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1.1. Definición.
2.0. Introducción.
3. Conclusión.
4. Bibliografía.
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1.1. Definición.
1. Se podría argumentar que en realidad la sociología existe desde que existe una
reflexión intencionadamente dirigida a captar los aspectos constantes y recurrentes de la
vida y del cambio de las sociedades humanas. Elementos de una reflexión así orientada
son evidentes desde la antigüedad en el pensamiento político, económico, jurídico,
literario y filosófico. Delimitados en este sentido tan amplio, los orígenes de la
sociología se remontarían a Grecia. Así, la mayor parte de los problemas que fundan la
razón de ser de la sociología emergieron en el curso de la tradición del pensamiento
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filosófico. Ello no impediría argumentar que desde mediados del siglo XIX la
sociología ha adquirido una especificidad creciente, se ha vuelto esencialmente
autónoma.
3. La más obvia consiste en decir que la sociología existe desde que se habla de
ella bajo ese nombre, o bien desde que se produjeron los primeros trabajos dedicados
explícitamente a su fundación conceptual y metodológica. Los dos acontecimientos
tienen una fecha precisa, y ambos están ligados al nombre de Comte. En 1824, en una
carta, Comte utilizaba por primera vez el término sociología para indicar la nueva
ciencia de la sociedad cuyo plan estaba acariciando, todavía bajo la influencia de Saint-
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Simon. Quince años después, en la lección XLVII del Curso de filosofía positiva que
presentaba la realización pública de ese plan, proponía sustituir la vieja expresión física
social, en uso desde el siglo XVII y empleado en aquellos mismos años, por el
neologismo sociología.
Sin embargo, tomar el año 1839, cuando no 1824, como el año que separa la era
presociológica de la sociológica, sería ofensivo para el propio Comte porque él mismo
señalaba que muchos de sus predecesores, entre los cuales gustaba mencionar a
Montesquieu y Condorcet, habían emprendido desde mucho tiempo antes una
concepción científica del progreso de las sociedades humanas. Además, y en contra de
Comte, se podrían añadir los nombres de Saint-Simon o Adam Smith, en cuyas obras
pueden encontrarse descripciones e interpretaciones de sociedades europeas, mucho más
realistas y en ciertos aspectos más anticipadoras de las líneas de desarrollo de la futura
sociedad industrial que las elaboradas por Comte.
Parece pues necesario concluir que las tres respuestas, tomadas aisladamente,
como exhaustivas y necesariamente excluyentes, son excesivamente drásticas. Los
temas y los problemas que alimentan la imaginación sociológica han provenido y
provienen del exterior a ella, y no podría ser de otra manera; pero eso no excluye ni la
posibilidad de dirigirse a un objeto más específico, ni la exigencia y la existencia
efectiva de una fundación autónoma, ni la necesidad de la presencia de instrumentos y
técnicas de investigación adecuados a su propio objeto específico, en el marco de los
modelos de razonamiento científico.
2.0. Introducción.
Distinguiremos las definiciones según tomen como objeto primario de esta ciencia uno
u otro de los que siguen:
1. El devenir de la sociedad.
2. Las relaciones o bien las correlaciones existentes entre los fenómenos sociales
y que utilizan como herramienta metodológica el análisis estadístico.
5. La acción social considerada desde el punto de vista del modelo del agente
maximizador de sus intereses: el homo oeconomicus.
b. Que en cada etapa existe una correspondencia casi perfecta, o consenso, entre
todos los elementos que forman la sociedad, individuales, sociales y culturales, en
cuanto que cada uno lleva la impronta de la totalidad de que forma parte y por
consiguiente es posible reconstruir la totalidad partiendo de cada uno.
La concepción para la cual el objeto propio de la sociología serían ante todo las
relaciones empíricamente observables, que aparecen de forma recurrente dentro de
márgenes de variación aceptables, entre clases diferentes de fenómenos sociales, se
encuentra en los muchos trabajos de estadística social que se sucedieron en el curso del
s. XIX, pero fue precisada y dotada por así decirlo de autonomía frente a las demás
ciencias sociales por el clásico de Durkheim, El suicidio (1897). Las teorías que se
construyen con base en esa definición de la sociología tienen alcance limitado en el
tiempo y en el espacio. Entre los fenómenos cuya relación se desea estudiar no se
postula una graduación de importancia, sino que cada uno de los dos o más fenómenos
estudiados se toma sucesivamente como variable independiente, es decir, como factor o
causa del otro(s), que por consiguiente es tomado como variable dependiente o efecto
(“causa” y “efecto” deben entenderse en el sentido de acontecimientos precedentes y
subsecuentes, no de nexo necesario). El método de investigación utilizado es en la
mayoría de los casos indirecto, o bien utiliza datos producidos por otros, ya menudo con
fines completamente distintos de los que persigue el investigador, como ocurre
típicamente con los anuarios estadísticos de los diversos países.
Tres grandes tipos de teorías del sistema social se han afirmado hasta ahora y en
cierto aspecto se han sucedido, en la historia de la sociología: las que toman como
fundamento un paradigma de tipo mecanicista, las que en cambio se remiten a un
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paradigma fisiológico, y por último las que se fundan en el paradigma cibernético. Estas
últimas son con mucho las más recientes.
influyentes del siglo XX, pero ha sido criticado por no prestar suficiente atención al
cambio social y a los conflictos asociados a él.
Morin, con su serie El método, obra aparecida en tres volúmenes (1977, 1980 y
1986), inauguró un nuevo campo de investigaciones: se enfrentó a la complejidad de los
sistemas, lejos de buscar la unidad de las ciencias, destacó la importancia de la noción
de desorden. Dio un papel destacado al concepto de ‘ecosistema’, con el que intenta
explicar la diversidad real surgida de la autoorganización, la selección y la adaptación
del mundo humano. En Ciencia con consciencia (1982) profundizó el concepto de la
complejidad.
4. Esta ubicación sólo puede darse en un lugar del mundo. El observador es uno
de sus propios objetos de observación. Es la única manera de conseguir que la teoría de
sistemas se universalice y se convierta en una teoría del mundo que lo incluya todo, aun
a sí misma, obligada a concebir todo lo que observa como sistema o como entorno.
5. Hasta ahora estas observaciones han sido poco usuales en sociología La teoría
de sistemas sociales que se presenta aquí trata de anular la distancia con otras
disciplinas.
Si bien el significado del concepto de acción social fue extendido después hasta
incluir también las acciones de los sujetos colectivos, como una clase social o una
organización, nació para designar la acción del individuo que tiene en cuenta, en su
acción, las acciones de otros a que hace referencia, ya sean éstas pasadas o presentes o
posibles. La propuesta de asumir la acción social así entendida como objeto y
fundamento específico de la sociología fue formulada por Max Weber en Economía y
sociedad (1920). La obra de Weber fundaba la corriente historicista del análisis de la
acción social.
Max Weber introduce un enfoque en el análisis del poder que nunca antes había
sido utilizado, no sólo ve el poder desde el punto de vista del gobernante sino también
desde el punto de vista del súbdito. Para ello distingue dos conceptos, el poder y la
dominación. Según Weber las personas o grupos deben aceptar la autoridad como algo
legítimo, por tanto esta autoridad debe legitimarse mediante procesos de dominación
complejos. Cuando estos sistemas de autoridad hacen quiebra a lo largo de la historia se
cambian por otros. Weber distingue tres tipos ideales de dominación: el carismático, el
tradicional y el racional-legal.
que tienen un carácter ético y las que tienen un carácter ejemplarizante, estas profecías
son fruto de la iluminación y están opuestas a lo establecido, por lo que se produce una
pugna entre ambas (innovación versus tradición).
Obsérvese que la clave del homo oeconomicus no es qué prefiere el sujeto, sus
preferencias egoístas privadas, esto es, la clave no es el contenido de sus preferencias,
sino la estructura de éstas. Así, el modelo puede fagocitar explicaciones alternativas
porque la lucha por la igualdad, la solidaridad con el Tercer Mundo, etc., pueden ser
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Desde hace ya algunos años, la sociología sufre una sacudida provocada por
unos cuantos autores que, con originalidad y atrevimiento, han cuestionado ideas muy
arraigadas en el pensamiento sociológico. Se les suele agrupar con el nombre de
«sociología del conocimiento», pero Miquel Domènech y Francisco Javier Tirado la han
calificado en un libro del mismo nombre como Sociología simétrica (Gedisa, 1998),. La
propuesta es disolver las fronteras entre el dominio de lo natural y el de lo social. Y la
noción de "simetría" juega en ella un papel central. El origen de la noción de simetría
como fundamento de la práctica sociológica hay que buscarlo en el trabajo de David
Bloor (1976) Conocimiento e imaginario social (Gedisa, 1988). La simetría es uno de
los cuatro principios - causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad, que Bloor
propone como constitutivos de lo que debería ser un programa fuerte para el desarrollo
de una sociología del conocimiento que superarse el planteamiento clásico de Merton
(1949) en Teoría y estructura sociales (F.C.E. 1995). Siguiendo la estela de Merton, los
sociólogos de la ciencia se esmeran, desde los años cincuenta, en explicar la
organización de la ciencia como institución social y en poner de manifiesto el papel
distorsionador que supuestamente tendría lo social en la producción del conocimiento.
La idea que subyace a una sociología encomendada a tales tareas no es otra que un
convencimiento cartesiano sumamente arraigado en la concepción moderna del
conocimiento de que lo verdadero, lo racional, no requiere explicación; sólo el error, lo
falso, lo irracional necesitan una justificación causal. Al considerar que la verdad surge
directamente de los hechos mismos no queda espacio para concebir una sociología de la
verdad, sólo es posible plantearse lo que se ha llamado una sociología del error, es decir,
una sociología que toma como objeto de análisis la ideología, las falsas creencias, y los
prejuicios, pero nunca la verdad.
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Para Bloor es preciso explicar tanto el éxito como el fracaso, racionalidad como
irracionalidad, verdad como falsedad. Es a partir de aquí que toma sentido el principio
de simetría, la idea de que hay que utilizar un único estilo de explicación en el que los
mismos tipos de causas sirvan para explicar las creencias verdaderas y las falsas. No
está permitido, por tanto, decir que una teoría es mejor que otra porque es más cierta, o
porque los hechos experimentales la confirman. Se espera, más bien, analizar cómo ha
sido posible que un cierto consenso sea alcanzado acerca del significado de unos
resultados o el contenido de una experiencia. Para Bloor, tales tesis se derivan de la
filosofía del 2º Wittgenstein. Desde esta perspectiva, y tal como ha señalado Rorty, la
metodología o la epistemología aparecen como metadiscurso improbables cuando
contemplamos el conocimiento como una cuestión de conversación y de práctica social
antes que como un intento de reflejar la naturaleza. Según esta concepción de la
simetría, verdad y error tienen el mismo tipo de causas: lo social.
3. Conclusión.
El panorama que antecede de las formas que puede adoptar y de hecho adopta la
sociología tiene el carácter de ejemplificación de su variedad, no de catálogo exhaustivo.
La sociología no se constituye como una de las viejas "ciencias del espíritu" porque no se
trata sólo de cuestiones espirituales, pero tampoco como ciencia físico-natural, ya que su
objeto se niega a dejarse encasillar en tal categoría. En ello radica la incómoda
especificidad de la sociología que ha de acomodarse a su objeto utilizando desde la
perspectiva biológica o etológica hasta la filosófica o crítica. No es por azar o charlatanería
que bajo el nombre de sociología se hacen tantas y tan diferentes sociologías, sino porque
su proteico objeto de conocimiento así lo reclama.
4. Bibliografía.