que aprendió a esperar.40
Tradición Cristiana
127
ción con las tradiciones de la sociedad bíblica, donde una
mujer embarazada dejaba a su esposo y otras responsabili
dades para ir a la casa de un amigo o pariente quien podía
proveerle aislamiento. Durante ese tiempo, la madre reza
ba, leía las Escrituras y enfocaba sus pensamientos en Dios
para darle a su hijo un alma bellamente formada. 42
Antony de Surozh, Metropolitano de la Iglesia Orien
tal, habla de muchas tradiciones cristianas cuando dice:
128
ponerla en una institución. Bárbara se enteró por la madre
de Jennifer que aquélla había tenido tres abortos espontá
neos anteriormente y que esperaba perder también a Jenni
fer. La madre estaba tan segura de que esto ocurriría que se
indispuso para darle vida a Jennifer: "No vengas a la vida
porque no podemos sobrellevar el hecho de perderte"
Cuando nació, Jennifer era literalmente incapaz de recibir
vida y no podía asimilar ningún alimento. Bárbara oró por
los daños que experimentó Jennifer en el seno materno pi
diéndole a Jesús estar con ella en el vientre de su madre y lla
marle a la vida, diciéndole que era deseada y que iban a
cuidarla. Tres semanas después de esta oración, Jennifer al
canzó el peso normal de una niña de ocho meses y a los
dieciocho meses estaba aprendiendo a hablar y a caminar.
Las criaturas pueden percibir y recordar tanto el amor
como los daños. Jennifer vivió para nacer y las oraciones de
amor le curaron las heridas que sufrió en el vientre. (Los
padres pueden pedir a Jesús quien trasciende el tiempo, cu
rar las heridas que ellos mismos o sus hijos recibieron en el
vientre o posteriormente). Si Jennifer hubiera muerto corno
sus hermanos abortados, ella habría necesitado todavía la
curación de sus heridas y podía haberla recibido por medio
de oraciones de amor. De las misma manera que el niño
puede recibir amor en el vientre, puede también continuar
recibiéndolo después de la muerte.
129
dazo anónimo de tejido y no una persona única. Pero cuan
do los padres u otros miembros de la familia no pasan por el
proceso que supone la pena que causa un niño que nace
muerto, que es abortado o que muere al nacer, generalmen
te se quedan con la misma clase de aflicción incapacitante
que sintió la madre de J ennifer.
Por un tiempo, pensamos que los padres sufrían mucho
menos (o nada) por un bebé que moría que por alguien con
quien ellos hubieran tenido una relación más larga. Pero es
tudios recientes han demostrado que los padres de familia
que acaban de perder a su bebé muestran reacciones de do
lor emocionales y físicas similares a aquéllas que siguen a la
muerte de un ser querido. 44 Más aún, no existe una diferen
cia significativa en la intensidad del dolor por un niño naci
do muerto, abortado o muerto al nacer. Aun cuando se trata
de un bebé prematuro con poco tiempo de gestación y que
no ha dado las primeras señales de vida que da el feto, pro
duce un intenso dolor.45 Larry Peppers y Ronald Knapp, au
tores del primer estudio para comparar el dolor por abortos,
niños nacidos muertos o muertos al nacer, concluyen:
130
generalmente duraba cuatro o seis meses después de la pér
dida, manteniéndose en esa tristeza durante otros seis meses
o más. Los niveles típicos de tristeza incluyen ei shock, desor
ganización, enojo, culpa, vacío, soledad, alivio y restableci
miento. Este y muchos estudios demuestran que muchas
mujeres nunca superan estos niveles y desarrollan problemas
psiquiátricos que van desde la depresión crónica que re
quiere hospitalización hasta "el dolor fantasma" (shadow
grief) un constante sufrir o apatía emocional en la cual una
persona no puede relacionarse completamente en el mo
mento presente. Estudios de los hombres que han perdido
un bebé muestran síntomas parecidos, frecuentemente pasa
dos por alto porque hay la tendencia de enfocar la atención
a la madre y porque en nuestra cultura muchos hombres
han aprendido a escoger sus sentimientos.411
¿Por qué el dolor por los bebés es tan intenso y tan du
radero? Los estudios realizados sugieren tres razones:49
131
3) Lo repentino y lo impredicible de la m uerte deja a los
padres con rabia y culpa porque ha quedado mucho sin
decir y sin hacer. Por ejemplo, una madre afligida sintió
tanta culpa en relación a la muerte de su bebé que fue a la
policía seis meses más tarde y confesó haberlo matado.
Aunque era inocente, se le juzgó por asesinato y fue salva
da del juicio solamente por un fiscal quien comprendía el
sentimiento de culpabilidad de las madres y dispuso una
evaluación psiquiátrica. 51
• Grupos de apoyo para personas que tuvieron abortos espontáneos existen ahora
en la mayoría de las ciudades de los EEUU. Para mayor información escriba a
AMENO, e/o lvlaureen Connolly, 4324 Berrywick Terr., St. Louis, Mo. 63128,
EEUU.
132
trabajaban en la organización desde 1952, hubo solamen
te un divorcio. 53
133
1) Elizabeth comparte su corazón con Jesús expresándole su
dolor y olros sentimientos sobre la muerte y las circuns
tancias que rodean a ésta.
3) Elizabeth con Jesús dice y hace por el niño todas las cosas
que ella deseaba haber dicho y hecho.
134
extrañaba y ansiaba encontrarme con él. Luego, mi
lagrosamente Jesús lo bautizó*.
135
Inicialmente, Elizabeth había reconocido su necesidad
de sanación porque después de su hijo nacido muerto su
matrimonio terminó en divorcio.
El noventa por ciento de parejas afligidas está en serios
problemas maritales en los meses que siguen después de la
pérdida de un hijo.54 Estos problemas se producen básica
mente por la incapacidad de compartir el dolor. Cada vez
que es posible, tratamos de orar con ambos, el padre y la
madre, y nos hemos dado cuenta de que la oración compar
tida para aliviar el dolor no solamente puede curar a ambos
padres, sino también fortalecer su matrimonio.
Pidiéndole a Jesús que bautice a un nii10 muerto le estamos pidiendo hacer to
do lo que todavía se necesita hacer por esa criatura, ya sea que esto se inicie con un
bautizo de deseo o renovándolo con una celebración más profunda del amor de Je
sús ofrecida a través de nosotros. Idealmente, como lo recomienda el Concilio de
Trento, esta oración debería ser completada con una Eucaristía en la cual reciba
mos la Comunión y nos unamos a Jesús orando por nosotros y por el bebé muerto
para llevarlo más cerca de El por siempre. La Eucarb"tía es también un momento
ideal para dar el amor de Jesús a otros niños que podían haber sido olvidados, tales
como los cuatro mil niños abortados diariamente en los Estados Unidos. Especial
mente en la Eucaristía se habilita a los fallecidos con el perdón total de Cristo en el
Calvario. Recibiendo para sí mismos el perdón de Cristo y extendiendo ese perdón
hacia todos los que les hicieron daño, los muertos están habilitados para entrar en el
cielo, alcanzar el estado de amar para siempre todo el cuerpo místico de Cristo.
136
resentido de los malestares matinales o temido por los cam
bios que un hijo traería a su matrimonio. La reacción furiosa
de Karen al ser comparada con mujeres que no deseaban a
sus hijos y decidieron abortarlos podía haber tenido muchas
razones, incluyendo aún la furia hacia sí misma por los pocos
momentos en que ella no había deseado a su propio hijo.
Como Karen, cada mujer embarazada tiene sentimien
tos ambivalentes por el niño que le causará incomodidad físi
ca por varios meses y que cambiará su vida entera de maneras
desconocidas. Los sentimientos ocasionales de no desear a su
propio hijo no son suficientes para provocar un aborto. Las
razones para un aborto son complejas, van desde un rechazo
consciente por parte de la madre y negligencia en el cuidado
de su salud durante el embarazo hasta las heridas emociona
les que limitan su habilidad de nutrir una nueva vida y hasta
factores fisiológicos, tales como en aquellos fetos deformados
sin esperanza de sobrevivencia. Sin embargo, una mujer que
básicamente desea a su hijo y aborta puede sentir culpa y du
dar de sí mientras recuerda los momentos de su embarazo
cuando no era una "perfecta" futura madre. Un ejemplo
extremo de tal complejo de culpa es la angustiada madre
descrita antes de este capítulo, la cual se entregó a la policía
por asesinato. Aunque distorsionado, tal sentimiento de cul
pabilidad puede ser en realidad una señal de cuánto básica
mente una mujer amaba y deseaba a su hijo.
De la misma manera que las mujeres que básicamente
desean a sus bebés pueden tener sentimientos ambivalentes
durante el embarazo, ac;í también las mujeres quienes cons
cientemente no desean tenerlos, tienen sentimientos ambiva
lentes. Frecuentemente, como en el caso de la madre de Jen
nifer, una mujer que conscientemente no desea a su niño, so
lamente porque heridas sin sanar han ensombrecido sus senti
mientos de amor. A pesar de los sentimientos de rechazo a su
hijo, mujeres como éstas sufren también si pierden al niño de
bido a un aborto espontáneo o el nacimiento de un niño
muerto y ellas pueden sentir especialmente una gran culpa
137
que las lleva a la angustia y a la desesperación.55 Muchas mu
jeres quienes han escogido el aborto han informado más tarde
que aún mientras estaban echadas sobre la mesa de opera
ciones, le decían a su hijo: "Lo siento, perdóname". Terry
Selby encuentra que el veinticinco por ciento de sus pacientes
de terapia que tuvieron abortos y que reviven la experiencia
del aborto en la terapia empezarán a temblar y gritar, cons
cientes de estar reviviendo la agonía de la muerte de su hijo
la que habían sentido aun cuando el aborto estaba realizán
dose.56
Nuestra experiencia en oración por sanación interior
confirma que las mujeres quienes escogieron abortar, se la
mentan por sus hijos. A menudo hemos orado con mujeres
que muchos años después de un aborto, todavía luchaban
con una angustia no resuelta. La angustia por un niño abor
tado puede permanecer oculta y sin resolver por la magni
tud del sentimiento de culpa que va unida a aquélla. Aun
que las mujeres que tienen abortos espontáneos y fas que es
cogen abortar posean sentimientos ambivalentes, la mujer
que escoge abortar es diferente de la que tiene un aborto es
pontáneo en el sentido que ésta debe enfrentarse ante el
hecho de que ella ha estado activamente comprometida en
quitarle la vida a otro ser humano. Nunca podemos saber
todas las presiones internas y externas que dirigieron su ac
ción y por tanto, no podemos juzgarla, pero a menudo,
dicha mujer, subconscientemente, teme tanto el juicio que
no puede soportar enfrentarse a sus sentimientos de culpa.
Hemos orado con mujeres que todavía estaban luchando
con una angustia y una culpa sin resolver por abortos que
tuvieron hacía tanto tiempo como cincuenta años. Unica
mente cuando estas mujeres pidieron y recibieron perdón de
su hijo muerto y de Jesús fueron liberadas de la tortura de la
culpabilidad.
No obstante cuando yo (Sheila) hice un proyecto de in
vestigación sobre los efectos psicológicos y espirituales del
aborto, estaba desconcertada al encontrar que la mayoría
de los estudios afirman que hay poco o ning ún efecto negati-
138
vo. Tales estudios generalmente se basan en datos de encues
tas hechas a mujeres que tuvieron abortos. Luego, encontré
un artículo del Dr. Ian Kent y sus colegas quienes habían
sentido el mismo desconcierto. El Dr. Kent había observado
a cincuenta mujeres que dieron una variedad de razones pa
ra entrar en psicoterapia, ninguna relacionada con el abor
to. Después de un largo período de terapia, cuando habían
desarrollado una profunda relación de confianza con el te
rapeuta, ellas revelaron un aborto previo y comenzaron a
expresar sentimientos de dolor, amor, pesar e identificación
con su hijo abortado. El Dr. Kent deseaba saber acerca de la
discrepancia entre sus propias observaciones y muchos estu
dios que afirmaban pocos o ningún efecto negativo del abor
to. Sus colegas y él idearon una encuesta típica e hicieron un
estudio de setenta y dos mujeres... y obtuvieron los mismos
resultados que otros estudios similares: pocos o ningún efec
to. Los resultados mostraron una ausencia general de afec
to, con poca intensa emoción manifestada. Pero al examinar
los datos más cuidadosamente, él concluyó que la marcada
ausencia de afecto era una realidad un adormecimiento
emocional, un signific.ativo efecto negativo en sí mismo. El
Dr. Kent cree que el daño que el aborto produce es tan pro
fundo que se lo reprime y raramente se lo revelará fuera de
una profunda relación de confianza.57
Aparecieron varios otros estudios que confirman-el tra
bajo del Dr. Kent y encuentran culpabilidad crónica, "de
presión de aniversario", enfermedad psicosomática, abuso
de la droga y el alcohol, intentos de suicidio, crisis psicóticas
y otros síntomas en mujeres que tuvieron abortos.58 El Di
rector Regional de Suicidas Anónimos de Ohio informa que
fuera de las cuatro mil mujeres con quienes el grupo había
mantenido contacto durante un período de treinta y cinco
meses, mil ochocientas (o cuarenta y cinco por ciento de las
mujeres) habían tenido aborto.59
El problema de culpabilidad por el aborto se encuentra
también en otras culturas. El Wall Street Journal informó
139
recientemente que las mujeres japonesas que tuvieron abor
tos aún hacía treinta a cuarenta años atrás, están yendo ca
da vez más a los templos Budistas donde pagan U.S. $150
por un servicio ritualizado para liberarse de su culpabilidad
por el aborto, culpabilidad experimentada a través de pesa
dillas recurrentes. El servicio incluye la dedicación de esta
tuillas a los bebés abortados. 60
La culpabilidad por el aborto es el tema de un ensayo
escrito por el psiquiatra, Dr. Arthur Kornhaber, en el cual
expone casos clínicos de pacientes que abortaron sus bebés y
sintieron más o menos culpa y dolor dependiendo de cuán
desarrollados espiritual y emocionalmente estaban. Las dos
menos espiritual y emocionalmente desarrolladas sintieron
poco culpa o dolor conscientes. Las mujeres que eran más
espiritual y emocionalmente desarrolladas lucharon con fa
culpa y dolor; una se suicidó eventualmente.61
Tal vez el trabajo del Dr. Kent y el del Dr. Kornhaber
explica por qué las mujeres que han tenido abortos y que
vienen a conocer a Jesús piden tan frecuentemente una ora
ción de sanación. En una profunda relación de confianza
con Jesús y con otros cristianos, ellas pueden empezar a des
cubrir y compartir sus sentimientos, y a medida que su vida
interior se desarrolla, también desarrollan una conciencia
de la herida del aborto. Un aborto es una herida tan profun
da que inclusive las células del cuerpo lo recuerdan cuando
la mente consciente lo ha olvidado.
Yo supe esto cuando oraba con Martha. El director es
piritual de Martha y yo habíamos estado orando con ella por
su afligida hija de dieciocho años. Susan tenía explosiones
violentas hacia los miembros de la familia. Nada podía ayu
dar ni a Martha ni a Susan hasta el día en que le mostré a
Martha un material sobre cómo orar por los niños aborta
dos. Al día siguiente, Martha vino a vernos con algo que
nunca había compartido antes: ella había tenido un aborto
antes de que Susan naciera y luego, ella trató de abortar a
Susan. Durante los veintitrés años siguientes después de su
140
aborto, ella no había sido consciente de ningún efecto nega
tivo y virtualmente se había olvidado del asunto. Martha pi
dió el sacramento de la reconciliación, y luego participamos
en una Misa de Resurrección por el niño muerto y por cual
quier parte de Susan que hubiera muerto en el intento de
aborto. Durante la misa, a Marta empezó a dolerle la espal
da. El dolor se trasladó a su estómago y en el momento pre
ciso de la consagración, se desplomó sobre el piso. Durante
los siguientes veinte minutos, Martha experimentó todo el
proceso del alumbramiento. Su cuerpo pasó por las contrac
ciones del parto y nos dijo que sintió como si su frente estu
viera em papada, y como si estuviera bañada en sangre.
Oramos por Martha invitándola a dar a su hijo a Jesús y Ma
ría para que lo cuidaran. Cuando terminaron los dolores,
Martha pudo ponerse de pie y reanudar la liturgia. Al día si
guiente, Martha nos dijo que su crónico dolor de espalda ha
bía desaparecido por primera vez en años. Ella dijo: "Ahora
me siento en verdad bien interiormente como si se me hu
biera quitado un peso, como si finalmente hubiera salido.
Puedo respirar ahora, puedo hablar". El dolor de Martha
por su hijo abortado había sido enterrado tan profundamen
te que ella no sabía conscientemente que todavía existía.
Durante los meses que siguieron, Susan, la hija de Martha,
mejoró gradualmente. Parece probable que las explosiones
violentas de Susan estaban expresando el trauma del aborto
encerrado en la espalda de Martha, porque después de la
Eucaristía, no solamente quedó curada la espalda de
Martha sino que las explosiones violentas de Susan cesaron.
Susan empezó a relacionarse con los miembros de la familia
de manera más afectuosa.
Si hubiera podido continuar orando con Martha, le ha
bría pedido a Jesús curar cualquier herida que la indujo a
abortar a su hijo. Muchos estudios indican que no solamente
la pérdida de un bebé debido a un aborto o a que nació
muerto necesita sanación, sino que la pérdida misma puede
141
ser un síntoma de una herida interior.62 En el estudio del Dr.
Kent mencionado antes en este capítulo sobre mujeres que
habían tenido abortos, él encontró que en la mayoría de los
casos, estas mujeres habían tenido madres que las rechaza
ban y que inconsciente y aun conscientemente deseaban
abortarlas. El Dr. Kent cree que los abortos de sus pacientes
eran una forma simbólica de suicidio, habiendo volcado el
rechazo de sus madres hacia sí mismas, ahora deseaban des
truirse.63 En otro estudio inédlto de cuarenta de sus pacien
tes femeninas con una historia de aborto, el terapeuta Terry
Selby encontró que setenta y cinco por ciento de ellas habían
sido víctimas de abuso sexual cuando eran niñas, un cin
cuenta por ciento habían sido víctimas de abuso físico y un
cincuenta por ciento había experimentado la muerte de uno
de sus padres, esposo u otra persona importante, caso en que
no pasaron por el proceso que supone sobrellevar un dolor
de ese tipo.64
142
ció. Ella se sintió digna de ser madre y decidió quedarse con
Sarah. •
Proseguí con Diane y supe más a cerca de sus primeros
años de vida a medida que continuaba orando con ella. Ja
ne, la madre de Diane, había perdido a su amado padre
cuando estaba embarazada de Diane. Jane pasó el resto de
su embarazo en profundo dolor y llena de odio por sus pa
rientes y por su esposo que no la llevó a ver a su padre antes
de la muerte de éste.
Cuando nació Diane, su cordón umbilical estaba en
vuelto alrededor del cuello y ambas, Jane y la niña, casi per
dieron la vida. A lo largo de su niñez, Diane tuvo sueños
aterradores donde ella se ahogaba; los sueños cesaron cuan
do ella empezó a tomar drogas a la edad de dieciséis años.
Diane fue física y sexualmente abusada en su niñez.
Cuando la herida del aborto de Diane fue curada, to
das estas otras salieron a la superficie. El sentimiento de cul
pa por su aborto había constituido un bloqueo interior impi
diendo que el amor de Dios le llegara. A medida que orába
mos por sus heridas anteriores, Diane vio en su aborto sola
mente un síntoma de cómo se había sentido tan herida que
había llegado a odiar la vida misma. Quince meses después
de nuestra primera oración con Diane y varias sesiones pos
teriores de oración, nos dijo: "No tengo que fingir más que
soy feliz. No tengo que llenar más mi vacío con drogas y al
cohol. Siento verdadera paz por primera vez en mi vida".
Debido a que sus heridas subyacentes habían sido curadas,
Diane puede ahora alimentar la vida en ella misma y en
otros. Ella es fiel miembro de un club de Alcohólicos Anóni
mos, una dedicada madre de Sarah y trabaja como directora
• Esta oración está grabada en un video de treinta minutos, como Cinta No.
12 de nuestra serie Orando con otra Persona para Obtener la Sanación. El video se
llama "Oración con Diana para la curación de las Huellas que deja el"Aborto". Está
también disponible en cinta magnetofóniéa. El video y la cinta están disponibles en
inglés solamente.
143
de un hogar para madres solteras. También volvió a la es
cuela de enfermería para continuar sus estudios a tiempo
parcial.
Las mujeres como Martha, su hija Susan y Diane no
son las únicas que llevan un dolor sin curar por un aborto.
Los Hombres y el Aborto, libro escrito por los sociólogos
Arthur Shostak, Gary McLouth y Lynn Seng, contiene los
resultados de su estudio sobre los efectos del aborto en mil
hombres. Ellos concluyen: "El aborto es un gran trauma no
reconocido por los hombres, tal vez el único por el que pa
san sin ayuda". En una experiencia de aborto aunque estos
hombres pudieran haber parecido fríos mientras trataban
de llenar las expectaciones de nuestra sociedad en sentido de
que los hombres permanecen en control de sus emociones, la
mayoría de ellos sintió soledad, dolor, culpa y rabia hacia sí
mismos y sus cónyuges; tuvo pensamientos fijos y sueños con
el niño; temor de un daño físico o emocional a las mujeres.
Como un hombre lo dijo: "Es una herida que no se puede
ver ni sentir pero existe". Aunque los autores de Los Hom
bres y el Aborto toman una posición abierta ante el aborto,
ellos recomiendan una orientación post-aborto para ayudar
a los hombres a llorar por la pérdida de su hijo.65
144
amor por su familia y entregado a Dios, clamará por el amor
y las oraciones de un miembro vivo de la familia, a menudo
un gemelo, el próximo niño en la familia, o la persona más
sensible en la familia. Cuando se ama al niño, se Je ha Hora
do y entregado a Dios (especialmente en una Misa de Re
surrección), las personas que viven quedan liberadas. Entre
sus pacientes, el Dr. McAII trató a doscientas cinco mujeres
con anorexia nerviosa, una enfermedad en que el paciente
rehusa comer normalmente y puede morirse de hambre. El
ochenta y cuatro por ciento de estos casos presentaba una
muerte no llorada en el árbol genealógico: el setenta y dos
por ciento de los muertos fueron bebés, el veinte por ciento
murieron en la guerra y doce por ciento fueron suicidios.
Cuando se lloraba por el extinto y se lo entregaba a Dios
amorosamente, los síntomas de anorexia cesaron. El Dr.
William Wilson, un psiquiatra de la Universidad de Duke,
tuvo una experiencia similar con el ciento por ciento de doce
pacientes anoréxicos.67 La anorexia tiene muchas causas,138
pero un factor puede ser un deseo inconsciente de no vivir y
dar vida a más niños a causa de una muerte no llorada en la
familia.
Creemos que el Dr. McAll ve una verdad importante
desde el punto de vista del niño muerto. Cuando negamos
nuestra eterna relación con cualquier miembro fallecido de
nuestra familia, algo nos tira con fuerza del otro mundo pi
diendo ser reconocido. En La Ambivalencia del Aborto, las
palabras de Linda Bird Francke nos recuerdan a las del Dr.
McAll cuando ella describe a "un pequeño fantasma" que
aparece espontáneamente desde su aborto:
145
Mientras que el Dr. McAll y Linda Bird Francke pueden
estar enseñándonos algo acerca del impacto del niño muerto
a medida que trata de comunicarse con los miembros vivos de
la familia, hay también muchas razones desde el punto de
vista de los vivos para explicar su necesidad de sanación, ra
zones que complementan en lugar de contradecir el trabajo
del Dr. McAll. Por ejemplo, en caso de los hermanos y her
manas que sobreviven al bebé fallecido, una razón para que
el próximo hijo (después del que nació) pueda necesitar sana
ción es que el sufrimiento y la creación de vínculos son dos
procesos diferentes que no pueden ser fácilmente llevados a
cabo al mismo tiempo. Los padres como Elizabeth quienes no
han terminado de lamentarse por la muerte de un hijo no es
tarán capacitados para crear vínculos en forma profunda con
el siguiente hijo.70 Algunas veces, esto puede ser una manera
de protegerse a uno mismo contra futuras heridas, como en el
caso de la madre de Jennifer, quien no podía permitirse amar
a Jennifer porque no era capaz de soportar la pérdida de otro
hijo amado. También durante un subsiguiente embarazo, los
padres frecuentemente están ansiosos y temerosos y esto se le
comunica al niño. Ellos pueden continuar siendo demasiado
ansiosos y sobreprotectores después de que su hijo nace.71
A los hijos que ya han nacido también les afecta la
muerte de un bebé. A menudo, los pad.es piensan que los
niños no se dan cuenta del embarazo de su madre, pero
inclusive los más pequeños saben cuando su madre está em
barazada y saben si ella tuvo un aborto.72 Cuando Juan, el
hermano de Matt murió (Véase Capítulo 2), Mátt experi
mentó síntomas que son típicos de un niño que sobrevive,
por ejemplo: enojo contra los médicos, los hospitales y
contra Dios: culpa y como resultado autocastigo, perturba
ciones en el funcionamiento cognoscitivo y rendimiento es
colar: depresión y tristeza. Las niñas pueden también expe
rimentar temores acerca del embarazo y de su sexo femenino
por su identificación con la madre.73 Los síntomas de dolor
en los padres tales corno el shock y la depresión pueden ser
146
aterradores para un niño pequeño. Un estudio demostró que
aun los bebés de dos a cuatro meses de edad están seriamen
te perturbados y deprimidos cuando sus madres se sientan
en frente de ellos sin hablar y sin expresión facial por dos o
tres minutos.74 Los niños pueden sentirse abandonados por
sus padres afligidos y éstos pueden erigir una barrera emo
cional entre ellos y sus hijos debido a la culpabilidad y la
pérdida de confianza en su habilidad de ser padres.75
Los niños acongojados pueden también sentirse con
fundidos porque están sufriendo de una manera distinta a la
de sus padres. Un niño menor de cuatro años generalmente
entiende la muerte sólo como una separación temporal. Los
niños de cinco o seis años creen generalmente que el muerto
puede ver y oír pero que no puede moverse. Entre los siete y
nueve años, los niños empiezan a comprender la muerte co
mo un estado final irreversible. En esta etapa un niño puede
soñar más acerca de la muerte y empezar a mirar su propia
muerte. E:ntre los diez y los doce años, la muerte es aceptada
como universal, irreversible e inevitable. El sufrimiento du
rante los años de adolescencia está marcado por el extrañar
la relación con un ser querido. 76 Debido a que los niños cre
cen en la conciencia del significado y finalidad de la muerte
generalmente no sufren con intensidad después de una pér
dida, pero es más posible que sufran de una manera intermi
tente en los años venideros.7 7 Eventualmente, los niños reac
cionan a través de tres preguntas principales:
¿La causé yo? (Los niños creen que los deseos tienen po
der y si un niño ha deseado alguna vez que una persona no
esté cerca y luego esa persona muere, el niño puede sentirse
responsable).
¿Les ocurrirá a quienes yo quiero?
¿Me pasará a mi pronto?
En cada edad, los niños necesitan tener la seguridad de
que no hicieron nada para que esta persona muriera y que
son amados aun cuando sus afligidos padres no pueden estar
emocionalmente presentes con ellos. Los niños afligidos
147
Pueden dar indicios de su necesidad de ayuda amorosa me
diante una repetida conducta agresiva u hostil, una baja
prolongada en el rendimiento escolar o conductas regresivas
e inseguras que persisten en el tiempo.;8
Cuando los padres superan el sufrimiento a causa de un
niño nacido muerto, o un aborto, están liberados para ofre
cer ayuda amorosa a sus otros hijos vivos. Cuando ellos dan
y reciben perdón con su niño, no sienten más ni culpa ni ra
bia, ni transfieren ésta a los otros miembros de la familia.
Orar por un bebé que ha fallecido puede curar a los hijos
que todavía viven y a familias enteras, como en el caso de
Sue. Sue tuvo seis abortos espontáneos y dos hijos vivos, Julie
de cuatro años y Jason de dos. Durante un retiro, Sue asistió
a una Misa de Resurreción en la que se le invitó a rezar por
sus seres queridos extintos. Al final de la Misa, cuando fue
invitada a permitir que Jesús le trajera a su corazón a quien
El quisiera, Sue se sorprendió de tener la siguiente experien
cia:
Antes del retiro, Julie parecía una frágil flor. Era muy
sensible y lloraba fácilmente. Aceptaba a Jason, pero
148
estaba muy fastidiada con él. Tenía seis muñequitas
(el mismo número de mis abortos) a las que estaba muy
ligada. Cada una tenía un nombre y se las tenía que to
mar en cuenta en todas las ocasiones. Ella parecía sen
tirse responsable y ansiosa por ellas.79 Desde mi regreso,
su atadura a aquellas muñecas se hizo considerable
mente menor. Ahora son juguetes con los cuales le gus
ta jugar, pero no se preocupa por ellos. Es curiosa, vi
vaz, menos seria, y mucho menos sensible. Juega más
con Jason. Lo adora y está convencida de que se casará
con él cuando crezcan.
Cuando nació Jason, yo no podía unirme a-él aunque
traté de hacerlo. Desde el día en que nació hasta que
regresé de mi retiro, le decía tres veces por día cons
ciente y devotamente: "Jason, te amo". Mientras le de
cía esto a mi bebe, yo creía que Dios en su misericordia
llenaría a J ason con el amor del cual yo carecía y trata
ba fuertemente de sentir. Todavía Jason era casi hipe
ractivo. Dejó de lactar cuando tenía cinco meses y las
personas no parecían importarle mucho. No me dejaba
agarrarlo por mucho tiempo. Cuando volví del retiro,
estaba inundada de amor por Jason. Desde mi vuelta,
el cambio en su personalidad fue casi inmediato y ha
crecido continuamente. Se tranquilizó; es más sociable.
Nos da grandes abrazos de oso y quiere sentarse en mis
piernas o en las de mi esposo. Jason parece también
adorar a J ulie.
También noté casi un efecto inmediato en las relaciones
sexuales con mi marido. Quería realmente que mi espo
so se enterara del amor de Dios por él, luego casi nunca
dije que no. Rezaba y le pedía a Dios que me ayudara a
ser afectuosa con él, pero creo que todo lo que realmen
te estaba haciendo era soportar. Después, cuando volví
del retiro, ambos nos dimos cuenta de que mi frigidez
había desaparecido. Mis amigos me han dicho que mi
esposo está mucho más abierto y relajado que nunca y
149
estamos empezando a salir juntos a cenar y hablar co
mo amigos más que como antagonistas, algo que nunca
hemos hecho antes en nuestro matrimonio. Estoy em
pezando a conocerme a mí misma de nuevo. Una parte
de mí que no estaba allí antes, lo está ahora.
Lee San Marcos 10:13-16, donde Jesús pide que los ni
ños vayan a él.
150
arna Dios. Respira denlro de ti mismo ese amor otra vez.
Ahora piensa en el bebé que has perdido. Ponte en con
tacto con tus sentimientos hacia ese bebé (por ejemplo,
amor, tristeza, deseo, dolor, culpa, etc.).
• Comparte Amor y Perdón" con el Bebé. Ve a Jesús y Ma
ría•• delante de ti. Ve cómo ellos tienen a tu bebé en sus
brazos, y te lo ofrecen. Abre tus brazos y recíbelo. Dile al
bebé tolo lo que has estado guardando en tu corazón ha
cia él. Escucha cómo lu bebé quiere contestarte, y es
cucha todo lo que él ha guardado en su corazón hacia ti.
Durante los próximos minutos, di y ha� l.!On tu bebé todo
lo que quieres. Con Jesús y con el bebé, perdona a cual
quier otra persona que pudo haber lastimado al bebé (mé
dicos, otros parientes, etc.), cualquiera quien, aún sin sa
berlo, no cuidó de esta nueva vida. Quizás tú u otra per
sona todavía sienten rabia hacia Dios por haberles en
viado al bebé en una época no deseada, o por quitárselo.
En este caso, perdona a Dios también.
• Bcwtí:::.alo. Ve de que sexo es el bebé, y pídele que te diga
que nombre quiere él. Con Jesús, bautízalo simbólica
mente con ese nombre, pidiendo que Jesús lo lave y expul
se cualquier dolor u oscuridad que el bebé tenga. Haz el
signo de la cruz en la frente del bebé, y di con Jesús: ··yo
te bautizo (el nombre del bebé) en el nombre del Padre, y
del Hijo. y el Espíritu Santo··. Siente cómo el agua lo
limpia y lo renueva.
• Entrega el Bebé a Jesús y María. Pídeles a Jesús y al bebé
que te muestren cómo tú y el bebé pueden continuar
• Lo, catéilit,is que' han estado in\'olucraclm t•n un ahorlo provt�ado ta111hi61
dclx,n usar el sacramento de la reconciliación. como parte dt· este pa,o del pt·rd{111.
• • Nuestra sugerencia de que María esté incluida no significa que la mirt•rnos corno
si estuviera a la misma altura de Jesús. Todos los C\'entos ck la \'ida de Jesús d1,.�ri·
tos en los Evangelios son acontecimienta; viv ientes con poder de sanacic'111, lo,
cuales Jes1ís desea compartir con nosotros. Cuando incl11í111os a María en esta ora·
ciñn. estamo( aceptando el ofr<.-cimiento de J�1·1s para c.1,mpartir su experiencia ele
una perfecta madre amorosa con cualquiera que la necesite. Uuan 19:26-27).
151
amándose mutuamente a través de Jesús. ¿Cómo quieres
que el bebé ore por tí y tu familia? ¿Cómo quiere tu bebé
que tú ores por él? Cuando estés listo, pon el bebé en los
brazos de María y Jesús. Invítalos a todos a que entren en
la luz de tu corazón. Mira cómo ellos hacen su casa dentro
de tu corazón. Aspira ese gran amor que hay en tu cora
zón, y deja que recorra todo tu cuerpo.
• Misa. Si eres católico, manda decir una Misa por el bebé y
asiste si te es posible ( o si no, asiste a otra en otra oportu
nidad). Mientras recibes la Eucaristía, deja que la sangre
sanadora de Jesús entre en ti y en todos los difuntos de tu
familia, por medio del bebé".
152
Capítulo 8
155
otro lado". Es uua seguridad de umon que sana nuestro
miedo de separación y mit.do a la muerte.
La unión no sólo sana nuestro miedo a nuestra propia
muerte, sino también nuestro temor a la muerte de los seres
amados. En el capítulo tres hablamos de una vez que ora
mos con varias personas que estaban de duelo por un ser
querido. Pensamos que la oración más útil sería que estas
personas encontraran fortaleza a través de Jesús y dejar ir a
sus seres queridos y aceptar la separación de la muerte. Pero
en vez de esto, como en el ejemplo de Kim, encontramos que
la oración más útil para ellos era que Jesús les asegurara la
unión eterna con esos seres. Cuando esto sucedió, ellos pu
dieron aceptar la separación física de la muerte con mucha
facilidad. Cuando tenemos la sensación de unión con los que
amamos, podemos conquistar cualquier miedo -aun el
miedo a la muerte.
Una vez, un amigo compartió con nosotros la siguiente
historia. Su esposo había muerto algunos años antes y tenía
un hijo pequeño que había nacido justo antes de la muerte
de su padre. Un día cuando su hijo estaba en la casa de un
vecino, de repente ella sintió que su esposo le hablaba. Pare
cía decirle que su hijo se estaba ahogando en una piscina.
Ella corrió a la casa de los vecinos y encontró que el niño es
taba ahogándose en la piscina exactamente como ella sintió
que su esposo le decía. Sacó a su hijo de la piscina justo a
tiempo para salvarle la vida.
¿Por qué nos conmueve tan profundamente esta histo
ria? Una historia sobre la vida de un niño salvada es cierta
mente conmovedora, pero esta historia contiene algo más.
Un padre muerto aún está presente para ayudar a su hijo en
el momento en que más se le necesita. No sólo se salva la vi
da de un niño sino que la muerte misma es superada por la
unión del amor. Si tal cosa puede suceder, entonces ¿qué te
nemos que temer? El consuelo que contiene esta historia es
el consuelo que Jesús deseó darnos cuando habló las pa
labras que sus discípulos necesitaban oír más después de su
muerte: "Y sepan que YO estoy con ustedes siempre; si hasta
156
el fin de los tiempos" (Mat 28:20). Jesús nos prometió la
unión eterna con El y con los que amamos a través de El. El
sabía que de otra forma no podríamos vivir el mandamiento
que precede a su promesa y que dio con más frecuencia: "No
teman" (Mat 28:10).
Mi miedo más profundo siempre ha sido el abandono y
la separación, que la gente se fuera y nunca regresara. Yo
(Sheila) temía esto hasta hace tres años, cuando un amigo
muy querido murió. Mi amigo era el Dr. Conrad (Koert)
Baars, un psiquiatra católico y autor. Lo conocí cuando pa
saba por una experiencia muy dolorosa. Su amistad y amor
me sanaron hasta el punto que literalmente me volvió a la
vida. Koert creía que el amor reafirmante e incondicional
era la base de toda salud emocional y de la felicidad.
Mientras que yo era sanada a través de su amistad, mi men
te estaba llena de respuestas a tantas preguntas que tenía co
mo sobre ayudar a otros. Trabajé para Koert haciendo in
vestigación y preparando manuscritos. Koert me animó con
forme fui incorporando sus ideas en mi propio trabajo con
oración de sanación, y se convirtió en un maestro y amigo.
El regalo que más atesoraba de él, es la que más necesitaba:
Yo sentí que una vez que Koert se había comprometido a ser
mi amigo, nunca rompería ese compromiso y mi miedo aJ
abandono comenzó a alejarse.
El domingo 19 de Noviembre de 1981, me dormí con
una sensación especial de paz y el pensamiento de que todo
-en un sentido cósmico y personal- estaba bien. El martes
llamé a la casa de Koert en Texas desde la mía en San Luis
para hablar sobre un proyecto que estábamos planeando
juntos. Su hija contestó y me dijo que había muerto el do
mingo. Sentí un choque y una ola de pena que era como si
me sintiera enferma. Llamé a mi director espiritual, que
también había conocido a Koert. Me invitó a su casa que es
taba sólo a unas cuadras de distancia. Nos encontramos en
la capilla y lloramos juntos. Cuando salí la sensación de ma
lestar se había ido de mi estómago y sentí una extraña
157
mezcla de tristeza y alegría. Durante las semanas siguientes
la alegría se intensificó aunque continuaba derramando
lágrimas cada vez que pensaba en que jamás volvería a ver a
Koert en este mundo. Durante esas semanas con frecuencia
me encontraba cantando una canción que había escuchado
sólo una vez hacía varios años. La letra era:
158
mente ausente entre dos personas que están en la misma ha
bitación. Marce! creyó que hasta el punto en que seamos ca
paces de una presencia auténtica con nuestros seres queridos
vivos, también seremos capaces de tenerla después de que
éstos hayan muerto.4
Cuando era una niña pequeña mis amorosos abuelos
me enseñaron a reconocer la presencia de Dios en la natura
leza, y emplee muchas horas mirando árboles y sentada cer
ca del mar sabiendo que alguien me estaba amando a través
de las olas y el sol. Creo que estas experiencias tempranas de
la naturaleza me enseñaron cómo escuchar y estar realmen
te presente para un amigo que estuviera conmigo, para luego
llegar a conocer la presencia de Koert cuando él y yo
vivíamos a mil millas de distancia. Porque yo había aprendi
do a recibir la presencia de Dios en la naturaleza y en los
amigos tanto cercanos como distantes, para el tiempo en que
Koert se murió, yo había hecho lugar dentro de mí misma
para su presencia aun desde el otro lado de la muerte. Yo
sabía que después de su muerte, igual que antes, él estaba
prometiendo ayudarme y dándome poder para ayudar a
otros.
En los tres años que han pasado desde su muerte, he en
contrado que Koert ha mantenido su promesa de ayudarme
y de darme poder para ayudar a otros. En forma muy clara
he sentido su ayuda en mi relación con Matt y Dennis, a
quienes conocí a través de Koert. Yo había hecho un proyec
to de investigación con Koert para el fibro que él quería
escribir sobre los efectos espirituales y psicológicos del abor
to. Como parte de mi investigación, él sugirió que les escri
biera a Matt y a Dennis para preguntarles sobre su experien
cia en orar en la Eucaristía por bebés abortados. Koert mu
rió antes de escribir su libro, y hemos usado una parte de la
investigación que yo hice para él en el capítulo 7 de este
libro. Después de mucha correspondencia, finalmente
conocí personalmente a Matt y Dennis cinco días después de
la muerte de Koert. Sentimos una mutua e inmediata reso-
159
nancia, y nuestra amistad y trabajo compartido comenzó a
desarrollarse rápidamente.
Unas semanas después de conocernos, experimenté una
crisis de duda sobre mí misma y lo que se estaba desarrollan
do. Temía que no estaba lo suficientemente madura espiri
tual y mentalmente para trabajar tan íntimamente con
Matt y Dennis. Pensé en algunas otras mujeres con quienes
ellos habían trabajado y me sentí como una niñita asustada
en comparación con ella. Mi director espiritual y amigos
íntimos me animaron, pero el punto decisivo llegó una
noche a través de un sueño. Sentí que Jesús me decía que
Koert todavía era un canal de su amor por mí y que yo debía
pedirle ayuda. Sentí la presencia de Koert al lado de Jesús, y
le pedí a Koert que intercediera por mí. Esa noche tuve un
sueño en el cual yo iba en un carro camino a la casa de Koert.
Nos encontramos con varios desvíos pequeños y tuvimos
demoras que debían hacer que temiera que iba a llegar tar
de. En vez de eso, cuando se presentó cada demora, sentí
una seguridad muy calmada de que llegaría a la casa de Ko
ert a la hora correcta. Cuando me desperté, mis dudas se
habían disipado. Sentí que el mensaje del sueño era que el
Señor me confiaba a Matt y a Dennis a pesar de mis áreas de
inmadurez, y que me ayudaría a crecer para poder llegar a
donde necesitaba hacerlo en el momento preciso. Durante
los tres años que han pasado desde entonces, conforme fui
madurando en mi trabajo y mi relación con Matt y Dennis
se ha desarrollado, han habido varios momentos en los
cuales he dudado si estaba lista para el siguiente paso. Cada
una de estas veces he sentido la presencia afirmativa de Ko
ert, he recordado el sueño y nuevamente he sentido una ola
de seguridad.
Al igual que me ha ayudado a crecer en lo personal,
también he experimentado que Koert continuamente me
enseña y me ha dado la habilidad para ayudar a otros. Poco
después de morir Koert, estaba orando con un amigo mu
tuo. Al orar sentí que Koert también oraba con nosotros.
160
Recuerdo cómo el aire en su oficina siempre parecía estar
como lleno de una presencia o profundida espirituaf, como
si estuviera llena de mucha gente que amara a Jesús. Yo sentía
que una completa tradición filosófica y espiritual respalda
ba a Koert, misma que había aBmentado su comprensión
sobre cómo una persona nace únicamente a través del don
del amor que afirma. Me di cuenta de que así como Koert
continuaba ayudándome desde el otro lado de la muerte,
también muchas personas me habían ayudado. El estaba si
tuado al final de una larga línea de personas sabias y amoro
sas, cada una inspirada por la intercesión de otros que se
habían ido antes. Vi cómo cuando Koert se dedicó a mí
también quiso incluirme en todas las fuentes de las que éf
había recibido alimento. Yo también me situé en la misma
corriente o canal del amor de Dios que le había dado la ha
bilidad a Koert y todos los que estaban detrás de él, estarían
ahora también detrás de mí. Después de esa oración, noté
una gran diferencia en mi ministerio. Empecé a tener uri
sentido mucho más seguro acerca de qué personas estaban
sufriendo a causa de la falta de amor incondicional, qué tan
seria era la privación y su calidad particular dentro de esa
persona. Cuando yo oraba con alguien, comenzaba por co
nectarme con esa corriente especial del amor de Dios y de su
sabiduría la cual le había dado poder a Koert y le pedía no
sólo a él sino a todos los que estaban situados detrás de él que
intercedieran por la persona. Desde que he estado orando
por gente en esa forma, noto una sanación más rápida y más
profunda.
La muerte de Koert me enseñó que nada nos puede se
parar de aquellos a quienes Jesús ha enviado para amarnos,
ni siquiera la muerte. No sólo estaba Koert allí para mí, sino
que estaba ahí en la manera más específica en que yo más lo
necesitaba. EI Padre George Maloney escribe:
161
de las limitaciones temporales y espaciales de su exis
tencia imperfecta en esta tierra. Milton expresa esta
creencia: "Millones de criaturas espirituales caminan
sobre la tierra sin ser vistas, tanto cuando estamos dor
midos como cuando estamos despiertos." ...Aunque sus
seres queridos no rivalicen la santidad de los grandes
Santos, todavía están íntimamente unidos a usted por
el don de Dios de que le dieran su amor. El poder de
Dios todavía trabaja en ellos, dándoles lealtad hacia us
ted la cual los empuja a ayudarle en cada necesidad, de
la misma forma en que deseaban hacerlo cuando vivían
en la tierra . Si usted toma esta antigua doctrina de la
comunión de los Santos seriamente, usted será capaz de
caminar y hablar con sus seres queridos que se han ido.
El amor de Dios en ellos que aún los une íntimamente a
usted se convierte en "onda de longitud" muy pode
rosa por la cual ellos pueden comunicarse con usted.
Entre más grande su amor por ellos, más grande será la
comunicación.5
162
Por ejemplo , mi amiga Ann me 11am6 recientemente
para pedirme oración desde su casa que está situada a una
distancia de mil millas. Ann siempre ha tenido una sensa
ción de opresión, como si algo lúgubre pesara sobre ella y
una gran incertidumbre sobre si ella realmente estaba vi
viendo en la luz de Dios. Ella se aterraba cada vez que se
mencionaba algo relacionado con lo demoniaco. Ann supo
que sus antepasados Irlandeses fueron druidas que habían
practicado la brujería y el sacrificio humano. Tan pronto
como descubrió esto, estuvo segura de que el peso de la lu
gubrez que había cargado siempre procedía de su herencia
de brujería. Poco tiempo después de haber descubierto estos
hechos sobre sus antepasados, Ann asistió a un retiro con un
grupo donde ella compartió su descubrimiento de una cier
ta dinámica que existía dentro del grupo. Uno de los
miembros del grupo se asustó y se mostró disgustado ante las
palabras de Ann y la fustigo acusándola de bruja, lo que
Ann precisamente más tem ía. La incertidumbre de ella de
saber si realmente pertenecía o no a Dios aumentó y se vol
vió más intensa, y fue en este momento que me llamó a pe
dir oración.
Al preguntarle a Jesús cómo debía orar por Ann, pen�é
en una de las fuerzas de mi propia herencia espiritual. To
dos mis antepasados son Judíos, con una antigua tradición
de monoteísmo y una gran aversión hacia la brujería.
Siempre me he sentido cómodamente enraizada con Dios y
protegida de cualquier tentación de brujería u ocultismo.
Sentí que Jesús me decía que cómo yo amo· a Ann como a
una hermana, podía compartir con ella la fortaleza de mi
herencia espiritual. Así que empecé mi oración por Ann pi
diendo la intercesión de todos mis antepasados que tenían
un amor sincero hacia Dios, empezando por Abraham. Pedí
que Ann fuera injertada dentro de mi herencia espiritual de
tal manera que compartiera toda su fuerza y estuviera abri
gada bajo su protección de toda brujería. Pedí que Ann su
piera con tanta certeza como yo que estaba enraizada en
163
Dios y que habitaba en su luz. Pedí que sus antepasados
fueran tocados y sanados de las heridas e ignorancia que los
había orillado a la brujería y que recibieran lo que necesita
ran de parte de mis antepasados. También pedí que Ann y
sus ancestros estuvieran protegidos de cualquier cosa negati
va en mi herencia, y recibieran únicamente lo que Jesús
sabía que les daría vida.
Cuando hablé con Ann varias semanas después de esta
oración, me mencionó todos los cambios que había experi
mentado. El día después de que oré por ella notó que la sen
sación de opresión que siempre había sentido se estaba le
vantando y sintió una nueva seguridad de que pertenecía a
Dios. Desde ese día, se dio cuenta de que las palabras "El so
lo y verdadero Dios" venían a su mente -palabras que yo
no había usado con ella-y con estas palab ras un nuevo in
terés y amor por el Judaísmo y los Judíos. Ann encontró que
su corazón abrigaba un nuevo deseo por la Eucaristía como
un sitio de donde ella podía ser alimentada por este ''único y
verdadero Dios", cuando antes había asistido a misa más
que nada porque pensaba que tenía que hacerlo. El miedo a
lo demoniaco de Ann desapareció conforme sintió una
nueva cor.fianza de que la lugubrez no podía poseerla. Se
sintió menos atemorizada ante la presencia de la persona
que la había acusado de estar aliada con lo demoniaco, y
unas semanas después espontáneamente Ann invitó a esta
persona a que almorzara con ella. Ann trabaja como psico
terapeuta cristiana y siempre había evitado orar con sus
clientes por liberación porque estaba insegura de su derecho
a enfrentarse con las fuerzas del mal. Ahora Ann por prime
ra vez podía orar por liberación y encontró que esta era una
experiencia que la llenaba de paz. Ann sintió una nueva li
bertad para salir y usar todos sus dones de discernimiento
porque ahora se sentía más cómodamente enraizada en la
luz protectora de Dios. Cuando Ann me habló de todos estos
cambios, sentí que el Señor había respondido mi oración
164
usando una fuerza en mi línea de comumon de los Santos
para bendecir a Ann y redimir una debilidad en la suya.*
Así como un grupo de personas fallecidas como mis an
tepasados pudieron dar vida a una persona como Ann, así
también una sola persona fallecida puede dar vida a una co
munidad entera. Vimos esto cuando nosotros tres visitamos
la población Guatemalteca de Santiago Atitlán. Aunque el
ejército ha destruido muchas poblaciones indígenas vecinas,
evita enfrentamiento con la resistencia de Atitlán. Los in
dios afligidos por la pobreza no se resisten con armas sino
con un mártir, el Padre Stan Roether. Durante sus trece
años como su pastor, él aprendió a hablar con fluidez el
difícil lenguaje de los indios y enseñó a la gente un nuevo
respeto por su herencia indígena. Estableció escuelas y co
operativas y trabajó por la justicia social, a pesar de las ame
nazas de muerte de aquellos que querían a los indios sumisos
en lugar de indios levantados con dignidad y buscando justi-
165
cia. Finalmente, en Julio 28 de 1981, un batallón de la
muerte paramilitar asesinó el cuerpo del Padre Stan mas no
destruyó su visión. Aunque las autoridades habían prohibi
do toda clase de reuniones, los aldeanos se levantaron al
unísono para expulsar al ejército.
Cuando la familia del padre Stan pidió que su cuerpo
fuera enviado de regreso a los Estados Unidos, los indígenas
estuvieron de acuerdo pero sólo después de que hicieron
arreglos para quedarse con su corazón. También pudieron
quedarse con el ataúd de fabricación casera, ya que éste no
llenaba las C>-Specificaciones de las aerolíneas. Así que cada
año en su aniversario, proclaman de nuevo su libertad en un
desfile que está prohibido llevando el ataúd del Padre Stan y
con los gritos "El ha resucitado". Y a diario, cuando algún
aldeano necesita del valor del Padre Stan, va a la Iglesia del
pueblo a orar y a tocar el corazón que está conservado allí.
Lo que el Padre Stan no pudo obtener en su vida lo logró con
su muerte porque aquellos a quienes amaba acogieron su co
razón. Así con el valor resucitado del Padre en sus corazo
nes, los indígenas de Santiago de Atitlán continúan con la
visión y los proyectos sociales por los cuales murió el Padre
Stan.
Cuando Stan Roether falleció, la gente de santiago de
Atitlán tuvo que enfrentarse a la misma alternativa que los
discípulos de Jesús: vivir con temor detrás de puertas cerra
das o ser llenos dél poder de su Espíritu. Los Stan Roethers y
nuestros seres queridos fallecidos que vivieron como Jesús
nos capacitan a través de su Espíritu, de la misma forma qúe
el Jesús resucitado dio poder a sus discípulos al enviarles su
Espíritu. Porque Koert me ama, continúa viviendo conmigo
'del otro lado de la muerte y compartiendo conmigo todo lo
que tiene. Porque yo amo a Ann, puedo vivir con ella a mil
millas de distancia y compartir con ella todo lo que tengo.
Porque el Padre Stan Roether amó la gente de Santiago de
Atitlán, su valeroso corazón no sólo descansa en la Iglesia
166
del pueblo sino que vive dentro de cada indígena. Como di
jo San Juan de la Cruz, "El alma vive donde ama".6
167
cibir esa bendici6n que tengo especialmente para dar? Per
mite que todos mis antepasados que pueden mediar esa ben
dición se unan a mí al rezar esta oración contigo por la per
sona que más la necesita.
168
Conclusión
171
es un santuario de las almas santas
de la misma forma que es un templo de Dios?
No estamos justificados
al pensar que lo llevamos
(hasta cierto punto) dentro de nosotros
y que ellos están incomparablemente más cercanos
a nuestra alma
que el bebé pequeño
del cual ella es el tabernáculo
está cerca al corazón de su madre?
172
Apéndice A
175
ra entender cómo Dios nos ama y lo que pueden significar
los pasajes anteriores para Robert, debemos oír dichos pa
sajes tal como fueron expresados por un Dios amoroso usan
do un lenguaje que solamente puede ser entendido apropia
damente por otro amante.
176
La otra amiga, Annette, usó un lenguaje de separación
con implicación de castigo cuando trataba de que su an
ciano padre se fuera a vivir a su casa con ella. Una vez al
mes Annette viajaba a visitar a su padre ya senil, sólo para
encontrar que su cuerpo se deterioraba lentamente debido a
la mala nutrición. Por meses ella había tratado de conven
cerlo que se cambiara de la casa donde él había vivido por
cuarenta y siete años. Pero su padre no parecía oír nunca es
ta solicitud hasta que un día ella dijo: "Papá, si no te cam
bias ahora, no volveré el mes entrante. Me muero cada vez
que te veo así". Minutos después el papá de Annette tenía
sus maletas preparadas. Finalmente se había decidido a ce
der al deseo de su hija de que se fuera a vivir a su casa. Tanto
Annette como Terry habían usado lenguaje que implicaba
un castigo vengativo con el fin de decirle a alguien a quien
amaban, cuánto querían que esa persona estuviera con ellos.
Cuando los que se aman usan lenguaje de castigo ven
gativo, lo que aparentemente suena como castigo por vengan
za (V.g. "Te voy a dejar en casa" o "No voy a volver el mes
próximo") no es en verdad un indicador confiable de lo que
va a suceder. Terry nunca hubiera dejado solo a su hijito de
tres años; Annette tenía todas las intenciones de regresar ca
da mes (ella me dijo que hubiera ido semanalmente a ver a
su padre si éste no se hubiera cambiado). El castigo vengati
vo amenazador es dado no porque la persona tenga inten
ción de llevarlo a cabo sino únicamente para indicar cuán
importante es obedecer para que puedan amarse más. Así
también Dios no tiene intención de llevar acabo sus amena
zas de castigo tales como desheredarnos, mandarnos al in
fierno contra nuestra voluntad o que no nos perdone. Más
bien nos amenaza para que sepamos qué tan importante es
obedecer lo que él nos pide para que podamos amarnos más.
Un ejemplo de tal amenaza vengativa sería Mateo 6:15.
En ese pasaje Jesús nos dice, "Si no perdonan a otros, su
Padre Celestial no les perdonará sus faltas tampoco". Nos
amenaza con no perdonarnos sólo porque Jesús quiere su-
177
brayar la- importancia de su mandamiento de perdonar a
otros y no porque tenga intención alguna de no darnos su
perdón que es concedido siempre aun antes de que nos arre
pintamos. El perdonar a los demás es importante porque
cuando no perdonamos a alguien, todas nuestras relaciones
se ven afectadas y estamos menos abiertos a dar y recibir
amor a Dios y a los .demás. Jesús quiere que perdonemos
porque desea que estemos cerca a El y a aquellos que él nos
mandó para que nos amaran. Más aún, el negar el perdón
haría de Dios un hipócrita, ya que él constantemente nos es
tá diciendo que perdonemos inmediatamente y en forma in
condicional. Los castigos vengativos amenazados ( no así los
terapéuticos) no son para tomarlos literalmente, de la mis
ma forma que no tomamos literalmente lo que dijo Terry de
que su corazón se le partiría si James no hubiera recogido los
juguetes; o no tomamos Hteralmente lo que Annette dijo de
estarse muriendo cada mes cuando veía a su padre deterio
rarse.1 No sólo el castigo de venganza sino palabras como
"eterno", "fuego" e "infierno" no deben tomarse literalmen
te sino que la mayoría de las veces se utilizan como imáge
nes. Aunque el infierno sí .existe como un estado posible, no
podemos entender tal estado a menos que entendamos las
imágenes usadas para describirlo.
La prueba para descubrir si estamos entendiendo apro
piadamente un pasaje Bíblico es hacernos la pregunta,
"Cuando alguien que me ama me está amando al máximo,
¿actuaría de esta forma? Si es así, tal vez entendamos el pa
saje. Si no, probablemente estamos cometiendo un error,
como tomar literalmente algo que en realidad se ha preten
dido que sea una imagen. Jesús pasa gran parte de su vida
tratando de mostrarles a los sacerdotes, escribas y fariseos
que las Escrituras hablaban un lenguaje de amantes el cual
con frecuencia mal entendieron al interpretarlo literalmen
te. Por ejemplo, Jesús luchaba constantemente con ellos
cuando interpretaban la ley y los castigos de venganza en
forma literal, lo que se relacionaba a cosas como que guar-
178
daran los sábados o las reglas sobre la limpieza. Por lo tanto,
Jesús siempre tenía problemas con ellos por actuar en algo
como sanar a los enfermos en sábado, o tocando a un lepro
so. A través de todos los siglos, el hecho de interpretar lite
ralmente las Escrituras ha conducido a muchos abusos, tales
como el encarcelamiento de Galileo o el apoyo a la esclavi
tud.
Tal vez la vez en que Yo (Dennis) observé el abuso más
grande al leer toda la Escritura literalmente fue el día que
fui llamado a la cárcel a visitar a mi amigo Bill porque
había intentado sacarse un ojo. Cuando llegué a ver a Bill,
los guardias le habían encadenado los brazos y lo habían
confinado en una celda aislada porque creían que estaba lo
co. Vi su camisa ensangrentada y le pregunté por qué había
tratado de sacarse el ojo. El me repitió a Mateo 5:29, ''y si tu
ojo derecho te hace pecar, arráncalo y lánzalo fuera; porque
te hará menos daño perder una parte de ti que enviar tu
cuerpo completo al infierno". En ese momento me llamó la
atención qué tan loco se había vuelto Bill para tomar la pri
mera parte de ese pasaje, "y si tu ojo derecho te hiciera pe
car, sácatelo y arrójalo fuera" de forma tan literal. Pero
luego me di cuenta que había pasado los primeros veinte
años de mi vida actuando de una manera tan desequilibrada
como esa, porque había tomado la segunda parte de ese pa
saje, que Dios enviará al infierno todo mi cuerpo, de una
manera tan literal. La verdad del asunto es que la instruc
ción de sacarse el ojo no es para tomarla más literalmente
que la afirmación de que Dios arrojaría todo tu cuerpo al in
fierno. Entonces ¿qué es lo que Jesús está diciendo en su
lenguaje de amante al usar imágenes tales como "el fuego
del infierno" o cuando amenaza con tales castigos como no
perdonarnos? En la historia de la otra vida del hijo pródigo,
podemos observar cómo le contesta Dios al hijo mayor quien
está en el proceso de escoger entre el cielo y el infierno.
179
El Hijo Mayor puede escoger el Infierno
180
público del hermano mayor propició un "rompimiento en la
relación entre el hijo mayor y su padre que es casi tan radi
cal corno el rompimiento entre el padre y el hijo menor al
principio de la parábola" . 2 De hecho, los expertos en cultura
del medio oriente señalan un escrito donde un padre que fue
insultado en público por su hijo siguió lo que culturalmente
se esperaba de él y mató a su hijo. 3
Los oyentes de Jesús del medio Oriente podrían usar el
mismo pasaje bíblico que usamos con Robert para sugerir
que un juicio vengativo le espera al hermano mayor. Por
ejemplo, Mateo 5:22 nos dice que el lenguaje injurioso tal
como el que usó el hermano mayor con su padre lo hace,
"merecedor affuego del infierno". Más aún, Mateo 6: 15 di
ce que a menos que el hermano mayor perdone al pródigo,
Dios Padre no le perdonará tampoco. Podríamos continuar
con otros pasajes sobre el infierno y los castigos que podrían
convenir a lo que hizo el mayor (v.g. Mat 8:12; 22:13; 25:41).
¿Pero qué significan sus castigos amenazados cuando van diri
gidos al hermano mayor?
Aunque no sabemos si el hermano mayor va al ban
quete eterno o no, supongamos lo peor. Supongamos que el
hermano mayor consideró la acción de su padre al recibir al
pródigo como la gota que derramó el vaso. Finalmente el hi
jo mayor le dice al padre la verdad, "En lo que a mí respec
ta, no quiero nada que ver contigo o con mi hermano y esa
es mi palabra final".
Si la decisión del mayor de verdad fue terminante, se
encontró a sí mismo en el caos que Jesús describe a través de
la imagen del "fuego eterno del infierno". Lo que es el caos
eterno del infierno probablemente puede ser mejor descrito
por cu�uiera de las personas asistentes al banquete eterno
del pródigo que se consideraba como el amigo más íntimo de
la famUia. Tal amigo recordaría las noches de insomnio y la
angustia sufridas por el padre que esperaba día a día el re
tomo de su hijo pródigo. (Orígenes describe esta angustia
diciendo que mientras una sola persona permanezca en el
181
infierno, Dios permanece en la cruz).4 El amigo de la fami
lia también recordaría la forma en que el padre saludó al
pródigo y sobre todo maravillarse de cómo éste se acercó
más al padre que nunca. Con este antecedente el amigo po
dría comprender el caos del infierno especialmente al ver al
hermano mayor rehusarse a asistir al banquete. Si tal amigo
pudiera gritarle al hijo mayor, probablemente le diría; "¿no
ves la alegría que tu padre quiere compartir contigo? ¡Estás
loco al rehusartel Mira cómo te estás haciendo daño a ti mis
mo, a tu padre y a tu hermano cada vez que rechazas la in
vitación al banquete eterno". Pero en el infierno eterno el
hermano mayor no cambiaría sino más bien, escoge el caos
egocéntrico dentro de sí y proyecta tál caos hasta aquellos
que más lo aman. Así el infierno eterno es la descripción de
Jesús del sufrimiento que tiene lugar dentro del hermano
mayor, dentro de otros y de Dios cuando este hermano se es
coge a sí mismo para siempre.
Aunque la iglesia sostiene que es una posibilidad que el
hermano mayor pudiera elegir tal infierno, la iglesia nunca
ha dicho que alguien haya tomado tal decisión o que alguien
llegará a hacerlo.5 ¿Cómo nos daríamos cuenta si una perso
na ha escogido el infierno? Tal alternativa debe ser mirada
desde dos puntos de vista: el del hombre y el de Dios. En la
parábola del joven rico, Jesús hace énfasis en como se ve de
diferente la posibilidad de salvación desde el punto de vista
del hombre al de Dios. Cuando sus discípulos le pregunta
ron a Jesús cómo al guien podría salvarse, Jesús dijo que des
de el punto de vista humano era imposible, pero desde el
punto de vista divino todo es posible (Marc 10:27). Piet
Schooenenberg resume esta parábola al decir "El infierno es
una posibilidad dentro de nosotros y la redención es todavía
una mayor posibilidad dentro de D'ios".6 Cuando Hilda pen
só por primera vez en su hijo cometiendo suicidio, lo pensó
únicamente desde el punto de vista del hombre. Pensó que
su hijo seguramente iría al infierno hasta que vio al Padre
ll�g�ílQQ�v»��¡¡, �l y entonces p udo considerar la cuestión
182
desde el punto de vista de Dios. De manera similar, la si
tuación del hermano mayor se ve muy diferente cuando se
mira desde el punto de vista humano y desde el de Dios.
183
tal decisión no mandando al infierno a su hijo, sino más
bien, adentrándose dentro de esa decisión y sanando las he
ridas que hicieron que el hijo mayor escogiera el infierno.
184
la "infidelidad" dentro de nosotros mismos. Por tanto, "El
Padre no te perdona" no porque él no esté ofreciendo per
dón, sino porque nosotros no nos perdonamos a nosotros
mismos y por ende, somos incapaces de recibir el perdón del
Padre. Aun el "imperdonable pecado contra el Espíritu San
to'' (el rechazo del perdón de Dios dado a través de su Espí
ritu) es sólo imperdonable porque no aceptamos la oferta de
perdón de Dios (Mar 3:28).
La inhabilidad para alguien como el hermano mayor
para perdonarse a sí mismo generalmente procede de heri
das. Tal vez la más profunda herida de éste puede ser descri
ta como abandono (Luc 15:29). Debido a la profundidad de
esa herida, sus raíces pueden remontarse hasta su niñez y el
abandono que sintió después de la muerte repentina de su
madre. O esas raíces pueden remontarse a los años de sentir
se abandonado por Dios mientras luchaba contra obstáculos
insuperables como el hambre. La queja que le dirige al Pa
dre de que se sentía como esclavo es probablemente la punta
del profundo témpano de hielo del abandono interior. Pero
para una persona que siente un abandono de tal magnitud
sería muy difícil amar y perdonarse a sí misma porque
usualmente él no puede hacer algo a menos que antes reciba
amor (1 Juan 4:19). Así, que no es sorprendente que el her
mano mayor que se ha sentido abandonado continuamente
se "abandone" a sí mismo en lugar de enfrentarse. Por
ejemplo en lugar de enfrentar su propia infidelidad para
poder recibir la misericordia de Dios y de esta manera poder
tener misericordia de sí mismo, se aferra a la falsa imagen
de sí mismo siendo infiel (Luc 15:29).
Las heridas, a más de darnos una falsa imagen de no
sotros mismos, también nos dan una falsa imagen de Dios.
Debido a todo el abandono que el hermano mayor experi
mentó en su vida, es incapaz de entrar al banquete eterno
porque cree que Dios lo ha abandonado también. Pero hasta
que sus heridas sean sanadas, será como los discípulos depri
midos en el camino a Emaús, que piensan que se han desen-
185
cantado de Dios, cuando en realidad sólo se han desencanta
do con su falsa imagen de Dios como un Mesías político (Luc
24:22). Como probablemente ninguno de nosotros vivirá o
morirá sin heridas, todos somos como el hermano mayor que
necesitamos sanar ahora y en la otra vida.
186
el padre escuchó compasivamente mientras su hijo mencio
nó todos sus senúmientos de enojo en lo que se refería al pró
digo. Al escucharlo, el padre no lo condenó o lo culpó ven
gativamente, sólo prometió seguir amándolo aunque nunca
cambiara. Si el hijo mayor continúa escogiendo él infierno,
tal vez el que el padre continúe escuchándolo permita que el
hijo mayor trate de salir y sane las heridas que lo encamina
ron a decidir el infierno.
187
Yo creo que se arrepentirá. Por primera vez verá que su
orgullo en realidad significaba que secretamente desea
ba la muerte de su padre. Estará impactado por lo que
ha hecho, especialmente cuando sepa que su padre vino
a verlo a propósito, a sabiendas de lo que pasaría. En
un instante se dará cuenta de que la vara debería baber
estado en la mano de su padre. El verá que no nay nada
que pueda hacer para reparar sus actos. Esto lo condu
cirá a un arrepentimiento con el corazón destrozado.
Ahora podrá ver algo de la intensidad del amor de su
padre. Cuando la rebelión quede apagada en él, confe
sará su indignidad y se arrepentirá. ¿No lo cree así, al
calde?
188
ama inmensamente". Ningún hombre puede indefini
damente encontrarse con ese amor tan grande, espe
cialmente en su amargo vacío y en la soledad del amor
propio, y seguir resistiéndolo. El hombre no perderá su
opción de resistir. El deseará, como un sediento febril
en el desierto, extenderse a beber esta agua vivificante.9
189
que Jesús también intervendría para tratar de detener la
conducta destructiva del hermano mayor. Nunca podremos
decir con certeza lo que Jesús haría tal vez en el más severo
de los casos, Jesús se encontraría haciendo una oración de li
beración 10 o incluso un exorcismo igual que hizo con el ende
moniado de Ger as a (Marc 5:1-21). El endemoniado se había
retirado hasta llegar a "tomar refugio entre las tumbas" y es
taba tan herido y enfermo que le pidió a Jesús que lo dejara
solo (Marc 5:7). Nada, ni siquiera la separación o la posesión
pueden detener el poder sanador de Jesús si estamos abiertos
para recibirlo.
Quinto Libreto:
Sanando a través de la Comunión de los Santos
190
da de una esquizofrenia casi infernal cuando otros oraron por
sus antepasados. Cada vez que veo una forma tan nueva y
creativa de traer sanación a alguien, estoy consciente de que
apenas estoy empezando a penetrar en el número infinito de
formas creativas de sanación concedidas por Dios y todos los
Santos, cuando ellos ofrecen sanación a los difuntos. Durante
tal momento de conciencia, empiezo a saborear un poco más
la infinita esperanza que Dios y todos los Santos tienen para
sanar a todos, incluyendo a aquellos que como el hermano
mayor, han empezado a escoger el infierno.
191
hablar del infierno porque sus oyentes Judíos habían escogi
do gehenna como su imagen cuando hablaban de un lugar
de castigo para las almas de los malvados después de la
muerte. Cuando los oyentes Judíos de Jesús tales como el
hermano mayor lo oyeron hablar de los fuegos de gehenna o
infierno, significaba diferentes cosas para diferentes perso
nas. Aunque el fuego era eterno, el castigo no siempre lo
era. Por ejemplo, la mayoría de los oyentes de Jesús que en
tendían el Talmud y Midrash ponían un límite de doce me
ses para todos exceptuando los más malvados que no sólo pe
caban sino que hacían pecar a otros. Hasta las almas conde
nadas en gehenna podían obtener la libertad a través de la
intercesión de los justos y por la recitación de oraciones tales
como el Shema. 12
No sólo "infierno" sino "eterno" era entendido por los
oyentes de Jesús como una imagen que podía describir un es
tado temporal. George Maloney escribe: "Aunque los escri
tos de la versión griega de los setenta (tales como el libro de
Daniel y los libros de los Macabeos) usan palabras como
"por siempre", "eterno" y "sempiterno" (ainios en griego),
el significado es una descripción popular para una duración
indefinida de un largo período de tiempo". 13 Así pues "por
siempre" o "sempiterno" es una imagen y de ninguna mane
ra pretende ser solamente "un concepto metafísico de sin
fin, eternidad sin límites como lo entendemos hoy". 14 Karl
Rahner está de acuerdo con los estudiosos de la biblia como
J. L. McKenzie en que cuando se habla del infierno, Jesús
usaba "sempiterno" y tales palabras como una imagen. 15 Tal
vez lo más importante que debemos recordar es no solamen
te que tales palabras como "sempiterno" y "por siempre"
son imágenes, pero que son imágenes habladas por un
amante. Para un amante, un día para el padre buscando a
su hijo pródigo perdido o al mayor perdido, puede parecer
"eterno". Después de la pérdida de mi abuelo, mi abuela di
jo que para ella, un día le parecía más largo que los ante
riores cincuenta y dos años de matrimonio. Recuerdo una
vez en que esperé dos horas por una llamada telefónica de
192
una persona con la que necesitaba reconciliarme. Esas dos ho
ras parecieron como "eternas". Si el hijo mayor tomó la deci
sión final de responder a las iniciativas sanadoras de su padre,
su sufrimiento sería literalmente el infierno eterno. Por otro
lado, el "fuego perdurable" de las Escrituras puede ser tam
bién una imagen de cualquier tiempo que sea necesario para
que el hijo mayor completamente acepte la sanación de Dios
y de esta forma puede ser una imagen para los que describi
mos como estado temporal de separación, como el purgato-
río.
Además de "infierno" y "sempiterno", "fuego" es otra
imagen física usada en el Nuevo Testamento. "Fuego" no
quiere decir llamas físicas que Dios creara para que aquellos
que sufrieran por las llamas pudieran hacer pago expiatorio
por sus pecados. Dios no es un juez vengativo sino un sana
dor. Por lo tanto, fuego es una imagen del amor de Dios el
cual estaría presente hasta en el infierno. Aun cuando el
hermano mayor desde su punto de vista escogió el infierno,
el amor de Dios sigue invitándole a que por favor venga al
banquete. Tal fuego del amor de Dios pretende purificar,
quemar la dureza de corazón del hermano mayor. Es el fue
go de amor que "atormenta". Entre más ame el padre al
pródigo o al hermano mayor, más lo '"atormentará" tal
amor porque lo llama a una decisión diferente que la del in
fierno hacia donde se dirige. Si alguien está en el infierno,
San Isaac el Sirio nos dice que aun esa persona no está priva
da del amor de Dios sino que por su propia decisión, experi
menta como tormento lo que los que están en el cielo experi
mentan como gozo. 16 Por lo tanto el cielo, el infierno y el
purgatorio no son lugares diferentes, sino más bien maneras
diferentes de responder al fuego del amor de Dios. El cielo
es ser capaz de gozar plenamente de ese amor, el purgatorio
es un proceso de sanación para que uno se abra a dicho amor
y el infierno es la decisión final de ir contra ese amor. La
única forma de salida del "fuego atormentador" que tiene el
hermano mayor es abrirse al amor sanador del padre.
193
El Amor Sanador de Dios en el momento de la muerte y
después de ésta
194
Fundamento experimental para que Dios sane la vida
la muerte
195
panorámico que es como una película de la vida completa
del individuo. Se supone que esta revisión provocará una
reflexión. El ser parece saberlo todo y está mostrando esta
revisión para que la persona moribunda entienda dos cosas:
cómo amó a los demás y que fue lo que aprendió de sus expe
riencias y errores. Sólo cuando una persona comprende có
mo ha amado y cómo puede profundizar ese amor, el Ser le
pregunta sí desea quedarse a volver a la tierra. Aunque mu
chos quisieran quedarse en ese mundo, todos los que han
regresado a contar su experiencia han decidido finalmente
junto con el Ser de Luz que todavía tienen una misión en la
tierra, como criar a sus hijos pequeños o dar a otros la acep
tación total que es irradiada por el Ser de Luz. Aquellos que
regresan de tales experiencias traen consigo un nuevo y per
durable deseo de amar a los demás y de crecer en su conoci
miento interior. También tienen menos miedo a la muerte
porque han conocido a un Dios que acepta en vez del Juez
vengador que esperaban. Encontraron el juicio del Ser de
Luz, pero era más bien el propio juicio que se experimenta
cuando la sonriente Madre Teresa de Calcuta nos familiari
za con la injusticia cuando descuidamos a los desposeídos.
La Doctora Elizabeth Kübler Ross informa que encontrarse
con un Dios que no juzga ayuda a estas personas a continuar
viviendo sin juzgar. Por ejemplo, un mini<;tro después de ha
ber tenido una experiencia cercana a la muerte no pudo vol
ver a ser ministro de su iglesia. Estaba tan envuelto en un
amor total al encontrarse con el Ser de Luz que ya no pudo
seguir enseñando condenación en la_ forma en que lo pedía
su denominación religiosa.22
El Ser de Luz se asemeja mucho al Padre no juzgador
en la historia del hijo pródigo. Algunos, como los que han
intentado suicidarse, tal vez puedan tener una experiencia
penosa que Moody describe como estar atascado e incapaci
tado para acercarse al Ser de Luz (muy parecido a nuestra
idea del purgatorio). Maurice Rawlings, Doctor en medici
na, designa esto como "infierno", pero luego describe a Jesús
196
llamando a un joven de trece años a que salga de ese "infier
no", que solo podía suceder en el estado temporal del purga
torio.23 El Doctor Kenneth Ring hace notar que si una perso
na ha tenido una penosa experiencia de muerte inminente y
luego clinicamente "muere" de nuevo, su segunda experien
cia de muerte cercana es siempre positiva.24 Aunque el Doc
tor Ring atribuye esta diferencia a un cambio en la concien
cia, un Cristiano puede agregar que el cambio también pue
de ser la sanación que fluye de la primera experiencia. Todos
los investigadores de este tipo de muertes inminentes admiten
que el encuentro con el Ser de Luz es una experiencia extensa
y sanadora.
Los investigadores ya no discuten el contenido de la ex
periencia sino más bien se preguntan por qué ocurre. Inves
tigaciones recientes como la del Doctor Ring, excluyen la
creencia movida por el deseo, expectativas psicológicas, sue
ños o alucinaciones y explicaciones farmacológicas para esta
experiencia transpersonal en el momento de la muerte. Nin
guna de éstas explica suficientemente por qué los niños fre
cuentemente se encuentran con una persona fallecida de la
que nunca antes habían oído, por qué algunas personas
tienen no sólo reversiones sino proyecciones de eventos futu
ros, o como una persona alucinada puede describir en de
talle cada proceso de cirugía hecho por aquellos que tratan
de salvarle la vida. 25 Cualquiera que sea la explicación, las
personas resucitadas con frecuencia recuerdan una experien
cia sanadora con un Ser de Luz ofrecida antes del momento
final de la muerte. Así pues parece que si hay evidencia ex
perimental para el punto de vista de que antes del momento
final de la muerte Dios está sanando efectivamente en for
mas más allá de cualquier cosa experimentada en esta vida.
197
Conclusión
198
tensión del amor salvador de Dios aun para aquellos que
rechazan a su hijo. La Cruz nos muestra que el pecado mor
tal es una posibilidad real -aun algunos de ellos que fue
ron sanados por Jesús podrían matarlo. Aun aquellos que
conocieron la realidad del amor de Jesús y de su perdón des
de la cruz todavía podían decidir rechazarlo. La cruz revela
no sólo la realidad del pecado y nuestras propias posibilida
des de comportamiento destructivo, sino también hasta qué
punto Jesús nos salvó y todo lo que continuamos necesitán
dolo como Salvador.
Pero además de mostrarnos el poder del ser humano
para rechazar a Dios, la cruz también nos muestra el poder
de Dios para salvar al ser humano de la pesadilla del peca
do. Dios llegará hasta cualquier extremo para salvarnos,
hasta llegar a enviar a su hijo a que muriera por nosotros.
Nada, ni siquiera el peor de los rechazos, puede hacer que
Dios nos deje de ofrecer su perdón. Si hay alguien en el in
fierno, esa persona está allí por su propia decisión de recha
zar el amor más profundo ofrecido por siempre. No pode
mos juzgar que alguien esté en el infierno, sino simplemente
orar con Jesús en la cruz, ofreciendo su perdón sanador y su
paraíso al peor de los pecadores.
Desde el punto de vista del ser humano, sabemos que el
pecador más grande puede ser como un pródigo no arrepen
tido atascado en su egocentrismo y cerrado a Dios para
siempre. Pero el ·proceso de escoger el infierno no debe ser
sólo contemplado desde el punto de vista humano sino tam
bién desde el Divino. Lo mismo que con el pródigo, nuestra
esperanza está en la iniciativa sanadora de Dios para sanar a
todos está centrada en el mensaje del Evangelio:
199
vengan a sí (Rom 5:12-21; 11:30-32: 1 Cor 15:22,26 Efe 1:10;
1 Tim 2:4; 4:10; 1 Juan ·2:2).
200
Apéndice B
203
do después de la muerte en el cual tales características
temporales como el gozo y la felicidad, aunque son
afirmados de personas, no tengan desarrollo? Todas es
tas consideraciones hacen que muchos cristianos se
inclinen a creer que el desarrollo es posible después de
la muerte; si es así, entonces se necesitan oraciones de
intercesión. Se nos podría prohibir interceder sólo si la
situación hacia la cual nuestras oraciones se dirigieran
fuera inalterablemente estática. Las oraciones para el
desarrollo de los que se han ido no necesariamente im
plican duda de nuestra parte en lo que se refiere al re
sultado de su peregrinar, como si ellos pueden estar se
guros de la salvación a la hora de la muerte y aún per
der su camino de ahí en adelante. Más bien deben ser
oraciones para afianzar el carácter y por una mayor
madurez de la personalidad. Ni las oraciones por Luz y
paz deben implicar una ausencia actual. Siempre pode
mos orar por un aumento (o hasta una continuidad) de
lo que en la actualidad están disfrutando las personas
por las cuales oramos.1
205
del Cuerpo de Cristo como separado. Sólo hay un cuerpo, y,
por lo tanto, una continua relación con Cristo dentro del
Cuerpo y en una forma especial entre aquellos a quienes El
ha llamado a un lazo particularmente íntimo en la eterni
dad. Los lazos familiares, que tienen raíces en la herencia,
son una colectividad íntima dentro del Cuerpo de Cristo.
Algunos temen cualquier acercamiento a una relación
viviente entre ellos y sus seres queridos fallecidos. Ellos no
confían que tal relación pueda evitar la tentación de resistir
el dolor y buscar una relación continua aparte de Cristo. Es
tos peligros son reales. Todos nosotros nos resistimos a libe
rar a esas personas que son parte de nosotros y que han
muerto. Por lo cual hay peligro en tratar de relacionarse y
orar por los difuntos, un peligro que emana del negarse a
aceptar su muerte y tratar de retenerlos en nuestra vida co
mo eran o aparte de la dirección y mediación de Cristo. Ta
les intentos son hechos fuera de Jesucristo, quien vive solo en
la verdad. Estos peligros alguna vez conjuran imágenes de
"médiums" o sesiones espiritistas en las que se invocan los es
píritus de los muertos.
Ha sido una revelación para mí que los peligros inhe
rentes en buscar comunión con un alma que se ha ido son los
mismos que hay en buscar comunión, relación viva con al
guien que está vivo en este momento. Cada uno de nosotros
lucha en cada relación íntima con la resistencia de "liberar" al
otro en sus formas anteriores de ser. Debemos sentir aquellos
que perdemos conforme la otra persona cambiando y madu
rando, para poder "liberar" a recibir la verdad de lo que el
otro representa para nosotros en el presente. De otra forma,
estaremos viviendo en una falsa relación alejada de Jesucris
to. También, Cristo es mediador de todo encuentro verda
dero. Casi instintivamente primero buscamos a Cristo, su
mediación y dirección si estamos tratando de acercarnos a
alguien que se ha ido. Tal es nuestro temor de caer en la
apostasía y la oscuridad. Debemos saber intuitivamente que
no podemos controli1r nuestros lllei1nees más allá de la tum-
206
ba, tan grande es el misterio y tan limitada nuestra percep
ción. Sin embargo, con frecuencia reconocemos que existe la
mísma profundidad del misterio e inhabilidad para contro
lar entre nosotros y otra persona viviente. Para vivir en Cris
to debo buscarlo de todas formas para dirigir y mediar den
tro de mí y conmigo y los vivientes de la misma forma en
que yo lo haría si necesitara en cierto sentido hacerme pre
sente ante un ser que ha partido. Las mismas posibilidades
existen para buscar relaciones fuera de Jesús, por lo tanto
abriendo la oportunidad a la influencia del mal y a la mani
pulación; las mismas posibilidades existen para retener a
otro en dependencia al rehusarse a dejarlo o dejarla estar
presente conmigo tal cual él o ella "es". C.S. Lewis en A
Griej Observed presenta un recuerdo muy lúcido de su pro
pio proceso de pena al morir su esposa. Es un recuento a tra
vés del esfuerzo tan doloroso de dejar ir lo que fue. El habla
de sus propios intentos de "recapturar" a su esposa tal como
ella era a través del recuerdo y la fantasía. Estos intentos se
replegaron en sí mismos dejando ver su vacío cuando él tra
taba de elevar los recuerdos al nivel de la vitalidad de un in
tercambio presente y vivo. Al haber liberado a su esposa que
se fuera para estar ausente de él, entrando a su nueva vida
lejos de él, Lewis describe momentos de experiencia durante
los cuales él se sintió consciente de la presencia de su esposa,
en una dimensión de presencia totalmente diferente. Esta
nueva relación pareció al mismo tiempo "incomprensible" y
al mismo tiempo, más profunda que antes.
Así también es la experiencia de las relaciones en esta
vida. Los padres deben liberar a sus hijos adolescentes, una
muerte dolorosa a la esperanza, expectativas, imágenes de
éxito, formas de intimidad pasadas, para de esta manera po
der recibir la presencia de la persona que está dentro de su
hijo y en la que se está transformando ahora. Es en Cristo en
quien descanso, para poder dejar ir (liberar) y arriesgarse a
tener una percepción fresca, y es Cristo quien indaga y co
noce la profundidad del otro y abre mis ojos al que está na-
207
ciendo ahora. Esto no es menos cierto para aquellos que vi
ven en carne material y para aquellos a quienes estoy atado
por amor en Cristo, que han pasado a través de la barrera de
lo material a la forma de vida siguiente. Én ambos casos es
el rechazo de uno a dejar los patrones negativos (v.g: resen
timientos, dependencias, inseguridad, falta de perdón de
cualquier clase) y el rechazo de uno a permitir que el otro se
desarrolle y cambie Qo cual es de hecho un intento de res
tringir el crecimiento interno de Cristo dentro de ellos) lo
que se convierte en una alianza con el mal, una puerta
abierta a la manipulación de satanás y sus siervos. Cristo no
autorizará nuestros intentos de hacer que otra persona per
manezca igual, lo cual es una forma de hacerlos permanecer
dominados. Satanás es el autor y co-conspirador de tales ac
tos. El hecho de negarse a permitirle a otro desarrollarse le
crea un medio de vida a Satanás quien espera deseoso tales
oportunidades para ayudarnos en nuestras inseguridades,
temores y falta de perdón enviando a sus esbirros a apode
rarse de nuestros temores, asegurándonos que estamos en lo
correcto al no perdonar y concediéndole "sentido" y autori
dad a todas nuestras suposiciones acerca del absurdo total
que es confiarnos a un futuro desconocido, incontrolable,
improbable y confuso. Aunque existen inquietudes espe
ciales al relacionarnos con los que se han ido, el mismo tipo
de peligros existen en relaciones temporales.
Al restringir el relacionarnos y el orar por los que han
partido, a veces fallamos en liberarnos a nosotros mismos y a
ellos a través del perdón, dejando ir y liberando nuestro
amor para que fluya hasta ellos y a través de nuestra apela
ción a su amor, solicitándoles que intercedan por nosotros
ante el trono de la Gracia. Cuando enfocamos nuestra aten
ción sólo en los peligros de poder ser tentados y dirigimos
nuestra relación con los difuntos en forma equivocada, tal
vez nosotros nos engañamos en creer que nuestras relaciones
terrenales no son igualmente vulnerables.
208
111. Punto de vista Judío
En memoria de mamá 3
209
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.. .-
' \ \.
Apéndice C
213
12 casos para presentar ante la Comisión, porque varios
doctores me habían enviado pacientes que habían sido
dañados por el ocultismo.
El trabajo de la Comisión aumentó desde esa pri
mera reunión, cuando sólo dos obispos anglicanos res
pondieron a la invitación, y en la actualidad en que es
tán representando treinta y ocho obispos. Hoy en día,
cada diócesis en Inglaterra tiene un exorcista designa
do. La iglesia está empezando a comprender los peli
gros de ocultismo. No quiero exagerar cuánto prevale
ce de la implicación demoníaca ya que esto explica sólo
el cuatro por ciento de los casos que traté en el hospital
y de pacientes que iban a mi consultorio. Sin embargo,
el porcentaje de tales casos que me fueron referidos está
aumentando, y mis pacientes tienden a ser aquellos que
han fallado a responder a otros tratamientos médicos y
psiquiátricos. Mucha gente insensible a años de tales
tratamientos, han sido curados por medio de la oración,
aun cuando ellos no tenían conocimiento de que se
ofrecían oraciones en su nombre.
Cuando se sospecha que fuerza<; ocultas están tra
bajando en la vida de una persona, un prerrequisito pa
ra cualquier tratamiento subsecuente es un examen mé
dico completo. Cualquier persona que se sospeche que
puede estar bajo control demoniaco puede, de hecho,
estar sufriendo de psicosis depresiva, esquizofrenia o los
efectos de otras psicosis orgánicas. La persona puede
sufrir de neurosis aguda; o puede ser a causa de aspectos
ocultos de su personalidad o una imagen del subcon
ciente. Aunque todos esos diagnósticos deben ser trata
dos como desórdenes psiquiátricos, éstos no excluyen el
control demoniaco.
Puede haber enfermedades puramente mentales;
puede haber enfermedad mental junto con control de
moniaco o puede ser control demoniaco exclusivamen
te. La prueba para esto no es la presencia o la ausencia
214
de enfermedad mental, sino más bien si existe o no res
puesta a la oración y a la Eucaristía. Este diagnóstico
debe ser tan preciso como sea posible'!
215
con la cabeza baja, evadiendo todo contacto visual, nadie la
tocaba, y contestaba solo en monosílabos . Mary trató de
orar por sanación interior de las heridas de Mae pero no
progresaba hasta que organizó una eucaristía por la madre
fallecida de Mae y sus antepasados Aztecas.
Durante la Eucaristía los que oraban vieron una ima
gen de Jesús reuniendo una gran multitud de Aztecas cabis
bajos que en su ignorancia, habían practicado los sacrificios
humanos. Durante la Eucaristía, Jesús parecía colocar sus
manos sobre cada azteca hasta que esa persona entendía que
los sacrificios humanos eran un error y se arrepentían. Des
pués de que cada Azteca se arrepintió, subía por una escale
ra que lo llevaba al cielo. Cuando el último de ellos subió,
Mae salió de su estado similar al trance, por primera vez en
diez y ocho años. Comenzó a hablar normalmente, y.pudo
mirar a Mary a los ojos y dejarse tocar. Pudo comunicar una
sola personalidad consistente en lug�r de cinco desintegra
das.
Mary continuó orando por Mae durante los siguientes
cuatro meses por la sanación de las otras heridas que se ocul
taban detrás de la depresión de Mae. Conforme su depresión
desaparecía, Mae empezó a vestirse por sí misma, se hizo
cargo de la cocina y ahora lleva una vida normal. Nótese
que tanto para Mae como para la mayoría de las personas,
la liberación de las influencias del ocultismo necesitan que
se les dé un seguimiento, especialmente la sanación de las
heridas interiores. Con frecuencia pedimos que una persona
que busca oración de liberación sea acompañada por una
persona amiga que le pueda proporcionar tal seguimiento.
El seguimiento después de una liberación del ocultismo
debe hacer énfasis en el poder y el amor de Jesucristo en vez
de la presencia de demonios por todas partes. Las liberacio
nes son frecuentemente seguidas por un periodo de, tenta
ción donde lo maligno trata de regresar haciendo que la per
sona ponga en duda de su nueva libertad. Esa persona pue
de despertarse en medio de la noche y de nuevo sentir una
presencia maligna o experimentar la misma tentación.
216
Cuando estos períodos de tentación lleguen, la persona
debe enfocar el poder de Jesucristo y afirmarlo claramente,
sabiendo que lo maligno no tiene derechos a menos que heri
das no sanadas o pecados repetidos inviten a satanás a vol
ver. Aunque él puede experimentar el deseo de esa vieja ten
tación, tiene nueva libertad para decir "no". La mejor mane
ra de mantener una liberación de lo maligno es ser entrega
do al amor de Jesús. Entre más esté llena la persona del
amor y la Luz de Jesús, menos puede satanás volver a en
contrar un lugar dentro de esa persona. Cuando alguien le
da cabida a lo maligno a través del envolvimiento con gru
pos que practican ocultismo, en general se debe a que esa
persona ha experimentado rechazo y otro tipo de heridas
que lo han llevado a una búsqueda desesperada de un lugar
donde pueda pertenecer. Por lo tanto el ministerio de se
guimiento debe incluir sanación continuada de ·heridas pro
fundas y asociación con una comunidad cristiana muy amo
rosa donde la persona pueda continuar siendo llenada de la
vida protectora de Jesús, especialmente en la Eucaristía. 4
Nuestro libro, Deliverance Praye,;.;. proporciona una guía
más detallada de este ministerio.5
217
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Apéndice D
Bendiciendo 1 ugares
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Por casi dos mil años, los cristianos han peregrinado a
tierra Santa para seguir reverentemente los pasos de Jesús.
Se han levantado iglesias en todos los sitios donde Jesús prac
ticó algún milagro porque hay un sentimiento de que tal lu
gar es sagrado y es un lugar especial para orar para que tales
actos continúen ocurriendo en la actualidad. Por siglos la
iglesia también ha bendecido otros lugares por ser sitios es
peciales de la actividad de Jesús. La Iglesia bendice todo,
desde templos hasta barcos y hasta los campos en días de ro
gativas.
Los lugares no sólo pueden ser bendecidos sino también
profanados. La profanación ocurre a través de actos de
ocultismo o a través de una muerte sin amor como cuando la
sangre de Caín profanó la tierra (Gen 4: 10). Jesús frecuente
mente pasó por el basurero de Jerusalen. Gehenna en el
valle de Hinnom, que los paganos profanaron mediante el
sacrificio de sus hijos. Este lugar podía hacer que un Judío
estuviera sucio. Todos reconocían el mal que existía en ese
lugar, así que Gehenna se convirtió en la imagen del infier
no (Mat 5:22). Hoy en día en Dachau donde los Judíos fue
ron torturados en forma experimental y luego arrojados a los
hornos crematorios, hay un monasterio de religiosas con
templativas que oran por las víctimas y sus perseguidores
para que un lugar profanado se convierta en un lugar sagra
do del perdón y la sanación de Dios. Cuando una muerte sin
amor ha profanado un lugar, entonces una oración por los
difuntos puede hacer sagrado ese lugar.
221
En Inglaterra, un documental de la BBC-T.V. mos
tró cómo las oraciones por los difuntos pueden camb iar un
lugar. Parte del documental se refería al Reverendo Omand
quien regularmente oraba en sitios donde hubieran sucedido
hechos o accidentes raros o inexplicables. Después de que
bendijo un camino y oró por aquellos que habían sufrido ac
cidentes en esos lugares, éstos se acabaron o disminuyeron.
El lugar ha sido consagrado-protegido por Dios y por la in
tercesión ele los difuntos que han sido llevados a Jesús. En el
curso de la investigación de estos fenómenos para el reporte
de su documental, el equipo de la BBC investigó el pedazo
de carretera propenso a los accidentes entre Charmouth y
Morcom belake en Dorset, en el cual no habían ni curvas pe
ligrosas ni intersecciones ocultas. El Reverendo Donald
Omand bendijo la carretera y oró por los que se habían ma
tado allí, para que recibieran el amor sanador de Jesús. El
equipo de la BBC descubrió que en los seis meses anteriores
a la oración del Reverendo Omand habían habido diez y sie
te accidentes en esa parte del camino y en los seis meses pos
teriores no hubo ni un solo accidente. 1
Esta práctica de bendecir un lugar o un hogar ha sido
repetido por otros con resultados similares. Un centro de te
rapia cristiana descubrió que bendiciendo el cuarto después
de cada sesión de terapia evitaba que el siguiente cliente re
cogiera el miedo, enojo o cualquier otra energía dejada por
el cliente anterior. Si se siente que un lugar o una casa nece
siten ser bendecidos, uno debe seguir tres pasos. Primero,
ministrar a los vivos para que estén totalmente libres para
dar y recibir el amor de Jesús. Segundo, bendecir el lugar
con agua bendita y la tradicional oración de bendición o
cualquier otra oración que se centre en el hecho de cómo el
amor de Jesús sobrepasa todo mal. Tercero, orar por los di
funtos que vivieron o murieron en ese lugar para que se lle
nen con la vida de Jesús y se unan a El en proteger dicho lu
gar. Extienda esta oración a aquellos que hirieron o fueron
heridos por los difuntos. El lugar ideal es la Eucaristía por
222
los difuntos, especialmente si se celebra en la casa. Esta de
be de terminar con una alabanza y agradecimiento por la
presencia de Dios.
Bendiciendo un Hogar
Oremos:
Dios Padre Todopoderoso, te pedimos fervientemente
por el bien de esta casa y sus ocupantes y posesiones, que tu
bendigas y los santifiques, enriqueciéndolos con tu bondad
en todas las formas posibles. Derrama sobre ellos Señor,
rocío celestial abundante para satisfacer sus necesidades
terrenales. Escucha misericordioso sus oraciones y concéde
les sus deseos. En nuestra humilde solicitud dígnate bende
cir este hogar, como e5tuviste feliz de bendecir el hogar de
Abraham, Isaac y Jacob. Permite que tus ángeles de Luz
presidan dentro de estas paredes y vigilen a quienes viven
aquí; por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén
223
Notas
225
Crief a11d Growt/1 (Mahwah, N.J.: Paulisl Pre.55, 1985), especialmente los
capítulos 8 y 9.
12. Michael 13. Russell. "Blessed Are Those Who Mourn," So;oumers
(Enero 26, 1982), 24-26. Russell hace la distinción enl re pena individual y
pena política como sigue: .. La pena política es causada por pérdida siste
mática en lugar de una pérdida individual ....La pena política se caracte
riza por la persistencia de la causa de dicha pena. Es como si alguien muy
íntimo m uriera cada día. El trabajo de pena apropiado debe no sólo apli
car el proceso de resolver la pena del grupo de individuos-dehe eliminar
la causa del dolor persistente. Para resolver exitosamente la pena política,
un cambio político debe acompañar el proceso del trabajo sobre tal pena".
13. Joanna Macy, Despair a11d Perso11al Power in the Nuclear Age
(Philadelphia: New Society Publishers 1983).
14. Harriel Sarnoff Schiff, The Beareaved Parent ( 1ew York: Pen
guin Rooks . 1977), 16.
15. Phoebe Cranor, ··Crief and Inner Healing" (Pecos, N.M.: Dove
Publications, 1983), Folleto No. 12.
16. Lindemann, op. cit., 198-207. Para una discusión de pena en la
sombra, ver también Larry C. Peppers y Ronald J. Knapp, Motherhood
& Mourning: Perinatal Death (New York: Praeger, 1980), Capítnlo 5,
··shadow e rief'.
17. Judy Tombrink and James Hoff, "D ealing with Grief: A Crowth
Experiencc", cinta de video producida por Creighton University, Omaha,
Ncbraska.
18. ElizabeU1 Kiibler-Ross, 011 Bcath and Dying (New York: Mcmillan,
l 069). Para má� ayuda sobre como trabajar para conquistar una pena, co
tejar R. Scott Sullcnder, Crief & Cro11•th (New York: Paulist Press, 1985).
19. Phyllis Silverman (editor). Helpi11� Each Other i11 Widowltood
(New York: Health Scienoo; 1974), 9.
226
4. Karl Rahner and Johannes Metz, The Courage to Pray (New
York: Crossroad, 1981).
5. Mark Classwell y Edward Fa�hole-Luke (editores), "Ancestor"
Veneration and the Communion of Saints", New Testament. Christiar1ity
jor Ajrica and t11e World (Londres: SPCK, 1974), 209-221. Este artículo
habla del culto a los antepasados practicado por los africanos (más bien
veneración en lugar del culto, reclama el autor), como expresión de su
propio déseo de relacionarse de una manera amorosa con sus difuntos, y
habla de la necesidad de la Iglesia de "dar a la Comunión de Los Santos la
centralidad que el alma de Africa anhela ...
5a. Ochenta por ciento de las citas tanto del Nuevo Testamento como
del Antiguo Testamento son de la versión griega de los Setenta en lugar de
la Biblia Hebrea. Por lo tanto los escritores del Nuevo Testamento estaban
familiarizados con la tradición Macabea de orar por los difuntos. Philip
St. Romain, Catholic Answers to Fur1dame11talists' Questions (Liguori,
Mo.: Liguori, 1984 ), 57.
6. P. W Keppler, Poor Souls in Purgatory (St. Louis: Herder, 1927),
17.
7. La tradición Judía ele orar por los difuntos creció cuando dismi
nuyó el concepto de un gehenna eterno (lugar de castigo después de la
muerte, que más tarde se tradujo como infierno). En la época de Jesús, los
rabinos eran repudiados por el infierno eterno descrito por la literatura
apocalíptica como el Libro de Enoch (?) (164-161 A.C.). El ca�tigo eterno
estaba limitado a unos pocos ca5os de pecado muy notorio (V.g.,
adulterio). Aun los severos Shamaítas reconocieron a un grupo de pecado
res que únicamente sufrirían temporalmente. El Rabino Hillel (60 A.C.-9
A.D.) fúndó una escuela más indulgente que enseñaba que doce meses
eran el castigo máximo para todos menos los pecadores muy endurecidos.
Este límite de un año era generalmente aceptado en el Talmud y midra�h.
Ningún Judío se pensaba que era lo suficientemente malo para esta pena
máxirí1a, así que la recitación del Kaddish para liberar a un alma Judía
del gehenna· estaba limjtado a once meses. A los pecadores en gehenna se
les permitía descansar de sus sufrimientos el sábado y eran ayudados por
los que oraban en la tierra. "Gehi nnon··, The U11ii;ersal }eu;ish E11cyclo
pedia (New York: K lav 1969), Vol. 4, 520-21.
8. "Yizkor," The U11ii;ersal }ewish Er1cyclopedia (New York: Ktav,
1969), vol. 10, 603-604.
9. "Death", The Jewish E11cyclopedia (New York: Funk & Wag
nalls, 1903), Vol. 4,486.
9a. Cuando San Pablo habló de los Cristiano� como "un cuerpo en
Cristo·· él estaba deduciendo de esta idea del Antiguo Tc�tamento que lo�
estudiosos modernos llaman ''personalidad corporativa". Para San Pablo,
el centro de la personalidad corporativa se convirtio en la personalidad de
Jesús y de todos aquellos que estaban unidos entre sí a "un cuerpo". El
concepto de la Comunión de los Santos se derivó de la comprensión de San
Pablo que el cuerpo de Cristo, al igual r¡ue el antiguo grupo social J uc.lío,
incluía -tanto a los difuntos como a los Vi\'QS. Cf. H. Wheder Robinson,
227
Corporate Personality in Ancient Israel (Philadelphia: Fortress, 1964),
25-44 y 58.
10. P.W. Keppler, op. cit., 26.
11. H. Leclercg, DACL 1:68-75. Aun mucho antes, en Acts oj Paul
and Thecla (Capítulo 29), Thecla ora por la hija fallecida de su ama.
12. Wilpert, Die Malereien der Katakomben Roms, pág. 334. Citado
en Keppler, op. cit., 27.
13. Juan Crisóstomo, I Ad. Cor; Hom, XLI, n. 4, P.C. LXI, Col.
361, 362. Cipriano, Ep. 1,2, CSEL, III 466 FF.
14. Tertuliano, De Monag., 10:4; Corp Christ, 2:1043 y 2:1243.
15. Ceorge Maloney, The Everlasting Now (Notre Dame: Ave María
Press, 1980), 65. Este es un buen estudio de puntos de vista actuales sobre
el cielo, el infierno, y el purgatorio. Ver también Robert Ombress O.P.,
Theology oj Purgatory (Butler, Wis.: Clergy Book Service, 1978), 27-53.
16. Eusebio, Lije of Constantine 4:71, CCS 7:147. The Cannon of
Hippolytus, probablemente reflejando las prácticas muy esparcidas del
siglo tercero, ora por los difuntos.
17. Joseph Jungmann, Mass of the Roman Rite (New York: Benziger
Bross., 1959), 441-43.
18. A. Butler, LivesoftheSaints, Vol. l (NewYork: Kenedy, 1956).
19. Santa Teresa de Avila no temía seguir la guía del difunto confesor
Pedro Alcántara, quien en una visión le dijo que no se comprometiera con
el Alcalde quien quería que el Nuevo Convento de San José tuviera dote en
lugar de no tener ninguna entrada como Teresa prefería. Teresa estaba a
punto de ceder, pero la visión la hizo mantenerse firme hasta que el alcal
de cedió. Cf. Mary Donze, Teresa of Avila (Ramsey, N .J.: Paulist, 1982).
Ella también vio a su benefactor Bernardino D'Mendoza sufriendo en el
purgatorio y luego siendo liberado en su misa. ¿Nuestro miedo al espiri
tualismo está impidiéndonos ver lo que Jesús nos dice a través de los difun
tos.
20. P.W. Keppler op. cit., 89.
21. Para un estudio del cambio en la tradición sobre el purgatorio,
cotéjese Robert Ombres, 0.P, op. cit., 66. Para ver cómo integrar la nueva
escatología a la oración, ver el excelente libro de George Maloney, Death,
Where is Your Sting? (NewYork: Alba House, 1984).
22. Walter Abbott, S.J. (Editor), The Documents of the-Vatican II
(New York: Cuild, 1964), "Dogmatic Constitution on the Church (LU
MEN Centium)", 81-84.
22a. Richard McBrien, Catholicism (Study Edition), (Minneapolis:
Winston, 1981),1144-45.
23. Muchos de los místicos vieron el purgatorio como un Jugar de sa
nación (hospital) en vez de castigo (prisión). Por ejemplo, Santa Catalina
de Génova vio el purgatorio como un estado de gozo escogido libremente
por un alma para ser sanada de todo aquello que bloquea el amor de Dios.
"No hay mayor gozo, salvo el del paraíso, gue pueda ser comparado algo
zo de las almas del purgatorio. Este gozo aumenta día a día por la forma
en �ue el amor de Dios corresponde al alma, ya ci ue el impeclimiento a ese
228
amor se borra diariamente. Este impedimiento es la herrumbe del peca
do. Al irse consumiendo el alma está más y más abierta al amor de Dios"
Cf. George Hughes (Traducido), Catherine ofGenoa: Purgation and Pur
gatory (Ramsey, N.J.: Paulist, 1979), 72.
24. Raymond Moody, Lije After Lije (New York: Bantam, 1977),
18-22.
25. Juan Crisóstomo, Hom. 3 en Ep. ad Phi!., n. 4.
26. Joseph Jungmann, op. cit., 443.
27. Serge Bulgakov, The Orthodox Church (Londres: Centenary
Press, 1935), 208-09. Para tener una hermosa sinopsis de la creencia orto
doxa de orar por los difuntos, Cf. Kallistos Ware, "One Body in Christ:
Death and the Communion of Saints", Sobomost, vol. 3, No. 2 (1981),
179-91.
28. John Wesley, ''A Second Letter to the Author of 'The Enthusiasm of
Methodists and Papists Compared' ", en E.R. Hardy, "The Blessed Dead in
Anglican Piety'', Sobornost, vol. 3, No.2 (1981), 166.
29. John Wesley, ibíd, con citas de Wesley, Works (1830 edit.), IX.
55 y X. 9.
30. The Book oj Common Prayer en la letanía después de la oración
de la mañana para el domingo, miércoles y viernes todavía se usa la ora
ción tradicional por los difuntos, "Señor no te acuerdes de nuestras ofensas
y de las ofensas de nuestros antepasados; tampoco tomes venganza por
nuestros pecados; ten piedad de nosotros oh Señor, ten misericordia de tu
pueblo a quien has redimido con tu Preciosa Sangre".
31. Comisión de Arwbispos sobre Doctrina Cristiana, Prayer and the
Departed (London: SPCK 1971), 20.
32. Dr. Kenneth McAll, Healing the Famíly Tree (London: Sheldon
Press, 1982).
33. Car! Jung, Psychology and Religion: East and West, Vol. XI,
pág. 414, en The Collected Works oj Carl Gustav Jung, editor Sir Herbcrt
Read, y otros, trad. R.F.C. Hull (Princeton: Princeton Univ. Press, 1967).
34. Carta Personal del Dr. Kenneth McAll, Agosto 20, 1984.
35. Fiodor Dostoyevski, The Brothers Karamazow, traducido del ru
so por Constance Garnett (Chicago: Enciclopedia Británica 1952), Great
Books LII, 26.
229
5. ¿Y del Infierno qué? Orando por Grandes Pecadores
230
6. Kenneth McAII, Healing the Family Tree (London: Sheldon,
1982).
7. Kenneth McAII, "Ritual Relieved Phantom Pain", J. of Christian
Healing, Vol. 5, No. l (1983), 54.
8. Kenneth McAII, Healing the Family Tree, op. cit., 12-15 y la intro
ducció11 no publicada.
9. William ]ohnston, The Mirror Mind: Spirituality and Transjorm
ation (New York: Harper & Row, 1981), 135.
10. Madeleine L' Engle, A Swiftly Tilting Planet (New York: Dell,
1979). Ver también dos novelas por Charles Williams que pre;entan en for
ma ficcional la realidad del mundo espiritual y cómo éste choca con
nue.tro mundo, especialmente a través de nuestra relación continua c.-on
los difuntos. All Hallow s Eve (Grand Rapids: Eerdmans, 1948) y Descent
Into Hell (Grand Rapids: Eerdmans, 1937).
11. El Dr. Kurt Koch a través de su trato con cientos de casos de ocul
tismo también ve a la influencia del ocultismo como heredada y recomien
da altamente la Eucaristía. Cf. Kurt Koch, Christian Counseling a11d Oc
cultism (Grand Rapids: Kregel, 1972), 332.
12. George Ritchie y Elizabeth Sherril, Return from Tomorrow
(Grands Rapids: Zondervan, 1983).
231
ño no bautizado no implica una falta personal o el librarse de castigo. Santo
Tomás de Aquino, Comentario sobre las sentencias, 11, d. 33, q. 2.
6. Para un breve resumen de la evolución histórica del limbo, cf.
Sacramentum Mundi, "Limbo", Peter Gumpel (New York: Herder & Her
der, 1968), III: 318. Ver también Edmund Fortman, Everlasting Lif Ajter
Death (Ne\V York: Casa Alba, 1977), capítulo 7, "¿Hay un limbo para in
fantes?", especialmente las págs. 143-155.
7. "No ha sido encontrada una prueba oficial de la exi�tencia del lim
bo por parte de la Iglesia". "Limbo", New Catholic Encyclopedia, vol. 8,
págs. 762-765. Ver también Fortman, op. cit., 150.
8. J.T. Ryan entrevistado por Monika Hellwig, "Life After Death",
Sign (Abril 1979), 35.
9. Austin F1annery, O.P. (ed.), Vatican Council Il: The Conciliar
and Post-Conciliar Docwnents, "The Church", Ila: 16; "The Church in the
Modern World'', Parte 1, 1: 22.
10. New Catholic Enct1clopedia, vol. 8, 763; Fortman, op. cit., 153.
Un ejemplo de deseo de bautismo suministrado por la familia es la de Santa
Perpetua, quien tuvo una visión de su hermano Dinócrates, quien había
muerto a la edad de siete años. Dinócrates se le apareció sin poder beber de
una fuente, la cual Santa Perpetua convirtió en una fuente de bautismo.
Ella oró diariamente por Dinócrates, por consiguiente tuvo otra visión en la
que su hermano aparecía feliz, sanado de la enfermedad que había llevado
en vida, pudiendo beber de la fuente eterna. Cf. E.C.E. Owens, Some
Authentic Acts oj the Early Martyrs (Londres: SPCK, 1833), págs. 82-84.
11. Sacramentum Mundi, op. cit., 318.
12. Fortrnan, op. cit., págs. 148-149.
13. Santo Tomás de Aquino, Summa Teol6gica, 11-II, q. 83, a. 5,
ad l.
14. Omaha World Herald (Noviembre 17, 1982), 1 y 3.
15. "Cuando el feto no es escuchado", Medica[ World News, Abril
10, 1970, págs. 28-29; A.W. Liley, "El feto como una persona", Aust.
N.Z.]. Psyclíiatry, vol 6, No. 99 (1972), págs. 99-105; Lester W. Sontag y
Robert F. Wallace, "El movimiento como respuesta del feto humano al
sonido estimulante", Child Dev., vol. 6 (1935), págs. 253-258.
16. Liley, op. cit., 102.
17. lbíd., págs. 101-102; E. Blechschmidt, "El ser humano desde
muy temprano", en Hilgers, Horan y Mali (eds,), New Perspectives 011
Human Abortion (Frederick, Md.: University Publications of America,
1981), 23; John T. Noona, Jr., "La experiencia del dolor por el no nacido",
en Jeff Lane Hensely (ed.), The Zero People (Ann Arbor: Servant Books,
1983), págs. 141-156.
18. Chester B. Martín, Jr., "Estados de la conducta en el feto humano",
J. Reprod. Med., vol. 26, No. 8 (Ag�o 1981), págs. 425-432; R.S.G.M.
Bots, et al., "Observación de movimientos en el féto humano: D etección
en el útero vía ultrasonído", Early Human Dev., 5 (1981), págs. 87-94;
Modern Medicine Marzo 23, 1970), 43.
19. Liley, op. cit., 101.
232
20. David K. Spelt, "El condicionamiento del ser humano en el útero",
J. &perimental Psychology, vol. 38. No. 3 Guruo 1948), págs. 338-346.
21. Frank Lake, Tight Corners in Pastoral Counseling (Londres:
Darton, Logman & Tood, 1981), págs. 2 y 36.
22. Citado en Morton Kelsey, Ajterlije: The Other Side oj Dying
(Ramsey, N.J.: Paulist, 1979), págs. 106-107. Ver también Linda Mathi
son, "Memorias del nacimiento: ¿Recuerda su niñez?" Móthering (Otoño
1981), págs. 103-107. La señora Mathison describe numerosos ejemplos de
niños pequeños quienes recordaron experiencias prenatale; y del naci
miento, sin intentar explicar los mecanismos de semejantes memorias.
23. Chicago Tribune, "Embryos Can Remember, Therapist Says"
(Noviembre 1, 1978); Andrew Feldmar, "La conciencia de la embriolo
gía: ¿Qué es un embarazo normal?" en David Mall y Walter Watts (eds.),
The Psyéhological Aspects of Abortion (Washington, D.C.: University
Publications of America, 1979), págs. 15-24.
24. Frank Lake, op. cit., capítulo 2, "Counselign in the Presence of
Primal Pain", págs. 14-37.
25. David B. Cheek, "Ejemplos de desajustes relacionados aparente
mente al imprimirse en el nacimiento", Am. J. Clinical Hypnosis, vol. 18,
No. 2 (Octubre 1975), págs. 75-82; R. Gaddini, "Estados tempranos y psi
cología n eonatal", en L. Carenza y L. Zichella (eds.}, Emotion and
Reproducti011 (Londres: Academic Press, 1979), págs. 1076-1078.
26. Robert MacDonald, M.D., Memory Healfog (Atlanta: RLM Mi
nistries, 1981), págs. 34-36.
27. Antonio J. Ferreira, "Factores emocionales en el medio ambiente
prenatal", J. Nervous ans Mental Disease, vol. 141, No. 1 (1965), págs.
112-113; Ashley Montagu, Lije Bejore Birth (New York: Signet, 1965),
págs.
· 156-171.
28. Thomas Verny, Sec·ret Lije oj the Unborn Child (New York:·
Surnmit, 1981), págs. 87-88.
29. Verny, op. cit., 76.
30. Montagu, op. cit.• 152.
31. Lester W. Sontag, "Determinaciones prenatales de la conducta
postnatal" en Harry Waisman y George Kerr (eds.), Fetal Growth and
Development (New York: McGraw-Hill, 1970), págs. 267-268.
32. Dimity B. Carlson y Richard C. Labarba, "Emoción maternal
durante el embarazo y consecuencias reproductivas: Un repaso de la Lite
.ratura", Int. J. Behavioral Dev., 2 (1979), págs. 343-376.
33. Lester Sontag, "El significado de las diferencias del medio am
biente fetal", Am. J. Ob. and Gyn., vol. 42, No. 6 (Diciembre 1941),
págs. 1000-1002; Carlson y Labarba, op. cit., Antonio J. Ferreira, op.
cit., 112; Elizabeth K. Turner, "El síndrome en el infante como resultado
de una tensión durante el embarazo", Med. J. Australia (Febrero 11,
1956), págs. 221-222.
34. D.H. Scott, "Estudio de seguimiento desde el nacimiento de los
efectos de las enfermedades prenatales", Develop. Med. Cliild. Neurol.,
15 (1973), págs. 770-787.
233
35. Vcrny, op. cit., 48.
36. Charles Spezzano, "Psicología prenatal: Embarazo con pregun
tas", Psychology Today, Mayo 1981, 'págs. 49-57. Otros estudios han in
vestigado una variedad de formas en ras que las influencias prenatales
pueden afectar posteriormente la vida. Cf. Antonio J. Ferreira, "La acti
tud emocional de las mujeres embarazadas y su reflexión sobre el recién
nacido", Am. J. of Orthopsychiatry, 30 (3), Julio 1960, págs. 533-561;
Sarnoff A. Mednick, "Colapsos en individuos con alto riesgo de es
quizofrenia: Posibles factores de predisposición peri natal", Mental Hy
giene, 54 (1), Enero 1970, págs. 50-63; Sarnoff A. Midnick, "Defectos del
nacimiento y esquizofrenia", Psychology Today, 4 (11), Abril 1971, págs.
48-50, 80-81; Melvin Zax, et al., "Consecuencias en el nacimiento en la
descendencia de las mujeres con desorden mental", Amer. J. Orthopsy
chiatry, 47 (2), Abril 1977, págs. 218-230; Alex J. Crandon, "Ansiedad
maternal y complicaciones de obstetricia", J. of Psychosom.. Res., 23,
1979, págs. 109-111; Matti O. Huttenen y Pekka Niskanen, "Pérdida pre
natal del padre y desorden psiquiátrico", Arch. Gen. Psychiatry, 35, Abril
1978, págs. 429-431; Lester W. Sontag, "La guerra y la relación feto-ma
ternal",'Marriage and Family Living, 6 (1), Invierno 1944, págs. 3-4, 16;
Medica[ World News, "Cambios de forma en el juego de hormonas prenata
les", Marzo 31, 1980, pá�. 35-36; Cian-Paolo Ravelli, et al., "Obesidad en
los hombres jóvenes después de pasar hambre en el útero y en la infancia
temprana", N.E.]. oj Med:, 295 (7), Agosto 12, 1976, págs. 349-353.
37. Verny, op. cit., págs. 22-23.
38. Clifford Olds, "Fefal Response to Music", PPPANA News, No. l.
(Abril 1984), 2.
39. Verny, op. cit., págs. 46-49; Francis MacNutt, "Prayers for the
Unborn Child", Charism.a { 1oviembre 1983), págs. 24 y 28-31.
40. S.N. Bauer, "La ciencia del Tacto y del Sentimiento tiene gran
importancia para el pre-nacido", SI. Cloud Visitar, vol. 71, No. 24 (No
,·iembre 11, 1982), págs. 1 y 11. Ver también Conrad W. Baars, M.D.,
Feeling a11d Healing' Your Emotiom (Plainfield, N.J.: Bridge, 1979),
pá�.
· 81-84.
41. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-II, q. 81, art. l y 2.
42. John y Paula Sandford, Restoring tlie Christian Family (Plain
jield, N.J.: Bridge, 1979), pdgs. 128-129.
43. Metropolitan Antl,ony of Surozli, "El sufrimiento y muerte de
los niños", Ea.stem Churclies Review, vol. 8, No. 2 (1976), llO.
44. P.F.H. Giles, "Reacciones de la mujer ante la muerte peri natal",
Aust. N.Z.J. Obstet. Gynaec., 10 (1970), págs. 207-210; Karen Kowalski
y Watson A. Bowes, Jr., "La responsabilidad de los padres con el bebé na
cido muerto", Contemporary Ob/Cyn, 8, (Octubre 1976), págs. 53-57;
John Kennel, Howard Slyter y Marshall H. Klaus, "La responsábilidad de
los padres por la muerte de un recién nacido", N.E.J. Med., vol. 238, No.
7 (Agosto 13, 1970), págs. 344-349.
45. Theresa M. Stepany, "Abortos tempranos: ¿Son los bastante rá
pidos como para disminuir el dolor?" RN Magazine (noviembre 1982), 89.
234
46. Larry B. Peppers y Ronald J. Knapp, "Reacciones maternales
por la muerte involuntaria de un bebé-fetal", Psychiatry, 43 (Mayo 1980),
págs. 155-159.
47. Pepper� y Knapp, Motherlwod a11d Moumig, op. cit.
48. lbíd, págs. 19-22.
49. Jack M. Stack, "Aborto espontáneo y aflicción'', Am. Family
Physicia11, vol. 21, No. 5 (Mayo 1980), págs. 99-102; Robert T. Corney y
Frederick T. Horton, Jr., "Aflicción pafológica posterior a un aborto es
pontáneo", Am. J. Psychiatry, vol. 131, No. 7, Julio 1974, págs. 825-829.
50. Marshall H. Klaus y John H. Kennell, Parent-lnfant 8011ding
(St. Louis: C.V. Mosby, 1982), 264.
51. Harriet Sarnoff Schiff, The Bereaved Parent (New York: Pen-
guin, 1977). págs. 33-35.
52. Kennel y Klaus, op. cit., 265.
53. Schiff, op. cit., 79.
54. lbíd, 90.
55. P eppers y Knapp, op. cit., 29; Elizabeth K. Best, "Aflicción en
respuesta a una pérdida prenatal: Un argumento para la más temprana
unión prenatal .., Dissertation Abstracts International, vol. 42', No. 6 (Di
cien\bre 1981); Machelle Scibel y William L. Graves, "La implicación
psicológica por el aborto espontáneo", J. Reprod, Med., vol. 25 No. 4
(Octuóre 1980), págs. 161-165.
56. TerrySelby, M.S.W. , "Agonizing Aftermath of Abortion". Dis
curso sobre la vida pronunciado a los ciudadanos de Minnesota en la Con
vención Estatal de 1984.
57. Ian Kent, et al., Resultado emocional por el aborto elegido", BC
Me.ti.]., vol. 20, No. 4 (Abril 1978), págs. 118-119. Ver también Jan Kent
y William Nicholls, "Aflicción en la mujer después del aborto: ·un reporte
clínico", World Journal of Psychosy11thf!-Sis, vol. 13, No. 14 (Otoño-Invier
no 1981), págs. 14-17.
58. Jesse O. Cavenar, AJlan Am Maltbie y John L.Sullivan, "Con.se
cuencias del aborto: Aniversario depresivo y dolor de vientre", Bull of the
Me1111inger Clinic, vol. 42, No. 5 (1978), págs. 433-438; R.F.R. Gardner,
Abortion: The Personal Dielmma (Grand Rapids: Eerdmans, 1972), capí
tulo 23, "Resultados mental y espiritual del aborto", págs. 201-211; Nadia
B. Gould, "Reacciones depresivas posteriores al aborto en la Universidad
femenina", J. oj the Am. College Health Assoc., vol. 28, No. 6 Quruo
1980), págs. 316-320; Francis J. Kane, Jr. y John A. Ewing, "Terapéutica
del aborto-Quo Vadimus", Psychosomatics, 9 GuJio-Agoslo 1968), 'págs.
202-207; R. Kumar y Kay Robson. "Causa previa al aborto y depres1ón
anti-natal en la primeriza: Reporte preliminar de un examen de salúd
mental en la embarazada", Psychological Medicine, 8 (1978), págs. 711-715.
David Mali y Walter F. Watts, The Psychological Aspects oj Ahortion, op.
cit., Myr e Sim, "El aborto y la psiquiatría", Br Med ], 2 Oulio 20, 1963),
págs. 145-148; Jean G. Spaulding y Jesse O. Cavcnar, J r., "Psicosis poste
rior a la terapia del aborto", Am. J. Psuchiatry, vol. 135, No. 3 (Marzo
1978), págs. 364-365; Terry Selby, op. cit. Ver también Nancy Buckles,
235
"El aborto: Una técnica para trabajar mediante el dolot', CoUege Heolth,
vol. 30 (Febrero 1982), pág;. 181-182. No obstante, el autor reconoce pocos
efectos negativos después del aborto, ella admite que algunas mujeres se
"estancan" y describe una técnica para ayudar a resolver los sentimientos
negativos. Su técnica incluye pasos para centrar la atención en el niño
abortado, establece algunas remembranzas positivas del suceso y entonces
se dice adiós al niño. Estos pasos son atractivos, como nuestros propíos pa
sos de la oración dados en este capítulo. La diferencia está en que la seño
rita Buckles parece ver al niño como una parte del mundo interno de la
madre (no obstante una parte con la que necesita reconciliarse) más que
como un ser separado con vida quien necesita de Jesús y de nuestra salud y
amor reconciliador.
59. Mary Meehan, "Bebés tristes", Catl1olic Twin Circle (Agosto 14,
1983), 4; Christian Lije, vol. 46, No. 9 (Enero 1985), 49.
60. Citado en George Maloney, Death, Where Is Your Sting? op.
cit., 78.
61. Arthur Kornhaber, "Una historia emocional de los abortos de
tres mujeres", en James T. Burtchaell, Abortion Parl ey (New York:
Andrews & McMeel, 1979).
62. Por ejemplo, los doctores Robert Weil y Car! Tupper estudiaron
a 18 mujeres quienes habían tenido tres o más abortos consecutivos. A es
tas mujeres les fue dada píscoterapia semanaT durante un embarazo subse
cuente, quince obtuvieron exitosamente un niño, indicando que la terapia
para daños emocionales puede interrumpir un hábito de aborto espontá
neo. Robert J. Weil y Car! Tupper, "Personalidaél, situación en la vida y
comunicación: Un estudio del aborto habitual", Psychosom. Med., vol.
22, No. 6 (1960), págs. 448-457. Ver también F1anders Dunbar, "Un en
foque psicosomático del aborto y de su hábito", en Harold Rosen (ed.),
Ab()rtion in America (Boston: Beacon Press, 1967), págs. 22-31; Dan C.
Hertz, "Rechazo de la maternidad", Psyc1wsomatics, 14 Gulio/Agosto
1973), págs. 241-244; L. Kaij, A. Malrnquist y A. Nillson, "Aspectos psi
quiátricos del aborto espontáneo-U. La importancia de la aflicción, la
unión y la neurosis en la vida temprana", J. Psychosom. Research, 13
(1969), págs. 53-59; M. Bourgeois y D. Labrousse, "Abortos provodados y
abortos espontáneos: Aspectos psicopatológicos relacionaos en una
muestra preliminar de 411 cuestionarios sobre embarazo interrumpido",
Ann. Med. Psuchol. (París), vol. 2, No. 2 Oulio 1975), págs. 339-366;
Yu-Mei Chao, "Un autoconcepto del aborto habitual duranle el curso de
un embarazo exitoso", Maternal-Child Nursing ]., vol. 6, No. 3 (Otoño
1977), págs. 16.'5-175.
63. Kent y Nicholls, op. cit., "Exploraciones adicionales de estos sen
timientos en la mayoría de los casos condujo al descubrimiento de que ca
da conducta autodestructiva había llegado a través (hasta entonces in
consciente) de una identificación éon el rechazo de la mujer a ser madre,
quien tenía su propio inconsciente, o en algun� casos casi conscientemen
te, deseando abortar a su hija. Las más tardías habían introducido estos
deseos infanticidas de su madre, y habían actuado por identificación, y
236
actualmente coruiguen abortar a sus propios niñoo. De esta forma, ef feto
comprendió simbólicamente, mientras ella se identificaba con el papel de
su madre. Se observó que una parte de las mujeres había tenido múltiples
abortos. En vista de su propio nivel de inteligencia y educación, y dispues
tas a aprovechar el significado del control de su nacimiento, se ha de
concluir que ellas tuvieron experiencias compulsivas a embarazarse,
logrando ese estado para volver a representar la misma identificación con
los abortos de su madre. De esta manera, los múltiples embarazos que
conducen a un aborto podría ser interpretados como una forma fracciona!
de suicidio a través del mecanismo de identificación. Algunas de estas mu
jeres experimentaron fantasías suicidas o se implicaron en repetidos acci
dentes que las lastimaron, apenas escapando a la muerte en más de una
ocasión. Mientras que no puede ser comprobada que esta conducta apare
ce universalmente en los casos descritos, su frecuencia fue bien comproba
da para ser significativa y para alertar a los psiquiatras sobre la posibili
dad de que cada mujer pueda estar en ese riesgo" (15).
64. Terry Selby, op. cit.
65. Arthur B. Shostak, Gary McLouth y Lynn Seng, Men and Abor
tum (New York: Praeger, 1984), pá�. 16, 40-42, 105-111, 117, 122, 252-
253. Como consejo de fuentes para la importancia del dolor en los hombres
involucrados en el aborto, los autores citan a Arthur y Libby Colman,
Earth Father, Sky Father: The Changing Concept of Fathering (Engle
wood Cliffs, N.J.: Prentioe Hall, 1981), 128, y los consejos del psicólogo Ar
nold Medvene, quien dice que el aborto es "una experiencia de muerte inne
gable, una experiencia de pérdida, y una experiencia de separación con
grandes efectos para todos. Si todo se logra bloquear y no se resuelve, hay
peligro de tener un impacto dramático y destructivo en las relaciones". Ver
también a John Leo, "Compartiendo la aflicción por el aborto", Time (Sep
tiembre 26, 1983), 78, para una discusión de Men and Abortion.
66. Kenneth McAll, Healing the Fámily Tree. op. cit.
67. Carta personal del doctor Kenneth McAll, agosto 20, 1984.
68. "Anorexia: La 'enfermedad de inanición' epidémica". U.S. New &
World R ep ort (Agosto 30, 1982), pá�. 47-48; Cherry Boone O' Neill, Star
vingfor Attention (New York: Dell, 1983).
69. Linda Bir Francke, The Ambivalence of Abortion (New York:
Dell, 1979).
70. Theresa Stephany, op. cit., Cathy C. F1oyd, "Embarazo después
de un fraca�o reproductivo", Am. J. oj Nursing, vol. 81, No. 11 (Noviembre
1981), págs. 2050-2053; Emanuel Lewis y Ann Page, "El fracaso de la aflic
ción por un bebé nacido muerto: Una catástrofe prevista", Br. J. Med. Psy
clwl., 51 (1978), págs. 237-241.
71. Peppers y Knapp, op. cit., pá�. 131-135; Floyd, op. cit.
72. Albert C. Caín, et al., "Los disturbios en los niños como reacción
por el aborto de sus madres", Psychosom. Med., vol. 26, No. l (1964), págs.
58-66; Kennel y Klaus, op. cit., págs. '1:16-277; Schiff, op. cit., págs. 83-99;
Philip Ney, ''Una consideración sobre los sobrevivientes del aborto", en Jeff
Lane Hensley (ed.), The 'Zero neople (Ann Arbor: Servant, 1983), págs.
123-138.
73. Ca.in, et al lbert'Cain, Irene Fast y Mary Erickson,
237
"Los disturbios en los niños como reacción por la muerte de un 'sibilino'
(nomo)" Am. J. oj Orthopsychiatry, vól. 34, No. 4 Qulio 1964), págs.
741-752..
74. Kennell y Klaus, op. cit., pá�. 276-277.
75. Idem.; ver también Schiff, op. cit., págs. 83-100, donde ella descri
be su estudio sobre sibilinos (nomos) sobrevivientes, quienes podrían no re
cordar una interacción positiva con sus parientes durante el periodo posterior
en el que su hermano o hermana murieron.
76. Para las reacciones de pesar en los niños de diversas edades, cf.
Judy Tombrink y James Hoff, "Relaciones con un doliente: Una experiencia
progresiva".
77. Marion Osterweis, Frederic Solomon y Morris Green (eds.), Bere
avement: Reactions, Conseq11ences arul Care �ashington, D.C.: National
Academy Press, 1984), págs. 99-141 y 284-285. Reporte de un estudio por el
National Institute of Medicine.
78. Tbíd.
79. Philip Ney en Hensley, op. cit. , 125, comenta una narración de
un paciente la cual es una evocación del apego de Julie a sus muñecas: "A
los siete años de edad reportó un sueño en el que tres sibilinos (gnomos) se
fueron a jugar con él en un banco de arena. Mientras jugaba, los bancos
de arena se derrumbaron y por consiguiente sus tres sibilínos (gnomos)
quedaron enterrados. El no pudo decirme quienes eran ellos pero sabía
que eran sus hermanos y/o hermanas. Su madre admitió tres abortos tem
pranos, pero insistió en que su hijo no pudo haberse enterado".
Conclusión
l. Maurice Zundel, The Splendor of the Lit11rgy (New York: Sheed and
Ward, n.d.)
238
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