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Estrés postraumático, revisión bibliográfica.

Maria Celeste Sjostrand

Escuela de psicología, Universidad Arturo Michelena.

Psicología de emergencias y desastres

Psic. Luiggi Raggio

20 de abril, 2021

Con el pasar de los siglos la gran cantidad de situaciones o acontecimientos amenazantes o

catastróficas, bien sea naturales o antrópicas, que tienen como característica poner el riesgo la vida

o la integridad propia y de otras personas, acaecidas en el mundo, han traído consigo distintas

consecuencias de gran relevancia para el ser humano, consecuencias materiales, económicas,

sociales y psicológicas, dentro de las cuales encontramos, el estrés agudo, ataques de pánico,

ataques de ansiedad, convulsiones; y el trastornos de estrés postraumático (TEPT), en el cuan

centraremos nuestro interés, el TEPT es una trastorno derivado de situaciones altamente

catastróficas o amenazantes, las cuales afectan de manera significativa la estabilidad emocional del

ser humano, poniéndolo en situación de alerta permanente, insomnio, reviviscencias, entre otros

síntomas y signos que se presentan de manera fluctuante durante una cantidad de tiempo, luego de

la exposición al evento. Dicho trastorno ha levantado gran interés en la comunidad científica a lo

largo de los años, la cual se ha dedicado a realzar diferentes estudios, desarrollar teorías

explicativas bajo diferentes corrientes y encontrar modelos terapéuticos adecuados para el manejo

del mismo.

El TEPT también es considerado un problema de índole biopsicosocial, puesto a que afecta

de manera significativa al ser humano, desde diversos estadios, en primer lugar los signos y
síntomas biológicos, aunque las investigaciones en este campo sean escasas, se conoce que existen

cambios a nivel neuroanatómicos, bioquímicos y endócrinos (González-González, 2014), en

cuanto a las alteraciones psicológicas, las cuales son las más estudiadas, por la psiquiatría y la

psicología, se presentan entonces diferentes cambios, como los presentados en el CIE-10, en el que

figuran, el insomnio, la hipervigilia, irritabilidad, entre otros, y en cuanto al aspecto social

encontramos cambios importantes en las relaciones sociales, que traen como consecuencia

divorcios y aislamiento, (Diaconu, 2010)

Todos estos elementos confluyen en la intencionalidad de darle respuesta y tratamiento

inmediato a un trastorno que definitivamente no desaparecerá, pero que puede presentarse de

diversas maneras según sea el caso; las experiencia a la que se enfrentan las personas en diferente

acontecimientos de emergencia son infinitos, eventos como la muerte, los desastres naturales, la

destrucción, crean diferentes reacciones entre las cuales es común encontrarse con conmociones,

físicas, emocionales y espirituales, lo que puede desencadenar posteriormente el estrés

postraumático, el que puede llegar a desarrollarse hasta formar un trastorno crónico. Dicho

trastorno es de definición reciente, puesto a que no fue hasta 1980 que se definió como trastorno

psiquiátrico en el DSM-III (Carvajal, 2002); momento desde el cual tomo relevancia en la atención

de personas afectadas por emergencias y desastres; con el pasar de los años se ha estudiado el

trastorno, así mismo, en eventos traumáticos de menor repercusión como el aborto, (Cardoso-

Escamilla, Zavala-Bonachea, y Alva-López, 2016) violencia política, ( Herrera-López y Cruzado,

2014), violencia sexual, ( Gil-Iñiguez, 2016), entre infinitas situaciones amenazantes, que harían

de esta lista infinita.


Estos estudios han permitido una larga tradición de definiciones, y modelos teóricos que se

abocan al TEPT, y es que la relevancia del trastorno hace imperante una revisión bibliográfica que

permita recoger, información pertinente, diversos modelos explicativos sobre el TEPT así como,

diferentes modelos terapéuticos disponibles para la atención oportuna y efectiva del mismo, con el

fin de clarificar, amplificar y recopilar información oportuna y de interés que permitan mantener la

actualización en un tema tan relevante hoy en día, y más en el contexto de saber que las

situaciones de emergencia y desastre no se detienen, que el ser humano va a continuar

afrontándolas y es menester contar con todas las herramientas e información disponibles para la

atención oportuna y así ayudar al mantenimiento de la salud mental.

El estrés postraumático se presenta en el CIE-10 bajo la categoría de los trastornos

neuróticos, secundarios a situaciones estresante y somatomorfos, ubicado bajo el código F43.1, el

cual describe de que: "surge como una respuesta tardía o diferida a una situación o

acontecimiento estresante, cuya duración puede ser breve o prolongada, de una naturaleza

excepcionalmente catastrófica o amenazante, que causaría por sí misma un malestar generalizado

en casi cualquier persona..." entre las características típicas, que suelen ser diversas, como la

presencia de reviviscencias, el embotamiento emocional, ahnedonia, el rechazo a actividades que

recuerden el evento traumático; el estrés postraumático, incluye reacciones, según el CIE-10,

evitación real a situaciones que se le parezcan a la situación traumática, problemas en la memoria

retrograda, con énfasis en el recuerdo traumático específicamente, irritación, insomnio, entre otros;

los síntomas y signos pueden ser fluctuantes a lo largo de una tiempo determinado de

aproximadamente 7 meses, dentro de los cuales es normal evidenciar síntomas de depresión y

ansiedad, así como rememorar las situaciones traumáticas, y pasado este tiempo el diagnostico

cambia a trastorno crónico. (Santacruz y Muñoz, 2014).


Los distintos modelos explicativos tratan de vislumbrar las causas psicológicas del estrés

postraumático basándose en sus propios métodos, desde la tradición psicoanalítica, para Freud, el

trauma es "consecuencia de un gran evento traumático o de una secuencia temporal de

Traumas parciales de menor envergadura que han operado sobre el psiquismo del sujeto

sobrepasando su barrera protectora." (Madariaga, 2002) se habla de que en estrés postraumático

existe una concentración de energía psíquica, lo que establece una contra catexis, como resultado,

de la emergencia económica, lo que obliga a la redistribución de recursos, que trae como

consecuencia el empobrecimientos en diversas funciones yoica, y es que desde este enfoque y

según lo planteado por los (Santacruz y Muñoz, 2014)" el fracaso a la adaptación del yo antes

situaciones traumáticas ocurre como una combinación de factores constitucionales y vitales, que

ha esculpido el desarrollo del individuo. Una persona con un yo altamente conflictuado tendrá

más riesgo de desarrollar un TEPT"

Por otro lado, visto desde el punto de vista conductual, se entiende desde el modelo de

condicionamiento del miedo, el cual se basa en el condicionamiento clásico en primer momento

con la aparición de estímulo próximos o involucrados a la situación traumática, que antes eran

estímulos neutros, se asocian entonces para producir la respuesta aversiva, (Santacruz y Muñoz,

2014)". Desde el modelo cognitivo, se explica desde las alteraciones que aparecen en la

codificación fragmentada de las memorias traumáticas, (Santacruz y Muñoz, 2014)"

Ahora bien, como se produce según la literatura existente el TEPT, para que la TEPT se

presente, se dice que los eventos traumáticos son condición necesaria pero no sufrientes, puesto a

que muchos otros factores entran en juego, como el manejo emocional individual, la capacidad de
resiliencia, la resolución de conflictos, entre otros, lo que hace entendible que no todas las

personas desarrollen el trastorno luego de los mismos eventos traumáticos. por lo que se dice es

necesaria la interacción de los acontecimientos traumáticos con otras condiciones como las

condiciones biológicas y psicológicas de vulnerabilidad, siendo estos factores de predisposición

negativa, lo que pueden anteceder a que al interactuar con los acontecimientos traumáticos, las

personas aprenderán a responder de manera negativa, creando miedo y ansiedad, (Bados, 2015)

pero para describir la génesis, Carvajal (2002) sugiere que en los seres humanos se producen

varias reacciones ante eventos traumáticos, los que en primer lugar pueden respuestas de

sobrevivencia, evidenciada en diferentes conductas, como el escape, estados de angustia,

hiperalerta, la insensibilidad, el mutismo o caer en un estado de shock, todas estas son conductas

habituales, es decir respuestas normales de adaptación ante situaciones de emergencia.

A partir de esto habrá un intento por adaptarse a la situación mediante mecanismos que

sean coherentes, y que sean suficientes para recuperarse; luego de la recuperación se llegará a la

elaboración mental de lo sucedido, "el caer en cuenta", y es aquí donde suceden las conducta

disociativas en muchas ocasiones, puesto a que se busca por todos los medios disponibles

adaptarse a la situación, y una de esas formas puede ser a través del control de las emociones

mediante el uso de drogas. Cabe destacar que estas acciones no previenen las TEPT de ninguna

manera, pero claramente el mantenimiento de estas conductas acarrea consecuencias a largo plazo.

También es importante resaltar que variables como la gravedad, duración, proximidad y frecuencia

del trauma son importantes en el desarrollo del TEPT. (Bados, 2015) por lo que entran en las

causas, acontecimientos que pongan evidentemente en peligro la vida o la integridad propia y de

otras personas.
Existen además considerables factores de riesgo que impulsan la aparición del TEPT ante

situación traumáticas los cuales pueden clasificarse en muchos casos según las personas

involucradas, tomando en cuenta variables individuales y sociales así como también los tipos de

acontecimientos traumáticos involucrados (Reynoso, Becerra y Lugo,2019) dentro de los cueles

pueden estar implicados, cuestiones como la edad, en la que se dice que a mayor edad el riesgo en

más alto; otra factor posible es la baja escolaridad, la cual esta relacionada con el incremento del

riesgo y la mayor prevalencia de las respuestas emocionales asociadas al TEPT, así mismo es de

gran relevancia grado de exposición al evento traumático, y la deficiencia en redes de apoyo.

Existen considerables avances en la investigación en los cuales se evidencia que existe una

vulnerabilidad biológica heredada y que este, al ser un factor de predisposición, al interactuar con

las situaciones traumáticas, tiene una alta probabilidad de permitir en desarrollo del TEPT

(González-González, 2014). Ahora bien García Martínez, F. E., Jaramillo, C. Martínez, A.

Valenzuela, I. y Cova Solar. (2014) llegaron a las conclusiones de que "lo primero que ocurriría

tras un desastre es, por un lado, la ruptura de creencias fundamentales, las que pueden tener un

sentido negativo o positivo, y una percepción de severidad de lo que se está viviendo. Dichas

respuestas activarían mecanismos de afrontamiento colectivo como lo es compartir socialmente la

experiencia emocional con otras personas, así como mecanismos cognitivos como la rumiación, ya

sea intrusiva o deliberada. Si la rumiación es intrusiva, conllevará al desarrollo de síntomas

postraumáticos. Si la rumiación es deliberada, conllevará al crecimiento postraumático, así mismo,

han llegado a conclusiones sobre el positivo que es fomentar a afrontamiento comunitario de cara

a desastres naturales, para reducir el impacto del TEPT.


Es entonces que, a través del estudio de las diferentes características del TEPT, se han

podido determinar las adecuadas técnicas de intervención, dentro de las cuales se destacan las

enfocadas en las terapias cognitivo- conductuales como las presentadas por Reynoso Erazo, L.

Becerra Gálvez, A. Lugo González, I. (2019) estrategias que van desde la psicoeducación,

estrategias para favorecer la relajación, imaginación guiada, y técnicas cognitivas; por otra parte,

Bados (2015) sugiere una amplia gama de terapias que pueden ser efectivas en el tratamiento del

TEPT, donde destacan, la intervención, conductual, con los mecanismos de exposición terapéutica,

inoculación del estrés, entre otros, así mismo sugiere herramientas cognitivas como la terapia de

procesamiento cognitivo, restructuración cognitiva, entre otras, así mismo sugiere la efectividad

del tratamiento a través de la de Desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos

oculares (DRMO) , la Terapia de reelaboración imaginar y reprocesamiento y Terapia

metacognitiva. También existen terapias más desconocidas como La terapia de aceptación y

compromiso (ACT) la cual es parte de la tercera generación de terapias de conducta, que ha

demostrado ser de efectividad elevada en el tratamiento del TEPT (Vargas, 2017)

A modo de conclusión, como bien se ha encontrado, el estrés postraumático es un trastorno

de nueva data, el cual necesita un largo camino por recorrer, en cuanto a la investigación, mas sin

embargo se ha llevado a cabo un gran esfuerzo para identificas los elementos clínicos y

psicosociales característicos del trastorno, lo cual permite tener un amplio espectro de cono

cocimiento para el abordaje efectivo de esta patología, es sabido que este trastorno no es único de

una clase social, ni de una raza, sino que es un problema mundial; sabemos además que el TEPT

es un trastorno que representa una parte de las reacciones emocionales antes experiencias

traumáticas y que todo esfuerzo por reducir su impacto es pertinente.


Cabe señalar la importancia de incentivar la cultura de resiliencia entre la población

mundial, así como incentivar al cuidado de la salud emocional, lo que ayudaría a reducir

determinados factores de riesgo, así mismo, motivar a la promoción de mecanismos de

psicoeducación en el tema, con el fin de educar a la población en general sobre el TEPT, también

es de vital importancia la capacitación pertinente de todos los agente en salud mental, puesto a que

las situaciones de emergencia pueden presentarse en cualquier ambiente, tiempo o situación, por

tanto no siempre se tiene a disposición centros de ayuda psicológicos para el desastre.

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