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González napolitano
(COORDINADORA)
LECCIONES
DE DERECHO
INTERNACIONAL
PÚBLICO
00142500
•00142500 *
ERRElUS
Capítulo 1
EL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO:
CONCEPTO, CARACTERÍSTICAS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Emiliano J. Buis
Capítulo 2
SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
Silvina S. González Napolitano y Milton Fellay
XVII
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
4. Categorías en discusión..............................:.................................................................................... 47
4.1. Los puebloB indígenas/originarios..........................................'............................................ 48
4.2. La sociedad civil......................................................................................................................... 50
4.3. La humanidad y/o las generaciones futuras................................................................... 50
Capítulos
LAS NACIONES UNIDAS
Sergio Alejandro Rojo
XVIII
<<4.7- -■' .. .
;Indice-* ■ -
Capítulo 4 '
FUENTES Y NORMAS DEL DERECHO INTERNACIONAL
Silvina S. González Napolitano
Capítulo 5
LA COSTUMBRE INTERNACIONAL
Paula M. Vernet
Capítulo 6
DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PARTE)
CONCEPTO, CLASIFICACIÓN, CELEBRACIÓN,
ENTRADA EN VIGOR, OBSERVANCIA, APLICACIÓN,
MODIFICACIÓN Y ENMIENDA DE LOS TRATADOS
Capítulo 7
DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTE)
RESERVAS. INTERPRETACIÓN, TRATADOS Y TERCEROS ESTADOS
Capítulo 8
DERECHO DE LOS TRATADOS (TERCERA PARTE)
NULIDAD, SUSPENSIÓN, TERMINACIÓN, DEPÓSITO,
REGISTRO Y PUBLICACIÓN DE LOS TRATADOS
Omar Alberto Álvarez
XXI
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Capítulo 9
LOS PRINCIPIOS GENERALES DE DERECHO
Jargelina E. Mendicoa
Capítulo 10
EQUIDAD
Marta R. Vigevano
Capítulo 11
ACTOS UNILATERALES DEL ESTADO (PRIMERA PARTE)
Verónica Laviata y Gitcla Makoweki
Capítulo 12
ACTOS UNILATERALES DEL ESTADO (SEGUNDA PARTE)
AQUIESCENCIA Y ESTOPPEL
1. La aquiescencia 247
1.1. Concepto y requisitos 247
1.2. Relación entre la aquiescencia y la prescripción adquisitiva 248
1.3. Relación entre la aquiescencia y la prescripción liberatoria 249
1.4. Aplicación jurisprudencial 250
2. El estoppel .................................................................................................................................... 25
2.1. Concepto y requisitos 251
2.2. Relación entre el estoppel y la aquiescencia 252
2.3. Aplicación jurisprudencial 252
3. El estoppel y la aquiescencia en la Convención de Viona sobre el Derecho de los
Tratados 254
Capítulo 13
ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
Lucas E. Barreiros
Capitulo 14
RELACIONES ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL
Y EL DERECHO INTERNO
Silvina S. González Napolitano
1. Introducción 277
2. La incorporación del derecho internacional 277
2.1. La incorporación de los tratados en el derecho argentino 278
2.2. La incorporación del derecho internacional consuetudinario en el derecho
argentino 283
3. La relaciónjerárquica entre el derecho internacional y el derecho interno ......... 284
3.1. Solución en el derecho internacional .................................. 284
3.2. Solución en los ordenamientos'jurídicos internos .............. 286
3.2.1. Solución en el derecho argentino ..................................................................... 286
3.2.1.1. Jerarquía de los tratados internacionales 286
3.2.1.2. Otras normas constitucionales referentes a los tratados 297
3.2.1.3. Jerarquía de la costumbre internacional frente a otras fuentes
de derecho interno ...........,................... 298
8.2.1.4. Las declaraciones sobre derechos humanos con jerarquía
constitucional ¡............................................................. 298
3.2.1.5. Tratados operativos y programáticos. Operatividad de los
tratados en el derecho argentino 299
4. Conclusiones 300
Capítulo 15
RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO POR ACTOS ILÍCITOS
1. Introducción 303
2. Responsabilidad internacional del Estado por actos (o hechos) ilícitos 304
2.1. Codificación 304
2.2. Elementos 304
a) Elemento objetivo 306
b) Elemento subjetivo 308
2.3. Circunstancias que excluyen la ilicitud 312
I.••••<>•<
2.4. Consecuencias jurídicas de la responsabilidad 317
a) Continuidad del deber de cumplir la obligación violada 317
b) Cesación del ilícito 318
c) Garantías o seguridades de no repetición 318
d) Reparación del perjuicio 318
Capítulo 16
RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL POR ACTOS NO PROHIBIDOS
Diego Fernández Mausel
1. Introducción 325
2. De la responsabilidad por "hechos ilícitos" a la responsabilidad “sine delicio" 327
2.1. Atribución de la conducta al Estado 328
í
í
' .-i,... Indice
.tírfíír';: _______________________
•V
EI dafto........... 828.
■ 2.3. La reparación 328
La cesación.... .i............ ........ 329
/ 1 ■’ 2.5. La “colectivización” de la responsabilidad cine delicio
.............................. 329
' La responsabilidad por daño causado en el derecho internacional general 330
: :8.1. Proyecto sobre Prevención de Daños Transfronterizos Causados por
•¿ Capitulo 17
RESPONSABILIDAD DE OTROS SUJETOS DE DERECHO INTERNACIONAL
Verónica Lavista
Capítulo 18
SURGIMIENTO DEL ESTADO Y RECONOCIMIENTO
Mariana Lozza
Capítulo 19
SUCESIÓN DE ESTADOS
Capítulo 20
EL TERRITORIO Y SUS LÍMITES
Femando Mandayo
XXVI
Indice
Capítulo 21
ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
Capítulo 22
LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MALVINAS
il®:'
í j’j^yntroducción........................................................................................................................................... 421
' Antecedentes históricos y origen de la controversia 422
La independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata y la sucesión
de Estados
La fecha crítica: su determinación e importancia para la controversia de las
Islas Malvinas ....................................................................... 427
, 3,¡Títulos jurídicos 429
Títulos jurídicos invocados por la República Argentina 429
- , 8.2, Loe actos de protesta de la Argentina. Su importancia bajo el derecho
V? -i internacional 431
Títulos jurídicos invocados por el Reino Unido 438
•. Descolonización, soberanía y autodeterminación ........ 435
iWS"-? ® proceso histórico de descolonización y el derecho a la autodeterminación
délos pueblos ..........................................................
Las formas de ejercer el derecho a la autodeterminación
Titularos del derecho a la autodeterminación
i'M14' La integridad territorial como limito a la autodetorminadón
Autodeterminación sin descolonización
gffiftjípstratogia de los Estados en disputa respecto a la alegada autodeterminación
la Población de las lelas Malvinas 441
'ifl.1. Lo estrategia del Reino Unido .................................... 441
^ijüja:j6.2. La estrategia de la República Argentina '............... 442
resoluciones de las Naciones Unidas sobre el conflioto de las Islas Malvinas... 443
situación de la disputa de soberanía con posterioridad al conflicto bélico de
M’X.,7982.......................................................................................................................................................... ■
444
sSsAií distintas opciones para la resolución de la disputa de soberanía 446
/tóiA-'
425
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL POBLICO
Capitulo 23
REGIONES POLARES
María Belén Gracia y Milton Fellay
Capítulo 24
RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS
Y RECURSOS HÍDRICOS INTERNACIONALES
1. Introducción........................................................................................................................................... 467
2. Evolución, desarrollo conceptual y jurisprudencial.............................................................. 467
2.1. Río internacional......................................................................................................................... 469
2.2. Aguas internacionalizadas...................................................................................................... 470
2.3. Recursos hídricos naturales comunes....................................................... 470
2.4. Cursos de agua internacionales............................................................................................ 470
2.5. Aguas transfronterizas............................................................................................................. 470
2.6. Cuenca hidrográfica internacional (unidad ecológica)................................................. 471
2.7. Res communis omnium............................................................................................................. 473
3. Características de los recursos hídricos..................................................................................... 476
4. Teorías del agua................................................................................... 477
4.1. Teorías absolutistas o territoriales.................................................................................... 479
«Mil
■•■■■■ 4.1.1. Teoría primitiva de la soberanía territorial absoluta
• . 4.1.2. Teoría absoluta de apropiación previa
4.1.3. Teoría de la integridad territorial absoluta e igualdad de los Estados..
' : 4.2. Teoría de intemacionalización de las aguas .'.
■ 4.3. Teorías relativas o eclécticas
4-8-1 Teoría de la soberanía territorial restrictiva
®<5. Desarrollo cronológico de principios fundamentales de los recursos hídricos a
' 'partir de sus usos
fl?’1■ '6.1. Principios de libertad de navegación, de derecho natural de salida al mar y
de acuerdos particulares 483 '’- .J?;
6.2. Principio de intemacionalización y creación de organismos vfe
intergubomamontales especializados y mecanismos de cooperación y
administración conjunta do las vías fluviales 485
6.3. Principios fundamentales de los cursas de agua internacionales . 487
6.3.1. Evolución normativa y codificación ...... 487
6.3.2. Principios generales de jerarquía y de relatividad de los derechos 489
6.3.3. Principio sic itere tuo it alienum non laedas ............................................ 489
6.3.4. Principio de integridad do los recursos hídricos 490
' . 5.3.6. Principio de comunidad de intereses .................. 491
6.3.6. Principio de equidad en la utilización de las aguas 491
5.3.7. Principios ambientales aplicables a los recursos hídricos 492
5.3.8. Principios aplicables a las aguas subterráneas confinadas o acuíferos.. 498
6. Conclusión 500
Capítulo 25
RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO DE LA PLATA Y SU FRENTE MARÍTIMO
Patricia L. Lobato Halajczuk, Marta Fernanda Rosignolo y Federico Jaraat
..Introducción 608
2. < Antecedentes históricos ............................................................ 504
yj;g;8. \E1 Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo 507
'4. Régimen jurídico en la frontera argentino-uruguaya 507
.,:6. Delimitación 508
“ ’'' 6.' Jurisdicción sobre el río .'........................................................ 508
6.1. Jurisdicción sobre el volumen y espejo de aguas .. 509
6.1.1. Zonas costeras exclusivas 509
6.1.2. Zona común o compartida 509
6.1.3. Derecho de persecución y aprehensión de buques 510
6.1.4. Utilización del Río de La Plata . 511
6.1.4.1. Pesca 511
6.1.4.2. Navegación 511
6.1.4.3. Construcción de canales y obras 512
6.1.4.4. Practicaje, servicios portuarios, tareas de alijo y complemento
de carga 513
6.2. Jurisdicción sobre el lecho y subsuelo ................................ 514
6.2.1. Islas...................................................................................................... : 514
6.2.2. Exploración y explotación del lecho y subsuelo 515
V: 6.3. Investigación 516
' . 6.4. Contaminación 515
7. Régimen jurídico del frente marítimo del Río de la Plata 516
• .. 7.1. Límite lateral marítimo y de la plataforma continental dpi Río de la Plata.... 516
7.2. Utilización del Frente Marítimo del Río de la Plata .......................... 517
/
LECCIONES DE DEPECHO INTEBNAaOMAL PÚBLICO
Capítulo 26 .
RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO URUGUAY
SilvlnaS. González Napolitano
1. Introducción.......................................................................................................................... 523
2. Régimen jurídico en la frontera argentino-brasileña.................................................... 523
3. Régimen jurídico en la frontera argentino-uruguaya................................................... 524
8.1. Delimitación del río Uruguay.................................................................................... 525
8.2. Utilización del río Uruguay......... ................. 527
3.2.1. Navegación y actividades afines.................................................................... 527
3.2.2. Búsqueda, rescate y salvamento.................................................................... 528
3.2.3. Aprovechamiento de las aguas....................................................................... 528
3.2.4. Exploración y explotación de los recursos del lecho y subsuelo del río... 529
3.2.5. Conservación y explotación de los recursos naturales.............................. 529
3.2.6. Contaminación.................................................................................................. 529
8.2.7. Construcción de obras en ol río Uruguay..................................................... 531
8.2.8. Investigación...................................................................................................... 581
3.2.9. Jurisdicción........................................................................................................ 581
8.8. La Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU)..................................... 583
3.4. Solución de controversias........................................................................................... 535
3.4.1. La controversia por las plantas de celulosa en el río Uruguay............... 635
8.4.1.1. Cuestiones planteadas ante la CIJ.................................. 537
3.4.1.2. El fallo de la CLJ sobre el fondo del asunto........................................ 538
Capítulo 27
INTRODUCCIÓN AL DERECHO DEL MAR
Siluina S. González Napolitano
XXX
ÍNDICE
Capítulo 28
MAR TERRITORIAL
Silvina S. González Napolitano y Paula M. Vemet
Capítulo 29
ZONA CONTIGUA Y ZONA ECONÓMICA EXCLUSIVA
Adrián Miguez
Capítulo 30
LA PLATAFORMA CONTINENTAL
Paula M. Verntt ,
XXXI
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Capitulo 31
ISLAS, ESTADOS ARCHIPELÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALES
Y ESTRECHOS INTERNACIONALES
Silvina S. González Napolitano
Capítulo 32
ALTA MAR
Paula M. Vernet
1. Concepto.................................................................................................................................................. 659
2. Las libertades de alta mar.............................................................................................................. 659
3. La nacionalidad de los buques ..................................................................................................... 660
4. Lajurisdicciónenaltamar.............................................................................................................. 660
4.1. Los deberes del Estado del pabellón................................................................................ 660
5. Excepciones a la jurisdicción del Estado del pabellón en alta mar...................... 661
5.1. Derecho de visita........................................................................................................................ 661
5.1.1. Piratería........................................................................................................................... 662
5.1.2. Prohibición del transporte de esclavos.............................................................. 664
6.1.3. Transmisiones no autorizadas desde alta mar................................................. 665
XXXII
5.1.4. Tráfico ilícito de estupefacientes o sustancias psicfltrópicas
5.1.5. Terrorismo y armaB de destrucción masiva
5.2. Derecho de persecución
5.3 Investigación y ejecución por los Estados del puerto
6, Explotación de recursos vivos marinos más allá de la jurisdicción nacional
6.1. Acuerdo de 1995
6.2. Acuerdo de 1998 (FAO) :
6.3. Códigos de la FAO 669
7. Protección del medio marino más allá de la jurisdicción nacional. 670
Capitulo 33
LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FONDOS MARINOS
Frida M. Armas Pfirter
XXXIII
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Capitulo 34
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA MARINA
Erica S. Lucero
Capítulo 35
ESPACIO ULTRATERRESTRE
María Victoria Bruno
Capítulo 36
IGUALDAD SOBERANA Y NO INTERVENCIÓN
Capítulo 37
LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS EXTRANJEROS
Silvina S. González Napolitano y Mariana Lozza
Capítulo 38
AGENTES DIPLOMÁTICOS, CONSULARES Y OTROS
FUNCIONARIOS: FUNCIONES, PRIVILEGIOS E INMUNIDADES
Maximiliano Romanillo
Capítulo 39
LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
XXXVI
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¡
Indice
•• ' •
•»
Capitulo 40
EL USO DE LA FUERZA EN LAS
RELACIONES INTERNACIONALES
•W. Osvaldo N. Mársico
Capítulo 41
INTRODUCCIÓN A LA PROTECCIÓN
INTERNACIONAL DEL MEDIO AMBIENTE
Marcos Nelio Mollar
XXXVII
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Capitulo 42
NACIONALIDAD, ASILO Y REFUGIO
Mario Oyarzábal
Capitulo 43
PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA Y CONSULAR
Erica S. Lucero
1. Protección diplomática; concepto ■ i naaaiai aaaaaa aseeosa iitMasesaeaaaa ssi aaaia aaiaaaiaaaaiaiaaiaaiillmili 917
2. Naturaleza Jurídica ............................................................................................................. 918
3. Condiciones para el ejercicio de la protección diplomática 920
3.1. Nacionalidad 920
3.1.1. Nacionalidad de laa personas físicas 920
3.1.2, Apátridas y refugiados 924
3.1.3. Nacionalidad de las personas jurídicas....>aa«aaaaaaaaaaaaa«aaaiaaaaaaaaaiaaaaiaaaaaaaaaaaa 925
8.2. Agotamiento de los recursos internos 928
4. Doctrina "Calvo” i 930
5. Doctrina de las "manos limpias”. 931
6. Protección consular 931
XXXVIII
Capítulo 44 '
PROTECCIÓN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS
Gabriel Bottini
Capítulo 45
LA SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS EN
MATERIA DE INVERSIONES EXTRANJERAS
Facundo Pérez Aznar
1. Introducción 951
2. Los mecanismos de solución de controversias relativas a inversiones entre
Estados ...... 952
2.1. La protección diplomática .................................................. 952
2.2. Los mecanismos de solución de controversias entre Estados en los AII 952
3. Los mecanismos de solución de controversias relativas a inversiones entre
inversores extranjeros y Estados 953
3.1. El papel de los tribunales nacionales en controversias relativas a
953
3.2. El arreglo amistoso ................................................................ 955
8.3. La conciliación y el arbitraje inversor-Estado como formas alternativas de
solución de controversias ........................................................................... 955
4. El arbitraje inversor-Estado en loa AII 956
4.1. Instituciones y regímenes de arbitraje 956
4.1.1. El CIADI ......................................... 956
4.1.2. Mecanismo Complementario del CIADI 957
4.1.3. Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI 958
4.1.4. Otras instituciones que se ocupan del arbitraje de inversiones 958
5. La jurisdicción de loe tribunales arbitrales inversor-Estado 959
5.1. Las invoraionoB protegida» (compotoncia ratlone materias) 959
8.2. La» partes on la controversia (jurisdicción rallona pereonaa) ................ .... 962
6.3. El consentimiento al arbitraje (jurisdicción ratlono volontatie) 964
6. El procedimiento en el arbitraje inversor-Estado 967
6.1. Reglas aplicables 967
6.2. El procedimiento en el CIADI .................................... 967
6.3. Derecho aplicable ............... 970
6.4. Los recursos y la anulación de decisiones arbitrales ............ 971
6.5. El reconocimiento y la ejecución de los laudos 973
XXXtX •
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Capítulo 46
INTRODUCCIÓN AL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO
SilvinaS. González Napolitano
. Capítulo 47
DERECHO INTERNACIONAL PENAL
Romina E. Pezzot
1. Introducción........................................................................................................................................... 987
2. Noción de derecho internacional penal............................ 987
3. Evolución histórica........................................................................................................................ ;••• 989
4. Delitos y crímenes internacionales.............................................................................................. 992
4.1. Delitos internacionales............................... 993
4.2. Crímenes internacionales....................................................................................................... 994
4.3. Terrorismo internacional........................................................................................................ 1000
5. El juzgamiento del individuo: las jurisdicciones estaduales e internacionales......... 1002
5.1. La lucha contra la impunidad de Iob crímenes internacionales y su
influencia en la administración de justicia..................................................................... 1005
Capítulo 48
COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN MATERIA PENAL
1. Introducción........................................................................................................................................... 1007
2. Extradición: concepto y principios aplicables........................................................................... 1007
3. Normativa argentina: Ley 24.767............ 1010
3.1. Ámbito de aplicación................................................................................................................. 1010
3.2. Condiciones para la extradición pasiva............................................................................ 1010
3.3. Improcedencia............................................................................................................................. 1011
3.4. Procedimiento: principales características..................................................................... 1013
4. Extradición por crímenes internacionales................................................................................ 1015.
4.1. Principios aplicables................................................................................................................ 1015
4.2. Jurisprudencia relevante....................................................................................................... 1017
4.2.1. Jurisprudencia argentina.......................................................................................... 1017
4.2.1.1. Caso Bohne............................................................................................................ 1017
4.2.1.2. Caso Schuiammberger ..................................................................................... 1018
4.2.1.3. Caso Priebke......................................................................................................... 1019
4.2.2. Jurisprudencia extranjera................................ 1020
4.2.2.1. CasoÁlvarez Machain..................................................................................... 1020
4.2.2.2. Caso Pinochet....................................................................................................... 1021
4.2.3. Jurisprudencia internacional................................................................................... 1022
4.2.3.1. Caso de la Orden de arresto.......................................................................... 1022
4.2.3.2. Caso de la Obligación de juzgar o extraditar......................................... 1023
Capítulo 1
El derecho internacional público:
CONCEPTO, CARACTERÍSTICAS Y
¿ EVOLUCIÓN HISTÓRICA
.X Utilizáronlos en este capitulo laa expresiones “derocho internacional público" y "derecho internacional" a
socas como sinónimos; míe adelanto explicaremos do qué modo esto ordenamiento so diferencio del llamado
" • “derecho internacional privado" que, como parte de los sistemas jurídicos naciohales, goza de una naturaleza
' diferente y, por tanto, será siempre identificado como tal a través déla doblo adjetivación. .
LECCIONES SE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
por parte de las autoridades de Ghana o a la imputación en Rusia del delito de piratería a
los manifestantes de Greenpeace -para citar ejemplos cercanos o recientes- hace falta saber
derecho internacional para leer las páginas de un diario (o mirar los titulares en la pantalla
de la computadora, si la lectura en celulosa deviene anacrónica), y mucho más para dedicarse
a la administración de justicia, al servicio público en el Retado, a los litigios privados o al aseso-
ramiento jurídico de empresas o particulares. En efecto, las fuentes del derecho internacional
público integran nuestro ordenamientojurídico y, como veremos, incluso lo hacen con jerarquía
supralegal y, en algunos supuestos, hasta constitucional.
Frente a las opiniones más críticas del derecho internacional, en estas páginas se inten
tará demostrar que: (1) el derecho internacional público es derecho, del mismo modo en que
lo es el derecho interno, pero por sus particularidades no es a veces posible comprenderlo o
examinarlo desde criterios de análisis externos como los que sirven tradicionalmente para
entender los ordenamientos estatales; (2) el derecho internacional público es (y siempre ha
sido) resultante de la voluntad de los Estados, cada uno de los cuales constituye una entidad
soberana que no reconoce ninguna autoridad superior a él que pueda imponerle conductas o
comportamientos; (3) el derecho internacional público es un ordenamiento jurídico que, desde
su formulación clásica en la Edad Moderna, se sustenta mayormente en la coordinación (o "pa
rataxis") y en una estructura descentralizada, que, sin embargo, no deja de lado institutos de
subordinación ("hipotaxis”) que proceden de sus orígenes más remotos en épocas preclásicas;
(4) al igual que el derecho interno (y he aquí quizás su principal semejanza), el derecho inter
nacional público es un ordenamiento positivo en el que coexisten dos aspectos centrales cuya
confluencia hace de él un producto único: la pretensión de justicia (y la consecuente pretensión
pacifista de lograr una comunidad fraterna dé naciones) y la legitimación discursiva de las
acciones realizadas (o que pretenden ser hechas) por parte de los Estados. Esta característica,
que es inherente pues al derecho internacional, habilita a pensar una continuidad diacrónica y
una coherencia desde sue primoras manifestacioneB hasta nuestros días: quizás en mayor me
dida que los ordenamientos nacionales, el avance del derecho internacional está impregnado
de intereses políticos y consideraciones extrajurídicas, y en esto precisamente se encuentra la
riqueza de su estudio.
Para avanzar con estas cuestiones, corresponde primero explicitar qué entendemos por
derecho internacional público. Ello nos llevará, en un comienzo, a discutir la naturaleza misma
del derecho y sus fundamentos históricos, políticos y sociales.
2. El derecho y el Estado
Suele decirse que el derecho es una construcción social, un producto creado para la solu
ción de divergencias en el seno de una comunidad. Si ese es su fin primordial, no hay duda de
que su propia existencia depende, por tanto, de la existencia del conflicto. Entendido así, desde
sus propios orígenes el derecho como institución ha servido como mecanismo rogulatorio y
civilizador, para evitar la venganza como medio de arreglo de disputas y para establecer (e im
poner) criterios de convivencia en el seno do una organización humana. Es evidente, entonces,
que el derecho so origina como corolario del hacho de que loe hombres, lqjos de vivir on soledad,
empiezan a intoractuar y pronto descubren sue discrepancias. En un principio, so dejaba al
arroglo librado a la pura fuerza y, por lo tanto, ol más fuorte so imponía sin condiciones fronte
a cu adversario débil. Con el paso do! tiempo, se ha dado lugar a la búsqueda de alternativas
monos violentas: en efecto, desdo los primeros asentamientos, los seres humanos se han do
tado de reglas destinadas a propugnar el restablecimiento del orden en caso de ruptura. Este
derecho, entonóse, depende en su formación y alcances del surgimiento de grupos políticos en
un territorio determinado y con ciertos órganos de ejercicio de la autoridad. Desde bus propios
orígenes, la idea de derecho parece inesdndible, pues, de la idea de Estado (ei, por supuesto,
entendemos que hay Estado en la medida en que se trate de una organización política que
posea una población particular, un territorio y un gobierno).
Desde un punto de vista estrictamente jurídico, la doctrina clásica suele concebir el dere
cho desde una definición formal, que presta atención en particular a su contenido, al modo en
2
CAPÍTULO 1 ■ EL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO: CONCEPTO, CARACTERISTICASY EVOLUCIÓN HISfÓhlCA
. que ese contenido se determina y a aquellos siyetos involucrados. “Derecho” sería, entonces el •
sistema de normasjurídicas que regulan las relaciones que se dan entre quienes componen ese
grupo humano, a los que el propio ordenamiento considerará sus sujetos (es decir, Iob centros
•
• de imputación de las normas, quienes podrán adquirir derechos o contraer obligaciones en el
$J'<Seno de dicho sistema). •* '
Sabemos que una norma, del carácter que sea, es un patrón de conducta o un para-
;!^¥di¿ma’da comportamiento esperable. A diferencia de las normas establecidas en el plano ■-
’/.-y/moral, ético, social o religioso, una norma jurídica no impone de manera directa ún modelo
•:!^.' de acción, sino que presenta una estructura compleja: la norma jurídica establece, de modo
indirecto, que, frente al caso en que un sujeto incumpla determinado precepto, recibirá una '»
sanción. Esto es lo que Hans Releen (1881-1978) identificó como las dos partes de las que
• se compone lógicamente la norma básica de todo ordenamiento de derecho: el antecedente y
el consecuente (o sanción)2. Pero, dado que el derecho es una ciencia particular, ese vínculo
; condicional no se va a dar, sin embargo, de manera necesaria, como ocurriría en el plano
^Í'de.la8 normas físicas, en que la relación “es” (p. ej., “si tiro un lápiz, entonces es que cae al
-suelo"); en el derecho el vínculo entre antecedente y consecuente integra la dimensión del
'-‘■■ '^deber ser1’ (p. ej., “si A comete un homicidio, entonces debe ser que A reciba una pena de X
grafios de prisión”). Con esta técnica de motivación indirecta, las normas jurídicas lograrán
' regular las relaciones entre los sujetos a partir de la creación, modificación o extinción de
■ derechos y/o obligaciones.
•JS? < A estas “reglas primeras” propias del modelo positivista simple propuesto por Kelsen,
‘:<---un autor como H. L. A. Hart (1907-1992) agregará la necesidad de incluir las normas de tipo
. / secundario, que son aquellas que sirven para identificar qué reglas forman parte del sistema
’yí (reglas de reconocimiento), de modo de poder determinar los procedimientos necesarios para
• crear nuevas reglas primarias o modificar las existentes (reglaB de cambio) o para dar comps-
a los jueces a los efectos de que establezcan si se ha violado o no una regla primaria en
Jj'ÍV'Una situación concreta (reglas do adjudicación)1. El derecho, cualquiera sea su particularidad,
estaría integrado por estas normas jurídioas en su conjunto.
. sPero esas normas no están aisladas ni integran el ordenamiento jurídico de modo aza-
Id contrario, el derecho supone una imbricación profúnda de estas normas, quo se
; j' ; presentan como interrelacionadas e interdependientes. Se trataría no de un mero conjunto
> . - (entendido como sumatoria de unidades, sin ninguna estructura interna), sino de un verdadero
i’Wáijwtema (e6 decir, un conjunto ordenado, en el que cada uno de los elementos tiene un papel
'.yf'\;fimdamental en su relación con el resto de los elementos). Cada derecho; por lo tanto, es un
orden complejo en el que toda norma jurídica cobra sentido y valor pleno solamente en función
/ de las otras4.
' ;!''2 •<' tolisn, Hana, ftorío pura del dencho, Sudaba, Buenos Alro», 1982. El texto original en alomán, faina fa-
cAlrieArs, Oía publioado por primara vos en 1984 yon una segunda odiolón-con ouantioeaamodiflcaoíonoa-on
1960.
j ‘■ Hart, Herbert L. A., The Concept ofLaw, Clarondon Prosa, Oxford, 1961.
:So nos permitirá aquí hacer una comparación intordisoiplinaria con la lingüística, dado que esta concepto do
' ‘sistema" al que nos referimos encuentra fundamento en la teoría estructuralista. El derecho como sistema
: aormflB jurídicas es semejante a lo quo Ferdinand de Saussure (1857-1913) define como "lengua", entendida
: ;. ■ • ’ • como un sistema do signos lingüísticos (significado / significante) en el que cada uno tiene valor por oposición
a °tros. Las ideas expuestas al respecto por de Saussure en sus clases fueron rocopiladas póstumamente
por sus discípulos Bally, Charles y Béchehaye, Albert, en eu Coure da liaguistitjue généralt, Payot, Louaanno
y París, 1916.
3
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
el Estado se caracteriza por ejercer el monopolio legítimo de la violencia®. Ese uso de la fberza se
manifiesta en la posibilidad de imponer el derecho a los sujetos que integran el ordenamiento y,
por lo demás, en la necesidad de asegurar el respeto: frente a las infracciones o incumplimientos,
el imperium de que goza el Estado se traduce en la coerción. Todos los que integran el sistema
jurídico deben respetar las decisiones estatales, bqjo riesgo de ser compelióos a ello por los meca
nismos de la fuerza pública que aseguran el cumplimiento (enfbrcement) de las normas jurídicas.
En términos gráficos, pues, y en homenaje a los planteos de Kelsen, se nos permitirá ilustrar esta
conceptualización del derecho propio de cada Estado con el diseño de una pirámide cuyo extremo
superior supone la cúpula estatal y cuyas líneas inferiores dan cuenta de los estratos de control
jurídico sobre cada uno de los sujetos.
:: El derecho doméstico , \
' A-
&
»•
WB
El gráfico es ilustrativo, pues, porque permite explicar que el derecho interno supone un
ordenamiento jurídico centralizado.y verticalista, en el que existe una subordinación de los
sujetos a la propia entidad estatal (ello, por supuesto, con independencia de los fundamentos
históricos o teóricos de la creación de este Estado como tal). Es lo que podemos llamar, enton
ces, una lógica “hipotáctica” del derecho, es decir, un sistema en el que hay una dependencia
evidente por parte de los sujetos a una normativa a la que están sometidos o subordinados®.
¿Cómo pensar, entonces, en la lógica del derecho internacional público sobre esta base?
5 Esta expresión surge de su célebro conferencia “Politik ala BeruPCLa política como vocación”), presentada en
ia Universidad de Múnich en 1919.
6 He aquí nuestra segunda metáfora lingüística. Tomamos prestado e! término "hipotaxis” de los estudios
sintácticos. Allí se utiliza para mostrar de qué modo, en una oración, es posible establecer proposiciones en
grado de subordinación a otras que resultan principales. Ello ocurre, por ejemplo, en la medida en que, de las
oraciones simples “Yo digo" y “María estudia derecho", puedo derivar una oración compuesta en la que la se
gunda cláusula resulte dependiente de la primera: "Yo digo que María estudia derecho”. La palabra hipotaxis
viene de dos términos griegos: hypó (“debajo de”) y táxie (“ordenamiento", del verbo ídMein, "organizar", "poner
en orden"): es colocar o disponer algo en una posición subalterna respecto de otra cosa.
7 Lafleu r, Laurence (ed.), Bentham, J. An Introduction. to Che Principies ofMoráis and Legislation (1789), Hafner
Pub. & Co., Nueva York, 1963.
4
'• CAPITUL01 - EL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO: CONCEPTO, CARACTERISTICASTEVOLUClON HISTORICA
:Ív'?
¿jar un marco normativo a los vínculos entre los propioa EBtadcfe8. A pesar de sus diferencias
•' 1; ;ile base con lo8 derechos internos, puede afirmarse que el derecho internacional cumple con la
■i ¿lama función social que caracteriza al derecho en términos generales, en tanto se trata de un
dispositivo que regula y controla el accionar de los sujetos que intervienen, condicionando sus
•Mi. comportamientos en un supuesto y pretendido beneficio de todos®.
marcados en la realidad internacional, suele decirse que el derecho internacional sigue siendo
ís: en la actualidad un sistema que predominantemente es creado por Estados12.*Es,
* 15en
* definitiva, 4.
? tí “orden jurídico internacional"18.
j.8i ’Aceros de la terminología correspondiente, ver Fiach, JOrg, "Peoples and Nationi*, en The Oxfbrd Handbook
ofInternational Law, Fassbar.dtr. Bardo y Petera, Anne (eda.), Oxford University Preea, Oxford,
pp. 28-80. - •
ft' Tv.Allott, Philip, “The Concept of International Law", European Journal of International Law, vol. 10, n.° 1
(1999), pp. 31-50.
. íO-,Moncayo, Guillermo; Vinueea, Raúl E. y Gutiérrez Posee, Horteneia, Derecho Internacional Público, Zavalía,
í'-hí?V'Í'1 s Buenos Airee, t, (, 1997, p. 14; Ruzió, David, Droit Internationalpubllc, Dallo», París, 19." edic., 2008, p. 1.
A partir de fines del e. xix, los propioa Eetadoe -en tanto sujeto* principales del ordenamiento- atribuyeron
Sl^&^derecho* y obligaciones internacionales a organizaciones, individuo* y otras entidades que, por ello, rosulta-
¡«J?. & rán'sujeto» derivado! con capacidad jurídica restringida. El problema de la subjetividad internacional será
'desarrollado de modo preciso on el capítulo 2.
’. Malanozuk, Peter, Akekuret's Modern Introduction to International Law, Routlodge, Nueva York y Londres,
.1997, p. 2. En un comiendo, muchos autores describían el derecho internacional público como aquel que regía
>.p:\ ’<•Ia® conductas da los "Estados civilizados", como muestran las varias definiciones tradicionales reproducidas
en Verma, 8. K., An Introductlon to Public International Law, Phi Learning Pvt. Ltd., Nueva Delhi, 2004, p.
< 18 . Diez de Valasco Vallqjo, Manuel, Instituciones de "Derecho Internacional Público, Tecnos, Madrid, 1973, p. 51.
En este sentido, corresponde mencionar a John Rawls (The Law ofPeoples, Harvard University Press, Cam-
: bridgo, 1999), quien propone un ordenamiento jurídico que regule las relaciones entre pueblos (y ya no Esta-
' -■ ?/; ‘'.dos) que sean “razonablemente liberales" y “decentes" (pp. 23-25 y 64-67). Un estudio de este texto y su visión
acerca del derecho internacional puede hallarse en Tasioulas, John, “From Utopia to Kazanietan: John Rawls
. and the Law of Peoples", Oxford Journal ofLegal Studies, vol. 22, n." 2 (2002), pp. 367-396.
15 ,v .* Brownlie, Ian, Principies ofPublic International Law, Oxfbrd University Press, Oxford, 7.° edic., 2008 -quizás
• • «el principal manual de la disciplina- opta por no definir al derecho internacional, sino que directamente 8e
f-p-Á ' ocupa de analizar sus diferente» modos de creación (fuentes). Acerca de una “desconfianza" genérica en laa
, •' definiciones sobre el derecho internacional, cfr. Barboza, Julio, Derecho Internacional Público, Zavalía, Bue
r •.• no* Airea, 2008. pp. 11-12.
.18 Inspirados generalmente en las ideas de Thomas Hobbes (1588-1679); sobre eata6 posturas y sus críticas, cfr.
Mégret, Frédéric, "International law as law", en The Cambridge Companion to International Law, Crawford,
...James y Koskenniemi, Martti (eds.), Cambridge University Prese, Cambridge, 2012, pp. 72-81.
17 Hart, Herbert L. A. (ed.), Austin, J, The Province of Jurlsprudence Determined, Weidenfeld and Nicolson, *
Londres, 1954.
/____
5 •
LECCIONES DE DEBECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
requerido para imponer las normas jurídicas mediante coerción1’. De modo semejante, Hersch
Lauterpacht consideraba que el derecho internacional era un derecho primitivo (primitive lawl
porque carecía de una autoridad legislativa centralizada y de tribunales con jurisdicción com
pulsiva”.
Estos argumentos escépticos o "negacionistas"-hay que decirlo- parten de la suposición
de que los derechos nacionales son el “modelo" jurídico que debe ser seguido, entendiendo, en
tonces, el derecho internacional como un ordenamiento al que le faltan propiedades necesarias
para asimilarlo a los primeros”. Creemos, en cambio, que el derecho internacional es derecho
propiamente dicho (aunque distinto en su naturaleza de los sistemas domésticos) en la medida
en que sus normas originan obligaciones y derechos aceptados por los sujetos para su convi
vencia”. La falta de mecanismos concretos de ejecución (enforcement), por cierto, en nada afec
tan la condición jurídica del derecho internacional, como ha sostenido de modo contundente
uno de los jueces de la Corte Internacional de Justicia al referirse a la naturaleza vinculante
de las medidas provisionales:
El hecho de que una decisión no pueda hacerse cumplir no afecta de ninguna manera
su naturaleza obligatoria, puesto que la naturaleza obligatoria de una decisión es in
herente a ella misma. Impone una obligación positiva reconocida por el derecho inter
nacional. Si dicha decisión es o no cumplida, si puede o no imponerse el cumplimento
do diohta decisión, qué otras sanciones yacen detrás -todae estas son cuestiones ex
ternas, que no afectan la cuestión interna de la validez inherente-”.
18 Kelson, Hans, Principie! ofInternational Law, Rlnohart & Co., Nueva York, 1952, p. 22.
19 Lauterpacht, Horaoh, The Funcllon ofLam Inthe International Ctmmunlty, Oxford Unlvoralty Proal, Oxford,
1933, p. 405.
20 Cobiiii, Antonio, 'Origino and Fcundailons of tha International Community", en International Laui, Oxford
Unlvoriity Proís, Oxford, 2001, pp. 3-48, se ha onoargado bien de estudiar ol dorocho internacional en out
dlforonolas sustancíale» con ol dorocho interno, aoatonlcndo que i» trata de un derecho que no Llene en miras
al individuo y cuyas particularidades so explican por ol carácter único del ordon mundial,
21 So puede hablar de un cumplimiento voluntarlo (uoluntary compliance) quo haca que asa un verdadoro doro
cho, como indica Henderaon, Conway W., Understandin# International law, Wlley-Blackwall, Chlchostar &
Maldon, 2009, p. 5.
22 Aplicación do la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Bosnia-Horcogovlna
o. Yugoslavia -Serbia y Montenegro-), CU, Providencia, 13/09/1893, Opinión Separada del magistrado
Christophor O, Woeramantry, 1CJ Reporte 1993, p. 874 (traducción propia).
6
■•v
CAPITULO 1 - EL OERECHOINTERNACIONALPÚBUCO: CONCEPTO, CARACTERÍSTICAS Y EVOLUCIÓN HISTORICA
que ignore la variable jurídica23. Solamente una perspectiva inferdisciplinaria (o, al menos
interesada en las diversas ópticas de estudio) podrá potenciar la riqueza de cada campo en fe
una visión comprehensiva del fenómeno, y desde ese lugar el estudio del derecho internacional í
puede ofrecer aportaciones esenciales. y zS
• ‘De manera semejante a otras disciplinas y campos sociales vinculados con la ética, la reli- ''
' gión, la economía o la política, el derecho internacional tiende a regular conductas, pero -comp •
.y veremos- se trata radicalmente de una, esfera distinta, con sus reglas específicas (de carácter-/-’;
y jurídico) y con particularidades propias.
23 Higgins, Rosalyn, "The Natura and Functíon oí International Lew", en Problema and Procese: Internado-
yy • nal Lato and Houi ¡Va Use U, Oxford Unlverelty Presa, Oxford, 1995, pp. 2-4, ha soflalado que el derecho
>y? internacional -en tanto construcción social quo no pueda independizarse del hecho político- no puede ser
. reducido a ha meraa "reglas", aino a un proceso quo está íntimamente relacionado con el ejercicio do la
y:. autoridad.
• .¡'jíé Acerca da la historia del derecho internacional y iu importancia teórica, ver Redilob, Robart, Hletolre des
' grande principes du droit den gene depuit l’antiquitt Juequ'h la orille de la grande guerra, Rousseau, Paría,
•V ; ' 1023: Varayi, Jan H.W., International Lau In Historlcal Ptrspectlvc, Mortinus Njjhoff. Leiden, vol. i, 1060;
•y.?•.’•' Hueck, Inga, "Tho Discipline of the Hiatory of Intarnational Law”, Journal of the Hletory of International
.<• .: • > Laiv, vol. 3 (8001), pp. 104-217; Gaurler. Domlníque, Hletalre du droit Intarnational. Auteure, doctrines et
•;'dMoppement de l'Anliquití ó 1’aubo de la píriode contemporalne, PUR, Renno», 2000 y, fundamentalmente,
Koikenniaml, Marttl, The Gentío Clullieer ofNatlcno! The Pise and Poli of International Law 2G70-2960,
.•” ' Cambridge Unlverelty Prosa, Cambridge, 8001.
25 Ananá, R. P., "The Influente of Hiatory on tho Literatura of International Law”. en The Btruclure and Procese
of International Lau>, MacDonald, Ronald 8. J. y Johnston, Douglas M, (oda.), Martinus Ntfhoff, Dordrocht,
¿V-.- • Boston y Lancaator, 1083, p. 342.
? 20 Truyol y Serra, Antonio» Historia del derecho internacional público, Tecnos, Madrid, 1998, p. 15. Del mismo
: modo so expresa Arribas, Juan José M., Derecho internacional: Bases y tendencias actuales, Entimema, Ma-
drid. 2007, pp. 41-45.
27 Krieah, Nico, "International Law in Timee of Hegomony: Unequal Power and thc.8haping of the International
. Legal Order", European Journal ofInternational Lau). vol. 16 (2005). pp. 369-408.
LECCi 0NE8 DE DERÉCHO INTERNACIONAl PÚBLICO
Esta lectura gb, sin embargo, propia de una mirada política del fenómeno, que subordina el
derecho a la decisión de los Estados que qjercen mayor poder relativo sobre el resto. El funda
mento de esta teoría, por cierto, es histórico, dado que se sostiene que, desde los orígenes mismos
de las primeras comunidades políticamente organizadas, los Estados más influyentes procuraron
imponerse, mediante una serie de normas jurídicas que los beneficiaban, a los menos favorecidos.
Esto es lo que caracteriza mayormente al derecho internacional preclásico^. La Anti
güedad nos brinda una serie de interesantes ejemplos para pensar de qué manera el derecho
internacional sirvió como instrumento de dominación de los poderosos28 En estas primeras
29.30
manifestaciones hallamos un derecho escasamente sistematizado, carente de un fundamento
teórico-científico (no existía una doctrina que lo describiera y explicara) y con un carácter esen
cialmente particular: se trataba de normas que carecían de validez universal pero que, en los
vínculos entre comunidades vecinas, generaban derechos y obligaciones (en general a través
de tratados bilaterales) para las partes involucradas, de acuerdo con las capacidades que cada
una de ellas tenía para persuadir, defender sus intereses y proyectar sus puntos de vista.
Pensemos, por ejemplo, en las interacciones que tuvieron lugar entre las comunidades del
Coreano Oriente antiguo desde el tercer milenio antes de la era cristiana, donde se advertía
con suma claridad la dominación de unas sobre otras y la sucesión y alternancia de ciudades-
Estado victoriosas80. Este modelo de expansión territorial y subordinación jurídica es claro en
el enfrentamiento de los grandes imperios de la región hacia el primer milenio, como lo ates
tigua la batalla de Kadesh, librada entre los egipcios y los hititas hacia el 1280 a. C.» que dio
lugar al texto del primer tratado de paz preservado hasta nuestros tiempos.
En el caso de las ciudades griegas clásicas, también se advierte cómo se construye un
derecho internacional a partir de la imposición de ciertos acuerdos por parte de las póleis más
poderosas: es el caso -por ejemplo- de Esparta, que, en varias ocasiones durante el siglo v a. C.,
firmó tratados en los cuales impuso a sus aliados el deber de poseer los mismos amigos y ene
migos que tenían los espartanos31.
28 Acerca del derecho internacional en la Antigüedad, cfr. Phillipson, Coleman, The International Lato and
Custom ofAncient Greece and Rome, Macmillan, Londres, vol. n, 1911; Ruis Moreno, Isidoro, El derecho inter
nacional antes de la Era Cristiana, Facultad de Derecho y Ciencias Socialoe de la ÚBA, Buenos Aires, 1946;
Bedorman, David J., International Lau> in Antiquity, Cambridge University Press, Cambridge, 2001.
29 Para una explicación detallada de la función de los tratados en el mundo antiguo, cfr. Buis, Emiliano J.»
"Sobre gnomos y gigantes: los tratados grecorromanos y la igualdad soberana de los Estados como ficción
histórico-jurídica", Lecciones y Ensayos, vol. 89 (2011), pp. 73-117.
30 Liverani, Mario, Relaciones Internacionales en el Próximo Oriente Antiguo, 1600-1100 a. C.. Bellaterra, Bar
celona, 2003, pp. 71-79.
31 Sobro la hegemonía en las relaciones interestatales del mundo helénico, cfr. Alonso Troncoso, Víctor, "Algunas
consideraciones sobre la naturaleza y evolución de la symmakhta en época clásica (1)’, Anejos de Gerión, vol.
i! (1989), pp. 165-179; "La cláusula de la hegemonía en la Liga Délica (Th. 3,10,4; 11,3)’, Ktéma, vol. 27 (2002),
pp. 57-63; "L’institutíon de l’hégémonie: entre la coutume et le droit écrit", en Symposion 1999. Vortrttge zur
griechischen und helltnistischen Rechtsgeschichte (Pazo de Mariflán, La Corufia, 6.-9. September 1999) (Ak-
tcn der Gesellschaft fiir Griechische und Hellenistische Rechtsgeschichte, 14), Thür, G. y Fernández Nieto,
F.J. (eds.), 2003, pp. 339-354.
8
i'
Pero quizás el qjemplo más interesante para nuestra lectura es el caso de Roma, que, ..
especialmente en el pasaje de la República al Imperio (fines del siglo i a. C.), consolidó una
política expansionista por el Mediterráneo que, basada en un derecho internacional ("derecho
de gentes” o, en latín, ius gentium), la llevó a suscribir numerosos tratados, primero con otros
pueblos itálicos, luego con ciudades y regiones del Oriente y del Occidente, consolidando pro
gresivamente su supremacía (molestas) e imponiendo su imperium a todo el mundo conocido
que la rodeaba”. t
En el ámbito romano, por cierto, hallamos quizás los primeros intentos por concebir la
naturaleza del derecho internacional”. Así, el incipiente desarrollo teórico respecto del funda
mento del derecho de gentes (.ius gentium) permite concebir a este como el conjunto de normas
aplicables a las relaciones de Roma con las otras comunidades estatales y, al mismo tiempo,
como el dereoho aplicable a los vínculos que se daban entre ciudadanos romanos y personas ex
tranjeras. En este doble sentido, el derecho de gentes era determinado en sus alcances por los
propios magistrados romanos y complementaba, como sostiene el jurista Gayo en un manual
de derecho del siglo n d. C., el derecho interno romano:
Todos los pueblos quo están regidos por la ley y por la costumbre aplican en parte un
derocho que les es propio y en parte un derecho común a todos los hombres. PueB el
derecho que cada pueblo constituyó para sí mismo le es propio y se llama derecho civil
(ius civile), casi como designando el derecho propio de la ciudad (civitatis). Pero lo que
la razón natural estableció entre los hombrea ae observa igualmente entre todos los
pueblos y se llama derecho de gentes (ius gentium), como designando el derecho que
aplican todos los pueblos (omnes gentes). También el pueblo romano aplica en parte
su propio derecho y en parte el derecho común a todos los hombres (Instituías, l.l)w.
¿En qué consiste, pues, este derecho de gentes romano que resulta común a todos los pue
blos? El jurista Hermogeniano, citado en el Digesto (1.1.5) enuncia una serie de aspectos que
eran cubiertos por la noción y constituían el objeto de su regulación:
•' í. El pasaje permite concluir que el ius gentium romano abarcaba tanto las normas que hoy
i’ consideraríamos parte del derecho internacional público (esto es, las que regulaban las reía*
. ciones interestatales en las que Roma estaba involucrada) como lo que conocemos actualmente
como derecho internacional privado (es decir, las normas que regulan las cuestiones jurídicas
en las que están involucrados los sujetos de derecho interno -en ese caso, los ciudadanos roma-
.32 Cfr. Kallot-Marx, Robert M., Hogemony to Emplre: The Devetopment oftha Román Imperium in theEast from
148 to 62 B.C., University of California Press, Berkeley, 1996; Ferrary, Jean-Louls, “Traités et dominatlon
i' A? romaine daña le monde helléniatique", en I trattati nel mondo antlco. Forma, ideología, fUnxlone, Canfora,
Luciano; Liverani, Mario y Zaccagnini, Cario (ede.), -L’Erma» di Bretsehneidor, Roma, 1990, pp. 217-235.
33 Al respecto, ver Bula, Emiliano J., "Las lágrimas de Zeus, la prudencia de Atenea: Normas humanitarias,
fuentes históricas y el reconocimiento de un 'derecho internacional' en el mundo griego antiguo*, Revista Ju
rídica de Buenos Airee, 2012, pp. 367-383, donde también sugerimos un razonamiento semejante para el caso
de las ciudados-Estado de la Grecia clásica.
.• 34 Qai Irutitutiones or Institutos of Román Law, traducción y comentarios da Poste, Edward, con una introduc
ción histórica de Greenidge, A.H.J., Clarandon Press, Oxford, 4." edic. rav. por Whittuck, E.A., 1904 (traduc
ción propia). ,
y-: 35 Mommsen, Theodor y Krueger, Paul (ede.), Digest of Justinian, traducido por Wateon, Alan, Univeraity of
Pennsylvania Press, Filadelfia, 1.985 (traducción propia).
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÍIBUCO
nos-, pero en las que existe algún elemento extranjero o vinculado con otras naciones)38
39. Hoy
en día ambas disciplinas suponen ámbitos independientes desde el punto de vista didáctico y
conceptual37, como ha señalado la Corte Permanente de Justicia Internacional en su decisión
acerca de la emisión de préstamos serbios:
Ibdo contrato que no sea un acuerdo entre Estados en su capacidad de sujetos del de
recho internacional se basa en el derecho interno de un paÍ6. La pregunta respecto de
lo que es este derecho forma parte de aquella ramajurídica que, on la actualidad, suele
describirse como derecho internacional privado o la ‘doctrina del conflicto de leyes”.
Las reglas respectivas pueden ser comunes a varios Estados y pueden incluso haber
sido establecidas por convenciones o costumbres internacionales, y en este ultimo caso
pueden poseer el carácter de un verdadero derecho internacional que gobierna las rela
ciones entre Estados. Pero, más allá de esto, debe considerarse que estas regias forman
parte del derecho interno*.
38 Acerca do teta definición do dorwho internacional privado, cfr. Battlfol, Henri, Drcit International prM,
Librairto gánárale, Paríi, 1070, p. 2; Auit, Anthony, Handbook of International Law, Cambridge Univerci-
ty Preso, Cambridge, 2005, pp. 1-2; Biocca, Stella María; Foldstoln do Cárdonoe, Sara L. y Basi, Victoria,
Lecciones de Derecho Internacional Privado. Parlo General, Editorial Universidad, Buonofl Alrei, 1090, pp.
19-21 (ae incluyen aquí otra* doflnictonoe del concepto). Pueden consultare®, adomás, Alcorta, Amánalo, Curio
de dorecho internacional privado, Facultad do Derecho y Clonolae SoolalM da la ÜBA, Buonoi Alrai, 1927;
Boggiano, Antonio, Dorecho Internacional Privado, Abeledo-Perrot, Buenoo Aires, t.1, 2008; Vico, Carlos M..
Curco do Derecho Internacional Privado, Biblioteca Jurídica Argentina, Buenos Aires, 1958.
37 Do hecho, el derecho internacional privado -al monos en eu concepción tradicional- forma parte de) ordena
miento interno do los Estados: se trata de determinar, ante una situación en la que existen elementos que
forman parte do dos o más países, cuál es el derecho aplicable y cuál es la jurisdicción competente para deci
dir. Atí. por ejemplo, es el derecho internacional privado el que se ocupa do resolver controversias referidas
a un divorcio quo tiene lugar en un determinado Eitado entre ciudadanos de otros Estados quo contrajeron
matrimonio on el oxtarlor, o a la quiebra do una empresa transnocional con capitales on distintos países.
En osa circunstancia, se trata de determinar cuál de loo ordenamíontos domésticos es el que el jues deberá
aplicar (por ser el más adecuado a la rotación) para resolver el caso. Resulta claro, entonces, quo el derecho
internacional privado, en cuanto a cu naturales, Integra el dorecho nocional y, por lo tanto, respondo a la
lógica hipotáctica quo hornos descripto en ol upartodo anterior.
38 Emprielitoe urbioe emiiidoa en Francia. (Fronda c, Reino do loo Serbios, Croatas y Eslovenos), CPJl, Fallo,
12/7/1929, CNI Serlo A, n? 20, p. 41 (traducción propia).
39 Este luenaturalismo puedo sor toldo como un idealismo logal (legal idoatiem) (van Hoof, G. Rethlnhing tho
Sourcee ofInternational Law, Kluwor, Dovsntor y Londres, 1083, pp. 80-44).
40 Kasor, Max, Jua Gentium, Bohlon, Kbln, Welroer y Wien, 1993. Al respecto, *or temblón Lombardí, Cabrio,
Sul concoito di 'lúegentium', htltuto di Díritto Romano, Romo, 1947.
41 Por lo domás, sobro al derceho internacional on tlompos medievales o partir del ejemplo dol importo caro,
lingto, puedo loerso ol trabqjo da 8tolger, Hoinhard. Dio Ordnung der Walt. Sino Vólhcrrechtogeiohlchte dio
harolinglechen Zoltalten (741 bis 840), Bflhlau, Kbln, 2009. Cfr. también Kintelngw, Martin, "From tho Lato
Middle Agoa to tho Pesco of Wostphalia", on The Oxford Handbook ofthe Hietory ofInternational Lau, op. c¡t„
pp. 607-827.
10
1!
. ■ í. t
.V-íig
CAPITULO 1 - EL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO: CONCEPTO. CARACTERISTICAS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Simpíon, Gerry. "International Jaw in diplomarte hietory", en The Cambridge Compartían lo International
Lau>, op. p, 81,
Puede leerse una crítica al curoccntriemo en Onuma, Yaauaki, A TransclulUeational Perspectiva on In
ternational Lato, Martinue Nijhoff, Leiden y Boston, 2010. De modo semejante, Preiaer, Wolfgsng, Früha
vOlherrechtlichc Ordnungen dar aueeereuroptiischen Walt. Eln Beitrag tur Gcschichte dea Vülherrechts,
8telner, Wieabadon. 1976. había establecido laa baaoe para comprender el fundamento histórico de toe
norma® internacional©® fuer# dol contexto europeo (su® ideas han «ido retomadas y actualiaadRS otos
reciontemonto por Kolb, Robert, JSaquIw d“un dralt international publlc des ancfapne» culturen extra
furopíonnet, Pedon©, Parí®, 2010). Del mismo modo, consultar Dookor Loros, Arnulf, "Eurocontrlom in
th® Hlitory of Intarnotlonal Uw", en The Oxford Handbooh ofthe Hietory of International Law, op. clt.,
pp. 10344057.
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Moncayo, Guillermo! Vlnueeo, Raúl E. y GutÚrre® Posee, Hortensia, op. c«., p..81.
Cfr. Bul), Hodley, Anarchical Soclaty. A Study ofOrdar In World Politice, Macmillan, Nueva York, 1977^
11
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
48 Repgon, Konrad (ed.), Acta Pació Westphalicae (Hreg. von der Nordrhein-WeBtfBHschen Akademie der Wia-
senschaften in Verbindung mit der Vereinigung zur Erforschung der Neueren Geachichte), Serie III [Ab-
teilung B: Verhandlungsakten. Band 1: Die Friedenavertráge mit Frankreich und Schweden. 1: Urkunden.
Bearb. von Antje Oschmann], Münater, 1998 (disponible en: www.pax-weatphalica.de).
49 Duchhardt, Heinz, “From the Peace of Westphalia to tha Congress ofVienna'’, en 77ie Oxford Handbook ofthe
History ofInternational Law, op. cit., p. 630.
60 Oakeahott, Michael, On Human Conduct, Oxford Univeroity Press, Oxford, 1991.
61 En rigor de vordad, es factible afirmar que la Paz de Westfalia constituye un mito fundador; al respecto, ver
Beaulac, Stéphane, The Power of Language in the Mahing of International Law. The Word Sovereignty In
Bodin and Vatteland the Myth ofWestphalia, Martinus N(jhoff, Leiden, 2004. De ningún modo significa esto
que luego de mediados del siglo xvn ya no habrá lugar para la imposición hegemónica de normas jurídicas por
parte de los Estados más poderosos, ni tampoco que antes de esa época no había protensionea de ocultar las
desigualdades bqjo un velo discursivo de equiparación a través de tratados sinalagmáticos. Sobre el particu
lar, cfr. Buia, Emiliano J., “Sobre gnomos y gigantes: los tratados grecorromanos y la igualdad soberana de
los Estados como ficción histérico-jurídica", art. cit, pp. 73-117.
52 Barbosa, Julio, op. cit., pp. 15-16; Sánchez, Víctor M., “¿Qué es el derecho internacional?", en Derecho interna
cional público, Sánchez, Víctor M. (dir.), Huygens, Barcelona, pp. 19-21.
53 Cfr. Cheng, Bin, ’Introduction to the Sutyects of International Law", en International Law: Achiauementa and
Prospecte, Becjjaoui, Mohammed (ed.), Martinus Nühoff, Dordrecht y La Haya, 1991, p. 38.
54 Combacau, Jean y Sur, Serga, Droit International public, Montchrestian, París, 8? edic., 1997, pp. 2-8, identi
fican un derocho interostatal (que respondo a esta descentralización) que ocuparía un lugar intermedio entre
lo que denominan el derecho estatal (en el nivel interno) y el derecho supraestatal (en el que un tercero se
encuentra por encima de los Estados).
55 Algunos estudios se han encargado de mostrar los límites de esta construcción teórica: ver, por ejemplo, Simp-
son, Gerry, Great Powers and Outlaw States: Unequal Souereigns in the International Legal Order, Cambridge
University Press, Cambridge, 2004.
56 Parataxis es, en la terminología lingüística, la técnica que consiste en colocar lado a lado los elementos que
integran una unidad oracional. Conformada a partir del prefijo para- ("al lado de”) y del mismo verbo tássein
que ya hemos descripto, se trata de una expresión que resulta útil para referirse a la coordinación entre es
tructuras que, colocadas en el mismo plano de equilibrio, se encuentran yuxtapuestas.
En definitiva, tras la Paz de Westfalia ya no es posible pensar el derecho internacional
*-.i‘ . ,con la misma estructura tradicional hlpotáctica vigente en los ordenamientos internos, en la
; medida en que se trata de un orden ínter pares que, disimulando toda divergencia entre las
entidades estatales, se aparta de la verticalidad y centralización del derecho doméstico. Las
regulaciones acordadas para las relaciones entre Estados son determinadas por estos mismos,
' : que las crean, modifican o extinguen, y que a su vez deben velar por su cumplimiento. Quizás
;- una de las manifestaciones más claras de la influencia del modelo westfaliano en la concep-
; •" tualización actual del derecho internacional es el caso Lotus, en el que la Corte Permanente de
Justicia Internacional reconoció que:
El derecho internacional regula las relaciones entre Estados independientes. Las re
glas de derecho que vinculan a los Estados provienen pues de la voluntad de estos,
voluntad manifestada en convenciones o prácticas que generalmente son aceptadas
como consagración de principios de derecho y establecidas para regular la coexisten
cia de esas comunidades independientes o para la persecución de objetivos comunes.
Los límites de la independencia de los Estados, entonces, no se presumen. Así, la
limitación primordial que impone el derecho internacional al Estado es la exclusión
-salvo que exista una regla contraria que lo permita- de todo ejercicio de su poder en
el territorio de otro Estado”.
57 S.S. Lotus (Francia c. Turquía), CPJI, Fallo. 07/09/1927, CPJI Serle A, n.• 70, pp. 18-19 (traducción propia).
58 Sobre esto, puede leerse Kingabury, Benedict y Straumann, Benjamín, “State of Nature vereua Commercial
Sociabillty as the Baeis of International Law: Reflections on the Román Foundationa and Current Interpreta-
tiona of the International Political and Legal Thought of Grotiufl, Hobbes, and Pufendorf", en The Philosophy
ofInternational Lau/, Be8aon, Samantha y Tasioulaa, John (eda.), Oxford University Press, Oxford, pp. 33-51.
13
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
liberum, 1609) y el derecho de la guerra y la paz (De iure belli ac pacis, 1625) desde una pers
pectiva que justificaba la existencia de normas jurídicas comunes en un sustrato natural que
convertía a los Estados en entes soberanos69.
Los avances que, en los siglos siguientes, se producen en el ámbito europeo se sustentan
en la concepción de una alianza de naciones que, a partir de acuerdos de paz, cooperan en torno
do intereses compartidos que, sin embargo, dejan entrever ciertos impulsos imperiales. Es el
caso de la Paz de Utrecht (1713-1715), que puso fin a la Guerra de Sucesión española e intro
dujo un nuevo equilibrio en la región a partir del poder creciente de Prusia, Rusia y Austria,
creando las condiciones para la consagración del dominio de Gran Bretaña. El Tratado de París
y el Congreso de Viena de 1815, que restablecieron el orden perdido tras la expansión imperia
lista de Napoleón, consagran la intención de celebrar reuniones de las principales potencias
para tratar los “grandes intereses comunes” (art. 6 del Tratado)80. Las críticas contra el Direc
torio Europeo que implicaba la Tetrarquía, en la que se aliaron Austria, Gran Bretaña, Prusia
y Rusia (devenida luego Pentarquía con la inclusión de Francia), dieron lugar pronto al esta
blecimiento de un "Concierto” europeo, en el cual se disimulaba el poder de los más poderosos
bqjo una serie de conferencias continentales en la que se procuraba una amplia intervención
de los Estados de la región”. Del mismo modo, el control de los territorios coloniales generó -en
teoría- un delicado equilibrio entre los Estados europeos a lo largo de la segunda mitad del
siglo xix,69 que, no obstante, discriminaba en la práctica diplomática a las poblaciones de los
territorios bajo administración de las metrópolis83.
Pero quizás para encontrar el ejemplo más claro de la consagración de la igualdad sobe
rana de los Estados y la autotutela que implica un derecho internacional sin autoridad supe
rior debamos esperar hasta principios del siglo xx, cuando, tras los desastres de la Primera
Guerra Mundial, so instala por primera vez una organización interestatal política de carácter
permanente.
La llamada Sociedad de loe Naciones (o Liga de las Naciones, si preferimos traducir su
denominación del inglés) fue creada por un acuerdo de voluntades (el Pacto), que encabezó el
Tratado de Versalles de 1919. Su creación fue el resultado de un esfuerzo tendiente a estable
cer un régimen estatutario, con pretensiones de universalidad84, destinado a preservar la paz
y la seguridad y promover la cooperación internacional. Sin embargo, la Sociedad se fundaba
no en la comunidad de Estados, sino en la sumatoria de los diversos miembros09.
El fluidamente paratáctico de la organización se percibe de modo claro en el hecho de
que el Pacto fijó el principio de la seguridad colectiva (planteando que la guerra sería un
asunto que concerniría a todas loe miembros de la Sociedad y no solo a los beligerantes, art.
11) y estableció un sistema de toma de decisiones fundado en la unanimidad: "Las decisiones
adoptadas on cualquier reunión de la Asamblea o del Consqjo requerirán el acuerdo do todos
los miembros de la Liga representados en la reunión, excepte cuando se hubiera determinado
expresamente otra cosa en este Pacto o por los términos del presente tratado” (art. 5).59 60 61 62 * 64 65 *
59 No podemos olvidar, sin embargo, que Grocio habla dercido de joven la abogacía on dofenoa da los intereses
nación»los o) ropressntar a la Compañía Holandesa do loe Indias Orientales. Sobro au biografía y la tenor*
tañóla de sus obras, oír. Haggonmaohor, Potor, "Hugo Orotlui (1588-1645)', en Tho Oxford Handbooh ofiho
Motor? ofInternational Law, op dt,, pp. 1098*1101. Sin embargo, os oferto quo sus ideas sentaron las basas
de un orden jurídioo que, en el siglo xvn, fue propuesto para regular las rotaciones entre Estados; cfr. Keens,
Edward, Boyond tho Anarchlcal Sodety: Graduó. Colonlaliom, and Order in World Político, Oambridge Uni-
versity Press, Oambridge, 2002.
60 Uno do sus prinoipaloe defectos fue, ein duda, la falta do creación do una ostructura Institucional: cfr. Slmp-
son, Gorry, "International law in díplomatic history”, art. cit., pp. 35*86.
61 Acerca del orden jurídico europeo como fundamento del derecho internacional cid tico, Laglunanl, Sllm, Hio-
taire du droit das gene.- du jua gentium imperial au jua publicum ouropaeum, Pedone, París, 2008, pp. 117*222.
62 Cfr. Numo, Luigi, Origini di una ocienxa: dlritto internaiionale e colonialismo nel xix socolo. Vittorio Kloator*
mann, FrankfUrt-am-Main, 2012.
68 Becker Lorca, Amulf, 'Universal International taw: Ninetoonth-Contury Historie» of Imposltion and Appro*
priation', Harvard International Law Journal, vol. 51 (2010), pp. 475*558.
64 Kroger, Petar, "From the París Posee Traatlea to th» End of tho Seeond World War", en Tho Oxford Nandbooh
oftha History ofInternational Law, op. di., p. 684.
65 Gutlérro» Posea, Hortonsla D.T., Moderno derecho Internacional y seguridad colectiva, Zavalía, Buenos Aíras,
1995, p. 52.
14
■ CAPITUL01 - EL DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO: CONCEPTO, CARACTERÍSTICAS Y EVOLUCION HISTÓRICA " -/I
88 Alguno» autores. on cambio, soñolan como origen dol dorocho internacional contemporáneo el Tratado do
: .> Vorulle» y U «MMióa do la Sociedad do lao Naolonoei ofr. Prolior, Wolfgang, Dis VOlherrechttgelíhfclití, ihrt
i .I *. Aunaban uni Ihrt Mslbodt, Blolnor, Wleebadon, 1SS4, p, 62; Renaut, Marío-HClOn», Hltlolre du drolt ¡nttr-
.i mutual publlc, Elllpio», Paría, J007, pp. 160-163.
T 'j 07 El ilitoma croado por lo Oarta aorl estudiado, do manera mucho míe profunda y oiitomatliado, en el capitulo
' 3 do oota obra. Aquí aolo ce ouoattón do roforlrno» a loa caraotoríatlcao jar,oíalo» del derecho Internacional
■ contemporáneo. .
15
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
simple carácter no vinculante, que se limita a la posibilidad que tiene el órgano de “hacer re
comendaciones” (art. 10).
En cambio, frente a una Asamblea paratáctica y sin muchas posibilidades de acción en
términos concretos, el propio sistema instaura, como válvula de escape, un mecanismo por ol
cual las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial se reservan un ámbito de acción
más amplio y más concreto, en el que tienen influencia directa en la toma do decisiones obli
gatorias para los Estados. En efecto, el Consejo de Seguridad -que es el órgano ejecutivo de la
ONU y ol responsable primordial del mantenimiento de la paz y seguridad Internacionales-" no
estará compuesto por todos loa miembros de la ONU, sino integrado por quince miembros, do
los cuales cinco ocupan su lugar de modo permanente (aít. 23): se trata de los Estados Unidos,
la República Popular China, la Unión Soviética (hoy Federación Rusa), el Reino Unido dé Gran
Bretaña e Irlanda del Norte y Francia, es decir, los Estados aliados que vencieron a Alemania,
Italia y Japón en 1945.
A diferencia de los otros diez miembros, que ocupan un asiento en el Consejo de modo
transitorio, estos cinco miembros permanentes cuentan además con el llamado "derecho de
veto”, instrumento a través del cual cualquiera de ellos puede impedir que el ConBejo de Se
guridad tome decisiones, incluso cuando se cuente con el voto afirmativo de los otros catorce
integrantes del órgano. A ello debe sumarse que, cuando nos referimos a las funciones del
Consejo de Seguridad, no estamos en presencia de resoluciones carentes de importancia para
la comunidad internacional: en efecto, el Consejo de Seguridad puede emitir meras recomenda
ciones (capítulo vi), pero puede -y he aquí su principal instrumento de acción- también tomar
decisiones obligatorias (capítulo vil), que impliquen o no el uso de la fuerza contra un Estado.
La acción que el Consejo de Seguridad puede llevar adelante en el marco del artículo 42 de
la Carta, que autoriza el empleo de la fberza armada contra un Estado, ha llevado a numerosos
doctrinarios a considerar que el tratado supone una delegación en dicho órgano de un derecho
que los Estados pasan a prohibir para sí mismos: en efecto, el artículo 2.4 del mismo acuerdo
establece que los miembros de la ONU "se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de
la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en
cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas". Esto es lo que
algunas lecturas han denominado cuasisubordinación, concepto que explica la centralización
del uso de fuerza en el Consejo de Seguridad como un tercero’®.
En realidad, estimamos que, en rigor de verdad, la subordinación surgiría no tanto en
la medida en que el Consejo puede actuar en contra de un Estado (oponiéndose a su volun
tad, algo inusitado en el derecho internacional), sino más bien en la composición misma del
Consqjo, en la que algunos Estados tienen un poder relativo mayor para impulsar (u obsta
culizar) la actuación del Consejo de acuerdo con sus propios intereses y conveniencias. Podría
argumentarse que, en realidad, todo el esqueleto institucional creado por la ONU tiene como
base la voluntad concurrente de los Estados que, manifestando su consentimiento, se han
obligado por la Carta, pero también es cierto que dicho acuerdo universal ha sido preparado y
presentado a la comunidad internacional por los pocos Estados que, triunfantes en la guerra,
pretendían conseguir el apoyo universal para ocupar un lugar de privilegio en la discusión de
los asuntos de incumbencia para todos.
En definitiva, el derecho internacional contemporáneo muestra, a travéB de la creación
de las Naciones Unidas, un plano que responde, por un lado, al reconocimiento de la igual
dad soberana de los Estados (que traduce la lógica westfaliana de la parataxis), manifestado
esencialmente en el modo de acción de la Asamblea General, y -por otro- una marcada des
igualdad entre aquellos Estados mejor posicionados para la negociación en 1945 y el resto,
que se asienta en un funcionamiento del Consejo de Seguridad que responde más bien a una
lógica hipotáctica. Este juego constante entre coordinación y subordinación, entre parataxis e
hipotaxis, es característico, entonces, del sistema de contrapesos creados por la Carta de las
Naciones Unidas y resulta una de las propiedades más evidentes del derecho internacional
contemporáneo.
16
CAPÍTULO 1 - EL DERECHO IMTEHWACIONAL PÚBLICO: CONCEPTO, CARACTERISTICAS *EVOLUCION HISTORICA
A partir de mediados del siglo xoc, con la creciente complejidad de las relaciones interna-
aficiónales, el derecho que regía los vínculos entre Estados se extendió hasta cubrir temáticas
K.Jqúe, hasta ese momento, habían quedado relegadas al ordenamiento interno. Si bien muchos
^comenzaron a hablar de una pérdida de soberanía como contrapartida del desarrollo del dere-
69,70
&V ,cho internacional68 lo cierto es que el avance de la normativa siempre encontró fundamento en
..i --la voluntad común de los Estados que estaban dispuestos -según sus propios intereses- a obli-
garse frente a los otros. En el cambio de siglo presenciamos una considerable expansión en las
y*/¿esferas técnicas de cooperación (se crea la Unión Postal Universal en 1874), de las regulaciones
humanitarias (se firma la Declaración de San Petersburgo que prohíbe el empleo dé ciertas
armas nocivas en 1868), del régimen de administración colonial (Tratado de Berlín de 1885) y
.del derecho aplicable al uso de la fuerza y a la conducción de hostilidades (Conferencias de La
. Haya de 1899 y 1907)”, para mencionar algunos de los ejemplos más relevantes.
;*$?£.!. Con la instauración de las Naciones Unidas como foro de negociación entre sus miem-
, óbroB, se ha fomentado la discusión jurídica sobre temas que, hasta eBe momento, no habían
?£,f. ?ído regulados de modo preciso (derechoB humanos, derecho ambiental, derecho internacional
v penal, derecho comercial internacional, derecho del espacio ultraterrestre, etc.) o que habían
/."dependido de normas consuetudinarias no siempre reconocidas abiertamente por los Estados.
' En eBte último caso, la labor de la Comisión de Derecho Internacional (CDI) ha permitido que,
^¿ Mediante la codificación, se aprobaran textos convencionales basados en obligaciones estable
cí c*^88 P°r vía de la costumbre, en áreas como el derecho del mar, las relaciones diplomáticas y
68 En oste eentido, soberanía como fuerza interior y derecho internacional como fuerza exterior parecen contra-
'•> '. . decirse; Janis, Mark W., ‘Sovereignty and International Law: Hobbes and Grotius", en Essays in Honour of
.. .• ■ a • Wang Tieya, MacDonald, Ronald S.J. (ed.), Kluwer Academic Publiahers y Martinus Nijhoff, Dordrecht, 1993,
PP, 391-400. " ..
70 Simpson, Gerry, "International law in diplomatic history", art cit., pp. 36-37.
17
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
71 Lynch, Coodia, ’Peaco Movemenla, Civil 8ocioty, and tho Dcvolopmcnt of International Lew", en The Oxford
Handbooh ofthe HCetory ofInternational Law, op. olí., pp. 198-221.
72 La licuóla da New Havan (Yala) sobre derecho Internacional intenta dor cuento do ostas nuovaa caracte
rísticas, ocupdndoso no tanto do las normas ouanto de los complejos procesos internaolonolos on loa que
intervienen un sinnúmero de psrtlclpontea además da loe Setodos. Para una síntesis de les ldoaa de cata
escuela, principalmente da las aportaciones de W. Michael Relaman, cfr. Boyle, Alan y Chinkln, Chrlstine,
The Maklng of International Law, Oxford Vniveraity Prosa, Oxford, 2007, pp. 12-14.
73 8h»w, Maloolm N., International Law, Cambridge Unlvereity Prosa, Cambridge, 6.1 odio., 2008, pp. 66-00
74 Comisión do Derecho Internacional, ‘Informe da la Comisión da Derecho Internaclonor, 58.” porfado de ee*
alones (01/05 ol 00/06/2008 y 03/07 q1 11/08/2006), Asamblea Gañera!, Documentas Oficiales, 61,• período da
sallónos, Suplemento n.'lO (A/81/10), capítulo xu. •Fragmentación del Dorecho Internacional: difloultados
derivadas de la dlveralflcadón y expansión del dareoho intsmadonab>, Conclusiones del Grupo do Estudio,
disponible on http://untreaty.un.org/ilo/reports/2006/2006reparti.htm.
75 Acerca do la fragmentación del dorocho internacional, puodo oonsultoree Abi-Saab, Georgea, 'Fragmentatton
or unlfication: soma concluding remarles", New YorA Unluerelty Journal ofInternational Law and Politice, vol
81 (1999). pp. 919-938; Benvenisti, Eyal y Dow na, Georgc W., ‘Tho eropire's new clothes: politice! economy
and tho fragxnentation of International Law’, Stanford Law Reviow, vol. 60 (2007), pp. 695-881; Hafnor,
Garhard, "Pros and Cons Ensuíng Prora Fragmantation of International Law", Michigan Journal ofInterna-
tlonal Law, vol. 25 (2004), pp. 849-868; Koskennieml, Martti y Leino, PMivi, "Fragmantation of International
Law. Poetmodorn anxiotles", Lelden Journal of International Law, vol. 16 (2002), pp. 663-579; Pauwolyn, Jo-
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disponible en: http://www.mpopil.com; Prest, Mario, The Concept ofUnify in Public International Law, Hart
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Oxford Unlveraity Press, Oxford, 2003; Young, Margaret (ad.), Reglme Interactlon in International Law. Fa
cía# Fragmentaticn, Cambridge Univeraity Prese, Cambridge, 2012.
76 De hecho, la comunidad internacional -como todo grupo eoolal- requiere de un derecho que produsoa órdenos
que ao Imponen a sus integrantes; cfr. 8ln*gra, Augusto y Bnrgiacchl, Paolo, Leiloni di dlrltto Internationale
pubbllco, Gluifró, Milán, 3000, p. 1.
: : CAPITULO 1 - El DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO: CONCEPTO, CARACTERISTICAS Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA
discrecionalmente bu consentimiento ante los otros (G. Jellineíc”), o bien porque se funda en <
íiíiSla consolidación de una voluntad común (Vereinbarung) que surge de la coincidencia y fusión
,i d®las voluntades individuales concurrentes de los Estados (H. Triepel’8). También se ha sos-, '
, .tenido que la comunión de voluntades supone la imposición de requerimientos formales fun-
dados en el principio de que los acuerdos deben sor cumplidos (positivismo de D, Anzilotti”).
■ Por el otro ,ado’66 encuentran *08 partidarios de la corriente objetiviata, que manifiestan
S;';' -que el derecho internacional encuentra su razón de ser en consideraciones independientes do
'.■¿'r’l'l.a decisión estatal. Para algunos de ellos la obligatoriedad de sus normas se debe a la presencia.
5-SW'de valores naturales que el derecho recoge por vía divina (teoría iusnaturalista de S. Pufen-
í'.í.i.' dorf811) o por convicciones jurídicas coexistentes (.iusnaturaliamo racional de A. Verdross91); un
•segundo grupo de juristas, en cambio, explica su carácter obligatorio por la existencia de una
JC-.; norma fundamental de la que deriva toda la regulación (teoría normativista de H. Kelsen),
i.-Á; ..'mientras que un tercer conjunto de autores lo atribuye ai reconocimiento de que son los hechos
--i-.: sociales los que condicionan y dan forma a la dimensión jurídica (teorías sociológicas de G.
§iíi.SceUeMyN.PoHtis“).
•' Sea cual fuere el sustento teórico que caracteriza las bases del derecho internacional, ca-
¿^¿bría preguntarse por la eficiencia de un sistema en el que los Estados mismos (que son los que
® han de cumplir con sus preceptos) crean las normas por las que se van a obligar y se reservan
^¡i d/derecho de aceptar o no los mecanismos de solución de controversias (que, por otra parte,
^..bIIos mismos han elaborado). En efecto, mucho se ha dicho respecto del carácter endeble de
^Siúnaistema normativo en el que los sujetos pueden elegir cumplir con aquellas normas que los
j,favorecen y dejar de lado las que consideren repugnantos o simplemente inconvenientes. Sin
¿^.•'embargo, es preciso señalar el grado alto de respeto que los Estados manifiestan con relación
W;á'lp8 ,aouerdos y costumbres de loa que forman parte, En una célebre frase, Louis HenWn afir-
Migaba qu» "casi todas las naciones obsorvan cae! todos los prinolpios del derecho internacional
todas las obligaciones casi todo el tiempo"84. Ello puede explicarse por motivos que, en
iís ) grqn medida, exceden el dominio de lo jurídico.
•Algunos autores se han preguntando acerca de cuáles son las ventajas del derecho inter-
¿igl' .nacional y, en consecuencia, qué es lo que lleva a los Estados a observar bus normas. Así, por
ft“...--'cáaq, en el derecho internacional antiguo la religión era un elemento fundamental para ase-
á^-gurárla observancia de los acuerdos, puesto que ee creía que toda violación ocasionaba la ira
‘ de .los dioses y engendraba males para la propia comunidad. En una época como la actual, en
ig?’ cambio, numerosos Estados cumplen con sus obligaciones internacionales por consideraciones
S^^e.-política exterior (qj., con la expectativa de reciprocidad, ciertos Estados deciden limitar su
' soberanía solamente en pos de lograr que otros hagan lo mismo), de política interna (ej., auto-
f^jid^des fiu® toman decisiones teniendo en cuenta eventuales resultados electorales) o económi-
(qi-. la posibilidad de recibir inversiones extranjeras). Todas estas consideraciones, de tipo
tó* metajurídico, se suman a una serie de circunstancias psicológicas que hacen que los Estados
'gwP.eómpromotan a obligarse por las normas internacionales.
definitiva, on tiompos en que la opinión pública y la sociedad civil han encontrado
^¿inscÉmiemos pora dejar al descubierto conductas estatales inapropiadas, y on quo la soguri-
’’i£ dad jurídica genera confianza en los otros, no es rocomondablo ser tenido por un infraotor de
v^jMiíormaB do1 dorooho internacional fronte al resto de la comunidad de Estados. Quizás este
JoIIinalt, Georg, Mgtmeliu Staatelehre, Hárlng, Berlín, 1914 (traducción castellana! Teoría general del Déla-
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19
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÍIBUCO
último aspecto explique por qué loe Estados más poderosos, que claramente podrían en la prác
tica ignorar el derecho internacional amparándose en la ausencia de modos de ejecución, in
tentan explicar sus comportamientos reinterpretando el derecho vigente (ej., mediante nuevas
instituciones y doctrinas justiflcatorias como la legítima defensa preventiva, la intervención
humanitaria, la responsabilidad de proteger, para señalar solo algunaB de las más rociontos),
pero nunca reconociendo la comisión de actos violatorios de sus normas. En esto contexto, la
discusión actual ya no parece girar en tomo del fundamento del derecho internacional, sino
que, más bien, se refiere a La pretensión, por parte de los Estados con mayor autoridad política,
de encontrar espacios de legitimación para sus propias conductas ante los terceros”.
Esta historia conservadora del derecho internacional ha generado un movimiento revi
sionista contrario en la doctrina más reciente, que procura reivindicar los espacios polémicos
de una visión periférica de las relaciones internacionales”. Según estas nuevas lecturas, el
derecho internacional resulta un instrumento de poder y un discurso efectivo que se adapta
a los diversos intereses87. En tiempos globalizados, la respuesta a ese derecho concebido en
términos de ventajas unilaterales se encuentra, quizás, en una mayor democratización de las
instituciones internacionales88.
De las lecturas más críticas del fenómeno se infiere otra de las ventajas de un derecho
internacional común a todos: la fijación de una terminología compartida que genera un espacio
de comunicación adecuado entre los Estados88. Ese lengucue común proporciona los medios
apropiados para que los Estados puedan anunciar sus intenciones, brinda certidumbre mutua
sobre sus políticas íúturas, establece con precisión la naturaleza de los acuerdos -incluyendo
sus límites y condicionantes- y cubre a estos de solemnidades, de modo de oroar expectativas
sobre su estabilidad80. Cabe dedr que el éxito de un vocabulario uniforme, no obstante, se debe
paradójicamente al hecho de que muchos de los términos principales del derecho internacio
nal, de modo consciente, no son definidos por los Estados en los instrumentos respectivos (pen
semos en expresiones como “uso de fuerza" o "conflicto armado”, recurrentes en los tratados,
85 Acerca de la crisis do legitimidad del derecho internacional -provocada en muchos casos por interpretaciones
forzadas de las normas o por la búsqueda de excepciones para explicar el incumplimiento de lea reglas-, cfr.
Charleaworth, Hilary y Coicaud, Jean-Marc (ede.>, Fault Lines of International Legitimacy. Cambridge Uni-
veraity Press y United Natione University, 2010, y Buchanan, Alien, "The Legitimacy of International Law",
en The Philosophy ofInternational Law, op. cit., pp. 79-96 y la respuesta, en el mismo volumen, de Tasioulas
en pp. 97-116.
86 Ver, por ejemplo, RaJogopal, Balakrishnan, International Law from Below, Cambridge University Press,
Cambridge, 2003; Orfbrd, Anne, InternationalAuthority and the Reeponsibility to Protect, Cambridge Univer
sity Press, Cambridge. 2011. Entre los teóricos del así llamado movimiento TWAIL (Third World Approachea
to International Law), puede incluirse también a Chimni, B.S., "Logitimating the internattonal rule of law",
en The Cambridge Companion to International Law, op. cit., pp. 290-308. Estas teorías “marginales" y nove
dosas sobre el derecho internacional, que no complementan loa avances previos, sino que loa ponen en duda,
han sido rechazadas por autores como Mülleraon, Rein, Ordering Anarchy: InternationalLaw in International
Society, Martínus Nijhoff, Leiden, 2000, pp. 66-67, por considerar que no contribuyen al desarrollo central
(mainstream) de la disciplina.
87 Douzinaa, Costea, Human Rights and Empire: the Political Philosophy ofCosmopolilanitm, Routledgo & Ca-
vendish, Abindon y Nueva York, 2007. De8de una visión marxiste, llega a la misma conclusión Zolo, Danilo,
Lagiustizia dei vincitori. Da Norimberga a Baghdad, Laterza, Roma-Bari, 2006 (edición castellana: La jus
ticia de loe vencedores. De Nurtmberg a Bagdad, Trotta, Madrid, 2007), para quien el dorecho internacional
es un instrumento de poder de los más poderosos. La6 lecturas feministas del derecho internacional tienden
a ver en este orden normativo la materialización de un régimen patriarcal en el que los Estados más pode
rosos se ven masculinizados y se imponen activamente a las naciones más débiles que -afeminadas- se ven
conquistadas y dominadas; cfr. CharleBworth, Hilary y Chinkin, Christine, The Boundariee of Internatio
nal Law. A Feminiet Analysis, University Press, Manchester, 2000. Acerca de Estados Unidos, su voluntad
“imperial" y su manipulación del derecho internacional, ver Saito, Natsu T., Meetmg the Enemy. American
Exceptionaliem and International Law, New York University Press, Nueva York y Londres, 2010.
88 Condorelli, Luigi y Cassese, Antonio, “Is Leviathan Still Holding Sway over International Dealings?", en
Realizing Utopia. The Future ofInternational Law, Cassese, Antonio (ed.), Oxford University Press, Oxford,
2012, pp. 24-25. P8ra una postura máB revolucionaria que propugna reaccionar frente a la indignación moral
que provoca el derecho internacional actual y sus desigualdades manifiestas, cfr. Allott, Philip, "Internatio
nal Law and International Revolution. Roconceiving the World", en The Health of Natione. Society and Law
Beyond the State, Cambridge University Press, Cambridge, 2004, pp. 399-422.
89 Shaw, Malcolm N., op. cit., p. 7.
90 Bull. Hedley, op. cit., p. 142.
20
5-\-
•''?xv. ■ V-?' •■
CAPITULO 1 • EL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO: CONCEPTO, CA^ACTERlSrCAS Y~EVOLUCIÓN HISTÓRÍ
;■ que no tienen un contenido único): esto brinda un considerable espacio de acción a la interp^^á
• tación individual que pueda hacer de la norma cada uno de los abetos estatales. A
; El derecho internacional supone una narrativa y una retórica extremadamente útií¿¿t|
para describir y justificar las acciones de los Estados®*1 *y, desde ese lugar, pareciera no con- tÍ
"•' traponerse, sino reforzar la hegemonía imperial que históricamente ha signado las relacionéi:?
internacionales®3. Pero esta ttconcretitud“ -el hecho do que responda a los intereses politicé
f? y económicos de los actores del sistema internacional- es balanceada por una tendencia com\-
¡&? plementaria, una abstracción de "normatividad”, que hace que el derecho internacional deba •.
. ' tenor cierta impronta que lo convierta en una disciplina autónoma y se ocupe de ampliar sus
i* ''' contenidos sin recurrir de modo permanente a la realidad específica de los intereses coyuntu- :
Talos de los Estados. Esta oposición, pero a la vez comunión, entre las pretensiones concretas y
normativas que caracterizan al derocho internacional es lo que M. Koskenniemi ha descripto
"como la confluencia de una apología y una utopía, respectivamente®3. Se trata del cruce entre
i? un sistema normativo creado para justificar el accionar puntual de los Estados (aspecto socio-
lógico-político) y un orden fundado en el desarrollo doctrinario de conceptos más abstractos
como “paz”, “seguridad internacional”, "medio ambiente sano”, entre otros (aspecto filosófico).
;u-'En rigor de verdad, se trata de la contraposición simultánea entre un modelo tradicional gro-
ciano -en el que la comunidad internacional se funda en los Estados, que colaboran entre sí
¡*¿ pero con sus propios intereses en miras- y un modelo moderno kantiano -en el que se procura
■■ s Ja solidaridad transnacional no tanto entro Estados, sino para la humanidad, que se configura
.' -como el gran sujeto Internacional-®4.
; . Pareciera tratarse de visiones incompatibles en tomo a la naturaleza del derecho interna-
‘ ‘ J cional y, sin embargo, resultan perspectivas interdependientes. En el seno de esta naturaleza
r¿70iüca, en un delicado equilibrio entre el realismo y el idealismo, Be establece nuestra disci-
. plina. He allí la riqueza teórica de su concepción y el desafío que implica estudiarla. El derecho
p’internacional es, y ha sido siempre, una construcción jurídica 8ul generis'. en ello radica, pre-
j’i!| cisamente, una de las posibloB explicaciones para sus logros e inconsistencias. Este carácter
'í\lparticular representa -sin dudas- un motivo apasionante para encarar su estudio.
- • 91 Goldsmith. Jack L. y Posner, Eric A., The Limita ofInternational Law, Oxford Univorsity Press, OxfcTd, 2005,
pp. 167-172.
92 Así, W.Q. Orewe encara su célebre estudio histórico del derecho internacional moderno (Epochen dtr Vdlkerrt-
chtsgeachichte, Nomos, Baden-Baden, 1984) identificando períodos históricos que so instalan sobro distintos
i momentos hegomónicos: uno era ospaftola (1494-1648), una era francesa (1648-1815) y una ora británica
5’;; (1815-1919). Estas tres etapas representan los picos de lae expansiones Imperialistas nacionales. Sobre el
toma, cfr. Cohén, Joan L., “Whose Sovoreignty? Empire ve. International Law’, Ethict & International Af-
/oirs.vol. 18, n.“ 3, (2004), pp. 1-24.
. 93 Koskenniemi, Martti, From Apology te Utopia: The Structure of International Legal Argument, Cambridge
Vniversity Prese, Cambridge, 2005.
$ 94 En su obra Sobre la Par Perpetua (Zum ewigen Frieden, ein philoeophischer Entwurf) de 1795, Immanuel Kant
¡íW. • confiaba en que, mientras no hubiese posibilidad do establecer un “Estado mundial", la civilización debía
y.-v fomentarse para que eventualmente pudiera surgir una federación universal de repúblicas. Ver, al respecto,
Koskenniemi, Martti, “International law in the world of ideas", en The Cambridge Companion to Internation-
como Rawls o Habermas-, puede consultarse Perreau-Saussino, Amonda, “Immanuel Kant on International
Law’, en The PhUoeophy ofInternational Law, op. eit., pp. 53-75. .
21
i ....
Capítulo 2
O Sujetos del derecho internacional
íl I':'
’í'Wrrrr
La exprsilón ‘comunidad intornacionar también ea utilizada en un sentido mée oitrlcto para hacer aiualón
$$ a loe Eiitidos que la integran (“comunidad internacional do Estadoe"). Aeí, el articulo 68 de la Convencido do
Vlona oobro el Derecho de loa Tratados <1969)dofino a lo norma imporativa de dorecho internacional goaoral
': como “una norma aceptada y reconocida por la comunidad Internacional de Ketadoi on su conjunto'.
Cfr. Feldroan. David, ‘International Poreonallty', Il.C.A.D.I., vol. 191 (19854D, p. 861: Portmann, Rolond,
Xigal Peiwnality in International Laui, Cambridge Univoraity Prosa, Cambridge, 2010.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3 WalteT, Christian, "Subjects of International Law° (2009), en Max Planck Encyclopedia of Public Interna
tional Law, http://www.mpepil.corn, pirra. 21-23.
4 Reparación de perjuicios sufridos al servicio de las Naciones Unidas, CIJ, Opinión Consultiva, 11/04/1949,
ICJ Reports 1949, p. 178 (traducción libre).
5 Un conocido tratado eobre el Derecho Internacional afirmaba en au edición de 1920: “(..'.1 pero además de la
Liga de las Naciónos, los Estados soberanos exclusivamente son Personas Internacionales, es decir siyetos de
Derecho Internacional”, Oppenheim. Lassa F. L., International Law: A Trtaiise, Longmana, Londres, 3* edic.,
1920, p. 125 (traducción libre).
24
'• • ‘.'^4;
>
E CAPÍTULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL *-
Pado que 1* comunidad internacional está en constante evolución, con el correr del tiempo
' Í ^bg van perfilando nuevos sujetos y actores. Sin embargo, como el derecho no ee una ciencia :?■
exacta, en ocasiones resulta difícil identificar con certeza la naturaleza Jurídica de algunas
$ i entidades o sus capacidades en derecho internacional, así como afirmar si ciertos actores han
-alcanzado la categoría de sujetos del derecho internacional. Dentro de estas categorías discutí-
sobré 1°8 cuale8108 juristas sostienen diversas interpretaciones, podemos mencionar -m-
S- Síe? alia- a los pueblos indígenas u originarios, la denominada “sociedad civil* y la “humanidad” :
Los Estados
Estados son Bujetos originarios del derecho internacional y los que poseen mayores
;competencia8, capacidades o poderes para actuar en el plano internacional, es decir que gozan
plena personalidad jurídica internacional.
famoso tratado internacional adoptado en el contexto americano -la Convención de
gg^ontevideo sobre Derechos y Deberes de los Estados (1933)- se ocupó de definir al Estado
^^como una “persona de derecho internacional”10.* * * * * * *
• población permanente,
territorio determinado,
gobierno,
capacidad de entrar en relaciones con los demás Estados.
?í¿!'?S'cÍert08 autores agregan, además, otros criterios, como gozar de independencia o sobera-
' i r—________
Sociétó Francaiso pour le Droit International, Colloque du Mane: Le Sufet en Droit International, Pedone,
^^^YV-:Párís,2005.
OS Higgine, Rosalyn, Problem and Procese: International Law and Hoto We Uee It, Clarendon Presa, Oxford,
2007, pp. 39-66.
Ea €Be Bent¡do, ver Klabbera, Jan, An Introduction to International Inetitutional Law, Cambridge University
<,
Presa, Cambridge, 2002, p. 43; Clapham, Andrew, "Thinking Responsibility about the Subjects of Subjects',
-’en^u,non^^« Obligations ofNon-State Actors, Clapham, Andrew (ed.), Oxford University Press, Oxford,
.2006, pp. wwv, Nijman, uujiica
59-83; iiyiiioii, E., “mui
James x.., Paul Ricoeur and ¡unínauvuui
ivivucui uuu Law: Beyond 'The kmiu
International uart. Suhject’.
of the ouqjcub
End V*
V-’ -TOWHJ vIh *
Towarde a Hp"At."anhialiía«<"« of International 1Legal DA»6A«aH
Reconceptúa lization ACTn>Am*A*<At*a1 ‘v' T
Pereonallty", Leidcn Journal nf
airian Jniirtiñl ofTutean
InternationalfLaw, a1
a.» „vol.
20 (2007), pp, 25-64, entre otros.
-Artículo 1i de
ae la Convención de Montevideo sobre Derechos y Deberes de los Estado», 28/12/1983 en
catado», firmada el 26/12/1983
' 'Ví? .a S6p?!ma Conferencia Internacional de los Estado» Americanos; entró en vigor el 28/12/1984. La República
■Argentina firmó la Convención pero no la ratificó. .
Crawford, James, “State* (2012), en Max Planck Encyclopedia ofPublic International Law, http://www.mpepil.
eom, párrs. 26 y 40.
. r - párra. 21 y 44.
Ibíd., . ’’
----------------------
25
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En cuanto a la población, cabe aclarar que debe tener permanencia, sin importar su den
sidad, la cual dependerá, en cierta medida, del tamaño del territorio y demás características
Con relación al territorio, es dable destacar que, si bien es un elemento necesario, no im
porta si se encuentra total o parcialmente en disputa con otro u otros Estados14.*Por eso mismo
tampoco tiene relevancia si parte de la frontera se encuentra todavía sin delimitar. Asimismo,
no interesa la extensión que tenga. En efecto, existen Iob denominados “micro Estados”, de
reducida extensión territorial, lo cual no ha impedido el reconocimiento de su calidad estatal y
su ingreso a organizaciones internacionales gubernamentales10. Pueden citarse como ejemplo
Andorra, Liechtenstein, Mónaco y San Marino16. 17
Si bien el Estado es una entidad territorial, no todo s^eto del derecho internacional que
posea territorio propio se transforma por ello en un Estado.
Acerca del gobierno, se requiere que sea efectivo, capaz de ejercer sus poderes jurisdiccio
nales y do control sobre la población y el territorio. Cuando un Estado ya no reúne estas con
diciones, comúnmente es calificado de "Estado fallido”, situación que genera preocupación en
la comunidad internacional11. En principio, no tiene relevancia para el derecho internacional la
forma de gobierno adoptada por cada Estado18. 19
Sobre la capacidad para entablar relaciones con otros Estados, con acierto se señala que,
si bien es un criterio útil para determinar la existencia de una entidad estatal, no es una pre
rrogativa exclusiva de los Estados, puesto que existen otros sujetos del derecho internacional
que tienen capacidad para mantener -y de hecho lo hacen- relaciones diplomáticas con los
Estados”.
En virtud de la soberanía que poseen los Estados, se reconoce que en el ámbito, interno
qjercen de manera exclusiva poder de imperio sobre su territorio y, en el ámbito externo, se
afirma su independencia respecto de otros Estados, a los que se sitúa en un plano de igualdad.
De ahí la afirmación de los principios do igualdad soberana y no intervención en los asuntos
intemos de otros Estados, que se tratan en el capítulo 36, y el reconocimiento de ciertas inmu
nidades del Estado (de jurisdicción y de ejecución), que se desarrollan en el capítulo 37.
Los Estados tienen plena competencia para actuar en el plano internacional, como se
analiza en los capítulos siguientes de esta obra. Además de mantener relaciones diplomáticas
con otros Estados y algunas entidades no estatales (jus legationem), los Estados, como sqjetos
del derecho internacional, tienen derecho a celebrar tratados20 (jus tractum/jus tractatus) y
generar normas consuetudinariae junto a otro u otros Estados. Pueden adquirir derechos y con
traer obligaciones internacionales, siendo pasibles de responsabilidad internacional en caso de
incumplimiento.
26
CAPÍTULO 2 - SUJETOS Da DERECHO INTHWACIOHAl '
Arras» Pflr»r, BtIda; Harhorl», Julio y Quorol, María, Su/etot dt¡ dineha de genlei, Editorial Abaso do Ro-
dolto Depalma, Buenos Aires, 1000, p. 37.
W$»?«Barberle, Julio, “Nouvolloo queotlono ooncarnant la pereonnallU Jurldlqu» Internationale", R.C.A.D.I., vol.
V&'-'-v'lw UD83), PP-137-188; Foldman, David, op. elt„ p. 377 y se.
¿itWjj-J- Distinto sería el cate do une confodoraoiéa do Eitado».
■ ■ ■ ’Proyooto do artículos de la CDI «obro la Roiponeobllldad del Estado por hacho» internacionalmento Ilícitos.
; ’ ■. , Dos. A/CN.4/L.602/Rev. 1,26/07/2001 (disponible on http://www.un.org/law/ilo), art. 4(1).
■ • Wagnor, Marku», "Non-Stato Actoro" (2003), en Max Planeh Encyelopedla of Biibtlc Inürnatlonal Laui. tMp-JI
’ - www-'npep!Ixom, párr. 1.
Ibíd., párr. 6. ,
27
, LECCIONES OEPEBEOig IHTERHAgONAL PÚBLICO
27 Dios de VelaBco, Manuel, Las Organizaciones Internacionales, Tecnoe, Madrid, 11.“ edic., 1999, p. 44.
28 Klabbers, Jan, op. cit., p. 7.
29 Ibíd-, pp. 10-11 y 14.
80 Previo a la adopción del Tratado do Lisboa (2007), diversos autores ponían énfasis en que la Unión Europea no
había sido dotada de personalidadjurídica y la concebían corno una entidad híbrida; ver, por ejemplo, Bouloule.
Joan,Droit institutlonnel de l'Unlon europienne, Montchrosticn, París, 6.' edic., 1997, p. 46; ver también el
prólogo de Antonio Remiro Brotóne on Díes-Hochleitnor, Javier, La posición del Derecho Internacional en el
Ordenamiento comunitario, McGraw Hill, Madrid, 1998, p. xiii. Con el Tratado de Lisboa la Unión Europa
adquirió personalidadjurídica propia.
28
• If
’?! •; Por bu parte, la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, en el marco
proyecto sobre responsabilidad internacional de las organizaciones internacionales, ela
boró la siguiente definición, que también ha recibido críticas85:
ja.» •..«
29
LECaONESDE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
47 Ver d'Argant, Plerre, “Rcparatlon íbr Injuries Buftad ln tho Sarvico of tho Vnitod Natlone (Advlsoty Opin
ión)" (3010), en Max Planch Sntiyelopedla ofPublio International Laui, http.'/Avww,mpepll.oom, pórr. 1,
48 Reparaelin de ptrjutelol eufrldol al unióla de lat Naehnu Unida», CU, Opinión Consultiva, 11/04/1049,
ICJ Repartí 1649, p. 177.
49 Ibld., p. 178 (traducción libre).
50 Ibld., p. 178,
51 Ibld. (traducción libre).
30
CAPÍTULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
?íé¿?. Unidas, ya que los que son miembros han creado una entidad dStada de una personalidad in-
tórnacional objetiva y no solo de la personalidad reconocida por ellos”.
:a Pafa analizar si puede entablar una reclamación internacional con miras a obtener repa-
wB ración por los daños causados, no a la propia Organización, sino a la víctima o a sus causaha-
Wíjiéntes, la Corte hace un paralelo con la institución de la protección diplomática”, que permite
•.^■¡«■Ips Estados reclamar por sus nacionales. Si bien las Naciones Unidas no tienen un vínculo de
■¡gjr nacionalidad con sus agentes, es preciso qué estos gocen de una protección adecuada, debido a
Jas .misiones importantes que deben cumplir en regiones problemáticas del mundo al servicio
' de la Organización”. Por ello, la Corte afirma que la ONU está capacitada para ejercer una ’
“protección funcional" de sus agentes.
'¡Por último, en cuanto a la segunda cuestión planteada por la Asamblea General -es de-
cir/.cómo conciliar la acción de las Naciones Unidas con el derecho del Estado nacional de la
victima de reclamar por los daños causados a ella-, al no existir una norma de derecho inter-
1 nacional que otorgue prioridad a un reclamo sobre el otro, la Corte no ve razón por la cual las
'.fiS^partés involucradas no puedan solucionar la cuestión inspiradas en la buena voluntad y el
i^íjehtído común, destacando la asistencia que deben prestar los Estados miembros en virtud
del ¡artículo 2(5) de la Carta”. Por otra parte, el riesgo de concurrencia entre protección diplo-
t'v'mática del Estado de nacionalidad de la víctima y la protección funcional de la Organización
;',¡tó;püé^é,rBduclrse o eliminarse mediante la adopción do una convención general o de acuerdos
&íij)aj^dáda caso particular. El hecho de que el agente posea la nacionalidad del Estado deman-
i;Jydadd tampoco constituye un obstáculo para el ejercicio de la protección funcional, ya que esta
¡sígSltima no se basa en la nacionalidad, sino en la calidad de agente de la Organización’8.
diferencia de lo que ocurre con la Carta de las Naciones Unidas, en muchos casos la
; 'personalidad jurídica de las organizaciones internacionales se contempla expresamente en su
■ instrumente constitutivo, así como los poderes y capacidades que poseen.
ÍtAS^'dle8pecte de entes binacionales, el Estatuto del Río Uruguay” dispone en su artículo 50
.;, .q^^ 'Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) “gozará de personalidad jurídica
'W^pátá pl cumplimiento de su cometido”. El Estatuto de la CARU agrega que "La Comisión es
fejúijíprganismo Internacional con la capacidad jurídica necesaria para el cumplimiento de sus
:¡?i;com«idos específicos"”. En consecuencia, el personal de la CARU goza de “los privilegios e
¡.^'inmunidades diplomáticos necesarios para el ejercicio de sus fiinclónes"40.
jífe;!pEri igual sentido, en lo que respecta a la Comisión Administradora del Río de la Plata
feW.¡:*ÍMd.,p,186. •
p. 188. i
' ■ ’Sji SeUtuto del Río Uruguay, luioripte por 1* Rapüblloo Argontlaa y la República Oriental dal Uruguay al.,
?«mwwí. '■
'«¡y4utt Í0 lB C°“i,i4n Ad»inlrtm4»ra del Ufo Uruguay (1878), ari. 9,
fí¡Sí .' ¡Tratado dol Río de la Plata y eu Fronte Marítimo, auecrípto por la República’Argentina y la Rapúblloa
del Uruguay «118/11/1973. •-•■.:»■ .ím
• v-'z-i'.v
steí'-K—-- ----------------------------------------------
.31
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
62 Acuerdo entre el Gobierno do la República Argentina y el Gobierno de la República Oriental del Uruguay por
el que se establece el Estatuto de la Comisión Administradora del Río de la Plata, suscripto el 15/07/1974.
68 Estatuto de la Comisión Administradora del Río de la Plata, art. 4<a).
64 Ibíd., art 22.
65 Protocolo Adicional al Tratado de Asunción sobre la Estructura Institucional del Mercosur (“Protocolo de
Ouro Preto"), suscripto por la República Argentina, la República Federativa del Brasil, la República del Pa
raguay y la República Oriental del Uruguay en la ciudad de Ouro Preto, 17/12/1994.
66 El Estatuto de Roma fue suscripto el 17/07/1998 y m encuentra en vigor desde el 01/07/2002.
67 Estatuto de Roma, art. 3(2).
68 Caseese, Antonio, International Lato, Oxford University Press, Oxford, 2." edic., 2005, p. 140.
32
>
'de descolonización en gran medida se ha completado89 y, por otro ládo, al reconocimiento de los
í pueblos en sí mismos como sujetos de este ordenamiento jurídico’0. Su calidad de sujetos del
derecho internacional público reside en el reconocimiento de la comunidad internacional de los
■; fines políticos de estos movimientos, ya sean estos la lucha por la descolonización, la opresión
I racial.o la ocupación extranjera”.
Algunos Juristas Befialan que estos movimientos se caracterizan por tres notas puntua-
:Úes:( l. el objetivo que persiguen en la lucha, esto es, la autodeterminación; 2. la calidad de
• quienes qjercen este derecho, es decir, los pueblos; y 3. la calidad del régimen contra el que
^sp enfrentan, que, como ya 6e mencionó, puede ser colonial, racista o una ocupación ilegal o
-extranjera”.
Los MLN son, entoncos, loa representantes de los pueblos quo luchan por su autodeter
minación, No oxiste consonso para una definición de pueblos. Para Ruiloba, el término “pue**
H bio" designe la misma realidad que el concepto do HnadónM”. Siguiendo lo postulado por este
’t; autor, para la determinación de un pueblo habrá que tener en cuenta, por un lado, elementos
¿¿objetivos que pueden ser determinados por un territorio geográficamente diferenciado: unidad
raza, conciencia nacional, lengua, cultura, tradición y costumbres comunes y, por otro, un
elemento subjetivo, que se explícita en la voluntad colectiva de constituir una nación indepen
dí diente.
.
itóí < 1. Todos los pueblos tendrán derecho a la existencia. . ...
Tendrán el incuestionable e m-
C’i alienable derecho a la autodeterminación. Decidirán libremente eu status político y
procurarán su desarrollo económico y social según la política que ellos mismos hayan
(j, ’ escogido libremente.
2. Los pueblos colonizados u oprimidos tendrán derecho a liberarse de las ataduras
A- de la dominación recurriendo a cualquier medio reconocido por la comunidad inter
nacional.
1
•v 3. Todos los pueblos tendrán derecho a la ayuda de los Estados firmantes de la pre
sente Carta en su lucha por la liberación de la dominación extranjera, ya sea política,
. económica o cultural”.
La primera mención por parte de laB Naciones Unidas de los movimientos de liberación
Zg /nacional se produce en 1966, mediante la Resolución 2105/XX de la Asamblea General, la cual
¿“reconoce la legitimidad de la lucha que los pueblos bajo dominio colonial libran por el ejerci-
iba.
' Vukas, Budislav, "States, peoples and minorities as subjects of intemstional law", R.C.A.DJ., vol. 231 (1991),
P-494-
ibíd.
Armas Pflrtor, Frida; Barberis, Julio y Quero], María, op. cit., p. 101.
• Ruiloba Santana, Eloy, "Une nueva categoría en el panorama do la subjetividad internacional el concepto de
’ Pueblo", en Eitudioa de Derecho Internacional. Homenaje al profesor Miaja de la Muela, Tecnos, Madrid, 1979,
■• p. 803 y ss, citado en Pastor Ridruejo, José Antonio, Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones
■T- * . íníernac»o«o^<«. Tecnos, Madrid, 16." edic., 2011, p. 260.
: Adoptado por la Asambloa General en su Resolución 2200 A (XXI), 16/12/1966; entró en vigor el 23/03/1976.
"£•/ ’ Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, artículo 20.
33
c;™
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
76 Adoptada «124/10/1870.
77 Armas Pflrtor, Frldaj Barboris, Julio y Quero), María, op. cit„ pp. 108-104.
78 Nguyen Quoo Dlnh: Dalller, Pstrlsk; Forloau, Machias y Palles, Alain, Drolt lnltrnallonal Public, LODL, Pa
rís, B.* odio., 3006, pp. 682-683: on sentido contrario. Armas Pflrtor, Frldo; Barboris, Julio y Quorol, Maris,
op. cit, p.109
76 Nguyon Quoc Dlnh: Dalllor, Patrick; Forteau, Mathias y Pollst, Alain, op. oír., p. 688.
80 Armas Pflrtor, Frldo: Barboris, Julio y Quorol, Moría, op. clt., p. 106.
34
CAPITULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
les otorgan podemoB mencionar la participación de los representantes de los MLN en las Se-
W' sióhes Ordinarias de la Asamblea General y en el Consejo de Seguridad, como así también
¡os trabajos pertinentes de las comisiones principales de la Asamblea General y de otros
' . árganos subsidiarios interesados, y en conferencias, seminarios, y otras reuniones celebradas
Leonilos auspicios de las Naciones Unidas que sean de interés para sus países81. Sin perjuicio
-iy de la generalidad precedentemente efectuada, las facultades que se les asignen dependerán de
movimiento en particular y de su estructura y reconocimiento por parte la comunidad
internacional. Por ejemplo, la OLP y la SWAPO han sido admitidas como miembros plenos en'
; ¿juchas otras organizaciones internacionales. Es dable destacar que a la Organización para la
íyíláberación de Palestina le ftie conferido el estatus de observador mediante la Resolución 3237/
' XXIX de la Asamblea General*1.
■W8W -En cuanto al derecho de legación, los MLN pueden tener representación en distintos Es-
itados con los que mantienen relaciones internacionales. Barbarie señala que el tipo de re-
feá presentación dependerá del reconocimiento del estatus del movimiento por parte del Estado
íf^&gptor. Así, la OLP ha tenido representaciones diplomáticas similares a las de las embajadas
rlwiáija'Jlepública Democrática de Alemania, en Senegal, etc.”
'Por otro lado, el Protocolo I a las Convenciones de Ginebra de 1940 (1977) sobre derecho
’^níexnacional humanitario prevé en su artículo 98 la aceptación del Protocolo y do las Conven-
Jibiones do Ginebra por parte de loa MLN, por medio do una declaración del representante del
-.'r movimiento dirigida al país depositario. En igual sentido, el Convenio sobre Ciertas Armas
ílj^Onvencionalee (1981) identifica a los MLN como destinatarios de derechos y obligaciones
^''internacionales.
Obviamente, el ejercicio de estos derechos y el cumplimiento de las obligaciones interna-
ííj'Scionesles exigen la existencia de una cierta estructura político-administrativa y un ordena-
: , ¿ajenio jurídico propio (como la Carta Orgánica de la OLP y las Constituciones de distintos
^^movimientos de liberación nacional africanos**), como así también suficientes recursos mate-
vVjiales y humanos.
La personalidad jurídica internacional de los MLN, como la de los pueblos, es por deflni-
Sg/cjón temporaria y funcional. Su razón de existir concluye cuando termina la guerra de libera-
gí' jíaón y sé produce la independencia del Estado. En ese sentido, el nuevo Estado aparece como
sucesor”.
' ? 81 Ver, entro otraa, laa Reaolucionea 8238 (XXIX) y la 3413 (XXX) do la Aoambloa General,
';82 Rcaolución 3287 (XXIX). 'Condición do observadora do la Organiiaolta de Libaraolén do Palestina', adoptada
el 22/11/W74.
^.1fS.rt’'B’rll,rl«, op, o»., PP, 288-287.
r ?1 Sí' a,bm P8rtor, Frlda; Berberís, Julio y Quero), María, «p. cit., p,108
Nguyon QuooDInh; Dalller, Patrlck; Forteau, Methlai y Pallat, Aloln.op. eíf.,p. 883. Eatoa autoroi loatianon
’-'J ,uo' “ m,í(8a que loa diitlntoa MLN vayan alcaniando su objetivo, el estudio M régimen Juridlee de «atoa
fe,!i'«'1‘-’’'C8n*l,,1>'8enuno‘curleoldadJutldica'.
OW--------------------------------------- -—.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En sentido estricto, el grupo insurgente es aquel que no alcanza a reunir los elementos
exigidos para ser beligerante. Aunque eñ ocasiones se hable, indistintamente de grupo belige
rante, insurgente o insurreccional.
En cuanto a las consecuencias del reconocimiento de un grupo beligerante, podemos seña
lar las siguientes. En primer lugar, el Estado que mantiene la lucha con el grupo beligerante
no será responsable por los actos ilícitos cometidos por dicho grupo que causen daño a terceros
o a la población, el cual tendrá responsabilidad propia89. La Comisión de Derecho Internacio
nal se refiere con una expresión más amplia a los “movimientos insurreccionales”, a fin do
explicar en qué únicos supuestos su conducta le es atribuíble a un Estado91. En segundo lugar,
a la lucha armada que mantenga el grupo con las fuerzas armadas del Estado se aplicarán
las reglas del derecho internacional humanitario que rigen en los conflictos armados internos
-a diferencia del resto de las situaciones de violencia que se generen dentro del territorio del
Estado, las cuales estarán sujetas a su legislación interna, por ejemplo, encuadrando sus ac
ciones en delitos penales comunes-. Como se verá en el capítulo 46, el Protocolo Adicional II a
los Convenios de Ginebra de 1949 se aplica a los conflictos armados sin carácter internacional
“que se desarrollen en el territorio de una Alta Parte Contratante entre sus fuerzas armadas y
fuerzas armadas disidentes o grupos armados organizados que, bajo la dirección de un mando
responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un control tal que les permita realizar
86.89
operaciones militares sostenidas y concertadas y aplicar el presente Protocolo”88 8790 91
Los terceros Estados que reconozcan al grupo beligerante deberán mantener una posición
de neutralidad respecto del conflicto que dicho grupo sostiene con el Estado cuya parte del
territorio controla, no pudiendo asistir con armas o prestar asistencia militar ni a una parte
ni a la otra80.
86 Paolillo, Felipe, "Loe listos del dsrocho Internacional*, en Dtracho Internacional Público, JiminoB do Aré-
chaga (dir.), Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, t. ti, 1.' edlc., 1995, p. 23.
87 Comentarios de la CDI al Proyecto do artículos sobre responsabilidad del Estado por hechos Internacional
mente ilícitos, aprobado por la CDI en su quincuagésimo torcer período de sesiones, Ginebra, 2001 (disponible
en http://www.un.org/iaw/Hc), comentario al art. 10, párr. 9. AHÍ se explica que "Una definición general de
los tipos de grupos que abarca la expresión 'movimiento insurreccional’, tal como se emplea en el artículo
10, resulta difícil en vista de la gran variedad de formas que pueden tomar en la práctica los movimientos
insurreccionales". Asimismo, se afirma que la definición de "fuerzas armadas disidentes" contenida en el art.
1 del Protocolo Adicional II “refleja, en el contexto de los Protocolos, la idea fundamental de un 'movimiento
insurreccional'".
88 Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo a la protección de las vícti
mas de los conflictos armados sin carácter internacional, suscripto el 08/00/1977, art. 1(1).
89 Ver Paolillo, Felipe, op. cit., pp. 27-28.
90 Ibíd., p. 28.
91 Ibíd.
36
CAPÍTULO 2 -SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL .
92 Ver Gonzdle» Napolitano, Silvina, "La protección de loe derechos humano» a través de lo» Pacto» de 1966’,
en Introducción al Estudio dt los Derechos Humano», González Napolitano, 8ihina y PulYÍrenti, Orlando
(coords.), Errepar, Buenos Aires. 2011, pp. 99-119.
93 Para mayor detalle ver Gómez Fernández, Lucía, "La Comisión Interamoricana de Derechos Humano»*, en
Introducción al Estudio de los Derechos Humanos, op. cit., pp. 127-170.
94 Abierto a la firma el 11/05/1994 y en vigor desde el 01/11/1998.
95 Ver Lavin, Rento. "La protección de los derechos humanos en Europa", en Introducción ai Estudio de los De
rechos Humanos, op. cit., pp. 247-272.
96 Walter, Chrietian, op. cit., párrs. 19-20. • ,
> 37
LECCIONES DE DESECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
tección (no expropiación sin causa justa y pronta indemnización; trato justo y equitativo; no
adopción de medidas arbitrarias o discriminatorias; plena protección y seguridad; igual trato
que a los nacionales o nacionales de terceros Estados; libre transferencia de ganancias; etc.)07
que deberán respetar los Estados contratantes en los cualeB se realiza la inversión. Asimismo,
la mayoría de los tratados de inversión prevé un mecanismo de solución de controversias entre
inversores y Estados, en cuyo marco los inversores extranjeros pueden optar por someter ellos
mismos la controversia al arbitraje internacional contra el Estado extranjero”. A nivel local,
los Estados también han establecido normas para la protección de las inversiones extranjeras
en sus legislaciones internas y en algunos acuerdos de inversión celebrados con inversores
extranjeros, en los cuales también se puede pactar el sometimiento de una disputa al arbitraje
internacional.
Por otra parte, existen también iniciativas para imponer obligaciones a las corporaciones
o empresas multinacionales0’, como se desarrolla en el capítulo 17.
Para determinar si los inversores extranjeros son sujetos de derecho internacional es ne
cesario verificar si los mencionados tratados internacionales (o las normas consuetudinarias)
les otorgan algún derecho o le imponen alguna obligación en el plano internacional.
La discusión dootrinaria se centra en si las disposiciones de los tratados de protección de
las inversiones extranjeras contienen tan Bolo obligaciones para los Estados o también dere
chos para los inversores. Por ejemplo, es común que un tratado bilateral de inversión estipule
que *008 inversiones no serán objeto de un trato discriminatorio” o que "los Estados contra
tantes otorgarán a las inversiones un trato justo y equitativo”, en lugar de disponer que ‘los
inversores tienen derecho a no ser objeto de un trato discriminatorio y a gozar de un trato justo
y equitativo”. La cuestión es, entonces, si el inversor extranjero tiene derecho internacional a
ser tratado de determinada manera, o si el derecho pertenece al Estado de su nacionalidad, de
modo que es el Estado el que tiene el derecho a que su nacional que califique de inversor ex
tranjero sea tratado de determinada manera por los Estados en los cuales realice su inversión.
Básicamente existen dos posturas, una a favor y otra en contra de la subjetividad internacio
nal de los inversores extranjeros. Comenzaremos por esta última.
.. Este tema también se discutió en el caso Archer c. México, gn oportunidad en que el tri- 1
'bunal arbitral ee preguntó si el impuesto establecido por el Estado demandado había afectado *1 * * * * *
' i derechos individuales sustantivos de las demandantes. Según el tribunal, “La cuestión plantea
oí-problema de si en el Capítulo XI del TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América .del - • /«
. Norte] se establece un régimen autónomo de derechos sustantivos y procesales para inversio- ,-.?W
nietas conforme al TLCAN, y si estos derechos son independientes de la relación obligatoria •vST
./‘entre loe Estados Miembros”1”. La parte demandante sostenía que los inversores tenían dere-. . '
S'"\«h<» independientes y directos, los cuales existían al margen de la relación obligatoria entre-.■ lié
■ los .Estados miembros103. México, en cambio, argüía que había que hacer una distinción entre
procedimiento y sustancia; las obligaciones sustantivas eran obligaciones interestatales, sin
. perjuicio de que ee hubiera otorgado un derecho de acción a los inversionistas104. Al respecto,
tribunal arbitral consideró que la posición correcta era la del Estado demandado, puesto >
’ <jiie.ee ajustaba a la estructura tradicional del derecho internacional. En efecto, el capítulo xi '■< ‘
' del TLCAN establecía “obligaciones sustantivas de aplicación entre los Estados, sin establecer
‘ derechos individuales para las Demandantes*, de modo que “Si se produce un incumplimiento
de cualquiera de estas obligaciones, el inversor puede entablar una acción contra el Estado
•íü'.: receptor ante un tribunal arbitral internacional a fin de solicitar el pago de una compensación,
■ aunque en realidad el inversor estará subrogándose y haciendo valer los derechos de su Estado
'¿íiide origen”. Si bien el tribunal está de acuerdo en que el derecho internacional en determina-
^fj'áas circunstancias puede conceder derechos directos al individuo, considera que no es el caso
V i. d¿l capítulo xi del TLCAN, el cual se diferencia de los tratados de derechos humanos, Aquí “El
inversor acepta la oferta del Estado receptor de someter la disputa a arbitraje una vez presen-
; tada la solicitud de arbitraje, pudiendo en este momento el inversor renunciar a sus derechos
ji1: procesales. La naturaleza de las obligaciones sustantivas que se recogen en la Sección A no
^‘permite renuncia alguna por parte del inversor, ya que se trata de (obligaciones] que perma-
«fe’tiecen en vigor a (nivel] interestatal y no pueden, por lo tanto, ser objeto de renuncia (...]"'“.
'f En virtud de esta teoría, los inversores tienen derechos dirootoa otorgados por loe tratados
líí®
'do invoreión1”. Así, en ol obio Marvin Roy ñldman ¡Carpa o, México, el tribunal arbitral sos-
tUvoique México había violado los derechos del demandante establecidos en el capítulo xi del
jv-'wW® 'Archer Daniels Midland Companyy Tato & Lyle IngredienteAmoricas, Ino. c. Estado/ Unidos Mexicanos (caso
’Í'W V '‘Vit-OIADIN’ ARBtAFl/04/06), Laudo, 21/11/2007, parág. 181.
paríg. 182.
Wáparág, 184.
■$. }?8 P,rtí»' 188-174.
1 i'if’W-' lwd.,paríg. 168.
'■jí 1 .-W - Ver Douglaa, Zachary, o¡>. oi»„ p. 32 (nota al pie 160), que cita a Burdoiu, Oanevikve, •Nouvellei perspootivos .
(í/S:1;,',’' P®”’ l’erbltrage daña le eontentiaux doonomlque InMnsiant l'Etat", fletius de l'arbitrags, val. 3 (1603), p. 12
h-'.ÍA' 'i1 Peulsson, Jan, "Arbltratlon Wlthout Prlvity", ICSID Revisa ■ Fortlgn Invostment Lato Journal, vol. 10
!■: (1898), p, 359: Wíldo, Thomos, ‘InvMtaiOUtArbltratlon undor th« Enorgy fharter Treaty", Arbltrotion Inter-
. ,‘.naflonal,vol. 12, n.’4 (1990), pp. 485-487.
¿ -
39'
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
TLCAN. En particular, siguiendo una postura distinta a la que adoptó más tarde el tribunal
del caso Archer c. México, afirmó que “El esquema del Capítulo XI establece el derecho al trató
nacional para los inversionistas (y a una indemnización por daños en caso de violación de tal
derecho) que se diferencia del dereoho a una indemnización por daños por actos de expropia
ción” y que, en conolusión, "México ha violado los derechos del Demandante a no ser discrimi
nado, conforme al Artfoulo 1102 del TLCAN"lM,
En el caso A.M.T. c. Zaire el inversor filo descripto como un beneficiarlo de derechos sus
tantivos del tratado bilateral do inversión1".
Por bu parte, Zachary Douglas considera que, en virtud deí régimen establecido en los
tratados de inversión, el inversor somete una acción basada en la reivindicación de un derecho
propio, más que un derecho del Estado de su nacionalidad, y advierte que esta fue la posición
del Relator Especial Dugard de la Comisión de Derecho Internacional al tratar el proyecto so
bre protección diplomática, Biendo el régimen especial de las inversiones distinto del régimen
de la protección diplomática110
108. Douglas
109 también menciona que algunos modelos de tratados
bilaterales de inversión están redactados dé manera tal que reconocen también a los inverso
res derechos sustantivos111.
En conclusión, más allá de cómo se encuentren redactados los tratados bilaterales de
inversión respecto de las obligaciones sustantivas, y de la discusión teórica que se plantea
en la doctrina y la jurisprudencia, lo cierto es que un buen número de inversores extranjeros
goza del derecho procesal dé accionar en el plano internacional por su propia cuenta, lo que
convierte a cada uno de ellos en un "centro de imputación de normas internacionales". La defi
nición de sujeto de derecho internacional generalmente aceptada no distingue entre distintas
categorías de derechos internacionales (procosaleB/eustanciales) que puedan adquirir los entes
que califiquen de tales.
Sin embargo, cabe destacar que los inversores extranjeros poseen una personalidad in
ternacional muy limitada en comparación con otros sujetos. Además del derecho de acceder
al arbitraje internacional -según está previsto en la mayoría de los tratados de inversión-, al
igual que cualquier individuo que no califique como inversor, los inversores extranjeros (sean
o no empresas multinacionales) pueden celebrar contratos internacionales -o internaciona
lizados- (independientemente de cuál sea su denominación), pero no tienen capacidad para
celebrar tratados internacionales, cuestión que en su momento ha sido objeto de debate entre
los académicos. Tales contratos están regulados por el derecho interno de algún Estado, pero
no por el derecho internacional -sin perjuicio de que posean algún elemento que los interna
cionalice, como, por ejemplo, una cláusula que les permita acceder al arbitrio internacional-,
como se verá en el capítulo 6 de esta obra.
108 Marvin Roy Feldman Karpa c. Estados Unidos Mexicanos (caso CIADI N° ARBIAFI/99/01), Laudo Final,
16/12/2002, purógs. 137 y 187.
109 American Manufacturáis& Tradáis, lnc. c. República de Zaire (caso CIADI N° ARB/93/1), Laudo, 21/02/1997.
parág. 6.06.
110 Douglas. Zachary, op. ciL, pp. 32-36.
111 Ibíd-, p. 35, que cita al modelo de tratado bilateral de inversión de Austria (art. 5. inc. 3).
40
CAPÍTULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL *'"
La Corte declaró en el caso La Orand que los individuos también son sujetos de de
recho internacional y esta postura podría incluso llevar a la Corte a reconocer la per-
i'? tonalidadjurídica de organizaciones no gubernamentales. Serla difícil entender por
íff. qui loe individuos pueden adquirir derechos e incurrir en obligaciones en virtud del
. derecho internacional mientras que esta posibilidad no existiría para las organiza-
dones internacionales suponiendo siempre que se trate de entidades distintas de los
S®..'., miembros que ¡as componen"'.
fe-, Sin perjuicio de que el proyecto de la CDI en cuestión dejó de lado el estudio de la respon-
H■'■sabilidad internacional de las ONG a raíz de cueationamientos levantados por diversos Esta-
í®® dos, la puerta parece haber quedado abierta para considerar a estas entidades como nuevos
<■ sujetos del derecho internacional. Analicemos un poco más en proñindidad sus características
■: particulares y su naturalezajurídica.
-.'«í;. Como mencionamos, las ONG gozan de personalidad jurídica en los ordenamientos in-
®y<'t¿mos de los Estados en los cuales han sido registradas, pero como muchas de ellas se desem-
&£;pefian en territorios de más de un Estado, han existido varios intentos para que estas sean
reguladas por el derecho internacional. Por ejemplo, en 1910 tanto el Instituto de Derecho
g . Internacional como la Asociación de Derecho Internacional promovieron la suscripción de un
-i •' tratado multilateral que regulara la personalidadjurídica internacional de las ONG que tuvie-* *
112 Primor Informe sobre la Responsabilidad de las Organizaciones Internacionales, Doc. A/CN.4/532,26/3/2009,
párr. 15 (énfasis agregado). ' .,
113 Ibíd., párr. 17 (citas omitidas; énfasis agregado).
41
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
114 Charnovlte, Bteve, "Nongovarnmontal Organlxationa and International Law”, A.J.Z.&., vol. 100 (2000), p. 350,
117 Martona. Kerstin, “Examining tho (Non-)8tatui of NGOc in International Law’, Indiana Global Legal Siu-
dito Journal, vol. 1 (2003), p. 22.
118 Ibíd., p. 17.
121 Motola, Ahmed, "Non-Qovornmental Organiaatloni in the Afrloan 8yBtemM, on Tha Afrlcan Chañar on Hu-
man and Ptoploo' Rights. Tha Syattm on Practico, J9B6-2000, Evans, Malcon y Murray, Rachol (ede,), Oam-
brídgo Unlveraity Proas, Cambridge, 2002, p. 247.
42
CAPÍTULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO INTERNATIONAL
y de los Pueblos, en el asunto Tanganyika Law Society et al. c. Tanzania, expresamente se refi
rió a la posibilidad de que las ONG sean parte en los procesos contenciosos que sean sometidos
a la jurisdicción internacional de la Corte1”.
ÍAÚ . En materia de arbitrajes, no podemos degar de mencionar el caso del buque Rainbow.
Warrior, perteneciente a Greenpeace, que en 1985 fue bombardeado cuando se encontraba en
'aguas de Nueva Zelandia realizando una campaña con el fin de protestar por los ensayos nu-
fV;M cleares de Francia en el Pacífico. El ataque produjo la muerte de una persona y el hundimiento
- :d«l buque; los responsables de ello ftieron dos agentes del servicio francés. Además de un ar-v
' bitráje interestatal entre Nueva Zelandia y Francia1”, el Gobierno francés acordó someterse
?;..Xía un procedimiento arbitral bajo el derecho británico con el Stichting Greenpeace Council, en
¿s nombre de todas las organizaciones de Greenpeace, respecto de la compensación debida á la
’í ONG,M. Malanczuk considera que este es el primer caso internacional en la historia de un
•X acuerdo entre un Estado soberano y una ONG para someter una disputa a arbitraje125. El Tri
bunal Arbitral laudó condenando a Francia al pago de USD 8.159.000 a la ONG Greenpeace
por los daños derivados de la operación que hundió el buque en cuestión1”.
' •' La influencia de las ONG en distintos regímenes especializados del derecho internacio-
nal ha sido primordial, en particular en el derecho internacional de los derechos humanos, el
derecho internacional penal, el derecho internacional humanitario y el derecho internacional
ambiental121. La participación de las ONG ha sido decisiva, para mencionar un ejemplo, en la
j Conferencia de Roma para la creación de una Corte Penal Internacional. Al menos 236 ONG
^-frieron acreditadas en dicha conferencia, incluso superando la cantidad de las representacio-
• ?•; nes correspondientes a los Estados que integran la comunidad internacional1” Su influencia
ño solo se limitó a proponer la redacción del Estatuto de Roma, sino que también jugó un rol
; preponderante en el proceso de ratificación de dicho tratado por parte de los Estados, mediante
$ campañas (¿obby) en ellos. Incluso algunas de las ONG participantes representaban a diversos
- pequeños Estados que, por razonas económicas, no estaban presentes en la Conferencia de
! a ; Roma1”.
A partir de lo observado, podemos afirmar que el derecho internacional les reconoce hoy
ai en día a las organizaciones no gubernamentales una personalidad jurídica limitada, tal como
acontece con el supuesto de los individuos.
-■
‘;122 Tanaanylka Law Society ct ai c. La República de Tanzania, Corto Africano do Doroohoi Humano* y do loa
Pueblos, Fallo, 14/06/2018 CU Corto Afrloana lleno Jurisdicción para escuchar todos loa oaooi y disputas
■' í'41 •••« oomotldoe concorniontcs a la intorprotaotón y apllCaolón do la Carta, proeontadoi por Individuo!
!u °nwniiaalonoa no gubernamontaloi (ONQs) il ol Sitado contra ol oual ol oaio os entablado ha autorliado
? ■'talos acciones").
;':138 Asunto del Rainbow Warrior, «entonela arbitral, 30/04/1990, R.LA.A., vol. xx, p. 217.
.'ijí- V Cristina y Morgan-Foitsr, Jaoon, "Rainbow Warrior, The" (2010), on Max Planch Bncyclopadia ofPublic
i' nt*rnatl°nal b*U)> http://www.mpoptt.com, pirr. 16.
¡•t1'•• Malanctuk, Pcter, AAehurst'e Modern Introduction io International Law, Routludge Proes, Londres, 7." odie.,
1997. p. 98.
io? 1Wd’’ * E1 laudo °® do1 3O7O0/1M7-Ver también Greenpeace Prece Relean, 02/10/1987.
ú A27 ,. Ryttnon, Phillippa» "Organitaciones no gubernamentales: un actor indispensable do la ayuda humanitaria",
■ 0 Trovos, Tul lio, Civil Society, International Coarte and Complianoe Bodiee, Cambridge Univoroity Press, Cam-
.b- bridgo, 2005. p. 4.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Ciudad del Vaticano180. Como señala Siotto-Pintor, entonces debemos analizar la subjetividad
de la Iglesia Católica y la 8anta Sede por un lado, y la de la Ciudad del Vaticano por el otro111.
Barberis explica que la Iglesia Católica es la comunidad de todos los fieles, cuyo Jefe es
el Sumo Pontífice. La Santa Sede está constituida por el Papa y por las diversas instituciones
que constituyen el gobierno de la Iglesia. Es la autoridad central y el órgano administrativo
de la Iglesia. Al examinar la organización de la Iglesia y el contenido de las normas interna
cionales que obligan a este sujeto, la Iglesia Católica aparece como una comunidad cuyos ór
ganos de gobierno están representados por la Santa Sede. En tal sentido, el sujeto del derecho
internacional es la Iglesia Católica, y no la Santa Sede, que actúa meramente como órgano de
esta1”. Por lo tanto, el sqjeto del ordenamiento jurídico internacional es la Iglesia Católica y el
órgano que lo representa en el plano internacional es la Santa Sede, cuya cabeza es el Sumo
Pontífice. Como sujeto del derecho internacional, y en virtud del reconocimiento efectuado por
la comunidad internacional, la Iglesia Católica goza de los derechos de legación y celebración
de tratados -que en el caso particular se llaman “concordatos*-. En este sentido, la Iglesia Ca
tólica constituye un sujeto sur generiB del ordenamiento jurídico internacional, pues su misión
es básicamente de orden religioso y moral183.
Cabe destacar, sin embargo, que en las Naciones Unidas la "Santa Sede* es la entidad que
figura con estatus de observador (“Misión Permanente de Observación”) en dicho organismo.
Distinta es la cuestión relativa a la subjetividad de la Ciudad del Vaticano. En 1929,
la Iglesia Católica y el Reino de Italia suscribieron los Pactos de Letrán”4 poniendo fin a la
“cuestión romana”, creándose a6Í la Ciudad del Vaticano. Barberis refiere que su creación tuvo
por fin asegurar a la Iglesia una absoluta independencia en el cumplimiento de sus fines y
130.*Algunos
garantizarle una soberanía exclusiva e indiscutida en el ámbito internacional135 131
137132 133au
134
tores consideran a la Ciudad del Vaticano como un micro-Estado138, mientras otros niegan tal
posibilidad. Para los que lo consideran un Estado, la Ciudad del Vaticano sería el Estado más
pequeño del mundo, que ocupa tan solo 44 hectáreas y tiene una población no permanente de
aproximadamente 1000 personas. Su razón de existir es la de proveer una base territorial para
la administración de la Iglesia Católica, tal como señaláramos antes. Estas características han
llevado a varios autores a señalar que la Ciudad del Vaticano no existe como Estado”7.
La situación de la Ciudad del Vaticano es peculiar en el ordenamiento jurídico interna
cional. En primer lugar, por una cuestión histórica. Hasta 1870, los Estados Pontificios consti
tuían uno de los Estados Europeos -con las respectivas características de población, territorio
y gobierno a cargo del Santo Padre-. En ese sentido, el papa acumulaba los dos caracteres
de jefe espiritual de la Iglesia Católica y jefe político de estos territorios. Luego de 1870, y la
anexión por parte del Reino de Italia de los Estados Pontificios, el papa cesa en bu carácter de
jefe político de territorio alguno, hasta que el 11 de febrero de 1929 se le concede el territorio
correspondiente a la Ciudad del Vaticano. Entonces, a partir de los Pactos de Letrán, para
algunos juristas la Ciudad de Vaticano constituye un sujeto del ordenamiento jurídico interna
cional sin perjuicio de la subjetividad independiente de la Iglesia Católica188. Pero asimismo,
y en segundo lugar, si nos enfocamos en los requisitos que mencionáramos en el apartado co
rrespondiente a los Estados, la Ciudad del Vaticano cuenta con población, territorio y gobierno,
a cargo de la Santa Sede, elementos que tiene cualquier Estado. Si bien las condiciones para
ser considerado Estado que impone el derecho internacional se encuentran cumplidas margi
nalmente, el reconocimiento efectuado por la comunidad de Estados parece determinante a la
130 Barbería cita tres concordatos concluidos entre la Santa Sede y España (1953), República Dominicana (1054)
132 Armas Pflrter, Prida; Barberis, Julio y Quero). Marta, op. cit., pp. 72-74.
133 CERD/C/266/ADD. 6.16/02/1998, UN Committee on the Elimination of Rada) Discrimination, Remarks.
134 Constan de un concordato y un tratado, y osto tiene cuatro anexos.
135 Armas Pflrter, Frida, Barborls, Julio y Querol, María, op. cit., p. 75.
186 Grant, Thomas, op. cit., párr. 1.
137 Arangio-Ruit, Annuaire de ITnetitut de Droit International, R.B.D.I., vol. 29, pp, 366-387, citado en Crawford,
Jamos, The Creation of States in International Law, Clarendon Press, Oxford, 2.a edic. 2006, p. 225.
138 Crawford, James, The Creation of States in International Law, op. cit., pp. 221-223.
44
••• .í ;t'
CAPÍTULO 2 ■ SUJETOS OEL DERECHO INTERNACIONAL * !•: i’ípS'í" S-
hora da convalidar la existencia de esto micro-Estado, tal como señala Crawford1511, La Ciudad.
¿L del Vaticano goza de soberanía territorial sobre ol espacio asignado por el Pacto de Letrán ^
i sobre él ejerce exclusiva autoridad legislativa yjurisdicción civil y criminal. Asimismo es parte
,de la Unión Postal Universal y de la Union Internacional de Telecomunicaciones, entre otros
taatados internacionales. '
En síntesis, la Iglesia Católica es la comunidad de fieles; la Santa Sede, au órgano de.go-.
bierno, y la Ciudad del Vaticano, el asiento territorial. Para algunos autores, la Iglesia Catóiicq
es el sujeto del derecho internacional, aunque las relaciones internacionales ae lleven a cabo
; ;; .vieualmente a través de la Santa Sede. Para otros, el verdadero sujeto del ordenamiento Ínter- ■
. nacional es la Santa Sede, al igual que la Ciudad del Vaticano -esta última considerada incluso
- por ciertos juristas como un verdadero Estado-, Como puede observarse, no hay una posición
'¡, unánime en la doctrina sobre este tema, si bien en los organismos y conferencias intemaciona-
>i-; les es la "Santa Bode’’ la que figura como participante.
33» Ibid.
¿M0 Ver De Flahor, H., "L'Ordre Souveralne de Malte", R.C.A.D.I., vol. IBS (19791, pp. 1-48.
.141 Cfr. página web de la Soberana Orden de Malta (http://www.orderofhialta.int).
»« Ibíd. . •'
2
45
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3o) (...) es innegable que, además de los Estados extranjeros, existen otros sujetos
del derecho internacional con quienes la República Argentina mantiene relaciones
diplomáticas y cuyos agentes, además de gozar inmunidad, tienen rango diplomático.
[....)
7o) Que en el decreto N* 26.588/48 se reconoce a la Soberana Orden Militar de Mal
ta como entidad internacional independiente y se establecen relaciones diplomáticas
entre ella y la República Argentina. El carácter de sujeto de derecho internacional de
la Orden de Malta es ampliamente reconocido, pudlendo, entre otras cosas, concluir
tratados, establecer relaciones diplomáticas, extender pasaportes y empleándose para
su Gran Maestre el mismo ceremonial que para un jefe de Estado extranjero (...].
La Soberana Orden de Malta mantiene intensas relaciones con Italia, con quien ha cele
brado acuerdos internacionales. A través de diversas sentencias, la Corte Suprema italiana lo
reconoció a la Orden inmunidades do jurisdicción y en materia impositiva141.
En el 2000, la Ordon celebró un acuerdo con Malta, por medio del cual se le concedió el
uso exclusivo por 99 años del Fuerte de San Angelo -que otrora le había pertenecido-, así como
una serie de inmunidades y prerrogativas14*.
143 Gqzxorí, Francesco, ‘Malta, Order oT (2009), en Max Planch Enoyolopcdia ofPublic International Law, http;//
www.mpapll.com, párr. 95,
144 Cato 00, L.XX1V, C8JN, 8antoncÍB, 18/00/1999.
generit, dado queau poreonería jurídica no so correspondo slrlcto seniu con la de una ONG.
148 Los cinco ciudadanos aulcoa oran Henry Dunant. Henry Dufour, Quatave Moynier, Louís Appia y Théodore
Maunolr.
149 Gas6er, Hans-Peter, "International Committoa of tho Red Cross (ICRC)" (2013), en Afax Plañek Enciclopedia
of Public International Law, httpJ7www.mpepil.com, párr. 2.
46
CAPITULO 2 -StHHOS DEL DERECHO MTEWJACiÓNAL *'" ■ ’
Mutuos, que luego pasó a denominarse Comité Internacional de láCruz Roja. En 1864, en una -'í?
conferencia internacional convocada por Suiza, se adoptó en Ginebra el mentado convenio180/::®
•J; . El CICR nó debe confundirse con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja (o de la Media S
: Luna Roja). Tampoco con el denominado “Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la*'•/■
' Media Luna Roja”181, del cual el CICR es su órgano fundador.
El CICR tiene la misión principal de proteger y brindarles asistencia a las víctimas de.'-'/f
<i'j]os conflictos armados y de ciertas situaciones de violencia interna, así como de promover el»..’-
tjii1 .derecho internacional humanitario.
\ Además, para cumplir con sus funciones, establece delegaciones en distintos países de!
' mundo y celebra acuerdos de sede con dichos Estados, a fin de que se le reconozca personali
dad jurídica internacional e inmunidad de jurisdicción15’ y se les confiera a sus delegados las
mismas inmunidades y privilegios de los que gozan los representantes de las organizaciones
'internacionales gubernamentales.
A diferencia del resto de las organizaciones no gubernamentales, el CICR tiene facultades
' que le han sido conferidas por los Estados a través de tratados internacionales. En efecto, los
?• cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y los Protocolos Adicionales se refieren al CICR en varios
artículos, como se verá en el capítulo 46 de esta obra.
"Asimismo, en el marco de la Corte Penal Internacional, también se le reconoció un esta-
/giiüeespecial al CICR en las Reglas de Procedimiento y Prueba, puesto que se previó que, salvo
!®íéxcepcioneB explícitamente consideradas en dicha regla, “La Corte considerará privilegiados
en consecuencia, no sujetos a divulgación, incluso por conducto del testimonio de alguien
■.tí'que haya sido o sea funcionario o empleado del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR),
. ,la información, los documentos u otras pruebas que lleguen a manos de ese Comité en el des-
•jí^émpeflo de sus fiinciones con arreglo a los Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz
.Roja y de la Media Luna Roja o como consecuencia del desempefio de esas funciones
Por ú'tim°i cab® destacar que la Asamblea General de las Naoiones Unidas -así como
’Mtijmbién lo han hecho otros organismos internacionales- le ha otorgado estatus de observador
l-jijen dicha organización, a través de una resolución especial15*.
• .To^as e8tas particularidades hacen que el CICR, aunque haya sido creado bajo el derecho
-,^áWz¿ y eaté integrado por individuos, sea un sujeto especial, único, que debo sor diferenciado
?íáí®a8.j>rganizacioneB no gubernamentales en general155
ISO-
. ****
Categorías en discusión
gfc¿S’.'-Existen algunos conceptos que son objeto de discusión entre los juristas y académicos res-
■jípecto de si constituyen sujetos del derecho internacional, actores o no califican como ninguno
l^/deelloB. Tal el caso de los pueblos indígenas, la sociedad civil, la humanidad y/o las generacio-
futuras, entre otros.
P: A continuación nos referiremos en particular a algunas de ellas: los pueblos indígenas, la
'■Sj. sociedad civil y la humanidad y/o las generaciones Alturas.
yT'Vn; -
ISO-! Convenio do Ginebra pnra ol mojoramlonto de la tuerto quo corren loa militara! heridos en lo» ejércitos on
' • compana,22/08/1884.
¡Ul i1. El Movimiento Internacional do la Cruo Rqj» y do la Modín Luna Roja oitd formado por loo Sooltdadoa Nado-
Ít5‘!,í''¿t'.'halos -por ojomplo lo Crue Roja Argentina-, «t CICR y la Federación Intorneclonel de Sociedades do ln Crua
. , Roja y do lo Medís Luna Roja. Todos ello» ee reinen -generalmente cada ouatro años-junto con loe Estados
. parto ils loa Convenios de Ginebra on la "Conferencia Intornuolonal do la Orui Roja y do la Media Luna Roja",
-, . ’•>. 8s trata do un íbro do dialogo y discusión sobre distintas problemas quo atadon al dertcho Internacional
humanitario y otras cuestiones do esta indolo. En ella se ovaldan lea propuestas presentados referidas a la
' rovlslón do los Conventos de Ginebra y sus protocolos y o otros convenios do derecho Internacional humanita-
-S'-iM*;'' Do ’!t» forma ol CICR so protogo contra procedimientos administrativos y judiciales en el Estado oacl quo so
___________________________________________________________________________________________________________________________________ /
• 47
víb-r’ '■
LECCIONES DE DERECHOINTERNACIONAL PÚBUCO
156 Vukas, Budislav, “States, Pooples ond MinoritieB", R.C.A.D.I., vol. 231 (1991), pp. 491-499; Barah, Ruasel
Lawrence, “Indigenous Pooples in the 1990s: From Object to Subject of International Law?", Harvard Human
Righte Journal, vol. 7 (1994). pp. 33-8S.
157 Walter, Chriatian, op. cit., pdrr. 12; Rc6«nne, Shabtai, op. cit., p. 271.
158 Informo de la Comisión de Expertos, 1986.
159 Varhttp'y/www.ilo.org/indigenouB/Convontion6/nol07/lang-e«/indox.htm<
160 Convenio 169 de la Organitódón Internacional del Trabajo, art. 1(1).
162 Brownlie, Ian, "The Subjecta of International Law", en International Law at the Fiflieth Anniwsary of the
United Naiione: General Couree on Public International Law. R.C.A.D.I., vol. 265 (1996), p. 62.
163 Resolución A/RES/61/295, 10/11/2007.
48
CAPÍTULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO IHTERNACIgMM,
■ ¿filo el resultado de más de dos décadas de negociaciones entre los gobiernos y los representan. ¡$
j /tes de los pueblos indígenas. Sin perjuicio del carácter no vinculante de la Declaración, el gran
"'número de votos a favor, como la práctica de los Estados con relación a los derechos indígenas,.
5 •. permite afirmar que nos encontramos ante el surgimiento de nuevas normas consuetudinarias
•7.que protejan a las comunidades indígenas.
En los ámbitos regionales, la afirmación de que hoy en día los pueblos indígenas pueden
v,' i¿er considerados como sujetos del ordenamiento jurídico internacional parece más clara. Por ?
§í ejemplo, en el Sistema Africano se ha adoptado la Carta Africana sobre los Derechos Humanos
Fi''-y' de los Pueblos, que en sus artículos 19 a 24 establece derechos a los pueblos que habitan el
^óntinonte africano'1*,
' Por su parte, la Organización de Estados Americanos y otros órganos del Sistema Inte-
Í?,i!rainericano aún continúan trabajando en el proyecto de una Declaración Americana sobre
,$$0Í.Derechos de los Pueblos Indígenas”1. Sin embargo, el reconocimiento de los derechos
^ijóSígenas se ha producido a partir de decisiones tanto de la Comisión Interamericana de
'\'l?DeréphoB Humanos como de la Corte Interamericana de Derechos Humanos1”. Para men-
'j^iónar algunos ejemplos, podemos referirnos a los derechos reconocidos por la Corte Infera-
;§¡fAéricana en dos de sus eentenoiae, como son los casos de Comunidad MayagnaAwas Tingni
W^Ñicaragua y Comunidad Indígena Xákmoc Káeec c. Paraguay. En la primera de ellas, la
¿-yVCbrté reconoce el derecho de propiedad comunal de los pueblos indígenas al señalar que "el
fií- artícúlo 21 de la Convención [Americana sobre Derechos Humanos] protege el derecho a la
: propiedad en un sentido que comprende, entre otros, los derechos de los miembros de las
??• comunidades indígenas en el marco de la propiedad comunal. Los indígenas por el hecho de
Sfüsu propia existencia tienen derecho a vivir libremente en sus propios territorios; la estrecha
relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de ser reconocida y comprendida
«piorno la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual, su integridad y su supervi-
££yei>cia económica"”’. En la segunda, se reconoció el derecho de reivindicación de las comu-
\ iiidades indígenas respecto a tierras tradicionales1”. A partir de las mentadas decisiones
"jurisdiccionales, se puede observar cómo la Corte Interamericana, utilizando las normas in-
£ ternacionales vigentes, reconoce expresamente derechos a los pueblos indígenas como tales,
i- 'confirmando su subjetividad internacional.
Por último, se ha reconocido la posibilidad de que los pueblos indígenas celebren trata-
¡Mi^os'iijternacionnles con Estados1”. Un ejemplo de esto es la Convención Nórdica-Saami1’0. Se
igjmta'da un acuerdo internacional celebrado entre ol pueblo Saami y los gobiernos de Suecia,
•í:jiíqw«ga y Finlandia, en el cual se reconocen importantes derechos al pueblo indígena Saami.
' ‘ y 'Otros tratados celebrados por comunidades indígenas también han sido reconocidos por la
i Corte Interamericana de Derechos Humanos, como en el caso Moiwana c.- Suríname, donde
l’láUorte expresamente señaló:
[...] estas seis comunidades negociaron individualmente tratados do paz con los au
toridades coloniales. En 1760 el pueblo N’djuka firmó un tratado que dispuso su libe
ración de la esclavitud, un siglo antes de que la esclavitud fuera abolida en la región.
En 1837 este tratado fue renovado; los términos del acuerdo permitían a los N’djuka
continuar residiendo en el territorio donde se habían establecido y determinaron los
• Comunidad Indígena Xákmok Kdtek c. Paraguay, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y costas,
' 24/08/2010, parágs. 112-118.
Alfredeson, Gudmundur, "Indigenous Peoplos, Treaties with" (2012), en Max Planck Bncyclopedla ofPubltc
International Lato, http://www.mpepil.com, pirra. 1-15. .
• Texto disponible en http://www.galdu.org/govat/doc/aatnakonong_nott.pdf .
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
limites de ese área. Los Maroons en general -y los N'djuka en particular- consideran
dichos tratados aún válidos y con autoridad respecto dé su relación con el Estado, a
171 Comunidad Molwona o, Surinam, Corto IDH, Intorpreteclón do la Sentencia da fondo, repareciones y coila»,
08/03/8008, pírrate 80(3).
172 Staberock, Gerald, “Civil Bocloly" (2012), en Mas Planoh En<¡)cloptdia of Public InUrnatlonal Law, httpu7
www.mpepil.com, párr». 1-5.
173 Al rssptoto, ver, por «¡ampio, Pedraza Fariña, Laura, “Oonceptlone oí Civil Soclcty in International Law Ma
iling and Implemontation, A Theoretlca! Framework*, Michigan Journal of InUrnatlonal Law, vol, 34 (2018),
pp. 101-1731 Haitem. Emtly, “Subjecti and Objett», International Criminal Law and tho Inatltutlonallaatlon
of Civil Soolety", The InUrnatlonal Journal ofTraniUtonal Juillct, vol. 6 (2011), pp, 231-240: Cakmak Dona,
"Civil Soolety Actor» ln International Law and World Política: Doflnllions, Conceptual Frameworko, Pro
blema", International Journal of Civil Social?, a," 8 (2008), pp. 7-83; Cuiten, Holly y Morrow ¡taren, "Interna
tional Civil Soolety ln International Law", Mm-Statm Actor» and InUrnatlonal Law Rovlew, n." 1, (2001), pp,
7-39, entre otro»,
174 Itód., párr. 7.
175 Tratado aobre lo» Principio» que Deben Regir las Actividades do loa Estado» en la Exploración y Utilteaolón
del Eipacio Ultr«terro»tre, Incluía la Luna y Otro» Cuerpo» 0»lo»to», aprobado por le Aaanblea General do
la» Nadónos Unida» ti 18/12/1986, Roioluclón 2222 (XXI), abterto a te firma <n Londres, Moiod y Washing
ton el 27/01/1B87, entró on vigor ol 10/10/1887, art. 1.
50
CAPITULO 2 - SUJETOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
Barberis considera que el análisis de esos textos no permite arribar a la conclusión de que
¿ "la ‘humanidad’ sea destinataria directa y efectiva de derechos u obligaciones internacionales",
i$c::pue8to que “una simple declaración o enunciación no es suficiente para erigirla en sujeto de
derecho”17*.
esa misma conclusión arriba Charpentier, quien sostiene que “la humanidad no posee
‘7 personalidad jurídica internacional, ya que es imposible establecer quiénes son los represen-
& tantas de los intereses de las generaciones de individuos actuales y futuras a las cuales les
pertenece el patrimonio común de la humanidad"180. Esa es también la línea que han adoptado
/ los doctrinarios más tradicionales111.
. Desde otro punto de vista, Daillier, Forteau y Pellet concluyen que, hoy en día, la comuni
dad internacional -o, má6 bien, la humanidad- pueden ser considerados sujetos “menores" del
ordenamiento jurídico internacional, ya que esta se encuentra representada principalmente
por los Estados y las organizaciones internacionales de carácter universal. Sostienen que el
y.iderecho internacional se encuentra en vías de un reconocimiento progresivo, lento y prudente
¿^de'una cierta personalidad jurídica de la humanidad. Estos autores, para arribar a dicha con-
/^Sclúsión, consideran en su estudio también al artículo 53 de la Convención de Viena sobre el
■ Derecho de los Tratados (1969) y al artículo 23 del proyecto de la Comisión do Derecho Inter-
nacional sobre la Cláusula de la Nación más Favorecida, entre otros1®2.
En ese mismo orden de ideas, Candado Trindade parece dar un paso más al sostener que
£í/£en la actualidad es imposible negar que la humanidad se haya constituido en un styeto del
^Áderecho internacional, junto con los Estados, los individuos y las organizaciones intemaciona-
$$¿Jgs, entrG otros. Así, remarca que el establecimiento de obligaciones erga omnes y normas de
establecen la titularidad de derechos y obligaciones sobre la humanidad en general
la protección no solo de las generaciones presentes, sino también de las generaciones
;•'fUturae11’.
lfl misma línea, los juristas también han considerado la posibilidad de que las “gene-
^O'ápnes Alturas" posean subjetividad internacional. La teoría de la justicia intergeneracional
. . tuvo su auge sobre todo a partir de los planteos que realizara John Rawls1®4. Al igual que su
cede con el concepto do humanidad, la incapacidad por parte de las generaciones venideras de
f.^rédamar los derechos que les sean otorgados ha sido el principal obstáculo para reconocerles
personalidad jurídica internacional. Han existido esfuerzos, por ejemplo, por parte de la
í'a' Convención de laB Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, adoptada el 10/12/1982, ontró an vigor el
' 16/11/1994, art. 186.
Adoptada en el marco do la Conferencia General do la Organización da las Naciones Unidas para la Educa-
‘1® Ciencia y la Cultura, en su 17* reunión celebrada en Paríi dol 17/10 al 21/11/1972.
- .478 Marooff, Maroo» Trató de droit intornalionol public do Impace, Fribourg, GlnebTa-Pnrís-Nvovs York, 1978,
t a7a y ••• cítodo an Barberil, Julio,op, di., nota al pie 44, p. 177; Caneado Trindade, Antonio Augusto, O
Dirdto Internacional em um Mundo em Tranformadlo, Renovar, Río do Janeiro. 2002, pp. 1068,1088,1094-
■ 1096, citado en CaneadoTrindade, António Augusto, International Law for Humanhlnd, BrlU, Londres, 2010)
. Nguyen Quoo Dlnh, Dallier, Patriok, Forteou, Matólas y Pallot, Alaln, op. olt., pp. 448- 446. La misma Idoa
‘Á; \ea sostenida por Halajcauk, quien entiende que la humanidad es un svjoto paroial del derecho Internacional!
Hal^cauk, Bohdon y Moya Domínguos, María Toroia del Rolarlo, Derecho Internacional Público,'8.* adío,,
.
Ía^ÍÍms'? Edlar, Buenos Aires, 1999, p.
ou’n‘” Airf,i P-
169.
-*o».
188 Caneado Trindado, Antonio Augusto, International Law for Humanhlnd: Towarde a Ncui Juo Genlium, Mar-
>’ '• llnu® Nijhoff, Leidon/Boston. 2.a edio., 2012. p. 278.
kSSÍcÍ Rawls, John, A Theory ofJMtice, Library of tóe Congrass, Washington D.C, 1971.
wíKw /
LECCIONES DE DERECHO 1MTERMACI0NAL PÚBLICO
Soberana Orden de Malta, de crear una suerte de ombudsman o defensor de los intereses de
las generaciones venideras en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo que resolvería el inconveniente señalado188. Sin embargo, tal
propuesta no tuvo favorable acogida en el marco referenciado y hoy en día no existe una figura
de similares características en el ordenamiento jurídico internacional.
Es en ese sentido que nuevamente nos encontramos imposibilitados de resolver de ma
nera acabada la cuestión de la existencia de una personalidad jurídica internacional de las
generaciones futuras, Tal calificación dependerá, en última instancia, de la definición de sujeto
del derecho internacional que so adopte y de loa elementos que se exijan para que los entes
encuadren dentro de tal categoría.186
52
Capítulo 3
Las Naciones Unidas
1 Ikenberry, G. John, Afur Victory, Princeton University Press, New Jersey, 2001, p, 127.
2 Al respecto, ver Tam, Christian, “Lcaguo oí Nationa" (2009), en Max Plpnck Enciclopedia ofPublic Interna-
tional Law. http://www.mpepil.com.
3 Pacto de la Sociedad de las Naciones, 28/06/1919, preámbulo. .
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
partieron sus puntos de vista en la6 conferencias que se llevaron adelante entre los días 21 de
agosto y 7 de octubre de 1044 en Dumbarton Oaks. En ellas sentaron las bases de lo que sería
la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, un punto crucial no fue definido, el voto
en el Consejo de Seguridad. Se necesitó de una nueva conferencia -Yalta, 5 al 12 de febrero de
1945- para que las potencias llegaran a un acuerdo.
Ibdos estos antecedentes fueron la base de los debates de la Conferencia de San Francisco
que se celebró entre los días 25 de abril y 16 de junio de 1945, a la que concurrieron cincuenta
naciones.
El resultado final de este largo proceso de negociación fue la Carta de las Naciones Uni
das, firmada el 26 de junio de 1945, la cual entró en vigor el 24 de octubre de ese mismo año,
fecha en la que se recibieron las ratificaciones de la mayoría de los Estados signatarios.
Esto no supuso la aparición de un "auper-Estado”* o de un Gobierno mundial, sino sim
plemente la puesta en marcha de un sistema de seguridad colectiva basado en la cooperación
voluntaria de sus miembros.
Considerando que tanto Libia como el Reino Unido, como Estados Miembros de las
Naciones Unidas, están obligados a aceptar y aplicar las decisiones del Consqjo de
Seguridad do conformidad con el Artíoulo 25 de la Carta; considerando que la Corto,
que se halla en la etapa do los actuámonos sobro las medidas provisionales, considero
que prima fació esa obligación so extiende a la decisión que figura en la resolución 748
(1992), 1...1 de conformidad con el Artículo 103 de la Carta
4 Reparación por daflot sufridos al servicio de las Naciones Unidas, CIJ, Opinión Consultivo, 11/04/1949, ICJ
Reporta 1849, p. 179.
C Confort!, Benadolto, The Lau> and Praotice ofthe United Na llene, Mortinus Nfjhoff, Loidon, 8.“ odio., 8006, p.
10.
6 Convenio para la Reprosión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil, Montreal, 28/09/1971.
7 Plachu, Michael, "Tho LockerMo Case: The rolo of tho Sscurity Council in onforoing tho principie auí deden
autJudicQM*, B.J.Í.L. vol.
12, n.' 1 (2001), p. 128.
8 Resolución B/RE8/781 (1992), 21/1/1992.
9 Resolución 8/RK8/748 (1092), 31/3/1998.
54
CAPÍTULO 3 - LAS NACIONES UNIDAS -
íyA. Sin embargo, reciente jurisprudencia ha actuado en corttra de esta presunción, en espft-
bV£¿X-aal cuando está en juego la protección de los derechos humanos, tal como sucedió en el caso ?,<
c. Suiza11, donde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos entendió que Suiza violó
^^S^derechoB humanos fundamentales de Youssef Nada, a quien no Be le permitió el ingreso a tei
WW^witorio suizo, fundando tal prohibición en las resoluciones del Consejo de Seguridad relativas “ ¿
terrorismo.
011-0 aspecto que destaca el carácter especial de la Carta es el artículo 2(6), el cuál.de- 3
''termina la aplicabüidad de las disposiciones de ese-tratado a aquellos Estados que no sean ’
ife'iíStmiembros de las Naciones Unidas, generando obligaciones para quienes no han dado su con- í
sentimiento en obligarse por ella. Al respecto, cuando estudiamos las fuentes del derecho in-s.
Ia-’.sK temacional nos enseñan que las obligaciones de un tratado solo obligan a aquellos Estados ■'<>
. <lue h®n consentido en obligarse por este; sin embargo, y a fin de lograr alcanzar el objetivo del '■
^mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, la Carta extiende sus obligaciones a los •
Estados no miembros.
-■ ■ -P°r Mimo» cabo destacar las particularidades establecidas por los artículos 108 y 109
rospecto del proceso de reforma y revisión de la Carta, los que serán analizados a continuación.
Las reformas a la presente Carta entrarán en vigor para todos los Miembros de las
Mi;.:
Nadones Unidas cuando hayan sido adoptadas por el voto de las dos terceras partes
de los miembros de la Asamblea General y ratificadas, de conformidad con sus res
pectivos procedimientos constitudonales, por las dos terceras partes de los Miembros
de las Nadones Unidas, incluyendo a todos los miembros permanentes del Consejo
■ ■ de Seguridad.
Fue elaborado de manera que no seá un recurso constante o una herramienta para ade
tg^iScuar. la Carta a los deseos de cualquiera de sus miembros. A primera vista el proceso recepta
democrático, dado que, para que la reforma eea adoptada, se necesita el voto de las
' dos terceras partes de los miembros de las Naciones Unidas. Sin embargo, existe una limitante
política que viene dada por la necesidad de que dichas reformas sean ratificadas por los miem- .
líjaos permanentes del Consejo de Seguridad, quienes cuentan con poder de veto. Basta con que
do ellos vote en forma negativa para que la reforma no entro en vigor.
W Como explica Diez de Volasco, en el aupuosto de que una reforma fuese aprobada por di-
mecanismo, sería obligatoria para todos los miembros, incluso aquellos que no la votaron,
íj^^jiíwdándoles a estos últimos dos alternativas, acatarla o retirarse de la Organización1’, siem-
íHÍq’í'PF® *lue 8810 Mimo fuera posible.
®°'° 80 *** utilizado el mecanismo de reforma, tal y como Be explicó más arriba, en dos
iSi^g/Oportunidades: cuando se decidió el aumento del número de miembros, del Consejo de Segu-
ridad y del Consejo Económico y Social. Sin embargo, la Carta ha sido reformada por la prác-
misma do la Organización en más de una oportunidad, ejemplo de ello es la Resolución
¿o la Asamblea General13, conocida como Unión Pro Paz, que permitió a dicho órgano
tomar acciones a fin de asegurar el mantenimiento de la paz ante la parálisis que sufría el
Consejo de Seguridad por el veto cruzado de las dos potencias antagónicas, la URSS y loe
'^3' Estados Unidos.
■ ' Existe otro mecanismo de revisión de la Carta, establecido por el artículo 109:
Dita de Veleico, Manuel, ¿ai arganfraffratt ¡nfrrnaahnafri, Tacnoi, Madrid, 11,* ed., 1008. p. 100.
lUaoluoldn A/S88/8771V), 08/11/1080.
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
1. Se podrá celebrar una Conferencia General de loa Miembros de las Naciones Uni
das con el propósito de revisar esta Carta, en la fecha y lugar que se determinen por
el voto de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea General y por el
voto de cualesquiera nueve miembros del Consejo de Seguridad. Cada Miembro de las
Naciones Unidas tendrá un voto en la Conferencia.
2. Toda modificación de esta Carta recomendada por el voto de las dos terceras partes
de la Conferencia entrará en vigor al ser ratificada de acuerdo con sus respectivos
procedimientos constitucionales, por las dos terceras partes de los Miembros de las
Naciones Unidas, incluyendo a todos los miembros permanentes del Consejo de Se
guridad.
3. Si no se hubiere celebrado tal Conferencia antes de la décima reunión anual de la
Asamblea General deapuóé de entrar en vigor esta Carta, la proposición de convocar
tal Conferencia será puesta en la agenda de dicha reunión de la Asamblea General,
y la Conferencia será celebrada si así lo decidieren la mayoría de los miembros de la
Asamblea General y siete miembros cualesquiera del Consejo de Seguridad.
A diferencia del mecanismo del artículo 108, en este caso las enmiendas al texto de la
Carta serán propuestas en una conferencia convocada al efecto, pero, al igual que en el caso de
reformas, las modificaciones que surjan de dicha conferencia deben contar con el voto positivo
de las dos terceras partes de los miembros, incluyendo a los cinco miembros permanentes.
Después de una primera lectura de estos artículos pareciera que los miembros permanen
tes del Consejo de Seguridad podrían imponer su voluntad en lo que se refiere a modificar la
Carta; sin embargo, esto no es así, dado que la contracara de bu poder de veto es la necesidad
de que dos tercios de los miembros voten positivamente. A pesar de ello, han bloqueado cual
quier intento de reforma o revisión, lo que permite la existencia en el texto de la Carta de ana
cronismos tales como la existencia del Consejo de Administración Fiduciaria, o las referencias
a “Estados Enemigos” de los artículos 58 y 107, y demás qjemplos14.
Más allá de los obstáculos que presentan los procesos explicados, la Carta no es un texto
pétreo y está en constante evolución, a través de las interpretaciones que hacen los distintos
órganos de la Organización. Como me enseñara hace algún tiempo un querido amigo y profe
sor, Osvaldo Mársico, “la Carta es un 'árbol vivo’ que se nutre continuamente de la práctica de
la organización que creó”.
(...) preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces du
rante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar
la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona
humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes
y pequeñas, a crear condicionea bqjo las cuales puedan mantenerse la justicia y el
respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho
internacional, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un
concepto más amplio de la libertad (...].
14 El informe del Grupo de Alto Nivel propone como temas relevantes para poner en marcha el proceso de refor
ma de la Carta, además de los aquí mencionados, la ampliación del número de miembros del Consejo de Se
guridad -las propuestas actuales hablan de veinticuatro miembros-, y la eliminación del artículo 47 -Comité
de Estado Mayor-. Para más detalles ver Winkelman, Ingo. “United Nations Charter, Amendment" (2010), en
56
• IS .. ‘-.74^)
W
CAPITULO 3 -LAS NACIONES UNIDAS^ '
' ¡pretación de las cláusulas convencionales de un tratado”, como 96 verá en uno de los Capítulos
^H^Mguientes de esta obra.
/ Organización debe alcanzar, y el artículo 2 enuncia siete principios, considerados las regías o
! Í 5 medios que llevan al cumplimiento de los propósitos. De modo que los propósitos no se pueden
lograr a cualquier costó, sino respetando los principios allí reconocidos.
II ‘Bw;*, '. • ..
pio do la igualdad do dorechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar
otroB medidas adecuadas para fortalecer la paz universal;
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales
de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del
respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer
• distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión; y
-• 41 Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos pro-
pósitos comunes.
"■I
^$'4'' ;’ : • No existe una jerarquía respecto de los propósitos, no obstante, como sostuviera la CIJ en
opinión consultiva sobre Ciertos gastos de las Naciones Unidas11, el mantenimiento de la paz
; \ >■ '.eaesencial para poder cumplir con los demás propósitos establecidos en la Carta. De esta ma-
-era’ co^oca a dicho propósito por encima de los demás, una suerte de propósito de Iob propósitos.
De alguna manera el orden en que fueron enunciados los propósitos puede explicarse
^uz contexto histórico en el cual se creó la ONU18. En ese momento, saliendo de una
BÓgunda guerra mundial, resultaba primordial mantener la paz y la seguridad que se había
jícanzado, por ello, ese es justamente el primero de los propósitos enunciados.
': ' A continuación, se hará referencia a cada uno de los propósitos expresados en el artículo
Ide la Carta.
15 ■: África Sudoccidental (Segunda Fase) (Etiopía c. Sudófrica; Libaria c. SudáíYIca), CIJ, Fallo, 18/7/1966, ICJ
.. ? Reporta 1966, p. 34, parág. 50.
16 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, 23/05/1989, art, 31.
,S' .**:. Ciertos gastos de las Naciones Unidas (párrafo 2 del artículo 17 de la Carta), CIJ, Opinión Consultiva,
. 20/07/1962, ICJ Reporta 1962, p. 151.
18... Bedjaoui, Mohammed, "Article 1 (commentairo général)’, en La Charle des Nations Unios. Commentaire arti-
ele par article, op. cit., vol. 1, p. 314.
LECCIONES SE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
10 d'Argont, Fierre y Sueanl, Nadine, "United Nationa, Purpoao» and Principies" (2010), en Afax Planch Enyeto-
pedia afPublic Internalitmal laui, http://www.mpepll.com, pdrr. 8.
20 Reaoluolón 1614 (XV), 14/12/1900, “Declaración eobro la concesión do la Independencia a loe paíeoe y pueblo»
coloniales".
CAPÍTULO 3 - LAS NACIONES UNIDAS
P^'í.y
■j’irí
<34.4. Armonizar los esfuerzos para alcanzar los propósitos comunes
Luego de enumerar los tres primeros propósitos, la Organización se califica ella misma
como mecanismo institucional destinado a la realización de tales fines34.
se . .; ,8egún Diez de Velasco, “La presencia de tal propósito se explica en vista de la descentra
lizáción, sobre todo funcional, que prevé la propia Carta especialmente en el contexto de las
^^^4Undone8 relativas a la cooperación para el progreso"83.
¿ Debe entenderse que la Carta dotó a las Naciones Unidas de una responsabilidad prin-
en ciertos ámbitos y el resto do la6 organizaciones internacionales y los Estados deben
____________
■ .?. B«wlucldn A/RE8/58/2, 08/09/2000, "Declaración del Milenio", haca rafarenda a la necwldad de olconwr
¡ <h ‘ • <?*•' • ■ un daiarrollo aoitanlblo. Sobra la labor da lai Nacional Unidas an tita lantido, ver Bolaaon da Ohaaournaa,
f1 i í' laurinos, "Ln prolootlon do ronvlronnomont Dana le Syiiomc daa Naiiona Unica", en La Charle óm Nallons
Gales. CcmmMtalre arllcle par artiole, Economice, Paría, 3." od. rcvlacda y aumentada, 2008, ve!, i, pp. 247- .
1-994,
■ í’W'-F ^A»y«eto Gab¿ihovo-Na&maroe (Huncrfa/Eslovaquia), CIJ, Fallo, 25/9/1997,1CJ Reporta 1907, p. 7.
-29 • Rosoluolón A/RES/217/A (III), 10/12/1948.
I M'1 Resolución A/RE3/2200/A (XXI), 16/12/1966.
íWtgÁ/IWd.
?,*•. 26 Roiolución A/RES/23B1 (XXIII), 25/11/1968.
87 Reaohiclón A/RES/260/A (III). 09/12/1948.
•&' Raaoluoión A/RE8/429 (V), 14/12/1050.
? . 29 Roiolución A/RES/2106/A (XX), 20/12/1965.
W1 ?0; Beaolución A/RES/3068 (XXVIII), 30/11/1973.
'31 ‘ “
Rotolución A/RES/34/180, 22/01/1980.
32 Resolución A/RES/39/46,10/12/1984.
59
sw
te-.’
IECÜOHES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
60
CAPITULO 3 - LAS NACIONES UNIDAS '
Buena
LiSfíV:. La inclusión del principio de buena fe en la Carta de las Naciones Unidas implica un
i'ííi'ifmito a la discreclonalidad de los Estados, tanto en la valoración de bus obligaciones como
■li^'jambién en relación con sus derechos.
S'"/ . . Las propuestas de Dumbarton Oaks no contenían referencia alguna a la buena fe, fae la
■'iy.'v'ineietoncia de distintas delegaciones la que logró incorporarla al texto de la Carta, alagando
que era un instrumento necesario para la interpretación de los tratados. De esta manera no
• . solo el texto de la Carta debe ser respetado, sino también su espíritu.
OW1' wdunda obligación es no llevar adelante ninguna medida que pueda agravar o exten-
der la controversia.
■wttfi'í* VI
Es menester recordar que dentro de los propósitos se encuentra el mantenimiento do la
paz y seguridad internacionales. Es por ello que el artículo 14 de la Carta autoriza a la Asam-
' -i-:. jilea General a recomendar medidas tendientes a arreglar de manera pacífica situaciones que
•íJFs: ; puedan suponer un quebrantamiento de la paz. Asimismo, el capítulo vi de dicho tratado auto-
riza al Consejo de Seguridad a instar a las partes a arreglar pacíficamente las controversias38.
61
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
la Sociedad de las Naciones establecía la obligación para todos sus miembros de someter cual
quier divergencia que surgiera entre ellos a un procedimiento arbitral o a una investigación a
cargo del Consejo de la Sociedad de las Naciones. Esta obligación no prohibía la guerra, sino
que creaba un paso previo, ya que una vez obtenido el fallo arbitral o judicial, o el informe del
Consejo, las partes debían cumplir con una moratoria de noventa días antes de recurrir a la
guerra.
Los antecedentes más importantes de la prohibición actual los podemos encontrar en el
Pacto Briand-Kellog -también conocido como Pacto de París-, Armado el 27 de agosto de 1928
entre Francia y Estados Unidos originalmente, al que adhirieron la mayoría de los Estados,
mediante el cual los signatarios acordaron renunciar a la guerra como instrumento de polí
tica internacional y solucionar todos los conflictos internacionales de manera pacífica. El otro
antecedente lo constituye el Pacto Saavedra Lamas -Tratado Antibélico de No agresión y de
Conciliación-, firmado el 10 de octubre de 1933 entre Argentina y Brasil, al que se adhirieron
diversos Estados americanos y. europeos, el cual establecía: “Las Atlas Partes Contratantes
declaran solemnemente que condenan las guerras de agresión en sus relaciones mutuas o con
otros Estados, y que el arreglo de los conflictos o divergencias de cualquier clase que se sus
citen entre ellas, no deberá realizarse sino por los medios pacíficos que consagra el Derecho
Internacional”40. .
La prohibición establecida por el artículo 2(4) de la Carta representa el primer hito his
tórico que declara ilegal recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza armada en las relaciones
entre Estados.
Esta prohibición no es absoluta, ya que cuenta en la propia Carta con dos excepciones,
la primera es el derecho a la legítima defensa, establecido en el artículo 51; y la segunda os la
autorización del uso do la ftwrza por el Consqjo de Seguridad, contemplado en oí artículo 39.
También so han invocado otras excepciones41,42
algunas
43 do ollas muy discutida, las cusios serán
tratadas ©n al capítulo 40 de esta obra.
Asimismo, la prohibición solo se ocupa de la fuerza armada, conforme surge del preám
bulo de la Carta y fuere ratificado por la Resolución 3314(XXIX), laB acciones de otra natura
leza quedan bajo la órbita del principio de no intervención.
artículo 1.
41 Como el uso do la fueria por parte de loa pueblos que luchan por la autodotonnlnaoión, de conformidad con la
Resolución 2825 (XXV).
62
CAPÍTULO 3 - LAS NACIONES UNIDAS^
:Por ese motivo se inició un proceso de revisión de los principios, que concluyó con la
gg.jádópción por la Asamblea General de la Resolución 26254’ en su vigésimo quinto período de
vV-í Sesiones, en 1970, denominada “Declaración relativa a los principios de derecho internacional
. referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con
Carta de las Naciones Unidas". A través de ella se enfatizaron los principios originales y
gtfgíBbJós hizo extensivos a los Estados no miembros, al reemplazar la frase 'los miembros de la
:¿ 'Organización" por "los Estados".
Además de la revisión y actualización de los principios establecidos en el artículo 2 de la
'a Resolución 2025 incorpora tres nuevos:
WwM* oI Prindpio relativo a la obligación do no intervenir en lo» asunte» que »on do la juris-
: dicción interna de los Estado», de conformidad con la Carta!
bt obligación da cooperar entra »(, confórme a la Carta, y
* «1 principio de la igualdad do derecho» y de la libre determinación de loe pueblo».
'¡WiW®'’' Cabo destacar el hincapié que se hace al usar la oxpresión “de conformidad con la Carta",
Beñhlando de esta manera que estos principios han excedido el ámbito de su competencia, pero
:act0an en forma contraria a su texto.
63.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3.3.1. No intervención
La intervención supone “el acto por el que un Estado o grupo de Estados se entromete por
vía de autoridad en los asuntos que son de la jurisdicción doméstica de otro, imponiéndole un
comportamiento determinado”48.
Este principio es corolario del establecido por el artículo 2(1) de la Carta, explicado an
teriormente. relativo a la igualdad soberana. Asimismo, podemos encontrar su génesis en la
Doctrina Monroe -pronunciada por el presidente James Monroe- que proclamaba que las po
tencias europeas no podían intervenir en los asuntos de las que eran sus colonias, como se
desarrolla en el capítulo 86 de esta obra.
La CIJ, en el caso de las Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua
determinó que el principio de no intervención es una norma dejus cogens y, por lo tanto, obli
gatoria para todos los miembros de la comunidad internacional40. 50 51
Al igual que como señaláramos al analizar el principio del artículo 2(7), la no intervención
cede en situaciones en las que el Consqjo de Seguridad ha determinado que existe una ame
naza o quebrantamiento de la paz. A modo de ejemplo podemos citar las crisis de la antigua
Yugoslavia, Ruanda y Somalia.
48 Remiro Brotons, Antonio y otros. DerecAo Internacional. Tirant Lo Blandí, Valencia, 2007, p. 138.
49 Actividades militares y paramüitares en Nicaragua y contra Nicaragua (Nicaragua c. EE.UU), CU, Fallo.
27/06/1988, parágs. 202- 209.
50 Resolución A/RES/3281 (XXIX), 12/12/1974.
51 Resolución 1541 (XV), 15/12/1960.
52 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) y Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (1966).
84
CAPÍTULO 3 ■ LAS NACIONES UNIDAS
»■
. jnás adecuado para eí mismo. Así lo ha afirmado la CIJ en reiteradas oportunidades
• J:: : Ócc/dcnta¿83, Timor Oriental* y Namibia*, por citar algunos ejemplos-.
* ’ Cabo señalar, como lo indica la propia Resolución 2625 (XXV), que este principio no debe ?
entenderse como una autorización o fomento de acciones tendientes a menoscabar la intígSW^
híS'dftd territorial de los Estados. Si un gobierno no eB representativo de uno o varios pueblos queW
:*r¡B'lp integran, ya sea por diferencias de credo, etnia o cultura, debe permitir que dicho pueblo^B
BBsi'así lo desea, ejerza su derecho a la libre determinación, el cual puede desarrollarse de
W-' ' rías formas, no necesariamente a través de la secesión o separación del Estado en el que sé 5
Sfe ■ I 5
4.1. Categorías
í-V La Carta on 8U articulado establece dos categorías de miembros: originarios y admitidos.
^¿‘ ¡• Respecto a los primeros, el artículo 3 determina:
Son Miembros originarios de las Naciones Unidas los Estados que habiendo parti
cipado en la Conferencia de las Naciones UnldaB sobre Organización Internacional
celebrada en San Francisco, o que habiendo firmado previamente la Declaración de
las Naciones Unidas de 1 de enero de 1942, suscriban esta Carta y la ratifiquen de
conformidad con el Artículo 110.
1. Podrán ser Miembros de las Naciones Unidas todos los demás Estados amantes de
i® la paz que acepten las obligaciones consignadas en esta Carta, y que, ajuicio de la Or
ganización, estén capacitados para cumplir dichas obligaciones y se hallen dispuestos
a hacerlo.
2. La admisión de tales Estados como Miembros de las Naciónos Unidas se efectuará
por decisión de la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad.
53
Sahara Occidental, CIJ, Opinión Consultiva, 16/10/1976, ICJ Reporte 1976, p. 33.
54
Timor Oriental (Portugal c. Australia), CIJ, Fallo, 30/06/1995, ICJ Reporte 1995, p. 102.
65 ..........................................................,...................... ______________________________________ __________________r_______________________ ____________
Consecuencias jurídicas que tiene para los Estados la continuación de ¿a presencia, de Sudáfrica en
(África Sudoccidental), no obstante lo dispuesto en la Resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, CIJ!
Opinión Consultiva, 21/06/1971, ICJ Reporte Repórte 1971, p. 16. ’ •.
-.
La República Argontina se encuentra entre ellos.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
57 En lo Reeoluclón A/RE8/37/123, dol 18/12/1082, la Asamblea Ganoral observó que "lo» antocedontoe y loi
actos do Israel lndIcaíbaln on forma concluyante quo no e(ral un Estado Miembro amanto do in pat 1...)*,
88 Raeoludón 8287 (XXIX) do la Asambloa General, 22/11/1074.
60 Reioluolón 82/280 de la Asamblea Gonoral, 07/07/1098. Ver temblón Feuor, Guy, ‘Ardalo 4”, on La Charlo dts
Nallone Unios. Conmantalrs articlt par arilcfo, cp. di., vol. i, p. 623.
60 Resolución A/RE8/67/1B, 28/11/2012.
61 Fouer, Guy, op. cll., p. 521.
62 lbfd.
66
CAPÍTÜLO 3 - LAS NACIONES UNIDA?
• miembro. Así lo determino la CIJ al ser consultada por la Asamblea General con motivo del
bloqueo soviético al ingreso da candidatos propuestos por las potencias occidentales51.
4".; v'.‘ Respecto al procedimiento de admisión, según lo establece el párrafo 2 del artículo 4, es
“llevado a cabo por dos de los órganos principales de la organización, el Consejo de Seguridad y
i ií laAsamblea General. Corresponde al primero recomendar a uno o más Estados" como futuros
miembros y la Asamblea es quien resuelve la admisión, para la que el o los nuevos miembros
■^ necesitan obtener una mayoría de dos tercios. Cabe señalar que en la votación dentro del Con-
. .;¿¿jo de Seguridad el veto puede aplicarse.
1050, la Asamblea General consultó a la Corte Internacional de Justicia acerca de si,
S^on arreglo al artículo 4(2) de la Carta, podía admitir a un Estado como miembro cuando el »„
Consejo de Seguridad no había hecho una recomendación al respecto, sea porque el candidato ,
; '>Xio había obtenido la mayoría de votos necesarios o por haber recibido el veto de un miembro
¡.^'permanente. La CIJ respondió negativamente a la pregunta, al considerar que el artículo 4 de
Carta requería dos cosas: una recomendación del Consejo y una decisión de laAsamblea; la
i ^recomendación constituía la base de la decisión, y era, por lo tanto, un requisito indispensa-
‘ La URSS imponía como requisito para aprobar el Ingreso do dicho» Botados quo so admitiera on Noque a
todos los Botados quo hablan combatido a favor do) ajo, la CIJ determinó que tal oxigenóla ora contraria a la
Xtí;¡:KÁ lawa y ol ospírltu do lo Carta (Condiciones de admisWn di un Sitado como miembro do loo Nación»» Unida»
'■ • (articulo 4 di la Corto), CIJ, Oplntón Consultiva, 28/06/1948).
i^°r Ro,D'“ol4n 8ZRES/109 (10B5). 14/12/1985, ol CS rooomondí la admisión do 16 nuevos miembros,
'i ; -:: • ' Contpotenofa do la Alambica General pora admitir a un Hitado como miembro do lai Nación»» Unida», CU,
itÁWii'" Opltldn Consultiva, 03/03/1960, ICJ Reporte 19S0, pp. 7-10.
íií’síii ” . Lobon, Charles, “Artlclo 5‘, actualizado por Fortaau, Mathlas, on La Charle deoNalloni Unlu. Commontalro
■ "Hielo par arllclo, op. eil-, val. i, p. Sil. • ,
97
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
por parto de algún Estado88-, y pese a que en algunas ocasiones ftie solicitada", nunca so ha
llegado a aplicar esta medida.
Por último, y a diferencia de lo establecido en el Pacto de la Sociedad de las Naciones70, por
decisión de los negociadores” la Carta no prevé la posibilidad de que un miembro se retire en
forma voluntaria. Sin embargo, bí tomamos en consideración que los Estados voluntariamente
solicitan adquirir la condición de miembro, es dable pensar que de la misma forma podrían re
tirarse, aunque esta cuestión es objeto de debate72. En la práctica de la Organización existe un
solo caso de retiro temporal, fue el de Indonesia en 1965, con motivo de la admisión de Malasia, a
quien no reconocía como Estado. El entonces presidente de la Asamblea General hizo una decla
ración expresando que Indonesia no se retiraba, sino que solamente había dejado de cooperar”.
Dieciocho meses más tarde Indonesia comunicó su decisión de “reanudar su plena cooperación
con las Naciones Unidas". La Asamblea General y el Consejo de Seguridad no tomaron decisión
alguna al respocto, lo que podría interpretarse como un reconocimiento tácito de dicho derecho.
68 Por ejemplo, la Asamblea General en bu Resolución 37/123, del 16/12/1982, afirmó -en ocasión de referirse a
las medidas adoptadas por Israel en territorio sirio-“que los antecedentes y loa actos de Israel confirman que
no es un Estado Miembro amante de la pac, que ha violado persistentemente los principios que figuran en la
Carta y que no ha cumplido con las obligaciones que le impone la Carta" (párr. 12).
69 Por ejemplo, contra Sudáfrica, entro otros. Ver Leben, Charles, "Article 6', actualizado por Forteau, Mathias, ’’
en Lo Charte des Nations Unies. Commentaire article par article, op. cít, vol. j, pp. 664-668.
70 Pacto de la Sociodad de las Naciones, artículo 1(8).
71 Frowein. Jochan A., “United Natíons (UN)“ (2010), en Max Planck Bncyclopedia of Public International Law,
http://www.mpepll.com, párr. 40.
72 Frowein entiende que, ai bien puede sostenerse que Ja posibilidad de rotiro no existe al no haber sido previa- !
ta, no obstante, btyo "circunstancias oxcepdonales" los Estados podrían reconocer que un retiro se justifica
(ibídj.
68
1,
"J
CAPÍTULO 3 • LAS NACIONES UNIDAS I
La labor de los redactores de la Carta se limitó a señalar cuáles serían los órganos prin-
•gripales, pero dejó establecida la posibilidad para que estos, do acuerdo con las necesidades de
funcionamiento de la organización, creen órganos subsidiarios (artículo 7.2).
v A cada órgano principal, excepto la Asamblea General, se le encomendó funciones especi
al;.4 ficas para cumplir con los propósitos y principios de la Organización. Así, el Consejo de Segur!-
ií ri dad tiene como función primordial el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales;
eí Consejo Económico y Social, fomentar la cooperación internacional en la solución de proble-
í-iS-mas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y
PÍji. estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos; la ClJ.
' <' qjerce las funciones judiciales; el Consejo de Administración Fiduciaria promueve el adelanto
'í^.pblítico, económico, social y educativo de los habitantes de los territorios fideicometidos, y su
desarrollo progresivo hacia el gobierno propio o la independencia; y la Secretaría lleva ade- • 5
lante la administración de la Organización.
t
v La Asamblea General es el único órgano con competencia para “discutir cualesquier asun-
SO®s 0 cuestiones dentro de los límites de esta Carta o que se refieran a los poderes y funciones
de cualquiera de los órganos creados por esta Carta”78. Esta competencia omnicompreneiva
tiene una limitante, descripta en el artículo 12, que establece que no podrá hacer recomenda-
a^íí' clin alguna sobre una situación mientras el Consejo de Seguridad esté actuando.
íi'.'V.T' < Según explica Diez de Velasco, en virtud de los artículos 60,83 y 85, existe una subordina-
gjgjBgtión del Consejo Económico y Social y del Consejo de Administración Fiduciaria a la Asamblea
General y, parcialmente, de esta al Consejo de Seguridad”. De esta manera puede determi-
Wl? nárse que existen distintas categorías de miembros, dependiendo del grado de autonomía del
qué gocen.
;■ Por lo tanto, podemos calificar de órganos principales autónomos a la Asamblea General,
íal Consejo de Seguridad y a la CIJ, quienes ejercen sus funciones de manera independiente de
'cualquier otro órgano.
sgja í Respecto de la Secretaría, originalmente fue concebida como un órgano con funciones
^¿j'.awdliares; no obstante, hoy en día posee amplias competencias de carácter político y diplo-
^^•SSroÁico.
j----------
69
wSsW
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
y cuestiones presupuestarias. Las demás decisiones se adoptan por la mayoría de los miembros
presentes y votantes.
A diferencia del Consejo de Seguridad, las resoluciones de la Asamblea General no tienen
carácter jurídico vinculante, sino recomendatorio; sin embargo, pueden conducir a la formación
de normas consuetudinarias.
La Asamblea General desarrolla sus funciones en pleno o por medio de comisiones, que
preparan la mayoría de los proyectos de resolución a ser tratados en las reuniones plenarias
para su adopción. Las seis comisiones principales son:
• Primera Comisión (Desarme y Seguridad Internacional)
• Segunda Comisión (Asuntos Económicos y Financieros)
• Tercera Comisión (Asuntos Sociales, Humanitarios y Culturales)
• Cuarta Comisión (Política Especial y de Descolonización)
• Quinta Comisión (Asuntos Administrativos y Presupuestarios)
• Sexta Comisión (Jurídica)
Los miembros do las Naciones Unidas pueden someter controversias capaces de represen
tar una amenaza para la paz y seguridad internacionales a la Asamblea General, y esta, como
lo señala su basta experiencia en la materia, recomendará recurrir a alguno de los medios de
solución pacífica previstos en el capítulo vi de la Carta. Al respecto, podrá solicitar una opinión
consultiva a la CU sobre diversas cuestiones jurídicas.
Por último, la Asamblea General, en virtud de lo establecido en el artículo 22, "podrá es
tablecer los organismos subsidiarios que estime necesarios para el correcto desempeño de sus
funciones”.
.íS,.;? Durante sus primeros cuarenta y cinco años de vida se vio imposibilitado de ejercer plena-
j» T' mente sus funciones debido al enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.-
* La guerra fría provocó un bloqueo del Consejo de Seguridad a raíz de la utilización cruzada
del poder de veto entre las dos potencias antagónicas. Con el fin de dicho enfrentamiento, el
ÍSi-' Consejo de Seguridad pudo llevar adelante con mayor eficacia el mantenimiento de la paz y
j;. ;. seguridad internacionales.
íJííí&v ’ A tal efecto, el Consejo de Seguridad cuenta con una serie de medidas tendientes a poner
3¡^¡"M}n a situaciones en las que ha determinado la existencia de una amenaza para la paz, un qiíe-
■■^^•' brantamiento de la paz o un acto de agresión (artículo 39 de la Carta). Dentro de las medidas,
podemos diferenciar las que no conllevan el uso de la fuerza y aquellas que implican recurrir
fuerza armada. No eidete limitación alguna para que el Consejo adopte inicialmente una
Vi»
i ,.?í • decisión que implica el uso de la fuerza; es decir, no existe un orden de prelación entre ellas, si * *%
¿f--'-. la situación reviste una gravedad tal por la que no puede demorarse la intervención armada,
4
á^íi-ftsí se decidirá.
VinuoM'. Raúl, “Presont Problema of the Use of Foroo ia International Law", Documento de trabajo, Iiutitut
' d« Drtit InUmolitnat, Bollón do NdpolM (2000), p. 28.
72
_________________________________________________________ CAPÍTULO 3 - LAS NACIONES UNID'AS ■ * ___________________ jíj
74
;¡y-«
Capítulo 4
Fuentes y normas
DEL DERECHO INTERNACIONAL
1 Oír. Monoayo, Guillarme; Vinuoit, Raúl y Gutlirru Pont, Hortonila, Dmtho Intsrnociwial Pibllce, Ztva-
lía, Butnoa Aires, 1.1,9." roimpr,, 1081, pp. 18-77.
Ü lbfd„p. 18. •
8 Cfr. Niño, Carlos, Intndueclón al Andlifh M Dtncho, Aitrta, Baonot Airea, 9.* odio., 1984, p. 148.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÜBUCO
Las fuentes formales del derecho internacional -en sentido amplio- pueden clasificarse
en principales y auxiliares. En sentido restringido, las auxiliares no serían consideradas “fuen
tes’*, sino “medios” auxiliares.
Las fuentes principales -creadoras- del derecho internacional en general son los tratados
internacionales, la costumbre internacional y los principios generales de derecho. La doctrina
y la jurisprudencia son fuentes o medios auxiliares en la determinación de las reglas de dere
cho, pero no constituyen fuentes principales, es decir, no Bon creadoras de derecho.
2.1. Enunciación
En general, se acepta que el punto de partida para la enunciación de las fuentes del de
recho internacional es el artículo 36 del Estatuto de la Corte Internacional do Juatldn (ECIJ),
aunque llamativamente no haga referencia a la palabra “fUente’*4.5En
6 efecto, dicho artículo
dispone:
4 Hillier, Tim, Sourcebook on Public International Lquj, Cavendish Publishing, Londres, Sldney, 1998, pp. 03-
64.
5 A! respecto, Pellot menciono el artículo 28 del Acta General de Ginebra sobre Solución Pacífica do Contro
The
versias (1928) y ol artículo 88 dol Acto General de Ginebra revisada (1948); Pellet, Alain, “Article 38", en
Statute ofthe International Court ofJustice. A Commentary, Zimmermann, Andreas; Tomuschat, Christian y
Oellers-Frahm, Karin (eds.), Oxford University Press, Oxford, 2006, p. 691.
6 No todos los sujetos del derecho internacional poseen esta capacidad, como se observó en el capítulo 2.
76
CAPITULO 4 ■ FUENTES Y HORMAS DEL DERECHO ÍNTERNACIONMi--
Corte -aunque las fuentes allí enunciadas también son consideradas por dicho tribunal en el
marco de un procedimiento consultivo-.
La costumbre internacional ha sido definida como “la práctica común y reiterada de dos o
más Estados aceptada por éstos como obligatoria”'. Sin embargo, el artículo 38(l)(b) del ECIJ ■
se refiere a ella “como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho”, lo que ha , '¿i
llevado a los académicos a preguntarse acerca de si la costumbre es la prueba de la práctica o, •
al revés, la práctica es la prueba de la costumbre, como veremos en el capítulo 5 de esta obra.
Los principio» generales de derecho son postulados, máximas rectoras del derecho en ge- ■■
ñera!, que 80 encuentran en todos los ordenamientos Jurídicos internos, en el sistema jurídico’.
da todos los Estados. El artículo 38(l)(c) del ECIJ alude a loe “principiós generales de dereoho ,
reconocidos por las naciones civilizadas", La referencia al reconocimiento por parte de las "na- * ’
cienos civilizadas" hoy ob vista como rodundante; on sus orígenes, con ella se pretendía excluir '■“»
a los sistemas de derecho de las comunidades "primitivas"’.
El artículo 38(l)(d) menciona los medios auxiliares: la jurisprudencia y la doctrina.
La jurisprudencia comprende las decisiones (providencias o resoluciones y sentencias)
de las cortes o tribunales. Así, le jurisprudencia internacional es el conjunto de decisiones y/o
fallos de los tribunales (o cortes) internacionales.
La doctrina es la opinión de los juristas. El artículo 38(l)(d) se refiere a ella como a “las
doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones". Podemos decir
que la doctrina internacional es la opinión de los juristas reconocidos en el ámbito académico
internacional. Puede tratarse tanto de la opinión individual de un experto en derecho como de
la posición de una institución académica internacional, como es el Institut de Droit Internatio
nal, o, incluso, de una organización no gubernamental, como Amnistía Internacional.
La referencia a “decidir un litigio ex aequo et bono”, contenida en el inciso 2 del artículo
38, implica darle la potestad al tribunal para que dicte un fallo conforme a equidad, lo que se
analizará con mayor detalle en el capítulo 10 de esta obra.
Se ha discutido si OBta enumeración (contenida en el art. 38, ECIJ) es o no taxativa, prin
cipalmente por el hecho de que no están enumerados de manera explícita las resoluciones de
los organismos internacionales o los actos unilaterales de los Estados, muchos de los cuales son
fuentes del derecho internacional. Los autores que consideran que el artículo 88 no es taxativo
se basan justamente en estas omisiones9.
Por el contrario, para quienes el artículo 38 es,taxativo, el fundamento es que las resolu
ciones obligatorias de los organismos internacionales encuentran sustento en última instancia
en el tratado base, que es una fuente expresamente enumerada en aquella disposición. Así,
una resolución del Consejo de Seguridad seria vinculante porque así lo dispone el artículo 25
del tratado que crea a dicho órgano, eB decir, la Carta de las Naciones Unidas. Por lo tanto, la
fuente sería el tratado. Sin embargo, también se ha señalado que en ocasiones la relación entre
la resolución y el tratado puede no ser tan próxima: por ejemplo, un tribunal puede tener que
interpretar una resolución dictada por un órgano subsidiario que no ha sido creado directa
mente por un tratado, sino por resolución de otro órgano10. De ahí que se sostenga que aplicar
una resolución es algo distinto que aplicar un tratado, siendo la más obvia diferencia que no
hay Estados parte en una resolución".
Respecto de los actos unilaterales del Estado, tampoco expllcitados en el artículo 38, algu
nos autores sostienen:”!...) en razón del carácter taxativo de su enunciado, ninguna sentencia
de este tribunal podrá fundarse exclusivamente en una norma jurídica supuestamente creada
7 Moncayo, Guillermo; Vlnuesa, Raúl y Gutiérrez Poaso, Hortonile, op. eil., p. 82.'
8 Cheng, Bin. General Principie) ofLaw as Appliee by International Courts and Tribunal®, Grotiu®, Cambridge,
1987, p. 28.
9 Wolfrum, RUdiger, “Sourcee oT International law" (2012), en Max Plañe» Encyclopedia of Public International ■
Law, http://www.rapepil.com, pírr. 10.
10 Tararaes, Arnold, "Decisiona of International organs as a sourca of International law", R.C.A.D.l, vol. 94
(1958). p. 269.
11 Ibíd„p. 270.
77
LECCIONES DE DEBECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
por un acto unilateral de un Estado"12, En cuanto al fallo dictado en los casos de los Ensayos
nucleares, en el cual la CIJ reconoció que la declaración unilateral de Francia tenía efectos
vinculantes -como se analizará en el capítulo 11 de esta obra-, aquellos autores afirman que
“tal declaración crea ‘una obligaciónjurídica individual' que no necesita aceptación, ni siquiera
una respuesta o reacción de otros Estados”, que “descansa según la Corte en el principio de
buena fe". En consecuencia, "Nos hallaríamos entonces ante un acto generador de una obliga
ción individual que produce este efecto jurídico en razón de aplicar una norma positiva general
como lo es la obligación de actual de buena fe”, la cual “constituye un principio general de dere
cho de los reconocidos como fuente autónoma por el art. 38,l.c) del Estatuto de la C.I.J.””. Para
tales juristas, entonces, el artículo 38 sigue siendo taxativo, puesto que los actos unilaterales
no serían una fuente autónoma, independientemente de que puedan generar obligaciones ba
sadas en otra de las fuentes enumeradas de manera expresa en tal disposición,
También se ha debatido en cuanto a la obligatoriedad de las fuentes contenidas en el ar
tículo 38 del ECIJ. Nótese que el inciso 1 de dicho artículo establece que la Corte "deberá apli
car” las fuentes que allí se mencionan, por lo que se afirma que, por lo menos para ese tribunal,
dichas fuentes son obligatorias”.
El hecho de que el artículo 38(1) haga referencia solamente a la competencia contenciosa
de la Corte al expresar: cuya ¿Unción es decidir conforme al derecho internacional las con
troversias que le sean sometidas [...]“ no es óbice para que la CIJ se guíe por él cuando ejerza
su competencia consultiva, Justamente el artículo 88 del ECIJ dispone: “En el ejercicio do sus
funciones consultivas, la Corte se guiará además por las disposiciones do esté Estatuto que
rijan en materia contenciosa, en la medida en que la propia Corte las considere aplicables", por
lo que se entiende que el artículo 38 es una de esas disposiciones”.
Podría decirse que, en principio, la Corte Internacional de Justicia cuando resuelve con
troversias está obligada a aplicar las fuentes contenidas en este artículo. Sin embargo, como no
se trata de una norma imperativa, los Estados pueden convenir -sea en un tratado sobre una
materia específica, sea en un compromiso para someter una controversia a un tribunal- las
fuentes a ser aplicadas por los tribunales internacionales en caso de disputa. Por ejemplo, el
artículo 293 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR)
establece que los tribunales que tengan jurisdicción para resolver una disputa en el marco de
dicha Convención (uno de ellos puede ser la propia Corte Internacional de Justicia), deberán
aplicar "[esa] Convención y las demás normas de derecho internacional que no sean incompa
tibles con ella”, salvo que se le hubiese otorgado el poder para fallar ex aequo et bono.
Por su parto, el Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entro Esta
dos y Nacionales de Otros Estados (1965) (Convenio CIADI), dispone en su artículo 42 que los
tribunales arbitrales constituidos de conformidad con dicho Convenio decidirán la diferencia
“de acuerdo con las normas de derecho acordadas por las partes. A falta de acuerdo, el Tribu
nal aplicará la legislación del Estado que sea parte en la diferencia, incluyendo sus normas de
derecho internacional privado, y aquellas normas do derecho internacional quo pudieron ser
aplicables”, dejando también a salvo que se le hubiese otorgado el poder para fallar ex aequo
et bono. La referencia al derecho interno en el artículo 42 del Convenio CIADI, como parto del
derecho a aplicar por el tribunal, os entendiblo, puesto que no so trata de la resolución de con
troversias interestatales, sino de disputas en materia de inversiones extranjeras entre Estados
y personas físicas o jurídicas nacionales de otros Estados. El artículo 38 dol ECIJ hace solo
referencia a las fuenteB dol dorecho internacional porque fue ponsado exclusivamente para la
solución de controversias entre Estados”.
12 Moncoyo, Guillermo; Vinuoee, Raúl y Qullirros Pomo, Hortensia, op. oid., p. 61.
13 Ibfd.. p. 02.
14 Ibfd., pp. 78-79.
15 Pollot,Alaln,op. e«.,p,6M.
19 Ibfd., p. 992.
78
CAPÍTULO 4 - FUENTES Y NORMAS DEL DERECHO NTERNACÍONAL
2.2. Jerarquía
Comúnmente, los académicos sostienen que no hay una jerarquía rígida entre las fuentes
principales; el orden en el que fueron enunciadas en el ECIJ sería el orden lógico o práctico
en general seguido por los tribunales internacionales al resolver una controversia1’. Así, los
jueces verificarían primero la existencia de tratados; segundo, las normas consuetudinarias y,
por último, los principios generales de derecho que resulten aplicables.
El problema se presenta cuando existe conflicto de normas de igual jerarquía, como', por’
ejemplo, un tratado incompatible con la práctica seguida por los Estados en cuestión. En dicho
supuesto, ¿qué norma prevalece? A menos que las partes litigantes hubiesen convenido otrq.
cosa, una posible solución sería recurrir a los principios generales do derecho “ley pbsterior’
deroga ley anterior” y "ley especial deroga ley general”, de modo que prevalezca la norma pos- ’•
terior o la norma especial”, independientemente del tipo de fuente. Así, un tratado podría caer
en desuetudo -entre todas o algunas de sus partes- al ser sus normas reemplazadas por una
costumbre posterior.
Cabe recordar que las normas imperativas de derecho internacional general (jus cogens)
prevalecen siempre sobre las normas dispositivas, cualquiera sea la fuente por la cual estas
últimas hubieran sido creadas.
*70
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
una costumbre jurídica sobre un punto dado, o si exiBte un principio general do derecho gene*
raímente recibido’*1.
Se ha discutido acerca de si los jueces crean o no derecho a través de una sentencia” y si la
21.*22
jurisprudencia” es o no fuente de derecho24 Sin
2623
27 28 29 tanto
duda, 33jurisprudencia como la doctrina”
30 31 32la
constituyen fbente9 formales en el sentido amplio del término, es decir, como modos de verifica
ción de una normajurídica, puesto que evidonclan la existencia de una norma que ha sido oreada
medíante uno de loe procesos válidos (fuentes en sentido restringido, es decir, “creadoras")”.
21 Cfr. Jiménez de Aréchaga, Eduardo, DervcAo Internacional Público, Fundación de Cultura Universitaria,
Montevideo, 1.1.1.' adíe., 1998, p. 182.
24 Para Niño la jurisprudencia es una forma espontánea do dar origen a normas jurídicas (Niño, Carlos, op. cit.,
p. 151). Sin embargo, considera que en nuestro sistema Jurídico, de tipo continental europeo, a diferencia de)
anglosajón, "los jueces buscan orientación en la Jurisprudencia, pero en general no consideran que les proce
dentes tengan fuerza imperativa para futuras decisiones’ (ibfd., p. 152). Ello sin perjuicio del reconocimiento
do la obligatoriedad de loa fallos plenarioa pora las salas que componen una cámara de apelaciones, con el
objeto de unificar posiciones contradictorias (ibíd., pp. 152-163).
26 Es decir, la opinión de los juristas.
26 Cfr. Moncayo, Guillermo; Vinuesa, Raúl y Gutiórres Posas, Hortensia, op. cit., p. 76.
27 Acquaviva, Guido y Pocar, Fausto, ’Stare decisls" (2009), en Max Planck Encyclopedia ofPublic International
Lau>, http://www.mpepil.com, párr. 24.
28 Mendelson, Maurlce, "The International Court ofJustice and the sources of internaronal law”, en Fifty ytars
of the International Court ofJustice. Essays in honour of Sir Robert Jennings, Lowe, Vaughan y Fitzmaurice,
Malgosia, Cambridge Univereity Press, Cambridge, 1993, p. 81.
29 Ibíd., p. 82 (traducción libre).
30 Ibíd , pp. 82-83.
31 Orden de arresto del 11 de abril de 2000 (República Democrática del Congo c. Bélgica), CU, Fallo, 14/02/2002,
parágs. 56-67, donde se hace referencia a una decisión de la Cámara de los Lores británica dictada en el caso
80
CAPÍTULO 4 - FUENTES Y NORMAS DEL DERECHO INTERNACIONAL
3.2. La doctrina
• ••■ Aunque con menor peso que la propia jurisprudencia, la doctrina también auxilia a los
jueces y abogados en la verificación del contenido e interpretación de las normas jurídicas. Si
bien es cierto que algunos tribunales internacionales son reticentes a citar artículos u obras
bibliográficas con el fin de avalar sus conclusiones.
Así, sin mencionar autores en particular, la Corte Permanente de Justicia Internacional,
en el caso Lotus, se refirió a la doctrina del siguiente modo:
34 Ver, a título de ejemplo, los oasos citados en Acquaviva, Guido y Pocar, Fausto, op. elt., párr. 23.
30 Por ejemplo, el tribunal arbitral del CIADI quo intervino en si caso CMS c. Argentina, falló que no correspon
día aplicar una norma dol TB1 Argsntina-Estsdos Unidos (art. xt) para eximir de responsabilidad a la Repú
blica Argontlna por las medidas de emergencia tomadas para hacer frente a la crisis surgida en 2001-2002.
Uno de los tres árbitros que integró ese tribunal también integró otro tribunal arbitral, que sostuvo lo contra
rio en el caso LO&E c.Argentina. Las votaciones en ambos casos fueron por unanimidad. Meses más tarde,
LG&E votó de manera contraria en ol caso Sempra c. Argentina,
otro de los árbitros que integró el tribunal de
cuyo laudo también so adoptó por unanimidad. Ver CMS Gas Transmisión Compon# c. República Argentina
(caso CIADI N* ARB/01/08), Laudo, 12/05/2006, parág. 381; LO&E Energy Corp., LG&E Capital Corp. y
LG&E International, Inc. c. República Argentina (caso CIADI N.° ARB/02/1), Decisión sobre responsabilidad,
03/10/2006, parág. 239; Sempra Energy International c. República Argentina (caso CIADI N* ARB/02/16),
Laudo, 28/07/2007, parág. 365.
36 Acquaviva, Guido y Pocar, Fausto, op. cll., pArr. 13. En este artículo ae cita el fallo de excepciones prelimina
res dictado en el caso de la Frontera terrestre y marítima entre Camerún y Nigeria, donde la CU sostuvo que
"La cuestión real es si. en este caso, bay razón para no seguir los razonamientos y las conclusiones de casos
anteriores"; Frontera terrestrey marítima entre el Camerún y Nigeria (Camerún c. Nigeria), CIJ, Excepciones
Preliminares, Fallo, 11/06/1998, parág. 28 (traducción libre).
Las normas generales son aquellas que vinculan a toda o a casi toda la comunidad inter
nacional, independientemente de si loa sujetos obligados participaron o no en el proceso de
elaboración48. Por ejemplo, la prohibición del uso de ciertas armas o métodos de combate en
los conflictos armados contenida en diversos tratados de dorecho internacional humanitario.
39 Por ejomplo, ver Plataforma continental (Jamahiriya Árabe Libia/Malta), CIJ, Fallo, 03/06/1985, Opinión
disidente del Juex Oda, parág. 30, en la cual ee cita una obra de 8halowit» (Shore and Sea Boundariee) y un
artículo de Hodgson y Cooper (“The Technlcal Dellmitatlon of a Modera Equidistanae Boundary") publicado
on una revista jurídica.
40 A título da ejemplo, on el oaeo "Campo Algodonero", la Corto Intoramericana de Derecho! Humano! hlao re
ferencia a numorceoe estudios e informos sobre la situación do la myjar on Ciudad Juáros (México); Oontálu
y otra» FCampo Algodonero") c. México, Corte IDH, Sontenda do excepción preliminar, fondo, ropo raciono! y
costas, 16/11/2009, parüg. 118 y sb.
41 Sociedad Otncrol de Agua» do Barcelona S.A., y Viwndi Universal HA. o. República Ar*
Por ejemplo. Suca,
gemina (cabo OIADI N' ARD/08/19) y AWQ Group a RtpdMIca Argentino (Arbitraje bajo la Reglas de la
ONUDMI), Doaiaión sobra Keipomabllidad, 30/07/9010, parág. 1GB (en al cual se cita la obra de tan Brownlio,
desde loa critorioe de distinción", Boletín Mexicano de Derecho Comparado, n." 108 (2003), pp. 891-906. A título
de ejemplo, on el marco do la Convoncíón Americana da Derechos Humanos (1969), Cianciardo explica que la
norma contenida en el artículo 5(1) -"Toda persona tiene dorecho a que se respete su integridad física es
un principio, mientras quo la del artículo 8(2)(a) -"Durante el proceso, toda persona tiene derecho, on plena
Igualdad, a lee siguientes garantías mínimas: es une regla übíd., pp. 894-8951
46 Una norma consuetudinaria genoral puode obligar a Estados que no participaron en su proceso de formación
a través do la practica, poro quo tampoco se opusieron a ella. En el capítulo 12 de este obra so anolicard lo
82
________________________________________ CAPITULO 4 ■ FUENTES Y NORMAS DEL DERECHO ÍNTERNAcSnÁI. •
Cuando disponen obligaciones frente a toda la comunidad en'su conjunto son normas (u obli
gaciones) erga omnes, de las que nos ocuparemos más abajo.
. Las normas particulares son aquellas que vinculan solo a un número determinado de
; 'sujetos del derecho internacional (dos o más).
Las normas bilaterales obligan a dos sujetos; las multilaterales, en cambio, a más de dos.
? Por ejemplo, son bilaterales las normas previstas en un tratado de extradición celebrado entre
dos Estados, que obliga a extraditar a los delincuentes comunes; son multilaterales las normas ,
• contenidas en la Convención de Ginebra sobre Plataforma Continental (1968).
Asimismo, las normas pueden ser regionales cuando vinculan a Estados o sujetos que,
pertenecen a una misma región geográfica, como las previstas en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (1969). \'V
En la práctica también se usan expresiones como “derecho internacional general", “de- ¿
"1; recho internacional particular” o “derecho (internacional) regional”. En cuanto a la primera
' expresión, no siempre se utiliza como sinónimo de normas generales, sino que algunos autores
■ la.identifican exclusivamente con las normas generales consuetudinarias.
Según sue características, por un lado se distingue entre normas sustantivas (o sustan-
cíales) y procedimentales (o de procedimiento) y, por el otro, entre normas primarias y secun-
i dorias.
Las normas sustantivas o sustanciales prescriben el comportamiento de los sujetOB (por
ejemplo, lo que se debe hacer o lo que está permitido o prohibido) con relación a cuestiones
materiales del derecho internacional, por oposición a las procedimentales que establecen pro
cedimientos o mecanismos formales a seguir en relación con el cumplimiento de las normas
sustanciales. Por ejemplo, en el caso de las Usinas de pasta de papel sobre el Río Uruguay ante
i '.;la Corto Intómaolonal de Justicia, tanto taparte demandante como la propia Corto distinguió-
? ron entre las obligaciones sustanciales"1 *y*las obligaciones procedimentales" contraídas por la
República Argentina y por la República Oriental del Uruguay en el Estatuto del Río Uruguay
•-tratado bilateral que regula la utilización del dicho río internacional-4*. Dentro de las obliga-
. ciones sustanciales se encontraba la de proteger y preservar el medio acuático y prevenir su
■' contaminación (art. 41 del Estatuto del Río Uruguay), mientras que las obligaciones procedi-
‘;\i mentales consistían en cumplir con el mecanismo de información y consulta previa establecido
en los artículos 7 a 12 del mencionado tratado para el caso de que se proyectase la realización
■ib de obras que pudiesen afectar el régimen del río q la calidad de sus aguas.
Sobre todo en el ámbito de la responsabilidad internacional, se distingue entre nor
mas primarias y normas secundarias4*. Mientras las primarias son aquellas que pres-
,criben el comportamiento de los sujetos (por ejemplo, lo que se debe hacer o lo que está
permitido o prohibido) -como la prohibición de la tortura-, las normas secundarias deter-
■• minan las consecuencias jurídicas del incumplimiento de una norma primaria -tal como
el surgimiento de responsabilidad internacional y aplicación de sanciones o medidas de
reparación"’-.
Según la fuente creadora, se suele hacer referencia a las norma» convencionales y a las
consuetudinarias, Son aonvencionalee aquellas que provienen de un tratado internacional -
como les estándares de protección do las inversiones extranjera» contenido» en los tratados bi-
laterales de inversión-, mientras que las consuetudinarias naoon do la costumbre internacio
nal -como las norma» concorniontos a la inmunidad do jurisdicción do loa Estados-, Algunas
normas pueden ser a la vez convencionales y consuetudinarias, por ejemplo, la que dispone la
solución de las controversias por medios pacíficos, que es una norma consuetudinaria general
oontenida, además, en el artículo 2(3) de la Carta de las Naciones Unidas.,
46 Plantas d« celulosa sn el Rio Uruguay (Argentina c. Uruguay), CU, Fallo, 20/04/2010, paróga. 159-266.
47 Ibfd., parága. 87-168.
48 Tal como ac tratará en el capítulo 26 de eeta obra.
49 Hart, Herbort L. A, The Concept ofLaw, Clarondon Fresa, Oxford, 1981, pp. 116-128. Hert también hablaba
da laa normas de cambio, ea decir, aquel la a que expücitan cómo pueden derogarlo o modlflooraa loa normal
Jurídicos de un ordenamiento,
60 Ver captluloa 16 a 17 da oata obra.
83
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
A la luz de este enunciado todas lae normas imperativas de derecho internacional son
normas generales, pero no a la inversa, puesto que no todas las normas generales son impera
tivas -de hecho la mayoría no lo son-’1.
61 Cabe aclarar que no han faltado autores que se preguntaron si podía existir una norma imperativa particular
o regional, es decir, que un grupo de Estados pacten una obligación indorogable entre ellos. Es importante
tener presente que la finalidad de las normas imperativas es proteger valorea universales, que prácticamente
todos los Estados consideran que deben ser protegidos, ovitando que dos o más Estados en particular atonten
contra ellos. No tendría ningún sentido una norma imperativa particvlarquo siempre pudiera ser modificada
o dejada sin efecto por esos mismos Estados en el futuro, ya que una norma imperativa puede ser modificada
por otra norma imperativa. Por eu parte, Gómez Robledo considera que "por lo monos, dontro del régimen de
la Convención de Viena, no hay lugar por ahora para un ius cogens particular o regional"; Gómez Robledo,
Antonio, El los cogens internaáonal. Estudio kittórico-crUico, Universidad Nacional Autónoma da México,
México, 2003, p. 78.
I
' La norma imperativa no admite acuerdo en contrario, ni pasado ni füturo. Por ejemplo, si
aceptamos que la prohibición de la esclavitud y la piratería son normas imperativas, a partir
del momento en que ello ocurra (desde que se reconozca el carácter imperativo), no pueden
seguir en vigencia acuerdos celebrados en el pasado sobre compraventa de esclavos o establecí*
miento de patentes de corso, así como tampoco pueden aceptarse como válidos futuros tratados
con dicho objeto.
■' Cabe hacer una aclaracil5n respecto de la terminología empleada por la Convención de
Viena en SU texto en español -que dispone que “no admite acuerdo en contrario”-, a diferen-
d® i°8 textos en inglés y en francés -en los cuales se estipula que la norma no permite
“derogación” alguna-, si bien todos ellos son igualmente auténticos. Como señala Gómez
Robledo, el texto en español “no define la norma imperativa por su inderogabilidad, sino
i simplemente por el hecho de no admitir acuerdo en contrario” y, citando al profesor Miaja de
la Muela, expresa que la esencia del jus cogens “no está en la inderogabilidad de la norma
en la imposibilidad de que los sujetos de la norma se sustraigan en ningún caso a su
'. aplicación””.
; Es una norma que solo puede ser modificada por una norma imperativa posterior
Con respecto a eBte punto, la pregunta es si una norma imperativa puede ser derogada
por completo por otra norma imperativa, o si solo puede ser modificada, siguiendo la letra ex-
: presa del artículo 53 de las convenciones de Viena de 1969 y 1986.
Gómez Robledo afirma que “la norma en sí misma [...), ya sea dispositiva o imperativa, es
’I ? siempre derogable, con tal que lo hagan los mismos sujetos que la crearon””.
Ante la ausencia de jurisprudencia internacional sobre normas de jus cogens al momento
• de la negociación de la Convención de Viena de 1969, mucho se ha discutido sobre si esta ca-
■ tegorfa de normas era una noción nueva o ya formaba parte del derecho internacional consue-
. tudinario. En efecto, no había referencias en la jurisprudencia de la CIJ o de la CPJI, sino tan
solo menciones en algunas opiniones separadas o disidentes dé los jueces”. Alexidze sostiene
52 Alexidze, Levan, "Legal natura otjue cogens in eontomporary International law", on R.C.A.D.I., vol. 172 (1981-
in),p.256.
53 Ibíd.
64 Ibíd., pp. 257-258.
85
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
58 Ibíd..p. 232.
59 Ibtd., p. 228 (traducción libro).
60 Ibíd., p. 829.
61 Fundamental Rules
Tovornior, Paul, "L'idontification des róelo» fondamentalci, un probléma róiolu?", en
ofthe International Legal Orden Jus Cogens and Obligalions Erga Omnee. TodumHiI, OhrUtion y Thov
vonln, Jaan-Mare (odij, NljholT, Leidan/Boiun, 2006, p. 0.
62 Legalidad de la amenosa o el uso de armas nucleares, CU, Opinión Consultiva, 08/07/1090, ICJ Reporte 1996,
p. 257.
68 Consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, doc. cit., parág. 155.
64 Personal diplomático y consular de los EE.UU. en Teherán (EE.UU. c. Irán). CIJ, Solicitud de medidas provi
sionales, Providencia, 16/12/1979, ICJ Reporte 1979, p. 20, pardg. 41.
86
CAPITULO 4 - FUENTES Y NORMAS DEL DERECHO INTERNACtOÑÁL
,'ií. de un tratado que esté en oposición con una norma imperativa05. Si surgiera una controversia
<<<. entre los Estados contratantes por la interpretación o aplicación de los artículos 53 o 64, ambos
•s-; tratados prevén en el artículo 66(2) que dicha controversia pueda ser sometida de manera com-
iA pulsiva a la Corte Internacional de Justicia, lo que no ocurre con la interpretación o aplicación
¡i1 de otros artículos de tales convenciones. En particular, la Convención de Viena de 1986 prevé
la posibilidad de solicitar una opinión consultiva a la CIJ cuando la controversia involucre a
¿•v*'. una organización internacional6®. En este último supuesto, las partes contratantes aceptan de
? ; ;j •* antemano que la opinión consultiva tendrá carácter vinculante97.
•jy-? ,*.: Asimismo, el capítulo ui del Proyecto de la CDI contempla el supuesto de violaciones
zW;; ' u .^ves (incumplimientos flagrantes o sistemáticos) de obligaciones emanadas de normas im-
perativas dol derecho internacional general, estableciendo en el artículo 41 consecuencias par-. v*
' ticulares que involucran a todos los Estados do la comunidad internacional (no solo al Estado i :
que violó la norma imperativa), tales como el deber de cooperar para poner fin a la violación, no
¿rJ T. reconocer la licitud de una situación creada por dicha violación y no prestar ayuda o asistencia
; para mantener esa situación. Como se verá en el capítulo 15 de esta obra, además de las conse-
; ! cuenciaa normales que produce la responsabilidad internacional en cabeza del Estado respon-
: a’ í sable de la violación, en el supuesto de violación grave de una norma imperativa se generarán
v« consecuencias adicionales para todos los Estados. La CIJ ha tenido ocasión de confirmar esto
dol tratado antea de su terminación; sin embargo, wo» dweohos, obllgaoionsa o iltUAclonai podrán
en adelanto mantenorio ónica mente en la medido on que iu ma nton Imtonto no «ató por af mismo en
oposición con la nueva norma imperativa de derecho Internacional generar.
87
y»
LECCIONES OE DERECHO INTEffNAQONAL PÚBLICO
33. (...) Una distinción esencial en particular debe ser establecida entro las obligacio
nes de los Estados hacia la Comunidad internacional en su conjunto y aquellas que
nacen vis-á vis otro Estado en el marco de la protección diplomática. Por su propia
naturaleza, las primeras son de interés para todos los Estados. Habida cuenta de la
importancia de los derechos involucrados, puede entenderse quo todos los Estados
tienen un interés jurídico en su protección; ellas son obligaciones erga omnes.
34. Talea obligaciones derivan, por ejemplo, en derecho internacional contemporáneo,
de la proscripción de actos de agresión, y de genocidio, así como también de los prin
cipios y reglas concernientes a los derechos básicos de la persona humana, incluida la
protección de la esclavitud y la discriminación racial. Algunos de los derechos de pro
tección correspondientes forman parte del cuerpo del derecho internacional general
[...); otros están estipulados en instrumentos internacionales de carácter universal o
cuasí-universal.*
En estos párrafos, que han suscitado numerosos comentarios por parte de académicos, la
CIJ estaba haciendo referencia a la8 obligaciones erga omnes, es decir, aquellas que el Estado
asume frente a la comunidad internacional en su conjunto.
Algunos autores hablan directamente de erga omnes, mientras que otros, como la CU en
el caso de la Barcelona Traction, utilizan la expresión “obligaciones erga omnes*™, focalizán
dose más bien en una parte de su contenido, ya que, en realidad, las obligaciones -así como los
derechos- forman parte de una norma’1. En ocasiones también se hace referencia a “normas
erga omnes”72
6873
o “derechos
69a70 71 erga omnes*11.
En general, no hay acuerdo entre los juristas respecto del concepto exacto de erga omnes
ni de sus consecuencias74.75
Por lo tanto, tampoco ha sido posible enumerar de manera exhaus
tiva a todas las normas erga omnes.
En cuanto a las consecuencias, algunos autores ponen énfasis en la posibilidad de que los
Estados -aunque no sea el Estado directamente lesionado- adopten contramedidas contra el
Estado responsable frente a la violación de una obligación erga omnesn.
68 Consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, doc. cit, parág. 163.
Ver también Barbosa, Julio, “La responsabilidad internacional y la opinión consultiva de la CIJ sobre el muro
69 Barcelona Traction, Light andPouter Company Ltd (Bélgica c. España), CIJ, Fallo. 05/02/1970, ICJReporte
1970, p. 32, parága. 33 y 34 (traducción libre; citas omitidas).
70 Tama, Christian J., Enforcing Obligations Erga Omnes in International Law, Cambridge University Presa,
Cambridge. 2005; Tomuachat, Christian y Thouvenin, Jean-Marc (eda.), op. cit., entre muchos otros.
71 Giorgio Gttfa se refiere tanto a derechos como a obligaciones erga omnes en “Los obligations et les droits
erga omnes en droit International. Obligations and Rights Erga Omnes in International Law", Annuairt de
1‘lnstUut de droit intemational, vol. 71-11, n* 2 (2006), pp. 81-186.
72 Delbrück, Jost, "Lawa in the publlc InteresC: same obsarvations on the foundations and identiflcatlon of
Erga Omnes norme in intarnational lew’, sn Líber amicorum Olinter Jaenicke, Góts, Volkmar; Selmer, Poter;
Wolfrum, Rüdiger; Philipp, Chrietiana y Jaanicke, GUnthor (eds.), Springer, Berlín, 1998, pp. 17-36.
73 Timar Oriental (Portugal c. Australia), CIJ, Fallo, 30/06/1995, ICJ Reporte I99S, p. 102, parág. 29.
74 Taras, Christian J., op. cit., p. 4.
75 Frowein, Jochen A., “Obligations erga omnes" (2009), en Max Planch Encyclopedia of Public International
Law, http://www.mpepil.com, párr. 12.
88
»•
\ •.
•> »
CAPITULO 4 ■ FUENTES Y NORMAS DEL DERECHO. ÍÑTERNACteRAL' .... .,i.
• v Sin duda, otra de las consecuencias es la posibilidad de cualquier Estado de reclamar por
Z.«í í el incumplimiento de taleB obligaciones76.
En la opinión consultiva sobre la presencia da Sudáfrica en Namibia, la CIJ expresó que
terminación del mandato y la declaración de la ilegalidad de la presencia de Sudáfrica en
¡¿^‘Ntumbia son oponibles a todos los Estados en el sentido de hacer ilegal erga omnes una situa-
?-ción que se mantiene en violación del derecho internacional””.
5Í£¿-'¿¿'En el caso Timor Oriental, Portugal adujo que los derechos que alegaba que habían sido
' viciados por Australia eran erga omnes, refiriéndose fundamentalmente al principio de la au-
• todetermlnación de los pueblos -en particular, del pueblo de Timor-; en consecuencia, Portugal
pbdía, individualmente, requerir su respeto. La Corte sostuvo que era irreprochable el carácter'
jerga omnes de aquel principio esencial del derecho internacional contemporáneo78. Sin em-
i
¿bargo, también sostuvo:
• [...] el carácter erga omnes de una norma y la regla del consentimiento a la jurisdic
i ción son dos cosas diferentes. Cualquiera sea la naturaleza de las obligaciones invo
cadas, la Corte no puede expedirse sobre la licitud de la conducta de un Estado si su
fallo podría implicar una evaluación de la licitud de la conducta de otro Estado que
', no es parte en el caso. Cuando ello ocurre, la Corte no puede actuar, ni siquiera si el
derecho en cuestión es un derecho erga omnes19.
76, Ver Gaja, Giorgio, “Do States have a duty to ensuro compliance with obligations erga omnea by other States?",
en International Responsibility Today: Essays in Memory of Oscar Schachter, Raga wi, Maurldo (ed.), Marti-
ñus Nijhoff Publishera, Leiden/Boston, 2005, pp. 31-36.
77
Consecuencias jurídicas que tiene para los Estados la continuación de la presencia de Sudájrica en Namibia
(África Sudoccidental), no obstante lo dispuesto en la Resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, CU,
Opinión Consultiva, 21/06/1971, ICJ Reporte 1971, p. 56, parág. 126 (traducción libro).
78
Timor Oriental, doc. cit., p. 102, parág. 29.
79 Ibld. (traducción libre).
80
Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción dal Delito de Genocidio (Bosnia-Herzegovlna ó.
Yugoslavia -Serbia y Montenegro-), C1J, Fallo sobro excepciones preliminares, 11/07/1896, ICJReporte 1996,
p. 616, parág. 31.
: 81
Consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territoriopalestino ocupado, doc. cit, parágs. 155-
156.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
consuetudinario”®3. Según la Corte, tales reglas incorporan obligaciones que son esencialmenb
de carácter erga omnes*8.
Respecto de las consecuencias jurídicas de estas obligaciones erga omnea, la Corte tam
bién expresó:
159. Habida cuenta del carácter y la importancia de los derechos y obligaciones in
volucrados, la Corte opina que todos los Estados tienen la obligación de no reconocer
la situación ilegal resultante de la construcción del muro en el territorio palestino
ocupado, incluida Jerusalén oriental y sus alrededores. Asimismo tienen la obligación
de no prestar ayuda ni asistencia para el mantenimiento de la situación creada por tal
construcción. Incumbe también a todos los Estados, dentro del respeto por la Carta de
las Naciones Unidas y el derecho internacional, velar por que se ponga fin a cualquier
impedimento, resultante de la construcción del muro, para el ejercicio por el pueblo
palestino de su derecho a la libre determinación. Además, todos los Estados partes en
al Convenio do Ginebra relativo a la protección debida a las pereonaB civiles en tiem
po de guerra do 12 do agosto de 1949, tienen la obligación, dentro del respeto por la
Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, de hacer que Israel respete
el dorocho internacional humanitario incorporado en dicho Convenio.®4
En cuanto a la relación entre las normas u obligaciones erga omnea y las normas impera
tivas, podría decirse que toda norma imperativa constituye una obligación erga omnes, pero no
a la inversa, puesto que no todas las obligaciones erga omnea son normas imperativas.* * *
82 Legalidad del uso o la amenosa de armas nucleares, dcc. dt, p. 267, pardg. 79.
88 Connousnclaejurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, doo. cit., pardg. 157.
84 Ibfdu porág. 169.
90
Capítulo 5
La costumbre internacional
’• :■ •>>*?'’ ■
Paula M. Vernet
Travo, Tullio, •Customary International Lew" (2008), on Afsxñanc* Enciclopedia efPublic International
Laui, http^/www.mpopil.oom, pírr. I; ver también Moncoyo, Guillermo! Vinucsa, Raúl y Outlírroa Pon»,
Hortonola D.T., Derecho Internacional Público, Zavalla, Buono» Aires, fl.VroImp., 1889, t, i, p. 82.
í Ver oasoi do la Plataforma continental del Mar M Norte (Ropábllos Fodsrnl de Alemahl«/Dlnsnisrca¡ Repú
blica Federal do Alomanli/PafoM Hajoe). CU, Pallo, 90/03/1908, ¡CJ Reporte ¡¡ten, p, 40, paría, 77-7tí| Plata
forma continental (Jamahlrlys Arabo Ubln/Malto), CU, Fallo, 08/00/1980, np. 30-80, psrtg, WhAoUvldtidoi
militarte y paramllllaree sn y contra Nicaragua (Nicaragua o. EE.UU,), OIJ, Fallo (fondo), 37/08/1980, /O/
Reporte 1986, pp. 97,103-108: Legalidad de la amenosa o el uro de armas nuclearee, CU, Opinidn Consultiva,
08/07/1898,1CJ Repone 1998, p. 263.
8 Damrosch, Lorl Fialsr, el. al, InUrnalional Law, Cáete and Malcríale, Thomson West, St. Paul, 5.' odio., 2008,
P- 89. ' ,.
4 Troves, Tullio, op- cit, .
párr. 4 y es
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Por otro lado están aquellos, como Ago y Barberie, que entienden que la costumbre no
sería creada mediante un procedimiento regulado jurídicamente, sino que se presentaría de
manera espontánea, es decir, como una manifestación no organizada anticipadamente. Para
6. 9
ellos las normas consuetudinarias internacionales no son creadas por una fuente de derecho8 7
Su existencia dependerá de que puedan ser comprobadas de manera empírica y tengan efecti
vidad en la comunidad internacional.
Debemos preguntamos, entonces, cuáles son los elementos que deben comprobarse empí
ricamente para identificar la existencia de la costumbre. La mayoría de la doctrina entiendo
que, en la formación de la norma consuetudinaria, como dijimos al comienzo, intervienen dos
elementos, uno material, la práctica, y uno psicológico, la convicción de que tal conducta obliga
en derecho, a la que se denomina opinio iuris sive necessitaiis.
1.1. La práctica
La costumbre internacional tiene la particularidad de conformarse por una conducta; no
está expresada en lenguaje natural, es un comportamiento o una serie de comportamientos
que en general se reiteran en el tiempo y, a través de su repetición, junto con el elemento psi
cológico, dan lugar a la formación de una norma jurídica.
Tradicionalmente, se ha otorgado más énfasis a la conducta, el elemento material de
la costumbre, que al elemento subjetivo. Esto resulta comprensible si tenemos en cuenta que la
convicción o los deseos de un Estado son más difíciles de identificar que su conducta, que es,
en general -por su naturaleza-, objetiva y públicamente verificable. Con la aparición de dis
tintos foros multilaterales, en especial la Organización de las Naciones Unidas, podría tal vez
afirmarse que la situación ha cambiado®, pero trataremos esta cuestión más adelante en el
apartado 7.
Con relación al elemento material, la primera pregunta que debemos hacernos es qué
es lo que se considera práctica. En primer lugar, los actos que constituyen la práctica deben
ser conductas humanas, el derecho no le da relevancia a los hechos de la naturaleza para la
creación de normas, y deben tratarse de actos vinculados con las relaciones internacionales, la
práctica exclusivamente interna no puede dar lugar a una costumbre internacional7.
La doctrina no es pacífica sobre si deben considerarse solo los actos de los saetas o tam
bién sus declaraciones. Mientras que para algunos ostas últimas son una forma de práctica,
para otros se trataría de una manifestación del elemento psicológico, y tener en cuenta las
declaraciones como práctica podría llevar a que un mismo acto pueda ser considerado a la
vez como elemento material y elemento subjetivo®. Suponer esto podría dar lugar a malin-
terpretar la cantidad de práctica y la verdadera “densidad" necesaria para la formación de la
costumbre®.
Asimismo, cabe preguntarse cuál es el rol de las omisiones a la hora de analizar la prác
tica. La mayoría de la doctrina las admite como práctica. En el caso Lotus, Francia invocó una
regla consuetudinaria según la cual, en caso de abordaje en alta mar, la jurisdicción penal
quedaba reservada a los tribunales del Estado de la bandera del buque, y para probarlo recu
rrió a una serie de abstenciones. La Corte sostuvo que, aun cuando las decisiones judiciales
presentadas fueran suficientes para probar las alegaciones de Francia, solo demostraría que
los Estados se abstuvieron, en la práctica, de iniciar procedimientos penales, y no que recono
cieron no estar obligados a hacerlo. Pues únicamente podría hablarse de una costumbre si esa
6 Barberis, Julio A., Formación del derecho internacional, Abaco de Rodolfo do Palma, Buenos Aires, 1994, pp,
74-78.
6 Mendekon, Maurice H, "Formation of Customary International Law”, R.C.A.D.I., vol. 272 (1998), p. 197.
7 Barberis, Julio A., op. cit., p. 84.
8 Kamraorhofor, JOrg, "Uncertainty in tho Formal Sources of International Law: Customary International Law
and Some of Ita Problema”, E.J.I.L., vol. 15 (2004), p. 526. Para los volunte ría tas ambas formas de conducta
son manifestación do la voluntad del Estado, mientras que, para aquellos que le dan importancia a la creencia
do estar a derecho, las declaraciones serían manifestaciones de esta creencia y los actos físicos serían tenidos
en cuenta como elemento material.
92
<fiAPhULO5-IAcostumbrewtern&ional ____________ • ■
Algunos autores han afirmado que solo debe considerarse la conducta de aquellos órganos
que, de acuerdo con el derecho interno del Estado, tienen capacidad de obligarlo intemacio-
palmente, circunscribiéndolo a quienes llevan adelante las relaciones internacionales: jefe de
:Eptado, jefe de gobierno, ministro de relaciones exteriores y el cuerpo diplomático’3; sin em
bargo, esta postura es muy restrictiva. Otros autores entienden que la conducta de aquellos
que resulta atribuible al Estado para generar responsabilidad internacional1* sería también
la que debe tenerse en cuenta a la hora de identificar la práctica del Estado.
Por otra parte, no solo la práctica de los Estados contribuye al desarrollo de normas con
suetudinarias, la práctica de las organizaciones internacionales también puede generarlas.
Por,qjemplo, en la Opinión Consultiva sobre Reservas a la Convención para la Prevención y la
Sanción M Delito de Genocidio™ la CU, para determinar la costumbre relativa a las reservas
íjUoe tratados, tuvo en cuenta la práctica llevada a cabo por ol secretarlo general de las Nacio-
nfe# Unidas en su carácter de depositario de tratados multilaterales1”.
¡ 10 S.S. Lotus (Francia c. Turquía), CPJI, Fallo, 07/00/1927, PCIJ Serie A, n.° 10. p. 28.
. .11 Mendelson, Maurice H., op. cit. p. 208. Otro ejemplo de un comportamiento ambiguo puodo encontrarse on la
Opinión Consultiva aobre la Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares (doc. clt.), on la que la CIJ
rechaza el argumento reapecto a que, porque loa Estados que poseen armas nucleares se han abstenido de
utilitarias desde 1945, han aceptado la obligación de nunca más utilitarias.
12 Para Barbería esta cuestión se trata solo de un pseudoproblema que se da en el plano del longuaje y no en el
1 de la realidad, porque un hecho en sí mismo no os ni positivo ni negativo; lo que tiene este sentido es la pro
posición que utilizamos para describir el hecho. Para este autor, Francia podría haber probado la costumbre
mediante hechos positivos recurriendo a la práctica de los tribunales de! Estado del pnbollón que de modo
constante so hubieran atribuido competencia penal. A Mendelson no le parece convincente esta explicación,
pues afirma que la jurisdicción puede ser concurrente, y demostrar que el Estado del pabellón ejerció jurisdic
ción no habría probado que tenían el derecho exclusivo de hacerlo. Por lo tanto, Francia necesitaba recurrir a
las abstenciones.
13 Tal al caso de Strupp y Anallottl, citados por Mendelson. Maurice H., op. cit, p. 198. Estos autores estarían
influenciados por la concepción de la costumbre como tratado tácito.
14 Ver artículos 4 a 11 del anexo i a la Resolución 58/83 de la Asamblea General.
15 Reservas a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, CIJ, Opinión Consultiva,
28/11/1951, parág. 25. ’
15 Akehurst, Michael, “Cuetom as a Source of International Law", B.Y.I.L., voL 47 (1974-1975), p. 11.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
resolución do fondo hacen falta nueva votos, "incluto loe notos afirmativo* de todos loa mlombros pormanontes’
(énfasis agregado) -art 27(8) en virtud do la prdotlca seguida por la Organlwoión, la abstención o la au
sencia ya no bo consideran voto, por lo que una resolución do fondo se adoptará sin ti vota negativo do los cinco
mlombros permanentes.
19 Pollot, Alatn, ’Artiolo 80', en The Statulo ofthe International Court nfJuttlct. A Commtntary, Zimmormann,
Andreas; Tomuschat, Christlan y Oellers-Frahm, Karln (oda.), Oxford Un iveraity Proe6, Oxford, 2.* odio.,
2012, pp. 749-750, parág. 214.
94
CAPÍTULO 5 ■ LA COSTUMBRE INTERNAGONAL* " ' " ‘
nacional consuetudinario en base a lo que era originalmente una norma puramente ->
-Ib.; convencional, un requisito indispensable sería que durante el período de tiempo en : ?
í . cuestión, por corto que fhera, la práctica estatal, incluida la de aquellos cuyos inte- . ?•. ;
' i resea ®8tán especialmente afectados, haya eido tanto extensiva como virtualmente ' í
! ■ : uniforme
j £¿; Incluso un autor, frecuentemente citado, -Bin Cheng- afirmó la posibilidad de queseáis- ;v
; :' . tiara una costumbre instantánea23
24.*Con
26 motivo de la adopción de las Resoluciones de la Asam-
? • ;'¡; blea General 1721 (XVII) y 1962 (XIII), las primeras relativas al espacio ultraterrestre, se \v>-
’ pregunta acerca de la posibilidad de que la adopción unánime de resoluciones, a pesar de
que por su naturaleza no sean vinculantes, pueda dar lugar a la formación inmediata de una|z^
* \'í; costumbre internacional. Cheng no ve motivos por los que una costumbre no pueda generarse
f¡ a partir de este tipo de resoluciones, que serían evidencia de la opinio iuris de la comunidad
í J s; ?. internacional, sin necesidad de práctica por parte de los Estados, ya que para este autor el
¿ 'J* elemento material no sería constitutivo de la costumbre internacional20. Este jurista no parece
; • 7$ " contar con muchos seguidores28.29
El30término "costumbre instantánea" es para muchos una con-
’ tradicción in terminis, puesto que siempre transcurre al menos algún tiempo hasta que una
' práctica deviene en habitual entre los Estados27.
: Á v En este orden de ideas, también cabe mencionar la coutume grande viteese, a la que se re-
' yu¿.’. Aere Condorelli con referencia a la rápida formación de costumbres relativas a crímenes come-
’;; tidos en conflictos no internacionales tras los conflictos en la antigua Yugoslavia y Ruanda28.
L1.3, La uniformidad
. Con respecto a la uniformidad, en el caso sobre el Derecho de asilo, la CU consideró que
<;•?los hechos que se le plantearon presentaban tanta discrepancia en el ejercicio del asilo diplo-
• • mático que no era posible establecer un uso constante y uniforme2’.
Sin embargo, en otros casos, la Corte se ha mostrado satisfecha con determinar que la
práctica era “virtualmento uniforme"10, aplicando un estándar más flexible. Así, en el caso de
í las Acciones militares y paramilitares en y contra Nicaragua (en adelante, caso Nicaragua),
no se consideró que, para que una regla fuera establecida como costumbre, la práctica corres-
. pondiente deba estar en absoluta rigurosa conformidad con la regla81. Resulta suficiente que
. la práctica resulte consistente con la regla. No obstante, pl alcance de tal concepto resulta algo
g&íambiguo, ya que no eB claro quó nivel o medida de “consistencia” será el requerido para que se
c<,nfiffUJ,Q 1Q costumbre. Lo cierto os que la Corte en el citado caso afirma que invocar excep-
ciones o justificaciones para prácticas inconsistentes con la norma no la debilita, sino que la
reafirma.
1.1.4. La generalidad
r:'V'* Con relación a la generalidad, no es necesario que todos los miembros de la comunidad
R; . internacional realicen la mentada práctica para que pueda dar lugar a la formación de una
•. costumbre internacional; lo que se requiere es que los Estados relevantes para una cuestión
: determinada participen de la práctica. Berberís lo expresa muy claramente cuando explica
® Que, para demostrar la existencia de una costumbre sobro pesca marítima, se reourrirá a la
23 Plataforma continental del Mar dtl Norte, doo. dt, parág. 74 (traducción librol
24 Cheng. Bin, “Untad Nadons Reaolutione on Outor 8paoo: 'Initant' International Cuatomary Law?", Studta
26 En contra, vor Pollot, Alaln top. olí, p. 700, porág. 215), auien afirmo que no axiate tal cota como la costumbre •
instantánea. Kammerhofer (op. cit p. 680) explica que Cheng comidera que no hace falta el elemento material
para la formación de la costumbre, en consecuencia, si no se requiere la práctica, no ee requiere ni mucha ni
poca; por lo tanto, quedarlo fuera dol eepootro de lo que citano i analizando.
81 Acc/omi MUltarct y Paramilitarot ony contra Nicaragua, doo. clt, Fallo (fondo), 27/06/1986, parág.^lflfl.
05
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
práctica de determinados países (quizás aquellos que tienen grandes ñotaB pesqueras, o bien
los que realizan concesiones de pesca en aguas b ajo su jurisdicción), mientras que, para cues
tiones relativas a la inmunidad de los cónsules, se consultará la de otros; en este sentido, puede
decirse que existen Estados que son "representativos" cuando 6e trata de una actividad en par
ticular53. Esto es confirmado por la jurisprudencia en los casos de la Plataforma Continental
del Mar del Norte, en los cuales la CU afirma que debe tenerse en cuenta la práctica de los
Estados cuyos intereses están especialmente afectados”.
32 Barborls, Julio A., op. clt., p. 88; Akohurst, Mlohaol, op. cit., p. 28.
88 Plataforma continental del Mar del Norte, doc. cit,, parág. 73.
84 Msndolson croo que el clómonto subjetivo os de poco valor, estima que no es necesario establecer la preeoncia
do opinio lurte ni de consentimiento en la mayoría do loa casos, ver op. cit., pp. 246, 286 y 290; otros autores
afirmaron que el elemento psicológico no desempeña ningún papel en el proceso de formación de la costum
bre: Kopelmanaa, Guggsnheim y Releen, oatos últimos dos fueron de eea postura, pero luego modificaron eu
posición; ver, Barbería, Julio A., op. cit., pp. 92-93.
86 Barbería explica que la dificultad de probar la opinio iuris no sería un indicio de su inexistencia; la compara
con la dificultad de probar la culpa o el dolo en derecho penal; Barbarie, Julio A., op. cit, p. 98.
36 Por ejemplo, la doctrina soviética, Tunkin. Asimismo, Antilotti es uno de los principales expositores do esta
doctrina. Wolfke, por eu parte, es volunterista pero afirma que la costumbre no es un tratado tirito, por ejem
plo, las personas que pueden colaborar en la formación de la costumbre son más que los que tienen la facultad
para celebrar tratados, ver Mendelaon, Maurice H., op. cit., p. 254.
Esta doctrina no parece adecuada para explicar la roalidad internacional, pues presume que aquellos Esta
dos que no so han manifestado respecto do una práctica han prestado su aquiescencia a ella, es decir, han
quedado obligados a través de su consentimiento tácito. No parece razonable que Estados que no tienon
interés alguno en una práctica, y no se ven por ella afectados, protesten solo para prevenir que en un fiituro
tal práctica no le sea aplicable. Puede darao también la situación do que un Estado no esté siquiera enterado
de la práctica. Estos Estados, por lo tonto, no han bocho nada respecto de la práctica, poro de ello no puedo
concluirse que, como no han protestado, por su pasividad han prestado su aquiescencia; se trataría do una
ficción.
Esta doctrina tampoco explica por qué los nuevos Estados están obligados por las costumbres existentes; si
bien podrían oponerse a ellas comenzando prácticas contrarias y desarrollando nuevas costumbre; hasta que
ello ocurra la doctrina y la jurisprudencia son pacíficas en afirmar que los nuevos Estados están obligados por
el derecho consuetudinario existente.
37 Un problema para los doctrinarios es la llamada "paradoja de la opinio iurie'. Debe haber une creencia
errónea de parte de los creadores de la costumbre de que ya están obligados legalmente por la misma norma
que están en proceso de crear (Kaznmerhofer, JiJrg, op. cit., p. 534). Barberis explica que esto no es una con
tradicción lógica, lo sería si la concepción tradicional exigiera que para crear una norma hubiera una norma
preexistente del mismo contenido que la norma de costumbre que se va a crear, pero no se exige que exista,
sino que los sujetos se comporten creyendo que existe. Podría haber contradicción entre dos proposiciones,
una que postula un objeto como existente y otra que lo niega; o una que postula la creencia en la existencia de
un objeto y otra que niega osa creencia. Sin embargo, no hay contradicción lógica entre dos proposiciones, de
las cuales una expresa la creencia en la existencia de un objeto y la otra niega su existencia; Barberis, Julio
A.,op. cif.pp. 93 y 94.
96
V
opinio iuris, no hay norma consuetudinaria (aunque debe mencionarse que en algunoscasoaía^^^B
Corte no se detiene a investigar si el elemento subjetivo está presente)88. •
La opinio iuris diferencia a la costumbre de un mero uso o hábito. Existen actos qiie,
ejemplo, loa individuos realizan por una cuestión de higiene o de coquetería, como el lava^gí^W
los dientes o el ponerse desodorante; son hábitos que se reiteran en el tiempo de manera cóns^'^'W
tante y uniforme, pero nadie los realiza con la convicción de que no hacerlo podría llevado,
enfrentar una demanda en sede judicial (aunque muchos de nosotros alguna vez hubíéraixiqi^,-^g
desoado podor demandar al pasajero que viajaba a nuestro lado en el subterráneo atestado,? ;
pero todos sahornos que el aseo personal no es exlglble Jurídicamente). Los Estados también1^®,
realizan algunos actos por motivos que no son jurídicos, como pueden ser de índole político, o
por cortesía, por qjomplo, algunos actos relacionados con la recapción y trato a jefes de Estado ' '■<
o de gobierno o el orden de prelaeión de los representantes de Estados en los actos. Son prác
ticas que se repiten, pero los Estados no las realizan con la convicción de que so trata de una
obligación jurídica, sino movidos por otras intenciones.
Sobre esta cuestión se expidió la CU en los casos de la Plataforma Continental del Mar
del Norte cuando afirmó que, si bien existía una cantidad de Estados que habían utilizado el
principio de equidistancia para delimitar su plataforma continental, los motivos que los ha
bían llevado a utilizarlo pudieron haber sido la practicidad o el interés, pero no la convicción
de estar cumpliendo con una norma jurídica; lo que la llevo a establecer que el principio de
equidistancia consagrado en el artículo 6 de la Convención de Ginebra sobre Plataforma Con
tinental (1958) no se trataba de una norma consuetudinaria. Así, la Corte afirmó:
No sólo los actos deben adecuarse a una práctica establecida; además deben ser tales
o llevarse a cabo de tal manera, quo ovldencien la oreencia de que tal práctica es obli
gatoria en virtud de la existencia de una norma que así lo establece. La necesidad de
tal creenola, esto es, la existencia del elemento aubjetivo, está implícito en la noción
da opinio iuris slve necessitatis. Los Estados involucrados deben pues sentir que están
cumpliendo oon una obligaoión Jurídica. La frecuencia, o el carácter habitual do los
actos no son en sí mismos suficientes. Existen muchos actos internacionales, por qjam
pio en ol campo de ceremonial y protocolo, que se realizan casi invariablemente, poro
que están motivados sólo por consideraciones de cortesía, conveniencia o tradición y
no por un sentido do deber legal”.
38 Pellet, Alain, op. cit., p. 751, parág. 217 y nota 562 (cita a Mendelson, en Fifly Years of the International Court
ofJustice, pp. 63 y 70 y los ejemplos allí citados). Además, ver Mendelson, Maurice H., op. cit, pp. 250-251.
89 Plataforma continental del Mar del Norte, doc. cit, parág. 77 (traducción libre).
40 Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua, doc. cit., Fallo (fondo), 27/06/1986, parág. 207
(traducción libre).
41 Inmunidades jurisdiccionales del Estado (Alemania c. Italia), CIJ, Fallo, 03/02/2012, parág. 55 (traducción
libre).
z
97
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Algunos autores que han visto en resoluciones de la Asamblea General, cuya naturaleza
jurídica es no vinculante, una expresión de la opinio iuris dé los Estados, entienden que aque
llas resoluciones que son adoptadas por ampliaB mayorías o por unanimidad, y que se reiteran
afio tras año, palabras más palabras menos, en el seno de la Organización, darían una pauta
de lo que los Estados entienden que sería deseable fuera obligatorio*’.
La CIJ, por su parte, ha hecho gran uso de las resoluciones de la Asamblea General de
laB Naciones Unidas para probar la existencia de la opinio iuris'3. En la Opinión Consultiva
sobre Legalidad de la amenaza o el empleo de armas nucleares afirma: “Las resoluciones de la
Asamblea General, aun cuando no son vinculantes, pueden a veces tener un valor normativo.
Pueden, en determinadas circunstancias, aportar evidencia de importancia para establecer la
existencia de una norma o del surgimiento de una opinio iuris"u.
Si bien una conclusión de este tenor podría resultar razonable, hay que tener cuidado en
dar esto por sentado, ya que deberá considerarse que los Estados se expresan en las resolucio
nes de la Asamblea General sabiendo que estas no son jurídicamente vinculantes y que, por lo
tanto, no acarrean para ellos obligación alguna. Si Iob Estados se limitan a expresarse año tras
año en la Asamblea sin tomar ninguna otra medida, no es fácil desprender de ello que preten
dan que una práctica sea obligatoria, es decir que hay dos caras en una misma moneda y hay
que ser cauto al extraer conclusiones.
Otro modo común para probar la opinio iuris es la referencia a convenios de codificación, a
los quo nos referiremos más adelanto en el punto 4. En los casos de la Plataforma Continental
del Mar del Norte la CIJ analizó ai el artículo 6 do la Convención de Ginebra sobre Plataforma
Continental (1958) reflejaba o cristalizaba el método de la equidistancia respecto de la deli
mitación de la plataforma entre Estados con costas enfrentadas o adyacentes como costumbre
internacional*5.
2. Tipos de costumbre
Existen distintos tipos de costumbre: la costumbre general y la costumbre particular o
especial. Esta última puede subdividirse en costumbre regional y costumbre bilateral.
42 Por ejemplo: Asamoah, Akohurst, Suy, Thirlway, Aranglo Rula, citados por MacGibbon, laln, “Meane for tho
Idontlflcation oí Intornotlonal Lo», General Asombly Rcaolutlono: Cuatom, Practico and Mlstakon Idontlty".
en Intarnallonal Law:TaacMnga and Practico, Cheng, Bln (cd.), Btovens & Sons, Londres, 1082, p. 10,
48 Golfa da Malna, pardge. 04
Pollot, Alain, op. cíí., p, 788, pardg. 222 (cita los casos: Nicaragua, pardg. 184, y
111) adomds, he Opiniones Consultivas do! Sahara occidental y Namibia).
44 Legalidad da la amoruua o el uto da arman nucleares, doo. clt., pardg. 70 (traducción libro).
46 Pellet, Alain, op. clt p. 764, pardg. 228.
46 Plataforma continental dtl Mar del Noria, doc. clt, pardg. 88.
47 Akehurst, Mlchaol.op. oü.,p. 29.
48 La mayoría de la doctrina exceptúa a aquellos que se hayan opuesto desdo el nacimlonto do la costumbre, vor
Una vez que una norma consuetudinaria de carácter general ha sido establecida, los Es- ?.-;%>
todos no pueden de manera unilateral eximirse de la obligación impuesta por dicha norma60,
No obstante ello, un Estado puede evitar quedar sujeto a una costumbre general si prueba
haberse opuesto a la práctica desde su inicio; es lo que se denomina la “doctrina del objetar '
persistente”.
Un Estado que se opone antes de que la costumbre se haya desarrollado como norma jurí- ,
dica de derecho internacional general puede, en virtud de su objeción, excluirse de la aplicación
de la norma.
Aunque la mayoría de la doctrina hace referencia a esta defensa, hay autores que afirman
que no tiene fundamento jurídico en derecho internacional, y critican que muchos de los que '.;U
la apoyan no tienen dificultad en reconciliarla con el rechazo a la necesidad de que un Estado ’’
consienta a las normas de derecho internacional61.
Lo cierto es que son e6casoB los ejemplos en la jurisprudencia internacional". Podemos
mencionar el caso de Isb Pesquerías anglo-noruegas, en el que la CIJ debía constatar si
existía una costumbre que prohibía el cierre de las bocas de las bahías con líneas rectas que
excedieran las diez millas marinas, y afirmó que no había suficiente práctica general y uni
forme para determinarlo, pero, además, agregó que, aun cuando la mencionada costumbre
existiera, no resultaría aplicable a Noruega, que se había opuesto a dicha práctica desde el
comienzo”.
La práctica internacional temblón parece ser escasa; sin embargo, ello resulta razonable
teniendo en cuenta que las protestas no suelen hacerse por cualquier motivo, Además, se trata
de actos diplomáticos que no siempre reciben publicidad de parte de quien loa realiza ni de
quien los recibe. Asimismo, un Estado que no desea que Be le aplique una costumbre preferirá
basar su argumento en que tal costumbre no existe, en vez de enrolarse en la excepción de que
no resultaría de aplicación a su Estado por tratarse de un objetar persistente; como consecuen
cia, es dable esperar que no existan tantos ejemplos on la práctica66.
Los antecedentes que suelen mencionarse son las objeciones realizadas por Japón, el
Reino Unido y los Estados Unidos a las pretensiones de ciertos Estados de ampliar la zona de
pesca exclusiva de tres millas marinas a doce, y luego a doscientas, entre mediados de los años
sesenta y principios de Iob años ochenta. Finalmente, a pesar de la tenaz oposición, el estatus
de ohjetor persistente fue de poco valor frente a las fuerzas de cambio en la comunidad inter
nacional que impuso igualmente los nuevos derechos, Para algunos, entonces, no hay pruebas
persuasivas en la práctica de quo un Estado tenga el derecho de excluirse de la aplicación de
una norma consuetudinaria general66.
Desde otro punto de vista, el hecho de que Japón, el Reino Unido o los Estados Unidos ha
yan abandonado su posición para algunos autores66 nada dice de la existencia en derecho de la
doctrina del objetar persistente, puesto que el cambio en la postura puede deberse a cuestiones
políticas, o a que hayan evaluado el coBto de mantener su posición; por ejemplo, ellos debían
permitir a los demás pescar a tres millas marinas de sus costas, mientras que sus buques pes
ió Elisa, Olulbml, “Poraistont Ohjoctor-(2009), on Max Planch Enciclopedia of Public Internacional Laui. http://
www.mpepll.eoia, paríg, 1.
51 Se oponen a la doctrina: D’ Amato, Anthony, The Concept ofCuetom, Cornell Unlvereity Press, Londres, 1971,
pp. 288-268; Charney, Jonathan I., “The Paraistent Objector Rule and tha Development of Cuatomary Inter
nal Law", vol. 63, n." 2 [1969], p. 221). Vor también comentarlo da Charney, Jonothan I„ op. dt. p 8.
También eo ha sostenido quo la aflrmaotón so trataba ido do un obiter dictum (ver Mendelaon, op. cit., p. 939).
Be ha seflnlado, adornta, qua la Corto se refirió a la objeción poralstonto solo an canon on los cuelo» no era olera
queros eran excluidos de las aguaB adyacentes a otros Estados, es decir que la aceptación de la
nueva tendencia por parte de los objetores puede simplemente haberse debido a una cuestión
de interés y nada nos dice de bu posición legal.
Por último, cabo señalar que esta oposición a la formación de una costumbre se torna
ineñca2 cuando la norma consuetudinaria a la cual un Estado se opone tiene carácter de ¿us
cogens. El qjemplo más frecuente en la literatura ee el de la costumbre que prohíbe la política
del apartheid¡ no obstante la oposición reiterada de Sudáfrica a la formación de la mencionada
costumbre, ese Estado está obligado por la norma47.
La parte que se apoya en una costumbre de este tipo debe probar que dicha costumbre
ha sido establecida de tal manora que ha devenido en obligatoria para la otra parte.
El Gobierno de Colombia debe probar que la regla invocada por éste ee conforme con
un uso constante y uniforme practicado por loe Estadoe en cuestión, y que éste uso
es la expresión de un derecho perteneciente al Estado que concede el asilo y un deber
que le corresponde al Estado territorial®.
Pero la Corte concluyó que Colombia no pudo probar la participación de Perú en dicha
costumbre y, por lo tanto, no podía oponérsela a Perú.
Aun cuando pudiera suponerse que tal costumbre existe sólo entre determinados Es
tados Latinoamericanos, no podría invocarse contra Perú que, lejos de haber por su
actitud adherido a ella, la ha, al contrario, repudiado negándose a ratificar las Con
venciones de Montevideo de 1933 y 1939, que fueron las primeras en incluir una regla
concerniente a la calificación del delito en materia de asilo diplomático”.
Es difícil ver por qué el número de Estados entre los que debe establecerse una cos
tumbre local con base a una larga práctica debe necesariamente ser más de dos. La57 * 59 60 61
57 Barberis, Julio A., op. cit, p. 111; ver Consecuencias jurídicas que tiene para los Estados la continuación de la
presencia de Sudáfricaen Namibia (Africa Sudoccidental), no obstante lo dispuesto en la Resolución 276 (1970)
del Consejo de Seguridad, CU, Opinión Consultiva, 21/06/1971, pp. 67 y 58.
68 A pesar de que muchos autore8 así la danominan, coincidimoa con Alcehuret y Mendelaon en que es erróneo
asumir que una costumbre limitada a un grupo de Estados tiene que ser regional, ya que puede ser restrin
gida a un grupo ideológico o a un grupo que comparte políticas on determinada materia, o característica,
como ser poseedores de petróleo, independientemente de bu localización. Ver Akehurat, Michael, op. cit., p. 29.
Un buen ejemplo serían loa Estados llamados marginalistas respecto de prácticas relativas a la plataforma
continental. Entonces, el término regional no abarca todas las situaciones, quizás un término más adecuado
sería el de costumbre especial.
100
CAPÍTULO 5 - LA COSTUMBRE INTERNACIONAL ■
Corte no ve motivos por los que una práctica de larga data entre dos Estados aceptada
por estos como regulando sus relaciones mutuas no deba constituir la base de los mu
tuos derechos y obligaciones entre ambos Estados". '
En asa oaso Portugal poaoía una sorie do territorios en la India y, debido a un levanta- '
miento que so había producido on 1054, pretendió atravesar el territorio de la India con fuerza
armadas y municiones con el objeto de sofocar la revuelta. La India le impidió el paso por su .•
territorio, motivo por el cual Portugal incoó acciones ante la CU basándose en un derecho
de paso consuetudinario que posibilitaba la comunicación entre los territorios portugueses de-..
Daman y los enclaves Dadra y Nagar-Aveji. La Corte concluyó que tal derecho existía con re
lación al paso de civiles y mercaderías, pero no respecto del paBO de fuerzas armadas, para lo
que siempre se había solicitado permiso43.
3. La prueba de la costumbre
3.1. Carga de la prueba
En principio, Be presume que un tribunal conoce el derecho y puede aplicar la costumbre
aun cuando no haya sido expresamente alegada. En la práctica, quien alega una costumbre
tiene la carga de la prueba, cuya naturaleza variará de conformidad con la materia y los ale
gatos6*.
Por su parte, el que alega una costumbre particular deberá probar que la costumbre
fue establecida de manera tal que ha devenido en obligatoria para la otra parte48. Por el
contrario, el se alega la existencia de una costumbre general de carácter evidente, frecuen
temente no es necesario probarla; on tal caso será el Estado que sostiene su inexistencia o
que aquella no lo obliga el que deberá probar que existe práctica que la contradice, o que ha
realizado actos de protesta u objetado de manera persistente al momento de la formación dé
dicha norma66
62. 67
63 68
64 69
65
En algunos casos la CIJ simplemente afirma la existencia de una costumbre internacio
nal, sin detenerse a investigar la práctica de los Estados ni la opinio iurie, y quizás en algunos
casos esto resulta aceptable. No es sorprendente que la CU afirme, sin más, que una norma,
como la libertad de la alta mar, es una norma bien establecida en derecho internacional; como
dice Mendelson, no hace falta reinventar la rueda87.
En el mismo orden de ideas, Barboris explica que hay prácticas que han adquirido un
grado tal de vigencia en la comunidad internacional que son evidentes y, por lo tanto, un tri
bunal se limita generalmente a comprobar su existencia. Normas como el.principio general de
la responsabilidad internacional del Estado, la protección diplomática,pacta sunt servando o la
norma de que nadie puede ser juez en su propia causa han sido consideradas como consuetudi
narias sin necesidad de una demostración acerca de su formación o de su existencia".
El problema que puede plantearse es que, en algunos casos, se ha afirmado la existencia
de reglas que están lejos de ser evidentes6’.
por personas particulares que carecían de Ireaty makingpoioer (capacidad para celebrar tratados).
64 Brownllo, Ian, Principies ofPublic International Lato, Oxford Unlveraity Press, Oxford, 8." odie., 1998, p, 11.
65 Caso relativo al derecho de asilo, doc. cit., parégs. 277-278.
66 Este argumento, en esencia, se encuentro desarrollado en Moncayo, Guillermo; Vinuesa, Raúl y Gutiérrez'
101
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En algunos casos a la Corto lo ha parecido suficients postular que una práctica sobro la
que estriba la norma «xíutu, tln, tomarse ol trabajo de demostrarla”.
de Justicia Internacional. En el caso Nicaragua la Corte consideró suficiente afirmar que loe expresiones
de una opinio iuris con roapecto do la existencia del principio de no intervención en el derecho internacional
consuetudinario son numoroaas y no ea difícil encontrarlas. Actividades militares y paramililaree en y contra
Nicaragua, doc. cit., Fallo (fondo), 27/06/1880, parág. 202. Eb ciorto que ea difícil apoyarse en la práctica para
probar unacostumbro que prohíbo una conducta.
102
CAPÍTULO 5- LA COSTUMBRE IMIERMAOCNAL ♦"
78 dable Aefiolsr que la oodlfioadta puedo ser realizada también por loe mismo» Sitados o por otro órgano o
IniUluoldn. Por qjomplo. grande» sodlflcaelono» te roalliaron raspéalo de los usos y coitumbra» do lft guerra
duranto la» Conferencia» da la Haya da 1889 y 190?. Asimismo, bajo loa auapiolo» del Comité Internacional do
76 Barbería, Julio A., op. oiL, pp. US y 118. Vor también Barben, Julio, 'The Customary rula: From Chryaali»
ta Buttcrfly", en Líber Amícorum 'In Memorlam' of Judgi Joté María Ruda, Arman Barca, Calixto A. ai al
(oda.), Kluwor Law Intornatlonol, Amaterdam, 2000, p. 13 (alta autora» da la misma opinión, como Jannlnga
yVIlUger).
80 Jiménez do Aróchaga, Eduardo, •International Law in the Past Third of a Century", R.C.A.D.I., vol. 189
(1978-1). p. 14.
81 Jiménez do Aréchaga, Eduardo el al, Derecho Internacional Público, prinfipios, normas y estructuras, 1.i, *
Fundación do Cultura Universitaria, Montevideo, 2006, p. 202.
J
103
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
ticulor, ha considerado a la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (1969) como
codificación de normas consuetudinarias existentes. Un ejemplo es la Opinión Consultiva rola-
tíva & Namibia en la que, aun cuando la mencionada Convención de Viena no había entrado en
vigor, la Cortó afirmó que el artículo 60 había sido adoptado sin votos en contra y que podía en
gran medida considerarse como una codificación del derecho consuetudinario existente sobre
la materia81.
En época reciente, en este sentido, en el caso de las Plantas de celulosa en el Río Uruguay
(Argentina c. Uruguay), se refiere al artículo 31 de la Convención de Viena como codificador
de las normas de interpretación del derecho internacional general8’. Otro ejemplo muchas
veces referido por la Cortó en este contexto es la Convención de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar. En efecto, en el reciente caso Controversia territorial y marítima (Nicaragua
c. Colombia) ha dicho:
En 080 mismo orden de ideas también afirmó que "la definición de plataforma continental
expuesta en el artículo 76, párrafo 1 do la Convención (antes mencionada) forma parte del
derecho consuetudinario internacional"88. 89
La CIJ ha mencionado, además, el trabajo de la CDI como medio para establecer la exis
tencia de la costumbre, o de alguno de sus elementos. Incluso se ha referido a sus proyectos,
aun antes de que se hayan convertido en convenciones. El caso más llamativo fue el relativo
al Proyecto Gabtikovo-Nagymaros, en el que la CIJ citó al menos siete veces el proyecto de
artículos sobre responsabilidad internacional del Estado por hecho internacionalmente ilícito
adoptado en primera lectura87
82. 83 84 85 86
Hace poco tiempo, en el caso entre Alemania e Italia sobre Inmunidades jurisdiccionales
del Estado, la CU se refirió al trabajo de la CDI, afirmando que en 1980 dicho órgano concluyó
que la inmunidad del Estado había sido “adoptada como una norma general de derecho con
suetudinario internacional sólidamente arraigada en la práctica internacional actual de los
Estados” y que tal conclusión era fruto de una exhaustiva investigación de la práctica estatal;
en opinión de la Corte estaba confirmada por el registro de legislación nacional, decisiones
judiciales y los comentarios de los Estados sobre lo que luego se convirtió en la Convención de
las Naciones Unidas sobre Inmunidades del Estado y de sus Bienes (2004)88.
No obstante, es importante recordar que el trabajo realisado por la CDI, en el que -como
ya se remarcó- sus miembros participan a título personal, no puede equipararse con la prác
tica de los Estados ni evidencia de opinio iuris, aunque, sin duda, es un medio subsidiario para
la determinación de reglas de derecho88.
82 Consecuenciasjurídicas que tiene para los Estados la continuación de la presencia de Sudáfrica en Namibia
(Africa Sudoccidental), no obstante lo dispuesto en la Resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, doc.
cit.
83 Plantas de celulosa en el Río Uruguay (Argentina c. Uruguay), CIJ, Fallo, 20/04/2010, parága. 64-66; Pellet,
Alain, op. cit, nota al pie 588.
84 Eato ya lo había afirmado en el caao Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein
(Qatar c. Bahrein), CIJ, Fallo, 18/03/2001, parága. 167 y ea.
85 Controversia territorial y marítima (Nicaragua c. Colombia), CIJ, Fallo, 19/11/2012, parág. 189 (traducción
libro).
86 Ibíd., parág, 118.
87 Proyecto Gabtikouo-Nagymaros (Hungría/Eslovaquia), CIJ, Fallo, 25/09/1997, parága. 47-58 (citado por Pe-
llet, Alain, op, cit., p. 756, parág. 226).
88 Inmunidadesjurisdiccionales del Estado (Alemania c. Italia), CU, Fallo, 03/02/2012, parág. 56.
89 Pellet, Alain, op. dt., p. 756, parág. 226.
104
CAPÍTULO 5 -LA COSTUMBRE INTERNATIONAL **“
Esta idea de cristalización parece más difícil de aprehender, ya que el punto en el cual •
comienza a existir una costumbre general puede no ser del todo claro01. Sin embargo, la Corte? I
afirmó en el caso de la Jurisdicción en materia de pesquerías:
exacto en que una fruta está madura. Ver Mendolson, op. cit., p. 805.
92 Jurisdicción en materia de pesquerías (Reino Unido c. Islandia), CIJ, Fallo, 25/07/1974, ICJ Reporto 1974, pp.
20-21, parág. 44 (traducción libre). * ..
• derecho internacional consuetudinario. Pero también no hay que considerar que dicho
resultado se alcance con facilidad94.
En las dos sentencias de los asuntos sobre Jurisdicción en materia de pesquerías, la Corte
afirmó la existencia de normas consuetudinarias originadas a través del efecto generador95. De
hecho, la CIJ reconoció y aplicó normas consuetudinarias que se habían formado en la práctica
de los Estados centrada en el núcleo de una propuesta sometida de lege ferenda en la Confe
rencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1960 y que no llegó a adoptarse por
falta de un voto®9.
94 Plataforma continental del Mar del Norte, doc. cit., parág. 71 (traducción en Jiménez de Aréchagü, Eduardo,
•t. al., op. cit, p. 207).
96 Jurisdicción en materia de pesquerías, doc. cit, p, 21 y 83., parág. 44 y ss.
96 Jijpénea de Aróchoga, Eduardo ti al., op. cit., p. 207,
97 Ver artículo 63 de la Convenoión de Viena sobre Derocho de los Tratados (1969). También Barboris, Julio A.,
op. cit., p. 112; Trovos, Tulllo, op. cit., p. 17, pordg. 69.
98 Gutiorrss Posee, Hortontúa D,T, Ouia pata al conocimiento de los elementos de derecho internacional público,
La Ley, Buenos Aires, 2009, p. 26.
106
CAPITULO 5 - LA COSTUMBRE INTERNACIONAL
100 Algunos autoros o tnetitucionos ao roñoron a ól como 'derocho blando" (flexible) por oposición o) "derocho duro*
(hard law}, Unto en el ámbito del derocho Internacional como on los ordenamientos íntomos, Por ejemplo, vor
Oficina de loe Naciones Unida» contra la Droga y el Delito. Prepuntae frecuente» tebrt cuestione» ¿trecho
internacional do la lucha contra el terrorismo, Noolonee Unidas, Nueva York, 2009, p. 18 (diiponlbla en http://
www.unodo.org/dQcument8/terroriflm/PubUcaUona/FAQ/Spani8h.pdf). Ver también Sdnches Pérez, Alocan-
Boholarly Conoopt of Soft JntornetloBal Uw? Editor*» Introductor/ Remarko", Leidvn Journal ofInternatio
nal Law, vol. 30 (2019). pp. 309-312! Bill», Jayo, "Shade» of Grey: Soft law and the Vaildity of Public Intorna-
tíonal Lew", Ltldon Journal of Internailonal Law, vol. 26 (9012), pp. 318-334.
103 Boylo, Alan, "Soft Law in International Lew makingu. International Law, Evan», Mglcolm (od.), Oxford Uní-
virolty Pro»», Oxford, 3." odie., 2010, p. 124.
104 Ibíd.
100 Berberís, Julio A., op. cit, p. 285. Este autor distingue entre tres acepciones de soft law\ a) las normas que so
encuentran en proceso de formación: b) las norma» jurídicas de contenido vago o difuso; c) las resoluciones do
la Asamblea General u otrae de la misma naturalesa. La afirmación citada so refiera a la primera acepción.
Con respecto a la segunda, estamos en presonoia do oblígaolonos jurídica», la obligatoriedad es la misma,
aunque fuera difícil la comprobación de iu cumplimiento. Con relaclóp a la último acepción, se trata do Ina-
trumonto» no obligatorios y no puede hablarse de un ordon jurídico Intermedio.
107
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Por otra parte, pueden actuar como punto de partida para la realización de conductas por
parte de los Estados. Así, 109 Estados de determinada organización o agrupación se comportan
de acuerdo con los estándares adoptados de manera constante y uniforme, y lo hacen con la
107 Abbol. Kenneth W. y Snidal, Duncan, ‘Hard and Soft Law in International Govemance". en Jnttrnatlonal
Organíration, vol. 54, n.• 3
(2000), p. 443. El Convenio de Rotterdam entró en vigor el 24/02/2004.
108 Ibíd., p. 435. La Convención conjunta oobre seguridad en la gestión do! combustible gaBtcdo y oobro seguridad
en la gostión de desechos radiactivos entró en vigor el 18/08/2001.
109 Sobre esta cuestión, ver el informe final del “Comité sobre Jurisdicción del Estado ribereño respecto de la con
taminación marina’, de la Asociación de Derecho Internacional (ILA), Londrea, 2000, pp. 31-35 (disponible en
httpJ/www.ila-hq.org/en/committees/index.cfm/cid/12).
110 Muchos de estos estándares están contenidos en convenciones internacionales de la OMI, como SOLAS.
MARPOL, pero evolucionan constantemente y muchas veces se redactan “directrices* o “planes” en instru
108
CAPtTLLO 5 - LA COSTUMBRE INTERNACIONAL
convicción de estar a derecho. De ese modo, los mencionados Estándares, que no tenían carácter
de norma jurídica, transcurrido cierto tiempo habrán devenido en costumbre internacional1w I'
Entonces, determinadas conductas que no logran el consenso o las voluntades suficientes 5
para convertirse en tratados, o bien que los Estados de manera consciente no están dispuestos ?
. - .4
a obligarse por estos, al ser recogidos en estos instrumentos no obligatorios, podrán posterior
mente quizás, por el camino de la costumbre, imponerse a toda la comunidad internacional. V':’
En última instancia, el impacto práctico de estos instrumentos dependerá de la acépta » <
■'*'j.' ‘C■
ción por parte de los Estados a nivel nacional y su real aplicación, más allá del estatus legal t
con que hayan sido adoptados en los foros internacionales. Así, existen numerosos ejemplos113
en que instrumentos no obligatorios son aplicados en la práctica por los Estados, lo que de-’ ?
muestra que estos bien pueden tener algún impacto normativo114.
Esta aplicación unilateral trae aparejado ol inconveniente do quo so aplican estándares
que no tienen aún naturaleza jurídica y, por lo tanto, no son obligatorios en el orden jurídico
'•
*1
internacional: no obstante ello, los domás Estados, para podar participar de algunaB activida
des en la comunidad internacional, deben adecuarse a las mencionadas exigencias o quedar *
s.
fuera de la actividad. • $•’
112 D'Aspremont, Jenn, Formaliam and Sourcea ofInternational Law, Oxford University Preas, Oxford, 2011, p.
129.
113 Algunos templos pueden sor la implementooión del Código de Conducta de la FAO para pesca responsable y
del Plan de acción internacional para prevenir, desalentar y eliminarla pesca ilegal, no declarada y no regla
mentada, PAI-INDNR (IPOA-IUU, sus siglas en inglés), que ea un documento de carácter voluntario. Argen
tina, Canadá, Nueva Zelanda, Chile y Japón, entre otros, implemontaron planes de acción nacionales para
prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (ver http://wwwiao.org). Por • _•
otra parte, recientemente se han croado órganos supervisores para controlar el cumplimiento de instruman- . .“í
tos no obligatorios, como, por tyemplo, la Comisión sobre Desarrollo Sostenible que revisa la implementación
de la Agenda 21 adoptada en la Conferencia de Río. A vecc6 so requiere que los Estados roalicen informes en .
cumplimiento con declaraciones o programas, Ver Shelton, Dinah, “International law and 'relative normati- .
vity'u, en International Law, Evans, Malcom (ed.), op. cit., p. 166. La Unión Europea, por ejemplo, ha decidido
incluir las emisiones déla aviación en su plan de intercambio de emisiones para aviones que despeguen o ate- *
rricen en aeropuertos de la Unión Europea, en un esfuerzo por contrarrestar el cambio climático. La decisión
unilateral afectaría a la aviación en general imponiendo estándares y consecuentes responsabilidades sobre . \
emisiones que no son obligatorios en el ordon jurídico internacional. VerScott, Joan na y Rsjamani, Lavanya,
"EU Climate Chango Unilateraliem", The European Journal of International Law, voL 28, n.® 12 (2012), pp.
469-494.
114 Jensen, 0ystein,The IMO Ouidelinee for Shipa Operatlng Ln Arctio Ice-Covered Matero. From Voluntary to
Mandatory Tool for Navigation Safety and Enuirorunental Protection?, The Fridtjof Nansen Instítut, 2007,
p. 23.
115 Barboza, Julio, op. cit., p. 1.
116 Roberts, Anthea Elizabeth, 'Traditional and Modem Approaches to Customary International Lew: A Recon-
ciliation", A.J.Z.L., vol. 95, n.° 4 (2001), p. 758. •-
117 Ibfd.
7
109
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
120 Klrgis, VftMto L. Jr.. "Custexn en o slidIng acale’, AML. vol. 81, n.« 1 (1087), pp. 140-160.
191 Roberts, Anthes Bllrabeth, op. oit,, p. 708.
122 Jonnlngs, Robert Y., "Identification of International Lew", on Intornallonal Lawi Ttwhlngi ond ?rocííc«,
op. clt., pp. 6*8 (traducción libro). Jonnlnga sostenía que ol derecho Internacional atravesaba un período do
oamblos rápidos y dosarrollo do gran importancia. La costumbre eo caraotorlsn por al paso dol tlompo; bo
desarrolla lontamonte y ai difícil de cambiar. Loa requisitos do próotica y opinio lurlt no están proaantoi en
muchas do loe normas recientes! du como qjemplo quo la práctica do poco servirá para determinar al «a ¡falta
la minería unilateral en loe íbndoa marinos y oceánicos. A fines del aiglo xx. la mayoría do la* normas quo
no son proveniente* de un tratado no reúnen las características de la ooitumbre; en consocuoncln, para oate
autor es hora de reconocer quo no se trata de coatumbre.
110
Capítulo 6
Derecho de los tratados
(primera parte)
Concepto, clasificación, celebración, entrada
EN VIGOR, OBSERVANCIA, APLICACIÓN, MODIFICACIÓN Y
ENMIENDA DE LOS TRATADOS
; vi, 1 Aponas contenió a funcionar la CDI en 1949, uno do los temos quo figuraba en su agenda oro lo codificación
!j , . del dorecho do los tratados, al quo so lo dio prioridad. Así, on dicho afio so nombró a Briorly como rolator
í j. • espacial, puosto quo ocupó hasta su renuncia <1952). A partir da entonces oo sucodioron varios rolatores espe-
:oíalos, qulonos olaboraron Informes con proyectos do artículos en los siguientes períodos: Lautorpacht <1003-
í-;-' • 19041, Fltzmaurlco (1906-1980), Waldook (1962-1986), Pora un mayor detallo vor Vllllgor, Mark E., 'Tho 1969
;,\i'. Vlonna Convontlon on the Lew ofTreaties - 40 Yeara Altor", R.C.A.DJ., vol, 344 (2009), pp. 20-82,
3 En 1068 la CDI prosontóol proyecto final do artículos a la AsnmbleaGenoral, recomendando quo ic convocara
o unaconlbrenvlo diplomática con el objeto de la adopción d» una ccnvonción sobre ol dorecho do los tratados,
Así, la Alambica Qonoral, luego de discutir al proyooto quo icrli de baso, convocó a uno primera «calón de la ,
■ conferencio on Vlona en 1908(Ros. 2287 IXXIII, del08/18/1987).
, ; 3 Adoptada «n Viene el 22/05/1989. Entró en vigor ol 27/01/1980, Sn lo República Argentina ha sido aprobada
por boy 19.965 (B.O.; 11/01/1978). SI Gobierno argentino depositó el Instrumento de ratificación ol 06/12/1072.
Si bien la mayoría de laa normas contenidas en ambas convenciones son idénticas -de
hecho, hasta coinciden casi todos los números de sus artículos-, en su momento se consideró
que era necesario contar con instrumentos separados8, en parte teniendo en cuenta "las carac
terísticas particulares de los tratados en que sean partes organizaciones internacionales como
sújetos de derecho internacional distintos de los Estados**. Por ello, como se verá, en cada uno
de los capítulos de la Convención de Viena de 1986, se reproducen en esencia los artículos de
la Convención de Viena de 1969, aunque introduciendo pequeñas adaptaciones en algunas dis
posiciones. Sin duda, pueden observarse mayores cambios entre ambos textos en la disposición
referida al arreglo judicial de controversias en el marco de la convención (art. 66).
Las convenciones de Viena reflejan no solo la labor de codificación, sino también de de
sarrollo progresivo del derecho internacional'. Incluso muchas de las disposiciones que al mo
mento de la adopción de la Convención de Viena de 1969 eran consideradas como de desarrollo
progresivo en la actualidad son reconocidas como normas consuetudinarios.
Si bien estas convenciones regulan la mayoría de los aspectos que rigen la vida de un
tratado internacional -cada una con sus propios alcances-, aquellas cuestiones no previstas
continuarán rigiéndose por el derecho internacional consuetudinario, como reza su preámbulo.
En general, ambas convenciones se ocupan de recoger las distintas prácticas existentes en lo
que respecta al derecho de los tratados, dejando libertad a los negociadores del tratado para
que decidan qué regla escoger. No obstante, se establecen -en la mayoría de los supuestos-
reglas supletorias en caso de silencio en el respectivo instrumento o falta de acuerdo entre los
negociadores. Por ello es común encontrar la frase “a menos que [los Estados negociadores]
decidan... [una solución distintar o “a menos que el tratado disponga otra cosa”1.
6 Sobre las discuaionoa que se generaron robre este punto en el seno de la CDI, ver Brfllman, Catherfne, The
InstUutional Vell in Public International Lato. International Organúations and the Law ofTnatie», Hart,
Oxford, 2007, pp. 149-179,
7 Convención de Viena de 1986, preámbulo.
8 Ver preámbulo de ambas convenciones de Viona.
9 Sobre eata "fórmula’, la cual se repite en varios artículos de la Convención de Viena. ver Haak, Volker, “Un-
lesa the Treaty Otherwise Provides’ and Similar Clauses in the International Law Commlaslon’s 1966 Draft
Articles on the Law of Treatios", ZafrV, vol. 27, n. 3 (1967), pp. 540-661.
10 Convención de Viena de 1969, artículo 1.
11 El artículo 1 de dicha Convención establece: "La presente convención se aplica: a) a loe tratados entre uno o
varios Estados y una o varias organizaciones internacionales, y b) a los tratados entre organizaciones inter
nacionales".
12 Artículo 2(1 )(a) de ambas convenciones de Viena.
112
_________________________________ CAPÍTULO 6/ DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA pfefÉ) > ’ *•
La Convención de Viena de 1969 establece en su artículo 5 que ella se aplica "a todo tra- ' S
tado que sea un instrumento constitutivo de una organización internacional y a todo tratado:'^®
adoptado en el ámbito de una organización internacional, sin perjuicio de cualquier norma"
pertinente de la organización”. En términos similares, la Convención de 1986 especifica, tam-
bién en su artículo 6, que ella se aplica "a todo tratado entre uno o varios Estados y una o va-
rías organizaciones internacionales que sea un instrumento constitutivo de una organización •di
internacional y a todo tratado adoptado en el ámbito de una organización internacional, sin
perjuicio de cualquier regla pertinente de la organización”. Se ha afirmado que el único efecto'--;
de esta disposición es “salvaguardar o dar prioridad a las reglas relevantes de organizaciones $'
individuales sobre las reglas generales en el derecho de los tratados"19.
Respecto de la relación entre ambas convenciones de Viena, el artículo 73 de la Conven- • ra
ción de 1986 establece: “Entre Estados partes en la convención de Viena sobre el derecho de
los tratados, de 1969, las relaciones de esos Estados en virtud de un tratado entre dos o más
Estados y una o varias organizaciones internacionales se regirán por dicha convención”. Los
doctrinarios señalan que esta solución -que se aparta de la aplicación de los principios gene
rales de derecho “ley posterior deroga ley anterior" y “ley especial deroga ley general”- fue
adoptada con dos motivos: 1) para otorgar estabilidad y continuidad a las relaciones entre
los Estados parte en un tratado multilateral, evitando que cambie el régimen aplicable en un
tratado multilateral cuando una organización internacional se incorpore y se tome parte en
él, y 2) para preservar las normas de la Convención de 1969 relativas a la solución de contro
versias14. Sin embargo, el artículo 73 no tiene un efecto práctico en el marco del derecho de Iob
tratados, teniendo en cuenta que los artículos de ambas convenciones son prácticamente idén
ticos en esencia y, donde hay diferencias (como en el régimen de solución de controversias), en
el artículo 66(2)(a), la Convención de Viena de 1986 adopta para controversias entre Estados
el mismo mecanismo establecido en la Convención de 1969’6.
En cuanto al ámbito de aplicación temporal, ambas convenciones especifican que se aplica
rán a loe tratados celebrados después de su entrada en vigor para cada una de las partes (art. 4).
13 Anderson, David H., “1986 Víenna Convention. Ar ticte 5", en The Vienna Conuentiona on the Laiu ofTreatiee.
A Commentary, Corten, Olivier y Klein, Pierre (eds.), Oxford Unlvoraity Press, Oxford, 2011; vol. i, p. 103
(traducción libre).
14 Dominicé, Chrietian y Kolb, Robert, “1986 Vienna Convontion. Articlo 73", en The Vienna Conueniione on the
Lau of Treatiee. A Commentary, op. til., vol. ll, p. 1661. * •.
15 lbfd-, pp. 1663-1664.
113
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Como se adelantó en el capítulo 2 de esta obra, no todos los sujetos de derecho internacional
poseen capacidad para celebrar tratados (jus ad tractatum).De acuerdo con la Convención de Viena
de 1989, "Ibdo Estado tiene capacidad para celebrar tratados” (art 6). Por su parte, la Convención
de Viena de 1986 estipula que "La capacidad de una organización internacional para celebrar tra
tados se rige por las reglas de eaa organización". 8in perjuicio de esto último, puedo señalarse que
la mayoría de las organizaciones internacionales gubernamentales poseen tal capacidad18
16. 19
1720
No obstante, también se ha reconocido capacidad para celebrar tratados a otros sujetos
del derecho internacional17. Así, pueden citarse los acuerdos celebrados por algunos órganos
internacionales independientes (por qjemplo, la Corto Ponal Internacional18, los movimientos
de liberación nacional u otros representantes de los pueblos que luchan por la autodetermina
ción18, los grupos beligerantes, la Iglesia Católica -que a través de la Santa Sede celebra con
cordatos-, la Soberana Orden do Malta88 y el Comité Internacional de la Cruz Roja [CICR]21).
16 Como vimos en o! capítulo 2, al Mercosur, así como otras «ntldadoa que califican como organizaciones interna
cionales, poseen, do acuerdo con sus estatutos, personalidad jurídica internacional y capacidad para colobrar
tratados.
17 Cfr. Cortan, Olivlor y Klein, Horre, 'Ara Agreemanti betweon títaUa ond Non-State Sntitlea Rootod in the
International Loga! Ordor?", on TAe Law ofTnatlu Btyond tht Vltnna Oonutnlton, Oannlesero, Enso (od.),
Oxford Univoraity Prosa, Oxford, 2011, pp. 3-24.
18 Do aouerdo con ol artículo 3(2) del Estatuto da Boma Q998), la Corto Ponal Internacional "concertará con ol
Estado anfitrión un acuerdo relativo a la sedo que deberá aprobar la Asamblea do los Estados Porteo y con
cluir luego aí Presidente de la Corte en nombre de ésta”
19 Por ojomplo, puede citarse ol Memorándum de Entendimiento entro ol Ministerio do Rotaciones Exteriores,
Comercio Intornaoional y Culto do la República Argentino y el Ministerio da Asuntos Exteriores do la Auto
ridad Palestina, firmado ol 28/11/2000.
20 Ver Convenio entre la Administración Postal de la República Argentina y la Soberana Orden Militar da Mal
ta, firmado al 11/12/1979, por modio del oual so le reconoce valides a los sellos postales omitidos por la última
entidad.
21 Por qjcmplo, ver Aouerdo de Seda entro la República Argentina y el Comité Internacional do la Crua Roja
(1976), el oual ostuvo en vigor hasta el 2011. El 25/07/2012 se firmó entre las mismas partas el Aouerdo sobre
el Estatuto dol Contro de Apoyo sn Comunicación para América Latina y ol Caribe dol Comité Internacional
de la Crun Roja, quo no ontró en vigor, aunque se aplicó provisionalmente. Por otra parto, ol 24 do enero do
2014 so firmó un nuevo Acuerdo do Sede, ol cual se oncuentra en aplicación provisional.
114
___________________________________________ CAPÍTULO 6-DERECHO DE EOS TRATADOS (PRÍMBW PAlfrÉ) ' '":7 .V:'-
En algunos casos, la capacidad que poseen estas entidades se limita a la adopción de ciertos
tipos de tratados (por ejemplo, acuerdos de sede, acuerdos de paz o de cese el fuego). Si bien es- .:
tos tratados no encuadran dentro del ámbito de aplicación de las convenciones de Viena, como
vimos, el artículo 3 de estas deja a salvo la existencia de aquellos acuerdos.
Los individuos y las corporaciones, al igual que las ONG, por regla general no poseen
capacidad para celebrar tratados, sino contratos. Por ello, una de las diferencias entre un con
trato y un tratado se halla en los sujetos celebrantes del acto. Un acuerdo entre un individuo,
corporación u ONG, por un lado, y un Estado, por el otro, tendrá la naturaleza jurídica de un ’ '
contrato (pudiendo ser, incluso, un contrato internacional, si posee algún elemento que lo in
ternacionalice).________________________________________________________________________________________________________________________ . s.
El caso de la Anglo Iranian Oil Company fue llevado ante la CIJ por el Reino Unido >h.-
contra Irán, debido al conflicto que este último Estado mantenía con una compañía petrolera ' <
británica, a causa de la nacionalización de la industria petrolera dispuesta por su legislación.
Irán cuestionó la jurisdicción de la Corte, por lo que se discutió si dicho tribunal podía entender
en esta disputa sobre la base de un acuerdo concertado en abril de 1933 entre el Gobierno de
Irán y la Anglo-Iranian Oil Company -entro otros instrumentos invocados-. Respecto de dicho
acuerdo, el Reino Unido sostuvo que tenía un doble carácter, era un contrate de concesión y, al
mismo tiempo, un tratado entre ambos Estados. La Corte no aceptó este argumento y consi
deró que el Reino Unido no era parte en al contrate -aunque hubiese sido negociado gracias a
los buenos oficios del Consejo de la Sociedad de las Naciones-, por lo que no podía crear ningún
vínculo entre ambos gobiernos ni regular sus relaciones mutuas. En consecuencia, al no existir
un instrumento por el que el Reino Unido e Irán otorgaranjurisdicción a la Corte, esta enten
dió que no tenía competencia para entender en esta controversia”.
Los tratados internacionales tienen por fin crear, modificar o extinguir derechos u obliga
ciones internacionales. A diferencia de los entendimientos políticos o declaraciones conjuntas
de Estados, que solo expresan “intenciones” pero no crean derechos ni obligaciones para los
Estados que las suscriben.
En el caso de la Plataforma continental del Mar Egeo, la CU sostuvo que, para determi
nar si un instrumento era un tratado, debía considerar tanto sus términos como las circuns
tancias particulares en las que fue redactado”. ,
En el caso relativo a Cuestiones de delimitación marítima y territorial entre Qatar y
Bahrein, se discutió ante la Corte Internacional do Justicia si la “minuta” suscripta en 1990
entre Qatar y Bahrein, por la que se convenía que las partes podrían someter la controversia a
la CIJ si no se lograba una solución dentro de determinado plazo, era un tratado internacional.
Bahrein sostenía que no era un instrumento legalmente obligatorio, sino un simple registro de
las negociaciones entabladas por las partes. La Corte analizó el artículo 2(lXa) de la Conven
ción de Viena de 1969, destacando que no importaban las denominaciones que pudiera tener el
instrumonto a los efectos do ser considerado un tratado. Para establecer sí en efecto se había
colobrado un "aouordo", observó todos los términos empleados y las circunstancias particula
res on las cuales había sido redactado. Notó quo la "minuta” no era un BÍmplo registro do las
discusiones de la reunión mantenida por las partes, sino que enumeraba los compromisos que
las partcB habían consentido (es decir, seguir con loa buenoB oficios hasta mayo de 1991 y, si
no eo llegaba a un acuerdo, la posibilidad de someter la disputa a la CIJ), por lo tanto, creaba
derechos y obligaciones para lae partes y constituía un acuerdo internacional”.
Por su parte, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar -en la Disputa concerniente a
la delimitación da la frontera marítima entre Bangladeeh y Myanmar en la Bahía de Bengala-
tuvo que evaluar ai lae minutas acordadas en 1974 (Agread Minutes) constituían un acuerdo
22 Anglodranlan OH Company (Roino Unido o. Irán), OW, Pullo «obre oxoopolono» preliminares, 22/07/1002.
28 Plataforma contlmntal <M Mar Egeo (Oreóla o. Turquía), CU, Fallo, 16/12/1878, pardg. 68.
24 DillmltaoUn marítima y outtUonti Hrrítorlalot «ñire Qaíiv y Be/frelu. (Qatar o, Bahrein), CIJ, Fallo, •
16/02/1666, parís». 26-26.
116
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
por el que ambos Estados determinaban la delimitación del mar territorial entre ellos88. Ban-
gladesh sostenía que las minutas en cuestión eran un instrumento jurídico vinculante. Por el
contrario, Myanmar afirmaba que su intención manifiesta siempre había sido que el consenso
alcanzado respecto de la delimitación del mar territorial en el contexto de las negociaciones
debía interpretarse simplemente como un punto en común dentro del proceso general de diá
logo referido a un acuerdo integral que definiera el límite entre los Estados sobre todas las
Areas marítimas (es decir, sobre el mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma
continental). Luego do analizar la cuestión, el Tribunal coincidió con Myanmar en que no so
trataba de un acuerdo jurídicamente vinculante, dado que lo importante no ora la forma o do*
signadón de un instrumento, sino bu naturalezajurídica y contenido*1. SI bien reconoció que en
algunos casos las minutas quo firmaban las delegaciones luego do una ronda de negociaciones
podían llegar a constituir un acuordo jurídicamente vinculante", en esto caso no lo eran debido
a I09 termines, ol lenguaje utilizado y la condición siempre manifestada por Myanmar de que
la delimitación del mar territorial debía ser parte de un tratado integral que abarcara todas
las zonas marítimas en conjunto. El Tribunal destacó el hecho de que el establecimiento de
una frontera marítima era una cuestión delicada y, por lo tanto, la presunción de la existencia
de un acuerdo debía analizarse con cuidado, es decir, este no debía ser presumido fácilmente.
Además, otro indicio de que las minutas no habían sido pensadas como instrumentos jurí
dicamente vinculantes era el hecho de que las partes no habían respetado para su firma los
procedimientos requeridos por sus respectivas constituciones para la conclusión de acuerdos
internacionales.
Estos supuestos demuestran que es necesario evaluar caso por caso si estamos en presen
cia de un tratado o de un instrumento sin carácter vinculante.
Los tratados se encuentran regidos por el derecho internacional, a diferencia de los con
tratos, que se rigen por las normas de algún ordenamiento interno. Esta diferencia es crucial
a la hora de distinguir entre contrato y tratado, en especial cuando los sujetos que lo celebran
son Estados, por cuanto estos poseen capacidad para celebrar ambos. Por lo tanto, si el acuerdo
se encuentra regido por el derecho interno de alguno de los Estados contratantes (sea el dere
cho administrativo, comercial o civil), se estará en presencia de un contrato y no de un tratado.
Los contratos denominados internacionales o internacionalizados, si bien están en gene
ral regulados por el derecho interno de algún Estado, poseen algún elemento que los interna
26,29
cionalice28 como, por ejemplo, una cláusula que les permita acceder al arbitraje internacional
27
en caso de surgir una controversia entre las partes. Sin embargo, ello no los transforma en
un tratado internacional. No obstante, se han planteado interesantes discusiones académicas
en el supuesto de que el contrato haga referencia no solo a la aplicación del derecho interno
de un Estado, sino también a los principios del derecho internacional, como se presentó en el
arbitraje Texaco c. Libia*t originado por las medidas de nacionalización dictadas por el Go
bierno libio en 1973 y 1974. En dicho caso, la cláusula sobre derecho aplicable contenida en el
contrato de concesión celebrado entre el Estado libio y la compañía extranjera Texaco refería
a “los principios del derecho libio que son comunes a los principios del derecho internacional”.
En su laudo, el árbitro único Rcné-Jean Dupuy sostuvo lo siguiente: “Decir que el derecho in-
26 Disputa concerniente a la delimitación de la frontera marítima entre Bangladesh y Myanmar en la Bahía de Ben
gala (Bangladesh/Myanmar),TIDM, Fallo, 14/03/2012, parágs. 88-99.
26 Ibíd., parág. 89.
27 Esto mismo ya lo había reconocido esto Tribunal en el caso Hoshinmaru (Japón c. Fedoración Rusa), TIDM,
Pronta Liberación, Fallo, 06/08/2007, parág. 86 (Allí sugirió: “El Protocolo o1 minutas do una comisión con
junta, tai como la Comisión ruso-japonesa sobra Pesquería!, bien puede ser ftiente de derachot y obligaciones
entra las Partes") (traducción libre).
28 Ver Maniruwaman, A.F.M., “State Contracta in Contomporary International Law: Monist vorsue Dualiat
116
X*
ternadonal gobierna relaciones contractuales entre un Estado y una parte privada extranjera J
no significa que este último sea asimilado a un Estado ni que el contrato celebrado con él aeV ' •
asimilado a un tratado”80. Así, “la intemacionalización de ciertos contratos [...] no lleva a conferí
rir a la persona privada competencias comparables a las de un Estado sino ciertas capacidades íJ
para actuar internacionalmente en orden a invocar los derechos que resultan de un contrato . •
internacionalizado”81.
Un tratado puede ser denominado de distintas formas, sin que ello afecte su naturaleza
jurídica: tratado83, pacto84, convención”, convenio” estatuto”, protocolo”, acuerdo”, carta40,
acta41, entendimiento42, declaración48, minuta44, entre otras. Hay ciertas denominaciones que
son utilizadas de manera uniforme, mientras que otras se usan de forma indistinta, no Biendo
posible establecer una regla general sobre los tipos de tratados en los que se emplean.
El “armisticio” es un acuerdo por el que se suspende o se pone fin a las hostilidades entre
dos o más partes beligerantes41. El “concordato” es un acuerdo entre la Santa Sede y un Estado,
aunque oficialmente el tratado se denomine de otra forma (por ejemplo: convenio, convención,
acuerdo48, etc.).
Hay denominaciones que son equívocas, puesto que pueden denotar tanto tratados como
instrumentos que Jurídicamente no lo son. Tal es el caso de las expresiones "declaración” y
“estatuto", por ejemplo. Así, el término “declaración" normalmente no es usado para designar a
un tratado, sino para nombrar a una resolución adoptada por un órgano internacional4’ o por* 31 32 * 34 * 36 3
y
117
LECC’Of.ES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ8UC0
los Estados on una conferencia internacional40, o incluso puede tratarse de un acto unilateral
de un Estado o una proclama conjunta de dos o más Estados4®. Dichos actos pueden ser o no
vinculantes, dependiendo de cada caso particular, pero lo importante aquí es advertir que un
instrumento denominado ‘'declaración” puede no ser un “tratado” -en general no lo es-. Lo
mismo sucede con los términos "proclama” o “proclamación”60.
La expresión “estatuto" muchas voces es utilizada para denominar a algunos tratados81,
pero también para nombrar a resoluciones que no son adoptadas bajo la forma de tratados82.
Por último, cabe aclarar que, cuando las convenciones de Viena de 1969 y 1986 incluyen
definiciones de tratado que emplean una referencia respecto a que los tratados pueden constar
en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos, con esta última expresión están
aludiendo a los denominados “acuerdos por notas reversales” (o por “canje de notas”), a los que
nos referiremos más abajo.
48 Por ejomplo, la Declaración Amorloana do Derechos y Deberás del Hombro, adoptada por loi Botados smeri
ca nos en la IX Conforenola Intcrnnoional Americana, 02/08/1048.
49 Como la Declaración sobre el Límite Exterior del Río do la Plata (1881), entro la Ropúbllca Argentino y lo
República Oriental del Uruguay. En el capítulo 27 do esta obra so mencionan otras declaraciones coniunUe
adoptadas por Estados.cor. relación o espacios marítimos.
B0 Por templo, la famosa Proclamación Truman (1945) oÍQctuada por el entonces presidente da loo EK. UU., oon-
cerniente a olorice derechos de esc país an loe espacios merídmoe adyacentes el territorio norteamericano,
que oa oitada también en al capítulo 37 do esta obra.
61 Como al Estatuto dol Río Uruguay (1976), el Estatuto do la Corto Internacional da ¿ustlola (1946) o el Estatuto
de la Corte Pena) Internacional (1998).
62 Por ejemplo, ol Estatuto do la Corto Intoramcricana do Dorochoe Humanos, aprobado modianto la Resolución
448 adoptada por la Asombloa General do la OKA en su noveno poríodo de sesiones, colobrodo on La Pas en
octubre do 1979.
53 Vor Moncayo, Guillermo y otroe, op. cit„ p. 98 y ei.¡ Remiro Brotóns, Antonio, Derecho Internacional Público
2. Derecho de loe Tratados, Teonos, Madrid, 1987, p. 29 y se.; Do la Guardia, Ernosto y Dolpoch, Marcólo, SI
Derecho do los Tratados y la Convención de Viena de 1060, La Ley, Buenos Aires, 1970, p. 84 y sb.¡ Router,
Paul, Introduction au droit det treíMs, Pressoe Univorsitairos do Franco, París, 8.a od. revisada y aumentada
por Cahler, Philippe, 1996, p. 81 y se.
54 Como el Tratado dol Río do la Plata y su Fronte Marítimo (1978), entre la República Argentino y la Ropública
Orienta) del Uruguay.
55 Por qjomplo, la Carta do las Naciónos Unidas (1046).
58 Como la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito da Genocidio (1948).
57 Do la Guardia, Ernosto y Dolpoch, Marcólo, op. elí, p. 44.
08 Los tratados do 1 (mitos suelen sor cerrados.
118
______________ ____________ CAPÍTULO 6 - DERECHO DE LOS TRATADOS (PRÍMERA PAffTg) ‘ "íí
nización internacional, entre otroB requisitos que se establezcan59. En cambio otros tratados
pueden estar abiertos a cualquier Estado u organización internacional, sin limitación.
c) Según las formas de celebración: en buena y debida forma (creados mediante un
procedimiento complejo: negociación, adopción del texto, firma, ratificación), o en forma simpli
ficada (se emplea un procedimiento más rápido que incluye negociación y firma; por lo general
entra en vigor el mismo día de la firma). Dentro de estos últimos pueden mencionarse los
acuerdos ejecutivos o presidenciales (en general los firman los jefes de Estado) y los denomi
nados acuerdos por canje de notas o por notas reversóles (como puede verse en el ejemplo que
se anexa más abajo, se trata de tratados contenidos en varios instrumentos conexos, que se
originan con una nota enviada por un representante de un Estado al representante de otro-
Estado, proponiéndole determinado acuerdo, el cual se perfecciona cuando el segundo Estado
responde afirmativamente por medio de otra nota en la que se transcribe la oferta recibida por
el primer Estado y su respuesta).
Sr. Ministro:
Tengo el honor de hacer referencia al Tratado entre los Estados Unidos de Amé
rica y la República Argentina relacionado con el estímulo y la protección recíproca
de la inversión, cuyo Protocolo se firmó en Washington el 14 de noviembre de 1991
(“El Tratado”).
Durante la negociación del Tratado, el gobierno de los Estados Unidos de Amé
rica y el gobierno de la República Argentina debatieron la inclusión del Sector Mi
nero Argentino en la Sección 6 del Protocolo del Tratado. En base a estas discusiones
y otras posteriores relacionadas con el tema, deseo proponer la supresión del término
“Minero" de la lista de sectores en la Sección 5 del Protocolo.
Si lo que antecede as aceptable para su gobierno, tongo el honor do proponerle
quo OBta nota junto con su nota de respuesta a tal efecto, constituyan un acuerdo
entro nuestros dos gobiernos modificando ol Tratado, quo estará sujeto a ratificación.
Acepto, Sr. Ministro, las renovadas «ogurldados de mi más alta consideración.
[Firmal69
69 Por ejemplo, el artículo 18 dol Tratado Antartico (1958) dispone quo dicho .tratado "Quedara abierto a la adhe
sión do cualquier Estado que sea Miembro do los Naciones Unidas, o do cualquier otrb Estado que pueda ser
invitado a adherirse al Tratado con el consentimiento do todas las Partos Contratantes cuyos ropresentantoe
estén facultados a participar en las reuniones provistas en ol artículo 9 dol Tratado".
90 Acuerdo por Canje do Notas entro oí Oobiomo do la República Argentino y el aoblorno de los Estados Unidqs
ds América (1992), modificando el Tratado entra la República Argentina y los Estados Unidos aobra Pronto-
olón y Protección recíproca do Inversiones suscripto on Washington D.C. dol 14/11/1991, En la República Ar-
gontlna ha sido oprobado por Loy 24.369 (B.O.: 13/09/1994). Este acuerdo entró en vigor desde ol 20/10/1994.
(El texto que aquí so reproduco ha sufrido algunos cambios do forma», paja su mejor vlsuallsaoldn y com
prensión),
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
[Firmal
61 Por ejemplo, los tratados sobre derechos humanos, como la Convención Americana sobre Derechos Humanos
(1969). También han sido llamados "tratados-ley1'.
62 Puede citarse un Acuerdo sobre exportación de carne argentina a España, firmado el 05/08/1967 por repre
sentantes de los gobiernos argentino y español. También han sido llamados “tratados-contrato’.
120
CAPÍTULO 6 - DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PARTE)'
La mayoría de los tratados celebrados "en buena y debida forma" constan de un proceso
complejo que en el ámbito internacional -como muestra el esquema que figura más abajo-'
abarca las siguientes etapas: negociación; adopción del texto; autenticación del texto (firma);
manifestación del consentimiento. La negociación y adopción del texto serán tratadas de ma
nera conjunta, aunque estrictamente la adopción del texto pone fin al proceso de negociación,
con lo cual esta última se produce en un momento previo al de la adopción del texto. En la
práctica, ambas etapas pueden superponerse, ya que es común que en una conferencia inter
nacional se adopte el texto de uno o varios artículos de.un tratado, pero se siga negociando el •
texto de otros.
En los tratados "en forma simplificada" algunas do estas etapas se abrevian o se subsu-,
men en otras, ya que, por medio de la firma, se manifiesta el consentimiento del tratado. Con
10 cual solo habrá negociación, adopción del texto y firma del tratado. '?•.
En principio, toda persona que posea plenos poderes puede representar a un Estado o a
una organización internacional en la celebración de un tratado”. En cuanto a la terminología,
una eminente jurista -Basdevant- enseñaba a principios de siglo xx que, si bien la expresión
“plenos poderes” se empleaba desde hacía mucho tiempo, no se condecía con la realidad, puesto
que los denominados plenos poderes no otorgaban poder para llevar adelante todos los actos
concernientes al proceso de celebración del tratado, sino solo para negociar y firmar un tra
tado”. Si bien los plenos poderes pueden concederse también para realizar otros actos, como
manifestar el consentimiento en obligarse por un tratado, lo que quería señalar Basdevant era
que comúnmente eran otorgados para realizar actoB específicos del proceso de celebración de
un tratado, como su firma.
Los plenos poderes están contenidos en un instrumento formal, solemne, por medio del
cual la autoridad competente del Estado (puede ser el jefe de Estado, el jefe de gobierno o el mi
nistro de relaciones exteriores) afirma que determinada persona se encuentra autorizada parp
representar a ese Estado o a la organización internacional en la realización de ciertos actos
en el marco del proceso de celebración de un tratado. Los plenos poderes -que en la Argentina
los firma el/la presidente- deben distinguirse de las credenciales, instrumento este último que
generalmente firma el ministro de Relaciones Exteriores de un Estado con el fin de autorizar
a una persona a participar en una reunión de una organización internacional, pero que no la
habilita para firmar un tratado en nombre del Estado.
A título de ejemplo, he aquí un instrumento de plenos poderes, por el que se otorga auto
rización para firmar un tratado determinado”:
PLENOS PODERES
Yo, [nombre y título del jefe del Estado, el jefe del Gobierno o el ministro de
Relaciones Exteriores],
AUTORIZO POR EL PRESENTE INSTRUMENTO A [nombre y título) a fir
mar la Convención sobre las Municiones en Racimo realizada en Dublín el 30 de
Mayo de 2008, en nombre del Gobierno de [nombre del Estado).
HECHO EN [lugar], el (fecha).
[Firma]
/
121
LECCIONES DE DERECHO IHIERNACO.'ML PÚBLICO
Si el texto del tratado aún no se ha adoptado y se emite un instrumento con el fin de otor
gar poder para negociar o adoptar el texto en una conferencia, en lugar del nombre del tratado
se describirá de qué conferencia se trata.
Sin embargo, las convenciones de Viena establecen qué personas pueden representar a
un Estado u organización internacional sin presentar plenos poderes. En primer lugar, se des
prende de la práctica de los Estados (u organizaciones internacionales, según corresponda) -u
otras circunstancias- que la intención de los Estados y de las organizaciones internacionales
ha sido considerar a esa persona como su representante sin la presentación de plenos pode
res”. En segundo lugar, en el caso del Estado, hay ciertos funcionarios, como los jefes de Estado
y de Gobierno, o los ministros de Relaciones Exteriores, que no necesitan presentar plenos po
deres para representar al Estado en ninguna de las etapaB de celebración del tratado88. Otros
funcionarios podrán actuar sin plenos poderes solo para la adopción del texto de determinados
tratados (obviamente comprende la negociación, pero no la autenticación del texto). Se trata
de los siguientes supuestos:
- los representantes acreditados por los Estados en una conferencia internacional, para
la adopción del texto de un tratado entre Estados y organizaciones internacionales70
68; 69
- los representantes acreditados por los Estados ante una organización internacional
o uno de sus órganos, para la adopción del texto de un tratado en tal organización u
órgano71; 72 * 74
- los jefes de misión diplomática, para la adopción del texto de un tratado entre el Es
tado acreditante y el Estado ante el cual se encuentran acreditados”;
- los Jefes de misiones permanentes ante una organización internacional, para la adop-
oión del texto de un tratado entre los Estados acreditantes y esa organización”.
Si un acto se ejecuta por una persona que no se encuentra autorizada para representar
al Estado o a la organización en cuestión, el acto no produce' efectos jurídicos, a menos' que la
entidad en cuestión confirme lo actuado por aquella persona”.
El contenido del texto de un tratado puede discutirse per capítulos, partes o bloques de
artículos, o bien artículo por artículo. Para su adopción, los Estados (u organizaciones) negocia
dores previamente deben ponerse de acuerdo respecto del método a emplear.
Las convenciones de Viena prescriben en el artículo 9(1) que en principio el texto de un
tratado se adopta por consentimiento de todos los Estados (u organizaciones) negociadores.
Esto es aplicable en general cuando se trata de tratados bilaterales o multilaterales restringi
dos. Pero, en caso de tratados negociados en conferencias internacionales donde participa un
considerable número de Estados, las convenciones de Viena establecen una regla diferente.
En efecto, la Convención de Viena de 1969 dispone en el artículo 9(2): “La adopción del texto
de un tratado en una conferencia internacional se efectuará por mayoría de dos tercios de los,
Estados presentes y votantes, a menos que esos Estados decidan por igual mayoría aplicar una
regla diferente". Con alguna variación, la Convención de Viena de 1986 estipula en el articulo
9(2): “La adopción del texto de un tratado de una conferencia internacional se efectuará con
arreglo al procedimiento que acuerden los participantes en esa conferencia. Si, no obstante, no
se logra un acuerdo sobre tal procedimiento, la adopción del texto se efectuará por mayoría de
dos tercios de los participantes presentes y votantes, a menos que esc® participantes decidan
por igual mayoría aplicar ur.a regla diferente".
Es decir que en una conferencia internacional, la mayoría de dos tercios de los negocia
dores pueden convenir en aplicar un procedimiento distinto para la adopción del texto, que
puede consistir en someter a votación bajo otro tipc de mayoría (mayoría simple, por ejemplo)
o que el texto se adopte por consenso -y dejar la votación para el supuesto de que no se ambe
a un consenso, como ocurnó en el marco de la 8 * Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar, como se verá en el capítulo 27 de esta obra-.
En ocasiones, algunas disposiciones del tratado a adoptarse son sometidas a votación
varias vocea a lo largo de la conferencia. Ello se debe a que las partes no se ponen de acuerdo
en 6U contenido y no se obtiene la mayoría necesaria para su adopción. Así, los negociadores
van votando una y otra vez las enmiendas propuestas por algún negociador o, incluso, por el
presidente de la conferencia.
Por último, cabe aclarar que existe la práctica de ciertas organizaciones internacionales de
elaborar el texto de tratados sobre determinadas materias a través de órganos especializados
en esos temas (por ejemplo, de derechos humanos). De modo que, en estos csbos, los Estados
no'redactan directamente el texto del tratado, aunque luego participan de su adopción al
discutir el texto y votar en el órgano pertinente de la organización de la cual son parte. Una
vez que el texto es aprobado en el seno de este último órgano, el tratado queda abierto a la
firma de loe Estados a partir de una determinada fecha. Por ejemplo, el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (1966) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, So
ciales y Culturales (1966) fueron elaborados por la antigua Comisión de Derechos Humanos
y aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas”. Otros tratados aprobados
por la Asamblea General fueron la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito
da Genocidio”, la Convención sobre Imprescriptibilidad do loa Crímenes de Guerra y de Lesa
Humanidad", la Convención sobra los Derechos del Nifio”, entre muchos otro».
75 Adoptados por la Asamblea Goneral por Resolución 2200 A (XXI). 16/12/1966. En la mioma fecha fueron
abiertos a la firma, ratificación y adhesión da loa Estados.
76 Resolución 260 A (III), 09/12/1958.
77 Roeoluclón 2391 (XXIII), 26/11/1968. - ,
78 Resolución 44/28, 20/11/1988.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
constreñidos a obligarse por un tratado, la autenticación del texto garantiza que, si en ol futuro
los negociadores deciden hacerlo, mahifestarán su consentimiento respecto do ose texto y no do
otro, de modo que ol texto auténtico es definitivo y ya no sufrirá alteraciones (a excepción de la
corrección de errores menores™).
La Convención de Viena de 1986 prevé idéntica regla respecto de los tratados de los que se
ocupa. Como puede observarse, a modo supletorio se establece la firma, la firma ad referéndum
o la rúbrica como modos de autenticar el texto de un tratado.
Con un mismo efecto que la firma, la rúbrica se produce cuando el representante consigna
sus iniciales en el texto a suscribir. La firma ad referéndum es una firma sqjeta a confirmación
(la cual no debe confundirse con la ratificación del tratado). Cuando un funcionario firma ad
referéndum significa que su firma para producir efectos deberá ser confirmada en el fiituro.
Si se confirma, el Estado será considerado signatario retroactivamente, e6 decir, a partir del
momento en que firmó ad referéndum. Si nunca se confirma, la firma ad referéndum carece de
efectos jurídicos.
79 El artículo 79 do ambas convenciones de Viena se ocupa de regular loe procedimientos para la corrección de
errores en el texto autenticado del tratado.
80 Van Aseche, Cédric, “1969 Vienna Convention. Artide 12", en The Visnna Conutntions oa tht Laiv ofTreaiiei.
A Commentary, op. cit., vol. l, p. 235.
81 Por ejemplo, el artículo 305(2) de la Convención de las Naciones Unida® sobre el Derecho del Mar -adoptada
en Montego Bay, el 10/12/1982- diapone: “Esta Convención estará abierta a la firma hasta el 10 de diciembre
de 1984 en el Ministerio de Relaciones Exteriores do Jamaica y, asimismo, desde el 10 de junio de 1983 hasta
el 10 de diciembre de 1984 en la Sede de las Naciones UnidaB en Nueva York".
82 Por ejemplo, el Pacto Internacional do Derechos Civiles y Políticos (1966), cuyo artículo 48(1) establece que
estará abierto a la firma de determinados Estados, sin especificar una fecha límite.
83 Ver artículos 77 y 79 de ambas convenciones do Viens; artículos 78 y 80 de la Convención de Viena de 1986.
124
CAPITULO 6 • DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PAf^E) ‘
garfio. Existen varías formaB de hacerlo, dependiendo de lo Que establezca el tratado, de bü=’^¡
forma y de la posición en la que bo encuentren loa Estados u organizaciones internacionales ■
que doseen obligarse por él, os decir, si participaron o no en su negociación, si firmaron o no
previamente el texto. El artículo 11 do las convenciones de Viena enuncia cuáles son estas" ?
formas. Así, la Convención de 1969 en dicha disposición establece: " 'f
126
CAPÍTULO 6 - DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PAUTE)"
venciones de Viena- el tratado permita obligarse por todo o por una parte, y que dicho Estado
u organización opte por ello. . ¿■'
A partir del momento en que un Estado (u organización internacional) manifiesta su "■
consentimiento en obligarse por el tratado, pasa a denominarse “Estado contratante’ (u “orga
nización contratante")8’. .,.¡
' 2. A falta de tal disposición o acuerdo, el tratado entrará en vigor tan pronto como
por el tratado.
vigor con relación a ese Estado en dicha fecha, a menos que el tratado disponga otra
coea.
4. Las disposiciones do un tratado que regulen la autenticación de su texto, la cons
focha de su entrada en vigor, las reservas, laa funciones del depositario y otras cues
Como puede observarse, las convenciones de Viena establecen en el inciso 2 del artíoulo
$.;• 24 una regla supletoria sobre la entrada en vigor para el supuesto de que los negociadores no
® ' acuerden nada al respecto -lo que no suele ocurrir-. La regla supletoria supedita la entrada
en vigor a que todos los negociadores se obliguen por el tratado.
Puede hablarse de una fecha de entrada en vigor “en general" y de una fecha de entrada en
vigor “en particular" para un Estado (u organización internacional) determinado. La primera
es la fecha en que el tratado entra en vigor -por primera vez- respecto de todoB loa Estados
que manifestaron su consentimiento previamente, y la Begunda es la fecha en la que el tratado
entra en vigor respecto de un Estado o entidad que manifiesta su consentimiento luego de la
fecha de entrada en vigor en general (o luego de que se obligara el último ente necesario para
que el tratado entre en vigor en general). Es decir, si un Estado (u organización internacional)
se obliga con posterioridad a la fecha de entrada en vigor en general, habrá que determinar
la fecha en que el tratado entrará en vigor para él (o para dicha entidad), de acuerdo con lo
estipulado en el tratado.
Por ejemplo, la Convención de las Naolonos Unidas sobre el Derecho del Mar (1982) pres
cribe en el primor inciso del artículo 808 su fecha de entrada en vigor en general y en el inciso
segundo la focha do entrada en vigor en particular para las entidades que se obliguen con
posterioridad a que sosenta entidades hayan manifestado su consentimiento, como puede ob-
. servarse:
1. Esta Convención entrará en vigor doce meses despuéB de la fecha en que haya de
1Í7
LECCIONES OE DERECHO IhíTERMACIONAL PÚBLICO
2. Roipocto do cada Estado que ratifique esta Convención o 10 adhiera a ella deipuói
do habar lido depositado el sexagésimo instrumento de ratificación o de adhoiión, la
Convención entrará en vigor el trigésimo día siguiente a la fecha en quo tal Estado
haya depositado su instrumento de ratificación o de adhesión, con sujeción a lo dis*
puesto en el párrafo 1.
En el ejemplo que acabamos de ver, se establece la entrada en vigor luego de que trans
curra un cierto plazo de tiempo desde que un determinado número de entidades se obligue
mediante ratificación o adhesión. En el caso de esta Convención, son doce meses, no obstante,
lo más común es que los tratados fijen un plazo menor, como, por ejemplo, de treinta días dosde
que se recibió determinado número de ratificaciones o adhesiones. Esta regla resulta ser más
conveniente que otras, ya que permito que el depositario del tratado tenga tiempo suficiente
para notificar a los negociadores de tal situación y que puedan conocer de antemano el día
exacto en que el tratado entrará en vigor, una vez que un cierto número de Estados o entidades
se haya obligado. El número de Estados o entidades obligados necesarios para la entrada en
vigor e9 muy variable. La propia Convención de Viena de 1969 requería del depósito de treinta
y cinco instrumentos de ratificación o de adhesión para que teinta días después entrara en
vigor, hecho que recién ocurrió en 1980. En el caso de la Convención de Viena de 1986, si bien
participaron de su negociación tanto Estados como organizaciones internacionales, la entrada
en vigor se va a producir recién después de que transcurran teinta días de que treinta y cinco
Estados se obliguen por ella, mediante ratificación o adhesión, independientemente de las or
ganizaciones internacionales que se hubieran obligado”.
Hay tratados que establecen que van a entrar en vigor el mismo día en que un deter
minado número de Estados se obligue por ellos, como, por ejemplo, la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, la cual establece: “Tan pronto como once Estados hayan depositado
sus respectivos instrumentos de ratificación o de adhesión, la Convención entrará en vigor.
Respecto a todo otro Estado que la ratifique o adhiera a ella ulteriormente, la Convención en
trará en vigor en la fecha del depósito de su instrumento de ratificación o de adhesión"”.
Otros tratados establecen reglas más complejas para su entrada en vigor, como el Proto
colo de Kyoto (1997), que prescribe: “El presente Protocolo entrará en vigor al nonagésimo día
contado desde la fecha en que hayan depositado sus instrumentos de ratificación, aceptación,
aprobación o adhesión no menos de 55 Partes en la Convención, entre las que se cuenten Par
tes del anexo I cuyas emisiones totales representen por lo menos el 55% del total de las emisio
nes de dióxido de carbono de las Partee del anexo I correspondiente a 1990"*°.
Puede darse que un tratado entre en vigor en una fecha cierta, algo que no es muy usual.
El Convenio Internacional del Café (2001) y el Convenio Internacional del Cacao (2010) pre
veían la entrada en vigor para una fecha determinada, pero a condición de que cierto por
centaje de Estados hubiera depositado su instrumento de ratificación a ese momento; de lo
contrario, la entrada en vigor debía posponerse hasta que se cumplieran tales condiciones11.
Un caso muy particular se da en el ámbito interamericano de protección de los dere
chos humanos en lo que respecta a la entrada en vigor de uno de los protocolos adicionales de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969). La Convención Americana posee
dos protocolos: el Protocolo “de San Salvador" sobre derechos humanos en materia de Dere
chos Económicos, Sociales y Culturales (1988) y el Protocolo relativo a la abolición de la pena
de muerte (1990). El primero contiene una disposición de entrada en vigor similar a la de la
Convención Americana (requiere que once Estados se obliguen para entrar en vigor)93. Pero el
segundo dispone que “entrará en vigencia, para los Estados que lo ratifiquen o adhieran a él,
a partir del depósito del correspondiente instrumento de ratificación o adhesión (...]*. Esta dis-88 89 90 91 92
128
; ' llp
f’ *1
CAPÍTULO 6 ■ DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PARTE)
í ■■ '■' posición resulta sumamente criticable, puesto que os contrario a la naturaleza Jurídica misma'S
del tratado pensar en la posibilidad de un tratado (instrumento por definición "plurilateral^Mr-.^
que obligue a un solo Estado03. Sería el caso de un tratado obligatorio para un solo Estado, b que
suena realmente ilógico04, ya que ningún otro Estado podría demandar frente a su incumpla
miento por no ser parte en dicho tratado. Claro está, no faltan quienes esgrimen el argumento
de que el Estado se obliga de manera unilateral frente a los individuos, quienes podrán re-
clamar ante la Comisión Interamerlcana do Derechos Humanos en caso de violación98. Sin
embargo, pareciera que esta posición confunde a los entes que crean la norma (los Estados por
‘feicél acuerdo de voluntades -dos o más-) con los destinatarios de los derechos que crearon (las
personas humanas). Se trataría de una obligación asumida unilateralmente por un Estado a
través de un instrumento multilateral,
' Cabo aderar quo se denomina "parto” a todo Estado u organización internacional que ha
consentido en obligarse por ol tratado y con respecto al cual o a la cual el tratado ya se encuentra
$ U en vigor06. En la práctica, suele hablarse de “Estado parte" cuando se hace referencia a un Estado
A; para el cual entró en vigor un tratado. Asimismo, “tercer Estado” o “tercera organización" son
* *. * *
denominaciones que emplea la Convención para designar al ente que no es parte en el tratado97
OS
• Principales etapas y hechos
Sí del proceso de celebración de los tratados
en buena y debida forma
Sí'- (u organización
negociadora)
(u organización
signataria)
(u organización)
contratante
u organización)
parte
A
JC A
A
V \ f r t > / \
Manifestación del
Negociación Adopción del Autenticación
Entrada en vigor
consentimiento
texto del texto
ciadores
-otro
93 Tal es el caso de Panamá, el primer Estado que ee obligó el 28/08/1991, según información disponible en
;■ http://www.oas.org/. Otra de las interpretaciones posibles podría ser que la relación jurídica convencional
recién se va a perfeccionar cuando al menos dos Estados se obliguen por el Protocolo. Sin embargo, esta no ha
sido la línea interpretativa seguida por la OEA.
94 Barberis considera que “La noción de que un tratado no es un conjunto de actos unilaterales paralelos y que
se requiere al menos la declaración de voluntad común de dos sujetos internacionales no parece haber sido
bien comprendida en la OEA"; ver Barberis. Julio, “Consideraciones sobre la Convención Americana 60bre
Derechos Humanos como Tratado Internacional-, en Líber Amicorum Héctor Fix-Zamudio, Secretaría de la
Corte Interamerlcana de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 1998, pp. 243-254 (en especial, p. 244).
•V..95 Al respecto Barberis sostiene que “Esta idea de que el Estado se compromete ‘unilateralmente* no puede ser
I
interpretada aquí como que se trata de actos unilaterales en ob que los Estados asumen obligaciones para
lelas de respetar cada uno los derechos humanos en su territorio. Esto no es exacto. La obligación de cada
Estado de respetar los derechos humanos en su territorio puede ser exigida ante la Corte por otro Estado y
129
LECCIOMES DE DERECHO INTEHUACIONAL PÚBLICO
Si bien los tratados empiezan a aplicarse en general a partir de la entrada en vigor (ex
cepto algunas disposiciones que, lógicamente se van a aplicar desde la adopción del texto, como
reza el art. 24, inc. 4, antes transcripto), existe la posibilidad de que Bean aplicados (en todo o
en parte) con anterioridad, bí los negociadores lo convienen o el propio tratado lo dispone. Así
lo prevé el artículo 25 de las convenciones de Viena de 1969 y 1986. Si ello ocurre, el tratado
se aplicará de manera provisional respecto de los Estados negociadores, a menos que estos
notifiquen su intención de no llegar a ser parte del tratado.
Es decir, la aplicación provisional de los tratados es un mecanismo excepcional, que se
utiliza en aquellos tratados que tienen sustancia legislativa (materia impositiva, inmunidades
y privilegios, etc.) cuando hay un interés o razón política para que se apliquen desde la firma,
pues no hay tiempo para esperar a que sean aprobados por el congreso o parlamento y con
posterioridad ratificados.
Podemos citar como ejemplo, una vez más, el Convenio Internacional del Café y el Con
venio Internacional del Cacao, en los cuales se dispuso que, si dichos tratados no entraban en
vigor definitivamente para la fecha determinada en cada uno de ellos (por no lograr el número
de ratificaciones exigido), podían "entrar en vigor provisionalmente’ en tales fechas”.
el fin de un tratado:
que proceda a la entrada en vigor del mismo y siempre que ésta no so retardo inde
bidamente.
SS Convonío Internacional dol Cafó (2001), artículo 45(2): Convenio Internacional del Cacao (2010), artículo
57(2).
09 Convonoionoa do Viena, artículo» 18,19,20.31,33,41,68 y 80,
100 Klabbar», Jan, ‘How to Dofoat a Troaty'a Objoct and Purpoio Pondlng Entry ¡nto Forcai Toward, Menifcat
Intant", Vandertlll Journal ofTraninatlonal ¿ai», vol, 34, n.° 9 (2001), p. 288.
101 Boiaaon de Charournes, Lnuronce; La Rosa, Anno-Marlo y Mbcnguc, Mokanc Moho, “1060 Vlonnn Convan-
tion. Arcióla 18", en JVic Vfenna Comentions on the Laui ofTnaliot, A Commintary, op. itl., vol. 1, p. 307,
102 Thlrlwoy, Hujh, "Tho Law and Procoduro of tho Intornatlonal Oourt of Juotlco 1060-1989, Part Four",
a.ZZ.t„vol. 88 (1903), p. 48.
103 Bolaaon do Charourno», Louronce: La Rosa, Anno-Marle y Mbonguo, Makans Moteo, op. clt., p. 370.
130
j CAPITULO 6 • DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PARTE)' :
104 Ibíd., p. 398. Algunos autores han planteado quo, a partir do la firmo, un EsUdo estaría obligado por lo menos
a eomotor el toxto dol tratado a las autoridades intomae encargadas do la aprobación parlamentaria o do la
treatlo1un.org/pQges/Vi0wDatalls.a6px?src«<rREATYAmtdog_jxo«XVIIL104chapter»18Alang-on).
108 Tampoco corresponde la ■denuncia" o el "retiro" dol tratado, puesto que ol.Estado aón oo ha manifestado su
consentimiento.
LECaONESDE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
objeto y fin del tratado -es decir, de la obligación interina receptada por el artículo 18 do lee
convenciones de Viena-109.
109 Si bien Estados Unido» no es parte en la Convención de Viene de 1969, sino solo signatario, asumamos que e!
artículo 18 representa una norma consuetudinaria.
110 Cfr. Buffard, Isabclle y Zemanek, Kar), "The 'Object and Purpoee* of aTreaty: An Enigma?’, Austrian Rcvieiv
of International & European Law, vol. 3 (1998), p. 822 y sb.
111 Es que, fuera del lenguaje jurídico, lae palabras ‘objeto” y “fin" también resultan ser ambiguas, confusa».
Basta observar que, según el Diccionario de la Real Academia Espafiola, una de las acepciones de la palabra
“objeto" es "fin o intento a que se dirige o encamina una acción u operación" y una de las acepciones de "fin"
ea “objeto o motivo con que ee ejecuta algo"; por otra parte, "objetivo" también es visto como sinónimo do "ob
jeto / fin o intanto’; cfr. Diccionario de la Real Academia Española, Esposa Calpe - Grupo Editorial Planeta,
Buenos Airea, 22 * edic, 2001,1.1, p. 1060; t. n, p. 1602.
112 Cfr. Buffurd, Iaabelle y Zemanek, Karl, op. cit., p. 325 y 88,
113 Gomaa, Mohammcd, Suspention or Termination of Treaties on Oround of Breach, NJjhoff, La Haya, 1996,
p. 29.
114 Rou86eau, Charlea, Droit International Public, Sirey, Parí», nueva edic., vo!. 1,1970, p. 272.
115 Weckel, Philippo, La Concurren* des Truités Iniemationaux, Tesis, Estrasburgo, 1989, p. 26. citado por Buf
fard, Isabelle y Zemanek, Karl, op. cit., p. 326, nota 79.
116 Cfr. Buffard, Isabelle y Zemanek, Karl, op. cit., p. 326.
117 Ibíd.
118 Ibíd.
119 Cír. Reuter, Paul, “Solidarité et divisibilité des engagements conven tion neis", en InternationalLaw ai a Time
of Perplexity. Essays in Honour of Shabtai Rosenne, Dinstein, Yoram (ed.), Nijhofl, Dordrecht, 1989, p. 623
yss.
120 Cfr. Buffard, Isabelle y Zemanek, Karl, op. cit., pp. 331-332.
132
* r ' ’S.
CAPÍTULO 6 - DERECHO DE LOS TRATADOS (PRUEBA PAfflt)"'
: del tratado, entre otras combinaciones posibles*81. Según Tónfuschat, lo que debe ser presar-
vado es la razón de ser (raison d'ttre') de un tratado, la cual necesita sor clarificada por medio A X ’
de todos los factores importantes en el proceso de interpretación328.
Como ejemplo del empleo de tales expresiones, ver Competencia de la O1Tpara reglamentar, accesoriamente,
el trabajo personal del patrón, CPJI, Opinión Consultiva, 23/07/1926, PCIJ Serie B, n.° 13, p. 18; interpreta
ción de la Convención entre Grecia y Bulgaria sobre emigración recíproca, firmado en Neuilly-sur-Scine el 27
de noviembre de 1919 (Cuestión de las "Comunidades'’), CPJI, Opinión Consultiva, 31/07/1930, PCIJ Serie
B, n* 17. p. 21; Interpretación de la Convención de 1919 sobre Empleo de las Mujeres durante la Noche, CPJI,
Opinión Consultiva, 15/11/1932, PCIJ Serie AIB, n.’5O, Opinión disidente del Juez Anzilottl, p. 383; Escuelas
minoritarias en Albania, CPJI, Opinión Consultiva, 06/04/1935, PCIJ Serie AIB, n.° 64, p. 15; Reservas a la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, CIJ, Opinión Consultiva, 28/05/1951, ICJ
Reporte 1951, pp. 15,23-24,26-27,29. Algunos autores consideran que, cuando la Corte Internacional de Jus
ticia utilizó solo una de las dos palabras, en realidad lo hizo para referirse a la fórmula ontora; cfr. Buffard,
con rolación Unto a la compatibilidad de las reservas como de los acuerdos Inter se, usa esa expresión en el
sentido de la ratlo legls, como la razón o fln del tratado y agrega: “The roquiremont that the reservotion bo
compatible with the object and purpose of the treaty ahould protect tho very essence of that troaty, aa well as
of ita parte"; Crnic-Qrotic, Vesna, “Object and Purpose of TreatieB in tho Vlenna Coriventlon on the Law of
Villiger, Mark E., Commentary on the 1969 Vienna Conuentlon on the Law of Treaties, Martinus Njjhoff, Leí-
don/Boston, 2009, p. 365.
Kotzur, Markus, “Gocd Faith (Bona Fide)" (2009), en Max Planch Encyclopedio of Public International Law.
http://www.ropepil.com, párr. 20.
Plantas de celulosa en el Río Uruguay (Argentina c. Uruguay), CIJ. Fallb, 20/04/2010, parág. 145.
Ibíd.» parág. 278.
133
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
derecho interno de los Estados o las reglas internas de las organizaciones internacionales,
lo que también refleja una norma consuetudinaria. Así, en ambas convenciones se esta
blece que un Estado parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado12*, y la Convención de Viena de 1986 agrega
que la organización internacional parte en un tratado tampoco podrá invocar sus propias
reglas13®.
Los tribunales internacionales desde antaño han reconocido que las disposiciones de de
128. 129
recho interno de un Estado no pueden prevalecer por sobre las disposiciones de un tratado130
Así, no se puede invocar una norma (o la falta de una norma) como justificativo de la violación
de un tratado. Como señaló la CIJ:
(...) ninguna ley o disposición interna -incluyendo leyes de amnistía y plazos de pres
cripción- podría oponerse al cumplimiento de las decisiones de la Corte en cuanto a la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones de los derechos huma
nos. 8i no íbera así, los derechos consagrados en la Convención Americana estarían
desprovistos de protección efectiva. Este entendimiento de la Corte os conforme a la
letra y al espíritu de la Convención, así como u los principios generales del dorocho
internacional. Posee especial preeminencia entre dichos principios el de pacta sunt
servando, el cual requiere que is asegure un efocto útil do las disposiciones da un
tratado en el plano ds! derecho Interno de un Estado Parte.
De este modo, 89 considera que toda parte en un tratado tiene la obligación do asegurarse
de que sus órganos internos lo apliquen o le den efecto1".
Una cuestión que se planteó durante la Conferencia de Viena de 1968-1969 sobro el
derecho do los tratados fue que algunos Estados no podían reconocer la supremacía de un
tratado por sobre eu constitución nacional134.* El texto final del artículo 27 adoptado en la
Conferencia no hizo una excepción general en tal sentido, aunque dejó a salvo lo proscripto
por el artículo 46 de la Convención de Viena de 1969 que permite la anulación del tratado
128 Convención de Viena de 1969, artículo 27; Convención do Viena do 1906, artículo 27(1).
130 Cfr. Bingham, Tom» "Alabama Arbitraron’ (2009). on Max Planch Enciclopedia ofPublic International Lau>,
http7/wwv¿mpepil.com, pá"-W-
181 Apllcabilidad de la obligación ds someter una controversia a arbitrio oon arreglo a la sección 81 del Acuerdo
ds 26 dejunio da 1947 relativo a la sede de las Naciones Unidas, CU, Opinión Consultiva, 26/04/1988, perrtg.
57 (traducción libre).
182 Comunidad Molwana c. Suriname, Corte !DH, Sentando do excopcionoB preliminares, fondo, reparadonos y
costos, 15/08/2005, p&róg. 167.
133 VDHgor, Mork E.,op, clt. (Commentary on the 1969 Vienna Convcntlon...), p. 870.
134 Ibíd., p. 871. Oabe mencionar quo ye lo CPJI había afirmado quo "un Estado no puedo aducir contra otro su
propia Constitución oon miras a evadir Iqs obligaciones quo le Incumban sogdn el derecho Internacional o
los trotados on vigor"!Tratamiento do los nacionales polacos y otras personas do origen o de lengua polaca
en el territorio de Danuig, CPJI, Opinión Consultiva. 04/02/1992, CPJJ Serie A/B, n.’ 44, p. 24 (troduoolón
libre).
134
«... »■<
1
CAPÍTULO 6 • DERECHO DE LOS TRATADOS (PfthfetA PARTE)"
por vicio del consentimiento de darse el supuesto de violación manifiesta de una norma in
tema del Estado de importancia fundamental -como podría ser una norma constitucional-/
concerniente a la competencia para celebrar tratados, como se verá en el capítulo 8 de esta
obra. La Convención de Viena de 1986 también siguió este enunciado y, paralelamente a la
rv referencia al derecho interno de los Estados, agregó las reglas de una organización interna-
136. 137
cional138 Por lo tanto, debido a que las convenciones de Viena no garantizan la supremacía
-7. de cualquier norma constitucional por sobre los tratados -sino que, de alguna manera, solo
dejan a salvo las normas fundamentales sobre la competencia para celebrar tratados-, es
que cobra suma relevancia el control constitucional que deben hacer los órganos internos
pertinentes134, previo a que el Estado asuma el compromiso de obligarse por el tratado. No
• obstante, cabe mencionar que algunos Estados -como Costa Rica y Guatemala- formularon
:•?; reservas a la Convención de Viena de 1969 con el objeto de excluir la aplicación del artículo
•S; 27 a sus constituciones nacionales187.
Por último, el artículo 27 de las convenciones de Viena se aplica sin perjuicio de la orga-
nización política de los Estados, unitaria o federal, salvo que el Estado en cuestión hubiese
?Íhecho alguna salvedad al obligarse por el tratado138. Así, un Estado federal no podrá invocar el
¿V; derecho de una subdivisión territorial (por ejemplo, una provincia o componente de un Estado
¡fe federal) como justificación del incumplimiento de un tratado.
$$Do modo que loa tratados so aplican a actos o hechos que so produzcan con poeteriori-
. dad a su entrada en vigor, y no a los actos o heohos consumados antee de esa fecha. Aunquo
el artículo 28 no especifica qué sucede en el supuesto de un hecho continuado, que se origina
antes de la entrada en vigor del tratado pero subsiste con posterioridad, o de un hecho com-
¡V, . puesto, en general la doctrina y la jurisprudencia consideran que el tratado se aplicará a ese
hecho,38.
ííi. Si bien la irretroactividad es un principio general de derecho y una norma internacional
consuetudinaria, como puede observarse en la redacción del artículo 28 no se trata de una.
norma imperativa, por lo tanto, los negociadores de un tratado pueden dqjarla de lado y conve-
nir la aplicación retroactiva, sea en el propio texto del tratado o en un instrumento separado.
Basta citar como qjemplo la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Gue-
í.? rra y do los Crímenes de Lesa Humanidad (1988), cuyo artículo 1 comienza diciendo: "Los crí-
137 Vllllgor, Mark E., op. clt. (Ocmmentary on Mo 196& Vitnna Convtntlon,.,), p. 373. •
138 lbíd., p. 872.
1B0 V«r artículo» 14 y 18 tal Proyooto do la COI lobro Roiponsobilitad InUrnnaional tal Elitado, el cual onollia-
romoi on <1 capítulo 16 ta eeta obra. Aeimiomo, vor Vllllfor, Mark E., oprclt, (Commtntary on tho lito Vionno •
Conutnllon...), p. 883.
136
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
mene6 siguientes son imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido
es decir, consagra la imprescriptibilidad de modo retroactivo.
140 Villiger, Mark E., op. oit. (Commentary on the 1969 Vienna Conuention...), p. 389.
141 Por qjemplo, la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocido (1948), que en el art. xu
establece: “Toda Parte contratante podrá, en todo momento, por notificación dirigida al Secretario General
de las Naciones Unidas, extender la aplicación de la presente Convención a todos los territorios o a uno cual
quiera de los territorios de cuyas relaciones exteriores sea responsable”.
142 Declaración relativa a los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la
cooperación entre loa Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, Res. A/RES/2625 (XXV),
24/10/1992.
143 Villiger, Mark E., op. cit. (Commentary on the 1969 Vitnna Conveniion...), p. 391.
144 El artículo 28 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) establece:
1. Cuando se trate de un Estado parte constituido como Estado Federal, el gobierno nacional de dicho Estado
parte cumplirá todas las disposiciones de la presonte Convención relacionadas con las materias sobre las
que ejerce jurisdicción legislativa y judicial.
2. Con respecto a las disposiciones relativas a las materias que corresponden a la jurisdicción de las entida
des componentes de la federación, el gobierno nacional debe tomar de inmediato las medidas pertinentes,
conforme a su constitución y sus leyes, a fin de que las autoridades competentes de dichas entidades pue
dan adoptar las disposiciones del caso para el cumplimiento de esta Convención.
3. Cuando dos o más Estados Partes acuorden integrar entre sí una federación u otra clase de asociación,
cuidarán de que el pacto comunitario correspondiente contenga las disposiciones necesarias para que
continúen haciéndose efectivas en el nuevo Estado así organizado, las normas de la presente Convención.
145 Villiger. Mark E., op. cit. (Commentary on the 1969 Vienna Conuention...), p. 893.
136
___________________________________________ CAPÍTULO 6 • DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PAtffg' ________________ ’
146 Cuestiona de interpretación y aplicación de la Contención de Montreal de 1971 sobre el incidente aireo de
Lockerbie (Jemahiriya Arabe I.ibia c. EE.UU.I, CIJ, Providencia, 14/04/1992.
147 Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil. Montreal, 23/09/1971.
137
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
9.1. Modificación
Se emplea el término "modificación” para hacer referencia al acuerdo colateral que cele
bran dos o más parteB de un tratado multilateral con el fin de modificarlo en sus relaciones
mutuas. Por ejemplo, si un tratado multilateral sobre determinada materia estipula que, de
surgir una controversia sobre dicha materia, ella deberá ser sometida para su resolución a la
Corte Internacional de Justicia, dos partes en dicho tratado podrán acordar, para el supuesto
de surgir una disputa entre ellos, recurrir a otro método de solución.
No debe confundirse la “modificación" con la “enmienda", ya que esta última permite
la participación de todas las partes del tratado (o Estados u organizaciones contratantes)148, 149
mientras que la modificación se limita a la participación de algunaB de ellas (dos o más).
Así, el artículo 41 de las convenciones de Viena regula los acuerdos modificatorios de
los tratados multilaterales, estableciendo los requisitos que deben cumplirse -acumulativa
mente- para que talos acuerdos sean permitidos en el marco de aquelloB tratados:
1, Dos o más Partas en un tratado multilateral podrán celebrar un acuerdo que tenga
por objeto modificar el tratado únicamente en sus relaciones mutuas!
a) Si lo posibilidad de tal modificación está prevista por el tratado; o
b) Si tal modificación no está prohibida por el tratado, a condición de que:
i) No afeoto el disfrute de los derechos que a los demás Partee correspondan on virtud
del tratado ni al cumplimiento de sus obligaciones; y
ii) No se refiera a ninguna disposición cuya modificación sea incompatible con la con
secución efectiva del objeto y del fin del tratado en su conjunto.
138
______________________________________________ CAPÍTULO 6 • DERECHO DE LOS TRATADOS (PRIMERA PAtfTE) _____
Esta disposición es similar a la prevista en el artículo 58, referida a loe acuerdos que
pueden celebrar algunas de las partes de un tratado multilateral para suspender su aplicación
durante un tiempo determinado. Por lo tanto, el mismo análisis de los requisitos del artículo *
41 puede ser aplicado mutaiis mutandis al artículo 58 -disposición a la que volveremos a refe
rirnos en el capítulo 8 de esta obra-. ,
Si bien estos acuerdos regulados en el artículo 41 también podrían encuadrar en ía apli-
cación del artículo 30(4) de las convenciones de Viena —tratados sucesivos concernientes a ' í
la misma materia—, la característica especial que presentan es que son celebrados por un
subgrupo de Estados (u organizaciones) de un tratado multilateral, es decir que no participan
en ellos terceros Estados (u organizaciones) -además, son posteriores en el tiempo respecto del
tratado principal que intentan modificar-10®. Por olio se ha señalado que “el campo de aplica
ción del Artículo 41 excluye a priori la situación en la cual algunas de las partes de un tratado
multilateral concluye un acuerdo *re8trictivo’, incluyendo a terceras partes que no son partes
•’i en el primer acuerdo. Esta última situación es evidentemente cubierta por las disposiciones
. del Artículo 30C4)-141.
Según el artículo 41, no podrán celebrarse acuerdos modificatorios si ellos se encuentran
prohibidos en el tratado marco191.
Respecto de la posibilidad de efectuar modificaciones (o suspensiones) ontre algunas de
las partes de un tratado multilateral, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho
. del Mar (1982) contiene una disposición expresa, el artículo Sil159, que recoge los requisitos
básicos establecidos en los artículos 41 y 58 de las convenciones de Viena.
En caso de silencio en el respectivo instrumento, el artículo 4l(l)(bXii) de las convencio
nes de Viena impide a las partes celebrar un acuerdo con el objeto de modificar un tratado
multilateral en 6us relaciones mutuas si tal modificación resulta incompatible con "la con
secución efectiva" de su objeto y fin. Justamente por ello se prevé la obligación de notificar
al resto de los Estados acerca de la intención de algunas partes de celebrar un acuerdo mo
dificatorio, así como también el acuerdo al que Be arribe (art. 41, inc. 2, de las convenciones
•?.deViena),M.150 * * 153 154
150 El propio artículo 80(5) reconoce la prioridad da aplicación del artículo 41, al diaponer que "El párrafo 4 (del
art. 30) so aplloord sin perjuiolo do lo dispuesto en el artíoulo 41". Cfr. Rigaux, Anne y Simón, Donys, "1069
Vicnna Convontlon. Artlcle 41", en The Vionna ConoMifons on fAa Law afTreatlu. A Commontary, op. de., vol.
n, p. 988.
161 Rigaux, AnM y Simón, Donys, op. clt, p. 987 (traducción libro).
153 Por qjemplo, al artículo 103 dal Tratado constitutivo da la Comunidad Europeo do Energía Atómico (Euratom)
do la Convención.
4. Los Estados Partes que se propongan celebrar un acuerdo de los mencionados on el párrafo 3 notificarán a
los domás Estados Portes, por medio del depositario de la Convención, au intención de celebrar el acuerdo y la
5. Este artículo no afectará a los acuordoe internacionales expresamente autorizados o salvaguardados por
del tratado multilateral que ouostionon la valides do la modificación Inter se encarada. La eusonola da protes
ta en un poríodo rasonable de tiempo significaría una aceptación Implftite del acuerdo ínter ee’ (Rigaux, Anno ‘
Se ha debatido acerca de cuál es el momento apropiado para notificar al resto de las par
tes que dos o más Estados planean modificar el tratado en sus relaciones mutuas. Sin duda,
el artículo prevé dos momentos para notificar: uno al comienzo de las negociaciones (antes de
quo ol acuerdo se haya concluido) y otro cuando ya han culminado. Pero ¿cuándo dobe produ
cirse el primero de ellos, al momento de la firma o con carácter previo? Las convenciones de
Viena no lo definen. El problema os que al momento de la firma puede resultar demasiado
tarde, pero untes do toner un borrador lo suficientemente consolidado puede rosultar prema
turo185.
Las variantes que surgon en la redacción de algunos artículos de las convenciones de
Viena que se refieren al objeto y fin -el artículo 41 habla de la "consecución efectiva” del
objeto y fin, mientras que el artículo 58, así como el 19 referido a las reservas, se refieren
directamente al objeto y fin- no alteran la esencia de la limitación impuesta. De hocho, los
juristas suelen hacer idénticos comentarios respecto de la modificación de un tratado a tra
vés del procedimiento previsto en el artículo 41 que con relación a la suspensión por vía del
artículo 58,M.
Cabe preguntarse cuál podría ser la consecuencia de que se celebre un acuerdo colateral
contrario al objeto y fin del tratado principa] que pretende modificar o suspender. Al respecto,
la doctrina se ha inclinado por señalar que tal acción generaría la responsabilidad internacio
nal de sus autores15’ y, eventualmente, la terminación o suspensión del tratado principal como
consecuencia de su violación158
155.159 157161juristas aclaran que el incumplimiento de cualquiera
156160
Algunos
de las condiciones u obligaciones que surgen de los artículos 41 y 58 (por qjemplo, la vincu
lada a la compatibilidad con el objeto y fin del tratado principal) no bastaría para invalidar al
acuerdo colateral en cuestión158.
9.2. Enmienda
En cuanto a la enmienda, se trata de un procedimiento para cambiar el contenido de un
tratado entre los Estados u organizaciones contratantes o partes180. Se ha señalado que "La
posibilidad de enmienda emerge como una de las funciones sociales fundamentales de los tra
tados, permitiendo su adaptación al cambio de las circunstancias y la evolución del contexto
internacional”181.
156 de la Guardia, Ernesto y Dalpech, Marcelo, op. cü., p. 468; Reuter, Paul, Introduction au Droit des Traitts,
Presses Univeraitairea de Franca, París, 3.a edic. revisada y aumentada por Cahiar, Philippe, 1995. pp. 123
y 124; Fitzmaurice, Maurico, “The Practical Working of the Law of Treaties", en International Lau>, Evana,
Malcon (ed.), Oxford Univeraíty Pre88, Oxford, 2003, p. 182.
157 Cfr. Remiro Brotóna, Antonio y otros, Derecho Internacional, Me Graw Hill, Madrid. 1997, p. 271; González
Campos, Julio y otros, Curso de Derecho Internacional Público, Civitas, Madrid, 6 • adíe., 1998, p. 223; Crnic-
Grotic, Vesna, op. cit., p. 150.
158 Cfr. Remiro Brotóna, Antonio y otros, op. cit., p. 271.
159 Ibíd. Al respecto, Crnic-Grotic considera que la nulidad es reservada para violaciones consideradas especial
tratantes"; Sands, Philippe, "1969 Vienna Convention. Articlo 39", en The Vienna Conuentions on the Law of
Treaties. A Commentary, op. cit., voL II, p. 969 (traducción libre).
161 Ibíd., p. 965.
140
CAPITULO 6 • DERECHO DE LOS TRATADOS (RAMERA PAlftE)
’• partes podrán convenir que la enmienda se realice a través d£un acuerdo solemne o de uno en'
forma simplificada, Es común que los tratados se enmienden a través de un protocolo168. vi
g'.; El artículo 40 de las convenciones de Viena se refiere específicamente a la enmienda de
loa tratados multilaterales, estableciendo el procedimiento para llevarla a cabo (también de ca-
,’X rácter supletorio). Cabe advertir que hay un vacío en cuanto a quién puedo tener la iniciativa
de realizar la enmienda. En tal sentido, se ha afirmado que "Es obvio que las propuestas para
■ ‘, enmendar un tratado multilateral pueden ser hechas por cada parte en el tratado, es decir todo
;Estado para el cual ol tratado se encuentre en vigor*, puesto que "son los Estados Partes ’
l&K; los que están en mejor posición para determinar al un tratado al cual han adherido necesita sbr
ajustado”; por lo tanto, los terceros Estados "no tienen derecho a proponer una enmienda”183.
■ En la práctica, hay tratados que especifican cómo se propone una enmienda o revisión, es
•'> ¡ decir, quiénes pueden tomar la iniciativa104.
•; . Las convenciones de Viena establecen que la propuesta de enmienda de los tratados mui-
fe tilaterales debe ser notificada a todos los Estados (u organizaciones) contratantes, quienes
fe tienen derecho a participar: "a) En la decisión sobre las medidas que haya que adoptar con
relación a tal propuesta; b) En la negociación y la celebración de cualquier acuerdo que tenga
fe por objeto enmendar el tratado”185. Como es de notar, los contratantes tienen el derecho a par-
fe tidpar en una conferencia de enmienda del tratado, pero no la obligación.
i&fe Vna vez que se adopte la enmienda en cuestión (por unanimidad o por la mayoría esta-
blecida en el tratado o Convenida por las partes -en última instancia se aplicarán las mayorías
supletorias previstas en el artículo 9 de las convenciones de Viena-), los Estados (u organi-
fe’. ■ zaciones) contratantes del tratado original, deberán -si así lo desean- proceder a manifestar
fófe el consentimiento en obligarse por ella (a través de la firma o la ratificación, en su caso, de-
fe:fe pendiendo del procedimiento escogido). La enmienda entrará en vigor en la forma convenida
(puede ser que se condiciono a que un número de Estados se obligue por la enmienda o exigir,
incluso, la ratificación unánime de determinados Estados186).
.• Puede darse el supuesto de que un Estado (u organización) parte en el tratado origi-
fefe nal que votó a favor de la adopción de tal enmienda luego decida no obligarse por ella, o
Sfe viceversa, quo quien votó en contra de su adopción luego decida sumarse a lo que decidió la
mayoría y proceda a ratificarla. En el primer supuesto, las convenciones de Viena establecen
fe en el artículo 40(4) que el acuerdo en virtud del cual se enmiende el tratado no obligará a
ningún Estado (u organización) que sea ya parte en el tratado pero no llegue a serlo en ese
gfe.':- acuerdo; con respecto a tal Estado (u organización), se aplicará el artículo 30(4)(b) que, como
• ?y:- y* se vio, se ocupa de las relaciones entre los Estados parte en tratados sucesivos concernien-
Sfe tes a una misma materia.
Las convenciones de Viena en el artículo 40(3) estipulan que todo Estado (u organización)
facultado para llegar a ser parte en el tratado estará también facultado para llega? a Ber parte
Jen el tratado en su forma enmendada. De modo que, si el tratado original es abierto, todo Es-
fe. tado (u organización) que se adhiera a él podrá hacerlo también al acuerdo que enmienda al
tratado. Ahora bien, cabe preguntarse qué sucede respecto de un Estado (u organización) que
fe; ¡ 8e adhiere al tratado ya enmendado con respecto a las partes de ese tratado que no se han
¿fe? obligado por la enmienda. En relación con esto, el artículo 40(5) de la Convención de Viena de.
gfe A969 -mutatis mutandis el homónimo artículo de la Convención de 1986- prescribe:162 163 164 165 166 *
162 Por ejemplo, el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Funda*
mentales (1950) fue objeto de reforma a través de diversos protocolos, siendo el Protocolo 11 (1994) el más
relevante por los cambios que produjo.
163 Ardault, Karine y Dormoy, Daniel, *1969 Vienna Convention. Article 40", en The Vienna Conventions on the
Law ofTrtatiet. A Commentary, op. til., vol. II, p. 981 (traducción libre).
164 Por ojemplo, el artículo xn(2)(a) del Tratado Antartico establece qua, a partir de los 30 años de vigencia dql
Tratado, cualquiera de los miembros consultivos puede solicitar que se celebre una conferenciapara revisar
el funcionamiento del Tratado (ver capítulo 23 de esta obra).
165 Convenciones de Viena, artículo 40(2).
166 Este último supuesto es el caso del Tratado Antartico, que en su artículo xn exige la ratificación unánime de
los miembros consultivos del Tratado Antártico para que entre en vigor cualquier enmienda a este.
141
LECCIONES DE DERECHO IN1ERNACI0NAL PÚBLICO
Tbdo Estado que llegue a ser Parte en el tratado después de la entrada en vigor del
acuerdo en virtud del cual se enmiende el tratado será considerado, de no haber ma
nifestado ese Estado una intención diferente:
a) Parte en el tratado en eu forma enmendada;
b) Parte on el tratado no enmendado con respecto a toda parte en el tratado que no
esté obligada por el acuerdo en virtud del cual se enmiende el tratado.
Es decir que el artículo 40 de las convenciones de Viena establece una opción para quien
66 adhiero a un tratado enmendado y también una presunción. El Estado (u organización)
puede optar por adherir al tratado enmendado o al tratado original 6Ín enmendar, Pero, si nada
dice al momento de adherir, se presume que adhiere al tratado enmendado y se lo considera
también parte en el tratado original sin enmendar respecto de todo otro Estado (u organiza
ción) que no sea parte de la enmienda187. Si, en cambio, al adherirse declara que solo desea
regirse por el tratado enmendado, no tendrá vinculación con todo Estado (u organización) que
no sea parte también en la enmienda.
Una cuestión para debatir es si el proceso de enmienda regulado en las convenciones
de Viena puede ser aplicado para cambiar todo ogran parte del tratado, o solamente algunas de
sus disposiciones; además, si las disposiciones sobre enmienda contenidas en las convenciones
de Viena pueden aplicarse también a los procedimientos para la revisión general de un tratado.
Algunos autores entienden que, de acuerdo con el artículo 40, cada enmienda propuesta
debe probar sor compatible con el objeto del tratado inicial, dado que dicha disposición cubre
solo la modificación de algunas disposiciones del tratado y no su revisión -ya que esta última
implicaría modificaciones sustanciales del tratado-’1®8, Sin embargo, no coincidimos en cata
afirmación, dado que puede observarse que los artículos 39 y 40 do las convenciones do Viena
cuando regulan la enmienda -a diferencia de la modificación o la suspensión de los tratados
únicamente entre algunas de las partes del tratado- no condicionan a que el acuerdo en vir
tud del cual se enmiende un tratado tenga que respectar el objeto y fin del tratado marco.
Queda claro, entonces, que lo que las partes no deben hacer es ir en contra del objeto y fin del
tratado en forma unilateral -o bien, por acuerdo solo de algunas de ellas-, pero a través de
un proceso de enmienda en el que participen todas (o la mayoría) las partes podrán cambiar
167. Así
el contenido de todo o parte del tratado, incluso su objeto y fin169 168 como en general pueden
dar por terminado todo el tratado, también pueden modificar todo o parte de su objeto y fin.
Incluso es importante resaltar, nuevamente, que la exigencia de compatibilidad del objeto y
fin del tratado prevista en los artículos referidos a posibles modificaciones unilaterales o entre
algunas partes solamente (caso de las reservas, modificaciones, suspensiones) aparece solo en
caso de que el tratado no prohíba de manera expresa tale6 actos y no establezca otras reglas
explícitas sobre el punto. Es decir, las partes unánimemente podrían autorizar en forma ex
presa la inclusión de una disposición que no se ajustara adecuadamente al objeto mismo del
tratado, en cuyo caso estaríamos en presencia de una incongruencia o contradicción, aunque
jurídicamente posible170.
Otra cuestión a considerar es si puodo Bomotcrgo a enmienda cualquier tratado adoptado
o solo un tratado que ya se encuentre en vigor171, La inquietud ae proaanta por el hecho de que las
convenciones do Viena acotan el proceso de enmienda al acuerdo entro “partee", eiondo que
una "parta" os, como ya so ha mencionado, todo Eetado u organización internacional que ha
consentido en obligarse por el tratado y con respecto al cual o a la cual el tratado ya se encuen-
167 Esta presunción so dispuso ya que el secretario genoral de las Naciones Unidoa -depositario do muchos trata
do» multilaterales- notó que frecuentemente los Estados so adhieren a un tratado sin cspooiflcar si adhioron
al tratado enmondado o al oriflinal, Cfr. Ardault, Karino y Dormoy, Daniel, op. clt., p. 984.
168 Ardault, Karino y Dormoy, Dnniol, op. di., p. 981.
169 Oonsóloe Napolitano, Silvina, Obligatoriedady eficacia de lan medidas provisionales en la Jurisdicción inter
nacional, el autor, Buenos Aires, 2008, pp. 131-132.
170 Ibíd.p. 132.
171 Al rospecto, Ardault y Dormoy afirman; "el procedimiento do onmionda previsto oñ ol artículo 40 puodo sor
inioiado de forma discrecional por cada porte y ain osperar ningún período de tlompo, sea quo ol tratado esté
o no en vigor"; Ardault, Karino y Dormoy, Daniol, op. cit,, p. 982 (traducción líbre).
142
. CAPITULO 6 - DERECHO DE LOS TRATADOS ¡PRIMERA PARÍq' • .
tra en vigor1” Sin embargo, si bien no es común, en la práctica es posible observar que pueden,
ser objeto de enmienda tratados que aún no han entrado en vigor. Por ejemplo, la Convención
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), que -como se verá en el capítulo
27 de esta obra- recién entró en vigor en noviembre de 1994, pero algunos de sus artículos
fueron enmendados en julio de 1994 por el Acuerdo relativo a la implementación de la parte
xi173. Precisamente en este caso fue necesaria la adopción de un nuevo acuerdo, ya que las dis
posiciones de dicha Convención sobre enmienda y revisión solo eran aplicables cuando ya, se
encontrara en vigor”4.
En conclusión, un tratado puede prever en sus cláusulas la posibilidad de enmienda in
cluso antes de que entre en vigor; pero, aun si ello no estuviera previsto, de todas formas los '
Estados y organizaciones contratantes podrían decidir con posterioridad su reforma antes de
que el tratado entre en vigor. En ocasiones, la enmienda a algunas de sus cláusulas puede ser
justamente lo que se necesita para alentar a más Estados a que se obliguen por el tratado,
permitiendo así su entrada en vigor, sobre todo en aquellos que requieren de un gran número
de ratificaciones o adhesiones para ello.
Es común que los tratados multilaterales contemplen una disposición respecto de futuras
enmiendas al tratado. Incluso -como ya se adelantó- suelen prever un procedimiento de re
visión separado del establecido para la enmienda. Algunos tratados exigen que haya transcu
rrido determinado tiempo de vigencia del tratado para que pueda ser objeto de una enmienda
o revisión (aunque no es una exigencia impuesta por las convenciones de Viena).
Por ejemplo, el Estatuto de Roma (1998) establece en el artículo 121 el procedimiento
para realizar enmiendas a aplicarse una vez que transcurran siete años de vigoncia do dicho'
tratado, período que los negociadores consideraron necesario para evaluar el funcionamiento
de la Corte Penal Internacional. En cambio, en ol artículo 122, so dispono acerca dol proco-
dimionto para efectuar enmiendas a disposiciones de carácter institucional, para lo cual no
rige condicionamiento temporal. Por su parte, el artículo 123 establece que el secretario ge
neral de las Naciones Unidas convocará a los siete años de vigencia del tratado “una Confe
rencia de Revisión de los Estados Partes para examinar las enmiendas al Estatuto”. También
dispone lo pertinente respecto de una revisión de ahí en más.
174 Convonciín de la* Nociones Unidos sobre ol Derooho del Mar (1983). artículos 186 y 812 a 814.
Capítulo 7
Derecho de los tratados
(segunda parte)
Reservas, interpretación,
TRATADOS Y TERCEROS ESTADOS
Informe del secretario general sobro las reservas a ha convenciones multilaterales, 1950, Documentos Ofi
ciales de la Asamblea General, 5.° período de sesiones, Sexta Comisión, Anexos, tema 56 del programa, Doc.
A/1372, parág. 46. • # *
7
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
aplicando un sistema de reservas más flexible. En este sentido, la Corte Internacional de Jus
ticia observó que el debate sobre reservas a los tratados multilaterales en el Sexta Comisión
durante el quinto período de sesiones do la Asamblea General, en 1950, revelaba profundas
divergencias de opiniones, algunas delegaciones habían favorecido la idea de la integridad ab
soluta de la Convención y otras una práctica más flexible que permitiera la participación de la
3. 9
mayor cantidad de Estados posible8 4*67
La Corte consideró que la concepción de la integridad absoluta de los tratados no se había
transformado en una. norma de derecho internacional, sino que la regia de la unanimidad cons
tituía, en el mejor de los casos, una práctica administrativa que había seguido la Secretaría
de la Sociedad de las Naciones y que luego había adoptado el secretario general de la ONU4.
La existencia de esa práctica administrativa no era en sí misma un factor decisivo. De hecho,
la CU señaló que existía una práctica diferente en el ámbito interamericano, que permitía al
Estado reservante convertirse en parte en el tratado independientemente de la naturaleza
de las reservas o las objeciones formuladas por otros Estados contratantes5. Conforme a di
cha práctica, conocida como "regla panamericana", un tratado ratificado con reserva entraba
en vigor con el alcance establecido por la reserva entre el autor de esta y los Estados que
la hubieran aceptado y no entraba en vigor entre el autor de la reserva y los Estados que no la
hubieran aceptado®.
La Corte explicó que la noción de la integridad del tratado, manifestada tradicionalmente
en la regla de la unanimidad, estaba vinculada al principio en general reconocido de que un
tratado multilateral es el resultado de un acuerdo libremente concluido cón respecto a sus
cláusulas y que, en consecuencia, ninguna de las partes contratantes tiene derecho a frustrar
o afectar el fin o razón de ser del tratado7. Sin embargo, una variedad de circunstancias podía
conducir a una aplicación más flexible de ese principio1. En el caso de la Convención contra
el Genocidio, dado que la Asamblea General y los Estados que la habían adoptado deseaban
reunir el mayor número posible de participantes, no era concebible que las partes contratantes
tuvieran la intención de que una objeción a una reserva de menor importancia cond^era a la
completa exclusión del Estado reservante do la Convención, pero tampoco era concebible quo
estuvieran dispuestas a sacrificar el objeto mismo de la Convención en favor de un vano deseo
de asegurar el mayor número posible de participantes*. La CIJ concluyó que la compatibilidad
de una reserva con el objeto y fin de la Convención era el criterio que debía regir la actitud
tanto del Estado que formulaba la reserva como de aquel que objetaba a ella10. Por lo tanto,
el Estado autor de una reserva objetada por algunas partes podía ser considerado parto en la
Convención Bolo si la reserva era compatible con el objeto y el fin de esta11. 12 *
Asimismo, la Corte sostuvo que correspondía a cada Estado parte en la Convención apre
ciar la validez de las reservas18, con lo cual se simplificaba la labor del secretario general, quien
se limitaría a recibir reservas y objeciones y a notificarlas18. Si una parte objetaba una reserva
como incompatible con el objeto y fin de la Convención, podía considerar que el autor de la
reserva no era parte en la Convención, y, si la aceptaba como compatible con el objeto y fin,
podía considerar que era parte14. También podía ocurrir que una parte objetara una reserva
sin considerarla incompatible con el objeto y fin de la Convención y acordara con el autor de
3 ficMruai o ¡a ConwMlón para la Pravencton y la Sanción del Delito de Genocidio, ÓIJ. Opinión Consultiva.
38/00/1081, KM Reporto 1081, p. 20.
4 Ibíd.. pp. 24-28.
0 IbfcUp. 26.
6 Resoludón do! Consto Dlrcotlvo do la Unión Panamericana adopUdt *! 04/05/1982.citada en oí Informo de
la CDI sobro ol trabido de su 9.** período do Malones, 1961, Documentos Oficialas da la Asamblea Qonaral, 6.®
período do aoeionos, Suplemento n.® 9, Doc. A/1858, parág. 21.
7 Rcsaruai a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, doo. cit.. p. 81.
8 Ibíd., p. 21.
9 Ibíd., p. 24.
10 Ibíd.
11 Ibíd., p. 29.
12 Ibíd., p. 26.
18 Ibíd., p. 27.
14 Ibíd., pp. 29*80.
146
>
CAPÍTULO 7-DERECHO DE LOS TRATADOS (SEduNDA PAfftE)
¡la reserva que la Convención entraría en vigor entre ellos ctfn excepción de las disposiciones
■ afectadas por la reserva13. .
P°r Ia CU explicó que una objeción formulada por un Estado autorizado a firmar
la Convención o adherirse a ella, pero que aún no lo hubiera hecho, no producía efecto jurídico >?
alguno, y una objeción formulada por un Estado signatario tenía carácter provisional y solo se > . ’•
volvía efectiva con la ratificación de la Convención13. , ¿íí
Luego de que la Corte emitiera su opinión consultiva, la Asamblea General recomendó /"•'?•:
a todos los Estados y solicitó al secretario general que, en lo concerniente a la Convención
contra el Genocidio, Be atuvieran a dicha opinión”. Asimismo, pidió al secretario general que,
«respecto a las ftituras convenciones celebradas bajo los auspicios de la ONU de las cuales fuera
'('■lál ¡
depositario, ejerciera esta función sin pronunciarse sobre Iob efectos jurídicos de las reservas
u objeciones, limitándose a comunicarlas a todos los Estados interesados y dejando que cada
* *. **Con posterioridad, la Asamblea General
Estado dedujera las consecuencias jurídicas de ellas18 ti
|r . extendió esa solución a toda a las convenciones concluidas bajo los auspicios de la ONU10.
Si bien la Comisión de Derecho Internacional (CDI) inicialmente se opuso a la solución
¿preconizada por la Corte20, a propuesta del relator especial Sir Humphrey Waldock, en 1962
CDI adoptó de manera provisional el sistema flexible de reservas de la CIJ como parte del
^BjjProyecto de artículos sobre el derecho de los tratados21. Luego de recibir los comentarios de
los Estados, la Comisión revisó dicho sistema flexible de reservas, el cual mantuvo en parte
sustancial; la modificación más importante consistió en que, si bien la compatibilidad con el ob
jeto y fin del tratado continuó siendo una condición de validez de las reservas, dejó de ser una
condición de las objeciones a estas22. El sistema flexible de reservas así modificado fue el que
' finalmente adoptó la CDI23 y sirvió de base para la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados24.*Durante la Conferencia de Viena, el principal cambio al sistema flexible consistió
en invertir la presunción del proyecto de la CDI en relación con las objeciones de los Estados,
estableciendo que una objeción no impediría la entrada en vigor del tratado entre el autor de
la objeción y el autor de la reserva, a menos que el autor de la objeción manifestara de manera
.inequívoca la intención contraria23.
El sistema flexible de reservas finalmente quedó establecido en los artículos 19 a 23 de la
'Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, los cuales fueron replicados en
; los artículos 19 a 23 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados entre Estados y
■ » Ibíd., p. 27.
/ •' ' <.18
Ibíd., p. 28.
17 Resolución 698 (VI) do la Asamblea Genoral, 16/01/1962, parágs. 2-3.
Ibíd., parág. 3.
Resolución 1462 B (XIV) de la Asamblea General, 07/12/1959, parág. 1,
feW'20. Pellet, Alaín, "La CIJ et les rósorves aux traitós: Remarques cursivos sur une róvolution jurisprudontielle",
en Líber Amlcorum Judge Shigeru Oda, Ando, Nísuke y otros (eds.), Kluwer Law International, La Haya, vol.
. 1,2002, p. 497; ver también Informe de la CDI sobre el trabajo do su 3.” poríodo de sosionoe, 1951, Doc. A/1858
cít., parágt. 12-34; Primor informe eobro derecho do las tratados del relator espocial H. Lautorpacht, Doc. A/
w< CN.4/63, on
sobre derocho do
Anuario do la Comitlón da Domcho Internacional. 1953, vo!. n, pp. 123-186; Segundo informo
Job trotados del relator espacial H. Lautorpacht, Doo. A/CN.4/87, on Anuario do la Comitlón
de Deraaho Internacional, 1064. vol, H, pp. 131*133; Primor informa sobro dsrcoho da ló» tratados dol relator
f'írV
1' especial O. O. Fltsmaurloo, Doo. A/CN.4/101, en Anuario do la Comitlón do Derecha Jrtftmaoionat, 1956, vol.
ti, pp. 114418,126*197.
Pallet, Alata, op. eto, b. 498; ver también al Informo do la GDI sobro el trabajo do eu 14.’ período da sesfonea,
1989, Documentos Ofiotaloa da la Aaambloa General, 17.* parlado do aeskmu, Suplemento n.s 9, Dea. A/6909,
O
parág. 23.
92
Pallot, Alata, op. oii., pp. 408*49Oj var también al Informo do la ODI «obra al trabajo de su 173 período do ae-
«Iones, 1965, Documentos Ofio¡ales do la Asamblea General, 90.' período do «calonos,'Suplomonto n.' 9, Doc.
A/6009, parág. 29.
23 Pollot, Alain, op, clL, p. 490; ver tamblón el Proyaoto de artíouloa sobre el derocho do loa tratados, artículos
'■"i
16-20, on Informe do la CDI sobre el trabajo da su lfl.° perfodo de sesiones, 1966, Documentos Oficiales de la
Asamblea Oenoral, 21? período de sesiones. Suplemento n.'9, documento A/6309/Rov.l,psrág< 38 (en adolan
te "Proyecto de artículos cobro ol derecho de los tratados").
24 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, 28/05/1969 (en adelante "Convención de Viena do
1969"). " .. «
25 Pellet, Alain, op. cit., p. 499; vor también Convención de Viena de 1969, artículo20.
_____________________________________________________________________________________________________________________________________ a___________ ¿___________
147
••
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
26 Convención de Viene eobre Derecho de los Tratados entre Estados y Organlzadonos Internacionales o ontro
Organizaciones Internacionales, 21/09/1986 (en adelante “Convención de Viena de 1986").
27 Pellet, Alain, “1969 Vlenna Conventlon: Artide 19", en Tht Vitrina Conwitlon» on the £aw of Trtatict: A
Commentary, Corten, Olivier y Klein, Pierre (eds.), Oxford University Prese, New York, vd. 1,2011, p. 409.
28 Convención de Viena sobre Sucesión de Estados en Materia de Tratados, 23/08/1978, artículo 20 (en adelante
“Convención de Viena de 1978”).
29 Informe de la CDI sobre el trabajo de su 46 * período de sesiones, 1993, Documentos Oficiales de la Asamblea
General, 48.’ período de sesiones, Suplemento n.° 10, Doc. A/48/10, parágs. 427-480,440.
30 Ibíd., parág. 428.
31 Ibíd., parág. 430.
32 Resolución 48/31 de la Asamblea General, 09/12/1993, parág. 7.
33 Informe de la CDI sobre el trabajo de su 46“ período de sosionos, 1994, Documentos Oficiales de la Asamblea
General, 49.° período do sesiones, Suplemento n.’ 10, Doc. A/49/10, parág. 381.
34 Informe de la CDI sobre ol trabajo de su 47,® período de sesiones, 1996, Documentos Oficiales de la Asamblea
Genera), 50.'período de sesiones, Suplemento n.“ 10, Doc. A/50/10, parág. 487.
35 Ibíd.
36 Informe de la CDI sobre el trabajo de su 62.’ período de sesiones, 2010, Documentos Oficiales de la Asambloa
General, 65.' período de sesiones, Suplemento n.’ 10, Doc. A/65/10, parág. 46.
37 Informe de la CDI sobre el trabajo de su 63.’ período de sesiones, 2011, Documentos Oficiales de la Asamblea
General, 66.’ período de sesiones, Suplemento n.° 10. Doc. A/66/10, parág. 76 (en adelante “Guía de la Prácti
ca*).
38 Informe de la CDI sobre el trabajo de su 63.’ período do sesiones, 2011, Documentos Oficiales de la Asamblea
Genera), 66.’ período de aeaionos, Suplemento n.’ 10, Doc. A/66/10/Add.l (en adelante “Guía de la Práctica con
comentarios*).
39 Guía de la Práctica, parág. 72.
40 Convención de Viena de 1969, artículo 2(l)(d).
148
mIS
CAPÍTULO 7 • DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PAR1t)“
retomada ain cambios sustanciales por la Convención de Viena do 1978 -que agrega que
^•¿'reserva serfnrrntilarla
‘ —nA-t.d puedeoa« formuladaol alhar'av
hacerima notificaciónrio
unar«AÍ¡flí»a/»iAn deauroaíZn en un tratado41- ..
sucesiónan y por í^-x
■'
fe*'. Convención de Viena de 1986 -que agrega que una organización internacional puede hacer.'
ifey una reserva al expresar su consentimiento en obligarse por el tratado mediante una acto fojC-- o
mal de confirmación42-, así como por la Guía de la práctica sobre las reservas a los tratados W:
. -que combina las definiciones de las tres convenciones43 y agrega reservas transversales44-:
Ün Estado solo puede formular (o confirmar) una reserva al manifestar su consentimiento en
.. w
obligarse por el tratado, no puede hacerlo con posterioridad45. Esta es una do las condiciones
de validez formal de las reservas, que se discutirá más adelante45.
x
’ • La característica definitoria de una reserva es la intención de su autor de excluir o modifl-
->•• •
V car los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a aquel, cualquiera «4»'
Y#
que sea el enunciado o denominación de la declaración unilateral. En este sentido, resulta ne
cesario distinguir las reservas de las declaraciones interpretativas, ya que el régimen jurídico
aplicable es diferente, puesto que estas últimas podrán ser relevantes en lo que respecta a la
interpretación de un tratado.
La GDI ha definido "declaración interpretativa” como “una declaración unilateral, cual-
'■ quiera que sea su enunciado o denominación, hecha por un Estado o por una organización
.'.'internacional, por la que ese Estado o esa organización se propono precisar o aclarar el sentido
. fciiía1
*.< o el alcanco de un tratado o de algunas de sus disposiciones"47. Como puede observarse, las
declaraciones interpretativas persiguen un objetivo distinto que las reservas, ya que buscan
interpretar el tratado en su conjunto o algunas de sus disposiciones.
fey ' Sin embargo, eBto que en teoría puede resultar claro en la práctica puede ser objeto de
debate, sea porque la denominación que le puso bu autor no se condice con bu contenido, eea
porque su terminología es imprecisa o porque los objetivos que trata de alcanzar son ambi-
:x ¿uob4®. Sin embargo, de acuerdo con la CDI, “El enunciado o la denominación de una declara-
y. ción unilateral constituye un indicio de los efectos jurídicos perseguidos"40.
En el ca8° Delimitación de la plataforma continental entre el Reino Unido y Francia, el
.tribunal arbitral tuvo en cuenta esta característica para determinar si una declaración unila-
teTal de Francia relativa al artículo 6 de la Convención de Ginebra sobre la Plataforma Con-
p¿y.;;tipental de 1958 era una reserva o una declaración interpretativa. El artículo 6 establece el
mecanismo de delimitación de la plataforma continental entre Estados con costas enfrentadas
'Wp‘0. adyacentes, disponiendo que, a falta de delimitación por mutuo acuerdo, eBta se determinará
/’ ? • por el método de equidistancia, salvo que circunstancias especiales justifiquen otra delimita-
rgífedónw. En su declaración, Francia manifestó que, en ausencia de acuerdo expreso, se negaba a
Convención de Viene, de 1978, artículo 2(1)(J) (“ae entionde por 'reserva' una declaración unilateral, cualquiera
que toa su enunciado o denominación, hecha por un Estado al Armar, ratlAcar, aceptar o aprobar un tratado
o al adhoriree a él, o al hacor una notificación de sucesión en un tratado, con objeto de excluir o modifloar los
efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado”).
Convención de Viena de 1986, artículo 2(lXd) (“se entiendo por 'reserva' una declaración unilateral, cualquie
ra que sea su enunciado o denominación, hecha por un Estado o por una organización internacional al firmar,
ratificar, confirmar formalmente,- aceptar o aprobar un tratado o adherirse a él, con el objeto de excluiT o
modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado o a esa orga
nización").
Guía de la Práctica, directriz 1.1, parág. 1 (“Se entiende por ‘reserva’ una declaración unilateral, cualquiera
que sea su enunciado o denominación, hecha por un Estado o por una organización internacional al firmar,
ratificar, confirmar formalmente, aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, o cuando un Estado hace
una notificación de sucesión en un tratado, con objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas
Zn/ra § 1.3.2.
Guía de la Práctica, directriz L2.
Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 1.2., parág. 4,
Guía de la Práctica, directriz 1.3.2. ’ ..
Convención de Ginebra sobre la Plataforma Continental, 29/04/1958, artículo 6.
¿____
149
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
aceptar la delimitación efectuada por aplicación del principio de equidistancia en zonas en laa
que consideraba que existían “circunstancias especiales", nombrando específicamente ciertas
áreas que constituían tales zonas61
51. ** 63
* * * * 57 58 59 60
El tribunal arbitral manifestó que, si bien la declaración de Francia contenía elementos
de interpretación, también constituía una condición específica impuesta por este país a su
aceptación del régimen de delimitación establecido en el artículo 6“. Esa condición iba más
allá de una mera interpretación, pueB subordinaba la aplicación de ese régimen a la acepta
ción del otro Estado de las zonas designadas por Francia como afectadas por circunstancias
especiales, con independencia de la legitimidad de tales designaciones bajo el artículo 6”. La
definición de reservas no las limita a declaraciones que tengan por objeto excluir o modificar
las disposiciones mismas del tratado, sino que también comprende las declaraciones cuyo fin
sea excluir o modificar los efectosJurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación
al autor de la reserva66. El tribunal arbitral consideró que este último era precisamente el
objeto de la declaración francesa, que, por ende, constituía una reserva y no una declaración
interpretativa66.
■ Asimismo, en el caso Thmeltasch c. Suiza la Comisión Europea de Derechos Humanos
analizó si una declaración unilateral de Suiza relativa al artículo 6 del Convenio Europeo de
Derechos Humanos era una reserva o una declaración interpretativa. Cuando Suiza ratificó el
Convenio, formuló una declaración al artículo 6(3Xe)66, manifestando que interpretaba que la
garantía de asistencia gratuita de un intérprete previsto en ese artículo no absolvía permanen
temente al beneficiario del pago de los costos resultantes6’. Para determinar si esa declaración
era una reserva o una declaración interpretativa, la Comisión consideró que era indispensable
dilucidar la intención del autor de la declaración66. Entendió que los propios términos de la
declaración mostraban que la intención de Suiza era evitar que el principio de asistencia ab
solutamente gratuita de un intérprete del Convenio fuera invocado en contra de ella60. A la luz
de los términos y los trabajos preparatorios de la declaración unilateral, la Comisión concluyó
que Suiza había formulado su declaración con la intención de darle el efecto de una reserva60.
En el caso Belilos c. Suiza, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos examinó otra de
claración unilateral de Suiza relativa al artículo 6 del Convenio Europeo de Derechos Huma
nos. Al ratificar el Convenio, Suiza realizó lo que denominó una “declaración interpretativa",
manifestando que la garantía de juicio justo del artículo 6(1) del Convenio, en lo concerniente
a los litigios sobre loa derechos y obligaciones de carácter civil de una persona o sobre el fun
damento de cualquier acusación en materia penal dirigida contra ella, solo tenía por finalidad
asegurar el control judicial último de los actos o decisiones de las autoridades públicas sobre
tales derechos u obligaciones o el examen del fundamento de una acusación de eBe tipo61. El
Tribunal manifestó que, a fin de establecer la naturaleza jurídica de la declaración, se debía
mirar más allá del nombre dado a ella y determinar su contenido sustancial”. En el caso, con
sideró que Suiza había tenido la intención de excluir ciertas categorías de procedimientos del
ámbito del artículo 6(1) y protegerse de una interpretación amplia de este”. Por lo tanto, el
Tribunal analizó esa declaración unilateral bajo las normas aplicables a las reservas64.
51 DeUmltaolín de laplataformaemtlnental entre elReino Unldoy Franela, Laudo Arbitral, 30/06/1677,11./.A. A.,
vol. xvilt, p. 8S, pardg. IM.
(2 Ibíd., p. 40, parda.
«8 Ibíd.
id Ibfd.
35 Ibfd.
«6 Convenio para la Protección de loo Doroohoa Humanos y de laa Libertades yundamontalos, 04/11/1950, ar
tículo 6(3X0 ('Todo acusado tiene, como mínimo, los líguientos doroohoa (...) a sor asistido gratuitamente de
un Interpreto el no comprendo o no habla la longua omploada en la audiencia*).
57 Ttmeltaeeh o. Sulla, Comisión Europeo do Derechos Humanos, Informe, 05/03/1988, pardg, 87,
58 Ibíd., perdg. 73.
59 Ibíd., pardg. 75.
60 Ibíd., pardg. 82.
61 Belilos o. Suiza, TEDH, Solicitud n.” 10828/83, Sentoncia, 29/04/1988, pardg. 38.
63 Ibfd., pardg. 49.
63 Ibíd.
64 Ibfd.
150
CAPITULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PAR1t| -'
Í-., La Guía de la Práctica de la CDI agrega las reservas transversales, que son aquellas que
■-tienen por objeto excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones de un tratado,’’ /
o del tratado en su conjunto, con respecto a ciertos aspectos específicos, en su aplicación ai
autor d® 'a reserva65. La práctica ofrece numerosos ejemplos de reservas que no se refieren ■
determinadas disposiciones del tratado, sino que excluyen la aplicación de la totalidad del
tratado en circunstancias bien determinadas66. La práctica de las reservas transversales es
sumamente corriente, como es el caso de las reservas que excluyen o limitan la aplicación del
tratado: a ciertas categorías de personas o de objetos, a ciertas situaciones, a ciertos territorios,
M® " en circunstancias determinadas, por razones particulares relativas a la condición jurídica in-
anteriores, sea a la adhesión de la Parte que formula la reserva, sea a la adhesión de otra Parte
con la que la primera llegue a tener una controversia; b) Las controversias que versen sobre
cuestiones que según el derecho internacional son de la competencia exclusiva de los Estados;
c) Las controversias que versen sobre asuntos determinados o materias especiales netamente
definidas como el estatuto territorial, o que entren dentro de categorías claramente definidas”.
Asimismo, el Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Po
líticos, destinado a abolir la pena de muerte (1989), dispone en su artículo 2: “No se admitirá
ninguna reserva al presente Protocolo, con excepción de una reserva formulada en el momento
de la ratificación o la adhesión en la que se prevea la aplicación de la pena de muerte en
tiempo do guerra como consecuencia de una condena por un delito sumamente grave de carác
ter militar cometido en tiempo de guerra”.
No debe confundirse la noción de “determinadas reservas" dol artículo 19(b) do las Con*
venciones de Viene con las "rosorvas expresamente autorizadas" por el tratado dol artículo
20(1) de las Convenciones de Viena”, cuyo efecto se explica máB abajo’*.
Por último, en su intento por dar contenido a la expresión “incompatible con el objeto y fin
del tratado”, la CDI explicó que una reserva es incompatible con el objeto y el fin del tratado si
afecta a un elemento esencial de este, necesario para su estructura general, de tal manera que
comprometa la razón de ser del tratado15.
La Corte Internacional de Justicia tuvo oportunidad de examinar , la compatibilidad de
una reserva con el objeto y fin de un tratado en el caso Actividades armadas en el territorio del
Congo, en el que analizó las reservas de Ruanda al artículo ix de la Convención contra el Ge
nocidio y al artículo 22 de la Convención contra la Discriminación Racial. Ambos son cláusulas
compromisorias que confieren jurisdicción a la Corte Internacional de Justicia’6. Ruanda había
formulado reservas a estos artículos con el fin de excluir sus efectos jurídicos.
En relación con el artículo a, la República Democrática del Congo (RDC) argumentó que
la reserva de Ruanda era incompatible con el objeto y fin de la Convención y señaló: "Su efecto
es excluir a Ruanda del mecanismo de monitoreo y juzgamiento del genocidio, mientras que
el objeto y fin de la Convención es precisamente la eliminación de la impunidad de esta grave
violación del derecho internacional””.
La Corte observó que las reservas no están prohibidas bftjo la Convención contra el Ge
nocidio, sino que están permitidas en la medida en que no sean incompatibles con el objeto
y fin del tratado’8. La Corte concluyó que la reserva de Ruanda no era incompatible con el
objeto y fin de la Convención, porque solo tenía por finalidad excluir un método particular
de solución de controversias relativas a la interpretación, aplicación o ejecución de la Con
vención, sin afectar la sustancia de las obligaciones relativas a los actos de genocidio en sí
miemos™. De hecho, la Corte ya había tenido oportunidad de dar efecto a ese tipo de reservas
73.81
al artículo ix de la Convención80 74
En75cuanto al argumento de la RDC de que la reserva de
76 77 78 79
Ruanda era contraria a una norma imperativa de derecho internacional general, la Corte
manifestó que no existía una norma de jus cogería que obligara a un Estado a aceptar la
jurisdicción de la Corte a fin de resolver una controversia relativa a la Convención contra el
Genocidio8’.
74 lnfra § I.4.I.2.
75 Guía de la Práctica, directriz 8.1.5.
76 Convención para la Prevención y la 8anción del Delito de Genocidio (1948), artículo ix; Convención Interna
cional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (1965), artículo 22.
77 Actividades armadas en el territorio del Congo (Nueva demanda: 2002) (República Democrática del Congo c.
Ruanda). CU, Fallo (competencia y admisibilidad), 03/02/2006, parág. 57 (traducción libre).
78 Ibíd., parág. 66.
79 Ibíd., parág. 67.
80 Legalidad del uso de la fuerza (Yugoslavia c. España), CIJ, Providencia sobre medidas provisionales,
02/06/1999, parágs. 32-33; Legalidad del uso de la fuerza (Yugoslavia c. Estados Unidos), CIJ, Providencia
sobre medidas provisionales, 02/06/1999, parágs. 24-25.
81 Actividades armadas en el territorio del Congo (Nueva demanda: 2002), doc. cit. parág. 69.
152
CAPITULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA’PARTE)
¡s." La RDC también sostuvo que la reserva de Ruanda al artículo 22 de la Convencí óÍiímÍHk:
.; tra la Discriminación Racial era incompatible con el objeto y fin del tratado porque
a “otorgar a Ruanda el derecho a cometer actos prohibidos por la Convención con . completa' /
inmunidad”42. Asimismo, argumentó que la reserva era contraria al yus cogeos82. '
La Corte consideró que sus conclusiones con respecto a la reserva de Ruanda al articula
, H
L- de la- Convención
—— — -----------el Genocidio
---------- --contra ------ —- — - también
- . , -— - —- —aplicables
—eran a -- —reserva
—a—la — — —— , dé/-' tkX
al artículo 22 UtJ
Iz. f'nvt'erant'í
'i¿la Convención Av» contra la la n¡cz»"W<'HomÁr
Discriminación QnzUalS* lr1on>Xa «kon-nX
Racial**. Además, observó m«Aque la 1»
la propia Convehción-
‘ • ■ • —•
¿.contra la Discriminación Racial dispone: “Se considerará que una reserva es incompatible?o
inhibitoria si, por lo menos, las dos torceras partes de los Estados partes en la Convención
Amulan objeciones a la misma”44. Dado que ese no habla sido el caso en relación con la reserva
i’,'.de Ruanda, la Corto concluyó que no era incompatible con ol objeto y fin do la Convención”/':'
Asimismo, sostuvo que “el hecho de que una controversia se refiera al incumplimiento de una ;
'norma imperativa de derecho intornaolonal general no es suficiente para ftindar la Jurisdicción ” >i$í
*’;de la Corte para entender en esa controversia, y no existe norma imperativa que obligue a los ■ ' ■ ’; i i?
' .Estados a aceptar esa jurisdicción a fin de resolver controversias relativas a la Convención
contra la Discriminación Racial"”. ’
t’-En una opinión separada conjunta, algunos miembros de la Corte, si bien votaron a fa-
fí.lvor de la decisión de la Corte, realizaron algunas observaciones en relación con la reserva de .
Ruanda al artículo k de la Convención contra el Genocidio. Esos magistrados sostuvieron que
; . el hecho de que una reserva se refiera a la jurisdicción y no a la sustancia no significa neceea- .,>';/./
riamente que Bea compatible con el objeto y fin de un tratado”. Ello depende en cada caso de
•y-.la convención y de la reserva que ee trate. En algunos tratados, no todas las reservas a dispo-
siciones sustanciales serán necesariamente contrarias al objeto y fin del tratado. A la inversa,
ay una reserva a una disposición procedimental en un determinado tratado puede ser contraria ?
s*ial objeto y fin de este. -i#;
86 Actividades armadae en el territorio del Congo (Nueva demanda: 2002) doe. clt., parág. 77.
87 Ibfd., parág. 78 (traducción libre).
88 Ibfd., Opinión separada conjunta de los Magistrados Higgins, Kooljmas, Elaraby, Owada y Simma', parág. 21.
89 Ibfd., parág. 26.
90 Ibld.
91 Ibfd., parág. 28. ’ •
92 Ibfd., parág. 29.
153
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
c) que haya sido notificada a Iob demás Estados y organizaciones internacionales intere
sados.
La propia definición de reserva especifica que ella puede ser formulada “al firmar, ra
tificar, aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él**. A menos que el tratado disponga
algo diferente, no podrá formularse una reserva con posterioridad a la manifestación del
consentimiento en obligarse por el tratado*4. En G6te sentido, en el caso relativo a las Accione*
armadas fronterizas y transfronterizas, la CU manifestó, en relación con la disposición sobre
reservas del artículo iv del Pacto de Bogotá, que, en ausencia de disposiciones especiales so
bre el procedimiento de tales reservas, de conformidad con las normas de derecho internacio
nal general aplicables en la materia codificadas en la Convención de Viena de 1969, podían
formularse solo al momento de la firma o ratificación del Pacto o cuando se adhiera a dicho
instrumento98.
SI la reserva es formulada on el momento de la firma de un tratado sujeto a ratificación,
aceptación o aprobación, debe ser confirmada formalmente por el autor de la reserva al mani
festar su consentimiento on obligarse por el tratado, en cuyo caso se considerará quo ha sido
realizada en la fecha de confirmación*. Esta regla solo es aplicable a los tratados en forma
solemne -también denominados en buena y debida forma-, en los cuales la firma no constituye
una manifestación del consentimiento en obligarse por el tratado. En el caso de tratados en
forma simplificada, la reserva formulada en el momento de la firma no necesita ser confirmada
ulteriormente, pues el autor de la reserva manifiesta mediante esa firma su consentimiento en
obligarse por el tratado07. Asimismo, si el propio tratado establece de manera expresa que las
reservas pueden ser formuladas en el momento de la firma, el autor de una reserva formulada
en ese momento no necesitará confirmarla formalmente al manifestar su consentimiento en
obligarse por el tratado*.
La Guía de la Práctica prevé la posibilidad de las reservas tardías, que son aquellas
formuladas después de la manifestación del consentimiento en obligarse por el tratado sin
oposición da los demás Estados y organizaciones contratantes*. La CDI ha explicado que, con
forma a la práctica actual, loa demás contratantes puoden aceptar unánimemente una reserva
tardía, y osto consentimiento puede ser considerado un acuerdo colateral quo extiende rationc
temporis la facultad de formular la reserva en cuestión100. El principio es que la formulación
tardía de una reserva no os válida; solo puede adquirir tal carácter, de manera excepcional, en
el caso da que ninguno do los demás Estados u organizaciones contratantes se opongan a la
formulación tardía de la reserva101. Es este requisito de la unanimidad lo que hace aceptable
la excepción al principio y limita los riesgos de abuso101.
La aceptación de la formulación tardía de una reserva no necesita ser expresa, sino que
puede ser tácita103. En este sentido, la Guía de la Práctica establece que, salvo que el tratado
disponga otra cosa, “se considerará que la formulación tardía de una reserva ha sido aceptada
si ningún Estado contratante u organización contratante se ha opuesto a esa formulación den
os Convonción de Viene de 1969, artículo 2(lXd): ver también ibíd-, artículo 19; Convención do Viena de 1986,
artículos 2(l)(d) y 19; Convención de Viena de 1978, artículo 2(lXj)-
94 Guía do la Práctica, diroctric 8.8; Guía do la Práctica con oomontarioB, oomontario directriz 2.8, porrtg. 2.
95 Aceíonw armadat fronterlia* y iransfrcnterisat (Nioaraffua o. Hondura»), CU, Fallo (oompotonola y admíilbl-
Helad), 20/12/1988, pordg. 00,
96 Convonoionoa do Viona do 1960 y 1086, artículo 23(2); Guía do la Práctico, direotrls 9.2.1,
97 Guía do la Práctica, dlraotrii 2.3.2; Guía do la Práctica con comentarlo», comentario direotrls 3.2.2, pardg. 1.
98 Guía de la Práctica, di reCtrl» 2.2,8.
154
’VX,- • • • *
1.4,1. Aceptación
^í/1.4.1.1. Formas de aceptación
La aceptación de una reserva pude formularse en forma expresa, tácita o implícita. Con
independencia de la forma de aceptación, sus efectos jurídicos son siempre los mismos. La
forma de aceptación solo afecta el momento en que la reserva se considera aceptada.
Si bien la aceptación de una reserva suele ser tácita o implícita, un Estado puede aceptar
expresamente una reserva”* mediante una declaración unilateral en ese sentido”3 La acepta
ción expresa de una reserva debe formularse por escrito y comunicarse a los Estados y organi
zaciones internacionales contratantes y a los demás Estadoe y organizaciones internacionales
facultado» para Hogar a ser parte» en ©1 tratado”*. La aceptación expresa eorá comunicada di- .i
rectamente por su autor o, si hay depositario, la comunicación será transmitida a este, quien la
notificará a los demás Estados y organizaciones internacicnalea internados”’. La aceptación
\ expresa anterior a la confirmación formal de una reserva formulada en el momento de la firma
I A
da un tratado no necesita aer a su vez confirmada”0.
Fuera del caec de aceptación expresa, la aceptación de una reserva se presume en razón
de la folte de objeción117. Esto comprende dos supuestos: la aceptación tácita y la implícita.
É
Ovia do Ib Práctica, directriz 2.8.1.
Guía de la Práctica con comentarios, directriz 2.3.1, parág. 9.
Ibfd., parág. 10.
■i'. Convención do Viono de 1989, artículo 23(1); ver también Guía de la Práctica, directriz 2.1.1,
Convención de Viene de 1989, artículo 23(1); ver también Guía de la Práctica, directriz 9.1.5.
Guía do la Práctica, directriz 9.1,0; ver temblón Convención de Viene de 1989, artículos 77(D(o) y 78.
Convención do Viene de 1989, artíoulo 91(2).
Remiro Brotónz, Antonio y otroi, Dtrwho Internacional, Tlrant Lo Blanch, Valonóla, 2007, p, 442.
Guía de la Práotioa, directriz 2.8.8.
Ibfd., directos 2.8.1.
Convención do Viona do 1969, artíoulo 23(1); vor también Guía de la Práctica, directrices 2.8.4 y 2.8.0.
Ouía de la Práctica, directriz 3-8.5; ver también Convención de Vtona de J909, artíouloi 77(l)(e) y 78.
Convoneión do Viene do 1969, artíoulo 23(3); ver también Guía do la Práotica, dircotrii 2.8.8.
Guía do lo Práotioa con oomantarloa, comontarlo directo» 2.8,1, pirág, 2; Guía do la Práctica, directo^2.8.9.
155
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
118 Convención de Viena de 1969, artículo 20(5), primera parte; Guía de la práctica con comentarios,- directriz
2.6.12, parág. 3. j?
121 Convención de Viena do 1969, artículo 20(5) in fine, Conforme al artículo 20(5) de la Convención de Viena do
1969, "se considerara que una reserva ha sido aceptada por un Estado cuando éste no ha formulado ninguna *
objeción a la reserva dentro de los doce meses siguientes a la fecha en que haya recibido la notificación de la
resorva o en la feoha en que haya manifeatado su consentimiento en obligarse por al tratado, ei esta última es >'
posterior". No es claro si la frase "si esta última os posterior* en el texto auténtico en espafiol dol artículo 20(5) ;•
que el artículo 20(5) in fina so refiere a la manifestación del consentimiento posterior al vencimiento del plazo
de doce meses. En efecto, el artículo 20(5) trata sobre un Estado que no formulado una objeción a la reserva
“by the end of a period of twelve months aftcr it was notified of the reservation or by the date on which it ex-
pressed its consent to be bound by the treaty, whichever is later" -según el texto auténtico en inglés-, y “soit
á l'expiration des douze mola qui suivent la date & 1aquella il en a re?u notification, soit á la date a laquelle il 5
a exprimé son consentement a étre lié par le traité, si collo-ci est postórieure" -según el texto auténtico en
francés- (énfasis agregado). En eBte sentido, la Comisión de Derecho Internacional explica que “los Estados y
las organizaciones internacionales que solo llegan a ser ‘contratantes’ después de la expiración del plazo de 12 •§
meses siguiente a la fecha en que han recibido la notificación... pueden hacer una objeción hasta la fecha en
que manifiestan su consentimiento en obligarse por el tratado". Guía do la Práctica con comentarios, comen
tario directriz 2.6.12, parág. 8 (énfasis agregado). ;
Esta interpretación resulta confirmada por los trabajos preparatorios de esta disposición de la Convención de -
Viena de 1969. Si bien originalmente el Proyecto de artículos do la CDI sobre el derecho de los tratadoa solo in
cluía las formas expresa y tácita de aceptación, la Comisión agregó la forma implíoita a raíz de un comentario
de AuBtralia, que consideraba que no debía obligarso a un Estado a objetar una reserva antes do manifestar
su consentimiento en obligarse por el tratado, que el plazo de doce moses desde la notificación de la reserva
para formular objeciones solo debía ser aplicado a los Estados contratantes y que los demás Estados debían ¡?
tener la posibilidad de objetar la reserva con posterioridad al vencimiento de ese plato. Cuarto informe sobre
el derecho de los tratados del relator especial Sir Humphrey Waldock, Doc. A/CN.4/177, en Anuario de la
Comisión de Derecho Internacional, 1965, vol. u, pp. 45 y 58 parág. 17; Guía de la Práctica con comentarlos, $
comentario directriz 2.6.12, parág. 9.
122 Remiro Brotóns, Antonio y otros, op. cit., p. 441 (“La aceptación do la reserva (...) puede sor (...) implícita,
cuando un sujeto se obliga por el tratado sin objetar las reservas previamente formuladas (art. 20.5 CV); si
bien cabe suponer que, en este caso, debe haberse agotado con anterioridad el plazo de doce meses desde la re
cepción de la comunicación de la reserva, pues de no ser así la regla sería injustificadamente discriminatoria.
La práctica parece confirmarlo").
156
CAPÍTULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTE)'
reserva válida -sustantiva y formalmente- queda establecida con respecto a ese Estado^- É
■ V>'(ion eatabliahed” y “reserve ¿tablie" - y equivale a la expresión “reserva que sea efectiva” en el texto auténtico
l en español del mencionado artículo. Originalmente, el proyecto de artículo de la CDI de lo que hoy ea el artícu
lo 21 de la Convención de Viena de 1969 utilizaba la expresión "reserva ostablecida’, pero fue modificada en
fe' ’ la Conferencia de Viena por la expresión "reserva quo sea efectiva" por ser considerada más adecuada. De la
k • Ouardla, Ernesto, Derecho de loa tratados internacionales, Abaco de Rodolfo Depalma, Buenos Airee, 1997, p.
A’:.'4V • ;• • 183. La Guía de la Práctica en español retoma la expresión “reserva establooida’ como oqulvalento a "reserva
. que sea efectiva”, es decir, una resorva quo ha sido formulada válidamente, aceptada y produce plenos efectos.
. 127 Convención do Viena de 1969, artíoulo 20(1).
128 Guía de la Práctica, directriz 4.1.1.
129 Guía do la Práctica con comentarios, comontario directriz 4.1.1, parág. 16.
, \; 130 El Efecto de las Reservas sobre la Entrada en Vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-2/82, 24/09/1982.
131 Ibíd., parág. 26.
132 Convención Americana sobro Derechos Humanos (1969), artículo 75.
138 Corte IDH, Opinión Consultiva OC-2/82, doc. cit., parág. 34.
134 Ibíd., parág. 35.
135 Ibíd.
186 Ibíd., parág. 36.
137 Ibíd.
138 Ibíd.
/
157
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
concluido que las reservas expresamente autorizadas por el artículo 75 -todas las compatibles
con el objeto y fin de la Convención- no requerían aceptación, la Corte opinó que los instru
mentos de ratificación o adhesión con tales reservas surtían efecto desde el momento de su
depósito149, Esta interpretación ha sido objeto de críticas139
140.
En segundo lugar, en el caso de los tratados que tienen que ser aplicados en su inte
gridad, las reservas exigen la aceptación de todos los Estados contratantes. Este es el único
supuesto en el qué la Convención de Viena dispone la aplicación de la regla de la unanimidad.
En efecto, cuando del número reducido de Estados negociadores y del objeto y fin del tratado
se desprenda que la aplicación del tratado en su integridad entre todas las partes es condición
esencial del consentimiento de cada una de ellas en obligarse por el tratado, una reserva exi
girá la aceptación de todos los Estados contratantes141. En ese supuesto, la reserva quedará
establecida cuando todos los demás Estados contratantes la acepten142.
Por último, cuando el tratado Bea un instrumento constitutivo de una organización in
ternacional, y a menos que disponga otra cosa, una reserva exigirá la aceptación del órgano
competente de esa organización, quedando establecida cuando sea aceptada por ese órgano143. j
El establecimiento de una reserva produce efectos en relación con la entrada en vigor
del tratado, la condición del autor de la reserva y las relaciones convencionales, los cuales se
examinarán seguidamente.
serva* oportunamente formuladas por Barbado» y por México L..J fueron considerados legón la convonción
do Viena y no do acuerdo con la interpretación hecha por la Corte Interamerlcana on su opinión consultiva
2". Berberís, Julio, "Conaidereoionea sobre le Oonvenclón Americano sobre Derechos Humanos como tratado
168
CAPÍTULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTE)
para que un instrumento con reserva no surta efecto, es necesario que todos los Estados con-
. tratantes sin excepción formulen objeciones150. ‘' • £.;?)
A fin dé compatibilizar e6a práctica del secretario general y de otros depositarios con lo
l dispuesto en la Convención de Viena, la CDI ha previsto la posibilidad de que el autor de una
>>•
reserva sea incluido en el número de Estados contratantes necesarios para la entrada en vigor . .-I..
t •. del tratado en una fecha anterior al establecimiento de la reserva, si ningún Estado contra-
tante se opone a ello161. »
ik¿;; En el caso de una manifestación del consentimiento en obligarse con reserva depositada
í’ ’. con posterioridad a la entrada en vigor del tratado, si bien de conformidad con la Convención
de Viena ese instrumento recién surtiría efecto al ser aceptada la reserva por al menos un
¡ ; Estado contratante162, la práctica del secretario general consiste en indicar la fecha en que ese »■«*
’
instrumento normalmente produciría efecto de acuerdo con las disposiciones del tratado, haya
6
..o no sido aceptada la reserva, dejando que cada parte extraiga las consecuencias jurídicas de
la reserva qué juzgue apropiadas158. Ello así pues el secretario general no está facultado para
fe,-. pronunciarse acerca de los efectos jurídicos de las reservas164.
Una vez establecida una reserva, se entabla una relación convencional entre el autor de
'
¿‘■S; : la reserva y el Estado o los Estados contratantes con respecto a los cuales la reserva haya que-
• dado establecida: los Estados contratantes que hayan aceptado la reserva (en el oaso general)
porig». 3-6.
• 162 Cenvanclón daViana da 1968, artículo 30(4Xd.
159 Ver Roaumon de lo Práctica dol Seorotario Oonwol, 1989, parig, 187.
•’V •
164 ¡Md.
IBfl Guía de la práctica, directriz 4.2.1.
r/.H » •
X.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
o todos los Estados contratantes (en los casos de excepción)1*4. De esta manera, el estableci
miento de una reserva convierte un tratado multilateral en una red de vínculos bilaterales
entre el autor de la reserva y el o los Estados contratantes con respecto a los cuales la reserva
queda establecida^
Una reaorva que quede instaurada con respecto a otra parte en el tratado excluirá o modi
ficará, en lo que respecta al autor de la reserva, en sus relaciones con esa otra parto loa afectos
jurídicos do las disposiciones del tratado a que so roñera la reserva, o dol tratado en su con
junto con respocto a ciertos aspectos específicos, on la medida determinada por la reserva111.
Asimismo, en virtud del principio de reciprocidad on la aplicación de las reservas, cea reserva
excluirá o modificará, en la misma medida, los efectos jurídicos de tales disposiciones on lo que
respecta a esa otra parte en el tratado en aus relaciones con el autor de la reserva1®*.
El principio de la aplicación recíproca de las reservas significa que, una vez establecida,
una reserva puede ser invocada no solo por su autor, sino también por cualquier otra parte
con respecto a la cual quede establecida1”. Las reservas funcionan en ambos sentidos10®. No
obstante, el principio de reciprocidad no es absoluto. En este sentido, en la medida en que las
obligaciones previstas en las disposiciones a que se refiera la reserva no sean de aplicación
recíproca en razón de la naturaleza de la obligación o del objeto y del fin del tratado, o cuando
la aplicación recíproca no 6ea posible en razón del contenido de la reserva, el contenido de las
obligaciones de las partes en el tratado distintas del autor de la reserva no se verá afectado1®8.
Algunos ejemplos de obligaciones de aplicación no recíproca son las de derechos huma-
nos170 y las obligaciones debidas a todas las partes en el tratado, tales como las referidas a
commodities, la protección del medio ambiente, la desmilitarización o el desarme y las normas
uniformes del derecho internacional privado1’1. Sin embargo, inoluso en el oaso de obligaciones
de aplicación no recíproca, subsisten elementos de reciprocidad en las relaciones entre el autor
de la reserva y las demás partes en el tratado, pues el primero no puede invocar la obligación
por ella excluida o modificada y exigir su cumplimiento por las otras partee, aunque esas otras
partes sigan estando saetas a la obligación en cuestión1”.
Algunos ejemplos de situaciones en que la aplicación recíproca no es posible en razón del
contenido de la reserva son el caso de las reservas que tienen por objeto restringir la aplicación
territorial de un tratado y el de las reservas motivadas por particularidades que se presenten
específicamente en el Estado autor de la reserva1”.
1.4.2. Objeción
Una objeción es una declaración unilateral hecha por un Estado como reacción ante
una reserva a un tratado formulada por otro Estado, por la cual aquel ee propone impedir que
la reserva produzca los efectos jurídicos deseados u oponerse de otro modo a ella1’4.
Con respecto a su forma, la objeción solo puede ser formulada en forma expresa por es
crito1”, a diferencia de la aceptación -que puede ser formulada en forma expresa, tácita o im
plícita-, Además, la objeción debe ser comunicada a los Estados y organizaciones contratantes
y a los demás Estados y organizaciones internacionales facultados para llegar a ser partos on
el tratado1”. Asimismo, será comunicada directamente por su autor o, sí hay depositario, la
comunicación será transmitida a este, quien la notificará a los demás Estados y organizaciones164 165 166 16
168 Waldock, Sir Claud H. M., “General Course on Public International Lew", R.C.A.D.I., vol. 106, 1962-11, p. 87.
169 Guía de la Práctica, directriz 4.2.5.
170 Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 4.2.5, parágs, 4.
171 Ibíd., parág. 6.
172 Ibíd., parág. 5.
173 Ibíd., parág. 11.
174 Guía de la Práctica, directriz 2.6.1.
175 Convenciones do Viene de 1969 y 1986, artículo 23(1); ver también Guía de la Práctica, directriz 2.6.6.
176 Convenciones de Viena de 1969 y 1986, artículo 23(1); ver también Guía de la Práctica, directriz 2.6.8; Guía
de la Práctica con comentarios, comentario directriz 2.6.5.
160
CAPÍTULO 7 • DERECHO DE LOSTRATAOOS (SEGÜNDA PARTE)" ‘
,4
internacionales interesadosm. La objeción anterior a la confirmación formal de una róí
formulada en el momento de la firma de un tratado no necesita ser a su vez confirmada
En cuanto a sus efectos jurídicos, existen distintos tipos de objeción, a diferencia ^,
aceptación, en la que -sea expresa, tácita o implícita-, son siempre los mismos. Las Convenc
nes do Viena de 1989 y 1986 prevén dos posibilidades170: ’•
• la otyeción simple o do efecto mínimo, que no impide la entrada en vigor del tratado1;
entro su autor y el autor de la reserva, y en virtud de la cual las disposiciones á quitó
reitera la reserva no se aplicarán entre ambos en la medida determinada por
b';:Si bien una objeción simple a una reserva válida no impide la entrada en vigor del tra-
1 tado, tampoco produce ipso facto la entrada en vigor del tratado entre el autor de la reserva y .
• él autor de la objeción, a diferencia de la aceptación de la reserva185.186
Esta es una de las diferen-
cías fundamentales entre la objeción simple y la aceptación, lo que permite afirmar que una '• vy-.-f'J;
. objeción simple no equivale a una aceptación188. La objeción simple es neutral respectó de si el .
. autor de la reserva llega o no a ser Estado contratante en el tratado y no lleva necesariamente . óAg:
aparejado que el tratado entre en vigor entre el autor de la objeción y el autor de la reserva187. ‘
. Para que el tratado entre en vigor entre el autor de una reserva válida y el Estado con- y/Ve
tratante autor de una objeción simple es necesario que la reserva quede establecida y que el : :y;
- tratado so encuentro en vigor183. En este sentido, en el caso de un tratado al que sea aplicable .
C, el régimen general, será necesario que otro Estado contratante acepte la reserva para que ella
quede establecida y se entable una relación convencional entre el autor de la reserva válida y •
í.’ él Estado contratante autor de la objeción simple, siempre que el tratado se encuentre en vigor
. 177 Guía de la Práctica, directriz 2.0.8; ver también Convención de Viena de 1969, artículo* 77(l)(e) y 78.
... 178 Convencional de Vlona de 1969 y 1986, artículo 23(8); ver también Guía de la Práctica, directriz 2.6.10.
v’ • 179 Convención de Viena de 1969, artículo 20(4)Cb); Guía do la Práctica, dlrectrlcei 4.8.1 y 4.8.5; Guía de la Prác
186 Ibíd.
187 Ibíd. ’ ..
188 Ibíd., comentario directriz 4.3.3, parág. 2.
7
1.61
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
o cuando entre en vigor189. La objeción simple, por sí sola, no basta para producir tales efectos.
Cuando se entable una relación convencional entre el autor de la reserva y el autor de la obje
ción simple, las disposiciones a que se refiera la reserva no se aplicarán entre los dos Estados
en la medida de la reserva100. Sea que la reserva tenga por objeto excluir o modificar los efectos
jurídicos de ciertas disposiciones del tratado, aquellas a las que se refiera la reserva quedarán
excluidas de las relaciones convencionales entre el autor de la objeción simple y el de la re
serva en la medida de la reserva, siendo aplicables entre ellos el resto de las disposiciones del
tratado191.192 193es
Esta 194otra gran diferencia entre la objeción simple y la aceptación. Mientras que
195 196
la objeción simple siempre excluye las disposiciones a que se refiere la reserva en la medida
de la reserva, la aceptación excluye o modifica los efectos jurídicos de las disposiciones a que se
refiere la reserva según el efecto buscado por esta199.
La objeción simple tiene por efecto que la disposición a que se refiere la reserva sea inaplicable
entre el autor de la reserva y el autor de la objeción simple únicamente en la medida de la reserva,
no en su totalidad198. El laudo dictado por el tribunal arbitral en el asunto relativo a la Delimitación
de la plataforma continental entre el Reino Unido y Francia aclara el significado de esta expresión.
En ese caso, el tribunal arbitral debía determinar los efectos jurídicos de la reserva de Francia al
artículo 6 de la Convención do Ginebra sobre la Plataforma Continental de 1958 en relación con el
Reino Unido, que había objetado esa reserva. El tribunal consideró:
(...] el efecto combinado de las reservas de Francia y de su rechazo por el Reino Unido
no hace que el artículo 6 sea inaplicable in teto, como pretende la República Francesa,
ni que sea aplicable in toto, como sostiene el Reino Unido como principal alegato. Las
reservas y su rechazo tienen por efecto que el artículo sea inaplicable entro los dos
Estados en la medida determinada perlas reserva?, poro únicamente on asa medida;
esto es precisamente lo que establooe para tales casos el artículo SI, párrafo 8, do 1q
Convención de Viona sobre ol derecho do Iqb tratados y lo que se desprende del prln*
ripio del consentimiento mutuo1’4.
En el caso, esto significaba que el artículo 6 era aplicable entre las dos partas sin los
elementos a que se refería la reserva de Francia199. Es decir, la objeción simple no excluye la
aplicación de toda la disposición o todas las disposiciones a que se refiera la reserva, sino úni
camente los elementos de esas disposiciones respecto do los cuales las partes han expresado su
desacuerdo190. En la relación convencional entre el autor de la reserva y el autor de la objeción
simple solo será inaplicable aquello que haya sido efectivamente modificado o excluido por la
reserva197.
La objeción hecha por un Estado contratante a una reserva válida impedirá la entrada
en vigor del tratado entre el Estado que haya formulado la objeción y el Estado autor de la
reserva, ei el primero manifiesta inequívocamente esa intención109.
rág. 16.
193 Guía do la Práctico, dlrootria 4.8.6.
194 Delimitación di la plataforma continental entre el Reino Unido y Francia, doc. clt„ parág. 61 (traducción Ubre).
195 Guía do la Práctica con comentorioi, comentarlo dlrootrl» 4.8.6, parág. 28.
196 Ibíd., parág. 27.
197 Ibíd., parág. 38.
198 Guío da la Práctica, diroctrit 4.3.8.
162
‘..i
de las Convenciones de Viena199. El mero hecho de que una parte rechace la reserva y no desee
v estar obligada por las disposiciones del tratado en sus relaciones con el autor de la reserva
no implica necesariamente que este último no pueda llegar a ser contratante o parte del tra-
‘.y’ tado200. En efecto, en el marco del régimen general, basta con que otro Estado contratante.
. ;. acepte la reserva para que el autor de esta sea considerado parte en el tratado una vez qué
entre en vigor para ese Estado (u organización internacional, en su ca8o)w,. La ausencia de
\ relación convencional entre el autor de la objeción de efecto máximo y el autor de la reserva
*solo produce, a priori, efectos entre ellos209. '= •
¡< Es una regia de derecho internacional, derivada del principio de seguridad jurídica y
bien asentada on la práctica, que, salvo acuerdo en contrario, el retiro por un Estado
contratante de una reserva a un tratado multilateral surte efecto en relación con los
demás Estados contratantes sólo cuando han recibido la notificación de dicho retiro.109
800 Ibíd.
SOI Ibíd.
•>aoa Ibíd.
' 203 Convondonoe do Viene do 1980 y 1088, artículo 22; Guía de la Práctica, direotriou 2.8.1 y 3.7.1.
207 Ruda, José M., ‘Reservations lo Troaties". R.CAD.1,1975-I1I. vol 148, pp. 195-196.
208 Ibtd.,p. 196.
•’ 209 Convenciones de Viona de 1969 y 1086, artículo 22(3)(a); ver también Guía de la Práctica, directris 2.6.8.
Esta lefia está expresada en el apartado a) del párrafo 3 del artículo 22 do la Conven
ción de Viena sobre el derecho de los tratados11’.
En el caso, se discutía bí, mediante el Decreto-ley 014/01 de 1995, aprobado por el presi
dente de la República Ruandesa, por el cual retiraba todas laa reservas a instrumentos ínter
nacionales, Ruanda en efecto había retirado su reserva al artículo ix de la Convención contra el
Genocidio. La Corte observó que no so había demostrado que Ruanda hubiera notificado el re
tiro de sus reservas a los demás Estados partes en los “instrumentos internacionales'* mencio
nados en el Decreto-ley 014/01, y consideró que la adopción de ese decreto-ley y su publicación
en el Diario Oficial de Ruanda no constituían tal notificación’1*. Agregó que, para surtir efecto
en derecho internacional, el retiro tendría que haber sido objeto de una notificación recibida a
nivel internacional81’.
215 Actividades armadas en el territorio del Congo (Nueva demanda: 2002), doc. cit., parág. 41 (traducción libro).
216 Ibíd., parág. 42.
217 Ibíd.
213 Ibíd., parág. 43.
219 Ibíd., parág. 44.
220 Ibíd., parág. 76.
221 Ibíd.
222 Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial (1965). artículo
20(3).
223 Actividades armadas en el territorio del Congo (Nueva demanda: 2002), doc. cit., parág. 75.
224 Documentos Oficiales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho de los Tratados, 1." período
de sesiones, Viona, 26/03 a 24/05/1968, Actas resumidas de las sesiones plenarias y de las sesiones de la Co
misión Plenaria, Doc. A/CONF.39/11, Comisión Plenaria, 70.' sesión (14/06/1968), p. 469.
225 Guía de la Práctica, directrit 2.6.7, parág. 1.
226 Ibíd., parág. 2.
164
CAPÍTULO 7 ■ DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTE) ■■■
Al igual que una reserva, salvo que el tratado dieponga,sotra cobb, una objé^Sní g
reserva puede ser retirada en cualquier momento8”. El retiro de una objeción a uqa res
g&tJ también debe formularse por escrito”8. •
W': Una reserva inválida es aquella que no cumple las condiciones de validez sustantiva o
; • va^ez formal88®. Es nula de pleno derecho y, por lo tanto, carece de todo efecto jurídico”3. La
CDI ha explicado que la nulidad de las reservas inválidas está sólidamente arraigada en la
práctica de los Estados340.
ir La nulidad de las reservas inválidas no depende de las reacciones de los Estados contra
tantes, sino que se produce de pleno derecho841. No obstante, si bien las reacciones de los demás
Estados a una reserva no determinan su validez o invalidez, constituyen un factor importante
a tener en cuenta al evaluar la validez de esa reserva848. Por este motivo, es importante que los* * * * * * * * * * * * *
227 Convoncionea de Viena de 1969 y 1986, artículo 22(2); Guía de la Práctica, directriz 2.7.1.
228 Convencionee de Viena de 1969 y 1986, artículo 23(4); Guía de la Práctica, directriz 2.7.25
229 Convenciones de Viena de 1969 y 1986, artículo 22(3)(b); ver también Guía do la Práctica, directriz 2.7.5.
parág. 2.
239 Guía de la Práctica, sección 4.5.1.
240 Guía de la Práctica con comentarios, directriz 4.5.1, parág. 8 y as.
241 Guía do la Práctica, directriz 4.6.2.
242 Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 4.5.2, parágs. 5 y 6; ver también Comité de dere
chos Humanos, Comentario general n." 24,11/11/1994, Doc. CCPR/C/21/Rev.l/Add.6, parág. 17.
- + —
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Estados formulen objeciones a las reservas que consideren inválidas y expliquen los motivos
en los cuales se fundan esas objeciones340.
Si bien las reservas inválidas carecen de efecto jurídico, se discute si la nulidad de una
reserva inválida afecta o no el consentimiento en obligarse por el tratado del autor de
esa reserva. Esta cuestión enfrenta a los partidarios de la divisibilidad de una reserva inválida
del consentimiento en obligarse por el tratado, quienes consideran que el autor de la reserva
inválida se convierte en parte contratante sin el beneficio de la reserva, con quienes sostienen
que la nulidad de una reserva inválida afecta también el consentimiento en obligarse por el
tratado, en cuyo caso el tratado no entra en vigor con respecto al autor de la reserva inválida244.
El criterio de la divisibilidad encuentra apoyo en la práctica de algunos Estados, en es
pecial los nórdicos, que han formulado objeciones de “efecto supermáximo”346. Tales objeciones
son declaraciones unilaterales mediante las cuales un Estado se opone a una reserva por consi
derarla inválida, sosteniendo que la objeción no impedirá la entrada en vigor del tratado entre
ese Estado y el autor de la reserva inválida y que el tratado entrará en vigor entre ellos en su
integridad, sin que el autor de la reserva inválida pueda beneficiarse-de ella940.
La divisibilidad también ha sido receptada en decisiones de tribunales y organismos de
derechos humanos, tales como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos y el Comité de Derechos Humanos247.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos se pronunció en favor de la divisibilidad en su
emblemático fallo en el caso Belüos c. Suiza. En ese caso, luego de recaliflcar una declaración
interpretativa de Suiza como una reserva240, el Tribunal analizó ai esa reserva era o no válida.
Concluyó que era inválida porque no cumplía con las condiciones establecidas en el propio
Convenio Europeo de Derechos Humanos para la validez de una reserva24’, a saber: que se
realice una brove exposición de la ley que esté en desacuerdo con la disposición del Convenio
sobre la cual verse la reserva y que esta no sea de carácter general900. Luego do concluir que
la reserva de Suiza era inválida, el Tribunal agregó que no cabía duda de que Suiza estaba
y se consideraba a sí misma “obligada por el Convenio con independencia de la validez de su
declaración*991. Es decir, tras haber constatado la falta de validez de la reserva de Suiza, el
Tribunal aplicó el Convenio Europeo como si la reserva no ee hubiera formulado959.
En Webor c. Suiza, una sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos concluyó que
otra reserva de Suiza era inválida porque no cumplía con una de las condiciones do validez
de las reservas establecidas por el Convenio Europoo de Derechos Humanos, ya que Suiza no
había realizado una breve exposición de la ley que estaba en desacuerdo con la disposición del
Convenio sobre la cual versaba la reserva990. A diferencia del caso Belilos, el Tribunal no exa
minó en este caso si la nulidad de la reserva afectaba el consentimiento de Suiza en obligarse
por el Convenio, sino que directamente analizó si se había respetado el artículo 6 del Convenio
-sobre el cual versaba la reserva inválida- y concluyó que Suiza había violado ese artículo934.
Sin decirlo de manera explícita, el Tribunal consideró que Suiza estaba obligada por el Conve
nio Europeo en su integridad a pesar de la nulidad de su reserva y que no podía beneficiarse
de esa reserva inválida2”.
248 Guía do la Práctica con oomcntarloa, comontarlo diroctric 4.0.2, parága. 10 a 19.
344 Ibíd., comonta rio directriz 4.5.3. parága. 1 y as.
253 W«b«r c. Suisa, TEDH (Sala). Solicitud n* 11034/84. Santoncia, 22/05/1000, parága. 36-88.
254 Ibíd., parága. 89-40.
256 Guía de la Práctica con comentarlos, comentario directriz 4.5.3, porág. 7.
■’ • ’W
CAPITULO 7 - DERECHO OE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTO
£60 mlió de Derechos Humano*, Comanwrlo Oeneral n,4 Bd sobre MHllone* rolaelonatlai con lar receñías fttr- .
muladas con ocarlón de la ratificación del Pacto o do sus Protocolos facultativos, adela adheeUn a ellos, o en
relación con las declaraciones hechas de conformidad eonel arllculodt del Pacto, 11/11/1884, Doc. CCPR/C/21/
Rev.l/Add.6, paróg. 18.
294 Tratados multilaterales depositados ante el Secretario Qsrural de Naciones Unidor, capítulo IV.6, eatado del
primer Protocolo Facultativo dol Poeto Internacional do Derechos Civiles y Políticoo, reserva do Trinidad y
7 187
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En este sentido, en suá observaciones al Comentario General n.° 24 del Comité de Dere
chos Humanos, Estados Unidos manifestó que “Las reservas que figuran en el instrumento
de ratificación de los Estados Unidos son parte integrante de su consentimiento en obligarse
por el Pacto y no son separables”, por lo que “Si se determinara que una o más de ellas no
tenían efecto, se podría anular la ratificación en conjunto'*27'. En sentido concordante, en sus
observaciones al referido comentario Francia afirmó que los tratados “se basan en el consen
timiento de los Estados y quo las reservas son las condiciones que los Estados ponen a ese
consentimiento”, por lo que “si se consideran esas reservas incompatibles con el fin y objeto
del tratado, la única consecuencia que de ello cabe sacar es declarar que ese consentimiento
no es válido y decidir que no se considere a esos Estados partes en el instrumento de que se
trate””3.
Los puntos de vista expresados por varias delegaciones en la Sexta Comisión en 2005 y
2010 pusieron claramente de manifiesto el desacuerdo existente en cuanto a la respuesta que
había que dar a la espinosa cuestión de la validez del consentimiento en obligarse por el tra
tado en caso de invalidez de la reserva278.
La CDI intentó adoptar una solución intermedia entre los partidarios y los opositores de
la divisibilidad37®. Como punto de partida, la Comisión consideró que la clave para hallar la so
lución se encontraba en la voluntad del autor de la reserva: “¿Entiende el autor quedar obligado
por el tratado incluso si su reserva no es válida-sin el beneficio de la reserva- o constituye su
reserva una condición sino qua non de su consentimiento en obligarse por el tratado"170? El ele
mento determinante es la intención dol autor de la roserva inválida”*, prinoipio enunciado en
el párrafo 1 do la directrls 4.5.9: "La condición del autor de una reserva inválida con respecto
al tratado depende de la intención manifestada por el Estado o la organización internacional
que ha formulado la reserva sobre si se propone quedar obligado por el tratado sin el beneficio
de la reserva o si considera que no queda obligado por el tratado”3”.260 * * * * * * * * * * * * * * * * *
260 Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 4.5.3, parág. 10.
267 Comunicación n? 845/1999, doc. cit., parág. 6.7.
268 Tratados multilaterales depositados ante el Secretario General de Naciones Unidas, capítulo IV.6, estado de!
primer Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, nota final 1.
269 Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 4.5.3, parág. 14.
270 Ibíd., parág. 15.
271 Informe del Comité de Derechos Humanos, 1996, Documentos Oficiales de la Asamblea General, 50? período
de sesiones, Suplemento n? 40, Doc. A750/4Q, vol. i, anexo vi.A, Observaciones do Estados Unidos al Comen
tario General n?24 del Comité de Derechos Humanos, sección 5; ver también anexo vi.B, Obsorvacionos del
Reino Unido al Comentario General n? 24 del Comité de Derechos Humanos, paráge. 13-15.
272 Informe del Comité de Derechos Humanos, 1997, Documentos Oficiales de la Asamblea General, 51? período
de sosiones, Suplemento n? 40, Doc. A/51/40, vol. l, anexo vi. Observaciones de Francia a) Comentario General
n? 24 del Comité do Derechos Humanos, parág. 13.
273 Ver Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 4.6.3, parágs. 19-21.
274 Guía de la Práctica con comentarios, comentario directriz 4.6.2, parág. 1.
275 Ibíd., comentario directriz 4.5.3, parág. 22.
276 Ibíd , parág 31.
277 Guía de la Práctica, directriz 4.5.3, parág. 1.
168
...................
J ••••
CAPÍTULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SECUNDA PAffTÉ)
Seguidamente, la Comisión apoyó la idea de una presurfción iuris tantum, según la cual
a falta de intención contraria del autor de una reserva inválida, el tratado se aplicará a 61 eln,
el beneflcio.de esa reserva9”, La aplicación del tratado al autor de la reserva inválida sin-el
5>
beneficio de ello no ee consecuencia automática de la nulidad de la reserva, sino el resultado •'
de la presunción iuris tantum., como indica el párrafo 2 de la directriz 4.6.3: “A menos que el* '•
autor de la reserva inválida haya manifestado la intención contraria o que tal intención se de
termine de otra forma, será considerado como Estado contratante u organización contratante i
sin el beneficio de la reserva”979. De esta manera, la Comisión pretendió conciliar el principio.
básico del derecho de los tratados -el consentimiento mutuo- con el de la nulidad de las reser
Vi"
vas inválidas280. •;
La presunción adoptada por la Comisión deja a salvo la intención del autor de la reserva.
Si el autor de la reserva inválida ha manifestado la intención contraria o tal intención puede
ser determinada de alguna manera, la presunción cae211. Asimismo, el párrafo 3 de la directriz .K
4.5.8 va más lejos aún al establecer que “el autor de una reserva inválida podrá manifestar en
todo momento su intención de no obligarse por el tratado sin el beneficio de la reserva"288. Si la
posición declarada del autor de la reserva inválida consiste en aceptar la aplicación de tratado
sin el beneficio de la reserva, ol tratado continuará aplicándose en lo sucesivo, en la inteligen
cia de que el autor de la reserva inválida no podrá valeree de ella ni para el pasado ni para el
■
fUturo813. En cambio, bí el autor de la reserva inválida manifiesta su intención de no quedar
obligado por el tratado, lo lógico sería considerar que el autor de la reserva nunca estuvo en tal ¿
situación, ya que la nulidad de su reserva (ab initio) lo ha llevado a optar por no considerarse
obligado por el tratado2’4. No obstante, tal solución podría plantear dificultades prácticas de
restablecimiento de la situación existente al momento de la manifestación del consentimiento
en obligarse (con la reserva)285.
Por último, el párrafo 4 de la directriz 4.5.3 dispone:
Si las conclusiones de dicho órgano no son vinculantas, como suele ser el caso, el autor
de la reserva debe tener en cuenta esta ovaluación, poro no ostá obligado a llevarla a efecto
ni, por consiguiente, a manifestar la intención a que se refiere el párrafo 4I8T. En cambio, si se
i sometiera la cuestión a un órgano de solución de controversias con potestad para decidir, el
autor de la reserva declarada inválida debería efectuar la declaración prevista en el párrafo
4 sin dilación y, en cualquier caso, no después de los doce meses siguientes a la fecha en que
dicho órgano se haya pronunciado”8.
169
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
reconoció la propia CDI2”. Por tal motivo, la Comisión consideró oportuno dejar que se desa
rrolle la práctica, sin excluir la posibilidad de que circunstancias diversas exijan soluciones
290. 291 292 293 * * * 297 298
diferentes289
2. Interpretación de tratados
2.1. Regla general de interpretación
Interpretar significa desentrañar o dar una definición precisa del sentido y alcance de un
instrumento jurídico”1, en este caso un tratado.
Existen diferentes métodos de interpretación de tratados, entre los que se encuentran,
principalmente:
• El método textual, que se basa en los términos empleados en el tratado.
• El método teleológico, que se basa en el objeto y fin del tratado.
• El método subjetivo, que se basa en la intención real de las partes.
El artículo 31 de la Convención de Viena de 1969 refleja una solución de compromiso
entre los defensores de los métodos de interpretación textual, teleológico y subjetivo”2. Como
resultado, ese artículo es suficientemente amplio para permitir el uso de los distintos méto-
dos”3. Así, el punto de partida de la regla general de interpretación del artículo 31 es el método
textual”4, que establece que un tratado debe ser interpretado conforme al "sentido corriente”
de sus términos "en el contexto de éstos". Asimismo, el artículo 31 determina que el tratado
debe ser interpretado "teniendo en cuenta su objeto y fin”, lo que conduce a una interpretación
mediante el método teleológico”3. Por último, al disponer que se dará a un término un “sentido
especial si consta que tal fue la intención do las partes", el artículo 31 on su párrafo 4 hace
lugar a una interpretación a través del método subjetivo, a lo quo so agroga la posibilidad do
acudir a los trabajos preparatorios del tratado como medios do Interpretación complementa
rios conforme al artículo 32 de la Convención de Viena de 1969**.
291 Ver Interpretación de las sentencias n"7 y 8 (Pábrica de Chorzów) (Alemania c. Polonia), CPU, Fallo,
16/12/1927, CPJ¡ Serie A, n." 13, p. 10.
292 Sorel, Jean-Marc y Boré ¿veno, Valárie, "1969 Víanna Convention: Arricia 31", en The Vitrina Conventione on
the Law ofTreatics: A commentory, doc. cit, vol. i, pp. 808■809.
293 Ibíd., p. 817.
204 Ver Ibíd.
293 VttlM §
298 Vor, e.g.> Disputa marítima (Perú o. Ohilo), OW, Fallo, 27/01/3014, pardg. 57} Controversia sobre derechos de
nauepaolóny derechos conexos (Coata Rica o. Nloaragua), CIJ, Fallo, 18/07/0000, parág. 47; Ciertas áusstionis
de asistencia mutua en materia penal (Djlboutl o. Franela), CIJ, Fallo, 04/06/2008. parág. 1B3; Aplicación
de la Convención para la Prevención y la 8anolón del Delito de Genocidio (Boenla-Hersegovlna o. Serbia y
Montenegro), CU, Fallo. 26/02/2007, parág. 160; Consscutnclasjurldlcas do la construcción de Uh muro on <1
territoriopalestino ocupado, CIJ, Opinión Comultíva, 09/07/2004, p. 174, parág. 94: Avena y otros nsotonotas
mexicanos, CIJ, Fallo, 31/08/2004, parág. 88; Soberanía sobre Pulau Ligltan y Pulau Slpadan (Indonesia/
Maléalo), CU, Fallo, 17/12/2002, parág. 87; La Orand (Alemania c. Estados Unidos), CU, Fallo, 27/06/2001,
parág. 99; Isla de KaslkUi/Sedudu (Botswana c. Namibia), CU, Fallo, 13/12/1999, parág. 18; Plataformas
petrolíferas (Irán c. Eetados Unidos), CU, Fallo (excepciones preliminares), 12/12/1996, parág. 23; Delimita
ción marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar c. Bahrein), CIJ, Fallo (competencia y
admisibilidad), 15/02/1995, parág. 83; Controversia territorial (Libia/Chad), CIJ, Fallo, 03/02/1994, parág. 41;
Laudo arbitral del 31 de julio de 1989 (Guinea-Bissau c. Sanogal), CIJ, Fallo, 12/11/1991, parág. 48.
170
_ ____________________________ CAPÍTULO 7 • DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PAlfrE) • ’’
la Convención de Viena de 1969 y el tratado a interpretar erá anterior a ella, esto no impedía
que la Corte se refiriera a los principios de interpretación de los artículos 31 y 32 de la referida
Convención, pues ellos son reflejo de las normas de derecho internacional consuetudinario en
í la materia2”. '. y-
.299 Controversia sobre derechos de navegación y derechos conexos, doc. cit., parág. 47.
’’.•• 300 Sore], Jean-Marc y Boró Eveno, Vatórie, op. cit., p. 817.
301 Ibíd., p. 818.
y 302 Proyecto do ortículcs sobre el derocbo de los tratados con comentarios, comentario a loe artículos 27 y 28
‘ \ • (actuales arts. 31 y 32 de la Convención de Viena de 1969), parág. 12, en Informe de la GDI sobra el trabajo
do su 18.* período de sesiones, 1966, Documentos Oficiales ds la Asamblea General, 2» ’ período de sesiones,
- b- Suplemento n.’ 9, Doc. A/6309/Rov.l, parág. 38 (en adelanto "Proyecto do artículos sobro el doroobo ds loo
£■; •. * tratados con comentarios").
303 Ibfd.. comentario a loo artículos 27 y 28 (actuales arto. 31 y 32 ds la Convención de Viena de 1989), parág. 12*
304 Ibíd,, comentario a los artículos 27 y 28 (actuales arte. 31 y 32 do la Convonolón de Viena ds 1969), parág. 12.
805 Ibíd,, comontorio a los artículos 27 y 28 (actuales arte. 31 y 32 da la Convencida de Viena de 1969), parág. 11.
. .300 Controversia territorial (Llbla/Ohad), doc. alt., parág. 4li ver tamblfln tola de Katihlll/Sodudu, doo. olt„ parág.
20; üollmltaoidn marítima y ouesflonst torritorlaloo entro (¡alar y Bahrein, doo. olt., párág. 30; ¿oudo arbitral
dol 31 doJulio do 1989, doc. olt, parág. 48 (se señala que el primer debor de un tribunal llamado a Interpretar
. y aplicar las disposiciones do un tratado consisto on darles efecto en su sentido natural y oorrlento y on el
; contexto do ellas).
r\ 307 Proyecto de artículos sobre el dorecho de los tratados con comentarlos, comentario a los artículos 27 y 28
. 808 Delimitación marítima de la sona situada entre Groenlandia y Jan Mayen (Dinamarca c Noruega), CU, Fallo,
14/06/1998, parág. 27.
tratado que debía interpretar para determinar el sentido de una de sus disposiciones. Indo
nesia sostenía que las lelas de Ligitan y Sipadan le correspondían en virtud del artículo rv
del Convenio de 1891 entre Gran Bretaña y los Países Bajos’11. Las partes en la controversia
estaban en desacuerdo respecto de la interpretación de ese artículo’1’. Mientras que Malasia
sostenía que la línea divisoria allí acordada se detenía en la costa este de la isla de Sobatlk115,
Indonesia alegaba que esa línea se prolongaba más allá de Sebatik”*. Al interpretar dicho
artículo, la Corte manifestó que el objeto y fin del Convenio de 1891 era la delimitación de las
fronteras entre las posesiones de las partes dentro de la isla de Borneo, tal como se ponía de
manifiesto en el preámbulo del Convenio”*. La Corte no encontró nada en el Convenio que
indicara que las partes tenían el propósito de delimitar la frontera entre sus posesiones al este
de las islas de Borneo y de Sebatik, o atribuir soberanía sobre cualquier otra isla11’. Conoluyó,
entonces, que no podía considerarse que el artículo n estableciera una línea determinante do
la soberanía sobre las islas mar adentro, al este de la isla de Sebatik”’.
El caso de la Controversia sobre derechos de navegación y derechos conexos IluBtra la apli
cación de todos los principios referidos precedentemente. Allí, la CIJ debió interpretar la ex
presión “libre navegación (...) con objetos de comercio" del artículo vi del Tratado de Límites de
1858 entre Costa Rica y Nicaragua, a fin de determinar los tipos de navegación comprendidos
en el derecho de libre navegación en el río San Juan garantizado a Costa Rica118.
Las partes no estaban de acuerdo sobre la interpretación de la frase “con objetos de co
mercio", que según Nicaragua significaba con “artículos” de comercio, incluyendo solo el trans
porte de mercaderías, y según Costa Rica, con “fines” de comercio, comprendiendo también el
transporte de pasajeros y turistas’18. Dado que la palabra “objetos" admitía ambos significados,
la Corte señaló que debía examinarse el “contexto"”0. Realizando una interpretación literal, la
Corte consideró que debía descartarse la interpretación de Nicaragua, pues el contexto hacía
que la oración en la que se encontraba inserta la expresión cuestionada no tuviera sentido,
mientras que la interpretación de CoBta Rica permitía que esa oración tuviera un sentido co
herente y comprensible”1.
Asimismo, las partes estaban en desacuerdo respecto de la interpretación del término
“comercio”. Nicaragua alegaba que, al momento de ser concluido el Tratado de Límites de 1858,
esa palabra solo significaba comercio de mercaderías, sin incluir la prestación de servicios, ta
les como el transporte de pasajeros y turistas”1. En cambio, Costa Rica sostenía que "comercio"
bb un concepto amplio que Be extiende incluso a actividades sin ánimo de lucro, como la comu
nicación y trato de unas gentes o pueblos con otros1”. Si bien la Corte señaló que los términos
utilizados en un tratado deben ser interpretados a la luz de la intención común de la partes,
que es contemporánea al tratado”*, ello no significa que, cuando el sentido de un término sea
diferente al que tenía al momento de la conclusión de un tratado, no pueda tomarse en cuenta
el significado que este tenga al momento de la aplicación del tratado1”. Cuando las partea en
un tratado de larga duración hayan utilizado términos genéricos cuyo sentido sea susceptible
de evolucionar con el tiempo, debe presumirse que la intención de las partes era que esos tér-
Sil Soberanía sobre Pulau Ligitan y Pulau Sipadan, doc. cit., parág. 36.
312 Ibíd.
313 Ibíd.. parág. 40.
314 Ibíd., parág. 39.
315 Ibíd., parág. 61.
316 Ibíd.
317 Ibíd..parág. 62.
318 Controversia sobre derechos de navegación y derechos conexos, doc. dt., parág. 42.
319 Ibíd., parág. 45,
320 Ibíd., parág. 51.
321 Ibíd., parág. 52.
322 . Ibíd., parág. 68.
323 Ibíd., parág. 69.
324 Ibíd.. parág. 63.
326 Ibíd., parág. 64.
172
CAPÍTULO 7 - DERECHO CE L05 TRATADOS (SEGÚNDA PAUTE)"
minos tuvieran un significado evolutivo53*. La Corte consideró que ese era el caso de “comercio’feCs
el artículo vi del Tratado de 1.858“’. •'
¿fe .• .- La Corte explicó que esa interpretación era acorde con el “objeto” del Tratado de,1868,'fe
Ofe'due tenía por finalidad lograr la solución definitiva de las controversias territoriales entre las fe
jfe partos’5*. La CIJ explicó que las reglas territoriales definidas en un tratado de ese tipo poseen,
por naturaleza, una característica de permanencia particularmente marcada1”. Agregó que el•'fe
; derecho de libre navegación garantizado a Costa Rica en el artículo vi estaba tan íntimamente :
” ' vinculado a la solución territorial del Tratado de 1858 que se caracterizaba por la misma per-
•_
manencia que el• régimen • • ...
territorial1”, Por lo tanto, los términos con •los que se determinaba
el aloanco dol derecho de libre navegación de Costa Rica en el artículo vt -en particular, el s.
fe?; término "oomercio"- debían ser interpretados de acuerdo con el significado que tuvieran al ,
»>;
'¡momento de la aplicación dol Tratado, y no necesariamente conforme a su sentido original351,
fefe La Corto concluyó quo el derocho de libre navegación en cuestión era aplicable tanto al trans
fe) porte de mercaderías como al de personas y turistas, dado que esta última actividad también
¿ puede ser considerada de naturaleza comercial hoy en día, si el transportador la desarrolla con
fe?':'ánimo de lucro333.
a) Todo acuerdo que se refiera al tratado y haya Bido concertado entre todas laa Partes
81
No se puede considerar que un documento unilateral (tal como una declaración interpre-
, Vi’tativa) forme parte del “contexto”, en el sentido del artículo 31, a menos que haya sido concer-
H^ado por una 0 xnflB P®1*®8 con ocasión de la celebración del tratado y que las demás partea
• hayan aceptado del mismo modo su relación con el tratado533.
A los efectos de la interpretación del tratado, esas categorías de documentos deben ser
consideradas como parte del contexto a fin de.determinar .el sentido corriente de los términos
fefe del tratado334. fe- ; i-i'" '•' ''
fe En el caso relativo a la Controversia Territorial entre Libia y Chad, la C1J, al interpretar
8
.,,..5:. el artículo 3 del Tratado de amistad y buena vecindad de 1966 entre Francia (de la cual Chad
ffi’g'iera colonia en ese momento, como parte de África Ecuatorial Francesa) y Libia, utilizó como
^Sfearte del “contexto” del Tratado la Convención de buena vecindad entre Francia y Libia, ce-
i®'- ’ lebrada entre las parteB al mismo tiempo que el Tratado de 1955 y adjunta a él”!. Luego de
'fe concluir que el texto del artículo 3 del Tratado de 1965 transmitía con claridad la intención
de las partes de llegar a una solución definitiva sobre la cuestión de las fronteras comunes35’, la
jííOl Corte sostuvo que el "contexto" de ese tratado, en particular la Convención de buena vecindad,
■
341 Soberanía sobre Pulau Ligitan y Pulau Sipadan, doc. cit., parág. 44.
342 Ibíd.
343 Ibíd.
844 Ibíd.
345 Ibíd.
174
CAPITULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTt)"'
interpretación auténtica por las partes que debe ser tenida en'cuenta a efectos de la interpre
(•*. tación del tratado351.
Otro elemento auténtico de interpretación que se debe tener en cuenta junto con el con-
'texto es toda práctica
— ulteriormente
—— — o—. en
seguida —— la _r—._—___— del
— aplicación —— tratado
— por la cual conste p4
el
acuerdo de las partes acerca de la interpretación del tratado302. En este sentido, la CDI ex-
plicó que la práctica ulterior de las partes en la aplicación del tratado constituye una prueba
O objetiva del acuerdo de las partes en cuanto al sentido de este353. La CIJ con frecuencia Jia
identificado la práctica ulterior de las partes en la aplicación de un tratado como un elemento
de interpretación de tratados bajo el derecho internacional354. Asimismo, la Corte ha señalado
1que, de conformidad con el artículo 31(3)(b) de la Convención de Viena de 1969, la interpreta-
^J/’-ción de un tratado puede ser afectada por la conducta ulterior de las partes355, e incluso e6a
Í 'í.;. práctica ulterior puede resultar en una divergencia de la intención original sobre la base de un
rafe acuerdo tácito entre las partes366.
En el caso relativo a la Controversia Territorial entre Libia y Chad, luego de concluir que
¿?M<'del Tratado de amistad y buena vecindad de 1955 entre Francia (de la cual Chad era colonia
: en ese momento, como parte de África Ecuatorial Francesa) y Libia resultaba una frontera, la
CIJ consideró la actitud subsiguiente de las partes en relación con esta cuestión957. Por un lado,
’^fe?la'Corte analizó los tratados subsiguientes al Tratado do 1955 y entendió que la existencia de
|fi^í^i¿4frontera determinada había Bido aceptada por las partes866. Por otro lado, la Corte tuvo en
>cuente la práctica de las partes con posterioridad al Tratado de 1955 en ocasiones en las que
cuestiones relevantes para la frontera habían surgido en el ámbito internacional. En este sen-
•0W’: #do, Corte entendió que Libia no había cuestionado la frontera que resultaba del Tratado de
1955389 y que Chad de manera consistente había adoptado la posición de aceptar que tenía una
‘ frontera con Libia, tal como resultaba del Tratado de 1955a60.
‘Un tercer elemento de interpretación para considerar junto con el contexto es toda norma
> ; pertinente de derecho internacional aplicable en las relaciones entre las partes881. La CDI in-
(¿V:v riuyó este elemento en el párrafo 3 porque se trata de un elemento extrínseco tanto al texto del
^^^ratado como al “contexto” definido en el párrafo 2a62.
7 ••' 851 Proyecto da artículos sobre al derecho de loa tratados con comentarios, comentario a los artículos 27 y 28
(actuales arte, 31 y 32 de la Convención do Viona do 1969), parág. 14.
Unidos, por lo que estaban justificadas por el propio Tratado y, por ende, no constituían una
violación a él384.
Al analizar si las medidas que involucraban el uso de la fuerza podían ser consideradas
necesarias para proteger intereses esenciales de seguridad de Estados Unidos bajo el artículo
xx del Tratado de 1955, la Corte consideró que ese artículo no funcionaba con independencia de
las normas pertinentes de derecho internacional sobre uso de la fuerza, por lo que no podía ser
invocado en relación con usos ilegítimos de la fuerza805. La Corte entendió que la aplicación de
esas normas pertinentes de derecho internacional formaba parte integral de la interpretación
del artículo xx del Tratado de 1955, de conformidad con el artículo 31(8)(c) de la Convención
de Viena de 1989’“. Y concluyó que las acciones de Estados Unidos contra las plataformas
petrolíferas do Irán no constituían medidas necesarias para proteger intereses esenciales ds
seguridad da Estados Unidos bajo el artículo xx del Tratado dé 1955, Interpretado a la lus del
derecho internacional sobre uso de ía fuerza8”. No obstante, la Corte consideró que tales aceio*
neB no constituían una violación de las obligaciones de Estados Unidos bajo el Tratado de 1955
sobre libertad de comercio entre las partes’88.
864 Ibíd.
365 Ibíd-, parág. 41.
366 Ibíd.
367 Ibíd., parág. 126.
368 Ibíd.
369 Sorol, Joan-Marc y Boró Evono, Valerlo, op. til., p. 829.
370 Proyecto de artículos sobre o! derecho de los tratados con comentarlos, comentarlo a los artículos 27 y 28
(actúalos arte. 31 y 32 do la Convención de Viona de 1989), parág. 17.
371 Ibíd., parág. 8.
372 Ibíd.. parág. 17.
373 Sorel, Jean-Marc y Boró Evono, Valério, op. cit, p. 829.
374 El principio do efectividad o effet utile, quo suele expresarse con la máxima latina ut res magis valeat quam
percal, es un principio conforme al cual las disposicionesde un tratado deben ser interpretadas da maneratal
que no sean privadas de sontido ni efecto.
176
v ’ÍW 1W J"WWRSBII
■
■
Mr ka CIJ con frecuencia ha utilizado el principio de efíet titile, considerándolo uno deio¿;\>
Ainriomonfoloa de
^¿¿principios fundamentales IntarnrataHAn de
Ha interpretación Ha tratados
tTflt.Adn«^8 Api en
3’8. Así, an el f-aar\ Aplicación de I-•ni..-
pl caso la Con-
vención internacional de eliminación de todas las formas de discriminación racial, la CU in-
A al
terpretó el ovHmiln de lo
22 Ha
artículo OO la rafarlHa Convención, n»i»
referida HnTivanrHAn que narmifa a Ion
permite a las nnrtftfl someter a
partes enmata» a 1»
la Corte
,. toda controversia "que no se resuelva mediante negociaciones o mediante los procedimientos
que se establecen expresamente en ella”, explicando que esa frase exige más que la mera exis-.
tencia de una controversia (como sostenía Georgia):
* ¿
»
iÉ
(...) si so interpretara la frase exigiendo únicamente que la controversia (...) efec
tivamente exista, esa frase no tendría utilidad. En sentido similar, la alternativa
tttpiw entre dos métodos de solución de controversias, es decir, la negociación y
el recurso a procedimientos especiales bojo la CEDR, sugieren un deber positivo de
recurrir a ellos antes de acudir a la Corte. Do otro modo, bu inclusión én el texto del
ghííí''.
Artículo 22 no tendría sentido ni consecuencias jurídicas, contrariamente al princi
O- pio conformo al cual debe darse a los términos un efecto apropiado siempre que sea
ggíM posible871.
og- ■ ■
||SU-
2.2, Medios de interpretación complementarios
' ^08 medios de interpretación complementarios del artículo 32 de las convenciones de
-Viena -en particular, Iob trabajos preparatorios del tratado y las circunstancias de su celebra-
g^';ción380- no se encuentran en pie de igualdad con los medios enumerados en el artículo 31381.
gg^.'.'Como señaló la GDI, mientras que los elementos de interpretación de lo que hoy es el artículo
; 31 de la Convención de Viena “se refieren todos al acuerdo ontre las partes en el momento en
que. es objeto de una manifestación auténtica en el texto o después de ese momento”883, “no es
HÍ- ©1 caso de loa trabajos preparatorios, que por consiguiente no tienen el mismo carácter au-
como elemento de interpretación, por muy valiosos quo a veces puedan ser para aclarar
manifestación del acuerdo que aparece en el texto”388. Además, la CDI explicó que “no cabe
¿¿-'¿.duda de que las actas de las negociaciones de los tratados son en muchos casos incompletas o
^^:?pqufvocas, de suerte que se necesita gran prudencia para determinar su valor como elemento
Ij^de interpretación”884. Por ese motivo, la CDI consideró conveniente distinguir entre los medios
auténticos y los medios complementarios388, distinción que se mantuvo éntre los artículos 31 y
^1 32.de las convenciones de Viena.
378 Aplicación de la Convención internacional de eliminación de todas las formas de discriminación ra
Ver, e.g.,
cial (Georgia c. Federación de Rusia), CIJ, Fallo, 01/04/2011, parága. 183-184; Controversia territorial (Libia/
Chad), doc. cit., pardg. 51; Plataforma continental del Mar Egeo (Grecia c. Turquía), CIJ, Fallo, 19/12/1978,
It parág, 62; Consecuencias jurídicas que tiene para los Estados la continuación de la presencia de Sudáfrlca
en Namibia (África Sudoccidental) no obstante lo dispuesto en la resolución 276 (1970) del Consto de Seguri
11^? dad, CU, Opinión Consultiva, 21/06/1971, parág. 66;Anglo-lranlan Olí Co. (Raino Unido c. Irán), C1J, Fallo,
22/07/1952,1CJ Reporte 1962, p. 104; Canal de Corfú (Reino Unido c. Albania), CIJ, Fallo, 09/04/1949, ICJ
Reporte 1949, p. 24; ver también Asunto de los faros antro Francia y Grecia (Francia c. Grecia), CPJI, Fallo,
17/08/1934, CPJI Serie A/B, n • 62, p. 27; Zonas francas de la Alta Saboya y del Distrito de Oex (Francia «.
Suiza), CPJI, Resolución, 19/08/1929, CPJI Serle A, n.° 22, p. 18.
Aplicación de la Convención Internacional de eliminación de todas las formas de discriminación racial, doc.
cit., parág. 184 (traducción libre).
••■880 Convención do Viena de 1989, artículo 32.
881 Le Bouthillier, Yvea, “1969 Vienna Convention: Article 82", en The Vienna Conventlons on the Law ofTreatles:
A commentary, op. cíí., voh 1, p. 848.
382 Proyecto de artículos sobre e! derecho de los tratados con comentarios, comentario a los artículos 27 y 28
a la que se haya llegado por aplicación de la regla general de interpretación del artículo 31 de
las convenciones de Viena888:
• si se ha logrado establecer el sentido de una disposición por aplicación del artículo 31, .
se podrá recurrir a los medios de interpretación complementarios para confirmar el
sentido;
• si no se ha llegado a un resultado aceptable por aplicación del artículo 31, sea porque
deja ambiguo u oscuro el sentido de la disposición o el resultado es manifiestamente
absurdo o irrazonable, se podrá recurrir a loa medios de interpretación complementa
rios para determinar el sentido.
La utilización de los medios complementarios para confirmar el sentido de una dispo
sición es la aplicación más común del artículo 32 de la Convención de Viena de 1969 por los
tribunales internacionales’”'.
Por ejemplo, en el caso relativo a la Controversia Territorial entre Libia y Chad, la CIJ ’
interpretó el artículo 3 del Tratado de amistad y buena vecindad de 1955 entre Francia (de la ;
cual Chad era colonia en ese momento, como parte de África Ecuatorial Francesa) y Libia, a
fin de determinar si de ese tratado resultaba o no una frontera convencional entre los territo
rios de las partes. Luego de concluir que el texto del artículo 3 del Tratado do 1955 transmitía
con claridad la intención de las partes de llegar a una solución definitiva sobre la cuestión do j
las fronteras comunes, por referencia a instrumentos jurídicos (enumerados en el anexo i del £
Tratado de 1955) que permitirían determinar él curso de esas fronteras548, la Corte sostuvo V
que los “trabajos preparatorios" del Tratado de 1955 confirmaban que ese tratado constituía ■
un acuerdo entre las partes que, entre otras cosas, definía las fronteras38’. En las negocia
ciones de ese tratado, los negociadores libios inicialmente habían intentado dejar de lado la ,|
cuestión de las fronteras, pero el líder de la delegación francesa en las negociaciones había
insistido en que no era posible concluir el tratado sin llegar a un acuerdo sobre esetema”0. El j
primer ministro libio sostuvo, entonces, que el Acuerdo de 1919 (uno de los instrumentos enu- :
merados en el anexo i del Tratado de 1955) era aceptable y propuso que su implementación í
se dejara para el futuro cercano, mediante un acuerdo de demarcación’81. La CIJ consideró ‘i
que resultaba claramente de las negociaciones que el primer ministro libio había aceptado de (
manera expresa el Acuerdo de 1919, que el término “implementación" significaba operaciones ■
para demarcar la frontera en el terreno y que la referencia a un acuerdo de “demarcación" •
presuponía que las partes consideraban que la definición de las fronteras (delimitación) ya se
había efectuado8”.
380 L( Bouthillier, Yvea.op. cit., p. 840; ver temblón Convención de Viena do 1969, artículo 82.
38? op. cit,, pp. 840-847; ver temblón Soberanía «obre Pulau Llgilan y Pulan 8ipadan, doc.
Lo Bouthillier, Yvoa,
Delimitación marítima y cueetlonee terrltorlalce entre (jalar y Bahrein, doc. cit., parí g. 40;
cit., parág, 88;
territorial (Llbla/Ohad), doc. clt., paríg. 86.
Conirou«r«ia
388 Conlrowrdo territorial (Llbie/Ched), doc. dt„ parág. 81.
889 Ibíd., perdg. 55.
380 Ibíd.
391 Ibíd.
899 Ibíd., parág. 5B.
393 Ver Papaus, Alain, Sanuon, Itáml, “1909 Vlonna Convontlon; Arliolo 33", on The Vitrina Convenllnne on the
!mui ofTnatieerAcommentarp.op. eil.,vol. i, p. 874.
176
,■ -'''''A •
CAPITULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUNDA PARTE)" ’■ ' ti*®
£i¿- Partiendo del principio de unidad del tratado, los párrafos*1 y 2 del artículo 33 establecen
Ja regla formal de preferencia, conforme a la cual solo se tomarán en cuenta las versiones déT &W
¿tratado en distintos idiomas que sean consideradas textos auténticos según lo dispuesto en ¿l..A
■propio tratado o lo convenido éntrelas partes394 -excluyendo, por ejemplo, las redacciones del. A-A
en uwuo
i&vl ■ tratado Vil idiomas quo
otros rjiv.uoD sean “versiones
que eecui vol eiulloe uuvxaxco pero no “mu
oficiales" pciuuu textos
wo aut.eui.iuuo —, y todos
auténticos"-, los-; AiiA
toaos IOS
I®. textos auténticos harán igualmente fe, a menos que el tratado disponga o las partes convengan \
que en caso de discrepancia prevalecerá uno de los textos auténticos390.
i
También sobre la base del principio de unidad del tratado, subsidiariamente los párrafos . '"A A
3 y .4 del artículo 33 establecen la regla sustancial de conciliación de textos auténticos, con» '
forme a la cual se presume que los términos del tratado en cada texto auténtico tienen igual
sentido”6, y salvo que prevalezca un texto auténtico según la regla de preferencia explicada (/.v
con anterioridad, “cuando la comparación de los textos auténticos revele una diferencia de sen- •> •*;
Arido que no pueda resolverse con la aplicación de los artículos 31 y 32, se adoptará el sentido ¿
' iqqe.mejor concilie esos textos, habida cuenta del objeto y del fin del tratado”3”.
■¿■•¡■A'. -A modo de ejemplo, la CIJ tuvo oportunidad de recurrir a la solución del artículo 33 de
Áiq. Convención de Viena en el caso La Grand, para interpretar el artículo 41 6obre medidas
" .provisionales del Estatuto de la CIJ. En ese caso, Alemania alegaba que Estados Unidos había
(violado una medida provisional dictada por la Corte898, mientras que Estados Unidos sostenía,
'•• entre otras cosas, que las providencias de la Corte sobre medidas provisionales no creaban
£ obligaciones jurídicas internacionales’”. Para resolver la cuestión, la Corte procedió a inter-
.pretar el artículo 41 de su Estatuto, el cual establece la facultad de la Corte de dictar medidas
i provisionales400.
La CIJ ohssrvó que los textos auténticos -en francés y en inglés- del artículo 41 del
^«íA^étatuto n0 estaban en total armonía401. Según el texto auténtico en francés, la Corte tiene
la'facultad de “indiquer” (indicar) qué medidas provisionales “doivent etre prises” (deben ser
tomadas), y “l'indication" (la indicación) de esas medidas será notificada. La Corte señaló que
f^gvií lós términos “indiquer” y “l'indication’’ eran neutros en cuanto al carácter vinculante de las
medidas provisionales, mientras que la expresión “doivent etre prises” era de carácter impe-
\ ' ‘.rativo4“. El texto auténtico en inglés establece que la Corte tiene la facultad de “indicóte"
:K®Si--flndicar) cualquier medida provisional que“ought to be taken" (deberla tomarse), y que se noti-
Aflcarántérminos
t^4¿los “indicóte"
las “measures euggested" de “order"
en vez(medidas sugeridas). de “ought
(ordenar),Según to beUnidos,
Estados taken" on vez en
el uso “musí
de inglés
‘^be taken" (debe tomarse) o “shall be taken" (será tqmada), y de “measures euggested’ en vez de .
i“measures ordered” (medidas ordenadas), implicaba que las resoluciones bajo el artículo 41
carecían de efecto vinculante403. Sin embargo, la Corte señaló que también podía argumen-
ségy’.’ tarse qué los términos “indicóte" y “ought" tenían un significado equivalente a “order’, “must"
!^.!:q“shaii"Ki.
Al mibam»amAma 1a« *Avén« Imialwnnfa ni» frAvté'i aao iJol
p
ií»■ Al encontrarse con una divergencia entre los textos igualmente auténticos del Estatuto,
í •' la Corte recurrió a la regla del artículo 33(4) de la Convención de Viena de 1969, que consideró
,, $;XOflejo del derecho internacional consuetudinario40'. Luego de rooordar que esa regla establece
$$$que “cuando la comparación do los textos auténticos rovele una diforonoia de sentido quo no
■ pueda resolverse con la aplicación do los artículos 81 y 32, se adoptará ol sentido quo mejor
,4j ■
. 394 Convección de Viena de 1989, artículo 33(2).
308 Convención de Viene de 1969, artículo 38(1).
, ; • 306 Convención do Viena do 1969, arlíoulo 33(3).
.. Q07 Convención do Viene de 1969, artículo 88(4).
308 la Qrand, doo. oit„ paróg. 92.
390 Ibíd., paróg. 96.
• <00 Ibíd., paríg. 99.
.".401 Ibíd., paríg. 101.
402 Ibíd., paróg. 100.
'•403
Ibíd., paró!. 100.
Ibíd.
408 Ibíd,, paróg. 101.
LECaOHES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
concille esos textos, habida cuenta del objeto y fin del tratado”, la CIJ consideró el objeto y fin
del Estatuto junto con el contexto del artículo 41*°*.
La Corte señaló que el objeto y fin del Estatuto es permitir a la Corte cumplir sus funcio
nes allí establecidas, en particular, la función básica de solucionar controversias internacio
nales mediante decisiones vinculantes4". Agregó que el contexto en el que el artíoulo 41 debía
ser considerado en el Estatuto era evitar que la Corte so viera obstaculizada en el ejercicio do
sus ÍUncioneB on virtud do la ftlta do preservación de los respectivo» derechos do las partos en
una controversia40’. La Corte concluyó que del objeto y fin del Estatuto, junto con Iob términos
del artículo 41 leídos en su contexto, resultaba que las medidas provisionales indicadas por la
Corte debían ser vinculantes, pues la facultad de indicar tales medidas se basaba en la nece
sidad de salvaguardar y evitar un perjuicio a los derechos de las partes a ser determinados en
el fallo final de la Corte*”.
En virtud de la conclusión a la que había llegado al interpretar el artículo 41 del Esta
tuto a la luz de su objeto y fin, la Corte consideró innecesario recurrir a los trabajos prepara
torios, pero de todos modos señaló que tales trabajos no modificaban la conclusión conforme
a la cual las resoluciones bajo dicho artículo son vinculantes410 406. Los
407 408 409
trabajos preparatorios
del artículo 41 revelaban que se había preferido el término “indicar" en vez de “ordenar"
porque la Corte.no tenía los medios para asegurar la ejecución do sus resoluciones411. Sin
embargo, la CIJ señaló que el hecho de que ella misma no tuviera los medios para asegurar
la ejecución de sus providencias bajo el artículo 41 no significaba que tales resoluciones ca
Asimismo, los trabajos preparatorios revelaban que en ol
recieran de fuerza vinculante412. 413
primer párrafo del artículo en cuestión se habían hecho cambios de redacción pora aJuBtar
el texto on inglés al texto en francés, reemplazando el término "«Hggest’ por “Intiicate" y la
expresión "should" por "ought to”, En cuanto al segundo párrafo do esc artículo, si bien on
el texto francés la expresión “celta suggeetlon’' había sido reemplazada por “l’índícqtion", so
había omitido realizar esto ajuste on el segundo párrafo del texto en ingléB418. Por lo tanto,
la Corte concluyó que sus providencias sobre medidas provisionales bajo el artículo 41 eran
vinculantes414.
•XV •
r’:
417Controversia territorial y delimitación marítima (Nicaragua c. Colombia), CIJ, Fallo, 19/11/2012, paróg. 227
- 'CE* un principio fundamental del derecho internacional que un tratado entre dos Estados, por sí mismo, no
puede afectar a lo» derechos de un tercer Estado.(...) De conformidad con ese principio, los tratados oonduidos
• por Colombia con Jamaica y Panamá, y el tratado que ha firmado con Costa Rica, no pueden conferir a Co-
■ lombla derechos respecto de Nicaragua y, en particular, frente a Nicaragua, relativo» a una proporción más
oxtenea do la zona en la cual sus derechos marítimos so superponen a los de Nicaragua de la que recibiría
feí*fe;.' de otra manera ’): Ando-Iranian
manera"): AnjloJranian OH Company, doo. clt., p. 109 ("Un tratado con un tercero, independiente
Independiente
y aisladamente del tratado básico, no pueda producir efecto jurídico alguno entro el Reino Unido • Irán: es
ros íntor olios acta".); Zona» francas de la AUa Sabaya y del Distrito de Gex (Francia o. Suiza), CPJI, Fallo,
07/00/1932, CPJI Serie A/B, n • 46, p. 141 (“el artículo 435 del Tratado de Veraalles no obliga a Suiza, que no
es parte en ose Tratado, excepto en la medida en que este país lo haya aceptado*); Ciertos intereses alemanes
en Alta Silesia (Alemania c. Polonia), CPJI, Fallo, 25/05/1926, CPJISerle A, n.• 7, p. 29 ('Un tratado sólo crea
¡i - • derecho entre Jos Estadoa que son partes on él; en caso de duda, no puede deducirse de él derecho alguno en .
favor de terceros Estados"); Estatuto de Carelia Oriental, CPJI, Opinión Consultiva, 23/07/1923, CPJI Serie
B, n.° 5, pp. 27-28 (en el que la CPJI señaló que los Estados no miembros de la Sociedad de las Naciones no
- estaban obligados por el Pacto, de lo que la Corte dedujo lo siguiente: ‘El sometimiento, por lo tanto, de una
controversia entre [terceros Estados! y un Miembro de la Sociedad para una solución de acuerdo con los méto
dos establecidos en el Pacto, sólo podría tener lugar en virtud de su consentimiento".); Isla de Palmas (Países
Bajoa/Estados Unidos), Sentencia Arbitral, 04/04/1928, R.I.A.A., vol. q, p. 842 (“es evidente que cualquiera
sea la interpretación correcta del tratado, no puede ser interpretado en el sentido de disponer de los derechos
de terceras Potencias independientes").
/ 418 Convención de Viena de 1969, artículo 2(lXh); ver también Convención de Viena de 1986, artículo 2(lXh).
‘y. 419 Gautier, Philippe, “1969 Vienna Convention: Artide 2", en The Vienna Conventione on the Law ofTreaties:A
commentary, op. cit., vol. I, p. 52.
: 420 Convención de Viena de 1986, artículo 2(l)(h).
421 Convención de Viena do 1969, artículo 35.
.¡ 422 Proyecto da artículos sobre el derecho de los tratados, artículo 31 (actüal^rt. 35 de la Convención de Viena de »
1969).
7
181
*■; *1
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
cita428. 429 Conferencia de Viena agregó que el tercer Estado debía aceptar la obligación “expre
La 430
samente por escrito”4*, excluyendo de este modo la aceptación verbal42*.
Una vez que se cumplen las dos condiciones mencionadas con anterioridad, existe un
acuerdo colateral entre las partes en el tratado, por un lado, y el tercer Estado, por el otro48’.
La base jurídica de la obligación del tercer Estado no es el propio tratado, sino dicho acuerdo
colateral487. En tal caso, el tercer Estado no queda obligado por todas las disposiciones del tra
tado, Bino solo por la que ha aceptado expresamente, y continúa siendo un tercer Estado con
respecto al tratado488.
Un ejemplo de la aplicación de esta regla es el caso de las Zonas Francas. Allí se analizó
6i Suiza estaba obligada por el artículo 435 del Tratado de Versalles, a pesar de no ser parte en
ese tratado. Ello así porque Suiza había dirigido una nota a Francia dando su aquiescencia al
artículo 435 bajo ciertas condiciones, aclarando que no aceptaba la eliminación del régimen de
las zonas francas. La Corte Permanente de Justicia Internacional declaró: “El artículo 435 del
Tratado de Versalles no obliga a Suiza, que no es parte en ese Tratado, excepto en la medida
en que este país lo haya aceptado'*429. Manifestó que Suiza solo había dado su aquiescencia a
las disposiciones de ese artículo en la medida determinada en la referida nota480. Por lo tanto,
la Corte concluyó que no se había derogado el régimen de zonas francas entre Suiza y Francia,
contrariamente a la pretensión de esta última431.
Una vez que se ha originado una obligación para el tercer Estado en virtud del cumpli
miento de las condiciones señaladas antes, para la revocación o modificación de tal obligación
se requiere el consentimiento tanto de las partes en el tratado como del tercer Estado, a menos
que conste que habían convenido otra cosa al respecto432.*Esto
434 confirma quo la base jurídica de
la obligación del tercer Estado es el acuerdo colateral entre las partes on el tratado y el tercer
Estado493. La iniciativa de revocación o modificación do la obligación puede provenir de la par
tes on el tratado o del tercer Estado484.
428 Laly-Chovallar, Carollno, "1860 Vionna Convontion: Arlldo 06*, anThe Vlenna Convonllono on íAe Loui of
TnaiieiiA oommentorv, op. dt., vol. i, p. OH.
494 PoeumeMM Ofielolfo de la ConAnneía do loe Nneío/wi Uhldás «obra el Dónete de loe Tralodoo, 9.' período de
Btdenea, Viena, 00/04 a 83/08/1069, Actas resumidas de las sesiones plañirías y de las sesiones de ia Comí'
•lóü Plenaria, 14.a sesión plemrla dol 07/06/1869, Doo. A/CONF.39/ll.Add.l, pp. 69.00.
438 D’Argent, Piona, “1969 Vienna Convention: Articlo 37" en The Vlenna Corwentions on the Law of Treatlee: A
commenlary, op. cit, vol. i, p. 946.
434 Proyecto do artíoulos sobro ol derecho da los tratados con comentarlos, comontario a) artículo 33 (actual art.
87 do la Convención do Víona do 196B), parágs. 2-8.
182
CAPITULO 7 • DERECHO DE LOS TRATAOOS (SEGUNDA PAffrÉ)
-s
sino que se presume.
Un ejemplo de una disposición en un tratado en favor de terceros Estados es el artículo
.35 de la Carta de las Naciones Unidas, que estipula que los países que no son miembros de las
Naciones Unidas podrán llevar cualquier controversia a la atención del Consejo de Seguridad
• o de la Asamblea General458. Otros supuestos son las disposiciones a favor de terceros Estados
relativas a la libertad de navegación en algunos ríos internacionales -por qjemplo, el Tratado
del Río de la Plata y su Frente Marítimo-, y a través de determinados canales y estrechos
■. • marítimos -por qjemplo, el Tratado de Límites entre la República Argentina y la República de
í-M- Chile de 1881, cuyo artículo 6 establece que “El Estrecho de Magallanes queda neutralizado
perpetuidad y asegurada su libre navegación para las banderas de todas las Naciones” -4”.
■fy; V El párrafo 2 del artículo 86 especifica que un Estado beneficiario debe, al ejercer el dere-
cumplir las condiciones que para el ejercicio de ese derecho estén prescritas en el tratado
,/^¡Ó se establezcan conforme a este. Esto se debe al principio fundamental de derecho conforme
HH&al cual nadie puede al mismo tiempo reclamar el goce de un derecho y estar exento de las obli-
Sí i gaciones asociadas a él4’8. Cabe destacar que, si bien al ejercer el derecho el tercer Estado está
sqjeto a las condiciones establecidas para su ejercicio, ello no lo coloca eñ la misma posición
$ que una parte con respecto al tratado, sino que continúa siendo un tercer Estado448. Lo antedi-
,ti ,^-;.¿io también se aplica en el caso de una organización beneficiaría.
La expresión “se establezcan conforme a éste" se refiere a los casos en los que las condicio-
W
í- nes para el ejercicio del derecho son establecidas en un instrumento complementario o unila
teralmente por una de las -partes440. Por ejemplo,
______________________ - - ■
en el caso de una disposición
...
que permita la
libre navegación por un río o una vía marítima internacionales, el Estado territorial puede, en
. virtud de su soberanía, fijar las condiciones pertinentes para el qjerdcio del derecho, siempre
que estén de conformidad con las obligaciones que le corresponden en virtud del tratado441.
El artículo 36 no trata la situación en la cual un tratado establece derechos en beneficio
dirooto do loe individuos, como es el caso de loa tratados de doroohoa humanos44’. Solo se roflore
i..
Zonas francas de la Alta Sabaya y del Distrito do Gm, OWt, Folio, 07/06/1983, CNI Borle A/B, n.’ 40» pp.
147-148.
Carta de lee Naciónos Unldae, artículo 35(2) CUn Estado quo no os Miembro de las Nadónos Unidas podrá
488
llover a lo atención del Consejo do Seguridad o de la Asamblea Oenoral toda controversia en que sea parte, ai
acepta de antemano, en lo relativo a la controversia, las obligaciones de arreglo pacífico establecidas en esta
Carta").
- 487 Proyecto de artículos sobre ol derecho de los tratados con comentarlos, comentarlo al artículo 82 (actual art. .
488 Torcor informe sobre ol derocho de los tratados del Relator Especial Sir Humphroy Waldock, Doc. A/CN.4/167,
442 D’Argent, Pierre, op. cit. ("1969 Vionna Conventlon: Articlc 86"), p. 980.
LECOONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
448 Plataforma continental del Mar del Norte (República Federal de Alemania/Dinamarca; República Federal do
Alemania/Paíaes Bajos), CU, Fallo, 20/02/1969. parágs. 60-82.
449 Ver ibíd., parág. 61.
450 Ver ibíd., parág, 61
451 Ver ibíd., paráge. 70-71.
184
l'
_______________________ CAPÍTULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUIDA PARTS'
Luego de analizar estos tres procesos, la Corte concluyó eri el caso concreto que el método
i. de la equidistancia del artículo 6 no había sido en sus orígenes declaratorio de una norma con-
. jjuetudinarla, ni subsiguientemente había sido constitutivo de una norma de ese tipo459,
; La CIJ también examinó la cuestión de la equivalencia entre normas convencionales y
ahormas consuetudinarias en el caso Nicaragua. Ello se debió a que la reserva de los tratados
• multilaterales contenida en la declaración de aceptación de la jurisdicción de la Corte heqha'XS^Ms
por los Estados Unidos excluía la aplicabilldad de los tratados multilaterales invocados pór
Nicaragua, pero no afectaba las normas de derecho internacional consuetudinario, que
nuaban siendo aplicables458. En este sentido, la Corte señaló que el hecho de que las norñias'<ó^83
consuetudinarias invocadas por Nicaragua estuvieran codificadas o reflejadas en tratados :Sí#$$
multilaterales no significaba que aquellas dejaran de existir y ser aplicables como normas
'consuetudinarias; agregó que principios tales como el no uso de la fuerza, la no intervención, el '•
respeto de la independencia e integridad territorial de los Estados y la libertad de navegación .
. continuaban siendo obligatorios como parte del derecho internacional consuetudinario, a pesar
de haber sido incorporados en normas convencionales454
452.455
* 456 \
Asimismo, la CIJ recordó que la existencia de normas idénticas en el derecho interna-
fcional convencional y consuetudinario ya había sido reconocida por la Corte en los casos de la .
Plataforma continental del Mar del Norte: - '‘
En gran medida, esos cago» giraron en torno a la cueatión ai una norma consagra
da on un tratado también existía como una norma consuetudinaria, sea porque el
tratado meramente había codificado la costumbre, o logrado que ee "cristalizara", o
porque habla influenciado bu posterior adopción. La Corte concluyó que eBa identi
dad de contenido entre el derecho convencional y el derecho internacional consuetu
dinario no existía en el ca6o de la norma invocada, que se encontraba en un artículo
-
del tratado, pero no sugirió que esa identidad estuviera excluida como cuestión de
principio: por el contrario, consideró que era claro que otros artículos del tratado
en cuestión “habían [...] sido considerados como artículos que reflejaban, o crista
lizaban, normas de derecho internacional consuetudinario existentes o al menos
emergentes"4”.
■« En sentido más amplio, la Corte manifestó que, cuando una norma internacional censué-.
tudinaria equivale a una norma convencional, esta.última no hace que aquella sea inaplicable,
sino, que las dos normas correspondientes a diferentes fuentes de derecho internacional,man-
■•-tienen su existencia independiente, aunque tengan idéntico contenido458.
En atención a lo descripto precedentemente, las Convenciones de Viena contienen una
v
reserva general en su artículo. 38, el cual establece: “Lo dispuesto en los artículos 34 a 37 no •S'i
impedirá que una norma enunciada en un tratado llegue a ser obligatoria para un .tercer Es
tado como norma consuetudinaria de derecho internacional reconocida como tal”. Este artículo
• 453 Actividades militares y paramilitares en Nicaragua y contra Nicaragua, Fallo (fondo), doc. cit, parág. 172.
454 Ibíd., parág. 174; ver también ibíd., Fallo (jurisdicción y admisibilidad), 26/11/1984, parág. 73.
455 Ibíd., Fallo (fondo), parág. 177 (traducción libre).
456 Ibíd., parágs. 177-179; ver también Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, CIJ, Opinión Con-
íó sultiva, 08/07/1996, parág. 79 (“Es indudablemente debido a que una gran cantidad de normas de derecho
humanitario aplicables en conflictos armados son tan fundamentales para el respeto de la persona humana
y 'consideraciones elementales de humanidad’ [...] que las Convenciones de la Haya y Qinebra han gozado do
gran participación. Además estas normas fundaméntalos deben ser respetadas por todos ios Estados, hayan
o no ratificado laa convenciones quo las contienen, porque constituyen principios inviolables de defecho inter
nacional consuetudinario") y parág. 82 (“La amplia codificación del derecho humanitario y el alcance de la
participación en los tratados resultantes (...) han proporcionado a la comunidad internacional un cuerpo de
normas convencionales que en su gran mayoría ya se habían convertido en consuetudinarias y que reflejaba0
los principios humanitarios más universalmente reconocidos").
185
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
constituye una cláusula de salvaguardia457, la cual solo se refiere a los supuestos en los que una
norma de un tratado Be convierte con posterioridad en Una norma consuetudinaria450.
No obstante, en los casos en los que un tratado reproduzca una norma consuetudinaria
existente, es claro que esa norma continuará aplicándose a los Estados a los que ya obligaba, '
mientras que la norma del tratado obligará a los Estados que lleguen a ser en parte en él489.
3.4.3. Principio de autoridad de las Naciones Unidas sobre los Estados no miembros
Tampoco es una excepción al efecto relativo de los tratados el denominado "principio de
autoridad de las Naciones Unidas sobre los Estados no miembros", establecido en el artículo
2(6) de la Carta de las Naciones Unidas, que determina: “La Organización hará que los Es
tados que no son Miembros de las Naciones Unidas se conduzcan de acuerdo con estos Prin- ¿
ripios en la medida que sea necesaria para mantener la paz y la seguridad internacionales”.
Esta disposición no impone obligación alguna a terceros Estados, sino a la propia ONU, que
debe asegurarse que los Estados no miembros actúen de conformidad con los principios de las
467 Oaja, Giorgio, **1960 Vionna Convantion: Artfclc 38", en The Vlenna Cowentlans on cha Law ofTrtatttn A
oommtntary, op. cU,,vd< i, p. 940,
408 ibíd., p. 951.
186
CAPITULO 7 - DERECHO DE LOS TRATADOS (SEGUIDA PARTEf1,1
Naciones Unidas en cuanto ello sea necesario para el mantenftniento de la paz y seguridad
internacionales470.
La cláusula de la nación más favorecida (CNMF) es otro supuesto que no constituye una
fe® - excepción al principio del efecto relativo de los tratados. La fuente del derecho que un Estado
puede obtener de un tratado concluido por otros dos Estados en virtud de una CNMF es el tra-
J: tado básico que contiene esa cláusula, en el cual debe ser parte el Estado que la invoca47’. Así
ÍWv'io explicó la CIJ en el caso Anglo -Iranian Oil Company.
9& (...) para quo o) Reino Unido pueda beneficiares de otro tratado concluido por Irán
•• El mecanismo del artículo 36 no debe ser confundido con la CNMF. Mientras que el ar-
k&'.v. . tículo 36 trata las condiciones bajo las cuales un tercer Estado puede beneficiarse de derechos
^conferidos a él por las partes en un tratado, a través de la CNMF laB partes en el tratado se
benefician de derechos que una de ellas ha conferido a un tercer Estado478.
.7 ' . •'
’’ , r ■
i;
«fe
. • 1 Paul Reuter nos dice: “¿Podrán categorlsarae todos los rasónos existentes para la falta de aplicación de un
tratado? Aunque no hoy una imposibilidad lógica, una empresa semejante está Misada de dificultades debido
a una terminología incierta y a posibles implicaciones doctrinales"; Router, Paul, Introducción al Derecho de
loe Tratadoe, Fondo de Cultura Económica, México, 2004, pp. 204-205. >
2 Ibíd.,pp. 212-214. • ’’
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3 Ver he diferencie! íbndamcntslM entre torminealín y nulidad de loe tratados en Jltnénei do Aréchcga,
190
•4
CAPÍTULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS (TERCERA PARTE)"’
bilidad de actuar contra los propios actos cuando se han creado expectativas legítimas en los
otros sujetos7. ‘
. 7 Existen grandes dificultades sn reladón con la definición y la apHoMlta del estopad. Ki accnsqjable la con
sulta do bibliografía ospoolalieada y, particularmente, la génesis del artículo 46 do la Convención on Do La
Guardia, Ernssto y Dolpeoh, Marcelo, XI Derecho de loe Tratadoeyla ConvwMn de Viena de JW, La Ley,
Buenas Airee, 1970, pp. 87fl«076. Ver también capítulo 13 da esta obfa.
6 La reservé fié encuentra prevista on la Ley 19.886 ^aprobatoria de la Convención en el plano Interno- (B.O.
11/0VIOT3X
■9 Ver Ley 19.890 y Nota al Podsr ^ooutlvo quo acompaña el proyeoto de ley.
10 “En oualquler caao no debo perderse de vista quo eada norma, consuetudinaria o convencional, y por muy
idéntico que sea su contenido, retions su autonomía an rosón de su origen. En consecuencia la aplIcabiHdad
de ambas normas permaneceré diferenciada como tuvo ocasión do expresar la CIJ, en el asunto do las activi
dades militaros y parnmilltaros en y oontra Nicaragua (1986)"; Rodrigues parrlón, Alejandro J., Lecciones de
11 "En virtud de que ni en la práctica ni en el derecho casuístico de los Estados es posible encontrar una guía fir
mo, la integridad do los tratados deberá mantenerse como el principio básico. La separabllldad sólo so puede
aceptar excepcionalmente, para permitir, en ciertos casos, el mantenimiento de las disposiciones esenciales
del tratado cuando surgen de determinadas condiciones que las partes no habían contemplado, o porque un
acuerdo puede contener regulaciones que abarcan asuntos tan diferentes que resulta posible disociarlas sin
inteligencia de que deberían ser objeto de otra u otras convenciones. Ver Router, Paul, op. cit., p. 237.
192
í V ■? por una o varias de las demás partes. Unos sostendrían la aplicación del tratado y otros su. '^<4^
j'; ¡ • inaplicabilidad. Como es evidente, se conformaría una controversia jurídica internacional -Ví:
enmarcada por el tratado cuestionado, que las partes deberían resolver a través de los ' '
medios de solución de controversias que el propio tratado podría haber previsto o, en su
í-í?.’ defecto, mediante las alternativas de solución de controversias que el derecho internacional
.‘y í:nos proporciona, i
La controversia sería sometida a medios de solución de índole política o diplomática o, eni
caso de que estos fracasaran, a medios jurisdiccionales, arbitrales o judiciales. Mientras tanto,
' ■ surgiría la duda acerca de la aplicación del tratado y de los momentos en que se Inicia esa apli-
S ' catión o su lnaplicabilidad. Podrían entrar en conflicto conduotas opuestas entre los Estados
.,. ¡í parto del tratado y peligraría la vigencia y la obligatoriedad do la norma jurídica convencional
i'r'. internacional. En este punto, recurrimos a la Convención de Viona de 1960, que ofrece un sis- ' ’-iW
tema propio de solución de controversias regulado en sus artículos 66,68,67 y 68, y en el anexo •
Of ■ de la Convención referido al artículo 66. ü
El procedimiento incluido en la Convención de 1969, conforme a su artículo 66, dispone
que, cuando uno de los Estados parte, basándose en dicha Convención, alegue la inaplicabili-
dad del tratado -sea por nulidad o impugnación de su validez, terminación, denuncia, retiro
o suspensión-, a través del órgano competente a tal fin, deberá notificar su pretensión por
escrito a los demás Estados parte con indicación de las medidas a adoptar y los fundamentos
i®’d'- 'respectivos. El artículo 67 regula las características y condiciones del instrumento que pre-
tenda la inaplicabilidad del tratado y su notificación. A partir de la recepción de la notificación,
'en un plazo no inferior a tres meses, salvo urgencia especial, los Estados parte tendrán dere-
a Presentar las objeciones que crean pertinentes. Si no hay objeciones, quien alegó podrá
. adoptar la medida propuesta. En caso contrario, se planteará una controversia y los Estados
Parte deberán buscar una solución, de conformidad con los medios establecidos por .el artículo
33 de la Carta de las Naciones Unidas, en un plazo máximo de doce meses, a partir de la fecha
de objeción.
O'ífe?. Vencido el plazo de doce meses fijado con anterioridad y manteniéndose pendiente la
Hg!:- controversia, el artículo 66 de la Convención proporciona dos caminos distintos. Si la cuestión
gte$en controversia se refiere a la interpretación o aplicación de los artículos 63 o 64 <Ju¡ cogen»),
QW.V de común acuerdo, ambas partes pueden someterlo al arbitraje o cualquiera de lae partes, sin
Wjt el consentimiento de la otra, puede llevar el caso ante la Corte Internacional de Justicia. En
agÉ; cambio, si la cuestión en controversia se refiere a la interpretación o aplicación de cualquiera
wM-'4e lo» «tros artículos de la parte v de la Convención, cualquiera de las partes puede solicitar
secretario general de las Naciones Unidas que la someta al procedimiento de conciliación
rc dispuesto en el anexo de la Convención, referido al artículo 66. Este anexo regula el procedí-
miento de conciliación a través de una comisión formada por cinco amigables componedores,
'Wsi ' ’cuía designación y funciones determina, con el fin de presentar un informe final de carácter
■.recomendatorio, para facilitar una solución amistosa.
gfeitó. Debe dejarse en claro que el sistema de solución de controversias de la Convención tiene
¿Sfe carácter supletorio, es decir que se aplicará si la3 partes en conflicto no han establecido un
ÉR\ “Nanismo propio. La práctica posterior a la vigencia de la Convención no ha demostrado su
rí. ¿ • idoneidad para el cumplimiento de los objetivos propuestos y ha colocado sobre el tapete la ne-
i • cesidad tanto de nuevos acuerdos sobre ciertos temas, en especial reservas y responsabilidad
g&í;: internacional, como de medios más eficaces para la solución de controversias en materia de
^derecho de los tratados”.
Por su Parte" ’a Convención de Viena de 1986 contiene en los artículos 66 a 68 un pro-
: «dimiento similar al de la Convención de 1969, aunque con algunas particularidades en lo
referido al arreglo judicial. Ello se debe a que, por un lado, las organizaciones internacionales
Éí?- no están legitimadas para llevar un caso contencioso a la Corte Internacional de Justicia -que
: 13 Moncayo, Guillermo; VInuesa, Raúl y Gutiérrez Posee, Hortensia, Derecho Internacional Páblico, 11. Zavalla,
Buenos Airea, 1981, pp. 141-148.
193
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
solo resuelve controversias entre Estados— y, por el otro, a que algunos órganos u organizacio
nes internacionales pueden solicitarle a dicho tribunal una opinión consultiva, facultad esta
última que no poseen los Estados. Así, las Convención de 1986 dispone en el artículo 66 lo
siguiente:
nu^dad puede producirse por diversas causales. Puede ser generada por vicios del
£^#&nsentimiento sustanciales que afectan la intención (error, dolo o fraude.y corrupción) o la
libertad (coacción contra el representante o contra el Estado u organización internacional).
M^?}.J\^nibién por vicios del consentimiento formales que afectan la capacidad (incompetencia o
restricción de poderes, según el derecho interno de los Estados o las reglas de la organización).
PfBrQ, quizás, la nulidad más contundente es la que afecta ía licitud del objeto del tratado, ya
un °^eto ilícito internacionalmente implica que ese tratado ha violado una norma impe-
gjjfe rativa del derecho internacional general (jus cogerte).
Reliman, Michaal y Pulkowikl, Dirk, “Nulliiy in International Lew" (2010), en Max Planch Bnayclopedia of
Publio International Lau>t http://www.mpepil.com, pirre. 1-7, y Ruda, José María, “Nulidad do loe tratados",
on International Laui at a time ofPtrpltxily, Seeays in hanour of QhabtalRnunne. Martlnua Nijhofí, Londres,
1980. pp. 661-678.
Ver un profundo ostudio do la cuoitlón en De La Guardia, Brnoato y Delpech, Marcelo, op. cit., pp. 376-388.
LECCIONES bE DERECHO INTERNACIONAL.PÚBLICb
Defecto de competencia
• Vicios formales
Restricción de poderes
Nulidad relativa
(pasible de ser
subsanada)
Dolo
Por vicios del
consentimiento Corrupción
Vicios sustanciales
Coaoolón sobré el
representante
Goacción sobre el
Nulidad absoluta
Estado
. (sin posibilidad de
Jus cogens existente saneamiento)
Por objeto Ilícito VlclO9 sustanciales Jus cogens
sobreviniere
19 Ver jurisprudencia internacional sobre error en Asunto de la Readaptación de las Concesiones Mavrommalis
en Jerusalén (Grecia c. Gran Bretaña), CPJI, Templo de Preah Vihear
Fallo, 30/08/1924, Serie A, n.° 2. p. 34 y
(Camboya c. Tailandia), CIJ, Fallo, 26/05/1961, CIJ Recueil, 1961, pp. 26-30.
196
wr’,
Pero, además, el error debe ser un error de hecho, es deoir, siempre debe estar
. a un hecho o a una situación y nunca puede aludir a normas jurídicas, porque el error dé
•recho no afecta el consentimiento, ya que no puede suponerse que los Estados hagan val^ jí^O
• í‘-
ignorancia o la equivocación respecto a las consecúencias'jurídicas de sus aetosw.'En geheriá;- '”4^
los errores de hecho están referidos a errores geográficos o territoriales, pero también pueden-- ¿í-'i
B,. ser errores documentales o de filantes o errores sobre actos de órganos de gobierno de Estados i SW
u organizaciones internacionales11. Algunos autóreB olasifican ¿1 error en unilateral, reciproco -'í
p común,
______ _según la intención,y,_
________________ larparticipación de lasrpartea
______ ______________ en________
_________ del consentimiento,yigj&WS
el vicio_____________________ x
manera en que el principio do la buena fe pueda ser afectado”.
-
Finalmente, el error debe sor excusable, es decir que quien lo aloga no debe haber contri:^?,w§|
,‘?i:, buido a producirlo con eu propia conducta, ya sea pdr acción u omisión, sobre todo ai, «noción..
dolo previamente, pudo evitarlo y no lo hizo o si tuvo la posibilidad do oonoearlo y no advirtió
sobre su oxiotoneia”.
•• El dolo existe en el derecho interno de la mayoría de los Estados. Sin embargo, en el dé-
recho internacional tiene un concepto diferente, que definen las convenciones de Viena en el Sgi
^'artículo 49. Como en el error, también hay una interpretación falsa de la realidad, pero esta
diferencia entre la intención y la realidad está causada por la mala fe de alguna o algunas de •’?
:1 las partes, es decir, por la conducta fraudulenta que induce a engaño alaotrauotras (elemento . ¿
subjetivo o psicológico), mediante ardides, maniobras, mentiras o simulaciones (elemento ob-•'
jetivo o fáctico), incitando a la celebración del tratado, como es evidente, en procura de un - /i
beneficio a través del engaño provocado”. Sin duda, sumamos al error un elemento ilícito para
i producir el fraude, la inexactitud no es inocente como en el error, sino que es intencional y
& 1 afecta de manera irremediable la buena fe entre las partes. Es muy poco común en la práctica
i®:-, do los EstadoB este tipo do vicio del consentimiento y los pocos ejemplos existentes se remon-
s■ tan al siglo xa o antes, básicamente referidos a engaños acerca del dominio territorial o en la
fe,• traducción de textos”.
aSgS ■ La corrupción siempre está vinculada a los representantes de los Estados o de las organi-
raciones internacionales, conforme lo establece el artículo 60 de las convenciones de Viena, Fue
■ j..' . un artículo sumamente debatido en la Comisión de Derecho Internacional (CDI) porque para
■' algunos juristas era .un tipo de dolo, quizás recíproco, y para otros un vicio del consentimiento
gS,!. 'C°n ent’dad propia. Es cierto que la corrupción de un representante por otro Estado negociador
fifeí desvirtúa especialmente el consentimiento de este representante en nombre de su Estado, di- •. ■' ’
fe’ ferenciándose del dolo o conducta fraudulenta”. Para que exista corrupción, el representante, .
antes de expresar el consentimiento en nombre de su Estado (u organización), ha aceptado
¿gj. ; beneficios reales y actuales o en expectativa o eventuales (ofertas, promesas, privilegios, pre- •"«
l?') bendas, etc.) cuya finalidad es orientar en determinado sentido el consentimiento del Estado
j^iv.u organización que representa. Su actitud vicia la celebración del tratado en la medida en que
W-y.'haya sido relevante o esencial en inducir al error o al engaño dé los órganos competentes para
autorizar o expresar el consentimiento del Estado. Evidentemente, se excluyen favores o corté
is?””. cías diplomáticos o protocolares”.
Sin duda, la corrupción se produce por conductas recíprocas. Si existe un representante
corrupto, existe un Estado corruptor (u organización) que puede qjercer su acción en forma .
’Wffl.'-... .’. . .20 * * * * * 26 27
20 Vargas Carreflo, Edmundo, IntroducciCn alDerecAo/níernacíonoI, Juricentro, San José, 1992, p. 196.
íX'i ■■ 21 Vor citas Jurisprudenciales específicas en Llanos Mansllla, Hugo, Teoría y Práctica del Derecho Internacional
Público, t.1, Editorial Jurídica de Chile, Santiago do Chile, 1985, pp. 234 y 892
‘iiji' .l, . 22 Schwareenberger, Georg, The Fundamental Principies of International Laui, Sijthoff, Leyden, 1065, pp. 268-
O;. 271.
Siííjí. 23 Vor jurisprudencia internacional específica en Estatuto Jurídico de Groenlandia Oriental, (Noruega e. Di
namarca), CPJI. Fallo, 05/04/1933, Serie AIB, n.” 63, pp. 71 y 91, y en Templo de Preah Vihear, doc. cit., pp.
26 y 67.
. 24 Reutor, Paul, op. cit., pp. 218-220.
. 25 Los famosos Pactos de Munich, ol 30/9/1938, ontre Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia y, el 15/3/1939;
entro Checoslovaquia y Alemania son algunos de loa pocos ejemplos donde el dolo puede sor considerado un
197
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
directa o indirecta. Es por eso que se habla de dolo mutuo, aunque quienes los ejercen no son,
en general, dos Estados negociadores (u organizaciones), sino un Estado (u organización) con
el representante del o de los otros. Lamentablemente, la corrupción contemplada por las con
venciones de Viena no incluye la proveniente de entidades privadas que, en muchos casos, son
más poderosas y están más interesadas que los propios Estados.
La coacción, coerción o violencia es el uso de la fuerza, o su amenaza, en violación de la
libertad del consentimiento, tendiente a viciar el consentimiento de un Estado u organización
internacional imprimiéndole una orientación dirigida por el ente coaccionante y no compartida
o rechazada por el ente coaccionado. La coacción puede tener como destinatario al represen
tante de un Estado u organización o ai propio Estado u organización, con las diferencias que
estas distintas situaciones conllevan, pero siempre invalidan el consentimiento y provocan
la nulidad absoluta del tratado para el Estado afectado u organización. Las convenciones las
regulan en los artículos 51 y 52, respectivamente28. 29 30
La coacción contra el representante consiste en actos que implican el uso de la fuerza o su
amenaza, por qjemplo, a través de la extorsión o chantaje, dirigidos hacia él, en su calidad de
tal o en su calidad personal, tendientes a lograr la expresión del consentimiento del Estado u
organización al cual representa en obligarse por el tratado. La coacción puede ser física o psí
quica, afectar a su persona o a los asuntos de interés personal, y extenderse a los miembros de
su familia o a las personas a su cargo. También puede afectar su carrera profesional, su patri
monio, su situación social o las intimidades de su vida privada. Tampoco importa la duración,
la intensidad o la permanencia de la coacción si el resultado final es que el consentimiento ha
sido viciado. Es indudable la imposibilidad de saneamiento de tal vicio, por lo cual la nulidad
resultante es absoluta”.
En cambio, la coacción contra el Estado exige mayor profundidad en su análÍ61fi, ya que
el artículo 52 de las convenciones lo remite al tratado cuya celebración haya sido obtenida
“por la amenaza o el uso de la fuerza en violación de los principios de Derecho Internacional
incorporados en la Carta de las Naciones Unidas". Debemos interpretar este artículo a la luz
de dos principios, el de la irretroactividad de los tratados y el de intertemporalidad, es decir, el
condicionamiento de la validez y vigencia de un tratado internacional al derecho de la época.
El uso de la fuerza y su amenaza fueron lícitos hasta la Carta de las Naciones Unidas, donde
se consagró eu ilicitud internacional en su artículo 2(4). Cierto es que hubo intentos anteriores
para reduciry hasta inactivar esta conducta en las relaciones internacionales, como el Pacto de la
Sociedad de las Naciones de 1919, el Tratado General de Renuncia a la Guerra (Pacto Briand-
Kellog) de 1928, el Tratado Antibélico do No Agresión y Conciliación de 1933 y los Estatutos
Militares de Nüremberg y Tóklo, poro sin resultados definitivos y contundentes. Solamente a
partir de la Carta de las Naciones Unidas podemos afirmar que la coacción contra un Estado,
para lograr su consentimiento en obligarse por un tratado, es un crimen internacional que
produce la nulidad de dicho tratado”. Lo mismo puede decirse cuando la coacción se dirige a
la organización internacional.
El uso de la ftiorza al que se refieren las convenciones de Viona tiene que ver con la ftierza
física o bélica, aunque no surge expresamente del artículo 52, ya que el texto remito al concepto
de la ÍUerza realizada en violación de los principios do derecho internacional incorporados a la
28 Ver un relevante y meticuloso eatudio de la coacción como vicio del consentimiento en la Convención do Viena
do Checoslovaquia quien, on mano de 1939, fue inducido a aceptar el fin do la independencia de bu país en
el Acuerdo de Munich con Alemania. La coorción comprometo al representante en su calidad de órgano del
Estado y de persono y, en este último caeo, la coerción no so maníflosta, por lo general, on forma pública, pero
puede afectar fíaioa. psíquica y moralmente al repreientante, viciando el qjorcioio de su coneontimiento como
órgano del Estado.
30 Romíro Brotóne. Antonio y otros, op. dt, p. 278 (’Eíta causa do nulidad contemplada on el wtíoulo 53 da la
Convención de Viene es una coneeoucnda lógico de la prohibición do lo amonita y del empleo do la (Versa en
lae reí aclono b internocionoloe y au olcanco so vincula al do dicha prohibición, debiendo hacerte la salvedad
de que también han de considerarte oausa do nulidad los aotos do intervonoión, ouyo ánimo os por definición
coactivo, on ol CMO do quo eo adopten interpretaciones restrictivas de la prohibición quo los dojon oxtra muros.
El momento en quo ha de apreciarte un hecho ilícito do esto nalurnlow ee ol do la conclusión del tratado”).
198
...
CAPITULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS (TERCERA PARTÍ)"'
Carta de las Naciones Unidas. Sin embargo, hay otros principios incorporados, además de la : ■'.'■vaí
abstención de la amenaza o uso de la fuerza, lo que daría pie a interpretar la fuerza en otras';
í'
dimensiones, como las presiones económicas, sociales y culturales. No ha sido esta la intención •
1 de quienes participaron en la Conferencia que elaboró la Convención, ya que visualizaban en I?
estas interpretaciones un serio peligro para la seguridadjurídica internacional y para la esta-
ir' bilidad de los tratados internacionales”. < taíiílS
Por el principio de irretroactividad tampoco podemos considerar nulos los tratados vi- ; " 1'?»
gentes, celebrados y en aplicación en épocas en que el uso de la fuerza era lícito y la coacción ’ •" >3
resultante no generaba efectos nulificadores. El artículo 52 no tiene resultados retroactivos so- ‘ \
bre la validez de los tratados concertados con anterioridad al derecho internacional instituido ,
a partir de la Carta de las Naciones Unidas. Este nuevo derecho internacional ha generado ’’ ,
un marco jurídico diferente del anterior que regula otras condiciones de validez para celebrar
tratados en la actualidad. La evolución del derecho que rige las condiciones para la aplicación '
de un tratado internacional no produce el efecto de restar validez a un tratado internacional
ya ejecutado de conformidad con el derecho anteriormente en vigor8’.
Hubo un irán debote acores del alcance del concepto de "coacción", e» doelr, ai solamento se reduela a la fuerta
¿v'Ü.f’,! ' , fióle» o 1C extendió otro tipo de iberia, que so saldó no definiendo el conoopto y dejándolo librado a la inter
pretación posterior, aunque con un fuerte apoyo a la postura restrictiva, lo que obligó, como oompensMlón,
a aarogar al Acta Final de la Convención, como anoxo, una ‘Doolaraolón sobre la prohibición de la coacción
militar, política o económica on la celebración do tratados" (ver texto en Do La Guardia, Brnosto y Dolpoch,
200
^5 CAPÍTULO 8-
CAPÍTULO 8- DERECHO
DERECHO DE LOS TRATADOS
DE LOS (TERCERA PARTE)"
TRATADOS (TERCERA PARTE)" ‘\
J||
•* ’—
jerarquía similar, o regla fundamental de la organización (como podría ser el tratado o Estatuto
Estatuti’j
constitutivo de tal entidad), b) la norma interna o regla violada debe regular específicarhohte-
; la facultad o competencia para celebrar tratados, y c) la norma interna o regla debe violarse dé ’
;W':; manera manifiesta, es decir, en forma objetivamente evidente para cualquier Estado que actúe *'
conforme a la práctica usual y de buena fe, lo que implica que loe otros Estados debieron tener i
conodmionto de la violación o era evidente que debían tenor conocimiento de ella, Cumplidas.•:
JM*calas condiciones, surge la justificación válida y lícita para considerar a la violación de derecho';:
interno del Estado o regla do la organización como vicio del consentimiento manifestado, que •
i
'• habilita la posibilidad de declarar su nulidad relativa.
í . • *'■
aEI artículo 53 de las convenciones de Viena regula el primer caso estableciendo el efecto
de la nulidad absoluta del tratado que, en el momento de su celebración, se oponga a una
horma imperativa de derecho
—r______ -................ internacional
... ..................... en cuanto
— general, ______ a su objeto
_____________ -w™ ,y fin
-- . no con re-
y _______ '
^£$7 dación a disposiciones accesorias o secundarias. Asimismo da una definición muy operativa y
¡J;' ■ dice
poco conceptual de una norma dejus cogens cuando ■■ ■■■“■
que es aquella aceptada y reconocida
por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no acepta acuerdo
39 Ver capítulo 4 de esta obra. Ver también Jiménez de Aréchaga, Eduardo, op, cit., pp. 78-85.
R.C.A.D.L, 1.188 (1983-V), pp. 176-178.
: uo Virally, Michel, "Panorama du Droit International Contamporain”,
Existe bastante jurisprudencia internacional sobre el tema. Ver algunos ejemplos en Plataforma Continental
del Mar del Norte (Rep. Federal do Alemania/Dinamarca y Rep. Federal do Alemania/Pateeo Bajos), CU.
Fallo, 20/02/1969, ICJReporta 1969, pp. 97,182, 229 y 248; Asunto sobre el Suroeste Africano (Etiopía c. Bu-
dáfrica; Liberia c. Sudáfrica), CW, Fallo, 18/6/1966, /CJ Reporte 1966, p. 298; Ba^elona Tracüon, Lightand
• . Power Co. (Bélgica c. España), CU, Fallo, 05/02/1970, ICJReporta 1970, p.,32.
*1 Barbería, Julio, Formación del Derecho Internacional, Abaco, Buenos Airos, 1994, pp. 54-60.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
en contrario y que solamente puede ser modificada por otra norma que tenga su mismo carác
ter. Un ejemplo sería un tratado internacional que regulara el comercio de esclavos o la trata
de personas o que impidiera el ejercicio de la autodeterminación de un pueblo reconocido como
tal por las Naciones Unidas. El segundo caso, regulado por el artículo 64. será tratado en el
punto 3.4.3 de este capítulo, porque consiste en una causal de terminación de tratados4’.
2.5. Consecuencias
En principio debemos recordar lo afirmado en el punto 2.1 acerca de las diferencias en
tre la nulidad relativa o anulabilidad y la nulidad absoluta. Un tratado nulo carece de fuerza
jurídica, pero, ei su nulidad eB relativa, la conducta de la parte afectada o de las demás partes
puede sanear el vicio que padece y la confirmación posterior permite la continuación de su vi
gencia. Por lo contrario, su nulidad absoluta impide todo saneamiento posterior y tiene efectos
definitivos en cuanto a su vigencia. El problema reside en determinar cuáles son los efectos
jurídicos de la declaración de nulidad y desde cuando se producen.
El artículo 69 de las convenciones de Viena confirma estas reglas y considera que la nu
lidad de un tratado, determinada conforme a ella, le hace perder fuerza jurídica. Esta pérdida
se produce ab initio y no solamente a partir de la fecha en que se haya alegado la causal de
nulidad o en que haya sido declarada. Si no se han realizado actos desde la celebración del tra
tado, bastará que determinemos que la nulidad ha surgido para que opere la retroactividad42 43.
Pero ¿qué sucede si se han realizado actos posteriores a la celebración y anteriores al sur
gimiento de la nulidad? El mismo artículo nos da la solución, en su inciso 2, al establecer que
la nulidad del tratado ha de tener plenos efectos a partir de la fecha de celebración, pero dispo
niendo también que cualquiera de las partes puede pedir que se restablezca el statu guo ante y
que los actos ejecutados de buena fe antes de la alegación de la nulidad no se tornarán ilícitos
por el solo hecho de la nulidad dél tratado. Sin embargo, conforme al inciso 3, las disposiciones
del mencionado inciso 2 no se aplicarán con respecto a las partes a las que se imputan los actos
que viciaron el consentimiento en los casos de dolo, corrupción y coacción (artículos 49,60,51
y 52) porque han actuado de mala fe. En consecuencia, no podrán pedir el restablecimiento de
la situación anterior a los actos realizados antes del surgimiento de la nulidad ni la licitud de
sbos actos sobre la base de su ejecución de buena fe.
42 Ver un detallado Infirmo sobre lo gúnosis dol artículo 53 on Do La Guardia, Emoato y Dolpooh, Marcslo oo.
OÍA, pp. 410.428.
En la relación de los tratados con respecto al tiempo, dijimos que uno de los efectos prinL'í^
dpales que produce es que se extingan, en determinado momento,por distintas razones intrín- Hí
secas o extrínsecas al propio tratado y con acuerdo de las partes o sin él. La inaplicabilidad del -
tratado por haberse extinguido implica su terminación y el agotamiento de sus efectos jurídicos %
con carácter definitivo. El tratado ha existido y ha sido válido, pero la terminación supone la
conclusión de su existencia como normajurídica. Por supuesto, en los tratados multilaterales,
puede terminar para todas las partes o para una o algunas de las partes, pero no para el resto.
En cambio, en los tratados bilaterales, la terminación es, obviamente, para ambas partes". ' ■; í:
: Esta sería la regla para fijar la terminación de un tratado, es decir, lo que sus propias nor
mas establecieran. Conforme al artículo 54, inciso a, de las convenciones de Viene, un tratado
terminará en la fecha o en el momento en que sus propias normas lo establezcan. Los tratados
pueden fijar un plazo de duración o una condición resolutoria para su extinción. En muchos
casos, hay plazos pronogables automáticamente o por la voluntad de las partes. También el ob
jeto y fin, una vez cumplido, es causal de terminación de un tratado. Una posibilidad bastante
frecuente es que no se fije un tiempo de terminación, por lo cual seguirá rigiendo sine die, a
menos que la voluntad de las partes o razones ajenas al tratado y a la voluntad de las partes
lo consideren extinguido46.
. exige que los Estados consientan en dar por terminado el tratado, aunque, sin dudas, los Es-
tados tendrán que considerar su propio derecho interno para hacer efectiva la abrogación ex-
|&$si>i>8a4’. Lo mismo es aplicable a las reglas intemas de la organización internacional.
Aust, Anthony, •Troatlss, Termination" (2010), en Max Planch Bncycloptdia in Public htírnalional Law,
http://www.inpepil.com, pirre. 1-54.
Anuario de la CDI, 1966, voi. 11, p, 73.
Llanos Manailla, Hugo, op. di,, p. 279. La abrogación expresa puede ser genérica o especifica, según so refiera
■ o no a un tratado en particular. Da como ejomplo do abrogación genórlea la de un Tratado do EE. TJU. y China
(nftíSií.'c' 4,111 d» d»l56a' ’ • ■
Aunque, a menudo, los términos "denuncia” y "retiro" se utilizan como sinónimos, en rea
lidad no lo son. La denuncia es un término genérico, aplicable tanto a los tratados bilaterales
como a los multilaterales, el retiro solamente se aplica a los multilaterales. Una denuncia en
un tratado bilateral provocará la terminación de este porque lo deja sin acuerdo de voluntades.
La denuncia en un tratado multilateral provocará el retiro del tratado de la parte denunciante
y la terminación del tratado para esa parte, pero no para las otras, para las que podrá conti
nuar en vigencia, salvo disposición en contrario del propio tratado49. Desde ya, en los tratados
bilaterales, cuando una de las partes procede a su denuncia, el tratado mismo termina, puesto
que no podría subsistir un tratado con una sola parte obligada.
Las convenciones de Viena, en su artículo 56, establecen el principio de improcedencia de
la denuncia o el retiro en los tratados internacionales, entendiendo que, de manera excepcional,
podrán formularse si el tratado prevé expresamente cláusulas de denuncia o retiro, o si, de los
términos del acuerdo o de la naturaleza no perpetua del tratado, puede inferirse implícitamente
la existencia de esa intención. Cabe destacar que existen tratados que no incluyen cláusulas de
denuncia o retiro, otros que prohíben esa posibilidad de modo expreso o implícito por su propia
naturaleza y algunos que la contemplan expresa o implícitamente por su propia naturaleza.
En el debate acerca de este artículo, las posiciones encontradas se produjeron acerca
de la existencia o inexistencia de un derecho implícito a denunciar un tratado. El acuerdo al
que Be llegó consistió en la regla de la inexistencia, pero con la aplicación de excepciones. En
consecuencia, se consideró la posibilidad excepcional de denunciar o retirarse de un tratado,
implícitamente en los casos descriptos en el párrafo anterior, pero condicionada a su formula
ción en un plazo mínimo de notificación anticipada de doce meses. El propósito de esta cláusula
es preservar la seguridad de las transacciones internacionales, evitando que la denuncia o el
retiro tengan efectos jurídicos inmediatos60.
49 Capotorti, Francesco, “L’extinctíon et la suspensión des traités", R.C.A.D.I., 1.134 (1971-111), pp. 478-479.
50 Jiménez de Aréchaga, Eduardo, op. cit., pp. 87-89.
51 Ver la opinión del juez Anzilotti en el caso de la Compañía de Electricidad de Sofía y Bulgaria (Bélgica c.
Bulgaria), CPJI, Fallo, 04/04/1939, Serie A/B, n.° 77, p. 92, confirmada en ol Informe de la CDI, Anuario de la
Comisión de Derecho Internacional 1966, vol. n, p. 77.
204
CAPÍTULO 8- DERECHO DE LOSTRATÁDOS.fTERCERA PAñÍE) ■
dón manifiesta de darlo por terminado, En ambos casos, el la9 condiciones se han cumpíidd^í^Sí
^.tratado posterior habrá terminado’3/
J'S.Ü.B. Doiuetudo
. El deeuetudo, desuso u obsolescencia en los tratados internacionales implica la existen-'
. cia de una coetumbre internacional posterior que abroga implícitamente un tratado anterior,,
; ¿gados, en lo que respecta a la parte no abrogada, a menos que se vea afectado su objeto y fin.
Las convenciones de Viena no lo han recogido como causal de terminación de los tratados,
: • por lo cual el simple transcurso del tiempo produciría la caducidad del tratado si prevaleciera
la norma consuetudinaria, aunque no hay principio general de derecho que establezca la ter-
: minación del tratado por el solo hecho del desuetudo. Además, se registran muy escasos prece-
^•-"dentesjurisprudenciales sobre el tema”.
s»
(Sentencia arbitral del 21/10/1861, dada por el Senado de Hamburgo, en el caso Yuiilc-Shcrtridge entre Gran
Bretaña y Portugal).
54 AuBt, Anthony, op. cit., párr. 27-32.
65 De La Guardia, Ernesto y Delpech, Marcelo, op, cit., pp. 451-459. Dan un análisis completo sobre la génesis
del artículo 60 de la Convención, explicando su complejidad y las diversas alternativas planteadas.^
— ————
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
88 Podaste Costa, Luis y Ruda, Jos4 M., Derecho Internacional Público, t. 2, TEA, Buenos Aires, 1985, p. 153.
57 Oomaa, Mohammed, Suspensión or Terminativa of Treatles on Groando of Brnch, Martinus Nljhoff, La
Haya, 1SB6, p. 114.
20S
ffi' - CAPÍTULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS (TERCERA PARTE!”
ran inalterables las circunstancias que lo rodearon como razón esencial que llevó a las partes
a concluir el tratado originariamente. Por consiguiente, cuando cambia ese estado de cosas
esencial para el consentimiento, sin el cual no se hubiera otorgado, cae el consentimiento con
el cambio de su fundamento62.
En la actualidad, y en particular por la jurisprudencia internacional recopilada, no siem
pre concordante con la jurisprudencia nacional, podemos asegurar que el cambio fundamental
de las circunstancias como causal de terminación de tratados es una norma consuetudinaria
definitivamente reconocida. Tradicionalmente se aplicó a los tratados de duración indefinida,
ya que no era compatible con los que tenían una duración determinada por plazo o condición.
Sin embargo, no puede considerarse que los tratados sine die incluían esta causal (rebus sic
stantibus) como condición resolutoria implícita, ya que su propia evolución histórica presupo
nía cambios necesarios. En realidad, debe considerarse como una causal autónoma, externa
al tratado, generada por una costumbre internacional, con estrictas condiciones de admisibi
lidad».
20B
CAPÍTULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS
de los incisos 2 y 3 de la Convención de 1986), el Estado que albga tal causal podrá invocar la..
■' suspensión o terminación del tratado, pero no su revisión o modificación unilateralmente para ■
liberarse de las obligaciones contraídas.
rafe'¡.' La República Argentina, al ratificar la Convención de Viena 1969, formuló una reserva
Jte:'- sobre su artículo 62, no aceptando que un cambio fundamental en las circunstancias ocurrido
- con respecto a las existentes en el momento de la celebración de un tratado y no previsto por :
las partes pudiera alegarse como causa para dar por terminado el tratado o retirarse de él. El
fundamento de la reserva es que el principio rebus sic etantlbue ofrece dudas en cuanto a sú ■
catogorización como norma consuetudinaria reconocida por el derecho internacional, enten-'-’
: diendo que su aplicación puede poner en peligro la seguridad jurídica, en lo que reBpecta.a los
ítratados internacionales. Asimismo, junto con la reserva, se objetan las reservas formuladas .
por Afganistán, Marruecos y Siria al artículo 62(2)(a) y todas las eventuales reservas que, en
■,';el ftituro, con el mismo alcance que las de los Estados mencionados, se formulen con respecto
al artículo 62. Los dos primeros Estados consideran que esa disposición no es aplicable a los •
' tratados denominados “ilícitos o desiguales”. Siria, en cambio, considera que viola el principio
j de autodeterminación de los pueblos. En consecuencia, el fundamento de la objeción reside en •
í,/.? que las reservas de los Estados mencionados son peligrosas para la seguridad jurídica inter-
SSi nacional porque abren la posibilidad de una revisión de las fronteras -prohibida por el artículo .
Sí 62(2)(a)-“. -
" 66 Ver Ley 19.865 y Nota al Poder Ejecutivo que acompaña el proyecto de ley.
3.5. Consecuencias
La terminación de un tratado implica su extinción y el cese de sus efectos jurídicos,
desapareciendo del ordenamiento jurídico internacional y perdiendo su vigencia y su obli
gatoriedad, a menos que las partes hayan acordado en el propio tratado o hayan convenido
en el momento de darlo por terminado otra cosa al respecto. La terminación no tiene efectos
retroactivos, de modo que las consecuencias mencionadas se producen solamente a partir
de la fecha de terminación, según sea la causal alegada, ya que algunas presentan ciertas
particularidades antes explicadas. La denuncia o retiro de un tratado multilateral provoca
las mismas consecuencias que la terminación, pero de manera unilateral, ya que se da por
terminado el tratado únicamente para el Estado que lo haya denunciado o que se haya reti
rado de él™.
El articulo 70 de ambas convenciones, en virtud del principio de irretroactividad, dispone
que la terminación del tratado no afectará ningún derecho, obligación o situación jurídica de
la6 partes creados con anterioridad por su aplicación y las eximirá de seguirlo cumpliendo.
En ol caso de los tratados multilaterales, si un Estado (u organización internacional) lo
denuncia o se rotlra de él, las relaciones entre ese Estado (u organización) y cada una de las
demás partes en el tratado tendrán los mismos efectos jurídicos que la terminación, desde la
71. 72
fecha en que se formalice y tenga efectividad la denuncia o el retiro70
70 PodoatC Costa, Lula y Ruda, José María, op. ció., pp. 167-168,
71 Debo ontondorso que la denuncia o o! retiro producen la tormlnación individual dol tratado pera oí Estado quo
loa solicita, en forma irrotroactiva, y conforme a las normas dol tratado o por aplicación dal articulo 68 do la
Convención.
72 Remiro Brotóos, Antonio y otros, op. cír., pp. 208-289.
210
•< CAPITULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS (TER&RA PARTÍ)
211-
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
jurídico bilateral, sin producir consecuencias sobre las demás partes del tratado, con respecto a
los cuales continuará funcionando de manera regular con fuerza vinculante (inciso 2.b).
Por último, si la violación grave modifica radicalmente la situación do todas las partes
respecto a la ejecución posterior de las obligaciones, cualquier parte del tratado, excepto el ente
violador, tendrá derecho a demandar la suspensión total o parcial del tratado con respecto a sí
mismo, es decir, podrá pedir su exclusión temporal del tratado. Esta previsión de la Convención
tiene por finalidad afrontar situaciones críticas en las que el Estado (u organización) afectado
por la violación grave podrá demandar la suspensión total o parcial sin necesitar el consenso
unánime de todas las partes y sin recurrir al vínculo bilateral con el violador (inciso 2.c)w.
4.0. Consecuencias
Las consecuencias de la suspensión total o parcial de los tratados están previstas en el
artículo 72 de las convenciones de Viena, que establece, a menos que el tratado disponga o las
partes acuerden otra cosa, que la suspensión eximirá a las partes entre las cuales se suspenda
la aplicación dol tratado -ya que pueden ser todas o algunas- de la obligación de cumplirlo en
sus relaciones mutuas mientras dure la suspensión, sin afectar las relaciones jurídicas que el
tratado haya establecido entre las otras partes que no han acordado suspenderlo.
Asimismo, el inciso 2 del mismo artículo incluye la obligación de todas las partes del
tratado, mientras dure el período de suspensión, de abstenerse de todo acto encaminado a
obstaculizar la reanudación de la aplicación del tratado suspendido, en la inteligencia de
que la interrupción de los vínculos jurídicos, en el ámbito dol tratado, es meramente tempo
raria18.
75 Mbncayo, Guillermo; Vinueea, Raúl y Gutiérrot Poese, Hortensia, op. cit., pp. 138-139. Ver, especialmente,
en la nota 247, la opinión del juez Anzilotll en el caso de la Toma de aguas del Mosa (Países Bajo» c. Bélgica),
Fallo, 28/6/1937, CPJI Serie A/B, n .• 70.
76 Ver jurisprudencia internacional pertinente en Empréstitos serbios emitidos en Francia (Francia c. Reino de
loe Serbios. Croatas y Eslovenos), Fallo, 12/7/1929, CPJI Serie A, n.* 20 y en Fábrica de Chortoio (Alemania c.
Polonia), Fallo, 13/9/1928, CPJI Serie A, n.° 17.
77 Verdros», Alfred, op. cit., pp. 164-168.
78 Remiro Brótona, Antonio y otros, op. cit, pp. 291-292.
212
CAPITULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS (TERCERA PARfEj
||te
■ B. Depósito, notificación, corrección y registró de loe tratados™ ‘
5.1. El depósito y los depositarios
' í.’' E1 depósito es un acto fundamental en los tratados multilaterales porque es el que
;..zv-
como efecto principal, darle publicidad a la ratificación o a la adhesión del depositante á6mSSít3M
'WJóiia’los demás Estados contratantes y a toda la comunidad internacional. De esta manera, la-'-ÍS^
‘tí'f? - manifestación del consentimiento del depositante en obligarse por el tratado se perfecciona^
i/i... «q completa mediante el depósito. ■■.-1:
El artículo 78 de la Convención de Viena de 1969 (así como el art. 77 de la Convención\ MI
•„f-' de 1986) establece que los Estados negociadores (y/o las organizaciones internacionales-negó-
í,’í'z ''dadoras, en su caso) podrán designar al depositario de un tratado internacional en el mismó'??^^
y*i-'y tratado o do alguna otra manera. Pueden ocupar el rol de depositarlo uno o varios Estados,
^íV'i'una organización internacional o el principal funcionario administrativo de la organización.
Es necesario destacar que, para las convenciones de Viena, las funciones del depositarlo :
$‘M:do un tratado Internacional son de carácter internacional y, al desempeñarlas, tiene la obli-l.?ví;S^
■v’W/gadón de actuar imparcialmente. Esta obligación se mantiene y no es afectada por el hecho
MSf <de que un tratado no haya entrado en vigor entre alguna de las partes o por la existencia de
diferencias entre un Estado (u organización internacional) y un depositario, en lo que respecta
aí desempefio de sus funciones. «Mil
' Si bien las disposiciones de las convenciones de Viena permiten que ejerza ciertas facul--:
' ’ tades para resolver los problemas que se presentan como consecuencia de la red de relaciones
jurídicas entre las partes, se observa una tendencia a reducir sus funciones a una tarea predo-
minantemente mecánica, de coordinación administrativa, ante la posibilidad de interferencia , ’
>o planteos controversistas entre las partes80.
. El artículo 77 de la Convención de Viena de 1969 (así como el art. 78 de la Convención.
Í.'¿. 'de 1986) enumera en detalle las funciones de un depositario, de manera supletoria, porque
propio tratado o el acuerdo de las partes pueden haber dispuesto otra cosa. Entre las fimcionés ;í jí"
encontramos las referidas a la custodia documental, a la emisión de copias y traducciones,
'recepción de documentos o instrumentos con relación a la manifestación del consentimiento,?^
jv?í(;i'al control do legalidad documental y la denuncia de irregularidades, al informe a los Estados ¿pE
Wf? '. contratantes y parte de actos vinculados con el tratado y de los efectos jurídicos de dichos actos??.
Jwsíjron respeoto a una, algunas o todas las partes, y al registró del tratado en la Secretaria ,Geñe-..í
■’J- '¡''.'ral de las Naciones Unidas”. ' '
_________________ ' -
'.- 79 De La Guardia, Ernesto y Delpech, Marcelo, op. clt., pp. 491-498. Ver análisis detallado da discusión y apró- -,M
214
CAPÍTULO 8- DERECHO DE LOS TRATADOS (TERCERA PAfflfo ww
- • exigidos de registro y publicación. Si bien este incumplimiento'ho afecta en absoluto su validez-
y su aplicación, impide un conocimiento más global y exhaustivo de las normas convencionales'
internacionales, provocando lagunas y falta de información en el derecho internacional y en
v
las relaciones internacionales. •’ *
La misma obligación de registro y publicación con respecto a los tratados surge en algu- " t-’
ñas organizaciones internacionales, tales como los organismos especializados de las Naciones
Unidas (OACI, OIEA, OIT, etc.) y organizaciones regionales de cooperación (OEA, Liga isjá- :
mica, Unión Africana, etc.) o de integración (Unión Europea, Mercosur, Comunidad Andina de
Naciones, etc.).
En el caso relativo a Cuestiones de delimitación marítima y territorial entre Qatar y
Bahrein, la parte demandada (Bahrein) afirmaba que la “minuta” firmada en diciembre de
1990 por los representantes de ambas partes no era un tratado y que la conducta posterior
de tales Estados demostraba que elloB nunca la habían considerado como tal. Así, esgrimía
que, entre otras cuestiones, Qatar había esperado hasta junio de 1991 para solicitar a las Na
ciones Unidas el registro de la minuta bajo el artículo 102 de la Carta y, más aún, que Bahrein
había objetado tal registro. Bahrein también observó que, contrariamente a lo que prescribía
el artículo 17 del Pacto de la Liga de los Estados Árabes, Qatar tampoco había depositado la
Minuta de 1990 en la Secretaría General de la Liga. Por lo tanto, según Bahrein, esta conducta
demostraba que ni Qatar ni Bahrein habían consideraron la Minuta de 1990 como un acuerdo
internacional83. Al respecto, la CU confirmó que un tratado o acuerdo internacional que no ha
sido registrado en la Secretaría de laa Naciones Unidas no puede, de acuerdo con las disposi
ciones del artículo 102 de la Carta, ser invocado por las partes ante ningún órgano de las Na
ciones Unidas. Sin embargo, la ausencia de registro o el registro tardío no produce consecuen
cias sobre la validez actual del acuerdo, el cual no resulta menos obligatorio para las partes. En
conclusión, según la Corte, por el hecho de que Qatar haya solicitado el registro de la Minuta
i de 1990 seis meses después de su firma, no puede desprenderse que Qatar hubiera considerado
en diciembre de 1990 que aquella minuta no constituía un acuerdo internacional8*. La misma
. conclusión resulta, para la Corte, de la falta de registro del texto ante la Secretaría General de
■ la Liga Árabe67.
66 Delimitación marítima y oueitlorue territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar c. Bahrein), CIJ, Fallo,
01/07/1004, parág. 96.
Ibíd., parág. 90. ’ •.
Ibíd.
216
Capítulo 9
LOS PRINCIPIOS GENERALES DE DERECHO
Jorgelina E. Mendicoa’
•W Introducción
? . Como se adelantó en el capítulo 4, los principios generales de derecho -mencionados en
fgfel artículo 38 del ECIJ- son postulados, máximas rectoras del derecho en general, que se en-
uiuentran en los ordenamientos jurídicos internos, es decir, en el sistema jurídico de todos los
MI.:Estados, y que también son fuente del derecho internacional.
i El derecho internacional público desde sus Inicios ha recurrido a la aplicación de prin-
. ripios generales de derecho cuando no se hallaban las reglas aplicables al asunto en otras
, fuentes tales como los tratados y la costumbre. La jurisprudencia vislumbra la aplicación de
fe principios provenientes del derecho privado a las relaciones de los Estados, En sub inicios, las
diferencias en el derecho internacional muchas veces se solucionaban recurriendo a los princi-
|K'ípios que surgían de las normas provenientes do los sistemas jurídicos internos de los miembros
■fe. de la comunidad internacional. Con la evolución del derecho internacional, que llevó a la adop-
'Wfife’ón de nuevas normas especiales, la aplicación de esta fuente ha ido menguando.
/El Estatuto de la CIJ, en su artículo 38(1), al mencionar las fiientes principales o crea-
- JI.O 4 - . 1 . - S__ 1. _ — 4 . . . J ___ — ttl A a. ■ w —— I aS a J——aaL ee M
doras del derecho internacional, considera a “los principios generales de derecho reconocidos
por las naciones civilizadas" dentro de esa categoría de fuentes. La calificación referida a las
“naciones civilizadas" -con la que se pretendía excluir a los sistemas de derecho de las comu
nidades “primitivas”’- indica que prima facie solo serán tenidos en cuenta aquellos principios
desarrollados por algunos Estados, dejando de lado los que pudieran existir en las naciones
g| que no se consideran civilizadas. Esta categorización de la fuente en la actualidad puede re-
sultar más que controvertida si se tiene en cuenta la posición de aquellos Estados que, cuando
fe?.' las normas se fueron gestando, dependían de una potencia ocupante para luego nacer como
S)ÍK?Xmuevos sujetos a raíz del proceso de descolonización,
ÍBSiis. Los principios generales de derecho -que, como ya se mencionó, son fiiente tanto en los
fe? ordenamientos internos como en el ordenamiento internacional- no deben ser confundidos con
los denominados “principios generales del derecho internacional", a los que nos referiremos
más abajo.
» Este pequeño aporte a la obra es dedicado especialmente a Ariel González, quien dosportd mi interés en el
i Chong, Bin, General Principies ofLaui asApplies by International Courtrand Tribunah, Grotius, Cambridge,
1987, p. 25.
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
de derecho reconocidos por las naciones civilizadas. De acuerdo con la doctrina, dicha dispo
sición prodigo una crisis en la teoría de las fuentes del derecho internacional. Al parecer, si
bien la práctica generalizada era la de aplicar los principios generales de derecho además de
los tratados y la costumbre, dicha circunstancia no había llamado la atención de la doctrina
durante el siglo xoc y principios del xx.
8obre el particular, Barbería destaca que los estudios y las discusiones se centraban en ■
determinar si la aprobación del Estatuto de la Corte Permanente y su expresa mención a
los principios generales consistía en la descripción del ordenamiento vigente o se estaba en
3. Los trabajos preparatorios3 del artículo 38 del Estatuto de la
presencia de una nueva fuente2
Corte Permanente de Justicia Internacional vislumbran que, en aquellas circunstancias, se
planteaba la cuestión respecto de qué debían hacer los jueces frente a las lagunas del derecho
y los supuestos do ambigüedad, justamente cuando no se hallasen reglas aplicables ni en los
tratados ni en la costumbre internacional. El riesgo consistía en dar la posibilidad de crear
derecho a los jueces integrantes de la CPJI4.* 6
El Estatuto de la actual Corte Internacional de Justicia, en su artículo 38( l)(c), menciona
como fuente a los principios generales de derecho, sin establecer que provienen de las jurisdic
ciones internas. Ahora bien, como ya se anticipó, puntualiza que dicha fuente está integrada
por aquellos principios que son reconocidos como principios jurídicos rectores en los Estados
civilizados, al mencionar “reconocidos por las naciones civilizadas”. Esta expresión plantea el
interrogante de cuáles son las naciones consideradas civilizadas cuyos principios generales de
derecho existentes en sus ordenamientos internos pueden resultar una fuente para la solución
de una controversia internacional.
La doctrina ha criticado esta enunciación por considerarla una redacción con una tenden
cia exclusivista, toda vez que pareciera que se habla de las naciones europeas cuando se aludo
a la civilización. En ese sentido, se ha estimado que desde su nacimiento el derecho interna
cional se fue formando sobre tradiciones jurídicas occidentales, seleccionando principios de
derecho privado pertenecientes a la esfera del derecho civil o del common law*.
En la obra dedicada a los principios generales de derecho, Bin Cheng analiza el contexto
en el cual surgió la redacción del artículo 38 de la fenecida Corte Permanente de Justicia Inter
nacional, cuyos términos fueron conservados en la redacción del actual Estatuto. Dicho autor
postula que el reconocimiento de principios del ordenamiento interno de los Estados obedeció
a la concepción que se tenía en la época de que aquellos habían sido desarrollados en la evo
lución de los propios sistemas jurídicos, teniendo en cuenta que muchos de ellos provienen del
derecho romano.
El aludido reconocimiento de las naciones civilizadas jugaba el papel de límite a la apre
ciación del juez. Por otro lado, la mención do naciones civilizadas al parecer se halla vinculada
con la analogía del término nación con el de gente, en lugar do Estado. El uso del vocablo “d-
vilizadas**, además do haber sido considerado como redundante, indicaría que no constituyen
fUentes del derecho internacional aquellas reglas que existían en las comunidades primitivas.
2 Sarbori», Julio, "Los principios goneralci dol dorocho como fusnto dol (brocho internacional', fíevlela IDH,
vo!.14(ieei),p. 19.
3 Los trabajoa preparatorios constituyan un medio complementario do interpretación do loa tratados intorna*
dónales, tal como lo esublece el artículo 32 do la Convención do Viona sobre el Derecho de los Tratados de
1969.
4 Pellet, Alain, “Artiole 86", en The Btatute ofthe International Court ofJuetioa A Commentary, Zimmonnann,
Andreas; Tomuschat, Chrbtian y Oellers-Frahm, Karin (eds.), Oxíbrd Univorsity Prese, Oxford, 2006, pp.
688-687.
6 En torno a esta cuestión, Corballo Layda -relator del Orupo de Estudio de la International Law Aeeoclatlon
(ILA) sobre "el uso do principios do derecho privado para el desarrollo do! derecho internacional"- postula que
en eia construcción por intereses políticos no quedaba espacio para las reglas de Estados asiático i o africa
nos, talos como China o Egipto, dando lugar a un control unilateral del desarrollo del derecho internacional.
Las influencias del common law ee reflejan en la Convención de Viona sobre el Derecho do los Tratados (1989)
y las tendencias civilistas dol derecho privado aparecen en el Proyecto do Responsabilidad Internacional do
los Estados elaborado por lo CDI en si 2001. Carballo Leyda, Alejandro, "Civil!saclones y principios dol dere
.'£íg,
En los trabajos preparatorios del Estatuto en este artículo figuran.como ejemplos Iob principios '
KÁde ree judicata, los principios relativos al procedimiento, la buena fe, entre otros86.97 10 .
Más allá de esta cuestión relacionada con la sociología del derecho, la doctrina mayorita- '
ts.’-ria coincide en que los principios generales de derecho como fuente del derecho internacional ?-í'Í.
^¿ público son aquellos que tienen su origen en los principales sistemas jurídicos del mundo’. .¿i'
g •1 Resulta oportuno recordar que, con anterioridad a la creación de la Corte Permanente de '
injusticia Internacional, muchaB diferencias internacionales sometidas a arbitraje han aplicado
principios generales como la fílente conducente a dilucidar los asuntos entre Estados. El'
■••,» ■ £»,•
derecho internacional en gestación del siglo XK y principios del xx llevó a considerar los princi- •
píos generales como fuente de obligaciones entre los miembros de la comunidad internacional.
. Así, encontramos, por ejemplo, que, en la comisión de arbitraje franco-venezolana del caso
Sg-Fabiani (1905), se entendió que la denegación de justicia se configura tanto cuando el juez se
rehúsa a ejercer sus fíinciones como cuando existe un retardo injustificado en dictar sentencia, V
gfeiy.que ello surge de las reglas comunes de la mayoría de las legislaciones8. Este alcance de la
' figura de la denegación de justicia ha sido plasmado en los principios aplicables al instituto de
j?la protección diplomática y en tratados de derechos humanos en los supuestos de imposibilidad
j' .de agotar la vía interna del Estado (requisito ineludible para acceder a la instancia intema-
, /cipnal en ambos supuestos).
■<- El “principio de la prescripción liberatoria” aparece presente en varios arbitrajes. A título
r ^ilustrativo podemos mencionar el caso García Cádiz (1885), en el cual la comisión mixta de
reclamaciones ítalo-venezolana lo consideró como principio universalmente reconocido*,
afe’'"- La aplicación dol principio do que lea deudas líquidas y exlgiblos devengan intereses
í^tt hosta su efectivo pago fue aplicado por tribunales constituidos en ol marco de la Corte Per-
®jí'manente de Arbitraje como principio proveniente de las legislaciones internas de los Estados
^'¿europeos”. Loa anteriores son algunos de los ejemplos de cómo se recurría a loa principios
£« generales de derecho en los arbitrajes de la época indicada precedentemente.
SsgK' ' La solución basada en los principios jurídicos pone de manifiesto el valor asignado a esta
sfuente desde el origen de la solución de controversias por el método jurisdiccional del arbitraje
iSi'-y eu indiscutible carácter de fuente del ordenamiento internacional.
1.
arbitrales eran reconocidas por las partes como autoridad de cosa juzgada. El primer laudo
(03/01/1986) había ordenado la rescisión dol contrato entre la Sociedad Comercial de Bélgica
y Grecia, cuyo objeto ora la construcción on Grecia do ciertas líneas do ferrocarril,,así como
él suministro dol material necesario para su oxplotación. El contrato preveía la financiación
de los trabajos con la concesión de un préstamo de la sociedad al Gobierno griego a cambio de
la constitución de deuda exterior de Grecia, y establecía el arbitraje como método obligatorio
: do solución do controversias. Asimismo, ol laudo resolvió someter a un peritaje ol cálculo de
la deuda. El segundo laudo (25/07/1986) fijó ni monto de la douda. Todas las disposiciones dol .
9 Moore, John B., Hletory and dlgesl of International Arbitrations to which tho United States has icen a party,
Washington, 1698, t. 4, p. 4303, oitodo en Barberil, Julio, op. clt., p. 15.
10 Scott, Jamos B.. The llague Cauri Reporte, Nueva York. 1916,t.1, p, 546,¿liado an Berberís, Julio, op. oit., p.
10.
279
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
laudo fueron ejecutadas por Grecia, a excepción de las relativas al pago de la deuda. El Go
bierno helénico fundaba su actuar en que dichas deudas formaban parte de la deuda externa
de Grecia y debían ser pagadas bajo esa forma, por lo cual pretendía que ee le otorgara un
plazo. La Sociedad y Grecia no llegaron a un acuerdo, entonces el Gobierno de Bélgica asumió
la defensa de los intereses de la empresa y llevó unilateralmente el caso a la CPJI. La Corte
concluyó que los laudos debían ser ejecutados en su totalidad por contar con fUerza obligatoria.
En el caso de la fttbrfca do Chorzow, fallo emblemático en el desarrollo de la jurispruden
cia internacional en materia de responsabilidad de los Estados, la CPJI aplicó el principio de
que nadie puede ser juez en su propia causa {nomo oose iudex in oua causa potes)11 12
y aquel que
señala que infringir una obligación indica el deber de reparar13. En dicho caso se cuestionaba
la pretensión del Gobierno alemán de obtener una reparación de parte de Polonia por el per
juicio sufrido por las sociedades anónimas Oberschlesische y Bayerische, debido a la actitud
tomada por el Gobierno polaco en relación con dichas empresas en el tiempo de la toma de
posesión -por este último Estado- de la fábrica de nitrato situada en Chorzow, lo cual la CPJI
había declarado en su fallo de 1926 como un acto contrario a las disposiciones de la Convención
de Ginebra de 1922, celebrada entre Alemania y Polonia. La pretensión de Alemania consistía
en obtener indemnizaciones que habían sido calculadas sobre la base de los daños que, a su
juicio, habían sufrido las dos sociedades alemanas propietarias de la fábrica, y de las patentes
que en ella se aplicaban; pero la Corte decidió que la reparación del perjuicio debía de revestir
la forma de una indemnización global. En ese orden de ideas, postuló que la consecuencia de
violar las obligaciones del acuerdo celebrado entre las partes era el deber de reparar, sin que
resultara necesario que ello estuviera estipulado en forma expresa en lo convenido. Además,
expuso que ninguna de las partes puso en duda que la obligación de reparar fuese un elemento
del derecho internacional positivo. Finalmente, la Corte declaró la ilegitimidad de la expropia
ción llevada a cabo por el Estado polaco.
La CU, en el asunto del Canal de Corfú, hizo referencia a principios aplicables al proce
dimiento, al establecer que las presunciones de hecho o indicios o pruebas circunstanciales
son admitidos en todos los sistemas jurídicos del mundo13, siendo estos últimos solo algunos
ejemplos de los existentes. Ello debido a que la Corte puso de manifiesto que el conocimiento
del minado de las aguas no podía ser imputado al Gobierno de Albania por la simple causa
de que dicho campo de minas, descubiertas en aguas albanesas territoriales, había causado
las explosiones por las cuales los buques de guerra británicos fueron víctimas. Pero es cierto,
como lo demuestra la práctica internacional, que el Estado en cuyo territorio o aguas se ha
producido un acto contrario al derecho internacional puede ser llamado a dar una explicación.
No obstante, en opinión de la Corte, el Estado no puede eludir dicha solicitud alegando igno
rar las circunstancias del acto y/o sus autores. En ese sentido, postula que tampoco se puede
concluir del simple hecho del control ejercido por un Estado sobre su territorio y sus aguas que
necesariamente sabía o debía haber sabido de cualquier acto ilícito perpetrado, ni que conocía
o debió haber conocido a los autores. Este hecho en sí mismo no trae aparejada la responsabili
dad del Estado ni la carga de la prueba. El control territorial ejercido por un Estado en forma
exclusiva dentro de sus fronteras tiene una incidencia sobre los métodos de prueba disponibles
para establecer el conocimiento de ese Estado en cuanto a ese tipo de eventos -las minas y
las explosiones-. En razón de ese control exclusivo, el otro Estado, víctima de una violación
del derecho internacional, no puede presentar una prueba directa de los hechos que dan lugar
a la responsabilidad. Dicho Estado debe recurrir a inferencias de hecho y a pruebas circuns
tanciales. Esta evidencia indirecta es reconocida por las decisiones internacionales y debe ser
considerada como de importancia especial cuando se basa en una serie de sucesos vinculados,
y todos juntos llevan lógicamente a una sola conclusión.
Cabe recordar que en la controversia entre Argentina y Chile sobre la traza del límite
entre el Hito 62 y el Monte Fito Roy, el Tribunal Arbitral hizo aplicación del principio non ultra
petita partium, destacando que resultaba competente únicamente para interpretar el laudo
11 Fábrica de Chorzow (Alemania c. Polonia). CPJI, Fallo, 13/09/1928, CPJI Serie A, n.° 17, p. 32.
12 Ibíd., p. 29.
13 Canal de Corfú (Roino Unido c. Albania). CIJ, Fallo, 09/04/1949, CIJ Recueil 1949, p. 18.
220
CAPÍTULO 9 - LOS PRIHCIPiOS GENERALES DE DÉRECHO
ssW
; do 1902, en el cual ae había establecido la imposibilidad material de aplicar sobre el terrónbjéW'
‘ ' - S-"
¡^¿cualquiera de los criterios defendidos por las partes (la línea de la frontera BÍguiend¿la‘línea¿ ’'•; •:~
de las más altas cumbres que dividan las aguas, según el mandato del Tratado de 1881).' En <
jr; aquel entonces, el árbitro -S.M. Británica- adoptó una línea transaccional COnvonien^MwjSíL;
•i?'; juicio, teniendo en cuenta que las partes habían aceptado esa posibilidad previamente. EÍiTri’<ix‘^
bunal Arbitral consideró que la regla contenida en el aludido principio general se fUndaba eplp&SS
en una comparación entre la pretensión máxima sostenida por una parte en una controyérsi¿^S
'i'
internacional y la pretensión de ella misma ante quien estaba llamado a interpretar la senten'-
cia que decidió la Controversia. En ese sentido, manifestó que el hecho de que ol árbitro háyá$'®
admitido o rechazado la pretensión máxima era irrelevante para la aplicación de esta regla'.Dé'
lo anterior se desprende que consideró ol laudo de 1902 como cosa juzgada14.* 16 17 ■
■ En la rédente interpretación do sentencia del caso del Templo de Preah Vihear, la CIJ
puntualiza que el proceso de interpretación tiene como premisa la primacía del respeto del
principio de cosa juzgada. No ee debe obtener por vía de interpretadón una respuesta a cues-:
tiones que no se decidieron”.
La doctrina ha discutido si los principios a los que alude el Estatuto son aquellos prove-
fe : nientes de los ordenamientos internos o si bien se trata de los principios generales del derecho
fcíj internacional que han surgido de la práctica constante de las nadones, como lo 6on la “libertad
de los mares”, “la no intervendón en los asuntos internos de los demás Estados” y "el respeto
«y de la soberanía territorial de los Estados", entre otros.
r■ En la citada obra de Cheng, este jurista repara en las consideraciones de la doctrina res-
. poeto a la naturaleza de dichos principios en la redactión del artículo 38”. En la actualidad,
la discusión pareciera haber culminado. Lob principios a los que hace referencia el artículo 38,
i®?- ECIJ, son los que provienen de los ordenamientos internos.
Los tribunales internacionales puedan utilizar cualquiera de los principios generales ....>.
de loe ordenamientos estatalos incluyendo los que inspiran bus diferentes ámbitos
materiales y que son consecuencias,o concreción,do otroe más genéricos y comunes a '
todos ellos. Esta afirmación debe ser, con todo, matizada ya que el recurso a los prin-
14 Controvertía cobre el recorrido de la traía del limite entre el hito 62 y el Monte Fltz Roy (Argontinn/Cbile),
Laudo Arbitral, 21/10/1994, pp. 75-76.
16 Demanda de interpretación del rallo del 16 dejunio de 1962 en el caeo concerniente al Templo de Preah Vlhosr
(Camboya c. Tailandia), CIJ, Fallo, 11/11/2013, paríg. 65.
16 Cheng, Bin, op. cil., pp. 2-3.
17 ¿aja, Giorgio, “General Principies of Law" (2009), en Max Planck Eneydopedia ofPublic International Lau>,
http://www.mpopil.com, parág. 21.
LECCIONESDE DERECHO IKTHWCiONAL PÚBLICO
cipios sólo será pertinente en la medida en que sean compatibles con la idiosincrasia
Cuando un principio existe tanto en los derechos internos de los Estados y en el dere
cho internacional, es probable que su origen sea justamente en los sistemas internos, donde '•
ha sido desarrollado en forma más amplia y aplicado con mayor frecuencia. Tal el caso, por i
ejemplo, del principio pacta eunt servando, que constituye la piedra angular del derecho de los >V:
tratados, Sin embargo, la aplicación del principio en el derecho internacional no depende ne- ¿
cosariamente del hecho de que este sea común a una serie de sistemas internos1’. Es decir que ;
no es condición indispensable para aplicar las reglas que puedan surgir del derecho interno de
los Estados que ellas se encuentren verificadas en varios sistemas jurídicos, sino que resulte la
norma apropiada para la solución del caso. i
222
>1
. ■*
CAPÍTULO 9- LOS PRINCIPIO
tanto del derecho natural como de las normas escritas, sean leyes en sentido formal o en sen
tido material.
5’'?í'í Así entonces, los principios constituyen una generalización de las normas del derecho
interno que, 6egún Barberis, al ser despojadas de sus elementos particulares, componen “un
conjunto de principios fundamentales que aparecen como constante en un número considera-
^¿í'tile de legislaciones"23.
1- nidad internacional reconoce como principios rectores. Así, en su preámbulo, el citado tratado
establece: “Advirtiendo que los principios del libre consentimiento y de la buena fe y la norma
fp^!¡pacta sunt seruanda' están universalmente reconocidos". En el capítulo sobre observancia
de los tratados, el artículo 26 de dicho cuerpo legal determina bajo el título “Pacta sunt ser
ventía", que “Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena
fe”. Asimismo, al mencionar cómo se deben interpretar los acuerdos internacionales, el artículo
81 reza: “Regla general de interpretación. 1. Un tratado deberá interpretarse de buena fe con-
|R:: forme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el contexto de
’í' alta mar y que posteriormente ha sido receptada por la Convención de Naciones Unidas sobre
Derecho del Mar (1982) en bu artículo 87.
- «--- es
Otro templo —— la “inmunidad — ’
soberana de los Estados", - - común
que surge de la .práctica
• de loa Estados devenida en costumbre. La Convención de las Naciones Unidas sobre las Inmu-
aidades Jurisdiccionales de los Estados y de sus Bienes (2004), si bien no se encuentra en vigor,
recepta las normas consuetudinarias vigentes en la materia y de manera expresa refiere a
óWí G8tG PrincíPio general cuando establece en su preámbulo: “Considerando que las inmunidades
Jurisdiccionales de los Estados y sus bienes constituyen un principio generalmente aceptado
por el derecho internacional consuetudinario”. El texto del acuerdo, además de expresar el
I®,' principio general, confirma que se trata de una abstracción jurídica de la costumbre.
23 ibfd.. >aa.
24 Loa nutvo» Kilndoi han aido retictntei on recurrir a la CU para relacionar tus diforenoiai, por cwiddarar
quo aso órgano u de tendinch coloniaUita y occidental y pw temor a quedar lomatidM a regiaa da cuya for
mación no participaron.
turco hlso ejercicio efectivo de jurisdicción sobra un nacional francés por un hooho ocurrido en qlta mar. con
sistente en el arresto dol primor piloto de) buquo por la colisión producida entre un buque turco y uno francós
y quo dio lugar a la muerte do ocho ciudadanos turcos. Frenóla protestó por dicho procedimiento considerán
> dolo violatorio del derecho internacional. Lotus (Francia c. Turquía), GPJI, Fallo, 07/09/1927, CWT Serlo A,
n.’ 10, p. 25.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÍ8LC0
Ciertos principios constituyen la base del derecho internacional moderno y ellos son el de
igualdad e independencia de los Estados88, así como la libre determinación de los pueblos. La
Carta de Naciones Unidas verifica la existencia de estos principios, tales como "la prohibición
del uso de la fuerza en las relaciones internacionales0; “la solución pacífica de las controver. .
sias”, la “legitima defensa"; la “igualdad soberana"; la “soberanía e independencia del Estado"; >
la "autodeterminación de los pueblos" y la “cooperación internacional0. La Declaración 2026/
XXV de 1970 (“Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional Referentes a las Re- g
laciones de Amistad y a la Cooperación entre los Estados de Conformidad con la Carta de las
Naciones Unidas") es una expresión normativa de principios generales del derecho internado-
nal que integran ese ordenamiento.
El proceso de formación de este tipo de normas se distingue de los principios a los que •-
se refiere el artículo 38, inciso c, del Estatuto, tal como se hubiera resaltado antes, porque su
origen proviene directamente del derecho internacional general. Sobre el particular, Jiménez
de Aréchaga entiende que “surgen directamente de la naturaleza del propio Derecho Interna-
donal por un proceso de induedón lógica 3
En ese sentido, cabe destacar que la CIJ considera que las palabras “prindpios de dere- *
cho internacional", como se emplean comúnmente, solo pueden referirse al derecho interna- 5
donal en la forma en que este se aplica entre las naciones pertenedentes a la comunidad de J
Estados”.
Estos prindpios o regios generólos del dereoho internadonal son aceptados por los Es- Sí
tadoi como normas a las que deben ajustar sus conductas; por olio han sido reconocidos como *
aquellas consideradones relativas a la protección do la humanidad. Recordemos que la CIJ en
el caso del Canal de Corfú ponderó el principio de la libertad de las comunicadones marítimas i
y la obligadón, para todo Estado, de no dejar utilizar su territorio para actos contrarios a los
derechos de otros Estados81. En especial, en esa eentenda la Corte refirió que, si bien el Con-
venio de la Haya de 1907 es un tratado que prescribe la obligación de los Estados en tiempos
de guerra, las obligaciones vinculadas a la notificadón del peligro inminente que acarreaba
el paso del buque por una zona minada se aplicaban aun en tiempo de paz; predsamente por .
tratarse de prindpios generales basados en las consideraciones de humanidad. Estas con- '
clusiones fueron reiteradas casi cuarenta años después, en el caso relativo a las Actividades
militares y paramilitares en y contra Nicaragua, cuando, al analizar la naturaleza consuetudi-
naria de los Convenios de Ginebra de 1949, alude a los prindpios generales del derecho huma
nitario como fbente vinculante”. El desarrollo progresivo del derecho International público ha
dado lugar al surgimiento de principios que rigen en diferentes ramas de este ordenamiento
jurídico. Es, entonces, que cada rama, con el avance de sus normas, ha ido desarrollando sus
propios prindpios, Ules como aquellos que integran el derecho internadonal ambiental, el
derecho internadonal humanitario, el derecho internacional de los derechos humanos y el
derecho penal internadonal.
Los prindpios ambienUlistas en el derecho internacional giran en tomo a la soberanía
del EsUdo sobre los recursos naturales y la obligación de no causar daños al medio ambiente,
lo que trae aparejada la responsabilidad en el uso de esos recursos, basándose en el prindpio
de cooperatión internacional para evitar daños a los demás Estados”.
Por su parte, el DIH en su evolutión ha diseñado los principios rectores que rigen durante
la vigencia de un conflicto armado, habiendo un consenso generalizado de que constituyen
28 Estos principios han sido considerados la ‘espina dorsal’ del "corpus judicium" internacional; Jiménet de Aré
224
CAPÍTULO 9- LOS PWNOPIOS GENERALES DE DERECHO • i*
34 Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, CIJ, Opinión Consultiva, 08/07/1996. pardg. 75 (traduc
ción libre).
35 Ibíd.
. 36 Pinto, Mónica, “El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los dere
•i’-’, i
chos humanos, La aplicación de los tratados sobre derechos humanos en los tribunales locales”, on La aplica
ción de los trotados sobre derechos humanos por los tribunales locales, Abregu, Martín y Courtis, Christian
(coords.), CELS- Editores del Puerto, Buenos Aires, 1997, p. 624.
1
37 La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (1951), en au artículo 33(1) establece lo siguiente: "Ningún
Estado Contratante podrá, por expulsión o devolución, poner en modo alguno a un refugiado on las fronteras
de los territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia
a determinado grupo social, o de sus opiniones políticas".
88 Mesa redondo do expertos on Cambridgo, 9-10/07/2001, Organizada por el Alto Comisionado do las Naciones
Unidas para refugiados (ACNUR) y el Centro Lauterpacht do Investigaciones sobre Derecho Internacional. El
org/biblioteca/pdf/O1151.pdf?viewel.
_ _______________________________________________________________________________ L----------
225
Capítulo 10
Equidad
Marta R. Vigevano
í;l Vinusas, Raúl B., "Tho nr* rola of oqulty •> o souno of International law", en Sonreía eflnitrnatienal Laui,
T/nuurui Aoroailim, val, xix (1992), InalltuU of Pabilo International Law and IntarnMlonsl Relatlona of
Thoiaalonlki (Oroolo), p. 488.
7 La Ley Aebutia ontro loa aflos 150 y 120 a.C. introdujo el sistema formulario, en •! ámbito procesal civil,
limitando el rígido procedimiento de las legie acciones, el cual comenzó a declinar y fue sustituido progresi
vamente por esto, menos solemne, y que no era totalmente oral como su predecesor, sino que contaba con una
parte escrita.
10 Santo Tomás de Aquino. Suma de Teología TI, Parte 141, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2.a edic.,
1994, p. 754.
11 Ibíd., IV Parte II-II (a), p. 293.
12 Calvin, John, Institutes ofthe Christian religión, traducido por Beveridge, Henry, Edimburgo, 1845 (disponi
ble en httpy/www.unige.ch/theologie/cite/calvin/sites.html).
13 Moratiel Villa, Sergio, “Filosofía del derecho internacional; Suároz, Grocio y epígonos", Revista Internacional
de la Cruz Roja, 30/09/1997 (disponible en http://www.icrc.org/8pa/reBourcos/documenta/misc/6tdlbc.htin).
228
■ CAPITUL010 - EQUIDAD
_ ______________________________________ I___ ____________________________________________
■__ __
jfe 14 El derecho inglés es esencialmente un sistema de casos (cose law) y las fuentes son: a) el derecho creado por
los juecoa -judge made law-; b) el derecho consuetudinario -customary law- que abarca los usos tradicionales
íí":' adoptados por los tribunales; c) los sentencias judiciales -judicial decisione- omanadas de los jueces, y d) la
gj equity como unsistema jurisdiccional propio. Ver Shaw, Malcom, International Law, Cambridge Universlty
i’.'L' Press, Cambridge, 5.‘ adíe., 2003, pp. 120-128.
18 En la ley Islámica, la noción de tstihsan, inspirada en el principio de justicia y conciencia, es la más cercana a
la de equidad. Presupone partir de una norma de derecho cuya aplicación trae como consecuencia resultados
injustos, pero poniendo énfasis en garantizar la integralidad y la coherencia entre el texto y el objetivo de la
Sharia (cuerpo de derecho Islámico), ya que uno no puede ser leído en forma aislada del otro.
18 Plataforma Continental del Mar del Norte (República Federal do Alemanla/Dlnamarca; República Federal da.
Alemanla/Palses Bajos), CIJ. Fallo, 20/02/1869, CNRecueil 1969, Opinión individual de M. Fouad Ammoun,
5; pp. 139-140, parág. 38.
17 Schachtor, Oscar, 'International law in theory and practico: general course ln publlc International law",
Se plantea así una oposición entre aquellos que buscan obtener un resultado más allá de :
la norma jurídica (instrumentalistas) y los que buscan la aplicación de la equidad en armonía 1
con el derecho (positivistas)'9.
La equidad es, en realidad, una cualidad del derecho que guía en cierta medida su Ínter- f
pretación, sin descartar las normas. Admitir que consideraciones de equidad pueden conducir j
a dejar de lado las reglas de derecho sería contrario al principio de seguridad jurídica. Estas
consideraciones podrían inspirar las reivindicaciones políticas que en su momento, quizás,
sean el origen de nuevas normas jurídicas, pero la equidad no puede sustituir al derecho posi- ■
tivo, salvo en el caso de que las partes en litigio así lo consientan".
Podríamos decir que el concepto de equidad puede ser incluido dentro del marco de dos ;
concepciones. Por una parte, es un método de conciliación de normas de derecho internacional
aplicables a una cuestión determinada que permite arribar a una situación justa para las par
tos y, por la otra, se la puede considerar como un sistema destinado a mitigar las deficiencias
del derecho positivo.
La equidad se instala en el marco de la aplicación de las normas, en los sistemas jurídi
cos nacionales y en el internacional. El Institut de Droit International ha manifestado que la
equidad es inherente a una sana aplicación del derecho91. En el mismo sentido, la Corte Inter- ■
nacional de Justicia en el caso Barcelona Traction?2 estimó que, en el ámbito de la protección
diplomática, como en todos los otros, el derecho internacional exige una aplicación razonable.
El derecho tradicionalmente tiende a crear una situación de certitud y de seguridad de 5
la norma positiva, pero coexiste también con la necesidad, frente a nuevas situaciones cada
vez más específicas, de buscar a través de la equidad una justicia que se adapte a los casos
concretos53.
Podemos plantear, también, el análisis de la noción de equidad incorporando los valores
de la equivalencia y de la proporcionalidad. La equivalencia no presupone la aplicación de la
equidad solo a aquellas cuestiones de igual naturaleza, sino a una multiplicidad de situacio
nes distintas. El sentido de la equivalencia radica en la identidad de tratamiento de los casos
diferentes".
En cuanto a la proporcionalidad, en la jurisprudencia se ha mencionado en varias oportu-
nidades este elemento, sobre todo en el contexto de la utilización, por los Estados, de los espa- ■
cios marítimos. Por qjemplo, en el caso de la Plataforma Continental entre Túnez y Libia21, la .-
CIJ consideró que, para satisfacer el criterio de proporcionalidad como aspecto de la equidad, ;
al delimitar la plataforma continental se debían tener en cuenta todas las circunstancias per- ;
tinentas. No se debe buscar un método único de delimitación, el problema es definir los medios
por los cuales la delimitación puede ser fijada de manera de ser reconocida como equitativa.
La función de la proporcionalidad es comprobar el carácter equitativo, ya sea del método em
pleado, ya sea de un factor geográfico o físico, en particular utilizado en la instrumentación del
método determinado.
Otro aspecto interesante para destacar es que la equidad no presupone necesariamente
igualdad. En la opinión consultiva emitida por la Corte Permanente de Justicia Internacional* 21 22 23 24 *
IB Orrojo Vicuña, Franolico, 'Lo plod du Chanciller continuo do aHIongor. Lea principo» généraux at lp équitó
30 Dallllor, Patrio y Pollot, Alain, Droit Internacional Pabilo, LQDJ, Parlo, 2002, pp. 304-360.
21 El Instituí do Droit International, oreado on 1873, «■ una institución dedicada al utudlo dol desarrollo
dol derecho .Internacional. Sata manifestación fu» raalleada on la solida llevada a oabo on Luxemburgo ol
08/08/1837 (disponible on http://www.ldl.lil,org/ldlF/roaolutlon<F/1937_lux_O2_ft'.pdf).
22 Barcelona Traction Llght and Pouier Company (Hílgioa o, EapaAa), OIJ, Fallo, 0B/D2/1870, CIJ Recueil ¡070,
p. 44, parí (i. 78-70.
23 Do VUaohor, Charlas. Do Nguilí dono lo riglomont arbitral ouJudicial™ des litigio di droit International pu-
bllc, Pódono, Parta, 1972, prefacio.
24 Routar, Paul. "Quclquoi reflexiona aur ¡'«quitó on droit International', Revu» Belge de Droit International, vol.
16 (1980), p. 189, .
26 Plataforma Continental (Tilnet/JamajahlrlyaArabe Libia), CJJ, Fallo, 24/02/1982, pardga. 103, 130-131.
230
CAPÍTULO 10 - EQUiOAD
íf» ■' 2.2. Funciones de la equidad: infra legem, praeter legem, contra legem
■xje
Se ha considerado, en general -en la doctrina y en la jurisprudencia-, que la equidad
i'^i; tiene tres funciones: correctora, complementaria o supletoria. Lá equidad podría ya sea ate
nuar la rigidez de la regla jurídica, completarla o suplirla. En el primer caso, se manifiesta
u~ X infra legem; en el segundo, praeter legem, y en el tercero, contra legem*.
La equidad no puede concebirse fuera del derecho ni constituirse en una fuente autónoma
dando lugar a una regla dferente en cada caso que se la invoca pues, de lo contrario, nos enfren-
tqríamos a un contenido indefinido y contingente del derecho.
> Referente a la fiinción infra legem de la equidad, se puede decir que bu característica
principal reside en el hecho de que está dentro de la aplicación normal del derecho positivo, y
Que permite al juez elegir la interpretación más razonable a la luz de las circunstancias de un
.< 1 caso, con el fin de atenuar las consecuencias demasiado rigurosas del summun iue. Se produce
así la adaptación de la regla jurídica a las circunstancias del caso concreto a fin de armonizar
to» intereses. Cuando un juez dicta una sentencia, si bien su fundamento radica en las reglas
i'.'ií'/'.de derecho positivo, en muchas ocasiones se ve en la necesidad de adaptar esas reglas’1. Así, la
,'CU en el caso del Canal de Corfú* invocó la equidad para evaluar el perjuicio causado por Al-
•> bania a Gran Bretaña. En el asunto de la Barcelona Traction, ai bien la CIJ en su fallo no tomó
i, en cuenta ciertos principios equitativos a la luz de su evolución a través del tiempo, la opinión
ííjí;-' individual del juez Sir Gerald Fitzmaurice destacó la influencia e importancia de la evolución
¡’K 26 Becuelae minoritaria! de Albania, OPJI, Opinión Consultivo, 08/04/1035, PCU Serle A IB, n.’ 84, p. lfl.
r&- 27 Plataforma Continental del Mar del Norte, do», oit, pp. 80-81.
I 28 Bardonnot, Daniel, 'Equltá ot frontibro* iorroítro»', Mtiangei offtrte 4 Paul Reuter. Le droit internalional:
f‘: 81 Da Vlaicher, Charle*. "Cour* Oonortl do» principo» du Droit lntornetion*l", R.C.A.D,!,, voi. 88 (1984.11), p.
b- ■ 840. ’ ,
32 Canal de Corfú (Reino Unido o. Albania), CIJ, Fallo, 18/12/1949. CU Reouotl 1949, p. 249,
LECCIONES-DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
33 Barcelona Traction, doc. cit, p. 85. El juez Fitzmaurice para justificar esta argumentación cita un extracto do
la obra Snell'sPrincipies ofEtjuity, de R. L. Megarry y F. W. Baker, 26 * edic.,1906, pp. 5-6. que a continuación
reproducimos: “Equity is that body of rules or principie® which formisl annppondage or glose to the general
rules of law. It representa the attempt... of the ... legal system to meet a problem which confronta all legal
syatems reaching a cortain stage of devclopment To ensure the smooth running of Society it ia necessary to
formúlate general, rules which work well enough in the mqjority of cases. Sooner orlater, however, cases ar¡se
in which, in some unforeseen set of facta the general rules produce substantial unfairneas. When thi® occure,
justico roquires either an amendment of the rule or, if... the rule i® not freely changeable, a further rule or
body of rules to mitígate the severity of the rules of law".
34 Delimitación marítima de la zona situada entre Groenlandia y Jan Mayen (Dinamarca c. Noruega), CU, Fallo,
14/06/1993, Opinión individual del Juez Weeramantry, pardgs. 69-79.
37 Otorges Pintón (Francia) c. Estados Unidos Mexicanos, Deeislón n.’ 1,10/10/1928, R.I.A.A., vol. v, pp. 327 y
355.
38 África Sudoccidental (Etiopía c. Sudáfrica; Libaría c. Sudáfrica), CIJ, Fallo, 18/07/1966,1CJ Reports 1966,
p. 48.
39 Reclamos de armadores noruegos (Noruega c. Estados Unidos), Laudo, 13/10/1922, R.I.A.A., vol. í, pp.
307-346, entre otros casos.
232
CAPITUL010- EQUIDAD
•Üv mita al árbitro desempeñar su fondón, ya que, si no se hubiese basado en ella, no habría po- .’J
; dido resolver la cuestión40. •». • ’j
Podemos mencionar también el caso de las Zonas francas de la Alta Sauoya y de los Paí- ‘
en el cual la CPJI analizó si el régimen establecido en la zona podía ser afectado
S;' v scs de Gex41,42 ‘j
5 solo por los términos del Tratado de Versailles o por consideraciones de equidad. Teniendo en
cuenta que el acuerdo entre Francia y Suiza no contenía ninguna referencia a una decisión ex ¿ 5/
j-. aequo et bono, la Corte mayoritariamente decidió la aplicación de la equidad dentro del marco
tó; estricto de la ley. '
La equidad praeter legem cumple su fondón en el supuesto en que una regla jurídica no
puede ser aplicada a un caso concreto porque resulta insuficiente. Es un medio de colmar las , .
yp. lagunas del derecho positivo, Así, la equidad puede constituir un aspecto subsidiario del daré-
cho internacional. Aun cuando no exista una norma jurídica sobre una cuestión determinada, xjj.
f?í \ es necesario tomar una decisión por parto del juez y la equidad constituyo una guía. El poder
discreciónál del juez -ante la inexistencia o insuficiencia de normas- sé ejerce de una manera
’ disciplinada: la fonción praeter legem es la aplicación del derecho mismo.
?§£ En la sentencia arbitral respecto de la responsabilidad de Alemania por los daños provo-
cados a las colonias portuguesas, se estableció que, en defecto de reglas del derecho de gente
aplicables a los litigios, los árbitros estiman que se deben superar las lagunas del derecho a
través de la equidad, siempre dentro del derecho de gentes, aplicando la analogía y teniendo ‘ ’\
aggt. an cuenta su evolución43.44 45 46 y•
‘ En el caso de la Plataforma Continental del Mar del Norte, la CIJ resolvió que el empleo
.. ■ del método de delimitación de la equidistancia no era obligatorio, que ningún otro método
único de delimitación era obligatorio en todas las circunstancias y que la delimitación debía
hacerse por acuerdo de conformidad con principios equitativos y teniendo en cuenta todas
las circunstancias pertinentes43. El juez Ammoun, en su opinión individual, concordante con
lo manifestado, planteó la pertinencia de recurrir a la equidad praeter legem para una mejor
aplicación de los principios y normas de derecho. En el caso de la Jurisdicción en materia de
Báfy pesquerías4*, la CU declaró que no existía dificultad en encontrar una solución equitativa, por-
fe-< que una solución de ese carácter deriva de la aplicación de la ley.
i: facemos notar que, on el caso de la disputa entre Canadá y Estados Unidos respecto de
Delimitación Marítima en el Golfo de Malne, la CIJ adoptó una orientación alejada de la
j-. postura que sostenía en los anteriores caeos resueltos. En eBte fallo se concibe una solución ;
equitativa independiente de una norma de derecho43. Este razonamiento fue criticado por el
juez Gres en su opinión disidente48. .. ••'
Los asuntos posteriores resueltos por la CU sobre delimitación marítima retoman la fun-
sfe*.. ción de la equidad praeter legem como un método correctivo de las normas del derecho inter-
J&sr i nacional y no sustituto47. En el caso de la Plataforma Continental Libia IMalta, expresó la CIJ
■ Que la equidad es una emanación de la justicia, pero no una justicia abstracta, sino una justicia
gy acorde con el derecho; de esta forma se puede lograr consistencia y un grado de previsibilidad48.
En el caso de la Plataforma continental Túnez/Libia, la CU manifiestó que la equidad es un
40 Akehurst, Michas!, "Eqvity and General Principies of Law", International and Comparativo Laui Qiiarterly,
vo). 25, n.® 4 (1970), p. 803.
41 Zonas Francas de la Alta Sauoya y de los Países de Oex (Francia c. Suíxa), CPJI, Providencia, 19/08/1929,
CPJI Serie A, n* 22.
42 Responsabilidad de Alemania por los daños causados en las colonias portuguesas del sur de África (sentencia
sobre el principio de la responsabilidad) (Portugal c. Alemania), Sentencia Arbitral, 31/07/1928, R.I.A.A., vol.
ll, pp. 1011-1033.
47 Francioni, Francesco, "Equity in Internationa) Law" (2009), en Max Planck Sncyclopedia ofPublic Interna
tional £au>, http://wwwjnpepil.rom. ,
48 Plataforma Continental (Jam^jahiriya Árabe Libia/Malta), CIJ, Fallo, 03/06/1985, parágs. 45-47.
2
233
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
a través de la acolón oólica haoia loa Estados Unidos y provooó datos en las tierras do agriouitores norto-
amsrkanos, quo so tomaron Improductivaa, Canadá foo ocaaldorada responsable de los dañas causados, aun
cuando la propagación por rasónos dimitiese sitaba fuera do su control.
and Equity", International and Comparatluc Law Quarterly, vol. 24, n.* 2 (1975), pp. 256-283.
• CAPÍTUL010 -EQUIDAD
fe/, ciamiento8 de los tribunales europeo y americano han aplicado^ principio pro homine con un
• claro sentido contra legem*. . ■ >;•:¡fe/fe
Si bien pueden tenerse en cuenta estas interpretaciones, mantenemos la opinión genera- W-:
lizada de que la equidad no puede estar contra el derecho. •.
fuente del derecho internacional “los principios generales de derecho reconocidos por las na»
ciones civilizadas". La equidad se transforma en fuente de derecho cuando es formalmente
fe’ invocada como un principio general. Tal como manifiesta Charles de Viescher, loa principio»
ví> :
generales de derecho plantean un doble proceso, de abstracción primero y luego de generali-
zación, que se manifiesta despojando a las reglas de derecho interno de sus particularidades y
j¿-
fel permite por un efecto de síntesis poner en relieve sus elementos más generales y de carácter
Sg universal5*.
«£/.'. Se pueden categorizar los principios de derecho como las reglas fundamentales del dere-
•y?-*
cho internacional que no tienen un valor ni convencional ni consuetudinario, “los usos estable-
fe- cidoe entre las naciones civilizadas, las leyes de humanidad y las exigencias de la conciencia
pública", tal como lo expresa el Convenio IV de la Haya relativo a la leyes y costumbres de la
*fe guerra terrestre de 1907; como el conjunto de los principios comunes a los grandes sistemas
fefe de derecho contemporáneo aplicables al orden internacional; o como los principios jurídicos o
< políticos que se aplican a las relaciones políticas contemporáneas, tales como los referentes a
•&. las relaciones de amistad entre los Estados, la soberanía y la protección de los recursos natu-
fefe rales55. La equidad encuentra acogida en estos principios comunes.
64 Quienes sostienen esta posición afirman que la Corte Intoramericana de Derechos Humanos se pronunció
centra legtm cuando estableció la carencia de efectos jurídlcoa de las leyes intornas y la anulación de ciertas
disposiciones de dorecho interno en el caso Barrios Alto c. Perú, Corte IDH, Sentencia de fondo, 14/03/2001,
i ■, parágs. 4 y 51; cuando consagró el “derecho a la verdad* como un nuevo derecho humano en el caso Kowas
Fsrnándu c. Honduras. Corte IDH, Santoncia de fondo, reparaciones y coalas, 08/04/2009, parágs. 188-189;
o cuando dispuso la suspensión do los efectos del proceso judicial y de la sanción establecida en el orden in
terno en el caso Ximri c. Argentina, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y coatas, 02/06/2008, parág.
121. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos estableció que, para que una restricción sea aceptado, debe
Implicar la existencia do una necesidad imperiosa -y no solo deseable- y, si no se contempla esta situación en
las normas del dorecho interno, se impone su anulaalón, en el caso Dudgton c. Peino Unido de Oran Bretaña
e Irlanda del Norte, TBDH, Fallo, 22/10/1981, parág. 81. Ver Dmaa de Clément, Zlata, “La equidad contra
legom en la santonoia del 30 de noviembre de 2012 do la CIJ en el asunto Ahmadou Bodio Diallo’, en Estudios
de Derecho Internacional en Homenqfa cd Profesor Hugo Llanos Mancilla, Plcand, E. y Llanos Merdonea, H.
(oda-), Abalado Porrot-Thomion Reuters, Santiago, tomo 1,2012, pp. 98-48.
66 Da Vlswher, Charles, Theorlcs el rialítes en droit Inlernalional publíe, Pódone, París; á.'edio., 1970, p. 419.
Ver lambida Barbarle, Julio A, Formación del derocho Internacional, Abaco, Buenos Aires, 1094, pp. 293-927.
Del mismo autor, Fuentes del derecho Internacional, Editora Platease, Buenos Aires, 1978, p. 174.
66 Por Rompió, ol principio do equidad IntergOMractonal an el ámbito del derecho ambiental, entendido como la no-
Maldad deque las genoraolonss fotutas tengan loo mismas condiciones madiüamblantoloe que las que mían lab
actuales, o el principio do compartir do muñera equitativa los beneficios. Podemos destocar que, en oí derecho
internacional, so fue desarrollando, en aquellos ámbitos donde no existían aouordos convencionales, una utlllu-
clón da loa principios generales do derocho que responden a valoracionesjurídicas univorsalmonta compartidas.
67 Tbmoo de Aguas del Afosa (Bálgloa o. Holanda), CWI. Pollo, 38/06/1937, CN1 Serle A IB, n.' 70, pp.78-78.
.. ________________________________________________________________ ¿-----------
235
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
las circunstancias particulares que pueden ser contempladas por el principio de equidad. Este
mismo principio general que establece la equidad en la reparación fue contemplado en la senten
cia de la CPJI, adoptada unos afiOB antes, en el caso de la Fábrica de Chorzow*.
En la cuestión relativa a la Plataforma Continental del Mar del Norte, la CU precisó qué
debe entenderse por principios de equidad89. Estos constituyen, sobre la baso de preceptos
genéralos do justicia y de buena fe, verdaderas roglas de derecho on materia do doUmltación.
En otras palabras, dijo la OM, no se trato de aplicar la equidad simplemente como una repre.
sentación de la justicia abstracto, no constituye una suerte de derecho natural, sino de aplicar
una rogla do derecho que recurre a principios do equidad conforme las ideas que siempre han
inspirado el desarrollo del régimen Jurídico de la plataforma continental.
En el caso de la Plataforma continental LtblalTúnei, so expresó quo la Corte, cuyo fin es
aplicar justicia, no puode dqjar de cumplir esa labor*. Y en muchos casos la equidad se opone
a rígidas normas del derecho positivo para que ese rigor sea atemperado y con el fin de que,
de esta manera, la justicia sea aplicada. La noción jurídica de equidad es un principio general
directamente aplicado en tanto constituye derecho.
58 Fábrica de Chonow (Alemania c. Polonia), Fallo, 13/09/1928, CPJI Serie A, n ’ 17, p. 48.
69 Plataforma Continental del Mar del Norte, doc. cit, parág. 86.
60 Plataforma Continental (Tánex/Jam^jahiriya Árabe Libia), doc. cit., parág. 71.
61 Sentencia Arbitral relativa a la cuestión de las fronteras entro Brasil y la Guyana Francesa, Decisión,
01/12/1900, R.LA.A., vol. xxvm, p. 357.
62 The Orinoco Steamship Company (Extadoa Unidos c. Venexuela), Laudo Arbitral, 25/10/1910, R.I.A.A., vol. xi,
pp. 227-241.
66 Asunto del Chaco (Bolivia/Paraguay), Laudo Arbitral, 10/10/1938, R.I.A.A., vol. ni, pp. 1822-1826.
- CAPITULO 10-EQUIDAD
E-vS'i En el caso Rann de Kutch, el tribunal expresó que, comó las dos partes lo habían^
¿¡Testado, la equidad forma parte del derecho internacional, por ello las partes, a discrefc.
£$:.- pueden presentar y desarrollar su punto de vista basándose en los principios de equidad'
.Un tribunal internacional no tiene el poder de decidir una cuestión ex aequo et bono'fÚériuR
$í?t 'laí fronteras del ámbito del derecho ei las partee no le han conferido por acuerdo eseipoáw.j
Él Wbunol consideró que el acuerdo del 80 de junio do 1935 (que sometía la controyer»ía.¿¡?
tribunal, do común acuerdo entro las partes) no establecía de manera clara y fúeradeltó'fl'aí
i?£¡i-duda su facultad de decidir ex aequo et bono. Por lo tanto, el tribunal, como las partes por uní;-
'acuerdo posterior no le habían conferido el poder de decidir ex aequo et bono, decidió, que j$í¡
,poseía esa competencia,
fe? .;sa La frontera occidental Indo-pakietaní (Rann ofKutch), doc. cit., p. 11.
'87 Francloni, Francesco, op, olí, p. 19.
£51" ¿ 88 Por ajomplo, el Acuerdo Marco para la Conflarvacirtn de los Recursos Vivos Marinos en el Alta Mar del Pacífico
Sudeste; el Acuerdo de Galápagos (2002) firmado por Chile, Colombia, Ecuador y Perú; el Ccnvonio sobre la
Pesca y Conservación de loe Recuraos Vivos en el mar Báltico y loa Belts (1972) firmado por los Estados ribe
- - —
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
■ ?.*r«
Capítulo 11 i1
Actos unilaterales del Estado Vi»"
(primera parte)
Verónica Lavista y Gisela Makowski
’í ‘¿«t'l’-l» ’ '
■
Orawford, Jamo», Bmmlie's Principia ofPublc httrnaUonal Laiu, Oxford Univ»r»lty Proas, Oxford, 2012, p.
419. • .
Rodrigue» Oedeflo, Víctor y Torree Cecorls, Muta I«absl, “Unlleterel Arte of State» In InWrnMlonal Lew
Esta definición ha sido criticada al sostener que asume, sin sustento, que los actos uni
laterales son promesas0 y que lo correcto es analizar qué declaraciones o representaciones del
Estado comprometen su obligación de actuar de buena fe; esto análisis solo puede decidirse de
acuerdo con las circunstancias, ya que "nunca ha sido el caso que todas (las declaraciones] lo
hicieron, [y esto] menos aún puede ser cierto en la era de las frecuentes conferencias de prensa
e internet*10.11
Esta crítica se basa en que los actos unilaterales no deben entenderse como “cual
12 13
quier acto de un Estado sino en un sentido más acotado (a determinarse) de ‘actos implicando
la buena fe del Estado’ o, más simplemente, ‘compromisos y representaciones que impliquen
un compromiso” u.
Uno de los principios rectores de la obligatoriedad de los actos unilaterales es el principio
de la buena fe, según 6urge de la decisión de la Corte Internacional de Justicia en los casos
de los Ensayos Nucleares. Así se ha dicho que *un Estado puede asumir obligaciones jurídicas
por medio de una declaración unilateral, cuando su intención ha sido obligarse de acuerdo con
sus términos. La Corte basa esta norma en el principio de la buena fe*18. La importancia de
este principio será reflejada, por qjemplo, en la sección sobre revocación o modificación de actos
unilaterales.
El carácter vinculante de un acto unilateral puede surgir, también, de una disposición de
un tratado o de una regla de la costumbre internacional1’. Asimismo, “una declaración, aunque
no dé lugar directamente a derechos legales y obligaciones para terceros Estados, puede de to
das formas ser legalmente significativa para ellos de otras formas, por qjemplo como evidencia
de una conducta o dando lugar a un estoppel o renuncia de derechos"14. 15
7 Principios rectores aplicables a las declaraciones unilaterales de los Estados capaces de CTear obligaciones
jurídicas, UN Doc. A/CN.4/.703, p. 8.
8 Ibíd., Principio 1.
12 Podestó Costa, Luis A. y Ruda, José M., Derecho Internacional Público, Tipográfica Editora Argentina, Bue
nos Aires, 1979,1.1, p. 22 (citas omitidas).
13 Jennings, Robert y Watts, Arthur (eds.), Oppenheim'e International Law. Oxford Univorsity Prosa, Oxford,
1996, vol. 1, p. 1190.
14 Ibíd., p. 1192 (citas omitidas).
15 Ibíd., p. 1188.
240
CAPITUL011 • ACTOé UNILATERALES DEL ESTADO (PRIMERA PARTE) .•
!
actos18, y por el otro, loa actos unilaterales autónomos, es decir, aquellos que constituyen una
mani/esíación de voluntad de uno o varios sujetos de derecho internacional con capacidad sufi
ciente.
. .?** ’**' vinculada
”••** no v-——— con ningún acto
—- — — convencional,........... establecer una .regla
tendiente—a.......... .e.w de derecho
vw»w
el orden Jurídico internacional11. Es únicamente a estos últimos a los que nos referiremos
W$en este capítulo.
i'».1??". 611 CDV^
Las opiniones respecto de si estos aptos son fuente de derecho están divididas. Como se
ib* ■ Verá, parte de la doctrina ha sostenido que los actos unilaterales autónomos no constituyen
fiionte do dorecho, aun en ol caso do los emanados de un solo Estado.
>
i;;‘ Así, por ejemplo; ee ha afirmado que loe actos unilaterales pueden contribuir o influen-
;c¡bt en el funcionamiento de las demás fuentes de derecho, y muchas veces terminan siendo
el origen do normas consuetudinarias. Ahora bien, ello no significa que el Estado sea creador
de normas de derecho internacional a través de actos unilaterales. Ciertos actos pueden dar
'nacimiento a ciertos derechos, pero ello no constituye fuente de derecho internacional18.
lg¿. Barber¡8, por ejemplo, entiende que “sólo los actos unilaterales que reúnen determinadas
-; • ‘ • características son creadores de normas jurídicas internacionales"18. Eduardo Jiménez de Aré
chaga, en el mismo sentido, sostiene que, del análisis de la jurisprudencia y la práctica inter-
i / nacional, "los actos unilaterales pueden constituir una fuente formal autónoma del Derecho
|||| ' .Internacional"20.
Sin embargo, otros afirman que la doctrina internacional, en general, no otorga á los actos
. ’ -unilaterales calidad de fuente autónoma en cuanto proceso de creación de derecho, lo que no
- implica desconocerle efectos jurídicos (en razón de aplicar una norma positiva como la obliga-
' ción de actuar de buena fe, que constituye un principio general de derecho)81.
: ’ Como vemos, si bien la doctrina no es pacífica con relación a si se trata de una fuente autó-
^fr^noma de derecho internacional, nadie lee niega a los actos jurídicos unilaterales -que reúnen de-
‘• terminadas características- la calidad de generar obligaciones para el Estado que realiza el acto.
En este sentido, la CIJ afirmó en Iob asuntos sobre los Ensayos nucleares™ que Francia
'‘ • había asumido una obligación de comportamiento que producía efectos jurídicos para toda la
^fe^'comunidad internacional, sin que fuese necesaria ninguna aceptación o reacción ulterior de
SI-. ? a otros Estados. La Corte le asignó a la declaración de Francia efectos vinculantes, creando una
/' v: obligación jurídica individual, lo cual descansa, según la CIJ, en el principio de buena fe28.
A continuación definiremos algunos actos unilaterales autónomos, pues otros serán trata-
dos en otras secciones de esta obra.
2.1. Promesa
Es una declaración unilateral por la que un Estado se compromete a realizar algún acto
° a &doptar determinada actitud respecto de otro/s Estado/s sin siyetar tal acto o comporta-
|||^4niento a una contraprestación del receptor®4. Pueden citarse como ejemplo las declaraciones
públicas de autoridades francesas en los casos de los Ensayos nucleares, que anunciaron la
$£•<16
Pastor Ridruejo, José, Curso de Derecho Internacional Público, Tocnos, Madrid, 5.a odie., 1994, p. 165.
17 Berberís, Julio A., Formación del Derecho Internacional, Abaco, Buenos Aires, pp. 130-140.
18 Barbería da como ejemplo la adquisición do la mayoría do edad, hecho que trae aparejados detorminadoa de
rechos y obligaciones. Sin embargo, el hecho no es fuente de derecho; la mayoría do edad no crea el derecho,
sino que sus consecuencias están contempladas en una norma jurídica. 8e trata de la aplicación de una norma
21 Moncayo, Guillermo; Vinuesa, Raúl y Gutiérrez Posse, Hortensia, Derecho Internacional Público, Zavaiío,
Buenos Aires, 11,2.a reimpr., 1987, p. 162.
22 Ensayos Nucleares (Nueva Zelandia c. Francia), CIJ, Fallo, 20/12/1974, parág. 52.
23 Moncayo, Guillermo; Vinuesa, Raúl y Gutiérrez Posse, Hortensia, op. cit., p. 182.
ii.i
24 Rodríguez Carrión, Alejandro, Lecciones de Derecho Internacional Público’, Tecnos, Madrid, 6.a edic., 2006, p.
152.
— ____. —
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
2.2. Protesta
Una protesta es un acto realizado por un Estado en el que objeta un acto realizado o
contemplado por otro Estado88. Por ejemplo, como se verá en el capítulo 22 de esta obra, la Re
pública Argentina ha efectuado numerosas protestas en relación con los actos realizados por el
Reino Unido en las Islas Malvinas. La protesta tiene importancia respecto de la aquiescencia,
según bs verá en eí capítulo siguiente y también es relevante en relación con el establecimiento
de una costumbre que sea obligatoria para ese Estado, según se ha visto en el capítulo 5 de
esta obra. Así, un Estado no será considerado obligado por una costumbre internacional si se
determina que ha realizado actos que indican que es un objetor persistente.
2.3. Reconocimiento
El reconocimiento es “una manifestación de voluntad de un Estado por la que considera
legítima una situación o pretensión'14’. Es especialmente relevante el caso del reconocimiento
de Estados y de gobiernos, que será tratado en mayor detalle en el capítulo 18 de esta obra.
También es cada vez más frecuente en materia de responsabilidad internacional, cuando un
Estado reconoce haber cometido un ilícito internacional, desprendiéndose de ello una serie de
consecuencias jurídicas”.
2.4. Notificación
La notificación es un acto a través del cual un Estado informa algún hecho o pretensión
que puede tener consecuencias jurídicas para aquel que es informado”. Si bien so utiliza fre
cuentemente en el ámbito del dorecho de loe tratados, también puede usarse en otro contexto,
por ejemplo, cuando un Estado notifica a otro la existencia de una controvorsia o conflicto
internacional.
2.5. Renuncia
La renuncia es un acto unilateral por el que el Estado abandona voluntariamente un de
recho o el ejercicio da un derecho50. En el caso de Ciertos empréstitos noruegos, la CIJ so refirió
a la cuestión del “abandono” por parte de Noruega de una pretensión vinculada a una objeción
jurisdiccional planteada ante la Corte, y puntualmente sostuvo que el abandono no puede ser
presumido o inferido, sino que debe declararse de manera expresa”.
2.0. Otros
La aquiescencia (inacción calificada desdo el punto do vista jurídico, de la quo se derivan
afectos en el plano dol dorecho internacional)54 y el estoppel (pérdida do doreohoe para un26 27 28 29 30
26 Snsayoe Nucleares (Australia o. Francia), doo. clt., porég. 41; Ibfd, (Nueva Zelandia a, Franela), pardg. 44.
26 Oppenhelm's International Lalo, op. cit„ p. 1108.
27 Rodrigue! Cerrión, Alejandro, op. ctt., p. 182.
28 El reconocimiento do responsabilidad internacional cade ves es tnús frecuenta en ot contozto de loe proreaos
por violación de derecho! humanos que tramitan anta órganos de protección como, por qjemplo, la Corta late
ramericana de Derechos Humanos. Al respecto, ver Penal Miguel Castro Castro c. Peri, Corta IDH, Sentencia
do fondo, reparaciones y costas, 26/11/2006, pardg. 448 y se.;Vargas Arecoc. Paraguay, Corte IDH, Sentencia
de fondo, reparaciones y costos. 26/09/2006, pardg. 162; Qolburü y atrae c. Paraguay, Corte IDH, Sentoacia
do fondo, reparaciones y costos, 22/09/2006, parág. 173 y SenilUn Canta y oíros c. Honduras, Corte IDH,
Soatoncle de Fondo, reparaciones y reatas, 21/09/2006, pardg. 198, entro muchos otros.
31 Ciertos empréstitos noruegos (Fronda c. Noruega), CIJ, Fallo, 06/07/1967, ICJ Reporte 1057. p. 28.
32 Pastor Rtdruqjo, Josó, op. oil., p. 172.
CAPÍTULO 11 - ACTOS UNILATERALES DEL ESTADO faMEfíA^TE)
Estado que, debido a su actitud pasiva -aquiescencia- ha creado una determinada situación
jurídica, la cual llevó a otro Estado a actuar en consecuencia)38 se analizarán en el capítulo
siguiente de esta obra.
' So ha aaenudado la capacidad de una persona pura obligar al Estado a través do una do-
• claración unilateral con la necesaria para la conclusión de un tratado. La CDI so refiere a los
' jefes de Estado, de gobierno y ministros de relaciones exteriores, así como a aquellos otros que
estén autorizados a obligar al Estado en la materia de sú competencia36.*El
* * reconocimiento
* de
este principio como costumbre internacional fue receptado por la Corte Internacional de Justi-
' cia en e! caso de las Actividades Armadas (Congo c. Bélgica)33. Así, se presume que un ministro
■s® ? extranjero tiene capacidad para obligar al Estado”.
243
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3.3.1. Publicidad
La práctica internacional indica que, para que un acto unilateral sea considerado vin
culante, debe tener publicidad41.42
En los casos do los Ensayos Nucleares, la Corte destacó la
importancia del elemento público de la declaración unilateral. Al respecto sostuvo: un
compromiso de este tipo, si fue otorgado públicamente, y con la intención de obligarse, aun
cuando no fue realizado en el contexto de negociaciones internacionales, es vinculante"43.
3.3.2. Destinatarios
En sus Principios rectores aplicables a las declaraciones unilaterales de los Estados capa
ces de crear obligaciones jurídicas, la CDI señaló que tales declaraciones pueden estar dirigi
das a “la comunidad internacional en su conjunto, a uno o varios Estados o a otras entidades”43.
En los casos de los Ensayos Nucleares, la Corte estableció que las declaraciones de Francia
eran obligatorias aunque no fueron dirigidas a un Estado o Estados específicos, sino erga ori
nes, y a pesar de que no fueran aceptadas por otro Estado44.*Este
46 principio luego fue aplicado
también en los casos Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua
c. EE.UU.) y Disputa Fronteriza (Burkina Faso/Malí)40.
41 Rodríguez Cedefio, Víctor y Torres Casería, María Isabel, op. cit., párr. 19.
42 Ensayos Nucleares (Nueva Zelanda c Francia), doc. cit., parág. 46.
43 Principios rectores, doc. át., principio 6.
44 Aunque el Prof. Crawford sostiene que tal principio os ospecífico a los hechos del caso, destacando la duda
de la Corte al establecer que cualquiera de los demandantes podrían solicitar uno revisión do la situación si
Francia no cumplía con lo que la Corte había determinado que era un compromiso; Crawford, James, op, cit.,
p. 417, n. 11.
46 Ibíd., p. 418 (citas omitidas).
46 Estatuto jurídico de Groenlandia Oriental (Noruega c. Dinamarca), CPJI, Fallo, 05/04/1933, PCIJ Serle A/B,
n • 63, p. 71.
47 Cuestiones relativas a la confiscación y detención de ciertos documentos y datos (Timor-Leste c Australia), CU,
Providencia sobre medidas provisionales, 03/03/2014, parég. 44 (traducción libre).
244
CAPÍTULO 11 - ACTOS UNILATERALES DEL ESTADO (PRIMERA PAUTE) -
Además de su contenido para determinar sus efectos jurídicos, hay que tener en
todas las circunstancias de hecho en que se produjeron y las reacciones que suscitaron,
cir, las razones por las que el Estado decidió obligarse umlateralmente, comprometiéndose
otros Estados, sin recurrir a la vía do la negociación, y las reacciones del destinatario ó
de terceros Estados.
En sus decisiones sobre los Ensayos Nucleares, la Corte Internacional de Justicia BOBtuvo -
que "Para apreciar las intenciones del autor de un acto unilateral (de la que puede nácerfiníí^
obligación jurídica), hay que tener en cuenta todas las circunstancias de hedió en las cuai¿sí?tó
se realiza el acto'"9. Las declaraciones francesas no fueron destinadas solo a los demandantes; !,';
sino que tenían un carácter erga omnes. La negociación con todos los Estados era imposible:y$¡§i
ello justificaba la formulación de declaraciones unilaterales, es decir, esas fueron las circuns-
tañólas por las que Francia se comprometió a suspender los ensayos nucleares, <5^
En el caso do la Disputa Fronteriza (Burkina Faso/Malí), la Sala de la Corte Internadonal ji'
de Justicia examinó también las circunstancias, aunque para llegar a una condusión distinta, :-.\
y expresó que, “si los Estados interesados pueden obligarse por la vía normal de un acuerdo '
formal, no habría que interpretar la declaración hecha por uno de ellos como un acto unilateral
que conlleva efectos jurídicos La Sala también concluyó, como vimos antes, que la de
claración hecha por el jefe del Estado de Malí del 1.1 de abril de 1975 no podía ser considerada '
como un acto unilateral que produce efectos jurídicos en reladón con esa controversia”. í .'
Los términos de la declaración deben ser claros y específicos, como lo consideró la CIJ en
el caso de las Actividades armadas sobre el territorio del Congo (Congo c. Ruanda) en 200651.
El contexto y las circunstancias fueron destacados por la Corte en sus decisiones sobre los
Ensayos Nucleares, antes citadas.
48 Citado en Disputa fronteriza (Burkina Faao/MolO, CIJ, Fallo, 22/12/1986, parág. 40.
49 Ibfd.
60 Ibfd.
61 Actividades Armadas sobre el territorio del Congo (Nueva solicitud: 2002) (República Democrática del Congo
c. Ruanda), CIJ, Fallo, 03/02/2006, parág. 50. . ’'
................................................................................................................................................................................................ .........................../'■
245
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
cación del acto, es decir, su revisión, terminación, suspensión o revocación, depende en alguna
medida del tipo de acto de que se trate.
En efecto, las situaciones son distintas en función del tipo de acto. Si un Estado promete
adoptar una conducta determinada en el futuro y en el o los destinatarios ha surgido una
expectativa y lo han considerado como vinculante para ese Estado, la revocación no podría
ser unilateralmente arbitraria. Un acto unilateral en ese sentido sería contrario a derecho y
comprometería incluso la responsabilidad internacional del Estado. Sin embargo, si un Estado
se limita a protestar ante otro por una determinada situación o pretensión, esta protesta no
crea derechos a favor de terceros y las expectativas son, entonces, distintas. En estos casos, la
revocación o la modificación, en términos generales, responde a criterios diferentes y parece
posible en forma unilateral.
Un reconocimiento de Estado o de gobierno -al menos de jure- sería en principio irrevo
cable, pero la práctica muestra lo contrario. El Gobierno de Emiratos Árabes y el de Arabia
Saudita anularon el acto por el cual habían reconocido al Gobierno talibán de Afganistán. El
reconocimiento de la República de China por algunos países, como Costa Rica, que solo recono
cían a Taiwán, refleja que el acto de reconocimiento hacia Taiwán ha sido revocado. Podemos
decir, entonces, que estamos ante un acto de revocación implícito.
La doctrina no es unánime en relación con la posibilidad de que el Estado autor modifique
o revoque unilateralmente un acto unilateral. Tampoco los miembros de la CDI se pronuncia
ron de manera uniforme”.
La conclusión es que un acto unilateral puede ser revocado, pero, como dijimos, dentro
de ciertos límites. Para algunos, el autor de un compromiso unilateral puede revocarlo o mo
dificarlo si, previamente, recibe el consentimiento expreso de todos sus destinatarios. Es una
situación hipotética factible cuando el destinatario es determinado. Pero, a veces, cuando es
tamos ante compromisos erga omnee, como sería el caso de los compromisos adquiridos por
Francia por sus declaraciones unilaterales, la situación es mucho máB compleja.
Una declaración puede, también, tener un compromiso limitado en el tiempo, por qjemplo,
una acción de cooperación traducida en el hipotético caso del compromiso de enviar personal
técnico por un tiempo a otro Estado, una ayuda o una acción de cooperación temporal.
La CDI, después de haber examinado el tema, concluyó con la adopción de un principio
general, que queda establecido en la Directriz 9, adoptada por la CDI en 2006, que establece
que “una declaración unilateral que ha creado obligaciones jurídicas para el Estado que hace
la declaración no puede ser revocada arbitrariamente".
Un acto puede ser modificado o revocado si ello está establecido de manera expresa en
la declaración o si se deduce con claridad de ella tal posibilidad, o si el o los destinatarios del
acto no adquieren el o los derechos concedidos por el acto, o bien si hay una imposibilidad para
ejecutarlo o ha ocurrido un cambio de circunstancias que impiden su ejecución.
Finalmente, un acto de revocación no sería considerado arbitrario si ha ocurrido un cam
bio fundamental en las circunstancias, lo que proviene del régimen de Viena que regula, en el
artículo 62 de la Convención de 1989, las condiciones para que un Estado parte pueda alegar
ol cambio de circunstancias.
De manera que, si bien un acto puede ser formulado unllateralmonto por un Estado, de
conformidad con ol derecho internacional, no puede ser revocado en todos los casos en forma
unilateral y arbitraria.
62 Crawford, Jamos, op. cit., p. 416 y te; Remiro Brotóna. Antonio, Derecho internacional, Tiranl Lo Bltnch,
Valónela, 2007, p. 303.
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Capítulo 12
1.La aquiescencia
1.1. Concepto y requisitos
La aquiescencia es un concepto que proviene dei derecho romano e históricamente se ha
manifestado bajo la máxima qui tacet consentiré videtur si toqui dsbuisset ac potuisset (el que
. ..calla pareco que consiente si pudiera y debiera hablar). Opera calificando la inacción y genera
Por su parte, quien reclama debe demostrar que el otro Estado no presentó su reclamo
con anterioridad y, así, implícitamente aceptó su extinción’. Si un Estado, anta un reclamo o
comportamiento de otro Estado, guarda silencio (o no protesta) estará consintiendo esa nueva
. situación.
territoriales, como veremos más adelante. Ante la inacción por parte de un Estado frente a la
realisaoión do actos do soberanía por otro, loe tribunales dotormineron que el derecho o preten
1 Tara», Ohrlstlan, “Walver, Acquiesconco, and Extinctivo Preacrlptlon", on The Laui oflnUrnatlonalJtsipoiui-
bility, Orawford, Jamo»; Alain, y Ollaion, 8lmon («da.), Oxford. Unlvaralty Prau, Oxford, 2010, p. 1043.
2 Marquoe Antunaa, Nuno Sírglo, "Acquloiconcr (2009), on Max Planeh Enciclopedia of Public International
Law, http://www.mpepll.com, párr. 2 (traducción libro). ' .,
3 Tama, Christlan, op. ci(„ p. 1043.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El Estado que incurre en aquiescencia doborá aceptar las consecuencias jurídica» que eu
conducta genera. Sin embargo, para que la aquiescencia pueda producir efectos jurídicos es
necesario que cumpla determinados requisitos. Estos son:
1. Ausencia de Teclamo. El silencio o la pasividad son las conductas que generan aquies
cencia. Sin perjuicio de ello, la falta de reclamación también puede provenir de ciertas
formas de conductas positivas por parte del Estado4. 5 6 7
2. La ausencia de reclamo debe prolongarse durante un determinado período de tiempo.
Cuanto más extenso ese período sea, más factible será determinar que implica la re- .
nuncia a sus derechos por parte del Estado. Cabe señalar que el derecho internacional
no ha establecido ningún plazo y que, para determinar el efecto de la inacción en una
relación jurídica determinada, requerirá el análisis particular de cada caso8. 9
3. La ausencia de reclamo debe haberse puesto de manifiesto en circunstancias en las
que se hubiera requerido acción por parte del Estado.
4. La aquiescencia solo puede afectar los derechos de aquel Estado que incurre en ella y
no los de terceros Estados. Ello constituye el corolario de la máxima nemo plus daré
quam ¿pse habet*.
5. Atribución: Solo los representantes del Estado pueden provocar que un Estado incu
rra en aquiescencia’.
6. La inacción del Estado que incurre en aquiescencia debe 9er consecuencia de su libre
voluntad y no debe haber estado viciada.
7. La aquiescencia no podrá avalar situaciones en las que se han quebrantado obligacio
nes fundamentales8.
4 En el caso del Templo de PreahVihear, el reclamo de soberanía do Tailandia sobro cierta porción del territorio
resultó improcedente dobido a que,Ínter alia, había aceptado y utilizado ein protestar ciertos mapas fronteri
zos que contradecían 8U pretensión; Templo de Preah Vihear (Camboya c. Tailandia), CIJ, Fallo, 15/06/1962,
parágs. 23, 24.
5 En el caso Griabadarna, Noruega no hizo valer sus derechos sobre ciertos bancos de pesca en los cualea la otra
parte (Suecia) había realizado claras acciones soberanas. Omitió presentar una protesta frente a un claro
acto de soberanía por parte de Suecia. La falta de acción de Noruega dio lugar a la aquiescencia, aun cuando
el período dentro del cual se desarrolló la inacción fue relativamente corto; Grisbadama (Noruega c. Suecia),
Sentencia arbitral, 23/10/1909, R.I.A.A., vol. xi, pp. 121-140.
6 Suy, Eric, Lee actee juridiquee unilattraux en droit international public, Librairie Générale de Droit et de
Jurisprudente, París, 1962, p. 166.
7 En el caso delTemplo de Preah Vihear, la conducta que provocó la aquiescencia de Tailandia fue atribuida a
un funcionario de menor rango; Templo de Preah Vihear, doc. cit, p. 28.
8 Tama, Christian, op. cit., p. 1044.
9 Brownlie, Ian, Principies ofPublic International Lato, Oxford University Press, Oxford, 6.* edic., 2003, p. 145.
248
CAPÍTULO12 • ACTOS IMATERAIES DEL ESTADO (SEGUNDA PARTE) « -
1,
La prescripción adquisitiva sanea un título imperfecto, convlrtióndolo en perfecto,’^
basa en la buena fe y en el abandono presunto y voluntario de los derechos por parte.de qúiot'
ipierde el derecho y la necesidad de preservar el orden y la estabilidad.
A) . : La aquiescencia y la prescripción adquisitiva son dos conceptos que operan comb.¿ft¿;
.tgos. La existencia do aquiescencia se erige como el presupuesto Táctico necesario paraiqüéí
' opere la prescripción adquisitiva. Transcurrido cierto lapso de tiempo (que será determinado'
i en cada caso en particular), todo acto de ocupación ilegal devendrá legal y todo acto deprp?
testa será inoponible debido a la aquiescencia previa del Estado que no ejerció bus derechos
/oportunamente10. 11 12 13
.i;.' : Algunos doctrinarios sostienen que, si uno de los Estados reclamantes incurre en aqui'esj'i^
. canda, no sería de aplicación la doctrina de la prescripción adquisitiva. En estos casos,
■ aquiescencia per se consolidaría un derecho de soberanía en cabeza del Estado que la invocáv3<$g
¿Esta parece haber sido la doctrina receptada en el caso do la Isla de Palmas. El árbitro del casó’feV:
- -Max Huber-, al analizar sí era Holanda o Estados Unidos quien ostentaba un mejor
. evitó toda referencia al instituto de la prescripción adquisitiva, Brownlie señala que el árbitro.;sjS
•/Huber implícitamente descartó la aplicación de la prescripción adquisitiva porque en el terri^?||
■ torio bqjo disputa existía una determinada actividad de otro Estado competidor que también-^
> reclamaba su soberanía. El árbitro optó por aplicar el criterio de la "ocupación efectiva” del.Aj^
'.'•territorio1’. '
10 Existan numerosos decisiones jurisdiccionales sobro cuestiones territoriales que se han referido ol requisito
do la ocupación incontestada como uno do los elementos para que opere la prescripción adquisitiva do un
Estado y aun sin roferirse oxplfcitamonte a olla. En olios la aquiescencia ha sido un elemento do análisis tác
tico a los Unes de dotorminar si se ha consolidado el derecho de dominio sobro un determinado territorio. Al
respecto ver: Isla de Palmas (EE.UU./Países Bajos). Sentencia arbitral, 04/04/1928, R.I.A.A., vol. II, pp. 84-36;
Estatuto jurídico de Groenlandia Oriental (Noruega c. Dinamarca), CPJI, Fallo; 06/04/1933, CPJI Serle A/B,
n.°63,p. 46; Caso de los islotes de Minquiers y Ecrehos (Francia/Reino Unido), CIJ, Fallo, 17/11/1953, ICJRe
porte 1933, p. 47; Soberanía sobre ciertas parcelas Fronterisas (Bélglca/Países Bajos), CIJ, Fallo, 20/08/1959,
ICJ Reporls I969,p.23.
11 Schwarzenberger, Georg, International Laui, London Stovens, Londres, 3.’ adié., 1957, p. 307.
12 Brownlie, lan, op. cif., pp. 145-146.
13 Ver Ciertas tierras fosfóticas en Nauril (Nauru c. Australia), CIJ, Fallo, 26/06/1992, ICJReporte 1992, pp. 240,
253.
14 Tams, Christlan, op. cil., p. 1043.
LECCIONES DE DERECHO IMTEñNACIOUAL PQBLiCO
pendiente18; 2) que el paso del tiempo haya colocado a quien resulta ser demandado ante una
situación de desventaja16.
En cuanto a la relación entre prescripción extintiva y aquiescencia, no resulta fácil tra- :
zar una diferencia entre ambos conceptos. Aquiescencia y prescripción extintiva operan en ;;
planos jurídicos diferentes, aunque complementarios. La aquiescencia extingue el derecho del
reclamante. Este es el efecto jurídico que produce la inacción de quien debió haber realizado .'
una determinada conducta y no lo hizo. Por el contrario, la prescripción extintiva opera en
un doble plano: procesal y sustancial. Requiere que esa inacción se haya prolongado durante un
determinado período de tiempo y que haya perjudicado al demandado contra el cual pretende '
hacerse valer el reclamó. i
is V»rAmbatisloe (Oreoiac. Reino Unido), Sentencia arbitra), 06/03/1068, International Lew Reporte, vol. 23, pp.
314-317.
16 Hobér, KaJ, Bxtinctlv» Preicrlption and Aplicable íaui in Jnierstale Arbitralion, luacua Fbrlag, Uppnla, 2001,
pp. 286,801-804.
20 Pesquerías (Reino Unido o. Noruega), C!J, Fallo, 18/12/1851,1CJ Reporte 1BS1, p, 140.
250
CAPITULO12-ACTOS UNILATERALES OB. ESTADO [SEGUNDA PARTE) » -
’ dón de Italia de pronunciarse sobre el agotamiento de los referidos.recursos. Por ello, la mera ™SSar
ausencia de mención sobre tales circunstancias no generaba aquiescencia por parte de ItáUtó',':
Cabe señalar que en otras controversias la CIJ concluyó que la aquiescencia de un Esftdó^'.Ow
i no generaba por si sola efectos jurídicos. En el caso Jan Mayen, Dinamarca argumentó qué'
i Groenlandia estaba autorizada a establecer una zona de pesca de doscientas millas marina^
• desde su línea de base. Noruega, por su parta, sostuvo que el límite extenor de esa zona de .
■: pesca estaba determinado por una línea media divisoria de las costas relevantes; Dinamarca' 'jí®
conocía la posición de Noruega al respecto y que su silencio había generado la extinción deja
posibilidad de presentar un reclamo. La CIJ concluyó que el silencio danés no generaba aquies; í'-.\
' cencía debido a que Dinamarca había optado por actuar así con el objetivo de no agravar la sí-i ■'
^tuación pendiente de delimitación definitiva. En síntesis, para la CIJ, el silencio de Dinamarca-
sé encontraba justificado y no generaba efectos jurídicos32.
Asimismo, en el caso relativo a la Controversia territorial (Libia c. Chad), en su opinión '• ...
separada, el juez Ajibola señaló que la falta de solicitud de invalidez por parte de Libia del
. Tratado de Amistad y Buena Vecindad suscripto con Chad no generaba efectos jurídicos, dado
■. que su silencio desde la firma del tratado (1955) no militaba en contra del reclamo libio. El
t uso del término “militaba” parece indicar que, aun cuando el silencio puede llegar a tener una
^'influencia, no posee per se un peso jurídico concluyente23. 24
:2. El estoppel
.2.1. Concepto y requisitos
íjsñ' El estoppel es una excepción de fondo receptada en el derecho internacional por la juria-
■ prudencia internacional, Permite que un sujeto de derecho internacional rechace un reclamo
¿.formulado por un Estado que, con su conducta anterior, dio lugar a que la otra parte en la
S^óntroversla presuma su consentimiento con determinados hechos o situaciones que ahora
' '. considera diferentes o niegue su existencia".
El estoppel impide que un Estado presente un reclamo si, debido a su conduota previa,
las declaraciones u otras manifestaciones de voluntad: 1) han inducido a otro Estado a creer,
&de buena fe, que el derecho a reclamar no iba a ser ejercido, o 2) que el ejercicio de ese derecho
|^no iba a ser invocado en detrimento del Estado que se encuentra particularmente perjudicado.
• El profesor Pecourt García destaca que son tres los elementos que configuran la noción de
Í.j .ééíoppel: 1) una situación creada por la actitud de un Estado (actitud primaria); 2) una conducta
¿¿seguida por otro Estado (actitud secundaria) basada directamente en la primera conducta; 3) la
.'imposibilidad por parte del Estado que adoptó la actitud primaria de hacer alegaciones contra
esta o de manifestarse en sentido contrario25.
■t El estoppel impide a un Estado que ha incurrido en determinados actos estatales (incluso
; actos de abstención o silencio que generan una situación de aquiescencia) poder volver sobre
¿'sus propios actos cuando con estos se han lesionado derechos o expectativas de otros Estados
[.■•que se perfeccionaron debido al comportamiento primario del Estado. Actúa estableciendo un
. límite, una restricción, y cumple una función de privación o pérdida de derechos. No crea nue-
¿vaa obligaciones intomaoionalos; por el contrario, laB extinguo.
j¿¿' El instituto del estoppel recepta de esta manera la doctrina do los actos propios do loa
• derechos hispánicos o de la forclusion del derecho francés.
Slttlronlca Sicula SpA (Sitados Unidos c. Italia), CIJ, Fsllo, 20/07/1689. perág. 64. „
j B 22 Delimitación marítima de la rana titeada taire Groenlandiay Jan Mayen (Dinamarca o, Noruega), OIJ, Fallo,
14/08/1098, par4g. 38.
£38 Conlrooersla Territorial (Libia o. Chsd), CIJ, Folio, 08/02/1094. Opinlto Separada dll juca Ajibols, paríg.
109.
24 Moncayo, Guillermo; Vinueia, Raúl y Gutiérrez Poise, Hortensia, Derecho Internacional Público, 1.1, Zava-
lía, Buenos Aires, 1977, p. 129. ,
25 Pecourt Garda, Enrique, "El principio do estoppel en derecho internacional público", Psolsta española de
Derecho Internacional, vol. XV (1962), p. 97 y os.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Finalmente, cabe señalar que un número considerable de autores considera que el esío-
ppel es un principio general del derecho que descansa en otro principio de aplicación entre las
partes: el de la buena fe“
Sin embargo, eata distinción teórica resulta muy difícil de aplicar en la práctica, dado
que existe una delgada línea donde ambos conceptos son de utilidad práctica para evaluar las
consecuencias jurídicas de la acción e inacción por parte de un Estado”.
26 Así te han expresado los jueces Alfaro y Fitzmaurice en el cato del Templo de Preah Vihear, doc. dt, pp. 39-
51, 61-65; Lautarpacht, Herich, The Development of International Law by the International Court, Textbook
Publíthors, Londres, 1958, pp. 188-172; Report on the International Law Commieslon on the Law of Treatioa,
29 Empréstitos serbiosy brasileños (Francia c. Reino de loa Serbios. Croatas y Eslovenos), CPJI, Fallo, 12/07/1629,
CPJ1 Serie A, n.’ 20 y 21, p. 38 y es.
30 Laudo arbitral emitido por el Rey de España el 21 de diciembre de 1906 (Honduras c. Nicaragua), CU, Fallo,
18/11/1960, ICJ Reporte 1960, p. 213.
I
declaraciones noruegas31.
En el caso del Templo de Preah Vihear, la conducta de Tailandia había formado el conven-a
cimiento de Camboya de que el Tratado de límites firmado en 1908 era válido y se encontral»^-^
vigente. Sin embargo, a partir de 1958, Tailandia invocó su nulidad por error. La CU entendífffc^S
que Tailandia estaba impedida por su conducta anterior de invocar la invalidez del tratado.;1 -SS
’ ’• Afios más tarde, en la fase jurisdiccional del caso de lae Actividades militares y paraniíik ^^.
254
■■ V'
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I’’.*!
;j- ■ .
Capítulo 13
Actos de organismos internacionales
; Lucas E. Barreiros'
'í.'"
1. Introducción
; El siglo xx ha sido testigo de un crecimiento notable1 2en
* la cantidad de organismos inter
nacionales creados por los Estados como un foro para la cooperación entre sí y un vehículo para
Ja consecución de objetivos comunes8. La expansión no ha tenido lugar solamente en el número
de organismos internacionales existentes, sino también en su ámbito material de actuación8,
así como en sus competencias, atribuciones y en su nivel de actividad4.*
x*'- Sin perjuicio de esta realidad, si se analiza la enumeración de fuentes del derecho Ínter-
' hacional público establecida en el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Jus
ticia, ae observa que los actos de las organizaciones internacionales no forman parte de ella.
La teoría general sobre las fuentes del derecho internacional sigue concentrándose en
Job tratados, la costumbre y los principios generales de derecho como los modos válidos de
producción de normas en derecho internacional; no siempre reconoce autonomía a los actos
emanados de los órganoB o instituciones de los organismos internacionales. Por el contrario,
los actos de organismos internacionales solo son tenidos en cuenta en la medida en que pueden
‘ Eflt« trabajo está dedicado a la memoria de Alejandro Turyn, querido amigo y colega, quien me acompañara
do forma determinante on míe primeros pasoa en esta disciplina. Agradezco la asistencia en la Investigación
/1°8 comentarlos do María Victoria Oama y Florencia Saullno.
!J. Lo variabilidad on la definición de la oategorío "organismo internacional* y los distintas perspectivas sobre
. quó entos afectivamente pucdon considerarse como Ules no permitan contar con una estadística unificada.
, Sin embargo, una evaluación conservadora identifica mono» do olnouanta organismos internacionales anteo
do la Primera Guerra Mundial, menos de ochanta antes de la Segunda Guerra Mundial y más de trescientos a
comienzos del siglo xxi. Véase, Dies do Velasco, Manuel, Los Organizaciones Internacionales, Tecnos, Madrid,
18." edic., 2003, p. 42.
2 Abbott, Kenneth W. y Snidal, Duncsn, "Why States Act Through Formal International Orgenisatlons",
Journal of Conflict Resolution, vol. 42 (1998), n." 1, pp. 8-B, 10; Ameraclnghe, Chittharanjan F., Principie»
¿ . ofthe Inelitutional Lato ofInternational Organieatlont, Cambridge Unívorslty Press, Cambridge, 2.a odie.,
2008, p. 8.
8 Las organizaciones internacionales, que on su estado embrionario tenían competencia an general cobre cuee-
tionos de cooperación técnica en ámbitos limitados -como la Comisión Central para la Navegación del Rín,
croada en 1815 por el Congreso do Viene-, ftieron ampliando sue competencias y sue modalidades de acoión,
las quo hoy incluyen, entre otras, el mantenimiento de la paz y la reconstrucción an Estados devastados por
la guorra a través de Operaciones do Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz, la asistencia finan
ciera y técnica para combatir la pobreza y alcanzar un desarrollo eustentabls (Banco Mundial), la asistencia
a refugiados y otros individuos en aituaoión de vulnerabilidad (Ofiolna del Alto Comisionado da las Naciones
Unidas para los Refugiados), el desarrollo do políticas do salud y da asistencia para los Estados (Organización
Mundial de la Salud), la ayuda a Estados para lograr un dorio grado do desarrollo (Banco Internacional para
la Reconstrucción y Fomonto y Programa do Naciónos Unidas para el Desarrollo), la elaboración y adminis
tración de normas que rigen el comercio Internacional y tienden a cu progresiva liberoHzación (Organización
Mundial del Comercio) y la protección de la propiedad Intolectuol (Organlsaoión Mundial do la Propiedad
/
LECCIONES DEOERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
siones tener valor normativo. Ellas pueden, en ciertas circunstancias, proveer de evi- g
ción; también es necesario analizar si existe una opiniojuris relativa a carácter nor
mativo. Una serie de resoluciones puede también demostrar la evolución gradual de
Es evidente que resulta sencillo comprender las razones por las que se configura de este J
modo la argumentación acerca de loe actos de organismos internacionales como modo de pro- gí
ducción de normas en derecho internacional. Por un lado, los tratados, la costumbre y los prin- ;
cipio8 generales de derecho constituyen las únicas fuentes formales que pueden sor invocadas ¿j
a ante la Corte Internacional de Justicia -pues así lo prevé su Estatuto-, Por otro lado, son las i;',
únicas fuentes de derecho internacional respecto de las cuales no existen dudas en cuanto a la ?
obligatoriedad de las normas que de ellas emanan.
Como se desarrollará en este capítulo, la obligatoriedad de los actos de organismos ln-
ternacionales es un fenómeno de alcance limitado. Sin embargo, no por ello resulta prudente
suponer que aquellos actos de organismos internacionales que no resultan obligatorios para
los miembros u otros Estados carecen de relevancia o de efectos jurídicos. Por el contrario, ¿
es necesario analizar, por un lado, las diversas teorías que se han desarrollado para explicar •
cuáles son los efectos jurídicos de estos actos y, por otro, enriquecer la discusión de modo de
identificar cuáles son los efectos que esos actos pueden tener aun si no resultan obligatorios.
5 Legalidad de la amenaza o uto de armas nucleares, CIJ. Opinión Consultiva, 08/07/1996, 1CJ Reporte 1996,
pp. 254-255 (traducción libre).
256
CAPITUL013 • ACTOS OE ORGANISMOS INTERNACIOnAíS-
^!j En algunos contextos, la atención a la terminología empleada por el órgano de que s^’$-
i-Z-'.'trate resulta osencial para determinar ai sus actos son obligatorios para los miembros dol or- if
ganismo u otros entes a los que pueda estar dirigido o ei tienen algún otro carácter. Quizás el. ¿g
ejemplo paradigmático de ello sea el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones
,Unidas, el que, a lo largo de su extensa práctica, ha utilizado cuidadosamente -incluso dentro'■>.?
^5<'.d'e una misma resolución- unos u otros términos (por ejemplo, “decide”, “exhorta", “observa",
§8?,■.“declara”, “pide” y “expresa”') con el propósito de indicar si lo resuelto posee o no carácter obli?,
jjí-j.' gatorio. Esta práctica responde, al menos en el caso del Consejo de Seguridad, a que -como se
verá más adelante- las propias normas que regulan su competencia establecen que son .sus
Sí'‘■“decisiones'’ las que resultan obligatorias para los miembros de la organización. 'í'Sív
SSin embargo, como se ilustrará a lo largo de este capítulo, la igual denominación de uno u
otro Seto emanado de distintos organismos internacionales (por ejemplo, “recomendación") no
‘¿■■y-permite presumir que ambos tienen idénticos efectos jurídicos, dado que ello depende no solo
■■•i.del uso de los términos que hagan los diferentes instrumentos constitutivos, sino también del
“contexto constitucional”’ del que emanan y de las decisiones tomadas al momento de diseñar .
¿í'. i de .qué modo el organismo perseguirá sus objetivos.
Sin perjuicio de estas salvedades, se presentarán a continuación las principales posicio-
W,"!;»es en torno a una tipología de los actos de los organismos internacionales. A sao efecto, dis-
, Unguiremos, por un lado, entre la teoría de los podereB enumerados y la teoría de los poderes
implícitos y, por el otro, entre los actos dictados por los organismos internacionales en Ejercicio
) de lo que suele denominarse su competencia normativa interna -es decir, aquellos que hacen al
■■ ■:.• jiincionamiento cotidiano de la organización- y aquellos dictados en ejercicio de su competon-
'jl^iciá normativa externa.-dícese, los que hacen directamente a los tenias sustantivos vinculados
.y >a la misión de la organización-. Además, consideraremos la relación entre los actos de organis-
. moa internacionales y el soft lau). Se efectuará, por último, un análisis específico de los actos
emanados de los órganos de la ONU, de los organismos internacionales de integración y de
fe’ ‘ los órganos o instituciones de organizaciones internacionales Bupranacionales o comunitarias.
Organización de las Naciones Unidas: “En tanto un Estado posee la totalidad de los derechos
y obligaciones reconocidos por el derecho internacional, los derechos y obligaciones de una
entidad como la Organización deben depender de los propósitos y funciones especificados o
implícitos en sub documentos constitutivos y desarrollados en la práctica"10.
10 Reparación de perjuicios sufridos al servicio de las Naciones Unidas, CIJ, Opinión Consultiva, 11/04/1940,
ICJ Reporto 1949, p 180 (traducción libre). En un sontido similar, véase, Legalidad dol uto do armao nucleares
por un Sotado en un conflicto armado, CU, Opinión Consultiva. 08/07/1906, ICJ Reporte 1996, p. 74.
11 Klsbbers, Jan,Introduotlon to International /notltutlonal Lau, Cambridge Univartity Press. Cambridge.
1.a edio., 2002, p. 68.
12 Jurisdicción de la Comisión Europea del Danubio entre Calato y Braila, CPJI, Opinión Consultiva, 08/12/1927.
CPJI Serle B, n.*14.p. 64.
13 El contexto histórico de ese momento puedo entenderse a partir do la lectura dol caso dol S.S. Lotus, Sfi el
que esta Corto establees que las restricciones a la soberanía no deben presumirte. S.S. Lotus (Francia o.
Turquía), CPJI, Fallo, 07/09/1927, PCIJ Sarta Á, n* 10, p. 18.
14 Klabbers, Jan, op. cit., p. 66.
15 Ibíd., p. 67.
16 Interpretación del Acuerdo Greco-turco de 1" do diciembre do 1936, CPJI, Opinión Consultiva. 28/08/1928,
PCIJ, Serio B, n.* 16. p. 20 (traducción libro).
17 Xlabbora, Jan. op. cit., p. 68.
CAPÍTULO13 - ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
/útil” al sostener que la Alta Autoridad -el órgano ejecutivo de la Comunidad1’- poseía lacaníSis
cidad de establecer precios como parte del poder de regular el mercado, aun si el tratado consti-• -
- tutivo no lo preveía expresamente, pues “las reglas establecidas por un tratado internacional
S^runa ley presuponen las reglas sin las que el tratado o la ley carecerían de sentido o no pódrí¿Sí?J
'¿ser razonable y útilmente aplicados”18. Por último, el juez Green Hackworth articuló tambiéñ^
'¿sta nl¡sma posición en su opinión disidente en la opinión consultiva de la Corte Intemaqii>nal^
?®4'--de Justicia que dio lugar a la teoría amplia de los poderes implícitos -que mencionaremosa’W
continuación- al sostener que los “poderes no expresados no pueden deducirse libremente. Los
Í&V ¿poderes implícitos fluyen de una concesión expresa de poderes y Be encuentran limitados ai
aquellos que son "necesarios’ para el ejercicio de loa poderes expresamente concedidos"80.
..■ Sin embargo, en esa misma Opinión Consultiva, la mayoría de la Corte Internacional dé
•W' Justicia articuló una interpretación amplia de la teoría de los poderes implícitos al vincularlos
^■..s no con una disposición expresa del tratado, sino con las funciones y objetivos de la organiza-
.ción de que se trate01. Sostuvo: “En derecho internacional, se debe considerar que la Organi-
gjS-: zación posee aquellos poderes que, aunque no estén expresamente establecidos en la Carta, le
,<!■'. . son conferidos por inferencia necesaria en virtud de ser esenciales para el desempeño de sus
funciones"”.
Esta interpretación es la que ha resultado dominante desde entonces y la propia CIJ
recurrió a ella para respaldar la capacidad de la Asamblea General de crear un tribunal admi-
! nietrativo que pudiera adoptar decisiones obligatorias” y para establecer una presunción de
fe^¿'; validez de los actos de la organización cuando fueron realizados para el cumplimiento do uno
SÉS^da sus propósitos”.
Unidas, 17/12/1981,83.
Loa tratados constitutivos han otorgado a algunas organlsaclones, como la OMC, la competencia para conce
der a bus miembros exenciones o dispensan rcspocto dol cumplimiento do las'obygaclonos por ello» asumidas
en virtud de los tratados constitutivos y acuerdos celebrados,
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
ejercer poderes por fuera del ámbito inmediato de los organismos internacionales28, el dictado ¿
de normas que regulen dichos poderes2®.
Por otro lado, agregó que “no sería correcto asumir que, porque la Asamblea General se
encuentra en principio dotada de potestades recomendatorias, tenga prohibido adoptar, en t>s
casos específicos dentro del ámbito de su competencia, resoluciones que formulen determina
ciones o que tengan diseño operativo*”.
Sin embargo, en algunos casos los efectos de estas normas se extienden más allá de los
límites de la propia organización, lo que lleva a que la distinción entre normas internas y '
externas pueda resultar borrosa”. Ejemplos de este tipo de normas incluyen aquellas que es
tablecen el porcentaje de los gastos de la organización que debe ser cubierto por cada uno de 7
sus miembros o las que determinan que los beneficios de la organización solo serán otorgados
bejo ciertas condiciones3®. Sin embargo, quizás el tipo más importante de normas internas
con efectos externos son aquellas que la organización adopta para sus propias actividades
operacionales40. Así, por ejemplo, la ONU ha dictado diversas normas internas que ponen a ó
cargo de órganos nuevos o existentes la realización de actividades operacionales, incluyendo el28 29 30 31 3
28 Schemerse y Blokker presentan como qjemplo el caso de la OACI, quo puede mantener y administrar aero-
puortoa; y las funcionas de la ONU como administradora de territorios fiduciarios.
29 Schermora, Henry y Blokker, Niela, op. dt., pp. 764-765.
33 Ibíd, articulo 17; véase Ciertos gastos de las Naciones Unidas (Articulo 17, Parágrafo 2, de la Carla), doc. cit.,
p. 168.
34 Carta de las Naciones Unidas, artículos 23(1); 61(1), 86<lXc) y 97.
35 Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, artículos 8, 9 y 10.
36 Ciertos gastos de las Naciones Unidas, doc. cit., p. 163 (traducción libre).
37 Consecuencias Jurídicas que tiene para los Estados la continuación de ¡a presencia de Suddfrica en Namibia
(África Sudoccidental), no obstante lo dispuesto en la Resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, CIJ.
Opinión Consultiva, 21/06/1971, ICJ Reports 1971, p. 60 (traducción libre).
38 Schermers, Henry y Blokker, Niele, op. cit., p. 754.
39 Ibíd., p. 769.
40 Ibíd. Las actividades operacionales son aquellos actos que guardan relación con las fundónos y el cumpli
miento de los objetivos de) organismo, véase, Amerasinghe, Chittharanjan F.,op. cit., p. 164.
260
CAPÍTULO 13 - ACTOS DE ORGANISMOS INTEBHAaOlÍALES •2
I
L'flf________ _________________ . .
• .• 1
i, ¡.¡'Otorgamiento de ayuda económica, y las operaciones de paz*1. En estos casos, organismos ínter-’
^¡¡nacionales a los que no se les ha otorgado el poder de adoptar decisiones externas vinculantes*
rtalizan funciones importantes a través de normas internas’8. •
'' El panorama en la práctica, sin embargo, no permite una clasificación tan sencilla, pues
rigen aquí los comentarios ya formulados sobre la relevancia de los instrumentos constitutivos
de la práctica de los organismos para la determinación de los efectos jurídicos que adquieren
Afe? sus actos. Un análisis no exhaustivo de la práctica internacional sugiere variadas alternativas
¡fefe’que permiten incluso detectar modalidades en las que los actos de esos organismos intema-
dónales pueden producir efectos jurídicos aun si no son formalmente obligatorios. Dejando de
SjAwjado análisis de la Organización de las Naciones Unidas, que se desarrolla a continuación,
Jlgí.Alvarez menciona, entre otros: a) la capacidad de la Organización do la Aviación Civil Inter-
^fe.nacional de adoptar “normas y métodos recomendados", respecto de los cuales los Estados
¡asumen, en virtud de los artículos 37 y 38 del Convenio de Chicago, la obligación de, llegado
- 41 Sobre las consecuencias financieras de las decisiones sobre operaciones de mantenimiento de paz, véase Cier
tos gastos de las Naciones Unidas, doc. cit., p. 161 y ss.
A 42
Schermers, Henry y Blokker. Niela, op. cit, p. 761.
• 43 Ibíd., p. 822.
■ - 44 Klabbora, Jan, op. cit., p. 200.
fe46 Se puede considerar que también se utilizan para clarificar ciertas cuestiones (véase Schermers, Henry y
J
2éi
LECCIONES DE DEHECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
2.4. Los actos de los organismos internacionales y el fenómeno del soft law
Sin peijuicio de la tipología señalada, merece especial consideración la relación existente
entre los actos de los organismos internacionales y él fenómeno usualmente conocido -por
su denominación en idioma inglés- como soft law, tratado en el capítulo 5 de esta obra. La
principal característica atribuida a este fenómeno resulta ser, al menos de acuerdo con la co
rriente de pensamiento predominante, el tratarse de actos ouasinormatívos -manifestaciones
de voluntad de los miembros de la comunidad internacional que presentan características que
usualmente se identifican en las normas jurídicas-, pero cuyo incumplimiento por parte de los
Estados no genera responsabilidad internacional; es decir, actos que carecen de fuerza jurídica
obligatoria.
Resulta necesario considerar la relación entre ambos fenómenos, ya que a menudo se los
suele tratar como una unidad indistinguible, subsumiéndoso altoraatívamonto a uno dentro
da otro. Es evidente que esta assciaoión respondo a la gonerallsación ya discutida respecto
del valor jurídico de los sotos do los organismos internacionales, pero, proolaamento por clip,
requiere de algunas precisiones. Sin lugar a dudas, existe cierta superposición entre la produc
ción normativa de los organismos internacionales y el fenómeno dol soft law. Sin embargo, eBa
superposición no os plena en ningún sentido.
Por un lado, no toda la producción normativa de los órganos internacionales puede ser
calificada con la rúbrica de soft law, pues, como se reseñara, una parte de ella resulta en nor
mas jurídicamente obligatorias para los Estados miembros de ese organismo y, por lo tanto,
carece de las características que identifican a este fenómeno. Por otro lado, el universo de actos
50 Alvares, Jo»e E., International Organisations as Law-mahers, Oxford Univoraity PresB, Nuova York, 1.‘ odio.,
2005, pp. 110-114.
51 Ibfd., pp. 219-230.
262
CAPÍTULO 13 - ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
cuasinormativos que se agrupan bajo la noción de soft law no se limita a los actos de los o¿; S
gani6mo8 internacionales formalmente constituidos, sino que incluye otro tipo actos llevados
a cabo de manera conjunta por Estados en otros ámbitos institucionales. Así, por qjemplo, loe?2¿
Acuerdos de Basilea sobre Supervisión Sanearía (también conocidos como Basilea I y BasüaaLfS
ID son producto dol trabajo del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, una inatity^j^l
conformada en 1974 por los presidentes de los Bancos Centrales de diez de las naciones.
^SóV pancieramente más desarrolladas que carece de personalidad jurídica y de cualquier tipo
j.autoridad supranacional”. En similar Bentido, el denominado Grupo de los 20 -que también^
carece de personalidadjurídica y solo constituye un foro de cooperación"- produce declarado- ?•
nes y comunicados en materia de coordinación de políticas dirigidas a la estabilidad económica ? ■
global, el crecimiento sostenible y la prevención de crisis financieras a los que también puede i
^.adscribírseles el carácter de soft law. Por último, la definición misma de la noción de soft law es í
. objeto de controversia e incluye variantes que no solamente tienen en cuenta la obligatoriedad
acto “ormativo de que se trate, sino también, por ejemplo, su grado de precisión o la medida ?;
en la que la supervisión de su cumplimiento o la solución de controversias relativas a él se en-
cuentren delegadas a un tercero54, por lo que la determinación de si un acto de un organismo
ígfe. internacional puede calificarse como soft law responde en alguna medida a la interpretación
que se haga de esta noción y no solo a su capacidad de producir efectos jurídicos obligatorios.
Sin perjuicio de estas distinciones, la vasta producción académica en tomo al fenómeno
wMdel soft law ofrece herramientas para pensar cuáles son los motivos que conducen a los Es-
tados a adoptar, a través de organismos internacionales, actos que carecen de fuerza jurídica
;, > obligatoria y cuáles son los efectos que estos producen aun sin contar con esa característica".
alón 3.
.58 Uobro loa propOiltoi y el funcionamiento del Grupo de loe 90, vdeic, a modo de reforenola, la Inftrmaolón dli*
pdnlbleen http://www.g20.org/doca/about/about_G20.html.
u,;.. ceplo, véaee. ontre otros: Thürer. Daniel, 'Soft Law”, on Encyclopcdia ofPublic International Law, Bornhardt,
Rudolph (ed.), North-Holland Publishing Co., Araetordam, vol. iv (2000), pp. 464-460: Baxtor, Richard R., 'In
ternational law In her infinite varioty", I.C.L.Q., vol. 20 (1080), pp. 549-666; Woíl, Prospar, ’Towarda Relativo
NormaUvity in International Law?’, vol. 77 (1983), pp. 413-442; Boylo. Alan B., 'Some reflexiono on
tho relatíonehip of treatioa and soft law", I.C.L.Q., vol. 48 (1909), pp. 901-913; Chinkin, Chriotino M-, 'The
íj; ., challenge of ooft law: Development and change in intornatíonal law", I.C.L.Q., vol. 38 (1989), pp. 850-866;
> Elias, Olufemi y Lin, Chin, "General Principie» of Law, 'Soft' Law and tho Identification of Internationa)
Law’, Netherlande Yearbooh ofInternational Lau>, vol. xxvm (1997), pp. 8-49.
Sfr? 66 Véase Carta de lao Naciones Unidas, artículos 1 y 10, entre otros. F ,.
• 57 lbíd., artículo 7.
263
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
58 La CIJ ha sostenido el carácter vinculante de estas “decisiones de la Asamblea General" (véase Ciertos gastos
de las Naciones Unidas, doc. eit.,
p. 16S). Asimismo, como se ha señalado, en su Opinión Consultiva sobro el
Sudoeste Africano la Corte aoatuvo: “Pues no sería correcto asumir que, porque la Asamblea General se en
cuentra en principio dotada do potestades recomendatorias, tenga prohibido adoptar, en casos específicos don-
tro del ámbito de su competencia, resoluciones que formulen determinaciones o que tengan diseño operativo"
(Consecuenciasjurídicas que tiene para los Estados la continuación de la presencia de Sudáfrica en Namibia,
doc- cit, p. 50).
59 Sobre este punto, véase Condiciones de admisión de un Estado como miembro de las Naciones Unidas (ar
tículo 4 de la Carta), CIJ, Opinión Consultiva, 28/05/1948, ICJ Reporte 1948, p. 67 y Competencia de la
Asamblea General para admitir a un Estado como miembro de las Naciones Unidas, CIJ, Opinión Consultiva,
03/03/1950, ICJ Reporta 1950, p. 4.
60 Moncayo, Guillermo; Vinuesa, Raúl y Gutierres Poseo, Hortensia, Derecho Internacional Público. Zavalía,
Buenos Aires, 1.1,3.’ reimp., 1990, pp. 22-23.
61 Kelsen, Hans, The Laut ofthe United Nations, Pracger, Nueva York, 1." edic., 1950, pp. 444 y ss.
62 Ibíd , p. 444 y ss.
264
.•
CAPfTULO 13 -ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
Consejo y en laa actitudes de la mayoría de los Estados frente a este, sino quo, ademáííS
■ condicen con el texto de la Carta63. Para este autor, entonces, el artículo 25 debe int&^S
jV sistemáticamente con el rosto de las disposiciones de la Carta que trazan una
?í: “recomendaciones* y “decisiones vinculantes*64.65
Se ha afirmado que el artículo 25 de la Carta solo se aplica a las medidas coercitivas '*
adoptadas beyo el Capítulo Vil de la Carta. No es posible hallar ningún fundamento
para aüta posición en la Carta. El artículo 26 no se encuentra limitado a las decisio i
nes relativas a la acción coercitiva sino que so aplica a las "decisiones del Consejo de
Seguridad* adoptadas de acuerdo con la Carta. Además, el artículo no se encuentra
ubicado en el Capítulo VII sino inmediatamente después del artículo 24 en la parte
de la Carta que se ocupa de las funciones y poderes del Consejo de Seguridad. Si el
articulo 25 hubiera hecho referencia solamente a las decisiones del Consejo de Segu
ridad relativas a la acción coercitiva al amparo de los artículos 41 y 42 de la Carta,
es decir, si fueran solo tales decisiones las que tuvieran efecto obligatorio, entonces el
artículo 25 sería superfluo pues ese efecto se encuentra asegurado por los artículos
48 y 49 déla Carta".
>r
8in embargo, posteriormente, en la decisión sobre objeciones preliminares del caso Loe-••«j
kerbie, la CIJ trató las resoluciones del Consqjo de Seguridad que no fueron adoptadas de ? ..
’ acuerdo con el capítulo vn como resoluciones no vinculantes, sin dar mayores explicaciones al ' >’
j;< respecto y limitándose a señalar que la “resolución 731 (1992), adoptada antes de la presenta-
ción de la demanda, no podría constituir un impedimento legal a la admisibilidad de aquella :
porque era una mera recomendación sin efecto vinculante*66.
Si bien la doctrina ha entendido que la competencia del Consejo de Seguridad se encuen
tra limitada a la adopción de decisiones antes que a la producción de hormas -asociando tales
Jt; ’ decisiones a actos administrativos más que legislativos67- el carácter incontrovertiblemente
> obligatorio de las decisiones adoptadas al amparo del capítulo vn ha conducido a algunos
miembros de la organización a recurrir a ese tipo de decisiones, incluso con efectos legislati-
.vos en ciertas materias no reguladas por otraB normas obligatorias de derecho internacional,
como podría ser el caso de las disposiciones sobre prevención del financiamiento del térro-.
:: rismo internacional adoptadas mediante la Resolución 1373 (2001), que distan de referirse a
' un único caso o situación y pretenden más bien tener un efecto general, o el establecimiento
fe del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional
para Ruanda y la obligación de los Estados miembros de Naciones Unidas de cooperar con
estos68. • 1
63 Confortl, Benedetto, The Law and Practico of the United Nations, Martinus Njjhoff, Leiden, 3.“ edic. rev.,
2004, pp. 294-295.
64 Ibíd.
65 Consecuenciasjurídicas que tiene para ¡os Estados la continuación de la presencia de Sudáfrica en Namibia,
doc. ett., p. 52 y sa., parág. 113 (traducción libre).
66 Cuestiones de interpretación y aplicación de la Conuención de Montreal de 1971 sobre el incidente aéreo de
Lockerbie (Jamahiriya Árabe Libia o. EE.UU.), CIJ, Fallo, 27/02/1998, ICJ Reporte 1998, p, 9, parág. 43 (tra-
duoción libre).
miembros de la Organización de las Naciones Unidas da cooperar con el tribunal en el caso Tadió (IT-94-1)
“Prijedor" - víase, en particular, Prosecutor u. Dusko Tadiía/kfa 'Dule', Decisión on the Defence Motion for
Interiocutory Appeal on JurisdicUon, Sala de Apelaciones, Decisión, 02/10/1995; Prosecutor u. Dusko Tadií
alkla 'Dule', Sala de Apelaciones, Fallo, 16/07/1999.
______ ___________________ _ /
~____________________________________________________________________________________ 265
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Sin embargo, sería, superficial afirmar sin más que no producen consecuencias jurídicas.
Por un lado, como se señalara en la introducción, estas recomendaciones podrían 6er tenidas
en cuenta como elementos materiales que contribuyen al proceso de formación de una norma
consuetudinaria -ya sea que se califique el voto o la abstención como una instancia de práctica
estatal o a la recomendación misma como prueba de la existencia de una conciencia de obli-
gatoriedad en la materia-70 * *como
60 o * * * * *elementos
** que complementan y contribuyen a la interpre
tación de otra norma jurídica de carácter obligatorio. Por otro lado, hay quienes sostienen que
las recomendaciones pueden servir para establecer la licitud de los actos de un Estado, ya que
no parece posible sostener que eBte incurre en un hecho ilícito cuando, para dar cumplimiento
a una recomendación emitida por un órgano de las Naciones Unidas, realiza un acto que es
contrario a loa compromisos previamente asumidos en un tratado o a las obligaciones deri
vadas del derecho internacional consuetudinario71.*En algún sentido, si bien actuar de forma
contraria a la recomendación no constituye en sí mismo un hecho ilícito, cumplir con ella debe,
al menos a priori, reputarse como una conducta lícita, teniendo ello por efecto darle un viso de
legalidad a los comportamientos estatales.
Un párrafo aparte merecen las declaraciones emitidas por la Asamblea General. Desdo
sus comienzos, este organismo ha emitido declaraciones talos como la Declaración Universal
de los Derechos Humanos™ la Declaración sobre el Crimen de Genocidio73, la Declaración so
bre la Prohibición del Uso de las Armas Nucleares y Termonucleares74,*sobre
* la Soberanía Per
manente sobre los Recursos Naturales74, sobre la Eliminación do la Discriminación contra la
Mujer78, entre muchas otras. Estas declaraciones pueden considerarse como recomendaciones,
pero de naturaleza solemne; los Estados tienen la posibilidad de decidir si cumplen con ellas o
no77. En casos como estos, se entiende que es mayor el efecto que esta tipo de recomendaciones
tiene sobre otros procesos de formación de normas jurídicamente obligatorias recién descrip-
tos78. Al mismo tiempo, en algunos casos, estas declaraciones no solo formulan principios, sino :
que establecen de manera expresa e inequívoca que su inobservancia es equiparable a la vio
lación de la Carta79.
Si bien la Asamblea General no tiene la facultad de interpretar la Carta de forma vincu
lante para los Estados -y por lo tanto estas declaraciones son, desde un punto de vista formal,
recomendaciones que no poseen carácter obligatorio-, fuera del sistema de la ONU puede
considerarse que los Estados adoptan estas declaraciones con la voluntad de obligarse, que
60 "La Asamblea General podrá discutir cyalesquier asuntos o cuestiones dentro de loo límites de esta Corta o
que ae refieran a los poderos y funoionos do cualquiera do loa órganos croados por oita Carta, y salvo lo dia-
puosto on si Artículo 13 podrá hacer rocomondaolcnes sobro talos Asuntos o cuestiones a los Miembros do las
Naciones Unidas o al Consto do Seguridad o a Uto y a aquellos* (Curto do las Ncolonos Unidas, artículo 10>,
70 Confort! sostiene quo su validas para la formaolón do una costumbre internacional estará dado por su atfop»
clón unánime, por consenso o por una gran mayoría do votos (Confort], Bonedetto, op, clt., p. 301).
71 Confort!, Bonedetto, op. oít.. p. 201.
72 Carta Internacional do loe Doroohos dol Hombre, Rosoluolón 217/111 de lo Asamblea Canora 1,10/12/1048, UN
Doo.A/217.
78 £1 crimen do genocidio. Resolución 86/1 do la Asamblea General. 11/12/1948, UN Doc. A/9fl.
74 Declaración sobro la Prohibición dol Uso do las Armas Nucleares y Termonucleares, Resolución 1653/XVI de
la Asamblea General, 24/127X981, UN Doa. A/1653.
76 Soberanía permanente sobre loa recursos naturales, Resolución 16C3/XV1I de la Asamblea Goneral,
14/12/1962, UN Doc. A/1803.
76 Declaración 6obra la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Resolución 2263/XXII de la Asamblea
General, 07/11/1967, UN Doc. A/2283.
268
CAPÍTULO 13 - ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
■SsÍk Ó8*88 t'enen Ia naturaleza de acuerdos internacionales y que, comb tales, son obligatorias
'í”tí ■, los miembros que votaron afirmativamente80. En este sentido, no puede obviarse una mención?-íM®
A®' a la Resolución-377(V) de la Asamblea General de las Naciones Unidas (habitualmente conn- '¿'¿iW
^/0)icida con su nombre, “Unión-Pro Paz”) que, si bien tiene carácter recomendatorio, realiza?ui¿-T-í®S
■ ¿í:'¿ novedosa interpretación del artículo 12 de la Carta de las Naciones Unidas (el cual establece'-
la primacía del Consejo de Seguridad por sobre la Asamblea General en el tratamientade-con-A'
troversias o situaciones relativas al mantenimiento de la paz y la seguridad mtern¿rion¡ffiiiS^^M
pOr la que se atribuye la capacidad de examinar una situación de tal índole en los casos eü¿¿':S'^g
ií los que, pese a estar sometida al Consejo de Seguridad, este, “por falta de unanimidad é¿tre<
■ Sus miembros permanentes, dqja de cumplir con su responsabilidad primordial de mani^ier.^^o
la paz y la seguridad internacionales”?1. Al respecto, no solo cabe señalar que la interpretaciÓni^flH
w de la Asamblea General es abiertamente contraria al texto del artículo 12 de la Carta dé ía¿<7’xí'?|
-Naciones Unidas -sobre el que, además, puede razonablemente presumirse que se adoptó a^T^^S
’ 80 IMd.
i 81 ■Unión Pro Paz", Roíoluoión 877/V do la Asamblea Oonoral, OB/11/1BSO, UN Doo. A/377.
287
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
i
Resulta evidente que, en este caso, el propio instrumento constitutivo de la Unión Eu
ropea establece de forma explícita y con cierta claridad cuáles son los efectos jurídicos de los
distintos tipos de actos que pueden adoptar sus instituciones.
Conforme señala Pizzolo, el TUE describe las modalidades de subordinación del derecho
derivado de las instituciones al derecho originario, dispuesto en los tratados fundacionales,
que se traducen en los principios de competencia de atribución, subordinación material al tra
tado ftmdacional y materialidad90.
85 Laudo del 28/4/1999 del Tribunal Arbitral "ad hoc" del Mercosur constituido para la controversia sobre co-
municadoa n? 37. 17/12/1997, y n.* 7, 20/02/1998 del Departamento de Operaciones de Comercio Exterior
(DECEX) de la Secretaría de Comercio Exterior (SECEX): Aplicación de medidas restrictivas al comercio • \
recíproco. •,
88 Pizzolo, Calógero, Derecho de Integración Regional, Ediar, Buenos Airea, 2010, p. 45. '
89 Caso C-6/64, Flaminio Costa o. ENEL, (19641 EC.R, p. 585.
90 Pizzolo, Calógero, op. cit, p. 67.
268
CAPÍTULO13 • ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
“7 •,, i?-
?.. El principio de subsidiariedad, seguido del principio do proporcionalidad al que alude e¿í-- -S
«•<’ tantas ocasiones el TJCE, al destacar que ninguna acción de la Comunidad excederá lo necé-;
jarlo para alcanzar los objetivos del presente Tratado, refuerza y al mismo tiempo Umita eio|
¡£;' principio de la competencia de atribución, al señalar en su el artículo 352:
Si bien la obligatoriedad de buena parte de loa distintos tipo6 de actos que pueden
adoptar los órganos de la Unión Europea resulta una característica destacada -en especial
en un escenario internacional, en el que justamente lo contrario parece ser ¡o habitual-,
fi® quizás el rasgo más importante que los distingue del universo de actos de organismos inter-
¿ nacionales sea el denominado “efecto directo” (art. 297, TEFUE) que posee, en el caso de los
reglamentos, la normativa emanada de las instituciones de la Unión Europea, consecuencia
¡fc: .originada en el desarrollo jurisprudencial del Tribunal de Justicia de las Comunidades
Europeas a partir de su sentencia en el caso Van Gend en Loos9i, seguido por el caso Mar-
S Jeosíng". En términos generales, el “efecto directo” puede definirse, en parte, como el meca-
;v'?’nismo que permite que un ciudadano de la Unión Europea pueda invocar una disposición
*^; ' .del derecho comunitario directamente ante loe tribunales nacionales del país en el qué se
& ¿ encuentra cuando esta es clara, precisa y autosuficienteM, debiendo estos reconocer, prote-
&er y aplicar los derechos que tal disposición le confiere*4, como si se tratase de una norma
promulgada por cualquier órgano interno de los países miembros al que se le reconozcan
competencias legislativas08.
•!«
•*?' Este principio ha sido vinculadojurisprudencialmente a los principios de aplicación inme
diata y de supremacía -Costa u. ENEL y Simmenthal9*-, que prescriben que cualquier norma
comunitaria que entre en conflicto con una norma nacional dictada antes o después de la
norma comunitaria debe prevalecer por sobre la normativa interna, permitiendo así la aplica-
• ción uniforme dol derecho comunitario en todos los Estados*’. Los tribunales nacionales serán
los encargados de asegurar el cumplimiento con la normativa comunitaria.
: 5 91 Caso C-26/62, Van Gend en Loos v Nederlandsa Administrada dar Belastingen (1903] E.C.R. 1.
W- 02 Caso C-106/89, Marleasing (1990] E.C.R. 1-4135.
' ¿v 93 Weiler, Joeoph H., “The transformaron of Europa’, The Yate Law Journal, vol. 100, n.' 8 (1991), p. 2413.
i’-‘ 94 Cairas, Waltar, Inlroducdon to Europea* Union Lau>, Cavendish Publíshing Limited, Londres, 2." edlc., 2002,
A p. 99.
’ European market after 1992", Michigan Journal ofInternational lau>, vol. 11 (1990), p. 887.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
98 Caso 0-32/70, Ccmmianlan oftht Suropian CommunUtu u Counoil oftht Sureptan Communlitw - Eurapcan
AgritrniM on Aoad Tren vori, 119711 S.C.R. 268.
09 Caso C-9/74, Catograndt v. LanduKuapitttidt Munchtn. 119741 B.C.R. T13 (traducción Ubre).
100 Cato» C-7/56, C.3/W, C-4/67, C-5/57, C.fi/57, C-7/57, Dinctkt Algtra u Common AinmUy * Common Asstrn-
bly ofth» Eunptan Coal and Stttl Community, [1957-19581 RC.R. 89.
101 Tratado para la Constitución de un Mercado Común ("Tratado do Asunción"), 26/08/1991, Asunción, artículos
10 y 13: Protocolo Adicional al Tratado d» Asunción «obro la Estructura Institucional del Mercosur ("Protoco
lo de Ouro Preto"), 17/12/1994, Ouro Preto, artículos 9,15 y 20. A través de estos artículos se busca establocer
una prelaclón normativa entre las fuentes y. así, un orden jerárquico entre ellas.
270
CAPÍTUL013 -ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES
dentro del plazo mencionado, darán publicidad del inicio de la vigencia de las referí-.
Las “decisiones” adoptadas por el Consejo Mercado Común -el órgano ejecutivo delMer*?¿
: cosur- son “obligatorias para todos los Estados Partes"1”. Al respecto, Deluca ha señalado querí
estas normas son las que regulan todos los “aspectos fundamentales que hacen a la consoli-í
:'dación del Mercado Común”"”, lo que ofrece Una señal clara acerca de su trascendencia¡y‘dofj
'ja relevancia de que se les reconozca tal carácter. La verdadera magnitud de esta disposición
resulta aun más clara si se tiene presente que el artículo 42 del Protocolo de Ouro Preto es- ■
■tablees: “Las normaB emanadas de los órganos del Mercosur previstos en el artículo 2 de este"
Protocolo tendrán carácter obligatorio y, cuando sea necesario, deberán ser incorporadas a?
los ordenamientos jurídicos nacionales mediante los procedimientos previstos por la legisla- •
:’ción de cada país"*104. Sin perjuicio de señalar que, naturalmente, la obligación de los Estados',
parte de incorporar las normas Mercosur a sus ordenamientos jurídicos nacionales sugiere un '
■ compromiso más firme de implementación, no puede obviarse la diferencia que se plantea con
relación a lo ya reseñado respecto de la Unión Europea, ya que, a diferencia de ese caso, no
'puede afirmarse -a la luz del artículo 42- que tales normas tengan “efecto directo" y puedan
t ser directamente invocadas por los habitantes de cada uno de los paíseB miembros frente a sus
¡'tribunales, sino que ello dependerá de su vigencia, limitada a la estructura constitucional de
/cada uno de ellos y a los mecanismos de incorporación del derecho internacional que prevea. í'\
En este punto, no puede obviarse -al ser la República Argentina uno délos Estados parte
:del Mercosur- una breve referencia al efecto que los actos de los órganos del Mercosur tienen
■. en el ordenamiento jurídico intemo argentino105. *En 1994 se incorporó a la Constitución Nacio-
* 108
.ínal el texto correspondiente al actual artículo 75(24), donde se señala que entre las atribucio-
ijies del Congreso se encuentra la de “aprobar tratados de integración que deleguen competen
cias y Jurisdicción a organizaciones eupraestatales en condiciones de reciprocidad e igualdad”
■y se agrega que “las normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes”.
..Al respecto, se ha entendido que ello ha importado un reordenamiento de las leyes supremas
de la Nación que ubicó a las normas derivadas de tratados de integración en una jerarquía
¿equivalente a la de los tratados y concordatos -con la salvedad do los tratados e instrumentos
¡ de derechos humanos enumerados por el artículo 75, inciso 22-y, por lo tanto, jerárquicamente
■ superior a las leyes del Congreso y a toda otra norma del ámbito interno10'.
Siguiendo con el orden de prelación que, como mencionamos, establecía el Protocolo de
,;puro Preto, debemos analizar las resoluciones del Grupo Mercado Común (GMC)1”. Este ór-
' gano emite resoluciones que abarcan diferentes áreaB que se relacionan con asuntos gene-
/rales, institucionales, económicos o reglamentarios. Las medidas que debe tomar tienden a
■ fijar programas de trabajo, pronunciarse en materia financiera y presupuestaria y regular las
cuestiones que hacen a la circulación de las personas, bienes, capitales y servicios entre los
. países miembros y en relación con terceros. Es válido destacar que el GMC también se pronun
cia sobre aspectos sociales y culturales. Las resoluciones en vigor “serán obligatorias para Iob
i,Estados Partes"105 y, si fuere necesario, deberán ser incorporadas a los ordenamientosjurídicos
•nacionales mediante los mecanismos establecidos por las leyes del Estado10’,
iAsimismo debemos analizar los actos de los organismos dol Mercosur quo se encuentran
. en el último BBoalón de la jerarquía normativa: los directivas omitidas por la Comisión de Co-
:-morcio dol Mercosur, las que, al igual que las demás normas analizadas, resultan obligatorias
. 103 Deluce, San! lego, "El Morcoeur necesito «u Mssitricht*, fíeuMa Ptniar tn Danqho, afio J, n.* 1 (2012), p. 252.
104 Protocolo <!« Ouro Proto, artículo 42.
105 V«r capítulo 14 do ceta obra,
,400 Gonoáloe Napolitano, Silvína, 'tai Refalónos cutre oí Dorooho Intornaolonal y ol Dorooho Interno Argentl-
' no", diapon Ible on http://www.dlpubHio.com.or/doc/nopolitano.pdf, pp. 17-18.
para los Estados una vez que hayan entrado en vigor y hayan sido adoptadas conforme lo es
tablece su ordenamiento interno110.
Resulta en último término necesario mencionar las “recomendaciones”, que han sido pre
vistas por la Decisión 19/02 del Consejo del Mercado Común111,112 “dictámenes” previstos
los113
por los artículos 3 a 5 del anexo al Protocolo de Ouro Preto relativos a las reclamaciones ante
la Comisión de Comercio del Mercosur, y las “propuestas" mencionadas en diversos artículos
del Protocolo de Ouro Preto11’. En líneas generales, 6e entiende que estas no tienen carácter
vinculante y se ha interpretado que funcionan como “declaraciones unilaterales realizadas
en el ejercicio de la actividad administrativa que desempeñan los órganos del MercoBur para
llevar adelante el proceso de integración, careciendo de todo tipo de efecto jurídico directo o
inmediato”118.
113 Dromi, Roberto; EkmektÜian, Miguel A. y Rivera, Julio C., Derecho comunitario; régimen del MERCOSUR.
Ciudad Argentina, Bueno» Aire», 2.“ edic., 1998, p. 164; San Mirtino de Dromi, María Laura, De la nueva
historia del Derecho. A propósito del objeto, método y fuentes del Derecho del MERCOSUR, Ciudad Argentina,
Buenos Aires, 1997, pp. 110-111.
114 Véase, Osieko, Ebere, "Ultra Vires Acta in International Organizado», Tho Exporionce of the International
Labour Oijanization", B.Y.I.L., vol. 48 (1976-77), p. 259; BorU, Scott I., "Avoiding a Collision of Competenco:
The Relationship Between the Security Council and the International Court of Justice in Light of Libya v.
United States", Florida State Uniuersity Journal ofInternational Lau> and Policy, vol. 2 (1993), p. 353; Frnnck,
Thomas M., "The 'Power» of Appreciation': Who le the Ultímate Guardian of UN Legallty?", A.J.I.L., vol. 86
(1992), p. 519; Reisman, W. Michael, "The Constitutional Crisis in the United Natione", A.J.I.L., vol. 87 (1993),
p. 83; Herdegen, Matthia» J, "The ’Constitutionalization' of the UN Security System", Vanderbilt Journal
of Transnational Law, vol. 27 (1994), p. 135; Kennedy, Robcrt F., "Libya v. United States: The International
Court of Justice and the Power of Judicial Reviow", Virginia Journal of International Lauj, vol. 33 (1993), p.
899; Bedjaoui, Mohammcd, The Neu/ World Order and the Security Council - Testing the Legality ofits Acte,
Martinus Nijhoff, Dordrecht, 1." edic., 1994; Graefrath, Bernhard, “Leave to the Court What Belonge to the
Court - The Libyan Caso”, European Journal of International Law, vol. 4 (1993), p. 184; Wataon, Qecffrey
R., "Constitutionaliara, Judicial Review, and the World Court*, Harvard International Laut Journal, vol. 34
(1993); Gowlland-Debbas, Vera, "Tho Relationehip between the International Court of Juatico and the Seeu-
rity Council in Light of the Lockerbie Caso", A.J.I.L., vol. 88 (1994), p. 843; Bowett, Derek W., “The Impact of
Security Council Decisione on Dispute Settlement Procedurea", E.J.I.L., vol. 5 (1994), p. 89.
115 Constitución del Comité de Seguridad Marítima de la Organización Consultiva Marítima Intergubernamen-
tal, CIJ, Opinión Consultiva, 08/08/1960, ICJ Reporte 1960, p. 150; Ciertos gastos de las Naciones Unidas,
doc. cit.; Consecuenciasjurídicas que tiene para los Estados la continuación de la presencia de Sudáfrica en
Namibia, doc. cit
272
CAPÍTUL013 • ACTOS DE ORGANISMOS INTERNACIONALES *
•;por el organismo resulta compatible en su espíritu y sus efectos con otras normas de derechtfíSg
internacional vigente y de determinar qué tipo de relación jerárquica existe entre ellas -erüHÍT
hubiere- o de qué modo debe resolverse el conflicto en caso de existir. Si bien la primera deffij#
éstas tareas puede plantear problemas de interpretación relativos a la adecuación del
íí,i;de que so trate al Instrumento constitutivo del organismo, no supone un desafío conceptúa] ->
tripues constituyo una problemática común a la totalidad de la disciplina jurídica. La fiegundej-V.p;
i cambio, puede suponer algunos problemas adicionales, dado que no resultan claras las .’í-í
ígí jírelacionea que so establecen entre distintos regímenes de derecho internacional -o si,'por$^S
contrario, debo concebírselo como un único régimen- y la medida en que las normas deben ser’
compatibles entre sí; problema este que usualmente se discute bajo la noción de fragmentación^,t)¡
'i-
;.del dorecho internacional118. ’-i
’ Resulta en cambio más complejo determinar si los tribunales internacionalos -y más';;
X. •'-.‘‘SÍí
sgií aún los tribunales locales- tienen Jurisdicción y competencia para examinar estas cuestiones
en relación con actos de organismos Internacionales. A la discusión teórica sobre la legitiml-í
dad del control de legalidad -que replica la que tradicionalmente se suscita a nivel nacional-
se le suma la ausencia, en general, de disposiciones que de manera explícita prevean dicha
capacidad en cabeza de tribunales internacionales, incluso en casos como los de la Corte
Internacional de Justicia, en los que el tribunal internacional forma parte de la organización
¡misma117.
La Corte Internacional de Justicia ha sostenido al respecto que “en los ordenamientos
jurídicos de los Estados a menudo existe un procedimiento para determinar la validez do in-’j ¿k-'
?- >í cluso actos legislativos o de gobierno, pero no puede encontrarse un procedimiento análogo
^ó.en estructura de las Naciones Unidas*118 y que, “sin dudas, la Corte no posee la potestad de .
revisión judicial o apelación respecto de las decisiones tomadas pór los órganos de Naciones
- i ¡Unidas"119. Sin embargo, estos pronunciamientos de la Corte Internacional de Justicia no im- /*
\plican que bajo ninguna circunstancia tendrá la capacidad de revisar la validez de los actos de ;
Sv? la organización, sino que, a lo Bumo, deberían interpretarse en el sentido de que no existe un
¿gJ. procedimiento institucional específico por el cual los miembros de las Naciones Unidas puedan .
¿¿^■'cuestionar la validez de un acto de uno de sus órganos políticos. En efecto, la CIJ también ha
sostenido que la Carta de las Naciones Unidas es un tratado internacional multilateral, "aun- \ ?•
gpl'que un tratado que posee ciertas características especiales"110 y que “en ningún lugar puede
hallarse una disposición que le prohíba a la Corte, ‘el órgano judicial principal de las Naciones ¿
Unidas’, ejercer respecto del artículo 4 de la Carta, un tratado multilateral, las fondones ínter- ’V
g'^Xpretativas que normalmente recaen dentro del ejercicio normal de sus fondones judidales"191
De este modo, cabe representarse la posibilidad de que la Corte Internadonal de Justicia -de
manera incidental en un caso contendoso y no como un procedimiento autónomo- se encuen-
***<< tre en la situadón de tener que pronunciarse sobre la validez de un acto de uno de los órganos
X Bu compatibilidad con la Carta de las Nadones Unidas.
•* Así lo requirió la República Arabo Libia en dos casos contendosos presentados contra los
¿fe. Estados Unidos de América y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte relativos a
los derechos de las partes bajo el Convenio para la Represión de Actos Ilídtos contra la Segu-
gp . ridad de la Aviación Civil, en los que la demandante cuestionaba la validez de las Resolucio-
jgyj* nes 748 y 883 del Consejo de Seguridad en tanto la entendía contraria a los derechos que le
reconocía el tratado. Si bien la Corte Internacional de Justicia no tuvo oportunidad de dictar
■ : 116 Véaee, en general, Comisión do Derecho Internacional, ‘Fragmentación del Derecho Internacional: dificul
__________________________________________________________________________________________________________________
273
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
sentencia sobre el fondo del asunto porque las partes solucionaron la controversia por canales
diplomáticos, se negó a dictar las medidas provisionales solicitadas por Libia al amparo del
convenio por considerar,prima faciet que la aplicación del artículo 103 de la Carta de las Nacio
nes Unidas hacía de la obligación de cumplir con las Resoluciones 748 y 883 una de jerarquía
superior al mencionado tratado, pero, a 6U vez, rechazó las objeciones preliminares de Estados
Unidos y el Reino Unido, que explícitamente abordaban la cuestión, dejando, de manera implí
cita, abierta la posibilidad de revisar la validez de las resoluciones122.
En un sentido más general, se ha sostenido que los órganos encargados de la revisión
podrán invalidar la decisión que consideren que excedió lo preceptuado por el instrumento
constitutivo, pero, en cuanto al efecto que se le dará a ese acto, existen diferentes hipótesis,
según el tipo de acto que se esté analizando: actos sustantivos o de procedimiento123. En cuanto
a los actos sustantivos -aquellas decisiones que afectan las políticas de la organización, como
las de presupuesto, distribución de poderes, designación de aquellos agentes que tienen fun
ciones ejecutivas, enmiendas a la constitución, firma de tratados, admisión o conclusión de la
membrecía- la doctrina se encuentra dividida entre aquellos que los consideran nulos desde
su inicio o anulables. Sin embargo, la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia esta
blece que, a no ser que exista una disposición en contrario, los actos ultra vires sustantivos son
anulables y dejan de producir efectos jurídicos desde el día de su anulación184. En lo que res
pecta a los actOB do procedimiento -adopción de decisiones por un método do votación distinto
del establecido; falta de designación de los miembros de un Comité cuando su recomendación
6B necesaria para que el órgano superior decida; adopción de decisiones sobre un punto que
no fue establecido en la agenda del órgano, etc.-, la Corte Internacional de Justicia se negó a
admitir que estas irregularidades pudieran servir de sustento para invalidar una decisión de
una organización internacional180.
Aquellas decisiones que no están sujetas a revisión por parte de órganos plenarioe o judi
ciales -la admisión de un nuevo miembro o la designación de un agente con poderes ejecutivos
o un Comité- presentan problemas graves para el control de legalidad de esa decisión1”. La
opinión en torno a la validez de estas decisiones es diversa: algunos consideran que el acto no
puede considerarse nulo desde su inicio si no existe un mecanismo de revisión del acto127; otros
aseguran que, ante la ausencia de revisión, aquellos actos que se encuentren manifiestamente
por fuera de los poderes establecidos para la organización deben ser considerados ultra vires y
nulos desde su emisión1”.132 * * * * * 138
132 Véase, en general, Cuestiones do Interpretación y aplicación do la Convención de Moni real de 1971 cobre el in
cidente airea de LocKerblc, doo. dt., p. 114. porág. 88 y M., y Fallo sobre Objeciones Preliminares, 27/02/1998,
1CJ ReporU 1998, p. 116, parág. 36 y as.
128 Oslele. Ebere. op. elt,
124 Constitución del Comité de Seguridad Marítima de la OrganUaeión Consultiva MarítimaJntergubernamental,
doa dt., p. 171.
126 Ciertos gasto» de loe Naciones Unidae, doc. clt., p. 168 Hf it le agreed that tho actlon in quoition le withín
the acopo of tho functions oí tho Organisation but It le allegad that it has boen Inltiatod or carrisd out in a
mannor not in confbrmlty wlth tho división of fünctlon* omong tho «veril organo whioh tho Chartor pros-
oribes, one movei to the interne! pinna, to the internal structure oí tho Organizaron. lf tho aotlon woe takon
by the wrong organ, it wae irregular as a matter of that internal structure, but this would not nscassarlly
moan that tho oxponse incurred wso not an exponía of tho Organisatlon. Both national and International law
contémplate cases in which tho body corporate or politic may be bound, as to thlrd partios, by an ultra vires
act of an agont").
126 Sobro el particular, resulta interesante destacar quo el Tribunal Formanonto do Revisión del Morcosur, en
su Laudo n.a 01/3012 sobre lo solicitado por la República del Paraguay con rolaolón a la ouiponstón do lo
participación en los órganos dol Morooaur do la que Riera objeto, no hito lugar a los excopclonss de falta do
competencia sn ratón do la materia presentadas por los demandados y oútondíóquo podía pronunciarse sobro
una controversia relativa a la Interpretación dol Protocolo do Ushuaia en ol que aquellos fundaron su decisión
do euspsndor a lo República del Paraguay. Si bien luego el TPR entiendo que ol caso no resulta admisible por
no oumplirso otras condiciono* necesarias, osa interpretación sugiero que el TPR tendría prodisposieión a
controlar la legalidad do una decisión relativa a la admisión, suspensión o «pulsión do un miembro.
274
CAPÍTULO 13 - ACTOS.DE ORGAKISMOSWTERMACIONALES.
6. Observaciones finales
El recorrido realizado sugiere que los actos de los organismos internacionales constituyen
i|&; un fenómeno con un alto grado de heterogeneidad que no se presta fácilmente a generalizacio-
ncs y que requiere superar un análisis binario que solo distinga entre actos obligatorios y no
obligatorios. Do este modo, resulta claro que la reflexión acerca de los actos de los organismos
¡internacionales desde la perspectiva de las fuentes del derecho internacional requiero un es-
tudio que tenga en cuenta el instrumento constitutivo de la organización, así como la práctica
de sus diversos órganos que lo interpreta y en ocasiones lo modifica de forma implícita y que
detecto distintas manifestaciones o grados de obligatoriedad -si es que ello fuera posible- o,
cuanto menos, que la producción de efectos jurídicos no es un fenómeno necesariamente limi-
¡ tado a las normas formalmente obligatorias.
.129 Caso C-405/05 P, Kwoin Abdullah Kadi and Al Barakaat Iniamatlonal Foundailon u. Council of the Euro-
ptan Union and Commlulon oftho Europtan Communlifot, Offioial Journal of the Buropean Union, C 285,
08/11/2008, p. 2. Debo destocarao, adomáa, quo en UQ.ciio poitorlor que Involucraba a! mismo Individuo
(Asuntos Acumulados C-584/10 P, C-693/10 P y C-695/10 P, Comisión Europea y otros contra Ynialn Abdullah
Kadi, 8anuncia del Tribunal da Justicia [Oran Sala] do 18/07/2018), el Tribunal de Justicia do la Unión Eu
ropea confirmó el criterio ya adoptado al desestimar los recursos do oaaaoión presentados contra la sentencia
del Tribunal Ooniral, confirmando su predisposición a considerar la Ilicitud do medidas adoptados por loo
órganos do la Unión Europea en pretendido cumplimiento do las doolsionss del Consejo do Seguridad do Na
dónos Unidas.
180 Ibíd., parig. 299. ' .
131 Convención de Viena sobro ol Derocho de los Tratados (1969). artículo 27.
-__________________________________________________________________________ —_____________________________ L
275
/. J.
•V
Ó..
Capítulo 14 ■■•
x‘ 1
gp'1..
1. Introducción
Son dos los problemas que atañen a las relaciones entre el derecho internacional y el
y’,, derecho interno: la incorporación del derecho internacional (convencional o consuetudinario)
al ordenamiento interno y la relación jerárquica entre las normas o frentes de ambos. En el
y: presente capítulo se tratarán estos dos problemas haciendo hincapié en el análisis de las nor-
mas constitucionales y la jurisprudencia de la República Argentina, así como en las normas
fg internacionales convencionales y consuetudinarias que resulten aplicables.
Por oposición, la doctrina o teoría "dualista”, al considerar que ambos derechos perte-
É' necen a sistemas normativos distintos (cada uno con sus particularidades: sujetos, fuentes,
etc.), requiere la transformación del derecho internacional para poder ser aplicado en el
orden jurídico interno (también denominada “doctrina de la transformación”). Mosler Boa-
tiene que se trata de una “adaptación técnica” del derecho interno al derecho internacional,
puesto que "Los dualistas son muy prudentes cuando se trata de abrir directamente el orden
jurídico interno a la penetración del derecho internacional"1. Esa transformación o incorpo-
•7; ración se produce a través de un acto formal del Estado, que puede ser una ley dictada por
.• el poder legislativo, un decreto del poder ejecutivo o cualquier otro acto, como la publicación
en algún diario o boletín oficial. Dicho acto interno se realiza luego de que el Estado haya
manifestado su consentimiento en obligarse por el tratado en el plano internacional. Por ello
1 Mosler, Hcrraann, "L’application du droit International public par les tribunaux nationaux", R.C.A.D1., vol.
91 (1967-1), p. 633 (traducción librel
y
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
no debe confundirse con la ley o decreto aprobatorio previo, por medio del cual el poder legis
lativo, o uno de sus órganos -dependiendo de lo que exija cada constitución nacional-, presta
su conformidad para que el poder ejecutivo se obligue intemacionalmente por el tratado. La
ley aprobatoria (o decreto legislativo) se sanciona antes de que el poder ejecutivo ratifique o
adhiera a un tratado, mientras que el acto por el cual se incorpora formalmente el tratado
al ordenamiento interno en los sistemas dualistas tiene lugar con posterioridad a la mani
festación del consentimiento en sede internacional. Una vez que se produce la incorporación,
la norma internacional es considerada como una norma interna, y puede proccderse a su
aplicación, cumplimiento o ejecución.
En lo que respecta a la incorporación de los tratados internacionales, la mayoría de los
Estados tiene un sistema monista, como la Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Es
tados Unidos, etc. Entre los Estados que se consideran dualistas, podemos citar a Brasil, Italia,
el Reino Unido, entre otros.
En el caso de Brasil, los tratados en buena y debida forma, luego de ser aprobados inter
namente por decreto legislativo y ratificados en sede internacional por el Poder Ejecutivo, se
incorporan al ordenamiento brasileño a través de un decreto emitido por el presidente, por
medio del cual se dispone la publicación del tratado.
En Italia, la incorporación se produce a través de una orden de ejecución, que es un acto
distinto de la aprobación de las cámaras al presidente de la República, realizada antes de ra
tificar el tratado9.
En cuanto al Reino Unido, salvo algunas excepciones, para que un tratado forme parte
del derocho inglés se requiere de una ley aprobada por el parlamento, luego de que la Corona
3.
firme y ratifique dicho tratado2
Sin embargo, cabe aclarar que el mecanismo seguido para la incorporación de un tratado
en un Estado puede no 6er necesariamente el mismo que para la incorporación de la costumbre
internacional. Así, en un determinado sistema jurídico -como, por ejemplo, el británico- puede
requerirse de un acto interno para la incorporación de un tratado internacional al derecho
interno y, al mismo tiempo, aplicarse la costumbre internacional automáticamente, sin necesi
dad de un acto expreso de incorporación4. * 6
2 Ibíd.. p. 043.
3 Show, Malean, Intirnatioiud Law, Cambridge UnlvorsltyPress, Cambridge, 6." «dio,, 2006, p. 148. Esto autor
s» refiero • algunos tratados que no regularon do la Intervención del Parlamento (ver p, 160).
* Show llega a cata conoluslón a partir do! on di lela de la jurisprudencia de loe tribunales brltdaíaos. Cfr, Show,
Ernesto y Delpeeh, Marcelo, El Dtrtcho dr los Traladotyla Conutnciin de Vieno de 1989, Lo Ley, Buenas
Airee, 1970, p. 218.
. ' ' V. -T-.
,. <, ¡71 . coto), y en lo causa “Móndox Valles, Fernando c/A.M. Pudo SCA. s/ejocución do alquileres", 28/12/1986 (Fa-
' ■ Uos: 318:2639), en la cual se agregó que resultaba irrelavante quo la materia dol tratado íbera de lio colifl-
ííM1?'■ CBda8 como do derecho común, aun cuando se incorporen las normas del tratado a una ley nacional común;
•'£nada do ello puede enervar la sustancia federal que aquellas poseen en virtud da su fuente internacional.
-* Lo Corto abandonó do esta modo lo jurisprudencia anterior según la cual, cuando las normas do un tratado
gM:- • internacional fúncionabao como preceptos de derecho común, no constituía cuestión federal su Interpretación
¿ L'j. • (Falles: 160:84; 266:151 y 267:87).
-7? : • • 3 £1 tórmlno "concluir" ha oído omploado por nuestros constituyentes como sinónimo do "nogcciar", ya quo, como
acertadamente manifiestan Do la Ouordia y Dolpooh, "no podría pensarse quo el Presidente concluyera en ol
. buenos relaciones con las potencias extranjeras, recibe sus ministros y admita sus cónsules".
: 11 Anterior toxto dol artículo 67, inciso 19: "Aprobsr o desechar los tratados conoluldos con los demás nociones
y loa concordatos con la Billa Apostólica; y arreglar el ejercicio dol patronato de toda la Nación".
13 Cfe. Moacayo, Guillermo; Vinuosa, Raúl y Gutierres Pomo, Hortensia, Derecho internacional Público, Zava-
lífl' buenos Aires, 2* roimp., 1887,1.1, p. 64.
Z
279
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
ren fuerza obligatoria recién a partir de au entrada en vigor” y, para que esto ocurra respecto
de un Estado en particular, se deben dar dos requisitos: primero, que se hayan cumplido las
condiciones establecidas en el tratado para bu entrada en vigor “en general" (o que se cumplan
en ese momento) -por. qjemplo, que un determinado número de Estados haya manifestado
su consentimiento en obligarse-, y segundo, que el Estado en cuestión se haya obligado -por
qjemplo, a través de la ratificación o adhesión-: ello sin porjuicio de la obligación do no frus
trar si objeto y fin del tratado antes de su entrada en vigencia, prevista en el artículo 18 de la
Convención do Viena de 196913 14. 15 16 *
Una ves ratificado (o adherido) por acción del Podor Ejecutivo, el tratado se incorpora
automáticamente a nuestro derecho, sin necesidad de ser receptado o transformado a través
de una ley u otro acto interno formal. Si ello no íbera aaí y consideráramos que el tratado es
transformado en derecho interno por una ley, esto derivaría en el absurdo de existir dos nor
mas jurídicas: el tratado, que serla válido para el derecho internacional, y la ley del Congreso,
obligatoria en el orden jurídico argentino18.
Por lo expuesto, es incorrecto asimilar el tratado internacional con la ley interna aproba
toria, ya que son dos fuentes de derecho autónomas y distintas (de lo contrario, nuestra CN
no haría referencia a los "tratados", sino solo a las "leyes"). Asimismo es incorrecto confundir
el acto internacional de "ratificación" con la ley interna que lo aprueba, tal como errónea
mente lo han establecido nuestros tribunales en numerosos precedentes”. Además, dicha ley
aprobatoria no puede tener la función de incorporar el tratado al derecho interno (como de
manera equivocada obra en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
13 Conforme con los artículos 26 de las Convenciones de Viena de 1969 y de 1986: "Todo tratado en vigor obliga
14 El artículo 18 de la Convención do Viana sobre el Derecho de loa Tratados de 1969 enuncia: "Un Estado deberá
abstenerse de actos en virtud de loa cuales se frustren el objeto y fin de un tratado: a) Si ha Armado el tratado
siempre que esta no se retarde indebidamente” Este artículo es coincidente con el artículo 18 de la Conven
ción de Viena de 1986.
15 Cfr. Barberi8, Julio, “La relación entre el derecho internacional y el derecho interno en la República Argen
tina”, en Jornadas sobre los Sistemas internacionales de Protección Jurídica de la Persona Humana, Coneqjo
Argentino paira las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, 1991, p. 19.
16 En el caso "Ponzetti de Balbín, Indalia c/Edítorial Atlántida SA’ (CSJN, 11/12/1984, www.erreius.com), se
hacen las siguientes referencias: “(...l la Convención Americana de Derechos Humanos, llamado Pacto de
San José de Costa Rica, ratificada por ley 23.054 |..J* (considerando 4 del voto de los doctores Caballoro y
Belluscio); toda vez que está en vigencia la ley 23.045, que ratifica la Convención Americana de Dere
chos Humanos, y cuyo instrumento de ratificación ha sido oportunamente depositado [...I”, y el Pacto
internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas, cuyo proyecto de ley ratificatoria (...I*
(considerando 8 del voto del doctor Petracchi). En el caso “Campillay, Julio C. c/La Razón y otros" (CSJN,
ratificada por la ley 23.054 Uf. en el considerando 4 del voto de la mayoría. En el caso "Capalbo, Ale
jandro C." (CSJN, 29/08/1986, www.erreius.com), los doctores Caballero y Fayt, en su voto en disidencia,
hacen la siguiente referencia: *(...) la Convención Única de Estupefacientes de 1961 de las Naciones Unidas
(ratificada por decreto-ley 7672/63: ley 16.478) (...]* (considerando 8). En el caso "Eusebio, Felipe E. s/8u-
cesión” (CSJN, 09/06/1987, www.erreius.com), el procurador general de la Nación expresa: "La aprobación
exteriorizada de la ley 23.054 no ha podido tener otro sentido, pues, que el de ratificar la asunción de ese
compromiso por parte de la República, es decir, el compromiso do adecuar su legislación a ios principios
contenidos en la convención" (p. 340). En el cbbo "Jáuregui, Luciano A." (CSJN, 15/03/1988, www.erreiue.
com), la Corte dijo; "Cabe agregar, en tal sentido, que el requisito previsto en el art. 8, apart. 2, inc. h), de la
Convención Americana sobro Derechos Humanos (ratificada por la ley 23.044) (...)" (considerando 6 del voto
mayoritarto y considerando 6 de) voto del doctor Petracchi). En el caso “Sánchez Abelenda c/Ediclones de le
Urraca" (causa S-454.XXI, 01/12/1988), el juez de primera instancia hace referencia al derecho de ráplica al
decir: I...) a partir de la sanción de la ley 23.054 [EDLA, 1984-22), que ha ratificado la Convención Ameri
cana sobre Derechos Humanos [..J tal garantía ha quedado consagrada normativamente (Begún surge
del considerando 3 de la sentencia de la CSJN), sin ser tal imprecisión advertida por el Tribunal Supremo.
Asimismo la C. Nac. Civ., Sala A. repite el error en el considerando 4 do su sentencia del 03/03/1988 (www.
erreiu6.com).
280
CAPITUL014 - RELACIONES ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL DÉRECHO INTERNO ’ .
-CSJN-)11, puesto que en esa etapa, como ya se ha señalado, el tratado aún no ha sido ratífl-
cado y, por ende, tampoco está en vigor. Por otra parte, hay que señalar que pueden variar, 1q¿’?
S efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado transcripto en la ley aprobatoria, a causad
-de reservas efectuadas por el PEN en el momento de obligarse, o por la aceptación u otyeclóh
>v. de las formuladas por otros Estados. • -^91
.va rían
Respecto de los efectos que produce la sanción do la ley aprobatoria do un tratado ehaf V£«Sj
sistema Jurídico argentino, resulta Interesante comentar los hechos planteados ante la CSJN
on el caso “Frites”1’. Eulogio Frites y América Angélica Alemán de Barrera, "en nombre de los4
/'.Pueblos Indígenas, sus organizaciones y comunidades”, presentaron on 1992 una nota ante-... ¡|M
el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto a fin de que se les informara si el PEN había’’
comunicado a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la ratificación por el Estado ’
, argentino del Convenio 169/1989 sobre Pueblos Indígenas y Tribales, que había sido aprobado
por ol Poder Legislativo de la Nación (PLN) mediante la ley 24.071.
Ante la falta de contestación, interpusieron una acción de amparo por mora de la Admi
nistración y solicitaron que se le fijara al PEN un plazo para enviar "los documentos de depó
sito de la ratificación del Convenio 169/1989 al señor director general de la OIT”, por entender
-erróneamente- que el PEN estaba obligado a efectuar la comunicación de la ratificación "ya
4 realizada por la ley”1’, y que lo peticionado era “un sencillo trámite de la Administración, de
^rutina, que se hafbía] omitido inexplicablemente por negligencia u otras razones difíciles de 1 •'
ig' apreciar*10.
La Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Fe
deral revocó el pronunciamiento de primera instancia apelado11 y declaró improcedente la
acción incoada, por entender que “el acto cuya emisión pretenden los actores (ratificación de un
tratado internacional), excede a todas luces el marco de la medida intentada”, en los términos
del artículo 28 de la Ley de Procedimientos Administrativos23. La mayoría de Ja CSJN declaró
inadmisible el recurso extraordinario interpuesto por la actora y desestimó la quqja planteada.
El magistrado Boggiano votó en disidencia por entender que el recurso interpuesto era formal-
g? mente admisible, toda vez que se discutía el alcance que cabía asignarles a las cláusulas de
la Constitución Nacional que regulan las facultades del PEN en lo atinente al trámite para la
g. aprobación y ratificación de los tratados internacionales23.
g? En cuanto al fondo de la cuestión planteada entendió que debía confirmarse la sentencia
Üji. apelada por los siguientes fundamentos, los cuales resultan esclarecedores de la cuestión de-
batida:
17 En el cato “L. C. s/Sucesión’ (CSJN. 24/12/1985), el procurador general hace referencia al "Tratado de Dere
cho Civil Internacional de Montevideo de 1940 (Incorporado a nueatro Derecho por decreto-ley 771/58)" (www.
erreiue.com). En el caso "Camplllay, Julio C. c/La Ratón y otros’ se oxpresa:ce de destacar que el derecho
de réplica da que ee trata, ha eido incorporado a nueatro Derecho interno, conforme lo normado por ol artículo
31 do la Constitución Nacional, mediante la aprobación por el artículo 1 de la ley 23.064 del llamado Pacto do
San José de Costa Rica (..J’ (considerando 6 dal voto en dieidoncia del doctor F&yt).
10-).
18 CSJN, “Recurso de hocho deducido por los actores en la causa Frites, Eulogio y Alemán, América Angélica d
Poder Ejecutivo nacional -Ministerio da Relaciones Exteriores y Culto-", 04/12/1995.
19 La parto actora consideraba que la ley que aprobaba el tratado implicaba su ratificación.
20 Considerando 2 del voto disidente del doctor Boggiano.
21 En dicho pronuncia miento-el cual fue apelado por ambos partes-se había hecho lugar a la acción,/ se dio un
plaso al Poder Ejecutivo de la Nación para expedirse sobre el reclamo interpuesto por la actora (considerando
__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
281
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Por último, cabe señalar que, a loe efectos de dar publicidad a los actos o hechos concer
nientes a los tratados internacionales en loa cuales la República Argentina sea porte, en 1992
se sancionó la Ley 24.080, que dispone que deben ser publicados en el Boletín Oficial, dentro
de los quince días hábiles siguientes a cada acto o hecho:
a) El texto del instrumento do ratificación del tratado o convención con sus resorvas
y declaraciones interpretativas.
b) El texto del tratado o convención al quo so refiero el indio procedente, con la apro
bación legislativa en su caso, más las reservas y declaraciones interpretativas formu
ladas por las otras partea signatarias.
c) Focha del depósito o canjo do los instrumentos do ratificación o do adhesión.
36 La Corte Suprema de Justicia ha establecido en el caso "Gómez, Samuel c/Embajada Británica". 24/08/1976
(www.errejiis.com} "U1 no se han aplicado correctamente las disposiciones vigentes ni se dio cumplimiento a
los principios de derecho internacional que rigen la convivencia entre las naciones’ (considerando 4} “Que en tal
supuesto, 6C impone dar adecuada solución al problema planteado, según principios del derecho do gentes, de
modo quo no resulten violadas las bases del orden público internacional que, por encima de las formas en que se
encausa el proceso, son de aplicación prioritaria en el caso" (considerando 5). Esta postura ha sido compartida
en el caso "Cabrera, Washington J. E. c/Comisión Técnica Mixta de 8alto Orando", 5/12/1983 (www.erreius.
com): "Que los auscriptos comparten los consideraciones y la conclusión del voto de la minoría del Tribunal, en
cuanto fundadas austancialmente en el derecho de gentes" (considerando único del voto do la mayoría); "(,.J el
deber de preservar por razones do prudencia la estabilidad de los pactos internacionales válidos celebrados por
la República Argentina según el derecho de gentes l-J" (considerando 7 del voto ds la minoría); "De acuerdo con
criterios elementales del derecho internacional consuetudinario, aplicables por esta Corte |...]" (considerando 10
del mismo voto).
284
i
CAPITUL01A • RELACIONES ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL DERECHoTnTERNQ *
La primacía del derecho internacional sobre los ordenamientos'internos de los Estados es &
! corroborada por la jurisprudencia internacional*’,
o.c- ’
W 9.2. Solución on loe ordenamientos Jurídicos internos
Cada ordenamiento interno se ocupa de establecer la jerarquía que poseon las normar 3
L-J internacionales en su sistema jurídico, la cual puedo plasmarse en la propia constitución ná- 5-^
cional o en alguna norma de menor rango. Cuando esto no ha sido establecido de manera
sg explícita, la relación jerárquica entre el derecho internacional y el derecho interno es resuelta ív
H 'por los tribunales locales. ’••?%!?
5; ^.-/. Previo a manifestar el consentimiento en obligarse por un tratado, los Estados tienen la
Oportunidad de cotejar la compatibilidad de ese tratado con la constitución nacional (y/o las le-
-yes aprobadas por el poder legislativo central) en el momento en que el congreso o parlamento
una de sus cámaras (como, por qjemplo, el Senado38)- da la aprobación para que el poder
U ejecutivo se pueda obligar, Sin embargo, algunos Estados han establecido mecanismos específl-
' eos para controlar la constitucionalidad de las normas del tratado internacional, o resolver los
p: problemas que sobre ello puedan plantearse. Así, la Constitución de Bolivia (2009) dispone en
su artículo 202(9) que el Tribunal Constitucional Plurinadonal se ocupa de “conocer y resolver
J ©1 control previo de constitucionalidad en la ratificación de tratados internadonales”. Por
g.¿vÍu parte, la Constitución de Chile (1980), en el artículo 93(3), atribuye al Tribunal Constitudo-
/ nal competenda para resolver las cuestiones sobre constitudonalidad que se susdten durante
fe’gla tramitación de los tratados sometidos a la aprobación del Congreso. En la misma línea, la
Constitución Política de Colombia (2001) explícita en el artículo 241(10) que la Corte Consti-
tucional decide “definitivamente sobre la exequibilidad de los tratados internacionales y de las
leyes que los aprueben. Con tal fin, el Gobierno los remitirá a la Corte, dentro de los seis días
tí?- siguientes a la sandón de la ley. Si la Corte los declara constitudonales, el Gobierno podrá
g;: 87 La Corte Internacional de Justicia (CU), al igual quo otro» tribunales internacional®», sostuvo on numerosos
#£ •.... casos la primacía del derecho internacional. Por qjemplo, en el asunto de la» Pttqutríaa anglo-noruegaa afirmó
. quo la delimitación de la» zonas marítimas no podía depender de la voluntad del Estado ribereño expresada on
• ®u derecho interno, sino que su validez frente a otro» Estados dependía del derecho internacional. Cfr. ICJ Rt-
W ‘ . 132. Recientemente, dicho tribunal constató, en el caso La Grand, la violación por parte de loa
porta 1951, p. bE-
$£• todos Unido» de América (EE. UU.) de las obligaciones proscriptas en el artículo 36 de la Convención do Viena
....'' sobre Relaciones Consulares, en perjuicio de dos personas de nacionalidad alemana que habían sido detenidas
?£?: en territorio estadounidense, sin informarles sobre sus derechos de asistencia consular e Impidiendo así quo el
• Estado alemán pudiera brindar la protección adecuada a sus ciudadanos. Al respecto, EE. UU. argumentó qua
no podía reparar tal omisión al volver lea cosas al estado anterior, como pretendía Alemania; es decir, al anular
- el proceso penal que culminó con la condena a muerte de los hermanos Karl y Walter La Grand, invocando la
:. aplicación de su derecho interno: la denominada regla o doctrina del pnxxdural dafault (defecto procesal). La
5$"/; CIJ concluyó que la aplicación de dicha regia en esto caso particular había impedido efectivízar los derechos
. establecidos por la Convención do Viena, y produjo, en consecuencia, la violación del artículo 36 del mencionado
tratado, generándose así la responsabilidad internacional de EE. UU.; cfr. caeo La Grand (Alemania c. EE.
ví. • UU.), CIJ, Fallo. 27/06/1991, parág. 91.
¿t.y 38 Por ¿jemplo, la Constitución Política de Colombia (2001) establece en el artículo 93: 'Loe tratados y convenios
internaciónal ea ratificado» por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y quo prohíben su limitación
en los estado» de excepción, prevalecen en el orden interno'.
39 En varios sistemas jurídicos (Estados Unidos, México, etc.) 06 el Senado el que aprueba los tratados, y no el
285
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
efectuar el canje de notas; en caso contrario no serán ratificados [...]". En el supuesto de que
la incompatibilidad se refiera a normas específicas de un tratado, se autoriza al presidente de
la República a manifestar el consentimiento en obligarse por el tratado, pero formulando una
reserva.
40 Aquí no so utilise la palabra “toy" en sentido estricto, en la acepción do "ley formal”, o sea, con referencia al acto
emanado do una legislatura, sino quo so la emplea oomo sinónimo do norma jurídica, os decir, la conducta debida
(o proscripta) por el doreoho, en su acepción de "ley material".
41 Al respecto, Groi Eaplell eoflala; "La exproslón 'Ley Suprema1 en estas constituciones do Estados Federales,
como son México y la Argentina, no significa quo tengan los tratados una jerarquía superior a las leyes fe
derales, sino que la Constitución, las leyes federales y los tratados ratificados y en vigor, forman el conjunto
normativo que asegura la supremacía federal respecto de las constituciones y legislaciones do los estados
federados o do las provincias’: Groe Eeplell, Héctor, "Los Tratados sobro Dorcchos Humanos y el Derocho
Interno”, en Vinuesa, Raúl (ed.), Temas de Dertcho internacional en Homenqja a Frida M. Pfirter da Armai
Baña, Fundación del Centro de Estudios Internacionales de Buenos Airea, 1989, p. 62.
42 Barbería, julio, "Los tratados internacionales celebrados por la Confederación argentina y la Constitución
nacional", en Temas de derecho internacional. Bn homenaje a Frida M. Pfirtor da Armas Barca, Virtuosa, Raúl
(ed.), Fundación del Contro do Estudios Internacionales de Buenos Airea, Buenos Aires, 1989. p. 26 y as.
43 Oíd., pp. 26-27.
288
aflnio 14 ■ RELACIONES ENTRERDERECHOINTERNACIONALY El DffiECHO INTERNO
?¿7 la isla Martín García fuera neutralizada. El segundo -ratificado en*1858- era una convención J
fluvial que disponía la libre navegación de los ríos Uruguay, Paraná y Paraguay desde el Río de deífsig
i'
‘ Plata
. la hasta los puertos
.. ...................... habilitados en tales ríos.
................................................... " ‘”
En virtud de ello, al incorporarse la Proyin-r
cia de Buenos Aires a la Confederación por el Pacto de San José de Flores del 11 de noviembre'^
: de 1959, se convino lo siguiente: “Buenos Aires se declara parte integrante de la Confederación ‘S®
ífiíJ argentina y verificará su incorporación por la aceptación y jura solemne de la Constitución Ñ¿¿?-•&
c¡onal" (art. 13 del mencionado Pacto). A esos efectos, se celebró una convención constituyené^íi
i - 'í para introducir reformas a la Constitución de 1853. Como el Estado de Buenos Aires no quería í: ’ 1
j'í-í quedar obligado por los acuerdos celebrados previamente por la Confederación en materia de «i«MES
i$||U libre navegación, la reforma constitucional apuntaba a que dichos tratados permanecieran
■'," en vigor -si eBe era el caso- para el resto del territorio de la Confederación, pero no para el
A
;¡s¡!; territorio de la nueva provincia incorporada. Por ello, en la reforma constitucional .de 1860 se
introdujo un agregado al artículo 31 in fine, que dice: “[...) salvo para la Provincia de Buenos
Aires, los tratados ratificados después del Pacto del 11 de noviembre de 1859”. Sin embargo, el
texto no es muy claro y podría dar lugar a distintas interpretaciones. El profesor Julio Barbe-
' ris, luego de investigar a fondo los antecedentes de esta enmienda, llegó a la conclusión de que
la interpretación más adecuada es la siguiente: para la Provincia de Buenos Aires, “la ley su-
prema de la Nación está constituidapor la Constitución, las leyes y los tratados ratificados con
S&iyposterioridad al pacto del 11 de noviembre de 1869“, quedando entonces excluidos los tratados
gl ¿ratificados con anterioridad a esa fecha (es decir, Iob tratados sobre libre navegación de 1853 y
•'los acuerdos con Brasil de 1866 y 1857)“.
Paralelamente a lo estipulado en el artículo 31, el artículo 27 de la Constitución Nacio-
nal eqjeta los tratados internacionales a la propia Constitución al establecer: “Artículo 27, El
Gobierno Federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias
i®.; extranjeras por medio de tratados qua están en conformidad con los principios do derecho pú»
wfej'blico establecidos en esta Constitución".
fíWÍf En laB fi8Uras siguientes puede verse esquematizada la relación jerárquica que se des*
prende de los artículos 31 y 27 de la CN.
Art.31 Art27
Suprema
déla
Naxión
W-
J
287
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En primer lugar, el nuevo artículo 75(22), en el primer párrafo, dispone que “los tratados
y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes". Es decir que se consagra la jerarquía su-
pralegal de los tratados internacionales.
Resulta criticable que la mención al orden jerárquico de los tratados se haya ubicado den
tro del artículo 75, referido a las facultades del Congreso, y no en la primera parte, en la cual
se encuentran situados los artículos 27 y 31 (ya que, aunque la Convención Constituyente no
podía modificar los artículos 1 al 3581, sí podía incorporar otras disposiciones en dicha primera
parte, como de hecho ocurrió con Iob nuevos derechos y garantías incluidos en los artículos 36
al 43).
Previo a la reforma de 1994, respecto de los tratados y las leyes de la Nación, ante la
falta de normas constitucionales que brindaran un orden jerárquico, la CSJN durante varias
décadas había considerado a las leyes (o decretos-leyes) y a Iob tratados en igualdad de rango,
y para resolver un conflicto entre amboB podía recurrir a dos principios generales del derecho:
ley posterior deroga ley anterior y ley especial deroga ley general. En consecuencia, un tratado
46 Paro un estudio más profundo de las norma® jurídicas de nuestro país antee de la reforma constitucional de
1994, varMoncayo, Guillermo; Vinuesa, Redi y Gutiérrez Poete, Hortensia, op. cU., p. 68 y siguisntes.
46 Ee destacable que el artículo 27 de la Constitución Nacional obliga al tratado a •ajustarte a loa principios da
derecho público y no a cualquier disposición secundaria de la Constitución"; cfr. Barbarie, Julio, op. cit. ('Los
tratados internacionales celebrados por la Confederación argentina..."), p. 20.
47 Esta postura es concordante con la mayoría de los alaternas constitucionales latinoamericanos. Para un aná
lisis más proñindo del tema, ver Groa Espiell, Héctor, op. cit., pp. 81-72.
48 El artículo 21 de la ley 48 establece: "Los tribunales y jueces nacionales en el ejercicio de sus Amelones pro
cederán aplicando la Constitución como ley suprema de la Nación, las leyes que haya sancionado o sancione
el Congreso, los tratados con las naciones extranjeras, las leyes particulares de las provincias, las leyes
generales que han regido anteriormente a lo Nación, y los principios del derecho de gentes según lo exijan
respectivamente los casos que se sujeten a su conocimiento en el orden de prelación que va establecido’.
49 La CSJN, en el citado caso “Cabrera, Washington c/Comisión Técnica Mixta de Salto Grande", declaró in
constitucional el artículo 4 del Acuerdo de Sede suscripto por nuestro país, el 15/04/1977, por otorgar a la Co
misión Técnica Mixta do Salto Grande inmunidad de jurisdicción, y esta, al carecer de órgano jurisdiccional
para entender en las controversias, violaba el artículo 18 de la CN (que establece el derecho a la jurisdicción).
60 AI respecto, Rey Caro considera que habría sido más adecuado haber agregado con "otros entes internaciona
les’’, dado que “la dinámica de las relaciones internacionales está signada por la participación en la vida inter
nacional no solo de loe Estados y lae organizaciones internacionales, sino también de otros entes a los cuales se
les reconoce subjetividad internacional, algunos do larga existencia ya como la Soborana Orden de Malta o la
Crux Roja Internacional (más precisamente el Comité), y otros surgidos en razón de realidadesy circunstancias
más recientes, como loa movimientos de liberación nacional". Cfr. Rey Caro, Ernesto, “Los Tratados Interna
cionales en el Ordene miento Jurídico Argentino. Consideraciones sobre la Reforma Constitucional", en Los
posterior podía derogar48 una loy anterior, así como una ley posterior podía derogar
anterior (sin perjuicio de que olio generara responsabilidad internacional por el incumplí--’^
miento de un tratado on vigor). Esta postura se afirmaba en los casos "Martín y Cía. LtdÁ.'V^
Administración General de Puertos”88 y "Esso c/Gobierno Nacional"44.
En 1992 la CSJN revirtió su doctrina en el caso "EkmoMjian, Miguel c/Sofovich, Gerardo
y otros"88 al sostener que "la derogación de un tratado internacional por una ley del Congreso^
violenta la distribución de competencias impuesta por la misma Constitución nacional, porqué J >
mediante una ley se podría derogar el acto complejo federal de la celebración de un tratado’4’
y “que la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados (...] confiere primacía al derecho >
internacional convencional sobre el derecho interno. Ahora esta prioridad de rango integra el
ordenamiento jurídico argentino. La convención es un tratado internacional, constitucional
mente válido» que asigna prioridad a los tratados internacionales frente a la ley interna en el
Ambito del derecho interno, esto es, un reconocimiento de la primacía del derecho internacional
por el propio derecho interno"4’.
Esta postura es reiterada en fallos posteriores, tales como"Servinide Cubría"3*, "Fibraca*89,
“Serra*40, "Hagelin, Ragnar”81, "Artigue"88, "Cafés La Virginia"43, "Giroldi"44, "Espósito”48,
“Simón"48 y "Mazzeo"4’, entre otros.
En resumen, la jurisprudencia de 1992 consideraba a los tratados celebrados de acuerdo
con la CN como superiores a las leyes y al resto de nuestro ordenamiento jurídico. Sin em
bargo, es importante destacar que, en el mencionado caso "Fibraca", la Corte Suprema, si bien
reafirma la supremacía de los tratados, deja expresamente a salvo el respeto de los principios
constitucionales al expresar:
Que la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados [...1 es un tratado inter
nacional, constituciónalmente válido, que en su art 27 dispone: “Una parte no podrá
invocar las disposidones de su derecho interno como justificación del incumplimiento
de un tratado". La necesaria aplicadón de este artículo impone a los órgano» del Es
tado argentino -una vez asegurados loe principio» de derecho público conatitudona-
les- asignar primacía a los tratado» ante un eventual conflicto con cualquier norma
interna contraria18.* 53 * 55 * 57 58 59 * 61 62 63 * * 66 67 68
02 Parte de la doctrina considera incorrecta la utilización dol término "derogar" en esto» casoi. El doctor Bar
barie opina, acorca dol término "derogación", quo "so trata aimplemonto del incumplimiento o de la vlolaoión
de un tratado Internacional" (op. cit., p. 25) y, al compararlo con el derecho interno, loflala:J quien no da
cumplimiento a un contrato, no puode expresar que lo anula o deroga, tino limpiamente debe dedr que no lo
reapeta o transgrede"; asimismo agrega: “(.. J la Argentina no podría derogar uní lateralmente un tratado que
ha concertado con otro Sitado y tampoco podría revocar el consentimiento otorgado pera obligarle mediante
esa convención"; cfr. Barberil, Julio. "La Convención do Viena sobro el Derecho de lo» Tratado» y la Constitu
errdus.com).
59 CSJN, "Fibraca Constructora 8CA c/Comisión Técnica Mixta de Salto Grande a/Recurio de hecho’, Causa
66 CSJN, “Espósito, Miguel Angel a/ incidente de prescripción do la acción penal promovido por iu defama -Bu
lado, Wolter David". Causa E. 224. XXXIX, 23/12/2004.
66 C8JN, "Simón, Julio Héctor y otros a/privaclón ilegítima de la libertad, etc. (Pobleta)’, Causa 6.1767. XXX-
VIII, 14/06/2005.
67 CSJN, "Mosteo, Julio Lilo y otros a/rec. de casación e inconstitudonalldad - Rivera»", Causa M. 2388. XLII,
REX, 13/07/2007.
68 "Fibraca", doc. cit, considerando 3. . ’ ‘
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La reforma constitucional de 1994 adoptó una postura que concuerda con la doctrina de la
CSJN al prescribir en el artículo 75(22), primer párrafo, que “los tratados y concordatos tienen
jerarquía superior a las leyes"6’.
En segundo lugar, el nuevo artículo 75(22), en los párrafos segundo y tercero, establece:
rantías por olla reconocidos, Solo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder
Ejecutivo nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los
Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados
por el Congreso, requerirán del voto de las dos torceras partes do la totalidad de los
Esta norma le otorga “jerarquía constitucional” a una serie de instrumentos sobre dere
chos humanos “en las condiciones de su vigencia", que en el caso de loe tratados no puede sino
significar que gozan de dicha jerarquía tal como entraron en vigor (con sus respectivas reser
vas o enmiendas, o declaraciones interpretativas, en caso de existir). Es fundamental que el
tratado se encuentre en vigor para nuestro país en el plano internacional.
A primera vista pareciera que, a partir de dichos párrafos, la cúspide de la pirámide
jurídica en la actualidad se encuentra compartida por la CN, las dos “declaraciones" y los
ocho tratados sobre derechos humanos (uno de ellos con un protocolo facultativo), enuncia
dos taxativamente (jerarquía comparable con la Constitución peruana de 1978, que en bu
artículo 105 preceptúa que “loa tratados relativos a derechos humanos tienen jerarquía cons
titucional").
Sin embargo, la referencia a que dichoB instrumentos “no derogan artículo alguno de
la primera parte de la Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y
garantías por ella reconocidos”, así como la vigencia de los artículos 27 y 30, nos lleva a in
terpretar que siguen prevaleoiendo los principios de derecho público constitucionales sobre
todo tipo de tratados, puesto que e6a es la condición que deban cumplir incluso los tratados
sobre derechos humanos para gozar de la llamada "jerarquía constitucional". En realidad, BBta
expresión bien podría significar que estos tratados sobre derechos humanos son superiores
a toda otra norma inferior a la Constitución, puesto que ostá bien claro que los tratados "no
derogan artículo alguno de la primera parte de la constitución” y, además, tampoco se previó la
posibilidad de contradicción entre las normas de un tratado con aquella (aunquo olio no quita
la posibilidad de que en el futuro la jurisprudencia pueda hacer prevalecer las cláusulas de
este tipo de tratados sobre la Constitución misma)”.
La CSJN ha tenido oportunidad de interpretar el segundo párrafo del inciso 22 del nuevo
artículo 75 de la CN en el caso "Analía M. Mongos c/Univereidad de Buenos Aires". En dicho
asunto, nuestro máximo tribunal analizó diversas normas y su compatibilidad, con el objeto do
verificar la conitltuclonalldad o inconstitucionalidad de la resolución 2814/1995 del Consejo
B0 En realidad, la reforma constitucional superó la postura do la Oorto, si so liona on cuenta que eleva la Jerar
quía de cierto» tratados sobro derechos humano», como so verá mío abajo.
70 Sobra les distinta» Intorprataclonos que la doctrina ha dado al respecto, ver Rey Caro, ErnoBto, ‘Los tratados
Internacionales sobro derecho» humanos on la Constitución Argentina", en HMor Gnu EqMl AmlHrum
í.lbtr, vol. n, Bruylant, Bruselas, 1997. pp. 1290-1291.
290
CAPÍTUL014 - RELACIONES ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL¿ DERECHO-INTERNO
por la que se creó.el denominado “curso preuniversitario de ingreso”1’. Las normas en cuestión
eran: .
1) el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (con jeiarqqíqj^
constitucional en virtud del artículo 75, inciso 22, de la Carta Magna), cuyo artículo 13, inciso1'í
2.c, establece que “la enseñanza superior debe' hacerse igualmente accesible a todos, so
base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados”;
2) el artículo 75, inciso 18, CN, que encomienda al Congreso el dictado de “planes de ina-S-
trucción general y universitaria” referentes a todos los niveles y ciclos educativos;
3) el artículo 75, inciso 19, CN, que dispone “Sancionar leyes de organización y de base de
la educación que consoliden la unidad nacional respetando las particularidades provinciales y
locales; que aseguren la responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia
y la sociedad, la promoción de los valores democráticos y la igualdad de oportunidades y'po
sibilidades ein discriminación alguna; y que garanticen los principios de gratuidad y equidad
de la educación pública estatal y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales”;
4) el artículo 50 infine de la Ley Federal de Educación 24.521 que prescribe: “En las uni
versidades con más de cincuenta mil (50.000) estudiantes, el régimen de admisión, permanen
cia y promoción de los estudiantes será definido a nivel de cada facultad o unidad académica
equivalente”.
Al respecto, la Corte Suprema estableció:
Que el art. 76, inc. 22, mediante el que se otorgó jerarquía constitucional a los trata
dos cuyas disposiciones se han transcripto, establece, en su última parte, que aquellos
“no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben enten
derse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos”. Ello indica
que los constituyentes han efectuado un juicio de comprobación, en virtud del cual
han cotejado Iob tratados y loa artículos constitucionales y han verificado que no se
produce derogación alguna, juicio que no pueden los podoros constituidos desconocer
y contradecir”.
Que do ello se desprende que la armonía o concordancia entre los tratados y la Cons
pueden ni han podido dorogar la Constitución pues ooto sería un contrasentido inaua-
Que, de tal modo, los tratados complementan las normas constitucionales sobre de
en la parte orgánica de la Constitución -entre ellas, el ino. 19 del art. 75- aunque el
constituyente no haya hecho expresa alusión a aquella, pues nó cabe sostener que
las normas contenidas en los tratados se hallen por encima de la segunda parte de la
las do los tratados tienen la misma jerarquía, son complementarias y, por lo tanto, no
71 Lo Corto finalmente confirmó la sentencia apelada y apoyó lo solución brindada por la Cámara National da
Apoloolones en lo Contándolo Administrativo Federal, que declaró la nulidad do la resolución 2814/1005 del
Consejo 8uperlor do la Universidad do Buanos Aires: cfr. O8JN, 98/19/1996, voto do la mayoría.
12 Ibfd-, considerando 20.
78 Ibfd,, considerando 21. »,
Por otra parte, en el caso “Simón, Julio Héctor y otros” (Poblete), la Corte Suprema i
confirmó la inconstitudonalidad de las leyes de punto final y de obediencia debida”, a! con
siderar:
Que si bien es cierto que el art. 76, inc. 20 de la Constitución Nacional mantiene la
potestad del Poder Legislativo para dictar amnistías generales, tal facultad ha sufrido
importantes limitaciones en cuanto a sus alcances. En principio, las leyes de amnistía
han sido utilizadas históricamente como instrumentos de pacificación social, con la
finalidad declarada de resolver los conflictos remanentes de luchas civiles armadas
luego de iu finalización. En una dirección análoga, las loyes 23.492 y 28.621 inten
taron dqjar atrás los enfrentamientos entre “civiles y militares”. Sin embargo, en la
medida en que, como toda amnistía, se orientan al 'olvido” de graves violaciones a los
derechos humanos, ellas se oponen a las disposiciones de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y
resultan, por lo tanto, constitucionalmenta intolerables (arg. art. 75, inc. 22, Consti
tución Nacional)7’.
Al respecto, Lilian del Castillo afirma que ello “resulta en admitir la posibilidad de que •*
un tratado modifique el alcance de las disposiciones de la segunda parte de la Constitución, a
contrario de lo afirmado en Monges al interpretar la relación entre Constitución y tratados con
jerarquía constitucional*7®.
76 En tal sentido, la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, haciendo suyo un
dictamen dal Instituto de Derocho Constitucional, afirmó lo siguiente: “El lenguaje de la Constitución es
lenguaje jurídico y no debe reducírselo a lenguaje informativo. Cuando la constitución dice 'no derogan .
artículo alguno’ no nos está informando la comprobación de un hecho; está estableciendo una norma. Es
el mismo caso del artículo 15. cuando dico 'en la Nación Argentina no hay esclavo»...’; no está informando
la inexistencia fáctica de personas saetas a esa servidumbre; e9tá aboliendo la esclavitud. El texto del ar
tículo 75, inc. 22, no nos está informando de cierta actividad inteloctual realizada por los convencionales;
está preservando la vigencia de todos loa artículos de la primera parte de la Constitución frente a cualquier
eventual colisión con un tratado internacional que, por el mecanismo previsto, se incorpore a nuestro or
denamiento jurídico con jerarquía constitucional. Garantizar esa vigencia, sí está en el ámbito del control
judicial de constitucionalidad* (párrafo 8 del Dictamen del Instituto de Derecho Constitucional sobre el fallo
"Arancibía Clavel", Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Memoria 2004,
Buenos Aires, p. 51).
77 Las denominadas leyes de 'punto final" (Ley 23.492, B.0.29/12/1986) y “obediencia debida" (Ley 23.521, B.O.
09/06/1987 • Suplemento Especial) fueron primero derogadas por la Ley 24.952 (B.O. 17/04/1998) y luego de
claradas insanablemente nulas por la Ley 25.779 (B.O. 03/09/2003).
79 del Castillo, Lilian, El Derecho Internacional en la Práctica Argentina, Errepar, Buenos Aires, 2012, p. 36.
80 Para un análisis más detenido, ver del Castillo, Lilian, op. cit., parte i, pp. 26-43.
292
CAPÍTULO14 ■ RELACIONES ENTRE EL DERECHO IWTeRMACIONAt.Y a/DEBECHOMOTERNO ' ’
A
Art.76.lno. 22
Constitución Nacional argentina
i¿¿; Respecto de la denuncia (es decir, el acto por medio del cual el Estado procede a desobli
garse del tratado en el plano internacional), acertadamente, el inciso 22 (segundo párrafo) del
3?k:
nuevo artículo 75 establece que los tratados sobre derechos humanos con jerarquía constitu
i
cional “solo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo nacional, prévia aproba
ción de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara”.
.'.y'. £J¡ El artículo 76(22) deja abierta la puerta para que en el fiituro otros tratados de derechos
humanos adquieran jerarquía constitucional. Cabe aclarar que, según la propia letra de la
norma, tienen que cumplirse los siguientes requisitos:
&S - deben ser "tratados" (la referencia a “convenciones” resulta redundante), puesto que
’ no se contemplan declaraciones; '
- deben ser específicamente sobre derechos humanos;
- no importa la fecha en que el tratado se haya adoptado o la fecha en que la República
5f?í Argentina haya manifestado su consentimiento en obligarse por el tratado (es decir,
puede ser un tratado anterior o posterior a la reforma constitucional de 1994);
- debe decidirlo el Congreso de la Nación por una mayoría especial (voto de las dos ter
ceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara).
Respecto de este último requisito, corresponde señalar que no debe contundirse la ley
aprobatoria del tratado (cuyo procedimiento de sanción es el mismo para todos los tratados),
sancionada por el PLN previo a que el PEN manifieste su consentimiento, con. la ley que le
' otorga jerarquía constitucional. En efecto, el artículo 75(22) in fine dispone que los tratados
¡jp. sobre derechos humanos no enumerados en el inciso 22 (segundo párrafo), para gozar de laje-
rarquía constitucional, “luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán del voto de las dos
terceras Partes de la totalidad de los miembros de cada Cámara”.
Lo lógico es que la ley aprobatoria del tratado sea sancionada y promulgada anteB de que
Sí: el PEN se obligue por el tratado y que la ley por la que se le otorgue jerarquía constitucional
86 sancione con posterioridad a que el Estado manifieste el consentimiento en obligarse por el
gí-fr katado en el plano internacional. En cualquier caso, la jerarquía constitucional operará una
vez que el tratado se encuentre en vigor para nuestro país, puesto que el segundo párráfo del
jíiT:. : artículo 75(22) prescribe que los tratados allí enunciados gozan de jerarquía constitucional.
"8n l08 condiciones de su vigencia”. Entendemos que todas las condiciones establecidas en el
Éi: ’ fe
s».: :■
LECCIONES DE DERECHO IHTERNACIOHAL PÚBLICO
párrafo segundo se aplican a los nuevos tratados que adquieran jerarquía constitucional con- 3
forme al párrafo tercero (o in fine).
Algunos juristas sostienen que el mecanismo previsto tanto para otorgarle jerarquía 3
constitucional a otroB tratados de derechos humanos como para excluir a los ya incorporados
en dicha categoría ha generado un proceso particular de reforma de la Constitución, distinto
del regulado en el artículo 30 de la Carta Magna, "la que habría dejado de ser 'rígida’, según la .¡s
calificación de la doctrina tradicional"81. 82
En aplicación del artículo 75(22) in fine, luego de la reforma de 1994, tres tratados de
derechos humanos adquirieron jerarquía constitucional: la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas (1994); la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad (1968) (en adelante, Convención iif
sobre Imprescriptibilidad) y, recientemente, la Convención sobre los Derechos de las Personas '■
con Discapacidad (2006).
En cuanto a la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas .'
-aprobada por la Asamblea General de la OEA el 9 de junio de 1994; en la Argentina fue ,
aprobada por la Ley 24.65681-, este Estado la ratificó el 28 de febrero de 1996 (un mes más 'jj
tarde entró en vigor) y en 1997, por la Ley 24.82083,84 la*reconociójerarquía constitucional. El
se85
lenguaje utilizado por el artículo 1 de la Ley 24.820 fue: “Apruébase la jerarquía constitucional
de la Convención".
En cuanto a la Convención sobre Imprescriptibilidad, si bien había sido adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 1968, debido a los períodos
en que el país estuvo gobernado por regímenes de facto y dictatoriales, involucrados en la co-
misión de crímones de lesa humanidad, en la RepúblicaArgentina recién fue aprobada on 1995 ®
por Ley 24.684’*. Sin embargo, peBe a que el PEN contaba con la aprobación del Congreso, la u’i:
decisión de adherir a la Convención se tomó varios años más tarde (probablemente debido al.
conflictivo carácter retroadivo del tratado, en pugna con el artículo 18 de la CN). Finalmente,
poco tiempo después de la adhesión en el plano internacional -hecho que se produjo el 26 • ■ í
de agosto de 2003- en la Argentina se le otorgó jerarquía constitucional por Ley 25.778“. El p
lenguaje utilizado por el artículo 1 de la Ley 25.778 fue: "Otórgase jerarquía constitucional a ;¡^
la Convención”. Como vemos, en esta última ley no se empleó el verbo “aprobar” para la jerar- ,'gi
quía constitucional -como había ocurrido con la Convención Interamericana sobre Desapari-,
ción Forzada de Personas-, sino el verbo “otorgar". Idéntico lenguaje usa la Ley 27.044 (B.O. j
22/12/2014), respecto de la jerarquía constitucional de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad.
La primera vez que los tribunales argentinos fueron llamados a aplicar la Convención so- ■}
bre Imprescriptibilidad-con carácter retroactivo- fue en el cuso “Arancibia Clavel”, con motivo
del procesamiento de un ex agente de inteligencia chileno por un hecho cometido en la Repú- $
blica Argentina en 1974, en el marco de la Operación Cóndor, por el cual resultó asesinado el
General Carlos Prats (ex Comandante en Jefe del Ejército de Chile) y su esposa, al explotar
su vehículo. Arancibia Clavel había sido uno de los miembros de la Dirección de Inteligencia ' ,
Nacional “DINA exterior", dependiente del gobierno de facto chileno, “cuya actividad oonsletía . ¡í
en la persecución de opositores políticos al régimen de Pinochot exiliados en Argontina”, lo quo
incluía secuestros, sometimiento a interrogatorios bajo tormentos, eto.88. Esta actividad había $
dido llevada a cabo desdo marzo de 1974 hasta noviembre do 1978, cuando Arancibia Clavel ■
fue detenido. Si bien on primera instancia había sido condonado a la pona do reclusión porpo- ’J)
tua por el delito de asociación ilícita agravada, en concurso roal con participación necesaria on i
el homicidio agravado por ol uso de explosivos y con el concurso premeditado de dos o más per-
aonae, la Cámara Nacional de Casación Penal consideró quo calificaba como asociación ilícita
81 Cfr. Rey Caro, Ernesto, "Loe tratados internacionales sobro derechos humanos...’, op. cit, p. 1290.
82 Sancionada ol 13/00/1995 y promulgad» ol 11/10/1905 (B.O 18/10/1095).
88 Sancionada ol 30/04/1097 y promulgada do hecho el 28/00/109? (B.O, 29/05/1007).
84 Sancionada ol 01/11/1995 y promulgada 0123/11/1998 (B.O. 29/11/1998).
85 Sancionada ol 20/08/2003 y promulgada ol 02/09/2003 (B.O. 03/09/2003).
8B 'Arancibia Clavol", doc. oit., considerando 8.
294
g CAPÍTUL014 - RELACIONES EfíTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y El DERECHO INTERNO
simple y declaró extinguida la acción penal por prescripción, sobreseyendo a Arancibia Clavel ^-«£5
por ese hecho17. Más allá de la divergencia en cuanto a si correspondía o no la figura agravaba
de la asociación ilícita y qué norma resultaba aplicable, la Cámara entendió que, desdóla fecha
que se dejó de cometer el delito (es decir, desde su detención en 1978) hasta la de su llamado: .’?■
á prestar declaración indagatoria en mayo de 1989, habían transcurrido más de diez años, por:
lo que operaba la prescripción. El Gobierno de Chile, actuando como querellante, interpuso' r?
. recurso extraordinario, invocando la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. La
SW;‘ Cámara lo rechazó por entender que los hechos imputados a Arancibia Clavel no encuadraban--A
crímenes de lesa humanidad. :.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación entendió que era competente pues lo concer-
niente a que “la prescripción de la acción penal constituye una cuestión de orden público y >
la omisión de su consideración puede comprometer la responsabilidad del Estado argentino
' frente al orden jurídico interamericano"8®. Contrariamente a la posición de la Cámara, la Corte
.• consideró que correspondía calificar la conducta de Arancibia Clavel como una asociación ilícita
rS? para cometer delitos de lesa humanidad, por lo que resultaba aplicable la Convención sobre
Imprescriptibilidad, que había adquirido jerarquía constitucional®. Si bien la Corte reconoció
’ que “el instituto de la prescripción de la acción penal, está estrechamente ligado al principio
^feyí/.de legalidad, por tanto no sería susceptible de aplicación una ley ex post facto que alterase su
L? • A1 operatividad, en peijuicio del imputado*, no obstante, consideró que “la excepción a esta regla,
está configurada para aquellos actos que constituyen crímenes contra la humanidad, ya que
^fc.se tratan de supuestos que no han dqjado de ser vivenciados por la sociedad entera dada la
-magnitud y la significación que los atañe"90.
,■
En cuanto al hecho do que la Convención sobre Imprescriptibilidad fue aprobada en la
i Argentina e incorporada con jerarquía constitucional con posterioridad a la comisión del delito,
i. y acerca de si su aplicación retroactiva lesiona el principio nullapoena Bine lege, la Corte des
atacó que “esta convención sólo afirma la imprescriptibilidad, lo que importa el reconocimiento
$de una norma ya vigente (ius cogens) en función del derecho internacional público de origen
consuetudinario. De esta manera, no se fuerza la prohibición de irretroactividad de la ley pe
nal, sino que se reafirma un principio instalado por la costumbre internacional, que ya tenía
vigencia al tiempo de comisión de los hechos*11.
íí En definitiva, este caeo no trató -según la Corte- sobre la aplicación retroactiva de un
tratado, sino acerca de la aplicación de una norma consuetudinaria internacional, con carácter
O#:
’‘ , tejus cogene, que existía con anterioridad a la ratificación de la Convención sobre Impres-
criptibilidadw. La propia Corte reconoció que las formulaciones de la mencionada Convención
respecto de la retroactividad no resultaban categóricas, si bien manifestó: indican la ne
B
cesidad de un examen de la cuestión de la prescripción diferenciada, según se trate o no de un
; delito de lesa humanidad”93.
•M*r En conclusión, se señaló: “(...] los hechos por los cuales se condenó a Arancibia Clavel, ya
eran imprescriptibles para el derecho internacional al momento de cometerse, con lo cual no
M da una aplicación retroactiva de la convención, sino que ésta ya era la regla por costumbre
5 * \. santo Convención te comprometen a adoptar, con arrtglo a su» rwpeotfvo» procedimientos conttUuclortol", la»
, < ,v¡\ . medida» legislativa» o d»otra índole que fueran necoiaria» para que la prescripción de la acción penal o de la
» pena, establecida por ley o de otro modo, no »e aplique a loe crímenes mencionado» en lo» artíoulo» 1" y 2‘ de
' ,a Puente Convención y, on caso de que exilia, sea abolida" (ónfaeie agregado)»
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO
internacional vigente desde la década del *60, a la cual adhería el Estado argentino”®*. Por lo
tanto, las reglas sobre prescripción de la acción penal previstas en el Código Penal argentino -í
quedaron desplazadas por el derecho internacional consuetudinario y por la Convención sobre
Imprescriptibilidad”. En consecuencia, la Corte declaró procedente el recurso extraordinario y .
dejó sin efecto la sentencia apelada®*.
Cabe señalar que esta decisión se adoptó por mayoría. En disidencia, el ministro Bellus-
do consideró que, si bien no había ninguna disposición constitucional que estableciera que
los delitos debían siempre prescribir, por lo que la Convención sobre Imprescriptibilidad no
planteaba ningún conflicto con la Constitución, sin embargo, algo distinto era su aplicadón
retroactiva®’. La aplicación de la Convendón a este caso “resulta contraria a la proscripción de
aplicación retroactiva de la ley penal, como corolario del principio do legalidad” contenido en
el artículo 18 da la Constltudón Nacional”. En cuanto a la jerarquía constitucional de la Con
vendón, Bellufldo reiteró su posición acerca de que éstos tratados con jerarquía constitucional,
son “normas constitucionales de segundo rango, que prevalecen por sobre las leyes ordinarias
pero que son válidas únicamente en la medida en que no afecten los derechos consagrados en
la primera parte de la Constitución Nacional”®9. Asimismo, agregó:
Que tampoco Be puede admitir que en virtud del ius cogeos la imprescriptibilidad de
la acción penal por delitos de lesa humanidad rigiera en la Argentina al tiempo de
cometerse los hechos que se pretende incriminar. Fuera de que la única alusión de la
Constitución al derecho de gentes es el art 118, que constituye solamente una regla de
competencia judicial, aunque ee considerase que tales hechos constituyeran delitos de
lesa humanidad, no resultaría posible acudir a principios indefinidos supuestamente
derivados del "derecho de gentes” pues al momento de la comisión de los hechos faltaba
la norma específica, por supuesto, que vinculara a la República Argentina, que estable
ciera una determinada sanción, o bien la imprescriptibilidad de las sanciones estableci
das en la ley local, ya que la convención que había establecido esa imprescriptibilidad ha
sido incorporada con posterioridad al ordenamiento jurídico nacional10094. 95 96 97 98 99
Por su parte, el Ministro Fayt, también en su voto en disidencia, agregó que la vigencia del
artículo 27 de la Constitución Nacional impide “la aplicación de un tratado internacional que
prevea la posibilidad de aplicación retroactiva de la ley penal, en tanto el principio de legalidad
que consagra el nulLum crimen, nulla poena Bine lege prae uta es innegablemente un principio
de derecho público establecido en esta Constitución (art. 18 de la Constitución Nacional), quizá
uno de bub más valiosos"101.
La decisión de la CSJN en este caso recibió duras críticas en el seno de la Academia Na
cional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, donde se expresó que “Existe obstáculo
constitucional a la aplicación retroactiva de la ley penal y a la costumbre como fuente de la pre
tensión punitiva del Estado. Cuatro jueces fundan su decisión en la costumbre, con lo que violan
el principio de legalidad; el quinto aplica una Convención posterior, con lo que viola el principio
de irretroactividad"102. Se destaca que el artículo 75(22) de la CN "preserva la vigencia de la pri-
libertad de Arar.cibia Clavel en Argentina*, Diario Clarín, 06/09/2007. En abril de 2011, Arancibia Clavel fue
asesinado en el departamento donde residía en la ciudad de Bueno9 Aíres. Ver ‘El ex agente chileno Enrique
Clavel", en Academia Nacional de Dorecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Memoria 2004, Buenos Aires,
p. 51.
295
CAPITUL014 ■ RELACIONES ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL DERECHA INTERNO' W?
, mera parte de la Constitución frente a cualquier eventual colisión cen un tratado internmápnaíSL
*; . y que, como en este caeo la colisión se da, la vigencia del artículo 18 debe ser garantizada’’.'^^
Las provincias podrán crear regiones para el desarrollo económico y social y estable
cer órganos con facultades para el cumplimiento de 6us fines, y podrán también cele
En concordancia con el anterior artículo 108, el nuevo artículo 128 le impide a las provin-
:' cias celebrar tratados parciales de carácter político.
Por otra parte, la reforma ha incorporado en la primera parte de la Constitución nuevos
derechos y garantías. Así, en el artículo 39 se les reconoce a los ciudadanos el derecho de ini
ciativa popular para presentar proyectos de ley, pero impide su ejercicio respecto de proyectos
de tratados internacionales.
También merece destacarse el nuevo artículo 43, que incorpora a la Constitución el re- •
curso o acción de amparo “contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares,
,Z_
297
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilega
lidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley”.
A diferencia de lo que ocurre con los tratados, nuestra Constitución Nacional no hace
referencia explícita a la posición que ocupa la costumbre internacional en relación con otras ■
fuentes de derecho interno, sea la propia CN o leyes dictadas por el Congreso de la Nación.
Vinuesa considera que, sin embargo, es posible inferir que la costumbre tendrá el mismo rango .
otorgado a los tratados y que está subordinada a la Constitución Nacional104. 105 * 107
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha hecho aplicación de la costumbre interna
cional en diversas oportunidades, aunque es difícil hallar precedentes en los que se observe
una nítida contraposición entre una norma internacional consuetudinaria y una norma in
terna, para poder evaluar cómo juega la relación jerárquica entre ellas.
En el caso Priebke, la Corte Suprema, al hacer lugar a la extradición solicitada por Italia
del criminal de guerra Erich Priebke, sostuvo la imprescriptibilidad “de los delitos contra la
humanidad”, con apoyo en los “principios del ius cogens del Derecho Internacional”108, proba
blemente con la finalidad de descartar la aplicación de las normas contenidas en el Código
Pena] argentino vigente en dicha época, bqjo las cuales todas las acciones penales prescribían i
al cabo de un período de tiempo, variable de acuerdo con el tipo de delito, y también para evitar
cualquier conflicto con el artículo 18 de la Constitución Nacional (prohibición de aplicar leyes
penales ex post facto).
Resulta interesante resaltar que, al decidir casos concernientes a la inmunidad de juris
dicción de los Estados extranjeros ante nuestros tribunales, se dio algo paradójico. La Corte
resolvió de manera contrapuesta similares asuntos, pero fundamentó su solución en todos ellos
en la aplicación prioritaria de una norma consuetudinaria.
En efecto, en el caso “Gómez, Samuel c/Embajada Británica”, el máximo tribunal argén- '
tino reconoció el principio internacional de inmunidad de jurisdicción y lo aplicó de manera
“absoluta" a favor del Estado demandado100. Sin embargo, en el caso Manauia, aplicó la teo
ría restrictiva de la inmunidad de jurisdicción y se apartó, así, de la solución dada en aquel
precedente. Asimismo, se apoyó en la práctica internacional, al precisar que, “a la vista de la .-
práctica actual divergente de los Estados, ya no es posible sostener que la inmunidad absoluta
de jurisdicción constituya una norma de Derecho Internacional general, porque no so practica de
modo uniforme ni hay convicción Jurídica de su obligatoriedad"10’.
Ya vimos que el nuevo artículo 76, inciso 22, segundo párrafo, de la CN otorgó jerarquía
constitucional, junto con alertos tratados, a dos declaraciones: la Declaración Americana de
los Derechos y Deberos del Hombre y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Si bien
ninguna de ellas constituya un “tratado”, se reconoco valor vinculante a sus contenidos, funda-
mentalmente al tener en cuenta la práctica do los Estados al respecto. Es decir que cada uno
de loa principios enunciados en dichos instrumentos constituiría una norma consuetudinaria =
y, por ende, con carácter obligatorio para los Estados.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre fue adoptada en 1948
en una resolución tomada por la Novena Conferencia Internacional Americana. Sobre el esta
tus jurídico de la Declaración Americana se ha expedido la Corte Interamericana de Derechos
104 Conforti, Bonedotto, Derecho Internacional, edición en eapaftol revisada y anotada por Raúl Vlauasa, Zavalía,
Buonos Airoa, 1095, p. 397.
105 C8JN, Triebka, Erich «/Solicitud do oxtradíción -causa 16.063/94-", fallo del 02/11/1980, voto do la mayoría,
conaiderandoa 4 y 6.
100 "Qómea, Samuel c/Embqjada Británica", doo. cit.
107 C8JN, "Manauto, Juan Josó y otros c/Embajada do la Fodoraclón Rusa s/Daftoa y porjuloioa", fallo del
22/12/1994, considerando 10.
298
, • y.,: y i„- •
'i
CAPITULO 14 - RELACIONES ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y El DERECHO INTERNO
iSfe- Humanos en la Opinión Consultiva 10, en la cual concluye que, sfrbien no se trata de un tra-
a" tado, en la actualidad es fuente de obligaciones internacionales para los Estados miembros de
$;la Organización de los Estados Americanos (OEA)108. ' •
Por su parte, la Declaración Universal de Derechos Humanos fue proclamada también; ^7^
“ ;en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución 217,w. Como acto.
-5.- unilateral de la Asamblea General, no goza ab initio de valor vinculante y hay que considerar '' k
..que el artículo 13, inciso b, de la Carta de las‘Naciones Unidas solo le confiere la potestad/de.
V
emitir “recomendaciones" a los Estados, con el fin de “ayudar a hacer efectivos los derechos
^•¿'humanos". No obstante, en la actualidad se reconoce el carácter obligatorio de los derechos que
b
enuncia110, tal como surge de la jurisprudencia internacional111.
Sin embargo, cabe efectuar la siguiente pregunta: ¿A qué se refiere el artículo 75(22), se- • V
¿: gundo párrafo, cuando, luego de enunciar las dos declaraciones y los ocho tratados (más el pro-
¡ggigí.'-tocolo adicional) con jerarquía constitucional, aclara que tendrán dicha jerarquía “en las condi-
ci°nes de su vigencia’? Es decir, sabemos a qué referimos cuando hablamos de las condiciones
:■ de vigencia de los tratados, pero ¿cuáles serían las condiciones de vigencia de las Declaraciones
11$ Americana y Universal dado que ellas no poseen la naturaleza jurídica de tratados? Lo más
simple podría ser interpretar que la expresión “en las condiciones de su vigencia” se refiere ex-
¿ elusivamente a los tratados y no a las declaraciones con jerarquía constitucional (aunque eso no
w?^S'b¿.1o que surge de la literalidad del texto en cuestión), ya que otra interpretación nos llevaría a
H' ¡argentino
Los tratados operativos (selfexacutirig) son aquellos cuyas normas “resultan aplicables
«i ’en el ordenamiento interno de forma directa por contener en sí mismas todas las medidas ne
cesarias al efecto”119. En ese mismo sentido, nuestra Corte Suprema ha puntualizado que “una
■•••• norma es operativa cuando está dirigida a una situación de la realidad en la que puede operar
inmediatamente, sin necesidad de instituciones que deba establecer el congreso"118.
|||pt:£ ’ Pero hay tratados que contienen cláusulas que no son susceptibles de aplicación inme-
i. xí ■ diata, sino que requieren para su efectividad la adopción de medidas legislativas o reglamenta-
rías internas, a fin de fijar sus ámbitos de aplicación (límites). A estos tratados se los denomina
' ^' 4• ^programáticos" (non sslf-execuiing), por oposición a los “operativos*.
$$ x . No obstante, esta clasificación no es tan absoluta, puesto que pueden darBe tratados que
:; contengan cláusulas operativas y cláusulas programáticas, comó sucede en la mayoría de los
casos.
Tanto los tratados operativos como los programáticos que se encuentren en vigor son
í igualmente obligatorios, en forma contraria a lo que sostuvo -erróneamente- la CSJN on al-
gunoB procedentes con anterioridad a 10N*M que integran nuestro ordenamiento jurídico in-
-^¿Sistemo. Ello os así puosto quo, uun respecto de las cláusulas programáticas contenidas on un
"Intorpivtaoión do 1a Declaración Americana do loa Dorochoi y Deborci dol Hombro on o! merco del artícu
lo 64 do 1q Convención Americana «obre Derechos Humanos", OO-1O/09, Corte IDH, Opinión Consultiva,
14/07/1089, considerando 45.
‘ ’ 109 Resolución 217 (III), del 10/12/1948.
Ver Carrillo Salcedo, Juan Antonio, “Algunas reflexiones sobre ol valor jurídico de la Declaración Universal
de Derechos Humanos’, en Hacía un nuevo orden internacional y europeo. Homenaje al Profesor M. Diez de
'¡íj/.i1-'. ’•
Volateo. Tocnos, Madrid, 1993, pp. 167-178.
111 Por qjomplo, caso del Personal diplomáticoy consular de los Estados Unidos en Teherán (EE.UU. c. Irán), CIJ,
Fallo, 24/06/1980, parág. 91.
Cfr. Rodrigues Cerrión; Alejandro, Lecciones do Derecho Internacional Público. Tecnos, Madrid, 1987, p. 222,
‘Ekmokdjian c/Bofovich’, doc. cit, entre otros fallos.
Lo C8JN reiteró en divorsoe fallos que la falte do reglamentación legal impido tenor al tratado como Derecho
( ©
Positivo interno om “Corta, Héctor R. c/MunlcIpalidodde 11 Ciudad de Buenos Aires y otros*, C-762>XIXy C-758-
XIX, sentencia del 12/03/1087 -Caballero-; caso -8dncho« Abolenda, Raúl c/Ed idones de la Urraca 8Ay Ciro” (ya
cltedo) -considerando 7 do la mayoría y considerando 7 do) voto dal doctor Petracsbl.-! caso "Ekmokditen. Miguel
A. a/Noustadt, Bornordo y otros s/Amparo’, MOXXU» sentencia del 01/J2/19fl8, considerando 8, entre otees).
■
LECCIONES DE OERECHO INTERNACIONAL PÜBUCO
tratado, el Estado asume una obligación11?, la de promover las medidas necesarias a fin de
conferirles operatividad, dentro de un plazo prudencial, que dependerá de las circunstancias
de cada caso118
115. 116 117
4. Conclusiones
Cada ordenamiento jurídico establece cómo se incorpora el derecho internacional y qué
jerarquía tiene respecto de las normas internas. Las doctrinas monista y dualista intentan
explicar -desde hace más de un siglo- la primera de las cuestiones. La relación jerárquica
entre constitución nacional, tratados internacionales y leyes presenta múltiples variantes en
los distintos sistemas jurídicos.
En tal sentido, el sistema jurídico argentino ha sido y continúa siendo monista, por cuanto
tanto los tratados internacionales como las normas consuetudinarias se incorporan directa
mente al ordenamiento interno (ello sin perjuicio de que las normas programáticas requieran
de la adopción de una reglamentación). En este aspecto, la reforma constitucional de 1994 no
introdiAjo modificación alguna, por el contrario, se reestructuró el orden de las “leyes supremas
de la Nación*, al jerarquizarse ciertos tratados sobre derechos humanos (así como ciertas “de
claraciones" que, si bien receptan normas consuetudinarias, no deben ser confundidas con los
tratados) y al darles primacía al resto de los tratados, concordatos y normas dictadas por orga
nismos supranacionales -como consecuencia de los tratados de integración- sobre las leyes del
Congreso y, por ende, sobre el resto del ordenamiento interno.
Si bien se intentó dar primacía al derecho internacional -al estilo de algunas otras consti
tuciones- no se previó el conflicto que podría suscitar un tratado “con jerarquía constitucional"
115 De lo contrario no tendría sentido incluirlas en un tratado, que es un acuerdo de voluntades que tiene por
finalidad crear derechos y obligaciones.
116 Sobre la aplicabilidad directa de los tratados de derechos humanos en nuestro país, según la práctica de la
CSJN, ver Vinuesa, Raúl, “Direct Applicability of Human Rights Conventions within the Interna) Legal Order:
The Situation in Argentina", en Conforti, Benedetto y Francioni, Francesco (odite.), Enforcing International
Human Rifíhts in Domesiic Courts, Kluwer, La Haya, 1997, pp. 149-173.
117 “Ekmekdjian c/Sofovich", doc. cit., considerandos 15,16 y 19 del voto de la mayoría.
118 “Arancibia Clavel", doc. cit, considerando 30.
300
CAPITULO 14 • RELACIONES ENTRE EL.OERECHO INTERNACIONAL Y EL DERECHO INTERNO
í' que contuviera disposiciones contrarias a la Constitución misma, lo'que la CSJN dio por des-
Coartado en el caso Monga analizado. '
Podría concluirse que, en definitiva, primero sigue prevaleciendo la Constitución sobre\eiW§
■'•resto de las normas. A la par, se encontrarían los tratados enumerados taxativamente.ppl^S-
? .'.derechos humanos -y los que adquieran esta categoría en el futuro-. En segundo lugar, el restiT^SÍ
ii de los tratados (y concordatos), así como las normas dictadas como consecuencia délos trát6^|,^
^dos de integración. Finalmente, las leyes del Congreso, por lo que se cierra así la categoríá.rig?^
Á. Mayes supremas", que prevalecen sobre el resto del ordenamiento intemo.
No obstante los defectos y omisiones rio suplidos por la reforma constitucional de 1994^
ieBta significó un avance para nuestro sistema jurídico, al receptar las modernas tendencias;
'^internacionales en materia de derechos humanos y brindar un marco legal más preciso en loíjjsj
)¿que respecta a la aplicación do las normas internacionales, y en particular de aquellas que. \'.í
• conforman el derecho de la integración, con ol debido respeto a los derechos humanos.
Capítulo 15
Responsabilidad internacional
del Estado por actos ilícitos
Introducción
Todo hecho internacionalmente ilícito del Estado genera bu responsabilidad intemacio-
’• nal, de acuerdo con un principio reconocido tanto por la jurisprudencia1 como por la doctrina
Otó de los juristas de mayor prestigio2.
Ciertos fosfatos en Marruecos (Italia c. Francia), CPJI, Fallo, 14/06/1938, PCIJ Serie A/B, n.° 74, p.‘28; S.S.
“Wimbledon" (Reino Unido, Francia, Italia y Japón c. Alemania), CPJI, Fallo, 17/08/1923, PCIJ, Serie A, n?
1, p. 30; Fábrica de Chortow (Alemania c. Polonia), CPJI, Fallo. 26/07/1927, PCIJ, Serie A. n.*9, p. 21; Ibíd.»
Fallo, 13/09/1928, Serle A, na 17, p. 29; Canal de Corfú (Reino Unido c. Albania), CU. Fallo, 09/04/1949, ÍCJ
Repone 1049, p. 23; Reparación de perjuicios sufridos al servicio do loe Naciones Unidas, CXJ, Opinión Consul
tiva, 11/04/1949, ICJ Reporte 1949, p. 184; Interpretación de loo Tratados de P&e con Bulgaria, Hungría y Ru
i mania, Segunda Fase, CU, Opinión Oonsultiva, 18/07/W60, ÍCJ Hiparle 1980, p. 221| Actividades militares y
paramllllaroe en y contra Nicaragua (Nlaaragun c. 8B.UUJ, CU, Falla, 27/00/1980, ICJ Reporte 1088, p. 148,
pardg. 283 y p. 149, paríg. 292; Proyecto OabHhovo-Nagymnrot (Hungría/Eslovaquia), CIJ, Fallo, 80/09/1997,
Responsibility', en International Law, Evans, Malcom (ad.), Oxford Univeraity Press, Oxford, 2008, p. 446 y
■s; Gonzílaz Campos, Julio y otros, Curto de Derecho Internacional Público, Civltaa, Madrid, 8.a edic.,1998,
p. 317, entre otros autores.
a La responsabilidad internacional so presenta como una nueva relación jurídica do naturaloza bilateral, que
surge entre el sujeto al que le es atribuido el acto ilícito -en osto coso, un Estado- y el sujeto que es titular
del derecho violado, es decir, la parte perjudicada. Cfr. Diez de Velasco, Manuel, op. cit„ p. 676, entre otros
Juristas.
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÜ8UCO
respecto de otro Estado o a otro sujeto. En circunstancias excepcionales, la acción de los parti
culares también puede ser atribuida al Estado.
b) Responsabilidad por actos (o hechos) no prohibidos por el derocho intornacional (o
responsabilidad sinc delicio)'. en ciertas circunstancias el Estado también puedo incurrir en ■
responsabilidad por un acto no prohibido por el derecho internacional, pero que ocasiona un
daño a otro Estado o a otro sujeto, y estar obligado a reparar. Ello puede acontecer cuando se
llevan a cabo actividades que, si bien no están prohibidas, son sumamente riesgosas, como el
envío de objetos al espacio ultraterrestre, el transporte de sustancias peligrosas, ontre otras*.
En esto capítulo se analizará la responsabilidad del Estado por actos ilícitos y sus con- '
secuencias jurídicas. La responsabilidad internacional por actos no prohibidos por el derecho
internacional se desarrollará en el capítulo siguiente. En el capítulo 17 de esta obra se tratará
la cuestión de la responsabilidad de otros sujetos del derecho internacional.
Si bien se trata de un proyecto -no vinculante como tal-, los Estados y las partes liti
gantes habitualmente hacen referencia a sus disposiciones y los tribunales las citan en sus
sentencias. Ello se debe a que dicho instrumento recoge en la mayoría de sus artículos normas
consuetudinarias, aunque algunos de ellos podrían ser considerados como de desarrollo pro
gresivo.
La cuestión de la responsabilidad internacional del Estado en relación con el hecho de
una organización internacional (por ejemplo, en caso de que preste ayuda a la organización o
la dirija o controle en la comisión de un hecho ilícito) ha sido incluida en el Proyecto de la CDI
sobre la Responsabilidad de las Organizaciones Internacionales, aprobado en segunda lectura
en 2011®, que será objeto de análisis en el capítulo 17.
2.2. Elementos
En el derecho internacional, un acto ilícito (o hecho internacionalmente ilícito, como se lo
denomina en el Proyecto de la CDI) es aquella conducta contraria a una obligación internacio
nal en vigor, cualquiera sea su fuente7.
4 Ver Barbota, Julio, “La responsabilidad sine delicto”, en Barbota, Julio (coord.), Temas recientes de la
Comisión
de Derecho Internacional. En homenaje al 60° Aniversario de la Creación de la Comisión de Derecho Internacio
nal de las Naciones Unidas, Conato Argentino para las Relacionas Internacionales, Buenos Aires. 2007, pp.
163-199.
5 Comisión de Derecho Internacional, Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Inter-
nacionalmente Ilícitos, adoptado por la CDI en su 63 • período de sesiones (A/56/10) y anexado por la Aaambloa
General de Naciones Unidas en au Resolución 56/83 del 12/12/2001 (Doc. A/RES/56/83, 28/01/2002) (en ade
lante, el Proyecto de la CDI).
6 Comisión de Derecho Internacional, Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad de las Organizaciones Inter
nacionales, aprobado en el
63 * período de sesiones. Ginebra, 26 de abril a 3 de junio y 4 de julio a 12 de agoeto
de 2011 (Doc. A/CN.4/L.778).
7 Proyecto de la CDI, artículo 12.
304
CAPÍTUL016 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO POFÍ ACTOS ILftifOS
De acuerdo con el derecho internacional consuetudinario, partí- que el Estado incurra en':¿
responsabilidad internacional por la comisión de un acto ilícito se requieren dos elementos
(que podríamos denominar "objetivo" y "subjetivo"):
a. Elemento objetivo: violación o incumplimiento de una obligación Internacional en
gor, la cual se encuentra establecida en una norma primaria. ;
b. Elemento subjetivo: que esa violación sea atribuible al Estado8. 9
Talos roquisltoB so encuentran avalados por abundante práctica de los Estados0 y han aido' ■
reconocidos en numerosas oportunidades por la jurisprudencia y la doctrina internacionales10.
Si bien algunos autores incluyen al "dafio” como uno de los elementos de la responsabili
dad, la CDI no lo ha considerado relevante a los efectos de determinar la existencia de un acto
ilícito11.
Tampoco la “culpa” -al igual que el dolo- constituye un elemento necesario del hecho in
ternacionalmente ilícito, aunque sí puede ser exigido en el enunciado de la obligación primaria
en particular12.13
En definitiva, en el marco de las reglas que rigen la responsabilidad interna
cional del Estado, “lo único que cuenta es el acto del Estado, con independencia de cualquier
intención"12. En ese sentido, en el caso Velásquez Rodríguez c. Honduras, la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos expresó:
173. Las infracciones a la Convención no pueden ser juzgadas aplicando reglas que
tengan en cuonta olomentos de naturaleza sicológica, orientados a calificar la culpa
bilidad individual do sus autoros. A los efectos del análisis, es irrelevanto la intendón
o motivación del agente que materialmente haya violado los derechos reconocidos por
la Convención, hasta el punto (do] que la infracción a la misma puede establecerse
incluso si dicho agento no está individualmente identificado. Lo decisivo os dilucidar
ai una determinada violación a los derechos humanos reconocidos por la Convención
ha tenido lugar con ol apoyo o la tolorancia del poder público o si este ha actuado de
manera que la trasgresión se haya cumplido en defecto do toda prevención o impune
mente. En definitiva, de lo que se trata es de determinar ai la violación a los derechos
humanos resulta de la inobservancia por parte de un Estado de eus deberes de respe
tar y de garantizar dichos derechos, que le impone el artículo 1.1 de la Convención14.
8 Ibíd., articulo 2. De acuerdo con la CDI, "el término 'atribución' se utiliza para designar la operación de rela
cionar el Estado con una acción u omisión determinada. En la práctica y la jurisprudencia internacionales se
utiliza también el término 'imputación'. Sin embargo, oí término 'atribución' no supone en modo alguno que.el
proceso jurídico de relacionar un comportamiento con el Estado sea una ficción, o quo el comportamiento do
que se trate 'realmente’ sea el de otro"; Comentarios de la CDI al Proyecto de artículos sobre Responsabilidad
. del Estado por hechos internacionalmonto ilícitos, aprobado por la CDI en su quincuagésimo tercer período do
sesiones. Ginebra, 2001 (disponible en http7/www.un.org/law/ilc), p. 66. (en adelante, Comentarios de la CDI
i; al Proyecto).
9 A título de ejemplo, respecto de la República Argentina, puede citarse el Itadlngcatt "EkmekdJian, Miguoi c/
Sofovich, Qorardo y otros", C9JN, 07/07/1992, considerandos 16 y 19.
10 Jiménez de Aróchaga, Eduardo, op. cit., p. 84; Rodríguez Cerrión, Alejandro, op. cit., p. 805 y es.; Pastor Ri-
druejo, José, Curto de Derecho Internacional Público y Organitaciones Internacional", Tecnos, Madrid, 6.a
edic., 1994. p. 571 y ss.; Diez de Velasco, Manuel, op. cit., p. 681; Crawford, James y Olleson, Simón, op. cit., p.
453 y ss.; González Campos, Julio y otros, op. cit., p. 323 y ss., entre muchas otras obras.
11 En el marco del Proyecto do la CDI, el dafio solamente Heno importancia en el capítulo referido a la repara
ción: lo que se repara es el daño causado. Según la CDI, ello es así por cuanto "la exigencia de elementos de
ese tipo depende del contenido de la obligación primaria, y no existe ninguna regla general al respecto. Por
ejemplo, ¡a obligación que incumbe en virtud de un tratado de promulgaruna legislación uniforme ea violada
por el hecho de no promulgar la ley, y no es necesario que otro Estado Parte indique que ha sufrido un daño
concreto debido a eso incumplimiento. Que una obligación determinada no se cumpla por la mera inacción
del Estado responsablo, o que se exija que so produzca alguna otra circunstancia dependerá del contenido y
la interpretación de la obligación primaria y no puede determinarse en abstracto’; Comentarios do la CDI al
14 Velásquez Rodríguez, Fairin Garbi y Sollo Corral" y Oodlnez Cruz (Honduras), Corto IDH, Sentencia de fon
do, 29/07/1988 (en adelante, Velásqu" Rodríguez).
LECCIONES DE DERECHO ¡KTERNACIONAL PÚBLICO
a) Elemento objetivo
170. (...) es un principio de Derecho internacional que el Estado responde por los actos
de sus agentes realizados al amparo do su carácter oficial y por las omisiones (...].
(...].
172. Es, pues, claro que, en principio, es imputable al Estado toda violación a los
dereohoa reconocidos por la Convención cumplida por un acto del poder público o de
personas que actúan prevalidas de los poderes que ostentan por su carácter oficial. No
obstante, no se agotan allí las situaciones en las cuales un Estado está obligado a pre
venir, investigar y sancionar las violaciones a los derechos humanos, ni los supuestos
en que su responsabilidad puede verse comprometida por ofecto de una lesión a esos
derechos. En efecto, un hecho ilícito violatorio de los derechos humanos quo inicial
mente no resulte imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de
la responsabilidad internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por
falta de la debida diligencia para prevenir la violación o para tratarla en los tórminos
16. (...) le violación do un tratado internacional puede acaecer tanto por el estableó-
dol tratado; dicho do otro modo, significarían el incumplimiento o repulsa del tratado,
(...)
19. Quo la necesaria aplicación del artículo 27 de la Convención de Viena impone a los
órganos del Estado argentino asignar primacía al tratado ante un eventual conflicto
con cualquier norma interna contraria o con la omisión de dictar disposiciones que, en
La calificación del hecho ilícito se rige por el derecho internacional; por lo tanto, es inde
pendiente de si el hecho es o no lícito conforme al derecho interno del Estado responsable”,
A su vez, el artículo 12 del Proyecto de la GDI se refiere a la existencia de la violación de
una obligación internacional, y señala que esta se produce “cuando un hecho de esa Estado no
está en conformidad con lo que de él exige esa obligación, sea cual fuere ol origon o la natura
leza de osa obligación”.
Cabo preguntarse, entonces, en el supuesto do que un Estado sanciono una loy contraria
a una obligación internacional, ¿en qué momento surge la responsabilidad de dicho Estado?,
¿en el mismo momento de la entrada en vigor do la ley o una voz que esta sea aplicada a un
caso concreto?
La conclusión de la CDI es que no puede establecerse una regla general aplicable a todos
los casos, de modo que algunas obligaciones podrán ser violadas por la mera sanción de leyes
incompatibles con ellas, generándose la responsabilidad internacional del Estado, mientras
30B
uSS
CAPÍTUL015 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO POA ACTOS llfOTOS
que, en otros casos, dependerá de si la ley en cuestión se aplica y dexjué manera, puesto que el
Estado podrá aplicar la ley de forma de no violar la obligación internacional18. • •; '
sg&r,: En cuanto a la vigencia de la obligación violada, el artículo 13 del Proyecto de la CDÍ?
5^ 'recoge como principio general la irretroactividad de las normas, al disponer: “Un hecho del ' S
íñgijí;Estado no constituye violación de una obligación internacional a menos que el Estado se halléis o
vinculado por dicha obligación en el momento en que se produce el hecho”. Otra consecuencia
?2^};,'que surge de esta disposición, tal como se señala en el comentario de la CDI al Proyecto, es úu¿í¡$$
una vez que el Estado incurre en responsabilidad internacional, es irrelevante la extinción -'3
-f-’ ulterior de la obligación. 7
En cuanto a la extensión en el tiempo de la violación de una obligación internacional, el
g^jiirtículo 14 del Proyecto de la CDI contempla tres supuestos. "■
$í'. El inciso 1 se refiere a un hecho sin carácter continuo, es decir, al caso déla violación con-' ’• ■ .
KWi sumada, que se tendrá por acaecida en el mismo momento en que se produjo ol hecho contrario $
ir-i'1’, a la obligación en cuestión. Este supuesto no presenta inconvenientes. Por ejemplo, en una fe- ' £
fflgfeVcha determinada, un Estado ilícitamente lanzó un misil sobre un buque de guerra de bandera
Sgjsújj de otro Estado, que se encontraba en alta mar.
, El inciso 2 se refiere a un hecho de carácter continuo, es decir, que se prolonga en el tiempo,
j fijando como regla que la violación so extienda durante todo el período en el cual el hecho con-
ta^*?tinúa y se mantenga su falta de conformidad con la obligación internacional. Tal el caso de la
iS?Sü'; comisión de los delitos de desaparición forzada de personas o toma de rehenes. Así, la Corte IDH
mW í ha dicho que “Por su carácter permanente, mientras no se establezca el destino o paradero de la
I»®-'víctima, la desaparición forzada continúa en ejecución”19.
ifeW':??' i En el caso del Personal Diplomático y Consular de los Estados Unidos en Teherán, la CIJ
S^^señaló que las autoridades iraníes estaban en continua violación de diversas obligaciones, como,
por ejemplo, las impuestas por la Convención deViena sobre Relaciones Diplomáticas (1961), al
g^S-impedlr a los agentes diplomáticos ingresar a la Embajada do los EE. UU. en Teherán”.
&S®; El inciso 8 so refiere a la obligación de prevenir un acontecimiento determinado, cuya
violación tiene lugar “cuando se produce ol acontecimiento y se extiende durante todo el pe-
^tó’rfodo en el cual ese acontecimiento continúa y se mantiene su falta de conformidad con esa
obligación".
' Las obligaciones de prevención “se entienden, por lo general, como obligaciones de medios,
^p-íjíxonsistentes en realizar los máximos esfuerzos para evitar que se produzca un acontecimiento
^®:jj’determinado, aunque sin garantizar que el acontecimiento no vaya a producirse”21.
■> . La Corte Interamericana de Derechos Humanos se refirió a esta cuestión en el caso Campo
algodonero, en el cual sostuvo que “un Estado no puede ser responsable por cualquier violación
de derechos humanos cometida entre particulares”, y que los deberes “de adoptar medidas de
prevención y protección de los particulares en sus relaciones entre sí se encuentran condicio-
nados al conocimiento de una situación de riesgo real e inmediato para un individuo o grupo de
individuos determinado y a las posibilidades razonables de prevenir o evitar ese riesgo"19. Sin
.embargo, en dioho caso, la Corte encontró que Móxico había violado ese deber de prevención.
' Por último, el artíoulo 15 del Proyecto de la CDI se refiero a lae obligaciones consistentes
on un hecho computista, estableciendo cuál os ol momento da la comisión da la violación y hasto
dónde se extiendo dicho incumplimiento. 8o trata do obligadonos formada» por una serie do
Comentarlos de la COI al Proyecto, doe. eit, comentarlo al articulo 12, parág. 12.
Tiu Tojtn c. Ouatsmala, Corto IDH, Sentencie do fondo, reparaciones y costea, 26/11/2008, parág. 84. Bn el
mismo sentido, puede citarse el artículo m da la Convención Interamericana sobro Desaparición Forrada do
Personas (1994).
so Personal Diplomático y Consular de loe Estados Unidos en Teherán (EE. UU. c. Irán), CIJ, Fallo, 24/06/1980,
parág. 77.
21 González Napolitano, Silvina el al., La responsabilidad internacional del Estado por violación de los derechos
humanos: sus particularidades frente al derecho internacional general, SON Editora, Avellaneda, 2018 (dispo
nible eru http://www.poaeepalacelibrary.nl/ebooka/filoa/357-i20772.pdf), p. 67.
22 González y otras CCampo Algodonero') c. México, Corta IDH, Sentencia de excop.ción preliminar, fondo, repa
raciones y coatoe. 18/11/2009, parág. 280.
2_
307
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PUBUCO
acciones u omisiones que, en su conjunto, se definen como ilícitas. Por ejemplo, los actos siste- '
máticos de discriminación racial, el genocidio y los crímenes de lesa humanidad.
Puede ser que cada uno de los hechos de la serie por separado sea lícito, pero que, en su . .
conjunto, constituyan un acto ilícito, o que tales hechos también sean ilícitos por separado,
pero que, en su conjunto, formen un ilícito distinto -por ejemplo, la desaparición forzada de
personas se compone de hechos que también son ilícitos individualmente-. Esto está definido J
por la norma primaria.
El inciso 1 del artículo 15 dispone que una violación consistente en un hecho compuesto
tiene lugar cuando se produce la acción u omisión que, tomada con las demás acciones u omi
siones, es suficiente para constituir el hecho ilícito. De modo que solo cuando se comete la úl
tima acción necesaria para la constitución del hecho ilícito se sabrá que la primera acción ftie
el inicio de una serie*3.
En cuando a la duración, el inciso 2 del mismo artículo establece que “la violación se i
extiende durante todo el período que comienza con la primera de las acciones u omisiones
de la serie y se prolonga mientras esas acciones u omisiones se repiten y se mantiene su falta de
conformidad con la obligación internacional’’.
En el caso Heliodoro Portugal, la Corte Interamericana de Derechos Humanos consideró
a la desaparición forzada como un hecho compuesto y, a la vez, continuado:
b) Elemento subjetivo
Para que el acto ilícito (acción u omisión) pueda "atribuirse” a un Estado se requiere que
se dé alguno de los siguientes supuestos:
i) Que el acto sea cometido por un órgano del Estado -centralizado o descentralizado, per
teneciente al gobierno central o a una subdivisión provincial- o por un funcionario público o
agente del Estado28. Puede tratarse, por ejemplo, de actos de los Poderes Ejecutivo, Legislativo
o Judicial o actos de otra naturaleza.
En el caso La Grand, la Corte Internacional de Justicia determinó la responsabilidad
internacional de los Estados Unidos por el incumplimiento de la medida provisional dictada
previamente por dicha Corte, la cual caía bajo la competencia del gobernador de Arizona28. La
medida consistía en la adopción de todas las medidas a su alcance para garantizar que Walter
La Grand, de nacionalidad alemana, no fuera ejecutado mientras que la CU no hubiera dic
tado su fallo sobre el fondo del asunto.23 24 25 26
303
CAPÍTUL016 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO ^OR ACTQglílOlTOS
Loa funcionarios responden ultra vires, es decir, aunque se Extralimiten en sus poderes
.p contravengan instrucciones dadas por un superior jerárquico27.* Cabe
* otra voz aquí citar la
tsentencia de la Corte Interamericana en el caso Velásquez Rodríguez, en el cual aclaró: .’
169. Conforme al artículo 1.1 es Ilícita toda forma de ejercicio del poder público que
viol8 loa derechos reconocidos por la Convención. En tal sentido, en toda circunstancia .
ii) Que el acto sea cometido por una persona que no pertenezca a un órgano del Estado ni
ni
sea funcionario público, pero que se encuentre facultada por las leyes para ejercer atribuciones
...
4! '.'.•del poder público2®.
La CDI brindó el siguiente ejemplo: “[...1 en algunos países, es posible contratar a empre-
i sas de seguridad privadas para que se encarguen, de la vigilancia en las prisiones y, en esa ca- •
lidad, pueden ejercer facultades públicas como las de detención y disciplina tras una condena
judicial o en cumplimiento de la reglamentación penitenciaria”30.* *
iii) Que el acto sea cometido por un agente u órgano de otro Estado puesto a su disposi-
||fedón8?. En algunos supuestos, la responsabilidad es compartida por ambos Estados, sobre todo
én los casos de simple cooperación para la realización de determinadas tareas, o de tareas
h||;llevadas a cabo conjuntamente por dos o más Estados.
8P En el caso Chevreau, un cónsul británico en Persia que se ocupaba temporalmente del
consulado francés había perdido ciertos papeles. El árbitro que intervino en la disputa coñsi-
■ deró que no podía responsabilizarse al Gobierno británico de la negligencia cometida por su
: cónsul, quien actuaba al servicio de otra potencia52.
La CDI también se refiere a dos casos que fueron objeto de una comunicación ante la an
tigua Comisión Europea de Derechos Humanos:
por la ley suiza y se consideraba que ejercían atribuciones del poder público de Sui
za. En ese sentido no habían sido “puestos a disposición' del Estado beneficiario*3,
iv) Que el acto sea cometido por una persona o grupo de personas que actúa "de hecho” por
instrucciones o bajo la dirección o control del Estado33. 34 * * *
En principio, el Estado no responde por los actos de los particulares. Pero en ocasiones
puede existir una relación de hecho entre los particulares y el Estado que hace que la conducta
de aquellos le sea atribuible al EBtado”.
Sin embargo, la jurisprudencia no ha sido uniforme en lo que respecta al grado de control
que debe ejercer el Estado sobre la persona o grupo de personas (control efectivo frente a con
trol general).
En el caso Nicaragua c. EE. UU. ante la CIJ, los "contrae" habían cometido violaciones a
los derechos humanos y al derecho internacional humanitario en Nicaragua. La Corte tuvo que
analizar si tales actos le eran atribuibles a los Estados UnidoB y, para ello, aplicó la teoría del
"control efectivo". De acuerdo con la Corte, no había pruebas claras de que los Estados Unidos
hubieran qjercido realmente en todos los ámbitos un grado de control suficiente para justificar
que los "contras” actuaran por cuenta de ese Estado; por ejemplo, que dirigieran u ordenaran
la perpetración de los actos contrarios a los derechos humanos y al derecho internacional hu
manitario88.
La Corte encontró atribuibles a los EBtadoB Unidos solo algunos de los actos, realizados
por los “contras”, como la planificación, dirección y apoyo a los operativos nicaragüenses”, pero
no la perpetración de los mencionados crímenes internacionales.
Por bu parte, la Sala de Apelaciones del Tribunal Penal para la ex Yugoslavia, que actuó
en el caso 7bdie, entendió que el “grado de control” podía variar según las circunstancias y
que no era necesario que se fijara un “límite alto” (como el que había determinado la CU en
el caso Nicaragua'). En conclusión, la Sala sostuvo que el grado de control requerido para con
siderar internacional el conflicto armado en cuestión38 *era
40 un “control general” que fiiera más
allá de la simple financiación y armamento de las fuerzas y que entrañara una participación
en la planificación y la supervisión de las operaciones militares. La Sala diferenció este caso
(que trataba de determinar la responsabilidad penal individual) del caso Nicaragua ante la
CU (que trataba de la responsabilidad del Estado), no obstante disentir con los parámetros
aplicados por dicha Corte”.
En el fallo del caso concerniente a la Convención de Genocidio, la CU aplicó una vez más
el concepto de “control efectivo" del caso Nicaragua y sostuvo que Iob actos de quienes cometie
ron genocidio en Srebrenica (miembros del VES) no podían ser atribuidos a Serbia debido a la
ausencia de control efectivo sobre las operaciones y de instrucciones do parte de la República
Federal de Yugoslavia”.
33 Actlvldadee mllltane y paramllüaree en Nicaraguay contra Nicaragua, doc. oít., porágs. 109 y 115.
87 Ibfd-, pardg, 86.
38 Al respecto, Vornot oostione: ‘Hasta el 19 de mayo de 1993, era claro que ol conílioto ora Internacional, ya
que ora un conflloto entro dos Estados: Bosnia Horiogovlna y la República Fedoral do Yugoslavia, Pero on osa
feche ol Ejército del pueblo yugoslavo so retiró fbrmalmento da Bosnia Hersogovlna, y continuó luchando ol
Ejército 8 erbio Bosnio (VRS). la cuestión era entonces dotormlnarouál era la naturaleza dol conflicto después
do osa feche"; Vernot, Paula, “Conflictos normativos on la jurisprudencia de loa tribunales penales internacio
nales a la luí da! informo dol grupo do estudio do la Comisión do Derecho Internacional sobro 'Fragmentación
dol derecho Internacional: dificultados derivadas de lo diveralflcaaión y expansión do! derecho InternccIoHal1',
Juatlco’e Bosnlan Conocido Caso", Human Xighle Brlcf, vol. 14, n.‘ 3 (2007), pp. 93-24.
310
CAPÍTULO 15 • RESPONSABILIDAD 1fJTERNAClOrJAL DEL ESTADO POR ACTOS itíOTOS
43 Yeager c. Tribunal do Rodamos Irtit-SBUU., Laudo, 02/11/1067. Iranís Claime Tribunal Piparte, val.
17 (1987). Ver sumarlo do oda diolilón snA. vol, 89, n.*0 (W88), pp. 8B3<a65.
44 irán aducía que Yeager no había sido aapulaado, oleo quo había abandonado voluntariamente el país. Ado*
mda, afirmaba que loe Guardias solo íntontaban protegerlo y asistido en su partida. Yeager e, fren, doo. ote.,
parága. 10-28.
Las contramedidas son, al igual que la legítima defensa, otra forma de autoqjecución
aceptada en el ámbito internacional frente al carácter descentralizado del derecho interna
cional. Se trata de medidas que puede tomar un Estado lesionado en respuesta a un acto
internacionalmente ilícito cometido por otro Estado, a fin de obtener la cesación y reparación
del hecho en cuestión, de acuerdo con la CDI, pero no como castigo o sanción para el Estado
incumplidor80.
60 Gtorges Pinson (Francia) c. Estados Unidos Mexicanos, Decisión n." 1,19/10/1928,ILLA.A., vol. 5, p. 353. Cita
do en Comentarioe de la CDI al Proyecto, doc. cit.» p. 107.
51 E! artículo 16 establece: “El Estado que presta ayuda o asistencia a otro Estado en la comisión por esto
último de un hecho internacionalmente ilícito es responsable internacionalmente por prestar esa ayuda o
asistencia si:
a) Lo hace conociendo las circunstancias del hecho internadonalmente ilícito; y
b) El hecho sería internadonalmento ilícito si fuese cometido por el Estado que presta la ayuda o asistencia".
62 El artículo 17 dispone: "El Eatado que dirige y controla a otro Estado on la comisión por este último de un hecho
internadonalmento ilícito es internadonalmento responsable pw este hecho si:
a) Lo hace conodendo las dreunstendas del hecho intomacionahnanto ilídto; y
b) El hecho sería internacionalmente ilídto si fuese cometido por el Estado que dirige y controla".
53 El articulo 18 reta: "El Estado que coacciona a otro para que cometa un hecho es internadonalmento responsable
por este hecho si:
a) El hecho, de no mediar coacdón, constituiría un hacho internadonalmento ilícito del Estado coaccionado; y
b) El Estado coacdonante actúa conodendo las drcunstandas del hecho".
64 Comentarios de la CDI al Proyeeto, doc. cit., pp. 169-170.
65 El Proyecto do la CDI se ocupa de tales causales en los artículos 20 a 25.
66 Proyecto de la CDI, doc. cit., artículo 49(1).
312
i
CAPWUL015 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO POR ACTOS MOTOS -
. La CDI, asimismo, exige otros limites a este instituto: por ejemplo, las contramedidas no' 5 M
^■pueden consistir en un uso de la fuerza armada (a diferencia de las acciones en legítíitt.a^WM
'-'fensa) y no pueden afectar loa derechos humanos fundamentales ni las obligaciones de car6‘&$$®
^■■•humanitario que prohíben las represalias, aeí como tampoco otras obligaciones que emanan de
del rlaran^n
^..'hormas imperativas zlnl internacional ffanarol^
derecho {ntsmom'rinal general”. •<. •''
El Proyecto de la CDI también estipula que “Las contramedidas deben ser proporcionales■
al peijuido sufrido, teniendo en cuenta la gravedad del hecho internacionalmente ilícito y"
derechos en cuestión"" y establece una serie de pasos previos a su adopción: ■ j’
H
Artículo 52 • Condiciones del recurso a las contramodidaB
t- .VÍ!W
1, Anta» de tomar contramedidas, el Estado lesionado:
a) Requerirá al Estado roapomabls, de conformidad con el artículo 43, quo cumpla las
’íií''
obligaciones quo lo incumben on virtud de la segunda parte: y
b) La controversia está sometida a una corte o un tribunal facultados para dictar de
Las contramedidas deben cesar “tan pronto como el Estado responsable haya cumplido
i
sus obligaciones en relación con el hecho intemacionalmente ilícito”6’,
Un ejemplo de contramedida podría ser que un Estado deje de cumplir con una de las obli-
' gaciones establecidas en un tratado de libre comercio respecto de otro Estado parte que, pre
viamente, dejó de cumplir con dicho tratado respecto del Estado que adopta la contramedida.
;La aplicación de contramedidas y sus límites fiie analizada por la CIJ en su Opinión Con-
■ aultiva sobre la Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, on la cual destaca que,
conforme surge del derecho internacional humanitario, no pueden utilizarse como represalia
¡ armas que causen daños al medio ambiente y que dicha limitación tiene eu base convencional
1 en los artículos 85(3) y 55 del Protocolo adicional I a los Convenios de Oinobra que prevén otras
medidas de protección del medio ambiente”.
5'f 'v
La fuerza mayor es definida como una fuerza irresistible o un acontecimiento imprevisto,
ajenos al control del Estado, que hacen materialmente imposible, en las circunstancias del
caso, cumplir con la obligación internacional.
Por ejemplo, un buque de guerra de un Estado ingresa en aguas interiores de otro Estado
• sin autorización debido a la presencia de un fenómeno climático (tal como un maremoto) al que
no puede resistir, o debido a que los comandantes del buque se ven obligados a actuar de esa
manera frente a la coacción que ejerce un grupo terrorista sobre ellos. En cualquiera de esos
supuestos, las situaciones que causaron que el Estado incumpliera con eu obligación son ajenas
a la voluntad de sus funcionarios.
87 Ibfd., artículo 50(1). Como vimos en los capítulo» 4 y 8 do esta obra, una definición de norma Imperativa (j'us
cogen)) puede hallarse en el artículo 53 de la Convención de Vlena sobre el Dereoho de los Tratados (1069).
En el ámbito do dicha Convondón, si un tratado -en el momento do eu celebración- so opone a una norma
Imperativa, es nulo (art. 03); en cambio, si la norma imperativa surge luego do quo el tratado es celebrado, será
causal de terminación do oate (art, 84),
58 Proyecto de la CDI, doc. cit., artículo 51.
59 Ibfd., artículo 53.
60 Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, CU, Opinión Consultiva," 19/07/1996, paróg. 31.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El peligro extremo es una causal invocada como único modo razonable de salvaguardar la S
vida humana, de lae personas que se encuentran a cargo del Estado81. í
Tal sería el caso de una aeronave de un Estado que aterrizara on territorio de otro Estado -Ejs
sin autorización para socorrer a una persona que se encuentra a bordo y que requiere asisten-
cia médica inmediata.
El estado de necesidad es la situación en que se encuentra un Estado que incumple una :í
obligación internacional porque no tiene otro medio para preservar un interés esencial amena- . ;
zado por un peligro grave e inminente. El interés esencial a salvaguardar puede consistir en '41
la salud de la población, el medio ambiente o la continuidad misma del Estado o de cualquiera
de sus instituciones. ;.-k
Podría darse el caso de que un Estado deje de cumplir con ciertas obligaciones respecto
del ingreso o salida de extranjeros del territorio de dicho Estado debido a la existencia de una 'Si-
epidemia que amenaza con propagarse, siendo la única alternativa el cierre temporario de sus ■§]
fronteras. Sin llegar a ese extremo, en 2009, con motivo de una pandemia de “gripe A" y a fin “Ji
de evitar su propagación, varioB Estados -entre ellos, la Argentina- suspendieron los vuelos ¡W
desde y hacia México8’. ®
Si El artículo 24(1) del Proyecto do la CDI establece: "Lo ilicitud dol haoho do un Sitado que no cató on conformi
dad con una obligación intarneclonnl da eia Datado quoda oxolulda ai al autor de eso bocho no llana rozonoblo-
monta otro modo, on una aituaclón da peligro extremo, de salvar su vida o la vida da olrco personal confiada!
a iu cuidado*.
83 “Suapondidoa por grlpa AH1N1. Cuba reanuda vuelos a México luego do un mee", on naoion.com (Costa Rica),
80/08/2009 (www.naclon.con/ln.ee/a009/mayo/80/mundolB8023e.html); 'Gripe poroina/Fía da una restric
ción. Se reanudan hoy loa vuoloa a México*, en lanacion.com (Argentina), 16/05/2009 (http://www,lanocion.
com.ar/113e807-ia-reanudan-hoyloa-vueloa-a-tnsxioo).
65 Cfr. Gontilez Campee, Julio; Sénchot Rodrigues, Luis y Sáonc de Santa María Par, Andrés, Curto de Di'
recho Internacional Pdbllco, Clvitaa, Madrid, 8.’ edlc., 1898, p. 359. Asimismo ver Comentarlos do la CDI al
Proyeoto, doc. cit, p. 181
314
CAPITULO 15 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO PÓR ACTOS tfclTOS
puede ser la vida de la población, como cualquier otro interés: el medio ambiente, las
dones estatales, etc.)88. '
Cabe aclarar que no puede alegarse una causal que excluye la ilicitud frente al incn'^m
plimiento de una obligación que emana de una norma imperativa del derecho internacionaí^
general87. Esto es aplicable a las obligaciones que protegen los derechos humanos fundamenté
tales que no son susceptibles de ser derogados o suspendidos en ninguna circunstancia*8, comO^
aquellas que prohíben o condenan la comisión de crímenes internacionales (genocidio,
ncs de lesa humanidad, etc.).
Podría suceder que, en algunos supuestos particulares, pese al reconocimiento de 1»
tencia de una de estas causales, el Estado deba reparar los perjuicios causados, como si se
tratara de una responsabilidad sin delito, es decir, una responsabilidad por actos no prohibidos
i por el derecho internacional.
{.. En efecto, el artículo 27 del Proyecto de la CDI dispone que la invocación de una de estas
causales que excluye la ilicitud es sin perjuicio de “la cuestión de la indemnización de cualquier
pérdida efectiva causada por el hecho en cuestión". Sin embargo, no debe tomarse como regla
general que el Estado esté obligado a indemnizar, sino que la “cuestión" de la indemnización
debe analizaras en las circunstancias de cada caso concreto. Nótese que el texto del artículo 27
utiliza la expresión “cuestión" en lugar de “obligación* de indemnización. En tal supuesto, ha-
*brá que estarse a lo que determinen las normas primarias, convencionales o consuetudinarias.
¡ Cabe asimismo resaltar que el Estado responsable no podrá invocar las disposiciones de
.'bu derecho interno como justificación del incumplimiento de las obligaciones internacionales09,
'puesto que ello no es una causal que excluye la ilicitud del acto ni la responsabilidad interna-
iqional.
££ En el ámbito del CIADI, varios tribunales arbitrales han discutido la aplicación de la
figura del estado de necesidad y del artículo 27 del Proyecto de la CDI en casos vinculados a la
República Argentina, tales como CMS c. Argentina (2005)TO,LG£E c. Argentina (2006)’1, Enron
p. Argentina (2007)” y Sempra c. Argentina (2007)”, entre otros resueltos con posterioridad.
Sr. La solución dada por los tribunales de los casos CMS, Enron y Sempra ñie diametral
mente opuesta a la dada en el caso LO&E, teniendo en cuenta que todos esos tribunales se
. ocuparon -en parte- de la misma cuestión, en decir, de decidir si las medidas de emergencia
\'(pesiflcación, entre otras) dictadas por la Argentina para hacer frente a la crisis económica,
;46 Ver Conteta Napolitano, Silvlna, "Otra decisión internacional que rochaia la aplicación del 'estado de nece
sidad'. A propósito de lo Opinión Consultiva de la CU sobre la construcción dol muro en territorio Palestino
• -.¿V ocupado". La Corte Internacional de Justicia y ti Derecho Internacional, Barbota, Julio (coord.), Consqjo Ar-
gentino para las Relacionas Internacionales, Buenos Airee, 2005, p. 120.
67 , Proyecto de la CDI, doo. cit., artículo 26.
. 68 La Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) en su artículo 27 dispone que bajo ninguna cir
cunstancia puedon suspenderse los siguientes derechos: al reconocimiento do la personalidad jurídica, a la
vida, a la integridad personal, la prohibición de la esclavitud y servidumbre, el principio do legalidad y do
rotroactividad, la liborted de conciencia y do religión, la protección a la familia, el derecho a) nombre, los
dorochos del pifio, el dorocho a la nacionalidad y loa derechos polítiooa.
69 Tal como quedó plasmado en ol artículo 32 del Proyecto do la CDL Ver Comentarios de la CDI al Proyecto, doc.
; 71 LQAE Energy Corp., LOAR Capital Corp. y LOAR International, Inc. c. República Argentina (caso CIADI N°
ARB/02/1), Decisión sobre responsabilidad, 08/10/2000. El tribunal arbitral estuvo Integrado por Tatiana B.
. , de Maokolt (prssidonto), Francisco Resok y Albort Jan van dan Borg (Arbitros), Nótoea que uno do los Arbitros
CMS, mientras que otro de los árbitros temblón inlograba ol tribunal del caso LOAS.
caso
Ib Sempra Energy International o. República Argentina (caso CIADI N* ARB/02/16), Laudo arbitral, 28/09/2007.
El tribunal arbitral estuvo integrado por Franoisco Orrogo Vicufia (presidente), Mark Lalondo y flandra Mo-
relli Rico (árbitros). Doe miembros da ceta tribunal temblón integraban ol tribupal del caso CM8 (uno do ellos
financiera, social e institucional acaecida a fines de 2001 podían ampararse bajo el artículo
xi del Tratado (que es una disposición especial que deja a salvo la adopción por parte del Es
tado de medidas necesarias para salvaguardar el orden público o los intereses esenciales de
seguridad en situaciones de emergencia) o, subsidiariamente, bajo la aplicación de la defensa
de estado de necesidad prevista por el derecho internacional consuetudinario.14 En esos casos,
también estaba en juego la aplicación del mismo tratado bilateral de inversiones celebrado
entre la Argentina y los EE. UU.”.
El tribunal de CMS reconoció la gravedad de la crisis, que podía estar comprometido un
interés esencial del Estado y que ello podía dar lugar a la aplicación del estado do necesidad1*. <
Acoptó el hecho do que el Gobierno argentino hubiera tenido que adoptar medidas tendientes a
evitar que la crisis empeorara y que se produjera un colapso total de la economía. Sin ombargo,
el tribunal no consideró que las medidas adoptadas hayan sido el “único modo0 que tenía el
Estado para salvaguardar un interés esencial. Al respecto, este tribunal señaló:
Este aspecto es, sin duda, discutible. Las opiniones de las partes y de destacados eco
nomistas tienen diferencias cruciales en esta materia, que van desde el apoyo a esas
medidas hasta el análisis de una amplia gama de alternativas, entre ellas dolarizar
la economía, otorgar subsidios directos a la población o las industrias afectadas y
muchas otras. Establecer cuál de esas políticas hubiera sido la mejor es una decisión
que excede de las atribuciones del Tribunal, cuya labor se limita a establecer si existía
uno solo o varios modos para esa salvaguardia y, en consecuencia, si se han cumplido
o no los requisitos que permiten excluir la ilicitud11.
Por otra parte, el tribunal sostuvo que la contribución de la República Argentina había
sido "lo suficientemente importante” y señaló:
En conclusión, el tribunal de CMS descartó la aplicación del estado de necesidad, tal como
fue planteada por la parte demandada, pero concluyó que la crisis produjo ciertas consecuen
cias, las cuales si bien no eximían de responsabilidad o excluían la ilicitud desde el punto de
vista jurídico, debían de todos modos ser tenidas en cuenta al determinar la indemnización.
Idéntica solución, con algunos maticeB, adoptaron los tribunales de los casos Enron y
Sempra, que tenían a la misma persona como presidente del tribunal. No obstante, posterior
mente, los laudos dictados en estos dos casos fueron anulados.
Contrariamente, el tribunal de LO&E entendió que, desde diciembre de 2001, el Estado
argentino había padecido grandes desórdenes públicos y una amenaza a los intereses esencia
les de seguridad. No fue solo una crisis económica, sino una severa crisis que afectó a los secto
res económico, político y social, y que amenazó con el colapso total del Gobierno y del Estado”.
Este tribunal arbitral Bostuvo:
74 Ver Gonrálec Napolitano, Silvina, “Decisiones de tribunales arbitrales del CIADI sobre estado de necesidad
<<•'. El tribunal interpretó que el artículo 27 del Proyecto de la CDI no precisaba el debía ;
gárao coinponmlón durante el estado de necesidad, ni tampoco el ol Estado debía reaíumir
sus obllgaclonofi. En conclusión, durante un período determinado, definido por el propio tribu-
nñl11, la Argentina estaba eximida de responsabilidad internacional, por aplicación del artículo
,xi dol Tratado bilateral do inversiones antro Argentina y EE. UU.*. Do acuerdo con el tribunal,
el artículo xi consagró el estado do nocostdod como causa do oxcluolón de la ilicitud del Estado
"y, por ende, como eximente de responsabilidad*”.
Rights in Artido 60, Paragraph 5 of the Viena Convention of the Lew of Treatlos", on Le drolt internatlonal
á l'heurt de sa codificación. Etudes en l'honneur de Roberto Ago, Gluffró Editora, Milán, 1987, vol. n, pp.
3-14; en especial, p. 3, cita 2). Mientra» que otros Juristas se apoyan en una interpretación restringida, cu
briendo solo a aquello» tratado» de derecho humanitario on el sentido tradicional (protección de la persona
humana víctima de los conflictos armado»). A»imismo, hay quienes puntualizan que el artículo 60(5) de la
Convención de Viena es una disposición que codifica el derecho existente (una norma imperativa de derecho
internacional general) en cuanto hace a lo» tratados de derecho humanitario y que, a la vez, constituye una
norma de “desarrollo progresivo" en tanto se aplique a cualquier tratado de derechos humanos (Qomaa,
Mohammed, Suspensión or Terminación ofTrealies on Grounds of Breach, Mártinus Nijhoff, La Haya, 1996.
p. 114).
7
317
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El Estado responsable está obligado a ponerle fin al acto ilícito en caso de que continúe líj
(por qjemplo, en el supuesto de un delito continuado, como la desaparición forzada de personas, "’i
o bien cuando una persona se encuentra detenida y el procedimiento es violatorio del derecho í
al debido proceso, consagrado en los tratados de derechos humanos, ya que, en ese supuesto, el
Estado debe poner a la persona en libertad).
Barboza considera que en este contexto la cesación consiste en algo más que la simple ce- ’. . ?
88.
sación del ilícito, ya que lleva implícita alguna forma de “restitución”, de volver al statu quo87 "
Por ejemplo, en un caso de toma de rehenes, matar a los rehenes puede ser un modo de cesar ¿y
ese acto, pero no es lo que se busca con la cesación en el sentido del artículo 30 del Proyecto de
la CDI.
88 Barboaa, Julio, "Legal Injury: The Tlp of the Iceberg in the Lew of State RMponelblllty?’, on International Re-
iponelbUlty Today. Bteaye in Memory of Olear Schachur, Ragaaal, Maurlalo (od.l, Martlnu» NIJholT, Loiden/
Bo«ton, 2005, p. 18.
89 Proyecto de la CDI, doc. clt., artículo 30(b).
90 Comentarlo» de la CDI al Proyecto, doc. clt., p. 282.
91 Sobro el punto, ver Palmieano, Olueoppe, "Lee garantios de non-répátition entre codlñcation y réalleatlon
juridiotlonnello du drolfc L propo» de i’afTairo LaOrand", R.G.D.I.P., 1.108, n.’ 4 (2002), en especial, pp. 783 y
784-785.
92 Proyocto do la CDI, doc. cit,, articulo 8L
98 Avenay otros nocionales mexicanos (México c. EE.UUJ, CU, Fallo, 81/08/2004, pardg, 119.
94 Proyecto do la CDI, doc. cit., arttoulo 85.
95 Var Comentario! do la CDI a) Proyecto, doo, clt., p, 229,
318
CAPITUL015 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DEL ESTADO POR ACTOS ILfCTTOS
En el asunto de las Plantas de celulosa en el Río Uruguay, la GIJ señaló que “la restituí -
ción debe ser apropiada al perjuicio sufrido, teniendo en cuenta la naturaleza del acto ¡licitó '
que la ha causado"98. ' - ’ ’..^W
7
ü) Indemnizatión: consiste en el pago de una suma de dinero que cubre todo daño slis- :
..
ceptible de evaluadón financiera, incluido el lucro cesante97. Asimismo, corresponde el
intereses98. '
■ Si bien para la CDI la reparación es una de las cuatro consecuencias jurídicas del acto
ilícito (las otras tres serían la continuidad del deber de cumplir con la obligación, la cesación
•del ilícito y las garantías de no repetición -estas dos últimas son tratadas en un mismo ar-
■ tículo-), algunos tribunales internacionales consideran o tratan a algunas de estas categorías
;‘jcomo medidas do reparación109. Por qjemplo, la Corte Interamerioana de Derechos Humanos se
ocupa de la cuestión del otorgamiento de garantías de no repetición en la parte de la sentencia
titulada “Reparaciones", con base en el artículo 68(1) de la Convención Americana sobra Dere-
-chos Humanos101, bajo el modo de satisfacción10*.
Cabe preguntarse: ¿Por qué la CDI no incluyó las garantías de no repetición como modos
de r®Paraci6n? CDI advierte que puede tratarse de obtener seguridades o garantías de no
repetición por vía de satisfacción (como, por ejemplo, la revocación de la ley que permitió que
se produjera la violación), ya que, en la práctica, hay ciertas coincidencias entre ambas, pero
t que “es preferible tratar las seguridades o garantías como aspecto de la continuación y restau-
* ; radón de la relaciónjurídica afectada por la violación", por cuanto "se trata fundamentalmente
. ; de una cuestión de fortaledmiento de una relación jurídica continuada, centrada en el futuro
06 Plantas de celulosa en ti Rio Uruguay (Argentina c. Uruguay). CU, Fallo, 20/04/2010, parág. 274.
: 07 Proyecto de la CDI, doo. cit, artículo 86.
' 88 Ibíd,, artículo 86.
89 Atala Rlffb y niña» o. Chile, Corta
IDH, Sontencia da fondo, reparaciones y costas, 24/02/2012, parág. 814.
?. ,100 Dentro do laa formal da satisfacción, la doctrina ha haoho referencia al raconoolmionto público do lo ocurrido
a través do las llamada» "Comlsionos de la verdad". Al respecto, Ferrar Lloret sostuvo: "Al menos en alguna
medida, la creación de oata» Comislonos, con el mandato de investigar las violaciones di los derechos hu
manos y hacer público un Informo al respecto, constituye una forma da satisfacción para los demás suatos
del ordenamiento intornaoional. Esta forma de reparación pretende otorgar satisfacción a la colectividad do
Estados vinculados por las normas consuetudinarias o convencionales que han sido vulneradas por el Estado
infractor, fle configura así como forma do reparaolón ooleotiva o genérica, que ofrece uaa respuesta al defio
moral o jurídico sufrido como consecuencia de la vulneración do las normas intornAeionaleo sobra derechos
humanos por los Estados vinculados por tales normas"; FerroT Lloret, Jaume, Responsabilidad Internacional
del Retado y Derecho» Humano», Tecnoa, Madrid, 1998, p. 143.
' • .101
Proyocto de la CDI, doo. oit., artículo 87.
102 Respecto de la cuestión en torno al concepto de "casación" y de "reparación", ver Barbota, Julio, "La res
a la parto lesionada".
104 Por ejemplo, ver ceso Yvone Neptune o. Haití, Corto IDH, Sentencia do fondo, reparaciones y costas, 06/06/3006,
porágs, 179 y 188.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
106 Personal diplomático y coneultar de loe EE.UU. en Teherán (EE.UU. c. Irán), doc. dt., parág. 95.
107 Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Bosnia-Hertsgovina e.
Serbia y Montenegro), CIJ, Fallo, 26/02/2007, parág. 471.
108 Cfr. Gattini, Andrea, “Breach ofthe Obligation toPrevent and Reparatíon thereof in tho ICJ’s Genocida Judgement",
voL 18 (2007), p. 695. Este autor considera que, si bien la parte demandante no solicitó una indemni
zación, le Corte podría haber mostrado más creatividad y sensibilidad en relación con Iob daños no materiales
sufridos por los herederos o sucesores sobrevivientes de las víctimas de la masacre de Srebrenica.
109 Plantas de celulosa en el Río Uruguay, doc. dt, parág. 269. Ver también González Napolitano, Silvino, "Las
obligaciones procedimentaleñ en el caso de las Plantas de Celulosa sobre el Río Uruguay", en La contami
nación fluvial en el Derecho Internacional, del Castillo, Lilian (dir.), Gasol Varela, Claudia (coord.), La Ley,
Buenos Aires, 2013, pp. 191-208 (en especial, p. 203).
110 Plantas de celulosa en el Río Uruguay, doc. cit., parágs. 270, 276.
111 Ibíd., parág. 276.
112 Ibíd.. parágs. 277-278.
320
V < >'
i? yacente-, sino también para la puesta en funcionamiento de esta última. Es decir, que la con-
ducta ilícita reiterada de Uruguay en el pasado podría haber juetificado que la Corte ordenara
garantías de no repetición, aunque no lo hizo1”. •■ •
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, por su parte, normalmente aplica di-:
versos modos de reparación en sus sentencias. Incluso ha ido más allá que la CIJ u otros:
tribunales, incluyendo dentro do las reparaciones las garantías de no repetición -como ya se
B ¿Minió- y otras modidas en forma autónoma, tales como la rehabilitación de las víotimasX¿v&w
^‘¿Bn ese sentido, ha sostenido reiteradamente quo ‘'La reparación es el término genérico qué
■$>' comprende las diferentes formas como un Estado puede hacer frente a la responsabilidad in^HWJ
tornacional on que ha incurrido (restitutlo in integrum, indemnización» satisfacción, garantías •V
'de no repetición, entro otras)**115.
. En el primer caso quo resolvió esta Corte, Velásquez Rodríguez, decidió que Honduras
estaba obligada a pagar una justa indemnización compensatoria a los familiares de la víctima,
que había sido objeto de una desaparición forzada, por violación de los deberes de respeto y de
garantía de los derechos a la libertad personal, a la integridad personal y a la vida reconocidos
1 en los artículos 7, 5 y 4, respectivamente, en conexión con el artículo 1(1), de la Convención
W Americana de Derechos Humanos118. En consecuencia, en un fallo posterior, la Corte fijó el
:; monto de dicha indemnización117.
Jo?’; En el caso La última tentación de Cristo, la Corte condenó a Chile por haber violado el
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión respecto de varias personas y le ordenó
al Estado “modificar su ordenamiento jurídico interno, en un plazo razonable, con el fin de
suprimir la censura previa para permitir la exhibición de la película ‘La última tentación de
’gj ‘ Cristo’”, lo cual constituye un buen qjemplo de medida de restitución, y dispuso también el
¿v reintegro de una suma de dinero a las víctimas, en concepto de gastos incurridos en el proceso,
' .pero no ordenó el pago de indemnización alguna111. La Corte estimó que dicha sentencia cons-
í. tituía per se “una forma de reparación y satisfacción moral de significación e importancia para
>
♦días víctimas”119.
?,;• , En el caso Bulacio c. Argentina, la Corte Interamericana determinó divereos modos de re-
paración (indemnización y satisfacción) y ordenó garantías de no repetición en la parte resolu-
tiva do la sentencia de fondo y reparaciones, que condenó a la República Argentina,“conforme
feSá los términos del reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por el Estado”,
§?'?ípor violar los derechos consagrados en los artículos 4, 5, 7 y 19 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en perjuicio de Walter David Bulacio, y los derechos consagrados en
|£Mos artículos 8 y 25 del mencionado instrumento en perjuicio de este y sus familiares (todos
ellos en relación con los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana):
162.
¡ 113 Contóles Napolitano, SUvina, “Caco de las plantea de coluloaa sobre el Río Uruguay: las consecuencias jurí
dicas del incumplimiento do Uruguay según la Corte Internacional de Justicia", en eldial.com, Suplemento
de Derecho Internacional Público, sección Doctrina, 2010. http://www,eldial.com/auplementos /internacional/
internacional.asp.
. 114 En el contexto del sistema interamericano de protección de los derechos humanos, la rehabilitación, aeí como
otras medidas -tales como el deber de investigar y, evontu al monte, castigar a los individuos responsables de
las violaciones, o las medidas que requieren cambios estructurales o de forma en el funcionamiento del Estado
e involucran, la mayoría de las veces, a los poderes Ejecutivo, Judicial o Legislativo-, podrían ser vistes como
posibles catagorías autónomas do reparación. Ver Oontálos Napolitano, Silvina et al., op. clt (La responsabi
lidad internacional del Estado por violación de los derechos humanos: sus particularidades frente al derecho
internacional general), pp. 101-121.
115 Suáret Rosero c. Ecuador, Corta IDH, Sentencia de reparaciones y costas, 20/01/1999, parág. 41.
116 Velásquez Rodríguez, doc. cit, parág. 194(4).
117 Ibíd., Sentencia de reparaciones y costas, 21/07/1989.
118 La última tentación de Cristo (Olmedo Bustos y otros) c. Chile, Corte IDH, Sentencia de fondo, reparaciones y
costas, 05/02/2001, parág. 103. ’ -.
119
)
321
LECCIONES DE DERECHO INTWACíONAL PÚBUCO
5. El Estado debe garantizar que no ee repitan hechos como los del presente caso,
adoptando las medidas legislativas y de cualquier otra índole que sean necesarias
para adecuar el ordenamientojurídico interno a las normas internacionales de dere
chos humanos, y darles plena efectividad (...).
6. El Estado debe publicar en el diario oficial, por una sola voz, el capítulo VI y la parte
resolutiva de esta Sentencia (...].
7. El Estado debe pagar la cantidad total de US$ 124.000,00 (ciento veinticuatro mil
dólares de los Estados Unidos de América) o su equivalente en moneda argentina, por
concepto de indemnización del daño material (...l130.
8. El Estado debe pagar la cantidad total de US$ 210.000,00 (doscientos diez mil dó
lares de los Estados Unidos de América) o su equivalente en moneda argentina, por
concepto de indemnización del daño inmaterial
9. El Estado debe pagar la cantidad total de US$ 40.000,00 (cuarenta mil dólares de
los Estados Unidos de América), o su equivalente en moneda argentina, por concepto
de costas y gastos
El Estado debe asegurar, dentro del plazo de un año, que las diez personas declara
das como víctimas ejecutadas o de desaparición forzada en la presente sentencia Be
encuentren representadas en el monumento denominado "El Ojo que Llora”, on caso
de que no lo ostén ya y do que los familiares de las referidas víctimas así lo deseen,
para lo cual debe coordinar con dichos familiares la realización de un acto, en el cual
puedan incorporar una inscripción con el nombre de la víctima como corresponda
conforme a las características de dicho monumento111.
Asimismo, la Corte decidió que el Estado debía publicar en el diario oficial y en otro perió
dico una parte de la sentencia124
120*c*126
**
omplementar, en un plazo razonable, programas permanen
tes de educación en derechos humanos para los miembros de loa servicios de inteligencia, las
Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, así como para fiscales y jueces"1”.
Por último, cabe destacar que, de acuerdo con la CDI, cuando un Estado incurre en la
violación de una norma imperativa de derecho internacional general, surgen consecuencias
particulares, adicionales a las antes mencionadas, que atañen al reato de los Estados que inte
gran la comunidad internacional12®. Ellas son:
120 Do acuordo oon lo ordonudo por la Corte, esta suma fus distribuida antro la madre, la hermana y la abuoln
paterna da la víctima.
191 8sgún lo ordenado por la Corte, esta suma fuo distribuida entro la madre, la hermana, la abuela paterno y
loa dos medios hermanos di la víotlma.
192 Bulado e. Argentina, Corto 1DH, Sontoncia do fondo, reparaciones y costas, 16/09/2003, parág. 162.
128 La Cantuta c. P»rd, Corto IDH, Sontencia da fondo, reparaciones y costas, 29/11/2006, parág. 254.12.
124 Ibíd., parág. 264.18.
120 Ibíd., parág, 254.15. .
126 Al elaborarse el Proyecto de la CDI, ae discutió mucho acerca do la convonioncía do donominar “crímones In
ternacionales" a las violaciones más graves cometidas por los Estados, por cuanto la noción de "orimon" está
ligada a la responsabilidad del individuo. Anto la falta do consenso, la vorsión final dol Proyecto dejó do lado
la clasificación de los hechos ilícitos del Estado on delitos y crímonss, quo figuraba <m el antiguo artículo 19
del Proyecto. Para un mayor análisis, ver González Napolitano, Silvlna, "Delitos y crímenes internacionales
del Estado*, ¿ol fin de una distinción?", revista Núcleo, Universidad Católica Argentina, Buonoe Aires, n.e 10
(2001), pp. 4-9¡ Oonzáloz Napolitano, Silvlne, ‘Xa cuostión do los crímones internacionales del Estado on
loa informes dol Relator Especial W. Riphagen” y "La posición del Rolator Espeolal O. Aranglo Rule”, en La
dietineiCn entre "dríüos” y "crlmonee' internacional" de los Helados en la labor de la Comitldn de Derecho
Internacional, Sabia do Barbarle, Norma O. (coord.). Consejo Argentino para las Relaciones tnternacionelos,
Buenos Aires, 1999, pp. 37-64.
322
CAPÍTULO 15 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL Da ESTADO POR ACTOS HJCITOS
i) Cooperación: los Estados deben cooperar para poner fin, por medios lícitos, a toda viola-
£4? ción grave de tina
rrrovp rio una nnrwn ®7.
imperativa1137
norma imnarativo
ii) No reconocimiento: ningún Estado debe reconocer como lícita una situación creada por
florión grave
ja violación da una
erravo de nnrmn imperativa12®.
una norma
g iii) No prestar ayuda o asistencia al Estado responsable: ningún Estado debe prestar
ayuda o asistencia para mantener esa situación creada por la violación grave de una norma ¿í
imperativa133.
i >A ma fin fzv J . **^^^^ * i;
';> ■ En la opinión consultiva 6obre las Consecuenciasjurídicas de la construcción de un muro
fS? en el territoriopalestino ocupado, la CU -luego de considerar que la construcción del muro por
?.,. parte de Israel era contraria al derecho internacional, por lo que dicho Estado tenía que poner
fin a las violaciones, detener la construcción del muro, desmantelar la estructuraya construida
®r\y reparar los daños y perjuicios causados130- sostuvo:
159. Habida cuenta del carácter y la importancia de los derechos y obligaciones in
volucrados, la Corte opina que todos los Estados tienen la obligación de no reconocer
la situación ilegal resultante de la construcción del muro en el territorio palestino
ocupado, incluidaJerusalén oriental y sus alrededores.Asimismo tienen la obligación
de no prestar ayuda ni asistencia para el mantenimiento de la situación creada por tal
construcción. Incumbe también a todos los Estados, dentro del respeto por la Carta de
las Naciones Unidas y el derocho internacional, velar por que se ponga fin a cualquier
impedimento, resultante de la construcción del muro, para el ejercicio por el pueblo
palostino de su derecho a la libre determinación. Además, todos los Estados partes en
el Convenio do Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiem
po de guerra dol 12 de agosto de 1949, tienen la obligación, dentro del respeto por la
Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, de hacer que Israel respete
ol derecho internacional humanitario incorporado en dicho Convenio.
160. Por último, la Corto opina que las Naciones Unidas,y en especial la Asamblea
General y el Consejo de Seguridad, deberían considerar qué medidas adicionales son
necosarias para poner fin a la situación ilegal resultante de la construcción del muro
y el régimen conexo, teniendo debidamente en cuenta la presente Opinión Consultiva.
Julio, "La responsabilidad Internacional y la Opinión Consultiva da la OU sobrb.„".op. ell., pp. 85-49.
¿ , .l. Introducción
£§■■■ •
1 Barbosa, Julio, Derecho Internacional Público, Zavalía, Buenos Aires, 2“ edic., 2008, p. 477.
2 Morelli, María Paula, “Consideraciones sobre la responsabilidad internacional del Estado por dallos trans
fronterizos resultantes de actividades no prohibidas", Revista de Derecho Ambiental, enero/marzo de 2007, p,
183yss. ■ ’■
7
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIOHM. PÚBLICO
En cuanto a los cinco artículos propuestos por Quentin-Baxter, si bien fueron sometidos a
consideración de la Comisión, no se acordó remitirlos al Comité de Redacción. Con posteriori
dad, durante el 37.’ período de sesiones, la Comisión nombró relator especial a Julio Barbosa,
quien elaboró doce informes. Si bien Barboza conservó en parte el marco conceptual desarro
llado por Quentin-Baxter en su plan esquemático, adoptó una nueva óptica que, en lo sustan
cial, se tradujo en lo siguiente: (i) la recepción de la responsabilidad objetiva del Estado por
daño transfronterizo como una obligación primaria, por oposición a una obligación sujeta a las
expectativas legítimas y a una negociación entre las partes; (ii) la consideración de la respon
sabilidad internacional del Estado por violación de las obligaciones de notificación, negociación
y prevención del daño, y (iii) la definición del daño como "daño significativo", motivo por el cual,
de conformidad con lo normado en el proyecto, no solo resultaban sancionares las actividades
ultrapeligrosas, sino también aquellas que conllevaran un riesgo probable, siempre y cuando
fuera previsible.
Sin embargo, la labor desarrollada por la Comisión en esta primera etapa, en tanto acogió
a la responsabilidad objetiva, sine delicio, o por riesgo, no fue considerada cómo una codifica
ción del derecho internacional vigente, sino, por el contrario, como una contribución al desa
rrollo progresivo8.
Empero, a partir de 1996, la tarea de la Comisión se tomó encomiable. En aquella oportu
nidad, un nuevo grupo de trabajo designado por dicho órgano presentó una serie de artículos y
comentarios con relación al principio de prevención y la consecuente obligación del Estado de
reparar de notable valor.
Con posterioridad, en 1997, durante el 49.’ período de sesiones, la Comisión resolvió que
el estudio relativo a la responsabilidad del Estado por actividades no prohibidas, en rigor,
abarcaba dos cuestiones diferentes, a Baber: la prevención y la responsabilidad propiamente
dicha, las cuales debían de tratarse, en lo sucesivo, por separado. Es decir, por un lado, debían
regularse las obligaciones del Estado tendientes a prevenir la producción de daños transfron-
terizos y, por el otro, las modalidades de reparación a adoptar en caso de que, aun habiéndose
adoptado todas las medidas preventivas del caso, ee produjera un daño3 4.
Así, el trabajo relativo al primero de los temas, esto es, la prevención del daño trans
fronterizo, concluyó en 2001, oportunidad en la cual la CDI aprobó el texto definitivo de un
preámbulo y una serie de diecinueve artículos sobre la “Prevención del daño transfronterizo
resultante de actividades peligrosas", cuerpo normativo que recoge elementos del derecho con
suetudinario y de desarrollo progresivo, y que previó una Berie de obligaciones primarias para
los Estados concernientes a la mencionada prevención.
Luego, en 2002, la Comisión retomó el examen de la segunda de las cuestiones, es decir,
la responsabilidad internacional del Estado, y nombró al efecto un nuevo grupo de trabajo, el
cual elaboró su primer informe, llamado Responsabilidad Internacional por Actos No Prohibi
dos por el Derecho Internacional (Responsabilidad Internacional en Caso de Pérdida Causada
por un Daño Transfronterizo Resultante de Actividades Peligrosas), designando como relator
especial a Pemmartyu Sreenivasa Rao, quien produjo dos informes relativos a la asignación
de pérdidas en caso de daños transfronterizos. El último do dichos informes constituyó la base
sobre la cual mág tarde un nuevo grupo do trabajo elaboró un Proyecto de Principios sobre la
Asignación do la Pérdida en Caso do Dafio Transfronterizo resultante do Actividades Peligro-
3 "Loa artículos aobro reeponiabllidad intornaolonal oran en mayor medido, dosarrollo progresivo antea que
MdlñteWrlM, y roiultaronmds que controvortldoa", Blrnie, Patríala y Boylo, Alan, International Lau and (he
Enulronmenl, Oxford Unlvoraity Proal, Oxford, S.’ odia., 2002, p. 10S (traducción Ubre). Vor temblón Horbach,
Nathollo y Belcker, Pleter H.F., “State Raspcnalblllty far Injurioua Tranaboundary Actívlty In Retroapect’,
328
CAPÍTULO16 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL POR ACTOS ÑO PROHIBIDOS ■’
p.-r
i J^dafios producidos por la actividad peligrosa quedarían externos a la empresa si debieran ser
í$jsoportados por las víctimas, siendo que son inherentes al riesgo que la actividad crea; sus pos-
' tos deben, por lo tanto, “internalizarse”.
■
Si bien en el ámbito del derecho internacional una corriente mayoritaria considera que
ííyno existen normas de derecho internacional general que consagren este tipo de responsabili-
dad, ella es recogida en numerosos tratados en los que la responsabilidad se canaliza .hacia el
explotador y en algunos casos -como en las convenciones sobre daños nucleares (de París’ y .
»: • Viena10)- el Estado tiene una responsabilidad residual.
Habiendo establecido los rasgos fundamentales de la responsabilidad internaoionál sine
;• delicio, nos referiremos a los elementos propios de este tipo do responsabilidad,
f: ‘t-
2—
:íí¿A
327
k--
LECCIONES OE DERECHO INTERNAQ0N4L PÚBLICO
2.2. El daño
Su propia existencia marca una clara diferencia entre la responsabilidad por actos ilíci
tos y la responsabilidad sine delicto. La primera parte del Proyecto de Responsabilidad de los
Estados por Hechos Ilícitos no le asigna al daño ninguna función para determinar la violación
de una obligación internacional, por cuanto, al ser la responsabilidad solo objetiva, su mero
incumplimiento atribuible al Estado genera responsabilidad. No obstante, en dicho régimen el
daño resulta de importancia a los efectos de determinar la reparación del ilícito, ya que se debe
reparar “el perjuicio causado”, como se trató en el capítulo anterior de esta obra.
Por otra parte, en la responsabilidad sine delicto, el daño es condición sine quan non de
la responsabilidad: sin daño no existe obligación alguna por parte del eventual responsable,
ya que es el dafio el que pone en movimiento el mecanismo de la norma primaria que rige esta
responsabilidady hace exigible la prestación, que es el contenido de la obligación a indemnizar.
Sin perjuicio de lo expuesto, no debemos olvidar que en la responsabilidad por hechos no prohi
bidos no se produce ningún dafio jurídico desde que no hay violación de obligación.
2.3. La reparación
El principio dominante en la responsabilidad por hechos ilícitos es el de la restitución
(restitutio in integrum): “borrar las consecuencias del hecho ilícito y establecer la situación que
hubiera existido si el hecho no hubiera tenido lugar"13. Si bien hay una tendencia a que en la
responsabilidad sine delicto se llegue a similar resultado y que, incluso, alguna forma de resti
tución también se ensaye en el terreno del daño al medio ambiente, cuando se imponen medi-
XI Capítulo II, artículos 4 al II, del Proyecto de do la CD1 sobre Responsabilidad dol Estado por Hechos Interna-
clonalmonte Ilícitos, aprobado en segunda lectura en 2001 (Doc. A/RES/56/83).
12 Barboza, Julio, op. cit., p. 483.
13 lbíd„ p. 485.
CAPÍTULO 18 ■ RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL POR ACTOS Nó PROHIBIDOS ''í'lkWcWw
Jgli — ‘ • - ■'
«... .... , .
■ ■.das de restauración del statu quo ante, el hecho de que sea una actividad licita la cun
¡:¿al daño
□_>- y lo que parece una ________
.. que 1- u___sea,
reparación en—realidad,
______ una prestación
__ uj-j_________ _ ... - para manl^iSq^W
" • —.
licitud
1U de 1n
aUitpI fta actividad,
la nrHvírlfiA hacetsaaí
posible otras/1<rAfz»nñ<B0
Ma Ataa como la de fijar topes■l.-l.j.'
diferencias,AATnnlar)aflla»*Awaa a las indomnjzaciX'i
‘
■ nesM, rasgo contrario a la lógica de la reparación del daño causado por el hecho ilícito.' :
l; - - • ——*&■)
. La noción de que pueden distribuirse los loe costos de forma tal que algunos gastos de bré¿W
prW?í
¿■■.•'vención hechos por
< . vención hechos el Estado
por el de origen
Estado de origen se descuenten de
se descuenten las indemnizaciones
de las por daños
indemnizaciones por trañ6í’'X
daños trans¿' ;>íL‘
jv; fronterizos no puede descartarse enteramente en la responsabilidad sine delicio,peroseriaíi¿?W
•feí pensable en la responsabilidad por hecho ilícito”. La reparación, entonces, no tiene la nusfiiff''^
¿i- naturaleza en los dos tipos de responsabilidad: cuando media la violación de una obligacióñjbíSí
' '..principio es categórico: hay que borrar los consecuencias del hecho ilícito. Por su parte, cuandó?'<B
' '..principio es categórico: hay que borrar los consecuencias del hecho ilícito. Por su parte, cuand'ó?®
£jno existo tal violación, la equidad
-n—y j la justicia aconsejan ...
Hogar más cerca posible wu
a_ lo ....... do *a
la Jetjia
regia'',;/
.¿jf
enunciada en el caso de la Fábrica de Chorioui'*, pero el principio de borrar las consecuencias.
¿ del hecho ilícito puede ceder a consideraciones de tipo práctico, como, por ejemplo, la dificultad ?:
¿de obtener aseguración para cantidades proporcionalmente muy grandes, o que el pago total
^‘.condene a la empresa que conduce la actividad peligrosa pero socialmente útil a costos que la,
tf$hagan antieconómica. '
2,4. La cesación
Teniendo en cuenta que la responsabilidad por hechos no prohibidos parte de actividades
gglídtas y queridas por la sociedad, no parece lógico -como sí lo es en la responsabilidad por
.hechos ilícitos- bu cesación.
El Proyecto sobre Responsabilidad por Hechos Ilícitos establece que la cesación es una
de las consecuencias del hecho ilícito (la otra es la reparación) y, por ende, de la esepcia de la
'■ responsabilidad por ilicitud1'. Así, la cesación cabe cuando la violación de una obligación in-
■ texnacional resulta continua. Pues bien, entendemos que el riesgo es incompatible con un acto
continuado productor del daño, ya que llegaría un momento en que dicho acto, por ser continuo
tóy no de resultado previsible, cambiaría el carácter de la actividad.
' 14 Fábrica de Chonotu (Alemania c. Polonia), CPJt, Fallo, 13/09/1928, CPJl Será A, n.° 17, p. 47.
, 16 Barbota, Julio, "La responsabilidad sine delicio", en Tbmas Recientes déla Comisión de Derecho Internacional,
Barbota, J. (coord.l, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, 2007, p. 173.
16 Fábrica de Chonout, doc. cit.
17 Barbota, Julio, op. cit. (Derecho Internacional Público), p. 486.
18 Barbosa, Julio, op. cit. ("La responsabilidad sine delicto”), p. 173.
329
LECCIONES DE DERECHO .NTERNACIONAL PÚBLICO
mente porque la actividad que lo provocó estaba bajo su jurisdicción18. Del mismo modo deben
ser vistos los fondos compensatorios como un mecanismo para distribuir entre un número de
explotadores las pérdidas emanadas de accidentes causados por la actividad, tengan o no di
chos explotadores relación con el accidente mismo, y así sucesivamente.
Esta forma de atribución colectiva en redes o capas de responsabilidad tiene que ver, en
algunos casos, con la incertidumbre y complejidad de los vínculos de causalidad en lo relativo
al medio ambiente, por ejemplo, o con el manejo de tecnologías complicadas que hacen muy
difícil reconocer las causas promotoras del daño.
330
íií
de la actividad, es decir, debe poseer una cualidad material y aquellos efectos, ser
gfe'". consecuencias de esa cualidad.
En este sentido, merece señalarse que el deber de observar la “debida diligencia" ha sido
«jj-t receptado en los precedentes emanados de los tribunales internacionales, referidos con mayor
frecuencia por la doctrina y la jurisprudencia en la materia, tales como los casos del Canal de
Corfú, del Lago Lanoux y de la Fundición de TraiP'.
En el primero de los casos mencionados, Gran Bretaña invocaba la responsabilidad inter
di; nacional de la República de Albania por los daños sufridos el 22 de octubre de 1946 por buques
británicos debido a la existencia de minas en aguas territoriales albanesas. La Corte recordó
enfáticamente la obligación para todo Estado de no permitir la utilización de su territorio para
fines de actos contrarios a los derechos de terceros Estados” y fluidamente la responsabilidad
gfe’-. imputable a Albania no en el hecho de haberse probado que dicho país había colocado por sí
gC: mismo el campo de minas, Bino en cuanto a que la colocación de tales artefactos en sus aguas
territoriales no se pudo haber llevado a cabo sin su consentimiento. Así, Albania infringió la
obligación consistente en no haber notificado a terceros el peligro que corría la navegación ál
Sí£. hacer uso de su mar territorial. En este caso, la Corte permaneció fiel a la responsabilidad por
incumplimiento de una obligación -obligación de advertencia- y, por consiguiente, no admitió
Igfe la teoría de la responsabilidad absoluta o fundada sobre el riesgo”.
wjí,? Por su parte, en el caso del Lago Lanoux, los gobiernos francés y español convinieron en
someter a un tribunal de arbitraje la interpretación del Tratado de Bayonne, del 26 de mayo de
. 1866, y de su acta adicional de misma fecha sobre la utilización de las aguas del lago Lanoux24.
Este lago está situado en la parte sur de los Pirineos, en territorio de la República Francesa,
gíj: ■■ Sue aguas corren por el afluente de Fbnt-Vive, que constituye uno do los nacimientos del río
Canil. Éste, después de haber recorrido aproximadamente unos 26 kilómetros contados a par-
del lago Lanoux Bobre el territorio francés, atraviesa en Puigcerda la frontera española y
■Zp-í" Continúa su cutbo en territorio español alrededor de 6 kilómetros antes de unirse al cauce del
Bagre, el cual termina por desembocar en el Ebro. Antee de penetrar en España, las aguas del Ca-
(M; rol alimentan al canal de Puigcerda, el cual pertenece a osta ciudad española a título de propie-
dad privada". El Gobierno español solicitaba a título principal que el tribunal declarara que el
Gobierno francés no tenía derecho de ejecutar los trabajos de utilización de las aguas del lago
sjsSlí Lanoux, de conformidad con las modalidades previstas por el proyecto hidroeléctrico francés,
^rfefe más que bajo condición de un acuerdo previo entre ambos países88. Por su parte, el Gobierno
i fe francés argumentó que las modificaciones resultantes de la ejecución de su proyecto hidroeléc-
20 Okcwa, Phoebo N., ■Procodurol Obligatione in International Environmentol Agreemente", on B.Y.I.L., vol. 67
(1906), p. 280; Horbach, Nelhalie L. y Bokber, Piolar II. F., op. cit-, p, 385; Bojío, Alan, op. ait-, p. 16. Plolllo
Maor.oíchl, Rtaardo, "Tho Due Diligence Hule ond tho Natura of tho International Reeponaibility of States”,
Meotlng of the Amortan 8ocioty of International Law, American Soclely of International Laui Proceedlngi,
vol. 74 (1080), pp. 229; Oraofrath, Bornard, "Roeponslblllty and Damagw Caue»d: Rolatlonehip betwoen re-
aponoiblllty and demogoe", R.C.A.D.I., vol. 185 (1084), pp. 0-160; Plalllo Maucaohi, Biccardo, op. cll., p. 30;
Goldlo, Louli F.E., “Linbility íbr domogei and the progroeolvo devolopmont of International Lew", I.C.L.Q.,
pp. 1280-1281.
vol. 14 (1966),
22 Canal de Corfú (Reino Vnido c. Albania), CW, Fallo, 00/04/1949 (fondo), ICJ Reporte IM0, pp, 35 y 22,
23 Lévy, Donle, "La reaponoabllité pour omlselon ai la roipomablHW pour rlique on droll International publIc".
331
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
trico so referían únicamente a una pequeña porción del curso del Carol, situada en territorio
francés. Al no modificar en forma alguna el régimen establecido por el Tratado de Bayonne,
Francia concluía que el mencionado proyecto no infringía en absoluto los derechos reconocidos
a España, afirmando, además, que en el caso en cuestión no había lugar a un acuerdo previo a
la realización de los trabajos proyectados37. El laudo arbitral fue desfavorable para España en
virtud de que, en opinión del tribunal, el proyecto de utilización de las aguas del lago Lanoux
no violaba ninguna disposición del Tratado de Bayonne ni del acta adicional. De acuerdo con ’
el tribunal, España no tenía razón en su argumentación, en virtud de que se había demostrado
que el volumen de las aguas en su paso por la frontera no sufría en ningún momento dismi
nución alguna y que, incluso, podría beneficiarse de un aumento. Sin embargo, dijo el tribunal
que la conclusión anterior habría podido ser atacada de varias maneras:
Se habría podido aoatener quo loe trabajos tendrían por consecuencia una contami
nación definitiva de las aguas del Carol, o que las aguas restituidas tendrían una
composición química o una temperatura, o alguna característica que pudiese ocasio
nar perjuicio a los intereses españoles. España habría ontonces podido pretender que
se había ocasionado una lesión, contrariamente al acta adicional, a sus derechos. Ni
el expediente, ni loe debatee de este caso revelan traza alguna de un alegato de tal
naturaleza.®
27 Ver Contra memoria de! Gobierno francés, R.I.A.A., vol. xn, pp. 299-800.
28 Asunto del Lago Lanoux, doc. cíe., p. 303 (traducción tomada de Oómez-RobledoVerduzco, Alonao, Responsabi
lidad internacionalpor daños tronofronterizo8, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2.“ edic.,
2014. p. 38).
332
CAPÍTULO 16 • RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL POR ACTOS ÑO PROHlBfDófc •* . ’"7'”
'dirigida al Gobierno de Canadá, en junio de 1927. Más tarde, en diciembre de ese mismo año,
el Gobierno de Estados Unidos propondría al Gobierno de Canadá que los problemas surgidos
como consecuencia del funcionamiento de la fundición de Trail fuesen remitidos a la Comisión '•
Z Internacional Conjunta, a fin de llevar a cabo una investigación y presentar un informe, de
t>.; conformidad con el artículo dc de la Convención entre Estados UnidoB y Gran Bretaña de fecha
• ; '11 de enero de 190988. Dicha Comisión comenzó a reunirse a partir de octubre de 1928 para la
recepción y examen de pruebas, informes científicos, testimonios, argumentos y alegatos de lps ‘
% ■ defensores tanto de Estados Unidos como de Canadá. El 28 de febrero de 1931, la Comisión T
estableció en forma unánime que todos los daños pasados y todos los que se ocasionaran hasta i
• el 1 de enero de 1932 serían compensados con la suma de 350.000 dólares, recomendando, ade-
más, que se puuloran en funcionamiento varias medidas con objeto de reducir las emanaciones
I
’ do gaao» perjudiciales. Sin embargo, dos años después del rendimiento del anterior informe, el
í' Gobierno do Estados Unidos so dirigió al Gobierno do Canadá para comunicarle que la6 con-
' diciones existentes oran por completo insatisfactorias y que loa dafto9 causados a los cultivos
continuaban siendo de gran envergadura; en consecuencia, se reanudaron las negociaciones
diplomáticas38. Ello llevaría a las partos interesadas a la celebración de un acuerdo intemacio-
■-
nal de arbitraje para la solución del diferendo, firmado en la ciudad de Ottawa el 15 de abril ■
de 193584. Hay que mencionar que, en el compromiso arbitral, además de señalarse los pasos ■
procedimentales a los que Be debería atener el tribunal, se especifica igualmente que para la
£:’• solución del diferendo el tribunal debería aplicar el derecho y la jurisprudencia existentes en
Estados Unidos, relativos a los fenómenos de contaminación, así como el derecho y la práctica
internacionales, tratando de llegar a una decisión justa para las partes interesadas.
Los árbitros afirmaron que, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia intemaciona-
les, existía unanimidad de criterio en reconocer que el Estado tiene en todo momento el deber
de proteger a los demás Estados contra actos lesivos cometidos por individuos que se hallan
'• bajo su jurisdicción (esto no fue nunca cuestionado por Canadá). AI no encontrar el tribunal ar-
g?. bitral ningún precedente conocido por una jurisdicción internacional relativo a contaminación
del aire o del agua, se refirió, entonces, a ciertos fallos dictados por la Suprema Corte de los
^2 Estados Unidos, afirmando que es razonable en derecho internacional invocar, por analogía,
¿y precedentes establecidos por dicha Corte en aquellas hipótesis en las que no existe una regla
de derecho internacional quo prevalezca en contrario18. El tribunal, en consecuencia, consideró
que las mencionadas decisiones, tomadas en eu conjunto, constituían una base adecuada para
S* sus conclusiones, a saber, que, de acuerdo con los principios del dereoho internacional, así como
del derecho de Estados Unidos, ningún Estado tiene el derecho de usar o permitir el uso de eu
• ‘ territorio de manera que cause daño en el territorio de otro Estado o sobre las propiedades o
personas que ahí se encuentren, cuando se trate de consecuencias graves y el daño sea deter-
:. minado mediante pruebas ciertas y concluyentes38.
Por su parte, el Proyecto de artículos de la CDI relativos a la prevención de daños trans
fronterizos 6e aplica a actividades no prohibidas por el derecho internacional que entrañan el
riesgo de causar, por sus consecuencias físicas, un daño transfronterizo sensible (art. 1). En ese
contexto, dicho riesgo abarca desde la alta probabilidad de causar un daño sensible hasta la32 * 34 35 *
32 Ibíd., p. 1918.
¿ \ 33 Ibíd., pp. 1918-1919.
34 Conuentton for seltlement ofdifficulties arising from operation ofSmelter ai Traii, BC. El canje de ratificacio
nes se efectúo el 03/08/1935. Texto del acuerdo reproducido en R.I.A.A., vol. IH, pp. 1907-1910.
35 Ibíd., pp. 1963-1964 f|...J for it ifl reaeonable to follow by analogy, in international cases, precedents estab-
lished by that court in doaling with controversies between States of the Union or with other controvertios
conceming the quaei sovereign rights of such States, whero no contrary rule prevalía in International law
and no reaeon for rqject in euch precedente can be adduced from tho limitatlone ofsovorelgnty inherent in the
333
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
37 Artículo 11: "Responsabilidad quo el Estado Reconoco y Adopta como Propio. El comportamiento quo no sea
atñbuible al Estado en virtud de loa artículos precedentes se considerará, no obstante hecho de eso Estado
según ot dorccho internacional en el caso y en la medida en que ol Estado reconozca y adopte eso comporta* S.Q
miento como propío-. Si bien el Proyocto de la CDI no ha hooho roíbrencia a actos do partioularoe, a ellos es
roficro (individuos o entidades que no han actuado en qjorelelo da atribuciones del poder público). La CDI, ■>
en el roferldo artículo, ha omploodo un rasonamionto similar al utilizado por la C1J on la eontoncia dictada
en el asunto relativo al Personal Diplomático y Consular de Dstados Unidoi on MffHh en la que sefialá
quo la política oficial iraní do permitir que se mantenga ocupada la emboada y la retención do loa rohonsa $
, transformaba en acto del Estado ol comportamiento do loo militantes: Personal diplomático y consular deloc 5
RE.UU. en Teherán (EE.UU. o. Irán), CIJ, Fallo, 24/05/1980, pardga. 74 y 87. Asimismo, on o) asunto Noyes
quedó sontado quo el Estado no serú responsable por actos do los particulares a monos quo hoya foliado a
sus deberes de diligoncia debida. La Comisión Arbitral, on ese caso, en su sentencia descartó la reaponaabi*
Hdad de Panamá por los dafios aufWdoa por el ciudadano estadounidense Noyes a monos do portloularoo en
Panamá, en tanto ol Estado panarcefio no violó el deber gonoral de mantener al orden, aegún lo requerían
las circunstancias propias do una manifestación pública; Noyes (Estados Unidos c. Panamá), Sentencia del *><
22/05/1938, RJ.Á.A., vol. vi, pp. 808,311.
hooho ilícito y la oontamlnación marina", on Derecho Internacional. Tomas Selectos, Universidad Nacional a
Autónoma de México, México, 8.* odie., 2008, p. 237. Jf
40 Barbosa, Julio, "International liability for tho iqjurioua consoquonces of acts not prohlblted by International
lew and tho protectlon of tho envlronmont-, R.C.A.D.I., vol. 247 (1994), p. 263.
334
---’
CAPITULO 16 - RESPONSABILIDAD INTERÍJACIONAL POS ACTQs’nÓ PROHIBIDOS
tete. la evaluación del riesgo de causar un daño transfronterizo sensible que tiene la
vidad (art. 7);
la notificación a los Estados presuntamente afectados -con transmisión de informad
ción técnica sobre la actividad en cuestión- para facilitar el paso siguiente, qiíe.b¿¿?
la consulta con los afectados relativa a las medidas de prevención que adoptará:er-P
Estado de origen (arta. 8 y 9); . ,
tes la obligación de intercambiar informaciones disponibles respecto a esa actividad ¿h-í
ducentes a la prevención, mientras se lleva a cabo la actividad e incluso hasta después
si ello es considerado oportuno por los Estados interesados (art. 12); ' j
la obligación de informar al público que pueda resultar afectado sobre la activi
dad, sus riesgos y el daño que pueda causar, así como de consultar su opinión (art.
... 18);
la obligación de no discriminar entre las personas afectadas por la actividad, ya sea
••
por razones de nacionalidad o residencia, o del lugar en que se produjo el accidente, y
garantizarles el acceso a procedimientos judiciales o de otra Índole si solicitan protec
ción u otro remedio apropiado (art. 15);
la obligación del Estado de origen de prepararse para emergencias en cooperación
con el Estado eventualmente afectado y organizaciones internacionales competentes
(art. 16), así como notificar al Estado que pueda resultar afectado cualquier situación
de emergencia relacionada con la actividad de riesgo en cuestión y facilitarle toda la
información pertinente disponible (art. 18), y
1 Bino también flexible, sin perjuicio de las reclamaciones que se presenten ni de las cuestiónate
que se planteen en relación con los procedimientos y la ley aplicables.
43 Véase la recomendación dol Grupo de Trabajo de la Comisión de 2002, Documentos Oficiales de la Asamblea
General, 57.’ período de aesiones, Suplemento n.° 10 y corrección (Doc. A/57/10 y Corr.l), párra. 447 y 448.
44 Ibíd., 56.’ período do aoaionee, Suplemento n.’ 10 (Doc. A/56/10), párr. 98, párr. 1 del comentario al apartado a
del párrafo 2 del Proyecto de Artículo» «obre la Prevención de Daños Tronsfronterizos.
45 Por ejemplo, varios regímenes de responsabilidad regulan el tipo de actividades comprendidas dentro de eu
ámbito de aplicación: el Convenio sobre la Protección del Medio Marino da la Zona del Mar Báltico (1992); la
Convención sobre los Efectos Trar.sfronterizoB de loa Accidente» Industriales (1992); el anexo i del Protocolo
sobre la Responsabilidad Civil y la Indemnización en Caso de Daños Cauaados por loa Efectos Transfronter
izos de Accidentes Industriales sobre las Aguas Trasfronterizas (Protocolo de JClev do 2003), documento de
la Comisión Económica para Europa, MP/WAT/2003/1-CP.TEIA/2008/3, del 11/03/2003; el anexo n de la Con
vención sobre Responsabilidad Civil por Daños resultantes de Actividades Peligrosas para el Medio Ambiente
(Convención de Lugano de 1993), en el quo Be han identificado como actividades peligrosas las realizadas en
las instalaciones o lugares destinados a la eliminación total o parcial de desechos sólidos, líquidos o gaseosos
mediante incineración en tierra o en el mar, o en las instalaciones o lugares destinados a la degradación
térmica do desechos sólidos, líquidos o gaseosos mediante la reducción de oxígeno, etc.; en el anexo i de esta
Convención figura también una lista de sustancias peligrosas. Véase asimismo le Directiva 2004/35/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo, del 21/04/2004, sobre responsabilidad medioambiental en relación con la
prevención y reparación de daños medioambientales [Diario Oficial, L143/56-, 30.4.2004, vol. 47).
>
337
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Se precisa el significado de “daño” (damage) como uno sensible causado a las personas,
los bienes o el medio ambiente. Este no se produce de manera aislada ni en el vacío, sino que
se irroga a alguien o a algo, a una persona o a unos bienes. En el inciso i, el daño a las perso
nas comprende los supuestos de muerte o de lesiones corporales, de lo que hay ejemplos en el
derecho interno*9 y en la práctica convencional4’. Incluso los regímenes de responsabilidad que
excluyen los daños causados a las personas reconocen que se aplicarían otras normas48.
El daño a los bienes comprende también las pérdidas o daños sufridos por los bienes
(muebles e inmuebles).
Algunos regímenes de responsabilidad excluyen las demandas relativas a los daños cau
sados a bienes de la persona responsable, basándose en la consideración de principio de que
se debe privar al autor de un hecho ilícito de la oportunidad de beneficiarse de su propio
hacho.
Se trata de daños causados por la actividad peligrosa al medio ambiente mismo, se causen
o no simultáneamente daños a personas o a bienes; por consiguiente, son independientes de
cualquier daño que se cause a esas personas o bienes. Así pues, las referencias más amplias
que se hacen en los incisos iii a v a las reclamaciones concernientes al medio ambiente no solo
constituyen una prolongación de tendencias que ya se han puesto de relieve en regímenes de
responsabilidad internacional recientemente concertados, sino que abren posibilidades do pro
seguir ol desarrollo del derecho para la protección del medio ambiente per se.
46 La Ley de responsabilidad ambiental de Alemania, por ejemplo, te aplica a todae las porsonae en caeo de
muerte o lesión corporal. LiiLey de indemnización do daños y perjuicios ambientaba de Finlandia, el Código
Ambiental de 8ueoía y la Ley de indemnización de dados y perjuicios ambientales de Dinamarca comprenden
las Lesiones corporales. Véase. en general, Wetterstoln, Petar, "Environmontal Damage in tho Legal Systoms
of tho Nordlc Countries and Germán/*, en Environmontal Damage in International Law and Comparativa
Law Problema ofDofinitlon and Eualuatlon, Oxford Univeraity Prese. Oxford, 2002, pp. 222-242.
47 Algunos regímenes de responsabilidad disponen lo siguiente: on el apartado k del párrafo 1 dol artículo i de la
Convención do Viene sobre Responsabilidad Civil por Dados Nucleares (1963), se define la expresión "dados
nucleares" de modo quo incluye “la pérdida de vidas humanas, las Issiones corporales y los dados y perjuicios
materiales"! ol Protocolo do 1997 do enmiendo do la Convonción do Viene sobre Responsabilidad Civil por
Doñas Nucleares (1963) (Convonción de Viene de 1997) ae rofiora también, en relaoión con ol apartado k dol
párrafo 1 de) artículo i do la Convonción, a "i) la pérdida de vidas humanas o las losionoa corporalos; il) los
daños o perjuicios matoríalss"; el inoiso vii dol apartado a dol artículo i dol Oonvenio do París sobre la Re
sponsabilidad Civil en materia de Energía Nuoloar (2004) doflno el daño nuclear de la siguionte manera: "1.
Muerte o daflo físico a las porsonas; 2. Pérdida o daflo de los bienes"; la Convención sobro la Responsabilidad
Civil por Daños Causados durante el Transporte de Mercaderías Peligrosas por Carretera, Ferrocarril y
Buques Fluviales define as! el concepto de “daño” en el párrafo 10 del artículo 1: "a) muerte o lesiones corpora
les t.J; b) pérdidas o daños sufridos por los bienes"; el Protocolo do Basilea define el daño en el apartado c dol
párrafo 2 del artículo 2: "i) Muerte o lociones corporales; ti) Daños o perjuicios materiales, salvo a los bienes
de propiedad de la porsona responsable do los daños de conformidad con ol presento Protocolo"; el Protocolo
de Kiev define el daño en el apartado d del párrafo 2 del artículo 2: "i) La pérdida do vidas humanas o todo
perjuicio corporal; ii) La pérdida de bienes o loa daños causados a bienes distintos de loa biones pertenecientes
a la persona responsable de conformidad con el Protocolo", y la Convonción do Lugano defino el daño on el
párrafo 7 del artículo 2 : “a. La muerte o las lesiones corporales; b. Toda pérdida o todo daflo causado a bienes
distintos do la instalación misma o do los bienes que se hallen en el lugar do la actividad peligrosa y estén bajo
el control dol explotador".
48 La Directiva del Parlamento y del Coneqjo de la UE 2004/36/CE sobre Responsabilidad Modioambiontal no so
aplica o las lesionas caucados a las personas, a los daños causados a la propiedad privada o a ningún tipo do
pérdida oconómioa, ni afoota a ningún derecho relativo a esto tipo do daños,
338
CAPÍTULO 16 - RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL PCR ACTOS NO PROHIBIDOS
Por su parte, en el apartado c, se define la expresión “actividad peligrosa" como una acti-•;
vidad que entraña un riesgo de causar un daño transfronterizo. Se entiende que tal riesgo^í
daño debe limitarse a sus consecuencias físicas, excluyendo, por consiguiente, los efectos que
puedan deberse a las políticas comerciales, monetarias, socioeconómicas o fiscales.
En el Proyecto de Artículos sobre la Prevención de Daños Transfronterizos no se define
al “Estado afectado”, que sería el Estado en cuyo territorio, de otro modo bajo su jurisdicción
o control, se produce el daño como resultado de un incidente relacionado con una actividad
peligrosa realizada en el Estado de origen.
Puede verse afectado así más de un Estado. Estas expresiones no se han definido, por
razones de equilibrio y de economía, entre los “términos empleados”.
Se define el “daño transfronterizo" (apartado e) como la serie de daños causados en un
Estado como consecuencia de un accidente o incidente relacionado con una actividad peligrosa
f. realizada en otro Estado. Este concepto se basa en las nociones bien establecidas de territorio,
jurisdicción y control de un Estado. En eBe sentido, se refiere a los daños causados en el terri
torio o en otros lugareB situados íbera del territorio pero bajo la jurisdicción o control de un
Estado distinto del Estado en cuyo territorio o de otro modo bajo su jurisdicción o control se
realicen las actividades peligrosas. Es indiferente que los Estados interesados compartan o no
una frontera.
La definición de víctima comprende a las personas naturales o jurídicas, e incluye al Es
tado como custodio de los bienes públicos. Esta definición está relacionada con la definición de
"daño" que figura en el apartado a, la cual incluye el daño causado a las personas, los bienes
o el medio ambiente, y puede deducirse de ella. Toda persona que sufra lesiones corporales,
la pérdida de un bien o un daño causado a un bien sería víctima a los efectos del Proyecto de
Principios sobre Asignación de Pérdidas.
Por ultimo, si bien no existe una definición general de “explotador” en derecho internacio
nal, el término se emplea en el derecho interno de los Estados y en la práctica convencional.
En esta, los regímenes de reparación de los daños nucleares prevén que la responsabilidad in
cumbe al explotador*". Sin embargo, la definición de explotador varía según la naturaleza de la
actividad. La atribución de la responsabilidad a una sola entidad, el propietario o el explotador,
es lo que caracteriza a los regímenes de responsabilidad causal. Por ello, puede señalarse ex
presamente como responsable a una persona distinta del explotador, en fruición de los intere
ses que estén enjuego en una aotivldad peligrosa determinada. Por ejemplo, en la Conferencia
de 1989 que condujo a la adopción del Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil por
Daños causados por la Contaminación de las Aguas del Mar por Hidrocarburos (1969), oxlstía
la posibilidad do imputar la responsabilidad al propietario del buque, al propietario de la carga49
Los plazos para las reclamaciones de responsabilidad se establecen en los tratados perti
nentes (por ejemplo, diez años desde la fecha del incidente y cinco años a partir de la fecha en
que el demandante tuvo o debió razonablemente tener conocimiento de los daños).
El régimen jurídico vigente de la responsabilidad por dafios al medio ambiente toda
vía está fragmentado y es solo un marco de responsabilidad por daños resultantes de de
terminados tipos de actividades peligrosas. El enfoque de los Estados a la labor de la CDI
sobre la responsabilidad por daños transfronterizos sensibles, así como a los documentos
regionales pertinentes (por ejemplo, la Convención de Lugano de 1993, que aún no ha en
trado en vigor), demuestra que una convención general universal sobre la responsabilidad
por dafios al medio ambiente apenas se vislumbra en el futuro próximo. También es difícil
sabor hasta qué punto el régimen de responsabilidad de un operador por el daño cometido
en el medio ambiente se ha convertido en una norma consuetudinaria de derecho interna
cional.
Por lo genera], no es fácil de probar que el daño es causado directamente por un incidente
en particular o que las medidas de respuesta o el restablecimiento han sido razonables. Incluso
los Estados pueden ser reacios a interponer una acción de indemnización de los daños ambien
tales en contra de un agente privado en un tribunal de otro Estado. Por ello todavía es pronto
para evaluar el efecto de la norma en estudio.
La indemnización por daños ambientales transfronterizos podría .garantizarse a través
de la neutralización de dos conceptos: la responsabilidad del Estado y la responsabilidad de un
operador de la actividad peligrosa.
En este sentido, los Estados tienen la obligación de controlar actividades peligrosas bajo
su jurisdicción o control, de adoptar todas las medidas apropiadas para prevenir o minimizar
daños transfronterizos significativos y de garantizar la adopción de medidas legislativas y
51 Véase Doc. LEG/CONF/C.2/SR.2 a 13. citado en Abecassis, David y Jaraahow, Richard, Oil Pollution frwn
Shlpt, Stevens and Sons, Londros, 2.a edic., 1985, p. 253. Alguno# regímenes que atribuyen la responsabilidad
a! propietario del buquo eon el Convenio Internacional aobre Responsabilidad Civil nacida de Dafios Debi
dos a la Contaminación por Hidrocarburos (1992), art. m(l); el Convenio Internacional sobre Responsabili
dad Civil nacida de Dafios Debidos a Contaminación por los Hidrocarburos para Combustible de los Buques
(2001), art. m y el Convonio Internacional sobre Responsabilidad e Indemnización de Dafios en relación con el
Transporte Marítimo de Sustancias Nocivas y Potencial mente Peligrosas (1996), art. 7(1).
52 Véanse el Convenio sobre Responsabilidad Civil por Daños causados durante el Transporte de Mercancías
Peligrosas por Carretera, Ferrocarril y Vías Navegables (1989), que define al transportista en relación con
los buques de navegación interior como la poreona que en el momento dol incidente controla la utilización
del vehículo a bordo del cual se transportan las mercancías peligrosas (art. 1, inc. 8); el Convenio sobre Re
sponsabilidad Civil por los Dafios de Contaminación por los Hidrocarburos resultantes de la Exploración y
Explotación de los Recursos Minerales de los Fondos Marinos, quo define al explotador de una instalación en
una plataforma continental de forma que incluye, a falta de designación por una do las partes contratantos,
a la persona que (yerra el control general do las actividades realizadas en la instalación (art. 1, inc. 2>, y la
Directiva 2004/35/CE de la Unión Europea sobre Responsabilidad Medioambiental, que define al operador, al
que atribuye la responsabilidad, en el sentido de que incluye a cualquier persona física o jurídica, privada o
pública, que desempefie o controle la actividad profesional.
340
administrativas respecto a que se prestará una indemnización atas víctimas. Enpas^¿áj¿
t’v 'cíales (por qjemplo, un daño a bienes comunes o uno causado en el transcurso de ün'&nfltet
’tíí armado), los daños al medio ambiente solo pueden ser compensados a través del mecanismo d
>; ■ la responsabilidad del Estado.
& • '-M
F ’'
r.-:
341
í
Capítulo 17
Responsabilidad de otros sujetos
de derecho internacional
Verónica Lavista
Introducción
•é? A partir del reconocimiento de las organizaciones internacionales como sujetos de de-
S^íyecho internacional por parte de la CIJ en la opinión consultiva sobre Reparación por daños
;• sufrido b al servicio de las Naciones Unidas (en adelante, opinión consultiva sobre Reparación
feáS ppr daños), así como la potencial evolución de otros sujetos de derecho internacional, ha sur-
gido la necesidad en la comunidad internacional de contemplar la responsabilidad interna-
®' cional propia para estos nuevos sujetos y que su responsabilidad no dependa de los Estados.
Así, se han ido adaptando a estos nuevos sujetos, que tienen particularidades^ características
SBinrbpia8 y distintivas de los Estados, los principios ya desarrollados respecto de la responsabi-
¡idad internacional de los Estados. Algunos de estos principios -como, por ejemplo, respecto de
de reparación por daños- se han aplicado mutatis mutandi a los demás sujetos,
í-' 'por lo que no entraremos en detalle en esos casos. Otros han requerido nuevas contemplacio-
a la luz de las distinciones entre los diferentes sujetos y sus obligaciones bsyo el derecho
^^hitemacional.
doc.htm.
Cuestionado por la faltó de debido proceso en la designación de personas y ejercicio del derecho do defensa:
Yasibi Abdullah Kadl y Al Barakaat Iniemational Foundation c. Consto de la Unión Europea y Comisión de
las Comunidades Europeas, Casos Unido» C-402/05 P y C-415/05 P, Tribunal Europeo de Derechos Humanos
(Gran Sala), Deolsión, 3/09/2008; Nubil Sayadi y Patricia Vlnch c. Bélgica, Comité de Derechos Humanos.
•• Comunicación 1472/2006, 29/12/ 2008.
. .‘’ B Alvares, Joeó. "International OrganUations: Acoountability or Rosponsibility?", Lunoheon Adórese, Cana*
dian Council of International Law, 35.a Conferencia Anual sobre Responsabilidad de Individuos, Estados y
Organi raciones.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
organizaciones internacionales detrás de ellos. Asimismo, se busca evitar que los Estados ae
escondan detrás de esa personería a efectos de eludir la responsabilidad por sus actos. j
6 Proyecto de Artículos de la CDI sobre la Responsabilidad del Estado por Hechos Intemacionalmente Ilícitos, .
Doc. A/CN.4/L.602/Rev. 1,26/07/2001, disponible en http://www.un.org/law/ilc, artículo 57.
7 Infórme de la Comisión de Derecho Internacional sobre el Trabajo de su 53.° Sesión, UN GAOR, 56." Ses., Sup.
n.’ 10, UN Doc A/56/10 (2001), capítulo iv, comentario artículo 57, párr. 2.
8 Ibid., comentario artículo 68, párr. 1.
9 Informe de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor realizada en su 54° período de sesiones, UN ;
GAOR, 67.“ Sea., UN Doc A/Res/57/21 (2002).
10 Ibíd., capítulo vin, párr. 463.
11 Ibíd., capítulo vju, párr. 473 y 6a.
12 Ibíd., capítulo vm, párr. 475.
13 Ibíd.
14 Informe de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor realizada en su 63° período de sesiones, UN
GAOR, 66.- Ses., UN Doc A/66/10 (2011), capítulo v, comentarios, párr. 3.
344
CAPÍTUL017-RESPONSABIUDAD DE OTROS SUJETOS DE DERECHO,IHTERHAQIOÜÁl "" ■ ,'í
2.4. Elementos
Los elementos de un hecho intemacionalmente ilícito de'una organización internacional
enunciados en el artículo 4 del Proyecto sobre Responsabilidad de las Organizaciones Interna
cionales coinciden con aquellos previstos para la existencia de un hecho ilícito de un Estado.
Así, la CDI requiere dos elementos para que se configure tal hecho intemacionalmente ilícito:
que “un comportamiento consistente en una acción u omisión (a) sea atribuible a eBa organi
zación según el derecho internacional, y (b) [quel constituya una violación de una obligación
internacional de esa organización’’’’,
27 Informe de la Comisión do Derecho Internacional tabre ¡a labor realisada en su 63’periodo de sesiones, doc',
clt., capítulo v, artículo 4.
28 Reparación Bar daños sufridos al Birvlcio de las Naciones Unidas, dac. clt,, p, 178.
29 Informe de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor rcalisada an tu B3‘ periodo de sesiones, dos.
di, capítulo v, artículo 6(1).
SO Ibíd» capítulo v, artículo 6(2).
81 Reparación por daños sufridos al teruicio da las Naciones Unidas, doo. clt., p, 177.
82 Informo de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor realleada en su 63° periodo da sesionas, doc,
«¡i., oapítulo v, comentarlo al artículo 8, párr. 9.
346
CAPÍTULO 17 - RESPONSABILIDAD DE OTROS SUJETOS DE DERECHO INTERNACIONAL
Estados contemplando meramente “cualquiera que sea la posición del órgano o ebagente efeí
^5?- relación con la organización1*, en lugar de enumerar las diferentes fruiciones que se podrían^
ejercer dentro de-la organización, dadas las importantes variaciones que existen entre organj; >
•. zacion es internacionales8®. .: \ 7^2
La situación prevista por la CDI en este artículo no es la de un órgano o agente que haya ■
S¡h‘ sido plenamente adscripto a la organización internacional, sino aquella en que el órgano
agente “adscripto sigue actuando en cierta medida como órgano del Estado que lo adscribe o como
órgano o agente de la organización que lo adscribe”88. Ejemplifica esta situación con “los contin-
: gentes militares que un Estado pone a disposición de las Naciones Unidas para una operación
fe-:’ de mantenimiento de la paz”3®.
fe1 ’ Es frecuente que se celebren acuerdos entre los Estados u organizaciones que adscriben
!"
agentes u órganos a otras organizaciones internacionales. En estos acuerdos se puede prever
un régimen particular de responsabilidad; la CDI ha argumentado que tales acuerdos no se
refieren a la atribución, sino a la asignación de responsabilidad y, en todo caso, son solo vin-
culantes entre las partea del acuerdo, por lo que no pueden afectar los derechos de terceros40.
A diferencia del caso del Proyecto sobre Responsabilidad de los Estados, aquí se requiere
ife'. “control efectivo” con el fin de determinar a qué institución es atribuible determinado compor-
temiente. En relación con las operaciones de mantenimiento de la paz, en principio, las Nació-
/ . nes Unidas asumen responsabilidad por el comportamiento de las fuerzas frente a terceros41,
fe¿ Aunque debe definirse en cada caso‘“quién ejerce efectivamente el control" sobre determinado
fe./ comportamiento42, lo que ha llevado a conclusiones diferentes por parte de distintos tribuna-
les4’, como se trató en el capítulo 15.
43 Entra otroa,Behrami y Behrami o. Francia y Baramati o. Francia, Alemania, Noruega, TEDH, Decisión (Gran
8ala) sobra la admisibilidad da las demandas N’ 71412/01 y 78108/01,02/08/2007; Kaeumq/'c. Oreóla, TEDH,
Dodilón sobro la admisibilidad da la demanda N* 8974/05, 5/07/2007; O^/it c. Alemania, TEDH, Decisión
sobro la admisibilidad do la demanda N# 81446/02, 28/08/2007; R (on the applioation ofAl-Jedda) (FC) v.
Becretary ofState forDefence, Cámara de loa Loros (Reino Unido), Decisión, 12/12/2007; Al-Jtdda o. el Reino
Unido, TEDH, Sentencia (Gran Sala), 7/07/2011; Causa W 265616/HA ZA 06-1671, Tribunal do Distrito da
La Haya. Sentencia. 10/09/2008, traducción inglesa on http://sookon.rochUproak.nl.
44 Informe de la Comieitn de Derecho Internacional cobre la labor nalixada en tu 63* período de eeelonec, doc.
cít., capitulo v, artículo 8. * •.
lldad de la organización incluso ai os considerado inválido según las reglas do esta’8, on cuyo
caso» en los términos de la CIJ en lo opinión consultiva sobre Ciertos gastos de las Naciones
Unidas, “será una irregularidad desde el punto de vísta de esa estructura interna", pero igual
mente la organización queda obligada frente a terceros4’,
2.5.4. Consentimiento
El artículo 9 del Proyecto de Responsabilidad de Organizaciones Internacionales incor
pora como atribútales a una organización internacional aquellos actos que, aunque no sean
aplicables en los términos ya descriptos, una organización haya reconocido y adopte como pro
46. 47
pios48 Es decir que pueden atribuirse a una organización internacional ciertos actos, incluso
cuando no estén contenidos en los artículos anteriores. Este artículo reproduce textualmente
el artículo 11 del Proyecto sobre Responsabilidad de Iob Estados.
Ebob artículos enuncian principios de carácter general que parecen ser aplicables a
la violación de una obligación Internacional por parte de cualquier sujeto de dere
cho internacional. Por consiguiente, no hay ningún motivo para adoptar un criterio
diferente on los presentes artículos, aunque la práctica existente relativa a las or
ganizaciones internacionales es escasa en lo que concierne a las diversas cuestiones
abordadas en el presente capítulo41.
47 Ciertos gastos de las Naciones Unidas, CU, Opinión Consultiva, 20/07/1962, l.C.J. Reporte 1962. p. 168.
48 Infórme de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor realizada en su 63" período de sesiones, doc.
dt., capítulo v, artículo 9.
49 Ibíd., comentario al capítulo ni, párr. 3.
60 Ibíd., capítulo v, artículo 10.
51 Ibíd., comentario al capítulo ív, párr. 1.
52 Ibíd-, capítulo v, artículo 17.
53 Ibíd.. capítulo v, artículo 18.
54 Ibíd., capítulo v, artículo 19.
348
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'. • CAPITUL017 • RESPONSABILIDAD DE OTROS SUJETOS DE DERECHÍINTfRNAClÓ)ÍAL • • ?‘
í." - -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
& WlM
2.8. Reparación de perjuicios $
Lo mismo ocurre con los artículos referidos al contenido de la responsabilidad interna-fe^^J
cional de una organización internacional, de reparación del perjuicio, de violaciones graves . V<5.
de obligaciones emanadas de normas imperativas de derecho internacional general, de
dos de hacer efectiva la responsabilidad internacional de una organización internacional y
de contramedidas.
La diferencia está en el artículo 40 del Proyecto sobre Responsabilidad de las Organi-
¿ zaciones Internacionales, donde la CDI buscó, luego de largas discusiones, una solución al •V
problema de la falta de financiación que padecen las organizaciones internacionales”. En ese
artículo, previó que la organización internacional responsable “adoptará todas las medidas
apropiadas, de conformidad con sus reglas, a fin de que sus miembros le proporcionen los me
dios para el efectivo cumplimiento de sus obligaciones”, y que los miembros de tal organización
"adoptarán todas las medidas apropiadas que las reglas de la organización puedan requerir
para que esta pueda cumplir efectivamente las obligaciones que le incumben en virtud del
presente capítulo"”. En sus comentarios explicó que este artículo no significa que, en forma
subsidiaria, los miembros de una organización internacional serán responsables por los actos
de esta67. La obligación de los Estados de dotar a la organización de medios financieros surge,
V por ejemplo, de la opinión de Sir Gerald Fitzmaurice en la opinión consultiva sobre Ciertos
gastos de las Naciones Unidas'.
55 Quoc Dinh, Nguyen; Daillier, Patríele; Fortaau, Mathias y Pellet, Alain, Droit InternationalPublic, L.G.D.J.,
Lonrai, 8? ed., 2009, § 489; ver también, por ejemplo, las diacueiones aobre la responsabilidad de los Estados
miembros ante la quiebra del Constyo Internacional del Estaño (Reino Unido: Decisión de la Cámara de los
Lores en Australia & New Zea ¡and Banking Group Ltd., et al. c. Australia el al., vol. 29 (1990), p.
56 Informe de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor realizada en su 63° período de sesiones, doc.
cit., capítulo v,artículo 40. '
57 Ibíd., capítulo v, comentario al artículo 40. t
58 Ciertos gastos de las Naciones Unidas, doc. cit., p. 208. ,
59 Informe de la Comisión de Derecho Internacional sobre la labor realizada en "su 63° período de sesiones, o .
cit., capítulo v, artículos 58 a 63. S.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- - - - 349
LECCIONES DE DERECHO I.V¡ERMACIONAL PÚBUCO
74 Muohllnakl, Petar, •Corporation!, In International Uw" (2010), an Max Planck Snoyclopedia vf Pabilo íntir- >
nodonoUxiw, http://www.mpapU.com, pdrr. 80. . aAv
76 Loa dlíbronto» cdmaraa do apelación han adoptado postura» d líbrentai al rtipicta La decisión aotuaimonti
franl» & h Corte Suprema üb Mobil o. Poyal Duloh Poirolaum Co. 621 F.3d 111 (2d Oir. 2010).
la elguionti:
Otro» cobo» en que le han adoptado dlftrento» soluciono» son: Plomo u. Ríraitow Miíurol Rubber Co., 648 F.8a ... .
1018 (7th Cir. 2011); Sarol u. Rio Tinto, PLC. 2011WL 5041927 (9th Oír. Oct. 25,9011) (en bañó; Do» ». Exxon j
Mobil Corp., 654 F.3d 11 (D.C. Clr. 2011). ? vi’%
76 Ver Poeto Mundial do la» Nacicnc» Unida», propuesto en 1999 (http7Zwww.un.org/oa/globalcompact/), Norma» .
da la» Nadone» Unida» sobre la» Reaponaabilldades de las Empreaa» Transnadonala» y otra» Empreeai en >•
Safara de lo» Derechos Humanos, Conaqjo Económico y Social, Doc. E/CN,4/Spb.2/2008/I2/Rev.2,26/D8/2CO
(http://www.unhchr.ch/Hurldocda/Huridoca.n8f/0/a389702baa023990cl256d69004814a4). .'í’-í
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
requieren que las empresas privadas se sometan a ellos de manera voluntaria y no tienen un
régimen de ejecución previsto.
En el campo del derecho de las inversiones, ha habido iniciativas para incorporar obli
gaciones para los inversores extranjeros en los tratados bilaterales de inversión (TBI). Así,
mientras los TBI tradicionales solo concederían derechos para los inversores extranjeros, los
TBI "de tercera generación" pretenden imponerles también obligaciones71, lo que produciría
una responsabilidad'internacional susceptible de ser reclamada por el Estado. En relación
con los arbitrajes de inversión, como se verá en el capítulo 45, en términos generales estos
procedimientos son iniciados por personas físicas o jurídicas contra Estados, sin embargo, ha
habido algunos casos iniciados por Estados o sus subdivisiones políticas en contra de socieda
78.79
des jurídicas77
77 Por ejemplo, el Modelo de acuerdo internacional para el desarrollo sustentable dal Instituto Internacional
para el Desarrollo Sustentable (Model International Agreement on Investment for Suetainable Deuelopmcnl)
de abril de 2005.
78 Gabán c. Société Serete S.A., caso CIADI N.* ARB/76/1; Government of the Prvuince of Eaat Kalimantan c.
PTKallim Prima Goal y otro», caso CIADI N.* ARB/07/3; Ooetx y otros e. Burundi, caso CIADI N * ARB/01/2;
MINE c Guinea, caso CIADI N.° ARB/84/4.
79 Convención do la OCDE sobre Responsabilidad Civil en Materia de Energía Nuclear (1980); Convención de
Viena sobre Responsabilidad Civil por Daños Nucleares (1963); Convención sobre Responsabilidad Civil por
Daños Resultantes de Actividades Peligrosas para ol Medio Ambiente (1993); Protocolo de Basilea de 1999
sobre Responsabilidad e Indomnixación por Daños resultantes de Movimientos Transfronterisoa de Dosechos
Pollgrosos y su Eliminación (1999); Convenio Internacional sobre Responsabilidad Civil por Daños Causados
por la Contaminación de las Aguas del Mar por Hidrocarburos (1969); Convenio Relativo a la Responsabilidad
Civil en la Esfera del Transporte Marítimo de Materiales Nucleares (1971); Convenio Internacional sobre
Responsabilidad y Compensación por Daños en Conexión al Transporte de Sustancias Peligrosas y Nocivas
por Mar (1996).
84 Azarov, Valentina, “Belhgerency’ (2012), en Max Planck Encyclopedia of Public International Lato, httpJI
www.mpepil.com, párre. 8-9.
352
I *...
• j®5»]
CAPÍTULO17 • RESPONSABILIDAD DE OTROS SUJETOS DE DERECHO INTERNACIONAL
—
rr1. .rt&ykgg
A
La condena por parte del Coneqjo de Seguridad a Al-Qaida por loe ataques a las Tbrresj* ' *r/**>’ v?;
.
. minoB generales, son casos en que de manera expresa se les ha dado tal obligación a través de
algún convenio internacional. Esto significa que el régimen de responsabilidad internacional
‘/
I-.W
de las ONG es distinguible del régimen de responsabilidad de los Estados por sus característi
cas respecto del consentimiento y carácter bilateral de las obligaciones”.
En particular, las obligaciones existentes se vinculan con organizaciones humanitarias en
situaciones de conflictos armados; por ejemplo, el artículo 10 del Convenio I de Ginebra (1949).
También están obligadas en el derecho laboral: en el artículo 8(1) del Convenio sobre la Liber
tad Sindical y la Protección del Derecho de Sindicación se establece la obligación para “los tra
bajadores, los empleadores y su9 organizaciones respectivas” de "respetar la legalidad”90. En su
vinculación con organizaciones internacionales, las ONG a veces también aceptan obligaciones
bíyo el derecho internacional má9 allá de sus obligaciones contractuales con la organización
internacional91.92 93 94 \
Asimismo, hay declaraciones que, aunque no vinculantes, se refieren a obligaciones para
ONG, por qjemplo, la Declaración de Naciones Unidas sobre los Defensores de Derechos Hu
manos”. Algunas ONG han creado, además, códigos de conducta en loe que se autorregulan”,
Hay autores que sostienen que la “guerra contra el terrorismo” y las sanciones directas
¿ del Consqjo de Seguridad a diferentoe individuos y organizaciones, así como las recomenda-
clones dirigidas a evitar el abuso de organizaciones sin fine9 de lucro para financiar actos
terroristas, han desdibujado la distinción entre responsabilidad de Estados y de ONG04. Sin . >*
embargo, incluso ellos reconocen que, principalmente, las obligaciones internacionales de las
ONG son aquellas que ellas mismas aceptan.
cierta legitimación.
87 Ver Cahin, Oórard, ‘The Responsibllity of Other Entibes: Armed Banda and Criminal Groups", en TA# Law
353
Capítulo 18
Surgimiento del
Estado y reconocimiento
Mariana Lozza
4 Armes Pírter, Frlda y GomólosNapolitano, Bllvln», “Booesaloa and International )aw. Latín Amorloan prac
tico", on ¿comían. ¡nltrnaflonal Lau ftropectlwe, Kohon, Marcelo (ed,), CaAbrídgo Unlveraity Preie, Cam
bridge. 2008, p. 37S.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
2. Reconocimiento de Estados
En el capítulo 2 de esta obra se analizaron los elementos que constituyen un Estado. A
partir de allí, cabe preguntarse: ¿alcanza con decir que hay Estado cuando sus elementos es
tán presentes? ¿Quién determina que esas condiciones están dadas? ¿Existe una obligación de
reconocer un nuevo Estado? Un nuevo Estado ¿tiene un derecho a ser reconocido? Es en esta
discusión donde la cuestión del reconocimiento de Estados adquiere relevancia, dando lugar a
un debate intenso en la doctrina de los publicistas*.
Puede observarse que, en un sentido amplio, el reconocimiento es la aceptación de un Es
tado en relación con otros Estados de un hecho o situación10. Sin embargo, cuando se trata de
reconocimientos de Estados y de gobiernos (como se verá en el apartado 3), el efecto es mayor
y el reconocimiento adquiere una definición más estricta. Ello no solo por el impacto que tiene
en el plano internacional, que podrá producir efectos en los derechos y obligaciones entre Esta
dos, sino también por el impacto en la capacidad de actuar de los Estados en el plano nacional
de otros Estados11.
5 Ver Batt, Judy, “Montenegro and Serbia after the Referendum’, European Union, Instituto for Security Stud-
6 Shaw, Malcolm, International Lato, Cambridge Univcrsity Press, Cambridge, 2006, p. 198. Respecto del
nacimiento de Estados por extinción de otros, Remiro Brotóns señala los supuestos do unificación de doe o
más Estados o do disolución o desmembramiento de un Estado preexistente y, con relación al nacimiento de
Estados ein extinción, rofiere a la separación o secesión de una parte del territorio. Remiro Brotóns. Antonio,
8 Postor Ridruajo, José, op. cit., p. 304. Ver Declaración de Principios de Derecho Internacional que rigen las
Relaciones do Amistad y Cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas,
Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General (1970); Actividades militares y paramilitares en Nicaragua
y contra Nicaragua, CIJ, Fallo, 26/11/1984, parág. 258 fias orientaciones políticas internas de un Estado
pertenecen a la competencia exclusiva del mismo, siempre que, bien entendido, no violen una obligación de
Derecho Internacional”, traducción libre).
9 Moncayo, Guillermo; Vinuesa, Raúl y Gutierres Posee, Hortensia, Dertcho Internacional Público, Zavalfa,
Buenos Aires, 1994,1.1, p. 20 y 88.
10 Jenning8, Robert y Watts, Arthur (eds.), Oppenheim’s International Lato, Longman, Londres, 9.a adíe., 2008,
vol. l,p. 127.
11 Brownlie, Ian, Principies ofPublic International Laut, Oxford Univeraity Presa, Oxford, 6.' edic., 1998, p. 97
y ss. (releva varios ejemplos ante cortes del Reino Unido, pero aclara que la práctica judicial no puede eer
ligeramente tomada en cuenta como evidencia para determinar qué doctrina adopta el Estado sobre el recono
cimiento de Estados).
Estados deban ser reconocidos para ser considerados como tales1?, que obligue a lós'Éa^W!^^^
reconocer a un nuevo Estado una vez que los elementos se alcanzan14, o que generé reepó¿S'M^^
bilidad internacional si no se reconoce a un Estado que satisface los requisitos19. Sin e¿b
diversas tesis han sido desarrolladas, alimentadas y apoyadas por la doctrina y, por
por la práctica de los Estados en materia de reconocimiento de Estados, aunque
cas, como se observará, no son conclusivas.
Una de estas tesis es la denominada teoría declarativa, según la cual el reconocimiétf^^^
do Estados es un acto con carácter declarativo y, en tal sentido, no hace más quo cohsta'tfrw^ffi
existencia del nuevo Estado14. Es decir, ol Estado existe ipeo facto desde el momento en;q^Sgj
cuenta con loa olemontos quo lo constituyen, sin perjuicio do quo sea o no reconocido por.
ros Estados17.18 reconocimiento tiene, entonces, un efecto simbólico que constata un hodio.íto'^S
El19
oh sino consocuenoia de la naturaloza política dol acto10. ’
Esta teoría fue recoptada, por ejemplo, en la Convención sobre Derechos y Deberes dél
Estado (1933), en la que se establece que “El reconocimiento de un Estado meramente
nifica que el que lo reconoce acepta la personalidad del otro con todos los derechos y deberes-
determinados por el Derecho Internacional. El reconocimiento es incondicional e irrevocable’1^.'
En 1936 el Instituto de Derecho Internacional siguió esta línea al definir al reconocimiento’
como “el acto libre por el cual uno o varios Estados constatan la existencia sobre un territorio ,
. determinado do una sociedad humana políticamente organizada, independiente de cualquier; -
otro Estado existente, capaz de observar las prescripciones del Derecho internacional. El re^lS®
conocimiento tiene efecto declarativo”20. La Carta de la Organización de Estados Americanos
también dispone en tal sentido que "La existencia política del Estado es independiente de su
reconocimiento por los demás Estados"21. 22 23 24
En esta misma línea, se encuentra Ja posición adoptada por el Comité Badinter, consti-: ó®
tuido en 1991 por el Conaqjo de Ministros de la Comunidad Económica Europea para emitir
opiniones legales en relación con el proceeo de desmembramiento de la República Federal
Socialista Yugoslava. En la Opinión n.® 1 dictamina de manera expresa que “la existencia o
desaparición de un Estado es una cuestión de hecho; [...] los efectos del reconocimiento por
otros Estados son puramente declarativos”51.
Otorgándole efectos distintos al reconocimiento de Estados, se encuentra la denominada; £$
teoría constitutiva*. Esta doctrina parte de la premisa de que un Estado solo existe cuando
otros Estados reconocen que las condiciones para su existencia están dadas. Algunos auto- a.V
res se han referido al reconocimiento de Estados no solo en relación con haber alcanzado los
elementos, sino también respecto de la capacidad para asumir derechos y obligaciones entre
14,*y,
el Estado que reconoce y el que es reconocido13 16por ello, el Estado no es tal sino hasta que jf1
13 Ramzan, Muhammad Bilal, “Redefming the Requirements for the Recognition of New and Independent
States’, en Informe de Investigación, Asamblea General Comité Sexto-Legal, http:/Avww.muimun.org/wp-
content/upload8/2012/02/GA6_topicA.pdf, p. S.
lo hayan reconocido).
17 Murphy, Sean, Principies ofInternational Law, Thomson West Law, 8t. Paul, 2006, p. 33.
18 Pastor Ridruejo, José, op. cit., p. 299.
19 Convención sobro Derechos y Deberos de los Estados, artículo 8 (énfasis agregado). La Convención ha sido
ratificada por dieciséis Estados latinoamericanos y entró en vigor el 26/12/1934. Argentina, Paraguay, Perú
libre).
21 Carta de la Organización de loe Estados Americanos, artículo 13, que recepta lo establecido en al artículo 3
líbre).
23 Autores como Anzilotti, Oppenheim, Kelsen y Guggenheim apoyan esta doctrina. Brownlie, Ian, op. cit., p. 88.
24 Ramzan, Muhammad Bilal, op. cit., p. 2. . ’'
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
25 Brownlie, Ian, op. cit., p. 88 (oxplica que esta doctrino surge básicamente por la falta de instituciones centra
lizadas en el derecho internacional, lo cual es considerado por los adeptos como una característica esencial
del derecho internacional y no como un estadio en su desarrollo). Barbosa también ee roñero a esta cuestión
chos oomo observador, no obstante no habor logrado aún ol estatus do Estado miembro. Ver Resolución A/
RE8/07/19 del 29/11/2012, por la Oual so reconoce a Palestina ol caróctor do Estado observador no miembro
(con el voto negativo de Canadá, República Checa, Israel, Islas MarahaU, los Estados Federados de Microne
sia. República da Nauru, Panamá, República do Pelaos y Estados Unidos y cuaronta y una abstancionos. Le
República Argentina votó a favor de su admisión).
27 Estos requisitos son: (i) ol respeto de las disposiciones do la Carta de leo Naciones Unidas y de los compromi
sos suscriptos en el Acta Final de Helsinki y en la Carta de París, en particular on lo que so refiero ol Estado
de derecho, la democracia y loo derechos humanos; (ii) la garantía de los derechos de los grupos étnicos y
nacionales, así como do las minorías; (iii) el respeto do la inviolabilidad de loa límites territoriales que solo
pueden ser modificados por medios pacíficos y de común acuerdo; (iv) la reanudación de todos loo compromisos
pertinentes relativos a) dosarme y a la no proliferación nuolsar, asi oomo a la sogurldad y a la estabilidad re
gional; (v) el compromiso do eoluolonar mediante acuerdo, en particular, recurriendo, on bu caso, al arbitraje,
todas las cuestiono' relativas a la sucesión do Estados y a las controversias regióna los, Declaración do loa
Doce sobre las líneas directrices referidas al reconocimiento do nuevos Estodoa en Europa del Este y Unión
Soviética (Reunión Ministerial Extraordinaria, CPE, Bruselas, 16/12/1091, disponible en http://ocw.um.es/
co.-Juridlcas/derooho-intornacJonal-publlco-l/q)orclclos-proyectoB-y-ca8oi-l/capitvlo9/dooumonto-2-doclara-
clon-ministros-aaee-comunidadeo-reQmocimianto-ox-republlcao-80vietlcas.pdf).
28 En este caso so adicionó la necesidad del informe previo del Comité Badintor sobre el cumpllffllonto do
lee condiciones. Dios do Volasco, Manuel, Inetituclonee de Derecho Internacional Público, Tocnos, Madrid,
p. 280.
29 Brownlie, Ian, op. cit., p. 90. Oppenhelm'e International Lato, op. cit, p. 148 (enfatiia la importancia quo tiene
esta tipo do reconocimiento on aquellos casos en los quo el nuevo Estado surgiría como conaocvenola do un
proceso revolucionario).
80 Tal vos la disouslón sobro los "ouasi Estados” se onmarca dentro de esto debato. En la aoiualidnd, so roconooo
la exlstonoia de “cuasi Estados" como entidades con ciertos niveles do soberanía, aunque no so los roconooo,
por el momento, ol estatus do Sotado. Un qjemplo so obsorva on ol caso do Talwán.
39 Ibíd., p. 143. Algunos autores, como Hillgruber, llegan a sostener que esta discusión quedará superada desdo
el momento en que el nuevo Estado sea admitido en las Naciones Unidas, on tanto que, a partir do ese mo
mento, ea aplican los principios de la Carta de las Naciones Unidas en las rolaclones entre los miembros de
la Organización, con independencia de si existe o no reconocimiento mutuo entre loa miembros. Hillgruber,
Christian, ‘The Admisaion oí New States to the International Community", E.J.I.L., vol. 9 (1998), p. 492.
34 Autores como Guggenheim tambián apoyan esta doctrina. Drownlie, Ian, op. cit., p. 90. Podestá Costa y Ruda
explican que esto no es lo que ha caracterizado la práctica de loa Estados en tanto el reconocimiento, aun cuando
se trate de una constatación de los elementos del Estado, no suele otorgarso inmediatamente. Por q’emplo, la
República Argentina no fus reconocida por Espada sino hasta 1863. Incluso an casos como el reconocimiento do
Estado» Unidos por parte de Francia on 1778 fue considerado por ol Reino Unido como un acto de guerra,
85 Ramean, Muhammad Bilal, op. cit., p. 3.
38 Brownlio, Ian, op. di., p. 90.
87 Esta doctrina toma el nombre del secrotario do Estado norteamericano Henry J. Stimson.
38 Diez de Volasco, Manuel, op. cit., p. 281 (cita como qjemplos en los que se aplicó osta doctrina el caso del Estado
artificial de Manohukúo de parte de Japón en 1980, así como la provincia de Katenga al Intentar separerso
del Congo aa 1960).
39 Zonas libres ds la Alta Sabaya y el Distrito d< Gex (Fase 2), CPJI, Providencia, 06/12/1930, PCIJ Series A, n.°
24; Estatuto jurídico de Oroenlandia Oriental, CPJI, Providencia, 03/03/1932, CPJI Serle AfB, n.* 48, p. 285 y
Sentencia de Fondo, 05/04/1933, Serle A/B, n* 63, pp. 75 y 95; Jurisdicción de loe tribunales de Dantig, CPJI,
Opinión Consultiva, 03/03/1928, Serie B, n.* 15, p. 26; Consecuencias jurídicas que llene para los Estados la
continuación do la presencia de Sudófñca en Namibia (Africa Sudoccidental), no obstante lo dispuesto en la Es-
solución 976 (1970) del Cansío de Seguridad, CIJ. Opinión Consultiva, 21/06/1971,1CJ Reporte 1971, pp. 46-47.
40 ConsecusnolasJurídicas que tiene para los Estados la continuación de la presencia do SudáfrlcaenNamibia..., doc.
cit., p. 54. La Corto so refirió a 1m consecuencias del no reconocimientoal concluir que todos loe Estados miembros
de las Nociones Unidas estaban obligados a considerar la presencia do las autoridades do Sudáfrica en Namibia
como ilegal y sus actos, posteriores a la terminación del mandato (27/10/1068), como Uogales o inválidos. Incluso,
con posterioridad a esta opinión, la Asamblea General convocó a lo» Estado» para que se autorrestringiaran do
entablar relaciones directas o indirectas, económicas o de otro tipo, con SudáMca cuando se referían a su repre
sentación de Namibia y a no reconocer como válidos lo» darochoa o Interósea sobre bienes o recurso» da Namibia
adquirido» dospuós do que terminara el mandato. Resolución 2871 (XXVI) (1971) do la Asamblea General; Roso-
lutión 301 (1971) del Consq|o de Seguridad; Resolución 8031 (XXVHI) (1972) de la Asamblea General.
41 Carta de la Organización de les Estados Americanos, artículo 20.
42 Proyecto de Artículos sobro Responsabilidad dsl Estado por Heoho» Intornaoionalmenta Ilícitos (2001), ar
tículo 41(2).
43 Oppenhelm'e International Lato, op. cit., p. 129 y n. 6 (aofiala la diferencia entre lo »o»tonido por Lauterpacht,
quien concluía quo la practica indicaba quo la teoría constitutiva ora la predominante, y Kuns. quion afirma
ba lo contrario) y p. 133.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
le permite ejercer su capacidad de actuar, consolidar su soberanía territorial, contar con el res
paldo para protegerla de interferencias o intervenciones extraryeras, celebrar tratados de toda
índole con otros Estados, participar activamente en organizaciones internacionales, contar con
capacidad para adquirir bienes en el extranjero, presentarse ante tribunales internacionales y
nacionales de los Estados que lo reconocen, entre otras prerrogativas44.45
Es igualmonte relevante
conceder que, a nivel nacional, el no reconocimiento tiene sus afectos, por ejemplo, ante la impo
sibilidad de que un Estado se presente ante los tribunales del Estado que no lo ha reconocido41.
Sin perjuicio de ello, debo quedar en claro que no hay una obligación internacional de
reconocer un nuevo Estado y ningún Estado va a incurrir en responsabilidad internacional si
no otorga el reconocimiento46. No obstante, puede decirse que todo Estado tiene derecho, con
independencia de que haya sido o no objeto de reconocimiento, a que se respeten su soberanía
territorial y otros atributos básicos del Estado. En tal sentido, el territorio de un Estado no
reconocido no puede ser considerado como térra nullius*1.
En definitiva, si bien puede concederse que está sujeto a la discreción de los Estados, el re
conocimiento se otorga o no con base en el principio jurídico que establece que, cuando ciertos
requerimientos se presentan, el reconocimiento se encuentra permitido y es consistente con el
derecho internacional, por lo que no podría ser considerado como una intervención. En tal sentido,
algunos autores han concluido que el reconocimiento, si bien puede ser declarativo, es constitutivo
de derechos y obligaciones para el Estado que reconoce en sus relaciones con el Estado reconocido4®.
2.2. Formas
44 Murphy, Sean, op. cü., p. 32 y aa: Jiménez de Aréchaga, Eduardo, op. cil., p. 47.
45 La práctica pareciera indicar que esta limitación no alcanta a las cuestiones de inmunidad de loa Estados no
reconocidos. Pastor Ridruejo, José, op. cit., p. 301; Jiménez de Aréchaga, Eduardo, op. clt., p. 47.
46 Pastor Ridruejo, José, op. clt., p. 299.
47 Shaw, Malcolm, op. cit., p. 471.
48 Oppenheim's International Law, op. cit., p. 130.
49 Un ejemplo de reconocimiento a través de tratados se observa en el tratado entre España, Francia y Andorra
en 1993, por el cual se reconoce al Estado de Andorra.
50 Pastor Ridruqjo, José, op. cit., p. 301. Un ejemplo do reconocimiento por admisión de un nuevo Estado en una
organización se dio de parte de los Estados miembros de las Naciones Unidas que votaron a favor de la admi
sión de Corea del Norte.
miembros y no puede ser objetada. Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito
de Genocidio (Bosnia y Herzegovina c. Yugoslavia). CIJ, Fallo, Excepciones Preliminares, 11/07/1996. ICJ
Reporte 1996, p. 28. Comentado por Hillgruber, Christian, op. cit., pp. 4 y 14.
a
nocimiento implícito deberá realizarse sobre la base de una casuística cuya clave residirá
determinar si el comportamiento en cuestión permite inferir que hay una voluntad dereciáo^-^
cer al nuevo Estado.
El reconocimiento de Estados también puede ser de Jure o defacto. El reconocimiento será W
de Jure cuando se haga con relación a un Estado que ha adquirido el estatus de tal eñ’fopn^’.W
definitiva y plena, y será de facto cuando haya dudas sobre la permanencia y consolidación'doV*
nuevo EBtado, razón por la cual ol reconooimiónto sería do carácter provisorio hasta tarito^^
produzca el reconocimiento dejare™. Es posible observar que esta clasificación pono el focpen
el Estado reconocido más quo on el acto dol reconocimiento.
8. Reconocimiento de Gobiernos
La discusión alrededor de este tema adquiere importancia ante cambios políticos de go
bierno que no se producen en forma normal o constitucional -sean cuales fueran las normas
constitucionales de un’ Estado- o cuando se llevan a cabo de una manera revolucionaria*54.*Por
el contrario, aquellos cambios de gobierno que se producen de conformidad con las normas de
la Constitución (Norma Fundamental) de un Estado no son objeto de debate en esta materia.
3.1. Doctrinas
Distintas teorías han sido desarrolladas frente al reconocimiento de Gobiernos. Estas
han marcado las diferentes prácticas seguidas por los Estados, aunque no pueda concluirse
que una sea la adoptada por la generalidad de los Estados, incluso en un momento dado. El
análisis, entonces, deberá realizarse teniendo en cuenta las circunstancias particulares.de
cada caso y la reacción de los Estados frente a ellas. Algunos académicos suelen agruparlas en
dos categorías: doctrinas/teorías de la legalidad (o legitimidad) y doctrinas/teorías de la efec
tividad, según se reconozcan solo a Gobiernos de derecho o a aquellos que ejerzan un poder
efectivo sobre la población y el territorio, sin importar por qué medios accedieron al poder. A
continuación desarrollaremos algunas de las más seguidas y renombradas en derecho inter
nacional.
Una de las que ha tenido mayores adeptos ha sido la doctrina Jefferson. Su nombre se
debe al secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Thomas Jefferson, quien, en
1792, frente al fin de la monarquía francesa y la proclamación de la Primera República Fran
cesa, expresó:
53 Oppenheim's International Law, op. cit., p. 155. Un supuesto de reconocimiento de facto se produjo con Estados
como Finlandia, Letonia y Estonia luego de la Primera Guerra Mundial. Podestá Coata y Ruda manifiestan
que el reconocimiento de facto ha sido normalmente empleado como un recurso político, pero que, en última
instancia, está a la espera del reconocimiento de jure. Podestá Costa, Luis A. y Ruda, José María, Derecho
Internacional Público, TEA, 5.* edic. actualizada, 1985,1.1, p. 64.
54 Oppenheim's International Law, op. cit., p. 148.
El juez José María Ruda explicaba que el reconocimiento do Estados solo puede tener lugar cuando el gobior-
55
no se efectiviza hacia afuera de sus fronteras y es considerado como un interlocutor válido en sus relaciones
internacionales. Ruda, José María, “Recognition of States and Government^", en Contemporary Aspects of
Recognttcon, Bedjaoui, Mohammed (ed.), Martjnue Nijhoff, London, 1991, pp.'455 y 458.
56 Oppenheim's International Law, op. cit., p. 148.
361
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
fi? Rcpúlvoda, César, "Las deotrínas d©l reconoolmioaio do gobiernos y su aplicación a la práctica", Boletín dsl
ínUituto de Derecho Comparado de MMoo, aflt Vi, n.8 ¡0 (1053). p. lo «liando á Jéffcreon on insteueolón a
Morris, 07/11/1792, M.fi. inst. Minleters, p 915).
da Hogar al poder por revolución, denunció el Tratado de 1923 y esto fue seguido por los demás signatarios.
Frente a esta situación, el Gobierno de Hernandos Martínez fuo reconocido, on Unto no había norma vi
gente que lo impidiera. Este hecho es considerado como el fin do esta doctrina. Puode observarse que, a la
larga, la doctrina Tobar indudablomonte no logró su principal prepósito, que era evitar Qobiornos fuera do 1
mareo constitucional.
362
CAPITUL018 - SURGIMIENTO DEL ESTADO Y RECONOCIMIENTO
es El árbitro Taft en el laudo emitido en el cobo Aguilar-Amory and Royal Bank nf Cañada claims dio cuenta dol
no reconocimiento del Ooblemo de Tinoco por parte de Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Italia, lo cual
se basaba en lo ilegalidad de la asunción de Tinoco en el poder. Sin embargo, resulta interesante observar la
forma en quo el árbitro Taft, a los efectos do la controversia que tenía ante sí, se desprende del no reconoci
miento por parte do los mencionados Estados y analiia si el gobierno de Tinoco, no obstante la ilegalidad en la
cipios do derecho Intemeianar. AgullQr’Amwy and flcwl Bank of Cañada ofo/ms (Gran Brctato o- costa
fticaX 18/10/1B23, fi.L A.á.» vol. 1, p. 881 (traduedón libre),
64 Podestá Costa. Luis A. y Rudo, José María, op. di., pp. 162468.
66 ConitcuenciatJurídica» que tiene para lo» Estado» la contlnuaoldn de la pretenda de BudáfHca en Namiola
L..1, dos. clt, parág. 124.
66 ¡bíd., parág. 128.
ra»958.a»p.
70 Resolución 63/301, 01/07/2009.
dt., p. 288.
78 Dioz do Volasco, Manuel, op. dt„ p. 285. Es la seguida, por •fempfe, por EsplAfliqn su» relaofenas con uuoa
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PtlBUCO
Puede observarse que, según esta doctrina, los Estados deben abstenerse de realizar un
acto de reconocimiento o no reconocimiento en tanto ello hace a la esfera interna de los Es
tados, y lo contrario implicaría una violación del principio de no intervención en los asuntos
internos de los Estados78. El objetivo de esta doctrina es preservar la continuidad en las rela
ciones con el Estado independientemente de su Gobierno, es decir, sin hacer un juicio sobre la
legitimidad del Gobierno extranjero.
Está doctrina fue dejada de lado por el propio México en el caso del Gobierno franquista
español. Frente a esa situación, el Gobierno mexicano siguió reconociendo al Gobierno en el
74. 75
exilio76 Igual política siguió el Gobierno de México frente a la situación de la Argentina en
1945» Venezuela en 1946, Haití y Bolivia en 1946, y Nicaragua en 1947.
Otra de las doctrinas que ha receptado importantes adeptos es la doctrina Lauterpacht
(doctrina da la efectividad). Según esta teoría, existe una obligación de reconocer a los Gobier
nos cuando tienen un control efectivo sobre el territorio y población77,78
esto es, cuando tienen
la capacidad para qjercer en forma continua las funciones políticas propias de un Estado”. La
diferencia entre esta doctrina y la doctrina Estrada es que, según la primera, debe otorgarse
el reconocimiento cuando el gobierno es efectivo. En cambio, la doctrina Estrada pregona el
no pronunciamiento en términos de reconocimiento. Dentro de la doctrina Lauterpacht podría
ubicarse lo ocurrido con el Comité Badinter, constituido para evaluar si los Estados de la anti-
Seara Vázquoz, Modesto, “Síntesis del Derecho Internacional Público”, en Panorama del Derecho Mexicano.
Universidad Nacional, México, 1965, vol. 11, p. 574.
77 Lauterpacht, Hersch, “Recognition ofGovernments II", Columbio Lato Reuieuj, vol. n (1946), pp. 37-68. Pastor
Ridruejo explica que esta es la doctrina seguida por el Reino Unido; Pastor Ridruejo, José. op. cit., p. 305.
78 Diez de Velasco, Manuel, op. cit., p. 284.
v s.vv^-
¿. gua Yugoslavia satisfacían las condiciones para adquirir el estatuare Estado. Dicha
analizó el elemento del gobierno y concluyó que este debe ser no solo legítimo, sino tamb'i'éá
efectivo79.
y. Por otra parte, y sin importar la teoría que se adopte, el reconocimiento permitirá que
Estado cuyo Gobierno es reconocido pueda ser sometido ante los tribunales internos del Estado
que lo reconoce. Contrario sensu, un Gobierno no reconocido implicará que el Estado no tiene
legitimación para actuar ante los tribunales internos del Estado que no reconoce84. También él
reconocimiento implicará el respeto por los privilegios e inmunidades de sus agentes, así como
• la habilitación para celebrar tratados8®. ’•
En definitiva, no quedan dudas acerca de que el reconocimiento no tiene ninguna relevan
cia para la determinación de la existencia de un nuevo sujeto dej derecho internacional, sino •
que, esencialmente, su impacto se da en el ámbito de las relaciones diplomáticas88. ;?
k.ó
79 Ineta Ziemelo, "States, Extfnction oP (2010), en Max Planck Eneyclopedia ofPublic International Law.^MpdL
www.mpepil.com.pArr. 17.
80 Opptnheim's International Lato. op. cit, p. 169. '. ';•*
81 Jiménex de Aréchaga, Eduardo, op. eit., p. 67. .? ...*•
82 Ibíd. . .7
83 Ibíd. ,
84 Ibíd. Igual situación se podría producir ante tribunales internacionales. Reaulta ilustrativo lo resuelto por
el
OI Tribunal MUIV^V de
IIIWMIIUI Europeo IlUtnUllVJ en
MVIO^IIVQ Humanos
uv Derechos «1 caso
OI! el •> Turquía,
Loúidou c. en— que concluyó
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Francia e Italia, entre otros. Afuilar-Amory and Royal Bank of Cañada claims (Gran Bretafia c. Coa “*•/-
18/10/1923. R.I.A.A.. rol. !,p. 381. • 5'
te
O1
Capítulo 19
Sucesión de Estados
Patricia Bilbao y Pablo Franck
1 BodJaoul, Mohammed, "Probamos rácente dos ouacossione d'États nouveaux", R.C.A.D.I., rol. 130-11 (1070),
p. 4W. t .
2 Como fu® al oaao da lo Corto Pormnnento do JuaUoio Intornaolonol, que (\io sucedida por la Corta Intornaoio-
naldoJuBtlolaaloreáfsolaOrgánliftdóndelasNaoionesUnldne.
3 Jurista holandós (1083-1640). En su obra Sobro <1 dtncho di gutrra y pat (1026) utllisó la Idea do la sucesión
de Estados. ' . .
4 La tucctitio establecía U posibilidad de que una persono -al cauoahablonta- ocupora al lugar do otra -ai
causante- en sue relacionas jurídicas privadas y/o patrimoniales al momento do su cxtinolón. Esta idea fue
dejada do lado por la doctrina internacional toda vea que, más allá de sus oomqjanaas, al ámbito de valides do
deudas do Estado".
LECCIONES PE derecho internacional público
Cuando el territorio do un Estado pao a aor, total o parcialmente, parto dol territorio
ds otrd o do varios otros Estados, o cuando el territorio do un Estado so convierte on
los territorios do nuovoa Estados, o cuando parte del territorio de un Estado lloga
a ser territorio de un nuevo Estado, surge el problema do ai, y hasta qué punto, do
acuerdo con el derecho internacional general, las obligaciones y derechos del predece
sor recaen sobro su sucesor*.
Si, por ejemplo, un Estado se extingue o deja de ejercer su competencia sobre un territorio
determinado, su lugar es ocupado por otro, ya sea un nuevo Estado u otro preexistente. Esa
sustitución en el ejercicio de la competencia nos obliga a preguntarnos, al menos, qué sucede
con los derechos y obligaciones contraídos por el soberano anterior respecto de ese territorio,
quién tiene la titularidad de los bienes, archivos y deudas del Estado predecesor o cuál será la
nacionalidad de los habitantes de ese territorio.
6 Releen, Hana, Principios de Derecho Internacional Público, traducido por Caminos, Hugo y Hermida, Ernesto,
El Ateneo, Buenos Aires, 1965, p. 254.
7 La Convención de Viena de 1978 cuenta en abril de 2014 con veintidós ratificaciones eobre quince necesarias
para su entrada en vigor. El escaso número de ratificaciones se debe a la poca adhesión de gran parte de la
comunidad internacional respecto al trato favorable a los Estados de reciente independencia fruto del proceso
de descolonización; Mangas Martín, Aracelí, “La Sucesión de Estados", en Instituciones de Derecho Interna
cional Público, Diez de Velasco, Manuel (ed.), Tecnos, Madrid, 1.1,17.* edic., 2010, p. 336.
8 La Convención de Viena de 1983 cuenta en abril de 2014 con siete ratificaciones.
9 Dis-
Mülleraon, Roin, "Law and Política in SucCcwlon of States: International law on Succoeaion of States’, en
solution, Continuaron, and Succession in Eastern Europe, Starn, Brigltte (ed.), Kluwer Law International, La
Haya, 1998, p. 5.
10 Primer Informe del Relator Especial Francia Vallat, 1974.
11 Convención de Viena de 1978, artículo 21 LXb) y Convención de Viena do 1983, artículo 2(l)(a).
12 Documentos Oficíales do la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Sucesión de Estados en Materia de
Tratados, Viena 04/04 a 06/05/1977 y 31/07 a 23/08/1978, vol. in. p. 7 (en adelante. Documentos Oficiales de
la Conferencia, 1978).
368
CAPITUL019-SUCESION CE ESTADOS ¡
En este orden de ideas, un Estado "Bucesor" se define como "el Estado que ha Bustitüi'drtí
’ otro Estado a raíz de una sucesión do Estados”, y un Estado "predecesor” es "el Estado qué
% sido sustituido por otro Estado a raíz de una sucesión de Estados’”3.
Esta definición fue criticada por parte de la doctrina toda vez que entendieron qüéí¿;^
. aluBión a la sustitución en la responsabilidad de las relaciones internacionales de un territoribj'
es un concepto errado y que, en realidad, debería hablarse de transferencia de un territorjq'de^
';: 14. 15
una comunidad nacional a otra13
De lo expuesto se concluye que la sucesión de Estados trata de regular el pase del patrigS'S
monio jurídico y material de un Estado prodecesor a un Estado sucesor. '
Con posterioridad, en 1909, la CD1 presentó un proyecto de artículos sobre la nacionali
dad de las personas naturales en relación con la sucesión de Estados. Este proyecto no tomó
forma de convención, sino que fue anexado a una resolución de la Asamblea General en forma
Sí-;,- de declaración, como una guía útil para los Estados”.
Ég . A pesar de que los mencionados instrumentos no lograron la aceptación generalizada que •
®?-.. so esperaba -en mayor medida debido a las reservas de gran parte de la comunidad internado-
gjy’ nal respecto al. método de trabqjo utilizado por la CDI, basado en finalidades políticas y no en
& . realidades prácticas-, algunas normas allí establecidas obtuvieron un alto grado de consenso
íyg ' doctrinal que, junto con la abundante práctica aplicada para cada caso concreto a lo largo de
’ la historia, confluyen en la aplicación de la institución tanto por vía del derecho convencional
: ■■ como, sobre todo, por vía del derecho internacional general. ¿CS,
13 Convención de Viena de 1978, articulo 2ClXc) y id); Convención de Viena de 1983, articulo 2Cl)(b) y (d.
14 O’Connoll, Daniel Patrick, Tht Law ofSlaU Sueeession, Cambridge University Presa, Cambridge, 1968, p. 1.
15 Resolución 55/153 de la Asamblea General. 12/12/2000.
16 Artículo 3 de la Convención de Viena de 1978 y artículo 6 de la Convención de Viena de 1983.
17 Como ejemplos de modificaciones territorlalee Ilícitas que fueron condenodae por la comunidad internacional
y, por lo tanto, no reconocidas como sucesión de Estados a pesar de la declaración unilateral o intención del
Estado en cuestión, podemos citar la declaración de independencia de Rodéala de! Sur en 1906 (Res. 216 del
Consejo de Seguridad, 12/11/1966) y la ocupación de Kuwait por Irak en 1990-1991 (condenada por Ros. 660,
661 y 662, del Consejo de Seguridad, de 1990, entre otras). •
18 Documentos Oficiales de la Conferencia, 1978, doc. cit., pp. 13-14.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
4. Tipos de sucesión
Tomando la idea de Kelsen antes mencionada, según la cual la sucesión de Estados es un
fenómeno de pérdida de un territorio por parte de un Estado y adquisición de territorio por
parte de otro, se puede colegir que, a partir de una sucesión de Estados, pueden originarse di
versas consecuencias; es por ello que en los textos convencionales se han establecido diferentes
tipos de sucesión.
Una sucesión de Estados puede producirse por unificación de Estados10; mediante la ab
sorción de un Estado por otro19
20;21 * el surgimiento de un nuevo Estado como consecuencia de
por
la descolonización de un territorio31; por el nacimiento de nuevos Estados en el territorio donde
antes ejercía sus competencias uno solo38, o por la transferencia de parte del territorio de un
Estado a otro, siendo este un supuesto de “sucesión parcial”23. 24 * 26
Se puede analizar la cuestión a partir de dos clasificaciones principales entre los distintos
tipos de sucesión: según si el Estado predecesor continúa existiendo o no; y conforme a si la
modificación territorial da lugar a un nuevo Estado o el territorio en cuestión se incorpora a
un Estado preexistente.
Una de las primeras cuestiones que se plantean con la sucesión de Estados es si los Esta
dos sucesores deben continuar vinculados por las normas internacionales aplicables al territo
rio con anterioridad a la sucesión.
Si bien la Convención de Viena de 1978 se ocupa exclusivamente de la sucesión de Es
tados en materia de derecho convencional, tanto a partir de opiniones doctrinarias como de
sentencias de la Corte Internacional de Justicia34, se desprende que, en caso de que un tratado
no subsista luego de la sucesión de Estados, esto no obsta a que los derechos y obligaciones
que de él se desprenden lo hagan en virtud de encontrarse vigentes en una norma consuetu
dinaria. Esta distinción es de suma importancia, en especial en el análisis de la continuidad
de los tratados de derechos humanos y derecho humanitario que, si el Estado sucesor quisiera
denunciar, podría seguir exigiéndosele en virtud de la existencia de una norma de derecho
internacional general35.
La sucesión en materia de tratados debe analizarse según el supuesto do quo so trate; ob
servando la Convención de Viona de 1978 y aplicando, analógicamente, las normas de derecho
consuetudinario vigentes.
19 En este caso dos o más Estados se unen para constituir uno nuevo. Por ejemplo, la efímera República Árabe
Unida, constituida on 1968 por la unión do Egipto y Siria, que subsistió hasta su separación en 1961.
20 En este caso un Estado desaparece para integrarse can otro prooxlsknte Por ejemplo, ella ocurrió en 1845
cuando lo» Estados Unidos anexaron al Hitado libra de Toxm (que Rníerlormento -hasta 1889- había forma»
do parta do Móxioo).
21 La República Argentina surgió por doscolonisactón, a) Indapendiaarso do Esparta en 1816.
32 Esto se puede dar como separación de parte o partos dol territorio do un Estado para formar uno o más nuevos
Estados, dondo el Estado prcdocccor continúa existiendo -esto serta el caso del surgimiento dol Estado de
Panoinú, producto de la separaolón de Colombia, en 1908-, o se puode dar por dlsoluolón do un Estado dondo
el Estado predecesor desaparece a rata de un pacto previo o de manera traumática -tal como ocurrió en 1991
con la Repúblloa Socialista Fedorativa do Yugoslavia-. A esto tipo do dieoluoión la donominaromos desmem
bramiento y solo puedo darse con motivo de conmoción Interna, no por un ataque extomo.
23 Por templo, los territorios de Alsacia y Loreno que formaron parte do Alemania durante las dos guerras
mundiales, reintegrándose a Francia al finalizar cada guerra. No obstante, no so trataría de supuestos de
sucesión 1 falta, puesto que en los hechos so trataron do anexiones por parto do Alemania contrarias al derecho
internacional.
24 Actividades militare* y paramilitares en Nicaragua y contra Nicaragua (Nicaragua c. EE.UU.), CIJ, Fallo,
27/06/1986.
370
CAPÍTULO 19 • SUCESIÓN DE ESTADOS
26. 29
del territorio de ese Estado, pase a ser parte del territorio de otro Estado"28 Se trata de un’'c¿oSS
27
de cesión de territorio. ■
Un ejemplo de sucesión de Estados por transferencia de parte del territorio se vmí^ó^S
en la anexión por parte de Alemania de las actuales provincias de Alsacia y Lorena lúagfeSmaSjf
fin de la guerra franco-prusiana de mediados del siglo xa y bu posterior reintegro a Fraptiáyitó
luego de finalizada la Primera Guerra Mundial en virtud de lo dispuesto en el Ts^flfrSagM
Versalles de 1919. No obstante, como ya se explicó, si este caso se diera en la actualidad, no:..<-í
estaría regulado por la Convención de Viena por tratarse de una anexión en violación déídé?'^
recho internacional. ' ?'
Para el supuesto de la sucesión respecto de una parte del territorio, la Convención de
Viena de 1978 prevé que los tratados del Estado predecesor dejarán de estar en vigor respecto ,
del territorio al que se refiera la sucesión de Estados deBde la fecha de la sucesión; y los trata- ®
dos del Estado sucesor estarán en vigor respecto del territorio al que se refiera la sucesión de
Estados desde la fooha de la sucesión, salvo que la aplicación del tratado a ese territorio resulta .,)■!’
incompatible con el objeto y el fin del tratado o que exista un cambio radical en las condiciones.: i??1
de ejecución2’.
El artículo descripto refleja lo que se conoce como “movilidad del ámbito territorial de *1
aplicación de los tratados" y se relaciona con la previsión sobre el ámbito territorial de los tra-tisj
tados del artículo 29 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados”. ..
Desde ya, el Eetado Bucesor posee la facultad de decidir que determinados tratados cele- ’;¡¡
brados por el predecesor puedan continuar en vigor en el territorio objeto de la sucesión que : ■:
ha pasado a formar parte del suyo manteniendo excepcional y parcialmente el orden jurídico
establecido por el Estado predecesor. ■
salvo quo una intención diferente se dosprenda do <51 o conato de otro modo").
29 Convención de Viona de 1878, articulo 2. ' •.
80 Documontoa Oficiales de la Conferoncia, 1978, doc. cit., p. 8.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El principio que adopta la Convención de Viena de 1978 para loe “Estados de reciente
independencia** respecto de las obligaciones contraídas por la potencia es el de la “tabula rasa"
(tabla rasa)81, que significa que los nuevos Estados surgidos de un proceso de descolonización
no están obligados a continuar la aplicación de los tratados en los que el Estado predecesor
haya sido parte, en el territorio de reciente independencia.
La razón de ser de esta solución está vinculada con el propósito de promover el comienzo $$
de la vida internacional del nuevo Estado exento de toda obligación convencional que le im-
pida determinar libremente su condición política y procurar su desarrollo económico, social y
cultural. 1 ,
El Estado de reciente independencia no está obligado a continuar con los tratados ratifi- j’S
cados por el Estado predecesor, pero, en algunos casos, podrá, si así lo quisiere, continuar con
algunos tratados o con todos. La Convención de Viena de 1978 diferencia en esto punto si se
trata de tratados multilaterales o bilaterales. En el primer caso, el Estado de reciente inde-
pendencia podrá, mediante una notificación, convertirse en parte del tratado. Para el caso de
tratados bilaterales, será necesario el consentimiento del otro Estado3’.
Si bien la Convención de Viena de 1978 permite la posibilidad de utilizar la teoría de la
tabula rasa, la mayoría de los nuevos Estados prefirieron respetar las obligaciones contraídas
por sus predecesores. Es que la teoría de la tabula rasa conlleva un posible problema para el
nuevo Estado: que el resto de la comunidad internacional prefiera no celebrar acuerdos con
ellos por considerarlos inestables jurídicamente o con futuro incierto por temor a que luego lo
convenido no vaya a ser honrado.
Una referencia especial merecen los llamados “acuerdos de transmisión" y las “declara- '•
ciones unilaterales de aceptación de tratados'*, muchas veces realizados por los Estados de
reciente independencia, a través de los cuales estos últimos manifiestan bu consentimiento en
convertirse en Estado parte en los tratados celebrados por la antigua potencia ocupante. En >¡8
el primer supuesto, se trata de tratados celebrados entre la anterior potencia ocupante y el
Estado de reciente independencia. El otro supuesto es meramente una declaración unilateral
del nuevo Estado.
31 Cuando Bélgica ee independizó de loe Países Bajos en 1830, la comunidad internacional permitió que comen
zase su vida internacional bajo el principio de tabula rasa. Lo mismo pasó con Cuba cuando se independizó de
Espafia en 1898.
32 Existen normas que en el marco del derecho internacional general deben persistir independientemente de la
forma en que hubiera ocurrido la sucesión. Por ejemplo, las que disponen el establecimiento y el respeto de las
fronteras internacionales, los Tratados y/o reglas de Derecho Internacional Humanitario, y las que disponen
la prohibición del uso de la fuerza y el respeto a la solución pacífica de controversias entre Estados.
33 Convención de Viena sobre el derecho de los Tratados (1969), artículo 62.
372
CAPÍTUL019 ■ SUCESIÓN OE ESTADOS
35 Las condiciones de la unificación fueron establecidas en dos tratados: el Tratado sobre Unión Económica (fir
mado el 18/05/1990 y en vigor a partir del 01/07/1990) y el Tratado sobre Unión Política (firmado el 31/08/1990
y en vigor a partií del 08/10/1990).
Currie, David, TAe Constitutlon of the Federal Republic of Oermany, University of Chicago Preas, Chicago,
1994, pp. 30-31.
El término ■flocesión" ha sido estudiado con distintos alcances; al respecto, vor Kohen, Marcelo (ed.), Secw-
la CIJ como "evidentemente declarativa", puos so ostlmó quo rooonoco y oonfirraa un prlnaipio existente do
derecho internacional generol; Dltpula Fronteriza (Burkina Faso/Malí), CIJ, Fallo, 22/12/1988, parég. 24.
<1 Ejemplos do ellos son las controversias limítrofes y territoriales entre Bolivla y Paraguay por ol Chaco Boreal,
Ecuador y Perú, y Guatemala y Honduras, entre otros.
4S Disputa Fronteriza (Burkina Faso/MelO, CIJ, Fallo, 22/12/1980, parég. 20.
48 Ibíd., porág. 80.
44 Disputa territorial y marítima entro Nioarapuay Hondura» en el Mar del Caribe (Nioaraguo o. Hondura#), CIJ.
Fallo, 08/10/2007.
46 Ibíd., pardg. 168.
374
1 "' '" ....... '" CAPITULO
1 — 19 - SUCESIÓN DE ESTADOS
— 1 , f■ ■ • iai8r
iuris. Las islas fueron parte del dominio territorial español en América y, por lo tanto, luego'
transmitidas a la Argentina a partir de su emancipación. Habiendo sido España la dueña.^W
las islas, al producirse la emancipación, “pasaron al dominio nacional, por sucesión, y las le¿í- í
timas posesiones española y argentina aparecen unidas de hecho y legalmente”48. Hasta mayo. \ í
de 1810, España había ejercido soberanía a través de todo tipo de actos de dominio sobre lasS-S
Islas Malvinas, como ser su ocupación, la designación de autoridades e incluso la conclusión de ;'K
■/
tratados internacionales con relación a las islas*7.
La aceptación generalizada del principio en los procesos de descolonización en Améri^j^
fue resaltada por Iob Estados Unidos en la correspondencia relativa al Tratado de Bulwer dé •
1856, donde se expresó: “Los Estados Unidos consideran como un principio establecido de dere-^Sf
cho internacional público, que cuando una colonia europea en América declara su independen-.^
ciahereda los mismos límites territoriales que tenía cuando se encontraba bajo la dependencia ,'V
del Estado metropolitano”48. ’
El principio de uti possidetis iuris también tuvo su aplicación en diferendos en el conti-‘;
nente asiático, por ejemplo, en el asunto de La frontera occidental entre India y Pakistán*9 . :
Cabe mencionar también el caso del Templo de Preah Vihear entre Tailandia y Camboya60, en
el que se afirmó el principio de estabilidad de las fronteras.
Por otra parte, cabe destacar la Declaración de 16 de diciembre de 1991 de la Comunidad
Europea sobre las pautaB para el reconocimiento de nuevos Estados en Europa del Este y en :
la Unión Soviética, por la que se consideró como una de las pautas el "respeto por la inviolabi
lidad de todas las fronteras, las que pueden sólo ser modificadas a través de medios pacíficos y
mutuo acuerdo”. La Comisión de Arbitraje de la Conferencia de Paz sobre Yugoslavia también
hizo uso de este principio para solucionar los conflictos limítrofes originados durante el proceso
. de disolución de ese Estado.
Una excepción a la continuidad estaría en los acuerdos sobre la instalación de bases mi
litares, debido al componente predominantemente político de este tipo de acuerdos. En la Con
vención de Viena de 1978 este principio se ve reflejado en los artículos llsl y 12M, que refieren
al régimen de frontera y a otros regímenes territoriales, respectivamente.
. 48 Martínez Moreno, Raúl, La cuestión Malvinas, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Tucumán, San Miguel do Tucumán, 1985, p. 51.
47 Ruda, José María on Alegato Ruda, lelas Malvinas • Intervención del representante argentino, e, e, embajador
Dr. Jotí Marta Ruda, en el subcomitó nr del comité aspooial encargado do examinar la situación oon respecto
a la aplicación de la Declaración sobro U Concesión do la Indepondcnoia a los Países y Pueblos Coloniales,
raforencia al principio de uti possidetis iuris, India expresó: “On principie the proper thing is to say that the
frontier wae that which at that time (15 August 1947) the father country or the mother country acknowlodgod
to be the frontior and it is right that that frontier ahould continué, uniese thero waa aoroething very striking
at tho timo of partition or eubseQuent thoreto which requires poeitively that it ehould be treated otherwiee .
50 Templo de Preah Vihear (Camboya c. Tailandia), CIJ, Fallo, 15/06/1982, ICJReporto 1969, p. 32.
51 Convención de Viena de 1978. artículo 11: “Una sucesión de Estados no afootará do por sí: a) a una frontera
ostablocide por un trotado; ni b) a lae obligaciones y los dorochos establecidos por un tratado y que se refloran
posiciones del presente articulo no so aplican a las obligáronos, dorivadas do tratados, del Estado predecesor
que provean el ostablocimionte do basas militaros extranjeras on al territorio al cual so rsfiors la sucesión de
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
53 Esta aplicación resulta do lo resuelto poro! Instituto de Derecho Internacional en Guiding Principies relating
to the Successions of States in respect of Property and Debts, Vancouver, 2001.
54 Convención de Viena de 1983. artículo 8.
376
' -WL vt. -i -v.
_______________________________________________________________________
CAPÍTUL019-SUCESIÓN DE ESTADOS
S. En el caso de los Estados de reciente independencia, ademáí de pasar todos los bienes * aÜH
Todos los documentos, sean cuales fueran las fechas y naturaleza producidos ó reci
Al igual que en el caso de los bienes públicos, la regla general aplicable es la transieren-’
cía sin compensación de la totalidad de los archivos vinculados y/o necesarios para la normal :
administración del territorio objeto de la sucesión. En los supuestos de sucesión de una parte
del territorio en que la posesión de los archivos por el Estado predecesor resulte indispensable,
este Estado podría retener el original y entregar una copia al Estado sucesor. ■ <.?■* * * * * * *
62 La Convanoita do Viona de 1883, on au artículo 33. deline deuda da Estado como 'toda obligación financióte
da un Estado para con otro Sitado, para con una Organización Internacional o pora con cualquier otro aujato
do Derecho Internacional nacido confórme al derocho Internacional*.
63 Tal-Hong Chong, *Why new otates ncccpt oíd obHgatíona", en Unkurilty oflllinola Laui Reuleui, vol. 1 (4011),
p. 10.
64 Acuerdo sobre asuntos de Sucesión, doc. oit., anexo C.
378
CAPlTULai9-SUCESION DE ESTADOS
66 La CDI concibió originariamente la idea de abordBr también, en forma separada, la cuestión relativa a la na
cionalidad da la» personas Jurídicas en casos de sucesión do Estados. El grupo de trabajo no recibió comenta
rios positivos por parte de los Estados, por lo quo la CDI dobló concluir que los Estados no estaban interesados
en tratar esto segundo aspocto de la cuestión de la nacionalidad con relación a la sucesión de Estados, Por
ello, finalmente, la CDI decidió considerar concluida su labor con relación a osta temática con la adopción del
trabajo olaborado para la nacionalidad de personas físicas. Anuario do la Comltión do Doroeho Intornaoional,
1999, vol. 2, p. 46.
66 El emplazamiento a los Estados para adoptar los lineamientoa establecidos en la declaraciónfue reiterado con
68 La Corto Internacional de Justicia, en el caeo Nottebohm, expresó que la nacionalidad corresponde a la Ju
risdicción interna dol Estado, el cual eatabloco, conforme a eu propia logUleolón, los normas que regulan la
adquisición da la nacionalidad. La Corte utilizó el criterio de la nacionalidad real y efectiva domo aquella que
concuerda con loa hechos y so basa on los lazos ontro la persona y el Estado. En este sontído, la nacionalidad
constituye la expresión jurídica de) hecho da estar una persona máe estrechamente relacionada con la pobla
ción de un Estado determinado. Nottobohm (Licchtenstein c. Ouatomala), CIJ, Fallo. 06/04/1956, ICJReporto
1955, pp. 28-24.
La Corto estableció, roflrióndose a la protocoión diplomática de una persona física, que la nacionalidad que
otorgaba Jn posibilidad do au utilización era la considerada afectiva. Esta njoionalidad efectiva, receptadn
en un principio de derecho internacional, diapono quo so correspondo con la rolooíonada a los lazos afectivos,
las nuevas Repúblicas adicionaron la posibilidad de que los residentes dentro de su territorio
pudieran solicitar la ciudadanía del nuevo Estado5*.
La disolución de la Unión Soviética dio lugar a distintas soluciones con relación a la
nacionalidad de las personas. Los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) constituyeron
un caso especial, puos, al declarar su independencia en agosto de 1091, so proclamaron con
tinuadores do los Estados anexados por la Unión Soviética en 1940. De allí que para legislar
las cuestiones relativas a la nacionalidad se basaron en la legislación anterior a 1940. Esto
resultó en una restricción en la adquisición originaria de la nacionalidad de estos nuevos Es
tados, limitándola a aquellas personas que hubieran sido nacionales antes de la anexión so
viética o que de alguna otra manera estuvieran vinculados al territorio desde el origen”. De
esta manera, las personas que simplemente hubieran residido en el territorio de estos nuevos
Estados no adquirirían automáticamente la nacionalidad del Estado sucesor. Diferente file la
resolución de la Federación Rusa, que estableció su nacionalidad para todos los residentes en
su territorio, así como también a aquellos que hubieran servido a las fuerzas militares. En los
demás Estados, los nacionales de la antigua Unión Soviética adquirieron de forma automática
la nacionalidad del Estado sucesor.
69 Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho, Consqjo de Europa, Constquenct» ofttalt sucas-
8ion for nationaliiy, Council of Europe Publishing, Estrasburgo, 1998.
70 Ibfd.
71 Ibíd.
72 La República Federo! Socialista de Yugoslavia fue miembro originario de las Naciones Unidas.
73 Las declaraciones ante las Naciones Unidas fueron de) siguiente tenor: "Australia wishea to place on record
its view that the current partidpation of representativas of the Federal Republic ofYugoslavia in meetlngs of
intarnational organitatíons is without prqjudice to the eventual resolution of the question ofthe status of the
Federal Republic ofYugoslavia’; "The European Communtty and its member States have not accepted the au
tómata continuity of the Federal Republic of Yugoslavia in intarnational organizations lncludlng the United
Nations. At this stage, they reserve their position on this question’ La posición de Austria fue aun más
enérgica: ’Thero ie no legal basis for an autómata continuaron of the legal existente of the formar Socialist
Federal Republic of Yugoslavia by the Federal Republic of Yugoslavia, which therefore cannot be considered
to continué the Yugoslav memberahip in the United Nations*.
380
CAPÍTULO 19 - SUCESIÓN OE ESTADOS
■ ■• . wi
recomendación dol Consejo de Seguridad74, le solicitó a la República Federal de Yugp^^^fflfl
’ que cumplimentara, como nuevo miembro, con el procedimiento de admisión establecido' en-Wij
su Carta constitutiva. Desde 1992 hasta 2000, la condición de la RFY en las Naciones Unidad
fue confusa78, Reoién el 27 de octubre de 2000 la República Federal de Yugoslavia solicitó. súfWS
admisión como miembro de acuerdo con lo establecido en la Resolución 777, convirtiéndose
■miembro en noviembre do ese afio’8. .. ‘
■ Un párrafo aparte merece el caso suscitado a partir de la disolución de la UniónSovi¿?
tica. La Federación Rusa sucedió a aquella como miembro de las Naciones Unidas y, en coív¿
secuencia, como miembro permanente del Consejo de Seguridad, en virtud de una decí8|ói{:^^
de la Organización basada en que la antigua República Federal Socialista Soviética de Rúsli'^-
ejercía el control sobre el 77 % del territorio y el 51 % de la población de la Unión Soviética77^:
En este caso, la sucesión de la Unión Soviética por la Federación Rusa recibió una aceptación
generalizada78 en el seno de las Naciones Unidas, a diferencia de lo sucedido con la República
. Federal de Yugoslavia. ’
La Resolución 47/1, del 22/09/1992, adoptada por la Asamblea General, en au parte pertinente dice: (La
74
Asamblea Oenoral) Considera que la República Federativa do Yugoslavia (Sorbía y Montenegro) no puede
asumir automáticamente el lugar de la antigua República Federativa Socialista de Yugoslavia en las Nacio
nes Unidas, y, por lo tanto, decide que la República Federativa de Yugoslavia (Serbia y Montenegro) debería
solicitar su admisión como Miembro de las Naciones Unidas y no participará en los trabajos de la Asamblea
General". Dicha Resolución se adoptó en virtud de lo recomendado por el Consejo de Seguridad mediante Re
solución 777 de 19/09/1992: "(El Consejo de Seguridad] Considera que la República Federativa de Yugoslavia
(Serbia y Montenegro) no puede asumir automáticamente el lugar de la antigua República Federativa Socia
lista de Yugoslavia en las Naciones Unidas; y, por lo tante. recomienda que la Asamblea Qencral decida que
la República Federativa de Yugoslavia (8crbia y Montenegro) debería solicitar su admisión como Miembro de
76 Durante este período, la RFY “recibió y circuló documentos, siendo estos publicados por la Secretaría
General, figuró en todas las listas oficiales de Miembros de la Organización y en la guía diplomática de Mi
siones Permanentes acreditadas ante ella. Se respetaron las inmunidades y privilegios de los funcionarios
acreditados por su Misión Permanente ante las Naciones Unidas e inclusive contribuyó al mantenimiento
de la Organización hasta 1998. Participó en los organismos especializados y en las conferencias de los Es
tados Parte de los tratados multilaterales depositados ante la Secretaría General de las Naciones Unidas";
de la Fuente, María R., “El Estatus de la República Federativa de Yugoslavia entre 1992 y 2000: Una cues
tión no libre de dificultades", en El genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, CARI, Buenos Aires,
2010, p. 65.
76 Resolución 55/12 de la Asamblea General, 08/11/2000.
Las demás Repúblicas soviéticas tuvieron que solicitar su admisión como nuevos miembros, excepto Ucrania
77
y Bielorrusia, que habían sido miembros originarios. ■.
Aunque con algunas oposiciones iniciales, por ejemplo, por parte de Ucrania por su interés en la Flota del Mar
• 78
Negro en la península de Crimea.
79 Unión de Egipto y Siria en 1958, disuelta en 1981.
80 Unión de Tanganika y Zanzíbar en 1964.
81 Unión de República Árabe del Yemen y la República Popular Democrática del Yemen en 1990.
preveía que sería discutido y consensuado con los demás Estados parte. •■
y
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- —* - ¿¿i
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Por ejemplo, el Estado ejerce jurisdicción en ciertos espacios que no forman parte de su territorio (emba
jadas, buques do su bandera que se encuentran en alta mar, buques de guerra, ato,), Al respecto, ciertos
autores señalan que "el desarrollo y poeeaión de lae nuevas tecnologías ha convertido el tradicional edneepto
de territorio en una noción evolutiva quo so expande conforme el empleo de esas posibilidades tecnológicas,
lo que le permite al Estado ampliar las dimensiones sobre las que ejerce su Rapacidad de control"; Ainchil,
Gustavo y Dojas, Alberto, “Una reflexión en torno a la noción do territorio", Revista de la Defensa, n. B
(3010). p. 49.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
2 Cato de la Isla de Palmas (Países Bajos, EE.UUJ, Laudo, 4/04/1928, R.I.A.A., vol. n, pp. 829-871 (traducción
en español extraída de Caianovaa y La Rosa, Oriol, Catee y Textos de Derecho Internacional Público, Tecno»,
Madrid, 4.a edic. rev.» 1988, pp. 210-219).
3 Arbuet Vignali, Heber, “El dominio terrestre", en Derecho Internacional Público, Jiménez de Aréchaga,
Eduardo (dir), Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, t. ni, 1.a edic., 1992, p. 15.
384
CAPITULO 20 * EL TERRITORIO Y SUS LIMITES ' '
• •••
gil
Diez de Velasco nos enseña que el territorio es la baBe física o Espacial en la que el EsUd¿Wl
I
ejerce su autoridad y, por tanto, sus poderes y competencias*1. Deviene pertinente, entonces1 í
precisar cuáles son los espacios que comprende el territorio estatal como ámbito de vaUáeWW
espacial donde pondrá en práctica las normas vigentes. En tal sentido, no existe ningún'-pbáef/^
superior al Estado y, por ende, no está sometido a ninguno. El Estado emite las regulaciones
dentro de su territorio que considere pertinentes a través de los poderes constituidos como cbii-'
secuencia de su régimen constitucional y su poder es pleno y exclusivo dentro de sus límites’ttóí
rritoriales. La importancia que revisten los espacios que detenta el Estado son de vital im$or^??
tanda para el desarrollo de las actividades estatales por la inoponibilidad que estas revisten:SS
Arbuet Vignali, a su tumo, esboza una diferenciación entre ámbito territorial y dominii^t
••
terrestre0. Argumenta que por ámbito territorial debe entenderse el ámbito espacial natural, : <
donde un Estado ejerce bus derechos de soberanía de acuerdo con el derecho internacional y
en forma excluyente de la jurisdicción de los demás Estados. En adición a ello, también pone
el acento en el artículo 2.7 de la Carta de la ONU, que dispone a este respecto la exclusión de
cualquier injerencia de la Organización o de sus miembros. Asimismo, aduce que el ámbito
territorial eB un espacio tridimensional que comprende los distintos dominios del Estado. Aquí
£ v
es donde encuadrarían los espacios a partir de los cuales las entidades estatales ponen en ■
práctica su poder coactivo respecto de sus súbditos o ciudadanos. Este espacio tridimensional , ,
x
está compuesto por el dominio terrestre propiamente dicho, por el dominio marítimo y por el
'.dominio aéreo. '
Es preciso señalar, por consiguiente, los espacios donde el Estado ejerce bu autoridad.
■y. Ellos son0:
territorio terrestre
g:- ríos
lagunas
1 lagos
subsuelo
.w-
espacios marítimos (aguas interiores, mar territorial)
£
espacio aéreo suprayacente a las aguas interiores y al mar territorial
Asimismo, también ejerce competencias especializadas sobre la zona contigua, la plata
forma continental y la zona económica exclusiva, en el ámbito del derecho de mar, como se verá
más adelante en esta obra.
Fuera de las competencias territoriales de los Estados, de acuerdo con el derecho conven-
cional o consuetudinario, quedan los fondos oceánicos, el espacio exterior, los cuerpos celestes,
la alta mar y su espacio aéreo. La Antártida, por su parte, tiene un régimen jurídico especial
consagrado en el Tratado Antartico, que dispone la postergación de los reclamos de soberanía
.. y que la Antártida sea destinada a investigaciones científicas, como se verá en el capítulo 23.
Mención aparte merecen los territorios -actualmente como categoría rara avis- res nu-
llius o res derelictae, donde aquellos espacios podrían ser susceptibles de apropiación por al-
*■ guna entidad estatal.
4 Diez de Velasco, Manuel, Instituciones de derecho internacionalpúblico, Tecnos, Madrid, t.1,10.a edlc:, 1994,
>■' p. 362.
6 Arbuet Vignali, Heber, "El dominio terrestre", en Derecho Internacional Público, Jiménez de Aréchaga,
Eduardo (dir.). Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, t. j», l.“ edic., 1992, p. 15.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Por su parte, luego del desarrollo de las conflagraciones bélicas, nuevos límites territo
riales emergieron. Por ende, las fronteras fueron modificadas y, ligado a ello, territorios que
otrora pertenecían a un Estado luego pasaron a formar parte del acervo territorial de otro. En
la actualidad, casi todos los espacios territoriales fueron adjudicados o forman parte de algún
Estado. A los fines de la consagración del status quo referido, primeramente devino imprescin
dible que los Estados se pusieran de acuerdo en relación con el trazado de límites.
Muchos Estados, señalan Prescott y Triggs, trataron de determinar sus fronteras de al
guna manera7.8Las
9 famosas murallas romanas y chinas son los mejores ejemplos. Las funcio
nes de preservación y seguridad intramuros resultaban primordiales frente a las amenazas
de ataques externos. Estas nociones luego fueron mutando con el devenir de la historia. Los
criterios y convenciones, junto con ella. ¿Cómo es que los Estados en ciernes se interesaron
en la determinación de sus límites? ¿Con qué obstáculos se encontraron? ¿De qué maneras se
instrumentaron los mecanismos que activaron loa remedios jurídicos a tales efectos?
La delimitación, como ya so vio, forma parte de una serio de actos complejos que llevan
a determinar un limito estatal. Tiene como nota distintiva o esonoial que es un proceso donde
se deoide la ubicación de un límite hasta dondo la presencia estatal será efectiva, indiscutida
e indisputada. La demarcación, como operación material y substancialmente téonica, consiste
en llevar al terreno los términos de una delimitación antes convenida.
7 Prescott. Víctor y Triggs, Oillian, International Frontiere and Boundaries. Law, Politice and Goography. Ni-
JhofT, Leiden, 2008, p. 33.
8 Dios de Vclaaco, Manuel, op. cít., p. 373.
9 Templo de Preah Vihear (Camboya c. Tailandia), CIJ, Fallo, 16/06/1602, ICJReporte 1962, p. 34 (traducolón
libra). Ver también Basaba, Horacio, "Llmltea internacionales y facgrafia", en Jomadas sobre derecho y geo
grafía, Conato Argentino para las Relaciones Internacionales. Manantial, Buenos Airee, 1994, pp. 46-47.
. Basaba, Horaoio, op. cit., p. 40.
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CAPÍTULO 20 - EL TERRITORIO Y SUS LIMITES • •
No resulta abundante comentar que estos actos son de importancia significativa, ya que
los Estados tendrán, a partir del momento de la fijación de los límites, que desplegar la autori
dad que les es propia y el ejercicio de la soberanía plena en ese ámbito. ■ ‘ • ptót:
3.1. Criterios
Tocante a los criterios para fijar límites, la doctrina fue conteste en dividirlos en ñatufafcb
íes y artificiales. Por límites naturales se entienden los límites visibles que se apoyan: errun?
accidente geográfico: una montaña o cadena montañosa, un río o cualquier espejo de agua qué
divida algún territorio. Por límites artificiales se entienden todos aquellos límites que no sean -
naturales, con lo que constituye una categoría residual. Sin embargo, esta distinción no esdé-
finitiva y clara, puesto que, por ejemplo, el término '‘natural” no resulta feliz. Todos los límites,
sean naturales o artificiales, son el resultado del pensamiento humano11. 12 13 considera que
Boggs
"todos loe límites artificiales son artificiales” y que "algunos son más artificiales que otros”1’. «
Otra clasificación que es posible encontrar está dada por límites físicos y geométricos.
Estos últimos están determinados por las líneas medias, los meridianos, el principio de equi
distancia, etc.
En suma, puede decirse que las delimitaciones requieren de la acción de expertos y del
planteo de negociaciones encaminadas a tratar de lograr los mejores resultados para el país de
que se trate. El conocimiento del terreno deviene fundamental. Sobre el particular, las Comi
siones de Investigación representan un rol de relevancia para estas determinaciones. Para ello,
las técnicas que provienen de la práctica estatal pueden establecerse en los límites en cadenas
de montañas, donde se conciben dos fórmulas: la línea de las altas cumbres y la línea divisoria
de aguas. La primera hace referencia a un límite especialmente orogTáfico; la segunda, a un
límite hidrográfico19. Los lagos son otro criterio de límite entre las naciones. Un claro ejemplo
empírico está determinado por parte del límite entre los Estados Unidos y Canadá.
En otro orden, también los ríos cuentan con métodos tradicionales de delimitación, como
la línea media o el thalweg (vaguada), como se verá en el capítulo 24, que disponen en la actua
lidad mecanismos fundamentales a tales fines. Por ello es que las inexactitudes que se detecta
ron en los diversos diferendos de carácter limítrofe estaban centradas en la discusión respecto
de la traza de los límites que finalmente habían sido determinadosde manera errónea. Puede
suceder, asimismo, que los límites estén bien fijados, por ejemplo, en un curso de agua, pero
que ese curso varíe en el futuro, generando así una controversia, como ocurrió en el caso del
Chamiza!, entre EE. UU. y México14.
El principio derivado del derecho romano -uti possidetis iuris- es el que en general apli
caron las antiguas colonias latinoamericanas luego de sus independencias y consiste funda
mentalmente en la herencia de los límites territoriales de la metrópoli a favor de las nuevas
entidades estatales. Por ejemplo, la pretensión de la Argentina, por conducto de esta línea de
razonamiento, de heredar la totalidad de los territorios que constituían el Virreinato del Río
de la Plata.
11 lbld., p. 43.
12 Citado on IMd., p. 44.
13 Baaabe, Horacio, op. cli-, p. 46. * •.
14 Sobro la disputa del Chamizal entro México y loe Estados Unidos, vor el capitulo 21 do asta obra.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
17 Tratado de Límites entra la República Argentina y la República de Chile, firmado en Bueno» Airee oy.;^,^
23/07/1881 (aprobado en la República Argentina por Ley 1.116), en vigor desdo él 22/10/1881, artículo i. .. . .sj-M
—-------------------------------------------------------------
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
18 Protocolo Adicional ol Tratado do Limito» antro la República Argontlna y lo República do Chile, firmado on
Bqonoo Aireo el 16/09/1881 (aprobado en la Ropública Argentina por Ley 1116), en vigor desdo ol 22/10/1881.
19 Laudo Arbitral do Bu Majestad Británica sobro la cuestión limítrofe entre la República Argentina y le Repú
blica do Chile, firma: Corto do San Jalma, 20/11/1902,
90 Vinuosa, Raúl E., "La Intorprotaclda y aplicación do laudo* arbitrales: el caso Palana-Rio Encuentro”, on SI
Derecho Internacional entre lo Jurídico y lo político: Homenaje al profeeor Rafael Nielo Navio,Alvares Lon-
dofto, L.¡ Prieto Saqjuán, R. y Tallos Núftes, A. (oda ), Pontificio Universidad Javeriana y Grupo Editorial
Ibafies, Bogotó, 2010, pp. 291-307.
'390.. . ‘
CAPITULO 21) - EL TERRITORIO Y SUS LÍMITES;'-
93 Vor http://www.argcntina-rroo.com/18/13-028.httn.
28 Vor http://www,argentlna-rine.com/18/18-023.htm.
24 Folio nrbitral do la reina Isabol II dol Reino Unido, 24/11/1086.
En relación con el fondo de la cuestión, siendo que las partes aceptaron el error en la
demarcación, tanto en el Laudo de 1902 como en la demarcación efectiva en 1903, el órgano
arbitral partió del presupuesto de que, siendo el Laudo de 1902 válido, este definió dentro del
área de au aplicación el límite en su totalidad8*.
Así, sostuvo que en la interpretación debía tenerse en cuenta la intención del árbitro y
no la de las partes89. Para Chile, por otro lado, interpretar un laudo recaía sobre las partes.
De esta manera, su argumentación sería una tTaspoladón, mutatis mutandi, de las reglas de
interpretación de los tratados. La interpretación también debía darse, de acuerdo con el argu
mento chileno, a la luz de los hechos geográficos reales -establecimiento de chilenos en la zona,
28. 29
administración del territorio-30
El Tribunal, en virtud de los argumentos esgrimidos precedentemente en cuanto a la
interpretación/aplicación del Laudo, aceptó la posición argentina. Concluyó también que la
evidencia presentada por Chile resultó insuficiente para establecer él argumentado abandono
por parte de la Argentina de sus derechos a causa del Laudo de 1902. Lo prescripción a favor
de Chile no operaría bajo este supuesto*1.
El órgano arbitral entendió que 'interpretación y aplicación" implicaba “interpretación y
Esto importaba que el Tribunal pudiera implementar o subsanar deficiencias
cumplimiento"39.32
de manera consistente con la intención del árbitro de 1902.
El principio a partir del cual partió el Tribunal estaba encaminado a que, cuando no exis
tiera otra especificación arbitral en un Laudo respecto de un límite que pasa por un río que
tiene más de un brazo, debía definirse el límite por su brazo principal. En tal sentido, es una
cuestión geográfica. La intención del árbitro había sido que el límite debía pasar por un río
hasta el cerro de la Virgen.
El Tribunal concluyó que el canal oriental era el canal principal y, por lo tanto, el río En
cuentro33.34
En35consecuencia, el límite desde confluencia debía seguir por la línea del thalweg de
este río, hasta un punto en el que el curso del río comienza a desviarse o apartarse ostensible
mente de la dirección del cerro de la Virgen que, a su vez, fue definido como un hito limítrofe
natural. Desde ese punto, el límite deberá seguir por la divisoria de aguas locales hasta llegar
al cerro de la Virgen54. El criterio utilizado por el Tribunal Arbitral respetó, a su entender, la
práctica general seguida por el Laudo de 1902, que se identifica con la determinación de la
línea limítrofe por la divisoria de aguas continentales o la divisoria de aguas locales, cruzando
ríos tributarios como fuera necesario33.
3? Ibfd,p.l6.
38 Sentencia sobre la controversia sobre el recorrido de la traza del limite entre el Hito 62 y el Monte Fita Roy
-Laguna del Desierto, 21/10/1994, parág. 171. " ,
39 Barberis, Julio, op. cll., p. 16.
393
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Las entidades administrativas que habían establecido la metrópoli dieron lugar a una
nueva configuración territorial. En ese teatro de operaciones, la concepción de los nuevos
Estados, luego de sus respectivas independencias, es invocada como uti possidetis. Estos
países la adoptaron en sus tratados de límites, en cláusulas de sus constituciones nacio
nales y en compromisos por los cuales sometieron al arbitraje conflictos territoriales o de
fronteras".
La historia argentina estuvo plagada de luchas intestinas en las que la acción de loe gru
pos enfrentados en bandos aparentemente irreconciliables impidió la organización nacional.
En esa dinámica, no es de extrañar que, resuelta la extendida conflagración que puso en vilo
la institucionalidad, la estabilidad y la pacífica coexistencia entre las provincias, la Argentina
pusiera en marcha un conjunto de acuerdos, convenios y arbitrajes que desembocaron en el
régimen fronterizo actual.
40 Arma» PRrtor, Fi'ldoi Barbarla, Julio; Bóraud, Alan y Froyra, Nelly, Lo» llmlui di la República Argentina,
Abaco, Buonoi Aire», 2000, p. 17.
41 Ibíd.. p. 29.
42 Ibíd., p. 20.
43 Tratado Complementarlo da Umita» antro la Ropúbllco Argentina y la República dol Paraguay, firmado en
Buonaa Aireo, 05/07/1839 tan la República Argentina, aprobodo por Loy 12.600); on vigor doedo el 10/11/1039.
394
CAPÍTULO 20EL TERRITORIO Y SUS LÍMITES *
Luego de diversas negociaciones encaminadas a determinar los límites entre ambos Es-S
que se extendió en su materiali-'t
tados, en 1889 se suscribió el Tratado entre ambos países44,45
zación empírica hasta 1893, con las correspondientes demarcaciones que se sucedieron/Era
un acuerdo de carácter transnacional: Bolivia renunciaba a sus pretensiones sobre el Chac^y^
aceptaba la frontera que determina el río Pilcomayo, renunciando a la demarcación de la líneá--
del Bermejo. Por su parte, la Argentina renunciaba a la provincia de Tarija. La ratificación y./
canje de este tratado no se concretó hasta 1893, una vez que fue alterada su redacción
nal, ya que el Senado argentino insistió en armonizar este convenio con el tratado argénti&^r
chileno de 1881, y, sobre todo, con la teoría de las altas cumbres46. ’
Los puntos más salientes pueden ser resumidos a continuación: el artículo 10 del instru-
mentó jurídico reseñado deslinda las fronteras. El artículo 20, por su parte, se refiere al pro-.i
cedimiento para la demarcación, cuestión que será dirimida a través de peritos; el artículo 39
establece que ambos Gobiernos ejercerán pleno dominio y a perpetuidad sobre los respectivos
territorios, así como también que toda cuestión que surgiere por esta transacción o cualquier
otra causa será sometida “a la decisión de una potencia amiga, quedando en todo caso incon- .'
movibles los límites estipulados”. , .-‘i
Es necesario ante todo recordar que el Congreso argentino, al aprobar el Tratado, proce
dió a modificar el texto del artículo 19 del convenio de marras, y esa modificación fue aceptada
por Bolivia. La denominación de “tratado de 1889-1893" surge como corolario de la fecha del
caqje de las ratificaciones con la enmienda. El propósito de la modificación era mantener allí
la tesis de las más altas cumbres, que se sostenía en la cuestión con Chile. Aunque las bases
del arreglo definitivo de la cuestión con Bolivia y la solución en lo que toca a los llamados de
rechos tradicionales se encuentran en el Tratado de 1889-93, otras dificultades surgieron, que
demandaron muchos años de negociaciones46.
10/03/1893.
45 Historia General de las Relaciones Exteriora de la República Argentina, t. vil, cap. 38, disponible on httpy/
www.argentina-rroe.eom/7/7-061.htm.
48 Díoa Cíinoroa, César, Límífn de la República Argentina. Fundamentos hialórico-jurídícoe, Depalma, Buenos
Ai ros, 1944, p. 84.
fundamentos además de constatar que habían sido señalados, reconocidos y declarados ríos
del límite en 1759 y 1760. Esta decisión otorgó la totalidad de los casi 31.000 km en disputa a
Brasil49.50
El Tratado dé 1898, por su parte, fija la línea divisoria por el río Uruguay; desde frente
de la boca del río Cuareim, sigue por el thalweg hasta la boca del río Pepirí-Guazú. La mar
gen occidental del Uruguay pertenece a la Argentina; y la oriental, al Brasil. Vale recordar
que el thalweg fes la línea ininterrumpida de los sondeos más profundos, la que siguen los
barcos que descienden por la creciente del camino del valle del río, que es el significado lite
ral del vocablo. En el artículo 49 do las "Instrucciones para la Comisión Mixta de Límitos”,
que pondrá en qjecución este Tratado, aprobadas en 1900, se define el thalweg de esta forma:
"El thalweg será determinado por el canal principal, de mayor calado y más fácil y franca
navegación”.
Ésa determinación también fue adoptada respecto de las cataratas del Iguazú. Como
declaran el Acta de 2 de octubre de 1903 y el Acta principal de 8 de agosto de 1904, el thalweg
del río Iguazú, en la parte superior de las cataratas, vulgarmente llamadas Salto Grande del
Iguazú, está situado en el Salto Unión. Por ahí pasa, por tanto, la línea “divisoria, y, en la parte
inferior, comienza del pie del referido Salto y continúa, dejando del lado argentino las otras
caídas, hasta trasponer la Garganta del Diablo”.
En sus artículos principales, el Acta de 1903 señalaba lo siguiente:
396
CAPÍTULO 20 -EL TERRITORIO Y SUS LIMITES .
La frontera común está constituida mayormente por la cordillera de los Andes, demar-ál
cada de acuerdo con los tratados de 1881,1899 y 1995, y los laudos británicos (como el de 190¿W
sobre los Andes patagónicos). Las fronteras australes fueron definidas gracias al Tratado de
Paz y Amistad de 1984, que regula el canal del Beagle y el pasaje de Drake, el cual vincula £
los océanos Atlántico y Pacífico y, a su vez, es el extremo sur hasta donde llega la soberanía
efectiva de la Argentina.
53 Tratado de Límites entre la República Argentina y la República del Paraguay, Rfo de Janeiro, 20/06/1875.
54 Tratado Complementario de Límites entre la República Argentina y la República del Paraguay, Buenos Aires,
05/07/1939 (en la República Argentina, aprobado por Ley 12.S001, en vigor desde el 10/11/1939. •.;
55 Tratado General de Arbitraje entre la República Argentina y la República del Paraguay, Asunción, 0$/l 1/1899.,.1
(en la República Argentina, aprobado por Ley 4.045); en vigor desde el 06/06/1902. • . '?<
56 Historia Central de las Relaciones Exteriores de la República Argentina, op. cit., t. vil, cap. 38. V vM
57 Fuente: Instituto Geográfico Nacional, http://ign.gob.ar/Nue8tra8Actividades/Geografia/DatosArgentina.
398
Capítulo 21
Adquisición y pérdida de territorios
1. Introducción
Aaí como vimos que el Estado mismo puede sufrir transformaciones (lo que trae como
efecto una sucesión de Estados), el territorio del Estado también puede alterarse, sea por cau
sas naturales como por decisiones políticas o Jurídicas, sin que cambie el Estado mismo. Esas
transformaciones pueden implicar tanto una adquisición como una pérdida de territorio.
La doctrina y la jurisprudencia internacionales se refieren a los “modos" por medio de los
cuales un Estado puede adquirir o perder una porción del territorio que ya posee -no se habla
aquí del supuesto del Estado que adquiere por primera vez un territorio para ser considerado
tal por la comunidad internacional-. Cuando un Estado incrementa el territorio que tenía
cuando surgió como tal, lo hace a través de un “modo" o “título jurídico" que podrá hacer valer
frente a un reclamo por parte de otro Estado1.
Para referirse a la soberanía de un Estado sobre su territorio, a los efectos de evaluar el
modo de su adquisición, la doctrina y la jurisprudencia han empleado como sinónimos distin
tas expresiones -tales como “soberanía territorial" y “dominio -o propiedad- sobre un territo
rio" así como también se habla indistintamente de "modos de adquisición de territorios” y
de "modos de adquisición de la soberanía territorial". Al respecto, algunos Juristas sostienen
que “debe mantenerse una clara distinción entre la adquisición de derechos privados sobre un
territorio determinado y la adquisición de soberanía sobre un territorio", puesto que “una de
cisión concerniente a la soberanía sobre un territorio determinado no prejuzga respeoto de los
derechos de propiedad que los individuos o incluso los Estados puedan poseer en este mismo
territorio"*. De modo que un título jurídico puede servir para transferir soberanía sobre deter
minado territorio, pero también para transferir otro tipo de derechos (propiedad, administra
ción) sin que ello implique pérdida de soberanía.
Cabe asimismo aclarar que en este capítulo nos referimos a los modos por loe que se
adquioro una porción do territorio "terrestre" (ámbito territorial del Estado), puesto quo los
espacios aéreos o marítimos se establecerán como consecuencia del reconocimiento de la sobe
ranía sobre aquel*.
Tradicionalmente se han clasificado los distintos modos de adquisición de territorios en
originarios y derivados. Así, se alude a los modos originarios como aquellos por los que se ad
quiere un territorio que no pertenece a nadie (como el descubrimiento, la ocupación efectiva* 8
1 Algunos académico» consideran quo o» proforiblo la noción do “título"-quo os empicada tanto pora haoor rafe-
ronoia a la fuente do un derecho como a su modío do prueba-, por ounnto “so refloro, gonoralmonto, a lo» notos ,
o hechos que constituyen el fiindsmento Jurídico para el citablocimicnto do un doraoho sobro el territorio')
Kohen, Marcelo y Hdbid, Mninodou, 'Tsrritory, AcqulalMen" 19919), on Mas Planih gntytlapitUa ofPublle
Mirnatlonal iou, httpi'/www.mpopll.oom, pírr. 8 (traduoolín libre).
9 Ibld,, párr, 9 (traducción libro).
8 !btd„ pdrr. 1,
/
LECCIONES DE DERECHO.IMTERNACIONAI PÚBLICO
y algunos de los supuestos de accesión) y a los modos derivados como aquellos por loa que se
adquiera un territorio que previamente ee encontraba bajo la soberanía de otro Estado (como
la prescripción adquisitiva, la cesión y la conquista); por lo tanto, en este último caso la ad
quisición de territorio para un Estado provoca la pérdida de ese mismo territorio para otro
Estado, Sin embargo, esta clasificación no resulta de mucha utilidad práctica y toma dificul
toso encuadrar a algunos modos (como, por ejemplo, la adjudicación o alguna de laB formas do ;
accesión). i':,'
Otra clasificación puede encararse toniondo en ouonta la vigencia actual de cada uno de ;< i
los modos do adquisición de territorios. Hay modos que actualmente son válidos o perfectos (la
ocupación efectiva, la prescripción adquisitiva, la accesión y la cesión); otros son considerados
inválidos, ilícitos o ilegítimos (como la conquista), otros generan títulos jurídicos incoados,
insuficientes o imperfectos (como el descubrimiento, la adjudicación papal o la ocupación sim
bólica).
Finalmente, cabe señalar que hay modos que producen la pérdida de un territorio (como
el abandono).
2.1. El descubrimiento
De acuerdo con la Real Academia Española, “descubrir" es “Hallar lo que estaba ignorado
o escondido, principalmente tierras o mares desconocidos”, “Registrar o alcanzar a ver”, “Venir
en conocimiento de algo que se ignoraba”5. 6
Hasta el siglo xvi, el descubrimiento de territorios fue uno de los modos más comunes
para adquirir soberanía sobre territorios ignotos. En algunos casos se trataba de territorios
deshabitados y sin dueño (térra nullius'), mientras que otros estaban habitados por pueblos in
dígenas (originarios), a quienes se “colonizaba”. Este derecho a colonizar nuevas tierras podía
provenir de bulas papales -documentos otorgados por el papa a los reyes cristianos, con el fin
de descubrir nuevas tierras en regiones específicamente delimitadas y proceder a la coloniza
ción y evangelización de sus habitantes-, tales como la Bula Inter Caetera (1493)®.
Los enviados de las potencias europeas -munidos de cartas patentes-, desde las em
barcaciones en las cuales navegaban, divisaban un territorio (continente o isla), lo hacían
constar en un mapa y esto éra suficiente para que so considerara a la potencia como titular
de la soberanía sobre ese espacio terrestre. En algunos casos esto era seguido del desembarco
y reconocimiento de la zona y, en ocasiones, antes del retiro se dejaba alguna constancia sim
bólica de la presencia de esa expedición, tal como plantar una bandera o dejar una placa con
una leyenda.
4 Barbería, Julio, El territorio del Estado y la soberanía territorial, Abaco de Rodolfo Dcpalma, Buenos Aires,
2003, p. 87.
5 Diccionario de la Real Academia Española, 22.* edic., 2001, disponible en http://www.rae.es.
6 Kohen, Marcelo y Hébié. Mamadou, ’Territory, Discovery" (2011), en Max Planck Eneyclopedia of Public ln-
(emocional Lau>, http://www.rnpepil.con>, párr. 4.
400
CAPÍTULO 21 - ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
SI so adopta ol punto de vista más favorable s los argumentos americanos,... esto es,
si consideramos como derecho positivo durante el período on cuestión que la regla del
descubrimiento como tal, o sea, el mero hecho de ver tierra, sin ningún acto, incluso
simbólico, de toma de posesión, comprendía, ipso iure, la soberanía territorial y no un
•título incoado» , un ius ad rem que habría de ser completado eventualmente por una
toma de posesión efectiva y duradera en un plazo de tiempo razonable, surge la cues
tión de si existía soberanía en la fecha crítica, esto es, en el momento de la conclusión
y entrada en vigor del Tratado de París.
L..1
Si, por el contrario, se toma el punto de vista de que el descubrimiento no constituye
un título definitivo de soberanía sino sólo un título “incoado”, tal título existe, es cien
to, sin manifestación externa. Sin embargo, de acuerdo con la opinión que ha prevale
cido en todo momento desde el siglo diecinueve, un título incoado de descubrimiento
debe ser completado en un plazo razonable por la ocupación efectiva de la región que
se afirma haber descubierto. Se debe aplicar este principio en el presente caso por
las razones expuestas antes en relación con las reglas que determinan cuál de los
sucesivos sistemas legales ha de aplicarse - el llamado derecho intertemporal. En el
presente caso no ha sido alegado ningún acto de ocupación ni tampoco, excepto en un
período reciente, ningún ejercicio de soberanía en la isla de Palmas (realizado) por
España. Pero incluso admitiendo que el título español existiera todavía como incoado
en 1898 y pudiera considerársele incluido en la cesión realizada por el art. III del Tra
tado de París, un título incoado no puede prevalecer sobre un título anterior definitivo
presentado por otro Estado
1 Kohen, Marcelo y Hébié, Mamadou, op. eit. ("Terrltory, Díscovery"), párr. 3. Allí citan el arbitraje entre Brasil
y Gran Bretaña por la frontera de la Guyana (británica), en el cual el árbitro Víctor Emmanuol (ol mismo que
resolvió el caso de la iala Clipperton) rechazó el redamo de Braail basado en deseubrimientó y ocupación debi
I
do a que las personas habían actuado «n su capacidad privada. Ver Caso de la frontera de la Guyana (Brasil/
H Arbuot Vignali, Hobor, "El dominio torvoatro", on Derecho Internacional Público, Jiménes do Aróchaga,
Eduardo (dlr.), Fundaoldn do Cultura Universitaria, Müntovldeo, t, ni, 1.a odio., 1092, p> 23.
19 Roben, Marcóle y Hóbld, Memadou, op. clt. ("Territory, Acquieklon’), párr. 7 (traducción libro).
18 Ibíd., pArr, 7.
17 Sahara Occidental, CU, Opinión Consultiva, 10/10/1076, ICJ Reporte 1975. p. 89.
18 Ibíd.
19 Arbitraje entre Eritreay Yemen (Pane I: Soberanía territorialy objeto de la disputa), Laudo, 09/10/1998, pardg.
106.
20 Jenninge, Robort y Watts, Arthur (eda.), Oppenheim'e International Law, Longman, Londres, 9.a odie.. 2008,
2008, p. 689.
21 Ibíd.
22 Ibíd.
23 Quoc Dinh, Ngyuen; Dailier, Patrick; Fortsau, Mathias y Pellat, Alafa, Droit International Public, L.G.D.J.,
París. 8.a odie.. 2009, p. 592.
402
CAPÍTULO 21 - ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
Los actos de la Compañía (HolandeBa) de las Indias Orientales realizados con el fin
de ocupar o colonizar las regiones en litigio en el presente caso deben, según el dere
cho internacional, asimilarse enteramente a los actos del propio Estado de Iob Países
Bajos. Desde finales del siglo dieciséis hasta el siglo diecinueve, a las compañías for
madas por individuos y dedicadas a fines económicos (Compañías creadas por Carta)
29 Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar o. Bahrein), CIJ, Fallo,
16/03/2001, parág. 197.
30 Isla da Palmas, doc. cit. (traducción de Oriol Casanovas y La Rosa, op. oit., pp. 218-216).
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Loa Países Bajos han logrado probar (...) (que, al menoa doade 1790, la isla formó parte
de dos de loe Estados indígenas de la Isla de Sangri, los cuáles estaban desdo 1677
bqjo el señorío de la Compañía de las Indias Orientales, y por ello, de los Países Bajos,
y que se ejercieron actos de autoridad que afectaban a la Isla por el vasallo, o ol señor,
entre 1700 y 1898, y 1898 y 1906)*
Incluso se refiere a que deben considerarse las particulares circunstancia» del territorio:
Consideración aparte de que las manifestaciones de soberanía 6obre una isla peque
ña y distante, habitada por indígenas, no puede esperareo que sea frecuento, no es
necesario que al ejercicio de la soberanía se remonte a un período muy lqjano. Puede
bastar con que tal ejercicio existiera en 1898 y que hubiera ya existido bastante antes
de esta fecha de una forma tan continuada y pacífica como para permitir a cualquier
Potencia que pudiera considerarse poseedora de soberanía, ol tener, según las condi
ciones locales, una posibilidad razonable para verificar la existencia de un estado de
cosas contrario a sus ciertos o supuestos derechos”
Más aún, no existen pruebas que permitan afirmar la existencia de un acto de ejerci
do do soberanía sobre la Isla por parte de España u otra ftjtencia, de modo que pu
diera contrarrestar o descartar las manifestaciones de soberanía de los Países Bajos.
En cuanto a terceras Potencias, las pruebas aportadas al Tribunal no revelan ningún
rastro de tales actuaciones al menos desdo mediados del siglo diecisiete en adelan
te. Estas circunstancias, junto con la ausencia de prueba alguna de conflicto entre
autoridades holandesas y españolas respecto de Palmas o Miangas durante más de
dos siglos, constituyen una prueba indirecta del ejercicio exclusivo de la soberanía
holandesa."
Otro caso que nos sirve de ejemplo para evaluar qué actos toman en cuenta los tribu
nales para la prueba de la ocupación efectiva es el de los Islotes de Minquiers y Ecrehos,
ante la CIJ, en el cual el Reino Unido y Francia se disputaban la soberanía de dos grupos de
islotes y rocas situados en el Canal de la Mancha (entre la isla británica de Jersey y la costa
francesa)’4. La CIJ afirmó que debía decidir quién tenía un mejor título de soberanía sobre
ellos, ya que no podía declarar que eran térra nullius. Si bien ambos Estados fundamentaron
su soberanía en acontecimientos medievales, la Corte dio relevancia a los hechos ocurridos
en siglos posteriores que probaban la posesión de los islotes. Respecto del grupo de islas de
Ecrehos, la CIJ consideró que se encontraban bajo la soberanía británica por los siguientes
actos:
- el rey de Inglaterra había administrado justicia e impuesto tributos en estos islotes
en época medieval (había una estrecha relación con la isla de Jersey —bajo soberanía
británica-);
- a partir del siglo xix, la relación se hizo más estrecha debido a la importancia de la
pesca de ostras en la zona. Existían actos de jurisdicción y legislación ejercidos por
Jersey sobre Ecrehos: procedimientos criminales, percepción de impuestos a casas
habitables de los islotes, registro en Jersey de contratos sobre inmuebles ubicados en
Ecrehos."
34 Caso de los islotes de Minquiers y Ecrehos (Francia/Reino Unido), CIJ, Fallo, 17/11/1953, ICJ Reports 1953, p.
404
CAPITULO 21 - ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
■
Respecto del grupo de islas de Minquiers, la Corte también reconoció la soberanía bri^B
nica, apoyándose en lo siguiente:
- Jersey, en el siglo xvn, había ejercido jurisdicción sobre este grupo en casos de restó®»
de naufragios encontrados en el lugar; '
- desda fines del siglo xvm, existía un registro en Jersey de contratos sobre inmueblesW
se habían percibido impuestos sobre las casas habitables de las islas; . i
- durante los siglos xdc y », el Reino Unido también ejerció funciones estatales ¿oír^
las islas," .
En el caso entre Malasia y Singapur, la CU tuvo que determinar si el Sultanato de
había cedido al Reino Unido (predecesor de Singapur) la soberanía del lugar donde se iba¿áM
construir un faro (Podra Branca/ Pulau Batu Puteh) o si solo había otorgado un permiso párá^
construir, mantener y operar dicho faro”. La Corte interpretó que, de la lectura de las cartas:?’
presentadas en el procedimiento, se podía desprender que solo se había otorgado un permiso-
para construir y operar el faro, puesto que, en la fecha relevante (1953), Johor entendía que no í
poseía la soberanía sobre Pedra Branca/Pulau Batu Puteh". En ese contexto, la Corte advirtió'
que la propiedad (ownership) -en este caso de un faro- se diferenciaba de la soberanía (sooer-:
eignty) sobre el territorio donde se construía el faro". •
Por último, hay que distinguir la ocupación efectiva como modo de adquisición del territo-
rio de la ocupación pacífica de un territorio, que “se caracteriza por la naturaleza temporaria
de la administración. Este control territorial no otorga al ocupante título soberana sobre éí;
área ocupada”'0. Sin embargo, en ocasiones puede igualmente significar obligaciones y respon
sabilidades para el Estado ocupante respecto de sus obligaciones bajo el derecho internacional;
en relación con ese territorio*1. ' : '•»
En el ya mencionado caso entre Malasia y Singapur, este último sostuvo como argu
mento alternativo respecto de la isla de Pedra Branca/Pulaü Batu Puteh que, si Malasia
podía demostrar algún título histórico sobre la isla, Singapur aún poseería soberanía por el
ejercicio continuo de soberanía sobre la isla sin que Malasia hubiera protestado (prescrip
ción), aunque, por otra parte, expresó que la noción de prescripción no jugaba ningún rol en
ese caso48.
En el caso de la Isla Kasikili /Sedudu, la CIJ, aunque observó que las partes estaban de
acuerdo en que la prescripción adquisitiva se reconoce bojo el derecho internacional y con
venían en las condiciones bajo las cuales el título de un territorio puede ser adquirido por
prescripción, evitó referirse a la validez de este instituto. Si bien destacó la importancia de
que la ocupación fuese hecha por o en nombre de un Estado y realizando fondones estatales,
consideró que en los hechos del caso “no ha sido demostrado que los miembros de esta tribu
hayan ocupado la isla a título de soberano, es decir, que estuviesen ejerciendo fondones de
autoridades estatales ahí en nombre de tales autoridades"48.
La aquiescencia por parte del Estado que pierde la soberanía es un elemento fundamen
tal47, por lo que también es necesario que la posesión sea pública y dure una determinada
cantidad de tiempo48. Hay discusiones entre diferentes autores sobre cuál es la protesta que
debe realizarse para interrumpir esa prescripción. Algunos consideran que basta la protesta
diplomática40. En el arbitraje de El Chamizal entre México y Estados Unidos, bastó la pro
testa de México80, pero hay algunos juristas que sostienen que se requiere traer la cuestión
ante la atención de las Naciones Unidas, en particular el Consejo de Seguridad o la CIJ81;
incluso otros entienden quo esto evolucionará con el paso del tiempo88.
Los orígenes de este instituto yacen en la usucapión, del derecho romano63. Ha habido
dudas sobre su aplicación al derecho internacional, aunque se destacó su utilidad para man
tener la estabilidad y la paz en las relaciones internacionales y para evitar que se prolonguen
disputas fronterizas84. En el caso Isla de Palmas el árbitro Huber sostuvo:
Los críticos de este modo de adquisición del territorio se centran en los elementos conflic
tivos que contienen las características descriptas. Así, destacan la falta de determinación del
tiempo necesario para realizar la transferencia de soberanía, aunque podrá ser establecida por
Estados en un tratado específico80. La influencia de abogados del common law intentó descar
tar esta crítica, dado que en ese sistema no se requiere un plazo específico de tiempo para que
haya una prescripción07.* * 47 48 49 * * 52 53 54 * 56 57
40 Soberanía ¡obro Podra Branca/Pulau Batu Putth, Middlt Rocha y South Lcdgt, doc. di., ptráff. 123.
40 hla KaaikllW8*dudu (Botswana c. Namibia), CIJ, Fallo. 13/12/1000,1CJ Raparte 1&99, p 1105,
47 Shaw, Malodm, op. clt., p. 600.
48 Wouiara, Jnni y Verhooven, Sten, “Proacriptlon" (2009), an Max Planah Bncydopedia ofPublic Internalional
Lqvj, http://www.mpepil.com, párr. 5.
49 8haw, Malcolm.op. o/í,p. 508.
60 El caíto Chamltal (Máxico/Estadoi Unido»), Laudo Arbitral, 15/06/1911, R.I.A.A., vol. xt, pp. 309-847.
61 Woutcra, Jans y Verhoeven, Ston, op, cit., párr. 5; ver también Shaw, Malcolm, op. cit., p. 506, n. 06.
52 Lowo, Vaughan, International Law, Oxford University Press, Oxfbrd, 2007, p. 145.
53 Wouters, Jans y Verhoevcn, Sien, op. clt.. párr. 1.
54 Ibíd.
56 hla de Palmas, doc. cit. (traducción de Oriol Caaanovas y La Rosa, op. clt, p. 216).
56 Kohen, Marcólo y Hébió, Mamadou, op. cit. ('Territory, Acquisltlon’), párr. 18, aquí so haco reforoncia al
acuerdo celebrado entre Oran Bretafia y Venezuela sobre el arbitraje limítrofe do Ouysna.
406
CAPÍTULO 21 - ADQUISICION Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
Asimismo se sostiene que uno de los requisitos para que se dé la prescripción adquisitíw
es la extinción del título anterior, por lo que, en realidad, se requiere determinada aquiescencia
por parte del soberano previo, modificando el modo de adquisición del territorio18. Finalmente
se argumenta que, aunque la prescripción adquisitiva ha sido invocada, a modo subsidiario^
por algunos Estados en controversias internacionales, ningún tribunal internacional sSTÍ¿
pronunciados sobre su validez58, a pesar de que elementos de la doctrina han sido reconocidos
en varias decisiones arbitrales80. •
En el caso Frontera Terrestre y Marítima entre el Camerún y Nigeria, la Corte analizó ,eT „..
argumento de Nigeria que se basaba en su ejercicio de actividades a título de soberano en el'
territorio bajo disputa, es decir, effectivités contra legem. Sin embargo, en su análisis no se.cen- '
tró en contemplar el efecto de tales actividades, sino en confirmar si Camerún, teniendo título;' :?':
sobre tales territorios, consintió el ejercicio de la soberanía por parte de Nigeria. De esta forma, . í;!í
la Corte rechazó el concepto de prescripción adquisitiva, adoptando en su lugar un criterio de $
aquiescencia81. Se ha sostenido al respecto que “la teoría de la prescripción adquisitiva fije
firmemente rechazada por la C1J en el caso de la Frontera Terrestre y Marítima entre el Came
rún y Nigeria [...] faltando la aquiescencia manifiesta del titular del título sobre el territorio
a abandonar su soberanía sobre él, las effectivités no pueden de manera alguna suplantar el
título existente
La prescripción adquisitiva se distingue de la ocupación pues la primera se refiere a un
territorio que estaba bajo la soberanía de otro Estado, mientras que la segunda, a un territorio
nullius', sin embargo, ambos modos de adquisición del territorio requieren evidencia de actos .
soberanos por un Estado durante un período de tiempo88. Algunos autores sostienen que ambos
institutos pueden, en la práctica, solaparse, pues “la soberanía sobre un área puede expirar y
generar dudas sobre si ha ocurrido un abandono, convirtiendo al territorio en térra nullius!’’*.
2.4. La conquista
Algunos autores consideran que la conquista es la adquisición de un territorio luego de
un conflicto armado en el que uno de los Estados queda con posesión de una parte del terri
torio del otro y establece su soberanía, sin que haya un tratado do paz’5. Este modo debía ser
reconocido cuando el uso de la fuerza para anexar territorio no estaba prohibido por el derecho
internacional. Según esta teoría, de todas formas, incluso en ese momento, la conquista como
modo de adquisición del territorio era relativamente, rara, pues, por lo general, los territorios
se adquirían a través de un tratado de cesión88.
Otros autoreB se refieren a que, cuando era un modo legítimo, había tres condiciones para
la existencia de una conquista válida: un elemento material que era el control efectivo sobre
el territorio luego de terminado el conflicto armado, una declaración previa de guerra y un
tratado de paz que ponía fin al conflicto, aunque ciertos juristas consideran que eBte último fue
un requisito que surgió con posterioridad al Tratado de Utrecht de 1713 celebrado entre Gran
Bretaña y España, o incluso más tarde”.
Sin embargo, Vinuesa explica que había, también en ese momento, diferentes teorías so
bre la conquista:58 59 * * * * * * * 67
58 Roben, Mareólo y Híbié. Maraadou, op. cit, (“Territory, Acquleition"), pirr. Í9,
Lq doctrina clásica, expresada en el siglo xix entre otros por C. Calvo, sostuvo que la
conquista era un modo legítimo de adquisición de territorios cuando las anexiones
eran convalidadas por un tratado de paz o por el consentimiento de la población
directamente afectada. Oppenheim por au parte, sostiene que la conquista dio lugar
al nacimiento de un título territorial ya sea por anexión, cuando desaparece el Es
tado vencido, o ya sea por cesión, cuando el Estado vencido convalida el traspaso de
soberanía por medio de un tratado de paz. Lauterpacht expresa que la consolidación
de una adquisición de una parte del territorio de un Estado por un acto de conquis*
ta, necesita integrarse con el reconocimiento de las anexiones por parte del Estado
afectado®.
2.5. La accesión
La accesión es el incremento del territorio a través de formaciones geológicas. Es el re
sultado del depósito, a lo largo del tiempo, de materiales por causas naturales. En aplicación
del principio general de derecho que dispone que “lo accesorio sigue la suerte de lo principal”,
el territorio de un Estado puede extenderse por la ampliación de la costa como resultado de
depósitos del mar o un río, o incluso la aparición de una isla, como ocurrió, por ejemplo, en
1986, cuando, debido a determinada actividad volcánica, emergió una isla en el mar territorial
de Iwo Jima”.
68 Vinuwa, Raúl E., El Conflicto por las Islas Malvinas y el derecho internacional, Editorial del Centro do Eetu-
. dios Internacionales de Buonos Aires, 1985, p. 17 (citas omitidas).
la primera se refiere al acto de que se agreguen sedimentos a una orilla y el segundo se refiere
al depósito en sí mismo”. .
Es una norma de derecho internacional consuetudinario que la extensión del territopo-en ,
estos casos -por lo menos en caso de aluvión- ocurre ipso fació por la accesión y no requiere' ■
acto alguno por parte del Estado’8. En el caso Isla de Palmas, el árbitro Huber destacó la
portañola do esta extensión del territorio:
wW
Del mismo modo ol acrecentamiento natural sólo puede concebirse como el incremen
i
to a una parte de territorio dónde existe una soberanía actual capaz de extenderse
a un punto que cae dentro de su esfera de actividad. Parece, pues, natural que un
elemento que es esencial para la constitución de la soberanía no debería faltar en su
continuación’0. ¿Mi
Aunque la accesión puede ser natural o artificial, ningún Estado puede modificar “la con I
dición natural de su territorio de forma tal de causar desventaja a las condiciones naturales de
territorios de Estados vecinos”80. "*
’ i. 'íS!
En los ríos limítrofes que cambien su curso hay que distinguir entre cambios menores
por aluvión y la avulsión, un cambio radical en el curso del agua. Sobre esta cuestión cabe
hacer nuevamente referencia al litigio de El Chamizal, entre Estados Unidos y México, el
cual se originó debido a la súbita alteración del curso del río Grande, en la zona fronteriza de .
las actuales ciudades de El Paso (Texas, EE. UU.) y Ciudad Juárez (Chihuahua, México). El
Tratado de Paz de 1848 había fijado la frontera entre ambos Estados, que en la zona en litigio
pasaba por la línea media del río Bravo (o río Grande). No obstante, se ha afirmado que “El
Tratado de 1848 es ambiguo [...] pues mientras declara que el límite internacional será el Río
Bravo (arcifinio), también expresa que será siempre la posición de éste definida gráficamente
en los planos de la Comisión creada ex profeso para ello”81. Si se trataba de un límite demar
cado por elementos naturales (''arcifinio”), como un río, entonces el límite debía seguir siempre ..
su posición, no importaba cuál fuera el cauce del río; en cambio, si era un límite matemático, : ■
permanecía invariable83. En 1864 se produjo una importante inundación que provocó el desvío
del curso del río Grande, por lo que ciertas tierras que estaban del lado de México (al sur del
río) pasaron a formar parte de un banco cerca de El Paso, en los EE. UU (al norte del río). En
1867, el Gobierno de loa EE. UU. expuso a México que consideraba que el límite del Tratado de
1848 era arcifinio, por lo que el límite seguía el curso del río. México respondió a ello años más
tarde, argumentando que “la línea era astronómica e indicaba la voluntad de ambas naciones
de que no hubiera nunca aumento de territorio"83. Pese a que las partes celebraron un tratado
en 1884 -que disponía que la línea divisoria no se afectaba por los cambios ocurridos en el
curso del río, salvo cuando se efectuaran con depósito de aluvión-, la disputa subsistió y en 1910
se decidió someterla a arbitraje. México sostenía que la alteración del río se debía a cambios
bruscos por la inundación de 1864 (avulsión), por lo que el límite no había cambiado, mientras
que EE. UU. argüía que era producto de una erosión lenta y gradual (aluvión), por lo que el
mexicana, http://www.8re.gob.mx/cilanorte/index.php/hi8toria/52.
82 Ibíd. • .
83 Ibíd.
409
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
límite seguía el actual curso del río. La Comisión Arbitral -por mayoría- consideró que, entre
1852 y 1864, los cambios del río por erosión y depósitos habían sido graduales, mientras que en
1864 se había producido una alteración súbita. Debido a esto último, parte de la zona conocida
como El Chamizal debía adjudicarse a México, tal como existía en 186484, mientras que el resto
le pertenecía a Estados Unidos. Durante muchos años, EE. UU. se rehusó a cumplir con este
laudo, hasta que finalmente en 1963 ambos Estados concluyeron un tratado que dispuso que
la nueva línea divisoria entre México y los Estados Unidos seguiría la línea media del nuevo
cauce del río (rectificado), y que los terrenos que quedaran al sur de dicha línea serían territo
rio de México y aquellos que quedaran al norte serían de los Estados Unidos. Así se mantuvo la
rectificación del cauce del río que había sido pactada por una Convención de 1933 y se procedió
a la transferencia a México de una parte de las tierras de El Chamizal objeto del litigio. Más
tarde, México y Estados Unidos construyeron un cauce artificial para evitar nuevos cambios
en el curso del río85. 86 87 88 89
En el caso Fronteras Terrestres, Insulares y Marítimas entre El Salvador y Honduras, una
Sala de la Corte Internacional de Justicia sostuvo:
Ee decir que, en el primer caso, puede ser que la frontera se desplace, mientras que, en
el segundo, se aplicarán los principios de estabilidad de las fronteras y el límite continuará
trazándose por el canal original del río®7, según se explicará en el capítulo 24. Sin embargo
algunos autores sostienen que no hay un principio general de derecho internacional universal
mente aceptado sobre el impacto de los diferentes tipos de modificaciones a los ríos, sino que
solo se puede distinguir entre las diferentes tipos de modificaciones”.
En el caso de las islas, siempre que estén dentro de un río o parte de un río que esté dentro
del territorio de un Estado, no se generan inconvenientes. Si una isla aparece dentro del cintu
rón marítimo, incrementará el territorio de ese Estado”. Oppenheim argumenta que las islas
que aparezcan dentro de la zona económica exclusiva de un Estado pertenecerán a ese Estado,
pero, en el caso de que aparezcan en alta mar, serán susceptibles de ocupación por cualquier
Estado90. Sin embargo, esta conclusión es sumamente discutible dada la naturaleza de los de
rechos que posee el Estado ribereño sobre su zona económica exclusiva, que abarca derechos de
soberanía sobre los recursos naturales de las aguas, lecho y subsuelo, pero no poBee soberanía
sobre el lecho y subsuelo mismo de dicho espacio marítimo.
Para evitar estas discusiones, os importante que los Estados provean soluciones al cele
brar tratados de límites o concernientes a ríos internacionales respecto de un posible cambio
en el curso del río o de un acrecimiento por aluvión o avulsión. Barbería señala que "Una pri
mera solución consiste on estipular que el límite internacional permanecerá inalterado aun-
410
CAPÍTULO 21 - ADQUISICIÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
que el río cambie de curso", tal como se previó en artículo 3 del Tratado de Límites del Río
Uruguay (1961)®1. Una segunda fórmula "consiste en convenir que el límite internacional se
guirá los desplazamientos que sufre el curso del río", como se estipuló en un acuerdo por capje
de notas entre Gran Bretaña y Brasil respecto de los ríos limítrofes Mahú y Tucutú (Guayana
Británica) de 1932M. Ello al margen de otras soluciones intermedias que han pactado los Es
tados®3. El artículo 46 del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo prevé un régimen
especial para aumentos por aluvión de la isla Martín García, como se verá en el capítulo 25 da
esta obra.
2.6. La cesión
La cesión es el acto por el cual un Estado transfiere su soberanía sobre un territorio a otro
Estado. Obviamente, ningún Estado puede transmitir un derecho más extenso del que posee,
por aplicación del principio general de derecho que así lo establece. Este modo de adquisición
de territorios puede asumir distintas modalidades: compraventa (si la cesión es a título one
roso), donación (si es a título gratuito) o permuta (si es a cambio de otro territorio).
La cesión debe realizarse con la intención de transferir soberanía, ya que la transfe
rencia de poderes gubernamentales sin la intención de ceder soberanía territorial no ee
suficiente*4. La cesión requiere del consentimiento de ambos Estados, por lo que puede pre
sumirse que, en la actualidad, es uno de los modos más relevantes para adquirir (o perder)
territorio®5.
Las cesiones en general se realizan a través de acuerdos reflejados en tratados, que pue
den ser bilaterales o multilaterales®8, no obstante también pueden realizarse a través de una
declaración unilateral, aceptada por el otro Estado87. Las cesiones de territorio frecuentemente
han sido parte de acuerdos de paz luego de un conflicto armado®8. Aunque en la actualidad ta
les tratados, obtenidos a través de la fuerza, serían nulos en los términos del artículo 52 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), se rigen por el principio de inter
temporalidad del derecho, por lo que, ei fueron realizados en época en que tales acuerdos eran
válidos, continúan en vigor®8.
También existen, como ya se adelantó, cesiones pacíficas, realizadas por acuerdo de los
91 ,92
Estados, a modo de regalo (donación)100 con la95
93 94 intención o incluso contra una
96 97 98 * de fisionarse101 102
compensación económica (compraventa). Por qjemplo, Estados Unidos "adquirió" en 1808 gran
parto do su territorio central de Francia por un precio de 60 millones de francos, la oporación so
denominó ‘Loulsiana Purchase*101; también puede mencionarse la compra de Alaska a Rusia
en 1867.
terminado será el ihaliveg del río oualquiara saa la situación del thalweg en ese momento"; ibfd„ pp. 101-102.
93 Ibíd.p. 102.
I
oourro el uno oonsldora qua a prohibición do', uto de la füoria es una norma dajai cegeni. En tal aontldo, pos
tulan que ol título proviene del Nconocimionto, la aquiescencia y la consolidación histórica, lo que legitimará
manifestaciones continuo! y pacífica* do soberanía territorial, Fortelooon cote oonolualón sobro la baso dol
principio do lo estabilidad, quo también dobo sor un factor a considerar on cuestionas rotativas a la soberanía
territorial.
100 Arbuot Vignalí da como ojamplos loa siguientes casos! en 1869, Franela oodió la Lombardía a Italia; en 1606,
Austria cadíó Venada a Frenóla; on 1909, Brasil cedió el territorio lacuatro on la Laguna Marín a Uruguay:
411
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Algunos autores sostienen que la transferencia del territorio y sus obligaciones interna
cionales ocurre inmediatamente luego de firmado el acuerdo por el que se realizó la cesión111. 112
Sin embargo, hay otros que afirman que debe haber una verdadera tradición del territorio, es
decir que debe ser ocupado por el nuevo soberano113. La solución pareciera depender de cada
caso y del texto del acuerdo en que hayan dado su consentimiento los Estados, pues de ese
consentimiento depende la cesión.
Hay que distinguir la cesión como modo de adquisición de territorio de la cesión admi
nistrativa o el arrendamiento de un territorio por un determinado período de tiempo. Durante
105 Disputa marítima (Perú c. Chile), CIJ, Fallo, 27/01/2014, parág. 181.
108 Obligación de negociar un acceso al Océano Pacífico (Bolivia c. Chile), CIJ, Solicitud de incoación de instancia,
24/04/2013, disponible en httpJ7www.iq-cij.org.
2.7. La adjudicación / ;•
Ciertos autores incluyen la adjudicación entre los modos de adquisición de territorios1”.
Consiste on la determinación efectuada por un órgano jurisdiccional (judicial o arbitral) res
pecto do que una porción de torritorio -que hasta ese momento se hallaba en litigio- se encuen
tra bqjo la soberanía do un Estado.
Hay juristas que consideran que, en realidad, la adjudicación no es un nuevo título jurí
dico por el que un Estado puede adquirir un territorio, puesto que, en todo caso, dicho territorio
es poseído por otro fundamento, que podrá sor ocupación efectiva, cesión, etc. Lo que hace el
tribunal es declarar que el territorio le pertenece a ese Estado por haber probado que poseía
ese título al momento de la fecha crítica. La sentencia declarativa no sería un nuevo título, sino
que operaría como el reconocimiento de la existencia de un título anterior118. Sin embargo, lo
cierto es que, una vez que un tribunal resuelve la controversia y determina que un territorio
le pertenece a un Estado, en lo sucesivo dicho Estado invocará directamente esa sentencia en
tanto instrumento que pone fln a la disputa y reconoce su derecho de soberanía.
Además, en algunos casos puede ocurrir que la soberanía sobre cierto territorio sea in
cierta, y los Estados que se lo disputen soliciten al juez o árbitro que falle ex aequo et bono. En
este caso, la sentencia funcionará como un verdadero título de soberanía118.
Cuando los Estados someten una controversia territorial a un órgano jurisdiccional,
pueden requerirle que la disputa sea resuelta por aplicación del derecho internacional o em
pleando reglas específicas por ellos establecidas. Siguiendo eBta distinción, Barberis considera
que en el primer caso, “la decisión judicial o arbitral no constituye un modo específico de ad
quisición do 1# soberanía territorial porque ella se limita a comprobar el título invocado opor
tunamente por la Parte que haya resultado vencedora en el litigio"; pero, en cambio, el título
de adquisición de la soberanía territorial puode ser,un acto de adfudioaoión, "on los casos en
que los Estados otorgan competencia a un árbitro o a un juez internacional para que decida
una controversia territorial ajustándose a reglas estipuladas por ellos o a un orden jurídico
distinto del derecho de gentes, o en aquellos otros en que atribuyen competencia a un órgano
no jurisdiccional”11’.
do territorios: la cesión. Es por ello que la Real Academia Española define al abandono como
una “renuncia sin beneficiario’’119.
Resulta pertinente la aclaración respecto de que la noción de abandono en el derecho in
ternacional puede cubrir también otras situaciones, que no dan lugar al estatus de territorio
sin dueño, como, por ejemplo, el abandono de un mandato -tal el caso del Reino Unido respecto
de su mandato en Palestina-, de una administración fiduciaria o de la posesión o administra
ción de un territorio que no sea ejercida a título de soberano -como España respecto del Sa
hara Occidental-120. También el abandono de un territorio debe ser distinguido del abandono
de un reclamo de soberanía aún no resuelto121. 122 123 124 125 126
Para que el abandono produzca sus efectos, se requieren dos elementos que deben ser
probados por quien alega este modo: corpua (elemento material u objetivo) y animus (elemento
subjetivo). El corpus aquí sería la pérdida de la posesión, dejar de ejercer soberanía sobre eBa
zona, mientras que el animus es la intención, en este caso, de abandonar (animus derelin-
quendi) y no simplemente de descuidar el ejercicio de la soberanía sobre ese territorio.
En cuanto a las formas, el abandono puede producirse de hecho o mediante una decla
ración expresa1” por parte de un representante del Estado, efectuada sea verbalmente o por
escrito (por ejemplo, en un tratado).
En el arbitraje de la Isla de Clipperton, el árbitro determinó que la isla pertenecía a Fran
cia por haberla adquirido en 1858, y que no había “ningún motivo para estimar que Francia
hubiera ulteriormente perdido su derecho por derelictio, ya que ella no haíbía] tenido jamás
animus de abandonar la isla, y el hecho de no haber ejercido su autoridad de una manera posi
tiva no implica[ba] la caducidad de una adquisición ya definitivamente consumada”113.
De igual forma, en el caso de la Groenlandia Oriental, Noruega había alegado que el te
rritorio en disputa, siglos atrás, luego de la desaparición de los dos establecimientos nórdicos,
había sido abandonado y convertido en térra nullius; no obstante, la Corte Permanente de
Justicia Internacional entendió que no había prueba de una renuncia precisa de parte de los
reyes de Noruega o de Dinamarca184.
119 Por bu parte, desdo uno porepootiva más amplia, Marcólo Kohon considera que "ol abandono puedo sor efec
tuado con o sin ol acuerdo dol Estado beneficiarlo o antidad en cuyo favor ei hacho el abandono”; do ovo modo,
ol abandono ‘«filo puede ser distinguido de la cesión si so presenta en la forma de un abandono do un reclamo,
y no de una transforoncin do título”; Kohon, Marcelo, "Territory, Abandonment" (2009), ®n Max Planch Enci
clopedia ofPubllo International Law, http://www.1np0pll.com, párr. 5 (traducoión libre).
120 Ibíd-, párr. 1.
121 Ibíd., párra. 2 y 15.
122 Ibíd., párr. 4.
123 Atunto de la isla de Cllpptrion, doc. clt., pp. 1110-1111 (traducción libra).
124 Sitatutojurídico de Groenlandia Oriental, doo. cit., pp. 46-47,
125 Kohen, Marcelo y HáblÓ, Mamadou, op. clt. ("Territory, Acquieitlon"), párr. 10.
126 Ibíd., párr. 18.
414
CAPÍTULO 21 -ADQUISiaÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS . *
Queda por examinar, por último, el título que nace de la contigüidad. Aunque en de
terminadas circunstancias los Estados han mantenido que las islas (situadas) rela
tivamente cerca de sus costas les pertenecen en virtud de su situación geográfica,
es imposible mostrar la existencia de una regla de derecho internacional positivo al
efecto de que las islas situadas fuera de aguas territoriales deban pertenecer a un
Estado por el mero hecho de quo su territorio constituye la térra firma, el continente
más cercano o isla de tamaño considerable. No sólo parece que no existen precedentes
(lo) suficientemente frecuentes y precisos en su contenido (como) para establecer tal
regla de derecho internacional, sino que dicho principio es por su propia naturaleza
tan incierto y tan controvertido que incluso los Gobiernos do un mismo Estado han
sostenido en ocasiones diferentes opiniones contradictorias respecto de su validez. El
principio de la contigüidad puede no estar íbera de lugar referido a islas cuando se
trata de adjudicarlas a un Estado en vez de a otro, ya por un acuerdo entre las partes
o por una decisión no fundada imperativamente en el derecho; pero este principio, en
tanto que regla estableciendo ipso iure una presunción de soberanía a favor de un
determinado Estado, estaría en conflicto con lo que «e ha dicho que es la soberanía
territorial y con la necesaria relación entre el derecho a excluir de una región a otros
Estados y el deber de ejercitar allí las actividades estatales. Tampoco es admisible
este principio do contigüidad como un método jurídico de decidir cuestiones de so
beranía territorial, pues carece totalmente do precisión y su aplicación conduciría a
resultados arbitrarios. Esto sería especialmente cierto en un caso como el de la isla en
cuestión, que no está relativamente cerca de un único continente sino que forma parte
do un extenso archipiélago en el que no están claras unas estrictas delimitaciones
entre sus diferentes partes141.
415
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ0UCO
adquisitiva”’33. Lo más relevante, en este caso, no sería el paso del tiempo, sino la importancia
de tales intereses144. Tal modo podría aplicarse a térra nullius y al mar, lo que lo distinguiría
134. 135 136 137 138
de otros modos133
Esta controvertida teoría como modo de adquisición de territorios Be ha desarrollado a
partir del caso de las Pesquerías anglo-noruegas™, en el cual la CIJ sostuvo que ciertos decre
tos de delimitación marítima noruegos centenarios que habían sido aplicados y adoptados por
décadas sin oposición de otros Estados representaban “un sistema uniforme y bien definido
[...] que cosecharía el beneficio de tolerancia generalizada, la base de una consolidación histó
rica que lo haría oponible a todos los Estados”147.
De Visscher considera que este modo de adquisición de territorios se basa en el interés
fundamental de estabilidad de situaciones territoriales desde el punto de vista del manteni
miento de la paz y el orden148.
Vinuesa explica que esta teoría “es de aplicación cuando frente a un conflicto territorial
determinado, las partes involucradas ponen de manifiesto la existencia de incertidumbres o
imprecisiones, tanto geográficas como jurídicas,en el origen de sus respectivas titularidades”139.
Entonces, ante la inexistencia de un "mejor derecho inicial”, es que cobra relevancia “el ejerci
cio de competencias soberanas sobre el territorio en disputa"140. Luego, criticando la interpre
tación que han hecho Schwarzenberger y Jennings, indica que tales actos por sí mismos, sin
la aquiescencia o tolerancia por parte del otro Estado, no bastarían para formar un título y
que “La aquiescencia de un Estado al ejercicio de competencias soberanas por parte de otro, no
debe confundirse con la tolerancia de un modus vivendi que por más que le es adverso, tiende
a no enervar una situación litigiosa”141.
Cabe distinguir también la consolidación histórica de la prescripción. Así, Vinuesa ex
plica: “La prescripción sanea en el tiempo un acto inicialmente ilícito, mientras que la conso
lidación perfecciona en el tiempo un derecho potencialmente incierto. Esa incertidumbre se
transforma en irrelevante a partir de una consolidación sin actos de protesta o interferencias
por parte del Estado contra quien se opone esa consolidación”142.143
De144 145 de Visscher des
hecho,
taca que "la consolidación difiere de la prescripción adquisitiva [...] también en el hecho de que
puede aplicarse a territorios en los que no se puede probar que pertenecían con anterioridad
a otro Estado”148.
Los críticos de este presunto modo de adquisición de territorios sostienen que es un
intento por evitar los problemas prácticos y teóricos de la prescripción adquisitiva y des
tacan la posición de la Corte Internacional de Justicia en el caso de la Frontera terrestre y
marítima entre el Camerún y Nigeria'44. Allí la CIJ sostuvo, en relación con la decisión del
caso de las Pesquerías anglo-noruegas, lo siguiente: “(...] la noción de consolidación histórica
nunca ha sido usada como una justificación de título en otras disputas territoriales, ni en su
jurisprudencia ni en otra”, y agregó: la teoría de consolidación histórica es sumamente
controvertida y no puede reemplazar los modos establecidos de adquisición de título bajo
el derecho internacional, que toman en cuenta muchas otras variables de derecho y hecho
importantes”144.
136 Kohen, Marcelo y Hébié, Mamadou, op. cit. ("Territory, Acquiaition"), párr. 22.
137 Pesquerías (Reino Unido C. Noruega), CU, Fallo, 18/12/1951, ICJ Reporte 1951, p. 137 (traducción libro).
138 De Viascher, Charles, Theory and Reality in Public International Lauj, Princeton University Press, Princeton,
1968 (trad. Corbett, P.E.), p. 209 (traducción libre).
416
CAPÍTULO 21 - ADQUISICION Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS
151 Isla de Palmas, doc. cit (traducción de Oriol Casanovaa y La Rosa, op, elt., pp. 216-216).
152 Controversia fronteriza terrestre, insular y marítima, doc. cit., pp. 418-419.
153 Kohen, Marcelo y Hébié, Mamadou, op. cit. (“Territory, Acquiaition”), párr. 31. • y*.;
154 Frontera terrestre y marítima entre el Camerún y Nigeria, doc. cit,, parág. 67 (traducción libre).
155 Soberanía sobre Pulau Ligitan y Pulau Sipadan (Indonesia c. Malasia), CIJ, Fallo, 17/12//2002, ICJ Reporte
2002, p. 684. r
Si ee adopta el punto de vista más favorable a los argumentos americanos, [...] esto es,
ai consideramos como derecho positivo durante el período on cuestión que la regla del
descubrimiento como tai, o sea, al moro hecho de vor tiorra, sin ningún acto, incluso
simbólico, de toma de pososión (...) surge la cuestión de si existía soberanía en la
fecha crítica, esto es. en ol momonto de la conclusión y entrada en vigor del Tratado
de Paría1".
cuestión do las Islas Malvinas", Revista Española do Derecho Internacional, vol. xlvj, n.® 1 (1984), p. 8.
161 Kohen, Marcelo, op. ctt. CLa focha crítica ..®), pp. 23-24.
162 Ibíd., p.10.
163 lela de Palmas, doc. cit. (traducción do Oriol Casanovas y La Rosa, op. cit., p.
213).
164 Bardonnet, Daniel, "Les faite pcstérlaure ó ¡a dato critique daña los difforonds territoriaux et foontalion”, on
Le drolt intornalional aueorvice de la país, de lajuelioe el du diveloppcmeni. Malangos Mlchal Vinlly, Podono,
París, 1991, p, 78.
418
CAPÍTULO 21 - ADQUJS:aÓN Y PÉRDIDA DE TERRITORIOS*
ello no significa que el comportamiento ulterior de las partes tío pueda ser considerado como:/’
medio de prueba para dilucidar la situación existente al momento de la fecha crítica18®. '
No es posible establecer un criterio único para determinar la fecha crítica aplicable a?..'
todos los conflictos territoriales. En efecto, cada modo de adquisición del territorio va a estable-f.*
cer sus propios criterios para la determinación de la fecha crítica. En la práctica, los Estados
invocan más de un modo de adquisición de territorios para justificar sus reclamos de soberanía
territorial. Ello origina que la determinación de la fecha crítica se convierta en una tprea difícil
de llevar adelante y que el juez que deba fijarla tenga que concentrarse en establecer un crite
rio a priori sobre cuáles son los modos de adquisición que serán considerados como válidos en
una determinada controversia.
En el caso entre Malasia y Singapur, la Corte tuvo que decidir acerca de la soberanía
territorial de tres grupos de islas, rocas o elevaciones. En cuanto a la primera, la isla Pedra
Branca/Pulau Batu Puteh, a fines de 1979 Malasia había publicado un mapa que mostraba
dicha isla dentro de aguas territoriales de Malasia. Debido a ello, el 14 de febrero de 1980,
Singapur presentó una protesta a través de una nota diplomática, requiriendo la corrección del
mapa. Como no hubo solución en las rondas de negociación que se llevaron a cabo, en febrero de
2003 las partes decidieron someter la disputa a la CIJ. La Corte confirmó que la fecha crítica
de esa controversia era el 14 de febrero de 1980, momento en que la disputa se cristalizó con
la protesta de Singapur, algo que no era controvertido por las partes186. En cambio, respecto
de los otros dos grupos: las Midáis Racks y South Lsdge, las partes no estaban de acuerdo en
la fecha en que la disputa de soberanía se había cristalizado. Según Malasia, era el 6 de fe
brero de 1993, oportunidad en que Singapur incluyó por primera vez la cuestión de la soberanía
de este grupo durante la primera ronda de negociaciones bilaterales llevadas a cabo respecto
de la isla de Pedra Branca/Pulau Batu Puteh. Por el contrario, 8ingapur consideraba que la
fecha crítica tenía que ser la misma para los tres grupos. La Corte le dio la razón a Malasia,
puesto que la nota de febrero de 1980 se refería únicamente a la Isla de Pedra Branca/Pulau
Batu Puteh161.
Junto con la fecha crítica, se hace referencia a otra noción: el “período crítico”. Este ha sido
definido como “el espacio de tiempo inmediatamente anterior a la fecha que se considera como
crítica”, el cual sirve para valorar el ejercicio de las funciones estatales por un Estado sobre el
territorio litigioso, a efectos de atribuir la soberanía168.
En el ya mencionado caso de la GroenZandia Oriental, si bien Dinamarca había hecho
referencia a acontecimientos ocurridos en un pasado más remoto, no fueron tenidos en cuenta
por la Corte, que prefirió analizar los actos al momento de la fecha crítica (ocupación noruega
de 1931), así como el período inmediato precedente*166.*
Asimismo, en el contexto do la solución de controversias territoriales cobra suma relevan
cia el denominado “principio de intertemporalidad dol dorecho", en virtud del cual, como señaló
en el caso de la Isla de Palmas el árbitro Max Hubor, “un hacho jurídico dobe sor apreciado a
la luz del dorecho contemporáneo suyo, y no (a la luz) del derecho vigente en el tiempo cuando
surge, o ha de zarparse, una controversia con él relacionada"; en consecuencia, “El efecto del
descubrimiento por España ha de ser, pues, valorado por las normae de dorecho internacional
vigentes durante la primera mitad del siglo dlocisóis [...l"1’0. Es decir que, oí un tribunal dobe
resolver en la actualidad una controversia que surgió on ol pasado, deberá aplicar ol derecho ;
que regía en aquella época, por más que ahora estén en vigor otras reglas.
168 OontetoB Oampoa, Julio; Sénchos Rodríguar, Luis y Andrés Sáení do Santa Muría. Paa. Cuna ai Doreoho
Internacional PAbllaa, Civltu, Madrid, 6 * odíe., 1096. pp. 538-630. a ’
160 JÑaluto Jurídico de Oroenlandla Oriental, doc. cit., p. 45. • ..
IN lela do Pultnao, dco. cit. (traducción da Oriol Owanovaa y U Reía, op. olí, p. 219)
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
420
Capítulo 22
La Controversia
por las Islas Malvinas
1. Introducción
La República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte mantie
nen una disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, laB islas Georgias del Sur y las islas
Sandwich del Sur y sus espacios marítimos circundantes desde 1888. En dicho año, el buque
de guerra británico Clio tomó posesión de las Islas Malvinas sometiendo tanto a las auto
ridades como a la población argentina residente en Puerto Soledad. A partir de esa fecha y
hasta la actualidad, la Argentina ha roclamado ininterrumpidamente al Reino Unido la rea
lización del acto originario de usurpación, los actos de jurisdicción soberana sobre las islas
que el Reino Unido ha venido ejecutando -lesivos a las pretensiones argentinas- y la nece
sidad, sin mayor éxito hasta el momento, de negociar de buena fe una solución a la disputa
de soberanía, Bobre la base de lo establecido por las resoluciones de la Asamblea General de
las Naciones Unidas.
Paralelamente a la existencia de una disputa de soberanía, el Reino Unido, durante la
segunda mitad del siglo xx, una vez iniciado el proceso de descolonización, ha introducido
un planteo por el cual sostiene que loe habitantes de las islas son titulares del derecho a la
autodeterminación y, por ende, deben ser incluidos como parte integrante del conflicto exis
tente entre ambos países. La estrategia del Reino Unido ha consistido en colocarse en una
situación de potencia protectora del aludido derecho a la autodeterminación de los pueblos
de los isleños. En este contexto, ha establecido como condición para negociar la cuestión de la
soberanía que se tengan en cuenta los “deseos" (no únicamente los “intereses") de los isleños
al respecto.
En la actualidad, no existe un diálogo político-diplomático en torno a la soberanía por las Islas
Malvinas. La Argentina reclama un diálogo de buena fe sobre la cuestión de la soberanía mientras
que el Reino Unido sostiene que el derecho de los isleños a autodeterminarse es prioritario y que
no va a dejar de apoyar a estos últimos en su ejercicio, sin peijuicio de cualquier reclamo de sobe
ranía que plantee la Argentina. Asimismo, el Reino Unido desconoce la existencia de una disputa
de soberanía sobre el archipiélago. Esta estrategia de desconocimiento mantiene la disputa de
soberanía inveteradamente irresuelta, ya que, conforme al Reino Unido, no existe controversia
alguna por resolver. Sin embargo, cabe recordar que la existencia misma de una controversia bajo
el derecho internacional es “un desacuerdo sobre un tema de derecho o de hecho, una contradicción,
una oposición de argumentos jurídicos o de intereses entre dos personas"1. En' síntesis, “para que
1 Concesiones Maurommatis en Palestina (Grecia c. Gran Bretaña), Fallo sobre Objeciones a la Jurisdicción,
30/8/1924, CPJ1 Serie A, n.° 2, p. 11 (traducción libre).
LECCIONES DE DERECHO IMTEBNACIONAL PÚBLICO
exista la controversia no sólo es necesario que existan dos posiciones opuestas, sino que una parte
sostenga una postura y que la otra la rechace”9.
En el seno de esta discusión se encuentran las diez resoluciones de la Asamblea General
de las Naciones Unidas que, desde 1965 en adelante, reconocen la existencia de una controver
sia previa de soberanía e instan a las partes a negociar una solución al problema, así como una
breve y cruenta guerra que argentinos y británicos libraron en 1982.
A continuación se analizará con mayor detalle la disputa de soberanía centrándonos en
los aspectos jurídicos de la controversia. Se partirá del origen de la controversia para luego
abordar los títulos invocados por las partes y sus estrategias, así como el tratamiento de la
cuestión en las Naciones Unidas.
2 Del Castillo da ¡.aborde, Liban, “Aspeotoe Jurídicos do ¡a cuostión Malvinas*, en Itloe Malvinas y Argentina
2006. Seminario organizado por al Instituto do Invostigaolón y Desarrollo do la Academia Nocional do Clon
ólas da Buenos Aireo, 22/00/2006, p. 89.
3 Zlato Drnns da Clómant destaca que las islas aparecieron "en las carias marinas de la época con el nombre
de "Islas 8ansón". Señala aaimiamo que, "aun cuando no so aceptara el descubrí miento de Gózaos, Francisco
do Carnereo las nombró y describió en su libro do bitácora de la expedición real de 1639, apareciondo en ol
Islario Goneral de Alonso de Santa Crua de 1641 con ol nombro do ‘Sansón y los Patos'", Aftodo finolmente
Godolphin -enviado por Carlos II de Inglatorra-. En su artículo 8 se establecen restricciones al comorcio para
todos aquolios que no sean súbditos de la corona oapañolo. Puntualmente, el citado artículo señala: "(..J los
súbditos del Roy do la Gran Bretaña no dirigirán su comercio, ni navegarán a los puertos o lugares quo ol Roy
Católico tiene en dicha India, ni comerciarán en ellos Ul*
7 La Pos de Utrecht consistió en una serie de tres tratados (de pos y amistad; de tráfico do osclovoo y do comor
cio) que pusieron fin a la Guerra de 8ucesión Española. Conforme al artículo 8 dol Tratado de Paz y Amistad,
so restableció ol statu quo comercial, impidióndoso que algunos territorios españoles pudieran pasar a cor
controlados por los franceses. Esta medido fuo apoyada por Gran Bretaña, temorosa del crooimionto de la
influencia francesa en loe territorios españoles. Ver "Historia general de lae relaciones oxterloros do la Ropú-
blica Argontina* (disponible on http;//www.argontina-rroe.com/3/8 • 038.htm).
422
CAPÍTULO 22 - LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MAU/1W
8 Goebol, JuHus, TASftrugglf fbr tho Falkland» Jslandv o «urfy In Lwl and Dlplomolla Hivtwy, Yalo Unlver*
flity Press, Now Haven, lM7,p,2M.
Ó Dotar, Rudolf, Bl ttalus tsrrltoriol de la» lilas Falklande-Malvinae, editorial Montcverdo. Montevideo, 1098.
p, 18. Dotar destaca quo el hecho do que haya ildo Francia y no Espafia o Inglaterra quien ocupara lee lelas
por primora vea (be consecuencia de loa cambios quo surgieron a partir do la Guerra de loa 8iote Años (1756 -
1768). En el Trotado de Paría (1763), Francia tonta quo ronunoiar a la mayor parte de tus posesiones colonla-
loi on el continente americano. Algunos do los colonizadores franceses radicados en colonia®, al retirarao do
ollas, dooldioron rápidamente tondar uno nueva en laa Islaa Malvinne. IMd., p.17.
10 Mufles Aspiri, José Luis, Historia aompleta de las Malvinas, editorial Oriento, Buonos Airee, vol. 1,1960, p.
67. ... ’•
11 Espafla y Francia celebraron un tratado el 4/10/1766 on el quo Francia reconoció explícitamente quo había
423
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Desde el punto de vista del derecho internacional, la autorización conferida por España a
Oran Bretaña para reestablecerse puede ser entendida como una cesión del derecho de asenta*
miento por un período ilimitado sin renunciar a sus derechos territoriales do soberanía a modo
de compensación por la expulsión de 1770”.
Finalmente, el 20 de mayo de 1774, Gran Bretaña abandonó de manera voluntaria Port
Egmont invocando los altos costos económicos que el asentamiento le ocasionaba a la Armada
inglesa. Al hacerlo, hizo pública su intención de que esa retirada debía interpretarse solo como
un abandono por razones económicas y no como una renuncia o abdicación a sus alegados de
rechos soberanos sobre las islas”. Como símbolo de la continuación del ejercicio de soberanía
sobre las islas, Gran Bretaña dejó en el lugar una placa de plomo y una bandera.
Julius Goebel señala que, en las circunstancias en la que España y Gran Bretaña dieron
por terminado el incidente de Port Egmont do 1770, ambas potencias habían acordado “una
promesa secreta” de retiro posterior de las tropas británicas de las Islas Malvinas”.
De acuerdo con la interpretación británica de la historia, años más tarde, Gran Bretaña
consideró que lo acordado en 1771 con España fue, en realidad, un reconocimiento expreso de
España de los derechos británicos sobre las islas20
17. 18 19
Cierto sector de la doctrina sostiene que el referido acuerdo de 1771 no resolvió la cues
tión de fondo, sino que solo estableció los modos de reparación o satisfacción. El statu quo se
mantuvo a través de la reserva de derechos que realizó España y, en consecuencia, la situación
jurídica de las Islas Malvinas no sufrió modificación alguna21. 22
Sin perjuicio de tales interpretaciones, es un hecho indiscutible que Gran Bretaña se re
tiró en 1774. Ese mismo año un oficial español, en cumplimiento de órdenes superiores, retiró
la placa y, desde ese momento, España mantuvo la ocupación efectiva hasta 1811, de manera
pacífica e ininterrumpida. En 1776, las Islas Malvinas fueron incorporadas formalmente como
dependencias territoriales del Virreinato del Río de la Plata. En los años posteriores a 1774, él
principal objetivo de España fue consolidar su presencia permanente en las islas y evitar que
otras potencias se instalasen en ellas de manera permanente.
En 1790, España y Gran Bretaña celebraron la denominada “Convención de Nootka
Sound”, por la que España reconoció a Gran Bretaña el derecho de navegar el océano Pacífico
y los mares al este y al oeste de América Latina”. El artículo vi de la citada convención auto
rizaba a los buques británicos de compañías pesqueras propiedad de su majestad a pescar en
aguas cercanas a las islas. Sin embargo, dicho artículo también establecía que, en el futuro,
Gran Bretaña no debía e8tablecer ningún asentamiento en la zona oriental y occidental de
América del Sur y alrededor de las islas23. En otras palabras, la Convención Nootka de 1790
autorizaba a Gran Bretaña a pescar en agua» circundantes a las Islas Malvinas, pero no a
usurpar ningún territorio español. Dolzer considera que este acuerdo dejaba en claro que “las
partes no tenían intención de producir cambios en el status existente de las Islas Falkland-
Malvinas”24.
17 Ibíd, p. 33.
424
CAPITULO 22 ■ LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS WAJJ/INAR - '''' : ‘
25 Asunto de la isla de Clipperton (México c. Francia), Laudo, 28/01/1931, RIAA, voL 11, p. 1108.
26 Vinueta, Raúl Emilio, El Conflicto por las Islas Malvinas y el derecho i/itemacional, Editorial del Centro da *
Estudios Internacionales de Buenos Aires, 1985, p. 11. ‘•
425
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En 1820, el gobernador de las Provincias Unidas del Río de la Plata envió al oficial de
marina David Jewett, quien al mando del buque “La Heroína” tomó posesión de las Islas Mal
vinas en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata e izó el pabellón argentino ante
la presencia de cincuenta buques de diferentes nacionalidades que se hallaban en la zona. Con
respecto a la nueva situación legal, Jewett declaró que, a partir de ese momento, las leyes ar
gentinas serían puestas en vigor en las islas37. Dicho acto fue publicado en diversos medios de
prensa estadounidenses y británicos sin que ninguno de estos países se opusiera o presentara
algún acto de protesta. Tampoco España reaccionó ante la presencia argentina en las islas24.
A partir de 1820, las Provincias Unidas comenzaron a llevar a cabo una serie de actos de
soberanía, los cuales, sumados a la ocupación efectiva del archipiélago, consolidaron el ejercicio
de un dominio eminente sobre las islas heredado de España. Entre los acto9 de jurisdicción
más relevantes adoptados por el Gobierno argentino cabe destacar los siguientes:
1. la autorización extendida a Jorge Pacheco para poblar las islas;
2. la designación del capitán. Pablo Areguati como comandante de la isla Soledad;
S. el asentamiento de Luis María Vernet en 1826, a quien se le encargó el estableci
miento de un poblado de carácter permanente en las islas;
4. las concesiones de tierras y de derechos de pesca otorgados a Verñet por el Gobierno
de Buenos Aires el 15 de enero de 1828;
5. la creación de la Comandancia Política y Militar de las Isla6 Malvinas por decreto
del gobernador de Buenos Aires el 19 de junio de 1829 y la asunción de Vernet como
27. 28
gobernador de las islas el 30 de agosto de 182929
El 19 de noviembre de 1829, Gran Bretaña protestó al Gobierno de Buenos Aires alegando
dos motivos: 1) su aludido derecho territorial sobre las Islas Malvinas y 2) el rechazo de la ad
quisición de las islas por parte de la Argentina.
El 30 de julio de 1831, el entonces gobernador Luis María Vernet apresó al buque pes
quero estadounidense Harriet e intentó imponer la jurisdicción argentina a otro debido a quo
estos se encontraban pescando sin autorización de las autoridades de las islas en sus proxi
midades. Uno de los dos barcos fue liberado, mientras que el otro fue llevado a Buenos Aires
para sor sometida ajuicio penal. Este último hecho originó la intervención del cónsul de los
Estados Unidos en Buenos Aires, quien pretendió desconocer la autoridad argentina sobre las
islas. El funcionario estadounidense emitió un ultimátum exigiendo la liberación del buque.
Ante el silencio de las autoridades argentinas al reclamo estadounidense, el capitán del buque
de guerra USS Lexíngton llegó a las Islas Malvinas el 28 de diciembre de 1831, tomó prisionero
al encargado de la guarnición, destruyó las instalaciones, se apropió de pieles y otros bienes y
declaró a la isla Soledad libre de todo gobierno.
El buque Lexíngton dejó las Islas Malvinas llevándose siete prisioneros argentinos. El 14
de febrero de 1832, el Gobierno de Buenos Aires protestó por tales hechos y exigió una satis
facción por parte de los Estados Unidos frente al atropello a su soberanía30. La reacción de los
Estados Unidos fue contradictoria. En junio de 1832, en una nota dirigida por las autoridades
de este país al gobernador de Buenos Aires -Juan Manuel de Rosas-, se expresó quo no cabía
duda sobre los derechos de Buenos Airos sobre las islas. No obstante, un moa más tarde, otra
misiva señalaba que ha Provincias Unidas carecían do derecho sobro el archipiélago y quo ha
27 Vsr Britith and Foreign State Papare, vol, 20 (1882-1888), p. 422. La Declaración laida por Jowflot retaba1
.
"Tengo el honor de informarles que he llegado a uto Puerto Bahía de la Anunclnolón, comisionado por el
Supremo Gobierno do las Provínolas Unidas de América del Sud, para tomar pososlón de las Islas On nom
bre del país a que éstas pertenecen por ley natural. Al desempañar eeta misión deseo proceder con la mayor
corrección y cortesía para con las naciones amigas. Uno de los principales objetivos ds mi cometido es «vitar
la destrucción desatentada do las fuenteB do roouraos necesarios para los buques que de paso o de reculada
forzosa arriban a estas Islas".
426
CAPÍTULO 22 -.LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MALVINAS*'
islas eran libres de todo gobierno. En el plano judicial, la situación no resultaba más clara. En * ÍV
1835, la 1196 Circuit Court District of Connecticut reconoció la legitimidad de las acciones tS*
llevadas a cabo por Vemet sobre los pesqueros americanos. Sin embargo, en 1839, la Corte ’ ’v1
Suprema de Justicia de ese país, en Williams v. Suffalk Insurance Company, desconoció la
soberanía argentina sobre las Idas Malvinas31. * 33 34 35 .
Respecto de las contradicciones judiciales manifestadas por los tribunales estadouniden- ‘v*
ses, Raúl Vinuesa señala que ellas se deben a que, en 1835, "la Corte de Connecticut se basó,en
pautas objetivas para determinar la naturaleza de los actos impugnados como actos ae Estado,. ’
mientras que la Corte Suprema en 1839, se basó en directivas provenientes del Departamento ;
de Estado que manifestaron su posición política''”. Oí
El 10 de septiembre de ese mismo año, el gobernador de Buenos Aires nombró gobernador yij
interino de las Islas Malvinas a Esteban Mestivier y encomendó a José María Pinedo, a bordo ''
del buque Sarandí, que restituyera el orden en las islas y reparase los daños ocasionados por
el buque Lexington. Dos meses después de haber asumido la comandancia, los soldados allí
estacionados se amotinaron y asesinaron al gobernador Mestivier. Ante tales incidentes, José
María Pinedo, oficial de mayor rango del buque Sarandí, asumió el control de la guarnición
argentina con el fin de controlar la situación de sublevación.
Bajo estas circunstancias, el buque de guerra inglés Cito llegó a las Islas Malvinas y su
tripulación desembarcó en el archipiélago en diciembre de 1832. Una vez en tierra, su capitán,
J.J. Onslow, reveló su misión al gobernador Pinedo: la toma de posesión de las islas. Le exigió
que arriara la bandera argentina y que abandonara las islas junto con su tripulación y todas
sus pertenencias. Pinedo protestó el acto de usurpación pero, dada la inferior capacidad militar
de la guarnición militar, no pudo impedir que J.J. Onslow tomara posesión de las islas el 3 de
enero de 1833 en nombre de Gran Bretaña. Pinedo se alejó de las Islas Malvinas el 16 de enero
de 1833, luego de nombrar a un sucesor provisorio al mando y de ordenar que no se arriara la
bandera argentina. Alrededor de veinticinco hombres de la guarnición argentina abandonaron
las islas junto con Pinedo”.
Hasta 1833, las Provincias Unidas del Río de la Plata habían realizado actos de jurisdic
ción en las islas como legítimas sucesores de la corona española. Dichos actos confirmaban el
ejercicio do los legítimos derechos de soberanía territorial sobre ellas. La ocupación de las islas
fue ejercida de manera efectiva, pública, pacífica y continua hasta dicho aflo, en el que fheron
ilegítimamente ocupadas por Gran Bretaña.
Desde 1764, las islas estaban ocupadas por Francia, que posteriormente cedió 6u título a
España luego de que esta potencia reclamase su descubrimiento. España, por su parte, protestó
ante Gran Bretaña por la presencia británica en laB islas en 1769 y ello condujo al desalojo del
asentamiento británico por la fuerza el 10 de junio de 1770. Por el tratado de 1771, España
restituyó Port Egmont a los británicos y se reservó derechos soberanos sobre el archipiélago.
Este es el único acuerdo formal referido expresamente a la disputa sobre las Islas Malvinas
reconocido por ambas partes.
José María Ruda ha señalado que el hecho relevante para establecer la fecha crítica es
la ocupación efectiva. Conforme a este criterio, España ha sostenido que tenía un derecho te
rritorial consolidado sobre el archipiélago en razón de su descubrimiento, posterior cesión de
derechos por parte de Francia, y la reserva de derechos sobre las islas realizada en el tratado
de 1771. Gran Bretaña, contrariamente, justificó su título en el supuesto descubrimiento, su
posterior ocupación en 1766 y la voluntad de no renunciar a la soberanía manifestada en la
placa dejada en 1774, al abandonar Port Egmont86.
Marcelo Kohen, por su parte, Beñala que, si en cambio se utiliza el criterio del utí posside-
t¿8 iuris, deberá tomarse en cuenta el año 1810 como fecha crítica, cuando la autoridad espa
ñola es desconocida y comienza la lucha por la independencia. En esa fecha las Islas Malvinas
estaban en poder de España y dependían del Virreinato del Río de la Plata87. En dicho año
todavía se encontraba radicado el asentamiento español en la isla Soledad. Este destacamento
fue convocado por las autoridades realistas de Montevideo recién en 1811. En consecuencia,
si esta fuese la fecha crítica adoptada, las Islas Malvinas, por aplicación del principio del uti
po3sideti6, deberían estar b^jo la soberanía argentina.
Si se adopta el criterio de la sucesión de Estados, la6 mismas preguntas deberán formu
larse al momento en que la Argentina se independiza de España, esto es en 1816. Esta será,
en consecuencia, la fecha crítica88. Tal fecha establecería el momento en que se traspasan las
competencias que ejercía España en el antiguo virreinato. Entre ellas, se encontraría la sobe
ranía sobre las Islas Malvinas.
Sin perjuicio de lo expuesto, corresponde evaluar si, entre los años 1810 y 1816, hubo
un abandono de Iob derechos por parte de los sucesivos Gobiernos patrios de las Provincias
Unidas del Río de la Plata. La respuesta es negativa. No cabe afirmar que existió un vacío de
ejercicio de derechos de soberanía sobre las Islas Malvinas durante eBe período de tiempo, dado
que las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata ejercieron las prerrogativas
de gobierno sobre todo el antiguo territorio del Virreinato del Río de la Plata, dentro del cual
cabe incluir a las Islas Malvinas39 En38suma, el territorio de las Islas Malvinas, pese a no en
36. 37
contrarse poblado, estaba sometido al control de las autoridades del nuevo Gobierno.
La fecha crítica también puede determinarse en relación con el origen de la controversia
entre la Argentina y Gran Bretaña. Al respecto, resulta ilustrativo destacar que la Corte In
ternacional de Justicia en el caso Interhandel definió que la controversia entre Suiza y Esta
dos Unidos quedó determinada a partir del intercambio de la primera petición helvética y la
primera negativa estadounidense40. Aplicado este criterio al conflicto de las Islas Malvinas, el
36 Podestá Costa, Luis y Ruda, José María, Derecho Internacional Público, 6.a adié, y 1." actualizada, TEA, Bue
nos Aires, 1979 (reimpresión 1984), p. 237.
37 Kohen, Marcelo, "La fecha crítica y la cuestión de las Islas Malvinas”, Revista Española de Derecho Interna-
otoñal, vol. xivi, n.° 1 (1994), ¡>.28.
38 Ibíd.
39 Ibíd, p. 29.
40 Interhandel (Suiza c. Estados Unidos), Fallo sobre Objeciones Preliminares, 21/03/1959,1CJ Reporte 1959, p.
428
CAPÍTULO 22- LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MAURAS
3. Títulos jurídicos
3.1. Títulos jurídicos Invocados por la República Argentina
La República Argentina fundamenta bu soberanía sobre las Islas Malvinas invocando su
calidad de legítima heredera de los derechos de soberanía que poseía España sobre los terri
torios del antiguo Virreinato del Río de la Plata. En otras palabras, la República Argentina
fundamenta sus derechos territoriales en una sucesión de Estados. A su vez, esta sucesión se
encuentra fundamentada en el principio uti possidetis iure.
Con anterioridad, España había justificado los derechos soberanos sobre las Islas Malvi
nas en dos hechos: I) el descubrimiento del archipiélago y 2) la legítima cesión de los derechos
territoriales en favor de España en 1767. España ocupó de manera efectiva las islas hasta 1810
y, a partir de allí, las Provincias Unidas del Río da la Plata, legítimas sucesoras de los dominios
españoles sobre gran parte del Virreinato del Río de la Plata, incluyendo las Islas Malvinas,
continuaron su ocupación efectiva, pacífica, pública y continua haBta 1833, cuando se produjo
la usurpación británica.
Dolzer resulta categórico al sostener que “no hay dudas de que la Argentina había expre
sado 'animus possidendi' a través del acto formal del año 1820 y por las subsecuentes activi
dades gubernamentales"44. 45
Los actos de jurisdicción realizados por la Argentina en el período
1820-1833 y la presencia continua de aproximadamente cien personas a partir de 1826 son
elementos probatorios suficientes para la adquisición legal de ese territorio por auparte48.
Por otro lado, en la jurisprudencia es posible encontrar al menos dos decisorios, uno ar
bitral y otro judicial, que confirman la verosimilitud del reclamo argentino de soberanía sobre
las Islas Malvinas.
La primera de ellas es el laudo dictado por el rey de Italia, Víctor-Emmanuel III, en el
asunto Clipperton. En dicho arbitraje, México reclamaba derechos soberanos sobre la isla de
Clipperton en virtud de haber sido descubierta por España y posteriormente adquirida por
México al suceder al Estado español en los territorios antiguamente coloniales. De esta forma,
41 Para una descripción mda detallada sobre los actos de protesta de la Argentina, ver el título siguiente del
presente capítulo.
42 Hop8, Adrián, "Soverelgnty and Decolonlzstlon of the Malvinas (Falkland) Islands", Boston College Interna
tional & Comparatiue Law Reuiew, vo!. 1, n.° 2 (1983), p. 417.
43 Fawcett, James, 'Legal Aspecto", The Falkland Itlands Dispute. International Dimensión», Londres, Royal
Institute ofInternational Affairs Journal, 1982, p. 6.
44 Dolzer Rudolf, op. cit., p. 47. " ..
45 Ibíd., p. 60.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
México negaba el hecho de que Francia, en 1858, había realizado una declaración invocando
derechos territoriales sobre una isla que se encontraba deshabitada, aunque, cabe destacar,
tampoco Francia la había ocupado al momento de producirse el reclamo mexicano. En la sen
tencia arbitral, se determinó que la posesión efectiva, esto es el despliegue del ejercicio de actos
de jurisdicción materiales en el territorio bajo disputa, es solo una de las formas de ejercer la
posesión, pero no puede identificarse con el concepto de posesión, que debe interpretarse de
manera más amplia. En tal sentido, el árbitro calificó a la isla de Clípperton como un territo-
rium nullius (sin dueño) y, atento a tales circunstancias, el mero animus occupandi resultaba
un elemento relevante para perfeccionar un título de soberanía territorial de Francia sobre
esta isla. En consecuencia, el árbitro consideró que la declaración de Francia de 1858 había
consolidado un título preferente oponible a la pretensión mexicana".
Lo resuelto en el arbitraje Clipperton es aplicable a Malvinas desde dos perspectivas. La
primera es la del descubrimiento: Francia ocupó las islas en 1764, pero luego reconoció los de
rechos soberanos de España por haber descubierto las islas, aun cuando no las había poblado.
Las Provincias Unidas del Río de la Plata con posterioridad sucedieron a España en la titula
ridad de estos derechos. Desde una segunda perspectiva, cabe recordar que el reconocimiento
de los derechos españoles sobre las islas desocupadas solo pudo realizarse porque estas, ya
en 1764, no eran ierra nullius; en otras palabras, la ocupación británica de 1766, siguiendo la
doctrina del arbitraje Clipperton, es ilegal atento a que, en el momento en que se produjo, Es
paña ya había reivindicado territorialmente las islas invocando su animus occupandi sobre un
territorio nullius y perfeccionando un título oponible a las pretensiones francesas e inglesas.
La segunda decisión relevante para el conflicto de las Islas Malvinas es la sentencia emi
tida por la Corte Permanente de Justicia Internacional en el asunto relativo a Groenlandia
Oriental. En eBte caso, la CPJI analizó los requisitos de la posesión efectiva para la consolida
ción de un título territorial sobre Groenlandia Oriental invocado tanto por Dinamarca como
por Noruega. Al respecto, concluyó que la práctica estatal requerida respecto de la posesión
efectiva sobre regiones desiertas o semidesiertas como Groenlandia requiere considerar es
pecialmente las cualidades especiales de estas regiones y, en consecuencia, las normas sobre
ocupación efectiva deben ser aplicadas con modificaciones. En otras palabras, en zonas semide
siertas sometidas a dificultades geográficas y/o climáticas, el despliegue de, al menos, un cierto
grado de actividad estatal sería condición suficiente para consolidar la posesión efectiva sobre
47.
dicho territorio46 -
La doctrina del caso Groenlandia Oriental resulta aplicable a la disputa territorial sobre
las Islas Malvinas a los fines de evaluar en qué medida el despliegue de actividad jurisdiccio
nal realizado tanto por España hasta 1811 como por el Gobierno de Buenos Aires en el terri
torio de laB islas hasta 1820 puede ser considerado suficiente para acreditar la posesión efec
tiva. Cabe concluir, entonces, mutatis mutandi que, atento a la distancia geográfica existente
entre las islas y Buenos Aires y considerando las inclemencias climáticas que imperaban en
su territorio, las cuales dificultaban el desarrollo de cualquier asentamiento humano, tanto la
actividad estatal desarrollada por España como luego la desplegada por las Provincias Unidas
del Río de la Plata (como, por ejemplo, el asentamiento de una población estable de aproxima
damente cien personas) confirmaban (y confirman) el ejercicio de la posesión efectiva, requisito
necesario para la consolidación de un título territorial do soberanía en manos do las Provincias
Unidae. En consecuencia, en 1883, la ocupación británica resultó ilegal, dado que las islas ya
habían sido ocupadas anteriormente.
Por otra parto, no menos importante resulta el hecho de que la ocupación británica se
encuentra viciada ab initio debido a que las islas no eran térra nullius en 1833 y, en consecuen
cia, Gran Bretaña no podía consolidar ningún título de dominio eminente sobre ellas. Esto se
debe a dos razones: 1) la usurpación denota el ejerciólo ilegítimo y abusivo de un derecho, dado
que se ha privado a otro Estado que tiene un mejor derecho sobre un territorio: 2) el acto de
430
• • '•.. ' .a
40 La práctica y la doctrina intemaoional del siglo xix son congruentes en e6to isntido. Por templo, Btephan
VsrosU ha resumido raolsntemonta el desarrollo decimonónico do! derecho iobrt esto toma a! afirman "La
adquisición do territorio requería lo aprobación dol sx soberano, La conquista como tal no confería título legal.
La collón ora logalmonte válida dospuós da la firmo do un tratado, usualmonte un tratado do paz"; Vorosta,
Stophan, The MaxPlanch Enoydopedla ofPublio fntirnaiionat Lau, Oxford Unlveraity Presa, Oxford, vol, 7
(2008), p. 100.
431
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Finalizada la Segunda Guerra Mundial y dentro del nuevo esquema multilateral de las
Naciones Unidas, en 1946 Gran Bretaña incluyó a las IslaB Malvinas dentro de la lista de '‘Te
rritorios no Autónomos’*, conforme lo establecido por el artículo 73 de las Carta de las Naciones
Unidas y la Resolución 66/1 de la Asamblea General de la citada organización. La Argentina
hizo reserva de sus derechos de soberanía sobre el archipiélago y lo continúa haciendo cada
vez que Gran Bretaña informa sobre las islas en cumplimiento del artículo 73(e) de la Carta.
El 5 de mayo de 1955, Gran Bretaña presentó ante la CIJ una demanda contra la Argen
tina relativa a sus pretendidos derechos de soberanía sobre las denominadas “Dependencias
de las Islas Malvinas”, en especial las islas Georgias del Sur, Sandwich del Sur y lo que Gran
Bretaña denominó “Territorio Antártico Británico”. Las Islas Malvinas no fueron incluidas por
Oran Bretaña dentro dol objeto do la controversia. Como la Argentina decidió no aeoptar la
Jurisdicción de la CIJ respecto do dicha domando, la Corto tuvo quo remover ol asunto do su
lista do casos80.
Sobre las consecuencias jurídicas de los numerosos actos de protesta presentados a Gran
Bretaña por la Argentina, es importante doBtacar quo talos actos han tenido como efecto im
pedir que Gran Bretaña consolide un título de dominio sobre las islas por prescripción adqui
sitiva o por consolidación histórica, tal como se detallará infra. Solo si la Argentina hubiese
incurrido en aquiescencia o abandono expreso de sus pretensiones territoriales81, la ocupación
ilegal de Gran Bretaña sobre las islas podría haber consolidado un título de dominio eminente.
Pero ello nunca ocurrió.
En realidad, si hipotéticamente se considerasen verosímiles Iob argumentos jurídicos es
grimidos por Gran Bretaña, sería esta Nación quien ha incurrido en aquiescencia cuando,
luego de que las Provincias Unidas del Río de la Plata ocuparon de manera efectiva las islas
a partir de 1820 en su carácter de legítimas sucesores de España, se mantuvo en silencio. El
derecho internacional público es claro respecto de que todo Estado que pretenda mantener una
pretensión territorial sobre un determinado Estado sobre el cual no tiene la posesión territo
rial debe realizar los actos de protesta correspondientes para evitar que el ejercicio de dicho
derecho prescriba. Eso fue lo que precisamente Gran Bretaña no hizo y lo que la Argentina
viene realizando desde 1833.
Cabe destacar, no obstante, que luego del establecimiento de la Comandancia Militar
en las islas en 1829, Gran Bretaña protestó tal hecho basándose en un pretendido descu
brimiento y subsiguiente ocupación supuestamente reconocida por España en el acuerdo de
1771. Dicha protesta, sin embargo, debe considerarse como un hecho aislado y extemporáneo
que, tal como se mencionó al abordarse el tema de la fecha crítica, no puede ser invocada para
fundar ninguna pretensión territorial. Esta conclusión se encuentra en concordancia con la
aquiescencia de Gran Bretaña entre los años 1810 y 1829. Más de diecinueve añoB transcu
rrieron desde el nacimiento de un Gobierno independiente de la metrópoli española sin que
Gran Bretaña haya protestado la ocupación de las islas por parte de las Provincias UnidaB
del Río de la Plata.
La aquiescencia británica se vio asimismo reforzada por dos actos puntuales: 1) en 1823,
Gran Bretaña reconoció a las Provincias Unidas del Río de la Plata como sujeto de derecho
internacional (considerándolo un Estado) por medio de una Declaración emitida por el Depar
tamento de Relaciones Exteriores británico82; 2) el 2 de febrero de 1825 las Provincias Unidas
del Río de la Plata y Gran Bretaña suscribieron un Tratado de Amistad, Comercio y Navega-60 61 62 *
60 Asunto de la Antártida (Reino Unido c. República Argentina), CU, Providencia, 16/03/1956, ICJ Reporte 1956,
р. 12.
61 Esta es la conducta en la que incurrió el Sultanato de Johor (actual Malasia) cuando reconoció expresamente
que la roca Pedra Branca había sido cedida a la Compañía de las Indias Orientales (actual Singapur). Caso
relativo a la Soberanía sobre las islas Pedra Branca/Pulau Batu Puteh, Middle Rocks y South Ledge (Singapur
с. Malasia), CIJ, Fallo, 23/05/2008, parágs. 192-230.
oión”. En ninguno de los instrumentos jurídicos reseñados, Gran Bretaña hizo reserva alguna
sobre sus aludidos derechos sobre las Islas Malvinas. Es decir, no protestó la ocupación de las "
islas pudiendo hacerlo6*.
63 Tratado de Amistad. Comercio y Navegación ontre laa Provincias Unidas del Rio do la-Plata y Su Majestad
Británica del 2 da febrero de 1825, en Colección de Tratados celebrados por la República Argentina con («»■
Naciones Extranjeras,op. til., p. 96y sa. :
M . Vinuesa, Raúl Emilio, op. til., p. 15. ' ;
65 Nota do Lord Palmerston enviada a Manuol Moreno, doc. clt., p. 1384. . ‘ i ¿
66 Brilish and Foreign State Papera, op. eit., p. 1324. i :
67 Nota de Lord Palmerston a Manuel Moreno, doc. cit., p. 1384.
68 Calvo, Carlos, Le Droit Internacional, theorique el practique, GuillauminvtCieyGPedone-LaurielEditoros,-
París, 3.‘edic., 1880, pp. 318-319. . "
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
69 Schwaraetnbergor, Qoorg, 'Titlc to terrltery, Rospomo te a «bailongo*, en AV/,1., vol. 51, n,‘ 3 (1967), p. 399,
70 Vor al reipeoto lu pastalón adoptada «obra lo doctrina do la consolidaoíón histórica por autores tales como ven
dor Heydto, Frledrich Aucust. Vellumldu, od. Kleponhauer & Witach, Colonia, 1968, vo). 1, p. 966.
71 Vinuesa, Raúl Emilio, op. til., p. 20,
n !bid„ p. 91.
434
v<
país y sin considerar la gran cantidad de prueba sobre los títulos históricos presentada
ambas partes’3.
Con relación a la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, la doctrina de MinquiersS&
y Ecrehos podría ser eventualmente invocada por el Reino Unido para pretender saneará
ilegalidad de la ocupación del archipiélago a través de los actos de jurisdicción realizados por
Gran Bretaña desde 1833 hasta la actualidad. Sin embargo, desde otra perspectiva, la referida í -
doctrina de la CIJ podría ser funcional al reclamo de soberanía argentino bí se toman en con-’já
sideración los numerosos actos de jurisdicción realizados por las Provincias Unidas del Río de ' - ¡ S
la Plata en las islas entre los años 1820 y 1833. •. k.V-WjK®
No obstante lo expuesto, la doctrina del caso Minquiera y Ecrehos fue posteriormente mo-
diflcada por la CIJ en el caso de las Parcelas Fronterizas. En dicho asunto, Bélgica y Holanda .Íí¡
invocaron derechos de soberanía sobre determinadas parcelas. Ambos países habían celebrado ‘:;9f
en 1942 una Convención de Delimitación de Fronteras en la cual se había establecido que la. ;i'-.
soberanía sobre tales parcelas correspondía a Bélgica. A pesar de ello, los Países Bajos invoca-.
ron la realización de numerosos actos de administración como prueba del ejercicio de derechos
soberanos. La CIJ concluyó que los actos de administración invocados por los Países Bajos
eran consecuencia lógica de la ocupación de dichas parcelas. Según la CIJ, resultaba lógico que
tales actos hayan sido realizados por los Países Bajos, atento a que era este Estado el que se •
encontraba en condiciones materiales de realizarlos. Sin embargo, por esta misma razón, tales
actos no podían ser aceptados por la CIJ como prueba suficiente para acreditar el ejercicio de ■' ii;
soberanía de los Países Bqjos sobre dichas parcelas. En consonancia con lo expuesto y refirién
dose a la invocada Convención de Delimitación de Fronteras, la CU concluyó que los términos
del tratado prevalecían sobre los actos de jurisdicción realizados por los Países Bajos’*.
En suma, en este caso, la CU decidió priorizar el valor jurídico que emanaba de un tra-
tado por sobre los actos jurisdiccionales. La existencia de un derecho acordado en un tratado
internacional era una cuestión que prevalecía y, por ende, resultaba oponible a la realización
de cualquier acto material realizado por los Países Bajos, dado que sus potenciales efectos que
daban neutralizados por los términos del tratado anterior.
La doctrina del caso Parcelas Fronterizas resulta relevante para la disputa de soberanía
sobre las Islas Malvinas. Gran Bretaña ocupó de manera clandestina un territorio y realizó a
partir de dicha ocupación actos jurisdiccionales. La validez y relevancia de estos actOB se en
contrarán viciados debido al carácter ilegal de la ocupación y serán inoponibles frente a otro '•.•
EBtado que invoque un título válido. Esta parece Ser la situación en la que se encuentran las
partes en esta disputa. La República Argentina nunca ha aceptado como válidos los actOB de
Jurisdicción que ha realizado el Reino Unido desde 1833.
78 Motas de Mtngulsrs y Ecthas (Frsncia o. Ralno Unido). OIJ, Fallo, 17/11/1888, KJReporte 1983, pp. 64, 67,
70-71,78.
74 Soberanía cobre ciertas parcela! Fnnterlus (Bílgloa/Pa(«#» Bajos), CIJ, Fallo. 30/08/1809, rCJRsports ¡8St>,
pp. 228-237, 229.
435
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En sintonía con dichos cambios, en la década de 1950 en la mayoría de los territorios co
loniales a lo largo del mundo irrumpió una ola de movimientos de descolonización impulsada
por el reconocimiento del derecho a la autodeterminación en cabeza de pueblos. Aquellos que
estaban sometidos a una situación colonial comenzaron a invocar este derecho a los fines de
alcanzar su independencia.
Bajo este escenario, el acontecimiento histórico de la descolonización y la consolidación
del principio de la autodeterminación de los pueblos se relacionaron de manera simbiótica: el
principio de autodeterminación facilitó la tarea de descolonización y esta permitió vertebrar y
consolidar jurídicamente el principio de la autodeterminación.
Sin embargo, ello no debe llevar a confundir el proceso de descolonización con el ejercicio
del derecho a la autodeterminación.Ambos conceptos no son sinónimos. La autodeterminación
no se reduce a la descolonización. Una colonia no dqja de ser colonia únicamente a través de la
invocación por parte de su población del derecho a la autodeterminación”. Existen circunstan
cias en las que un proceso de descolonización no culmina en un proceso de autodeterminación.
Ello se debe a que no toda población es un pueblo autóctono con derecho a autodeterminarsé,
tal como se detallará en los próximos párrafos.
Para que un determinado grupo humano pueda ser considerado como titular del derecho
a la autodeterminación deberá cumplir con determinados requisitos. Si no los reúne, esa po
blación no será un pueblo titular del derecho a autodeterminarse. Esta situación no impide,
sin embargo, dar cumplimiento con la obligación consuetudinaria de poner fin a la situación de
colonialismo que tienen las potencias que aún administran territorios bajo el capítulo xi de la
Carta de las Naciones Unidas. Esta es la situación en la que se encuentran las Islas Malvinas.
¿Por qué se confunde colonialismo con autodeterminación? El germen de la confusión
está en el seno mismo de las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que
proclamaron el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
El 14 de diciembre de 1960, la Asamblea General aprobó la Resolución 1614 (XV), que
proclama la necesidad de poner fin rápida e incondicionalmente al colonialismo. En esta re
solución se establece que la autodeterminación será el principio que va a regir el proceso de
descolonización. La resolución, en su segundo párrafo, consagra el derecho de todos los pueblos
a autodeterminarse. Esta mención in extenso confirma el derecho a autodeterminarse no solo
de los pueblos surgidos del proceso de descolonización, sino, además, de aquéllos que no fueron
sometidos a una situación de colonialismo.
Esta diferenciación ha sido recogida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la
que ha reconocido, fuera del contexto colonizador, el derecho a la autodeterminación del Pueblo
Palestino. La CIJ, en 2004, emitió una opinión consultiva sobre la Construcción de un muro en
el territorio palestino ocupado, en la que también reconoció el derecho a la autodeterminación
fuera de un proceso de descolonización del pueblo palestino78.
Por otra parte, la Resolución 1514 (XV), al referirse a todos los pueblos, está reconociendo
el derecho a autodeterminarse no solo de los territorios incorporados bajo el régimen de Admi
nistración Fiduciaria, sino también a aquellos pueblos incorporados dentro de la categoría de
Territorios no Autónomos del capítulo xi de la Carta. Ello, sin embargo, tal como se advertirá,
no habilita a todos los territorios no autónomos a autodeterminarse.
436
CAPÍTULO 22 - 1A CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MALVINAS’”
Un caso que ha suscitado controversias durante los últimos tiempos ha sido el aludido
derecho del pueblo de Kosovo a autodeterminarse. En 2011, la CIJ emitió una opinión consul
tiva en la que concluyó que la Declaración Unilateral de Independencia de Kosovo de febrero
de 2008 era válida®0. Esta opinión, sin embargo, produjo tres opiniones disidentes en el seno
mismo de la CU. Asimismo, el razonamiento seguido por la Corte suscitó numerosos reparos
por parte de los académicos especializados en el tema®1.
La República Argentina ha presentado su opinión a la CU respecto de la caracterización
de la población de Kosovo como un pueblo kosovár. Sostuvo que la población de Kosovo no
tendría derecho a autodeterminarse debido a que no constituye un pueblo en los términos de
lo establecido en las resoluciones 1514 (XV) y 2625 (XXV) de la Asamblea General. No existe
“un pueblo kosovar* como tal”. Por otra parte, la autoindependencia declarada por un aludido
tunity?’, Netherlande International Law Review, vol. 57, n.* 3 (2010), pp. 481-494; Talmon, 8tafan, Kosovo:
The ICJ Opinión • Whal Next? Summary ofthe International Law Diocuuion Group, Encuentro llevado a cabo
on la Chatham House, 21/09/2010, pp. 1-11 (disponible en http-J/usore.ox.ac.uk/-sann2029/ChathamH_koBO-
vo_ICJ_Paper.pdf); Kammerhofer, JOrg, “Begging the question? The Kosovo opinión and the refbrmulation.
of advisory requeste", en Netherlands International Law Review. vol. 68, n.° 3 (2011), pp. 1-12; Yoo, 8lenho,
"Notes on the International Court of Juetlce (Part 4): The Kosovo Advisory Opinión", en Chinen Journal of
International Law, vol.9, n.6 4 (2010), pp. 763-782 (disponible en httpy/chjnesejil.oxfordjournals.org ).
82 Ver Presentación escrita de la República Argentina ante la CIJ, 17/04/2009, parógs. 87-100, pp. '34-40 (dispo
nible en http7/www.icj-cíj.org/docket/file8/141/16666.pdf). . :
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
83 Stefbn Talmon sostiene: "La cuestión que permanece sin contestar por parte de la Corte es cómo un grupo de
individuos indicados como loa ‘representantes dol pueblo de Kosovo’, actuando dentro dol territorio do Koaovo
no io onouontran obligado» por ol orden jurídico internacional genoralmonto aplloablo on om territorio. Esto
e» (on opinión da Tnlmon] el defacto bórico de la Opinión, y lleva a la pregunta sobro quién se encuentra obli
438
CAPÍTULO 22 - LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MALVIES
libre determinadón de los pueblos antes descrito y están, por tanto, dotados de un
gobierno qué represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin dis-
Y agrega: “El territorio de una colonia u otro territorio no autónomo tiene, en virtud de
la Carta, una condición jurídica distinta y separada de la del territorio del Estado que lo ad
ministra”.
Raúl Vinuesa sostiene que la integridad territorial como excepción al ejercicio del derecho
a la autodeterminadón de diversos grupos étnicos culturales dentro de un ámbito territorial
sqjeto a descolonización tuvo como fin evitar la conformación de mini-Estados88.89
En conse
90 91
cuencia, agrega: “[...) la integridad territorial se aplica como excepción a la descolón!zadón
por autodeterminadón cuando existe un Estado con un derecho de soberanía preexistente al
momento de la colonizadón"11. La disputa por laa Islas Malvinas debe ser abordada tomando
en consideración el alcance y la aplicadón que tiene el prindpio de integridad territorial como
excepción al principio de autodeterminadón80.
La CU en su opinión consultiva sobre la situación del Sahara Occidental estableció que
Marruecos y Mauritania tenían vínculos con el Sahara Occidental. Tales vínculos, sin em
bargo, no denotaban el qjerdcio de soberanía respecto de ese territorio. De esta manera, la
Corte concluyó que el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui no se encontraba
condidonado a ninguna circunstanda especial que exigiese un análisis previo81.
No obstante lo expuesto, cabe preguntarse cuál habría sido la dedaión de la CU de haber
considorado que loe vínculos entre Marruecos y/o Mauritania, por un lado, y el 8ahara Occi
dental, por ol otro, eran efectivamente vínculos do soboranía. Ante cata situación, la CU podría
haber considerado imperativo avanzar en el proceso de descolonización, aunque estableciendo
algún tipo de mecanismo que preservase la integridad territorial de Marruecos y/o Mauritania.
armonías, entro otros), Ver Del castillo do Laborde, Lilian, op. cil., pp. 44-46.
91 Sahara Oocidtnlal, CIJ. Opinión Consultiva, 16/10/1978, parágs. 129,158.’ ‘
i-----------------------------
439
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La Argentina alega que existía una disputa de soberanía preexistente que debe resolverse
de manera preliminar, antes de considerar cualquier alusión al pretendido derecho a la auto
determinación de los isleños. Hasta que no se resuelva esta cuestión previa, no corresponde
evaluar si los isleños tienen derecho o no a autodeterminarse (derecho cuya titularidad en
cabeza de los isleños, cabe reiterar nuevamente, la Argentina niega}92, 93 94
92 Al respecto, Lilis n dol Cotillo de Laborda resume con claridad conceptual la posición argentina respecto de
la disputa de soberanía y del pretendido derecho a la autodeterminación de los ieleflos: "Las lelas no están
habitadas por un pueblo autóctono y iqjutgado, los argentinos que allí habitaban en 1833 fueron on su mayo*
ría desalojados y no ae permitió desde entonces a loa ciudadanos argentinos radicarse y adquirir bienes en las
lelas, y están repobladas por ciudadanos británioos. Y es indudable que desconocer sus derechos de soberanía
afectaría su unidad nacional y su integridad territorio (la da la República Argentina). Loo habitantes britá
nicos de) archipiélago de Malvinas no cumplen las condiciones para poder ejercer el derecho de autodetermi
94 Thürer, Daniel y Burri, Thomas, “Self-Determination’ (2009), en Max Planck Encyclopedia ofPublic Interna
tional Law, http://www.mpepil.com, párr. 35.
95 Ibíd.
96 Ibíd.
century aelf-determination: Implicaron* of the Kosovo Status settlement for Tibef, en Aritona Journal of
International & ComparativaLau/, vol. 26, n.* 3 (2009), pp. 553-554.
98 Sin perjuicio de los casos especiales como el del Tíbet.
440
-’rTT-
99 “Falkland Islands votes YES in favour of remaining Britiah Overseaa Territory*, Pinguin News, 01/11/2012
(disponible en http://www.penguin-news.eom/index.php/news/polit:csfltem/516-falkland-isiandB-votes-ye»-
In-favour-of-remainlng-brltiah-overseaB-territory ).
100 “Abrumador triunfo del Sf on el referéndum do Malvinas”, Diario Clarín, 11/03/2013 (disponible en http7/
www.clarin.eom/malvlnas/Abrumador-tTlunfo-referendum-MaMnae_0_880712169.htinl).
101 Declaraciones de la embajadora argentina Alicia Castro reproducidas por la agencia Telam el 11/03/2018
(disponible on http*J/www.telam.com.ar/notas/201303/10017-alicia-ca»tro-el-referendum-ea-una-maniobra-
mediatica-y-dilatoria.html). ' ,,
102 Kohen, Marcelo, op. eit. ("El referéndum ...”).
_________________________________________________ ____ ________________________ ______ _____________ —— • .
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
derecho a autodetarminarse. Aun en el hipotético caso de que lo fueran, tampoco podrían ejer
cer este derecho, dado que los límites a la autodeterminación están claramente establecidos
en las Resoluciones 1514 (XV) y 2626 (XXV): la integridad territorial de los Estados constituye
una barrera jurídica para el ejercicio del derecho a la autodeterminación. En tal sentido, la
Argentina alega que su integridad territorial fue vulnerada a partir de 1833.
La férrea defensa del derecho a la autodeterminación de los isleños por parte del Reino
Unido no está, por el contrario, exenta de contradicciones. El 17 de mayo de 2013, la Asamblea
General adoptó una resolución a favor de la libre determinación de la Polinesia Francesa"”.
La Argentina votó a favor de dicha resolución. El Reino Unido rechazó el texto adoptado por el
plenario de la Asamblea’04. Este hecho revela el carácter endeble y ambiguo de la posición del
Reino Unido respecto de su defensa de la autodeterminación de los isleños.
El doble estándar político del Reino Unido con relación al reconocimiento o desconoci
miento del derecho a la libre determinación de los pueblos también se ha puesto de manifiesto
en su sistemática negación a reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo de Cha-
goe, el cual entre 1968 y 1973 fue expulsado por el propio Reino Unido del atolón Diego García
y reubicado en otras islas105. 106 107
Los Estados de la comunidad internacional están llamados a reconocer y promover el res
peto al principio de la autodeterminación. No deben aplicarlo á la corte ante situaciones y cir
cunstancias favorables a sus deseos políticos, geoestratégicos y económicos (caso de los isleños
de Malvinas) y negar su existencia ante otras circunstancias que revisten menor interés o de
bido a que hay otros intereses (caso del pueblo de Chagos expulsado del atolón Diego García).
La aplicación selectiva del principio de libre determinación de los pueblos por parte del Reino
Unido en los casos de la población de las Islas Malvinas y del pueblo de Chagos constituye un
ejercicio abusivo de dicho principio contrario con su espíritu y finalidad.
La CIJ en la opinión consultiva relativa al Sahara Occidental, ya mencionada, tuvo la
oportunidad de referirse sobre la conveniencia y mérito de los referéndums. Recordó que, desde
1975, la Asamblea General había optado por dejar de lado en ciertos casos el requisito de la
consulta a la población de un territorio determinado cuando esta no constituía un pueblo -titu
lar del derecho a la autodeterminación-, o bien cuando se creía que la consulta era innecesaria
en vista a la existencia de circunstancias especiales”5.
442
- - ' -J
108 Ibfd.
109 Resolución 2065 (XX) de la Asamblea General de la ONU, 16/12/1965, "Cuestión de lai IelaB Malvinas (Fa
lkland blanda)".
110 Resolución 1841 (XV) de la Asamblea Oeneral de las Naciones Unidas, 15/12/1960.
111 Debate Parlamentario de la Cúmoral do loe Loros 'The Falkland blandí and Argentina", 11/13/1968, vol..
398, lineal 082 a 542 (disponible on http://hanBard.millbankayitemB.com/lordi/1968/dec/ll/thc-ftilkland ’
i«landB-and.arg8ntina’l#S5LV0298P0^1968121LHOL_107).
113 Declaración Conjunto roferonto a lo apertura do loe comunicaciones «ntra Jai lelas Malvina! y ol territorio
continental argentino, con anexo, inicialados por los dologadoe argontlno y británica el 01/07/1971 (disponible
en httpy7www.dipubHco.com.ar/legiilacion/Leyl9529.pdD.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
mientras que para el Reino Unido significó encausar las negociaciones dontro do los canales do
la cooperación económica, sin abordar puntualmente la cuestión de fondo: la soboronía.
La Asamblea General aprobó el 14 de diciembre do 1978 la Resolución 8160 (XXVIII) so
bre la cuestión de las Islas Malvinas. En ella destaca que la manera do poner fin a la situación
colonial es resolviendo la disputa de soberanía de manera pacífica, y reconoció los esfuerzos
realizados por la Argentina en tal sentido. Al mismo tiempo instó a que se aceleren las nego
ciaciones previstas en la Resolución 2066 (XX).
La Resolución 31/49 (XXXI) de la Asamblea General, sobre la cuestión Malvinas, apro
bada el 1 de diciembre de 1976, insta nuevamente a ambas partes a que se abstengan de
adoptar decisiones unilaterales sobre la situación mientras se encuentren atravesando por
el proceso de negociación establecido en la Resolución 2066 (XX). Esta resolución ftie dictada
luego del arribo de la expedición británica Shakleton a las islas en 1975 con el objetivo de eva
luar propuestas de desarrollo económico en la zona.
En 1977 se reanudaron las negociaciones. Entre 1979 y 1980, el Gobierno laborista inglés
analizó las distintas opciones para solucionar el conflicto, que incluían las siguientes opcio
nes: 1) el congelamiento de la controversia por veinticinco años; 2) el establecimiento de un
arriendo (Zetxse back) con reconocimiento de la soberanía a la Argentina pero con el ejercicio de
la soberanía en manos del Reino Unido durante un tiempo determinado; 3) la creación de un
régimen de administración compartido11’.
Las propuestas de) Gobierno laborista no frieron recibidas de manera positiva por el Con
sejo Legislativo de las islas. La intención de este órgano representativo de los isleños fue man
tener el statu quo Bin negociar la soberanía.
El conflicto bélico de 1982 implicó un retroceso en el cumplimiento de las resoluciones de
la Asamblea General sobre las Islas Malvinas y del artículo 2(3) de la Carta de las Naciones
Unidas.
El 2 de abril de 1982 las fuerzas armadas argentinas desembarcaron en las Islas Mal
vinas y reivindicaron los derechos soberanos de la República Argentina sobre el archipiélago.
Un día después, el 3 de enero, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Re
solución 502 por diez votos a favor, uno en contra (Panamá) y cuatro abstenciones (España, la
URSS, China y Polonia). La resolución exigía el inmediato cese de las hostilidades y el inme
diato retiro de todas las fuerzas argentinas de las Islas Malvinas. Asimismo exhortaba a los
Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido a que procurasen hallar una solución diplomática
a sus diferencias en respeto de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.
En virtud de los términos en los que fue redactada la Resolución 502, el Reino Unido
invocó la legítima defensa y envió una fuerza de operaciones al océano Atlántico Sur113
114. Al
cabo de dos meses y doce día6, el Reino Unido recuperó las islas con la derrota de las fuerzas
argentinas.
113 'United Kingdom Materials on International Law", en Britieh Yearbook of International Lato, vol. 51, n.° 1
(1980), pp. 442-443, citado en Vinaosa, Raúl, op. cit., p. 27.
114 Ver el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
444
CAPÍTULO 22 - LA CONTROVERSIA POR LAS IS¿AS MALVINAS
115 La* negociaciones en Berna fracasaron debido a que ambos países no se pusieron de acuerdo sobre la manera
en quo debía encararse e! probloma de la soberanía. Al respecto, verHistoria Oenenl da las RelacionaExte
riora* de la República Argentina (disponible sn http://www.argentlna-rree.com/12/12-ll.htm).
110 Declaraciones Conjuntas de laB delegaciones de la República Argentina y del Reino Unido do Gran Bretaña e
Irlanda del Norte. Madrid, 19/10/1989 y 16/02/1990.
117 Ver “El petróleo y las Islas Malvinas', en La Nación, 01/03/2010 (disponible en http//www.lanaclon.com.
ar/1238293-el-petroleo-y-las-islas-malvina*).
118 "Timerman expuso ante el secretario general de la ONU el rechazo a la militaritación do Malvina*’, Infor
mación do prensa de la página web de la Presidencia de la Nación Argentina, 10/02/2012 (disponible on http7/
www.casarosada.(jov.ar/inforniacion/actividad-oflcial/23702-timerman-e)cpuso-ante-el-aocrotario-gcnoral-
do-la-onu-el-rechazo-a-la-militarisacion-de-malvinaa).
119 "Gran Bretaña admitió la presencia de armas nucleares en las Malvinas"., Perfil, 10/02/2012 (disponible en
http://www.perfil.com/politica/-20120210-0028.html). ' . -
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
120 ‘England v Argentina ... wo bring on tho sub", The Sun, 07/06/2012. (disponible en http://www.parfll.com/
contenidos/2012/05/20/noticla_0018.html).
¡21 ‘'Argentina acusó al Reino Unido por enviar submarinos nucloaros a Malvinas", Diario Clarín, 25/02/2018
(disponiblo en httpV/www.clarin.com/politica/Argentina-Reino-Unido-8ubmarino8-Malvina8-0_872312931.
htrnl).
122 Kohen, Marcelo, “Alternativas para la solución del conflicto por las Islaa Malvinas", en Revista de Estudios
Internacional", voL 7, n* 4 (1988), pp. 1145-1188.
123 Es importante señalar que, en la actualidad, toda propuesta de resolución del conflicto debe ser necesaria
mente evaluada y compatibilizada conforme con lo GBtablocldo en la Disposición Transitoria Primera de la
Constitución do la Nación Argentina reformada en 1994, según la cual la Nación Argentina adopta como
objetivo permanente o irranuncíable el jarcíelo plano de la soberanía sobre loe Islaa Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich dsl 8ur y los espacios marítimos e insulares correspondientes. Esta disposición no pormitiría,
prima facie,la adopción de ningún tipo de acuerdo con al Reino Unido que no contemple uno transferencia
plena de soboranta tanto de laa Jilas Malvina» como do les demás espadas inauteres y marítimos referidos.
agilita. Es la única quo puedo inclusive abrir el camino a negociaciones directas y serias sobre soberanía, en
busos de alternativas aceptables para ambas partos. La eventualidad de una solución jurisdiccional obllgorá
además a los isleños a abandonar su actitud consistente on ignorar los rodamos argentinos”.
En contra ds esta alternativa, vor Biangardi Delgado, Carlos Alberto, "Desventajas dol recurso o la Corto
Internacional do Justicia on te Cuostión Malvinas”, Transcripción do la exposición del autor en la Jornada
“Cuestión Malvinas y Derecho Internacional", organizada on te Universidad do Clónelas Emprosarialae y
Sociales, Buoncs Aires, 28/08/2009.
446
CAPÍTULO 22 - LA CONTROVERSIA POR LAS ISLAS MALVINAS
Como antecedente reciente, puede citarse que el 24 de abril de 2013 el Estado Plurinacio-: $
nal de Bolivia presentó una solicitud de demanda contra Chile requiriendo que la CU “falle y
declare que Chile tiene la obligación de negociar de buena fe con Bolivia un acuerdo pronto '•
y efectivo que le otorgue una salida plenamente soberana al océano Pacífico”128. El Gobierno \
boliviano informó que recibió una comunicación de parte de la CU en la que se manifestó la i •’
aceptación de la jurisdicción por parte del Estado demandado129. ...:?
Este caso abre nuevas expectativas sobre la posibilidad de someter la diferencia entre la
Argentina y el Reino Unido ante la CU, alternativa que sin duda requeriría de un prpfuhdo
análisis y debate.
S-
128 Texto do la Solicitud de Demanda del Estado Plurinaciona! do Bolivia o. Ohile disponible en la página web de
la Corte Internacional do JuBtida (http://www.i^-ctj.org/dockot/index.php?pl«>8&p2-8&k«»f8&caaeol53&cod
ble en http://www.rrae.gob.bo/).
" : 447,i'
Capítulo 23
Regiones polares
1 Rothwell, Donald R., The Polar Regions and the Development of International Law, Cambridge Univereity
Press, Cambridge, 1996, pp. 3-4, 42.
2 Flegg, Jim et al., Polee Apare The Natural Worlds of the Arctic and the Antarclic, Pelham Books, Londres,
1990, p. 10.
3 Byera, Michael, “Arctic Región’ (2013), en Max Planck Encyclopedia ofPublic International Lau), http:/Avww.
mpepil.com, párr. 1.
4 En 1979 Dinamarca le concedió autonomía a Groenlandia y, en 2008, después de que la población de Groen
1
landia votara por retirarse de la Unión Europea y por a obtención de mayores poderes de autogobierno, Dina
marca lo transfirió la mayor parte de las competencias que tenía oí Gobierno danés al Gobierno groenlandés.
En la actualidad Dinamarca solo es responsable por la defensa, los asuntos exteriores y la política financiera
de Groenlandia y tiene la obligación de transferirle una suma anual de más de tres billones de coronas dane
sas.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
mástico de cada uno de esos Estados, principios de derecho internacional relativos al manejo
de los recursos naturales y a la protección del medioambiente han tenido gran impacto en la
manera en que los Estados árticos han regulado sus respectivos territorios. Asimismo, el rol del
derecho internacional en el Ártico ha sido muy importante en la determinación de los derechos
de navegación da terceros Estados y de explotación de los recursos de la región, así como en
la regulación de aquellas áreas que se encuentran más allá de la jurisdicción de los Estados".
Del mismo modo, han contribuido al desarrollo del régimen jurídico del Ártico los acuer
dos bilaterales entre los Estados árticos sobre diversas materias -desde la determinación de
límites hasta acuerdos relativos a zonas de pesquerías, a la protección de la fauna o a medidas
relacionadas con la conservación del medioambiente marino-*.
. Debido a la importancia del océano Ártico en la región, el derecho del mar ha sido visto
como el régimen en el marco del cual podrían desarrollarse mecanismos jurídicos más com
prensivos e integrados relativos a esta región; es así que cuestiones respecto al derecho del mar
han sido, recientemente, el foco de mayor atención regional1. El derecho del mar tiene especial
relevancia en la determinación de los espacios marítimos en el océano Ártico, la navegación, el
derecho de paso en estrechos internacionales de la región y la contaminación marina.
También son aplicables en la región del Ártico normas de derecho internacional relativas
a la regulación de problemáticas como la contaminación marítima, el cambio climático y la
protección de la biodiversidad. Ciertos regímenes jurídicos encargados de la protección del
medioambiente han tenido un gran impacto en el Ártico, entre ellos podemos mencionar la
Convención de Ginebra sobre la Contaminación Atmosférica Transfronteriza a Gran Distancia
(1979), el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono (1985), el Protocolo de
Montreal (1987), el Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992) y la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992).
A pesar de que, a diferencia del régimen jurídico de la Antártida -ver más abajo-, en el
Ártico no existe un “sistema ártico” ni un instrumentojurídico que provoa una base regulatoria
on la región, podríamos afirmar que ha comenzado a emerger un “derecho internacional del
Ártico1’, conformado por un conjunto vallado da normas de derecho internacional, bilaterales y
multilaterales aplicables en la región*.
2.1. Controversias
En el Ártico la mayoría de los reclamos territoriales han sido resueltos, con excepción de
la isla Hane, situada entre Groenlandia y la isla de Ellesmere perteneciente a Canadá. Sin
embargo, el Ártico no es una región libre de disputas jurídicas. Existen numerosos reclamos
entre los Estados delÁrtico relativos a sus respectivos límites marítimos y a posibles estrechos
internacionales sobre los que las partes aún no han arribado a un acuerdo.
460
CAPÍTULO 23 - REGIONES POLARES
.'.i
lumna de agua circundante. Asimismo, renovaron el compromiso de ambas partes de.cooi
con el fin de arribar a una solución respecto del reclamo territorial®. •
Sin embargo, este no es el único foco de disputa entre las partes. Al trazar el límite .entre ¿W
Groenlandia y Canadá, en 1973, se detuvieron al llegar al mar de Lincoln -al norte de Groen-i
landia y de la isla de Ellesmere- por lo que el límite de la plataforma continental de las ¿OQ •
10.11
millas marinas hacia el norte, más allá de 82° 13’ N, quedó sin ser trazado9 . •:
tory/bl-rueongl826.htm.
longitud de 32° 04’ 35* E. Fundamenta su posición en los artículos 74 -sobre la delimitación de
la zona económica exclusiva entTe Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente- y
83 -sobre la delimitación de la plataforma continental entre Estados con costas adyacentes o
situadas frente a frente- de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
(CONVEMAR) y en la decisión de la CIJ en los casos de la Plataforma continental del Mar del
Norte*, y argumenta que las circunstancias relevantes involucradas en una solución equita
tiva incluyen la forma y la longitud de la costa de Rusia, la gran población que habita la zona,
los intereses pesqueros, económicos y de navegación de Rusia y el hecho de que el Tratado
relativo al Archipiélago de Spitsbergen prohíbe el uso de puntos del archipiélago Spitsbergen/
Svalbard en la delimitación10.
No obstante, Noruega no ha rechazado la posibilidad de considerar otras características
geográficas. Por el momento, Noruega y Rusia han impuesto una moratoria respecto de las
18. 19
actividades relacionadas con hidrocarburos en la zona en disputa20
Cuando Rusia realizó la primera presentación de su plataforma continental extendida
ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC)21,22 Noruega consintió que la
CLPC revisara la presentación relativa al área en disputa entre eBte Estado y Rusia en el mar
de Barents, con la condición de que el trabajo de la Comisión no prejuzgara asuntos relaciona
dos con la delimitación de la plataforma continental entre ambos Estados, que solo depende
del acuerdo entre las partes”. En su décima sesión -llevada a cabo del 25 de marzo al 12 de
abril de 2002-, la CLPC adoptó las recomendaciones realizadas por la Subcomisión respecto
de la presentación de Rusia23. En lo relativo a la zona del mar de Barents, la CLPC recomendó
a Rusia que, después de que llegue a un acuerdo con Noruega sobre la delimitación marítima
entre ambos Estados, y luego de que ese acuerdo entre en vigor, presente ante la CLPC las
tablas y coordenadas de las líneas de delimitación que determinarán el límite exterior de la
plataforma continental de Rusia24. 25 * 27
Ante la presentación por parte de Noruega del límite exterior de su plataforma conti
nental respecto del noroeste atlántico y de la zona del Ártico, Rusia envió una nota a la CLPC
realizando una aclaración muy similar a la efectuada por Noruega respecto de su presentación,
dejando a salvo su posición relativa al archipiélago de Spitsbergen”. En bub recomendaciones
a la presentación de Noruega, la CLCP invitó a oso Estado a proceder con la delimitación do
eu plataforma continental extendida en oata zona junto con Rusia, y repitió la recomendación
brindada a Rusia sobre la presentación de la lista de puntos y coordenadas del límite de No
ruega, una vez que ambos Estados lleguen a un acuerdo”.
18 Plataforma continental del Mar del Norte (República Federal de Alemania c. Dinamarca; República Federal
de Alemania c. Países Bajos), CIJ, Fallo (fondo), 20/02/1969, parágs. 92,101.
22 Ver Norway: Notification regarding the tuhmiuion made by the Rustían Pederation to the CommUeion on the
Limita of the Continental Shelf, 02/04/2002, Doc. CLCS.01 2001.LOS/NOR, disponible en http-J/www.un.org/
Depto/los/dcs.new/aubmusions.filea/rusOl/C LCS_01_2001_LOS__NORtext.pdf.
23 Ver Los océanos y el derecho del mar. Adición I. Reporte del Secretario General de las Naciones Unidas,
8/10/2002, UN Doc. A/57/67/Add.l, párr. 38-41.
24 Ibíd., párr. 39.
25 Ver nota 82 de la Misión Permanente da la Federación Rusa ante las Naciones Unidas, 21/02/2007, disponible
en: http7/www.un.org/Depts/los/clc8_n8w/8ubmÍ88ron8_flles/norOS/ru8_07_0032fi.pdf.
452
, uy,
• i*';’
CAPITULO 23 - REGIONES POLARES . *-
El sector llamado “el paso del Noroeste* es una red do posibles rutas marítimas en lq
zona del Alto Artico canadiense; un vasto archipiélago conformado por 19.000 islas, aproad-:
madamente, sobre el que Canadá y Estados Unidos discrepan respecto del régimen jurídico,¡íÉg
aplicable. :
•
27 Agreement between the Government ofthe United States ofAmerica and the Government ofthe Union ofSoviet
Socialist República on the Maritime Boundary, disponible en http://www.un.org/Depts/los/LEGISLATION-
ANDTREATIES/PDFFILES/TREATIES/USA-RUS1990MB.PDF. •
30 Ver infra. Ver tambíón Los océanos y el derecho del mar. Adición 1. Reporte del Secretario Gtneral de lat Na
ciones Unidas, 8/10/2002, UN. Doc. A/57/57/Add.l,párr. 41.
31 Ibíd., párr. 39.
32 Byors, Michael, op. cit., párr. 20. En 2008 los Estados adoptaron otro tratado por el que acordaron el marco
de cooperación para La explotación de gas y petróleo. El 29/04/2009 Ielandia presentó el límite exterior de au
plataforma continental en relación con la zona de la cuenca ¿Egir GEgir Balín) y con las partee oeste y sur de
33 Delimitación marítima de la zona situada entre Groenlandiay Jan Mayen (Dinamarca c. Noruega), CIJ, Fallo
(fondo), 14/06/1993.
34 Ibíd., parágs. 60-69.
35 Ibíd., parág. 94.
J
453
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Estados Unidos sostiene que el paso del Noroeste es un estrecho internacional, por el que
los demás Estados tienen derecho de paso en tránsito39 * * * * * * 38por su parte, afirma que la
30.**Canadá,
zona forma parte de sus aguas interiores, en las que goza de soberanía exclusiva37.
En 1988 ambos Estados concluyeron un acuerdo de cooperación en el Ártico y un inter
cambio de notas relativo al tránsito en el paso del Noroeste38, en el que acordaron la obligación
de 108 rompehielos de la guardia costera estadounidense de pedir permiso a Canadá anteB de
ingresar en el paso del Noroeste, y la obligación de Canadá de autorizar el paso39. El tratado
aclara que deberá interpretarse sin perjuicio de las posiciones de las partes relativas al dere
cho del mar en esa u otra área marítima*0.
30 Estados Unidos afirmo que la existencia de un estrecho internacional está determinada exclusivamente por au
situación geográfica -si las aguas conectan una parto do alta mar o de ZEE con otra parto de alto mar o de ZEE,
entonces es un estrecho internacional-. Además, fundamenta su posición en la costumbre internacional relativa
a la navagaoión en estrechos internacionales. El derecho do paso en tránsito de torceros Estados en estrechos
Internacionales fUs recogido por el artículo 38 do la CONVEMAR, do la que Estados Unidos no es parte.
87 Canadá construya su argumento sobre la base del critorlo adoptado por la CIJ en ol oaso de) Canal da Corfú.
En ese caso, la CIJ consideró quo existen dos criterios para determinar la oxistcncia de un estrecho Inter
nacional, su situación geográfica y ol hecho de quo sea utilizado para la navegación internacional. Canadá
afirma que, hasta el 2006, solo sesenta y nueve buques han pasado por ol Paso del Noroeste, y todos monos
dos han solicitado ol permiso de Canadá para hacerlo. Asimismo, en 1986, Canadá trazó sus líneas do base
alrededor del archipiélago, fundamentando tal tratado en la costumbre internacional -do conformidad con
ol caso de las Pesquerías (Reino Unido c. Noruega), CU, Fallo (fondo), 18/12/1931-. 8cstiene también quo las
líneas do baso están consolidadas por su uso histórico y ocupación por parte del pueblo Inult. Sin embargo,
el trazado do las líneas do base ocasionó la protesta do Estados Unidos y de la Unión Europea -poro EE. UU.
solo protesta la longitud inusual de algunas de las líneas utilizadas en el trasado, y no su adopción como tal-.
Ver también Hondl, QUntbor, -Northwest Paseaga (Canadian-Amorican Cantrovoroy)’ (2010), on Max Planck
Enciclopedia ofPublic International Law, http://www.mpopil.oom.
38 VuAgroement on Cooperaron and the Bxchange ofNotes concernía# Transí! ofthe Northunel PttáfOfs,
11/01/1988, disponible sai http.//www4otor.org/stable^0698289.
89 lbfd.. artfoulo 8.
*0 Ibíd., artículo 4.
43 Declaración sobre la protección del medioamblents ártico. Retraíala para la protección del medloamblentc
ártico, 14/06/1991, firmada en Rovoniemi, Finlandia.
464
CAPITULO 23 • REGIONES POLARES
44 Dtolorwlón sobrt el Eatabloclmlanto dal Contqo Ártico, 19/OD/1090, firmods en Ottawa, Cenodá.
40 Ardió Cllmatc Impact Assawncnt, disponible on hltp://www,8oU,uaf.edu/paff09/B0i0ntlilc.htm!.
46 Byort, Miohaal, op. dl>, pórr. 4. , 4 ->
47 Convenio do Sotooclmo tobic contamlnanteo orgdnlcoo pmlolintot, Daoielón 3006/607/CK dol Cpni<yo da Eu
ropa. Entró en vigor ol 14/10/2004.
las partes lleven a cabo estudios de impacto medioambiental con anterioridad al planeamiento
de proyectos que puedan ocasionar un impacto transfronterizo significativo y que los notifi
quen y consulten con las otras partes del Convenio.
El Ártico es una zona rica en hidrocarburos. El Servicio Geológico de los Estados Unidos
estimó en 2009 que la región contenía 83 billones de barriles de petróleo y 44 trillónos de me
tros cúbicos de gas natural. Gran parte de esa reserva está localizada en aguas a menos de 500
metros de profundidad, que probablemente sean de la Jurisdicción no discutida de alguno de
los Estados costeros del océano Ártico81.
53 Arlic Marine Shipping Assessment, 2009 Report, Artic Council, disponible en http://www.arctic.noaa.gov/de-
tcct/documcnt8/AMSA_2009_Report_2nd_print.pdf.
54 Natiue Village ofKivalina C. ExxonMobil Corp., F.3d (9th Cir., 21 Sept., 2012). disponible en http://cdn.ca9.
uscou rts.gov/datastore/opinions/2012/09/25/09 •17490.pdf.
55 Var Petición a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para buscar remedio a las violaciones resul
tantes del calentamientoglobal causadas por actos y omisiones de Estados Unidos, 2005, disponible en http://
eartidu8tice.org/site6/default/flle8/library/legaLdoc8/petition-to-tho-inter-american-commiaaion-on-human-
righte-on-behalf-of-the-inuit-drcumpolar-conference.pdf.
66 VerCarta de Ariel E. Dulitzky, asesor legal del Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana, a Sheiía
Watt-Cloutier. peticionante, 01/02/2007, disponible en hUp,.//www.earthiu8tico.org/library/legal_docs/lnter-
american-commi8sion-on-human-right8-inuit-invite.pdf.
456
CAPITULO 23 - REGONES POBRES
En ese marco histórico, el Gobierno de los Estados Unidos convocó a una serie de Esta-
dos con intereses en el continente a participar en el Afio Geofísico Internacional (AGI), que se
extendió desde el 1 de julio de 1957 al 31 de diciembre de 1958, ámbito en el cual se gestó el;
Tratado Antártico8*.
El AGI fue un proyecto de cooperación entre los miembros de lo que hoy se denomina el
Consejo Internacional para la Ciencia; sus actividades estaban parcialmente dedicadas a la
exploración de la Antártida. Inspirados por el deseo de continuar con una pacifica cooperación
científica y de evitar nuevas fricciones entre los Estados en la Antártida, Estados Unidos invitó
a todos los Estados que habían participado en el AGI (Argentina, Australia, Bélgica, Chile,
Francia, Japón, Noruega, Nueza Zelanda, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte,
Sudáfrica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) a formar parte de la discusión sobre
el futuro del continente. Luego de varias reuniones preparatorias, la Conferencia Antártica
comenzó en Washington DC el 15 de octubre de 1959 y concluyó el 1 de diciembre de 1959 con
la firma del Tratado Antártico, que entró en vigor el 23 de junio de 1901.
Poterson señala que, Mon virtud de ose Tratado, un continente y sus mares circundantes
-que de otra manera podrían haber sido el lugar elegido para extender las disputas entro las
superpotencias así como otros conflictos- íúe transformado en un laboratorio no militarizado,
libre de armas nucleares y de desarrollo científico conjunto**9.
57 Joyner, Chriatopher C., "Introductory Remarka", The United Natíona and the Antarctic Treaty System,
69 Peter8on, M. J., Managing the Froten South, Uníversity of California Press, Berkerly/ Los Angeles, 1988, p. 1
(traducción libro). ’ . .
457
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
autores sostienen que dicho espacio no reclamado puede considerarse hoy en día un espacio
común internacional81.
Los Estados fundan sus reclamos de soberanía en distintos argumentos jurídicos, entre
los que se comprenden la ocupación, la contigüidad, el principio sectorial, la continuidad, la
exploración, el descubrimiento y los títulos históricos. Algunos de estos argumentos no son
aceptados por el derecho internacional como modos de adquisición de territorios y su validez
es hartamente discutida03. Asimismo, ninguno de los reclamos territoriales ha sido reconocido
por Estados no reclamantes de soberanía. En sentido contrario, los Estados reclamantes de so
beranía, a excepción de los territorios pretendidos por Argentina, Chile y Reino Unido -que se
yuxtaponen- reconocen los reclamos efectuados por los otros Estados. La Republica Argentina
reclama el Sector Antártico Argentino, que queda comprendido debajo del paralelo de 60° de
latitud sur y entre los meridianos de 25* y 74° de longitud oeste.
El único intento de delimitar el territorio antártico ante un tribuna) internacional fue
realizado por el Reino Unido en 1955, cuando presentó ante la CIJ dos casos: uno contra Argen
tina68 y otro contra Chile64.65
* 62Debido
63 a que los Estados demandados no aceptaron la jurisdicción
de la CU para resolver la disputa concerniente al territorio antártico, esta nunca llegó a ana
lizar la cuestión, y los casos fueron retirados de su lista66.
Sin embargo, en la práctica, estos reclamos no juegan hoy en día un rol preponderante,
puesto que, por voluntad de las partes, desde la entrada en vigor del Tratado Antártico, los re
clamos de soberanía han quedado congelados por aplicación del artículo iv del Tratado, al cual
nos referiremos más adelante.
SI Barbosa, Julio» Derecho Internacional Público, Zovalía, Buenos Aires, 2.* adíe., 2008, p. 212; Chopra, 8udhir,
"Antárctica la tho United Nattons: Rsthlnking tho Probloms and Prospoots", The Unltod Nationa and tho
Antarotic Trcaty System, Amorloan Soclety ofInternational Law Prooecdings, 0-12 do abril do 1980, p. 3.
62 Vttneky, Silja y Addison-Agyoi, 8Qnge, "Antárctica" (2012). on Max Planch Encyclopedla of Public Interna»
tional Law, httpi//www.mpepil.com.
63 Asunto de la Antártida (Reino Unido o. República Argentina), Solicitud do incoación da procedimiento,
04/04/1956.
66 Molinari, Angol E, “Notas sobro ol Tratado Antártico a 50 do afioa de su firma", en Las Regiones Polares:
Estrategias, Oportunidadesy Desafíos, Barbosa, Julio; Colacrai, Miryam y otros, Consto Argentino para las
Relaciones Internacionales, Buenos Alros, 2009, p. 31.
67 Mansi, Ariel R., "Las características y ol funcionamiento dol régimen jurídico do la conservación do los re
cursos vivos marinos antárticos", on La Argentina en la Antártida, Molinari, Ángel Ernesto (coord.), Consejo
Argentino para las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, 2005, p. 89.
458
•vi -
GB Slmma, Bruno, "Tho Antarotio Trust so a Treaty Providing fbr un Objootlvo Roglmo", Corno» Intornatlonal
íaw Journal, vol.19 (1988), p. 189. Gutlorrea Pono loitione quo (I alatoma Bol Tratado Antártico en Interdi
do toda la humanidad “ha gonorado -en lo «altanóla!- un ríglmon objetivo oponlble erga ornare"; Ver Guti
erres Pono. Horteniia, ’Lo» tratados quo establecen un régimen objetivo y la Antártida’, en Anldrllda al
Inlolam la dícada da 19B0, op. cit., p. 49.
60 Dupuy, Pierre, "La Traité «ur IAntarctlaue”, AnnualrtFranfoin dt Droit InUmatlonal, vol. 8 (1080), p. 111.
70 Santa Orue, Fernando, “Tho Antarctio Syitom and the Utillsatlono ofJtoioureee", Unluonlty ofMlaml Lam
Rwloui, vol. 33 (1S78), p. 439.
71 Guyer, Roberto, "The Antarotlc Syetom”, R.C.A.D.I., vol. 139 (1078), pp. 223-226.
72 Tunkin, Grigory, Anuario de la Comisión de Derooho Internacional, vol. I. UN Doc. A A/CN.4/BER.A/I984.
78 Mouton, Joan Denle, 'Tho International Regimo of tho Polar Rogiona', R.C.A.D.I., vol. 107 (1962), pp. 257-
269.
74 Tratado Antártico, articulo xn.
76 Ibíd., artículo xili.
78 Váneky, Silja y Addlaon-Agyel, Sango, op. cü. ’ •.
77 Tratado Antártico, articulo in.
459
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El Tratado regula la cuestión de la soberanía territorial en el artículo iv, que ha sido des-
cripto “como la piedra fundamental del Tratado Antártico"83. Este establece lo siguiente:
1. Ninguna disposición del presente Tratado se interpretará: (a) como una renuncia,
mente; (b) como una renuncia o menoscabo, por cualquiera de las Partes Contratan
que pudiera tener, ya sea como resultado de sus actividades o de las de sus nacionales
en la Antártida, o por cualquier otro motivo; (c) como peijudicial a cualquiera de las
actividad que se lleve a cabo mientras el presente Tratado se halle en vigencia cons
tituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía
do se halle en vigencia.
Esta disposición, que suele ser llamada “cláusula paraguas”, congela los reclamos y los
fundamentos territoriales existentes al momento de la celebración del Tratado Antártico. Es
una solución que reconoce a los Estados que han efectuado reclamos territoriales sobre la An
tártida pero, asimismo, sienta un principio muy importante, el cual determina que ninguna de
las actividades que se conduzcan en la Antártida por aplicación de las normas establecidas en
el Tratado puede ser considerada a los fines de realizar una ulterior reclamación territorial.
Finalmente, establece que no se podrán ampliar los reclamos territoriales existentes ni podrán
efectuarse nuevoB reclamos. La situación jurídica determinada por esta cláusula e6 única en
78 Vinuesa, Raúl, “El Sistema Antártico: Propósitos y principios", en Antártida al iniciarse la década de 1990,
Armas Barea, Calixto y Beltramino, Juan Carlos (eds.), Consejo Argentino para las Relaciones Internaciona
les, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1992, p. 14.
79 Armas Barea, Calixto, “Lob conceptos de 'Interés de la Humanidad* y 'Patrimonio Común de la Humanidad”,
en Antártida al iniciarse la década de 1990, op. cit, pp. 23,32-33.
80 Ver Nascimbene de Dumont, Norma, “El Sistema del Tratado Antártico y Iab Naciones Unidas’, en Antártida
al iniciarse la década de 1990, op. cit., pp. 57-58; Cuiten, Domingo, 'Perspectivas do la 'Cuestión de la Antár
tida’ en las Naciones Unidas", en Antártida al iniciarse la década de 1990, op. cit., pp. 63-64.
81 Vóncky, Silja y AddiBon-Agyei, Sange, op. cit.
82 Trolle-Anderson, Rolf, “The Antarctic scene: Legal and Political Facts", en The Antarctic Trtaty Regime,
Triggs, Gillian (ed.), Cambridge University Press, Cambridge, 1987, p. 59 (traducción libre).
460
• CAPÍTULO 23 - REGIONES POLARES-
el mundo. El régimen jurídico que establece el artículo iv dé! Tratado hace que la Antártida no
sea un espacio común fuera de toda jurisdicción nacional ni tampoco que se encuentre bajo la
soberanía de ningún Estado en particular. Algunos países en desarrollo y las Naciones Unidas
han manifestado que la Antártida es el tipo de territorio que no podría ser objeto de reclama
ción alguna por ningún Estado.
Al respecto, Moncayo sostiene:
La existencia de un mar territorial, una zona contigua y una zona económica exclusiva y,
asimismo, de una plataforma continental en la Antártida es altamente debatida. Esto implica
cuestionar si las previsiones de la CONVEMAR resultan aplicables al régimen jurídico imple-
mentado por el Tratado Antártico, lo que será abordado más ab^jo.
Al ratificar la Convención para la Conservación de las Focas Marinas Antárticas, la Repú
blica Argentina formuló la siguiente declaración:
La Unión Soviética objetó justamente por considerarla en conflicto con el artículo iv(2) del
Tratado Antártico85. 86
El Tratado diferencia entre tres tipos de miembros: en primer lugar, los doce Estados
signatarios; en segundo lugar, los Estados adherentes que demuestren interés en la Antártida
llevando a cabo proyectos importantes de investigación científica; y finalmente, otros Estados
adherentes88. Los Estados contratantes que integran las primeras dos categorías mencionadas
son llamados “miembros consultivos” y poseen voz y voto en las reuniones consultivas. Para
pertenecer a este selecto grupo, es requisito 8¿ne qua non el desarrollo de la actividad científica
y el establecimiento de una base para desarrollar tales tareas87.
El proceso de toma de decisiones implementado tiene lugar a partir de las decisiones
adoptadas en el marco de las RCTA. Hasta 1983, en las RCTA solo podían participar los miem
bros consultivos. A partir de ese afio, se permitió la participación de todos los Estados contra
tantes, aunque reservando el voto exclusivamente a los miembros consultivos. En 1987, se
permitió incluso la participación de Estados observadores y de expertos de distintas organiza
ciones internacionales, estos últimos sujetos a invitación.
Las partes acordaron que la primera reunión consultiva fuera llevada a cabo en Cambe-
rra, Australia, a los dos meses de entrar en vigor88. Esta primera reunión tuvo lugar el 10 de
julio de 1961. A partir de ese encuentro y hasta 1994, las RCTA se llevaron a cabo cada dos
83 Moncayo, Guillermo, “Antártida: Condición de los Estados territorialistas", en Antártida al iniciarse la déca
da de 1990, op. cii., p. 39.
84 El texto se reproduce en la Ley 21.876 (B.0.04/11/1977), aprobatoria de la Convención en la República Argen
tina.
87 Rothwell, Donald, “Polar Lessons for the Arctic Regime’, Cooperatioñ &-ConfUct, vol. 29, n.B 1,1994, p. 57.
88 Tratado Antártico, artículo ix.
y
461
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ3UC0
El artículo xn del Tratado regula el supuesto de que sea objeto de una modificación o en
mienda. Sin embargo, cabe aclarar que el término modificación no es empleado con el mismo
sentido que lo hace el artículo 41 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
(1969). El Tratado Antártico no se refiere a la modificación como un acuerdo colateral que ce
lebran algunas de las partes del Tratado para modificarlo en sus relaciones mutuas, 6ino que
emplea ese término como sinónimo de enmienda, probablemente para aludir a un cambio o
modificación parcial. En efecto, el artículo xn del Tratado Antártico dispone:
462
y s..
el menor plazo posible, una Conferencia de todas las Partes Contratantes para revisar
artículo.
expiración de dicho plazo, informar al gobierno depositario que ha dejado de ser Parte
del presente Tratado, y dicho retiro tendrá efecto dos años después que el gobierno
Como puede observarse, en el inciso 1 se prevé la posibilidad de que el Tratado sea en
mendado “en cualquier momonto” (es decir, tanto antes -cosa que no ocurrió- como después de,
los treinta años de vigencia) con el consentimiento unánime de los miembros consultivos. En'
tal supuesto, la enmienda ontrará en vigor en general roción cuando todos los miembros con
sultivos ¡a ratifiquen. Esta misma enmienda va a entrar en vigor para cada uno de los demás .
Estados contratantes -es decir, los “no consultivos" - cuando cada uno de ellos la ratifique. Sin ..
embargo, como este Tratado no permite dualidad de regímenes -es decir que el Tratado rija
con enmienda para algunos Estados y sin enmienda para otros-, prescribe que los Estados ,
contratantes (no consultivos) que no lo ratifiquen dentro del plazo de dos años de la entrada en
vigor en general de la enmienda dejarán de ser parto del Tratado.
A partir de los treinta años de entrada en vigor del Tratado (lo que ocurrió en 2001), se
prevé la revisión del funcionamiento del Tratado en una conferencia a celebrarse a pedido de
cualquiera de los miembros consultivos. En dicha conferencia, la enmienda podrá ser aprobada
por mayoría de los Estados contratantes, incluyendo la mayoría de los miembros consultivos.
Es decir, se trata de una mayoría calificada. Sin embargo, para que esta enmienda entre en
vigor ee requiere también de la ratificación unánime de los miembros consultivos. Para el
supuesto de que la enmienda no llegue a entrar en vigor dentro de un período de dos años,
cualquier Estado contratante podrá retirarse en cualquier momento posterior y dejar de ser
parte del Tratado (retiro que tendrá efecto dos años después de que notifique al depositario
esta decisión).
En consecuencia, la única posibilidad de retiro de un Estado contratante que contempla
osto Tratado es como consecuencia de un proceso do onmienda.
Hasta el presente, ol Tratado no ha sido modificado o enmendado y tampoco so ha convo
cado una oonforenoia do revisión.
Lae funciones de la Secretaría del Tratado, que son de naturaleza administrativa, están
establecidas en el artículo 2 de la medida xxvi-1 de la ROTA. La Secretaría posee personalidad
Jurídica dentro del ordenamiento argentino, y los privilegios e inmunidades de los que gozan
sus miembros están establecidos en el Acuerdo de Sede para la Secretaría del Tratado Antar
tico.
464
A-
Las disposiciones del presente Tratado se aplicarán a la región situada al sur de los
60°de latitud Sur, incluidas todas las barreras de hielo; pero nada en el presente Tra-
orn Ocesn", en The Lato of the Sea and Polar Maritime Delimitatiohs and Juriadictiona, Rothwell, Donald •
(ed.), Kluwer Law InternaÚonal, La Haya, 2001, p. 113.
.465
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
tado perjudicará o afectará en modo alguno loa derechos o el ejercicio de I03 derechos
Ahora bien, mientras que la CONVEMAR recoge muchas de las normas consuetudinarias
que existían al momento de la suscripción del Tratado Antártico, lo cierto también es que ha
habido un desarrollo progresivo por parte de la Convención de las Naciones Unidas sobre el
Derecho de Mar, como la existencia de una zona económica exclusiva o la extensión del mar
territorial a 12 millas marinas. Estas modificaciones entran en conflicto principalmente con
la previsión contenida en el artículo rv del Tratado Antártico, que prohíbe la ampliación de los
reclamos territoriales sobre la región.
En particular se presentan problemas relativos a lo siguiente: 1) la determinación de las
líneas de ba6e en el territorio de la Antártida; 2) la existencia de una zona económica exclu
siva; 3) la plataforma continental de Ja Antártida; 4) la delimitación del océano Austral, y 5) la
explotación de recursos en la región antártica101.
Lo que sucede aquí es un claro conflicto de fragmentación internacional material entre
dos regímenes jurídicos cuasiautónomos que regulan la situación jurídica en un mismo ámbito
de aplicación territorial. Será el acuerdo de los Estados cuyos intereses se vean afectados, y la
presión que la comunidad internacional pueda efectuar, lo que determinará la solución entre
estos dos regímenes.
101 Vlgni, Patríate, “The Interaction Between the Antarctic Treat Syatom and the Other Rdovant Convenüon»
AppHoabte te the Antarctic Aroa: A Practlcal Approach veraue Theoretlcal Doctrino»’, en Planch Yw
booh of United Natione Law, Frowein, Jochan Abraham y Wolfrum, Rüdigor teda.), Kluwer Law International,
La Haya, 2000, pp. 481-642.
Capítulo 24
1. Introducción . .‘A
1 En nombre da lo» niño», en espocial do mis hijos María Belén o Ignacio Demarchi, y en mompria de mis ami
gos Mariana García Torres y Ariel González y de mi abuelo Bohdan Tadeo Halajczuk, quienes en vida, como
destacados profesores y juristas, lucharon fervientemente por el desarrollo del derecho internacional dosde
la óptica del desarrollo eostoniblo, para garantizar el disfrute oquitativo do les dorecho» planetarios de las
artículo 23).
3 En relación con el orden o las leyes de la naturalssa, donde existo, en virtud dol principio de causalidad, una
dlsposiolón por la cual cada cosa ocupa el lugar que la corresponda y cumple con la función quo le es propia.
4 El planota Tierra contiene 1.888 millones de kilómetro» cúbicos do agua, únicamente el 2,58 * os dulco. Del
agua dulce total, un 88 % estí confinad» en los glaolaros y un 80 * se onouentra en el suelo, almaconada on
aouííbro». En la aotualidad, mil» de 7 millones de personas on sesenta paleo» sufren db escasos por la disminu
ción drástica do las preclpltaoloneo y las consecuentes soqufas en grande» extensiones dal planeta, mientras
que, entro ¡as latitudes 30 N y 80 8. so sufren inundáosnos como coneecuonoia de su Incremento: en tanto, ol
agua quo existe en el planota, en virtud de sus ciclos, puede circular o transformar au estado (líquido, sólido o
gaseoso), pero nunca modificar su cantidad leí au calidad), esta nunca cambia, siempre se monlleno constante.
Cfr. Informe do las Naciones Unidas sobre el Desarrollo do loe Recursos Hídricos en el Mundo, Tht World
Waitr Doutlopminl fapori (WWDR), "Agua para todos". UNESCO, Francia, y UNE8CO-WWAP. UNESCO/
Mundi-Prensa Librea, 2003. p. 10. * ».
5 Suscripta en Nueva York, 21/05/1907.
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
aplicable al agua. Loe conceptos y principios universales relativos a este instituto se han ido
desarrollando recientemente a partir del surgimiento de conflictos particulares relacionados
con su uso, delimitación, aprovechamiento, distribución, apropiación, contaminación, escasez
o inundación, consecuente de impactos directos o indirectos sobre el ciclo hidrológico6. Efectos
producidos generalmente por la deficiente gestión de los recursos hídricos internacionales,
consecuencia de la carencia de un corpus iurisgentium vinculante de alcance universal7.8
Estos principios se han materializando, en especial, en regímenes particulares -resultan
tes de la solución de los conflictos señalados (lege data)- y, escasamente, a partir de normas
universales que regulan de forma integral y general los derechos y obligaciones de todos los
Estados de la comunidad internacional (lege ferenda) en relación con el agua o con los recursos
hídricos planetarios, que constituyen un recurso internacional tranenacional, en tanto el agua,
en su estado líquido, gaseoso o sólido, atraviesa las fronteras de los Estados y es globalmente
interdependiente.
El agua es un recurso universal, que constituye una unidad planetaria vital, indivisible,
dinámica, transversal y, esencialmente, interdependiente en la esfera internacional, pues, a
diferencia de la cantidad de agua que hay en el planeta Tierra -que siempre es la misma y
se mantiene constante-, su estado y calidad cambia en virtud de acciones naturales y, sobre
todo, antrópicas (acciones de degradación causadas por el hombre). Este aspecto demanda un
enfoque jurídico legislativo de formulación de principios básicos o presupuestos mínimos erga
omnes, concebidos a partir de criterios universales a los fines de la gestión y conservación del
agua, conforme la relación directa e inherente de este recurso con el derecho humano a la
vida y au jerarquía de derecho humano esencial, tal como ha sido catalogada en la Resolución
64/292 de la Asamblea General de Naciones Unidas del 3 de agosto del 2010”.
Sin perjuicio de esta característica de interdependencia transfronteriza, el agua ha sido,
de manera incipiente, contemplada desde un enfoque ambiental a nivel universal por la Con
vención de las Naciones Unidas Relativa a los Humedales de Importancia Internacional Espe
cialmente como Hábitat de Aves Acuáticas (Convención Ramear, 1971)9, por la Convención de
las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (Convención sobre la diversidad biológica,
1992), por el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Protección y Uso de los Cursos de Agua
Transfronterizos y Lagos Internacionales (1992), con alcance solo en el continente europeo, y
por la Convención de 1997.
Los problemas del primitivismo del derecho internacional y la falta de un eficiente régi
men universal formal se verifican en la escasa eficacia de los acuerdos individuales parciales (o
6 El ciolo hidrológico o del agua es el proceso de circulación del agua entre los distintos compartimentos de lo
hidrósfera; en 61 hay una intervención de roaccionos químicas, por el cual el agua so traslada de un lugar
a otro del planeta o cambia de estado físico. Al respecto, ver Ciencia y Práctica de la Gestión Integrada de
Cuencas, ÚNESCO-HELP Basins, Browning-Aiken, Anne y Chang, Heejun (eds.), 2010, p. 36, disponible en
http://www.hydrology.nl/image8Aioes/ihp/2014.01.17_u8_unesco_2010_help_work8hop_monograph.pdf.
7 Si bien la Convención de 1997 se refiere fundamentalmente a cuestiones de gestión, aún no puede ser considera
da como una fuente formal de alcance aniversal, no solo por el escaso número de Estados que firmaron o son par
te en ella, sino tambián porque, conforme se analizará en el presente capítulo, no es aplicable al agua en todos
sus estados ni, salvo acuerdo en contrario, a los pactos internacionales preexistentes, y esencialmente porque
8ua principios aún no constituyen una práctica con conciencia de obligatoriedad de alcance general universal,
conforme se evidencia sobre todo en la jurisprudencia de los tribunalos internacionales, en especial de la CU, la
quo, si bien los reconoce como una fuente material, no les ha otorgado la jerarquía de norma formal vinculante
a estos efectos, y porque no existe aún entre loa Estadoa parte presencia de todos los continentes.
8 La Asamblea General de Naciones Unidas *1. Reconoce que el derecho al agua potable y el saneamiento es un
derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos; 2. Exhorta a los
Estados y las organizaciones internacionales a que proporcionen recursos financieros y propicien el aumento
de la capacidad y la transferencia de tecnología por medio de la asistencia y la cooperación internacionales,
en particular a los países en desarrollo, a fin do intensificar los esfuerzos por proporcionar a toda la población
un acceso económico al agua potable y el saneamiento”, Resolución A/Res/64/292 sobre El Derecho Humano
al Agua y el Saneamiento.
9 Cabo mencionar “las funciones ecológicas fundamentales de los humedales como reguladores de los regíme
nes hidrológicos y como hábitat de una fauna y flora características, especialmente do aves acuáticas* (Primer
considerando de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, Especialmente como
Hábitat de Aves Acuáticas, Ramear, 02/02/1971, modificada según el Protocolo de París del 03/12/1982 y las
Enmiendas de Regina, 28/05/1987.
468
CAPÍTULO 24 ■ RfiGIMEN JURÍDICO OE LOS CURSOS Y RECURSO^HÍDRICOflNTERNACIONALES -
600, respecto a una parte de) recurso hídrico universal) cuandó'estos, a falta de principios
ralos vinculantes, no se encuentran integrados o Bon contradictorios e incongruentes en réla-'^'^ra
cíón con el recurso en sí mismo como unidad geográfica ecológica planetaria y con los princítf
generales recientemente desarrollados que deberían ser aplicados a estos recursos receptados
en la Convención de Cursos de Agua de 1007. La normativa internacional existente aún'nó’-;;'L^®
contiene todas las acciones susceptibles de ser reguladas para alcanzar el objetivo final y vita]-ílRl
de lograr la conservación del recurso planetario respecto a calidad, cantidad y distribución^^^^fi
Es así que el derecho internacional clásico u originario general, lejos de abarcarlo deíde
una perspectiva integral, solo se limitó a establecer la definición del objeto regulable “río
temacional” y sus principios, en función de la localización geográfica de los cauces donde las
aguas se encuentran contenidas y de sus usos respecto a la navegación. Así, se reglamenta el
ejercicio de los derechos soberanos en las áreas comunes compartidas, pero se excluye la eficaz'. .
regulación del objeto principal, el agua.
10 Ver Caso relativo a la isla de KasihilitSedudu (Botswana c. Namibia), CIJ, Fallo (fondo), 13/12/1999, parág. • • •'
104.
11 Conforme 6e desarrolla en el capítulo 26 de la presente obra. • .•• *’ ". ">;?:
El concepto de “frontera conflictiva” -esbozado en el Informe XV Estado de la Nación (2008)- se refiere a los y •.
12
espacios -geográficos o no- en que se expresa una tensión ontre las posibilidades y altances de la protección
ambiental y las posibilidades y alcances de la actividad económica; generada en torno al recurso hídrico, esta
tensión se toma ya no solamente conflictiva, sino que se profundiza o agudiza. Boeglin, Nicolás, “Informe ; ■‘j
Final. Nivel de cumplimiento de decisiones judiciales en materia ambiental relativas a la protección delre-
curso hídrico", en Decimosexto informe estado de la Nación en desarrolla humano eostenible, Defcnsorfa de Job
Habitantes de Costa Rica, 2012, p. 4. '’
Conforme se desarrolla en el capítulo 25 de la presente obra. ‘ ¿JvWsír
13
Barberis, Julio A., “El aprovechamiento industrial y agrícola de los ríds de la Cuenca del Plata y el derecno .-y^^
14
internacional", en IADB, 1974, p. 47. ¿
LECCIONES DE DERECHO iffTERNAQONAL PÚBLICO
lfi Rcaliiados. conformo oo analizará, on el ámbito do lo Comisión do Derecho Internacional do Ine Nociones
Unidas, por mandato expreso do la Asambloa Oonoral.
16 Sin perjuicio do que la Convención Marco de lea Naciónos Unidas oobre Cambio Climático (1902) y sus proto
colos Incluyon indirectamente el concepto.
17 Convonoión do 1907, artíoulo 2(a) y (b).
18 Desarrollado on el punto 4.2 de este capítulo ("Teoría» do intornocionalizaoión do la» aguce”).
10 McCaffroy, Stophon, “Convención do loe Naciónos Unidas sobro oí dorocho do lo» ueoe do los ourso» do agua
internacionales para fines distinto» de la navogaoión", United Natlona Audiovisual Llbrary of InternaUonol
Law, 2000, p, 2, www.un.org/law/avl.
20 Convención de 1007, artículo 2.
21 La expresión "recursos naturales compartidos”, que hace referencia a los cúreos de agua compartidos por do»
o más Estados, fue incluida en las labores de la CDI en 1980 y se dqjó do emplear en 1984; en 1999, so reto
mó dicho concepto al incluirlo como tema del trabajo "Rocursos Naturalos Compartidos"; Orna» do Clóment,
ZJata, -Recusaos naturales compartidos entre Estados y el derecho internacional", on Anuario Argtntino dt
Derecho Internacional, vol. xu (2003), p.79.
22 Convenio sobre la Protección y Uso de los Cursos de Aguo Tranafronterisos y los Lagos Intornaolonolea do la
Comunidad Europea, Helsinki, 18/08/1992.
470
■ • '.*?»- C. • ► • ** ■ /J'v’í
______________ CAPÍTULO 24 - RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS Y RECURStt» KÍDRIC06 INTERNAQCNAL£S -
23 Conf. Convención do Viena eobro el Derecho do los Trntado» (1869), artículo 53.
28 UNE8CO-WWAP.op.eltp.25.
29 Declaración Ministerial de La Haya sobra Ja Seguridad dol Agua en-el Siglo «i, La Haya, 22/03/2000, en el ,
¿L—-
471
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Estos conceptos geográficos más amplios de reglamentación, que abarcan una zona o uni
dad ecológica, han sido incorporados en diferentes tratados, donde el objeto regulable, ade
más de los hídrico8, hace referencia a todos los recursos ecológicos interdependientes de dicha
zona81.
La característica de integralidad, inherente a los recursos naturales, en especial a los
recursos hídridos, a partir de la definición de cuenca y de zona ecológica (desde una dimensión
territorial) y de la tutela del bien de uso protegido, biodiversidad y agua (desde una dimensión
ambiental y existencial), también ha sido receptada por la jurisprudencia interna e interna
cional.
30 Como la Convención de 1973 sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Salvajes Amena
zadas de Extinción (Convención CITES), las convenciones citadas de Ramsar de 1971, la Convención sobre
la Diversidad Biológica de 1992 y la Convención de Estocolmo de 2001 sobre los Contaminantes Orgánicos
Persistentes (Convención COP), entre otras.
31 Tal como surge en el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) firmado en julio de 1978 por Bolivia, Brasil,
Colombia, Ecuador, Guyana. Perú, Suriname y Venezuela, el que -además de crear mediante el Protocolo
de Reforma en 1995 la Organización del Tratado do Cooperación Económica- reconoce la naturaleza trans
fronteriza de la Amazonia y la soberanía de los países amazónicos, incentivando un proceso de cooperación
regional entre ellos, mediante el incremento de la investigación científica y tecnológica, el intercambio de
información, la utilización racional de los recursos naturales, la libertad de navegación, la preservación del
patrimonio cultural» los cuidados con la salud, una adecuada infraestructura de transportes y comunicacio
nes, y el incremento del turismo y del comercio fronterizo, entre otros. Disponible en www.otca.info.
32 Solicitud de revisión del fallo de 11 de septiembre de 1992 en la causa relativa a la controversia sobre fronteras
terrestres, insulares y marítimas (El Salvador c. Honduras; Intervención de Nicaragua), CIJ. Fallo (fondo),
18/12/2003, parág. 392 y ss.
33 Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, CIJ, Opinión Consultiva, 08/07/1996, parág. 226 y ss.
34 Viftuales, Jorge E., “Las cuestiones medioambientales y el concepto de estado de necesidad”, Universitas, Bo
gotá, n.“ 119 (2009), pp. 223-250; en especial, p. 242.
los derechos de soberanía territorial, deben hacerlo con el límite de mantener su integridad,
mínimamente, en cuanto a la cantidad, calidad y aptitud para el consumo humano3*, mediante *' •
su conservación y administración en beneficio de la humanidad toda, por sor un recurso hu-
mano vital en sí mismo, anterior y determinante de la existencia misma de la vida en la Tierra.
Su afectación implica un estado de necesidad strieto sensu, relacionado con el mencionado
interés vital de la población y, en consecuencia, con el de la comunidad internacional. Conforme
señala el juez Cansado Trindade39, los derechos de protección o preservación de los derechos
de la persona humana, presente o futura, deben ser y son compatibles con los derechos de los
Estados, en Unto es la persona humana el último titular de estos.
En este sentido, la CU, en 2009, en un asunto previo entre las mismas partes, relativo
al río 8an Juan40, consideró en beneficio de la población costera de CoBta Rica -teniendo en
cuenta que el tratado de límites recepta el principio de la costa seca (conforme el cual Costa
Rica no posee derechos territoriales sobre las aguas contenidas en dicho cauce internacional)-
que “el derecho de las poblaciones ribereñas, aunque no puede ser deducido expresamente
de los términos del artículo vi del Tratado de 1858, puede inferirse de las disposiciones del
Tratado como un todo y, en particular, de la manera en que define la frontera”41, al igual que
el derecho de pesca de subsistencia para dichas poblaciones, basado en un derecho de carácter
consuetudinario.
En un caso con objeto similar, sobre el río San Juan42, y sin perjuicio del conflicto res
pecto a la aplicación del principio general de derecho de "cosa juzgada", reconocido por ambos
Estados, la Corte Centroamericana de Justicia estableció que, al construir una carretera en
su territorio a lo largo del margen derecho del río San Juan, “el Estado de Costa Rica incum
plió las obligaciones de carácter erga omnee derivadas del concepto de Patrimonio Natural
de la Humanidad, que tutela el Derecho Comunitario Ambiental y que atañe no sólo a Cen-
troamérica como una comunidad económico-política que aspira a su integración, sino a toda
la Comunidad Internacional de Estados en su conjunto, ya que la Reserva de la Biósfera Río
San Juan-Nicaragua pertenece a la Red Mundial de Reservas de la Biósfera al Servicio de la
37 Conforme lo disponen distintos tratados de derechos humanos y la Resolución A/RES/64/292, entre otros.
38 Se considera que un ecosistema tiene integridad si es capaz de mantener su estructura y funcionamiento en
el marco de unas condiciones ambientales cambiantes por causas naturales o antrópicas. Montes, M. eí al..
Reconocimiento Biofísico de Espacios Naturales Protegidos, Junta de Andalucía, Andalucía, 1998, pp. 55-60.
39 Con el fundamento de que la presencia de “grupos civiles organizados’ (nicaragüenses) en la tona de conflicto
atentaba contra la integridad y la vida de las personas habitantes del lugar y podían provocar daños irrepara
bles, afectando no solo el hábitat natural y el medio ambiente, sino también sus vidas, el juet Caneado Trinda-
de invocó en disidencia el argumento de ’autol Imitación Judicial’y señaló quo el argumento de la mayoría de
la CIJ en esa sentencia era inapropiado, frente a la existencia de un riesgo de daño Inminente a la población,
señalando a esta ofecto numerosos antecedentes jurisprudenciales de esta Corte,Ciertas actividades llevadas
a cabo por Nicaragua en la región fronteriza (Costa Rica c. Nicaragua) y Construcción de una ruta en Costa
Rica a lo largo del Rio San Juan (Nicaragua c. Costa Rica), CIJ, Providencia, 16/07/2013, opinión disidente
del juez Candado Trindade.
40 Disputa concerniente a derechos de navegación y derechos conexos (Costa Rica c. Nfcarogu’a), CIJ, Fallo (fondo),
13/07/2009, parág. 213.
41 Ibfd. Traducción al español de Abello Gahris, Ricardo y Caro Ferneynea, María Carolina, "Traducción de
la sentencia de la Corte Internacional de Justicia sobra el diferendo relativo a loe derechos de navegación y
derechos conexos (Costa Rica c. Nicaragua). Decisión sobre el fondo", ACDI, Bogotá, 2010, vol 3; pp. 7-411,
disponible en http://www.academia.edu.
42 Ciertas actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la región fronteriza (Costa Rica c. Nicaragua) y Cons
trucción de una ruta en Costa Rica a lo largo del Río San Juan (Nicaragua c..Costa Rica), doc. cit. (en febrero
de 2016 se encuentran en trámite ante la CIJ).
473
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Humanidad, por lo que los Estados Miembros del Sistema de la Integración Centroamericana
(SICA) están obligados a abstenerse de adoptar medidas unilaterales contrarias al bien común
de la tierra y de la humanidad”43.
Independientemente de lo antes expuesto, es importante destacar, que el río San Juan
constituye el río de mayor caudal en Centroamérica, en tanto forma parte del sistema hidro
gráfico más importante de la región (de 41.600 km3)44,45
y, además de la zona de influencia del
río, comprende las subcuencas de los lagos de Managua y Nicaragua. A su vez, es el principal
cauce natural, donde, desde fines del siglo xix, se encuentra proyectado un canal de navegación
interoceánico de comunicación entre los océanos Pacífico y Atlántico, que Nicaragua ha cedido
convencionalmente a Estados Unidos de América. Asimismo, es parte del Corredor Biológico
Centroamericano y constituye una reserva binacional de la biósfera y área protegida, en el
marco de los citados convenios universales, Ramear y de Biodiversidad, entre otros.
En cambio, en la sentencia recaída en caso del Proyecto Gabtikovo Nagymaros, entre
Hungría y Eslovaquia (en su carácter de sucesora de Checoslovaquia)46, la CIJ, limitando nue
vamente su jurisdicción en la materia de los acuerdos bilaterales específicos, determinó que
Hungría48 no
* tenía derecho a suspender y luego a abandonar las obraB de la central hidro
eléctrica de Gabfiikovo dispuestas en el Tratado de Cooperación e Inversión Conjunta del Río
Danubio de 1977 y elementos conexos47, que se encontraban plenamente vigentes, y que era
legítimo el derecho de Checoslovaquia de preparar una solución alternativa a la obra que se
encontraba paralizada en 1991 (que implicaba apropiarse de entre el 80 y el 90 % del agua del
río), pero no su aplicación unilateral en 199248.
Como conclusión, considerando que los objetivos del Tratado de 1977 comprendían esen
cialmente, entre otros usos, los tendientes al desarrollo, la construcción y explotación de los
recursos hídricos energéticos a partir de la producción de hidroelectricidad, la mejora de lá
navegación de la región Bratislava-Budapest, la protección de inundaciones y el compromiso
de no comprometer la calidad de las aguas ni del medio ambiento40, la CIJ instó a las partes a
adoptar de buena fe todas las medidas necesarias para lograr el cumplimiento de los objetivos
convencionalmente previstos, mediante el establecimiento de un régimen de funcionamiento
conjunto de la presa en el territorio eslovaco y de todas las obras de conformidad con las
disposiciones del mencionado tratado y, a menos que las partes decidieran otra cosa, les reco
mendó (no de forma vinculante) que, para restablecer la cooperativa administración de lo que
quedaba del proyecto, consideraran en la renegociación las normas de derecho internacional
ambiental, en tanto su pertinencia respecto a la aplicación del tratado.
48 Asunto Asociación Foro Nacional de Reciclaje (FONARE) y Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sus-
¡entable contra Costa Rica, medida cautelar por construcción de ruta en el margen derecho del rio San Juan
(FONARE) y Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sustentable o. Costa Rica, Corte Controaxnoricana
de Justicia, Fallo (fondo), 21/08/2012.
44 Quero!, María, Estudio sobre los convenios y acuerdos de cooperación entre los paites de América Latina y el
Caribe, en relación con sistemas hidricoe y cuerpos de agua transfronleriros, Naciones Unidas, CEPAL, Serle
Recursos Naturales e Infraestructura, 2003, p. 64.
I
el 16/09/1977 relativo a la construcción y explotación dol sistema de embalse QabSíkovo-Nagymaros. En su
fallo del 25/09/1997, la Corte declaró que tanto Hungría como Eslovaquia habían incumplido sus obligaciones
Jurídicas, e instó a arabos Estados a que negociaran de buena fe a fin do cumplir loa objetivos dol Tratado do
1977, el cual continuaba en vigor. El 08/09/1998, Eslovaquia presentó una solicitud de fallo adicional debido a
que Hungría no estaba dispuesta a cumplir el fallo quo la Corte había pronunciado en 1997. Luego, las parteo
roanuderon las nogociacionos y han informado porlódiaaraonte a la Cortó de los progresos logrados, sin por*
Juicio do que el caso en febrero de 2015 figura como pendiente en la lista de la CIJ.
46 Basados en su "O6tado do necesidad ecológico", sosteniendo, entre otros, Eslovaquia quo ni la necesidad ni el
riosgo eoológico puado concidorarso roopocto a la responsabilidad una circunstancia excluyante de la ilicitud
del acto.
47 Sin porjuioio do quo Hungría aún no es parto da la Convonolón do 1997.
48 En virtud do quo la notificación do la roa cisión dol Tratado do 1977, efectuada por Hungría, ose mismo año,
con anterioridad, careóla do efectos Jurídicos.
49 Babia do Barbería, N, Gladys, “Temas de Doreoho Internacional a la lúa dol caso Gabcikovo-Nagymatos", en
La Evolución dol doreoho internacional o trauós de tos organismos internacionales, Consejo Argentino para las
Relaciones Internacionales, Buenos Aires, 2002, p. 219.
474
CAPÍTULO 24 - RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS Y RECURSOS HÍDRICOS INTERNACIONALES
En el mencionado fallo, se destacó que “las nuevas normas establecidas de derecho am-.
biental guardan relación con la aplicación del Tratado y que las partea, en virtud de un
acuerdo, pueden incorporarlas mediante la aplicación de los artículos 15,19 y 20 del tratado”,
en tanto son esenciales para que “la. calidad" de las aguas del Danubio no sufran menos
cabo y se proteja la naturaleza, pudiéndose tener “en cuenta las nuevas normas ambientales
cuando se lleguen a acuerdos sobre los medios que se especificaran en el plan contractual
conjunto El Tratado no es estático y puede adaptarse a las nuevas normas del derecho
internacional”00.
Con el objeto de conciliar el desarrollo con la protección del medio ambiente, si bien la
Corte en el caso en cuestión no consideró suficientemente probados los daños ecológicos in- ' •
vocados por las partes y el estado de necesidad ecológico stricto sensu invocado por Hungría,
determinó que las partes debían examinar nuevamente los efectos o impactos ambientales
del funcionamiento de la central de energía y encontrar una solución satisfactoria en lo que
respecta a la calidad y “al volumen” de agua que había de liberarse en el antiguo cauce del Da
nubio y en ambos brazos del río. Señala Viñuales que, si Hungría, para justificar su violación
al Tratado de 1977, en vez de invocar su estado de necesidad a partir de un interés esencial
medioambiental, lo hubiese planteado como un interés esencial de Estado víctima de la viola
ción que se intentaba justificar o la jerarquía imperativa de los derechos internacionales afec
tados, le hubiese permitido a la CIJ evaluar la jerarquía existente en el derecho internacional
contemporáneo entre la seguridad o el orden público y la protección del medio ambiente frente
a una norma convencional, como el tratado en cuestión61.
En el caso de las Plantas de celulosa en el Río Uruguay, también sustanciado ante la
CIJ, podría decirse que la Corte adoptó similar temperamento al considerar que las dispo
siciones del Estatuto del Río Uruguay implicaban únicamente que las partes debían tener
en cuenta las normas de derecho ambiental, por las que se encontraban vinculadas interna
cionalmente, al dictar sus normas de derecho interno tendientes a regular y adoptar todas
las medidas apropiadas para proteger y preservar el medio acuático del río y prevenir su
contaminación58.
Para la Corte, el artículo 41 del Estatuto del Río Uruguay63, expresamente invocado por
la Argentina, no incorpora al Estatuto los acuerdos internacionales de medio ambiente, sino
que solo impone a las partes la obligación de ejercer sus poderes de reglamentación en materia
de protección y preservación del medio acuático del río Uruguay de conformidad con estos64.
Sin embargo, en este caso, la CU, sin ordenar la suspensión de las obras, condenó la violación
a la obligación de informar dispuesta por el Estatuto del Río Uruguay y a la realización de un
estudio de impacto ambiental respecto a ellas.
8in perjuicio de las consideraciones expuestas, respecto al efecto jurídico material o for
mal que la CIJ le atribuye a las normas generales de derecho internacional ambiental vincu
ladas a la conservación y el uso sostenible del agua, que regulan el ejercicio de los derechos de
soberanía de Iob Estados ribereños de un recurso hídrico común, puede decirse que los fallos
mencionados, donde se ha introducido mínimamente el tema en cuestión, han hecho aportes
positivos identificando algunos de loa principios de derecho internacional ambiental aplicables
a estos recursos comunes, los que hasta ahora no siempro habían sido considerados por ol de
recho internacional consuetudinario general, como ser la confirmación del carácter universal* 51 * * 54 * *
invoca una "necesidad ecológica" para Justificar la violaolón de una obllgaolón internacional y aquella del
Estado cuyos intereses medioambientales han sido menoscabados por los actos que ol otro Estado intenta
Justificar a partir dol catado do necesidad, por lo que los requisitos necesarios para la admisión de un oatado ••
do necesidad dependen dol tipo do Interés, en cito caso mcdioambiontal, que el Estado on difloultad intento
do la Corta Internacional do Justicia dol 20 de abril do 2010", en flsririo ¡SlooMntoa do Botudloi intorn^io-
nales, n?21 (2011), http://www.rod.org. ‘ ?.;<•
- •
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
66 Ibíd,, p. 31.
56 Conf. Resolución 1803(XVII) de la Asamblea General, 14/12/1962, “Soberanía permanente sobre loa recurso»
naturales".
57 El artículo 2(10) del Convenio de Lugano sobre Actividades Peligrosas (1998) contiene una lista no exhaustiva
de componentes del medio ambiente que incluye “los recursos naturales tantos abióticos como bióticos, tales
como el aire, el agua, el suelo, la fauna y flora, y la interacción entre esos factores; los bienes que forman parte
del patrimonio cultural; y los aspectos característicos del paleaje" (aún no en vigor). Ver también artículo l(c)
de la Convención sobre loa Efectos Transfronterhos de los Accidentes Industriales (1992); artículo 1(2) de la
Convención de Helsinki (1992) y el artículo 2 de la Directiva 2004/86/CE sobre Responsabilidad Ambiental.
58 Señala la FAO que, en los años recientes, han comeneado a destacarse dos nuevas expresiones: “sistema de los
recursos hídricos internacionales" (que comprende también las aguas atmosféricas y las aguas congeladas)
y "recursos naturales compartidos". Este último concepto no excluye los recursos hídricos comunes a varios
Estados -recursos naturales compartidos por excelencia-. Puede también referirse a todos los recursos ‘in
ternacionales-aire, hidrocarburos, fauna y flora silvestres, recursos pesqueros, etc.-; FAO, doc. cit., p. 6.
CAPÍTULO 24 • RÉQiMEN JURIDICO DE LOS CURSOS Y RECURSOS kfDR!COS IffTtftNAClONALES '
realizadas por Nicaragua sobre el río San Juan®*, o como se evidencia en distintos conflictos in
ternacionales actuales en los divereos puntos del globo, como los de la región de Cachemira en
Asia o del río Lauca en América del Sur, cuyo desvío por parte de Chile provocó la evaporación
del lago Coipasa, que, además de afectar la biodiversidad de la zona, originó la emigración de
la población boliviana localizada previamente en dicha cuenca. ••
El dinamismo descrito se debe a que el agua que contienen los cauces, como los otros.
elementos mencionados, es netamente de característica dinámica, en su composición, estado
y movilidad natural, conformando lo que la ciencia denomina ciclo hidrológico, que, como tod</
faotor natural, debe ser concebido como una unidad. Tal cual quedó oxpuesto» su dinámica y
existencia depende de factores naturales climáticos, lunares o geotérmicos, lo cual la eleva por
sobre las fronteras polítioas de los Estados. Cabo reiterar que. a la hora de ostudiar el agua
como un bien jurídloo a proteger, también pueden cor do suma trascendencia ciertos factores
humanos en virtud de su uso, gestión, conservación, cambios climáticos consecuentes do activi
dades productivas y manipulación, dando lugar al surgimiento de graves conflictos, los cuales
amenazan con adquirir magnitudes planetarias (guerra azul o del agua dulce).
Por otra parte, el ciclo hidrológico demuestra la estrecha interdependencia que existe
entre las diversas partes del curso de agua, lo cual incluye a los glaciares, que pueden ser sus
fuentes o aguas subterráneas. Por lo que, a modo de ejemplo, la contaminación de las aguas
de la superficie puede amenazar a las subterráneas, y viceversa. Esta última característica
determina, bajo parámetros de eficiencia y eficacia, que los recursos hídricos, como bien jurí
dico protegido, deban ser considerados como una unidad en sí misma para su reglamentación
global o universal a partir de determinados presupuestos mínimos de protección integral del
recurso a nivel planetario, que deben ser una obligación para todos los Estados de la comuni
dad internacional y considerados a nivel regional o local por los Estados ribereños.
Otra característica esencial de los elementos mencionados es que, además de constituir
un recurso vital para la vida on la Tierra, lo son también para la existencia de los ecosistemas®0.
Tal es así que desde tiempos inmemorables las poblaciones humanas se han situado en zonas
próximas a cursos de agua, no solo a los fines de abastecerse para su ingesta, sino también
para usos domésticos, agrícolas y de su entorno, sin perjuicio de la influonciá de este recurso
natural en la cultura, religión, política, desarrollo, economía y formas do vida de los pueblos.
El agua constituye un recurso vital para la auporvivencla de una Nación, tanto biológica como
económica y culturalmente. La escasez de agua en un medio ambiente árido y confinado puede
ocasionar presiones políticas intensas.
59 Ciertas actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la región fronteriza (Costa Rica c. Nicaragua) y Cons
trucción de una ruta en Costa Rica a lo largo del Río San Juan, doc. cit., Providencia (medidos provisionales),
22/11/2013, parág. 49: "Sin embargo, en vista de lo longitud, anchura y posición do aquella fosa, como está
visible en la imagen sstelital del 5 de octubre de 2013, la Corte considera que existe un rieBgo real de que la
fosa pueda alenntar el mar soa como resultado de elementos naturales o por acciones humanas, o una com
binación de ambos. Tal resultado tendría el efecto do conectar el Río San Juan con el Mar Caribe hasta el
caflo oriental. Dada la evidencia ante sí, la Corta so satisface con que pueda resultar und alteración del curso
del Río San Juan, con aorias consecuencias para los derechos reclamados por Costa Rica. La Corte, entonces,
opina que la situación en el territorio disputado revela la existencia de un rlosgo real de perjuicio irreparable
a loe derechos redamados por la Demandante en este caso" (traducción libre).
60 Con arreglo al artículo 2 dol Convenio sobre la Diversidad Biológica citado, "por 'ecosistema' ee entiende un
complejo dinámico de comunidades vegetales, animales y de microorganismos y su medio no viviente que
interactúan como una unidad funcional". De conformidad con la Convención para Regularlas Actividades Re
lacionadas con los Recuraos Minerales Antárticos (CRAMRA), la definición de recursos naturales comprende
teorías de internacionalización de las aguas, dado que ambas abolen o limitan considerable
mente el derecho soberano de alguno o de todos los Estados ribereños sobre el recurso o zo
nas internacionalizadas, al no contrarrestar las limitaciones a una debida contraprestación.
Ambas teorías reflejan el primitivismo del derecho internacional, lo cual trae aparejada una
profunda inequidad que refleja la desigualdad de poder de sus sujetos. En contraposición, las
teorías relativas o eclécticas receptan el derecho moderno, actual y vinculante, dando cabida al
principio de igualdad soberana de los Estados61 62
con63 relación a los derechos sobre los recursos
* 65 66 67 68
naturales que se hallan en su territorio y limitando exclusivamente el ejercicio de su derecho
soberano desde una óptica geográfica y ambiental, esencialmente respecto a su uso equitativo,
sostenible, integral y global”.
En el ejercicio de sus derechos soberanos, el o los Estados ribereños se encuentran obli
gados a conservar los recursos hídricos que se hallan en su territorio y tienen derecho ex
clusivo a disponer de ellos en la medida que su uso o aprovechamiento, acciones u omisiones
no alteren su integridad, afecten el ecosistema terrestre, o impliquen un menoscabo de los
derechos presentes y futuros de la humanidad en su conjunto, en virtud del carácter vital del
recurso para la subsistencia del ser humano y la biodiversidad planetaria. En este sentido,
las limitaciones que en algunos casos afectan de forma inequitativa el desarrollo económico
del Estado, principalmente en relación con libertades de uso pasadas, solo se justifican en la
actualidad en virtud del estado de sensibilidad en que se encuentra el recurso a nivel plane
tario. La protección de estos derechos de jerarquía superior relacionados al bien común de la
humanidad” impone una obligación de asistencia y cooperación en cabeza de los miembros
de la comunidad internacional que ejercen el dominio territorial de los recursos hídricos,
o que no hayan llevado a cabo un uso sostenible de los recursos terrestres naturales. Afor
tunadamente, dicha noción ha sido receptada por la Corte de Justicia Centroamericana”
y por la CIJM (aunque de manera indirecta en este último caso), haciendo valer el derecho
consuetudinario de las poblaciones ribereñas en las ya citadas controversias relativas al río
San Juan.
El surgimiento y evolución de las nuevas teorías sobre los usos del agua se debe esen
cialmente a la influencia, entre otros, de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los
Estados86, que establece dos situaciones diferentes aplicables al régimenjurídico internacional
de los recursos naturales (lo cual incluye, por supuesto, los recursos hídricos): la primera se
refiere a la situación geográfica de los Estados con relación a sus recursos naturales, los cuales
le pertenecen en exclusividad (conforme se ha expuesto en la Resolución de la Asamblea Gene
ral de 1962)*7; y la segunda versa sobre aquellos recursos naturales que son compartidos con
otros Estados, cuya soberanía 6e encuentra limitada”. En este segundo supuesto el ejercicio de
la libro soberanía está limitado o subordinado al deber de cooperar y a la explotación del bien,
y no al bien en sí mismo, distinguiendo lo funcional de lo sustancial. De este modo, se trata a t
los recursos hídricos "en parte" como un patrimonio común que debe ser empleado en beneficio
61 Nótcso cómo la aparición do este principio implicó un cambio no solo on las relaciones da podar, lino también
on la semiótica de los pactos Internaolonales, que on un primor momento eo referían a loa “Estados* como
Potenoiae", oonf. Acta de Visna de 1815 (principio monárquico de legitimidad y principio do equilibrio), olta-
o on el presentó trabqlo, o incluso como “naciones civilizadas”, on ol sentido dol artículo 38 dol Estatuto do
la CIJ.
62 Que lamentablemente, como 00 mencionó, aón no contemplan los efbotos no Icenlos quo inciden sobro ol aguo
on au astado gasooso, como, por qjomplo, ocurro con ¡a emisión do gaioi aflicto Invernadero, esencialmente
producidos por los países Industriallrados inoluldoa en el anexo 1 dol Protocolo de Kioto, do la Ocnvonción
Marco de lee Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
63 Viftualee, Jorge, “La protecoión dol medio ambientó y au jerarquío normativa on derecho Internacional’, Re-
vista Colombiana do Derecho Internacional, n.“ 13 (2008), p. 27 y as.
84 Asunto Aoocíow'ón Foro Nacional do Reciclaje (FONARE)..., CCJ, dco. cit.
65 Disputa concerniente a derechos de navegación y derechos conexos, doc. dU, parágs. 78,79,84 y 141.
66 Resolución 8281 (XXIX) de lo Asamblea General, 12/12/1974.
67 Carta de Naoionos Unidas de Doroohos y Doberai Económicos do los Estadoa, artículo 2(1).
68 Ibfd., artículo 8.
478
CAPÍTULO 24 - RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOSY RECURSOS» HÍDRICO^INTERNACIONALES
Aiunto entre loa EE.UU. y México tobre el uso equitativo del Río Colorado, resuelto por el Tratado de 1944,
y Jurisdicción territorial de la Comisión internacional del Río Oder (Chocoslovaquia o. Polonia), OPJI, Fallo,
10/09/1929, PCIJ Saris A, n,' 23.
70 Drnaa de Cltaent, Zlata, op. clt., p. 6.
71 Troidol, Holgar, Martin-Bordee, Joeó Luía y Gurduk, Jetón J. (oda.), en El Efeoto del Cambio Climático sobre
los Recursos Hídricos: Una Síntesis Global de Descubrimientos y Recomendaciones, UNE8CO, Seria IAH -
Contribucionea Internacianalee »la Hidrología, n-' 27 (2011), p. 3 y M.
Conformo to rcoopta on loa tratado» (Unión Europoa) y proyectos do tratado» (GDI) sobre responsabilidad do
72
nctlvidada» lícitas realizadas on o) territorio de un Eetado quo oauwn dafioe en el territorio de otree EaUdos,
78 Sin porjuioio del derocho de igualdad de loa Estadoa, que, a loa flnea do limitar estos desvíoa, exprceamonto
eo contempla convonoionalmentej en aate sentido, la ConvonoUn Americana sobre Doreohoe y Deberos do loa
Estados (1098) dlepone en eu Artículo 4 que "Loe Sitados ion jurídicamente iguale*, disfrutan do igualoi
derechos y tionaa igual capacidad para ejercitarlos. Loo dorcchos da cada uno no dopendan do) poder quo
diaponga para ejercitar eu ejercicio, sino del limpio hecho do iu existencia como persona del Dorecho Inter-
nacional-. ’ ■
74 Halqjoauk, Bohdan Tadeo, Dereoho Internacional Público, Ediar, Buonoe Airee, 2“ odíe., 1978, p. 26. ,
479
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
se mantienen vigentes, han sido reputadas en la solución de los litigios internacionales como
un abuso de derecho, y hasta violatorias de normas imperativas de jerarquía superior.
Conforme se expondrá, la imposición de estas teorías -sostenidas en el tiempo por al
gunos Estados ribereños sobre los recursos hídricos y ampliada por loa Estados que poseen
soberanía territorial con relación al resto de los recursos naturales, en especial el atmosférico
y el forestal- carecen de fundamentaciónjurídica actual, pues no solo no reconocen el derecho
moderno de igualdad soberana de los Estados ribereños titulares de un interés on el recurso y
son contrarias a los principios señalados precedentemente en la Carta de Derechos y Deberes
Económicos de los Estados, sino que, asimismo, atontan contra derechos preexistentes de la
humanidad, respeto de la conservación vital planetaria. Su práctica ha provocado y provoca
en la actualidad alteraciones significativas con ofoctos vitales adversos, no solo a nivel local,
sino también universal, afectando a la humanidad in totum, es decir, a todos los Estados de la
comunidad internacional de manera conjunta.
Los cambios antropogénicos, o sea, los originados por la actividad humana en la natu
raleza -por el desvío, la contaminación, el agotamiento de los recursos naturales (incluidos
primariamente los hídricos) efectuados de manera discrecional en función de posturas abso
lutistas- han provocado impactos climáticos significativos, los cuales dieron origen al calenta
miento global y a una considerable modificación del estado y distribución del agua, cuyos efec
tos incluyen inundaciones, desertificaciones y cambios biosféricos, que afectan directamente
la integridad territorial y la calidad de vida de la población, y la inviabilidad vital de grandes
extensiones del planeta, entre otros”. Un claro ejemplar de estas teorías lo constituye la teoría
primitiva de la soberanía territorial absoluta.
4.1.1. Teoría primitiva de la soberanía territorial absoluta
Esta teoría, aplicada históricamente en las Edades Media” y Moderna, asimila Táctica
mente los derechos territoriales de los Estados a los derechos reales. Do esté modo, se pudo
justificar la imposición por parte de los Estados de un régimen de propiedad territorial abso
luto” sobre la porción del río que atravesaba su territorio o que establecía sus límites”, como
asimismo respecto a las actividades que realizaba dentro de su territorio.
Desde esta perspectiva primitivista, respecto a la disparidad de sqjetos y situaciones
objetivas, ciertos EstadoB impusieron hasta finales del milenio pasado -con consecuencias que
se mantienen hasta la actualidad- el ejercicio de un derecho de soberanía absoluto sobre su
territorio, incluyendo el uso de las aguas de los ríos y otros recursos naturales localizados en él,
con absoluto desinterés por el efecto que el ejercicio de dicho derecho pudiera ocasionar a uno
o más Estados, vecinos o no, y a la integridad territorial planetaria.
Esta teoría fue introducida por Estados Unidos de América en la controversia suscitada
con México por la contaminación del río Bravo en 1895”, dando lugar a la llamada “doctrina
Harmon", que habilitaba al Estado del cauce superior, donde se originaba el flujo de agua, a
utilizarla libremente e incluso a agotarla, sin la menor consideración por los efectos que ello
pudiera causar a los Estados ubicados en el cauce inferior del río. Tal como sucede actualmente,
por ejemplo, en el caso del río Lauca citado, con motivo de las obras efectuadas por Chile, que
interrumpen significativamente bu cauce hacia Bolivia; o como, entre otros, sostuvo Turquía,
respecto a las aguas contenidas en los ríos Tigris y Eufrates; o Egipto con relación al río Nilo.
Los precursores de esta teoría sostienen que el agua no es un recurso universal o, en todo
caso, compartido, sino nacional, que debe ser defendido a toda costa, pues ella otorga poder y
primitivos y no tenían entidad suficiente para lesionar los legítimos intereses do otros Estados, o bien, ciertos
usos eran tolerados en tención de las relaciones de sumisión existentes entre las naciones.
480
CAPÍTULO 24 - RÉGIMEN JURÍDIQO DE LOS CURSOS Y RECURSOS HlDRICOS WTERNACIONALES*
seguridad al país que la controla y origina subdesarrollo y pobreza en aquel que carece de ella,
por lo que su dominio constituye un objetivo estratégico para mantener el poder80.81 82
80 Camocho de la Vega, Martha Patricia y Ríos Navarro, Ignacio, ‘Derecho Internacional del Agua", Revista de
la Asociación de Diplomáticos Escritores, n' 14,2006, pp. 1-8, disponible en http://diplomaticoaeacritorea.org/
rev i ata s/14.8.htm.
81 Aplicado on 1968 en el Acuerdo sobro la Distribución de las Aguas del Ganges (1977), entre la India y Pa-
quistán (Anuario de la CDI, 1986, vol. H, p. 123), que establece incluso la necesidad de un procedimiento do
consulta previa para los usos del agua.
82 En oposición a esta tooría se expresó Zlata Drnas de Clément, quien, en él Asunto relativo a la infiltración
del Danubio (Wílrttenberg y Prusia c. Badén) en 1927, señaló que Badén no estaba obligado a realizar tarea
alguna para impedir la infiltración del Danubio, ya que la infiltración obedecía a causas naturales; Drnas de
Si bien la teoría en cuestión beneficia a la humanidad y a los Estados que carecen de es
tos recursos (como asimismo a aquellos que, si los poseen, en menor escala, destinan su uso a
otros fines), peijudica a Iob Estados en cuyo territorio se encuentran, respecto a su uso y goce,
en la medida que no se contemple una contraprestación adecuada a dicho servicio ecológico,
valuada en parámetros de economía ambiental (cuentas patrimoniales ambientales); paradóji
camente, estos Estados, países en vías de desarrollo, no han podido utilizar el potencial hasta
el momento por su escaso desarrollo tecnológico en virtud de cuestiones económicas®*. Por esta
marcada inequidad, los Estados afectados por esta teoría la rechazan o proponen no utilizarla
a cambio del pago de un canoi) compensatorio.
Lo esencial de esta teoría es que, lejos de limitar los derechos soberanos en pos de un
interés superior, podría “poner en cuestión la soberanía del Estado sobre los recursos hídricoa
ubicados en su territorio”, conforme expuso Brasil oportunamente en el ámbito de negociación
de la Comisión de Derecho Internacional15, en tanto implicaría atribuir las potestades sobera
nas a un organismo internacional.
84 Según ha sido sefiaLado por la FAO, debe tenerse en cuenta, por ejemplo, que granóse extensiones del planeta
poseen un pasivo ambiental (especialmente hídrico) considerable, como América Latina. 'Tal excedente es
fundamental para al equilibro ecosietémico del mundo y convierto a nuestra región en el principal acreedor
ecológico del planeta. (...) Pero a pesar de la oportunidad para una transición con co-boneficioe, lea tendencia»
de desarrollo en América Latina apuntan en otra dirección. (...) Pora fortalecer la resllioncia y roducir el im
pacto del cambio climático para la región, la mejor estrategia es hacer uso racional de los recursos naturales
del continente. Conservarlos significa preservar un bien público para ésta y las futuras generaciones, quo se
traducirá en seguridad climática, hídrica, energética y alimentaria’; “América Latina y la suslentabllidad
ecológico", FAO, 16/10/2018, disponible en hUp7/www.foo.org/agronoUclas/a8ro.not¿clas/dstallo/tt/fc/210B63/.
86 Informe sobre recursos naturales compartidos, Comentarlos y obaarvacionea de los doblarnos acerca del pro
yecto de arUoulos sobro el derecho da los aouííbroo tranefronterlioo, dol 60.* período do sesiones, eolebrado en
Ginebra, 2000, parág. 00» respecto al proyecto do artículo 1 él Brasil expresa su firmo reserva acarea do
la referencia quo so haca on el párrafo 2, en lo quo se refiere a la aplicación do los artíoulos do asa Oonvenolón
a loa acuíferos transfronterlws conectados con ouraos do agua internacionales. Brasil no os porte en la Con
vención de 1007, quo no ha entrado on vigor debido o la falta do consonso cobro muohas do sus disposiciones.
Además, el Brasil no puodo aceptar ol uso do la oxpreiión 'aguas Internacionales’ para roforirso a las aguas
transfronterísas, puesto que podría ponor en cuestión la soboranía dol Botado sobro los rooursoe hídricos
ubicados en su territorio'. Informo do la GDI, Doc. A/CN.4/596, p. 18.
técnico en la región panouropea (conf. Comisión Económica para Europa do la» Naciones Unldau, Apertura
Global dtl Convenio dol Agua do 1962, Nueva York y Ginebra, 2018, pp. 3-14).
482
CAPÍTULO 24 - RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS Y RECURSOSlllDRiCOS4NTERNACIONALES
80 Receptada, antro otros, en el Laudo del Tribunal arbitral "ad hoc" del Mercosur conatituido para entender en
le controversia presentada por la República Oriental da! Uruguay a la República Argentina sobre Omisión
del Befado argentino sn adoptar medidas apropiadaspara prevenirylo hacer otsar los impedimentas a la Ubn
circulación derivados de los cortes en territorio argentino de vías ds acceso a los puentes Internacionales Oral.
San Martin y Oral. Arligas que unen la República Argentina con la República Oriental del Uruguay (sobro
el Rio Uruguay) (2006), en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, (1948), artículo 29(2), en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969), artículo 32(2) y, on espoclal, respecto de la libertad
de expresión, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), artículo 19(2) y (3) y artículo 2L
Alemania tenía plena libertad para declararse neutral en la guerra entre Rusia y
Polonia, pero siempre que respetara y mantuviera intactas sus obligaciones contrac
tuales, a saber, en este caso, las asumidas en Versalles el 28 de junio de 1919. Esas
obligaciones entrañaban el deber concreto de permitir el paso del "Wimbledon* por el
canal de Kiel, y sus deberes de neutralidad no la obligaban a prohibirlo93. 94 95
En este asunto, la Corte destacó el carácter dispositivo de este principio de derecho inter
nacional al señalar:
92 Conforme lo establecen las Regla» da Helsinki de la Asociación de Derecho Internacional (1966), cuenca es “la
xona geográfica que se extiende por el territorio de dos o más Estados y está demarcada por la línea divisoria
de un sistema hidrográfico de aguas superficiales y subterráneas que fluyen hacia una salida común". Este
concepto do "cuenca hidrográfica internacional" parece ofrecer una base racional para la planificación del
manejo de los recursos hídricos. Para la FAO, la cuenca es un área determinada por la naturaleza en la que
todos loa recursos naturales (tierra, agua, animales, vegetación, etc.) pueden ser claramente demarcados en
forma cuantitativa. Además, a causa de la intercomunicación física entre las aguas, cualquier modificación
que pueda originarse de manera natural o por acción del hombre en las aguas situadas en cualquier parte de
la cuenca normalmente tendrá sus ofectos exclusivamente en los límites de la misma cuenca. La expresión
temblón tiene en cuenta las modernas tronicas hidráulicas y las tócnlcas de desarrollo dol agua que postulan
por un lado el aprovechamiento para múltiples propósitos de los recursos hídricos y, por el otro, la necesidad
conflictos sobre el río San Juan radica en que en el Tratado de Paz y Límites entre Costa Rica y Nicaragua do
1858, posterior a la Batalla da Rivaa, ae ha establecido en el cauce superior un "límite de costa seca fluvial",
que no contempla ninguno de los principios expuestos y que se desarrollaron a lo largo del presente capítulo,
aplicables a los recursos hídricos internacionales. El Tratado dispono un límite seco en el margen dorecho
costarricense y el derecho de soberanía territorial del río exclusivo a Nicaragua, subordinado al derecho de
navegación, con fines exclusivamente comerciales, para Costa Rica. Señala Quero! que, si bien la validez de
dicho tratado fuo oportunamente cuestionada en 1886 por Nicaragua, quien solicitó su nulidad por vicios en
su ratificación, la decisión arbitral del presidente de EE. UU. Grover Cleveland en 1888 confirmó cu vali
dez. Asimismo este laudo, junto con la Convención de Demarcación de 1896 y las cinco decisiones arbitrales
efectuadas por EE. UU. de límites de 1897 y 1900, fue confirmado indirectamente por la Corte de Justicia
Centroamericana en 1916, al declarar que Nicaragua había violado sua obligaciones al otorgarle a EE. UU.,
mediante el Acuerdo Bryan-Chamorro del 06/08/1914, “derechos de propiedad exclusiva’ y perpetuos para la
construcción de un canal interoceánico a través del río San Juan, sin consultar a Costa Rica, contrariando los
compromisos del Tratado de Límites de 1858 y el Laudo Cleveland de 1888, precedente jurisprudencial que
dio lugar a que en 1940 Nicaragua le asegurara a Coste Rica el derecho de navegación perpetuo por todo el
Por otra parte, dispuso quo los derechos perpetuos de libre navegación del río'Saní
a favor do Costa Rica -en virtud de las disposiciones del Tratado de Límites dé 1868 a
Nicaragua y el Laudo de Cleveland-, aunque se refieran al “objeto de comercio", inílti
transporte de personas, mercancías, un derecho mínimo de navegación y uso de subsisten!
pora la población ribereña costarricense, para que continuaran viviendo una vida ñor
largo del río81.
Surge de lo expuesto que los principios internacionales dispositivos, vinculados a la
gación, se fUeron regulando a partir de convenios, materializados en estatutos intemacionalé
celebrados entre los Estados soberanos dol recurso, que, como veremos, en la actualidad, en
virtud de los fenómenos de la globalizaeión y regionalización, se extienden a las vías navega-'
bles interiores, por cuestiones económicas, de logística, de seguridad y de medio ambiente, en i
función de las características propias del transporte fluvial88. ;
96 Traducido por Abello Galvie, Ricardo y Caro Ferneynes, María Carolina, op. cié, p. 235.
97 Ibid. “Es un principio de Derecho Internacional que un régimen territorial catablecido por un tratado'ad
quiere una permanencia que el tratado por eí mismo no necesariamente disfruta' y que la persistencia de .
ese régimen no es dependiente de la duración del tratado bajo el cual el régimen ha sido convenido*. Con
Invertía territorial y marítimo (Nicaragua c. Colombia), CIJ, Fallo (excepciones preliminares), 13/12/2007, •
Se han creado, entre otras, la Comisión Central del Rin por el Convenio de Mannheim
(1868), la Comisión del Danubio por el Convenio de Belgrado (1948), los Entes de Adminis
tración especializados para la zona de los Grandes Lagos y las vías fluviales que se conectan
con el Golfo entre Canadá y EE. UU. por el Tratado de Aguas Fronterizas de 1909", el Comité
Intergubernamental de la Hidrovía (CIH) Paraguay-Paraná y su Comisión*100 por el Acuerdo
de Transporte Fluvial de la Hidrovía en el ámbito de la ALADI (1992), el Comité Interguber-
namental Coordinador en el Tratado de la Cuenca del Plata (1969)101.102
A modo de ejemplo, en
este último caso, mediante la emisión de normas regulatorias se va transformando a las vías
fluviales en sistemas de transporte, acondicionados con obras de dragado, balizamiento, zo
nas de espera, mejoramiento de curvas pronunciadas, radas, puertos, industrias, diques secos,
entre otros103. Ello con fines de navegación y otros usos, mediante el desarrollo, la protección,
el saneamiento y la conservación de los recursos hídricos103, a partir de programas, órganos o
instancias internacionales de cogobemanza, control y gestión del recurso104 y nuevas utilida
des en función de las demandas actuales poblacionales. Asimismo, se establecen no solo obras
destinadas para usos económicos, sino también reservónos estratégicos, corredores biológicos,
áreas protegidas y de recreación en sus márgenes, tal como se contempla en el artículo 24 de
la Convención de 1997, a partir de la creación de “Órganos de ordenación”105,106 * recepta con
y se
vencionalmente en la mayoría de los cursos de agua en Europa o en el río San Juan por parte
de Costa Rica108.
En este sentido, es importante considerar que, ante la inexistencia de un derecho de ges
tión conjunto de un recurso hídrico internacional o de autoridades intorgubemamentales de
esta naturaleza, la CU señaló en el caso mencionado del río San Juan que la reglamentación a
09 "Tho International Joint Commiasion and the Great Lakes Water Quality Agreement Lessons for Oahada-
United State» Regulatory Cooporatlon Rick Flndtay and Poter Telford Pollution Probe", Policy Research
Inltiativs Working Paper Series, 2008, disponible an http7/www.poIlutionprobe.org/old_flles/Reporte/groat-
lakesagreomant.pdf.
100 La Hidrovía Paraguay- Paraná comprendo una vía navegable de 3.442 km, que une cinco países desde Puerto
Cácores (Brasil) hasta Nueva Palmlra (Uruguay). Sin embargo, y a fin de no afectar el Pantanal -recurso
natural de trascendencia en el medio ambiente situado en el Brasil-, se ha repensado su traza y en la práctica
so navega más al sur, es decir, desde Corumbá (Brasil), pasando por Asunción (Paraguay) y los Puertos del
Paraná hasta Nueva Palmlra (Uruguay) y/o los Puertos de Argentina; Álvarez, Javier, Régimen Internado-
nal de las Vías Navegables Interiores, Bolea de Comercio de Rosario Publicaciones, 2010, disponible en http://
www.bcr.com.ar.
101 Suscripto por loa Gobiernos de los cinco países integrantes de la Cuenca del Plata, Argentina, Solivia, Brasil,
Paraguay y Uruguay, el 23/04/1969, a los finea de afianzar la iñstitucionalización del sistema do la Cuonca y
mancomunar esfuerzos para promover el deearrollo armónico y la integración física de la cuenca y sus áreas
de Influencia directa y ponderable. So prevé la creación en asta ámbito de un Comité Intergubernamental
Coordinador, a fin do trazar directivas básioas de polítioa común para el logro do loe propósitos establecidos
(Mt. 1).
on el ámbito dol agua dulce y acuordos bilaterales y multilaterales existontes on rotación con los usos do los
cursos de agua intarnadonales. La conferencia de Mar del Plata do 1977 marcó el comienzo de una serio de
486
CAPITULO 24 - RÉGIMENJURÍDCCO DE LOS CURSOS Y RECURSOS ^Dfl.WSlNTHWÁaOML£6
—-^5
la que debe someterse un Estado ribereño debe contener normas “lícitas, públicas, razonables
no arbitrarias, no discriminatorias adoptadas para cumplir un ejercicio público legítimo"101
En el caso citado, el régimen fluvial impuesto por Nicaragua a Costa Rica debe estar limi-$7
tado a estas premisas y al respeto de los derechos de libre navegación perpetuos de Costa Rica <
incluso aunque sean disposiciones sobrevenientes que Nicaragua podía adoptar para la legí- 2
tima protección del medio ambiente, aún no estando previsto el dictado de dichas normas en cd
Tratado de 1858101, y recurrir a organismos especializados multilaterales para la obtención de? <
informes sobre impacto ambiental, como la Secretaría General de la Convención Ramsar, en el
caso de que la cuenca estuviera alcanzada por esta normativa.
107 Disputa concerniente a derechos de navegación y derechos conexos, doc, cit., paróg. 87. La Corto señaló: “(...) en
ol presento coso, uno reglamentación debo presentar las características siguientes:!) Debe solamento somotor
dicha actividad a ciertos recial sin volvor imposibleo Impedir sustancialmento al ejerciólo do) dorooho do libre
navcgaolóni 2) Dobo sor compatible con loa tflrmlnos del Tratado, por ojomplo, la prohibición do la imposición
unilateral do olortoe impuestos contenidos en ol artíoulo vi¡ 8) Dsbc tsnor un propósito legitimo, como la so-
1
Surldad de navsgaolón, la prevención do a criminalidad, la sogurldad pública y el control do las frontoras; 4)
ó debo sor discriminatorio- y, on cuoetionos como loa horarios do navogoolón, debon aplicarse a las embar
caciones do Nicaragua si so aplican a las costarricenses; 5) No dobon do sor irraaonablos, lo que significa quo
su incidencia negativa sobro el qjoroloio dol dorecho en oueatión no debo de ser manifiestamente excesiva on
rolaoión con el bonsflcio quo proeonto paro abantar ol objetivo buscado" (traducido por Aballo Golvli, Ricardo
(a); y la Convención de Desarrollo Suetenlable del Lago Victoria Baaifi (2008), articulo 4(2)(f).
7 487
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÜBUCO
fluvial, Aunque también abarcaban principios no consuetudinarios1" con relación a los recur
sos hídricos, provenientes do los principios generales del derecho internacional ambiental118,
de proyectos de la Asamblea General y de oonvonolones regionales vigentes (osenoialmente
on el continente europeo) en materia de responsabilidad internacional del Estado por daños
y prevención de daftos transfronterisos, consecuencia de actos originados en territorios donde
este ejerce su jurisdicción y control114
112. 115
* 116
La Convención dé 1997 contiene treinta y siete artículos organizados en siete partes:
parte I, "Introducción"; parte n, “Principios generales"; parte in, “Medidas proyectadas"; parte
iv, “Protección, preservación y gestión"; parte v, “Condiciones perjudiciales y situaciones de
emergencia”; parte vi, "Disposiciones diversas”, y parte vn, "Cláusulas finales"; se indican por
apéndice los procedimientos de arbitraje en caso de controversia. Es de destacar que el instru
mento recepta la mayoría de los principios fundamentales que se analizaron precedentemente,
como la utilización equitativa y razonable de los cursos de agua internacionales, la aplicación
de medidas adecuadas de prevención de daños a los otros Estados que comparten las cuencas
internacionales y el principio de notificación previa de las medidas previstas. Sin pequicio de
ello, no establece una distinción entre los principios propios del derecho de los recursos hídricos
compartidos, I09 principios del derecho de los recursos naturales compartidos en general y los
principios generales aplicables al aprovechamiento de otros recursos naturales compartidos114.
Señala McCaffrey, relator especial del proyecto de artículos de la Comisión de Derecho
Internacional, que es el único tratado universalmente aplicable a los recursos de agua dulce
compartidos que proporciona los principios y normas que pueden aplicarse y gustarse, para
así adaptarlos a las características de un determinado curso de agua internacional11®.
Al momento de la entrada en vigor, luego de más de veinte años de negociación, no se
encontraban representados todos los continentes, en particular el continente americano, que
concentra los mayores recursos hídricos del mundo117. 118 119
La lentitud respecto a su adopción y entrada en vigencia y la escasez significativa de par
tes, se debe a que, desde el inicio, un número significativo de Estados negociadores se abstuvie
ron de votar o votaron en contra de la adopción del texto final118 ante la ausencia de consenso
en torno a ciertos artículos fundamentales, como el de solución de controversias y la falta de
equilibrio en bus disposiciones, en especial entre los derechos y obligaciones de los Estados
ribereños de aguas arriba y aguas abt\jo, poniéndose de manifiesto la preocupación respecto a
que la Convención se había desviado de la meta de ser un acuerdo marco118.
112 El Convenio del Agua de 1992 y la Convención de 1997 van más allá del derecho internacional coneuetudina-
río, precisando y desarrollando aún más las obligaciones claves de sostenibilidad del recurso. Por ejemplo, el
principio de cooperación está más detallado en les obligaciones de concertar acuerdos específicos, establecer
órganos conjuntos, realizar consultas, intercambiar información, prestarse ayuda mutua previa solicitud y
establecer un mecanismo de solución de conflictos a partir de un sistema de expertos, y, en el caso del Conve*
nlo del agua do 1992, un mecanismo institucional de cooperación intergubernamental para el desarrollo de
la cooperación tranefronteriza en las actividades cotidianas. (Conf. Comisión Económica para Europa de las
Naciones Unidas, Apertura Olobal del Convenio del Agua de 1992, doc. cit., p. 12).
118 Categoría otorgada por la CU a estos derechos en la opinión consultiva sobre la Legalidad de la amenaza o el
uso de armab nucleares, doc. cit., parágs. 29 y 31. Asimismo en los asuntos; Ensayos nucleares (Nueva Zelan
dia c. Francia), CU. Fallo, 20/12/1974, parág. 64; Solicitud de examen de la situación de conformidad con el
párrafo 63 del fallo dictado por la Corte, el 20 de diciembre de 1974, en el caso de los ensayos nucleares (Nueva
Zelandia c. Francia), CU, Providencia, 22/09/1995, parág. 64 (ambos citados en el parág. 32 de la opinión
consultiva mencionada).
114 Ver Proyecto de Principios sobre la Asignación de la Pérdida en caso de Dafio Transfronteri2o Resultante de
Actividades Peligrosas en el capítulo 16 do esta obra.
oportunamente.
118 Conforme surge de los documentos de la Asamblea General relativos a la Resolución 51/229 (1997), en la
votación registrada hubo ciento tres votos a favor, tres en contra y veintisiete abstenciones -se incluye a la
Argentina en este último grupo- (Doc. A/51/L.72).
119 En esta sentido, formularon declaraciones los representantes del Japón, México, la República Unida de Tan
zania, Turquía, Bolivia, Pakistán, República Checa, China, Ealovaquia, Francia, India, Etiopía, Egipto, Is
rael, España y Ruanda.
488
B.8.B. Principios generales deJerarquía y de relatlvidad^de loe dereohos '*
Los principios generales de Jerarquía y de relatividad de loe derechos establecen ui^
limitación al ejercido de los derechos soberanos frente a otros derechos de igual jerarqúffc^
coincidentes, do condominio o de comunidad ontre los Estados ribereños, sobre la base de loW
prindpios de equidad, gestión integrada, cooperación y reciprocidad; y frente a prinüpi»;ci¿£
jerarquía imperativa o superior, como en el caso de los derechos humanos, que incluyenlos citó'
rechos de la humanidad presente y futura sobre la integridad territorial y planetaria de los réX
cursos hídricos a partir del concepto de orden natural y pertenencia originaria de los pueblos <
más allá de los Estados, que constituyen un plexo condicionante de derechos y leyes naturales
preexistente a los derechos de los Estados sobre dichos recursos, conforme lo reconoce expresa
mente ol propio derecho internacional180. • • •“
Desdo OBta perspectiva, los principios básicos esenciales aplicables a los recursos parten
esencialmonte del principio tic itere tuo it alicnum non laedas, receptado en el artículo 7 de la
Convención de 1997W1, o sea, de usar de lo tuyo sin causar daflo en lo ajeno191. Este principio,
a su vez, se relaciona estrechamente, por la especialidad y características del objeto regulable,
con el principio precautorio ambiental, el principio natural de causalidad y los principios suce
sivos de reparación, compensación e indemnización, los cuales coinciden en producir limitacio
nes al principio de soberanía territorial absoluta de los Estados de la comunidad internacional.
120 Tratados que mencionan el concepto del "derecho de loa pueblos sobro los recursos naturales": Pacto Inter
nacional de Derechos Económicos, Sociales y Cultúralos (1988), Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (1966), Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (BanjuD (1981).
121 "1. Los Estados del curso de agua, al utilliar un curso de agua internacional en sus territorios, adoptarán
todas las medidas apropiadas para impedir que se causen daños sensibles a otros Estados del curso dé agua.
2. Cuando a pesar de ello se causen daños sensibles a otro Estado del curso do agua, el Estado cuyo uso los
cause deberá, a falta de acuerdo con respecto a eae uso, adoptar todas las medidas apropiadas, teniendo de
bidamente en cuenta lo dispuesto en los artículos 6 y 6 y en consulta con el Estado afectado, para eliminar
o mitigar esos daños y, cuando proceda, examinar la cuestión de la indemnización" (Conf. Convención 1997,
art. 7).
122 Este principio se encuentra especialmente on el Proyecto sobre Prevención del Daflo Transfronterizo Resul
tante de Actividades Peligrosas de la CDI (ver capítulos 16 y 41 de esta obra) y ha eido recogido juriapruden-
cialmonto en los laudos recaídos en el caso de la Fundición de Trail (Estados Unídos/Canadá). Laudo Arbitral,
16/04/1938 y 11/08/1941, consagrándose ol deber do pagar o) daflo causado y el principio de derecho interna
cional según el cual ningún Estado tiene el derecho de usar o permitir el uso de su territorio en forma tal que
el torritorio de otro Estado o las personas o propiedades que allí se encuentran sufran daflo.
123 En este sentido, la Convención de 1997 determina los factores pertinentes en una utilización equitativa y ra
zonable, disponiendo un sistema de consulta en caso de ser necesario; se encuentran entre olios: "Loe factores
geográficos, hidrográficos, hidrológicos, climáticos, ecológicos y otros factores naturales; b) Las necesidades
económicas y sociales de los Estados del curso de agua de que se trato; c) La población que depende del curso
de agua en cada Estado del curso de agua; d) Los efectos que el uso o los usos da] curso do agua en uno de los
Estados dol curso de agua produzcan en otros Estados del curso de agua; e) Los usos actualoá y potencíalos
dal curso de agua; f) La conservación, la protección, el aprovechamiento y la economía en la utilización do los
recuraoe hídricos dol curso de agua y el costo de las medidas adoptada^ a) efecto; g) La existencia de alterna
tivas, do valor comparable, respecto dol uso particular actual o provisto" (art. 6).
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
gobierno; a partir del control, gestión e información pública de su uso o consumo sostenible184,
de modo de garantizar que su aprovechamiento no afecte su calidad, no implique su degrada
ción ni ponga en riesgo su disponibilidad futura.
b) la segunda restricción se refiere a los dafioB o efectos indirectos provenientes de las
actividades realizadas en un territorio bqjo la jurisdicción o control de un Estado’20 sobre los
recursos hídricos internacionales compartidos, siendo indiferente que sean o no ribereños o
compartan sus fronteras- En los artículos 7, 27 y concordantes de la Convención de 1997 solo
se encuentran los daños por efectos directos.
Los impactos o daños indirectos, en la actualidad, tienen esencialmente su origen en los
efectos de las emisiones descontroladas, no sostenibles ni equitativas, de los gases de efecto
invernadero, efectuadas en el pasado y en el presente, sobre todo por los Estados desarrolla
dos, quienes, a partir de las actividades industriales o productivas que las originaron, posi
bilitaron su actual desarrollo. En virtud del principio de análisis, sic itere tuo it alienum non
laedae, dichos Estados tendrían que haber acreditado o acreditar mediante los respectivos
estudios de línea de base y de impacto ambiental, en su caso, que las emisiones realizadas o
que se realicen en su territorio, o las realizadas por sus nacionales fuera de éllsfl, lo sean de
forma científicamente sostenible. Ello a efectos de prevenir y, en su caso, remediar los efec
tos de los impactos, climáticos o energéticos, que, en forma directa e inminente, afectan los
recursos hídricos comunes, en especial a aquellos relacionados con el régimen natural de las
precipitaciones a nivel planetario187, teniendo en cuenta que sus efectos provocan daños irre
parables e irreversibles antagónicos de desertificación o inundación en diversas y extensas
áreas del territorio terrestre, ocasionando la imposibilidad sobreviniente de desarrollar una
vida digna, sostenible y humana, y la modificación de la biodiversidad preexistente de dichas
124. 129
regiones128 * 126 127
124 Manual para la gestión integrada de los recursos hídricos de loe cuencas irancfronleritas de ríos, lagos y
acufftroe, Red Intornieiontl do Organismos de Cuonca (RIOC) y la Asociooíón Mundial para ol Agua (GWP),
2012. http://www.gwp.org
126 Ver capítulo 10 de osta obra.
138 Exige que cierto» sitándavss mínimos do productividad mtontnblo sean observado» por loa omprcaas do
sui nacionales fuera o dentro do su territorio, Como, por qjomplo, le hubiese exigido Finlandia a la omprosa
Botnia el la producción de pasta de celulosa realzada on las márgenes del rio Uruguay hubíeeo sido rcellinda
on territorio finlandés. Ver Plantas de celulosa en el Río Uruguay (Argentina o. Uruguay), ctefl. di., parága.
207-214.
127 Vor análisis oiontífleo de estos efectos desarrollado al comienzo de este capítulo y en el punto 3.
128 UNESCO, doe. cit, p, 3 y se. (Ciencia y Práctica do la Gostión Integrada do Cuencas, publicado por UNESCO-
HELPBasins).
129 Conf. Convención de 1997, artículo 8(b).
490
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_____________ CAPÍTULO 24 - RÉGIMEN JURIDICO OE LOS CURSOS Y RECURSOS hIoBÍCQS INTERNACIONALES ." ,
Para la aplicación efectiva de este principio de integridad del recurso, resulta necesario^
de acuerdo con indicadores científicos de eficiencia y eficacia, receptar en el ordenamientoju
rídico distintos principios generales universales, como el principio comunidad de intenses^
principio de equidad y el principio de cooperación, que serán tratados a continuación.' •.
130 Jurisdicción territorial de la Comíclin Internacional del Río Oder, don. cit., p. 2 y so.
131 Proyecto GabCUmnMagymorot, dos, olt., pardgs. 110-113.
109 Cato rtlollw a la lila de EaelMIlSríudu, doc. ol»., «n ospeclal, opinión disidente dol vlcoprtsldonW Weers.
oaantryi frontera ternura y marítima entre el Camarín y Nigeria (Camerún o. NIgwla), CU, Fallo (oxoopelp-.
nos preliminares), 11/06/1698 (Asunto Uro Chad).
183 Frontem termin y marítima entro <1 Cameriln y Nigeria (Camerún o. Nigeria), Fallo, 10/10/2009, pordgs.
308.324, 'A
134 Sin porjulolo do la condona al mandatario do la República Argentina do aquol entonces, on la sentencia con
denatoria de marzo de 2013 do la Sala 1 de Casación Fenol on la cauta "Monem, Carlos y otro s/ contrabando
' ■ ‘ . . “49Í
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
136 “Sostenible" se refiere al aspecto endoestructural del sistema de que se trate, lo que ha de permanecer
firmemente establecido, asentado, fijo, inalterable, inamovible y "eustentable" a lo supraestructural de ose
mismo sistema, lo que requiere que ae lo esté alimentando y proporcionándole los medios de sobrevivencia
y de persistencia, a fin de que pueda extender su acción no solo en su ámbito (espacio), sino también en el
tiempo.
137 Ver capítulos 26 y 26 de esta obra (ríos Uruguay y do la Plata, CARU y CARP).
138 La GIRH es un proceso que fomenta el desarrollo y la gestión coordinados del agua, la tierra y los recursos
relacionados, con el objetivo de maximizar el bienestar económico y social resultante de forma equitativa, sin
perjudicar la sustentabilidad de los ecosistemas vitales. Ver Integrated Water Resources Management, GWP.
2000, disponible en httpy/www.gwp.org/es.
139 Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de ios Recursos Hídricos en el Mundo, cp. cit., p. 2 y ss.
492
------------------------- A. -W
'Vn\
Sin embargo, este precedente se vio limitado en 1957 en el ya mencionado caso del Lago
Lanoux™, donde el Tribunal Arbitral estableció que el derecho humano al agua no implica el. :¿£
derecho específico a un determinado cauce de agua, sino a la necesaria para la subsistencia,
imponiendo a los Estados respetar este precepto cuando negocian tratados relativos a límites
o respecto al agua146.* '
140 Convención de Ginebra Multilateral relativa a la Utilización de las Fuerzas Hidráulicas que Interesan a Va-
ríos Estados (1923).
141 Asunto del Lago Lanoux (Espafla/Francia), Laudo Arbitral, 16/11/1967, R.LA.A., val. xn, p. 807 y se. . •
142 Drnas de Clément, Zlata, Responsabilidad Internacional en materia ambiental, Univocidad Nacional de Tu-'
cumán IDELA, 1990, p. 12.
148 En virtud de este principio en el asunto de Enewetak, sustanciado ante el Tribunal de Reclamaciones Nuclea
ria de lai lelas Marshall, ee eatabloció, con arreglo a Ja Ley del Tribunal de Redamaciones Nucleares de lea ?•;
lelas Marehall de 1987, Indemnizar a loe habitantes de Enewetak, debido a la privación pasada y fritura del
uso del atolón de Enewetak; ademái de disponer la recuperación de Enewetak hasta devolverlo a un estado
seguro y productivo. Las dificultades que había padecido la población de Enewetak, como resultado de eu
reubicación derivada de la privación de uso ocasionada por los ensayos nucleares realizados en el atolón, tam- ’’
bián fueron consideradas. En el caso de los daños causados a pescadores japoneses por los ensayos nucleares
llevados a cabo por los Estados Unidos de América en 1954 cerca de lae lelas Marehall, este último país pagó
al Japón, a loa ofoctos de indemnizar los daños, 2 millones do dólares estadounidenses. Teniendo en cuenta
que en diciembre de 1947 la población había sido trasladada desde el atolón de Enewetak al atolón de Ujelang,
que en el momento del traslado el atolón contaba con 1.919,49 acres y que, a la fecha del regreso, el 01/10/1980,
habiéndose efectuado cuarenta y tres ensayos de dispositivos atómicos, contaba solo con 815,38 acres que se
devolvieron al uso, mientras otros 949,8 acres no estaban disponibles para el uso, y los 154,80 acres restantes
habían sido desintegrados, o sea, "eliminados del planeta Tierra".
144 "Los Principios de Prevención y Precaución en Materia Ambiental en loa Sistemas Internacional e Interame-
ricano", Jornadas de Derecho Internacional de Ja OEA, del 11 al 14/12/2000, Secretaría de la OEA, Washing
ton, 2001, pp. 81-92.
punto ni.
7
493
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Desde esta perspectiva, los Estados ribereños que comparten un flujo de agua deben
equilibrar los intereses do todos ellos, garantizando que las actividades que se realicen den
tro de su territorio, o bajo su jurisdicción y control, no causen daños al medio ambiente
de otro Estado14’, al planeta y a los ecosistemas presentes y futuros147 Así se los obliga a
148.149
controlar y vigilar el impacto ambiental sobre el recurso transfronterizo, por ejemplo, de
las actividades industriales o de desarrollo que se realicen dentro de su territorio, e incluso
de grupos civiles de su jurisdicción en caso de conflicto, conforme lo ha establecido la CU
en las sentencias recaídas respecto a las medidas provisionales dictadas en el marco de la
controversia del río San Juan citada, donde se impuso a Nicaragua la obligación de tomar
todas las medidas necesarias para evitar que personas civiles de su nacionalidad ingresen
a la zona en disputa148.
Este argumento también ha sido utilizado por la CIJ en los asuntos analizados con an-
teriodad de las Plantas de celulosa en el Río Uruguay y del Proyecto Gabiikovo-Nagymaros,
donde esencialmente se les ordenó a las partes “conciliar intereses”, teniendo en cuenta los
principios ambientales aplicables a los recursos hídricos mencionados150.
Con el desarrollo de los conceptos de “conciliación y comunidad de intereses", de “soli
daridad” y de “integridad" se ha logrado llegar a establecer un cuerpo de normas sobre el uso
del agua que comparten dos o más Estados101, sin que ello implique dejar sin efecto el derecho
soberano de explotar, aprovechar y administrar los recursos naturales que se encuentren en su
territorio, conforme los principios del derecho internacional y las normas aplicables.
Es importante destacar que, a Jos efectos probatorios, en este desarrollo normativo vincu
lado al derecho internacional ambiental, a diferencia de lo que ha sucedido en la práctica de la
CU1”, existe un principio probatorio especial, según el cual es el agente generador del riesgo,
en este caso el Estado demandado, quien debe probar su inocuidad, a partir de los recaudos
exigidos por el procedimiento de estudios técnicos previos o sobrevinientes señalados, invir-
tiéndose de esta forma el principio general de la carga probatoria procesal. Es incluso impera
tivamente procedente, ante la prueba de falta de certeza, una medida precautoria ambiental,
que, además de ordenar el cese de las actividades riesgosas y mitigaciones en su caso, deberá
requerir la realización de los informes científicos respectivos de impacto ambiental, tal como lo
ha efectuado la CIJ (aunque sin referirse específicamente a este principio) en el marco de los
asuntos del río San Juan188.
En este sentido, el principio precautorio ambiental impone que las obligaciones señala
das, en virtud del principio natural de incertidumbre, se establezcan haya o no certeza cientí
fica respecto al daño o impacto ambiental. Así, los Estados de la comunidad internacional de
ben abstenerse de realizar todo acto con posibles consecuencias sobre el recurso hasta que no
se evacuó la incerüdumbre científica respecto a los efectos que dichas acciones podrían tener
sobre loa recursos hídricos, o sea, sobre el ciclo del agua planetario. El Estado demandado debe
acreditar en su caso, además de los requisitos dispuestos ab initio en los informos de impacto
147 Cato de la Fundición de Trail (EE.UUJCanadá), Laudo Arbitral. 18/04/1938 y 1VW/1941» R.IA.A., vol. lir.
pp. 1900-1982.
148 Declaración do la Confcranoia da loa Nadónos Unidai sobro el Maúlo Humano, Eatocolmo, 18/06/1972, prlnci-
pioi2y6. 'Loa raouraoe naturalao da la Tierra |..J deben proearvarao en beneficio do laa goncraoionee proaen-
toa y futuraa medíante una cuidadoaa planificación u ordenación, según convonga"*, Doolaraclón do Retocolmo
sobro el Medio Ambienta Humano (1972) y Declaración de Río aobro Medio Ambionto y Deearrollo fiootonlblc
(1992).
149 Ciertas actiuldadei licuadas a cabo por Nicaragua en la región fronteriza y Construcción de una ruta en Costa
Rica a lo largo del Rio San Juan, doc. eit., Providonclaa (medida* proviaíonalee). 08/08/2011, parág. 77 y as. y
16/07/2018, parág. 87.
160 Proyecta GabClhouo-Nagymaroe, doc. alt„ parág. 140 in fine: "La Corto oatá convencida do quo, on el ámbito da
la protección del medio ambiento, la prevención y la vigilancia ion requeridas on ratón del frecuento carácter
irrovarilblo dol dafto al modlo ambienta y do ha limitaciones inhorentoa al mecaniomo miamo do reparaolón
158 Ciertas actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la reglón fronteriza y Construcción de una ruta en Costa
Rica a lo largo del Río San Juan, doc. eit., Providoncia (medidas provisionales), 22/11/2013, parág. 41 y 88.
494
__________________ CAPITULO 24 ■ RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS Y RECURSOS HlDRiCQS ItíTERNAaONAÍES •
de las obras, la debida gestión y cumplimiento del sistema de control suficiente e información *£>2
pública oportuna, diseñado en los estudios previos de impacto, a los fines de garantizar qüe/’<-&
las instalaciones de los procesos productivos no impacten de forma adversa los cauces de agua^'W
superficial, subterránea y atmosférica154.
No obstante, estos principios, esencialmente el precautorio ambiental, aún no han aido
receptados en forma específica en los fallos de la CU al momento de decidir el otorgamiento í
de medidas provisionales en relación con los recursos hídricos. Quizás esto responda a qu¿: ;v'£¿
en muchos casos, ni siquiera han sido debidamente planteados o probados por los Estados en’ . .!■'
los asuntos ante ella sometidos’55, teniendo en cuenta que, en virtud del principio precau- .’n
torio ambiental, resultaría aplicable una medida provisional o una obligación legal, no solp
cuando se encontrara probada y evaluada la gravedad del riesgo productor de ün dañó*;; ‘
irreversible, con efectos inminentes actuales o füturos, sino también ante la falta de certeza V?
científica, que, llegado el caso, también debe ser probada. En el marco de las medidas provi-.
sionales solicitadas por Argentina en el caso de las Plantas de celulosa en el Río Uruguay,
o en las medidas provisionales solicitadas por Nicaragua, en una segunda oportunidad,
respecto a la continuación de las obras de construcción de la carretera al margen del río
San Juan por parte de Costa Rica, la CIJ rechazó las medidas solicitadas con el argumento
de que, si bien los Estados están legitimados para requerir que cesen los impactos trans
fronterizos con efectos lesivos sobre su medio ambiente15®, en estos asuntos los daños no
habían sido debidamente probados. Cabe destacar que, en el caso del río San Juan, la CIJ
* 160 sí fue contemplada en otro asunto
no hizo referencia a la falta de certeza jurídica157,* que
sobre los mismos hechos ante otro tribunal internacional, como la Corte Centroamericana
de Justicia168.
Sin embargo, es importante destacar los fundamentos de las medidas precautorias otor
gadas por la CIJ en el marco de las controversias acontecidas entre Costa Rica y Nicaragua
respecto del río San Juan, esencialmente las otorgadas a Costa Rica el 8 de marzo de 20111H y
reafirmadas y ampliadas el 22 de noviembre de 2013150, ante la construcción, en dos ocasiones,
de tubos por parte de Nicaragua que desviaban laa aguas del río y ocasionaban perjuicios al
medio ambiente. A pesar de que las decisiones se fundaron sobre todo en el derecho territo
rial del Estado y no en su derecho esencial de protección ambiental (que tampoco había sido
invocado por Costa Rica desde esta perspectiva en eu requerimiento), se ordenó, entre otras
154 Ya sea por verificación do! funcionamiento loiUnlbl# do dichos procesos, de las plantas de procesamiento de
efluentes, de obrae do contención o Impermeabilitación de suelos, como on el caso, entro otros, de los resor-
vorlos de sustancies líquidas nocivas, do los diquos do colé do les explotaciones de minoras por lixiviado o
actividades agrícolas o industrialoi, de los filtros do los ohlmonoas o ncrubber, a efectos de evitar que las omi
siones gaseosas contengan sustancias que, on contacto con la atmósfera y las aguas, produzcan sustancias
peligrosas (como, por ejemplo, las lluvias ácidos).
155 Al limitarse en sus presentaciones judie)aloe, conforme surgo del resultado do la controversia, a invocar
dafloo genéricos no específicos y no probar o contemplar los riesgos do daños específicos Arturos (por los
efectos acumulativos irreversibles futuros), como ha sucedido, ontre otros, on el asunto do las papeleras del
construcción de una carretera sobro el margen derecho dol río San Juan, donde las partes, si bion lnvooaron
daños y riesgos, lo hioiaron de forma genérica sin probarlos debidamente, ya aea científicamente o aoredlton-
do la imposibilidad al efecto. En estos aeuntoe, más alié do la labor de los abogadoo al redactar las presenta
ciones anta la CIJ, es do sumo importancia la labor ciontíflca para probar los recaudos fórmalos roquorldos
a ostos ofectos.
166 Plantas do celulosa en el Rio Uruguay, doc. cit., parág. 204: opinión consultiva sobre la Legalidad de la ama-
nata o el uso do armas nucleares, op. cíU parflg. 29.
157 Ciertas actividades llevadas o cabo por Nicaragua en la reglón fronteriia y Construcción do una ruta en Costa
Rica a lo largo del Rio San Juan. doc. cit., Providencia (modidas provisionales), 16/07/2013, parág. 16 y os.
y 18/12/2018, pardg. 16 y as. La primera do ollas Ato solicitada por Nicaragua y la segunda, por Costa Rico,
ambas paro la ampliaolón da la modlda provisional otorgada por la CU el 08/08/2011, en virtud do incumpli
168 Asunto Asociación Foro Nacional de Reciclaje (FONARE) CCJ, doc. cit.
160 Ciertas actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la región frontcrlea y Construcción de una ruta on Costa
Rica a lo largo del Río San Juan, doc. cit., Providencia (medidas provisionolco), 08/03/2011.
160 Ibíd., Providencio (modidas provisionales), 22/11/2013.
X-------------------------------------------
485
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PQBUCO
161 “La filosofía de Ramsargira en torno al concepto de ‘uso racional’. El uso racional de los humedales se define
como ‘el mantenimiento de sus características ecológicas, logrado mediante la implementación de enfoques
por ecosistemas, dentro del contexto del desarrollo sustentable’. Por consiguiente, la conservación de loe hu
medales, así como su uso sustentable y el de sus recursos, so hallan en el centro dol ‘uso racional’ en beneficio
de la humanidad" (artículo de *'la Convención Ramear* publicado en www.ramsar.org).
162 Ciertas actividades llevadas a cabo porNicaragua en ¿a región fronteriza y Construcción de una ruta en Costa
Rica a lo largo del Río San Juan. doc. cit., Providencia (medidas provisionales), 08/03/2011, parág. 63; ibíd.,
22/11/2013, donde -entre otras medidas- en esta última providencia se indicó: “Con relación a los dos nuevos
caños, la Corte recuerda que ellos están situados en el territorio disputado en el ‘Humedal Caribe Noreste'
respecto dol cual Costa Rica asume obligaciones bajo la Convención de Ramsar. En consocuoncia, miontras
se encuentre pendiente el dictado del Fallo sobre el fondo, Costa Rica consultará con la Secretaría de la
Convención de Ramsar para una evaluación de la situación ambiental creada por la construcción de los dos
nuevos cañoe. Tomando en consideración cualquier aporte experto de la Secretaría, Costa Rica podrá tomar
las medidas apropiadas relativas a loa nuevos caños, en la medida neooaaria para prevenir perjuicio Irrepara
ble al medio ambiente del territorio tn disputa. Al tomar estas medidas, Costa Rica evitará cualquier efecto
adverso sobre el río San Juan. Costa Rica notificará previamente a Nicaragua sobre tales medidas” (parág.
M) (traducción libre).
163 Disputa concerniente a derechos de navegación y derechos conexos, doc. cit, parág. 9 y ss.
164 Ciertas actividades llevadas acabo por Nicaragua en la región fronteriza y Construcción de una ruta en Costa
Riea a lo largo del Rio San Juan, doc. cit., Providencia (medidas provisionales), 08/03/2011, parág. 33.
165 Obligaciones internacionales derivadas de la Convención Ramsar (1971), de la Convención sobre el Comercio
Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (1973) y del Convenio para la Conservación
de la Biodiveraidad y la Protección de la6 Áreas Silvestres Prioritarias en América Central (1992).
166 Acumulación quo se produjo con el argumento de que los dos casos eran entre las mismas partes y se relacio
naban con los efectos ambientales perjudiciales sobre los ecosistemas del río San Juan, en violación al Trata
do de Límites de 1858 y la Convención Ramsar, entre otros, en virtud de las actividades que ambas realizaban
en dicha frontera común: de dragado del rfo y de incursión, ocupación y uso de territorio costarricense por
parte del ojército do Nicaragua y de la construcción de una carretera en el margon derecho por parte de Costa
Rica.
496
CAPÍTULO 24 • RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS Y RECURSOS HlDRICO^TE^CIONA^S -.
fueron solicitadas por Costa Rica187, ya que, aun suponiendo que el riesgo real de nér
irreparable se había probado, no existía evidencia de una urgencia que justificara is indicari
de otras medidas provisionales adicionales a las dispuestas1", argumentando, sin contemblaT'
los principios de prevención de actos de impactos futuros en materia ambiental, te¿dieiu^
evitar daños futuros irreversibles producto de actividades presentes189, que el supuesto
no Bolo debía ser “real”, sino también “inminente””0. • .
Sin embargo, lo importante y significativo de los fundamentos de la medida provisional
adoptada por la CIJ del 8 do marzo de 2011 en el asunto dol río San Juan es que, aunqúdiitf'
so basó on forma directa en el derecho internacional ambiental, ordenó en forma precautoria*
que ninguna de las partes del litigio pueda mantener personal militar en el territorio en
puta; permitiendo exclusivamente a Costa Rica enviar personal civil a dicho territorio para'.
protogor ol modio ambiento fronte a posibles daños irreparables. Asimismo prohibió llevar -
a cabo cualquier actividad que pudiera agravar más la controversia antes de que la Corté íjf
emitiera su decisión final. De este modo indirecto, el pronunciamiento da cabida al principio
precautorio del derecho ambiental con relación a un recurso hídrico, al permitir al Estado W
reclamante ejercer un control ante "posibles daños irreparables" sin necesidad de que el daño.
se haya producido, y ordena la realización de estudios de impacto ambiental y evaluaciones
técnicas. .
•■•Ai*'...-'
En conclusión, el principio precautorio ambiental definido en el Protocolo de Montreal de §'•
1987 y en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático”1 determina V;
que los Estados están obligados a actuar en interés de la seguridad humana; en este caso, a *?'<
partir de la conservación de la cantidad y calidad de agua del recurso, incluso ante la "falta de
certeza científica”.
Sobro la base de estos principios, resultaría procedente, nuevamente, como caso de ©jem-1' a
pío, determinar la responsabilidad de los Estados emisores, lo cual debería efectivizarse no solo
económicamente, mediante la creación de un fondo común económico y seguros ambientales
al efecto, sino también investigando, desarrollando y aplicando nuevas tecnologías para reme
diar y paliar do forma preventiva todos los efectos colaterales producidos o incrementados en
las poblaciones, biodivorsldad, rocursos y territorios de los Estados afectados por los sequías
e inundaciones mencionadaslTÍ, diseñando a tal fin remedios basados en parámetros de resul
167 Ciertas actividades llevadas a cabo por Nicaragua en la región fronteriza y Construcción de una ruta en Costa
Rica a lo largo del Rio San Juan, doc. cit. Señalando que “incluso asumiendo que un riesgo real de perjuicio
irreparable haya sido demostrado, la Corte no ve, en loa hechos, tal como se le han presentado, la evidencia de
urgencia que justificaría la indicación de medidas provisionales adicionales. J el riesgo alegado no solo debe
ser ‘real’, aino también 'inminente*"; Rechazo de medidas provisionales del 16/07/2013, parág. 35 (traducción
libro).
168 Ibíd., Providencia (medidas provisionales), 08/03/2011.
169 Presorvando consecuentemente los derechos humanos de las poblaciones afectadas, la CSJN Argentina, invo*
cando ese principio, dictó una medida precautoria para frenar los permisos de tala de bosques hasta que los
órganos de gobierno competentes no realicen los planes de ordenamiento territorial respectivos, en especial
de bosques nativos, e efectos de evitar su tala indiscriminada, teniendo en cuenta que las modificaciones no
sustentables de la naturaleza de este tipo, que afectan la permeabilidad do! suelo, pueden provocar escurrí*
miento y, en consecuencia, aludes e inundaciones que perjudican a la población. (C.8.J.N., 18-12-2011, "Salee,
Dino y otros c/ Salta, Provincia de y Estado Nacional a/ amparo", S. 1144. XLIV, Revista La Ley, 28/12/2011).
170 Ver disidencia del juez Can?ado Trlndade en esto asunto.
171 Sin perjuicio del principio 15 de la Declaración de Rio de Janeiro, aprobada por la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (junio de 1992), que dispono: “Con ol fin de proteger el medio
ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamonte el criterio do precaución conforme a sus capacidades.
Cuando haya peligro de dafio grave e irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilísarse
como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degrada
ción del medio ambiente", y esto es así porque la verdad absoluta no existe, lo único asequible es la posibilidad
de disminuir el grado de incertidumbre (principio de relatividad).
172 El principio 16 de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo establece que se debe fomentar la
internalizaclón de los costos ambientales y el uso de instrumentos económicos, aplicando el criterio o “princi
497
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
178 A partir da tata principio, siguiendo con el caso da ostudio do loa Estados afectados por las inundaciones o por
las sequías como consecuencia dol oalentamlonto global, podría decirse que, al estos pruebon dontíficamonte
el noxo causal antro estas y las emisiones efecto Invernadero efectuadas en el territorio de torcoros Estados,
estarían legitimados para ejercer un ro clamo jurisdiccional ante un fuero Intcrnaaional con ribetea reparóte*
tambar y quo contribuyen a la formación de un principio general; Ornas de Cldment. Zlata, op. rit CFuontes
dol derecho Internacional del medloambionto*), p. 22 y u.
176 Resolución A/RE8/03/12,11/12/2011, aprobada por consenso
488
CAPÍTULO 24 • RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS CURSOS Y RECURSOS HÍDRIDOS INTERNACIONALES
Raaón por la cual Estado» como Francia y Bulgaria prohibieron rceflioarjao en eu territorio. •
179
ISO Ver Píanfat do otlulaoa on ti Ría Uruguay, doc. olt., paré®. 204, tratado en el capítulo 26 de la preiento obra.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
6. Conclusión
Si bien en la actualidad existe un régimen normativo evolucionado con relación a los usos
de los cauces hídricos comunes con fines distintos de la navegación, los Estados de la comuni
dad internacional se encuentran obligados a establecer la vigencia de un régimen de principios
rectores de los recursos hídricos, coherentes en el sentido científico y jurídico. Es decir, que
contemple reglas adecuadas para su uso sostenible, mediante la evaluación previa de impactos
y planes de mitigación adecuados, que podrían ser fiscalizados por órganos internacionales
especializados o por órganos internos regidos por principios comunes que garanticen todos los
efectos de los riesgos posibles.
Esto quiere decir que los emprendimientos que utilizan o afectan los recursos hídricoB
de forma directa o indirecta en sus procesos, más allá de acreditar su sostenlbilidad, deberían
contemplar en sus costos el valor patrimonial de los recursos naturales y ambientales, previo a
que los Estados otorguen las habilitaciones correspondientes para el desarrollo de la actividad,
como así un régimen sancionatorio efectivo que persuada a los Estados de efectuar actos noci-
181 La importancia de las aguas subterráneas confinadas radica en que su cantidad asciende a 23.400.000 km’
frente a la relativamente pequeña cifra de 42.800 km1 que reúnen todos 103 ríos del globo terráqueo. El 97 % de
las aguas dulces del planeta corresponde a aguas subterráneas (si se exceptúan los casquetes polares y los gla
ciares) y cada vez es mayor el número de acuíferos confinados de los que se va tomando conocimiento. El acilí
fero Guaraní (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) posee 40.000 km’ en una superficie de 1.200.000 km’,
con una profundidad de entre 400 y 1.800 metros. La explotación por pozos profundos permite la extracción
de caudales superiores a 500.0001/h y, en varias regiónos, presenta urgencia natural. El acuífero de Arena de
Piedra del Sahara Oriental (Egipto, Lúbia, Chad, Sudán) posee 457.000 km* de agua fósil cuya antigüedad se
estima en 35.000 años, época en la que la región era una sabana fértil, ubicados en una superficie aproximada
de 2.200.000 km3. Desde la década de los setenta, cada uno de los países dol acuífero ha intentado explotar la
reserva por separado. En 1991, Libia ha construido el denominado ‘Gran río artificiar de 3.500 km de tuberías
de hormigón de 4 metros de diámetro para transportar el agua desde Fezzan a la costa. El “río’ suministra
medio millón de metros cúbicos diarios a las ciudades costeras del país, donde se concentra la mayoría de la
población de Libia. Los cuatro Estados del acuífero han resuelto formar una autoridad conjunta para estudiar
y explotar el acuífero, al mismo tiempo que han convenido solicitar asistencia técnica internacional para el
proyecto conjunto. El acuífero del Sáhara Septentrional, SASS, es un reservorio compartido por Argelia, Libia
y Túnez, con aguas a más de 1.000 metros de profundidad. En los últimos treinta años ha sido expuesto por
inadecuada explotación a riesgos de agotamiento, pérdida de presión artesiana y salinización. Recientemente,
los países del sistema han acordado, mediante la acción de la FAO, la gostión tripartita del acuífero, la que con
templa mecanismos e instituciones. Podemos mencionar también los acuíferos de Al-Jafer y Disi, compartidos
por Jordania y Arabia Saudita, y el acuífero Terminal Continental, compartido entre Gambia y Senegal, reser
vorio que aún no cuenta con un acuerdo entre los países del sistema. (Krishna, R. y Salman, S., "International
Groundwater Law and the World BankPolicy Projects on Transboundary Groundwater”, Groundivaters: Legal
and Policy Perspeciiues, Salman, S. (ed.), World Bank, Washington D.C., 1399, pp. 183-184).
182 Resoluciones de la Asamblea General 56/82,61/36, 62/68 y 65/28, Informes del Secretario General A/65/184
y Add.l, A/68/94 y A/68/170.
183 Conf. principios 13 y 16 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992).
184 Se entiende por “daño transfronterizo” el daño causado en el territorio o en otros lugares bajo la jurisdicción
o el control de un Estado distinto del Estado en cuyo territorio u otro lugar bajo su jurisdicción o control se
realizaron las actividades mencionadas en el proyecto de principio 1 sobre responsabilidad internacional por
las consecuencias perjudiciales de actos no prohibidos por el derecho internacional (Responsabilidad Interna
cional en Caso do Pérdida Causada por un Daño Transfronterizo Resultante de Actividades Peligrosas) (ver
• capítulo 16 de esta obra).
500
v
vos que los afecten. Ello teniendo en cuenta que la dificultad, e imposibilidad de re
impactos sobre este recurso y la irreversibilidad de los daños, esencialmente a las poblé
vulnerables del planeta, deben ser resarcidas con programas de saneamiento basado®*
obtención de resultados concretos18*.
Por otra parte, entre otros problemas atinentes al recurso, los Estados emisores
seo de efecto invernadero, y el resto de los Estados, en tanto los impactos actuales q
omisiones afectan y alcanzan a todo el planeta Tierra, al provocar cambios significativos en
mapa de lluvias y en la temperatura, que originan importantes problemas y desastres;-
inundaclonos, sequías, aumento del nivel del mar por derretimiento do loa casquete^ polaróX
aceleración on el ritmo do evaporación de algunos cursos do agua, entre otros-, deberían cóh'.
ciliar sus intereses de forma inminente, efectiva, eficaz y voluntaria en un ámbito multilateral'’!?
universal. Ibdo olio, previo a que una corte internacional los condeno. Sobre todo teniendow-
cuenta el tiempo transcurrido desde que ao firmó la Convención sobre Cambio Climático; sui
objetivos iniciales de remediación y reducción de emisiones, que en forma reiterada
sido cumplidos; el principio de cstoppel, y la certeza jurídica de estos efectos, que relevarían
prueba a los Estados damnificados respecto a las obligaciones de los Estados incluidos en ¿1
anexo 1 y otros que deberían estarlo, como China, en virtud de los niveles de emisión de gases.^^'s
185 Si el derecho no sirve para proteger, mantener y asegurar la existencia plena de la vida, pierde su razón de
ser. No es posible sustituir la maquiavélica ratón de Estado por una nueva ratón de mercado más aberrante
e injusta aún. En esa sonda mucho tiene que hacer el derecho administrativo, quo debe mantener una coor
dinación entro la lucha de loa derechos (loa de segunda y torcora generación contra los de primera). Porque la
actuación administrativa en el Estado asbtencial, que crea, organiza y atiende sectores cada vez más ligados
a la propia unidad mínima existencial del individuo, para al quo la ley constituye «1 marco de despliegue de
toda su conducta, es distinta de la actuación administrativa puramente de intervención, para la que la ley
constituya la norma habilitante de la injerencia que ella produzca en la conducta de los particulares. En la
primera, la ley supone norma de comportamiento; en la segunda, presupuesto da decisión. Por ello, los que, al
analizar las prorrogativas y exorbitancias que so acuerdan al Estado y que el derecho administrativo estu
dia, pretenden que desaparezcan esos instrumentos de actuación estatal, calificando -superficialmente- al
derecho administrativo de autoritario, sin distinguir uno y otro supuesto, o no han entendido nada do esta
disciplina (y quizás tampoco de la vida, como el extranjero de Camuslu obran de mola fe; Hutehinson, Tomás,
501
Régimen jurídico del Río de la 'g
Plata y su frente marítimo
Patricia L. Lobato Halajczuk, María Fernanda Rosignolo y Federico Jarast1 2 3
1. Introducción
El Río de la Plata es una frontera natural entre la República Argentina y la República
Oriental del Uruguay. Al separar loa territorioa de ambos países, asume la calidad de “río in
ternacional contiguo o fronterizo", y, al formar la Cuenca del Plata’ junto con loa ríos Paraná
y Uruguay, asume la calidad “de recurso hídrico transfronterizo compartido", constituyendo
el principal sistema de recarga del Acuífero Guaraní y la conexión de la cuenca con el océano
Atlántico8.
Entre las razones para justificar que se trata de un río -y no de una entrada del mar-
puede señalarse que posee agua dulce, que se forma un delta y que, al chocar con las aguas
marítimas, se forman bancos de arena. El delta es la “culminación del proceso de erosión y
arrastre de la6 aguas pluviofiuviales y la acción de los vientos, que traslada suelos hacia su
desembocadura"4. * 6
Siguiendo criterios geográficos y técnicos marinos8, como puede verse en la siguiente fi- '
gura, el río ha sido divididoJurídicamente en tres zonas o secciones:
www.aomiiionrlodolaplata.org/oLrlo.aop).
3 Rl Río do la Plato posea descargos medias hlstóricao do 16.000 y 6.000 m°/i, que aitúan a ooto sistema fluvlo-
morino on quinto y ouarto lugar en el mundo on doooarga fluvial y oomplqjidad dol Uros batlmétrica. Junto coa
au fronte marítimo, presenta caractoríotlcao únicas a nivel global quo lo ubican entre uno de loo prinoipaloo
sistemas fluviales y fluvlomarinoo dol mundo, "formando parto dol Oran Soootitama Marino (OIM) da la plat
aforma continental sudoccidental do América dol Sur, constituyendo una da loo áreas naturales más ricas,
singulares y on poligro del planeta, tapiando on cuenta quo on ous márgenes habitan moe do 16 milloneo,
asentadas en lea dos óreos metropolitanas más significativas y donoamoata pobladas da Argentina y Uru
guay, las quo concentran las principales actividades Industriales y de servicios, la mayor parte de la actividad
portuaria y las principales actividades económicas do ambos países"; Proyecto PNUD ARG/09/046 URU09/
031 (información disponible en http//www.freplato.org). Asimismo su dinámica hidro-eodiroontológlca, "o*
relevante para comprendo: loe procesos do erosión costera, la deposición y puosta en blodisponlbilldad do los
contaminantes y los ciclos biológicos do los pocos y el fitoplancton que Influyen en las pesquerías, así como
en el mantenimiento y dragado de los puertos y vías navegablos" do esta recurso internacional; Estudio de
la dinámica hidro-aodimentológica del Río do la Plata: observación y modelación numérica da los sodimentoe
Anos, realizado en el marco del proyecto Freplata RLA 99, Convenio de Cooperación n." CZZ 1268.01, p- 31.
4 del Castillo, Lilian, El Raimen Jurídico del Río de la Plata y su Frente Marítimo, Coneqjo Argentino para las
Relaciones Internacionales, Buenos Aireo, 2006, p. 29. • •
6 Halqjczuk, Bohdan, Derecho Internacional Público, Ediar, Buenos Aires, 1972, p. 266.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ8UCO
1) La zona primera, superior o interior®, que se extiende desde el paralelo de Punte Gorda
hasta la línea recta imaginaria que une las ciudades de Colonia de) Sacramento (Uruguay) y
Punta Lara (Argentina), coincidente con su nacimiento en la confluencia de los ríos Paraná y
Uruguay, de 37,781 kilómetros (20.4 millas marinas).
2) La zona segunda o media, que se origina en la recta imaginaria anterior hasta la línea
imaginaria similar que une las puntas de ambas costas, Brava (Montevideo-Uruguay) y Punta
Piedras (Argentina), con una longitud de 94,462 kilómetros (51 millas marinas).
3) La zona tercera, inferior o exterior, que se extiende desdo esta última línea imaginaria
hasta la línea de división con el océano Atlántico, que une al Cabo de Santa María (Punta del
Este, Uruguay) con la Punta Rasa del Cabo de San Antonio (Argentina), de 221 kilómetros
7,8que constituye la línea de base para la medición de la anchura del mar
(119,4 millas marinas)6
territorial y zonas adyacentes.
2. Antecedentes históricos
Desde su descubrimiento en 1516 hasta la oleada emancipadora de principios del siglo
xix, el Río de la Plata estuvo b^jo el control exclusivo de la corona española. Las intenciones
expanstenistas de la corona portuguesa no lograron más que un dominio sumamente limitado
en términos temporales de su margen oriental9, lo cual es casi desdeñable en términos jurídi
Este
cos a los efectos de cuestionar el preponderante dominio español sobre el río en cuestión10.11
dominio español quedaría luego consolidado jurídicamente en el Tratado de límites de San
Ildefonso de 1777“, por el cual España y Portugal establecían sus fronteras en Sudamérica.
6 Límite interno dol río originalmente establecido en el Tratado da Límites del Río Uruguay del 7 da abril de
1961 (Paralelo de Punta Gorda).
7 Límite externo del río originalmente establecido en la Declaración Conjunte sobre el límite exterior del Río
de la Plata de 1961 y en el Protocolo del Río de la Plata de 1964.
8 Disponible en http://www.comisionriodelaplata.org/el_rio.n8p
9 Vernet, Paula, 'Decoloniration: Spanieh territorios” (2011), en Max Planck Encyclopedia of Public Interna
tional Law, http://www.mpepil.com, párrs. 22-23.
10 Seftala Halajczuk que, en virtud del tradicional principio de uti posiidttiajurit de 1810, el río pertenecería en
su totalidad a Argentina, adquiriendo calidad de rio internacional a partir de la secesión de Uruguay» “que
perteneció de jure a las Provincias Unidas del Río de la Plata y formó parte del Virreinato con sode en Buenos
Aires” a partir de los manejos británicos en la zona del siglo xix y la influencia de la política expansionista de
Brasil, con relación al Uruguay (Halajcxuk, Bohdan, op. cü., pp. 254-266).
11 El Tratado de San Ildefonso de 1777 establecía en su artículo ni -considerando como uno de los principales
motivos de las discordias ocurridas entre las dos Coronas el establecimiento portugués de la Colonia del Sac
ramento, isla de San Gabriel, y otros puestos y territorios que pretendió Portugal en la banda septentrional
del Río de la Plata-, “por el bien recíproco de ambas naciones, y para asegurar una paz perpetuo entre las
do9, que dicha navegación de los ríos de la Plata y Uruguay, y los terrenos de sus dos bandas, septentrional y
meridional, pertenezcan privativamente a la Corona de España y a sus súbditoa, hasta donde desemboca en
el mismo Uruguay".
• ’ ■’’ X. 7A »:?;
CAPÍTULO 25 -RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO DE LA PLATA Y SU FRENTE MARÍTIMO • ’.;/
Desde finales del siglo xv y basándose en las bulas papales Inter cociera, Dudufñ ai^&
dem (ambas de 1493) y Ea quae (de 1506, mediante la cual so ratificó el Tratado de Tordoslllaa
de 1494), Espafia monopolizó los mares adyacentes a las Indias, creando un sistema que boIoÍ^a
permitía el tráfico de buques de su bandera por dichas zonas11. Esto no implica que en la prá¿Sí
tica los únicos buques en navegar los mares adyacentes a las Indias fueran de origen espaSS^
poro indudablemente resulta relevante como antecedente jurídico.
Para fines del siglo xvm la situación había cambiado de manera drástica: el fin de la Gu¿^
rra de los Treinta Afios, que implicó el nacimiento del derecho internacional público modériio,^^
produjo que el derecho de gentes pasara a estribarse en nuevos principios, entre ellos el de -1'
libertad de los mares15.*Esta
17 nueva realidad trujo aparejada la celebración de una seguidilla. < -
12 13 14, los cuales versaban principalmente sobre
de tratados que influyeron sobre el Río de la Plata
cuestiones referidas a la libre navegación18.
12 Barbería, Julio, "Régimen jurídico internacional del Río de la Plata”, en Régimen jurídico del Río de la Plata,
Barberis, Julio y Pígrettí, Eduardo, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1969, pp. 21-24.
13 Puede advertirse esta tendencia en la obra do Hugo Grocio, quien, a principios del siglo xvij, publicó un trabajo
consideraba todavía como un derocho natural". (Antokoletz, D.; Tratado de Derecho Internacional Público en
tiempo de pat, La Facultad, Buonos Aires, 1928, t. 2, p. 805). La simpleza de esto asoveracíón no va en detri
mento ni de su certeza ni de la profundidad detrás de su análisis.
15 Conforme se expuso en el capítulo 24 de la presente obra (Principios de libertad de navegación y derecho na
tural do salida al mar).
1$ Sin perjuicio do la Impugnación de los Tratados de Libre Navegación celebrados por la Confederación en 1863
con Estados Unidos de América y en 1869 con España, llevada a cabo el 8 de mayo de 1860 por el Estado do
Buenos Aires, en virtud do la rosorva efectuada cuando so Incorporó a la Confederación mediante la ratifica
ción del Pacto de 9an José de Flores del 10 de noviembre de 1859, plasmada en el artículo 18 de dicho plexo.
en el Río de La Plata" (Armas Pfirter, Frida; Barberis, Julio; Béraud, Alan y Freyre, Nelly, Los limites de la
República Argentina, Abaco de Rodolfo Dopalma, Buenos Aires, 2000, p. 129). Muestra acabada do ello son
las propias palabras de su texto, que estableció las bases para futuros entendimientos al decir que “1.” Los
sentimientoa y aspiraciones de uno y otro pueblo son recíproco! en el propósito de cultivar y mantener los
antiguos vínculos de amistad, fortalecidos por el común origen de ambas naciones. 2.® Con el propósito de dar
mayor eficacia a la declaración quo precede y de eliminar cualquior resentimiento que pudiera habar quedado
en motivo de pasadas divergencias, convienen en que, no habiendo tenido ellas por móvil referirse agravio
alguno, se laa considera como insubsistentes y que, por lo tanto, en nada amenguan el espíritu de armonía
quo los anima ni las consideraciones quo mutuamente so dispensan. 3.* La navegación y uso de las aguas dsl
río de la Plata, continuará sin alteración, como hasta el presente, y cualquier diferencia que con ese motivo
pueda surgir, será allanada y resuelta con el mismo espíritu do cordialidad y buena armonía que han existido
18 Armas Pfirter, Frida; Barberis, Julio; Béraud, Alan y Freyre, Nelly, opscit., p. 129.
505
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
importante fue que pu6O de relieve la predisposición de ambas partes para solucionar de ma
nera pacífica cualquier tipo de controversias que pudieren surgir18. * 20 21 22 *
La década de 1960 fue sumamente prolífica en materia de normativa aplicable al Río de la
Plata. Mediante la Declaración conjunta sobre el límite exterior del Río de la Plata, adoptada
por ambos Estados ribereños el 30 de enero de 196130, se estableció el límite exterior del río,
que, conforme se mencionó supra, lo es hasta la línea imaginaria que une Punta Rasa del Cabo
San Antonio (Argentina) con Punta del Este (Uruguay). Asimismo, se sentó la naturaleza jurí
dica de la condición del río, estableciéndose que sus aguas serían tratadas como aguas fluviales
y no marítimas, condición legal que habían pretendido atribuirle renombrados intemaciona
listas del viqjo continente, “que implicaba la negación de los legítimos derechos de los Estados
ribereños”81, ejerciendo ambos Estados jurisdicción exclusiva sobre sus aguas88.
Unos meses más tarde, el 1 de abril de 1961, las mismas partes celebraron el Tratado de
límites del Río Uruguay, estipulando que este curso de agua finalizaría en el paralelo de Punta
Gorda. La consecuencia necesaria ftie que el Río de la Plata comenzaría a partir de dicho pa
ralelo, y no antes.
Otros instrumentos que influyeron 6obre el régimen jurídico del río fueron el Protocolo
del Río de la Plata, suscripto el 14 de enero de 1964, a través del cual se acordó la ejecución de
un Plan de Levantamiento Integral del río y a cuyos efectos se creó una Comisión Mixta homó
nima al plan3’; el Acta de Santa Cruz de la Segunda Reunión de Cancilleres de la Cuenca del
Plata (Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay), que creó formalmente el Comité In-
tergubernamental Coordinador (CIC)24 y
25estableció,
26 entre otras prioridades38, la redacción del
Tratado del Río de la Plata en un plazo no mayor de ciento veinte días; el Tratado de la Cuenca
del Plata38, suscripto por los Estados de la cuenca el 23 de abril de 1969, y la Declaración del
Río Uruguay, adoptada el 15 de marzo de 1970, mediante la cual los presidentes argentino y
uruguayo acordaron que la explotación de los recursos de las aguas, lecho y subsuelo del Río de
la Plata debía redundar en beneficio de ambas partes.
Fue de ese modo que el 19 de noviembre de 1973 finalmente la República Argentina y la
República Oriental del Uruguay concluyeron el Tratado del Río de la Plata y su Frente Mari
is Ver Arma» Pfirter, Frida, El derecho internacional de pesquerías y el Frente Marítimo del Río de la Plata,
Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, 1994, p. 815.
20 La Declaración Conjunta sobro el Límite Exterior dol Río de la Plata fija los limito» del río, disposiciones quo
luego serán retomadas en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, estableciendo, en su artículo
1, que “El límite exterior del Río de la Plata, divisorio de las aguas de dicho río con el Océano Atlántico, es
la línea recta imaginaria quo une punta dol Este on ol Uruguay con Punta Rasa dol Cabo de San Antonio en
la Argentina", en su artículo 2 que "La menoionada línea divisoria será también la línea de base para fijar
laa respectivas fqjas del mar territorial y zona» contiguas y adyacentes" y en su artículo 3 que “El régimen
jurídico del Río de la Plata continuará «iendo, como haeta el presento, el establecido en el Protocolo Ramíros-
Saon» Pefia".
21 Rey Caro, Ernesto, “Aspectos de derecho internacional marítimo en el Tratado «obre el Río de la Plata", en
Anuario de Derecho Internacional. Facultad de Dorecho. Universidad do Navarra, vol. 1 (1074), p. 817.
22 Cabo destacar que la adopción de esta deoleraoión desencadenó una aorio do protoatas por parte do terceros
Gobiernas que consideraban que las aguas del Río de 1» Plata no podían «or consideradas y tratadas J (iridien-
monto como aguas fluviales, entro ellos loa do Estados Unidos, Franela, Gran Bretaña, Holanda e ¡talle.
28 Esta "Comisión Mixta Uruguayo Argentina de Levantamiento Integral del Rio de la Plata" confoeotonó las
cartas, que luego formaron parta del TRPFM, como determinantes de ios puntos geográficos y lineas fijadas
mover ol desarrollo armónico y la integración física do la Cuenca del Plata y de bus áreas de influoncia directa
y ponderabio".
506
CAPITULO 25 - RÉGIMEN-JURÍDICO DEL RIO DE LA PLATA Y SU FRENTE MARITIMO
27 Rizzo Romano, Alfredo, "El estatuto jurídico del Río do la Plata", Revista La Ley, n." 249,27/12/1978.
28 Peirano Basso, Jorge, El Tratado del Rio de la Plata, Idea, Montevideo, p. 21.
29 Etchepareborda, Roberto, Historia de lae relacione! intamacionalee arieniinoe, Pleamar, Buenos Aires, 1978,
pp. 133-135.
607
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
aplicar estas nociones de manera concreta al río en cuestión, teniendo en cuenta que la sobera
nía o jurisdicción sobre un curso de agua incluye la capacidad de legislar, administrar, decidir y
ejecutar las decisiones80. Así, en el Río de la Plata, "la soberanía de cada Estado se disocia y se
asignan a las diversas jurisdicciones que la componen”, el concepto de límite en sentido estricto
desaparece y se reemplaza por el de espacio fluvial con jurisdicciones concurrentes y comple
mentarias, y se distribuyen las jurisdicciones estatales según la materia regulada, ejercitán
dose de manera yuxtapuesta en un mismo espacio fluvial, para ensamblarse sin colisionar43.
5. Delimitación
De conformidad con lo acordado en el Tratado de límites del Río Uruguay el 7 do abril do
1981, y en la Declaración conjunta sobre el límite exterior del Río de la Plata del 30 do enero
de 1961, el río se extiende desde el Paralelo de Punta Gorda hasta la línea recta imaginaria
que une las ciudades de Punta del Este (Uruguay) con Punta Rasa del Cabo de San Antonio
(Argentina). Esto trae aparejado, lógicamente, que el Río de la Plata comienza donde Analiza
el Río Uruguay y termina en la antedicha línea imaginaria, más allá de la cual se extiende el
frente marítimo.
En este aspecto el tratado incorpora la tesis doctrinal de las bahías o estuarios históricos,
sostenida en 1910 por el árbitro de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, Luis María
Drago, en su voto disidente en el asunto de las Pesquerías del Atlántico Norte, que coetánea
mente había sido receptada pocos meses antes en el precitado Protocolo del 5 de enero de 1910,
que otorga prevalencia al estatus jurídico fluvial histórico del Río de la Plata, sostenido por los
Estados riberefios y terceros Estados.
Conforme destacan Greño Velazco y Rey Caro, esta teoría establece una concepción dife
rente del régimen general de las bahías comunes, aplicable en 1910 al amplio espacio geográ
fico que conformaba el río, según se sostuvo hasta el proyecto original de la CDI, modificado
por intervención de la delegación argentina, entre otras, que dio origen al artículo 18 de la
Convención de Ginebra de 1958a* sobre Mar Territorial y Zona Contigua, que por primera vez
dispuso una excepción al régimen de bahías, estableciendo: "Si un río desemboca directamente
en el mar, la línea de base será la línea trazada a través de su desembocadura entre los puntos
de la línea de bajamar en las orillas’’, independientemente de si el río pertenece a uno o más
Estados33. 3432
* 31
32 Rey Caro, Ernesto, op. cit., p. 319, sin perjuicio de que señala en la nota 4: "Esta cita ha sido criticada por
Barbaria y Pigretti, en razón do que ni la República Argentina ni Uruguay ratificaron las cuatro convencio
nes de Ginebra, además do que existieron discrepancias entro las versiones española y francesa del texto del
mencionado artículo*.
33 En el proyecto original de la CDI citado, esto principio solo sería aplicado si el río perteneciera a un solo Es
tado, no incluyéndose en este supuesto a los ríos internacionales.
era partidario de adoptar el método de la línea media, mientras que la Argentina el del thalweg. "Argentina
defendía el thalweg porque no quería que su navegación, de interés vital, quedara en la jurisdicción del país
vecino o sea del lado uruguayo. Ahora bien, el problema de aceptar el thalweg era que Uruguay se quedaba
con una parte muy inferior del río y eso indudablemente afectaba sus legítimos derechos iguales en el Plata
como corriberefio"; Baliero, Washington, “Un ejemplo de hermandad-, Diario El País (Uruguay) (disponible en
http://hi8torico.elpai0.com.uy/E6pecialea/trat8do_rio_deJa_plata/opinion2.aap ).
508
A-
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___________________ CAPÍTULO 23 ■ RÉOWBI'JURIDICO 06. Rfo PE LA PLATA1/SU FRBffiMAutnMn '
Fuera de las franjea costeras, la jurisdicción de cada Parte se aplicará, asimismo, a los
buques de su bandera.
36 Greño Velasco, José, "El Río de la Plata: un espacio fluvial integrado", en Derecho de la Integración, Instituto
para la integración do América Latina, Banco Interamericano de Desarrollo, vol. 11 (1972), pp. SS-113 (dis
ponible en http://www.iadb.org/intal/intalcdi/Derecho_Integracion/documentos/011-EBtudios_04.pdf).
37 Existen, además del TRPFM, otros instrumentos que resultan aplicables al Río de la Plata y su frente marí
timo, tanto internacionales -Tratado de la Cuenca del Plata (1960), Tratado de Asunción (1991), Convención
de loe Naciones UnidaB sobre el Derecho del Mar (1962), etc.-como internos (leyes y políticas de amboe Esta
dos). Cfr. Proyecto PNUD ARG/O0/G46-URUO9/G3I, Proyecto FREPLATAII (Global Environment Faeillty
GEF): Proyecto do sustentabilidad de los usos y recursos dol Rfo de la Plata y su frente marítimo, reducción y
prevonción do la contaminación de origen terrestro (disponible en http://www.freplata.org/).
38 Jiménez de Aréchaga, Eduardo, Curso de Derecho Internacional Público. Los Estados y su dominio, Ed. Centro
Estudiantes de Derecho, Montevideo, t. II, 1961, p. 461 y ss.
39 GreñoVelasco, José, op. cit.. p. 106.
40 Peirano Basso, citando a Julio César Lupinacci (uno de los negociadores dol Tratado), señala que la anchura
de dos y siete millas "no fue elegida al azar", sino para evitar semejanza alguna eon las escalas de tres, seis
o doce millas relacionadas con el mar territorial, y reafirmar la posicíóp de los Estados ribereños respecto a
que al Río de la Plata, como río, no podrían serle aplicables las normas que regulan el mar territorial. Peirano
Basso, Jorge, op. cit., nota 14, p. 22.
509
LECCIONES OE OBRECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
41 Ver capítulo 24 do sita obra (*5.2. Principio de internadonaliMidón y creación de organiimos intorguberna-
móntale» especializados y mocaniamoi de cooperación y administración conjunta do las vfaa fluviales").
CAPÍTULO 25 - RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO DE LA PLATA Y SU FRENT^MARITIMO
Consecuentemente con esta disposición, el Tratado posibilita que las partes puedan apre
sar los buques de la otra parte, siempre y cuando estuvieran realizando actividades en fla
grante violación de las disposiciones relativas a materias tales como pesca, conservación de
recursos vivos y contaminación. La parte que realice la aprehensión del buque infractor deberá
comunicarlo de inmediato a la otra y ponerlo a disposición de sus autoridades (art.6).
6.I.4.I. Pesca
El capítulo x del TRPFM establece que cada una de las partes tendrá el derecho exclusivo
de pesca en cada una de las franjas de jurisdicción exclusiva adyacentes a sus costas hasta la
extensión señalada -2 y 7 millas-, donde cada uno puede disponer medidas de ordenación pro
pias. En la franja de jurisdicción compartida, es una zona común de pesca argentino-uruguaya
en la cual pueden operar pesqueros de ambos países habilitados para tal fin por la Dirección
Nacional de Recursos Acuáticos en Uruguay y, en Argentina, por la Dirección Nacional de Ad
ministración Pesquera y el Consejo Federal Pesquero. En caso de ser necesario, se establecen
cuotas de captura de peces, que se reparten en forma igualitaria para cada Estado, según las
reglamentaciones emitidas por la Comisión Administradora del Río de la Plata, por sí o en
forma conjunta con la CTMFM.
A estos fines y con el propósito de evitar una explotación irracional y depredatoria de los
recursos, se establecen normas relativas a la conservación de los recursos vivos y se intercam
bia información acerca de las actividades de pesca y captura por especie y sobre los buques de
pesca habilitados por cada país especialmente en la zona común.
El sistema establecido en el TRPFM no solo protege las riquezas ictiológicas de la zona
común, sino las de todo el río y a las especies que provienen del océano y lo penetran para des
ovar, teniendo en cuenta el ciclo de vida de cada una de ellas48.
6.1.4.2. Navegación
Tal como había quedado sentado en el artículo 8 del Protocolo Sáenz Pefia-Ramírez de
1910, el TRPFM establece la libertad de navegación en todo el río para buques de bandera
argentina o uruguaya (art. 7).
A tal fin, ambas partes deberán mantener todas y cada una de las facilidades de acceso
a sus respectivos puertos otorgadas hasta el momento (art. 8), como así también tender a la
colaboración con la navegación, realizando un adecuado balizamiento y el mantenimiento de
la seguridad íbera de los canales en aguas de uso común (art. 9), estableciéndose el uso en
igualdad de condiciones para Argentina y Uruguay de todos los canales ubicados en zonas de
uso común (art. 10).
Esta libertad de navegación en la zona de uao común se extiende a todos los buques de la
Cuenca del Plata4”, sean públicos o privados; en cambio, para los buques de terceras banderas,
la libertad de navegación se aplica solo para buques mercantes públicos o privados, debiendo42 43
42 Grafio Volateo, José,op. cit,p. 34. "Como os propio de pwqusrtas fluviales, el recurso es multisspocfflco,
Integrado por «apeólas de comportamiento migratorio sn su gran mayoría y oon poblaciones de difícil identlfl* .
culón y áraos do distribución suporpuoitoe. 8on vulnerables a las alteraolonso del ambiente. Las peiqusrías
oitón dispones, Todo olio plantea dificultades en la obtonolón do Información, en la evsluaolón y el manqjo. A
alio deba agregarse que participen en las peiquoríos do la Cuenca cuatro países (Argentina, Brasil, Solivia,
Paraguay y Uruguay) y. en al caso do Argentina, ? provincias tlonen deolsión sobro la actividad pesquera ,
Informe FAO Argontina, agosto de 2005 (disponible an http://www.fao.org/fl/old8it6/FCP/oB/ARG/profile.htm).
43 Ver Tratado de Brasilia do 1969 como marco político para la integración física de la Cuenca del Plata y la
Resolución n.* 238 de la XIX Reunión de Cancilleres de la Cuenca del Plata; Tratado de Montevideo de 19S0, •
511
______________________ LECC-ONES DE DERECHO imNACIDNAL POBLlCO................................................................
la parte que permita el paso de buques de guerra de terceras banderas solicitar autorización a
la otra parte, evitando que se afecte su seguridad u orden público (art. 11).
La libertad de navegación del Río de la Plata para los Estados de la Cuenca del Plata se
encuentra establecida en el régimen jurídico aplicable a la cuenca como unidad hidrográfica
y por los principios referidos a un recurso natural transfronterizo, conforme ha sido amplia
mente desarrollado en el capítulo 24 de esta obra.
Señala Peirano Basso que la vinculación hidrográfica del sistema fluvial del Plata (ríos
Paraná con su principal afluente, río Paraguay, y el río Uruguay, ambos desembocando en el
Río de la Plata después de regar con sus afluentes tierras paraguayas, bolivianas, brasileñas,
argentinas y uruguayas) hace de la zona una unidad geopolítica definida*4.
Sin perjuicio del derecho soberano de cada parte de construir obras o canales y admi
nistrarlos y mantenerlos en las zonas costeras de jurisdicción exclusiva, en las aguas de uso
compartido, el TRPFM dispone lo siguiente:
Artículo 12
(.:.) las Partes, conjunta o individualmente, pueden construir canales u otros tipos
Parte que construya o haya construido una obra tendrá a su cargo el mantenimiento
to con los medios adecuados a ese fin y tendrá a su cargo la extracción, remoción y
Artículo 13
teniendo en cuenta los intereses especiales de cada Parte y las obras que cada una de
44 Peirano Basao, Jorge, op. cit., p. 32 con cita de Rama Montaldo, M. “Institucionalización de cuencas hidrográ
ficas internacionales e integración do la Cuenca del Plata", Revísta Uruguaya de Derecho Internacional, vol. i
(1972), pp. 115-138.
512
CAPITULO 28 - RÉGIMEN JURIDICO DEL RÍO DE LA PLATA Y SU FRENTE MARITIMO . *'
Teniendo en cuenta la morfología del Río de la Plata, resulta necesario, para el ingreso
de buques a los puertos -en especial a los argentinos y a las hidrovías internas- el servicio de
practicaje que guía al buque por los canales navegables resultantes del servicio de dragado del
río, indispensable para mantener las vías navegables en virtud de la obligación que en este
sentido asumen los Estados ribereños de un cauce navegable internacional, conforme ha sido
desarrollado en el capítulo 24 de esta obra.
El TRPFM dispone que los buques deberán tomar práctico de cualquiera de los dos Esta
dos. Sin embargo, dos excepciones se presentan a este principio: cuando un buque zarpe de un
puerto perteneciente a una de las partes o, proviniendo un buque de un puerto de un tercer Es
tado y dirigiéndose a un puerto de una de las partes, el práctico deberá ser nacional del Estado
cuyo puerto tuvo el buque como punto de partida o destino, respectivamente. Adicionalmente,
cada una de las partes dictará las reglamentaciones de practicas respectivas (art. 26).
En cuanto a los diferentes servicios portuarios, el tratado establece en su artículo 27: "Las
Partes se comprometen a realizar los estudios y adoptar las medidas necesarias con vistas a ,•
dar la mayor eficacia posible a sus servicios portuarios, de modo de brindar las mejores condL . ;y. •
ciones de rendimiento y seguridad, y ampliar las facilidades que mutuamente se otorgan en
sus respectivos puertos”. ‘;
Los servicios portuarios, hasta la adopción del texto del TRPFM, ftieron temas de conti- ...
nuo desacuerdo, por lo que se decidió que las tareas de alijo y complemento de carga ee realiza
rán en las zonas que fije la Comisión Administradora en la franja común, próximas a las zonas
costeras de cada país en igual proporción, sobre la base de criterios técnicos y de seguridad en
45 'La idea había sido esbozada por Domingo F. Sarmiento cuando fue Presidente de la Nación. En bu libro
‘Argirópolie’ propone la creación de una capital regional en la isla Martín García, vinculada a ambos países
mediante vía férrea. En 1886 una empresa alemana de nombre Staud presenta a las autoridades riopla-
tenses el proyecto correspondiente. Diversas razones postergaron su realización hasta la firma del Tratado
del Río de la Plata, que croó la Comisión Administradora del Río de la Plata que le da un nuevo sustento al
proyecto" (Ralmundi, Carlos y LovelH, Mariano, “El puente Buenos Aires - Colonia del Sacramento", Revis
ta de Relaciones Internacionales, n,®. 15,1998, SEDICI, Universidad de La Plata, disponible en sedici.unlp.
edu.ar.
46 Incluida en el nomenclador institucional aprobado por Resolución n.’ 18/2013 del Ministerio de Economía y
en un puerto. Cfr Diccionario de la Real Academia Española, 22.a edic., 2001, disponible en http://www.rae.es.
48 Se denomina "alijo" a la acción da aligerar o aliviar la carga de una embarcación, o bien desembarcarla en su *
materia de cargas contaminantes o peligrosas, y que estas podrán ser utilizadas indistinta-
En las tareas de alijo, intervendrán las autoridades de la parte a cuyo puerto tenga des
tino la carga alijada (art. 30) y, en el caso de las tareas de complemento de carga, las del puerto
de procedencia del buque (art. 31).
Por último, para el caso de que los puertos de destino o procedencia pertenezcan a terceros
Estados, la parte cuya franja costera se encuentre más cercana a la realización de las tareas de
alijo y complemento de carga podrá fiscalizarlas (art. 32).
6.2.1. Mas
Teniendo en cuenta las características propias del Río de la Plata y su composición hi-
drosedimentaria (que proviene prácticamente de los recursos hídricos que constituyen toda la
Cuenca del Plata), son factibles la extinción por inundación, el nacimiento por acumulación de
sedimentos y la transformación por aluvión, anexión o accesión de ¡Blas.
De acuerdo con ello, el TRPFM, en el artículo 44, establece que las islas existentes a la
firma del tratado, como así también las que eventualmente suijan en un futuro, quedarán bajo
jurisdicción argentina o uruguaya dependiendo este hecho de que se hallen a uno u otro lado
de las líneas divisorias establecidas para delimitar el lecho y subsuelo, en el artículo 41 ya
mencionado.
Respecto a la isla Martín García, ocupada por la República Argentina desdo 1852 y si
tuada a menos de dos millas do la costa uruguaya, quoda establecido que, ai bien se encuentra
bajo la jurisdicción de la Argentina, se deberá destinar como reserva natural de la flora y fauna
autóctona, y asimismo será sede de la CARP.
Teniendo en cuenta los mismos factores hidrosedimentarios que inspiraron la redacción
del artículo 44, se establece en el artículo 46 del TRPFM:
trazará siguiendo el perfil de la Isla Martín García que resulta de la carta H-118 a la
que se refiere el artículo 41. Sin embargo, los aumentos por aluvión de Martín García,
que afecten sus actuales accesos naturales a los canales do Martín García (Buenos
Coincidiendo con Poirano Baaso, la solución adoptada respecto de la isla Martín García
constituyó un mal menor, en el límite de lo aceptable para ambas naciones, sin satisfacer los
intereses de ninguna do ellas”. Si bien Uruguay nunca reconoció los pretendidos derechos
argontinos por su ocupación, esto resultado fuo alcanzado con el objeto de qua la negociación* * * *
514
__________ CAPiTO.0 25-REGIMEN JURÍDICO DEL RÍO DE LAPLATAY SU PREMIE MARÍTIMO ' í'íWt-
llegara a buen puerto, y que no Be viera obstruida por una de lqs tantas facetas que presentaba
el caso de esta isla63.
6.3. Investigación
Las actividades de carácter científico son promovidas por las partes. El Tratado señala es
pecíficamente que serán de particular importancia las de relevamiento del río (art. 58). Estas
actividades podrán ser realizadas en forma conjunta o independiente, debiendo en este último
caso, conforme lo establecen los principios generales de derecho ambiental internacional de
consulta previa y de cooperación -desarrollados en el capítulo 24 de la presente obra-, dar
previo aviso a la otra parte y hacerle conocer los resultados, puesto que, una vez notificado del
proyecto de investigación, el otro Estado tendrá derecho a participar en todas o algunas de las
fases del estudio a realizarse en el río (árt. 57 del TRPFM).
6.4. Contaminación
Al igual que el régimen que regula el río Uruguay, el TRPFM se compatibiliza y armoniza
con ol derecho ambiental existente a nivel universal41, inspirándose en las disposiciones adop
tadas por la Conferencia de las Naciones Unidas sobro Medio Humano de Estocolmo (1972)
y demás resoluciones sobro la materia de la Asamblea Gonoral do las Naciones Unidas. Con- •
forme a ellos, las partos se obligan a proteger y preservar el medio acuático dictando normas
y tomando medidas de conformidad con los convonios internacionales aplicablos y con Adecua
ción a las pautas y recomendaciones de los organismos técnicos internacionales (art. 48 del
TRPFM).
En este sentido, el artículo 47 del TRPFM entiende por contaminación “la introducción
directa o indirecta, por el hombre, en el medio acuático, de sustancias o energía de las que re
sulten efectos nocivos’, y señala los compromisos y obligaciones, esencialmente preventivos y
reparatorios, que deben asumir las partea.
Entre las principales obligaciones se enouentran las de preservar y proteger el medio
acuático do la contaminación, utilizando para su concreción el dictado de normas preventivas
y sancionatorias. En este caso, de acuerdo con la competencia de cada uno, los Estados so
comprometen a receptar en su ordenamiento interno normas técnicas en vigor para evitar la
contaminación de las aguas, entendiéndoso por estas las normas internacionales y mejores
prácticas adoptadas por Iob organismos internacionales técnicos competentes que aseguren
los más altos estándares, y a elevar la soveridad de las sanciones en caso de infracción (art.53 54
53 Respecto ol canal Martín García, que tapara a la lelo do las costas uruguayas, teniendo en cuanta tu geomor*
fología particular, ol 19/01/1987 se Iniciaron formalmente las obras para su apertura, habilitando recién con
focha 19/01/1999, “la navegación a 32 pies al 0 do moroa do buques de 245 metros de eslora y 84,80 metros ds
manga, desarrollándose dosds la inauguración del Canal laa taróse correspondientes a la etapa do manten
imiento" (Información disponible en http://www.comiaionrlodolaplata.org/imagonoB_canal_ing.Bsp ).
54 Ibld„ pp. 84*35. . ’’
615
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
49 del TRPFM). Estas normas surgen, a nivel multilateral, de la Convención sobre Diversi
dad Biológica (1992)“, de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
(CONVEMAR) (1982), de los acuerdos celebrados en el marco de la Organización Marítima
Internacional5®, del Código de Conducta para la Pesca Responsable de la FAO (1995); a nivel
regional, del Acuerdo de Santa Cruz de la Sierra (1987)°’, del Tratado de Asunción para el
establecimiento del Mercosur (1991) y de la Red Operativa de Cooperación Regional entre las
autoridades marítimas (1983) y, por último, a nivel bilateral, del propio TRPFM.
Ello es así en tanto que la responsabilidad emergente por el acaecimiento de un hecho
productor de contaminación en un recurso común transfronterizo lo es por actos propios lícitos
e ilícitos de las partes y por los hechos de las personas físicas o jurídicas bajo su jurisdicción
(art. 51 del TRPFM)*.
Asimismo, el artículo 50 del Tratado recepta expresamente el principio general de de
recho ambiental internacional de información69, instaurando al efecto un procedimiento de
"consulta previa” para la realización de obra6 o actividades que puedan afectar al recurso, así
como los principios precautorios de impacto ambiental, y otros, contenidos en los convenios
internacionales a los que hace referencia el artículo 48.
En el frente marítimo, Argentina y Uruguay son Estados con costas adyacentes, es decir
que la costa de cada uno de ellos se encuentra al lado de la del otro. Así, el artículo 70 del Tra
tado establece el límite lateral marítimo y el de la plataforma continental entre Argentina y
Uruguay, por "la línea de equidistancia determinada por el método de costas adyacentes, que
parte del punto medio de la línea de base”.
En este Bentido, en la actualidad, la CONVEMAR establece en sus artículos 74(1) y 83(1)
que la delimitación de la zona económica exclusiva y de la plataforma continental entre Esta
dos con costas adyacentes se realizará de común acuerdo sobre la base del derecho intemacio-55 56 57 58 59 60
55 Celebrado en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de
Janeiro en junio de 1992.
56 Como el Convenio de Atenas relativo al Transporte do Pasajeros y sus Equipajes por Mar, 1974; e! Convenio
Internacional para Prevenir la Contaminación por loa Buque», 1973; el Convenio Internacional para la Se
guridad de la Vida Humana on el Mar, 1974; oí Código Marítimo Internacional de Cargas Sólidas a Granel
(Código IMSBC), y el Código Internacional de Dispositivos de Salvamento (Código IDS) y sus protocolos y
enmiendas, entre otros.
57 Especialmente el título vil, "Normas para la prevención, reducción y control de la contaminación de las aguas
ocasionada por los buques o embarcaciones y sus operaciones en la hidrovía" (de la Cuenca dsl Plata).
58 Criterio coincidente con los principios establecidos en diversos instrumentos, tales como el Proyecto de Con
vención de Responsabilidad por Daños Transfronterizos, la Convención sobre la Responsabilidad Civil por
Daños, la Directiva 2004/35/ce del Parlamento Europeo y del Consejo del 21/04/2004, la Convención sobre la
Responsabilidad Civil por Daños Medioambientales durante el Transporte De Mercaderías Peligrosas por
Carretera, Ferrocarril y Buques Fluviales (1989 - CEE-ONU), el Convenio sobre Responsabilidad Civil por
Daños Causados durante el Transporte de Mercancías Peligrosas por Carretera, Ferrocarril y Vías Naveg
ables (1989), el Protocolo de Basilea sobre Responsabilidad e Indemnización por Daños Resultantes de los
Movimientos Transfronterizos de Desechos Peligrosos y su Eliminación (1999), el Protocolo de Kyoto de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1998), el Libro Verde de las Comuni
dades Europeas sobre Reparación del Daño Ecológico (1993), entre otros.
59 Ver capítulos 24 y 41 de esta obra.
60 Señala Rey Caro que esta cita de la Convención ha sido criticada por la doctrina en tanto ni la República
Argentina ni Uruguay ratificaron las cuatro convenciones de Ginebra, además de que existen discrepancias
entre laB versiones española y francesa del texto del mencionado artículo; Rey Caro, Ernesto, op. cit., nota 4.
CAPÍTULO 25-RÉGIMEN JURIDICO DEL RlO OELAPLATA Y SU FRENTe'ÁaRITÍMÓ ’ . •
------------------------------------------------------------------ ■-----------------------------------------
nal a que se hace referencia en el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, J
a fin de llegar a una solución equitativa. 4 .. u
Autores como Peirano Basso sostienen que la solución equitativa de esta cuestión es- --4^
taba definida a partir de la elección del método*1, que varía con las circunstancias concretas ?Jv?
de cada caso en particular, considerándose en las negociaciones el de la equidistancia como
el más equitativo y justo en el caso del frente marítimo del Río de la Plata, finalmente
receptado en el artículo 70 del Tratado”. En sentido contrario, Rizzo Romano y Rey CaroU$$$
señalan que la utilización de este método no favoreció los intereses argentinos sobre la zqna •
contigua ni sobre la plataforma continental, e indican que hubiera sido más conveniente ’?£'■
aplicar en este caso el criterio do anteoodentes históricos”, establecido en la última parte
del artículo 12 de la Convención de Ginebra sobre el Mar Territorial y la Zona Contigua*,. ‘•’W
mencionada84, ,,^<4
Adomás de la delimitación, on la parto segunda del Tratado so regula ol régimen jurídico '
del frente marítimo (artículos 70 a 80), estableciéndose el límite lateral marítimo y normas * •
atinentes a la navegación, pesca, contaminación, investigación y las actividades, misiones y
funciones de la CTMFM, como se desarrollará más adelante.
61 "En lo que hace a la determinación dol límite lateral de los maros territoriales de Estados adyacentes, en la
doctrina se han propuesto diversos sistemas: a) Prolongación de la frontera terroitro hasta ol limita exterior
del mar territorial. j b) Trisado de una línea perpendicular a la ooata en un punto en que la frontera ter
restre llega al mar. J c) El paralelo geográfico que pasa por el punto en que la frontera encuentre la costa
L J d) Tratado de une línea perpendicular a la dirección general do la costa C..J y e) La línea media, tratada
según el principio de la equidistancia de una y otra costa desde el lugar donde termina la frontera’; Rey Caro,
65 Ibíd., p. 46. - ,
517
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
mediante acuerdos con terceros Estados, que no podrá exceder la línea que fya el límite lateral
marítimo66, ajustándolo periódicamente (art. 82 del TRPFM).
Es de destacar que el Tratado deja establecido que las disposiciones relativas a pesca en
ningún caso se refieren a la captura de mamíferos acuáticos (art 77), como, asimismo, que la
parte que en uso de tales atribuciones otorgue permisos a buques de terceras banderas ejer
cerá las funciones de control y vigilancia a cada lado de la línea del límite lateral marítimo
establecida en el artículo 70.
Es importante mencionar que, en esta zona, las normas del Tratado deben estar en un
todo de acuerdo con los principios internacionales que regulan el derecho del mar. Siendo
Argentina y Uruguay, conforme se ha señalado antes, parte de la CONVEMAR, adhirieron al
Código de Conducta para la Pesca Responsable y los Planes de acción de la FAO67-
Fuente: httpJ/ctmfm.org/wp-content/uploada/cartaZCP.jpg.
66 En lo Zona Común do Posos con Uruguay, se establecen los cupos máximos pormitldos (CMP) para distintos
oBpoctQN, vados estación al «■, tnmnfto# mínimos do oaptur», tipos do apuraos o utíllaor y prohlbioión da posea
on determinados horarios, dotormlnoolón dol éy-eeieK máximo pora dotormintidnc ospoeles (moriüfca hubtal,
corvina, anchülia, tiburones y ohuohos, son aspeóles partloularmonte controladas). Var http://ctmfm.org.
67 Información disponible on http://www.fao.org.
518
■A: WL...
7.2.3. Contaminación
Respecto a tan sensible materia, el Tratado dispone, por medio de coordenadas compren-'
didas en él, de una zona libre de contaminación, en la cual se encuentra prohibida cualquier--.MÉÍ
actividad que tenga por efecto consecuencias contaminantes (art. 78). Sin perjuicio de ello,
ambos Estados cuentan a nivel internacional con un avanzado marco jurídico para la proteo; , ' :
ción del medio ambiente, con influencia tanto en la zona fluvial como en la marítima. Ellos h$n i' a
ratificado prácticamente los mismos tratados internacionales en este ámbito, a excepción áeí /^g
Convenio sobre Prevención de la Contaminación del Mar por Vertimiento de Desechos y'ótraB j"'^
Materias (Convenio de Londres, 1972), solamente ratificado por Argentina, y el Acuerdoáobre i x
Aplicación de las Disposiciones de la CONVEMAR, relativas a Conservación y Ordenación
do las Poblaciones de Peces Transzonales y las Poblaciones de Peces Altamente Migratorios, 'j;-?
(Nueva York, 1995, ratificado solo por Uruguay)8’.
7.2.5. Investigación
El Tratado eetablece, en materia de investigación científica, un criterio netamente prag- ■
mático en concordancia con los principios de cooperación e información", eemqjante al quo se,
aplica a los recursos hídricoa compartidos o transfronterizos’1, sin perjuicio del derecho ex
clusivo de las partos para roalizar investigaciones científicas en sus jurisdicciones marítimas
exclusivas. El artículo 79 del TRPFM determina que, en el área correspondiente al frente marí- ,
timo, oada parte autorizará a la otra a realizar investigaciones de carácter científico en su res-
pootlva jurlsdiooíón marítima con aviso provio o indicando la» oaraotorístic.as de los oetudios.
La parto autorizante tendrá dorooho a participar on la» investigaciones y a conocer sus re- .
Bullados. Si bien el Tratado prevé la posibilidad de que el pedido de autorización sea denegado,
deja sentado que olio será do carácter excepcional y limitado, reduciendo al mínimo aquella
posibilidad.
blo on htlpi//www.froplota.oi'g/do«umunto»/ABT.compl6to,pdf.
8. Órganos
El Tratado creó dos órganos: la mencionada Comisión Administradora del Río de la Plata
(CARP) y la Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo del Río de la Plata (CTMFM), que,
además de sus misiones individuales, elaboran proyectos conjuntos e integrados con el Comité
Intergubernamental Coordinador de la Cuenca del Plata (CIC)”.
Entre otros, elaboraron la Declaración Conjunta de la CARP y la CTMFM de 1994, por la
cual acordaron coordinar acciones tendientes a emprender estudios sobre el medioambiente
y la calidad de vida del río y su frente marítimo en toda bu extensión, teniendo en cuenta las
características de las zonas de su competencia, y constituyeron el Consorcio CARP-CTMFM
responsable déla ejecución del Proyecto FREPLATA, a los fines de identificar, acordar e imple-
mentar soluciones conjuntas entre ambos países para los principales problemas ambientales
transfronterizos que afectan al Río de la Plata y su frente marítimo.
Es importante destacar que en este proyecto, dada la naturalezajurídica del régimen que
establece el TRPFM, existe una diversidad de jurisdicciones involucradas en temas ambien
tales del frente marítimo, por lo que debieron intervenir, además de la CARP y la CTMFM,
autoridades y agencias gubernamentales pertenecientes a las diferentes jurisdicciones involu
cradas (a nivel nacional, provincial, municipal y departamental) con competencia en el diseño
y aplicación de políticas ambientales locales.
72 Fraga, Jorgo A., La Argentina y el Atlántico Sur. Conflictos y Objetivos, Centro Naval, Instituto de Publicacio
nes Navales, Buenos Airos, 1983, p. 57 (citado en del Castillo, Lilian, op. cU., p. 223).
73 del Castillo, Lilian, op. cit„ pp. 223-224.
74 Información disponible on http://www.cicplata.org.
75 Información disponible en httpy/www.comisionriodelaplats.org.
76 Peirano Basso, Jorge, op. cit., p. 36.
520
V-;
CAPITULO 25 - RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO DE LA PLATA SU FRENTÉ MARÍTIMO
.1 ■ -•
Se encuentra integrada por las delegaciones de la República Argentina y de la República '¡HrS
Oriental del Uruguay, compuesta por cinco delegados (art. 59 del TRPFM), con un votó«a'da'^^
™a- •¿•«O
9. Solución de controversias
Respecto a los métodos de solución de controversias relativas a la interpretación o aplica
ción del Tratado, se establece un procedimiento conciliatorio ante la Comisión Administradora
(art. 68 del TRPFM), un procedimiento de negociación directa y, al igual que el Estatuto del
río Uruguay, la jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia en virtud de la
materia.
En caso de controversias entro las partes, deberá intervenir la Comisión Administradora
a pedido de cualquiera de ellas (art. 68 del TRPFM), teniendo un plazo de ciento veinte días
para lograr un acuerdo. Si transcurrido este período no fuese posible hallar una solución para
las partes, se deberán entablar las negociaciones directas previstas en el artículo 69, las que, si
dentro de un período de ciento ochenta días no logran superar el conflicto en cuestión, deberán
acudir a la Corte Internacional de Justicia (art- 87 del TRPFM). .
77 Ibíd.,p. 57.
78 Conforme so informa en http://clmfm.org.
521
Capítulo 26
Régimen jurídico del río Uruguay W
1. Introducción ■- tí".'4.!»^
El río Uruguay es un río internacional, que junto con otros ríos y afluentes, forma parte'; OS
de la Cuenca del Plata. Es un río, en parte, de curso sucesivo (porque atraviesa el territorio
brasileño) y, en parte, contiguo o fronterizo, ya que sirve como frontera argentino-brasileña y íí-J§
argentino-uruguaya1.2 3 ■. ■:
Nace en territorio brasileño (Sierra Geral, donde confluyen los ríos Canoas y Pelotas) y lo
atraviesa hasta que, al descender, recibe las aguas del Pepirí-Guazú, donde sirve como frontera tí'sítí';
entre Argentina y Brasil. Luego, más abajo, recibe las aguas del río Cuareim (donde se forma la Si?:’/-
triple frontera’) y, a partir de allí, sirve como frontera entre Argentina y Uruguay. El río desan.-
boca donde confluye con los afluentes del río Paraná, formando el estuario del Hío de la Plata.
En aplicación del laudo dictado por el presidente do los Estados Unidos, en el arbitraje .•’<
Tratado -Tratado para Establecer la Línea Divisoria-, a fin de completar la delimitación de- t-íi-íí
Unitiva de sus fronteras comunes. En lo que respecta al río Uruguay, se establece lo siguiente: ,:
Artículo 3°
isla brasileña, pasando por fronte a la booa dol río Miriñay on la Argentina y a la boca
dol rio Quarahim, que separa el Brasil do la República Oriental; subiendo el mismo
río Uruguay, va a encontrar la línea quo une los dos hitos inaugurados el 4 de abril
de 1901, uno brasileño en la boca del Quarahim, otro argentino en la margen derecha
del Uruguay.
1 Se ha osgrimido lo falta de consenso respecto de si el río Uruguay es limítrofe entro Brasil y Uruguay; cfr. Ar- .
buot Vignall, Haber, "La frontera y loo límites en ol Bfo Uruguay", en Derecho Internacional Público, JlraSnei
de Aróchaga. Eduardo (dir.), Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, t. IU, 1.' odie., 1992, p. 187,
2 En las dudados ftonteriiasde Monte Caseros (Argentina), Barra do Quaral (Brasil) y Bolla Unión (Uruguay).
Para Uruguay, el punto tripartito se oncuentra indefinido y los autores sugieren quo una posible solución si
problema debe hallarse mediante negociación de los tros Estados. Cft. Arbust Vignall, Hober, op. clt.,pp. 104■
160 y gráfico on p. 178. Ver tambión, Armas Pflrter, Frlda; Berberís, Julio A.; Bíraud, Alan y Froyro, Nelly,
De ahí sigue por el “thalweg” del Uruguay hasta la confluencia del Pepirí-Guazú,
me a la demarcación hecha de 1900 a 1904, como consta del acta firmada en Río de
Es decir que, en dicho sector, el río Uruguay se delimita por una línea única, coincidente
con el thalweg (canal principal de navegación), que divide entre ambos países las aguas del
río, el lecho y subsuelo y el espacio aéreo adyacente, en ausencia de disposición que señale algo
distinto*.
El 27 de diciembre de 1927, Argentina y Brasil suscribieron una Convención Complemen
taria de Límites, a fin de precisar el límite en la boca del río Cuareim, por la que se sustituyó
el artículo 1 del Tratado de 1898 por el siguiente:
mienza en la línea normal entre las dos márgenes del mismo río y que pasa un poco
la isla brasileña, sigue subiendo el río, por el medio del canal navegable del mismo,
la isla del Cuareim o Brasileña, pasando frente a la boca del río Miriñay, en la Ar
gentina, y a la boca del río Cuareim que separa el Brasil de la República Oriental
del Uruguay, y, prosiguiendo del mismo modo por el río Uruguay va a encontrar la
línea que une los dos hitos inaugurados el 4 de abril de 1901, uno brasileño, en lá
barra del Cuareim, otro argentino, en la margen derecha del Uruguay. De ahí siguo
por el Thalweg del Uruguay, hasta la confluencia del Pepiry-Guassú, como quedó
marcación hecha de 1900 a 1904 como consta por el acta firmada en Río de Janeiro
el 4 de octubre de 1910®.
6 Armas Pflrter, Frida y otros, op. cit., pp. 58-59, nota al pie 20.
7 Suscripto el 07/04/1981 y en vigor desde el 19/02/1988 (en adelante, el Tratado de Límites), Respecto de loa
antecedentes previos a la celebración de este tratado, ver Arbuet Vignali, Heber, op. cit., pp. 138-141.
8 Este tratado fue firmado el 26/02/1975 y entró en vigor el 18/09/1976.
9 De acuerdo con el artículo 1, el Estatuto se acordó en cumplimiento de lo dispuesto en el Tratado de Límites en
el Río Uruguay de 1961, “con el fin de establecer los mecanismos comunes necesarios para el óptimo y raciona)
aprovechamiento del Río Uruguay, y en estricta observancia de los derechos y obligaciones emergentes de los
tratados y demás compromisos internacionales vigentes para cualquiera de las Partes".
524
•- y'./ó
En el preámbulo del Tratado de Límites, Argentina y Uruguay han expresado que, ua pe-'^
sar de tener idénticos derechos sobre el referido tramo del río, existen otros factores que deben'’;’
ser considerados al delimitarlo, como ser su configuración general, las características de sus
canales navegables, la presencia de islas en su cauce, títulos históricos y actos de jurisdicción ?•
actual sobre las mismas, así como las necesidades prácticas de la navegación". Por dichos moti- '' ’ Sj
vos, en lugar de escoger un único método para delimitar el río, los Estados decidieron "adoptar ? ’
como límite una línea de carácter mixto que contemple las mencionadas particularidades y al
propio tiempo otorgue la máxima satisfacción posible a las aspiraciones e intereses de los dos
Estados Contratantes"13. Así, el Tratado de Límites utiliza el método de la línea media en un
tramo del río, y el del canal principal de navegación (también conocido como método del tha-
luxg) en otros tramos, con algunas otras particularidades.
Para explicarlo mqjor, y al solo efecto de la delimitación, podemos dividir el río en cuatro
tramos.
En el primer tramo, que va desde la punta sudoeste de la íbIa Brasilera hasta Ayuí, el río
se delimita por la línoa media (art. 1.A), aunque con algunas inflexiones para que algunas islas
e islotes que se describen en el Tratado queden para Argentina o para Uruguay14.
En el segundo tramo, que va desde Ayuí hasta el punto de bifurcación del río en los cana
les de la Filomena y del Medio, "el límite seguirá la línea que corre coincidentemente con el eje
del Canal Principal de Navegación” (art. l.B.i).
En el tercer tramo, que va desde el punto de bifurcación del río en los canales de la Filo
mena y del Medio hasta el punto en que confluyen dichos canales, el límite se bifurca en dos
líneas (art. l.B.ii):
a) Una línea correrá coincidentemente con el eje del canal de la Filomena (Canal
quedando bajo la jurisdicción argentina las aguas situadas al occidente de esta línea,
10 El artículo 1 del Tratado do Límites (1061) establece que el límite so Aja "desde una línea aproximadamente
normal a las dos márgenes del río que pase por las proximidades de la punta sudoeste de la Isla Brasilera
hasta el paralelo de Punta Gorda
11 Arbuet Vignali, Heber, cp. cii., pp. 154-155. Mucho ae discutió acerca de ai la isla Brasilera se encuentra em
plazada en el río Uruguay o en el río Cuareim -en cuyo caso sería de soberanía brasileña-. Como ya vimos,
de acuerdo con la Convención Complementaria de Límites antre Brasil y la Argentina del 27 de diciembre de
1927, se refiere a "la Isla Brasilera del Cuareim, también llamada Isla Brasilera” y menciona que el límite
sube el río "por el canal navegable de éste, entre la margen dorecha, o argentina, y las márgenes occidental y
septentrional de la isla del Cuareim o Brasilora, pasando frente a la boca del Cuareim. que separa al Brasil
de la República Oriental del Uruguay (art. 3). En la actualidad, la isla se encuentra prácticamente des
habitada, es administrada por Brasil y reivindicada por Uruguay, que la considera un territorio en disputa.
J
5?5
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
b) Otra línea correrá por el Canal del Medio y 6erá el límite al solo efecto de la división
de las islas, quedando bajo la jurisdicción argentina las islas situadas al occidente de
esta línea, y bajo la jurisdicción uruguaya, y con libre y permanente acceso a las mis
Si bien esta disposición menciona solo dos canales (el de la Filomena y el del Medio), en
realidad, en este tramo al río se bifurca en cuatro canales, debiendo sumarse a los ya mencio
nados el canal de San Lorenzo y el canal de la Boca Chica, ambos del lado argentino.
Como puede verse en la siguiente figura, aquí se presenta un interesante supuesto de
enclaves, puesto que hay islas uruguayas en aguas argentinas15, Por ello es que, respecto
de las islas uruguayas que se encuentren en esta zona, el Tratado de Límites dispone que am
bos Estados establecerán de común acuerdo “el uso doméstico, industrial y de irrigación de las
aguas, y un régimen de policía represiva que garantice, por la mutua cooperación argentino-
uruguaya, la efectividad de la justicia” (art. 8).
Limite para
las aguas
626
CAPÍTULO 26 - RÉGIMEN JURIDICO DEL RÍO URUGUAY
. -.i::.'.'
En el cuarto tramo, que va desde que confluyen los cañales de la Filomena y deí Medi^W
hasta la desembocadura del río (paralelo de Punta Gorda), se establece “una única línea limí-S^®
trofe a todos los efectos” que coincide con el eje del canal principal de navegación (art. l.B.iii) |
A continuación, el Tratado de Límites explícita qué islas e islotes quedan bajo la jurisdic-
ción de cada Estado (art. l.B, in fine). *.
De la lectura, del artículo 1 del Tratado no surge claramente cómo se delimita el lechó y ’í
subsuelo del río en cada uno de los tramos, ni tampoco hay referencia alguna al espacio aéreo
sobre el río. Los tramos primero, segundo y cuarto del río no plantearían problema, dado que f
ee adopta una sola línea de delimitación, que puede ser aplicada tanto respecto de las aguas1-
como del lecho, Bubsuelo y espacio aéreo -incluso en el último tramo el Tratado especifica que?O;?
se trata de una única línea “a todos los efectos*-. El mayor problema se plantea con el tercer j
tramo, ya que se establece un criterio “al solo efecto de la división de las aguas” y otro criterio v.
“al solo efecto de la división de las islas”. Parecería lógico que el lecho y subsuelo de las islas
bajo jurisdicción uruguaya siguiera el mismo criterio, al igual que el espacio aéreo, pero ¿qué
ocurre respecto del espejo de aguas? Varios juristas uruguayos sostienen lo siguiente:
La interpretación lógica debo de hacerse a la luz del Preámbulo del tratado, determi
nando que lo no previsto sigue el régimen de lo previsto, por lo cual, del Canal de la
Filomena hacia el oriente el lecho, subsuelo y espacio aéreo son de soberanía urugua
ya, siendo en cambio de soberanía argentina los que están situados desde el Canal del
Medio hacia occidente. Entre ambo9 canales, el subsuelo, y el espacio aéreo están btyo
soberanía uruguaya cuando pertenecen a las islas y el lecho, subsuelo y espacio aéreo
Al no hacer el Tratado referencia expresa al lecho, subsuelo y espacio aéreo de las aguas,
el entono más lógico es que sigan el mismo régimen que lae aguae, dado que no hay disposición
en contrario, Ello ee confirma de alguna manera con el régimen establecido para la exploración
y explotación de los recursos del lecho y subsuelo en el capítulo vui del Estatuto de 1975, al que
nos referiremos más adelante.
El artículo 8 del Tratado de Límites afirma que “El límite convenido tendrá carácter
permanente e inalterable y no será afectado por los cambios naturales o artificiales que en el
futuro pudieran sufrirlos elementos determinantes de dicho límite, excepto los casos previstos
en el artículo 1°, inciso a)". '
El Tratado dispone que ambos Estados reconozcan los derechos reales que hayan adqui
rido argentinos o uruguayos respecto de las islas o islotes que quedaron dentro de su jurisdic
ción (art. 9).
En virtud de lo dispuesto en el Tratado de Límites, ambos Estados suscribieron, el 16 de
octubre de 1968, en BuenoB Aires, el Protocolo sobre demarcación y caracterización de la línea
de frontera argentino-uruguaya en el río Uruguay.
16 Arbuet Vignali, Haber, op. cit, p. 162. Ver, asimismo, nota a! pie 40, en la que se menciona tambiért otra
interpretación, del jurista uruguayo Edison González Lapeyre, según ía cual el Tratado no había resuolto el
problema, dejando un vacío que dobia solucionarse en el futuro entre las partes.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
respectiva jurisdicción fluvial con el fin de otorgar a la navegación las mayores facilidades y
seguridad posibles* (art. 6).
El Tratado de Límites prevé en el artículo 7 que las partee en un futuro acuerden el
estatuto del uso del río, con disposiciones sobre seguridad de la navegación, pilotaje, dragado
y balizamiento, relevamientos hidrográficos, conservación de los recursos vivos y normas de
prevención de la contaminación de las aguas. El Estatuto del Río Uruguay, por su parte, de
lega la regulación de estas cuestiones a la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU),
como veremos más adelante. El artículo 5 del Estatuto dispone que la CARU “adjudicará a las
Partes, previo planeamiento en común, la realización del dragado, el balizamiento y las obras
de conservación de los tramos del Canal Principal que fije periódicamente, en función del uso
del mismo y de la disponibilidad de medios técnicos*.
En lo que respecta a practicaje, regulado por el capítulo m del Estatuto, se establece -de
manera similar a lo dispuesto en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo- que
“Tbdo buque que zarpe de puerto argentino o uruguayo tomará práctico, cuando deba hacerlo,
de la nacionalidad del puerto de zarpada" y “El buque que provenga del puerto de un tercer
Estado tomará práctico, cuando deba hacerlo, de la nacionalidad del puerto de destino” (art.
15). En los demás casos, el práctico puede ser, indistintamente, argentino o uruguayo.
El capítulo iv del Estatuto contiene disposiciones sobre facilidades portuarias, alijos y
complementos de carga (arta. 17 a 18).
528
CAPÍTULO 26- RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO URÜGUAY
JgJI
■ '■ Jigra
3.2.4, Exploración y explotación de loe recursos del lechoy subsuelo del rio ■
El capítulo viir del Estatuto del Río Uruguay se ocupa de los recursos del lecho y delí
subsuelo (arte. 30 al 34). El articulólo dispone que “Cada parte podrá explorar y explotar
recursos dol lecho y del subsuelo del Río en la zona del mismo sometida a su jurisdicción,'
causar perjuicio sensible a la otra Parte”, Sin embargo, las instalaciones necesarias para llévar^
a cabo esta actividad “no podrán interferir la navegación on el Canal Principal” (art.
Loa yacimientos o depósitos que se extiendan a uno y otro lado del límite establecido pó¿Í
el Tratado de Límites deben ser explotados “de forma tal que la distribución de los volúmenes';
del recurso que se extraiga de dicho yacimiento o depósito sea proporcional al volumen 'deL
mismo que se encuentre respectivamente a cada lado de dicho límite” (art. 82). Estas actividad
des deben realizarse “de acuerdo con las exigencias de un aprovechamiento integral y racional .•
del recurso” y no se debo causar “perjuicio sensible" a la otra parte.
Cuando la explotación se refiera a extracción de arena, canto rodado o piedra, el artículo
33 estipula:
En las concesiones para extraer arena, canto rodado o piedra del lecho o dol subsuelo
del Río, la Parte otorgante deberá establecer, entre otras, las condiciones siguientes:
a) Que los residuos provenientes del lavado y clasificación de los materiales extraídos
sólo sean descargados en los lugares que la Comisión indique como vaciaderos.
b) Que no puedan efectuarse extracciones a distancias menores que las que indique la
Comisión con relación a los canales de navegación y a otros sectores del Río.
3.2.6. Contaminación
El capítulo x del Estatuto se ocupa de la contaminación (arts. 40 al 43), la cual es definida,
a los efectos de la aplicación de este tratado, como “la introducción directa o indirecta, por el
hombre, en el medio acuático, de sustancias o energía de las que resulten efectos nocivos” (art.
40). Esta norma es complementada por el Digesto de la CARU, que define los “efectos nocivos"
como “toda alteración de la calidad de las aguas que impida o dificulte cualquier usó legítimo
de las mismas, que produzca efectos deletéreos o riesgos a los recursos vivos, riesgo a la salud
humana, amenaza a las actividades acuáticas incluyendo la pesca o reducción de las activi-
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El artículo 42 aclara que “Cada Parte será responsable, frente a la otra, por los daños
inferidos como consecuencia de la contaminación causada por sus propias actividades o por las
que en su territorio realicen personas físicas o jurídicas".
El artículo 43 deja a salvo que “La jurisdicción de cada Parte respecto de toda infracción
cometida en materia de contaminación, se ejercerá sin perjuicio de los derechos de la otra
Parte a resarcirse de los daños que haya sufrido, a su vez, como consecuencia de la misma in
fracción. A esos efectos, las Partes se prestarán mutua cooperación".
En el caso de las Plantas de celulosa en el Río Uruguay se invocaron loa artículos 40 a
43 del Estatuto y las partee discutieron acerca de su aplicación a esa disputa. Respecto de la
obligación de preservar el medio acuático y, en particular, de prevenir la contaminación -men
cionada en el artículo 41(a>- la Corte afirmó que se trata de una obligación de actuar con
la diligencia debida respecto de todas las actividades que tienen lugar bajo la jurisdicción y
control de cada parte y que implica "no solo la adopción de las normas y medidas apropiadas,
sino también un cierto nivel de vigilancia en su puesta en ejecución y en el ejercicio del control
administrativo aplicable a los operadores públicos y privados, para salvaguardar los derechos
de la otra parte"1’. En opinión de la Corte, para el cumplimiento apropiado de las obligaciones
que emanan del artículo 41(a) y (b), anteB de la puesta en funcionamiento de un proyecto se
requiero llevar a cabo un estudio de impacto ambiental -aunque el Estatuto no especifica
acerca de su contenido- y, una vez que las operaciones hayan comenzado, se deben realizar
monitoreos continuos de sus efectos en el medio ambiente80. En ese caso particular, estaba en
discusión si Uruguay había ejercido la diligencia debida en la realización del estudio de im
pacto ambiental, cuestión 6obre la que volveremos más adelante.
En cuanto a los artículos 42 y 43 dol Estatuto, que eran invocados por Uruguay para
afirmar que, en ol supuesto do quo so comprobara contaminación, solamente correspondía
la fijación do una compensación y no la roBtltución como modo do reparación, la República
Argentina sostenía, contrariamente a Uruguay, que aran inaplicables a la controversia, por
cuanto establecían un régimen de responsabilidad en ausencia de actos ilícitos, mientras que,
en dicho caso, la Argentina reclamaba por la violación de obligaciones internacionales81. La
Corte consideró innecesario referirse a esta cuestión, si bien aclaró que no podía inferirse que
el propósito o efecto de estos artículos descartara la aplicación do otras formas de reparación
17 Artículo 1(3) del Digesto (El 3) do la CARU, citado en Plantas da celulosa on si Jilo Uruguay (Argentina o. Uru
guay), CIJ, Fallo (fondo), 20/04/2010, parág. 198.
539
CAPÍTULO 26 ■ RÉGIMEN JURIDICO DEL RÍo'uRtlGUAf
.631
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Procedimiento de notificación y
consulta previa
I
Art. 8. La parte notificada tiene un plazo de 180 días para expedirse sobre el proyecto
(puede ser prorrogado por la CARU). Si la documentación recibida es incompleta tiene
30 días para hacérselo saber a través de la CARU a la parte que proyecta la obra.
El plazo de 180 días corre desde que se recibe la información completa.
/
Art. 9. Si la parte notificada no opone objeciones Art. 11. Si la parte notificada concluye que la obra puede
o no contesta dentro del plazo de 180 días, la otra producir un perjuicio sensible se lo comunica a la otra parte
parte puede realizar o autorizar la obro. a través de la CARU dentro do los 180 días, explicando las
razonas técnicas y las modificaciones que sugiera.
Alt. 10. La otra parte tiene derecho de inspec
ción.
I
Art. 12. Si no hay acuerdo dentro de los 180 días desde la comunicación SE APLICA EL CAPÍTULO 15 (Art.
60: solución judicial - si no puede solucionarse la controversia por negociaciones directas, a pedido de cual
quiera de las partes se puede someter a la Corte Internacional de Justicia).
532
*S’i' *
Si bien en principio cada Estado ejerce bu poder de policía en la parte del río
a bu jurisdicción, pueden “perseguir a los buques que, habiendo cometido una infracciófrén^?IÍ
su propia jurisdicción, hayan ingresado en la jurisdicción de la otra Parte” (art. 46). Incluso ¿
si se observa que se está cometiendo un ilícito en la jurisdicción de la otra parte, el E^tütoMi®:
autoriza a apresar al infractor, siempre que se lo ponga a disposición de la autoridad de la otra
parte. En estos casos, “el ejercicio del derecho de policía en jurisdicción de la otra Parte détífe^^^O
ser comunicado de inmediato a ésta, y bajo ninguna circunstancia podrá hacerse efectivo más '’íW
allá de una distancia de la costa de la misma, que será determinada por la Comisión para
uno de los tramos”, .. .WH
Además, se prevé que las partea coordinen la vigilancia del río en la zona de biftircaciónl.Ow
it,'!
de los canelas de la Filomona y del Medio (y hasta que estos confluyen) oon ol objeto de preve- i, í» '1:
nir la comisión de delitos e infracciones (ort, 47).
Respecto del ejercicio de la jurisdicción sobre los buques que naveguen el río, el artículo, V.
4S dispone 10 siguiente:
los buques que naveguen por el Canal Principal se considerarán situados en la juris
dicción de una u otra Parte conforme a loe siguientes criterios:
a) En la jurisdicción do cada Parte, los buques de eu bandera
b) En la jurisdicción de la República Oriental del Uruguay, los buques de terceras ban
deras que naveguen aguas arriba, y en la de la República Argentina, los que lo hagan
aguas abajo, sin perjuicio de lo establecido en los incisos c) y e).
c) En la jurisdicción de cada Parte, los buques de terceras banderas involucrados en
siniestros con buques de bandera de dicha Parte.
d) En la jurisdicción de la Parte de la bandera del buque de mayor tonelaje cuando en
un siniestro se hallen involucrados buques de banderas de las dos ParteB, salvo que
uno de ellos sea un buque de guerra, en cuyo caso se considerarán en la jurisdicción
de la bandera de este último.
el En la jurisdicción de la Parte que corresponda según el criterio del inoiso b), aplica
ble en ¡Unción del buque de mayor tonelaje, cuando en un siniestro se hallen involu
crados exclusivamente buques do terceras banderas.
f) En los casos no previstos lo Comisión decidirá. Este artículo no será aplicable a loe
casos en que estén involucrados buques de guerra, sin perjuicio de lo dispuesto en ol
inciso d).
En cuanto a sus funciones, el artículo 56 del Estatuto del Rio Uruguay dispone lo si
guiente:
ajustarlos periódicamente.
g) Determinar las formalidades a cumplir en los casos en que deba ser introducido
j) Publicar y actualizar la Carta Oficial del Río, con su traza de límites, en coordina
l) Cumplir las otras fondones que le han sido asignados por el Estatuto y aquellas que
las Partes convengan en otorgarle por medio de canjo de notas u otros formas de acuerdo.
89. La Corto observa que, como toda organización internacional dotada de personali
dad Jurídica, la CARU está habilitada para ejercer las competencias que le atribuye
el Estatuto de 1975 y que son necesarias para realizar el objeto y el fin del Estatuto,
a saber “el óptimo y racional aprovechamiento del río Uruguay” (artículo 1). Como lo
"principio de especialidad", os decir, están investidas por los Estados que las crean de
poderes, cuyos límites están en función de los intereses comur.os cuya promoción los
Estados le confían". (...) Esto so aplica naturalmente a las organizaciones quo, como
90. La CARU que sirve como un marco de consulta entro las partes, en particular
para los proyectos do obras previstas en el primor párrafo dol artículo 7 dol Esta
tuto do 1975, ninguna do las portes puede salir unilatoralmonto do este mecanismo
91. Es por esta razón que la CARU Juega un rol central en el Estatuto do 1975 y no
puodo sor reducido a un simple mooanismo facultativo puesto a disposición de las par
tes quo cualquiera de ollas pueda utilizar a su antojo. La CARU interviene en todos
534
CAPÍTULO 26 • RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO URUGUAY
que pudieran derivar de las actividades proyectadas; de la utilización del agua 6obre ¿
la cual recibe los informes de las partes y verifica si la suma de utilizaciones causa
del equilibrio ecológico (artículo 36); de los estudios y las investigaciones de carácter . .
científico realizadas por una parte en la jurisdicción de la otra parte (artículo 44); del /'
ejercicio del poder de policía (artículo 46) y del derecho de navegación (artículo 48). '
92. Por otro lado, a la CARU se le dio la función de dictar normas reglamentarias en *
muchas áreas vinculadas a la gestión común del río y enumeradas en el artículo 56 del
Estatuto de 1975. Pbr último, la Comisión puede actuar como instancia de conciliación,
a propuesta de una de las partes, para todo litigio que surja entre ellas (artículo 58). . T::
funciones que se le han asignado a la CARU, las Partes quisieron hacer do esta orga-
En relación con el procedimiento Judicial, el artículo 60 del Estatuto del Río Uruguay
dispone: “Toda controversia acerca de la interpretación o aplicación del Tratado y del Estatuto
que no pudiere solucionarse por negociaciones directas, podrá sor sometida, por cualquiera de
las Partes, a la Corte Internacional do Justicia". Es decir que la solución judicial se encuentra
disponible en caso do surgimiento de una controversia por la interpretación o aplicación tanto
del Tratado de Límites de 1961 como del Estatuto del Río Uruguay de 1975.
Este mecanismo judicial se activó por primera vez en 2006, cuando la República Argen
tina sometió a la Corte Internacional de Justicia una controversia por la construcción de dos
plantas de celulosa, como nos referiremos a continuación.
26 Plantee di celulosa en el Alo Uruguay, doo. dt. (fallo de fondo), pardgs. 89-93 (troduooión Ubre).
27 Esta ha sido la prlmora ves quo tanto un Estado oomo al otro litaron seto dicha Corto.
38 Para un mayor dotallo sobro loa anteoedontu do uta disputa, ver Censóles Napolitano, Bllvlna. "Las cwi-
Melonoc prooodlmontales en ol oaso do loe Plantas de Celulosa sobro el Rto Uruguay’, en La contaminación
fluvial en el Derecho Internacional, dol Castillo, Ulian (dlr.), Caso! Varolp, Claudia (coord.), La Ley. Buenos •
Airoa, 2018, pp. 191-208.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Las pasteras en cuestión eran: 1) Celulosa de M*Bopicuá (en adelante CMB), de la em
presa española Ence, y 2) Orion, de la empresa finlandesa Botnia.
Como ya adelantamos, la base de jurisdicción de la CIJ invocada por la República Argen
tina fue la cláusula compromisoria contenida en el artículo 60 del Estatuto del Río Uruguay.
Mientras se llevó a cabo el procedimiento, tuvieron lugar dos hechos relevantes: 1) el 21
de septiembre de 2006, la empresa Ence anunció la relocalización de la proyectada planta
CMB29; 2) en noviembre de 2007, se puso en funcionamiento la planta Orion.
29 Plantas de celulosa en el Río Uruguay, doc. cit. (fallo do fondo), parág. 36.
536
El 20 de abril de 2010 la Corte Internacional de Justicia emitió un fallo sobre el fondo do WW
la disputa en cuestión80. En este asunto estuvo en juego la interpretación de varios artículos ' - WSÍS
del Estatuto del Río Uruguay, así como el rol que juega la CARU como parte de un mecanismo 'IB*
central para la regulación del uso del río entré ambos Estados.
30 Diversos comentarios sobre este fallo pueden consultarse en: Dmas de Clément, Zlnta, "Algunas considera
ciones en torno al fallo de la CIJ sobro las pasteras uruguayas (Sentencia de 20/04/2010)”, Revista de Derecho
Ambiental, Leáis Nexis, Buenos Aires, 2010; Gutierres Posso, Hortensia, “Una sentencia que ha de poner
tórmlno a la controversia entre la Argentina y Uruguay", Revista La Ley, 28/04/2010, p. 1 y as; Vernet, Paula
M„ "Pulp Mills on the Rivor Uruguay (Argentina v Uruguay)” (2012), en Max Planch Enciclopedia of Public
International Law, http://www.mpopil.com; Arbuet Vignali, Haber, "Aloanco político y jurídico del fallo de
Lo Haya", Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales, Análisis n." 02/2010,10/05/2010; Payno,
Cymie R., "Pulp Mills on the River Uruguay: The International Court of Justica Rccognizes Envlronmental
Impact Assessment as a Duty under International Lew", ASIL Inslght, vol. 14, n." 9 (22/04/2010); Sabsay,
Daniel A., "Comentario a la Sentencia do la Corte Internacional de Ju6ticla", Revista La Ley, 28/04/2010, p. 1,
entre otros.
31 Plantas de celulosa en el Río Uruguay (Argentina c. Uruguay). CIJ, Solicitud de medidas provisionales do la
RepábUca Argentina, Providencia, 18/07/2006, parág. 4.
z
537
LECCIONES DE DEHECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La Corte reconoció quo Uruguay había violado las obligaciones procedimentales que el
Estatuto dol Río Uruguay le imponía en loa artículos 7 a 12. Solo el juez ad hoc Torres Bernár
dez, propuesto por Uruguay, votó en disidencia esta parte de la sentencia. Contrariamente, por
once votos contra tras, la Corte concluyó que Uruguay no transmitió a la CARU la información
do medidas provisionales en el caso relativo a loa plantas de celulosa sobre ol Río Uruguay", Rtuisla Ltcclonu
y Entayot, n • 88 (2007), pp. 178-181.
85 Plañías do calillóla en el Rio Uruguay (Argentina c. Uruguay), CIJ, Solicitud do medidas provisionales, Pro
videncia, 28/01/2007, parágs. 18 y 56.
86 Laudo del TribunalArbitralAd Hoc de Mercosur constituido para entender de la controversia presentada por
la Repúblloa Oriental del Uruguay a la República Argentina sobro "Omisión dol Estado Argentino on adoptar
medidas apropiadas para prevenir y/o hacer cesar los impedimentos a la libre circulación derivados de los
cortos en territorio argentino de vías do acceso a los puentes internacionales Oral, San Martín y Oral. Artigas
que unen la República Argentina con la República oriental del Uruguay", 21/06/2006.
37 Plantas da celulora tnolRto Uruguay, doo. c¡L (fallo do fondo), parág. 28.
88 Ibíd., parág. 84.
638
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CAPÍTULO 26 - RÉGIMEN JURÍDICO DEL RÍO URUGUAY *'" ■ . ' "•'. ? :1 “W
requerida por el artículo 7 del Estatuto respecto de las dos plantas, a pesar de los requerimien- -¿í
tos que se le habían hecho en diversas ocasiones”. Si bien Uruguay había enviado a la CARU?®;
en mayo de 2003 un documento sintético sobre la evaluación de impacto ambiental de la planta
CMB de Ence, este había Bido considerado inadecuado por la CARU. Por su parte, Uruguay U*
tampoco transmitió ningún documento vinculado con la planta Orion de Botnia. A pesar der^
ello, Uruguay otorgó autorizaciones iniciales a ambas plantas y llegó a una decisión sobre el . ' /
impacto ambiental de los proyectos, en aplicación de su legislación interna, al margen de.la‘:'¿:
CARU y sin cumplir con el artículo 7 del Estatuto*0. '■‘ X
En abril de 2005 Uruguay autorizó a Botnia a emprender la primera fase de la construc- ’?
ción de la planta Orion y, en julio de ese mismo año, la autorizó a construir un puerto terminal <
para su uso exclusivo y a utilizar el lecho del río para fines industriales, sin informar previa- -,
mente a la CARU*1.
Si bien Uruguay sostenía que la CARU había sido informada de los proyectos de las plan
tas por los representantes de las empresas Ence y Botnia (en julio de 2002 y, a lo sumo, en abril .
de 2004, respectivamente) antes del otorgamiento de las autorizaciones iniciales”, la Corte ,
entendió, como clamaba la Argentina, que la información proporcionada por las compañías o
por (tientes no gubernamentales no podía sustituir la obligación de informar requerida por el
artículo 7 del Estatuto".
En consecuencia, la Corte concluyó que Uruguay, al no informar a la CARU de las obras
planeadas antes de otorgar las autorizaciones iniciales medioambientales, tanto respecto de
las dos plantas como de la terminal portuaria adyacente a Orion, omitió cumplir con la obliga
ción impuesta por el artículo 7 del Estatuto**.
De acuerdo con Uruguay, ambos Estados parte en esta controversia habían acordado de
jar de lado las obligaciones procedimentales establecidas en el Estatuto de 1975 mediante dos
acuerdos alcanzados el 2 de marzo de 2004 y el 5 de mayo de 2005*’. En cuanto al “entendi
miento" de 2004, la Corte sostuvo que podría haber tenido el efecto de relevar a Uruguay de sus
obligaciones en virtud del artículo 7 del Estatuto solo bí ese Estado cumplía con los términos
convenidos, lo que no ocurrió*’. En cuanto al acuerdo de 2005 que tuvo por objeto establecer
la GTAN -Grupo Técnico de Alto Nivel, órgano de negociación establecido por las partes para
alcanzar el mismo objetivo previsto en el artículo 12 del Estatuto-, tampoco puede ser inter
pretado en el sentido de derogar las obligaciones procedimentales impuestas por el Estatuto*’.
Al aceptar la creación de la GTAN, la Argentina no renunció a sus derechos procedimentales
ni a la posibilidad de invocar la responsabilidad de Uruguay o cualquier violación de tales ■
derechos, ni tampoco dio el consentimiento para suspender las disposiciones procedimentales
contenidas en el Estatuto de 1975*’.
Finalmente, la Corte determinó que Uruguay no tenía derecho, durante el período de
consulta y negociación previsto en los artículos 7 a 12 del Estatuto, a autorizar la construcción
de las plantas CMB y Orion ni la terminal portuaria. De acuerdo con la CIJ, sería contrario al
objeto y fin del Estatuto de 1975 emprender actividades en disputa antes de que sé apliquen
los procedimientos allí establecidos”. La Corte concluyó que Uruguay inoumplió la obligación ■
de negociar prevista en el artículo 12 del Estatuto • hizo caso omiso del mecanismo entoro do .
cooperación previsto en los artículos 7 a 12”.
Cabe aclarar que, de acuerdo con la Corte, Uruguay no tenía una obligación de no cons
truir la planta cuestionada una vez agotado el período de negociaciones previsto en el artículo
12 del Estatuto (es decir, el 3 de febrero de 2006, fecha en que las partes determinaron que las
negociaciones en el marco de la GTAN habían fracasado). Por lo tanto, la conducta ilícita de
Uruguay no se extendía más allá de ese período’1.
La Corte interpretó el artículo 8 del Estatuto en el Bentido de que solo dispone la “obliga
ción de no construir" durante el proceso establecido en los artículos 7 a 12, pero no establece
que, en caso de que persista el desacuerdo entre las partes respecto de la actividad planteada
al final de la negociación, la Corte tenga jurisdicción para decidir, como última instando, bí
autoriza o no las actividades en cuestión. Por lo tanto, en palabras de la Corte, el Estado puede,
al final del período de negociación, proceder con la construcción de la obra a su propio riesgo”.
Si bien la Argentina había peticionado que la Corte determinara una serie de consecuen
cias jurídicas frente a la comprobación del incumplimiento por parte de Uruguay de sus obli
gaciones procedimentales (cese del acto ilícito y reanudación del cumplimiento de las obligacio
nes; reestablecimiento de la situación que existía previo al incumplimiento -lo que implicaba
el desmantelamiento de la plaDta Orion-; el pago de una indemnización y el otorgamiento de
garantías de no repetición), la Corte solo otorgó una reparación a través de la sentencia misma,
a modo de satisfacción63.-
La Corte consideró que, dado que las obligaciones'procedimentales no establecían una
prohibición de construcción de la planta luego de la expiración del período de negociación, la
violación había cesado y que, como el funcionamiento de la planta Orion no había resultado
en una violación de las obligaciones sustantivas emanantes del tratado6', entonces, ordenar el
desmantelamiento de la planta constituiría un remedio inapropiado para la violación de las
obligaciones procedimentales”..
En efecto, según la Corte no se había presentado evidencia que demostrara de manera
concluyente que las descargas do efluentes de la planta Orion desde que comenzó a funcionar
hayan tenido efectos deletéreos o causado daño a los recursos vivos, a la calidad del agua o al
equilibrio ecológico del río; por lo tanto, Uruguay no violó el artículo 41 del Estatuto”.
En consecuencia, la Corte descartó el reclamo de la Argentina respecto de una compensa
ción por. dafios sufridos por varios sectores económicos, como el turismo y la agricultura, por no
haberse determinado la violación de obligaciones sustantivas del Estatuto”.
Sin perjuicio de ello, creemos que la sentencia presenta algunos aspectos positivos para la
Argentina que merecen ser destacados.
En primer lugar, la sentencia reconoce que Uruguay ha violado en diversos momentos un
tratado internacional. Esto no es poca cosa: lo está diciendo el órgano jurisdiccional principal
de las Naciones Unidas por una mayoría abrumadora a través de un fallo que llega a cono
cimiento de toda la comunidad internacional. Ello puede contribuir a generar en el Estado
vecino la conciencia de que otro incumplimiento no debe volver a ocurrir y que es necesario
reposicionar al Estatuto del Río Uruguay como instrumento necesario y vital para la coopera
ción continua entre Iob Estados parte para el aprovechamiento óptimo y racional de un recurso
compartido como es el río Uruguay, según Beñaló la Corte.
En segundo lugar, la propia Corte consideró que las obligaciones procedimentales de in
formación, notificación y negociación establecidas por el Estatuto eran los medios apropiados51 52 53 54 55 56 5
para alcanzar los objetivos del Estatuto. Quedó, por lo tanto, confirmada su aplicabilidad aiosí;
supuestos de proyectos de construcción de obras, tales como plantas de celulosa sobre una de.
las riberas del río Uruguay. .
En tercer lugar, la Corte reafirmó que la CARU, lejos de constituir un mero órg¿ío $$
transmisión entre las partes, por las diversas funciones que le han sido asignadas juega
rol central an el Estatuto de 197B y no puede ser reducido a un mecanismo opcional para laé J
partes, La CARU constituyo un componente fundamental para el cumplimiento de las obliga
ciones de cooperación establecidas por el Estatuto en pos de la prevención de daños potenciales
que puedan afectar al río.
En ouarto lugar, la Corte subrayó que la obligación de notificar bb uno parte esencial deb
proceso de consulta entre las partos en orden a evaluar Iob riesgos de un proyecto y negociar,
posibles cambios a fin de eliminar riesgos o minimizar sus efectoB. La notificación debe efec
tuarse antes de que el Estado decida sobre la viabilidad del proyecto, teniendo debidamente en
cuenta la evaluación de impacto ambiental.
Por último, de acuerdo con la Corte, una completa evaluación de impacto ambiental es
necesaria para alcanzar una decisión respecto de cualquier proyecto que pueda causar un daño
transfronterizo significativo a otro Estado y debe ser notificada a la otra parte a través de la
CARU.
A».
s:.ii
541
Capítulo 27
Introducción al derecho del mar
Silvina S. González Napolitano
2. Evolución histórica
Los espacios marítimos que conocemos en la actualidad (aguas interiores, mar territorial,
zona contigua, zona económica exclusiva, alta mar, aguas archipelágicas, plataforma conti
nental, zona internacional de los fondos marinos) no surgieron todos de golpe, sino que fueron
producto de un desarrollo paulatino en el que los Estados costeros avanzaban con sus reolamos
de soberanía o jurisdicción cada vez más ley os de la costa1.
Por muchos siglos, los mares y océanos fueron Ubres, es decir, cualquiera podía usarlos a
los efectos do la navegación o do la pesca, ya quo no portonsoían a nadie.
1 En algunas unidades académicas si derecho marítimo aa diota en la matarla “Derecho de la Navegación", de
finido como "al conjunto do normas destinadas a reglarlos hachos, las instituciones y las relaciones jurídicas
derivada8 del ejercido de la actividad navegatoria o modificadas por ¿ata"; Beltrán Montiel, Luis, Curso de
derecho de la navegación, 5.a adíe, reimpr. actualisada, Aatrea, Buenos Airea, 1987, p. 2.
2 Para Riper, el derecho marítimo es el "conjunto do relaciones jurídicas en lea cuales el mar aa el teatro y cuyo
objeto es ol comercio marítimo. No es la naturaleza do sus reglas la que determina la extensión do esta dis
ciplina, sino su objeto, la navegación que se hace en el mar"; Riper, Qeorge, Drolt MarUlme, t.1, París, 1952, •
citado por Beltrán Montiel, Luis, op. cü„ p. 1, nota al pie 1. Según Brunetti, el derecho marítimo comprende
“toda la fenomenología jurídica que gira alrededor de la navegación, de la induatria y del tráfico marítimo-;
Brunetti, Antonio, Diritto Marittimo Privato Italiano, Turín, 1929, L l, p. 1, citado por Beltrán Montiel, Luis,
op, oit., p. 1, nota al pie 2.
3 Para una dotallada evolución del dereoho del mar, ver Armas Pfirter, Frida M., £/ derecho internacional dt
pesquerías y ti Frente Marítimo del Rio de la Plata, Consejo Argentinq para las Relaciones Internacionales, t
Buenos Airos, 1994. capítulo primero. Ver también The United Natione Conventlon on the Law oflhe Sea CA
Mstorical perspectiva), disponible on http://www.un.org. .
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
A principios del siglo xvui, el holandés Comelius Van Bynkerahoek sostuvo que la sobera
nía sobre el mar territorial debía extenderse hasta la franja de mar donde el Estado ribereño
tuviera poderes efectivos, que para esa época se consideraba que era hasta donde llegara una
bala de cañón, lanzada desde la costa, originándose así la teoría de las tres millas marinas*.
La idea de un mar territorial tenía su base, principalmente, en la finalidad de defensa del
territorio.
La regla de las tres millas marinas, que fuera adoptada por algunos Estados7, convenía a
las grandes potencias, ya que permitía a sus flotas la libertad de navegación en la mayor parte
de los mares; en cambio, perjudicaba a los Estados que pretendían ejercer una soberanía en un
espacio más amplio de su territorio marítimo por razones de seguridad, o para ejercer derechos
exclusivos sobre sus pesquerías en distancias más extensas, dado que la preocupación sobre
la pesca comenzaba a perfilarse®. Este diferencia de criterios impidió que se generara una
práctica uniforme respecto del límite máximo del mar territorial, por lo que la regla de las tres
millas no podía ser considerada como norma consuetudinaria®.
A partir del siglo xvni se fue generando una práctica respecto de un nuevo espacio marí
timo: la zona contigua10, una franja de mar adyacente al mar territorial que permite al Estado
ribereño ejercer ciertas competencias para controlar los buques que van a ingresar o salir de
su mar territorial”.
En el siglo xx cb cuando se prodi^eron los mayores cambios en el derecho del mar. En 1930
se celebró la Conferencia de La Haya, bajo los auspicios de la Sociedad de las Naciones, con el
fin de codificar varias materias del derecho internacional, incluso el derecho del mar. Para esa
régimen goneral", en Derecho Internacional Público, Jiménez de Aréchaga, Eduardo (dir.), Fundación da Cul
tura Universitaria, Montevideo, L ¡n, 1.a edic., 1992, p. 221. Estos autores afirman: en 1872 un autor
italianoFerdinand Galiani, partiendo dol criterio de Bynkerehoek sostiene por primera vez que la anchura del
mar territorial debe ser de 3 millas" (ibíd.).
7 Esta regla fue incorporada en varios tratados bilaterales suscriptos por Gran Bretafia (desde 1876), Estados
Unidos y Alemania, entro otros. Cfr. Ilíones Fernández, Javier, El derecho del mar y tua problemas actuales,
Eudoba, Buenos Aires. 2.a edic., 1974, pp. 1-2.
Bolivia, Paraguay y Uruguay en el que se establecía un límite de 5 millas. Cfr. Ilíones Fernández, Javier, op.
cit., p. 2 y nota al pie 2.
10 Hugo Caminos considera que el origen de la 2ona contigua 80 remonta a las leyes británicas de “Hovering"
(Hovtrin#Acta} dictadas entre 1709 y 1867 con el fin de evitar el contrabando hacia y desde el mar. Cfr. Cami
nos, Hugo, "Contiguous Zone" (2009), en Max Planch Encyclopedia of Public International Law, http://www.
mpopil.com, párr. 3.
11 Durante la época de la "Ley seca", EE. UU. celebró varios tratados en los que se reconocían estas competen
cias. Ver Arbuet Vignali, Heber y Puceiro Ripoll, Roberto, op. cit., p. 222.
544
CAPÍTULO 27 • INTRODUCCIÓN AL DERECHOS-MAR* "
época, los espacio a marítimos que se consolidaron eran las agüas interiores, ol mar territoH¿fr
la zona contigua y la alta mar, pero no se llegó a un acuerdo respecto de la anchura dél’aíS^
territorial. Algunos Estados propusieron la adopción de la regla de las tres millas (aunque
se llegó a la mayoría necesaria para au adopción), mientras que otros sugirieron distancias^’
más extensas (como cuatro, seis y doce millas). En conclusión, la Conferencia culminó sin qué
se adoptara ningún acuerdo.
En 1945 el presidente Harry Truman de los Estados Unidos hizo una declaración
teral por la que reivindicaba la jurisdicción de ese Estado sobre los recursos naturales (cofnó^$5?
el gas, ol petróleo y los recursos minerales) del lecho y subsuelo de la plataforma continental,
respondiendo así a presiones de los sectores energéticos. La declaración dispone:
Por lo tonto yo, Harry 9. Truman, presidenta de los Estados Unidos de América, por la
presente proclamo la siguiente política de los Estados Unidos do América con respecto
subsuelo y lecho de la plataforma continental por debido de la alta mar pero contiguo
a las costas de loa Estados Unidos como pertenecientes a los Estados Unidos, sujetes
a los territorios de otros Estados, o sea compartida con otro Estado adyacente, el
límite será determinado por los Estados Unidos y el Estado en cuestión de acuerdo
con principios equitativos. El carácter de alta mar de las aguas sobre la plataforma
manera afectados.”
Este acto constituye un hito importantísimo en la evolución del derecho del mar, conocido
como la “Proclama Truman*. Asimismo, en la misma fecha, ese presidente efectuó otra pro
clama sobre pesquerías, reivindicando el derecho de EE. UU. de establecer "zonas de conserva
ción” en áreas de alta mar adyacentes a sus costas:
Por lo tonto yo, Harry 8. Truman, presidente de los Estados Unidos de América, por la
presento proclamo la siguiente política de los Estados Unidos de América con respecto
ros, el Gobierno de los Estados Unidos considera apropiado establecer (medidas de)
conservación en aquellas áreas de la alta mar contiguas a las costas de los Estados
Unidos donde hayan tenido lugar actividades de pesca o puedan ser desarrolladas en
han sido o serán de aquí en adelante desarrolladas solamente por sus nacionales, los
el control de los Estados Unidos. Considerando que tales actividades han sido o serán
dos Unidos y aquellos otros Estados, y todas las actividades de pesca en tales zonas
6us costas de acuerdo con el principio arriba mencionado a condición de que se conce
los Estados Unidos que pueda existir en aquellas áreas. El carácter de alta mar de las
12 Proclama Presidencial n.° 2667 del presidente Harry S. Truman, Washington D.C.. 28/09/1945, on White-
545
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
A partir de ahí, los Estados ribereños, lejos de protestar, imitaron estos actos y proclama
ron idénticos derechos -y hasta más extensos- sobre la base de un fundamento económico: la
soberanía respecto de los recursos naturales.
Sin embargo, previo a la Proclama Truman, la República Argentina ya había reivindicado
derechos sobre su plataforma continental y los recursos contenidos en ella1*. En el Decreto
1886/4418 19
se 20 21
declaró a la plataforma continental como "zona de reserva minera”.
Desde 1945 y durante la década del cincuenta, los Estados latinoamericanos tuvieron una
actuación muy notable al reivindicar sus derechos sobre la plataforma continental y respecto
de los recursos pesqueros en el mar adyacente a su territorio, más allá del mar territorial.
En octubre de 1945, México efectuó una proclama respecto de la plataforma continen
tal. Por su parte, el 11 de noviembre de 1946, la República Argentina, mediante el Decreto
14.70818, declaró perteneciente a la soberanía de la Nación el “mar epicontinental"y el zócalo
continental argentino, aclarando que ello no afectaba la libre navegación (art. 2). También
en 1946, Panamá declaró su jurisdicción para los efectos de la pesca en todo el espacio so
bre el lecho de la plataforma continental1’. El 23 de junio de 1947, el presidente de Chile
proclamó la soberanía sobre el zócalo continental chileno (cualquiera sea su profundidad)
y la soberanía sobre los mares adyacentes a sus costas a los efectos de reservar, proteger,
conservar y aprovechar los recursos y riquezas naturales, hasta una distancia de doscientas
millas marinas, sin afectar la libertad de navegación sobre la alta mar18. El 1 de agosto de
1947, Perú decretó algo similar, y siguieron Costa Rica (1948), El Salvador (1950) y Hondu
ras (1950)18.
La Declaración de Santiago (1952) es el primer documento colectivo emitido por países del
Pacífico Sur. Mediante ella, los Gobiernos de Chile, Ecuador y Perú proclamaron ‘'la soberanía
y jurisdicción exclusivas que a cada uno de ellos corresponde sobre el mar que baña las costas
de sus respectivos países, hasta una distancia mínima de doscientas millas marinas desde las
referidas costas", lo que se extiende al suelo y subsuelo18. So dejó a salvo el derecho do paso
inocente de buques de terceras banderas (a diferencia de las declaraciones unilaterales chilena
y peruana antes mencionadas que hablaban de “libertad de navegación").
En 1958 se celebró en Ginebra la 1.a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Dere
cho del Mar31, sobre la base de proyectos de artículos elaborados por la Comisión de Derecho
Internacional (CDI). De la simple lectura de los informes elaborados en relación con dicho
proyecto, se constata la falta de uniformidad respecto de la extensión del mar territorial, El
relator especial que se ocupó del tema -Frangois- en su primer informe (1952) propuso seis
millas marinas -contadas desde las líneas de base- como límite máximo del mar territorial;
en su segundo informe (1953) pasó a doce millas marinas; en su tercer informe (1964) lo re
ís Proclama Presidencial a* 2668 del presidonte Harry S. Truman. Washington D.C., 26/09/1940. ibíd., p. 964
(traducción libre).
14 En 1916 el Almirante Storni desarrolló una doctrina que reivindicaba loe doroohoe sobra la plataforma conti
nental y sus rewrscs, Ver Conferencia “Rasén do eer do loa Intereioe Marítimo! Argentino#- diotada el 8 do
junio de 1916 en Buenos Airee, Argentina; publicada en Stornl, Segundo R., ZnlerwM Argentlnot en Mar,
IniUtuto de Publicaciones Novales, Argentina. 8.a odio., 1987, pn. 04 >67, citado en ol Relumen EJaculivo do
.
la Presentación Argentina sobro ol Límite Exterior do la Plataforma Continental, d 1. Para mayor dotalio
eobre la evolución del régimen jurídico do la plataforma continental, oon aspeóla) referencia o la legislación y
posición argentina, vor Davórftdo, Alborto L., La plataforma continental. Lot intertnt argentinos en ni nuevo
derecho del pote, Eudeba, Buenos Aireo, 1988: Rebagliati, Orlando R.,La plataforma continental y tu límite
exterior, Euaeba, Bueno» Aires, 1986.
16 Decreto 1888/44 del PEN. 24/0V1944 (B.0.17/03/1944).
18 Decroto 14.708 del PEN, 9/10/1946 (B.0.06/12/1948).
548
CAPÍTULO 27 - INTRODUCCION AL DERECHO DEL MAff
dqjo a tres millas marinas, pero dejó abierta la posibilidad de su extensión a doce, b^jo ciertas
condiciones22. En el texto final de la CDI que se presentó a la Conferencia, se indicó que ía
Comisión reconocía que la práctica internacional no era uniforme, pero consideraba que el .-£•
derecho internacional no autorizaba a extender el mar territorial más allá de las doce millas
marinas. Af.™:
La 1.a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar culminó en abril d^T^v
1958 con la adopción de cuatro convenciones y un Protocolo Facultativo sobre la Jurisdicción; ;
Obligatoria para la Solución de Controversias2*. Las cuatro convenciones son: • • ?
- Convención sobre el Mar Territorial y la Zona Contigua24;
- Convención sobre la Plataforma Continental”; •
- Convención sobre la Alta Mar86; '•<
a) El lecho y subsuelo del mar y el subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a las
costas pero situadas fuera de la zona del mar territorial, hasta una profundidad de
200 metros, o más allá de este límite, hasta donde la profundidad de las aguas supra-
Como puode observarse, la plataforma continental comienza fuera del límite del mar te
rritorial, es decir, más allá del lecho y subsuelo del mar territorial. Además, la Convención do
Ginebra establece el limita exterior de la plataforma continental oobro la baso do un "criterio
de profundidad* do las aguas auproyaoontoB, poro tambtón dq|a abierta la posibilidad de una
mayor extensión en íbnoión del "criterio do la oaptoCaMtáad''. El artículo 2 do la Convención
do Ginebra dlspono que "El Estado ribereño ejerce derechos do soberanía sobro la plataforma
continontal a loa ofoctoe do bu oxplotaoión do ouo rooursoe «atúrales" y quo talos derechos son
___________ _ _________________________
—
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—
l------------- ■
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
exclusivos, de modo que, "si el Estado ribereño no explota los recursos naturales de ésta, nadie
podrá emprender estas actividades o reivindicar la plataforma.continental sin expreso consen
timiento de dicho Estado”. Sin embargo, estos derechos no afectan al régimen jurídico de las
aguas suprayacentea (alta mar) ni al espacio aéreo (art. 3).
La Convención sobre la Alta Mar (1958), en su preámbulo, alude al deseo de codificar las
normas del derecho del mar referidas a este espacio marítimo y reconoce que la Conferencia
aprobó esas disposiciones como declaratorias de los principios establecidos de derecho inter
nacional. Allí se define a la “alta mar" como “la parte del mar no perteneciente al mar territo
rial ni a las aguas interiores de un Estado" (art. 1). El artículo 2 dispone que la alta mar está
abierta a todas las naciones y que “ningún Estado podrá pretender legítimamente someter
cualquier parte de ella a su soberanía". A continuación enuncia una serie de libertades para
todos loe Estados (con litoral o sin él): libertad de navegación, de pesca, de tender cables y tu
berías submarinas, de sobrevuelo.
La Convención sobre Pesca y Conservación de los Recursos Vivos de la Alta Mar (1958)
comienza advirtiendo en su preámbulo que “el desarrollo de la técnica moderna en cuanto a
los medios de explotación de los recursos vivos del mar, al aumentar la capacidad del hombre
para atender las necesidades alimenticias de la creciente población mundial, ha expuesto
algunos de estos recursos al peligro de ser explotados en exceso". En virtud de ello, con este
tratado se adoptan algunas bases de cooperación internacional para la conservación de los
recursos vivos. Si bien el principio general es que “Todos los Estados tienen el derecho de que
sus nacionales se dediquen a la pesca en alta mar” (art. 1), ello está sujeto a que se tengan
en cuenta los intereses y derechos del Estado ribereño y se respete una serie de disposiciones
para la conservación de los recursos que la propia Convención establece. Por ejemplo, si los
nacionales de varios Estados se dedican a pescar en una misma reserva de peces u otros re
cursos vivos de la alta mar, esos Estados (a petición de cualquiera de ellos) deberán entablar
negociaciones con miras a adoptar un acuerdo para la conservación de esos recursos (art. 4). A
falta de acuerdo, se prevé que una comisión (arbitral) especial compuesta de cinco miembros
resuelva la disputa por medio de un fallo obligatorio (art. 9). Otras disposiciones de esta Con
vención regulan la relación entre el Estado ribereño y los Estados cuyos nacionales pescan
en una zona de la alta mar adyacente al mar territorial de aquel Estado. Por ejemplo, prevé
el derecho del Estado ribereño a entablar negociaciones con esos Estados a fin de adoptar de
común acuerdo las medidas de conservación que fueran necesarias para proteger los recursos
vivos de esa zona (art. 6 (41).
Las Convenciones de Ginebra no tuvieron un gran número de ratificaciones o adhesio
nes”. Sin embargo, algunos Estados, si bien no se obligaron por estos tratados, recogieron
algunas de sus disposiciones en su legislación interna90.
En 1960 se llevó a cabo la 2.a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del
Mar con el fin de fijar el límite exterior del mar territorial, cuestión que había quedado pen
diente en la 1.a Conferencia. Pero en esta oportunidad también quedaría sin definir, ante la
falta de acuerdo entre los Estados, quienes no pudieron conciliar sus posiciones.
En noviembre de 1967, el embajador de Malta ante las Naciones Unidas -Arvid Pardo-
propuso ante la Asamblea General que se proclamase a los fondos marinos y oceánicos fuera
de la jurisdicción nacional (es decir, más allá de la plataforma continental), como patrimonio
común de la humanidad. Ello debido a que los Estados estaban autorizando unilateralmente a
las empresas de su nacionalidad a explorar o explotar los fondos marinos más allá de su pla-
29 Para un mayor detalle sobre loe antocedcnUs de esta 1.a Conferencia de 1968 y las convenciones allí adop
tadas, así como una explicación de las discusiones que goneraron y su escaso número do ratificaciones, ver
Trovos, TulJio, “Convenciones de Ginebra sobre el Derecho del Mar", United Natlons Audiovisual Library of
International Lau>, disponiblo en http://legal.un.org/avl/pdf/ha/gclos/gclo3_8.pdf. Ver también Vinuesa, Raúl,
"Los espacios marítimos y el nuevo derecho del mar", Revista del Instituto Geográfico Militar, n.’ 2 (1988), pp.
35-45.
80 Tal el caso de la República Argentina, como veremos más adelante, que, aunque firmó las cuatro convencio
nes, nunca las ratificó.
548
CAPITULO 27 - INTRODUCCIÓN AL DERECHO PEL.MAR > -
taforma continental, y ante el temor de que loe océanos quedarán devastados y contaStí^
debido al avance tecnológico y la explotación sin control de los recursos marinos.
En consecuencia, en diciembre de 1987 la Asamblea General, por medio de la RewAiOS^
2340 (XXII), decidió crear un Comité Especial con el fin de "estudiar la utilización
pacíficos de los fondos marinos y oceánicos íbera de los límites de la jurisdicción NatíÓMlreiWnB
compuesto por varios Estados, entre ellos la República Argentina. Sobre la base del i^ónaa®
preparado Ror dicho Comité, la Asamblea General, mediante la Resolución 2467 (XXIII) Jeí 2Í?¿ ■
diciembre de 1968, reconoció “que redunda en beneficio de toda la humanidad favorecer' U‘.
ploración y la utilización con fines pacíficos de loe fondos marinos y oceánicos y do su subsuelo,
fuera de los límites de la jurisdicción nacional" y que “esa exploración debe llevarse a cabo en
beneficio de toda la humanidad, independientemente de la ubicación geográfica de los Estados,
teniendo en cuenta los intereses y necesidades especiales de los países en desarrollo". Pór
tanto, estableció una Comisión sobre la Utilización con Fines Pacíficos de los Fondos Marinos y i
Oceánicos fuera de los Límites de la Jurisdicción Nacional (en adelante, la Comisión de Fondos..
Marinos), compuesta de 42 Estados, a la que se le encomendó que estudiase la elaboración de
principios jurídicos y normas para promover la cooperación internacional en la exploración y
utilización de esos fondos marinos y asegurar la explotación de sus recursos en beneficio de la
humanidad, entre otras cuestiones. . . :
Pero no se tenía certeza acerca de dónde comenzaban esos fondos marinos. Recordé-' ;1?®/',
mos que la Convención de Ginebra de 1958 no establecía un límite exterior definitivo de la , •i’.’);
plataforma continental, por cuanto el “criterio de la explotabilidad" permitía que el Estado
ribereño moviera el límite exterior de la plataforma continental a medida que poseyera tec- ’' ví
nología para su explotación a mayores profundidades. La Asamblea General reconoció que loe
problemas relacionados con los espacios marítimos estaban estrechamente vinculados entre
sí y que el derecho internacional consuetudinario no ora categórico en cuanto a la determina
ción de Iob límites de la plataforma continental”. Por lo tanto, era necesaria una codificación
del derecho del mar, estableciéndose límites precisos para los espacios marítimos. Así es que
mediante la Resolución 2574 (XXIV) del 15 de diciembre de 1969, la Asamblea General pidió
al secretario general de las Naciones Unidas que indagara a Iob Estados sobre la convenien
cia de convocar una conferencia sobre el derecho del mar para revisar los regímenes de los
espacios marítimos, “especialmente para llegar a una definición clara, precisa e internacio
nalmente aceptada de la zona de los fondos marinos y oceánicos que se halla fuera de los
límites de la jurisdicción nacional, a la luz del régimen-internacional que se establecerá para
esa zona". ‘ . '
El 17 de diciembre de 1970, la Asamblea General aprobó la Resolución 2749 (XXV) -por
108 votos a favor, ninguno en contra y 14 abstenciones-, en la que se declaró solemnemente
que los fondos marinos y oceánicos y su subsuelo fuera de la jurisdicción nacional, así como sus
recursos, son patrimonio común de la humanidad. Además, se resolvió lo siguiente:
2. La zona no estará Bujeta a apropiación por medio alguno por Estados ni personas,
naturales o Jurídicas, y ningún Estado reivindicará ni ejercerá la soberanía ni dere
chos soberanos sobre parte alguna de ella,
3. Ningún Estado ni persona, natural o jurídica, reivindicará, ejercerá o adquirirá
derechos con respecto a la zona o sus recursos que sean incompatibles con el régimen
internacional que ha de establecerse y los principios de la presente Declaración.
4. Todas las actividades relacionadas con la exploración y explotación de los recursos
de la zona y demás actividades conexas se regirán por el régimen internacional que
se establezca,
5. La zona estará abierta a la utilización exclusivamente para fines pacíficos por todos
los Estados, ya se trate de países riberéflos o sin litoral, sin discriminación, de confor
midad con el régimen internacional que se establezca.
(...)
549
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
1. El derecho de los Estados ribereños de disponer de los recursos naturales del mar
adyacente a sus costas, y del suelo y su subsuelo del mismo mar, para promover el
máximo desarrollo de sus economías y elevar los nivoles de vida de sus pueblos
conformidad con sus características geográficas y geológicas y con los factores que
vechamiento.
3. El derecho o explorar, conservar y explotar loe recursos vivos del mar adyacente a
6. El derecho a explotar, conservar y explorar los recursos naturales dol suelo y del
subsuelo de los fondos marinos, hasta el límite donde el Estado ribereño ejerza su
38 El 89/12/1060. por la promulgación do lo Ley 18.033, Uruguay proclamó d mar territorial do doscfontai
millas marinas, oxtsndlondo su soboranía al espacio aéreo, set como al lecho y eubsuolo del man Temblón se
I
proclamaron doroohoa sobro b plataforma continental receptando la fórmula do la Convención de Ginebra de
1908 (aunque esa Estado no la había ratifioado). En cambio, el 26/0871970, por medio del Docreto4ey 1098,
Bratll extendió tu mar territorial a doiclontae millas, reconociendo derecho do poso Inocente a favor de toreé*
roa Hitados. Es dsolr qus el mar brarilofto ora propiamonto un mar territorial, no solo on danotñiriadón, riño
también en cuanto a la naturalssa y extensión de los derechos ejercidos por el Estado brasileño. ?ara mayor
detalle sobro la posloión de estos países, ver Rey Caro, Ernesto, “Evolución do le Legislación Uruguaya on
Materia de Espacios Marítimos", on Anuario Argentino de Derecho Internacional, vol. x, (2000), pp. 223-933;
Paollllo, Felipa, “Posición del Uruguay frente a los problemas aotualee del derecho dol mar*, en & derecho del
marón evolución; la contribución de loo paitet americanos, Zacklin, Ralph (comp.), Fondo de Cultura Económi
ca, México, 1970, pp. 230-249; Marotta Rango!, Vicente, "La jurisdicción del Brasil sobre su espacio marítimo
adyacente0, ibíd., pp. 216-229.
34 La Declaración do Montevideo ee reproduce en Ulanos Fernández, Javier, op. eit., pp. 26-27.
550
CAPITULO 27 - INTRODUCCIÓN AL DgECHO D£L MAB
3S Reoofiiondaoionoi del Bomlnafío Regional de loa Estados Africanos sobro el Doreoho dol Mar, celebrado on
Yflundó, dol 20 ol 80/00/1072, Citado por Ulanos Fsrnitadcí, Javier, op. olt, pp. 86*8?.
3.a Conferencia do tas Naciones Unidas sobro el Derecho dol Mar, integrada por 86 Estados.
88 La 3.a Conferencia feo convocada por Resolución 3029 (XXVII) del 18/12/1972.
39 Ver Resolución 3087 (XXVIII) del 16/11/1973 do la Asamblea Genera), pórre. 11 y 12.
40 Reglas de Procedimiento adoptadas en la segunda sofión de Caraco»X1974), Doc. A/CONF.62/L.1,3 do junio *
de 1974.
651
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
552
CAPITULO 27 ■ INTRODUCCION AL DERE(#
3. Dos o más Estados Partes podrán celebrar acuerdos, aplicables únicamente en bus ?. ?
relaciones mutuas, por los que se modifiquen disposiciones de esta Convención o se • •¿•ó’»•
suspenda su aplicación, siempre que tales acuerdos no se refieran a ninguna disposi- ■ ■■ «;?;<?
su fin, y siempre que tales acuerdos no afecten a la aplicación de los principios básicos
disfrute de los derechos ni al cumplimiento de las obligaciones que a los demás Esta-
el párrafo 3 notificarán a los demás Estados Partes, por medio del depositario de la
ól se disponga.
en vigor. Por ello fue necesario un nuevo tratado, que estipulara las relaciones entre él y la
CONVEMAR44. 45 46
El Acuerdo de 1994 es complementario de La CONVEMAR, ya que en su artículo 2(1)
se establece que ambos instrumentos se interpretarán y aplicarán en forma coi\junta como
uno solo. No obstante, el Acuerdo modifica a la Convención en diversos puntos, tales como en
lo relativo a la obligación de financiar las operaciones de la Empresa -organismo creado por
la Convención en la parte xi- en materia de exploración y explotación de los recursos de los
fondos marinos; sobre transferencia de tecnología y política de producción; también respecto
del mecanismo de votación para la toma de decisiones en los diversos órganos, la integración del
Consejo -órgano de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos-, la revisión del sistema,
etc. Por ello, en el artículo 2(1) se estableció en forma expresa que, en caso de discrepancia,
prevalecería el Acuerdo. Precisamente la finalidad de esta modificación fue lograr una par
ticipación universal en la Convención, en especial, de las grandes potencias, quienes habían
manifestado que no se obligarían con el régimen de los fondos marinos establecido en 1982.
El Acuerdo entró en vigor provisionalmente el 16 de noviembre de 1994 y en forma de
finitiva el 28 de julio de 199649, incluso para la República Argentina, ya que lo ratificó el 1 de
diciembre de 1996.
44 Vor Roeonno, Shabtal y Oebhard, Julia, ’ConftrencM on tito Law of tha 8ea* (2009), en Max Planeh Bncycla*
pidla afPublic JMtmatlonal ¿ouz, http!//www.mpopll.com, páre, 43. Estos juristas opinan que “la enmienda
do un tratado antoa do iu entrada en vigor es realmente una cuestión paro un nuovo tratado que contenga
dlaposleionoo apropiadas respecto de sus ralaelonoe con el instrumento original’; según ellos, esto aspecto del
dorocho do loo tratados debía sor puoslo enjuogo a partir de entonces.
45 En la actualidad cuenta con 247 Estados y entidades partos.
46 Al presente registra 82 Estados y entidades partee.
554
CAPÍTULO 27 - INTRODUCCION AL DERECHO DEL BAR
En el preámbulo de este tratado se hace referencia á que “la ordenación fie íái
altura es insuficiente en muchas zonas y que algunos recursos se están explot^flcr^m
y se señalan “los problemas de pesca no regulada, sobrecapitalización, tamaño excésivbd”-
flotas, cambio de pabellón de los buques para eludir Iob controles, uso de aparejos‘insüfitó"1 * *
mente selectivos, falta de fiabilidad de las bases de datos y falta de cooperación sufitieSá
los Estados”.
El objetivo de este acuerdo es “asegurar la conservación a largo plazo y el usoi
do las poblaciones de peces transzonales y las poblaciones de peces altamente migrátóribs^
diante la.aplicación efectiva de las disposiciones pertinentes de la Convención [CO
(art. 2). El acuerdo se aplica, en general, “a la conservación y ordenación de las
peces transzonales y las poblaciones de peces altamente migratorios que se encuentren fuéíaíw
de las zonas sometidas a la jurisdicción nacional”, es decir, a partir de lo que se denomina ?la:§-
milla 201”, salvo algunas disposiciones (arts. 6 y 7) que se aplican también dentro de las
sometidas a jurisdicción nacional, como la zona económica exclusiva.
En cuanto a la relación entre este Acuerdo y la CONVEMAR, el artículo 4 dispone. Ce-'
La República Argentina, junto con el denominado “Grupo Corazón" (en inglés, Core
Group), participó activamente en las negociaciones para alcanzar este acuerdo, aunque el texto
final no colmó las expectativas de este grupo4’. De hecho la República Argentina, si bien firmó í ;-.
este Acuerdo, no lo ha ratificado.
47 Respecto de los principales argumentos esgrimido» en contra do esta Acuordo, ver Llanos Mantilla, Hugo,
1
bn a el— estipula! "Salvo lo dispuesto on la Parte IV, m aguas situadas on ol Interior do la Unos do bais del mar
territorial forman porto do lae aguas Interioro! del Estado". La porto iv está dedicada a loi Hitados arohlpe-
La alta mar puede ser definida como “todas las partes del mar no incluidas en la zona econó
mica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores de un Estado, ni en las aguas
archipelágicas de un Estado archipelágico”50. 51
La plataforma continental es la continuación del territorio por debajo del mar y comienza
donde termina el lecho y subsuelo del mar territorial. Su límite exterior varía de acuerdo con
la conformación geomorfológica de cada plataforma y se establece a partir de diversos criterios
y límites máximos determinados en la CONVEMAR Los fondos marinos consisten en el lecho y
subsuelo del mar, que se encuentra más allá de la plataforma continental.
Todos los Estados ribereños, por el mero hecho de poseer territorios con salida al mar,
tienen soberanía o derechos de soberanía -según el caso- sobre ciertos espacios marítimos.
Cuanto más cerca de la costa nos encontremos, más ñierteu serán los derechos que los Estados
posean. A medida que nos alejamos de la costa, estos derechos decrecen, hasta llegar a partes
del mar en donde los Estados ya no poseen ningún derecho soberano.
De acuerdo con los derechos o competencias que ejerzan los Estados sobre estos espacios,
podemos diferenciar a cada uno de ellos y clasificarlos de la siguiente manera:
• aguas interiores
• mar territorial
• aguas archipelágicas
El Estado ribereño posee plena soberanía sobre sus aguas interiores, Están sometidos a
la jurisdicción del Estado ribereño los buques de terceras banderas que se encuentren en estas
aguas por autorización del Estado ribereño (a excepción de los buques de guerra o del Estado
con fines no comerciales que poseen inmunidad de jurisdicción, por lo tanto están sometidos a
la jurisdicción del Estado del pabellón).
El Estado ribereño posee soberanía sobre su mar territorial61 (que comienza a partir de
las líneas de base). Esta soberanía se extiende al espacio aéreo y al lecho y subsuelo del mar te
rritorial. Sin embargo, a diferencia dé lo que ocurre en las aguas interiores, el Estado ribereño
en su mar territorial debe permitir el derecho de paso inocente a buqueB de terceras banderas.
Durante su paso, estos buques quedan sometidos, en principio, a la jurisdicción del Estado de
su bandera, salvo algunas excepciones (en materia civil y en materia penal) establecidas en
los artículos 27 y 28 de la CONVEMAR, en cuyo caso ejercerájurisdicción el Estado ribereño
(aquí también rige la excepción de los buques de guerra o del Estado con fines no comerciales,
ya que poseen inmunidad de jurisdicción).
El Estado archipelágico -siempre que cumpla con los requisitos exigidos por la CON
VEMAR- posee soberanía sobre bus aguas archipelágicas, soberanía que se extiende al
espacio aéreo situado sobre ellas, así como al lecho y subsuelo y a los recursos contenidos
en ellos52. Sin embargo, la soberanía se encuentra limitada por el derecho de paso ino
cente de buqueB de terceras banderas, al igual que ocurre en el mar territorial, y por un
derecho de paso por vías marítimas archipelágicas (este último extensivo al sobrevuelo
por rutas aéreas).
b) Espacios marítimos sobre Iob que el Estado ejerce derechos de soberanía o ciertas com
petencias:
• zona contigua
• zona económica exclusiva
• plataforma continental
556
CAPÍTULO 27-INTRODUCCION AL DERECHO BEL MAR *■■• " ■'
La alta mar y los fondos marinos -la CONVEMAR denomina a estos últimos “la Zona
Internacional de los Fondos Marinos” o “la Zona"- son espacios marítimos sustraídos a la ; •
soberanía estatal, es decir que sobre ellos ningún Estado (sea ribereño o sin litoral) puede
qjercer soberanía o derechos de soberanía. Sin embargo, la naturaleza jurídica de eBtos dos
espacios es diversa. La alta mar es un espacio marítimo de uso común por cualquier Estado
(res comunii ueus), mientras que loe fondos marinos son “patrimonio común de la humani
dad", lo que presupone un régimen de administración internacional, contenido en la parte xi
de la CONVEMAR.
En la figura 1 podemos observar algunos de estos espacios representados.* 60
~T
557 -
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
60 Lo» articulo» 14 y 20 ib refieren ol derecho de navegar. Ver Pflrter da Arma», Frlda, "Argentina y al derecho
del mar", en El derecho del mar en evolución: la contribución da loa palias americanos, Zocklln, ilalph taomp,),
Fondo do Culturo Económica, Móxlco, 1078, pp. 281-262.
81 Aprobado por Loy 840 del 28109/1869.
62 Una logue marina equivale a 3 millas marinas (5,65 kilómetros).
588
CAPITULO 27 - INTRODUCCIÓN AL DERECHO'OELMAR *
cernientes a la seguridad del país y de la observancia de las leyes fiscales, se extiende hasta la rZ?¿c
distancia de cuatro leguas marinas64 medidas de la misma manera”63.
El 18 de septiembre de 1907, por medio de un decreto66, se extendió el mar territorial
argentino para los fines de la pesca a diez millas marinas. En su artículo 1 se dispuso que, en
las desembocaduras de ríos, arroyos y lagunas al mar, el Poder Ejecutivo Nacional trazara por
medio de líneas convencionales la separación entre ambas zonas. Es decir que había libertad/^ .
de navegación a partir de las tres millas marinas, pero una especie de zona de pesca exclusjva ■'.‘•S
hasta las diez millas marinas. i
Como ya mencionamos antes, en 1944 se adoptó el Decreto 1386/44, por el cual se declaró
a la plataforma continental como zona transitoria de reserva minera y, en 1946, mediante De- s.
creto 14.70867, se declaró perteneciente a la soberanía de la Nación el mar epicontinental (de-
nominándose así a las aguas que se encontraban sobre la plataforma continental) y el zócalo • *•:
continental argentino, aclarando que ello no afectaba la libre navegación (art. 2). Además, en
1958 por medio de la Ley 14.773“ se consideró a los yacimientos de hidrocarburos existentes
en el territorio y en la plataforma submarina como “bienes imprescriptibles e inalienables del
Estado Nacional”66. Al haber libertad de navegación, podía interpretarse al "mar epicontinen
tal" como una especie de zona de pesca.
Una segunda etapa se inició a fines de 1966 y comienzos de 1967 con la Ley 17.09410, que
dispone lo siguiente:
Art. 1: La soberanía do la Nación Argentina se extiende al mar adyacente a su terri
torio hasta una distancia de doscientas millas marinas, medidas desde la línea de las
más bajas mareas, salvo en loa casos de los Golfos San Matías, Nuevo y San Jorge, en
que se medirán desde la línea que une los cabos que forman su boca.
didad de doscientos metros o más allá da este límite, hasta donde la profundidad de
.« zonas.
Art. 3: La libertad de navegación y aeronavegación no queda afectada por las disposi-
•A: * . • •
.*. • Como puede observarse, respecto del métodp para establecer las líneas de base, si bien
en general se recepta el método de líneas de base normales (es decir, de las más beyes ma
reas), en particular se utiliza el método de líneas de base rectas para cerrar la boca de los
golfos San Matías, Nuevo y San Jorge -convirtiendo así en aguas interiores a las aguas de di
chos golfos-, lo que suscitó protestas por parte de terceros Estados, que consideraron excesivo
este reclamo debido a que se superaban los límites establecidos en la Convención.de Ginebra
Brneeto, “Vólos Srtrsfield y la Jurisdicción marítima argentina", en Homenaje a Dalmaclo Véle» 8órtflcld,
Academia Nacional de Doreoho y Cionoíai Rocíalos do Córdoba, tomo v. Edlt. El Copíete, Córdoba, 9000, pp.
177480.
66 Dooroto roglamontario de la pesca y caza marítima (B.O.20/09/1907).
67 Dooroto 14.708/48,0/10/1946 (B.O.05/12/1946).
68 Ley 14.773, sancionada ol 10/11/1958 y promulgada al 12/11/1968 (B.0.18/11/1988).
69 Ver Pflrter do Armas, Frida, op. rií, p. 268. * •
70 Ley 17.094, sancionada y promulgada el 29/12/1966 (B.0.10/01/1987).
Sin embargo, en primer lugar, la República Argentina no estaba obligada por esta
de 195871.72
Convención y, en segundo lugar, por las discusiones que habían surgido en la Conferencia de
1958 era muy cuestionable que pudiera hablarse de que dicho tratado recogiera una norma
consuetudinaria en torno a esta regla75. 76
Pero el verdadero problema de interpretación que generó esta ley ha sido respecto de la
naturaleza del mar mencionado en el artículo 1. A diferencia de la legislación de otros países,
aquí no se distingue entre mar territorial (espacio bqjo la soberanía dol Estado) y zona de
pesca a partir de, por ejemplo, las doce millas marinas (espacio sobre el que el Estado ejerce
soberanía únicamente respecto de los recursos naturales). Cabe preguntarse, entonces, si on
la zona mencionada en el artículo 1 el Estado ejerce soberanía sobre las aguas mismas o solo
respecto de los recursos del mar. Aunque la ley menciona que la soberanía se extiende “sobre
el mar adyacente a su territorio” -lo que llevaría a pensar que se trata de un mar territorial-,
en el artículo 3 se deja a salvo la libertad de navegación y sobrevuelo, que es propia de la alta
mar, lo que provocó en su momento un debate doctrinario73.
En cuanto al lecho y subsuelo del mar, la Ley 17.094 receptó la fórmula establecida por
la Convención de Ginebra de 1958 sobre la Plataforma Continental, pese a que la Argentina
nunca llegó a obligarse por este tratado.
Por su parte, en octubre de 1967 se promulgó la Ley de pesca 17.50074, modificada en
gran medida en 1971 por la Ley 19.000™, entre otros cambios que sufrió, siendo finalmente
derogada y reemplazada por la actual Ley Federal de Pesca. La Ley 17.500 establecía.que los
recursos del mar territorial argentino eran propiedad del Estado Nacional, que concedería su
explotación conforme a dicha ley. Los recursos hasta una distancia de doce millas marinas solo
podían ser explotados por buques de bandera argentina. En el mensaje de elevación de esta
ley se hace referencia a la "soberanía en el mar territorial, ya fijada por la Ley 17.094”. La Ley
20.136™ modifica la Ley 17.500, reemplazando la expresión “mar territorial argentino” por
“zonas marítimas bajo soberanía argentina”.
En 1968, con la modificación del Código Civil77, el artículo 2340 se reemplazó por el si
guiente texto:
(...1
71 EL artículo 7(4) de la Convención de Ginebra sobre el Mar Territorial y la Zona Contigua establece: "Si la dis
tancia entre las líneas de bramar de loe puntos naturales do entrada de una bahía no oxcodo de veinticuatro
millas, so podrá tratar una línea de demarcación entro las dos líneas do bajamar, y loa aguas que quedon
encerradas során consideradas como aguas interiores". El inciso 0 prescribe: "Cuando la distancia entre las
líneas do bramar de los puntos naturalos do entrada do uno bahía excoda do volnttouatro millas, so podrá
trazar dentro de la bahía una línea de base recta de veinticuatro millas de muñera que encierre la mayor
superficie de agua que sea posible encerrar con una línea de esa longitud". Cabe destacar que la boca de los
golfos San Matías y San Jorga superan las veinticuatro millas marinas; sin embargo, en la actualidad serían
considerados “bahías históricas", como veremos en el próximo capítulo.
72 Ver Pfirter de Armas, Frida, op. cíí., p. 253 ("Si no existió acuerdo en la medida de extensión de mar territo
rial porque no existía una norma consuetudinaria que la consagrara, tampoco puede decirse que exista una
disposición de la misma naturaleza aplicable a los golfos").
73 Frida Armas Pfirter sostiene: "El problema radicaba en que, en el momento en que se dictó la ley 17.094 I...J
no había una definición clara en el ámbito internacional de la división entre mar territorial y zona económi
ca exclusiva (en ese momento denominada zona exclusiva de pesca o mar patrimonial). Pero a pesar de esta
extensión de soberanía, y de que en leyes posteriores so denominara a esa zona mar territorial, nunca fue
oquivalonta a lo que en el ámbito internacional se considera mar territorial [...]. Hubo desde entonces, en la
legislación argentina, una imprecisión en la terminología"; Armas Pfirter, Frida M,, op. cit., p. 245.
74 Ley 17.600, sancionada y promulgada el 25/10/1967 (B.O. 31/10/1967).
75 Ley 19.000, sancionada y promulgada el 20/04/1971 (B.O. 03/05/1071).
76 Ley 20.136, sancionada y promulgada el 05/02/1973 (B.O. 15/02/1973).
77 Ley 17.711, sancionada y promulgada el 22/04/1968 (B.O. 26/04/1968).
560
V <-V
4* Las playas del mar y las riberas internas de los ríos, entendiéndose por tales’
tensión de tierra que laB aguas bañan o desocupan durante las altas mareas nor^alis
(...) ■
8* Las islas formadas o que se formen en el mar territorial o en toda clase de río, o'¿3-
79 Ver Pfirter de Armas, Frida, op. cit., pp. 262-276, dcnde ae sintetizan todas las posiciones doctrinarles de esa
época.
80 Ley 22.415 (B.O. 23/03/1981).
23.968’, Revista La Ley - Córdoba, n.° 11 (noviembre de 1991), pp. 926-940. ;;• ,\ . ■•
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La Ley 23.968 recepta los espacios marítimos contemplados en la CONVEMAR, hasta las
distancias máximas allf permitidas (es decir, un MT de hasta doce millas marinas85,*y
87detrás
aguas interiores; una ZC de hasta veinticuatro millas marinas; una ZEE de hasta doscientas
millas marinas y una PC a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el
borde exterior del margen continental -o hasta las doscientas millas marinas si la prolonga
ción natural no llega a esta distancia-) así como los regímenes de navegación previstos en
dicha Convención (paso inocente en el MT y, más allá, libertad de navegación). Asimismo,
en dicha ley se fijan las líneas de base (normales y rectas) a partir de las cuales se va a medir el
mar territorial. Se reiteran las líneas de base rectas estipuladas en la Ley 17.094 en las bocas
de los golfos San Matías, Nuevo y San Jorge (art. 1).
En cuanto a la zona contigua, el artículo 4 de la ley dispone, acorde con la CONVEMAR:
“La Nación Argentina en ejercicio de su poder jurisdiccional, podrá en esta zona prevenir y
sancionar las infracciones a sus leyes y reglamentos en materia fiscal, sanitaria, aduanera y
de inmigración, que se cometan en su territorio o en su mar territorial”.
En cuanto a la ZEE, también en consonancia con la CONVEMAR, el artículo 5 dispone lo
siguiente:
recursos naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguaB suprayacentes al lecho
del mar, y con respecto a otras actividades, con miras a la exploración y explotación
económicas de la zona, tal como la producción de energía derivada del agua, de las
El artículo 5 de la ley 23.968 también determina: “Las normas nacionales 6obre conser
vación de los recursos se aplicarán más allá de las DOSCIENTAS (200) millaB marinas, sobre
las especies de carácter migratorio o sobre aquéllas que intervienen en la cadena trófica de las
especies de la zona económica exclusiva argentina”.
Esta ley también modificó los artículos 585 a 588 del Código Aduanero, de modo de incluir
a los recursos que se extrajeran de la ZEE y del lecho o subsuelo submarinos, a Iob efectos del
pago de aranceles aduaneros. Recordemos que esos artículos se referían solamente al mar
territorial.
Sin embargo, por Decreto 2623/91®*, el Poder Ejecutivo Nacional modificó el régimen jurí
dico de la ZC y de la ZEE de la siguiente manera:
Art 1: Sustituyese el segundo párrafo del artículo 4° de la Ley N° 23.968 por el si
guiente; *La Nación Argentina qjerce en esta zona todos eus poderes fiscales y ju
risdiccionales, preventivos y represivos, on matoria impositiva, aduanora, sanitaria,
cambiarla o inmigratoria, sin perjuicio do las exonoionos parciales o totales que legal*
menta se determinen”.
Art. 2; Agrógaso como segundo párrafo del artículo 5’ dé la Ley N° 28.968 el siguiente:
“La Nación Argentina ejerce en uta zona todos sus poderos flecólos y Jurisdicciona
les, preventivos y represivos, on materia impositiva, aduanera, sanitaria, cambiarla
o inmigratoria, sin perjuicio do las exonoionea parciales o totales que legalmente es
determinen*.
También se modificaron los artículos del Código Aduanero referidos en la Ley 23.968.
Estas modificaciones han sido seriamente cuestionadas por cuanto implican ampliar las
competencias del Estado en la ZC a la ZEE, lo que es incompatible con la CONVEMAR’7. A
partir de la entrada en vigor de la CONVEMAR, las modificaciones introducidas por el Decreto
85 El artículo 7 de la ley aclara lo siguiente: "Se entienda por milla marina, la milla náutica internacional
equivalente a mil ochodentoa cincuenta y dos (1.802) motroe”.
80 Deoreto 2628/91PEN del 12/12/1091 (B.0.17/12/1961).
662
CAPITULO 27 - INTRODUCCIÓN AL DERECHO DEL MAR
deberían considerarse tácitamente derogadas, teniendo en cuenta que en nuestro sistema jurí-,.
dico los tratados tienen jerarquía superior a las leyes (art. 75.22 de la CN). •.
En 1992, por medio de la Ley 24.145“ se transfirieron a las provincias los yacimientos de
hidrocarburos situados en el mar adyacente a sus costas hasta las doce millas marinas medi
das desde las líneas de base (art. 1).
El 1 de diciembre de 1995, previa aprobación por el Congreso8®, el Poder Ejecutivo de la
Nación ratificó la CONVEMAR, la cual entró en vigor treinta días después. v *■
En 1997 se sancionó la Ley 24.81590 que crea la Comisión Nacional del Límite Exterior
88, 89
de la Plataforma Continental (COPLA), a efectos de elaborar “una propuesta definitiva para ,
establecer el límite exterior de la Plataforma Continental Argentina’ (art. 2), cuestión qué será *'
desarrollada en el capítulo de esta obra sobre plataforma continental.
A comienzos de 1998 se promulgó la Ley Federal de Pesca 24.922®1,92
que deroga las dis- i
posiciones referidas a la pesca contenidas en leyes anteriores, así como la Ley 18.502. En ella
se dispone que son del dominio de las provincias con litoral marítimo los recursos vivos de las
aguas interiores y del mar territorial argentino adyacente a sus costas hasta las doce millas
marinas medidas desde las líneas de base (art. 3)*. Asimismo, respecto de los recursos vivos
más allá de esa distancia, prescribe lo siguiente:
Art. 4: Son de dominio y jurisdicción exclusivos de la Nación, loe recursos vivos mari
forma continental argentina a partir do las doce (12) millas indicadas en el artículo
anterior.
argentina.
Este último párrafo, que reitera lo ya dispuesto por el artículo 5 in fine de la Ley 23.968,
resulta importante a los efectos de generar una costumbre respecto de las competencias del
Estado ribereño en la alta mar adyacente a bu ZEE para la conservación de las especies trans
zonales y altamente migratorias, sobre todo teniendo en cuenta, como ya vimos, que la Repú
blica Argentina no es parte en el Acuerdo sobre pesca de altura de 1995.
esta obra.
Ernesto, "El dominio y juriadloolón da la Nación y do laa provínolos oobr^la pesca en la Ley 24.922", Anuario
Argentino do Derecho internacional, vol, vm (1098), pp.
203-218,
93 Doriararión oohjunU argentino-uruguaya dol 20/01/1961.
7 • 583
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Este tratado, además, delimitó lateralmente las aguas y la plataforma continental por
medio de una línea de equidistancia®4. Se trata de una Enea única con múltiples propósitos,
ya que delimita aguas, lecho y subsuelo y plataforma continental. En las negociaciones, la Ar
gentina trató de imponer la delimitación de la plataforma continental sobro la base do un pa
ralólo de latitud geográfica, quo comenzaba bastante más al norte del punto medio do la línea
de baso, método que no filó aceptado por el Uruguay, al considerar que habría conducido a un
resultado inequitativo". Se puede observar que la línea lateral acordada -según la cartografía
intercambiada por las partes- en general se ajusta a equidistancia'9. Como esta linca llega
hasta una distancia de doscientas millas marinas, resta ahora tan solo prolongar esa línea de
acuerdo con el criterio de equidistancia de costas adyacentes consagrado en el Tratado del Río
do la Plata. Esto es así ya que la plataforma continental argentina y uruguaya se extiende en
ese sector má9 allá de esa distancia, de acuerdo con las presentaciones realizadas por ambos
Estados ante la Comisión de Limites de la Plataforma Continental, como se verá en los próxi
mos capítulos.
Respecto de los límites marítimos con Chile, cabe mencionar las áreas del estrecho de
Magallanes, del canal Beagle y el mar de la Zona Austral.
Como vimos en uno de los capítulos anteriores de esta obra, las islas del canal Beagle
Rieron objeto de disputa entre Argentina y Chile. El 18 de febrero de 1977 la Corte Arbitral
constituida en virtud del compromiso arbitral del 22 de junio de 1971 falló que las tres islas
junto con los islotes y rocas de sus inmediaciones pertenecían a Chile y determinó el límite
(consignado en un mapa anexo al laudo) de las jurisdicciones territoriales y marítimas de am
bos Estados®7. La Argentina declaró nulo el laudo y la controversia persistió.
En 1984, la República Argentina y la República de Chile suscribieron el Tratado de Paz y
Amistad, por medio del cual, además de resolver el conflicto de soberanía respecto de las islas
del canal Beagle -bajo la soberanía chilena-, delimitaron las aguas enfrentadas y adyacentes
en la zona austral.
94 El artículo 70 dol Tratado de! Río de la Plata y au Frente Marítimo dispone: "El límite lateral marítimo y el
de la plataforma continental, entre la República Oriental del Uruguay y la República Argentina, está definido
por la línea de equidistancia determinada por el método de costas adyacentes, que parte del punto medio de
la línea de base constituida por la recta imaginaria que une Punta dol Este (República Oriental del Uruguay)
con Punta Rasa del Cabo San Antonio (República Argentina)’.
95 Peirano Ba6so, Jorge, El Tratado del Río de la Plata, Idea, Montevideo, 1985, p. 38.
96 Según se ha señalado, on realidad, la línea acordada está por debajo de la línea de equidistancia de las costas
respectivas, hecho que beneficia a Uruguay. Esto se debe a quo se lo dio plono efecto como punto de base a la
isla uruguaya de Lobos. No obstante, se tuvo en cuenta también como punto de base a Punta Médanos, en la
Argentina, lo cual produce, a partir de un determinado sector, una inflexión hacia el norte, beneficiando así
a la Argentina. Cfr. Charney, Jonathan y Alexander, Lewis (eds.), International Maritime Boundaries, vol. T,
M. Nijhoff, Dordrecht, 1998, pp. 760-761.
97 Dispute betureen Argentina and Chile coneerning the Beagle Channel, Laudo, 18/02/1977, R.1.1 A., vol. kxí, pp.
63-264.
98 Armas Pfirtor, Frida; Barberis, Julio A.; Béraud, Alan y Freyre, Nelly, Los límites de la República Argentina,
Abaco, Buenos Aires, 2000, p. 117.
564
CAPfTW) 27-IMniOOUCaÓNAL DERECHO D¿LM»H
do baso" y que cada parte “podrá invocar frente a terceros Estados la anchura máxima de márA«
territorial que le permita el derecho internacional”. .<$4^
En la zona máB austral, se delimitaron loe espacios marítimos adyacentes mediante un¿^
línea do coordenadas de latitud y longitud que difiere totalmente de la línea de equidistancia',i '*
En los dos últimos tramos hacia el sud el límite coincido con un paralelo y un meridiano. En- *
dicha delimitación se tuvieron en cuenta especialmente las islas de la zona. .
Si bien en el Tratado de Paz y Amistad no hay una referencia directa a la delimitación di®
la "plataforma continental" do ambos Estados, Be infiere del Tratado cuando establece que la^
línea acordada delimita tanto el mar como su lecho y subsuelo Cari. 7). En cambio, encontramos
una referencia expresa a las “zonas económicas exclusivas" de los respectivos Estados en el ’í
mencionado artículo 7.
Por último, Argentina y Chile “se reconocen mutuamente las líneas de base rectas que
han trazado en sus respectivos territorios” (art. 11).
f
Capítulo 28
Mar territorial
Las aguas quo quedan hacia tierra da las línoas do base poseen la condición jurídica do v
aguas interioras, salvo que constituyan aguas archipelágicas (art. 8 do la CONVEMAR). En S
algunos Estados arohipolágicos, como veremos en el capítulo 31, se pueden trazar líneas de
base archipelágicas -que son un subtipo de línea recta- para separar las aguas archipelágicas
del mar territorial.
1 Convención de lai Nadones Unidas sobre el Derecho do) Mar (CONVEMAR), artículo 2(1) y (2).
2 En ocasiones se haco mención a loe "aguas territoriales" do un Estado para reforirso a su mar territorial,
8 Esto no ocurre con otros espacios marítimos, talos como la tona contigua y la sona económica exolueiva, que
4 Por el contrario, para establecer las coordenadas geográficas existe un nivel de referencia horizontal (hori
zontal datum) reconocido, es decir un sístoma geodésico internacional reconocido, el WGS84 -por sus siglas
en inglés (World Goodetic System 1984) -. Es un modo de unificar los sistemas geodésicos locales que existían
anteriormente. Por ejemplo, para el trazado del límite exterior de la plataforma continental, cuando el Estado
ribereño presenta la información a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPO, se exige que
las coordenadas de las líneas de base estén en WGS84.
5 Definida por la OHI como el nivel de marea más bajo cuya ocurrencia se puede predecir bajo condiciones
6 Carletón, Chris, “Problems relating to non-natural and man-made basepoints under UÑOLOS’, en Selected
Contemporary Issues in the Law ofthe Sea, Symmons, Clyde R. (ed.), Martínus N(jhoff, Leiden, 2011, p. 32.
7 International Law Association, “Baselines under the International Law oí tho Sea", Sofia Conference, 2012,
p. 2, disponible en www.ila-hq.org/en/committes/index.cftn.cid/1028.
8 Ibíd. Ver también nota 14 do este informe.
9 Arbitraje entre Ouyana y Surinam (Guyana c. 8urinam), CPA, Laudo, 17/09/2007, disponible en httpV/www.
pca-cpa.org. En especial, parágs. 393-398.
10 Disputa territorialy marítima entre Nicaragua y Honduras en el Mar del Caribe (Nicaragua c. Honduras), CIJ,
Fallo, 08/10/2007.
568
CAPfTULO 28 - MAR TERRITORIAL
cartas no reflejaban la realidad en el terreno, El tribunal arbittal del caso Guyana c. SuHnám*
no tomó la línea de la carta como la línea de base de Surinam, sino que aceptó prueba de ?
bae partos con rotación a la precisión de la línea. Finalmente, ol tribunal afirmó que no estJ
convencido de que la línea on la Carta NL2218 oficialmente reconocida por 8urinam A’
inexacta y, en consecuencia, aceptó el punto de línea de base en Vissers Bank como pun
línea de base de Surinam. Lo relevante de este caso es que ambas partes actuaron asumí
que las cartas oficialmente reconocidas podían ser discutidas ante un tribunal internacional
este, a su vez, podía determinar la real ubicación de la línea de base.
En el caso Nicaragua c. Honduras no se discutió acerca de las cartas, sino que ambas ‘
partes presentaron imágenes satelitales a fin de demostrar la real ubicación de la línea de
bramar. A posar de que Honduras había depositado ante el secretario general de las Nadó-
nes Unidas, de conformidad con el artículo 16 de la CONVEMAR, una lista de coordenadas
de sus líneas de base rectas unos meses después de que Nicaragua hubiera demandado ante
la Corte Internacional de Justicia, la Corte no las consideró como puntos de línea de base'W
aceptables, pues no reflejaban la real configuración de la costa. Además, de conformidad con
el artículo 5, la Corte concluyó que un punto de línea de base que no está ubicado en la línea ;
de bajamar no puede ser utilizado como punto de línea de base11.12 *
Esta conclusión parecería .
apoyar la interpretación de que la línea de base normal del artículo 5 es la verdadera línea
de bajamar11.
De la misma manera, en el caso Qatar c. Bahrein, a pesar de que las cartas presentadas i -
indicaban que Qit'at Jaradah era una elevación en bajamar, la Corte concluyó, con fundamento S*
en otras pruebas, que esta formación era en realidad una isla”.
Como puede observarse en los casos mencionados, las líneas de base normales pueden ,‘
cambiar con el tiempo, puesto que la línea de bajamar puede modificarse por erosión, aluvión, • *•
o mismo por mano del hombre al construir estructuras en la costa. Es así que las líneas de base . <' ¡
oficiales han sido y continuarán siendo objetadas por los Estados afectados14 y los tribunales
internacionales han considerado utilizar otras pruebas además de las cartas oficiales para
determinar la ubicación de la línea de bajamar en el nivel de referencia utilizado por el Estado .
y así determinar la ubicación de la línea de base normal15.
En el supuesto de arrecifes, la CONVEMAR prevé que la línea de base “es la línea de bája- . • • •(•
mar del lado del arrecife que da al mar” (art. 6). Recordemos que las islas Bituadas en atolones A-,
o bordeadas por arrecifes suelen formar una laguna en el interior, es decir, detrás del arrecife,
como muestra la figura 1. Dicha laguna posee condición jurídica de aguas interiores. a ; ’•
18 Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar c. Bahrein), Fallo, 16/03/2001,
parágs. 98-99.
14 Alexander, Lewis M., aBaseHnes Delimitatlons and Maritime Boundaries", Vandeuervilt Journal of Interna
tional Law, vol. 28 (1983), p. 635.
15 ILA, op. cit., p. 25. La conclusión general del Comité formado para estudiar las líneas de base en el derecho
internacional de la ILA es que la línea de base normal legal es la rea) línea de bramar a lo largo do la costa,
en oí nivel de referencia vertical elegido por el Estado, indicado en loe cartas oficialmente reconocidas por el
Estado ribereño. En la mayoría de los casos, las cartas proveerán una flol representación de la ubicación do
la línea de base y gozarán de una (Vierte presunción de precisión, pero, si han ocurrido modificaciones y las
cartas ya no representan la línea de bajamar en el datum elegido, loa tribunales aceptarán otra pruebas para
establecer la posición de la lineo de base legal.
569
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
los que haya una franja do islas a lo largo de la costa situada en su proximidad
inmediata, puede adoptarse, como método para trazar la línea de baso deBde la que
ha do medirse el mar territorial, el de líneas de base rectas que unan los puntos
apropiados.
2. En los casos en que, por la existencia do un delta y de otros accidentes naturales, la
línea de la costa 6ea muy inestable, los puntos apropiados pueden elegirse a lo largo
de la línea de bajamar más alejada mar afuera y, aunque la línea de bajamar retroce
da ulteriormente, las líneas de base rectas seguirán en vigor hasta que las modifique
En las figura» que se muestran más adelanto pueden observares tyemplos de esto» su
puestos.
Para evitar abusos debido el trazado de líneas de base rectas en exceso, la CONVEMAR
ha puesto alguna» limitaciones. En ofocto, el artículo 7 de osta Convonción continúa prescri
biendo lo siguiente:
3. El trazado de las líneas de base rectas no debe apartarse de una manera aprociablo,
de la dirección general de la costa, y las zonas do mar situadas del lado do tierra do
oses llnoas han de estar suficientemente vinculadas al dominio terrestre para estar
4. Laa líneas de baso rectas no se trazarán hacia ni desde elevaciones que emorjan
de bajamar, a menos que se hayan construido sobre ellaB faros o instalaciones aná
logas que se encuentren constantemente sobro el nivel del agua, o que el trazado de
570
CAPÍTULO 28 - MAR TERRITORIAL ’
líneas de base hacia o desde elevaciones que emerjan en bajamar haya sido objeto
de un reconocimiento internacional general.
5. Cuando el método de líneas de base rectas sea aplicable según el párrafo 1, al tra
zar determinadas lineáis de base podrán tenerse en cuenta los intereses económicos
propios do la región de que se trato cuya realidad e importancia estén claramente
demostradas por un uso prolongado. • • 1
6. El sistema de líneas de base rectas no puede ser aplicado por un Estado de forma . Z;
que aíslo el mar territorial de otro Estado de la alto mar o de una zona económica ' »
exclusiva. % ..
Sin embargo, al parecer, algunas de estas normas no son suficientemente claras y pueden
generar más interrogantes que brindar respuestas. Por ejemplo, en el inciso 1 de este artículo
cabe preguntamos: ¿qué significa “profundas aberturas y escotaduras’? ¿A qué distancia de
ben encontrarse las islas de la tierra para poder proceder al trazado de líneas de base rectas?
De igual modo respecto del inciso 3: ¿cuándo el trazado se aparta de una manera apreciable
de la dirección general de la costa? ¿Cuándo las zonas de mar situadas del lado de la tierra de
las líneas están suficientemente vinculadas al dominio terrestre y cuándo no? Estos y otros
interrogantes son objeto de discusión entre los doctrinarios16.
En cuanto a la referencia a tener en cuenta “los intereses económicos propios de la re
gión”, contenida en el artículo 7(5), cabe recordar que, en el caso de las Pesquerías anglo-
noruegas, la CIJ sostuvo que, incluso si un sector de la costa noruega se desviaba de manera
pronunciada de la dirección general de la coBta, debía tenerse en cuenta que el Gobierno
noruego hacía valer allí un título histórico: haber otorgado a fines del siglo xvn, a través de
diversas licencias, la concesión de un privilegio exclusivo a pescar y cazar ballenas, lo que
demostraba que esa zona era considerada como exclusivamente bajo la soberanía noruega.
De acuerdo con la Corte, los datos históricos presentados avalaban la idea de la existencia de
derechos tradicionales reservados a los habitantes noruegos sobre las pesquerías que habían
sido incluidas en la delimitación de 1936. Tales derechos se fundaban en la necesidad vital
do la población y se confirmaban por un muy antiguo uso pacífico, que podía ser tomado en
cuonta legítimamente para el trazado de una línea que, en opinión de la Corta, resultaba mo-
dorada y razonable1’.
Por su parte, el artículo 8(2) de la CONVEMAR contiene otra limitación para el Estado
ribereño que procede al trazado de líneas de base rectas, al establecer: "Cuando el trazado de
una línea de base recta, de conformidad con el método establecido.en el artículo 7, produzca el
efecto de encerrar como aguas interiores aguas que anteriormente no ee consideraban como
tales, existirá en esas aguas un derecho de paso inocente
18 Travos, Tullío, •Baoelineo" (2009), en Max Planck Enciclopedia of Public International Law, http://www.
mpepil.com, pirr. 17. •.
En el frente marítimo del Río de la Plata, como ya vimos, la línea de base fue convenida por
acuerdo entre Argentina y Uruguay, la cual une las ciudades de Punta del Este (Uruguay) y Punta
Rasa (Argentina). En el resto de la costa argentina, también se cierra con una línea de base recta,
por ejemplo, la desembocadura del río Gallegos, ubicado en la provincia de Santa Cruz.
Barbería advierte que, en el supuesto de trazado de líneas de base recta en desembocadu
ras de ríos, las aguas que se hallan hacia adentro de las líneas de base no son aguas interiores,
sino aguas fluviales -regidas por las normas del derecho fluvial y no por el derecho dol mar-,
puesto que "Las hipótesis de aguas interiores se dan sólo en aquellos casos en que entre la
línea de base recta y la costa hay aguas marWimos"11.
2.2.2. Bahías
Las bahías son especialmente consideradas en el artículo 10 de la CONVEMAR, que dis
pone lo siguiente:
1. Este artículo se refiere únicamente a las bahías cuyas costas pertenecen a un solo
Estado.
2. Para los efectos de esta Convención, una bahía eB toda escotadura bien determina
da cuya penetración tierra adentro, en relación con la anchura de su boca, es tal que
contiene aguas cercadas por la costa y constituye algo más que una simple inflexión
de ésta. Sin embargo, la escotadura no se considerará una bahía si su superficie no
os igual o superior a la de un semicírculo que tenga por diámetro la boca de dicha
escotadura.
3. Para los efectos de su medición, la superficie de una escotadura es la comprendida
entre la línoa de bramar quo sigue la costa do la escotadura y una línea quo una las
líneas de bajamar de sus puntos naturales de entrada. Cuando, debido a la existencia
de islas, una escotadura tenga más de una entrada, el semicírculo se traaará tomando
como diámetro la suma de las longitudes de las líneas que cierran todas las entradas.
18 Barbería, Julio, El territorio del Estado y la soberanía territorial. Abaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires,
2003. p. 69.
572
CAPÍTULO 2B • MAR TERRITORIAL
Cabe aclarar que, como puede verse en la figura 4 (ver primera bahía), si la boca de en
trada de la bahía tiene más de veinticuatro millas marinas, puede trazarse una línea de base
573
LECCIONES DE DERECHO ¡WTHWACtONAL PÚBLICO
en el interior de la bahía -que tenga como máximo veinticuatro millas marinas-, a los efectos
de cerrarla. Además, si la bahía tiene islas en su boca (ver segunda bahía), se toma como diá
metro del semicírculo la suma de la longitud de cada una de las entradas. En el ejemplo vemos
que la suma de cada una de las tres entradas de la bahía da veinticuatro millas marinas (po
dría incluso medir menos, pero no más).
674
CAPÍTULO 28 - MARTERRTTORIAL
integrante del sistema portuario, incluso construcciones como muelles o rompeolas separa- '*
dos de tierra, pueden ser parte del puerto y utilizarse legítimamente como punto de línea de
ba6e“; existe muchísima práctica internacional a este respecto20
21.22
En algunos casos, estas cons
trucciones pueden contribuir a extender el territorio del Estado23 -como el imponente puerto
Ra’s Laffan en Qatar-, ya que hacen una importante diferencia en el límite exterior del mar.
territorial; en este caso, por ejemplo, lo extiende hacia el mar más de cuatro millas marinas23;:?
Así, en general, cuando las estructuras son parte del sistema portuario, podrían utilizarte
como punto de línea de base. Por ejemplo, la terminal de petróleo y gas de Ra’s Al Ju’aymah
en Arabia Saudita es un embarcadero que se extiende unas cuatro millas marinas de la costa,
pero se considera parte integrante de ella. Este embarcadero en particular habría afectado
unas cuarenta y cuatro millas marinas el límite entre Arabia Saudita e Irán, pero este límite
ya había sido fijado en 1968, mucho antes de su construcción, por lo que no surgió la cuestión
de qué papel habría desempeñado esta importante estructura. Si se tuviera que realizar la
delimitación eú la actualidad, sin duda tendría algún rol a la hora de trazar la línea de equi
distancia, pero es dudoso que se le diera pleno efecto, pues ello no arrojaría una solución equi
tativa para las partes con costas enfrentadas24.* 26
En el caso de la Delimitación marítima en el Mar Negro*3, la CIJ trató la cuestión de una
construcción hecha por el hombre -Sulina Dyke-, pero no la tuvo en cuenta como punto de
línea de base para el trazado de la línea de equidistancia -a los efectos de la delimitación de la
zona económica exclusiva y la plataforma continental- porque sostuvo que no se había podido
probar que la estructura se utilizara para actividades portuarias2*.
Otra cuestión interesante -de la que la CONVEMAR no hace mención- gb la de la tierra
ganada al mar, una técnica muy utilizada en los Países Bqjos, Singapur y Japón. El Hoek van
Holland, por ejemplo, está casi íntegramente formado por tierra ganada al mar y ha extendido
el puerto de Rotterdam unas cinco millas marinas hacia el mar. Esta costa artificial es utili
zada como punto de línea de base sin objeciones por parte de la comunidad internacional. La
práctica indicaría que, si la tierra ganada al mar es parte integrante de la masa terrestre o
de una isla, y no afecta perjudicialmente a un Estado vecino, podría utilizarse como punto de
línea de base27.
1. Una elevación quo emerge en bajamar es una extensión natural de tierra rodeada
de agua que ee encuentra sobre el nivel do ésta on la bajamar, pero queda sumergida
en la plasmar. Cuando una elevación quo enjergo on bqjamar oaté total o parcialmon-
26 Delimitación marítima en ti Mar Negro (Rumania c. Ucrania), CIJ, Fallo, 03/02/2009, paróg. 188.
26 Esta decisión fue criticada, pues la conotruoeión do site tipo da muros so reollsa solo para facilitar la na-*
vagación logure desdo y hacia el puerto; por lo tanto, en gonorol, ee conoldora parto dol sitíame portuario.
Para este autor habría sido mío comprensible quo la OíJ alogara una desviación irraaonabh da la línea do
oquidhUnoia al ao utiliaara como punto do linea do base. Carhton, Chrio, op. cit., p. 63.
27 Ibíd., pp. 62*55. En muohoa casos la Horra ganada ni mar no afbota ol trasudó do la línea do baso; por lo Unto,
no genera problemas. j
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
te a una distancia de) continente o de una tela que no exceda de la anchura del mar
territorial, la línea de bajamar de esta elevación podrá ser utilizada como línea de
base para medir la anchura del mar territorial.
2. Cuando una elevación que emerge en bajamar esté situada en su totalidad a una
distancia del continente o de una isla que exceda de la anchura del mar territorial, no
tendrá mar territorial propio.
Es decir que, si la elevación en bajamar se encuentra dentro de las doce millas de la costa
o do una isla de eso Estado, dicha elevación podrá sor tomada en cuenta para el trazado de una
línea do base normal, permitiendo que el Estado se beneficie con el trazado de las líneas de
baso, pues ejercerá soberanía y Jurisdicción sobre una superficie mayor a la que se determina
ría sí no existiera esa formación, como so muestra en la figura 5 (elevación A).
ZEE
Mar territorial
Por su parte, el artículo 7(4) antes transcripto, al referirse al trazado de líneas de base
rectas, estableció que no se podían trazar hacia ni desde elevaciones en bajamar, salvo que se
hubieran construido sobre ellas faros o instalaciones análogas que se encuentren constante
mente sobre el nivel del mar, o que su trazado haya sido objeto de un reconocimiento interna
cional general. De lo que se desprende que, si en la costa de un Estado existiera una elevación
en bajamar sobre la cual se hubiera construido un faro (ver figura 6, elevación C), esta podría
ser tomada como punto de base para el trazado de una línea de base recta, generando así
aguas interiores, como muestra la próxima figura. Lo mismo en caso de ausencia de faro, si el
trazado de la línea de base recta previamente efectuado por el Estado no hubiera suscitado
protestas de parte de la comunidad internacional.
Treves considera que la excepción del “reconocimiento internacional general" puede ser
una referencia tácita al fallo de la CIJ de 1951 dictado en el caso de las ftsqueríos anglo-
noruegas, en el cual se aceptaron tres puntos de base de la costa noruega que estaban situados
en elevaciones en bajamar28.
576
CAPITULO 23-MAR TEHHITOHIAL
Elevaciones en bajamar
(CyD)
Mar territorial
Aguas
Idiw
interiores
(tnusnilo do
llncna dolíalo
rento) X. Como on lo elevación 0 M"'1 “-wltorlnl
Eb decir que durante su paso el buque puede, de acuerdo con el artículo 18(1) de la
CONVEMAR
a) atravesar dicho mar sin penetrar en las aguas interiores ni hacer escala en una
rada o una instalación portuaria fuera de las aguas interiores; o
b) dirigirse hacia las aguas interiores o salir de ellas, o hacer escala en una de esas
radas o instalaciones portuarias o salir de ella.
En cuanto a las reglamentaciones que puede adoptar el Estado ribereño, cabe reproducir
el artículo 21 de la CONVEMAR, que dispone:
1. El Estado ribereño podrá dictar, de conformidad con las disposiciones de esta Con
vención y otras normas de derecho internacional, leyes y reglamentos relativos al
paso inocente por el mar territorial, sobre todas o algunas de las siguientes materias:
a) la seguridad de la navegación y la reglamentación dol tráfico marítimo;
b) la protooclón do loe ayudas a la navegación y do otros servicios o instalaciones;
o) la protección de cables y tuberías;
d) la conservación de los recursos vivos del mar;
e) la prevención de infracciones de sus leyes y reglamentos de pesca;
f) la preservación de su medio ambiento y la provención, reducción y control de la
contaminación do ésto;
g) la Investigación científica marina y loa levantamiento» hidrográficos;
h) la preservación de las infracciones de sus leyes y reglamontos aduaneros, flécalos,
de inmigración y sanitarios,
2. Tales leyes y reglamentos no ae aplicarán al diseño, construcción, dotación o equipo
de buques extranjeros, a menos que pongan en efecto reglas o normas intornacionalss
generalmente aceptadas.
3. El Estado riboreflo dará la debida publicidad a todas esas leyes y roglamontofl.
578
■'f'
4. Los buques extranjeros que ejerzan el derecho de pasoinocente por el mar terri- ' <'• 1
torial deberán observar tales leyes y reglamentos, así como todas las normas ínter- -rf?
Por su parte, el artículo 25 le otorga al Estado ribereño ciertos derechos para su protección: ■'■
1. El Estado ribereño podrá tomar en su mar territorial las medidas necesarias para • '.'■ •aS
impedir todo paso que no sea inocente.
2. En el caso de los buques que se dirijan hacia las aguas interiores o a recalar en una
instalación portuaria situada fuera de esas aguas, el Estado ribereño tendrá también
las condiciones a que eBté sujeta la admisión de dichos buques en esas aguas o en esa
instalación portuaria.
3. El Estado ribereño podrá, sin discriminar de hecho o de derecho entre buques ex
tección de su seguridad, incluidos los ejercicios con armas. Tal suspensión sólo tendrá
82 En la página web de loe Nnoiona» Unidas -sección de derecho del mar- en publican loa «uspopsiono» del de
recho do paso inocente informada» por los Estado» parto on la CONVEMAR (ver http://www.un.org/DcpU'
lo«/convention_agroemcnta/lnnocent_pasBago».»uipon»lon.htm). Ee bastante común la suspensión dol psao
Inocente por parto do ciertos Estados (por aj.. México) debido a la reoMisción do práctica» de tiro on alguna»
lona».
mantos y observar las medidas especiales de precaución que para tales buques se
hayan establecido en acuerdos internacionales.
Existen tratados internacionales que regulan algunas de estas actividades, tal el caso
del Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos
Peligrosos y su Eliminación (1989)”.
Algunos Estados ribereños han exigido a ciertos tipos de buques que cumplan algunos
requerimientos especiales (no previstos en la CONVEMAR) para poder tener derecho al paso
inocente, lo que ha dado lugar a protestas por parte de terceros Estados. Tal el caso de los Es
tados que exigen que los buques de guerra den aviso previo”, que soliciten autorización para
poder hacer uso del paso inocente”, o que los buques o submarinos atraviesen el mar territo
rial con las luces encendidas”. La discusión 6e centra en si el Estado ribereño tiene derecho
a reglamentar el paso inocente de esta forma (a fin de evitar todo paso que afecte la paz, la
seguridad o el buen orden) o si está actuando más allá de lo establecido en la Convención y ello
implica obstaculizar el ejercicio del paso inocente. Sin duda es muy importante la reacción de
la comunidad internacional de Estados en relación con este tipo de reglamentaciones, es decir,
si hay protestas o aquiescencia.
3.2. Jurisdicción sobre los buques durante su paso por el mar territorial
Durante el paso inocente, los buques están sometidos a la jurisdicción de su bandera,
salvo en algunos supuestos. La CONVEMAR distingue entre la jurisdicción penal y la juris
dicción civil, en los artículos 27 y 28, y señala en qué circunstancias los buques extranjeros
que atraviesan el mar territorial de otro Estado deben someterse a la jurisdicción de este
último.
33 Suscripto el 22/03/1989, en vigor desde el 05/05/1992. La República Argentina es parte de e6te Convenio,
ya que lo ratificó el 27/08/1991. El 05/11/2008 el Juzgado Federal de Ushuaia dictó una medida cautelar, a
solicitud de una ONG, con el objeto de impedir el ingreso a aguas bajo soberanía argentina y a la ZEE de un
buque de bendora francesa (el "Fret Moeelle") que transportaba “una carga de material radioactivo peligrosa
para la salud humana, el medio ambiente, su flora y fauna”, obtenida de un reactor nuclear australiano y
llevada para ser reprocesada en una planta al noroeste de Francia. Se sospechaba que el buque iba a pa
sar por la zona del estrecho de Magallanes, con destino al cabo de Hornos. Por tal motivo, organizaciones
ecologistas presentaron un recureo similar ante la justicia chilena. En los fundamentos de Ja decisión de la
justicia argentina ae mencionó la responsabilidad internacional por el eventual incumplimiento dol Convenio
de Basilea, aunque no se especificó la norma concreta que podía ser violada. También se hizo referencia a
principios internacionales para la protección del medio ambiente. Concretamente, el juez federal prohibió
el ingreso del buque “al Territorio Nacional cuyos limites en el espacio marítimo se hallan concretamente
definidos en la ley 23968".
34 Como, por ejemplo, Croacia, Egipto, Finlandia, India, Indonesia, Libia, Malta, entre otros.
35 Tal el caso de Albania, Argelia, Brasil, China, Congo, Dinamarca, Filipinas, entre otros.
36 Puede citarse el artículo 5 dol anexo B del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile (1984), que res
pecto de la navegación entre el estrecho de Magallanes y puertos argentinos en el canal Beagle establece: "Los
submarinos y cualesquiera otros vehículos sumergibles deberán navegar en la superficie. Todos los buques
navegarán con luces oncendidus y enarbolando su pabellón".
580
CAPÍTULO 28-MAR TERRITORiAl?
87 El artículo 29 de la CONVEMAR dispone: “Para los efectos de esta Convención, se ontionde por 'buque de
guerra’ todo buque perteneciente a las fuerzas armadas de un Estado que lleve los signos exteriores distin
tivos de los buques de guerra de su nacionalidad, que se encuentre bajo el mando de un oficial debidamente
designado por el gobierno de ese Estado cuyo nombre aparezca en el correspondiente escalafón de oficiales o
su equivalente, y cuya dotación esté sometida a la disciplina do las fuerzas armadas regulares".
38 El artículo 31 de la CONVEMAR establece: ‘El Estado del pabellón incurrirá en responsabilidad interna
cional por cualquier pérdida o daño que sufra el Estado ribereño como resultado del incumplimiento, por un
buque do guerra u otro buque de Estado destinado a fines no comerciales de las leyos y reglamentos del Estado
ribereño relativos al paso por el mar territorial o do las disposiciones de esta Convención u otras normas de
derecho internaciona) “.
39 El caso "ARA Libertad" (Argentina c. Ghana), TIDM, Solicitud do prescripción de medidas provisionales, »
Providencia, 15/12/2012.
581
LECCIONES DE DEREQHO lf4TERMACIONAL PÚBLICO
bargo en el marco de una demanda entablada por un particular, por el no pago de bonos de la
deuda soberana argentina, por la que se había obtenido una sentencia condenatoria en juris
dicciones estadounidense y británica40.
En el marco de un pedido de medidas provisionales de la República Argentina ante el
TIDM41 -que posee competencia para dictar medidas provisionales mientras se constituye
el tribunal arbitral que va a resolver el fondo de la disputa42-, la Argentina sostuvo que
existía una controversia entre ambos países por la interpretación y aplicación de varios
artículos de la CONVEMAR, en particular los artículos 18(l)(b), 32, 87(1) y 90, mientras
que Ghana consideraba.que no había una disputa en el marco de dicha Convención.
El Tribunal del Mar, al tratar la jurisdicción prima facie a los efectos de poder dictar
medidas provisionales, consideró que el artículo 32 de la CONVEMAR, al establecer que “nin
guna disposición de [la] Convención afectará a las inmunidades de los buques de guerra”, sin
especificar ámbito geográfico de aplicación, significaba que dicha norma, aunque se encontrara
en el capítulo sobre el mar territorial y la zona contigua, podía ser aplicable a todas las zonas
marítimas43, incluyendo las aguas interiores, del mismo modo que la definición de buque de
guerra del artículo 29.
Así, a la luz de la posición de las partes, el Tribunal entendió que existía una diferencia
de opiniones respecto de la aplicabilidad del artículo 32 y, en consecuencia, una disputa entre
las partes respecto de la interpretación o aplicación de la CONVEMAR. Esto otorgó una base
de jurisdicción prima facie para el tribunal que entendería en el fondo -el del anexo vn-. Por
lo tanto, de conformidad con el artículo 290(5) de la CONVEMAR, el TIDM pudo prescribir
medidas provisionales44.
Cuando las costaG de dos Estados sean adyacentes o se hallen situadas frente a frente,
ninguno de dichos Estados tendrá derecho, salvo acuerdo en contrario, a extender su
mar territorial más allá de una línea media cuyos puntos sean equidistantes de los
puntos más próximos de las líneas de base a partir de las cuales so mida la anchura
del mar territorial de cada uno de los Estados. No obstante, esta disposición no será
aplicable cuando, por la existencia de derechos históricos o por otras circunstancias
especiales, sea necesario delimitar el mar territorial de ambos Estados en otra forma.
40 La demandante on el Juioin lecal aato la jurisdicción shanes -NML- (uno de loa comúnmente apodados» "fon
dos buitre") pj-etehdía éjeoutar h wntonoia extranjera y hacerla efectiva sobre este buque escuela de la Ar
mada Atgéfitlhá, que so áneontr&ba de paso por Ghana. En este proceso local se discutía ai la Fragata era Üñ
buque do guerra y si ¡¡osaba de ihmunidad, o el la República Argentina había renunciado a ella en el contrato
celebrado on oportunidad de colocar lo» bono» bajo la legislación norteamericana. Ver Order of interlocutor#
Iiyjuciion and Interin Preeeruation of the "Ara Libertad*, 02/10/2012 (anexo 3
acompañado por la República
Argontina con la Solicitud de Modlda» Provisionales al TIDM, disponible on http://www.itlos.org). Para un
mayor análisis de esta decisión, ver capítulo 32 do esta obra.
41 La República Argentina requería al Tribunal que dispusiera que Ghana permitiera que la Fragata se roabas-
teciera y Bailara del puerto de Tema.
42 CONVEMAR, artículo 290(5).
562
CAPÍTULO 28 • MAR TERRITORIAL (
46 Delimitación marítima y cuestione! territorial" entre Qatary Bahrein, doc. oU„ pirtg.178.
46 Vor Arlai-8ohrolb»r Pezet, Alfonso, "Dolimitaoidn do lo frontera marítima ontro Porú y Chile* (2001), diipo-
nlblo en ht‘,p7/wwwxontoxto.org/pdft/dallmltaclon_frontora.pdf. ,
<i ?i
Capítulo 29
Zona contigua y zona
EXCLUSIVA
Adrián Miguez
1. Zona contigua
1.1. Antecedentes
, Como se trató on el capítulo 27 de esta obra, puede decirse que, ya desde principios del
. «iglo xvm, en las Hoverings Acta británicas1 2se contempló que el Estado ribereño pudiera
•M- 0d°Ptar ciertas y determinadas medidas en materia fiscal y aduanera para protección de su
$*.•’ territorio. Los EE. UU. hicieron lo propio a finales del mismo siglo.
La doctrina suele citar otros antecedentes, que no hacen sino confirmar la intención de
;/ . los Estados ribereños de otorgarse una zona de protección más allá del mar territorial para
poder controlar, básicamente, la violación a sus normas aduaneras, fiscales, sanitarias y de
migración3.
Esta construcción continuó afianzándose en el tiempo. Así, una resolución del Instituto
de Derecho Internacional, ya más cercana a nuestros días, en 1928, se refiere especialmente a
una zona suplementaria contigua al mar territorial en la que el Estado ribereño podía tomar
medidas tendientes a garantizar su seguridad, neutralidad, policía sanitaria, aduanera y de
pesca. El tema también se abordó en la Conferencia de La Haya de 1930.
Debe comprenderse, para lograr mensurar cabalmente la importancia de la zona conti
gua, que, luego del mar territorial, o sea, más allá de su margen exterior, cualquiera fuera su
anchura -durante muchos siglos, como adelantamos, solamente tres millas marinas-, el espa-
do marítimo siguiente era la alta mar, o mar libre. Por lo tanto, el objetivo primordial de los ‘'¿r
Estados ribereños era poder asegurarse una zona que les permitiera ejercer algún tipo de . -¿¿g
función o facultad para prevenir violaciones al territorio. ■¿■.• ■•V-M
Nacida como resultado de la I Conferenda de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar,
la Convención de Ginebra de 1958 sobre Mar Territorial y Zona Contigua contempló este insti-
tuto de manera expresa en su artículo 24. Pero, como asegura la doctrina, debe observarse que V$|||
tales disposiciones de la Convención de 1958 no cambiaron la condidón jurídica de esa parte ■. g;
de mar marginal. La zona contigua continuó siendo parte de la alta mar y los derechos que
los Estados ribereños podían ejercer en dicho espacio no implicaron ninguna extensión de
soberanía sobre la mencionada zona3.
1 Ver Gilmore, Bill, "Hovering Acta’ (2010), en Max Planck Enciclopedia of Public International La
www.mpepil.com. Ver también Caminos, Hugo, "Contiguous Zone", en ibíd., párr. 2. >’?
2 Pastor Ríd ruejo, José, Curso de Derecho Internacional Público, Tecnos, Madrid, 2.“ odie., 1987, p. 83
3 Sahovic, Milán y Biehop Jr., William, “Mar territorial, Zona contigua. Plataforma Continental y I
Así será hasta la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar de 1982 (en
adelante, también Convención de Montego Bay o CONVEMAR) cuando, con la aparición de
una nueva zona -la zona económica exclusiva que veremos a continuación-, la zona contigua
deja de ser un área de control limitada, superpuesta al mar libre, para convertirse en una zona
de mayor supervisión pero sobre la zona económica exclusiva.
Por ello algunoB autores han aclarado lo siguiente: “[...] en el régimen de 1982, pues, la
zona contigua se solapa con una porción de la zona económica exclusiva, una zona que, como
veremos, no es alta mar. Congruentemente, el artículo 33 de la Convención ya no ha podido
decir que la zona contigua forma parte de él. En la zona contigua el régimen residual no es ya
el de alta mar, sino el de la zona económica exclusiva’’4.
1. En una zona contigua a su mar territorial, designada con el nombre de zona con
tigua, el Estado ribereño podrá tomar las medidas de fiscalización necesarias para:,
en su mar territorial.
desdo las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial.
pareciera que las facultades que otorga la CONVEMAR son-bastante limitadas, ya que en
principio no cubre aquellas infracciones cometidas en la propia zona contigua, ni en la zona
económica exclusiva. Más adelante veremos que esto en la práctica puede no resultar tan
determinante, dado que ciertas facultades se aplican mutatis mutandi a la zona económica
exclusiva.
En este sentido, por ejemplo, aclara Conforti que, conforme su postura, según el dere
cho internacional consuetudinario, en materia de vigilancia aduanera, el poder del Estado
ribereño encuentra un límite funcional y no espacial: el Estado puede hacer todo lo que’es
necesario (y solo lo que es necesario) para prevenir y reprimir el contrabando en las aguas ' ' :
adyacentes a sus costas. Según este autor, la distancia desde la costa al lugar donde se realiza
la represión del ilícito es escasamente significativa, e incluso podría superar las doce o vein- S
ticuatro millas, mientras que no se trate de una distancia tal que diluya toda noción posible
de adyacencia. Lo que se necesita, continúa, es que subsista algún contacto entre la nave y la
costa8. . •
Existiendo en la actualidad una clara delimitación convencional tanto de la anchura como
de las facultades y obligaciones del Estado ribereño, entendemos que este deberá ejercer di
chas competencias ajustándose a lo previsto en la CONVEMAR. Sin peijuicio de ello, existe
parte de la doctrina que sostiene que las normas consuetudinarias también pueden aplicarse
debiendo hacerse un “esfuerzo de síntesis entre viejas y nuevas posiciones”*.
Será roción casi cuoronta años después do dichas proclamas cuando la existencia do tal
zona logrará tratamiento normativo en la CONVEMAR y ce lo otorgará un régimen Jurídico ' •?.
especial. .. . : -.Vv’V
En oste procoso histórico debe comprenderse que la tecnología tuvo y tiono un papel pro-
ponderante. El desarrollo progresivo de las capacidades de pesca así como de exploración y \ .>
explotación de recursos vivos y no vivos que se encuentran en esta zona fue determinando a
los Estados ribereños a plantear, cada vez con mayor decisión, ante, el contenido económico de .
5 Confort!, Benedetto, Dartcho Internacional. Zavalía, Buenos Airea, adición en eepafto! traducida y actualiza- >.•
da por Raúl Vinueea, 1995. p. 330 y sa. * ,, •
6 IMd..p.323yat.
dichoB recursoa, la necesidad de reservarlos para su propio provecho o, en su defecto, y solo bqjo
concesión, cederlos a un tercero, como se verá más adelante.
Con esta misma visión proteccionista, por su parte, los Estados sudamericanos también
pretendieron, casi contemporáneamente a las proclamas mencionadas, otorgarse “mares terri
toriales” de doscientas millas marinas de extensión, con la clara intención de proteger aquellos
recursos que consideraban propios y que estimaban corrían riesgo de 6er explotados por terce
ros países, como se hizo referencia en el capítulo 27 de esta obra.
La República Argentina por Decreto-ley 17.094 (1966) estableció una zona adyacente a las
costas de doscientas millas en la que ejercía soberanía evitando referirse especialmente a que se
trataba de un “mar territorial”.
La descolonización de la década de los sesonta y setenta en África colaboró con el afianza
miento del instituto, en tanto todos los nuevos Estados surgidos de dichos procesos deseaban
preservar para sí la potencial explotación de los recursos que consideraban propios. En para
lelo, subyacía la idea de impedir la supuesta expoliación a la que podrían verse sometidos los
Estados más débiles o menoB desarrollados por aquellos que contaban con tecnología y fondos
suficientes para llevar adelante estas empresas.
Como aclaran algunos autores, debe tenerse en cuenta que el régimen de la zona econó
mica exclusiva, como se vislumbra, descansa sobre un doble presupuesto, científico y econó
mico7.8Científico porque, a diferencia de la creencia reinante hasta ese momento, las especies
que habitan el mar no se reproducen inagotablemente. La capacidad incremental de la pesca que
permitió el desarrollo permanente de la tecnología sumado al aumento de la población mun
dial comenzó a señalar la necesidad de administrar de una manera racional los recursos vivos
y no vivos en la zona. Económico porque, hoy en día, es un negocio de alcance global que mueve
millones de dólares, en especial la pesca, que se practicaba con medios limitados, así como
cualquier otra explotación que pudiera haberse desarrollado a menor escala.
2.2. Anchura
La zona económica exclusiva (en adelante ZEE), de acuerdo con el artículo 56 de la
CONVEMAR, es un área situada máB allá del mar territorial y adyacente a este, en la que el
Estado ribereño tiene, como se verá, derechos de soberanía, entre otros derechos.
Lo primero que debe tenerse presente es que la ZEE es una zona, un espacio marítimo,
que se extiende más allá del mar territorial. Su extensión se cuenta desde las líneas de base
desde las que se mide la anchura del mar territorial, pero lo cierto es que el régimen que prevé
la ZEE tiene virtualidad a partir del límite exterior del mar territorial. Esto último porque,
en el mecanismo de determinación de los diferentes espacios marítimos previstos en la Con
vención de Montego Bay, todas las distancias se miden desde las líneas de base (normales o
rectas)®. En segundo lugar porque, en relación con las zonas, cuanto mayor es la distancia
desde la costa, menores son los derechos que el Estado ribereño ejerce sobre aquellas. Por ello,
en la parte en que la ZEE se superponga al mar territorial se aplicará el régimen que concede
mayores derechos al Estado ribereño, o sea, el del mar territorial, y recién a partir de su límite
exterior, el de la ZEE.
La solución de la Convención resulta relativamente simple en aquellos casos en que se
trata de Estados que no tienen costas enfrentadas. Sin embargo, como no siempre esto ocurre,
el artículo 74 de la CONVEMAR, como se verá más adelante, ha previsto los medios de solu
ción a utilizar en el caso de Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente.
588
CAPÍTULO 29 • ZOHA CONTIGUA Y ZOMA ECONÓMICA EXCUJSlVÁ
Debe quedar claro que en la ZEE el Estado ribereño no ejerce soberanía. Si lo hiciera,
•i';'
nada lo diferenciaría del mar territorial y ningún sentido tendría llamarlo de manera dife
rente. Esto se comprende a partir de la evolución histórica del instituto, cuando 6e verifica
que la comunidad internacional no aceptó los denominados "mares patrimoniales" o “mares
territoriales" de doscientas millas que mencionamos en la introducción. Sumado a ello, el len
guaje utilizado por la Convención de Montego Bay es preciso y particular y, si bien podría traer
cierta confusión si se lee rápidamente, cuando se lo hace con detenimiento se logra interpretar
el alcance de la ZEE en su justa medida.
El Estado ribereño tiene sobre la zona “derechos de soberanía" y no soberanía. Es decir,
derechos de soberanía para determinadas actividades o fines. Por ello, se ha denominado a
estoB derechos “soberanía funcional". Esto último debido a que los derechos de soberanía lo
son para la exploración, administración, explotación y conservación de los recursos vivos y no
vivos de la zona. Por esta razón, el artículo 66 de la CONVEMAR ayuda a esta interpretación
recalcando que la ZEE no es mar territorial, sino que se extiende más allá de él. Lo hace en los
siguientes términos:
En un ejemplo simplista pero que puede ayudar a comprender el fenómeno, digamos que
el Estado ribereño no es “dueño" del agua de la zona, aunque sí de los peces que en ella se en
cuentran, del uso de los vientos y de las fuerzas de las mareas, así como de otros recursos que
pudieran encontrarse en el agua o en el lecho.
El ejercicio de estos derechos es exclusivo, lo que implica, en principio, que tan solo el Es
tado ribereño puede ejercerlos. A diferencia de lo que ocurre con la plataforma continental, el
ejercicio de los derechos en la ZEE no es excluyente de manera absoluta, dado que; si bien la
inactividad del Estado ribereño no otorga derecho a otros Estados a “suplir" dicha inactividad,
siempre deben respetarse los derechos de los Estados sin litoral*.
7
589
LECCIONES DE DERECHO iNTHtNAOONAL PÚBLICO
690
CAPÍTULO 29 - ZONA CONTIGUA Y ZONA ECONÓMICA EXCIUSWA'
de aparejos y los tipos, tamaño y número de buques pesqueros que puedan utilizarse' /
d) la fijación de la edad y el tamaño de los peces y de otras especies que puedan cap-.";\M%®?®
turarse; .
a) la determinación de la información que deban proporcionar los buques pesqueros,
de los buques;
taleB buques;
h) la descarga por tales buques de toda la captura, o parte de olla, en los puertos del
Estadq ribereño;
de cooperación;
j) los requisitos en cuanto a la formación de personal y la transmisión de tecnología
investigaciones pesqueras;
k) los procedimientos de ejecución11. 12 13
términos:
ca exclusiva, podrá tomar las medidas que sean necesarias para garantizar el cum
judidalee.
2. Los buques apresados y sus tripulaciones serán liberados con prontitud, previa
constitución de una fianza razonable u otra garantía. '
8. Las sanciones establecidas por el Estado ribereño por violaciones de las leyes y los ■
vas de libortad, salvo acuerdo en contrario entro los Estados interesados, ni ninguna
notificará con prontitud al Estado del pabellón, por los conductos apropiados, las me
Como veremos seguidamente, la redacción del artículo, que en principio parece clara, ha
dado lugar a divorsas interpretaciones y ha controvertido hasta dónde alcanza la "jurisdicción”
y la “competencia" del Estado ribereño en cuanto a lo espacial y a materia.
Pero, antes de entrar en dicha cuestión, recordemos que la CONVEMAR contempla ca-
ao» ospcciales; ol de las especie» frecuentemente denominadas “transzonales’, es decir, aque
llas poblaciones quo so encuentran dentro do las zonas oconómioas exclusivas do dos o md»
Estados riborefloe, o tanto dentro de la zona económica exclusiva como on un droa más allá
do esta y adyaoonta a olla”; o) do las oapeolce "altamente migratoria»"1’, o 'sea, aquellas quo
se movilizan cambiando su hábitat, y también el de las especies denominadas “diádromas",
es decir, aquellas que viajan entre agua salada y agua dulce. Así, se mencionan loa especies
“anádromas"14,15 16 viven principalmente en agua salada pero se aparean en agua dulce; y
que
las especies "catádromaa"18, que viven en agua dulce pero se aparean en agua salada. En
cualquier caso, lo que intenta la Convención es proteger los derechos del Estado ribereño en
tanto estas especies, al desplazarse, pueden estar por épocas dentro de la ZEE o bien fuera
de ella.
Como se desprende de algunos interesantes documentos de la FAO11:
Por los términos "Poblaciones de peces compartidas" la PAO entiende (véase, en par
ticular, el Código de Conducta para la Pesca Responsable, Artículo 7 (FAO, 2003b)) lo
siguiente:
(a) recursos pesqueros quo atraviesan la frontera de la ZEE do un ostado ribereño y
posan a la(s) ZEE do uno o más de los otros Estados ribereños: poblaciones transitan-
torizas;
(b) especies altamente migratorias, que se definen en el Anexo 1 de la Convención de
las Naciones Unidas do 1982 sobre el Derecho del Mor (Naciones Unidas, 1982), con
sistentes sobre todo en las principales especies de túnidos (estos recursos, al ser por
naturaleza altamente migratorios, se encuentran tanto dentro de la ZEE del Estado
ribereño, como en la alta mar adyacente);
(c) todas las poblaciones do peces (con excepción de las poblaciones anádromaB/catá-
dromas) que se encuentran tanto en la ZEE del Eetado ribereño como en las zonas
adyacentes de alta mar: poblaciones transzonales;
(d) poblaciones de peces que se encuentran exclusivamente en alta mar: poblaciones
de peces diferenciadas de alta mar.
Es evidente que estas categorías no se excluyen mutuamente. Pueden encontrarse
muchos ejemplos de poblaciones de peces que entran en la Categoría (b) o Categoría
(c) y que entran también en la Categoría (a).
John Caddy (1997) ofrece una definición de poblaciones transfronterizas que, con una
modificación secundaria, puode ampliarse para abarcar las poblaciones transzonales
y las altamente migratorias (pero no las diferenciadas de alta mar).
Paralelamente, en el citado documento se aclara que “no hay un acuerdo sobre la ca-
tegorización de estas poblaciones de peces (...]. Si bien no hay ningún desacuerdo sobre las
definiciones de poblaciones transzonales, altamente migratorias y diferenciadas de alta mar,
la que podríamos llamar una segunda escuela de pensamiento prefiere utilizar los términos
‘poblaciones tranafronterizas’ como la denominación genérica, y emplear los términos ‘pobla
ciones compartidas’ para designar las poblaciones que cruzan el límite de la ZEE de un Estado
ribereño y penetran en la(s) ZEE de uno o más de los demás estados ribereños".
En cuanto a los derechos y deberes de los terceros Estados en la ZEE, la CONVEMAR
dispone lo siguiente:
14 CONVEMAR, artículo 66. Por ejemplo, son especies anádromas el salmón y la trucha común europea, entre
otros.
15 CONVEMAR, artículo 67. Por ejemplo, son especies catádromas la6 anguilas.
16 Murno, Gordon y otros, “La conservación y ordenación de las poblaciones de peces compartidas: Aspectos
jurídicos y económicos’, Departamento de Pesca, Depósito de Documentos de la FAO, Roma, 2005.
592
_____________________ CAPÍTULO 29 - 2ONA CONTIGUA Y ZONA ECONÓMICAEXCLUSíVA •í?
La CONVEMAR contempla, asimismo, la posición de loe Estados sin litoral -sin costas- a
(como Bolivia, Paraguay, Suiza, entre otros) o de aquellos que denomina "en situación geográ-¿
fica desventajosa". Esta última clasificación contempla a los Estados ribereños, incluidos los
ribereños de mares cerrados o semicerrados, cuya situación geográfica los haga depender 'de:/j^^
la explotación de los recursos vivos de las zonas económicas exclusivas de otros Estados de la
subregión o región para el adecuado abastecimiento de pesca con el fin de satisfacer las necesi-..
dades en materia de nutrición de su población, o de parte de ella, y también incluye a aquellos
que no pueden reivindicar zonas económicas exclusivas propias. ; ■
En cualquiera de los dos casos, se prevé que tendrán derecho a participar, sobre una base.
equitativa, en la explotación de una parte apropiada del excedente de recursos vivos de las zo
Ü
nas económicas exclusivas de los Estados ribereños de la misma subregión o región, teniendo .
en cuenta las características económicas y geográficas pertinentes de todos los Estados intere
sados y de conformidad con lo dispuesto en la Convención17.18
Para los efectos de la Convención, por “Estados en situación geográfica desventajosa" se.
entiende “los Estados ribereños, incluidos Iob Estados de mares cerrados o semicerrados, cuya /
Qív"* situación geográfica les haga depender de la explotación de los recursos vivos de las zonas • ¿Y
593
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
otros, se limitó la cuestión a la aplicación del artículo 585 de la Ley 22.415 -Código Aduanéto|i'?|f®
hasta las doce millas de mar territorial, concluyendo que los buques apresados más aUá'díkMfi
20. Similar criterio se siguió en el caso del “Buque '
las doce millas solo infringían leyes de pesca19
pesquero Man Wei 111’resuelto por el Juzgado Federal de Rawson21. Es de deatacar que, si’
bien la República Argentina todavía no había ratificado la CONVEMAR, ni siquiera se contení-,
pió la posibilidad de que se incluyera en el razonamiento a la zona contigua. Se entendió que'í&'S
la jurisdicción -la potestad de aplicar las leyes nacionales- del Estado ribereño concluía a.lgR. i'^S
doce millas de la costa, al finalizar la extensión del mar territorial.
Con otra óptica son muy valiosos también, a este respecto, los dictámenes del procurador í
del Tesoro de la Nación de fechas 29/11/1989 y 24/08/1993, uno dirigido al jefe del Depar-'iW
tamento de Asuntos Jurídicos de la Administración Nacional de Aduanas y el otro al señor
secretario general de la Presidencia de la Nación. En este último, más actualizado en cuanto.
al tratamiento de las normas y mucho más sustancioso en tanto aborda un sinnúmero de cues
tiones concomitantes, se refuerza la idea de integración de las normas, solución que parece :
resultar acertada.
Dos problemas aparecen, entonces, como los más difíciles y complejos para armonizar la
cuestión. Uno referido a las facultades del Estado ribereño en la ZEE, que involucra el ejercicio .;j
de la soberanía “limitada” a una finalidad; y el otro, enlazado con el primero, referido a la po
sibilidad de aplicar penas privativas de la libertad por ciertos delitos cometidos en dicha zona,
que incluye el de la potestad jurisdiccional en materia penal atento las limitaciones ya vistas que
contiene la CONVEMAR a este respecto.
El Estado ribereño, lo reiteramos, ejerce derechos de soberanía para los fines de la ex
ploración, explotación, conservación y administración de los recursos naturales de la zona. . j' ?:
Paralelamente, tiene jurisdicción para los temas relativos a establecimiento y utilización de ■ •■ ■■
islas artificiales, instalaciones y estructuras; investigación científica marina y protección y
preservación del medio marino.
A nuestro criterio, debemos entender, en principio, que el ejercicio de la soberanía incluye
la jurisdicción, mientras que la segunda no necesariamente presupone la primera. De un juego
armónico de las normas de la CONVEMAR podría afirmarse que el Estado ribereño posee “de
rechos de soberanía para los fines de exploración y explotación, conservación y administración
de loa recursos naturales” (art. 56(1)[a]) y en el ejercicio de sus derechos de soberanía "podrá
tomar las medidas que sean necesarias para garantizar el cumplimiento de las leyes y regla
mentos dictados do conformidad con esta Convención, incluida la visita, la inspección, el apre
samiento y la iniciación de procedimientos judiciales" (art, 73[1J). Por bu parto, “las sanciones
establecidas por el Estado ribereño por violaciones a las leyes de pesca [...] no podrán incluir
ponas privativas da la libertad” (art. 78(8)),
Para ir simplificando la cuestión, partamos do la base de quo las leyes argentinas en ma
teria do pesca son concordantes con este último principio, por lo quo no contradicen en absoluto
los términos de la CONVEMAR. Las leyes do pesca no incluyen pinas privativas do la libertad.
Las normas que sí incluyen penas de este tipo son las derivadas do .las leyes aduaneras. Lo quo
19 Arana Pflrtor, Frlda, “La juríadloción argentina cabra lo» oipaoloi marítimo» y al Código Aduanero", Rcubl'a
¿a ¿ey, 05/09/1000,
20 Víase Sluman, Juan Migue), “En torno a lae facultodoi jurladlcoionalo» aduaneras on le Zona Económica
Exclusiva del Mar Argentino", Aovisfa del /nitilulo ds Esludíoa Aduanero», a.’Ssmsstrs 1995. p. 40 y se,
21 Ibíd., p. 60 y i«.
595
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Aquí podemos situamos en dos posiciones enfrentadas. La primera de ellas supone con*
siderar quo el decroto 2623/91 os do aplicación y sus normas no contradicen la CONVEMAR,
solución quo, a todas luces, simplifica la cuestión pero aparece más forzada. La segunda posi
bilidad es considerar que dicho dacreto no se aplica -porque ha quedado derogado de hecho-,
paro sí debo aceptarse la regulación del Código Aduanero en dicha zona.
Entendemos que ol decreto do nocoMdad y urgencia citado so ha oxcodido en euanto a las
atribuciones que otorga al Hitado riberoflo toda ves que prolonga las atribuciones y caracterís
ticas do la zona contigua a toda la extensión de la zona económica exclusiva. Y esta conclusión
parece estar en abierta oposición con la limitación impuesta por el propio artículo 33(2) de la
CONVEMAR, que reza expresamente que “la zona contigua no podrá extenderse más allá de
24 millas".
No podemos pretender extender las características de la zona contigua más allá de los
límites impuestos por la Convención, por más que cambiemos los nombres asignados a cada
espado marítimo, si de las condiciones que de ella se derivan se deduce una implídta prolon
gación del régimen sobre la zona siguiente. Parece, entonces, más acertado abordar el análisis
de la segunda postura enunciada, para lo cual debemos comenzar por profundizar en las fun
dones y atribudones del servicio aduanero.
El Servido Aduanero argentino, como en la mayoría de los países del mundo, no persigue
en todo caso solo fines fiscales. Tampoco supervisa ni fiscaliza la aplicadón de los reglamen
tos de pesca. La actividad propia de la Aduana es la de control, que es el bien jurídicamente
tutelado en los delitos aduaneros. En este aspecto debe tenerse presente la doble jurisdiedón
prevista en el Código Aduanero, que incluye delitos e infracciones, y que en el particular no
Be trataría de una infracción que requiere de la existenda de un perjuicio económico, sino
que lo que se protege es la integridad del control estatal sobre las importadones y exportado-
nes de mercaderías. Esta distindón no resultará de importancia si se acepta la jurisdiedón
del Estado ribereño sobre la zona en cuestión, pero quizás sí lo sea para separar la idea de
infracción por temas de pesca de lae infraedones en materia de aduana. Aquí es relevante
puntualizar los aspectos induidos en el inciso 4 del artículo 62 de la CONVEMAR, cuando
se afirma que “los nacionales de otros Estados que pesquen en la zona económica exclusiva
observarán las medidas (...) establecidas en las leyes y reglamentos del estado ribereño". Y
a partir de este artículo debemos dirigirnos pues a la legislación interna del Estado para
determinar su alcance.
Dijimos que el Estado ribereño posee derechos de soberanía “restringidos" por la finali
dad en cuanto a los recursos naturales. E incluso se le reconoce “jurisdicción exclusiva sobre
[...1 islas artificiales, instalaciones y estructuras incluida la jurisdicción en materia de leyes y
reglamentos aduaneros, fiscales, sanitarios, de seguridad y de inmigración"*3. La conclusión
a la que debemos llegar es que el Estado ribereño posee jurisdicción también en cuanto a la
utilización, explotación y exploración de los bienes originarios de la zona, si bien esta juris
dicción no será amplia como en el territorio, en su mar territorial o en su zona contigua. No
va a poder perseguir “todos” los actos contrarios a “todas" sus leyes internas, sino solamente
aquellas violaciones a las leyes relativas a los derechos soberanos que ejerce sobre la ZEE. Y
las leyes aduaneras, respecto de los recursos extraídos desde dicha zona, determinan que ne
cesariamente deben documentarse y declararse frente a la aduana para poder ser exportados,
resultando estas normas de aplicación cabal, porque la legislación interna del Estado, que no
está en contradicción con la Convención, asimila el tratamiento de estas operaciones a las ex
portaciones realizadas desde el territorio aduanero general.
596
CAPITULO 29 • ZONA CONTIGUA Y ZONA ECONOMICA EXCLUSIVA’
A esta altura resulta fundamental concordar las normas en análisis con aquella
lativas a la plataforma continental, porque por aplicación de los artículos 56(3) y 77 ;
CONVEMAR ambos regímenes son complementarios en cuanto se superponen. Por el artículá
77, el Estado ribereño qjerce derechos de soberanía sobre la plataforma continental alosá^
tos de la exploración y explotación de sus recursos naturales, por lo que la normativa
también resultaría de aplicación a estos fines. No se reduce únicamente a la pesca, einó.qüéiín’*
cluye la explotación -que implica la extracción para su posterior exportación- de otras
derla» quo no necesariamente deben ser poces, sino otros recursos, incluso no vivos. El contW
que ajorca al Estado en todos oatos ámbitos sometidos a su aoboranía por raeonos
se reduce al cumplimiento de las normas aduaneras que exigen una previa intervención dél^
servicio aduanero para la exportación de oatas mercaderías originarias de la zona oconóm^BJ
exclusiva © de la plataforma continental, y sobro las quo el Estado liona derechos soberanos.-X
La Jurisdicción está ínsita on el qjerciolo do la soberanía y, por ende, debe entenderse que la»’
normas aduaneras, incluyendo las relativas al contrabando, deben aplicarse sin limitación en; í
cuanto al ordenamiento, pero con carácter restrictivo en lo funcional, en la medida en que se ”
refieran exclusivamente a los productos originarios extraídos de esa6 zonas. ?
Por el contrario, podría aseverarse que no serían de aplicación las demás normas penales i
ni, incluso, las referidas al contrabando, si el delito se fundara en conductas tendientes a ocul
tar, disimular o evitar el control aduanero de mercaderías no originarias ni extraídas de esas
zonas. Porque ya no estaríamos frente a mercaderías sobre las que el Estado ribereño posee
soberanía funcional, que es, en el razonamiento que seguimos, el que habilita la jurisdicción
aduanera. Recordemos que el Código Aduanero contempla delitos e infracciones aduaneras,
siendo que, en el tema particular de la pesca, lo que se persigue es un delito y no una infrac
ción. Do todas formas, si interpretamos que la soberanía incluye la jurisdicción, las infraccio
nes derivadas de operaciones que involucren estas mercaderías también deberían poder Ber
perseguidas.
A pesar de ello, no es concordante la doctrina ni la jurisprudencia a este respecto. Analice
mos en esto sentido el tratamiento que le ha dado Conforti a la cuestión cuando dice:
plotación de recursos)*8.
Como corolario, recordemos que el Código Aduanero argentino -Ley 22.415- se aplicará
“en todo el ámbito terrestre, acuático y aéreo sometido a la soberanía de la Nación” (art. 1). El
ámbito se define, a su vez, como el espacio comprendido dentro de límites determinados. Re
sulta ser pues que la zona económica exclusiva es un ámbito dentro del cual el Estado ribereño
ejerce derechos de soberanía particulares, como se ha visto, por lo que corresponde, sin con
trariar la Convención, la aplicación de esta ley con las salvedades marcadas. Aquí quizás sea
aplicable el comentario que realiza Conforti cuando afirma que “la orientación prevaleciente
en la Tercera Conferencia sobre Derecho del Mar (...) es atribuirle al Estado ribereño el control
exclusivo sobre los recursos económicos de la zona”, y agTegá que, ‘cuando un buque entra en
la zona económica exclusiva de otro Estado, a estas excepciones al principio do la jurisdicción
exclusiva del Estado del pabellón que hemos considerado hasta aquí, se les agregan las que
favorecen el control del Estado riberefio. En su zona económica exclusiva, el Estado ribereño
puede ejercer todo su poder de reglamentar la explotación de los recursos sobre buques ex
tranjeros: por ejemplo puede visitar y capturar buques y su correspondiente carga, o aplicar
sanciones penales"”.
Esta solución no contradice la prevista en el artículo 59 de la CONVEMAR, que dispone
que, en los casos en que no se atribuyan claramente derechos o jurisdicción al Estado ribereño
o a otros Estados, cuando surja un conflicto deberá ser resuelto sobre una base de equidad y a
la luz de las circunstancias pertinentes. No podría considerarse equitativo que un Estado no
solo pesque sin autorización en la ZEE de otro, sino que, además, pretenda llevarse el produ
cido de la pesca en clara violación de las normas aduaneras sobre exportación.
En cuanto a la gravabilidad de ciertas operaciones realizadas en la ZEE, el Decreto de
necesidad y urgencia 2623/91 establecía que en la zona económica exclusiva, al igual que en la
zona contigua, el Estado podía ejercer todos sus poderes fiscales y jurisdiccionales, preventivos
y represivos, en materia impositiva, aduanera, sanitaria, cambiaría e inmigratoria.
Resulta concordante con la Convención ahora vigente limitar el alcance de estas atribu
ciones, por lo menos en sentido amplio, a la zona contigua. Pero, simultáneamente, correspon
dería realizar dos afirmaciones. Una tiene que ver con la aplicación de los tributo» nacionales.
La otra se vincula con la posibilidad de perseguir los delitos derivados de conductas antijurídi
cas relativas a las actividades desarrolladas en la zona económico exclusiva y en la plataforma
continental. En lo quo respecta al Impuesto a las Ganancias, la Ley 20.628 y sus modificatorias
-texto ordenado por Decreto 649/1997- establece en su artículo 5 que se consideran "ganancias
de fuente argentina aquellas que provienen do bienes situados, colocados o utilizados económi
camente en la República Argentina, de la realización en el territorio do la Nación de cualquier
acto o actividad susceptible de producir beneficios, o de hechos ocurridos dentro del límite do
la misma”. Con lo visto hasta ahora, deberíamos concluir que las ganancias son de fiionte ar
gentina siempre que sean generadas dentro del territorio del Estado. Y, en atención a quo el
límite exterior resulta ser el límite exterior del mar territorial, las ganancias derivadas de las
actividades o bienes situados o colocados más allá de esta frontera deberían ser consideradas
de fuente extranjera. Sin embargo, el decreto reglamentario del impuesto, en su artículo 10,
luego de la reforma introducida por el Decreto 103/97, claramonte prevé que ‘las operaciones
que so realicen con quienes desarrollan actividades vinculadas a la exploración y explotación
de los recursos naturales vivos y no vivos en la plataferma continental y la Zona Económica
25 Itód.
28 Ibld.
establecidas en dicha zona, que den lugar a la salida de bienes desde el territorio
hacia las mismas o la introducción en el territorio argentino de bienes procedentes dé élla's l l!A-
se tratarán, en su caso, como operaciones realizadas en el interior de la República’;
afirmación se completa el esquema del artículo 5 de la ley arriba citada, y, en cierta medida,
adapta el tratamiento de este impuesto al razonamiento que venimos exponiendo. El Esta^óvSííl^
esos bienes.
Cabe hacer notar que la potestad fiscal, aduanera, sanitaria y de inmigración es expresa
en la CONVEMAR en lo que respecta a las islas artificiales, conforme lo establece el artículo.'
Sj’J 60, por lo que no parece forzada la interpretación que venimos desarrollando. ..
Con relación al IVA, el resultado parece ser distinto, porque la redacción del artículo 11. gsjjíg
de la Ley 23.349 -texto ordenado por Decreto 280/1997- es lapidaria al decir: “Establécese en i -yi.’
I'jl todo el territorio de la Nación un impuesto que se aplicará Al afirmarse que el impuesto
se establece en el territorio de la Nación, se está limitando la aplicación a las fronteras del t,
Estado. Por lo tanto, las operaciones realizadas más allá del límite externo del mar territorial |Hs
no están alcanzadas por el impuesto. '
En igual sentido, las operaciones que impliquen ventas del territorio aduanero general
hacia la zona deberán recibir el tratamiento de una exportación, de manera coincidente con lo
■ establecido en el artículo 587 del Código Aduanero. El Tribunal Fiscal de la Nación no ha com-
partido esta idea, entendemos que erróneamente, y tampoco ha sido feliz la decisión adoptada
jiV', por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala IV, en
i, los reclamos do “Almacén Naval Humberto Luis Nyville e Hijos” por la denegación de recupero • •
• del IVA por provisión de rancho a buques pesqueros de altura. En sendos fallos se dirimió
tijr'í. - la cuestión afirmando que la reglamentación del IVA utilizaba conceptos diferenciados a los .
de la Ley 22.415, posterior en su origen. Resumiendo, se aseguró que “la salida del país debe ,,
entenderse como la salida comprensiva del territorio nacional comprensivo de aguas territo-,
JS: ríales argentinas”, pero implícitamente se consideró que las aguas de la ZEE se encontraban
gjjis incluidas en este concepto”. •
No vamos a reiterar nuevamente cuáles son los límites del Estado. En el particular, el
!!?.• reclamo realizado tendría que haber tenido positiva acogida en razón de que, si lo exigido os •
J:,ir- quo los bienes hayan salido efectivamente del país, su extracción más allá del límite externo ,■.•
'■ del mar territorial ha implicado el perfeccionamiento de la figura requerida por la norma, sin » y.,
que siquiera entremos a considerar Iob aspectos aduaneros de la operación. • .y,.
87 ■Almacín Naval Humberto Lula Nyville e Hijo» 8RL’, T.F.N. Sala W, 28/11/1993; "Alnartn Naval Humberto »
únicamente con fines "funcionales"- y que las excepciones estaban especialmente regladas en
la Convención, resultando que no se hacía mención a la referida zona28.
28 El M/V "Saiga" (n* 2) (San Vicente y las Granadinas c. Guinea), TIDM, Fallo, 01/07/1999, parágs. 110-135.
También ver de La Fayette, Louise Angélique, "Saiga Cases" (2010), en Max Planck Encyclopedia of Public
International Law, http://www.mpepil.com.
29 González Napolitano, Silvina; “La delimitación de la Plataforma Continental entre Estados con costas adya
centes y opuestas", en Seminario internacional: Derecho Internacional Marítimo, organizado por la Escuela de
Guerra Naval de Argentina y la Armada peruana, 25/09/1998.
30 Plataforma Continental del Mar del Norte (República Federal de Alemania / Dinamarca; República Federal
de Alemania / Países Bajos), CIJ, Fallo, 20/02/1969. CIJRecueil 1969, p. 3 y es.
600
CAPÍTULO 29 ■ ZONA CONTIGUA Y ZONA ECONOMICA EXCLUSIVA
81 Plataforma Continental (Túnez/Jamajahiriya Arabe Libia), CIJ, Fallo, 24/02/1982, CIJRecueil 1982, p. 18 y
88.
32 Delimitación de ¡a frontera marítima en la región del Golfo de Maine (Canadá/EE.UU.), CIJ, Fallo, 12/10/1984,
Recueil 1984, p. 246 y B8.
33 Plataforma Continental (Jamajahiriya Árabe Libia/Malta), CIJ, Fallo, 3/06/1985, CIJ Recueil 1985, p. 18 y «8.
34 Delimitación de la frontera marítima en la región del Golfo de Maine (Canadá/EE.UU.), doc. CÍt.
35 González Napolitano, Silvina, op. cit.
86 lbfd-
37 Delimitación marítima en el área entre Groenlandia y Jan Mayen (Dinamarca c. Noruega), CIJ, Fallo, fecha,
1993, ICJ Reporte 1993, p. 38.
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
profundidad del mar, existencia de elevaciones, presencia de hielo); 2) el momento a partir del
cual comenzaron a ejercer soberanía sobre dichos territorios; 3) la población de los territorios
terrestres (cantidad de habitantes, estabilidad, actividades que llevaban a cabo); 4) las pes
querías de la zona; 5) las infraestructuras en el territorio terrestre e insular (si había puerto o
pista de aterrizaje); 6) las proclamaciones unilaterales de las partes respecto de la soberanía
sobre espacios marítimos y pesquerías, y 7) los tratados en vigor sobre plataforma continental.
La Corte trazó una línea media a título provisional y luego la ajustó a fin de lograr un resul
tado equitativo. Para ello dividió la zona de superposición de reclamos en tres sectores, y a su
vez trazó la línea de delimitación, la cual variaba en cada uno de ellos, de modo de asegurar
el acceso equitativo a los recursos pesqueros, por un lado, y ajustar según la desproporción de
longitud de las costas".
La Corte Internacional de Justicia ha tenido la ocasión de proceder a la delimitación de
39,40
zonas económicas exclusivas (o zonas de pesca) también en otros caso638 al igual que lo han
hecho diversos tribunales arbitrales10.
la43jurisprudencia de la Corte ha evolucionado. Existe en
Como explica Jiuyong Shi41,42
la actualidad un conjunto unificado de pasos para resolver los casos que se presenten. Nor
malmente, dice el autor, la Corte deberá considerar si cualquier parte de la delimitación se
encuentra sujeta a un acuerdo formal o informal entre ellas, resultando que, en tal caso, la
Corte no debería intervenir en los aspectos ya definidos. La Corte debe luego determinar las
costas relevantes para la delimitación y establecer qué puntos de base utilizará para la cons
trucción de una línea provisional de equidistancia. Esta primera elección de los puntos se
realizará únicamente considerando los aspectos legales. En la mayoría de los casos, la Corte
procederá luego a dibujar la línea provisional basada en la equidistancia. Luego considerará
si esta línea necesita ser modificada para obtener o alcanzar una solución equitativa para las
partes como consecuencia de las especiales o relevantes circunstancias relacionadas con
las particularidades de la costa. Igualmente podrá la Corte tener en cuenta otras circuns
tancias, como los títulos históricos alegados, consideraciones socioeconómicas, la distribución
final de los recursos naturales, la seguridad y la conducta de las partes. La Corte podrá apli
car ex post facto un “test de desproporcionalidad" para verificar si la Enea de equidistancia
modificada por todas estas circunstancias es “equitativa". Si no lo es, podrá hacer nuevas
modificaciones4’.
Los Estados han recurrido a diversos métodos para delimitar sus respectivas zonas eco
nómicas exclusivas (o zonas de pesca) con sus Estados vecinos.
Por su carácter práctico, la línea media o de equidistancia ha sido frecuentemente utili
zada en las delimitaciones entre Estados con costas enfrentadas o adyacentes. Un ejemplo lo
encontramos en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo (1973)4’.
38 QonEÚlo» Napolitano, Silvlna, op. olí. Vor también, Ulfoteln, Oolr, "Marítimo Delimitation botwoon Qroon-
land and Jan Mayon Caso (Donmark v Norway)’ (2010), en Max Planch Encyclopedla ofPublle International
Law, httpy/www,mpopil.com.
30 Por ejemplo, vor Delimitación marítima y ouooltoMS territoriales entre Qatary Bahrein (Qatar c. Bahróla), Pa-
lio, 16/08/2001, IOJ Reporto3001, p. 40; Controvertía sobre frontera* terrestres, Insulares y marítimas (DI Sal
vador o. Honduras; intervención do Nicaragua), Fallo, 11/09/1092, ICJReporte J99S, p. 851; Frontera terrestre
y marítima entre el Camerún y Nigeria (Camerún o. Nigeria; Intervención do Guinea DouatOTlol), 10/10/2002,
ICJ Reporto 3002, p. 308; Controversia territorialy marítima entre Nicaragua y Honduras en el Mar del Caribe
(Nicoregua c. Honduras), CU, Pallo, 8/10/2007, ICJ Reporte 2007, p. 659; Controversia territorialy marítima
(Nicaragua o. Colombia), Falte, 19/11/2012; entre otros.
40 Por ejemplo, ver Segunda etapa del procedimiento entre Hrltrea y Yemen (Delimitación marítima) (Brltrea/
Yemen), Sentencia Arbitral, 17/12/1999, R1IA, vol. xxil pp. 385-410; Arbitraje entre Barbados y la
República de
Trinidady Tobago, relativa a la delimitación de ¡a tona eoonómiea exclusiva y la plataforma continental entre
ellos, Decisión, 11/04/2006, RHA, vol. xxvn. pp.147-261.
41 Shi, Jiuyong, *The Wang Tieya Lecture in Public International Law: Maritime Delimitaron In tho Jurispru
dente of tho International Court of Juetice", Chínese Journal ofInternational Law, vol. 9 (2010), p. 271 y ss.
42 En sentido similar, 8covexzi, Tulllo, “Marítimo Dellmltation Cases befare International Courte end Tribu-
602
’;‘.r
•<.
CAPITULO 29 - ZONA CONTIGUA Y ZONA ECONÓMICA EXCLUSIVA
También se han tomado como referencia paralelos y meridianos. Así, Argentina y Chile, '
efectuaron la delimitación marítima en la zona austral por medio de una línea de coordenadas ' V'
de latitud y longitud que en un tramo coincide con un paralelo y en otro con un meridiano. Di- f \ / s '-
cha línea delimita, entre otros espacios marítimos, las zonas económicas exclusivas de ambos • -’:á\ -
Estados44.*Francia y Venezuela también recurrieron a un meridiano para delimitar las zonas á ’
económicas exclusivas de las islas Guadalupe y Martinica (Francia) y de Aves (Venezuela)46. . •: * •
Vf»
't;
pública Francesa, firmado el 17/07/1080, citado en Chorno?, Jonothan y Aloaandor, Lowlo (cds.), ¡ntamationol
803
5:
* .
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Capítulo 30
La plataforma continental
Paula M. Vernet
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>¡V - ’ ■
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LECCIONES CE DERECHO INIERHACIO.'iAL PCBL1CO
Margen Continental
4 Churchill, Robín R. y Lowe, Alan Vaughan, The Laui ofthe Sea, Juris Publiihlng, Manchestar United Proas,
Mancheater, 8.' odio., 1B99, p. 141.
5 Controvertía territorial y marítima (Nicaragua c. Colombia), CIJ, Fallo, 10/11/2012, pordg. 118 (traducción
libre).
6 Heidar. Tornea H., on Legal and Bcicntifio Aspecto ofContinental ShclfLimite, Serle COLP, vol. 8. Nordqulet,
Myron, H., Norton Moore, John y Heidar, Tornee H. (oda.), NghofT, Loldon, 2003, p. 20.
7 Por ejemplo, el Reino Unido reclamaba derechos soberanos para la exploración de perlas on el margen de
Cellón y Franoio, sobra la peeoa do esponjea mía allá dol mar territorial do Túnez.
808
CAPÍTULO 30 - LA PLATAFORMA CONTINENTAL '
pretensiones eran reconocidas por algunos Estados, dado que no ponían en riesgo la libertad A
de navegación y de pesca en las aguas suprayacentes; no obstante, otros no estaban de acuerdo
con que los Estados pudieran apropiarse áreas del lecho y subsuelo de la alta mar, sobre la y. -?
base de que se trataba de res communis -y, en consecuencia, no susceptibles de apropiación- y
no de res nulliua, lo que habría permitido a los Estados adquirirlas por medio de la ocupación $
á-.
efectiva8.*De cualquier modo, los derechos exclusivos para la explotación de recursos de áreas
específicas del lecho y subsuelo del mar, qué no constituían reclamos de propiedad o soberanía
sobre el lecho y subsuelo, parecen haber sido generalmente aceptados®. .
A pesar de esas prácticas, se considera que fue la declaración del presidente de Iob Esta
dos Unidos, Traman, realizada en 194510, la que por primera vez estableció claramente la idea
de que la plataforma continental pertenecía al Estado ribereño11. La declaración Traman fue
seguida por reclamos similares de muchos otros Estados, y en el lapso de una década se había
desarrollado una práctica consistente y generalizada en este aspecto, que no era objetada por
otros Estados; se trata de un claro ejemplo de formación de una norma consuetudinaria12.
Algunos Estados sudamericanos del Pacífico, como Chile, Ecuador y Perú, fueron un
paso más allá con la Declaración de Santiago en 1952 y proclamaron soberanía sobre el lecho
y subsuelo, así como sobre la columna de agua y el espacio aéreo, hasta una distancia de dos
cientas millas marinas adyacentes a sus costas. Esta práctica encontró resistencia por parte
de otros Estados, pero tuvo un gran impacto en el desarrollo del derecho del mar, especial
mente en lo que se refiere a la anchura de la plataforma continental y de la zona económica
exclusiva13.14 15
Fue así como en la 1.® Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1958)
la idea de que los Estados riboreftos deberían gozar de ciertos derechos sobre su plataforma
continental era ya una concepción generalmente aceptada, Como se comentó en el capítulo 27,
la Convención adoptada en 1958 definió la plataforma do la siguiente manera:
1...1 el lecho y subsuelo del mar y el subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a
las costas pero situadas fuera de la zona del mar territorial, hasta una profundidad de
200 metros, o más allá de este límite, hasta donde la profundidad de las aguas supra
yacentes permita la explotación de los recursos naturales de dichas zonas1*.
8 Sobre esta cuestión, ver modos de adquisición de territorios en el capítulo 21 de esta obra.
man, Marjorie Digeit ofInternational Law, vol. 4, p. 756. Ver texto en el capítulo 27 de eeta obra.
11 Heidar, Tomas H., op. cit., p. 21; Churohill, Robín R. y Lowo, Alan Vaughan, op. cÜ., p. 148.
12 Ibíd. Sobre la formación de normes consuetudinarias, ver capítulo 5 de esta obra.
15 Plataforma continental del Mar del Norte (Ropáblica Federal de Alamanla/Dinemarca; República Federal do
Alemania/Paísos Bqjoe), CU, Fallo, 20/02/J969. .
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
16 El grupo estaba formado por trece Estados: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Islandia, India, Irlanda,
Madagasear, Nueva Zelanda, Noruega, Sri Lanka, Reino Unido, y Venezuela. Ver Oude Elferink, Alex G.,
“Article 76 cf the LOSC on the Definition of the Continental Shelf: Queations concerning its interpretatlon
from a Legal Perspectiva",The International Journal of Marine and Coastal law, vol 21,n.° 3 (2006), p. 272.
17 Ver como ejemplo: posición Argentina en drafl artícles (16/07/1973), Doc A/AC.138/SC.II/L.73.
18 Actas resumidas de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, Segundo Período,
23.a Sesión (01/07/1974), pp. 82-84 (disponible on http://logal.un.org/diplomaticconfercnce6/lawofthe8ea-1982/
Vol2.html).
19 Heidar, Tomao, op. cit., p. 23. Se trata del actual artículo 82 de la CONVEMAR.
20 Esta operación implica complejos estudios científicos. La Convención establece: “Salvo prueba en contrario, el
pie del talud continental se determinará como el punto de máximo cambio de gradiente en su base", artículo
76(4)(b). ello implica que existe la posibilidad do determinar el pie del talud de dos maneras, por la morfología,
mediante datos batimétricos, o por prueba en contrario, mediante datos geológicos y geofísicos.
21 Ello debido a que fue introducida como propuesta por Irlanda durante la 3.a Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar. Acerca de la historia de su inclusión en el artículo 76, ver United Nations
Convention on the Law of the Sea 1982, A Commentary, vol. n, Nandan, Satya N.; Rosenne, Shabtai; Grandy,
Neal R. (eds.), Martinus Nijhoff, Dordreeht/Boston/Londree, vol. >1, 1993, pp. 852 y 878. Además, se pueden
consultar las Actas de la 3.a Conferencia en http://legal.un.org/diplomaticconferences/lawofthe8ea-1982/Vol2.
html.
22 El inciso 7 del artículo 76 establece que “el Estado ribereño trazará el límite exterior de su plataforma con
tinental (...) mediante líneas rectas, cuya longitud no exceda de 60 millas marinas. que unan puntos fijos
definidos por medio de coordenadas de latitud y longitud”.
608
CAPÍTULO 30 ■ LA PLATAFORMA CONTINENTAL
espesor de lee rocas sedimentarias sea por lo monos el 1 % de la distancia máB corta entro ese;
punto y el pie del talud continental; y la segunda es conocida como la fórmula Hedberg22 -o de'
la distancia- y se refiere a una línea trazada de conformidad con el párrafo 7, en relación con1
puntos fijos situados a no más de sesenta millas marinas del pie del talud continental. ■
Además, la CONVEMAR establece dos restricciones, los puntos fijos que constituyan el ■
límite exterior de la plataforma continental, trazados de conformidad con las fórmulas men
cionadas en el párrafo anterior, no pueden estar situados más allá de las 850 millas marinas o:
de las cien millas marinas contadas desde la isóbata de 2.500 metros23
24. * 26
Estas fórmulas y restricciones pueden combinarse de manera que el límite sea el más'
beneficioso para el Estado ribereño. Es decir, el trazado del límite exterior de la plataforma
continental implica un proceso de tres etapas”. Primero deben aplicarse las dos fórmulas posi
tivas, lo que permite trazar la envolvente exterior o línea de las fórmula». En segundo lugar, se
aplican las dos restricciones, lo quo le pormito trazar la línea de lae reetríeeíones. Finalmente,
la combinación do las líneas mencionadas permite trazar la envolvente interior que representa
el límite exterior de la plataforma continental. El procedimiento se ilustra de manera simpli
ficada en las figuras 2 y 3.
23 United Natione Comienlion on Ihe Laui ofthe Sea 1982, A Commentary, op. cit., pp, 860 y 878.
24 La Isóbata os una línea quo uno mlsmaB profundidades; en este caso, profundidades de 2.600 metros (art. 76,
inc. 6). Para las crestas oceánicas, esta última restricción no puede utilizarse, solo puedo usarse la restricción
de 360 millas marinas. Esta excepción no se aplica a elevaciones submarinas quo sean componentes natura-'
los del margen continental, tales como mesetaB, emersiones, cimas, bancos y espolones de dicho margen (art.
76, inc. 6).
26 Párrafo 2.3.3 de lae Directrices Científicas y Técnicas de la Comisión de Límites de la plataforma continental,
13/06/1999 (CLCS/11). . "
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
810
•v
los límites de la plataforma que determine el Estado ribereño tomando como base tales reco
mendaciones serán definitivos y obligatorios. Además, la CLPC puede prestar asesoramiento
científico y técnico, si lo solicita el Estado ribereño interesado, durante la preparación de los
datos mencionados.
El secretario general de las Naciones Unidas debe notificar prontamente a la Comisión y
a los Estados miembros de las Naciones Unidas, incluidos los Estados parte en la Convención,
el recibo de una presentación, y hacer público el resumen, con todas las cartas y coordenadas ,
del límite presentado89.
Una vez que el secretario general haya recibido la presentación, se incluye su examen en.
30. La Comisión so re-
el programa provisional de la siguiente reunión ordinaria de la Comisión29 -
úne en Nueva York durante veintiún semanas al año31.*La6
* * * *presentaciones
** son en primer lugar .
analizadas por subcomisiones integradas por siete miembros, designados de forma equilibrada
teniendo en cuenta los elementos específicos de cada presentación hecha por un Estado ribe-
reflo88. La subcomisión realiza primero un análisis preliminar (corrobora que efectivamente la •;?
prolongación natural del territorio vaya más allá de las doscientas millas marinas, lo que se
denomina prueba de pertenencia; verifica la aplicación de las fórmulas y restricciones; analiza
preliminarmente los puntos del pie del talud; verifica que la distancia entre los puntos del
límite sea menor o igual a sesenta millas marinas, y prevé el tiempo necesario para análisis). .
Tras esto comienza un examen científico y técnico sustancial. •’
En cualquier estado del examen, el presidente de la Subcomisión puede solicitar datos, . . <)
información o aclaraciones adicionales al Estado ribereño. Ello se hace por conducto de la ‘
Secretaría. En general, las delegaciones de los países se ponen a disposición de la Subcomi
sión durante las semanas de análisis y se mantienen reuniones de carácter eminentemente
técnico39, donde el Estado puede presentar nuevos datos, material de trabajo adicional o expli
caciones del material ya presentado y la Subcomisión adelanta sus impresiones y puntos de
vista sobre los datos que fundamentan la presentación, el procesamiento e interpretación que
se realizó, etc.
En una etapa avanzada del examen, la Subcomisión invita a la delegación del Estado
ribereño a reuniones en las que hace una exposición general de sus opiniones y conclusiones
derivadas del examen de la presentación94. El Estado tiene la oportunidad de responder a la
exposición de la Subcomisión en el mismo período de sesiones y en una etapa posterior según
acuerden.
29 Artículo 60 dol Rogis mentó de la CLPC (CLCS/40, Rev.l). De este modo, se da oportunidad a los miembros de
EBta última expresión parece dejar cierto margen de discrecionalidad al Estado ribereño,
pues la frase "tomando como base" parece algo ambigua; de todos modos, el límite exterior no
debería apartarse, o bien debería ser muy similar a las recomendaciones87.
Otro interrogante que se suscita es para quién resulta “definitivo y obligatorio" el límite.
La mayoría de la doctrina está de acuerdo con que sería definitivo para el Estado ribereño que
realizó la presentación y estableció dicho límite; aun cuando la morfología pudiera modificarse,
el límite permanecería igual. Ello parece condecirse con lo establecido en el inciso siguiente del
artículo 76, que dispone que el Estado riberefio depositará en poder del secretario general de
las Naciones Unidas cartaB e información pertinente, incluidos datos geodésicos que escriban
de modo permanente el límite exterior de su plataforma continental38. El
* 36 37 límite es también
definitivo y obligatorio para los Estados parte de la CONVEMAR, pero no para los Estados
México -Golfo de México- (2009), Barbados (2010 y 2012 para presentación revisada del 26/07/2011), Reino
Unido -Isla Ascensión- (2010), Indonesia (2011), Japón (2012), Mauriclo-Seychelles (2011), 8uriname (2011),
Francia -Antillas francesas e Islas Karguolon- (2012) y Filipinas -Región de Benham Riso- (2012), Ghana
(2014), Dinamarca. Islas Faroe (2014).
37 Smith, Robert y Taft, George, “Legal Aspecto of the Continental ShelP, en Continental Shelf Limito: The Sci-
entific and Legal Interface, Cook, Petar H. y Carleton, Chris M. (eds.). Oxford University Proas, Oxford, 2000,
pp. 21-22.
38 Sin embargo, resulta interesante al menos preguntarse: ¿qué podría pasar si en el futuro una mejor tecnolo
gía posibilitara al Estado ribereño probar que existen errores o al menos inconsistencias en la presentación
y que la prolongación natural del territorio va más allá del establecido, o no aleante el límite determinado?
Es Interesante hacerse esta pregunta, sobre todo teniendo en cuenta que Brasil presentó un límite en 2004 y
luego realizó modificaciones en 2006 -se trataba de una situación que no había sido contemplada en la Con
vención ni en el reglamento de la CLPC-; tras consultar al consejero legal do la ONU, la CLPC decidió que
iba a aceptar modificaciones mientras la Comisión estuviera considerando la presentación del Estado. Este
desarrollo no había sido previsto. Del mismo modo, podría darse la posibilidad do que en el ñituro los Estados
ribereños estuvieran interesados en modificar el límite y quizás podrían justificarlo en el artículo 77(3) do la
CONVEMAR. Otro argumento que podrían esgrimir es que los Estados que han realizado una presentación
parcial, o han presentado información preliminar, y de ese modo se han excedido del plazo do diez años,
podrían beneficiarse de la existencia de nueva tecnologío que les pormita establecer un mqjor límite para el
Estado. Sin perjuicio de ostas consideraciones, en la actualidad la interpretación general os que el límite es
definitivo y obligatorio para el Estado ribereño.
Es llamativo que, de los Estados que han recibido recomendaciones, solo dos -México e Irlanda, cuyas presen
taciones eran de áreas muy pequeñas- han presentado «1 límite. La Convención permite que los Estados que
no estén de acuerdo con las recomendaciones realicen una presentación revisada. ¿Significará esto que loe
Estados pueden dqjar abierta la puerta a modificar el límite hasta tanto no depositen las coordenadas anta el
secretario general, aun cuando hubieran recibido recomendaciones positivas? Hasta ahora dos Estados han
realizado presentaciones revisadas.
612
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_______________________________________________________ CAPÍTULO 30 • LA PLATAFORMA C0NT1NElfTAL * ’
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que no ton parte”. También podría considerarse definitivo y obligatorio para la Autoridadító^
tomacional de los Fondos Marinos.
Cabe preguntarse qué sucedería si el Estado ribereño no realiza la presentación deT^
límite ante la CLPC. De conformidad con el artículo 77(8), los derechos del Estado ribereños
sobre la plataforma continental son independientes de su ocupación real o ficticia, así coi
de toda declaración expresa, por lo tanto, la consecuencia de no haber seguido el proce
miento establecido en la CONVEMAR no privaría al Estado de sus derechos sobre la‘pj¿
forma continental, sino que el límite que determinara el Estado no gozaría del carácter ao
definitivo y obligatorio. Por consiguiente, las actividades que realizara el Estado ribereño
esa área carecerían de seguridad jurídica; así, una concesión que otorgara el EBtado ribereño
sobre su plataforma más allá de las doscientas millas marinas podría ser desconocida pb¡r>
Otro Estado. '"S'S?
8.8. Controversias
La CLPC no desempeña ningún papel con relación a áreas pendientes de delimitación
en Estados con costas adyacentes o costas enfrentadas, ni sobre áreas saetas a controversia.
De conformidad con el artículo 46 del Reglamento de la CLPC, y en particular su anexo i, 6(a),
“en el caso de que exista una controversia territorial o marítima la Comisión no considerará ni
calificará la presentación hecha por cualquiera de los Estados partes en esa controversia". La
jurisdicción sobre estas cuestiones está reservada a los Estados, esto es razonable teniendo en
cuenta que la CLPC no es un tribunal.
Al realizar una presentación, los Estados deberán informar sobre la existencia de una
controversia a la CLPC y, consecuentemente, esta no podrá analizar el área controvertida, a
menos que cuente con el consentimiento de todas las partes en la controversia. Los Estados
tienen la alternativa de realizar una presentación parcial que no incluya el área controvertida,
40.
o pueden realizar también una presentación conjunta39
La Argentina, al realizar su presentación ante la CLPC -en cumplimiento con lo dis
puesto en el anexo i, párrafo 2(a) del Reglamento-, informó que existe un área que está com
prendida por el artículo 46 del Reglamento: las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich
del Sur, y, de acuerdo con lo dispuesto por la Disposición Transitoria Primera de la Constitu
ción Nacional41,42 ******
señaló:
39 Aunque algunos autores consideran que se trata de un límite erga omnea, como, por ejemplo, J.C. Lupinacci.
citado por Heidar, Tomas, op. cii., p. 32.
40 Sobre las cuestiones surgidas a la fecha, ver Armas Pfirter, Frida, "El límite exterior de la plataforma conti
nental. La presentación argentina y algunos aspectos de la práctica seguida hasta la fecha", Revísta Jurídica
de Buenos Airea, Derecho Internacional Público, Gutiérrez Posse, Hortensia (coord.), Facultad de Derecho,
Universidad de Buenos Aires, 2013, pp. 227-236.
41 Ver Resumen ejecutivo de la República Argentina, p. 7 y es. (disponible on httpV/www.un.org/Depta/Wclcs_
now/BubmÍ88Íons_fi¡C8/arg26_09/arg2009e_Bummary_eop.pdf).
42 Las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y otros foros y organismos internacionales y
regionales reconocen la existencia de la disputa de soberanía entre la República Argontina y ol Reino Unido
sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y 8andwich del Sur y los espacios marítimos circundantes (inclui
da la plataforma continental), y han efectuado numorosos llamamientos para que ambos palees reanudan las
negociaciones de soberanía hasta alcanzar una solución justa, pacífica y definitiva de la controversia. Debe
recordarse que, en los momentos de firmar y ratificar la CONVEMAR, 4a Argentina formuló sendas declara
ciones en las que haría expresa su reserva con relación a la "Cuestión de las Islas Malvinas".
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ8UCO
614
CAPÍTULO 30 - LA PLATAFORMA CONTINENTAL
sultado de dicha primera etapa del análisis, quedó comprobado^que la Argentina cumple con la
llamada “prueba de pertenencia'’, es decir, que el límite exterior de su plataforma continental-
se extiende más allá de las doscientas millas marinas contadas desde las lineas de base. F.ñ ¿í
consecuencia, se pasó a la siguiente etapa, consistente en el análisis de los puntos del límite' S
exterior presentados por nuestro país4’. í®?
49 Artículo 77 do la CONVEMAR.
50 Un ejemplo ion los avolonoa.
51 Artículo 77(8) do la CONVEMAR. Esta disposición codifica la regla sentada on el cato do Plataforma conti
nental dol Mar del Norte, donde la C1J reconoció que loe derechos do loa Estados riberofios sobro la plataforma
continental con inherentea al territorio dol Estado, y lo portonacen ipso fació y ab Inicio; Plataforma oontlnon-
tal del Afar del Norte, doc. clt. paróg. IB.
62 Ver capítulo 20 do osta obra.
68 8o trata da una organización Internacional oreada por la CONVEMAR en la parta xr para la administración
7 615
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBL’CO
Es importante destacar que el Estado ribereño no ejerce soberanía sobre el espacio físico
de la plataforma continental, sino que posee derechos funcionales y jurisdicción, como en el
caso de la ZEEM. Además de los derechos soberanos para la exploración y explotación de los
recursos naturales, el ribereño tiene derecho a la construcción de islas artificiales, instalacio
nes y otras estructuras y a autorizar y regular las perforaciones en la plataforma continental.
Asimismo, posee jurisdicción sobre la investigación científica marina en su plataforma conti
nental, y puede en principio denegar el consentimiento cuando otro Estado pretenda llevar
adelante una investigación orientada a los recursos naturales**.
Finalmente, cabe señalar que los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma con
tinental no afectan la condición jurídica de las aguas suprayacentes ni la del espacio aéreo
55.62
situado sobre tales aguas61 56 57 58 59 60
Cuando una misma plataforma continental sea adyacente al territorio de dos o más
Estados cuyas costas estén situadas una frente a otra, su delimitación se efectuará
por acuerdo entre ellos. A falta de acuerdo, y salvo que circunstancias especiales jus
tifiquen otra delimitación, ésta se determinará por la línea media cuyos puntos sean
todos equidistantes de los puntos más próximos de las líneas de base, desde donde se
mide la extensión del mar territorial de cada Estado.
Con posterioridad, en el caso de la Plataforma continental del Mar del Norte (1969), la CIJ
sostuvo que la regla de la equidistancia y las circunstancias especiales establecida en la Con
vención de Ginebra (1958) no reflejaba la costumbre internacional. Esto dio lugar al desarrollo
58 Scovatzi, Tulio, Elementos de Derecho Internacional del Mar, Tecnos, Madrid, 1995, p. 37.
59 Carleton, Chris, “Delimitation l86ues", en Continental ShelfLimito, Cook, Petar y Carleton, Chris (eds.). Ox
ford Univeraity Presa, Oxford, 2000, p. 312.
60 Ibíd.
616
del principio de “solución equitativa”. No se trata de aplicar la equidad simplemente como uW'^v-,
manifestación de la justicia abstracta, sino de aplicar una regla jurídica que exige recurrira ”?
principios equitativos, de conformidad con las ideas que siempre han inspirado el desarrolló
* aplicación de principios equitativos■<rÜl
del régimen jurídico de la plataforma continental*1.* La
debe llevar a un resultado equitativo, ya que es el resultado lo que importa, los principios és^U
tán subordinados al objetivo a alcanzar. Equidad no significa igualdad; no ee trata de rehaíer W
la geografía, sino de, en presencia de una.situación geográfica de casi igualdad entré .vwioifW
Estados, reparar en una particularidad no esencial, de la que podría derivarse una difaréaák^í
do tratamiento injustificable*4. y ■’?
Luego, en el arbitraje entre el Reino Unido y Francia sobre el Canal de la Mancha (1077^?!
el Tribunal arbitral sostuvo que la presencia en el canal de la Mancha de islas bajo soberaníé;
británica próximas a la costa francesa perturbaba el equilibrio geográfico y que, por eUo, cóh£y'‘
tituiría prima facie una causa de inequidad, lo cual requería la aplicación de un método dé;
delimitación que la corrijiera. El Tribunal tuvo en cuenta el tamaño de las islas, la población,'
su economía y 6u ubicación (separadas geográficamente de la costa británica), y trató de logrará
una solución equitativa para ambas partes. En conclusión, se fijó una línea de equidistancia
de ambos continentes, pero en la zona de las islas, se reconoció a las islas del Canal un radió'
de doce millas marinas desde sus líneas de base, a modo de “enclave”, y a Francia la zona dé
plataforma haría el este y el oeste de aquellas. También se encontraban otras islas británicas,
las Sálly, a las cuales el Tribunal reconoció solo un semiefecto, al fijar la línea de equidistancia.
hacia el océano Atlántico, también invocando razones de equidad.
Estos principios de solución equitativa fueron de algún modo recogidos en la CONVEMAR
al establecer en su artículo 83:
o situadas frente a frente se efectuará por acuerdo entro ellos sobre la base del dere
dos interesados, con espíritu de comprensión y cooperación, harán todo lo posible por A
4. Cuando exista un acuerdo en vigor entre los Estados interesados, las cuestiones
La’ CIJ ha reconocido que los principios de delimitación marítima consagrados en los
artículos 74 (referido a la delimitación de la ZEE) y 83 reflejan derecho internacional consue
tudinario”. No obstante ello, la disposición parece únicamente reforzar una obligación procedí- .
mental de las partes de comportarse de buena fe y, en caso de no llegar a un acuerdo, resolver
sus controversias por medios pacíficos, es decir que ninguna delimitación puede realizarse. -
unilateralmente*’, sino que “debe ser buscada y realizada por medio de un acuerdo alcanzado
después de unas negociaciones celebradas de buena fe y con la intención real de llegar a un
resultado positivo. En el caso de que no obstante, un acuerdo similar no sea realizable, la deli-:'
63 Plataforma continental del Mar del Norte, doc. dt., parág. 85. ’ ’• = -Á¿-‘
64 Ibíd-, parág 81. ‘
65 Olida Elferink, Alex, “Continental Shelf Arbitration (France v. United Kingdom)" (2009), en Max Planch Bn- : . j ,’-
cyclopcdiaofPublic International Launhllpdlwxvt.mpepitcom.
66 Controversia territorial y marítima (Nicaragua c. Colombia), CIJ, Fallo, 19/11/2012, parág. 139. Esto yo lo, j.
había afirmado en el caso Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar.c. V : ’
Bahrein), Fallo, 27/06/2001, parág. 167 y as. .
67 Scovazzi. Tulio.op. cit.,p. 38. . (ji?
LECCIONES DE DERECHO IN7ERWCKAL PÚBLICO
mitadón debe efectuarse mediante recurso a una instanda tercera dotada de la competencia
necesaria"66.
Sin embargo, esta disposición no indica una norma sustantiva, es dedr, la norma válida
en ausenda de acuerdos específicos entre las partes y aplicable por un juez en caso de contro
69.
versia68
La CIJ ha precisado que el derecho consuetudinario sobre la plataforma continental exige
“comenzar con la línea media a título provisional, y después investigar si las ’drcunstancias
espedales’ obligan a modificar o desplazar esta línea"70.
En este orden de ideas, en el caso Qatar c. Bahrein afirmó: “La aproximación más lógica
y práctica es primero trazar provisionalmente una línea de equidistantia y luego considerar si
esa línea debe ser ajustada a la luz de la existenda de drcunstandas espedales"71. 72
En el caso de la Plataforma continental Libia ¡Malta (1985), la CU rechazó la evidenda
geofísica como un elemento empírico para establece el límite dentro de las doscientas millas
marinas contadas desde las líneas de base; en consecuencia, los Estados se concentraron en
como elemento prindpal para establecer el límite cuando este no excede
factores geográficos73 74
esa distanda. No obstante, qué efecto tiene cada uno de estos factores geográficos sobre el
límite a la hora de hallar una soludón equitativa es una cuestión abierta a numerosas inter-
pretadones”.
En concreto, si bien rechazó el argumento de Malta 6obre la aplicación del método de
equidistanda por no considerarlo apropiado, la Corte comenzó por trazar una línea media
de equidistancia en forma provisional, y luego procedió a su ajuste, a fin de arribar a un resul
tado equitativo. Al establecer esta línea, no tuvo en cuenta una isla maltesa inhabitada, con el
objeto de eliminar el efecto desproporcionado que esta podía causar. Al realizar el qjuste, consi
deró la disparidad de las longitudes de las costas enfrentadas, la ubicación de ambas costas, la
distancia que las separa, y desplazó la línea hada la costa de Malta. Para verificar el resultado
equitativo, aplicó el criterio de la proporcionalidad de la9 zonas delimitadas. La Corte no aplicó
ningún criterio derivado del prindpio de la prolongación natural, por tratarse de plataformas
que no superaban las doscientas millas marinas.
En el caso de la delimitación marítima entre Groenlandia y Jan Mayen (1993)*, la CIJ
trazó una línea media a título provisional y luego la ajustó a fin de lograr un resultado equi
tativo. Para ello dividió la zona de superposición de reclamos en tres sectores, y a su vez trazó
la línea de delimitadón, la cual varía en cada uno de ellos, de modo de asegurar el acceso
equitativo a los recursos pesqueros y ájustar sobre la base de la desproporción de longitud de
las costas.
Con miras a lograr una solución equitativa, la CIJ ha seguido en los últimos años una
metodología en tres etapas que aplicó en cada uno de los caeos que tuvo que resolver. En
primer lugar» traza la línea de equidistancia provisoria -a menos que existan razones deter
minantes que lo impidan-; en segundo lugar, tiene en cuenta la existenda de drcunstandas
especiales que requieran que se realicen ajustes a la referida línea a fin de lograr un resultado
equitativo, y finalmente, constata que la línea corregida no llevo a resultados inequitativos
68 Delimitación de la frontero marítimo en lo región del Golfo de Malne (Cánadd/E atados Unidos), CIJ, Fallo,
12/10/1984, parág. 113 (traducción sn Scovaaai, Tullo, op. olí, p. 88).
68 Boovazsi, Tullo, op. elt, PP- 88 y 89.
70 Delimitación marítima de la tona eltuada entre Groenlandia y Jan Mayen (Dinamarca o. Noruoga), CIJ, Fallo,
14/06/1998, parág. 51 (tradusolón libro). Ver Soovasal, Tullio, op. cit., p. 43. Esto podría criticaría, pues ae tra
ta máa bien da una construcción jurisprudencial que do una costumbre; no obstante, la Corte lo ha afirmado
en numerosos casos.
71 Delimitación marítima y cueetionee territoriales entre Qatar y Bahrein, doc. cit, parág. 176 (traducción libre).
72 Plataforma continental (Jamahlrlya Árabe Llbla/Malta), CIJ, Fallo, 03/06/1986. Los factores generalmente
tenidos en cuenta han sido las circunstancia geográficas, lo extensión do la costa, su forma, los rasgos que
están fuera de la costa, la proporcionalidad. Adornó», conslderaolonos de tipo político, económico, militar y
medioambientales pueden dosempefior un rol en las negodaclonss.
debido a una desproporción entre la superficie relevante que corresponde a cada Estado y/l¿
longitud de la costa de cada uno de ellos78.
Cuando se trata de una delimitación de plataformas que exceden las doscientas miUan
marinas, cabe recordar que la CLPC no desempeña ningún papel con relación a áreas pen-
dientes de delimitación en Estados con costas adyacentes o costas enfrentadas, puesto que
las decisiones que adopte la Comisión no prejuzgarán cuestiones relativas a la fijación de los ',
73. * *
límites entre Estados76 ,
■ ..i -
Debe tenerse en cuenta que, en estos casos, a diferencia de lo que afirmó la CIJ en e]
caso de la Plataforma continental Libia!Malta, seguramente se aceptará la utilización de ar-
gumentos geofísicos y geológicos, dado que el límite deberá adecuarse a los parámetros del
artículo 76 de la CONVEMAR77.
Recientemente, en el caso Controversia territorial y marítima entre Nicaragua y Colom
bia, aunque Nicaragua solicitaba a la Corte que describiera el curso del límite de la plataforma
continental en el área donde su plataforma se superponía con la de Colombia, la Corte afirmó
que Nicaragua no había establecido hasta ese momento que tuviera una plataforma que se ex
tendiera más allá de las doscientas millas marinas contadas desde las líneas de base a partir
de las cuales se mide la anchura del mar territorial y que, por lo tanto, no estaba en posición de
delimitar la plataforma continental como había solicitado Nicaragua78.
La Corte ya había afirmado en el caso de la Controversia territorial y marítima entre
Nicaragua y Honduras en el mar Caribe que cualquier pretensión de plataforma continental
más allá de las doscientas millas marinas por parte de un Estado parte de la CONVEMAR
debe ser analizado por la CLPC7*. * hecho de que Colombia no eea parte de la Convención no
80El
exime a Nicaragua do sus obligaciones en virtud del artículo 76. La Corte notó que Nicaragua
solo había presentado información preliminar a la CLPC, circunstancia que no permitía a la
Comisión realizar recomendaciones por el momento.
El curso del mencionado límite es objeto en la actualidad de una nueva demanda ante la
CIJ por parte de Nicaragua, que sostiene que la información final presentada ante la CLPC el
24 de junio de 2013 demuestra que su margen continental se extiende más allá do las doscien
tas millas marinas contadas desde las líneas de base83.
73 Delimitación marítima en el Mar Negro (Rumania c. Ucrania), CIJ, Fallo, 09/03/3009, parága. 115-122; Con
trovertía territorial y marítima (Nicaragua c. Colombia), CU, Fallo, 10/11/9013, portgí. 190-108, Dleputa
marítima (Poní o. Chile), CU, Fallo, 97/01/3014, pardg.180.
78 Artículo 76(10) de la CONVEMAR y artículo 48 dol reglamento de la CLPC (CLC8/40, Rev.l) A modo da
ojemplo, es Interesante mencionar que el límite lateral marítimo ontre la República Argentina y la República
Oriental del Uruguay íuo establecido por el artículo 70 dol Tratado del Río do la Plata y su Fronte Marítimo
on 1973. El limito entro le plataforma continental argentina y la uruguaya más allá do las doaciontas milita
contados desdo las líneas do baso está pendiente do demarcación. Teniendo esto en cuenta, la Argentina ha
solicitado a la Comisión de Límites de lo Plataforma Continental que formule cus recomendaciones relativas
a dicha roña aplicando oí anexo i, punto 4(a) de 6us Reglas de Procedimiento; es decir “ein tener en cuenta la
pación de límitae entre esos Estados”
78 Controvertía territorial y marítima (Nicaragua o. Colombia), doc. clt., parógs. 127-181 (traducción,libro).
79 Controvertía territorial y marítima entre Nicaragua y Honduras en el Mar Caribe (Nicaragua o. Honduras),
CIJ, Fallo, 08/10/2007, paróg. 319 (traducoión libro).
80 Preaontaclón do la República de Nicarnguo anta la Comisión da Límites do la Plataforma Contlnontal» dlipo-
niblo on: http://www.un.org/15opts/les/oros_now/aubmisslono_fllos/nlc06J3/R4iumon%90EJeotivo.pdf.
619
Capítulo 31
Islas, Estados archipelágicos,
ISLAS ARTIFICIALES Y ESTRECHOS
INTERNACIONALES
El primer documento sobre el régimen jurídico de las islas fue preparado por la Conferen
cia de codificación de La Haya de 1930. En él se establecía que una- isla era un área de tierra *
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
rodeada de agua, la cual estaba permanentemente sobre la marca de marea alta, y que toda
isla tenía su propio mar territorial. En las observaciones del proyecto se aclaraba que la defini
ción no excluía a las islas artificiales, en la medida en que constituyeran verdaderas porciones
de territorio y no meras construcciones flotantes. En cambio, se exceptuaban las elevaciones
que se encontraran solo visibles en bajamar1.2 3
La Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, cuando preparó el pro
yecto de artículos sobre el derecho del mar en 1956, adoptó el texto de 1930, aunque con algu
nas modificaciones8. El artículo 10 del nuevo Proyecto establecía: “Cada isla tiene su propio
mar territorial. Una isla es una extensión de tierra rodeada de agua que normalmente se
encuentra de un modo permanente sobre la línea do pleamar”. Como puede observarse, en
este proyecto se adiciona la expresión “normalmente” para excluir a las islas artificiales del
concepto de islas (por oposición al texto de 1930).
La Convención de Ginebra de 1958 sobre Mar Territorial y Zona Contigua estableció en
su artículo 10: “Una isla es una extensión natural de tierra, rodeada de agua, que se encuentra
sobre el nivel de ésta en pleamar", y agregó: “Cuando una isla tiene un mar territorial propio,
éste se mide de acuerdo con las disposiciones de estos artículos". Aquí so mantiene la referen
cia expresa a que 6e trata de una extensión “natural" de tierra’. La mención a que se encuentre
sobre el nivel del mar “en pleamar" excluye las elevaciones en bajamar dentro de la definición
de islas. Las elevaciones en bajamar se trataban en otro artículo (vinculado a la posibilidad de
su utilización en el trazado de las líneas de base).
En ol seno de la 3.a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se re
conoció que las islas, islotes y rocas tenían una influencia significativa en la determinación de
las líneas do base desde las cuales se miden los espacios marítimos. También se decidió que la
cuestión de los Estados archipelágicos debía tratarse separadamente, así como los grupos de
islas y las islas que tenían un estatus similar al de los Estados continentales. Las discusiones
se centraron en qué constituía una isla y en el hecho de que estas generaban espacios marí
timos al igual que otros territorios terrestres. El problema de lae islas en la delimitación de
espacios marítimos fue un elemento integral de las negociaciones4.
Durante la Conferencia hubo muchas propuestas respecto de la definición de isla5.6Algu
*
nas delegaciones sugerían distinguir entre islas e islotes (estos últimos son de menor tamaño).
Otras fórmulas suponían una clasificación de las islas en relación con su habitabilidad, pobla
ción, viabilidad económica, ubicación, estructura y configuración geológica o geomorfológica®
a los efectos de definir sus espacios marítimos; todas las propuestas se referían al carácter
"natural" de tales elevaciones. Ciertas fórmulas mencionaban expresamente a las islas y rocas
entre las circunstancias especiales a toner en cuenta en caso de delimitación marítima entre
Estados con costas enfrentadas o adyacentes. Si bien no prosperó la distinción entre islas por
su tamaño o ubicación, en el texto finalmente adoptado se contemplaron los otros factores
mencionados, a los efectos de reconocerles espacios marítimos propios.
El régimen jurídioo de laB islas se estableció en la parto vni de la CONVEMAR, que con
tieno una única disposición dedicada a las islas como tales: el artículo 121. En ól se defino lo
que se considera una isla y aquello que no lo es, Está dirigido al estatus do Islas individúalos,
no a grupos de islas, ya que los grupoB de islas que constituyen un Estado están cubiertos por
1 “Article 121. Commontary-, en United Nations Corwention on the Law ofthc Sea 1982, A Commentary, vol. Ill,
Nandan, Satya N.;Rosenno, Shabtai (edsJ, Martlnus Nljhoff, Dordrocht/Boston/Londro», 1995, p. 327.
2 Ibíd.
3 Esta iroso fuo adicionada debido a una propuosta da lo dologacidn da loa Estados Unidos, con ol fin do eliminar
tectónica sobre la que se sitúan. Munnvvor, Mohamod, Ocean States. Archipelnglo Regimos in tho Law oftho
Sao. Martinas Nijhoff, Dordrecht, 1995. p. 11.
CAPITULO 31 • ISLAS, ESTAOOS ARCHfPElÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALES ¥ ESTRECHOS INTERNACIONALES
las normas sobre Estados archipelágicos (parte rv de la CONVEMAR), las cuales trataremos
más adelante. •
Como puede observarse, el artículo 121 se divide en tres partes: la primera se ocupa de la
definición de las islas; la segunda, de los espacios marítimos de las islas, y la tercera, de una ,
clase particular de islas -las rocas-:
1. Una isla es una extensión natural de tierra, rodeada de agua, que se encuentra J •¿.J
sobre el nivel de ésta en pleamar. ;
3. Las rocas no aptas para mantener habitación humana o vida económica propia no
tendrán zona económica exclusiva ni plataforma continental.
En cuanto al primer inciso del artículo 121, se establecen loe requisitos para que una ele
vación califique jurídicamente de isla:
a) debe tratarse de una extensión natural de tierra;
b) debe estar rodeada de agua',
c) debe encontrarse visible en pleamar.
Como puede notarse, en esta disposición se reitera lo establecido en el artículo 10 de la
Convención de Ginebra de 1958.
Al hablar de extensión "natural" de tierra, se excluyen expresamente las islas artificiales
(reguladas en el artículo 60 de la CONVEMAR). Las “islas artificiales”, en realidad, no son
jurídicamente "islas" (más allá de que se las denomine a6Í).
Al especificarse que las islas se encuentran sobre el nivel del mar en pleamar, como ya se
adelantó, se excluyen las elevaciones en bajamar, reguladas por el artículo 13 de la CONVEMAR7.8
Cabe aclarar que las masas terrestres continentales, comúnmente conocidas como “con
tinentes", no son tratadas como isla6 en el sentido del artículo 121, sino que el término "isla9
es generalmente reservado para fragmentos de tierra más pequeños1, aunque dicha norma no
haga una referencia al tamaño.
En cuanto al segundo inciso del artículo 121, este remite a las disposiciones de la Con
vención referidas a la regulación del mar territorial, zona contigua, zona económica exclusiva
y plataforma coñtlnental. De modo que los espacios marítimos de una isla se determinan de la
misma forma que los espacios marítimos de cualquier continente.
Respecto al tercer inciso del artículo 121, oste se refiere a una clase particular de islas: las
rocas, que analizaromoB a continuación.
Una roca es, en una de sus acepciones, un peñasco que se levanta en el mar”. En un
estudio preparado por las Naciones Unidas se la definió como una masa sólida de limitada
extensión10. Sin embargo, el artículo 121 no contiene una definición de roca en ninguno de sus
párrafos. El último inciso solo se dedica a establecer qué espacios marítimos no se les van a
reconocer a ciertas rocas, y por sus términos ambiguos plantea más interrogantes de los que
resuelve, por ello ha sido objeto de distintas interpretaciones por parte de la doctrina11. .
En cuanto a la naturaleza jurídica, se ha afirmado que el hecho de que la referencia a las
rocas se encuentre en el artículo 121 -cuyo título es ‘'Régimen de las islas”- implica que estas
son una especie de islas. De acuerdo con esta interpretación, todas las formaciones naturales
que se encuentren sobre el nivel del mar en pleamar constituyen islas y algunas de ollas, según
su estructura geomorfológica, constituyen rocas12.13
En consecuencia, toda formación que se en
cuentre visible solo en bajamar, pero cubierta en pleamar, constituye una elevación en bajamar
-regulada por el artículo 13 de la CONVEMAR-, sin importar su conformación o estructura
geomorfológica. Así, una elevación en bajamar puede ser también físicamente una roca, en
cuyo caso, en determinadas circunstancias, podría ser utilizada para el trazado de las líneas de
baso. Es decir que la calidad de roca estaría dada por su estructura geomorfológica, pudiendo
calificar jurídicamente de isla o de elevación en bajamar, de acuerdo con las características
establecidas en las normas en cuestión.
Otro argumento que lleva a afirmar que las rocas visibles en pleamar son islas en el sen
tido del artículo 121 se relaciona con lo que establece el inciso 2: “[...] salvo lo dispuesto en el
párrafo 3, el mar territorial (...) de una isla Berán determinados de conformidad O sea que
el párrafo 3 (referido a las rocas) sería la excepción a la aplicación de las otras disposiciones de
la Convención a las islas. Si las rocas no hieran consideradas islas, no habría por qué hacer la
salvedad excluyendo el inciso 3U.
La segunda cuestión que cabe preguntamos es: ¿qué espacios marítimos generan las ro
cas que califican de islas?
El artículo 121, en lo que respecta a las rocas, está redactado en forma negativa, es decir,
no se establecen los espacios marítimos que generan, sino los espacios marítimos que no pue
den tener ciertas rocas: las rocas no aptas para mantener habitación humana o vida económica
propia no tienen zona económica exclusiva ni plataforma continental. Por implicancia, podría
deducirse que dichas rocas tendrían solo el resto de los espacios reconocidos por la CONVE-
MAR, es decir, mar territorial y zona contigua.
Pareciera ser, entonces, que, para que las rocas puedan tener derecho a todos los espacios
marítimos, incluso a una zona económica exclusiva y a una plataforma continental, se tienen
que dar estos requisitos:
a) que se cumplan las condiciones establecidas por el artículo 121(1) (tratarse de una ex
tensión natural de tierra, rodeada de agua, que se encuentre sobre el nivel del mar en pleamar);
b) que sea apta para mantener habitación humana o que sea apta para mantener vida
económica propia.
Con respecto a estos dos últimos requisitos, se plantean varios interrogantes: ¿son acu
mulativos o alternativos?, ¿deben existir naturalmente? Es decir, ¿qué sucede con una roca
inhabitable pero que posee recursos económicos propios? O inversamente, respecto de una
roca que ha logrado ser susceptible de habitación humana gracias a la tecnología implantada
artificialmente por un Estado, pero que no posee recursos propios, ¿qué espacios marítimos le
serían reconocidos por la CONVEMAR?
El inciso 3 del artículo 121 está enunciado en forma negativa y usa entre los dos requisi
tos la conjunción “o”: “Las rocas no aptas para mantener habitación humana o vida económica
propia no tendrán zona económica exclusiva ni plataforma continental”.
De la simple lectura, por lo menos de la versión en español, pareciera interpretarse que
basta que la roca no cumpla con alguno de esos dos requisitos para que no se le se reconozcan
11 Ello se debe probablemente a que el artículo 121(3) de la CONVEMAR es el resultado del consenso al que se
arriba a partir de la presentación de diversas propuestas. En tal sentido, Dipla expresa: 'Debe remarcarse
el carácter puramente convencional do! artículo 121, inciso 3. Esto es el resultado de un compromiso difícil,
ejemplo típico de una regla que, en su aplicación, puedo producir resultados inequitativos, mientras que su
objeto inicial era evitarlos”; Dipla, Haritini, op. cit., p. 42 (traducción libre).
12 Dipla, Haritini, op. cit., p. 41.
13 Charney, Jonathan, "Rocks that cannot sustain human habitation*. vol. 93, n • 4 (1999), p. 864.
624
CAPITULO 31 • ISLAS, ESTADOSARCHIPHAGICOS,ISLASAinfflCW^YESTre<^OSimERNACIONAm
X‘,í.
ciertos espacios marítimos (como zona económica exclusiva y plataforma continental). Sin ¿íísH
bargo, loe académicos han llegado a otras conclusiones. Así, so ha señalado que, conió en
versiones anteriores del proyecto de artículo 121 se utilizaba la conjunción “y” en lugar de “o"'' - - -
el cambio apoyaría la postura de que basta que la roca cumpla con uno de estos dos requlbitóí^í®^
para que se elimine la restricción contenida en el inciso 8“.
Haritini Dipla se pregunta si el uso de la coqjundón “o” significa que una roca inhabitábíeiiW^
pero que posea vida económica -por ejemplo, porque se descubrió en ella un depósito de mihérá-^S®>
les en el subsuelo- tiene derecho a una zona económica exclusiva o plataforma continental^•-j¡o:-?J®B
mismo respecto de una roca habitable -aunque deshabitada- que no posea vida económica prqüaí
Sin duda, esta disposición ha sido objeto de críticas. Los requisitos que en ella se esta-
blecen son considerados arbitrarios y vagos. Arbitrarios porque podrían haberse elegido otros
entre los propuestos, y vagos porque tanto la habitabilidad como la aptitud para tener vida
económica propia son nociones poco precisas y sujetas a cambios: un Estado que cuente con los
recursos necesarios podría transformar a la roca inhabitable en habitable”.
Dejando de lado el problema del uso de la conjunción “o” (es decir, si los requisitos son
acumulativos o alternativos), resta resolver qué significan “apta para mantener habitación
humana” y “vida económica propia”.
Si recurrimos a los trabajos preparatorios de la CONVEMAR, podemos observar que la
habitación humana no requiere que haya gente que resida permanentemente en dicha roca.
Pareciera ser que se necesita alguna prueba de que la roca tenga alguna capacidad para alber
gar habitación humana, o tenga algún valor económico para la sociedad. Por ejemplo, ciertas
islas en general deshabitadas son habitualmente utilizadas para la pesca, brindando residen
cia temporaria.
Otra cuestión objeto de discusión es si, cuando se habla de vida económica propia, ello
incluye la explotación de los recursos vivos o minerales del mar territorial. Tampoco aquí con
tamos con opiniones uniformes.
En la práctica ha habido -o aún existen- varias disputas o protestas en tomo a la sobe
ranía terrestre o marítima de rocas. Por ejemplo, en la década de 1970 se planteó un cuestio-
namiento en torno a Rockall, una roca reclamada por el Reino Unido, de aproximadamente
624 ms, ubicada en el océano Atlántico, al oeste de Escocia. Esta roca, que carece de agua po
table, está deshabitada y no es susceptible de habitación humana, sostiene un faro ubicado en
1972 por el Reino Unido. Si se le reconociera una plataforma continental y zona económica ex
clusiva plenas, afectaría los espacios marítimos de las islas Faroe (Dinamarca) y de Irlanda1’.
Por ello, cuando en 1974 el Reino Unido reclamó plataforma continental alrededor de esta roca,
Dinamarca protestó debido a que Rockall no era una prolongación natural del territorio britá
nico, sino que estaba Bituada sobre la masa continental de las Faroe. Más tarde también cues
tionó que esta roca íbera tomada como punto de base para el trazado del límite de.pesquerías
de 200 millas marinas, al tratarse de una roca deshabitada. En 1997, el Reino Unido -al deve
nir parte en la CONVEMAR- declaró que la roca no era capaz de sostener habitación humana
y, en consecuencia, no tenía derecho a reclamar espacios marítimos extendidos”. Sin embargo,
en 2009 presentó el límite exterior de la plataforma continental de Rockall, ante la Comisión
de Límites de la Plataforma Continental, lo que suscitó protestas de Dinamarca e Islandia. .
En 1996 también surgió una disputa entre Japón y Corea del Sur respecto de las Lian-
court RockB -rocas de aproximadamente 260 kma ubicadas en la sección centro-sur del mar
del Japón-, que generó la protesta de Japón respecto de la construcción por parte de Corea del
Sur de ciertas instalaciones”, tales como un muelle, una guarnición policial y una planta de
14 Ibíd.. p. 868.
16 Dipla, Haritini, op. cil., p. 41.
16 Ibíd., p. 41.
17 Laursen, Finn, Small Powers at Sea, Nijhoff, Dordrecht, 1993, p. 80. *
18 Smlth, Robort y Thomas, Bradford, “Island disputas and the law of the sea: An examinaron of soveroignty
and delimitaron", en Security Flashpoints. Oil, Islands, Sea Access and Military Confrontaron, Nordqulet,
Myron y Norton Moore, John (oda.), Ñiihoff, La Haya, 1998, p. 86, nota 21...
19 Ibíd-, p. 59.
y
625
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
desalinización del agua -debido a la inexistencia de agua potable-. Así, mantuvo población
en ellas20.
Por su parte, Japón declaró su soberanía Bobre dos pequeñas rocas llamadas en su con
junto Okinotori Shima (que significa “isla de las aveB del mar”), que se encuentran en el océano
Pacífico, a 1.082 millas al sur de Tokio, a las que calificó de islas, proclamando, en 2004, una
Se23trata
zona económica exclusiva alrededor de ellas21.22 24 de las dos últimas que están visibles de
una cadena de rocas que fueron cubiertas por el mar. Para evitar que desaparezcan, ya en 1987
Japón había anunciado un plan para fortificar sus cimientos, a fin de protegerlas de la ero
sión y los tifones. Otra estrategia pensada a más largo plazo es la aceleración del crecimiento
coralino alrededor de las rocas. Las declaraciones de Japón suscitaron la protesta de China
(que despliega submarinos en el océano Pacífico), ya que las rocas, además de estar rodeadas
por agua6 relevantes en materia de pesquerías y de permitir el control sobre ciertos recursos
energéticos, tienen una importancia estratégica, por estar ubicadas en la ruta utilizada para
el paso con submarinos”. El tener una ZEE alrededor de las rocas permitiría a Japón ejer
cer “cierto control” sobre los buqueB y submarinos que navegan en la zona. Es un hecho que
estas rocas no permiten sostener habitación humana y no presentan signos de poseer vida
económica propia, ya que una tiene el tamaño de una cama y la otra, el de una habitación. Sin
embargo, Japón ha instalado un helipuerto y puesto un radar y se ha contemplado instalar
un faro o, incluso, hasta una prisión, entre otras ideas para que puedan sostener habitación
humana o vida económica”. Asimismo, en 2008, al presentar los límites de su plataforma con
tinental, Japón consideró a Okinotori como una isla, lo que originó protestas de China y Corea.
El problema que presentan estas situaciones no es si un Estado puede ejercer soberanía
sobre la roca, sino 6i, a la luz del artículo 121(3) de la CONVEMAR, una roca pueda generar
una ZEE de 200 millas marinas debido a actos humanos realizados sobre ella que permiten
que se cumpla con los requisitos allí establecidos, los que -sin duda alguna- no se presentan
naturalmente.
20 Haas, Phil, "Stotui and sovereignty oí the Liancourt Rocka: the dispute between Japan and Horca", Ooniaga
Journal ofInternational Lau>, vol. 16, n. 1 (2011), p. 10,
21 Díaz, Leticia; Dubnor, Barry y Parent, Jason, ‘When ls a 'rock* an ’island’? - Another unilateral doclaration
dofios 'normi' of International law", Michigan State Journal ofInternational Lato, vol. 16 (2007), pp. 519-520.
22 Ibíd., pp. 521-522.
23 Ibíd., pp. 524-525.
24 Munavvar, Mohamod, op. cü., p. 14.
26 Ibíd., pp. 16-17.
26 Ibíd., p. 2.
626
CAPÍRAO 31-ISLAS. ESTADOS MCHIpEl^GlCOS, ISLAS AFTTIFX^ALES ¥ ESTRECfriDSIlíTERNAClOkIALES _ . •<-
27 Ibíd.,p. 94.
28 So ha afirmado que loe archipiálagoe costeros no encuadran dentro de esta definición. Ibíd., p. 188.
29 El artículo 47(7) do la CONVEMAR dispone: "A loe efeotoe de calcular la relación entro agua y tierra a que
te reflore el párrafo 1, lae superficies tarrestros podrán incluir aguae situadas en el interior do lee cadenee
de arrecifes de isleo y atolones, incluida la parte acantilada de una plataforma oceánica que está encerrada
o caai encerrada por una cadena de islas calcáreas y de arrecifes omexgentes situados en el perímetro do la
plataforma". *•
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Figura 1
Trazado de líneas de base archipelágicas y espacios marítimos
del Estado archipelágico
AGUAS
ARCHIPELAGICAS
Las líneas de base archipelágicas sirven para medir la anchura del mar territorial y los
límites del resto de los espacios marítimos y, además, para “encerrar" aguas archipelágicas10.
En cuanto a la condición jurídica, el artículo 49 de la CONVEMAR estipula que las aguaB
archipelágicas que se encuentren encerradas por las líneas de base archipelágicas ya descrip-
tas están btyo la soberanía del Estado archipelágico. Ello sin perjuicio de la profundidad de
tales aguas o de su distancia de la costa. Dicha soberanía se extiende al espacio aéreo situado
sobre tales aguas, al lecho y subsuelo y a los recursos allí contenidos.
Cabe destacar que, dentro de las aguas archipelágicas, el Estado archipelágico puede tra
zar líneas de base rectas ante la presencia de ríos, bahías o puertos’1, y así se podrán generar
aguas interiores.
Varios Estados se han proclamado como archipelágico8 y han procedido a declarar aguas
archipelágicas de acuerdo con la CONVEMAR. Podemos citar a Antigua y Barbuda, Fyi, San
Vicente y las Granadinas, las Islas Salomón, Trinidad y Tbbago y Vanuatu. Otros, en cam
bio, han generado la protesta de terceros Estados, tal como República Dominicana, que, en
628
CAPÍTULO 31 • ISLAS. ESTADOS ARCHiPELÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALES Y ESTRECHOS IWTCRNAGONALES:.
2006, mediante una ley interna, se definió como Estado archipelágico y declaró la existencia
do aguas archipelágicas”. ”
Se ha discutido acerca de si las aguas archipolágicas jurídicamente se asemejan más al
régimen de las aguas interiores o de las aguas territoriales, y si pueden ser asimiladas a algu
nas de estas categorías, excepto en lo que concierne al régimen de navegación”. De hecho, hay
Estados -como las Filipinas e Indonesia- que, si bien son partes en la Convención, consideran
como aguas interiores a las aguas encerradas por medio de líneas rectas84, hecho que ha susci
tado protestas por parte de otros Estados. Sin duda, en la 3.a Conferencia se quiso tratar alas
aguas archipelágicas como una categoría separada, que ha sido también calificada como "sui
generis””.
Algunos autores señalan que, ei bien la CONVEMAR actualmente refleja el derecho inter
nacional consuetudinario en cuanto al reconocimiento de las aguas archipelágicas, la manera
en la cual deben ser trazadas las líneas de base archipelágicas, así como el régimen de tales
aguas, no goza de una aceptación generalizada”.
En las aguas del Estado archipelágico pueden existir básicamente dos regímenes de na
vegación: derecho de paso inocente, por un lado, y derocho de paso por las vías marítimas ar
chipelágicas, por el otro, como puede verse en la figura 2. Ello sin perjuicio de la existencia de
aguas interiores, en cuyo caso la navegación en tales aguas estará sqjeta a lo establecido por
el Estado ribereño.
En cuanto al paso inocente a través de las aguas archipelágicas, se trata de un derecho del
que gozan los buques de todos los Estados, y está sometido a las mismas restricciones y obliga
ciones previstas por la CONVEMAR para el derecho de paso inocente por el mar territorial8’,
según se explicó en el capítulo 28 de esta obra.
En relación con el derecho de paso por las vías marítimas archipelágicas, se trata de un
derecho del que gozan no solo buques, sino también aeronaves a los fines del paso rápido e
ininterrupido por las vías marítimas y rutas aéreas que pueden designar los Estados archipe-
lágicos. Las vías marítimas y rutas aéreas son establecidas -con la debida publicidad- por el
Estado archipelágico mediante una serie de líneas axiales continuas desde los puntos de en
trada de las rutas de paso hasta los puntos de salida”. Si un Estado archipelágico no designa
vías marítimas o rutas aéreas a estos efectos, el derecho de paso por vías marítimas archipe
lágicas puede ser ejercido a través de las rutas utilizadas normalmente para la navegación
Internacional”.
Específicamente, el artículo 53(3) de la CONVEMAR define el “paso por las vías maríti
mas archipelágicas" como “el ejercicio, de conformidad con esta Convención, de los derechos
de navegación y de sobrevuelo en el modo normal, exclusivamente para los fines de tránsito
ininterrumpido, rápido y sin trabas entre una parte de la alta mar o de una zona económica
exclusiva y otra parte de la alta mar o de una zona económica exclusiva".
Las vías marítimas archipelágicas y rutas aéreas deben atravesar las aguas archipelági
cas y el mar territorial adyacente e incluir todas las rutas normales de paso utilizadas como
tales en la navegación o sobrevuelo internacionales a través de las aguas archipelágicas o so
bre ellas y, dentro de tales rutas, en lo que se refiere a los buques, todos los canales normales de
32 González Napolitano, Silvina, •Dominican Republic" (2010), en Moa Planck Encyclopadia ofPublic Internatio
nal Law, http://www.mpepll.com, parágs. 20-21.
33 Munawar, Mohamed, op. cii., pp. 152-157. Este autor considera que un estricto análisis jurídico de la
CONVEMAR muestra que no son ni aguas interiores ni territoriales, Gino aguas tulgencru que forman parte
integral del territorio de un Estado oceánico (p. 175).
______________________________________________________________________ 7
829
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Figura 2
ZONA
ECONOMICA
MCtVflV*
AGUAS
AXCHIMLÁG1CAS
i ECONOMICA
BXCWSTVA
IbtrtM 01
nísflflarlón
bbtrudda
gwghqdopmpor a navseaclOn
EXCLUSIVA
630
En las operaciones de delimitación marítima entre Estados con costas enfrentada? o ád ’
yacentes, las partes suelen invocar ante tribunales internacionales la presencia de islas
circunstancia especial, pertinente o relevante- con el fin de influir en el trazado de una línea
$••• de delimitación a su favor, es decir, más alejada de su costa. En tal sentido, nos referiremos a ■ ’
5', ’ los casos de delimitación de la plataforma continental entre el Reino Unido y Francia y entre
gj'•Libia y Túnez, así como de las delimitaciones marítimas entre Eritrea y Yemen, entre Qatar y
Bahrein y entre Bangladesh y Myanmar.
Otra situación se presenta cuando el tribunal internacional es convocado para delimitar
espacios marítimos entre una isla de un Estado -o un grupo de islas- y el continente de otro w
4 . Estado, tal como veremos que ocurrió en los casos de delimitación do la plataforma continental
entre Libia y Malta y de la delimitación marítima en la zona situada entre Groenlandia y Jan ••
Mayen. í’í®
Cabe aclarar que hemos seleccionado esta jurisprudencia solo para presentar algunos c’/j
%ejemplos, ya que existen numerosos casos de delimitación marítima de islas resueltos por tri-
Sj.' bunales internacionales, tanto judiciales como arbitrales, y sería muy pretencioso referirnos a . " ->•
todos ellos en este capítulo. Además, si bien algunos de los asuntos que veremos a continuación
y® han sido tratados o mencionados en los capítulos 28 a 30 de esta obra, aquí haremos hinca-
pié en los aspectos vinculados a islas. <
Arbiirtyi entre el Reino Unido de Gran Bretaña t Irlanda del Norte y la República Franoua cobre la delimi.
¡ación de la plataforma continental (Reino Unido/Pranda), Decisión, 80/08/1977 y Dodsión (intérpratacldn),
14/08/1978, R.I.A.A., vol. Mvni, pp. 8*418. Ver también Oude Elferink, Alex, ■Continental Shelf Arbitraron
(Prance v. United Kingdomf (2009), en Max Plano* Bncyclopedia ofPyblic International Law, httpiZ/www.
631
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL- PÚBLICO
47 Chamey, Jonathan y Alexander, Lewis (eds.), International Maritime Boundaries, Martinus Nijhoff, Dordre-
cht, 1893, vol. u, p. 1741 (sección preparada por Anderaon, David).
48 Ibíd. "Las lecciones que deben extraerse de la decisión (del Tribunal] es que las islas tienen que ser vistas
individualmente o en grupos, tomando en consideración todo» los factores relevantes, incluyendo su tamafio,
su posición (en especial su distancia do la costa, ubí como de la costa del otro Estado involucrado) y su efecto
según una línea de equidistancia estricta. Diferente peso será acordado a las islas según la apreciación (del
Tribunal] de estos factores, en orden a producir una solución equitativa’ (traducción libre).
632
CAPÍTULO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCHIREl/GICOS, ISLAS ARTIFICIALES BEST?ECHBSINTERNACIONALES
Figura 3 -v
Arbitraje entre el Reino Unido y Francia (1977)
Figura 4
633
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
634
CAPITULO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCHIPELÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALES Y1 ESTRECH6SHTTERNACI0T|'aLE<'
Figura 5 ■»
Delimitación de la plataforma continental entre Libia y Túnez (1982)ÍOpI
MALTAS
34°
‘ •
Veamos las particularidades de cada sector.
l-A .¡' hada el medio del mar, o sea, cerca de la línea media medida de costa a costa do ambos Estados
^ÍMtes-. Ambas partes estuvieron de acuerdo en tratar al archipiélago de las Dahlak como
Yemen sostenía que la línea media debía trazarse tomándoso como línea do baeo la línea
Pleamar en las islas Dahlak y la línea do bajamar en las islas Jabal al-Tayr y.ol grupo '
^•¿.i;,<;Zubayn Consideraba quo, do esta manera, se daba un tratamiento balanceado, por cuanto las
■ *,la# tontadas como puntos de base en ambas costas eran de tamaño semejante y yacían a simi-
*®»«
b distancias de la costa. De modo quo proponía dar pleno efecto b todas sus islas e ignorar
Oí• --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- --------------- ------------- ¿---------
835
LECCIONES DE-DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
las islas de Eritrea más alejadas. Eritrea, en cambio consideraba que las islas beyo la soberanía
de Yemen no debían tomarse en cuenta como puntos de base, ya que el reconocimiento de su
soberanía había sido "reciente”. Por lo tanto, sostenía que debía reconocerse el uso histórico de
los recursos en esas islas ubicadas en el medio del mar por parte del pueblo de Eritrea, usos
que incluían pesca, comercio, extracción de perlas, guano, minerales, entre otros, proponiendo
el derecho a dichos recursos en forma compartida por ambos Estados a perpetuidad. La línea
media de delimitación debía trazarse, entonces, partiendo de la costa de Yemen, no más allá del
límite de 12 millas marinas de mar territorial (Eritrea proponía dos versiones del trazado de
la línea media). De esta forma, en la delimitación no se le daba ningún efecto a las islas Jabal
al-Tayr ni al grupo Zubayr, usando solo sus propias islas como puntos de base.
El Tribunal consideró que, do darse a las mencionadas islas do Yemen efecto pleno o,
por lo menos, algún efecto, so produciría un efecto obviamente desproporcionado, teniendo en
cuenta su tamaño e importancia, así como otras consideraciones del contexto geográfico (estas
islas no forman parte de la costa continental de Yemen). La situación de las islas Jabal al-Tayr
y Zubayr era distinta de la de las islas Dahlak, ya que estas últimas sí formaban parte de la
costa eritrea, de modo que entre estas islas y el continente había aguas interiores. En cambio,
las mencionadas islas de Yemen, pequeñas y deshabitadas, estaban rodeadas por mar territo
rial, debido a la distancia de la que se encontraban del continente de ese Estado, situación que
no podía asimilarse a la anterior. Por lo tanto, no les otorgó ningún efecto en el trazado de la
línea media. El Tribunal, respecto del lado de Yemen, tomó como puntos de base una serie de
islas, islotes y arrecifes, considerando que ellos formaban un sistema del tipo contemplado en
el artículo 7 de la CONVEMAR, que admitía el trazado de líneas de base recta (aunque ello
no fuera invocado por Yemen ni siquiera como un argumento subsidiario al peticionado). Eri
trea invocaba el trazado de líneas de base rectas en el sector de las islas Dahlak y solicitaba
que se tomara en cuenta como punto de base una roca deshabitada denominada “Negileh",
que formaba parte de aquel grupo de islas. Se trataba de un arrecife de bajamar (art. 6 de
la CONVEMAR), el cual no siempre se encontraba visible en pleamar. El Tribunal consideró
que, como Eritrea reclamaba el trazado de líneas de base rectas, eso impedía que se usara una
elevación en bajamar como punto de base, 6alvo que se hubiese construido en ella un faro o
hubiese sido objeto de un reconocimiento internacional general, tal como prescribe el artículo
7(4) de la CONVEMAR, rechazando, por lo tanto, tal pedido. Sin embargo, el Tribunal deter
minó que en ese sector del norte tomaría como puntos de base sobre la costa eritrea la línea de
bajamar de ciertas islas del grupo Dahlak.
636
CAPÍTULO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCHIPBLÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALES Y'eSTRECHÓS ¡IITERNACIONAlÉs
Aquí también se producía una superposición del mar territorial de ambos Estádoí
se dividió por la línea media contada de costa a costa, considerándose la bahía de ABsab'ü
costa de Eritrea) como aguas interiores.
Finalmente, el Tribunal se refirió al principio de proporcionalidad como un test a
a fin de verificar el resultado equitativo de toda la delimitación que había realizado en Jos
A sectores. Pero las partes no se ponían de acuerdo sobre cuáles eran las longitudes de las'&
para su cálculo. Diferían respecto de cuál era la dirección general de la costa. Según el
nal, para el cálculo de la longitud de la costa eritrea se debía seguir la circunferencia extt
del grupo de islas Dahlak, mientras que Eritrea ostaba más inclinada a seguir la línea de
costa continental, Según el cáloulo al que llegó ol Tribunal teniendo en cuenta la relación que-
había con respecto ala longitud de las costas y las áreas de agua, la línea de delimitación final
que ÍUe decidida no resultaba desproporcionada. .*
Cabe aclarar que la sentencia arbitral reconoció el derecho de los pescadores de ambos
Estados a realizar actividades de pesca artesanal alrededor de las islas, así como ciertos dere
chos aeociados (libre paso entre islas y acceso a puertos para vender lo pescado).
Figura 6
Arbitraje entre Eritrea y Yemen (1999)
we u’e « <»>
;. Fuente: http://www.pca-cpa.org (mapa 3 anexo al laudo)
Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein (Qatar c. Bahrein),- CIJ, Fallo, . '• V
16/03/2001. -
LECCIONES DEDEBECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
de delimitación marítima. Las partes habían acordado que la Corte tomaría au decisión sobre
la base del derecho internacional consuetudinario, ya que ni Bahrein ni Qatar eran partes en
las Convenciones de Ginebra de 1958 y solo Bahrein era parte de la CONVEMAR’* (Qatar solo
era signatario).
La Corte debía trazar un único límite marítimo que dividiera áreas de lecho, subsuelo y
aguas suprayacentes. En el sector norte, la línea iba a delimitar áreas de plataforma continen
tal y ZEE, mientras que en el sector sur, zonas de mar territorial, donde había superposición
parcial teniendo en cuenta que las partes habían extendido su mar territorial de 3 a 12 millas
marinas. La Corte consideró quo el artículo 15 de la CONVEMAR, que establecía la delimita
ción del mar territorial mediante la línea media de equidistancia, era norma consuetudinaria.
Para su aplicación se requería, en primer lugar, determinar las líneas de base.
Según Qatar, la línea de equidistancia debía trazarse de costa a costa, tomando en cuenta
solo algunas islas y dejando de lado los islotes, arrecifes, rocas y elevaciones en bajamar, por
cuanto muchas de estas formaciones tenían escasa significación, dado su pequeño tamaño, ubi
cación y falta de población. Algunas rocas eran incluso inhabitables. Por otra parte, la equidis
tancia debía trazarse desde la línea de pleamar y no de bajamar, por entender que esta última
era arbitraria, no obligatoria ni de aplicación general, ya que podía variar con el tiempo. Qatar
consideraba que la línea de pleamar era más objetiva e invariable.
Bahrein sostenía que era un Estado archipelágico de facto o Estado insular múltiple, ca
racterizado por una variedad de formaciones marítimas de diverso tamaño y características.
Todas ellas estaban interconectadas y constituían el Estado de Bahrein. Contrariamente a lo
que sostenía Qatar, Bahrein estimaba que la línea que debía aplicarse para medir la anchura
del mar territorial era la de bajamar, por ser derecho consuetudinario. Si bien Bahrein aún no
había declarado ser un Estado archipelágico para mantener el statu quo hasta que la Corte
dictara su fallo, sostenía que tenía derecho a hacerlo por sí mismo, libremente, dado que no
se necesitaba del reconocimiento de terceros Estados. Así, proclamó su derecho a establecer
líneas de base archipelágicas (rectas), tomando en cuenta los puntos extremos de islas y arre
cifes del archipiélago, justificando la relación agua-tierra exigida por la CONVEMAR.
Por su parte, Qatar consideraba que el estatus de Estado archipelágico era irrelevante en
este caso, dado que Bahrein nunca lo había reclamado frente a ningún Estado, y que las dis
posiciones de la CONVEMAR en ese aspecto no constituían derecho consuetudinario. Incluso
cuestionaba la relación agua-tierra como requisito que Bahrein pretendía dar por cumplido.
La Corte entendió que no había sido llamada a tomar posición sobre ello y consideró que,
a los efectos de la medición del mar territorial, la línea de base normal era la línea de bajamar,
la cual constituía la regla de derecho internacional aplicable. Incluso rechazaba ol pedido de
Bahrein de aplicar el método de líneas de base rectas.
En cuanto a las islaB, algunas de las cuales pueden verse en la figura 7, la CIJ entendía
que el artículo 121(2) de la CONVEMAR reflejaba el derecho consuetudinario, por lo tanto las
islas, sin importar su tamaño, disfrutaban del mismo estatus y tenían derecho a los mismos
espacios que otras porciones de territorio terrestre. La Corte determinó proviamonto que las
islas Hawar pertenaofan a Bahrein y las islas Janan n Qatar. También existían otras islas en
el aactor sur do pequeño tamaño, ubicadas on pleamar, y de una superficie mucho más consi
derable on bajamar, cuya soberanía era reclamada por Bahrein, a lo cual no so oponía Qatar,
Además, había otras cuestiones verdaderamente controvertidas, vinculadas a ciertas ele
vaciones o formaciones. Una de ellas era la llamada Fasht al Azm: ¿era una elevación en ba
jamar o era parte de otra isla (isla de Sitrah) a la que estaba naturalmente conectada? Según
Qatar, era una elevación en bajamar, la cual había estado separada de la otra isla por un canal
natural, navegable incluso en bajamar -canal que habría sido llenado en 1982 por Bahrein al
realizar trabajos de construcción de una planta petroquímica-, Bahrein discutía la existencia
de un canal navegablo en bajamar, separando Fasht al Azm de Sitrah. A los efectos de la línea
de delimitación que debía trazar la Corte, la importancia de Fasht al Azm era la siguiente. Si
84 Do hacho, omboi partos están de acuerdo 0» quo la mayoría do las disposiciones de la OON VEMAR relovan-
too para dloho aounto reflejaban derecho consuetudinario,
638
___________CAPÍTULO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCHIPELÁG1COS. ISLAS ARTIFICIALES Y ESTRECHOS INTERHACIONALES ‘ ,
se la consideraba como parte de la isla de Sitrah, los puntos de Base se situarían en la línea de .
§;• bajamar al este de Fasht al Asm. Si no fuera parte de aquella, no proveería tales puntos de base. ' :.A£í
La CIJ trazó provisionalmente dos líneas, una para cada una de estas hipótesis, y llegó a la con-
í% dusión de que en cualquiera de los supuestos habría circunstancias especiales que justificaban 'Íí
ir'-.' elegir otra línea de delimitación. Una de esas circunstancias es el hecho de que menos del 20 % ■ ■
' ■ déla superficie de Fasht alAzm se encontraba permanentemente sobre el mar. En realidad,la
íj.-,' Corte no se llegó a expedir sobre el estatus de esta elevación, pero como, de acuerdo con la lírica ..
S■, de equidistancia que finalmente trazó, dicha formación quedaba del lado de Bahrein (en el mar ' •4;
territorial) la Corte sostuvo que, por esa razón, quedaba bajo su soberanía. ■ "'.1$
fíl; ■ Otro problema se daba con la elevación situada al noreste de Fasht al Azm denominada s,
Qit’at Jaradah: ¿era una isla o una elevación en bajamar? En una oportunidad (194?), el Go- y'A
•v. bierno británico la había considerado como un banco de arena que no tenía condición de isla ni ‘
jí;..- generaba mar territorial propio, al igual que otra formación llamada Fasht ad Dibal. Ambas es
taban ubicadas sobre el lado de Qatar. Bahrein, sin embargo, consideraba que existían eviden-
fe,. cíbb de que Qifat Jaradah era una isla que permanecía seca en pleamar, incluso antes de 1947,
Si y que había recobrado su estatus de isla por acreción natural. Qatar, por su parte, entendía que
fiW se trataba de una elevación que se encontraba en constante cambio, por lo que no debía ser
considerada como una isla. Los expertos contratados por ambas partes llegaron a conclusiones
8|;.; diferentes. Los de Bahrein consideraron que, pese a su pequeño tamaño, estaba permanente-
g’sl mente sobre el nivel del mar, por lo que constituía una isla; en cambio, los de Qatar no pudieron
determinar definitivamente si era un islote o una elevación de bajamar. Dado que los expertos
de Qatar no probaron científicamente que se trataba de una elevación en bajamar, la Corte
' concluyó que Qifat Jaradah era una isla en el sentido del artículo 121(1) de la CONVEMAR
"• y, por lo tanto, podía ser tomada en consideración para el trazado de la línea de equidistancia.
Establecida, entonces, su naturaleza, restaba ahora determinar a qué Estado pertenecía
Qit'at Jaradah. Bahrein reclamaba su soberanía invocando la realización de distintas activi-
^sdades en ella (el levantamiento de un faro, la orden de perforar un pozo, otorgar concesiones
^Síj'. de petróleo y licencias de pesca), mientras que Qatar sostenía que, al ser una elevación en
bajamar, no podía ser apropiada y, dado que estaba en la parte de mar territorial pertene-
.cíente a Qatar, tenía derechos soberanos sobre ella. La Corte concluyó que, teniendo en cuenta
feíel escaso tamaño que presentaba, las actividades alegadas por Bahrein debían considerarse
suficientes para el reclamo de su soberanía territorial. Sin embargo, como esta pequeña isla
Sg?-.’ estaba situada a mitad de camino entre la isla principal de Bahrein y la península de Qatar,
si se usaba la línea de bajamar de dicha isla como punto de base para la construcción de la
^'i .‘ línea de equidistancia, ello iba a causar un efecto desproporcionado, dado que se trataba de
• una formación insignificante. Así, la Corte eligió una línea de delimitación que pasaba al este
gastí'; de la isla en cuestión.
Con respecto a la otra elevación -Fasht ad Dibal-, Bahrein había invocado la realización
de similares actos de autoridad a fin de reclamar su soberanía, recordando que el Gobierno
británico en 1947 había reconocido que Bahrein tenía derechos soberanos sobre ella, incluso
. aunque no fuera considerada una isla. Ambas partos estaban de acuerdo en que Fasht ad Di-
bal ara una olovoclón on bajamar. Entóneos surgía un nuevo interrogante: ¿podía ser objeto
do apropiación como modo de adquisición da territorios? La Corto recurrió ni artíoulo 13 do ■
ife;la CONVEMAR -definición de elevaciones en bajamar-, el cual consideró derecho consueta-
dinario. Analizó sus efectos: podían sor usadas para ol trazado de las líneas de base normal
si se encontraban a una determinada distancia -que no excediera el límite máximo del mar
torritorial-, o bien pora el trazado de líneas de base reatas si se había construido sobre ellas un
Si'" faro que se encontraba permanentemente sobre el nivel del mar. La Corte entendió que, si una
5' : . elevación en bajamar se encontraba situada en el área en que se superponía el mar territorial
SSL'; de dos Estados, en principio ambos tenían derecho a usarla como línea de base. Sin embargo,
sus derechos se neutralizaban porque la elevación se encontraba en una zona superpuesta.
Bahrein invocaba el principio de efectividad, igual que en el caso de las islas. Pero ello de- ,
pendía de si las elevaciones en ¿ajamar podían apropiarse, si podían sor consideradas "territo
rio”. La Corto reconoció que el dorocho internacional guardaba silencio frente a osta cuestión, y \
J
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
tampoco había suficiente práctica uniforme que permitiera hablar de una norma consuetudi
naria. Dadas sus diferencias considerables con las islas, tampoco podían asimilarse a ellas. Se
gún verificó la CIJ, la elevación en bajamar no tenía los mismos derechos que las islas, ya que
dependía de su ubicación geográfica si podían o no generar mar territorial (debían estar dentro
del mar territorial de otra isla o do un continente). O aea que no se admitía el denominado
"■alto de rana” para lae elevaciones en bajamar. En consecuencia, ora irrolevante quo el Estado
la hubiera considerado bajo su propiodad, por cuanto no generaba un mar territorial. Aunque
en ciortni circunstancias calificaran para ol trucado de las líneas de basa rectas, tampoco por
alio podían ser asimiladas a Ibb islas.
Por lo tanto, la Corto concluyó que, para el trazado de la línea de equidistancia, la ele
vación en bajamar no iba a ser considerada (de heoho quedaba dentro dol mar territorial do
Qatar).
Finalmente, en el sector' norte había otra elevación situada en el mar territorial de
Bahrein, denominada Fasht al Jarim. La Corte observó que, si se le daba pleno efecto, se pro
duciría una distorsión en el límite y tendría efectos desproporcionados. Por lo tanto, teniendo
en cuenta su ubicación y dado que solo una pequeña parte de ella se encontraba sobre el agua en
pleamar, no le otorgó ningún efecto al establecer la línea de delimitación en el sector norte.
Figura 7
Delimitación marítima entre Qatar y Bahrein (1994)
Fuente: CIJRecueil 1994, p. 105 (croquis 3 anexo al fallo, con aclaraciones agregadas por la autora).
5•$
CAPÍTULO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCHIPELÁGiCOS, ISLAS ART1HCIALES V'ESTñEChfflS'lMTEfWACIONALES ■ '* •t.1*
¡i 2.3.5. Delimitación marítima entre Bangladesh y Myanntíir
En la Disputa concerniente a la delimitación de la frontera marítima entre Bangladesh y
Myanmar en la Bahía de Bengala", los Estados referidos solicitaron al Tribunal Internacional
del Dorecho del Mar que delimitara los espacios marítimos que los separan (mar territorial,
ZEB y plataforma continental) al noreste de la Bahía de Bengala, en el océano índico. Tanto
Bangladesh como Myanmar son parto on la CONVEMAR.
En Ib delimitación del mar territorial, so discutió oí la isla do Saint Martin --perteneciente '
a Bangladesh, pero ubicada frento a las costas do Myanmar- podía ser considerada como una
circunstancia ospeoial, on ol sentido provisto por el artículo 15 de la CONVEMAR, que justl- -
, Acara la no aplicación de la línea media como método de delimitación. No estaba en discusión
Sa que se trataba do una isla y quo tonín doroaho a espacios marítimos, de acuerdo con el artículo
, 121(2). Pero, según Myanmar, si se le otorgaba pleno efecto a esta pequeña formación, se iba
a producir una distorsión considerable con respecto a la configuración general de la costa. Por
su parte, Bangladesh, para justificar que debía considerarse a la isla como parte integral de
. su coBta en la operación de delimitación, destacaba su proximidad a este Estado, su extensa
' población permanente y el importante rol económico.
El Tribunal notó que no había ninguna práctica o jurisprudencia que indicara que existía
p una regla general respecto del efecto que debía darse a lae islas en la delimitación marítima,
cuestión que dependía de las circunstancias particulares de cada caso06. Asimismo observó que,
¡jiisi bien la isla se hallaba frente a las costas de Myanmar (dentro de las 12 millas marinas),
CBtaba casi a la misma distancia de Bangladesh. Además, no se trataba de una formación in-
significante como para no tomarla en cuenta, sino que era una isla significativa en virtud de
su tamaño y población, así como la extensión de sus actividades económicas, entre otras. Por
lo tanto, entendió que no había razón para considerarla como una “circunstancia especial” ni
• privarla de producir pleno efecto jurídico con relación al mar territorial.
Así, el Tribunal trazó una línea de equidistancia hasta el punto en que el mar territorial
de ambos Estados ya no se superpusiera, dándole pleno efecto a St. Martin, como puede verse
V en la figura 8.
A partir de ese punto, el Tribunal delimitó el resto de los espacios marítimos. Si bien los
artículos 74 y 83 de la CONVEMAR no especifican un método preciso a aplicar, sino que pre-
í'.vén que la delimitación de la ZEE y la plataforma continental debe hacerse sobre la base del
’'íí derecho internacional de modo de alcanzar una solución equitativa, el Tribunal destacó que el
•¡.método a seguir debía ser aquel que, bajo la realidad geográfica y las circunstancias particula
res de cada caso, condujera a un resultado equitativo, y en este caso entendió que el apropiado
. era el método de la “equidistancia/circunstancias relevantes”. Por lo tanto, procedió a trazar la
. línea de equidistancia y a evaluar si existían circunstancias relevantes que justificaran apar
tarse de dicha línea.
Bangladesh sostenía que existían tres circunstancias relevantes: la forma cóncava de su
costa, la isla de St. Martin y las características del sedimento que formaba la masa continental
de Bangladesh. El Tribunal estuvo de acuerdo en que, en este caso, la concavidad de la costa
'■ hacía que el trazado de la línea equidistante generara un efecto de recorte en los derechos ma
rítimos de uno de esos Estados, de modo que, si no se ajustaba la línea teniendo en cuenta tal
circunstancia, no se alcanzaba la solución equitativa requerida por los artículos 74 y 83 de la
Convención, Asimismo, por su ubicación geográfica, la isla de St. Martin bloqueaba la proyec
til-.; ción de Myanmar sobre el mar, de modo que dotar a la isla de pleno efecto en la delimitación
•^*i de la ZEE y la plataforma continental resultaba en una injusta distorsión de la línea divisoria.
£¿5”' En consecuencia, el Tribunal ajustó la línea de equidistancia respecto de las dos circunstancias
relevantes mencionadas. Por último, el Tribunal no consideró qué el sistema de sedimentos
•V-'. fuera relevante para la determinación de tales espacios marítimos..
641
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
842
K.' CAPÍTULO 31 - ISLAS. ESTADOS ARCHIPEUtoCOS, ISLAS ARTIFICIALES /ESTRECHBS'INTERNACIO NALES
• Al establecer esta línea, la Corte no tuvo en cuenta una isla maltosa deshabitada, con el
objeto de eliminar el efecto desproporcionado que podía causar. Al realizar el ajuste consideró '
í~la disparidad de las longitudes de la6 costas enfrentadas, la ubicación de ambas costas y la
, ■. \ distancia que las separaba, y desplazó la línea hacia la costa de Malta. No le otorgó a la isla de
fe Malta un pleno efecto.
Para verificar el resultado equitativo, aplicó el criterio de la proporcionalidad de lae zo-
gfeí ñas delimitadas. La Corte no aplicó ningún criterio derivado del principio de la prolongación
KL;,natural, por tratarse de plataformas que no superaban las 200 millas. La CIJ sugirió que, si
Malta no hubiera tenido el estatus de un territorio independiente, la delimitación habría sido
JíVá; distinta. Evidentemente, si Malta hubiese sido parte de Italia, se le habría reconocido un espa-
lí4; do marítimo aún máe reducido.
Figura 10
Delimitación de la plataforma continental entre Libia y Malta (1985)
«i® .• 68 Delimitación marítima de ¡a cana eituada entre Gnenlandla y Jan Mayen (Dinamarca c. Noruego), CIJ, Fallo,
14/0H/19M.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La Corte consideró que la línea de delimitación debía ubicarse dentro del área de super
posición de reclamos, es decir, entre la línea media y la línea de 200 millas desde Groenlandia.
Al efectuar la delimitación, la Corte tuvo en cuenta los siguientes factores:
- características geográficas de la zona a delimitar (ubicación geográfica, distancia ontre
ambos territorioe, profundidad del mar, existencia de elevaciones, presencia de hielo);
- el momento a partir del cual comenzaron a ejercer soberanía sobre dichos territorios;
- la población de los territorios terrestres (cantidad de habitantes, estabilidad, activi
dades que llevan a cabo);
- pesquerías de la zona; .
- infraestructura en el territorio terrestre e insular (si hay puerto o pista do aterri
zaje);
- proclamaciones unilaterales de las partes respecto de la soberanía sobre espacios ma
rítimos y pesquerías;
- tratados en vigor sobro plataforma continental.
La Corte trazó una línea media a título provisional y luego la ajustó a fin de lograr un re
sultado equitativo. Para ello, como puede observarse en la figura 11, dividió la zona de superpo
sición de reclamos en tres sectores, y a su vez trazó la línea de delimitación, la cual variaba en
cada uno de ellos, de modo de asegurar el acceso equitativo a los recursos pesqueros y ajustar
según la desproporción de longitud de las costas.
Figura 11
Delimitación marítima en la zona entre Groenlandia y Jan Mayen (1993)
644
.’ CAPÍTULO 31 • ISLAS, ESTADOS ARCHlRElAGICOS. ISLAS ARTIFFCjALES YjSTRECHOSWRNACICNAI fs
' ~~ " " ‘ ~ ■—*----------- ——
60 Tal el caso de la “República da la Isla de las RoBas", sobre una plataforma artificial construida en el mar
‘ Adriático por un ingeniero italiano que se autoproclamó “presidente" en 1968 (luego destruida por las auto-
J.j >• rldades de Italia). Ver http://es.micronational.wikia.com/wiki/lBla_doJa8_Ro8aB. Otro templo es el “Princi
pado de Sealand-, sobre una plataforma construida en 1942 por la Marina Real británica en el mar del Norte
(dentro de las 12 millas marinas de la costa británica) y luego abandonada, hecho que fue aprovechado por un
británico que la ocupó temporariamente on 1967 y desde entonces redama "soberanía" desde su página web
(http://www.scalandgov.org/). Asimismo, cabe citar a le "República de Minerva", sobre unos arrecifes ubica-
.dos en el océano Pacífico y denominados “Minerva", que ñieron acrecentados con arena por un millonario es
tadounidense, que en 1972 pretendía la creación de un paraíso fiscal (luego Tonga reclamó sus derechos eobre
el arrecife). Cfr. Bryant-Tokalau, Jenny, "Artificial and rocyded islands ¡n the Pacific: mythe and mythology
of 'plástic fantastic'", The Journal ofthe Polynesian Society, vol. 120, n.° 1 (2011), p. 13.
61 Hay quienes consideran viables a islas artificiales flotantes construidas de plástico reciclable para albergar
mean8 ofeafeguarding State sovcreignty against sea level rise. A Jaw ofthe sea perapective", 6.a Conferencia
ABLOS 2010, Contentioue issues in UNCLOS - Surely not?, Mónaco, 26/10/2010, p. 7 (disponible en httpJ/
www.gmat.unsw.edu.au/ablos/ABLOS10Folder/S2P3-Pres.pdf).
64 Molenaar, Erik Jaap, "Airports at sea: international legal implicatlons", The International Journal ofMarine
and Costal Law, vol.
14, n • 3 (1999), pp. 371-386.
65 CONVEMAR, artículo 60(8).
66 CONVEMAR, artículo 80.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
interferir el ejercicio de los derechos del Estado ribereño en la zona” y “tendrá jurisdicción
exclusiva sobre dichas islas artificiales, instalaciones y estructuras, incluida la jurisdicción en
materia de leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, sanitarios, de seguridad y de inmigración”.
La expresión “incluida la ...*, en esta última oración, es considerada como que se trata de una
simple enumeración, no taxativa67.
En alta mar, en cambio, existe libertad de construir islas artificiales y otras estructuras
permitidas por el derecho internacional86. En este espacio marítimo, las islas artificiales están
sometidas a la jurisdicción del Estado que las construya o autorice su construcción (a diferen
cia de las islas artificiales en aguas interiores, mar territorial o zona económica exclusiva, que
están sometidas a la jurisdicción del Estado ribereño).
Todo Estado que construya.o autorice la construcción de islas artificiales tiene una serie
de deberes: notificar debidamente dicha construcción y advertir su presencia; retirar las que so
encuentren en desuso; en la remoción, tener en cuenta la pesca, la protección del medio marino
y los derechos y obligaciones de otros Estados, y dar aviso apropiado de la profundidad, posi
ción y dimensiones de aquellas que no se hayan retirado completamente69.
La protección del medio marino debe tomarse en consideración durante la construcción
y la utilización de islas artificiales para evitar daños irreparables70. Ya desde antes de la
adopción de la CONVEMAR, había preocupación por ello, soslayándose la importancia de
la realización previa de un estudio de impacto ambiental, a fin de evaluar las consecuen
cias que pueden acarrear estas instalaciones en el mar y sus recursos (por ejemplo, en qué
medida se verá afectada la salinidad del agua, su temperatura, luminosidad, entre otras
propiedades)71. Cabe mencionar que el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, en el
caso del estrecho de Johort tuvo la oportunidad de prescribir una medida provisional dirigida
a Malasia y Singapur, a fin de que cooperaran en el establecimiento de un grupo de expertos
independientes que tuvieran como mandato realizar un estudio para determinar los efectos
adversos que pudieran tener los trabajos de “polderización” a realizarse en el estrecho en
cuestión78,
Si bien las islas artificiales, instalaciones y estructuras no poseen espacios marítimos
propios, el Estado puede establecer zonas de seguridad razonables alrededor de ellas cuando
sea necesario, las que deben ser notificadas debidamente y respetadas por todos los buques78.
En tal caso, el Estado tiene la facultad de adoptar medidas apropiadas para garantizar la segu
ridad de la navegación y de tales islas, instalaciones o estructuras. La anchura de tales zonas
de seguridad es determinada por el Estado teniendo en cuenta las normas internacionales
aplicables; además, esta debe guardar “una relación razonable con la naturaleza y funciones"
de tales islas artificiales, instalaciones o estructuras74. Sin embargo, no se pueden extenderla
una distancia mayor de 600 metros alrededor de éstas, medida a partir de cada punto de su
borde exterior, salvo excepción autorizada por normas internacionales generalmente acepta
das o salvo recomendación de la organización internacional competente”. Por otra parte, no se
pueden establecer islas artificiales, instalaciones y estructuras, ni zonas de seguridad alrede
dor de ellas, cuando puedan interferir la utilización de las vías marítimas reconocidas que sean
—
esenciales para la navegación internacional70.
iBnd-dradglng Cor tho buildlng of artificial liland» in tha North Sea", Occnn Management, vol. 6 (1970), pp.
211-232.
72 Caso concerniente a los trabajos dt "poldcrisación"efectuados por 8ingapur en el Interior y alrededor del Estro-
cho de Johor (Malaria c. Singapur), TIDM, Providencia, 08/10/2003, parág, 106(1).
73 CONVEMAR, artículo 60(4) y (6).
74 CONVEMAR, artículo 60(6). $
76 CONVEMAR. artículo 60(7). ?
646
CAPÍTULO 31 - SLAS, ESTADOS ARCH1PELÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALES V ESTRECHOS INTERNACIONALES
daime in tho face oí global sea leve! rise’, en Thrtatentd blando Nalione. Legal Implicatlont ofrlglng 8tag and
a changing climate. Qerrard, Mlchael y Wannior, Qrcgory (oda.), Cambridge Unlversity Proea, Cambridge,
2018, pp. 141466.
maritime daima through tho •Conetltution of the Ocoana”, Colorado Journal ofInternational Snuironmontal
Laiv A Polloy, voí. 28, n.* 1 (2012), pp. 118410; "Oooania. Movlng day",Earlh Mand Journal, vol. 28, n.‘ 1
(2019), p. 11.
affocti of aea level riae on marítimo limite and boundariat", Nothorlando International Lau> Rtuleui, vol, 37
(1980), pp. 322-223.
: 83 Gagoin, Mlchael, op cit., p. 82. Vor también Rayfiieo, Roiemary, "Sen lovel riao and marítima eonoe. Praaer-
ving tho marítima entltlemente of'dlaappoaring’ Statoa", oa Thrtatentd Itlandt Nallono. op cil, pp. 167491.
83 Ver otrae dafinwionoi en de Yturriaga, Joefi A., Stralte Und fOr International Naulgation. A Spanith Poro*
ptotlvo,Martinua N(jhoff, Dordrocht, 1990, pp. 4-B. Por ejomplo, “a narrow atretch of aoa connacting the
exteneivo araae of tho sea" (aegún Moora); "a narro* paseage connoctíng two soction» of the hlgh esos" (aogún
Baxter); "a contraction of the aaa betwaon two territorios, baing of a cartaln limitad width and connoeting two
eoas otherwlae separatod, at ]«Q6t ín that particular place, by the territorios in quaetlon’ (según Brüel).
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
se ha afirmado que la definición jurídica de los estrechos, a diferencia de lo que entiendan los
geógrafos, se basa en dos elementos: uno geográfico y otro funcional84. * * *
Existen diversas clases de estrechos. Geográficamente, pueden estar formados por dos
continentes (como el estrecho de Gibraltar -que separa España de Marruecos-), por un conti
nente y una isla (como el estrecho de Messina -que separa al continente italiano de la isla de
Sicilia, también italiana-), o por dos islas (tal como el estrecho de Le Maire -el cual separa, en
Argentina, la Isla de Tierra del Fuego de la isla de los Estados-). Como se ve en estos mismos .
ejemplos, el estrecho puede separar territorios de un mismo Estado o de dos o más Estados.
Hay estrechos que son tan angostos que están cubiertos por aguas que poseen la natura
leza jurídica de mar territorial (tal como los estrechos de Messina, de Gibraltar, de Le Maire,
de Bering -entre Rusia y Estados Unidos-, de Hormuz -entre Irán, Omán y Emiratos Árabes-,
etc.). Otros, en cambio, son más amplios, y están separados por una franja de ZEE -o incluso
alta mar, en el supuesto de que el Estado no haya declarado una ZEE- (por ejemplo, el estrecho
de Sicilia -entre Italia y Túnez-, o los canales de Otranto -entre Albania e Italia- y de Malta - ■
entre Italia y Malta-, entre otros). Hay estrechos en cuyas costas se usan líneas de base rectas,
por lo que poseen, en consecuencia, aguas interiores, como el estrecho de Magallanes.
De acuerdo con la función que cumplen, los estrechos tfintemacionalesM son aquellos uti-
tizados para la navegación internacional -de estos se ocupa el derecho internacional-, tales (.W
como los estrechos de Magallanes, de Gibraltar, de Measina, Dardanelos -en Turquía, que
comunica el mar de Mármara con el mar Egeo-, del Bósforo (o de Estambul) -también en
Turquía, que conecta el mar de Mármara con el mar Negro-, de Dover -entre el Reino Unido
y Francia-, de Torres -entre Australia y Papua Nueva Guinea-, de Malaca -entre Malasia e
Indonesia-, de Singapur -entre Malasia y Singapur-, etc.
Los estrechos internacionales pueden comunicar una zona económica exclusiva o de alta
mar con otra zona económica exclusiva o de alta mar. Por ejemplo, el estrecho de Magallanes
comunica el océano Atlántico con el océano Pacífico. O bien los estrechos pueden conectar una
zona económica exclusiva -o de alta mar- con un mar territorial o aguas interiores, como el
estrecho de Tirán -entre Egipto y Arabia Saudita-, de Wetar -entre Indonesia y Timor Leste-,
Juan de Fuca -entre Canadá y Estados Unidos-, etc.
En un sentido estricto, el estrecho -independientemente de su denominación85- se dife
rencia del canal por cuanto este último no es un paso natural, sino construido por el hombre,
tal como el canal de Suez, el de Riel o el de Panamá. Sin embargo, algunos estrechos, pese a su
3
nombre, son pasos naturales, que califican como estrechos internacionales, como los canales de
I
Otranto, de Malta, o de Corfú -este último entre Albania y Grecia-.
Cabe destacar que la Corte Internacional de Justicia, en el oaso de las Pesquerías tinglo-
noruegas, tuvo ocasión de afirmar que la Indreleia, en Noruega, no era un estrecho sino una
ruta con fines de navegación preparada por medios artificiales18. Sin ombargo, el hecho do quo
un Estado proceda a dragar los estrechos a través de métodos técnicos no convierte a tales 1
estrechos en canales artificiales, de acuerdo con la práctica de los Estados”.
í?
■1-
3.2. Antecedentes
La comunidad internacional se ha preocupado desde hace más de un siglo por la situación
especial de los estrechos internacionales debido a su importancia para las comunicaciones y -
?
•/
84 Lapidoth, Ruth. "Straits. International" (2009), on Max Planck Bncycloptdia of Public International Law,
http://www.xnpepil.com, párr. 1.
85 Con acierto, se ha sostenido que la denominación particular que reciba un estrecho no e6 decisiva, puesto que
existen algunos estrechos que califican de tales, peso a que eo denominan de otras formas (pasaje de Drake,
pasaje Martinica, Gran Bell, canal del Norte, canal Santa Luda, etc J. Cfr. López Martín, Ana, International
Straits: Concept, Classification and Rules ofPassage, Springer, Heidelberg, 2010, p. 42.
86 Pesquerías (Reino Unido c. Noruega). CIJ, Fallo, 18/12/1951, ICJReporta 1951. p. 132
87 Cfr- López Martín, Ana, op. cit, p. 46.
648
CAPITULO 31 ■ ISLAS, ESTADOS AñCHIPELÁGICOS, ISLAS ARTIRCIALÉs YtSTRftáiOS INTERNACIONALES
el comercio, en tanto conectan directamente mares y océand&M. Es por ello que a fines.¿¿S
glo xa y comienzos del xx so celebraron varios tratados internacionales con el fin de reitáw8
diversas cuestiones atinentes a la navegación por dichos espacios*®, y ya en 1854 el InstituídR
Droit International hizo un primer intento de formular normas aplicables a los estrechos*En1-^
la Conferencia de codificación de La Haya (1980) también se elaboraron algunas disposición
al respecto, aunque el tratamiento era insuficiente, por cuanto no existía un claro concepto^
jurídico de estrecho’1.
En 1949, cuando la CU dictó su fallo de fondo en el caso del Canal de Corfú, ya referido
en otros capítulos de esta obra®8, sostuvo que en tiempos de paz los Estados tenían derecho aí
enviar buques de guerra a través de loe estrechos utilizados para la navegación internacional
dos nnrffíO
entro /ínu partos di» fil+ ci mr»»*
de alta ain la
mar ain provla de »»n
autorización MMMila
la UHÍAni»nAÍA»\ un Estado ribereño, siempre CL'AtJlffVXjjwj
quó'
I
dicho paso fuora inocente*5. La Corte también aclaró que no todos los estrechos que vinculaban • •
dos partes de alta mar oran estrechos internacionales, sino aquellos que eran importantes
como vínculos de comunicación, dando así relevancia a la situación geográfica del estrecho y a
su utilización para la navegación internacional®4.
En la 1.a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar se dio un escaso
tratamiento a la cuestión de los estrechos, probablemente debido a la ausencia de definición
do la anchura máxima del mar territorial®8, como vimos en el capítulo 27 de esta obra. Así, la
Convención de Ginebra sobre Mar Territorial y Zona Contigua (1968) se refiere a los estrechos
en el artículo 16(4) y recoge el mencionado dictum de la CIJ, al disponer que “El paso inocente
de buques extranjeros no puede ser suspendido en los estrechos que se utilizan para la nave
gación internacional entre una parte de la alta mar y otra parte de la alta mar, o en el mar
territorial de un Estado extranjero".
Uno de los mayores problemas en cuanto a la regulación jurídica de los estrechos -la cual
requería una solución global, como vino a proveer la CONVEMAR- se originó a partir del au-
'«'.y.
mentó de Estados ribereños que reclamaban un mar territorial de 12 millas marinas en lugar
de tres. Ello llevó a que más de cien estrechos internacionales que antes poseían un corredor
; de alta mar en el medio (es decir, con libertad de navegación y sobrevuelo) a partir de ése en
tonces pasarían a formar parte del mar territorial de los Estados, ya que la anchura de tales
. estrechos era menor a 24 millas marinas. Es decir, con la consecuente limitación en materia
.’i tjde navegación, ya que en el mar territorial rige el derecho de paso inocente, solo para buques
y con la posibilidad de ser suspendido en determinadas circunstancias, con el riesgo de que se
‘¿impusieran controles y reglamentaciones unilaterales por los Estados ribereños del estrecho*.
•** establecimiento
El **••“ “*• régimen especial en la
de un V«a Conferencia
*" 3. W.UV.OHV.» de 1BO Naciones
-V las .thuvmci» Unidas
vutuao
j-p-,>■«obre el Derecho del Mar para estos estrechos que quedaban ‘territorializadoB" fue clave para
^íí: i W los Estados pudieran resolver la cuestión de la anchura máxima del mar territorial y el
‘^Wy'Veconooimiento de una zona económica oxclusiva. En efecto, los Estados con grandes flotas
•navieras querían preservar el derocho de navegación y sobrevuelo en forma expedita y sin
impedimentos por los estrechos, lo que no era viable si se le9 aplicaba el régimen común de
navegación que regía en el mar territorial. Por su parte, los Estados ribereños de los estrechos
El derecho del mar. Estrechos utilizados para la navegación internacional. Historia legislativa de la Tercera
Parte de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Dertcho del Mar, Oficina de Asuntos Oceánicos y del
Derecho del Mar, Naciones Unidas, Nueva York, 1992, (en adelante, Naciones Unidas, Estrechos J Historia
legislativa), vol. i, p. 1, pardg. 3.
89 Ibíd. Tales como el Convenio de Copenhague sobre la Ensonada y los Estrechos (1957), que regula los estre
chos entre Dinamarca y Suocia o el Tratado de Límites (1881) entre Argentina y Chile, que -Inter alia- con
tiene una disposición sobre el estrecho de Magallanes, al que nos referiremos más adelante.
90 En el documento aprobado por este instituto se reconocía que los estrechos que servían de paso entre un mar
libre y otro mar libre jamás podían cerrarse. Luego, esta última expresión se reemplazó por "ser obstruidos’.
ar, Canal de Corfú (Reino Unido c. Albania), CIJ, Fallo, 09/04/1949, CIJ Recudí 1949, p. 28.
Ibíd.
no aceptaban el régimen de libre navegación en los estrechos, por considerar que podía afectar
su soberanía nacional y constituir una amenaza para la seguridad, la navegación y la conta
minación de las aguas97.
La solución a estos problemas vino con el establecimiento de regímenes distintos según
diversas clases de estrechos, como una forma de equilibrar los intereses en juego de todos los
Estados. Así, se reconoce una nueva fórmula de compromiso: el derecho de paso en tránsito a loe
efectos de la navegación y el sobrevuelo por aquellos estrechos utilizados para la navegación in
ternacional que no poseen en su interior un corredor de alta mar o ZEE que permita la libertad
de navegación. Este derecho no es tan restringido como el derecho de paso inoconte de buques,
ni tan amplio como la libertad de navegación y sobrevuelo que se reconoce en la ZEE y alta mar.
Además, se prevé un derecho de paso inocente “no suspendible" en algunos otros estrechos.
98 Lsi figura* Incluida* en este eocción füoron confeccionadas tomando on ouents 1m figuras anexa» en ol
artículo de Mandan y Anderson, que a «u vez derivan do lat olaboradas por la dologaclón dol Rolno Unido
en 1974. durante la 3.a Conferencia de las Naciónos Unidas sobre el Derooho del Mor (aogundo comité). Cft*.
Nandan, 8.N. y Anderton, D.H., 'Streite used fbr Intornational navjgation: A commentary on Fort 111 of the
United Nations Convention on tbo Law of the Sea 1982", B.Y.I.L.. vol. 60 (1989), Apéndice, pp. 198-204.
99 Caminos, Hugo, "Los estrechos exceptuados dol régimen jurídico do los estrechos uti litados para lo navega
ción internacional en la Convención de las Nádense Unidas sobre el Derecho dol Mar", on Tamaa da Derecho
Internacional en homenaje a Frlda M. Pftrter de Armoe Barea, Vlnuesa, Raúl (ed.), Fundación del Centro de
Estudios Internacionales de Buenos Aires, Buenos Aireo, 1989, p. 213.
650
CAPÍTULO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCHIPEIÁGICOS, ISLAS ARTIFICIALAS Y'ESTRÉtHOS INTERNACIONALES
Figura 12 '
Estrecho “amplio” no sujeto a la parte in de la CONVEMAR
1 MT 12MM /
Z-
X
11MM
Figura 13
Estrecho “amplio” sujeto a la parte ni de la CONVEMAR por no tener
una ruta de libre navegación igualmente conveniente
Cabe aclarar que, en el segundo supuesto (estrechos “amplios") -en el que encuadran el
estrecho do Sicilia y el canal de Malta-, la ruta de libre navegación (sea alta mar o ZEE) que
pase por el estrecho debe ser "igualmente conveniente”, en lo qúe respecta a características
,
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
hidrográficas y de navegación, que la .ruta de paso inocente por la zona de mar territorial del
estrocho. De modo que, si hubiera un obstáculo para la navegación en la ruta de alta mar o
ZEE (por qjemplo, un barco hundido, una elevación en bajamar), o esta ruta fuera muy angosta
o sinuosa, este estrecho no estaría excluido de la parte ni, sino sujeto a ella101,102 103 104 apli
debiendo
carse derecho de paso en tránsito, como ai no hubiera una ruta de alta mar o ZEE, tal como se
muestra en la figura 13,
Como qjemplos de estrechos en los que se aplica un tratado de larga data podemos citar
los de Magallanes, de Dardanelos y del Bósforo, entre otros.
Las categorías de estrechos "utilizados para la navegación internacional" que están suje
tas a la parte in de la CONVEMAR son:
a) Estrechos que comunican una parte de AM o ZEE y otra parte de AM o ZEE y por los
que no pase una ruta de libre navegación -como el estrecho de Gibraltar-;
652
CIaLeS Y ESTRECHOS INTERNACIONALES
CAPfTUlO 31 - ISLAS, ESTADOS ARCH PELAGICOS, ISLAS ARTTí
' b) Estrechos que comunican una zona de AM o ZEE y*el mar territorial de otro Estado y .--¿-■•L
por los que no pase una ruta de libre navegación -como el estrecho de Tirán-¡ • •
c) Estrechos formados por una isla de un Estado ribereño y su territorio continental y
por los que no pase una ruta de libre navegación, y del otro lado de la isla exista una • ¡$c|
ruta de AM o ZEE igualmente conveniente para la navegación -como el estrecho de
Messina o el de Le Maire-. De hecho, esta categoría ee previó justamente por el casó'
'■>' de Messina.
■' En ol primer supuesto, como ee muestra en la figura 14, se aplican los artículos 37 a 4^ dei 'íSj
la CONVEMAR, de modo que habrá derecho de paso en tránsito tanto para buques como pára$W?a
aoronnvos, del cual nos ocuparemos más abqjo. .
Figura 14
Estrecho sujeto a la parte m de la CONVEMAR
. En el segundo supuesto, como puede observarse en la figura 15, se aplica el artículo 45,
incisos l(b) y 2 de la CONVEMAR, es decir que habrá derecho de paso inocente “no suspendi
óle" para buques.
Figura 15
653
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En el tercer supuesto, que se muestra en la figura 16, se aplica el artículo 45, incisos l(a)
y 2 de la CONVEMAR; por tanto, habrá derecho de paso inocente “no suspendióle’’, al igual
que en el caso anterior. Tal es lo que ocurre en los estrechos de Messina y de Le Maire antes
mencionados. Asimismo, para algunos autores, esta regla se aplica al canal de Corfú, situado
entre la isla de Corfú y la costa de Albania, cuyas aguas se encuentran cubiertas por mar te
rritorial de Albania, aunque hay discrepancias al respecto105. Según ya se indicó, esta regla fue
reconocida por la CIJ en su fallo de 1949. Como señalan Nandan y Anderson, el interés de la
comunidad internacional en la libertad de comunicación no es fuerte en este caso, ya que existe
una ruta altemativa.de similar conveniencia por el otro lado de la isla, a diferencia de lo que
ocurre cuando no existe tal opción106.
Figura 16
Estrecho sujeto a la parte ni de la CONVEMAR
Cabe destacar que, como la propia CONVEMAR aclara, el régimen de paso por ostos es
trechos no afecta la condiciónjurídica do las aguas que forman tales estrechos ni el ejercido de
la soberanía o jurisdicdón sobre tales aguas, su lecho y su subsuelo y el espacio aéreo situado
sobre ollas por parte de los Estados ribereños del estrecho107. Tampoco afecta la condición
jurídica do zona económica exclusiva o de alta mar de las aguas situadas más allá del mar
territorial de los Estados ribereños de un estrecho108. En tal sentido, Caminos señala que este
régimen “no da a los Estados ribereños de estrechos mayores atribuciones sobre las aguas que
no estén bajo su soberanía o jurisdicción”, de modo que, “en los casos en que exista un corredor
de alta mar, el Estado ribereño del estrecho no tendría derechos adicionales sobre dichas aguas
(alta mar o zona económica exclusiva) simplemente porque ellas forman parte dol estrecho"108.
El derecho de paso en tránsito, como ya se indicó, es una especie de régimen menos estricto
que el paso inocente, aunque no tan amplio como la libertad de navegación. Podría definirse
105 Vor postaros a favor y en contra on Caminos, Hugo y Cog'.iatl-QantJi, Vlnccnt, Tht Ligal Rtgimt ofStraitt.
ContQmporary challvigct ond tolutioni,Cambridge Univeralty Prais, Cambrldgo, 2014, p. 47. En particular,
Hugo Oaminoe considera quo on ol canal de Corfú dobe aplicaría el régimen dol pnio on trómito, on lugar dol
poso inocente no auapendlblo. Vor temblón Caminos, Hugo, "The Legal Regina of Siralw in tho 1083 Únitod
Nationo Convantion on the Law of the 8ea",R.C.Á.D.I.. vol 205 (1887), p. 138.
100 Nandan, 8.N. y Andoraon, D.H., op. cU., p. 181.
107 CONVEMAR, artículo 34(1).
108 CONVEMAR, artículo 36(b).
108 Caminos, Hugo, op. cii.t ("Loo estrechos exceptuados (...)"), pp. 213-214.
654
como un paso en modo normal rápido e ininterrumpido de boques y aeronaves de bandera dá§
terceros Estados (6ean buques mercantes, de guerra o del Estado con fines no comerdalés)®
través de ciertos estrechos internacionales, el cual no puede ser obstaculizado. Puntualmente*^
el artículo 38(2) de la CONVEMAR explicita: “Se entenderá por paso en tránsito el qjercúáó,de-'
conformidad con esta Parte, de la libertad de navegación y sobrevuelo exclusivamente paraJos*.’
fines del tránsito rápido e ininterrumpido por el estrecho entre una parte de la alta mar
una zona económica exclusiva y otra parte de la alta mar o de una zona económica exclusiva".
De este modo, el paso en tránsito por el estrecho se aplica a los buques o aeronaves que atr&
viesen el estrecho en una derrota que va desde una zona de alta mar o ZEE a otra zona de
mar o ZEE. Si, por ejemplo, un buque pretende atravesar el estrecho para ir de un puerto a otro'
(ambos situados dentro del estrecho en cuestión), entonces el régimen no será de paso en tránsito,
sino de paso inocente, como se observa en la figura 17 (puerto Beta a puerto Omega), en la medida
en que se trate de un paso por el mar territorial, y hasta que ingrese a aguas interiores110.
No obstante, el artículo 38(2) in fine aclara que “el requisito de tránsito rápido e ininte
rrumpido no impedirá el paso por el estrecho para entrar en un Estado ribereño del estrecho,
para salir de dicho Estado o para regresar de él, con sujeción a las condiciones que regulen la
entrada a ese Estado”. Es decir, como se muestra también en el gráfico 17 (buque que se dirige
a puerto Beta), en la derrota de un buque procedente de ZEE o alta mar con destino a uno de
Jos puertos dentro del estrecho, en este caso atravesando el mar territorial de otro Estado, el
caique tendrá derecho de paso en tránsito hasta que ingrese al puerto de destino.
Figura 17
Navegación con destino a un puerto dentro del estrecho
2ESO
•Itirir
/
I MT
I
l
I
\
\
$ > • Ibda actividad que no constituya un ejercicio del derecho de paso en tránsito por un estre
cho quedará sujeta a las demás disposiciones aplicables de la CONVEMAR111.
Si comparamos el paso en tránsito con el paso inocente encontramos las siguientes dife
rencias:
- El paso inocente es solo respecto de la navegación de buques, mientras que el paso en
tránsito se extionde también al sobrevuelo de aeronaves.
-En el paso inocente los submarinos deben navegar sobre la superficie y con el pabellón
pn'ftrbolado; en el paso en tránsito se permite la navegación en modo normal de los submarinos,
es decir, en inmersión.
-En el paso inocente está prohibido todo lanzamiento, recepción o embarque de aeronaves
o dispositivos militares (de modo que un portaviones no podría realizar despegues o aterrizajes
de aeronaves durante el paso inocente); en el paso en tránsito ello se permite en modo normal.
-El paso inocente en ciertas circunstancias puede ser suspendido, el paso en tránsito no
(art. 44).
-En el paso inocente las restricciones son significativas (art. 19), a diferencia del paso en
tránsito, en el que son mínimas (art. 39).
En cuanto a las obligaciones de los buques y aeronaves durante el paso en tránsito, do
acuerdo con el artículo 39, deben avanzar Bin demora; abstenerse de toda amenaza o uso
de la fuerza contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de los
Estados ribereños del estrecho o que en cualquier otra forma viole los principios de derecho
internacional incorporados en la Carta de las Naciones Unidas; abstenerse de actividades no
relacionadas con las modalidades normales de tránsito rápido e ininterrumpido, salvo que
resulte necesaria por fuerza mayor o por dificultad grave; los buques deben cumplir con los
reglamentos, procedimientos y prácticas internacionales para la seguridad en el mar general
mente aceptados, para prevenir los abordajes y para la prevención, reducción y control de la
contaminación causada por buques; las aeronaves deben observar el Reglamento del Aire es
tablecido por la Organización de Aviación Civil Internacional aplicable a las aeronaves civiles
y cumplir normalmente tales medidas de segundad, así como operar teniendo debidamente
en cuenta la seguridad de la navegación y mantener sintonizada la radiofrecuencia asignada
por la autoridad competente de control del tráfico aéreo designada internacionalmente, o la
correspondiente radiofrecuencia de socorro internacional. Además, durante el paso en tránsito,
los buques deben cumplir con las leyes y reglamentos dictados por el Estado ribereño de con
formidad con la Convención"8.
Asimismo, según el artículo 40, durante el paso en tránsito los buques no pueden realizar
actividades de investigación o levantamientos hidrográficos sin la autorización previa de los
Estados ribereños del estrecho.
Los Estados ribereños de los estrechos pueden dictar leyes y reglamentos -dándoles de
bida publicidad- relativos al paso en tránsito en las materias estipuladas en el artículo 42(1),
tales como seguridad de la navegación y tráfico marítimo; contaminación; prohibición de la
pesca; embarco o desembarco de cualquier producto, moneda o persona en contravención de las
leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, de inmigración o sanitarios de los Estados ribereños
de estrechos. Sin embargo, el artículo 42(2) prescribe que tales leyes y reglamentos no deben
efectuar discriminaciones de hecho o de derecho entre los buques extranjeros, ni aplicarse de
manora que “en la práctica surtan el efecto de negar, obstaculizar o menoscabar el derecho de paso
en tránsito".
Además, el artículo 41 autoriza a los Estados ribereños a designar vías marítimas y esta
blecer dispositivos de separación del tráfico -respetando las reglamentaciones internacionales
aceptadas- para la navegación por los estrechos, cuando sea necesario para el paso seguro de los
buques, dando previa publicidad. Estas vías y/o dispositivos, si fuera necesario, pueden ser pos
teriormente sustituidos por otros, también dando previa publicidad. Los buques en paso en trán
sito deben respetar las vías marítimas designadas y los dispositivos de separación del tráfico.
En cuanto a los deberes de los Estados ribereños de los estrechos, el artículo 44 dispone que
el paso en tránsito no debe ser obstaculizado ni suspendido y se debe dar a conocer de manera
apropiada cualquier peligro que, según su conocimiento, amenace la navegación en el estrecho
o el sobrevuelo de este.
A continuación, a modo de conclusión, se adjunta un cuadro con el régimen de navegación
en los estrechos internacionales, de acuerdo con la CONVEMAR.
1. Concepto
' La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), en el
artículo 86, define la alta mar por exclusión:
Las disposiciones de esta Parte se aplican a todas las partee del mar no incluidas
implica limitación alguna de las libertades de que gozan todos los Estados en la zona
La noción de alta mar, así como las libertades aplicables en este espacio ya habían sido
codificadas en la Convención de Ginebra sobre la Alta Mar (1958) que, en líneas generales,
aún se corresponde con la costumbre internacional1. La mencionada convención define alta
inar como 'la parte del mar no perteneciente al mar territorial ni a las aguas interiores de un
Estado"’.
• Ambas convenciones disponen, además, que la alta mar está abierta a todas las nació- •
fgíííiií nes, que "ningún Estado podrá pretender legítimamente someter cualquier parte de ella a su
Boberanía"’ y 9UB este espacio será utilizado exclusivamente con fines pacíficos4.
i Ttqvm, Tulllo, 'Hlgh Sea»" (2010), en Max Planck Enciclopedia of Public International Lau, http://www.
mpopll.com, pórr. 3. Ver tarabita capítulo 27 do cata obra.
Oonvonolón do Ginebra sobro la Alta Mar (1008), artículo 1.
Convención de Ginebra sobro la Alte Mar (1008), artículo 2, y OONVBMAR, artículo 89.
y
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La CONVEMAR exige que exista una relación auténtica entre el Estado y el buque (art.
91). Esta exigencia tiene por objeto evitar el otorgamiento de banderas de conveniencia, ya que
algunos Estados, en general, otorgan su nacionalidad a buques que lo requieren debido a cues
tiones impositivas y obligaciones sociales o patronales menos onerosas que en otros Estados,
lo que permite al buque operar a un costo inferior7. El vínculo genuino solo se refiere al deber
de ejercer jurisdicción sobre el buque de manera eficaz y no se trata de una condición previa
para otorgar la nacionalidad®.
En el caso Saiga, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar subrayó que la deter
minación de los criterios y procedimientos para otorgar la nacionalidad son cuestiones de ju
risdicción exclusiva del Estado del pabellón y que se regulan por su derecho interno®. Sin
embargo, en caso de controversia, esta puede someterse a los procedimientos establecidos en
la CONVEMAR. Además, el Tribunal confirmó que el requisito del vínculo genuino era para
asegurar la implementación efectiva de los deberes del Estado del pabellón y que no se trataba
de un criterio que pudiera ser objetado por otros Estados.
Si un Estado tiene más de una bandera, puede ser tratado como un buque sin nacionali
dad, y puede ser abordado y detenido en alta mar.
7 Shaw menciona como ejemplo a Liberia y Panamá; Shaw, Malcolm N., International Law, Cambridge Univer-
aity Press, Cambridge, 6“ edic., 2008, p. 612.
8 Ibfd.
9 EZcasodeZM/V"Saí<a’(N’2?(San Vkentey lasGranadinaac. Guinea),T¡DM,Fallo,01/07/1999. parág. 63.
660
CAPÍTULO 32 -ALTA MAR
Todo Estado debe tomar, en relación con los buques que énarbolen su pabellón, las
das necesarias para garantizar la seguridad en el mar en lo que respecta, entre otras cuéaiioí®
Jí/ ' nes, a lo siguiente:
gg . .
«ggf • la construcción, el equipo y las condiciones de navegabilidad de loe buques;
lÉ
la dotación de los buques, las condiciones de trabajo y la capacitación de las tripjfia^
clones, toniendo en cuenta los instrumentos internacionales aplicables;
la utilización do señales, el mantenimiento do comunicaciones y la prevención^B
abordajes.
Puede afirmarso que hoy existe una norma consuetudinaria que obliga al Estado a qjerceí<3®
- - - -
ríMf'-í contr°l AfartéttfA
efectivo ha L*A losX,
sobre 4Al»no mizinc
buques autorizados rta nwaaw Asu
enarbolar i» vpabellón
»a!sa11 1111. Como aa
se La dicho an-
ha
rífe
ti», esto persigue limitar el fenómeno de las banderas de conveniencia o a la Bombra.
Los demás Estados, visto que no pueden interferir materialmente, cuando tengan moti
...............................................................................
vos fundados para estimar que no se ejerce el debido control, podrán únicamente señalar los
hechos al Estado del pabellón, el cual realizará la investigación y adoptará, si procede, las
medidas para solucionar la situación”.
11 Scovaszi, Tullio, Elementos de Derecho Internacional del Mar, Tecnos, Madrid, 1996, p. 52. En un intanto
de reforzar el carácter efectivo del vinculo entre el Estado y el buque que enarbola su pabellón, se adoptó el
Convenio de las Naciones Unidas sobre Condiciones de Inscripción de los Buques do 1986.
12 Ibíd.
13 Shaw, Malcom, op. cit, p. 611.
14 En 1927, en el cano Lotus, la CPJI afirmó que, on virtud del principio do libertad del mar, ningún Estado
puede ejercer acto alguno de jurisdicción cobro los buques oxtrnnjoroe. Ver Scovazzl, Tullio, op, cit,, p, 62.
Estas disposiciones so aplicarán, mutalis mutandis', a las aeronaves militares. 8e aplicarán también a cuales
quiera otros buques o aeronaves debidamente autorizados, que lleven signos claros y sean idcntiflcables como
buques o aeronaves al servicio de un gobiomo.
2__________
661
Síft-.-.-
LECCIONES DE DERECHO ¡XTERNACIONAL PÚBLICO
Fuera de estas excepciones, ningún buque puede ser objeto de visita por parte de otro Es
tado, a menos que ello hubiera sido acordado en un tratado. Existen algunas cuestiones -como
tráfico de estupefacientes, inmigración ilegal, tráfico de alcohol, protección de cables subma
rinos, secuestro, terrorismo, pesquerías- que han sido objeto de cooperación por parte de los
Estados a través de la celebración de tratados específicos y permitiéndose recíprocamente el
derecho de visita.
5.2.2. Piratería
Es el primer crimen reconocido como tal en el derecho internacional y pasible de juris
dicción universal. En principio, salvo en casos de derecho de visita o persecución en caliente,
el derecho internacional prohíbe la intervención en alta mar de un buque de una bandera dis
tinta a la del buque que intercepta. La piratería es una excepción, pues los buques piratas no
responden a ninguna bandera aunque la enarbolen1®.
Es dable recordar que, antiguamente, se distinguía entre los piratas y los corsarios, estos
últimos portaban patentes de corso que los autorizaban a atacar y capturar buques de Estados
en guerra con el Estado autorizante”.
La piratería fue definida por primera vez en la Convención de Ginebra sobre la Alta Mar
(art. 15)w. Hoy en día se considera que la definición del artículo 101 de la CONVEMAR refleja
cabalmente el derecho internacional actual y constituye costumbre:
Cabe destacar que, para que se configure la piratería, la definición requiere que haya dos
buques (o aeronaves) involucrados. Esto excluye situaciones en las que el ataque no se realice
desde otra embarcación o aeronave. También excluye, entonces, los casos en que los criminales
ya se encuentren a bordo, haciéndose pasar por pasajeros o miembros de la tripulación*9.
Además, otro requisito es que el crimen debe cometerse “con un propósito personal”, esto
implica que no se constituiría la piratería si el acto ilegal de violencia, detención o depredación
se realizara con otros propósitos, como ser con finos políticos. Cabe mencionar como ejemplo el
caso Castlc John c. NVMabeoo, do 1086, on ol que una corto bolga de casación sostuvo quo un
1(1 Bhoarar, Ivan, “Piraoy" (2010), en Max Planeh Kneyctopedla of Public Inlernailonal LaU), htópí//www.mpopll,
eom. pdrr. 9.
17 Para una excelente síntcsia do la historia do la piratería, ver Gutierre* Posee, Hortensia D.T. y Mollar, Mar
cos Nelio, "Los hechos costa afúora do Somalia y un marco jurídico internacional", en Piratería en el siglo XJtl!
nuevos escenarios para el derecho internacional, ConsigU, José (coord.), Instituto de Derecho Internacional,
Consejo Argentino para las Relacione* Internacionales, Bueno* Airos, 2011, pp. 13-40.
18 Esa convención fríe fruto de un trabajo de la CDI quo había tomado como baso un proyeoto do convención sobre
piratería preparado por Haruaid Research in International Law do 1932. Ver Shoarar, ¡van, op. cit., párr. 12.
19 En un redante caco, el buque do bandera holandesa Arctio Sunriee llevaba adelanto una protesta de Green
peace en una plataforma de petróleo rusa en el Ártico. El buque y la tripulación fueron detenidos por la Fe
deración Rusa ol 19/09/2018. Inicialmente, en la prensa se hablaba de piratería; sin embargo, era claro que
en el caso no estaban involucrados dos buques, por lo que no podía tratarse de piratería. En efecto, posterior
mente, en el pedido do medidas provisionales solicitadas por ios Países Bajos ente ol Tribunal Internacional
del Derecho dol Mar, aunque la Federación Rusa no se presentó, no surgo que los detenidos aetuvioran siondo
procesado* por piratona.
• CAPITULO 32 - ALTA MAR
buque de Greenpeace había cometido piratería al atacar un bu^ue danés que era sospe
contaminación porque el acto de violencia era realizado en apoyo de un punto de vista ni
y no político20.
i‘r:
acto» da twrorlwiw- . ,
fihaarar, Ivan. op. cit, párr. 23.
Las condiciones provistos en al artículo 101 dificultan on la actualidad que un hooho pueda sor canildorado
83 I « « I
r • 1J- 1j . _ JO... *. - A ~ * - - . . L . — /L. . ...
—
A
■ MM.a Am ■ • •• t
®ÍS'.iV: »
piratoríá, Loi piratea hoy m día tionon la actuóla de somatar loo actos frecuentemente on aguai territorial»’
do un Estado, muchas vacos da Estados qua por su situación politice o institucional no están ejoroicndo ocntrol
suficiente, y así ovitan podor ser aprosados por otros Estados. Además, utilizan embarcaciones como motos
■
acuáticas o balsas, que no puedon considerarse como buquos. Ver Seovassi, Tulllo, op. cit., p. 58. • - •
24 El artículo 102 estipula que "Se asimilarán a los actos cometidos por un buque o aeronave privados los actos
de piratería definidos en el artículo 101 perpotrados por un buque de guerra, un buque de Estado o una aero-.
nave de Estado cuya tripulación se haya amotinado y apoderado del buquo o de la aeronave". .
la piratería marítima", en Piratería en el siglo xxt: nuevos setenarios para el derecho internacional, op. cit., P- • '; ,
162. • • ’
“Article 102. Commentary", en United Nations Conuention on the Law of the Sea 1982, A Commentary.voi. ■■ ::
te
ni, Nandan, 8atya N.; Rosenne, Shabtai (eds.), Martinus Nijhoff, Dordrocht/BostonyLondrea, 1995, p. 205.
Sin embargo, se considera que el Estado de la bandora del buque retiene la jurisdicción sobra él en materias
piratería; por ejemplo, en algunos Estados se considera piratería actos cometidos en el mar
territorial de eBe Estado24.
La CONVEMAR diapone para los Estados parte un deber de cooperar para reprimir la <
piratería (art. 100). El artículo 105 establece la jurisdicción universal en alta mar o en un lugar .3-
fuera de la jurisdicción de ningún Estado. $
Cualquier Estado puede, entonces, detener a un buque pirata y arrestar a las personas a <<
bordo e incautar los bienes. Debemos aclarar que solo un buque de guerra -o el que claramente
esté al servido del Estado y autorizado para ello- podrá hacerlo. El Estado que procede a la í?
detención puede decidir las penas y las acciones sobre el buque y las personas teniendo en
cuenta a los terceros de buena fe. Si no había motivos razonables para proceder a la detención, 'f
el Estado incurrirá en responsabilidad internacional (art. 106).
En el supuesto de piratería, puede procederse al derecho de visita (art. 110); es pues una
de las excepciones a la jurisdicción exclusiva del Estado del pabellón.
A fines del siglo xx, cerca de la6 costas de Somalia, grupos armados comenzaron a cap
turar buques y sus tripulaciones para pedir rescate, alegando estar protegiendo los recursos
pesqueros de ese Estado. Esto ocurría sobre todo en el mar territorial de Somalia, es decir que
las actividades no se encuadraban en la definición de piratería. El Consejo de Seguridad rela
cionó estas actividades en las costas de Somalia con la noción de amenaza a la paz y seguridad
internacionales y, a partir de la Resolución 733/1992, comenzó a invocar el capítulo vu de la
Carta de las Naciones Unidas respecto de esta situación80.
Posteriormente, mediante resoluciones 1816, 1846 y 1851 (2008), el Consejo de Segu
ridad buscó remediar las limitaciones de las normas de derecho internacional, extendiendo
ratiore loci y ratione materiae
el alcance de dichas normas relativas a piratería. Así, en las
mencionadas resoluciones se refiere a la piratería y al robo a mano armada, sin definir estos
conceptos, y autoriza a algunos Estados (pues limita la autorización a Estados que estén co
operando con el Gobierno Transitorio Federal, para lo cual debe haber notificación previa al
secretario general, a diferencia de la CONVEMAR, que habilita a todo Estado a reprimir la
piratería) a ingresar en aguas territoriales de Somalia para reprimir actos de “piratería y robo
a mano armada”8'.
Además, cabe señalar que los hechos en aguas costa afuera de Somalia parecen exceder
conductas guiadas por exclusivos propósitos personales que caracterizan el delito de piratería.
Aparentemente, estos actos juegan un papel primordial en la financiación de violaciones al
embargo de armas y equipo militar cometidas por grupos armados; embargo que había decre
tado en 1992 y reiteradamente ampliado y enmendado el Consejo de Seguridad a lo largo de
Iob años en virtud de la situación de inestabilidad política y de las luchas entre clanes que vive
ese Estado desde el momento mismo de su accesión a la independencia y que es causante de
una tragedia humanitaria que constituye -en sí misma- una amenaza a la paz y la seguridad
internacionales"”.
29 Esto último no trae inconvenientes en la medida que el Estado ejerzajurisdicción en su propio territorio, pero
podría traerlos si se pretendiera ojorccr jurisdicción en espacios fuera de jurisdicción nacional por actos que
no se adecúen a la definición de piratería del artículo 101 do la CONVEMAR. Para un análisis detallado de
las legislaciones latinoamericanas, ver González Napolitano, Silvina, op. til., pp. 170-183.
30 Treves,TulEo, “Piracy, Law oftheSea, and UaeofForce: Developments offthe CoastofSomalia’, E.J./.L.,vol.
20, n.* 2 (2009), p. 400.
31 Ibíd.
32 Gutiérrez Poase, Hortensia D.T. y Mollar, Marcos Nelio, op. dt., p. 33.
684
. CAPÍTULO32-ALTAMAR * ■ *'*’
Tbdo esclavo que se refugie on un buque, cualquiera sea el pabellón, quedará libre ipso ■
'
Transmisiones no autorizadas desde alta mar
La CONVEMAR, en el artículo 109, las define para los efectos de la Convención; se én-' X
tiende por transmisiones no autorizadas las de radio o televisión difundidas desde un buque
Ií
;ó instalación en la alta mar y dirigidas al público en general en violación do los reglamentos ;
internacionales; por supuesto, e9tá excluida la transmisión de llamadas de socorro. La Conven-.
: ción establece que todos los Estados cooperarán en su represión. \
No obstante esta obligación, las personas que efectúen tales actos podrán ser procesadas
rúnicamente ante los tribunales: del Estado del pabellón del buque, del Estado en que esté
registrada la instalación, del Estado del cual la persona sea nacional, de cualquier Estado en
fxqúé puedan recibirse las transmisiones, o cualquier Estado cuyos servicios autorizados de ra-
feflipcomunicación sufran interferencias. Como vemos, no se trata aquí de jurisdicción universal;
. los Estados mencionados serán los que tengan
_____ ________________ ______________ W
jurisdicción *y •podrán, además, con arreglo
V —
al
^^í;áHlculo 110 (derecho de visita), apresar a toda persona o buque que efectúe transmisiones no
/¡autorizadas y confiscar el equipo emisor.
87 Brown, Nell, "Jurladlctional Probloms Rolating Non-Flag State Boarding of 8uspect Shipe in Intornational
Water*: A Practitionor’e Observatlona", en Seleotad Contamporary Iibubb in tho Laui of tho Sta, 8ymmons,
divo (odJ, Martinus N(jhoff, Leídon, p. 70.
38 Ibíd., pp. 72-76.
80 Antea del 11 de septiembre da 2001, el buque MV Niaha, quo partió de Mauricio a Pjiboutl con una carga de
atúcar, ora aoepechado do transportar material terrorista hada Londres. El Reino Unido solicitó autorización
dal Estado del pabellón -San Vicente y loa Granadinas- pora intorcoptarlo e inspeccionarlo: aunquo no se
encontró nada ilegal, esto demuestra quo, a pesar do contar con poco tiempo, puedo solicitarse exitosamente
la autorización al Estado dol pabellón. Ibíd., p. 78.
Ssa&b-.. • • :•••
Scovatri, Tullio, op. cii., p, 54.
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1______
697
LECCIONESDEDERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El principio básico que rige la cuestión es el artículo 87(l)(e) de la CONVEMAR, pero está
calificado por las condiciones establecidas en la sección 2 de la parte vn, la obligación de co- •
operar para la conservación y administración de recursos vivos en áreas de alta mar (artículos
117 a 119). Así, el artículo 117 establece que todos los Estados tienen el deber de adoptar las
medidas que, en relación con sus respectivos nacionales, puedan ser necesarias para la con*
6ervación de los recursos vivos de la alta mar, o de cooperar con otros Estados en su adopción.
Además, el artículo 118 obliga a los Estados a cooperar entre sí en la conservación y adminis
tración de los recursos vivos en las zonas de la alta mar.
La CONVEMAR establece que los Estados cuyos nacionales exploten idénticos recursos
vivos, o diferentes recursos vivos situados en la misma zona, celebrarán negociaciones con miras
a tomar las medidas necesarias para la conservación do tales recursos vivos. Con esta finalidad,
cooperarán, según proceda, para establecer organizaciones subregionales o regionales de pesca*8.
El capítulo de los océanos de la Agenda 21 amplió estos deberes con principios de protec
ción ambiental complementarios a aplicar en aguas b^jo y fuera de la jurisdicción del Estado.
46 Se ha remarcado que la expresión "según proceda’ reaulta relevante para la Argentina, dado que nueítro
país mantiene un conflicto de soberanía con el Reino Unido en el Atlántico Sur y, por lo tanto, no procedería
realizar un acuerdo regional que involucrara a) Reino Unido como Estado ribereño en la región porque ocupa
ilegítimamente parte del territorio argentino.
47 Por ejemplo, el atún y el pee eapada.
48 Por ejemplo, el bacalao y el abadojo.
49 Warner. Robín, op. cit., p. 21.
60 Ibíd.
61 Ibíd., p. 103. De todos modos, las OROP aún se encontrarían en una etapa preliminar y todavía no cumplen
con los artículos 10 a 12.
668
•CAPÍTULO 32-ALTA MAR
< . El artículo 21 establece circunstancias por las que otros Estados que sospechan de unbu'-Xj
que pesquoro puedan abordarlo e investigar. Si se trata de un área en la que existe una OROpí?''
los partes del Acuerdo de 1995 y de la OROP pueden inspeccionar a otra parte en el Acuerdo®
de 1995. Si hay violación, deberá notificar al Estado del pabellón, el que tiene tres días hábiles;/!
¡ para comenzar la investigación o autorizar al Estado inspector a que investigue. Si no res-™;:
Bt||'i>onde, el Estado inspector puede proceder con la investigación y llevarlos a puerto (art 21[8]:¡'í
del Acuerdo). Es decir, se extienden las posibilidades del derecho de visita. • :')/ ■/
....
Los Estados del puerto que son parte de la Convención pueden inspeccionar documentos/):»
instrumentos de pesca y las capturas cuando los buques están voluntariamente en el puerto
pjrtÁ. pueden impedir el desembarco o embarco en otros buques del producto de la pesca (art. 23) si! >
se establece que la captura fita realizada contra las normas de conservación regionales o’glo<
bales. Es una extensión de la competencia de los Estados del puerto consistente con el deber de
fe-
Jos Estados de cooperar para conservar los recursos vivos de la alta mar”.
rite®
Aíík
HBr En el marco del Código de Conducta para la Pesca Responsable y de su objetivo general ,;
í-tó. donación de las poblaciones de peces en todos los tipos de pesca de captura. Las capturas de la
pesca INDNR no se contabilizan dentro de los registros de pesca. Este aspecto es fundamental, ;'
ya que en función de estos registros se estiman los stocks pesqueros. ■ , ’ .\
fe;
ffiS/A ® P-107.
• IMÓ..P.108.
tóWáki.__
SaaüSV
LECCIONES PE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En este orden de cosas, se elaboró ol Plan de Acción Internacional (PAI) para prevenir,
desalentar y eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. El objetivo del PAI, un
documento de aplicación voluntaria5*, es prevenir, desalentar y eliminar la pesca INDNR pro-
porcionando a todos los Estados medidas eficaces y transparentes de amplio alcance para que ■
04 Come los códigos de FAO, se trata de Instrumentos calificados como cofi lau>, ver sobre osa cuestión el capítulo -fe
6 de esta obra sobro costumbre Internacional.
66 http://www.fao.org/homo/es.
56 http://www.feo.org/docrop/014/110e4s/U064c00.pdf.
57 http://www.un,or¿tDopta/los/blodlversltyworldnggroup/marlne_biodlvorelty.htm.
Capítulo 33
La zona internacional
DE LOS FONDOS MARINOS
Asamblea Oonoral do los Nociones Unida» solomnomente declaró Inttr alia que el ¿roa del isoho, el fondo
oceánico y el subsuelo, más allá de los límites de la jurisdicción nacional, asi como lo» recursos del Zona son
patrimonio común de la humanidad, cuya exploración y explotación so realizarán en beneficio de toda la hu
manidad, independientemente de la situación geográfica do lo» Estados". ,
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ8UC0
Figura 1
Superficie aproximada de la Zona
3 CONVEMAR, artículos 86 a 89. Libertado# de navegación, sobrevuelo, tender cablea y tubería# submarina#,
construir islas artificiales y otra# instalaciones permitidas por el derecho internacional, de pesca y de invaa-
tigación científica. Ver también artículos 116-119 y capítulo 32 de esta obra.
4 CONVEMAR. artículo 87(2).
672
CAPÍTULO 33 • LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FONDOS MARINOS
&'í:'.. tipo de actividad en el medio ambiente marino deben realizarse teniéndose mutuamente en ■
gg;; cuenta».
CONVEMAR, artículo 147(1) y (3). Cfr. Nandan, Satya: Lodge, Michael W. y Rosonno, Shabtai, United Na-
liona Convención on the Law of the Sea 1982 • A Commentary, vol. vj, Martinua Nljhoff, La Haya/Londres/
Nueva York, 2002, pp. 214-216 (en adelante, UN Conuention... A Commentary).
Se utiliza en esta publicación la abreviatura MM para millas marinea, ai bien la utilizada comúnmente en
Naciónos Unidas ea M. Una milla marina ea equivalente a 1.852 m.
La misma calificaciónjurídica tiene el espacio ultraterrestre, en el Acuerdo que debe regirlas actividades de
los Estados on la luna y otros cuerpos celestes (1979). Fue la República Argentina quien presentó, en 1970, un
proyecto en el que se introducía por primera vez el concepto de patrimonio común de la humanidad para loa
de los Estados y como factor de justicia distributiva entre las colectividades humanas sin dis
tinción de sus miembros10.
Textualmente, la expresión “patrimonio común de la humanidad” fue utilizada por primera
vez por el presidente de la Primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
-el príncipe tailandés Wan Waithayakon-, con un alcance más amplio que el que acá considera
mos, ya que en su discurso inaugural declaró: “El mar es patrimonio común de la humanidad".
Sin embargo, aun reconociendo estos antecedentes, la génesis de su aplicación a la Zona
fue la propuesta realizada en 1967 por el representante de Malta -Emb. Arvid Pardo- a la
Asamblea General de Naciones Unidas para que los fondos marinos y su subsuelo más allá
de la jurisdicción nacional fueran considerados “patrimonio común de la humanidad" y que su
explotación comercial beneficiara a toda la humanidad11.
Como consecuencia de la propuesta de Pardo, se creó el Comité sobre la Utilización con
Fines Pacíficos de los Fondos Marinos y Oceánicos fuera de los Límites de la Jurisdicción Na
cional (Comité de Fondos Marinos)12 cuyo trabajo, luego de muchas negociaciones, permitió que
en 1970 la Asamblea General de Naciones Unidas adoptara la Resolución 2749 (XXV), en la
que declaraba solemnemente que la zona de los fondos marinos y oceánicos y su subsuelo fuera
de los límites de la jurisdicción nacional, así como sus recursos, son patrimonio común de la
humanidad, cuya exploración y explotación se realizarán en beneficio de toda la humanidad,
independientemente de la situación geográfica de los Estados13. 14 * *
Esto implica que ningún Estado puede reclamar o ejercer soberanía o derechos soberanos
sobre ninguna parte de ella, sino que su exploración y la de sus recursos debe hacerse en bene
ficio de la humanidad en su conjunto y, para este fin, la Resolución pide que se establezca un
régimen internacional que incluya los mecanismos apropiados.
También se establece que la conducta general de los Estados en relación con la Zona
deberá estar de acuerdo con los principios de la Carta de Naciones Unidas y otras reglas del
derecho internacional en relación con el mantenimiento de la paz y seguridad y deberá promo
ver la cooperación internacional y la comprensión mutua, y se declara a la Zona abierta a la
utilización exclusivamente con fines pacíficos por todos los Estados.
10 Tmyol y 8erra, Antonio, "El derecho da gantes como orden universal" en La Escuela de Salamanca y el Dert-
oha Internacional en América. Del paeado al futuro, Jornadas Iberoamericanas do la Asooiación Española do
Profasorei de Derecho Internacional y Relacionas Internacionales, Salamanca, 1993, p. 26.
11 UN dooumont GAOR A/C.1.PV.161B, 1967, "Examination of the Question of the Roeervatlon Excluslvely for
PoacefiiL Purpoias ofthe Bea-bed and the Ocuan Floor, and the Subsoll theroof, Undorlyiñg tho High Boas be*
yend the Limite ofPreaonb NationalJuriediotlon, and the Uso ofthelr Reeourcoi In tho Interosts oíManklnd".
12 Resolución 2840 (XXII), 1067. En 1088, mediante la Resolución 3467(XXIH), ea transformó en una Comisión
Permanente.
18 Resolución 2749 (XXV). Fuo adoptada por 108 votos afirmativos, ninguno nogatlvo y U abalándonos.
14 Resolución 2760 (XXV), 1970.
16 La Convonclón do Naciones Unidas sobre al Derecho del Mar ee adoptó por 130 votos a favor, 4 on contra y 17
abatan clones.
674
CAPÍTULO 33 - LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FONÓOS MARINOS
Uno de los mayores obstáculos para la aceptación de las nórmas do la Convención por loa
Estados industrializados, entre ellos Estados Unidos, era que se argumentaba que no se pro
tegían suficientemente las inversiones que ya habían sido hechas por esos Estados en minería
. marina en los fondos, antes de adoptada la Convención.
A principios de 1982, a fin de procurar obtener la aceptación de estos Estados, se adoptaron
normas especiales para los inversionistas pioneros. Estas disposiciones se plasmaron en dos
resoluciones que se agregaron al Acta Final de la Convención. La Resolución I dispuso el esta
blecimiento de una Comisión Preparatoria (PrepCom) compuesta de representantes de Estados
'que hubieran firmado la Convención que tenía la misión de preparar el establecimiento de lá
Autoridad, elaborando sus normas y procedimientos y llevando a cabo estudios sobre los pro
blemas económicos que podían surgir de la explotación de los minerales de los fondos marinos.
¿ La Resolución II dispuso las normas para responder a las demandas de los que habían
realizado inversiones en los fondos marinos antes de 1982, reconociendo a ocho “inversores
pioneros”: cuatro individuales -Francia (IFREMER), Japón (DORD), India, la Unión Soviética
(Yuzhmorgeologiya)- y cuatro consorcios multinacionales (compañías de Bélgica, Canadá, la
República Federal de Alemania, Italia, Japón, Holanda, el Reino Unido y Estados Unidos),
i,,;'. Estos esfuerzos, sin embargo, no lograron obtener el consenso, y el 10 de diciembre de
.'1982 se adoptó por votación16.
Los principios fundamentales consagrados para la Zona son:
• La Zona y sus recursos son patrimonio común de la humanidad”.
• Ningún Estado podrá reivindicar o ejercer soberanía o derechos soberanos, ni podrán
apropiarse de ninguna parte de la Zona o sus recursos18.
'■’• • Todos los derechos sobre los recursos de la Zona pertenecen a la humanidad, en cuyo
nombre actuará la autoridad.
♦ Ningún Estado o persona natural o jurídica reivindicará, adquirirá o ejercerá derechos
respecto de los minerales extraídos de la Zona, salvo de conformidad con la parte xi.
; ;; • Las actividades en la Zona se realizarán en beneficio de toda la humanidad1’.
,...," . • La Zona deberá ser utilizada exclusivamente con fines pacíficos20.
Ss Es importante destacar que en el artículo 311(6) de la Convención se establece lo si-
.guiante: “Los Estados Partes convienen en que no podrán hacerse enmiendas al principio bá-
^jio relativo al patrimonio común de la humanidad establecido en el artículo 136 y que no
...Corán partes en ningún acuerdo contrario a ese principio".
22 Ver, entre otros, Nordquist, Myron H. y Norton Moore, John, 1994 Rhodes Paptrs Entry into Forte ofthe Lato
ofthe Sea Convention, Martinus Ntfhoff, La Haya, 1995; Juste Ruiz, Joaé, "La entrada en vigor del Convenio
de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar y los intereses españoles", enAnuario Argentino de Derecho
Internacional, vol. vn, Córdoba, 1996-1997, pp. 174 y 175; Pastor Ridruqjo, José A., Curto de Derecho Inter
nacional Público y Organizaciones Internacionales, Teenos, Madrid, 6.* edic., 1996, pp. 423-433 y Meseguer
Sánchez, José Luis, Los Espacios Marítimos en el Nuevo Derecho del Mar, Marcial Pona, Madrid, 1999, pp.
331-354.
23 Acuerdo 1994, artículo 2. Cfr. Barboza, Julio, Dereeho Internacional Público, Zavalía, Buenos Aires, 1999, pp.
621-529; Remiro Brotóns, Antonio y otros. Derecho Internacional, McGraw-Hill, Madrid, 1997, pp. 590-591 y
716-717.
24 El Consejo pasa de 34 a 36 miembros, modificándose también la composición de las cámaras. También varía
la forma de votación, que en el Consajo pasa a ser por consenso (en los casos previstos por la Convención),
pudiéndose en los otros casos pasarse a mayoría de dos tercios, salvo que so oponga a esa decisión la mayoría
de cualquiera de la6 cámaras, instaurándose así una capacidad de bloqueo en cada una de ellas. Cfr. Juste
Ruis, op. cit., pp. 174 y 175. También Pastor Ridruejo, José A., op. cit, pp. 423-433 y Mcseguer Sánchez, José
Luie, op. cit., pp. 331-354.
25 CONVEMAR, anexo m y Acuerdo 1994, anexo, secc. 2.
26 Acuerdo 1994, anexo, secc. 2(2). Cfr. González Campos, Julio; Sánchez Rodríguez, Luis y Sáenz de 8anta
María, Paz, Curso de Derocho Internacional Público, Civitas, Madrid, 1998, pp. 662-666 y Diez de Velasco,
Manuel, Instituciones de Derecho Internacional Público, Teenos, Madrid, 12.a edic., 1999, pp. 457-460.
27 Acuerdo 1994, anexo, secc. n(3).
28 CONVEMAR, anexo m, artículos 8 y 9. Acuerdo 1994, anexo, secc. 1(10) y secc. 2(5).
29 CONVEMAR, anexo m, artículo 13(2) y (3) y Acuerdo 1994, secc. 8(2) y (3)
676
CAPITULO 33 - LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FÓNCOS MARINOS ’fiíx'
'’t!
Uno de los puntos más controvertidos de la parte Xltran las facultades qúe.t¿á¿®¡
Autoridad con relación a las políticas de producción de los minerales en la ZonaV^’
acuerdo con una compleja fórmula90, que frieron eliminadas por el Acuerdo de Í99X?
Uno de los principios establecidos en el Acuerdo es que las actividades de la Autoridad
se realizarán en forma eficaz en función de los costos. Esto se aplica tanto a la dur&
ción y programación de las reuniones como al establecimiento y funcionamiento de lot
órganos y órganos subsidiarios de la Autoridad, que será en forma evolutiva según }a¡r'.
diversas etapas del desarrollo de las actividades de la Zona81. -
El Acuerdo incorpora las disposiciones del GATT y de la OMC y con ellas los princi
pios de mercado en la política de producción. Reemplaza en cierta manera los cpntro- •
les quo habían sido impulsados por los productores terrestres de lo» minerales, que
temían que los Estados industrializados pudieran adoptar subsidio* para favorecer
lu explotación en fondos contra la terrestre, Ahora so prohíbo a los Estados ostablecor
subsidios o barreras aduaneras o cualquier otra intervención en el mercado que dis
crimine entre minerales derivados de fondos marinos y los de otras áreas3’.
3. Recursos de la Zona
El descubrimiento de la existencia de nodulos polimetálicos en las profundidades marinas
fue el elemento fáctico que impulsó la evolución del régimen jurídico de los fondos marinos e
. influyó grandemente en la convocatoria de la 3.* Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar. Pero, sin restar importancia a esos recursos, los avances actuales de la tec
nología están permitiendo conocer otros recursos minerales de gran importancia y, al mismo
¿tiempo, permiten avizorar que aún queda mucho por descubrir y que existen recursos vivos
-recursos biológicos y genéticos- de gran importancia y valor comercial inextricablemente uni
dos a los recursos minerales de la Zona. Así, en un sentido amplio pero real, podemos clasificar
. loe recursos de la Zona en recursos vivos y no vivos.
’ A los primeros nos referiremos más adelante. En cuanto a los segundos, son los que están
definidos expresamente en la Convención como recursos “a los efectos de la Parte XI*; es decir,
recursos cuya obtención y administración se rige por esa parte de la Convención. Comprenden
iodos los recursos minerales sólidos, líquidos o gaseosos in si tu en la Zona, situados en los
fondos marinos o en su subsuelo, incluidos los nódulos polimetálicos. Estos recursos, una vez
31.32
extraídos de la Zona, se denominarán “minerales"30 En los trabajos preparatorios, se mencio
naban nominalmente distintos minerales, pero, teniendo en cuenta la poca información dispo-
• nible, se decidió no incluirlos a fin de no limitar el concepto, haciendo una descripción general
con la sola mención de los nódulos polimetálicos, porque el conocimiento que se tenía de ellos
era mayor”.
30 Cfr, CONVEMAR, artículo 151(1) a (7) y (9) y Acuerdo 1994, anexo, seccs. 6 y 7.
•81 Acuerdo 1994, anexo, secc. 1(2) y (3).
32 Acuerdo 1994, anexo, secc. 6(l)(b) a (d).
83 CONVEMAR, artículo 144, anexo m, artículos 6 y 18. Acuerdo 1994, anexo, secc. 5(2) y aecc. 8(1) y (4).
• 84 CONVEMAR, artículo 133.
.35 Claramente, aun cuando los nódulos polimetálicos fueron la razón principal do laa negociaciones que con
sagraron el régimen de la parte xi, laa actividades relacionadas con la exploración y explotación da otros
minerales fueron previstas y, por lo tanto, Incluidas en la definición de recursos del artículo 188 y entre los
minerales distintos de los nóduloa polimetálicos con respecto a loa cuales la Autoridad tiene la obligación de
adoptar reglas, como dispone el artículo 162. Cfr. UN Conuention... A Commentary, op. clt., vol. vi, p. 75. La
circunstancia de que los nódulos polimetálicos estén perdiendo el rol central que tuvieron como impulsores
del interés en la explotación de los fondos marinos a favor de nuevos recursos podría, según algunos autores,
afectar el funcionamiento de la Autoridad, ya que la composición del Consejo ss basa en la calidad de prime-,
ros inversores, importadoras o exportadores de los minerales contenidos en los nódulos polimetálicos, quo no
siempre coinciden con los presentes en los otros recursos. En los próximos años queda por definir hasta qué
punto los intereses que generan estos nuevos descubrimientos son tan fuertes como para hacer necesario
En todos los océanos del mundo se encuentran minerales marinos. Algunos yacimientos
prometen ser mucho más ricos que los yacimientos terrestres y contener metales estratégicos.
Hay tres tipos de yacimientos de los fondos marinos que, por el momento, son los más intere
santes económicamente: los nódulos polimetálicos, los sulfuros polimetálicos y laa costras con
alto contenido do cobalto. Haremos a continuación una breve descripción de cada uno de ellos.
Figura 2
Mapa de distribución de minerales marinos
Figura 3
Áreas de nódulos polimetálicos
678
CAPITULO 33 - LA ZOMA INTERNACONAL DE LOS FONDOS MARIUOS’
Bíjjy .. Son objetos cuasiesféricos, cuyo tamaño varía desde micronódulos a otros del tamafio^é^®
«SÁina papa, de más de 20 cm. Sin embargo, la mayoría de ellos tienen entre 5 y 10 cm de diámeí'í^W
^Sfiiíro. Pueden encontrarse a cualquier profundidad, pero las mayores concentraciones han md¿$%L?í
(' íj encontradas entre 4.000 y 6.000 m, sobre una capa de sedimentos livianos; generalmente están'
semienterrados y muchos aparecen totalmente cubiertos de sedimentos. Su abundancia eg
tamente variable, pueden cubrir más del 70 % del fondo, uno al lado del otro. Para que tengan'
^'^tamente tengan'7< '; ■
íLW''¡interés económico se considera que su abundancia debe ser más de 10 kg/ma, con un promedió i'Wp
gp ......... .............. ... —--------------------- --- ------------------------ J- -
de 15 kg/m’, y deben cubrir áreas de varias decenas de kilómetros cuadrados. ■ 5Í
La composición por minerales varía según las zonas, pero los nódulos con interés econó-,
inico están generalmente compuestos por manganeso (29 %), hierro (6 %), silicio (5 %), alumi-
nio (3 %) y asociados con níquel (1,4 %), cobre (1,3 %) y cobalto (0,25 %)”. ' ■
Figura 4
Imagen de nódulos polimetálicos en el fondo marino
Fuente:
S, Ibfd.
33 Cfr. ISA, Sfalu« ofDup Seabed Mining Technology for Explontlon and Exploltalion of Mineral Resourcet,
Brochuro. September 2000.
I6BA/8/A/1, parág. 2, ’Summary preaontotiona on polymotallií mswlva sulphldo dspoilt» and «obalt-ricb
Ibrromanganeu cnuti*. 05 a 00/08/3002,
Hoin, Jamos, "Gobnlt-Rich Forromanganoso Cruata: Global Dlstrlbutlon, Oompoaltion, Orlgln and Reiwrah
Aotlvltlos", on Polymeialllo Maíllo» Bulplilde» and Cobalt-Rloh Ftmnapganen Cruitti Statm and Proipatt,
éW1' ISA Tochnlcal Study n. 2,2002, pp. 39-86. *'
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Figuras 5 y 6
Costra de ferromanganeso en monte marino y sección de costra
Su explotación oa técnicamente mucho más dificultosa que la de loa nódulos, ya que las
costras están incrustadas en la roca que lea sirve de substrato. Pero la ventqja que tienen es
que se encuentran en aguas menos profundas que los nódulos y muchas de ellas se hallan den
tro de la zona económica exclusiva de Estados insulares*1.
Figura 7
Zonas con abundancia de costras ricas en manganeso
680
■ ■ ,-S?ív>
A- ^1-
Sí -í En ese punto se convierte en extremadamente corrosiva, capat de disolver la roca basáltica y “H.<
cuar" los metales y otros elementos, enriqueciéndose con una variedad de componentes minerales.í ‘
$$$■ En ®1momento 60 due se aproxima nuevamente al lecho del océano, esa agua de mar se ha conver- ’;
Wfe^tido en una solución hidrotermal rica en minerales y a altísimas temperaturas, que es despedida’?'^'
^.■nuevamente hacia el océano a través da las fisuras del fondo oceánico, asemejando a un géiseri8. .;í.<
feS i ' Este fluido se mezcla con el agua del fondo del mar, que en esas profundidades tiene unají
$$•■: temperatura de 2 ’C. Con el frío y la presión, el agua termal se condensa y deja caer su cgrga
MWi'de minórales, construyendo, en la base de las fisuras, estructuras de minerales sulfurados,'?:
llamadas chimoneas" porque su forma se asemqja a las chimeneas de las fábricas y los mihe-
jgnf;;rales que se precipitan de la solución hidrotermal producen la sensación de un humo, ya que,;
tí?’V'.. forman una nube de pequeñas partículas metálicas sulfurosas'5. A continuación podemos ver
' un esquema de cómo se produce el ciclo:
ai'.v ■
Figura 9
Corte de una sección de una chimenea de sulfuro
Las fisuras de los respiraderos son de muy diversas dimensiones, as conocen de 1,27 cm y de 1,83 m.
Prieur, Daniel. "Metabolic Diversity and Physiological Adaptations of Deep-soa Hydrothermal Vent Prokar-
yotes: Lesaona for Astrobiology", enLunar and Planclary Science XXXII12001}. 1191.
The Magaúne of Research Aeróse the
Roña, Peter, "The Other Final Frontier: Exploring 'Inner Spacs”, ert
Disciplines ai the Gradúale School New Bruneutiek, 2001, pp. 6-8.
7
.681
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Las chimeneas pueden 6er de humo negro (black smokers), blanco o gris, según el material
que contenga el fluido que de ellas se desprende. Las negras generalmente emiten partículas
ricas en sulfures, plomo, cobre, zinc, cobalto, oro y plata. Las blancas contienen más celenita
y zinc que sulfúrea y también menos hierro y cobre46. Un depósito encontrado en la zona eco- >
nómica exclusiva de Papua Nueva Guinea es el más rico en oro encontrado hasta el momento.
Las concentraciones máximas de oro de las muestras colectadas allí alcanzan un máximo de
230 g/t son un promedio de 26 g/t, lo que es aproximadamente diez veces el valor promedio de los '
depósitos de oro económicamente rentables en tierra47.
Las chimeneas pueden crecer más de 10 m de alto. Una chimenea negra en el lado este de
la Dorsal Atlántica, a 3.650 m de profundidad, mide más de 48 m de alto y 182 m de diámetro48.
Algunos depósitos pueden contener aproximadamente 100 millones de toneladas métricas,
compitiendo con gigantes minas de tierra; sin embargo, la mayoría de los depósitos marinos
son mucho más pequeños49.
Muchas veces las estructuras se desploman, pero pueden volver a crecer rápidamente, se
ha comprobado que una de ellas ha crecido 9 m en 18 meses65. Los respiraderos hidrotermales
pueden durar desde días hasta cientos de años, ya que, cuando las condiciones físicas cambian,
algunos se apagan mientras otros nuevos nacen.
Figura 10
Ubicación de respiraderos hidrotermales y depósitos de sulfures polimetálicos
Fuonte: Henlg ot al„ Promtllng». Mineral» other than polymetallic noduleí of tht internalional atiabad
oreo, Kingston, Jamaica: International Soabed Authority, 2000, pp. 109-161.
46 Cfr. http://bcoaniervlco.noaa.gov/facts/vonta.html.
47 ISA, Sca/Ionr PofrmetalHc Suíphidt Deposita, Brochare, septiembre 2000. Ver también Junlpor, S. Kim, ‘ta
pad of tho Dovolopmont of Polymotalllc Maaalvo Sulphidoa on Doop-Soa Hydrothormal Vont EcoByatemi", on
Poipmetallic Maíllos Sulphldaa and Cabalt-Rloh Ferromaimanast Crutls: Status and PraipteU, ISA Tcohnical
8tudy, n.4 2,2002, pp. 101-116 (102); Hortig, P.M. y Petcrson, 3., “Polymctallie Maaelvo Sulphlde Deposita at
tho Modarn Soafloor and thalr Rooouroe Potontiol”, on PalymelalUa Matiivi Sulphidet and Cobalt-Rich Farro-
manjanase Cruats: Status and Prospecta, IBATochnical Study, n." 2,2002, pp. 7-36.
48 Cfr. http://ocoanaorvico.noaa.gov/fact8/vants.html
49 Cfr. http://www.pmol.nooa.gov/ool/nomo/oxploror/coneopte/hydrothcrmal.html.
80 Cfr. www.pmel.noaa.gov/vonts.
682
A?:-"-’-: ■ *?
los respiraderos hidrotermales podemos encontrar un millón de animales en una superficie del
'í^Wmismo tamaño82. Tanta es la diferencia que son llamados “oasis" en el desierto de las profun
didades abisales03.
(.X‘ Esta abundancia es posible porque, en las comunidades hidrotermales, la base de la cadena
trófica es una bacteria que se encuentra en el agua que brota hirviendo de las profundidades. A
■¿veces esta bacteria es increíblemente abundante, circula en el agua tan densamente que semeja
nieve. Su característica principal es que la fuente de energía que utiliza para transformar la mate-
ría inorgánica en orgánica no es la luz solar. Es un ecosistema quimiosintético, ya que la bacteria
!'£;•>£*? transforma los componentes inorgánicos en energía a través de quimiosíntesis54.
Ro, Podro, "Deop-Soa Hydrothermel VenU 'Oaioi of thi Abyai”, en Mu TnhnotogIsi and Law oftht Marino
Xnvtronment, Bourior, Joan-Plorrr, Klis, Aloxandre y Mohmoudi. Said todo.), Kluwer Lew International,
Londres, 1990, pp. 07-74.
nal Soabed Area", New Ttchnologiei and Law of the Marine Bnvironment, op. di., p. 78.
59 Buropoan Council en Environmontal Law, "Legal Problema Concorning Bio-Prospectlng íbr Oonetio Rosour-
cas Located ln Marino Hydrothormal Vonts beyond National JurisdictiofT, tów Technologies and Law ofthe
Marine Envlronnienl, op. cil, p. 330.
‘ . 683
LECCIONES t>E DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Los últimos eslabones de la cadena trófica-como los peces y los pulpos- aun cuando se
alimentan, entre otros, de los organismos íntimamente ligados a los sulfuros, también frecuen
tan otros hábitats; ellos pueden nadar hacia aguas menoB profundas y luminosas cuando lo ne
cesiten, encontrando también allí su alimento. Estos recursos comparten el ecosistema de los
respiraderos, pero son independientes de él. Por lo tanto, son claramente recursos de alta mar.
Pero la situación de la base de la cadena trófica -las bacterias que salen de dentro de la
tierra, mezcladas con el agua hirviendo de los respiraderos hidrotermales- y los productores
secundarios -los característicos gusanos marinos, los mejillones, las almejas, los caracoles y
los cangrejos- os muy distinta. Ellos no pueden alejarse de los respiraderos hidrotermales, es
el único ambiente en que pueden vivir; están inmóviles en el lecho del mar o en su subsuelo o
solo pueden moverse en constante contacto físico con el lecho y subsuelo de esas formaciones.
En este sentido son, en la Zona, el equivalente a las especies sedentarias que, en áreas bajo
jurisdicción nacional, la CONVEMAR pone bajo el régimen de la plataforma continental, sepa
rándolos de los recursos vivos de la zona económica exclusiva64.
En realidad, están mucho más relacionados con el suelo y subsuelo que las especies de la
plataforma continental, ya que, mientras algunas especies sedentarias de este espacio pueden
vivir el primer estadio de su vida en el agua -siendo el momento de explotación el período que
define su carácter de especie sedentaria-, las especies a las que nos referimos simplemente no
pueden sobrevivir sin ese contacto físico permanente, sin el agua caliente y sulfiirosa de los
respiraderos hidrotermales; es decir, solo pueden vivir en simbiosis con ellos.
Este ecosistema de los respiraderos hidrotermales está cobrando una creciente importan
cia en el ámbito científico y comercial. Hasta el momento, los principales puntos de interés son:
• Los científicos especulan con que la bacteria podría descender de alguna de las prime
ras formas de vida que habitaron el planeta”.
66 Mordí, V., “Life'6 Last Domain, 272“, Science, 1996, p. 1043, citado por Glowka, Lylo, op cit, p. 79. Ver también
pp. 89-90.
684
A
—O
CArtTULO 33 • LA2ONA ISTERNACIONA. DE LOS FÓNDOS MAGNOS
Glowka, Lyle, op. cit., p. 79 y Burke, W.T., "Stato Practica, New Ocean Uses, and Ocean Governance undor
UÑOLOS", en Ocean Governance: Strategies and Appronches for the 21" Century, Proceedings Twonty-eighth
Annual Confercnce ofThe Law of the Sea Instituto. Mensah, Thomae A. (ed.), Unívorsity of Hawail, Honolulú,
International Seabed Authority, Marine Mineral Resources, Brochure, septiembre 2000; Glowka, Lyle, op. clt.,
1999, p. 79yBurice, W.T., op. cií., p. 233.
El tema de loe recursos vivos más alia de la jurisdicción nacional esté siendo discutido en la Asamblea Oene-
ral de las Naciones Unidas con miras a adoptar un instrumento internacional en el marco de la CONVEMAR
(ver 2012 UN Ccnference on Sustainable Development y las conclusiones de la reunión de enero de 2016 del
"Ad Hoc Opcn-ended Informal Working Group to etudy issues relating to-the conservaron and suetainable
635
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO'
71 Las otras dos son la Comisión do Límites do la Plataforma Continontol y el Tribunal Internacional dol Dero
cho del Mar.
72 CONVEMAR. artículo 150(3). Hasta ol 01/08/3014 la Autoridad tenía 166 miembros (105 Estados y la Unión
Europea).
73 Ya la Aaombloa Goneral había requerido al soorotarlo genorol quo emprendiera un estudio sobro la cuestión
da establecer a su debido tiempo lo maquinarla Internacional apropiada paro la promoción do la exploración .
y la explotación do loa rocuraos del locho más allá do la jurisdicción nacional y ol uso de estos rocureos para
los Intensas do la humanidad y, una vos rooibldo ol estudio, lo elaboración de un informo más detallado sobro
los diferentes tipos do maquinaria intornaoionol, su ostatus, estructura, funciones y potencialidades (24070
IXXII1), 1968, y Rea. 2467C(XXini).
80 Cfr. UN Conwnífon.M A Comminlory, op. cit. (United Naliom Conuentlon ...\ vol. vi, pp. 360-362.
81 CONVEMAR, artículo 160(2)(J).
880
l
CAPÍTULO 33 - LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FOÓDOS MARfNÓJ»
-•> .
que existirá con el Consejo de Seguridad y la Corte Internacional de Justicia. Es interesante des
s tacar que, en el intercambio de información, se prevé especialmente la colaboración para obtener
de los Estados parte en la Convención copias de las cartas o listas de coordenadas geográficas
Í.-Í.1
de las líneas del límite exterior de su plataforma continental y el intercambio de lo obtenido.
; Cuando los límites exteriores de la jurisdicción nacional de un Estado parte estén determinados ' i
•fí'“ Autoridad copia
por el límite exterior listas
de lasde o coordenadas
la zona económica geográficas y cartas,
exclusiva, las de ser
Naciones posible,
Unidas de dicho límite
proporcionarán la, :
a 88
Autoridad copia de las listas o coordenadas geográficas y cartas, de ser posible, de dicho límite88.
fe
Figura 11
órganos de la Autoridad
I8BA/8/A/L.2 o JSBA/3/A/L.2.
disposiciones de lo CONVEMAR involucrados son ol artículo 84 y el 76(2).*
Cfr. Acuerdo 1994, artículo 8. Loa l ...
Adomáa, ao ha «alebrado el Acuerdo do iodo entro lo Autoridad y ol Goblorno de Jamaica y no adoptó el Proto
colo sobro loa Privilegios o Inmunidades de la Autoridad Internacional da loa Fondos Marinos.
Cfr. Acuerdo 1994, anoxo, aaoc. 1(4). * ,,
688
CAPÍTULO 33 - LA ZONAINTERNACIQNACOE LOS
Grupo C: representa a los exportadores. Lo Integran cilatro Estados que, por lo prodú-jiSS
oído on su jurisdicción, sean grandes exportadores netos de las categorías do nünora-í-;s ’
les que han de extraerse en la Zona. Incluye por lo menos dos Estados en desarroilo' .?'ife
cuyas exportaciones de esos minerales tengan importancia considerable para su
nomía :’VÍf?
■ Grupo D: ee el grupo de los intereses especiales. Lo integran seis Estados en d.esa-S
rrollo que representen intereses especiales, como Estados sin litoral o en situación -
geográfica desventajosa, Estados insulares, grandes importadores de minerales déla' -
zona, productores potenciales o los Estados menos desarrollados. :i
» Grupo E: compuesto por dieciocho miembros escogidos según el principio de distribu-
ción geográfica equitativa. La Argentina ha integrado este grupo desde 1096 ininte-
rrumpidamente.
Como órgano ejecutivo de la Autoridad, supervisa y coordina la aplicación del complejo
pBv- régimen establecido por la Convención para promover y reglamentar la exploración y explota-
SSggf?ción de minerales en los fondos marinos realizadas por Estados, empresas y otras entidades.
El Consejo aprueba las solicitudes para concertar contrates, supervisa la aplicación de los
- contratos y establece normas ambientales, entre otras tareas. Entre sus funciones específicas,
se incluyen las siguientes91: ■ : <j
Aprueba planes de trabajo de quince años, expresados en forma de contratos, en los
que entidades gubernamentales y privadas especifican las actividades de extracción • jcíígs
que se proponen realizar en las zonas geográficas definidas con precisión que se les
han asignado. h
Ejerce control sobre las actividades que se realizan en la Zona y supervisa y coordina
la aplicación de las disposiciones de la Convención relativas a los fondos marinos.
Aprueba y aplica provisionalmente, hasta que los apruebe la Asamblea, las normas,
reglamentos y procedimientos mediante los cuales la Autoridad controla la prospec
ción, exploración y explotación en la Zona.
En los casos en que las actividades en la Zona supongan una amenaza para el medio
marino, a fin de impedir daños, puede expedir órdenes de urgencia, tales como la sus
pensión o el reajuste de las operaciones.
Desempeña funciones en diversos aspectos del funcionamiento ordinario de la Auto-
ridad, por ejemplo, proponiendo candidatos para el cargo de secretario general, exa
minando el presupuesto de la Autoridad y recomendándolo a la Asamblea para bu
aprobación, y formulando recomendaciones a la Asamblea sobre cualquier cuestión
normativa.
En la etapa de explotación, está previsto que el Consejo asuma importante? funciones,
entre las que se incluye la promulgación de directrices a la Empresa, la adopción de medidas
(incluida la indemnización) para que los productores terrestres de minerales de los países en
desarrollo queden protegidos de los efectos económicos adversos de la producción en aguas
profundas, y el establecimiento de mecanismos para contar con un personal de inspectores que
se encargue de garantizar el cumplimiento de las normas y contrates de la Autoridad.
; ' La Secretaría es el órgano administrativo de la Autoridad, a cuyo frente está el secretario
general”. Está organizada en cuatro dependencias orgánicas: la Oficina del Secretario Gene
ral, la Oficina de Vigilancia de los Recursos y del Medio Ambiente, la Oficina de Asuntos Jurí
dicos y la Oficina de Administración y Gestión. Las principales funciones de la Secretaría son93:
91 Cfi-, www.iBa.orgjm.
92 CONVEMAR, articulo 166. En la primero parte del Segundo Periodo de Sesionee se eligió al Emb. Satya Nan-
dan (Fidji) como secretario general. Fue reelecto dos veces más: en 2000 y en 2004. En 2008 resultó elegido el
S¿.í
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En los órganos técnicos es donde se acentúa el rol de los expertos. La Comisión Jurídica í
y Técnica (CJT) está compuesta actualmente por 25 miembros®4. El rol de este órgano subsi
diario es crucial. Entre sus responsabilidades específicas figuran: expresar recomendaciones
sobre la protecdón del ambiente marino, la formuladón del Código y otros reglamentos o pro
cedimientos reladonados con la exploradón y explotadón de recursos en la Zona; el control
de los planes de trabajo para actividades en la Zona sometidos al Consejo, y la revisión de los .?
informes anuales sobre las actividades contenidas en los planes de trabajo.
Las fundones de la Comisión son complementarias de las del Consejo y se refieren prin- '
cipalmente al asesoramiento o formuladón de recomendadones. Sin embargo, algunas de las
funciones enumeradas en el párrafo 2 del artículo 165 de la Conventión requieren que la $
Comisión prepare pericias independientes; por ejemplo, las evaluadones de las consecuencias
ecológicas de las actividades en la Zona o la selección de candidatos para los programas de ¿
capacitación de los contratistas. La Comisión debe desempeñar sus funciones de conformidad
con las orientadone8 y directrices que establezca el Consejo*.
Podemos clasificar las fundones de la CJT en cuatro categorías*:
a) Funciones reladonadas con la aprobadón de los planes de trabajo oficiales®7.
b) Fundones relacionadas con la supervisión de las actividades en la Zona y el ejercicio
do las fundones de la Autoridad*.
c) Funciones de reglamentación69. ¿
94 Origlnalmento estaban provisto» 15 miembro!, ai bien la Convención Miara que, el ot necesario, el Consto .
podrí dooldir aumentar ol número de sus mlombroe, Uniendo debidamente en oventa lee exígemelas do «cono*
mía y efldenola. Loe miembros ion elegido» por el Consqjo por olnco aftos, sobre la base de eus ealiltoarionos en
loe campos do recursos minerales, oooanología, protección del medio ambiente marino y aiunto» económicos
y legales relativo» o la explotación minera en ol mar. Ke Importante que estón representadas todas las osos*
deHdadas alentífica» que son nscsoarlao para sus trabojos, do acuerdo con lo establecido en ol artíoulo 105(1).
Temblón os noccsario asegurar la imparcialidad, os decir que no tensan íntarófl flnanoloro vinculado eon la»
690
CAPÍTULO 33 - LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FONDOS MARINOS
A
d) Funciones relacionadas con la evaluación de las consecuencias ecológicas de las acti
vidades en la Zona100. :•>*;
Además, la Comisión desempeña las funciones de la Comisión de Planificación Econó
mica'01, hasta el momento en que el Consejo decida otra cosa o hasta que se apruebe el primer
plan de trabajo para explotación. Estas funciones, que se enuncian en el artículo 164 de la .
; Convención, se vinculan a la política de la Autoridad de brindar asistencia a los Estados en 1
desarrollo productores terrestres que sufran efectos adversos como consecuencia de la producá
dón de minerales de la Zona.
El Comité de Finanzas fue establecido por el Acuerdo de 1994, con el objetivo de super
visar la finandación y la gestión finandera de la Autoridad. Está integrado por 15 miembros
elegidos por la Asamblea para un período de cinco años, teniendo en cuenta la distribución
geográfica equitativa, pero también la representación de los intereses espedales, ya que debe
haber al menos un representante de los cuatro primeros grupos del Consejo102.
: El Comité de Finanzas se reúne durante el período de sesiones anual de la Autoridad y
presenta a la Asamblea su informe sobre el presupuesto de la Autoridad. Todas las decisiones
de la Asamblea y del Consejo con implicancias financieras y presupuestarias deben basarse en
las recomendaciones del Comité de Finanzas.
“ La Empresa fue concebida en la Convención como el órgano de la Autoridad, que rea
lizaría actividades en la Zona directamente y se encargaría del desarrollo comercial. Se le
concedían facultades para prospección, exploración y explotación, incluyendo el transporte,
, el procesamiento y la comercialización de los minerales obtenidos108. Su director general
debía ser designado por la Asamblea y habría una Junta Directiva de 15 miembros. Se rela
cionaría con la Autoridad en un nivel de igualdad con los demás contratistas. Los beneficios
que obtuviera debían ser distribuidos como “patrimonio común de la humanidad1*. Pero el
Acuerdo de 1994, en primer lugar, postergó su constitución, disponiendo que sus actividades
sean desarrolladas por la Secretaría hasta que sea rentable la explotación de los recursos de
la Zona. Por otra parte, dispuso que la Empresa solo podrá realizar sus actividades iniciales
, .de explotación minera de los fondos marinos a través de acuerdos conjuntos (Joint ventures)
:-/no como un operador independiente. Sus actividades son actualmente desarrolladas por
.la Secretaría. Al aprobarse un plan da trabajo para explotación para una entidad distinta
‘de la Empresa, o al recibir el Consejo una solicitud de constitución de empresa conjunta con
»lá Empresa, el Consejo deberé decidir si esta empieza a funcionar independientemente de la
¡ Secretaría de la Autoridad104.
•4.2. Votación
El sistema de votación -modificado por el Acuerdo de 1994- establece, como norma gene-
: ral, que las decisiones de todos los órganos de la Autoridad deban adoptarse por consenso105 y
:¿8e especifica que eBto implica la ausencia de una objeción formal1C’.
En la Asamblea, si los intentos de adoptar una decisión por consenso se hubieran agotado,
■' las decisiones sobre cuestiones de procedimiento se adoptarán por mayoría, y las de fondo,
A
Convención y luego jo suspendido eu oatableolmlonto por el Acuerdo 1994, anexo, «eco. 1«).
Es decir, ropTcaentantoa do loo panto ooneumldoros o importadorce do los minóralas que so extraen do lo
Zona, otro do los primoree inversores, otro do loe exportadores y otro do los Intereses espádelos. Les miembros
deben tener loo debidas callflooclonos para ocupares do asuntos flnancioros y ser personas do compotsneia o
obtener el conaonso.
•loe Artículos 161(8)(e) y 69 del Reglamento del Consejo.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
por dos tercios. Sin embargo, las decisiones de la Asamblea sobre cualquier asunto rospeoto
del cual también tenga competencia el Consejo, o sobre cualquier asunto administrativo, pre
supuestario o financiero, se basarán en las recomendaciones del Consqjo. Y ¿qué pasa si la
Asamblea no acepta la recomendación del Consqjo sobre algún asunto? No puede adoptar
una decisión contraria, pero puede devolverlo al Consejo para que lo examine nuevamente,
teniendo presentes las opiniones que se hayan expresado en la Asamblea107.
En el Consejo, si no se puede alcanzar el consenso, las decisiones sobre cuestiones de pro
cedimiento se adoptarán por mayoría de miembros presentes y votantes. Las decisiones sobre
cuestiones de fondo, "salvo en los casos en que la Convención disponga que se adopten por
consenso en el ConBqjo”108, se adoptarán por mayoría de dos tercios de los miembros presentes
y votantes, a menos que se oponga a tales decisiones la mayoría en cualquiera de las cámaras.
Esto implica otorgar a alguna categoría de Estados una especie de veto para resoluciones im
portantes. En efecto, la votación por cámaras impide que se adopten decisiones solamente por
mayoría, sin tener en cuenta Iob intereses de los grupos especiales.
En los casos de presentaciones de planes de trabajo para contratos, las recomendaciones
de la Comisión Jurídica y Técnica deben ser aprobadas a menos que sean desaprobadas por la
mayoría del Consejo, incluyendo mayoría en cada cámara.
i
5. Instrumentos adoptados por la Autoridad
En conformidad con lo previsto por la Convención y el Acuerdo de 1994, la Autoridad debe -
elaborar y adoptar las normas, reglamentos y procedimientos para la exploración y explotación
de los minerales de los fondos marinos, los que deben incorporar los estándares necesarios |
para la protección y preservación del ambiente marino.
Hasta ahora los principales instrumentos adoptados por la Autoridad han sido:
Guía para la elaboración de ínfbrmes por parte de loo contratistas: adoptada por la Comisión
2002 Jurídica y Técnica
Guía para informe financiero por parte do loe contratistas: adoptada por la Comisión Jurídica
2009 y Técnica
Como podemos ver, se han adoptado tres reglamentos para la prospección y exploración
de minerales, uno por cada uno de los minerales más importantes en este momento. Estos re
glamentos son llamados también "códigos de exploración”.
692
CAPÍTULO 33 - LA ZONA INTERNACIONAL DE LOS FONDOS MARINOS ,-s. • -:> ?
’ \ La estructura del Código es simple y práctica, proporciona el marco para el régimqn de;
.exploración. En los anexos se provee un modelo de contrato y cláusulas estándar que deben ser
incorporados en cada contrato. Prescribe la manera en la que los interesados pueden conver-
B-'W^rse en contratistas, obteniendo la aprobación de bus planes de trabajo por la Autoridad para
áreas específicas que hayan elegido. Deben estar patrocinados por Estados, y poseer cierta
m®í?cUpacidad técnica y financiera. Deben proveer cierta información en apoyo de su plan y pagar
fe^tXJSD 250.000 para obtener el contrato. El plan de trabajo requiere la recomendación de la Co-
‘misión Jurídica y Técnica y la aprobación del Consejo.
Comienza con un preámbulo donde se reitera que la Zona y sus recursos son patrimonio
común, de la humanidad y que todos los derechos sobre ellos pertenecen a la humanidad en su
conjunto, en cuyo nombre actúa la Autoridad. En la introducción se definen los términos utili-
. zadoB, haciendo referencia, lógicamente, a la Convención y al Acuerdo de 1994.
i? • El de sulfuros polimetálicos -adoptado en 2010- y el de costras de ferro manganeso ricas
én cobalto -de 2012-, tienen una estructura similar y difieren solamente en aquellos temas
én que las características propias de cada uño de los minerales hacen que no sean aplicables
b lio sean convenientes las contenidas en el código de nódulos. Dado que habían pasado más
ggflé diez años de adoptado el reglamento de nódulos, se hicieron mejoras en las disposiciones
relativas a la protección ambiental, al rol de la CJT, la aplicación del criterio precautorio,
G^^SWbtc,» que frieron posteriormente también incorporadas a este. Existe, entonces, ahora una si-
B; militad entre los tres códigos y las diferencias son solamente las que se derivan de la distinta
' naturaleza de los minerales y que afectan la superficie y tamaño de las áreas y el sistema de
¿participación de la Autoridad.
■
lite
___________________
ISBA/4/C/4/Rev.l.
i110 ha Comisión Jurídica y Técnica comenzó a trabajar en un borrador de reglamento para la prospección y
exploración de los nódulos polimetálicos en marzo de 1997. Como baso para su trabajo, la Comisión utilizó
‘ 1°8 documentos de trabajo preparados por la Comisión Especial 3 de la Comisión Preparatoria de la Autori-
dad Internacional de los Fondos Marinos y por el Tribunal Internacional de Derecho del Mar entre los afios
1984 y 1993. La Comisión también tomó on cuenta las disposiciones del Acuerdo y la especial situación de
• 108 piDwros inversionistas registrados b^o la Resolución II del Acta Final de la Tercera Conferencia de las
• Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UÑOLOS III). El borrador de reglamento propuesto por la Comi-
sión fue presentado al Consejo bajo la denominación ISBA/4/c/4/Rev.l. El 'Reglamento sobre la prospección
y exploración de nódulos polimetálicos en la Zona" fue aprobado por la Asamblea y el Consejo el 13/07/2000
(ISBA/6/A/18).
Una de las consecuencias de la existencia de tal relación contractual es la obligación para los contratistas de
presentar Informes anuales de acuerdo con las disposiciones del contrato. Las cláusulas estándar establecí-
>•;£,■ • das en el anexo 4 del Reglamento contienen disposiciones detalladas relativas al formato y contenido de estOB •
y.. ’ informes anuales. El objetivo de estos requerimientos es establecer un mecanismo por el medio del cual la Au-
•. • torldad, y particularmente la Comisión Jurídica y Técnica, puedan ser provistas con la información necesaria
para llevar a cabo sus responsabilidades en el marco de la Convención, particularmente aquellos relativos a
la protección del ambiente marino de los efectoa dañinos de las actividades en la Zona.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
a) ¿Cuáles son las etapas de las actividades mineras en los fondos marinos?
Al igual que on la minería terrestre, las etapas son: prospección, exploración y explota
ción.
La prospección es la búsqueda de depósitos minerales sin derechos exclusivos; requiere
notificación escrita al secretario general; mucha prospección se lleva adelante como investiga
ción científica marina.
CAPITULO 33-LA ZONA INTERNACIONAL OE LOS FONDOS MAF8N0S
K •Sí--.
;
Cualquier Estado parto, empresa estatal o porsona natural o jurídica que posea la,.;'
nacionalidad de un Estado parto o sea efectivamente controlada por este o por eusy;
nacionales y esté patrocinada por dicho Estado, o bien cualquier agrupación de los
anteriores, puede presentar ante el secretario general la solicitud de aprobación de un
plan de trabajo para la exploración.
• La Comisión Jurídica y Técnica revisa la presentación y recomienda al Consejo la
aprobación o no del plan de trabajo. Pueda hacer preguntas y pedir más información.
• El Consejo debe aprobar la presentación salvo que la desaprueba por dos tercios, in> \
cluyendo mayoría en cada cámara.
• Una vez aprobado, se firma el Contrato entre el secretario general y el solicitante, ■
incluyendo las cláusulas estándar del anexo iv del Reglamento respectivo y el plan de'
trabajo. .$
e) ¿Qué disposiciones hay en el sistema para que la explotación de esos rocursos sea en beneficio •.:
de la humanidad?
Dentro del sistema previsto por la Convención hay distintas modos de que la explotación
de los recursos beneficie a la humanidad:
• El sistema paralelo en la designación de áreas de exploración, que explicaremos a
continuación.
• La distribución de los beneficios"’.
• La capacitación de científicos de países en vías de desarrollo.
• La Convención preveía también la transferencia obligatoria de tecnología, pero esa
118. 119
obligatoriedad fije derogada por el Acuerdo de 1994117
Uno de Iob elementos más importantes del régimen para la Zona establecido en la parte
xi de la Convención de Ibb Naciones UnidaB sobre el Derecho del Mar y el Acuerdo de 1994 re- $
lativo a la aplicación de la parte xi de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho.1;
del Mar lo constituye el llamado “sistema paralelo”. 1
De acuerdo con este sistema previsto en la Convención, para garantizar la disponibilidad de'.'í
posibles sitios mineros para la Empresa o para los países en desarrollo, las solicitudes de expío-
ración de entidades patrocinadas por países desarrollados deben abarcar una superficie total, no,
necesariamente continua, lo bastante extensa y de suficiente valor comercial estimado para per-, f
mitir dos explotaciones mineras11’. El solicitante debe indicar las coordenadas que dividen el área
solicitada en dos partes con estas características, brindando los datos e información suficientes
para que el Consejo pueda designar una de las dos como área reservada, teniendo en cuenta el
valor comercial estimado de cada una de las partes. El Consejo, a partir de la recomendación de la
Comisión Jurídica y Técnica, designará la parte del área solicitada que será área reservada.
La otra parte será asignada al solicitante, que firmará el correspondiente contrato con la Au- ..
toridad. Las zonas reservadas estarán disponibles para uso de la Empresa o, ei la Empresa no está .
en condiciones de utilizarlas, quedarán a disposición de cualquier país en desarrollo o de cualquier .
entidad patrocinada por un país en desarrollo. Hasta el momento se han realizado contratos de '■
exploración en zonas reservadas a empresas patrocinadas por Nauru, Tonga y Kiribati y se están
analizando los pedidos de Brasil y de las Islas Cook. Si la zona reservada no se utiliza en un plazo
de quince años, el contratista que originalmente propuso la zona tiene derecho a utilizarla,
Las áreas reservadas están disponibles para la Empresa, los Estados en desarrollo y i
cualquier persona física o jurídica patrocinada y efectivamente controlada por un Estado en
696
CAPÍTULO 33 - LA ZONA INTERNADOUAL DE LOS FONDO? MARINOS
Sgg¡í ■ desarrollo. La ventaja de optar por un área reservada, en vez dapor otra que no lo es, radica en
t’Wy.'-;que ya el contratista que dejó esa área debe haber entregado a la Autoridad todos los elemen-"
.jtos que permiten conocer el valor comercial que se puede potencialmente obtener, por lo que
no hay necesidad de hacer una primera prospección para identificar los potenciales lugares de
exploración.
■ En ol reBto de Iob temas, el contrato de un Estado en vías de desarrollo sobre un área re
s5’s¡-: servada tiene Iob mismos términos y condiciones que los otros contratos.
r». %
jSIjiJwv
í i h) ¿Qué tipo de capacitación deben ofrecer los contratistas?
', EI contrato tiene quince años de duración. Cuando venza el plan de trabajo para la expío-
e! contratista deberá solicitar uno para explotación. Sin embargo, puede ser prorrogado
g.ss. ®i el contratista lo solicita, a más tardar seis meses antes de la expiración, por períodos no
gSti----------------------------------------
120 Cfr. CONVEMAR, artículo 144 y anexo in, artículo 15. Acuerdo 1994, anexo, secc. 6 y Reglamentos, artículo
superiores a cinco años cada uno. Solo se otorgará la prórroga si el contratista se ha esforzado
de buena fe por cumplir los requisitos del contrato pero, por razones ajenas a su voluntad, no
ha podido completar el trabajo preparatorio necesario para pasar a la etapa de explotación, o
si las circunstancias económicas imperantes no justifican que pase a esa etapa.
Un contrato puede terminarse o suspenderse antes del tiempo establecido por las siguien- .
tes razones:
- Cambio de patrocinio: si el Estado pone término a su patrocinio y el contratista no
obtuviere otro patrocinador y no presenta a la Autoridad un certificado de patrocinio
en la forma y dentro del plazo estipulados en las normas aplicables, el contrato queda
resuelto de inmediato.
- El contratista está facultado para renunciar a sus derechos y poner término al contrato,
previa notificación a la Autoridad, sin sanción alguna. Pero no queda exento del cumpli- .
miento de las obligaciones contraídas antes de la fecha de la renuncia y de las que debe
ría cumplir una vez terminado el contrato de conformidad con el Reglamento respectivo.
- El Consejo puede suspender o rescindir el contrato cuando:
• El contratista ha realizado sus actividades con un incumplimiento grave, persis- ;:
tente y doloso de las disposiciones del contrato o las normas aplicables, a pesar de
las advertencias por escrito de la Autoridad.
• El contratista no ha cumplido una decisión definitiva y obligatoria dsl órgano de
solución de controversias que le sea aplicable,
• El contratista cae en insolvencia, cesación de pagos, pacta un convenio con sus
acreedores o situación semejante.
• El contratista no puede cumplir con las obligaciones que le corresponden en vir- :
tud del contrato por un acontecimiento o una condición de fuerza mayor que haya
persistido durante más de dos años continuos.
El Consejo, en los casos que sea procedente, podrá imponer al contratista sanciones pecu-
niarias proporcionales a la gravedad de la transgresión. El contratista cumplirá Iob Reglamen- ;
tos y sacará del área de exploración todas sus instalaciones, planta, equipo y material, y hará ¡>;
lo necesario para que esa área no constituya un peligro para las personas, para el transporte '
marítimo ni para el medio marino.
se pagará un canon fijo anual, determinado por el Coftsejo, desde la fecha de iniciación
de la producción comercial. Ese canon se podrá deducir de loe demás pagos que ee‘¿toa
ban según el sistema adoptado. El sistema de pagos deberá revisarse periódicamente. •
La Convención establece un aiBtema para solucionar las controversias que puedan Búrgír
en el marco de la ejecución de los contratos, tanto de exploración como de explotación
aún, se prevé también la participación de un probable contratista en relación con la denega
ción de un contrato o una cuestión jurídica que se suscite en la negociación del contrato. En el
régimen de solución de controversias ©6tán en un par de igualdad el contratista y la Autoridad.
Para eso se establece, dentro del Tribunal Internacional de Derecho del Mar creado por
la Convención, una sala especial para dirimir todas estas controversias. También se prevé el
sometimiento de la controversia a una sala especial del Tribunal Internacional del Derecho
del Mar, a una sala ad hoc de la Sala de Controversias de los Fondos Marinos o a un arbitraje
comercial obligatorio’”. En el capítulo 39 de este libro se analizará con más detalle.
Las decisiones definitivas de una corte o tribunal que tenga competencia en virtud de la
Convención respecto de los derechos y obligaciones de la Autoridad y del contratista serán eje
cutables en el territorio de cada uno de los Estados parte en la Convención afectados114.
120 Artículo 145(b). Tombién cfr. UN Convtnrton... A Commantary, op. clt., vd. vi, p. 78: daba notarse, sin embar
go, que ol artículo 145(b) requiere quo la Autoridad adopta normas, reglas y procedimientos apropiados pare
■ la "protección y conservación de los recursos naturales do la Zona y para la provanción del dafio a la flora*y
fauna del medio ambiento marino". Esto olaramento provfl qua la Autoridad pueda tomar acción reguladora
pora los Anos do protección medioambiental; por ejemplo, al respecto de las comunidodes biológicas quo se
128 Cfr. UN Convention... A Commentary, op. cit., vol. vi, pp. 192-196; ISA, An Environmental Protection Regime
for the International Area, Brochure, diciembre 2000.
129 Declaración de Satya N. Nandan, secretario general de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos en
la Conmemoración del 20.* Aniversariode la Apertura para la Firma de la Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar de 1982,57.‘ Sesión de la Asamblea General de las NacionoB UnidaB, 09/12/2002.
130 ISBA/7/LTC/1.
131 ISBA/18/C/22.
700
»
Capítulo 34
Investigación científica marina
Erica S. Lucero
': ' Dados los beneficios potenciales que implica para la humanidad en su conjunto, la Con-
.vención prevé que todos los Estados, cualquiera que sea su situación geográfica, y las organi-
Roach, J. Aahley y Smith, Robert W.» Excessive Marítima Claime, International Law Studies, vol. 66, New-
port, RI, Naval War College, 1994, p. 248. Si bien no ae refiere a la investigación científica marina en el Ambito
de la Convención, sino en la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, se sugiere
analizar el caso Caza de ballenas en la Antártida (Australia c. Japón, Intervención de Nueva Zelanda), CU,
Fallo, 31/03/2014.
Qonzáloz, Ariel W., (Reencontrar el mar: Argentina y el conocimiento científico de los océanos, ISEN, Buenoó
Airea, 1* edic., 2012, p. 26.
Ibíd.
Ibíd.. p. 27. •
/
LECCIONES DÉ DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
702
CAPÍTULO 34 - INVESTIGACIÓN CIENT
ZEE y la PC dicho consentimiento puede ser expreso o tácito según se observen en este último
caso ciertas condiciones13.
La Convención dispone que, en circunstancias normales, los Estados ribereños otorgarán
su consentimiento para que otros Estados u organizaciones internacionales competentes rea
licen, de conformidad con la Convención, proyectos de investigación científica marina en su
r o en
ZEE O su xrv,
en su PC, üa ^ubjvqjjiciilc tun
exclusivamente con unes
fines puuuxuus con uujcvu
y uun
pacíficos y objeto de aumentar el conocimiento
______
dole y objetivos del proyecto que sea inexacta, o cuando el Estado o la organización in
?.•? Al proporcionar estas razones, la Convención enfatiza Iob derechos soberanos del Estado
ribereño sobre los recursos naturales y su jurisdicción exclusiva con relación a la investiga-
jjggW¿'ción
g científica marina en la . ”. De
. ZEE „y la PC . todas
. formas, vale aclarar que esta facultad
, de rehusar el consentimiento di6credonalmente no puede aplicarse en el inciso a citado en
■ relación con los proyectos que se vayan a realizar en la PC más allá de las 200 millas marinas,
¿%era de aquellas áreas específicas que los Estados ribereños puedan designar públicamente,
3-?én cualquier momento, como áreas en las que se están realizando, o se van a realizar en un
Aplazo razonable, actividades de explotación u operaciones exploratorias detalladas centradas
en dichas áreas17.
Los Estados y organismos internacionales competentes que tengan la intención de reali-
zar investigación científica marina en la ZEE o la PC de un Estado ribereño deberán cumpli-
. mentar una serie de requisitos (presentar la solicitud con un plazo mínimo de seis meses, infor-
¡§ü^;mar índole y objetivo del proyeoto, métodos a utilizar, ontre otro») y deberán asegurar ciertas
^^¿‘¿ondicionos, entre las que se destaca aquella de garantizar la participación o ropresentación al
R> Estado ribereño en el proyecto19. Esto último resulta clave fundamentalmente para los países
en desarrollo, en línea con lo dicho antes respecto a las negociaciones de la Convención.
En cuanto al consentimiento tácito del Estado ribereño, se entiende que ocurre cuando
, han transcurrido cuatro meses desde la solicitud de permiso formulada por un organismo
^¿¿¿'^.internacional del cual el Estado ribereño es miembro y no ha formulado objeción alguna (art.
^¿^¿¿247) o bien si han transcurrido seis meses desde que los Estados o los organismos interna-
Chalos competentes han proporcionado la información requerida por el artículo 248 do la
<' lw?", » ^rttdom of «tai, panage rlghu and tM 1982 Law of tht Bta Convention, Nordquiat, Myron; Koh,
* Tommy y Norton Mooro, John (odo.), Canter fcr Ocoone Law and Policy, Martínuo NUhoíf Pubtiahar», Leldan/
' Boston, 2009, p. 213.
.. p Artículo 246(8) do la Convención. Para un mayor desarrollo dal rtgimenjurídíco da la plataforma continental,
Convención, siempre que dentro de los cuatro meses el Estado ribereño no haya realizado ob
servaciones conforme al artículo 252".
En uso de sus facultades, el Estado ribereño podrá ordenar la suspensión o cese do )a« >
actividades de investigación científica marina en la ZEE o la PC si se verifica una serie de cir
cunstancias, como, por ejemplo, si tales actividades no so ajustan a lo informado en la solicitud r'
de autorización correspondiente50.
En alta mar, todoa los Estados, cualquiera que sea eu situación geográfica, así como las
organizaciones internacionales competentes, tienen derecho a realizar investigación científica ?¡
marina, dado que allí rigen las más amplias libertades que se encuentran enunciadas en el
artículo 87 de la Convención24.25
No26obstante,
* la investigación en alta mar deberá efectuarse con S
sujeción de las disposiciones de la parte vi (plataforma continental) y de la parte ja (la Zona)”.
Ello apunta a preservar el régimen diferenciado que rige en la columna de agua respecto del
lecho y subsuelo marinos.
19 El artículo 252 de la Convención establece que no se podrá aplicar el consentimiento tácito cuando “el Estado
ribereño haya hecho saber al Estado u organización que realiza la investigación que: a) Rehúsa bu coneen- j
ti miento en virtud de lo dispuesto en el artículo 246; b) La información suministrada por el Estado o por la ¿
organización internacional competente sobre la índole o los objetivos del proyecto no corresponde a loa hechos
manifiestamente evidentes; c) Solicita información complementaria sobre las condiciones y la información
previstas en los artículos 248 y 249; o d) Existen obligaciones pendientes respecto de un proyecto de investiga- :
ción rientífica marina realizado anteriormente por ese Estado u organización, en relación con las condiciones
establecidas en el artículo 249".
20 Artículo 258 de la Convención.
21 Artículo 256 de la Convención.
22 Artículo 138 de la Convención.
23 Artículo 143 de la Convención.
24 Artículo 257 de la Convención.
25 Artículo 87(l)(f) de la Convención.
26 Este tema se encuentra desarrollado en Marine Scientific Research: A revised guide to the implementation of
the relevant provieions of the United Nations Conuention on the Law of the Sea, United Nationa Diviaicn for
Ocean AfTaire and the Law ofthe Sea Office of Legal Affairs, Naciones Unidas, Nueva York, 2010, a partir del
párrafo 83 y ss.
constituido conforme al anexo v de la Convención, o bien a un tribunal arbitral especiar
‘ forme al anexo vm*. Si bien lae citada» controversias se resolverán do conformidad
-dón 2, la Convención estipula una excepción por la que el Estado ribereño no estará obligado
aceptar quo se 6ometa a'los procedimientos de solución establecidos en dicha sección ningún^
/ controversia quo se suscite con motivo:0!) Del ejercicio por el Estado ribereño de un derecho
.- facultad discrecional de conformidad con el artículo 246; o i!) De la decisión del Estado ribereñasO
7 de ordenar la suspensión o la cesación de un proyecto de investigación de conformidad
artículo 253’’“; cuyos alcances hemos explicado anteriormente (ver punto 2.1 de este capítul¿jy:^
?• : Esta excepción reafirma las facultades de regular la investigación científica marina-qu£íel|«
conciernen al Estado ribereño en su calidad de tal. Sin embargo, la Convención establece que'ííj$
aquellas controversias que se susciten cuando el Estado que realiza las investigaciones alegue?
;&?^'que, en relación con un determinado proyecto, el Estado ribereño no ejerce los derechos que.í¿y^H
corresponden en virtud de los artículos 246 y 253 de manera compatible con lo dispuesto.en>$$5
OÉÍ^éíla serán sometidas, a petición de cualquiera de las partes, al procedimiento de conciliación,:!®^
Artículo 287 de la Convención. Con respecto a esta cuestión, San Vicente y las Granadinas demandó a España
i■ ante el Tribunal Internacional del Derecho del Mar alegando que dicho país, al apresar al buque Louisa, que
tenÍB un P°rmi8° otorgado conforme a la legislación española, había violado el artículo 245 de la Convención,
: que se relaciona con la investigación científica marina en el mar territorial. No obstante, el Tribunal rechazó
la petición de San Vicente y Granadinas dado que, según sostuvo, eso buque no fue apresado en violación
del citado artículo 245, sino en el contexto de un procedimiento penal iniciado por haberse infringido la le
gislación española sobre patrimonio cultural subacuático y posesión y manipulación de armas de guerra en
territorio español. Ver MV Louisa Case (San Vicente y las Granadinas c. España), TIDM, Fallo, 28/05/2013,
parág. 117.
Artículo 297(2)(a) de la Convención.
Artículo 297(2)(b> de la Convención.
Artículo 266(1) de la Convención.
Artículo 266(2) do la Convención.
Nordquist, Myron H. (ed.), United Nations Conuention on the Lau> of the Sea> A Commentary, Dordrocht, Njj-
hoff.vol.iv, 1991, p. 669.
705
Capítulo 35
Espacio ultraterrestre
. 1, Introducción
B
- Solo recientemente, a mediados del siglo xx, los avances tecnológicos en materia espa-
scial han convertido en realidad las actividades humanas y la interacción internacional en el
gjSg;.--espacio ultraterrestre. En 1957, la Unión Soviética realizó el primer lanzamiento del satélite
Sputnik I, marcando el comienzo de la carrera por la conquista del espacio ultraterrestre pro-
tagonizada por las grandes potencias mundiales. A raíz de este suceso, la Organización de las
paciones Unidas emprendió una serie de iniciativas para crear los mecanismos regulatorios
®!®V'qúe controlaran los avances y conquistas científicas en materia espacial.
1 4i.'
ligada a la exploración y utilización del espacio por medio de naves espaciales construidas
pór q1 hombro. El espacio ultraterrestre se aprovecha con fino» tecnológicos de comunicación,
■"educación y ciontíflcoa.
sfe, La ausencia de una definición formal no obsta, sin embargo, a que exista una porcepolón
r: i'.-general sobre lo que se entiondo por espacio ultraterrestre, ai bien el uso del término difiere
íkí
J:'’qn las ciencias naturales y en las Jurídicas. Se considera "espacio ultraterrestre" al área si-
Situada sobre todo lo que comprende el territorio propiamente dicho de un Estado, y que abarca
fetnás allá de la Tierra; esto no debe confundirse con el espacio aéreo: el espacio ultraterrestre •
¡i'.comienza donde termina el espacio aéreo2, Debe recordarse que no existe una frontera física
l^y definitiva entre el espacio atmosférico y el espacio extraatmosférico; la transición de uno a
Cheng. Bin, Studice in International Space Law, Oxford UniverBÍty Preso, Oxford, 1997, p. 81.
PodoitA Costa, Luis A., y Rudo, José María, Derecho Internacional Público, Too, Buenos Airea, 11,1985, pp.
371-872.
/
LECCIONES DE DERECHO INTERNADO NAL PÚBLICO
otro 68 gradual. Los factores físicos y técnicos son directamente relevantes para la regulación
jurídica de la región del espacio en cuestión. El espacio atmosférico de la tierra y la mayoría
de las actividades en este espacio se rigen por el derecho aeronáutico. El espacio más allá de la
atmósfera está regulado por el derecho espacial.
La aparición del derecho espacial es muy reciente. Sus inicios, sus principios inspiradores
y los tratados más significativos -el corpas iuris spatialis- se han gestado en el seno de la
Asamblea General de Naciones Unidas y, en especial, de la COPUO9 desde 1959. El’derecho
espacial está conformado por aquel conjunto de normas jurídicas relativas a la regulación de
las actividades espaciales por parte de los Estados, de los organismos internacionales y de las
entidades no gubernamentales’.
3 Diez de Velasco, Manuel, Instituciones de Derecho Internacional Público. Tecnos, Madrid, 7.' edic., 1999, pp.
307-308.
4 Convención de Chicago sobre Aviación Civil Internacional (1944), artículo 1.
5 Tratado sobre loa Principios que deben regir las Actividades de loa Estados en la Exploración y Utilización del
Espacio Ultraterrestre, Incluso la Luna y Otros Cuerpos Celeste» (1967) (Tratado sobre el Espacio Ultrate
rrestre), artículo n.
6 Hillior, T., Sourcebook on Public International Laui, Cavendish, Londres, 1998, p. 500.
7 Convención de París sobre Navegación Aérea (1919), capítulo 1.
CAPÍTULO 35 ■ ESPACIO ULTRATERRESTRE
y-
709
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
el espacio ofrecen una solución a este respecto. Una variedad de sugerencias, que parecen caer
ya sea dentro de una categoría geográfica o de una funcional, se ha presentado en relación
con el método de delimitación. Asimismo, hay quienes creen que es prematuro establecer una
delimitación fija14.
U Voreshohetln, Vladlen S„ "Outer 8paco" (2010), on Max Plaiwh Enciclopedia of Public International Lau).
http://www.mpopn.com, pflrr. 14.
16 Comisión Ad Hoo «obro In Utllliaoión dol Sspsolo Ultraterrestre con Fines Pacíficos, "Infórme*, 14/07/1000,
UN Dos. A/4141. parte m, sección tu, parág. A.
16 Conf. Asamblea General, COPUOS, "Informe de la Subcomisión do Asuntos Jurídicos on su 48* sesión”.
28/04/2005, UN Doe. A/AC.105/850, y las transcripciones literales sin editar de las reuniones do la Subcomi
sión do Asuntos Legales COPUOS/Legal/ T.716-720 y 728.
17 Show, Malcom, op. cit., pp. 648-644: Vereehchctln, Vladlen 8., op. cit., pftrr. 12.
18 Cheng, Bln, op. cit., p. 425 y ss.
710
«-
CAPÍTULO 35 - ESPACIO UlTRATERREgfRE. '• • '.•.-<;: ’; . .tacriKwl
Sggfegiv- ■ El enfoque “funcional” parte de la premisa de que no hay necesidad de fijar un límite entre'?
jWl-i' ;él espacio aéreo y el espacio ultraterrestre, ya que las actividades en ambos espacios deben ger-7
-reguladas en función de sus objetivos
- - no de acuerdo con el espacio
-y misiones (y - físico donde:;
------------ r-SÍSiSS
se desarrollan). Es decir que el derecho espacial no sería solamente aplicable al espacio extra-
- -
||g¡|. atmosférico. -
Los ■ —
partidarios del enfoque “funcional ” proponen que el espacio aéreo y el espacio;:WwS
i < ultraterrestre sean vistos como un todo, con dos regímenes jurídicos paralelos que regulen las;
‘¿ctividades en ambos espacios en función de sus objetivos y misiones19. '
.En rechazo tanto del enfoque “espacial” como del “funcional”, un tercer grupo de Estallos ¿Mw»
'Centre ellos los Estados Unidos- se ha inclinado por un tercer enfoque, afirmando que, en los ¿¿¿'/sí?
años en los que la cuestión de la definición/delimitación ha sido considerada, no ha apareado
ffeS: ‘ .'ninguna necesidad jurídica o técnica ni una justificación convincente que requiera tal delimi-'.&fíS
¿?¡?;í¿jí¿'itación y que, al contrario, la delimitación prematura puede crear dificultades para las activi-
dades espaciales".
¿¿@¿’¿tro las dos regiones del espacio no excluye la formación de una norma consuetudinaria a este
gjlxii' .'efecto81. Un argumento convincente en apoyo de este enfoque ha sido la falta de objeción a ja?
práctica continua de los Estados desde el primer lanzamiento de un satélite en 1957. En opi- l
nión de muchos autores, esto se tradujo en el establecimiento de un límite inferior del espacio
®i 'ultraterrestre de carácter consuetudinario en el nivel de los perigeos más bajos de los satélites
¿¿■¿¿¡¿artificiales de la Tierra, os decir, aproximadamente a los 100/110 km sobre el nivel del mar. A
OhMÍos efectos prácticos, por debajo de esta altitud, los objetos espaciales no pueden permanecer en
’ ¡¿¿'órbita de modo seguro debido a las propiedades físicas del espacio, y, por lo tanto, tal frontera.
S;: tiene una base científica sólida88. ■ .
Se arguye que esta norma consuetudinaria surgió antes de 1976, cuando algunos Estados .;■)'$£
¿ecuatoriales comenzaron a vincular las cuestiones de la órbita geoestacionaria con la de la de-; -X®
^■¿limitación81. Por otra parte, la redacción de una serie de disposiciones en los acuerdos relativos '
?:>íil derecho espacial confirma implícitamente que los redactores partían de la suposición de que ; $$í
¿¿¡ÚTÍ satélite colocado en cualquier órbita sostenible alrededor de la Tierra, incluyendo la de .
■ menor altitud, debía ser visto como situado en el espacio ultraterrestre84. , ’.
Sin embargo, la existencia de un límite inferior consuetudinario del espacio ultraterrestre.
«¡no niega la importancia do un acuerdo formal sobra la delimitación ontre el espacio aéreo y 61
' aspado ultraterrestre, fijándolo en términos claros y específicos. No menos importante seria un ¡ ¿¿?í
B¡¿¿acuerdo sobre los derechos y las condiciones de paso a través del espado aéreo extranjero para .
¿ el lanzamiento -y el regreso- de objetos espádales y aeroespadales.
Por último, debe destacarse que, en la teoría, no se requiere definir un límite“superior" a ¿‘¿,¿
«■'.'la aplicación del derecho espacial, ya que el espacio en sí es ilimitado. En la práctica, sin em- :
bargo, el derecho espacial, a la par del desarrollo de la tecnología espadal, no pretende regular
U actividad espadal más allá del sistema solar".
Bhtiw, Molwm, op, clt„ pp, 548-B44; Vorenhchotln, Vladlon S„ op, cit-, pdrr. 18.
marco jurídico del espacio ultraterrestre
ElIbffl.
China, Bln, op, olí., p. 428 y BB¡ Vereahohotln, Vladlon 8., op, cit, páre. 18.
regulación internacional dol espado ultraterrestre se encuentra constituida por los
Voragnohotin, Vladlon 6., op, til, pin. 16.
^^;?.; ¿.printipios que rigen
Conf. goeolín las
6, "La actividades
órbita de ios Estados en la exploración y utilización del espacio
gooestaclonarla".
Conf. Tratado sobro el Espacio Ultratorrestro, articulo tv¡ Convenio sobre ol Rogletro da Ofajotoa Lontadoa al
exterior. Las Naciones Unidas han tenido un rol fundamental en la codificación y el impulso
del desarrollo progresivo del derecho del espacio ultraterrestre (o derecho espacial), en especial
a través de la COPUOS y bu Subcomisión de Asuntos Jurídicos, creadas en 1959.
La extensión del derecho internacional al espacio ultraterrestre se ha hecho en forma
gradual y evolutiva, a partir del estudio de cuestiones relativas a los aspectos jurídicos, para
seguir luego con la formulación de los principios de naturaleza jurídica y, por último, incorpo
rar dichos principios en tratados multilaterales generales. El primer paso importante en dicho
sentido fue la aprobación por la Asamblea General, el 13 de diciembre de 1963, de la Declara
ción de los Principios Jurídicos que Deben Regir las Actividades de los Estados en la Explora
ción y Utilización del Espacio Ultraterrestre (Resolución 1962 (XVn)). En los años siguientes
se elaboraron en las Naciones Unidas cinco tratados genéralos multilaterales que incorporan
y desarrollan conceptos contenidos en la Declaración de los principios jurídicos:
1. El Tratado sobre los Principios que Deben Regir ¡as Actividades de los Estados en la
Exploración y Utilización del Espacio Ultraterrestre, Incluso la Luna y Otros Cuerpos Celestes
(Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre)28, que dispone los principios que deben regir las acti
vidades de los Estados en la exploración del espacio ultraterrestre, incluyendo la luna y otros
cuerpos celestes.
2. El Acuerdo sobre el Salvamento y la Devolución de Astronautas y la Restitución de Ob
jetos Lanzados al Espacio Ultraterrestre (Acuerdo sobre Salvamento de Astronautas)”, que so
refiere al salvamento y devolución de astronautas, así como a la restitución de objetos lanzados
al espacio ultraterrestre, garantizando la devolución de material espacial y equipos hallados
en territorio ajeno en caso de aterrizaje de emergencia o accidente.
3. El Convenio sobre la Responsabilidad Internacional por Daños Causados por Objetos
Espaciales (Convención sobre Responsabilidad)2’, cuya finalidad es fincar la responsabilidad
internacional de los daños causados por objetos espaciales y estipular la responsabilidad de los
Estados que realicen un lanzamiento y causen un daño al territorio de otro Estado.
4. El Convenio sobre el Registro de Objetos Lanzados al Espacio Ultraterrestre (Conven
ción sobre Objetos Lanzados al Espacio)2', que establece que cada lanzamiento de una nave
espacial debe ser pública y su propósito debe estar inscripto en un registro público mantenido
por el secretario general de la ONU.
5. El Acuerdo que Debe Regir las Actividades de los Estados en la Luna y Otros Cuerpos
Celestes (Acuerdo sobre la Luna)", que rige las actividades de los Estados en los espacios allí
mencionados y, además, establece la regulación de la futura exploración y explotación de los
recursos naturales que allí se encuentren.
Asimismo, se han adoptado en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas
otras cinco resoluciones en la materia:
1. Los Principios que han de regir la utilización por los Estados de satélites artificiales
de la Tierra para las transmisiones internacionales directas por televisión, aprobados el 10 de
diciembre de 1982 (Resolución 37/92 de la Asamblea General);
2. Los Principios relativos a la teleobservación de la Tierra desde el espacio, aprobados el
3 de diciembre de 1986 (Resolución 41/65 de la Asamblea General);
3. Los Principios pertinentes a la utilización de fuentes de energía nuclear en el espacio ul
traterrestre, aprobados el 14 de diciembre de 1992 (Resolución 47/68 de la Asamblea General).
4. La Declaración sobre la cooperación internacional en la exploración y utilización del es
pacio ultraterrestre en beneficio e interés de todos los Estados, teniendo especialmente en cuenta
las necesidades de los países en desarrollo, aprobada el 13 de diciembre de 1996 (Resolución
51/122 de la Asamblea General).
26 Resolución 2222 (XXI) de la Asamblea General, anexo; aprobado el 19/12/1966; entró en vigor el 10/10/1967.
27 Resolución 2346 (XXH) de la Asamblea General, anoxo; aprobado al 19/12/1967; entró on vigor el 03/12/1068.
28 Resolución 2777 (XXVI) de la Asamblea General, anexo; aprobado el 29/11/1971; entró on vigor el 11/09/1972.
29 Resolución 3235 (XXIX) de la Asamblea Gonerol, anoxo; aprobado el 12/11/1974; entró en vigor el 16/09/1976.
30 Resolución 34/68 de la Asamblea Genera), anexo; aprobado el 05/12/1979; entró en vigor el 11/07/1984.
712
CAPÍTULO 35 ■ ESPACIO ULTRATERRESTRE
wt
5. La Declaración con ocasión del quincuagésimo aniversario del primer vuelo espacial
tripulado y del quincuagésimo aniversario de la Comisión sobre la Utilización del Espacio
Ultraterrestre, con Fines Pacíficos, aprobada el 9 de diciembre 2011 (Resolución 66/71 de la
Asamblea General).
- La prohibición del uso y/o puesta en órbita de “armas nucleares” u “otro tipo de armas
de destrucción en masa” (Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, artículo rv).38
- El principio de utilización del espacio exclusivamente con fines pacíficos (Tratado so
bre el Espacio Ultraterrestre, artículo iv).
- Principio de cooperación y asistencia mutua en las actividades espaciales (Tratado
sobre el Espacio Ultraterrestre, artículo k).
- La estipulación según la cual un Estado en cuyo registro figura un objeto lanzado al
espacio ultraterrestre retendrá su jurisdicción y control sobre tal objeto y sobre el per
sonal en los mismos mientras se encuentre en el espacio ultraterrestre o en un cuerpo
celeste (Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, artículo vm).31 32 33 * *
5. La órbita geoestacionaria34
La órbita geoestacionaria o GEO (.Geostationary Earth Orbit\ por sus siglas en inglés, es
un tipo particular de órbita geosincrónica, es decir, una órbita alrededor de la Tierra que posee
el mismo período orbital que el período de rotación sideral de la Tierra (23 horas, 56 minutos
y 4,09 segundos). En particular, la órbita geoestacionaria es circular y se sitúa a alrededor
de 35.786 km por encima de la línea del Ecuador, manteniendo su posición relativa respecto
a la superficie de la Tierra. Debido a que su latitud siempre es igual a 0o, un satélite u objeto
espacial colocado en esta órbita parece estático respecto a los observadores en un punto fijo de
la Tierra en rotación.
Es la órbita de mayor interés para los operadores de satélites meteorológicos, de comuni
caciones y de televisión, dado que la mayor parte de estos satélites operan desde órbitas geoes?
tacionarias, de modo que las antenas puedan apuntarse a una dirección fija y mantener un
enlace permanente con el satélite, sin la necesidad de moverse para realizar su seguimiento.
Como el número de “ranuras0 orbitales disponibles es limitado, soló un número limitado
de satélites puede ser situado en órbita geoestacionaria. La asignación de ranuras orbitales se
encuentra a cargo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), agencia especiali
zada de las Naciones Unidas.
Como vimos, en general se reconoce que el espacio ultraterrestre inicia a una altitud de
al menos 100 km por encima del nivel del mar y que los objetos que orbitan alrededor de la
Tierra se encuentran en el espacio ultraterrestre35. Asimismo, según el derecho internacional
del espacio, el espacio ultraterrestre, incluidos la Luna y otros cuerpos celestes, son de libre
exploración y utilización por los Estados38.
Sin perjuicio de este consenso general, frente a la idea de una posible saturación de la
órbita geoestacionaria, varios países situados en el ecuador de la Tierra han emitido la De
claración de Bogotá de 1976, afirmando que la órbita geoestacionaria es un recurso natural
agotable que se halla bajo su soberanía y, en consecuencia, no debe ser considerada parte del
espacio ultraterrestre. Sin embargo, este reclamo de soberanía ha sido enérgicamente criticado
por la comunidad internacional.
Debe destacarse, por último, que los Estados deberán hacer uso de su derecho respetando
las limitaciones que rigen toda actividad espacial37.
84 Kobo, fltephan, •Gooitatlonary OrWt' (2010), en Aím Planch Enciclopedia ofPublic InitrhdlliiuüLatu, htipi//
www.mpépltoon.
8B Conf. Tratado sobre el Eflpsolo Ultraterrestre, artículo iv; Convenio sobro el Registro do Objetas Lanzados al
Si pecio Vltratorrofetra, artíaulo it.
30 Conf. Tratado sobro el Espado Ultraterrestre, artículo 1.2.
37 Conf. Tratado sobro 01 Espado Ultraterreatre, artículo i (cláusulas da no discriminación y da interós común);
il (cláusula do no apropiación); IU (cláusula de derecho internacional): iv (cláusula de prohibición de armas
nucleares); vi, vn (cláusulas do responsabilidad).
714
'5-'
A
Capítulo 36
Igualdad soberana y no intervención
I María Belén Gracia
ü
8hiw, Mslsmn N., Inlirnallanal Law, Cimbrldji Univwilty Press, Csmbrldge, 8.‘ «dio., 8000, p. 8141 Caus
is, Antonio, &iíeiwillonal Latu, Gritad Unlvonlly Pksi, Oxford, 0,‘ odie., 2005, p. 4 B; Brownlio, Ion, Prlnti'
Íti ofPublic inUrntlíMl óaw, Oxford Unlvowity Prese, Oxford, ?,• edic,, 8008, p. 200.
rowalls, San, oa. cU., p, 390,
Shaw, Mateo» N„ op. oil., p, 201 Ver latabtea íaubondsr, Sardo, ‘Wartphalta, Pouoo oí (1046)" (2014), «a Mas
Planoh Enciclopedia ofPublic Inttrnallonal Lau, http://www.rtipopll.com,
4 Kokott, Juliano, “Statai, Soverelgn Equallly" (3009), en Max Píanch Enapolopctila of Public /nternatlonal
Law, http://www.mpopll.oom, pirra. 9-13. ’ -
6 Show, Malcom N., op. clt., p. 218.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ3UC0
La Declaración relativa a los Principios del Derecho Internacional referentes a las re
laciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las
Naciones Unidas8
67(en adelante, Resolución 2625 [XXV]) reafirma lo siguiente:
Todo# los Estados gozan de igualdad soberana. Tienen iguale# derechos e iguales de*
bores y son por igual miembros de la comunidad internacional, pese a las diferencias
Como puede observarse, la Resolución 2625 (XXV), cuando enuncia este y el resto de los
principios, se refiere a “todos los Estados" -y no solo a los Estados miembros de las Naciones ■
Unidas, como reza el artículo 2 de la Carta-.
En el marco del sistema de Naciones Unidas, el principio se ve reflejado en el procedí-
miento de votación de la Asamblea General, ya que cada Estado miembro goza de un voto, pero
este derecho puede ser suspendido si el Estado no cumple con la correspondiente contribución
financiera a la Organización por dos años7; En el caso del Consejo de Seguridad, la presencia de
cinco miembros permanentes con derecho a veto diluye la ficción jurídica de la igualdad sobe
rana, aunque puede argumentarse que los Estados, en un pie de igualdad jurídica y haciendo
uso de su soberanía, consintieron la creación de esta Organización y de un órgano capaz de
tomar decisiones vinculantes para ellos mediante un sistema de decisión no democrático. Sin
embargo, algunos autores sostienen que este principio no caracteriza la práctica de las Nacio
nes Unidas y que solo teóricamente los Estados se encuentran en un pie de igualdad jurídica
dentro de la Organización, ya que, por qjemplo, para enmendar la Carta se precisa el consen
timiento -o la no oposición- de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad -artículo
109 de la Carta de Las Naciones Unidas-8.
716
CAPÍTULO 38-IGUALDAD SOBERANA Y NO INTERVENCIÓN*"'
------------------------------------------------------------------------------------------------------ ------------------- .M^¡®
k .T tad o disparidad debe ser el resultado de circunstancias fácticas (tal es el caso de los Estados
: sin litoral o sin recursos naturales o minerales). En el caso de restricciones jurídicas, estas son " .•
kR válidas si son libremente aceptadas por el Estado". De acuerdo con Oppenheim, la igualdad
5 jurídica tiene tres consecuencias: la primera es que cada Estado tiene derecho a un voto en la .
g&! toma de decisiones en la comunidad internacional; la segunda es que, legalmente, el voto de
los Estados más pequeños y menos poderosos tiene tanto peso como el voto de los Estados más -
y la Ítercera
grandes y más poderosos, «>1n amaawa *»« zvoaa zJ»a AA« iJmmv* In •MávlnsA «AA*M i'm UAkAtM
es que, de conformidad con la máxima par in paren non
■ babel imperium, ningún Estado puede ejercer jurisdicción sobre otro Estado soberano1’. '
Sin embargo, es una realidad fáctica que los Estados no son iguales política, económica,
social o culturalmente. Es importante señalar que el principio de igualdad soberana no pro- 4,
tende eliminar esas diferencias, sino poner a los Estados on un pie de igualdad Jurídica,'Esto
1 implica que, en una comunidad da Estados soberanos, cada uno es independiente -on el sen
tido do que no se encuentra subordinado a otro Estado- y solo dependo directamente del dere
cho internacional15.
a todo acto por el que un Estado o grupo de Estados se entromete en los asuntos que son de la
jurisdicción interna de otro Estado, imponiéndole un comportamiento determinado®.
La intervención está prohibida cuando se trata de la intromisión en asuntos sobre los
que cada Estado puede decidir libremente en virtud del principio de soberanía estatal. Estos
asuntos incluyen, como lo afirmó la CIJ en el caso Nicaragua, la elección de un sistema político,
económico, social y cultural, y la formulación de la política exterior del Estado21. Después de
caracterizar el principio de no intervención en los asuntos internos de otro Estado como una
norma consuetudinaria22, la CIJ encontró que, mediante el entrenamiento, la provisión de ar
mas, el equipamiento, el financiamiento y el abastecimiento de las fuerzas contras, y al estimu
lar, apoyar y ayudar por otros medios las actividades militares y paramilitares en Nicaragua
y contra Nicaragua, Estados Unidos actuó en contra de Nicaragua, infringiendo su obligación
de no intervenir en los asuntos internos de otro Estado®.
Por lo tanto, el principio de no intervención supone el derecho de todo Estado soberano de
conducir sus asuntos sin injerencia exterior.
20 arant, Thomas D„ ‘Doctrinos (Monroe, Hollatoln, Brwhnov, Btimson)'1 (2009), on Max Planeó gneyclopedla
ofPublle International Laui, http://www.mpspll.com, pírre, 8-7.
* **•'*’ ’ ** ' • ' ¿v
CAPÍTULO 36- IGUALDAD SOBERANA Y NO INTERVENCIÓN *“*
&; ide que ejerciera su derecho a la protección diplomática. De estehnodo, se buscaba impedir la J
•- 1 intervención de agentes diplomáticos extranjeros17.
Por su parte, en 1902, mientras era ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, luego t?'
tgf’ del bloqueo y bombardeo de los puertos de Venezuela por parte de Gran Bretaña, Alemania e :•
$ Italia, motivados por la imposibilidad de Venezuela de hacer frente a sus obligaciones financie-
3*. ras, Drago postuló la que luego sería conocida como la doctrina que lleva su nombre. Afirmaba :
■• que la deuda pública no puede ser considerada un justificativo válido para la intervención ni¿ . :
para la ocupación del territorio de las naciones americanas por una potencia europea28. Du-
£ rante la Segunda Conferencia de Paz de la Haya (1907), Drago presentó esta doctrina y el ge-
neral Horacio POrter, de los Estados Unidos, contribuyó en la redacción. La doctrina fue luego
¿^¿•incorporada en el Convenio relativo a la Limitación del Empleo de la Fuerza para el Cobro
de Deudas Contractuales -conocido como el Convenio II de la Haya de 1907 o la Convención
Drago-Porter- del 19 de octubre de 1907. Esta convención fue el primer instrumento inter-
.nacional en receptar el principio de prohibición del uso de la fuerza para el cobro de deudas
feX’ públicas29.
te, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de ningún otro. Por
tos políticos, económicos y culturales que lo constituyen, son violaciones del derecho
• internacional.
cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado a fin de lograr que subordine al
los Estados deberán también abstenerse de organizar, apoyar, fomentar, financiar, ins-
SÉ¡fc’ • tigar o tolerar actividades armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar
El uso de la fuerza para privar a los pueblos de su identidad nacional constituye una
f’J&V Todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico, social
y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de ningún otro Estado.
27 Ver Cabro, Carlos, Le Droit International Théorique Et Pratique¡prícidi dVn expoat hietorlque dea prvgrit de
la atiente du divit dea gana, A, Rousieau, París, 5.a ed., 1898; Fellor, A. H., "Borne Obeervationo on tho Calvo
Clauss", A.J.Z.L., vol. 27, n." 3 (1933), pp. 461-468; Juillard, Patrick, "Calvo Doctrine/Calvo Clause" (2009), sn
«i 28
Max Planch Enciclopedia ofPublic International Lau, http://www.mpapil.com, pirra. 1,2,5.
Ver Benedek, Wolfgang, ‘Drago-Portar Convenllon (1907)’ (2009), en Max Planch Enciclopedia ofPublic In
ternational Law, http://www.mpepil.com, pérr. 1; Drago, Luis María, "State Losas in Their Rolotion to Inter
national Pollcy",A.J.I.L., vol. 1, n." 8 (1907), pp. 692-726.
' 29 Ver Bonedek, Wolfgang, ibíd., pérr. 9.
•\ 80 Adoptada en Montevideo, Uruguay, el 26/12/1988; entró en vigor el 28/12/1984.
? 81 Firmada on Bogcté, Colombia, si 80/04/1948; entró en vigor si 18/12/1951.
82 Roooluoión 2181 (XX) do la Asamblea General do las Naaionoo Unidas, 21/12/1965, la oual sstobleco: "Ningún
¡Sitado tlono derecho do intervenir directa o Indiroctamento, y sea oual Mre.aJ motivo, on loe asuntos intor-
’h •
noi o externos da cualquier otro’.
710
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBL’CO
internos de los Estados miembros, pero no contiene mención alguna respecto de las obligacio
nes de los otros Estados, que recién son receptadas en la Resolución 2625 (XXV).
38 Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua c. Estados Unidos), doc. cit., parág.
205. Entre sato tipo de intervencicnee podemos encontrar el uto de propaganda u otro tipo do actividades por
parte de un Estado con la intención de influenciar o fomentar una revuelta civil, o de asistir on la comisión
do actividades ilegales o violentao en otro Estado; la interferencia en el comercio internacional de otro Estado
negando el derecho de paso por su territorio o el paso inocente por su mar territorial, y la intervención diplo
mática en situaciones en la6 que prevalocon la amenaza y la posibilidad de utilizar la fuerza armada u otras
36 Cfr. Resolución 2625 (XXV); Actividades militaresy paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua c. Esta
dos Unidoe), op. cit., parág. 206; Actividades armadas en el territorio del Congo (República Democrática del
Congo o. Ugonda), CIJ, Fallo (fondo), 18/12/2005, parág. 164. La situación sería diferente si ose grupo belige
rante fuera un ‘pueblo que lucho por su autodeterminación1’, los que, de conformidad con la Resolución 3314
(XXIX) de la Asamblea General, 14/12/1974, tienen doreeho o luchar por su independencia medianto todos
los medios a su alcance, inclusive mediante la ayuda y el apoyo de otros Estados, por lo que la participación
de terceros Estados on el conflicto con el fln de asistir a ese grupo no sería un acto contrario 81 principio de no
intervención.
37 Diez de Velasco Vállelo, Manuel, Instituciones de Derecho Internacional Público, Tecnoa, Madrid, 17." edic.,
2009, pp. 927-928.
38 Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua c. Estados Unidos), op. cit., parág.
246. Ver también Proyecto de la CDI sóbre Responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos
(Res. 66/83 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 28/01/2002), artículo 20.
sa en caso de ataque armado. Una intervención mediante el uso de la fuerza compatible con los requisitos de la
Carta y aquellos impuestos por la costumbre internacional -necesidad, proporcionalidad, inmediatez e inmi
nencia- no violaría el principio de prohibición del uso de la fuerza armada, ni el principio de no intervención
en los asuntos internos de un Estado. Ver también Proyecto de la CDI sobre Responsabilidad Internacional
del Estado, doc. cit. artículo 21.
•4-
territorio de un Estado por parte de otros Estados, en el caso de violaciones graves y sistemáti
cas a los derechos humanos de la población de ese Estado, mediante el uso de la fuerza armada’
y sin autorización previa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no constituye una
norma consuetudinaria en el derecho internacional contemporáneo41. Si bien la intervención
unilateral de la comunidad internacional ante esas situaciones extremas puede considerarse
iW’ .dawable desde un punto de vista moral y humanitario41, desde un punto de vista estricto-‘*’
' •.? mente Jurídico, tal intervención es incompatible con la normativa internacional43. Sin embargo,
i
esto tema es todavía objeto de debate entre los académicos. ,• / •
Una situación diferente os la intervención on un Estado por parte do otro Estado con ol
I
fin do proteger a loa nacionales de este último44. Gomo este tipo do intervenciones encuentran
jufitlflcaoión on ol principio do soberanía del Estado y on la responsabilidad del Estado por sus
. propios nacionales, han sido consideradas legítimas siempre que cumplan con el principio de
proporcionalidad45. • X-S
Actividades militare» y paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua c. Estados Unidos), op. cit., parág».
202-209; Franck, Thomas y Rodley. Nigel S., "After Bangladesh: The Law of Humanitarian Intervention by
Milítary Forcé’, A.J.I.L., vol. 67, n.’ 2 (1973), pp. 299-302; Brownlie, Ian, 'Humanitarian Intervantion", en
Law And Civil War in ths Modern World, Moore, John Norton (ed.), Johna Hopklns Unlversity Press, Baltimo
re, 1974, p. 217; Akehurst, Michas) B., "Humanitarian Intervention", en Intervention in World Politice, Bul),
Hodley (ed.), Oxford Clarendon Press, Nueva York, 1984, p. 95; Henldn, Louis, "Kosovo and tho law of'Hu-
manitarLan Intervention”, A.J.I.L., vol. 93, n." 4 (1999), p. 824; Roicman, W. Michas), “Kosovo’s Antinomias",
A.J.I.L., vol. 93, n.’ 4 (1999), p. 882; Hllpold, Peter, "Humanitarian Intervention: la there a nced for loga!
reappraisa)?",E.<7.Z.L., vol. 12, n.“ 3 (2001), p. 463; Joynor, Daniel H., ’Tho Kobovo Intervention: legal analysia
and a more persuasivo paradigm”, E.J.I.L., vol. 13, n.' 3 (2002), p. 609; Dinstoln, Yoram, War, Aggression and
Self-defence, Cambridge University Press, Cambridge, 5.* edic.» 2012, p. 73.
42 Casacae, Antonio, "Ex iniuria lúa Oritur: Are We Moving Towards International Logítimation of Forcible
Humanitarian Countermea sures in the World Community?", E.J.I.L., vol. 10, n.’ 1 (1999), pp. 27-29; Tesón,
Fernando R., 'The Liberal Casa for Humanitarian Intervention", en Humanitarian Interventlon: Ethlcal.
Legal and Political Dilemmas, Holcgrefe, J. L. y Keohane, Robert O. (adsj, Cambridge Univereity Press,
Cambridge, 2003, p. 99.
43 Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua c. Estados Unidos), doc. cit, parágs.
202-209; Kunig, Philip, op. cit., párr. 39.
44 Ver capítulo 40 de esta obro.
45 Kunig, Philip, op. cit., párr. 42.
46 Ibíd., párr. 3. * ,
47 Pinto, Ménica, Ternas de Derecho» Humanos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 1997, p. 9.
(o de otras personas b^jo su jurisdicción)** y permitiendo que, ante el caso de que el Estado no
cumpla con sus obligaciones, la comunidad internacional pueda intervenir para proteger inte
reses considerados fundamentales -como la protección de la humanidad ante situaciones de
genocidio, limpieza étnica o delitos de lesa humanidad*9-, aunque siempre teniendo en cuenta
que tal intervención debe ser autorizada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La posibilidad de elegir su propio sistema de gobierno era otra materia que pertenecía
al área de reserva estatal y sobre la que terceros Estados no podían intervenir. Sin embargo,
el derecho a la democracia o a tener un sistema de gobierno democrático constituiría en la ac
tualidad, para algunos autores, uno de los límites modernos del principio de no intervención*60.
Cuando el Estado soberano se ha obligado a tener un sistema democrático de gobierno
-mediante la ratificación de un tratado y su posterior entrada en vigor-, la posibilidad de
otros Estados de sancionar al respectivo Estado por el incumplimiento de tal obligación
-por ejemplo, mediante el no reconocimiento colectivo del Gobierno- no constituiría una
intervención ilegal en sus asuntos internos. El Estado, haciendo uso.de 6u libertad y sobe
ranía prestó su consentimiento en obligarse por una norma internacional respecto de una
materia que, en caso de no haberse obligado, pertenecería al área de jurisdicción exclusiva
del Estado. Ante la violación de esa norma, el Estado podría incurrir en responsabilidad in
ternacional, lo que le permitiría a terceros Estados actuar en consecuencia, ya sea poniendo
en marcha el mecanismo de sanciones que prevea el tratado en cuestión o no reconociendo
al Gobierno de facto.
Por el contrario, en situaciones en las que el Estado no se ha obligado convencionalmente
a tener un gobierno democrático, ni ha consentido una posible intervención o sanción por parte
de otros Estados en caso de no organizar su sistema político de tal manera, el derecho de los
48 Marke, Susan; Azisi, Florentina; Rivior, Raphaele; Costa, Jean-Paul y Gherari, Habib, “ReBponsibility for
Violations of Human Rightó Obligations: International Mechaniems", en The Law of International Reeponei-
bility, Crawford, Jamos; Pellet, Alain y Olleson, Simón (eds.), Oxford Universíty Presa, Nueva York. 2010, pp.
726*780.
49 Documento Final de la Cumbre Mundial 2005, Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución A/
RES/60/1, 24/10/2005, parúgs. 138-139; Stahn, Careten, -Responsibility to Protect: Political Rhetoric or
Emerging Legal Norm?", vol. 101, a.• 1 (2007), pp. 99-120.
60 Algunos doctrinarios consideran a este derocho como una costumbro en formación o que aún no se ha cristal!-
sedo. En su argumentación citan ejemplos en los que el Consejo de Seguridad ha condenado golpes de Estado
que dopusieron a Gobiernos democráticamonto olegidos y reclamado la restauración dol Goblorno domocrótico
(Res. 841 (19981,18/06/1993 y Ros. 940 (1994), 31/07/1994 dol Consejo de Seguridad, sobro la situación on Hai
tí; la declaración del preaidonte del Consejo de Seguridad [UN Doc. S/PRST/1998/5) y la Ros. 1162 (1998) dol
17/04/1998 del Consejo de Seguridad sobre la situación en Sierra Leona; las declaraciones del presidente dol
Consejo do Seguridad del 284)3/2012 [S/PRST/2012/7] y del 4/04/2012 (/PR8T/2012/9) sobre la situación en
Malí). También toman como ejemplo situaciones en las qua el Comité do Credenciales do la Asamblea Genera!
se ha negado a reconocer y otorgar loa credenciales para ropresontar a su Estado a un Gobierno resultante
do un golpe de Estado o no domooráticarnents elogido, y situaciones en las que la Asamblea General de las
Naciones Unidas ha condenado a esos Gobiernos (Res. 46/7 (1991) dol 11/11/1991 sobre la situación on Haití).
Para estos autores, estos ejemplos ovidenciarían la práctica do los Estados y la oxpresión do un sentimionto
de obligatoriedad respocta do la condición do contar con un Ooblerno democrático. Vor Relaman, W. Miohie),
"Cooraion and Solf-DoUrmlnatton: Conslrulng Charter Art. 8(4)', A.J.I.L, vol. 78. n.' 8 (1984), pp. 642-845;
Franck, Thomas M.. “Tho Emerging Right lo Domocratic Governonce*, A.J.LL., vol. 86, n.' 1 (1992), pp. 46-
91; Roth, Brad R,, Governmental /Ilegitima^ in International Law, Oxford Univorelly Prosa, Oxford, 1999;
Crawford, James, "Demooracy and the Body nflntornatlonal Lew", on Democratie Oouernanet and Internatio
nal Law, Fox, Gregory H. y Roth, Brad R. (oda.), Cambridge Univoreíty Press, Cambridge, 2000, pp. 91*122.
Otros añrmsn quo solo constituyo uno obligación convencional para los Estados que ratificaron el tratado
pertinente. 8ostienen que las intervenciones citadas por loe propulsores de la democracia como una norma
consuetudinaria Rieron justificad as en el derecho do los otros Estados de reclamar el cumplimiento de una
obligación a la quo el Estado se había comprometido al ratificar ol tratado en cuestión (ya sea la Carta de la
OEA, le oarta de la ECOWAS o de la Unión africana): tonor un sistema democrático do gobierno. Es así que
conoluyon que no so trata de una limitación al principio de no Intervención que forme parte de la costumbre
internacional, sino de una norma que tiene origen convencional. Vor Schachter, Oscar, "Tho Legality of Pro-
Demoeratic Invasión", vol. 78, n." 3 (1984), pp. 645-660; Murphy, Sean D., "Domocratic Logltlmacy
and tho Rocognítion of 8tatos and Govcrnmonto", on Damacratie Gownancg and International Laur, op, cil,
pp. 123-164; d'Aepremont, Joan, "1989-2010: tho Bise and Fall of Domocratic Oovsrnanco in International
Law", on Solect proccedingt ofthe European Soelety of International Law, vol. 3, Hart Publlshing, Oxford,
2012, pp. 81-74.
722
■■ CAPÍTULO 36 - IGUALDAD SOBERAN
otros Estados a intervenir ea cuestionable. Varios Estados, entre ellos China51, no tienen í
sistema democrático de gobierno, por lo que aún no puede aseverarse que exista una nAgffi
bre general que obliga a los Estados a garantizar el derecho a la democracia y, mucho menos.
1X11 derecho de terceros Estados a intervenir ante el “incumplimiento’ de otro Estado.
Estadoi como Camerún, Corea del Norte, Cuba, Laos y Vietnam también cuentan con un liitarca da partido
único. Otroa como Myanmar, Guinea Ecuatorial, Ropública Centro Africana, Etiopía, por nombrar iolo algu-
noi, poaoon aotualmonto Gobiornoa do facto. Sitados como Arabia Saudita, Kuwait, Jordania o loa Emiratos
■q-'V’ Áraboi Unidos conaorvan monarquíae como forma da gobierno y la población po «liga a lúa rapmentantei, o
Capítulo 37
Las inmunidades
de los Estados extranjeros
-
■’ 1 Se ha sostenido que esta máxima constituye un punto de partida válido y una base jurídica convincente para
la doctrina de la inmunidad del Estado; 4.® Informe del Relator Especial de la CDI Sompong Sucharitkul, Doo.
4 En tal sentido, so afirma: “El principio de la soberanía territorial y de la independencia protege el interés
Bt del Estado territorial de legislar, juzgar y decidir las relaciones que se desarrollan on el ámbito de au com
petencia"; Casanovaa y La Rosa, Oriol, "La inmunidad del Estado" on Instituciones de Derecho Internacional
Público, Diez de Velasco, Manuel (ed.), Tocno9, Madrid, 16.“ edic., 2007, p. 312.
5 Pastor Ridruejo, José, Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales, Tacnos, Ma
drid, 12.a edic., 2008, p. 524; Casanovas y La Rosa, Oriol, op. cit., p. 313. -
LECOONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
A medida que loa Estados se fueron involucrando en actividades tales como la adquisición
o locación de inmuebles, la contratación de servicios, así como la emisión de empréstitos, la
regla de inmunidad absoluta comenzó a cuestionarse frente a la necesidad de que los Estados
tuvieran el mismo tratamiento que los particulares.
Así, la práctica de los Estados pasó de una inmunidad absoluta a una inmunidad restrin
gida o relativa, partiendo de la distinción entre actos Jure imperii y actos jure gestionia (actos
de imperio y actos de gestión).
B^jo esta nueva regla, la inmunidad se mantiene para los actos de imperio, pero no para
los de gestión. Se trata de un modo de asegurar que los particulares puedan entablar un pro- *
ceso contra un Estado en una jurisdicción extranjera, de manera de poder hacer efectiva la
responsabilidad del Estado,
6 En ambo» tratados se roconoco la Inmunidad do olortoi buques del Estado. La Convención Internacional
para la Unificación do Olerías Reglas Relativas a las Inmunidades de ios Buques del Balado establece come
principio la inmunidad de "los buques da guerra, yates da Estado, buquos de vigilancia, taqueedwapitalsij
buques auxiliares, buques de abíctocifflishto y otras embaroacioñés pertenecientes a un Estado ó por 6) ex
plotados y afectados exclusivamonte, en el momonto do orialnars» «1 crédito, a un florvlcio gubernamental y
no comercial" y agrega que "dichos buques no serán objeto de embargos, capturas o detenciones por oualquisi'
auto Judicial, ni de ninguna otra acción judicial ’ín rom". Por au parte, el artículo 85 del Tratado do Navega
ción Comercial Internacional reconoce la inmunidad do los 'buquoa do guerra, do yaohts, da aeronaves, do
buques hospitales, do vigilancia, de policía, do sanidad, de avituallamiento, do obras pdblioas y loa demás de
propiedad del Estado o explotados por dato y que están afectados, en el momento del nacimiento del crédito, a
un servicio público ajeno al comercio”.
7 El artículo 65 do este Convenio dispone: "Nada de lo dispuesto en el Artículo 64 se interpretará como deroga
torio do las leyes vigentes on oualquior Estado Contratante relativas a la inmunidad en materia de qjecución
de dicho Estado o do otro Estado extranjero”. Al respeoto, ver Graciarena, Carolina, La inmunidad di teli
ción del Sitado frinti a loa laudos del ClADl, Lexis Noxis, Buenos Aires, 2007.
8 Artículos 28(3) y 32.
9 Artículo 8(c).
10 Artículo 22(3).
726
CAPÍTULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS EXTRANJEROS
r'
|; 3«1* Convención Europea sobre Inmunidad de los Estados (1972)
El primer tratado multilateral, adoptado en 1972 en el ámbito regional europeo pór:jo¿£
auspicios del Consejo de Europa, es la Convención Europea sobre Inmunidad de los Estados11,
O; -en adelante, la Convención Europea-, la cual se encuentra en vigor desde 1976 con escasas’‘
ratificaciones (tan solo 8 Estados son partes). No intenta codificar normas existentes, sino es-’
tablecer un compromiso para generar reglas comunes entre los Estados parte13. Establece un¿
B-..
solución intermedia en un momento en que algunos Estados miembros del Consqjo de Europa^.
regían por la clásica teoría de inmunidad absoluta, mientras que otros, por la moderna ¿ed-':‘'?
ría restringida18.
La Convención Europea recepta la teoría de la inmunidad restrictiva. Establece un prin-
- i cipio general y varias excepciones, la mayoría de las cuales se basan en la distinción entre
ft$M_actoa de imperio y actos de geBtión. La inmunidad de jurisdicción y las excepciones no se ex-
tienden a la inmunidad de ejecución de fallos, que se mantiene absoluta. Si bien establece que
los Estados contratantes deben dar efecto a los fallos pronunciados contra ellos conforme a esa
! Convención, también dispone que no 6e puede proceder a la adopción de medidas de ejecución o
|& preventivas contra la propiedad de ese Estado en el territorio de otro, a menos que ese Estado
-haya consentido expresamente por escrito. Solo es posible la ejecución contra un bien utilizado
¿ para una actividad comercial o industrial en las disposiciones optativas de la Convención14.
6% La Convención Europea tiene un capítulo opcional que permito que los Estados que lo
deseen apliquen entre ellos un régimen aún más restringido de inmunidad de jurisdicción y *5
-
de ejecuciónlfl. Además, tiene un Protocolo Adicional (de la misma fecha18 que la Convención)
■ /sobre solución de disputas, que establece un Tribunal Europeo para resolver disputas sobre
¡‘••«i
- - la Convención, el cual se constituyó en 1985lT. Solo seÍ6 Estados son partes (entró en vigor en
^•1985).
ib-,
ggS^-M Adoptada en Baeilea el 16/06/1972.
if.AV ’ 13 Hafner. Gorhard; Xohen, Mercólo y Breau, Suean (eds.), State Practica Rsgarding State Immunltús, Nijhofr,
W. Uta/taton. 2000, p. «tí
¿fe1. 18 O'Kpafo, hosor. '‘EuropefrA Qwwentfon on State Imaantty OfflP (8000), en Max Ptenoh KnoyGlopadi» of
T: ’ Mlie In^notiona! Láui, hUpiZ/ww^mpopIlomB, p4ri* 0.
? i; . • 14 Sií lea artfoulos 1 s 10 se enousntran h regla y tas oxéepBlerws a ta ifimunldad de jufífidicsión. En al artículo
38 is ostablooo la regla <ta Inmunidad do «locución, salvo renunols escrita, y on el 90 as dispone la excepción
a dicha regla.
•SSfc •18 Artículos 24 y 2fl.
•/, tadoi y sus bionoo. Su compatibilidad oon el régimen argentino", Revista Electrónica de Estudios Internado-
nales, n.” 10 (20051 p. 2 (http://www.reoi.org). Ver también Hafner, Oerhard, "United Nattons Conventlon on
Juriadictional Immunitice of States and Thair Property (2004)’ (2013), en Max Planck Enciclopedia ofPublic'
•’ International Lau>, http://www.mpopil.com.
'•'rí-'t'. ■ 20 Resolución A/RES/59/38 de la Asamblea Qonorol. 01/12/2004.
A? 21 United Nations Treaty Collections, estatus al 25/08/2014, disponible en httj>a://troaties.un.org.
Eeta Convención contiene normas más sencillas que la Convención Europea, aunque las
principales disposiciones son similares08, Si bien establece que no afecta las relaciones entro
los Estados parte do la Convención Europea, se estima que, a la entrada on vigor de la Con*
vención de 2004, los Estados parte de la Convención Europea se retirarían do este instrumento
regional (hubo dos encuentros informales en el 2006 en los que habrían convenido esto)04,
- participación del Estado extranjero en el proceso seguido en el otro Estado (por propia
incoación o intervención en el fondo)31;
- reconvención presentada por el Estado extranjero en el proceso seguido en el otro
Estado82.
En la tercera parte de la Convención se mencionan los procesos en los que no se puede
hacer valer la inmunidad8’, entre los cuales se encuentran:
- transacciones mercantiles;
- contratos de trabajo;
- lesiones a las personas y daños a los bienes;
- bienes inmuebles;
- sucesión, donación;
- propiedad intelectual e industrial;
- buques de propiedad de un Estado o explotados por un Estado;
- convenio arbitral.
En la cuarta parte se regulan las medidas coercitivas contra bienes, lo cual tiene que ver
con la inmunidad de ejecución. Si bien la Convención de 2004 parte de lo establecido en el Pro* 24 25 * 27
as Haíher, Gerhard; Kohen, Marcelo, Breau, Suaan (eds.), op. cit., p. xil.
24 O'Keefe, Roger, op. cít, párr. 23.
25 Convención de 2004, artículo 1.
20 Ibíd., artículo 3.
27 Ibíd., artículo 2.
28 Nótese la inclinación de !a Convención a considerar la naturaleza de la operación más que la finalidad en la
discusión sobro transacción mercantil o comercial al establecer, en au artículo 2(2), que “Para determinar si
un contrato o transacción es una 'transacción mercantil’ según lo dispuesto en el apartado c) del párrafo 1, se
atenderá principalmente a la naturaleza del contrato o de la transacción, pero se tendrá en cuenta también
su finalidad si así lo acuerdan lae partee en el contrato o la transacción o si, en la práctica del Estado quo es
parto en uno u otra, tal finalidad es pertinente para la determinación del carácter no mercantil del contrato
o de la transacción".
29 Convención de 2004, artículo 5.
30 Ibíd., artículo 7.
31 Ibíd., artículo 8.
32 Ibíd., artículo 9.
33 Ibíd., artículos 10 a 17.
728
CAPÍTULO 37 • LAS INMUNIDADES DE LOS ESTAOOá EXTRAÑAROS
' yerto de la GDI, le introduce algunas variantes. Hace una distinción entre: medidas coercitivas
anteriores al fallo** y medidas coercitivas posteriores al fallo*5.
Las medidas coercitiva» anteriores al fallo tienen como objetivo “preservar . ----------d¿
el objeto UD
litigio, o asegurarse quo al finalizar ol proceso judicial el demandado todavía posea bienes
B '
para satisfacer una eventual...................................................................................................
condena”, mientras que las medidas posteriores aí fallo buscan
"sortear la resistencia de la parte vencida, en caso [de] que no se avenga al cumplimiento vo
luntario de sus obligaciones"3’. a -4.
En ambos casos, la ~ Convención establece que no se podrán .
. . tomar ...
medidas 1
coercitivas' ••.íMi
o embaroo
(como embargo v ejecución) contra bienes de un Estado en un nmceuo
y elocución) proceso anta
ante otro RataAn
Estado, salvo
w
1) que el Estado haya consentido expresamente en la adopción de tales medidas (por
un tratado; en el acuerdo de arbitraje contendido en un contrato; por una declaración
ante ol tribunal o comunicación escrita entre las partes), o
íW
cS'':
Sin embargo, cuando se trata de medidas posteriores al fallo, se agrega un tercer su
puesto: cuando los bienes se utilizan específicamente para fines comerciales y se encuentran
en el territorio del Estado del foro37. Pero solo proceden contra bienes que tengan un nexo con
w
la entidad contra la cual se ha incoado el proceso33.
En el artículo 20 de la Convención de 2004 se aclara que el consentimiento para la juris
dicción no implica consentimiento para adoptar medidas coercitivas.
Por último, hay ciertas categorías de bienes especiales -enunciados en el artículo 21- que
ee consideran destinados a fines no comerciales:
- bieneB o cuentas bancarias utilizados para el desempeño de funciones en misiones
diplomáticas;
- bieneB de carácter militar o para fines militares;
- bienes del banco central u otra autoridad monetaria del Estado;
Laborías, Alexis R.» "El car\je de deuda 2010 y la inmunidad de ejecución del Estado", en elDial.com, DC1494,
22/10/2010, § 3.
37 Se ha señalado que “Detrás de esta excepción ee encuentra la tradicional distinción entre actos iure impertí
1 y actos iure gesiionie del Estado"; Carrera Hernández, Jesús, "La inmunidad de ejecución da les Estados en
la Convención de Naciones Unidas sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de sus bienes",
Marcelo y Breau, Susan (eds.), op. cit.', Bankas, Ernest, The State immttnity controveray in International laio,
Springer, Berlín, 2005.
729
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
a) Renuncia
40 Tht Bchooncr Exchange v. McFaddon, Suprema Corto do Estados Unido», 24/02/1812. La Corto Suprema
do Eetados Unidos estableció on asa caso quo loa buques da guerra que ingresan a un puerto do otro Estado
no pueden ser sometidos a la Jurisdicción de eso otro Estado. Ello teniendo en cuenta quo Estados Unido» y
Franela mantenían una relación de pao y amistad.
42 Stolnhardt, Ralph, "United State» Foreign Sovsrolgn Immlinities Act (1878)° (2010), on Max Planek Bneyclo-
pedia of Public International Lau>, http://www.mpopll.com, párr. 4.
43 Ibld., pdrr. 6.
44 FSIA, articulo 1604.
45 Ibld., articulo 1609.
46 Ibld., artículo 1608(a)(l>.
47 Ibld., artículo 1610(a)(l).
48 Ibld., artículo 1610(b)(l>.
CAPÍTULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS EXTRANJEROS
Se considera órgano o instrumento del Estado a cualquier entidad que: 1) Bea una per- .
eona legal separada del Estado; 2) sea un órgano o subdivisión política o entidad propiedad del "-
Estado extranjero (accionista mayoritario), y 3) no sea un ciudadano de los EE. UU. ni creada '•
bajo las leyes de un tercer Estado4’.
b)Otras excepciones .
- Actividad comercial llevada a cabo en los EE. UU. o un acto efectuado en los EE. UU..:
en conexión con una actividad comercial en otro lugar, o un acto en conexión con una :
actividad comercial de un Estado extranjero en otro lugar que cause un efecto directo
en los EE. UU.“. La propiedad fue utilizada para la actividad comercial sobre la que ’
versa el conflicto61. El carácter comercial se determina en función de la naturaleza del
acto (más que de su fin).
- Cuando esté en juego una propiedad tomada en violación del derecho internacional5’.
- Derechos de propiedad en los EE. UU. adquiridos por sucesión o donación o derechos
sobre propiedad inmueble situada en los EE. UU.63.
- Reclamo pecuniario contra un Estado extranjero por daños personales o muerte, pér
dida de propiedad, ocurrida en los EE. UU. y causada por un acto ilícito u omisión del
Estado extranjero54
49. ** 51 52 53
- Acción para ejecutar un acuerdo hecho por un Estado extranjero para beneficio de
una parte privada en someterse a arbitraje66.
- Reclamo pecuniario contra un Estado extranjero por daños personales o muerte cau
sada por acto de tortura, ejecución extrajudicial, sabotaje en aeronaves, toma de re
henes o provisión de ayuda material o recursos, si el Estado extranjero es designado
como un Estado que patrocina el terrorismo de acuerdo con leyes de EE. UU. (especí
ficamente referidas en esta ley)56. 57 * *
- Acción de almirantazgo para ejecutar un embargo marítimo contra un buque o carga
mento de un Estado extranjero cuyo embargo se base en una actividad comercial del
Estado extranjero6’.
- Reconvención6’.
■ - Propiedad del banco central o la autoridad monetaria y propiedad militar o cuyo uso o
intención de uso está vinculado a actividades militares y es de carácter militar o está
bajo el control de la autoridad militar o agencia de defensa5’.
Lb. Alien Tbrt Statute (en adelante, ATS) es tina ley que data do 1789, la cual otorga ju
tualmonte queda habilitada para litigios entre ciudadanos (o corporaciones) extranjeros y por
delitos que no existían al momento de la adopción de la ley Incluso se ha extendido a daños al
medio ambiente y violación de los derechos de los trabajadores81.
Dos casos emblemáticos son Filartiga c. Peña Irala (1980)” y Sosa c. Álvarez Machaln
(2004)“. El primero trata de una acción contra un policía de nacionalidad paraguaya por tortu
ras y otros actos cometidos en Paraguay. Allí se determinó que la ley debía ser interpretada a la
luz del derecho internacional actual y la tortura estaba prohibida por una norma consuetudina
ria internacional. Las cortes de EE. LHJ., en virtud de la ATS, tenían jurisdicción sin importar el
lugar donde los hechos se hubiesen cometido. En el segundo, la Suprema Corte limitó el alcance
de la ATS diciendo que no era una ley que generara responsabilidad, sino que trataba la cuestión
de la jurisdicción de las cortes de EE. UU. cuando se trate de delitos que acarrean una responsa
bilidad personal por violaciones al derecho internacional (entre los que no encuadraba el arresto
arbitrario de Alvarez Machaín).
Como veremos más abajo, en el caso Amerado se estableció que esta ley no era una alter
nativa para demandar a los Estados ante las cortes federales, ya que solo se podía demandar
bajo la ATS si el asunto no caía dentro de algunas de las excepciones contenidas en la FSIA.
De acuerdo con la jurisprudencia, los funcionarlos oficiales que actúan legalmente están
protegidos por la FSIA, pero esta última ley no es un obstáculo a la ATS cuando el funcionario
cometió actos ilegales o ultra vires, tales como violaciones a los derechos humanos84.
4.1.2. Jurisprudencia estadounidense
4.1.2.1. CoBoHercaire (EE.UU., 1986 y 1987)
Se trata de un caso contra la República Argentina que tuvo varias instancias ante tribu
nales de los EE. UU.
En el procedimiento principal, la empresa demandante reclamaba un pago por la venta de
repuestos de aviones de guerra a la Argentina con motivo de la guerra por las Islas Malvinas.
La Argentina reconvino (aduciendo que había pagado la mercadería pero no le había llegado
debido al embargo de los EE. UU. por la guerra con el Reino Unido) y renunció a su inmunidad
soberana. El fallo fue en contra del Estado85. El juez consideró que la empresa le había dado a
la Argentina una carta de crédito a cuenta de futuras compras por el dinero pagado. Sin em
bargo, había podido embarcar algunas partes de esa mercadería antes de la emíBión de la carta
de crédito y reclamaba por ese pago. La Argentina sostuvo que no había pagado esas partes
porque tenía la carta de crédito a éu favor, pero el juez entendió que no se podía imputar ese
monto a “compras Alturas*.
Mientras un avión de la compañía Aerolíneas Argentinas -que en ese momento era una
compañía estatal- se encontraba en el aeropuerto de Miami, la empresa demandante requirió
su embargo para ejecutar la sentencia contra la República Argentina. Sin embargo, la activi
dad comercial que había originado el procedimiento principal -y la posterior condena- nada
tenía que ver con la aerolínea.
En 1986, la Corte del Distrito de Florida ordenó el embargo para ejecutar el pago8*. Consi
deró que la Argentina había renunciado a su inmunidad al reconvenir y que la propiedad de la
República Argentina en los EE. UU. (o que fuera un “instrumento” de la Argentina) comprome
tida en actividad comercial no era inmune a la jurisdicción, conforme a la FSIA. La Argentina
sostuvo que no había renunciado a su inmunidad de ejecución, sino solo a la de jurisdicción, y61 62 63 64 65
Cortes Federales de los Estados Unidos de América", en Temas de Derecho Internacional en homenaje a Frida
M. Pfirter de Armas Barea, Vinuesa, Raúl (ed.), Fundación del Centro de Estudios Internacionales de Buenos
Aires» Buenos Aires, 1989, pp. 99-126.
65 Este fallo fue dictado el 26/02/1986.
66 Hercaire Intem., Inc. c. Argentina (N"83-6432-CIV), Corte de Distrito de Florida, División Miami, 07/05/1986.
732
'•.VJJSs
citó al respecto el caso Letelier c. Chile”. Sin embargo, la Corté consideró que la República¿O
mi
gentina había renunciado implícitamente al reconvenir y que, para renunciar a la inmunidad"
de jurisdicción y mantener la de ejecución, se debía declarar esto expresamente (cobb que no
pv había hecho); -w
se se
contrario, o
de lo WXAWC4XV, interpretaba
« 4»4^4H*Ov«m« Hque
Uc «auxu renuncia
había 4 implícita
Ouiuiuia Mupjiw am
wt tt inmunidad ; • \
la inmunidad,
A.A
tanto para ol Estado como para sus órganos e instrumentos. Aunque —-V_____ AArgentinas
Aerolíneas ______.. ’
hubiera renunciado a a su inmunidad, m >m>* 1.
como A —¿J—— i-_
la Argentina t_ -1
tenía el ’Aa n
100 J_. i.._
% de _
las acciones de «•;. ‘í^í'CWa
• ésa
empresa, estaba enjuego la presunción de que no era una entidad separada del Estado. Según
■ el tribunal, la Argentina tenía el poder y el control de sus órganos, lo que implicaba que eran su •;
alter ego. En efecto, los órganos e instrumentos de los Estados extranjeros son reconocidos b^joX iw
la FSIA como parte dol Estado. Finalmente, la Corte estimó que no se aplicaba la Convención
de Ginebra de 1948 sobre reconocimiento de derechos de aeronaves porque dicho tratado no
se aplica a los embargos de aeronaves. Por lo tanto, ol juez denegó la moción de la Argentina y W
concluyó que los demandantes podían ejecutar la orden de embargo67
68.69
La Argentina presentó
un recurso contra este fallo.
En 1987, la Corte de Apelaciones de Florida reafirmó el fallo de fondo, sobre responsabi
lidad contractual de la Argentina vinculada a la operación comercial, pero revocó el fallo sobre
el embargo89. La Corte consideró que no había prueba de un control extensivo por parte de la
Argentina en Aerolíneas Argentinas, ni había-presunción de que Riera un medio para cometer
fraude (estas serían las dos razones para negarle el estatus jurídico separado del Estado). Ade
más, los bienes de la aerolínea no tenían ninguna relación con la transacción comercial que
había originado el reclamo. Según el tribunal, habría sido manifiestamente injusto el embargo
de los bienes de la Aerolínea70. 71
El caso sometido ante los tribunales federales de los Estados Unidos se originó cuando
el buque Hércules (propiedad de Amerada, una compañía liberiana que transportaba petróleo
crudo desde AJaska -donde se extraía- hasta la refinería ubicada en las islas Vírgenes, pa
sando por el cabo de Hornos) fue atacado en alta mar por la Fuerza Aérea Argentina durante
la guerra de las Malvinas.
La demandante invocó la ATS por tratarse de un delito contra el derecho internacional
(también la jurisdicción universal, por tratarse de una cuestión de Almirantazgo).
La Corte de Distrito desestimó el reclamo en aplicación de la FSIA por ser un reclamo
contra un Estado extranjero que gozaba de inmunidad en virtud de esa ley. Pero la Corte de
Apelaciones revocó este pronunciamiento y estableció la jurisdicción de las cortes federales en
este caso sobre la base de la ATS (por cometerse un delito contra el derecho internacional -ata
car a un buque neutral en aguas internacionales-)7’. La Corte entendió que la ATS otorgaba
jurisdicción más allá de la FSIA y que esta última se refería más a cuestiones comerciales.
67 Isabel Morel De Letelier el al. c. República de Chile y Linea Aérea Nacional-Chile (N* 83-9048), Corte de
Apelaciones de Estados Unidos, 2? Circuito, 20/11/1984. En dicho caso, el tribunal consideró que la FSIA no
permitía la ejecución de los bienes de la aerolínea nacional chilena LAN. Aclaró que. incluso si LAN y Chile
fueran alter egos, el Congreso -al sancionar la ley- no había dispuesto la ejecución contra bienes dol Estado
extranjero en las circunstancias de oso caso, sino la ejocución de bienes usados en actividad comercial sobre
la que el reclamo se basaba. Por lo tanto, un acto de terrorismo político no era la clase de actividad comercial
que el Congreso había contemplado. La demanda de Letelier en las cortos .de los EE. UU. buscaba responsa
bilizar a Chile por el atentado con explosivos cometido en septiembre de 1976, en Washington, D.C., contra
Orlando Letelier -el entonces embajador chileno en los EE.UU.-, que resultó en el asesinato del mencionado,
así como de la esposa do su asistente. El hecho fue atribuido a personas que trabajaban para la inteligencia
chilena.
68 Hercaire Intern., Inc. c. Argentina (N° 83-6432), Corte de Distrito de Florida, División Miami, 07/05/1986.
69 Hercaire Intern., Inc. c. Argentina y Aerolíneas Argentinas (N° 86-6264, 86-5317), Corte de Apelaciones de
Estados Unidos, 11? Circuito, 14/07/1987.
70 Ibíd., parág. 59. * . , *
71 Argentina c. Amerada Hess Shipping Corp. y otros.. Suprema Corte de Estados Unidos, 23/01/1989.
733
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
72 ibid.
73 The Phllipplne Admlral (Phllipplne Admlral (OwnenU AppellanU c. Wailom Shipping (Hong Kong) Ltd y otra
11877) A.C. 378. Al «ferino a alto cambio do posición, ol tribuno! on el cato Phlllpplnt Admlral
tt refirió a la
carta Teto,
74 Trendtec Tradlng Cnrp c. Tht Central Bank ofNigeria (1977) QB 529 (CA).
75 Intpro Propertiee (U. KJ Lid. o. Sauvel, 11983) 1Q. B. 1019.
734
CAPITULO 37 ■ L»S INMUNIDADES DE LOS ESTADOS ÉXTRAMJEffos'■'
A. diplomática, Bino para la residencia de uno de sus agentes diplomáticos en el Reino Úníái^^®
J;. En jurisprudencia posterior, la Higk Court determinó la inmunidad de la misión y de la®®
•í' residencia privada o propiedad de un agente diplomático (Ahmed c. Arabia Saudita, 1989®W
y 1995).
6?;' En Alcom c. Colombia (1984)”, la Cámara de los Lores sostuvo que la ley de inmunidad’de
1978 debía interpretarse de acuerdo con el derecho internacional consuetudinario. Según este;3*1
ÍA.- último, la cuenta bancaria de una misión diplomática usada para pagar gastos de la misión?’.vtí
gozaba de inmunidad de ejecución en el Estado receptor. Pero, si un cuenta bancaria de la '
S embajada era usada solamente (salvo excepciones mínimas) para transacciones comerciales
no gozaba de inmunidad de ejecución. (•'
=& En el caso Littrell c. EE. UU. (1993)”, se determinó que la ley de inmunidad no se aplicaba
a los actos de las fuerzas armadas de un Estado extranjero (los cuales se regían por el common •
law). Así, el estándar del cuidado médico que un Estado extranjero otorgaba a las personas a
A su servicio era una cuestión bajo su autoridad soberana (acto de imperio).
En Al-Adsani c. Kuwait (1996)”, se afirmó que el Estado extranjero gozaba de inmunidad
en relación con un reclamo civil por tortura cometido fuera del Reino Unido O03 actos habían
gj.. sido cometidos en Kuwait). La excepción solo se aplicaba si los actos se cometían dentro del
fe territorio del foro. No había una excepción general de inmunidad respecto de actos de tortura.
M?'' ji otras violaciones del derecho internacional.
En el caso Holland c. Lampen-Wolfe (2000)™, la Cámara de los Lores sostuvo que la cues-i
(¡i>; tión respecto de la educación que un Estado otorgaba al personal a su servicio caía bajo su
• autoridad soberana (acto de imperio); sin embargo, el contrato con un civil del Estado que
enviaba para enseñar a los miembros de una baso militar del Estado en el territorio del Reino
íí: Unido era una cuestión excluida de la ley sobre inmunidad (en consecuencia, se regía por el ..
A A. commonlaw).
Por último, en el caso Jones c. Ministerio del Interior de Arabia Saudita (2006)*, la Cá-
mara de los Lores tuvo que decidir respecto de una acción civil contra el Ministerio del Inte-
¡fA, rior de Arabia Saudita por violaciones de normas imperativas del derecho internacional, como
. actos do tortura y encarcelamiento ilegítimo en una prisión de Arabia. Este Estado reclamaba .
•fe inmunidad de jurisdicción tanto para sí como para sus oficiales. La Corte de Apelaciones hizo
lugar a la inmunidad del Estado, pero no de sus oficíalos, La Cámara da los Lores se mostró de •
acuerdo con Arabia Saudita. Al igual que en los casos Al-Adsani y Pinoohet, la Convonoión de fe
fe las Naolonos Unidas contra la Tortura (1984) no podía implicar la pérdida de la inmunidad del
B? Estado. Tampoco había prueba de la existencia de una obligación respecto dol establecimiento
fe de la jurisdicción universal frente a violaciones de jus cogeos, puesto que aquí los actos se ha-
•(fe bían cometido fuera del territorio del Reino Unido (la Convención contra la Tortura se refiere
al establecimiento de la jurisdicción penal y esta era una acción civil). La ley de inmunidad, x
cuando se refería a esta excepción, no hacía distinción entre la inmunidad del Estado y la de ■.
loa funcionarios, sino que les daba el mismo tratamiento, puesto que los funcionarios actuaban
fe como en función oficial. Se hacía la distinción entre la prohibición de la tortura como regla
¿i ? sustantiva y la aplicación del procedimiento de inmunidad como un aspecto procesal. En este
aS; caso se observa la tortura como un acto oficial del Estado.
735
LECCIONES Pe DERECHO INTEPJJACÍOKAL PÚBLICO
Sin embargo, el Poder Ejecutivo puede declarar con respecto a un país determinado
la falta de reciprocidad a los efectos consignados en esta disposición, por decreto debi
damente fondado. En este caso, el Estado extranjero con respecto al cual so ha hecho
tal declaración queda sometido a la jurisdicción argentina. Si la declaración dol Poder
Ejecutivo limita la falta de reciprocidad a determinados aspectos, la sumisión del país
extranjero a la jurisdicción argentina se limitará también a los mismos aspectos. El
Poder Ejecutivo declarará el establecimiento de la reciprocidad cuando el país extran
jero modifique sus normas al efecto.
81 Gran parto del desarrollo y conclusiones de esta sección fue tomado do González Napolitano, Silvina, "Evo
lución de la jurisprudencia argentina en materia de inmunidad de jurisdicción de los Estados extranjeros",
Revitta Jurídica de Bueno) Aires - 2012, Derecho internacional Público, Gutiérrez Posse, Hortensia (coord.)
(2013), pp. 81-121.
82 Ley 24.488, sancionada el 31/05/1995 y promulgada parcialmente ol 22/08/1996 (B.0.28/06/1995).
83 Ley 26.961, sancionada el 06/08/2014 y promulgada el 07/08/2014 (B.0.08/08/2014).
84 Decreto-Ley 1286/58,04/0?/1958 (B.0.07/02/1958), ratificado por Ley 14.467 (B.0.29/09/1968).
85 Ver Decreto-Ley 9015/63, 09/10/1963 (B.O. 24/10/1963), ratificado por Ley 16.478 (B.O. 30/09/1964).
736
CAPITULO 37 ■ LAS INMUMIDAOES DE LOS ESTADO^' EXIRANMs
89 Boggiano, Antonio, Derecho Internacional Privado, 1.1, Abeledo Perrot, Bueno» Aíre», 1991, p. 332.
87 Goldschmidt, Wornor, Derecho Internacional Privado, Depalma, Buenos Aire», 2.' edic.. 1974, pp. 403, 500 y
88 Ibíd., p. 501.
89 Decreto ministerial del 18/05/1960, Gazzeta Ufílciale, 1.101, n.' 121,1.* parte, p. 1827 (disponible en http/Z
www.gaz2ettaufficiale.it ). Por medio de este decreto se declara la oxlatencla de reciprocidad entre Italia y la
República Argentina.
90 Goldechmidt, Werner, op. cit., p. 604.
91 Ibíd., pp. 505-506. " ,
92 Ibíd., p. 506.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
08 El artículo 1 dispone: "Los Estados extranjeros son inmunes a la jurisdicción de los tribunales argentinos, en
los términos y condiciones establsoidos en esta ley”.
94 El artículo 2 establece: "Los Estados extranjeros no podrán invocar inmunidad de jurisdicción en los siguian*
tu casos.*
a) Cuando consientan expros»monto a través de un tratado internacional, de un contrato escrito o de una
declaración en un caso determinado, que lo» tribunales argentinos portan jurisdicción sobre elloe;
b) Cuando fuere objeto de una reconvención directamente ligada o la demanda principal quo el Estado extran
jero hubiera iniciado;
o) Cuando la demanda versero sobre una actividad comercial o Industrial llevada a cabo por el Estado extran
jero y la jurisdicción do ios tribunales argentinos surgiere del contrato Invocado o del derecho Internacional;
d) Cuando fueron demandados por cuestiones laborales, por nacionales argentinos o residontos en el pala,
derivadas de oontratos celebrados en la República Argentina o en al exterior y que causaren afectos en ol
territorio nacional;
e) Cuando ftioren demandados por daños y perjuicios derivados de delitos o cuasidelitos cometidos en el terri
torio;
f) Cuando so tratare de acciones sobre biones inmuebles que so oncuontron en territorio nacional;
g) Cuando so tratare do acciones basadas on la calidad del Estado extronjoro como heredero o logatario do
bienes quo se encuentren on ol territorio nacional;
h) Cuando, habiendo acordado por esorito someter a arbitrio todo litigio relacionado con una transacción
mercantil, preten diore Invocar la Inmunidad do jurisdicción do los tribunales argontinos en un procedimiento
relativo a la valides o la interpretación del convenio arbitral, del procedimiento arbitral o referida a la anula
ción del laudo, a menos quo ol convenio arbitral disponga lo contrario".
95 Dooroto 849/95, 22/06/1995 (B.O. 28/08/1995).
738
CAPITULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS ÉXTRANJEÍOS
Esta disposición se incluyó en la ley con posterioridad al Jaso Siderman que tramitó ení'.>
jurisdicción de los Estados Unidos9®. Entre los motivos esgrimidos por el PEN al promulgar el i''
resto de la ley, se hace referencia a que el artículo 3 era contrario a lo dispuesto por ol artículo i«
46(l)(a) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la cual exige el agotamiento',' $
de los recursos internos para la admisión de una petición por parte de la Comisión Interame-' "í
picana de Derechos Humanos. Se aclaró, incluso, que la Comisión había sostenido reiterada- ■/:
mente que era preciso, antes de acudir a iln organismo o tribunal internacional, “utilizar los
recursos disponibles en el derecho interno que sean de tal naturaleza a suministrar un medió , \
eficaz y suficiente de reparar la queja que constituye el objeto de la acción internacional, qué'
según resulta de la letra y del espíritu del proyecto de ley sancionado se distingue entre actos: .
de imperio de los Estados y actos de gestión administrativa, constituyendo las violaciones ’a los
derechos humanos, por lo general, actos de imperio”. Otro argumento era que las convenciones
contra el genocidio y contra la tortura -con jerarquía constitucional en la Argentina- regu
laban “delitos que pueden dar lugar a responsabilidad civil, por lo que parece improcedente
denegar el acceso a la justicia para demandar respecto de tales supuestos”.
Consideramos erróneos estos fundamentos por cuanto los individuos afectados por viola
ciones a los derechos humanos deben agotar los recursos internos en la jurisdicción del Estado
extranjero que les ha causado los perjuicios, y no en la jurisdicción de cualquier otro Estado,
como sería, en este caso, la jurisdicción argentina. Recordemos que la Ley 24.488 regula la
inmunidad de los Estados extranjeros cuando son demandados ante los tribunales argentinos,
lo que presupone que el individuo está demandando en la Argentina al Estado extranjero que
violó sus derechos humanos. No podría afirmarse, entonces, que la jurisdicción argentina sea
la vía apta para que agoten los recursos internos previstos en el artículo 46 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Tampoco parece acertada la afirmación del PEN res
pecto a que las violaciones a los derechos humanos constituyen, por lo general, actoB de impe
rio. Ello sin perjuicio de la cuestionable redacción del artículo 8.
La Ley 24.488 contribuyó a la regulación de la inmunidad de jurisdicción en nuestro país,
aunque dejó varias lagunas. Zuppi señala algunas de ellas, en comparación con otros textos
sobre el tema: no se regulan algunos supuestos de autorización implícita y de revocación de la
inmunidad; Be omiten definiciones sobre cuestiones que generalmente Bon objeto de controver
sia, tales como “actividad comercial"; falta una referencia a los efectos Bobre el territorio argen
tino en la excepción referida a la actividad comercial; no se tratan las actividades comerciales
llevadas a cabo por oficinas, agencias o instituciones vinculadas a un Estado, entre otras97.
Cabe aclarar que el hecho de que la Ley 24.488 contenga un principio general al cual se
le reconozcan varias excepciones no significa: 1) que el principio sentado en el artículo 1 de la
ley sea aplicable a los Estados extranjeros solo por actos de imperio -puesto que existen actos
de gestión que no se encuentran encuadrados en ninguna de las excepciones de la ley, por los
cuales el Estado extranjero podría alegar inmunidad de jurisdicción9*-; 2) que todas las excep
ciones provistos en ol artículo 2 se originen únicamante en actos de gestión".
La rooionte Ley 26.961 establece que, salvo algunas excepciones, "los BancoB Centrales
extranjeros u otras autoridades monetarias extranjeras son inmunes a la jurisdicción de los
Tribunales Argentinos" (art. 1). Asimismo, también en los tribunales argentinos Be reconoce la
inmunidad de ejecución y/o embargo de ios activos de un Banco Central extranjero respecto aSS * * * * * * * *
SS Acerca do esto cae», ver Zuppi, Alberto Luis, "El caso Siderman: volviendo sobre la Inmunidad soberana do
los Estados y ol derecho imperativo od la jurisprudencia nortonmerlcnna-, El Derecho, 1154, pp. 89-188 (so
Incluyo traducción al aspado! de la sentencie del caao Sldtrmart dictada ol 29/05/1992 por 1« Corto do Apela-
dones de loa BE. UU. pare el 9,’ Circuito).
07 Zuppi, Luis Alborto, "La inmunidad jurladlodonsl da los Estados extranjero» arito los trlbunolorargentinos
cualquier medida coercitiva que pudiera afectarlos (art. 2). Ello concuerda con lo establecido en
algunas legislaciones internas y en los principales instrumentos convencionales, mencionados
en este capítulo.
La propia ley se ocupa de definir “autoridad monetaria extranjera", entendiendo por tal
"a los organismos gubernamentales extranjeros encargados de diseñar, estudiar, qjecutar y
adoptar las medidas crediticias y cambiarías necesarias para la regulación de la circulación
monetaria y liquidez del mercado cambiarlo y financiero como así también velar por el normal
funcionamiento de los pagos internos y externos de la economía, custodiando la estabilidad del
valor do la moneda” (art. 2).
demanda principal; y
O Cuando la demanda versare sobre una actividad ajena a sue funciones propias y la
jurisdicción de los Tribunales Argentinos surgiere del contrato invocado o del derecho
internacional.
100 En el caso Rolddn c/ Embajador de la República de Vietnam del Sur, la Cámara Nacional del Trabajo, en un
caso relativo a un contrato laboral, soatuvo quo debía revocarse la decisión de prlmora instancia y asumir
el juez la plenitud de su jurisdicción, dándole inmediato traslado de la demanda a la Emboada do Vietnam
del 8ur. La Cámara manifestó:"!...) no está en tela de juicio el cumplimiento do la misión diplomática, sino el
cumplimiento de deberes emergentes de contratos que a su ves cuentan con regulación aflamada por normas
revestidas de orden público. Si se reconociese privilegio a la emboada aquí domandada para que la acción
quedase supeditada n lo quo decida el Gobierno que la envió o que debiese recurrir el actor a los tribunales de
la lejana Nación representada, tal modo de obrar importaría una cuasi negativa a un ciudadano argentino de
gozar de la tutela de las leyes de su propio país, que además resguardan su prestación laboral". En definitiva,
no era posible reconocer inmunidad porque on este caso no estaba comprometido el interés internacional ni el
prestigio del país que envió la Emboada. Además, señaló la Cámara: “!..) no puede sentirse menoscabada la
República de Vietnam del Sur. porque su embajada sea llamada ajuicio y sometida a la jurisdicción laboral,
cuando con ello sólo se persigue dar acabado cumplimiento a dorechos humanos, que dicho país reconoce a
sus nacionales en análogas circunstancias". Roldán, Segundo Blas c/ Embajador de la República de Vietnam
del Sur Cobro de Pesos, Cámara Nacional del Trabajo, Sala IV, 24 do octubre do 1974, La
Ley, t. 1975-B, p.
628.
740
CAPITULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS EXTRAÑAROS
naturaleza de los actos por ellos realizados que fueran cuestionados ante la Justicia arge
por los particulares demandantes. Sin embargo, a partir de 1994, no solo quedó consá¿’
la teoría de la inmunidad “relativa" como norma consuetudinaria de aplicación partí núes
país, sino que se confirman ciertas reglas para resolver problemas que se plantean en tornó
instituto de la inmunidad de jurisdicción.
A partir de la sanción y promulgación de la Ley 24.488, la Corte Suprema ha tenidoS
oportunidad de interpretar varios de los'supuestos contemplados en el artículo 2, definís
i su alosase y aplicándolos o desechándolos en las situaciones concretas que se le presentaré)
No obstante, la Corte so ha negado a aplicar los supuestos de la ley por analogía a’— ' '‘
inmunidad de jurisdicción de las organizaciones internacionales, o a los supuestos en que
Estado extranjero alegaba inmunidad de ejecución respecto de determinados bienes.
En cuanto a la primera etapa, en que la Corte Suprema aplica la inmunidad de jurís\
dicción de manera absoluta, encontramos una perlita: el caso Romay c. Royal CommiesioniíSfá
on wheat supplies (1921)1”, en el cual una persona de nacionalidad española demandaba ¿
una agencia del Gobierno inglés por rescisión de contrato e indemnización. Como el actor
era español, la Corte Suprema entendió que no correspondía la jurisdicción federal, excluida
para pleitos entre dos partes extranjeras. La jurisdicción federal solo correspondía cuando
un extranjero litigaba con ciudadanos argentinos. Sin embargo, al margen de eso, la Corte
puntualizó “que ha quedado reconocido el carácter de personajurídica extranjera de la deman- V'-w/sj
dada y, con ella, su capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, lo que importa '
que puede ser llevada a juicio por acciones civiles y que Bea o no departamento oficial de los
gobiernos extranjeros para la adquisición de trigo argentino, es secundario, desde que obra no
en el carácter de Estado 'jure impertí'en ejercicio de su soberanía política, sino de Estado 'jure
gestionis' en ejercicio de su carácter administrativo’’1'’2. Como puede observarse, ya en 1921 la
Corte Suprema se refiere a la distinción entre actos de imperio y actos de gestión en relación
con la inmunidad de jurisdicción de un Estado.
En el caso ¡barray Cia.c. Capitán del Vapor Español ¡bal (Gobierno de España) (1937)1M,
se determinó que, si bien los incisos 9 y 10 del artículo 2 de la Ley 48, podían ser invocados
para justificar la competencia federal con respecto a la acción reivindicatoría deducida contra
el capitán de un barco, según la Corte Suprema no ocurría lo mismo cuando el autor dirigía
su acción contra el Gobierno de una nación extranjera que, por intermedio de bu embajador,
expresaba que no deseaba ser sometido a la jurisdicción de los tribunales de la República.
En los casos Gómez, Samuel c. Embajada británica10* y López, Elsa c. Francia 1M -resuel
tos el mismo día-, la CSJN rechazó las demandas laborales de los demandantes en pos de la
aceptación de la inmunidad absoluta de loe Estados demandados.
El caso Gómez se originó por una acción de despido iniciada por el jardinero de la Emba
jada británica en Buenos Aires. El tribunal de primera instancia requirió el allanamiento del
Gobierno británico a la jurisdicción argentina en aplicación del artículo 24(1) delDecreto-Ley
1285/58. El Reino Unido se negaba y, por ello, no compareció al proceso, invocando inmunidad
de jurisdicción, hecho que fue comunicado a la Justicia por el Ministerio de Relaciones Exte
riores de nuestro país. Aquí uno de los temas de debate era si la inmunidad de jurisdicción
debía invocarse por vía judicial o podía hacerse a través del Poder Ejecutivo de la Nación. Sin
embargo, el tribunal decidió llevar adelante la causa siguiendo el criterio sentado en el caso
Roldán. La CSJN hizo lugar ala inmunidad de jurisdicción por entender que no Be habían apli
cado correctamente las disposiciones vigentes ni se había dado cumplimiento a los principios
de derecho internacional, los cuales eran de aplicación prioritaria al caso. Consideró que el De
creto-Ley 1286/58 no autorizaba la distinción respecto de la naturaleza de la cuestión y que era
procedente la vía utilizada por el Reino Unido para hacer valer la inmunidad de jurisdicción.
101 Romay, Aníonio d Royal Commission on Wheat Supplies, 14/11/1921, CSJN Fallos: 135: 259. .
102 Ibíd., consid. 2.
103 Ibarra y Cío. d Capitán del Vapor Español Ibaí (Gobierno de Espafia), 16/071937, CSJN Faltos: 178:178.
104 Gómez, Samuel d Embajada Británica, CSJN, 24/06/1973, CSJN FaHos: 295:176.
105 López, Elsa y otro d Embajada de Francia, CSJN, 24/06/1976, CSJN Fallos: 295:187.
¿
LECCIONES OE OERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Por su parte, el caso López concernía a las acciones originadas contra Francia por el des
pido de dos empleados de limpieza argentinos. La Corte remitió a la solución dada en el caso
anterior (la diferencia es que la Embajada de Francia había contestado subsidiariamente la
demanda por si no prosperaba la excepción de incompetencia planteada).
La Corte aplicó el principio de inmunidad de manera absoluta en causas laborales106 tam
bién en el caso Albornoz c. Consulado de Chile'11''.
El caso Compañía Arenera del Río Liydn’06 se originó por una demanda de daños y perjui
cios entablada por la propietaria y armadora del buque de bandera argentina “Pato Bragado”
contra la República Oriental del Uruguay y el comandante del buque de la Armada de dicho
Estado. La demandante aducía que el buque de su propiedad había sido interceptado, abor
dado, apresado y conducido a puerto uruguayo por el citado buque de guerra del país vecino
mientras se encontraba operando en aguas argentinas del río Uruguay. La Corte Suprema
sostuvo que la doctrina internacional les reconocía a los buques de guerra el carácter de órga
nos del Estado de su pabellón, carácter que no resultaba alterado por el hecho de que la nave
pública se encontrase en aguas nacionales o en aguas territoriales extranjeras, siempre que
estuvieran tripuladas y bajo el mando de un comandante responsable al servicio del Estado,
tesis consagrada en los tratados internacionales invocados por el Estado uruguayo. Asimismo,
se afirmó que la acción del navio de guerra uruguayo aparecía formalmente como un acto de
autoridad o de imperio, que mal podría calificarse de "abordaje”. En cuanto a extender la in
munidad de jurisdicción -que amparaba al Estado extranjero y al buque de guerra- al coman
dante del buque uruguayo, se expresó que se trataba de conceptos inseparables, toda vez que
el Estado extranjero como persona jurídica se valía de las personas físicas para llevar a cabo
hechos y actos correspondientes a él. Por lo tanto, eran los “órganos personas" a través de los
cuales las personas jurídicas estatales expresaban su voluntad:
En cuanto al caso Manauta c. Embajada de la Federación Rusa1", que, como ya adelanta
mos, marca el quiebre de la tesis de la inmunidad absoluta en la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, se trató de una demanda por reclamo de incumplimiento de aportes provisionales,
sindicales y asignaciones familiares que correspondían a empleados de la Oficina de Prensa
de la Embajada rusa. El juez de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal libró oficios
al Ministerio de Relaciones Exteriores a fin de requerir la conformidad de la Federación de
Rusia. Al no contar con un pronunciamiento expreso de aceptación de la competencia, decidió
ordenar un nuevo oficio. La parte actora apeló la decisión. La Cámara de Apelaciones confirmó
la decisión al entender que el silencio ante el requerimiento solo podía ser interpretado como
"negativa tácita". Los actores interpusieron recurso extraordinario. Entendían que el Decreto-
Ley 1285/58 no incluía el término “expreso” al referirse a la conformidad que debían prestar
los Estados extranjeros para ser sometidos ajuicio en nuestro país. Además, sostenían que no
existía inmunidad de jurisdicción por tratarse de ilícitos provisionales y no de cuestiones polí
ticas propias de las delegaciones extranjeras. La Corte Suprema reconoció que, si bion algunos
tribunales inferiores habían resuelto la no aplicación del artículo 24 del Decreto-Ley 1285/58
a las causas laborales, dicha Corte siempre había aplicado el principio de inmunidad en todos
loa caeos, inoluao laborales. Según la Corte, la redacción de este artículo "no conduco necesaria-
monte a la adopción de la teoría olásica o absoluta", aunque “tampoco introduce textualmente
la distinción entro los actos ¡uro imperii y los ture gestionl»"“°, Sin embargo, “a la vista do la
práctica aotuál divergente de los Estados, ya no es poalblo sostener que la inmunidad absoluta
de jurisdicción constituya una norma de derecho internacional general, porque no se practica
106 Ver Foldstoln do Cárdense, Sara y Scotti, Luciana, "Una mirada a la doctrina actual de la Corto Suprema de
Justicio de la Nación en materia do inmunidad do loa Estados extranjeros anta loo tribunales argentinos (con
108 Compañía Arenera del Río Lujin S.A.cl Do Catiro, Frontino y otros el Indemnieaclón, C8JN, 01/09/1092,
CSJN Fallo»: 818:1779.
109 Manauta, Juan Joríyotnt c/ Embijada de la Federación Rusa, CSJN, 22&12/1894, CSJN Fallan 817:1880,
110 Ibld„ consld. 8.
CAPÍTULO 37 - LAS INMUNIDADES PE IOS ESTADOS-EXTRANJEROS
A partir del caso Manauta, en lo que podríamos considerar una segunda etapa, la Corte
aplicó la doctrina judicial allí establecida en varios otros asuntos, así como las excepciones a
te' la inmunidad de jurisdicción consagradas en el artículo 2 de la Ley 24.488, incluso en Erigios
planteados en demandas interpuestas con anterioridad a su entrada en vigor, por entender que
|te' se trata de normas “sobre habilitación de instancia”, las cuales son de aplicación inmediata
(casos Cereales Asunción y Saravia"7),
te.' La Corte Suprema tuvo varias oportunidades de aplicar el artículo 2(d) de la Ley 24.488,
frente a demandas laborales contra Estados extranjeros (Saravia; Vallarino; Silguero Agüero-,
s’ ■: Clementi -en este último caso al asimilar un contrato de servicios profesionales a un contrato
laboral-114), así como de interpretar los términos "actividad comercial” (Cereales Asunción111)* 113 114 * 116 117 11
fc.■ y “acciones sobre bienes inmuebles” (O.S.N.lle) contenidos en los incisos c y f, respectivamente,
de la mencionada ley.
También tuvo ocasión de rechazar demandas en honor al principio de inmunidad de juris-
dicción recogido en el artículo 1 de la Ley 24.488 por tratarse el hecho generador del reclamo de
• un acto de imperio (Coronel, Davidoff) -por hechos vinculados a la guerra de las Malvinas- o
______ ___ A__________ A__ 1________ Í-JA________ 1_____ «___ fZ_ 1- —__ «U-d- -___ 1__
por no estar presentes los requisitos para la aplicación de la excepción prevista en el artículo
2(e), respecto de la comisión de delitos o cuasidelitos (Ceresole).
En el caso Coronel"7, un grupo de ex tripulantes del crucero General Belgrano y derecho-
habientes de tripulantes fallecidos durante el conflicto de las Islas Malvinas demandaron al
Estado Nacional, a los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas que en 1982 decidie
ron la guerra por la recuperación de las Islas Malvinas y al Reino Unido, a fin de obtener una
reparación integral por los daños sufridos como consecuencia del hundimiento del citado bu
que de guerra118. Con respecto al Reino Unido, invocaron el artículo 2, inciso e, de la Ley 24.488,
afirmando que los Estados extranjeros no pueden invocar la inmunidad de jurisdicción cuando
Rieren demandados por daños y perjuicios derivados de delitos o cuasidelitos cometidos en el
territorio nacional y que, por aplicación del veto parcial del Poder Ejecutivo Nacional al ar
tículo 3 de la ley, se afirmó la jurisdicción nacional cuando un Estado extranjero es demandado
mediante la invocación de una violación al derocho internacional y de los derechos humanos.
Adujeron que el hundimiento del crucero General Belgrano por parte del Reino Unido “no res
pondió a ninguna justificación bélica, sino a la intención británica de radicalizar el conflicto e
impedir los progresos del plan de paz que, en ese momento, llevaba a cabo el presidente de la
República del Perú”. De acuerdo con los demandantes, “El Reino Unido fijó una zona de exclu
sión para satisfacer sus necesidades bélicas y el hundimiento del buque, en aguas claramente
lejanas de aquella zona y dentro de las doscientas millas contadas desde la costa argentina,
es demostrativo de la ilicitud de su conducta, que afectó tanto el principio altere non laedera,
como las normas internacionales convencionales y consuetudinarias limitativas de la guerra y
sus operaciones". El juez de primera instancia decidió darle curso a la demanda y disponer el
libramiento de oficio al Ministerio de Relaciones Exteriores para que se requiera al represen
tante diplomático del Estado extranjero su conformidad para ser sometido a juicio -de acuerdo
con lo proscripto por el artículo 24, inciso 1, del Decreto-Ley 1286/68-, por considerar que no se
daba ninguno de los supuestos de excepción previstos en la Ley 24.488. La decisión fue apelada
y la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal la confirmó. La Cámara
consideró que el artículo 24 del Decreto-Ley 1285/58 no fiie modificado por la Ley 24.488, “pues
su texto no recoge la hipótesis que plantean los actores que, aún cuando la hayan calificado
de delito, tuvo lugar en circunstancias bélicas, sin perjuicio de señalar la falta de claridad del
estado de beligerancia que existió con el Reino Unido y no obstante la evaluación que, en su
momento, se realice respecto de las características del hecho en que se funda la demanda"11’.
Los actores interpusieron recurso extraordinario.. Alegaron que “no existe incompatibilidad
entre ilicitud penal y estado de beligerancia que excluya la exención prevista en.el art. 21, inc.
f) de la ley N° 24.488 -en rigor de verdad, debe entenderse que se refieren al supuesto conte
nido en el inc. e) de la ley-, sino que la violación de ciertas normas internacionales supone la
concreción de ilícitos penales y, precisamente, la presente demanda se fundó en un crimen o
delito de guerra”110. Para los demandantes, el veto del Poder Ejecutivo Nacional al artículo 3 de
la ley significó la desaparición de la inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero cuando
eB demandado por la violación de derechos humanos. El procurador general de la Nación, en
su dictamen de estilo -cuyos fundamentos fueron compartidos por la CSJN-, luego de pasar
revista de la evolución del principio de inmunidad de jurisdicción de los Estados y de la juris
prudencia de la Corte, así como de los antecedentes parlamentarios de la ley, sostuvo que, de
acuerdo con la Ley 24.488, “la inmunidad de jurisdicción sigue siendo el principio y su ausencia
la excepción"”1. En el caso en cuestión entendió que los hechos “se produjeron en el marco de
un conflicto armado, circunstancia que los excluye de ser aprehendidos dentro de los denomi
nados actos iure gestionis y los asimila a los que no pueden ser juzgados por los tribunales
argentinos sin el consentimiento del Estado extranjero (iure imperii)"'a. En cuanto al veto del
Poder Ejecutivo Nacional al artículo 3 de la Ley 24.488, el procurador entendió que “implica,
en el caso, reafirmar, con toda su plenitud, el art. 1’ de la ley que [...] constituye el principio
general en la materia’’123
119. 124
120 121
Por 122 a su criterio, debía confirmarse la sentencia cuestionada,
lo tanto,
lo que finalmente ocurrió.
En el caso Davidoff'1*, el demandante -en representación de Georgias del Sur SA - re
clamó ante la Justicia argentina por los daños causados por el Reino Unido, en relación con la
confiscación de bienes en factorías balleneras abandonadas en las ¡61as Georgias del Sur, de los
que era titular en virtud de un contrato celebrado con el Estado extranjero. De acuerdo con el
accionante, “el hecho generador del daño se produjo en tiempo de paz y por ello no es acertada
la invocación del precedente ‘Coronel’, porque en ese caso el hecho dañoso -hundimiento del
crucero General Belgrano- tuvo lugar durante el conflicto, a diferencia del hecho comercial
de su empresa en tiempo de paz; (...] en el caso no se presentan actos iure imperii sino iure
744
9
CAPÍTULO 37 • LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS EXTRANJEROS'
'X4 gestionia, como intenta demostrarlo con apoyo en distintas posioiones doctrinarias’123.
curadora fiscal consideró que “más alié del momento en que sucedieron los hecho9, lo téleví
a efectos de franquear la valla que significa el aludido principio de la inmunidad juriidií
O Dal de 1°8 Estados extranjeros, es poder calificar la conducta que se reprocha como tició&S
por lo que concluyó que “se trata de actividades que trasuntan el ejercicio deíi
•' ptrium por porte del Estado y, por lo tanto, están comprendidas en el art. 1® do la ley 24.488 d
tal forma que verificar el examen de los actoe de un estado soberano por los tribunales de otró-tt
acaso declarar su invalidez mediante una sentencia contra la voluntad del primero llavórf®®
duda a poner en peligro las relaciones entre los gobiernos y turbaría la paz de las naciones”.’?;
La Corte Suprema hizo suyo estos fundamentos y confirmó la sentencia apelada11*. 5<-?^
SSj. •. En el caso Censóle129, el actor reclamaba ante la justicia argentina por los daños y 'per<,
sgí juicios causados por agentes de inteligencia dependientes del Estado venezolano durante una \
visita a dicho país realizada por cuestiones profesionales. La CSJN confirmó la sentencia ape->
lada e hizo suyos los fundamentos del procurador general de la Nación, en el sentido de que
los actos de los agentes venezolanos acaecidos dentro del territorio de Venezuela no podían ser '
incluidos entre las excepciones que consagraba el artículo 2 de la Ley 24.488, ya que el inciso
"e” se refería a la posibilidad de demandar ante los tribunales nacionales, pero por daños y
perjuicios derivados de delitos y cuasidelitos cometidos "en el territorio argentino". Se hace
alusión a que los actos “de imperio" estaban alcanzados por la inmunidad consagrada en el ^
artículo 1 de la mencionada ley.
• La Corte Suprema ha tenido la oportunidad de confirmar la vigencia actual del Decreto-
Ley 1285/58 -el cual no ha sido derogado por la Ley 24.488 (Silguero Agüero)- y de convalidar
que las notificaciones a los Estados extranjeros deben efectuarse de conformidad con lo allí
proscripto (Coronel). En consecuencia, si el Estado extranjero no comparece, resulta proce
dente la declaración en rebeldía y la continuación del proceso en su ausencia (MeaZZalM). A lo
largo del procedimiento, sea que participe el Estado extranjero o que se presente para invocar
'V
la inmunidad de jurisdicción, se aplica el derecho procesal común -incluso a los efectos de com-
putar los plazos para la presentación de recursos- (Mealla, Louge A. Beltrán1*1).
En cuanto a la relación entre los principios de inmunidad “de jurisdicción" y de inmuni-
ífe? dad "de ejecución" de los Estados extranjeros, la Corte Suprema dejó sentado, en la reciente
3®' jurisprudencia, que no cabe la aplicación por analogía a los casos de inmunidad de ejecución de
las excepciones previstas por la Ley 24.488, concernientes solo a la inmunidad de jurisdicción
O.: (Blasson, Bonacie-Kreaic, García Jakab1*2). La Corte considera que la práctica internacional
respecto de una y otra clase de inmunidad difiere, acogiéndose a la inmunidad de ejecución de
manera absoluta. Asimismo, puntualizó que la renuncia de una (inmunidad de jurisdicción)
gK<.* no implica la renuncia de la otra (inmunidad de ejecución). Incluso, frente al conflicto entre
un reclamo laboral o de otra índole y la inmunidad de ejecución, nuestro Máximo Tribunal
k :; de Justicia hace prevalecer el último principio. Según nuestra opinión, esta posición llevada
al extremo podría conducir a la ineficacia del reconocimiento de la inmunidad de jurisdicción
relativa o restringida receptada en la Ley 24.488, así como su finalidad, ya que de nada le
serviría, por qjemplo, a un trabajador argentino entablar y concluir con éxito una demanda
Ibíd., párr.».
Ibíd.
Ibíd., párr. v.
Recientemente, en el caso Louge c. Reino Unido, la Corte ha confirmado estas conclusiones. Louge, A. Beltrán
y otro c. Gobierno de Su Majestad Británica s! daños y perjuicios, CSJN, 10/06/2014.
Certsole, Norberto d República de Venezuela. CSJN, 26/09/2001, CSJN Fallos: 324:2886.
Mealla, Ester Yolanda d Embajada de Francia •/ Despido, CSJN. 04/11/2008,
Ibíd.; Louge A. Beltrán y otro c/ Gobierno de Su Majestad Británica el Daños yperjuicios, CSJN, 06/12/2005.
Blasson, Beatriz Lucrecia Graciela d Embajada de la República Eslovaca, CSJN, 06/10/1999, CSJN Fallos:
322:2399 (en el conaid. 10 de este caso la Corte concluyó que, "ante el delicado y embarazoso conflicto entre el
derecho del trabajador a cobrar su salario de una emboada sobre la cuenta destinada normalmente a pagarlo ’
y el derecho de un Estado extranjero a la inmunidad do ejecuciones sobre esa misma cuenta, ha de darse pre
ferencia a tal inmunidad, pese a que no haya sobre el caso inmunidad de jurisdicción (...1”. Esta doctrina se
laboral contra un Estado extranjero ante nuestros tribunales en virtud del artículo 2(d) de esa
norma, si luego no pudiera hacer efectiva la indemnización ordenada en aquella sede judicial.
No obstante estamos de acuerdo con la Corte Suprema en que no puede admitirse la ejecución
de bienes de Estados extranjeros que son inembargables o inejecutables por su propia natu
raleza o por convenios internacionales, como las cuentas o bienes pertenecientes a embajadas
extranjeras (Manauta—fallo de 2007-133; Bonacic-Kresic y García Jakab).
Sin duda, la ausencia de una legislación general que fije excepciones y criterios para la
ejecución de bienes de Estados extranjeros -a la par de lo estatuido en la Ley 24.488- consti
tuye una notable laguna en nuestro sistema normativo.
Asimismo, se desprende de la jurisprudencia relevada que, a diferencia de lo que ocurre
con la inmunidad de jurisdicción, la inmunidad de ejecución solo es considerada por la Corte
Suprema cuando hay un riesgo concreto y actual de ejecución (O.S.N.).
Por último, cabe destacar que la Corte Suprema de nuestro país ha rechazado la aplica
ción analógica de las excepciones contenidas en el artículo 2 de la Ley 24.488 a las demandas
contra organismos internacionales que gozaban de inmunidad de jurisdicción y que contaban
con un mecanismo internacional de solución de controversias (Z>u/mZde134). La razón invocada
por la Corte es que ambas inmunidades -la de los Estados extranjeros y la de las organizado- .
nes internacionales- tienen distinto fundamento. La primera se basa en una norma con6uetu- •
diñaría, mientras que la segunda tiene su origen en una norma convencional, por lo que -en
este último caso- debe estarse a las reglas específicamente reconocidas por los Estados parte
en tales convenios. La única excepción que visualiza la Corte (Fibraca, Duhalde, Galinger), en
la cual se dqje de lado la inmunidad de jurisdicción del organismo internacional en cuestión,
es que se pruebe que el procedimiento de solución de controversias al que debe someterse la
demanda no sea eficaz o se presente una situación de privación de justicia, como ocurría en
el caso Cabrera, cuando todavía no se había habilitado una jurisdicción para la solución de
controversias.
183 Monauta, Juan Joei of Embajada de la Federación Rusa sf Daños y perjuicios, C3JN, 11/12/ 2007.
134 Duhalde, Mario Alfredo o/ Organización Panamericana de la Salud - Oficina Sanitaria Panamericana el
Accidente-Ley 9686, C6JN, 31/08/1999, CSJN Folios: 322:1906.
136 Mégret, Frédéric, “Globalization" <2009), en Max Planck Encyclopedla of Public International Law, http://
www.mpspil.com, párra. 1-2.
136 Hinqjoaa Martínez, Luli, "Globalización y soboranía de los Estados", Revieta Electrónica de Estudios Interna'
dónales, http://www.reei.org, vol. 10 (2006), p. 2.
137 Mdgret, Fródóric, op. olí, pflrr. 17.
188 Ver Laborfas, Alaria It, op. clt.
746
CAPITULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS ENTRANJE8t)S"
g ejecución en algunos campos llevó al surgimiento de estándares fnás elevados de ejecución res
Jt; pacto de determinados bienes que afectan el funcionamiento del Estado como tal. Por ejemplo,
las cuentas en el exterior o las reservas del banco central, entre otros bienes, como veremos'¿í'
¿Wéontinuadón. , ''■PAÍS
i
A continuación se hará referencia a varios casos de distintas épocas iniciados en jurisdic
ciones extranjeras contra la República Argentina, que propician diferentes respuestas a estas
’y otras cuestiones sobre las inmunidades del Estado y de sus bienes.
f■ El caso Vfeltover tuvo lugar en los tribunales de los EE. UU. Loa demandantes eran dos
Bjí compañías panameñas y un banco suizo, poseedores de bonos emitidos por la República Ar-
gentina a comienzos de la década de 1980, pagaderos en dólares estadounidenses. Como la
Argentina no pudo pagar a término, años más tarde extendió el plazo de pago y ofreció susti-
Mtuir dichos instrumentos. Los acreedores no aceptaron y demandaron al Estado argentino y al
g Banco Central en los tribunales federales de Nueva York bajo la FSIA.
g?. En dicho proceso, la República Argentina invocó inmunidad de jurisdicción. La Corte de
já ¡Apelaciones sostuvo que la Argentina no era inmune, puesto que la FSIA establece que no
8®y;abe la inmunidad si se trata de una acción por un acto fuera de los EE. UU. -refiriéndose a la
|| extensión unilateral del plazo de pago de los bonos- pero realizado en conexión con una activi-
5dad comercial del Estado extranjero en otro lugar y que cause un efecto directo en Iob EE. UU.
ijgiy Dicha Corte destacó que el carácter de actividad comercial se define por bu naturaleza más
que por su propósito y puede ser un acto único. Cuando un Estado extranjero actúa no como
i; regulador de un mercado, sino como un actor privado, la acción es comercial en el sentido de
S&?’ la FSIA. No importan los objetivos soberanos que pueda tener el acto, en la medida que pudo
haber sido realizado por un particular.
, El caso llegó a la Suprema Corte de los Estados Unidos, que reconoció que la jurisprudon-
í^.-t' cia anterior a la FSIA sugería que la emisión de instrumentos do deuda pública no constituía
actividad comercial, pero porque se confundía la naturaleza oon el fln dol aoto.
' En conclusión, la Suprema Corte de loa DE, UU, sostuvo que la omisión da bonos, así como
tií: ';',otroa Instrumentos do deuda, incluso para resolver una crisis cambiarla, ora de naturaleza
comerdal y no daba derecho a la presunción de Inmunidad. En tanto que loe bonos eran paga-
deros en EE. UU., la Corta entendió que los actos producían efectos dlrectoB allí.
189 Delaume, Gsorgee R., “Sovcroign Immunity and Public Debt", The Mernational Lauiytr, vol. 28 (1989), pp.
811-825; Shortell, Chriatophor, Rightt, Rtmtditt, and Ihc Impaot ofState Sovereign ¡mmunlly, State Univer-
«ity of New York Preei, Nuova York, 2008; Laboríos, Alexis R., op. cit.
BM0
Republlc ofArgentina and Banco Central de la República Argentina c, Weltluer, Jnc. el Al. on Wril ofCertiorarl
lo the Unitee Stalee Court ofAppeale for the Second Ciroult, Suprema Corta do loe Eitodos Unido*, 12/06/1992.
íJs-í'..
----------------------------------------------------------------------------------------------------------- ----------------------------------- —--------- -
LECaONESDE DERECHO IMTERHAC10NAL PtlBUCO
Este caso file resuelto ante Jurisdicción italiana. El demandante -Lúea Borri, residente en
Italia- había adquirido bonos globales -serie de bonos regida por el derecho estadounidense-
emitidos por la Argentina en Nueva York y vendidos en el mercado secundario. Reclamó ante
los tribunales italianos por la falta de pago en virtud de la ley de emergencia sancionada por
la República Argentina como producto de la crisis de 2001-2002. Pretendía que, en jurisdicción
italiana, se intimara al Gobierno argentino a pagarle tales bonos.
La Argentina invocó la falta de jurisdicción del tribunal italiano, la inmunidad de juris
dicción por tratarse el diferimiento de pago de un interés público y la existencia de una cláu
sula de foro en el respectivo bono que atribuía jurisdicción a los tribunales de Nueva York o de
la República Argentina para cualquier controversia relativa a dicho título. Cabe aclarar que,
en el contrato respectivo, la Argentina había renunciado irrevocablemente a oponer excepcio
nes a la competencia en tales tribunales.
La Corte Suprema de Casación italiana consideró que la cuestión debía resolverse según
el derecho internacional consuetudinario receptado en Italia: la inmunidad relativa o restric
tiva, que limitaba la inmunidad a loe actos de imperio.
Borri invocaba la jurisdicción italiana sobro la base de una sorie da artículos y de una con
vención de derecho internacional privado, de la cual la República de Italia era parto. Sostenía
que la actividad llevada a cabo por el Estado mediante la colocación en el mercado bursátil in- :
temacional de títulos de deuda pública constituía una actividad económica de derecho privado,
equiparable a la de otro sujeto deudor de obligaciones de préstamo y flnanciamiento.
La Corte sostuvo que, si bien la emisión y colocación de títulos en el mercado internacional
era de naturaleza privada, no tenía la misma naturaleza la sucesiva moratoria adoptada por el
Gobierno argentino y legislación de emergencia, que se dispuso como medidas necesarias para
el funcionamiento del Estado nacional. Se trataba de una potestad soberana del Estado, que
perseguía una finalidad eminentemente pública: la supervivencia económica de la población
en un contexto histórico de grave emergencia nacional. El hecho de que esto incidiera en dere
chos patrimoniales de ciudadanos extranjeros no derogaba la inmunidad de jurisdicción, lo que
solo podía ocurrir en presencia de actos lesivos de valores universales de la dignidad humana
(los cuales aquí no se encontraban en conflicto).
En conclusión, la Corte declaró que no teníajurisdicción el juez italiano en la controversia
planteada.
Los actores demandaron ante los tribunales españoles el pago de una serie de bonos
regida por el derecho español, emitidos por la Argentina, cuyo pago había sido suspendido en
virtud de la Ley de Emergencia y reestructuración de la deuda debido a la crisis de 2001-2002.
La Argentina invocó su inmunidad de jurisdicción.
El juez de primera instancia (Madrid) aplicó la Ley Orgánica del Poder Judicial que ex
ceptuaba de la competencia de los tribunales españoles los supuestos de inmunidad de juris
dicción establecidos por el derecho internacional. El juez consideró que estos actos no podían
considerarse actos de gestión, sino de imperio, ya que la suspensión del pago de la deuda, su
diferimiento y la reestructuración eran manifestaciones de soberanía del Estado argentino. En
consecuencia, el reclamo debía efectuarse ante los tribunales argentinos, únicos competentes
para controlar las leyes soberanas que regularon tales actos.
Los actores apelaron. Consideraban que el juez de primera instancia no había tenido en
cuenta la renuncia irrevocable hecha por la Argentina en el documento de emisión de los bonos
(contrato) objeto del reclamo y el sometimiento a los tribunales españoles.
141 Jt.O.N. G532/O4, Corto Supremo di Cassazione, Sezioni Unito Civile. Ordinanza, 21/04/2005.
142 Don Julián PEREZ CELIS y Doña Angela Ramos Lozano c. República Argentina, Audiencia Provincial de
Madrid. Auto. 19/09/2007.
748
CAPITULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS áTRANJEftté'
-■................... -
En esta oportunidad, los demandantes iniciaron una acción en el Reino Unido para ejecu
tar el fallo obtenido en los EE. UU. Como no había un tratado entre EE. UU. y el Reino Unido
sobre reconocimiento de fallos, tuvieron que iniciar una acción para ello en Inglaterra. Una
ley británica sobre fallos y jurisdicción civil {Civil Jurisdiction and Judgment Act), de 1982,
estipula que los fallos de otras jurisdicciones extranjeras pueden ser reconocidos y ejecutados
en el Reino Unido solo si no son contra un Estado, o si las cortes del Reino Unido tendrían ju
risdicción bajo la State Immunity Act de 1978 (en su versión 2008).
Los demandantes sostuvieron que los bonos eran operaciones comerciales a los propósitos
de la ley británica de inmunidad de jurisdicción y, por ello, el Estado no tenía inmunidad. Para
la República Argentina la acción no se relacionaba con una operación comercial, sino con un
fallo de la jurisdicción de Nueva York, por lo que no se aplicaba la ley de inmunidad del Estado.
143 Soraya Cock c. Consulado General de la República Argentina ante el Reino de España, Juzgado do Primera
Instancia n.° 72 de Madrid. 05/09/2018.
144 NML c República Argentina, Corto de Distrito do Estados Unidos para el Circuito Sur de Nueva York,
11/05/2006. ' ..
145 NML Capital c. República Argentina, Corte de Apelaciones (Reino Unido); 04/02/2010.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
5.I.2.I. Caso Méchele Colella y Denise Dussault c. Argentina (embargo del avión presidendal)
(EE.UU., 2007)141
En el 2006 dos ciudadanas italianas tenedoras de bonos declaradas en default en didem- '<
bre de 2001 obtuvieron una sentencia favorable en los EE. UU. (tribunal de Nueva York) contra ¡í
la Argentina. La República Argentina había renundado a bu inmunidad soberana respecto de <
esos bonos.
El avión presidendal Tango 01 tenía que ir a los Estados Unidos para realizar un manta- *
nimiento técnico (sin personal diplomático), con dos pilotos que iban a tener entrenamiento allí ■;
(quienes llevarían una buena suma de dinero para combustible). Las demandantes obtuvieron *
de un juez federal de Distrito del Estado do California una orden de embargo sobre el avión 'j
presidendal y su combustible. Aunque el intento fracasó, ya que la aeronave Analmente no
voló a eee país’4’.
La República Argentina presentó una moción contra esa orden para que se declarara que
el avión presidencial era inmune a la qjecución, en aplicación de la FSIA y del derecho friten S
nacional, La moción fue otorgada, Según el tribunal, el avión presidencial es una.aeronave ™
pública (con categoría de aeronave militar), puesto que está afectada al servido del poder pú- $
blico del Estado. Es inembargable. La FSIA dispone la inembargabilidad de bienes militares g
o bqjo control militar. Además, establece la posibilidad de ejecutar aquellos bienes del Estado .»
extranjero que sean utilizados para actividades comerdales en EE. UU., bí el Estado renundó
a la inmunidad de ejecudón (implícita o explídtamente) -esto no está discutido porque la *
Argentina renunció a su inmunidad en los bonos- y si los bienes sobre los que se pretendía '
qjercer la qjecución estaban destinados a la misma actividad que había dado origen al litigio íi
(este último requisito no se daba en el casó de referencia).
Las partea litigantes discutieron si el avión sería usado para una actividad comercial on
ES. UU. por el hecho do concurrir allí para un servido do mantenimiento.
El juoz federal de California (William Alsup) determinó que el avión presidendal tenía 'S
inmunidad do qjecución por cualquierjuez federal de los EE. UU,, ya que no ora utilizado para
una actividad comercial. La expresión '‘utilizado para una actividad comorelal" debía lntarpro-
tarea restrictivamente (no os lo mismo que “on conexión [o rotación] con una actividad cornea
oial"). El avión ee usaba para trasladar al presidente; on esa capacidad oficial, no ora una acti
vidad comercial. Embargarlo significaba interrumpir un acto público de un Estado extranjero, ’í146 147
146 Colella. Méchele and Dussault, Denise c. República Argentina, Corto do Distrito do Estados Unidos para o)
Norte da California, 29/06/2007.
147 “El avión presidencial sorteó un embargo pedido por boniatos'. Diario La Nación, 02/06/2007.
760
í2
CAPITULO 37 - LAS IHMUMOADES DE LOS ESTADOS ¿XnWijaCS’ i—<
’r.
Los tenedores de bonos -el ya mencionado “fondo buitre”- apelaron una orden del Dis-
trito de los EE. UU. de Nueva York (juez Tomás Griesa) por la que se rechazaba un embargo a
i jfgy' una cuenta del Banco Central de la República Argentina en la Reserva Federal de los EE. UU, 5)^
'sobre la base de que dichos bienes estaban protegidos contra embargo en virtud de la FSIA,.£^l
■X Para los demandantes, la Argentina tenía un interés en esos fondos, puesto que el enton-?í;^
ces presidente de la Argentina había dictado dos decretos mediante los que usaba fondoB del
>■
BCRA para el pago de deuda al FMI. , ;l.’.
í
La Corte de Apelaciones sostuvo, en primer lugar, que el decreto del PEN por el que se J
decidía que el exceso de reservas disponibles en el BCRA podía ser usado para el pago al FMI / . “í
no convertía a los fondos del BCRA en las Reservas Federales en un interés embargable de la • ’ V’
República Argentina. El BCRA era una entidad jurídicamente separada y sus fondos eran in-
muñes a embargo bajo la FSIA. Independientemente de los decretos, los fondos seguían siendo
propiedad del BCRA. No serían objeto de embargo para satisfacer un fallo contra la Argentina, .■U’X
En segundo lugar, aun si los fondos del BCRA fueran bienes de la República Argentina, la
¿ó'
FSIA solo permitía el embargo de una propiedad del Estado extranjero en los EE. UU. que
fuera usada para una actividad comercial en ese país, pero no permitía el embargo de fondoB ■';
usados para el pago al FMI de las obligaciones de la República Argentina. El pago de la deuda :
al FMI no fue considerada como una “aotividad comercial",
: Mientras este procedimiento avanzaba, NML inició una acción declarativa para que se ...
determine si el BCRA era responsable por las deudas de la Argentina. Los demandantes sos-
a tenían que cualquier presunción de separación del BCRA respecto de la Argentina estaba vi-
i biada en virtud de que la Argentina descartaba su independencia, Ello transformaba al BCRA '
s en lo que se denomina un altor ego de la Argentina.
El juez del Distrito (juez Griesa) consideró relevantes doB hechos: que el BCRA había
emitido pesos en suficientes cantidades como para adquirir dólares estadounidenses y que
esos dólares se utilizaron para pagar la deuda de la Argentina con el FMI. Estos eventos,
según el juez, demostraban que el BCRA estaba ampliamente controlado por la Argentina,
transformándolo en su alter ego. Estas actividades fueron consideradas como comerciales; en
consecuencia, en abril de 2010, se dispuso el embargo de los fondos del BCRA.
La República Argentina apeló dicha decisión. La Cámara de Apelaciones estableció que
la FSIA solo permite que las cortea de EE. UU. pueden ojoroor jurisdicción Bobre un bien do un
Estado extranjero esta es suswptiblo de sor embargado bajó la FSIA, Asimismo, la Cámara
£
resaltó que, incluso si estamos ante un supuesto en el que una corte de EE. UU, puede ejercer
. jurisdicción sobre un bien de un Estado extranjero, la FSIA dispone la inomborgabilidad de
dicho bion si eo oneuontra on la cuenta do un banco contral o autoridad monetaria extranjeros,
La Cámara concluyó que el juez del Distrito so equivocó al disponer quo los bienes depositados
on una cuenta del BCRA oran embargabas, en tanto el BCRA no era un órgano independiente
de la Argentina. Lo relevante, según la Cámara, era quo loo bienes estaban en una cuenta de un
te’ *'
banco central extranjero y ellos, conforme lo dispone la FSIA, son inembargables, pues cuentan
i-
148 BMLld. c. República Argentina, Cámara do Apelaciones de Estados Unidos, Circuito Segundo, 06/01/2007.
149 NML Capital Ltd EM c. Banco Central de la República Argentina, Cámara Apelaciones de Estados Unido®,
Circuito 8egundo, 05/07/2011.
2_________
751
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Este caso es similar al anterior. La República Argentina apeló una orden de embargo y
ejecución del juez Griesa de 2008 sobre fondos de pensiones sociales que iban a ser transfe- .
ridos a la Administración Nacional de Seguridad Social justo antes de la orden do embargo. '•
Se trataba de fondos privados de pensiones que pertenecían a trabajadores argentinos y pen- j
sionados. En virtud de una reforma provisional, los fondoB que antes eran administrados por
una corporación pasaban a un fondo de garantía, hasta que fueran transferidos a la entidad
administradora.
La República Argentina alegó que no tenía ningún interés o propiedad sobre los fondos,
que habían estado administrados por corporaciones privadas o por una entidad administra
dora. La Administración era un órgano o instrumento separado de la República, a los efectos 4:
de la FSIA. Además, esos fondos se usaban para fines no comerciales.
La Corte de apelaciones aplicó la FSIA, respecto de la excepción a la inmunidad de ju- :*¡
risdicción que disponía que los fondos debían ser propiedad del Estado y ser usados para una
actividad comercial en los EE. UU. Aunque la Administración fuera una subdivisión política
y no una entidad separada, debía determinarse si los fondos iban a ser usados para una acti-
vidad comercial. No interesaba si los fondos con anterioridad habían sido administrados por 5^
corporaciones privadas que desempeñaban actividades comerciales, sino si los fondos que se
encontraban en manos de la República Argentina podrían haber sido usados para una acti-
vidad comercial. Esto no ocurrió. Transferirlos a una entidad administradora -que fue lo que ¿i
hizo la Argentina- no constituía una actividad comercial. Determinado esto, no era necesario \
avocarse a la determinación de si la Administración era o no una entidad independiente o se-
parada del Estado (puesto que, de todas formas, no se daba el anterior requisito).
En conclusión, la Corte de Apelaciones determinó que los fondos eran inmunes de em
bargo bajo la FSIA y revirtió la decisión de la Corte de Distrito.
En ejecución de sus sentencias, NML inició una serie de procesos entre los que se encon-
traron aquellos mediante los que le solicitaba a la Argentina la presentación de documentación
que permitiera identificar bienes de ese Estado susceptibles de embargo (estos procedimientos
se conocen como procedimientos de discovery). En uno de esos pedidos, NML solicitó ante la
Corte de Distrito de Nueva York (juez Griesa) que le ordenara a dos bancos la presentación
de aquellos registros de operaciones financieras argentinas en todo el mundo. El juez Griesa ¿
otorgó dicho pedido. Luego de que esta decisión fuera confirmada por la Cámara de Apelacio
nes, la cuestión llegó a la Suprema Corte de los Estados Unidos.
150 Aurelius Capital Parlnert, LP c. República Argentina, Cámara de Apelaciones de Estados Unidos, Circuito
Segundo, 15/10/2009.
151 República Argentina c. NML Capital, Lid, Corto Suprema de Estados Unidos, 16/06/2014.
752
CAPITULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS ÉXTRANJEItD§'
. Dicha Corte concluyó que la FSIA no inmuniza a los Estados extranjeros que sondas
res de una sentencia de aquellos pedidos posteriores a esta en los que se solicita infoHh'a'a®
«obre bienes de ese Estado ubicados en cualquier parte del mundo. Ello en virtud délque'íi
FSIA no dice nada respeoto de podidos do documentos con posterioridad a una sentencié ¿í
..'pos de su ejecución.
753
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La primera cuestión que la CIJ analizó fue si Italia había violado la inmunidad de juris
dicción de Alemania al admitir el reclamo de nacionales italianos™.
Los hechos por los que los civiles italianos entablaron demandas contra Alemania ante
las cortes italianas so referían a la reparación por los daños derivados do la comisión de crí
menes internacionales170. Sin embargo, sostuvo la CIJ, ol reclamo do Italia no buscaba que se
determinara la ilegalidad de esos hechos, algo quo tampoco la Corte ponía on dudas.
159 Ibíd.. párage. 22-26 (menciona una lorie de tratado» y layoe doméeticai omitida» por ol Gobierno de Alemania
en relación con la eomponeación por dichos dafloe).
160 Ibíd.. párag. 27.
161 Ibíd.. párage. 28-29.
162 Ibíd., párag. 30.
163 Ibíd.. párag. 81.
164 Ibíd., párag. 89.
186 Ibíd., párag. 88.
166 Ibíd.. párag. 48.
167 Ibíd., párag. 49.
754
K
CAPÍT
Así, reconoció que la inmunidad de los Estados deriva del principio de igualdad sobe
fe'de los Estados, principio fundamental del derecho internacional -algo que incluso era
ddo por ambas partes en la controversia-178. La disparidad en las posiciones entre Ale
Italia 6e daba con relación a cuál era el derecho aplicable, si el vigente al momento en que
rrieron los hechos objeto de la controversia que se sometía a las cortes italianas (es decir, el da
recho vigente en 1943-1946) -posición de Alemania- o el vigente al momento en que tuvier¿¿|
lugar los procedimientos ante las cortes italianas -posición de Italia-17*. La CIJ determinó que¿>
el derecho aplicable era el vigente al momento en que los hechos tuvieron lugar. En concreto;®
: ‘i-1-’;
'.’V • , los hechos relevantes cometidos por Italia no ocurrieron sino hasta que 6e llevaron a cabo íoe?Ái
tW'G.St’
procedimientos ante las cortes italianas. Fueron estos los hechos cuestionados ante la CIJ, es¿3¿
decir, la actuación de las cortes italianas en los procedimientos contra Alemania.
A continuación, la CIJ procedió a analizar si los hechos objeto de demanda ante las corteé j
^italianas eran acta Jure impertí o acta jure gestionia™. •
. Los actos a considerar y analizar fueron realizados en el territorio del foro por fuerzas^
ktS'í; armadas V.O
,,B4U.aUUU de un
M** MS.UMV del *-O
y órganos UV.
Estado extranjero J Estado actuando VM
.««« «VWMUUMV en cooperación
V—«V- con aquauw' .
-
áwiij,.' fuerzas -
armadas, -
en ol marco de un conflicto armado ••• • de
- 17®. Luego de realizar un análisis * la
•' ’^íí?
jurisprudencia de numerosos Estados, la Corte concluyó que existe una práctica que consiste
en que la inmunidad de los Estados se extiende a los procedimientos civiles por actos de las
fuerzas armadas u otros órganos del Estados que provoquen la muerte o dafio en la persona" i
o en los bienes durante un conflicto armado177. Esta práctica se ve acompañada por la opinio
juris, en tanto se observa la presencia de una convicción en que dicha inmunidad es parte del,
derecho internacional consuetudinario. La CIJ consideró también importante la ausencia casi
total de decisiones judiciales en contrario, la falta de declaraciones en contrario178. J'
Una vez que se determinó, en principio, que los hechos en cuestión eran actajure impertí,
la CIJ analizó si, por tratarse de actos que violaban gravemente normas fundamentales de •.
derecho internacional, la inmunidad debía ceder178. En este punto, la Corte resaltó que hacer
depender la inmunidad jurisdiccional de un Estado de la naturaleza del acto por el cual 8e)p' j
pretende juzgar presente un problema de lógica, en «tanto la inmunidad de jurisdicción consiste
no solo on una inmunidad a sor sometido a una sontencio en contra, sino a sor sometido a un .?•*;’f
proceso judicial,M. En consecuencia, la cuestión de si un Estado puede o no ser sometido a una •
corte extranjera es una cuestión anterior a la discusión sobre el fondo de la controversia181. • .<
La CU siguió adelante con su análisis y concluyó que no puede existir un conflicto entre '* t; >'
jlas normas de inmunidad y las normas imperativas188. Ello en virtud de que son dos tipos de
171 Ibíd., párag. 04. La CIJ tomó nota de que, ai bien Alemania en parta en la Convención Europea sobro Inmuni
dad de loe Estados de 1972, Italia no lo ea, y ninguno do los dos Catados es parte en la Convención de Naciones
Unida» da 0004, la cual de todoe modos no está adn vigente.
172 Resulta interesante el relato que se observa a lo largo da toda lo sontonola do la práctica do los tribunales do-
máitlooi, lee laglilaciones internas sobre inmunidad, los argumentos prssontadoo por los Estados ante cortas
oxtranjerao y las daclaracionos formuladas por los Estados.
í
.! 178 Inmunidad"jurisdiccionales dtl Sitado, doa. clt., párag. 67.
174 Ibíd., pdrag. 58.
/ 170
176
Ibíd,, párag, 62 y as.
Ibíd, párag. 66.
177 Ibíd., párag. 77.
180 Ibíd., párag. 83. La CU temblón considera relavante fil hecho do que en la Convención do Naciones Unidas
do 2004 o en la Convención Europea no haya una llmitaoión a la inmunidad do los Estados en .virtud do la
gravedad do tal violaciones en ouMtlón o el hooho de que so trato do vlolaoiones a normas perontoriao. Ibid.,
r v parflg. 88.
31 181 Ibíd., párag. 82. * . ,
182 Ibíd.. párag. 92.
Z
755
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
reglaB distintas: las reglas sobre inmunidad son procesales y están destinadas a determinar si
las cortes de un Estado pueden o no ejercer jurisdicción sobre otro Estado1'3. Ellas no apuntan
a establecer la legalidad de la conducta que se pretende enjuiciar. En tal sentido, reconocer la
inmunidad de Alemania no significa considerar como legal el hecho de no compensar por las
violaciones cometidas durante la Segunda Guerra Mundial”4. En conclusión, la Corte deter
minó que Italia había violado la inmunidad de jurisdicción que gozaba Alemania.
La segunda cuestión que la CIJ analizó fue si Italia violó la inmunidad de ejecución de
Alemania al disponer sobre Villa Vigoni,u.
Así, comenzó por distinguir la inmunidad de jurisdicción de la inmunidad de ejecución y
estableció que la segunda iba incluso más allá que la primera, en tanto que del hecho de quB
se haya emitido una sentencia en contra de un Estado de conformidad con el derecho interna
cional (en circunstancias en quo un Estado no goce de inmunidad de jurisdicción) no 8e sigue
que un Estado no tenga inmunidad de ejecución. Por lo tanto, el análisis sobre inmunidad de
ejecución es distinto de aquel que se realiza sobre la inmunidad de jurisdicción1”.
Para que un bien sea susceptible de ser ejecutado hay una condición que indefectiblemente
debe establecerse: que el bien no sea'utilizado para una actividad con fin gubernamental no
comercial o que el Estado haya renunciado a la inmunidad de ejecución o lo haya destinado a
la satisfacción del reclamo judicial”’. En el caso concreto, dado que Villa Vigoni era un centro
cultural con la finalidad de promover el intercambio cultural entre Italia y Alemania y que
no había de parte de Alemania una renuncia a la inmunidad de ejecución expresa, ni estaba
destinado a satisfacer los reclamos judiciales, la CIJ concluyó que Italia violó la inmunidad de
ejecución que gozaba Alemania con relación a Villa Vigoni183.
La tercera y última cuestión que la CU analizó fue si Italia violó la inmunidad dejuris
dicción de Alemania al admitir el reclamo de ejecución de sentencias emitidas por las cortes
griegas'*".
La particularidad en este punto es que ambas partes en la controversia consideraron que
el procedimiento de exequátur respetaba la inmunidad de jurisdicción en la medida que se
tratara del reconocimiento de una sentencia que se hubiese dictado en un Estado en el que
se hubiera respetado la inmunidad de jurisdicción”0. Sin embargo, la Corto consideró que,
para determinar si las cortes italianas violaron la inmunidad de jurisdicción de Alemania al
reconocer las decisiones de las cortes griegas, no era necesario determinar si las cortes griegas
violaron o no la inmunidad de jurisdicción de Alemania. De lo contrario, se estaría decidiendo
si Grecia violó o no las normas internacionales sobre inmunidad sin que Grecia fuera parte en
la controversia ante la CIJ”1.
La Corte resaltó el hecho de que el procedimiento de exequátur implica un ejercicio de
jurisdicción sobre un Estado extranjero. A efectos de determinar si se había violado o no la
inmunidad de jurisdicción, la CIJ estableció que lo determinante era si las cortes en las que
se pretendía el exequátur hubiesen tenido que abstenerse de entender, por razones de inmu
nidad, en el fondo de una controversia idéntica a aquella que fue objeto de un procedimiento
en cortes extranjeras y que ahora se pretendía reconocer1”. En consecuencia, y en virtud de
las conclusiones a las que llegó la CIJ al determinar que las cortes italianas habían violado la
inmunidad de jurisdicción de Alemania al admitir los reclamos de civiles, la Corte determinó
756
CAPÍTULO 37 - LAS INMUNIDADES DE LOS ESTADOS éfTWlcTOS'
que Italia también había violado la inmunidad de jurisdicción’do Alemania al reconocer las
sentencias de cortes griegas193.
193 Ibfd., párag. 131. La CIJ hace notar que esto incluso puede llevar a casos en los que una sentencia sea omitida
por las cortes de un Estado de conformidad con las normas de inmunidad de Jurisdicción (por qjomplo, porque
oí Estado hoya renunciado a su Inmunidad), poro que oí procedimiento do exequátur no pueda llevaras ade
lante por razones do Inmunidad.
194 Order ofInterlocutor? Iiy'uction and Interim Preeemation ofthe 'Ara Libertad', 02/10/2012 (ver anexo 3 acora- '
panado por la República Argentina con la Solicitud de Medidas Provisionales al TIDM, disponible en httpv7
www.itlos.org).
195 La cláusula -escrita en inglés en una oración demasiado extensa- tiene upa redacción muy complicada y
confusa, de difícil traducción al español.
J .
757'
LECCIONES DE DERECHO INTERHACIOMAL PÚBLICO
tica predominante en tal Bentido (aunque ni Argentina ni Ghana habían ratificado la Con-
vención de las Naciones Unidas sobre Inmunidades Jurisdiccionales del Estado y de sus
Bienes de 2004). También interpretó que la inmunidad podía ser renunciada (tal como se '
estipulaba en dicha Convención) por medio de un tratado o de un contrato escrito, y que 1$
este último era el caso del Acuerdo de Agencia Fiscal de 1994. En efecto, como en la última
parte de la cláusula en cuestión de dicho contrato se hacía referencia a lo que permitan las ,'
leyeB de la jurisdicción en la que se estaba intentando ejecutar la sentencia (aun cuando la
sentencia hubiese sido emitida en otra jurisdicción), el juez de Ghana concluyó que solo debía
considerar la ley de Ghana. No importaba, por lo tanto, lo alegado por la Argentina respecto
a que, según la ley estadounidense (FSIA), los buques de guerra gozaban de inmunidad de j
ejecución.
Ghana no tiene ley do inmunidad de jurisdicción. La legislación ghanesa existente solo
regulaba expresamente la inmunidad de buques en caso de salvataje, que no era el caso. Por lo ;;
tanto, el juez de Ghana consideró que, en función de un contrato escrito -el Acuerdo de Agencia
Fiscal de 1994-, la República Argentina había renunciado a su inmunidad de ejecución sobre
la fragata Libertad, lo cual estaba permitido por las reglas del derecho internacional.
Asimismo, tuvo en cuenta que la Argentina había incluido limitaciones respecto de la
inmunidad de bus activos y bienes militares en el prospecto de la Oferta de Canje do 2005. La
lógica indicaba -según el juez- que, si la Argentina croía ftiertemente en la inmutabilidad de ?¡
la renuncia, no habría tenido la necesidad de incluir esa limitación. $
Cabo aclarar que, en el fallo del juez de Ghana, no se analizó si era necesaria una re-
nuncia específica respecto de la jurisdicción de un buque de guerra, de modo tal que no sería' .
suficiente la renuncia efectuada en el Acuerdo de Agencia Fiscal de 1994, tal como aseveraba
la Argentina. En efecto, en un comentario de la Comisión de Derecho Internacional sobre el P
artículo 19 (sobre clases especiales de bienes) del Proyecto de artículos sobre Inmunidades del
Estado, se advierte: "Una renuncia general o una renuncia respecto de todos los bienes en el
territorio del Estado del foro, sin mencionar ninguna de las categorías concretas, no bastaría >
para permitir la adopción de medidas coercitivas contra los bienes de las categorías menciona- ;
das en el párrafo 1“19S.
La decisión del juez de Ghana trajo como consecuencia que la fragata Libertad, con su tri- ,
pulación, tuviera que permanecer anclada en el puerto de Tema durante más de setenta días, '
no pudiendo continuar con la misión planificada (el próximo punto era una escala en Angola), i-
Luego de que fracasara la solicitud de anulación de la decisión en cuestión1”, aaí como la ¿
de entablar negociaciones con Ibb autoridades ghanesas, sin respuesta favorable -aunque el
poder ejeoutivo de Ghana apoyaba la posición argentina198-,
199y 200
después de haberse presentado
un incidente cuando personal del puerto de Tema intentó el traslado del buque a otra parte .
del puerto19’, lo que obligó a la tripulación a exhibir sus armas990, el Gobierno argentino apeló
la orden do la Corte Superior y, paralelamente, decidió llevar el caso ante un tribunal arbitral
198 Anuario de la Canillón di Derecho Internacional 1991, vol. II, segunda parto, p. 84.
197 Decisión dol juez Frimpong del 11/10/2012 mediante la cual confirma su doolsión previo do embargo (ver
anexo 4 acompañado por la Ropública Argentina con la Solicitud do Medida* Provlelonulos al TIDM, disponi
ble on http://www.ltloo.org).
188 En la audiencia que ee llevó a cabo anta ol juca Frimpong, provlo a quo confirmara el embargo, autoridades
del poder ajocutlvo do Ghana ee presentaron como tmlau curiar en apoyo do la posición argentina, argumen
tando quo, según ol dorocho Internacional, tanto la Ropública Argontino como la fragata Libertad —on tanto
buque de guerra— gozaban de inmunidad do jurisdicción y de ojeouclón o embargo. Ver Aide-Mimoin sobre
el cato ARA Libertad (Argentina c. Chana), omitido por el Ministerio de Asuntos Exteriores o Integración
Regional do Ghana, paróg. 2 (dleponlblo en http://www.pca-opa.org/showfilB.aep7fll.lde8841).
199 La decisión de mover la fragata a otra porto dol puerto fue tomada por ol ¡use Frimpong ol 05/10/2012 (ver
anexo O acompasado por la República Argentina con te Solicitud do Medidas Provlelonaloa al TIDM, dispo
nible on http://www.itloo.org).
200 Dicho incidente ocurrió ol 09/11/2012. Dado que el personal dol puerto de Toma eo acercó al buquo con inten
ción do abordarlo y trasladarlo por la fuerce a otra parto del puerto, la tripulación do la Fragata so exhibió en
cubierta, con eu armamento regular, a Ico finos do disuadir cualquier tentativa do abordaje. Ver "Gen armas,
la tripulación de la Fragata Libertad Impidió ol traslado del buquo on Ghana*, Diario ¿a Nación, 09/11/2012.
758
í'.'j'
g&V;-.
j gs* conclusión, la decisión del juez que ordenaba embargar la fragata Libertad fue anulada. Por lo
3\tanto, por tratarse de un Estado regido por el sistema jurídico del common law, todas las cor-
j :.. tes inferiores están obligadas a seguir y aplicar este nuevo precedente: “No debe ordenarse un
' embargo de bienes militares de Estados soberanos por cortes ghanesas en ejecución de laudos
Jv extranjeros, incluso si el Estado en cuestión ha renunciado a su inmunidad”"3.
: SOI T/io Republlc c, Hlgh Cauri (Cotnm, DiuJ Accra. Ex parle Atlormy Otncral, Suprima Corta do Ghana, Civil
Motlon, 80/08/2013, p. 88 (traduoolón libro).
íM.'SOS lb¡d.,p.82.
. • 904 K1 Tribunal Arbitral estaba Mmpuute per cinco mlembroni Bruno 8l»n>4 /presídante), Awn Bhnwbst Ah
205 El caso "ARA Libertad' (Argentina c. Ghana), TIDM, Solicitud de prescripción de medidas provisionales.
Providencia, 16/12/2012, parág. 94 (traducción libre).
206 Acuerdo entre la República Argentina y Ghana, 27/09/2013 (disponible en http://www.pca-cpa.org/8howpage.
a8p?pagjd=1626).
760
Capítulo 38
Agentes diplomáticos, consulares ?
y otros funcionarios: funciones,
PRIVILEGIOS E INMUNIDADES
í-
Maximiliano Romanello
B■
•■■■:
rresponde al poder ejecutivo. A decir verdad, esta característica es común a casi la totalidad
de los sistemas constitucionales, aunque, en los países en que existe la separación entre
jefe de Estado y jefe de Gobierno, suele variar la competencia primaria. De todos modos, en
la práctica eso no implica cambios sustanciales relevantes; lo importante es que, a partir de
esta base, para cada poder ejecutivo se crean órganos dentro de su esfera (a criterio de cada
Estado), y posteriormente se conforman entes especializados en dicha tarea, que luego van a
actuar de interlocutores ante sus contrapartes en los otros Estados. En conclusión, el Estado
realiza tal conducción de las relaciones exteriores, actividad denominada como “diplomacia”
-caracterizada por una serie de prácticas típicas y estilos sobre los cuales hay un amplio con
senso, aunque sin necesariamente llegar al nivel de la noción de obligatoriedad-, por supuesto
a través de órganos que son competentes a tal fin.
Una distinción conveniente, pero no definitiva, sobre esos órganos es aquella elaborada
por Remiro Brotons1, que los divide en centrales y periféricos. Esta subdivisión, si bien se la
podría considerar meramente teórica y muy sujeta a los vaivenes de estilos dentro de cada
Estado2, nos permitirá posteriormente delinear 106 conceptos, quedando más claro el carácter
“permanente” de la misión diplomática y sus integrantes. \¿
.i * Aí
1 Remiro Brotóns, Antonio, Derecho Internacional, Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, p. 999. t J-. J'
2 Siempre hay excepciones, como en los pequeños Estados. Casos como, por ejemplo, la dudad-Estado de Singa-
pur, dedicada casi en su totalidad a actividades mercantiles y financieras, que utiliza bastante la categoría ' .
•» de “embajador no-residente’, es decir, un embajador acreditado pero que reside en la propia Singapur, manta- •
niendo una relación diplomática ‘a distancia". De todos modos, supuestos como este son muy excepcionales.
7 ‘
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Ahora bien, el elemento en común a todos los órganos, sin importar cómo queramos cate-
gorizarlos, así como el más sobresaliente, es la inmunidad que tienen ante el Estado extranjero
en el cual se encuentran presentes (ya Bea de manera ocasional o permanente), tanto ante sus
tribunales como ante todas sus autoridades en general. En verdad, se trata de un concepto
relativamente presente en lo que podría llamarse la vida cotidiana. Es bien sabido que los
diplomáticos extranjeros, así como su sede, suelen gozar de inmunidad ante las autoridades
nacionales en sus distintos niveles, aunque se pueda desconocer en qué grado y las razones de
esta.
Se mencionó la distinción entre los órganos centrales y los periféricos. Los primeros son
aquellos que tienen una competencia originaria en la ya mencionada conducción de las relacio
nes exteriores. Esta situación es el resabio de los tiempos antiguos, cuando las relaciones entre
Estados se daban entre monarca y monarca, como titulares de la soberanía de sus territorios.
Posteriormente, esta competencia se fire extendiendo a aquellas figuras dentro del gabinete
del monarca o (denominado posteriormente de manera funcional) jefe de Estado, y luego al
encargado específicamente de los aspectos prácticos de las relaciones exteriores, el ministro
competente.
Jurídicamente, esta categoría se encuentra plasmada en la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados (1969), que en su artículo 7(2)(a) enumera aquellas autoridades esta
tales que gozan de por sí de los plenos poderes, y se los considera representantes “naturales”
de sus Estados: el jefe de Estado o jefe de Gobierno (según esté configurada dicha competencia
en el sistema jurídico de cada Estado) y el ministro de Relaciones Exteriores, al margen de la
denominación que el cargo tenga en cada país.
El artículo 99, inciso 7, de la Constitución Nacional, que veremos con mayor detalle, otorga
al presidente de la Nación la facultad de nombrar a los ministros; teniendo la Cancillería el ca
rácter de ministerio según la Ley 22.250 de Ministerios, y sus normas modificatorias, de lo que
resulta el carácter de perteneciente al poder ejecutivo de este, aunque con un marco normativo
que le permite un alto grado de especialización.
Es decir que, siguiendo esta división, son órganos centrales aquellos creados dentro del
mismo texto constitucional, pertenecientes (en casi todos los casos) al poder ejecutivo o su órbita
y sobre el cual recae la conducción de las relaciones exteriores, como una de sus tantas facultades
En segundo lugar, se encuentran los órganos denominados por la doctrina como “periféri
cos”, los cuales podrían definirse como aquellos entes creados como auxiliares de loe primeros,
aunque su nivel de especialidad sea mucho mayor, entre otras cosas. Al respecto, esto queda
plasmado en el artículo 99 de la Constitución Nacional, relativo a las atribuciones del presi
dente de la Nación; los siguientes incisos establecen esta idea:
Artículo 99
El presidenta do la Nación tiene las siguientes atribuciones:
i...]
7, Nombra y remueve a loa embajodoroa, ministros plenipotenciarios y encargados do
negocios con acuerdo dol Sonado; y por si solo nombra y rorauovo al jefe do gablneto
do ministros y a los demás ministros dol despacho, los ofloluloo da su secretaría, los
agentas consulares y los empleados, ouyo nombramiento no está reglado do otra forma
por esta Constitución.
(...1
11. Concluyo y tai tratados, concordatos y otras negociaciones requeridas para el
mantenimiento de buenas relacionos con los organizaciones Internacionales y las na-
oioneo extranjeras, recibe sus ministros y admite sus cónsules.
(...1
15. Declara la guerra y ordena represalias con autorización y aprobación dol Con
greso.
(...)
Como consecuencia de esto, dentro de los periféricos ee ubican los órganos que son crea
dos posteriormente como auxiliares do aquellos denominados centrales. Pero, además de lo
CAPITULO 38 - AGENTES DIPLOMÁTICOS, CONSULARES Y OTROS FUNOOMARIQS: FUNCIONES, PRIVILEGIOS...
cronológico-jerárquico, hay otra diferenciación más relevante y pragmática: los órganos cen- •
trales trabajan desde la capital de cada Estado, mientras que los periféricos Be asientan en el Z?
exterior del país, es decir, en los Estados con los cuales se mantienen relaciones diplomáticas,
consulares, o las ciudades-sede de organizaciones internacionales. f
i
Por último, cabe mencionar las misiones especiales, que son aquellas con carácter tempo-
ral, enviadas ñor un
mviadae por un Estado (al cual
Estado (al reüresentan) ante
cual representan) ante otro
otro Estado, con el
Estado, con el consentimiento do . ..5.. -jjWj
consentimiento de
este último, para tratar con él asuntos determinados o realizar ante él un cometido determi i
nado. Se encuentran reguladas por la Convención de Nueva York sobre las Misiones Especiales '
(1969), cuyo análisis excede el marco del presente capítulo. De todos modos, es importante .s'Qj
señalar que comparten los privilegios e inmunidades de la misión diplomática.
8 Ruis Moreno, Iaidoro, 81 Derecho Internacional Público ante la Corte Supre/pa, Budebo. Buenos Aireo, 1970, »
pp. 184-U7.
_____ ¿
783
LECCIONES DEDERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
ejemplo, sigue vigente la norma por la cual se otorga la nacionalidad argentina a quienes naz
can en las legaciones de la República: Ley 346 de Ciudadanía y Naturalización (art. 1, inc. 3).
La discusión ha quedado totalmente saldada -al menos en lo que respecta al ámbito del
derecho internacional-en el preámbulo de las dos principales convenciones que analizaremos,
la Convención de Viena sobro Relaciones Diplomáticas (1961) y aquella relativa a las Rela
ciones Consulares (1983). Sub textos dejan en claro que “tales inmunidades y privilegios so
conceden, no en beneficio de les personas, sino con el fin de garantizar el desempeño eficaz de
las (Unciones de las misiones diplomáticas (y de las oficina» consulares) en calidad de repre
sentantes de los Estados". Esta idea central sería luego fundamental al ser necesario delinear
la naturaleza y características de las inmunidades del jefe de Estado, sus enviados u otros
funcionarios. De esa manera, si bien no se las hace de lado ni se las “deroga”, las cortesías y
pleitesías debidas a tales figuras dejan de ser el motivo principal para afianzar la noción de
funcionalidad.
d) enterarse por todos los medios lícitos de las condiciones y de la evolución de los acon
tecimientos en el Estado receptor e informar sobre ello al Gobierno del Estado acre
ditante;
e) fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales
y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor.
Con posterioridad, acorde a lo que se verá en la sección sobre inmunidades consulares, se
aclara que genéricamente ninguna disposición de la Convención se interpretará de modo que
impida el ejercicio de funciones consulares por la misión diplomática.
5 Personal diplomático y consular de los EE.UU. en Teherán (EE.UU. c. Irán), CU. Fallo, 24/05/1980, parág. 1,
parte diapositiva.
8 El Estado acreditante es aquel que envía o acredita a un diplomático suyo ante otro Estado, mientras que el
Estado receptor es el que recibe al diplomático extranjero.
764
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..
765
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
concreto, existen casos en que diplomáticos son expulsados por reciprocidad: cuando el acredi
tante ha previamente expulsado diplomáticos del Estado receptor.
Asimismo, toda persona (ya sea personal diplomático o personal administrativo) podrá
ser declarada no aceptable antes de su llegada al territorio del Estado receptor, En el caso
del jefe de misión esto tiene lugar cuando no le concede el plácet; aunque, para dejar en claro
que el Estado receptor se opone al nombramiento de determinado funcionario en tal cargo,
existen medios más sutiles que denegarlo expresamente, como el silencio prolongado en lo que
respecta al otorgamiento de dicho plácet (o el exequátur en el caso del funcionario consular)’.
Las normas anteriormente mencionadas, fruto del consenso de años de prácticas diplomá
ticas, no obstan a que el Estado acreditante puede renunciar a la inmunidad de jurisdicción de
sus agentes diplomáticos y de las demás personas que gocen de inmunidad. La renuncia debe
ser siempre expresa y, en nuestro sistema jurídico, la Ley del Servicio Exterior de la Nación
establece que la persona debe antes obtener una autorización expresa por parte del Ministerio
de Relaciones Exteriores y Quito (art. 24). Sin embargo, cuando un agente diplomático o cual
quier otra persona que goce de inmunidad de jurisdicción conforme al artículo 37 entable una
acción judicial, no le será permitido invocar la inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier
reconvención directamente ligada a la demanda principal.
Un punto relevante que amerita tener en cuenta es que la renuncia a la inmunidad de
jurisdicción respecto de las acciones civiles o administrativas no ha de entenderse que entraña
renuncia a la inmunidad en cuanto a la ejecución del fallo, para lo cual será necesario una
nueva renuncia. Es un criterio similar a la diferenciación consagrada por la costumbre inter
nacional de la inmunidad de jurisdicción (ya aceptada mayoritariamente para actos propios de
un Estado, ture imperi) y la inmunidad de ejecución (paradigma vigente).
Asimismo, también se disponen exenciones a las disposiciones sobre seguridad social vi
gentes en el Estado receptor, incluyendo a los criados particulares al servioio exclusivo del
agente diplomático cuando no sean naturales del Estado receptor y estén protegidos por las
disposiciones del Estado acreditante. Obviamente, cuando se empleen personas a quienes no
se aplique la exención prevista por esta norma, bs deberán cumplir las obligaciones que las
disposiciones sobre seguridad social del Estado receptor impongan a los empleadores. Ninguna
exención prevista obsta a la participación voluntaria en el régimen de seguridad social del Es
tado receptor, a condición de que tal participación esté permitida por ese Estado.
Finalmente, el agente diplomático estará exento de todos los impuestos y gravámenes
personales o reales, nacionales, regionales o municipales, con excepción de los impuestos in
directos (incluidos en mercaderías o servicios) y los impuestos y gravámenes sobre los bienes
inmuebles privados que radiquen en el territorio del Estado receptor (obviamente a título
personal y al margen de los fines de la misión), así como otros impuestos relacionados con su
cesiones, ingresos e inversiones privadas.
Dicho grado de inmunidad se extiende también a los miembros de su familia que "formen
parte de su casa” cuando no sean nacionales del Estado receptor, Con esa definición tan poco
feliz, se entiende que refiere a su grupo familiar inmediato: cónyuge a hijos.
Cabo destacar que ol sistema dcscripto de inmunidades y privilegios conlleva la obliga
ción do sus beneficiarlos de respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor, übí como la
obligación do no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado (art, 41 de la OVRD).
En lo que respecta a los funcionarios del personal administrativo y técnico, si bien no son
diplomáticos, dada la importancia, la sensibilidad y (nuevamente) la vitalidad pura la misión,
ee le otorgan inmunidades similares a las del agente diplomático, salvo la inmunidad judicial
y administrativa, que no se extiende a actos realizados fuera del ejercicio do 6ua funcionoe.
8 Actos por loa cuales el Estado receptor manifiesta su consentimiento para que una persona (Jorro las funcio
nes diplomáticas o consulares, respectivamente. El plácet os la aprobación o respuesta favorable, condición
previa a au arribo y toma de fundónos, mientras quo el exequátur os la "Autorlsaoión que otorga oí Jofo do un
Estado a los agentes extranjeros para que en su territorio puodan ejercer las (Unciónos propias do sus cargos*:
Cfr. Diccionario de la Real Academia Eepallolo, 23.* odie., 2001, disponible en http://www.nie,es.
763
________ CAPÍTULO 38 - AGENTES DIPLOMÁTICOS, CONSULARES Y OTROS FUNCtCNffllOS: FUNCIONES, PRIVILEfeins WÍÍ|
b) El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecjiiíif?
das para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que sé “
turbe la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad.
c) Los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como losAí
medios de transporte de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, ■'
embargo o medida de ejecución. Esta disposición luego se extiende a sus archivos y '
documentos, específicamente en lo que hace a su inviolabilidad. . '
Dentro del mismo aspecto encontramos otros derechos y privilegios de la misión en gene
ral, los cuales son la libertad e inviolabilidad de las comunicaciones y el derecho a colocar la',
abandera y el escudo, así como otros símbolos nacionales’.
En consonancia con ello, la CVRD especifica que los locales de la misión “no deben ser uti-'
lizados de manera incompatible con las funciones de la misión”, ya sea aquellas especificadas
en ese texto normativo o en cualquier otra norma de derecho internacional general, incluso
acuerdos bilaterales al respecto entre ambos Estados (art, 41, inc. 3). Esta prescripción puede
. parecer una obviedad teórica, por ejemplo, es evidente que una embajada no puede ejercer ac-
: tividadoB con fineB de lucro, pero en la práctica concreta implica un deber de extrema cautela
-al momento de organizar las actividades de promoción cultural o turística (incluso parti
cipación en ferias o exposiciones) a efeotos de no generar malos entendidos al respecto. La
■ razón es que la mayor eficiencia en la realización de estas tareas se consigue cuando la
' embajada logTa coordinar y asistir la labor de privados: músicoB, escritores, libreros, im-
, portadores de libros en el idioma oficial, traductores, empresarios organizadores de eventos,
1 propietarios de cines o teatros, etc. El privado, en la mayoría de los casos, va a trabajar por un
' afán de lucro, y la embajada debe analizar el grado de involucramiento que va a tener procu
rando el éxito de la actividad, ¿debe simplemente ser nexo entre privados de uno y otro Estado
;':,9 debe tener un rol activo10
S ?* * * *
Con posterioridad (art. 30 de la CVRD), se alude a la residencia particular del agente
. diplomático, la cual expresamente goza de la misma inviolabilidad y protección que la sede
: diplomática. Mucho más claro es el caso de la residencia oficial, considerada, por extensión,
como integrante del local de la misión.
Por cuestiones lógicas, también sus documentos, su correspondencia y, Balvo excepciones
muy puntuales y casuísticas, sus bienes gozan igualmente de inviolabilidad. En verdad, podría
i sostenerse que, entendiendo el estatus “especial” del cual gozan las embajadas, la inviolabili
dad es el concepto que mejor lo resume. Es sabido que las sedea diplomáticas suelen quodar en
el ojo do la tormenta anto cuestiones políticas do cierta gravedad o notoriodnd, lo oual pono en
. manifiesto el deber de protección del Estado reooptor.
La constante vigencia de este principio y los desafíos qus dobo atravesar lo demuestra
una serie de bucbsob que se han dado a lo largo de la historia reciente: el incidente del homici-
S Se mencionó quo ol local do la misión, llamado embijada, so radica en la ciudad capital dol Estado receptor,
Esta rogla, sin embargo, admite excepciones: por cuestiones funcionales, como cuando algunos patees tienen
más do una capital, o las funciones de una capital so encuentran repartidas en más de una ciudad: las emba
jadas ante los Países Bajos están radicadas en La Haya, y no en Ameterdam. la capital "oficiar. También por
cuestiones políticas: en Israel, solo tienen embajadas en JeruiaUn los que reconocen tal ciudad como capital,
do Israel (BE. UU., por ejemplo), quionee no lo bacan asentaron su embajada en Tal Aviv, No hay fundamento
para prohibir quo un Estado rediquo su embajada en un suburbio de una capital.
10 Un ejemplo de lo que se llamo 'rol aotivo’ ea la utilización de loe contactos que pueda tenor para la promoción
dol oepoctdoulo. Puede suceder quo. en «te aspooto, la labor do la embajid»tenga mejores reeditados que la
dol privado.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
dio de la policía londinense por un disparo de bala que partió desde la Emboada do Libia en
1984, que sentó el planteo de límites a esa inviolabilidad cuando pone en riesgo la seguridad
misma del Estado receptor o, como lo ñie en este caso, de su población; el refugio del gober
nante de facto panameño Manuel Antonio Noriega en la Nunciatura tra9 la invasión estado
unidense a dicho país (1989), que concluyó con actos de presión por parte de las tropas de los
EE. UU. hacia la Sede a los efectos de que Noriega se retirase del recinto; las acciones de
presión y nuevamente hostigamiento de parte del Gobierno de facto hondureño hacia la sede
diplomática de Brasil11,12 13
donde se refugiaba el presidente depuesto por el golpe de Estado en
2009; y el caso más reciente del asilo diplomático provisto por la Embajada de Ecuador ante
el Reino Unido del periodista y programador australiano Julián Assange, ante el pedido de
extradición efectuado por Suecia (y el presunto rol de los EE. UU.) en lo que hace a supuestas
amenazas del Reino Unido de violar este principio18.
¿Es un principio absoluto? La CVRD no prevé excepciones al requisito del consentimiento,
ni siquiera para situaciones de emergencia”; por lo tanto, hay un relativo consenso de que sí
lo es, y siempre debe prestar consentimiento el jefe de misión. De todos modos, la cuestión es
debatible, ya que también es válida una interpretación según la cual esta omisión no deba
interpretarse como una prohibición. Si en un caBo de emergencia tal como un incendio o (en
un ejemplo más trágico, pero lamentablemente real) un atentado o ataque14 el
15 16
Estado receptor
interpretara quo la falta de autorización expresa conlleva su inacción, estaría incumpliendo su '
deber de garantizar la seguridad que los funcionarios diplomáticos requieren para el correcto ¿
desempeño de su función.
En lo que hace a la aplicación concreta de la norma por la Corte Internacional de Justi
cia, puede citarse el ya mencionado caso delPersonal diplomático y consultar de los EE. UU.
en Teherán™. Posteriormente, dicha Corte Internacional sostuvo una de las reconvenciones de
Uganda en el caso sobre las Actividades armadas sobre el territorio del Congo1*, en la que se
alegaba que los soldados congoleños habían ocupado la misión diplomática de Uganda en Kin-
shasa y habían violado el artículo 29 de la CVRD al amenazar y maltratar al personal en los
locales de la misión, así como también fuera de ellos17. La cuestión es tratada entre los párrafos
306 a 344, donde la Corte entiende que, en efecto, “al cometer esos actos, la República Democrá
tica del Congo violó las obligaciones que le incumben con arreglo a los artículos 22 y 29 de la
Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas” y que “la remoción de bienes y archivos de
la Embajada de Uganda constituyó una violación de las reglas de derecho internacional relati- ¿y
vas a las relaciones diplomáticas". La Corte Analmente falló por unanimidad que “la República $
Democrática del Congo, por la conducta de sus fuerzas armadas, que atacaron la Emboada de
Uganda en Kinshasa, maltrataron a diplomáticos u gandes sí y otras personas en el local de la
EmbaJ ada, maltrataron a diplomáticos ugandeses en el Aeropuerto Internacional de Ndjili, así •
como por su omisión en proporcionar a la Emboada de Uganda y a los diplomáticos ugandeses *
11 En este caso, fue el Gobierno de facto hondureno el que quiso demandar a Brasil ante la CIJ (Carta del 24 de
octubre de 2009) por la supuesta intromisión en sus asuntos internos, aunquB luego comunicó su desistimien
to, hocho informado por el presidente de la CU en Providencia el 12 de mayo de 2010.
12 Ver Duxbury, Alison, “Assange and the Law ofDiplomatic Relations",ASILInsights, vol. 16, n.® 32 (11/10/2012) '
(disponible en http://www.aeil.org/inaights/volume/16/issue/32/a5sange-and-law-diplomatic-relations). El
caso de los “wikileaks" adquirió carácter público y le podría acarrear a Assange la pena de muerte. El rol del
Reino Unido queda en suspenso en cuanto había dudas sobre si iba a aceptar que Ecuador qjercíera el derecho ‘
de asilo diplomático, para luego otorgar ol salvoconducto para que se retirara a Ecuador y gotara del asilo
político otorgado por dicho país; lo cual constituyo una costumbre latinoamericana quo no necesariamente
ol Reino Unido perciba como obligatoria. De no aceptar la obligatoriedad de esa costumbre para sí, ¿podía el
Reino Unido irrumpir en el recinto y arrestar a Assange?
13 d’Aspremont, Jean, “Premises of Diplomatic Missions" (2010), en Max Planck Encycloptdia ofPublic Interna
cional Law, http://www.mpepil.com, párr. 15.
14 Ejemplos extremos podrían ser el atentado a la Emboada de Israel en Buenos Aires (1992) y ios atentados
casi simultáneos a las Embajadas de Estados Unidos en Konia y Tañíanla (1998). Cuando los inmuebles fue
ron destruidos en su totalidad, ¿sigue vigente la norma entendida como prohibición respecto a su perímetro?
15 Persona/ diplomático y consultar de lo» EB. UU. en Teherán (EE.UU. c. Irán), CU, Fallo, 24/05/1980.
16 Actividades armadas sobre al territorio del Congo (República Democrática del Congo c. Uganda), CIJ, Fallo,
19/12/2005.
17 Densa, Eileen, "Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas", United Nations Audiovisual Library of
International Law, disponible en http://untre8ty.un.org/cod/avl/pdf/ha/vcdr/vcdr_B.pdf.
768
- ’-*’,.
•... .-Y-?,.."I; .
capítulo 38 - agentes diplomáticos, consulares y otros funcionarios: funciones, privilegios
una protección eficaz y por su omisión en prevenir que archivos y bienes ugandeses
incautados on el local de la Embajada de Uganda, violó las obligaciones que le incumbíante»?
•Mgf,' con la República de Uganda con arreglo a la Convención de Viena de 1961 sobre relación "
■’$. $,$ diplomáticas". En consecuencia, correspondía a la República Democrática del Congo renararoí ’•
| daño causado a la República de Uganda.
L
3 E-Sa.. .
las propias autoridades gubernamentales quienes promovían el ilícito.
®n «robos casos mencionados, la violación a la sede implicó también ataques de sumé?' ' ’,<■
. ;í.®
•; ;¿’3 gravedad al personal. De todos modos, como vimos en el supuesto de las "situaciones de emer-
| gencia”, la obligación es de protección en sentido general: la obvia prohibición de la sede y sus
$ <£'-•' ibncionarios, y el deber de impedir intrusiones o daños (un ejemplo es el caso de manifestado- -• >^5
J dos que se suelen dar frente a las Embajadas en protesta por el accionar político del Estado) ■' ®
< rea,iza^08 «entra ellas”. '
I Eara *’na'i«ar. ca'3e destacar el sistema que rige a las misiones especiales, también cono-
| cidas en la doctrina como "diplomada ad hoc”. Esto es la conformación de misiones espádales
S -te por parte de un Estado para que se dirijan a otro Estado por un lapso de tiempo limitado “para
i tratar con él asuntos determinados o realizar ante él un cometido determinado", según la ter
w minología de la norma escrita vigente, la Convención de Nueva York sobre Misiones Especiales
(1869), Según Remiro Brotóns, lo que las define (y distingue) son el carácter mencionado de
temporalidad, representatividad estatal, especificidad de sus funciones y el consentimiento del
Estado receptor (tanto a recibir la misión como a su composición y los integrantes que la com
ponen) “. Cabe destacar que su existencia es independiente de la existencia o no de relaciones
diplomáticas entre ambos Estados. Ahora bien, el régimen de inmunidades y privilegios es casi
idéntico, tanto para los funcionarios como para los locales en los cuales se asienten durante la
duración de la misión. La Convención no es aplicable a misiones ante organizaciones interna-
clónales, que deben regirse por normativa específica, aunque es razonable encontrar analogías.
Las funciones consulares son ejercidas en lo que se denomina oficinas consulares, las
cuales pueden tener el grado de consulado, viceconsulado (categoría inexistente en nuestro
sistema) u oficina consular, que cubren un “área de competencia’’ denominada “circunscripción •
consular". Asimismo, existen los llamados consulados honorarios, conformados por personas
físicas residentes en el Estado receptor, por regla ciudadanos de e6te, pero de alguna manera f’í
vinculados con el Estado acreditante, que aceptan esta función de representarlo cubriendo j’
las funciones consulares. Esta categoría tampoco es utilizada por nuestro país, aunque no se
objeta que otros países (que por lo general tienen muy poca o ninguna representación diplomá
tica en la Argentina21) los designen en el nuestro, pudiendo ser aceptados -y de hecho lo son-,
salvo que hubiere alguna objeción puntual hacia la persona o la conveniencia política de la
aceptación. En esencia, es un instituto aplicado por aquellos países que, por diversas razones,
aunque principalmente la presupuestaria, no podrían designar cónsules u otro tipo de repre- S
sentantes en todo punto geográfico que les resultara de interés22.
La función consular por antonomasia es la de "proteger en el Estado receptor los intere
ses de sus nacionales, sean personas físicas o jurídicas, dentro de los límites permitidos por el
derecho internacional", lo cual se extiende al deber de prestarles ayuda y asistencia. Podría
decirse que es 6u función “clásica", aunque en verdad el consulado siempre tuvo una función,
si bien "auxiliar" respecto a la misión diplomática, de proteger los intereses del Estado acre-
(litante.
Las otras funciones consulares enumeradas en la CVRC -bastante numerosas, como se
verá, y varias de las cuales pueden ser coincidentes con las de la misión diplomática- son:
- fomentar el desarrollo de las relaciones comerciales, económicas, culturales y científi
cas entre el Estado que envía y el Estado receptor, y promover, además, las relaciones
amistosas entre ellos;
- informarse por todos loa medios lícitos de las condiciones y de la evolución de la vida j
comercial, económica, cultural y científica del Estado receptor, comunicarlo al Go- £
biemo del Estado que envía y proporcionar datos a las personas interesadas;
- extender pasaportes y documentos de viqje a los nacionales del Estado que envía,
así como visados o documentos adecuados a las personas que deseen viajar a dicho \
Estado;
- actuar en calidad de notario, funcionario de registro civil y fondones similares y qjer-
citar otras de carácter administrativo, siempre que no se opongan a las leyes y regla-
mentes del Estado receptor;
- velar, de acuerdo con las leyes y reglamentos del Estado receptor, por los intereses de
los nacionales del Estado que envía, sean personas naturales o jurídicas, en los casos
de sucesión por causa de muerte que se produzcan en el territorio del Estado receptor;
- velar, dentro de los límites que impongan las leyes y reglamentos del Estado receptor,
por los intereses de los menores y de otras personas que carezcan de capacidad plena
y que sean nacionales del Estado que envía, en particular cuando se requiera instituir
para ellos una tutela o una cúratela;
* reproBentar a los nacionales del Estado que envía o tomar las medidas conven iontos
para su representación ante loa tribunales y otras autoridades dol Estado receptor,
de conformidad con la práctica y los procedimientos en vigor on este último» a fin do
lograr que, de acuerdo con sus leyes y reglamentos, so adopten las medidas provisto* ,
nales de preservación de los derechos e intereses de esos nacionales, cuando, por ostar
ausentes o por cualquier otra causa, no puedan defenderlos oportunamente;
21 Anteriormente habíamos moncionado al ojomplo do Batido» pequeños quo utilizan otra forma más floxiblc
de aoreditar embajadora». Un caeo es el ya mencionado do Blngapur. Otro caeo o» ol do he pequeña» lelas del
Paoíflco, que suolbn tener no roda de tres embajadas y la mayoría conduce au ropreaentadón desdo au Mlaifln
Permanente ante la» Naclonoa Unida». Durante la década pasada, Vanuatu había solicitado nombrar un
eóneul honorario on la Argentino, lo cual no a» concrotd.
22 Ernet, Andrea, "Honorary Conaula’ (2012), en Max Plaitck Encycloptdia ofPubUc Inltrnalional Law, http7/
www.mpapil.com, parr 1-
770
- VT» ;ñ-
CAPÍTULO 38 ■ AGENTES DIPLOMÁTICOS, CONSULARES Y OTROS FUNCIONARIOS: FUÑONES. PRIVILEGIOS.. '
Z
W-
LECCIONES DE.DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
23 Castillo Petruai y otros c. Perú, Corte IDH, Sentencia de Excepciones Preliminares, 04/09/1998, parágs. 68 y
69, y punto resolutivo 2 (en este caso, pese a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos consideró
que el Estado había violado el artículo 36 de la CVRC por el aislamiento de los condenados y la prohibición
de visita de funcionarios consulares, la Corte Interamoricana se declaró incompetente para entender en una
violación de dicha Convención).
24 OC-16/B9, "El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido
procoso logal', Corte IDH, 01/10/1999,
25 Convención de Viena sobre Relaciones Consulares (Paraguay c. EE.UU.), CU, Providencia sobro Medidas
Provisionales, 09/04/1998; La Grand (Alemania c. EE.UU.), CIJ, Fallo, 27/06/2001; Avena y otros nacionales
mexicanos (México c. EE.UU.), CIJ, Fallo, 31/03/2004.
772
CAPÍTULO 38 ■ AGENTES DIPLOMATICOS, CONSULARES Y OTAOS FUNCfoMAftiOS-.FÜKCI0NE8, PRMlÉ^
26 Gonrfilez Napolitano, Silvina, "¿Es la información sobre la asistencia consular un dorecho humano? Loa últi
mos pronunciamientos internacionales on relación con el art. 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares", on Revista La Ley, 09/06/2001, p. 1 y ss.
27 OC-16/99, doc. cit., parágs. 77-80.
28 Ibfd., parágs. 81 y 141.
29 Ibíd.. parág 106.
30 Ibíi, parág. 83. ’ ,
31 Ibíd., parágs 135-136 y 141.
7
773
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
dar ejecución inmediata a dicha norma, con independencia de su estructura federal o unitaria,
puesto que la omisión de “informar” genera la responsabilidad internacional de dicho Estado”.
Por su parte, la CU, si bien determinó en el caso La Grand que el artículo 36(1) de la
CVRC confería derechos individuales y que EE. UU. había incumplido dicha disposición, no
consideró necesario expedirse respecto de si constituían derechos humanos, tal como interpre
taba Alemania35
32. 33 34
774
V.
tó*.’ CAPÍTULO 38 ■ AGENTES DIPLOMÁTICOS. CONSULARES V OTROS FUNCIONARIOS^UNCIONES, PRIVILEGIOS...
j los hechos atribuidos excedía toda función que pudiera corresponder a un jefe de Estado, y era •
obligación internacional del Reino Unido no obstaculizar su juzgamiento.
Similar situación se dio contemporáneamente en Bélgica, cuando dicho Estado europeo t'S
comenzó a solicitar la detención de funcionarios estatales de los países del África que habían
HríV.' pertenecido a su órbita imperial (la República Democrática del Congo -llamada Zaire durante vweb
■ el Gobierno de Mobutu hasta su caída en 1997-, Rwanday Burundi, dos países desgarrados
gfe--; Por J®8 guerras civiles que enfrentaron a los grupos8’ hutus y tutsis) por ios crímenes come-JS*J¿sR
tidos en el ejercicio de sus funciones. En este caso, la motivación de destruir por completó al
Wy? grupo enemigo implicó la presencia del dolo genocida, haciendo más fácilmente identificablesV<JÍ'O
SfiBfe- los tipos penales. Pero la cuestión era la misma: la inmunidad penal de los funcionarios de
; ’ esos países que llegaban a Bélgica, que en algunos casos lo hacían en viaje o misión oficial en Í
Stic ejercicio de sus cargos. .
Uno de e6tos casos, de vital importancia porque llegaba a la figura del ministro de Reía-
MsK. ciones Exteriores, fue el caso relativo a la orden de arresto de 11 de abril de 2000 (República '/>
f5' Democrática del Congo c. Bélgica)38. El caso surge a raíz de la orden de arresto emitida por el
'g£í¿:: país europeo, sobre la base de su ordenamiento jurídico penal interno, contra quien entonces
iSí?4 desempeñaba el cargo de ministro de Relaciones Exteriores de la República Democrática del
sífe.-. Congo -Abdulaye Yerodia Ndombasi- por su supuesta participación en los actos de genocidio
jgMS- perpetrados contra el grupo tutai, en el territorio de su país. Lo relevante es que, entre la bús- ■'
queda de equilibrio entre las inmunidades y la necesidad de evitar la impunidad para ciertos
" delitos de euma gravedad, la Corte Internacional de Justicia hizo unas observaciones sobro el
jOí: conc®Pb5 de inmunidad de jurisdicción.
En verdad, la norma codificada analizada durante el fallo (las doB Convenciones de Viena,
. ’■ así como la Convención de Nueva York sobre Misiones Especiales) no trataba directamente
el caso del ministro de Relaciones Exteriores, por lo cual la Corte se basó en la norma con-
líífe' suetudinaria. Según la interpretación de la Corte, las inmunidades le eran reconocidas para
permitir que el ministro de Relaciones Exteriores cumpliera libremente con sus funciones en
nombre del Estado al cual representaba (nuevamente el criterio de la funcionalidad). Anali
zando las numerosas maneras en que el ministro ejercía su función: viajes, misiones, contacto
permanente con la capital, interacción con sus pares, etc., la Corte terminó concluyendo que
las funciones de un ministro de Relaciones Exteriores son tales que, durante toda la duración
de su cargo, se beneficia de una inmunidad de jurisdicción penal y de una inviolabilidad total .
en el extranjero. Esta inmunidad y esta inviolabilidad, en esencia, protegen loe intereses de
un Estado contra todo acto de autoridad de parte de otro Estado que obstaculice el ejercicio' i \
de sus funciones. A partir de ahí, para la Corte, tampoco es posible (ni relevante) operar una
distinción entre los actos cumplidos por un ministro de Relaciones Exteriores a título “oficial” y
aquellas que hubieran sido cumplidas a título “privado”, así como tampoco entre los actos que
había realizado anteB de ocupar dicho cargo.
Cabe destacar que, para la Corte, la sola emisión de la orden implicó una violación del de
recho internacional, al margen de la factibilidad de su ejecución, dado que desde un principio
se dirigió a funcionarios de justicia y agentes de la fuerza pública.
Finalmente, falló la Corto que la emisión do una orden de arresto el 11 do abril de 2000
contra Yerodia, así como su difusión en el plano intomaoional, constituyó la violación do upa ;
obligación Jurídica do Bélgica frente a la República Democrática del Congo, on lo quo respecta
a la inmunidad de jurisdicción penal y a la inviolabilidad del ministro de Relaciones Exteriores
on ejercicio do la Ropública del Congo, basada an el dorocho internacional. Al mismo tiempo,
decidió que Bélgica debía anular la orden de arresto del 11 de abril de 2000 e Informarlo a las
autoridades a las cuales el mandato había sido difundido, dado que se prohibía a cualquier
Estado actuar en consecuencia de dicha orden nula”.So
•V ■(:
’i'S
So profirió nombrarlos "grupos", ya quo emplear la palabra "otate”, comúnmente usado, on «ate caso puntual
37
darlo lugar a un uso dteoutíblo del concepto, dado quo la distinción se basaba an reglones habitados y costum
bres, mis quo en diforonoteolonea raolalm.
39 Orden de arruto del 11 di abril de 8000 (Congo o. Bólgloo), CU, Fallo, 14/2/3002.
39 Al momento do dictarse ol fallo, Verodia ya no doswnpofiaba te función dS ministro «lo Raloolonos Exterioras.
------------------------------------------------------
776
LECC-ONES pe DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Paralelamente, iba tomando forma la Corte Penal Internacional, que establece el sistema
internacional penal aplicable ante ese tipo de hechos, por medio de un cuerpo que constituye
una ley previa, que prevé jueces naturales, así como lae garantías esenciales de cualquier pro
ceso penal. En una etapa posterior, España comenzó a solicitar a países como China e Israel la
detención y extradición de sus funcionarios de gobierno por los actos de represión en el Tíbet y
Gaza. La indiferencia ante tales pedidos dejó en evidencia la debilidad de España ante dichos
Estados -así como la debilidad del concepto de jurisdicción universal, más existiendo en la
actualidad un sistema penal que, si bien es aún precario, empieza a funcionar-, lo que obligó a
tal país a reformular sus normas40.
Asimismo, sin complicarse el ejercicio doctrinario por cuestiones de crímenes contra la
humanidad o hechos de igual gravedad, también despertó interés en la cuestión el caso DJi-
bouti c. Francia, en el cual la CU se expidió sobre el incumplimiento por parte de Finnda del
Convenio de Asistencia Mutua en Materia Penal al pretender citar a declarar como testigo al
presidente de dicha Nación africana en una causa penal contra dos funcionarios de ese Estado
por la muerte de un ciudadano francés41.
Al margen de este último ejemplo, la cuestión surge tras la Segunda Guerra Mundial,
cuando configuraban los juicios a los jerarcas del nazismo y Japón, en lo que respecta a juzgar
a quienes habían sido “funcionarios” y ejercieron funciones. Es decir, la temática se va confi
gurando durante los primeros años del sistema de las Naciones Unidas, dado que se entrelaza
con temas relevantes en el derecho internacional de la época: la prohibición y sanción del delito
de genocidio, la doctrina del acto del Estado, la inmunidad de jurisdicción del Estado ante los
tribunales extranjeros, más actualmente la responsabilidad de proteger, etc.
En la actualidad, dicho tema forma parte de una ardua labor codificadora en el seno de la
Comisión de Derecho Internacional, que en verdad empezó desde los orígenes mismos de
las Naciones Unidas. Al respecto, en 2008 (60.° período de sesiones) se elaboró el documento
correspondiente al Memorándum de la Secretaría sobre inmunidad de jurisdicción penal de los
ftindonarios del Estado, basado en el Informe preliminar del relator especial Román Kolodkin,
correspondiente al mismo período de sesiones. El documento hace un racconto del estado de
la cuestión, previendo posibles cutsob de acción para la labor codificadora que se emprenda.
Resumidamente, los aspectos por considerar son: el carácter de funcionario del Estado y la dis
tinción entre los actos ejecutados como parte de sus funciones y los actos de carácter privado.
En resumen, se trata de una práctica de los Estados (y tal vez otros sqjetos) que consti
tuye un "universo de casos" aún en formación, aunque el desarrollo ya nos permite avizorar
cuál terminará siendo la norma consensuada.
La labor referida excluye las inmunidades correspondientes a las figuras de diplomáticos
y cónsules, dado que eso ya se encuentra codificado en dos cuerpos normativos que demostra
ron ser suficientes y adecuados para la resolución de las controversias que han surgido du
rante más de cincuenta años. De todos modos, como ya lo hemos mencionado, las inmunidades
de los diplomáticos sirven como base para la elaboración de la norma.
40 Cfr. ilustrativo editorial de Política Exterior, n.° 134 (marzo-abril 2010), disponible en http://www.politicae)c-
terior.com.
41 Ciertas cuestiones de asistencia mutua en materia penal (Djibouti c. Francia), C1J, Fallo, 04/06/2008.
776
Capítulo 39
La solución pacífica de las
CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
3 Cafllech, Luciue. "Cont nna de réglomont pacifique des difTérende intorítatique", R.C.A.D.l,, t. 283 (2001), p.
304.
4 Ibíd.,pp. 304-305.
0 Sobre il ral del Papa como mediador o árbitro, ver Woetdickenborg, Ocrd, *Holy 8ee" (2009), on Max Planch
Encyclopidla ofPubllo International Law, http://www.inpopll.com, pirre. 15-17,
6 CaflÍBoh, Luciue, op. cit., p. 300.
7 Vor Baker, Batey, "Hague Penco Conforoncei (1809 and 1907)" (2018), en Max Planoh Encyelopedia ufPublio
International Law, http://www.mpepll.oom.
8 Ver ol preámbulo de la Oonvención de La Haya do 1907.
9 Suecripta el 20/12/1907 entro Costa Rica, Quatemale, Hondo rae, Nicaraíua y El Salvador.
778
I CAPITULO 39 - LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIA INTERNACIONALES
por los Estados parte-, tuvo como misión resolver obligatoriamente las disputas entre los
tados parte que no habían podido ser resueltas por negociación, así como también aténdéj-T,
reclamos de individuos de un Estado contratante contra otro Estado contratante distintó'
de su nacionalidad, luego del agotamiento de los recursos intemos. Esta Corte funcionó.por
período de diez años, plazo que había sido estipulado en la Convención de 1907. No se proce
a su renovación debido a problemas regionales surgidos en relación con la aplicación deíq
tado Bryan-Camorro (1914), celebrado entre Nicaragua y Estados Unidos, el cual autorizófea®
la construcción de un nuevo canal interoceánico10.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, con el objeto de resolver las controversias qué!
se habían generado, por medio de tratados bilaterales se instituyeron numerosos tribunales!
mixtos de arbitraje y comisiones de conciliación. A fin de evitar el recurso a la fuerza y favo-
recer la solución jurisdiccional de controversias, en el marco de la Sociedad de las Naciones 1 *-
se creó la Corte Permanente de Justicia Internacional (CPJI), con sede en La Haya, que
funcionó a la par de la mencionada organización, aunque formalmente no era un órgano de
ella. La CPJI fue el primer órgano jurisdiccional permanente con vocación universal, aunque
con jurisdicción facultativa, que podía aceptarse tanto por medio de un tratado como de una
declaración unilateral. Esta Corte resolvió controversias interestatales concernientes a va
riadas materias y emitió numerosas opiniones consultivas. Luego de su disolución, la Corte
Internacional de Justicia, en el marco de las Naciones Unidas, continuó con su obra.
Cabe mencionar el Acta General de Ginebra sobre Solución Pacífica de Controversias
(1928, revisada en 1949), el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas o “Pacto de Bogotá”
(1948) -adoptado en la IX Conferencia Internacional Americana- y la Convención Europea
para la Solución Pacífica de Disputas (1957) -en el marco del Consqjo de Europa- en tanto
instrumentos multilaterales que previeron diversos métodos de solución pacífica y que, entre
ellos, constituyéronla base jurídica para el sometimiento de diversas controversias jurídicas a
la Corte Internacional de Justicia.
En la actualidad existen tribunales internacionales judiciales con diversa competencia en
razón de la materia, de la persona y del territorio, que han sido constituidos a partir de la se
gunda mitad del siglo xx. Por ejemplo, a nivel universal, la Corte Internacional de Justicia y el
Tribunal Internacional del Derecho del Mar -de los que nos ocuparemos más adelante-, y, a ni
vel regional, la Corto Interamericana de Derechos Humanos, el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, el Tribunal de Justicia do las Comunidades Europeas, la Corte Centroamericana de
Justicia y la Corte Africana de Derechos Humanos y de los PuebloB. A la par, diariamente se
constituyen numerosos tribunales arbitrales sobro la base de tratados regionales o bilaterales;
para resolver controversias entre individuos (perBonaB físicas o jurídicas) y Estados, así como,
en menor medida, controversias interestatales -o entre Estados y organizaciones intornacio-
fieles-. En ol capítulo 45 do esta obra ee analizarán los mecanismos para la solución do las
controversias entre Estados e inversores extranjeros.
Loa partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peli
El Consejo de Seguridad puede investigar -de oficio- si una controversia “o toda situa
ción susceptible de conducir a fricción internacional o dar origen a una controversia” es capaz
de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales (art. 34 de la
Carta).
La Carta de las Naciones Unidas también habilita a los Estados miembros11 12
a llevar cual
quier controversia o situación de las mencionadas en el artículo 34 a la atención dol Consto
de Seguridad o de la Asamblea General (art. 35(1] de la Carta). Aunque, en virtud del artículo
12(1) de la Carta, mientras que el Consejo de Seguridad esté considerando una controversia o
situación, la Asamblea General no podrá hacer recomendaciones sobre esa cuestión, a no ser
que se lo solicite el propio Consqjo de Seguridad.
11 El artículo 35(2) de la Carta dispone. "Un Estado que no es Miembro de las Naciones Unidas podrá llevar a la
atonción del Conaqjo de Seguridad o de la Asamblea General toda controversia en que sea parte, ai acepta de
antemano, en lo relativo a la controversia, las obligaciones de arreglo pacífico establecidas en esta Carta’.
12 Concesiones Mavrommatis en Palestina (Grecia c. Gran Bretaña), Fallo (jurisdicción), 30/08/1924, PCIJ, Serie
A, n." 2, p. 11 (traducción libre).
13 África Sudoccidental (Libería c. Sudáfrica) (Etiopía c. Sudáfrica), CIJ, Objeciones Preliminares, Fallo,
21/12/1962, ICJ Reporta 1962, p. 828 (traducción libre).
14 Interpretación de los Tratados de Paz con Bulgaria, Hungría y Rumania, Primera Fase, CIJ, Opinión
Consultiva, 18/07/1950, ICJ Reporte 1950, p. 74; Timor Oriental (Portugal c. Australia), CJJ, Fallo, parág, 22;
entro otros.
15 También se discutía respecto do la aplicabilidad del TBI Espafia-Chile, en virtud de la “cláusula de la nación
más favorecida".
780
CAPÍTULO 39 • IA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTENCIONALES --
comienzos de 1992, el TBI no era aplicable a dicha controversia, por haber entrado en vigor en
septiembre de 1992lfl. El demandante rechazaba este punto de vista sobre la base de que una
“controversia” Be originaba cuando se presentaba formalmente como tal, lo que en ese caso
había sucedido después de que el TBI había entrado en vigor. Así, sostenía que, “antes de que »
pueda considerarse que ha surgido la controversia, las partes pueden haber tenido desacuer
dos y diferencias de opinión, poro tales hechos no llegan a configurar una controversia, de la
17. El tribunal .
manera como se entiende este concepto en el derecho internacional y nacional”16
reconoció que, si bien en ese caso los acontecimientos respecto de los cuales se habían pro- í
ducido desacuerdos entre las partes habían comenzado en 1989, eso no significaba que ya en
eso época existiera una controversia jurídica según la definición de la Corte Internacional de
Justicia18.19
En consecuencia, el tribunal afirmó:
El Tribunal observa a esto respocto que suele haber una secuencia natural de acon
tecimientos que conducen a una controversia. Comienza con la expresión de un des
acuerdo y la afirmación de puntos de vista divergentes. Con el tiempo, eBtos acon
tecimientos adquieren un significado jurídico preciso mediante la formulación de
reclamacionesjurídicas, su discusión y su rechazo eventual o falta de respuesta de la
otra parte. El conflicto de puntos de vista jurídicos y de intereses sólo estará presen
te en esta última etapa, aunque los hechos subyacentes tengan una fecha anterior.
También se ha comentado acertadamente que la existencia de la controversia pre
supone un mínimo de comunicación entre las partes, en la que una de ellas plantea
el problema a la otra, y ésta se opone a la posición del reclamante en forma directa o
indirecta. Esta secuencia debe tomarse en cuenta al determinar la fecha crítica para
poder concluir si, en el marco del [TBI], una controversia queda comprendida en el
consentimiento necesario para materializar la jurisdicción del CIADI.
Asimismo, cabe observar que el Reino de España ha argumentado correctamente que
hay una diferencia entre una controversia y una reclamación en los términos dol
Artículo 11(2) del [TBI] Argentina-Espafta. Si bien puede haber surgido una contro
versia, ésta no necesariamente tiene que coincidir con la presentación de una recla
mación formal. La fecha crítica separará, no la controversia de la redamación, sino la
controversia de acontedmientos anteriores que no involucran un conflicto de puntos
de vista jurídicos y de intereses. Se desprende de ello que si la controversia surge
después de la fecha crítica, ésta reunirá los requisitos para transformarse en una re
clamación, mientras que si ha surgido antes de esa fecha quedará excluida de acuerdo
a los términos del (TBIp*.
En virtud de ello, el tribunal concluyó que “la controversia, en su sentido técnico y ju
rídico, comenzó a configurarse en 1994”, momento en que “quedó claramente establecido el
conflicto de puntos de vista jurídicos y de intereses, conduciendo poco tiempo después a la
presentación de varias reclamaciones que en definitiva llegaron a plantearse ante este Tri
bunal”; como la controversia se materializó con posterioridad a la entrada en vigor del TBI
aplicable, el tribunal consideró que tenía jurisdicción ratione temporis para entender en di
cha disputa20.
16 Emilio Agustín Maffezini c. Reino de España (caso CIADI N® ARB/97/7), Decisión sobre Excepciones a.l> ..
Jurisdicción, 25/01/2000, parág. 92. • ví
La clasificación más utilizada es aquella que distingue entre los métodos diplomáticos
(o políticos) y los jurisdiccionales. Los primeros se caracterizan por requerir el acuerdo de las
partes no solo en cuanto al método, sino también en relación con los términos del arreglo’1. De
modo que, aun cuando las partes acuerden en someterse obligatoriamente a un mecanismo
diplomático (por ejemplo, la conciliación), luego tendrán la opción de aceptar o rechazar su
resultado. Por lo tanto, puede decirse que estos métodos no conducen necesariamente a la so
lución de la controversia, sino que, en algunos casos, solo llevan a contar con una propuesta de
arreglo, la cual, para que resulte eficaz, deberá ser aceptada por todas las parteB contendien
tes. Contrariamente, los métodos jurisdiccionales culminan en la adopción de una sentencia
que es definitiva (deviene en cosa juzgada) y obligatoria para las partes litigantes.
También pueden observarse otras diferencias entre los métodos diplomáticos y los juris
diccionales. En cuanto a las personas que participan-, los métodos diplomáticos suponen o bien
la acción directa de las partes (tal como ocurre en la negociación), o bien la participación de un
tercero ajeno a ellas (tal como ocurre en el resto de los mecanismos), mientras que los métodos
jurisdiccionales suponen siempre la participación de un tercero imparcial (árbitro, corte o tri
bunal). En los métodos diplomáticos en los que participa un tercero, este puede ser cualquier
persona o entidad (por ejemplo, una celebridad política o religiosa, un órgano internacional).
En los jurisdiccionales se trata de una persona o un conjunto de personas que, por lo general,
poseen conocimientos jurídicos, dado que tendrán que aplicar derecho.
En cuanto a los términos del arreglo: en los métodos diplomáticos la propuesta de solución
puede basarse en cualquier criterio (político, económico, jurídico, conveniencia práctica, etc.),
mientras que la sentencia de los tribunales jurisdiccionales debe basarse en criterios jurídicos
-ya que en el derecho internacional los árbitros o jueces aplican “derecho"- o en equidad, si las
partes requirieron una decisión ex aequo et bono.
El artículo 33 de la Carta de Naciones Unidas, además de la negociación, la investiga
ción, la mediación, la conciliación, el arbitraje y el arreglo judicial, también refiere al recurso
a organismos o acuerdos regionales (o a otros medios de solución). Estos pueden regular un
procedimiento basado en cualquiera de los métodos referidos anteriormente.
Existen algunos mecanismos de solución de controversias que pueden considerarse híbri
dos o atípicos, ya que presentan algunaB características de los métodos jurisdiccionales y otras
de los diplomáticos, por lo que resulta difícil evaluar su naturaleza jurídica. Tal el caso del
sistema de solución de controversias de la Organización Mundial del Comercio.
Para alcanzar la solución de una controversia, en ocasiones las partes pueden necesitar
atravesar por varios métodos. No siempre se logra la solución en el primer intento. Un buen
ejemplo es la controversia por las islas del canal de Beagle entre la República Argentina y la
República de Chile, en la que hubo diversas instancias de negociación, buenos oficios, media
ción y hasta un arbitraje para, finalmente, culminar con un arreglo acordado entre las partes,
el cual quedó plasmado en el Tratado de Paz y Amistad (1984).
21 Podeotá Coata, Luía y Ruda, Joaé María, Derecho Internacional Público, Taa, Buenoa Aíras, t. 2, 1." adíe,
actualizado, 1985, p, 384.
782
CAPITULO 39 - LA SOLUCIÓN PACÍFICA OE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
22 Vinueso, Raúl, "La solución pacífica do controversias ontro Estados", Lechona y Ensayos, n.a 4 (1988), p. 23.
23 Convención sobro la Eliminación do todos los Formas do Discriminación contra la Mujer, adoptada por la
Asamblea Gcnorol do laa Naciones Unidas en su Rosolución 84/180,18/12/1979. Bn vigor desde ol 08/09/1981.
quo so trató de una iniciativa del entonces presidente Néstor Kirchner para que ol roy actuara no como
mediador, sino como facilitador: "El rey conversará con cada país por «epprado, para luego Hogar a una %
nogoclaclón ftnnl ontro Argontina y Uruguay’’.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En la mediación, el tercero cumple un rol más activo que en los buenos oficios, ya que,
además de acercar a las partes, se sienta con ellas en la mesa de negociación1’. Las Convencio
nes de La Haya de 1899 y 1907 estipularon en el artículo 4 que “El papel del mediador consiste
en reconciliar las pretensiones opuestas y en apaciguar los resentimientos que puedan haber
surgido entre los Estados en conflicto". Por su parte, el Pacto de Bogotá dispuso lo siguiente:
“Las funciones del mediador o mediadores consistirán en asistir a las partes en el arreglo de
las controversias de la manera más sencilla y directa, evitando formalidades y procurando
hallar una solución aceptable. El mediador se abstendrá de hacer informe alguno y, en lo que a
él atañe, los procedimientos serán absolutamente confidenciales" (art. X11).
A menudo Iob juristas afirman que la conciliación cumple las funciones de mediación e
investigación, ya que el conciliador, como regla general, comienza por establecer los hechos, es
decir, actúa en primer lugar como órgano de investigación80.
Cabe aclarar que, si bien en teoría todos estos medios de solución se diferencian entre sí,
en los hechos a veces las diferencias se desdibujan. Así, los buenos oficios, la mediación y la
conciliación, que se distinguen por una cuestión de grado o de intensidad81, pueden generar
discrepancias en cuanto a la calificación de la actuación del tercero. Esto puede deberse a que
el tercero pudo haber sido convocado para brindar sus buenos oficios, pero luego ir más allá y
actuar como mediador o conciliador. Por qjemplo, en la controversia de la zona austral (canal de
Beagle), en un primer momento el Papa Juan Pablo II envió al cardenal Samoré a fin de lograr
un acercamiento entre las partes, es decir, con una misión de buenos oficios, que duró diecisiete
días83. Como consecuencia de dicha gestión, el 8 de enero de 1979, Argentina y Chile firmaron
el Acuerdo sobre el Diferendo en la Zona Austral (“Acta de Montevideo"), en el cual acordaron
solicitar a la Santa Sede que actuara como mediadora para "guiarlos en las negociaciones y
asistirlos en la búsqueda de una solución del diferendo"88. Así, en abril de 1979, comenzó un
proceso denominado la “mediación papal”, en el que también actuó el cardenal Samoré como
representante del Papa, participando activamente en las negociaciones con las partes. El 12 de
diciembre de 1980, Juan Pablo II hizo una propuesta a las partes, conocida como la "propuesta
papal*84. Si bien la propuesta en su formulación original no fue expresamente aceptada por la
Argentina, así como tampoco rechazada, su ajuste constituyó la base de la solución del con
flicto que se plasmó en el Tratado de Paz y Amistad firmado por ambos Estados en 198488. Las27 28 29 30 31
784
CAPITULO 39 • LA SOLUCIÓN PACIFICA DE LAS CONTROVEBSIfiS INTgWACIONALES
formalidades que rodearon a la comunicación do la propuesta papal a las partes, así como
procedimientos de mediación previos, llevan a algunos juristas a calificar dicha actuación como
una verdadera "conciliación’', más que una mediación”.
3.1.3. Investigación
La —ur-"-es
i -'investigación una especie
................. r-—Jde
- peritaje-- la —
en*- que
■ el‘tercero
-------------o--los terceros
---------------::'(comiéio'tíés-''
de investigación, comisiones de encuesta), luego de escuchar la posición de las partes y de téP ÍS
tigos, y ovontualmente realizar las verificaciones necesarias en el sitio en cuestión, determin^^^
los hechos de la controversia, los clarifican, pero no proponen una solución definitiva. Póf ¿Ho'¡»*i
este método normalmente debe ser combinado con otros mecanismos, ya sean diplomáticos
jurisdiccionales, Por supuesto, ai se trata do una controversia en particular sobre cuestioneá
de hecho, las partes podrán convenir en aceptar la determinación que efectúe al respecto la'’¿is||
comisión de investigación.
Las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907 previeron este medio de resolución pa-' ■
tífica, bqjo la denominación de “Comisión Internacional de Investigación”, con la misión deJíOS
“dilutídafr] los hechos mediante una investigación imparcial y meticulosa” (art. 9). Asimismo,
enunciaron una ssrie de reglas supletorias para llevar a cabo el procedimiento de investiga-.
dón. En cuanto a los resultados de este mecanismo, se advierte: “El informe de la Comisión ,.'g^
internacional de investigación, limitado a la verificación de hechos, no tiene de ningún modo el
carácter de un laudo. Deja a las Potencias en controversia entera libertad en cuanto al efecto
que se dará a esta verificación" (art. 14).
A título de ejemplo, en el artículo 90 del Protocolo Adicional I a los Convenios de
Ginebra de 1949” se prevé la constitución de una Comisión Internacional de Encuesta,
integrada por quince miembros “de alta reputación moral y de reconocida imparcialidad",
que actúan a título personal. Al momento de obligarse por dicho Protocolo, los Estados con- ••
tratantes pueden declarar “que reconocen ipeo facto y sin acuerdo especial, con relación a
cualquier otra Alta Parte contratante que acepte la misma obligación, la competencia de
la Comisión para proceder a una investigación acerca de las denuncias formuladas por esa ;)
* *.* Sobre
otra Parte”38 * la base del procedimiento allí establecido, la comisión tendrá compe-
tencia para investigar -a través de la constitución de salas- cualquier hecho que se alegue
como infracción grave de los Convenios de Ginebra de 1949 o del Protocolo Adicional I,
así como facilitar, mediante sus buenos oficios, el retorno al respeto de los mencionados
instrumentos internacionales”. El procedimiento concluye cuando la Sala (previamente
constituida), luego de escuchar a las partes en conflicto y considerar las pruebas presen
tadas u obtenidas -eventualmente también puede hacer una investigación in loco4’-, les
presenta un informe con sus conclusiones y las recomendaciones que considere oportunas
(puede incluso dar a conocer la imposibilidad de obtener pruebas suficientes para llegar a
conclusiones objetivas e impartíales)41.
48 El hecho de que una controversia jurídica entra Estado» presento aspectos políticos no la descalifica como
tal, puesto que ello so debe a que loa Estados son entes políticos; Morrilla, John, "The Meana oí Disputo
Settlement", en International Lau>, Evans, Malcom (od.). Oxford University Press, Oxford, 2003, pp. 545-
546.
44 Podcstá Costa, Luis y Ruda, José María, op. til., t. 2, p. 384. Cuando el órgano es colegiado, por lo general
la dsoieión se toma por el voto do lo "mayoría" de los árbitro» o jueces. Se ha discutido acerca de si es o no
conveniente que el tribunal trato de llegar a una eoMdn a través del consenso. Al respecto, Oros, raíl riéndose
a h CU. eonsiderai "La búsqueda do consenso tiende a hacer de la Corto una suerte de soneiliador amigable
cuyos actos jurlidicQlOfialsa no serían más que recopilaciones de constes; este rol puedo sor ejercido por otros,
pero el Jura dice el dortoho y nada más quo ol derecho"; A. Groe, “La recherche du consensúa dans lee dtolslons
"obligatoria" (on la versión en inglés se usa el término compulsory) resulta "ongaftoso", puesto que los Estados
tienen la “opción" de aceptar como compulsiva la jurisdicción dol tribunal, ya quo no están compolidos a
hacerlo; Oollior, John y Lowe, Vaughan, The Settlement ofDieputoe in International Law. Inetitulione and
Proceduree, Oxford University Press, Oxford, 1999, p. 140.
786
CAPITULO 39 - LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
meno y proponer soluciones a los conflictos que puedan plantearse47. Esto también se
con lo que se ha denominado “fragmentación del derecho intemadonal”48, a la que se ha Ji
referencia en el capítulo primero de esta obra.
si
con lo proscripto por las mencionadas Convenciones de La Haya de 1899 y 1907, al establecer
!- que “El arbitraje internacional tiene por objeto la resolución de controversias entro Estados •»
por jueces de su propia elección y sobre la base del respeto a la ley"80 y que “La convención de
Wu-
arbitraje implica el compromiso de someterse al laudo de buena fe"81.
Puede tratarse de un cuerpo colegiado o unipersonal. Desde otro punto de vista, la doc ií:
<• •.x
trina se refiere a dos clases de arbitraje: “ad hoc" e “institucionalizado”83. En ambos casos, los
árbitros son elegidos por las partes litigantes respecto de un caso determinado, de modo que lo
“institucionalizado" no tiene que ver con la permanencia de los jueces en el tribunal a lo largo
de diversos procesos, sino con el hecho de que el órgano arbitral se constituye en el marco de
una infraestructura administrativa preestablecida, con árbitros elegidos de una lista prode*
i
terminada y, en algunos casos, se guía por reglamentos de procedimiento generales, elaborados
para regir un número indeterminado de litigios. Podríamos citar como ejemplo de tribunal
arbitral ad hoc establecido entre dos Estados por medio de un compromiso, para resolver una
controversia determinada, el instituido por Argentina y Chile para resolver las controversias
en la región de Palena-Río Encuentro83, y como ejemplos de tribunales arbitrales instituciona
lizados, aquellos constituidos en el marco de la Corto Permanente de Arbitraje. Sin embargo,
en cualquiera de estos casos, las partes suelen conservar cierta libertad para pactar reglas
l
procesales específicas, tal es así que muchos reglamentos preestablecidos suelen aplicarse con
carácter supletorio, es decir, en caso de que las partes no acuerden lo contrario. Por otra parte,
cabe destacar que los calificativos de ad hoc y de institucionalizado no han sido empleados de
manera uniforme, lo que torna imprecisa tal distinción y la desprovee de toda utilidad. Prueba
de ello es que algunos tribunales arbitrales denominados ad hoc (como los previstos en el
marco del MERCOSUR por el Protocolo de Brasilia) contaban con los caracteres que hemos
mencionado respecto de los tribunales arbitrales institucionalizados.
La doctrina también suele distinguir al “arbitraje comercial internacional" como aquel .
que dirime controversias sobre cuestiones comerciales en las que son partes individuos o cor*
poraciones, el cual es denominado por algunos juristas como “arbitraje privado internacional",
para diferenciarlo del tradicional arbitraje interestatal84. Según Merrills, el arbitraje comer-
j da! internacional representa la extensión del procedimiento de arbitraje a disputas privadas
con algún elemento internacional”. 8in embargo, la distinción se torna borrosa cuando se trata
'i
47 Ver, por qjomplo. Oollers-Frahm, Karin, •MultipHcation qf jnternatad courte and tribunal! and conflictlng
jurisdlctioni problcmi and whitUms", Max Planoh YtarbpQh of United Natlant kw, vd, 5 (2001), pp. 07-
104) Travos, Tullto, ’Le Tribunal ínternatlonal du drolt de la mor rt la mvltipltoation dos jurtóictíone
ínlrrnnUofial?< /ilútete di Diriíto faternuionate. vol, 80. n." 0 (2000), pp. 70fl-746j ügwiaiy, MUhae)
L Ohukwujíndu, Tht ICJ, mtrgvtet ofregional courte and arbitral irlbunate;proliftralton of International and
rogional adjudicalory boditt, Lap Lambart, 2012.
Var, antro otros, Rao, Pemmar¿|u Sreenlvasa, "Múltiple international judicial forumo: a roflection of tho
48
«í«
growing átrangth of internatlonol law or ita fragraontatlon?', Michigan Journal ofInternational Lauj, vol, 25
(2004), pp. 929-961.
49 Baadavant, Julea, Dictionnain de la Terminologit du Droit International, Siroy, Paría, 1960, p. 51 (traducción
libro).
60 Artículos 16 y 37, roipectivamente.
51 Artículos 18 y 37, respectivamente.
52 Cnfliach, Lucius, "L’avenir de Tarbitraga lnterótatiquo”, A.F.D.I., vol. xxv (1979), p. 11.
■i
68 Argentino - Chite Frontter Caee, Laudo, 09/12/1966, HUÁ, vol. 16, p. 109.
64 Morrilla, John, International Dtepute Settlomcnt. Cambridge Univoroity Proal, Cambridge, 3.* odio., 1998, pp.
111-112. ’ . , ,
•’í}'' 58 Ibfd., p. 112. Así, mientras que la tex arbitri en al arbitraje interostdlfll.as el derecho internacional, en el ». •.
arbitraje privado es normalmente el derecho interno.
’-J1',*
’.V
’v-/
•*"
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3.2.2. ArregloJudicial
Los juristas internacionales se han ocupado de reconocer las diferencias existentes entre
el arbitraje y el arreglo judicial, y comienzan por señalar que este último es encomendado a
una institución preestablecida, donde los jueces se encuentran designados con anterioridad al
sometimiento de la controversia por un sistema objetivo -sea a través de los Estados parte o
en el marco de otro órgano u organización internacional- establecido en el acuerdo constitutivo
del órgano judicial, excepto el caso de los jueces ad hoc y la posibilidad de elegir a los miembros
que integren una sala ad hoc. En cambio, los árbitros internacionales, salvo excepciones, son
normalmente elegidos por las partes litigantes. En el arreglo judicial, si bien las partes tam-56 57 58 59 60
56 Ibíd., p. 113. Ello explica que algunas instituciones sean objeto de estudio tanto dol derecho internacional
público como del privado.
57 Shahabuddeen, Mohammod, “The International Court of Justice: The Integrity oían Idea", en International
Laiv in Transition. Essays in Memory of Judge Nagendra Singh, Pathak, R. y Dhokalia, R. (eds.), NühofT,
Dordrecht, 1992. p. 342.
58 Fribergh, Erik y Villiger, Mark, “The European Commisaion of Human Righta", en The European System for
the Proteetion ofRights, Macdonald, R.; Matscher, F. y Petzold, H. (ede.), Nijhoff, Dordrecht, 1993. pp. 618-619.
59 Al respecto, la propia CIJ ha puntualizado que las decisiones judiciales son por esencia obligatorias, de
modo que, donde haya una corte, ella debe ser indepondiento y sus decisiones, vinculantes, Effect ofAwards
of Compensaron Made by the United Nations Administrativa Tribunal, Advisory Opinión, 13/07/1954,1CJ
Reporta 1954, p. 47 y as., especialmente pp. 52-53.
60 Resolución 827 (1993) del Consejo de Segundad, 15/05/1998.
61 Resolución 955 (1994) del Consejo de Seguridad, 08/11/1994.
62 Si bien las reaolucionea en cuestión solo hacen referencia al capítulo vir do la Carta do las Naciónos Unidas, la
Cámara do Apelaciones del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia interpretó que el Consejo de
Seguridad había actuado en el marco de la Carta, es decir, como medida coercitiva que no implica el uso de la
fuorza; The Prosecutor v Duiko Tádic alkla/ 'DULE', Decisión on the defence motion for interlocutory appeal
on jurisdiction, 02/10/1996,vo!. xxxv, a* 1 (1996), p. 44, parág. 34.
788
CAPITULO 39 • LA SOLUCIÓN PACIFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
bién pueden decidir algunas cuestiones procesales (por ejemplo, el idioma del procedimiéhtqjíSS^^
03 Abi-Saab, Georges, “De l’évolutíon de la Cour Internationale. Réflexiona sur quelquea tendendes récentes",
R.G.D.I.P., t. 96 (1992-2), p. 281.
64 Ibíd. Ver también Abi-Saab, Georges, ‘Fragmentation or Unification: Some Concluding Remarte”, New York
University Journal ofInternational Law and Politice, vol. 31 (1999), pp. 929-930.
65 Vinuesa, Raúl, op. cit.. p. 28.
66 Tomuschat, Christian, “International Law: Ensuring the Survival ofMankind on the Eve of a New Century",
R.C.A.D.L, vol. 281 (1999), p. 405. Este jurista se apoya en laa definiciones de arbitraje contenidas en las • ■
Convenciones de La Haya de 1899 y 1907 a las que hemos aludido, a fin de considerar que el primer elemento
que debe notarse es que los miembros de un órgano arbitral son jueces que gozan de "independencia”, motivo
por el cual no deben ser concebidos como representantes de los Estados que han depositado su confianza en
ellos.
67 Tal el caso del artículo 62 de! ECIJ y del artículo 31 del Estatuto del Tribunal Internacional del Derecho del
Mar.
•68 Ver artículo 17(5) del Reglamento de Arbitraje Revisado de la CNUDMI, de acuerdo con la modificación de
2010. \
69 Bowett, Derek, "Contemporary Developments in Legal Techniques in the 8ettlement ofDisputes", R.C.A.D.L,
vol. 180 (1983-11), pp. 183 y 191 y as. ' :• •£’
70 Ibíd., p. 193 . '
71 Pueden citarse, entre otros: Cafiisch, Lucius. op. cll. ("L’avenir de l’arbitrago interétatique"), p. 17 y W-j-v-;
Merrills, John, op. di. (International Dispute Setllement), pp. 115-120 y 164-169; Bilder, Richard, “International
Dispute Settlement and the Role of International Adjudication", en The International Court of Justlce at
Croesroads, Damrosch, Lorie (ed.), Transnational Publishcrs, Nueva York, Í987, pp. 162-175. ,
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
los jueces y tribunales para juzgar y hacer ejecutar lo juzgado**71. Aunque, por lo general, en
derecho internacional los jueces solo tienen poder para juzgar, no ejecutar.
Si bien la palabra “jurisdicción" por sí sola no está libre de ambigüedades, a ella debemos
incorporarle las propias de su aplicación al ámbito internacional’1. Así, el juez ad hoc Daxner,
que actuó en el caso del Canal de Corfú ante la CU, advirtió que la palabra jurisdicción tenía
dos significados fundamentales en derecho internacional. Era usada: 1) para reconocer a la
Corte como un órgano instituido con el propósito de “decir el derecho" Qus dicere), en orden de
adquirir la capacidad para aparecer ante ella, y 2) para determinar la competencia de la Corte,
72. 75
por ejemplo, envestirla con el derecho de resolver casos concretos74 * 76 77 78
En ese mismo orden de ideas, Shahabuddeen distingue entre el consentimiento dado por
un Estado al ser parte del Estatuto de la Corto Internacional de Justicia (ECU) y el consen
timiento dado para el ejercicio de la jurisdicción. En el primer caso, el Estado acepta que el
Estatuto ha creado una corte investida de poder judicial, poder dado por todos los Estados
parte en dicho tratado y no solo por el Estado litigante. Sin embargo, este poder no puede ser
ejercido en relación con un Estado en una controversia si este no dio su consentimiento para
tal ejercicio, o sea que se requiere de una condición adicional. En el segundo caso, se trata del
consentimiento dado (por ejemplo, por medio de una declaración o de un tratado) para ejercer
ese poder judicial -que el tribunal ya tiene en general- pero para determinadas circunstan
cias. En conclusión, una cosa es conferirjurisdicción (en general) por medio del Estatuto y otra
es aceptar jurisdicción (en particular) por medio de una declaración, tratado o compromiso en
el cual se definen los casos que pueden serle sometidos al tribunal7®.
También los juristas han utilizado la expresión “jurisdicción internacional” con otros sen
tidos: para referir a las distintas funciones del tribunal (contenciosa, consultiva, cautelar),
para aludir al ámbito sobre el que se aplica el derecho internacional, para denotar la labor de
un medio jurisdiccional de solución de controversias, entre otras.
72 Real Academia Eipañola, Diccionario de la Lengua Española, Esposa Calpo, Grupo Editorial Planeta, Buenos
Alros, 22.* odie., 2001, t. II, p, 1882.
78 En dicho ámbito comúnmente ee habla de jurisdicción del Estado, usando al tórmlnoon cuosííón para definir
loa límites do la autoridad estatal (Jurisdicción territorial, personal, universal, extraterritorial). También la
palabra Jurisdicción es ompteada con referencia al poder do )0d tribunales Internacionales, como veremos más
adelantó.
74 Canal di Corfú (Reino Unido o. Albania), 01J, Fallo (jurisdicción), 25/03/1840,1CJfíepartt 1918, p. 16, púráge.
88*40.
77 Carneluttl, Francesco, Dsneho Procesal Civil y Penal, traducción de S. Sentís Melando, Ediciones Jurídicas
Europa*Amírica, Buenos Airea, 1.I,1971, p. 99.
790
CAPÍTULO 39 - LA SOLUCIÓN PACIFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTENCIONALES
S.2.4.3. Jurisdicción (competencia) ratione materias, ratione personae, ratione loci y ratione -'
temporis y V/Jvjj
>3
• •• A veces las limitaciones en razón de la materia, de la persona o temporales se encuentran
establecidas en el propio estatuto del tribunal. Por ejemplo, la CIJ, si bien posee una compe
tencia material muy amplia, en razón de la persona es muy limitada, por cuanto solo Estados
puodon sor partes en un caso contencioso, según su propio Estatuto”. Por su lodo, existan otros
• tribunalos intomaolonaloB quo roiultan flor más amplios en lo quo hoce a la jurisdicción en ra-
||•. zón de la persona, pero más restringido! en cuanto a la materia, tal el caso do la Corte Centro
americana de Justicia o de loe tribunales arbitrales instituidos en el marco del CIADI. Otras .
veces las limitaciones son impuestas por los propios Estados en las cláusulas compromisorias,
-N?.*
compromisos, o incluso mediante reservas formuladas a las declaraciones de aceptación de la
jurisdicción ("cláusula opcional"), como ya vimos.
Con respecto a la jurisdicción ratione temporis, podemos decir que ha sido considerada en
relación con dos factores: 1) la determinación del período de tiempo durante el cual las partes
tienen la obligación de someter la controversia al órgano jurisdiccional, ya sea de acuerdo con
el tratado o compromiso suscripto entre ellas, y 2) la interpretación y aplicación de las condi
ciones o reservas temporales efectuadas en el título de jurisdicción, con el propósito de deter
minar ai las disputas 6e encuentran dentro del espacio de tiempo en ol cual la6 partes habían
aceptado la obligación de reconocer la jurisdicción del tribunal”.
&
■■ í
3.2,4.4, Jurisdicción (competenoia) contándola y consultiva
80 Black, Hinry, Blachi Law Dlalonary, West PubUehing Co., St. Paul, 4." odie., 1957, pp. 091-992.
81 Vor Fitetnaurice, Oerald. TAe Law and Proctdurt ofthe International Cauri ofJuetke, Grotlua, Cambridge,
1998, val. 8, p. 434. •
82 ECIJ. artículo 84(1).
88 Roaenne, Shabtai, "The Tima Factor in the Jurisdicción of tha International Court of Justico , on An . •
International Law Mitcellany, M. N^hoff, Dordrecht (1993), p. 5. Ver támbién Soubeyrol, Jacquer, ‘ Validité .
daña la temps de la dédaration d’acccptation de lajuridiction obligatoire*.A.F.D.I., vol. 6 (1989), pp. 232-257. ;•« •
entre dos o más partes a través de una sentencia vinculante para ellas. Un tribunal posee
jurisdicción o competencia consultiva cuando tiene el poder para emitir opiniones consultivas.
La opinión consultiva consiste en una opinión acerca de una cuestión jurídica sobre la
que so le ha consultado al tribunal. Puede ser respecto de la interpretación de un artículo de
un tratado o sobre la consecuencia jurídica de un determinado acto. En general, se pregunta
en abstracto, aunque en ocasiones la consulta se ha referido puntualmente a una controversia
existente.
Mientras todos los tribunales internacionales poseen competencia contenciosa, no todos
disponen de competencia consultiva, sino solo aquellos que se encuentran facultados por sus
respectivos estatutos o tratados constitutivos, como, por qjemplo, la Corte Internacional de
Justicia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Tribunal Europeo do Derechos
Humanos y la Sala do Controversias del Tribunal Internacional del Derecho del Mar.
El objeto de la opinión consultiva y los entes legitimados para solicitarla dopondorá de lo
que prevea el tratado constitutivo o estatuto de cada tribunal. En el ámbito de algunos tribu
nales solo ciertos órganos u organismos están habilitados para solicitar una opinión consultiva
(como en la CIJ o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos), mientras que en otros se per
mite también hacerlo a los Estados (como en la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
que habilita a cualquier Estado miembro de la OEA a solicitarla).
En el procedimiento consultivo técnicamente no hay “partes” (demandantes o demanda
das). Aun cuando haya una controversia detrás de un pedido de opinión consultiva, el tribunal
emite la opinión con miras a presentar su posición jurídica sobre la cuestión objeto de la con
sulta, aunque indirectamente sirva para solucionar aquella controversia, si es seguida por las
partes involucradas.
No obstante, existen cláusulas especiales en algunos tratados internacionales que confieren
fuerza obligatoria a las opiniones consultivas, como se verá más adelante en el marco de la CU.
Existen diversas formas de aceptar la jurisdicción, aunque no todas ellas están disponi
bles con relación a todos lo? tribunales internacionales. Por lo general, tomando como base las '«
disputas interestatales, los Estados pueden aceptar la jurisdicción: .y
792
, .y...
Otra forma de aceptar la jurisdicción es a través de una declaración depositada en poder '.*?
*$,*)' de algún órgano o persona habilitada al efecto, con el fin de consentir la jurisdicción del tribu- ,;?'0
p“í?' nal respecto de todo Estado que asuma la misma obligación. Ejemplo de ello es la denominada íj
“cláusula opcional”, prevista en el artículo 36(2) del ECIJ para el caso de controversias jurídi/:í4
cas”. Podemos citar asimismo las declaraciones formuladas con respecto a la jurisdicción de
rd&M la Corte Interamericana de Derechos Humanos” y del Tribunal Internacional del Derecho del •3’
I-’.; Mar*
En cuanto a la naturaleza jurídica de estas declaraciones, si bien se trata de un acto unT- >
lateral en su formulación, crea una relación jurídica bilateral o una serie de relaciones hílate-;.:
ral®8 respecto de otros Estados que también han formulado idénticas declaraciones91. ..•
Cabe señalar que con frecuencia los Estados condicionan estas declaraciones con reser-
íMWvae de distinta índole, en especial en lo que respecta a la aceptación de la jurisdicción de la i;-’
rJÍ-y OIJ. Estos reservas so aplican recíprocamente para ambas partes en la disputa, sin importar ¿'j
que ¡a reserva haya sido formulada en la declaración do una sola de las partas. Algunas re-',,Q:¡1
«Mí servas limitan la materia que hace al objeto de la disputa, como, por qjomplo, la que dispono
®^.,quo no podrá someterse al tribunal controversia alguna que verse sobre ciertas cuestiones
; t de pesquerías (Declaración de Canadá de 1994). También existen reservas que alcanzan a la •
, jurisdicción personal, es decir que pretenden excluir loe conflictos que suijan con relación a
determinados Estados (puede tratarse de Estados vinculados a una determinada región geo- <
gráfica, de Estados con los que no se tienen relaciones diplomáticas, por ejemplo)”. También
gSS! existen reservas vinculadas a “tratados multilaterales"”. Otras, en cambio, respecto de casos
en los que se ha previsto su solución a través de otros medios de solución de controversias.
&&:• Asimismo pueden efectuarse reservas que consistan en limitaciones temporales94. Por otra ■
parte, la declaración puede hacerse bajo condición de reciprocidad, “por parte de varios o de-
.■ -G.' -tArmínadnR 5.
Estados”®45
terminados F.atnHaa • ;’$5
La validez de algunas reservas ha suscitado debate entre los académicos, como la denomi
nada “reserva automática’ o “reserva de jurisdicción doméstica" contenida en la Declaración de
j;
i'é-
88 Al respecto, ver Waldock, C. Hurnphrey, •Decline of the Optional Clause", B.Y.I.L., vol. 1 (1955-1950), pp. 244-
■> 287.
89 Convención Americana sobre Derechos Humanos (1909). artículo 62.
90 Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1982), artículo 287.
91 Collier, John y Lowe, Vaughan, op. cit., pp. 140-141. Ver otras teorías respecto de Ja naturaleza jurídica de la
cláusula opcional en Waldock, C. Hurnphrey, op. cit., pp. 250-264.
92 El artículo 36(3) del ECIJ dispone: “La declaración a que so refiere este Artículo podrá hacerse
incondicionalmente o bajo condición de reciprocidad por parto de varios o determinados Estados, o por
determinado tiempo".
93 Ea decir, 6e estipula que la aceptación de la jurisdicción do la Corte no comprende las controversias relativas
a un tratado multilateral a menos que todos los Estados parte de dicho tratado sean partes en el litigio.
94 Por qjemplo, se excluyen controversias que se originen con anterioridad a una fecha determinada, o que se
vinculen a hechos o situaciones que tuvieron lugar con anterioridad a olla.
95 ECIJ, artículo 36(3). Algunos juristas entienden que se trata de un requisito innecesario, puesto que el
principio de reciprocidad se encuentra implícito en la cláusula opcional misma, dado que el propio artículo
36(2), ECIJ, establece que la declaración funciona “respecto a cualquier otro Estado que acepte la misma
obligación". Pero, entonces, ¿qué significado tendría el inciso 3 del artículo 36 del ECIJ? Waldock considera
que este disposición no se refiere a la "reciprocidad’, sino que simplemente tiene por fin autorizar a los Estados
a limitar la acoptadón de la jurisdiedón a determinados períodos de tiempo, y a condicionarla respecto de la
aceptación de otro u otros Estados; Waldock, C. Hurnphrey, op. cit, pp. 254-255. En virtud de ello, habría que
distinguir entre el “principio de reciprocidad’, que surge del artículo 86(2), que estaría Implícito en todas los
declaraciones -y que hace que las reservas impuestas por un Estado se apliquen “recíprocamente" a los otros.
Estados, en sus relaciones mutuas-y Ja “condición de reciprocidad", prevista en el artículo 86(3). No obstante,
la práctica de la CIJ no está libre de contradicciones respecto del uso y de los efectos de las expresiones
“principio de reciprocidad" y "condición de reciprocidad" (ver Collier, John y Lowe, Vaughan, op. cit., pp. 160-
151). . "•
793
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
los Estados Unidos de 1946”. Esta declaración fue enmendada unos días antes de que Nicara
gua interpusiera una demanda ante la CIJ contra ese Estado, aunque la Corte no permitió que
la enmienda fuera oponiblo en ese procedimiento, por cuanto no se había dado el preaviso de
97.98
seis meses previsto en la declaración96 99 tarde, dando el preaviso correspondiente, EE. UU.
Más
directamente dio por terminada la propia declaración, por lo que, en la actualidad, este Estado
no acepta la jurisdicción de la CIJ a través de esc medio.
La cláusula opcional puede estar cuestionada no solo por la presencia de reservas, sino
también por el retiro o la modificación de sus términos por parte del Estado autor de aque
llas. Ejemplo de ello ha sido el caso de la Declaración estadounidense de 1946, a la que hemos
hecho referencia”, la cual primero fue modificada por nota del 6 do abril de 1984 y poste
riormente retirada con fecha 7 do octubre de 1985, cuyos efectos fueron analizados en el caso
Nicaragua.
El forum prorogatum ha sido definido como un modo informal para un Estado de expre
sar su consentimiento a la jurisdicción de la Corte”. Es un proceso que tiene lugar cuando un
Estado interpone una solicitud de demanda ante un tribunal internacional, con el fin inme
diato de invitar al Estado demandado a consentir la jurisdicción de aquel respecto de eso caso
particular100, de modo que la jurisdicción se acepta o se reconoce con posterioridad al inicio del
procedimiento judicial101.102
En el caso de la CIJ, su Reglamento prevé lo siguiente:
Por ejemplo, en el caso interpuesto en 2003 por el Gobierno del Congo contra Francia,
el Estado demandado aceptó la jurisdicción de la CIJ para entender en dicha controversia
mediante una "carta* dirigida por el ministro de Relaciones Exteriores do Francia al secreta
rio de la Corte103. Sin embargo, cabe destacar que el Estado demandado podía expresar este
96 La Declaración de los EE. UU. del 16 de agoste de 1946, por la quo aceptaba la jurisdicciónde la CIJ en virtud
del artículo 36(2) del ECU, contenía diversas reservas, una de las cuales disponía: *|..J esta declaración no
será aplicada a (...) (b) disputas en rolación con materias que estén esencialmente dentro de la jurisdicción !
doméstica do los Estados Unidos do América según toa dotormlnado por los Estados Unidos do América”.
En tal caso bastaría quo ol Estado declarara quo una cuestión ee de su Jurisdicción interna para quo la i.
reserva en cuestión se aplicara en forma •automática”, excluyendo la cuestión do la Jurisdicción del tribunal
internacional, de ahí al nombro quo lo dio la doctrina. Alguno» juristas consideran quo cota reserva os
contraria al ECU, entendiendo, en consecuencia, quo sería nula; Collior, John y Lowe, Vaughan, op, dt, p. 143
y es Con relación a la Decíaración do EE. UU. on particular, ver Bohn, Louls, "BuflgosUons for the Limited
Accsptenoe of Compulsory Jurlsdictlon ot tho International Court of Justloo by the United States". Otorgta
Journal ofInternational and Comparativo Law, vol. 18, n," 1 (1G8B), pp. 148.
97 Actividades militaros y paramilitare» on Nicaragua y oontra Nicaragua (Nicaragua o, BE. UU.), CIJ, Fallo, i
16/11/1984, parágs. 62-65.
98 Ver texto» do la deolaraoión y las nota» a ella vinculados en Damrosch, Lorl (od.), Tho International Court of
Junios al a Croooroado, Tranenotlonal Publishere, Nueva York, 1987, pp. 489-478.
99 Yoe, Sionho, “Forum Prorogatum. Roturas to tho International Court of Justloo", Leiden Journal of v
International Law, vo). 18 (8008), p. 709.
100 Thlrlway, Hugh, "The Intornotlonal Court of Justice", en International Law, Evans, Maleo» (ed.X Oxford
Univorolty Proas, Oxford, 2003, p. 669.
101 A vocos puedo dores si caso de que el Estado demandante acepte válidamente la competencia del tribunal,
mientras que al Estado demandado inicialmonte la rechace, pero que, con posterioridad, la reconozca.
102 RCIJ, artículo 38(5).
103 Ciertos procedimiento» criminales en Francia (República del Congo c. Francia), CIJ, Providencia, 17/06/2003,
parág. 6.
794
Sí
CAPITULO 39 - USOLUCIÓN PAClñCA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
consentimiento de diversas formas, según la postura de la CLÍ sentada en el caso del Canal
de Corfú™.
3 Otro ejemplo, que nos toca muy de cerca, es la solicitud presentada el 7 de agosto de 2014
por la República Argentina ante la CIJ con el fin de que se requiera a los EE. UU. aceptar su
jurisdicción respecto de una controversia por las decisiones adoptadas por cortes estadouni
denses en relación con la reestructuración de la deuda pública argentina10*.
En los litigios internacionales muchas veces la jurisdicción es cuestionada por alguna de
las partes debido a varias razones: demandante y demandado difieren en cuanto al alcance
■ de los términos del tratado general que otorga jurisdicción al tribunal o del compromiso espe
* * ,**o
cial por ellos suscripto108 * incluso por su vigencia.
Pero, sin duda, lo que ha dado una inmensa tarea a la Corte Internacional de Justicia ha
sido determinar el alcance de diversas declaraciones depositadas por los Estados, con el fin de
aceptar su jurisdicción o la de su predecesora, la Corte Permanente de Justicia Internacional107.
-
El parágrafo 6 del artículo 36 simplemente adoptó con respecto a la Corte, una regla
I 104
aceptada consistentemente por el derecho internacional general en materia de arbi-
Canal de Corfú (Reino Unido c. Albania), CIJ, Fallo (jurizdlcclón), 20/08/1948, ICJ Reporte 1948, p.
15.8ogún
nos ejemplifica el juez ad hoc Lauterpacht "Si un Estado A inicia un procedimiento contra el Estado B sobre
una base de jurisdicción Inoxiatóntó o defectuosa, o¡ Estado B puode remediar la situación adoptando un
Justiola por ol portado quo aún lea quedo da vlgonolo y contarme a los términos do diohae doclaraoionea".
£:'>£#■ • 108 Thlrlway, Hugh, op. clt., p. 572.
.109 En ol caao do la CIJ, ostó prinoipio so encuentra contonido en ol orttaulo 288(4) de la Convonción do las
Naciónos Unidas sobro ol Derecho dol Mor (1982) y en el artículo 30(6) del Estatuto de la Corte Intornacta&al
do Justlola, quo ostablece; "En cabo do disputa en cuanto a si la Cortó tione o no jurisdicción, la Corto dOQldlrá'.
Para un anélliis más dotallado, ver Shihata, Ibrahlm,The Power ofths International Court to Determine lie
¿'¿I Own Jurledictlon. Compítenoe de la Compílenos, Nljhoff, La Haya, 1965.
: 110
Por ejemplo, ello fue afirmado en los casos Liliana Ortega y otras c. Venesuefo; Lulslana Ríos y otros c..
Venezuela-, Luis Uzcdtegui c. Venezuela; Marta Colomina y Liliana Veldsquoe c. Venezuela, Cortó IDH,
Resolución, 04/02/2004, parág. 8.
111 Thirlway, Hugh, op. cit., p. 572.
112 Fitzmaurico, Oerald, op. cit. vol. 2, p. 461 y es.
113 Ibíd.. p. 454.
705
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La/ase oral consiste en la celebración de una audiencia (normalmente suele ser pública)
en la cual el tribunal escucha los alegatos de los agentes o representantes de las partes (por
lo general cada parte hace por lo menos un alegato inicial y un alegato de cierre), así como las
declaraciones de testigos o expertos, quienes pueden ser interrogados o contrainterrogados
por las partes. Los miembros del tribunal pueden hacer preguntas tanto a las partes como a
los testigos o expertos. La audiencia puede durar varios días o incluso semanas, según el caso.114
114 Nottcbohm (Liechtenstein c. Guatemala), CIJ, Fallo, 18/11/1953, ICJReporte 1953, p. 119 (traducción Libre).
• * •••
’7í>' CAPÍTULO 39 • LA SOLUCIÓN PACÍFICA OE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
/W disidente, la cual no se considera parte del fallo y su utilidad suele ser la misma que la de' ?iR®$gl
la doctrina de los juristas. Es común también que los jueces agreguen alguna declaración u
opiniones separadas o individuales, en caso de haber votado a favor pero por distintos ftm-
damentos que la mayoría, o en el supuesto de dar una explicación más detallada sobre algún "y
Bi- aspecto del fallo. \ . . "Á;,
En los estatutos o tratados que regulan cada tribunal internacional se indican los re- . ?
Si. alguna indicación respecto de cómo proceder para la ejecución del fallo o laudo que, por lo
¡¿•cursos que caben contra las sentencias finales y/o interlocutorias. También puede haber •
general, se lleva a cabo según los mecanismos internos previstos en cada Estado, sin peijui-
|fecio de que el tribunal o algún otro órgano internacional pueda supervisar el cumplimiento ■
de la sentencia. ' '''yíí
■ • • !• .«1
Comúnmente, el fallo final es pasible de recursos de interpretación/aclaratoria y revisión
¿(más adelante veremos, a título de ejemplo, una descripción de ellos en el contexto de la CIJ
te
■ y del Tribunal Internacional dol Derecho del Mar), En el marco do los tribunales arbitrales, ■
te
la anulación se suele presentar como un remedio cuando el laudo padece de algunos vícíob, o ■
si el tribuna] que lo dictó se excedió en sus facultades o se constituyó incorrectamente, como •
. veremos en el capítulo 45.
;á 116 Proyectó Gablikovo-Nagymaros (Hungría/Eslovaquia), CIJ, Fallo, 26/09/1997, parág. 10. En dicha
oportunidad, la Corte decidió aceptar la invitación de una de loe partos (con el acuerdo de la otra) con el
'■i fin de ejercer bus funciones para la obtención de evidencia en el lugar relativo al ca60. Asi, en abril de 1997, ■
los miembros de la Corte visitaron varios sitios a lo largo del Danubio y tomaron nota de las explicaciones
técnicas que les daban los representantes délas partes litigantes.
116 Por ejemplo, ver artículo 63 dol E CIJ; articulo46 del Convenio CIADI. Ver Opldmann, Matthiaa, 'International
Courts and Tribunals, Non-Appearance" (2010), en Max Planck Encyclopediü-of Public Iniemational Law,
http://www.Tnpepil.com.
797
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
788
>
f
CAPÍTULO 39 • LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
-
Frente a la presentación de excepciones a la jurisdicción,''puede ocurrir que el tribü^M.
& suspenda el procedimiento principal y se dedique a resolver primero dichas excepciones por
5^-. medio de un fallo, antes de proseguir con el fondo del asunto (esto último ocurrirá solo en caso:? I
/ de que decida que posee jurisdicción), o que una la fase de jurisdicción con la del fondo
'¿¿ asunto, y que resuelva jurisdicción y fondo en la sentencia final. Por ejemplo, la Corte Intéra^
mericana de Derechos Humanos en ocasiones dicta una única sentencia de jurisdicción, fondo ¿ ;
G':- y reparaciones119, mientras que, en otros cáeos, desdobla todo esto en tres etapas, resolviendo, S
■ j
K cada una a través de una sentencia separada120. ‘
•: _■
•-
.-■ 3.2.5.1.2. Medidas provisionales •. í í,’
Los requisitos para la concesión de las medidas provisionales y las características del11
• procedimiento que se desarrolla al efecto varían de acuerdo con cada reglamentojudicial o ar-'»■'’<
bitral. De modo que, frente al pedido de medidas provisionales, algunos tribunales convocarán
a las partes litigantes a una audiencia para discutir la cuestión, mientras que otros requerirán
’ c' una O dos rondas de escritos, sin celebrar una audiencia o, a lo sumo, llevarán a cabo una con-
• ■ ferencia telefónica183. De una manera u otra, los tribunales suelen escuchar los argumentos de
& la contraparte antes de resolver el pedido de medidaB provisionales123; no es muy frecuente que
i; -'; los tribunales actúen inaudita parte™, algo que resulta más común en las jurisdicciones ínter-
■V ñas. Asimismo, en el ámbito de algunos tribunales, como, por ejemplo, la Corte Interamericana
í; ; de Derechos Humanos o la Corte Internacional de Justicia, las medidas provisionales pueden,
f ;: incluso, ser ordenadas de oficio186.
-> En cuanto a los presupuestos para el otorgamiento de estas medidas, como los estatutos
i o reglamentos que prevén expresamente el procedimiento cautelar solo se refieren de manera .
‘ ¿ genérica a la situación que amerita conceder el pedido (“si las circunstancias así lo exigen", “en .
. casos de extrema gravedad y urgencia y cuando se haga necesario evitar daños irreparables",
etc.), en este sentido, la jurisprudencia suele jugar un rol importante, ya que los tribunales han
ido desarrollando a través de sub fallos cuáles son los requisitos a tener en cuenta. Así, sobre
la base de la jurisprudencia de diversos tribunales internacionales pueden deducirse ciertos
3gJ|’,: requisitos o presupuestos básicos para el dictado de medidas provisionales:
119 Por cj ampio, Bayarri c. RepúblicaArgentina, Corte IDH, 8entenoia da excepción prel imin ar, fondo, reparaciones
y costal, 30/10/2008.
120 El primer caso que resolvió esta Corta se desdobló en tres «tapas: 1) jurisdicción; 2) fondo del asunto; 3)
roparacional y costar Veldequn Rodrigues o. Honduras, Corto IDH, Exoepoionce preliminares, 26/07/1987;
Sentencia do fondo, 29/07/1988; Sentencia de reparaciones y coitos, 21/07/1989.
121 Gonxiloí Napolitano, Silvina, Obligatoriedad y eficacia de lar medida» prouliionalet en la Jurisdicción
internacional, El autor, Buenos Airea, 2008, p. 63 (citas omitidas).
122 Ello ocurrió en el caso Intoraationsl Thunderbird Gamlng Corporation e, MMoo (QNUDMI), Laudo Arbitra!, .
26/01/2006, paróg 14.
128 Cenadlos Napolitano, Silvina, op, clt„ p. 247 y m .
124 Si bien esto ocurre en ol Ambito do la Corto Centroamericana do Justicia. Ote Gomólos Napolitano. Silvina,
7
799
S' ■
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Junto a ellos también se suele verificar, en algunos casos, la admisibilidad prima facie de
la demanda y la no anticipación del fallo sobre el fondo del asunto128
126. Eventualmente,
127 algunos •
tribunales podrán exigir la prestación de una contracautela127. 130 131
La terminología empleada por los distintos estatutos, reglamentos o tratados vinculados
a tribunales internacionales en lo que respecta a las medidas provisionales no es la misma. Si
bien algunos instrumentos se refieren a la facultad de esos tribunales de “decretar”, “presen- •
bir" u “ordenar* medidas provisionales128, en otros ámbitos se utilizan términos más neutros
-como “indicar”189- o más débiles -como “recomendar”18’-. Es por olio quo en el seno de algunos '
tribunales -como en la CIJ- durante bastante tiempo se debatió acerca de los efectos jurídicos
de las medidas provisionales, cuestionándose si ellas tenían carácter vinculante o si se trataba de
meras recomendaciones1’1.
Por ejemplo, en el caso La Grand (Alemania c. EE. UÜ.)f Alemania solicitó a la CU me- !
didas provisionales para impedir que uno de Sus nacionales fuera ejecutado en los Estados
Unidos, mientras no se hubiera resuelto este caso. Ello era necesario por cuanto Alemania
requería a la Corte en el fondo del asunto que resolviera que los Estados Unidos habían vio
lado sus obligaciones (artículo 36 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares)
respecto de la detención y posterior juzgamiento y condena a muerte del Sr. Walter La Grand .
y, en consecuencia, que ordenase a la parte demandada a rever la condena del mencionado, lo ¿
que no podía ocurrir si era ejecutado antes de conocerse la decisión de la Corte Internacional.
Pese a que la CU indicó la medida provisional solicitada por Alemania, Walter La Grand fue
igualmente ejecutado, privándose así de cualquier efecto que podía haber tenido una eventual ‘:
sentencia favorable de la Corte. En el fallo final, la Corte concluyó que los Estados Unidos ha- .
bían violado la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, así como la providencia de •
medidas provisionales, la cual tenía efecto vinculante para las partes132.
Este caso constituyó un hito muy importante a favor de la obligatoriedad de las medidas ¿
provisionales dictadas por la CIJ, cuestión que hasta el momento había suscitado interesantes
discusiones entre los Juristas133. Numerosos tribunales han seguido esta línea de pensamiento;
por ejemplo, en los tribunales arbitrales del CIADI, cuyo tratado marco -el Convenio de Was- ’•
hington (1965)- emplea una terminología más débil para referirse a esta potestad cautelar. En
efecto, el artículo 47 establece que, salvo acuerdo en contrario de las partes, el tribunal arbitral
“podrá recomendar” las medidas provisionales que considere necesarias para salvaguardar los .
respectivos derechos de las partes.
3.2.5.I.S. Reconvención
86(2) del Reglamento de Procedimiento del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeai establece que á
la ejecución del auto por el que ae decidan medidas provieionalaa “podrá subordinarse a que ee constituya y
por el demandante una fianza cuyo importe y modalidades se fijarán habida cuonta do las circunstancias
concurrentes". En esta último caso, la fianza se prevé para la ejecución de la medida cautelar.
128 El articulo 290 de la CONVEMAR utiliza el verbo "decretar"; el Estatuto del TIDM usa en inglés el verbo
"prescribe"
(prescribir). En cuanto a la Corte Interamerlcana de Derechos Humanos, el artículo 63(2) da .
la Convención Americana sobre Derechos Humanos se refiere a que la Corte "podrá tomar las medidas '■
provisionales que considere pertinentes".
129 Tal el caso del artículo 41 del ECIJ, que dispone: “1. La Corto tendrá facultad para indicar, si considera que ;
las circunstancias así lo exigen, las medidas provisionales que deban tomarse para resguardar los derechos
de cada una de lab partes. 2. Mientras se pronuncia el fallo, se notificarán inmediatamente a las partes y al
Consejo do Seguridad las medidas indicadas".
130 Artículo 47 del Convenio CIADI.
the ‘Settlement’ of the Issue in the LaGrand Case", Leiden Journal ofInternational Law, vol. 16 (2003), p. 79.
800
CAPÍTULO 39 - LA SOLUCION PACtF CA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
134 Por ejemplo, el Convenio CIADI dispone en el artículo 46: “Salvo acuerdo en contrario do los partes, el Tribunal
deberá, a petición de una de ellas, reeolvor laa demandas incidentales, adicionales o reconvencionales que se
relacionen directamente con la diferencia, siempre que estén dentro de los límites dol consentimiento de las
partes y caigan además dentro de la jurisdicción del Centro".
135 Plataformas petrolíferas (Irán c. EE.UU.), CIJ, Objoción Preliminar, Fallo, 12/12/1996.
136 Plataformas petrolífera» (Irán c. EE.UU.), CU, Reconvención, Providencia, 10/03/1998, parágs. 37-40.
137 De acuerdo con la Corte, el artículo x(l) del Tratado de Amistad no protege la libertad de comercio o de
navegación en general entre las partee, sino la libertad de comercio o de navegación entre los territorios de las
partes. Plataforma» petrolífera» (Irán c. EE.UU.), CIJ, Fallo, 06/11/2003, par'ágs. 90 y 119.
LECCIOMES.DE DERECHO IMTERNAgONAL PÚBLICO
estaban funcionando -no producían petróleo- debido a un ataque previo, por lo que no había
violación al artículo x(l) del Tratado138. * 140
189 Rojas, Jorga, "La Intervención do terceros en el arbitraje", Rtuhla talinoamirlcana da Derecho, vol. 6 (2006).
p. 890.
140 Tal el caso del articulo 02 del EOIJ y del articulo 81 del Estatuto dol Tribunal Internacional del Derecho del
Mar. Esto so aplica, mutatla mutandia, a algunos litigios entre partas no catátalas o mixtos.
141 Como al artículo 63 dol ECIJ,
142 El Reglamento de Arbitraje Rovlsedo déla CNUDMI, do acuerdo con la modificación de 2010, establece en su
articulo 17(6) que 'El tribunal arbitral podrá, a Instancia da cualquier parte, permitir que uno o mía terceros
Intervengan como partos en el arbitraje, elampro que el tortoro invitado sea parto en el acuerdo do arbitraje,
salvo que ol tribunal arbitral entienda, trae oír a las partas y a) tercero Invitado a sumarse a lee actuaciones,
quo con intervención no debo sor permitida por poder resultar perjudicial para alguna do ellas
802
CAPÍTULO 39 - LA SOLUCIÓN PACÍFICA DELAS CCNTROVEflSIAS.INTERHACIONALES '.
S-
4.1. Corte Permanente de Arbitraje ■> j’wíií
La denominada Corte Permanente de Arbitraje (CPA) es la primera institución que presta • 'W’W
servicios para la solución de controversias por medio de arbitraje. Fue creada por la Conven-.
dón de La Haya sobre Arreglo Pacífico de las Controversias Internadonales (1899) y comenzó
a funcionar en 1902, En realidad, no es técnicamente ni una "corte” ni “permanente". Se trata'
de una institudón dotada de un secretariado, reglamentos de procedimiento, una lista de ár- ' -L-l
? IjfelbitroB “®ada Estado propone a cuatro juristas-y un espado físico a disposidón de las parnés I.'' -;
! k'':'A que deseen someter sus controversias al arbitraje o a otros medios de solución pacífica, cómo .'■'•Si'XÍ
!’éW' la investigación o la conciliadón. La propia CPA se define como una organización intergubei--
namental con ciento quince Estados miembros, que son los Estados que se han obligado por la
Convención de La Haya de 1899 o la de 1907143.
La sede de la Corte Permanente de Arbitraje está situada en La Haya (Países Bajos), én
el Palacio de la Paz, edificio que comparte con la Corte Internacional de Justicia. Forman parte
de su estructura un Consejo Administrativo, un secretario general y un panel de potenciales
árbitros independientes.
Muchos arbitrajes ad hoc -incluso algunos regidos por el Reglamento de Arbitraje de la
CNUDMI- son administrados por la Corte Permanente de Arbitraje. Se trata tanto de arbi
trajes entre Estados como entre otras entidades, o mixtos -es decir, entre Estados y entidades
no estatales-.
■ Bajo los auspicios de la CPA se han adoptado numerosos reglamentos de arbitraje opcio
nales, los cuales constituyen una alternativa para las partes litigantes a efectos de regular
• el procedimiento arbitral. Por ejemplo, el Reglamento Facultativo de la Corte Permanente de
; Arbitraje para el Arbitraje de Controversias entre Dos Estados (1992), el Reglamento Faculta-
- tivo para el Arbitraje comprendiendo Organizaciones Internacionales y Estados (1996), el Re
glamento Facultativo para el Arbitraje entre Organizaciones Internacionales y Partes Privadas
. (1996), el Reglamento Facultativo para el Arbitraje de Controversias entre Dos Partes de las
que solamente una es un Estado (1993) o el Reglamento Facultativo para el Arbitraje de las
■■ Controversias Relativas a los Recursos Naturales y lo al Medio Ambiente (2001)1M.
' En 2012 se adoptó un nuevo Reglamento do Arbitraje -basado en el Reglamento de Ar
bitraje de la CNUDMI de 2010- para disputas que involucren al menos un Estado u orga
nización internacional gubernamental (la otra parte puede ser cualquier persona o entidad
privada). Estas nuevas reglas permiten a las partea escoger un tribunal arbitral integrado por
uno, tres o cinco árbitros, quienes no necesitan estar en la lista de árbitros de la CPA.
■ V la CPA*, para referiría a loa Betadoa parto en las Convonolonoa do La Haya do 1809 o 1807 puede resultar
equivoca, puesto quo on osaalonoa ae auele htcor referonola a loe "mlombroe da la Corto" para oludir a laa
¿_______
y
603
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
puede designar un juez ad hoc para que integre la Corte en dicho asunto y participe en el
procedimiento como un juez más (art. 31, ECIJ). El juez ad hoc no necesariamente tiene que
poseer la nacionalidad de dicho Estado. Si no hay jueces de nacionalidad de ninguna de las
partea -demandante y demandada-, ambas partes podrán designarjueces ad hoc. Por qjemplo,
en el caso do ¡al Plantas de oclulosa en el Río Uruguay, como no había un juo« argentino ni
uno uruguayo integrando la Oorto, la Argentina designó como Juez ad hoo a Raúl Vinusis -de
nacionalidad argentina- y Uruguay a Santiago Torres Bernárdez "de nacionalidad española-,
Cabo aclarar que, ei varias partes tienen un mismo interés en ol caso y se cuentan como uha
sola parte (art. 81(5), ECIJ), esa parte tondrá derecho a designar solamente un juez ad hoc.
La Corte cuenta con un Estatuto, que forma parte integrante de la Carta de las Naciones
Unidas, y un reglamento, adoptado por los propios jueces, el cual ha sido modificado en varias
oportunidades.
El artículo 26 del ECIJ faculta a la Corte para constituir salas compuestas de tres o más
magistrados, para entender en determinados casos, previo consentimiento de las partes liti
gantes. Se puede pedir su constitución conjuntamente o a solicitud de una de las partes, con la
conformidad de la otra145. 146
Pueden existir tres tipos de salas:
- Salas especiales'. pueden ser constituidas por la Corte salas de tres o más magistrados,
"para conocer de determinadas categorías do negocios, como los litigios de trabajo y loa relati
vos al tránsito y las comunicaciones" (art. 26(1), ECIJ).
- Salas ad hoc. pueden constituirse a pedido de las partes litigantes para conocer de un
asunto determinado (art. 26(21, ECIJ; art. 16, RCIJ). Están integradas por al menos tres jueces
de la Corte.
Si bien corresponde a la CIJ designar a los miembros de la sala ad hoc en los casos cuyas
partes lo requieran, los Estados litigantes pueden intervenir en su constitución, de modo que
el presidente de la Corte realiza la designación previa consulta con las partes,4é. Cabe aclarar
que la composición de las salas no necesariamente responde al criterio de distribución geográ
fica equitativa respecto de la nacionalidad de los jueces que la integran, es decir que puede
haber salas con tendencias regionales147.
Aunque no es muy común, desde 1981, algunos Estados han solicitado la conformación de
salas ad hoc de cinco miembros para resolver sus controversias. Cabe mencionar los siguientes:
Delimitación de la frontera marítima en la región del Golfo de Maine (Canadá/Estados Uni-
145 Esto ocurrió en el caso Elettrvnlca Stcula S.p.A. (ELS1) (Estados Unidos o. Italia).
146 El artículo 17(3) del RCIJ establece: "La Corte, una vez que haya fijado, con ol asentimiento de las partes, el
número de sus miembros que compondrán la Sala, procederá a su elección en la forma prevista en el párrafo
1 del Artículo 18 de este Reglamento. Las vacantes que pudieran producirse serán provistas siguiendo el
mismo procedimiento". En el caso del Golfo de Maine, la Corte consultó a las partea y propuso a los jueces
Gros, Ruda. Mosler, Ago y Schwebel. El compromiso de laa partes por el que se sometía el asunto a la
Corte permitía el retiro del asunto de la sala si la composición no colmaba sus expectativas, lo que generó
dudas respecto de su adecuación con el ECLJ. Ver Delimitación de la frontera marítima en la región dtl
Golfo de Maine (Canadá/Estados Unidos), CIJ. Providencia, Constitución de Sala,-20/01/1982. Los Jueces
Morozov y El-Khani votaron en contra de esta decisión. El juez José María Ruda, de nacionalidad argentina,
finalmente no formó parte de olla para permitir el ingreso de un juez ad hoc, propueeto por Canadá. En
lo sucesivo, como sefialo Escobar Hernández, para evitar estas cuestiones, si había un juez en la Corte de
nacionalidad de una de las partes en la controversia, ya se lo designaba automáticamente para conformar
esa sala. Cfr. Escobar Hernández, Concepción, "Las salas ad hoc del Tribuna) Internacional de Justicia",
en Hacia un nuevo orden internacional y Europeo, Pérez González, Manuel (coord.), Tecnos, Madrid, 1993,
p.301.
147 Escobar Hernández sostiene que esto ha sido objeto de críticas, por atentar contra la universalidad de la CU y
por el peligro de que 6e afecte la unidad de la jurisprudencia de dicho tribunal. Escobar Hernández, Concopción,
op. cit., pp. 303-304. Ver también Abi-Saab. Georges, op. cit. ("De i’évolution de la Cour Internationale...'), p.
288.
604
CAPÍTULO 39 - LA SOLUCION PACIFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTERUAOIONALES '
dos) -salo compuesta por cuatro miembros de la Corte y un juez ad hoc-, Disputa ^nlerigp .íí Wí
*‘í> (BurWna Faso/Malí) -sala compuesta por tres miembros de la Corte y dos jueces ad hoc-,
tronica Slcula S.pJi. (ELSI) (Estados Unidos c. Italia) -eala compuesta por cinco miembros de'
la Corto-, Controversia fronteriza terrestre, insular y marítima (El Salvador/Hondurae, Ínter-'¿Í-Sii
viene Nicaragua) -sala compuesta por tras miembros de la Corte y dos jueces ad hoo-, Disputa
fronteriza Bentn/Niger -sala eompuosta por tres miembros de la Corto y dos jueces ad hoc-,
Demanda de revisión del fallo del 11 do septiembre de 1992 en el asunto de la controversia
fronteriza terrestre, insular y marítima (El Salvador c. Honduras, interviene Nicaragua) -sala fefeí
'Sí compuesta por tres miembros de la Corte y dos jueces ad hoc-, /fe&ííS
fe coación del procedimiento por parte de un Estado, o de un compromiso entre dos o más Es
tados. El procedimiento judicial, que sigue lós lineamientos generales explicados más arriba,
comprende una fase escrita y otra oral, y se encuentra regido por el Estatuto y el Reglamento
de la CIJ. Los idiomas oficiales de la Corte son el inglés y el francés.
148 Abi-Saab, Oearges, op. cit. ("De l’évolution de la Cour Internationale...”), p. 288.
149 Cabe destacar que la Corte en pleno no se desentiende totalmente de un procedimiento quo es llevado a
cabo por una eala. ya que retiene algunos poderes. Por ojemplo, en el caso del golfo de Malne, peso a que
ya se había constituido la sala, la CU estableció el calendario para la presentación do los escritos de las
partos. Delimitación de la frontera marítima en la región del Golfo de Maine (Canadd/Eatados Unidos), CIJ,
Providencia, 01/02/1982. Los jueces Morozov y El-Khani también votaron oh'contra de asta decisión.
____________________________________________________________________________________________________ !
805
LECCIONES DE DEPECHO NTERNAC'ONAL PÚ8UC0
La CU también aceptó la intervención de Grecia como “no parte" en el caso de las Inmu-
nidadesjurisdiccionales del Estado (Alemania c. Italia), pero limitó su alcance a la cuestión de ?
las decisiones de los tribunales griegos en el caso Distomo a la luz del principio de inmunidad
del Estado1®3.
Paralelamente, el artículo 63 del ECIJ prevé que, en un caso ante la Corte -entre dos o
más Estados- en el cual se deba interpretar un tratado multilateral, tengan derecho a inter
venir otros Estados también partos en dicho tratado. Es por olio que el secretario de la Corto
procede a notificar a todos loa Estados parto do un tratado multilateral ouando la Corto ha sido
llamada a interpretarlo. 8i bien so trata de un derecho para los torooros Estados, ol artículo150 * 152 15
150 En la petición de Intervención de Malta, en el cato relativo a la Plataforma continental (Tines o. Libia), la
Corte consideró innecesario decidir la cuostíón plantoada respecto de el debía existir un vínculo do jurisdicción
(en ol caso concreto no existía esa vínculo), al doterminor que Malta no había demostrado tener un interés
jurídloo oua podía ser afootodo por ol fallo. Plataforma continental (Túnex/Jamajahirlya Árabe Libia), CIJ,
Petición de pormlso para intorvonlr, Fallo, 14/04/1981, pardg. 36. Idéntica solución ao adoptó respecto de la
petición de intervención do Italia en el caso relativo a h Plataforma continental (Jamahlrlya Árobe Libia/
Malta), CIJ, Solicitud de pormlso para intervenir, Fallo, 21/03/1984, parág. 38.
161 Controversia frontarita terrestre, Insular y marítima (El Salvador/Honduraa), CIJ, Solicitud de pormlso para
intervenir, Fallo, 13/09/1990, parógs. 102-104.
152 Ibíd., parág. 101.
153 Inmunidades Jurisdiccionales del Estado (Alemania c. Italia), CIJ, Solicitud de permiso para Intervenir,
Providencia, 04/07/2011.
806
CAPÍTULO 39 - LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS WTERNACIÓÑALES
63(2) diapone que, si un Estado qjerce el derecho a intervenir en^el proceso, "la interpretación??-^
contenida en el fallo será igualmente obligatoria para él”.
Respecto de e9te último procedimiento, podemos citar como ejemplo la declaración
intervención de Nueva Zelandia en el caso de la Caza de ballenas en la Antártida (Australia
c. Japón), aceptada por la CIJ en 2013164. En dicho asunto, Nueva Zelandia solicitó intervenir7 ?
como “no parte" en el procedimiento, a efectos de la interpretación de la Convención Internado-
nal para la Regulación de la Caza de Ballenas (1946). Respecto a ello, Japón manifestó sus pjreS
ocupación debido a que Australia había elegido un juez ad hoc y en la Corte también había un'
juez de nacionalidad del Estado que pretendía intervenir. La CU sostuvo que la intervención
no iba a afectar la igualdad de las partes en la disputa, ya que el Estado que interviene no es
parte en el proceso. Por lo tanto, Australia y Nueva Zelandia no tenían un mismo interés, a los
efectos de ser contadas como una misma parte en el caso (art. 31(5], ECIJ). En consecuencia, la
presencia de un juez en la Corte de la nacionalidad del Estado interviniente (Nueva Zelandia)
no afectaba el derecho a elegir un juez ad hoc por una de las parteB (en este caso, Australia).
Por otra parte, el artículo 41 del ECIJ se refiere a la facultad del tribunal, “si considera
que las circunstancias así lo exigen", para indicar las medidas provisionales “que deban to
marse para resguardar los derechos de cualquiera de las partes", como ya hemos hecho refe
rencia supra. Puede hacerlo a pedido de parte o incluso de oficio. Tiene la facultad de indicar
medidas total o parcialmente distintas de las solicitadas, y estas pueden estar dirigidas a una
a'
o más partes del proceso, aunque la parte que las pida solo las requiera respecto del otro liti
gante (tal es el caso de lo proscripto en el art. 75(2], RCIJ). De hecho, la CIJ, en la mayoría de
los casos en que se soliciten medidas provisionales, suele disponer alguna medida de carácter
genera) dirigida a ambas partes en la controversia -aunque no haya sido requerida específica
mente-, por qjemplo, con el fin de que no se agrave o extienda la disputa.
¿ó
154 Caía de ballenas en la Antártida (Australia c. Japón), CU, Declaración de intervención de do Nuova Zolandla,
Providencia, 06/02/2013.
155 Por ejemplo, en la primera medida provisional que decidió, en el caso de la Anglo Iranian, la Corte indicó
que ambos Qobiernos (el iraní y el británico) debían asegurarse de que no hiera tomada ninguna acción que
pudiera perjudicar loa derechos de la otra parte; Anglo-lranlan Oii Co. (Reino Unido c. Irán), CIJ, Providencia,
05/07/1951, ICJ Reporte 19S1. p. 93.
158 En el caso "Nicaragua", la Corte indicó que los EE UU. debían cesar determinadas acciones tales como ol
loe EE. VU. en Teherán, la que había sido lomada por un grupo de militantes; Personal diplomático y consular
de loo SB.UU. en tobarán (EE.UU. c. Irán), CIJ, Providoncia, 15/18/1979, ICJ Reporte 1979. p. 31. En ol caso
de la Convención pan la prevención y represión del crimen de genocidio, la Corte decidió que Yugoslavia
(Serbia y Montenegro) debía tomar medidas para provenir la comisión del crimen de genocidio; Aplicación de
la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Boinla-Kertegovina c. Yugoslavia -
8orbia y Montenegro-), CIJ, Providencia, 08/04/1993, ICJ Reporte 1993, p. 24. Vor Duxbüry, Alison, ’8avlng
Uves in the International Court of Justice: The Use of Provisional Measures te Protect Human Righti",
California Western International Law Journal, vol. 81, n.* 1 (2000), pp. 141-178.
159 En el caso de la Disputa fronlerisa, Id Corte indicó a ambos Gobiernos que se abstuvieran de todo acto quo
impidiera la reunión de los elementos de pruebas nocesarios para decidir aquel caso; Disputa Fronterisa
(Burkína Faso/MalD, CIJ. Providencia. 10/01/1988. ICJ Reporte 1986, p. 12. Asimismo, en ol caso de te
Frontera terrestre y marítima entre Camerún y Nigeria, la Corte solicitó a ambas partes que tomaran las
medidas necesarias para preservar los elementes do prueba en te zona Sel .litigio, cfr. Frontera terrestre y
marítima entre el Camerún y Nigeria (Camerún c. Nigoria), CIJ, Providencia, 16/03/1996. parág. 49, n.’ 4.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
160 Tal como ocurrió en numerosos casos, con la fórmula 'loa Gobiernos de (...) y (...) deben cada uno de ellos
asegurar que no será tomada ninguna acción de cualquior clase que pueda agravar o extender la disputa".
Ver, por ejemplo, Anglo Iranian, doc. cit, p. 93; Ensayos nucleares (Australia c. Francia), CIJ, Providencia,
22/06/1973, ICJ Reporte 1973, p. 106.
161 Por qjemplo, la antes mencionada para la protección do bienes.
165 Afavor. Dubisson, Michel.Lo Cour Internationale de Ju6tice. Librairie GénéraledeDroitetde Jurieprudenco,
Paría, 1964. p. 228. En contra: Simpson, John L. y Fox. Hasel, International Arbitration. Lau> and PraUice,
Praeger, Nueva York (1959), p. 268; Guyomar, Geneviéve, CommentaireduRéglementdela CourInternationale
de Justice, Adopté le 14 Avril 1978. Interpretation et pratique, Pedone, París, 1983, p. 7.
166 González Napolitano, Silvina, op. cit., pp. 369-370.
167 Canal de Corfú (Reino Unido c. Albania), CIJ, Fallo (compensación), 16/12/1949, ICJReporte 1949, p. 248.
168 Jurisdicción en materia de pesquerías (Reino Unido c. Islandia), CIJ, Fallo, 25/07/1974, parág. 15; ibíd.
(República Federal de Alemania c. blandía), parág. 16.
808
■ : ■C'.-h’:,
Las decisiones de la Corte se toman por mayoría de votos de los jueces presentes (requl- . .
riéndose un quórum de nueve magistrados) y, en caso de empate, decide el voto del presidenféiMMF
(art. 55, ECIJ). El fallo, que debe estar fundado, es leído en sesión pública luego de notificarse
a los agentes de las parte9 (arta. 56 y 58, ECIJ).
El fallo de la Corte es obligatorio para las partes respecto del caso que ha sido deci’didó.e.- :'ifjs.í¡
inapelable (arto. 69 y 60, ECIJ) -esto último puesto que la CIJ es un tribunal que cuenta cterp®|
una única instancia-. Contra el fallo cabe la presentación de dos recursos: interpretación;y■’§B
revisión. Frente a la interposición de alguno de ellos, se abre un nuevo procedimiento, distinto
de aquel en el cual se adoptó el fallo cuya interpretación o revisión se solicita.
El pedido de interpretación puede requerirlo cualquiera de las partes en la controversia i ||!5si
en cualquier momento (no hay plazo), a efectos de que la Corte aclare el sentido o alcance del 'wíísS
fe fallo (art. 60, ECIJ). Por ejemplo, en el caso Avena y otros nacionales mexicanos, México inició
un procedimiento de interpretación con el fin de que se aclarara el párrafo 153(9) de la sen- >
gj’ii.' tencia de fondo de 2004, que establecía que la reparación apropiada en ese caso consistía en'.íijBáí
la obligación de los EE. UU. de disponer, por medios de su elección, revisión y reconsideración ■
de las condenas y sentencias de los nacionales mexicanos mencionados en el fallo. La Corte .. “
concluyó que las cuestiones sobre las que México requería interpretación no eran materias 7
decididas por la Corte en su fallo de 2004; por lo tanto, rechazó el pedido de interpretación1”, ’ j ¿i
Sin perjuicio de ello, afirmó que EE. UU. había violado la medida provisional indicada por la ■; • ?;'
Corte durante el transcurso de dicho procedimiento de interpretación172. ’ Uiv'ís?
Al resolver un pedido de interpretación del fallo dictado en el caso del Templo de Preah
Vihear, la CIJ reafirmó algunas cuestiones que deben tenerse en cuenta al interpretar un fallo:
- La jurisdicción sobre la base del artículo 60, ECIJ, no está precondicionada a la exisr ;..
tencia de ninguna otra base de jurisdicción entre las partes del caso original. •
te: - La Corte puede entender en una disputa sobre el sentido o alcance del fallo; en ese j*-¿j
contexto, una “disputa” debe ser entendida como una diferencia de opinión entre las
partes sobre el alcance o sentido del fallo rendido por la Corte. La existencia de una
disputa bqjo el artículo 60 no requiere el mismo criterio que para determinar úna dis-
puta en virtud del artículo 86(2), ECIJ; no se exige que la disputa se manifieste de un
modo formal, es suficiente con que los dos Gobiernos hayan mostrado tener opiniones
f ■ opuestas en relación con el sentido o alcance del fallo.
-■ l-
s- ■
- La disputa debe ser relativa a la cláusula operativa del fallo en cuestión y no puede
concernir a los razonamientos del fallo, excepto en la medida en que sean insepara
bles de la cláusula operativa.
- Una diferencia de opinión sobre si un punto particularha sido o no decidido con íúerza
obligatoria también constituye un caso que cae bajo los términos del artículo 60.
- Un fallo no es igual a un tratado. El fallo no se ve afectado por la conducta posterior
de las partes, algo que sí es relevante para la interpretación de un tratado. La fuerza
obligatoria del fallo deriva del Estatuto. La interpretación del fallo concierne a lo que
la Corte decidió, no a lo que las partes posteriormente creyeron que había decidido* * * *
169 Personal diplomáticoy consular de los EE.UU. ere Teherán (EE.UU. c. Irán), CIJ, Fallo, 24/05/1980, parága. 11
y33.
170 Actividades militares y paramililares en Nicaragua y contra Nicaragua (Nicaragua o. EE.UU.), CIJ, Fallo,
27/06/1986, parígs. 26yss; 211 y 283.
171 Avena y otros nacionales mexicanos (México c. EE.UU.), CIJ, Solicitud de interpretación del fallo, Fallo,
19/01/2009, parág. 61(1) y (4). ■ . .
172 Ibíd., parág. 61(2).
sá 2___________
809
LECCIONES D£ DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
(esto se debió a que Tailandia se refería a la conducta posterior de las partes al fallo
de 1962, cuando la nueva disputa se había cristalizado).
- El proceso de interpretación tiene como premisa la primacía del respeto del principio
de cosa juzgada. No se debe obtener por vía de interpretación una respuesta a cues
tiones que no se decidieron en el fallo a ser interpretado.
- Las notas del encabezado de un fallo -es decir, la lista de temas que figuran al co
mienzo de los fallos de la CIJ-no son uno de los elementos del fallo ni forman parte
de él. Dan al lector una indicación de los puntos que examina el fallo (puntualmente,
en este caso, Camboya había sostenido que las notas del encabezado del fallo de 1962
demostraban que el fallo había determinado el curso de la frontera en el área rele
vante, pero la Corte no consideró que esas notas asistieran en dicha interpretación)173.
La solicitud de revisión procede en caso de “descubrimiento de un hecho de tal naturaleza
que pueda 6er factor decisivo y que, al pronunciarse el fallo, fuera desconocido de la Corte y de
la parte que pida la revisión, siempre que su desconocimiento no se deba a negligencia” (art.
61 [1], ECIJ). Se trata de un procedimiento excepcional, limitado en el tiempo, puesto que la
solicitud de revisión Bolo puede formularse dentro de los seis meses de descubierto el hecho
nuevo y hasta diez años desde el dictado del fallo (art. 61, ines. 4 y 5, ECU).
En general, la CIJ ha sido sumamente cuidadosa al considerar las solicitudes de revisión.
Por ejemplo, en el caso de la Plataformacontinental entre Libia y Túnez, en 1985, si bien hizo
lugar a una interpretación, concluyó que el pedido de revisión de Túnez era inadmisible, por
cuanto el hecho alegado no constituía un factor decisivo para hacer lugar a la revisión del fallo
dictado en 1982174. De igual manera se pronunció, en 2003, una sala de la Corte en cuanto a la
entre El Salvador y Hon
revisión del fallo de 1992 emitido en el caso de la Disputa fronteriza
duras, que había sido solicitada por El Salvador175. 176
En el caso concerniente a la Aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción
del Delito de Genocidio, la CIJ también tuvo que resolver un pedido de revisión de Serbia. En
la demanda se había invocado como base de jurisdicción de la Corte el artículo k de la Conven
ción de Genocidio de 1948L7°. La parte demandante había expresado que tanto Bosnia-Herze-
govina como la República Federal de Yugoslavia (Serbia y Montenegro) eran miembros de las
Naciones Unidas y, por lo tanto, partes en el ECIJ, pese a que la continuidad do Serbia y Mon
tenegro con la República Federal Socialista de Yugoslavia (antigua Yugoslavia) como miembro
de las Naciones Unidas había sido fuertemente objetada por la comunidad internacional, in
cluyendo al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General177. En la providencia sobre medidas
provisionales, la Corte entendió que no podía determinar de manera definitiva en esa etapa
del proceso si la demandada era o no miembro de la ONU y parte en el ECIJ, aunque recordó
que el artículo 35 del ECIJ establecía las condiciones bajo las cuales la Corte estaba abierta a
otros Estados (no partes en el Estatuto). La Corte también agregó que un procedimiento podía
ser válidamente instituido por un Estado contra otro que era parte en una disposición de un
173 Demanda de interpretación del fallo del 15 dejunio de 1962 en el caso concerniente al Templo de Preah Vihear
(Camboya c. Tailandia), OJJ, Fallo, 11/110018, parágs. 32-34.55,71,73 y 76.
174 Demanda de motilón e interpretación del fallo de 24 de febrero de 1099 en el caw concerniente a la Plataforma
continental entre Libia y Ttlnes (Túnes/Libla Árabe JamaMrlya) (Tünoa o. Libia), CIJ, Fallo, 10/12/1935.
par4g. 60CA).
175 Solicitud de revisión del Fallo del 11 de septiembre do 1992 on el caco concerniente a la disputa fronterlea
terrestre, insular y marítima (El Salvador/Honduras, interviene Nicaragua) (El Salvador o, Hondura»). Fallo,
18/12/2003, parta 68.
176 El artículo ix dispone: “Las controvorsla» entre Parta» contratanto», relativa» a la interprfitaolón, aplioaaión
o alocución de la presante Convención, incluso la» relativas o h responsabilidad del Estado en matarla de
genocidio o on materia do cualquiera da loe otro» actos enumerado» en al artículo 8, lerán sometida» a la Corto
Internacional da Justicia a petición de una do loa Partes on la controversia".
177 En «fació, el mencionado Coniojo, modlanto Roiolución 777 (1992), había considerado que la Ropdblloa
Federal da Yugoslavia (Sorbía y Montenegro) no podía continuar automáticamente, lino que recomendaba
a la Asamblea General que dicho Estado solicitara la membreeía. Le Asamblea, mediante Resolución 47/1,
confirmó la recomendación dol Consejo de Seguridad. Como conaeouoncia de alio, on una nota enviado por la
Secretaría, se consldoró que los representantes de la República Federe! de Yugoslavia no podían participar
en loe rauniona» de los órganos do las Nacionea Unidas ni tampoco en conferencias o encuontroa reunidos por
dicha organización.
810
CAPÍTULO 39 - LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS WTHWIONALES .'
tratado en vigor, según indicaba el artículo 35(2) del ECIJ, pero que no era parte en el Estatuto '■$
sin perjuicio de las condiciones establecidas por el Consejo de Seguridad en su Resolución 9'deS$í
19461’8. Como tanto Bosnia-Herzegovina como la demandada eran partes en la Convención'de' M
genocidio, en virtud de la cláusula compromisoria contenida en el artículo dc, la CU afirmó qu&JStí
prima facie tenía jurisdicción ratione personae. En una etapa posterior, mediante un fallo emiÁ£S
tido en 1996173, la Corte decidió definitivamente que tenía jurisdicción para entender en este ■
caso sobre la base del artículo dc de la Convención de Genocidio. La solicitud de revisión del6á§
fallo de 1996 fue interpuesta por Serbia sobre la base de que el 01/11/2000 el Estado de Serbia
y Montenegro había sido admitido como miembro de las Naciones Unidas. Según Serbia, se
trataba de un “hecho nuevo" en el sentido del artículo 61 del ECU, el cual no era conocido ni Í3
por Serbia y Montenegro ni por la Corte en 1996, cuando dictó su fallo sobre jurisdicción. Este'f':’í
hecho tenía fundamental importancia para la parte demandada, ya que consideraba que antes
de dicha fecha no era continuadora de la personalidad internacional legal y política de Yugos-.
lavia; por lo tanto, no era miembro de la ONU ni parte en el ECU, como así tampoco parte en \í
la Convención de Genocidio. Sin embargo, la CIJ falló que la solicitud de revisión de Serbia era
* * .*De
inadmisible180 * * *acuerdo
*** con la Corte, no se había fundado en un hecho existente al momento
de pronunciarse el fallo y desconocido por el tribunal y por dicho Estado, requisitos exigidos
por el artículo 61 del ECU para que la revisión prosperase18*. El hecho invocado (admisión de
Serbia y Montenegro en la ONU) había tenido lugar varios años después de dictado el fallo en «;
cuestión.
Como ya se mencionó, los fallos de la Corte Internacional de Justicia son vinculantes. El j
artículo 94 de la Carta de las Naciones Unidas establece en su inciso 1: “Cada miembro de las
Naciones Unidas se compromete a cumplir la decisión de la Corte Internacional de Justicia en
todo litigio en que sea parte’’. Concordantemente, el artículo 59 del Estatuto de la Corte dis
pone: “La decisión de la Corte no es obligatoria sino para las partes en el litigio y respecto del
caso que ha sido decidido". Es decir que la decisión de la Corte es obligatoria para los Estados
litigantes en un caso concreto. Varios publicistas consideran que tanto el artículo 59 del ECU
como el artículo 94(1) de la Carta se refieren solo a los fallos, sentencias o decisiones “finales"
de la Corte188, y que no abarcan las providencias.
Por su parte, el inciso 2 del artículo 94 de la Carta de las Naciones Unidas dispono: “Si
una de las partes en un litigio dqjare de cumplir las obligaciones que le imponga un fallo de la
Corte, la otra parte podrá recurrir al Consejo de Seguridad, el cual podrá, si lo cree necesario,
hacer recomendaciones o dictar medidas con el objeto de que se lleve a efecto la ejecución del
fallo”.
EBta disposición, sin embargo, no es demasiado precisa y ha llevado a la formulación de
varios interrogantes: ¿debe existir una amenaza a la paz y la seguridad internacionales para
que el Consejo de Seguridad recomiende o decida una medida de ejecución de un fallo de la
Corte?; es decir, ¿debe enmarcarse la cuestión necesariamente en el capítulo vu de la Carta o
es suficiente con que el Consejo actúe en virtud del capítulo vi? ¿Cabe el vete de los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad en lo que respecta a la adopción de las recomendacio
nes o medidas en cuestión? ¿Deben abstenerse de votar los Miembros del Consejo de Seguridad
178 Aplicación da la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Bosnia y Hcrwgovlnn o.
Yugoilavla -Sorbíay Monloncgro-), CIJ, Modldae Provlelonalei, Providencia, 08/04/1009, ICJReporte 1903,
p. M.pirtg. 10
179 lbíd., Objeción*» Prolimlnoree, Fallo, 11/07/1906, ICJ Reporte 1096. p. 595.
180 Solicitud de rovieión del Fallo del 11 do Julio do 1996 en el caco concerniente a la Aplicación de la Convención
i para la Prevención y la Sanción del Delito dc Otnocidio (Roenia y Henogoutna o. Yugodavla) (Sorbía y
Montenegro o. Boania-Heriegovlna), CIJ, Fallo, 03/02/2008, ICJReporto 9003, p. 7.
181 Para un ondliili do ooto fallo y otra» dealiiones de la Corto que lo luccdioron, vor Qoniálcs Napolitano,
Bllvlna, ‘El principio do cois Juigada anta loo tribunaloi Internadonalei y eu rodante tpllcaolón por la
CIJ", en El genocidio ante la Corte Internacional de Juoticla. Reflexiona en torno al cato do Boonla contra
Serbia cobro la apllaación do la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, ConiqJ0
Argentino para loo Relacionas IntcrnadonalM, Buenos Airoe, 2010, pp. 166-200.
182 Cfr. Hudaon, Mondloy O., The Permanent Court of International Justlce. A Treatiu, The Macmülan Co.,
La Charle detNatione Unico. Commentain articlo
Nueva York, 1934, p. 415; Plllopich, Aloin, "Articlo 04", en
par atilde, Cot, Joan-Pierro; Pellot, Alaln y Forteau, Mathioo (oda.), Eaonomloa, París, 8.“ edlc.» 2006, vol. ir,
p. 1194.
811
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
183 A favor: Pillepich, Alain, op. cit., p. 1995; Mosler, Hermann, “Article 94", en The Charter ofthe United Nations.
A Commentary, Simma, Bruno (ed.), Oxford Univeraity Prese, Oxford, 2“ edic., 2002, vol. 2, p. 1177. En contra:
Tanzi, Attila, “Problema of onforcement of decisions of thc International Court ofJustice and the law of the
United Nations’, E.J.I.L., vol. 4 (1995), pp. 552-564 (quien sostiene que no se puede aplicar el art. 27|3) de la
Carta de laa Naciones Unidas en el marco del art. 94, inc. 2).
184 Actividades militares y paramilitares en Nicaragua y contra Nicaragua (Nicaragua c. EE.UU.), CIJ, Fallo,
27/06/1986. Ver Pillepich, Alain, op. cit., p. 1996.
185 Legalidad del uso por los Estados de armas nucleares en conflictos armados, CIJ, Opinión Consultiva,
08/07/1996, parág. 1.
186 Ibíd., parág. 22.
187 Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, CIJ. Opinión Consultiva, 08/07/1996, parág. 1.
812
■ • i&fSSE
CAPITULO 39 - U SOLUCION PACIFICA DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES .' •' l ?;'Wí
jX-,
7.XV
Asamblea General no había explicado los propósitos de tal solicitud; que la opinión consultiva
sería perjudicial para las negociaciones sobre el desarme, y que la Corte estaría cumpliendo’
un rol legislativo que iba más allá de su función judicial. No obstante, la Corte entendió que¿
a»:- asumir su responsabilidad como órgano judicial principal, no debía rehusar la emisión de una ■
opinión, salvo por “razones decisivas". Y destacó que nunca había ocurrido en su historia. Éíi
único caso registrado era de la CPJI Status de Carelia Oriental-, allí la extinta Corte se había
rehusado a emitir la opinión solicitada porque uno de los Estados parte en la controversia <jue< ¿
subyacía no era miembro ni de su Estatuto ni de la Sociedad de Naciones18’. En cuanto a las:>^g
otras razones invocadas por los Estados, la Corte respondió:
1) que a diferencia del procedimiento contencioso, la finalidad de la opinión consultiva;
era dar consejos de orden jurídico, se tratara o no de una cuestión abstracta; V .Cg&gl
w ,■ En varias ocasiones, detrás del pedido de una opinión consultiva a la CIJ eubyace una
controversia concreta entre Estados, lo que no es obstáculo para que la solicitud prospere. Por ' 'A
ejemplo, las opiniones consultivas sobre el Sahara Occidental191 * **y* sobre laB Consecuencias :■
Jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado191, solicitadas por la ,• ■;
Asamblea General de las Naciones Unidas. En ambos procedimientos consultivos se planteó a ■ •'< !
la Corte la inconveniencia de emitir la opinión, teniendo en cuenta que existía una controver- .
sia concreta y que las partes involucradas no habían prestado su consentimiento para some- . ?
terla ante dicho tribunal.
En el primer procedimiento, incluso, Marruecos y Mauritania solicitaron que se les per
mitiera designar un juez ad hoc. La Corte hizo lugar al pedido de Marruecos, aunque no al
á-■4.
188 Ibld., parág. 13.
189 Ibld., parág. 14.
190 Ibld., parígs. 16-18.
191 Sahara Occidental, CIJ, Opinión Consultiva, 16/10/1975.
192 Consecuencias Jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, CIJ, Opinión
Consultiva, 09/07/2004.
813
LECOOMES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
La opinión solicitada se refiere a una cuestión que preocupa especialmente a las Na
ciones Unidas y que 6e sitúa en un marco de referencia mucho más amplio que una
controversia bilateral. Dadas las circunstancias, la Corte no cree que omitir una opi
166 Conssouónciaó Jurtdlcae de la construcción da un muro en el territorio palatino ocupado, CU, Opinión
Consultiva, 09/07/2004, psrág. 47. En el mismo sentido, vor Iniarpntaciónda loe Tratado! de Pal con Bulgaria,
Hungría y Rumania, Primera Fute, CU, Opinión Consultivo, 18/07/1960, ICJ Reporte 1060, p. 71.
197 Coneecuenclae jurídicas de la conetrucción de un muro en el territorio palestino ocupado, doc. clt, parág. 60.
814
_________________ CAPlTLW 39 - LASOLUaÓN PAClñCA DE LAS COiíTROVERS'-ÁS INTER»AClt)NALES * . ’• '■
Cabe destacar que la Corte puede ampliar, interpretar o refbrmular las cuestiones que se
le plantean en una solicitud de opinión consultiva193. Es decir, puede no responder a las pré-
guntas tal como le fueron formuladas por el órgano u organismo requirente. •'
En cuanto al efecto jurídico, las opiniones consultivas no son vinculantes, lo que no signi- •.
fica que estén desprovistas de todo valor jurídico. Pueden servir de guía para futuros casos y i i
de recomendación para los Estados. ‘ .•
Más allá de ello, diversos instrumentos internacionales contemplan cláusulas en las cua- ‘
les se acepta que en determinadas circunstancias la opinión consultiva que omita la CU será •
obligatoria. Tal es el caso de disposiciones de estatutos de tribunales administrativos de orga-■-
nizacionas internacionales, que establecen como una forma de apelación contra sus fallos el
recurso a la competencia consultiva de la CU (art. 11 del Estatuto del Tribunal Administrativo
de Naciones Unidas, art. xu del Estatuto del Tribunal Administrativo de la OIT); cláusulas de
solución de controversias en ciertos acuerdos de sede entre Estados huéspedes y organizacio
nes internacionales, que disponen el arbitraje pero consagran la posibilidad de solicitar a la
Corte opiniones consultivas mientras se encuentran pendientes los laudos arbitrales; cláusu
las de solución de controversias en convenciones sobre privilegios e inmunidades de organiza
ciones internacionales dentro del sistema de las Naciones Unidas, así como en ciertoB acuerdos
sobre asistencia y cooperación entre Estados y tales organizaciones, que establecen para la so
lución de disputas exclusivamente recurrir a la opinión consultiva de la CIJ (Convención sobre
. Privilegios e Inmunidades de Naciones Unidas, de 1946, art. viu)188. La Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Or
ganizaciones Internacionales (1986) también contempla esta posibilidad (art. 66). De acuerdo
con Espósito, estos tipos de cláusulas son especiales en cuanto confieren fuerza obligatoria a
opiniones consultivas, al menos, de facto, y van más allá del objeto atribuido por la Carta y
por el ECU a dichas opiniones. En cuanto a las mencionadas en el primer y último lugar, son
especiales también en el sentido de que los procedimientos consultivos tienen el lugar de un
procedimiento contencioso que no podría ser posible bajo el ECU, desde el momento en que
una de las partes concernientes no es un Estado500. La situación parece ser diferente en los
casos mencionados en tercer lugar, los cuales son verdaderos casos de contienda. El pronuncia
miento de la Corte en tales asuntos sería una opinión consultiva solo en el nombre. La esencia
del procedimiento puede ser doble: partes de un acuerdo que hayan adoptado una cláusula
compromisoria en orden a alcanzar una decisión obligatoria en caso de disputa entre ellos, y el
• caso de quienes roalmonte se sometieron como litigantes ante la jurisdicción de la Corte. Están
compelidos a hacerlo on un sentido indirecto, por el procedimiento consultivo, porque uno de
ellos no possejus Blandí ante la Corte501.
pueden cumplir a través do “consultas" (por ejemplo, por notas diplomáticas), incluso -aunque
no necesariamente- a través de una negociación.
El artículo 283(1) de la CONVEMAR se aplica cuando se origina una controversia rela
tiva a la interpretación o la aplicación do dicha Convención y dispone que las partos "procede
rán sin demora a intercambiar opiniones con miras a resolverla mediante negociación o por
otros medios pacíficos”. Esta obligación renace “cuando se haya puesto fin a un procedimiento
para la solución de una controversia sin que ésta haya sido resuelta o cuando se haya llegado a
una solución y las circunstancias requieran consultas sobre la forma de llevarla a la práctica*
(art. 283, inc. 2).
Cabe preguntarse cuánto deben durar las negociaciones, dado que esta disposición no esta
blece un pla20. En goneral, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar ha interpretado que
un Estado no está obligado a continuar con el intercambio de opiniones si no tieno posibilidades
de alcanzar un acuerdo con su contraparte10’, lo que ha sido objeto de oríticas, por dqjar librado
el cumplimiento de este requisito a una evaluación esencialmente subjetiva por parte do uno
de los Estados804. El juez Rao ha advertido que la obligación del artículo 283 debe cumplirse de
buena fe, y es deber del Tribunal examinar si se ha llevado a cabo205
203. 204
- el Tribunal Internacional del Derecho del Mar, órgano independiente creado por la
CONVEMAR, al que nos referiremos más adelante;
203 Casos del Atún de Aleta Azul (Australia c. Japón) (Nueva Zelandia c. Japón), TIDM, Providencia, 27/08/1999,
parág. 60; Caso de la Planta Mox (Irlanda c. Reino Unido), TIDM, Providencia, 03/12/2001, parág. 60; Caso
concerniente a los trabajos de 'polderizactón" efectuados por Singapur en el interior y alrededor del Estrecho de
Johor (Malasia c. Singapur), TIDM, Providencia, 08/10/2003, parág. 48; El caso "ARA Libertad' (Argentina c.
Ghana), TIDM. Solicitud de prescripción de medidas provisionales. Providencia, 15/12/2012, p8rág. 71.
204 Andereon, David, op. cit., p. 858.
205 Caso concerniente a los trabajos de "polderúación’ efectuados por Singapur en el interior y alrededor del
Estrecho de Johor, doc. cit, opinión separada del juez Rao. p. 39.
816
CAPITULO 39 • LA SOLUCIÓN PACÍFICA DE LAS CONTROVERSIAS.INTERNACIONALES
especial del anexo vjn, la controversia podrá ser sometida por cualquiera de ellos a la
es el método en común. Si, en cambio, el segundo Estado hubiese elegido solamente el trib
arbitral especial del anexo vjn, al no haber coincidencia, la controversia se sometería al mé
residual, es decir, al arbitraje de acuerdo con el anexo vu de la CONVEMAR. Igualmente, ¿w
Estado no ha efectuado opción alguna, se aplica el método residual. Por ello puede afirmarse
que los Estados, al ser parte en la Convención, aceptan por lo menos la jurisdicción del tribunal
del mecanismo residual, sin necesidad de tener que presentar otro instrumento adldonálWfo
Lob Estados, al elegir más de un método de solución de las controversias, pueden estabii-^
cer un orden de prelación. Por ejemplo, la República Argentina, al ratificar la CONVEMAR’* i
estipuló lo siguiente:
Xw
i í *•>«
De ecuordo con lo establecido por el artículo 287 el Gobierno argentino declara que
acepta on orden de prcladón proforcndal loi siguiente» métodos de loluddn de con
troversia» lobre la interpretación o aplicación do la Convención: a) ol Tribunal Inter
nacional do Derocho del Mar; b) Un tribunal arbitral constituido do conformidad con
el Anexo VIII para cuestiones relativas a pesquerías, protección y preservación del
medio marino, investigación científica marina y navegación, de acuerdo con el artículo
1* del Anexo VIH.
Cabe advertir que el artículo 287 de la CONVEMAR no se refiere al supuesto de que dos
Estados hayan optado por los mismos mecanismos de solución, pero en distinto orden de pre
lación. En tal caso, ¿el Estado demandante debe someter la controversia ante el mecanismo es
tablecido en primer término por el Estado demandado, o resulta aplicable el método residual?
Parece lógica la primera solución, puesto que es uno de los medios de arreglo pacífico que, en
definitiva, ha sido elegido por amboB Estados.
De acuerdo con lo establecido por el artículo 296 de la CONVEMAR, previo a someter
una controversia a los métodos jurisdiccionales mencionados en la parte xv, deben agotarse
los recursos internos “de conformidad con el derecho internacional". En el caso del Saiga
N° 2, la parte demandada -Guinea- objetó la admisibilidad de ciertos reclamos debido a que
las personas vinculadas al buque Saiga -de bandera de San Vicente y las Granadinas- y a su
carga no habían agotado los recursos internos en la jurisdicción de.Guinea. Por su parte, San
Vicente y las Granadinas sostenía -entre otros argumentos- lo siguiente: a) la regla del ago
tamiento de los recursos internos no se aplicaba en este caso, ya que las acciones de Guinea
contra el Saiga violaban 6us derechos como Estado del pabellón según la CONVEMAR (por
qjemplo, la libertad de navegación y otroB usos del mar); b) la mencionada norma debía apli
carse solo cuando había un nexo jurisdiccional entre el Estado contra el cual se reclamaba y
la persona respecto de la cual se presentaba el reclamo, lo que aquí no ocurría. El TIDM dio
la razón a la parte demandante e interpretó que la exigencia del agotamiento de los recursos
internos no debía aplicarse en ese asunto por los motivos expuesto por San Vicente y las Gra
nadinas, por lo que consideró innecesario expedirse respecto de si los recursos internos esta
ban disponibles y si eran efectivos, algo que también había sido discutido ante el Tribunal20’.
Si bien en el marco de cualquiera de los procedimientos jurisdiccionales establecidos en
éy.- la parte vi los Estados litigantes tienen derecho a interponer excepciones a la jurisdicción, la
CONVEMAR contempla, además, un procedimiento que permite a los tribunales decidir, con
’ carácter preliminar, “si la acción intentada constituye una utilización abusiva de los medios
fe procesales o si, en principio, está suficientemente fundada” (art. 294, inc. 1). Este procédi-
206 Klein, Natalie, Dispute Settlemcnt in the UN Conuention on the Law of the Sea, Cambridge Unfvereity Press,
Cambridge, 2005, p. 53.
207 Ver Instrumento de ratificación de la República Argentina, de fecha 18/10/1095, depositado en la Secretaría ■
de las Naciones Unidas el 01/12/1995.
del Estado aprobado en 1.' lectura por la CDI ("Proyecto Ago de 1980"), ol cual disponía que debían agotarse
loe rocursoe internos “cuando el comportamiento do un Estado ha creado una situación que no está en
conformidad con el resultado que de él oxigo una obligación internacional relativa al trate que se ha de
otorgar a particulares extranjeros’ übíd., parág. 98). . **
817
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
miento ee puede aplicar de oficio o a petición de parte. En tal supuesto, “Cuando la corte o
tribunal resuelva que la acción intentada constituye una utilización abusiva de los medios
procesales o carece en principio de fundamento, cesará sus actuaciones”.
Aaimiamo, la CONVEMAR se ocupa del derecho aplicable por los tribunales mencionados
en la parte xv y de la facultad de disponer medidas provisionales, disposiciones que veremos
más adelante, al describir el funcionamiento del TIDM,
Es importante destacar que la CONVEMAR contempla una serie de excepciones, las cua
les tienen por efecto excluir ciertas cuestiones de la solución jurisdiccional, previéndose en
su lugar su sometimiento a los mecanismos diplomáticos antes mencionados. Algunas de es
tas excepciones funcionan automáticamente, como, por ejemplo, las controversias en la zona
económica exclusiva o en la plataforma continental respecto de la investigación científica o
sobre pesquerías (art. 297); otras, en cambio, son opcionales, y pueden los Estados excluirlas
mediante una declaración, tales como las controversias relativas a la delimitación marítima
entre Estados con costas enfrentadas o adyacentes; las relativas a bahías o títulos históricos;
las controversias sobre actividades'militares; aquellas respecto de las cuales el Consejo de Se
guridad de las Naciones Unidas ejerza las funciones que le confiere la Carta de las Naciones
Unidas, etc. (art. 298, inc. 1). La declaración referida puede retirarse en cualquier momento
(art. 298, inc. 2).
En ese sentido, la República Argentina, en el instrumento de ratificación ya referido, dis
puso lo siguiente: “El Gobierno argentino declara que no acepta los procedimientos previstos"
en la Parte XV, sección 2 con respecto a laB controversias especificadas en los párrafos la), b)
y c) del artículo 298”. No obstante, el 26/10/2012, la Argentina enmendó dicha declaración y
retiró con efecto inmediato las excepciones .opolonales antes mencionadas’00. Ello fbe previo
a iniciar un procedimiento arbitral contra Ghana por el embargo de la fragata Libertad, con
el consecuente pedido de medidas provisionales al TIDM. Por su parte, Ghana el 15/12/2009
había presentado una declaración por la cual excluía de los procedimientos jurisdiccionales las
controversias especificadas en el artículo 298(l)(a); es decir, aquellas controversias relativas a
la delimitación marítima entre Estados con costas enfrentadas o adyacentes; bahías o títulos
históricos y actividades militares’10.
Por último, para solucionar las controversias relativas a la interpretación do un contrato
o plan de trabajo vinculado a la exploración o explotación de los recursos minerales de la zona
internacional de los fondos marinos, el artículo 188 da la CONVEMAR prevé recurrir a un ar
bitraje comercial obligatorio, el cual ee instrumenta a petición de cualquiera de las partes -que
pueden ser Estados, la Autoridad Internacional de los Pondos Marinos, la Empresa, empresas
estatales u otras personas naturales o jurídicas-. Poro si la cuestión para su solución requiere
de la interpretación de la parte XI de la CONVEMAR, la controversia deber ser sometida úni
camente a la Sala de Controversias de los Fondos Marinos.
818
y duran nueve años en bus funciones; pueden ser reelegidos. Para ser miembro del Tribunal s
requiere ser una persona que goce de la más alta reputación por su imparcialidad e int
y de reconocida competencia en materia de derecho del mar.
El Tribunal cuenta con un presidente y un vicepresidente, elegidos entre sus m¡
por un período de tres años.
Puedo constituir salas especiales do tres o más jueces para entender en
categorías de controversias,'si las partes lo requieren, tales como una sala de procedimienti
sumario, una sala para disputas en materia de pesquerías, una sala para disputas sobré ¿¿35
dio ambiente marino y una sala para disputas sobre delimitación marítima; también puede,"
constituir salas ad hoc a pedido de las partes litigantes (art. 15 del Estatuto)311. Asimismo,;’'■
como ya se adelantó, posee una Sala de Controversias de los Fondos Marinos, integrada por"?
once de los miembros del Tribunal, que representan los principales sistemas jurídicos deí'í;
mundo y una distribución geográfica equitativa (los miembros de la sala son seleccionados’ "
de entre los miembros del TIDM, cada tres años, pudiendo ser elegidos para un segundo téy-
mino). Cabe aclarar que, a solicitud de las partes litigantes, la controversia podría dirimirse
ante una sala ad hoc conformada por jueces integrantes de la Sala de Controversias de los
Fondos Marinos.
•y
211 La primera ves que elTIDM constituyó una sala espooial ad hoo (intecrada per cinc» miembros) fde para ¿ y,
caso connrnlenU a la conservacMn y «plofacidn soelenlble del pie espada en »l Océano Pacifico Sud’OrlenW h .•
(OMIWCemunMsd Europea). Ver Providencia del TIDM del SW12/2000, • •
312 Artíoulo 288 da la CONVEMAR: artícelas 21 y 32 dal Estatuto dol Tribunal. ¿
De acuerdo con el artículo 290 de la CONVEMAR y con el artículo 25 del Estatuto, el Tri
bunal puede decretar, a pedido de parte, las medidas provisionales que considere apropiadas
con el fin de preservar los derechos respectivos de las partes litigantes o para impedir que se
causen dafios graves al medio marino. Ello también resulta aplicable a la Sala de Controver
sias de los Fondos Marinos. El Tribunal dispone medidas provisionales a través de “providen
cias” (en inglés, orders).
Pero lo novedoso de este Tribunal es que no solo puede dictar medidas provisionales en ca
sos sometidos ante dicho órgano, sino también en asuntos que van a ser resueltos ante un tribu
nal arbitral, mientras esté pendiente su constitución -siempre que no exista otra corte o tribunal
acordado por las partes dentro de las dos semanas del pedido de medidas provisionales-.
Cabe aclarar que el Tribunal competente no necesita prescribir las mismas medidas que
fueron solicitadas e, incluso, puede dirigirlas a todos los Estados en litigio, aunque Bolo hayan sido
requeridas con respecto a una de las partes. Una vez otorgadas, las medidas provisionales pueden
ser modificadas o revocadas si varían las circunstancias que justificaban su pronunciamiento.
820
¡íiC etnpa sl t,ene 0 n0 definitivamente jurisdicción para entender en el asunto. Basta con
;Sí ■ termine que existe prima facie una base de jurisdicción. En cambio, el Estatuto: dé:l¡t§
refiere expresamente a este punto en su artículo 41, no obstante, el principio de la jüflí
prima facie a los efectos do dictar medidas provisionales so ha consolidado en la júriáprüj^^^
de esta Corte. En segundo lugar, al artículo 290(3) solo prevé la posibilidad de qüelaa
provisionales sean decretadas, modificadas o revocadas "a podido do parte". Por el odntrari^O
Reglamenta de la OIJ autoriza a la Corte, en el artículo 75(1), a indicar medidas provisional?^
motu proprío, es decir, de oficio. En tercer lugar, la CONVEMAR, como ya se mencionó, prestótiSH
la particularidad de otorgar al TIDM el poder de decretar medidas provisionales en un asimW?
cuyo fondo será dirimido por un tribunal arbitral, mientras se encuentre en trámite su consti-ó^
tribunal arbitral competente, una vez constituido, decida modificar, revocar o confirmar las mé-í-®||
didae antes dispuestas. Esta potestad constituye una importante herramienta para protegerlos -S®
recursos vivos y el medio ambiente marino en caso de urgencia, saneando los daños irreparables
que se pueden producir debido a la demora en la constitución de los tribunales arbitrales. Por
último, puede observarse, que el artículo 290 de la CONVEMAR presenta una redacción que \¿jg
no deja lugar a dudas acerca de la obligatoriedad de las medidas provisionales. Por ejemplo, en
idioma español se habla del poder del Tribunal para “decretar” medidas provisionales, mientras ;;;®¡
que en los textos en inglés y en francés se utiliza el verbo “prescribir". Á diferencia del artículo
41 del ECU, que utiliza el verbo “indicar”, es decir, una terminología más débil. Asimismo ei.^S
inciso 6 del artículo 290 de la CONVEMAR establece expresamente que las partes “aplicarán
sin demora las medidas provisionales decretadas conforme a este artículo”. Si bien no hay una ' x-Jg
§ fedisposiciónsemejante en el ECIJ, la Corte ya despejó las dudas que podían existir en tomo a los
213 González Napolitano, Silvina, “La importancia de lea medidas provisionales en las controversias relativas a la
desconocer los efectos que aquella providencia había tenido, los cuales no se limitaban solo a la
suspensión del programa de pesca experimental de Japón durante el período en que la provi
dencia estaba en vigor, sino sobre las perspectivas y acciones de las partes218.
Como vimos en el capítulo 29, la República Argentina presentó una solicitud do medidas
provisionales ante este Tribunal en el caso de la Fragata Libertad, la cual le fue concedida,
ordenándose la inmediata liberación del buque escuela perteneciente a la Armada Argentina.
el pabellón de otro Estado Parte y se ¿legue que el Estado que procedió a la reten
liberación del buque o do bu tripulación una vez constituida fianza razonable u otra
garantía financiera, la cuestión de la liberación del buque o de su tripulación podrá
ser sometida a la corte o tribunal que las Partes designen de común acuerdo en un
plazo de diez días contado desdo el momento de la retención, a la corte o tribunal que
el Estado que haya procedido a la retención haya aceptado conforme al artículo 287
o al Tribunal Internacional del Derecho del Mar, a monos que las Partes convengan
en otra cosa.
2. La solicitud de liberación del buque o de su tripulación sólo podrá ser formulada por
3. La corte o tribunal decidirá sin demora acerca de la solicitud do liberación y sólo co
nocerá a esa cuestión, sin prejuzgar el fondo de cualquier demanda interpuesta ante
autoridades del Estado que haya procedido a la retención seguirán siendo compoten
4. Una vez constituida la fi anza u otra garantía financiera determinada por la corte o tri
bunal, las autoridades del Estado que haya procedido a la retención cumplirán sin demo
Al igual que ocurre en la CU, las decisiones del TIDM se toman por mayoría do votos de
los jueces presentes. 8e requiere un quórum de onco miombros y, en caso de empato, decide el216 217
voto del presidente (art. 29 del Estatuto). En el caso de la Sala de Controversias de los íbhdoi1-;® SSg
Marinos, se requiere un quórum de siete miembros. El fallo, que debe estar fundado, es leído eirí-fíá
sesión pública luego de notificarse a Iob agentes de las partes (art. 30 del Estatuto).
El artículo 33, incisos 1 y 2, del Estatuto del Tribunal dispone que “El fallo del TribunaÍTÍbi¿t
• será definitivo y obligatorio para las partes en la controversia” y que “sólo tendrá füerza obji-??!‘i^
gatoria para las partes y respecto de la controversia que haya sido decidida”. T)
La sentencia -que es inapelable- puede ser objeto de interpretación en caso de desacuerdo'MfS
entre las partes (art, 33[31 del Estatuto). Puede solicitar la interpretación una de las partes.o¿>?^S
ambas, en una presentación conjunta. ' ' J.'C.’W
La revisión está prevista en el Reglamento del Tribunal (arts. 127-129), aunque nohay re-.’t¡ ji'&f
ferencias al respecto en el Estatuto. Al igual que se dispuso en el contexto de la CIJ, la revisión: i
procede frente al descubrimiento de un hecho de tal naturaleza que pueda ser factor decisivo y ■
que, al pronunciarse el fallo, fuera desconocido por el Tribunal y por la parte que pide la revi
sión, siempre que su desconocimiento no se deba a su negligencia. El pedido de revisión puede
efectuarse dentro del plazo de seis meses de descubierto el hecho nuevo y hasta un lapso de
diez años desde la fecha del fallo.
218 Son miembros los eiguientos Estados africanos: Cabo Verde, Cambia, Cuines, Guinea-Bissau, Mauritania,
Scnegal y Sierra Leona. Fue creada por la Convención cobra la Determinación do la» Condiciones Mínima»
para el Acceso y Explotación do Recurso» Marino» en lea Aros» bajo Jurisdicción de los Sitado» Miembro»
de la Comisión Subregional de Pesquería» (1986, enmendada en 1993). Para mayor inforinaolóa, consultarla
210 Solicitud de una Opinión Contultlva preuntada par la ComleUn Subregimal de Piquerías (3RFC), TIDM.
Provldoncls, 20/12720X3. » .
220 Pare más información ver http://www.itlos.org.
z
$23
LECCIONES PE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
establece: “La competencia del Tribunal se extenderá a todas las controversias y demandas
que le sean sometidas de conformidad con esta Convención y a todas las cuestiones expresa- "
mente previstas en cualquier otro acuerdo que confiera competencia al Tribunal”. Así, concluyó
que es el "otro acuerdo” allí referido el que confiere jurisdicción consultiva al TIDM, en este
caso la Convención concluida por los Estados africanos que crea la Comisión Subregional de
Pesquerías411,
En lo que respecta a la 8alade Controversias de los Fondos Marinos, dicho órgano emitió ,
en 2011 su primera opinión consultiva a pedido del Consejo de la Autoridad Internacional de
los Fondos Marinos®1. La consulta versaba sobre las responsabilidades y obligaciones de los
Estados que patrocinan actividades en la Zona Internacional de los Fondos Marinos regida por
la parte xi de la CONVEMAR y el Acuerdo de 1994113.
C5':
221 Solicitud de una Opinión Consultiva presentada por la Comisión Subregional de Pesquerías ISRFC), TIDM.
Opinión Consultiva, 02/04/2015, parágs. 37-69.
222 Responsabilidades y obligaciones de los Estados patrocinadores de personas y entidades con respecto a las
actividades de la Zona, Sala de Controversias de los Fondos Marinos, TIDM, Opinión Consultiva, 01/02/2011.
223 Ver capítulo 33 do esta obra.
Capítulo 40
El uso de
la fuerza en las
RELACIONES INTERNACIONALES
Osvaldo N. Mársico
V
1. Evolución histórica
A Durante siglos, el recurso a la guerra fue una conducta lícita de los Estados. La guerra no
estaba prohibida, sino que, por el contrario, constituía un instrumento legítimo de su política
exterior. Es en este contexto político, histórico y jurídico permisivo que debemos analizar las
primeras limitaciones a la guerra impuestas en 1918 al concluir la Primera Guerra Mundial
por el Pacto de la Sociedad de las Naciones y la prohibición más amplia al U6O de la fuerza esta-
V
gg# blecida en 1945 al terminar la Segunda Guerra Mundial por la Carta de las Naciones Unidas.
^//Asimismo, debemos distinguir entre el ¿us ad bellum y el ¿us in bello. El primero es el “derecho
jSSySla guerra" y trata de limitar el recurso a la ftierza por los Estados. El segundo es el “derecho en
guerra", o sea, el derecho aplicable a los conflictos annados y se activa solo una vez que estalló
el conflicto. Constituye el derecho internacional humanitario(DIH), como se verá en el capítulo
ggjjí;,:46. Trata de “humanizar” la guerra sin analizar las razones o la legalidad del uso de la fuerza.
Debemos precisar que las limitaciones al “derecho en guerra" preceden a las limitaciones al
;: “derecho a la guerra"1.
’ La Sociedad de las Naciones, impulsada por el presidente Wilson de los Estados Unidos,
. fue la primera organización internacional de carácter universal cuyo objetivo principal fue el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Establecía un sistema “incipiente" de
seguridad colectiva. A diferencia de la Carta de Naciones Unidas, el Pacto no prohibía el uso
de la fuerza ni el recurso a la guerra, pero sus miembros asumían el compromiso de no ir a la
A guerra antes de agotar las instancias de solución pacífica establecidas por el propio Pacto2. Por
1 Lo» E atado» empezaron a formular normas internacionales destinadas a limitar lo» efecto» de los conflicto»
armados por razones humanitarias en los últimos ciento cincuenta afios. Su finalidad es la "protección debida"
a las víctimas de los conflictos armados.
2 El 15 de noviembre do 1920 se celebró en Ginebra la primera Asamblea de la Sociedad de las Naciones con
í participación de cuarenta y dos países, entre los que se encontraba la Argentina como miembro fundador.
Tra» el final de la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad de las Naciones (SDN) fue disuelta el 18 do abril de
1946 La SDN tuvo problema» desde sus comienzos. El primero de ellos fue la negativa del Senado do Estados .'
Unidos de aprobar el tratado por el que tanto había luchado el presidente Wilson, con lo cual el gran vencedor
de la Primera Guerra Mundial quedó afuera. Turquía y Alemania fueron excluida» como castigo por haber
'
perdido la guerra y la Unión Soviética fue admitida solo en 1930, dado el parácter comunista de su régimen.
La invasión japonesa de Manchuria en 1931 y la invasión italiana de Etiopía, sin consecuencias mayores para .
medio del Pacto Briand-Kellog de 1928, que tuvo más signatarios que el Pacto de la Sociedad >
de lae Naciones, los Estados renunciaron a la guerra como expresión de sus políticas naciona-'
les ofensivas5.
Es recién a partir de 1945 que se prohíbe no solo la guerra, sino también el “uso de la'i‘1
fiierza” e, incluso, la “amenaza de uso de la fuerza". El artículo 2(4) de la Carta de las Nació- ’f
ne8 Unidas establece: “Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, ,
se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o os
la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los i3
Propósitos de las Naciones Unidas".
La interdicción es, en consecuencia, amplia. Por primera vez se prohíbe la amenaza del ?
uso de la fuerza. El artículo 2(4) constituye una norma de iue cogerte en el sentido del artículo .■ |
63 de la Convención deViena sobre Derecho de los Tratados, es decir, una. norma imperativa j;
de derecho internacional general que no admite acuerdo en contrario. Por ende, el Estado que .
la viola incurre en responsabilidad internacional. A partir de 1945 habrá, entonces, un Estado.
“agresor” y un Estado “agredido”. En su opinión consultiva sobre las Consecuencias jurídicas $
de la construcción de un muro en territorio palestino ocupado (en adelante, opinión consultiva
sobre el muro), ante las alegaciones palestinas de que la construcción "es un intento de anexión ?
del territorio en violación del derecho internacional” y “una violación del principio jurídico que,
prohíbe la adquisición de territorios por la fuerza”, la Corte recuerda la norma consuetudi- -.3
naria de la “inadmisibilidad de la adquisición de territorios por la fiierza” y considera que la?ií
construcción del muro y su régimen conexo crean un “hecho consumado que equivaldría a una ■
4. * 6
anexión de facto”3
La proscripción del uso de la fiierza del artículo 2(4) genera una obligación correlativa: la?
obligación de los Estados de solucionar pacíficamente sus controversias internacionales con
forme al artíoulo 2(3). El artículo 33, por su parte, enumera los métodos de solución: negocia-
ción, investigación, mediación, conciliación, arbitraje y el sometimiento del caso a la Corte i;’
Internacional da Justicia.
3 La violación da loa obligaciones Impuestas por el Poeto Brland Kellog por Alemania y Japón ñie una de la»;-,
basee jurídicas Invocadas por los Aliadoa para establecer los Tribuna loe do NUremberg y Tokio y juzgar a lo»
6 Ciertos gastos de las Naciones Unidas (párrafo 2 del artículo 17 de la Carta), CIJ. Opintón Consultiva,
20/07/1962. ICJ Reporte 19132, p. 168. ’ -.
7 Opinión consultiva sobro el Muro, doc. cit, pnrdgs. 26-26.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
no puede efectuar recomendaciones, salvo que así se lo requiera el Consqjo. Sin embargo, 1q .
práctica ha flexibilizado esta distinción8. En esto sentido, la CIJ, en la opinión consultiva del
Afuro, ha dicho lo siguiente:
[La] interpretación del Artículo 12 fúe evolucionando [...] con el tiempo, ha habido
una tendencia cada vez mayor de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad a
ocuparse en forma paralela de los mismos asuntos relacionados con el mantenimiento
de la paz y la seguridad internacionales (véanse, por ejemplo, las cuestiones relativas
a Chipre, Sudáfrica, Angola, Rhodeeia del Sur y, más recientemente, Bosnia y Her
zegovina y Somalia). Sucede con frecuencia que. mientras el Consqjo de Seguridad
tiende a centrarse on los aspectos de dichas cuestiones, que se relacionan con la paz
y la seguridad internacionales, la Asamblea General adopta un enfoque más amplio y
considera también sus aspectos humanitarios, sociales y económicos.
La Corte estima que la práctica aceptada de la Asamblea General, tal como ha evolucio-
nado, ea compatible con lo dispuesto en el párrafo 1 del Artículo 12 de la Carta9, m •;
La inacción del Consejo de Seguridad durante el período de la guerra fría obligó a la
Asamblea a asumir un papel máa importante en materia de paz y seguridad del que los auto- /
res de la Carta inicialmente habían pensado. En 1950, ante la parálisis del Conejo on la gue- S
rra de Corea, la Asamblea adoptó la Resolución 877 (V), “Unión pro Paz", que permite convocar, S
bajo un procedimiento especial, a sesiones de emergencia de la Asamblea General cuando el
Consejo de Seguridad, a raíz del veto de uno de sus miembros permanentes, no cumpla con su
responsabilidad de mantener la paz10. De todos modos, son recomendaciones -si se quiere, con
mayor peso político-, pero no decisiones vinculantes11.12 **
Hasta la fecha se han llevado a cabo
diez períodos extraordinarios de sesiones de emergencia; la mayoría de ellos versaron sobre la
cuestión del Medio Oriente19.
Debemos distinguir los conceptos de “seguridad colectiva*, “legítima defensa colectiva’ y
“uso de la fuerza por parte de los organismos regionales*. La primera se refiere a la implemen- ?¿¿j
tación de medidas coercitivas por el Consejo; la segunda permite a un Estado o a una organiza?
ción de seguridad colectiva, como la OTAN, usar la fuerza sin autorización previa del Consqjo$
ante un acto de agresión armada, y la tercera prevé la posibilidad del uso de la fuerza por una
organización regional como la OEA, la Unión Europea o la Unión Africana, con autorización
previa del Consejo de Seguridad.
'A
8 La práctica ha erosionado un tanto esta distinción, puea la Asamblea ha adoptado recomendaciones incluso
cuando el Consto está tratando activamente un asunto. Así lo ha hecho durante la época del apartheid en
Sudáfrica, y más recientemente en la "cuestión palestina”
9 Ver la opinión consultiva sobre fl Mure, doc. cit, porágs. 26-27.
10 La Resolución A/RES/377 (V) fue adoptada el 3/11/1950; en ella se afirma que, “dé no estar a la sazón reunida,
la Asamblea General puede reunirse en período extraordinario de sesiones de emergencia dentro de las 24
horas siguientes a la presentación de una solicitud al efecto”.
11 Ver Resolución A/RES/377 (V), sección A, párrafo operativo 1, el cual dispone: “[...) la Asamblea General
examinará inmediatamente el asunto con miras a dirigir a los miembros las recomendaciones apropiadas
para la adopción de medidas colectivas, inclusive en caso de quebrantamiento de la paz o acto de agresión,
el uso de las fuerzas armadas cuando fuere necesario a fin do mantener o restaurar la paz y seguridad
internacionales”.
12 El 8.” período de sesiones de emergencia tuvo lugar en 1980 por la cuestión de Namibia; el 6*. también en 1980
por la invasión soviética a Afganistán; el 4.°, en 1960 por la situación en la República del Congo, y el 2”, en
1956 por la invasión soviética a Hungría. Todos los demás estuvieron vinculados al Medio Oriente.
828
CAPITULO 40 - El USO PE IA FUERZA EW LAS RELACIONES tNTERNACtbfal.ES
Las formas clásicas de agresión son la invasión o ataque jfor las fiierzas armadas de
fe. Estado al territorio de otro Estado; la anexión; el bombardeo; el bloqueo de los puertos o costas ?
i'
un Estado; el ataque por las fúerzas armadas de un Estado contra las filenas armaSjm..
'j ^terrestres, navales o aéreas de otro Estado o contra su flota morcante o aérea; la utiUzatf^J ’á
■í/'-de las fuerzas armadas de un Estado que se encuentran en el territorio de otro Estado coa;®j:
3í¿:.acuerdo del Estado receptor, on violación de las condiciones establecidas en el acuerdo; la ¿Sí
Wijflón de un Estado que permite que su territorio, al que ha puesto a disposición de otro Estadq/pt®
$Svsea utilizado por ese otro Estado para perpetrar un acto de agresión contra un tercer Estado yMW
tf$í'el envío, en su nombre, de bandas armadas, grupos irregulares o mercenarios que lleven a cábp^^ip
jgí&actos de fuerza armada de gravedad contra otro Estado. La enumeración no es “exhaustiva"
;-"4¿pues el Consejo de Seguridad podrá determinar qué otros actos constituyen agresión. Por su.sj&íá
taparte, el primer uso de la ftierza armada constituye prima facie prueba de agresión”. '1
La definición ha sido reconocida por la Corte Internacional de Justicia. Comprende exclu-
sivamente el uso de la fuerza armada y no incluye la agresión económica. Es un crimen contra
S felá paz y, sumado a otros requisitos, puede constituir un crimen de agresión, de acuerdo con el
..Estatuto de Roma (1998)“. No crea un título o mejor derecho a un territorio y, por el contrario,
.
Una vez que el Consejo efectuó dicha determinación, podrá disponer de acuerdo con el
í-
artículo 40 la aplicación de medidas provisionales. Estas medidas se establecen como un paso
tí
¿ necesario para abrir el diálogo entre las partes y permitir la negociación. Pueden consistir .
; en un cese del fuego, el retiro de tropas a las posiciones anteriores y la declaración de zonas
Fí? neutralizadas. Justamente dado su carácter de provisionales, no prejuzgan sobre la sustancia
^2’’- del conflicto. Por ejemplo, en el caso del conflicto de las Islas Malvinas en 1982, la Resolución
; 502 (1982) del 3 de abril declaró la existencia de un “quebrantamiento de la paz en la región ■
.délas Islas Malvinas" y exigió la “cesación inmediata de las hostilidades (...) y la retirada de
gSg: todas las fuerzas argentinas de las Islas Malvinas’’18. La Resolución 505 (1982) pedía a las par-
tes que cooperasen con la misión de buenos oficios del secretario general con miras a negociar
Condiciones mutuamente aceptables para un cese del fuego y preveía la posibilidad de enviar '
10.**Como
observadores militares de las Naciones Unidas para vigilar su cumplimiento15 *** ya se
mencionó, estas resoluciones no prejuzgan sobre la cuestión de fondo, que en este caso es la
, disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido.
En un paso posterior, de no acatarse las medidas provisionales, el Consejo puede adoptar
medidas coercitivas que no impliquen el uso de la ftierza (artículo 41) o medidas coercitivas
que impliquen el uso de la fuerza armada (artículo 42).
LaB medidas coercitivas que no implican el uso de la fuerza armada son básicamente
los regímenes de sanciones. Estos constituyen un instrumento de coerción cuando la paz se
ha visto amenazada y los esfuerzos diplomáticos han fracasado. Pueden consistir en embar
gos comerciales, financieros, aéreos, marítimos y de armas17. * Para
* * * * * *controlar la aplicación
efectiva de las sanciones, el Consejo creó órganos subsidiarios: los Comités de Sanciones,
integrados por los quince miembros del Consejo15. Tradicionalmente, las sanciones tenían un
carácter territorial, es decir que se aplicaban de manera general al Estado afectado. En la
práctica, podían generar un efecto no deseado: perjudicar a loe sectores más vulnerables de
la población civil en vez-de aislar a la ejito dirigente. Por ello, después de la guerra fría, el
Consejo cambió el enfoque: comenzó a adoptar “sanciones dirigidas", "sanciones inteligentes"
o "sanciones selectivas". Estas están orientadas a personas físicas o jurídicas determinadas.
Consisten en prohibiciones de viaje y el congelamiento de cuentas bancarias, o bien apun
tan a sectores específicos, como embargos de armas, de material militar, de exportación do
diamantes sin certificado de origen1’. En años recientes, el Consejo ha utilizado cada vez con
mayor frecuencia el artículo 41 y lo ha invocado de manera expresa en sus resoluciones50.
Por ejemplo, en marzo de 2011, con motivo del conflicto civil en Libia, el Consejo estableció
un embargo de armas, prohibiciones de vuelos y congelación de activos a personas físicas y
j jurídicas designadas”, •}
Las sanciones pueden tener efectos adversos en terceros países y, por eso, excepcional
mente, el Consejo ha establecido medidas compensatorias. Por ejemplo, durante la Primora.
Guerra del Golfo, en 1990, el embargo total a Iraq perjudicó al pequeño Reino do Jordania,;
cuya economía dependía en gran medida del intercambio comercial con Iraq.
En el caso do las sanciones "selectivas", la Resolución 1904 (2009) creó la Oficina de)
Ombudsman, que. actuando de manera independíenlo e imparcial, revisa las solicitudes do
personas, grupos, empresas y entidades que deseen ser eliminadas de la lista de sanciones
contra AJ-Qaida68.
El Consejo también ha impuesto sanciones para intentar revertir un acto de agresión,
como la invasión iraquí a Kuwait25; para condenar serias violaciones de derechos humanos y de -
derecho internacional humanitario en Koaovo”; para restablecer gobiernos democráticos, como
830
I5.-5-
en Malí en 2012“; para luchar contra la no proliferación, como en Irán28 y Corea del Norte®?^IPOi
y 'circunstancias políticas cambiaron y los Estados nunca pusieron a disposición del Consejo
A
/• ' efectivos militares ni firmaron los acuerdos del artículo 43. La guerra fría había comenzado.
W La invasión de Iraq a Kuwait en 1990 fue el primer gran desafío de la pos guerra fría para el
. Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
,’X
I
B ;¿ 2.3. Funcionamiento del mecanismo de seguridad colectiva
j; durante la Primera Guerra del Golfo
La Primera Guerra del Golfo Pérsico nos permite observar la aplicación y adaptación del
ipíj- sistema de seguridad colectiva a la pos guerra fría.
En las primeras horas del 2 de agosto de 1990 fuerzas armadas iraquíes ocuparon el pe-
pequeño pero rico emirato petrolero de Kuwait. Ese mismo día, el Consqjo adoptó por unanimidad
^fla Resolución 660 (1990) bajo el capítulo vn. Invocando expresamente los artículos 39 y 40 de
gg®' la Carta, determinó que existía “un quebrantamiento de la paz y la seguridad internacionales”,
'^^ condenó “la invasión de Kuwait por Iraq” y exigió que Iraq retirara “inmediata e incondicional-
monte todas aos ñxorzae a las posiciones en que se encontraban el 1 do agosto de A po-
;
-■ ¿ ¿ar do que se trató de una situación do agresión flagrante, el Conato evitó hablar expresamente
§de“acto de agresión", limitándose a afirmar que había habido un “quebrantamiento de la paz".
Este último concepto parece tener un alcance más neutro, pues se puede interpretar que se .
. “situaciones” más que
,refiere a . a “actos”,r en los que siempre es necesario referirse a un “autor”
.0 “responsable”38. El Consejo adoptó medidas provisionales (artículo 40) al exigir el retiro de las
tropas iraquíes de Kuwait y, ante la falta de cumplimiento iraquí, el 6 de agosto, también por
unanimidad, adoptó la Resolución 661 (1990), imponiendo sanciones económicas, financieras y
un embargo de armas contra Iraq en aplicación del artículo 41 d© la Carta.
En este contexto merece mencionarse que el 9 de agosto, luego de que el Gobierno de Sa-
ddam Hussein anexara el emirato de Kuwait como la xix provincia de Iraq, el Consejo adoptó
as V«r Roioluolón 8/RES/2050 (2012), que condena lo ueurpaofón dd Gobierno democrático da Malí por un sortor
do he ÍVoraoe firmados y pido a los Sitado* que adopten medldai para prevonlr la pr&Mforación da armai in
H raglán do Babel.
Ruoluctón 8/RES/1929 (2010).
Ver Reaoluolón B/HES/2094 (2010).
Ver RMolucWn 8/RES/1387 (1090), que eetabloao un embargo aéreo y congelamiento de fondee oontro el
•. . 30 Fue establecido el 8/11/1994 por Resolución 955 (1994) con el fin do enviciar a los presuntos responsables
i do genocidio y otrae violaciones graves al derecho internacional humanitario cometidos en el territorio de
831
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
la Resolución 662 (1990), donde declara nula de nulidad absoluta la anexión y exhorta a todos
los Estados y organizaciones internacionales a no reconocerla”. La resolución le quita toda
validez jurídica al acto de anexión, consecuente con la prohibición de adquisición de territorios
por la fuerza derivada de la prohibición del artículo 2(4) de la Carta. 5$
Las sanciones no lograron el retiro de Iraq de Kuwait, tal el objetivo de la Resolución 660 •
(1990). En consecuencia, el 29 de noviembre de 1990 el Consejo adoptó la Resolución 678 (1990),
por la que autorizó a los Estados que cooperaban con Kuwait para que utilizaran “todos los
medios necesarios” para que Iraq se retirara de Kuwait; es decir, autorizó el uso de la fuerza84, í.¿
Se ha expresado que Iraq es un caso excepcional y que las circunstancias que entre fines de K
1990 y principios de 1991 permitieron la formación de una coalición de cuarenta y dos Estados
contra Iraq, con autorización expresa del Consejo de Seguridad, no volverían a reiterarlo. El ¿
clima político que precedió la Primera Guerra del Golfo ciertamente no se repitió, como lo ates
tigua la Segunda Guerra del Golfo en 2003. Sin embargo, el “modelo de autorización” de uso de £
la fuerza establecido por la Resolución 678 (1990) sería utilizado en resoluciones posteriores ¿
en situaciones de “imposición de la paz”. La Resolución 678 introdujo un nuevo paradigma. No
invoca el artículo 61 ni podría hacerlo, dado que la legítima defensa no requiere autorización
previa. Tampoco responde estrictamente a los artículos 42 y 43, ya que no hay fuerzas puestas
por los Estados a disposición del Consejo con anterioridad, no hay “acuerdos stand-by*. No se . &
encuentra allí una autorización de uso de la fuerza a una organización regional, puesto que
está dirigida a “todos los Estados que cooperan con Kuwait". Por ende, si ae parte de la premisa §
de que los artículos 42 y 43 no deben necesariamente interpretarse de mañera coqjunta, sino S
que es posible separarlos, la Resolución 678 (1990) constituye una aplicación autónoma del ■,
artículo 42 que legitimó la operación “Tormenta del Desierto", liderada por los Estados Unidos, £
El “modelo de la Resolución 678” se iría ^justando en resoluciones posteriores. El mandato ü
de la Resolución 678 no es muy preciso ni detallado (hacer cumplir la Resolución 660), tampoco
establece un plazo para la operación. El “mandato” (“qué hacer”), el “concepto de operaciones”
(“cómo hacerlo”) y el plazo de la operación (seis meses, un año, renovable con autorización del íil.
Consejo) serán incluidos en despliegues posteriores.
La Resolución 678 (1990) no establece una “operación de mantenimiento de la paz” (peace*
Aeeping) clásica (garantizar un cese del fuego, vigilar una frontera), sino que es una “operaciónJ §
de imposición de la paz” (peace en/orcing) (expulsar a Iraq de Kuwait), adoptada b^jo la auto-'
ridad del capítulo vn de la Carta. La operación “Tormenta del Desierto" es una “coalición dé
Estados interesados”, o sea, constituida por aquellos Estados que tienen la capacidad militar y
financiera necesarias para cumplir el mandato del Consejo, y poseen una autorización expresa / j
del propio Consejo (coaZirion ofthe willing and able). ¿Si
Dentro del conjunto de medidas coercitivas que implican el uso de la fberza armada pode-
mos citar los “bloqueos navales”, las “zonas de exclusión aérea” y las “áreas protegidas".
Durante la Primera Guerra del Golfo, el Consejo autorizó por Resolución 665 (1990) un
bloqueo naval a Iraq para asegurar el mejor cumplimiento del régimen de sanciones impuesto <
por la Resolución 661 (1990) y revertir la agresión85.33 34 35 * * * * *
33 Ver Resolución S/RES/662 (1990). El párrafo dispositivo 1 “declara que la anexión de Kuwait por el Iraq en
cualquier forma y por cualquier pretexto carece do validez jurídica y ha de considerarse nula y sin valor". A su
vez, el dispositivo 2 “exhorta a todos los Estados, organizaciones internacionales y organismos especializados
a no reconocer esa anexión y abstenerse de todo acto o transacción que pudiera interpretarse como un
recono cimiento indirecto de la anexión".
34 Ver Resolución 678 (1990). El párrafo dispositivo 2 ■autoriza a los Estado» Miembros que cooperan con el
Gobierno de Kuwait para que, a menos que el Iraq cumpla plenamente para el 15 de enero do 1991 o antes las •.<.<•>
resoluciones que antecedon [...) utilicon todos los medios necesarios para hacer valer y llevar a la práctica la .
resolución 860 (1990)". j.
35 Resolución S/RES/686(1990). El párrafo operativo 1 “autoriza a los Estados Miembros que cooperen con
al gobierno de Kuwait que oatán desplegando fuerzas marítimas en la región a que utilicen las medidas
proporcionales a las circunstancias concretas que sean necesarias, bajo la autoridad del Consejo de Seguridad,
para detener a todo transporte marítimo que entre y salga a fin de inspeccionar y verificar sus cargamento»
y destinos y asegurar la aplicación eBtricta de las disposiciones relativas al transporte marítimo establecidas
en la resolución 661 (1990)".
832
[/-■
■ :í;
CAPÍTULO 40 • EL USO DE LA FUERZA EN LAS RELACIONEÓ INTERNACIONALES
Las “zonas de exclusión aérea” y las “áreas protegidas” tienen por objeto la
aviles en conflictos armados. En el caso de Iraq en 1991, los Estados Unidos y el Reino.Uií
establecieron unilateralmente zonas de exclusión aérea en el norte y sur del país para i
a las minorías kurdas y chiitas respectivamente. La base jurídica era muy débil: la Resol
688 (1991) condena los actos de represión contra la población civil iraquí y exige la libe
acceso a las organizaciones humanitarias, pero no establece “áreas protegidas" ni “zonas')
clusión", ni concede una autorización implícita, como alegaron Washington y Londres’*,:
a las críticas de Rusia, China y la Liga Árabe, los Estados Unidos y el Reino Unido al
que sus operaciones eran “reactivas” y no “agresivas", y que eran necesarias para limita!
capacidad del régimen de Hussein de oprimir a su propio pueblo”. En marzo de 2011, ¿iÉbI
contexto del conflicto en Libia, el Consejo, mediante la Resolución 1973 (2011), estableció-“uii
'prohibición de todos los vuelos en el espacio aéreo déla Jamahiriya Árabe Libia a fin de a
a proteger a los civiles” y autorizó a los Estados miembros a adoptar las medidas necesérfiá.?^
para hacer cumplir la prohibición. Se trata aquí de una autorización expresa”.
Luego del genocidio en Ruanda en 1994, ante la impotencia de la Misión de Naciónééí
Unidas para Ruanda (UNAMIR) de proteger a los civiles, dado que no tenía el mandato ade-í^
cuado, las resoluciones del Consejo empezaron a incluir, bajo la autoridad del capítulo.vii^M_
entre las tareas del mandato de la Operación de Mantenimiento de la Paz, la protección'de x®
Vrf.r1.:. . .
‘'|
civiles amenazados de violencia física inminente. Así se hizo por primera vez en el 2000, con.
s
.. , , .. ..rr.-.-j__________ 1/1.____ V__ -1____ *__ -aJter
el despliegue de la MONUC (Misión de Naciones Unidas para el Congo) en el contexto de la
’
Ife'guerra en el este de la República Democrática del Congo”.
NacioneB Unidas, hasta tanto el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas nece
sarias para mantener la par y la seguridad internacionales. Las medidas tomadas por
los Miembros en ejercicio del derecho de la legítima defensa serán comunicadas inme
momento la acción que estime necesaria con el fin de mantener o restablecer la paz y
la seguridad internacionales.
Ver Resolución S/RES/888 (1991), en la cual ol Consejo “condena los actos de represión perpetrados contra
la población iraquí en muchas sonas del Iraq, Incluidos los perpetrados recientemente en tonas pobladas
kurdas. exige a Iraq (...] que ponga fin Inmediatamente a esos actos de roprosión (...) e InBleteenque Iraq
conceda a las organizaciones humanitarias acceso inmediato".
Ver Cray, Christine, “International Law and the uso of forcé", Oxford üniversity Prese, Oxford, 8." edlc., 2008
p. 349.
Vor Resolución S/RES/1973 (2011). especialmente párrafos operativos 6-y 8. .
Ver Resolución S/RES/1291 (2000), en particular párrafo operativo 8. •
2
833
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
t La legítima defensa es, en consecuencia, un recurso excepcional que permite el uso uni- •'
lateral de la fuerza por un Estado sin autorización previa del Consejo de Seguridad en cbbo y.
de agresión armada. Corresponde al Estado que alega actuar en defensa propia probar las «
circunstancias. No hay duda sobre la existencia del derecho; hay divergencias, sin embargo,??
en cuanto a su extensión. La legítima defensa debe cumplir con los siguientes requisitos: por ¡
un lado, existencia de un “ataque armado” y comunicación inmediata al Consejo de Seguri- . í
dad -contemplados en la propia Carta- y, por el otro, necesidad, proporcionalidad e inmedia- ’:
tez de la respuesta -contemplados en el derecho consuetudinario-. Es, además, un recurso ¿
temporario, pues cesa cuando interviene el Consejo de Seguridad. .
La mayoría de los autores coinciden en que la expresión "ataque armado" excluye la “agro- t
Bión económica”. EBta última podrá violar el principio de no intervención, pero no habilita la •
legítima defensa. Asimismo, la acción armada debe presentar un cierto nivel de gravedad. No
cualquier violación del artículo 2(4) da lugar a la legítima defensa. Un incidente fronterizo me- •
ñor podrá generar responsabilidad internacional, pero no activa el artículo 51. Hay un “umbral
de gravedad” que deberá ser evaluado caso por caso. J
La agresión armada puede tener distintas formas: la clásica, como la invasión o el bom- ,i
bardeo de un territorio, o bien el ataque contra un buque o aeronave estatal, o el apoyo a fuer-
zbb irregulares que actúan en el territorio de otro Estado.
La proporcionalidad quiere decir que la respuesta debe ser adecuada a la gravedad y ' ?
dimensión del ataque inicial". Por ejemplo, ante un incidente transfronterizo menor, no es
proporcional responder con un ataque con armas nucleares. La falta de proporcionalidad en la ■
respuesta, o sea, el exceBo en la legítima defensa, convierte un acto originalmente lícito en un
acto ilícito. g
El Líbano, “el país de los cedros”, duramente castigado por la guerra civil de 1975 a 1990,; •
experimentó una vez más en el 2006 los horrores del conflicto armado durante la denominada '■
“Segunda Guerra del Líbano” o “La Guerra de los 33 días", en la que Israel fue acusado de ;;
actuar en exceso de la legítima defensa. El conflicto se inició en las primeras horas del 12 de
julio de 2006, cuando dos vehículos blindados del ejército israelí que patrullaban la frontera
con el Líbano fueron atacados por una emboscada de Hizbollah, una milicia armada que ejerce \
el control efectivo de partes del Líbano. El secuestro de soldados israelíes provocó la reacción
de Tel Aviv. Paralelamente, Hizbollah bombardeó asentamientos civiles en el norte do Israel
con cohetea Katiuska, hiriendo a civiles, y solicitó la llboración de los prisioneros libaneses.;
detenidos en Israel. El ojárcito israelí, en respuesta a las accionas de Hizbollah e invocando
el doreoho a la legitima defensa, inició la “Operación Recompensa Justa", su primera ofensiva ‘
militar en gran escala desde su retirada total del Líbano en el año 2000. Bombardeó instala-
clones de transporte, de comunicaciones, energéticas y militares, e impuso un bloqueo terrestre i
y marítimo al Líbano*1. El alegado objetivo israelí era el pleno cumplimiento de la Resolución •
1559 (2004), que “exhorta a que eo disuelvan y desarmen todas las milicias libanesas y no li-¿(
banesas del Líbano”"; solicitaba, además, la inmediata liberación de los soldados israelíes. La •
Resolución 1701 (2006) del 11 de agosto pidió “una cesación total de las hostilidades basada,.
40 En dootrina, existen distintió posiciones sobro el alcance exacta da "proporcionalidad". Algunos autores
Interpretan queso reflore a que la Intensidad do los modloe empinados para repeler el ntnquo armado debe Bof
similara la intonsldad empleado por el agresor; otros, que le ílioria, aun siendo más intensiva que la utilizada
por el agresor, solo os permitida hasta tanto so roslablozca el statu que, una tercera posición considera quo la;
finalidad de la acción defensivo no so limita a reohasar la agresión, elno a ovltar la situación global da peligro,
y una cuarta postura estima quo "La acción debe ser también proporcionada a la naturalóta o intensidad dol
ataque y sufl¿onto para desactivarlo' (Remiro Bretón», Antonio y otros, Dtracho ¡ntírnaclonal, MeQraw-Hlll,■
Madrid, 1097, p, 923). Para un onóllele detallado de los requisitos de la legitima defensa, especialmente a
la tus do las acciones militaros en Afganistán sn 2001, ver Qondlos Napolitano, Bltvlna, “El «introvertido
41 Las Semanas provino a la crisis hablan estado marcadas por el significativo aumento do los ochotes (¡auam
lansados desdo Qasa por grupeo palestinos sobre civiles Israelíes y las consecuentes respuestas laraolíé*
causantes de numoroeae bujes entro la población palestina,
42 Vor Rosoluoión B/REB/1B59 (2004) quo, en aluelón a Siria, “pide quo todas laB fuortas extranjeras restantes
eo retiren del Líbano".
834
w. CAfíWLO 40 - EL USO BE LA FUERZA EN LAS RaACIONfc IWTERNÁbÓMALES
g T,*1?
43 La Raioludín 1701 (2006) “Inste a ¡araol y el Líbano a que apoyan una cesación dol fuego pormonento y una
aoluotón a Urge piase" basada en el pleno respeto de la ‘Línea Aeul" por ambas partos; arreglos de seguridad
para Impedir la nunudaolán de la» hoetílldades; la splleaoiáa de loe Acuerdos de Tblfi la no presenola de ,
filaría# extranjera# on el Líbano sin el oonoantlfnlontó de eu Gobierno, y ninguna vente ftl sumlnletro do
armas al Líbano, salvo con la autnrlsacliin do eu Gobierno.
’■'=! i,..-:',: 44 La guerra eonoluyó ol 11/08/3008, y ol 30 de eoptbmbra las tropas leraalíee ornearon la frontera sur dql
Líbano, Iniolando la última fase do su rotirada do acuerdo oon la Reeoluelón 1701 (9006).
Si 43 El Coblomo dol Líbano oillmd un total de 1,187 muertos, 4.060 horldon, 966.000 deaplatados Internos y
16.000 viviendas destruidas. El Ooblorno Israelí estimó un total do 118 soldados muertos. 460 horidoo, 41
civiles muortoe y 604 horidoo. ’ ■.
46 Vor diario El Pati, 22/07/2008.
>__________
835
LECCONÉS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
comparativamente máa vagos, sino de “ataque armado". El artículo 2(4) prohíbe no solo el use
de la fuerza, sino también la amenaza de uso de la fuerza; pero el artículo 51 omite estos tér
minos y, por ende, conforme a esta postura, su uso quedaría reservado exclusivamente para lot
casos más serios de uso de la fuerza, o sea, el “ataque armado”. Conforme a esta línea de razo
namiento, el artículo 39 refuerza la interpretación restrictiva, pues deja en claro que, en caso
de una mera amenaza, se activa el mecanismo de “seguridad colectiva". La acción “unilateral”,
es decir, la legítima defensa prevista en el artículo 51, queda reservada solo para un caso de
"ataque armado"*’.
La “doctrina amplia* hace una interpretación más permisiva del artículo 51. Considera
que, cuando la Carta habla de un derecho “inmanente" a la legítima defensa individual o co
lectiva, alude a un derecho anterior a la Car£a que esta no limita. Sus defensores invooan
la doctrina clásica: Groolo (1583-1845), Pufondorf (1882-1694), Vattol (1714.1767), qulanos la
justifioon cuando la amenaza sea actual (no basta el mero temor); ol uso do la fuerza so torno
necesario, pues toda otra'alternativa debo sor descartada, y el peligro sea inmJnento y gravo41.
Esta afirmación debe, sin embargo, ponerse en el contexto político y jurídico de la época: la
guerra no estaba prohibida.
El asunto Caroline entre los Estados Unidos y el Reino Unido en 1837 y el subsiguiente
intercambio de notas entre ambos países para poner fin al incidente diplomático dio origen a
la denominada “doctrina del Caroline’’ o “fórmula Webster”, que es invocada como el leading
case en materia de legítima defensa preventiva. La legítima defensa quedaría justificada con
forme al secretario de Estado de Iob Estados Unidos, Daniel Webster, en caso de una necesidad
“instantánea, abrumadora, que no permite elección de medios y que no dé lugar a un momento
de deliberación previa"48. Establece, en consecuencia, dos requisitos: la necesidad y la propor
cionalidad. El uso de la fuerza es necesario pues la amenaza es inminente y no hay tiempo •)
para recurrir a medios pacíficos (requisito de necesidad) y la respuesta debe ser razonable y
mesurada.
Asimismo argumentan que el concepto de la expresión “en caso de ataque armado" no
está definido en la Carta y podría abarcar actos diversos: atentado contra un jefe de Estado
(contra el ex presidente George Bush en 1993, que provocó un ataque de misiles de Estados y
Unidos contra Iraq), ataque a buques y aeronaves (caso de las plataformas iraníes en 1987),.
ataques a dependencias diplomáticas (a la Emboada de Estados Unidos en Tanzania y Sudán $
en 1998), ataque a nacionales en el extranjero (a nacionales israelíes en Entebbe, Uganda en.-f
1976), ataque de grupos irregulares armados (caso Estados Unidos-Nicaragua, 1982), atenta
dos terroristas (Torres Gemelas en Nueva York, 11 de septiembre de 2001).
La “doctrina amplia” considera que, frente a la existencia de armas de destrucción ma- £
siva, como las armas nucleares, que no brindan una “segunda oportunidad", no es realista exi-
girle al Estado que "se siente a esperar" la consumación del ataque. Una parte de la “doctrina
amplia” diferencia no solo entre “legítima defensa" (ataque armado consumado) y “legítima >
defensa preventiva” (el ataque es inevitable pero no se consumó), sino también entre “legítima
defensa preventiva" e "intervención preventiva”(amenaza latente)80.
En la “Guerra de los Seis Días” en 1967 hubo una cierta comprensión o tolerancia de
la mayoría de los miembros del Consejo hacia la actitud de Israel de no esperar la consuma
ción del ataque por un grupo de países árabes ante una “amenaza inminente” generada por 7
47 Una interpretación •restrictiva’’ del artículo 61 puedo verse en Corten, Olivior, The Law againet usar: the
pmhibition ofthe ute offorcé in contemporary intemational law, Hart, Oxford, 2012, pp. 401-494.
48 Ver Dojas, Alberto, Amenazae, respuestas y régimen política, Eudaba, Buenos Airea, 2011.
49 El caao Caroline ae da en el contexto do la rebelión canadiense contra el dominio colonial británico. Si bien :
Estados Unidos ora oficialmente neutral, apoyaba a los rebeldes con hombres y municiones, transportados
por el buque a vapor Caroline. En respuesta a ello, una fuerza británica ingresó a los Estados Unidos desde
Canadá y capturó e incendió el buque. Loa británicos argumentaron que se trató de un acto de legítima
defensa, mientras que el secretario de Estado de los Estados Unidos, mediante una carta, oxpresó que la
legítima defensa debería demostrar los requisitos de necesidad, urgencia y proporcionalidad.
50 Para una fundamentación detallada de la posición amplia, ver Fronde, Thomas, Recourse to Forcé. State
Action against thrcats and armed attacks, Cambridge Univereity Press, Cambridge, 2002, pp. 77-96 y
Dinstein, Yoram, War, Aggression and Self defénse, Cambridge Univereity Press, Cambridge, 2005.
836
‘ W y la propuesta soviética de condenar a Israel. A su vez, la Asamblea Genera] rechazó
r' í? por 22 votos a favor, 71 en contra (Argentina) y 27 abstenciones un proyecto de resolución
® donando a Israel. Es decir, la respuesta israelí fue considerada mayoritariamente legal. Cóñ<í
¡tfB posterioridad, la Resolución 242 (1967) consagró la fórmula “territorio por paz", conformen
Medio*84. Esta fórmula es la base de todas las propuestas de paz en Medio Oriento, indúyoadó' ¿
Mí ?*?'• 1» actual "Hqja da Ruta” impulsada por el "Cuarteto**8, ‘
Wi 1/0 facción del Congojo y de la Asamblea fae bien distinta tonto al ataque israelí a 1¿?«Í
P^flnta colear iraquí do Osirak en 1981. No se trababa de un ataque “consumado” ni de úna
; amonaza "inminente", Bino “latente’’61. Los argumentos israelíes para fundamentar su con-?
ducta en la legítima defensa preventiva no fueron considerados suficientes. La Resolución
‘MU del Consejo de Seguridad condenó “enérgicamente el ataque"” y lo mismo hizo la
Asamblea General en la Resolución 36/27M. Es decir, la respuesta israelí fue considerada
■fl \yoritariamente ilegal. ’‘
• ;£/: En la opinión consultiva sobre el Muro, Israel alegó que la construcción de la barrera
agestaba en consonancia con el artículo 51 de la Carta y las disposiciones contenidas en las re-
soluciones 1368 (2001) y 1373 (2001) del Consejo de Seguridad. La CIJ reconoce la existencia ó;
J p, del derecho a la legítima defensa en caso de un ataque armado de un Estado contra otro. Sin,
; embargo, la Corte precisó que Israel no alega que los ataques dirigidos contra él sean impu-
tablea a un Estado extranjero. Señaló también que Israel ejerce el control del territorio pales- ’
51 Para ver un aníllale de las diferencias entre legítima defensa, legítima defensa preventiva e Intervención
tiempo que sus efectivos avanzaban hacia la frontera israelí. El 22 Egipto cerró el golfo do Akaba. El 27 el
presidente Nasser doclaró que su objetivo era la destrucción do Egipto. El 80 Jordania puso sus Fuerzas
. Armadas b&jo mandato egipcio, y lo mismo hizo Iraq ol 4 de junio. El 5 do junio de 1967 la aviación israelí
í doatruyó 400 aviones egipcios. El 10 de junio Israel ooupó la península del Sinaí (Egipto), las Alturas
•’ éel Qolán (Siria), la Frartfa do Gata (bajo administración egipcia), la margen occidental de) río Jordán y
Jeruzalén Oriental (bajo administración del Reino Hacheralta de Jordania). El 11 do junio de 196? se firmó
¿3^*7-al ceso del fuego. El canciller israelí Eban utilizó estos argumentos en su intervención en el Consejo de
mgRi;'.- Seguridad.
53 Ver Resolución S/RES/233 (1967). “El Consqjo de Seguridad preocupado por las hostilidades y la situación
! amenazadora en el Cercano Oriente (...) insta a los gobiernos interesados a que, como primer paso, adopten
apM: • sin demora todos las medidas para que cesen inmediatamente el fuego y todas las actividades militares en la
3- ’í7'■ tona". En ol mismosontldose expresa la Resolución S/RES/234 (1967).
jfgífir 64 Ver Resolución S/RES/242 (1967).
65 E1 "Cuarteto” está integrado por los Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y el secretario general de las
Naciones Unidas. El grupo fue fundado on Madrid en 2002. El ex primer ministro británico Tony Blair es el
Sg¿*:'. enviado especial del Cuarteto.
56 En el Consejo do Seguridad Israol argumentó un plan iraquí para proveerse de armas nucleares próximo a
funcionar, el agotamiento do gestiones ante países proveedores, la hostilidad del régimen de Soddam Hussein,
la insuficiencia del régimen de salvaguardas de la OIEA y la naturaleza de la amenaza constituida por armas
• soberano inalienable del Iraq y de todos los demás Estados, en especial los países en desarrollo, de establecer
¡ programas de desarrollo tecnológico y nuclear a fin de desarrollar su economía e industria con fines pacíficos,
l—1 considera que el Iraq tiene derecho a una reparación adecuada por la destrucción que ho padecido".
Resolución A/RES/36/27, "Agresión armada israelí contra las instalaciones nucleares iraquíes y sus graves
Rfete* consecuencias para el sistema internacional establecido respecto do la utilización de la energía nuclear con
fines pacíficos, la no proliferación de las armas nucleares y la paz y la seguridad internacionales", por la
Pí , . ' cual "condena enérgicamente a Israel por un acto de agresión premeditado y sin precedentes (...) y exige a
Israel, quo habida cuenta de su responsabilidad internacional a consecuencia de un acto de agresión, pague
sin demora una indemnización adecuada por los daños materiales y Tas pérdidas de vidas causadas por el
mencionado acto".
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
tino ocupado y que, como indica dicho Estado, la amenaza por la que considera justificada la
construcción del muro proviene de adentro, no de afuera de ese territorio. La situación es, por
r;
lo tanto, diferente de la que se prevé en las resoluciones 1368 (2001) y 1373 (2001) del Consejo
de Seguridad, razón por la cual Israel no puede en ningún caso invocar esas resoluciones para
apoyar su argumentación de que eBtá ejerciendo su derecho de legítima defensa. Por consi
guiente, la Corte concluyó que el artículo 51 de la Carta no es pertinente en este caso”.
En ocasión del 60.’ aniversario de las Naciones Unidas, el secretario general encargó lije
a un “Grupo de Alto Nivel" la redacción de un Informe con recomendaciones sobre la reforma -¡.I
de la ONU. El Informé presentado en diciembre de 2004, en los párrafos 188-189 se refiere a la
legítima defensa en los siguientes términos:
'í'
[...] es un principio de derecho internacional bien establecido, que el Estado amena
zado puede recurrir a la acción militar siempre que la amenaza de la agresión sea
ae plantea cuando la amenaza no es inminente pero se puede aducir que es real como
Las amenazas inminentes están plenamente previstas en el artículo 51, que salva
mado. Los juristas han reconocido hace tiempo que esto abarca a un ataque inminente
como un ataque ya ocurrido. Cuando las amenazas no son inminentes Bino latentes,
internadonalaa*'.
El Informe del Grupo de Alto Nivel es más amplio en materia de legítima defensa que el
informe del secretario general, pues sugiere la "intervención preventiva" al mencionar la “ame-
naza latente". El secretario general so refiere solo al derecho a la "legítima defensa preventiva"
frente a un “ataque inminente”, pero no reconoce el derecho a la “intervención preventiva"
unilateral frente a un “amenaza latente”,
Las diferencias sobre el alcance de la legítima defensa impidieron que se incluyeran dis
posiciones sustantivas sobre ella en las resoluciones de la Asamblea General destinadas a
codificar el derecho sobre el uso de la fuerza. Así, ni la Resolución 2625 (XXV) de 1970, “De
claración sobre los principios de Derecho Internacional referente a las relaciones do amistad
y la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas”, ni la
3314 (XXIX) de 1974 sobre “Definición de la agresión” contienen una disposición sobre legítima
1
defensa.
En la práctica, más allá de las distintas teorías, los Estados han hecho una interpretación
“extensiva e intensiva" del derecho a la legítima defensa.
________ |
ÓB Ver la opinión consultiva sobra ol Muro. Rssoluclón A/E3-10/278, parágs. 188-141.
60 Vor Rasoluoión A/69/688, Informe del Grupo de Alto Nivel sobre las amonases, loo desafíos y el cambio, ‘Un (
838
•*•c.**'
CAPITULO 40 - El USO DE LA FUERZA EN LAS RELACION ES INTERNARONALES
V-
62 La "Oporación Entebbe' fue una misión de rescate de'rehenes llovada a cabo por las Fuen se do Dofensa
da Israel (FDD en el Aeropuerto de Entebbo en Uganda el 4 de julio do 1976. Una semana antea, el 27 do
junio, una aoronave do Air Franco con doscientos cuarenta y ocho pasteros fue secuestrada por terroristas
palostinos ("Células Rovolucionarbe” y ol "Frente Popular pora la Liberación do Palestina"), tomando rumbo
a Entebbe, oorca de Kampala, capital ds Uganda. Poco después todos los pasajeros no judíos fueron liberados.
Los pasajeros Judíos fueron o monas sdos do muorta si no se cumplían las exigencias do los terrorista» do
liberar a cuarenta palostinos dotonidoe en Israel y otros trece encarcelados on Francia, Suiza y Alemania
Occidental.
63 Israel recibió el apoyo expreso de Alemania Occidental, Suiza, Francia y los Estados Unidos, entre otros.
64 Grenada, que obtuvo su independencia del Reino Unido en 1974, integra, como la mayoría de las antiguas
Estados Unidos fue vetado por cato último en uso de su dorocho a veto como miembro pormanenU.
En 1979. tras un período do gTan Inestabilidad política, el carismático y popular líder do isquiarda Mauríco
Bishop asumió el podor. Su cooporación con Cuba no fuo bien recibida por los Estados Unidos. Una disputa ooa
el ala comunista provocó un golpo do Estado y la ejocución do Bishop al 19/10/1983. El 26 de ootubre la lela fuo
Invadida por fuerzas militaros do los Estados Unidos y de otras seis Naciones del Caribo bqjo la 'Operación
Furia Urgente”. Las tropas capturaron rápidamente a los Kdorea de la revolución y a sus consejeros cubanos.
i< derecho Internacional I...), oxlgs o) ceso inmediato do la íntarvenalón y Ja retirad» da Panamá do los faenas
«
armadas invasores do los Estados Unidos".
U
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Sin embargo, más allá de casos puntuales, en la práctica, la situación es más compleja,
dado los límites establecidos por el principio de no intervención en los asuntos internos de
los Estados y el derecho de estos de elegir libremente su sistema político, económico, social y
68. 69
cultural70
68 La rebelión del RUF empeló en el sudeste del país en 1995, lidorada por el cabo Sankoh de la etnia temme
y con el apoyo del presidente Taylor de Liberia, que luchaba contra la hegemonía de la etnia mentís y por el
control de los importantes recursos de diamanto. El RUF fue un movimiento singularmente sangriento, que
amputaba piernas y manos a la población civil. Sus principales dirigentes fueron posteriormente juagados por
el Tribunal Internacional para Sierra Leona por crímenes de lesa humanidad.
69 Para un análisis detallado de la intervención británica en Sierra Leona, ver Dormán, Andrew, Blaír’s
succevsful wart British Military Intervention in Sierra Leone, Aahgate, Farnham, 2009.
70 Ver Gray, Chriatine, op. cit., p. 81.
71 Resolución A/RES/1514 (XV), 14/12/1960, "Declaración sobro la concesión de la independencia a los países y
pueblos coloniales".
72 Resolución A/RES/2105 (XX), 20/12/1965, "Aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia
a los países y pueblos coloniales". Asimismo el párrafo operativo 12 "pide a las Potencias coloniales que
desmantelen las bases militares instaladas en los territorios coloniales y que so abstengan de establecer otras
nuevas".
840
CAPÍTULO 40 - EL USODE LA FUERZA EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
evita referirse de manera directa al derecho de los pueblos coloniales a usar la fuerza y de
terceros Estados a asistirlos. A fin de obtener consenso, enfoca el tema desde otro ángulo: el.
deber de los Estados de abstenerse de usar la fuerza para privar a los pueblos de su derecho a ;
la libre determinación”. Esta fórmula permitió que los Estados condenaran el uso de la fuerza
por parte do las potencias coloniales sin necesidad de pronunciarse de manera expresa sobre
el derecho más controversial de los MLN de utilizar la fUerza en ejercicio del derecho a la libre \
determinación.
Si bien en los inicios del siglo xxi el proceso de descolonización no ha concluido, pues aún '
. quodan dieciséis territorios no autónomos, entre ellos las Islas Malvinas, el debate on materia
i! do descolonisaoión ha perdido la intensidad de los afios sesenta”. ,
Los términos del debato sobro el uso de la fuerza on el marco de las guerras coloniales se
aplican mutatis mutandi a los casos de “ocupación extranjera”, como la ocupación israelí de
losterritorios palestinos ocupados luego de la "Guerra de los Seis Días” en 1967. Los casos do los
regímenes de "minoría blanca” como en la Sudáfrica del apartheid y en Rhodesia (Zimbabue),
. hoy felizmente concluidos, se asimilaban a "ocupación extranjera*'.
En el caso palestino, si bien la legitimidad del uso de la fuerza es aún relevante, dada la
inusualmente prolongada ocupación israelí, el debate actual se centra más en el excesivo uso
de la fuerza por Israel y en la condena a los ataques de grupos palestinos contra la población
civil israelí que en la legitimidad de la lucha del pueblo palestino por el establecimiento efec
tivo de un Estado independiente y viable.
Más allá del contexto de la lucha colonial o contra la ocupación extranjera, el apoyo al U60
de la ñierza para ejercer el derecho a la libre determinación no se ha extendido a otros supues
tos. El desmembramiento de la Unión Soviética, de Checoslovaquia o de Yugoslavia no generó
ese tipo de reacción por la comunidad internacional. Ahora bien, en aquellos casoB en que los
■reclamos de secesión o de autonomía, como en Kosovo, ftieron reprimidos violentamente, el
derecho a la libre determinación se vio fortalecido75.*
* 74
El 17 de febrero de 2008 el Parlamento de Kosovo votó a favor de la declaración de inde
pendencia de Serbia. El 8 de octubre la Asamblea General pidió una opinión consultiva a la
CIJ Bobre la Conformidad con el derecho internacional de la declaración unilateral de indepen-
>.. dencia relativa a Kosovo'9, El 22 de julio de 2010 la Corte, por diez votos contra cuatro, declaró
que “la independencia de Kosovo el 17 de febrero de 2008 no violaba el derecho internacional
general porque el derecho internacional no contiene una prohibición sobre declaraciones de
independencia” y que la declaración de independencia de Kosovo no violaba la Resolución 1244
(1999) del Consejo de Seguridad, pues la resolución no describe el estatus final de Kosovo ni
. el Consejo se reservó para sí la decisión sobre el estatus definitivo. Al 16 de marzo de 2013,
cien Estados reconocen la independencia de Kosovo, incluyendo a los Estados Unidos y parte
de la Unión Europea (Francia, Alemania, Italia y Reino Unido a favor, Chipre, Grecia, España
y Rumania en contra). Rusia, Serbia y la Argentina tampoco reconocieron la independencia77.
.73 Resolución A/RES/2625 (XXV), 24/12/1970, “Declaración relativa a loa principios de derecho internacional
-‘ referentes a las relaciones de amistad y cooperación entre los Estados do conformidad con la Carta de las
Naciones Un id ab", la cual expresa que 'todo Estado tieno el deber de abstenerse de recurrir a cualquier
medida de fuerza que prive a los pueblos antes aludidos (...) de su derecho a la libre determinación (.. J. En
los actos que realicon y en la resistoncia que opongan contra esas medidas de fuersa con el fln de ejercer su
derecho a la libre determinación, tales pueblos podrán pedir y recibir apoyo de conformidad con los propósitos
y principios de la Carta de los Naciones Unidas”.
74 La lista do territorios no autónomos establecida por la Asamblea General en 2002 puede consultarse en www.
un.org/es/evants/non6elfgoverning/non-8elf-governing.6html.
75 Ver Cray, Chriatine, op. cit., pp. 59-64.
78 Conformidad con el derecho internacional de la declaración unilateral de independencia relativa a Kosouo, CIJ,
Opinión Consultiva, 22/07/2010, reproducida en documento de la Asamblea General A/64/881, 26/07/2010.
77 El 2 de diciembre de 2009 la Argentina hizo una presentación en el procedimiento ante la CIJ. Afirmó que
la declaración do independencia de Kosovo viola la obligación de respetar la integridad territorial de Serbia,
la obligación de solucionar pacíficamente las controversias y el principio de no intervención. El estatus de
Kosovo debe ser determinado a través de la negociación y el diálogo. \ ••*
•;.___________________________________________________________ ___ _________________________________________ > :
841<
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3. El mantenimiento de la paz
3.1. Misiones de observación
Debemos distinguir entre las “misiones de observación” y las “operaciones de manteni
miento de la paz”. Los observadores militares actúan desarmados. Su mandato consiste en
verificar los acuerdos alcanzados, a saber, un cese del fuego. Tienen una función de verifica
ción, supervisión e información a las Naciones Unidas. El Grupo de Observadores Militares de
Naciones Unidas en la India y Pakistán (UNMOGIP), creado en 1949 y que sigue activo, es un
buen ejemplo’8.
78 Vor Consi gil, José y Valladares, Gabriel Pablo, "Las Operaciones de mantenimiento do la pas y el Derecho
Internacional Humanitario", Oomité Intornacional de la Gruí Roja, 03/07/1998 (texto dleponiblo on www.toro.
org/Bpa/reBouroos/dcoumonts/misc/Stdlhv.htm)-
79 TAe Dluf Hclmsti: A mieui ofihi Unlud Nailon» PtaMhMplng, Nociones Unidas, odio., 1900.
80 Vor Blmms, Bruno y otros (odo.), The CAoríer oflh» Unttd Nailon»: Á Commfntary, Oxford Universlty Pnm,
Oxford, 9.* odio., 3002, p. 848.
81 Los 14 OMP son: Misión do Nociones Unidas para oí Referendum del Sahara Occidental (M1NUR8O), Misión i
do Estabilización de los Naciónos Unidas en Haití (M1NU8TAH), Misión do Ectabilisaclón do las Naciones
Unidas en la República Domocrátlca dol Congo (MONU8CO), Operación Híbrida do la Unión Africana y las .
Nadónos Unidos en Darfur (UNAMID), Fuorza de las Naciones Unidos do Observación de la Soparación ;
(FNUOS), Fuorza do las Naciónos Unidas para el Mantenimiento do la Pas en Chipre (UNFÍCYP), Fuerza ■
Provisional do laa Naciónos Unidas en ol Líbano (FPNUL), Fuerza Provisional de Seguridad de las Naciones
Unidas para Abyei (UNI8FA), Misión do Asistencia da la ONU on la Ropública de Sudán (UNMI89X
Operación do las Naciones Unidas en Coto d’Ivoire (ONUC1), Misión do Administración Provisional de
las Nacionoa Unidas on Kosovo (UNMIK), Misión do las Naciones Unidas en Libaría (UNMIL), Grupo do
Observadora» Militares de las Naciones Unidas on la India y el Pakistán (UNMOGIP), Organismo de lae
Naciones Unidas para la Vigilancia do la Tregua (ONUVT). Información actualizada al 28 de febrero do 2013
por ol Departamento do Oporadonos de Paz de Naciones Unidas (disponible on www.un.org/es/psacokooplng).
82 01/07/2012 a 30/08/2013.
83 Información suministrada por el Departamento de Operaciones de Mantenimiento do la Paz do Naciones
Unidas.
84 “Un Programa para la Paz", Doc. A/47/277 o 8/24111, 17/08/1902.
842
CAPÍTULO 40 - EL USO OE LA FUERZA EN LAS RELACIONAS IWTBRtjXcibMALES
La primera OMP, las Fuerzas de Urgencia de las Naciones Unidas (UNEF), fue creada e¿/M
1956 por la Asamblea a raíz de la crisis del canal de Suez. La segunda, la Operación de,liía®»sB
nes Unidas en el Congo (ONUC), fue creada en 1960 por el secretario general en cumplimiento ?
del mandato que recibió del Consejo de Seguridad. El resto de las OMP fueron establecidasporáí
el Consejo de Seguridad. '
Las operaciones de paz pueden clasificarse en “clásicas”, “complejas y multidimensipna-'®!
les” y de "imposición de la paz”.
a) Operaciones clásicas: sus principales características son: a) terminada la guerra, se des- : ’
pliegan mayoritariamente en conflictos interestatales con el objeto de pacificar una 'sí-'¿'.
tuación inestable y su composición es predominantemente militar; b) se requiere el con-'’
previo de las parteB en el conflicto para el establecimiento de la misión; c) la;
fuerza se interpone entre los beligerantes; d) hay contribución voluntaria de contingentes
militares por parte de los Estados miembros; e) no pueden proponer ni imponer ninguna
solución política específica; f) absoluta imparcialidad respecto de las partes enfrentadas;
g) no utilización de la fuerza, excepto en ejercicio de la legítima defensa; h) portan armas
ligeras; i) no participan en ellas los miembros permanentes del Consejo de Seguridad; j)
la dirección y control de la operación está a cargo del secretario general de la ONU, quien
actúa a través de su representante especial y conforme al mandato del Consejo de Se
guridad; k) aunque no hay ninguna mención específica, se interpreta que actúan bajo el
capítulo vi de la Carta65. Las UNEF65, que concluyeron en 1967 poco antes del estallido de
la Guerra de los Seis Días, tenían por mandato "asegurar y supervisar" el cese del fuego,
el retiro de las fuerzas extranjeras de Egipto y mantener las condiciones de paz mediante
su despliegue en la línea de armisticio9’,
Durante el período de la guerra fría, la doctrina señala cuatro etapas en el desarrollo de
las OMP. El "período inicial" (1948-1956), el “período de consolidación” (1956-1967), el "pe
ríodo de letargo" (1967-1973) y el "período de resurgimiento" (1974-1987)“. De las quince
OMP establecidas durante la guerra fría, solo cinco subsisten: tres en el Medio Oriente,
UNMOGIP en Cachemira y UNFICYP en Chipre.
b) Operaciones complejas y multidimensionaies: el fin de la guerra fría marcó, como en tan
tas otras cosas, un punto do inflexión también en materia de OMP. Se modificó el contexto
político y estratégico. El cambio en la naturaleza de los conflictos llevó a un cambio en la
naturaleza y objetivos de las OMP. El “enfoque clásico" ya no resultaba suficiente para
resolver el conflicto. No se trata de un conflicto entre Estados (interestatal), sino de un
conflicto interno (conflicto intraestatal) o un conjunto de conflictos internos con úna di
mensión internacional: Sierra Leona, Burundi, Ruanda, Libaría, Darfúr (Sudán), Costa
de Marfil, Haití, Somalia, Malí, etc. Las partes no están claramente identificadas, pues
son grupos irregulares, clanes, “señores de la guerra”. Normalmente suceden en contextos
de disolución de la autoridad central, Gobiernos muy débiles con una precaria estructura
institucional, “emergencias complejas” (pobreza extremo, crisis de refugiados, desplaza
dos internos, graves violaciones de derechos humanos y de derecho internacional huma
nitario) y, en casos como on Angola, Sierra Leona o República Democrática dol Congo, so
agrega la disputa por el control do recursos naturalon (petróleo, diamantes y minas do
cobre). Dada la nueva naturaleza de los conflictos, no basta con poner fin a olios, sino qué
es necesario pensar en la etapa posconflicto con el objetivo de restablecer las institucio
nes básicas, apoyar el desarrollo económico aostenible, erradicar las causas profundas del
conflicto y prestar ayuda humanitaria.85 * 87 88
85 SI una resolución dol Consejo do Seguridad no hace referencia a ningún capítulo de lo Carta, ee intorprota que
actúa balo el capítulo vt. El capítulo vn exige una roenoión expreso.
88 La decisión dol presidento Gomal Abdoi Nasser da Egipto del 28/07/1656 de "nacionalizar" el canal de Sues
precipitó la denominada "agresión tripartita’ del Reino Unido, Francia o Jarse!. 81 blon cana tros palios
consiguieron rápidamente sus objotlvoa militaras, la presión do Estados Unidos y la Unión Soviética en el
Consejo do Seguridad los obligó a retirarlo. Para aBogurar la trogua eo orearon las UNEF.
87 Vor resoluciones 988 (1956) y 1000 <1969) da la Asamblea General de Nociones Unidas.
88 Cray, Christlno, op. cit. p. 282.
J
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
generalizado, el Conejo adoptó la Resolución 1542 (2004) con un mandato amplio: crear un entorno seguro de
modo que ee pueda deearrollar un procoso político v constitucional en Haití, ayudar al Gobierno de transición
en la reforma de la Policía Nacional de Haití, en el desarme, desmovilización y roínaerción de grupos armados,
en la organiaación de elecciones y en la promoción de derechos humanos. \(
92 La Resolución 1244 (1999), en el párrafo dispositivo 10, “flutorica al Secretario General a establecer (...) una
presencia internacional civil en Kosovo a fln de que Kosovo tenga una administración provisional bajo la cual
su pueblo pueda gozar de una autonomía sustancial en la República Federativa de Yugoslavia y la cual ce
encargará de administrar la transición al tiempo que establecerá y supervisará el desarrollo de instituciones
provisionales de gobierno democrático autónomo a fln do crear condiciones propicias para que todos los
habitantes de Kosovo puedan vivir una vida pacífica y normal".
En la Resolución 1272 (1999), ol Consejo de Seguridad "actuando bajo el capítulo vn de la Carta (...) 1 Decide
establecer, de conformidad con el Informe del Secretario General, la Administración do Transición de las
Naciones Unidas para Timor Oriental (UNTAET), que tendrá la responsabilidad general de la administración
de Timor Oriental y poseerá facultades para ejercer la total autoridad legislativa y ejecutiva, incluida la
administración de justicia’
93 La República Democrática del Timor-Leste (o República Democrática de Timor Oriental) es un país al sudeste
de Asia que consiste en la mitad oriental do la isla de Timor. Llamado anteriormente Timor portugués, el país
fuo invadido por Indonesia en 1975, país que lo ocupó hasta 1999. Obtuvo la independencia en 2002, luego del
referéndum de libre determinación patrocinado por las Naciones Unidas.
94 Resolución S/RES/1542 (2004).
844
■
Ahora bien, la naturaleza y los actoreB de los conflictos ftferon cambiando y el Coi¿f’•
autorizado OMP bajo el capítulo vn, de modo que estas pudieran cumplir con bu ¿ia
en un ambiente inestable, poco seguro y hostil. Es el caso de UNMIK en KosóvoíS
lución 1244 (1999)- y UNTAET en Timor Oriental -Resolución 1272 (1999)-.
mente, otras operaciones fueron establecidas b^jo el capítulo vn, como la Oporación'í
Naciones Unidas en Cote d’Ivoire (ONUCI) para vigilar la cesación del fuego y: ¿e Ioaí
movimiontos do grupos armados19 o la Misión de Estabilización do Naciones Unidds
96.100
la República Democrática del Congo (MONUSCO)99 97
No98requieren el consentimiento déí
Estado, pero el Consejo puede optar por solicitarlo, dependiendo de las circunstancias.
En Iraq en 1991 naturalmente no se requirió el consentimiento de Bagdad, ni tampoco el "’-
serbio respecto de Kosovo en 1999, pero bí se requirió el consentimiento de Indonesia en
Timor Oriental en 1999.
Que una OMP sea establecida bajo el capítulo vn de la Carta no genera la obligación de‘
que todos los Estados deben contribuir con tropas; significa que, para ejecutar su maq:
dato, la OMP está autorizada a utilizar la fuerza.
En las OMP actuales no es posible una separación rígida entre “prevención" (conflici
preuention), establecimiento de la paz (peace making), “mantenimiento de la paz" (peace
keeping) y “construcción de la paz" (peace building). Son un continuo con un "enfoque ex-'
haustivo, complejo e integrado””. La “prevención de conflictos" trata de atacar las causas
estructurales de los conflictos a fin de sentar una base sólida para la paz, y consiste
neralmente en iniciativas diplomáticas discretas para evitar que el desacuerdo lleve
conflicto armado. El "establecimiento de la paz” procura poner fin al conflicto mediante
los instrumentos de la diplomacia y los mecanismos del capítulo vi a través de enviados
de Gobiernos o de Naciones Unidas. El "mantenimiento de la paz” exige la presencia de í
personal militar o civil de las Naciones Unidas con el consentimiento de las partes en '■■■
conflicto para vigilar la aplicación de los acuerdos sobre el control del conflicto (cese del
fuego, separación de fuerzas, control de la zona desmilitarizada). La "consolidación de la ; j •S Tff
paz” comprende tareas de desarme, desmovilización y reintegración de excombatientes
• -
(DDK); fortalecimiento del Estado de derecho (adiestramiento de la policía local, reforma i'.
judicial); protección y promoción de los derechos humanos, y la organización y supervi
?1
sión de procesos electorales. Su iniciación coincide con la finalización del conflicto".
Las OMP, sean clásicas o de nueva generación, deben tener un mandato claro y realista, : i
personal capacitado, recursos financieros suficientes y una “estrategia de salida*. De otro
modo, el despliegue prácticamente indefinido de algunas OMP, como la UNFICYP*9, que
está en Chipre desde 1964, puede tener un efecto no deseado: ayudar a “congelar una si
tuación” o, incluso más, “proteger” las adquisiciones territoriales del Estado agresor109.
96 Resolución S/RES/1528 (2004). El Consejo de Seguridad 'actuando bajo el Capítulo vn (.. J decide osublacer la
Operación de Nacione» Unidab en Cote d’Ivoire (...) para observar y vigilarel cumplimiento del acuerdo gsnoral
de cesación del fuego del 3 de mayo de 2003 J, ayudar al Gobierno de Reconciliación Nacional a vigilar la
frontera (.. J, a ejecutar los programas de desarme, desmovilitación y reinserción de loe combatiente»’.
96 Resolución S/RE8/1925/2010, en la cual el Conejo de Seguridad, “Actuando bajo el capítulo vn do la Carta J
decide que tendrá el mandato siguiente J...J protección efectiva de civiles (...) estabilización y consolidación de
la paz".
97 Ver Resolución 8/RES/2086 (2013).
98 Ver “Informe Brabimi", Informe del Grupo sobre las Operaciones do Paz de Naciones Unidas, Dcc.
A/55/305-S/2000/809, párrafos 10-13.
99 Ver Resolución S/RES/186 (1964). La Resolución 2089 (2013) prorroga el mandato de la UNFICYP hasta el
31/07/2013.
100 A partir del "golpe de los coroneles" el 21/04/1967 en Grecia se planteó la hipótesis de la anexión de Chipre
RAÍ
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
d) Operaciones de paz preventivas: son aquellas que se despliegan antes que estalle el con
flicto armado. En un Programa de Pazxox se expreáa que las fuerzas de despliegue pre
ventivo no consisten solo en fuerzas militares, sino también en ayuda militar imparcial,
conciliación, presencia policía], etc. La Fuerza de Despliegue Preventivo de las Naciones
Unidas (UNPREDEP) en la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), estable
cida por Resolución 983 (1985), fue la primera en la historia de las Naciones Unidas en
102. 103 104
tener un mandato preventivo101
103 El término "coalMon oftho uiilHng" fue utilizado por primera vez por el presidente Clinton enjunio de 1994 en
relación con posibles oporuolonos contra Corea dol Norte, on uno de los momentos más difloiles de la relación,
dobido a la cuestión do las armas nuclearos.
104 Fue ol único uso de füorsa autorizado por ol Consejo durante la guerra fría. La rosolución 82 (1950) advirtió .
con “suma preocupación ol ataquo armado dirigido contra la República de Corea por fuerzas venidas de ¡
Corea del Norte y decidió que ese acto constituía un quebrantamiento de la pez" La Resolución 88 (1950)
recomionda a los Estados quo proporcionen fuerzas militares y coloca dichas fuerzas bajó el mando unificado
de loe Estados Unidos. La legalidad de la acción del Consejo es aún objeto de controversia. Las resoluciones
solo pudieron ser adoptadas debido a la ausenoia de la Unión Soviética del Consejo en protesta, puoa Taíwán
ejercía la representación de China en el Consejo de Seguridad. La legalidad do la rosolución 678 (1990), quo
autoriza al uso de la fuerza contra Iraq, no ha sido cuestionada.
846
ggf. 5. Las intervenciones unilaterales pos guerra fría
5.1. La Segunda Guerra del Golfo ‘ ‘A’
La invasión angloamericana a Iraq en marzo de 2003, denominada “Libertad iraquí" no
í. fue una operación de mantenimiento de la paz ni una “coalición de Estados interesados". Fue
l
’ ’/l un uso de fuerza no autorizado por el Consejo de Seguridad. Analicemos brevemente la posicio-'
.. nes de I05 miembros permanentes que apoyaron la invasión (Estados Unidos y el Reino Unido)
«gafe. y de aquellos que Be opusieron (Francia, Rusia y China)107.
106 Ver Roeoludón 8/RES/1264 (1999), que, bajo el capítulo vil de la Carta, “autoriza la creación do uno fuerza
mullí nocional bajo una eotructure de mando unificado, do conformidad con la solicitud del Gobierno do
Indoneeia transmitida al Socretario Genoral el 12 de septiembre de 1999 para (...) restablecer la pae y la
seguridad en Timor Oriental". El párrafo operativo 9 oxpreaa que “la fuerza multinacional doberá desplegares
colectivamente en Timor Oriental hasta que aea reemplazada lo antee posible por una operación de
mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas’. Por su parte, la Resolución S/RES /1272 (1999) en au
párrafo operativo 9 “pide que la UNTAET y la fuerza multinacional desplegada con arreglo a la resolución
1284 (1999) cooperen estrechamente entre ellas, con miras también a sustituir a la ftjerza multinacional por el
compononte militar de la UNTAET Un pronto como sea posible”. Var temblón Resolución S//RES/1529 (2004),
que "8010010 el despliegue inmediato de una Fuerza Multinacional Provisional durante un periodo máximo
de tros mww (...) con el fin de contribuir a crear un ontomo do seguridad y ostebilidnd en la capital do Haití
?• : resto dol país (...) a fin de stoundar la petición de aeistonoia Internacional del Presidente Alexandre en apoyo
i, do! procoso político conetltuclonal on curso en Haití" y será reemplazada on un plazo de tros mosoe por lo
• • ♦
M1NUSTAH.
... 107 La Segunda Guerra dol Golfo dividió no solo a loo miembros parmanontes dol Consejo do Seguridad, sino
¡a
también a los miembros do la OTAN, a la sacón miembros dol Conoojo: Estedoe Unidos, ol Reino Unido y
España apoyaron la invasión; Francia y Alemania co manifestaron on contra. Los países latinoamericanos
miombros do! Consto (Ohile y México) mantuvloron uno posición comón contraria a la Intervención militar
anglosajona.
'í i
108 Resolución S/RE8/C87 (1991).
109 “El raid de ayor, y lae fuorsas que lo llevaron a cabo, han reoibldo un mandato del Consejo de Seguridad, do
conformidad con la resolución 678 (1990), y la causa dol raid fue la violación pbr Iraq de la resoluoión 687
(1991) relativa al ceso de) fiiogo. Entonces como Secretario Gonoral do Nociones Unidas, puodo decir que esto
acción fue tomado do conformidad con las resoluciones del Consqjo do*Gsgurldad y la Carta de las Naciones
y >
Unidas"; cfr. "UK materiols on International Law", B.Y.I.L, vol. 64 (1993). p. 736.
LECCIONES D£ DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
110 Ver Resolución S/RES/1154 (1908), quo "subraya que (.. J para la aplicación de la resolución 687 (1991) es
necesario que «1 Gobierno de Iraq cumpla con su obligación de conceder a le Comisión Especial y a la OIEA el -7
acceso inmediato, sin condiciones ni restricciones, de conformidad con las resoluciones pertinentes, pero que
toda violación tendría las más graves consecuencias para el Iraq". l¿-
Ver también Resolución S/RES/1205 (1998), que "condona la decisión de Iraq del 31 de octubre de 1998 de
poner fin a la cooperación con la Comisión Especial como una violación desembozada de la resolución 687 ‘
(1991) |..J y le exige que Iraq coopere inmediata, completa e incondicionalmenta con la Comisión Especial y
con la OIEA".
111 Resolución S/RES/1441 (2002), mediante la cual el Consejo “decide que Iraq ha incurrido y sigue incurriendo
en violación grave de sus obligaciones (...) entre ellas la resolución 687 (1991), en particular al no cooperar con
los inspectores de las Naciones Unidas y con la OIEA (...) y conceder a) Iraq (...) una última oportunidad de
cumplir sus obligaciones en materia de desarme’.
112 Ver artículo 60 de la Convonción de Viena sobre Derecho do loa Tratados (1969).
113 Ver Resolución S/RES/1483 (2003).
114 La Autoridad Provisional de la Coalición fue establecida el 21 do abril de 2003 como Gobierno transitorio tras
la invasión a Iraq y el derrocamiento de Saddam Huasein. Fue dirigida por el estadounidense Paul Bremmer
hasta su disolución el 30/06/2004. >
115 Ver Resolución S/RES/1600 (2003), párrafo operativo 2.
116 Para obtener mayor información sobre el trabajo de Naciones Unidas en la reconstrucción de Iraq se puede ¿
consultar http://www.un.org/es/peace.
848
_______________________ CAPÍTULO 40 - EL USD DE LA FUERZA EN UiS RELACIONES INTERACIONALES
‘ ~ *~
Autoridad Provisional de la Coalición en “coordinación" con las Nadonee Unida». E»ta "cóbiSíÉ^S
noción" provista on la Resolución 1483 (2003) representa el reconocimiento de unft RéltuaciÓn -'
de heche"11’. •X<iR«8sSs®
117 De marzo de 2003 a diciembre do 2011, el conflicto de Iraq causó 117.000 victimas. Ver Le monde, “Bilan
Géoestrégio", odie. 2013, p. 51.
118 Ver Resolución S/RES/1160 (1998).
119 Ver Resolución S/RES/1199 (1998).
120 Ver Rosolución S/RES/1203 (1999).
121 Gray, Chrístine, op. c¡t., p. 354.
122 Ver SC 3937" meeting (1998). Con relación a lo Rosolución 1203 (1998), Rusia afirmó lo siguiente: 'No hay
ninguna disposición en el proyecto de resolución que directa o indirectamente autorice el uso de la fuerza, lo
que sería en detrimento de las prerrogativas del Consejo de Seguridad conforme a la Carta’.
123 VerDoc. A/54/1 (1999). parág. 66.
849
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
d) Co-despliegue: son supuestos de despliegue de dos fuerzas paralelas, una bajo el man-
dato de la ONU y otra bajo un arreglo regional como en Sierra Leona y Liberta.
e) Operaciones "híbridas”: la UNAMID, establecida en 2007, está integrada por contin- •’ >
gentes de la Unión Africana y de las Naciones Unidas, con el objetivo de apoyar la 'í
aplicación efectiva del Acuerdo de Paz de Darfur bajo una cadena de mando única127. >
Debemos recordar que la6 organizaciones regionales como la Unión Africana, la Unión <5
Europea o la OEA, conforme al artículo 53 de la Carta, no pueden utilizar la fuerza sin la
autorización previa del Consejo de Seguridad. A diferencia de la Organización del Tratado del
124 1
Ver Resolución S/RE8/124d(1998) y los onoxos 1 y 2. El paríff. 9 dcoido que m obligaclonoa do la prosonoi» .1
intornaaionsl do seguridad incluirán las siguientes tareas; disuadir a loo portel do que reanuden loo "
hostilidades( augurar el retiro y evitar el regreso aKosovo do las farsas militaros do Serbia ; destnlliterlMf ¡,-
el SJórclto do Liberación de Kosovo (ELK): oitablocor un entorno seguro para loe refaglodoe; mantener ol ¡.í
promover ol establecimiento, hasta que se llegue a una solución definitiva, do una autonomía y un AUtegoblorno
sustanciales en Kosovo y cumplir con fundónos administrativas básicas hasta que se llegue a una oclusión
política. Luego de la declaración do independencia de Kosovo y la adopción de una nueve Constitución al 15
de Junio da 2008. lea responsabilidades de UNMIK so redujeron considorablamsnto, de modo que su objetivo
principal as promover la seguridad, la estabilidad y el respeto do los derechos humanos en Kosovo.
126 El braellcfio Sergio Vleira de Mello fue el representante especial del secretario general y administrador
de Kosovo. Vleira de Mello fue tarabita el representante de Kofl Annan en Iraq y poroció on el atentado
terrorista contra las Oficinas de las Naciones Unidas en Iraq el 19/08/2003.
126 Para un detallado análisis de la relación entre las Naciones Unidas y laa organitaclonoi reglón olos. so
850
//*** •
CAPÍTULO 40 - EL USO DE LA FUERZA EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
-
Atlántico Norte (OTAN)’2* o del Tratado lnteramericano de Asistencia Recíproca (TIAR)129, n0 .
3
son alianzas de “seguridad colectiva" que puedan responder a un ataque armado contra uno de
sus miembros Bin autorización previa del. Consejo.
La OEA, a través de misiones especiales, ha apoyado a sus Estados miembros en la pre- ¿ •
vención, manejo y resolución de conflictos, por medio de los mecanismos establecidos por el
sistema interamericano. Entre ellas cabe mencionar la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en
Colombia, creada en 2004, y la Misión de Buenos Oficios en Ecuador y Colombia, establecida
en 20081M. T;
La OTAN es una alianza política y militar y una organisaclón da ‘seguridad colectiva’ creada por los
signatarios del Tratado do Bruselas de 1949. Su objetivo funcionol fue dodicarae a la organización europea
tras la flegunda Guerra Mundial ante la amenaza de la Unión 8ovl4Uea. El artículo 5 establece. "Les Partes
convlonen en quo un ataque contra una o varias de ellas, ocurrido en Europa o en América del Norto, será
considorado como un ataque dirigido contra todos, y, en consecuencia convionen en que ai al ataquo so produce,
cada una de ellas, en el ejercicio del derecho a la legítima doíonsa, individual o colectiva, reconocido por el
art. 51 de la Carta de Naciones Unidas, asistirá a la Parte o Partes atacadas tomando individualmente, y
de acuordo con les otras, las medidas que juzgue necesarias, comprendido el empleo de las fuerzas armadas
para restablecer la seguridad en la región del Atlántico Norte". El artículo 5 fue invocado en ocasión de loe
atentados del 11 de septiembre do 2001. Dospués de loe atontados del 11 de septiembre, la OTAN intervino
en Afganistán a través de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de Afganistán (ISAF). A
través de la fuerza denominada ‘Dcny Flight’, también intervino en la guerra de Bosnia. En 1999 lo hizo en
artículo 61 do la Carta do las Naolones Unidos*. Durante ol conflicto do Malvinas on 1032, la Argontina invocó
ol TIAR. Sin embargo, Estado* Unidos, que sra unto miembro dol TUR como do la OTAN, profirió cumplir
con sus obligaciones de la OTAN, orgonisaoión do la cual el Reino Unido es parto. Washington argumentó quo
la Argentina habíA iniciado la guerra al tratar do reouporar las Islas Malvinas por la fueraa, territorio qus
os objeto do una disputa do sobaronía reconoolda por las Naciones Unidos, El TIAR fúo Invocado nuevamente
www.oas.org/es/iap/dedms/miBionoe_espiclales.asp).
Ver Resolución S/RK8/J368 (2001), especialmente al párrafopreambular8, quo reconoce el "derecho inmananto
a la logftlraa defenea*, y el operativo 1, que "condena inequívocamento on los términos más enérgicos lo*
horrendos ataquos terroristas del U do septiembre (.. .1 y considera que estos actos, al igual que cualquier acto
de terrorismo internacional, constituyen una amenaza para la paz y la soguridad internacionales". En igual
sentido, la Resolución 1373 (2001), adoptada bajo el capítulo vn, eepedalxpento párrafos preambulares 3, 4
y 6.
851
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
conaideran que “todo acto de terrorismo constituye una amenaza para la paz y la seguridad"181.
En igual sentido 6e expresa la Resolución 1624 (2005), adoptada luego de la Cumbre Mundial
de 2005. El Consejo de Seguridad ha establecido listas de grupos y personas consideradas te
rroristas a las cuales aplica sanciones “selectivas’.
El Comité de Sanciones contra Al-Qaida fue establecido en 1999 por Resolución 1267
(1999) con el fin de vigilar la aplicación de sanciones contra el Afganistán controlado por los
talibanes en vista de su apoyo a Oaama bin Laden. Caído el régimen del talibán en 2001, las
sanciones se aplican a determinadas personas y entidades asociadas a Al-Qaida donde quiera
que se encuentren1”. Las sanciones “dirigidas" o “selectivas” no tienen un ámbito físico de
aplicación determinado, sino que siguen a la persona. El Comité 1267 está apoyado en su
labor por el Grupo de Vigilancia, encargado de prestar apoyo analítico y vigilar la aplicación
de laB sanciones. Está integrado por expertos independientes que se especializan en la lucha
contra el terrorismo, la financiación del terrorismo, los embargos de armas y las prohibiciones
132.135
de viajes134 El Comité contra el terrorismo establecido por Resolución 1373 (2001) obliga a los
* 136
Estados a tomar medidas para prevenirlas actividades terroristas y penalizar diversas formas
de acción terrorista.
La6 acciones militares angloamericanas en Afganistán, en octubre de 2001, presentaron
una paradoja: la operación “Esperanza Duradera” fue justificada en el derecho a la legítima
defensa13*. Los actos terroristas fueron perpetrados por una entidad no estatal (Al-Qaida, lide
rada por Osama bin Laden), pero las acciones militares se llevaron a cabo contra Afganistán.
Estados Unidos expresó que, si bien el régimen del talibán no había perpetrado directamente
el ataque a las Torres Gemelas, había dado refugio y permitido el funcionamiento de campos
de entrenamiento de Al-Qaida en su territorio. Eso generó su responsabilidad internacional.
La aplicación del derecho a la legítima defensa contra los “Estados villanos” (rogue States)
que albergan y amparan a grupos terroristas ya había sido esbozada por el presidente Clinton
en 1999,M, sin peijuicio de que fue posteriormente reafirmada por la denominada "Doctrina
Bush”137.
132 Ver resoluciones S/RESZ1438 (2002). S/RE8/1440 (2002), S/RES/1450 (2002), S/RES/1465(2002), S/RES/1616
852
CAPITULO 40; EL USO PE LA FUERZA EN LAS RELACIONES INTERNACÍONALES
4
corredores humanitarios y distribuir alimentos a la población civil, víctima de la lucha ¿n
los distintos clanes somalíes. El Consejo adoptó, además, sanciones: la Resolución 733 (19^2) ■
•t
-f-i .• impuso un "embargo de arma6 general y completo” y las resoluciones 1814 (2008), 1844 (2008)
y 2002 (2011) impusieron sanciones selectivas individuales: embargos de armas, prohib
do viqjo y congelamiento de activos financieros.
Somalia no tiene el control de sua costas, lo que ha hecho resurgir un delito más p:
i' ; del siglo xk que del xxi: la piratería. Ante ello, el Consqjo de Seguridad autorizó a los Estados
interesados en cooperar con el Gobierno Federal de Transición (GFT)1” a usar en las aguas ?.;
territoriales de Somalia todos los medios necesarios para reprimir los actos de piratería y ál
robo a mano armada140. Estas “autorizaciones” son de carácter excepcional, solo aplicables
• jfW Somalia, cuentan con el consentimiento del GFT y no se consideran precedentes para una.'fii-^
tura norma de derecho consuetudinario. Estados Unidos, China y Rusia, entre otros Estados/S
KJk; • han desplegado buques de guerra, armas y aeronaves militares141.
Ante la ausencia de una autoridad central que tenga el control efectivo de la totalidad^
del territorio, los "Estados fallidos” se convierten en un campo fértil para el establecimiento ■
de bases terroristas y el tráfico ilícito de estupefacientes y de armas, y, por ende, una amenaza
a la paz. El Consejo de Seguridad puede actuar de diversas maneras en los Estados fallidos:
autorizando coaliciones de Estados interesados para la protección de la población civil y el
restablecimiento del orden y de las instituciones; desplegando operaciones de paz complejas :
y multidimensionales; imponiendo sanciones, o autorizando a organizaciones regionales a ac
tuar bajo el capítulo vir para "restablecer la gobernanza”, como en el caso de la Misión de la
• jS-'í
n*
Unión Africana en Somalia (AMISOM) a partir de 2012148.
1
r¡5 ••
7.3. Los Estados villanos, la proliferación de armas de destrucción masiva y
|||L;; el terrorismo .-rg
\ En el marco de la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva, el Consqjo . . •/. <
de Seguridad adoptó la Reeolución 1640 (2004), en.la que afirma que la proliferación de armas .
• nucleares, químicas y biológicas constituye una amenaza a la paz y seguridad internacionales
y exhorta a loe Estados a que eviten el acceso de agentes no estatales (entre los que figuran
los grupos terroristas) a las armas de destrucción masiva143. Es decir, establece un vínculo en
tre armas de destrucción masiva, grupos terroristas y amenazas a la paz. En este contexto, el
Consqjo ha impuesto sanciones a los denominados “Estados villanos o tranBgresores”. Se trata
de un término controvertido, que se utiliza para aquellos Estados que se considera que repre
sentan una amenaza para la paz y que reúnen las siguientes características: a) son gobernados
por regímenes autoritarios; b) violan sistemáticamente los derechos humanos, y c) incumplen
con las normas de no proliferación de armas de destrucción masiva. El término fue utilizado
138 El centro de estudio» estadounidense Fund for Peace publica anualmente el índice de Estados fallidos. La
lista de 2012 incluyo a veinte países, entre otros Somalia, República Democrática del Congo, Sudán, Chad,
Zimbabue, Afganistán, Haití, Yemen, Iraq, República Centroafricana, Costa de Marfil, Guinea, Burundi y
Níger.
139 El GFT es un Gobierno muy débil con un control muy limitado del territorio somalí.
141 De conformidad con la Resolución 1851 (2008) del Consejo de Seguridad, en enero de 2009 so creó el Grupo de
Contacto sobre Piratería en las costas de Somalia, para coordinar las acciones dé los Estados y organizaciones
internacionales que combaten la piratería en Somalia. Está integrado por sesenta Estados.
142 Resolución S/RES/2O36 (2012).
143 Ver Resolución S/RES/1540 (2004), especialmente párrafo preambular 1 y párrafo» dispositivos 1 y 4.
853
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
144 El término fue utilizado por primera vei por el Consejero Nacional de Seguridad de los Estados Unidos en
1994 en un artículo publicado en Fortign Affaira para referirse a Corea del Norte. Cuba, Iraq, Irán y Libia.
146 Esta es una traducción al español de un fragmonto do su discurso original:
"Nuestro objetivo es prevenir que regírnanea quo opoyan al terror amonaron a los Estados Unidos o a nuestros
amigos y aliados con armas de destrucción masiva Coreo del Norto es un régimen quo so está armando
con misiles y armas de destrucción masiva mientras mota a sus ciudadanos. Irán anda enérgicamente tras
oatas armas y exporta terror, mientras unos pocos que no han sido ologidos raprimon el deseo do libertad
del pueblo iraní |..J. Iraq sigua haolondo alarde da su hostilidad hacia Estados Unidos y apoyando ol torrar.
El régimen iraquí ha conspirado pora desarrollar ántrax, gas nervioso y armas nudaa ros dosdo hace una
década. Esto os un régimen quo ya ha utilizado gas venenoso para matar a miles do sus propios ciudadanos"
(disponiblo en www.es.wlkipedla.org/wlki/Eye-dobmaD.
146 Poco tlompo después, en respuesta a maniobras militares de los Estados Unidos y Coroa del Sur, el régimen
de Pyongyang dio por conoluido ol Paoto de No Agresión con 8odl. El 29/08/2013 dos bombarderos H-3A
estadounidenses con capacidad nuclear lansüron proyootllee Oente al mar do Corea, lo quo fue considerado
por Coroa del Norte como el laido do la guorra contra eu Nación, y el 80 do mareo anunció su entrada en
147 Ver resoluciones B/RES /1696 (2000), 8/RE6/1737Í2006). 8/REB/1747 (2007), 8/RBS/1803 (2000), 8/RES/1885
854
■;. .«Ti
CAPÍTULO 40 - a USO DE LA FUERZA EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
El Estado territorial no puede intervenir, pues es un “Estado fallido*, donde ha colapsado su ? >
autoridad central, o bien no quiere intervenir y, en consecuencia, por su acción u omisión, tie-^
nen lugar en su territorio graves violaciones de derechos humanos y de derecho internacional v '
humanitario.
Luego del genocidio en Ruanda en 1994, la “limpieza étnica” en Srebrenica en 1995 y en .
Kosovo en 1999, dramáticamente evocadas por el secretario general Kofi Annan en el Informe
del Milenio de 200014’, el tema generó un intenso debate. En diciembre de 2001, la Comisión i-
Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados, establecida por el Gobierno de
Canadá, publicó un informe titulado “La responsabilidad de proteger”*160. 161 162 163
El verdadero dilema de la intervención humanitaria se produce cuando, dadas las men-’’
donadas circunstancias extremas, el Consejo de Seguridad, debido al veto o amenaza de veto \
de uno de sus miembros permanentes, no autoriza la intervención. Se plantea una discusión
entre “legitimidad” o “legalidad”. Surgen las siguientes preguntas: ¿puede la comunidad in
ternacional permanecer “indiferente" frente a un caso de genocidio como sucedió en Ruanda
en 1994, donde murieron un millón de personas por falta de acuerdo dentro del Consejo para
enviar una fuerza con un mandato robusto y recursos suficientes para proteger a los civiles
y detener el genocidio? ¿Puede un grupo de Estados actuar unilateralmente ante la inacción
del Consejo por la amenaza de veto, como sucedió en Kosovo en 1999 ante una situación del
“limpieza étnica”? ¿El principio de no intervención del artículo 2(7) de la Carta es absoluto? Es
decir, ¿los Estados tienen una soberanía incondicional sobre bus asuntos internos o, en casos
de graves y sistemáticas violaciones de derechos humanos, esta principio cede y la comunidad
internacional tiene el derecho de intervenir o la “responsabilidad de proteger"? Como dijo el
secretario general Kofi Annan en el Informe del Milenio: “8i la intervención humanitaria es,
en realidad, un ataque inaceptable a la soberanía, ¿cómo deberíamos responder a situaciones
como las de Ruanda y Srebrenica y a las violaciones graves y sistemáticas de los derechos hu
manos que transgreden todos los principios de nuestra humanidad común?"1’1
149 Ver Informe del Milenio del Secretario General, Doc. AC.198/2000/10 (disponiblo en www.un.org/ipanhh/
milenio).
160 *La responsabilidad do proteger: Informo de la Comisión Internacional sobro Intervención y Soberanía do
los Eetados", diciembre de 2001. En él se eupreao quo la soberanía no solamente da al Estado ©1 dorecho de
"controlar" sus asuntos, sino que también lo confloro la responsabilidad "primarla" de proteger a la población
dentro do sus fronteras, y ae propono que, "cuando la población osló sufriendo graves dafloe como resultado de
una guerra oivll, una insurrección, la represión qjercida por el Estado o el colapso de sus estructuras*, y «so
Estado no protegiera a su población, ya filara por falta do capacidad o voluntad, 1a responsabilidad Incumbo a
la comunidad Internacional on su conjunto. La responsabilidad da proteger comprende la "responsabilidad do
prevenir* que se cometen crímenes do lesa humanidad, la "responsabilidad de reaccionar"ouando oourran y la
"responsabilidad do reconstruir’ las sociedades tras el conflicto (disponible on http://.rosponslbllltyteprotecl.
org/IC¡SS%20Roport.pdf).
161 Vor Informo del Milenio del Secretario General, Doc. AC. 198/2000/10.
162 Vor la oarta del secretario general Boutros Ghall al presidente del Consqjo de Seguridad dol 30/11/1992.
donde Informa sobre ol ofrecimiento dol Gobierno do loo Estados Unido; de lldorar una Alerta multinacional
: ’ 866
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚ0UCO
que reafirmó el "embargo general y completo de armas” impuesto por la Resolución 788 (1992).
Hubo entonces una autorización expresa del Consejo para intervenir.
154 Conforme a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), el genocidio es un
intento do destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal (ver capítulo
47 de esta obra).
155 Resolución S/RES/872 (1993).
166 Ver asimismo las resoluciones S/RES/893 (1994), S/RES/909 (1994) y S/RES/912 (1994), que seguían
ignorando la extrema gravedad de la situación.
157 A partir del 06/04/1994, luego del fallecimiento de los presidente» de Burundi y Ruanda en un accidente aéreo
causado por un ataque con misiles, tuvieron lugar en Ruanda masacres sistemáticas que se prolongaron por
varias somanas por parte de la mayoría hutu contra la minoría tutsi. Se estima que 800.000 personas -o tea,
el 11 % de la población- murió a causa del genocidio, y entre 150.000 y 200.000 rmtjeres fueron violadas. El
genocidio y el conflicto civil provocaron el exilio do 2 millones de ruándose» al entonces Zaire (hoy República
Democrática del Congo), 480.000 a Tanzania, 200.000 a Burundi y 10.000 a Uganda, además de un millón de
desplazados internos.
158 La misión original de la UNAMIR era cooperar en los Acuerdos de Arusha que habían intentado poner fin a
la guerra civil entre el Gobierno extremista hutu y una facción rebelde que operaba desde Uganda.
159 Ver Resolución S/RES/912 (1994).
160 La película Hotel Ruanda, que fue presentada en Naciones Unidas, dirigida por Terry Oeorge, brinda una
muy buena y fiel descripción del genocidio ruandés.
161 La política de los Estados Unidos con relación a las intervenciones se había vuelto más escéptica tras la
856
gj- la operación mediante el establecimiento de “zonas humanitarias seguras’1*’. Recién
¡g>? señaló: “El consejo de seguridad observa con suma preocupación Iob informes en que se indlcaJ
//. que se han cometido actos de genocidio en Ruanda"104. Ante la continuación de las matanzas'''
|¡L el 22 de junio autorizó por un período de dos meses el despliegue de una fUerza multinacional
‘í‘¡; bajo el comando unificado de Francia para la protección de los civiles1*3 -denominada “Opéra-íí.JÉS
; ción Turquesa"- y en julio se creó una Comisión de Expertos para investigar las violaciones
W ’ derechos humanos1’* y determinar la comisión de posibles actos de genocidio. En noviembre'.'‘
do 1994 se estableció, bajo el capítulo vxi de la Carta, el Tribunal Internacional Panal
Ruanda, con sodo en Arusha (Tanzania)1”. El Tribunal completó el Juzgamionto de Betortta y¡
•' dnco personas, do los cualos cuoronta y sois frieron condenadas, diecisiete casos están on ape-
eran miembros de la OTAN. La Resolución 1244 (1999), que creó la UNMIK, como ya se ex
presó, parece dar una legitimación a posteriori de la intervención de la OTAN.
1
una serle de medidas para aliviar la crisis, incluido el aconto humanitario; q libertad do asociación, de
manifestación y circvlaoión de los periodistas, y la necesidad do iniciar un proceso político para atender las
p.64.
176 Estos crímenes caen bajo la jurisdicción do la Corto Penal Internacional establecida por ol Estatuto do Roma
do 1899. La República Argentina ratificó el Estatuto da Romo el 16/01/2001.
058
CAPÍTULO 40 - EL USO DE LA ROZA EN LAS RELACIONES ÍNTEBHACítiNALES '
176 Pora un análisis detallado do la intervención humanitaria, sobro todo desde la perspectiva latinoamericana,
vor Arredondo, Ricardo, /nítrucnetónhumanitaria y rttponeabUidod de phtUgtr; Hacia un Nuevo paradigma ■ <
de protocoló* de loe derecho» humano», Instituto del Servicio Baterlor de la Nación, Buenos Airee. 2018.
859, • -,
Capítulo 41
Introducción a la protección
INTERNACIONAL DEL MEDIO AMBIENTE
1. Introducción
La actividad del hombre en todas sus formas -el avance científico y tecnológico, el desa- :
rrollo económico, las actividades productivas y de esparcimiento, el uso de los recursos natura
les, entre otros- provoca impactos sobre el medio ambiente que suelen producir muchas veces
el deterioro del hábitat humano y natural.
Si bien los problemas vinculados con el medio ambiente no son nuevos, la preocupación
por su protección por parte de diversas ramas de las ciencias, entre ellas laB jurídicas, es reía-
tivamente reciente, en virtud de la magnitud y proyección actual del incremento de impactos <v
adversos que afectan los ecosistemas y la vida en el planeta Tierra. itte®
En el ámbito del derecho internacional, las primeras respuestas ante las preocupaciones
medioambientales datan del siglo xot, dirigidas particularmente a atender problemas vincula-
dos con la protección sectorial de ciertos recursos naturales. A partir de la década de 1970, el.
intenso desarrollo normativo internacional amplió el ámbito de protección del medio ambienté,
dando origen a una nueva Bubdisciplina del derecho internacional público: el derecho interna- ,
cional ambiental.
El presente capítulo tiene por objeto brindar una introducción al estudio de las normas y ■ ;. Sjí
mecanismos de protección internacional del medio ambiente. Para ello, resulta útil y necesario
conocer el origen, la evolución histérico-normativa y el proceso de formación de los principales ¿ti
instrumentos y principios sobre la materia. •
1 Juate Huís, José, Derecho Internacional del Medio Ambiente, Mac Graw Hill, Madrid, 1999. p. 40.
2 Kiss, Alexandro, “Los principios generales do! derecho del medio ambiente’. Cuadernos de la cátedra J-B.
Scott, Universidad de Valladolid, 1975, p. 10.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
8 Rey Caro, Ernesto, "Derecho Internacional Ambiental" en Estudios de Derecho Internacional, Córdoba
(Argentina), 1982, pp. 74-75.
4 Tripelli, Adriana, La Protección Internacional del Ambiente en el siglo xxi: hacia un derecho internacional del
desarrollo, Lexia Nexis, Buenos Airee, 2008, p. 26.
5 Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares, CIJ, Opinión Consultiva, 08/07/1996, paró?. 29.
6 Barberis, Julio, “El nuevo orden jurídico internacional y el derecho ambiental0, Derecho, Ecología y Sociedad,
Quito, Ecuador, 1994, p. 37, citado por Rey Caro, Ernoato, “Introducción al derecho internacional ambientar,
en Derecho Internacional Ambiental. Nuevas tendencias, obra colectiva, Marcos Lonor Editora, Córdoba,
1998, p. 25.
7 Aprobada en la Conferencia de Naoionos Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo del 05 al
18/07/1972. Informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobro el Medio Humano, Doc. A/Conf., 48/14,
Rov. 1, pp. 8-6.
862
CAPÍTULO 41 • INTRODUCCIÓN A LA PROTECCIÓN INTERNACION
La Convención para la Protección de Pájaros Útiles parala Agricultura (1902) fue el pr^V;
mer convenio global para la protección de determinadas especies silvestres en entrar en vigoift-;
Esta convención protegía especialmente a las aves insectívoras que ayudaban a mejorar
producción agrícola, considerando aves no beneficiosas para la agricultura a aquellas especies
depredadoras, como las águilas y los halconos (bqjo una estricta protección hoy en día?.
Entre los acuerdos para la protección de especies particulares se pueden menciona^
Tratado para la Preservación y Protección de las Focas Peleteras entre el Reino Unido
Estados Unidos de América (1911); la Convención Internacional de la Pesca de la Ballena w
(1946); el Convenio para el Establecimiento de una Comisión Interamericana del Atún Tro-,
pical (1949); Convenio sobre la Langosta Migratoria Africana (1962), y la Convención para la '
Conservación de las Focas Antárticas (1972), entre otros®.
El propósito primordial de estos acuerdos era garantizar la explotación sostenida de
aquellas especies económicamente valiosas. Ello resultaba necesario, toda vez que muchas
especies eran migratorias o estaban localizadas en áreas más allá de las fronteras nacionales,
tales como alta mar. El criterio para la protección era la utilidad, a corto plazo, de aquellas
especies necesarias para la actividad humana10.
Con posterioridad, dicha protección se extendió a la flora y fauna en general, como la
Convención Relativa a la Conservación de la Flora y la Fauna en Estado Natural (1933);
la Convención para la Protección y Preservación de la Vida Silvestre en el Hemisferio Occiden- •'
tal (1940), que establecía reservas y la protección de animales y plantas silvestres y aves migra- * .
toriaa; la Convención para la Protección de la Flora, la Fauna y Bellezas Naturales de los Países
de América (1940), y la Convención sobre Humedales de Importancia Internacional (1972)n.
Otros tratados tenían por objeto la protección de recursos naturales no vivos. Algunos
contenían cláusulas para reducir y provenir la contaminación transfronteriza de las aguas, ya
que ningún Estado podía proteger la calidad de esas aguas sin la cooperación del otro Estado.
Tal el caso del Tratado relativo a las Aguas Fronterizas entre Estados Unidos de América y
Canadá (1909)12, actualmente en vigor, y que ha servido como modelo para otros acuerdos
posteriores entre ambos Estados, como el Acuerdo relativo al Establecimiento de Planes Con
juntos de Contingencia por Contaminación de Petróleo y Otras Sustancias Nocivas (1974) y el
Acuerdo sobre la Calidad de las Aguas de loa Grandes Lagos (1976)1*.
Después de la Segunda Guerra Mundial, y para responder a amenazas ambientales es
pecíficas causadas por los avances tecnológicos y la expansión de las actividades económicas
(esencialmente el creciente uso de buques tanque para el transporte marítimo de hidrocar
buros, la utilización de la energía nuclear, etc.), la protección del ambiente 66 extendió a los
espacios marinos (por ejemplo, la Convención para la Prevención de la Contaminación de las
Aguas del Mar por Hidrocarburos, 1964) y a la lucha contra la contaminación producida por
ciertas actividades industriales (por ejemplo, la Convención sobre Responsabilidad de Terceros
en Materia de Energía Nuclear, 1960; el Tratado sobre la Prohibición de los Ensayos con Armas
Nucleares en la Atmósfera, en el Espacio Ultraterrestre y Debqjo del Agua, 1968).
Como se puedo observar, en este primer período, y a posar del significativo progreso en la
protoorión Internacional del ambiente, el conjunto de los oonvenlos adoptados no ora más quo
una sumatarin de regulaciones Internacionales ambientales corontas do principios comunes y,
do estructuras inatituoionalos quo coordinaran los esfuerzos da los diversos regímonos conven
cionales.
8 Klss, Aloxandre y Shalton, Dlnah, Cuide to lntírnational Enuironmental Law, Martinue Nijhoff, Leiden,
2007, p. 32.
9 Para un mayor detallo, ver Naciones Unidas, Aeambloa General, Doc. A/82/166,28/08/1977 y Doc. A/83/184,
28/08/1974 (Dea UNEP/GC Information 5>: Rey Caro, Ernesto, 4t al., "Derecho Internacional Ambiental",
Publicación del ó* Congreso ordinario de la Asociación Argentina de Derecho Internacional (AA DD, Ban Juan,
dol 20 al 28/09/1979, p. 672 y aa.
En efecto, desde finales del siglo xa y hasta 1960, el enfoque que el derecho internacional
público dio a la protección del ambiente fue eectorizado, con criterios utilitaristas en algunos
casos (protección de especies particulares de flora y fauna por el valor comercial que repre
sentaban), ecológicos en otros (lucha contra la contaminación) o simplemente orientados a la
protección de espacios físicos específicos (agua dulce, mar, suelos, entre otros), pero, en todos
los casos, sin contar con un patrón de análisis común que comunicara sus normas y les diera
la coherencia necesaria de un verdadero Corpus jurídico14.15 16 17
Leff, Enrique, Saber ambiental; susten labilidad, racionalidad, complejidad, poder, Siglo Veintiuno, México
DF, 1998. p. 77.
864
L A ¿y/»*
CAPÍTULO 41 - INTRODUCCIÓN A LA PROTECCIÓN INTERNAObNAL D£Ll¿ÉblO AMBIENTE
I gurar al hombre un ambiente de vida y trabajo favorable. Por ello, considera que la transieren- ' ¿
cia de asistencia financiera y tecnológica puede subsanar las deficiencias del medio originadas
por las condiciones del subdesarrollo y los desastres naturales (principio 9). •• .-
Mí
26 Ibíd., preámbulo de la Declaración do Naciones Unidas sobre ol Medio Humano, pp. 3-6.
¿ 665 •
•
ÍF'
LECCIONES DE DERECHO IMTERMAQONAL PÚBUCO
26 Esto principio había sido reconocido originariamente en la Resolución AO 1603 (XVII) y reiterado on
numerosas resoluciones posteriores dol mismo órgano de loa Naoionoa Unidas.
27 Este principio roflqja la obligación internacional que ya había sido reconocida por la jurisprudencia
internacional on los casos Fundición de Trail y Canal de Corfú, que se analizaría más adelante.
28 Se considera o la Conferencia de Estocolmo de 1972 como la impulsora de la creación da ministerios y
secreta rías de modio ambiente en muchos países, así como dol establecimiento do nuevos organismos
internacionales especializados y el fortalecimiento de los ya existentes.
866
- '; ‘ ■ ’ ' : • •*
_____________________ CAPÍTULO 41 ■ INTRODUCCIÓN A LA PROTECCIÓN INTERNACIONAL DEL MEDIO AMBIENTE
30 Corta Mundial do la Naturalesa, Resolución 37/7 (XLVHI) do la Asambloa General, Doc. A/RR3/37/7,
28/10/1982.
81 Entre los más destacados, podomos mencionar; la catástrofe qufmloo-eoológlca en Sovaeo, Italia, donde una
nube da dlMini contaminó a loa serte vivos de ¡a región (1976)i la sosunda orille del eetrólio, que proveed
que el valor del barril do crudo pasara a costar de 3 a 34 dólares estadounidenses (1973'lMl); o! inundo dé
científicos británicos sobra la exlsUnoli do un agujero en la capa de osono estratosférico sobro la Antártida en
i cada primavera, que expone a los sores vivos a las radiaciones ultravioletas solaros (1081): la construoolón do
la bomba do neutrones en EE. UU. (1081); el escapo en la fábrica estadounidense da plaguioldas Unión Caribe,
que provocó la muerte da dos mil portones y cegueras y diversas lesiones a otras doscientas mil personas
(1984), y la explosión del reactor en la central nuclear de Chernobyl, que liberó una gran nube do agentes
radiactivos contaminantes quo co extondifl sobro la UR83 y parto do Europa Occidental (1986) (Tripelli,
Adriana, op. cil, p. 37).
32 Procesos do elaboración do la perspectiva ambiental hasta el ato 2000 y mis adelanto, Resolución do la
Asamblea Oeneral, Doo. A/RE8/88/181,19/12/1983.
33 La Sra. Oro Harlem Brundtland (líder del Partido Laborista noruego) presidió la Comisión y, junto con el
vicepresidente, Dr. Mansour Khelld (ex ministro de Relacionas Exteriores de Sudán), designó a los domds
miembros (científicos y políticos calificados) que integraron lo Comisión a título personal. Realizaron
reuniones deliberativas en todas las regiones del mundo y audiencias públicas, en las que participaron los
Gobiernos, científicos, industríalos, ONG y ol público en general.
867
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
adecuado desde el punto de vista ambiental, y concretamente como guía para la preparación
de los futuros programas de mediano plazo95.
Dicho informe introduce el paradigma del "desarrollo sostenible**, partiendo de la idea
central de que desarrollo y ambiente no pueden separarse: “Los temas ambientales se encuen
tran estrechamente relacionados con las políticas y prácticas del desarrollo; en consecuencia,
es preciso definir los objetivos y medidas en la esfera del medio ambiente en relación con los
objetivos y políticas de desarrollo”9®.
Para atender los problemas globales crecientes, el objetivo general que se debe seguir es
el del desarrollo sostenible, basado en la administración prudente de los recursos mundiales
disponibles, en las capacidades ambientales y en la rehabilitación de los medios degradados o
explotados erróneamente. El desarrollo es sostenible cuando atiende las necesidades del pre
sente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para atender sus propias
necesidades87.
El Informe estableció los lazos entre pobreza y ambiente en forma circular, ya que con
cibió a la pobreza como la mayor causa y efecto de los problemas ambientales globales. Como
consecuencia, el crecimiento económico es má9 que necesario para disminuir la pobreza y para
posibilitar las inversiones de nuevas tecnologías. También concibió la participación ciudadana
35. 39
como una herramienta útil en el proceso de toma de decisiones38 36 37
Según el Informe, los objetivos decisivos sobre las políticas del medio ambiento y el de
sarrollo, que tienen su origen en la necesidad do lograr el desarrollo sosteniblo, deban com
prender la preservación de la paz, la revitalizadón del crecimiento y el cambio de su calidad,
la solución de los problemas de la pobreza y la satisfacción de las necesidades humanas, la
consideración de los problemas del crecimiento de la población y de la conservación y fortaleci
miento de la base de recursos, la reorientación de la tecnología y la ponderación de los riesgos,
y la asociación del medio ambiente a la economía en el proceso de adopción de decisiones99.
La Asamblea General decidió transmitir el Informe Brundtland a todos los Gobiernos
y organizaciones internacionales, y los exhortó a incorporarlo en sus respectivas políticas y
programas y a promover el concepto de desarrollo sostenible. Asimismo, destacó la función
esencial del PNUMA como catalizador de los esfuerzos que realiza el sistema de las Naciones
Unidas para lograr el desarrollo sostenible.
Con posterioridad a este Informe, comenzó un desarrollo prolífico de la protección del am
biente en el derecho internacional para atender los problemas globales, particularmente en el
plano de los instrumentos jurídicos internacionales40.
Luego de la presentación de la “Perspectiva Ambiental hasta el año 2000 y más adelante*
y del Informe Brundtland, la Asamblea General, reconociendo que el alcance mundial de los
problemas ambientales -incluidos el cambio climático, el agotamiento de la capa de ozono, la
contaminación transfronteriza de la atmósfera y el agua, la contaminación de los océanos y
mares, la degradación de los recursos de la tierra, las sequías y la desertificación- requiere
medidas a todos los niveles -mundial, regional y nacional-, decidió convocar la Conferencia de
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo para 199241.
Dicha Conferencia abordaría las cuestiones relativas al medio ambiente en el contexto
del desarrollo con el objetivo de examinar el estado del medio ambiente y los cambios que 6e
habían producido con posterioridad a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
868
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< w» -.-V
CAPÍTULO 41 - INTRODUCCIÓN A LA PROTECCIÓN INTERNAdÓNAL-DEL fflÉOlO AMBIENTE •
Humano do 1972. Además, se debía promover un mayor desarrollo de las normas de ¿¿¿te
internacional dol ambiente, teniendo en cuenta la Declaración de las Naciones Unidas
Medio Humano de 1972, así como las necesidades y preocupaciones especiales de íoapüá
en desarrollo, y examinar la viabilidad de determinar los derechos y obligaciones genere
de los Estados en la esfera del medio ambiente, teniendo en cuenta los instrumentos jürídi
internacionales existentes.
Entre los días 3 y 14 de junio de 1992, se llevó a cabo en la ciudad de Río de'rJaÜ^¿^S
(Brasil) la Conferencia de laa Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo48. La negoí í
elación de los temas sometidos a la Conferencia fue objetivamente compleja, porque los reco
nocidos como comunes no fueron percibidos de la misma forma y con la misma prioridad nór
todos los Estados*’. a
De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y los principios del derecho
internacional, los Estados tienen el derecho soberano de aprovechar sus propios re
cursos según sus propias políticas ambientales y de desarrollo, y la responsabilidad
de velar porque las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control
no causen daños al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén íbera de los
límites de la jurisdicción nacional.
Este principio se completa con los principios 17,18 y 19, que establecen, respectivamente:
ol novedoso requerimiento de la evaluación de impacto ambiental de cualquier actividad que
pueda producir efecto negativo en el ambiente; la notificación inmediata de desastres naturales
u otras situaciones de emergencia, y el deber de proporcionar información pertinente a los Esta
dos afectados por actividades que puedan tener efectos ambientales transfronterizos adversos.
En la misma línea se encuentra el principio 13, según el cual los Estados deberán desarro
llar sistemas de responsabilidad para víctimas de daños ambientales y cooperar para elaborar
normas internacionales sobre responsabilidad por actividades realizadas dentro y fuera de su
jurisdicción.
El derecho al desarrollo aparece consagrado en el principio 3, que expresa que se lo debe
ejercer de manera equitativa con las necesidades ambientales y de desarrollo de las generacio
nes presentes y futuras. La inclusión del concepto de equidad en la redacción sirvió para que lo
42. 43
aceptaran los países desarrollados, renuentes a reconocer un derecho al desarrollo44
42 A dicha Conferencia asistioron representantes de ciento setenta y dos EBtados, incluyendo ciento doce jefes de
Estado y de Gobierno, mil doscientas ONG habilitadas como observadores y nuevo mil periodistas autorizados.
43 Para un mayor detallo sobre las negociaciones durante la Conferencia do Río de 1992, ver Estrada Oyuela,
Raúl, "Conferencia de las Naciones Unidas sobro el Medio Ambiente y el Desarrollo, apuntos para eu
evaluación”, en Evolución reciente del derecho ambiento! internacional, Estrada Oyuela, Raúl y Zeballos de
Sisto, María Cristina (eds.), AZ editora, Buenos Aires, 1993, pp. 19-4K ,
44 Ibíd., pp. 32-33.
869
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El principio 4 concibe la protección del medio ambiente como un elemento integrante del
proceso de desarrollo. El siguiente principio se refiere a-la erradicación de la pobreza como
requisito indispensable para el desarrollo sostenible, y el 6, a la prioridad que deben recibir los
paíseB en desarrollo, en especial los menos adelantados y los más vulnerables desde el punto
de vista ambiental. El principio 7 contiene la idea de que los Estados tienen responsabilidades
comunes pero diferenciadas. El principio 8 se refiere a la modificación de las modalidades de
producción y consumo insostenibles y al fomento de las políticas demográficas apropiadas.
El principio 10 reconoce la importancia de la participación ciudadana en los procesos de
tomas de decisiones sobre cuestiones ambientales.
La promoción de un sistema económico internacional favorable y abierto que lleve al cre
cimiento económico y al desarrollo soBtenible y la no discriminación en las medidas de política
comercial con fines ambientales, a partir de actos restrictivos o medidas no arancelarias, son
objeto de reconocimiento en el principio 12. El principio 14 invita a los Estados a cooperar
para desalentar la reubicación de actividades y sustancias que causen degradación ambiental
grave, y el 16 promueve la intemalización de los costos ambientales y el uso de los instrumen
tos económicos, incluyendo la regla “quien contamina paga”, novedad quó fue tomada de la
legislación de la Comunidad Europea.
Con el número 16, se introduce el criterio de precaución, en virtud del cual la ausencia
de certeza científica absoluta no debe ser excusa para postergar la adopción de medidas para
impedir la degradación del medio ambiente, cuando haya peligro de daño grave e irreversible.
Los principios 20,21 y 22 rescatan el rol de la mujer, la juventud y los pueblos indígenas
en la ordenación del medio ambiente y para lograr el desarrollo sostenible.
La protección del medio ambiente y los recursos naturales de los pueblos bajo opresión,
dominación y ocupación es objeto de tratamiento en el principio 23.
El principio 24 declara que la guerra es enemiga del desarrollo sostenible y el 25 sostiene
que la paz y la protección del ambiento son inseparables. Consecuentemente, el principio 26
afirma que las controversias sobre tamas ambientales deben resolverse por medios pacíficos.
El último principio contiene el compromiso de cooporar do buena fe on la aplicación do
la Carta de las Naciones Unidas y en la evolución del derecho internacional en el campo del
desarrollo sostenible.
La Agenda 21 es un extenso catálogo de programas que la comunidad internacional consi
deró necesarios, en ese momento, para garantizar el desarrollo sostenible. Su temario incluyó
ciento quince tópicos específicos: la protección de la atmósfera y del suelo, la conservación de
la biodiversidad y el manejo racional de la biotecnología, la preservación de los mares y del
agua dulce, el manejo racional de los desechos, la lucha contra la pobreza urbana y rural, y la
promoción de la salud, entre otros. Fue imaginada como un documento dinámico, actuallzable
periódicamente, estructurado en cuatro títulos: visión de conjunto de los objetivos y medios
de acción (políticas socio-económicas); conservación y gestión de los recursos para el desarro
llo (programas sobre conservación y manejo de los recursos); fortalecimiento del papel de los
grupos intermedios principales (mujer, juventud, pueblos indígenas, ONG, autoridades muni
cipales, sindicatos, industria, comunidad científica) y medios de ejecuoión (arreglos financiero»,
transferencia do tecnología, etc.)19.
La Agenda incluyó tambión un capítulo especial sobre instrumentos jurídicos y mocante'
moe internacionales, para promover la integración de políticas ambientales y de desarrollo on
los tratados internacionales y enfatizar la participación y la contribución de todos los Estados
on la elaboración dol dorocho internacional ambiental en el contexto del desarrollo sostenible.
Con el fin do mejorar la eficacia del derecho internacional ambiental, ee impulsó la utilización
de procedimientos y mecanismos para promover y revisar la implementaclón de loé tratados y de
eficaces sistemas de informes de control48.45 46
B70
_____________________ CAPÍTULO 41 • INTRODUCCIÓN A LA PROTECCION INTERNACIONAL QEL MEDIO AMBIENTE '., ' ’ -.v ' ■'< •
Así como la Conferencia de Estocolmo fundó las bases dekderecho internacional ambien
tal, la Conferencia de Río dio un nuevo y mayor impulso para el desarrollo de las normas ¿e ’
protección internacional del ambiente.
En efecto, la mayor parte de los convenios multilaterales de cooperación celebrados a ''
partir de la década de 1990 incluían cláusulas de protección ambiental, y las consideraciones
sobre la protección del medio ambiente comenzaron a incorporarse en otras áreas del derecho
internacional. -
El Acuerdo de Marrakech, que establece la Organización Mundial del Comercio (1994) y
los acuerdos regionales de integración y comercio (Tratado de la Comunidad Sudafricana para
el Desarrollo, 1992; Tratado del Mercado Común para el Sureste de África-, 1993; Tratado de ■
Libre Comercio de América del Norte, 1992; Tratado del Mercado Común del Sur, 1991; entre
otros), contienen previsiones relativas al medio ambiente.
Las preocupaciones del derecho internacional ambiental se extendieron también al dere
cho internacional de los derechos humanos y al derecho internacional humanitario47.48
Tanto la
antigua Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas como el Comité Internacional
de la Cruz Roja mostraron interés en los problemas ambientales en lo relativo a sus respecti
vos objetos de estudio.
Otro resultado importante de la Conferencia de Río de 1992 fue la creación de la Comi
sión de Desarrollo Sostenible, de alto nivel, con carácter de comisión orgánica del Consejo
Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), de conformidad con el artículo 68 de
la Carta de las Naciones Unidas, con el fin de promover la cooperación internacional y los
mecanismos intergubemamentales de adopción de decisiones a los efectos de la integración
de las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo. Entre sus fúnciones se
contemplaban: vigilar los progresos que se realicen en la ejecución de la Agenda 21 y la inte
gración del desarrollo sostenible en los distintos organismos de las Naciones Unidas; examinar
las informaciones nacionales presentadas por los Estados miembros de las Naciones Unidas
sobre el estado del ambiente, y presentar a la Asamblea Genera), por medio del ECOSOC, las
recomendaciones oportunas en relación con la ejecución de la Agenda 21a.
En la década siguiento a la Conferencia de Río, las preocupaciones ambientales debie
ron competir en la agenda internacional con la globalización económica, la desregulación y la
privatización, la acentuación del libre comercio y las crisis de los países con altos niveles de
pobreza.
La Asamblea General decidió convocar a una'tercera conferencia global de las Naciones
Unidas sobre medio ambiente a nivel de reunión cumbre para el 2002, en ocasión del décimo
aniversario de la Conferencia de Río: la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible49.
Entre los días 26 de agosto y 4 de septiembre de 2002, se llevó a cabo en Johannesburgo,
Sudáfrica, la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible. El resultado de dicha Cumbre, a la
que asistieron representantes de ciento noventa Estados, fue la Declaración de Johannesburgo
sobre Desarrollo Sostenible, en la que se reafirmó el compromiso con el desarrollo sostenible y
sus tres pilares: el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección ambiental a nivel
local, nacional, regional y global, y el Plan de Aplicación do las Deoisiones de la Cumbre Mun
dial sobre Desarrollo Sostenible*0.
47 Para un mayor detall© var Mollar. Marcos Nolio, "Los Sistemas do Proteoolón Internacional do los Dtreohos
Humanos y si ModioAmWonte", Jomadas 200$ da Derecha Internacionaldo la Orgunis&oidndo Estados Amoríosnoi
(OEA), Washington, BC07, pp. 341-838; “La proteoolón Intornaotonal dtl Madlo Amblante como Derecho Humano",
JWstó dt Drnho Ambiental, »,• 19 (2009), pp. 178402 y "La ofloacla da las normas da Jarocho internacional
humanitario relativas a la protecolón dol modio ambienta durante loa conflictos armados: lo guerra dol golfo
do 1091', en suplemento smblnnlal, El Dlal.com Biblioteca Jurídica. www.oldial.com/8upltmQnteft/nmbiontal ,
Buonos Aires. 21/02/2006.
48 Arreglos Institucionales complomantarlos a la Conferencia do Naciones Unidas sobre ol Medio Ambiente y el
Se señaló también que el medio ambiente mundial sigue deteriorándose, que continúa la
pérdida de biodiversidad; siguen agotándose las poblaciones de peces; la desertificación avanza
cobrándose cada vez más tierras fértiles; ya se hacen evidentes los efectos adversos del cam
bio del clima; loa desastres naturales son más frecuentes y más devastadores, y los países en
desarrollo se han vuelto máB vulnerables, en tanto que la contaminación del aire, el agua y loa
mares sigue privando a millones de seres humanos de una vida digna.
872
CAPÍTULO 41 ■ INTRODUCCION A LA PROTECCION INTERNACIÓNAL DEL MÓIO AMBIENTE. 2- ■
4.1.1. Tratados
Si bien no existe un único procedimiento aplicable en el proceso de formación de normas
convencionales que tienen por objeto la protección internacional del medio ambiente, en gene
ral, se suelen identificar las siguientes etapas:
1. La regulación de una materia determinada suele iniciarse con una resolución de un
organismo internacional, fundada en algún informe técnico, muchas veces adoptada
por un organismo especializado de las Naciones Unidas, pero en un número impor
tante de oportunidades aprobada por la propia Asamblea General de las Naciones
Unidas.
2. Con frecuencia, el siguiente paso es una declaración, en general de carácter princi-
pista, a veces programático, que se adopta en un órgano de nivel superior, como la
conferencia general de un organismo especializado, la Asamblea General de las Na
ciones Unidas o una conferencia especialmente convocada para tratar el tema y que,
en ocasionos, puede tener nivel ministerial.
3. La tercera ¿tapa es la de la codificación, que puede encomendarse a una conferencia
diplomática o a un comité de negociación y que, en muchos casos, da como primer
resultado un acuerdo de tipo marco, que establece las normas generales, crea ciertos
mecanismos y habilita instancias posteriores para que, por medio de otros compromi
sos y decisiones, se complete su regulación.
4. La siguiente etapa suele comprender normas más específicas que regulan con mayor
detalle los derechos y obligaciones reconocidos en los convenios marco y que general
mente son establecidas por protocolos o acuerdos complementarios posteriores y por
las decisiones adoptadas por los órganos creados por los tratados, como las conferen
cias de partes.
La protección de la capa de ozono, el tráfico internacional de residuos peligrosos, la pre
vención del cambio climático y la preservación de la diversidad biológica son ejemplos do ma
terias cuyas rogulacionos siguieron este camino93.
Resulta necesario distinguir la naturaleza de los instrumentos adoptados on las etapas
anteriormente señaladas. Así, los instrumentos alcanzados en las primeras doB etapas suelen
implicar en general lo que parte de la doctrina denomina compromisos de soft law, que no
constituyen fuente normativa formal vinculante per se (declaraciones o resoluciones recomen
datorias de organizaciones internacionales). Sin embargo, cabe señalar que los compromisos
soft lawfacilitan el acuerdo inicial en ciertas materias de difícil aceptación, fiexibilizan la
apertura de los Estados a aceptar cambios, dinamizan la comprensión científica, promueven
la cooperación y facilitan él desarrollo posterior del hard law en determinada materia ambien
tal internacional, que de haberse intentado alcanzar desde un inicio no se hubiese logrado9*.
La doctrina asigna un significado especial a la repetición del soft law, entendiendo que la
reiteración puede dar lugar a que, con independencia de la fuente formal en la quo se oxpreaa,
pasen a tonor valor do norma consuetudinaria. Tal sería el caso» por qjemplo, de la obligación
de información y consulta antes de iniciar una actividad o iniciativa que puoda causar daño
transfronterizo, que se oncuentra en recomendaciones, resoluciones, actos unilaterales, trata
dos, sentencias arbitrales y judiciales, entre otros63.
53 Estrado Oyualt, Raúl, “Notaa sobre la evolución rocíente dol dorooho ambiental internacional", en Evolución
reciente del derecho ambiental internacional, op, ait., p. 4.
54 Para mayor abundamiento, ver capítulo 6 de otta obra.
56 Dupuy, Picrre-Mario, "Soñ Law and the International law of the ttnvjronment", Michigan Journal of
International law, vol. 12, n* 2 (1991), pp. 424-426.
874
CAPÍTULO 41 - INTRODUCCION A LA PROTECCION INTERNACIONAL CeCmediqÁNÍfflENTt£
Es común que los tratados marco sobre medio ambiente incluyan mecanismos simples •• ?i.s
y flexibles de implementación, perfeccionamiento, actualización y modificación periódica; por
ejemplo, a través de las conferencias de partes. Tal el caso de las Convenciones sobre Cambio
Climático, Diversidad Biológica, Protección de la Capa de Ozono, etc. Este tipo de acuerdos .Lói.j
facilita la entrada en vigor do las actualizaciones mediante protocolos o enmiendas de anexos, •’
en tanto no necesitan de las mismas formalidades requeridas para los tratados marco para su •’;•/'
formulación. Así, por ejemplo, las obligaciones generales pueden ser establecidas en el cuerpo '
del tratado, mientras que el listado detallado de productos o especies regulados está señalado
en anexos que pueden ser fácilmente modificados en virtud de procedimientos flexibles previs
tos en el tratado marco, sin que fuese necesario modificar el cuerpo principal de este último.
Como ejemplo se puede mencionar el Protocolo de Montreal relativo a Sustancias Agotadoras
de la Capa de Ozono (1987), que en su artículo 2, incisos 9 y 10, proporciona los procedimientos
de ajuste por los cuales las partes pueden acordar reducir el uso de ciertos productos químicos
sin tener que recurrir a los procedimientos formales de la enmienda”.
Varios acuerdos multilaterales en materia ambiental se basan en el consenso para ,
A!' adoptar decisiones en sus respectivos ámbitos de aplicación. Sin embargo, en algunos trata
dos, en especial los que establecen órganos rectores con capacidad de adoptar decisiones vin
culantes, aun cuando se ha señalado la conveniencia de alcanzar el consenso, en caso de no
ser ello posible, so ha contemplado la adopción de decisiones por mayoría simple o calificada.
Tal como se prevé en el artículo 2(9)(c) del Protocolo de Montreal relativo a Sustancias Ago
tadoras de la Capa de Ozono, que deja de lado la regla de consenso cuando este no se pueda,
-•
alcanzar y dispone la adopción de la enmienda por una mayoría de dos tercios de las partes
presentes y votantes que representen al menos el 50 % del consumo total por las partes de
las sustancias controladas”.
Otra característica en los tratados multilaterales de medio ambiente es el reconocimiento
de diferentes grados de desarrollo entre los Estados parte. Las diferencias entre Estados de
sarrollados y Estados en desarrollo pueden hacer que un mismo tratado deba dar lugar a
distintos tipos de exigencia en el cumplimiento de sus normas, distintos plazos para el logro de
los objetivos, diferentes vías de financiación, etc.”. Ello se deriva de la aplicación del principie
do las responsabilidades comunes pero diferenciadas introducido por la Declaración do Río do ’
1992. :
En cuanto a su estructura, los tratados sobre medio ambiente suelen contener, en ge-
neral, un preámbulo que enuncia los fundamentos del texto y antecedentes y propósitos del ’
acuerdo, como, por qjemplo, el Convenio de Diversidad Biológica (1992). También suelen incluir .,iw/i
en anexos o incluBO en su propio articulado un detalle o glosario con los términoB técnico» que
so utilizan en el texto del convenio, como también podemos observar en el artíoulo 2 del Conve-
nio do Diversidad Biológica. Los objetivos y fines suelen enunciarse en los primeros artículos,
Drnae do Clóment. Zlata, "FuenUi dol Derecho Internacional del Modlo Ambiento", Academia Nocional do.
66
Derecho y Clónelas Social» do Córdoba, Argentina, doctrina, lección dorecho intarnanonal público, ntep’/z
www.acaderc.ori.ar/doctrlna/artlculoi/Aientee-dol-d0recho-lnternaclonal-doI-inedlo , pp. 6-8. , ,'fl
67 IWd.,p.7. ’ ..
68 IMS.
J
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
para luego detallar los derechos y obligaciones de los Estados parte, ya sea en cláusulas opera
tivas -ejecutables por sí mismas- o bien programáticas -aquellas que requieren de una norma
interna estatal para su ejecución- En la mayoría de los casos se establecen obligaciones de
resultado, permitiendo así que los Estados parte elijan los medios más apropiados para su
cumplimiento, como sucede, por ejemplo, en el artículo 3 de la Convención sobre la Conserva
ción de Especies Migratorias de Animales Salvajes (1979) y en el artículo 8 de la Convención
sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (1973)
(CITES). También se suelen incluir cláusulas que establecen la obligación de las partes de co
operar entro sí y de adoptar las políticas nacionales y Isb normas intemas necesarias para dar
cumplimiento a los fines del tratado, como, por qjemplo, establece el artículo 4 de la Convención
para la Prevención de la Contaminación por Buques (1978) (MARPOL). La estructura de los
convenios se suele completar con cláusulas que establecen instituciones y procedimientos para
el control y cumplimiento de las obligaciones estableadas en los tratados y pata la solución de
controversias entre las partes, y terminan con disposiciones finales usuales relativas a la rati
ficación, las enmiendas, las reservas, la entrada en vigor, la designación del depositario, etc.8’.
61 Proyecto Oabiikouo Nagymaros (Hungrfa/Eslovaquia), CU, Fallo, 25/09/1997, pardg. 145; Plantas de celulosa
enelfílo Uruguay (Argentina c. Uruguay), CIJ, Fallo (fondo), 20/04/2010, parág. 266.
62 Ibfd.
876
CAPÍTULO 41 • INTRODUCCIÓN A LA PROTECCIÓN INTERNACIONAL DEMEDIO AM8IENTF - /
Una primera decisión arbitral fue adoptada en 1893 en el asunto de las focas peleteras
del Pacifico**, en el que se decidió una controversia entre los EE. UU. y el Reino Unido sobre
una presunta sobreexplotación por este último de dichas focas en zonas situadas fuera de la
jurisdicción estatal. Aunque el laudo rechazó el reclamo de los Estados Unidos de proteger a
las focas más allá de su mar territorial de tres millas marinas y de su derecho a interferir en
los asuntos internos de otros Estados para asegurar la distribución de la pesca de focas bajo el
concepto de patrimonio común de la humanidad, sirvió de base para la celebración del tratado
para la conservación de la especie de 1911ra.
La segunda decisión arbitral relevante fue adoptada en 1941, en el asunto de la Fundición
de TraiV9. Cabe recordar, como se vio en el capítulo 16 de esta obra, que el conflicto se prodqjo
con motivo de las emanaciones de grandes cantidades de dióxido sulfúrico de una fúndidón
canadiense de zinc y plomo ubicada en la localidad de Trall, en la antigua Columbia Británica,
y que, en determinadas condiciones atmosféricas, eran arrastradas por el aire más allá de las
fronteras, causando graves daños a los cultivos y a la vegetación en regiones situadas dentro
del territorio estadounidense. En dicha oportunidad, el Tribunal Arbitral sostuvo que, según* 66 67 68 69
05 Ensayos Nucleares (Australia c. Francia), CIJ, Fallo, 20/12/1974, parág. 43 (traducción libra).
66 Anuario de laCDl, 1980, vol n, p. 199.
67 Anuario de la CD1,1986, voL u, p. 118. :
68 Asunto del Mar de Bering (BE.UU. c. Reino Unido), Laudo Arbitral, 16/08/1893, R.I.A.A., vd. xvm, PP- 263-
276.
69 Lalondo, Suzanne, "Bering Sea’ (2010), en Max Planck Encyclopedia ofPublic International Law, http//www.
mpepil.com, párr. 24 y ss.
70 Fundición de Traü (EE. UU. c. Canadá), Laudo Arbitral. 11/03/1941, R.I.A.A, vol. nr. pp. 1961-1965. •:.
LECCIONES DE DERECHO I.VTERNACIOÍUL PÚBLICO
los principios de derecho internacional y el derecho de los EE. UU.71, ningún Estado tiene el
derecho de ubbt o permitir el uso de su territorio de manera tal que las emanaciones de humos
causen un pexjuicio en el territorio de otro Estado o a las propiedades de las personas que allí
se encuentren, siempre que se trate de consecuencias graves y el perjuicio sea demostrado por
pruebas claras y convincentes72.
Esta postura fue reiterada posteriormente por la Corte Internacional de Justicia en el
asunto Canal de Corfú, al decidir que ningún Estado puede utilizar o permitir que se utilice su
territorio para causar daños a los territorios de otros Estados vecinos73 y,
74luego,
* por el Tribunal
Arbitral en el caso del Lago Lanoux, que afirmó que un Estado tiene la obligación de ejercer
sus derechos sin ignorar los derechos de otro Estado’*.
Entre los principales tribunales internacionales permanentes que han tenido oportuni
dad de pronunciarse en materia ambiental, se pueden citar: la Corte Internacional de Justicia,
el Tribunal Internacional de Derecho del Mar, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Finalmente, resulta oportuno mencionar también la doctrina de los principales publi
cistas, que, tanto de manera individual como colectiva, constituye un medio auxiliar para la
determinación de las reglas de derecho, al permitir una mejor interpretación y determinación
del derecho. Al respecto, cabe destacar el aporte del Institut de Droit International (IDI), de
la International Law Association (ILA) y de la Comisión de Derecho Internacional (CDÍ)’6 en
el desarrollo y codificación de las normas internacionales de protección del medio ambiente76.
71 El arUoulo iv del acuerdo de arbitraje euscripto por ambas partai había eitablecldo que el Tribunal debía
aplicar para resolver el asunto la lefialaciday la jurisprudencia seguidas on cosos simil a ros en loe EE. UU.,
72 Millar, Rutad, “Trail flmaltor Arbitrotion" (2010), en Vox Planeé Encycfopadia of Public International Law,
http://www.mpepil.wm.
77 Coibiio, Antonio, International Law, Oxford Univeralty Press, Oxford. 2006, p, 1B8>
78 Sand, Petar, ‘International Envlronmental Law atar Río", S.J.LL., vol. 4, n.* 1 (1998), p. S77.
CAPÍTULO 41 - INTRODUCCION A LA PROTECCION INTERNACIONAL DEL MEM AMBIENTE ' 1
y sustantivo, base sobre la que descansa toda la construcción del sistema jurídico de
internacional del medio ambiente79.* * - *• *. *
Estos principios no han sido enunciados y clasificados de manera uniforme por la doc-S^
trina90. Intentaremos a continuación referirnos a algunos sin intentar clasificarlos» condfió-'Kí
rando la interdependencia que existe entre todos ellos. • ■
prohibición do provocar daño ambiental transfronterizo como límite al «jarcíelo de la soberanía! otros b»
refieren directamente al "principio do no provocar dafto ambiontal transfronterlso" (no Aorm).
RoBolueiones de la Asamblea General 523 (1980), 628 (1952), 837 (1964). I314 (1WB). ^16 (1960) y 2849
82
(1971). ’ A J
89 Lo Convención do Londres (1933), artículo 9(6); la Convcnolón Ramiar (1971), artículo2(8); Acuerdo do
Bosques Tropiceloo (1944), artículo 1; Convonolón do Baalloa do 1989 (preámbulo); Convención Maroo do loo
Nadónos Unida» oobrs Cambio Climático (1992), preámbulo; Convención «obro la Diversidad Biológica (1992),
artículo 18(1). . • , . . ’ •
84 Tripolli, Adriano, ap, cil., p. 69, En el arbitrio do las /bees dd Mar de Bving de 1893 10 rochaaó o! reclamo
do Ion Betadoa Unidos do proteger a las íbeaa mdi allá do su mor territorial do tros millas marinas y do su
derecho a interferir en los asuntos Internos de óires Estados para asegurarla dlstrlbuolófl de la piuca do (boas .»
Estados tienen la reeponeabilldad.de velar por que las actividades realizadas dentro
de su jurisdicción o bajo su control no causen daños al medio ambiente de otros Esta
dos o de las zonas situadas fuera de los límites de la jurisdicción nacional. Todos los
Estados deben cooperar en la elaboración de normas y reglamentaciones internacio
nales on la esfera dal modio ambiente8*.
Este principio ha sido ampliamente aceptado por la práctica de loe Estados y reconocido
por numerosos pronunciamientos arbítralos y judiciales como norma consuetudinaria do de
recho internacional.
En el asunto del Canal de Corfú, la Corte Internacional de Justicia señaló que “todo Es
tado tiene la obligación de no permitir qus su territorio 00a utilizado para finos contrarios a
loa derochos de otros Estados"*4. Este principio general del derecho internacional ya había sido
invocado en tres importantes laudos internacionales: el caso de la lela de Palmas como reglo
general, el caso de laFundición de Trail en materia de contaminación ambiental transfronte
riza y el caso del Lago Lanoux*1 en materia de recursos hídricos compartidos. Precisamente,
en el laudo arbitral en el asunto de la Fundición de Trail se expresó: “Ningún Estado tiene el
derecho de usar o permitir el uso de su territorio en forma tal que el territorio de otro Estado
85. 89
o las personas o propiedades que allí se encuentran sufran daño”88 86 87
Si bien estos fallos no hacen expresa referencia a consideraciones ambientales, contri
buyeron a cristalizar el principio general de que un Estado no puede utilizar su territorio en
detrimento de los derechos de otro Estado. Este principio, en materia ambiental, se tradujo
posteriormente en uno más preciso, el de prohibición del daño ambiental transfronterizo.
Aunque la CIJ no se pronunció sobre este principio en los asuntos relativos a los Ensayos
nucleares (Nueva Zelanda c. Francia; Australia c. Francia), las partes involucradas acordaron
sobre el carácter de derecho internacional consuetudinario del principio 21 de la Declaración
de Estocolmo de 1972 y su integración en el principio 2 de la Declaración de Río de 1992, aun
que sus concepciones fueron divergentes al momento de determinar si en el caso en concreto
había sido violado80.
En la opinión consultiva sobre la Legalidad del uso por los Estados de armas nucleares
en conflictos armados, la CIJ señaló: “La existencia de la obligación general de los Estados de
asegurar que las actividades bajo su jurisdicción o control respeten el medio ambiente de otros
Estados o de las áreas fuera de las jurisdicción nacional es en la actualidad parte del corpus
iuris del derecho internacional relativo al medio ambiente”90. Esta consideración ha sido reite
rada por la CU en el asunto relativo a las Plantas de Celulosa en el Río Uruguay91. 92
En el asunto relativo al Proyecto Gabtíkovo-Nagymaros la CU reconoció la gran impor
tancia del respeto al medio ambiente no solo para los Estados, sino también para toda la hu
manidad".
Cabe señalar también que este principio debe 6er interpretado en concordancia con los
principios de desarrollo sostenible, precaución, prevención y cooperación.
85 Resolución 3281 (XXIX) de la Asamblea Goneral, “Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados”,
12/12/1974.
880
CAPITULO 41 - INTRODUCCIÓN AIA PROTECCIÓN INTERNAPONÁl DEL MEÜIO AMBIENTE
El deber general de cooperar fue reiterado como uno de losjirincipios del derecho interna
cional en la Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional referentes a las Relacio-
nes de Amistad y a la Cooperación entre los Estados”.
En la Declaración de Estocolmo do 1872 se proclamó que las naciones deben emprender
una labor coordinada para preservar y salvaguardar los recursos naturales, en la medida en
quo la protección del medio ambiente afecta al bienestar de los pueblos y al desarrollo econó- '
mico del mundo ontoro’*. La Declaración insta a "los Estados, grandes o pequeños, a oouparaa .
con espíritu de cooperación y en pió do igualdad de las cuestiones internacionales relativas a S,
la protección y mejoramiento del medio. Es indispensable cooperar, medianto acuerdos multl-'ii
laterales o bilaterales o por otros medios apropiados, para controlar, evitar, reducir y eliminar
eficazmente los ofocto» peijudiciales que la actividades quo so realicen en cualquier esfera
puedan tenor para ol medio”*’. También se insta a acelerar el desarrollo mediante la asistencia
financiera y tecnológica”; a que los países desarrollados proporcionen información científica y
conocimientos especializados pertinentes para mitigar la degradación del medio ambiente”,
y a cooperar para el desarrollo del derecho internacional en lo relativo a la responsabilidad y
la indemnización de las víctimas de la contaminación y otros daños ambientales58.
La Declaración de Río reafirma el principio de cooperación en su preámbulo y en varios
principios al expresar que “Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial
para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra"”;
para erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible1”; para pro-
mover un sistema económico internacional favorable al desarrollo eostenible101; para el desa
rrollo legislativo sobre responsabilidad e indemnización por los efectos adversos de los daños
ambientales102, y para evitar la reubicación en otros Estados de actividades y sustancias que
causen degradación ambiental103.
En los acuerdos multilaterales y bilaterales sobre medio ambiente se da aplicación a la
obligación de cooperar, estableciendo mecanismos para compartir información, experiencias,
financiación y recursos científicos. En el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de
Ozono, por ejemplo, se exige una investigación cooperativa y un intercambio de información
entre todos los Estados parte. El Protocolo de Montreal relativo a las Sustancias que Agotan
la Capa de Ozono reconoce a los países en desarrollo un trato permisivo con respecto a deter
minados productos químicos prohibidos o regulados y establece un fondo multilateral para
fomentar la participación de los países en desarrollo1”. De similar manera, la Convención so
bre la Protección de la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas’03, el Convenio Marco de
Cambio Climático108, Ja Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas
de Fauna y Flora Silvestres (CITES)1”, la Convención sobre el Control de los Movimientos
Transfronterizoa de los Desechos Peligrosos y su Eliminación108, la Convención de Naciones
94 Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, Informe de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el medio Humano, Estocolmo, 05 a 16/06/1972, capítulo L
95 Ibíd., principio 24.
96 Ibíd., principio 9. ’
! .I 97 Ibíd., principio 20. '• •.•..<' \:
Unidas sobre Derecho del Mar (art. 197), el Protocolo al Tratado Antartico sobre Protección del
Medio Ambiente (art. 6), entre otros instrumentos, incluyen mecanismos de cooperación para
garantizar la protección del medio ambiente en sus respectivas esferas.
La obligación de cooperar para asegurar la protección de medio ambiente ha sido recono*
cida por la jurisprudencia internacional como norma consuetudinaria. En el asunto relativo al
Proyecto GabÓíkovO’Nagymaros, la CIJ manifestó querías Partes deberían examinar de nuevo
los efectos de la explotación de la central de Gabfíkovo sobre el medio ambiente. En particular,
las Partes deben encontrar una solución satisfactoria en lo que respecta al volumen de agua
a verter en el antiguo cauce del Danubio y en los brazos situados a ambos lados del río”109.
En el asunto relativo a las Plantas de Celulosa en el Río Uruguay, la CIJ resaltó que las
partea habían establecido en el Estatuto de 1975 un mecanismo complejo e innovador, que no
podía ser modificado unilateralmente. Las obligaciones procedimentales de información, no
tificación y negociación establecidas por el Estatuto 6on los medios apropiados para alcanzar
sus objetivos110. Además, la CU expresó que “las partes tienen una obligación legal, bajo el
Estatuto de 1975, de continuar su cooperación a través de la CARU (Comisión Administradora
del Río Uruguay)"111.
En el asunto del Atún de Aleta Azul del Pacífico Sur, el Tribunal Internacional del Dere
cho del Mar resaltó la importancia del principio de cooperación para corregir o directamente
prohibir la inestabilidad provocada por el gerenciamiento unilateral de los recursos marinos e
intereses i eticólas de un Estado112. 113
En el asunto de la Planta Mox, el Tribunal Internacional del Derecho del Mar ordenó a
las partes a que cooperaran y celebraran consultas para intercambiar nueva información so
bre los impactos que podría implicar el funcionamiento de la usina para el mar de Irlanda. El
Tribunal hizo primar el principio de cooperación, manifestando que la obligación de cooperar
constituía, de acuerdo con la parte jai de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Dere
cho del Mar y con el derecho internacional, un principio ihndamentál en materia de prevención
de la contaminación marina118.
El principio de cooperación debe ser aplicado en concordancia con los demás principios de
derecho internacional ambiental.
El principio de prevención está basado en los principios generales de derecho de buena fe,
no abuso del derecho y responsabilidad. Está asentado en la idea de “diligencia debida”114,115
es
decir, la obligación de vigilancia y adopción de previsiones en relación con los bienes y personas
bajo su jurisdicción, a fin de asegurarse de que, en condiciones normales, no causen pezjuicios
tranefronterizos1 ia.
El deber general de prevenir surge del principio internacional de no causar un daño am
biental transfronterizo. Sin embargo, el principio de prevención busca evitar el daño indepen-
do las obligaciones Internuoíonalea. Ver, al respecto, loa dictámenes do la CPJI en loa asuntos Trato de loo
Nacionales Polacos(1982) y Zonas Francas (1932) y la labor de la CDI en loa proyactoa sobro Prevonción
de) Daño Transfronteriso Resultante de Actividades Peligrosas y Asignación de las Pérdidas en Caso do
Producirse Dicho' Daño, Responsabilidad Internacional por las Consecuencias Perjudiciales de Actos No
Prohibidos por el Derecho Internacional, Responsabilidad do los Estados por Hochos Internacionalmenta
llíoitos, y Responsabilidad de laa Organitscionos Internacionales, tratados en los capítulos 15.16 y 17 de esta
obra.
882
El tipo de intensidad de medidas de prevención que debe adoptar un Bqjeto internk¿p<>;*r^®
nal depende del riesgo de la actividad que pretende desarrollar. Entre esas medidas figuran: ‘ W’
poseer un aparato jurídico y material suficiente para asegurar, en circunstancias normales, . ’W|8
que de las actividades desarrolladas en áreas beyo su jurisdicción no surjan daños a otros'»
v 8Hjeto8 internacionales (ello incluye la adopción de medidas legislativas, administrativas
o de otra naturaleza necesarias a ese respecto, la evaluación de impacto ambiental, el otor- '
gamiento de licencias, la participación ciudadana, etc.); hacer uso diligente de ese aparato
según la magnitud de los riesgos previstos; prohibir las actividades ciertamente dañosas
con capacidad para provocar efecto transfronterizo; exigir el uso de tecnologías limpias11’;
monitorear, notificar e intercambiar información sobre el establecimiento de actividades que
podrían causar daño transfronterizo, y tomar medidas para facilitar la asistencia en caso de •
emergencia ambiental. . .t y ‘
El proyecto sobre Prevención del Daño Transfronterizo Resultante de Actividades Peli
grosas, elaborado pór la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, establece •
la obligación de los Estados de adoptar medidas apropiadas para prevenir un daño transfron-
tarizo sensible o, en su caso, minimizar el riesgo, y nos da una pauta del contenido de esa obli- a
gación al establecer las medidas específicas y apropiadas a adoptar a ese respecto1’*.
El objetivo de casi todos los instrumentos internacionales sobre medio ambiente es pre- ;<•
venir el deterioro ambiental. Ello se ve reflejado con claridad en los acuerdos multilaterales
sobre prevención de la contaminación marina, cursos de agua internacionales, de la atmósfera,
objetos espaciales, accidentes nucleares, manejo de desechos peligrosos y la protección de los >’•
recursos vivos. Entre los instrumentos internacionales que enuncian el principio de preven
ción se pueden mencionar la Dodaración de Estocolmo sobre Medio Humano”9, la Convención
sobre Diversidad Biológica120 la Convención
116,121
117122
118123
119* * de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar”1, la
Convención sobre el Control del Movimiento Transfronterizo de los Desechos Peligrosos y su
Eliminación128, el Convenio para la Protección de la Capa de Ozono1”, y la Convención sobre el
Derecho de los Usos de los Cursos de Aguas Internacionales para Fines Distintos de la Nave
gación14*.
El principio de prevención ha sido reconocido como norma consuetudinaria internacional
por la jurisprudencia en el asunto de la Fundición de Trail y en el caso del Canal de Corfú,
mencionados anteriormente.
En el asunto relativo al Proyecto Gabóíhovo-Nagyrnaroe la CIJ se refirió a este principio
al manifestar que "la Corte no pierde de vista que, en el campo de la protección al medio am
biente, la vigilancia y la prevención se imponen en virtud del carácter irreversible de los dañoa
provocados al medio ambiente y de loa límites de los mecanismos do reparación para esto tipo
de daños"’”.
883
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En el cs8o sobre las Plantas de Celulosa en el Río Uruguay, la CIJ expresó que la obliga
ción de preservar el medio acuático y, en particular, prevenir su contaminación adoptando las
medidas apropiadas (obligación establecida en el artículo 41 del Estatuto del Río Uruguay) es
una obligación de actuar con la diligencia debida respecto de todas las actividades que tienen
lugar bajo la jurisdicción y control de cada parte. Se trata de una obligación quo implica no solo
la adopción de las normas y medidas apropiadas, sino también un cierto nivel do vigilancia en
su puesta en ejecución y en el ejercicio del control administrativo aplicable a los operadores
públicos y privados, para salvaguardar los derechos de la otra parte1”,
Este principio es uno de los más controvertidos en la materia, hasta ol punto de quo
parte de la doctrina no lo reconoce como tal, sino como un criterio o enfoque ambiental. Tiene
su origen en un antiguo canon del comportamiento humano, y se corresponde con una visión
renovada de la ancestral concepción de “prudencia” ante lo incierto, lo desconocido. El principio
de precaución se enfrenta con el riesgo incierto, a diferencia del principio de prevención, que
hace frente al riesgo cierto117.
En la Solicitud de examen del caso de los Ensayos nucleares, el juez ad hoc Palmer, en
su opinión disidente, señaló que tanto el principio precautorio como el requerimiento de eva
luación de impacto ambiental debían ser llevados adelante “cuando las actividades pueden
834
CAPÍTULO 41 - INTRODUCCION A LA PROTECCION INTERNACIONAL DEL MEDIO AMBIENTE
tener un efecto significativo en el medio ambiente y recalcó la rápida evolución del principio
precautorio y opinó que podía ser considerado como un principio de derecho internacional
consuetudinario en materia ambiental"181. Por su parte, el juez Weeramantry, también en su
opinión disidente, consideró que el principio precautorio ee estaba convirtlendo en "parte del
dorocho internacional del medio ambiento y aclaró que este principio implicaba la inversión de
la carga do la prueba, debiendo Francia demostrar que la actividad proyectada no provocaría
dafio alguno"1”.
♦l
En el asunto relativo al Proyecto GafcóíAouo-Wagymaros la CIJ reconoció que ambas par
tos eran contestes en la neceeidad de considerar las cuestiones ambientales con seriedad y do (
adoptar las medidas precautorias convenientes181. Sin embargo, no reconoció como principio
general en materia ambiental al principio precautorio, al dudar sobre la existencia de la opino
iuris de la mayoría de los Estados en eso sentido.
El Tribunal Internacional de Derecho del Mar, por eu parte, en el asunto del Atún de Aleta
Azul del Pacífico Sur, expresó que las partes deberían, dentro de sus posibilidades, actuar con
prudencia y precaución e intentar que las medidas de conservación eficaces sean tomadas con
¡a finalidad de no permitir que la población de atún de aleta azul sufra daños graves y, con
siderando que existe incertidumbre científica con relación a las medidas que se deben tomar
para conservar al atún de aleta azul y que las partes no comparten el criterio respecto de si los
medidas de conservación tomadas hasta el presente produjeron una mejora en el estado de la
población del atún en cuestión, estimó que debían tomarse medidas provisionales de urgencia
para preservar los derechos de las partes y evitar un mayor deterioro del eBtado de la población
de atún de aleta azul19*. Aunque el Tribunal no hizo referencia expresa al enfoque precautorio,
sino que solo mencionó que lae partes debían actuar con "prudencia y precaución", en la de
claración colectiva de los magistrados Wolfrum, Caminos, Marotta Rangel, Yanko, Anderson y
Eiriksson, se dejó entrever el enfoque precautorio como fundamento principal de las medidas
ordenadas140136. El
137juez Través, en su opinión separada, manifestó que, al existir falta de certeza
138 139
científica respecto del aumento de la reserva de atún de aleta azul, el Tribunal debía evaluar
la urgencia de las medidas solicitadas a la luz de la prudencia y la precaución, y refirió que
este enfoque podría ser llamado precautorio141.142El juez Laing, en su opinión separada, también
se refirió a la noción de “precaución medioambiental” y concluyó que no es posible, a partir de
los argumentos y materiales presentados sobre su aplicación en las medidas provisionales,
determinar si el derecho internacional consuetudinario reconoce un principio precautorio148.
De manera similar, el Tribunal de Derecho del,Mar trató el tema en el asunto de } a. Planta
Mox al ordenar a las partes a que cooperaran y celebraran consultas para intercambiar nueva
información sobre los impactos que podría implicar el funcionamiento de la usina para el mar
de Irlanda y concibieran medidas para prevenir la contaminación del medio ambiente143. Para
Philippe Sands, esta orden del Tribunal tenía cierto carácter precautorio, pues fue pensada en
consideraciones de “prudencia y precaución"144.
Más allá de su denominación -principio, enfoque o criterio-, lo que resulta más impor
tante para el logro del desarrollo sostenible es establecer su alcance como norma de derecho
internacional. Como se puede observar, el principio de precaución ha sido incorporado en va
rias fuentes convencionales en materia ambiental; sin embargo, parecería que no ha quedado
plenamente demostrado aún su carácter de norma consuetudinaria, a la luz de la reciente
jurisprudencia internacional.
Ufi Informa do la Comisión Mundial sobro el Medio Ambiente y el Desarrollo, Doc. A/RDfi/42/187,11/12/1087.
14S Sindico, Francesco y Qupta, Joyeeta, "Movlng ths Clímata Chango flogims Further Tbroügh í» Kydrogen
ProtecoF, Reuhw ofBuropean Communlty A International Rnulronmental Lau> (fíSClBL), vul. 13, n.a 2 (2004),
p. 177.
147 Los “Objetivos dol Milenio” fueron acordados on la Declaración dol Milenio del año 2000, on ol morco de 1*
Cumbre del Milenio celebrada entre junio y agosto de 2000. La Declaración dol Milenio 08 un documento on
el que los Estados reafirman su fe en las Naciones Unidas y en su Certa, con el objetivo de lograr un mundo
más pacífico, más próspero y más Justo. Entre los objetivos acordados en osta Cumbre so puodon mencionar:
la erradicación de la pobreza; el fomento de la paz; la seguridad y el desarmo; la protocción del ambiente; el
respeto do loa derechos humanos, la democracia y el buen gobierno; La protección de las personas vulnerables;
la atención da las necesidades especiales de África; la reducoión de la injusticia, la desigualdad, el terrorismo
886
CAPÍTULO 41 • INTRODUCCIÓN A PROTECCIÓN INTERNACIONAL DElTiTEDIO AMBIENTE
Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar,
proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En vista
de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente163 164 165 166 167 * * *
164 J
En 1974 Francia no participó en si procedimiento anto la OIA En udío de 1074, luego de la dcotoraoión de la
CIJ do lee medido» conservatorio», pero con anterioridad ol fallo sobre el fondo del asunto, Francia doolard
unilatoralmento quo interrumpiría loa ensayos nuclear®» en la atmósfera. La CIJ decidió que tal declaración
tenía consecuencias sobre la demanda de Nueva Zelanda, deviniendo el proco»o en abstracto. No obstanto, la
CIJ previendo la posible reanudación do loe ensayos nucleares atmoifórícoi franoiío», estableció en el párrafo
63 que podría examinarse nuevamente la situación. Eniqyos Nuclearia (Nueva Zelanda c. Francia), CU,
Fallo, 20/12/1974, doo. cit, parág. 63.
mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los paí
ses desarrollados reconocen la responsabilidad que Ies cabe en la búsqueda interna
cional del desarrollo sostonible, en víbU de las prosioneB quo bus sociedades qjoroen
en ol medio ambiento mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de quo
disponen.
Este principio procura redistribuir Iob costos sociales y ambientales del desarrollo, per
mitiendo que los Estados desarrollados asuman tales costos en proporción al progreso logrado.
Se pueden distinguir dos elementos esenciales: la responsabilidad común de los Estados
de proteger el ambiente o parte de este a nivel nacional, regional o global y la necesidad de
tener en cuenta diversas circunstancias tales como la manera en que cada Estado contribuyó
con la creación del problema ambiental y su capacidad para reducirlo o controlarlo.
La idea de las responsabilidades diferenciadas se manifiesta en los diferentes estándares
internacionales establecidos en varios acuerdos internacionales, como en el Protocolo de Mon-
treal relativo a las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono (1987)1®1; la Convención Marco
sobre Cambio Climático -que hace referencia al principio de responsabilidades comunes pero
diferenciadas-182; el anexo al Protocolo de Kyoto -que cuantiflca la reducción de emisiones solo
a Estados desarrollados o con economías en transición-, y el Convenio de Rotterdam sobre el
Procedimiento de Consentimiento Fundado Previo Aplicable a Ciertos Plaguicidas y Productos
Químicos Peligrosos Objeto de Comercio Internacional (1998).
161 Artículo 6.
162 Preámbulo y artículos 3(1), 3(2) y 4(7).
168 Sanda, Philippe, Principies of International Environmental Law, Cambridge University Press. Cambridge, 2.’
edic., 2004. p. 208.
(...1 en el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información
sobre el medio ambiento de que dispongan las autoridades públicas, incluida la infor
mación sobre los materiales y las actividades que encien-an peligro en sus comunida
des, a6Í como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones.
Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización de la población poniendo
la información a disposición de todos.
889
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
3. Las consultas entre Estados en el marco de ciertas actividades específicas, para brin
dar información a aquellos Estados que posiblemente se vean afectados por dicha \
actividad174. Dentro de esta figura, encontramos al consentimiento informado previo,
mecanismo generalmente previsto para el movimiento transfronterizo de residuos
peligrosos175.
4. La notificación de situaciones de emergencia provocadas por un Estado a aquellos
Estados que pueden verse seriamente afectados por los accidentes ocurridos en su
territorio o fuera de su jurisdicción17®.
6. El monitoreo, inspección o verificación de las tendencias de los Estados con relación
a au ambiente y del cumplimiento de las obligaciones que han asumido a nivel con
vencional177.
6. El acceso a la información, entendido como deber de brindar información ambiental y
como un derecho a solicitarla178.
7. La educación pública ambiental a cargo del Estado, que debe promoverla, mejorarla
y darla a publicidad17®. £
8. El ecoetiquetado150.
La jurisprudencia también ha considerado este principio. Por ejemplo, en el caso de la
Planta Mox, el Tribunal Internacional de Derecho del Mar ordenó a la partes cooperar y cele
brar consultas para intercambiar nueva información sobre los impactos que podría implicar el
funcionamiento de la usina para el mar de Irlanda181.
En el asunto relativo a las Plantas de Celulosa en el Río Uruguay, la CIJ observó que la
obligación del Estado -estipulada en el artículo 7 del Estatuto del Río Uruguay- de informar
a la CARU sobre el inicio de una actividad prevista constituye la primera etapa de todo el
mecanismo procesal que permite a ambas partes alcanzar el objetivo del Estatuto dé 1975, el
óptimo y racional aprovechamiento del río Uruguay183. En opinión de la Corte, la obligación j
de informar a la CARU permite iniciar la cooperación necesaria entre las partes para cumplir
con la obligación de prevención188. La Corte también observó que la información que se le debe v
proporcionar a la CARU dobe permitirle a esta determinar con rapidez y en forma preliminar
si el proyecto podría causar un perjuicio sensible a la otra parte184. Con relación a la obligación 7
de la parte interesada de notificar sus proyectos a la otra parte a través de la misma Comisión,
la Corte señaló que esta notificación tiene por objeto crear las condiciones para una coopera-
ción exitosa entre las partes, permitiéndoles evaluar los impactos del proyecto en el río sobre la
base de la información completa posible y, si íbera necesario, negociar los ajustes pertinentes
para evitar el perjuicio eventual que podría causar18®. La CIJ concluyó que Uruguay no había
cumplido con las obligaciones que impone el artículo 7 del Estatuto al no informar a la CARU
174 Por templo, la Convección sobre Derecho del Mar de 1982, artículos 165(2Xc) y 169(1). y el Estatuto del Río
Uruguay do 1976.
175 Convención de Basilea (1989), artículo 6(2).
176 La Declaración de Río lo contempla en el principio 16; la Convención do las Nociones Unidas sobre ol Dorocho
dol Mar (1982), en ol artículo 198; la Convención do Basilos (1989), an al artículo 13(1), y la Convonción eobro
Divaxaidad Biológica (1992), en el artículo 14(lXdX
177 Técnica regulada, entre otree, en la Oonvenclón eobro Derecho dol Mar da 1082, artículo 204(1) y (2); en lo '
Convenoión Marco sobro Oamblo Climfltioo, artículo 4<l)(oX y en la Convenolón cobre Divereldad Biológica,
Medio Marino dal Atlántico dol Nordeste (OSPAR) de 1992, artíoulo 9, y en la Convención A trihue de 1998,
artículos 4(1) y 9.
179 Así lo contempla el principio 10 de la Declaración do Río; el artículo 6 de la Convención Aarthus; ol artículo 9.8
del Protocolo de Montreal (1978), y ol artículo 28(l)(a) del Protocolo do Bioeeguridad (2000) do la Convención
de Diversidad Biológica. j
180 Por templo, ol Protocolo de Bioeeguridad (2000) prevé práctlcai de identificación do loo organismos
genéticamente modificados, artículo 18(8).
ftQA
CAPÍTULO 41 - INTRODUCCIÓN ALA PROTECCIÓHIMTERWAQONÁL DEL MEDIO AMBIEMTE
acerca de las obras previstas y al considerar que la notificación a la Argentina respecto.de loa
estudios de impacto ambiental correspondientes a las plantas de celulosa no había tónicoÍu|§k¡
gar a través dé la CARU -pues lo hizo a través de las empresas involucradas o de otras fueiitéi)Wí$
no gubernamentales- y que Uruguay transmitió esos estudios a la Argentina después de hnwfSJffi
otorgado las autorizaciones ambientales iniciales a las empresas en cuestión.
A•i-’
186 Brunrtóe, Jutta, "Envlronmont, Multilateral AgraomcnW (2012), en Max Planck Encycloptdla of Public
International Laui, http://www.mp6pll.com, párr. 43 y se. -
187 Boyoriln, Ulrioh y Stoutenburg, Jeany Oróte, “Envlronraont, International Prótoctlon" (2012), en Max Planck
Enciclopedia ofPublic International Laui, httpV/www.ropapil.com, párr. 77. y
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
y controlar plagas y otros factores nocivos en el río y eus áreas de influencias (art. 30), e incluso
considerar toda controversia que 6o suscito entre las partes con relación al río (artículo 68).
(...1 la CARU juega un rol central en el Estatuto de 1975, de manera que su papel
no puede ser reducido a un mero mecanismo facultativo disponible que las Partes
pueden optar entre usarlo o dejarlo de lado, a su antojo i...) debido a la amplitud y
diversidad de fondones que le han asignado a la CARU, las Partes quisieron hacer
de esta organización internacional un componente central en el cumplimiento de sus
obligaciones do cooperar, establecidas en el Estatuto de 1975IM.
Merece ser destacada también la labor del Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), órgano subsidiario de la Asamblea General con sede en la ciudad de
Nairobi (Kenia), como principal instrumento catalizador de la cooperación internacional en
la esfera del medio ambiente. El PNUMA tiene también por miGión evaluar el estado del me
dio ambiente mundial; promover los conocimientos científicos y la información sobre ol medio
ambiente; trazar las' directrices generales para la coordinación y la dirección de loa programas
relativos al medio ambiente de las Naciones Unidas, y constituir un foro natural donde crear
consenso y forjar acuerdos internacionales, entre otras funciones. Además, algunos acuerdos
multilaterales sobre medio ambiente designan al PNUMA como Secretaría del tratado y le
asignan facultades para el control y seguimiento del mecanismo de protección del medio am
biente, acordado en el mismo tratado.
El órgano rector del PNUMA es su Consejo de Administración, integrado por cincuenta
y ocho paíseB, el cual se reúne todos los años. Los programas del PNUMA son financiados por el
Fondo de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que recibe contribuciones voluntarias
de los Gobiernos, complementadas por fondos fiduciarios y pequeñas asignaciones del presu
puesto ordinario de Naciones Unidas. La Secretaría y la Junta de Coordinación completan la
estructura institucional del PNUMA.
Numerosos tratados prevén la realización de periódicas conferencias de las partes y la
creación de comités, comisiones, secretarías, sistemas de financiación, sistemas de solución de
controversias, entre otros mecanismos de implementacióh, ejecución y control de acuerdos. Los
países en desarrollo pueden tener dificultad para participar plenamente en tantos costosos
encuentros, organismos y órganos. Por ello, se ha sugerido que convendría acordar un accionar
189 190
coordinado188 de sistemas conexos y la unificación funcional de los convenios multilaterales
con áreas comunes (por ejemplo, cambio climático, capa de ozono, diversidad biológica) para
descongestionar la gran cantidad de mecanismos independientes existentes a la fecha180.
188 Plantas de Celulosa en el Río Uruguay, doc. cit. (fondo), parágs. 91-93.
189 De conformidad con el artículo 8 de la Convención sobre la Lucha contra la Desertificación, las partee se
comprometen a alentar la coordinación de las actividades que se lleven a cabo con arreglo a esa Convención
con otros acuerdos internacionales pertinentes de los que 8oan parte, en particular, la Convención Marco
de las Naciones Unidas sobro el Cambio Climático y la Convención sobro la Diversidad Biológica, con el
fin de obtener la6 mayores ventajas posibles de las actividades que se realicen en virtud de cada acuerdo,
evitando al mismo tiempo la duplicación de esfuerzos. Las partes se comprometen a fomentar la ejecución
de programas conjuntos, sobre todo en materia de investigación, capacitación, observación sistemática y
reunión e intercambio de información, en la medida en que dichas actividades puedan contribuir a alcanzar
los objetivos de los acuerdos sinérgicos. Además, agrega que las disposiciones de la Convención no afectarán
los derechos y obligaciones que incumban a las partes en virtud de los acuerdos bilaterales, regionales o
internacionales que hayan concertado con anterioridad a la entrada en vigor para ellas de la Convención.
190 Drnas de Clément» Zlata, op. cit. (“Fuentes del Derecho Internacional del Medio Ambiente"), pp. 8-9.
892
___________________ CAPITULO 41-INTRODUCCIÓhAlA PROTECCIÓN INTERNACIONAL DEL MECIO AMBIENTE ’ '
está basado en el principio de notificación y consentimiento previo entre los Estados parte y
en virtud del cual cada parte que sospeche de una violación a la Convención debe informar a
la Secretaría y a la otra parte infractora. Otros acuerdos multilaterales ambientales otorgan a
determinados Estados funciones de supervisión. Tal el caso de la Convención de Naciones Uni
das sobre Derecho del Mar, que en su artículo 218 establece que, cuando un buque se encuentre
voluntariamente en un puerto o en una instalación terminal costa afuera de un Estado, ese
Estado podré realizar investigaciones y, si laB pruebas lo justifican, iniciar procedimientos
respecto de cualquier descarga procedente del buque en violación de las reglas y estándares
internacionales1”.
Entre los procedimientos que aseguran el cumplimiento y la efectiva aplicación de las
normas internacionales de protección del medio ambiente se encuentran también los métodos
de solución pacífica de las controversias entre Estados, relativas al medio ambiente.
Entro las vías diplomáticas o políticas para rosolvor talos controversias se pueden dis
tinguir la negociación directa entré las partes, la intervención de un tercero a través de loe
buenos oficios, la mediación, la investigación de los hechos y la conciliación. En lo que hace a
los medios jurisdiccionales, estos comportan tanto el recurso al arbitraje como a un tribunal
internacional institucionalizado”4.
La mayoría de los convenios multilaterales sobre medio ambiente admiten el recurso a
alguno o algunos de los medios políticos y jurisdiccionales para resolver las eventuales contro
versias entre las partes y, en varios casos, una combinación de dichos medios. Así se establece
en el artículo 11 del Convenio para la Protección de la Capa de Ozono, en el artículo 14 de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en el artículo 20 de la Con
vención de Basilea sobre Movimiento Transfronterizo de Desechos Peligrosos, en el artículo 18
de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora
Silvestres (CITES) y en el artículo 27 del Convenio sobre Diversidad Biológica, entre otros.
Muchas disputas medioambientales entre Estados han sido presentadas ante tribunales
arbitrales ad hoc (el asunto de la Focas peleteras del Pacífico, el asunto de la Fundición de Trail
y el caso del Lago Lanoux). La Corte Permanente de Arbitraje, por su parte, tiene reglas espe
ciales para laB controversias relativas a los recursos naturales o al medio ambiente, las “reglas
opcionales do arbitraje de controversias relativas a los rocureoB naturales y/o al modioam-
biente ds 2001”. El arbitraje también se ha convertido en el foro preferido para la resolución de
disputas vinculadas al medio ambiente bajo la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho
del Mar de 1982 (casos del Atún de Aleta Azul del Pacífico Sur y de la Planta Mox).
Aun cuando la mayoría de los acuerdos multilaterales sobre medio ambiente contienen
provisiones que contemplan el recurso ante la Corte Internacional de Justicia para la reso
lución de disputas relativas a la interpretación o aplicación de sus textos, cabe señalar que
en la Carta de las Naciones Unidas y en el Estatuto de la CU se reconoce la competencia del
tribunal para decidir las controversias que les sean sometidas, incluso las relativas al medio
ambiente y a todos los asuntos especialmente previstos en la Carta o en los tratados y conve
nios vigentes. Más aún, la Agenda 21, adoptada en la Conferencia de Río de 1992, recomienda
a los Estados el recurso a la CU para resolver las controversias sobro medio ambiente.
En concordancia con el desarrollo histérico-normativo, la temática do la protección am
biental ingresó tímidamente en la CIJ a partir de la década del setenta a través do las me-
moriaB presentadas por Nueva Zelanda y Australia en los casos de los Ensayos nucleares.
Recién dos décadas más tarde, en 1997, la CIJ se hizo eco del desarrollo progresivo del derecho
internacional ambiental, roconoclondo y desarrollando algunas de sus instituciones en su fa
llo sobre ol asunto relativo al Proyecto Oablíkovo-Nagymaros. Con anterioridad, en 1993, la
CIJ había establecido una sala especial, integrada por siete miembros, para conocer en todos
los asuntos relacionados con el medio ambiento, la que en la práctica jamás intervino en caso
alguno, inactividad que demuestra las reticencias de los Estados para someter un
obligatorio por cuestiones ambientales ante ella1”.
En efecto, los Estados han sido bastante reacios a utilizar el recurso a los tribunales para ’'ÍWS
resolver conflictos relativos al medio ambiente. Incluso en los casos de accidentes medioam- ’
bientales, en los que los hechos eran claros, tales como Chemobyl o Sandoz, los Estados han '"-y?’
preferido recurrir a las negociaciones antes que al recurso judicial.
A pesar de ello, la CU ha tenido oportunidad de conocer varios asuntos concernientes'a •
la protección del medio ambiente desde su creación: los casos ya citados de los Ensayos nu-
oleares, la opinión consultiva sobre la Legalidad de la amenaza o el uso de armas nucleares,
el caso Gabttkovo-Nagymaros, el asunto relativo a las Plantas de Celulosa en el Río Uruguay, '*• .
así como los dos casos entre CoBta Rica y Nicaragua por las actividades en la zona fronteriza
del río San Juan que frieron acumulados por la CU en 2013, en 106 cuales se indicaron medí-
das provisionales1”. Asimismo, se encuentran on la CU otros asuntos pendientes de trámite
en los que se invocaron cuestiones sobre medio ambiente. El caso específicamente ambiental
producto de una demanda interpuesta por Ecuador en 2008 contra Colombia por aspersiones
aéreas realizadas con herbicidas químicos en la zona fronteriza fue finalmente desistido, dado
que las partes llegaron a un arreglo extrajudicial197.
Como se puede observar, la diversidad de mecanismos de protección internacional del me
dio ambiente es amplia y depende principalmente de las necesidades y características propias
de la actividad, espacio o recurso natural involucrado, pero la mayoría de los procedimientos
tienden a garantizar métodos flexibles basados en la cooperación y la asistencia multilateral
entre la partes.
197 rciones aéreas con herbicidas (Eouador o. Colombia), CU, Providencia, 13/09/2013 (so remuevo el oaio de
a
ita de la Corte por desistimiento). Según se Informó on el Comunicado da prensa de la 01J (N“ 2013/90,
O
5
Capítulo 42
Nacionalidad, asilo y refugio
Mario Oyarzábal
1. Nacionalidad: concepto
Podría afirmarse, a modo de aproximación al tema, que la nacionalidad de una persona
(física o jurídica) es su cualidad de miembro de un determinado Estado.
1 Nottebohm (segunda fase) (Licchtenstein c. Guatemala), CU, Fallo, 06/04/1955. CIJ Recueil 1955, p. 23 ‘
(traducción libre). x
2 Propuesta de modificación a la Constitución Política de Costa Pica relacionada con la naturalización, Opinión
Consultiva, OC-4/84. Corte IDH, 11/01/1984, parág. 33. ’ ..
3 Ibíd., parág. 34. . . .■J.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
mal4.5Se
& trata de crear intencionalmente nacionalidades para fine6 jurídico-técnicos determinados
del derecho interno del Estado. En núestro país, la Constitución Nacional considera argentino a los
efectos de su elegibilidad para el cargo de presidente de la Nación al hijo de argentino nativo
nacido en territorio extranjero (art. 89), sin que quede por ello investido de la nacionalidad
argentina, ya que formalmente sigue siendo extranjero®.
2. Nacionalidad y ciudadanía
La nacionalidad puede diferenciarse de la ciudadanía, entendida esta última como titu
laridad de los derechos políticos®. Por lo general, la ciudadanía se adquiere cuando la persona
llega a la mayoría de edad, momento en el que se le reconoce el derecho a voto7 y la posibilidad
10 como algunos deberes8. Gene
de ser electa para ocupar la mayoría de los cargos políticos8,9así
ralizando, los ciudadanos de un Estado son nacionales, pero no a la inversa.
En nuestro país el argentino que se naturaliza en el extranjero pierde el ejercicio de la
ciudadanía, pero no su condición de nacional (art. 8, Ley 346, llamada “Ley de Ciudadanía y
Naturalización*18). Asimismo, el extranjero residente en forma efectiva y permanente dentro
del territorio argentino goza de ciertos derechos políticos, como el de votar en las elecciones
municipales en la .Ciudad de Buenos Aires y varias provincias. Es decir que tiene el derecho
(aunque limitado) de ciudadanía sin ser nacional del país.
Ahora bien, desde el punto de vista del derecho de gentes, la nacionalidad presenta
una conformación unitaria, careciendo de significación toda distinción que el derecho interno
establezca entre nacionales ciudadanos y no ciudadanos. La única distinción jurídica que
interesa en el plano internacional es entre los nacionales y los extranjeros11. Ello, sumado al
hecho de que normalmente la adquisición de una nacionalidad conlleva la de la ciudadanía,
explica que los instrumentes y la doctrina internacional, además de numerosas legislaciones
internas, empleen los términos nacionalidad (nationality) y ciudadanía (.citizenship) indis
tintamente.
La propia Constitución Nacional argentina emplea ambos términos como sinónimos en
los artículos 20 y 21 que no fueron objeto de la reforma constitucional de 1994 -de acuerdo con
lo establecido en la ley declarativa de la reforma-; a diferencia del actual artículo 75, inciso 12
4 Vor Brownlio, Ian, Principies ofPublic International Lato, Oxford University Presa, Oxford, 6.a odio., 1998, pp.
410 y 411. Vor la crítica do la concepción “funcional" en Do Castro y Bravo, Federico, "La natlonaliU, la doubl®
desconocida en otroa paíaoa (Rezok, José Francisco, “Le droit International de la nationalitó*, R.C.A.D.I., vol.
198 [1986], pp. 344 y 346). Tiene su origen en la fórmula concebida por el argontino Caray para dar respuesta
& las preocupaciones y problemas derivados dol fanómono do la inmigración masiva de europeos hada América
dol Sur, principalmente a la Argentina, on la segunda mitad dol siglo xix. Caray condbió la nacionalidad como
un bocho natural, indepondhnto do la voluntad do la poreona, que la adquiere con el nacimiento y no la pierde
sino con la muerto. La ciudadanía, en cambio, ai ol conjunto do los derechos políticos, so la puede adquirir
y porder, y so le debo reconocor a toda persona que se establece y trabaja por un período más o monoa largo
de tiempo en un país determinado (Garay, Juan Carlos, “La ciudadanía automática”, Rcuista Argentina de
Derecho Internacional, enero-marzo, 1922, p. 264 y ee.).
7 En la República Argentina, a partir de la sanción de la Ley 26.774, loe dcrochos políticos se gozan desde loe 16
aflos, es decir, dos años anteB de adquirir la mayoría da edad, en el caso de los argentinos nativos y por opción,
conforme a la Constitución y a las leyes de la República.
8 Por ejemplo, el artículo 48 de la CN ostablece quo “para ser diputado so roquiore haber cumplido la edad de
veinticinco años, tener cuatro aflos do ciudadanía en ejercicio, y ser natural de la provincia que lo elija, o con
dos aflos de residencia inmediata on ella".
9 Por qjemplo, el artfoulo 21 de la CN dispone que "todo ciudadano argentino ostá obligado a armarse en defonsa
do la Patria y do esta Constitución, conformo a las leyes quo al afecto dicte el Congreso y a loa decretos del
Etfeoutivo Nacional. Loa oiudadanos por noturallaación son libro» do prostar o no osto servido por ol término
de diez aflos contados desde ol día on quo obtengan su carta do oíudadanía".
10 La Lty 348 ha «Ido rsfbrmnda por los loyos 16.081,20.835, 24.533 y 26.774.
(anterior art. 87, inc, 22), en que la referencia a “ciudadanía” se reemplazó por “nacionalidad”, ;
ajustando la terminología a la aludida distinción. El mismo desajuste se observa en la norma- > ‘
tiva infraconstitucional. , ?.
18 Ver, en genorol, Oyartíbol, Mario J. A.,La nacionalidad argentina - Un estudio dude la piripiclhia del
dtrte>u>inltmaolonalpMleo,dtldfHi¡holMmadonalpríwdoydtldortohiiinttrnoargtntlno,conKnHnclai. .
al doncho dt la InttgracUn, La Ley, Bueno» Airee, 2001.
LECCIONES.DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Jé suspende el ejercicio de sub derechos políticos en ia República, como ocurre con los que se
naturalizan en el exterior a tenor delartículo 8 de la Ley 34613. 14 15
La nacionalidad argentina se baBa predominantemente en el hecho del nacimiento de la
persona dentro del territorio nacional (principio de nacionalidad natural: art, 75, inc. 12, CN;
art. 1, inc. 1.a, Ley 346), por lo que alcanza a los nacidos en las Islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich del Sur; aunque, en este caso, la nacionalidad argentina no podrá ser invocada
frente al Reino Unido y factiblemente tampoco frente a otroB Estados que no reconozcan los de
rechos soberanos de la RepúblicaArgentina sobre las islas1'. También son argentinos los nacidos
en la Antártida, en el sector reivindicado por nuestro país con anterioridad a 1059,9. El princi
pio deljus soli se extionde a los buques (y aeronaves) de guerra de la República donde quiera
que se encuentren (art, 1, inc. l.b, Ley 346) y a los naoidos en altü mar o en zona internacional
y en sus respectivos espacios aéreos bajo pabellón argentino (art. 1, inc. l.c). Por otra parte, la
extensión del principio del jus soli a las representaciones diplomáticas y consulares argentinas
en el exterior (art. 1, inc. l.b, Ley 346) se basa en la concepción errónea ya superada de que las
legaciones son parte integrante del territorio nacional. La excepción al principio del jus soli
aparece dada por los hijos de agentes diplomáticos y consulares extranjeros nacidos en Argen
tina (art. 1, inc. 1.a, Ley 346), artículo este declarativo de úna norma largamente establecida y
generalmente aceptada de derecho internacional. La presunción de orden social que Bubyace a
esta norma es que los hijos de los agentes extranjeros tendrán con seguridad la nacionalidad
de sus padres, asociada a la función pública que desempeñan.
La nacionalidad argentina derivada de la descendencia de un nacional (jus sanguinis) se
da en el caso de los hijos de funcionarios argentinos (Ley 20.957 del Servicio Exterior de la Na
ción; art. 1, inc. l.d, Ley 346), o de argentinos empleados en organizaciones internacionales de
las cuales la República es EBtado miembro (Ley 17.692; art. 1, inc. l.d, Ley 346) cuando nazcan
en el extranjero en ocasión de la prestación de servicios de los padres. También en el caso de
hijos de padre o madre argentinos nativoB o por opción que, habiendo nacido en el extranjero,
optaren por la nacionalidad argentina (art. 75, inc. 12, CN despuéB do la reforma do 1994; art.
l,inc. 2, Ley 346; Ley 16.569 sobre nacionalidad de loe hijos de argentinos nacidos en el extran
jero durante el exilio de bus padres). Optar por la nacionalidad argentina es un derecho quo
tiene todo hijo de argentino, condicionado únicamente a la acreditación del vínculo y sin que
pueda exigírsele ninguno de los requisitos insoslayables para la naturalización.
Finalmente, la nacionalidad argentina se puede adquirir por naturalización (art, 20, CN).
La condición es la residencia de la persona en el país por dos años continuos inmediatos; la au
toridad puede acortar ese término a favor de quien lo solicite probando servicios a la República
(art. 2, Ley 346; art. 3, Dec. 3.213/1984, que establece el régimen reglamentario en materia de
nacionalidad y ciudadanía). También podrá obtener la naturalización cualquiera sea el tiempo
de su residencia en el país quien tenga cónyuge o hijo argentino nativo (art. 2, inc. 2.7, Ley
346; art, 3 inc. f, Dec. 3.213/1984). Además, el interesado debe probar ante el juez federal su
buena conducta anterior y tener ocupación o medios de subsistencia honestos (art. 3, párr. 3,
ines. “a” a "c", Dec. 3.213/1984) y saber expresarse inteligiblemente en idioma castellano (art.
10, inc. e), Dec. S/N del 19 de diciembre de 1931). Por la naturalización, el extranjero adquiere
la nacionalidady la ciudadanía argentinas.
4. Pérdida de la nacionalidad
Así como el Estado es libre para la atribución de la nacionalidad, lo es para determinar bu
pérdida o cancelación. Los dos casos más frecuentes en el derecho comparado son la adquisi
ción voluntaria de otra nacionalidad y la perpetración de actos de traición o deslealtad contra
13 Oyarzábal, Mario J. A., "Doble nacionalidad y ciudadanía: el artículo 8 de la ley 346 y la suspensión de loe
derechos políticos de los naturalizados en paf6 extranjero", L.L., 2003-F, p. 1158 y ss.
14 Ver Travieso, Juan Antonio. “La nacionalidad en el dorecho internacional (Notas sobre la nacionalidad de los
habitantes de las lelas Malvinas)8, J.A., 1986-1, p. 703 y ss.
15 Pinto, Ménica, “La ley argentina de nacionalidad", Anuario de Derecho Internacional Público, Instituto de
Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho y Cienciaa Sociales, UBA, vol. 1 (1881), pp. 78-79.
900
7—
CAPITULO 42 * NACIONALIDAD, ASILO Y F|EFUGI0
el Estado por parte de loe naturalizados. El único principio general del derecho internacional : r ;
en este punto es que el Estado no puede privar a un individuo de su nacionalidad arbitraria- **:V
mente1*.
La nacionalidad argentina nativa no puede perderse; y ninguna ley puede establecer cau-. ’ ‘ 3
sales de privación o de pérdida de aquella nacionalidad, ya que surge por aplicación directa y
operativa de la Constitución Nacional. Por la misma razón, no es posible admitir la renuncia
de la nacionalidad nativa, ya que equivaldría a consagrar una causal de pérdida de aquella ' -
nacionalidad, lo que sería inconstitucional. Así lo ha interpretado la doctrina y lo confirma
pacíflcomonto la jurisprudencia17.
En cambio, sí os revocable la nacionalidad obtenida por naturalización, por causales ra
zonablemente previstas en la ley, como, por qjemplo, si fue obtenida por fraude11; pero no ess’ ,
renundablo por ol interesado, ya que la legislación no lo prevé”.
4
5. Efectos de la nacionalidad en el orden internacional
Debe distinguirse entre los efectos jurídicos de la nacionalidad en el orden interno y sus
efectos en el orden internacional. En el caso Nottebohm, la Corte Internacional de Justicia ob
servó que “la nacionalidad tiene sus efectos más inmediatos, más amplios y, para la mayoría de
las personas, los únicos, dentro del orden jurídico del Estado que la ha concedido”80. Los efectos
de derecho interno se refieren al ejercicio de los derechos públicos y privados y, en especial, el
derecho de vivir en el territorio nacional y todos los derechos políticos, civiles, sociales y labo
rales, incluidas las cargas públicas, como el servicio militar.
Ahora bien, la nacionalidad otorgada a un individuo por el Estado es también la condi
ción para que se produzcan los efectos jurídicos reconocidos por el derecho internacional, v.
gr., para que el Estado tenga derecho a ejercer protección diplomática contra otro Estado, o
para que una persona goce de derechos reconocidos convencionalmente, incluidos el do resi
dencia y libre circulación de trabajadores en un ámbito integrado como la Unión Europea o el
MERCOSUR. Otro efecto de la nacionalidad en el orden internacional consiste en la prohibi
ción de expulsar a los nacionales y, por añadidura, la obligación de recibir a sus nacionales en
toda circunstancia.
Para que la nacionalidad atribuida por un derecho interno surta sus efectos en el plano
internacional, generalmente se reconoce que debe tratarse de una nacionalidad “genuina* ma
nifestada por la existencia de un "vínculo efectivop (efíeetive link) entre una persona y el Estado
de su nacionalidad.
Zaffaroni), CSJN, Fallos 330:1436 (con comentarios de Oyarzábal, Mario J. A., en J.A., vol, 2008-1, fase. 11,
p. 20 y si.; y da Rúa, María Isabel, en La Lay, 2008-E-698/701). Ver en doctrina. Bidart Campos, Germán.
"La perdida de la nacionalidad argentina nativa ea inconstitucional". £.D., t. 84*895, enmantando la Ley
21.795 de ciudadanía y nacionalidad, aprobada por el ultimo Gobierno militar que sustituyó la Ley 848 y
que estableció diversas causales do pérdida de la nacionalidad. De todos modos, la Ley 21.795 fue derogada
con ol advenimiento de la democracia por la Ley 23.059, quo restituyó la vigencia de la Ley 340 y dejó sin
efecto todas las cancelaciones de nacionalidad operadas en virtud de la ley de facto. Para una interpretación
alternativa, ver Oyarzábal, Mario J. A., “¿Se puede renunciar a la ciudadanía argentina para adquirir una
nacionalidad extrajera? (comentario al fallo de la Cámara Nacional Electoral en autos *S., C. D. y otro',
descartar toda posibilidad do renunciar a la nacionalidad por los naturalizados, aunque no elabora cuál sería
el fundamento jurídico de esa prohibición, es decir, si sería inconstitucional una loy que lo habilitara.
Un Estado no puede pretender que las reglas que ha establecido sean susceptibles
de reconocimiento por otro Estado a menos que haya actuado de conformidad con el
objetivo general de hacer concordar el vínculo jurídico de nacionalidad con una co
nexión genuina del individuo con el Estado que asume la defensa de sus ciudadanos
por medio de la protección contra otros Estados”.
La Corte indicó algunas razones que han sido consideradas como estableciendo una co
nexión de hecho relativamente estrecha entre una persona y el Estado de su nacionalidad:
21 Ibíd., p. 28.
22 Ibíd., p. 22. Un precedente importante en este tema en el ámbito latinoamericano es ol caso Cañavere entro
Perú o Italia, docídído por un tribunal arbitral de la Corte Permanente do Arbitraje el 03/05/1912, fíJ.AA.,
vol. xi, p. 397. El Tribuna! sostuvo que ol jues debo buscar la nacionalidad activa o do hscho dol íntorceado
y, para ello, debe tomar en consideración el conjunto de circunstancias de hecho -conducta personal dol
interesado, domicilio o residencia habitual, lugar de trabajo, idioma utilieado, nacionalidad de la esposa,
prestación del servicio militar, ote.- que permitan determinar la nacionalidad real y ofoctiva.
23 Este era preoisamento el problema on el cobo Noittbohm, quo había perdido su nacionalidad alomara como
consecuencia do su naturalisaolón on Liochtenetain en 1889.
24 Ver la deoletón de la Comisión do ConoÜíación Italiano-Norteamericana on ol oaso Flagtnheimer, vol,
36 (1058-1), pp. 91 y 147-151, en la quo so consideró que una poreona quo tiene una sola nacionalidad no puedo
ser privada do) derecho a apoyarse en ella contra otro Estado, por la ratón do que no tiene un vínculo efectivo
con el Estado do eu nacionalidad, sino solo con un torcer Estado.
26 Afotteboftm, doc. cit., p. 26 (traducción libro).
902
1- ■.•■i'
pretensión de un Estado de que una persona tiene su nacionalidad. Pero este poder deanveaÉW'
gación es excepcional y debe ser ejercido solo si las dudas sobre la nacionalidad son manáíé'sS'j
tamente fundadas y de una gravedad tal que causan serias dudas sobre la verdad y'realidad’ -
de esa nacionalidad8’. .
£
6. Obligaciones internacionales del Estado en materia de nacinnniií^^
Con el desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos luego de la Segunda ..
i;s. Guerra Mundial, existe una progresiva aceptación de que los Estados deben tener más'eií®;
cuenta los derechos fundamentales de los individuos al legislar reglas detalladas sobre ád-/?®
toda persona tiene derecho a ;5.
quisición y pérdida de su nacionalidad. Así, los principios de que
una nacionalidad, a cambiar de nacionalidad, a no ser privado arbitrariamente de eu nació-■'$
nalidad, de que no se hará distinción basada en el sexo en materia de nacionalidad y que la
apatridia debe.ser evitada, constituyen principios aceptados a nivel mundial, aun cuando las
reglas para su implementación dependen de la legislación de cada Estado.
El reconocimiento de los derechos individuales en el campo de la nacionalidad implica
necesariamente que el ámbito de la competencia exclusiva de los Estados queda restringido
por sus obligaciones de asegurar la protección integral de los derechos humanos, restricciones
que ya no se explican en términos de las obligaciones de los otros Estados de reconocer una
determinada nacionalidad, como en el caso Nottebohm, sino en términos de los derechos de los
individuos a adquirir o resistir la revocación de su nacionalidad; es decir, no en términos de las
relaciones entre Estados, sino de la regulación de las obligaciones de los Estados frente a los
individuos afectados”.
Los instrumentos internacionales que protegen estos derechos incluyen: la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948 (art. 19); la Declaración Universal
de los Derechos Humanos de 1948 (art. 16); la Convención sobre el Estatuto de losApátridas de
1954; la Convención sobre la Reducción de Casos de Apatridia de 1961 (no ratificada por Argen
tina, pero cuya obligación de evitar la apatridia ha devenido parte del derecho internacional
consuetudinario); la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial de 1965 (art. 5.d, iii); el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de 1966
(art. 24.3); la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969 (art. 20); la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de 1979 (art. 9)
y la Convención sobre los Derechos del Niño de 198,9 (arts. 7 y 8). Varios de estos instrumentos
internacionales han adquirido jerarquía constitucional en la Argentina como consecuencia de
la reforma de la Carta Magna de 1994.
&
7. Doble nacionalidad
Una persona puede tener varias nacionalidades aun sin saberlo y en contra de su volun
tad. La nacionalidad doble o plural puede ocurrir por cualquiera de los mpdoa de atribuoión de
nacionalidad. Incluso ol nacimiento puede conferir al nifio doblo nacionalidad, si nace en un
país quo aplica oljut noli un hijo de padres nacionales do un Estado que aplica o\Jus sanguinlf,
y aun nacionalidad múltiplo, si acumula las nacionalidades respectivas de su padre y de eu
madre, posibilidad que se ha extendido tanto más por cuanto la mujer casada ya no adquiere
automáticamente la nacionalidad de su marido como efecto del matrimonio. La naturalización
26 Cfr, Jcnnings Robori y Watts, Arthur (eds.1, Oppenheim'a International Laui, Longman, Londres y Nueva
York, 9.* odie., 1996, vol, i, pp, 854-866 y las docisiones'Judiciales y arbitrales citadas, en particular el caso
Flegtnhcimer, doc. cít-, pp. 9! y 96-102.
27 Molo, Nuala, "Múltiplo Natlonalíty and the European Convontion on Human Rlghta", Piocfídlngi of tha
Stcond Euivptan Confertnco on Nationallly, ‘ChalltngtB lo National and fntirnatlonal laui on Natlonalíty at
tha Beginning of tha Ntw MUlsnitm’, Estrasburgo, 8 y 9 de octubre deJ30O1, Conseje do Europa CONF/NAT
(2001) PRO 2, p. 136.
7803
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
en el extranjero es otra causa frecuente de doble nacionalidad cuando el ejercicio de esa opción
no le ocasiona a la persona la pérdida de su nacionalidad de origen18.
La causa principal de la nacionalidad múltiple es la discordancia entre las normas sus
tanciales por las que cada Estado determina a sus nacionales. Como el derecho internacional
no posee normas generales vinculantes para todos los Estados sobre adquisición y pérdida do
la nacionalidad y las legislaciones nacionales varían en varios puntos sobre este tema, el cú
mulo de nacionalidades es, en principio, irreductible, salvo que exista un tratado internacional.
La doctrina anterior a la Segunda Guerra Mundial consideraba casi unánimemente que
la nacionalidad múltiple era una anomalía ilógica e inconveniente y que la posesión por cada
individuo de una sola nacionalidad era una meta que había de lograrse por el derecho inter
nacional. Se ha dicho que los textos internacionales, como la Declaración Universal de las
Derechos Humanos de 1948, establecen que “todos tienen derecho a una nacionalidad" y no
más28.29
Pero tal concepción está siendo paulatinamente superada, hasta el punto que presti
giosos autores actuales califican esa directiva como “principio abstracto y totalmente teórico*,
e invitan a los legisladores a “no dejarse obnubilar por la angustia de crear casos de doble
32 33 más, puede observarse cierta tendencia en el derecho comparado a ad
nacionalidad”30.*Aun
mitir que las personas puedan naturalizarse en el extranjero sin perder la nacionalidad de
origen, e incluso conservando esta última nacionalidad plenamente operativa, aun a los efec
tos del ejercicio del voto81. Cierto es que los derechos políticos son normalmente ejercidos en
el Estado de la residencia, por lo que la posesión simultánea de los mismos derechos en el otro
Estado no resulta relevante. Pero la situación cambia cuando el voto puede ejercerse desde el
exterior por correo o a través de la respectiva representación diplomática o consular.
La doble nacionalidad puede ser frente de dificultades para una persona, en cuanto es
nacional de dos países diferentes que pueden ambos reclamar lealtad y sgjeción a sus leyes.
En caso de guerra entre esos dos Estados, se produce un conflicto irreconciliable de deberes
para el binacional88.
Intemacionalmente un individuo que posee dos o más nacionalidades puede ser consi
derado como nacional por cada uno de los Estados cuya nacionalidad ostenta83; pero dichos
Estados no pueden en principio ejercer la protección diplomática entre ellos, ya que los otros
28 Sobre las diversas hipótesis de doble nacionalidad, ver “Survey of the Problem of Múltiple Nationality",
Yearbook ofthe International Law Commiuion, 1954, vol. n, pp. 62*111.
29 Énfasis agregado. Ver Ode, Shigeru, "El Individuo en el derecho internacional’, en Manual d« Derecho
internacional Público, Sdrensen, Max (ad.), Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 463.
30 Lagarde, Paul, ’Natíonalité et filiatkm: leur interaction dañe le droit comparé de la nationalité", enNationaliU
et statut personnel, Leur interaction done lee traités internalionaux et dans les législations natíonales,
Venvilghen, M. et aL (eds.), L.G.D.J., Bruylant, Paría y Bruselas, 1984, p. 502. En la Argentina, la doctrina
siguo considerando a la doble o múltiple nacionalidad como un "absurdo jurídico", una "incongruencia
política1’ y "fuente de dificultades entre loa Estados en relación con las obligaciones militares y el ejercicio
de la protección diplomática" (Podestá Costa, Luia A. y Ruda, José María, Dertcho Internacional Público,
Tea, Buenos Aire», 6.a edic., 2000.1.1. pp. 399 y 400; Barboza, Julio, Derecho Internacional Público, Zavalía,
Bueno» Airea, 2001, pp. 616 y 617).
81 V. gr., Italia (Legge 5 febbraio 1992, n. 91, Nuove norme sulla cittadinanza, Gauetta ufflcials n. 38 dol
15/02/1992)*, y España (Constitución de 1978, art. 11.3; Ley 18/1990, dol 17 de diciembre, sobre Reforma del
Código Civil en materia de Nacionalidad, Boletín Oficial Español n.a 302 del 18/12/1990).
32 En el caso Kaioakita v. United States, 343 US 717 (1952), Z.L.R., vol. 18 (1951), n* 73, la Corte Suprema de lo»
Estado» Unidos condenó por alta traición a un individuo nacido en los Estados Unidos, pero también japonés
por parentesco, por actos cometidos entre 1943 y 1945. En Dos Reis ex reí. Camara v Ñicolls, 161 F. 2d 860;
American Digest, vol. 14 (1947), n." 61, la Corte rechazó privar de la nacionalidad a una persona que había
servido involuntariamente en el ejército portugués bajo amenaza de “enviarlo a un campo de concentración”
Similarmente, en Nishikauta v. bulles, 356 US 129 (1958), I.L.R., vol. 26 (1958*11), p. 451, hizo lugar al
reclamo de que se mantenga la nacionalidad estadounidense a un binacional que había »ido reclutado por el
ejército japonés en 1940, que alegó que la Ley de Servicio Militar de Japón penaba la evasión con prisión, que
había oído rumores sobre la brutalidad de la policía secreta japonosa que le infundieron miedo de presentar
una protesta y que la propia Embajada estadounidense en Tokio le había informado que no podía ayudar a los
binacionales.
33 Convención de La Haya de 1930, artículo 3. Esta Convención, cuyo título completo es Convención concerniente
a Ciertas Cuestiones Relativas al Conflicto de Nacionalidades, fue adoptada por la Conferencia Codificadora
de La Haya on 1930. Reviste cierto interés en cuanto recoge algunos de los principios relacionados con el
conflicto de nacionalidad, si bien su importancia es limitada.
904
CAPITULO 42 • NACIONALIDAD, ASILO Y RÉFUGIO * " \
84 Esto principio fue consagrado por la jurisprudencia internacional en el siglo xix, a partir del asunto Knocké.
consultiva del 11/04/1949, relativa a les Reparación de perjuicios sufridos al servicio de las Naciones finidas. ;
(ceso del conde Bernadotte), hace alusión a "la práctica generalmente seguida, según la cual un Estado no
ejerce su protección en provecho de uno de sus ciudadanos contra un Estado quo lo considera como su propio
do la efectividad- habrían conducido al mismo resultado), y reafirmada, entre otros casos, en Islamie Republic -jt /
ofIrán v USA, caso n." A/18,I.L.R., vol. 75 (1984). p. 175. ’ •.% f!
36 Caso Salem, A.D., 8 (1931-32). n." 98; caso Flegenheimer, doc. cit., pp. 149 y 160. En el caso Mergó (doc. cit.. P-
456), la Comisión aplicó esta regla pero con base en la interpretación do un tratado. . í
37 Jennings, Robert y Watts. Arthur. op. cit.. vol. 1, pp. 515-517 y 883; Brownlie, Ien, op. cit., pp. 404-406. ’ ‘.
38 CIJReeueil, 1955, pp. 22 y 23. Esta es también la solución del artículo 5 de la Convenciónde La Haya de 1980. . >-
39 Rigaux, Franjois, Derecho Internacional Privado, Parte General, Civitae, Madrid, 1985, p. 143. .
40 La Argentina es parte del Protocolo Facultativo sobre Adquisición de Nacionalidad en el caso de las relaciones ¿
origen sin intención de regresar a aquel en el cual se naturalizó, se considera que reasume la
nacionalidad originaria y que renuncia a la nacionalidad adquirida por dicha naturalización.
Empero, el método más frecuente no consiste en eliminar o reducir las posibilidades de
nacionalidad múltiple, sino en suprimir convencionalmente 6us incompatibilidades más gra
ves, eliminando los efectos considerados particularmente nocivos*8. Se trata de dar preferencia
a una de las do6 nacionalidades en conflicto sin abolir la otra. La Argentina ha concluido dos
tratados bilaterales de este tipo: el Convenio de Nacionalidad con España, firmado en Madrid
el 14 de abril de 1969, aprobado en la Argentina por Ley 18.957 y en vigor desde el 23 de marzo
do 19714’; y el Convenio de Nacionalidad con Italia, firmado en Buenos Aires el 29 de octubre
de 1971, aprobado en la Argentina por Ley 20.588 y en vigor desde el 12 de septiembre de 1974.
Sin uniformar ni coordinar las normas relativas a la atribución de la nacionalidad, estos con
venios suprimen algunos de los efectos del conflicto de nacionalidades, al relevar al binacional
que se somete al tratado del cumplimiento de sus obligaciones en uno de los dos países, como
las obligaciones militares, que se consideran como cumplidas las satisfechas en el país de ori-
gen, y suspender el ejercicio de los derechos inherentes a su nacionalidad anterior, en especial
los derechos políticos y el otorgamiento de pasaporte, que se rigen por las leyes del país que
otorga la nueva nacionalidad. Además, los Estados parte renuncian al derecho a ejercer la pro*
tección diplomática de sus nacionales mientras estén radicados en el Estado de su otra nacio
nalidad. Los convenios determinan el criterio de conexión -el domicilio-, en virtud del cual el
binacional queda vinculado a uno solo de los países por vez; con lo que se consagra el principio
del vínculo efectivo desarrollado en el derecho internacional, definido convencionalmente en
función del domicilio, efectividad que se conserva aun en el caso de traslado a un tercer país,
toda vez que a los efectos de determinar la dependencia política y la legislación aplicable se da
prevalencia al último domicilio que la persona hubiera tenido en el territorio de una de las par
42.**Asimismo,
tes44 46 los tratados prevén comunicaciones entro los Estados contratantes acerca de
la adquisición de su nacionalidad por parte de los nacionales del otro Estado y de su traslado
del domicilio al país de origen a los efectos antes señalados. En definitiva, la figura de la doble
nacionalidad que se utiliza on estos acuerdos es la do las nacionalidadoe desiguales, una actual
y plenamente efectiva, y la otra simplemente virtual, en potencia o de menor intensidad48.
Ambos convenios, con España y con Italia, han sido a su vez modificados por sendos Proto
colos Adicionales adoptados en 200149 y en 200647, respectivamente. Es destacable la evolución
conceptual que representan estos protocolos con relación a los convenios. Mientras que el ob
jeto de los convenios consiste, esencialmente, en que los binacionales no queden sometidos en
ningún caso a la legislación de ambas partes de manera simultánea, los protocolos establecen
que quedarán sometidos a la jurisdicción y legislación del país que otorga la nueva nacionali
dad para todos los actos que sean susceptibles de producir efectos jurídicos directos en él, pero
también a la legislación de su nacionalidad de origen en todo lo que no soa incompatible con lo
anterior. Además, en adelante, los binacionales tendrán derecho a obtener y renovar sus pasa-
italo*argentino di doppia cittadinanza", Rivista di Diritlo Internationale Prívalo e Pnceeeuale. vol. 41 (2006),
p. 101 yus y "II Protocollo aggiuntivo cha modifica l’Accordo ¡talo-argóntino sulla cittadinania", en Rivieta di
Dlritto Internationale, vol. 90, n." 3 (2007), p. 749 y ss.
906
CAPÍTULO 42 - NACIONAUOAD, ASILO YBEFUGIO *
portes en ambos países al mismo tiempo. También para el ejercicio de los derechos políticos, dSWífW
la ciudadanía, se aplica la legislación de cada uno de los países. ■
Estos convenios con sus protocolos no se aplican a quienes son argentinos por haber na- ' s
ddo en territorio argentino (jus solí) y que son también españoles o italianos por sor hijos o E".
nietos de españoles o italianos respectivamente (jus sanguinis), quienes gozan de la plenltíiclí'gr®^
de los derechos civiles y políticos que otorga el ordenamientojurídico de cada uno de los
dos parte. Los convenios se refieren exclusivamente a los argentinos de origen naturalízqáq??^^
españoles o italianos y a los españoles o italianos de origen naturalizados argentinos. i’í
La Constitución Nacional argentina no rechaza la doble o múltiple nacionalidad, yá queffi^Wl
con ello, para nada se afecta el principio de nacionalidad natural y por opción en beneficio d¿»
la argentina impuesto por la Carta Magna (art. 75 inc. 12). Los únicos puntos rígidos que.irn.í
pone la Constitución
pone la al atribuir
Constitución al atribuir al Congreso la
al Congreso facultad de
la facultad dictar leyes
de dictar generales para
leyes generales para toda la 'PíQ
Nación sobre naturalización y ciudadanía y de aprobar tratados en la materia radican en lasu-i ■
jeción al jus solí y al derecho de opción y, según la interpretación predominante, la interdicción: ■
de prever la pérdida de la nacionalidad argentina nativa. Con respeto a aquellos principios,
las leyes pueden regular concretamente todas las demás cuestiones sobre naturalización y í
ciudadanía. La doble nacionalidad institucionalizada por un tratado internacional o admitida
por una ley interna es, pues, perfectamente compatible con nuestra Constitución Nacional". -
Pese a que la Constitución Nacional acepta la doble nacionalidad, en un fallo del 16 de 1/;^;
julio de 1938, la Corte Suprema de Justicia de la Nación consideró que “la ley 346 no admite-
el supuesto de doble nacionalidad" y que "el ciudadano naturalizado debe renunciar a su na-
«tonalidad de origen"4’. En otro fallo del mismo año, el más alte tribunal del país estableció '.''4
que el naturalizado que invoca la nacionalidad de origen renuncia tácitamente a la adquirida
y la pierde, y que la oxclusión del padrón electoral establecida por la ley para los ciudadanos
naturalizados que realicen actos quo importan el ejercido de su nacionalidad de origen es una
sanción de orden político que no excluye la pérdida de la nacionalidad adquirida por "renuncia
tácita"”. A partir de entonces, se consolidó una jurisprudencia de los tribunales federales so- Wj-j
bre anulación de la carta de dudadanía en caso de uso de la nacionalidad de origen, que llegó.
hasta 1984. " ' W
48 Bidart Campos, Gormán J.,op. cil. (Tratado...), 11-A,pp. SIS y 620; Boggiano, Antonio, op. cit„ p. 68 y so.
40 Caso "Mari Mas, Juan", CSJN, Fallos 181:175.
50 Caso "Dos Santos, José A.'. CSJN, Fallos 182:189. Doctrina reiterada por la Corto en el caso "Catoldo; >
Ludovico", Fallos 264:478.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________ Z
S07
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
la Nación, los binacionales deben ser considerados en la República Argentina como exclusiva
mente argentinos91.
En cuanto a la suspensión de la ciudadanía derivada de la adquisición de una naciona
lidad extranjera que establece el artículo 8 de la Ley 346, conviene dejar en claro que esta
norma se refiere exclusivamente a los argentinos que adquieren una nacionalidad extranjera
por naturalización, y no a los que poseen simultáneamente otra u otras nacionalidades por na
cimiento. Los doble o plurinacionales de nacimiento -argentinos según el jus solí y extranjeros
de acuerdo con el Jas sanguinia, o argentinos según el jue eanguinis (argentinos por opción) y
extranjeros según éljus solí o éljus sanguinis- gozan en la República Argentina del pleno y
permanente ejercicio de los derechos políticos.
8. Apatridia
Así como la doble nacionalidad es consecuencia de un conflicto “positivo* de leyes (cuando
las leyes de más de un paÍ6 consideran a una misma persona su nacional), el conflicto “nega
tivo” de leyes (cuando las leyes de ningún país consideran a una misma persona su nacional)
conduce a la apatridia, es decir, a la ausencia de nacionalidad.
Como en el caso de los dobles nacionales, una persona puede ser apátrida de nacimiento o
devenirlo como consecuencia de su renuncia a la nacionalidad sin adquirir otra o de la cancela
ción de su nacionalidad como corolario de un acto legislativo, administrativo o judicial.
La apatridia puede constituir un obstáculo mayúsculo para el disfrute de los derechos
humanos más básicos. Obviamente, un apátrida no puede votar ni detentar cargos electivos en
el país donde vive. Pero, además, le es casi imposible viajar al exterior si no puede obtener un
pasaporto u otro documento de viaje. Por esta razón, algunos apátridas son inmigrantes ilega
les, enfrentan detenciones prolongadas o son enviados de un país a otro de manera indefinida.
Muchos servidos básicos a menudo están vinculados a la nacionalidad, como la educadón, la
asistencia médica, la seguridad social y los sistemas de retiro. En muchos países los apátridas
no están autorizados a trabajar. También enfrentan problemas a la hora de registrar un matri
monio o un nacimiento. El abuso de las autoridades es un riesgo constante. La apatridia hace
que una persona no sienta pertenencia por el país donde vive, con la desesperadón y frustra-
dón que ello conlleva. La discriminatíón no es solo una causa, sino también un resultado de
la apatridia.
9. Derecho de asilo
Desde la Antigüedad existe una práctica bien establecida -aun cuando no universal- de
conceder amparo a personas perseguidas por otro poder soberano. El artículo 14 de la Decla
ración Universal de los Derechos Humanos de 1948 estableció que, “en caso de persecución,
toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él en cualquier país”, no pudiendo
este derecho ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes
o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas. Sin embargo, nada se
dice de la obligación de los Estados de concederlo; han fracasado los intentos de adoptar una
convención multilateral en la materia. El "estado del arte" es que el llamado “derecho de asilo”
no tiene un valor consuetudinario, salvo probablemente en el continente americano, donde ha
sido consagrado por la Convención sobre Asilo de La Habana de 1928, el Tratado sobre Asilo
y Refugio Político de Montevideo de 1939 y la Convención sobre Asilo Territorial de Caracas
de 1954. La Argentina solamente ratificó la Convención de 1954 (aprobada por Ley 24.055),
además del Tratado de Derecho Penal Internacional de Montevideo de 1889 (aprobado por Ley
3.192), que regula el instituto.
Además de la Declaración de 1948, el único instrumento de alcance universal sobre asilo
es la Declaración sobre Asilo Territorial adoptada por la Asamblea General de las Naciones
52 El Articulo 2 del Decreto 3.213/84 condicionaba el beneficio de la opción a la prueba de la situación do apatridia .
del menor, es decir, que no fuera reconocido como nacional por el Estado dondo ocurrió el nacimiento. La
Unidas el 14 de diciembre de 1967 (Resolución 2312 [XXII]). Aun cuando no tenga carácter vin
culante, la Declaración establece los elementos fundamentales que estructuran actualmente
el "derecho de asilo”.
En primer lugar, el asilo es un derecho del Estado: su concesión corresponde al Estado y
debe ser respetado por todos los otros Estados (art. 1.1), incluidos los de la nacionalidad y de la
procedencia del solicitante. Al ser una derivación de la soberanía territorial del Estado, le corres
ponde a este regular las condiciones de su concesión, y esto incluye las causas que lo motivan
(art. 1.3). En segundo lugar, el hecho de que la concesión o denegación sea un acto graciable del
Estado trae como consecuencia que, para el individuo asilado, no aparece como un derecho perso
nal aun cuando la tendencia sea a encuadrarlo en la categoría de un verdadero derecho humano.
La Declaración de 1967 precisa las excepciones de la Declaración Universal de 1948 al disponer
que no podrá invocar el derecho de buscar asilo, o de disfrutar de este, ninguna persona respecto
de la cual existan motivos fundados para considerar que ha cometido un crimen contra la paz,
un crimen de guerra o un crimen contra la humanidad, de los definidos en los instrumentos
internacionales elaborados para adoptar disposiciones respecto de tales actos. Finalmente, la
prerrogativa del Estado en materia de asilo aparece limitada por un principio fundamental que
puede considerarse hoy impuesto por el derecho consuetudinario: el principio de no devolución
(non-refoulement)K. Este principio está consagrado, además, en la Convención sobre el Estatuto
de los Refugiados de 1951, que establece que “ningún Estado contratante podrá, por expulsión o
devolución, poner en modo alguno a un refugiado en las fronteras de territorios donde su vida o
su libertad peligre por causa de su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo
social o de sus opiniones políticas” (art. 33.1).
El derecho de asilo territorial, sobro el cual venimos de hablar, debe ser distinguido del
derecho de asilo diplomático, que, aunque es un corolario del primero, se concede a los per
seguidos por delitoB políticos en los locales de una misión diplomática. El asilo diplomático
tuvo gran auge en todo el mundo durante el siglo xvm y la primera mitad del siglo xix, cuando
empezó a decaer y a ser desconocido en Europa. Actualmente, ol asilo diplomático no es una
institución del derecho internacional general, sino, antes bien, una práctica con base conven
cional y consuetudinaria que vincula exclusivamente a los países latinoamericanos (costumbre
regional)84. Estos países están vinculados por el Tratado de Derecho Penal Internacional de
Montevideo de 1889, la Convención sobre Asilo Diplomático de La Habana de 1928, la Con
vención de Montevideo de 1939 y la Convención sobre Asilo Diplomático de Caracas de 1954.
La Argentina ratificó el Tratado de Montevideo (aprobado por Ley 3.192) y la Convención de
Caracas (aprobada por Ley 20.054).
En el caso Haya de la Ibrre entre Colombia y Perú, la Corte Internacional de Justicia ad
virtió los contornos jurídicos del asilo diplomático, A diferencia del asilo territorial, en el asilo
diplomático, “el refugiado está en el territorio del Estado donde el delito fue cometido. Una
decisión de conceder asilo diplomático implica una derogación de la soberanía de este Estado.
Sustrae al delincuente de la jurisdicción del Estado territorial y constituye una intervención
en asuntos exclusivamente de competencia de ese Estado. Tal excepción a la soberanía territo
rial no puede reconocerse salvo que exista un sustento legal on el caso particular”58.
Es decir que, en ausencia de un fundamento legal oomo ol quo establece un tratado o
una costumbre, ol asilado dobo ser entregado por la misión diplomática a las autoridades del
Estado territorial cuando este lo solicite. El problema es que, como los locales diplomáticos son
inviolables, es discutible el -y con qué alcance- puede el Estado territorial ejercer medidas
coercitivas para asegurar la entrega.63 * * * * * *
63 Ver, on general. Hemme Battjes, "In Saarch of a Falr Balance: The Absoluto Che rector of tho Prohlbltlcn oí
Befbulemcnt undar Articlo 3 ECHR Roaaecsood’, Leidm Journal ofInternational Imu, voí. 33 (2009). pp. 603-
621.
34 Ofr. Jlménoa do Aróchaga, Eduardo, Derecho Internacional Público, Fundación de Cultura Universitaria,
Montevideo, t. 4 (1991), p. 176.
86 Caso relativo al derecho da asilo (Colombia c. Perú), CIJ, Pallo, 20/11/1960, CIJRwutil 1950, p. 274 (traducción
libre).
910
.•••.■lyi
Se ha sugerido que hay un derecho excepcional de conceder asilo diplomático sobre la base
! de razones humanitarias de carácter imperiosas y urgentes; usualmente, si la vida de la persona '' ¡'■"<!$?
corre riesgo como resultado de una acción arbitraria. La práctica estatal ofrece ejemplos de con- ■
S cesión de asilo en tales circunstancias, aun cuando no esté claro qué circunstancias concretas V
pueden justificar la concesión del asilo1”. " • ''
Quizás el caso más reciente es el que involucra al fundador de Wikileaks -Julián As-
sange-, a quien el 16 de agosto de 2012 Ecuador concedió asilo en su Embajada en Londres •.
' alegando peligro para la vida y la integridad física del asilado. Dado que el uso de medidas.
• coercitivas para remover al asilado de una misión diplomática es injustificable en el derecho
internacional, sino flagrantemente ilegal, la concesión de asilo en la embajada situada en un
país que no reconoce tal derecho puede derivar en que el asilado permanezca años en la le-
y.; gación hasta que el Estado territorial se avenga a conceder un salvoconducto al perseguido,
o que los Estados acreditante y receptor lleguen a un acuerdo, o bien que el asilado decida
entregarse.
56 Vor Jonnlnja and Watts. op. cil., vol. 1, pp. 1084 y 1080 y loi caica y blbllogrofla cltadoa an la nota 11.
87 Cf, Ñguyan Quoo Dinh, Drait intírnotional publlt, L.G.D.J., Paría, 5.* odio., 1004, p. 668.
88 Ibld.,662. ' , .
09 Sobre cata» cuestiono!, vor, en goneral, ltdward Nowman y Joanno van Selm (ede.). Rtfugeet and Forcea
DUplaamcnt: Inlernalional Securily, Human Vulnerability, and the State,.United Natlono Unfvwaity Press, ,
Tokio, Nuava York y Paría, 2003.
SO Nguyen QyuocDinh.op. cil., p. 663.
menes fiscales (art. 29). Asimismo, deben otorgarles un tratamiento no menos favorable que
el otorgado a los extranjeros más favorecidos (trato de la nación más favorecida) en cuanto al
derecho de asociación (art. 15), de ejercer actividades lucrativas (arte. 17 a 19), de propiedad
(art. 13), de vivienda (art. 21), de educación (art. 22.2), y de circulación (art. 26). También se
lea deben expedir documentos de vitye que les permitan trasladarse fuera del territorio del
Estado donde se encuentren refugiados, los cuales deben ser reconocidos por todos los Estados
contratantes (art. 28).
En todo caso, las disposiciones de la Convención y del Protocolo constituyen un mínimo
que el Estado de acogida puede desarrollar y mejorar, sin que las normas convencionales pue
dan interpretarse en menoscabo de cualesquiera otros derechos y beneficios otorgados por los
Estados contratantes a los refugiados (art 5).
En ol ámbito regional amerloano contamos, además, con otro instrumento jurídico apli
cable en la matoria, como es la Declaración de Cartagena de Indias sobro Refugiados. fie trata
de un instrumento regional adoptado en el Coloquio sobre la Protección Internacional do los
Refugiados en Centroamérica, México y Panamá, celebrado en 1984. El Coloquio se centró en
el análisis de los problemas legales y humanitarios que afectaban a los refugiados centroame
ricanos. A partir de esta problemática disparadora, se adoptó la Declaración, cuya importancia
está vinculada con la ampliación do la definición de refugiado contenida en la Convención
de 1951. Así como la Convención de Ginebra estaba inspirada en los sucesos ocurridos en la
Segunda Guerra Mundial, la Declaración fue motivada por las situaciones derivadas del surgi
miento de movimientos insurreccionales y dictaduras militares en las décadas de los sesenta,
setenta y ochenta en América del Sur y América Central. A pesar de no constituir un tratado,
su importancia ha sido reiterada en foros internacionales y la mayoría de los países latinoa
mericanos la han incluido en su legislación®1. Teniendo en cuenta esta circunstancia, podemos
afirmar que en la actualidad reconoce su fuente de obligaciones en una costumbre internacio
nal de carácter regional.
En este orden de ideas, la Declaración insta a los Estados a reconocer como refugiadas a
las personas que han huido de su país “porque su vida, seguridad o libertad han sido amena
zadas por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, la violación
masiva de los derechos humanos ú otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el
orden público". Aquí observamos cómo la situación que genera el exilio de la persona puede no
haber sido una situación de persecución individual, sino un contexto de violencia que afecta a
quien sufre el temor fundado con relación a su vida, libertad o seguridad.
Como corolario de todo lo expuesto respecto de los institutos del asilo y del refugio -y
de la interacción entre ambos-, a luz de los instrumentos normativos de carácter universal
y regional, así como la legislación local, nos queda delinear la siguiente conclusión. Ante una
solicitud de refugio o ante la detección prima facie de las condiciones que harían a una persona
merecedora de dicho estatuto de protección, el Estado tiene la obligación de tramitar esa soli
citud, de acuerdo con los requisitos y procedimientos exigidos desde la Convención de Ginebra,
la Declaración de Cartagena y la legislación nacional. Si los elementos se verifican en el caso
y no se dan causales de exclusión, el reconocimiento del estatuto debe perfeccionarse. Única
mente en los casos en que no se verifiquen, el Estado tiene la facultad de asilar a una persona
en su territorio, en virtud de las referidas convenciones. Es decir, las convenciones sobre asilo
nunca pueden servir de pretexto para restringir el derecho humano al refugio, en el marco de
los instrumentos jurídicos ya referidos.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es el encar
gado de supervisar la aplicación de la Convención y del Protocolo (art. 35). Establecida el 14
de diciembre de 1950 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Oficina del Alto
Comisionado tiene el mandato de “dirigir y coordinar la acción internacional para proteger
y resolver los problemas de los refugiados en todo el mundo, siendo su objetivo principal sal-
61 Para indívidualitar los países que incorporaron la Declaración en su legislación nacional, puede consultarse
el sitio web del ACNUR: http‘7/www.acnur.org/t3/que-hace/proUccion/declaracion-de-cartag«na-3obre-lo8-
refugiados/paises-quc-incorporan-eartagena-en-la-legÍGlacion-nacional/ .
912
CAPiIULO42- NACIOHALIDAD, ASILOYRERJOIO ■
vaguardar los derechos y el bienestar de los refugiados"; vela portjue "todos puodaii‘¿ffi^?
derecho a solicitar asilo y encontrar refugio seguro en otro Estado, con la opción dé» '
a sus hogares de forma voluntaria, integrarse localmente o reasentarse en un tercer país^í
En 1972, la Asamblea General de Naciones Unidas solicitó al ACNUR, por medité'
Resolución 2958 (XXVII), que continuara participando en las tareas humanitarias de
clones Unidas, y reconoció su papel fundamental en la coordinación de la ayuda y 1^'qpéraáo^^
nes de reasentamiento de los refugiados, así como también de otras personas desplaz^^^™™
Sudán. Desde entonces, la práctica del ACNUR se ha orientado en el sentido de inter¿f¿f¿£¿i
concepto de refugiado con un espíritu humanitario, lo que llevó a que el número de despl^iádW
atendidos por el ACNUR aumentara exponencialmente. Un objetivo de la asistencia a íaáierYíS
sonas internamente desplazadas es evitar que se conviertan en refugiados; sin embargój-wj®
ol acento puesto on la actualidad on lo» derecho» humanos, ol cambio on la forma dó entenddí
la soberanía y la no injerencia en los asuntos interno» do los Estados lo quo ha motorlcado^í^ii
cambio. Con todo, logalmonta, los desplazados siguen siendo una categoría júrídioa diforanté. ¡í.í
J de los refugiados, Bih que se haya desarrollado hasta el momento una regulación específlc¿;';$?$¡
protectora".
En la República Argentina, la Ley 26.165 creó la Comisión Nacional para Refugiados ;
(CONARE) como órgano interministerial en el ámbito del Ministerio del Interior e integrado
por representantes del Ministerio del Interior, del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto; aAJ
del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos; del Ministerio de Desarrollo So-
cial; del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI);'del
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, y de una organización no guberna
mental sin fines de lucro (estos dos últimos participan con voz pero sin voto), con competencia
en todos los aspectos vinculados a la protección, asistencia y búsqueda de soluciones de los re
fugiados y sus familiares. La CONARE tiene la misión no solo de resolver en primera instancia
sobre el reconocimiento y la cesación de la condición de refugiado de una persona, sino también
de proteger sus derechos y asistir a los refugiados y sus familiares para insertarse en la vida
social y económica del país. La solicitud de refugio o asilo puede formularse ante la autoridad
migratoria de frontera o dentro del territorio argentino (ante la Secretaría Ejecutiva de la
CONARE o cualquier delegación u oficina de la Dirección Nacional de Migraciones, o incluso
ante cualquier otra autoridad nacional, provincial o municipal), pero no es posible hacerlo en
el consulado argentino en el país de origen.
La Ley vigente de Política Migratoria Nacional.25.871 prevé que a aquellos que fueren
reconocidos como refugiados o asilados se les concederé autorización para residir en el paÍB por
el término de dos afios, prorrogablee cuantas veces la autoridad de aplicación en materia de
asilo y refhgio lo estime necesario, atendiendo a las circunstancias que determine la legislación
vigente en la materia (art. 28, inc. k). Los solicitantes de refugio o asilo, con autorización de
residencia precaria, podrán obtener su Documento Nacional de Identidad una vez reconocidos
como "refugiados” o "asilados" por la autoridad competente (art, 31).
62 El portal de Internet del ACNUR contiene información de interdi relativo a la problemática de laa persona»
y
913
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
derecho del Estado acreditante-, corresponde inicialmente al jefe de misión determinar si están
dadas las circunstancias que le permitan conceder el asilo,-y, aun en caso de que esas circuns- "•$
tancias estuvieren dadas, Bin que exista ninguna obligación legal de ejercer ese derecho ni de
justificar la decisión en caso de denegación. Segundo, el asilo diplomático se concede a los per- . ’'
seguidos por delitos políticos (art. 3) sin distinción de nacionalidad (es decir, aunque el asilado ÍSi
no sea nacional de un país que reconoce el derecho de asilo). Corresponde al Estado asilante '.í
la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución (art. 4). En la prác
tica, se ha extendido a los supuestos de delitos comunes conexos con los políticos frente a la -új
dificultad de establecer una distinción clara entre ambos, lo que la Convención de Montevideo "i,
de 1939 establece expresamente. Tercero, solo corresponde otorgarlo en casos de urgencia y por .£
el tiempo estrictamente indispensable para que el asilado salga del país con las seguridades !■'
otorgadas por el Gobierno del Estado territorial, a fin de que no peligre su vida, su libertad o
su integridad personal, o para que se ponga-de otra manera en seguridad al asilado (art. 6).
Cuarto, en cuanto al lugar donde se otorga, incluye tanto la sede de la misión diplomática
como la residencia de los jefes de misión, además de los locales habilitados al efecto cuando la
cantidad de asilados exceda la capacidad normal de los locales permanentes (art. 1). Quinto, la
misión diplomática debe asegurar que el asilado no use la protección que temporariamente se “V
le brinda de una manera incompatible con los intereses del Estado receptor, como implicaría . «i
seguir manteniendo contactos con personas fuera de la embajada con objetivos políticos o rea- '”á
litar propaganda contra el Estado receptor.
En materia de procedimiento, y aunque las convenciones contienen escasas disposiciones,
sobresalen dos: por un lado, la obligación del Estado que concede el asilo de poner el hecho -i-
inmediatamente en conocimiento del Gobierno del Estado territorial y, como contrapartida, la
obligación del Estado territorial de permitir la salida del país del asilado, otorgando el respec
tivo salvoconducto cuando le sea solicitado por la misión diplomática. La obligación de notifi- ijá
cación se relaciona con la temporalidad del asilo, ya que el Estado territorial tiene el derecho ¿s
de exigir que el asilado sea retirado cuanto antes del país, para lo cual debe dar las garantías
necesarias de que no peligrará su vida, libertad o integridad territorial (arts. 11 a 13 de la Con- iíj
vención de Caracas). El Estado asilante tiene derecho a trasladar, a su costo (art. 17) y con el ií
destino que este determine, al asilado fuera del Estado territorial, aunque el Estado territorial
puede fijar la ruta (art. 13). Se prohíbe al asilado desembarcar dentro del Estado territorial o >’
en cualquier punto cercano a este (art. 16). El artículo 15 establece la obligación do los terceros . "
Estados (es decir, los Estados distintos del territorial y dol asilante, pero que sean parte de la
Convención), por donde so efectúa el traslado, do facilitar y otorgar las garantías necesarias.
Hay que tenor presente quo el Estado que concedió el asilo diplomático no está obligado
a radicar al asilado en su territorio, salvo que el Estado territorial anuncie que solicitará su
extradición, en cuyo caso deberá radicarlo en él hasta un máximo de treinta días hasta que se á«¡
realicen los trámites (art. 17).
En la Argentina, el Decreto 7.743/63, por el que se estableció el Reglamento para las
Representaciones Diplomáticas de la República Argentina, determina las consideraciones ge-
nerales que debe tener en cuenta el jefe de misión frente a una solicitud de asilo (capítulo xnr,
arts. 241 a 265). A la vez que so ratifica el derecho do asilo que la Argentina reconoce sobre -;'.f
bases convencionales, consuetudinarias y doctrinarias, so toma nota de que no so trata do una .¡tj
institución aceptada universalmonte, lo que el jefe de misión dobo tener en ouonta “en primer
término" cuando se le presente una solicitud (art. 242), Aoí, cuando el Estado receptor no teco- U;
noce el dorocho de asilo, la norma general os no concedorlo, a fin do evitar confllotos internado-
nales de difícil solución para la República (art. 245).
El Roglomonto, por lo demás, ratifica las normas emanadas de la práctica regional on el
sentido do quo so trata do una facultad dol Estado asilante, de carácter excepcional y restrio’
tivo, quo solo prosado en caso de urgencia (para lo que se establece una serie de presunciones) V1
y por ol tiempo necesario para que el asilado salga del país; y a concederse únicamente a los $
aousados de delitos políticos o do delitos comunes conexos con delitos políticos cuando el factor 'í;
político sea el móvil predominante en el hecho, sin importar la condición jurídica del solicitante
(sin perjuicio de considerar especialmente Iob casos en que los solicitantes sean ciudadanos ar-
914
*
gentinos). Sa establece que, una vez otorgado el asilo, eBte hecho debe ser inmedia
municado por nota al ministerio local, en la cual se deberá solicitar el salvoconductb
el asilado pueda abandonar con seguridad el país. Al momento de la tramitación del^Bilc
A asilado debe prometer por escrito no realizar ninguna actividad política mientras di¿$’
manencia en la representación, ni abandonar el asilo sin previo aviso con tiempo.prudencid]
ni comunicarse por ningún medio con el exterior, sin autorización del jefe de misión.Ásimismp
debe prometer abandonar la representación si le fuera requerido por el jefe de esta. ■
El asilo cesa por el abandono del país por el asilado en uso del salvoconducto otorgado p6$
el Estado receptor, por renuncia del mismo asilado, o bien porque la representación o el Go
bierno argentino, en posesión de mayores elementos de juicio, considera improcedente el asilq¿
de conformidad con las normas y principios vigentes al respecto, en cuyo caso se comunicará
lo resuelto al ministerio local y al asilado. Si como consecuencia de la terminación del asilo las:
autoridades locales resolvieran proceder a la detención del asilado, esta no podrá efectuarse,'
dentro de la sede de la misión argentina, debiendo esperar para hacerlo a quo el asilado haya ;,
'■
■a- oís
!
Capítulo 43
Protección diplomática y CONSULAR
Erica S. Lucero
La “acción diplomática" comprende todos los procedimientos lícitos empleados por un Es
tado para informar a otro Estado de sus opiniones y preocupaciones, incluidas la protesta, la
solicitud de una investigación y las negociaciones orientadas a la solución de controversias*.
Por “otros medios de solución pacífica" deben entenderse todos los modos de solución pacífica
de controversias tales como la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el
arbitraje y el arreglo judicial5.6Cabe
7 destacar que la amenaza o uso de la fuerza como medio
para ejercer la protección diplomática ae encuentra prohibida en virtud de lo establecido en
el artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas, que constituye una norma imperativa del
derecho internacional®. Esta prohibición resulta particularmente relevante, ya que en otras
épocas se evidenció un abuso por parte de ciertos Estados que acudían al uso de la fuerza con
el supuesto objetivo de proteger a sus nacionales’.
1 Proyecto de Artículos do la CDI «obre Protección diplomática, adoptado en su 58.’ período de sesione!, Doc.
A/61/10,01/05 a 09/05/2006 y 03/07 a 11/08/ 2006 (disponible en http://www.un.ori/law/ilc), artículo 1.
2 Proyecto de la CDI sobro Protección Diplomática. •’
3 Resolución A/Rea/61/35 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 04/12/2006.
4 Comentarios do la CDI al citado Proyecto de Artículos de la CDI sobre Protección diplomática, Doc. A/61/10
(disponible en http://www.un.org/law/ilc), versión en español, p. 30; en adolante, Comentarios de la CDI al
Proyecto.
5 Cfr. Carta de las Naciones Unidas, artículo 33.
6 Véase Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados respecto a la definición do norma
imperativa, artículo 53.
7 Primer informe sobre la protección diplomática dol Relator Especial John R. Dugard, doc. A/CN.4/606, 52.'
sesión de la CDI (2000) (en adelante, Primer informe del Relator Especial), versión en español, párrafos 14
y 48, pp. 6 y 18, brinda una serie de ejemplos de lo que, a su juicio, considera que configuran un abuso dol
ejercicio de la protección diplomática. • .
LECCIONES PE DESECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En efecto, a principios del siglo xx, los países de América Latina sufrieron intervenciones
militares bajo la pretendida justificación de ejercer la protección diplomática. La “doctrina
Drago” -que toma su nombre del diplomático e intemacionalista argentino, Luis María Drago
(1859-1921), quien la enunció- surge como reacción contra la pretensión de Estados europeos
do intervenir militarmente en los países latinoamericanos con el pretexto de proteger a sus na
cionales. El origen de la mencionada doctrina se remonta a 1902, cuando se produjo un bloqueo
naval contra Venezuela por parte de Alemania, Reino Unido e Italia destinado a forzar a ese
país a pagar las deudas contractuales que había asumido con nacionales de aquellas tres po
tencias. El entonces canciller argentino. Drago, dirigió el 29 de diciembre de 1902 una nota al
representante argentino en Washington para que la retransmitiera al Gobierno de los Estados
Unidos, expresando allí su repudio respecto dol empleo de la fuerza armada para obligar a un
Estado extranjero a cumplir sus compromisos y afirmando que tal práctica resultaba contraria
a los principios del derecho internacional. Esta nota en su parte pertinente decía lo siguiente:
“[...] el principio que la Argentina quisiera ver reconocido es que la deuda pública no pudiera
provocar la intervención armada, ni mucho menos la ocupación militar del territorio de las
naciones americanas por parte de una potencia de Europa”’.
La “doctrina Drago" se basa tanto en el respeto a la igualdad soberana de los Estados
como en la no injerencia en sus asuntos internos, principios ambos que son pilares fundamen
tales en el derecho internacional contemporáneo', como se vió en el capítulo 36 de esta obra.
Más adelante, al abordar la renuncia a la protección diplomática, analizaremos el alcance de
la “doctrina Calvo”.
En lo que respecta a los sujetos que busca proteger este instituto, se encuentran excluidos
los agentes diplomáticos o consulares que cumplen funciones oficiales en nombre del Estado.
El ftindamento de dicha exclusión radica en que esos funcionarios están protegidos por un
conjunto específico de normas tales como la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomá
ticas de 1961 y la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963. Ahora bien, la
CDI aclara que las normas relativas a la protección diplomática se aplican a los mencionados
agenteB que sufran un daño en relación con actividades realizadas fuera de sus funciones
oficiales”. Asimismo, se encuentran excluidos los funcionarios de las organizaciones interna
cionales, quienes gozan de una “protección funcional" que difiere de la protección diplomática.
En la opinión consultiva sobre la Reparación de daños sufridos al servicio de las Naciones Unidas,
la CU afirmó que del “carácter de las funciones confiadas a la Organización y la naturaleza de
las misiones de sus agentes, resulta evidente que la capacidad de la Organización para ejercer,
en cierta medida, una protección funcional de sus agentes, está necesariamente implicada en
la Carta”*11. Es decir, la finalidad de la “protección funcional” consiste en asegurar el normal
desenvolvimiento de la organización internacional y, para ello, propicia, entre otras cuestiones,
el respeto de sus agentes.
2. Naturaleza jurídica
La postura tradicional o clásica parte do la premisa do considorar a la protección diplo
mática como un derecho subjetivo dol Estado -y no dol individuo-. Si bien se produoe un dafio
on la porsona o los bionos dol individuo, jurídicamente el lesionado es el propio Estado del
cual aquel es nacional. Es decir, cuando el Estado infractor perjudica al individuo al violar el
derecho internacional, lo que verdaderamente se lesiona es el bien jurídico del Estado protec
tor. Este supuesto permite a esta postura sostener que, cuando dicho Estado exige la debida
reparación, lo hace a título propio y no como mandatario del individuo. Ya en 1758, Vattel
8 Roproduoido en Die> da Volcaco, Manuel, Inelllucionte da Derecho Internacional Público, Tocnoa, Madrid, 12*
adió., 1999, p. 744.
9 Cfr. Carta do loa Naciónos Unidas, artículo 2, Inoleos 1 y 7.
10 Cfr. Comentarios do la CDI al Proyecto oobro Protección Diplomática, p, 82.
11 Reparación de da/tce eufrldoe al uniólo de las Naciones Unidas. CIJ, Opinión Consultivo, 11/04/1940, CU
Rmuell 1949, p. 184.
CAPÍTULO 43 - PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA Y CONSULAR - ’
12 do Vattol, Emmorlch, TAe Law ofNalione or thc Principies ofNatural Law Applied to ths Conduct and to the
Affalrs ofNationa and Soueralgne, vol. in, 1758, traducido al Ingló» por Fonwick, C.G., Ctrnegio, Washington,
1916. eap. vi, p. 136.
13 Concesiones Maurommatis en Palestina (OraoiQ c. Reino Unido), CWl, Fallo, 30/08/1824, PCIJ Serla A, n* 2.
p. 12. traducción al oopaftol en Doo. A/CN.4/006, p. 14.
14 Reclamaciones británica» en Marruecos (Roino Unido c. Eipafta), CPJ1, Fallo, 1/05/1920, RIAA, vol. ti, p. 633;
Aaunto Ferrocarril • Pan tuexye • Saldutishis (Estonia c. Lituenia), CPJI, Fallo, PCJJ Serle A!B, n* 76, p. 18;
Asunto Nottebohm (Liechtenatoin c. Guatemala), CIJ, Fallo, 6/04/1955,1CJ Reporte 1956. p. 24. Barcelona
TractIon Light and Power Compon? Limited (Bélgica c. Eipafta), CU, Fallo, 5/02/1870, ¡CJ Reporte 1970, p.
44, ontro otros.
15 Pulg, Juan Cario», Estudios de Derecho y Política internacional, Dapnlma, Bueno» Alrat, 1878, p. 148.
16 Oh1.. Primor informo dol RolotorEepoclal, pdrr, 32. f
919
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIO->¿A1. PÜBUCO
del perjuicio sufrido como resultado de un hecho internacionalmente ilícito, lo cual no resulta
afectado por dicho proyecto18.
El artículo 2 del Proyecto de la CDI reconoce que es el Estado de la nacionalidad quien, en
principio, tiene derecho a ejercer la protección diplomática, es decir, a presentar el reclamo que
corresponda. No obstante, como la propia CDI admite, deja abierta la cuestión de si el Estado
que la ejerce lo hace por derecho propio o en virtud del de 6u nacional, o ambas cosas. En este
sentido, la CDI se declara “neutral”19. 20 21 22 23 24 25 26 27
Más allá del asunto vinculado a quién pertenece el derecho de la protección diplomática,
no existe una obligación de derecho internacional que imponga al Estado el deber de hacorlo.
De todas formas, ello no obsta a que los Estados, en virtud de sus legislaciones internas, pre
vean una obligación de tales características. En efecto, el relator especial que comentó a traba
jar este tema en la CDI ha realizado una descripción detallada que evidencia cierta práctica de
los Estados en tal sentido89. Asimismo, debe prestarse especial atención en aquellos casos en
que haya sucedido una violación grave de derechos humanos. Aun cuando en términos genera
les queda librada a la facultad discrecional del Estado do la nacionalidad plantear el reclamo
para subsanar el daño causado, dicha facultad amerita interpretarse en consonancia con el
artículo 19 del Proyecto de la CDI, que establece que un Estado que tonga derecho a ejercer la
protección diplomática “debería [...1 considerar debidamente la posibilidad de ejercer la protec
ción diplomática, especialmente cuando se haya producido un peijuicio grave”81.
3.1. Nacionalidad
3.1.1. Nacionalidad de las personas físicas
La nacionalidad puede ser considerada como el vínculo jurídico-político que liga a una
persona con un Estado determinado por medio del cual se obliga con él con relaciones de leal
tad y fidelidad y se hace acreedor a su protección diplomática”.
De acuerdo con el artículo 4 del Proyecto de la CDI, con respecto a una persona física,
“se entiende por Estado de la nacionalidad un Estado cuya nacionalidad ha adquirido dicha
consultiva sobro Propuesta de modificación a la Constitución Política de Costa Rica relacionada con la
naturalización, OC-4/84, Corte IDH, 19/01/1984. parág. 35.
920
V -tb
V-’
CAPITULO 43 - PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA Y CONSULAR- * " 'OTL,-'-..--?--
I':' persona, de conformidad con la legislación de ese Estado, en razóri-del lugar de nacimiento, la :
3 filiación, la naturalización, la sucesión de Estados o de cualquier otro modo que no esté en cón-; :
tradicción con el derecho internacional”53. De esta definición se desprende quo corresponde al , ' • 'iS
Estado, conforme a su derecho interno, otorgar la nacionalidad a aquellas personas que reúnan"
los requisitos necesarios para ello. Esto resulta corroborado por la doctrina y la jurisprudencia.'■/■.-“•■í-
5. internacional”. Tan es así que la Corte Permanente de Justicia Internacional declaró en el • ?''.í
asunto de los Decretos de nacionalidad promulgados en Túnez y Marruecos que, “en el estado
(• notiial del rlaraeha
actual /tal derecho InfomoriAnnl las maaflnnaa
Internacional, lna de aaalannHAad
cuestiones ría nacionalidad corresponden 1 en —
aannn^on f(...) U—-1-1--I1.'.:, f.'/j
principio,
‘ M ;l
í" a la esfera do competencia exclusiva"30
28. 31
* 32
Los criterios para el otorgamiento de la nacionalidad mencionados en el artículo trans
cripto son meramente enunciativos, ya que para el derecho internacional habitualmente la na
cionalidad so obtiene por el lugar do nacimiento (jus solí) o por filiación (fue tangulnW', entre
> otros criterios que se trataron en 01 capítulo 42. En el conocido caso Ñottebohm, la CIJ analizó el
¿ alcance del vínculo de nacionalidad -adquirida por naturalización- entre el Estado y la persona
£ que solicita la protección. En este caso se planteaba la cuestión de si Licchtenstein, Estado donde
Ñottebohm se había naturalizado, podía ejercer su protección diplomática con respecto a Guate
mala, país que presuntamente le había ocasionado agravio por haber confiscado sus bienes. La •
;5 Corte declaró que Guatemala no estaba obligada a reconocer la nacionalidad de Licchtenstein
adquirida por Ñottebohm a los efectos de la protección diplomática, debido a lo siguiente:
Asimismo, la CIJ expresó: “[...] la nacionalidad es el lazo jurídico que tiene como funda
mento un hecho social que constituye un vínculo, una comunidad auténtica de vida, intereses
y sentimientos, así como la existencia de derechos y deberes mutuos"33. 34 35
Hay autoreB que observan que una conclusión lógica y de gran importancia práctica que
se desprende de este caso es que la afirmación por parte de un Estado de que, de acuerdo con
su derecho interno, una persona tiene su nacionalidad no es prueba concluyente del hecho que
invoca a los efectos internacionales. De modo que un tribunal internacional o nacional que deba
aplicar normas de derecho internacional basadas en el concepto de nacionalidad tiene el poder
de investigar la pretensión de un Estado del cual una persona tiene su nacionalidad54.
Este fallo fue objeto de opiniones disidentes, como la del juez Read, quien planteó que,
más allá de que la teoría del “vínculo efectivo’ fuera aconsejable de lege ferenda, ello no tiene
importancia al momento de evaluar el juzgamiento de lege lata. Dicho magistrado no cuestionó
la necesidad de establecer alguna limitación al amplio poder discrecional poseído por los Esta
dos soberanos: es decir, el derecho de determinar quiénes son sus nacionales y cómo proteger
los. No obstante, afirmó que la Corte estaba obligada por el artículo 38 del Estatuto a aplicar
el derecho internacional positivo, y no reglas que aún no habían sido expresamente receptadas
por la codificación internacional33.
28 Asunto Ñottebohm, doc. di, p. 28; Makarov, Alexander, "Róglcs généralss du Drolt da la natlonalití",
R.C.A.D.I,, vol. 74,
1949-1, p. 319 y es; Jiménez de Artchaga, Eduardo, Derecho Internacional público.
Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo, 1991, t IV, p, 16 y ss.
30 Decretos de nacionalidad emitidos en Túnez y Marruecos (Zona francesa), CPJI, Opinión Consultiva,
08/11/1921, PCIJ, Serie B, n.” 4,1923, p. 24.
31 Brownlic, Ion, Principies ofPublic International Law. Oxford, Nueva York, 4.“ edic-, 1980, p. 387 y se.
32 Asunto Ñottebohm, doc. cit., p. 23.
33 Ibíd., p. 23.
34 Oyarzábal, Mario J. A., La nacionalidad argentina: Un estudio desde la perspéctica del derecho internacional
público, del derecho internacional privado y del derecho interno argentino, con referencias al derecho de’la
integración, La Ley, Buenos Airea, 2003, p. 13. • ..
35 Conf. ABunto Ñottebohm, doc. cit, disidencia de juez Read, pp. 37-39.
921 .
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El juez Klaestad, por su parte, apuntó que la Corte no había logrado probar la existencia
de una regla de derecho internacional consuetudinario que estableciera la condición de un -.£58
“vínculo efectivo” para la adquisición de nacionalidad88. En esas líneas, algunos autores tam-
bién criticaron el fallo de la Corte en el sentido que resultaba daro que la adquisición de na- w
cionalidad jure soli podía ser fortuita; por ejemplo, una persona podía no tener vínculo alguno
con el país donde había nacido. Por otro lado, una persona podía ser nacional de un Estado jure
sanguinis sin tener el mínimo vínculo con ese país3’.
En opinión de la CDI, la teoría del “vínculo efectivo" del caso Nottebohm no constituye de-
recho internacional consuetudinario y argumenta que, si se aplicara estrictamente, excluiría a
millones de personas de los beneficios de la protección diplomática, ya que en el mundo de hoy, -■jg
de globalización económica y migración, hay millones de personas que han dejado sus Estados de •
nacionalidad para rehacer su vida en Estados cuya nacionalidad nunca adquieren, o bien que
han adquirido la nacionalidad, por nacimiento o filiación, de Estados con los que tienen una
conexión tenue88. :'-i
Si bien el otorgamiento de la nacionalidad corresponde a la competencia exclusiva del
Estado, en su calidad de soberano, ello no debe resultar en contradicción con el derecho ínter- ;’j
nacional”. Dicha competencia no es absoluta, ya que tiene bu limitación sobre la base de aque-
lias obligaciones de los Estados contraídas en el ámbito del derecho internacional destinadas a
garantizar la protección de los derechos humanos, limitación que no se da en relaciones entre ,
Estados, sino que resulta de las obligaciones de los Estados frente a los individuos afectados48. :'W
En efecto, los derechos vinculados a la naoionalidad del individuo han sido receptados en diver-
sos instrumentos internacionales de derechos humanos, como se vio en el capítulo 42.
La Corte Interamericana de DarechoB Humanos, en su opinión consultiva sobre la Pro-
puesta de modificación a la Constitución política de Costa Rica relacionada con la naturali-
zación, Bostuvo que era necesario balancear las competencias del Estado en materia de otor- W
gamiento de nacionalidad vis ó. vis las normas del derecho internacional destinadas a la pro-
tección del individuo, en los siguientes términos: “Las disposiciones de derecho internacional ;.’ñ|
limitan, en alguna forma, esta facultad de los Estados en razón de exigencias de la protección
internacional de los derechos humanos"41.
Como ya se dijo, el artículo 4 del Proyecto de la CDI dispone que la nacionalidad no haya •¿'JS
sido adquirida en violación del derecho internacional. La carga de la prueba de que se ha V'J;
producido dicha violación recae sobro el Estado que impugne la nacionalidad de la persona
perjudicada, dado que hay una presunción a favor do de la validez del otorgamiento de la na- 'Vi'
cionalidad48.
Hay un supuesto especial vinculado con el ejercicio de la protección diplomática que se
refiere a la “continuidad de la nacionalidad". Esta situación se da cuando ha habido un cambio
de nacionalidad de la persona perjudicada, entonces surge la cuestión do cuál sería el “Es- M
tado de la nacionalidad" habilitado para plantear el reclamo que corresponda. Actualmente, ‘.S
se entiende como tal a aquel Estado que tiene derecho a ejercer la protección diplomática con
respecto a una persona que haya sido nacional suyo de modo continuo desde la fooha en quo se
produjo ol poijuicio hasta la fecha de la presentación oficial del reclamo. Se presume la conti- V”
nuidad si esa nacionalidad existía en ambas fochas48.36 37 38 39 40 41 42 43
922
i-
la protección de un Estado que tal vez sea más proclive a ello. Por último, la adquisición deilqj íípjW^
nacionalidad del Estado reclamante debe haber sido conforme al derecho internacional, por lo.
que esta disposición debe ser interpretada en consonancia con lo establecido con el artículo 4
in fine del Proyecto do la CDI.
Otra excepción a la cláusula de “continuidad de la nacionalidad" se refiere a que la pro?,
tección diplomática no podrá ejercerse por el nuevo Estado de la nacionalidad frente al Estado j'iAíSS
de la nacionalidad anterior de la persona perjudicada en razón de un perjuicio sufrido cuando;
esa persona era nacional del Estado de la nacionalidad anterior y no del nuevo Estado de, la :-'
nacionalidad44. Por ejemplo, si una persona de nacionalidad alemana friese víctima de unhechp. ■
intemacionalmente ilícito atribuible a Alemania, pero posteriormente pierde dicha naciona-
lidad y adquiere la de Noruega, este último Estado no podría presentar un reclamo contra
Alemania por tal hecho. ’ «.
La última de las excepciones con relación a la "continuidad de la nacionalidad” es aquélla
que establece que un Estado pierde el derecho a ejercer la protección diplomática con respecto 1
.' a una persona que adquiera la nacionalidad del Estado contra el cual se haya presentado el
. reclamo después de la fecha de su presentación oficial4'', dado que, de lo contrario, implicaría 1
que el Estado demandado pagara una indemnización a su propio nacional, '
Una situación particular se presenta en aquellos casos en que las personas físicas poseen
“nacionalidad múltiple” con respectó al Estado que se encuentra facultado para presentar el
reclamo, Es necesario distinguir ai este sería presentado (i) frente a un tercer Estado, o bien (ii)
anta otro Estado de la nacionalidad do la persona. En el primor supuesto, todo Estado del que
sea nacional una persona que tenga doble o múltiple nacionalidad podrá qjercer la protección
■ diplomática con respecto a esa persona frente a un Estado del que no sea nacional41. Asimismo,
dos o más Estados de la nacionalidad podrán ejercer conjuntamente tal protección44, En el se
gundo supuesto, los rociamos do la protección diplomática so excluyen entre los Estados cuya .
nacionalidad ostenta el individuo, a menos que la nacionalidad del Estado reclamante sea
predominante tanto en la fecha en la que se produjo el perjuicio como en la fecha de la presen
tación oficial del reclamo50. *Esta regla encuentra su fundamento en el principio de igualdad so-
„ -..................................................................................... - ---r—
923
LECCIONES DE OÉRECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
berana de loe Estados, ya que cada uno de ellos considera a la persona como su nacional®’. Por
“predominante'’ so entiendo que la persona poseo vínculos máa estrechos con un Estado que
con otro. A los efectos de determinar la nacionalidad predominante, la CDI onuncia variablos
a considerar, tales como la residencia habitual, ol omploo y los intereses finanoloros, los lasos
familiares en cada país, la participación en la vida pública y soda!, la utilización del idioma, la
tributación y las visitas al otro Estado do la nacionalidad, entro otras80.
En lo que rospeota a la protección do la tripulación de un buque, ol Proyecto de la CDI
prevé que el derecho del Estado de la nacionalidad de los miembros de la tripulación a qjercer
la protección diplomática no resulta afectado por el derecho del Estado de la nacionalidad del
buque a exigir reparación en favor do los miembros de la tripulación, con independencia de la
nacionalidad de estos, cuando hayan sufrido un perjuicio en relación con un dafio causado al
buque por un hecho internacionalmente ilícito03. La CDI aclara que ha sido necesario afirmar
el derecho del Estado de la nacionalidad a ejercer la protección diplomática en favor de los
miembros de la tripulación de un buque para excluir totalmente la idea de que ese derecho
quedaba sustituido por el del Estado de la nacionalidad del buque®*. En esta línea, el Tribunal
Internacional de Derecho del Mar, en el caso Saiga, ha reconocido el derecho del Estado del
pabellón a exigir reparación en favor de los miembros extranjeros de la tripulación®®.
Si bien la regla general para ejercer la protección diplomática, como ya hemos mencio
nado, requiere que sea el “Estado de la nacionalidad" de la persona afectada el que presente el
reclamo, se plantea una excepción en caso de que la persona 8ea apátrida o refugiado. En el de
recho Internacional contemporáneo existen instrumentos específicos que regulan ambas cate
gorías de personas. En efecto, el artículo 1 de la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas
de 1954 define como apátrida “a toda persona que no sea considerada como nacional suyo por
ningún Estado, conforme a su legislación". Por su parte, la Convención sobre el Estatuto de los
Refugiados de 1951 define al refugiado como la persona que,“debido a fundados temores de ser
perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social
u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda, o a causa de
dichos temores, no quiera acogerse a la protección del país; o que, careciendo de nacionalidad
y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su
residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él"“
Como puede apreciarse, estas personas se encuentran en una situación especial de inde
fensión, motivo por el cual el Proyecto de la CDI contiene un artículo que habilita a un Estado
para ejercer la protección diplomática con respecto a una persona apátrida que tenga residen
cia legal y habitual en ese Estado en la fecha en que se produjo el perjuicio y en la fecha de la
mutandi, respecto de
presentación oficial del reclamo®7. Similar disposición se aplica, muíatis
una persona a la que ese Estado reconozca la condición de refugiado, “de conformidad con las* 53 54 55 56 5
61 Oyarxábal, Mario J. A., op. cit., p. 39. La CIJ en la opinión consultiva sobre la Reparación de dafloe eufrldo» al
cérvido de Zas Naciones Unida» dijo: "(...J la práctica generalmente seguida, según la cual un Estado no qjqrce
su protección en provecho de unos ciudadanos contra un Estado que lo considera como eu propio ciudadano",
doc. cit, p. 186.
62 Ver Comentarios de la CDI al Proyecto sobre Protección Diplomática, p. 52.
53 Proyecto de la CDI sobro Protección Diplomática, artículo 18.
54 Comentarios de la CDI ai Proyecto sobro Protección Diplomática, p. 102.
55 Saiga N° 2, (San Vicente y Granadinas c. Guinea), Tribunal Internacional do Derecho del Mar, F811o,
1/07/1999, p. 10.
56 Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (1951), artículo 1(AX2). Cabe aclarar que dicha Convención
establece un límite temporal para considerar a una persona como refugiada: aquellos "acontecimientos
ocurridos antes del 1* de enero do 1951"; y un límite geográfico: loa sucesos ocurridos en Europa. No obstante,
tales límites en la actualidad han devenido irrelevantos. En efecto, la propia Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirma: "Estas restricciones al alcance de su definición
de refugiado han dejado de ser de importancia. La limitación temporal fue formalmente retirada por el
Protocolo de 1967, al tiempo que la limitación geográfica fue desechada por la inmensa mayoría de los Estados
que reconocen ambos instrumentos, dándole de esta manera un carácter universal a los preceptos de la
Convención", ACNUR, "La determinación del estatuto do refugiado". 01/09/2005, p. 12, disponible en http://
www.unhcr.org/refworld/pdfid/4f58999f2.pdf.
57 Cfr.. Proyecto de la CDI sobre Protección Diplomática, artículo 8(1).
924
f.
CAPÍTULO 43 - PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA Y CONSULAR
5t-•
normas internacionalmente aceptadas”58, 59
Esa expresión
60 61 pone dé'relieve quo serán
62 63 64 65
las normas onunciadas en diferentes convenciones y otros instrumentos i ’ "" k ‘
como las normas jurídicas enunciadas en la Convención sobro el Estatuto de loé Rafií
M¡ • ■ • -— ■ **> - -— • >
do 1951 y eu Protocolo de 1867”. La protección diplomática por parto del Estado dp
es especialmonto importante en el oseo do loe refugiados, ya quo estos no pueden o'nonüí
'j.'1 dp.Anu..» u la KaaénaalÁn fj»! Valija «lr> 1n a> *«1» a>11 J - JW ». .1 1* t..._ ______ • á.. S*
'acogerse a la protección [del Estado de la nacionalidad]” y, si lo hacen, corren ol poliMtí-dÁ':
«a-.Ia- A..
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refugiados ! Estado J
en aol de IJaaaIa«»
residencia'
a aaa ”, ■■ “ ' '
fe- Sin embargo, el Estado que ha otorgado el refugio no podrd ejercer la protección <Hr>\
w: • tica respecto de un refugiado contra el Estado de eu nacionalidad’1. Haberlo permitido hábSa'x.
1
go significado ir contra el criterio básico del proyecto de artículos, según el cual la nacionalidad
es la base predominante para el ejercicio de la protección diplomática. Esto párrafo responde. .
»i; también a consideraciones de orden práctico. La mayoría de los refugiados tienen seriaB quejas
sobre la manera en que han sido tratados por el Estado de eu nacionalidad, del que han huido ■
de la Primera Guerra Mundial, lae acciones déla Barcelona Traction quedaron principalmente
en manos de personas físicas o jurídicas de nacionalidad belga. En ese momento crítico se cal
cula que el 88 % de las acciones estaban en posesión de nacionales belgas". Como consecuencia
de una serie de medidas adoptadas por el Gobierno de España, la sociedad resultó afectada y
se causó su declaración de quiebra. Ante esta circunstancia, Bélgica, en su calidad de “Estado
de la nacionalidad” de la mayoría de los accionistas, interpuso una demanda contra España ante
la Corte Internacional de Justicia, solicitando indemnización por daños y perjuicios. La Corte
desestimó que Bélgica tuviese legitimación sufíciente como para ejercer la protección diplomá
tica por los daños causadós por la declaración de quiebra y por una serie de procedimientos en
consecuencia, que la paite belga consideraba que eran contrarios a principios fundamentales
de justicia y que habían sido ordenados dolosamente con la fínalidad de transferir, sin indem
nización, Iob bienes de la sociedad a manos españolas. Para que la situación fuera diferente,
la Corte consideró que el acto objeto de la reclamación debía ir dirigido contra los derechos
directos de los accionistas como tales (lo que no ocurría en el presente caso, ya que el propio
Gobierno de Bélgica admitió que no basaba su reclamación en una violación de loe derechos
directos de los accionistas).
En cuanto a la "continuidad de la nacionalidad” de las sociedades, se otorga, mutatis
mutandi, similar tratamiento que a las personas físicas, es decir, un Estado tiene derecho a
ejercer la protección diplomática con respecto a una sociedad que tenía su nacionalidad, o la de
su Estado predecesor, de modo continuo desde la fecha en la que se produjo el perjuicio hasta
la fecha de la presentación oficial del reclamo. Se presume la continuidad si esa nacionalidad
existía en ambas fechas”. Asimismo, un Estado no tiene derecho a ejercer la protección diplo
mática con respecto a una sociedad que adquiera la nacionalidad del Estado contra el cual se
reclame después de la presentación del reclamo”. El análisis realizado sobre la “continuidad
de la nacionalidad” de las personas físicas resulta aplicable por analogía a las sociedades, a
cuyas consideraciones nos remitimos.
No obstante, hay una cuestión adicional al análisis efectuado supra, que pasamos a abor
dar. En condiciones normales, si una sociedad dqja de existir voluntariamente en un Estado
y ae constituye bajo la legislación de otro, adquiere una personalidad jurídica distinta y, por
ende, se rompe la “continuidad", dado que el "Estado de la nacionalidad” anterior deja do es
tar legitimado para ejercer la protección diplomática, ya que los requisitos necesarios para
la constitución de la sociedad competen exclusivamente al derecho interno de un Estado. Por
ejemplo, si una sociedad constituida en la Argentina decide voluntariamente dejar de existir
en ese país para pasar a constituirse en Uruguay, entonces la Argentina, como “Estado de la
nacionalidad" anterior, pierde el derecho a ejercer la protección, pues la sociedad a constituirse
bajo la legislación uruguaya adquirirá una nueva personalidad jurídica.
No obstante lo señalado, hay una excepción que se recepta en el Proyecto de la CDI y
que se refiere al derecho de un Estado a ejercer la protección diplomática con respecto a una
sociedad que tenía su nacionalidad en la fecha en la que ae produjo el perjuicio y que, como
consecuencia de ese perjuicio, haya dejado de existir según la legislación del Estado en el que
se constituyó”. En este caso, no está presente el elemento volitivo, sino que, por ol contrario, la
sociedad forzosamente deja do existir debido al perjuicio que se le ha causado. No permitir al
“Estado do la nacionalidad" defender los derechos de la sociedad en cota oircunatatiola oxtromu
habría conducido a una situación de injusticia.
El principio más fundamental de la protección diplomática de las sociedades es que una
sociedad debe ser protegida por el Estado de su nacionalidad y no por el Estado o los Estados
de la nacionalidad de los accionistas de la sociedad”. La Corte Internacional de Justicia sos
tuvo en el caso Barcelona Traction que la concesión del ejercicio de la protección diplomática* * * * *
66 Cuarto Informo oobro protección diplomática del Relator Bspoclal John R. Dugord, 5Í.‘ sesión de la CDI
(2000) (Doc. A/CN.4/630). versión en oopañol, p. 2.
67 Conf. Proyecto de la CDI sobro Protecoión Diplomática, articulo 10(1).
68 Ibíd., artículo 10(2).
69 Ibíd-, articulo 10(3).
70 Comontarlos de la CDI al Proyecto sobro Protección Diplomática, p. 66.
926
_• •■''‘ti ■■'$'?''’■■''■• '
de loa accionistas como taleB abriría la puerta a reclamaciones coriburrentes por parte dé dife
rentes Estados, lo que podría crear una atmósfera de inseguridad y confusión en las relaciones,
económicas internacionales71.
Sin embargo, en el Proyecto de la CDI se incorporan dos excepciones que permiten á
Estado de la nacionalidad de los accionistas ejercer la protección por un perjuicio causado a ía- í
72. La primera de ellas se refiere al supuesto de que la sociedad haya dejado de eitie< 'RR
sociedad71
tir, de conformidad con la legislación del Estado en el que Be constituyó, por algún motivo no
relacionado con el perjuicio. Es decir que, a fin de restringir el campo de actuación de los acciq- : • 7?
nietas en representación de la sociedad, se aclara que tal actuación solo podrá tener lugar “por '?
algún motivo no relacionado con el perjuicio"72.74
De75esta manera, sigue en cabeza del “Estado • ■?».' ■ •’?
de la nacionalidad" de la sociedad el derecho a ejercer la protección siempre que, como cense--, ■
cuencia del perjuicio, la sociedad haya dejado de existir conforme la legislación del Estado en ; .
el que se constituyó7*. .
' La segunda de las excepciones permite al “Estado de la nacionalidad" de los accionistas
qjercer la protección por un perjuicio causado a la sociedad cuando esta tenga, en la fecha en
la que se produjo el perjuicio, la nacionalidad del Estado cuya responsabilidad por el perjuicio
se invoca y la constitución de la sociedad en ese Estado sea exigida por este como condición
previa para realizar negocios en dicho Estado72. La CIJ se refirió a esta excepción en el caso.
Barcelona Traction, a saber: . 'i
Es exacto que se ha sostenido que, por motivos de equidad, un Estado debería poder
asumir en ciertos casos ¡a protección de sus nacionales accionistas de una sociedad
que hubiera sido victima de una violación del derecho internacional. Es así como se
ha desarrollado una teoría según la cual el Estado de los accionistas tiene derecho a
qjercer su protección diplomática cuando el Estado cuya responsabilidad se invoca es
el Estado de la nacionalidad de la sociedad”,
No obstante, la Corte consideró que dicha excepción no resultaba aplicable al caso men
cionado.
Completamente distinta es la situación en que se produce un perjuioio directo a los accio
nistas y no a la sociedad, ya que, si bien están intimamente relacionados, poseen personalida
des jurídicas distintas. En efecto, la Corte Internacional de Justicia, también en el citado oaso
Barcelona Traction, reconoce que hay circunstancias especiales que “en el orden internacional"
pueden “justificar que se levante el velo [societariol en interés de los accionistas"77.
En este contexto, en la medida en que un hecho internacionalmente ilícito de un Estado
cause un perjuicio directo a los derechos de los accionistas como tales, derechos que son distin
tos de los de la propia sociedad, el Estado de la nacionalidad de cualquiera de esos accionistas
tendrá derecho a ejercer la protección diplomática con respecto a sus nacionales78. 79
Hasta ahora se han examinado Iob requisitos necesarios para determinar el “Estado de
la nacionalidad” de las sociedades comerciales a los efectos de la protección; no obstante, cabe
destacar que ol Proyecto do la CDI aclara que tales requisitos también resultan aplicables a
otras personas jurídicas". De todas maneras, el tratamiento on detalle otorgado en ol Proyecto
respecto do laa sociedades so explica porque habitualmonte son astas los qus presentan mayo
jk:.
res posibilidades de dar lugar a la protección diplomática.
71 Barcelona Traction Llght and Power Company Limited, doc, oit.. p. 40.
72 Ver Proyecto de la CDI «obre Protección Diplomática, articulo 11.
73 Proyecto de la CDI sobra protección diplomática, articulo 1 lia), in fíne.
74 Ibid., articulo 10.
75 Ibid., articulo ll(b).
76 Barcelona Traction Light and Pouier Company Limited, doc. cit., p. 48.
77 Ibid., p. 39.
78 Proyecto de la CDI eobro Protección Diplomática, articulóla. -.
79 Ibid., artículo 18.
__________ . . —
Wtfc
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
a) Que no haya razonablemente disponibles recursos internos que provean una reparación
efectiva o los recursos internos no ofrezcan ninguna posibilidad razonable de obtener esa
reparación.
No es suficiente que la persona peijudicada pruebe que las posibilidades de éxito son es
casas o que sería difícil o costoso recurrir en apelación. El criterio no es si son probables
o posibles unos resultados positivos, sino 6i el ordenamiento jurídico interno del Estado
928
CAPÍTULO 43 • PROTECCIÓN (MPLOMÁTICA Y CONSULAR.
demandado es razonablemente capaz de ofrecer una reparación efectiva. Esto debe deter
minarse atendiendo a! derecho interno y las circunstancias existentes. Es una cuestión
que decidirá el tribunal internacional competente encargado de examinar si se han ago
tado los recursos internos*0.
b) Que en la tramitación del recurso exista dilación indebida atribuible al Estado cuya res
ponsabilidad se invoca.
El retardo indebido en resolver la cuestión como excepción para no agotar los recursos
internos ha sido receptado en diversos instrumentos internacionales en materia de pro
tección internacional de los derechos humanos, tales como el Pacto Internacional de De
rechos Civiles y Políticos (1966) (art. 41(11 (cj) y la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (1969) (art. 46(2] (c)), como así también en la jurisprudencia internacional11.
c) Que no exista en ¿a fecha en la que se produce el perjuicio vínculo pertinente entre la per
sona perjudicada y el Estado cuya responsabilidad se invoca.
Coincide la doctrina en que en todos los casos en que 6e ha exigido el agotamiento de
los recursos internos ha habido algún vínculo entre el particular agraviado y el Estado
demandado, como la presencia física voluntaria, la residencia, la propiedad de bienes o
una relación contractual con ese Estado*2. Como ejemplos que ilustran esta excepción, la
CDI considera que sería poco razonable e injusto exigir a una persona peijudicada que
agotase los recursos internos cuando sus bienes han sufrido daños ambientales causados
por la contaminación, la lluvia radiactiva o la caída de objetos espacíalos procedentes de
un Estado en el que no estuvieran situados sus bienes, o si se encuentra a bordo de una
aeronave derribada cuando sobrevolaba el territorio de otro Estado®3.
d) Que la persona perjudicada esté manifiestamente impedida de ejercer los recursos internos.
Esta excepción corresponde a la esfera del desarrollo progresivo. Debe interpretarse es
trictamente y recae en la persona lesionada la carga de probar no solo que existen obs
táculos y dificultades graves para agotar los recursos internos, sino también que está
"manifiestamente" impedida de ejercer tales recursos®4.
e) Que el Estado cuya responsabilidad se invoca haya renunciado al requisito de que se ago
ten los recursos internos.
La regla del agotamiento de los recursos internos puede ser renunciada por el Estado
que ha causado el perjuicio. En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
declarado:
En este caso, según los principios del derecho internacional generalmente reconocidos
y la práctica internacional, la regla quo exige el previo agotamiento de los recursos
internos está concebida en interés del Estado, pues busca dispensarlo de responder
ante un órgano internacional por actos que se le imputen, antes de haber tenido la
ocasión de remediarlos con sus propios medios. Se la ha considerado así un medio de
defensa y, como tal, renunciable, aun de modo tácito**.
91 Genie Lacayo c. Nicaragua, Corte IDH, Sentencia, Excepciones preliminares, 29/01/1997, parág. 81; Suáres
Rosero c. Ecuador, Corta IDH, Sentencia, 12/11/1997, parág. 73; Caso de la '‘Panel blanca". Panlagua Morales
y otros c. Guatemala, Corte IDH, Sentencia, 8/03/1998, parág. 155; Las Palmeras c. Colombia, Corte IDH,
Sentencia, 04/02/2000, parág. 38; entre otros.
92 Amerasinghe, Chittharapjan, op. cit., p. 169.
93 Comentarios de la CDI al Proyecto sobre Protección Diplomática, p. 90.
94 Ibíd., p. 93.
95 Viviana Gallardo y otras c. Costa Rica, Corte IDH, Decisión, 13/11/1981, parág.*26.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚB'JCO
4. Doctrina “Calvo”
La denominada doctrina “Calvo" fiie establecida por el diplomático e intemacionalista
argentino Carlos Calvo (1824-1006). Los puntos esenciales de la doctrina están contenidos en
su obra Derecho internacional teórico y práctico de Europa y América, publicada por primera
vez en 1868.'En ese contexto histórico, a pesar de que la mayoría de los países latinoamerica
nos eran independientes, la soberanía no podía desarrollarse y seguir su curso natural debido
a las injerencias extranjeras por las reclamaciones diplomáticas que los inversores europeos
y estadounidenses llevaban a cabo, respaldados por el derecho internacional de la época, que
garantizaba el derecho de intervención sin ninguna restricción. Es así que surge la necesidad
de limitar estas situaciones y, para ello, Calvo elabora una doctrina que equipara los derechos de
los extranjeros con los derechos de los nacionales y, en caso de pleitos o reclamos, los extran
jeros tendrán la obligación de agotar todos los recursos legales ante los tribunales locales sin
pedir la protección e intervención diplomática de su país de origen. Loa fundamentos de la doc-1
trina Calvo se basan en la «afirmación de la soberanía nacional, la igualdad entre ciudadanos
nacionales y extranjeros y el ejercicio de la jurisdicción territorial”.
Los postulados de Calvo, fundados, pertinentes, fueron recogidos por la Segunda Confe
rencia Interamericanade 1901, en el artículo segundo de la Convención relativa a los Derechos
de Extranjería, que dice: “Los Estados no tienen, ni reconocimiento a favor de los extranjeros
otras obligaciones o responsabilidades que Isb que a favor de los nacionales se hallen estable
cidas por su Constitución y por sus leyes”. Este principio fundamental habría de recibir, casi
medio siglo después, una nueva y más categórica formulación. En efecto, el Tratado Americano
de Soluciones Pacíficas, conocido también como el “Pacto de Bogotá", suscripto en la 9.* Con
ferencia Interamericana de 1948, le dio nueva importancia a la Doctrina Calvo, al acordar en
el artículo vu: “Las Altas Partes contratantes se obligan a no intentar reclamación diplomá
tica para proteger a sus nacionales, ni a iniciar al efecto una controversia ante la jurisdicción
internacional cuando dichos nacionales hayan tenido expeditos los medios para acudir a los
tribunales domócticos competentes dol Estado respootiva"33.
Como hornos visto a través del ejemplo dol CIADI, algunos tratados, on especial loa ro=
lativoB a la protección de las inversiones extranjeras, enuncian normas espeolales sobro la
solución do controversias quo excluyen las reglas que so aplican a la protección diplomática o
Be apartan considerablemente de ellas. Esos tratados abandonan o atenúan las condiciones te
930
CAPÍTUtO 43 ■ PROTECCIÓN DIPLOMATICA Y CONSULAR •
■i
lativas al ejercicio de la protección diplomática, en particular laffYeglas sobre la nacionaÍjdádí-:
de la reclamación y el agotamiento de los recursos internos100. '• 'y
La doctrina del intemacionalista argentino fue la base sobre la cual los países latinoáméí?•
ricanos elaboraron nuevas fórmulas legales o contractuales, conocidas bajo el nombre genérico
de “cláusula Calvo”101. La obligación de recurrir a los tribunales internos como un requisita
previo al arbitraje ha sido conocida como la “cláusula Calvo atenuada" en oposición a la "cláu-, -
sula Calvo tradicional”, por la que extranjeros renunciaban en sus contratos con el Estado,
receptor a sus derechos a reclamar protección diplomática102. V
Quien procura una reparación por vía de equidad debe venir con las manos limpias.
Así, un Estado culpable de un comportamiento ilegal puede verse privado del Incus
standi injudicio necesario para denunciar loe correlativos comportamientos ilegales
cometidos por otros Estados, especialmente bí dichas ilegalidades fueron consecuen
cia de su propio comportamiento Ilegal o ae llevaron a cabo para contrarrestarlo. En
resumen, el fueron provocados por él10*.
No obstante, el relator especial de la CDI -Dugard- manifiesta que las pruebas citadas
en apoyo de la doctrina de las manos limpias no son concluyentes103. En los casos do carácter
directamente IntoroBtatal sometidos a la Corte Internacional do Justicia se presentan perió
dicamente argumentos basados en osta doctrina, pero hasta la fecha nunca han sido acogidos.
Es muy dudoso que la doctrina sea aplicable a todas las pretensiones que entrañen el ejercicio
do protección diplomática. No hay ninguna fuente autorizada que sirva claramente de apoyo a
la apllcabilidad de la doctrina en los casos de protección diplomática108.
La CDI, a recomendación de su relator especial, decidió no incluir la doctrina de las “ma
nos limpias” en el proyecto bajo análisis como uno de los requisitos para el ejercicio de la pro
tección diplomática. En este sentido, se procura privilegiar la protección de los derechos del
individuo aun cuando este, a través de su propia conducta, hubiese influido en la generación
del perjuicio.
6. Protección consular
La protección diplomática se puede ejercer mediante la acción diplomática o por otros
medios de solución pacífica. Se distingue de la asistencia consular en que es ejeroida por los re
presentantes del Estado que actúan en interés de este conforme a una norma de dereoho ínter-
nsdonal general, mientras que, en la mayoría de loa oam, la asistenola consular «a prestada
por funoionarlos consulares que volan por los interoses de particulares, conformo a lo dispuesto
—--------- ——-
100 Comentarlos do lo CD! al Proyecto eotao Prolewlón Diplomático, p, J00.
¡rú. 101 Ala Eapil, Jorga A„op. oil.,p. 26.
■< 103 Vlnuosa, Raúl E., “Bllatoral Investment Trootica and tho Sottlomont of Invostmont Disputas under IC81D:
¡'V the Latín Amaricen Exporlence", on Lau and Buslntu Rwitu ofthe Amaricoa, 2002, pp.' 508 y 509,
■<f- 108 8oxto Informo «obro protección diplomática como Relator Espeolal John R. Dugard. 57." «salón do la CDI
(2005) (Doe. A/CN,4/546). versión on espaflol, p. 2,
v-V 104 Fitsmaurlce, Oerald "Tho Gonoral Principias of International Low,"R.C.A.DJ. (1957-11), vol. 92, p. 119.
106 En el mismo eontido coinciden otros autores al afirmar que no hay consenso on doctrina para afirmar que laa
"monos limpias" os un requisito necesario para ejercer la protección diplomática. Al respecto, vor Sohwebal,
Stophan, "Olean Honda, Principio" (2009), en Max Planch Enciclopedia of Public International Laui, http://
www.mpopil.com,pdrr. 13. '
106 Sexto Informo sobro protección diplomática como Rolator Especial John R. Dugard, doo. clt., p. 2.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL P08UCO
Como hemos visto a lo largo del presente capítulo, la protección diplomática implica que
el "Estado de la nacionalidad” de una persona física o jurídica presente un reclamo ante aquel
Estado autor de un hecho internacionalmente ilícito mediante el cual causó un perjuicio a
dicha persona, a fin de obtener la debida reparación. En cambio, la protección consular se
vincula con prestar asistencia a un nacional que se encuentra en el extranjero en virtud de
las fundones propias que le incumben al Estado para con sus nadonales, pero que no requiere
que se haya producido un hecho internacionalmente ilícito atribuible al Estado receptor. Por
ejemplo, si una persona sufre la pérdida o robo de su pasaporte en el exterior, tendrá que recu
rrir al consulado de su país más cercano a fin de que se le emita un nuevo documento de viaje,
pero, en este caso, el peijuido ocasionado no proviene del Estado receptor. En definitiva, ambos
institutos procuran proteger los derechos de las personas, pero bajo distintas circunstancias.
107 Comentarios de la CDI *1 Proyecto sobre Protección Diplomática, p. 30. Ver Paulua, Andreas y Dienelt, Anne,
"Vienna Convention on Consular Relations (1963)" (2012), en Max Planck Enciclopedia ofPublic International
Law, http:ZArww.mpepil.com, párr. 7.
108 Conf. Convención de Viena sobro Relaciones Consular©® (1963), artículo 5(a).
109 Ibíd.. artículo 5(e).
110 La Grand (Alemania c. Estado® Unidos), CIJ, Fallo, 27/06/2001; Avena y otros nacionales mexicanos (México
c. Estados Unido®), doc. cit
111 En ambos caso® conviene aclarar que se aplican los dos instituto®, ya que los respectivos Estado® iniciaron los
reclamos en el marco de la protección diplomática.
932
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11 ■ Capítulo 44
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Protección de las inversiones • <
EXTRANJERAS
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1. Introducción
En 1970, en el caso Barcelona Traction, la Corte Internacional de Justicia afirmó que las
inversiones extranjeras “constituyen una forma de propiedad, de derechos o intereses, y como
tal en principio les corresponde la protección del derecho internacional"1.*Sin
* perjuicio de ello,
la discusión acerca de la existencia de normas de derecho internacional que protegen la propie
dad de los extranjeros tiene lugar al menos desde Vitoria’, e incluso antes’.
De hecho, durante los primeros siglos del derecho internacional moderno pueden obser
varse dos posturas claramente diferenciadas: aquellos que afirman un principio de igualdad
entre los nacionales y los extranjeros, como el propio Vitoria y también Grocio4,*y aquellos que
apoyan la existencia de un estándar mínimo de tratamiento a los extranjeros, impuesto por el
derecho internacional8. En las primeras décadas del siglo xx, la Corte Permanente de Justicia
Internacional afirmó la existencia do ciertos “principios generalmente aceptados de derecho
£ intomadonar relativos al tratamiento a extranjeros6,* y en este contexto también rechazó la
noción relativa a que el tratamiento igualitario entré nacionales y extranjeros impide la confi-
guración de una violación del derecho internacional, aunque esto último haciendo referencia a
obligaciones de naturaleza convencional’.
La doctrina en general sostiene que la concepción actual del “estándar mínimo interna
cional" -que estaría constituido por aquellos principios de la costumbre internacional’ que
establecen el trate mínimo que un Estado debe conferirle a los extranjeros- deriva de las fa
mosas palabras pronunciadas por Elihu Root en la reunión anual de la Sociedad Americana de
Derecho Internacional en 1910®. En su influyente discurso Root sostenía:
1 Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited (Segunda fase) (Bélgica c. Espafla), CIJ, Fallo,
05/02/1970, ICJ Reporte 1970, p. 55 (traducción libre).
2 De Vitoria, Francisco, De Indis, vol. m, p. 5.
3 Ver Paparinakis, Martins, The International Mínimum Standard and Fair and Equitable Treatment, Oxford
Univerrity Press, Oxford, 2013, p. 11 (respecto de las referencias de Giovanni de Legnano en 1360 a las reglas
sobra el tratamiento do extranjeros).
4 Ver Grocio, Hugo, De Jure Belli, Classlcs, Translation, vol. n, 2.2.
5 Vattel, Emerich de, The Law ofNations, vol. u, 1758,8, p. 104.
6 Ciertos interetes alemanes en la Alta Silesia polaca (Fondo) (Alemania c. Polonia), CPJI, Fallo, 25/05/1928,
CPJI Serie A, n* 7, p. 21. • ;<•
7 Ibíd., pp. 32-38. Ver también Apelación de un Fallo del Tribunal Arbitral Mixto checo-húngaro (Universidad,,^
Peter Páemány c. Estado Checoslovaco) (Checoslovaquia/Hungrfa), CPJI, Fallo, 15/12/1933, CPJI-Serie AB, ’
a.* 61, p. 243.
8 Sobre el concepto de costumbre internacional, ver capítulo 5 de este libro.
9 Ver Dolcer, Rudolf y Schreuer, Christoph, Principies of International Muestment Law, Oxford Uníverriiy
Press, Oxford, 1.a edic., 2008. p. 12. . ■.<*’
y . .
■
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Cada Estado está obligado a dar a los nacionales de otro país en su territorio el bene
ficio de las mismas leyes, el mismo gobierno, la misma protección, y la misma repara
ción por daños que le da a sus propios ciudadanos, nada más ni nada menos: siempre
que la protección que el país le da a sus ciudadanos esté en conformidad con el están
dar de civilización establecido10.
El discurso de Root se refería a “la protección que una Nación debe extender a sus ciuda
danos en países extranjeros”11,12
respecto de lo que sostenía que no había una '‘real controversia
entre los abogados intemacionalistas en relación con los principios involucrados o respecto de
las reglas fundamentales a ser aplicadas”13. Su posición estaba basada en una categorización
de los países que incluía países “civilizados" y “semicivilizados”13, y a aquellos países “bajo la
jurisdicción de gobiernos cuyo control es* inadecuado para la preservación del orden"14.
En el caso de esta última categoría de países, Root creía que “en tiempos de particular
disrupción es una costumbre internacional que los países que tienen el poder intervienen di
rectamente para la protección de sus ciudadanos”15,16
inclusive a través del uso de la fuerza11.
8in embargo, el uso de la fuerza solo podía estar justificado “por hechos incuestionables que
no dejaran prácticamente ninguna duda de la incapacidad del gobierno del país de cumplir su
deber internacional de protección"17.
En cambio, las naciones “semicivilizadas" debían estar “satisfechas de estar en una po
sición intermedia entre aquéllas incapaces de mantener el orden, y aquéllas que cumplían
plenamente con el estándar internacional”18.19
Los sistemas legales y administrativos de estas
Naciones no estaban en conformidad con el estándar internacional, sino con uno más bájo, y “si
bien la población del país puede estar satisfecha u obligada a vivir b^jo este último estándar,
no ee puede obligar a ningún otro país a aceptarlo como una medida satisfactoria del trata
miento a los extranjeros”13.
La consecuencia necesaria de esta concepción original del estándar mínimo es que, para
aquellos países que “cumplen plenamente con el estándar internacional”, la única obligación
bajo el derecho internacional era lo que hoy en día se conoce como trato nacional, esto es, darle
al extranjero un trato igual al que ee confiere al nacional. Ea decir que a los países cuyos siste
mas legales y de administración son “lo suficientemente civilizados’ para no violar el derecho
internacional les bastará con otorgar al extranjero los miemos dorechos y protecciones que
otorgan a sus nacionales.
10 Root, Elihu. 'The Baoio oí Protection to Cititans Rosiding Abroad”, vol. 4 (1910), p. 621 (énfasis
Barcelona Traction, Light and Power Company. Limited (Segunda fase), doo. dt, opinión leperada del
magietrado Jesaup, p. 167.
17 Ibíd., p. 821.
18 Ibíd., p. 622.
19 Ibíd. Root cita en su apoyo la poiiclón do Lord Palmcraton on la Cámara do loa Comunes on ol caso Don
Pacifico.Ibíd. Dobe destocarlo quo ni Root ni Lord Palmereton consideran ol heoho de que el oxtranjoro
libremente decido hacer nogooioi en un país quo no se conforma al “estándar Internacional", por lo que en
principio no debería podar quejarse do loe oaténdaraa do oso país, Unos ligios antee, Pufendorf sostoníe
que “so ontlondo quo (un extranjero) ha expresado tácitamente, por ol hocho do entrar a un país, su
Intonolfin do conducirse do Aouordo con las leyes do cae país”. Pufendorf, Samuel, DoJure naiuraeotgentlum
llbri ocio,
Cíaseles, vol. II, p. 273, De todas maneras, la ooncopdón de Lord Palmoreton también incluyo
cuestiono! como lo denegación do justicia y otros conceptos similares, quo conllevan consideraciones
adicionales.
934
CAPÍTULO 44 ■ PROTECCION DE LAS IMVSRSIONES BCTBAHJEBAS*:
2. El Estándar Mínimo
2.1. Orígenes
El intercambio de correspondencia de 1938 entro los Estados Unidos y México, en relación
oon modidas tomadas por este último a partir da 1927 rospecto de tierras agrícolas y otros
intereses do ciudadanos estadounidenses 2’, es generalmente recordado como el origen de la
“fórmula HulI”, que se alega como un estándar de compensación para un caso de expropia
de los fflasistradoa AI-Khaenwneh y Yuiuf, pp, 708-708) SarwIOHa Traillan, Llghl ailtl Plimr GWHjtfU/M»,
LimM fíBgundaM, doo, «lt„ opinión dialduiila del mugístrádü lllpluigm, p. 1)41, Ilusjjflüto dol concotito «0
Íroloaulón dlplumáUoa, ver «1 eaplluÍB 48 de cala ubra, . .
ción2*. Sin embargo, esos intercambios también involucraron la disputa entre el principio de
trato nacional, sostenido por México, y la idea del estándar mínimo, apoyada por los Estados
Unidos, como bien señala Borchard84.
La posición que los Estados Unidos adoptaron en ese incidente está en línea con la noción
del estándar mínimo expresada por Root. Para el Gobierno estadounidense, “cuando un extran
jero es admitido en un país, éste está obligado a acordarle el grado de protección a la vida y a
la propiedad consistente con los estándares de justicia reconocidos por la ley de las naciones"80.
La existencia de ese estándar mínimo, sin embargo, había sido consistentemente negada hast^
ese momento por los países latinoamericanos80.
El estándar mínimo era concebido como un “estándar mínimo de civilización*8’. El propio
Borchard sostenía que derivaba ínter alia "de las prácticas uniformes de los países civilizados
del mundo occidental que dio nacimiento y alimentó el derecho internacional1* aunque, sin
embargo, no requería la igualdad defendida por Latinoamérica88.
Al igual que Root, Borchard colocaba a loe Estados en diferentes categorías, refiriéndose a
Estados “menores” o "menos maduros”, y a “Estados más viqjos”80. Era “la práctica común de la
civilización occidental" de respetar “los derechos elementales que 6e han asociado con el mundo
moderno y con la civilización iluminada”, la que a su vez constituía el estándar mínimo81.
Tanto para Root como para Borchard el estándar mínimo aparece como un conjunto de
“principios generales de derecho”, aunque incluyendo solo ciertos principios sustantivos y pro
cesales reconocidos por las "naciones civilizadas”. Las prácticas de los Estados no civilizados
no contribuían a la formación del estándar mínimo”.
No se ponía el acento en principios de derecho internacional independientes de los están
dares nacionales "civilizados”, aunque Borchard refiere in pasaim a algunos contenidos más
objetivos del estándar, como la prohibición de la mala fe, del fraude y de la violencia que causa
perjuicios8’. De esa manera, la noción de Borchard se acerca a la del famoso caso Neer, que él
cita84.
Aun hoy se considera que el caso Neer contiene una descripción vigente del estándar
mínimo del derecho internacional88. Sin perjuicio de ello, en genoral se agrega que el estándar
de Neer debe ser aplicado con una “visión moderna”, esto es, de acuerdo con el entendimiento
actual de los conceptos relevantes80.
23 Respecto de la práctica anterior a 1914 en materia de compensación, apoyada por loa paisas occidentales, vor
Brownlie, lan, Principios de Derecho Internacional Público, 6."edio., 2008. pp. 510-511. Más recientemente, han
existido discusiones en al ámbito internacional respecto do la eplicabilidad de este estándar de compensación,
por ejemplo, a través de las Resoluciones 1803 (XVII) y 3281 (XXIX) de la Asamblea General de las Naciónos
Unidas.
24 Borchard, Edwin, The •Mínimum Standard’ of the Treatment of Aliena", Michigan Law Reuiew, vol. 38
(1940), pp. 445-446.
25 Ibíd., p. 446 (traducción libre).
26 ídem.
27 Lauterpacht, Hersch (ed.), Oppenheim International Lato: A Treatüte, Longman, Londres, 5* edic., 1937, vol.
i, p. 283 ("Se ha sostenido repetidamente que existe en este campo un estándar mínimo de civilización, y que
un Estado que no cumple con ese estándar incurre en responsabilidad internacional") (traducción libre).
36 Ver, e.g., Glamis Gold, Lid. c. Estados Unidos de América, (NAFTA/UNCITRAL), Laudo, 08/06/2009, parág.
614. Ver también ibíd., parág. 601 ("Los Estados Partes de NAFTA (al menos Canadá y México) están de
acuerdo en que 'el test de Neer continúa siendo de aplicación', aunque México 'tampoco está do acuerdo con
que el estándar sea relativo y que la conducta que podría no haber violado el derecho internacional en 1920
podría perfectamente ser considerada violatoria de principios internacionales generalmente aceptados en la
actualidad”) (traducción libre).
36 Ibíd., parág. 613 (haciendo referencia a la decisión en Mondev). Sin embargo, se ha sefialado que ningún
tribunal ha explicado concretamente do qué manera ha evolucionado el contenido del estándar mínimo. Ver
KlSger, Roland, ‘Fair and Equitable Treatment' in International Investment Law, Cambridge University
Press, Cambridge, 2011, p. 76.
936
______________ ___________ CAPÍTULO 44 ■ PROTECCIÓN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS »,' •; r'!%
En ol asunto Necr, quo es un caso referido a actos de violencia física, la Comisión de He- S
clamaciones México/EE, UU. reconoció “la dificultad de establecer una fórmula general" parqSí ’
determinar en qué casos se produce un ilícito internacional y más específicamente una dene-
gaclón de justicia”. Propuso, entonces, la siguiente fórmula, citada infinidad de veces:
Puede quizás decirse con un grado razonable de precisión que la corrección de actos
de gobierno debiera ser determinado de acuerdo con los estándares Ordinarios de civi
lización, a pesar de que los estándares difloren considerablemente entre los miembros
do la familia de las naciones, que son Iguales anta la ley. Y parece posible indicar aún
con más procisión la causal amplia, genoral, sobre la que una nación puede hacerle
un reclamo de compensación a otra por denegación de justicia. Se ha dicho que eso
reclamo está justificado cuando el tratamiento a un extranjero rovola un error obvio
en la administración de justicia, o fraude, o una clara atrocidad [...1“.
937
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El test es, en términos generales, si loa extranjeros son tratados de acuerdo con los estándares
ordinarios de civilización"44.
Unos pocos años después de que la3 decisiones en Neer y Roberts fueran adoptadas por
la Comisión de Reclamaciones México/EE. UU. -cuyas opiniones se dice que han “ayudado a la
teoría del estándar mínimo a asentarse en la práctica legal de los Estados modernos"44- la ma
yoría del tribunal arbitral en el caso Salem también relacionó el "estándar de derecho interna
cional" a las leyes de las “naciones civilizadas" (en ese caso, en relación con los procedimientos
en materia penal)44. Paradójicamente, en su opinión disidente en este caso, Nielsen, de quien
a su vez se ha dicho que fue la principal influencia detrás de la jurisprudencia de la Comisión
de Reclamaciones México/EE. UU. sobre el estándar mínimo47, sostuvo que el umbral para una
violación del derecho internacional es alto, precisamente a efectos do respetar el principio de
igualdad entre los Estados:
(...) la legalidad de los actos o medidas contra las cuales puede plantearse una queja
en rolación con una reclamación internacional debo ser determinada de acuordo con
los estándares ordinarios aplicables entre los miombros de la familia de las naciones.
Una aplicación práctica de este principio puede darse si un tribunal internacional
adhiere al principio de que solo puede reconocer una compensación sobro la base de
evidencia convincente de un grado pronunciado de actividad gubernamental impro
pia. Esta regla tiene en cuenta el estatus de los miembros de la familia de naciones
que, si bien sus estándares pueden diferir, son iguales bajo la ley de las naciones**.
(...) so han elaborado principios que corresponden a los requisitos mínimos de las co
munidades civilizadas con respecto al trato a los individuos, y su derechos personales
y patrimoniales. En comparación con ol estándar de nación más favorecida, son pre
eminentes en el sentido que ningún Estado puede violarlos y argumentar como excu
sa que está tratando a sus sujetos igualmente mal. Así como hay circunstancias en las
que, para cumplir con el estándar mínimo de civilización, un Estado puede tener que44 * 46 47 48 49 50 51
44 Ibíd., parág. 8. Ver temblón BB.UU. (W, H. Faulhner) c. México, Laudo, 02/11/1926, ¡U.A.A., vol. 4, p. 71
Col test rsaido en la aplicación da estándar» internacionales. Que Móxlco, como todas las otras naclonof
46 Rflth, Andrea* Honi, The Mínimum Standard ofInternational Law Applied to Aliene, 8 jthoff, La Haya, 1949,
p. 07 (traducción Ubre).
de cualquier ley o de oualquíor Institución dobo, yo osumo, ser determinado a la luí do los compareciónos con
otras layo* e instituciones, do manera de llegar a una conclusión de si los estándares ordinarios de civilización
han sido excedidos", Ibíd., p. 1914 (traducción libro).
49 Schwarunborgar, Goorg, “The Most-Favourod-Natlon Standard ín Britieh State Practico", Mleh Yearbooh
of International Lato, vol. 22 (1945), p. 96 (traducción libre).
50 Ibíd.
51 Ibíd, p. 09.
938
_________________________ CAPÍTULO 44 - PROTECCIÓN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS * " ‘ ‘j
tratar a los extranjeros mejor que a sus nacionales, todo Estad# puede insistir en un •
tratamiento de sus sujetos acorde con los requerimientos de los estándares mínimos \
del derecho internacional, más allá de si otros Estados se encuentran satisfochos o no "ífjl
con cualquier otro tratamiento de sus propios nacionales82. .? í
Cuatro años más tarde, en su tesis doctoral dedicada al estándar mínimo, Roth identifi
caba tres nombres diferentes que habían sido aplicados al concepto hasta entonces: “teoría del
estándar de justicia civilizada", utilizado por Borchard, “estándar mínimo de derecho interna- '• \
cional”, que aparecía en el libro clásico de derecho internacional de Oppenheim, y simplemente S ' •. ‘'í,
"civilización”, utilizado pot el famoso intemacionalista Guggenheim*3. De hecho, como ya se s. yjj
dijo, el libro Derecho Internacional de Oppenheim también ataba el estándar mínimo a la idea *
de civilización4*. y*?
Sin embargo, la concepción de Roth era algo diferente, tal vez porque él veía "similitud en
la estructura y el grado de civilización entre los Estados (en 1949)"38. Para Roth el estándar de
civilización difería levemente en los Estados del hemisferio occidental y, “en ese caso, el trato
nacional sería idéntico al estándar internacional"3®. Pero aparentemente el riesgo estaba en un
“cambio en la política nacional sustantiva”-acercándose, de esa manera, a algunas concepcio
nes más modernas de la protección de la inversión- que podía hacer caer a un país debajo de
“un estándar civilizado”4’.
No obstante, también Roth definía el estándar como “la expresión del estándar común de
conducta que los Estados civilizados han observado y todavía quieren observar con respecto a
•los extranjeros”48. Este autor se refería a ciertos estándares reconocidos tanto por la “costum
bre internacional" como por los “principios generales de derecho reconocidos por los países
civilizados”89, confundiendo de alguna manera ambas ñientes del derecho internacional40.
En definitiva, Roth parece argumentar en favor de la jerarquía del derecho internacional
sobre el derecho doméstico01, que en su visión implica negar la posibilidad de que el derecho in
ternacional establezca el principio de trate nacional43. De todas formas, finaliza su “discusión teó-62 * * * 66 67 * 69
!ue un Estado que no alcanza ese estándar incurre en responsabilidad internacional’). La odición novena
00 En Ciertos intereses alemanes en la Alia Silesia polaca la CPJI parece referirlo a los "principios generalmente
aceptados dol derecho internacional" sobro el trato de extranjeros -sin describir eu contenido-, lo quo
incluirla los principios goneralos de derecho, poro que puedo Interpretarse que incluye también la costumbro
internacional. Ver Ciertos Intereses alemanes en la Alta Silesia polaca (Fondo), doc. olt„ p. 21.
61 Roth, Andreas Hans, op, cit,, p. 113.
62 Ibíd., p. 114. Paro una visión moderna, oeta posición aparece como Incorrecta -en la medida en que existen
instrumentos internacionales que establecen el trato naoional on muchas instancias- o Innocsiarla, en
tanto las obligaciones intornaoionals» qus oxigon el trato naoional no parecen contradecir el principio do la
supremacía dol derocho internacional como principio general. Ver Apllcabllidad de la oWigacWn desometer
una controversia a arbitraje con arreglo a la 8ecclón 21 del Acuerdo do 20 de junio de 1947 relativo a la
Sede de las Naciones Unidas, CIJ, Opinión Consultiva, 26/04/1988, p. 34 ("Es suficiente recordar el principio
ÍUndamontal do dorecho internacional do quo el derecho Internacional prevaloce aobre el derecho doméstico")
(traducción libre).
__________________________________________________________________________________ J
. 939
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
rica" del estándar mínimo citando el discurso de Root63, que, como ya se ha observado, de alguna
manera descansa en un estándar de trato nacional, solo que aquel de los “países civilizadoe".
63 Ibíd., p. 123.
64 Ver, en general, Vandevelde, Kenneth J., "A Brief History of International Investment Agreements", U.C.
Davis Journal ofInternational Law & Pollcy, vol. 12 (2006), p. 167.
65 Si bien existen referencias ocasionales a) estándar de trato justo y equitativo on tratados anteriores,
Vandeveldo eBtá en lo cierto al sostener que “El estándar do trato justo y equitativo se convirtió en un aspecto
recurrente de la práctica en materia de tratados de inversión después de quo apareció en la Carta de la
Habana da 1948"; Vandovelde, Kenneth J., "A Unified Theory of Fair and Equitable Treatment", New York
Univenity Journal ofInternational Law A Pollcy, vol. 43 (2010-2011), p. 44 (traducción libre).
66 Para una discusión reciente sobre la relación entra el ostándar do trato justo y equitativo y el estándar mínimo,
ver Haerl, Huesein, 'A Tale of Two 8tandards: ‘Fair and Equitable Treatment’ and the Mínimum Standard
in International Law", Arbitration International, vol. 27, n.° 1 (2011), pp. 27-40. Si bien cierta doctrina y
decisiones arbitrales han defendido la idea de que ambos estándares deben sor distinguidos, la práctica de los
Estados aparece como completamente consistente en sostener la posición contraria, osto es en el sentido de
equipararles. Ver, e.g., la posición del Gobierno suito en Annuaire suisse de drvit International, vol. 36 (1980),
p. 178, y la del Gobierno de los Estados Unidos en el Modelo de TBI 2004, artículo 5 (disponible en httpV/www.
8tete.gov/documenta/organisation/117601.pdf). Ver también Newcombe, Andrew y Paradell, Lluís, Law and
Practico ofInternational Investment Treatics: Standards ofTreatment, Kluwer Law International, Alphen aan
den Rjjn, 2009, p. 269 (sostienen que "hay una clara falte de evidencia conclusiva sobre práctica de los Estados
que indique que fue la intención de algún Estado, al concluir un HA (tratado internacional en materia de
inversiones), que el trato justo y equitativo fuese un estándar autónomo de conducta") (traducción líbre).
67 Ver Dolter, Rudolf y Schreuer, Christoph, op. cit, p. 16 (traducción libre).
68 Sornarajah, Muthucumaraswamy, The International Law on Foreign investment, Cambridge Univer6ity
Press, Cambridge, 2* edic. 2004, p. 136 (traducción libre).
69 Resolución 8281 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 12/12/1974, artículo 22(1) (énfasis agregado).
Ver también Resolución 3202 (S-VI) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Programa de acción
sobre el establecimiento de un nuevo orden económico internacional, II(2)(e).
940
CAPITULO 44 -PROTECCIÓN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS
nacionales como a extranjeros- fue visto por algunos como que tornaba "obsoleta la
entre un estándar mínimo y el estándar de trato nacional"70.71
Lamentablemente,
72 73 74 75 76 77 78 sin embarañé
loa derechos humanos hasta el momento han tenido un impacto relativamente marginal on la’
jurisprudencia que ha interpretado el estándar mínimo en años recientes11.
Desde sus primeros desarrollos, y aun cuando en teoría el estándar mínimo refleja’ ía^
costumbre internacional -esto es la práctica de loe Estados acompañada por la opimo
las decisiones arbitrales han tenido un impacto notable en el contenido del estándar mínimo. S
internacional”. En este sentido, los tribunales constituidos bajo el Tratado do Libro Comeráb'^
do América dol Norte (TLCAN) tuvioron un papol preponderante, básicamente dobido, aí éb* $
miento, al texto del artículo 1105 del TLCAN y, luego, a la bien conocida Nota interpretativa ¿
do la Comisión de Libre Comercio dol TLCAN, según la cual “Los conceptos do trato jürto'y-^
equitativo’ y 'protección y seguridades plenas’ no requieren un trato adicional al requerido pór
el nivel mínimo de trato a los extranjeros propio del derecho internacional consuetudinario, o :
que vaya más allá de éste””. :
En el caso Azinian, el primer reclamo bqjo el capítulo 11 del TLCAN que llegó a la fase \
de méritos, el Tribunal no se concentró en los contenidos del estándar mínimo internacional,
pero sostuvo que “El único principio relevante del artículo 1105 aplicable al caso es el de que .
un inversionista no puede ser tratado de forma que contravenga el derecho internacional"” Ef í
laudo siguiente, dictado en el caso Metalclad, es menos claro en cuanto a establecer un vínculo"' $
entre esa disposición y el estándar mínimo internacional, algo que amerite la crítica del Go- ;
bierno de los Estados Unidos sobre ese punto”.
La decisión en S.D. Myers sí refiere al contenido del estándar mínimo internacional como-
“un piso debajo del cual el tratamiento a los inversores extranjeros no debe caer, aún si el: •
gobierno no estuviese actuando de manera discriminatoria"”. Este piso, sin embargo, aparece
como uno bastante b^jo, dado que una violación solo ocurriría cuando “se demuestre que uri¿w.
inversor ha sido tratado de una manera tan injusta o arbitraria que el tratamiento alcanza el
nivel que es inaceptable desde una perspectiva Internacional. Esa determinación debe hacerse
a la luz del alto grado de deferencia que el derecho internacional generalmente extiende al .••••.
derecho de las autoridades domésticas de regular lo que ocurre dentro de sus fronteras. Esta t
determinación también debe tomar en cuenta cualquier regla específica de derecho internacio
nal que sea aplicable al caso”77. .
En la medida en que el estándar mínimo se separa del trato nacional pero sigue estable-^ ¿
ciendo un umbral alto, como en S.D. Myers (dqjando de lado otros aspectos cuestionables de'->
esa decisión)”, la idea misma de un estándar mínimo es quizás menos cuestionable desde la-.
perspectiva de la igualdad de los Estados. La situación, sin embargo, es diferente b^jo pers-
70 Ver SomarAjah, Muthucumaraswamy, op. cit., p. 152 (traducción libre) (haciendo referencia a las obras de ?
M.S. McDougall, H.D. Lasswoll, Lung Chu Chon y R.B. Lillieh).
71 8obre la relación entre los derechos humanos y el derecho internacional de las inversiones, ver en general
producido suficiente costumbre internacional para poder hacer referencia válidamente a este derecho en
tratados bilaterales').
73 See Haeri, Hussein, op. cit., p. 29 (traducción libre).
74 Robert Azinian y otros c. México (caso CIADI N* ARB/AF/97/2), Laudo, 01/10/1999, ICSID Reuiew - Foreign
Investment Law Journal, vol. 14 (1999), p. 538, parág. 92. Para un análisis detallado de la primera generación
de decisiones TLCAN sobre el artículo 1105 ver Thoraas, J. Christopher, "Reflectlons on Article 1105 of
NAFTA; History, State Practico and tho Influcnce of Commontators”, ICSID fíeuiew - Foreign Inuestment :.
Law Journal, vol. 17 (2002), p. 21.
75 Methanez Corporation c. Estados Unidos de América, Memorial sobre Admisibilidad y Jurisdicción do los
Estados Unidos, pp. 89-42 (disponible en http://www.state.gov/documonta/organization/3949.doc).
76 S.D. Myers, Inc. c. Canadá, (NAFTA/UNCITRAL), Laudo Parcial sobre el Fondo, 13/11/2000, parág. 259
(traducción libre).
77 Ibid.. parág. 263. ’ ••
78 Sobre estos aspectos, ver Thomas, J. Christopher, op. cit., pp. 76-81.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
pectivab como las tomadas por el tribunal del caso Pope & Talbot, que interpretó el “Artículo
1105 como requiriendo que loa inversores y las inversiones cubiertas reciban los beneficios de
los elementos de justicia bqjo los estándares ordinarios aplicados en los países del TLCAN, sin
ningún umbral de limitación en cuanto a que la conducta cuestionada deba ser ‘extremada
mente defectuosa’, 'escandalosa* o 'chocante’, o de alguna otra manera extraordinaria”79. 80
Si bien luego de algunas iniciales (y breves) dudas60 loe tribunales del TLCAN han se
guido la referida nota interpretativa de la Comisión de Libre Comercio del TLCAN, esto no ha
significado uniformidad completa en la interpretación del estándar mínimo. Algunos tribuna
les, aun 6in adoptar totalmente el estándar del caso Neer, han requerido un grado importante
de deficiencia en la conducta estatal, llegando a la famosa formulación del estándar en el caso
Waste Management llt en el que el tribunal sostuvo lo siguiente:
Tomados en forma conjunta, los casos S. D. Myers, Mondev, ADF y Loewen sugieren
que el nivel mínimo de trato justo y equitativo es quebrantado por una conducta
atribuible al Estado y sb peijudicial para la demandante si dicha conducta es arbitra
ria, notoriamente iqjusta, antijurídica o idiosincrática, y discriminatoria si la deman-
danto es objeto de prejuicios raciales o regionales o si involucra ausencia de debido
procoso que lleva a un resultado que ofende la discrecionalidad judicial, como podría
ocurrir con un fracaso manifiesto de la justicia natural en los procedimientos judicia
les o una falta total de transparencia e imparcialidad en un procoso administrativo81. 82 83 84
Sin perjuicio de ello, el tribunal del caso Chemtura sostuvo que, "En línea con el caso
Mondev, tomaría en cuenta la evolución de la costumbre internacional para determinar el
contenido del estándar mínimo internacional"85. Puede argumentarse que esta última evo
lución -es decir, en relación con el contenido más que respecto de lo que debe considerarse
“escandaloso"-86 es precisamente la que fue rechazada por el tribunal del caso Glamie, aunque
no es claro que esta distinción tenga diferencias concretas notables.
Más preocupante, Bin embargo, es ol camino seguido por el tribunal del caso Merrill &
Ring Fortatry. Para este tribunal:
El punto de vista do la Comisión Neer y do otros tribunales que trataron la cuestión
del debido procoso puede sor doscripta como la primora vía de una evolución del Ha*
mAdo oetándar mínimo internacional. Do hecho, conformo el derecho internacional
79 Pope & Talbot, Inc. o. Canadá, (NAFTA/UNC1TRAL), Laudo sobro ol Fondo do la Fase 2,10/04/3001, parAg.
118 (traducción líbre).
80 Ibíd., Laudo sobro Daftoe, 31/05/2002.
81 Watts Management Ino. c. México (caso CIADIN' ARBiAF|/00/3), Loudo, 30/04/2004, parág. 98.
82 International Thunderbird Oaming Corporation c. Mixteo (NAFTA/UNCITRAL), Laudo Final, 28/01/2000,
parág. 194.
85 Chemtura Corporation c. Canadá (NAFTA/UNCITRAL), Laudo, 02/08/2010, pardg. 122 (traduoolón líbre).
80 Glamlt Gold Lid. c. Estados Unido», doo. elt., pardg. 612.
942
.....
CAPITULO 44 - PROTECCIÓN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS
A pesar de la posición consistente de, por ejemplo, las partes delTLCAN, para el tribunal, /.fe?
de Merrill & Ring Forestry “No existe una regla general de la costumbre internacional que ■
aplique el estándar Neer, más allá de los confines estrictos de la seguridad personal, la dene-' . ’
gación de justicia y el debido proceso"68. Citando decisiones judiciales y arbitrales que fueron
adoptadas siguiendo acuerdos especiales de distinto tipo89 el tribunal concluyó que en el con
87,*88
texto de la referida segunda vía “el estándar protege contra todos aquellos actos o conducta que
pueda infringir un sentido de justicia, equidad, y razonabilidad”93 y, * 96 vez sin citar ninguna
94esta
autoridad, afirmó que “está satisfecho [con] que el estándar de trato justo y equitativo se ha
convertido en parte de la costumbre internac92
ional"91.
El efecto que produce equiparar el estándar de trato justo y equitativo con el estándar mí
nimo, bajo la concepción del tribunal del caso Merrill & Ring Forestry, parece ser precisamente
el opuesto al que tienen en mente los Estados parte del TLCAN, entre otros Estados, cuando
argumentan que al trato justo y equitativo no requiere un tratamiento más allá del requerido
por el estándar mínimo internacional”. De hecho, incluso recurriendo a un argumento bastante
curioso relativo a la supuesta necesidad de “contrarrestar un inaceptable doble estándar”33, lo
que en realidad ose tribunal hace es introducir en el estándar mínimo conceptos cuya inclusión
aun en el estándar de trato justo y equitativo es dudoso -en el mejor de los cssob-, como la
“disponibilidad de un ambiento legal soguro” o la “transparencia””.
87 Mirrlll & Rln> Farsiliy L.P. i. Canadá (NAFTA/UNCITRAL), Laudo, 81/03/2010, parAg. 201 (nota» ál pío
omitida») (traducción libro).
88 Ibíd., parág. 904.
89 Ibíd., parág. 208.
SO Ibid., poróg. 210.
01 Ibíd., pardg. 311.
92 Ver TBI Modelo 2004 do loa Estados Unidos de América, op. oit., articulo 5(2) (traducción libre).
93 Mtrrill & Ring Forestry L.P.c. Canadá, doc. elt, parág. 212 (traducción libra).
94 Ibíd., parág. 187.
93 Vor http://unctad.org/on/pageB/DIAE/Intemational%20Invoetmont%20Agroementa%20(IIA)/Resoarch-and-
Polioy-Anclyais.atpx.
96 El debute, en todo caso, refiero al grado en que dichas diferencias deben concluir en un resultado Interpretativo
diferente de cada TBI, y hasta qué punto la interpretación de un estándar contenido on un TBI ea relavonte
para interpretar el “mismo" estándar contenido on otroTBJ, Poro no hay duda de que el texto do cada tratado
o» un elemento esencial en el proceso Interpretativo, conformo oí artículo 31 de la Convonolón d» Vlono
sobre el Derecho do las Tratado» (vor capítulo 7 do esta obra), y que será fundamental en la resolución do lo
controveroia puntual on la quo dicho tratado doba aplicarse.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
cientemente relevantes para permitir una descripción general de los aspectos comunes más
salientes”.
97 Ver Klager, Roland, op. cit., p. 9 (citando en el mismo sentido a Sornarajah, Lowenfeld, Newcombe y Paradell,
y Schill).
98 Tratado entre la República Argentina y los Estados Unidos de América sobre la Promoción y Protección
Recíproca de Invereionea, euacripto en Washington, D.C. (Estados Unidoa de América) el 14/1V1991, articulo
Kl).
99 Por ejemplo, en el contexto del Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados
y Nacionales do Otros Estados, Convenio CIADI, (ver próximo capítulo de esta obra), varios tribunales han
identificado, aunque no de manera completamente unánime, ciertos elementos que deben estar presentes
para que exista una inversión protegida bajo ese tratado. Ver ínter alia Salini Cnstruttori S.pA y Italttrade
S.p.A. c. Reino de Marruecoa (caso CIADI N* ARB/00/4), Decisión sobre Jurisdicción, 23/07/2001,T.L.M., vol.
42 (2003), p. 822, parág. 52; Bayindir Insaat Turiem Ticaret Ve SanayiA.$. c. República Islámica de Pakistán
(caso CIADI N° ARB/03/29), Decisión sobre Jurisdicción, 14/11/2005, parág. 130; JandeNul N.V. y Dredging
International N.V. c. República Árabe de Egipto (caso CIADI N* ARB/04/13), Decisión sobre Jurisdicción,
18/06/2006, parág. 91; Patrick Mitchell c República Democrática del Congo (caso CIADI N* ARB/99/7),
Decisión 6obre la Solicitud de Anulación del Laudo, 01/11/2006, parág. 27. Esto a su vez ha dado lugar a
la noción do la "doble cerradura" o ‘double keyhole", según la cual, bajo el Convenio CIADI, para poder ser
conaiderada por un tribunal arbitral, la inversión debe cumplir con los requisitos tanto de ese Convenio como
del TBI aplicable. Ver Ceskoslovenska Obchodni BankaA.S. c. The Slouak Republic (caso CIADI N* ARB/97/4),
Decisión sobre Jurisdicción, 24/05/1999, parág. 68.
CAPITULO 44 • PROTECCIÓN DE LAS iNVERSfONES EXTRANJERAS
de inversión, o incluso condicionan la aplicación íntegra del tratado al respeto del derecho deí®
país receptor de la inversión. Por qjemplo, el artículo nx(l) del TBI entre la Argentina y EspáñaSp
establece: “Cada Parte protegerá en su territorio las inversiones efectuadas, confórme
legislación, o inversores de la otra Parte y no obstaculizará, mediante medidas injustificadas o
discriminatorias, la gestión, el mantenimiento, la utilización, el disfrute, la extensión, la venia •i*'
ni, en su caso, la liquidación de tales inversiones”100. .ÍJW
Se reconoce comúnmente que el propósito de las cláusulas de legalidad de la inversión
-esto es, las que condicionan la aplicación del TBI a la conformidad de la inversión con el de- !•
recho del EBtado receptor101-
102 “impedir
es103 104 que un TBI protqja inversiones que no debieran ser ••
protegidas, en particular porque serían ilegales”10’. Si bien aún hoy se discuten varios aspectos
importantes relativos a las “cláusulas de legalidad” de los TBI -como, por ejemplo, si basta con
cualquier tipo de ilegalidad o debe tratarse de una ilegalidad de cierta magnitud para quo la
inversión pierda la protección del tratado, si puede afectar cualquier disposición del derecho
local o solo disposiciones referentes a ciertas materias, si la ilegalidad afecta la jurisdicción
del tribunal o solo los méritos del reclamo, si la única ilegalidad determinante a los efectos
de la jurisdicción del tribunal internacional es la cometida al momento de la realización de la
inversión y no las posteriores, etc.-, el repudio a las inversiones ilegales 68 en ¡a actualidad un
concepto establecido en el derecho internacional contemporáneo en este campolM.
En cuanto al ámbito de aplicación personal, los TBI contienen una definición de °ínver-
sor”, es decir, se estipula qué personas físicas y jurídicas son consideradas inversores a los
efectos del tratado y en qué momento deben cumplirse determinados requisitos. Por ejemplo,
el ya citado TBI entre la Argentina y España estipula:
Por regla general, los TBI protegen a los nacionales de ambas partes del tratado, aunque
pueden establecer requisitos adicionales, como en el caso de la disposición antee transcripta,
o relativas al domicilio, la residencia o el control societario respecto de personas jurídicas, En
relación con esto último, uno de loe aspectos que se han debatido en la jurisprudencia arbitral
ha sido el relativo a la posibilidad de que los accionistas puedan plantear reclamos interna
cionales contra medidas tomadas por el Estado respecto de las sociedades en las que esos
accionistas tienen participaciones. Los tribunales arbitrales -a pesar de la postura contraria
que bqjo el derecho internacional general ha adoptado la Corte Internacional de Justicia105-
por lo general han admitido ese tipo de reclamos, argumentando que, en realidad, se trata de
reclamos de sujetos distintos (los accionistas por un lado y la sociedad participada por el otro)
bajo instrumentos distintos (distinguiendo generalmente entre los derechos bajo el sistema
100 Acuerdo para la Promoción y la Protección Recíproca de Inversiones entre la República Argentina y el Roino
101 De acuerdo con el Tribunal del caso Phoenix, el requisito de legalidad está implícito aun si no ha sido
expresado en el texto del TBI. Phoenix Actlon, LID c. República Checa (caso CIADI N° ARB/06/05), Decisión
sobro Jurisdicción, 15/04/2009, parág. 101.
102 Salini Costruttori S.P.A. y Italstrade S.P.A. c. Reino de Marruecae (caso CIADI N° ARB/00/4), Decisión sobre
Jurisdicción, 28/07/2001, parág. 46 (traducción libre).
103 Ver e.g. Jnceyca Valliosoletana SI c. El Salvador (caso CIADI N° ARB/03/26), Laudo, 02/08/2006, parágs.
247-249; Alasdair Ross Anderson y otros c. República de Costa Rica (caso CIADI N° ARBlAFJ/07/3), Laudo,
19/05/2010, parág. 53. •
104 Acuerdo para la Promoción y la Protección Recíproca de Invereionos entre la República Argentina y el Reino
jurídico local y aquellos que surgen de los TBI)108. Sin embargo, la compatibilidad entre estas
últimas distinciones y principios básicos y generales de derecho, como la separación entre la
personalidad jurídica (y los derechos que de ella se derivan) de la sociedad y la de sus accio
nistas, es cuestionable. Además, en general conllevan consecuencias nocivas desde el punto de
vista jurídico, como permitir múltiples reclamos por el mismo daño, desconocer cláusulas de
jurisdicción aplicables, afectar procesos de renegociación internos de los Estados, etc.; conse
cuencias que se volverán más agudas a medida que más laudos arbitrales alcancen la etapa
de ejecución.
En cuanto al ámbito de aplicación temporal, los TBI definen qué tipo de controversias e
inversiones quedan bqjo la protección del tratado, de acuerdo con el momento en que surgieron
o fueron establecidas. Por ejemplo, en general losTBI se refieren a si se aplican a controversias
surgidas con posterioridad a la entrada en vigor del acuerdo o a inversiones efectuadas antes
o después de dicha entrada en vigor.
Respecto al ámbito de aplicación territorial, los TBI establecen qué espacios quedan com
prendidos beyo el "territorio" del Estado contratante, a los efectos de la aplicación de las dispo
siciones del tratado. La referencia territorial no solo se encuentra en disposiciones generales
de los TBI, sino también, en muchos casos, específicamente en aquellas que definen el término
“inversión". En este último caso, la realización “en el territorio" se convierte en un requisito
sine qua non para la existencia de una inversión protegida, aunque ha habido discusiones
acerca de qué significa que una inversión sea “en el territorio”. Finalmente, la referencia al
territorio del Estado huésped en ocasiones se incluye también en las disposiciones que regulan
los estándares de protección, a los que hace referencia el apartado siguiente.
10B Vor por ejemplo, CMS Cas Tranemlttlon Compan? e, República Argentina (cono CIAD! N‘ ARB/ÓÍ/8),
DetlaMn oobre Jurisdicción, 17/07/2008, pardgs. 47-48; Acuri* Coep, o. República Argentina (cobo CIAD!
N' ARB/01/12), Escisión sobro Jurisdicción, 08/12/2000; ASS Corp. a. República Argentina (naso 01ADIN'
ARB/02/17), Doclaión aobre Jurisdicción, 28/04/2008, paríg. 88.
107 No obstante, o! texto en oí quo so formulan estos requisitos en cada TBI varía considerablemente. Ver
MclacWan, Campbell; Shoro, Laurence y Welniger, Matthew, International Inueetmenl Arbitratíon,
Subeiantlue Prlnclplet, Oxford Universlty Press, Oxford, 2007, p, 268.
108 Vor, por «jemplo, Suu, Sociedad General de Aguas de Barcelona S.A. y Vluendl Universal S.A. c. República
Argentina (oaao CIADIN* ARB/03/1B) yAWG Groupc. República Argentina (caso UNCITRAL), Doclslón oobro
Responsabilidad, 30/07/2010, pardg. 182 (distingue entra una expropiación directa, que transfiere el título o
el control sobro loa activos, y una expropiación indirecta, que tiene el efecto do una expropiación poro que no
cancela o cambia el título loga! sobre los activos ni disminuye el control del Inversor sobre olios).
948
CAPÍTULO 44 - PROTECCIÓN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS * *..
reprochar la conducta de los Estados, quizás porque parece otorgar a esos tribunales ma
yor flexibilidad a la hora de aplicar el TBI a los hechos del caso109.
Una de las principales discusiones que existe en las decisiones arbitrales respecto del
estándar de trato justo y equitativo, en alguna medida tal vez motivada por las distintas,
formas en las que aparece regulado en los AII, es la referente a su relación con el estándar?
mínimo internacional110. En términos generales, una parte de la jurisprudencia sostiene
i
que el estándar de trato justo y equitativo refiere o equivale al estándar mínimo interna
cional111, mientras que otra afirma que son dos conceptos separados112. ;
Cabe resaltar que ciertos tribunales arbitrales no han considerado necesario hacer la
distinción11’. Sin embargo, de aceptarse una noción del estándar mínimo internacional
similar a la descripta en el caso Neer antes referido, la diferencia con ciertas interpreta
ciones del estándar de trato justo y equitativo, como aquellas que lo relacionan con las ■
“expectativas legítimas del inversor", al menos en teoría pueden ser notorias. En efecto,
estas últimas interpretaciones serían mucho más exigentes para el Estado huésped de la
inversión.
c) Principio del trato nacional: í
Cada parte garantiza que se dará a las inversiones de la otra parte un tratamiento no
menos favorable que el otorgado a sus propios inversores. El propósito de este estándar a'
os evitar que el Estado huésped realice una diferenciación entre el nacional y el inversor
extranjero que sea perjudicial para este último114, además de no estar justificada por un
fin legítimo.
d) Principio de plena protección y seguridad:
Se trata de un estándar que enuncia que las inversiones gozarán de entera protección y
seguridad. Si bien la jurisprudencia arbitral se ha inclinado en su mayoría por sostener
que este estándar se aplica solo respecto de la seguridad física del inversor118, también se
V.
ha argumentado que tiene un alcance más amplio, de esa manera se confunde o vincula
con algunas concepciones del estándar de trato justo y equitativo116. .¿i :¿í
e) Prohibición de medidas arbitrarias, discriminatorias o injustificadas:
Se establece, por ejemplo, que las partes no podrán menoscabar mediante la adopción
de medidaB arbitrarias, discriminatorias o injustificadas la dirección, la explotación, el
mantenimiento, el ueo, el usufructo, la adquisición, la expansión o la liquidación do la9 •
inversiones. Respecto del trato discriminatorio, la desigualdad de trato solo es discrimina-,
toria entre sujetos que se encuentran en igualdad de circunstancias. Ello está firmemente
109 Sin embargo, resulta altamente cuoetionable que muchos de los conceptos que los tribunales arbitrales han
aplicado Invocando el estándar de trato Justo y oquitativo -como la protección de las "expectativaa legítimas"
del inversor o la estabilidad de los marcos rcgulatorios- hayan sido tenidos en miras por loo Estados ;r.-wó
no Ver CMS Gat Tronvnittion Compaq o. República Argentina (caso OIADIN" ARB/01/8), Docisión dol Comité
Ad hoc sobro le Solicitud de Anulación do lo Ropúblioe Argentina. 25/08/3007, nota al pía 80 (reconociendo la
"variación on la práctica da los tribunalos arbitrales" roipaoto da la intarprotaolón dol estándar da trato Justa
y equitativo). ’
111 Ver Inter alia A/er Genln, Baetern Credlt Limited, Inc. and AS Baltoil c. República de Retenía (caso CIADI N
ARB/9B/2), Laudo, 26/00/2001; Mathonex Corporation c. Sitado» Unida» de América, (NAFTA/UNCITRAL),
v. Laudo Final. 08/08/2005, ICS1D Reporte, vol. 16, p, 40, parte iv, capítulo C, parágs. 9-11; Glamia Gold, Ltd. o.
en violaciones del TBI1M hasta tribunales que han considerado que el ejercicio de autori
dad soberana por parte del Estado receptor es un elemento necesario para que exista una^
violación de una cláusula paraguas187. .í
4. Conclusiones
El derecho internacional actual de las inversiones extranjeras está constituido por nor
mas que derivan básicamente de dos fuentes. Por un lado, la fuente convencional, constituida
sobre todo por los TBI, pero también, de manera creciente, por acuerdos bilaterales de otra
naturaleza, como los acuerdos de libre comercio con disposiciones en materia de inversión y
por acuerdos regionales, como el ya referido Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
entre México, Estados Unidos de América y Canadá, o el más reciente Tratado de Libre Comer
cio República Dominicana-Centroamérica-Estados Unidos (DR-CAFTA), concluido entre Costa
Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, y los Estados
Unidos de América, Por otro lado, se compone de la fuente consuetudinaria, de menor impacto
en la jurisprudencia arbitral, constituida fundamentalmente por el estándar mínimo interna
cional, reconocido a su vez por una gran cantidad de TBI.
Respecto de este último estándar, la concepción original del estándar mínimo -esto es,
aquella que reflejaba los estándares legales de Iob países “civilizados’*- es incompatible con126 127 128 129 130
126 Ver, en general, SGS Société Générale de Surueillance S.A. c. República de las Filipinas (caso CIADI N*
ARB/02/6), Decisión sobre Jurisdicción. 29/01/2004. Sin embargo, este tribunal ha sostenido que, por ejemplo,
la cláusula paraguas no cambia la ley aplicable al contrato en cuestión; ibíd., parág. 121.
127 El Paso Energy International Company c. República Argentina (caso CIADI N° ARB/03/15), Decisión sobre
Jurisdicción, 27/04/2006, parágs. 79-85; Pan American Energy LLC y BP Argentina Exploraron Company c.
República Argentina, BP America Production Company, Pan American Sur SRL, Pan American Fueguina,
SRL y Pan American Continental SRL c. República Argentina (caso CIADI N° ARB/03/13 y ARB/04/8),
Decisión Bobre Objeciones Preliminares, 27/07/2008, parágs. 108-116.
128 Cfr. L.E.S.l. S.p.A.. y ASTALDI S.p.A.. c. República Democrática y Popular de Argelia (caso CIADI N°
ARB/05/3), Laudo, 12/11/2008, parágs. 173-174.
129 Ver, por ejemplo, Tratado entre la República Argentina y los Estados Unidos de América sobre la Promoción
y Protección Recíproca de Inversiones, suscripto en Washington, D.C. (Estados Unidos de América) el
14/11/1991, artículo xi.
130 Ver ínter alia CMS Gas Transmission Company c. República Argentina (caso CIADI N0 ARB/01/8), Decisión
sobre Anulación, 26/09/2007, parágs. 128 y 135, entro otros; Sempra Energy International c. República
Argentina (caso CIADI N* ARB/02/16), Decisión de Anulación, 29/06/2010, parágB. 378, 878 y 388, entre otros.
131 Respecto de estos mecanismos de solución de controversias, ver el siguiente capítulo de e6ta obra.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
el principio de igualdad entre los Estados. Podría argumentarse que la distinción entre Es
tados “civilizados" y “no civilizados” pertenece al pasado, y que no es más relevante en tanto
dicho estándar es ahora el reflejado en decisiones como en el caso Neer, que establece que una
violación solo puede producirse si el Estado adopta una medida de extrema gravedad en contra
de un inversor extranjero. Sin embargo, la antes mencionada tendencia de ciertos tribunales de
introducir determinados conceptos potencialmente muy exigentes respecto del Estado, como “la
estabilidad del marco legal” o las “expectativas legítimas dol inversor", es preocupante, al meno8
por dos razones. En primer lugar, porque casi no existe práctica de los Estados que apoye su
existencia, por lo que los tribunales están, en realidad, creando este derecho, sin que nadie les
haya conferido esa atribución. Si la Corte Internacional de Justicia, el órgano judicial principal
de las Naciones Unidas103, no tiene la facultad de crear el derecho internacional139, no puede
sostenerse que tribunales arbitrales ad hoc, sujetos además a controles en general bastante
laxos, sí la tienen. En segundo lugar, la jurisprudencia y la doctrina generalmente derivan esos
conceptos de los sistemas y prácticas legales de los países desarrollados, que con frecuencia
no reflejan los valores y prácticas de los países en vías de desarrollo. Esta'transferencia de
conceptos legales dé los países desarrollados al estándar mínimo internacional (o al estándar
de trato justo y equitativo) puede tener el efecto de resucitar la concepción original de ese es
tándar concebida por Root.
Con relación a los tratados, la influencia determinante y, por lo menos hasta tiempos
recientes, en general única, de los países desarrollados sobre su contenido es aun más clara y
directa que en el caso de la costumbre internacional184. De hecho, el crecimiento espectacular
en el número de TBI se produce en las décadas posteriores al ya mencionado “nuevo orden
económico internacional” promocionado en la década del setenta por los países en vías de de
sarrollo, y funcionó como una respuesta de los países desarrollados que buscaban así promover
sus propios intoreBOB (aquellos que ya se encontraban en alguna medida reconocidos por el
estándar mínimo internacional, pero que ol nuevo orden económico internacional amenazaba).
El resultado es una rama del derecho internacional que, tanto en su expresión consuetu
dinaria como convencional, refleja los valores de solo uno de los dos lados del debate fundamen
tal: aquel de los países que buscan proteger las inversiones de sus nacionales en otros países.
Ello, sumado al funcionamiento de las instituciones dedicadas a la interpretación y aplicación
de esas normas, ha generado severas críticas al funcionamiento del sistema de protección de
inversiones y cuestionamientos crecientes a su legitimidad1”. El derecho internacional, sin
embargo, provee a los Estados las herramientas para cambiar esta realidad y diseñar un orde
namiento jurídico internacional más equitativo, en el que los intereses y también los sistemas
legales y de valores de todos los países se vean mejor representados.
en nombro de eso pele, he oootonido; "Una negociación do TBI no ce una nogaoiaoldn entra dos loborano»
Igualas. 8o parece mío a un laminarlo Intensivo do entrenamiento oonduoldo por loe Botados Unidos, en las
condiciono! do loe Rilados Unidos, respecto do qué m le que hay que hacer para cumplir eon el TBI Modelo
do los Sitados Unidos”; Alvares, Jooó B., "Itemarko", Proatedirige American Socitfy ofInternational Law, vol.
86 (1982), pp. 550,052-653. Sobro ol programa do loo TBI do los Botados Unidos de Amdrlca, vor en general
Vendoveldo. Kenneth J., U.S. International Inveetnwit Agrúmente, Oxford Unlverilty Proís, Oxford, 9009.
135 Ver Míchao1 Waibel et al. (eda.),The BaMaah againti Inveetnwti ArbUration: Peruptioneand RealUy, Kluwar
Lew Intamatíonal, 2010; D. Oaukrodger y K. Oordon, "lnveotor-8tate Dispute Sottleraent: A 8coping Papar
for the Invastment Policy Community", OSCD Worhing Papare on International Inuutmtnt, n. 2019/3; P.
Eberhardt y C. Olivet, "Profiting from Ixxjustice: How Law Firmo, Arbitratoro and Financiero aro Fuolling an
Investment Arbitra tion Boom", Corporate Europo Oboervatory and Trananational Instituía, 2012 (disponible
en http://corporateeurope.org/slteo/default/fileo/publication8/profiting-from-injuoUco.pdD, citados on HA
Issuee Note No. 2, Mayo 2018, Reform of lnvutor-Slate Diepute Settlement, en Search ofa Roadmap Spccial
iuue for the Multilateral Dialogue on Inueetment, 28-29 de mayo 2018, disponible on http://uncUid.org.
950
Capítulo 45
La solución decontroversias en
MATERIA DE INVERSIONES EXTRANJERAS
1. Introducción
El derecho internacional de las inversiones extranjeras es una de las áreaB del derecho
internacional que se ha desarrollado con más velocidad en los años recientes. En las últimas
dos décadas, muchos Estados consolidaron la práctica de celebrar entre sí acuerdos interna
cionales en materia de inversiones (AII). Estos tratados internacionales incluyen un número
limitado de obligaciones de carácter muy general respecto del trato que se le debe dar a loe
inversiones do inversores extranjeros', y mecanismos sobre solución de diferencias, por un
lado, entre los Estados parto y, por el otro, entre inversores de la nacionalidad de un Estado
parte y otro Estado parte.
El mecanismo de solución de controversias inversor-Estado permite a los inversoras ex
tranjeros entablar en forma directa reclamos contra el Estado receptor de la inversión ante
tribunales arbitrales ad hoc. Respecto de estos procedimientos, Iob tribunales nacionales en
general tienen una influencia mínima. Esta forma de solución de controversias no requiere la
intervención del Estado de la nacionalidad del inversor en el reclamo ni un acuerdo especial
entre el inversor y el Estado receptor para llevar adelante el reclamo: se considera que el inicio
de un reclamo contra un Estado por parte de un inversor constituye por sí solo una aceptación
a la oferta de arbitraje contenida en el AII.
A principios de la primera década de este siglo, los arbitrajes inversor-Estado en virtud
de AJI comenzaron a multiplicarse en forma constante. La explosión del número de arbitrajes
coincidió con la crisis argentina que tuvo su apogeo en los años 2001-2003. Tan solo en el 2003
se registraron veinte arbitrajes contra la República Argentina bajo AII. Sin embargo, la lista
do Estado» demandados bajo AII no se limita a Estados en vías de desarrollo, sino que incluye
de manera cada voz más frecuento a Estados desarrollado». Se ha objetado desde varios fren
te» la falta do coharonaia y la improvisibllídad de la» dooieiono» arbitrales, y el conflicto en quo
muchas veces inourron con las prerrogativas xegulatoriss aatatalos. Sin embargo, estos cues-
tionamiontos no han dotonido el recurso al arbitraje Inversor-Estado y el derocho internacio
nal do luo inversiones extranjeras se ha consolidado como una do las ramos más vigorosas del
derecho internacional, cuyos limito» y principios son ohjato de los más apasionantes debato».
El presente capítulo examina las características principales de los mecanismos de solu
ción de controversias relativas a inversiones entra Estados y entre inversores extranjeros y
Estados contenidos en los AII.
1 Sobre los estándares de protección on loo AJI, ver ol capitulo 44 da oatn obra.
LECCIONES OE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
Gue, Tive Juetifications for Investment Treaties: A Critical Discussion’, Tradt L. & Deu., vol. 19, n.‘ 2(1)
(2010), pp. 19-25 y 30-37.
952
CAPÍTULO 45 • Lft SOLUCIÓN DE CONTQOVEAS1AS EN MATERIA DE INVERSIONES EXTRANJERAS
El alcance de loe AII varía en cada caso, pero prácticamente en todos ellos ee encuentran
cláusulas que establecen: (i) obligaciones respecto del trato que se le debe dar a las inversiones
de inversores extranjeros’; (ii) qué ee entiende por “inversor extranjero” e “inversión” a los fi
nes del tratado, y (iii) mecanismos sobre solución de diferencias entre el Estado receptor de la
inversión y un inversor de otro Estado contratante, y entre los Estados contratantes. Como se
analizó en el capítulo 2 de esta obra, se ha debatido si las obligaciones respecto del trato que
se le debe dar a las inversiones contenidas en los AII constituyen derechos directos en favor de
los inversores o si, por el contrario, son derechos a favor del Estado de la nacionalidad de los
9.
inversores que solo pueden ser invocados por el inversor en forma derivada8
Las cláusulas sobre solución de controversias entre los Estados contratantes por lo ge
neral ostablecen que cualquier controversia sobre la interpretación y la aplicación del tratado
deberá, en la medida dé lo posible, ser resuelta mediante consultas amistosas entre las partes
a travéB de los canales diplomáticos y, en oaso de que tales controversias no pudieran ser so
lucionadas de esa manera dentro de un plazo determinado, se establece la posibilidad de que
sean sometidas, a solicitud de una de las partes, a un tribunal arbitral10.
Los casos en los que se utiliza el mecanismo de solución de controversias Estado-Estado
previsto en los AII no suelen ser muy comunes, sobre todo debido a la posibilidad de los inver
sores de iniciar directamente un reclamo contra un Estado, como se verá a continuación. En
el caso Lucchetti c. Perú, el inversor había iniciado un arbitraje contra el Estado receptor de la
inversión en virtud del TBI Chile-Perú. El Estado demandado inició un procedimiento interes
tatal bajo el mismo TBI contra Chile y buscó una suspensión del proceso inversor-Estado, pero
posteriormente decidió no continuar con el procedimiento arbitral interestatal11.12
En el asunto
República Italiana c. República de Cuba, el Estado demandante inició un arbitraje Estado-
Estado en representación de inversores de nacionalidad italiana contra Cuba en virtud del TBI
Cuba-Italia1#. El tribunal consideró que Italia podía ejercer la protección diplomática de sus
nacionales en virtud del tratado siempre y cuando los recursos existentes en el ordenamiento
jurídico de Cuba fuesen agotados, a menos que se estableciera que ellos no eran efectivos13.
En la etapa de méritos, el tribunal rechazó los reclamos de Italia14.15
En16 el caso República del
Ecuador c. Estados Unidos de América, Ecuador inició un procedimiento arbitral contra loe
Estados Unidos respecto de ciertas cuestiones relativas a la interpretación y la aplicación del
TBI celebrado entre los dos Estados. El reclamo había sido motivado por la interpretación dada
a ciertas cláusulas en el TBI por un tribunal que había entendido un arbitraje inversor-Estado.
El tribunal por mayoría consideró que el reclamo se encontraba fuera de su jurisdicción13.
8 Sobre las obligaciones de trato contenidas en loo AII, ver el capítulo 44 de esta obra.
9 Respecto de esta cuestión, véaso Douglas, Zachary, The International Law oflnvestment Claimt, Cambridge
Univeraity Press, Cambridge, 2009, pp. 10-88.
10 Véase, por ejemplo, TBI Argentina-Reino Unido (1990), artículo 9.
11 Empresas Lucchetti, SAy Lucchetti Perú, SA c. República de Perú (caso CIADI N® ARB/03/4), Laudo sobre
Jurisdicción, 07/02/2005, parágs. 7 y 9.
15 República del Ecuador c. Estados Unidos de América (caso CPA N® 2012-6). Laudo, 29/09/2012 (no público).
16 Informe de los Directores Ejecutivos acerca del Convenio (Informe de loa Directores), parág. 10. Disponible en
bttpstZ/icsid.woridbank.org/apps/ICSIDWEB/Poges/default.aspx. '•
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
pueden surgir diferencias que las partes deseen resolver por otros medios, como el arbitraje17.
Esto no quita que los tribunales nacionales tengan un papel relevante ante distintas circuns
tancias que pueden plantearse en el marco de un arbitraje inversor-Estado.
Como se indicó anteriormente, en el marco de la protección diplomática el inversor debe
haber agotado los recursos internos ofrecidos por los tribunales nacionales del Estado receptor
de la inversión antes de que el Estado de su nacionalidad inicie un reclamo internacional en
nombre de un inversor. Asimismo, en el marco de los AJI, los Estados pueden exigir el agota
miento previo de sus vías administrativas o judiciales como condición a su consentimiento al
arbitraje18.19
De20hecho,
21 algunos TBI suscriptos por Argentina y Uruguay, por ejemplo, condicio
nan el arbitraje inversor-Estado a que se recurra primero a los tribunales del Estado receptor
de la inversión por un período de dieciocho meses10. Por otra parte, ciertas normas de derecho
internacional -como la denegación de justicia- requieren que los inversores agoten los recur
sos internos para determinar si la norma ha sido violada30.
Otra forma en la que los TBI suelen referirse a los tribunales internos es a través de la
cláusula de bifurcación o elección de vías (fork in the road), la cual establece que el inversor
debe elegir entre llevar sus reclamos frente a los tribunales nacionales del Estado receptor o
al arbitraje internacional; la elección, una vez que se ha hecho, es definitiva. Por ejemplo, el
artículo 8(2) del TBI Argentina-Francia dispone lo siguiente: “Una vez que un inversor haya
sometido la controversia a las jurisdicciones ya sea de la Parte Contratante implicada o al ar
bitraje internacional, la elección de uno u otro de esos procedimientos será final*31.
Asimismo, los contratos entre los Estados receptores de una inversión, o sus subdivisiones
políticas, y los inversores extranjeros, o compañías donde los inversores extranjeros tienen
acciones u otros intereses, suelen contener cláusulas de selección de foro que se refieren a los
litigios derivados de la aplicación de estos contratos y que otorgan jurisdicción a los tribunales
del Estado receptor de la inversión o de alguna de 6us subdivisiones. Cuando surge una contro
versia. los inversores suelen invocar las cláusulas de arbitraje de los AII para tener acceso al
arbitraje internacional, mientras los Estados demandados se basan en las cláusulas de selec
ción de foro en los contratos con el fin de argumentar que el foro para resolver las cuestiones
objeto do la controversia es el establecido en el contrato. Ante este tipo de reclamos, los tribu
nales suelen recurrir a la distinción entre reclamaciones contractuales -que están saetas a las
cláusulas contractuales de selección de foro- y las reclamaciones en virtud de un tratado -que
no se ven afectadas por este tipo de cláusulas-. Esta distinción fue sintetizada por el comité de
anulación del caso Vivendi c. Argentina en los siguientes términos:
Un estado puede violar un tratado sin violar un contrato y otee versa (...) son cues
tiones distintas la de si ha habido incumplimiento del TBI y la de si ha habido in
cumplimiento de contrato [...]. En un caso donde la baso esencial do una reclamación
sometida a un tribunal internacional es el incumplimiento de un contrato, el tribunal
17 Ibíd.
18 Convenio CIADI, artículo 26.
19 Véase, por qjemplo, TBI Alomanía-Uruguay (1987), artículo 11; TBI Reino Unido-Uruguay (1988), artículo
8.2; TBI Suísa-Uruguay (1968), artículo 10.2; TBI Argontina-Italia (1090), artículo 8.3; TBI Argentina-Unión
Económica Bolgo-Luxomburguosa (1990), artículo 12.8; TBI Argentina-Reino Unido (1990), artículo 8(2)(o)l
TBI Argantina-Alemanie (1991). artículo 10(8)(a); TBI Argentina-BuIra (1991), articulo 9(8); TBI Argentina»
Eepafia (1991), artículo 10.8(o).
20 Véase por ejemplo: The Locuten Group, Inc. Raymond L Loeuren c. Eítadct Unido» de Atñérica (caso
y
CIADI N* ARBÍAF1/98/8). Laudo, 26/06/2003, paráp. 129-167; West Management c. Mítico (caso CIADI
N* ARB(AF)/00/8), Laudo, 80/04/2004, pMág. 97, BnCana Corporation c. Ecuador ümtoriormento EnCana
Corporation o. Gobierno de la República de Ecuador) (caso LCIA N* UN3481, CNUDM1), Laudo, 03/02/2000,
parág. 104, Iberdrola Energía SA c. Guatemala (caso CIADI N® ARB/09/fl), Laudo, 17/08/2012, parágs. 27b
279; Ungía ube y Unglaube o. Cotia Rico (caso CIADI ARB/08/1 y ARB/09/20), Laudo, 10/06/2012, parága.
374-508.
21 Sobro la aplicación de esto tipo do cláusulas véase por ejemplo CompaMa de Aguas dolAco»\qu\jagAy Víuendl
Universal Canto» Compagnie Qlnírale de» BauxJ a, República Argentina (caso CIADI N* ARB/97/3), Decisión
sobre Anulnolón, 03/07/2002, perdg. 56; CMS Gao Transmisión Company o, República Argentina (oaso Q1AD1
N° ARB/01/08), Decisión sobro Jurisdicción, 17/07/2003, parági. 77-82; Pantechnikl c. Albania (caso CIAD! N*
ARB/07/21), Laudo, 28/07/2009, parág. 67; Chevron Corporaliony Texaco Petroleum Company c. Ecuador (ooso
CPAN® 2009-23), Tercer laudo provisional sobro Jurisdicción y admisibilidad, 27/02/2012, parég. 4.76.
954
3.2. El arreglo amistoso ’•
Por lo general, se reconoce que una controversia entre un inversor extranjero y un Estado ' i VtM
receptor de una inversión puede ser resuelta de manera amistosa entre las partes antes de ’
que sea sometida a los tribunales internos o a un mecanismo internacional previsto en un AII • ■1
(arbitraje, conciliación u otro). Esta posibilidad se encuentra implícita en toda controversia de
inversiones sin necesidad de que haya una disposición expresa en un AII o regla de arbitraje y
es un corolario del principio fundamental de la buena fe. ' ¿u
Como se verá más adelante, muchos AII establecen como condición previa al arbitraje que 'SI
las partes intenten llegar a una solución amistosa durante un período de tiempo determinado
antes de recurrir al arbitraje inversor-Estado. Lob tribunales de inversiones han considerado
que la finalidad de las disposiciones sobre negociaciones previas es "permitir a las partes par-
ticipar en negociaciones de buena fe antes de iniciar un arbitraje"", o “permitir al Estado |
receptor la oportunidad de corregir el problema antes de que el inversionista someta la contro
versia al arbitraje**24. Los tribunales de inversiones han reconocido también que la obligación
de negociar es una obligación de medios y no de resultados, de donde se deduce que no implica
la obligación de llegar a un acuerdo”.
Por otra parte, las reglas de procedimiento que rigen a los arbitrajes de inversiones suelen
contener disposiciones que regulan la solución amistosa de una controversia mientras está
pendiente de resolución por un tribunal arbitral, o la posibilidad de suspender el procedí- ¡
miento mientras las partes negocian un acuerdo. Por ejemplo, en las Reglas de Arbitraje del ,
CIADI 6e establece que las partes podrán convenir antes que se dicte un laudo en avenirse
respecto de la diferencia o en poner término al procedimiento88. .•
* 1
3.3. La conciliación y el arbitraje Inversor-Estado como formas alternativas •
de solución de controversias ’
Otro método de solución de controversias entre inversores extranjeros y Estados recep- /
tores de la inversión es la conciliación. El Convenio CIADI, además del arbitraje, se ocupa de
la conciliación, con normas específicas que la regulan” y con otras normas que son aplicables ’
tanto a esta como al arbitraje28. La conciliación está prevista también en muchos TBIM. Es más
flexible que el arbitraje y relativamente informal y está diseñada para ayudar a las partes a
llegar a una solución convenida entre ellas. Permite a las partes hacer consideraciones u ofer-
22
23
24
35
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
tas de avenencias que luego no podrán ser invocadas en otro procedimiento, ya sea arbitral
o judicial’0. Se lleva a cabo frente a un tercero imparcial, generalmente llamado "comisión
de conciliación”, que examina los hechos y prepara un informe que sugiere una solución, la
cual no es vinculante para las partes. En este sentido, el Convenio CIADI establece que “la
Comisión deberá dilucidar los puntos controvertidos por las partes y esforzarse por lograr la
avenencia entre ellas, en condiciones aceptables para ambas", y que las partes “prestarán a
sus recomendaciones la máxima consideración"’1. Pero, mientras que se recurre con frecuencia
al arbitraje Inversor-Estado, la conciliación se utiliza muy poco, principalmente porque esta
no conduce a una solución definitiva y vinculante, sino que dqja la última palabra a las partes
contendientes”.
A diferencia de la conciliación, el arbitraje os más formal y se lleva a cabo a través da
un proceso contradictorio. La principal característica do este mecanismo es quo conduce a
una decisión vinculante para las partes. Esta es la principal razón por la cual los inversoros
extranjeros prefloren el arbitrio a la conciliación. Loe inversores también eligen el arbitraje
porque las partes intervienen en la selección del tribunal, y porque la influencia de los tribu
nales nacionales en un arbitraje inversor-Estado suele ser mínima. Se argumenta también que
los costos son menores en el arbitraje del inversor-Estado que ante los tribunales internos do
un país, ya que los gasto» del procedimiento no dependen de los montos en juego en el proceso,
y que -en el caso del arbitraje inversor-Estado bajo el Convenio CIADI- los laudos no pueden
ser objeto de apelación ni de cualquier otro recurso ante los tribunales internos de un Estado.
Es por ello que en la gran mayoría de los casos el método elegido para la resolución de contro
versias inversor-Estado es el arbitraje.
956
__________ CAPÍTULO 45 - LA SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS EN MATERIA DE INVERSIONES EXTRANJERAS ‘
Estado contratante, y que las partes en la disputa hayan consentido por escrito en someter ’alS^W
Centro34.35
La ratificación del Convenio CIADI no es suficiente, ya que no equivale a consefitiV^
* 37
miento a su jurisdicción38. 39
Los laudos del CIADI son obligatorios y no pueden ser objeto de apelación ni de otro
curso, excepto en los casos previstos en el Convenio”. Los Estados contratantes reconocen'e]
carácter obligatorio de los laudos dictados conforme al Convenio y deben hacer ejecutar las
obligaciones pecuniarias impuestas por el latido como si se tratare de una sentencia firme
dictada por un tribunal existente en dicho Estado”. El laudo debe ejecutarse de acuerdo ".-rf
-Sífífe
con las normas sobre ejecución de sentencias en vigor en el territorio en que la ejecución v
ae pretende10, Bin embargo, el Convenio no altera las leyes vigentes en los Estados contra- ’í
tantea relativas a la inmunidad en materia de ejecución de dicho Estado o de otro Estadó 5®
extranjero30.
Pages/default.aspx.
41 Ver, por ejemplo, Técnicas Medioambientales Tecmed, SA c. Estados Unidos Mexicanos (caso CIADI N°
ARB(AF]/00/ 2), Laudo, 29/05/2008, arbitraje iniciado en virtud del TBI Méxíco-Espafia; Alasdair Rose
Anderson y otros c. República de Costa Rica (caso CIADI N° ARB (AF1/07/3), Laudo, 19/05/2010, arbitraje
iniciado en virtud del TBI Canadá-Costa Rica.
42 Reglamento del Mecanismo Complementario, artículo 2.
43 Metalclad Corporation e. Estados Unidos Mexicanos (caso CIADI N° ARB [A FJ/97/1), Laudo,
Ver, por ejemplo,
Estados Unidos, doc. cit, Laudo, 26/06/2008; Mobil Investments Cañada Inc. y Murphy
30/08/2000; Loticen c.
Oil Corporation c. Canadá (caso CIADI N* ARB|AF)/07/4), Decisión sobre Responsabilidad y sobre loa
principios de quantum, 22/05/2012.
44 Sin perjuicio de ello, de conformidad con el artículo 5 del Reglamento del Mecanismo Complementario,
ciertas disposiciones del Reglamento Administrativo y Financiero del CIADI se aplican mutatis mutandis
con respecto a los procedimientos bajo el Mecanismo Complementario.
957
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
dictados en el marco del Mecanismo Complementario pueden ser objeto de revisión por parte
46.
de los tribunales nacionales competentes45
Es muy común que Ibb disposiciones sobre solución de controversias en los TBI incluyan
la posibilidad de recurrir a un tribunal arbitral bajo el Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI
como una opción al arbitraje b^jo el CIADI48. También puede ocurrir que la controversia deba
ser sometida al arbitraje bajo el reglamento de la CNUDMI cuando no se hubiera acordado un
procedimiento alternativo40.
Por lo general, se aplica la Convención sobre el Reconocimiento y la Ejecución de las
Sentencias Arbitrales de 1958 (la Convención de Nueva York) y los laudos dictados bajo el Re
glamento de Arbitraje de la CNUDMI pueden ser objeto de revisión por parte de los tribunales
nacionales competentes80.
Algunas instituciones que se ocupan del arbitraje comercial también so ocupan dol arbi-
trajo inversor-Estado, tales como, entre otras, la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara
45 Estados Unidos Mexicanos o. Metalclad Corp., Suprema Corte de Britioh Columbio (Canadá), 02/06/2001,
ICSID Reporte, vol. 5, p. 236. Véase también Maruln Roy Feldman Karpa c. Estados Unidos Mexicanos, Decisión
do la Corte da Apelaciones de Ontario (Canadá) a la petición da México pora anular el Laudo, 11/01/2006;
Loflwsn c. Estados Unidos, Tribunal dol Distrito da Columbio (Estados Unidos), Deoostimación do la potldón
da Demandante do anular ol Laudo, 31/10/2006; Bayuieu/ Irrigaüon Districtet al. c. Estados Unidos Mexicanos,
Corte Suprema de Justicia do Ontario (Canadá), Razones de la Decisión a la Solicitud de Anulación, 05/06/2008;
Carglll, Incorporaied c. Estados Unidos Mexicanos, Desestimación de la solicitud do apelación de México (Corte
Suprema do Canadá), 11/05/2012.
46 Ver, por ejemplo, Occidental Exploraron y Produation Compony c. Ecuador (caso LCIA N" ONU 3467),
Laudo, 01/07/2004, admlniatrado por la LOIA; AWG Group Ltd o. República Argentina (CNUDMI), Decisión
sobra Jurisdicción, 08/08/2006, administrado por ol CIADI; IC8 Intpectlon and Control Services Limited
República Argentina (caso CPA N* 2010-9), Laudo sobro Jurisdicción, 10/02/2012, administrado por la CPA.
47 El Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI (revisado en 2010) so encuentra disponible on http://www.uncítral.
org/uncitral/es/unoitral_taxte/arbltralion/2010Arbitration_rules .html.
48 Ver, por ejemplo, TBI Argentina-Dotados Unidos (1991), artículo v!j,8(a).
49 Vor, por ejemplo, TBI Argantina-Rolno Unido (1990), artículo 8(8)(b). Es por ello quo loa arbitrajoB Iniciados
ir inversoras dol Reino Unido contra la República Argentina so han iniciado bqjo las regios CNUDMI/
S NCITRAL. Vor AWG Group Ltd o. Argentina (CNUDMI), Dooiaión oobre Jurisdicción, 03/08/2000; BO Group
Pie, c. República de Argentina (CNUDMI), Laudo Final, 24/12/2007;National Qridplc, c. República Argentina
(CNUDMI), Laudo, 08/11/2008; ICB o. República Argentina, doc, clt„ Laudo sobre Jurisdicción, 10/02/2012.
60 Véase BG Group Pie. o. República do Argentina, Tribunal de Apolaoionos del Distrito do Columbio (Estados
Unidos), Decisión, 17/01/2012 y Suprema Corte do los Estados Unidos, Decisión (oerliorari), 06/03/2014. Vor
también CME Ctech Republlo BV a, República Checa (CNUDMI), Sentencia del Tribunal de Apolaoiones
(Suocia) al pedido do anulación dol Laudo, 16/05/3003, publicado en LL.M., vol. 42 (2003), p. 919; Canfor
Corporation o. Estados Unidos de América y Terminal Forest Products Ltd. o. Estados Unidos de América,
Deoialón dol Juos do Distrito do Columbio (Estados Unidos). 14/08/2008.
958
3 3
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
como exige el artículo 25(1) del Convenio CIADI o “controversia" como exige el artículo 26(1)
del TCEM.
El Convenio CIADI exige que la diferencias “surjan directamente de una inversión" (ar
tículo 25(1]). Por lo general, se entiende que el elemento de la inmediatez es aplicable a la
controversia en relación con la inversión49, pero no se refiere a la inversión como tal. En el caso
Fedax c, Venezuela, la demandada alegó que la transacción en cuestión -los instrumentos de
deuda emitidos por Venezuela- no eran una “inversión extranjera directa" y, por lo tanto, no
podía considerarse como una inversión en el marco del artículo 25(1) del Convenio. El tribunal
rechazó esto argumento y consideró que el término “directamente" en eso artículo so reíbrfa a
la "diferencia” y no a la “inversión"94.
58 Axpetrol International Holdings BV y otros c. Axtrbaiydn (cato CIADI N* ARB/06/15), Laudo, 02/09/2009,
parág. 105.
69 El TLCAN, en el artículo 1101(1), se refiere a las medidas "relativas a° inversores o inversiones. Sobre la
interpretación de este término, véase Methanex c. Estados Unidos (caso TLCAN, CNUDMI), Laudo Parcial,
07/08/2002, porágs. 127-147. Allí ol tribunal consideró que "la frase ‘relativas a' del artículo 1101(1) del
TLCAN significa algo mis que el mero efecto de una medida sobre un inversor o una inversión y requiere una
conexión jurídicamente significativa entre ellos’ (traducción libre) Cibíd., parág. 147).
60 Ftdax N.V. c. Venuuela (caso CIADI N# ARB/96/3), Decisión sobre Jurisdicción, 11/07/1997, parág. 24.
61 Sobre el concepta de quid pro quo en el derecho internacional de las inversiones extranjeras, véase Douglas,
Zachary, op. cit., pp. 186-136.
62 Convenio CIADI, articulo 25(1).
63 Por ejemplo, el TBI Argentina-Reino Unido (1990) establece en su artículo 1: "A los fines del presente Convenio:
(a) el término ‘inversión’ designa todo elemento del activo definido sogdn las leyes y reglamentaciones de la
Parta Contratante en cuyo territorio la inversión es realizada y admitida de conformidad con este Convenio y
en particular, aunque no exclusivamente, comprende:
(i) bienes muebles e inmuebles así como los derechos reales, talos como hipotecas o derechos de prenda;
Oi) acciones, cuotas sociales, obligaciones comerciales y toda otra forma de participación en las sociedades
constituidas en el territorio de una de las Partos Contratantes;
(iii) títulos de crédito directamente relacionados con una inversión específica y todo otro derecho a una
prestación contractual que tenga un valor financiero;
(iv) derechos de propiedad intolectuai, valor llave, procedimientos técnicos y transferencias de conocimientos
tecnológicos;
(v) concesiones comerciales otorgadas por ley o por contrato, incluidas las concesiones para la prospección,
cultivo, extracción o explotación de recursos naturales.
Ninguna modificación de la forma según la cual los activos hayan sido invertidos afectará su calidad de
inversión. El término ‘inversión’ comprendo todas las inversiones, realizadas antos o después de la fecha
de entrada en vigor de este Convenio, pero las provisiones del presente Convenio no se aplicarán a ninguna
controversia relacionada con una inversión que haya surgido, o a un reclamo relacionado con una inversión
quo haya sido resuelto, antes de su entrada en vigor".
960
CAPITULO 45 - LA SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS EN MATERIA DE INVERSONES EXTRANJERAS
64 Por ejemplo, el artículo 1139 del TLCAN establece en la parte pertinente: “[...1 Inversión significa:
(a) una empresa;
(b) acclonoB de una empresa;
(o) obligaciones de una empresa:
(0 cuando la empresa es una filial dol inversionista, o
(tí) cuando la fecha de vencimiento original de la obligación sea por lo menos de tres afios, pero no incluye una
obligación de una empresa del ostado, indopendíentomento de la focha original de) vencimiento;
(d) un préstamo a una empresa,
(i) cuando la empresa es una filial del inversionista, o
(li) cuando la fecha de vencimiento original del préstamo sea por lo menos de tres afioe, pero no incluye un
préstamo a una empresa de) estado, independientemente de la fecha original del vencimiento;
(e) una participación en una empresa, que le permita al propietario participar on Jos ingresos o en las
utilidades de la empresa;
(f) una participación en una empresa quo otorgue derecho al propietario para participar del haber social
de esa empresa en una liquidación, siempre que éste no derive de una obligación o un préstamo excluidos
conforme al incisos (c) o (d);
(g) bienes raíces u otra propiedad, tangibles o Intangibles, adquiridos o utilizados con el propósito de obtener
un beneficio económico o para otros fines empresariales; y
(h) la participación que resulto del capital u otros recursos destinados para el desarrollo de una actividad
económica en territorio de otra Parte, entre otros, conforme a:
(ü contratos que involucran la presenda de la propiedad de un inversionista en territorio de otra Parte,
incluidos, las concesiones, los contratos de construcción y de llave en mano, o
(ii) contratos donde la remuneración depende eustancialmente de la producción, ingresos o ganancias de una
empresa;
inversión no significa: ’
(i) reclamaciones pecuniarias derivadas exclusivamente de:
G) contratos comerciales para la venta de bienes o servicios por un nacional o empresa en territorio de una
Parte a una empresa en territorio de otra Parte; o
Gi) el otorgamiento de crédito en relación con una transacción comercial, como el financiamiento al comercio,
salvo un préstamo cubierto por las disposiciones del inciso (d); o
(j) cualquier otra reclamación pecuniaria;
que no conlleve loe tipos de interés dispuestos en los párrafos (a) al (h);
Douglas, Zachary, op. elt., pp. 161 y ss.
Ver, por ejemplo Ceskoslovenska Obchodni Banka, A.S. (CSOB) e. Eelwaquia (caso CIADI N* ARB/97/4),
Decisión sobre Jurisdicción, 24/05/1999, parág. 68; Fedax N.V. c. Venezuela (caso CIADI N° ARB/96/3),
Decisión sobre Jurisdicción, 11/07/1997, parágs. 21-38. Salini Costruttori SpA <t Italstrade SpA o, Marruecos
(caso CIADI N“ ARB/00/4), Decisión sobre Jurisdicción, 23/07/2001, parág. 66; Salpom SpA c. Bangladesh
(caso CIADI N’ ARB/05/07), Decisión sobre jurisdicción y Recomendación sobre Medidas Provisionales,
21/03/2007, parág. 111; Global Trading Resource Corp y Qlobex International, Inc. c. Ucrania (caso CIADI N°
ARB/09/11), Laudo, 23/11/2010, parágs. 64-59.
67 Incluso tribunales por fuera del CIADI, bajo o! Reglamento de la CNUDMI, han considerado que el término
“inversión" está sujeto a criterios objetivos: Bren Nrtka c. República Checa (CNUDMI), Laudo, febrero de 2007
(no público); Romak SA c. Uzbekistán (caso CPA N’ AA280), Laudo, 26/11/2009, parág. 207; Alpe Flnance and
Trade AG c. Eslouaquia (CNUDMI), Laudo, 06/03/2011, parágs. 239-241.
68 Salini c. Marruecos, doc. cit., Decisión sobre Jurisdicción, 23/07/2001, parág. 63; SGS Société Géná/ale de
Surueillance S.A. c. Pakistán (caso CIADI N* ARB/01/13), Decisión sobre Jurisdicción, 06/08/2003, parág.
113, n. 133; Joy Mining Machinery Ltd, c. Egipto (caso CIADI N* ARB/03/11), Laudo sobre Jurisdicción,
06/08/2004, parágs. 53, 67 y 62; AES Corporation c. República Argentina (caso CIADI N* ARB/02/17),
Decisión sobre Jurisdicción, 26/04/2005, parág. 88; Bayindir Insaat Turizm Ve Ticaret SanayiAS c. Pakistán
(caso CIADI N“ ARB/03/29), Decisión sobre Jurisdicción, 14/11/2005, parágs. 130-138; Jan de Nul et al. e.
Egipto (caso CIADI N° ARB/04/13), Decisión sobre Jurisdicción, 16/06/2006, parágs. 90-96; Phoenix Acción
Ltd c. República Checa (caso CIADI N® ARB/08/5), Laudo, 09/04/2009, parág. 114^So6a Fakes c. Turquía (caso
CIADI N° ARB/07/20), Laudo, 12/07/2010, parág. 110.
/
961
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL FÚBUCO
tribunales no se ponen de acuerdo respecto a cuáles son los elementos o si todos ellos tienen
que darse en forma acumulativa o no. Los elementos analizados por los tribunales incluyen:
69 Dolzer, Rudolf y Schreuer, Chrlstoph, Principios of/nternailonal Jnvcetmsnt Law, Oxford Univtflity
Oxford» 1.* fdlfl.i 3008, p. 00 y ia. Según Douglns, para la matsrlallíaclón económico de una inversión ia
requiere al compromiso de los roeunofl on la economía dol palé reeoptor do la Inversión por el demandante,
que implique la aiunolón do Hongos y la expectativa da un rendimiento comercial (vdaae Doufllas, Zachary,
80gán el derecho internacional el comportamiento de todo órgAno dol Estado, ya eoa que q|arsa funciones
legislativas, qjeoutivai, judioiotoi o do otra índole, oualquioro quo sea su posición on la organlsación dol
Estado y tanto il pertenece al gobierno central como a una dlvlelón territorial del Sitado".
________________ CAPÍTULO 45 • LA SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS EN MATERIA DE INVERSIONES &TRANJERAS 'ff■ • '
las partes en el TBI y el inversor debe demostrar que es un nacional de la otra parte.
En cuanto a las personas físicas, a los fines del arbitraje bajo el Convenio CIADI, ellas
deben tener la nacionalidad de un Estado contratante distinto del Estado parte en la diferen
cia en dos fechas distintas: al momento en que las partes consintieron someter la diferencia
a arbitraje al Centro y a la fecha en que la solicitud de arbitraje es registrada por el Centro”.
Además, el inversor no deberá ser nacional del Estado parte en la diferencia en ninguna de
esas dos fechas. La nacionalidad de un individuo está determinada principalmente por la le
gislación interna del Estado cuya nacionalidad se reivindica.
Una persona jurídica debe tenor la nacionalidad de un Estado contratante del Convenio
distinto del Estado parte en la diferencia del CIADI solo en la fecha en que las partes prestaron
su consentimiento a someterse a la jurisdicción del CIADI para la controversia en cuestión”.
De manera excepcional, el Convenio establece la posibilidad de que una persona jurídica que
tonga la nacionalidad del Estado parto en la diferencia en la fecha en que lae partes prestaron
su consentimiento a la jurisdicción del Centro, cuando las partes acuerden atribuirle el carác
ter de "nacional de otro Estado Contratante* por estar sometidas a control extranjero”. A los
fines de determinar la nacionalidad de una persona jurídica, los TBI siguen el criterio del lugar
de constitución de la persona jurídica o el del asiento principal de sus negocios.
Muchas veces las inversiones extranjeras son realizadas a través de un complejo entra
mado de sociedades nacionales y extranjeras que pueden involucrar a sociedades constituidas
en distintas jurisdicciones o crear situaciones en las que el inversor extranjero tiene participa
ciones minoritarias en una sociedad. Esto ha generado discusiones respecto a qué sociedades
o personas físicas detrás de esas sociedades pueden calificar como "inversor" a los efectos de
beneficiarse de la protección de unTBI18. Los tribunales arbitrales generalmente han admitido
ese tipo de reclamos, aunque la cuestión sigue siendo debatida.
(ao) he personas física» que derivon tu condición do nocional»» del Reino Unido do le» layo» vigente» on el
Reino Unido;
y- (bb) loo compartías, sociodados, firmao y asooiacionee, incorporado» o constituidas on virtud de lae leyes
' j' vigentes en cualquier parte del Reino Unido o en oualquler territorio al que el presente Convenio se extiendo
conforme a las disposiciones dol Art. 12;
II. en relación con la República Argentina
(aa) toda persona física que soa nacional de la Ropública Argentina, conforme con su legislación en materia
'i,; de nacionalidad; y
(bb) toda persona jurídica constituida de conformidad con las leyes y reglamentaciones de la República
Argentina o que tenga su sede en el territorio de la República Argentina".
75 Convenio CIADI, artículo 2fl(2)(a).
: 76 Convenio CIADI, artículo 26(2)(b), primera parte.
76 Sobre eita cuestión, véase Douglas, Zachary, op. c&, p. 300 y s». y p. 300 y »»■ Véaio también Amtíc o. *
í;¡7, Arffominn (ofi«o CIADI N* ARB/01/J2). Deoíaión sobro Solicitud da Anulaolón, 01/09/2000, parégi, 76400.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
El inversor podrá aceptar la oferta por escrito mientras que la legislación se encuentre
en vigor, y la aceptación también se puede hacer con solo iniciar un reclamo. Un ejemplo de
esta forma de prestar el consentimiento es la Ley de Inversiones de El Salvador de 1999, que
dispone:
existentes son poco frecuentes; sin embargo, es puedo ver Marltime International Nominen Establishment
(M.I.N.EJ c. Guinea (caso CIADI N° ARB/84/4), Laudo, 06/0V1988. ICSID Reporte, va!. 4. p. $7; Compañía del
Desarrollo de Santa Elena SA c. Costo Rica (caso CIADI N‘ ARB/96/1), Laudo, 17/02/2000, ICSID Reporte, vol.
8(2002), p. 167, parág. 26.
81 Aguaytia Energy LLC. c. Perú (caeo CIADI N* ARB/08/13), Laudo, 28/11/2008. Otros casos en los que la base do
la competencia del tribunal estaba en una cláusula incluida en un contrato incluyen: Amco Asia Corporation
y otros o. Indonesia (caeo CIADI N* ARB/81/1), Decisión sobre Jurisdicción, 25/09/1983, ICSID Reporte, vol.
1. p, 389, parágs. 10 y 26; World Duty Free c. Kenya (caso CIADI N° ARB/00/7), Laudo, 04/10/2006, parágs.
6-70, CSOB c. Eslovoquia, doc. cit, Decisión sobre Jurisdicción, parágs. 72, 74-76, 80 y 82; Duke Energy c.
Perú (caso CIADI N* ARB/03/28), Decisión sobre Jurisdicción, 01/02/2C08, parágs. 119-134, 131; Holiday
Inris c. Marruecos (caeo CIADI N° ARB/72/1), Decisión sobre jurisdicción, 12/05/1974, reforida en Lallve,
Pierre “The First 'World Bank" Arbitration (Holiday Inns v Morocco) - Some Lcgsl Problema", B.Y.I.L., vol.
51 (1980), pp. 156 -169;Klóckner Industrie Anlagen GmbH y otros c. República Unida de Camerún y Société
Camerounaise des Engrais (caso CIADI N" ARB/81/2), Laudo. 21/10/1983, ICSID Reporte, vol. 2 (1994), pp.
65-69; Société Ouest Afriaüne des Bétoru Industríele (SOAB1) e. Senegal (caso CIADI N° ARB/82/1), Decisión
sobre Jurisdicción, 01/08/1984, parágs. 47-58, Laudo, 25/02/1988, parágs. 4.01-4.62; Autopista concedonada
de Venezuela CA (Aucoven) u Venezuela (caso CIADI N® ARB/00/5), Decisión sobro Jurisdicción, 27/09/2001..
82 Informe de los Directores Ejecutivos, parág. 24.
964
CAPITULO 45 • LA SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS EN MATERIA DE IMVERSIQN& DCTHANJERAS ’ -
La tercera posibilidad para que los Estados den su consentimiento al arbitraje es a través ' ' *«
de un tratado (un AII) entre el Estado receptor de la inversión y el Estado de la nacionalidad ¿
dol inversor. La mayoría de los TBI contienen cláusulas de arbitraje que ofrecen a Iob inverso- í
, res nacionales de un Estado parto en el tratado la posibilidad de recurrir al arbitraje conftiUí
el otro Estado parto on el tratado. El mismo método es empleado en otros tipos de AII como ebír
TLCAN™ y el TOE”. Las ofertas de consentimiento contenidas en tratados también deben ser? 4
perfeccionadas por la aceptación por parte del inversor. Según la práctica habitual, un inversor S
puede acoptar una oferta de consentimiento contenida en un AII mediante la institución de un
arbitraje8®.
El alcance de las cláusulas que contienen la oferta al arbitraje inversor-Estado en los
TBI puede variar. Por ejemplo, el artículo 8 del TBI entre Argentina y Francia ofrece consentí- !<
miento sobre "Toda controversia relativa a las inversiones, en el sentido del presente Acuerdo,
entre una Parte Contratante y un inversor de la otra Parte Contratante*87. La oferta al ar- “?
bitrqje inversor-Estado en el TBI Argentina-Países Bajos ofrece consentimiento sobre "Las
controversias entre una Parte Contratante y un inversor de la otra Parte Contratante respecto -4
de materias regidas por el presente Convenio”88. En virtud del artículo 1116 del TLCAN, el 4
alcance dol consentimiento al arbitraje bajo el capítulo 11 de ese tratado se limita a las recia-.'.?;!
mariones derivadas de presuntas violaciones a la parte sobre inversiones del mismo TLCAN89.
De acuerdo con el artículo 26(1) del TCE, el alcance de la oferta se limita a los supuestos in
cumplimientos de las obligaciones del TCEW.
Casi todas las cláusulas arbitrales inversor-Estado en los AII prevén determinados re
querimientos previos que el inversor debe satisfacer antes de recurrir al arbitraje. Como ya
se mencionó, una condición común para la iniciación del procedimiento de arbitraje es que ■
las partes intenten llegar a un arreglo amistoso a través de consultas o negociaciones por un
período determinado de tiempo, generalmente de seis meses. Si no se alcanza un acuerdo en \
dicho plazo, el reclamante podrá proceder al arbitraje. La interpretación de la naturaleza de .
este tipo de cláusulas ha sido divergente. Algunos tribunales consideran las cláusulas de con
sulta o negociación como mero9 requisitos procesales cuyo incumplimiento no tendría ningún
83 Esta base deJurisdicción fue invocada con éxito por el inversor en Pac Rim Cayman LLC c. El Salvador (caso
CIADI N8 ARB/09/12), Decisión sobre excepciones & la jurisdicción del demandado, 01/06/2012. En Incsysa
c. El Salvador (caso CIADI N° ARB/03/26), Laudo, 02/06/2008, en los parágs. 331-884, el tribunal determinó
que el inversor no podía acogerse a una cláusula de consentimiento del CIADI en la Ley de Inversiones de!
Estado receptor de la Inversión, porque la inversión no cumplía con el requisito de legalidad. Otros .casos donde
la base de la jurisdicción ha sido de esto tipo son Southern Pacific Propertles (Mlddle Batí) Limited (SPP) c.
Egipto (oaso CIADI N’ ARB/84/3), Decisión sobre Jurisdicción I, 27/11/1985, ICSID Reporte, vol. 8 (1995), p.
112; Tradex Helias 8.A, c. Albania (caso CIADI N* ARB/94/2), Decisión sobre Jurisdicción, 24/12/1996, ICSID
Reporte, vol. 6 (2002), p. 54.
64 TLCAN, artículo 1122.
85 TCE, artículo 26(4).
86 Véase, por ejemplo, Asían Agricultural Products Limited (AAPD c. SH LanJta (caso CIADI N* ARB/87/3),
Laudo, 27/06/1990, ICSID Reporte, vol. 4 (1997), p. 250; American Manufacturlng A Trading, Inc (AMT) c.
Zalre (caso CIADI N* ARB/93/1), Laudo, 21/02/1997, ICSID Reporto, vol. 5 (2002), p. 11, paráge. 5.17 a 5.23;
SOS SociM Cíntrale de Surueillance 8,A, c. República de lae Filipina» (caso CIADI N* ARB/02/6), Decisión
sobre Jurisdicción, 29/01/2004, paráge. 80-81; Generatlon Uhraint c. Ucrania (caso CIADI N* ARB/00/9),
Laudo, 16/09/2003,1.L.M., vol. 44 (2005), p. 404, parága. 12,01-12.08; Tokios 1\>helcs c. Ucrania (caso CIADI
N' ARB/02/18), Decisión sobre Jurisdicción, 29/04/2004, parágs. 94-100; Camuui Internacional S.A. c.
República Argentina (caso CIADI N8 ARB/03/2), Decisión sobre Jurisdicción, 11/0572005, parágs. 130-
132; El Paso Energy Internacional Company c. República Argentina (caso CIADI N8 ARB/08/15), Decisión
sobre Jurisdicción, 27/04/2006, parágs. 35-37. Para una discusión sobre la cuestión, ver Paulsson, Jan,
"Arbitration Without Privity’ ICSID Reuiew - Foreign Inveetmcnt Law Journal, vol. 10 (1995), n.8 2, pp.
232-236.
87 TBI Argentina-Francia (1991), artículo 8.1.
88 TBI Argentina-Países Bajos (1992), artículo 10(1).
89 TLCAN, artículo 1116. ’ .
90 TCE, artículo 26(1).
___________________ ___________ ✓
965.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
efecto sobre la jurisdicción o la admisibilidad del reclamo91. Otros tribunales han considerado
que el cumplimiento de tales requisitos de notificación y negociación es una condición previa a
la jurisdicción del tribunal que debe ser cumplida estrictamente92.
Otra condición que aparece en algunas ofertas de arbitraje de inversión contenidas en
TBI es la exigencia del recurso ante los tribunales internos por un período de tiempo, gene
ralmente dieciocho meses, antes de que se instituyan procedimientos arbitrales93. El artículo
26 del Convenio CIADI establece la posibilidad de que los Estados contratantes puedan exigir
el agotamiento previo de sus vías administrativas o judiciales, como condición a su consen
timiento al arbitraje04. Algunos tribunales arbitrales han considerado que los demandantes
tenían derecho a instituir el arbitraje internacional directamente sin antes agotar los recursos
ofrecidos por los tribunales locales, porque esas cláusulas no podían tener efectos prácticos96.
Otros tribunales rechazaron esta posibilidad98. En varios casos los tribunales les permitieron
a los inversores evitar la aplicación de este tipo de disposiciones mediante la invocación de la
cláusula de nación más favorecida (NMF) contenida en los mismos TBI que, según esos tribu
nales, permitían invocar cláusulas sobre solución de controversias de otros TBI celebrados por
el Estado demandando que no contenían dicho requisito07. Otros tribunales han criticado esta
postura y considerado que el efecto de las cláusulas NMF no se extiende a las disposiciones
sobre solución de controversias en los tratados y que no es posible evitar las condiciones y res
tricciones inherentes a su consentimiento al arbitraje de un tratado, o ampliar la jurisdicción
de este apoyándose en una cláusula NMF en el tratado98.
91 Vóaee, por ejomplo, Ethyl Corp. c. Canadá (TLCAN/CNUDMI), Decisión sobre Jurisdicción, 34/06/1908,
parágs. 76*88, Salinl Costruttorl SpA y Italstratc SpA c. Marruecos (caso CIADI N° ARB/00/4), Decisión sobre
Jurisdicción, 28/07/2001, parágs. 74-88 y l&T.Ronald S. Lauder o. República Checa (CNUDMI), Laudo Final,
03/09/2001, parág. 187; Bayindir Insaat Turizm Ve Ticaret SanayiASc. Pakistán (caso CIADI N’ ARB/03/29),
Decisión sobro Jurisdicción, 14/11/2005, parágs, 98-103.
92 Antoine Goet2 c. Burundi (caso CIADI N* ARB/95/3), Laudo, 10/02/1999, parágs. 90-93, Enron Corp. y
Ponderosa Aotets, LPc, Argentina (caso CIADI N° ARB/01/3), Decisión sobre jurisdicción, 14/01/2004, parág.
88; Burlington Resources ¡nc c. Ecuador (caso CIADI N° ARB/08/5), Decisión sobre Jurisdicción, 02/06/2010,
parág. 315; Murphy Exploraron andProduction Company International c. Eouador (caso CIADI N# ARB/08/4),
Laudo sobre Jurisdicción, 15/12/2010, parág. 149; Tulip Real Estate Investment andDevelopmentNctherlande
BVc. Turquía (paso CIADI N° ARB/11/28), Decisión sobre la cuestión jurisdiccional bifurcada, 06/03/2013,
parág. 73.
93 Ver los ejemplos dados supra.
94 Convenio CIADI, artículo 28.
95 Véaae, por ejemplo BG Group pie c. República Argentina (CNUDMI), Laudo final, 24/12/2007, pardgs. UB
IS?. Esto laudo ftie posteriormente considerado nulo por un tribunal dol distrito do Coluxnbia, aunque luego
la Suprema Corto do los EE. UU. consideró que el laudo del tribunal arbitral ara válido. Vóaso República
Argentina c. BG Group Pie. Tribunal do Apelaciones para Circuito del Distrito de Columbio (Estados Unidos),
Decisión, 17/01/2012 y Suprema Corte de loe Estados Unidos, Decisión (certiorari), 06/03/2014, y la critica a la
posición do la mayoría en la opinión disidente de los juecea Roberto y Kennedy. Vóaso también Abacial y otros
c. República Argentina (caso CIADI N9 ARB/07/5), Docislón sobro Jurisdicción y Admisibilidad, 04/08/2011,
pardgs. 581-588. CP. opinión disidente dol árbitro Abl*8aab (ibíd., parágo. 80-83),
97 Vóaso, por ejemplo, Emilio Agustín Maffeeinl c. Reino do España (caso CIADI N' ARB/97/7), Decisión sobro
Jurisdicción, 25/01/ 2000, parágs. 64-64; Siemens A.G. c. República Argentina (caso CIADI N* ARB/02/8),
Deoisión sobre jurisdicción, 03/08/ 2004, parágs. 32*110; Gas Natural SDG, S.A, c. República Argentina (caso
CIADI N* ARB/03/10), Decisión sobre Jurisdicción, 17/08/2006, parágs. 24-49; Suez, Sociedad General de
Aguas de Barcelona, SA, e InterAguas Servicios Integrales del Agua SA o, República Argentina (caso CIADI
N9 ARB/03/17), Decisión sobre Jurisdicción, 16/05/2006, parágs. 52-88; National Qrid PCL c, República
Argentina (CNUDMI), Decisión sobro Jurisdicción, 20/08/2008, parágs. 80-93; Suez, Sociedad General de
Aguas de Barcelona SA y Vivendi Universal SA o. República Argentina y AVIO Group Lid. c. Argentina (caso
CIADI N° ARB/08/19), Decisión sobre jurisdicción, 03/08/2008, parágs. 52-68.
98 Véase, por qjemplo, Vlinterehall Ahtungesellschaft c. República Argentina (caso CIADI N° ARB/04/14), Laudo,
08/12/2008, parágs. 160-167; ICS o. República Argentina, doc. cit,, Laudo sobre jurisdicción, 10/02/2012,
parágs. 274-326; Daimler Financial Serucies A.G. c. República Argentina (caso CIADI N° ARB/05/1), Laudo,
22/08/2012 (opinión de la mayoría), parágs. 160-260; Kdtc injaat Ithalat lhracat Sanayi va Ticaret Anonim
8¿rheti c. Turkmenistán (caso CIADI N* ARB/10/1), Laudo, 02/07/2018 (opinión de la mayoría), parágs. 6.1-
7.9.1.
006
O
CAPÍTULO 45-LA SOLUCIÓN DE COHTROVERStAS EN MATERIA DE IWERSIOKESEXTRAHJERAS . w
6. El procedimiento en el arbitraje inversor-Estado . x-.:'Íh¿2s
i
99 Eito« documento) están incluido» on la publicación 'Convenio, Reglamento y Reglas dol CIAD]', dlaponlblo
enhttps^/ic»ld.worldbank.orgÁCSID/StatlcFilos/basicdoc.Bpal/nioin.epa.htin.
100 Convenio CIADI, articulo 44.
101 Ibíd.
102 Convenio CIADI, artículo 86(1).
103 Convonlo CIADI, artículo 86(2) y reglo do Iniciación 2.
104 Convenio CIADI, artículo 36(2).
106 Convenio CIADI, artículo 37(2)(b).
106 CIADI, regla do arbitraje 2.
107 Convenio CIADI, artículoSB.
108 Convenio CIADI, artículo 40(1).
109 Ibíd. ’ .
110 Convenio CIADI, artículo» 14(1) y 40(2).
____________________________ __ >
837
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
árbitro basándolo on quo ooto manifiestamente corsee do lai cualidades nooosortai para su
nombramiento111.112
La decisión sobre la reculación os adoptada por loi domás miembros dol
tribunal. SI los miombroe no Impugnados no están do acuerdo o se trata de la recusación do un
árbitro Unico o de la mayoría do los árbitros, le corresponde resolver al presidente dol Consojo
Administrativo113.
Las cuestiones procesales suelen tratarse en la primera sesión del Tribunal con las par
tes118. Esas cuestiones incluyen la representación de las partes; el lugar y el idioma del procedi
miento; el número y el orden de los escritos y los plazos dentro de los cuales se deben presentar;
la fecha y las actas de las audiencias, y cuestiones relativas a la pruebas114.
Normalmente el procedimiento comprende una etapa de actuaciones escritas, seguida de
una etapa de actuaciones orales115.116
La fase escrita so inicia con un memorial de la parte soli
citante seguido de un memorial de contestación de la parte demandada y, en la mayoría de los
casos, hay otra ronda de intercambios escritos denominados réplica y dúplica118. Un memorial
debe contener una exposición de los hechos, una declaración del derecho aplicable y las peticio
nes. Los restantes memoriales también deben abordar loa hechos, los fundamentos de derecho
y las peticiones117.
Las actuaciones orales comprenden las audiencias del tribunal para oír a las partes, sus
apoderados, consejeros y abogados, y a los testigos y peritos118. Las audiencias están cerradas
al público. Sin embargo, salvo objeción de alguna de las partes, el tribunal, tras consultar
con el secretario general, puede permitir a otras personas asistir a la totalidad o a parte de
las audiencias11®. Las pruebas presentadas por las partes al tribunal se componen de docu
mentos, declaraciones de testigos y peritos120. El tribunal puede autorizar, previa consulta
con las partes, a una persona o entidad que no sea parte en la diferencia a efectuar una
comunicación escrita relativa a cuestiones dentro del ámbito de la diferencia121.122 algunos
En123 124
casos, los tribunales han permitido la presentación de escritos amicus curiae por partes no
contendientes1®2.
Si la demandada plantea excepciones a la jurisdicción del Centro o a la competencia del
tribunal, el procedimiento sobre el fondo se suele suspender. Dicha objeción debe presentarse a
más tardar antes del vencimiento del plazo fijado para la presentación del memorial de contes
tación sobre el fondo. Por lo general, el procedimiento se bifurca entonces, es decir, la cuestión
de la jurisdicción se escucha en primer lugar, seguido, si el tribunal considera que es compe
tente, por una reanudación del procedimiento sobre el fondo. El tribunal puede considerar de
oficio en cualquier estado del procedimiento, si la diferencia cae dentro de la jurisdicción del
Centro y es de su propia competencia128. Por otra parte, el tribunal puede pronunciarse sobre
la excepción como una cuestión preliminar o conjuntamente con el fondo de la diferencia. En la ma
yoría de los casos, el procedimiento relativo a las excepciones a la jurisdicción también consta
de una fase escrita y otra oral114.
En caso de rebeldía, es decir, ei una parte no comparece o dqja de qjercer bub derechóa éii .... Rfi
cualquier etapa del procedimiento, la otra parte podrá requerirle al tribunal "que se avoque¡ a ’ ’: ','*■r
laa cuestiones que ae han sometido y dicte el laudo*18’. La rebeldía requiere gran cautelapor
parte del tribunal. El hecho de que la parte rebelde no comparezca o no haga uio do au dere- A
cho no supondrá la admisión de loa hechos alegados por la otra parte ni allanamiento a sus , “:!
pretensiones114.
Antes que ae dicte un laudo, laa partea pueden convenir en avenirse respecto de la diferen- J
da, o en poner término al procedimiento124. Por otra parte, una de las parteB unilateralmente
puede solicitar que se ponga término al procedimiento, solicitud que el tribunal concederá si ‘
la otra parte no se opone180. Si las partes dqjan de intervenir en el procedimiento durante seis
meses consecutivos, se entenderá que han puesto término a este281,
Una vez que las partes realizan todas sus presentaciones, se declara cerrado el proce-
dimiento y el tribunal pasa a deliberar sobre el laudo198. Las deliberaciones del tribunal se.
realizan en privado y son secretas189. El tribunal debe decidir todas las cuestiones que le han
sido sometidas por mayoría de votos184. El laudo es escrito y debe tratar todas laB cuestiones
126. 127
sometidas al tribunal y ser motivado133 128 129 * 131
Cualquier 132
miembro del tribunal puede adjuntar al
laudo su opinión individual, sea que disienta o no con la mayoría, o una declaración sobre su
disensión134. 135 136 137
El Convenio CIADI establece que, salvo acuerdo en contrario de las partes, un tribu
nal, “si considera que las constancias así lo requieren, podrá recomendar la adopción de
aquellas medidas provisionales que considere necesarias para salvaguardar los respectivos
derechos de las partes”18’. A pesar de que artículo 47 del Convenio CIADI indica que el
tribunal puede "recomendar* la adopción de medidas provisionales, muchos tribunales han
considerado que las decisiones sobre las medidas provisionales tienen carácter vinculante
para las partes138.
959
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
De acuerdo con el Convenio CIADI (C), las Reglas de Iniciación (Rl) y las Reglas de Arbitraje (RA)
"
(C37-40, RA 1-6)
I ~
7~T
Observaciones
de las Partes
Primera Sailón del Tribunal (RA 13)
Consulta Procesal Preliminar (RA 20)
OeclUón
Liúdo
(C4*49, RA 46-48) (C 49(2))
970
CAPITULO 46 - LA SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS EN MATERIA DE INVERSIONES'EXTRAWERAS ? ■> 'ÍW-íW
derecho laboral, el derecho de propiedad, entre otras. A su vez, coíi frecuencia las controversias''
j -- ——9 - — — .1 — — ó _ . — — — —1 — — A — 2—— * i ■ m J ■ — -2 — i - - - * , *aS¿‘
involucran relaciones contractuales entre inversores o empresas donde inversores extranjeros' ' I
tienen intereses, por
tienen intereses, por unun lado, y el
lado, y Estado receptor
el Estado de la
receptor de inversión o
la inversión o sus
sus subdivisiones
subdivisiones DolíticrtH'S-3®§>
políticas, :á
por otro. A los fines de determinar el alcance de esas relaciones contractuales cobran gran re--
levancia las normas del contrato y el marco jurídico aplicable al contrato.
Al mismo tiempo, existen distintas normas de derecho internacional que protegen á'lÓ£i
inversores extranjeros, algunas de carácter convencional, como las disposiciones contenidabi.’
en los AII, y otras de derecho internacional consuetudinario, como la denegación de justicia,
estándar mínimo de trato y las normas sobre la expropiación. A ello se suman otras normas deiSjSj)^^
derecho internacional consuetudinario que siguen siendo relevantes, como las normas sobre '
responsabilidad internacional del Estado. También pueden ser relevantes normas convenció- : ¡cíMÉ®
nales incluidas en tratados internacionales distintos de los AII, como normas sobre la proteo-i
ción de los derechos humanos o sobre la protección del medio ambiente, entre otras.
El Convenio CIADI establece que “el Tribunal decidirá la diferencia de acuerdo con las
normas de derecho acordadas por las partes”140. En forma similar, el Reglamento de Arbitraje,
de la CNUDMI dispone que el tribunal arbitral aplicará las normas de derecho que las partes
hayan indicado como aplicables a) fondo del litigio141. Muchas de las disposiciones sobre arbi- ’ . ,i
traje inversor-Estado en los AII contienen disposiciones relativas al derecho aplicable.Algunas •>
cláusulas de los tratados se refieren al tratado y a las normas aplicables de derecho ínter-, ?
nacional14’. Otros AII combinan el tratado, la legislación nacional del Estado receptor de la
inversión y los principios generales del derecho internacional143. Algunos agregan los acuerdos
especiales concluidos con relación a la inversión'44. Otros incluyen otros tratados celebrados .’
entre las partes1". • 1 ‘,
En ausencia de un acuerdo sobre el derecho aplicable (por ejemplo, cuando el TBI no tiene - (iy®
una cláusula al respecto), el Convenio CIADI establece que “el Tribunal aplicará la legislación
del Estado que sea parte en la diferencia, incluyendo sus normas de derecho internacional pri- ’'
vado, y aquellas normas de derecho internacional que pudieren ser aplicables"140. Por su parte, ;
el Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI establece que, si las partes no indican las normas .1
de derecho aplicables, el tribunal arbitral aplicará el derecho que estime apropiado147. •
Se ha argumentado que, con independencia de la disposición sobre derecho aplicable, un - .i'(
tribunal de inversión tiene la autoridad inherente para caracterizar los puntos controvertidos y-¡t
' ' y determinar la legislación aplicable a cada uno de ellos1?3, y que las disposiciones relativas
• al derecho aplicable en los AH solo sirven para confirmar que el tribunal es competente para .
aplicar las fuentes estipuladas, en lugar de prescribir Iob criterios de sujeción necesarios
para determinar la legislación aplicable en cada caso14’.
140 Convenio CIADI. artículo 42. Véase también, el articulo 64 do las Reglas de! Mecanismo Complementarlo del
CIADI.
141 Rofllamonto do Arbitrado da la CNUDMI, articulo 83.
142 Por ojemplo, capítulo 11, sección B dol TLCAN, articulo 11311 TOS, articulo 36(1).
148 Por ejemplo, TBI Argontina-Alemnnia (1801), articulo 10(6).
144 Por templo, TBI Argontlna-Oanadd (1981). articulo X(6); TBI Argentina-Franela (1991). artloulo 8(1); TBI
148 Véase, por ejemplo, MTD Eqully Sdn Bhd y MTD ChUt SA o. República de Chile (caso CIADI N1 ARB/01/7),
op. cié., pp. 40-62.
Decisión sobre Anulación, 16/0212007, parógs. 69.74-75. Douglae, Zachary,
149 DouglaB, Zachary, op. clt., pp. 40-52. ' ,.
160 Convenio CIADI, artículo 53,
__________________________________________________________ / —
LECCIONES DE DEftECKO INTERNACIONAL PÜBUCO
En los arbitrajes de inversión por fuera del Convenio CIADI, incluido el arbitraje en
el marco del Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI y del Mecanismo Complementario del
CIADI, la forma normal de solicitar la anulación del laudo es a través de los tribunales nacio-
nalee de la sede del arbitraje. La Convención do Nueva York sobre el Reconocimiento y la Eje
cución de las Sentencias Arbitrales Extrajeras de 1958 enumera una serie de causales sobre
la base de las cuales el reconocimiento y la ejecución de un laudo arbitral no nacional puede
ser rechazado por un tribunal local a instancia de la parte que lo invoca181. La Ley Modelo de la
CNUDMI sobre Arbitraje Comercial Internacional de 1985 prevé un número limitado de cau
sales de anulación y de no reconocimiento de un laudo comercial internacional por un tribunal
nacional, que se basa en el artículo v de la Convención de Nueva York181. En muchos países,
las leyes nacionales de arbitraje, incluyendo las normas relativas a la anulación de los laudos
arbitrales, se inspiran en la Ley Modelo de la CNUDMI. Los motivos más importantes son la
nulidad del convenio arbitral, la imposibilidad de hacer valer los medios de defensa de una de
las partes, que el laudo se refiera a una diferencia no prevista en el compromiso de arbitraje,
la constitución incorrecta del tribunal, que el objeto de la controversia no sea susceptible de151 152 153 154 15
972
••• • ‘T'l»-
Por su parte, el Convenio CIADI dispone de manera expresa el carácter obligatorio del
laudo para las partes y el deber de estas de acatar y cumplir en todos sus términos, salvo en
163. Además,
la medida en que se suspenda su ejecución de acuerdo con el propio Convenio171 164 165 166es
167
168 169 170
tablece que todo Estado contratante debe reconocerle al laudo dictado conforme al Convenio
164 Véase por ejemplo, México c. Metalclad, Corta Suprema do Britiah Columbio (Canadá), Decisión, 02/05/2001 y
Decisión, 31/10/2001; Eatados Unidos Mexicanos c. Feldman Karpa, Tribunal Superior de Justicia de Ontario
(Canadá), Decisión, 03/12/2003 y Tribunal de Apelaciones de Ontario, Decisión, 11/01/2005, ICS1D Reporta,
vol. 9, p. 608; Ecuador a, Occidental, Decisión dol Tribunalde Apelaciones (Reino Unido), 02/03/2006; República
Argentina c. BG Group Pie, Tribunal de Apelaciones para Circuito del Distrito de Columbio (Estados Unidos),
Decisión, 17/01/2012 y Suprema Corto de los Estados Unidos, Decisión (certlorari), 06/08/2014; República
Argentina c. National Grid pío, Corto ds Distrito para el Distrito de Columbia (Estados Unidos), Decisión,
07/06/2010, Tribunal do Apelaciones de los Estados Unidos, Decisión, 11/03/2011; República de Ecuador c.
Chevron Corporation (EE.UUJ y Texaco Petroleum Company (EE.UU.), Sentencia del Tribunal de Distrito de
La Haya (Países Bajos), 02/05/2012.
165 Redfern, Alan; Huntor, Martin; Bleckaby, Nigel y Partasldes, Constantino, International Arbitration, Oxford
Univereity Pres6, Oxford, 2009, p. 626.
166 Ibíd., p. 627.
167 Ibíd., p. 628.
168 Ibíd., p. 629.
169 Convención de Nueva York, artículo ni.
170 Convención do Nueva York, artículo v. ’ ..
973 •
LECCIONES DE DERECHO INTERNACOAL PÚ8UC0
carácter obligatorio y hacer ejecutar dentro de sus territorios las obligaciones pecuniarias
impuestas por él, como ai se tratare de una sentencia firme dictada por un tribunal en dicho
Estado178. El laudo debe qjecutarse de acuerdo con las normas sobre ejecución de sentencias
en vigor en el Estado donde se busca la ejecución118 y ante los tribunales competentes o auto
ridades designados al efecto por el Estado”4. El carácter obligatorio y el deber de ejecutar las
obligaciones pecuniarias en los laudos del CIADI no afectan la inmunidad de ejecución que los
Estados gozan en el territorio de otros Estados”4. El derecho a la protección diplomática de
un Estado contratante respecto de una diferencia entre uno de sus nacionales y otro Estado
contratante que fuera sometida a arbitraje bajo el Convenio se reactiva cuando ese Estado no
ha acatado el laudo dictado en la diferencia o ha dejado de cumplirlo”4.
administrativo ftdtral.
175 Convenio CIADI, artíoulo 55.
176 Convenio CIADI, artículo 27(1).
074
Capítulo 46
Introducción al derecho
INTERNACIONAL HUMANITARIO
1 Tamblónhaoldodoflnldoconio’unouorpodonormae Internacionales,deorlgonconvanclonalyeonsuetudinarlo,
eapecifloamonW destinado a cor aplicado en loa conflictos armados, Internacionales o no internacionales, y
que Umita ol derecho de las Partes en conflicto a elegir libremente los raútodoc y los medios militados on la
guerra (Derecho do La Haya), o que protege a lea personae y a loe bienes afectados (Doreoho de Ginebra)”,
cfr. 8winareki, Chrlstophe, Principales Nociones t Institutos del Derecho Internacional Humanitario como
Sistema ds Protección de la Persona Humana, Instituto Intoromericano do Derechos Humanos, San José de
Costa Rica, 2.a ed. rev., 1991, p. 26.
2 Por ejemplo, en el morco do lo Carta de las Naciones Unidas, el uso de la fuorta so encuentra legitimado para
el caso da sor ordenada por el Consejo do Seguridad en virtud de) articulo 42, o bien ón el caso do quo un
Estado miembro ajeria su derecho inmanente de legitima defensa, conformo al articulo 51, como so trató on
ol capitulo 40.
3 8wlncral<l advierto que *ss suela considerar el 'Doradlo do La Haya' como sinónimo del 'Derecho dele guorra',
lelo ssnsu y ol 'Doreoho do Ginebra' como ol ■Derecho Humanitario' uncu «rielo*, ofr, Swinankl, Christopho,
op. sil,, p, 24.
4 Sin embargo, encontramos dentro do las convenciónos do Ginebra algunas normas referidas al “derecho do La
Haya”, como, por qjemplo, los artículos 95 y es, del Protocolo I Adicional á los Convenios do Ginebra do 1949
Los principales instrumentos internacionales convencionales del DIH son los cuatro con
venios de Ginebra de 1949” y sus Protocolos Adicionales I y II de 1977. A continuación se
indica a la protección de quiénes se refiere cada uno de los Convenios:
Estos cuatro tratados se aplican a los conflictos armados internacionales, es dedr, a aque
llos que surgen entre dos o más altas partes contratantes (o sea, Estados parte1®). La expresión
“conflicto armado” vino a reemplazar a la de “estado de guerra’ o “guerra*; entonces, cualquier
diferencia entre dos o más Estados que conlleve la intervención de fuerzas armadas se consi
dera un conflicto armado18, aunque una de las partes deniegue la existencia de un estado de
guerra, como aclara el artículo 2 de los cuatro Convenios.
Si bien los Convenios de Ginebra se aplican a los conflictos armados de carácter inter
nacional, el artículo 3 común a estos cuatro tratados contiene una serie de derechos que se
aplican en caso de conflicto armado no internacional, es decir, que surja en el territorio de un
Estado parte, en el cual no intervengan terceros Estados”. Algunos autores se refieren a este
6 Si buscamos en la historia encontraremos que 8000 años antas de Cristo ya existían en algunas regiones
reglas para proteger a ciertas categorías de víctimas en los conflictos armados y para limitar o prohibir el
uso do determinados métodos de hacer la guerra. No obstante, se ha señalado que, aunque su efecto fuera
humanitario, estas costumbres no fueron adoptadas con un propósito humanitario, “sino más bien con un
objetivo meramente táctico o económico". Así. por ejemplo, la prohibición de matar a les prisioneros de guerra
tenía como objetivo principal garantixar la disponibilidad de futuros esclavos, en ves de salvar las vidas de
los ex combatientes. SasBóli, Marco y Bouvier, Antoine A., Hcw dees Law Protect in Warl. Cases, Documente V»
and Teaching Materials on Contemporary Practico in International Humanitarian Law, Comité Internacional
de la Crua Roja, Ginebra, 1999, pp. 97-98.
6 Cfr. Swinarskl, Chrlstophs, op. cit., p. 16. 'í£
7 Suscripto el 22/08/1864.
8 Cfr. Vinueaa, Raúl E., “Origen y evolución del Derecho Internacional Humanitario”, en Primer Seminario
sobre Derecho Internacional Humanitario, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires, 1981, p. 9.
9 Ibíd.
10 De fecha 12/08/1949, en vigor desde el 21/10/1950.
11 I Convenio de Ginebra para Aliviar la Suerte que Corren loe Heridos y Enfermos de las Fueraas Armadas en
Campana.
12 II Convenio de Ginebra para Aliviar la Suerte que Corren los Heridos, los Enfermos y loa Náufragos de las
Fuertas Armadas en el Mar. &
13 III Convenio de Oinebra relativo al Trato Debido a los Prisioneros do Ouerra.
14 IV Convenio de Ginebra relativo a la Protección Debida a las Personas Civiles en Tiempo do Ouerra.
15 De acuerdo con lo estipulado en el artículo 2 de cada uno de los Convenios.
16 Sassbli, Marco y Bouvier, Antoine A., op. cit., p. 88.
17 Por ejemplo, la lucha armada entre las fuertas armadas de un Estado y fuerzas armadas disidentes o entre
grupos armados.
976
artículo, que es idéntico en los mencionados instrumentos, comoXin “mini convenio” dentro de
otro convenio, el cual establece:
No obstante, este artículo no ofrece una clara definición de un conflicto armado no inter
nacional; por ello, durante la conferencia diplomática de 1974-1977 ee contempló la necesidad
de precisar esta noción. Así, en dicha conferencia se adoptaron Iob Protocolos Adicionales I y II de
1977, que complementan y amplían los Convenios de Ginebra de 1949.
El Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo a la
Protección de las Víctimas de los Conflictos Armados Internacionales18 19
-en20 adelante el Proto
colo I- se aplica en los conflictos armados de carácter internacional, o sea, en los mismos casos
que los Convenios de 1949, con la salvedad de que amplía su aplicación a ciertos conflictos
armados -las luchas de los pueblos por la libre determinación, contra la dominación colonial
y la ocupación extranjera y contra los regímenes racistas-, es decir, "internacionaliza" tales
conflictos”. Hasta ese momento, se discutía acerca de si las guerras de liberación nacional
debían ser tratadas como un conflicto armado intorno o si, por su intensidad y otras caracte
rísticas, debían ser reguladas como un conflicto armado internacional -aunque tales guerras
no eran interestatales-80. Es de destacar que las guerras de liberación nacional en la época en
que se adoptaron los Protocolos Adicionales I y II habían cobrado auge como consecuencia del
principio de autodeterminación de los pueblos mencionado en el artículo 1(2) de la Carta de las
Naciones Unidas y en diversas resoluciones de la Asamblea General y la política seguida por
las Naciones Unidas en pos de la descolonización3’. Para las Naciones Unidas, las guerras de
liberación eran “internacionales””.
En cambio, el Protocolo Adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949
relativo a la Protección de las Víctimas de los Conflictos Armados Sin Carácter Internacio
nal33 -en adelante el Protocolo II- desarrolla y completa el artículo 3 común a los Convenios
de Ginebra -conflictos armados internos-; si bien el catálogo de derechos que establece es más
extenso que el artículo 3 común, posee un ámbito de aplicación más restringido, por cuanto
exige que se den determinadas condiciones para que una situación pueda calificar de conflicto
armado regulado por este Protocolo. En efecto, el artículo 1 del Protocolo II establece:
El conflicto armado interno que no cumpla con todos los requisitos establecidos en el ar
tículo 1 del Protocolo II -que son acumulativos-, por ejemplo, porque el grupo armado posee
una organización insuficiente o no controla una parte del territorio, queda comprendido en el
artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949.
Como indica el inciso 2 del artículo 1 del Protocolo II, las tensiones intornas y loe distur
bios interiores no se consideran "conflictos armados” en ol morco del DIH; por lo tanto, a estas
situaciones no se le aplioan loe Convenios do Ginebra ni sus Protocolos Adicionales. So ha des-
cripto a los disturbios interiores de la siguiente manera:
Se trata de situaciones en la que, sin que haya, propiamente hablando, conflicto arma
do sin carácter internacional, existo sin embargo, a nivel interior, un enfrentamiento
que presenta cierto carácter de gravedad o de duración y que da lugar a la realización
de actos de violencia. Estos últimos pueden toner formes variabloe, que van desde
generación espontánea do actos de sublevación hasta la lucha entre grupos más o
menos organizados y las autoridades que ejercen el poder. En estas situaciones, que
no degeneran forzosamente on lucha abierta, las autoridades quo ejercen ol podor
apelan a cuantiosas fúorzas de policía, o bien a las ftierzas armadas, para restablecer
el orden interno. El número elevado de víctimas ha hecho necesaria la aplicación de
un mínimo de reglas humanitarias.*
21 Vsr Resolución 1514 (XV), ¿ol 14/12/1960; Resolución 2105 (XX). do! 20/12/1966¡ Resoluoíón 2625 (XXV) dol
24 Junod, Sylvle.fltoyanks y otros, Comentarlo del Protocolo del 8 do Junio de 1877 adicional a loe Convenios de
Ginebra del JS de apotlo do JMO relativo a la protección de las vtollinas do loo oonfUotoe armados sin cárdete?
Internacional (Protocolo !fj y del artículo 3 de eetoe Conueníoe, C1CR, Pista A Jnnos Editoras, Sogotá, 1.a odio,
on esparto], 1998, pp. 97-98.
07 a
P*»
V
Por su parte, respecto de las tensiones internas, se consideró que “se trata, en particular,
de situaciones do tensión grave (política, religiosa, racial, social, económica, etc.) o también de
secuelas de un conflicto armado o de disturbios interiores", y se señaló lo siguiente:
A este tipo de situaciones que no están cubiertas por el DIH se les aplican las normas
relativas a la protección de los derechos humanos26. * * * * * * * *
En 2005 se adoptó un nuevo Protocolo (III) -con el fin de reconocer un nuevo emblema
protector-, al que nos referiremos en los párrafos siguientes, que también reafirma y completa
las disposiciones de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y los Protocolos Adicionales I y II.
En cuanto a loa instrumentos que limitan los medios y métodos do combate (Derecho de
La Haya) pueden citarse los siguientes:
26 Ibíd., p. 98.
26 Rospscto de las diferencias y lomejanzsi entre el DIH y el derecho internacional de los derecho! humanos,
ver Saudll, Marco y Bouvier, Antoino, op. cit., capítulo 14, pp. 264-272; Vinuosa, Raúl E., ‘Diferencias y
convergencias entre el derecho internacional de loe derechos humanos y el derecho internacionalhumanitario”,
en Introducción al Estudio do los Dtnchos Humanos. Oonsáles Napolitano, Bilvina y Pulvirenti, Orlando
(ooord.), Errepar, Buenos Aires, 2011, capítulo 14. pp. 818-328.
27 Suscripta el 29/12/1868.
29 Ibíd.
SO Ibíd.
/
979
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Algunos de los tratados recién mencionados solo se aplican a conflictos armados inter
nacionales (como la versión sin enmendar de la Convención de 1980 sobre Ciertas Armas
Convencionales), mientras que otros se aplican a cualquier conflicto armado, sea internacional
o no internacional (como la Convención de La Haya sobre Bienes Culturales, la Convención
sobre Armas Químicas y la Convención de Ottawa). No todos ellos prohíben en forma absoluta
la utilización de ciertos medios o métodos de combate, sino que algunos solo limitan o restrin
gen su uso en determinadas circunstancias, como, por ejemplo, el Protocolo III sobre Armas
Incendiarias de la Convención de 1980 ya mencionada. Varios tratados no solamento prohíben
la utilización de algunos medios de combate, sino que también establecen la prohibición del
desarrollo, producción y almacenamiento de tales armas, como la Convención de 1997 sobre
Minas Terrestres Antipersonales.
En cuanto a las armas nucleares48, si bien no existe ningún tratado que prohíba su uso a
nivel “universal", hay algunos convenios que proscriben su utilización en determinadas regio
nes o en ciertas circunstancias44.
Cabe aclarar que el DIH se encuentra en constante evolución. Ello se debe en gran me
dida a que las partes beligerantes desarrollan día tras día nuevos medioB y métodos de com
bate, lo que conlleva la necesidad de elaborar instrumentos jurídicos que los regulen, sea para
limitar o para prohibir su utilización en conflictos armados43.
980
CAPÍTULO 46 ■ IMTRQDUCDlOH AL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO
46 Al respecto, ver Puatogarov, V„ "Fiódor Fiódorovich Martens (1846-1909) humanista do todos los tiempos", ’
Sludies andessays on iniernational humanitarian law and Red Croes principies in honour of Joan Pictet, .
CICR, Ginebra - Nijholf, La Hayo, 1984, p. 434.
48 Ibíd., p. 440.
49 Cfr. Bliahchenko, Igor Pavlovich, “Les principes du droit intornational humanitalro", en Studles and essays.on .•
inUmalional humanitarian law and Red Cross principies in honour of Jean Pictet, Swlnareki, Chrlstopho :
(edlt.), CICR, Ginebra • N¡jhottLa Haya, 1984, p. 291.
60 Cfr. articulo 53 do la Convonción do Viena sobre el Derecho do los Tratados (1969), ■ :
51 Cfr. Pictet, Jaan, Les principes du droit iniernational humanilaire, CICR, Ginebra, 1966, p. 23; Blishchenko,
Igor P., op. cit., p. 292. J..&
52 Pictet, Jean, op. cit., p. 24.
53 Ibfd.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
"Prohibición y restricción dal empleo de ciertas armea. Tres cuestiones clave”, Reuieta Internacional de
la Crut Rojo, vol. 122 (1094), pp. 97-101. Ver, asimismo, el "Proyecto para determinar qué armas causan
'malee «uperfluos o sufrimiontos innecesarios”, CICR, Ginebra, 1998.
82 Ver Meyrowita, Honrl, "El principio do los malos suporfluoa. Do la Declaración de San Potorsburgo do 1868 al
Protocolo Adioíonol I de 1977", Rcvtela Internacional dt la Cria Rojo, vo!, 122 (1994), pp. 103-126.
63 Cfr. Bliahchonko, Igor P., op. di., p. 294.
64 Cfr. Pictet. Joan. op. cit., p. 28 (traducción libre).
65 Cfr. Bliahchonko, IgoT P.» op. cit., p. 800.
66 Ibfd., p. 294.
982
CAPITULO 46 - INTRODUCCIÓN AL DERECHO INTERNACIONAÍ HUMANIÍArÍO
La Declaración de San Petersburgo, en 1868, ya prescribía qbe “el único objetivo legítimo
que los Estados deben proponerse durante la guerra es la debilitación de las fuerzas militares
del enemigo” y que, a tal efecto, “es suficiente poner fuera de combate al mayor número posible
de Hombres”.
El mencionado objetivo de la guerra “sería sobrepasado por el empleo de armas que
agravarían inútilmente los sufrimientos de los Hombres puestos fuera de combate, o haría su
C-. muerte inevitable (...), por lo tanto, el empleó de armas semejantes sería contrario a las leyese
$ de la humanidad".
. Por su parte, ol "principio do distinción” -otro de los principios fundamentales del DIH- se
•f; desprendo de la premisa do que solo pueden ser objeto do ataque loe blancos militares (obje-
£ ; tivos militaros), no pueden serlo las personas y loe bienes civiles89. Al efecto, el artículo 48 dol
Protocolo I, que codificó esto principio, establece:
El artículo 61, como ya se hizo referencia, prohíbe los ataques "indiscriminados", tales
como los que no están dirigidos o no pueden dirigirse contra un objetivo militar concreto y los
. que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible limitar y que puedan
alcanzar indistintamente tanto a objetivos militares como a personas civiles70.
Respecto de los principios de distinción y de no causar daño superfluo, la Corte Interna
Legalidad de la amenaza o uso de armas
cional de Justicia, en la opinión consultiva sobre la
nucleares, consideró que se trataba de reglas que se imponían a todos loa Estados, hubieran
o no ratificado los instrumentos internacionales que los contenían, por constituir "principios
¿i' intransgredibles” del derecho internacional consuetudinario”.
A cu vez, ol “principio de neutralidad" está destinado a prevenir la incursión de las fuor-
m beligerantes on un territorio neutral o loe ataques contra portones o buques de Estados
noutralos, también aplicable a los Inourslonoo transfronterizai do frionas armadas y a los
■' daños trasfronterizos causados o un Estado neutral por el uso de un arma en un Estado be-
• ■
87 lbíd., p. 296.
J1, '• 66 No obstante. ol incito 2 dol monoionado artículo oetabloco que "no Oltdn prohibida® las Mtratagema®", o®
decir, loa acto® que tUnon por objeto inducir a error a un adversarlo o bacorlo cometer imprudencia® quo no
’.v ’. violan ninguna norma del DIH ni son pérfidos, puoato que "no apolan a la buena fe de un advereario". La
&, míame disposición mencione como ejemplo® el camuflaje, lae añagaza® -íofiuolo®-, la® oporaclono® simulada®
’ y la® Información®® falsa».
V- 62 Cfr. artículo 51, ¡nato 2, del Protocolo I.
t'j 70 Artículo 51, inciso 4, dol Protocolo I.
.?•; 71 ICJ Reporte 1906, p. 28, parág. 79; texto reproducido en vol, xxxv, n.* 4 (1996), p. 827. No obstante, la
Corte eo negó a pronunciarse sobro si dicha regla formaba parto del/'u® cogcAí, por entender que tai euoetlón
no era objeto do la opinión consultivo solicitada; ver parág. 83, p. 29, ibíd., p 839.
i; . /
É . • '083
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
ligerante. La Corte Internacional de Justicia visualizó eate principio como parte del derecho
consuetudinario y, en tanto, aplicable a todos los conflictos armados internacionales, sea cual
hiere el tipo de arma utilizada”
Convenio I:
Artículo 9: Actividades del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Las disposiciones del presente Convenio no eon óbice para las actividades humani
tarias que el Comité Internacional de la Cruz Roja, u otro organismo humanitario
imparcial, emprenda para la protección de los heridos y de los enfermos o de I09 miem
bros del personal sanitario y religioso, aeí como para loa socorros que, con el consenti
miento de las Partes en conflicto interesadas, se les proporcione. ,<
Artículo 10: Sustitutos de las Potencias protectoras.
Las Altas Partes Contratantes podrán convenir, en todo tiempo, en confiar a un or
ganismo que ofrezca todas las garantías de imparcialidad y de eficacia, las tareas
asignadas en el presento Convenio a las Potencias protectoras.
Si heridos y enfermos o miembros del personal sanitario y religioso no se benefician,
o ya no se benefician, por la razón que fuere, de las actividades de una Potencia pro
tectora o de un organismo designado o de conformidad con lo estipulado en el párrafo
anterior, la Potencia detenedora deberá solicitar, sea a un Estado neutral sea a tal or
ganismo, que asuma las funciones asignadas en el presente Convenio a las Potencias
protectoras designadas por las Partes en conflicto.
Si no puede conseguirse así una protección, la Potencia detenedora deberá solicitar a
un organismo humanitario, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, que 6e en
cargue de desempeñar las tareas humanitarias asignadas en el presente Convenio a
las Potencias protectoras, o deberá aceptar, a reserva de las disposiciones del presente
artículo, los ofrecimientos de servicios de tal organismo.
(...)
Artículo 11: Procedimientos de conciliación. \
Siempre que lo juzguen conveniente en interés de las personas protegidas, especial- :
mente en caso de desacuerdo entre las Partes en conflicto acerca de la aplicación o la
interpretación de las disposiciones del presente Convenio, las Potencias protectoras
prestarán sus buenos oficios para dirimir el litigio.
Con esta finalidad, cada una de las Potencias protectoras podrá, tras invitación de
una Parte o por propia iniciativa, proponer a las Partes en conflicto una reunión de
sus representantes y, en particular, de las autoridades encargadas de los heridos y de
los enfermos, así como de los miembros del personal sanitario y religioso, si es posible
en un territorio neutral convenientemente elegido. Las Partes en conflicto tendrán
72 Ibíd., p. 31, parágrafos 88-89; texto reproducido en vol. xxxv. n." 4 (1996), p. 829.
73 Por ejemplo, fomenta la ratificación de los distintos tratados.
984
CAPtriA;o^8^jKmooycaóNALrere&íowreRh»gotMijflíMAt^fliq______2í__Lií212:''4l^^B
la obligación de aceptar lae propuestas que en tal aontido eo tes haga. Las Potonciae
reunión.
Similares disposiciones -mutatis mutandis-, entre otras, aparecen en el resto de los Con\:Wí®
venios. El artículo 123 del Convenio III prevé la institución en cada país neutral de una Agen-'; WW
cía Contral de Información relativa a los prisioneros de guerra; al respecto, el CICR podrá pró-'í sM
______ -at--
poner las partee M.. _________
su organización. Idéntica agencia --- i- TtP
x -1prevé el Convenio el __
IV, en -i artículo -- ' ' ' V.
./ .» -140,'
con el fin de brindar información acerca de las personas civiles protegidas por dicho tratado. ; íw
También el artículo 8 común, aplicable a los conflictos armados internos (no internacio
nales) -ol cual ya transcribimos- y el Protocolo II -artículo 18-, establece que el CICR puede
ofrecer sus servicios a las partes en conflicto.
En caso de situaciones de violenoia que no alcanzan el nivel de conflicto armado (distur
bios interiores y tensiones internas), por lo que no se aplica el DIH, el CICR brinda su ayuda,
siempre que el Estado involucrado la acepte, y basa sus actividades en los Estatutos del Movi
miento; por ejemplo, el artículo 5 do su Estatuto le reconoce el derecho de iniciativa humani
taria, que también los Estados le reconocieron convencionalmente para los conflictos armados
internacionales o sin esa índole.
Así, ciertos Estados pretendieron usar los dos emblemas juntos -tal es caso de Kazajietán y
Eritrea-, mientras que Israel se inclina por el escudo rojo de David. El problema es que estos
últimos signos no son reconocidos como emblemas protectores por los Convenios de Ginebra y
sus Protocolos7®.
Ante la falta de consenso en la utilización uniforme de los emblemas tradicionales y de
bido a los problemas que generaba el hecho de que los Estados escogieran nuevos signos, con
las confusiones que ello podía acarrear, se propuso la adopción de un emblema adicional, al que
se le reconociera idéntico valor jurídico que a la cruz roja y a la media luna roja.
Así es que el 8 de diciembre de 2005 se adoptó un III Protocolo a los Convenios de Ginebra
80, en el cual se reconoce un signo distintivo adicional conformado por un marco rojo
de 194979
cuadrado sobre fondo blanco, colocado sobre uno de sus vértices. Si bien en dicho instrumento
se lo denomina "emblema del tercer Protocolo” (art. 2, inc. 2), en la práctica se lo denomina
“el cristal rojo". Este Protocolo también autoriza a las Sociedades Nacionales de los Estados
contratantes que deseen emplear el nuevo emblema a incorporar dentro del “cristal rojo" los
emblemas reconocidos por los Convenios de Ginebra (la cruz roja, la media luna roja, o ambos)
u “otro emblema que una Alta Parte Contratante haya empleado efectivamente y que haya
sido objeto de una comunicación a las otras Partes Contratantes y al Comité Internacional de
la Cruz Roja" (art. 3, inc. l.to81. 82
En junio de 2006 el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Rqja
modificó sus Estatutos con el objeto de incorporar el nuevo emblema. En conclusión, los em
blemas actualmente reconocidos por los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales, los
cuales gozan del mismo estatus, tal como se estableció en el III Protocolo (art 2, inc. 1), son los
siguientes:
Fuente: CICR«
79 Asimismo ver 8ommaruga, Cornelio, "Unidad y Pluralidad da loe Emblemas", Reulita inlomaeíonal di la
CrutRoja (Julio-agosto 1002); Bugnion, Frangote. "El Emblema do la Crui Rqja - Reseda Histórica", CIOR,
Ginebra, 1977 (disponible en http://www.clcr.org/spa); Bugnion, Frongois, "El Emb’.oma de la Crua Roja y el de
la Media Luna Roja", Revísta dol ComiU Internacional di lo CruoR^a, n * 05 (1080); Bouvlor, Antoine, "Él Uso
dol Emblema de Ift Crua Rqja o do la Modia Luna Roja: Casos Espacíalos", Revira del Comltd internacional di
laCrutRqJa, n."06 (1989).
80 Este Protocolo entró en vigor el 14/01/2007.
81 Vor ejemplos de utilización del nuevo emblema en 'Preguntas y respuestas on relación con ol ombloma
adicional, el cristal rejo", C1CR, Ginebra (disponible on http://www.cicr.org/spa).
82 "Los omblemas dol Movimlonto Internacional de la Crua Roja y de la Media Luna Rqja’, CICR, Ginebra
(disponible en http://www.cicr.org/wob/flpa/aitaapa0.nsi7html/emblem ).
986
Capítulo 47
Derecho internacional penal
Romina E. Pezzot
1. Introducción
En el ámbito internacional, al igual que en los derechos internos de los Estados, las; .
personas físicas son pasibles de responder penalmente y a título individual por sue propias
conductas contrarias a derecho, que previamente han sido consideradas ilicitas por el mismo
ordenamiento jurídico internacional. El reconocimiento de la responsabilidad internacional
penal del individuo, así como la tipificación de conductas y el establecimiento de jurisdiccio
nes internacionales para juzgar a los presuntos responsables de ciertos ilícitos internaciona
les, ha dado origen al derecho internacional penal, rama autónoma del derecho internacional
; público.
1 Gutierres Pone, Hortonilu D.T., glcmcntor di Dirtoho Internacional Penal, Do Los Cuatro Vlentoi Sdltórsa,
Bmoi Airee, 2000, pp. 90 y 83.
8 Se considera que, «I bien em dlepoeloidn enuncio las fuonUi que la Corta Intornulonal do Juatloli npltcard,
asimismo roílaja la porcepolón universal do oudloi sin Isa fuontoi (oroadoras y vorlflcadoiai) dol, derecho
internacional público, conf. Show, Malcolm N., International Lato, Cambridge Unlvereity Prole, Cambridge,
«• edio., 2008, pp. 70-71. : .'
8 Basalounl, M. Chartf, Introductiva lo International Criminal Lau, Trananatlonal PublUhors, Nueva Yare,
2003, p. 4.
LECCIONES OE DEPECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Al ser la esencia del derecho internacional penal la responsabilidad del individuo de na
turaleza penal es que a bu vez comparte aquellos principios generales y construcciones legales
esenciales e inherentes al derecho penal. En efecto, de los dos principales sistemas jurídicos
del mundo (romano germánico -o continental- y anglosajón -o common law-), ha heredado los
principios do responsabilidad penal individual, legalidad, especialidad, prohibición de recurrir
a la analogía, la irretroactividad de la norma ponal, entre otros; aBÍ como aquellos institutos
vinculados con la parte general del derecho penal relativos a los elementos de los ilícitos (.actus
reus y mens rea), las
formas o categorías de responsabilidad penal, y las circunstancias exi
mentes de responsabilidad4. 5
Es por ello que el derecho internacional público y el derecho penal pueden ser vistos
como dos círculos que geométricamente se superponen, y es la interrelación y la fusión (y su
perposición) de estas dos ramas del derecho las que le han dado origen y contenido al derecho
internacional penal6, el cual es independiente de tales ramas al poseer su propia estructura,
características y ámbitos de validez (material, personal, temporal y espacial).
Cabe agregar que existen dos ramas del derecho internacional público que también
han efectuado su contribución al contenido del derecho internacional penal: el derecho in
ternacional de los derechos humanos (que protege la dignidad del individuo de los excesos
de poder del Estado bajo cuya jurisdicción se encuentre, a la par que promueve la acción
estadual hacia el desarrollo de quienes' habitan ese territorio4) y el derecho internacional
humanitario (que, como se explica en el capítulo 46, es el cuerpo de normas internacionales
específicamente destinado a ser aplicado en situación de conflicto armado que limita, por
razones humanitarias, el derecho de las partes en conflioto a elegir libremente los métodos
y medios utilizados en la guerra, a la vez que protege a las personas y a los bienes afectados
o que puedan estar afectados por el conflicto7). En el caso del derecho internacional de los
derechos humanos, tal contribución se da por cuanto los ataques generalizados o sistemá
ticos contra la población civil (que afectan gravemente derechos humanos fundamentales)
han sido tipificados por el derecho internacional penal como crímenes de lesa humanidad8; y,
además, porque los derechos y garantías inherentes al debido proceso legal (reconocidos en
numerosos tratados del ámbito universal y regional) deben ser respetados y garantizados por
las jurisdicciones internacionales y locales que hayan formulado cargos suficientes contra un
4 Cassese, Antonio, International Criminal Lau, Oxford Univereity Prese, Oxford, 2.* edíc., 2008, p. 7.
5 Ver Ratncr, Steven R. y Abrame, Jason S., Accountability fbr human righis atrocities in international lato.
Beyond the Nummberg Legacy, Oxford Univeraity Press, Oxford, 2? edic., 2001, p. 12.
6 Gutiérrez Poeeo, Hortensia D.T,, op. cit., p. 133.
7 Swinarski, Chrietophe, Introducción al Derecho Internacional Humanitario. Comité Internacional de la Cru*
Roja- Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Costa Rica - Ginobra, 1984, p. 11.
8 Por tal motivo, so considera que el derecho internacional penal es también un instrumento de tutela de los
derechos humanos al dar una respuesta (a través del juzgamiento de los presuntos responsables de cometer
crímenes de lesa humanidad) ante la falla o ineficacia de los mecanismos tradicionales de protección, ver
Werle, Gerhard, Principies of International Criminal Law. T.M.C. Asser Press, La Haya, 2005, p. 40; Ratner,
Steven R. y Abrams, Jason S., qp. cit, p. 12.
•v
’i 3. Evolución histórica
SjH La responsabilidad internacional del individuo de naturaleza penal es la razón de ser del
Life;.. derecho internacional penal y es precisamente el reconocimiento de ese principio por parte
de los Estados el que ha dado nacimiento a esa disciplina. Asimismo, su reconocimiento ha
sido un hito histérico-jurídico para el derecho internacional público, debido a que hasta eBe
entonces el Estado era el único sujeto pasible de ser responsable intemacionalmente (en tanto
sqjeto originario), por lo que las personas físicas en su conjunto solo eran consideradas como
un elemento del Estado soberano -su población-.
Ciertos comportamientos de los individuos, que incidieron negativamente en los Esta
fe dos -ya sea porque afectaron intereses comunes o vulneraron valores fundamentales- (be
fe/, ron determinantes para que estos decidieran y acordaran (como consecuencia del principio de
W’igualdad soberana) que tales conductas serían ilícitas y que, por lo tanto, los individuos que
fe : incurrieran on ellas en el futuro responderían penalmente por su propio accionar10. Ese pro
efe Ceso de tipificación en el ámbito internacional implicó, por parte de los Estados, reconocer que
SsFlos seres humanos podían ser pasibles de responsabilidad penal (es decir, recibir una sanción
JÍ por su conducta antijurídica) y, en consecuencia, que eran sujetos de derecho.
• **• internacional .más
ilícito HtwmuvívMo.
El eeewewv muo a...iguv derecho de gciíuco
antiguo del wsicwiu gentes co la piratería VJI
es xa/Sbf alta UlUí
en ttáva mar,t
flagelo que se transformó en una preocupación común de la6 potencias marítimas por afectar
la libertad de navegación y comercio, así como la propiedad privada. Los Estados consideraron
que los piratas eran enemigos de la humanidad (hostes humané generis), por lo que a nivel
interno adoptaron normas jurídicas (que datan entre los siglos xv y xa) para castigarlos. Ta
les disposiciones internas y el comportamiento en consecuencia de los Estados durante largo
tiempo generaron una práctica concordante cumplida con conciencia de obligatoriedad que
■fe" \ gestó el reconocimiento de la existencia de este delito, cristalizado en una costumbre intema-
ÍU- cional”.
9 Para el profesor Bassiouni, el derecho Internacional penal serla, por ejemplo, un gran río en cuya cuenca
hidrográfica confluyen los cursos de agua del derecho internacional público, el derecho penal, el derecho
internacional humanitario y el dorecho internacional de los derechos humanos, cada uno de los cuales
conserva su individualidad, poro a la vez da origen a esta disciplina suí generis, ver Bassiouni, M. Cherlf, op.
clt.,pp. 50-53.
10 Cfr. Gutierres Poseo, Hortensia D.T., op. cit., pp. 19-27.
>1 Cfr. Gutiérrez Posee, Hortensia D.T. y Mollar, Marcos N„ “Los hechos costa afuera de Somalia yun marco
jurídico internacional", en Piratería en el Siglo XXL Los nuevos escenarios para el Derecho internacional,
Consigli, José A. (coord.), Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), Buenos Airos, 2011,
pp. 15-32.
989
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PliBUCO
Ese reconocimiento de la responsabilidad internacional penal del individuo por vía con
suetudinaria fue luego confirmado convencionalmente. En efecto, a raíz de las atrocidades que l.
habían tenido lugar durante la Primer Guerra Mundial, los Aliados y las Potencias Asociadas
junto con Alemania se reunieron en París y el 28 de junio de 1919 firmaron el Tratado de i
Paz de VerBslles. En dicho tratado, en la parte vu titulada “Sanciones’”, se estableció que el :
emperador alemán Guillermo II era culpable de ofensa suprema a la moral internacional y
la autoridad sagrada de los tratados, por lo que sería juzgado por un tribunal especial consti
tuido a tal fin, que aseguraría las garantías esenciales del derecho de defensa (artículo 227). "j
Asimismo, se acordó que el Gobierno alemán entregaría a las potencias aliadas y asociadas a
sus nacionales acusados de haber violado laB leyes y costumbres de la guerra para que fuesen
juzgados (artículos 228 y 229).
No obstante la voluntad política de juzgamiento presente en el mencionado tratado, la
mentablemente en los hechos no fue suficiente, debido a que los Países Bajos, donde se había
exiliado el emperador alemán, se negaron a extraditarlo por entender que el ilícito por el cual ;
era requerido no era un delito en el derecho interno holandés, porque tampoco estaba contem- i
piado en tratado internacional alguno de extradición del que fuera parte ese país, y asimismo i';
porque ee consideró que tenía un carácter más político que criminal, ya que la decisión de un
jefe de Estado de ir a la guerra se encontraba dentro de las prerrogativas de un soberano”.
Además, finalmente tampoco bb cumplió de manera literal con el compromiso asumido en los .
artículos 228 y 229 del citado acuerdo, toda vez que, a fin de evitar que la entrega de loe na- $
dónales alemanes pudiera desestabilizar al nuevo Gobierno alemán, Be acordó que Alemania '? ■i
juzgara, a travéB de su Corte Suprema (con asiento en la dudad de Leipzig), a las personas
enumeradas en una lista confeccionada por los propios Aliados".
i
No obstante las vicisitudes que afrontó la ejecudón de la parte vn del Tratado de Paz de
i
Versalles, lo cierto bb que el prindpio de responsabilidad internacional del individuo de natu- \
raleza penal -por violadón de normas del ordenamiento jurídico internacional- quedó deflni- '^
tivamente consagrado, tanto convencional como consuetudinariamente.
Evidencia de ello lo constituyen tonto las declaraciones firmadas por los Aliados durante
y una vez concluida la Segunda Guerra Mundial (en las que condenaron las atrocidades, bru-. >
talidades y masacres cometidas por el Eje en el campo de batalla, en los países ocupados y en
la propia Alemania respecto de los soldados enemigos y la población civil) como el posterior I-i?
establecimiento de los Tribunales Militares Internacionales do NUremberg y Tokio. Así, la pro- ’
sión Inicial para juzgar a los responsables surgió de los Gobiernos en exilio de Polonia, Bélgica,
Checoslovaquia, Francia, Grecia, Yugoslavia, Luxemburgo, Países Bajos y Noruega, quienes:
constituyeron la Comisión Inter Aliada sobre Sanción de Crímenes de Guerra y, el 12 de enero
da 1942, emitieron la Declaración de Saint James, en la que establecieron que entre sus prin
cipales objetivos de guerra se encontraba el juzgamiento, a través de los canales de Injusticia
organizada, de aquellos culpables o responsables de cometer crímenes de guerra, ya sea que
18 El contenido do la «ocolón vit del Tratado do Pao do Vanalles so basó en el interino elaborado por la “Comleión • . '•l
sobra Reiponoabilldodo» de loa Autora» do la Guerra y «obro la Aplicación do Sanción»»", cuyo establecimiento
se decidió on la Conforcnols Preliminar do Paa-temblón celebrada an Parla-, con al objoto do quo Invootíguo .
o informo «obre la rooponoabllldad do aquello» quo inloicron la guarro y do quiono» violaren leo leyes y ueo»
do la guerra durante su conducción, con miras o su juitgatnloato. El menoionado informe puedo consultaros
on “Commloilon on the Reapanslbility of the Author» of tho War and on Enforconwnt oí Penaltle», Roport
preiented to tho Prollmlnary Peaeo Confbrenra", vol, 14 (1020), p. 65.
18 Cír. Tolford, Taylor, Tho analomy oftht Nurtmbirg Trini», Llttlo Brown y Oo. 1008, citado por BaaelounI, M.
Chorif, op. oír., p, 400. Cabo tenor presente, además, que loa Paisas Bajos no es encontraban obligado» por ol -A
Tratado da Pa» do Variólica toda vea quo no ora parto. '.Cí.
14 Cír. Bawlouni, M. Chirlf, Trota Vanalllos to «Wanda in Sevonty-Five Yoars: The need to oitabllsh a i*
Pormanent International Criminal Court', Haruard Human Rlghit Journal, vol. 10 (1997), pp. 51-82; quien •••£;'
en el mencionado artículo, ademó», opina quo lo» Juicio» de Licpzig ion un ejemplo del sacrificio do la juatioia
en lo» altares do la política latarnacionaly naolonal de lo» aliado», debido a que estaban más preocupados por
la futura paa de Europa quo por la búsqueda do la justicia. »'
890
CAPÍTULO 47 - DERECHO INTERNACIONAL PENAL
, \ 18 Futomurn, Madoka, Whr Crimea Tribunale and Traruilional J'uiliee. The ToMo Triol and Ihe Nüremberg
'' Leiiacy, Routlodge, Londros, 3008, p, ISO, Cabs destacar que on la Doclaraolón de Saint James asimismo so
mencionó que la solidaridad Internacional ora nocosarla een o) objeto do que la represión do oso» actos do
' violencia no fuera por vénganse, sino para nr.itiofncer el sentido do justicia del mundo oivtlisado.
■' 10 Ofr. Oryor, Hobart. PromiMig Internalional Crlmee, Soleetlríly and the International Criminal Lau «eglnu,
Cambridge Univorelty Preae, Cambridge, 3003, pp, 04-87.
Cfr. Caseoso, Antonio, op. cll., p, 80. Para Broomholl, ol Estatuto del Tribunal Militar Internacional do
¿ ' Nüremberg "corrió ol velo’ do la soberanía estatal con ol propósito di controlar ol accionar do los Estados
' mediante ol control do la conducta de los oflol aloa quo oslaban detrás do olios; Broomhall, Bruto, International
Juetlu and the tntírnallonal Crlmtnal Couri. Between Bouereignlji and Ihe Rulo ofLaui, Oxford Unlvorslty
«$!’• Press, Oxford, 2008, p. 21.
íriol of the Mejor War Crimínale befare the International Militar? Tribunal, Sontoncla, 01/10/1848,
■■ Nüremberg, 1947, vol. i, p. 223 (traducción libro), que temblón puede ser consultada on A-J.IL., vol.'ól (18471,
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
de guerra por lañ crueldades cometidas respecto de los prisioneros de guerra’9. Este Tribunal r
ftie establecido a través de una orden ejecutiva dictada el 19 de enero de 1946 por el general >
Douglas Mac Arthur (comandante supremo de las Potencias Aliadas, quien actuaba en nom-
bre de la Comisión del Lejano Oriente -oreada en 1945 con el fin de establecer una política de
ocupación para Japón y coordinar las políticas de las Potencias Aliadas en dicha región-), para
juzgar a los individuos acusados de haber cometido crímenes contra la paz, crímenes de guerra $
y crímenes de lesa humanidad (artículo 5).
Cabe señalar que, con posterioridad, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
la Resolución 95 (i), en la que confirmó los principios del derecho internacional reconocidos por
el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nüromberg y las sentencias de dicho Tri- ..
bunal, ratificando así que "Toda persona que cometa un acto que constituya delito do derecho
internacional es responsable de él y ostá sujeta a sanción" (principio i). Ello significó reconocer ¿
el carácter consuetudinario de tales principios.
No obstante el aporte en términos jurídicos que tuvieron los Tribunales Militares Inter- h'-
nacionales de Ntlremberg y Tókio (en particular en la lucha contra la impunidad de los críme
nes internacionales), su constitución fue duramente criticada. La exclusión de los crímenes
cometidos por los Aliados de la jurisdicción y competencia de ambos tribunales generó que su
establecimiento fuera percibido como una venganza de estos, en lugar de un acto de justicia S
20.21
internacional19 En el caso concreto del Tribunal Militar Internacional de Tokio se sostuvo que
su creación se trataba de una revancha de los Estados Unidos de América por el ataque sufrido 2
en Pearl Harbor y que, a su vez, habla sido un medio para apaciguar la culpa norteamericana
por el empleo de las bombas atómicas contra Japón”.
En suma, el principio de la responsabilidad internacional del individuo de naturaleza
penal ha sido la semilla que al germinar dio origen al derecho internacional penal. En el naci-, :
miento y posterior desarrollo de esa rama fueron determinantes ciertos acontecimientos histó-
ricos, a la par que no ha sido ajena a los avatares de las relaciones internacionales, las que han
influido decididamente en su contenido tanto en el pasado como en la actualidad.
19 Si bien en la Declaración de El Cairo, del 01/12/1943, los Estados Unidos de América junto con el Reino
Unido de Gran Bretaña a Irlanda de! Norte y China manifestaron que estaban participando en la guerra ' '
para frenar y sancionar la agresión de Japón, con el propósito de expulsarlo de aquellos territorios que había
ocupado, do dicha declaración no podía vislumbrarse la intención posterior de juxgamiento de loa oficiales •
especia! consideración al castigo de los criminales de guerra*, Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, ,
afio xxxt, n.*2 (1944), p. 46; quien, además, sostuvo que, solatnento si los vencedores se sometieran a los mismas
leyes que han impuesto a los Estados vencidos, se preservaría la idea do justicia internacional. Ver también ..
Zolo, Danito, La justicia de los vencedores. De Nüromberg a Bagdad, Edhasa, Buenos Aires, 2007, obra en la
cual este profesor italiano advierta que los tribunales de Nüromberg y Tokio solo juagaron a los enemigos
derrotados, pero no a loa responsables de los crímenes de Hiroshima y Nagaeaki o de los bombardeos de •
ciudades alemanas y japonesas -llevados a cabo luego de que tos Aliados ganaran la guerra-, que provocaron
la muerte de miles de civiles. A lo largo de su obra, Zolo roaflrma las palabras de Radhabinod Pal, el juez
hindú integrante del Tribunal de Tokio, quien sostuvo a través de su disidencia, que "sólo la guerra perdida
es un crimen internacional".
21 Róling, B. V. A. y Cáscese, Antonio, The Tokio Triáis and Beyond, Polity Prosa, Cambridge, 1994, p. 5.
22 Bantekas, Días y Nash, Susan, International Criminal Latv, Cavendish, Londres, 2? edic., 2003, p. 6.
992
CAPÍTULO 47 - DERECHO INTERNACIONAL PENAL > . ■?
sobre los Derechos del Niño relativo a la Venta de Niños, la Prostitución Infantil y la Utiliza
ción de Niños en la Pornografía de 2000, y el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar
la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños -que complementa la Convención de
lae Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional de 2000—); el tráfico
ilícito de migrantes
(Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Aire
-que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional de 2000-) y la fabricación y tráfico ilícito de armas de fuego (Protocolo contra
la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, sus Piezas y Componentes y Municiones
-que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional de 2000-)M.
En lo que concierne a los crímenes de guerra, cabe recordar que al haber sido legal el
recurso a la guerra a lo largo de muchos siglos -en tanto atributo de los Estados soberanos-,
hubo quienes llegaron a considerar que durante su transcurso el derecho guardaba silencio
{süent enim leges ínter arma) porque no era posible regular jurídicamente esa situación de
violencia88. Sin embargo, fue precisamente la violencia presente durante loa enfrentamientos
armados, así como el sufrimiento de quienes participaban en ellos y también de quienes eran
ajenos a los combates, la íbente material que originó la adopción paulatina de normas jurídicas
cuyo objetivo ha sido garantizar “un mínimo de humanidad en una situación que de por sí es
inhumana y excepcional”89. Ese cuerpo de normas jurídicas, como ya vimos, se ha denominado
derecho internacional humanitario (o íub in bello). Las violaciones serias al derecho internacio
nal humanitario por las partes beligerantes son consideradas crímenes de guerra (ya sea que
esos actos u omisiones sean cometidos en un conflicto armado internacional o bien sin carácter
internacional)30. A través de la jurisprudencia, se clarificaron cuáles son los elementos de un
crimen de guerra, a saber; i) la violación debe constituir un incumplimiento de una regla del
derecho internacional humanitario; ii) la regla debe sor consuetudinaria on su naturaleza o,25 26 27 28 29
25 Cfr. BaMiounl, M. Chorif, op. cíe. Untroduction to Inltrnatlonal Criminal Law), pp. 122-123; Gutierres Posa®,
Hortensia D.T., op. cit., pp. 88-101; Cryor, Robert, Friman; Hakan, Roblmon; Darryl y Wilmshuret, Blizaboth,
op, cií, pp, 884-358 y Bantekae, Illas y Nash, Suean, op, clt„ pp. 49-91, 98-108 y 111-125.
26 Cfr. artículo 53 do la Convención de Viene sobre Derecho do los Tratados,
27 Así lo consideró el Tribunal Pona! Internacional para la ex Yugoslavia on al caeo Furundtlja, roepocto do los
normas quo prohíben la tortura como violación a lae leyoa y costumbres do la guerra, criterio que temblón
resulta aplloablo para todos los crímenes internacionales (cfr, Proteoutor v, Anlo FurundtUa, TPIY, Caso N*
IT-95-17/1-T, Sentencia, 10/12/1998, paróg. 155).
28 Cfr. Sassóli, Marco; Bouvier, Antoino A. y Quintín Auné, How Coca Lqw Frotad in Wor, vol. I, Comité
Internacional do la Crua Rqja, Ginebra, 8." odie., 2011, p. 05.
80 Bandos, Yves, "Fonal Aspeóte of International Humanizarían Law", on Criminal Late, VoluiM h Sourcat,
Sutyada and Contente, Baseiouní, Chorif Martlnus Ntfhoff, Leidon, 3.* odio., 2008, p. 309.
994
CAPITULO 47 - DERECHO INTERNACIONAL PENAL *~
bí pertenece a un tratado, las condiciones requeridas deben ser cumplidas; iii) la violación5-
debe ser seria, es decir, debe constituir un quebrantamiento de una regla que protege valores-'í
importantes y debe involucrar graves consecuencias para la victima; y iv) la violación de la '■
regla debe generar, bajo el derecho consuetudinario o de los tratados, la responsabilidad pena®
individual de la persona que la ha violado”. Asimismo, estOB crímenes se encuentran estré-:
chámente vinculados con el contexto en el que se producen, ya que deben tener “directa vin¿{ J
culación” con el conflicto armado. Ello significa que deben haber sido cometidos con motivóle]
conflicto armado, es decir que la existencia de ese contexto, como mínimo, debe haber jugaíSo®
un papel importante en la capacidad del autor para cometerlo, en su decisión de cometerlo, er.
la manera en que se cometió o bien en la finalidad para la cual se cometió32. A modo de ejemplo,:
pueden mencionarse: el homicidio intencional, la tortura o los tratos inhumanos (incluidos los ' ',
experimentos biológicos) de un combatiente herido o enfermo o de un náufrago; causar delibe
radamente grandes sufrimientos o atentar gravemente contra la integridad física o la salud de
un combatiente herido o enfermo o de un náufrago; forzar a un prisionero de guerra a servir en
las fuerzas armadas de la potencia enemiga; hacer objeto de ataque a la población civil; lanzar
un ataque indiscriminado que afecte a la población civil o a bienes de carácter civil, a sabien
das de que tal ataque causará muertos o heridos entre la población civil o daños a bienes de
carácter civil que sean excesivos, entre otros”.
Los crímenes de lesa humanidad, por su parte, consisten en la comisión de ciertos actos
de extrema gravedad considerados inhumanos -por afectar la dignidad del ser humano- diri
gidos contra la población civil, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático” que
proviene del Estado o do una organización, siendo que el autor tiene conocimiento ds que su
accionar se inscribe o es producto de ese contexto dentro del cual Be comete”. Además, pueden
tener lugar tanto en tiempos da paz como durante el transcurso de un conflicto armado. El
elemento “población civil” es la razón de ser de eBta categoría, toda vez que la “humanidad” -en
tanto víctima- resulta ser el bien jurídico protegido yes precisamente en este elemento donde
se encuentra reflejado de manera implícita el origen de este crimen. Así, se considera que la ex
presión fue empleada por primera vez en la declaración emitida por la República Francesa, el
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéti
cas (el 24 de mayo de 1916), en la que condenaron los actos cometidos por el Imperio Otomano
contra su minoritaria población armenia, calificándolos como “crímenes contra la humanidad
•y la civilización”30, Aunque fue recién en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nür-
emberg en el que esta categoría fue reconocida jurídicamente como un crimen internacional
y se habilitó la posibilidad de juzgar a los responsables del Gobierno nazi por la comisión de
actos inhumanos contra la población civil basadoB en motivos políticos, raciales o religiosos.
Así, en el artículo 6.c del Estatuto de dicho Tribunal fueron definidos como los asesinatos, el
exterminio, la esclavitud, la deportación y otros actos inhumanos cometidos contra cualquier
población civil, antes o durante la guorra, o persecuciones por razones políticas, raciales o reli
giosas en ejecución o en conexión con cualquier crimen do la competencia del Tribunal, sea o no
31 Pnucutor II. Duico Tadic, TPIY, Caso N" IT-94-1, Sala do ApilacioncB, Dociaión lóbro la moción do la defensa
colativa a la apolaolón intorlooutorla sobro lo jurisdicción, 03/10/1995, parís,80- * * 83 84 * 86
32 Pnucutor v. DragolluS Kimono sí al„ TPIY, Oaso N" 1T.08-23 & IT-96-28/1-A, Sala da Apolaolonca,
Sentencia, 12/08/2002, parág. 68.
83 Articulo! 60,51 y 130 do los Convenios I, II y III de Ginebra de 1840 y articulo 85 del Protocolo Adloionol Ido
1977.
84 I
A través de ob caracterfiticM de generalidad o slstematicldad ae pretendo oxoluir los actoi que sean
esporádico! o aislados. Do esta manera, el elemonto “generolltado” so refiere a la escala del ataquo y al
número do víctima! (lo cual refleja ol carácter colectivo de esto crimen, al ser la población civil la doitinutaria
del ataque); mientras que ol alcance do "sistemático" significa que fuá planificados organizado (que hubo una
política o un plan provio). 81 bien ostos elemento! no son acumulativo! (basta con uno do ellos), euolen darso
simultáneamente. Ver D’AlessIo, Andrés J„ ios DsUlO! do Lúa Humanidad. Abeledo Porrot, Buonos Aires,
2008, pp. 19-22.
86 Oír. Cosiese, Antonio, op. oí/., pp. 98-100; Cryer, Robcrt; Frimnn, Hoknn; Roblnson, Darryl y Wllmehurst,
Blliabeth, op. p. 230; Gutierres Poseo. Hortensia D.T., op, oft., pp. 105-187.
80 Aequaviva, Guido y Posar, Fausto, "Crimea againat humanlty* (8019),<n Aft» Plañe* Kncyclaptdla ofPublic
¡nlernalional Lau>, http://www.mpopll.com, párr. 4.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
en violación del derecho interno del país en el que se perpetraron”. La exigencia de conexión
de los crímenes de lesa humanidad con la guerra presente en el Estatuto del Tribunal Militar
Internacional de Nüremberg” con posterioridad no fue incluida como requisito de este crimen
internacional en la Ley 10 dictada por el Consejo de Control Aliado en Alemania39, y tampoco
en el artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional40.
El citado artículo 7 del Estatuto de Roma enuncia los actos inhumanos que pueden cons
tituir un crimen de lesa humanidad (entre los que, desde ya, se encuentran incluidos aquellos
presentes en el artículo 6.c del Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Ntlremberg),
a saber: a) asesinato; b) exterminio; c) esclavitud; d) deportación o traslado forzoso de pobla
ción; e) encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fun
damentales de derecho internacional; O tortura; g) violación, esclavitud sexual, prostitución
forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual
de gravedad comparable; h) persecución de un grupo o colectividad con identidad propia
fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género
u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho inter
nacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier
crimen de la competencia de la Corte; i) desaparición forzada de personas; j) el crimen de
apartheid-, k) otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente gran
des sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.
En consecuencia, cualquiera de los actos enunciados precedentemente puede constituir un
crimen de lesa humanidad siempre que: 1) exista un ataque; 2) que el ataque sea generali
zado o sistemático; 3) que el ataque esté dirigido contra una población civil; 4) que el acto
forme parte del ataque (es decir, que sea de conformidad con una política de un Estado o de
37 También fueron Incluidos dentro de la competencia del Tribunal Militar Internacional del Lejano Oriente en
el artículo 5.c, con idéntica redacción.
38 La introducción del requisito del nexo con le guerra se debió a la necesidad do loa Aliados de darle un
elemento de internacionalidad a los hechos que habían ocurrido en aquel entonces dentro de las fronteras de
los Estados contra la población civil, para que, de esta manera, pudieran ser juzgados por una jurisdicción
internacional (ya que de otro modo, al tratarse de actos internos de los Estados, no habrían podido
Inmiscuirse en virtud del principio de igualdad soberana). Así, so buscaba legitimar y Justificar la actuación
del tribunal internacional que se crearía. Cfr. Basaiouni, M. Cheriff, Crimes Against Humanity. Historical
euolution and contemporary application, Cambridge Univeraity Proas, Cambridgo, 2011, pp. 83-34; Parenti,
Pablo F., "Crímenes contra la humanidad. Origen y evolución de la figura, y análisis de sus elementos
centrales en el Estatuto de Roma", en Los Crímenes contra la Humanidad y el Genocidio en el Derecho
Internacional, Parenti, Pablo F.; Filippini, Leonardo O. y Folgueiro Hernán L. (eds.), Ad-Hoc, Buenos Aires,
2007, pp. 16-24.
39 Dicha ley fue dictada por los Aliados (en virtud de la soberanía que ejercían sobre Alemania como
consecuencia de su rendición incondicional) para enjuiciar a los ciudadanos alemanes (responsables do
cometer crímenes do guerra, de lesa humanidad y contra la paz) en aus respectivas zonas do ocupación
en dicho país. De este modo, daban cumplimiento al compromiso asumido en la Declaración de Moscú do
1943 da juzgar a los "criminales de guerra menores’, cuyos crímenes sí tenían una localización geográfica
determinada.
40 Cabe traer a colación que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, on el caso "Derecho, René Jesús",
en oportunidad de decidir si los hechos materia del caso constituían o no un crimen de lesa humanidad,
compartió a hizo suyos los argumentos del procurador general de la Nación, quien para analizar los
elementos constitutivos de un crimen de lesa humanidad recurrió al artículo 7 del Estatuto de la Corte
Penal Internacional. Así, el procurador señaló que los actos enumerados en la citada disposición eran actos
de extrema crueldad. En segundo lugar, que esos actos debían haber sido llevados a cabo como parte de un
"ataque generalizado o sistemático”. En tercer lugar, que ese ataque debía estar dirigido a una población civil;
y en cuarto lugar, que el ataque debía haberse realizado de conformidad con una política de un Estado o de
una organización, o para promover esa política; ‘Derecho, Renó Jesús s/ incidente de prescripción de la acción
penal’, CSJN, Dictamon do) Procurador Genera) de la Nación, Fallos 330:3074.
996
CAPÍTULO 47 • DERECHO INTERNACIONAL PENAL • •
una organización, o para promover esa política); y 6) que el aoto se cometa con conocimiento
de dicho ataque41. * *
Así, luego de la Segunda Guerra Mundial, el trato dispensado por un Estado a su propia 'Mí
población o a los civiles bqjo au jurisdicción dejó de ser una prerrogativa soberana tjena all'%^
derecho internacional, cuando dicha población se encuentra amenazada48. • ’
De esta manera, en la construcción del orden jurídico-político de la posguerra el .trató
dispensado por un Estado a sus nacionales y, en general, a todas las personas bajo su juriwB^Y
ción se convirtió definitivamente en una cuestión internacional, al establecerse como uno 4¡b
i
los propósitos de la Organización de las Naciones Unidas “el desarrollo y estímulo del respetó'
do los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin distinción por motivos de \
sexo, raza, idioma o religión" (artículo 1(31 de la Carta)4’. En cumplimiento de tal propósito.y,
teniendo en cuenta las atrocidades recientemente cometidas, la Asamblea General de las Na
ciones Unidas adoptó la Resolución 90 (1), en la que declaró que el genocidio es una negación
del derecho de existencia a grupoB humanos enteros y afirmó que es un crimen de derecho in
ternacional que el mundo civilizado condena y por el cual los autores y cómplices deben ser cas
tigados. En esa miBma resolución, la Asamblea General solicitó al Consejo Económico y Social
que emprendiese los estudios necesarios con el fin de preparar un proyecto de convención sobre
el crimen de genocidio para ser sometido a su consideración. Uno de los expertos que participó
en la elaboración del proyecto fue el abogado polaco Rafael Lemkin, quien en 1944 en su libro
Axis Rule in Occupied Europe propuso el término genocidio (combinando la antigua palabra
griega genos -raza, tribu- con el sufijo latín cidio -matar-) para describir la destrucción de
una nación o de un grupo étnico44.*Fruto
** de esa labor encomendada fue la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, aprobada en 1948 por la Asamblea General.
Este instrumentojurídico fue el primer tratado internacional en materia de derechos humanos
celebrado en el ámbito de las Naciones Unidas.
La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio confirma que se
trata de un crimen internacional4’ (ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra)
y establece que se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación,
perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad
física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones
; • de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) medidas destina-
A das a impedir los nadmientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo
a otro grupo (artículo 2). Así, la Convención no protege a todos los grupos, sino solo a los cua-
41 Cfr. Parenti, Pablo F., op. clt., pp. 37-38. Cabe traer a colación que tales elementos (establecidos en el
artículo 7 del Estatuto de la Corte Panal Internacional) fuoron tenidos en cuenta por e) procurador general
de la Nación en el caso "Derecho, René Jesús" en oportunidad de evaluar ai los hechos materia del ceso
constituían o no un crimen do lesa humanidad. Así, en función de tales olementos, el Sr. procurador general
do la Nación concluyó que los hechos denunciados en perjuicio de Juan Francisco Bueno Alvos (había sido
detenido ilegalmente en abril de 1988 por Roñé Jesús Derecho -miembro de la Policía Federal Argentina-,
quien, durante su detención, le habría aplicado golpes y privado de medicamentos con el propósito de obtener
una declaración que comprometiera penalmente a su abogado, debido a que este había contribuido a que se
descubrieran actividades ilícitas de la policía) no constituían un crimen de lasa humanidad, por cuanto los.
hechos denunciados no formaban parto do un conjunto do actos y, sobre todo, de una política ostatal, dobido
a quo on la República Argentina durante el año 1988 no existía un Estado o una organización dependiente
del Estado que evidenciara la característica básica de haberse convertido en una maquinaria perversa de
persecución sistemática y organizada de un grupo de ciudadanos, desviándose de au fin principal de promover
el bien común y la convivencia pacífica de la sociedad. La Corte Suproma de Justicia do la Nación compartió
e hizo suyos tales argumentos; "Derecho, René Jesús s/incidente de prescripción de la acción penal", CSJN,
Dictamen del Procurador General de la Nación, Fallos 830:3074.
42 Ver, al respecto, May, Larry, Crimes against humaniiy. A Nomative aecount, Cambridge University Press,
Cambridge, 2004.
43 Pinto, Ménica, El derecho internacional. Vigencia y desafíos en un escenario globalieado, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 2004, p. 91.
44 Lippman, Matthew, "Genocida", en Criminal Lau>, Volume I: Sources, Sutyects and Contente, op. cit., pp. 404 y
410.
45 Ello sin importa r que en la versión en español el título de la Convención haga referencia al "delito de genocidio",
í
997
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
tro tipos en ella enumerados taxativamente, cuya característica en común radica en que la
pertenencia al grupo está dada por el nacimiento y es de carácter estable y permanente46. La
existencia de ese grupo es precisamente la que genera en quien comete este crimen la inten
ción especial de destruirlo -total o parcialmente-, de manera tal que ese elemento subjetivo
(denominado por la doctrina como "dolo especiar) es el que caracteriza al crimen de genocidio
y lo diferencia de los crímenes do lesa humanidad4’. A raíz de la gravedad quo significa la
destrucción dé un grupo de personas, el genocidio ha sido considerado como “el crimen de los
crímenes internacionales"48.49 * 51 52
Asimismo, la Corte Internacional de Justicia ha interpretado que
la Convención fue adoptada con una finalidad humanitaria y civilizadora, y que los principios
en ella presentes han sido reconocidos por las naciones civilizadas como vinculantes para los
Estados, aun sin la existencia de una obligación convencional, por lo que, como consecuencia de
esa concepción, la prohibición del crimen de genocidio posee carácter universal46.
La guerra es esencialmente una cosa mala. Sus consecuencias no se limitan a los Es
tados beligerantes, sino que afectan a todo el mundo. Iniciar una guerra de agresión,
por lo tanto, no es sólo un crimen internacional, es el crimen internacional supremo
que sólo difiere de otroa crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acu
mulado del conjunto.”
46 Worlo, Gerhard, op. cít, p. 194. Los rodadores de la Convención consideraron que los grupos rodales,
religiosos, étnicos y nacionales hlstóricamonto habían sido objeto da animosidad y, a su vas, so caraclorisaban
por la cohesión, la homogonoidad, la inevitabilidad do la mombresía, la estabilidad y la tradición; as por olio
que, por el contrario, la pertenencia a grupos políticos fue considerada una cuestión de elección personal y,
por tal motivo, talas grupos íboron concebidos como efímeros, ver Lippmon, Matthcw, op. da, p. 411.
47 Los orímones do leso humanidad son más amplios quo el wímon do genocidio por ouanto en aquellos ol ataque
no tiene como objetivo a un grupo específico, sino a la poblaolón civil en genoral y, adomás, no se exige que el
autor possa la intenoión de destruir -en todo o on parte- a un grupo, Cfr. Warla, Gerhard, op. cü., p. 316,
48 Prwooidor o. Kambanda, TP1R, Caso N* ICTR 97*28-8, Sentencia, 04/09/1998, purdg. 16.
49 Reservas a la Convención pan la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, CU, Opinión Consultiva,
20/05/1951, ¡CJ Reporte 1851, p. 23.
60 Dinstein, Yoram, War, Aggrtcsion and BelfiDefence, Cambridge University Press, Cambridge, 4.‘ odie., 2005,
p. 117. 6egún Dinstoin, si quienes toman la decisión do llevar a su país a la guerra en contravención del
derecho internacional están expuestos a responder penalmente por ello, os probable que duden antes do dar
eso paco fatal.
51 En aauol entóneos el derecho Internacional on vigor on la materia, on lo quo respecta a tratados multilaterales,
era oí Pacto do la Bociedad de las Naciones y ol Pacto Briand Kellogg (Tratado de Renunoia a la Ouorra do
1928). Las obligaciones derivadas de esos instrumentos Jurídicos fueron reafirmadas, por qjoraplo, a través
del Pacto Saavodra Lamas de 1933 (Tratado Antibélico de No Agresión y de Conciliación).
52 Cfr. Luterstein, Natalia, “La conducta do loo individuos y la conducta do los Botados en ol orlmon do
agresión: caminos paralólos, caminos bifurcados", on ¿Justificar la guerra? Discursos y prácticos on torno a
la legitimación del uso de la fUerea y su licitud en el Derecho Internacional, Bulo, Emiliano (od.), EUDEBA,
Buenos Aires, 2014, pp. 808-304.
68 Triol ofthe Mojor War Crimínale befóte the International Military Tribunal, doc. cit. p. 186 (traducción libre).
998
• rí, ¿ "• t7 * : '; <»• • á'í’Ss
'..- »;• .
continuación, establece de manera expresa, que, de conformidad con la Resolución 3314 (XXIX)
de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cualquiera de los actos siguientes, indepen
dientemente de que haya o no declaración de guerra, se caracterizará como acto de agresión:
00 Cfr. Petty, Keith A., ‘Críminalizing forcé: resolving the threshold queetion for the crime oí aggression in the
context of modem conflicf, en Seattle Unimrrity Lau>Rtview, voJ. 38, n.e 1 (2009), pp. 107-108.
61 Si bien en el ámbito de la Sociedad de laa Naciones se negoció y adoptó en 1937 la Convención para la
Prevención y Sanción del Terrorismo, esta nunea entró en vigor -al no contar con e) número de ratificaciones
necesarias-, y con posterioridad no logró alcanzarse un acuerdo similar en el marco do las Naciones Unidas.
1000
CAPÍTULO 47-DERECHO INTERNACIONAL PENAL
No obstante ello, determinados actos de violencia ocurridos durante loa siglos xx y xxi
tuvieron un impacto tal en la comunidad internacional que motivaron la celebración de acuer
dos internacionales sobre determinados actos terroristas en particular, a fin de cooperar en su
represión. En este sentido, se encuentra prohibido: el secuestro de aeronaves (Convenio para
la Represión del Apoderamiento Ilícito de Aoronaves de 1970 y su Protocolo Complementario
de 2010), el cabotaje de aviones y contra la seguridad de la aviación civil (Convenio sobre las
. Infracciones y Ciertos Otros Actos Cometidos a Bordo de las Aeronaves de 1968 y el Convenio
' para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil de 1971), los ata
ques en los aeropuertos (Protocolo para la Represión de Actos Ilícitos de Violencia en los Aero-.
puertos que Presten Servicio a la Aviación Civil Internacional de 1988), los ataques contra bu
ques y plataformas fijas en el mar o del personal a bordo (Convenio para la Represión de Actos
Ilícitos contra la Seguridad de la Navegación Marítima de 1988, Protocolo para la Represión
de Actos Ilícitos contra la Seguridad de las Plataformas Fijas Emplazadas en la Plataforma
Continental de 1988 y su respectivo Protocolo del 2005), los actos de violencia contra personas
internacionaLmente protegidas (Convención sobre la Prevención y el Castigo de Delitos contra
Personas Intemacionalmente Protegidas, inclusive los Agentes Diplomáticos de 1973), la toma
de rehenes (Convención Internacional contra lalbma de Rehenes de 1979), posesión ilegal de
material nuclear y la amenaza de su uso (Convenio sobre la Protección Física de los Materiales
Nucleares de 1980), y el uso de explosivos plásticos sin marcar (Convenio sobre la Marcación de
Explosivos Plásticos para loa Fines de Detección de 1991), los atentados terroristas cometidos
con bombas (Convenio Internacional para la Represión de los Atentados Terroristas Cometidos
con Bombas do 1997), la financiación del terrorismo internacional (Convenio Internacional
: para la Represión de la Financiación del Terrorismo de 1999), y los actos de terrorismo nuclear
(Convenio Internacional para la Represión de los Actos de Terrorismo Nuclear de 2005).
X _• Asimismo, como se trató en el capítulo 40 de esta obra, las Naciones Unidas, han servido
?• de centro para los Estados para intentar coordinar las acciones a fin de dar una respuesta
internacional en conjunto al problema del terrorismo internacional. Aaí, tanto la Asamblea
General68 como el Consejo de Seguridad62
63 en numerosas resoluciones han condenado enérgica-
mente el terrorismo internacional en todas sus formas y manifestaciones (con independencia
de quién lo cometa, dónde y con qué propósitos) y se ha considerado que constituye una de las
amenazas más graves para la paz y la seguridad internacionales.
Se ha interpretado que la celebración de los tratados enunciados precedentemente, así
como las resoluciones emanadas de la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, demostra
rían la existencia de una opinio iuris respecto de una definición consuetudinaria de terrorismo
: internacional como crimen internacional por afectar la paz y seguridad internacionales, aun-
? ,quo es una posición controvertida en la doctrina64. No obstante ello, lo cierto es que el terro
rismo internacional aún no ha sido incluido en el ámbito material de competencia de la Corte
Penal Internacional (posibilidad que puode concretarse si se alcanza un acuerdo al respecto en
una Conferencia de Revisión del Estatuto, conforme se dejó constancia en el Acta Final de la
Conferencia de Roma en la que se adoptó el texto del Estatuto), lo cual sería su consagración
definitiva como crimen internacional.
64 Ver Caseeíc, Antonio, "The multifacetod criminal notion of terroriam in internaUonal law", Journal of
ínttrnalional Criminal Justict, vol. 4, n.* 5 (2006), pp. 933-958; Outierrez Poste, Hortensia D.T., op. cit, pp.
165-176; Cryer, Robert; Friman, Hakan; Robinaon, Darryl y Wilmahurtt, Eliáabeth. op. cit., p. 338.
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
sí Williams, Shnron, “Artiolo IB”, en Cammmtary on tht liorna Slatult of tha Inltrnational Criminal Cauri,
Trlfftoror, Otto (od.), Nomo» VortagsgoMcllschaft, Badon-Baden, 1890, p. 840.
68 En oí caso Tedia, la Cámaro de Apelaciones, on oportunidad de resolver el cueationamlento de la dotanso
colativo a lo logalidad do la ero ación dol Tribunal Intornaclonal Penal poro la ex Yugoslavia, consideró
que, una vea quo oí Consejo do Seguridad determina quo una sltuuolón constituye Una amonase a la giafl,
quebrantamiento de la pae o acto do agrosión, posos una amplia dlsoroclón pora decidir ol ourso do acción n
soguiry pura ovaluar la oportunidad de lea modldaa a adoptar. Asimismo, señaló que, ei bion ol establecimiento
medidas. Proitcutar a, Tadic, TPIY, Caso N" IT-B4-1, Cámara do Apolactonos, Decisión sobro la moción do lo
defensa rotativa a la apelación intorlocutoria sobro la jurisdicción, 02/10/1995, parágt, 31 y 34.
87 Resoluciones 808/1993 y 827/1993 del Consajo do Seguridad.
88 Resolución 956/1694 dol Consejo de Seguridad.
1002
i- »•<>’
dones internacionales. Sin embargo, esa iniciativa, así como lo tf-esfuerzos encamina
sentido, pronto resultaron abandonados con la intensificación de la guerra fría, que frustró la
continuación de los trabajos ante el temor de ambos bloques de que ese tribunal pudiere ser
utilizado en su contra. Ese proyecto de larga data finalmente se concretó el 17 de julio de 1993.,
•V ’ cuando en la ciudad de Roma se adoptó el Estatuto de la Corte Penal Internacional, que entró-
J. en vigor el 1 de julio de 2002.
La Corte Penal Internacional es permanente (artículo 1), su asiento se encuentra enl¿5í?
ciudad de La Haya, Reino do los Países Bqjos (artículo 3), y posee personalidad jurídica
nacional (artículo 4), es decir, no es un órgano de las Naciones Unidas. Está compuesta por-íaS:1' •'
Presidencia, una sección de cuestiones preliminares, una sección de primera instancia, iinaSW£
sección de apelaciones, la Fiscalía y la Secretaría (artículo 34). Además, se instituyó la Asam-
r blea de Estados Parte del Estatuto de Roma con funciones relativas a la administración y •
gobierno de ese tribunal (por ejemplo, la elección de los jueces, el fiscal y el secretario; también
examina y decide el presupuesto de la Corte, artículo 112). ■
Asimismo, la Corte Penal Internacional posee jurisdicción respecto de los‘'crímenes inter- &
zf. nacionales más graves para la comunidad internacional en su conjunto”*’ con el objeto de po
ner fin a la impunidad y contribuir así a su prevención, debido a que “constituyen una amenaza
para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad”70, a áaber: genocidio, crímenes de lesa
humanidad y de guerra y el crimen de agresión (artículo 5)n. Solo podrá conocer respecto de
fe? crímenes cometidos después de la entrada en vigor del Estatuto, los que son imprescriptibles
(artículos 11 y 26)™. Este Tribunal solo puede ejercer su jurisdicción con relación a personas
•;? naturales (artículo 25, inciso 1) que al momento de la presunta comisión del crimen fuesen
mayores de 18 años (artículo 26).
La jurisdicción de la Corte -en principio- es voluntaria, esto es» resulta necesario que los
Estados la acepten, lo cual ocurre cuando se hacen parte del Estatuto. Ello implica que la Corte
solo puede ejercer su competencia en relación con hochos ocurridos on el territorio do un Es
tado parto (o a bordo de un buque o aeronave do matrícula do un Estado parte) o si el acusado
es nacional de un Estado parte (artículo 12, inciso 2). Asimismo, es posible que un Estado solo
acepte la jurisdicción de este tribunal para determinados crímenes a través de una declaración
(artículo 12, inciso 3). No obstante ello, esa limitación territorial y personal de la jurisdicción
de la Corte no se aplica cuando una situación es remitida por el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, en los términos del capítulo vn de la Carta, para su investigación (artículo
13, inciso b)13.
Una característica que distingue a la Corte y quo es la piedra angular de su jurisdic
ción es el “principio de complementariedad”. En efecto, la Corte no tiene primacía sobre los
sistemas penales nacionales ni ñie creada para sustituir a los tribunales domésticos; por el
contrario, complementa a las jurisdicciones locales nacionales de los Estados’*, lo cual significa
que los Estados tienen la responsabilidad primaria de determinar la responsabilidad penal
de una persona, es decir, tienen prioridad en el juzgamiento de los crímenes internacionales
previstos en el artículo 6. De esta manera, la Corte podrá recién conocer en un asunto cuando
Conforonda do Rovíelón dol Estatuto Í2010), la Corto únicamente podrí qjercer ou competencia respecto
de crímenes cometidos un afio después do la ratificación o aceptación do he enmiendes por treinta Estados
porta, y a condición do que cc adopto una deolsión en tal sentido después dol 01/01/2017 por la mioma mayoría
do Estados porto que so requiere para la aprobación de una enmienda al Estatuto (ver art. 16 ble y ter do!
Estatuto).
73 Mediante la Resolución 1593/2005, el Cono ojo da Seguridad, el 31/03/2005, luego de determinar que la
situación en Sudán constituía una amanase a la paz y seguridad internacionales, actuando en virtud dol
capítulo vn do la Carta, decidió remitir a la Corta Penal Internacional la situación on la región de Darfur
impunidad", en El empleo de la fuerza (cato Irak) y otrae cueetionee de derecho Internacional, Moncayo, •
Jurídica de Buenos Aires, 2002/2003, p. 149.
Guillermo (director y coordinador), Revista
1003
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBUCO
un Estado parte no esté dispuesto o no pueda realmente llevar adelante un proceso penal para
Juzgar a los responsables (artículo 17) y también cuando una persona ha sido onjulciada con la
intención do sustraerla de su responsabilidad penal por crímenes de competencia de la Corte,
o bien cuando tal proceso penal no ha sido sustanciado de forma independiente o impardal o
lo hubiere sido de alguna manera que fuere incompatible con la intención de cometer a la per
sona a la acción de la justicia (artículo 20)tfl. Así, “la filosofía subyacente al sistema responde a
la convicción de que los Estados no solamente tienen el derecho sino además el deber de ejercer
su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales"70. El principio de
complementariedad responde también a consideraciones prácticas de eficiencia y eficacia, ya
que son los Estados los que, en general, se encuentran en mejores condiciones de acceder a las
75. 76
pruebas y cuentan con los recursos suficientes para llevar adelante un proceso penal77
Es dable recalcar que las jurisdicdones internacionales penales, para poder investigar y
juzgar a los presuntos responsables de cometer crímenes de su competencia, dependen indefec
tiblemente de la cooperación de los Estados para la recolección de los elementos probatorios, la
detención y entrega de loe acusados que se encuentran prófugos, y el alojamiento en cárceles
de los detenidos y condenados, toda vez que no cuentan con infraestructura propia y recursos
económicos suficientes para ello (ya que los gastos de funcionamiento son solventados por el
aporte de loe Estados). En este sentido, corresponde señalar que la administración interna- .•«
cional de justicia penal asimismo resulta onerosa por el hecho de encontrarse la sedo de los >
tribunales alejada geográficamente de los sitios donde ocurrieron los hechos investigados, lo
cual genera la constante necesidad de traslados del personal del tribunal, de los testigos y de
las víctimas.
Tal dependencia y onerosidad, así como también factores de tipo político, han influido en
la creación de los denominados tribunales penales “internacionalizados” o "mixtos’', que tienen
características tanto de las jurisdicciones penales nacionales como internacionales78. A modo »
de ejemplo, puede mencionarse el Tribunal Especial para Sierra Leona, que fue creado el 16 de
enero de 2002 mediante un acuerdo entre dicho Estado y las Naciones Unidas con el objeto
de juzgar a los mayores responsables por violaciones graves del derecho internacional huma
nitario y del derecho interno de Sierra Leona, cometidas en el territorio de ese paÍB desde el 30
de noviembre de 1996 (artículo 1 del Acuerdo)79. Se trata de un tribunal penal “internacionali
zado” (o de una jurisdicción "híbrida”), debido a que su jurisdicción y composición es mixta (po
see elementos internacionales y nacionales), a saber: no es un órgano subsidiario del Consqjo.
de Seguridad de las Naciones Unidas (a diferencia de los Tribunales Internacionales Penales
para la ex Yugoslavia y Ruanda), sino que es una institución internacional independiente con
personalidad jurídica propia (artículo 11 del Acuerdo) y, como se aclara en la legislación de
aplicación de Sierra Leona, que no forma parto del ordenamiento jurídico interno; el derecho
que aplica resulta ser su propio Estatuto y las Reglas de Procedimiento y Prueba, que hacen
referencia a instrumentos jurídicos internacionales y a leyes nacionales de Sierra Leona (ar-
75 La Sala de Apelaciones de la Corte Penal Internacional, en el caso The Protecutor u. Germain Katanga and
Mathieu Ngudjolo Chui, expresó que el principio de complementariedad establece un equilibrio entre, por un
lado, salvaguardar la primacía de loa procedimientos nacionales uieá-uit la Corte, y. por el otro, el objetivo
del Estatuto de Roma de poner fin a la impunidad. En efecto, consideró que, ei los Estados no investigan o no
pueden investigar (y, cuando soa necesario, enjuiciar), la Corte debe poder intervenir. Asimismo, expresó que
debe valorarse la decisión soberana de un Estado de ceder su jurisdicción a la Corte Pena) Internacional como
una forma de cumplir con el deber de ejercer su jurisdicción penal, tal como está previsto en el sexto párrafo
de) preámbulo; The Protecutor u. Oermain Katanga and Mathieu Ngudjolo Chui, CPI, Caso N* ICC-0L/D4-
01/07, Sentencia sobre la apelación del Sr. Germain Katanga contra la decisión oral de la Sala II de Primera
Instancia de) 12/06/2009 sobre la admisibilidad del caso, 26/09/2009.
76 Fernandez, Silvia A., ‘La implementación en el orden interno de) principio de complementariedad y do!
régimen de cooperación del Estatuto de Roma", en La Corte Penal Internacional y tu competencia. La Ley,
Buenos Aires, 2004, p. 16.
77 Cryer, Robert; Priman, Hakan; Robinson, Darryl y Wilmshurst, Ellzabeth, op. cit., p. 153.
78 Romano, Cesare, "Mixed Criminal Tribunala (Sierra Leone, East Timor, Kosovo, Cambodia)" (2009), en Max
Planch Encyclopedia ofPublic International Lau>, httpV/www.mpepil.com, párr.
1.
79 Los documentos vinculados con su creación pueden consultarse en la página web oficial del tribunal:
http://www.racsl.org. El Estatuto de la Corte Penal Internacional aún no había entrado en vigor a la fecha de
1004
____________________________ CAPITULO 47 - DERECHO INTERNACIONAL PENAL »- ' '
80 Cfr. Cryer, RobeTt; Friman, Hakan; Robinson, Darryl y Wilmohurct, Ellzabeth, op. cit., pp. 182-185;
Williamson, Jamie A., “An overview of tho International criminal jurisdictiom operating In Africa",
International Review ofthe Red Crosa, vol. 88, n.° 861 (2006), pp. 111-131.
81 Cfr. Romano, Cesar®, op.cit., pórr. 8.
82 Cfr. SchabaB, William A., op. cit., p. 98.
83 Ver quinto párrafo del preámbulo do la citada convención. En la Argentina, la Corte Suprema de Justicia
do la Nación en el caso "Aranclbla Clavel" consideró que la Convención sobre la Imprescriptibilidad do los
Crfmenc8 de Quena y los Crímenes de Lesa Humanidad do 1968 había reafirmado la norma consuetudinaria
ya existente que establecía la imprescriptibilidad de tales crímenes, la cual era una norma de iua coseno.
'Recurso de hecho deducido contra el Estado Nadonal y el gobierno de Chile en la causa 'Arancibia Clavel,
Enrique Lautaro s/homicidio calificado y asociación ilícita y otroe", CSJN, Fallos 327:3812, coñbld. 28 y 29.
84 Cfr. Broomhall,Bruce, op. cit., pp. 93-104; Baasiouni, M. Cherif, op. cit. ilnlroduetlonto International Criminal
Lau¡>, pp. 729-737; Cryer, Robert; Friman. Hakan; Robinson, Darryl y WllmshurBt, Klirabeth, op. cit., pp.
563-571; y Werle, Gerhard, op. cit-, pp. 65-66. -¿i'
1005
LECCIONES DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
resuelto, cabe señalar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Barrios
Altos consideró:
(...] son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción
y el establecimiento de excluyentes do responsabilidad que pretendan impedir la in
vestigación y Banción de los responsables de las violaciones graves de los derechos
humanos Las loyes de autoamnistía conducen a la indefensión de las víctimas y
a la perpetuación de la impunidad, por lo que son manifiestamente incompatibles con
la letra y el espíritu de la Convención Americana. Este tipo de leyes impide la iden
tificación do los individuos responsables de violaciones a derechos humanos, ya que
se obstaculiza la investigación y el acceso a la justicia e impide a las víctimas y a sus
familiares conocer la verdad y recibir la reparación correspondiente^.
Por último, otra norma jurídica cuya fuente material ha sido la voluntad de impedir la
impunidad de loa crímenes internacionales es el principio de jurisdicción universal, que -como
se verá en el capítulo siguiente- se refiere a la posibilidad de un Estado de conocer en un hecho
ilícito aun cuando no tenga relación o vínculo con el lugar de comisión, la nacionalidad del au
tor ni la nacionalidad de la víctima. Es por ello que se entiende que su base es exclusivamente
la naturaleza del crimen y que tiende a garantizar la rendición de cuentas por la comisión de
ciertos ilícitos80.* El
* * *principio
* 86 de jurisdicción universal tiene estrecha relación con los efectos
erga omnes de la prohibición de cometer crímenes internacionales por cuanto esa prohibición
es debida a la comunidad internacional en su conjunto, por lo que todos los Estados están ha
bilitados a actuar ante la violación de esa proscripción. En este sentido, existe consenso acerca
de que consuetudinariamente los Estados se encuentran habilitados a ejercer su jurisdicción,
basada en el principio de universalidad, respecto de crímenes de guerra, de lesa humanidad y
de genocidio87. De esta manera, al incrementarse el número de Estados que pueden qjercer su
jurisdicción respecto de un crimen internacional, se reduce la posibilidad de impunidad de ese
hecho ilícito. Se ha considerado que la institución de la jurisdicción universal sería un recurso
tendiente a paliar la inexistencia, por el momento, de una jurisdicción internacional penal
obligatoria para todos los Estados88.
so ñarrloe Altut 0. JM, Oorto 1DH, Sontoncla (fbndo), 14/03/2001, parága, 41 y 43, En consonancia con ello,
la Corto Suprema do Juatioio do la Nación, en ol oa»o "Simón", declaró de ningún afecto luí Joyos 38.492
II
doy da punto fino?) y 98.021 Clay do obodlonola dobldn") "y cualquier acto fundado en o m quo puada
oponerlo al avanoo di Ion prooeioi quo ic instruyan, o al jusgamlonto y oventunl condena do loi roiponsablofl,
u obitaouliiar en ferma alguna loa invoitlgaclonos Novadas a cabo por los canelos procedentes y en ol ámbito
do bus rospoctlvoi competencias, por crímenes do losa humanidad cometidos en ol territorio do la Nación
Argontlna’; "Reoureo do hecho deducido por la defensa de Julio Hóotor Simón en la cauta Simón, Julio IUolar
y otros el privación ilegítima de la libertad, etc. Cauta N9 17.768C9, CSJN, Fallos 328:2056, porág. 1 do la
parte resolutiva.
86 Cfr. Baasiouni, Cherif M., •Universal Jurisdiction for Intomationol Crimea: Hietorical Porepectivo» and
Contamporary Praotice", en Criminal Law, Volume J; Sourcee, Sukjecls and Contente, op. oil., p. 10S.
87 Meron, Theodor, The humanisation of International law, Martlnus NühofT, Lcidon, 2006, p. 120; Brocmholl,
Bruce, op. di- pp. 105-112; Hcncakorte, Joan Mari» y Do»wald-0ock, Luieo, Cutloma/y International
ffumanitarian law, Volumel: Rutee, Cambridge Univarslty Prca». Combrldgo, 2005, pp. 604-607.
88 Gutierre® Posse. Hortensia D.T., op. clt., p. 194.
1008
Capítulo 48
Cooperación internacional
EN MATERIA PENAL
1. Introducción
El Estado, como garante de la protección de bienes jurídicos, debe impulsar los medios a
secución e incluso traspasando sus fronteras. En caso contrario, la posibilidad de los Estados
de sancionar a todas aquellas personas que hayan violado en su territorio las leyes quedaría
unilateral de los Estados, sino que, aun en el cobo de que el crimen en cuestión haya tenido lu
gar solamente en el territorio del Estado que qjerce su Jurisdicción y cometido por y contra uno
de sus nacionales, otros Estados podrían tener un interés valido en someter ajuicio a quien se
le imputa su comisión1, dado que, en un mundo globalizado, la criminalidad se desarrolla cada
La cooperación internacional en el ámbito del derecho penal comprende las regulaciones '
sobre medidas transnacionales para el cumplimiento del derecho, especialmente la extradi
ción o probatorias. Estas cuestiones se encuentran regidas por el derecho internacional -con
vencional y consuetudinario- y también por la legislación interna de los Estados,
tra on ol territorio de oata último, con el ofejoto do jungarla aplicando los loyes del roquironte
o efoctlvizar ol cumplimiento do una condona, en caso do haber sjdo Juzgado y condonado, Los
Estados suelen prestar conformidad con esta solicitud renunciando a su jurisdicción on bonofi-
3 Stein, Toreten, "Extradition" (2012), en Max Planck Encyclopedia of Public International Law. http//www.
mpepil.com, párr. 2.
4 Oda, Shigeru, “El individuo en el Derecho Internacional", en Manual de Derecho Internacional Público,
Sorensen, Max (ed.), Fondo de Cultura Económica. México, edic. rev. por Sepúlveda, Bernardo, 5.a reimpr..
1994, p. 496.
5 Jiménez de Asúa, Luis. Tratado de Derecho Penal, Losada, Buenos Aires, 1964, p. 884.
6 Travers, Maurice, Le droit pénál International et sa mise en auvre en tempe de paix et en tempe de guerre,
Sirey, París, 1922. t. iv, p. 302.
7 Bohne, Gerhard s! extradición, CSJN, Sentencia, 24/08/1966, consid. 2.
8 Gómez Gómez, Alfredo y González, Sebastián Ignacio si extradición, CSJN, Sentencia, 16/10/2001.
9 Por ejemplo, el Tratado de Asistencia Judicial Mutua en Materia Penal con la Confederación Suiza (2009), o)
Tratado de Asistencia Legal Mutua en Materia Penal entre la República Argentina y la República de Corea
(2009) y el Tratado de Extradición entre la República Argentina y los Estadcs Unidos Mexicanos (2011).
10 Por ejemplo, la Convención Americana sobre Dorechos Humanos (1989), artículo 22; el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (1986), artículo 13; la Convención para la Prevención y la 8anción do’. Delito
do Genocidio (1948), artículo 7; lo Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Cruoloa, Inhumanos o
Degradantes (1984), artículos 3,5 y 8; la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas
(1994), artículos 4, 5 y 8. y la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y do los
Crímenes de Lesa Humanidad (1968), artículo ni.
11 Por ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), artículo 14.
12 Stein, Toreten, op. cít. párr. 11.
V
I
CAPÍTULO 48- COOPERACION INTERNACIONAL EN MATERIA PENAL
o Delitos Extraditables: se especifica por qué delitos tendrá lugar la extradición (puede
limitarse a delitos de cierta gravedad). En los primeros tratados bilaterales de extra-
dición celebrados por la República Argentina se enumeraban las categorías de delitos
extraditablee13. La práctica má9 moderna consiste en hacer una referencia más ge-
nérica a delitos penales que contemplen una determinada pena (por ejemplo, de al V
nación, siempre que sea considerado delito en ambos sistemas jurídicos. Este princi
pio garantiza que ningún Estado sea obligado a extraditar a personas por hechos no
13. 14 * 16 17
reconocidos como delictivos por su propia legislación18 .w
Personalidad: se hace referencia a la nacionalidad de la persona requerida. En al
gunos instrumentos la nacionalidad resulta irrelevante, mientras que en otros se
estipula que, si la persona requerida fuese nacional del Estado requerido, este podrá
’.X-
denegar la extradición. También puede otorgarse a la persona requerida el derecho
de opción; es decir, el nacional del Estado podrá optar por ser juzgado por los tribu-, :
nales del Estado requerido o ser extraditado”. ;
Non bis in idem'. prohibición del doble juzgamiento de una persona por un mismo •1
hecho, no concediéndose la extradición cuando la persona reclamada ya hubiese sido f.
juzgada en el Estado requerido o en cualquier otro país por el hecho que motiva el i.
pedido19. 20 ’
Reciprocidad: en ausencia de un tratado que la prescriba, la ayuda estará subordi-
nada a la oxistencia u ofrecimiento de reciprocidad, no pudiendo un Estado Bar obliy ÍS?;
godo a extraditar en los cosos en los cualeé este no pueda demandar la extradición10^;
13 Por ejemplo, en el Tratado para la Mutua Entrega de Crimínele» entre la República Argentina y el Reino ;í*;
Unido (1889), artículo 2, se dispone una serie de crímenes o delitos respecto de los cuales se concederá .
recíprocamente la extradición. •..
que la extradición no tendrá lugar cuando los delitos hubiesen sido perseguidos y juzgados definitivamente en ;
1010
CAPITULO 48 - COOPERACION INTERNACIONAL EN ^ATERIA PENAL
son causa de extradición las infracciones que la ley del Estado requerido péíie BÓh®^®
dos años o más de prisión. El Tratado con los Estados Unidos de América (i997jíSi.J^
dispone en su artículo 2 que un delito será extraditable si es pimible en virtiiáí
de la legislación de ambas partes con la privación de la libertad por un periodo - ,-r®
máximo superior a un año o con una pena más severa,
- Delito de carácter común: dado que el artículo 8 prevé los delitos respecto de los " ? I
cuales la extradición no procederá, cabe concluir que esta será procedente/pár^ ^Mj^
los restantes delitos. .
- Doble incriminación: el artículo 6 establece en su primer párrafo que dhécho maí?WiSí:
toria del proceso deberá constituir un delito tanto en el país requerido como.en el; ‘ ■
país requirente, exigiéndose que se prevea y castigue la misma infracción panSf¡í
Nacionalidad de la persona: se presenta como una restricción a la extradición elprih'giís'l^^
cipio de no entrega de nacionales, principio que se encuentra reoeptado(en.varioá.^®j®,
tratados sobre la materia”. En igual sentido, el artículo 12 establece que, en caso de
ser argentino el requerido para la realización de un proceso, esto podrá optar. por,se¿i¿®ftS^
juzgado por Iob tribunales argentinos, a no ser que füere aplicable al caso un tratqdci^'J^®
que obligue a la extradición de nacionales. Sin embargo, algunos tratados no han cor&yvi ’íjijíy
templado este principio, por lo que la nacionalidad de la persona requerida no. es óbicéíy?^^-
para la procedencia de la extradición”. ' * i
Formalidades del pedido: los artículos 4 y 19 establecen que la solicitud de extradidóp.i^Wí
y toda otra documentación que se envíe con posterioridad deberán cursarse traduci-j'á
das al español y por vía diplomática. .•?. jlywjsfc SÍ
3.3. Improcedencia .
La autoridad competente del país requerido realizará un estudio de las siguientes condi;
• dones a fin de determinar si hace lugar a la extradición solicitada.
Conforme lo establecido en el artículo ll(a) de la ley argentina, la extradición no p<
ser concedida encontrándose la acción penal o la pena extinguidas según la ley del Es
requirente. En igual sentido, el articulo 19(4) dol Tratado de Montevideo de 1889;to$j¡jg
dontro de las circunstancias oxcluyontos de la obligación do extraditar, quo el dolito no selén^
cuentre proscripto con arreglo a la ley del paÍB requirente. No obstante ello, existen tratad^,
como la Convención de Montevideo de 1933, que en su artículo 3(a) requieren que íayaqciQ
penal o la pena no estén proscriptas conforme las legislaciones do ambos Estados, reqüireqtí
. y requerido. Este requisito fue objeto de larga discusión en los casos SchwammbergeryJ’ff^:-
bke, como se verá más adelante. í'MsSsr
La orden judicial debe emanar de un tribunal competente del Estado requirente paread
garel caso, conforme lo establece el artículo 13(c) de la Ley 24.787, el artículo 19(1) del Tratado
de Montevideo de 1889 y el artículo 5(bj do la Convención de Montevideo de 1933.
La persona reclamada no debe haber sido juzgada por el hecho que motiva el pedido, ya;
sea en el país requerido o en cualquier otro país, conforme lo establecido en el artíoulo 11(W de ¿
la Ley 24.767, en el artículo 19(6) del Tratado de Montevideo de 1889 y en el artículo 3(a) de lé:
Convención de Montevideo de 1933. '...I
No so concederá la extradición cuando la condena ao hubiese dictado en rebeldía..^!
Estado requironte no dioso seguridades do quo o) caso so resbrird para oír al condonado,'peiS^
mítirle el q|oroleio dol dorooho do dofonoa y dictar, on consoouonela, una nueva lontenclq/cpnri®;' '■'T
formo lo establocido en ol articulo ll(d) de la Ley 24.767. No obstante olio, es dable jie.s'W®®
||
S2 Por aiamplo, en la Convención da Extradiclonoa entre la República Argentina y la República del Forá ■>:W
orUoulo 4,eo dispone que, cuando ol redamado fuero nacional de la parta requerida, sata podra renu»¡vss|
No se concederá la extradición cuando existan razónos para entender quo ol procoso que
se ha de llevar a cabo en el Estado requlronto no contará con las garantías mínimas del debido
proceso legal*4.
1012
CAPÍTULO 48 ■ COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN MATERIA PENAL
>•?.
que pueda precederse al enjuiciamiento de dicha persona, por todos o cualquiera de los delitos
por los que se ha solicitado la extradición8’.
27 Por ejomplo, en el Tratado do Extradición ontro la República Argentina y Australia (1888), articulo 3, se
dispone que, cuando el Estado requerido deniega la extradición de un nacional, siempre que sus leyes io
permitan y si así lo solicitase el otro Estado, se someteró ol caso a las autoridades competentes a fin de que .^.s.
pueda procederse al enjuiciamiento de dicha persona, por todos o cualquiera de los delitos por los que se ha" <
1014
CAPITULO 48 - COOPERACION INTERNACIONAL EN MATERIA PENAL'
28 En 2004, la Comisión de Derecho Internacional do loo Naoionce Unidu incluyó en su programa do trabajo
el torco "La obligación do oxtraditar ojuegar Paul dedere aut Judicare') on derooho Internacional", do) cual
ee sigue ocupando en la actualidad. Vor Informo do la Comisión da Derecho Internaoionol. 56,• porlodo do
accionas <03/03 a 04/06 y 05/07 a 06/08/2004), Asamblea General, Dooumontoe Ofloialae, 89.a período de
• Non bi¿ in idemt el Estado o sus órganoB judiciales velarán por que la persona que sea
objeto de actuaciones penales no quede expuesta a enjuiciamientos o penas múltiples
1016
CAPÍTULO 48 - COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN lAlERIA PESaL V “-¿í
por el mismo acto delictivo cuando las actuaciones perihles anteriores u otros procedí---
mientos de imputación de responsabilidad se hayan incoado de buena fe y de acuerdó '
con las normas y criterios internacionales*0.
htm.
CAPÍTULO 48 - COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN MATERIA PEÜAL
arresto emitida (y posterior pedido de extradición) por la República de Italia contra Erich
Priebke relativa al homicidio múltiple de ciudadanos italianos en las Fosas Ardeatinas en las
:• ■ afueras de Roma, en las que fueron asesinados 335 ciudadanos italianos como represalia por
la matanza de 33 soldados alemanes pertenecientes a una compañía de la policía militar de
'. las V/affen-SS con Tina bomba puesta el 23 de marzo de 1944 por miembros de la resistencia
partisana del Partito d’Azione. Priebke era mi ciudadano alemán que residía en la República
Argentina desde el 14/11/1948 (al momento del pedido de extradición se desempeñaba como
director de una escuela en la ciudad de Bariloche).
Argentina e Italia celebraron dos tratados bilaterales de extradición, uno en 1886 y otro
en 1987, que reemplazó al anterior. Cabe destacar que la extradición de Priebke se solicitó
sobre la base del tratado bilateral de 1987. En primera instancia se tomó en consideración que
. al momento en que se llevaron a cabo los hechos enrostrados a Priebke (1944) regía el tratado
'. de extradición entre Argentina e Italia de 1886, pero, al momento de recibirse el pedido de
:'í. extradición, regía el tratado de 1987; por lo tanto, se discutió acerca de cuál de los dos tratados
: .debía aplicarse a los efeotos de resolver la solicitud. La defensa argumentó que debía aplicarse
‘jí el Tratado de Extradición de 1886 sobre la baso de que el principio de tipicidad exigía la apli-
• «ación de la ley antorior al hecho que motivaba la solioltud de extradición. Por su parte, para
el fiscal no eran de aplicación los tratados de extradición, puesto que loa hechos on los que se
, basaba la solicitud debían ser calificados como crímenes de guerra, y toda violación a las leyes
*Ay costumbre de la guerra debía sor analizada de conformidad con la IV Convención de la Haya
, de 1907. El juez federal de Primera Instancia de Bariloche concedió la extradición solicitada,
encontrando que el delito por el que se requería al extraditable, es decir, el homicidio múltiple
agravado, figuraba entre los delitos contemplados en el Tratado de Extradición aplicable entre
i.- la República Argentina e Italia, es decir el Tratado de 1886. En cuanto a la iroprescriptibilidad
• de.los delitos por los que procedía la extradición, el juez aplicó los Protocolos Adicionales (1977)
„ a los Convenios de Ginebra de 1949, alegando que los tratados programáticos, a partir de la
.reforma de la Constitución Nacional, daban posibilidad al poder judicial de hacerlos operati-
vos para un caso particular en razón de que tenían jerarquía sobre leyes que contradecían sus
B? preceptos11. En consecuencia, la defensa de Priebke presentó recursos de apelación y nulidad
S-í contra el fallo.
La Cámara Federal de Apelaciones de Río Negro (por dos votos contra uno) revocó la sen-
tencia de primera instancia por entender que la acción penal se encontraba proscripta y que el
;? principio básico del derecho penal aplicable se relacionaba con la existencia de una previa do-
finición de conductas como delictivas en resguardo del principio del nullun crimen bulla pena
■’ tiñe lega. Luego de considerar el Tratado de Extradición de 1886 y el Tratado de Extradición de
'' ■ 1987°, que prescriben que la extradición procederá por homicidio, la Cámara concluyó que no
correspondía la extradición si de acuerdo con la legislación del Estado roqulrento o requerido
la acción penal o la pona so encontraban proscriptas”.
Contra la sentencia de la Cámara Federal de Apelacionos, al Ministerio Público dedujo ol
recurso de apelación. El procurador general en su expresión de agravios Bostuvo que los actos
por los que se solicitó la extradición del requerido configuraban crímenes contra la humanidad
• y, por consiguiente, eran imprescriptibles. La defensa del requerido alegó la imposibilidad de
46 Sobra este caso, ver Vlnuesa, Raí! Emilio, "La aplicación del Derecho Internacional Humanitario por loo
tribunales naoionaloe: La oxtrndloión do criminalee do guerra (A propósito do) oaso Priebke, Erloh solicitud.
>'• do Extradición. Cause No 1668/041", fíevúia Lecciones y Ensayo», n.‘ ’8 (8008), pp, 811-847,
47 Prlfiba, Erloh il «Inicifctón, Corto Suprema do Justicia do la Nación (Argentina), Ssntenola, 08/11/1885,.
<" 48 VlnuMb, Raíl Emilio, op. cít, punto 4,
48 Articulo 8 del Tratado do ExtradloWn do 1886 y artíoulo 7(b) dol Tratado'de Extradición de 1887.
cambiar la calificación del hecho formulada por la autoridad italiana y el total respeto que
debía observarse a la prescripción respecto de los delitos.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación revocó la sentencia apelada e hizo lugar a la
solicitud de extradición de Erich Priebke por la muerte de 335 personas. En sus fundamentos
sostuvo que el hecho de haber dado muerte a 75 judíos de entre las 835 víctimas configura,
prima facie, ante las particulares circunstancias del caso, delito de genocidio, siendo este un
delito contra la humanidad o imprescriptible, cuya calificación no depende de la voluntad de
los Estados requirente o requerido en el proceso de extradición, sino de los principios de ius
cogens del derecho internacional8*.
Priebke fue extraditado a Italia en noviembre de 1995, donde fue juzgado por un tribunal
militar en 1996, que declaró que el delito se había extinguido por prescripción y ordenó la liber
tad inmediata del acusado. Sin embargo, el Tribunal Supremo anuló esa sentencia y ordenó un
nuevo juicio en su contra, que finalmente en 1998 lo condenó a prisión perpetua, pero, debido a
su avanzada edad y a las leyes italianas, cumplió con arresto domiciliario hasta su muerte en
51. 54
2013 (a los 100 años de edad)53 52
1020
:>s
correctamente que el secuestro se había realizado en violación de los principios generales del
derecho internacional, la decisión de si el demandado debía ser devuelto a México era una
cuestión ajena, al Tratado y que concernía al poder ejecutivo,
El 14 de diciembre de 19B2, Álvaroz-Machain regresó a México, luego de ser liberado por
el Tribunal de Distrito. Finalmente, en 1998 inició una acción civil en la Corte Federal de Dis
'jt- trito de California por las violaciones derivadas de su secuestro, detención y juicio.
» í
4.2.2.2. Caso PinochetM
í El caso Pinochet versa sobre el derecho a inmunidad de que goza un ex jefe de Estado
.7
respecto de su arresto y de procedimientos de extradición en el Reino Unido, en relación con
los actos supuestamente cometidos en Chile durante su desempeño como tal”. El asunto se
originó por una orden de arresto emitida por la justicia española (el entonces juez Baltazar
Garzón) contra Augusto Pinochet Ugarte por diversos delitos cometidos contra ciudadanos
españoles en Chile (1973-1990). Pinochet se encontraba en ese momento en Londres-debido a
una visita privada por razones médicas-, por lo que se inició un proceso de extradición, sobre
la base de la Convención Europea sobre Extradición (1957) por los delitos de genocidio y terro
rismo -más adelante se amplió la orden de arresto a fin de incluir los delitos de tortura, toma
de rehenes y asesinato-. Una vez detenido en virtud de la citada orden de arresto, sus letrados
patrocinantes presentaron un recurso de hábeas Corpus y reclamaron privilegio e inmunidad
de arresto basándose en dos fundamentos. El primero fue que la persona arrestada fue “Presi
dente de la Junta de Gobierno de Chile” y “Jefe de Estado de la República de Chile”. El segundo
fundamento fue que Pinochet no era ni había sido ciudadano de España y, en consecuencia, no
se había determinado delito extraditable alguno.
S- Con el objeto de determinar si correspondía hacer lugar al privilegio e inmunidad de
-J jurisdicción de que gozaba un ex jefe de Estado, se analizaron, entre otros instrumentos in
ternacionales, la Convención de Viena sobre Privilegios e Inmunidades Diplomáticas (1961),
la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) y el Estatuto de . • ■ ’
Roma (1998).
A Mediante una decisión del 28 de octubre de 1998, la justicia británica decidió, en una. '' : '
primera instancia, que Pinochet no podía ser extraditado, ya que gozaba de inmunidad civilAA/yi
& y penal en su condición de ex jefe de Estado”. Por apelación de la Fiscalía, el asunto se elevó A/A1;
a la Cámara de los Lores. El 25 de noviembre de 1998, la Cámara de los Lores decidió que ¡a’SSdA
extradición era procedente por cuanto Pinochet no gozaba de inmunidad88. A lo largo del análi-
y”
sis de estos documentos, se observó que la inmunidad continuaba existiendo luego del cese en '
Ki; un cargo “con respecto a los actos realizados por dicha persona en el ejercicio de bus ftmciones
O? como jefe de Estado”. No obstante ello, el genocidio, la tortura y la toma de rehenes no pueden
. ser considerados como funciones de un jefe de Estado comprendidas en los significados del
< derecho Internacional,
i?!rderecho que esta
internacional, toda vez Olla este loa considera delitne
los cnnairlora el derecho intnmnolnnal
delitos contra ni internacional.
En forma adicional, ee observó que la condición oficial de Jefe de Estado o de Gobierno en nin
gún caso exime a la persona do responsabilidad penal. Producto del análisis procedente, se
concluyó que la inmunidad de un ex jefe de Estado se consideraba limitada a loe actos que rea
lizara en su calidad de funcionarlo público, excluyendo sus actos privados. En igual sentido, se
sostuvo que la inmunidad debería considerarse con exclusión de determinados actos de índole
- criminal, como la tortura a opositores políticos.
55 Sobraostecasover,poreienipb,vanAlebee)r,Roaanne,*ThePinochetCa80:ÍntornationalHumanRlghtsLaw '.
on Triar, B.Y.I.L., vol. 71 (2000), pp. 29-70; Gottlni, Andrea, “Pinochet caeos” (2009), en Planck Encyxlopedla
oí Public International Law, http://www.mpopll.com; Bantekas, Púas, “The Pinochet affair in intornatlonal, • ;\:.h
law”, Revue Helllnique de Droit International, vol. 52 (1999), pp. 119-129. 1 'i
58 Las actuaciones judicialea de esto caso pueden consultarse en la página web del Equipo Nitkox, en httpJ/ -
www.derechos.org/niakor/chile/juicio/Sju. ’ . ¿AHAi
67 Re Augusto Pinochet Ugarte, England Divisional Cauri, Queen's Bench División (Reino Unido), 28/10/1996.
68 Regina u. Bow Street Metropolitan Stipendiary Magiclrate, ex parte Pinochet Ugarte, Cámara .de los LoreB
(Reino Unido), 25/11/1998. . ’• lAAiS”-®®
LECCIONES DE DEHECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Sin embargo, esta decisión fue posteriormente anulada, por supuesta parcialidad de uno
de los lores -Lord Hofiman-, quien no había revelado sus vínculos con una ONG que había
presentado un informe como anticue curiae en el caso -Amneety International-™. El 24 de
marzo de 1999, una segunda decisión de la Cámara de los Lores -con una composición dis
tinta- confirmó la procedencia de la extradición, aunque solo para ciertos delitos y con un
límite temporal: actos de tortura cometidos con posterioridad al 8 de diciembre de 1988, fecha
en que el Reino Unido implemento en su legislación interna la Convención contra la Tortura y
otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984), de lo contrario no había “doble
criminalidad"“. De acuerdo con la mayoría de la Cámara de los Lores, previo a la implementa-
ción de dicha Convención, las cortes británicas no tenían jurisdicción sobre los actos de tortura
cometidos en el exterior. Respecto de los crímenes de asesinato y conspiración para cometerlo,
Pinochet tenía derecho a inmunidad, sea porque no eran delitos extraditables, sea porque no
se había probado que los Estados hubieran acordado retirarles dicha inmunidad.
El ministro del Interior británico -Jack Straw-, quien como representante del poder eje
cutivo tenía la última decisión, en un primer momento autorizó la extradición. Sin embargo,
mientras se encontraba bajo arresto domiciliario, la defensa de Pinochet argumentó razones
de salud para evitar la extradición. Sobre la base de un informe médico y de la edad, el 11 de
enero de 2000, el ministro del Interior decidió liberar a Pinochet por razones humanitarias.
El 8 de marzo de 2000, Pinochet regresó a Chile, donde se enfrentó a varios intentos de
juzgamiento y una solicitud do deBafúero por los delitos cometidos durante la dictadura chi- li
lena. Pinochet permaneció en Chile hasta su fallecimiento en 2006.
50 ficgino v. Bow Street Metropolitan SUprndiary Magletrate, ex parte Pinochet Ugarte, Cámnra do los Loto*
(Reino Unido), 18/01/1089.
80 Retina o. Bow Slmt Metropolitan Stlpendlaiy Magletrate, M parte Pinochet Ugarte, Oleara do los Uro»
(Reino Unido), 24/08/1090.
81 8obro osle caro, vor, entro otros, Orakholashvili, Aloxnndor, "Arrost V/arrant oí 11 April 2000 (Domóctatlo
RopuHIoof tho Congo v. Bolglum)",A.J.I.L., vol, 96, n.18 (2008), pp. 077-604: Caososo, Antonio, "Whon Mtf
Sonior Stato Ofllolal» Be Triod íbr Iniornotlonal Crlmri ■ Soma Conunonts on tho Congo v, Bolglum Coto",
Por otro lado, la Corte Internacional de Justicia analizó el-alcance de la jurisdicción uni
versal y concluyó que no podía admitirse la jurisdicción universal obligatoria en ocasión de "
estar el imputado hiera del lugar donde se pretendía ejercitar esa competencia, limitándose a
Á?‘‘- aceptarla cuando la inmunidad era levantada y para aquellos casos en que esa competencia
era reconocida, que tendrían lugar cuando la persona era arrestada por quien lo requiriera o
por quien reconociera en el solicitante la competencia para solicitarlo, o cuando fuera pueBta a
disposición de uno de los tribunales penales internacionales.
*
IB■
/-4.2.3.2. Caso de la Obligación de juzgar o extraditar^3
f
crímenes, dicho Estado inició una demanda contra la República de Senegal en relación con
' ‘ -un litigio relativo al cumplimiento de esta con su obligación de enjuiciar a Hiseéne Habré, ex
fe: presidente de la República del Chad, o extraditarlo a Bélgica para los fines del proceso penal,
¿«basando sus afirmaciones en la Convención antes mencionada, así como en el derecho inter-
nacional consuetudinario. La República de Senegal alegó no haber incumplido las disposicio-
nes-de la convención, en particular en lo que prescribe la obligación de juzgar o extraditar, o
fc..
^ cualquier otra norma de derecho internacional o de derecho internacional consuetudinario.
Senegal sostuvo que adoptó diversas medidas y que estaba cumpliendo sus compromisos como
Estado parte en dicho tratado.
fe:;.. , En su fallo, la Corte Internacional de Justicia concluyó que la República de Senegal ha
bía .incumplido su obligación en virtud del artículo 6(2) de la Convención contra la Tortura y
:^t®¿feOtroB Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, no siendo suficiente el haber adop-
Wii^. 'jtádq,todas las medidas legislativas necesarias para su aplicación, ya que debió también haber
ejercido su jurisdicción sobre los actos de tortura en cuestión, comenzando por el estableci-
i§íWfe miento de los hechos mediante una investigación preliminar. Adicionalmento, entendió que la
$gSÁj|Repúbllca do Sonogal había incumplido su obligación en virtud dol artículo 7(1), al no haber
adoptado todas las medidas necesarias para juzgar a Hisséne Habré tan pronto como hubiera
posible, o sea en ol afio 2000, una vez que la primera denuncia había sido presentada en
I.SUiiMfe^'contra.
■ir;.'
B
08 -:8obro gata caao ver, entra otroi, Andonea, Moda y Weetherall, Thoraaa. "Intarnatlonal Oourt of Juatico:
■•-.Life Queitíona Rcíntlng to th*SbUjallon w RMrsdlts or Prnoaute(Bclglum v. Seneenl) Judgmant of30 July
•“M > AO.L.Q., vol, 03, n.* 8 (3018), pp. 768-7V0¡ Shoh, Sanjooto, ‘Queatloni Rolntlng to the Obllgatlon
- ífe'-
,
S,?l2llB0uls ’r S’fcéh* (Bolgíum v Sonogol)". Human fíinhti íau Reuleui,
vol. 18, n," 8 (8013), 881-'
808; Buatto, Tront, "Timo of Human Juadca & tna Tima of Human Belnfli Balulum v. Bínegal & Temporal
pp,
A ; :. Roatraints on tho Duty to Proaoouto', The Oooraa WarMnsfon Internnttanal Laut Reuletu, vol. 48, n,* S (SOIS),
PP. 34S.882.
’s- *
Otttlae^" ilijutgar extradllar (Bélgica
o o. Sanugal.). CIJ, Fallo, 80/07/2018.'