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2013

Textos  sobre                                        
el  divorcio  en  los  
Evangelios      
Sinópticos  
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Dr.  Juan  José  Barreda  Toscano  


Bíblica Virtual  
Bíblica Virtual (BV)

Textos sobre el divorcio


en los Evangelios Sinópticos
(Mc 10:1-12; Mt 5:31-32; 19:1-12; Lc 16:18)

Dr. Juan José Barreda Toscano

Notas preliminares

Hablar del divorcio en los Evangelios Sinópticos requiere varias precisiones que
presentamos a continuación.

En primer lugar, es imprescindible tratar el tema dentro del marco de las relaciones entre
hombres y mujeres, de familia en Galilea y Judea, y de la sociedad en general en la que se
conformaba y entendía a sí misma las familias en tiempos de Jesús. No se debe pensar en
el divorcio como una "cosa" que se puede analizar bajo una microscopio en un laboratorio.
El divorcio en un hecho relacional en la vida de personas, familias y sociedades. Tiene
muchas formas y maticez que responden a cada contexto.

No hay razones para pensarse que los comentarios y enseñanzas de Jesús sobre el
comentario fueran presuntamente atemporales. Se trata de enseñanzas planteadas en un
mundo determinado, vigentes claro, pero no como una propuesta rígida que no precise ser
interpretada. Estrechamente vinculado a esto cabe preguntarse: ¿se puede siquiera
imaginar que hoy por hoy se pueda sostener en nuestro contexto latinoamericano un
matrimonio de la misma manera como se sostuvo en el pueblo galileo o judío del siglo I
d.C.? Tendríamos que volver a la práctica de los matrimonios arreglados por los padres, a
casar a jovencitas de 13 años, a prohibir el noviazgo como lo entendemos hoy, y aún
catalogar este último como un acto inmoral, etc. Es por eso que la idea de un cierto
"trasplante" de las enseñanzas y testimonios de familia y matrimonio en tiempos bíblicos es
imposible, nuestros mundos y comprensiones de la vida son diferentes e imposibles de
conciliar.

Los mismos textos del Nuevo Testamento reflejan diversos procesos de recomprensión de
la familia y el matrimonio a partir de lo que significa el seguimiento de Jesús, de ser
cristianos. Entonces, en el proceso de exégesis de los textos de los Evangelios que
haremos vamos a intentar reconocer también nuestros lugares de lectura. No nos
preocupará solamente el mundo en el cual los textos fueron compuestos o el cual narran,
sino también en cómo han sido comprendidos en los tiempos y cómo podemos
comprenderlos e interpretarlos en nuestros contextos. Esta tarea es difícil. No lo vamos a
hacer aquí porque haría muy extenso este ensayo, pero es importante advertir que aún en
nuestros contextos latinoamericanos hay una diversidad de concepciones de familia que
dicen sostenerse en las enseñanzas bíblicas.

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Un segundo punto a advertirse es sobre el uso del término divorcio. La forma como hoy se
entiende el divorcio es muy diferente al de los tiempos bíblicos, y especialmente, al del
mundo judío. Precisaremos conocer qué implicaba para la época la ruptura de la relación
matrimonial, cómo se desarrollaba en las diferentes culturas (judía y grecorromana), y aún,
en los diferentes estratos sociales. El concepto de la ruptura del matrimonio va a estar
directamente relacionada a la idea de matrimonio. Por ello, es importante preguntase si el
término divorcio hace justicia a lo que realmente sucedía en el mundo judío del siglo I d.C., y
de allí, ver si Jesús prohibe el divorcio que hoy se sostiene o el tipo de ruptura (vamos
adelantando algo: repudio) que se suscitaba en aquellos contextos.

Generalizar sobre el divorcio es tan injusto como generalizar sobre el matrimonio u otras
condiciones de vida. No se puede, por ejemplo, estar a favor o en contra del matrimonio en
sí. Mucho va a depender de quienes se casan, de qué momento de la historia se esté
viviendo (obsérvese los consejos de Pablo en 1 Corintios 7:8, 9, 25-38), bajo qué
condiciones se casen, etc. De acuerdo al matrimonio se deberá de pensar el sentido de
ruptura de matrimonio, y de allí también se podrá pensar en el mejor término (divorcio,
separación, repudio, etc.).

En tercer lugar, hay que advertir la diferencia entre lo que Jesús vivió y dijo durante su vida,
y lo que los evangelistas compusieron en sus escritos. Este es un punto de vista neurálgico
para la exégesis de los textos relacionados al divorcio. No debe leerse un Evangelio y otro
como si no tuvieran sus particularidades, menos todavía, como si estos no reflejaran puntos
de vista particulares sobre el ministerio y perspectivas de Jesús. La concepción sinóptica de
Marcos, Lucas y Mateo no lo es tan así. No son una misma visión, sino tres visiones
diferentes basados en el mismo personajes, y en muchos casos, en los mismos hecho o
relatos de los hechos; pero también hay sutiles diferencias, algunas muy grandes.
Trataremos de superar la tendencia de hablar de Jesús sin advertir las particularidad que un
Evangelio tiene y, por otro lado, focalizarnos en lo que cada uno enseña a fin de percibir
cómo el tema de la ruptura del matrimonio desarrollado por Jesús fue interpretado por sus
inmediatos seguidores. No todos lo tomaron de la misma manera. Cabrá hacerse preguntas
como, ¿qué fue lo que Jesús dijo puntualmente sobre el divorcio en cada caso o según cada
Evangelio?

Relacionado a esto se deberá observar si los textos que narran los dichos de Jesús sobre el
tema lo hacen a manera de enseñanzas, de menciones circunstanciales, de respuesta a
preguntas puntuales, de un amplio tratado sobre el tema o si lo hace pretendiendo abordar
el tema pensando en todos los matrimonios, etc. Hay veces se han tomado preceptos de
menciones tangenciales de ciertas costumbres o a partir de meras descripciones de un
hecho. Es como pensar que todos los cristianos deberían de ser "pescadores" porque
Andrés, Pedro, Jacoco y Juan lo fueron; o pensar que una familia cristiana debería de tener
esclavos como los tuvieron muchas familias en el siglo I d.C.

En este sentido, hablar de "Jesús y el divorcio" es toda una construcción basada en la


exégesis y la hermenéutica que debe explicitar sus limitaciones y posibilidades de acuerdo a
la evidencia bíblica y las grandes limitaciones que hay para acceder a sus enseñanzas
respecto a este tema. Son pocas las pocas referencias de los textos en los Evangelios sobre
el tema (Mc 10:1-12; Mt 5:31-32; 19:1-2; Luc 16:18), por lo que no se debe generar la idea
que con estas alusiones Jesús agotó el tema.
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En ciertos círculos cristianos se comprende la Biblia como un Manual, inclusive se le llama


el Manual de Dios; pero esta designación genera realmente grandes distorsiones a la hora
de interpretarla. Están quienes buscan "resetas" y, por ejemplo, toman las porciones de los
Evangelios como pequeñas resetas que sugieren cómo vivir. Pero las Escrituras son una
guía abierta, y por ello también su constante frescura, pero para que esa dinámica fresca
acontesca en la vida de la comunida de fe se precisa advertir el hecho que toda
interpretación de un texto bíblico es contextual como lo es el mismo texto. Vinculado a esto,
está la frase también reduccionista: "La Biblia dice..." Hablar de esa manera tan genérica
violenta los diversos contextos, perspectivas y autores de las Escrituras. Bajo un supuesto
deseo de pensar en la unidad de la Biblia, se concibe esta unidad como un mensaje
monolítico que necesita ignorar las diversidades de perspectivas que tiene, por ejemplo
sobre las relaciones familiares, que reflejan los textos bíblicos. Y si bien es cierto hay
perspectivas constantes como las de justicia hacia los pobres y débiles, la soberanía de
Dios, su amor por la creación, la inclusión en la diversidad, entre otros, es preciso entener
que aún estas constantes se presentan con diferentes ópticas -aunque no necesariamente
"contradictorias"- Al hablarse de familias y de divorcio, se perderá mucho si no se observan
las particularidades desde las cuales se abordan los temas en los textos bíblicos y podrá
violentarse las Escrituras haciéndolas conformarse a un único y sólo pensamiento.

Por último, y hablando puntualmente de los Evangelios sinópticos, es necesario tener en


cuenta la relación entre los tres libros.1 Los Evangelios de Mc, Mt y Lc tienen contenidos
muy semejantes, en algunos casos casi idénticos. Esto ha llevado a pensar a los
especialistas en Biblia que en su redacción deben de haber usado algunas fuentes escritas
comunes. La búsqueda de una explicación a esta relación se conoce como la cuestión
sinóptica.

1. En términos generales se propuesto la hipóstesis que Mt y Lc toman como fuente literaria


a Mc y siguen su esquema general (en realidad, siguen a un Mc anterior a la versión que
tenemos actualmente que es llamada Ur Marcus). Mt y Lc no siempre coinciden en los
materiales tomados de Mc.

2. Mt y Lc tienen materiales comunes que parece proceder una fuente escrita común que no
está en Mc. A este material en común entre Mt y Lc se le llama fuente Q (del alemán Quelle,
"fuente"). Sin embargo, ambos Evangelios no usaron el material de la misma manera.

3. El material exclusivo de Mt y de Lc fue producto de recolección de fuentes escritas y


fuentes orales hecha por cada autor. Es probable también que las fuentes orales afectaran
ciertas modificaciones sutiles en la composición de cada Evangelio. El uso de una fuente no
fue una simple tarea de copiar, sino que hay variaciones intencionales que en muchos casos
se hicieron para reinterpretar las fuentes, aportar precisiones, cambiar datos, o expresar los
objetivos de los compositores con la redacción de su Evangelio. Hay relatos en común que

1
Es imposible tratar con extensión el tema aquí. Para quienes no están familiarizados con el tema
pueden buscar información sobre "la cuestión sinóptica" o la teoría sobre la conformación los tres
primeros Evangelios en alguna buena introducción al Nuevo Testamento.
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en los Evangelio son situados en diferentes ocasiones, con diferentes destinatarios y


lugares, e inclusive, con diferentes sentidos.2

Mc 10:1-12 y Mt 19:1-12

Para el caso particular de los textos relacionados al divorcio se podrá ver que Mc 10:1-12 es
el texto más antiguo y que Mt 19:1-12 lo sigue y que le hace ciertas modificaciones que
serán importantes advertir. Un cuadro comparativo ayudará a la comparación de los
paralelos entre estos dos textos-2.

Mc 10:1-12 Mt 19:1-12

1 Aconteció que cuando Jesús terminó


estas palabras, se alejó de Galilea,
1 Levantándose de allí, vino a la región de y fue a las regiones de Judea al otro lado
Judea y al otro lado del Jordán; del Jordán.
y volvió el pueblo a juntarse a él, y de 2 Y le siguieron grandes multitudes,
nuevo les enseñaba como solía.
y los sanó allí.

2 Y se acercaron los fariseos y le 3 Entonces vinieron a él los fariseos,


preguntaron, para tentarle, tentándole y diciéndole:

si era lícito al marido repudiar a su mujer. ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer
por cualquier causa?

3 Él, respondiendo, les dijo: 4 Él, respondiendo, les dijo:

¿Qué os mandó Moisés?

4 Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta


de divorcio, y repudiarla.

5 Y respondiendo Jesús, les dijo:


Por la dureza de vuestro corazón les
escribió este mandamiento;
¿No habéis leído que el que los hizo
6 pero al principio de la creación, al principio,
varón y hembra los hizo Dios. varón y hembra los hizo, 5 y dijo:
7 Por esto dejará el hombre a su padre y a Por esto el hombre dejará padre y madre, y
su madre, y se unirá a su mujer, 8 y los se unirá a su mujer, y los dos serán una
dos serán una sola carne; así que no son sola carne? 6 Así que no son ya más dos,
ya más dos,
sino uno. sino una sola carne.

9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
el hombre. hombre.

2
Por ejemplo, obsérvese las bienaventuranzas en las Enseñanzas de la Montaña de Mt 5 y la
Predicación Profética de Lc 6. Debido a su orientación y dificultad para ser "domesticada" la versión
de Lc ha sido la menos difundida entre los cristianos.
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7 Le dijeron:
¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta
de divorcio, y repudiarla?
8 Él les dijo:
Por la dureza de vuestro corazón Moisés
Les permitió repudiar a vuestras mujeres;
mas al principio no fue así.

10 En casa volvieron los discípulos a


preguntarle de lo mismo,

11 y les dijo: 9 Y yo os digo que


Cualquiera que repudia a su mujer cualquiera que repudia a su mujer,
salvo por causa de fornicación,

y se casa con otra, y se casa con otra,


comete adulterio contra ella; adultera;

12 y si la mujer repudia a su marido


y se casa con otro, comete adulterio.
y el que se casa con la repudiada, adultera.

10 Le dijeron sus discípulos:


Si así es la condición del hombre con su
mujer, no conviene casarse.

11 Entonces él les dijo: No todos son


capaces de recibir esto, sino aquellos a
quienes es dado. 12 Pues hay eunucos
que nacieron así del vientre de su madre, y
hay eunucos que son hechos eunucos por
los hombres, y hay eunucos que a sí
mismos se hicieron eunucos por causa del
reino de los cielos.
El que sea capaz de recibir esto, que lo
reciba

No nos vamos a detener en detalles técnicos respecto a ambos textos. Lo que sí se puede
apreciar es la relación literaria entre ambos. Se piensa que Mt 19 sigue a Mr 10 y hace mo-
dificaciones significativas. El texto de Mr 10:1-12 se desarrolló en medio de historias en
donde se contrapone al orden social desde las perspectivas de los más débiles. La alimen-
tación de las multitudes (8:1-21), la gente que busca a Jesús para que "toque" a un ciego y
lo sane (8:22-26). La confesión de Pedro reconociendo a Jesús como el Mesías señala su
labor salvífica hacia los más débiles, y es precisamente a esta confesión que le sucede el
primer anuncio de Jesús que será asesinado (8:27-9:1). La narración sobre la transfigura-
ción nos advierte que este elegido por Dios, transfigurado por actuar divino no es otro que
Jesús, el de Nazaret. Los discípulos se quedan intrigados en cómo un poderoso elegido de
Dios puede ser rechazado por el pueblo (9:2-13, esp. v. 12). Otro caso de un excluido social:
Un joven "endemoniado" que es motivo de "discusión" entre maestros de la ley y los discípu-
los de Jesús que no pueden expulsar al espíritu que le "ha quitado el habla". Jesús les seña-
la la expulsión como liberación y producto de la confianza en Dios (9:14-32). ¿Quién es ma-
yor? (9:33-37), un texto que refleja la contraposición cultural y social que propone Jesús. "El
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que recibe ("aprende de", "es como", "se posiciona en la vida como") a uno de estos niños,
me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino a lo que me envió" (v. 37).
El texto sobre hacer pecar a uno de estos pequeños sigue la línea que se viene observando.
Luego advierte: "...si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le
valdría que le ataran al cuello una pierda de molino y lo arrojaran al mar" (9:42). En 10:13-16
Jesús identifica a los miembros del reino como "niños" a quienes no ha de impedirse
aproximársele. El hombre rico no acepta la invitación de Jesús a seguir y Jacobo y Juan
siguen pensando que el reinado de Dios es similar a los reinos humanos en los que se abu-
sa del poder (10:17-31; 35-45). El texto de Mc 10:1-12 va a abordar el tema desde la mirada
de los más débiles quienes ocupan el interés principal de Dios y de Jesús. En este caso
particular, se trata de las mujeres quienes eran discriminadas socialmente y a quiens se las
introducía en el matrimonio bajo condiciones de gran inferioridad con relación a los hombres.

Análisis del texto

Primera parte: vv. 1-9

En 10:1 se señala que Jesús llega a la región de Judea y siguen las discusiones con los
fariseos. Debe mencionarse que en la época en la que se sitúa la disputa con Jesús se hab-
ía suscitado un hecho político y social que debió haber levantado grandes disputas en la
población: el divorcio de Herodes Antipas de su esposa la hija de Aretas, rey de Nabatea,
para casarse con Herodías la ex-esposa de su hermano Filipo quien se habría divorciado de
ella para que se uniera a su hermano en una especie de transacción económica y política.3
Cuando en el v. 2 se dice "para tentarle" puede que el tema detrás fuera esta situación polí-
tica, la posterior ejecución de Juan el Bautista por denunciar este hecho ilícito a sus ojos, y
otras situaciones en la población que generarían disputas.

Los vv. 2-9 constituyen una escena de desafío-respuesta en la que principios de honor y
vergüenza entran en juego.4 Los fariseos le hacen la pregunta públicamente para tentarle.
¿En qué consiste el desafío? Quieren exponer públicamente a Jesús, desacreditarlo ante los
demás como quien no cumple la Torah de Moisés, pero es probable que también quieran
comprometerlo en una situación similar en la que estuvo Juan el Bautista pensando que
quizá tendría un fin similar (cf. Mc 2:24; 7:5; 8:11; 12:13). Debe pensarse en el marco de
esta disputa pública en la que quizá también se logre cierto distanciamiento con los hombres
que no se verán favorecidos con la posición de Jesús que, y sólo en ese contexto puntual,
parece favorecer a las mujeres. Debe advertirse también que Jesús muy probablemente fue
soltero y que no vive ni en su tierra ni con su familia. En perspectivas socioculturales Jesús
es una persona que no llena las expectativas de un hombre judío e inclusive que las ofen-
de.5 Jesús fue alguien que atentó contra la visión de masculinidad hegemónica practicada
por la población.

3
Puede verse J. González Echegaray, Los Herodes. Una dinastías real de los tiempos de Jesús,
Navarra, Verbo Divino, 2007, pp. 131-137.
4
Obsérvese el libro de B. Malina,
5
Rabbí Eleazar ben Pedah diría: "Hombre que no tiene mujer no es hombre" pues está escrito: "Los
creó macho y hembra y los bendijo y llamó su nombre adam (hombre). TB Yebamot 63a (TB =
Talmud Babilonio). Recomiendo leer el capítulo: "Dejar el espacio masculino. Eunucos en el
6
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En la pregunta en 10:2, "... si era lícito al marido repudiar (gr. apolusai) a su mujer", hay va-
rias observaciones que hacerse. Están quienes ven probable que estos fariseos dedujeran o
pensaran que la postura de Jesús referente al divorcio era la indisolubilidad del mismo y que
por ello levantaran esta pregunta. Este hecho haría más radical la pregunta y la también la
respuesta de Jesús.6 Sin embargo, no hay muchos otros testimonios bíblicos que hagan
pensar esto. El otro texto que se asemeja a dicha mirada radical sobre la indisolubilidad del
divorcio está en Lc 16:18 que es similar a Mt 19 y que sigue en esto a Mc 10. Por otro lado,
Mt 5 y 19 tienen una cláusula que cambia la pregunta o, en todo caso, la precisa para el
lector que no pertenece al ambiente judío, por lo que cabe preguntarse cuál de estas dos
comprensiones de la existencia de la cláusula es la más apropiada. Por otro lado, no se co-
noce ningún grupo en el judaísmo de la época que negara la práctica del divorcio, ni aún en
grupos tan conservadores como los que produjeron la Literatura de Qumrán que se enseña-
ban la monogamia y criticaban la poligamia como atentar contra los preceptos divinos, sin
embargo, aceptaron el divorcio y regularon su proceso que refleja la búsqueda de la justicia
y relaciones más pares entre hombres y mujeres.7 En la sociedad judía, entonces, las discu-
siones sobre el tema no giraron en torno si se podía o no repudiar a la esposa, sino en qué
situaciones era lícito hacerlo.

En el siglo I d.C. los exégetas judíos disputaron sobre los motivos del repudio de Dt 24:1. La
discusión entre dos escuelas es la más conocida, entre la escuela de Shammai y la escuela
de Hillel. Habían otros cinco puntos en los que las dos escuelas diferían, pero este punto era
el más importante. La escuela de Shammai leía el hebreo ´ervat dâvâr como indecencia de
cosa en vez de cosa indecente. Se usaba el método midrásico denominado serés o inver-
sión8 que ponía el foco en indecente y dejaba a un lado la palabra cosa. Por otro lado, la
escuela de Hillel interpretaban las dos palabras por separado, que era también permitido en
la exégesis judía. Así, interpretaba que el esposo podía dar escrito de repudio a su esposa
por una cosa (dâvâr) y por indecente (´ervat), por impureza de la mujer.9 Por ejemplo, Rabi
Aqiba, de la escuela de Hillel, deducía de Dt 24:1 tres causas para el repudio: a) por "inde-
cencia" de la mujer; b) por "alguna cosa", es decir, por cualquier cosa; c) porque la mujer
"no encontró gracia a sus ojos", porque la propia mujer no le gusta. Por lo cual, permite al
esposo repudiar a su esposa si encuentra otra más bonita.10

¿Cuál fue precisamente la pregunta que se hizo en Mc 10:2? En el griego la pregunta es


presentada como una oración indirecta, es decir, el narrador menciona cuál debe de ser la

movimiento de Jesús" del libro de H. Moxnes, Poner a Jesús en su lugar. Una visión radical del grupo
familiar y el Reino de Dios, Navarra, Verbo Divino, 2005, pp. 139-172.
6
J. Gnilka, El Evangelio según San Marcos, vol. II Mc 8,27-16,20, Salamanca, Sígueme, 1986, p. 82.
7
Ver el análisis de 4Q266 9 3 5 que hace C. Wassen, Women in the Damascus Document, Atlanta,
SBL, 2005, pp. 159-164, y J. Fitzmyer, "Marriage and Divorce", en Encyclopedia of the Dead Sea
Scrolls, vol. 1, Oxford, Oxford University Press, 2000, pp. 511-515.
8
Sobre la naturaleza del derash y los objetivos de la misma ver, A. del Agua Pérez, El método
midrásico y la exégesis del Nuevo Testamento, Valencia, Instituto San Jerónimo, 1985, pp. 31-57.
9
TB Gittin 90a
10
(Mishnah) Gittín 9,10 "La escuela de Samay afirma: nadie se divorciará de su mujer a no ser sólo si
encuentra en ella indecencia, ya que está escrito: porque encontró en ella algo ignominioso. La
escuela de Hillel enseña: incluso si dejó quemar el guiso, ya que está escrito: porque encontró en ella
algo ignominioso. R. Aquiba dice: incluso porque encontró a otra (mujer) más hermosa que ella, ya
que está escrito: si no encuentra gracia a sus ojos".
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pregunta, pero no la cita textualmente. Aunque esta observación puede abrirse a especula-
ciones, no lo es tanto cuando se piensa que el tema sobre el repudio estuvo muy instalado
en la sociedad, o al menos entre los fariseos y otros grupos religiosos, y la pregunta aquí es
recortada en base a dicha familiaridad con el tema. Sería como preguntar en la actualidad
en el mundo evangélico: "¿Vas al Culto?". No es preciso precisar: "¿Vas al Culto a nuestro
Dios Jehová?", sino que la sola mención al Culto es suficiente porque ya se sabe a quién se
dirige. Existe la posibilidad que la pregunta relatada por Mc 10:2 se entendiera bajo los crite-
rios que eran propios a las discusiones de la época: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mu-
jer por cualquier cosa?".

A menos que se pensara que Jesús creía en la indisolubilidad del matrimonio, posición difícil
de armonizar con la mirada de Jesús sobre la mujer, con relación a su propia situación de
soltero, y sobre su visión pastoral en situaciones de injusticia, la versión de Mt 19:8 serviria
de precisión y aclaración -no de amplicación- de cómo debió de ser la pregunta originalmen-
te o de cómo fue comprendida. Así, la frase "por cualquier razón" ubica de mejor manera la
pregunta para los lectores no familiarizados con el mundo judío y las discusiones en círculos
vinculados a lo que más tarde sería el rabinismo, y no sería un cambio de perspectiva en el
Evangelio de Mateo con respecto al de Marcos.

No debe pasarse por alto la relación de Jesús con las mujeres, especialmente con aquellas
que eran mucho más excluidas y maltratadas que las demás.11 En esta conversación, que
más que eso fue un desafío público, no participan mujeres. Este no es un dato menor siendo
que el tema de discusión las incluye fundamentalmente. En el planteamiento que le hacen a
Jesús se las toma como actoras pasivas a las decisiones de los hombres. No hay un plan-
teamiento tal como: "¿Es lícito a una mujer repudiar a su hombre?". Una pregunta que debe
formularse es, ¿habrían mujeres que querrían ser repudiadas por sus esposos como un al-
ternativa de huida de una vida de padecimientos, postergación y/o humillaciones? (maltrato
físico, discriminación, humillaciones con otras esposas o concubinas, abusos de poder, etc.).
¿Cómo oyeron las testigos de esta disputa pública los argumentos y las respuestas de
Jesús? ¿cómo las incluyó Jesús en su disputa? ¿Siguió la perspectiva patriarcal del matri-
monio sin cuestionarlo? No parece ser así. En su ministerio Jesús reflejó en muchos senti-
dos una gran valoración -si cabe el término- a las mujeres y desarrolló con ellas relaciones
de mayor paridad de lo que se hizo en los grupos que más se conocen de la época.12 Con

11
Las mujeres con enfermedades, aquellas que formaban parte de castas sociales más bajas, las
extranjeras o las esclavas, fueron objeto central del amor de Jesús. Ellas, además de su condición de
ser mujer, fueron realmente marginadas y estuvieron más expuestas a maltratos sin muchas posibili-
dades de defenderse o de encontrar alternativas de mejoras en el plano social, económico y aún reli-
gioso. Puede consultarse el libro de E. Támez, Las mujeres en el movimiento de Jesús, Quito, CLAI,
2003, y Ute Seibert - Cuadra, "Las mujeres en los Evangelios Sinópticos",
http://www.claiweb.org/ribla/ribla15/la mujer en los evangelios sinopticos.html
12
Tampoco debe llegarse muy lejos con esta afirmación. Las relaciones de paridad que sostuvo
Jesús con las mujeres no fue igual con todas, pero si bien es cierto las respetó y las trató de forma
muy diferente a lo que otros grupos parecen haberlo hecho, Jesús también participó en el contexto
patriarcal del cual él también formó parte. De allí que puedan observarse algunas escenas y situacio-
nes en las que él no se aparta del todo, aunque sí deja abiertas las puertas para sus sucesores, del
tipo de relación hombre - mujer de su época.
8
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relación a las libertades coaptadas de las mujeres casadas y su posición frente al esposo
vale citarse TP Kiddushim 2b:13

R. Simón enseña: ¿por qué dice la Ley: si un hombre toma mujer, y no "si una mujer
es tomada por un hombre"? Porque lo normal es que el varón salga y busque esposa,
y no al revés. Es lo mismo que ocrre cuando alguien ha perdido un objeto. ¿Quién
busca a quien? El que lo perdió busca el objeto, y no el objeto a quien la extravió.

Visiones como esta de las esposas eran comúnmente aceptadas como parece evidenciarlo
la Literatura Intertestamentaria, Filón de Alejandría y algunas referencias a las esposas en
los escritos de Flavio Josefo, entre otros. Su lugar era pasivo con relación a las decisiones
de su esposo, y esto incluía aún más la prerrogativa del esposo de expulsarla / repudiarla.
La misma terminología usada para referir al matrimonio, tomar mujer o enseñorearse de ella,
reflejó el tipo de relación que existía en la pareja y la condición de propiedad que la mujer
tenía frente a su señor / esposo.14 Sin embargo, Jesús tuvo muchas seguidoras, mujeres
casadas, que lo siguieron públicamente y no necesariamente su fe en Jesús fue compartida
por sus esposos. Por otro lado, hubo mujeres que ocuparon un lugar de importancia en el
movimiento de Jesús -su misma madre- y lo hicieron ante hombres y de forma pública sin
percibirse ninguna participación de sus esposos. La imagen romántica de las mujeres su-
frientes y débiles al lado de la cruz de Jesús es una distorsión y domesticación de su pre-
sencia allí. Aunque es posible que los romanos no las vieran como amenazas, existen mu-
chos casos en los que éstos ejecutaron mujeres de la forma más cruel. La presencia de
María de Magdala, su madre María y "otras muchas" refleja el coraje con el que lo seguían,
que eran identificadas como seguidoras de Jesús, y que habían venido hasta Jerusalén
desde Galilea sin sus esposos (Mc 15:40; cf. Mt 27:56; Jn 19:25).15 En el movimiento de
Jesús se observa cierta independencia de las mujeres con relación a sus esposos, al me-
nos, la alusión a estas y otras mujeres en otras situaciones refleja un distanciamiento de las
pautas patriarcales y autoritarias que se les imponían.

Por otro lado, la condición de hombre soltero de Jesús es muy importante para entender su
visión de la familia y las perspectivas de vida patriarcales. El matrimonio, según la interpre-
tación que muchos hicieron de Gn 1 y 2 fue entendido como una institución divina, un man-
13
Si bien es cierto la literatura talmúdica puede ser posterior a los tiempos de Jesús, en muchas ma-
neras hay enseñanzas que reflejan las creencias y prácticas del pueblo judío en tiempos de Jesús
como puede pensarse de las enseñanzas de Rabbí Simón.
14 e
Obsérvese el uso del hebreo b ´âlâh en Dt 24:1, "Cuando alguno toma mujer y se casa / enseñorea
de ella..." (cf. Gn 20:3; Dt 21:13; 22:22; Is 62:5; Pr 30:23).
Una mujer no podía repudiar a su hombre, pero podía apelar a las autoridades del pueblo para que
éstas presionasen al marido a despedirla de la casa. Es probable que estos casos se suscitaran
cuando habían fuertes evidencias de maltratos o injusticias hacia ella, o cuando la mujer procediera
de una familia de dignidad en el pueblo, pero es poco probable que se les prestara atención cuando
no poseían estas condiciones. Véase R. A. Cohen, Le Talmud. Exposé synthétique du Talmud et de
lènseignement des Rabbins sur l`ethique, la religion les coutumes et la jurisprudence, Paris, Payot,
1983, pp. 214-223.
15
Cuando se observa el desarrollo de la narración de este episodio de la cruz se puedo notar que
este v. 40 es una añadidura que busca que explicitar la presencia de estas mujeres, especialmente
de María de Magdala y de María la madre de Jacobo el menor, de José y Salomé, quien es proba-
blemente la madre de Jesús según Jn 19:25. En Mt 27:56 a todas estas se añade el nombre de otra
María, la madre de los hijos de Zebedeo (Juan y Jacobo). El Evangelio de Juan 19:25 menciona
explícitamente a "su madre, y la hermana de su madre (su tía), María mujer de Cleofas, y María Mag-
dalena. Como se verá, quizá a excepción de la última, las demás eran casadas.
9
Bíblica Virtual (BV)

damiento a cumplirse. Esto estaba vinculada a la idea de procrear y sojuzgar la tierra, pero
también, a la idea de santidad como desarrollar una vida sexual dentro del matrimonio. Así,
por ejemplo, dice TJ Kiddushim 29b:

R. Jisda elogiaba a R. Hamnuna ante R. Huna, y decía que era un gran hombre. R.
Huna le dijo: si te viene a ver, tráemelo. Cuando R. Hamnuna llegó ante R. una, éste
vió que no llevaba manto, y le preguntó: ¿por qué no llevas manto? R. Hamnuna le
contestó: porque soy soltero. R. Huna le volvió la cara y exclamó: has de saber que no
me volverás a ver hasta que estés casado. Era firme (R. Huna) en sus principios y de-
cía: el hombre que a los veinte no está casado, vive en pecado. ¿Significa eso, verda-
deramente, que vive en pecado? Quiere decir: en pensamiento pecaminosos.
Si un hombre sigue soltero después de los veinte, su vida es un pecado constante. El
Santo -bendito sea- espera hasta dicha edad para ver si el hombre contrae matrimo-
nio, y maldice sus huesos si permanece soltero.

Definitivamente, y sin exagerar, Jesús rompió con los modelos patriarcales de la familia al
dejar su casa, al no estar casado ni tener hijos, tener seguidoras públicamente que no desa-
rrollaron meras labores de servidumbre hacia los hombres, sino que compartieron un gran
liderazgo en el movimiento de Jesús como lo demuestran las menciones explícita de su par-
ticipación en los momentos importantes del ministerio de Jesús, así como también, su parti-
cipación en la vida de la iglesia recogidas en las Cartas y los Evangelios Apócrifos. Su no-
ción de la familia es particularmente llamativa con relación al reinado de Dios. Muchas de
sus enseñanzas rompen con prácticas patriarcales vinculadas a la familia, y no porque estu-
viera en contra de esta última, sino porque presentó un tipo de vinculación entre sus miem-
bros basado en el amor igualitario, en la justicia hacia los excluidos y abusados, y el aban-
dono de posiciones de poder injusto y opresor por parte de los hombres.16

No se debe pasar por alto el hecho que la respuesta de Jesús fuera circunstancial en un
contexto de disputa pública. Este no es un "Tratado sobre el Divorcio", sino una respuesta a
una pregunta capciosa que buscar desacredtarlo y ponerlo en una posición sociopolítica
complicada.17 La estructura de la discusión sigue el esquema desafío-respuesta que se ven
reflejadas en otras situaciones como el famoso caso de Mc 12:13-17 cuando le preguntan
sobre el tema del Tributo al César. Aquí se hacen manifiestos los valores sociales de honor
y vergüenza vigentes en la cultura mediterránea, y por los que un hombre era considerado o
no honorable, en el caso de Jesús, de confianza, respetable, y aún más, a quien se podría
seguir.18 Entonces, para comprender mejor el tono de este intercambio, debe advertirse que
se trata de una pregunta capcionsa que sugiere una respuesta vinculada a la situación. No
debe pensarse en esta respuesta como un pensamiento acabado o determinante puesto
que en estas situaciones particulares pueden tratarse de respuestas evasivas o capciosas.
Obsérvese la respuesta de Jesús en Mc 12:17, "Dad al César lo que es de César, y a Dios
lo que es de Dios" y todas las discusiones que se han levantado sobre lo que significa esta
respuesta a través de los siglos. Es seguro que en el mismo contexto en el que fue formula-

16
Ver Juan José Barreda Toscano, "La familia en la historia de Jesús", Bíblica Virtual 003, 2013.
17
V. Taylor, Evangelio según San Marcos, Madrid, Cristiandad, 1979, p. 502.
18
Así lo señalan B. Malina y R. Rohrbaugh, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea el
siglo I. Comentario desde las ciencias sociales, Navarra, Verbo Divino, 2002, p. 186.
10
Bíblica Virtual (BV)

da la respuesta hubo varias interpretaciones de la misma, aunque pudieran tener un sentido


similar.

Con relación a lo señalado arriba, Jesús responde la pregunta con otra pregunta en v. 3:
"¿Qué les mandó Moisés?". Jesús hace opinar a sus desafiantes y en su respuesta está
también su interpretación: "Moisés permitió dar documento de repudio (gr. apostaisou), y
repudiarla (gr. apolusai)" (v. 4). Mientras que Jesús pregunta qué mandó, los fariseos le res-
ponden usando el verbo permitir.19 En una disputa pública sobre la Torah (escrita y oral) el
cambio de verbo por parte de los fariseos no debe pasarse desapercibido. Jesús pone en
evidencia que la afirmación farisea es una interpretación que está basada en la Torah escri-
ta a la que él puede interpretar de otra forma. En Dt 24:1-4 Moisés no manda a divorciarse,
sino a dar el documento de repudio con el cual la mujer quedaba liberada para poder ser
tomada como esposa por otro hombre. Pero los fariseos, probablemente siguiendo las inter-
pretaciones de la época en las que en Dt 24 se veían una alusión al adulterio ("cosa inden-
cente / desnuda) interpretaban que ante esta situación debía de repudiar a la mujer.20 Sin
embargo, la respuesta permitió dar carta de repudio es más que inaceptable. Dt 24:1-4 es
claro al mandar dar el documento de repudio, no lo permitió sino que lo ordena. Esta vieja
prescripción fue dada para proteger a la mujer contra los abusos del hombre que de por sí
concentraba casi todo el poder en la relacion marital y ante la sociedad sobre las mujer.21

El orden en el que los fariseos construyen su respuesta es llamativo. En la frase "Moisés


permitió dar documento de repudio, y repudiarla" se puede percibir el método con el que
interpretan el texto. La lógica que utilizan es: como no prohibió el divorcio, sino más bien lo
regula, entonces lo permite. Pero van más lejos que eso, puesto que al incluir en el permiso
al documento de repudio y ponerlo en primer lugar, se está más cerca de la idea de un su-
puesto mandato a repudiar a la mujer, al menos, cuando se encuentra algo indecente en
ella. La interpretación farisea es puesta en evidencia por Jesús como tendenciosa.

De allí también la afirmación que sigue de Jesús es clave: "Por la dureza de su corazón les
escribió este mandamiento" (v. 5). Aquí se pasa a otra instancia en la discusión. Se insiste
con la idea de mandato. La disputa se inició con la pregunta si era o no lícito repudiar a la
esposa; pero ahora se pasa a discutir las razones por las que un mandamiento fue dado.
Jesús va a señalar aqui que se trata de la dureza de corazón (gr. sklêrokardia) de los hom-
bres, que a su vez, debe de ser entendida como una obstinación cierta insensibilidad para
entender y obedecer los mandamientos divinos (cf. LXX Dt 10:16; Jr 4:4; Eclo 16:10; Mc

19
Gnilka, Evangelio según San Marcos, vol II, p. 82, no toma en cuenta este uso de los verbos y
considera que Jesús pone del lado de los fariseos a Moisés, posicionándose en la controversia como
un antijudaísmo. Para una opinión diferente véase, Taylor, Evangelio según San Marcos, p. 498.
20
Hubo solo una situación en la que los rabíes de los primeros tiempos pensaban que el divorcio era
un "mandamiento". Se trataba de los casos de adulterio como lo deducían de Dt 24:1-4. En el judaís-
mo primitivo era considerado una obligación divorciarse de la esposa aún si solamente se sospecha-
ba que ella había cometido adulterio, D. Instone-Brewer, Divorce and Remarriage in the Bible. The
Social and Literary Context, Grand Rapids, Eerdmans, 2002, pp. 142-143.
21
Véase Juan José Barreda Toscano, "Precepto sobre el documento de ruptura del matrimonio en Dt
24:1-4", Bíblica Virtual 009, 2011. Para profundización sugiero la lectura de D. Instone-Brewer, "Deu-
teronomy 24:1-4 and the Origin of the Jewish Divorce Certificate", Journal of Jewish Studies 49
(1998): 230-243, y R. Westbrook, "Prohibition of Restoration of Marriage in Deuteronomy 24:1-4", en
Studies in Bible. Scripta Hierosolymitana 31, Jerusalén, Magness Press, 1986, pp. 376-409.
11
Bíblica Virtual (BV)

16:14).22 Entiéndase, la discusión ahora no es simplemente sobre el repudio, sino más pro-
fundamente sobre las relaciones entre hombres y mujeres en el matrimonio. Jesús ha lleva-
do la discusión a un plano más profundo y fundamental. El mismo planteamiento fariseo ya
refleja una forma de comprender el matrimonio y el tipo de relación que tienen los hombres
con sus esposas, una relación que las violenta y que presiona a los hombres que no se
quieren sujetar a las perspectivas patriarcales -entre ellos a Jesús- a hacerlo o sentirse ex-
cluidos de las normas de honor.

La dureza de corazón es no percibir a la mujer como un otro par, es el maltrato a la mujer


como un objeto de posesión (cf. Ex 20:17, en la que se la cuenta como una posesión de la
casa), refleja la falta de comprensión de la voluntad divina por la distorsión de Moisés (la
Torah). Como se vio por el contexto literario del Evangelio de Marco, esta claro que Jesús
está pensando en la mujer como víctima y atribuye esa condición a la dureza del corazón
del pueblo. Más superficialmente, debe observarse que tras el repudio había hombres que
no les daban plena libertad a sus ex-esposas sino que las dejaban sin manera de vincularse
con otro hombre que las tuviera bajo su amparo. Es probable que esta fuera la situación de
la mujer de Samaria en Jn 4, donde Jesús le dice que el hombre actual con el que está no
es tu marido. Ese comentario, lejos de ser un acto recriminador, es una expresión de com-
pañerismo que muestra Jesús hacia quien está sufriendo por un pecado estructural su con-
dición de mujer, y peor aún, de mujer repudiada.23 Están quienes piensan que no faltaron los
que quisieron destituirlas de su condición de esposas y pasar a tenerlas como concubinas
para usarlas y guardar el dinero que habían recibido a la hora del casamiento. Esta sería
una de las situaciones que la prescripción de Dt 24:1-4 querría evitar.24 Por ello, la dureza
de corazón no está vinculado al mismo divorcio, sino al maltrato a la esposa en el proceso
de repudiarla. El mandamiento en Dt 24 no fue para regular las causas para el repudio, sino
para cuidar a la mujer repudiada cualquier fuera la razón.

En este tema en discusión Jesús va a pasar a la siguiente argumentación escritural (vv. 6-8):
"...pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a
su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne: asi que no son
ya más dos, sino uno". Jesús alude a una tradición que narra un hecho primigenio y que es
anterior al mismo Moisés citando a Gn 1:27 y 2:24 para hablar de la pareja y la creación de
Dios.25 Es valioso observar que el texto de Gn 1:27 es también citado en CD 4,20-5,1 para

22
"La sklêrokardia -término veterotestamentario- indica en la biblia griega el corazón humano insensi-
bilizado a las instrucciones divinas como consecuencia de su continua desobediencia", Gnilka, Evan-
gelio según San Marcos, vol. II, 83.
23
Cf. Juan José Barreda Toscano, "Resurrecciones en Samaria",
http://lareddelcamino.net/es2/images/lrdc/pdf/newsletter/n005.pdf. Aunque es un trabajo de muchos
años, sigue siendo un gran aporte en castellano el libro de J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de
Jesús, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1980, pp. 371-389 ("Situación social de la mujer").
24
El nedunyah era un "regalo" que el padre le daba a su hija a la hora de casarse. Muchos esposos
guardaban ese dinero o lo usaban para usos familiares. Al repudiar a la esposa debían devolvérselo,
y esta era una de las causas por las que no querían darles el documento de repudio sino simplemen-
te expulsarlas o mantenerlas como mujeres de segundo nivel. Véase Instone-Brewer, "Deuteronomy
24:1-4 and the Origin of the Jewish Divorce Certificate", pp. 233-235.
25
Ha de advertirse que se sigue la versión de los LXX, por lo que parece ser que los oyentes de este
Evangelio estaban vinculados al mundo de la diáspora, el mundo grecorromano. Como se verá más
adelante, este dato es importante para observar lo que Jesús va a señalar respecto a la mujer que
puede repudiar a su esposo.
12
Bíblica Virtual (BV)

argumentar a favor de la monogamia y en contra de la poligamia.26 Así también, Jesús pasa


al tema de la monogamia apoyándose en la interpretación de estos textos de Génesis que
para él aluden a la pareja de pares. Tanto el hombre como la mujer proceden de Dios, y al
hombre se le ordena unirse a la mujer y no tenerla como una posesión sino como parte de
su propia familia sanguínea.27 En las perspectivas culturales de honor, es valioso observar
que la unión se realiza solamente entre pares. Solamente dos personas con el mismo status
pueden vincularse íntimamente como es la propuesta que aquí señala Jesús. Y es por esta
unión tan profunda y fundamental -no se está hablando siquiera de amor o unión afectiva-
que el hombre no puede plantear el tema del repudio tan livianamente o no debería de plan-
tearlo. Uno no puede repudiar a un par, en todo caso, puede acordar con, pero no humillarlo.

Así como el matrimonio incorporaba a la mujer en la familia del esposo, el repudio dejaba a
la mujer sin sus hijos, la expulsaba de la familia del esposo, y era tenida como una vergüen-
za en su familia de procedencia por haber sido repudiada. En ciertas ocasiones podían vol-
ver a la familia paterna de la que procedían, pero era probable que lo hicieran con la carga
social de la vergüenza de no haber cumplido con su rol de esposa. Por ello, el término repu-
dio es preciso en el sentido semántico de los verbos usados en Mc 10 para hablar de la ex-
pulsión de la mujer de su hogar. Especialmente el término griego apolúô ("expulsar") fue
usado de una manera particular señalándose: 1) la prerrogativa exclusiva del hombre de
echar de la casa a la mujer, no así la mujer hacia el hombre; 2) no se trató meramente de
"salir" de la casa, sino de ser "expulsada" violentamente (apolúô como un verbo construido
para señalar la acción enfática de salir); 3) dicha expulsión no fue solamente física, en cier-
tos casos ni eso sucedió, sino que se trató de un gesto de abandono de la familia. La mujer
era separada de sus hijos, separada de los bienes que había recibido, entre otros; 4) la mu-
jer era humillada públicamente. La mujer quedaba como aquella que no había cumplido su
rol de buena esposa. En la gran mayoría de los casos, los hombres no eran cuestionados
puesto que la carga de la vergüenza estaba toda puesta en la responsabilidad de la mujer
que no había satisfecho a su esposo. La situación inversa no era pensada.

¿Qué relación tiene el tema de la monogamia con lo que se viene tratando? ¿Hacia dónde
va Jesús con ello? Jesús no acepta la poligamia porque la considera degradante para la
mujer (seguramente también lo considera un gran problema para los hijos pero no aborda
esta perspectiva). La poligamia presupone la posición de poder del hombre sobre la esposa,
y aún, expone a la mujer a humillaciones, postergaciones y sufrimientos diversos. Mientras
que el repudio a la mujer es abandonado como tema eje, se focaliza la discusión ahora en
cómo debe concebirse la relación esposo y esposa, y Jesús plantea la idea de exclusividad.
¿Sería que una de las razones para el repudio de una mujer era el deseo del esposo de
unirse a otro mujer? Si era aceptada la poligamia, ¿por qué el divorcio? En los tiempos de

26
El texto de CD 4,20-5,1 dice:
...como está dicho: "Ciertamente predicará"- son capturados dos veces en la fornicación: por tomar
dos mujeres en sus vidas, a pesar de que el principio de la creación es: "varón y hembra los creó".
Y los que entraron en el arca, entraron de dos en dos en el arca...
Con este texto se está criticando la poligamia como una manera de desobedecer el orden divino por
el cual Dios creó a la pareja y no tríos. La lectura de Gn 7:9 sobre el arca señala también un nuevo
comienzo en el que todo empieza con otras parejas conformado por macho y hembra.
27
Esta es la mejor interpretación de la expresión: "una sola carne", como una referencia a la perte-
nencia a una misma familia y con la misma fuerza de los lazos sanguíneos que unía a un hombre, por
ejemplo, a su padre o hermanos.
13
Bíblica Virtual (BV)

Jesús eran varios grupos los que rechazaban la poligamia, pero también había un hecho
práctico que afectaba su existencia: la necesidad que el hombre tenga un alto ingreso
económico para sostener a más de una esposa y sus hijos. El probable que la tendencia
hacia la monogamia generara indirectamente un crecimiento en las supuesta necesidad de
repudiar a la antigua esposa para poder tener una nueva mujer.

La sentencia: "Lo que Dios unió no lo separe el hombre" debe de interpretarse con cautela
teológica. Lo más probable es que esta afirmación aluda al pacto con Dios como garante
que se realizaba en la ceremonia de unión o la firma del contrato matrimonial.28 Que la unión
matrimonial era un pacto en el que Dios participaba queda claro por pasajes como Mal 2:14-
16. Sin embargo, debe cuidarse sobre las implicancias que este pacto trae. No todo pacto
era indisoluble, y más aún, cuando una de sus partes no cumplía con el mismo.29 Así, puede
observarse que muchas veces Israel, vista como la esposa, es repudiada por Dios por sus
adulterios (Os 2; Mal 2; Jr 3; entre otros). La antonimia Dios y el hombre de ninguna manera
refiere a un hecho "espiritual" y uno "carnal".30 Tampoco refiere a un accionar propiamente
divino que estaría expresada en el matrimonio / unión, contra un accionar humano contrario
que sería el repudio / separación. La pregunta inicial ha sido llevada por Jesús a un plano
mucho más fundamental y no la contesta de forma directa por considerar que la misma pre-
gunta es capciosa, pero además, respóndase como se responda seguiría dentro de la mis-
ma posición denigrante hacia la mujer.

En su argumentación Jesús pone el tema de la condición de abuso sobre la mujer en el pri-


mer plano. Esto lo atribuye a la dureza de corazón de los hombres (en esta disputa pública
Jesús frontalmente les dice: "por la dureza de su corazón..."). Por lo tanto, la sentencia: "Lo
que Dios unió no lo separe el hombre" no refiere meramente al repudio, sino más bien a la
forma como se vive y concibe el matrimonio. "Lo que..." no refiere al matrimonio como "la
cosa", sino más bien a cómo se concibe este, cómo se desarrolla. Así, "lo que" es también el
cómo, el por qué, el cuándo, y no plantea que el matrimonio y el repudio es un objeto de
discusión inmutable, objetivable, y que no debe de ser analizado a la luz de su mundo. En el
contexto de esta discusión en particular, debe entenderse que Jesús saca el tema de la mo-
nogamia, la relación matrimonial de paridad -y no solo una pareja dispareja como lo sugiere
la idea de "una misma / sola carne"-, la comprensión de la esposa como familia con el espo-
so tal cual sucede con los vínculos de sangre que tiene con sus hermanos, hermanas, pa-
dres. Entonces, "lo que Dios unió" es también, "como Dios los unió". Entendido así, el repu-
dio fue engendrado en un contexto e el que el matrimonio fue entendido de una forma muy
diferente a la que Dios creó. "Lo que Dios unió no lo separe el hombre" refiere también a la
forma de concebir el matrimonio dentro del cual el repudio y la poligamia eran opciones que
denigraban particularmente a la esposa -y consecuentemente generaban malestares familia-
res difíciles de manejar debido al contexto patriarcal-

28
Cf. Prov 2:17; Jr 31:32; Ez 16:8, 59, 60, 61, 62; Mal 2:14. Sobre este contrato matrimonial y la vi-
sión del matrimonio como un pacto ver Instone-Brewer, Divorcio and Remarriage in the Bible, pp. 1-
19, y la obra de G. P. Hugenberger, Marriage as a Covenant: A Study of Biblical Law and Ethics Go-
verning Marriage Developed from the Perspective of Malachi, Leiden, Brill, 1994.
29
Vinculado al tema aquí tratado, obsérvese los comentarios de A. Keefe, Woman´s Body and the
Social Body in Hosea, Sheffield, Sheffield Press, 2001, pp. 104-139.
30
Tal dicotomía de dos realidades o mundos no está presente en el Jesús del Evangelio de Marcos, y
aún dudo que lo esté en el del Evangelio de Juan con la idea de mi reino no es de este mundo. No se
trata de dos esferas o mundos, sino de dos condiciones de vida frente a la misma realidad.
14
Bíblica Virtual (BV)

Hay entonces acá una gran diferencia entre rechazar el repudio por el repudio en sí, como si
fuese una " cosa", y entender que dicha práctica tenía un sentido discriminatorio a la luz de
una relación tan impar en la que las mujeres tenían todas las de perder. Diferente podría
haber sido la mirada si se tratase de relaciones donde ambos participantes fuesen respeta-
dos y tuviesen derechos similares, como parece querer señalar Jesús con la cita de Gn
2:24. La respuesta de Jesús, vista de esta manera, es coyuntural a su contexto cultural y a
la comprensión de las condiciones en las que se da el matrimonio y las relaciones hombre -
mujer. Ir más lejos que esto en un pasaje tan breve como este seria exponerse a muchas
especulaciones. Cabe preguntarse, ¿sería adulterio para Jesús que un hombre tuviera rela-
ciones sexuales con un concubina? Si para él era ilícita la poligamia, ¿era adúltero el hom-
bre que tomaba una segunda mujer? ¿Qué sucedía con los hombres presentes que ya hab-
ían repudiado a una mujer anterior siguiendo las enseñanzas recibidas y que ahora estaban
casados con otra?

No quedan muy claras las cosas cuando se piensa que la respuesta de Jesús fue acabada y
abarcativa para todos los casos. Siendo que Jesús estaba promoviendo una fe en la que
cada persona debiera tomar una decisión por seguir sus propuestas sobre el reino de Dios,
¿no suena contradictorio que Jesús aceptara e impusiera la idea de conservar un matrimo-
nio a todas cosas siendo que en la mayoría de los casos se casaban por acuerdos de los
padres y siendo muy jovencitos?.31 Cabe preguntarse teológicamente, ¿un pacto matrimo-
nial era vigente para Dios siendo que los novios habían sido casados a temprana edad, la
novia "entregada", y más adelante quizá, él se hubiera casado con otra mujer de la que se
había enamorado? ¿Cómo vivió personalmente el matrimonio el jovencito que se casó para
tener esposa y ser aceptado en sociedad, pero que no logró amar a la jovencita con la que
se casó? Preguntas como estas deben de ser formuladas pues forman parte de situaciones
de la vida, situaciones que atravesaron los contemporáneos a Jesús y que él debió conocer.

Segunda parte: vv. 10-12

No se dice cuál fue la reacción de los fariseos ni de los y las oyentes a su alrededor, salvo
de la charla que van a tener sus discípulos con Jesús. Mientras que Mc no desarrolla las
preguntas o comentarios que pudieran haber hecho los discípulos, Mt 19:10-12 lo hace pero
en una situación diferente a la de Mc 10:10. En este último la respuesta directa sobre la pre-
gunta formulada es dada solamente a los discípulos en un privado. En Mt 19:10-12 la res-
puesta es dada a todos y solo posteriormente los discípulos comentan en privado: "Si es así
la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse" (v. 10). Este comentario refleja
cierta frustración por parte de los discípulos que quizá compartían inicialmente la visión de

31
La explicación que pretende describir psicológicamente a los jóvenes de aquella época como más
maduros es errada e insuficiente. La madurez de una persona no está exclusivamente supeditada a
la responsabilidad y la cantidad de experiencias, sino también a una maduración física y un largo
proceso biológico en la que todo el ser experimenta la madurez. A los 13 o 17 años el mismo cuerpo
está en proceso de desarrollo y con ello también hay muchos cambios en la vida social de una perso-
na. Por otro lado, son los años de experiencias y la oportunidad de procesarlas sabiamente lo que
llevan a una persona a la madurez, o al menos, a contar con mejores herramientas para pensar su
condición en el mundo. Así, pensar la paternidad y la maternidad, la vida compartida con una pareja,
las responsabilidades hacia los terceros, y otros, es posible cuando estos jovencitos viven dentro
grandes familias donde hubo tutelaje, pero este tutelaje
15
Bíblica Virtual (BV)

los fariseos. No debió de faltar quienes entendieron la respuesta de Jesús como un atentado
contra el matrimonio. Quizá no habría muchos hombres dispuestos a casarse si la relación
con las mujeres debería de ser más equitativa, y si se negaba la posibilidad del repudio. Sin
embargo, la posibilidad de no casarse no excluyó la idea del concubinato, aunque entre los
seguidores de Jesús esta segunda opción no haya sido viable.

Los discípulos le vuelven a preguntar lo mismo y a ellos sí les contesta directamente la pre-
gunta puesto que no surge desde la disputa (cf. Mc 4:11). Están quienes han querido ver en:
"Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella" (v. 11;
par. Mt 19:9; Lc 16:18), una separación entre repudiar a la esposa y unirse a otra mujer. Lo
que sí esta claro con esta respuesta es que a Jesús le preocupa tanto o más cómo se ges-
tan y desarrollan los matrimonios y los derechos de la mujer que la misma viabilidad o no del
repudio. Con el pronombre indefinido "Cualquiera" (gr. os ean, v. 11) está ubicando a los
discípulos en el mismo plano que los fariseos y cualquier otro judío. Sin embargo, esto no
significa que las situaciones de todos sean iguales y que, además, estas diferencias no im-
porten. Ante esta respuesta surge nuevamente la duda si la pregunta original, o en todo ca-
so, la pregunta de Mc 10:2, no fue: "¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier
cosa?". La unión de la acción de repudiar y de unirse a otra mujer sugiere que ambas cosas
se están pensando como acciones sucesivas.32 La pregunta para hacerse es ¿una explica a
la otra? Es decir, el repudio que rechaza Jesús, ¿es en el caso de un hombre que lo hace
para unirse a otra mujer? Entonces, ¿qué cuando se dan otras situaciones?

Pensando en el contexto cultural de Jesús lo más probable es que el hombre soltero, des-
pués de haber repudiado a su esposa, tuviera la presión social y el deseo de volverse a to-
mar mujer para él. Era difícil pensar que un hombre no estuviera casado, lo mismo que una
mujer aunque por razones y situaciones diferentes. Es en vista a esta visión del matrimonio
que en Mt 19:10-12 Jesús va a hablar de los eunucos por razones del Reino, es decir, aque-
llos que podrían casarse pero han decidió no hacerlo aunque fueran mal vistos por la gran
mayoría de la sociedad. En este sentido, la posible división de hechos, a decir, repudiar y
volver tomar mujer, respondería a otras épocas y condicionar el rechazo del repudio por
parte de Jesús a estar circunstancias sería muy reduccionista.

Servirá aquí hacer un cuadro con la respuesta que dio Jesús según los tres Evangelios:

Mc 10:11-12 Mt 19:9 Mt 5:32 Lc 16:18


11 y les dijo: 9 Y yo os digo que 32 Pero yo os digo
Cualquiera que cualquiera que que el que 18 Todo el que
repudia a su mujer repudia a su mujer, repudia a su mujer, repudia a su mujer,
salvo por causa de a no ser por causa
fornicación, de fornicación

hace que ella adulte-


re;

y se casa con otra, y se casa con otra, y se casa con otra,


comete adulterio adultera; adultera;
contra ella;

32
Así lo piensa P. Bonnard, Evangelio según Mateo, Madrid, Cristiandad, 1983, p. 111.
16
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y el que se casa con y el que se casa con y el que se casa con


la repudiada, la repudiada, come- la repudiada del
adultera. te adulterio. marido, adultera.

12 y si la mujer
repudia a su marido
y se casa con otro,
comete adulterio.

Algunas observaciones a estos paralelos son:

1.a. Mc 10 no menciona a la persona repudiada por lo que queda sin explicarse su condición
en caso que vuelva a ser tomada como esposa. El caso del v. 12 donde la mujer repudia al
esposo se tratará especialmente.

b. Tanto Mt 19 como Lc 16 afirman que el hombre que se casa con la mujer repudiada adul-
tera. Al parecer la mujer repudiada está libre del pecado de adulterio.

c. En Mt 5:32 se dice que el que la repudia "hace (gr. poieî) que ella adultere", seguramente
aludiendo a la situación en la que ella es nuevamente tomada por esposa por otro hombre.33
Ya que el causante de tal condición de la mujer es el anterior esposo, vale preguntarse si la
condición de adúltera que ella contrae le es atribuido como pecado personal o una condición
estructural pecaminosa en la que ella cae.

d. En Mt 5:32 no se dice si el hombre que repudia a su esposa es o no adúltero, sin embar-


go, por 19:9 puede darse por sentado. Pero en este pasaje particular se focaliza la atención
en la condición de la mujer repudiada. Así, es el que se casa con ella quien es catalogado
como adúltero puesto que se considera que esta mujer sigue unida a su primer esposo aun-
que él le haya dado documento de repudio.

En todos estos casos, y a diferencia de las tendencias patriarcales que ponían todo el peso
de la responsabilidad y vergüenza sobre la esposa, Jesús reconoce a la mujer como víctima
y acusa a los esposos de responsables del mal de la esposa.

2.a. Mt 19:9; 5:32 y Lc 16:18 señalan algo que no aparece en Mc 10:11-12. El que se casa
con la repudiada comete adulterio. Aquí se entiende claramente que Jesús rechaza la vali-
dez del repudio y, aún poseyendo la mujer el documento de repudio, el hombre que se casa
con esta mujer también comete adulterio. Como se dijo arriba, sólo Mt 5:32 afirma que el
que la repudió hace ser adúltera a la mujer repudiada que vuelve a casarse, con lo que ella
sigue siendo el centro de interés de Jesús.

b. El señalar al segundo hombre que se casa con la mujer repudiada se está haciendo una
ampliación (¿casuística?) a lo dicho en Mc 10:11-12. Este es un ejemplo de cómo un texto
no sólo sigue a otro, sino que lo interpreta, amplía y/o corrige a la luz de su propio contexto.

33
O si ella cae en una vida de inmoralidad sexual. Es llamativo aquí que a pesar de ello, es el hombre
el causante de tal condición de la mujer, como lo señala D. Shaner, A Christian View of Divorce. Ac-
cording to the Teachings of the New Testament, Leiden, Brill, 1969, p. 44.
17
Bíblica Virtual (BV)

La radicalidad de estas enseñanzas dadas por Jesús está en prácticamente ignoran "de
parte de Dios" lo que el "hombre" haga. Aunque están quienes desde sus propios criterios
quieren romper el matrimonio, Dios los sigue considerando unidos en una sola carne. Y es-
to, aunque suena injusto, indirectamente también repercute en la esposa que, aunque no
toma muchas de las decisiones, pasa a ser adúltera cuando otro hombre la toma por espo-
sa. Como observación, no debe de victimizarse a la mujer a tal punto que ella desaparezca
como sujeto histórico. Una mujer podía negarse al casamiento, más aún si ya era más adul-
ta. Sin embargo, en el caso de una mujer repudiada, sus condiciones sociales y económicas
eran de tanta vulnerabilidad y de necesidad estructural de depender de un hombre que la
llevaban fácilmente a aceptar alternativas de subsistencia en vista que se le negaban mu-
chos derechos que los hombres tomaban por ellas (herencia, desenvolverse públicamente
de forma independiente, trabajo, etc.).

3.a. Solamente Mt incluye la cláusula "salvo por causa de porneía" (gr. parektós lógou por-
neías en 5:32, y mê epì porneía -si no por fornicación- en 19:9), con lo que se estaría
haciendo una excepción para poder repudiar a la esposa. Si se sigue la hipótesis que Mt usa
el texto de Mc en esta perícopa, debe interpretarse que esta cláusula puede cambiar la in-
terpretación que se hace de Mc 10:1-12; o en todo caso, puede reflejar una posición diferen-
te a la que tuvo Mc de lo que dijo y enseñó Jesús en esta ocasión.

b. Esta cláusula va de acorde con otra añadidura no menos importante que hace Mt 5:32 y
19:3, "Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? Esta pregunta es diferen-
te a la analizada antes en Mc 10:2 y afecta todo el desarrollo de la argumentación de Jesús
en Mt. La cláusula que se pone en labios de Jesús lo aproxima aparentemente a la Escuela
de Shammai que era más estricta en cuanto a la interpretación de ´ervat dâvâr (Dt 24:1)
como "indecencia de cosa" y no como "cosa indecente", para aceptar como legítimo el repu-
dio de la esposa.34

c. La presencia de esta cláusula se ha explicado de muchas maneras queriendo armonizar


la posición de Mt con la aparentemente radical posición de Mc. Están quienes, tras afirmar
que esta cláusula fue puesta por Mt, niegan que hayan sido dichas por Jesús y por ello le
restan valor al punto de darle un valor casi secundario.35 Pero este argumento carece de
fortaleza puesto que visto de este modo, tampoco se puede decir a ciencia cierta que el rela-
to de Mc sea la ipssima vox de Jesús. Los Evangelios son también composiciones de lo que
dijo Jesús, en ellos hay un claro trabajo redaccional en terminología, secuencia narrativa,
cronología, escenarios y otros.36

34
Véase la explicación que se hizo arriba sobre las discusiones y posturas respecto a Dt 24:1-4 que
sostuvieron la Escuela de Shammai y de Hillel.
35
Esta es la impresión que da A. Díez Macho, Indisolubilidad del matrimonio y divorcio en la Biblia. La
sexualidad en la Biblia, Madrid, Fe Católica, 1978, pp. 33-34 y especialmente pp. 213-222.
36
La conciencia de esto fue lo que llevó a los primeros cristianos a darle tanto valor a la tradición
como un conjunto de enseñanzas e historias discipuladoras que provenían de los que habían estado
cerca de Jesús y que supieron interpretar y comunicar fielmente lo que Jesús les había transmitido
(cf. Hch 2:42; Efe 2:20; 2Ped 3:2). Recomiendo la lectura del erudito mexicano G. Báez-Camargo,
Breve historia del Canon Bíblico, México, Luminar, 1979; y del peruano E. Arens, Los Evangelios ayer
y hoy. Una introducción hermenéutica, Lima, CEP-Paulinas, 2006, pp. 51-90.
18
Bíblica Virtual (BV)

En la interpretación de esta cláusula está quienes entienden que esta cláusula de excepción
refiere a un matrimonio ilegítimo. En este caso, porneía referiría a un matrimonio entre her-
manos u otros casos prohibidos en Lv 18:6, 18. En este caso, ningún repudio sería viable
salvo los casos en los que el mismo matrimonio fuese ilegítimo. Para los casos en que cris-
tianos no procedentes del judaísmo que hubieran contraído matrimonio entre consanguíneos
cercanos eran llamados a separarse.37 Luego también, están quienes le han dado un senti-
do difícil de sostener por la evidencia textual, es decir, que entienden porneía (en castellano
"fornicación") por adulterio.38 Por último, y en una línea similar a la anterior, están quienes
piensan que se trata de fornicación en el sentido de haber tenido relaciones sexuales antes
del matrimonio y que fue descubierto a la hora de la primera noche marital. Tanto la interpre-
tación de porneía como incesto, infidelidad / adulterio o aún como "fornicación" -término ac-
tual usado en el mundo evangélico de forma indebida, al menos en sus sentidos neotesta-
mentarios- no encuadran con la construcción ni la situación que se está planteando en la
discusión con Jesús. Aquí es claro que se trata de personas casadas y que la situación ge-
nera un problema para discernir si es legítimo o no el casamiento. En casos de incesto ni
siquiera se hubiera precisado el repudio y el documento, simplemente se hubiera anulado la
unión. Por otro lado, la vinculación de porneía con el término hebreo zenut no es tan claro en
este contexto.39 Tampoco se trata específicamente de adulterio porque se usa otra termino-
logía específica para ello (gr. moijeuô) la cual se usa en este mismo pasaje.40 Y el tema de
la fornicación -entendida como relaciones sexuales antes del casamiento- es obviada por-
que aquí no se está discutiendo ese tema, sino que se trata de gente con el matrimonio es-
tablecido y porneía no significa específicamente en el Nuevo Testamento relaciones sexua-
les "antes del casamiento".41 La mención de este término con ese sentido sería muy inapro-
piada si se refiriese a ese caso.

Los estudios de Nuevo Testamento han encontrado muchos sentidos de la palabra porneía
vinculados a prácticas sexuales que son tenidas como inmorales o inadecuadas. No se cir-
cunscriben al matrimonio -aunque en muchos casos se daba con gente casada- por lo que
aquí parece ser que la cláusula de excepción está vinculada a la ruptura de la unión y el
sentido de pertenencia a la familia cuando una práctica así romper este vínculo. En círculos
muy conservadores respecto a las prácticas sexuales en las parejas, por ejemplo, porneía
podría incluir la insistencia en mantener relaciones sexuales por placer sexual, la incitación a
tener relaciones sexuales sin el deseo de procrear, inclusive las prácticas de masturbación,
o en otros casos, no permitir al marido tener relaciones sexuales con ella, u otras.42 En este
sentido, porneía incluye al adulterio.

37
Esta sería una práctica más radical aún que la sostenida en la sinagoga judía que en los casos de
paganos casado con cosanguíneos cercanos se les permitía seguir unidos. Para esta postura ver
Bonnard, Evangelio de Mateo, p. 111-112, y sobre todo, Díez-Macho, Indisolubilidad del matrimonio y
divorcio en la Biblia, pp. 232-238. Sin embargo, como bien ha señalado Instone-Brewer, Divorce and
Remarriage in the Bible, pp 157-159, la evidencia es muy pobre al respecto.
38
Así parecen hacerlo las versiones NVI y La Biblia de Las Américas que traducen porneía por "infi-
delidad".
39
Así lo ha demostrado Instone-Brewer, Divorce and Remarriage in the Bible, pp. 156-159.
40
Obsérvese otros casos en el estudio de Shaner, A Christian View of Divorce According to the Tea-
chings of the New Testament, pp. 48-50.
41
Por ejemplo, B. Atkinson, "The Gospel According to Mathew", en The New Bible Commentary, Mi-
chigan, Eerdmans, 1954, p. 789, donde argumenta que una mujer pertenecía al hombre con quien
había tenido relaciones sexuales.
42
Véase una síntesis sobre la sexualidad en la época el material, Juan José Barreda Toscano, "Tex-
tos en la Literatura Intertestamentaria, en los Rollos de Qumrán y en la Literatura Rabínica que aluden
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Bíblica Virtual (BV)

Intento de interpretación de la cláusula de excepción

Sin perderse de vista la importancia de la especificidad de esta cláusula de excepción, es


importante advertirse que su sola existencia genera ya problemas con las interpretaciones
radicales y/o presuntamente "literalistas" de este texto. En primer lugar, debe advertirse que
si se quiere estar ceñido al texto, la cláusula estaría aludiendo a la mujer como quien come-
te porneía, no así el hombre. Es decir, para quienes quieren interpretar esta escena como
un Tratado sobre el Divorcio deberá de caer en la comprensión de un Jesús patriarcal que le
concede por derecho al hombre cometer dicho pecado sin que la mujer pueda repudiarlo.
Nótese que es Mc, y no Mt intencionalmente, quien menciona la práctica de una mujer repu-
diando a su esposo Esta interpretación "literalista" y patriarcal estaría rompiendo con las
claras muestras de justicia y dignificación de la mujer que viene desarrolla Jesús en esta
escena y en todo su ministerio como se señaló antes.

En segundo lugar, y no menos importante de advertir que el primer punto, es que la existen-
cia de una cláusula de excepción ayuda a comprender cómo la comunidad mateana com-
prendió el argumento presentado por Jesús y la sentencia "lo que Dios unió no lo separe el
hombre". Al parecer esta comunidad mateana no entendió que con estas Jesús estaba ne-
gando toda posibilidad de repudio, si no, aquí no se estaría dando una mera excepción sino
se estaría frente a una contraposición a la enseñanza de Jesús respecto a la indisolución.
Una cláusula de excepción advierte que hay situaciones en las que la enseñanza ideal o
general no puede sostenerse, y se hace la excepción para que la realidad vivida no atente
contra un ideal aún mayor o más fundamenal. En este caso, la razón que presenta es por
causa de porneía que, en materia de la sexualidad de la época y en la noción de unión ma-
trimonial, rompería el vínculo familiar o la santidad del hogar. Esta perspectiva está apoyada
por los consejos que da Pablo en 1 Corintios 7 en los que asume que existe la posibilidad
del divorcio en un matrimonio, y dicho sea de paso, no lo hace a partir de la porneía.

En tercer lugar, debe advertirse por lo que señala el desarrollo del argumento, especialmen-
te en Mt 19:1-12, que el hombre que repudia a su esposa por causa de porneía sí se puede
volver a casar sin caer en adulterio. Pero además, en ningún momento se dice que la mujer
repudiada no puede volver a ser tomada como esposa por otro hombre sin ser tenida como
adúltera o que el hombre que la toma comete adulterio. El hombre que tomaba a una mujer
era considerado un adúltero cuando el repudio no era válido (cf. Mt 5:32), pero en este caso
sí lo era aunque la mujer fuese culpable de fornicación. A pesar que no se dan detalles de la
situación personal de la mujer encontrada en adulterio en Jn 8:11, se puede observar un
gesto de restitución de Jesús hacia ella cuando le dice "ni yo te condeno" (castigo) y la ex-
horta a no pecar más. Las enseñanzas de Jesús sobre el perdón y el arrepentimiento no
deben ser presentadas en conflicto con lo desarrollado por Jesús sobre el repudio. Por lo

a la sexualidad en la pareja", Material Bíblica Virtual 035. Para profundizar recomiendo la lectura de
W. Loader, Enoch, Levi, and Jubilees on Sexuality. Attitudes Towards Sexuality in the Early Enoch
Literature, the Aramaic Levi Document, and the Book of Jubilees, Grand Rapids, Eerdmans, 2007; y
del mismo autor, The Dead Sea Scrolls on Sexuality. Attitudes Towards Sexuality in Sectarian and
Related Literature at Qumran, Grand Rapids, Eerdmans, 2009. En los casos de los esclavos y fami-
lias de esclavos cristianos, C. Osiek, "Female Slaves, Porneia, and Limits of Obedience", en Early
Christian Families in Context. An Interdisciplinary Dialogue, Grand Rapids, Eerdmans, 2003, pp. 255-
274.

20
Bíblica Virtual (BV)

tanto, el hombre que tuviera una mujer que comete porneía no tiene mandamiento para re-
pudiarla. En ningún momento se exhorta al repudio cualquier fuese la falta cometida. Claro
está, se está hablando de la víctima. Sin embargo, si decidiera repudiar a la fornicaria, su
acción no debería de ser catalogada como ilegítima.

Vinculado a esto, ha de advertirse que no existe en los textos una categorización de la per-
sona semejante a "repudiada" (o si fuese el caso de Mc 10:12, "repudiado"). Aun habría que
considerarse esto para casos de personas que se volvieron a casar "ilegítimamente" y, a
pesar de haber llegado al arrepentimiento por lo hecho antes, siguen siendo considerados
como adúlteras o adúlteros.43 ¿Es posible pensarse que Jesús estigmatizara así a una per-
sona después de su arrepentimiento? La idea juanina de "ve y no peques más" y la ense-
ñanza sobre perdonar "setenta veces siete" (Mt 18:21-22) al día,44 abren a un sin fin de pre-
guntas sobre la condición de la persona repudiada o de la que repudió ilegítimente. Una vez
más, metodológicamente, no debe de interpretarse este pasaje sin observar las enseñanzas
de Jesús, al menos, en el resto del libro.

Como se dijo arriba, en vista a los tres puntos señalados arriba, cabe señalarse si la exis-
tencia misma de esta cláusula de excepción no señalaría, cambiando los contextos, las no-
ciones de matrimonio y las expectativas de la vida de cada uno de sus cónyuges, la posibili-
dad que otras situaciones excepcionales se aceptaran sin caer en la ruptura del perdón, la
búsqueda de la unión como una sola carne, y otros ideales de la vida cristiana. Recuérdese
que es el mismo Jesús quien presenta prácticas no patriarcalistas en su trato con las muje-
res, niños y otros hombres. Los cambios que suscitó la fe cristiana definitivamente transfor-
maron las relaciones de la pareja y es probable, como se puede percibir en los Códigos
Domésticos, que el cristianismo fuese acusado de atentar contra el buen orden y la familia.45

Un versículo que no puede faltar en el análisis de estos textos es precisamente Mc 10:12


que dice: "...y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio". Como
se señaló antes no era práctica aceptada o difundida en el judaísmo contemporáneo a Jesús
que una esposa pudiese repudiar a su esposo. Lo que era posible es que ella se presentara
ante las autoridades del pueblo y lo acusase de no estar cumpliendo con sus deberes y re-
clamarle que él, presionado por las autoridades, la repudiara.46 Sin embargo, esto todavía
no es un repudio de parte de la mujer. Lo más probable, dicen los especialistas, es que esta
fuese un vestigio del mundo grecorromano del que provenían parte de los destinatarios del
Evangelio.47 Recuérdese que en este contexto cultural las mujeres tenían libertades simila-
res a las de los hombres respecto al divorcio. Esta ampliación de lo que posiblemente fueron

43
Mateo no volvió a ser llamado "pecador", nombre peyorativo que recibían por antinomasia los re-
caudadores de tributos, así como tampoco, Pablo fue llamado "perseguidor de la iglesia" o "asesino"
a pesar que él reconociera una y otra vez que hizo tales cosas. El arrepentimiento cristiano modifica
la condición y la realidad actual de la persona.
44
Sin embargo, el perdonar no significa necesariamente la restitución del matrimonio y la relación
matrimonial. Son dos cosas diferentes.
45
"Estos que andan trastornando el mundo..." (Hch 17:6). Véase la grabación, Juan José Barreda
Toscano, "Familias en el Nuevo Testamento. Códigos Domésticos", Material de Bíblica Virtual, Video
008.
46
Testimonios de casos como estos los presenta Instone-Brewer, Divorce and Remarriage in the
Bible, pp. 72-80, 85-90. Debe notarse que hubo casos en los que la mujer judía pudo repudiar a su
esposo, pero no fue en el contexto de la tierra de Israel, sino de la diáspora.
47
W. Grundmann, Das Evangelium nach Markus, Berlin, Evangelische Verlagsanstalt, 1971, p. 205.
21
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las palabras de Jesús señalan una vez más que la iglesia primitiva sintió cierta libertad para
interpretar lo dicho por Jesús en esta ocasión de disputa pública a la luz de sus contextos. Si
bien es cierto que en Mc 10 no se pone ninguna cláusula de excepción, la mención a la ilegi-
timidad del repudio de una mujer hacia un hombre señalaba de por sí un cambio en las rela-
ciones familiares y las libertades de las mujeres que no fueron permitidas en la familia pa-
triarcal.

Existe todo un tema semántico que no debería de pasarse por alto cuando se habla del re-
pudio y del divorcio. Ante el hombre y la mujer contemporáneos que interpretan estos textos
puede suscitarse el error de no percibir que ambos términos, aunque muchas veces inter-
cambiables, parecen aludir a condiciones matrimoniales y libertades personales muy dife-
rentes. Aquí no se va a abordar el análisis de 1 Corintios 7 y cómo entiende el divorcio el
mundo grecorromano. Pero cabe señalarse que el repudio no era la mera ruptura del matri-
monio, sino la expulsión de la mujer. No había repudio de hombres por parte de mujeres, por
lo que debe entenderse también que aquello sobre lo cual Jesús aconseja está suscripto a
un contexto particular en la que en la mayoría de los casos las mujeres eran victimas. No
hay relaciones pares, no hay libertades y derechos de ambos que se respeten. En esas
condiciones patriarcales del matrimonio el consejo de Jesús debería de ser visto como con-
textual en muchos sentidos. Fue dado en medio de una disputa pública, las posibilidades de
pensar las relaciones matrimoniales fuera del patriarcalismo no eran viables a corto plazo,
su noción apocalíptica de la historia no apuntaba a largos cambios, asumió que la realidad
de mujeres ante un repudio era muy negativo para ellas puesto que no tenían un mundo
para vivir "solas", perderían a sus hijos, etc.

Cabe preguntarse si ante una concepción de la pareja diferente, y ante la condiciones de


derechos y deberes pares entre hombres y mujeres hubiera contestado de la misma mane-
ra. Debe preguntarse también, ¿qué pensaron la mujeres que oyeron estas enseñanzas de
Jesús? ¿Se sentirían algunas decepcionadas por su aparente respuesta tan conservadora y
legalista? ¿Qué pensarían las mujeres golpeadas? ¿Aquella humilladas por tener que com-
partir a su esposo y sus derechos como esposa con una nueva esposa o una concubina?
¿Cómo entenderían los hombres cuando se encontraban con mujeres que los engañaban
con otro hombre sin arrepentirse por ello? ¿Qué de aquellas que los tratarían mal y les ne-
gasen una vida afectuosa? ¿Qué de los jovencitos que habían sido casados por acuerdo
familiar y que no lograban amarse entre ellos pero permitían que surja el amor hacia otra
persona? ¿Qué se hace con las perspectivas que tanto enseñó Jesús sobre el arrepenti-
miento, el volverse a Dios para vivir plenamente, sobre las libertades personales cuando la
pareja era una ocasión de padecimiento? Hay muchas preguntas para hacerle al "Jesús"
radical y rígido que algunos ven en estos textos. Parece ser éste muy diferente al que ca-
minó por los pueblos de galilea y de todo Israel, al que estuvo abierto a las historias de las
gentes, a acompañar a los que padecían injusticias, al Jesús que pregonó la vida plena en el
Reino.

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