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LA CIENCIA COMO UNA ACTIVIDAD HUMANA:

EVOLUCIÓN Y MÉTODO1

Nereida Rodríguez Orozco2 y


Bismarck Sesma-Muñoz 3

I. INTRODUCCIÓN

La ciencia es producto cultural de nuestra civilización y probablemente la invención


más poderosa de la humanidad, los seres humanos actualmente vivimos en un
mundo creado por la actividad de la ciencia, se refleja en los bienes materiales,
procedimientos políticos y administrativos, organización social y el estado que
guardan los recursos naturales; es decir, nos ha proporcionado conocimiento veri-
ficable sobre la manera en que funciona el mundo natural, y nos ha dado al menos
la posibilidad del bienestar material en un planeta que hasta hace algunos años se
consideraba con recursos finitos. Pero, ¿Cuál fue el origen de este producto cultu-
ral? ¿Cómo se desarrolla la ciencia actualmente? ¿Cuál es el método de la cien-
cia? ¿Por qué el ser humano tiene la necesidad de explicar lo que observa?
El presente ensayo tiene como propósito reflexionar, con base al punto de
vista de quien elabora el documento, cómo a través de la ciencia el ser humano ha
dado respuesta a los diferentes fenómenos que se presentan en el mundo, gene-
rando con ello conocimiento y evolucionando científica y tecnológicamente, de tal
forma que se ha proporcionado los medios para vivir mejor y comprender el mun-
do que le rodea.
Para ello describimos la evolución de la ciencia en el mundo, desde Tales
de Mileto hasta nuestros días, el surgimiento del método científico como base del
desarrollo científico y tecnológico; así como, una reflexión final sobre responsabili-
dad que la civilización actual tiene en la conservación de la vida y explicación de
los fenómenos naturales y humanos.

II. LA CIENCIA Y SU ORIGEN

La palabra ciencia proviene del vocablo latino Scire el cual significa saber, cono-
cer. El Diccionario Filosófico de Ezcurdia-Híjar y Chávez Calderón (2004) la defi-
nen como un conocimiento que incluye una garantía de su propia validez; en la
que dicha garantía, tratándose de las ciencias experimentales, consiste en el ex-
perimento. Es un conocimiento cierto, racional, que versa sobre la naturaleza de
las cosas o sobre sus condiciones de existencia.

1
Ensayo presentado en el Programa de Doctorado del Colegio de Posgraduados, Campus Veracruz
2
Estudiante del Programa de Doctorado del Colegio de Posgraduados, Campus Veracruz. Docente de la FISPA, U. V.
3
Investigador del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas de la Universidad Vera-
cruzana.

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La ciencia como una actividad humana:
evolución y método

Bunge (1990), la define como un cuerpo de ideas que puede caracterizarse


como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente
falible; y que como actividad (investigación), pertenece a la vida social; en cuanto
se aplica al mejoramiento del medio natural y artificial, a la invención y manufactu-
ra de bienes materiales y culturales convirtiéndola en tecnología. Así también, la
identifica como un sistema de ideas establecidas provisionalmente (conocimiento
científico), y como una actividad producto de nuevas ideas (investigación científi-
ca). Sin embargo, estas nuevas ideas pueden no ser siempre objetivas, por ello
clasifica a la ciencia en ciencia formal y ciencia fáctica; teniendo esta última las
siguientes características:
• La ciencia es analítica, explicativa, abierta y útil.
• La investigación científica es especializada y metódica.
•El conocimiento científico es fáctico, trasciende a los hechos, claro y preci-
so, comunicable, verificable, sistémico, general, legal y predictivo.
A partir de Renacimiento, como se describirá mas adelante, la ciencia adquiere
un carácter inductivo, basado en el análisis. Sin embargo, en nuestros días, para
muchos pensadores e investigadores, la ciencia ha abandonado su pretensión de
garantía absoluta y se declara autocorregible; es decir, susceptible de enmienda y
perfeccionamiento por el efecto de su propio desarrollo. Checkland (1999) define a
la ciencia es como un sistema de aprendizaje o indagación, un sistema para averi-
guar cosas acerca del mundo misterioso en que nos encontramos habitando, por
lo que nos proporciona conocimiento, el cual para él y otros pensadores moder-
nos, es provisional. Ahora bien, más adelante retomaré ésta definición de ciencia
para poder analizar su método.
Pero, cómo es que actualmente definimos a la ciencia bajo un contexto de
temporalidad y además autocorregible, cómo es que nos llevó a comprenderla de
esa manera. Para responderme a estas dos interrogantes considero importante
conocer cómo surge la ciencia y cómo fue su desarrollo. Por lo que presento una
breve descripción de su desarrollo identificando para ello cuatro importantes mo-
mentos: ciencia griega, ciencia medieval, revolución científica y la ciencia en la
actualidad.
II.1 Ciencia Griega

El proceso que nos llevó al desarrollo de la ciencia moderna tuvo su origen en los
griegos con una duración de 900 años y dividida en tres períodos, presocrático,
socrático y pos-socrático. El primero del 600 al 400 a.C, dividido en dos fases, el
de la ionía y el de la Magna Grecia. En la ionía4 se establecieron los fundamentos
de la ciencia, y sus principales pensadores son Tales (624-565 a.C), Anaximandro
(611-547 a.C), Anaxímenes (570-¿? a.C), los cuales fueron los filósofos naturales
de la ionía y de la creación de mitos racionales acerca del universo y su discusión
crítica, en un mundo supersticioso y cargado de mitos; así también, Heráclito (540-

4 El término Ionía, que identifica a estos pensadores, proviene a su lugar de origen, ya que Ιονια era el nombre dado colecti-
vamente a un sistema de las ciudades griegas de la costa de las islas de menor importancia y próximas de Asia que fue-
ron colocadas inicialmente por Ionians donde Carian de Miletus era la ciudad principal.

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475 a.C) con el “cambio” como principio unitario que subraya la apariencia de las
cosas y una distinción aguda entre el sentido y la razón, y a Demócrito (470-400
a.C) quien plateó la idea del mundo en forma de átomos y espacio, cualidades
atribuidas a nuestros sentidos.
La “Magna Grecia”, comprendió de los años finales del siglo V y mediados
del IV a.C. con pensadores como Perménides (siglo V a.C.), Zenón de Elea (Siglo
V a.C.), Empédocles (500-430 a.C.); los dos primeros se identifican por el ataque
a la ciencia observacional y la aseveración de la primacía del pensamiento lógico,
desarrollaron las condiciones para la discusión racional: “lo que no se puede for-
mular sin contradicción no puede ser” (Wartofsky, 1968); sin embargo, el tercero
defiende a la ciencia observacional y plantea que el mundo está formado por la
mezcla de los elementos básicos: tierra, aire, fuego y agua.
A esta misma época pertenece Pitágoras (582-¿? a.C.) e Hipócrates (460-
¿? a.C), el primero se caracteriza por la tradición religiosa (anti-ioniana), la tradi-
ción matemática y decía que la unidad central era el número, manifestaba que el
universo podía plantearse matemáticamente; mientras que el segundo en el empi-
ricismo ya que decía que la verdad emerge de la observación cuidadosa y la veri-
ficación de la práctica exitosa; se le asocia la transformación de la medicina griega
en un procedimiento científico y en sus escritos se revela la emergencia del empi-
ricismo como principio de la ciencia y lo que ahora conocemos como el método
deductivo. Podría decirse que con Hipócrates emergió la idea de la ciencia positi-
va.
El segundo período (Socrático) y desarrollado en Atenas, comprendió del
400 al 300 a.C., con Sócrates, Platón y Aristóteles, cuyas aportaciones fueron las
siguientes: Sócrates (470-399 a.C.), se oponía a investigar en la naturaleza y a
todo el programa de la escuela iónica. Su preocupación fue el comportamiento del
hombre aquí en la tierra y lo que constituía el comportamiento asegurando su re-
greso al cielo, se le asocia el uso sistemático el método dialéctico (búsqueda del
conocimiento mediante pregunta y respuesta), el cual es una contribución impor-
tante del método científico ya que alienta la discusión crítica para el análisis de los
argumentos y premisas revelando inconsistencias. Platón (428-347 a.C.), mostró
hostilidad hacia la ciencia de la naturaleza de los ionístas, ya que decía que el
mundo de las apariencias es engañoso y que en cualquier caso está en constante
estado de flujo. Él colocó la realidad final en el mundo de la inteligencia, en ideas,
en conceptos. Su inspiración fue la geometría, porque según él, expresaba la per-
fección eterna del mundo de las ideas a través de la expresión de sus certezas,
sus pensamientos condujeron al racionalismo.
Aristóteles (384-322 a.C.), pupilo de Platón, fue el pensador más influyente
en la historia de la ciencia (600 a. C hasta el siglo XVII), su cosmovisión incluyó
trabajos sobre física, lógica y metafísica, ética y política; así como biología, para
ésta última, concluyó que las formas matemáticas perfectas no son modelos útiles
para las plantas, animales y seres humanos, y que requerían de estudios más cui-
dadosos. Manifestó que las ideas no existían de manera separada de su encarna-
ción en objetos del mundo, por el contrario, los objetos exhibían un esfuerzo por
alcanzar su fin verdadero.

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La ciencia como una actividad humana:
evolución y método

El énfasis de Aristóteles sobre la función o proceso conduce al empiricismo,


y su análisis sobre la naturaleza fundamental del objeto conduce a una visión so-
bre la importancia de la clasificación por función y a la formulación de la forma clá-
sica del argumento deductivo: el silogismo, el cual es un paso importante sobre el
trabajo consciente sobre la metodología de la ciencia, así también, mostró un claro
entendimiento sobre la naturaleza temporal de las hipótesis y del esfuerzo por lo-
grar la objetividad que demanda la lógica de la ciencia. Sus conjeturas no fueron
refutadas durante más de 20 siglos.
El último período de desarrollo de la ciencia griega, desarrollado en Alejan-
dría, comprendió del siglo III a.C. hasta aproximadamente el año 201 d.C. Sus
principales pensadores fueron Estratón (Siglo III a.C.) se interesó en la investiga-
ción de la naturaleza en vez de la ética y estableció una técnica de experimenta-
ción; Euclides (330-260 a.C.) juntó el conocimiento de la geometría que se había
estado acumulando por cientos de años y le dio la presentación lógica de sus
Elementos de geometría; Aristarco (310-230 a.C.) argumentó la existencia de una
cosmología heliocéntrica, e intentó el cálculo geométrico de las distancias relativas
de la Tierra la Sol y a la Luna; Arquímedes (287-212 a.C.) hizo diversas contribu-
ciones a las matemáticas y a la mecánica, Ptolomeo (¿?-168 d. C) propuso un
grupo complejo de movimientos epicíclicos para explicar los movimientos que
efectuaban los planetas; y Galeno (131-201 d.C) estableció mediante numerosas
disecciones de animales el tratado de fisiología que fue utilizado hasta el siglo XVI.
En esta época la ciencia emergió como una actividad profesional diferente de la
filosofía y se registró el desarrollo de la ciencia en la forma de una serie de espe-
cialidades: geometría, astronomía, geografía, mecánica y medicina.
En conclusión, el logro griego más importante fue el de apartar la explica-
ción de los funcionamientos del mundo, de los dominios míticos y mágicos, y en
crear un nuevo tipo de explicación (la explicación racional) que fue la materia de
un nuevo tipo de averiguación; así como, la importancia de la observación.
II.2 Ciencia Medieval

Hacia 750 a.C., los árabes crearon un imperio musulmán, desde España hasta
China, absorbiendo tanto el conocimiento como el territorio, a ellos se les deben
algunos conocimientos sobre la óptica y la alquimia, pero sobre todo la forma en la
cual escribimos los números, junto con la importante invención de un signo para
representar el cero, lo cual posibilita la creación de un entero y que la matemática
que conocemos sea posible. Sin embargo, su mayor contribución, durante el desa-
rrollo de la ciencia moderna, fue la traducción y conservación de los textos grie-
gos, ya que gracias a ellos el conocimiento griego estuvo disponible en las univer-
sidades medievales y en las órdenes monásticas.
Una vez que el siglo XVII hubo forjado la ciencia experimental y que utiliza-
ron para averiguar cómo funciona el mundo, el interés por la misma se centró en
los problemas que podría resolver. Sin embargo, en los siglos XIII y XIV, el pro-
blema fue sobre todo de índole filosófica con el debate entre los “realistas” y los
“nominalistas” (presentándose más tarde uno similar entre los racionalistas y los
empiricistas), en ese mismo siglo XIII en Oxford se encaraban los problemas me-

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todológicos de la inducción con base en los planteamientos filosóficos de Aristóte-


les, ya que como se mencionó anteriormente, el interés principal de éste fue la
deducción de conclusiones a partir de premisas incuestionables; por lo que Robert
Grosseteste (Franciscano) y sus seguidores escribieron acerca del problema de la
emergencia de preguntas metodológicas y sobre cómo investigar los fenómenos
para poder generalizar sobre ellos; así como distinguir las generalizaciones verda-
deras de las falsas. Propuso reglas para el examen inductivo de fenómenos y pro-
puso el uso de experimentos deliberadamente diseñados para comparar y elegir
entre teorías rivales.
Robert Bacon (Franciscano) fue uno de los seguidores de Grosseteste; y
sus escritos apoyaron el uso de los experimentos, argumentó que el conocimiento
científico se debía adquirir mediante el experimento, que la expresión matemática
era esencial y buscó los resultados prácticos de la ciencia. William de Ockham,
también Franciscano, se interesó en la lógica de la inducción, sus trabajos fueron
importantes para el desarrollo de la ciencia ya que su examen de la inducción cen-
tró la atención en la observación como medio necesario para descubrir hechos
acerca del mundo y de su famoso principio conocido como La rasurada de Oc-
kham, formulado de la siguiente manera: “las entidades no se multiplicarán sin ne-
cesidad” o “cuando se confronten explicaciones contrarias, aceptemos las más
simples”; y el cual tiene su origen en la filosofía de Aristóteles. La importancia del
principio de Ockham radica en el rigor y precisión que induce en la discusión cuali-
tativa debido al hecho de que existe solamente una explicación o descripción de
algo que es mínimo, mientras que existen una infinidad de explicaciones que intro-
ducen a otras entidades. Aunque este pensador escribió dentro de un marco de
trabajo aristotélico se le reconoce como parte del movimiento que eventualmente
derrotó a la física de Aristóteles y su cosmovisión.
Finalmente, fue durante los siglos XV y XVI que ocurren los cambios socia-
les e intelectuales y crean las condiciones para el desarrollo de la ciencia desde
1600: la exploración de los límites del mundo conocido, la ebullición intelectual del
Renacimiento, las ideas antiautoritarias de la Reforma y el desarrollo de tecnologí-
as que hicieron posible el uso de instrumentos científicos muy mejorados y el in-
cremento de la disposición de los libros impresos.
II.3 La Revolución Científica

En esta parte del desarrollo de la ciencia se destacan el establecimiento del mode-


lo heliocéntrico del sistema solar, realizado por Copérnico y Kepler; el desarrollo
de la mecánica con el trabajo del Galileo; y la síntesis de Newton de las dinámicas
terrestres y celestiales; así como el desarrollo de la discusión sobre la naturaleza
del método de la ciencia que se observa en Francis Bacon, Galileo, Descartes y
Newton.
Nicolás Copérnico fue aristotélico; sin embargo, su trabajo marcó el inicio
del movimiento que iba a destruir el modelo de Aristóteles. Propuso el modelo
heliocéntrico que reducía el número de círculos postulados necesarios para expli-
car los movimientos celestiales, de 80 a 34, pero su compromiso aristotélico con el
movimiento circular uniforme le forzó a seguir algunos senderos epicíclicos, por la

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La ciencia como una actividad humana:
evolución y método

que la influencia del nuevo modelo fue ligera; ofrecía un grupo de movimientos
menos complicados que el modelo de Ptolomeo, pero requería una visión revolu-
cionaria del universo, una visión opuesta a las enseñanzas de la iglesia, la institu-
ción más poderosa de la época.
Johnnes Kepler, para este hombre el lenguaje de los números era el len-
guaje del universo físico, y fue capaz, mediante esfuerzos prodigiosos, de generar
una descripción matemática del movimiento planetario con base en las creencias
de los pitagóricos (creían que Dios había creado el universo siguiendo algún pa-
trón numérico simple), y del modelo heliocéntrico de Copérnico; pudo ordenar el
caos de los datos astronómicos y resumir el movimiento planetario en tres leyes
matemáticas simples en las que se asumían órbitas elípticas para los planetas.
Kepler fue un profeta de la revolución científica.
Galileo, contemporáneo de Kepler, se le puede considerar como el primer
revolucionario importante. La educación temprana de Galileo fue aristotélica con-
vencional, sin embargo, desafió la física de Aristóteles, es decir, arrostró la visión
de su época derivada de la reconciliación entre el aristotelismo medieval y la cris-
tiandad, y por ende, a la institución cuyo poder se unía a dicha visión: la iglesia.
Las contribuciones de Galileo en la astronomía fueron muy importantes, sus escri-
tos culminaron con sus diálogos sobre los dos sistemas principales del mundo, en
los cuales se defiende a las ideas copernicanas de las doctrinas de Aristóteles; el
libro tuvo un efecto en la cosmovisión que los hombres educados de la época sos-
tenían y lo condujo a un juicio ante las autoridades papales de la época.
La contribución de Galileo no fue solamente una adición al conocimiento,
sino un cambio en la concepción de cómo se debe descubrir a éste, por lo que la
cosmovisión de Aristóteles no pudo sobrevivir a las demostraciones de Galileo, y
al hecho de que estas demostraciones las podían someter a juicio y verificar otras
personas constituyó un paso importante en la evolución del método de la ciencia.
Sin embargo, Galileo fue más un pensador racionalista que un experimentador, a
pesar de haber llevado a cabo algunos experimentos cruciales, no formuló como
principio la necesidad de realizar la investigación experimental del mundo natural;
pero sus contribuciones a la metodología de la ciencia fueron parte del crecimiento
estable del concepto de la experimentación deliberada.
El más grande de los científicos del siglo XVII fue Isaac Newton, hizo con-
tribuciones significativas a los métodos de la ciencia experimental y produjo su
desarrollo. Newton, aplicó la idea de los movimientos de la tierra y la luna, inventó
el cálculo para que sirviera de herramienta matemática al enfrentar el problema y
calculó con bastante precisión el ciclo de la luna utilizando una ley de gravitación
de cuadro inverso. Fue un brillante experimentalista y teoricista, y se convirtió en
un importante metodologista como resultado de las controversias en las que se
involucró. Al defender sus resultados y métodos estableció muchos principios de lo
que se convirtió en la práctica científica aceptada.
René Descartes, miembro de la realeza francesa menor y fundador de la fi-
losofía moderna, no enfatizó los hechos de la ciencia, pero si la manera científica
de pensar. Rechazó las suposiciones incuestionables de la filosofía escolástica y
buscó la verdad por medio del razonamiento deductivo cuidadoso, a partir de

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ideas irreductibles básicas. Parte de una postura de escepticismo extremo, de du-


da absoluta, formulando la proposición más celebrada en la filosofía occidental,
Cogito, ergo sum, “Pienso, luego existo”. Así también, proporciona cuatro reglas
para “dirigir adecuadamente la razón de uno mismo”; la primera describe la nece-
sidad de evitar la “precipitación y el prejuicio”, la aceptación únicamente de ideas
claras y distintas; la tercera requiere una progresión ordenada desde lo simple
hacia lo complejo; la cuarta invoca un análisis completo en el que no se omite na-
da. Sin embargo, la segunda regla es la más significativa, ya que encierra una ca-
racterística primordial de la manera científica de pensar que se ha practicado has-
ta nuestros días, y consiste en dividir cada una de las dificultades que se estaban
examinando en tantas partes como fuera posible y necesario para resolverla me-
jor; he aquí el principio de la reducción analística que caracteriza a la tradición in-
telectual de occidente; observándose virtualmente en toda la ciencia de los siglos
XVIII y XIX.
La revolución de pensadores como Copérnico, Kepler, Galileo, Newton, Ba-
con y Descartes, dieron a los hombres una nueva cosmovisión del universo, que
remplazó la visión del mundo medieval, y les proporcionó un método para investi-
gar la naturaleza que funcionó al ser verificado. Uno de ellos fue Albert Einstein
(1879-1955), quien establece una nueva cosmovisión que explica las observacio-
nes de manera más completa que la cosmovisión de Newton y que sobrevive a
verificaciones estrictas, esta es la teoría de la relatividad.
II.4 La Ciencia en la actualidad

En los apartados anteriores he presentado en forma general el desarrollo del pen-


samiento científico, en donde se identifica la contribución de los griegos a la inven-
ción del pensamiento racional; el desarrollo consiente de la metodología (iniciado
por los clérigos medievales) y su aportación de los principios del enfoque experi-
mental; así como, las explicaciones empíricas y teóricas de la revolución científica,
con las aportaciones de Newton, haciendo que el mundo real pudiera comprender-
se mediante las ideas. Sin embargo, en el siglo XX, los grandes pensadores nos
han planteado lo provisional del conocimiento como resultado de la complejidad
del mundo actual y por la forma reduccionista en que fueron abordados a lo largo
de la historia, los fenómenos del mismo.
Como consecuencia de lo anterior, surgieron nuevas formas de entender la
complejidad del mundo, resaltando, el Falsacionismo de Karl Popper, la teoría de
sistemas de Ludwig von Bertalanffy y el pensamiento complejo de Edgar Morin;
dando pie al desarrollo de las ciencias sociales como una nueva manera de obser-
var los fenómenos, así como su integración en las ciencias naturales, y no abor-
darlos solamente bajo una cosmovisión matemática. Las aportaciones de estos
pensadores se detallan en los siguientes párrafos.
Karl Popper, nació en Viena en 1902, se formó intelectualmente en la co-
rriente dominante del positivismo lógico nacido y desarrollado en el Círculo de Vie-
na; sin embargo, fue hasta 1950 que sus aportaciones adquirieron popularidad
entre las comunidades científicas. El núcleo central de su pensamiento epistemo-
lógico es la idea de la “Falsabilidad” y constituye el fundamento de un criticismo

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La ciencia como una actividad humana:
evolución y método

racional o racionalismo crítico. Su crítica partió de dos fundamentos: 1) La ciencia


no empieza en la observación directa sino de las teorías para convertirlas en ver-
daderas y que la observación sirve para comprobar cosas; 2) La observación de la
realidad no sirve para verificar leyes o teorías para convertirlas en verdaderas;
decía que la verdad es imposible de conseguir.
Popper concluyó que una teoría que pretendiera explicarlo todo en realidad
no explicaba nada y consideraba que los avances científicos no se producen por
acumulación de pruebas empíricas a favor de un determinado enunciado, sino jus-
to por lo contrario. El trabajo científico no trata de verificar constantemente sus
enunciados, sino en buscar otros que los contradigan. Demostró que la ciencia en
rigor, no acierta, sino que no falla; deja de ser un saber absolutamente seguro pa-
ra ser hipotético, conjetural y deja de ser inductivo para ser deductivo abandonan-
do el criterio de verificación para seguir el de falsación. Así también, concibe a la
ciencia como una aventura de pensamientos y que por los descubrimientos a que
nos enfrenta por cuestiones inesperadas nos desafía constantemente a ensayar
respuestas nuevas.
Él planteó que las leyes científicas son contrastables a pesar de que no se
puedan probar; es decir, pueden ser contrastadas mediante intentos sistemáticos
de refutación; y en su método, propone que no se evite sistemáticamente la refu-
tación, ni introduciendo hipótesis- o definiciones ad hoc- ni rehusando siempre a
aceptar la fiabilidad de los resultados experimentales no convenientes; sino formu-
lando teorías lo menos ambiguamente posibles para exponerlas a la refutación;
dando como resultado que se deriven nuevas hipótesis, y de estas formulaciones,
consecuencias que irán más allá de los hechos conocidos, por lo que la teoría,
tanto si es verdadera como falsa, dirá más acerca del mundo de lo que se conocía
hasta entonces; ya que de ser falsa, aumentará el conocimiento, por descubrirlo, y
reanudará el proceso de búsqueda de teorías mejores.
El biólogo alemán Ludwig von Bertalanffy, fue el precursor de la Teoría Ge-
neral de Sistemas, publicando sus trabajos entre 1950 y 1968, la cual dominó las
ciencias, principalmente la administración. No buscaba solucionar problemas ni
intentaba soluciones prácticas, sino producir teorías y formulaciones conceptuales
que pudieran crear condiciones de aplicación en la realidad empírica. Los supues-
tos básicos de la teoría son:
“Existe una nítida tendencia hacia la integración de las diversas ciencias naturales y
sociales. Esta integración parece orientarse hacia una teoría de sistemas. Dicha teo-
ría de sistemas puede ser una manera más amplia de abordar los campos no físicos
del conocimiento científico, especialmente las ciencias sociales. Esa teoría de los sis-
temas, al desarrollar principios unificadores que atraviesan verticalmente los univer-
sos particulares de las diversas ciencias involucradas, nos aproxima al objetivo de la
unidad de la ciencia. Esto puede llevarnos a una integración muy necesaria en la
educación científica” (Chiavenato, 1997:724).
Bertalanffy, criticaba la visión que se tiene del mundo, fraccionada en dife-
rentes áreas como la física, química, biología, sociología, etc., divisiones arbitra-
rias cuyas fronteras están sólidamente definidas y presentando espacios vacíos
entre ellas, a pesar de que la naturaleza no está dividida en ninguna de esas par-
tes. Por lo que su teoría define a la integración de las diversas áreas como un con-
junto de elementos interdependientes e interactuantes; un grupo de unidades

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combinadas que forman un todo organizado y cuyo resultado es mayor que el re-
sultado que las unidades podrían tener si funcionaran independientemente. Por
ello, afirma que las propiedades de los sistemas no pueden describirse significati-
vamente en términos de sus elementos separados, por lo que su comprensión só-
lo ocurre cuando se estudian globalmente, involucrando todas las interdependen-
cias de sus partes. La teoría se fundamenta en tres premisas básicas: a) los sis-
temas existen dentro de los sistemas; b) los sistemas son abiertos; c) las funcio-
nes de un sistema dependen de su estructura.
Edgar Morin, nació en París en 1921, es un pensador multidisciplinar cono-
cido especialmente como sociólogo y epistemólogo. Es considerado uno de los
pocos maîtres à penser del siglo XX. Figura como pionero en los estudios sobre
complejidad. En su colosal obra El Método, sintetiza todos los nuevos desarrollos
en teoría de sistemas, teoría de la información y cibernética, reformulando el mé-
todo de la complejidad. Ésta obra es un proceso de búsqueda de estrategias via-
bles para un pensar complejo físico-bioantropológico desde una perspectiva cientí-
fico-filosófica-literaria, que permite una praxis ética en el campo tanto del conoci-
miento académico como de la praxis social (Morin, 2005).
En su obra Introducción al Pensamiento Complejo, presenta una serie de
ensayos y presentaciones realizadas entre 1976 y 1988, en los cuales su método
comienza a cobrar forma como estructura articulada de conceptos. Presenta una
unión entre simplicidad y complejidad, implicando procesos como selección, jerar-
quía, separación, reducción y globalización. Trata de articular lo que está disocia-
do, pero no en una unión superficial, ya que esa relación es al mismo tiempo anta-
gónica y complementaria.
El diálogo estimulador del pensamiento de Morin propone a todos los que
se interesen en desarrollar un modo complejo de pensar la experiencia humana
orientada hacia el descubrimiento de nosotros mismos, nuestros límites y nuestras
posibilidades.

III. LA CIENCIA Y SU MÉTODO: EL MÉTODO CIENTÍFICO.

Cuando la ciencia se originó seguía un determinado camino intelectual, basado en


la mayoría de los casos en trabajos hechos por antecesores o maestros de los
nuevos pensadores, como ya se mencionó en el apartado anterior, y a los cuales
se les refutaba o adicionaba nuevos conocimientos. No obstante, a lo largo de los
años se perdió de vista el objetivo y la meta a alcanzar, y se puso atención y dio
mayor importancia al camino a seguir para alcanzarlos, el método, conocido ac-
tualmente como método científico, especialmente en los años finales del siglo XX,
y en dónde muchos estudiosos han fundamentado todo el valor de la ciencia, de
sus investigaciones, de la validez de las mismas y la predictibilidad de la ciencia.
Pero, ¿cómo es que el método científico llegó a ser parte esencial para el desarro-
llo de la ciencia en el mundo actual?
Para responder lo anterior retomamos la definición de Ciencia que Peter
Checkland (1999) plantea y que mencionamos en párrafos anteriores, ya que la
consideramos útil para entender el método de la ciencia; para él, la ciencia es co-

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La ciencia como una actividad humana:
evolución y método

mo un sistema de aprendizaje o indagación, un sistema para averiguar cosas


acerca del mundo misterioso en que nos encontramos habitando, por lo que nos
proporciona conocimiento, el cual para él y otros pensadores modernos, es provi-
sional. Por lo que la ciencia es una manera de adquirir conocimiento del mundo,
verificable públicamente; se caracteriza por la aplicación del pensamiento racional
a la experiencia, derivada ésta última de la observación y de los experimentos di-
señados deliberadamente, siendo el objetivo la expresión concisa de las leyes que
gobiernan el universo, leyes que se expresan matemáticamente de ser posible. De
tal forma que para lograr tal objetivo, la ciencia fue evolucionando llegando a su
institucionalización, creando el papel del “científico” y por consecuencia del “traba-
jo científico”, caracterizándose por el reduccionismo, la repetibilidad y la refutación.
El reduccionismo, como consecuencia de lo complejo y variado que es el
mundo real, que para poder entenderlo el investigador ha tenido que simplificarlo y
observarlo a través de experimentos, de tal forma que pueda obtener la explica-
ción mínima que le permita comprenderlo. Sin embargo, consideramos que la ba-
se más importante de esta forma de buscar la comprensión de los fenómenos del
mundo, se sustenta en la perspectiva científica de Descartes al descomponer el
problema y analizarlos en fragmentos.
La repetibilidad es una característica importante, ya que coloca a cualquier
conocimiento que se pueda denominar científico en una categoría diferente a la de
la opinión, la preferencia y la especulación. Proporcionando a la actividad de la
ciencia un núcleo sólido que no se vea afectado por la irracionalidad y las emocio-
nes. Por lo anterior, la medición es un elemento importante en esta característica,
ya que lleva al registro y cuantificación de lo observado, teniendo como resultado
que la teoría matemática se use para deducir todas las consecuencias lógicas de
la información obtenida de los resultados experimentales.
La refutación permite que el progreso acumulativo del conocimiento se pue-
da lograr; por lo que el desarrollo de la ciencia se debe determinar mediante expe-
rimentos significativos en los cuales conjeturas importantes se someten a refuta-
ción. Cabe aclarar, que no todas las conjeturas se sustentan en experimentos con
recolecciones de hechos al azar; pero si, implícita o explícitamente en una teoría,
por lo que ésta debe ser corroborada o refutada mediante los hechos en el expe-
rimento.
Esta última característica del método de la ciencia es resultado de las apor-
taciones de pensadores como C. S. Pierce, William Whewell y especialmente Karl
Popper, quienes plantean que:
“Las conclusiones de la ciencia no tienen otra pretensión aparte de ser verificables”
(Pierce, citado en Checkland, 1999).
“El progreso científico es un refinamiento contínuo de verdades necesarias acerca del
universo físico basado en la observación y experimentación” (Whewell, 1937; citado
en Checkland, 1999).
“El método de la ciencia es el método de las conjeturas intrépidas y de los intentos
ingeniosos y estrictos para refutarlas” (Popper, 1959, 1963, 1972; citado en Chec-
kland, 1999).
Lo anteriormente expuesto surge como consecuencia de lo polémico que es
el pensamiento humano, ya que como mencionamos en líneas anteriores, el cami-

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I.I.E.S.C.A. Ensayos

no intelectual de la ciencia se basa en la aplicación, el análisis o la refutación de


conocimientos generados por antecesores, provocando con ello que los nuevos
pensamientos sean adversarios de aquellos que remplazan y que el enfoque expe-
rimental de la ciencia genere, contemple y provoque el debate crítico. Por lo que
cuando se sujeta una hipótesis a verificación el interés debe ser más por refutarla
que por corroborarla, ya que lo primero nos genera mayor conocimiento.
Sin embargo, el método científico no siempre ha sido aplicado con base en
la características antes mencionadas; lo anterior es producto de la “nueva forma”
de ver los fenómenos en el mundo y del cómo explicarlos. En la ciencia medieval y
muy fuertemente en la revolución científica el método respondía a la forma de
pensamiento de la época, y fue precisamente Descartes quien definió claramente
el cómo explicar la realidad del mundo; y es su método el que ha sido aplicado
fuertemente hasta nuestros días, llevándonos a identificar al Método Científico
como “el conjunto de procedimientos racionales que tienen por objeto el estable-
cimiento de la verdad” (Ezcudia-Híjar y Chávez-Calderón, 2004) y que con base
en Serrano (2003), consiste en:
• La observación de lo que puede ser observado.
• La descripción de lo que ha sido observado.
• La medición de lo que puede ser medido.
• La aceptación o no aceptación como hechos o realidad de los resultados de
la observación, la descripción y la medición.
• La generalización inductiva.
• La explicación tentativa de los hechos singulares aceptados o de las obser-
vaciones factuales inductivamente alcanzadas.
• El razonamiento lógico-deductivo.
• La verificación o comprobación de lo tentativamente aceptado por sucesi-
vas observaciones.
• La corrección de la aceptación tentativa de las observaciones, descripcio-
nes y mediciones aceptadas.
• La predicción de lo que va a seguirse con todo esto.
• El rechazo de las proposiciones que no han sido obtenidas o confirmadas
por este procedimiento.

IV. REFLEXIONES FINALES

Al inicio del presente ensayo planteamos a la ciencia como producto cultural de


nuestra civilización y la invención más poderosa de la humanidad, ya que los seres
humanos vivimos en un mundo recreado por la actividad de la ciencia. En el pre-
sente siglo vivimos en la sociedad del conocimiento, de los medios de comunica-
ción y del desarrollo económico y tecnológico. Hemos erradicado enfermedades o
controlado epidemias, logrando con ello elevar el promedio de vida del ser huma-
no, reducir las tasas de mortalidad y, en muchos casos, mejorar nuestra calidad o

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La ciencia como una actividad humana:
evolución y método

nivel de vida. Sin embargo, también hemos mejorado las estrategias y armas béli-
cas, incrementado el poderío económico de quienes tienen la riqueza sobre los
que no la tienen y deteriorado el ambiente.
Paradójicamente, el pensamiento racional se origina con la observación de
la naturaleza, tratando de explicar los fenómenos naturales que se presentaban en
el mundo; es por ello que la ciencia nace orientada hacia el planteamiento de leyes
matemáticas que permitieron comprobar, a través de la representación de la reali-
dad mediante experimentos, que la explicación dada fuera la más cercana a la
verdad. Sin embargo, el hombre a través de esta búsqueda de explicar el mundo
que le rodea ha logrado con el paso de los siglos generar, aceptar y refutar sus
propias explicaciones. Logrando con ello su propia evolución intelectual y sobrevi-
vencia.
Cada etapa en el desarrollo científico ha proporcionado al hombre mejores
formas de vida, pero al mismo tiempo éste ha provocado daños al mundo que le
rodea. El desarrollo intelectual de los seres humanos, el fácil acceso a la informa-
ción, la dependencia en los medios de comunicación, el incremento de la pobla-
ción, la producción en masa y los modelos económicos basados en comporta-
mientos de mercado han convertido al mundo en un mundo complejo que no sólo
se conoce y explica por sus fenómenos o recursos naturales, sino por todos aque-
llos aspectos relacionados con la interacción de los seres humanos y su empode-
ramiento sobre lo que le rodea.
Lo anterior ha propiciado que la forma de hacer ciencia también haya evo-
lucionado al paso de los siglos y que en la actualidad hablemos de que el conoci-
miento tiene como característica la temporalidad, planteando a la refutación como
la forma de definir esa temporalidad, que intentemos observar al mundo a través
de una visión integral, transdiciplinar, con pensamientos complejos y teorías de
sistemas. El mundo que nos rodea cambia, como consecuencia del cambio de
pensamiento del ser humano, y por ende, el cómo explicarlo también cambia.
Pero, cómo es que hemos llegado hasta este desarrollo, ¿Por qué el ser
humano tiene y ha tenido la necesidad de explicar lo que observa? No tenemos
forma de explicarlo bajo el rigor científico de una ciencia reduccionista, pero nues-
tra conjetura, sujeta a la replicación, es que hemos ido, a lo largo de los años,
descubriendo que somos capaces de: pensar, cuestionar, comprender y sobrevi-
vir; es decir, de ser racionales. Por lo que esperamos seamos capaces de conser-
var el mundo natural que nos rodea y no lleguemos al punto de un desarrollo tec-
nológico cuyas consecuencias provoquen nuestra propia destrucción.

BIBLIOGRAFÍA

1. Bunge, M. 1990. La ciencia, su método y su filosofía. Editorial Quinto Sol. México.


2. Checkland, P. 1999. Systems Thinking, Systems Practice. Wiley. West Sussex.
3. Escurdia-Híjar, A. y P. Chávez-Calderón. Diccionario Filosófico. Editorial Limusa. México.
4. Chiavenato, I. 1997. Introdução à teoria geral da Administração. Mc Graw Hill. São Paulo.
5. Morin, E. 2005. Biografía. URL: http://www.complexus.org

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I.I.E.S.C.A. Ensayos

6. Morin, E. 2005. La pensée complexe. Souil. París.


7. Serrano, J. A., 2003. Filosofía de la ciencia. Editorial Trillas. México.

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