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Hemos podido visualizar, que se trata de la doctrina argentina, por lo cual haremos
presente un contraste con la ley peruana; y precisiones en el tema a tratar.
Para poder hacer mención a la institución de la mora, es necesario tener una relación
obligacional. Esta a su vez nace de un contrato o de la ley que, en el incumplimiento de
la prestación del deudor, es donde se podría configurar la mora.
Cabe resaltar que es necesario tener nociones generales para poder tener una mejor
comprensión del tema; dado ello se expresa una definición común de mora, donde se
dice que es el cumplimiento tardío de una prestación, considerando solo un elemento
objetivo, dejando de lado a dos elementos más de esta figura jurídica.
Existen Obligaciones, (1) con plazo expreso; (2) sin plazo expreso, pero con
circunstancias; y (3) aquellas sin plazo.
A efecto del solo vencimiento del término. El pacto del término acarrea una
interpelación anticipada. La tardanza ocasiona daños para el acreedor.
Según el texto legal, hay plazo cierto e incierto; el incierto llega a determinado o
indeterminado. Tenemos al plazo cierto, se conoce ab initio, el momento de su
vencimiento; al plazo incierto determinado, se da cuando el vencimiento, se supedita a
ocurrir un acontecimiento que se sabe ocurrirá; y por último, plazo incierto
indeterminado, aquel donde los trámites previos para que se dé el vencimiento, son
relevantes del proceso de mora.
“En el régimen de la mora de pleno derecho, solo pueden quedar comprendidas las
obligaciones a plazo cierto”.
Esto da por sentado a que la mora empezará a generarse desde el día posterior al
incumplimiento de la obligación de la fecha y plazo fijado por las partes. En tal sentido,
podemos establecer un criterio previo, es decir, que de manera ex ante, el plazo cierto
indica un aviso y consecuencia para el deudor ante un retardo en el cumplimiento de la
obligación. En tanto y en cuanto, así se haya pactado expresamente, como lo señala el
inc. 1 del Art. 1333 de Código Civil peruano.
Cuando nos referimos a una obligación con plazo incierto, podemos advertir que es
necesario de un acontecimiento para que se genere la obligación de cumplir, por ello, es
que podrían darse numerosas situaciones en las cuales el deudor, ya sea por
desconocimiento o por causas externas a él, no le sea posible enterarse del plazo para la
exigibilidad de la prestación. En tal caso, encontramos razonable y necesaria que la
parte acreedora, intime o requiera el cumplimiento de la obligación por la sencilla razón
que se trata de un plazo incierto, del cual el deudor no tiene conocimiento previo del
plazo sino hasta cuando sucede aquel acontecimiento, que hace exigible el
cumplimiento de la obligación.
En otra situación de la misma naturaleza, en el cual el deudor supiese de la existencia
del acontecimiento; creemos necesario la intimación del cumplimiento de la obligación,
además que se pueda otorgar el tiempo razonable y necesario para el cumplimiento. En
este sentido, podemos sostener que, tratándose de un acontecimiento, es decir de un
hecho, este solo ocurre. Y sin ningún aviso. Pues, se trataría de un sentido lógico
temporal. Por ello, creemos necesario el tiempo otorgado al deudor para el
cumplimiento de la obligación.
Por otro lado, las obligaciones de esta naturaleza no pueden estar incluidas en el sistema
de “diez interpellat”, del cual se necesita determinación por parte de un órgano
jurisdiccional para recién establecer el plazo del pago de la obligación. En este sentido,
no es, sino que posterior a la orden de un juez indicando un plazo determinado para el
cumplimiento de la obligación, se genere la mora como consecuencia ante el
incumplimiento del plazo. En consecuencia, las obligaciones de plazo incierto, el
deudor incurre en mora cuando no cumple con la obligación dentro de plazo de
vencimiento. Líneas arriba podemos advertir la distintas situaciones y razones que al fin
del acabo, encierra una cadena de razonamiento lógico para este punto.
“Algunas excepciones”.
Este art. 509 que está en discusión, en su reforma nos indica que se deberá realizar
previamente una fijación judicial para que se entienda que el deudor ha constituido en
mora de pleno derecho. Podemos observar en el, coincidentemente, art. 509 C.C.
Colombiano señala: “(…) Si no hubiere plazo, el juez a pedido de parte, lo fijará en
procedimiento sumario, a menos que el acreedor opte por acumular las acciones de
fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor quedará constituido en
mora en la fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la obligación. Para
eximirse de las responsabilidades derivadas de la mora, el deudor debe probar que no le
es imputable.” Es decir, en el caso que el plazo no se hubiese especificado ni tácito, será
el juez quien fije el plazo y el cumplimiento.
En este art. 509 en cuestión se quedó en que se podrá obtener tal fijación mediante dos
formas: Primero, con la sola solicitud en un procedimiento sumario, similar a lo que se
señala en el art. 509 del Código Civil Colombiano, pues ese también es a pedido de
parte, y fijado por el mismo tipo de procedimiento. Mientras que, en nuestra legislación,
podemos encontrar al plazo judicial en el art. 182° del C.C. peruano, que menciona que
“(…) también fija el juez la duración del plazo cuya determinación haya quedado a
voluntad del deudor o un tercero y estos no lo señalaren. La demanda se tramita como
proceso sumarísimo”. Segundo, el juez también dictará sentencia para fijar el término
del plazo cuando se acumulan las acciones o pretensiones de la fijación del plazo y del
cumplimiento de la prestación.
De acuerdo con lo que nos dice el autor del texto Pedro Néstor Cazeaux, la constitución
en mora se constituye, valga la redundancia, cuando el deudor no cumple la prestación,
esto es desde el mero vencimiento del término, situación que perdura en tanto no
ocurran algunos de los supuestos de la cesación de la mora. Pero, cuando nos situamos
en el Código Civil, específicamente en el artículo 1333°, nos dice que la mora se
constituye desde el momento en que el acreedor exija, judicial o extrajudicialmente, el
cumplimiento de su obligación, habiendo dos situaciones distintas en las que se
constituye, consideramos que la mora deberá constituirse desde el momento en que el
plazo de la obligación culmine y no se haya cumplido con la obligación, porque si se
espera a que la persona exija el cumplimiento de la obligación, podría pasar mucho
tiempo en algunos casos, en los que las personas no necesariamente se mantienen al
tanto de los contratos que realizan y solo esperan su cumplimiento sin tomar en cuenta
el plazo de este, algunos hasta se olvidan de haber contraído un contrato, por lo que lo
más “justo” sería la constitución de la mora desde ese momento.
Ahora, el autor también hace alusión en que existe un error dentro de la modificación
del artículo 3986 del Código Civil de su país, ya que se confundieron los conceptos de
la constitución de la mora y de la interrupción de la prescripción. En la constitución de
la mora se tiende a responsabilizar al deudor por su retardo, mientras que en la
interrupción de la prescripción es el acreedor quien sale de su inactividad. Es errado
decir que la constitución de la mora produzca la suspensión de la prescripción, es la
interpelación auténtica, la que tendrá efectos que impedirán la extinción de la acción,
pero no la constitución en mora, la cual tiene finalidades y efectos que no tienen
absolutamente nada que ver con el curso de la prescripción.
Tanto en los Códigos como en la doctrina de los autores está admitido que los actos del
acreedor demostrativos de actividad de su parte causan la interrupción de la
prescripción, donde acreedor está impedido de accionar, siendo esto suspendido. Pero
ahora en nuestro Código se menciona que una actitud del acreedor suspende la
prescripción.
El actual régimen de la mora del obligado se interviene por el vencimiento del plazo
cierto, donde en la mayor parte de las obligaciones civiles, el deudor que no cumple la
prestación cae en mora desde el mero vencimiento del término, no durando en tanto no
ocurran algunos de los supuestos de la cesación de la mora (purgatio morae). Tiempo
después, a los efectos de interrumpir la prescripción.
Se recalca que hay un error confundiendo dos institutos jurídicos que estrechan
finalidades y tienen efectos distintos: la. constitución en mora y la interrupción de la
prescripción. La constitución en mora propende a responsabilizar al deudor por su
retardo. En la interrupción de la prescripción es el acreedor quien sale de su inactividad.
Teniendo en común en ciertos casos que se recurre a una misma clase de medio
interpelatorio para hacerlas valer. Teniendo como resultados en algunas suposiciones,
consigue el doble objetivo de constituir en mora al deudor e interrumpir la prescripción.
Po otro lado, se opera una sola de esas consecuencias.
Para que el acreedor pueda tener derecho a la mora este debe solicitarlo e interpelar al
deudor. Tanto en el código Español como en el Italiano para que se pueda interrumpir
en la prescripción este debe realizar un acto encaminado a solicitar la mora.
La aplicación de la nueva ley con respecto en aquellas situaciones jurídicas que han sido
configuradas bajo la ley anterior genera 2 apreciaciones principales. Una siendo que la
nueva ley no puede regular los actos jurídicos que se hayan celebrado con anterioridad a
ésta y sus efectos que se hayan producido bajo su vigencia; mientras que otra postura
establece su aplicación solo en las consecuencias que se hayan generado bajo la
vigencia de la nueva ley. Particularmente es un punto muy interesante porque nos
coloca en dos situaciones distintas, ya sea que el deudor incurra en mora antes de regir
la ley 17711 aplicándose el art. 509 de su anterior texto; o que caiga en ese estado bajo
la vigencia de la nueva ley y sea aplicable la nueva redacción del art. 509.
CONCLUSIONES: