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Universidad Adventista del Plata

Escuela de Graduados
Maestría en Teología
DIVORCIO: UNA REALIDAD CADA VEZ
MÁS FRECUENTE EN LA IGLESIA
Ensayo
William Castañeda Soriano
Enero 2014
Dentro de las problemáticas sociales actuales las cuales se introducen dentro de la
iglesia, el divorcio no es la excepción. El divorcio nace como parte de la experiencia de
la naturaleza caída del hombre con consecuencias nefastas en diversos ámbitos. Las
cifras varían según los registros e investigaciones por lo que se hace complejo encontrar
una cifra exacta. Pero lo que sí se sabe es que los números de divorcios crecen cada día
en todo el mundo. Aumentan las estadísticas de divorcios en el mundo entero y muchos
son los que entran en este vínculo y salen rápidamente de él, pero ¿Cuáles factores son
los que propician esta realidad?, ¿Por qué el estado del matrimonio es tratado como un
asunto en el que se puede acceder y salir como de un edificio? ¿Quiénes son los más
afectados de esta triste realidad? y ¿Qué tan permeada se encuentra la Iglesia Adventista
con este problema? Las anteriores preguntas se generan de la preocupación de ver cómo
el problema del divorcio ha venido presentándose con mayor frecuencia dentro de la
Iglesia Adventista. Son preguntas complejas las cuales no se pretenden responder en el
presente ensayo. Tampoco de hacer un rastreo histórico bíblico del divorcio. El
propósito del mismo, es resaltar algunos conceptos de autores cristianos acerca del
divorcio, consejos de esperanza para la restauración, presentar de una manera no
exhaustiva algunos lineamientos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día pronuncia
acerca del divorcio y finalmente esbozar la importancia de usar todos los medios
posibles con la dirección del Espíritu Santo para detener hasta donde sea posible el
divorcio en la iglesia.
En la literatura abundan los consejos, realidades y definiciones acerca del divorcio. Es
tan frecuente el divorcio hoy día, que el proceso de disolución del matrimonio se ha
convertido en casi una rutina común de una manera muy rápida. Así lo pone de
manifiesto una escritora citada por Salvador Negrín en su libro Divorcio no es la
solución: “primero viene el William Castañeda S.
amor, después el matrimonio, más tarde las peleas interminables y, finalmente, el
divorcio”1.
Se ha convertido en casi un negocio el problema del divorcio, por ejemplo, en los
portales de
publicidad abundan grupos empresariales especializados ofreciendo servicios de
asesoramiento para los trámites necesarios de un divorcio. Por consiguiente, frente a
este
acrecentado problema social pueden surgir preguntas como, ¿Cuáles deben ser las
razones
morales que una pareja debe tener en cuenta a la hora de decidir por el divorcio? ¿Son
las
incompatibilidades una razón de peso? o quizás ¿la muerte del amor como muchos así
lo
manifiestan? Dejando la Biblia a un lado existen muchas razones para el divorcio, sin
embargo, el interés del presente escrito es resaltar lo que Dios enseña en su Palabra.
Muchos
autores aportan diversos materiales lejos de una cosmovisión bíblica cristiana acerca del
tema. Por ejemplo, Elena Sparvieri menciona, “Es difícil predecir quienes deberían
casarse y
quienes no, cuáles son los matrimonios que están destinados al fracaso y cuáles los que
conocerán la felicidad”2 No obstante, la Biblia enseña que todos los seres humanos están
predestinados a la felicidad en Cristo Jesús (Efesios 1:3-13) y también deja claro, cuáles
son
los aspectos necesarios a tener en cuenta a la hora de la elección de la pareja. La autora
continúa diciendo:
La pareja cuya interacción es negativa3 ya no comparte un interés o un terreno en
común…éste estado es tan absorbente y la alienación y la frustración impiden la
relación a tal punto que, aunque el divorcio nunca es deseable en términos absolutos,
cuando se llega a esta situación seguramente es los mejor para los hijos, siempre y
cuando la tarea de padres sea compartida de manera razonable, teniendo en cuenta el
interés de los menores.4
Otro ejemplo, es en el que se presenta una lista precisa de causas validas de divorcio
indicadas por Monseñor Pierre L´huillier, obispo de Queroseno (ortodoxo). Aparte de
los
casos que resulten de la porneia, (fornicación) o de actos inmorales similares, expresa
que en
la lista están los siguientes otros casos:
1) Impotencia física. Esta capacidad sólo se toma en consideración si resulta de una
enfermedad contraída antes del casamiento. 2) La desaparición de uno de los
cónyuges en el supuesto de que haya fundadas sospechas de que ha muerto. Sin
embargo, en estricto derecho, un eventual matrimonio subsiguiente corre el riesgo de
verse anulado si se confirma que el cónyuge presunto fallecido vive. 3) La profesión
monástica (El consentimiento del cónyuge se considera como muy deseable) y 4) La
promoción al episcopado de un sacerdote casado (Es una condición estrictamente
requerida).5
No es el propósito desmeritar investigaciones y documentos publicados por
diferentes autores, lo que se pretende es, resaltar y contrastar las diferentes
concepciones
1 Negrín, Salvador. El Divorcio no es la solución, (Estados Unidos: Editorial Betania, 1994), 41
2 Sparvieri, Elena. El Divorcio. Conflicto y comunicación en el marco de la mediación, (Buenos Aires.
Argentina: Editorial Biblos, 1997),13
3 El énfasis es nuestro
4 Sparvieri, Elena, 14
5 Bernhard, Jean y otros autores. Divorcio e indisolubilidad del matrimonio, (España: Editorial Herder S.A,
1974), 155, 156
que pueden surgir frente al tema del divorcio cuando no se ven a la luz del propósito de
Dios para con el matrimonio.
El matrimonio es un ideal de Dios. La Biblia es enfática en esto y así lo da por
sentado. Sus consejos y principios a favor del matrimonio son muchos. En una de sus
cartas,
Elena de White refiriéndose al asunto de un divorcio dice, “Dios indicó una sola causa
por la
cual una esposa pueda abandonar a su esposo, o éste pueda dejarla a ella, y fue el
adulterio.
Esta causa debe considerarse con oración”.6 Y razón tiene al decir que éste es un asunto
que
la iglesia debe tratar con mucha oración, porque la iglesia de Cristo ha sido llamada a
ser
instrumento de reconciliación no de destrucción (2 Corintios 5:17-19; Isaías 61:1-3). En
otro
escrito de la misma autora, se declara firmemente la misma razón bíblica para la
disolución
del matrimonio, “Sólo un pecado, el adulterio, puede hacer al esposo o a la esposa libres
del
voto matrimonial a la vista de Dios”7. Sin embargo, cuando el divorcio se hace
necesario,
siguiendo los principios bíblicos y guiados por el Espíritu Santo para tal decisión, se
convierte muchas veces en un medio de restauración y bendición para las partes
afectadas.
David Hormachea lo cita así,
Es evidente que el divorcio nunca estuvo en la planificación divina para la familia. Sin
embargo, es un medio que cuando se usa dentro de los parámetros bíblicos brinda la
posibilidad de restauración a quienes tienen una relación matrimonial destructiva.8
Ahora, el divorcio afecta no solo a los cónyuges involucrados, este problema se
extiende a los hijos (si los hay), a la familia, iglesia, amigos y conocidos. Y contestando
a una
de las preguntas iniciales acerca de quiénes son los más afectados en el proceso de un
divorcio, Josh McDowell comentando acerca de la devastación del divorcio dice,
Uno de los grandes temores de muchos niños y adolescentes es la pérdida de un
padre por divorcio – y con buenas razones, porque un 50% de todos los
matrimonios acaban en divorcio: ¿Queréis que continuemos en nuestra dolorosa
relación por causa de vosotros?, la respuesta es casi universalmente: ¡Sí, queremos!
Los jóvenes de hoy quieren formar parte de una relación familiar afectuosa y
duradera.9
Los niños y jóvenes quieren tener la seguridad de que sus padres mantendrán una
relación permanente, o como lo dijera Nancy Van Pelt: “La mayor necesidad de su hijo
no
consiste tanto en tener un padre y una madre que lo amen a él, sino en tener un padre y
una
madre que se amen entre sí”.10
El proceso de reconciliación es posible. Aún, en medio de las dificultades y el dolor
en el proceso de separación, existe la opción muy segura de restaurar la relación
resquebrajada por el tiempo para no llegar a la decisión final y a veces apresurada del
divorcio. La separación no comienza cuando uno de los dos cónyuges sale de casa,
duerme
6 White, Elena. El hogar Cristiano, (Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 1990), 311
7 White, Elena. Testimonios acerca de conducta sexual, adulterio y divorcio, (Argentina: Asociación Casa
Editora Suramericana, 1993), 88
8 Hormachea, David, Una puerta llamada Divorcio, (Estados Unidos: Editorial Caribe, 1997), 171
9 MacDowell, Josh, Mitos de la educación sexual, (España: Editorial CLIE, 1992), 29
10 Van Pelt, Nancy, Cómo formar hijos vencedores, (Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana,
2004), 144
en otra cama o pone aparte sus propias cosas. La separación ya ha comenzado desde el
corazón. Un maestro en cierta ocasión preguntó a sus estudiantes: ¿por qué las parejas
se
gritan estando tan cerca?, las respuestas fueron variadas, pero ninguna satisfactoria. Así
que
la respuesta que dio aquel maestro fue: Se gritan no porque estén lejos el uno del otro
físicamente, sino porque sus corazones se han alejado paulatinamente. El reconocido
escritor
y consejero Gary Chapman, cita acerca de la separación lo siguiente:
La separación no es muerte, aunque es muy ciertamente el “valle de sombra de
muerte” (Sal. 23:4). Es tan similar a la muerte que puede sentir la misma angustia y
dolor experimentados por aquellos que se despiden de un ser amado por la muerte.
Pero la sombra de muerte no se debe equiparar con la misma muerte. La separación
puede que sea el valle de la restauración y el dolor… puede ser los dolores de parto
que darán un renacer a su matrimonio. Por otra parte la separación puede ser el
comienzo del fin”.11
Hay esperanza para las relaciones deterioradas por el pecado, el divorcio entonces no
se debe convertir en la única solución. Debe existir un acuerdo mutuo de la pareja por
restaurar la relación. En una respuesta a una pregunta realizada al doctor James Dobson,
registrada en su libro “El amor debe ser firme” resalta lo siguiente:
La culpa de la desintegración matrimonial muy rara vez es culpa de uno solo de los
cónyuges. Se requieren dos para cantar un dúo, y, como se dice, siempre hay alguna
medida de culpa de ambos en un divorcio. Sin embargo, cuando uno de los cónyuges
toma la decisión de comportarse irresponsablemente, y se enreda en amoríos
extramaritales, o huye de compromisos y obligaciones que tiene con su familia, con
frecuencia trata de justificar su conducta exagerando los fracasos del cónyuge.12
Para evitar el desmoronamiento de las familias en la iglesia, las instrucciones dadas
por Dios en su Palabra han sido la mejor solución. El problema es que la desobediencia
a
estos consejos de amor son dejados a un lado, para dar rienda suelta a los deseos del
corazón. Así que lo que se cosecha muchas veces es precisamente lo que se ha
sembrado. Sin
embargo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día posee directrices claras fundamentadas
en la
Biblia y de los consejos de Elena de White. En el manual de iglesia se destaca el
capítulo
trece para tratar el tema del matrimonio, divorcio y nuevo casamiento. A continuación
se
citarán algunas de ellas relacionadas con el divorcio:
El matrimonio descansa sobre los principios del amor, la lealtad, la exclusividad, la
confianza y el apoyo que se prodigan ambos cónyuges en obediencia a Dios (Gén.
2:24; Mat 19:6; 1 Cor. 13; Efe 5:21-29; 1 Tes. 4:1-7). Cuando se violan estos
principios, las Escrituras reconocen que circunstancias trágicas pueden destruir el
matrimonio.13
11 Chapman, Gary. Esperanza para los separados, (Estados Unidos: Editorial Portavoz, 2005), 13
12 Dobson, James. El amor debe ser firme, (Estados Unidos: Editorial Vida, 1990), 74
13 Blanco, Marcos. Manual de Iglesia, Asociación General de la IASD, Silver Spring, Maryland,
EE.UU,(Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 2011), 151
Es interesante notar que estos principios mencionados son reflejados también en la
unidad de Dios mismo, por lo que si están presentes en cada cónyuge, demostrarán que
Dios
también está allí en ellos y en medio de su hogar. Aunque si el matrimonio fracasa, debe
haber un remedio: la gracia de Dios, así lo continua citando el manual de iglesia:
La gracia Divina es el único remedio para la ruptura que causa el divorcio. Cuando el
matrimonio fracasa, se debe animar a los que una vez fueron cónyuges a examinar su
experiencia y buscar la voluntad de Dios para sus vidas. Dios proporciona consuelo a
los que fueron heridos. Dios acepta también el arrepentimiento de las personas que
cometen los pecados más destructivos, aun aquellos pecados que acarrean
consecuencias irreparables (2 Sam. 11; 12; Sal. 34:18; 86:5; Joel 2:12; Juan 8:2-11; 1
Juan 1:9).14
¡Que amor! el expresado por Dios. Y la iglesia por extensión de este amor, debe
proveerlo a cada miembro de la iglesia en busca de la reconciliación y restauración.
En cuanto a las razones válidas para el divorcio según las enseñanzas bíblicas, el
manual de iglesia especifica:
Las Escrituras reconocen el adulterio y la fornicación (Mat. 5:32), así como el
abandono que hace del matrimonio un cónyuge incrédulo (1 Cor. 7:10-15), como
razones válidas para el divorcio.
No hay enseñanza directa en las Escrituras con relación a un nuevo casamiento
después del divorcio. Sin embargo, hay una fuerte inferencia al nuevo casamiento de
la persona que ha permanecido fiel, pero cuyo cónyuge fue infiel al voto
matrimonial…La creencia de que el matrimonio es una institución divina se basa en
las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, todo pensamiento en el perplejo campo del
divorcio y de un nuevo matrimonio debe armonizarse con aquel santo ideal revelado
en el Edén.
La iglesia cree en la Ley de Dios y en la misericordia perdonadora de Dios. Cree que
los que cometieron transgresiones en materia de divorcio y de nuevo casamiento
pueden encontrar la victoria y la salvación tan seguramente como los que fallaron en
cualquiera de las otras santas normas de Dios.15
Después de lo expuesto anteriormente y con una base en las enseñanzas de las
Escrituras, se declara una posición en el actuar de la iglesia en casos de divorcio y
nuevo
casamiento expuestos en 11 puntos, los cuales no se detallarán en este ensayo. Dios,
además
de poseer otros atributos, es un Dios de Amor, de orden y de disciplina (Heb. 12:6). Por
lo
tanto, la iglesia debe manifestar amor, orden y disciplina (correctiva y redentora) para
promover a la unidad del cuerpo de Cristo (su iglesia). En medio de estas instrucciones,
se
destaca la siguiente cita alentadora:
Aunque las Escrituras permiten el divorcio por las razones mencionadas arriba…la
iglesia y los afectados deben hacer esfuerzos diligentes para lograr una reconciliación,
instando a los cónyuges a manifestar mutuamente un espíritu cristiano de perdón y
14 Blanco, Marcos. Manual de Iglesia, 151
15 Ibid., 151, 152
restauración. Se insta a la iglesia a tener una actitud amante y redentora con la pareja,
con el fin de ayudarla en el proceso de reconciliación.16
En el 57o Congreso de la Asociación General en el año 2000 se distribuyó un material
muy valioso, entre ellos una compilación de documentos producidos por muchos años
en la
iglesia: “Declaraciones, orientaciones y otros documentos”. Entre sus declaraciones
precisas se halla la
siguiente, frente a un problema de abuso y violencia familiar. La iglesia Adventista
acepta la
responsabilidad de:
Cooperar con otros servicios profesionales, para escuchar e interesarnos por
aquellos que sufren el abuso y la violencia familiar, destacar las injusticias y hablar en
defensa de las victimas…Cuando las actitudes y conductas modificadas abran las
posibilidades del perdón y de un nuevo comienzo, proveeremos un ministerio de
reconciliación. Ayudaremos a las familias que sufren por las relaciones que no
pueden ser restauradas.17
Las familias son el blanco de los ataques del maligno, ya que si una familia se
deteriora, la sociedad también lo experimentará y la decadencia moral se acrecentará
abismalmente cada vez más como es visible en la actualidad. Por eso es preciso que la
iglesia
eduque los hogares en todas sus etapas. Elena De White lo señala de la siguiente
manera:
La obra de los padres es cimiento de toda buena obra. La sociedad se compone de
familias, y será lo que hagan las cabezas de familia. Del corazón “mana la vida” (Prov
4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar
de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la
influencia del hogar.18
Para la conclusión del presente escrito, se hace indispensable retomar algunos puntos
anteriores y terminar con un consejo esperanzador frente a la triste realidad del divorcio.
La
iglesia debe hacer esfuerzos por proveer a la sociedad hogares de calidad. Ahora, no es
que
las parejas bautizadas y pertenecientes a una iglesia sean inmunes a los problemas
complejos
de las relaciones humanas. El pecado es un virus que afecta a todos, y por tal motivo, la
“vacuna” que puede inactivar este “virus” es que la iglesia provea constantemente
capacitaciones, retiros de parejas, seminarios, consejerías profesionales, ministerios de
oración y reconciliación, conexiones con profesionales cristianos, instrucciones,
terapias,
charlas, debates, foros, visitación, apoyo pastoral etc. Y todo esto, enmarcado en las
diferentes etapas de la vida, especialmente en la de los adolescentes. Debe realizarse
todo lo
que se pueda hacer con la misma diligencia con que se actuaría en un accidente. Sin
embargo,
vanos serán todos los esfuerzos, “si Jehová, no edifica la casa” (Salmo 127:1).
Comenzando
desde los líderes debe estar vivo este principio. Si el Autor del matrimonio no es cabeza
en
la iglesia, en los hogares de cada líder y de cada miembro, “en vano trabajarán los
edificadores”.
16 Ibid., 152
17 Orrego, Aldo D. Declaraciones, orientaciones y otros documentos. Una compilación, trad. Rolando A.
Itin
(Departamento de comunicación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2000), 11
18 White, Elena. El ministerio de curación, (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1975), 269

La iglesia tiene una misión que cumplir, y es presentar a Cristo al mundo para que
éste sea convertido para salvación. Pero en muchas ocasiones sucede lo que al pueblo de
Israel le solía pasar, el mundo y sus prácticas permeaba la nación escogida y por eso el
profeta proclamaba: “Conviértanse ellos a ti, y no tu a ellos” (Jeremías 15:19).
Existe mucha orientación brindada en la Escrituras para tomar decisiones sabias y
prudentes en cuanto al divorcio. La Iglesia Adventista dispone también de material
valioso
fundamentado en la Biblia, incluyendo el manual de iglesia y los consejos de Elena de
White
entre otros. Dios ha capacitado y dado sabiduría a muchos hombres y mujeres de la
iglesia
en sus profesiones, que con temor a Dios pueden brindar asesorías prudentes y sensatas
en
un tema tan delicado a la vista de Dios como lo es el divorcio. Cada hogar puede
convertirse
si así lo quiere en una bendición para otros hogares tambaleantes que vacilan en
continuar el
camino hacia el Hogar Celestial. Elena de White brinda estas palabras inspiradoras:
Si tan solo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos
principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza
vivificante. De nuestros hogares saldrán ríos de sanidad, que llevarán vida, belleza y
feracidad donde hoy por hoy todo es aridez y desolación.19
Que no sean las lámparas humanas las que alumbren, ya que éstas un día se apagarán,
sino que sea la Luz eterna de Cristo la que ilumine cada hogar en su peregrinación hacia
el
Hogar Celestial.
19 White, Elena. El ministerio de curación, 274
BIBLIOGRAFÍA
Bernhard, Jean y otros autores. Divorcio e indisolubilidad del matrimonio, España:
Editorial
Herder S.A, 1974
Dobson, James. El amor debe ser firme, Estados Unidos: Editorial Vida, 1990
Blanco, Marcos. Manual de Iglesia, Asociación General de la IASD. Argentina:
Asociación
Casa Editora Suramericana, 2011
Chapman, Gary. Esperanza para los separados, Estados Unidos: Editorial Portavoz,
2005
Hormachea, David, Una puerta llamada Divorcio, Estados Unidos: Editorial Caribe,
1997
Iglesia Adventista del Séptimo Día. Departamento de comunicación de la DSA,
Declaraciones,
orientaciones y otros documentos. Una compilación 2010. Dirigido por Aldo D. Orrego.
3ª ed.
Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011.
MacDowell, Josh, Mitos de la educación sexual, España: Editorial CLIE, 1992
Negrín, Salvador. El Divorcio no es la solución, Estados Unidos: Editorial Betania,
1994
Sparvieri, Elena. El Divorcio. Conflicto y comunicación en el marco de la mediación,
Buenos Aires.
Argentina: Editorial Biblos
Van Pelt, Nancy, Cómo formar hijos vencedores, Argentina: Asociación Casa Editora
Suramericana, 2004
White, Elena. El hogar Cristiano, Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana,
1990
__________. Testimonios acerca de conducta sexual, adulterio y divorcio, Argentina:
Asociación Casa
Editora Suramericana, 1993
__________. El ministerio de curación, Argentina: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1975

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