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Natalia soto
Las modas intelectuales son notoriamente efímeras, ciertas modas que aparecen
y regresan regularmente. Como los pantalones, las faldas etc. Tienen vida breve
pero recurrente: conocemos su transitoriedad y damos por descontado su retorno.
Aunque opera a un nivel mucho más alto (¿un nivel definitivamente más alto?) de
significación cultural, la crítica comunitarista del liberalismo es como el plisado de
los pantalones: transitoria, pero reiterada. Ningún triunfo liberal cancelara su
atractivo definitivamente. Al mismo tiempo, ninguna crítica comunitarista, por más
penetrante que sea, será más que un aspecto inconstante del liberalismo. Por
ahora, hay mucho que decir sobre esta crítica recurrente, cuyos protagonistas solo
desean pequeñas victorias, y cuando son refutados, desaparecen un tiempo para
luego regresar.
II
El primer argumento sostiene que la teoría política liberal representa fielmente la
práctica liberal. El liberalismo acierta en su descripción de la sociedad asocial que
los liberales crean, y no ex nihilo, como su teoría sugiere, sino en una intensa
lucha contra tradiciones, comunidades y autoridades que son olvidadas apenas
desaparecen, de modo que las prácticas liberales perecerían no tener historia.
Los escritos del joven Marx representan una de las tempranas apariciones de la
crítica comunitarista, y su argumento, desarrollado por primera vez alrededor del
año 1840, esta poderosamente presente hoy en día. Similar análisis, aunque en
un lenguaje teórico actualizado, desarrolla Alasdair MacIntyre cuando postula la
perdida de la capacidad narrativa y la incoherencia de la vida cultural e intelectual
moderna. Pero la única teoría necesaria para la crítica comunitarista del
liberalismo es el liberalismo mismo. Como Hobbes escribió, no hay «ningún otro
fin ninguna otra corona, que alcanzar la primicia». Imaginémoslo disfrutando de
sus derechos, y la sociedad queda reducida a la coexistencia de yoes aislados,
porque los derechos liberales, de acuerdo con esta primera crítica, tiene más que
ver con la «salida» que con la «voz».
Nosotros los liberales somos libres de elegir, pero no tenemos criterios para
gobernar nuestras elecciones, excepto nuestra desviada comprensión de nuestros
desviados intereses y deseos. La sociedad liberal, vista a la luz de esta primera
crítica comunitarista, es fragmentación en la práctica; y la comunidad es su
opuesto exacto, el hogar de la coherencia, la conexión y la capacidad narrativa.
Este es el tema común de todos los comunitarios contemporáneos: lamento
neoconservador, acusación neomarxinista o indignación neoclásica o republicana.
(La necesidad del prefijo «neo» sugiere de nuevo el carácter intermitente o
recurrente de la crítica comunitarista.) . Si tenemos que crear una unión artificial y
a histórica a partir de una multitud de yoes aislados, ¿por qué no tomar es estado
de la naturaleza o la posición original como punto de partida conceptual?
IV
Con todo cada uno de los argumentos críticos es parcialmente correcto. En primer
lugar, no puede haber muchas dudas de que nosotros (en los estados unidos)
vivimos en una sociedad donde los individuos están relativamente disociados o
mejor dicho, donde están continuamente separándose. Podemos apreciar mejor
las formas que adopta la inestabilidad si rastreamos los movimientos más
importantes. (Imitando el estilo chino), las cuatro movilidades:
VI
VII
MICHAEL WALZER
La crítica comunitarista del liberalismo
Isntitute for advanced study, princeton
http://es.wikipedia.org/wiki/Michael_Walzer