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Atte. Midnight Dreams

2
Staff
Moderadota de Traducción
Dee

Traductoras
Dee Piopolis
Anna NataliCQ
ShanyBelen Annete-Marie
Koté Rihano
Valentina95

Moderadora de Corrección
NataliCQ
3 Correctoras
NataliCQ Dee
Koté Anna
Pagan Xie07

Revisión Final
NataliCQ

Disenadora
Aria
Índice
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
4 Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Capítulo 29
Capítulo 14 Capítulo 30
Capítulo 15 Capítulo 31
Capítulo 16 Capítulo 32
Sinopsis
C
on cualquier gran cambio, siempre hay conflicto, y la Universidad
Covenant se ha convertido en la primera línea entre los puros que
quieren la Orden de la Raza restablecida y los mestizos que quieren el
derecho a controlar sus propios destinos.

El destino tiene otros planes.

La violencia está incrementando y la guerra entre las razas parece inevitable, y no


podría llegar en un peor momento. Hyperion puede estar fuera de servicio, pero Josie y
Seth saben que sólo han ganado un aplazamiento. Seth debe preparar a Josie
completamente, lo que significa controlar sus nuevas habilidades, y tienen que
encontrar a los otros semidioses antes que los Titanes.

Pero los dioses están percibiendo una amenaza mayor.

Sólo una cosa es más peligrosa que un montón de Titanes muertos de hambre, y
5 eso es un Apollyon fuera de control. El éter de Josie está atrayendo a Seth, y cuando la
lujuria se mezcla con el amor y da paso al poder, él sabe que estar cerca de ella no sólo
es peligroso para ella, sino para todos a su alrededor, pero dejarla ir requiere un nivel
de desinterés que no es del estilo de Seth.

Los caminos seguidos en el pasado se están convirtiendo en los caminos del futuro.

Cuando el caos se desata, rostros familiares del pasado vuelven, complicando el ya


tenso vínculo entre Josie y Seth, y cuando el peligro de la Titanes estalla con
consecuencias devastadoras, la atracción oscura del poder llama a Seth de nuevo, pero
esta vez Josie podría no ser capaz de controlarlo.

Y cuando la lucha entre el poder y el amor se convierte en el más mortífero campo de batalla,
puede no haber salvación.

Titan #2
Capítulo 1
Josie
Traducido por Dee & Anna
Corregido por NataliCQ

U na caricia ligera como una pluma patinó por mi brazo y por encima
de mi cadera. Pasó un momento mientras salía de las profundidades
del sueño. Calidez se presionaba contra mi espalda, enviando una
serie de escalofríos por mi columna vertebral.
Sólo medio dormida, sonreí mientras abría mis ojos. La habitación estaba
débilmente iluminada, lo que me decía que era demasiado temprano para estar
despierta.
Labios rozaron el punto sensible en mi cuello, justo debajo de mi pulso, y otro
conjunto de temblores bailó sobre mi piel. Músculos se tensaron bajo mi estómago.
6 El beso vino de nuevo, esta vez sobre mi pulso, y los dedos de mis pies se
curvaron.
Era demasiado temprano, ¿pero quién se quejaría por despertar de esta manera?
Yo no. Si pasara el resto de mi vida despertando así, sería una chica feliz. Muy feliz.
Rodando sobre mi espalda, mi somnolienta sonrisa se congeló cuando mi mirada
se conectó con obsidianas irises negras. ¿Qué dem…? La confusión rápidamente dio
paso al gélido terror que excavó profundamente en cada célula y se pegó a mis huesos
y tejidos.
Oh, no.
Mi corazón pateó en mi pecho, latiendo tan rápido que pensé que saldría de mi
pecho y saldría corriendo del cuarto.
Un Titán se cernía sobre mí, sus crueles labios curvándose en una sonrisa amarga
y vengativa. —Te encontraré cuando menos te lo esperes —dijo con una voz tan
sofocante como el humo pesado—. Siempre voy a estar detrás de ti. No hay…
Sentándome, impulsé mi mano, preparada para repartir lo que probablemente iba
a ser un no-tan-efectivo golpe a la garganta. Abrí la boca para gritar, pero ningún
sonido salió, y de repente, no había nada en frente de mí. Nada.
Ningún Titán.
Estaba sentada y mirando fijamente el espacio vacío frente a mí, mi corazón
acelerado. Escaneando el sombrío dormitorio, no encontré ninguna señal del peligroso
y repugnante dios. Todo estaba como lo había estado antes de haberme quedado
dormida el domingo en la noche. La televisión al otro lado de la cama, apagada. Las
persianas cubriendo la pequeña ventana cerca del baño estaban un poco abiertas y
podía ver la luz azul pálido del amanecer arrastrándose sobre las Black Hills, la parte
protegida del profundo bosque de Northern Hills de Dakota del Sur.
Mi nuevo hogar.
Lo que era un poco parecido a mi antiguo hogar, la Universidad de Radford.
Excepto que esta Universidad parecía algo salido de Grecia durante el tiempo en que
la gente adoraba activamente a los dioses. Y estaba rodeada por seres míticos en lugar
de veinteañeros cuyos más grandes poderes eran la capacidad de realizar tareas con
resaca y durmiendo lo mínimo.
Corrección. Yo era un ser mítico, en realidad, y los estudiantes de la Universidad
Covenant no eran muy diferentes de los estudiantes mortales. Con la excepción de ser
descendientes de dioses, y toda la cosa de intentar-matarse-unos-a-otros que estaban
haciendo justo ahora.
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Pero no había un Titán psicótico acechando en las sombras de mi habitación,
preparándose para alimentarse de mí hasta que no fuera nada más que una cáscara
seca, y entonces hacerme otras cosas rencorosas y repulsivas que yo…
No iba a pensar en ello.
Exhalando, cerré los ojos mientras frotaba mi mano sobre mi frente. Sólo un
sueño, un estúpido sueño. Los Titanes no podían entrar en la Universidad. Los
guardias prevenían eso. Las sombras podrían, pero preferiría enfrentar a cientos de
almas que habían escapado del Tártaro que ver a Hyperion o el rostro de otro titán de
nuevo.
No tenía idea de quién era el hombre con el que había soñado, excepto que en el
fondo sabía que era un Titán.
—¿Josie? —dijo una somnolienta, pesada y ligeramente acentuada voz—. ¿Qué
estás haciendo?
Mi pulso saltó de nuevo, pero esta vez por una razón muy diferente mientras me
daba la vuelta y conseguía un vistazo de, posiblemente, la cosa viviente más sexy.
Seth Dio —como fuera que se deletreaba o pronunciaba su apellido— estaba
tumbado sobre su costado. El delgado edredón estaba enredado alrededor de sus
caderas, revelando una porción entera de piel, dorada, tensa y musculosa.
Seth tenía un abdomen de infarto. Como, no pintado, o sólo visible cuando se
flexionaba o hacía actividades extenuantes. Medio sospechaba que nació así, un bebé
con una tableta de chocolate y pectorales duros como una piedra, haciendo flexiones
de bíceps con botellas llenas de leche. Hablando de bíceps, eran extremadamente
lindos también. Así como sus hombros anchos y cintura afilada. ¿Y su rostro?
Dios.
Era hermoso. Casi demasiado. Como si sus facciones hubieran sido
cuidadosamente esculpidas, una colección de perfección, que lo habían sido.
Angulares, altos y completos pómulos, sensuales labios con los que podrías perderte
mirándolos. Soñando con ellos. Bueno, fantaseando con ellos. Una impecable y recta
nariz, y sus ojos… eran del más impresionante color ocre, enmarcados por pestañas
oscuras y gruesas. Sus cejas arqueadas eran ligeramente más oscuras que su cabello
rubio, cabello que había sido cortado recientemente. Todavía me estaba
acostumbrando a verlo más corto. Las suaves hebras eran cortas cerca del cráneo en
los lados y largo en la parte superior, a veces lacio, a veces un lío de ondas. Me gustaba
pasar mis palmas contra los costados, sintiendo el cabello más corto hacer cosquillear
mis palmas.
Simplemente me gustaba tocar a Seth en general.
8 A veces no tenía idea de cómo había terminado en mi cama. Quiero decir, por
supuesto, estaba allí porque lo invité y lo quería allí, pero no creía que fuera el tipo de
chica que debería estar con alguien como él. No estaba juzgándome. Estaba siendo
realista. Era un metro y setenta y cinco centímetros de desastre no coordinado la
mayor parte del tiempo. Mis caderas habrían sido populares en los mil quinientos o
algo así, cuando las “caderas de procreación” estuvieron de moda, y estoy bastante
segura de que mis muslos nunca estuvieron en forma o lo están. Al parecer, ninguna
cantidad de entrenamiento —kickboxing, lucha, atletismo, formación defensiva u
ofensiva— iba a apretar mi estómago o recortar mi cintura. No era delgada o esbelta, o
graciosa y recatada. Era ruidosa, podía ser bastante desagradable, y divagaba.
Pero a Seth le gustaba. Había dicho que era su salvación.
Y él me gustaba.
Mucho.
Yo también era una semidiosa, hija de Apolo, así que ahí estaba.
Y Seth era el Apollyon, producto de un mestizo y un puro, creado por el
recientemente fallecido Ares, y yo ya era tan poderosa como podría ser, una vez que
obtuviera la capacidad de controlar mis habilidades recién descubiertas.
Sus ojos ámbar, brillantes como piedras preciosas, se estrecharon. —¿Estás
despierta? ¿O se trata de algún tipo de cosa espeluznante de sonambulismo?
Mis labios se torcieron en una pequeña sonrisa. —Estoy despierta.
—Entonces… —Rodó sobre su espalda, deslizando un brazo detrás de su cabeza,
y como que me quedé mirando la forma en que sus bíceps se flexionaron y rodaron—.
¿Simplemente estás sentada y mirándome mientras duermo?
Rodé los ojos. —No.
—Eso no es lo que parece.
—En realidad estaba sentada y mirando la pared hasta que me interrumpiste.
Bajó la otra mano, apoyándola en su plano bajo vientre. Desde mi punto de vista,
casi parecía desnudo debajo de la manta, pero por desgracia no lo estaba.
—Eso no es raro ni nada.
—Como sea —dije, arreglando el tirante de la blusa que llevaba—. Eres raro.
Esos labios se levantaron en la esquina. —Eres caliente.
Rodé mis ojos de nuevo, pero estaba totalmente halagada.
9 Su cabeza se inclinó hacia un lado. —¿Un sueño?
La sensación cálida y difusa de la adulación se desvaneció, y asentí.
—¿Estás bien?
—Sí. Estoy bien. —Aclaré mi garganta mientras empujaba mi cabello hacia atrás
por encima de mi hombro—. Sólo un extraño sueño.
Su mirada era intensa mientras me estudiaba silenciosamente. Esta no era la
primera pesadilla que había tenido después del enfrentamiento con el Titán. Y no
cualquier Titán. Hyperion. Mi divino padre lo había enterrado hace miles de años, y
ahora estaba desaparecido, empeñado con la venganza. De alguna manera lo había
enviado a freír espárragos cuando mis habilidades de semidiosa habían sido
desbloqueadas, pero él volvería.
Lo sabía.
Él y los otros titanes que habían escapado seguirían volviendo hasta que
localizáramos a los otros cinco semidioses, desbloqueáramos sus habilidades, y
lográramos unir nuestras habilidades con el fin de sepultar a los Titanes de vuelta en el
Tártaro.
Por supuesto, no teníamos ni idea de dónde estaban los otros semidioses o cómo
podríamos encontrarlos. O cómo los sepultaríamos de nuevo. Apolo no nos había
dado esa información aún.
A pesar de que quería que estar en la última pesadilla, demasiado, sabía que no
sería así. Esas horas con el Titán se habían sentido como una eternidad, y lo intentaba,
de verdad intentaba no pensar en ellas. Probablemente podría usar un poco de terapia.
Espera. ¿Los semidioses podían recibir terapia? ¿Había un especialista por estas
partes concentrándose en la salud mental de los seres místicos?
Los dedos de Seth rozaron mi brazo, captando mi atención. Nuestros ojos se
encontraron. Su mano se envolvió alrededor de mi muñeca y me arrastró para que
estuviera medio encima de él.
Oh, me gustaba a donde se dirigía esto.
Su pecho estaba caliente bajo mis brazos y su mano era firme mientras subía,
capturando algunos mechones de mi cabello. Los metió de nuevo detrás de mi oreja y
su mano se quedó ahí, sosteniendo mi mejilla. Bajé mi boca a la suya y lo besé
suavemente. Cuando levanté la cabeza, sus ojos eran iridiscentes.
—Me gustó eso —murmuró.
10 —Por eso lo hice. —Entonces recordé algo súper importante. No lo había
olvidado realmente. Sólo se había deslizado de mi mente debido a la pesadilla. Una
gran y tonta sonrisa tiró de mis labios—. Creo que conseguirás más hoy.
Deslizó su mano alrededor de mi nuca. —Creo que debería conseguir más cada
día.
—Por supuesto que sí, pero hoy es diferente.
La compresión onduló en sus rasgos, un ligero ensanchamiento en sus ojos y fosas
nasales. Un momento de sorpresa, y ver eso causó que dolor parpadeara a través de mi
pecho, porque él no había esperado que lo recordara.
Seth esperaba tan poco algunas veces.
Apartando la tristeza que esa realización siempre traía con ello, lo besé de nuevo.
Y luego una vez más. Porque quería mostrarle, necesitaba saber que tenía todo el
derecho a esperar algo del mundo. —Feliz cumpleaños.
—Josie…
La forma en que susurró mi nombre, tan tierna y potente, hizo trabar mi aliento.
—Entonces, ¿qué se siente tener veintidós?
Entrelazando sus dedos a través de mi cabello, no respondió inmediatamente. —
Se siente como tener veintiuno.
—Eso no es emocionante.
Sonrió de nuevo. —Eso es porque aún tienes veinte y, ¿estás a qué? Alrededor de
los seis meses de tener veintiuno.
—Eres un asalta cunas.
Seth se rió y luego levantó la cabeza, besando la comisura de mis labios. —Creo
que es la primera vez que he sido llamado así.
—Bien. —Alisé mis manos sobre su pecho, disfrutando de la manera en que
tomaba una bocanada de aire. Amaba que mi toque lo afectara tanto—. Quiero
conseguirte algo, pero Amazon no realiza envíos hasta aquí, así que….
Realmente quería conseguirle algo, pero desde que no era particularmente seguro
para mí irme, la única opción era la tienda del campus, sin embargo, dudaba que Seth
quisiera una taza o sudadera de la Universidad Covenant. No podía siquiera hacerle
una cena ya que no tenía acceso a la cocina, así que era una novia patética.
Novia.

11 Me estremecí.
La palabra aún se sentía nueva. Brillante. Indescifrable. Creo que ambos nos
estábamos descubriendo el uno al otro, y tomando esto con lentitud. Igual de lento que
una tortuga de tres patas. Nuestra relación estaba lejos de ser perfecta. Había
obstáculos en nuestro camino que la mayoría de las parejas nunca podrían enfrentar,
como, por ejemplo, el hecho de que ambos teníamos a seres inmortales disparándonos.
Entonces allí estaba el frecuentemente inquietante pasado de Seth.
Había alguna posibilidad de que su futuro lograra acortarse. Me negaba a permitir
que ocurriera, pero no estaba segura todavía de qué haría para detenerlo.
Y estaba bastante segura que mi padre quería asesinarlo.
Realmente necesitaba dejar de pensar en todo eso.
—¿Sabes qué? —dijo.
—¿Hmm?
Doblando su otro brazo alrededor de mi cintura, me rodó sobre mi espalda y se
deslizo sobre mí. Su peso le hizo cosas locas a mis sentidos; increíbles y alocadas
cosas. —Ya me has dado suficiente.
Mis cejas se elevaron. —No te he…
—Lo hiciste. —Bajó la boca a la mía, y cuando me besó no había nada suave o
lento en ello.
Seth besaba como un hombre saliendo de una extrema sequía. Sorbió y saboreó,
extrayendo cada beso de mí. Era un hombre que disfrutaba totalmente besando,
tomaba la ruta pintoresca e iba absolutamente sin prisa por llegar al destino.
Pero realmente quería ese destino.
Ya sabes, él y yo, desnudos, cuerpos retorciéndose juntos y lanzando mi virginidad
al viendo.
Seth mordió mi labio inferior, provocando un repentino jadeo de mí. —Mmm —
murmuró, arrastrando sus manos hacia abajo por mis brazos, atrapando el tirante de
mi blusa—. Me das ese sonido.
Mi respiración salió en cortas ráfagas mientras cambiaba su peso sobre su brazo
izquierdo y se levantaba apenas lo suficiente para que hubiera el más pequeño espacio
entre nosotros. Esos agiles dedos trabajaron los tirantes de mi blusa hasta que estos
rodeaban mis muñecas.
12 El frio aire se propagó en pequeños golpes a través de mi pecho desnudo. Vi, en un
aturdimiento, como bajaba la cabeza y besaba la extraña cicatriz que permanecía
después de que Apolo desató mis poderes.
Seth levanto sus pestañas, y vi la petulante y atrevida sonrisa un segundo antes de
que bajara su cabeza de nuevo. La punta de su lengua trazó la línea recta de doce
centímetros desde la parte inferior hasta la superior. No se detuvo ahí. Oh no, esos
diminutos lametazos siguieron las dos líneas onduladas alrededor de ella. Incluso
consiguió recordarme las alas en cada lado de la extraña cicatriz.
El calor se movió con rapidez a través de mis venas mientras besaba su camino
desde mi cicatriz, descubriendo áreas muy, muy sensibles. Gimiendo, empujé mis
manos sobre los cortos mechones de su cabello, encontrando los más largos para
curvar mis dedos a su alrededor. Mi espalda se arqueó, y posicionó sus caderas entre
mis piernas.
—Me diste estos —dijo—. Y son el regalo que mantienes entregándome.
Me reí. —Eres un pervertido.
—Sólo estoy diciendo la verdad. —Su boca se cerró sobre una punta y su lengua
hizo malvadas y deliciosas cosas—. El mejor maldito regalo de cumpleaños que he
conseguido jamás.
—Seth…
Se movió hacia arriba, rápidamente y con una sorprendente precisión. Su boca se
cerró sobre la mía, cortando mis palabras. No me quejaba, no cuando su lengua se
movió a lo largo de la mía. No cuando mi pecho estaba repentinamente aplastado
contra el suyo. Y definitivamente no cuando hizo esa cosa con su cadera, rodándolas
en el lugar perfecto que de verdad, de verdad me hacía querer pasar por alto la ruta
pintoresca e ir directamente a la tierra prometida.
Levanté mi pierna, enganchándola sobre él mientras levantaba mis caderas,
siguiendo su ejemplo. Seth gimió en mi boca, un sonido caliente y masculino que
envió apresuradamente un torrente de sensaciones palpitando a través de mi cuerpo.
Sus cadera se movieron contra las mías, y pensé que tal vez esta mañana, debido a que
era su cumpleaños, podríamos…
El despertador en la mesita de noche sonó, agudo y chirriante. Gritando que era
hora de levantarse y entrenar.
Seth levantó su boca y gimió. —Maldición.
Mi agarré en su cabello se apretó. —Podemos ignorarla.
—Eso me haría un muy mal entrenador si lo hacemos —respondió, sus labios
13 rosando los míos—. Y estoy tratando de ser un muy buen entrenador.
—Es tu cumpleaños —razoné—. Podemos comenzar tarde.
La palma de su mano rozo la punta de mi pecho. —No es una razón lo
suficientemente buena.
—Es lunes.
Se rió entre diente. —Josie.
—¿Qué? Es una maldita razón lo sufrientemente buena.
Me besó mientras halaba los tirantes de mi blusa hacia arriba. Fui oficialmente
silenciada. —Has mejorado en el último par de semanas, pero todavía tienes un
montón de trabajo por hacer.
Comencé a fruncir el ceño. —Vaya. Gracias.
Riendo, rodó fuera y pasó sus piernas sobre la cama, poniéndose de pie. Hizo esto
con tan poco esfuerzo y con tanta gracia que quise darle un puñetazo en la garganta.
—Levanta ese dulce trasero y alístate. Es tiempo de ponerse trabajar.
Tambaleándome fuera de la cama, me moví como un insignificantemente alto
Godzilla. —Sólo porque eres un Pollyanna, Sethie, no significa que puedes mandarme.
Me lanzó una mirada suave. —Apollyon, Joe. Repite después de mí. Apollyon.
Sonreí.
Sus ojos de estrecharon. —Me vuelves loco.
Pasando a su lado, miré sobre mi hombro mientras me dirigía al pequeño cuarto
de baño. —¿En el buen sentido?
—Estoy indeciso.
—Asno.
Los labios de Seth se curvaron hacia arriba en una esquina, haciéndolo parecer
francamente malvado. Era afortunado de que fuera su cumpleaños, así que iba a dejar
pasar toda la cosa de “Joe”. Abrí la puerta del baño.
—¿Josie?
—¿Qué? —Me giré, sorprendida al encontrarlo justo en frente de mí. Todavía no
podía creer cuán rápido y silenciosamente podía moverse.
—Yo… —Arrastró y luego levantó sus manos, apretando suavemente mis
mejillas. Me besó, y fue dulce y tierno, y tan poderoso—. Gracias por acordarte de mi
cumpleaños.
14 Y luego se había ido.
Fuera de la habitación y a la puerta de al lado, probablemente ya en la ducha,
mientras yo estaba aún de pie allí, mirando fijamente el punto donde había estado
parado, preguntándome si nadie nunca había recordado su cumpleaños antes.
O importado lo suficiente.
Este año, su cumpleaños sería diferente, sin embargo.
Capítulo 2
Seth
Traducido por Mae & Dee
Corregido por NataliCQ

F
ui un idiota al cambiar el pasar unas horas en la cama con Josie
por verla accidentalmente incendiar cosas cuando se suponía
que debía invocar al elemento aire.
Razón por la cual estábamos afuera, lejos de cualquiera de
los edificios, cerca del cementerio, a pesar de que todavía había un ligero frío en el aire.
Estábamos sólo a cincuenta aquí. El lugar nunca parecía estar tan
caliente. Afortunadamente, no comenzó a estallar lápidas y estatuas cercanas, porque
dudaba que eso le agradara a Marcus, el actual Director de la Universidad, que
tampoco era miembro de mi club de fans.

15 Y también era por eso que salir de la cama y entrenar era tan importante. Saber
cómo luchar en un combate cuerpo a cuerpo era importante, pero cuando se trataba de
enfrentarse a los Titanes, tenía que saber cómo utilizar y controlar sus habilidades de
semidiosa.
Además, Luke ayudó durante las sesiones de la tarde, y la primera vez —la última
vez— Josie había utilizado los poderes elementales alrededor de él, y accidentalmente
lo tiró contra una pared, malditamente cerca de atravesarla.
Divertidísimo.
Pero doloroso para él.
Josie me miró de reojo mientras caminaba junto a mí, dirigiéndonos al muñeco de
paja que Deacon estuvo demasiado contento en ayudar a crear. La cosa lucía como un
espantapájaros a la moda, vestido con una camisa polo y un sombrero de fieltro.
Ni idea de por qué tenía un sombrero de fieltro.
No pregunté.
Cruzando los brazos, esperé hasta que Josie pareció estar lista. Veinte horas más
tarde. No se sentía cómoda usando los elementos, por lo que se paseó mucho,
cambiando su peso, prácticamente haciendo malabares hasta que se calmó.
—Está en tu cabeza —le recordé—. Tienes todo este poder a tu alcance, pero es
necesario que lo comprendas plenamente.
—Lo comprendo.
—No, no lo haces.
Sus manos se cerraron en puños mientras me miraba. Sus ojos azules eran
vibrantes, muy parecidos a los de su padre cuando blanqueaba los irises, pero cuando
ella estaba frustrada o enojada, me recordaban al azul profundo del mar Egeo que
rodeaba las Cícladas.
Se veían así de oscuros cuando estaba excitada, también.
—Sé que tengo el poder —argumentó—. Duh.
Arqueé una ceja. —Sí, lo sabes, pero realmente no crees o confías en ti misma. Si
es así, no incendiarias cada maldita cosa cada vez que te excitas.
Sus mejillas enrojecieron. —¡No lo hago!
Sonreí.
—Eso fue como una o dos veces. —Levantó las manos—. Bueno, tal vez cuatro
16 veces. No lo hice esta mañana. —Una luz apareció en sus ojos—. Por otra parte, tal
vez eso simplemente significa que te estás aflojando.
—¿Es así? ¿Me estoy aflojando? —Me reí—. Nena, si hubieras estado más lista
esta mañana, todo el maldito dormitorio se hubiera incendiado.
Toda su cara se puso roja esta vez, pero esa chispa en sus ojos se convirtió en una
llama, y supe que su mente volvía a la cama, cuando estaba agradeciéndole por el
precioso regalo de sus pechos.
Josie parpadeó y murmuró—: Idiota.
—Tengo un nuevo apodo para ti.
—Oh. No puedo esperar para escuchar esto.
Bajando la barbilla, sonreí mientras me observaba. —Cada vez que estás cerca de
mí, te enciendes tanto, que voy a empezar a llamarte Resbala y Desliza.
Se atragantó con una risa ahogada. —Oh mi Dios, eso es terrible. Si alguna vez te
oigo decir eso de nuevo, te lastimaré, Seth. De verdad.
Riéndome, señalé al maniquí. —Toca el viento, Josie. Siéntelo recorrerte. Tú
puedes.
La nariz de Josie se arrugó y luego se concentró en el maniquí. Sus manos se
cerraron en puños de nuevo. Sus hombros se levantaron, y lo sentí entonces, la
pequeña ondulación de poder. Fluyó entre nosotros, recorriendo mi piel. El beso de
poder, de éter se elevó ligeramente y se sentía como salir al sol del verano.
Apretando la mandíbula, cambié mi postura mientras tomaba una respiración
profunda y constante, y me centré en Josie, sólo en ella, hasta que la atractiva onda de
poder se disipó.
Un rayo resonó arriba. Pesadas nubes oscuras se empezaron a formar. Levanté la
barbilla, suspirando cuando una gota de lluvia golpeó el puente de mi nariz.
—Suéltalo —murmuró, con los hombros caídos.
Fruncí los labios mientras observaba las nubes grises apartarse. —Tenemos suerte
—anuncié con sequedad—. No nos vamos a empapar esta vez.
—Cállate.
Mis labios se curvaron. —Inténtalo de nuevo.
Josie lo hizo. Un rayo resonó de nuevo. Incendió la silla que había sacado. El
muñeco empezó a arder en algún momento, pero luego el rápido chaparrón que
convocó apagó el fuego.
17 El sombrero era un desastre.
Finalmente, cerca de la hora del almuerzo, Josie lo consiguió. Llamó al elemento
aire, levantando el maniquí y sosteniéndolo allí durante varios minutos.
Cada vez que alcanzaba el éter, sentía el beso del poder y utilizaba cada onza de
control que tenía para ignorarlo. Estar cerca de puros había ayudado a construir un
poco de tolerancia a las menores demostraciones de poder. Y había experimentado
cosas más difíciles. Por ejemplo, la erección de esta mañana era una de ellas. Negar el
nivel al que Josie quería llevar nuestra relación era exactamente lo contrario de fácil,
incluso cuando quería... bueno, hacer lo correcto por ella. Concepto extraño y todo,
pero comportarme era difícil. Así que tenía esto controlado. Pero era cuando
trabajábamos con el akasha que casi no podía... no podía ignorar el atractivo.
No había nada más poderoso que eso, y cuando inundaba el aire, era como tocar
un rayo. Me llamaba, le cantaba a lo que existía dentro de mí, esta cosa que necesitaba
éter tanto como un daimon lo hacía. ¿Cuán jodido era eso? Saber que compartía algo
en común con los daimons era una de las cosas que me mantenían en vilo, mantenía
esta cosa dentro de mí encerrada.
Josie era la otra.
Una vez que el maniquí estuvo de nuevo en el suelo, le hice utilizar el elemento
del aire tres veces más, sólo para asegurarme de que no era un golpe de suerte. Con
ella, nunca se sabía.
Josie se volvió hacia mí, apartando un corto mechón de cabello rubio de su cara.
Una tentativa sonrisa apareció mientras rebotaba hacia donde yo estaba. —Creo que
finalmente controlo el elemento aire.
A decir verdad, no podría decir si finalmente tenía control sobre este o no, y no lo
sabría hasta que pudiera hacerlo varios días seguidos. Josie levantó la mirada hacia mí,
con ojos brillantes y esperanzados. No quería que se decepcionara.
—Sí —dije, inclinándome y presionando mis labios en su frente—. Lo hiciste muy
bien, Josie.
Estirándose, rodeó mi cuello con sus brazos y me dio un rápido abrazo, antes de
volver sobre sus pies.
Me quedé allí. La miré durante unos instantes. Como un acosador. A veces no
sabía qué hacer con ella. Podría ser susceptible. Los dioses sabían que tenía problemas
de límites. No tenía problema siendo... cariñoso, pero no estaba, bajo ninguna
circunstancia, acostumbrado a que alguien fuese cariñoso conmigo. Así no. Cuando en
realidad era genuino, no forzado por una razón u otra, y era más profundo que algo
físico.
18 A Josie le gustaba el afecto, las sonrisas y los toques, los besos suaves y la cercanía.
Me dejaba impresionado con todo eso.
A veces también me preguntaba qué estaba haciendo con ella, involucrándome en
una relación real, porque no era exactamente justo para ella. Hace un puñado de
meses, me hubiera reído ante la perspectiva de algo como esto, pero aquí estaba, en
una relación con la hija de Apolo.
Y además de todas aquellas terribles cosas que hice en mi pasado y mi problema
con el éter con el que todavía lidiaba, literalmente, no tenía futuro.
Ninguno.
Con el tiempo, una vez que el problema del Titán terminara y sobreviviera a eso,
volvería a hacer el jodido trabajo de los dioses, repartiendo Remediaciones. En otras
palabras, cazando y destruyendo a los que se habían puesto del lado de Ares contra el
centro Olímpico. ¿Y después de eso? Cuando muriera, mi alma pertenecería a Hades.
No había promesa del mañana y no había paraíso esperándome.
Así que hacer esto con Josie era egoísta. Injusto. Las probabilidades estaban en mi
contra, en contra de nosotros, y justo como sabía que Apolo finalmente aparecería en
el momento más inoportuno, ella iba a terminar herida por todo esto.
Pero, como dije, era egoísta.
No podía alejarme de Josie. Había tratado de ignorar lo que estaba sintiendo por
ella. Había intentado dejarla el día que la había traído aquí, a la Universidad, como me
habían ordenado hacer, y no había sido capaz de hacerlo. No sería capaz de hacerlo.
Sólo esperaba que ella no terminara pagando con creces por ello después.
A pesar de a donde mi cabeza se había ido, Josie me sonrió. —Tengo hambre.
Una leve sonrisa tiró de mis labios. —Por supuesto.
Josie golpeó mi brazo. —Imbécil.
Alejando los pensamientos oscuros, envolví mi brazo sobre sus hombros. —Ven.
Vamos a la cafetería.
—¿Podemos tomar algo de comida y llevarla de vuelta a mi habitación?
—Seguro. —Considerando que la cafetería se había vuelto más una zona de guerra
entre los mestizos y puros que un lugar para comer, no tenía ningún problema con eso.
Desde el primer nacimiento de un mestizo —el hijo de un puro y un mortal— la
raza mestiza fue subyugada por aquellos con venas de sangre pura. Era un jodido
19 sistema de castas, recordatorio de los tiempos de los antiguos griegos, donde los
destinos eran basados en si la sangre era o no considerada pura.
Hasta hace poco, los mestizos la tenían difícil, absolutamente sin ninguna opción.
La Orden de Razas que había estado vigente desde el comienzo los despojaba de sus
derechos y prohibía la mezcla de las dos razas. A los ocho, los mestizos habían sido
llevados ante un consejo de puros y se había determinado si se les daría el Elixir, un
suero creado por los dioses que le robaba al mestizo todo su libre albedrío, y sería
colocado en la servidumbre, o si irían a entrenamiento. Algunos creían que el
entrenamiento para convertirse en Centinela o Guardia era mejor que la servidumbre,
pero los Centinelas y Guardias tenían una vida notoriamente corta. La mayoría no
pasaban de los veinticinco, muriendo mientras cazaban daimons —puros y mestizos
que se habían vuelto adictos al éter— o vigilando a los puros.
Convertirse en Centinela no significaba que los mestizos tenían libre albedrío. Sólo
significaba que habían perseguido el menor de dos males.
Pero la regla de la Orden de Razas se había terminado e ido, como el Elixir. Los
mestizos tenían todos los derechos de los puros, y mientras que muchos puros habían
apoyado plenamente el cambio, algunos no estaban excesivamente encantados de que
ya no tuvieran acceso a mano de obra gratuita. Y también había mestizos que no
estaban dispuestos a dejar pasar miles de años de injusticia.
En realidad no podía culparlos por eso.
Algunos mestizos eligieron continuar el entrenamiento para convertirse en
Centinelas. Algunos abandonaron sus puestos. Otros se quedaron. E incluso había
algunos puros, como el santo Aiden St. Delphi, que se habían unido a la causa y ahora
estaban entrenando para convertirse en Centinelas.
El caos tenía la mala costumbre de acercarse sigilosamente a todos cuando menos
se esperaba, y aunque las cosas habían estado tranquilas el último par de días, dudaba
de que siguiera de esa manera.
En la cafetería, Josie evitó el pollo asado y la barra de ensaladas, corriendo a la
sección de alimentos fritos. Mi tipo de chica justo allí. Tomó una cesta de papas fritas
y yo fui por fajitas de pollo. Después de llenar las bebidas, nos dirigimos de nuevo al
dormitorio, y todo el tiempo, Josie sonrió de una manera que comenzó a preocuparme
que pudiera romper su rostro.
La miré mientras nos dirigíamos por el estrecho pasillo hacia nuestras
habitaciones. —¿Por qué estás sonriendo?
—Por nada —gruñó, caminando por delante de mí.
Moviendo las botellas debajo de mi brazo, me encontré sonriendo cuando mi
mirada cayó a su trasero con forma de corazón. Maldita sea. Hacía de los pantalones
20 de chándal estándar del Covenant algo por lo que soñar.
—No parece nada —contesté.
—A veces me gusta sonreír sin razón.
—Sonreír te da arrugas prematuras.
—Y tener cara de perra no. Sí. Lo sé. —Deteniéndose frente a la puerta de su
habitación, me miró—. O tal vez sólo estoy sonriendo porque me gusta estar cerca de
ti.
La miré fijamente.
Las comisuras de sus labios cayeron. —¿Demasiado?
Lentamente, sacudí la cabeza. —No. Nunca es demasiado.
Esa sonrisa volvió con toda su fuerza. —Bien. —Abrió la puerta y dijo—: Sólo
recuerda eso.
Mis cejas se levantaron mientras la seguía y luego me detuve en medio de la
puerta, mi mandíbula articulando mientras miraba la habitación.
—¡Sorpresa! —Uno… no, dos o tres voces gritaron al unísono, y creo que escuché
a Josie reír y decir—: ¡Feliz cumpleaños!
No podía dejar de mirar todos los… globos. Rojo. Blanco. Amarillo. Algunos
tenían forma de… ¿penes? Mi mirada se estrechó en uno rojo que tenía unas buenas
diez pulgadas de largo —sip— con bolas como base. Globos de pene. Mi mirada se
movió, y ahí estaba Deacon St. Delphi, el pequeño y definitivamente no tan santo
hermano de Aiden, debajo del globo de pene, sus rizos rubios cayendo por todas partes
y sus ojos plateados llenos de diversión.
—Estás atónito, ¿cierto? —dijo él, sonriendo—. Te lo dije, Luke. Los globos
sellaban el trato.
Luke estaba apoyado contra la pared, sus tobillos cruzados. —No tuve nada que
ver con los globos.
—Eso fue todo mío. —Llevando su pulgar a su pecho, Deacon sonrió con
orgullo—. Todo. Mío.
Josie colocó la cesta de papas fritas en una mesita junto a un pequeño sofá de dos
plazas en la sala de estar. Luego tomó mis fajitas de pollo y bebidas, colocándolas
junto a las papas fritas.
Sonrió débilmente. —Quizás, um, mencioné que era tu cumpleaños.
—¿De verdad? —murmuré.
21 —Pastel —intervino Deacon, saltando hacia la mesa de café—. Te conseguimos
un pastel.
—Tampoco tuve nada que ver con el pastel —anunció Luke, y cuando lo miré, se
encogió de hombros—. Prácticamente estoy aquí sólo para dar testimonio de tu
reacción.
No tenía palabras.
—No tienes idea de lo que tuve que hacer para conseguir que Libby hiciera este
pastel. Por cierto, Libby es una de nuestras impresionantes cocineras en la cafetería —
explicó Deacon—. Y creo que es un pastel realmente impresionante.
En ese momento, miré el pastel, realmente lo miré, y mis ojos se abrieron como
platos. —¿El Hombre Araña?
Josie bajó la barbilla, ocultando su sonrisa sin éxito.
—Parecía como que te gustaba el Hombre Araña.
Abrí la boca. Sip. No tenía palabras mientras miraba fijamente el pequeño y
redondo pastel. Libby debía entrar al negocio de hacer pasteles, pensé, porque era una
tremenda representación exacta del Hombre Araña, con mallas azules y cinchos.
—Solos iba a tratar de llegar, pero ha estado explorando durante toda la mañana
—dijo Josie, retorciendo sus manos—. Pero te desea un feliz cumpleaños.
Ahora estaba mirándola de nuevo, absolutamente… desconcertado, y no podía
creer que estaba realmente usando esa palabra, pero estaba sorprendido.
—Entonces vamos a comer pastel antes de que tengan cosas importantes que hacer
como entrenar, y tengo que ir a clase y pretender que presto atención —dijo Deacon,
volviéndose hacia el pastel. Junto a éste había platos.
Incluso consiguieron platos.
Globos de pene. Pastel del Hombre Araña. Y platos de plástico con las palabras
FELIZ CUMPLEAÑOS escritas en múltiples colores, colores que combinaban con el
pastel del Hombre Araña.
—Feliz cumpleaños, hombre. —Luke dio una palmada en mi hombro cuando
pasó junto a mí, hacia Deacon. Yendo detrás de él, rodeó con su brazo la delgada
cintura del puro y se inclinó, besando su cuello—. Quiero una parte del borde.
Deacon se enderezó, y con una sonrisa levantó su dedo meñique cubierto con
glaseado. Sosteniendo la mirada de Luke, chupó el glaseado blanco de su dedo,
haciendo que Luke se endurezca… en probablemente muchas áreas.
22
Alguien iba a tener suerte más tarde.
Un suave toque en mi brazo atrajo mi atención. Bajé la mirada y encontré a Josie
mirándome, mordisqueando su labio inferior. Me hizo pensar de mí haciendo lo
mismo, y eso envió una sacudida de conciencia directo a mi polla.
—¿Estás de acuerdo con esto? —preguntó, en voz baja—. Solo quería… ya sabes,
celebrar tu cumpleaños.
Parpadeé, saliendo de mi ensueño. Aún de pie junto a la puerta, no había dicho
más de dos palabras. Solo me había quedado ahí y mirado fijamente. Movimiento de
un completo imbécil.
—Yo… creo que es genial. Gracias. —Aclarando mi garganta, miré a los chicos y
hablé más fuerte. El alivio se dibujó en su rostro—. Gracias.
Luke asintió mientras daba un paso hacia un lado, un plato con una rebanada de
pastel en su mano.
Mientras Deacon trabajaba cortando el resto del pastel, caminé alrededor de Josie
y suavemente tiré de su cola de caballo. Cuando se inclinó hacia mí, la rodeé con mi
brazo y bajé mi boca a su oído. —Nadie ha… ha hecho esto por mí.
Josie se apartó, sus ojos buscando los míos. —¿Hecho qué? ¿Celebrar tu
cumpleaños?
Negué con la cabeza. —No. Esta… esta es la primera vez.
La tonalidad de sus ojos azules se profundizó y entonces se estiró, besando mi
mejilla. —Es el primero de muchos, Sethie. Acostúmbrate a ello.
Cerrando mis ojos, presioné mi frente contra un lado de la suya. Maldita sea.
Sabía tres cosas justo ahora. No merecía eso. No la merecía a ella. Y no tenía el
corazón para decirle que este cumpleaños probablemente sería nuestro primero y
último.

23
Capítulo 3
Josie
Traducido por Dee
Corregido por NataliCQ

A
l día siguiente, durante la tarde de entrenamiento —la hora de
convocar el aka— no podía dejar de pensar sobre lo que Seth
había dicho. Había sido lo mismo anoche. Lo miré, pensé en lo
que dijo, y sólo quise abrazarlo.
De acuerdo. Quería hacer otras cosas más divertidas que incluían más que
abrazos, e hicimos algunas de esas cosas, pero no esa cosa. Estaba empezando a
convencerme de que terminarían de rehacer las películas de Harry Potter antes de
echar un polvo.
De todos modos, no podía creerlo. ¿Nadie había celebrado su cumpleaños? ¿Ni
24 una sola persona, ni siquiera su madre? Era una madre de mierda. Había supuesto eso
de lo que me había dicho antes, ¿pero que ni siquiera celebraba un cumpleaños?
En cierto modo deseaba que la mujer estuviera viva para así poder matarla. Que
terrible persona. O pura. Lo que sea que hubiera sido, era una cruel de mierda. Incluso
con los problemas que mi propia madre tenía, ella había celebrado mi cumpleaños.
Quizás mamá no quería tenerme, pero me amaba, y al final, eso era todo lo que
importaba.
El entrenamiento no fue horrible. No como había sido al principio, cuando ni
siquiera podía dar un golpe correctamente. Ahora, sabía cómo caer, no sólo para evitar
lesiones, sino para ponerme de pie rápidamente. Sabía cómo bloquear golpes y
patadas, y había aprendido a lanzar bastantes yo misma.
Estaba muy cerca de convertirme en una tremenda semidiosa ninja asesina.
—Tienes que usar tu daga como si estuvieras preparada para matar a la persona a
la que estás apuñalando —dijo Seth desde la banda—. No como si quisieras empujarlo
con ella.
Mis ojos se estrecharon mientras lo miraba. Bien. Así que tal vez aún no era una
ninja asesina. Levanté la daga del Covenant, una muy afilada y mortal cuchilla hecha
de titanio y diseñada para rebanar y cortar, y apreté mi agarre en el mango. —No estoy
tratando de empujar el maniquí.
—Estás empujando el maniquí —confirmó Luke.
Estaba siendo atacada en grupo.
Seth revisó el muy realista maniquí y señaló con el dedo un corte superficial en lo
que era también muy similar a la piel. Ugh.
—Ésta herida aquí —dijo, refiriéndose al corte en el pecho del maniquí—. Ni
siquiera mataría a un mortal.
Fruncí el ceño. —Lo haría.
—Los derrumbaría, eso es seguro, pero no los mataría. —Luke maniobró el puñal
en su mano, capturándolo fácilmente. ¿No era simplemente especial?—. Ni siquiera
perforaría un pulmón.
Iba a tener que tomar su palabra en eso.
—Sabes cómo usar esta daga. —Seth levantó una mano, pasándola a través de su
cabello—. Te hemos enseñado todo lo que necesitas. Tienes el agarre correcto, la
posición correcta. Sabes dónde golpear para derribar a tu oponente. No hay ninguna
razón para que no uses la fuerza detrás de ello.
25 Empecé a discutir, pero mientras miraba todos los cortes en el maniquí, sabía que
tenía un punto. El pecho del maniquí estaba cubierto de raspadas y cortes, la mayoría,
si no todos, tan profundos como mi dedo. Esos cortes eran de Seth y Luke. Todas los
míos eran superficiales, arañazos en comparación.
Odiaba admitirlo, pero Seth tenía razón. La idea de matar a alguien a propósito
me horrorizaba. Quiero decir, pensar que podía hacerlo y desear poder hacerlo era
totalmente diferente a realmente hacerlo. Pero sólo porque algo me horrorizaba no
quería decir que cuando tuviera que hacerlo no podría.
Me protegería.
También protegería a los que amaba.
Al menos, eso era lo que seguía diciéndome.
Seth miró a Luke. —Vete y seguiremos otro día.
—Pero aún tenemos una hora —protesté.
—Lo sé —respondió, inclinando su cabeza hacia un lado—. Tú y yo no hemos
terminado.
Luciendo como si entendiera el mensaje, Luke asintió y mientras me pasaba,
palmeó mi hombro. —Los veo luego, chicos.
Cuando la puerta de la sala de entrenamiento se cerró detrás de él, tuve la
sensación de que venía un sermón.
Seth arqueó una ceja. —Luces como si acabaras de chupar algo amargo. No voy a
sermonearte.
Mis ojos se abrieron de golpe. —¿Seguro que no puedes leer mentes y sólo me
estás mintiendo?
Rió. —Todo lo que piensas o sientes simplemente está escrito en tu rostro. —
Acercándose, tomó la daga de mi mano—. Quiero que me veas hacer esto.
Había estado observándolo hacer esto durante semanas, pero me crucé de brazos y
lo observé.
Seth sostuvo mi mirada por un momento y luego se dio la vuelta. No hubo un
momento de vacilación. No como lo había conmigo, porque el maldito maniquí
parecía tan real. Se lanzó hacia adelante en una poderosa pierna y empujó la daga
profundamente en el esternón. Un disparo mortal en menos de dos segundos. Sin
pausa. Sin debilitar el golpe en el último momento.
Sacó la daga y me miró, su mirada ámbar seria. —Así es como lo haces, y sé que
eres plenamente consciente de cómo dar un golpe mortal.
26 —Lo soy.
Dando un paso hacia mí, bajó la barbilla. —Pero no lo estás haciendo. No lo has
hecho ni una vez sin fallar una y otra vez, e incluso entonces, eventualmente lo haces
debido a la frustración con Luke o conmigo.
Fruncí los labios. Quería discutir, pero una vez más, tenía razón. Y odiaba cuando
tenía razón, lo que era demasiado a menudo para mí.
—Hay algo que necesito saber, ¿sí?
Levanté la barbilla, sonriendo ligeramente. —Sí, eres una bestia sexy.
—Ya se eso —dijo secamente—. Pero eso no es lo que estoy preguntando.
Suspiré. —Bueno.
Sostuvo mi mirada. —¿Puedes hacer esto?
—Sí…
—No quiero que respondas a la pregunta todavía —interrumpió—. Quiero que
realmente pienses sobre ello y te preguntes si realmente puedes hacer esto. No luchar.
No utilizar los elementos. Pregúntate si estás lista para matar a alguien sin un segundo
de vacilación. Si estás lista para dar un golpe mortal antes de que tu oponente te lance
un golpe. Si estás lista para ser la agresora.
Esas preguntas me dejaron fría. Quería decir que podía hacerlo cuando lo
necesitara, ¿pero realmente? El maniquí se balanceó ligeramente frente a mí, hecho de
caucho y carne sintética. No estaba lista para decir sí, podría matar algo. Bueno,
además de animales con mi auto, y todavía me sentía terrible por todo eso, ¿pero a
propósito?
Pensé en Hyperion, y cerré los ojos. Pude haberlo matado. Fácilmente. Las cosas
que dijo e hizo… Aspiré una bocanada de aire y me estremecí. Ni siquiera necesitaba
tratar de recordar la frialdad de su aliento o la pesadez de su mano.
Sí. Pude haberlo matado.
¿Pero esto? ¿Matar personas… er, daimons o lo que sea activamente? Era
diferente. No se trataba de matar. Era quien necesitaba ser para sobrevivir. No podía
ser débil. Tenía que ser más fuerte que esto. Fuerte como los centinelas que veía todos
los días. Fuerte como me imaginaba que Alex había sido. O era. Todavía es.
Abrí los ojos. —Alex no tenía problemas matando cosas, ¿cierto?
Seth parpadeó y dio un paso atrás. Como un gran paso hacia atrás.
Mis ojos se ampliaron. No había querido preguntar eso en voz alta, y ni siquiera
sabía de dónde vino. De acuerdo. Sabía de dónde vino: mi boca, que al parecer estaba
27 conectada a esa profunda y oscura parte subconsciente de mí que no se callaba.
—Sí, um, puedo… Sí, no hice esa pregunta. —Mi rostro enrojeció, y me di la
vuelta a toda prisa, caminando hacia donde había dejado mi sudadera y agua.
No podía creer que había traído a Alex a una conversación como esta.
Seth nunca hablaba de Alex.
Por obvias razones, era un tema delicado. Entendía por qué. Seth y Alex tenían un
extraño pasado. Siendo que ambos eran Apolyons, estaban destinados a estar juntos,
diseñados de esa forma. Pero Alex amaba a Aiden, y yo… no estaba segura de cómo
se sentía Seth sobre Alex. Deacon lo había hecho sonar como si no hubiera sido tan
grave, pero Deacon no era Seth.
Deacon era el hermano menor de Aiden, así que tal vez sólo veía lo que quería ver
cuando se trataba de Alex y Seth.
El pasado de Seth estaba muy estrechamente enredado con el de Alex, y sabía que
le había hecho mucho a ella cuando estuvo trabajando con Ares, y que había estado
con ella cuando más lo necesitaba. Infiernos, había sacrificado todo por la felicidad de
Alex. Eso tenía que significar algo.
Lo que sabía a ciencia cierta era que Deacon había estado súper entusiasmado
desde la última semana o así. Debido a algún loco acuerdo con los dioses, Alex y
Aiden habían permanecido en el Tártaro durante seis meses, y ese tiempo casi
terminaba.
Alex y Aiden regresarían pronto.
Agachándome, levanté la sudadera y la tiré sobre mi cabeza. Agarré mi botella de
agua, buscando algo para cambiar de tema. Cualquier cosa sería buena en este punto.
—No lo hacía.
Me quedé inmóvil, presionando mis labios. Por supuesto que no. Según Deacon,
Alex era la más fantástica de todos los patea traseros.
—Ella nació y se crio prácticamente en este entorno excepto por un período de
tiempo. Alex es diferente a ti.
Mi estómago se retorció con una amarga quemadura. Ridículo, lo sabía, pero el
ácido recubriendo el interior de mi boca sabía a celos. Estúpidos, excesivos celos.
—Pero no fue fácil para ella, y tienen eso en común —añadió después de un
momento—. Sé que no le gustaba y que la agotaba. Acababa con ella.

28 Lentamente, me di la vuelta, apretando la botella a mi pecho.


Se había movido en silencio y estaba a sólo unos diez centímetros más o menos
lejos de mí. —Y antes… antes de que todo se fuera abajo, estaba hablando sobre ya no
querer ser una Centinela. A pesar de que eso era lo que siempre quiso ser. Estaba harta
de todo. El asesinato y las peleas.
No sabía qué decir. Ni siquiera sabía si había algo que pudiera decir sobre ello,
porque podía entenderlo. ¿Quién no estaría cansado de matar y pelear?
—No fue fácil para ella, Josie, pero lo hizo porque era su deber, lo hizo para
protegerse a sí misma y aquellos que le importaban. —Seth se estiró y tiró mi cola de
caballo debajo de mi sudadera. La puso sobre mi hombro—. No va a ser fácil para ti.
Lamí mis labios. —No crees que pueda hacer esto, ¿verdad?
Su mirada sostuvo la mía por un momento y luego sus pestañas bajaron,
protegiendo sus ojos. —Una de las cosas que más me gusta de ti, Josie, es que eres
muy mortal a pesar de qué y quién eres.
Un pequeño aleteo se extendió en mi pecho. —No estoy segura de si eso es un
cumplido o no.
—Lo es. —Bajando su cabeza, besó la comisura de mis labios—. Vamos.
Volvamos y tomemos algo de palomitas de maíz. Podemos ver una película antes de
que Deacon aparezca y nos obligue a ver otra temporada de Supernatural.
—Amo Supernatural.
Sonrió. —Amas a Dean Winchester.
—Culpable —murmuré, consciente de que Seth estaba evadiendo totalmente mi
pregunta, pero no presioné. Probablemente porque ya sabía la respuesta, lo que él
creía.
Y chico, eso era un infierno de des-motivación.
No dije nada cuando Seth colocó la daga en la pared, enganchándola en su lugar
entre las otras brillantes y mortales armas. Nos dirigimos al vestíbulo principal,
pasando a varios estudiantes que estaban caminando a una de las otras salas de
entrenamiento. No tenía ni idea de si eran puros o mestizos, pero estaban vestidos
como yo. Eran Centinelas en formación.
Apuesto a que no tenían ningún problema con matar cosas.
El sol de la tarde calentaba el aire, pero aún no era como las temperaturas en
Missouri o Virginia en mayo. Dudaba de que alguna vez se pusiera realmente caliente
aquí, y era francamente frío bajo la sombra de las instalaciones de las salas de
entrenamiento.
29 Caminando junto a Seth, hice todo lo posible por ignorar las miradas enviadas en
nuestra dirección. La mayoría de las personas aquí todavía pensaban que era una
mortal. Por alguna razón, no podían sentirme como lo hacían unos con otros.
Imaginaba que era algo que Apolo había hecho o tal vez era porque era una semidiosa.
No es que Apolo me hubiera dicho. De cualquier manera, todos miraban a Seth.
Todos. Todo el tiempo.
Era molesto.
Le eché un vistazo. La sonrisa aún estaba en sus labios. Sip, sabía que todos
estaban mirándolo. En lugar de centrarme en eso, pensé en lo que habíamos hablado la
noche anterior. Últimamente, Seth tenía este hábito de hacerme extrañas preguntas
hipotéticas. ¿Qué estaría haciendo si Apolo no fuera mi padre? Respuesta fácil.
Todavía estaría en Radford estudiando psicología. Había preguntado a dónde iría si no
tuviera que estar aquí, como qué lugares visitaría. Eso me tomó más para responder,
porque realmente quería pensar en ello. Finalmente había terminado eligiendo
Escocia, porque estaba fascinada con la historia del país. Cada vez que trataba de
hacerle las mismas preguntas, terminaba siendo interrumpida antes de que pudiera, o
terminábamos siendo interrumpidos.
—Tengo una pregunta para ti —dije.
—Probablemente tengo una respuesta para ti.
Sonreí. —Así que, si pudieras ir a cualquier parte del mundo, ¿a dónde irías?
Levantó sus cejas en mi dirección. —¿De verdad?
—Sí. —Me reí—. Sabes que iría a Escocia…
—Sé que te tomó casi quince minutos responder a esa pregunta.
—Cállate y responde mi pregunta.
—No estoy seguro de cómo puedo hacer ambas cosas.
Rodé los ojos. —Seth.
Sonrió con esa sexy y exasperante sonrisa. —Creo que iría… a mi hogar en las
Islas Cícladas, a Andros. No he estado allí desde que me fui. —Hizo una pausa—. Me
pregunto si incluso hay alguien realmente allí. No vivía mucha gente cuando estaba
allí. No era una isla muy poblada.
Si me hubiera dicho que era en secreto un gran fan de One Direction, no hubiera
estado tan sorprendida por su respuesta. Basada en cuan dura había sido su infancia,
no podía imaginarlo queriendo volver ahí. —¿Por qué allí?
Se encogió de hombros. —No lo sé. Sólo quiero verla. Es un poco difícil de
30 explicar.
Lo pensé por un momento y me preguntaba si tenía que ver con poner fin a los
demonios de su pasado. —¿Querrías…?
Un grito de sorpresa me cortó, fuerte y duro. Mientras mi corazón tartamudeaba
un latido, un horrible sonido de crujido atravesó el patio, un chasquido que resonó a
través de las estatuas de mármol. Un grito, alto y agudo, le siguió. Luego otro. Me di
la vuelta al mismo tiempo que Seth se puso delante de mí, escudándome de lo que sea
que estuviera ocurriendo.
Pero era demasiado tarde.
Lo vi.
—Malditos dioses —murmuró Seth.
Horrorizada, lancé mi mano a mi boca y di un paso atrás, parpadeando. Pensé que
era una alucinación lo que estaba viendo, pero no lo era. Era real.
Un cuerpo colgaba en el aire, justo frente a las instalaciones de entrenamiento,
donde Seth y yo acabábamos de salir. Las piernas cubiertas de mezclilla colgaban
mientras se balanceaban adelante y atrás. Una cadena de algún tipo estaba alrededor
del cuello que estaba inclinado en un ángulo antinatural.
Alguien se había ahorcado.
Oh mi Dios, no. Mi mirada se concentró en el pecho. No. Alguien no se había
ahorcado. Había sido ahorcado.
En su pecho había un pedazo de papel, un pedazo de papel de cuaderno que había
sido apuñalado en su pecho con algún tipo de cuchillo. Las palabras eran fáciles de
leer, incluso con el rojo empapando el estómago, y difíciles de olvidar.
NO HAY MESTIZOS LIBRES.

31
Capítulo 4
Josie
Traducido por Dee
Corregido por Koté

U na pequeña multitud se reunió rápidamente, sus rostros borrosos.


Náuseas retorcieron mis entrañas y tuve que apartar la mirada. El
cuerpo —la persona— no podía haber sido mayor que yo, tal vez más
joven. No iba a olvidar su rostro. La mandíbula floja. La palidez
espectral. Los ojos azules abiertos y ciegos.

—Esto está muy mal —dijo una chica, con voz temblorosa—. Esto está muy
jodido.

Otra chica habló. —Oh mi Dios, es Brandon. —Se abrió paso entre el grupo de
32 personas. Lágrimas llenaban sus ojos—. Alguien bájelo. Por favor. —Se giró por la
cintura, hacia un chico en la multitud—. ¿Por qué nadie lo baja?

Pero Seth ya estaba moviéndose.

Su rostro blanco y sepulcral, carente de toda emoción, se adelantó, y con increíble


delicadeza envolvió un brazo alrededor de las piernas, sosteniendo al pobre chico. Seth
levantó su brazo izquierdo, y luz ámbar bailó sobre sus nudillos. El flujo de energía
pura golpeó el centro de la cadena, cortándola por la mitad.

Seth atrapó el cuerpo y lo bajó al sendero de mármol. Sin decir una palabra, se
levantó. Un músculo se apretó a lo largo de su mandíbula mientras estudiaba el techo
de las instalaciones de entrenamiento. No había nadie ahí ahora, pero cada persona
aquí, en este campus, era súper rápida. Podrían haber arrojado al chico del borde y
estado fuera de la vista antes de que el… el cuello se rompiera.

Si eso era lo que había matado a este chico. El cuchillo en el pecho podría haber
hecho el trabajo. La bilis se alzó en mi garganta y amenazó con salir.
—¿Qué demonios?

Me volví hacia el sonido de la voz de Solos. Atajó a través de la multitud, sus


pasos desacelerando cuando vio el cuerpo en el suelo. La piel rojiza alrededor de la
dentada cicatriz en su rostro palideció.

—Dioses —gruñó, bajando la mirada.

—Alguien lo colgó —dijo Seth, su voz plana.

La primera chica que habló dio un paso hacia delante, sus ojos violetas abiertos de
par en par. —O alguien usó una compulsión en él. Lo hizo hacerlo.

Un murmullo se elevó entre el pequeño grupo, y esa horrible bilis en la parte


posterior de mi garganta estaba aún más cerca de salir. ¿Una compulsión? Buen Dios,
ni siquiera podía imaginar por qué alguien querría obligar a otra persona a hacer algo
tan atroz. Pero los puros tenían esa habilidad. Seth la tenía. Los dioses también tenían
la habilidad. Podrían hacer que un mestizo o un mortal hicieran lo que quisieran. Lo
había visto con mis propios ojos. Incluso ahorcarse. O apuñalarse. Ese tipo de poder
era aterrador.

Perturbador.

—De cualquier forma, quien hizo esto se ha ido. —Seth me miró. Nuestras
33 miradas se conectaron por un momento y luego se volvió hacia el cuerpo. Le dijo algo
a Solos, pero fue demasiado bajo para que escuchara.

Solos se hizo a un lado, enfrentando al grupo. —Muy bien, necesito que todos se
muevan. Vayan a sus clases o a donde tengan que ir, pero no tienen que estar aquí.

—Sí, porque es una escena del crimen. —El chico alto y fornido estaba vestido
como yo, con la ropa de deporte del Covenant. Apostaba a que era un mestizo—. ¿O a
ustedes simplemente no les importa, porque es un mestizo?

—Considerando que soy un mestizo, me importa. —Solos cambió su postura.


Guardias aparecieron, vestidos todos de blanco, diferente al uniforme negro de los
Centinelas—. Sabes eso, Colin.

Seth se volvió de nuevo hacia el cuerpo y luego sacó la camisa por su cabeza,
dejándolo en una playera de mangas cortas. Se detuvo más cerca del cuerpo,
cuidadosamente, respetuosamente, colocando la camisa sobre el rostro del hombre.
Aparté la mirada de nuevo, presionando mis labios. Esto estaba mal, tan mal que
la palabra “mal” ni siquiera lo cubría. Este chico era un extraño para mí, pero mi
corazón dolía y estaba enferma por las implicaciones, por lo que estaba justo en
nuestros rostros.

Lo mataron simplemente porque era un mestizo.

Esto no estaba ni remotamente bien.

—Quizás te importe, pero sabes muy bien que más de la mitad de las personas en
esta maldita escuela no dan dos mierdas sobre lo que ha estado ocurriendo. A ellos no
les importará cuando los dioses comiencen a asesinarnos —el chico llamado Colin lo
desafió—. A ellos nunca les importó.

—Tiene razón —dijo una voz desde el fondo de la multitud. Una mujer—. Sabes
lo que pasó con Felecia hace dos días.

No sabía quién era Felecia o lo que le pasó.

La mandíbula de Solos se endureció. —Están averiguando. Ellos…

—Un puro usó una compulsión con ella, la violó, y luego la dejó ahí —Colin
regresó, la ira engrosando su voz—. ¿Y qué ha pasado? Absolutamente ni una mierda.
34 Oh Dios mío. De verdad iba a vomitar.

—¿Y qué? A nadie le importa, y Felecia es una puta. Así que lo que sea.

Di un respingo con incredulidad, y Seth se volvió hacia la multitud. Los guardias


vestidos de blanco se pusieron rígidos.

Varios estudiantes se hicieron a un lado, revelando a un tipo alto y rubio. Alguien


murmuró—: No acabas de decir eso.

Él se encogió de hombros. —¿Qué? —La burla goteaba de su tono estirado—.


Saben lo que dicen. El único mestizo bueno es uno drogado o muerto.

Seth explotó.

Sucedió tan rápido.


Seth voló a través del sendero, alcanzando al chico antes de que tomara mi
próximo aliento. Agarró el cuello del rubio, que asumía era un puro, y lo levantó. La
ropa se rasgó.

—Ni siquiera voy a pedirte que repitas eso.

El rubio palideció un segundo antes de que Seth inclinara su brazo hacia atrás y
aterrizara un golpe que sacudió su cabeza. Las manos del rubio arañaron
frenéticamente el brazo de Seth, tratando de liberarse, pero eso no iba a suceder.

En un puñado de segundos, la multitud se dispersó, dándole a Seth, el Apolyon,


espacio. Los guardias ni siquiera hicieron un intento por detenerlo.

—Seth —advirtió Solos en voz baja, dando un paso hacia él, pero sin acercarse.

—Pero puedo ver en tus ojos que realmente lo crees. —La mano libre de Seth se
cerró en un puño de nuevo—. ¿Y sabes qué, imbécil? Puedes ser un puro, y pudieron
haber reglas una vez hace mucho tiempo que protegían tu culo, pero esas reglas nunca
se aplicaron a mí y a lo que puedo hacerte.

Me tensé, congelada en donde estaba.

—Y aún no lo hacen —agregó Seth.


35 Otro golpe aterrizó, un golpe que hubiera hecho añicos la mandíbula de un mortal.
El labio del rubio se partió y la sangre voló mientras su cabeza caía hacia atrás. Seth
movió su brazo hacia atrás de nuevo.

Solos se acercó más. —Es suficiente, Seth.

No escuchó, y por un momento temí que no lo haría hasta que fuera demasiado
tarde.

Saltando hacia adelante, salí de mi estupor, corriendo más allá de Solos,


alcanzando a Seth. Agarrando su bíceps con las dos manos, lo sostuve. —Seth. Es
suficiente. Déjalo ir.

Un latido pasó, y pensé que iba a ignorarme y romper el cráneo del chico, y
mientras que una parte de mí estaba de acuerdo con eso, no podía dejar que Seth lo
hiciera.

Lentamente, bajó su brazo y dejó ir al puro. El chico cayó al suelo con un carnoso
golpe cuando aterrizó en un montón.
Bien. De acuerdo. Seth lo dejó ir.

Con el pecho subiendo bruscamente, Seth se dio la vuelta. Nuestras miradas se


encontraron, y respiré profundamente. El tono ámbar de sus ojos era brillante y afilado
como una mañana de invierno. Bajó la mirada en mi dirección, pero no estaba incluso
segura de que me veía. Un temblor bajó por mi columna vertebral mientras soltaba su
brazo.

Era como mirar los ojos de un extraño.

Seth
Moría por una pelea. Una real. No golpear a algún puro idiota. Eso no enfriaba el
fuego en mi sangre. Quería una pelea real.

—¿Vas a sentarte, o mantendrás el ritmo hasta que quemes una pista en los pisos
de madera?

Desgraciadamente, ya que estaba en la oficina del decano del Covenant, no habría


lucha.

Volviéndome hacia donde Marcus Andros estaba sentado detrás de un enorme


escritorio de caoba, no me perdí al alto y por siempre silencioso Centinela de pie
directamente a su derecha.
36
Alexander.

El hombre por quien fue llamada Alex después. Su padre. Un jodido Centinela
con quien ni siquiera yo me metía. Él no hablaba, porque el puto Consejo que ya no
existía había cortado su lengua hace años.

Crucé mis brazos. —¿Qué estás haciendo sobre lo que está pasando aquí?

—Nada. Imaginé que era el mejor curso de acción —respondió graciosamente—.


Dejar que se maten entre ellos.

—Eso es lo que me parece. —Mantuve un ojo vigilante sobre Alexander—. Lo que


pasó hoy no es un acontecimiento aislado. Desde que aparecí aquí, han estado sobre
sus cuellos. Peleas… puros quemando mestizos. ¿Usando compulsiones?

Se levantó del asiento. —Sé lo que ha ocurrido en mi campus, Seth. ¿Crees que
estoy bien con eso? ¿Que no he estado dedicando todos los recursos extra que tenemos
para mantener las cosas en calma aquí? —Caminó alrededor del escritorio y se detuvo
frente a mí. Alexander se movió junto con él—. En caso de que lo hayas olvidado,
tengo a más de la mitad de mis Centinelas y Guardias salvaguardando el Covenant
contra la posibilidad de sombras o Titanes. Sabes muy bien que las cosas han estado en
silencio en lo que a ellos respecta, pero eso no durará mucho tiempo.

Por supuesto que lo sabía. Esa mierda me mantenía despierto durante la noche,
pero eso no era lo que me hacía querer partir a alguien en dos. —¿Qué pasa con esta
chica, Felecia? ¿Qué pasa con los cabrones que le hicieron eso?

Marcus exhaló pesadamente mientras volvía su mirada hacia la ventana que daba
al patio. —No sabemos quién fue el responsable. Estaba bajo una compulsión. No
tiene ningún recuerdo de quién lo hizo.

—Entonces castren a todos los malditos puros en el campus.

Su mirada se movió rápidamente a la mía.

Alexander sonrió, al parecer, aprobando mi sugerencia.

—¿Crees que no quiero? —La voz de Marcus era baja, su calma mortal—. Lo que
se le hizo a esa chica es más allá de reprobable. Y estamos haciendo todo lo posible por
realizar un seguimiento de dónde estaba y quién podría haberla visto. Si alguien sabe
algo, no están hablando, ya sea porque eligieron no hacerlo o porque tienen miedo.
37 Mi mandíbula trabajó. Hoy fue la primera vez que había oído hablar de la chica y
lo que le había pasado, y sabía —mierda, sabía— que no era la primera y no sería la
última. Me hizo pensar en lo que le habían hecho a… a Alex cuando estuvimos en el
Consejo en las Catskills. Su bebida había estado drogada, y bueno, había sido un idiota
de mierda que no había exactamente ayudado con ello.

Marcus se dio la vuelta y tomó una taza. Imaginaba que había algo de licor fuerte
en esa taza marrón. —Pudiste haber matado a ese chico, Seth.

Arqueé una ceja, preguntándome si la expresión en mi rostro decía que no tenía


nada de culpa, porque eso era exactamente lo que sentía por matar a esa mierda.

Bajó la taza. —Y puedo decir que de verdad no te importa. —Suspirando, colocó


la taza sobre la mesa—. Con todo lo que está pasando en este momento, lo último que
necesito es preocuparme por ti.

—No necesitas preocuparte por mí.


Alexander inclinó su cabeza hacia un lado y levantó sus cejas. Sin decir nada, toda
su expresión gritaba: oh, ¿en serio?

—Es algo difícil no preocuparme por ti, Seth. —Marcus se sentó detrás de su
escritorio—. Y sabes muy bien por qué.

Reí en voz baja mientras bajaba la barbilla. Para Marcus —demonios, para todo el
mundo aquí— yo era un cañón cargado. Sólo estaban esperando a que explotara.

La puerta se abrió detrás de mí, y un mini-ejército de Guardias entró, manteniendo


su distancia mientras se dirigían a donde Marcus esperaba.

No necesitaba que se me dijera que era hora de que me fuera. Marcus simplemente
toleraba mi trasero, y lo que estaba pasando aquí entre los mestizos y puros no era algo
en lo que quería que me entrometiera.

No significaba que no me entrometería si era necesario.

Salí de su oficina, a la amplia sala donde Guardias estaban de pie como centinelas,
luego bajé el millón de escalones que tenía que subir para llegar a su oficina. De ahí,
perdí el tiempo mirando las paredes que rodeaban la universidad. La noche había
caído, y las paredes exteriores estaban bien protegidas. Por ahora. Pero sombras
habían conseguido entrar una vez antes. Lo harían de nuevo.
38 Mi estómago vacío se quejó. Me perdí la cena, pero no estaba de ánimo para
comida real. Pensando en los restos del pastel de cumpleaños en la habitación de Josie,
me dirigí en esa dirección. En mi camino de regreso al dormitorio, casi recorrí el
mismo camino que Josie y yo hicimos antes, evitando entrar en las instalaciones de
entrenamiento, pero caminando alrededor de ellas en su lugar.

El sitio donde había puesto el cuerpo estaba limpio. El maldito mármol impecable.
Sin señales de que algo había sucedido a excepción de una sola rosa roja que se
encontraba allí.

Un monumento.

Una rosa de mierda.

Antes de darme cuenta, había dejado de caminar y estaba mirando la rosa recién
cortada. La cosa estaría muerta en algunos días, ¿pero habría más flores? ¿Cómo
hacían los mortales en la escena de una muerte?
Malditos puros. Cualquier persona con dos células del cerebro trabajando sabía
que habría problemas una vez que la Orden de las Razas fuera abolida, ¿pero esto?
Esto era… Sí, no había palabras. ¿Y lo que le pasó a esa chica?

No había estado bromeando cuando había sugerido castrar a cada maldito puro.

—Enfermo, ¿cierto?

Levantando la cabeza, me di la vuelta y me quedé boquiabierto.

Un ninfo se apoyaba en la estatua de mármol de Hera, una pierna doblada sobre la


otra. El mismo ninfo que había estado fuera de casa de los abuelos de Josie. Todavía
llevaba los mismos pantalones, y estaba casi seguro de que su bonito pecho brillaba
bajo la luna.

—¿Estás perdido o algo así? —pregunté—. Los bosques están por encima del
muro.

Sus ojos rasgados se centraron en mí. —Sé dónde estoy. ¿Tú?

—Uh. —Hice una pausa—. Sí, ni siquiera sé cómo responder a eso.

Se apartó de la estatua, y en un abrir y cerrar de ojos estaba arrodillado en donde


el cuerpo había sido puesto. —Por miles de años, mortales e inmortales han tratado de
39 matar a otros que creen que no son como ellos. Incluso cuando la misma sangre cruza
a través de los casi idénticos huesos y tejidos. —Su cabeza se inclinó a un lado
mientras miraba la rosa—. Nunca fue sólo un problema mortal, sabes. Ellos
aprendieron de nosotros. A amar. Y a odiar.

Mis cejas se elevaron hasta mi frente.

—Te enojó, la muerte de este mestizo. —Estiró un brazo delgado y pasó la punta
del dedo de su mano a lo largo del tallo verde. Un segundo más tarde, todo un maldito
grupo de rosas apareció. El ninfo se levantó y me miró por encima del hombro—. La
violencia genera violencia.

—Estoy bastante seguro de que Martin Luther King Jr. dijo eso.

—Palabras sabias de un hombre sabio —respondió, enfrentándome—. La


violencia se enciende y se convierte en un amargo e infeccioso tipo de odio, Apolyon.
Se propaga como un cáncer, uno que sólo puede ser eliminado. Muchos aquí y en el
mundo se ven afectados por ello, y estos puros responsables… bueno, algunos pueden
ser un caso perdido.
No era una sorpresa.

—Ya tienes esa enfermedad.

Parpadeé.

—Te está comiendo por dentro, cada vez más y más cerca de tu alma. Estás
caminando una fina línea, donde llegarás a áreas que no están sombreadas en gris.
Estamos observándote. —Levantó la barbilla—. Ellos están observándote.

Tampoco era una gran sorpresa.

El ninfo alzó la vista hacia el cielo de ónix cubierto de estrellas. —Los Titanes no
son los únicos seres de los que se preocupan. Lo que hay dentro de ti debe ser
eliminado, Dios Asesino.

¿Dios Asesino? ¿Qué demonios?

No era el Dios Asesino. Alex se había convertido en eso, o quizá todavía era eso.
No tenía ni idea de si aún era un Apolyon o un Dios Asesino ahora que había muerto
una muerte mortal y se había convertido en una semidiosa. No era como si el correo o
los teléfonos celulares existieran en el Tártaro, así que no podía llamarla y preguntarle.
Por otra parte, no podía imaginarme hablando con ella si pudiera.
40 Me quedé mirando al ninfo. —¿Qué significa…?

Puf. Eso fue todo. El ninfo se había ido, y bueno, eso era raro como la mierda.
Obviamente una advertencia, una advertencia muy rara.

Las rosas eran un toque agradable, sin embargo.

Negué con la cabeza mientras giraba y empezaba a caminar, tratando de alejar las
palabras y la aparición del ninfo, pero era muy difícil. Maldita sea, casi imposible.

Deteniéndome delante de la puerta de Josie, bajé la mirada a mi mano derecha.


No había una marca en mis nudillos. Nada. Estaba aproximadamente un 99% seguro
de que había roto la mandíbula del puro, y mi mano no estaba ni siquiera hinchada.

Y también estaba 99% seguro de que lo hubiera matado si Josie no me hubiera


detenido.

Mi mirada se centró en su puerta cerrada. Sabía que estaba allí, pero me alejé de la
puerta.
Puedo decir que de verdad no te importa.

Las palabras de Marcus se reprodujeron en mi cabeza. No sabía si él tenía razón o


no. Si me hubiera importado si mataba al puro o no.

Y sabía lo que eso decía sobre mí.

41
Capítulo 5
Josie
Traducido por Anna
Corregido por Koté

—S abes, he hecho un montón de cosas raras, cosas sobre las que


probablemente no quieres oír —dijo Deacon, entrecerrando los
ojos hacia la entrada de la biblioteca—. Pero asechar a una
bibliotecaria es bastante raro.

Lo miré. —¿Tan raro como hacerlo con mi padre?

Sus ojos se estrecharon. —Bien. Esa es una de esas cosas raras sobre las que
probablemente no quieres saber.

42 Resoplé como un cerdito. Eso era tan cierto. —Apolo dijo que debería hablar con
la bibliotecaria de aquí, y estoy suponiendo que se refería a la verdaderamente extraña
mujer que encontré dentro ese día. No la he visto desde entonces, y ninguno de los
otros miembros del personal sabe de quién estoy hablando.

Deacon apartó uno de los risos de su frente mientras comenzaba a subir los
empinados escalones. —¿Cómo luce ella, otra vez?

—Es realmente alta, tan alta como Seth, y esbelta. Tenía un muy rizado y rubio
cabello echado hacia atrás. —Me detuve, respirando con dificultad mientras subía los
escalones. Jesús. Todo el entrenamiento, y estos escalones todavía eran asesinos—.
Estaba llevando enormes gafas de sol, lo cual pensé que era súper extraño, ya sabes,
estando dentro. De todos modos, no podía ver la mayor parte de su cara.

—Ajá. Eso no suena como una bibliotecaria normal. Entonces otra vez, realmente
no conozco cómo luce una bibliotecaria normal. —Deacon alcanzó la cima y me
esperó—. Ya sabes, los mestizos siempre se vuelven locos alrededor de las librerías del
Covenant.
—Seth dijo algo como eso.

Seth.

Ugh.

No se había aparecido en mi habitación anoche, lo cual no era la gran cosa, pero


después de lo que pasó ayer con el mestizo y luego el puro, estaba… estaba preocupada
por Seth. Por la forma en que me había mirado como si ni siquiera me hubiera visto
parada allí. Había una frialdad en sus ojos, no necesariamente dirigida a mí, pero aun
así inquietante. Ese no había sido Seth.

Deacon dio un paso delante de mí y abrió la pesada puerta plateada de titanio. La


cantidad de dinero que habían gastado para construir este lugar tenía que haber sido
astronómica.

—Luke odia este lugar. Es tan raro que se le ponga la piel de gallina en estos
edificios. Era igual en la Isla Deity —explicó mientras entrabamos en la biblioteca—.
Sea lo sea, los mestizos sienten algo... alrededor de estos lugares.

Inhalé profundamente, amando el húmedo olor de los libros. Tan lejos como mis
ojos alcanzaban a ver, había enormes estanterías abarrotadas del piso al techo. Entre
ellas había candelabros que probablemente costaban más de lo que un título de cuatro
años lo haría.
43
—Me pregunto por qué ellos lo hacen, pero ustedes no. —Nos dirigimos a través
de la primera fila. Todo lo que podíamos hacer era vagar sin rumbo hasta la cena,
esperando encontrarnos con la misteriosa bibliotecaria—. Todos ustedes tienen
más éter.

Deacon se encogió de hombros mientras metía las manos en los bolsillos de sus
pantalones. —Es la misma cosa con ellos siendo capaces de ver a través del glamur de
los daimons. Para nosotros, los puros, ellos lucen normales. ¿Pero para los mestizos?
Los daimons lucen como realmente lo hacen, lo cual es algo sacado de una maldita
película de terror. —Hizo una pausa—. Ahora que eres una completa semidiosa, me
pregunto si puedes ver a través del glamur de los daimons.

Arrugué mi nariz. —¿Es cobarde de mi parte esperar nunca averiguarlo?

—No. —Se rió mientras me golpeaba con su hombro—. Te hace cuerda.


Me alivió que no creyera que fuera una gran cobarde, vagamos por las estanterías,
pasando varios estudiantes agrupados en las largas mesas, sus cabezas inclinadas
sobres sus libros de texto.

Suspiré.

Extrañaba la escuela un poco.

Y realmente extrañaba a mi vieja compañera de cuarto, quien había cambiado


para ser una furia. Erin había sufrido un horrible daño por Hyperion, y Apolo, mi
padre, dijo que estaba sanando en el Olimpo. Me había dicho que estaba bien, pero
necesitaba ver eso por mí misma.

Nos acercamos a la parte trasera de la biblioteca, y hacia algún lugar en una


sección llena de libros que estaba bastante segura que estaban todos escritos en griego,
las temperaturas disminuyeron significativamente. Incluso en mi suéter, la piel de
gallina se esparció por mis brazos. —¿Ustedes conocían al… al mestizo que fue
asesinado ayer?

Sacudió la cabeza mientras íbamos hacia la izquierda, pasando una gran cantidad
de puertas cerradas. —No. Había escuchado que era un Centinela. Se suponía que se
graduaría este semestre. Luke conoce a uno de sus amigos. Dijo que iba a transferirse a
Las Vegas después de esto, para trabajar cerca de una comunidad de puros.
44 —Eso es tan triste. —Crucé los brazos sobre mi pecho—. Y tan malditamente
erróneo. No puedo siquiera imaginarlo.

—Sí —dijo con una exhalación—. Tuvo que ser una compulsión. No hay otra
forma de que un puro pudiera haber conseguido una ventaja sobre alguien que era
prácticamente un Centinela en completa formación. Ni siquiera un puro que realmente
sepa cómo manejar un elemento.

—Es sólo que no lo comprendo, y ni siquiera es porque no manejo las políticas de


por aquí. —Expliqué, levantando la mirada hacia las escaleras de hierro en forma de
espiral que llevaban al segundo nivel—. Hemos tenido los mismos problemas en el…
um, mundo mortal. Todavía los tenemos, y ni siquiera los entendía entonces. Cómo
puede la gente odiar tan profundamente a alguien más por diferencias superficiales
tanto como para lastimarlos y matarlos.

Deacon estaba en silencio mientras subíamos la escalera. Cuando alcanzamos la


parte superior, sus labios estaban fruncidos. —Siempre ha sido así para nuestra
especie. Por probablemente jodidos eones, los puros han tratado a los mestizos como
mierda.
Un bibliotecario nos pasó apresuradamente, disparándole a Deacon una mirada
desagradable.

Él sonrió mientras hacía un gesto con su dedo medio, haciéndome sonreír. —


Estoy un poco sorprendido de que los mestizos no se estén rebelando.

—Aún —susurré, escaneando las filas aquí arriba—. No podría culparlos si lo


hicieran.

—Nop —Sus manos volvieron a entrar en sus bolsillos—. Hace dos años, Luke
podría haber sido puesto bajo el Elixir o asesinado si se enteraban que estaba en una
relación con un puro. ¿Y sabes que me habría pasado a mí?

Negué con la cabeza.

—Habría conseguido un giño, un giño y tal vez un palmada en una mano. —Sus
labios se fruncieron—. Eso es todo. Ellos probablemente habrían matado a Luke y en
secreto me aplaudirían por seguir con la ayuda.

Mi estómago se revolvió. —Eso es horrible.

Deacon asintió lentamente. —¿Sabes qué es incluso más horrible? Que esa
mentalidad no ha cambiado, Josie. No después de lo que pasó con Ares o lo que está
pasando ahora con los Titanes. El fanatismo es literalmente el Twinkie 1 de las
45 emociones humanas. La mierda sobrevivirá al apocalipsis.

Me estremecí, porque lo terrorífico sobre lo que dijo era, que probablemente estaba
en lo cierto.

***

Estaba hambrienta.

La noche había caído y Seth estaba actualmente PEA. Bien, no estaba


precisamente Perdido En Acción. Durante el entrenamiento, había dicho que
probablemente llegaría tarde debido a que iba a hacer algo de patrullaje a las afueras
con Solos. No tenía idea de qué estaba patrullando ya que en realidad no había nada
allí afuera excepto árboles.

Y más árboles.

1
Twinkie es una famosa marca de pastelitos rellenos de crema en los Estados Unidos.
Imaginé que Seth sólo quería salir de estas paredes, y no podía exactamente
culparlo por eso. Mientras que el campus de la Universidad era hermoso y gran parte
de él todavía estaba fresco y oh-tan-nuevo para mí, lograba inquietarme. Y no estaba
segura de que fuera lo mismo para Seth, especialmente porque no estaba acostumbrado
a estar confinado en un solo lugar.

Pero estaba muriendo de hambre. Mis caderas estabas a punto de comenzar a


comerse la una a la otra.

Vagar por el campus por mi cuenta no era necesariamente algo que Seth me
hubiera advertido, y no me sentía insegura haciéndolo. Los estudiantes y la mayor
parte del personal pensaban que era algún tipo de mascota mortal, pero no lo era y
sabía que podría defenderme si fuera necesario.

Me empujé fuera del pequeño sofá y tomé mi sudadera. Lanzándola sobre mi


cabeza, tiré de mi cabello húmedo en la parte inferior, dejándolo caer por mi espalda.
Agarré mis llaves de la mesa de café y luego me fui.

Los estudiantes descansaban en el espacioso y realmente increíble vestíbulo del


dormitorio, en torno a un televisor que era del tamaño de una Hummer. No teníamos
nada como eso en mi propio dormitorio en Radford. Tampoco teníamos tan grandes y
cómodos sofás. Me había sentado en el rojo una vez. Una vez. Quería casarme con él.

Por supuesto, nadie me prestó especial atención mientras caminaba hacia las
46 puertas del dormitorio que habían sido arregladas de cuando las sombras lograron
entrar. En realidad, nadie nunca me prestaba atención a menos que Seth estuviera
conmigo, y honestamente, sólo lo miraban a él. Yo era como un elemento adjunto, las
papas fritas de la Big Mac.

Mmm. Papas fritas.

Sabía qué iba a conseguir de la cafetería.

Habría probablemente perdido peso si, por una vez, comía algo frondoso y verde o
a la plancha, pero su tocino era como un orgasmo en la boca y sus papas fritas eran el
tipo de cordón realmente impresionante que es tan difícil de encontrar. Honestamente,
creo que la comida aquí era hecha con algún tipo de magia, porque todo sabía mejor.

El aire nocturno estaba frio, como de costumbre, mientras cortaba a través del
césped y alcanzaba el sendero. La cafetería no estaba lejos de los dormitorios, y ya que
ellos servían comida hasta medianoche, estaba bastante segura que podría conseguirme
un plato de papas fritas.
Y tal vez incluso un espeso jugo…

—No deberías estar aquí afuera sola.

Mi respiración se detuvo en respuesta a la inesperada voz y me di la vuelta,


encontrando inmediatamente a la fuente de la voz. Incluso me sobresalté, me di cuenta
que hace seis meses me habría caído si hubiera girado así de rápido en aquel entonces.

A medio camino del estado ninja.

El chico dio un paso fuera de la sombra de un árbol de olivo, un árbol que no tenía
idea cómo seguía vivo en estas condiciones. Inmediatamente lo reconocí de ayer.

Colin.

Mi corazón disminuyó su marcha. Muy bien, él no iba a ser un problema. Al


menos, no creía eso. —Estoy bien. Sólo me dirijo a la cafetería.

Lentamente se aproximó hacia mí, como si estuviera preocupado que me fuera


corriendo en la dirección contraria. —¿Dónde está el Apolyon?

Sip. Era las papas fritas de la Big Mac. —Está afuera patrullando, así que voy a
conseguir algo para comer.

47 —Iré contigo entonces.

Levanté una ceja. —Gracias, pero eso no es necesario.

—Mira, no estoy tratando de ser dominante, pero no es realmente seguro para ti


estar aquí afuera por tu cuenta. —Acercándose, pasó por debajo de una de las farolas.
Su cabello oscuro era brillante, extraño, y por supuesto, mayormente atractivo en
contraste con sus ojos azul zafiro—. Viste lo que pasó ayer. Muchos de los puros aquí
no ven a los mortales como algo mejor de lo que ven a los mestizos.

Ves, la cuestión era, que yo no era una mortal. Pero desde que estábamos
manteniendo eso bajo control y nadie parecía sentir mi divinidad de semidiosa, ese era
mi as bajo la manga.

—Si el Apolyon no está alrededor, entonces tal vez deberías estar con Deacon o
Luke. —Ofreció él—. Has estado pasando un montón de tiempo con ellos.
Está bien. Este tipo era una especie de observador. Por otra parte, todo el mundo
pensaba que era una mortal, así que eran probablemente consientes de con quién
pasaba el rato. —Su nombre es Seth, y como dije, estoy bien.

—Muy bien —dijo después de un momento—. No digas que no lo intenté.

Sonreí apretadamente. —Buenas noches. —Girando, caminé un par de paso y me


di cuenta de que estaba justo detrás de mí. Miré sobre mi hombro—. En serio vas a
seguirme, ¿no?

Su sonrisa era tímida. —Estaba a punto de dirigirme a la cafetería cuando te vi.

—Ajá.

—Así que, me imaginé que podríamos caminar juntos. —Cuando no respondí y


comencé a caminar de nuevo, fácilmente me alcanzó, manteniendo un brazo de
distancia entre los dos—. Por cierto, mi nombre es…

—Colin —respondí, sonriendo cuando la sorpresa parpadeó a través de su rostro—


. Escuché a Solos llamarte así ayer.

—Genial. —Hubo un momento de silencio—. Estoy entrenando para ser un…

—¿Centinela? —Esta vez me reí cuando me frunció el ceño—. Sólo pensé que era
48 lo que estabas haciendo.

Me miró. —El Apoly… quiero decir, ¿Seth ha estado entrenándote?

Asentí.

Colin no respondió inmediatamente. —Es algo extraño que alguien, especialmente


el… um, Seth esté entrenando a una mortal o que una mortal pudiera siquiera saber
sobre nosotros.

Un sutil escalofrió de malestar bailó a través de mi piel. —Estoy bastante segura de


que no soy la única mortal que sabe sobre todos ustedes.

—Cierto, pero…

—Es una larga historia —dije después de un momento, y luego esperé que lo
dejara.
Colin como que lo hizo. —Ya que estas siendo entrenada es probable que ese sea
el por qué no estás preocupada por estar aquí afuera, pero tienes que saber que, no
importa cuán bien te entrene, no eres rival para un puro o un mestizo cuando estos
vengan por ti.

Otra risa escapó de mí. —¿Eso es así?

Su ceño se profundizó y no dijo nada mientras comenzábamos a dar la vuelta por


la esquina del edificio. —Y sé que nada de esto es de mi incumbencia.

—¿Pero te estás asegurando de que consiga algunas papas fritas a salvo?

Se rió. —Bueno…

Un destello de luz rojiza iluminó el patio, disparada desde las sombras. Con
increíble velocidad, Colin saltó hacia atrás mientras la bola de luz, no, fuego, golpeaba
el edificio, extinguiéndose con el contacto. El olor a ozono quemado llenó el aire.

¿Qué, qué?

—Oh, lo perdiste. —Un chico alto dio un paso hacia adelante—. Necesitas
trabajar en tu puntería.

—Mierda —murmuró Colin, moviéndose así se encontraba a medio camino


49 delante de mí.

—No lo perdí. —Otra voz flotó desde la oscuridad. Una chispa de luz roja se
formó, arrojando un resplandor rojo espectral—. Eso fue sólo una advertencia.

Luego vi al segundo tipo, y mi estómago cayó todo el camino hasta mis pies. Era
él, el tipo que Seth había golpeado ayer. Incluso en la escasa luz, podía ver que su
mandíbula era de un brutal tono purpura y estaba hinchada. Y no había duda de la
furia y la promesa de retribución en su expresión.

Sólo podía pensar en dos palabras.

Oh. Mierda.
Capítulo 6
Traducido por NataliCQ & shanybelen
Corregido por Koté

M i corazón latió con fuerza en mi pecho, y una astilla de miedo


mezclado con malestar mientras miraba a los dos puros. El que
Seth había golpeado hasta la próxima semana sacudía la bola de
llamas anormalmente brillante como un mortal jugaría con una pelota de béisbol.

Manteniendo un ojo en él, di un pequeño paso atrás y al lado, saliendo de detrás


de Colin. En el fondo, supe que razonar con ellos iba a ser inútil, pero tenía que
intentarlo. —No queremos ningún problema. Sólo estamos buscando algo para comer.

—¿Parece que nos importa lo que quieren hacer? —preguntó el rubio gélido.

—Deberías —desafió Colin. A sus costados, sus manos se cerraron en puños


50 fuertes. No los había extrañado—. No creo que quieras cabrear al Apolyon de nuevo.
Poniéndote en desacuerdo con ella haría eso.

—Que se joda el Apolyon —disparó de nuevo el rubio gélido, y la bola de llamas


flotando por encima de su palma vibró—. Sigue siendo sólo un maldito mestizo
cuando todo está dicho y hecho. No vale una mierda.

El otro puro lanzó una mirada nerviosa en la dirección del rubio gélido. No se veía
como si estuviera de acuerdo con lo que estaba sucediendo.

—Eres un idiota intolerante —escupió Colin—. Y eres…

Todo pasó tan rápido, y simplemente reaccioné sin pensarlo. El rubio gélido ladeó
su brazo hacia atrás, y supe que estaba a punto de dejar ir la bola de fuego. Había una
posibilidad de que Colin no fuera capaz de moverse fuera de su camino tan rápido
como la última vez. Realmente no pensé.

Saqué mi brazo, aprovechando el poder corriendo por mis venas. Calculando que
sofocar las llamas haría el menor daño posible, convoqué el elemento agua. El
inmediato zumbido de energía fue magnífico. Se iluminó cada célula de mi cuerpo,
como si hubieran estado muriendo de hambre por ello. Aprovechar el éter, bueno, fue
como volver a casa al final del día y finalmente ser capaz de quitarme el sostén.

Era tan bueno.

Energía salió de mí, levantando los mechones de mi cabello. Hubo un segundo


donde vi el shock parpadeando sobre el rostro del rubio gélido, su respuesta totalmente
cómica. Boca abierta. Ojos ensanchados. En cierto modo me hubiera gustado tener
una cámara para capturar el momento. La bola de fuego desapareció.

Por supuesto, los soplé a ambos en diferentes direcciones.

El rubio gélido y su amigo volaron en el aire, derribados de sus pies por una fuerza
huracanada. Colin se posicionó de nuevo en el edificio. Había querido usar el agua y
eso no fue lo que había salido de mí. El viento funcionó también, supongo.

Hice una mueca cuando los dos puros golpearon el suelo a una buena distancia,
sus impactos sacudiendo los arboles cercanos. El viento se asentó alrededor de
nosotros. Un puñado de segundos más tarde, los dos puros estaban arriba sobre sus
pies y estaban... estaban corriendo.

Me sentí como una total chica dura.


51 Colin se puso en pie, mirándome mientras jadeaba—: Santa mierda.

Sonriendo, salté en el lugar un poco mientras bajaba el brazo y me volteaba hacia


Colin. Lo vi enderezarse, aliviada al ver que no parecía estar lesionado.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó, sacudiendo la cabeza.

—Te dije que estaría bien sin Seth —dije.

Parpadeó una vez y luego dos veces. —No eres una mortal. ¿Qué… Que eres?

No estaba segura de lo que podía decir a este punto. Colin sabía que no era una
pura o una mestiza, y me había visto usando el elemento aire. Había sólo la verdad en
este punto. Tomé un respiro superficial y me encontré con su mirada. —Soy una
semidiosa.

Seth
En el momento en que Solos y yo caminamos de vuelta a través de las paredes
interiores, sabía que algo estaba pasando. Marcus estaba de pie cerca de la primera
serie de altas estatuas. Por un momento, me pregunté si había más ninfas apareciendo,
escupiendo basura al azar, pero eso no era todo.

Detrás de él, sentada en un banco iluminado por uno de los postes de luz, estaba
Josie, junto con el mestizo de ayer. ¿Cuál era su nombre? ¿Cole? ¿Ben? Demonios si lo
sabía.

Fruncí el ceño mientras me acercaba a ellos. Josie lucía demasiado inocente


sentada allí con las manos cruzadas remilgadamente sobre su regazo y las rodillas
presionadas juntas. No creo haberla visto nunca así... aún. O su cara tan perfectamente
blanca.

Algo definitivamente había pasado.

¿Y por qué estaba ella con Cole-Ben-Como-demonios-se-llame?

—¿Qué está pasando? —preguntó Solos, aflojando el paso.

Los miré mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho. —Tengo la sensación de que
no me va a gustar lo que estoy a punto de escuchar. —Hice una pausa, dejando que mi
mirada se deslizara hacia el mestizo junto a Josie—. Sentado un poco cerca de ella,
¿verdad, amigo? —El chico inmediatamente se corrió a la derecha mientras Josie
52 fruncía el ceño. Se movió tan lejos que pensé que iba a deslizarse justo fuera de la
maldita cosa.

Marcus arqueó una ceja mientras miraba a los dos en el banco. —Hubo un
altercado entre ellos y dos puros.

No me importaba qué parecería o lo que alguien pensara. Un segundo estaba de


pie cerca de Solos, y luego estaba delante de Josie, arrodillándome, así estábamos al
mismo nivel. —¿Estás bien?

Miró hacia Marcus y luego, lentamente, asintió. —Estoy bien.

Escaneando cada centímetro de piel visible, no estaba seguro de creerle del todo.
Sí, estaba entrenada y podía luchar, pero tenía este ilógico miedo creciendo profundo
en mis entrañas.

—¿Qué pasó?

Josie se mordió el labio. —Bueno…


—Ella iba hacia la cafetería para conseguir algo de comer —dijo el chico,
poniéndose de pie. Echó un vistazo a mi cara y se movió detrás del banco, como si eso
fuera a ayudarlo si yo quisiera hacerle algo—. Me estaba dirigiendo de vuelta a mi
dormitorio cuando la vi. Sola. Y con todo lo que está pasando, no pensé que fuera
seguro para ella estar aquí y yo... —se calló, tragando saliva.

—No creo que te preguntara a ti.

Josie suspiró. —Seth.

—¿Por qué no simplemente orinas a su alrededor? —sugirió Solos.

Levantando una mano, la volteé hacia él sin mirar hacia atrás. —Tampoco estoy
hablando contigo.

Poniéndose de pie, Josie me dio un suave puñetazo en el brazo. —Ya basta. No es


gran cosa. Estos dos chicos estaban siendo maleducados y uno le arrojó una bola de
fuego a Colin.

—Él me echaba de menos —añadió Colin.

Mis ojos se estrecharon.

Josie continuó mientras se agarraba el cabello y empezaba a retorcerlo en una


53 gruesa cuerda. —De todos modos, el tipo empezó a tirar la bola de fuego otra vez, y en
cierto modo no pensé, ¿sabes? Yo como que simplemente actué.

Y entonces supe hacia dónde se dirigía.

—Usó el elemento aire —explicó Marcus—. Ellos saben que no es una mortal.

Un músculo comenzó a pulsar junto a mi sien. —¿Quiénes son? ¿Además de este


tipo de aquí?

—Los dos puros, a quienes Colin fue capaz de identificar, han sido acorralados, y
serán tratados por instigación de la violencia —afirmó Marcus, su voz nivelada—. No
necesitas saber quiénes fueron.

Giré hacia él. —¿Es eso así? Voy a tener que estar en desacuerdo.

—No importa que estés de acuerdo con eso, Seth. —Marcus se detuvo—.
Recuerdo lo que le pasó a Jackson después de que llevara el entrenamiento demasiado
lejos. Esta es mi llamada.
Mis labios se apretaron cuando la explosión del pasado chocó contra mí. No había
pensado en Jackson durante mucho tiempo. No tenía idea de si ese idiota con exceso
de confianza estuviera aún vivo. No había sido un fan de Alex, y durante el
entrenamiento un día, literalmente, la pisó fuerte en las costillas. Lo había hecho pagar
un reembolso por eso. Diez veces más.

—¿Jackson? —murmuró Josie.

Negué con la cabeza. Eso no era algo que ella necesitaba saber acerca de mí.
Infiernos, ella ya sabía bastante mierda mala sobre mí.

Mi mirada se cruzó con la de Colin. La sostuvo por un momento y luego bajó la


suya. Él sabía quiénes eran los dos punkies, y tuve la sensación de que estaría más que
feliz de decírmelo. Iba a tener una pequeña charla con él más tarde. —Así que, ¿saben
que eres una semidiosa entonces?

Ella asintió. —¿Lo siento?

—No es necesario pedir disculpas. —Ahuequé mi mano alrededor de su nuca y la


apreté suavemente—. Te defendiste a ti misma. Hiciste lo correcto.

—De acuerdo —dijo Marcus—. No hubo heridos. En todo caso, ella asustó a los
dos chicos.
54 Los labios de ella se torcieron con eso.

—Eso va a salir, probablemente, muy rápido. —Marcus cambió su peso mientras


levantaba la barbilla—. Esto tenía que suceder, y no creo que vaya a causar muchos
problemas. En todo caso, mantendrá a los tontos lejos de ella.

Era cierto, pero eso significaba que sería tratada como una especie de potro
preciado, donde todo el mundo estaría mirándola. No quería eso para ella.

—Bueno, ¿en realidad no es un gran problema, entonces? —Solos se pasó una


mano por la cabeza, enderezando el nudo de cabello que había alejado de su rostro—.
Aquí estaba yo pensando que ella tiró a alguien en el fuego.

Los labios de Josie se fruncieron. —Sólo casi lo hice una vez.

Detrás de la banca, los ojos de Colin se abrieron. Bueno. Josie era caliente.
Literalmente. Después de unos momentos, con promesas de que Colin no iba a decir
nada, todo el mundo se separó. Solos fue con Marcus para informarle de nuestra
exploración, que era mucho de nada. No había daimons cerca, pero la maldita cosa
más extraña fue la ausencia absoluta de cualquier animal o ave. Eso no era
exactamente normal y en realidad no sabíamos qué demonios significaba eso.

Caminé con Josie de vuelta a su habitación, y una vez dentro me despojé de las
dagas Covenant y la Glock cargada de titanio, colocándolas sobre la mesa de café.

—¿Realmente estas bien? —Le pregunté, tirando de mi camisa fuera de los


pantalones tácticos—. ¿Y no fingiendo que algo más no sucedió?

—No finjo que algo no sucedió.

Mierda. Desde que desperté en la enfermería después de que sus poderes de


semidiosa se habían desbloqueado, ella me había estado diciendo que realmente no
recordaba su tiempo con Hyperión, y sabía que era una mentira.

Sus pesadillas lo confirmaban.

—¿Estás bien? —preguntó, entrando en el dormitorio.

—¿Eh?

Se sentó en la cama y con la punta de sus pies se sacó los zapatos. —¿Estás bien?
—repitió mientras se sacaba su sudadera, arrojándola al suelo.

55 —Sí. —Me apoyé en el marco de la puerta—. ¿Por qué preguntas eso?

Levantó un hombro. —Estabas sólo un poco… distante durante el entrenamiento


y todo eso. Sólo para asegurarme de que estas bien.

Mi mirada cayó a donde ella movía los dedos de sus pies. Anoche había dormido
en mi cuarto, necesitaba el espacio para despejar mi cabeza y sacar la ira. No se había
sentido bien estar con ella cuando sabía que realmente no me importaba si mataba a
ese niño o no.

No se sentía bien estar aquí en este momento.

Pero aquí era en donde me encontraba, y no tenía intención de cambiarlo en este


momento. Alejarse era lo que hubiese hecho una persona decente.

—Estoy bien —dije finalmente—. Así que, ¿Asustaste a esos puros?

Sonrió mientras asentía. —Amigo, se levantaron y corrieron. Y quiero decir,


corrieron. En cierto modo se sintió increíble.
Me reí mientras me empujaba lejos de la puerta. —¿No eres una pequeña chica
ruda?

—Fui totalmente una chica ruda. Como, me sentí como una… —Se detuvo, su
boca moviéndose sin hacer ruido mientras me sacaba la camisa sobre la cabeza.

Mi sonrisa era lenta, indulgente, cuando su mirada cayó y deambuló por encima
de mi pecho y estómago desnudos. Me quité las botas, junto con los calcetines. —¿Qué
estabas diciendo, Josie?

Sacudiendo la cabeza, parpadeó rápidamente. —Yo... no había querido utilizar el


elemento aire, sin embargo. Iba por el agua.

—No me sorprende.

—Imbécil.

Estirándome a su lado, guiñé un ojo. —¿Qué? Oye. Al menos utilizas con éxito un
elemento sin hacer un daño serio.

—Oh. Guau. ¿Eso se supone que es un elogio?

—Seguro. Si eso te hace sentir bien contigo misma.

56 Puso los ojos en blanco. —Eres tan encantador.

—Es por lo que destaco mejor. —Cogí su mano y tiré de ella a mi lado—.
Hablando en serio, ¿Estás bien con la gente de por aquí sabiendo lo que eres?

Su nariz se arrugó. Dioses, todavía encontraba eso tan lindo como el infierno. —
Supongo. Es decir, realmente no tengo una opción en este momento. ¿Qué opinas?

—Creo que va a estar bien. —Deslicé mi dedo bajo el tirante de su camiseta sin
mangas—. Y si no, si te enojas, vas a volarlos a todos lejos tratando de ahogarlos.

—Cállate. —Se rió.

—O tal vez uno de los poderes de Apolo saldrá a la superficie, y vas a convertirlos
en arbustos con olor a orina de gato. —Trabajé el tirante hacia abajo, dejando al
descubierto la blanca correa de encaje de su sostén—. Eso es lo que siempre amenaza
con hacerme.
—Agradable. —Rosa inundó sus mejillas y sus ojos se iluminaron con
excitación—. ¿Cómo… cómo estaban las cosas fuera de los muros?

—Aburridas —murmuré aflojando hacia abajo la correa blanca—. No hay


daimons o sombras.

Su pecho se levantó bruscamente. —Esas son buenas noticias, ¿verdad?

—Sí. —Me moví a la parte superior de la camiseta sin mangas otra vez,
aflojándola aún más abajo por sus brazos exponiendo la copa de su sujetador. La
fuerte elevación de su pecho lo tensó contra el borde del encaje de un modo
apetitoso—. No había ningún animal, sin embargo. Ninguno. Ahora que lo pienso —
dije, arrastrando mi dedo a lo largo del tirante—, tampoco escuche ningún insecto.

—Eso es raro. —Se quedó sin aliento cuando la palma de mi mano rozó a lo largo
de la parte frontal de su sujetador—. ¿Qué podría significar eso?

Levanté la mirada, sonriendo un poco cuando vi que tenía los ojos cerrados.
—No estoy seguro. Solos va a vigilarlo.

—Suena como un plan. —Su mano encontró su camino a mi bajo vientre. Yo ya


estaba duro. Parecía como si estuviera permanentemente de esa manera a su alrededor,
pero su simple contacto me hizo engrosar—. Fui a la biblioteca otra vez hoy.
57 —¿Encontraste algo? —Llegué alrededor y encontré el broche de su sujetador. Con
un movimiento de los dedos, las copas se aflojaron.

—No —dijo, su voz apenas un susurro—. Creo que nunca voy a encontrarla.

Arrastré mi mano devuelta al frente enganchando mis dedos en el centro de su


sujetador. Tiré hacia abajo y los picos estrechos de color de rosa aparecieron a la vista.
Glorioso.

Poniéndola sobre su espalda, me moví hacia abajo y coloque mi boca en su pecho.


Con un grito agudo, presionó sus hombros en la cama mientras su espalda se arqueaba
hacia atrás. Ahuecando su pecho con mi otra mano, moví mi pulgar sobre el pezón
apretado. Gimió mientras entrelazaba sus dedos en mi cabello.

—Tal vez… tal vez ella no existe —dijo, con la voz ronca de una manera atractiva.

—La encontrarás. —Mi voz era más gruesa, más áspera cuando levanté la cabeza,
mirando hacia abajo a mi obra. Mis labios curvados hacia arriba—. Tiene que estar ahí
en algún lugar.
Josie no respondió. Su respiración era fuerte y rápida. Sentí sus dedos trabajando
en soltar mi cinturón, y luego en el botón. La cremallera bajó después y a
continuación, las puntas de sus dedos se detuvieron en la banda de mis calzoncillos.

Todavía estaba indecisa. Como si no supiera si estaba haciendo lo correcto, lo que


me dejó alucinado, porque cuando se trataba de esto, no había nada que pudiera hacer
mal.

Ni una maldita cosa.

Bajé la boca a la suya mientras sacaba mis calzoncillos por mis caderas y luego
llegaba entre nosotros, colocando mi mano sobre la suya. Presioné su palma contra mi
longitud, y no había nada que detuviera el gemido. Sus dedos se curvaron alrededor de
mí, y mi mandíbula se bloqueó con la cruda sensación latiendo a través de mis venas.
Su mano empezó a moverse. Nuestras lenguas se enredaron, y el sabor y la sensación
de ella casi me superaron. Se estremeció debajo de mí, el movimiento de su mano
creciendo con más confianza en cada caricia.

Había otra parte de ella quería probar de nuevo. Gracias a los dioses que vestía
chándal sueltos, y no me tomó nada deslizar mi mano en ellos y conseguirlo…

—Veo tus glifos —susurró Josie, su voz impresionada.

Una fisura de poder se enroscó en mi columna vertebral. Más glifos salieron a la


58 superficie de mi piel, cambiando y formando diferentes símbolos, una respuesta a la
presencia de un dios.

Me eché hacia atrás. —Mierda.

—Seth. —La voz de Apolo resonó desde la sala de estar—. Tienes que estar
bromeando.
Capítulo 7
Traducido por Dee
Corregido por NataliCQ

L
a sangre se drenó del rostro de Josie y entonces se precipitó hasta su
cuello, inundando sus mejillas de escarlata.
—¡No entres aquí! —gritó. Su mano se tensó sobre mi polla, lo
que en realidad no estaba ayudando—. ¡No te atrevas a entrar aquí!
—No planeaba hacerlo —respondió Apolo, y un segundo después, sonó como si
se hubiera arrojado en el pequeño sofá.
Gimiendo, solté su mano de mi pene y rodé hacia un lado. La ayudé a arreglar su
sujetador y su blusa antes de salir de la cama.
—Están tardando mucho allí —comentó Apolo.
—¿En serio? ¿Tienes algún tipo de enfermo sentido por esto? —Me puse de nuevo
59 mis pantalones y subí la cremallera. Apolo era el maldito Dios Bloquea Pollas, y uno
de sus poderes era repartir bolas azules—. Dioses.
—No es mi culpa que cada vez que vengo de visita, estés tratando de meterte con
mi hija.
—Oh Dios mío. —Josie se puso de pie rápidamente y puso las manos sobre su
rostro—. Esto es tan raro y tan poco genial. Necesitaré años de terapia debido a esto.
—Tú y yo —murmuré, arreglando mi cinturón.
Apolo resopló desde la sala. —Definitivamente podría beneficiarte la terapia, Seth,
y no tiene nada que ver con esto.
Levantando la cabeza, mis manos se detuvieron en el cinturón mientras fruncía
mis labios.
Josie agarró su sudadera con capucha y tiró de ella sobre su cabeza. Me miró. —
Aún puedo ver tus runas. —Su voz era baja mientras tocaba mi pecho con la punta de
su dedo, trazando el diseño—. Es hermoso.
Tomé su mano y la llevé a mi boca. Besé su palma. —Tan pronto como se vaya,
empezaremos de nuevo.
—Escuché eso —dijo Apolo, resoplando—. Y me hace querer asegurarme de que
empezar de nuevo conduzca a ninguna parte para ti.
—Oh mi Dios —susurró Josie.
Puse los ojos en blanco mientras tomaba mi camisa y me la ponía. —¿Lista?
Parecía que quería decir que no, pero asintió. Aún se estaba acostumbrando a toda
la cosa de Apolo siendo su padre. Tenía que ser extraño para ella, especialmente ya
que lo había conocido brevemente cuando era niña. Había usado el nombre de Bob en
ese entonces. Bob. En serio. Y solía llevarle muñecas y dulces. Aparentemente, Apolo
no era consciente de que sería clasificado alto en la escala de “extraño peligroso”.
Tampoco ayudaba que Apolo no parecía lo suficientemente mayor para ser su
padre, ya que parecía estar en mediados de los veinte.
Colocando mi mano en la parte baja de su espalda, caminé con ella a la sala. El
enorme cuerpo de Apolo llenaba todo el sofá. Era un tipo enorme. Casi dos metros de
alto y ancho. Lucía como él mismo hoy. Cabello rubio. Ojos azules idénticos a los de
Josie.
En otras palabras, no se veía como un bicho raro.
Josie le dio un pequeño e incómodo saludo. —Hola.
60 Él le sonrió, y quedé impresionado una vez más por la genuina calidez en su
mirada y expresión. Hasta Josie, sinceramente, no creía que Apolo tuviera una gran
brújula emocional. Era obvio que se preocupaba por Alex, pero incluso entonces no
parecía ir tan profundo.
Apolo se levantó fluidamente. —No he podido visitarte tanto como hubiera
querido —dijo a manera de disculpa por su continuo estilo de crianza ausente.
—Lo entiendo. —Josie juntó sus manos—. Sé que estar cerca de mí te debilita. Y
yo… sé que estás ocupado haciendo, um, cosas de dios.
Sonreí. Estaba seguro de que Apolo estaba ocupado follando todo lo que
caminaba, que también era como la mayoría de los dioses pasaban su tiempo, porque
si en realidad estuvieran haciendo algo útil, el mundo se acabaría.
Entonces me miró, y su expresión volvió a la aburrida indiferencia con la que
estaba familiarizado. —¿Hay algo que quieras añadir, Seth?
Arqueé una ceja. —Nop.
Me miró de una forma que hizo obvio que estaba considerando brevemente
lanzarme a través de la pared. —Me encantaría quedarme, pero no puedo estar aquí
por mucho tiempo. —Volvió su atención a su hija—. Tengo noticias.
Eso era sorprendente. Usualmente venía y se iba sin ninguna razón en absoluto.
—¿Buenas noticias o malas noticias? —preguntó Josie.
Apolo sonrió débilmente. —Diría que es una buena noticia.
La tensión salió de ella mientras exhalaba suavemente. —Bueno, es bueno oírlo.
—¿Qué pasa? —pregunté, cruzando mis brazos y pensando que sería mejor que
fuera una increíble buena noticia considerando lo que interrumpió.
—Es imperativo que encontremos a los semidioses restantes antes de que los
Titanes lo hagan, pero hasta hace poco, habría sido como buscar un gato de pelo largo
en una habitación llena de gatos del Himalaya.
¿Cómo buscar qué en qué?
La frente de Josie se arrugó mientras su boca se abría, y luego la cerraba de golpe.
Le dio una pequeña sacudida a su cabeza.
Él continuó. —Dado que la mayoría de mis hermanos no han estado… al tanto de
su descendencia, podría tomarnos años localizarlos. No tenemos ese lujo.
—¿Supongo que has descubierto otra manera de localizarlos?
61 Sus ojos se estrecharon. —No robes mi trueno, Seth.
Puse los ojos en blanco. —Por supuesto, por favor continúa entonces.
—Gracias por tu permiso —respondió graciosamente—. He descubierto
que hay algo que puede percibir a un semidiós, incluso si sus habilidades están
bloqueadas y ocultas.
—¿En serio? —Josie se sentó en el brazo de la silla junto a la mesa de café—. Por
favor, dime que no es por lo que necesito a esa bibliotecaria, porque estoy bastante
segura de que ella, como que, salió del país o algo.
Sus labios subieron en las esquinas. —Todavía está por ahí, pero ella es… ¿cómo
puedo poner esto? ¿Tímida? Sigue buscándola. La encontrarás. —Inclinó la cabeza
hacia un lado—. Pero no, no la necesitas para esto. Lo que necesitamos es a otro
semidiós.
Mis cejas se elevaron. —Espera. Eso no es particularmente útil. No tenemos otro
semidiós además de Josie. A menos que ella pueda sentirlos.
—Ella no puede sentirlos —contestó él.
—No pude ni siquiera sentir cuando apareciste —dijo ella, sus hombros cayendo—
. ¿Por qué no tengo algún tipo de genial sistema de alerta interna?
—Lo tienes. —Apolo volvió la mirada fría y azul hacia mí—. Pero eres nueva en
esto y voy a aventurarme a una suposición y decir que estabas demasiado distraída
para reconocer lo que sentías.
Le sonreí, el tipo de sonrisa que sabía que él odiaba.
—Oh —murmuró Josie desde donde estaba sentada—. Eso es un poco raro.
—De todos modos. —La impaciencia coloreó su tono y, por supuesto, estaba
dirigida a mí. Como sea—. Un semidiós original puede detectar a otros. De hecho,
tienen algún tipo de señal interna. Tiene que ver con la cantidad de éter y el
reconocimiento de similitud.
—Huh. —Josie me miró, sus ojos abriéndose como platos cuando nuestras
miradas se encontraron, e hice todo para ocultar mi sonrisa.
—Una vez que tengamos un semidiós aquí, en este lugar, no tomará mucho
tiempo para que los otros semidioses sean localizados —explicó Apolo—. El único
atasco es conseguir traer a otro de ellos aquí.
—Por supuesto —murmuré.
Me lanzó una mirada irónica. —Tomará algunas artimañas. A excepción de
nuestra más reciente descendencia, a los semidioses se les ha prohibido entrar en el
62 reino de los mortales durante miles de años. Su presencia podría tener…
consecuencias.
—Por supuesto. —Fue Josie quien murmuró eso esta vez.
—No me gusta lo similares que ambos se están volviendo —declaró Apolo.
Josie se sonrojó. —¿Qué tipo de consecuencias?
—Gracias por preguntar —respondió él, y empecé a preguntarme cuánto tiempo
más tomaría esta conversación—. Como saben, a todos los seres menores atados al
Olimpo ya no se les permite la entrada al reino mortal.
—A excepción de los puros, mestizos, y Apolyons. —Hice una pausa—. Y
ocasionalmente a las ninfas y semidioses.
—Exactamente. —La intensidad de sus ojos azules aumentó—. Si permitimos que
uno de ellos venga, hay una posibilidad de que otras… cosas también lo hagan.
—¿Cómo qué? —preguntó Josie.
—Tú sabes, el ocasional Pegaso o Hidra. Tal vez incluso un Minotauro.
Ultimadamente nada para estar demasiado preocupado.
—¿Hidra? —chilló ella—. Nada para estar demasiado preocupado. De acuerdo.
Apolo sonrió mientras asentía. —Debería tener al semidiós pronto. Seguimos a la
espera de que Hera nos de la señal, pero ahora está enojada con Zeus, y eso desacelera
todo.
Decidí no comentar eso. —Bien. ¿Entonces de cuál semidiós estamos hablando?
Su sonrisa se volvió espeluznante, como un nivel espeluznante de oculta-a-tus-
hijos. —Ya verás. —Una luz azul apareció sobre él—. Ahora tengo que…
—Espera un segundo. ¿Por favor? —Josie se levantó—. ¿Cómo está Erin?
El brillo alrededor de Apolo se desvaneció. —Lo está haciendo muy bien. Tengo
la sensación de que la verás pronto.
—¿Qué…
El resplandor azul aumentó alrededor de Apolo y en un latido del corazón, se
había ido.
—…hay de mi madre? —terminó Josie, levantando sus brazos mientras se retorcía
hacia mí—. ¿Por qué siempre hace eso?
—Creo que lo hace sentir genial o algo así.
—Bueno, es algo genial. Es decir, puede entrar y salir de, como, cualquier lugar,
pero realmente deseo que lo hubiera hecho en un mejor momento.
63 Resoplé. —Ambos. Él es el rey de la mala sincronización.
Josie sonrió un poco mientras se sentaba de nuevo en el brazo de la silla. —
Desearía que en realidad hubiera estado lo suficiente para que pudiera preguntarle
sobre Erin y mi madre. —Hizo una pausa, y sus hombros se hundieron—. O, ya sabes,
pasar tiempo conmigo.
Mirándola, traté de pensar en algo… comprensivo que decir, ¿pero qué podría
decir en una situación como esta? Su padre era un idiota y estaba en la lista de
ausentes. Era obvio para cualquiera con un cerebro funcional que eso molestaba a
Josie. El hecho de que él no tratara activamente de arreglar eso de alguna manera
confirmaba el primer hecho.
—¿Quién crees que será el semidiós? —preguntó.
—No sé. —Pasé los dedos por mi cabello—. Pero conociendo a Apolo, va a ser el
semidiós más molesto en el que pueda poner sus manos.
Capítulo 8
Josie
Traducido por Valentina95
Corregido por Anna

A
noche tuve otra pesadilla.
Esta vez estaba entrenando con Seth, en un combate
mano a mano. Me había tirado al piso, excepto que no
era Seth quien se estaba ahí de pie.
Había sido la misma cara desconocida.
Y dijo lo mismo que decía en cada sueño. Voy a encontrarte. Pero esta vez, fui
afortunada y conseguí cuatro acaloradas y confusas palabras adicionales. Voy por ti.
Me desperté en medio de un sudor frió, con un grito atorado en la garganta y, de
64 alguna manera me las arreglé para no despertar a Seth en esta ocasión, pero mi día
entero fue un desastre. Sin embargo, no pensé que fuera sólo el sueño arrojándome
fuera.
También acunaba algunas cuestiones pesadas de papá.
Y algunas cuestiones de mamá también.
Una parte de mí estaba encantada con el hecho de haber visto a Apolo ayer,
incluso si sólo había estado aquí durante unos pocos minutos. Era como una esponja
cuando se trataba de él, absorbiendo cada precioso segundo, porque, excepto por ese
único verano, había estado ausente durante toda mi vida. Era como un cachorrito.
Cualquier atención era buena. Todavía estaba tratando de procesar que tenía un padre
en la escena, aunque, no muy a menudo. Y aún más loco de procesar, que dicho padre
era Apolo, el Dios del Sol.
Entonces estaba la otra mitad de mí que se molestaba cada vez que él se iba,
porque se estaba yéndose de nuevo. En realidad, nosotros nunca llegamos a hablar. No
hubo charlas con café o almuerzo. Nada personal. Tuve la oportunidad de preguntar
por Erin, pero no por mi madre. Y podrías pensar que Apolo, oh, no sé, iniciaría la
conversación con noticias sobre mi madre, porque hola, ella era mi madre, pero nada.
El entrenamiento estuvo patas arriba hoy. Solos trabajó la parte física conmigo
está mañana, lo que apestó porque había logrado acostumbrarme a no tener mi trasero
pateado a primera hora de la mañana, y el día estaba terminando afuera con Seth.
Y quería darle un puñetazo en la garganta.
―Concéntrate, Josie. Eso es todo lo que tienes que hacer. ―Se paseó frente a mí
y, obviamente, sabía qué hacer con todo el asunto―. Eso es.
―Si eso fuera todo lo que tuviera que hacer, ¿no crees que ya lo hubiera hecho a
estas alturas? ―Arrojé de vuelta.
Me lanzó una mirada. ―No te estás concentrando.
―¡Lo estoy haciendo!
―Eso es algo que sin duda heredaste de tu padre. ―Se detuvo a mi derecha, con
sus ojos brillando―. Un pájaro pasa volando y lo estás mirando durante el siguiente
minuto, no importa lo que estés haciendo. El TDA2 debe correr en la familia.
Mi boca se abrió. ―Eso no es verdad.
―¿En serio? ―La incredulidad llenaba su expresión―. Porque hace un par de
minutos, cuando se suponía que estabas concentrada en convocar el elemento agua,
estabas mirando un águila.
―¡Era un águila calva! ―argumenté, sin saber si ese era el tipo de águila que había
65 visto o no―. Y estaba apoyada en esa estatua. ―Señalé la gigante cosa de mármol―.
¡La estatua de Artemisa! Quiero decir, semejante coincidencia.
Sus cejas bajaron. ―Te das cuenta de que ella utiliza halcones, ¿verdad? No
águilas.
―Oh, lo que sea. Sigue siendo bastante genial.
Puso los ojos en blanco. ―Está bien. ¿Qué hay de cuando empezamos? ¿Las
nubes?
Frustrada, sacudí mis brazos. ―Fue como por cinco segundos y fue porque las
nubes parecían tetas. Tetas gigantes.
Seth me miró fijamente.
―No me agradas.
Se dirigió hacia mí. ―No hace falta que te agrade en este momento, pero necesitas
concentrarte. Necesitas mejorar en esto, porque si no lo haces, nunca vas a salir de este
campus. ¿Entiendes eso?

TDA: Trastorno por Déficit de Atención.


2
Presionando mis labios juntos, me negué a responder.
―¿Lo haces, Josie? Porque si no puedes invocar los elementos y usarlos, ¿cómo
vas a ser capaz de controlar el akasha? El más poderoso y mortal de los elementos.
―Seth me lo echó todo en cara. Lo que estaba diciendo era verdad. Pero eso no
significaba que tuviera que gustarme―. Y, si no puedes utilizar el akasha, nunca serás
capaz de enfrentarte a los Titanes.
Mis manos se curvaron en puños. ―Sé eso.
―No creo que lo hagas. ―Su voz era baja, mortalmente calmada. Su mirada se
encontró con la mía―. No voy a dejar que te vayas de aquí si no creo que realmente
puedas defenderte por ti misma.
―¿Oh? ¿Qué? ¿Crees que puedes detenerme? ¡Oh, mis dioses! ―grité.
No lo pensé. Me di la vuelta y arrojé mi brazo hacia el maniquí, con la palma
abierta. ¿Quería que me concentrara? Bueno, quería tirar el maldito muñeco a través
de algunas paredes y hasta el próximo año. Tal vez incluso podría tirarlo junto con él.
Energía corrió dentro de mí, y el viento comenzó a soplar. Abrí mi mano, y lo sentí, la
lamida del poder.
Una ráfaga de viento hizo temblar los bancos cuando se precipitó de mi mano y
golpeó al maniquí. Elevé la maldita cosa en el aire y, lo arrojé varios pies hacia atrás.
El maniquí aterrizó justo en frente de la baja pared de mármol que rodea al
cementerio, con los brazos y las piernas torcidas.
66 ―Ahí tienes. ―Me giré hacia Seth, cruzando los brazos―. ¿Feliz?
Su mirada ultra-brillante deambulaba sobre mí. ―En primer lugar ―dijo, dando
un paso atrás―, acabas de utilizar “dioses” por primera vez. En segundo lugar, sólo
necesito hacerte enojar y puedes hacerlo. No hay problema. Y por último, tus ojos
están brillando, Josie.
—¿Lo están?
Seth asintió. ―Brillando como los de Apolo lo hacen cuando quiere golpearme.
―Se acercó a donde había aterrizado el maniquí, cerca de la pared. Y lo puso de
pie―. Ahora hazlo de nuevo.
¿Hacerlo de nuevo? Como si fuera un perro aprendiendo un truco nuevo.
―Tienes que hacerlo de nuevo ―insistió, volviendo a su posición de Molesto-
Instructor-con-cara-de-Imbécil. Piernas abiertas. Brazos sobre el pecho―. Tienes que
hacerlo más de una vez, y no cuando estás enojada conmigo.
Mi piel se erizó con la frustración, y la ira era como lava en mi sangre. El viento
giraba, sin embargo. Estaba malditamente harta del maniquí. Harta de no ser capaz de
hacerlo bien todas las veces. Harta de mi madre desaparecida y mi padre ausente.
Harta de las pesadillas. También de las responsabilidades que nunca pedí.
Simplemente harta de todo.
Como una flor que se abre para la lluvia, lo que existía dentro de mí se abrió. Se
agrietó, igual que lo hizo cuando le disparé a Hyperion. Poder puro onduló a través de
mí, y esta vez cuando levanté mi mano y abrí la palma, no estaba invocando el
elemento aire. Estaba utilizando el poder de los dioses, la energía que daba vida y la
terminaba.
Seth hizo un sonido de sorpresa.
Una poderosa luz blanquecina bajó por mi brazo derecho, dando vueltas como un
ciclón, y luego, el intenso rayo de luz blanca estalló fuera de mi palma y chocó contra
el maniquí, llevándolo hacia atrás en el aire de nuevo. El maniquí siguió subiendo, por
encima de los árboles que rodean el campus.
El akasha cubrió el maniquí, la intensidad fue demasiada para el plástico y la carne
falsa. Explotó con un fuerte crujido, rompiéndose en un millón de pequeñas piezas que
llovían a varios metros de distancia.
Cerrando mi mano, dejé caer mi brazo y me volví hacia Seth. ―Ahí tienes.
Me estaba mirando fijamente de nuevo, su mirada era febril ahora, y sus glifos
estaban fuera, deslizándose sobre su piel.
67 ―Y sí, lo hice a propósito, cara de idiota.
Seth no dijo nada mientras daba un paso hacia mí, pero estaba lista para explotar
como ese estúpido maniquí. ―Entiendo totalmente que tengo que mejorar en esto,
pero lo estoy intentando. Estoy dando lo mejor de mí. No he tenido años y años de
entrenamiento. ¡He tenido meses, así que discúlpame si me distraigo un poco por un
águila al azar o unas nubes con forma de tetas!
Sus rasgos estaban apretados, destacando la nitidez angular de sus mejillas, y él
todavía seguía viniéndome con esa mirada hambrienta en su cara.
Todavía no había terminado.
―Y sé que voy a tener que ser malditamente impresionante para luchar contra
Hyperion y el resto de los Titanes. Créeme. Pienso en ello todos los días ―le dije, mi
voz gorjeó mientras las lágrimas obstruían mi garganta―. Trato de no hacerlo, porque
cuando lo hago, pienso en… ―Me detuve, sacudiendo mi cabeza―. ¿Sabes qué? No
importa. Voy a ir a comerme mis emociones.
Empecé a darme la vuelta, pero Seth envolvió su brazo alrededor de mi cintura y
me atrajo hacia él. Choqué contra su duro pecho y hubiese rebotado si su brazo no se
hubiera sujetado a mi alrededor.
―Seth…
Su boca se cerró sobre la mía. Di un grito ahogado en el beso mientras se retiraba,
levantado mis pies del suelo. Agarrando sus hombros, estaba presionada entre la fría
base de una estatua y el calor de Seth en tan sólo un par de latidos. No había ningún
lugar al que pudiera ir, y a pesar del hecho de que le estaba gritando, no quería ir a
ninguna otra parte.
Si gritándole a Seth terminaba besándome de esta manera, sosteniéndome de esta
manera, entonces infiernos, iba a gritarle más a menudo.
Estaba bastante feliz aquí, incluso aunque fuera un lugar público en donde
cualquier persona podría atraparnos. Por otro lado, estar en mi dormitorio no era
exactamente privado, teniendo en cuenta que Apolo tenía la costumbre de aparecer
simplemente al azar.
Seth atrapó mi labio inferior entre sus dientes, y yo no estaba pensando realmente
en nada. Mis labios se abrieron en respuesta a la malvada presión, y no había lugar
para otra cosa que en la forma en que sabía y en cómo se sentía, y podía realmente,
realmente sentirlo. Estaba duro contra mi bajo vientre, y luego se movió, deslizando su
muslo entre los míos.
68 Mientras su lengua se enredaba con la mía, movió su muslo de la forma correcta,
justo sobre el manojo de nervios. Calor líquido inundó mis venas y gemí en su boca
mientras mis manos se clavaron en sus hombros.
―Te gustó eso, ¿eh? ―Su voz era ronca y atractiva, enviando escalofríos por mi
espina dorsal y a los lugares más interesantes.
―Sí. ―Asentí en caso de que no haya captado el mensaje.
Se rió contra mi boca. ―¿Sabes lo que eso me da ganas de hacer?
―¿Qué?
La lengua de Seth trazó mi labio inferior. ―Me hace querer oírte haciendo ese
sonido. ―Movió su muslo en mi contra, y consiguió lo que pidió. Gemí mientras el
placer pulsó a través de mí―. Y otra vez.
Oh. Oh, dioses.
Su boca estaba en la mía de nuevo, ahogándome en besos mientras apretaba el
brazo alrededor de mi cintura. Bajó la pierna ligeramente, por lo que mis pies estaban
en el suelo. ―Móntame ―ordenó bruscamente.
El calor estalló en mi cara. ¿Montar su pierna? Oh Dios mío, mi cara estaba
ardiendo, pero no era nada en comparación con otras áreas de mi cuerpo. No me
moví, así que agarró mi cadera con su otra mano y entonces me movió contra él. La
fricción fue inmediata.
―Seth ―dejé salir, con voz entrecortada.
―Hazlo. ―Su beso se volvió más demandante, más abrumador. La mano en mi
cadera me guió de nuevo, balanceándome contra su muslo.
Lo hice.
De verdad lo hice.
No importaba que estuviésemos en el exterior o que estuviera básicamente
montado su muslo como alguien que realmente necesitaba conseguir una habitación.
No me importaban esas cosas raras previas a esto. O que hace un puñado de minutos,
estaba contemplando si golpearlo en la garganta.
Sobre la punta de mis pies, envolví mis brazos alrededor de su cuello e hice lo que
quería hacer sin ropa entre nosotros. Sacudí mis caderas hacia atrás y hacia adelante,
lento al principio y luego más rápido.
En una parte distante de mí, en la que mi cerebro seguía funcionando, no podía
creer que estaba haciendo esto aquí afuera, pero la exquisita presión construyéndose en
mi núcleo había eliminado mi sentido común.
69 La mano en mi cadera se deslizó hasta mi cintura y sobre mis costillas, creando
una ola tras otra de escalofríos. Luego deslizó su mano sobre mi pecho, deteniéndose
en el centro de mi pecho.
Seth hizo ese sonido en la parte posterior de su garganta, un gemido que me sacó
de la neblina de placer, porque era en parte excitado, pero… parte angustiado.
Empecé a retroceder, pero entonces me besó otra vez, y fui arrastrada de nuevo,
hacia abajo. Nuestras respiraciones estaban saliendo en cortos y poco profundos jadeos
entre besos calientes y duros. La tensión se construyó. Mis dedos se clavaron en su
nuca. Parecía como si cada terminación nerviosa de mi cuerpo estuviera siendo
estirada con fuerza. Había una profunda sensación de tirón proviniendo de varios
puntos sensibles en mi cuerpo. Entonces todo se rompió. Una sensación fue lanzada en
espiral hacia fuera desde mi centro, y creo que grité. Sentí como si lo hubiese hecho.
Mi garganta estaba repentinamente ronca y había un vacío en el centro de mi pecho.
No sé si alguien lo escuchó o si el viento lo llevó lejos, y no estaba ni siquiera segura de
si me importaba o no.
La liberación me dejó sin aliento, débil en las rodillas y completamente saciada. Si
no fuera por la fuerza con la que Seth me sostenía, habría estado comiendo tierra.
Su mano temblaba contra mi pecho mientras separaba su boca de la mía. El
puente de su nariz se arrastró sobre la curva de mi mejilla, y luego su cálido aliento
bailaba en mis labios de nuevo. Se quedó quieto.
Seth llevó su mano hacia atrás y bajó su pierna tan rápido que casi me caí justo
encima él. ―¿Estás bien, Josie?
Me reí. Qué extraña pregunta. ―Creo que no puedo sentir mis piernas.
Seth se echó hacia atrás, ahuecando mi mejilla. Me acercó mientras levantaba mi
cabeza. ―¿Qué?
Sus ojos estaban haciendo la cosa del extraño brillo. Estaban de un color ámbar
luminoso y sus glifos estaban fuera, corriendo a través de su piel malvadamente rápido,
como si estuviera en la presencia de un dios. ―Tus ojos están brillando.
Las pestañas de Seth bajaron, pero no cubrieron esos bebés. ―¿Estás segura de que
estás bien?
―Sí. ―Apreté su hombro, confundida por su preocupación―. Me diste un
orgasmo, Seth. No un puñetazo en la vagina.
Parpadeó.
Sonreí. ―Estoy completamente bien. Excepto que ahora siento como que necesito
una siesta. Y tal vez unas papas fritas. Bueno. Sin duda unas papas fritas.

70 ―Bien ―dijo después de un momento, dando un paso atrás, pero aun


manteniendo su brazo a mi alrededor―. Vamos...
―¿De vuelta a la habitación para que pueda devolverte el favor? ―pregunté,
tocando su pecho. Bajo mi palma, su corazón latía rápido―. ¿Qué te parece eso?
Seth rió, pero el sonido fue apagado. Tenso. —¿Qué tal si conseguimos esas papas
primero y luego vemos dónde estamos?
Abrí la boca para protestar, pero salió un bostezo muy fuerte y desagradable, justo
en la cara de Seth.
―Sí ―murmuró, dándome la vuelta―. Vamos a conseguirte algo de comida.
Capítulo 9
Seth
Traducido por Valentina95 & Koté
Corregido por Anna

J
osie se desmayó a mitad de camino de comer sus patatas fritas, y por
algún milagro no terminó de cara contra el grasiento canasto. Estaba
acurrucada en su costado, con las manos abiertas y flácidas justo debajo
de su pecho.
Le saqué las zapatillas y cubrí sus piernas con una fina manta. Una manada de
minotauros podría haber realizado un flash mob3 en el centro del dormitorio y hubiese
seguido durmiendo.
Sentándome en el borde del sofá, la observé dormir como un total acosador, pero
la miraba para asegurarme de que estuviera bien. Que estaba respirando normalmente.
71 La paranoia me estaba golpeando duro, porque sabía que estaba bien. ¿Cansada y
débil? Sí. Pasaría. Tal vez no era paranoia. Tal vez era culpa.
Definitivamente era culpa.
Porque yo, por el contrario, estaba cargado, repleto de energía. Zumbando como
antes de una buena pelea, un buen polvo. Zumbando como cada vez que tocaba a
Josie.
Estaba cargado, y estaba jodidamente enfermo.
Cada parte de mí estaba jodidamente enferma, porque el poder irradiando de mí y
esa adictiva sensación de “tocar el cielo de los malditos dioses” lo tomé prestado. Fue
robado. Joder, era el peor tipo de cosa.
Había cedido a esa cosa dentro de mí.
Cuando ella utilizó el akasha, eso despertó y empezó a prestar atención.
Necesitando y exigiendo, susurrándome, diciéndome lo que podría hacer.

3
Flash mob: Es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne en un lugar
público, realiza algo inusual (comúnmente un baile) y luego se dispersa rápidamente.
Recordándome que podía alimentarme de Josie sin hacerle daño realmente. Y
escuché. Dioses, lo escuché.
¿Qué demonios estaba mal conmigo?
Y eso era parte de mí. No había otra cosa o persona viviendo en mi interior a la
que echarle la culpa.
Empujándome fuera del sofá, caminé hacia la ventana del dormitorio y aparté las
cortinas. Nada más que oscuridad me dio la bienvenida.
¿Qué mierda había hecho?
Oh dioses, sabía exactamente lo que había hecho. Metí mis dedos entre mi pelo.
Las semanas trabajando con los elementos habían ido disminuyendo mi autocontrol.
Joder. ¿Y hoy? Cuando utilizó el akasha, el lametazo de poder que se apoderó de mí
me había arrastrado profundamente con garras afiladas, despertando una necesidad
que no quería.
Pero que no podía ignorar.
Sabía que debería haberme alejado. Debería haber terminado el entrenamiento al
primer segundo en qué sentí a su éter llamándome. Mierda. Debería haber terminado
este entrenamiento la primera vez que me encontré queriendo lo que nunca debería
haber querido de ella. Había un montón de mierda que debería haber hecho, pero no
escuché.
72 ―Joder ―gruñí, girándome mientras daba un paso a un lado. Me apoyé contra la
pared, inclinando mi cabeza hacia atrás―. Joder.
Hoy perdí el control.
Cuando se enfadó y usó el elemento aire, me golpeó directamente en el estómago.
También me encendió, porque cada vez que Josie se enfadaba, no podía dejar de
encontrarlo caliente. Pero cuando utilizó el akasha, el torrente de poder que impregnó
el aire me arrastró.
No hubo espacio para advertencias o pensamientos, o segundos para considerar lo
que estaba haciendo. Me convertí en una bola de acción, de mil cosas diferentes, y en
algún lugar, el deseo y la necesidad se habían mezclado.
Quería darle placer.
Quería estar dentro de ella.
Quería lo que estaba dentro de ella.
Dioses. Todo se mezcló. Sin excusas. Ninguna en absoluto. Ni siquiera me di
cuenta de lo que estaba haciendo hasta que fue demasiado tarde, hasta que sentí el
flujo y el reflujo del éter, pasando de ella a mí.
Me alimenté de ella.
Mi estómago se revolvió, cerré mis manos en puños. Me alimenté de Josie, de
alguien que confiaba en mí de manera irrevocable. Era el peor tipo de traición y, ella ni
siquiera lo sabía. No tenía ni idea de por qué había estado tan cansada después.
Ninguna pista detrás del hecho de que ni siquiera pudo terminar de comer su cesta de
papas fritas.
Lo hice, y a pesar de que no había estado pensando, y no estaba seguro de si esa
fue la razón principal por la que fui tras ella hoy, todavía sabía lo que le había pasado.
Los daimons se habían alimentado de ella antes de que llegáramos a la casa de sus
abuelos. Hyperion la había capturado en su casa, y aunque ella no quería hablar de lo
que pasó cuando él la tenía, sabía que se había alimentado de ella. Después de todo,
era por eso que los Titanes estaban detrás de los semidioses en primer lugar. Para
Hyperion también era personal. Y le hice a Josie lo mismo que él le hizo.
Eso era imperdonable.
Tenía que ser fuerte y no lo fui. Fallé. Y si descubre lo que había hecho, estaría
absolutamente disgustada conmigo. No podría culparla por eso. Merecía su repulsión y
su odio.
73 Abriendo mis ojos, me quedé mirando al techo. Lo había hecho antes. A
propósito. Tenía un objetivo, despertar a Alex antes de tiempo. Fue así como aprendí
que podía alimentarme de éter de esa manera. No sabía que podía hacerlo cuando
sucedió por primera vez. Hubo otro tiempo en el que podría haberlo hecho mejor y no
lo hice.
La historia siempre se repetía.
Perturbado, me alejé de la pared y volví a la sala de estar. Josie no se había
movido. Me arrodillé a su lado y extendí la mano, mis dedos se detuvieron a un mero
centímetro por encima de su enrojecida mejilla.
No… No merecía esto con ella.
No la merecía en general.
Mientras la miraba, tuve que preguntarme en qué demonios estaba pensando.
Desde el principio tendría que haber sabido que acercarme a ella era una maldita mala
idea. Hice cosas de mierda en mi pasado y estaba seguro de que seguiría haciendo
cosas de mierda. No había un futuro del que hablar. Deseaba el éter como un maldito
daimon, y no se podía confiar en mí.
Y no fui capaz de mantenerme lejos de ella.
Lo necesitaba, pero no lo quería.
Necesitar. Querer. Regresar por demanda popular.
Alejando mi mano, apreté el borde del cojín. Concentrado en no molestarla, me
incliné y besé sus labios entreabiertos. Cuando retrocedí, no hubo ni siquiera un aleteó
de una pestaña. Josie era hermosa mientras dormía.
Me levanté y giré lentamente, mirando alrededor de la habitación. Sabía lo que
tenía que hacer, y por una vez en mi vida, iba a hacer lo que era correcto.

Josie
Cuando abrí los ojos, mi cerebro estaba lleno de niebla y telarañas de sueño
aferradas con firmeza. Me tomó un momento el darme cuenta que estaba tumbada en
el pequeño sofá. Me sentía como si hubiese dormido por un billón de años, un billón
de años acurrucada en posición fetal.
Haciendo una mueca, estiré mis piernas y pude oír el chasquido de los huesos. No
tenía idea de qué hora era, pero imaginé que si me hubiera quedado dormida, Seth
estaría aquí, sacudiéndome hasta despertarme.
Seth.
—Oh Dios —murmuré, poniendo las manos sobre mi cara. Mis mejillas se sentían
calientes cuando lo que habíamos hecho en público hizo una repetición instantánea,
74 con vivido detalle. Una risita ahogada se me escapó cuando mis manos cayeron a mi
estómago—. Guau.
Volví la cabeza hacia la derecha y recordé las papas fritas. Mierda, me quedé
dormida comiendo papas fritas. ¿Cuándo me había quedado dormida antes de
terminar lo que estaba comiendo?
Eso fue un infierno de orgasmo.
Totalmente un orgasmo unilateral. Me había llevado al paraíso y luego me
desmayé sobre él, a medio comer de la cesta de papas fritas antes de que pudiera hacer
lo que había planeado hacer con él. Lo cual era mucho, y sin duda incluía conseguir
que se desnudara y desnudarme y sexo real ocurriendo.
Rodé sobre mi lado y miré el reloj. ¡Santa mierda! Adrenalina se disparó a través
de mis venas. Sacudiéndome, mis piernas se enredaron en la manta. Con toda la gracia
de una semidiosa, caí del sofá, mis rodillas golpeando el suelo.
—Mierda —gruñí, empujándome hacia arriba.
¡Eran más de las nueve de la mañana! ¿Qué demonios? Luchando con mis pies,
rodeé la mesa de café, pateando mi pie izquierdo para liberarlo de la manta. ¿Por qué
Seth no me había despertado? Reduje la velocidad al entrar en la habitación, saqué la
sudadera por mi cabeza y la arrojé a un lado. Obviamente él sentía que necesitaba el
descanso, pero hombre, odiaba llegar tarde.
Lo detestaba.
Después de la ducha más rápida que había tomado en mi vida, retorcí mi cabello
mojado en un moño, empujé un millón de pinzas para el cabello en él, y luego me puse
ropa limpia de entrenamiento estilo Covenant.
El primer lugar al que me dirigí fue a la habitación al otro lado del pasillo. Llamé a
la puerta de Seth, esperé un par de minutos, y cuando no hubo respuesta, llevé mi
trasero fuera del dormitorio y hacia el campo de entrenamiento. Ya que mi horario fue
movido ahora que Luke se mudaba por las clases de verano, pensé que era donde
estaría Seth.
Estaba un poco más caliente afuera, se sentía como apenas por encima de cero,
pero el sol había salido, y brillaba, luz dorada se reflejaba en la acera de mármol.
Al doblar la esquina, me hice a un lado mientras pasaba a un grupo de estudiantes
dirigiéndose hacia los dormitorios. El año escolar del Covenant era similar al de la
Universidad a la cual asistía, excepto que funcionan durante todo el año, con su
horario de clases cambiando tres veces en el transcurso de un año. Terminaba
acortando el tiempo que pasaban aquí, pero no podía dejar de preguntarme cual era el
75 punto para ellos. Quiero decir, ¿por qué obtienen grados en botánica o lo que sea? La
mayoría de los puros vivían en las comunidades y en realidad no interactuaban con el
mundo mortal.
Estaba a medio camino bajando por el sendero cuando los diminutos pelos a lo
largo de la parte posterior de mi cuello se levantaron. El instinto me llevó a mirar por
encima de mi hombro. El pequeño grupo de estudiantes estaba abiertamente mirando
como estúpidos en mi dirección. Ojos abiertos. Bocas abiertas. Una de ellos, una
morena alta, hablaba en voz baja a otra chica, que parecía haber perdido la capacidad
de parpadear. Al principio no entendía por qué estaban viéndome como si miraran a...
Sabían lo que era.
Se había corrido la voz, o tal vez acababa de darme cuenta de ello. De cualquier
manera, no estaba segura de lo que se suponía que hiciera. ¿Saludarlos? ¿Ser engreída
como Seth y sonreír? Pero no podía sonreír. Lo intenté. Me veía como una adicta al
crack trastornada cuando lo hacía. ¿O simplemente ignorarlos?
Me decidí por esto último, metí las manos en el bolsillo delantero de mi sudadera,
y seguí caminando. Era extraño, pero no tenía espacio en mi cerebro para eso en este
momento.
Abriendo las puertas dobles del edificio de entrenamiento, me apresuré por el
pasillo, abriendo la puerta sin ventanas. Me detuve en seco, explorando el cuarto.
—Um…
Luke y Solos estaban de pie juntos, por las esteras, y Luke lucía como siempre que
estaba entrenando, pero Solos estaba vestido igual que él. Nunca había visto a Solos
vistiendo pantalones de chándal y una camiseta.
Y eran los dos únicos chicos en la habitación.
—¿Dónde está Seth? —pregunté, caminando hacia ellos.
Luke miró a Solos, y cuando el Centinela mayor apretó los labios, dejé de
caminar. Nudos se formaron en mi estómago.
—¿Dónde está Seth, Luke?
—Supongo que no te lo dijo.
Mi corazón comenzó a golpear como lo hacía cuando tenía que correr. —
Obviamente no.
—Esto es incómodo —dijo Solos, frotándose el puente de la nariz con el dedo
76 índice.
Los hombros de Luke se tensaron. —Seth ya no va a entrenarte más.
Capítulo 10
Josie
Traducido por Shanybelen
Corregido por Pagan

—¿Q ué? —Mi grito hizo eco en el Olimpo, agudo y


doloroso para mis propios oídos—. ¿Qué quieres
decir con que ya no me entrenará?
Solos intercambió otra larga mirada con Luke, y
casi perdí mi mierda, en ese mismo momento.
—Dejen de mirarse el uno al otro —exigí mientras ira salía de mí. Una corriente
de viento azotó a través del cuarto sellado, haciendo vibrar las dagas enganchadas a la
parte posterior de la pared—. Y responde a mi pregunta.
—Está bien. —Luke levantó las manos—. Cálmate. Nadie quiere acabar
77 accidentalmente en llamas. Sé que yo no. ¿Y tú, Solos?
Solos negó con la cabeza.
Mis ojos se estrecharon. Estaba a segundos de encender el culo de alguien a
propósito si no conseguía una mejor explicación, porque simplemente no entendía qué
en el mundo estaba ocurriendo.
—No sé qué es lo que está ocurriendo. Supuse que podrías contarme —explicó
Luke—. Todo lo que sé es que Marcus me llamó a su oficina esta mañana y me dijo
que tu entrenamiento estaría cambiando. Que Solos ayudaría con las cosas físicas y
que iba a poner a alguien para ayudarte con los elementos.
Me quedé mirando a Luke, no estaba segura de que estuviera escuchando
correctamente a través de la sangre corriendo en mis oídos. —¿Qué?
Solos empezó a hablar, y estaba bastante segura de que estaba repitiendo lo que
dijo Luke, pero sus palabras no tenían sentido. Nada tenía sentido. ¿Todavía estaba
soñando? ¿Un Titán sin nombre iba a salir de debajo de las pesadas esteras en el suelo?
No entendía. Un entumecimiento frío empapó mi piel y se filtró en mis huesos y
tejidos. Estaba congelada instantáneamente, incapaz de moverme. Ni siquiera estaba
segura de que estuviera respirando.
Algo en esto no estaba bien. Volví a ayer, a la discusión con Seth afuera y luego lo
que pasó después. Él. Yo. El orgasmo épico. Todo había ido bien. Normal… a
excepción de los pocos momentos después, cuando Seth se había preocupado de que
me hubiera hecho daño.
Todo se precipitó hacia mí —sonidos, voces, sentimientos— todo ello regresó,
ajustándose a la vanguardia.
—¿Dónde está? —pregunté, cortando a Solos.
—No sé —dijo—. No es mi día para vigilarlo.
Luke frunció el ceño. —Ahora que lo pienso, creo que es en realidad el día de
Alexander para vigilarlo. —Se detuvo cuando giré y me dirigí hacia la puerta—. Hey,
¿Adónde vas?
—Voy a encontrar a Seth —dije, sin esperar una respuesta. Abriendo la puerta,
doble a la derecha para poder salir a través de la parte delantera del edificio. El primer
lugar al que iba era a la oficina del decano. Sí, un poco loco de mi parte ir allí, pero
sabía que Seth no estaba en su cuarto y ese era el siguiente lugar en que comprobaría.
Apenas era consciente de la luz brillante del sol de la mañana mientras corría a
través del patio, hacia el edificio alto e imponente donde se encuentran las oficinas del
Decano. Sólo había estado allí una vez, cuando llegué, y tuve la misma sensación de
78 hundimiento que tuve la primera vez.
Dos estudiantes caminando por el sendero frenaron en seco cuando me acerqué a
ellos. Con los ojos muy abiertos, se hicieron a un lado, permitiéndome caminar
derecho por el centro de la acera. Realmente no tenía en mi ese momento para
preocuparme.
Mi estómago se retorcía en nudos; entré en el edificio principal, pasando por los
diseños intrincados grabados en el suelo y las paredes, diseños que parecían estar
embellecidos en oro. Como, oro verdadero. Dios mío. No caminé por el centro del
vestíbulo, al igual que la primera vez que había estado en el edificio la noche que Seth
y yo llegamos a la Universidad. Sabía que el Decano estaría probablemente en su
oficina, y estaba arriba de la ridícula escalera. Subí esa cosa como una campeona, y en
la parte superior, todo el camino al final de la amplia sala, vi a los Guardias vestidos de
blanco, de pie delante de las puertas doble de titanio.
Uno de ellos, una rubia de pelo corto, me miró cuando me acerqué a ellos. Me
detuve, respirando con dificultad. —Tengo que ver al decano.
—¿Tienes una cita? —preguntó, con los ojos azul hielo y la voz fría.
Negué con la cabeza. —Ni siquiera sé cómo hacer una cita con él, pero necesito
verlo.
—Lo siento —respondió, su voz nivelada—, pero está ocupado.
Por supuesto que lo estaba. —Bueno, entonces me sentaré aquí hasta que no está
ocupado.
Las cejas oscuras del Guardia masculino se levantaron. —No es necesario. Puede
dejar su nombre y nosotros…
—No voy a dejar mi nombre, o irme. —Con cada palabra que hablaba, mi voz se
hizo más fuerte y la corriente de viento golpeó el pasillo, levantando el cabello
alrededor de la cara de la Guardia rubia—. Por lo tanto, sólo voy a apoyar mi trasero
aquí, contra la pared y no me importa si tienes un problema con eso...
Las pesadas puertas detrás de los dos guardias vestidos de blanco de repente se
abrieron, y el Decano del Covenant apareció, de pie en el medio. Era un hombre alto,
la definición de sofisticación. Cabello castaño oscuro peinado hacia atrás. Nunca
podría adivinar su edad. Sólo tenía unas pocas líneas en las comisuras de los ojos y el
pelo ligeramente canoso en las sienes.
En este momento, su expresión era cuidadosamente en blanco. —Puedes entrar,
Josie.
Mientras caminaba hacia delante, disparé una mirada a la Guardia rubia de la que
probablemente más tarde me arrepentiría, debido a que sólo estaba haciendo su
79 trabajo. Marcus se apartó, y en el momento que entré en el gran cuarto, mi corazón
corrió hasta mi garganta.
Seth estaba sentado en la silla frente al gran escritorio, de espalda a la puerta. Sus
hombros estaban rígidos y tan rectos como una tabla, y no giró, no miró en mi
dirección aunque supiera que estaba allí. Los nudos en mi estómago se apretaron
dolorosamente.
—No creo que me estés buscando —dijo Marcus, cerrando la puerta detrás de él.
Pasó junto a mí y se sentó detrás del escritorio.
Negué con la cabeza. —Quiero…
—No —dijo Seth.
Parpadeando, me quedé mirando la parte trasera de su cabeza dorada. —¿Perdón?
—Sé por qué estás aquí —agregó, su voz excepcionalmente nivelada. Tan
aterradoramente. Era como si le importara un bledo lo que estaba diciendo—. Se trata
del entrenamiento, y no hay nada que discutir. Ya está hecho y decidido.
Mi boca se movió, pero no había palabras mientras el calor se arrastraba a mis
mejillas. Marcus, el maldito Decano de la Universidad, estaba mirándonos, mirándome,
y posiblemente buscar a Seth en esta sala no había sido una buena idea. —No… No
entiendo lo que está pasando.
Seth no se dio vuelta, y lo miré, totalmente incrédula de lo que estaba ocurriendo.
Un agujero se abrió en mi pecho, dividiéndolo a la mitad, porque sabía, oh Dios, en el
fondo sabía, que esto no era sólo acerca del entrenamiento. Seth no estaba sólo
alejándose de esto.
Estaba alejándose de nosotros.
—Solos va a seguir con ayuda de Luke —dijo Marcus, cruzando las manos sobre
el escritorio—. Es un centinela increíble, y su experiencia será de gran valor.
Apuesto a que Solos era un ninja rudo. Es decir, sabía cómo utilizar nunchacus,
por lo que tenía que ser impresionante, pero no era Seth. Y antes, Seth no había
querido a Solos entrenándome. ¿Qué había cambiado?
—Será… perfecto para ti —dijo Seth con la misma voz plana.
Aspiré, pero el aire se quedó atascado en mis pulmones y mi pecho apretado. —
¿Por qué? —susurré.
Seth siguió mirando hacia adelante. —Es simplemente lo mejor. Es todo lo que
necesitas saber.
80 ¿Todo lo que necesitaba saber?
—Laadan será capaz de ayudarte con los elementos. Ella no puede controlarlos
todos, pero es lo mejor que tenemos en este momento —continuó Marcus—. Al menos
hasta que Apolo vuelva. Si llega con lo que Seth me ha informado, entonces otro
semidiós puede ayudarte seguramente.
—Pero no sabemos cuándo Apolo está regresando o a quién está trayendo —
argumenté—. ¿Se supone que no trabaje en akasha hasta entonces?
—Sí —respondió Seth con frialdad—. Eso sería todo.
—Eso no tiene sentido.
—Tiene perfecto sentido para…
—¿Qué tal si en realidad me miras cuando me hablas? —espeté cuando la ira se
disparó a través de mi sistema como una flecha fuera de control. Los documentos
sobre el escritorio de Marcus se sacudieron—. No me gusta hablar con la parte trasera
de tu cabeza.
—Bueno —dijo Seth, expulsando la palabra mientras giraba lentamente hacia un
lado de la silla. Fríos ojos ámbar se encontraron con los míos—. A mí tampoco me
gusta hablar con la pared.
Mis ojos se estrecharon cuando di un paso adelante. —Puedo simpatizar
totalmente con eso, sobre todo en este momento.
—Esto —dijo Marcus en voz baja, casi para sí mismo—. Esto es enteramente
familiar para mí.
No pude entender lo que Marcus había querido decir, pero Seth cerró los ojos
brevemente, apretando con tanta fuerza que la piel se arrugó en las esquinas. —
Exactamente —murmuró.
—¿Qué supone que significa eso? —Lancé mis manos en alto—. ¿Todo estaba bien
ayer y ahora no lo está? No entiendo cuál…
—No hagas esto difícil, Josie. —Un latido pasó, y su cuerpo delgado se tensó en la
silla—. No te avergüences a ti misma.
Tomando un profundo y desordenado respiro, retrocedí como si me hubieran dado
una bofetada en toda la cara. —¿No avergonzarme?
No dijo nada, pero el músculo de su mandíbula empezó a marcarse.
Mi cara ardía como un reguero de pólvora. Estaba avergonzándome tener esta
conversación ante el Decano, parada aquí y teniendo a Seth hablándome como lo
81 hacía.
Como si no fuera absolutamente nada para él. Como si estuviera en la posición de
regañarme. Avergonzada no era la palabra correcta. Humillada vino a mi mente.
Herida también lo hizo.
Era como antes, cuando estaba congelada en la sala de entrenamiento. Todo
callado por un largo y prolongado momento mientras una profunda grieta iluminaba
mi pecho, agudo e increíblemente real.
Tragué más allá del creciente nudo en mi garganta y vi a Marcus. Su atención
estaba puesta en la ventana, y me golpeó una vez más que tenías una audiencia para
esto.
La mirada de Seth se alejó de mí a la pared. Tomé otro aliento y se quedó
atascado. No había nada más que pudiera decir en este momento. Nada de nada.
Apretando mis manos cerradas hasta que mis uñas se clavaron en las palmas, miré
a Marcus. —Lo siento, um, por ser una molestia. La… la situación del entrenamiento
está bien.
La mirada de Seth voló de regreso a la mía, pero me obligué a dar la vuelta. Salí de
la habitación, con paso rígido. Tuve que salir antes de avergonzarme a mí misma una
vez más, porque estaba a segundos de gritarle a Seth o llorar, y esas son dos cosas que
no quería hacer frente a Marcus. O alguien.
Puse un pie delante del otro y seguí andando, seguí hasta que estuve en la planta
baja y luego en el exterior, todo el tiempo mi cabeza era un torbellino de preguntas y
confusión. Ciegamente me dirigí hacia la residencia de estudiantes, porque no había
modo que volviera al entrenamiento. No hoy. De ninguna manera. Había una horrible
sensación de ardor en mis ojos.
—Josie.
Mi corazón tartamudeó, junto a mi paso.
—¡Josie! —llamó Seth otra vez, su voz más cerca—. Detente.
Una parte de mí quería seguir adelante, pero no podía. Una pequeña chispa de
esperanza se encendió a la vida. Me di la vuelta, parando en el clúster de árboles de
olivos. —¿Qué? —dije cuando se acercó—. ¿Me sigues así me puedes regañarme otra
vez?
Seth desaceleró, deteniéndose a unos metros delante de mí. —No te regañé.
—Tonterías —espeté, apegándome a la ira, porque eso era mejor que la confusión
y el dolor—. Me regañaste delante de Marcus. Dijiste que no me avergonzara a mí
misma. Excepto que tú eras el que me avergonzaba.
82
Su ceño se frunció. —Bueno. No era mi intención hacer eso…
—No importa si querías hacerlo o no. Lo hiciste. —Tomé una respiración
profunda mientras lo miraba—. ¿Qué está pasando, Seth? ¿Por qué no me vas a
entrenar más?
Cruzando sus brazos sobre su pecho, No respondió por un momento. —Como he
dicho antes, sólo es mejor de esa manera.
—Eso no es una explicación.
Su mirada se encontró con la mía y luego parpadeó lejos. —Es la única
explicación que necesitas oír.
La ira estalló dentro de mí una vez más y solté una risa corta. —Bueno. ¿Sabes
qué? Soy una mujer patea culos, y tú no puedes decidir lo que necesito y no necesito
oír.
—Ya lo sé, pero esta vez, lo hago. —Sus ojos se profundizaron en tonalidad,
convirtiéndose en un color rojizo—. No estoy tratando de ser un idiota.
—Entonces necesitas esforzarte más —disparé de nuevo—. Porque estoy segura
que saliste aquí afuera para decirme la misma mierda que dijiste allí adentro, y eso es
nada.
Seth exhaló, nubes oscuras comenzaron a rodar arriba, borrando el sol y lazando
sombras profundas en todo el cuadrángulo. Se acercaba una tormenta. —Esto no va
cómo lo planeé —dijo.
—¿Cómo exactamente planeaste esto, sea lo que sea esto, Seth? Todo estaba bien
ayer y…
—Todo no estaba bien ayer. —Sus brazos cayeron a los costados mientras bajaba
la cabeza, así que estábamos casi al nivel de los ojos—. Ayer fue un error enorme.
Mierda. No sólo ayer. Todo lo ha sido.
Whoa.
Me aparté de nuevo, en realidad retrocedí un paso lejos de él. Mi boca se abrió,
pero había perdido la capacidad para formar palabras mientras la fisura en mi pecho se
propagó, cortando profundo, y latía y latía como una herida real, cruda.
—¿Todo? —Esa fue la única palabra que conseguí.
Se me quedó mirando un momento y luego desvió la mirada, maldiciendo en voz
baja mientras se pasaba los dedos por el cabello. —No entiendes.
—Tienes razón. —Lágrimas obstruían mi garganta, y ya no quería gritarle. Sólo
83 quería que esto fuera algún tipo de extraño malentendido—. No entiendo. ¿Puedes...
puedes por favor explicármelo?
Seth bajó su brazo y me miró. Había una gran cantidad de secretos en esos ojos
extraños y me puse rígida como el acero que había dejado caer por mi espalda. Al
instante, sabía que habría sido mejor si no hubiera hecho la pregunta. Si sólo hubiera
seguido caminando.
—Me… Me gustas, Josie. Creo que eres estupenda —dijo, su voz plana, una vez
más, y lo que estaba en mi pecho se marchitó, como una flor dejada sin agua y sol.
Todo había terminado—. Pero lo que estamos haciendo no está funcionando para mí.
—Y no estamos hablando sólo del entrenamiento, ¿verdad? —Me oí preguntar con
una voz que era pequeña y lamentable.
Seth no dijo nada, pero el trueno crujió en la distancia.
—Eso está mal —susurré mientras clavaba mi dedo en él—. Ni siquiera puedes
decirlo.
—No estamos hablando sólo del entrenamiento. Estoy hablando de todo —dijo, y
me estremecí con esa palabra que hizo eco en todas partes. Miró lejos otra vez,
sacudiendo su cabeza—. ¿Es eso lo que quieres que diga, Josie? ¿Te hace sentir mejor
escucharlo?
—No —admití, en un suspiro tembloroso—. ¿Por qué? ¿Por qué…
—No quiero hacer esto contigo —interrumpió, su voz fría, pero sus palabras
cortando directamente en mí—. No quiero hacer nada de esto contigo. Joder, Josie, no
hagas esto difícil. Es suficiente una razón.
La sensación de ardor se extendió a mi garganta y pecho, y retrocedí un paso. No
sabía qué decir mientras lo miraba y sólo una palabra salió.
Calientes lágrimas brotaron de mis ojos. —Jódete.
No esperé por su respuesta, y esta vez, cuando me di la vuelta, Seth no me detuvo.
Llegué a mi dormitorio y estaba dentro de mi habitación antes de que mi tenue control
se estirara y se rompiera. El ardor se intensificó, subiendo de regreso a mi garganta
mientras cerraba la puerta detrás de mí y me deslizaba hacia abajo, dejándome caer al
suelo justo en frente de ella. Golpeé mis manos sobre mi cara, las palmas presionando
mis ojos, pero eso no hizo nada para detener las lágrimas.
Había tanto de qué preocuparse, el entrenamiento, la búsqueda de semidioses y la
bibliotecaria, mi madre y Erin, los Titanes, y mucho más, pero en ese momento, no me
importaba nada de eso. Mi pecho estaba abierto y mi corazón arrancado, dejado en un
pasillo de mármol con un grupo de árboles olivos. El dolor era intenso y consumidor.
—Oh Dios —susurré en la silenciosa habitación.
84
Mis hombros se agitaban cuando mis dedos se cerraron sobre mi frente.
Manteniendo mi boca cerrada, sofocando los sollozos que intentaban liberarse, pero
las lágrimas vinieron. No había nada para pararlas. Caliente humedad se deslizó por
mis mejillas. Me pareció sentir el movimiento del piso debajo de mí, un temblor que
sacudió los muebles, pero no me importó.
No entendía. No tenía idea de lo que había sucedido, pero la forma en que me
miraba, la forma en que me hablaba, ese no era ni siquiera el Seth que conocí al
principio. Este era un Seth completamente diferente que nunca había visto antes.
Como el día que golpeó al puro y me miró después, este Seth era un desconocido
para mí.
La peor parte —oh, Dios— la peor parte de todo era que sabía lo que estaba
sintiendo. El dolor era muy real, la amarga hinchazón de las emociones y la
profundidad de la herida era señal de algo poderoso y puro. Algo que ya no importaba.
Estaba enamorada de Seth.
Y él acababa de romper mi corazón.
85
Capítulo 11
Seth
Traducido por shanybelen & Valentina95

E
Corregido por Pagan
ra un idiota.
Un enorme idiota.
Nada nuevo exactamente ahí, pero cualquiera de las otras
veces en que fui un idiota, no me sentí como una mierda total.
Y me sentí como una mierda total en ese momento.
Horas después, mientras estaba de pie en la pared exterior que rodea el campus,
todavía podía escuchar la frágil emoción en sus palabras. Azotándome como el viento
hacia en ese momento, enfriando mi piel. No tuve que cerrar los ojos para ver
claramente las lágrimas reuniéndose en los suyos o para ver la forma en que se había
86 encogió.
Maldita sea.
La había herido. No podía negar eso, pero mientras miraba a los oscuros jardines y
altos pinos, supe que había hecho lo correcto. Levantando la mano derecha, froté el
punto por encima de mi corazón. Lo correcto no es fácil. Maldita sea, pero tenía que
hacerlo.
No había manera de que pudiera ser de confianza cuando se trata de su
entrenamiento. Me lo había probado a mí mismo, y si no podía ser de confianza
entrenándola, entonces estaba seguro como el infierno que no podría ser de confianza
para estar con ella. No cuando ahora sabía lo fácil que era mezclar necesidad y…
bueno, necesidad.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Me volví al oír el sonido de la voz de Solos. Su cabello oscuro apareció en lo alto
del muro mientras subía por la escalera empinada. —Patrullando.
Solos se quedó parado, con las cejas arqueadas. —No me di cuenta de que era
parte de tus responsabilidades aquí.
—No me di cuenta que era de tu incumbencia.
Su labio se curvó hacia arriba en las esquinas, estirando la cicatriz que iba desde el
rabillo del ojo a la mandíbula. —Mira, todo lo que digo es que si no tuviera que estar
aquí, no lo estaría.
Crucé los brazos, devolviendo mi atención a los pinos que ya empezaban a oler
dulce.
—Especialmente cuando es tan frío como las tetas de la Medusa aquí arriba.
Buena imagen. —No creí que esto fuera tu deber, ya que se te ha dado un puesto
en el Consejo.
—No hay mucho para hacer en el Consejo además de holgazanear y escuchar a un
grupo de gente discutiendo. —Solos se trasladó a mi lado, y ni siquiera se molestó en
ocultar su suspiro—. Sabes, si tuviera una chica como Josie al alcance de mi mano…
—Si no deseas ser derribado de este muro, te sugiero que no termines esa frase —
dije con calma.
Solos dejó escapar un silbido. —Bien entonces...
Le doy una mirada superficial. —¿Alguna actualización interesante del mundo
más allá de estas paredes?
—No hay informes de sombras o avistamientos de Titanes, pero sabemos que no
87 va a durar. Ha habido algunos ataques daimon cerca de L.A. y a las afueras de Vegas.
También escuché que había un número sorprendente cerca de Miami. Dicen que es un
montón de puros recientemente convertidos, así que están yendo como dementes.
—¿Qué hay cerca?
Solos levantó los brazos y se estiró, tronando los huesos de su espalda. —Hay una
célula importante de daimons fuera de Rapid City. Tenemos un equipo de exploración
siguiéndolos ahora mismo, ya que son demasiados para atacar.
Era lo primero que oía sobre esto. —¿No están preocupados por esto? Toma un
poquito de lógica averiguar que un grupo de daimons vendrá en esta dirección. No hay
mucho más.
—Sabemos eso, Seth, pero no podemos quitar la vigilancia del Consejo, no con la
amenaza de sombras y Titanes cerniéndose sobre nosotros. —Bajó los brazos—. No
van a conseguir atravesar estas paredes. No otra vez.
—Pero ellos pueden controlar los animales. Recuerdas la última vez, ¿con las
aves? —Había estado en el otro lado del muro, fuera de su camino directo, pero había
visto el horror de Hitchcock cobrar vida—. Puedo sacar a los daimons. Me iré…
—¿De verdad vas a salir de aquí, donde Josie está? Piensa en ello, hombre. El peor
escenario es que los Titanes de alguna manera estén trabajando con los daimons, al
igual que Ares lo estaba. Esto podría ser una trampa, Guardias y Centinelas, tú, lejos
de aquí para que ellos ataquen. —Se dio la vuelta, haciendo un gesto hacia dentro del
muro—. No me puedes decir que no has notado la forma deplorable en que estamos
con el personal cuando se trata de Guardias y Centinelas. Muchos se han ido. No los
puedo culpar de eso. Mierda, a veces me pregunto por qué demonios estoy todavía
aquí. La mitad de los malditos Guardias son puros. Ellos no pueden detectar un
daimon para salvar sus vidas. Literalmente. Además, hay más daimons mestizos ahora
que puros. Esos hijos de puta son jodidamente duros de matar, e incluso nosotros no
podemos distinguirlos. Que te vayas, nos está abriendo a un riesgo enorme.
Infiernos. Tenía un punto.
Hombre, lo que daría por tener algunos daimons recién convertidos para sacar mis
frustraciones. Eran brutales y sucios cuando eran nuevos; es su momento más
peligroso, ya que están completamente gobernados por… por su necesidad de éter.
—¿Quieres oír algo extraño? —dijo y siguió sin mi respuesta—. Cuando fui más
allá del muro hoy escuché aves e insectos. Los bosques estaban vivos.
—Está bien —respondí—. Gracias por compartir.
Solos miraba hacia delante. —El único momento en que ha permanecido
silencioso fue cuando estabas con nosotros.
88 Con el ceño fruncido, miré hacia él. —No tengo ni idea de cómo esto no es
simplemente una coincidencia. —Hice una pausa—. A no ser que incluso los conejos y
los grillos reconozcan el tipo duro que soy —bromeé, pero un destello de inquietud me
recorrió el cuerpo. La tranquilidad anormal del bosque no tenía nada que ver conmigo.
No tendría sentido.
—Sólo pensé que era una observación interesante. De todos modos, está el
problema entre los puros y mestizos —continuó Solos, balanceándose sobre los talones
de sus botas—. En cada comunidad, ha habido problemas. Tan malos como los de
aquí.
—No es del todo sorprendente. —Mi mandíbula trabajó—. Por cierto, ¿has oído
alguna vez del puro que siguió a Josie y ese tipo Colin?
Solos negó con la cabeza. —No. —Hubo una pausa y pude sentir su mirada en
mí—. Por cierto, Josie no regresó a los entrenamientos después de que fue a buscarte.
No dije nada.
—Luke fue a buscarla. Llamó a su puerta, pero no respondió —continuó—.
Estaba seguro de que estaba allí, pero no le abrió. Eso es raro, ¿verdad? Ellos son
cercanos.
—Sí —murmuré. Mi mandíbula empezó a doler cuando cambié mi postura. No
me gustó la idea de ella estando sola y desde luego no me gustaba la idea de ella
dejando fuera a Luke—. Ellos son cercanos.
—Sí, eso es lo que pensé.
Un músculo comenzó a palpitar en mi sien mientras lo miraba. —Recuerda lo que
te dije. Ella realmente necesita trabajar en las cosas más brutales. No está lista para
derribar realmente a alguien, para hacer la elección de usar la fuerza letal. Tenemos…
tienes que llevarla a ese punto.
—Lo sé. No lo olvidé. Sé dónde están sus debilidades. —Estuvo maravillosamente
tranquilo durante cinco segundos—. No sé por qué has dejado de entrenarla, pero…
—No es de tu maldita incumbencia, Solos. No estoy hablando de eso contigo. Es
la última advertencia que vas a conseguir.
—Mira, todo lo que estoy diciendo es…
Giré hacia Solos, bajando y atrapándolo por las rodillas con sólo deslizar mi
pierna. Se golpeó en el cemento, de espaldas. Antes de que pudiera moverse, llevé mi
pie a su garganta, lo suficientemente lento como para permitirle atraparlo con sus
89 manos, pero presioné hacia abajo con la fuerza suficiente para hacerle saber que estaba
jodidamente terminando con esto.
A la distancia, pude ver dos Guardias mirando en nuestra dirección. No se
acercaron mientras miraba a Solos.
—No estoy seguro de qué parte de “esto no es de tu incumbencia” no entiendes,
pero déjame que te explique algo. —Convoqué el elemento aire cuando movió su
pierna hacia la mía, inmovilizándolo hacia abajo con facilidad—. No somos amigos.
No vamos a conseguir historias personales de guerra. No vas a interrogarme,
especialmente cuando se trata de ella.
—Maldición —gruñó Solos—. Pensé que éramos amigos.
—Ni siquiera cerca. —Incliné la cabeza—. ¿Me entiendes?
Solos sonrió. —Te entiendo, hermano.
—Eso es inteligente. —Su mirada se encontró con la mía—. No vuelvas a olvidar
lo que soy, Solos.
Su mirada era inquebrantable. —Sé exactamente lo que eres, Seth.
—No realmente —contesté.
Sonrió esta vez. Como si no tuviera una bota presionando en su garganta. —Lo
hago. Si tú quieres creerlo o no, lo hago.
Lo miré. ¿Se daba cuenta de lo fácil que sería para mí poner fin a su existencia?
Los mestizos eran difíciles de matar, pero no imposible. Dudaba que sobreviviera a
una caída desde este muro. Me gustaría. Y seguro como el infierno él sabía que no
tomaría otro aliento alguna otra vez si iba sobre su garganta.
Presioné hacia abajo, y sus ojos se abrieron. —No sabes lo que soy capaz de hacer.
Sería muy conveniente recordarte eso.
—Debidamente anotado —jadeó.
Lo mantengo presionado durante un momento más. El movimiento fue totalmente
estúpido de mi parte, pero le quería hacer llegar el mensaje. Lo hizo, y luego levanté el
pie. Dando un paso atrás, dejé el elemento aire. Saltó a sus pies, subiendo de forma
fluida mirándome con recelo. —Lo bueno es que ahora estamos en la misma página.
—Es algo bueno que en cierto modo me agradas —regresó.
Girando alrededor y hacia un lado, levanté mi mano y la volteé. Entonces salté del
muro de seis metros. Usando el elemento aire, reduje el descenso. Golpeando el suelo
en cuclillas, dentro del campus, aterrizando justo al lado de dos Centinelas a punto de
salir por la puerta.
90 —Dioses. —Uno de ellos saltó hacia el otro.
Sonreí mientras me levantaba y luego partí hacia los edificios. Era temprano, y
estaba inquieto. Normalmente tendría mis manos…
Cortando ese pensamiento, cerré mis manos en puños. Incluso pensar en ella me
hacía querer ir a perforar la cara de la estatua de Hades, quien disfrutaría de esa
demostración.
Lo que había hecho con ella me enfermar del estómago. No podía ser perdonado,
y debería estar lo más lejos posible de aquí, pero no lo estaba. Nop. Había obstáculos
que impedían eso. Es decir, era la perra de Apolo, y hasta que me dijera que fuera a
alguna parte, estaba aquí. Luego estaba el problema Titán y el…
Mierda.
¿A quién estaba engañando? Si realmente quería largarme de aquí, me iría. A la
mierda Apolo y las consecuencias. Sí, era el titiritero de mi Pinocho, pero eso no me
impidió vagar lejos antes. Si realmente quería, podía irme ahora mismo y dirigirme a
las Cyclades. Estaba todavía aquí por Josie. No podía estar con ella, pero eso no
significaba que no podía protegerla.
¿Pero quién la protegerá de ti?
Las palabras susurradas me detuvieron en seco. Eran demasiado reales. Dichas en
voz alta y sin embargo dentro de mi cabeza. Dando la vuelta, exploré las tierras con
ojos entornados.
Apoyado contra la estatua de oro de Apolo, los brazos cruzados y una pierna
ladeada, estaba ese maldito ninfo. Me guiñó un ojo.
—¿Qué demonios, hombre? —exigí.
La luz de luna reflejaba la piel reluciente sobre un hombro desnudo. —Sólo estaba
diciendo lo que estabas pensando.
—¿Cómo sabes lo que estoy pensando?
—Soy así de especial —respondió el ninfo—. Tan especial que voy a señalar algo
muy importante para ti.
—Oh, que afortunado soy. —Mi mirada se estrechó sobre él—. ¿Qué haces aquí?
Levantó la barbilla y sonrió. —¿Importa?
—Demonios, sí, importa. Viniste en nuestra ayuda antes, cuando estábamos fuera
de estas paredes, pero eso no quiere decir que confío en ti o tus intenciones, sean las
que sean. —La sospecha floreció dentro de mí—. ¿Cuál es tu trato?
El ninfo parpadeó y volvió a aparecer directamente en frente de mí.
91 Impresionante. Incluso yo no podía realizar un seguimiento de su movimiento. —
Estás cometiendo un gran error.
Dioses. Algunas noches simplemente no podían ir peor. —Toda mi existencia es
un error, por lo que vas a tener que ser un poco más preciso acerca del error exacto del
que estás hablando.
Los ojos completamente blancos del ninfo chisporrotearon pequeños rayos de luz.
—Alejándote de ella no vas a salvarla.
Bien, me sentí inmediatamente equivocado. Esta noche oficialmente estaba
empeorando.
—Y no te salvará tampoco —agregó el ninfo.
Vociferé una risa áspera. —No voy a salvarme. Conozco el final del juego.
—No existe tal cosa como el final —contestó, inclinándose así que cuando volvió
a hablar, su aliento fresco se movió sobre mi mandíbula—. Todas las profecías están
diseñadas para ser reescritas. Sin destino, sin importar lo que se sacrifique o negocie, es
definitivo. —Hizo una pausa—. Todas las piezas nunca son compartidas.
Rígido, resistí la tentación de retroceder ante el raro ninfo. —No crees
exactamente en el espacio personal, ¿verdad?
Se rió y se puso más cerca, lo que no creía que fuera exactamente posible hasta
este momento. Lo fue. Su pecho rozó el mío. —No creo exactamente que entiendas lo
que te digo, Apolyon. Tenías una posibilidad de volver a reescribir una profecía antes,
pero fallaste.
Todo en mí cayó, hasta los latidos de mi corazón. Sabía exactamente de la
profecía que estaba hablando. La que terminó en la muerte física de Alex.
—Forjaste tu propio camino. No escuchaste a nadie y creías saberlo mejor. Al
final, tus manos estaban cubiertas con la sangre de quien fuiste confiado a proteger. —
El aliento helado del ninfo era frío como sus palabras—. Continua por este camino, la
historia se repetirá, y no habrá salvación para ti. Sólo habrá una eternidad de castigo y
venganza.
El ninfo desapareció sin sonido o movimiento, dejándome allí de pie. Girando
lentamente, miré a mí alrededor y no había señal de que el ninfo hubiera estado alguna
vez allí en primer lugar.
—Demonios —murmuré, frotando mi mano a lo largo de mi mandíbula.
No estaba seguro de qué pensar del ninfo, si era amigo o enemigo, pero al final, lo
que el ninfo había dicho era toda la verdad. Había sangre en mis manos, y sólo había
castigo y venganza en mi futuro.
92
Josie
Mi cara duele.
Así como mi cabeza y mis ojos. En realidad, cada parte de mí duele. Mi cabeza
estaba embotada y mis ojos hinchados de llorar suficientes lágrimas para llenar la
estúpida habitación, y mi estómago estaba brutalmente vacío. Había pasado la etapa
de tener hambre. Me sentía como si no fuera a volver a comer de nuevo.
En algún momento, me las apañé para levantarme del suelo y sacarme a patadas
mis zapatillas antes de plantarle cara a mi cama. Eso resultó ser un gran error, ¿Porque
las sábanas, las almohadas? —todo— olía a Seth. Como a aire libre y su esencia única
que me recordaba a hojas quemadas. Las lágrimas realmente empezaron en ese punto,
y fue feo. Los grandes y feos sollozos vinieron de una parte profunda dentro de mí y
sacudieron todo mi cuerpo. Lloré dormida, y cuando me desperté las lágrimas
comenzaron de nuevo. Durante un tiempo, pareció como si no hubiera un final a la
vista.
Eso fue el viernes por la mañana. Apenas me había movido de la cama en dos días
y mis ojos estaban tan secos como el desierto. Mi cabello estaba desordenado y
grasiento. Parecía como si la ducha requiriera demasiado esfuerzo.
Nunca estuve enamorada antes.
Nunca tuve mi corazón roto por un chico antes.
Sí, mi corazón fue herido una vez o dos. Hubo un chico en la secundaria por el
que tuve un enamoramiento y él pensaba que yo era un bicho raro. Entonces estuvo
este tipo de mi clase de historia en mi primer año en Radford. Pasé todo el semestre
enamorada de él y tratando descaradamente de decirle más que un puñado de frases,
sólo para descubrir que estaba comprometido, con hija incluida.
Pero nunca estuve enamorada, y Oh Dios, estaba muy enamorada de Seth. No
estaba segura del punto en el que sucedió. ¿La primera vez que compartió un pedazo
de sí mismo conmigo? ¿Cuándo me habló acerca de su madre? ¿O cuando decidió
quedarse y entrenarme? Pudo haber sido la primera noche que me dijo que podía
usarlo como mi almohada de cuerpo entero. Pudo haber sido la noche que me dijo que
era su salvación.
O cuando finalmente me besó.
Ahora… Tragué saliva. Ahora que no quería tener nada que ver conmigo, la
confusión no tenía nada que ver con el dolor corroyendo mi pecho.
El sábado por la tarde, Luke pasó de nuevo. Como el día anterior, no respondí a la
93 puerta. No estaba preparada para enfrentarlo. No cuando quería a mi madre. Quería a
mi abuela. Quería a Erin. Ninguna de ellas estaba aquí. Ninguna de ellas podía estarlo.
No sabía si el alternante pulso agudo y produciendo una sensación de vacío en mi
pecho era normal, pero estaba enferma en el alma. Me sentía destrozada, partida en
dos, y no tenía ni idea de cómo empezar a reponerme a mí misma.
Rodando sobre mi espalda, abrí los ojos. Era domingo por la noche. Iba a tener
que reponerme para mañana por la mañana. No podía esconderme en mi habitación
por el resto de mi vida. Necesitaba gatos o algo si estaba seriamente decidida a
intentarlo. Y no podía hacer eso incluso si el Covenant permitía la presencia de
animales dentro. Era importante. Una semidiosa.
Necesitaba terminar el entrenamiento, y necesitaba estar preparada para cuando
mi ausente padre apareciera con otro semidiós. Había mucho que tenía por hacer, y
probablemente fracasaría épicamente en ello, pero no podía esconderme. Porque era
una maldita jodida semidiosa.
Una semidiosa con el corazón roto.
Una semidiosa con el corazón roto que ni siquiera podía convertirse en una loca
señora de los gatos, porque no tenía gatos.
—Dios. —Golpeé mis manos sobre mi cara. La quemadura estaba de vuelta,
detrás de mis ojos, y quería golpearme a mí misma en mis partes femeninas.
Tenía que reponerme. La siguiente respiración que tomé se quedó atascada. Está
bien, al menos tenía que pretender que estaba repuesta.
Un golpe interrumpió mi horrible charla. Giré mi cabeza hacia la sala de estar,
pero no me moví más que eso. El golpe sonó de nuevo y entonces una voz lo siguió.
—Josie, abre la puerta.
Deacon.
El de pelo rizado, ojos plateados, hermoso Deacon. Suspiré. Él no tenía el corazón
roto. Él tenía a Luke, quien estaba locamente enamorado de él.
—Tengo papas fritas —engatusó desde el pasillo.
¿Papas fritas? Mi estómago se movió, recordándome que, en efecto, quería algo de
comida. Bajé mis manos.
Hubo una pausa. —Están recién hechas y son esa mezcla perfecta entre blando y
crujiente.
Oh mí, eso era lo mejor.
94
—Y, tengo la preparación al rancho —agregó. Lentamente, me senté y empujé
algunos grasientos mechones de cabello fuera de mi cara—. Si no contestas a la puerta,
tendré que hacer algo drástico.
Fruncí el ceño.
—Puedo usar el elemento fuego, lo que significa que puedo derretir el interior de
esta cerradura —explicó—. Y no soy así de bueno controlando el fuego.
Probablemente voy a terminar prendiendo la puerta en llamas.
—Guau —murmuré, balanceando mis piernas fuera de la cama.
—Y entonces el fuego se propagará a las paredes y la siguiente cosa que sabrás,
será que el dormitorio entero está en llamas. El techo se quemará como la mierda y
Marcus estará realmente molesto...
—¡Está bien! —grité, parándome—.Ya voy.
—Bien. —La satisfacción prácticamente brotó de su voz.
Arrastrando los pies hacia la puerta, tiré de la cerradura y la abrí. Fiel a su palabra,
Deacon estaba parado con una bolsa en una mano y una botella de Coca-Cola en la
otra. Mirando la botella de color rojo y negro, ya podía sentir la maravillosa y ácida
quemadura en mi garganta. El aroma grasiento era como el cielo. Cuando me hice a
un lado, mi mirada parpadeó sobre su hombro y aterrizó en la puerta de Seth. Un
dolor atravesó mi pecho, robándome el aliento.
Deacon pasó campante más allá de mí, poniendo la bolsa en la mesa de café, junto
con la botella de Coca-Cola. Cerrando la puerta, exhalé en voz baja y entonces me
giré…
De repente, Deacon estaba justo frente a mí y sus brazos estaban a mí alrededor.
Un segundo estaba parada ahí y al siguiente, mi cara estaba contra su pecho
sorprendentemente en forma, mi nariz enterrada en su camisa suelta y de manga larga.
Y me estaba abrazando, realmente abrazándome. No uno de esos flojos y débiles
abrazos que te hacen sentir como si la otra persona fuera frágil. No, éste fue uno
sincero, y Dios… Dioses, casi me rompió de nuevo.
—Yo… —No sabía que decir. Las lágrimas obstruían mi garganta de nuevo,
cortando mis palabras y todo lo que pude murmurar fue—: Lo si… siento.
—No te disculpes —dijo, presionando un beso en lo alto de mi grasienta frente,
desbloqueando el modo mejor amigo.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura y cerré mis ojos fuertemente. —Seth.
Él... dijo que todo fue un error. Nosotros… —Mi respiración se entrecortó—. Que
95 nosotros fuimos un error.
Sus brazos se apretaron a mí alrededor.
—Lo... lo amo —dije, estremeciéndome—. Lo amo, Deacon.
—Lo sé —dijo Deacon, y su abrazo se volvió mi todo—. Lo sé.
Capítulo 12
Josie
Traducido por Dee & Anna
Corregido por Pagan

—L
o has hecho muy bien hoy, Josie. —Laadan estaba de espaldas
al sol, su largo y oscuro cabello peinado en un moño. El tipo de
moño de una bailarina, que era algo que no podría hacer si mi
vida dependiera de ello. Mi cabello ahora mismo lucía como si
un pájaro anidara en él. Sonrió ante lo que debía haber sido mi expresión dudosa, y la
sonrisa era real. Amable. Cálida—. No es una segunda naturaleza para ti. Tomará algo
de trabajo.
Laadan siempre se veía elegante, sin embargo. La había visto en el Covenant
frecuentemente, por lo general con el Centinela que no hablaba, el padre de Alex.
Tenía una especie de belleza intemporal, era una pura, y había venido aquí después de
96 que el Covenant en Nueva York fuera atacado durante la masacre de Ares. Era buena
persona, amable y paciente.
Entrecerrando los ojos, me encogí de hombros mientras caminaba sobre la tierra
llena de guijarros. Un dolor sordo latía detrás de mis ojos. —Debería ser una segunda
naturaleza. Soy una semidiosa. Debería estar usando los elementos como un Maestro
Aire.
Su frente se arrugó. —No estoy segura de lo que es un Maestro Aire, pero incluso
los puros luchan con ello cuando son niños.
Niños. Cuando eran niños. Exactamente.
—Tiene razón —ofreció Solos desde donde se alzaba sobre el bajo muro que
rodeaba el cementerio—. Mi media hermana es una pura. Controla el aire, y cuando
era pequeña, solía tirar todo alrededor de la casa cuando estaba de mal humor.
—Cuando era una niña —señalé, limpiando el polvo de mi pierna—. No estoy
segura de sí te has dado cuenta o no, no soy una niña.
—Oh, me he dado cuenta de eso —respondió Solos con astucia.
Laadan le lanzó una mirada, pero puse los ojos en blanco. Desde que empecé a
entrenar con él y Luke en las mañanas, supe que era un coqueto despreocupado.
Estaría encantado de quitarse los pantalones frente a cualquier cosa.
—Estás mejorando —dijo Laadan, juntando las manos, atrapando mi mirada.
Tenía las mejores uñas. Pulcras. Recortadas en perfectos óvalos. Las mías lucían como
si una rata hubiera estado mordisqueándolas mientras dormía—. Sólo hemos estado
trabajando cuatro días y ya hemos visto una gran mejora.
¿Cuatro días? Sentía como si el lunes fue hace una eternidad.
—Sí, no has incendiado su cabello recientemente. —Solos sonrió cuando Laadan
y yo nos volvimos hacia él—. ¿Qué? Es la verdad.
—¿No tienes nada mejor que hacer? —pregunté.
—Nop.
Laadan arqueó una delicada ceja. —Debes estar listo para ir a la reunión del
Consejo, ¿no es así?
—Tal vez.
Su sonrisa no se alteró cuando se encontró con su mirada. —Creo que “sí” es la
respuesta correcta.
—Bien. —Él saltó de la pared con ágil gracia. Mientras caminaba a mi lado, me
97 acarició el hombro—. Te veo en la mañana.
—Yay —murmuré, incapaz de gastar más energía para una respuesta más
entusiasta. El entusiasmo era algo que me faltaba seriamente estos días, y no tenía
nada que ver con el dolor de cabeza con el que he estado tratando desde que me
desperté esta mañana.
Una vez que Solos se había ido, Laadan se me acercó y la suavidad en su mirada
me recordó tanto a mi madre, a mi abuela, que por un momento, pensé que los
lagrimones empezarían de nuevo. Tragué mis lágrimas, reprimiendo toda la emoción y
encerrándola.
—De verdad lo estás haciendo bien, Josie. No seas demasiado dura contigo
misma, ¿de acuerdo? —Puso su mano sobre mi hombro y apretó suavemente—. Has
pasado por mucho y has tenido que superarlo. Nadie espera que hagas otra cosa más y
eso es lo que estás haciendo en este momento.
Parte de mí se preguntaba si Seth había esperado más y que por eso ya… ya no
estaba presente.
Laadan hizo una pausa, su mirada vagando por mi rostro. —¿Has estado
durmiendo bien?
Asentí, a pesar de que era una completa mentira. Por las noches, a solas, todo en
lo que podía pensar era en mi madre, mis abuelos, y en Erin. Entonces, cuando mi
cerebro se aburría de eso, pasaba a Seth, y pasaba horas tratando de averiguar qué
había salido mal.
Ayer por la noche soñé con Hyperion, y antes, siempre fui capaz de volver a
dormir, porque… porque Seth estaba allí. Podía dejar ir el horror que esas pesadillas
siempre traían. Pero anoche no fui capaz de hacerlo, que era probablemente la razón
por la que mi cabeza no se sentía bien.
Me aclaré la garganta. —¿Hemos terminado por hoy?
—Sí.
Nos quedamos calladas mientras caminábamos de regreso hacia la parte principal
del campus, y mientras nos acercábamos al camino externo, noté una figura solitaria
vestida de negro. Un Centinela.
Alexander.
Todos los días durante los últimos cuatro días, Alexander había esperado a que
Laadan terminara conmigo. Le eché un vistazo. Y todos los días, desde que comencé a
entrenar con ella, en el momento en que veía al silencioso Centinela, todo lo que sentía
por este hombre brillaba en su rostro.
No pregunté sobre ella y Alexander, pero eso era amor. No había duda de ello.
98 La sonrisa de Laadan era amplia. —Te veo mañana, Josie.
Sonriendo cansadamente, me despedí con la mano cuando nos separamos en la
acera, ella apresurándose a encontrarse con Alexander, y yo arrastrando mis pies en
dirección contraria.
Sin hambre, y poco dispuesta a sentarme en mi habitación y mirar la pared,
atravesé el patio, yendo a los jardines. Había estado pasando mucho tiempo en ellos.
Eran bonitos, y por lo general tranquilos… y curiosamente más cálidos que el resto del
campus.
Empujando mis manos en el bolsillo de mi sudadera, me agaché mientras el viento
batía a través del campus. Sólo en la tarde se sentía como a mediados de mayo para
mí.
Me acerqué al área en la que fue colgado el mestizo y había un banco ocupado con
unas dos docenas de mestizos. Nadie hablaba, y mientras permanecía en la parte
posterior por un par de momentos, más y más Guardias aparecieron, manteniendo un
ojo vigilante.
Por lo que sabía, no habían encontrado sospechosos, y el asesinato del mestizo
quedó impune. No sabía si alguna vez averiguarían quién lo hizo. Empecé a sentarme,
pero la chica a mi lado se puso rígida y luego se levantó. Caminó hacia el otro lado y
se sentó.
¿Qué de…?
Me congelé, atrapada entre parada y sentada. Varios mestizos en la parte posterior
del grupo estaban comprobándome. Mi mirada parpadeó sobre el grupo, y tuve la
sensación de que no era bienvenida. Podría haber estado exagerando, pero me
enderecé y comencé a caminar de nuevo. El rumor de lo que era definitivamente hubo
viajado a todos los rincones. Pensaba, estúpidamente, que el ser una semidiosa me
haría genial. Como que todo el mundo querría conocerme, porque a mí me gustaría
conocer a un semidiós.
Nop.
Nadie se acercó a mí.
Llegando a la verja de hierro forjado del jardín, desenganché la reja y entré,
cerrándola detrás de mí. Inmediatamente, la humedad chocó contra mí. Desabroché
mi sudadera y me la quité, colgándola sobre mi brazo mientras caminaba más adentro
en el jardín.
El lugar era impresionante y francamente mágico.

99 El color púrpura era vibrante y abundante, subiendo por las paredes interiores. Las
enredaderas se envolvían alrededor de las estatuas más pequeñas de los dioses.
Todavía tenía un momento difícil averiguando quién era quién. Excepto por Artemisa.
Sabía quién era, por el arco que sostenía en su mano de piedra.
Las brillantes amapolas naranjas estaban por todas partes, llenando los caminos de
grava, y tantas flores que nunca había visto antes, en cada color que el ojo humano
podía descifrar. Había árboles, almendros pequeños y de especies más grandes, dando
al interior privacidad y creando su propio pequeño mundo dentro de la cerca de hierro.
Pasé a una vigilante que estaba cortando varias rosas de colores, del tipo que
nunca había visto fuera de este jardín. Algunas eran rojas y amarillas. Otros pétalos
eran rojos desvaneciéndose a rosa. Loco. Quería arrancar varias flores y llevarlas de
vuelta a la habitación, pero la vigilante de aspecto viejo parecía como si me cortaría si
eso ocurría.
Encontrando el banco cerca de la parte de atrás, me dejé caer y estiré mis piernas,
colocando la sudadera en mi regazo y simplemente… simplemente me senté ahí. No la
más emocionante de todas las cosas. No tenía que venir al jardín. Pude haberme
encontrado con Deacon y Luke, pero desde que todo se vino abajo, fui su sombra. Y
aunque sabía que no les importaba, también sabía que no necesitaba ser su tercera
rueda cada noche.
Deacon era un regalo del cielo, sin embargo.
Si no fuera por él, probablemente todavía estaría doblada en posición fetal en mi
cama, con olor a vagabundo. Dios, él fue increíble. Dejando que me sentara allí y
empujara las papas bañadas con aderezo en mi cara, entonces escuchó cuando le dije
lo que sucedió. Deacon se compadeció de mí y luego se enojó conmigo, por mí.
Se había ofrecido a colarse en la habitación de Seth por la noche y afeitarle las
cejas, y aunque hubo una parte de mí a la que le hubiese encantado eso, lo aconsejé en
contra de esa idea.
Pero Deacon no tenía ninguna respuesta ni entendía la decisión repentina de Seth,
y de alguna forma, no se vio muy sorprendido.
—Vas a tener que luchar por ese chico —dijo.
Sacudí mi cabeza, sorprendida por la idea y completamente confundida. —No
creo que haya algo por lo que luchar.
¿Y cómo podría haberlo? Fue tan fácil para Seth sólo cortar todo conmigo, sin una
razón o advertencia. ¿Cómo podrías realmente preocuparte por alguien cuando te
alejas de ellos tan fácilmente?
Le pregunté eso a Deacon, y de nuevo, realmente no tuvo una respuesta.
100 Yo tampoco.
Amaba a Seth. Estaba enamorada de él. Y dolía tanto que cada noche, mi
almohada se convertía en un pañuelo de papel, pero no iba mendigarle a Seth. Estaba
sintiéndome bastante patética, pero eso era un duro paso. Tenía mi límite.
O al menos eso era lo que mantenía diciéndome cada vez que pasaba su
habitación o cuando pensaba que lo veía en el campus. Como ayer, cuando estaba
dejando el jardín y creí verlo cuando di un paso afuera, pero cuando miré de nuevo,
nadie estaba allí. Lo vi el martes, hablando con Luke mientras caminaban hacia el
edificio principal del Consejo. Quería perseguirlo, acorralarlo, y exigir saber
exactamente qué paso, qué hice para iniciar ese cambio en él.
Porque tenía que haber hecho algo.
Esa era la única cosa que tenía sentido. Sólo tuve un tiempo difícil averiguando
qué fue. ¿Se había sólo frustrado conmigo, porque no controlaba el uso de los
elementos, así que empezó a pensar que era débil? Sabía que Seth valoraba la fuerza.
Sin siquiera haber conocido a Alex, sabía qué era lo que lo había atraído de ella,
además de la cosa loca sobre la conexión Apolyon. O era porque la relación algunas
veces se sentía… unilateral. Como lo que pasó el viernes, después del entrenamiento.
Fue todo sobre él dándome placer y nada para él. ¿Debería haber sido más agresiva en
mis intentos por complacerlo? No lo sabía. Nunca había tenido una relación antes.
¿Qué sabía yo? Seth podría sólo haberse aburrido.
O quizás había encontrado a alguien más.
Un trozo de dolor ilumino mi pecho. Dios, era posible. Había tantas chicas
hermosas aquí, esbeltas e impecables, impresionantes puras o mestizas. Seth
probablemente tenía un maldito club de fans en este campus y no había escasez de
socios dispuestos.
Él podría estar con alguien más ahora.
Ya podría estar con alguien. Alguien fuerte, más experimentada y que no se
tambaleara por allí como Pie Grande después de seis cervezas…
Cortando todos esos pensamientos antes de que terminara llorando como un bebé
molesto, forcé a mis pensamientos a otra cosa. Antes de dirigirme de nuevo a mi
habitación, necesitaba pasar por la biblioteca y hacer mi acoso diario…
Algo llamó mi atención, y miré a mi derecha, viendo nada en primer lugar. No
estaba siquiera segura de qué… ¡Allí! Inclinándome hacia adelante, entrecerré mis ojos
mientras miraba a través de las gruesas hojas, jurando que vi algo… ¿brillar?
¿Centellear tal vez? ¿Pero qué…? Me moví hacia adelante en el banco. Un puñado de
segundos después, lo vi de nuevo. No tenía idea de qué estaba viendo. Las hojas de
101 enredaderas trepaban por las estatuas y se propagaban de una a otra en grosor y altura,
más altas que yo, pero algo estaba detrás de ellas. Estaba segura de ello. Lo que sea
que fuera, era del color de la carne. Bronceado y…
—¿Qué estás haciendo?
Sacudiéndome hacia atrás por la sorpresa, me enderecé mientras levantaba la
mirada. Estaba tan concentrada en lo que estaba viendo, que no había escuchado a
alguien aproximárseme. No había esperado a nadie, para ser honesta. Nadie parecía
siquiera entrar en el jardín, pero ahora estaba mirando a Colin.
—Nada. —Miré de vuelta hacia las enredaderas. Sin movimiento. Sin brillo. Lo
que sea que hubiera, se había ido ahora. Mi mirada se disparó de vuelta al mestizo. No
lo había visto desde la noche con los dos tipos puros—. ¿Qué estás haciendo?
¿Siguiéndome de nuevo?
Sus cejas se levantaron. —Um. No. No realmente. En realidad vengo aquí una vez
a la semana. Es un buen lugar para relajarse y aclarar la mente después del
entrenamiento.
—Oh. —Calor se esparció por mis mejillas. Esto era incomodo—. Yo… uh, no te
había visto aquí antes.
—Es un jardín bastante grande. Podrías rondar por aquí y nunca toparte con
nadie, pero eso no significa que otras personas no estén aquí. —Colin levantó una
mano y la corrió a través de su cabello negro. Bajó su brazo mientras miraba
alrededor—. ¿Vienes mucho por aquí?
Sosteniendo mi sudadera con capucha en mi regazo, me encogí de hombros. —
Algunas veces.
Hubo un gran silencio. —Como dije, es un buen lugar para pensar.
—Sí —murmuré. Dios mío, era una conversadora estelar. Fue algo vergonzoso,
pero sólo estaba tan… tan agotada, física, mental, y definitivamente emocionalmente.
Sin embargo, reuní algo de energía—. ¿Así que, vienes aquí… para pensar?
Colin asintió y sus cejas se fruncieron mientras la suave brisa agitaba las hojas. —
Comencé a venir aquí hace un tiempo, después de que Ares vino por primera vez —
hizo una pausa, mirando la banca—. ¿Puedo?
Asentí.
Se sentó a mi lado, apoyando los brazos en sus muslos. —Mi tío del lado puro de
la familia solía ser el Decano aquí. Un tipo bastante genial. No iba con toda la mierda
política, y mi hermano mayor era uno de sus Guardias personales. —Apretando sus
manos juntas, inclinó la cabeza a un lado, su entrenada mirada hacia adelante—. Ares
102 entró a la Universidad disfrazado como otro Instructor del Covenant. Asesinó a mi tío
y mi hermano en segundos. Literalmente acabó con sus vidas en segundos.
—Oh Dios mío, lo siento. —Parpadeé mientras tragaba con fuerza—. Sé que no
cambia nada, pero realmente lamento escuchar eso.
—Está bien. —Sus labios se levantaron en una débil y triste sonrisa—. Lo siento
funciona, porque quieres decirlo. De cualquier forma —dijo después de un momento—
. Mi tío amaba estos jardines. Caminaba todos los días en ellos. Venir aquí es como…
como estar cerca de él, ¿sabes?
—Tiene sentido —susurré. Si todavía estuviera alrededor de algo que me recordara
a mis abuelos, estaría allí cada día.
Se enderezó mientras miraba sus manos. —Nunca te agradecí por lo de esa noche.
—¿Agradecerme por qué? —Realmente intrigada, lo miré.
Colin sonrió de nuevo. —Interviniste, deteniendo las cosas antes de que se
pusieran realmente feas. Todos esos puros pudieron haber hecho algún daño y hubiera
estado forzado a defenderme. Aunque las leyes cambiaron, la mentalidad de que los
puros pueden hacer lo que quieran aún está allí y que son mejores que nosotros… que
sus vidas importan más.
—Eso estúpido —confesé—. Y no creo que Marcus les hubiera permitido hacer lo
que quieran.
—No lo haría, pero hay un montón de personas aquí que habrían protegido sus
traseros y me colgarían afuera hasta secarme si les hubiera hecho algo. Pero los
asustaste. Corrieron. —Se rió—. Me asustaste un poco. No me esperaba eso.
Mis cejas se levantaron.
—De cualquier forma, gracias. Supuse que todos ustedes estaban tratando de
mantener lo que eres en silencio y corriste ese riesgo. Gracias.
No sabía qué decir, así que me senté allí en silencio por un par de minutos.
—Entonces… —Mordió su labio mientras miraba hacia delante—. ¿Vas a decirme
que me vaya ahora, o te gustaría la compañía? Quiero decir, puedo estar callado y
sentarme aquí, mirando algunas plantas.
Forcé una sonrisa a regañadientes en mis labios. Honestamente, no estaba de
ánimos para mucha conversación, ¿pero qué otra cosa estaba haciendo realmente que
no fuera ver algunas plantas y sentir lástima por mí misma?
Así que tomé una profunda respiración y dije—: Puedes quedarte.

103 —Ajá. —Hubo una pausa y esos ojos azul medianoche se encontraron con los
míos—. ¿Tengo que estar callado y mirar las plantas?
Tosí una risa. —No. No tienes que hacer eso.
—Bien —respondió Colin—. Porque tengo todas estas preguntas que he estado
muriendo por hacer, ¿sabes? Nunca he conocido a un semidiós antes. ¿Estás bien con
eso?
¿Lo estaba? Me encogí de hombros. Tenía la sensación de que Colin iba a estar
decepcionado con mis respuestas considerando que nunca había conocido a un
semidiós tampoco, y yo realmente no me consideraba una. —Seguro. Lo que sea que
quieras.

Seth
Estaba en completo modo asecho.
Lo cual no era nada diferente de los últimos cuatro días en que he estado
manteniendo un ojo en Josie. Alguien probablemente lo llamaría acosar. Yo lo
llamaría asegurarse que ella estaba a salvo.
En el último par de días, había ido al jardín después de entrenar con Laadan. Hoy
no fue diferente. Se dirigió directamente al área cerrada y la seguí como las otras veces.
En el fondo sabía que no necesitaba hacer esto. No era como si fuera a ser atacada
por un pícaro arbusto rosa, pero no me gustaba esto. Sus caminatas a este silencioso
lugar, sentándose por una hora en un maldito banco, mirando a la nada, viéndose…
viéndose tan malditamente triste, tomó todo de mí no ir por ella. Cruzar la pequeña
distancia entre nosotros y tirarla en mis brazos. Consolarla. No quería esto para ella.
Había mucho que no quería para ella. Es decir, mí jodido culo.
Permanecer lejos no era fácil. Cada noche luchaba contra la atracción de ir por
ella, y prácticamente cada noche terminaba con mi mano en mi pene y su imagen
marcada en mi mente.
La cosa enferma era que no estaba seguro qué era lo que estaba constantemente
tirándome hacia… ella, o lo que estaba dentro de ella. Quizás una mezcla de ambos.
No importaba.
Josie no tenía que estar aquí. Debería estar con Luke y Deacon. No tenía razón
para estar sola.
Pasé a la antigua cuidadora que era probablemente más vieja que la tierra en la
que estaba hincada, mis pasos insonoros mientras seguía el ahora familiar camino.
Josie nunca supo que estaba aquí. Se quedaría de esa forma. Permanecería en el fondo,
esperando hasta que saliera, y luego me aseguraría de que volviera a los dormitorios.
104 Entonces yo…
La suave risa de Josie me detuvo en seco. —No es realmente tan emocionante —
dijo ella—. Apenas y sé qué estoy haciendo la mayoría del tiempo.
¿Qué demonios? Di un paso sobre el bajo muro de piedra, yendo hacia donde
ningún hombre probablemente había ido antes. Con cuidado de no aplastar el ramo de
peonias, desbloqué un nuevo nivel de rareza por espiarla a través de las espesas
enredaderas. Mi estómago inmediatamente se tensó.
¿Qué demonios?
Sentado en el banco a su lado no estaba Luke o Deacon. Era ese tipo de nuevo, el
que había estado con ella cuando usó el elemento aire. Colin era su nombre.
—Aún es asombroso —dijo, y, oh sí, en serio malditamente asombroso. Su cuerpo
entero estaba girado hacia ella—. Tu padre es Apolo. Eso es bastante increíble.
Mi mandíbula se apretó. ¿Qué estaba haciendo hablándole a este idiota? Ella no lo
conocía. Yo no lo conocía.
Uno de sus hombros se levantó mientras jugueteaba con el suéter en su regazo.
Siempre estaba moviendo alguna parte de su cuerpo. Dedos. Piernas. Pies. —Supongo
que sí. Sólo lo he visto un par de veces. Está ocupado haciendo… cosas de dios.
Colin negó con la cabeza. —¿Qué hay de tu madre?
Mis ojos se estrecharon cuando Josie realmente comenzó a retorcer el suéter entre
sus manos. —No está aquí —respondió después de un momento de silencio—. Quiero
decir, está con Apolo. Con todo lo que sucede con los Titanes, no es seguro para ella
aquí.
—Comprensible. —Finalmente él alejó la mirada de ella, y eso era algo bueno,
porque estaba empezando a pensar que esos ojos azules lucirían excelentes en el suelo,
tendidos entre las malditas peonías—. Tuve algo de suerte, ¿sabes? Mi madre era
mortal, y sabía la verdad. Mi padre, un puro, la amaba. No le importaba que ella fuera
mortal.
No daba dos mierdas si su madre era Hera.
Detrás de mí, una garganta se aclaró.
Mirando por encima de mi hombro, me fijé en la vieja golpeando-las-puertas-de-la-
muerte cuidadora. Apenas podía ver su rostro bajo el sombrero de paja, pero podía
sentir la mirada de desaprobación en cada célula de mi ser.
Me quedé mirando la cuidadora hasta que el pequeño cuerpo levantó sus brazos y
arrastró los pies, murmurando bajo su aliento lo que sonaba como griego antiguo.
105
Lo que sea. Me di la vuelta hacia Josie y el Cara de Idiota.
—Mi padre fue… trató de mantener la relación oculta. Dejaba la comunidad y nos
visitaba a mi madre y a mí cada fin de semana, siempre un largo fin de semana. De
viernes a lunes. Cuando era más joven, no me daba cuenta que éramos diferentes.
Mamá siempre fue honesta sobre lo que era papá. No me daba cuenta de que él tenía
otra familia en su comunidad, una pura. Esposa. Otro hijo. Creo que mi madre lo
sabía. Estoy bastante seguro de que lo hacía, y no creo que le importara. Lo amaba
tanto que no le importaba que cuando nos dejaba, iba con otra familia, una que su
especie aprobaba.
—Oh Dios mío —murmuró Josie.
Colin estuvo callado por sólo un maldito momento. —Cuando quedó embarazada
de mi hermano, las cosas cambiaron. Mi padre terminó por irse a vivir con nosotros.
Por un par de años, supongo que éramos como una familia mortal normal. Por lo
menos se sentía de esa manera para mí.
Ahora Josie estaba mirándolo fijamente y podía ver toda la simpatía saliendo de
ella. Jódeme. —¿Qué pasó?
Colin levantó la mirada al cielo. —Era joven. Los daimons siguieron a mi padre a
casa una noche. Sostuvieron a mi madre y la mataron simplemente por diversión. Mi
padre fue capaz de evitar que llegaran a nosotros, pero mi mamá… murió
defendiéndonos a mi hermano y a mí. No estaba entrenada ni nada. Ella sabía lo que
eran, y cayó luchando. Gracias a sus acciones, le dio a mi padre la oportunidad de
luchar.
—Suena muy valiente.
—Era valiente —sonrió él débilmente.
Josie lucía como si estuviera a unos segundos de meterlo en un abrazo de oso. —
Lo siento mucho.
—Gracias. —Se volvió hacia ella—. De todos modos, es algo deprimente y luces
como si eso fuera lo último que necesitas en este momento.
Oh, ¿como si supiera lo que ella necesitaba en este momento? La mano en mi
costado se cerró en un puño. Rasgaría la lengua de Colin y la metería por su trasero.
Posiblemente una reacción excesiva, pero a la mierda, me iba a hacer sentir muy bien.
Las manos de ella se detuvieron. —¿Es tan obvio?
Colin echó la cabeza hacia atrás. —Ah, simplemente luces… como si te viniera
bien un amigo.
Josie apretó los labios y no respondió. Me tensé, preparándome para que estuviera
106 de acuerdo. Necesitaba amigos. Luke y Deacon eran geniales, pero cuantos más,
mejor, o algo así. Aunque, ¿no podía encontrar a otra chica? Estaba moviéndome antes
de que comprendiera lo que estaba haciendo. Saliendo de las vides hacia el camino,
hubo un momento en el que pude haber hecho lo correcto, pero nop. Aparentemente
sólo podía hacer la mitad de las cosas correctamente. Estaba yendo directo hacia ellos.
—No te he visto con él… con Seth. —Las palabras fueron pronunciadas en voz
baja, pero oh, las escuché—. Es raro. Por lo general, no te veía sin él y…
—Y estoy justo aquí.
Josie gritó mientras su cabeza se volvía hacia mí. Sus ojos, esos ojos infinitos, se
abrieron de sorpresa. —¿Seth?
Me detuve frente a ellos, mirando de reojo al pequeño punk en el banco. —Dices
mi nombre, Josie, como si no estuvieras segura de quien soy, pero considerando como
normalmente gritas mi nombre, estoy un poco sorprendido.
—¿Qué? —Se quedó sin aliento, y podía decir que estaba bloqueada—. ¿Que
acabas de decir?
—Creo que me escuchaste —contesté, mi atención centrándose exclusivamente en
el idiota—. Esta es la segunda vez que te encuentro así. La tercera vez no será
agradable.
El pecho de Josie, ese notable y precioso pecho, subió considerablemente. —Esto
de verdad no está pasando —dijo ella—. Esto de verdad no está pasando ahora mismo.
—Guau. —Colin levantó las manos—. No sé lo que crees que está pasando aquí,
pero no es así.
—¿No lo es? —Me reí, el sonido penetrante y duro mientras me decía a mí mismo
que tenía que parar y alejarme.
—Colin, no necesitas responder a nada de eso —dijo Josie, con las mejillas rosas—
. Seth puede ser delirante…
—Mira, delirante o no, no tengo deseos de morir —dijo Colin, sacudiendo la
cabeza—. No estoy tratando de conseguir lo que es tuyo.
—¿Tuyo? —repitió Josie lentamente—. ¿De él?
—Es bueno saberlo —dije con aire de suficiencia.
Colin bajó las manos hacia sus rodillas. —Creo que es una chica muy genial, y me
gusta hablar con ella —la miró—. Me gusta hablar contigo y esto ha sido genial…
—Oh Dios mío. —Josie cerró los ojos—. Esto de verdad no puede estar pasando.
107 —Quiero decir, quiero pasar el tiempo contigo y…
—Deberías dejar de hablar mientras puedas —avisé, dando un paso hacia él. Las
puntas de mis botas cepillaron las de él—. Porque, ya ves, no me gusta…
—A Colin no le importa lo que te gusta. —Josie se puso de pie rápidamente,
dejando que el suéter cayera al suelo—. Y ni siquiera sé que estás haciendo aquí. ¿Me
seguiste aquí?
Bueno…
Me volví hacia ella. Nuestros ojos se encontraron, y maldición, fue como un
puñetazo directo a mi pecho.
Colin se levantó y se hizo a un lado. —Obviamente, ustedes dos necesitan hablar.
—Hizo una pausa—. Te veré luego, Josie.
Para mi gran diversión, ella casi despidió al chico con un movimiento de cabeza.
Su mirada estaba sobre mí, y cuando estaba enfadada, cabreada de verdad, no podía
apartar la mirada. Tampoco yo podía.
—¿Me seguiste hasta aquí? —repitió, y cuando no respondí, negó con la cabeza
lentamente—. Lo hiciste, ¿no? ¿Has estado siguiéndome desde…?
—No es lo que piensas. —Di un paso atrás.
Josie parpadeó rápidamente. —¡No sabes lo que pienso! Sólo quiero que
respondas…
—Necesitas ser más cuidadosa —interrumpí.
—¿Más cuidadosa con qué?
Hice un gesto hacia donde Colin se había ido. —Con confiar en la gente al azar.
Le contaste sobre Apolo. —De acuerdo. Mi razonamiento sonaba torpe a mis propios
oídos, pero por si las moscas…—. Y estabas hablando de tu madre…
—¡Oh Dios mío! Estabas totalmente escuchando a escondidas. ¿Qué demonios,
Seth? —La ira apretaba sus facciones, y porque obviamente había algo malo en mí, me
endurecí. Una cabreada Josie era una muy caliente Josie—. Tú terminaste las cosas
conmigo sin siquiera decirme por qué. No te he visto en días, y sin embargo, aquí
estás, ¿escuchándome hablar con otro chico?
—No estaba escuchando —dije, e inmediatamente me di cuenta cuan estúpida
sería esa postura—. No por las razones que crees.
Sus ojos se estrecharon. —Eso es pura mierda, Seth, y lo sabes.

108 —Esto es estúpido. —Principalmente, yo era estúpido. Di otro paso hacia atrás—.
Ni siquiera sé lo que estaba pensando.
—No sé lo que estás pensando tampoco. Dios, desearía hacerlo, pero sé lo que
estás sintiendo. —Levantó la mano y me señaló—. Estás celoso.
—¿Celoso? —Me reí—. ¿De él?
Puso los ojos en blanco. —Sí. De él. ¿Porque por qué más estarías escondido en el
jardín escuchándonos?
Mierda.
Realmente no tenía una buena respuesta a eso.
—No debí haberlo hecho —dije después de un momento. Agachándome, tomé su
suéter y se lo ofrecí—. Debí haberte dejado en paz.
Sus labios se separaron, llamando mi atención. No tomó ninguna cantidad de
esfuerzo recordar cómo se sentían. Cómo sabían.
Me estaba poniendo más duro.
Respiró hondo y cerró brevemente los ojos. —Trataste a Colin como basura y no
merecía eso. Eso no fue genial, pero yo… me alegro de que estés aquí, justo ahora.
—¿Qué dijiste?
Los dedos de Josie encontraron el final de su cola de caballo. Comenzó a
retorcerla. —No quiero discutir contigo. ¿Podemos… podemos hablar? Es decir,
quiero hablar contigo. Creo que sería bueno que lo hagamos y…
—No será bueno.
Su ceño se frunció. —No puede ser peor que esto. —Su voz se quebró en la última
palabra y desvió la mirada rápidamente, apretando su barbilla—. Yo… te extraño,
Seth. Realmente te extraño, y te a… Simplemente te extraño mucho.
Mi mano se apretó alrededor de su suéter. Las palabras también te extraño
quemaban a través de mi lengua, escaldando todo mi cuerpo.
Su mirada se desvió de nuevo a la mía. —¿Nada? —susurró, y luego dejó escapar
una débil risa—. Sólo… quiero entender lo que yo… —Su voz tembló—. Sólo quiero
saber lo que hice mal.
¿Lo que hizo mal? Sorprendido en silencio, sólo pude mirarla fijamente. ¿Pensaba
que había hecho algo mal? ¿Qué era por ella? No había hecho absolutamente nada
mal. Ella era un ángel.
Sus espesas pestañas bajaron. —De acuerdo. Está bien. —Cuando volvió a abrir
109 los ojos, estaba mirando hacia abajo— Yo… Um, tengo que ir… —La voz de Josie se
apagó y entonces estaba huyendo, corriendo por el sendero y desapareciendo detrás de
las estatuas cubiertas de enredaderas.
Y yo estaba allí de pie, sosteniendo su suéter en mi férreo agarre cuando quería
estar sosteniéndola.
Capítulo 13
Josie
Traducido por Piopolis & Dee
Corregido por Pagan

F
lamas rojas blanquecinas chisporrotearon de mis nudillos,
escupiendo pequeñas chispas sobre mi mano. Me quedé mirando al
fuego, un poco pasmada por el hecho de que esto era algo que
podía crear de la nada y que en realidad podía controlarlo.
Y bueno, eso era bastante asombroso.
No iba a pensar en el hecho de que me había tomado tres semanas trabajando con
Laadan para llegar a este punto donde ahora oficialmente podía crear fuego. Tres.
Largas. Semanas.
Laadan era una excelente maestra e increíblemente paciente, incluso cuando había
110 chamuscado sus pestañas en más de una ocasión. Deacon estuvo ayudando de vez en
cuando, y él no era tan terrible como lo hacía parecer. Deacon podía controlar el
fuego. Marcus estaba en lo correcto. Trabajar en controlar un elemento ayudaba con
los otros tres.
Hace dos días fue la última vez que invoqué el elemento equivocado, pero eso fue
un accidente. Había estado distraída, porque mientras estaba de pie frente a Laadan
concentrándome en invocar el elemento tierra, había visto a Seth en el pasillo más
cercano.
Había accidentalmente derribado a Laadan.
Seth…
Mi pecho dolió y las llamas desaparecieron. Apenas lo había visto desde el día en
los jardines. No podía creer que todavía tratara de hablar con él después de que fue un
imbécil, pero estaba desesperada por saber qué había ido mal entre nosotros. Aun lo
estaba. ¿Que había hecho mal?
Pero se mantuvo alejado y no sucumbí al deseo de visitarlo. Pensé que el dolor
disminuiría con el pasar de los días, pero no lo hizo. El dolor era tan crudo y brutal
como el primer día.
Pero iba… iba a dedicarme a mi vida. Estaba dominando los elementos y estaba
volviéndome muy buena en la lucha cuerpo a cuerpo, capaz de arreglármelas sola
contra Solos y Luke. Me odiaba a mí misma por pensar esto, pero era tan patético, lo
más patético de lo patético, pero Seth estaría orgulloso si hubiera visto cómo derribé a
Solos ayer, barriendo sus piernas justo debajo de él.
Había hecho un pequeño baile.
Lucí como un pollo sin cabeza, pero hice ese baile y se lo iba a restregar a Solos en
su cara en cada oportunidad que tuviera.
Después de las prácticas, evitaba el jardín. Lo que una vez había sido un breve
respiro de toda la mierda ahora me hacía sentir incomoda, como si necesitara enterrar
mi cara en una almohada y jamás salir. Pero Seth no había ahuyentado a Colin.
Lanzando una mirada hacia donde estaba sentado, con sus piernas estiradas frente
a él y su espalda contra un árbol, estaba concentrado en lo que sea que estaba leyendo.
Por otro lado, Luke estaba estudiando, y Deacon, bueno, ni siquiera estaba fingiendo
estudiar. Mientras Luke sostenía el libro de texto abierto, presionándolo contra su
pecho, Deacon tenía su cabeza en el regazo de Luke. Por unos minutos, durmió.
Ahora, cada par de segundos, movía los dedos por la parte posterior del libro. O Luke
tenía la concentración de una cobra o la paciencia de un santo, porque todavía no
111 había golpeado a Deacon.
Miré hacia el libro que había robado del cuarto de Deacon hace algunos días,
después de que hicimos nuestra chequeo diario bibliotecario. Era Mitos e Historia 101,
un verdadero reporte de su historia, lo que era más o menos una película de Lifetime
con parejas infieles que eran inmortales y tenían súper poderes. Cada uno de los dioses
más o menos se enrolló con cualquier cosa que caminaba, y quiero decir, cualquier
cosa que caminaba.
Cualquier cosa.
Me estremecí de sólo pensar en la sección de mi padre. Buenos dioses, estaba
traumatizada. Hubo esta ninfa que literalmente se convirtió en un árbol para escapar
de Apolo.
Se. Convirtió. En. Un. Árbol.
Luego estaba este pobre chico a quien convirtieron en un arbusto o algo, y eso no
era lo peor.
Ni siquiera.
Mi padre ponía el “pu” en puta.
Hablando de cosa menos traumáticas relacionadas con Apolo, no venía desde que
se apareció cuando Seth y yo… alejé ese pensamiento. No había noticias. Así que no
era un semidiós sabueso, pero extrañamente, estaba empezando a ser capaz de sentir la
diferencia entre puros y mestizos. Era algo que había empezado como una onda de
energía apenas notable, como un calor que sentía cada vez que estaba en torno a un
sangre pura. No lo sentía alrededor de Luke, Colin o Solos. Se lo había mencionado a
Laadan y ella sentía que era uno de mis poderes de semidiós comenzando a surtir
efecto, poco a poco, y dijo que probablemente habría más. Desde que estaba
percibiendo el éter en los puros, me preguntaba si eventualmente podría ser capaz de
encontrar a otros semidioses. A este ritmo, puede ser que tenga que hacerlo, ya que la
Favorita de Papá era YO.
La cosa de percibir el éter era bastante genial.
Pero rara, muy rara.
Sin embargo las cosas estaban tranquilas. En realidad, esto no era necesariamente
cierto. Las cosas estaban tranquilas para mí. Todos prácticamente me evitaron. Solo
unas pocas almas valientes venían cuando Colin pasaba el rato con nosotros. Ellos
platicarían con él mientras trataban de mirarme disimuladamente. Aparte de eso, nadie
parecía realmente estar tan interesado en tener a un semidiós en el campus.
Lo que estaba pasando entre mestizos y puros, por otro lado, no estaba tranquilo.
Por lo que había escuchado, no habían pistas de quién mató al mestizo o quién era
112 responsable por las cosas horribles que le hicieron a esa chica, Felicia. Colin creía que
los poderosos que se encontraban en el consejo del campus, no habían tratado lo
suficientemente fuerte aunque la mitad del Consejo estaba formado de mestizos. Era
una de las cosas que no querías creer, pero tenías que aceptar como cierta, porque lo
era.
Hubo dos reuniones más en la última semana, con mestizos pidiendo
investigaciones serias de lo que estaba ocurriendo en el campus y en otras
comunidades. Deacon y yo nos habíamos unido a Colin en la última, y hasta ahora
todo había permanecido tranquilo. Probablemente tenía que ver con Marcus y la
jodida tonelada de Guardias que estaban presentes.
Mirando por encima del patio, la división entre las dos partes era muy evidente.
Ya que en realidad estaba tibio afuera, no caliente, sólo tibio, una buena porción
de la escuela pasaba el rato en el patio principal, estirados bajo el sol de la tarde y
jugando una versión muy rara de Frisbee donde ellos en realidad no estaban tocando
lo que parecía un disco mucho más pesado y peligroso.
Mestizos estaban agrupados juntos al otro lado de donde nos sentábamos, más
cerca de los dormitorios. Era sábado, y sólo unos pocos usaban su traje de
entrenamiento negro.
No éramos los únicos que tenían una mezcla de mestizos y puros. Había otros
grupos pequeños agrupados alrededor de nosotros que estaban mezclados. Me
gustaron. Mi mirada siguió el disco plateado mientras pasaba zumbando a través del
patio. Un puro saltó, estirando su mano. El disco se detuvo antes de alcanzarla. El
puro giro su muñeca y el disco voló de vuelta a través del patio.
¿Por qué no podían simplemente, no sé, atraparlo y lanzarlo como personas
normales? Dolor zumbo detrás de mis ojos.
Cerrando mis ojos, masajeé mis sienes con mis dedos. Ese dolor sordo que había
estado yendo y viniendo cada día durante la última semana estaba de vuelta. Uno
pensaría que al convertirme en una semidiosa no tendría que lidiar con cosas como
dolores de cabeza o períodos. Eso sería lindo.
—Si te duermes otra vez, conseguiré un plumón y dibujaré un bigote en tu cara —
anunció Luke.
Colin se rió entre dientes. —Espero que pase eso.
—No estoy dormido —protestó Deacon—. Estoy siendo todo observador y esa
mierda.
Continúe masajeando mis sienes.
113
—¿Observando qué? —preguntó Luke.
Resopló. —Mírame, dándome cuenta de cosas que un Centinela entrenado no se
da cuenta.
—En realidad ya no soy un Centinela —le recordó Luke.
—Sí, y yo en realidad no estoy recostado aquí pensando en conseguir una bolsa de
marihuana y fumarla.
Sonreí cansadamente.
—Siempre serás un Centinela, no importa lo que digas —continuó Deacon—. De
cualquier modo, ¿Ves al grupo de puros por allá?
Abriendo mis ojos, mire hacia donde Deacon estaba apuntando con sus pies
descalzos. Había cinco de ellos. Todos chicos. Dos de ellos estaban jugando con el
disco de la muerte.
—¿Qué pasa con ellos? —preguntó Colin, cerrando su libro.
Deacon rodó sobre su costado y se movió hacia abajo de manera que su mejilla
descansaba sobre el muslo de Luke. —Están haciendo algo. Siguen susurrando y
acercándose al tipo pelirrojo. —El chico pelirrojo estaba lanzando el disco al chico
rubio en el otro lado del patio—. Los he estado viendo. Cada vez que lanzan esa
maldita cosa, están acercándose más y más a los mestizos que están sentados ahí con
sus espaldas hacia ellos.
Colin puso su libro a un lado y se inclinó hacia adelante, doblando una pierna. —
Buena observación, Deacon.
—Como dije, soy observador.
Luke resopló.
Cerrando mis ojos otra vez, incrementé la presión en mis sienes. Tenía un mal
presentimiento sobre el disco de la muerte.
—Oh mierda —murmuró Colin—. Espero no ser amenazado otra vez.
Empecé a fruncir el ceño, pero mis labios se congelaron mientras sentí el temblor
de percatación bajar por mi columna. Una nueva sensación que había sentido varias
veces en los días recientes, pero sólo una vez antes, y eso era cuando Seth había estado
cerca, esperando hablar con Solos después del entrenamiento.
Y la reacción de Colin también tenía sentido si era Seth. Amenazar al chico
parecía ser el pasatiempo favorito de Seth, y ese era el único pasatiempo del que sabía.
Estoy segura de que tenía algunos más divertidos, en los que no quería pensar.
114
Y eso hizo incrementar el dolor en mis sienes.
Mi corazón empezó a golpear mientras mantuve mi mirada concentrada en el
césped entre mis pernas. No era como si Seth en realidad fuera a venir aquí. Estaba
evitándome tan fuerte como lo estaba evitando a él.
—¿Estás bien?
El aire en mis pulmones se detuvo ante el sonido de la voz de Seth. Habían pasado
tres semanas desde la última vez que realmente lo había escuchado hablar. Tres.
Largas. Semanas. No me había olvidado de su voz, pero mis recuerdos no le hacían
justicia. El leve acento todavía estaba ahí, indicando un trasfondo exótico.
—¿Josie? —preguntó.
—Se ha vuelto muda —bromeó Deacon, y lo oí sentarse—. ¿No te lo dijo Luke en
tus visitas diarias con él?
Oh por Dios.
Con el corazón acelerado, levanté lentamente mi cabeza y mi pecho se apretó
cuando nuestras miradas se encontraron. Músculos tensaron mis piernas y la respuesta
de lucha o huida me golpeó. Quería levantarme y salir corriendo. Débil, muy débil,
pero había estado haciendo todo lo posible para evitar a Seth desde el día en el jardín.
Verlo dolía.
Tenerlo de pie frente a mí simplemente me mataba.
Dios, Seth era hermoso, tan hermoso. Mirándolo ahora, con las cejas arqueadas
ligeramente de un rubio más oscuro que las hebras rebeldes encima de su cabeza, y los
labios llenos, tenía que preguntarme si había estado fumando metanfetamina pensando
que él y yo en realidad teníamos sentido. Que él realmente había estado tan envuelto
en mí. Mi personalidad sólo iba a llevarme lejos.
Caray. Escúchenme. Necesitaba algunas afirmaciones diarias o algo.
La ceja derecha se elevó aún más.
Hablar sería inteligente. —Dolor de cabeza.
Parpadeó. —¿Dolor de cabeza?
Ya que había dicho algunas palabras, demostrando que no estaba, de hecho, de
repente muda, asentí.
Mirando a Luke, el ceño de Seth se frunció. —No has mencionado que ella ha
115 estado teniendo dolores de cabeza.
Fruncí el ceño y encontré mi voz. —¿Por qué lo haría? No es como que te importe
de todos modos.
La mirada de Seth volvió rápidamente a la mía y sus ojos se estrecharon. ¿Tal vez
nadie había oído eso? —Me importa —declaró, las dos palabras puntuadas con
claridad.
Un incómodo silencio descendió a nuestro alrededor mientras Seth y yo nos
quedábamos mirando el uno al otro. ¿Cuán raro sería si saltaba y lanzaba mis brazos a
su alrededor, aferrándome como un pulpo necesitado? Eso sería raro. Y patético. ¿Qué
hay de saltar y golpearlo en las pelotas? También raro. Y violento.
Colin se puso de pie lentamente, llamando la atención de Seth mientras sacudía la
parte trasera de sus vaqueros. —Tú de nuevo —declaró Seth.
—Síp —respondió Colin sin levantar la mirada—. Yo otra vez.
—Yay —murmuró Seth.
Suspiré. —¿Necesitabas algo?
La atención de Seth volvió a mí. —¿Necesito algo para pasar por aquí?
Mis dedos se curvaron. —Sí, creo que sí.
—Los extrañaba juntos —dijo Deacon, doblando sus rodillas y apoyando sus
brazos en ellas—. Son muy cálidos y confusos, ¿no crees? Muy lindos.
Seth ignoró eso. —No me di cuenta que necesitaba una razón para saludar a mis
amigos.
—¿Tienes amigos? —le disparé de vuelta, y entonces como que me sentí como una
perra inmediatamente después.
Sus ojos se estrecharon. —Amigos tan reales como los tuyos.
La muy personal indirecta picó mientras me ponía de pie con una rapidez que nos
sorprendió a ambos.
—Eres un idiota. —Me agaché, recogiendo mi libro prestado. Seth fue rápido,
arrancándolo de las manos—. ¡Oye!
Dando un paso atrás, le dio la vuelta en sus manos y sus cejas se levantaron. —¿En
serio? ¿Mito e Historia 101? ¿Estás leyendo esto por diversión?
—¿Qué si lo estoy? —Traté de agarrar el libro, pero me esquivó—. Devuélvemelo.
—Tal vez quiero leerlo por diversión.

116 Lo miré fijamente. —¿Tienes doce o algo así?


—Estaba preguntándome lo mismo —dijo Luke, y Seth le lanzó una mirada
burlona. Deacon estaba sonriendo como el Sombrerero Loco.
Seth sonrió mientras levantaba su mirada hacia la mía. —En realidad, ahora que
lo pienso, leer esto por diversión es prácticamente la más lamentable…
—Oh, ¡Mierda! —gritó Colin, sus ojos ampliándose mientras miraba a través del
patio.
Mientras Seth y yo nos volvíamos, me estiré y le arranqué el libro de las manos
mientras alcanzaba a ver el disco de la muerte volando por encima del puro. Alguien
gritó, pero fue demasiado tarde. El frisbee con esteroides se estrelló contra la parte
trasera de la cabeza de una chica con un repugnante crujido, noqueándola. Ella cayó al
suelo, con una mezcla roja en su cabello rubio. Las personas que se sentaban alrededor
de ella se pusieron de pie rápidamente. Varios se aglomeraron alrededor de ella. El
libro se deslizó de mis dedos cuando el puro pelirrojo que había controlado el disco se
rió. El chico en realidad se había reído.
Uno de los mestizos de un grupo cercano se levantó y comenzó a correr a toda
velocidad. Era tan rápido como un guepardo. Un segundo estaba cerca de nosotros, y
el siguiente, estaba abordando al puro pelirrojo en el suelo.
El caos estalló.
Sucedió tan rápido, un lado convergiendo en el otro, esa pelea estalló en todas
partes alrededor de nosotros en cuestión de segundos. Deacon se puso de pie, justo al
lado de Luke mientras un puro caía sobre Colin. Cayeron en una maraña de golpes y
patadas.
Oh hombre, alguien iba a acabar en llamas.
Seth estaba de pronto delante de mí. —Necesitas volver al dormitorio, ahora. —
Me agarró del brazo y me dio la vuelta, hacia Deacon—. Asegúrate de que esté…
—¿Estás malditamente loco? —Liberé mi brazo de Seth—. Puedo luchar y yo… —
Mis palabras fueron cortadas cuando me empujó hacia un lado y hacia adelante
bruscamente, atrapando a un puro en el pecho con un golpe sólido de su brazo,
tirándolo hacia atrás.
Seth me miró fijamente. —¿Puedes hacer qué?
—Puedo luchar, idiota gigante de estúpidas proporciones. —Espiando a un puro
que iba todo estrella de fuego a unos pocos metros a mi izquierda, alcé mi brazo y abrí
la mano. Reuniendo el elemento agua, sonreí cuando un rayo quebró por encima y un
brillo blanco rodeó mi palma. El poder me dejó, pero era Akasha. A medida que el rayo
117 de energía se alejaba, se convirtió en un chorro de agua. El líquido se estrelló contra el
puro, derribándolo, de cabeza. Cerrando mi mano, me di la vuelta en dirección a Seth
y levanté mi dedo medio—. ¿Qué tal eso?
Arqueó una ceja mientras se giraba, atrapando a un mestizo que había tropezado.
Poniendo al joven de pie, Seth le dio un suave empujón. —Quieres quedarte fuera de
esto.
Tendría que estar de acuerdo con Seth en eso.
Las cosas habían crecido rápidamente, y no había forma de que me quedara fuera
como lo había hecho ese día en la cafetería, mientras que personas inocentes habían
sido terriblemente heridas.
No era algo que incluso pensara dos veces, y tal vez después, vería hacia atrás y
estaría un poco sorprendida por la rapidez con la que conseguí estar en el centro de
esto, pero en este momento, era el instinto.
Los puros no luchaban limpiamente. Eso era seguro.
Una pura tenía a un mestizo presionado contra un árbol con el elemento aire.
Dejando a Seth a un lado, me acerqué por detrás de la pura. Presionando mi mano
sobre su hombro, le di la vuelta. Sorpresa abrió sus ojos y dejó caer al mestizo.
—Eso no es muy agradable —le dije.
Su labio inferior temblaba, y cuando la dejé ir, pensé que iba a salir corriendo. No
lo hizo. Lanzando su mano en mi dirección, sabía que iba convocar al elemento.
—No muy inteligente. —Atrapé su brazo y lo retorcí mientras me colocaba detrás
de ella, inclinándola mientras hacía exactamente como Seth y Solos me habían
entrenado al principio. Metí mi pierna entre las de ella y tiré hacia la derecha. Cayó.
Mientras se levantaba, levanté mi cabeza justo cuando un puro se precipitaba
sobre mí. Como, corriendo hacia mí como un linebacker4. Un momento de inquietud
se apoderó de mí y luego lo silencié. Esquivando al tipo, me agaché y pateé, barriendo
sus piernas por debajo de él. Cayó hacia atrás, golpeando el suelo con un golpe carnoso.
Dándome la vuelta, vi a los chicos. Deacon tenía su teléfono en su mano, tomando
fotos con una sonrisa en su rostro mientras Luke tenía dos puros, uno en cada mano.
Los acercó uno hacia el otro, golpeando sus cabezas. Colin tenía contenido a un puro
maldiciendo en el suelo y Seth…
Seth bombardeaba a un puro en el suelo con un brazo.
Guau.
118 Eso era caliente.
Una mano se enganchó en mi cola de caballo, jalando mi cabeza hacia atrás.
Grité, más de rabia que de dolor. Tomé el delgado brazo y me di la vuelta, levantando
mi pierna. Estrellé mi rodilla en el estómago plano de una pura. Soltó mi cabello y se
dobló mientras saltaba hacia atrás.
—¿Están locos? —pregunté, esquivando una bola de llamas que chocó contra el
árbol por encima de la cabeza de Deacon—. Soy una semidiosa. ¿En serio?
—Y yo soy el Apolyon, y sí, son así de tontos. —Seth se lanzó a mí alrededor,
atrapando a un puro por los hombros y llevándolo hasta el suelo. Levantó un puño—.
Realmente tontos.
—No tontos —escupió el puro—. Puros. Somos puros y vamos a mantenerlo de
esa forma. Y tú quizás seas el Apolyon, pero no eres más que un jodido sucio…
El puño de Seth terminó la frase. Sangre y saliva voló. —La intolerancia es tonta,
sabes, sólo en caso de que no te dieras cuenta de eso aún.

4
Linebacker: Posición de futbol americano perteneciente al equipo defensivo. En América Latina se le
conoce como Apoyador.
El puro no lo escuchó, porque estaba fuera de combate. Parte de mí no podía creer
que esto estaba sucediendo. Di media vuelta y salté a un lado, evitando por poco un
puñetazo en la cara.
—Dioses —grité, más que irritada.
Viniendo a mí de nuevo, el puro avanzó pesadamente hacia adelante, la sangre
goteando de su nariz. Se puso todo Puños de Furia conmigo, balanceándose con el
empuje suficiente para hacer algún daño, pero no iba a suceder.
No era la misma Josie que entró a la Universidad hace meses.
Era en parte una jodida ninja.
Atrapando su mano, utilicé su impulso y peso corporal mientras pasaba por debajo
de su brazo, llevándolo conmigo. Le di la vuelta, poniéndolo de espaldas. Apuesto a
que estaba viendo estrellas. O quizás minotauros Griegos. Lo que sea.
—Maldición. —Seth me miró.
—¿Qué? —Sacudí mis brazos mientras me enderezaba, lanzando mi cola de
caballo hacia atrás—. ¿Creías que me había deprimido y no había mejorado?
Bien. Había estado muy deprimida en mi tiempo a solas, pero no necesitaba saber
eso.
Sus labios se torcieron y su mirada se profundizó una fracción de pulgada. Sus
119 rasgos se tensaron, y reconocí esa expresión. Hambre. Famélico, en realidad, y algo
dentro de mí, algo igual de hambriento y completamente estúpido, respondió. Mis
labios se separaron. Seth dio un paso hacia mí.
Un golpe de energía natural onduló a través del aire. Mi mirada se cruzó con la de
Seth. El tono de sus ojos ardía de un color rojizo brillante. —¿Es un dios?
Negó con la cabeza mientras observaba el patio. —No sé lo que es. No he
sentido… —Se calló, sus ojos abriéndose como platos—. ¿Qué de…?
Me di la vuelta en la dirección que estaba mirando y mi boca se abrió. A no más
de tres metros de distancia, unas puertas dobles aparecieron. Como, literalmente de la
nada, y era una cosa de aspecto antiguo. El marco era de un material plateado que
supuse era titanio, y el resto era un bronce liso.
Los que luchaban cerca de eso se alejaron, permaneciendo a una buena distancia.
Había símbolos en las puertas, antiguas letras que me recordaban a la letra “F” y un
realmente raro signo de paz que también lucía como una persona. Traté de descifrar
los significados, pero estaba demasiado distraída para darle tiempo a mi recién
descubierta habilidad. Había un casco Románico en cada puerta, y debajo de cada una
lo que parecía un perro de tres cabezas toscamente dibujado. Salté, dándome cuenta de
lo que esos grabados simbolizaban.
Las puertas se abrieron y fresca humedad se elevó en el aire sobre la hierba. Las
hojas verdes se curvaron, volviéndose rápidamente a un marrón apagado mientras la
brisa pesada se insertaba en la enorme negrura. Dos débiles formas aparecieron.
—Oh, mierda —murmuró Seth.
Me tensé, preparándome para una horda de Titanes o sombras. Tal vez incluso
osos rabiosos o sobreexcitados, escupiendo llamas. Eso no es lo que cruzó por la
puerta.
Una chica lo hizo.
Parecía estar cerca de mi edad, tal vez un año o dos más joven, y bonita no era una
palabra lo suficientemente fuerte como para describirla. No era muy alta, pero los
vaqueros ajustados y la camiseta de tirantes mostraba un cuerpo que era de alguna
forma recto y curvilíneo al mismo tiempo. Largo cabello castaño caía en ondas sobre
sus hombros y sobre su pecho. Sus ojos eran de un marrón cálido y su rosada boca
complementaba perfectamente su rostro en forma de corazón. La chica era preciosa en
un modo salvaje, sin restricciones.
No estaba sola.
Junto a ella había un hombre alto, de cabello oscuro, y Buen Señor Todopoderoso,
era… Wow. Era más alto que Seth, pero no tan ancho, con cabello castaño oscuro,
120 casi negro, y ojos que eran de un tono alarmantemente gris. Su rostro era casi perfecto,
pómulos altos, nariz recta y una expresiva boca. Usaba vaqueros y una camiseta
regular, pero por alguna razón, pensé que parecía que estaría más cómodo en la
vestimenta de un Centinela.
Detrás de ellos, la puerta se plegó sobre sí misma, colapsando hasta que no quedó
nada excepto la asombrosamente atractiva pareja.
—Bueno… —La chica miró a su alrededor, sus oscuras cejas arqueadas cuando un
mestizo fue levantado en el aire y lanzado junto a ellos como una pelota de fútbol.
Frunció los labios—. Esto es súper inesperado.
—No del todo —dijo el hombre a su lado a medida que su mirada plateada
aterrizaba en nosotros, deteniéndose en Seth mientras la chica daba un paso adelante.
Deacon gritó sobre la pelea, su voz llena de alegría, y por el rabillo del ojo, vi que
empezó a correr hacia ellos. A pesar de toda la locura pasando a nuestro alrededor, el
hermoso hombre sonrió en respuesta, enseñando incluso sus dientes blancos.
La comprensión se filtró cuando un mestizo alborotador y un puro peleando se
acercaron a los recién llegados. Lanzando un golpe, el mestizo golpeó al puro
haciéndolo retroceder varios pies. Se encontró con la chica nueva y se volvió, llamas
parpadeando sobre sus nudillos reventadas.
La reacción de ella fue malditamente rápida.
El brazo de la chica se disparó y su mano se posó en su hombro. Lo giró mientras
bajaba, pateándolo con su pierna. Atrapó al puro justo debajo de las rodillas, poniendo
sus piernas por debajo de él. Mientras el ahora aturdido puro caía hacia adelante, ella
estrelló su palma en su espalda. La estática estalló y crujió en el aire, y el puro voló
hacia adelante, aterrizando en un gimiente y espasmódico montón boca abajo a varios
metros de distancia.
Maldición.
En completo control de cada músculo de su cuerpo, la chica se enderezó de
manera fluida. La luz blanquecina desapareció de su mano derecha. Sus labios se
curvaron en una media sonrisa que era vagamente familiar mientras alejaba un largo
mechón de cabello castaño de su rostro. —Hola, Seth.
Seth estaba casi inmóvil mientras miraba a la pareja. Jeroglíficos sangraban en la
superficie de su dorada piel, reconstruyéndose y cambiando tan rápido que no tenía
idea de lo que las runas decían, pero la tensión de sus facciones lo decía todo.
—Alex —jadeó.

121
Capítulo 14
Seth
Traducido por NataliCQ & Dee
Corregido por Pagan

M
respuesta a Alex.
i piel zumbaba. Mi sangre latía. Mi pulso se aceleró. La
energía se derramó en mí como si hubiera tomado un golpe de
cafeína directamente al corazón. Los glifos, las marcas del
Apolyon, estaban haciendo un maldito baile feliz en mi piel en

En respuesta al Apolyon.
Mierda.
Oh mierda.

122 La conexión estaba volviendo a la vida, despertando como una cobra durmiente, y
estaba ahí, entre nosotros, preparándose para atacar. El mundo entero concentrado en
esta chica. La cosa dentro de mí, que se sentía como una parte de mí pero algo
completamente distinto, estaba rugiendo como un tren de carga.
Sin advertencia, una pieza de conocimiento flotó entre mis pensamientos. Podía
usarla. Podía usarlos. En el momento en que esos pensamientos me golpearon casi se
desvanecieron de mi alcance. Como una palabra que no podía pronunciar, pero
esperaba en la punta de la lengua. Incluso desde que desperté, eso había estado
prendido y apagado. Durante mucho tiempo no entendí por qué, simplemente pensaba
que estaba espaciando, pero me di cuenta que era desde cuando desperté y lo que había
sucedido. Era lo mismo que le pasaba a Alex. Miles de años de información
descargada, se transmite de cada Apolyon anterior. Había un montón de basura que
sabía, pero no siempre me daba cuenta que ya existía el conocimiento en la parte
posterior de mi subconsciente.
Pero ahora esos extraños pensamientos, incluso tan referentes como eran,
desaparecían como hojas en el otoño.
Alexandria Andros estaba de pie delante de mí. Era realmente ella. Piel y hueso,
pero no se parecía en nada a la última vez que la había visto. Su cabello estaba más
largo, como había estado cuando nos presentaron por primera vez en la Isla Deity. Las
finas cicatrices que habían cubierto cada pulgada de su piel se habían ido. Las
cicatrices de cuando Ares había roto, literalmente, cada hueso de su cuerpo. Ya que
llevaba una camiseta sin mangas, pude ver que las marcas en su brazo y cuello también
habían desaparecido.
Era más que lo físico. El peso emocional que ella había llevado había
desaparecido, levantado de sus hombros. Esos ojos color whisky estaban felices y llenos
de risas. Años de dolor borrados, como si nada de eso hubiera siquiera ocurrido, pero
habían ocurrido.
Yo había ocurrido.
Viéndola así, sin embargo, daba algo de alivio. Había planeado no volver a verla
nunca. Esa había sido la idea, porque… bueno, ¿quién quería volver a enfrentarse con
la persona que había conseguido matarlos? Porque eso era lo que había pasado, y
saberlo me ayudaba a ignorar lo que estaba pasando dentro de mí.
Alex había muerto de manera mortal, por mí.
Pero se veía bien. Se veía grandiosa, en realidad. Y parecía feliz.
No era la única que estaba llena de alegría.
Deacon se había lanzado hacia Aiden —Aiden santo St. Delphi— casi tirándolo
hacia atrás, sobre un puro caído. Los hermanos se abrazaban, ajenos a los combates
123 alrededor de ellos. Aparte de sus ojos, no tenían absolutamente nada en común.
Lo que era el por qué me gustaba Deacon.
Aiden lo apartó, apretando los lados de la cara de su hermano menor. —Mírate —
dijo, su voz ronca—. ¿Realmente estas dejando crecer la barba?
La risa de Deacon era ronca. —Sí, claro. El pelo no crece en esta cara bonita.
—Más bien cara de bebé. Dioses —dijo Aiden, pasando un brazo alrededor del
cuello de su hermano, arrastrándolo de nuevo hacia él—. Te he echado de menos.
—Yo igual —murmuró Deacon mientras sus hombros temblaban.
Me tensé cuando Alex comenzó a caminar hacia mí. Se detuvo cuando sacudí la
cabeza. Sus labios se fruncieron, y por un momento pensé que ella haría lo que quería,
porque esa era la Alex que conocía, pero me sorprendió. Alex se dio la vuelta hacia los
hermanos. Se unió a ellos, y se apartaron, empujándola en un abrazo grupal. Un
segundo después Luke estaba con ellos, e incluso por encima de los gritos de ira, pude
oír el chillido de felicidad de Alex. Reunidos al fin.
Me volteé lejos de la feliz reunión y busqué a Josie, encontrándola
inmediatamente. Estaba de pie a un lado, mirando a Alex con los ojos abiertos,
aparentemente sin darse cuenta del humo que salía del olivo ardiendo detrás de ella.
Ni siquiera podía imaginar lo que estaba pensando, pero el sentido común me dijo que
sabía exactamente quiénes eran los recién llegados. Alex se retorció fuera del abrazo
grupal y escaneó el patio. —¿Qué demonios está pasando, chicos?
Seguí su mirada, espiando a Colin derribando a otro puro. Sonreí. —Todo el
mundo está apenas cerca el uno del otro. Ya sabes, marcas de amor y todo.
Arqueó una ceja. —Uh-huh.
—Las cosas no están bien entre nosotros justo ahora —explicó Luke mientras daba
un paso atrás, colocando su brazo sobre el hombro de ella—. Te lo explicaré más
tarde.
Alex entrecerró los ojos y empezó a fruncir el ceño mientras miraba a alguien. —
Esa es... ¿Tetas?
Volviéndome hacia donde estaba mirando, una risa ahogada se arrastró hasta mi
garganta. Dejando que Alex se fijara en ella casi inmediatamente. —Sí, esa es.
—Huh. —Alex me miró, con las cejas levantadas, y no tenía que ser un genio para
averiguar el gran salto que estaba haciendo—. Interesante.
No realmente.
Gritos pidiendo que las peleas se detuvieran resonaron en el patio. Guardias y
Centinelas se precipitaron, rompiendo las peleas restantes. Es bueno ver que tenían un
124 sentido de la urgencia trayendo sus traseros por aquí. Un Centinela solitario estaba
libre sin embargo, su alto cuerpo rígido.
—¡Papá! —gritó Alex y luego se movió, corriendo a toda velocidad hacia el
hombre. Él abrió sus brazos, y ella casi lo tumbó. Ella plantó su rostro en su pecho y el
hombre mayor la levantó fuera de sus pies.
Ver eso, sí, me puso en lugares que ni siquiera sabía que tenía. Nunca había
conocido a mi padre. Sólo sabía que estaba muerto desde hace mucho tiempo. Alex
creció pensando que su padre había muerto cuando era un bebé, pero no era verdad. Él
estaba escondido en el Consejo principal en los Catskills, y fue justo antes de que Alex
y yo enfrentáramos a Ares que llegó a conocer finalmente a su padre.
Tenían un montón de tiempo por compensar, y estoy seguro que la última vez que
estuvieron cara a cara no había sido suficiente.
Alex echó la cabeza hacia atrás y rió mientras agarraba la mano de su padre. Casi
lo arrastró hasta donde Aiden estaba de pie con Luke y Deacon. Entonces, como era
de esperar, Solos estaba repentinamente con ellos. Toda la banda estaba junta de
nuevo.
A excepción de todos los que habían muerto y no regresaron como semidioses.
Dioses, mi piel estaba hormigueando y no de una manera agradable, sino en una
manera familiar que esperaba no experimentar de nuevo, y que sólo podía significar
una cosa.
Metiendo su cabello detrás de su oreja, me miró. Nuestros ojos se encontraron, y
sabía que también lo estaba sintiendo. Oh, sí, ese pequeño zumbido feliz que sabía a
éter estaba allí. Mierda, mierda, mierda.
¿Cómo no había estado prestando atención al tiempo que había transcurrido? Oh,
cierto. Mi mente se había centrado en una chica diferente. Debería haber estado
preparado para esto. Preparado para la muy real posibilidad de que estaríamos…
Maldición.
Que todavía estaríamos conectados.
¿Había sido demasiado esperar que no fuera el caso?
Corriendo mi mano a través de mi cabello, me di la vuelta y examiné a un puro
que estaba acostado boca abajo. Me arrodillé, comprobándole el pulso y
encontrándolo. Los puros eran notoriamente difíciles de matar, al igual que con los
mestizos, pero no era imposible. Ellos pueden sufrir lesiones graves. Miré hacia arriba,
viendo a la chica que había sido golpeada por el disco siendo retirada en una camilla.
Un golpe lo suficientemente duro a la cabeza podía todavía hacer algún daño, al igual
125 que lo haría con un mortal.
Me levanté e inmediatamente mi atención se centró en Josie. Seguía de pie donde
estaba, con los brazos envueltos alrededor de su cintura mientras observaba a Alex y
Aiden. Lentamente, su mirada se desvió hacia mí. Su garganta trabajó en un trago
mientras apretaba los labios.
Mis pies me llevaron hacia ella antes de saber lo que estaba haciendo. Me detuve
frente a ella. —¿Estás bien?
Josie asintió. Su mirada vagó sobre mí y luego flotó más allá de mi hombro. Su
voz fue apenas un susurro. —Esa es… es ella, ¿verdad?
—Sí. —Me enfrenté al pequeño grupo feliz. Alex estaba haciendo algún tipo de
baile con Deacon. Mis labios se torcieron—. Esa es ella.
Guardó silencio por un momento. —Ella es tan hermosa.
La miré con fijeza.
—Quiero decir, no es que me esperaba menos —se apresuró a añadir Josie—. Es
sólo que yo... No sé, no sabía qué aspecto tenía. ¡Pero mira lo feliz que están todos
ellos! Es... Estoy divagando, y Dios, ¿no es todo esto una locura? ¿La pelea? Era como
el Lado Este versus el Lado Oeste. Marcus realmente tiene las manos llenas —siguió
su camino, a mil por hora—. Espero que la chica esté bien. ¿Crees que lo estará?
Quiero decir, eso habría matado a una mortal. Como, muerta verdaderamente muerta.
Y la mitad de ellos ni siquiera parecían conscientes de que una maldita puerta apareció
de la nada y…
—Guau. —Toqué su brazo. Electricidad bailó de su piel a la mía. Traté, y fallé,
por ignorarlo—. Más despacio, Josie.
Su mirada cayó sobre su brazo y luego se movió hacia arriba. —No voy rápido.
Levanté una ceja.
—Como sea. —Se hizo a un lado, y mi brazo cayó hacia atrás mientras ella
miraba al grupo de nuevo—. ¿No deberías estar allí?
Tosí una risa seca. —Uh. No.
—¿Por qué? —Su nariz se arrugó. Linda. Maldita sea. Tan linda—. Estoy segura
que les gustaría, no sé, abrazarte y esas cosas. Hiciste mucho por ellos. Hiciste de todo
por ellos. Tu…
—Hice lo que tenía que hacer por ellos. Lo que no debería haber tenido que hacer
en primer lugar —la corté, incapaz de escucharla haciéndome sonar como si hubiera
hecho algo heroico—. No deberían de estar donde están ahora si no hubiera sido por
mí.
126 —Tienes razón. —Enderezó sus brazos y me miró de frente—. No estarían aquí,
siendo inmortales y esas cosas si no hubiera sido por el sacrificio que hiciste. Y espero,
o al menos estoy esperando, que lo reconozcan. Si no lo hacen, entonces no vale la
pena lo que les diste…
—No sabes de lo que estás hablando —espeté, incómodo con lo que estaba
sugiriendo, e incómodo con todo lo que estaba pasando. Todo—. Ese es el problema
aquí, Josie. Sólo ves lo que quieres ver. No tienes ni puta idea de lo que estás
hablando, sobre todo cuando se trata de ellos… de ella. Por lo que simplemente déjalo
—dije, cortando mi mano a través del aire entre nosotros—, porque no es de tu
incumbencia.
Palideció mientras daba un paso atrás, doblando un brazo sobre su estómago.
Espesas pestañas bajaron, protegiendo sus ojos. —No —dijo, su voz aguda—. Estoy
viendo todo ahora, pero tienes razón. Ellos. Ella. Ellos no son de mi incumbencia. —
Dio un paso más y luego dio la vuelta, su tono de voz bajo—. Nos vemos… por ahí.
Maldita sea.
Mi ira se había levantado a la superficie, como agua hirviendo desbordándose, y
ataqué como el idiota que era. Nada de esto era su culpa y ella tenía buenas
intenciones. Josie siempre tenía buenas intenciones.
Las cosas con ella estaban mal, pero no se merecía esta mierda de mí. Mantener la
distancia las últimas tres semanas me había hecho experimentar niveles de asesino
serial de idiota, pero ella, de todas las personas, no merecía esto.
Empecé a ir tras ella, pero no llegué muy lejos. Marcus finalmente apareció. El
feliz reencuentro número cinco millones tuvo lugar, y antes de que pudiera
escabullirme, y por escabullirme me refería a seguir a Josie, estaba rodeado de lo que
Deacon había denominado como el Ejército de Impresionantes.
Mientras Marcus negociaba con los últimos civiles descompuestos, terminamos en
una de las grandes salas de conferencias en el edificio principal del Covenant. No tenía
idea de lo que estaba haciendo allí, pero cada vez que trataba de salir de la habitación,
alguien me hacía una pregunta.
Nombrando ese alguien era Alex, que estaba sentada en el sofá de cuero, apretada
entre Aiden y su padre. Deacon estaba sentado en el brazo del sofá, al lado de Aiden, y
Luke estaba sentado en la otomana. Solos estaba apoyado contra la pared, sonriendo.
Todos estaban felices.
No es que yo no lo estuviera, pero no quería estar en esta habitación con ellos, así
que me quedé junto a la ventana, observando a los Guardias escoltar puros y mestizos
de ida y vuelta. Pero mi atención se mantuvo errante de vuelta a quien estaba sentada
127 en el sofá. Fuera en el patio, me las arreglé para ignorarlo, pero no era capaz de
detenerlo ahora. Cada fibra de mi ser estaba al tanto del potente éter emanando de los
dos semidioses, pero era más que eso. La larga espiral latente estaba zumbando a la
vida, y estaba haciendo mi mejor…
—¿Por qué sigues mirándome?
Dándome cuenta que estaba, de hecho, mirando a Alex, Parpadeé. Torpe.
Aiden se apoyó en el cojín del sofá, lanzando su brazo a lo largo de la parte
posterior. —Buena pregunta.
Le lancé una mirada suave antes de centrarme en ella. —Luces... como lo hacías
cuando nos conocimos.
—Lo hago, ¿verdad? —Levantó su cabello con ambas manos y agitó los extremos.
La última vez que la había visto, su cabello era mucho más corto. Ares se había
apoderado de él, cortándolo con un cuchillo—. Aparentemente cuando mueres,
obtienes un rociado con Fuera Cicatrices o algo así.
Mi mandíbula trabajó, mirando lejos de ella. Cuando mueres…
—No es que ella realmente muriera —intervino Aiden rápidamente, siempre el
mediador—. Pero cuando entras en el Tártaro de la manera correcta, eres de alguna
forma…
—¿Reensamblado? —dijo Alex con una sonrisa—. Caleb está de la misma forma.
Así como ocurre con Olivia y Lea.
Los nombres de los que habían perecido hicieron eco en mi cráneo.
—¿Cómo lo están haciendo? —preguntó Luke.
—Estupendo. Caleb y Olivia están juntos, como lo estaban, um… aquí. Arriba. Y
nosotros hemos jugado Mario Kart con Perséfone un par de veces.
Las cejas de Alexander se elevaron ante eso.
Ella se rió. —Se enoja cuando pierde, sin embargo.
—Y cuando se enoja, eso por lo general significa que Hades va a estar en un
estado de ánimo peor que de costumbre. —Aiden sonrió un poco mientras miraba a
Alex—. Nos hacemos casi invisibles cuando eso pasa.
—Suena divertido —dijo Solos, pero su tono era todo lo contrario.
—En realidad no es tan malo. Más o menos lo que sea que quieras está ahí —
respondió Alex, apoyando su cabeza sobre el hombro de su padre—. Pero los
extrañamos chicos. Molesta que tengamos que esperar seis meses y no se nos permite
128 comunicarnos con nadie arriba durante ese tiempo. Se siente como una eternidad para
nosotros allí abajo.
Su padre se dio vuelta, dejando caer un beso en la parte superior de su cabeza.
Aiden se inclinó hacia delante, sus grises ojos serios. —Así que, hemos oído abajo
acerca de lo que está pasando con los Titanes. —Su mirada se posó en mí, y pensé que
era irónico como no podían comunicarse con nosotros, pero parecían saber lo que
estaba pasando de alguna manera—. ¿Alguna actualización?
—En realidad no. —Me crucé de brazos—. Hyperion estuvo fuera de servicio
durante un tiempo, pero estoy seguro de que está de vuelta o lo estará pronto. Apolo se
supone que estará trayendo un semidiós de vuelta con él para ayudar a localizar a los
otros así pueden enterrar…
—¿Otros semidioses? —Alex frunció el ceño—. ¿Semidioses como Aiden y yo?
—¿No saben acerca de esa parte? —pregunté.
Aiden negó con la cabeza. —Esta es la primera vez que estamos escuchando sobre
cualquier cosa relacionada con semidioses.
—¿Por qué no me sorprende que ustedes consiguieran solamente la mitad de lo
que es importante? —suspiré, presionando mis hombros contra la pared—. Voy a
darles la versión para tontos.
—Caramba, gracias —respondió Alex—. De lo contrario, no podríamos ser
capaces de procesarla.
Sonreí. —Cuando fui creado, los dioses sabían que algo estaba pasando y que
había una posibilidad de que nos conectáramos y uno de nosotros se convirtiera en el
Dios Asesino, así que tomaron precauciones.
—Hombre. —Aiden deslizó una mano por su cara—. Esto va en muchas
direcciones.
—Los dioses bajaron a la tierra, estuvieron con varios hombres y mujeres, y
produjeron doce semidioses. Nacidos semidioses. No hechos como ustedes dos. Ya
sabes, semidioses reales —señalé, y Alex rodó los ojos—. Los dioses bloquearon sus
capacidades, básicamente, convirtiéndolos en semidioses durmientes. Por supuesto,
Hera terminó matando alguno. Así como lo hizo... así como Ares lo hizo. Seis
permanecen. Los Titanes se apoderaron de dos de ellos, pero Apolo dijo que uno de
los semidioses originales sería capaz de encontrar a los otros tres. Si tenemos a los seis
juntos, entonces sus habilidades se desbloquean automáticamente.
—¿Los Titans tienen a dos de ellos? —preguntó Aiden.
—Se están alimentando de ellos —agregó Solos—. Es la forma en que están
129 consiguiendo sus poderes de vuelta.
—Oh mis dioses —susurró Alex—. ¿Alimentándose de ellos? ¿Cómo daimons?
—Básicamente. —Solos se apartó de la pared—. No tenemos idea de en qué
estado se encuentran, o incluso donde están los otros tres. Estamos esperando a Apolo,
y saben cómo se toma su tiempo con estas cosas.
—¿Sabías que Ares estaba acabando con semidioses? —La mirada de Aiden se
pegó a la mía.
Resistí el impulso de golpearlo. Sus sospechas eran justificadas. —Contrariamente
a la creencia popular, no sabía todo lo que Ares estaba haciendo. No sabía nada de
esto hasta que Apolo me lo dijo.
—No pensamos que lo sabías todo —dejó escapar Alex, pero sí, no acababa de
creer eso.
Aiden la miró y luego volcó su atención de nuevo a mí. —Espera un segundo.
—Esperando —murmuré.
Ignoró eso. —Has dicho que hay seis semidioses vivos. Dos están con los Titanes
y que necesitas encontrar a tres más. ¿No deberían ser cuatro más? ¿O se me olvidó
cómo contar?
—Sí. Se te olvidó cómo contar —respondí con sequedad.
Aiden no parecía impresionado con mi comentario. Pensé que fue bastante astuto.
—¿Necesitamos encontrar a tres o cuatro de ellos?
—Creo que es lindo cómo has insertado “nosotros” en esto. —Sonreí
apretadamente.
—Estaremos aquí por los próximos seis meses —declaró Alex lentamente, como si
yo necesitara el tiempo para comprenderlo—. Por lo tanto, duh, vamos a ayudar
mientras estamos aquí. Esto no son unas vacaciones para nosotros.
Iba a tirarme a través de una pared.
Aiden asintió con la cabeza. —Por lo tanto, son…
—¡Oh! Santas bolas de Mierda. —Deacon se levantó de un salto del sofá y miró a
su alrededor, las comisuras de su boca descendiendo—. ¿Dónde está Josie?
—Maldición —gruñó Luke mientras también miraba a su alrededor, como si fuera
a encontrar a Josie escondida debajo de una silla o algo así—. ¿La olvidamos? No
sigue afuera en el patio, ¿verdad?

130 Sí, quería decirles. Sí, ustedes totalmente se olvidaron de Josie. —Volvió a su
habitación.
Las cejas de Deacon se fruncieron. —¿Por qué hizo eso?
Bueno, déjame enumerar las razones…
—¿Quién es Josie? —preguntó Alex, confundida.
—Uh… —Miré a Deacon—. ¿Quieres hacer los honores? Sé lo mucho que amas
las conversaciones raras.
Una amplia sonrisa estalló en su rostro. —Por supuesto, especialmente cuando no
soy el centro de la rareza.
Luke resopló.
—¡Así que! —Deacon juntó sus manos cuando se enfrentó a Alex y Aiden—. ¿De
casualidad notaron a cierta chica en el patio cuando hicieron su cosa de la puerta
mágica?
Aiden miró a Alex. Ella levantó un hombro. —Había mucha gente ahí fuera que
no había visto antes. —Hizo una pausa—. Noté a Tetas, sin embargo.
Sacudí la cabeza lentamente.
—Um, eso no es de lo que estoy hablando. De todos modos —dijo Deacon, sus
ojos grises brillaron—. Ella es bastante alta. Bueno, más alta que tú y todos son
prácticamente más altos que tú, Alex. Tiene cabello largo y rubio arenoso. Un tipo
raro de cabello.
—Cabello impresionante —añadió Luke.
Alexander frunció el ceño en silencio.
—Lo es. Es como una gran variedad de colores. Un momento luce completamente
rubio. En el siguiente es castaño y entonces cambia de nuevo. Es muy genial —
continuó Deacon, y tuve que estar de acuerdo con él en eso—. Y cuando la veas,
pensarás, wow, esta chica luce familiar. No serás capaz de identificarlo al principio,
pero te fastidiará y luego, cuando lo sepas, tú…
—Deacon —advirtió Aiden—. ¿Quién es Josie?
Su hermano puso mala cara por un segundo y luego suspiró. —Bien. Es una
semidiosa. Como, nacida semidiosa. Con poderes desbloqueados y todo, y es súper
genial y muy linda. —Su mirada se deslizó hacia donde estaba y su expresión se volvió
astuta—. ¿No es cierto, Seth?
Le miré. —Cierto.
—Estás olvidando la mejor parte. —Solos pasó por delante del sofá, enviándome
131 una larga mirada—. De que dios vino.
Aiden parecía entender lo que no se estaba diciendo. Sus ojos se cerraron mientras
frotaba sus dedos a lo largo de su frente. —Dioses.
—¿Qué? —Alex lo miró y luego a mí—. ¿De quién es hija?
—De Apolo —respondió Deacon, su sonrisa levantándose más cuando la mirada
de Alex voló hacia él—. Síp. Josie es la hija de Apolo.
La boca de ella se abrió.
—¿Y eso como que las hace a ti y a ella primas? ¿Supongo? —Luke frunció el
ceño—. No sé qué exactamente, pero hace que las dos estén relacionadas. De algún
modo. No sé cómo, pero tiene algunos de tus gestos. Se pone muy raro a veces.
Alex se volvió hacia su padre, y él asintió. Ella no se movió hasta que Aiden curvó
su mano sobre su rodilla, entonces se volvió. Su boca se movió en silencio durante
unos segundos. —Santa mierda. Yo… no sé qué decir.
—Esa fue más o menos nuestra respuesta al principio. —Simpatizó Luke mientras
ella enganchaba una pierna sobre la otra—. Seth la trajo al Covenant.
Las cejas de Alex se alzaron. —Oh, ¿en serio?
—Apolo lo puso a cargo de su seguridad —añadió Solos, su voz pícara mientras
hacía un gesto con la barbilla en mi dirección—. Y él toma su seguridad muy en serio.
—Huh. —Aiden inclinó su cabeza hacia un lado.
—Miren, Hyperion iba tras Josie. Seth se aseguró de que llegara aquí, y algo de
mierda se vino abajo, pero Seth la mantuvo realmente a salvo —continuó Solos. La
próxima vez, no me detendría cuando tuviera mi bota en su garganta.
Alex me miró fijamente. —Siento que tengo que decir gracias. Quiero decir, ella es
familia. Lo que es algo extraño. Y de hecho… —Se detuvo mientras se deslizaba hacia
adelante—, hay mucho por lo que tengo que agradecerte. —Le dio una mirada a
Aiden—. Mucho que nosotros…
—Esto no es algo que necesitemos hacer. —Estaba fuera de la pared en un
nanosegundo—. Tengo que irme.
No esperé una respuesta. Salí de la habitación y me dirigí a través del
relativamente vacío vestíbulo. La puerta no se cerró detrás de mí.
—Seth.
Jódeme.
—Si sigues caminando —dijo Aiden—. Continuaré siguiéndote.
132 Por supuesto.
Inclinando mi cabeza, tragué mi boca llena de maldiciones antes de darme la
vuelta. —¿Qué quieres?
Aiden se acercó a mí, y por un par de momentos, se quedó allí, casi cara a cara,
ninguno de los dos hablando. ¿Cuántas veces en el pasado terminamos en esta postura?
Más veces de las que podía contar. Usualmente estaríamos a segundos de ir al cuello
del otro. No teníamos el mejor pasado juntos, pero la última vez que lo había visto…
Vi a un hombre que estaba roto.
Ahora veía a un hombre que estaba entero.
—Hay un par de cosas que necesito decirte, y luego hay algo que necesito
preguntarte. —Aiden bajó su barbilla mientras hablaba—. Sé que no estás
precisamente encantado de que estemos aquí, pero Alex ha estado esperando a verte
desde que se enteró de lo que hiciste. Sé que no quieres oírlo, pero lo diré, y la próxima
vez que Alex lo diga, dejarás que haga precisamente eso.
Abrí mi boca, pero continuó. —Te debemos todo y sabemos eso. Y sé que no
quieres oír esto, pero gracias. Gracias por lo que hiciste por nosotros.
Cerrando mi boca, fijé mi mirada en la pared.
—No olvidaremos eso —añadió, y luego, tras una pausa—: incluso si hay días,
meses, y probablemente años, donde desee poder olvidarlo.
Dejé escapar una risa mientras lo miraba. —Realmente no me agradas, Aiden.
Sus labios se torcieron. —Bien. Porque aún no me agradas tampoco.
—Perfecto. —Empecé a dar vuelta—. ¿Alguna otra cosa, Saint?
—Sí. Sólo una cosa más. —Los ojos de Aiden se volvieron de un gris metálico—.
¿Aún estás conectado con Alex?
—¿Por qué no le preguntas a ella?
—Te estoy preguntando a ti.
Tomé una respiración profunda. No había razón para mentir. —Sí. Sí, lo estoy.

133
Capítulo 15
Josie
Traducido por Anna & Koté

—E
Corregido por NataliCQ
sto es algo raro —dijo Colin mientras miraba
alrededor de la cafetería casi vacía—. Es como una
mierda fantasma. Bueno, tal vez una cafetería
fantasma.
Sosteniendo mi plato de tocino y botella de jugo de manzana, tuve que aceptar que
esto era raro. Normalmente habían muchos más estudiantes en la cafetería el domingo
por la mañana. En ese momento, podía contar con las dos manos cuántos estaban en
la habitación, y eran puros.
Puros que nos miraban con cautela mientras nos sentábamos en una pequeña mesa
134 redonda cerca de los ventanales con vista a las estatuas de los once restantes dioses del
Olimpo. Podía sentir sus miradas mientras sacaba la tapa de mi jugo.
Lo que también era raro era que Luke y Deacon estaban normalmente esperando
por nosotros en el vestíbulo del dormitorio o, si uno de nosotros estaba retrasado, ellos
ya estaban en la cafetería. Luke era un madrugador, lo que significa que arrastraba a
Deacon fuera de la cama incluso si el chico estaba medio dormido.
Ellos no estaban aquí.
Por supuesto, eso de alguna forma tenía sentido. Deacon estaba probablemente
pasando tiempo con su hermano. Ellos podrían incluso terminar aquí. Y por lo que
sabía, Luke era súper cercano con Alex. Toda la pandilla podría entrar en cualquier
momento. Así que tenía sentido, pero también era extraño, porque nos faltaba gente.
¿Y Seth?
Seth había dejado de venir a desayunar el día que dejó de entrenarme. Aún estaba
acostumbrándome a ello.
—¿Crees que todos estén escondidos? —preguntó Colin, recogiendo sus claras de
huevo. Ew. ¿Quién come huevos sin la yema? La yema era la mejor parte—. ¿O hubo
una fiesta masiva anoche y no fuimos invitados?
—¿Y todos están con resaca ahora? —Sonreí mientras recogía un trozo de
tocino—. Es posible.
Resopló mientras apoyaba su codo sobre la mesa. —Somos así de impopulares.
Estaba sintiéndome bastante impopular y desesperada por una fiesta de lástima,
pero no sabía si Colin era lo suficientemente bueno para estar cómodo conmigo
volviéndome del tamaño de una ballena bebé frente a él. —Probablemente tiene que
ver con la pelea de ayer. Tal vez la gente no se siente completamente segura en este
momento.
—Cierto. Me gusta la idea de ellos haciendo una gran fiesta, sin embargo. —
Masticó sus huevos—. O podría ser el hecho de que ahora hay dos semidioses más
rondando por el campus.
El delicioso sabor del tocino se volvió un poco amargo en mi estómago.
—Usted chicos son como Mogwais alimentados después de media noche —
continuó.
Estallé en una sonrisa con eso. Aunque ninguno de nosotros era tan lindo como
un Mogwai.
135 Colin terminó sus huevos y luego se movió a su tostada de trigo integral. Ni toda
la mantequilla en el mundo vertida sobre ese pan podría hacerlo saber a nada además
de cartón. —Entonces, ¿conoces a esos dos? ¿Aiden y Alex?
Sacudiendo mi cabeza, puse mi tocino abajo, perdiendo el apetito, lo cual era un
crimen cuando se trataba del tocino. —No. Ayer fue la primera vez que los había visto.
—Hombre, son como leyendas. —Sacudió la cabeza, y no había duda del asombro
en su tono—. Realmente son leyendas entre los de nuestra especia.
—¿En serio? —murmuré, mirando mi pila de tocino.
Colin masticó su tostada. —En realidad nunca los conocí formalmente, pero
estaba allí cuando vinieron la primera vez, antes de que se fueran a pelear contra Ares.
El simple hecho de que hicieron eso voluntariamente los vuelve jodidamente
increíbles. Quiero decir, ¿quién querría pelea contra el Dios de la Guerra?
Yo no, pero eso no era una gran sorpresa.
—Son bastante rudos —continuó, y tragué un suspiro—. Podría tener un
enamoramiento por Alex.
Lentamente levanté mi mirada hacia él. ¿En serio?
Se ruborizó. —Quiero decir, no de esa forma. Soy lo suficientemente inteligente
como para darme cuenta que Aiden me mataría. Tengo un respetuoso enamoramiento
por ella. Es ruda. Salió a pelear contra Ares sabiendo que no iba a salir de la batalla.
¿Cuán rápido podría salir de esta cafetería?
—Eso requiere grandes bolas. —Hizo una pausa, frunciendo el ceño a su tostada a
medio comer—. Bueno, requiere grandes ovarios. Ella no tenía idea de que Apolo, tu
padre, le había dado ambrosia. O al menos esa es la leyenda y ella…
La fiesta de alabanzas de Colin se redujo a un zumbido sordo que coincidía con el
dolor detrás de mis ojos. Sabía que mi irritación era irracional, y también sabía
exactamente cuál era la fuente de mi enojo.
Celos.
Mi piel debía haber estado verde para el momento. Ver a Alex ayer me había
confirmado por completo lo que creía sobre ella. Era literalmente todo lo que yo no
era.
¿Cómo en el mundo podía Seth haber estado siquiera interesado en mí después de
estar involucrado con alguien como ella?
No era su culpa. Demonios, la chica ni siquiera sabía que yo existía. Ella era el
bateador en las grandes ligar y yo todavía estaba intentando entrar en las menores. Mi
136 irritación y frustración estaban todas dirigidas a mí.
Era lo suficientemente mujer para admitir eso.
Después del desayuno, me separé de Colin aunque él estaba hablando sobre
nosotros yendo a correr o algo así, ¿y quién demonios creía él que era yo, que iba a
hacer eso voluntariamente? Ja. Fui a la biblioteca, rondando por allí por horas sin tener
suerte, y luego finalmente abatida volví a mi dormitorio.
Me detuve en mi puerta y me volví hacia la de Seth. Masticando mi labio inferior,
quería que la puerta se abriera y Seth saliera. Ni siquiera sabía por qué quería eso. Él
había dejado las cosas bastante claras ayer. Las había dejado claras hace semanas.
Me di la vuelta, entré a mi habitación, fui hacia el dormitorio, y levanté la vieja
foto mía con mis abuelos y mamá. Deseaba poder retroceder en el tiempo y capturar
el momento en mi memoria, porque no recordaba las horas previas a ello o las
posteriores.
Ninguno de nosotros tenía segundas oportunidades.
Bueno, excepto Alex y Aiden. Y Seth. Y yo, de alguna forma. Un montón de
nosotros tuvimos segundas oportunidades, pero no pudimos escoger cuales serían.
Basada en mi apariencia, fue alrededor de la época de la escuela media. Era tan
jodidamente gordita, una total bola de grasa, y el patrón de la camiseta no ayudaba.
Pero estaba sonriendo. Al igual que Abue. Y Papá. Y mamá. Había sido un buen día.
Colocando la foto en mi mesita de noche, limpié debajo de mis ojos con el dorso
de mi mano. Mis mejillas estaba húmedas, y no estaba segura de por qué o por quién
estaba llorando. Todo lo que sabía era que había estado llorando un montón
últimamente, y odiaba que llorar me hiciera sentir débil.
¿Qué demonios era tan débil sobre llorar? Como que era la peor cosa que podría
estar haciendo ahora mismo. Quiero decir, podría estar atraída por autolesionarme o
por comportamientos riesgosos. Podría estar destruyendo mi cara a golpes o
drogándome. Nop. Estaba llorando, y tenía la sensación de que había personas allí
afuera que probablemente pensaban que salir y pelear o beber hasta vomitar era mejor
que tener un buen llanto.
Pensándolo bien, beber hasta que no supiera quién era sonaba bien justo entonces.
Simplemente… de verdad no quería… sentir nada. Extrañaba a mi familia. Extrañaba
a Erin, y tanto como quería convertir la locura de Seth en un saco de boxeo, lo
extrañaba… al él de antes.
Dios, sus palabras aun picaban, pero vi la verdad detrás de lo que estaba
conduciéndolas. Probablemente lo había visto antes, pero no quise reconocerlo
realmente.
Cayendo sobre mi espalda, me quedé mirando al techo. El repentino cambio de
137 opinión tenía algún tipo de sentido ahora. Él tenía que haber sabido que estaba
acercándose el regreso de Alex. No había forma que él no lo hubiera hecho. No con el
tipo de vínculo que tienen. Tuvo que haber sabido que estaba viniendo.
Había visto la forma en que la vio ayer.
Y cuando dejé el patio, Seth no me había seguido. Se quedó allí con ellos, con ella.
Esos no eran los celos hablando. Eso era sólo la realidad.
Aunque Alex y Aiden tuvieran el tipo de amor sobre el que los poetas divagaban,
hubo algo poderoso entre Seth y Alex. Deacon lo había dicho por sí mismo, algo
prácticamente irrompible.
Siempre pensé que su renuencia a hablar sobre Alex tenía que ver con su
culpabilidad, pero ahora, sabía que era más que eso. Seth no había superado a Alex y
lo que sea que ellos compartieron.
Y eso apestaba.
Porque no podía competir contra alguien que era una leyenda. Alguien por quien
Seth había renunciado a su eternidad.
Estaba enamorada de alguien que aún estaba envuelto con alguien más… alguien
que era una jodida leyenda entre los de su clase.
Un golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Me incorporé, balanceé mis
piernas fuera de la cama y me levanté. Esperaba que fuera Deacon o Luke o ambos.
Deacon estaría viendo Supernatural conmigo y todo estaría bien en el mundo, al menos
por unas horas, y no me sentiría como si... como si estuviera olvidada.
Al abrir la puerta, me encontré cara a cara con Alex.
Santo cielo.
Sorprendida, di un paso hacia atrás cuando sentí mi boca caer abierta. ¿Qué estaba
haciendo aquí? ¿Estaba en la puerta equivocada? Oh Dios mío, ¿y si estaba en la puerta
equivocada y tenía la intención de llamar a la de Seth?
Iba a golpearla.
Bueno. Probablemente me patearía el trasero, así que sería pegarle y correr.
Juntó sus manos mientras me miraba. —Hola —dijo—. Sé que no nos conocemos,
¿pero estaba preguntándome si tenías un par de minutos para charlar?
Muda, me hice a un lado. ¿Podría en serio rechazarla? Uh. No. Alex entró y cerró
la puerta detrás de ella. La miré, sin tener idea de qué demonios estaba pasando.
De pie delante de ella, tan cerca como estábamos, me sentí como… como Pie
138 Grande cerniéndose sobre ella. Un Pie Grande rubio. Podría seriamente recogerla y
ponerla en mi bolsillo.
—Soy Alex An…
—Sé quién eres. —En el momento en que esas palabras salieron de mi boca, me
encogí. Carámbanos se podrían haber formado en la habitación—. Quiero decir, sé
quién eres. Todo el mundo sabe quién eres.
Sus cejas se levantaron. —Eso es un poco espeluznante.
Cerré la boca.
—No es que tú seas espeluznante por decir eso. Es sólo que no estoy
acostumbrada a que todo el mundo sepa quién soy. —Hizo una pausa, frunciendo su
nariz, y oh Dios mío, mis ojos se abrieron. Yo hacía eso. Todo. El. Tiempo—. Bueno,
las personas sabían quién era antes de toda la cosa semidiós que “resucita de los
muertos”, pero por lo general no era nada bueno.
—Oh —murmuré, sin dejar de mirarla.
Una media sonrisa se formó en sus labios. —De todos modos, eres Josie.
Asentí lentamente.
Alex rió, el sonido ronco y cálido. —Bueno, duh. Ya sabes quién eres.
Asentí de nuevo.
—Esto no está saliendo bien —dijo con otra risa—. Quería conocerte. He oído que
hay algo que tenemos en común.
—¿Las dos hemos estado con Seth? —espeté, y Santa Mierda, no acababa de decir
eso.
Sus ojos marrones se abrieron ligeramente mientras su boca formaba una O.
Totalmente dije eso.
—Oh Dios mío, quiero decir, no es que hayas estado con Seth, como con él. Ni
siquiera he estado realmente con él de esa manera. —Calor quemó mis mejillas. Ni
siquiera estaba segura de si Seth y Alex habían ido allí, pero estaba esperando
seriamente que no porque eso sería todavía una cosa más que había a su favor que yo
no tenía.
Agh. Ni siquiera podía creer que mi cerebro hubiese escupido este tipo de cosas.
—Quiero decir que lo tenemos en común y eso es todo lo que estaba tratando de
decir —terminé sin convicción.
—Um. Eso no es lo que iba a decir —dijo Alex, parpadeando lentamente mientras
139 se estiraba, sacudiendo su cabello lejos de su hombro—. Iba a ir con nosotras teniendo
a Apolo en común.
—Ah. Eso… tiene más sentido. —Caminando a su alrededor, me lancé sobre los
cojines del sofá de dos plazas, de repente agotada. La épica diarrea verbal era
agotadora—. Apolo. Sí, él es, um, algo más, ¿verdad?
—Sí. —Arrastró la voz mientras se sentaba en la pequeña silla —. Quiero hablar
de Apolo, pero vamos a retroceder un segundo. Tú y Seth están... ¿juntos?
Mi cara se iba a derretir inmediatamente. Mi lengua se retorció, no tenía idea de
qué decir, porque no estábamos juntos más, y Alex era absolutamente la última
persona con la que quería estar discutiendo esto. Pero fue mi culpa por dejar que mi
boca hablara y ella preguntara.
Las pestañas de Alex bajaron, pero la intensidad de su mirada todavía se podía
sentir. —Bueno. Sé que no me conoces en absoluto, pero vas a aprender muy pronto
que soy súper franca, y siento como si totalmente necesitara sacar esto a la luz, porque
no sabía que teníamos más en común fuera de Apolo. Y voy probablemente a golpear
a alguien por no ponerme al corriente en eso.
Oh, caramba. Cerré los ojos con fuerza.
—Sabes que Seth y yo…
—Sé lo que son —corté—. Sé mucho acerca de lo que sucedió. Deacon me puso al
corriente y Seth… habló un poco sobre eso.
Su mirada se agudizó. —Bueno. Entonces Seth explicó que él y yo de alguna
manera estuvimos viéndonos sólo por, como, ¿un caliente segundo?
Me moví incómoda. —Bueno, nosotros realmente no tuvimos ese tipo de detalles.
—Ya veo. —Hizo una pausa, mirando hacia abajo a sus manos—. Seth y yo
nunca estuvimos juntos así.
Algo hizo una totalmente inapropiada danza feliz en mi pecho.
—Hicimos el tonto alrededor un par de veces —agregó, levantando las pestañas, y
algo dejó de bailar y sacó las dagas Covenant—. Pero Aiden fue mi primero y será el
único.
Oh. Ese algo bajó lentamente las dagas.
—No me malinterpretes. Me preocupo por Seth, todavía lo hago. Las cosas son…
raras entre nosotros. Complicado no es ni siquiera una palabra lo suficientemente
buena, y si realmente sabes lo que pasó, entiendes eso, ¿verdad?
Asentí. —Lo hago.
140 Alex me sostuvo la mirada por un momento y luego se estiró, envolviendo sus
manos alrededor de la mitad de su cabello. —Seth y yo nunca fuimos tan lejos. —
Comenzó a torcer su pelo, y oh mi Dios otra vez, yo lo hacía todo el tiempo también.
Esto era tan raro. Tan raro. Recogió su cabello con una cuerda—. ¿Pero ustedes dos…?
—No. Es decir, estábamos juntos, pero no… ya no.
Me miró de cerca. —¿Era serio?
—Sí. Quiero decir, lo pensaba. Yo... uh, realmente… —Me detuve, mirando lejos
cuando negué con la cabeza—. Nada de eso importa.
—Creo que importa si estuvieras realmente saliendo con Seth y él no tuviera sexo
contigo.
Mi atención volvió de nuevo a ella bruscamente.
—El Seth que conocía prácticamente follaría a un árbol si hubiera un agujero en él
—dijo, y mi nariz se arrugó—. Y nunca se tomaba en serio a nadie.
—No creo que realmente me haga sentir mejor el no haber llegado a eso con él —
admití, y cuando abrió la boca, continué—: Mira, lo que él y yo éramos en un
momento no importa ahora.
—Sí. Lo hace. —Dejó de retorcer su cabello—. Mientras conocí a Seth, no se
involucró en serio con nadie. Como que nadie podría estar bajo la errónea idea de que
era serio si no lo era. Seth no es de tener relaciones.
Seth al parecer todavía no tenía relaciones, y tan celosa como estaba cuando se
trataba de Alex, ella no era el problema. Ella estaba enamorada de Aiden, pero eso no
significaba que Seth no hubiera albergado ese tipo de sentimientos por ella. Era obvio
que los tuvo.
Y todavía los tenía.
Y realmente no quería hablar de esto con ella.
Masajeando mis sienes, traté de encontrar una manera de decirlo sin ser
completamente grosera con el mito, la leyenda conocida como Alexandría Andros.
—Realmente no quieres hablar de Seth conmigo, ¿verdad? —preguntó.
La miré, frunciendo el ceño. —¿Puedes leer la mente?
Alex inclinó la cabeza hacia un lado y se rió. —Nop. Pero te siento. Sólo quiero
decir una cosa. Espero que las cosas no estén realmente terminadas entre ustedes dos,
porque Seth… —Se sentó, exhalando suavemente—. Seth es… se merece un poco de
141 felicidad.
Las lágrimas corrieron de inmediato a mi garganta, y quemaron detrás de mis
ojos. Creía lo mismo, pero yo no era su fuente de felicidad. Ni siquiera sabía lo que era
para él, pero no era eso.
—No he hablado con él. Me está evitando. No me sorprende —dijo, y luego dejó
ir su pelo. Los gruesos filamentos eran lentos para desenredarse—. Lo siento. No
quieres oír hablar de eso.
Más o menos, como que quería oír hablar de ella y Seth y su evasión, incluso
cuando no quería, pero era un masoquista, así que lo hacía.
—Por lo tanto. —Se deslizó hacia adelante, dejando caer las manos sobre sus
rodillas—. Apolo es tu padre, y es algo así como mi tatara-tatara-tatara millones de
veces abuelo, por lo que estamos, como, relacionadas de una manera realmente rara,
¿esto no debería ocurrir en la vida real de esta manera?
Me reí, incapaz de evitarlo. —Sí, algo así, supongo.
Alex alisó las palmas de sus manos sobre las rodillas de sus vaqueros. —Por lo
tanto, Deacon y Luke estaban diciendo que no tenían idea de lo que eras hasta que
Seth mostró…
Una estridente alarma sonó, silenciando a Alex. Mi cabeza se sacudió, y Alex se
puso de pie, su mano serpenteando alrededor de su espalda. Un segundo después
sostenía una daga en la mano. No tenía idea de dónde la había sacado. ¿Del aire? ¿Una
ingeniosa bolsa oculta? No importaba, porque sabía lo que significaba el estruendo.
El Covenant estaba bajo ataque.

142
Capítulo 16
Seth
Traducido por NataliCQ & rihano
Corregido por Anna

P aseando a lo largo de mi habitación, traté de sacar la inquietud


acumulada que se arrastraba a través de mi sistema como un
ejército de hormigas de fuego. Ya había corrido cinco kilómetros,
boxeado con Solos, duchado, masturbado en la ducha mientras mi
mente evocaba una corriente de cosas que había hecho con Josie y cosas que nunca
había tenido la oportunidad de hacer, y todavía no podía sentarme quieto.
No cuando quería estar del otro lado del pasillo. No cuando quería ir a buscar a
Colin y remover sus bolas con una daga sin filo, centímetro por jodido centímetro,
porque sabía que había ido a desayunar con ella esta mañana. No era la primera vez,
pero por lo general Deacon y Luke estaban con ellos, y eso lo hacía diferente.
143 Y no cuando sabía que Alex y Aiden estaban vagando por este mismo dormitorio.
Podía sentir a Alex.
Era un zumbido leve en la parte posterior de mi subconsciente, como una luz a lo
lejos en la distancia, visible pero no brillante. No era nada como lo había sido antes,
mucho más silenciado y un infierno de mucho más tolerable. Gracias a los dioses que
no podía sentir lo que ella estaba sintiendo, porque maldita sea, tendría que hacerme
una lobotomía. O ella y Aiden no estaban corriendo como un dios olímpico después de
un período de sequía y ese era el por qué no estaba sintiendo mucho. Dioses, esperaba
que no fuera el caso. Si empezaba a sentir lo que estaba pasando con ellos, iba a tener
que…
Las sirenas estallaron, rompiendo el silencio y mi ir y venir alrededor. El estridente
sonido era demasiado familiar, y me puse en acción. Vicioso entusiasmo sustituyó la
inquietud, y supe justo cuán jodido estaba, ¿pero en ese momento? Oh, sí, podría
ayudar una pelea. Ayer en el patio había sido un juego de niños.
Agarrando la Glock cargada con balas de titanio, la enganché en la funda y me la
coloqué alrededor del muslo. Tomé las dagas de la cómoda y me dirigí hacia la puerta,
sin molestarme con agarrar una camisa.
Llegué a detenerme completamente cuando la puerta de Josie se abrió.
¿Qué en el santo infierno estaban haciendo Alex y Josie juntas? Por unos pocos
segundos, los tres estuvimos literalmente congelados, mirándonos el uno al otro
mientras las sirenas sonaban por encima.
Y luego Alex rompió el silencio.
—¿De verdad? —dijo secamente, mirándome con una sonrisa—. ¿Vas a luchar con
la maravilla de tu paquete de seis como un arma?
Arqueé una ceja. —Sí, sabes, iba a poner a prueba toda la cosa sobre la teoría de
los abdominales de acero. La pistola sujetada a mi muslo y las dagas en mis manos son
sólo accesorios. Principalmente para el espectáculo. No quiero disminuir lo glorioso
que es mi cuerpo, sin embargo.
Su mueca se volcó en una sonrisa. —Como sea. —Empezó a avanzar. Más
adelante, una alta figura salió al pasillo, y la luz se reflejó en las dagas de titanio en sus
manos. Aiden. Por supuesto, su habitación tenía que estar cerca de la mía.
Por. Supuesto.
Mi mirada se disparó a Josie. —¿Qué crees que estás haciendo?
144 Estaba en el proceso de cerrar la puerta cuando frunció el ceño. —Voy a ayudar…
—Vas a ayudar manteniéndote segura en tu dormitorio y no contestando la puerta
a nadie a menos que sea yo o uno de los chicos.
—Puedo pelear —insistió, con las mejillas ruborizándose—. Me viste ayer. Sé
que…
—¿Oyes esas sirenas? —Levanté la barbilla hacia el techo—. Esta no es una lucha
entre mestizos y puros. Eso significa que algo han conseguido entrar y ese algo no
debería estar en el interior.
Sus ojos azules se profundizaron en una tormenta de nubes. —Sé eso. Puedo…
—¿Recuerdas lo que pasó la última vez? —Di un paso hacia ella, mi pecho y
estómago apretándose ante el recuerdo—. No voy a terminar la noche buscándote y
encontrándote como lo hice la última vez.
La sangre se drenó de su cara. —Y la última vez, fui tomada de tu habitación. Ya
sabes, ¡el lugar seguro!
Bueno. Mierda. Ella tenía un punto. Negué con la cabeza. El tiempo era lo
esencial aquí. —Entonces no contestas la puerta a menos que sea yo.
—Seth…
—Sólo quédate en tu habitación, Josie. Estarás segura ahí.
—No te veo diciéndole a Alex que se quede en su habitación —disparó de
nuevo—. Tampoco parece que Aiden vaya a detenerla.
—Eso es porque sé que Alex puede cuidarse sola. —¿Y la verdad? Tampoco
perdería mi mierda si Alex se lesionaba. ¿Josie? Me volvería nuclear en este maldito
Covenant y nivelaría el lugar.
Josie dio un paso atrás, chocando con la puerta, y me di cuenta de que le había
dicho algo muy, muy malo. No estaba muy seguro de lo que era. Le he dicho un
montón de cosas malas recientemente, pero no tenía tiempo para cuestionarlo
realmente. Se dio la vuelta con rigidez y regresó a su habitación.
Al menos iba a quedarse donde estaba.
Enganchando las dagas en el cinturón, fui al final del pasillo. Cuando llegué al
vestíbulo, vi a Colin de pie con un grupo de mestizos. Empecé a ordenarle que
vigilara a Josie, pero confiaba en que sólo abriría la puerta por mí. No confiaba en eso
con Colin. Era un joven mestizo, susceptible a las compulsiones, y no tenía ni idea de
lo que estaba pasando ahí afuera.
145 Saliendo por las puertas delanteras al aire más frío de la noche, hice mi camino
pasando el pequeño ejército de Guardias. Ya habían empezado a establecer una línea
en frente de los dormitorios.
Me detuve, agarrando el cuello de uno de los miembros más viejos de la Guardia.
Sus ojos se abrieron con sorpresa mientras lo levantaba sobre la punta de los dedos de
sus pies. —Trata realmente de defender a los estudiantes en esta ocasión. Si esta línea
se rompe cuando regrese, no voy a estar feliz, y eso significa que no vas a estar
caminando por la próxima semana o mes. ¿Lo entiendes?
El hombre tragó saliva y asintió. Dejándolo ir, seguro como el infierno esperaba,
por su seguridad, que entendiera el mensaje. La última vez, los Guardias y Centinelas
poseídos habían ido directo a los dormitorios y directo a Josie.
Ese conocimiento me carcomió mientras me forzaba a seguir adelante. Después de
lo que había sucedido esa noche, me dije a mí mismo que no volvería a poner el deber
antes que a Josie, y lo estaba haciendo de nuevo. Una bola de terror se instaló en mi
estómago como plomo. Las palabras del ninfo flotaban a través de mis pensamientos
cuando crucé a través del patio, dirigiéndome a las paredes. ¿Estaba descendiendo por
el mismo camino de nuevo?
Más adelante, pude ver Centinelas corriendo hacia el frente. Humo se elevaba de
las inmediaciones de la pared principal y se derramaba en el patio. Sombras se movían
dentro del denso humo, y desde la distancia parecía una danza macabra. En unos diez
segundos, alcancé a Alex y Aiden, y era más que un poco extraño posicionarme al
lado de ellos. A medida que nos acercábamos más, el olor de los árboles quemados y
algo mucho más acre llenó el aire.
Aiden me miró sobre su hombro. —¿Perdiste tu camisa, hombre?
Hace unos días, esa pregunta hubiera abierto la puerta para la respuesta perfecta,
una que implicaba generalmente a Alex. ¿Ahora? Levanté la mano y lo deje pasar. —
¿Alguien sabe lo que está pasando…?
Un Guardia vestido de blanco se tambaleó fuera del humo, la parte delantera de su
traje salpicada de rojo. Su garganta estaba rasgada, revelando el tejido rosa congelado
y el hueso roto. La Guardia cayó sobre una rodilla y luego se desplomó.
—Daimons —dijo Alex, oscilando la daga en su mano—. O un león de montaña.
Alcanzando mi costado, desenganché una de las dagas. —Voy a ir con un daimon.
—Eso es un alivio. —Alex aminoró el paso—. Porque realmente no quiero matar
a un gatito.
Hice una pausa el tiempo suficiente para mirarla. Lanzó una sonrisa en mi
dirección.
146 Aiden se movió por delante, levantando una mano, deteniéndonos. —Esperen un
segundo. —Movió su brazo, sosteniendo su mano hacia el espeso humo. Una ligera
ondulación de poder se desató. Viento se levantó detrás de nosotros, convirtiéndose en
una pesada ráfaga. La corriente se trasladó al patio, levantando el humo y soplándolo
hacia atrás.
Santa mierda, había daimons por todas partes, y la puerta de titanio estaba abierta.
Unos cuantos cuerpos cubrían el suelo y mientras el viento se asentaba, me di cuenta
de que todos los que permanecían en pie eran mestizos, lo que explicaba por qué nadie
había llamado el viento todavía, y en el suelo...
Mierda.
Puros muertos y/o moribundos.
Algunos todavía estaban alimentándose, como una escena sacada de un horror
zombi.
Aiden miró por encima del hombro. —Ser capaz de controlar todos los elementos
tiene sus beneficios.
Eh. Mira a Aidan, siendo todo semidiós y esas cosas. —Lindo —dije, pasando por
encima de un centinela caído—. ¿Pero puedes luchar todavía?
Alex resopló mientras un daimon levantaba la cabeza del cuello de un maldito
puro que no debería haber estado nunca aquí, pensando que tenía una oportunidad. El
daimon era un mestizo. No había dientes afilados u ojos espeluznantemente negros. El
hombre parecía normal. Bueno, con la excepción de la sangre brotando de su boca y la
piel atrapada entre sus dientes.
Los daimons eran jodidos comedores sucios.
Masticaban y mordían para llegar al éter en la sangre y no eran exactamente
particulares acerca de a qué área iban. Este era tan cliché como el último. Había ido
directamente a la garganta. Los daimons eran atraídos por puros porque tenían más
éter.
El hombre inclinó la cabeza hacia un lado y olfateó el aire. Una lenta sonrisa se
dividió a través de su horrible cara, y un segundo después se levantó sobre sus pies.
Detrás de él, varios daimons se dieron vuelta hacia nosotros.
¿Dos semidioses y un Apolyon? Estábamos repletos del mejor éter y nuestra
aparición era como hacer sonar la campana de la maldita cena.
—¿Todavía puedo luchar? —preguntó Aiden, sonriendo.
Oscilando la daga en mi mano, rodé los ojos. Un segundo más tarde el daimon
147 mestizo se precipitó a la espalda de Aiden, y en el último momento, Aiden giró,
tirando su pierna hacia fuera. Su bota golpeó el daimon justo debajo de la rodilla, el
impacto rompiendo el hueso. El daimon se fue abajo, y oh sí, ese hijo de puta iba a
estar fuera de combate. Se empezó a levantar de nuevo, pero Aiden lo atrapó en el
pecho, con una daga.
Los daimons que solían ser mestizos no explotaban en un brillante polvo. Cuando
morían, morían como el resto de nosotros. Un montón de carne y hueso que lucía
como cualquier montón de cadáveres. Éste cayó hacia atrás, los ojos nublándose.
—Sí —dijo Aiden—. Todavía puedo luchar.
—Por suerte para nosotros. —Arrastré las palabras, moviéndome hacia adelante—
. ¿Qué haríamos sin ti?
Sin embargo lo que Aiden respondió se perdió en el estridente grito molesto-como-
el-infierno de un daimon aproximándose. Era un puro, y éste parecía sacado del
infierno. Piel despojada de todo color. Ojos nada más que pozos negros. Los dientes
como de un maldito tiburón.
Y era hora de jugar.
Encontrando al daimon de frente, pasé por debajo de sus brazos extendidos y
aparecí detrás de él. Aterrizando una patada en su espalda, salté encima de él a medida
que caía, luego enterré la daga profundamente en su espalda. El daimon se congeló y
luego explotó como una bomba de mini-escarcha.
Me lancé a la lucha. Podría haber derrotado a ese idiota con una puñalada, pero
nah. Tenía que sacar la frustración acumulada. Tenía que sacarlo de mi sistema.
Así que jugué con ellos. A los daimons puros los eliminaba con una daga
rápidamente, pero esperaba por los mestizos que fueron convertidos, los que fueron
entrenados como Guardias y Centinelas. Sabían cómo luchar. Fui mano a mano con
ellos, intercambiando golpes hasta que cada golpe comenzó a conectar alrededor de las
amargas emociones erosionando mi corazón. De vez en cuando captaba un estallido
de poder, Alex o Aiden utilizando los elementos, y cada pequeña oleada de energía me
alimentaba.
Me di la vuelta, enfrentándome con una mestiza con manchas de sangre por su
boca. Un ojo estaba afuera, probablemente de encontrarse cara a cara con otro
Centinela. Realmente atractivo.
Sonriendo, bajé las dagas.
La mestiza daimon abrió la boca mientras la sangre brotaba de su pecho. La punta
de un puñal Covenant apareció y luego se retiró, y la mestiza daimon cayó.
Solos estaba de pie detrás de ella. Arañazos cortaban profundo en su mejilla
148 izquierda. —Lo siento. Se la debía. —Hizo un gesto hacia su mejilla con el sangriento
final de la daga—. No es que quiera tener un set haciendo juego.
—No hay duda. —Pasando mi brazo sobre mi frente, eché un vistazo a mi pecho.
Manchas de sangre me cubrían—. ¿Qué diablos pasó?
—Esa célula fuera de Rapid City creció… mierda. —Solos se agachó cuando un
daimon se lanzó hacia él. Se levantó, elevando la daga—. Como estaba diciendo —
dijo, sacudiendo su húmedo cabello—. Los malditos Guardias puros no pudieron
notarlo cuando llegaron a la puerta; eran Centinelas convertidos. Los dejaron entrar y
luego el resto salió de los bosques.
Sobre su hombro, Alex entregó una poderosa patada, golpeando los dientes de uno
de los daimons. —¿Qué pasa con las paredes exteriores?
—Rebasados —gruñó, capturando un daimon y lanzándolo en mi camino—.
Completa pérdida, hombre. Completa pérdida.
Capturando al daimon con una mano sobre su hombro, atravesé su pecho con la
daga. Una bomba escrachada se produjo.
—Oh, mierda —dijo Solos.
Levanté la cabeza, incapaz de descifrar su expresión mientras se limpiaba la sangre
de la cara con el dorso de la mano. Extrayendo la daga, me di la vuelta y me detuve
con una sacudida. Casi jodidamente me caigo. De ninguna manera. Mis putos ojos me
estaban engañando, porque no había manera de que Josie estuviera de pie justo en
frente de mí.

Josie
Mi agarre se apretó en la daga que había recogido del… del hombre de blanco. El
hombre que yacía inmóvil en el suelo con la garganta absolutamente destrozada. Podía
ver su tráquea. Ni siquiera sabía a lo que se parecía una tráquea, pero estaba bastante
segura de que podía verla. O su laringe. Sólo había sido después de que pasé por
delante de él que me di cuenta que tenía dagas y necesitaba dagas.
Me sentí mal tomando su daga, pero era pesada y caliente en mi mano mientras
me obligaba a seguir adelante, sabiendo que estaba tomando la decisión correcta. No
era una debilucha que necesitaba ser escondida.
Era una jodida semidiosa.
Como una semidiosa real, no una cena de microondas ya lista como Alex y Aiden.
Era, como, una cacerola a la que le toma todo el día ser cocinada lentamente en una
especie de olla de cocción de semidiós5.
Podía luchar.
149 No era débil.
Podía valerme por mi misma.
Mientras miraba los cuerpos en el suelo, algunos moviéndose o arrastrándose, y
algunos con la palidez de la muerte filtrándose en su piel, no estaba del todo segura de
que esto fuera sabio, porque yo… nunca había visto nada como esto. Era una zona de
guerra. Gritos sacudían mis huesos. El olor metálico de la sangre se mezclaba con el
humo. Lamentos seguían mis pasos mientras mi corazón latía con fuerza.
Esto no era entrenamiento. Esto era real. Esta era la amenaza bajo la que estas
personas vivían.
El humo subía de parches quemados en el suelo. Podía ver a Alex y Aiden,
luchando lado a lado, un dúo dinámico, un extremadamente atractivo y ágil dúo
dinámico, y más arriba, había un medio desnudo Seth, de pie junto a Solos. Giré a la
derecha, mi corazón tartamudeando en mi pecho. Algo se me quedó mirando.

5
Se refiere al hecho de que ella es una semidiosa real, es decir una que fue concebida y nacida de forma
completamente natural y no una creación hecha a partir de una sustancia como lo fueron Aiden y Alex.
Algo tan blanco como una hoja de papel, con los ojos completamente negros y
dientes que parecían como si pertenecieran a un perro demoníaco.
Mierda, ¿qué demonios era eso? Tropecé hacia atrás por la sorpresa y entonces la
comprensión me golpeó. Un daimon, mierda, ¡así es como un daimon pura sangre
lucía! Podía ver a un daimon como lo que era ahora, y oh mis dioses, no eran lindos.
Eso olfateó el aire como un perro, tensando las piernas. Entonces la cosa se lanzó
de la tierra como si tuviera cohetes bajo sus pies, viniendo directo hacia mí.
Lanzándome a un lado, me di la vuelta mientras sus pies descalzos pateaban tierra
suelta y suciedad. La cosa se retorció y se disparó hacia mí.
Esto no es un entrenamiento. Esto no es un entrenamiento.
El aire se congeló en mis pulmones cuando planté mi pierna izquierda detrás de
mí. No soy débil. El daimon aterrizó justo en frente de mí. Puedo valerme por mí misma.
Di un salto hacia adelante, usando la pierna de atrás para impulsarme. Con el pulso
acelerado, agarré con fuerza la daga mientras giraba alrededor del daimon. Nuestros
brazos se rozaron, y me agaché, barriéndolo con mis piernas.
El daimon cayó, extendiéndose sobre su espalda mientras me levantaba. El
instinto se hizo cargo, y levanté la daga. No pensé mientras la bajaba, golpeándolo en
el pecho. La daga fue a través de la camisa rota y hacia la cavidad del pecho, como si
la piel del daimon estuviera hecha de agua. Hubo poco o ningún esfuerzo detrás de
esto. No lo podía creer. La daga atravesó limpiamente, casi hasta el suelo.
150 Se sacudió, arqueando la espalda, y luego se desplomó en una lluvia de polvo
brillante. Sucedió tan rápido que casi caí hacia adelante, recuperando el equilibrio
antes de que me tropezara a través de lo que fuera que había quedado del daimon.
—Santa mierda —susurré, y luego solté una risa sobresaltada. Lo hice. Lo hice
totalmente, y Seth… pensaba que no podría hacer esto, acabar con un daimon. ¡Pero lo
hice!
Energizada por mi demostrada valentía, me dirigí hacia el grupo, donde estaban
todavía luchando contra los daimons restantes. Seth acabó con un daimon, y al igual
que el que vencí, éste explotó en un brillo extraño. Mi mirada se conectó con la de
Solos.
—Oh, mierda —dijo Solos.
Seth se dio la vuelta, y juro que casi se cayó. La sorpresa salpicó a través de su
cara, y luego sus ojos se volvieron luminosos, un vivo ámbar ardiente.
Oh-oh.
Con el torso desnudo y manchado de sangre y Dios sabe qué más, Seth merodeó
hacia mí. —Por favor, dime que fui golpeado en la cabeza y estoy viendo mierda,
porque…
Un grito puso los pelos de punta por todo mi cuerpo. Me di la vuelta, y respiré
hondo. Una Centinela corrió hacia mí. Sangre cubría su cara como una mancha
espantosa de lápiz labial rojo. Sus ojos azules estaban desenfocados, vidriosos. No
había dagas en sus manos. Gritó de nuevo, y una parte de mí sabía que no era
amigable, pero no se veía como la…
—¡Josie! —gritó Seth, saltando hacia adelante, y todo sucedió tan rápido.
Esperando su ataque, como había hecho antes, empecé a agacharme para golpear
sus piernas, pero giró sobre mí, obligándome a dar un paso atrás. Ladeó su brazo y
gritó de nuevo, balanceándose como una profesional, como si supiera exactamente
cómo entregar un golpe debilitante. Esquivé el golpe e impulsé mi brazo hacia atrás, a
punto de empujar la daga hacia adelante, pero…
Dudé.
Oh mis dioses, me quedé inmóvil por un segundo. Error, un movimiento
totalmente equivocado, pero ella se veía como cualquier otro Centinela. Parecía
mortal. Humana. No alguna criatura griega trastornada empeñada en roerme como un
juguete para masticar.
Una daga sobresalió del centro de su pecho, cortando su grito escalofriante. La
151 sangre salpicó la parte delantera de mi camisa. No me moví, no podía, a medida que
ella caía hacia adelante, y todo lo que oí fue el enfermizo sonido de succión de la daga
siendo extraída.
Alex se quedó allí parada, su cabello ondulado un halo salvaje a su alrededor. —
¿Ibas a abrazarla o algo así?
—Se terminó —gruñó Seth.
No tenía ni idea de lo que Seth quería decir, pero envainó sus dagas y luego dio un
paso adelante, levantando su brazo derecho. Un resplandor ámbar rodeó su bícep
mientras los glifos se precipitaban a la superficie de su piel. La luz, el color de sus ojos,
se envolvió por su brazo como un cordón brillante. La energía impregnó el aire cuando
convocó al akasha.
Seth fue mortal y rápidamente despachando a los daimons restantes. Girando tan
fluidamente como cualquier bailarín entrenado, movió su brazo como si estuviera
lanzando una pelota de béisbol, golpeando a cada daimon restante increíblemente
rápido. En el momento en que la luz ámbar los golpeaba, dejaban de existir. Allí un
segundo, idos al siguiente. Nada, ni siquiera un polvo con brillo. Lo mismo para los
daimons mestizos.
—Bueno, eso funciona también —dijo Alex secamente—, pero es menos divertido.
La expresión de Seth era cerrada mientras nos enfrentaba, caminando de vuelta
hacia Aiden y Solos. No dijo nada mientras envolvía su mano alrededor de la mía, el
agarre fuerte pero no doloroso. Nuestros ojos se encontraron.
Las palabras no fueron necesarias para transmitir el mensaje.
Estaba en un gran problema.

152
Capítulo 17
Seth
Traducido por Dee
Corregido por Anna

N unca en mi vida había querido encerrar a una mujer en una


habitación recubierta de titanio con un ejército de Guardias de
Hades. En realidad, eso no era del todo cierto. Había querido
hacer eso una o dos veces con Alex, algo que Aiden habría
respaldado un cien por ciento.
Pero esto era diferente, porque era…
Era Josie.
—¿Ustedes pueden manejar esto desde aquí? —pregunté.

153 Aiden miró hacia donde mi mano estaba envuelta firmemente alrededor de la de
Josie. —No queda mucho por hacer, excepto… —Miró a su alrededor, frunciendo el
ceño—. Limpiar.
—Nosotros nos encargamos —confirmó Alex, lanzándole una mirada a Josie. Ella
cambió su peso de un pie al otro—. ¿Estás bien con esto?
Incliné mi cabeza hacia un lado. ¿De verdad acababa de preguntarle a Josie si
estaba bien con esto?
—Sí. —Josie comenzó a alejarse, pero se detuvo. Extendió su brazo, ofreciendo la
daga—. Yo, um, tomé esto de un Guardia que… ya no la necesitaba. No es mía.
Solos levantó la vista de donde estaba revisando un Centinela caído. —¿Asesinaste
un daimon con ella?
Ella bajó la mirada hacia la daga y luego asintió, sorprendiéndome. —Sí yo... maté
un daimon con ella.
—Entonces es tuya —dijo él, suspirando mientras se levantaba, limpiando sus
manos en sus pantalones.
—Oh —susurró ella, y por un momento fui de alguna forma golpeado
estúpidamente por el hecho de que ella se las había arreglado para matar a un daimon.
Y cuando miré a Josie, su expresión decía que también estaba un poco sorprendida por
ello.
El temor que se había formado en mi estómago antes ahora se agitaba
violentamente. Completamente estúpido, pero había una gran parte de mí a la que no
le gustaba que hubiera matado a un daimon, que incluso estuviera en la situación
donde tenía que hacerlo. Malditamente estúpido. Porque Josie había sido creada para
ser un arma. Habría un montón de asesinato en su futuro.
—Bueno, ahí tienes. —Le di la vuelta a Josie—. Los veré después chicos.
Josie refunfuñó algo en voz baja cuando empecé a caminar, tirando de ella junto a
mí.
—Seth, esto no es…
—Todavía no. —Mi voz era una baja advertencia—. Realmente no confío en mí
mismo para hablar contigo en este momento.
Su jadeo de indignación fue audible mientras la conducía alrededor de un daimon
muerto. —¡Creo que estás exagerando por completo!
—Y yo creo que no entiendes las palabras que te acabo de decir.
Trató de liberar su mano. No llegó a ninguna parte. —¡Te das cuenta de que he
154 estado entrenando para luchar? ¡Y que soy una semidiosa? ¡Oh, sí, es cierto! No has
estado alrededor para saber…
—Dioses. —Me detuve de repente, provocando que Josie tropezara. Agarré su otro
brazo, sujetándola—. ¿Tienes alguna idea de lo que sentí cuando me di la vuelta y te vi
allí con una maldita daga en la mano?
Su mirada buscó la mía intencionadamente. —Pero ese es mi deber.
—No me importa. —Y en el momento en que las palabras salieron, fueron la
maldita verdad—. No estás preparada para esto. —Dejé caer su brazo e hice un gesto
al desastre alrededor de nosotros—. Y podrías haber sido herida. O peor aún, esto
podría haber sido una trampa y uno de los malditos Titanes podría haber estado
irrumpiendo a través del Covenant en este momento, y si eso hubiera sucedido de
nuevo, yo habría… —Me detuve, incapaz de ir allí. Mi corazón se sintió como si se
hubiera detenido cuando la vi, y todavía se sentía como si estuviera tratando de
recuperarse.
—¿Tú qué? —Inhaló suavemente—. ¿Por qué si quiera te importa? Tú…
—No lo entiendes. —Girando, empecé a caminar de nuevo, tirando de ella detrás
de mí. Pasamos el edificio principal del Covenant antes que hablara de nuevo.
—No necesitas tomar mi mano.
Le lancé una mirada. —Al parecer lo necesito. Si no, ¿quién sabe dónde podrías
terminar?
—No soy una niña —espetó—. No necesito una niñera.
Bufé. —Sí, tengo que diferir en eso.
Josie trató de liberar su mano otra vez. El resultado final fue el mismo que antes.
—Perdiste tu privilegio de tomarme de la mano, Seth.
—¿Tomar de la mano es un privilegio?
—Es un maldito derecho. —Su mano apretó la mía hasta que los huesos de mi
mano empezaron a triturarse—. Sobre todo conmigo, y si no recuerdo mal, dijiste que
habías terminado conmigo.
Suspiré. —Josie…
—Y me dijiste que no me avergonzara —continuó, levantando la voz mientras
pasábamos un grupo de Guardias—. Dijiste que ya no querías hacer nada de esto
conmigo. Así que, no…
Deteniéndome de repente, la enfrenté mientras la atraía hacia mí, pecho contra
155 pecho. No estaba pensando cuando ahuequé su mejilla con mi mano libre y eché su
cabeza hacia atrás. No hubo ni un solo pensamiento cuando bajé mi boca a la suya.
Besé a Josie.
Se puso rígida contra mí, y me maravillé por la suavidad de sus labios, el dulce
sabor de su boca. Mierda. Habían pasado semanas desde que la había sostenido así. La
besé. La saboreé. Su pecho subió fuertemente contra el mío, y en la parte posterior de
mi cabeza, sabía que no estaba bien. Mi pecho estaba cubierto de sangre. Como el de
ella. Las personas se movían a nuestro alrededor, y la había lastimado una vez antes,
de formas que ni siquiera ella sabía.
Nada de eso me detuvo.
La punta de su lengua tocó la mía y la fuerza de la excitación casi me puso de
rodillas. Gemí en su boca mientras deslizaba mi mano en su cabello. El beso se
profundizó, y fue un grito cercano lo que me devolvió a la razón. Levanté mi boca de
la suya, dejando un pequeño espacio entre nosotros.
—¿Qué…? —murmuró.
Mis labios rozaron los suyos mientras hablaba. —Fue en lo único que pude pensar
para conseguir que dejes de hablar.
La tensión bloqueó sus músculos. —Eso… eso está realmente mal.
Sí, ella tenía razón.
Retrocediendo, me di cuenta de lo afortunado que era de que no me hubiera
apuñalado con la daga que ahora apretaba en su mano derecha.
Con los labios cosquilleando, caminar era un poco más difícil ahora, pero mantuve
el agarre en su mano izquierda, y estuvo callada. Besarla funcionó. ¿Pero a qué costo?
No debería haber hecho eso. La había lastimado de nuevo.
Y estaba tan duro como una daga de titanio.
Dioses.
El dormitorio apareció, gracias a los dioses, y el Guardia que había amenazado al
salir pareció aliviado cuando pasé a su lado sin introducir su cabeza en su propio
trasero. Levantando mi mano libre, usé el elemento aire y abrí las puertas para
nosotros. El acto no llamó la atención de los mestizos y puros que se reunían en el
vestíbulo, separados por una… oh mierda.
Me detuve en seco. También Josie, y miró fijamente la misma cosa que yo. Una
muy nueva adición al vestíbulo, en forma de tres estatuas. Cada una de ellas era de
unos dos metros de altura, hechas de mármol puro. Parecían tres ángeles rezando, las
156 manos cruzadas recatadamente bajo sus barbillas y las alas escondidas cerca de sus
espaldas. Expresiones serenas por ahora, pero sabía que si esa piedra comenzaba a
agrietarse, las expresiones de sus caras estarían muy lejos de eso.
—¿Qué… qué son esas cosas? —jadeó Josie.
—Furias —dije—. Un problema que realmente no necesitamos en este momento.
Josie parpadeó. —¿Furias? ¿Está Erin ahí?
—No lo creo. Probablemente tres de sus millones de hermanas. —La conduje
alrededor de las estatuas, dándoles un gran rodeo—. Aparecen cuando los dioses están
descontentos con algo. Sirven como una advertencia a pesar de que están enterradas en
este momento.
—¿Una advertencia?
—Si lo que sea que ocurre que los tiene molestos no se detiene, liberarán las furias,
y estas no van a ser como Erin. Van a arrasar con todo y todos en su camino. —
Mientras atravesábamos el vestíbulo, estiró el cuello para mirarlas—. Mi conjetura es
que los dioses están molestos por lo que está pasando entre los mestizos y puros, pero
les estaría dando demasiado crédito. No es como si les hubiera importado antes.
Josie estuvo callada mientras la conducía por el pasillo, y cuando nos acercamos a
nuestras habitaciones tomé una decisión en una fracción de segundo y la llevé a mi
habitación. Solté su mano en el momento en que la puerta se cerró. Se detuvo justo
dentro de la sala de estar de la habitación. —¿Qué estoy haciendo aquí?
Buena pregunta. —Sólo quédate quieta por unos minutos, y entonces te llevaré a
tu habitación.
Me miró de forma amenazante mientras la acechaba. Maldita sea. Una cabreada
Josie seguía siendo una increíblemente caliente Josie. La dureza no iba a bajar pronto,
lo que no tenía importancia, porque yo era una erección andante de todos modos. Una
vez dentro del baño, agarré la toalla y la pasé bajo el grifo. Limpiando la sangre de mi
pecho, entré de nuevo en la sala principal, encontrándola donde la había dejado.
—Me sorprende que realmente me escucharas.
—Yo… —Se perdió cuando su mirada siguió la mano y la toalla antes de apartar
la mirada, enfocándose en lo que parecía ser mi hombro—. No me quedé porque me
dijiste que lo hiciera.
—Por supuesto que no —murmuré.
Su nariz se arrugó. —Me quedé porque creo que necesitamos limpiar el aire entre
nosotros.
—¿Es así? —Tiré la toalla en la parte posterior de la silla.
157 Josie se apartó de la puerta y colocó la daga en la mesa de café, luego retrocedió,
limpiándose la mano derecha en el costado de los vaqueros. Entonces, lentamente,
levantó su mirada a la mía. —Sé lo que pasó entre nosotros.
Mi estómago se encogió. —Josie…
—No —declaró la palabra con tanta fuerza, tan firmemente que atrapó mi
atención. Me silenció—. Vas a escucharme, porque lo merezco. ¿Entiendes?
Entendí totalmente que mi polla estaba presionando contra la cremallera de mis
pantalones en un momento muy inapropiado. Con la mandíbula trabajando, asentí.
—Al principio, no lo entendí. Estaba sorprendida, porque pensé… —Tragó saliva
antes de continuar—. No importa lo que pensé, y quiero aclarar una cosa. No estoy
diciendo nada de esto porque espero lástima o cualquier explicación real. Te digo esto
porque vamos a tener que trabajar juntos. Vamos a estar viéndonos por ahí, y no
quiero preocuparme porque las cosas sean extrañas e incómodas.
—Está bien.
Sus ojos brillaron. —Y tenemos que establecer algunos límites, reglas sobre lo que
puedes y no puedes hacer conmigo y cómo vas a hablarme.
Mis cejas se elevaron en mi frente, pero mantuve la boca cerrada, porque el brillo
duro en sus ojos decía que en cierto modo quería cortarme.
—¿Bien? —Cuando asentí, exhaló bruscamente—. Sé que todavía estas… um,
enamorado de Alex.
La miré un momento, sin saber si realmente la había oído bien. Bueno. La escuché
bien. Tal vez estaba bromeando. Basado en la seriedad con la que lo dijo, iba a ir con
el hecho de que estaba hablando en serio.
Bajó la mirada mientras retorcía sus manos. —Quiero decir, es obvio que todavía
te sientes atraído por otras personas. Duh, pero entiendo que lo que es más profundo
está reservado para ella.
—Espera. ¿Qué? —dije, recuperándome de eso.
Retrocedió y se sentó en el borde de la silla. —Quiero decir, tiene totalmente
sentido ahora, y me siento como una idiota por no verlo antes. Entiendo que estás...
estás enamorado de ella y…
Me reí. No pude evitarlo. Mierda.
Sus ojos se estrecharon. —No creo que esto sea divertido.
—En cierto modo lo es, confía en mí.
—No, no lo es. —Se puso de pie, y en sus costados sus manos se apretaron—.
158 Puedes estar de pie allí y reír, porque o eres un imbécil o bien estás en completa
negación, pero vi la forma en que la mirabas…
—¿La forma en que la miraba? —Incrédulo, la miré fijamente.
—Cuando apareció por primera vez en el patio, la mirabas como si… nunca
hubieras esperado volver a verla.
—Porque realmente esperaba no hacerlo —admití, frunciendo el ceño.
—Entiendo totalmente eso. Es decir, confía en mí, lo entiendo. —Sus brazos se
cruzaron sobre su estómago—. Ver a alguien que quieres y no puedes tener…
—Esa no es la razón, Josie. No estoy enamorado de Alex. —La miré un
momento—. Nunca estuve enamorado de ella. No era así entre nosotros.
—¿Estás diciendo que no había nada allí? ¿Que no sentiste nada por ella? —retó.
Una parte de mí no podía creer que estábamos teniendo esta conversación.
Apartándome, metí la mano a través de mi cabello, agarrando la parte de atrás de mi
cuello. —Por supuesto que sentía algo por ella, pero no era eso. No era lo que ella
sentía por Aiden o lo que él sentía por ella.
—Tal vez ni siquiera te das cuenta —dijo después de un momento, su voz
tranquila—. Pero lo veo. Lo entiendo…
—No sé qué demonios estás viendo. —Me di media vuelta, mi pecho subiendo
fuertemente—. ¡No tiene nada que ver con ella… con Alex! No tiene nada que ver
contigo.
Cerrando los ojos, negó con la cabeza mientras giraba su mejilla, y hubo un
segundo donde me di cuenta de que si la dejaba creer esto, todo sería más fácil, pero
eso no es lo que hice.
—Dioses, Josie. ¿De verdad crees que te veo a ti y a ella igual? Alex es Alex y mi
pasado con ella está en el pasado, pero tú… tú eres todo.
Sus ojos azules eran tan grandes que casi se tragaban su cara. —¿Soy todo? Si ese
es el caso, entonces no entiendo. ¿Por qué no querrías estar conmigo? ¿Por qué… —Su
voz se quebró, y lo odié, y no pude evitarlo. Di un paso hacia ella, pero levantó la
mano—. ¿Cómo podría ser todo para ti cuando rompiste mi corazón?
—¿Qué? —Me detuve. Todo se detuvo mientras la miraba.
Josie sacudió la cabeza mientras presionaba la palma de su mano contra su pecho.
—No puedo ser tu todo. Tú estarías conmigo. Lo harías, y no me sentiría así. Mi
corazón no estaría roto. —Con los ojos brillantes como zafiros, dio un paso atrás—. Si
fuera todo para ti, me amarías tanto como yo te amo.

159
Capítulo 18
Josie
Traducido por NataliCQ
Corregido por Dee

O
h mi Dios.
Mis palabras hicieron eco en el silencio, rebotando de ida
y vuelta entre nosotros. No podía creer que había dicho eso
en voz alta. ¿En qué estaba pensando? No tuve control sobre
lo que iba a decir.
Iba a golpear mi propia boca.
Seth inclinó la cabeza a un lado mientras me miraba fijamente. —¿Qué acabas de
decir?

160 Dando otro paso atrás, miré la puerta. ¿Podría correr hacia allí? Seth podría
definitivamente atraparme, pero justo ahora, él probablemente no querría.
—¿Josie?
Mi corazón tartamudeó ante la calidad cruda de su voz. Quería negar haber
pronunciado esas palabras, pero no podía. Cómo podría cuando eran la verdad, y no
era como si pudiera retractarme de esas palabras. No podía.
Bajando mi mano, tomé una respiración superficial. —Te amo; estoy enamorada
de ti.
Seth maldijo como si lo hubiese golpeado. —No puedes amarme.
Mi boca cayó abierta. —¡Ahí vas de nuevo! ¡Diciéndome lo que puedo y no puedo
hacer! Diciéndome cómo sentirme. ¡Deja de hacer eso!
—Pero yo… —Sacudió la cabeza—. No sé qué decir.
—Bueno, eso es un inicio —dije secamente, pero el hecho de que no tuviera idea
de qué decir picó como si hubiera pisado un avispero—. Ni siquiera sé por qué te lo
dije. No es como si no me hubiera avergonzado a mí misma lo suficiente cuando se
refiere a ti. Ni siquiera sé por qué estoy enamorada de ti. Eres un idiota. Y tengo un
gusto de mierda en…
—Detente. —Se disparó delante de mí, moviéndose tan rápido que no lo vi hasta
que estábamos cara a cara—. Por favor sólo… yo… no sé qué decir, Josie.
Hice una mueca, sintiendo lo que él estaba diciendo todo el camino hasta mi
corazón. —Eso… eso lo dice todo, Seth, porque si tú no… —Mi voz se rompió, justo
junto con lo que quedaba de mi corazón—. Si tú no sabes qué decir, entonces eso es
todo.
—No lo entiendes. —Su voz fue baja—. No entiendes nada. —Con el corazón
doliendo, di un paso a un lado, pero Seth me siguió.
—Por favor, sólo déjame ir. Podemos olvidar que incluso tuvimos…
Apretó mis mejillas en un gentil agarre. —Nadie nunca me ha dicho eso antes.
—¿Qué? —susurré después de un momento.
Sus ojos estaban muy abiertos, ligeramente dilatados. —Nadie nunca me ha dicho
que me ama o que estaba enamorada de mí, y de verdad querer decirlo.
No podía creerlo. ¿Ni siquiera su madre? Sí, ese era una clase diferente de amor,
pero entonces recordé cómo era su madre y una vez más me encontré deseando que
estuviera viva así podría patearla a la eternidad. Pero vivir los años que él tenía, y
nunca experimentar ningún tipo de amor no era simplemente malo, era triste. Deseé
161 que no fuera así.
Las manos de Seth se deslizaron por mi cuello, deteniéndose donde su pulgar
presionaba contra mi pulso. —Pero yo…
Tenía una opción aquí. Me di cuenta de eso. Podía apartar mi rostro y dejar ir
esto. Podía alejarme y salir de esta habitación, pero estaba sufriendo por mí misma y a
pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, aun así estaba sufriendo por él. Tal
vez eso. —Pero te amo.
Las manos de Seth se sacudieron; sus manos. Manos que eran siempre tan estables
en batalla, pero temblaban ahora, tocándome. —No merezco eso de nadie, pero
especialmente de ti. —Con la voz áspera y pesada, buscó mi cara intensamente—. Ese
es un precioso regalo del que yo… del que no soy digno.
Inhalé aire. Oh Dios, eso dolió. Oírlo decir eso me rompió, me rasgó en pedazos, y
me golpeó entonces. Supe por qué había retrocedido. El empujarme lejos no tenía nada
que ver con Alex ni conmigo. Era por él. Por cómo creía que no merecía nada más que
castigos.
Que sinceramente creía que la única cosa que tenía era expiar sus pecados
pasados.
Lagrimas pincharon mis ojos mientras flexionaba mis manos sobre sus muñecas.
Tenía que probarle que lo que creía no era verdad.
Probar que era el total de todas las cosas que había hecho y no sólo las cosas
oscuras de las que se avergonzaba, y lo haría, porque lo amaba y lo aceptaba por quien
era, por todas sus fallas. Eso era lo que el amor significaba.
El amor impulsó al coraje.
Levantándome sobre las puntas de los dedos de mis pies, me preparé, apretando el
agarre en sus muñecas y me incliné, besándolo suavemente. Se tensó y entonces trató
de alejarse, pero lo seguí, todo el tiempo mi estómago retorciéndose y aleteando como
si cien colibríes hubieran tomado vuelo.
—Estás equivocado —le dije, volviendo sobre mis pies—. Estás tan equivocado,
Seth.
Espesas pestañas bajaron, escudando esos extraordinarios ojos que retenían un
millar de secretos. Bajé sus manos y comencé a caminar hacia atrás, a través de su
habitación. No me permití pensar en lo que estaba haciendo, lo que estaba a punto de
iniciar.
—Me mereces —le dije, y no discutió. Pareció estar aturdido—. Te he dicho eso
antes, en esta misma habitación. No estaba mintiendo entonces. Nada ha cambiado.
162 Me mereces.
Vaciló una vez más. —Josie, yo…
Lo silencié con un beso y lancé todo lo que estaba sintiendo dentro de eso, cada
onza de amor y esperanza y todo el dolor que sentí cuando me había alejado y toda el
dolor que sus palabras crearon ahora. Lo besé como nunca lo haría de nuevo.
—Eres digno de amor. —Mi pulso estaba por todo el lugar mientras lo empujaba
hacia atrás y hacia abajo en el borde de la cama—. Eres más que digno de mi amor.
Seth me miró con ojos brillantes cuando puse una rodilla a cada uno de sus
costados y subí en su regazo. Bajé y lo sentí, duro y tirante contra el áspero material de
sus pantalones tácticos.
Dejando ir sus muñecas, tomé una respiración profunda y agarré el dobladillo de
mi camisa sucia. La empujé fuera sobre mi cabeza antes de perder el coraje. El pecho
de Seth se levantó con una aguda inhalación mientras yo dejaba caer el material a un
lado.
No dijo nada, pero sus manos aterrizaron sobre mis caderas. Tomé eso como un
signo positivo.
Con los dedos temblando, me estiré y desabroché mi sostén. Contuve la
respiración mientas las correas se deslizaban por mis brazos y entonces caía al suelo.
No era como si él no hubiera visto todo esto antes, pero nunca fui la iniciadora y
nunca me había sentido más vulnerable en mi vida. Mi valor recién descubierto fallaría
si él me alejaba ahora.
Seth no se movió por varios minutos, y entonces sus ojos se cerraron. Mi corazón
se saltó un latido. Bajó la cabeza, presionando su mejilla contra mi pecho. La ligera
barba incipiente a lo largo de su mandíbula rozó la sensible piel, haciéndome
estremecer.
—Tú… eres verdaderamente una diosa —dijo, sus manos deslizándose de mis
caderas a mi espalda baja—. Algunas veces no estoy totalmente convencido de que
eres real.
Mis labios se abrieron en una suave inhalación. —Soy real.
—Te sientes como un sueño. —Giró la cabeza ligeramente, frotando el hueco
entre mis pechos—. Como que voy a despertar un día y darme cuenta de que nada de
esto fue real.
Ahuequé la parte de atrás de su cabeza, entrelazando mis dedos a través de las
cortas hebras de su cabello mientras bajaba la barbilla, besando la parte superior de su
163 cabeza. No confiaba en mi misma para hablar entonces, porque estaba asustada de
ponerme a llorar y eso podría realmente desalentarme de adonde estaba tratando de ir
con todo esto.
—O que esto —continuó, levantando la cabeza y mirándome—, se volverá una
pesadilla y tu terminarás odiándome con cada fibra de tu ser.
—Nunca —prometí, deslizado mi mano a su mejilla.
Sus ojos brillaron. —¿Y puedes estar tan segura de eso, Josie?
En lugar de responder, encontré una de sus manos y la atraje a mi pecho. Mi
corazón latía tan rápido que temí que una semidiosa pudiera tener un ataque al
corazón.
La mirada de Seth cayó a su mano, y cuando la dejé ir, él no lo hizo. Rozó su
pulgar sobre el pezón, provocándome un jadeo. —¿Qué estamos haciendo?
Pensé que era demasiado obvio. —Te deseo.
Gimió como si estuviera adolorido. — No tanto como te deseo yo.
Me estremecí ante sus palabras. —Entonces tómame.
Un largo momento de silencio pasó entre nosotros, y no tenía idea de cuál camino
iba a tomar con esto. El sexo no era la solución. Había progresado bastante en mis
estudios de psicología para saber eso, y oye, tenía algo de sentido común, pero era la
más… perfecta forma para mí de mostrarle lo mucho que lo amaba.
La mirada de Seth bajó, un momento pasó, y dijo—: Puedo hacer esto.
En realidad no entendí qué quiso decir y no tuve la oportunidad de preguntar
tampoco, porque se puso de pie repentinamente, levantándome en el aire como si no
pesara nada y estoy segura como el infierno de que peso algo. Jadeando, me agarré de
sus hombros y apreté mis piernas alrededor de sus caderas mientras se daba la vuelta
de modo que mi espalda estaba hacia la cama.
Una mano se apretó en un puño en mi cabello y tiró mi cabeza hacia abajo para
que nuestras bocas estuvieran alineadas. —¿Estás segura?
Era una locura. Apenas nos habíamos hablado por semanas y cuando lo hacíamos,
discutíamos. No creía que mi primera vez sería así. Tal vez después de cenar, una
película o después de acurrucarnos, pero nada de eso me importaba. Seth me
importaba. Probarle que el amor era un regalo del cual era digno me importaba.
Cerré los ojos. —Nunca he estado más segura.
Seth me tomó.
Un segundo estaba sosteniéndome, y entonces estaba besándome, su lengua
164 enredándose con la mía, y no en un lento enredo. Nuestros dientes rechinaban juntos,
pero no me importó. Dejó ir mi cabello y ambas manos agarraron mis caderas. Me
lanzó lejos de él y en una fracción de segundo mi espalda golpeó la cama.
Y estaba sobre mí.
Fue bastante impresionante cuán rápido logró sacar mis pantalones, incluso
cuando se habían colgado alrededor de mis zapatillas. Mis bragas fueron las siguientes
y entonces sus botas y pantalones. Se alejó lo suficiente para sacar un condón de la
mesa de noche, lanzándolo sobre la cama junto a nosotros.
Seth permaneció de pie al final de la cama, su erección sobresaliendo, tan gruesa y
dura que por un momento sentí un nudo de agitación. Esto… esto podría ser un
poquito doloroso.
Valía la pena.
Pero doloroso.
Se agachó, envolviendo su mano alrededor de mi pie. —No hay un centímetro de
ti que no quiera saborear. —Separó mis piernas, revelando todo, y luché con el
impulso natural de esconderme—. Ni un solo centímetro de piel que no quiera probar.
—Oh. Oh mi… —Eso fue todo lo que pude decir. Mi cerebro se rompió.
Un lado de sus labios se levantó, probando que el Seth que conocía estaba todavía
ahí. Esa engreída media sonrisa era tan exasperante como sexy.
Lo miré, los músculos apretándose en mi estómago, mientras venia hacia mí desde
el pie de la cama. Comenzó en el tobillo, besando y lamiendo su camino por mi
pierna, deteniéndose en el asombrosamente sensible lugar detrás de mi rodilla antes de
continuar subiendo por mi muslo. Mi respiración estaba saliendo en cortos jadeos, y
cuando alcanzó el pliegue de mi muslo, pasó su lengua a lo largo del pliegue, creando
una ráfaga de humedad. Entonces empezó todo el camino abajo por la otra pierna.
Hizo un sonido contra mi muslo interior, como un ronroneo y luego pellizcó mi
piel. Mis manos empuñaron el edredón y mis caderas rodaron. Seth se movió arriba,
depositando esos calientes y húmedos besos sobre mi vientre y luego mis pechos. Sus
dedos y luego su lengua se movió sobre los endurecidos pezones, y no pasó mucho
tiempo antes de que estuviera agarrando la parte trasera de su cabeza, mi cuerpo
moviéndose inquietantemente, queriendo y buscando oh-mucho-más.
—Seth —urgí, agarrando su brazo y tratando de empujarlo hacia abajo sobre mí.
—Estoy saboreando. —Hizo su camino de vuelta abajo, su lengua sumergiéndose
en mi ombligo—. Paciencia, Josie.
Estaba respirando pesadamente. —Estoy perdiendo la paciencia.
Se rió contra la palpitante sección justo debajo de mi ombligo. —Vamos a tener
165 que trabajar en eso.
—No —protesté—. No tenemos que trabajar en eso ahora mismo.
Seth se detuvo justo sobre el espacio entre mis muslos y levantó la cabeza. La lenta
mueca que tiró de sus labios por poco me hizo querer besarlo… y golpearlo. —¿Estás
segura de eso?
—Sí.
Una de sus cejas se levantó mientras curvaba una mano alrededor de mi muslo,
extendiendo más mis piernas. —Ahora, Josie, sabes lo que dicen.
—No me importa lo que diga nadie justo ahora.
—Deberías. Buenas cosas vienen para aquellos que esperan.
Una risa se atascó en mi garganta. —He esperado. Has esperado. Es tiempo para
las cosas buenas.
La mirada de Seth cayó. —Maldita sea. Estoy tan de acuerdo con eso.
Bajó la cabeza y mi espalda se arqueó mientras un estrangulado grito brotaba de
mi garganta. Buenos dioses, no podía respirar mientras me atormentaba y saboreaba,
pellizcaba y succionaba. No había lugar para pensar, sólo para sentir, y con cada
empuje de su lengua, mi cuerpo se levantaba. Gemidos se me escaparon. El deseo
palpitó a través de mí, mezclándose con algo mucho más profundo. La emoción se
hinchó en mi pecho, y cuando levantó la cabeza de nuevo y me perforó con esos ojos
ámbar, supe que no habría nadie más para mí.
—Sólo has sido tu —le dije incluso cuando el calor salpicó a través de mis
mejillas—. Sólo serás tú, Seth.
Sus facciones se afilaron y entonces ascendió sobre mí, esa hambrienta casi
obsesiva mirada fija en la mía. Temblé mientras él buscaba el condón. Me dolió
cuando lo vi ponérselo.
Me sostuvo la mirada mientras buscaba entre nosotros, moviendo con cuidado un
dedo a través de mi humedad. —Esto es mío.
No era una pregunta. Oh dioses, era una afirmación, pero asentí, porque era suya.
Era suya. Como si mi piel estuviera marcada con su olor y aura, era suya.
Puso su puño alrededor de la base de su erección. —Esto es tuyo.
Estaba más que encantada de oír eso.
Seth llevó su boca a la mía, su lengua ahondando, acompañando las rotaciones de
166 su dedo y luego sus dedos, llevándome rápidamente al punto donde sentí como si fuera
a explotar en la nada. Se alejó justo antes, y gemí, pero entonces lo sentí, solo la punta,
presionando contra mí.
Mi corazón latió salvajemente cuando su mirada encontró la mía una vez más. —
No quiero lastimarte —dijo, su voz ronca mientras alejaba su mano—. Es la última
cosa que quiero hacer.
—Confío en ti.
La piel se arrugó entre las cejas de Seth cuando cerró los ojos. No se movió, y ni
siquiera estaba segura de que respirara. Él estaba retrocediendo. Lo sentí, y no podía
dejarlo hacer eso.
Agarrando sus caderas, levanté las mías antes de poder realmente pensar en lo que
estaba haciendo. Un jadeo se me escapó mientras me estiraba a su alrededor.
Seth gimió mientras los músculos en sus brazos se hinchaban. —Dioses, Josie,
estoy tratando de tomarme las cosas con calma.
—No quiero que te tomes las cosas con calma.
Su risa fue ahogada. —Vas a matarme.
Mi corazón latió rápido. —No quiero eso.
—Lo sé. —Deslizó una mano por mi muslo, levantando mi pierna ligeramente. El
brazo junto a mi cabeza tembló mientras su intensa mirada buscaba mi cara—.
Necesito… necesito que esto sea perfecto para ti.
Lamí mis labios. —Esto… ya lo es, porque es contigo.
La frente de Seth bajó sobre la mía cuando un estremecimiento sacudió su cuerpo.
Ninguno de los dos se movió o habló por lo que sentí como un minúsculo pedazo de
eternidad, y luego me besó suavemente, y hubo algo infinitamente dulce en la forma en
que su boca se movió sobre la mía. La mano en mi muslo superior se sacudió una vez
más y entonces sus caderas empujaron hacia delante, hasta el final.
El aire se alojó en mi garganta, empujando el suave llanto mientras mis dedos se
hundían en sus costados. Un dardo de dolor se disparó a través de mí mientras cerraba
los ojos, dándole paso a una ardiente sensación que no era exactamente dolorosa. No
sabía cómo describirlo. Los adjetivos me fallaban. Hubo una profunda presión dentro
de mí, ni incómodo ni del todo agradable.
Seth movió sus brazos y sus codos se clavaron en el colchón mientras sus largas
manos acunaban mi rostro. Profundo dentro de mí, sólo su pecho se movió contra el
mío y sólo sus pulgares se deslizaban sobre mis mejillas. Lagrimas quemaban mis ojos,
pero no de dolor, porque en realidad no era tan malo. Oh no, había una profunda y
tierna emoción hinchando mi pecho.
167 —¿Josie?
Con la garganta seca, tragué y abrí los ojos. Mi respiración se detuvo una vez más
ante la visión de él. Su rostro estaba tenso y esos ojos ámbar estaban luminosos, tan
brillantes que hubieran eclipsado cualquier estrella en el cielo. Estaba esperándome,
asegurándose de que estaba bien, y nada podría ponerme más a gusto. —Estoy bien.
—Gracias a los dioses —gruñó, su voz tensa.
Seth comenzó a moverse entonces.
Flexionó sus caderas, saliendo lentamente. El empuje, la fricción del acto, hizo
que mi pulso se elevara. Mis músculos bloqueándose. Rozó su pulgar a lo largo de mi
labio inferior. —Relájate. Te necesito relajada, ¿está bien?
—Bien —susurré, forzándome a no estar tan… tan rígida.
Empujó de nuevo, ajustándose profundamente, y estaba muy segura de que mis
uñas estaban arañando su piel. Con un gemido que envió escalofríos por mi columna,
bajó su boca sobre la mía. Se sostuvo a sí mismo una vez más mientras separaba mis
labios. El beso comenzó lento, sin prisa, como si tuviera todo el tiempo del mundo, y
conseguí perderme un poco en ese beso. El ardor se moderó, pero la presión aumentó,
convirtiéndose en un pulso que exigió más.
Tentativamente meneé mis caderas, deteniéndome cuando un gruñido áspero rozó
mis labios.
—No tienes que detenerte —dijo—. Si quieres moverte, agapi, muévete. Haz
exactamente lo que quieras, porque no hay una maldita cosa que puedas hacer mal.
Agapi.
Amor.
Una palabra que no hubiera entendido antes de que las habilidades de semidiosa
hubieran sido desbloqueadas, pero que ahora lo hacía.
La pasión me calentó, y me hizo querer moverme. Así que lo hice. Arqueé mis
caderas, moviéndolas en un pequeño círculo. El acto envió minúsculas ondas de placer
irradiando desde mi centro, y Seth permaneció inmóvil, con la frente contra la mía
mientras me acostumbraba a sentirlo.
Aumentando mi valentía, arrastré mis manos arriba y abajo por su espalda, sobre
los tensos músculos de su espalda baja y más al sur. Hizo ese sonido otra vez, y
cuando inclinó sus caderas, fue mi turno de gemir.
Seth desplazó su peso sobre un brazo mientras movía sus caderas, deslizándose de
ida y vuelta lentamente y luego más rápido, más profundo. Su mano acunó mi cadera,
168 estabilizándome mientras él empujaba hacia delante, provocándome un agudo grito de
placer.
Se estremeció por el sonido. Agarré sus hombros mientras envolvía las piernas
alrededor de su cintura. Una áspera maldición escapó de él cuando fue más profundo.
Se movió a un ritmo que me condujo a la locura y no era suficiente y demasiado al
mismo tiempo.
—Seth… —Mis manos se contrajeron sobre los músculos flexionándose y rodando
a lo largo de su columna—. Oh, dioses…
Su espalda se encorvó y sus labios se movieron por mi garganta y más allá, a la
punta de mi pecho. Maldije, mi espalda arqueándose, y ese ritmo que llevaba aumentó,
se volvió febril. Lava fundida fluía en mis venas mientras mordaces pernos de placer se
disparaban.
—Dioses —gruñó; su boca estaba cerca de mi sien ahora y estaba moviéndose tan
rápido, sus caderas chocando contra las mías—. Esto —dijo, arrastrando su mano por
mi vientre, al lugar entre mis piernas, justo encima de donde estábamos conectados—.
Esto es lo que quiero. Nada más. Nadie más.
—Sí —jadeé, y podría haber repetido la misma palabra una y otra vez, en una
forma que podría haber sido embarazosa si me importara en ese momento, pero no lo
hacía.
Seth estaba haciendo cosas con sus dedos que ni siquiera sabía que fueran posibles.
Estaba en todas partes —sus manos, su boca— sobre mí, en mí, y era demasiado.
No podía mantener el ritmo. No lo necesitaba. Mi cabeza estaba dando vueltas y la
intensidad de la dicha construyéndose dentro de mi aumentaba hasta el punto que mis
caderas se sacudieron fuera de la cama.
Tiré mi cabeza hacia atrás, gritando su nombre cuando todo se rompió. La
liberación explotó y fue demoledor, iluminando cada célula, y el placer rodó en una
apretada y sensual onda de choque, arrasando mis sentidos. Me escuché a mí misma
decirle que lo amaba y se lo dije en una loca y abandonada manera, con una voz que
no reconocí.
La restricción de Seth se rompió. Sin contenerse más, el bombeo de sus caderas
perdió todo el ritmo mientras empujaba su brazo debajo de mi espalda baja. Me
levantó, sellándome herméticamente a él mientras chocaba contra mí, enviando otra
ola de exquisito placer. Extendió su otro brazo, arriba de mi espalda, sosteniéndome
fuera de la cama mientras sus caderas golpeaban hacia delante. Su fuerza era
abrumadora. Me sostuvo arriba y me tomó como… como quería ser tomada. El
momento fue increíble, como nada que hubiera experimentado antes.
Entonces estaba sobre mí, presionándome hacia abajo en el colchón, ni un
169 centímetro de espacio separándonos mientras me besaba con fuerza. Sus caderas se
sacudieron una vez y luego dos veces, y entonces pude sentirlo pulsando.
Seth dijo mi nombre contra mis labios, y se sintió como si una eternidad pasara
mientras nuestros corazones desaceleraban y el sudor se enfriaba sobre nuestra piel. —
¿Estás bien? —preguntó.
—Perfecta —murmuré—. Tan perfecta que no puedo… ni siquiera moverme o
pensar.
Se rió y luego finalmente se movió. Levantó la cabeza y presionó un beso en mi
frente y luego en mi ceja. Dejó caer un beso sobre cada párpado y luego la punta de mi
nariz antes de encontrar mi boca, y dioses, cuando me besó fue la cosa más dulce y
tierna. Ese beso dijo esas tres palabras que yo había dicho, pero que él no. Ese beso
dijo eso y más.
No solo decía amor.
Deletreaba esperanza.

Seth
Acostado sobre mi costado con Josie apoyada en frente, me dije una y otra vez que
no podía hacer esto con ella de nuevo.
Pero tenía que hacer esto bien.
Josie se acurrucó contra mí, meneando su trasero contra mi ingle, y maldita sea,
había estado duro desde que se quedó dormida, y cada vez que se movía enviaba una
sacudida directo desde mi polla a mi columna. Curvando mi brazo alrededor de su
cintura, la sostuve con más fuerza, reacio a despertarla.
Estaba cansada, quedándose dormida minutos después de que hubiera tirado el
condón y traído un paño húmedo y caliente, lavando la evidencia de que no había
habido nadie más antes. No es que necesitara verlo para saberlo, pero dioses, había un
nudo en la base de mi garganta que no estaba desvaneciéndose. Quería adorarla de
nuevo.
El sexo nunca había sido así. Nada en mi vida había sido así. Todo desde el
momento que conocí a Josie había sido una experiencia nueva para mí. Era realmente
un milagro e incluso el simple acto de acostarme a su lado me calmaba.
Estaba despierto, pero mi cuerpo estaba relajado. Mi mente era una historia
diferente.
Puedo hacer esto.
Había estado tan cerca de decirle lo que había hecho, y la culpa de guardar ese
secreto batía mi estómago, pero yo… podía rectificar eso.
170
Podía hacer esto.
Dioses, no había otro camino para mí. Tenía control de mí mismo. Tenía que estar
seguro que nunca me permitiría llegar al punto donde tomaría de ella lo que no era
mío para tomar. Nunca podría permitirme alimentarme de ella de nuevo.
Josie me amaba.
Santa mierda.
Dejé caer mi cabeza, presionando un beso en su desnudo hombro. Josie me amaba.
Ni una sola parte de mi dudaba eso. No merecía ese regalo, pero podía… podía ser
mejor para ella. Podía ser digno de su amor.
Eso era lo que tenía que hacer.
Sería digno de su amor.
Porque era más que digna de eso. Merecía más que eso, y se lo daría. No habría
espacio para nada más, porque después de esto —después de tenerla, después de saber
que era mía— no había forma de que pudiera estar lejos de ella.
Así que haría lo correcto por ella.
Incluso si eso me mataba.
Besando su cuello, sonreí cuando murmuró algo que sonó distintivamente como
“cupcakes” en voz baja. Estaba sorprendido que no fuera “tocino” ya que estaba
seguro que ella soñaba con esas cosas. Besé su mejilla y luego coloqué mi cabeza en la
almohada.
Josie se meneó de nuevo, y tragué un gemido. La deseaba de nuevo, pero esto, el
tranquilo momento entre nosotros, con ambos acostados juntos era jodidamente
tierno. No había otras palabras para eso.
Nunca habría. Esto era un pedazo del hermoso paraíso, algo que atesoraría
cuando llegara el tiempo de pagar mis deudas.
Pero una fría voz susurró, enviando malestar por mi columna. ¿Durará?

171
Capítulo 19
Traducido por NataliCQ
Corregido por Dee

E n medio de la noche, me desperté, y esta vez no fui desinteresado.


Estaba duro y apretado contra la curva de su trasero. No tenía idea de
qué hora era o qué estaba pasando fuera de estas paredes, y realmente
no me importaba.
Todo estaba enfocado en el suave cuerpo en mis brazos.
Iba a despertar a Josie de la mejor forma posible.
Puse mi mano en su cintura y luego su cadera, mis dedos hundiéndose entre sus
muslos. Encontré ese lugar, arrastrando mi pulgar sobre la pequeña pieza de carne. Sus
muslos se separaron y su gemido fue somnoliento. Desplacé mi mano, deslizando mi
dedo dentro.

172 Sonriendo en la oscuridad, forjé un camino de besos bajo su cuello mientras


sacudía mis caderas hacia delante. Estaba empezando a moverse contra mi mano en
un lento e inquieto círculo. Sus pechos se elevaron y sentí el momento en que despertó
por completo. Su cabeza golpeó hacia atrás contra mi pecho y su mano revoloteó
donde la mía jugaba entre esos bonitos muslos.
—Seth —gimió, su voz ronca—. Eso… eso se siente increíble.
—Va a sentirse incluso mejor, cariño.
Su pecho subió fuertemente cuando curvé mi otra mano alrededor de su pecho,
encontrando el pezón endurecido. Ella era sensible ahí, y cuando trabajé la pequeña
protuberancia entre mi pulgar e índice, sus caderas se movieron salvajemente.
Me moví el tiempo suficiente para llegar al interior de la mesita de noche y agarrar
otro paquete de aluminio. Rompí el record en conseguir sacar el condón. Josie
comenzó a girar, pero la detuve. Curvando mi cuerpo detrás del suyo, deslicé mi mano
de su costado a su muslo. Levanté su pierna, apoyándola sobre la mía.
—No… no sé qué hacer —admitió.
—Shh. Simplemente estando ahí estás haciéndolo todo. —Besé el espacio por
debajo de su nuca. Mi corazón latía malvadamente rápido—. Yo me encargo del resto.
Alineando nuestras caderas, entré en ella desde atrás, cuidadoso de tomar las cosas
con calma, porque no estaba seguro de si estaba o no adolorida, y hubo rigidez en un
primer momento, relajándose después de que me mantuve inmóvil. Le di tiempo para
ajustarse y luego hice mi camino hacia dentro, centímetro a centímetro, hasta que
estaba asentado.
—Oh mis dioses —jadeó—. Te sientes… esto se siente diferente.
Llevé mi mano de nuevo a ese manojo de nervios justo encima de donde
estábamos conectados. —¿Mejor?
—Sí. —Un sonido suave y femenino la dejó cuando me retiré lentamente, donde
sólo la punta estaba dentro, y luego me deslicé de vuelta—. Más profundo —
murmuró—. Esto es mucho más profundo.
—Espera hasta que te tenga sobre tus rodillas. —Comencé a balancearme más
rápido, moviendo mi pulgar e índice sobre su centro en sintonía con mis embestidas.
—Oh dioses.
—Te va a encantar eso. —Gemí cuando pegó su trasero contra mí—. Joder. Creo
que te encanta esto.
—Lo hace —murmuró, agarrando mi brazo.
173 Sus suaves gemidos y mis duros gruñidos pronto llenaron la oscura habitación, y el
sonido de nuestros cuerpos uniéndose aumentó la tensión creciendo dentro de mí.
Un dolor punzante agitó mi estómago y se extendió a mi pecho. Un tipo muy
diferente de hambre se arraigó. Sería tan fácil simplemente tener una probada, una
pequeña e insignificante probada. Sólo tendría que mover mi otra mano de su pecho y
podría…
No.
Cerrando esa parte de mí, me centré en la forma en que ella se ajustaba a mí como
un guante, cómo rodaba sus caderas hacia atrás en contra de mis empujes con
abandono. Me centré en cómo sus movimientos eran un poco torpes y sin
entrenamiento, y cómo eso era jodidamente mucho más caliente que cualquier cosa.
Me centré en su amor y su confianza hasta que ese dolor se desvaneció y lo único que
sentía era a ella y no lo que había en ella.
No fue fácil, pero lo hice, e infiernos, no había forma de que fuera a durar mucho
tiempo. Quería. Quería permanecer profundo en su interior por jodidas horas. Era tan
malditamente apretada y caliente que me marcó, y sí, esto no iba a durar.
Una poderosa liberación rodó bajo por mi columna, y cuando ella encontró la
suya su cuerpo se contrajo alrededor del mío de una forma que me sacudió justo sobre
el borde, enterrando mi rostro en el lado de su cuello mientras me venía. Al igual que
el anterior, la jodida liberación me destruyó. Fue sin final, y para el momento en que
mi pulso se ralentizó, no estaba seguro de que podría volver a moverme.
—¿Estás bien? —murmuré contra la parte posterior de su cuello.
—Sí —replicó, estirándose hacia atrás y pasando su mano sobre mi cadera—. No
vas a romperme.
La cosa era que, si no era cuidadoso, lo haría.
Saber eso me dio la energía para encargarme del condón, y cuando volví a la
cama, la posicioné frente a mí de nuevo. Estuvo dormida antes que yo, pero
rápidamente la seguí, quedándome dormido a pesar de a donde mis pensamientos
habían ido. Cuando desperté de nuevo, un puñado de horas más tarde, estaba
amaneciendo, e iba a despertar a Josie de nuevo, pero esta vez de la segunda mejor
forma posible.
Con un plato de tocino.
Moviéndome lejos de Josie, con cuidado de no agitarla, me deslicé fuera de la
cama. A la luz del crepúsculo entrando por la ventana, encontré una sudadera y me la
puse. Cogí una camisa de una pila de ropa y caminé dentro del baño. Rápidamente
cepillé mis dientes y lavé mi cara antes de encaminarme de vuelta a la habitación.
174 Me quedé mirándola por un momento.
Acurrucada sobre su costado, el edredón se había deslizado hasta sus caderas, y
una porción entera de piel rosa estaba en exhibición. Así como un pezón rosado
oscuro, asomándose al lado del brazo doblado a través de su pecho. Era una maldita
diosa acostada allí, pero era la absoluta tranquilidad en su expresión mientras dormía
lo que me mantuvo inmóvil.
No quería verla nunca luciendo de cualquier otra forma.
Y supe que no iba a ser posible. Había muchas cosas que teníamos que enfrentar,
pero iba a disminuir cualquier golpe viniendo hacia ella.
Moviéndome a la cama, levanté el edredón y lo tiré hacia arriba, cubriéndola. Me
incliné y la besé suavemente en la mejilla. Me enderecé y con mi camisa en mano, me
deslicé fuera de la habitación. Fuera en el pasillo, empujé la camisa sobre mi cabeza
mientras caminaba a través del lobby. El lugar estaba silencioso, ya que era demasiado
temprano para los estudiantes incluso siendo un lunes por la mañana, y después de lo
que pasó ayer por la noche, dudaba de que hubiera clases. Me acerqué al lobby, un
estremecimiento de conciencia patinó sobre mi piel, y supe que no estaba
completamente vacío.
Ralenticé mis pasos, frunciendo el ceño cuando vi a Alex de pie a unos pocos
pasos de las furias enterradas. No me miró por encima del hombro cuando habló. —
Esto es extrañamente familiar, ¿verdad?
—Sí. —Un montón de mierda era extrañamente familiar—. Estaba medio
esperando no ver estas perras de nuevo.
Alex sonrió ligeramente.
Me detuve, pasando mi mano sobre mi pecho. —¿Por qué estas despierta tan
temprano?
—En realidad no he dormido todavía. Estaba ayudando con la limpieza —explicó,
y me imaginé que si fuera una persona mejor, me sentiría mal por no ayudar.
Pero no lo hacía.
No del todo.
Miré alrededor, esperando encontrar a Aiden. —¿Dónde está tu sombra?
—Está aún en la muralla con Solos. La puerta fue dañada durante el ataque, por lo
que van a quedarse ahí hasta que sea reparada.
—Tan responsable —murmuré.
175 Alex me enfrentó. Para alguien que no había dormido, no había ni una sombra
debajo de sus ojos. —Solos no lo hizo sonar como si la Universidad hubiera estado
teniendo un montón de problemas daimons, así que el ataque de un grupo tan
considerable es bastante extraño.
—No realmente. —Mi mirada se volcó de nuevo a las estatuas—. Tenemos un
montón de puros aquí. Una gran cantidad de mestizos. Un Apolyon. Y tres
semidioses. Tenemos tanto éter que… —Mi mandíbula trabajó—, que este lugar es
como un maldito buffet.
—Buen punto. Y no es como que no saben que este lugar está aquí.
—Nop.
—¿Y qué pasa con estas bellas damas? —Señaló a las furias con un brazo—. Solos
piensa que tiene que ver con lo que está pasando entre los mestizos y los puros.
—¿Qué más podría ser?
Su mirada encontró la mía y levantó una ceja.
Se refería a mí.
Bajando la barbilla, tosí una risa. —He estado comportándome, Alex. —Algo así.
—Es bueno oírlo. —Hizo una pausa—. ¿Puedo decir algo sin que corras a
interrumpirme?
Mis labios se curvaron hacia arriba. —Depende.
—Estoy hablando en serio. —Alex llevó sus manos alrededor de su cabello,
retorciéndolo de la misma manera en que Josie hacía siempre que estaba nerviosa, y
hombre, eso era raro de ver—. Nunca he tenido la oportunidad de agradecerte y no me
dejarás, así que por favor déjame decir gracias.
Abrí la boca, pero la cerré cuando las palabras de Aiden volvieron a surgir. Me
quedé callado, no por él, sino que pensé que cuanto antes le permitiera a Alex
disculparse más rápido habría terminado.
Alex tomó una respiración profunda. —Gracias por lo que hiciste por Aiden y por
mí. Sacrificaste tu mortal y futura vida por nosotros.
Girando mi cabeza hacia un lado, hice crujir mi cuello. Estar aquí de pie,
escuchando esto… sin palabras.
—Pero también quiero agradecerte por ese día —dijo tranquilamente.
—¿Qué día?
176 Un momento pasó. —Cuando peleamos con Ares. No tuve la oportunidad de
agradecerte por estar conmigo cuando… bueno, ya sabes.
—Dioses. —Cerré mis ojos con fuerza, pero eso no detuvo el torrente de recuerdos
de ese día. Se abrieron paso dentro de mí con la fuerza de un tren de carga. De pie
frente a mí, lágrimas corriendo por su rostro mientras me rogaba que no la dejara, que
la sostuviera, y lo hice. La abracé hasta que no estaba más—. Alex, no deberías…
—Dije gracias y lo digo en serio. Gracias desde el fondo de mi corazón, pero yo...
—Se aclaró la garganta, y luego, sin previo aviso, saltó hacia adelante y envolvió sus
brazos alrededor de mí.
Estaba tan quieto como las estatuas de las furias.
Alex me apretó con fuerza. —Gracias —susurró contra mi pecho, y luego se echó
hacia atrás, poniendo distancia entre nosotros—. Todavía quiero perforarte la garganta
de vez en cuando.
Reí roncamente. —Sip. Créeme. Aún quiero perforarme la garganta yo mismo
también. Y a Aiden. Siempre he querido perforarle la garganta.
Se rió suavemente mientras se daba vuelta hacia las furias. —¿Cómo está Josie?
Mi atención se afiló ante el cambio de tema. —¿Por qué crees que sabría cómo
está? Y por cierto, ¿por qué estabas en su habitación ayer?
Los labios de Alex se curvaron. —Bueno, para responder a tu segunda pregunta
primero, ella y yo tenemos una especie de relación, por lo que tenía sentido que fuera a
conocerla. Para responder a tu primera pregunta, tu segunda pregunta lo revela.
Entrecerré mis ojos.
Suspiró. —Y hablé con Luke hace poco. Dijo que ustedes dos estaban juntos,
pero…
No dije nada al principio. No era como si estuviera avergonzado de mi relación
con Josie o que fuera raro hablarle a Alex sobre Josie después de mi pasado con Alex.
Quiero decir, sí, era incómodo, pero habíamos estado en el interior de las cabezas el
uno del otro más de un vez, o lo que sea. Pero Josie era… era preciada para mí y me
hacía desconfiar de lo que decía y a quién se lo decía.
Pero esta era Alex.
Frotando mi pecho con mi palma, suspiré. —Josie está bien. Está dormida justo
ahora.
—Ah. —Hubo una pausa—. ¿En su cama o…?
Rodé los ojos. —La mía. Alex. La mía.

177 —Aaaaah. —Hizo hincapié en esa palabra esta vez—. Así que, ¿estoy adivinando
que ustedes están…?
—¿Juntos? Sí. Estamos juntos. Mira, estoy dirigiéndome a alguna parte. Estaré
fuera de la muralla, probablemente para el final de la mañana o principios de la tarde.
—Terminando con esta conversación, me dirigí hacia la puerta, pero me detuvo
diciendo mi nombre—. ¿Sí?
Alex levantó la barbilla. —¿Estás bien, Seth? —preguntó después de un
momento—. Y quiero decir, ¿estás realmente bien?
Esas estatuas de las furias de pie entre nosotros, un símbolo de cómo las cosas
podrían ponerse no tan bien, porque sabía que Alex no creía que su presencia tuviera
algo que ver con lo que estaba pasando entre las razas. Y tal vez no lo hiciera. Tal vez
lo que yo había hecho, lo que parecía respirar dentro de mí, conmigo, les había llevado
hasta allí. Y tal vez estaba a punto de mentir.
De cualquier forma, asentí. —Ahora… estoy bien.

Josie
Caminando la primera fila de estantes de tamaño de rascacielos, arrastré mis dedos
por los lomos empolvados. Realmente no esperaba que el acecho en la biblioteca hoy
fuera diferente de cualquier otro día, pero Seth estaba reuniéndose con Marcus y Solos
sobre el ataque, y tenía que salir y moverme ya que realmente no quería meterme en lo
que sea que en la reunión Marcus estaba presentando.
Tenía la sensación de que si no dejaba la habitación de Seth y estaba ahí cuando él
volviera, no la dejaría nunca. Eso no sonaba como una mala idea, pero todavía había
mucho por hacer.
Mi mente simplemente no estaba en esas cosas, y tal vez eso me hacía una mala
semidiosa, pero lo que sea. Las últimas quince o algo así horas habían sido…. mi vida
cambiando de la más increíble forma. Tal vez estaba siendo tonta y juvenil, pero qué
demonios. Sí. Qué demonios. Amar y vivir son tan importantes como luchar y
sobrevivir, y ser femenina igual a ser impresionante, así que…
Echando un vistazo al suelo de mármol, me mordí el labio, pero no detuvo la
sonrisa propagándose a través de mi rostro. Anoche y esta mañana, y luego otra vez,
antes de salir había sido absolutamente… Oh Dios… alucinante, y había estado
realmente perdida de todo el asunto del sexo.
Guau.
Sin embargo estaba contenta de que Seth hubiera sido mi primera vez, y sería la
última. No había ninguna duda en mi mente.
178 Crucé la fila número dos de los estantes, sintiendo sonrojarme mientras pensaba en
lo que Seth y yo habíamos hecho. El calor se filtró a través de mi piel y viajó a través
de mis venas. Él era insaciable, y yo estaba totalmente bien con eso.
Pero tan grandioso, maravilloso y fantástico como el sexo había sido, la
vertiginosa sonrisa en mi rostro no tenía nada que ver con eso.
Agapi.
Sí, tenía un montón que ver con eso. Tenía que ver con él diciéndome cariño.
Tenía un montón que ver con la esperanza hinchando mi pecho. Tenía un montón que
ver con todo lo que estaba y no estaba dicho entre nosotros.
Y bien, el sexo jugó un factor. Quiero decir, vamos. ¡Me levantó y me sostuvo
fuera de la cama! Guau. Y me había traído un plato de tocino esta mañana.
Tocino.
Iba a casarme con este chico, lo supiera él o no. Y el matrimonio podría estar
totalmente en nuestro futuro, porque íbamos a sobrevivir a todo el asunto de los
Titanes e iba a encontrar una manera de sacarlo de las manos de los dioses, ahora y
por la eternidad. Sabía quién podía hacer eso y tenía un plan, fomentado esta mañana
mientras me había duchado y era un muy buen maldito…
—Hola.
Sorprendida por el frío y extraño acento del saludo, di un paso atrás y levanté la
mirada del suelo. La primera cosa que noté fueron los tacones negros. Puntiagudos y
con pinchos. Al igual que el tipo de tacón en punta que me gustaría verle a una jirafa
bebé. Mi mirada siguió hasta las pantorrillas delgadas y más allá de una falda lápiz
apretada en carbón vegetal. La blusa blanca estaba metida en la falda y volantes
viajaban hasta el centro de la cintura delgada y el pecho de la mujer.
Los labios rojo sangre se presionaban entre sí, formando una línea delgada, y
enormes gafas de sol oscuras cubrían sus ojos. Al igual que antes, su cabello estaba
recogido en un moño, pero podía decir que su cabello era súper rizado. La emoción
me inundó mientras miraba a la alta y esbelta mujer.
La bibliotecaria estaba de pie frente a mí.

179
Capítulo 20
Traducido por NataliCQ & rihano
Corregido por Dee

T
emía que la bibliotecaria desaparecería si parpadeaba, así que la
miré boquiabierta. —He estado buscándola por todas partes,
como, semanas, y eso probablemente suena súper raro, pero…
—Sé que has estado buscándome —replicó fríamente, su barbilla levantándose una
fracción de pulgada—. Pero no estabas lista para encontrarme.
Cualquier duda que hubiera tenido que esta bibliotecaria era normal, o lo que sea
lo más parecido a normalidad por aquí, se desvaneció. Y el hecho de que supiera que
estaba buscándola era más que simplemente un poco espeluznante, pero tenía que
jugar esto bien. No quería ahuyentarla o decir algo incorrecto. Mi padre me había
dicho que la encontrara, y eso quería decir que ella tenía que ser muy importante.
—Hay algo que tienes que ver. —Giró suavemente, sin siquiera esperar a que
180 estuviera de acuerdo con seguirla. Levantó una mano y con un movimiento de su
muñeca me hizo señas para seguirla—. Vamos, ahora.
La inquietud caminó a mi lado. No tenía idea de a dónde estábamos yendo o qué
era ella, pero estaba apoyándome en el hecho de que mi padre me había dicho que la
encontrara. Así que esperaba que no fuera a matarme.
—Así que —dije, aclarando mi garganta mientras la seguía—. ¿Cómo supo que
estaba lista ahora?
—Sentí el derramamiento de sangre —replicó, deslizándose hacia delante. No
estaba ni siquiera segura de que sus pies estuvieran tocando el suelo, porque sus
tacones no hacían sonidos de golpecitos—. Eso ha cambiado las cosas.
—¿Derramamiento de sangre? —Fruncí el ceño. Los diminutos rizos fijos en un
moño casi parecían... vibrar. O retorcerse. Parpadeé. Estaba absolutamente viendo
cosas—. ¿Qué significa eso?
Miró sobre su hombro. Las gafas de sol escudaban sus ojos, pero la plana línea de
sus labios no era exactamente cálida. —Ya no eres virgen, ¿cierto?
Tropecé sobre mis pies. Estirando mi brazo, empujé un libro fuera de un estante en
el proceso de estabilizarme a mí misma. El pesado tomo golpeó el suelo. —¿Qué?
—¿Participaste en la fornicación? Hubo penetración de…
—Oh por Dios, absolutamente entendí lo que quiere decir. No necesito una
explicación. —Mi rostro ardió—. ¿Cómo…?
—Puedo percibir esas cosas.
Casi pregunté cómo, pero me imaginé que esto era una de esas cosas de las que ni
siquiera quería saber. —No… no sé qué es más raro. Hablar sobre esto con usted, o el
hecho de que pueda percibirlo.
Su risa fue como vidrios cayendo, quebradiza y frágil. —Si crees que eso es raro,
me preocupa si tienes el temple para lo que te espera.
Me tomó un momento darme cuenta lo que era el temple, porque en serio, era el
siglo veintiuno y ya nadie usa palabras como esa. —No estoy asustada.
No podía ver esos ojos, pero tenía la impresión de que debería haber estado
agradecida por ello. —Ya veremos.
Miró hacia adelante, sus pasos largos y rápidos mientras me llevaba bajo la
escalera, deteniéndose frente a una de las puertas que Deacon y yo habíamos visto.
Abrió la del medio y la atravesó.

181 Esperando no terminar en una Olímpica alerta AMBAR, la atravesé y entré en un


pasillo estrecho y bien iluminado. La bibliotecaria dio pasos alrededor de mí,
caminando al frente, una y otra vez, los rizos de su cabello moviéndose.
¿Meneándose?
Negué con la cabeza. —Por cierto, mi nombre es…
—Josephine Bethel. Lo sé.
—Por supuesto —murmuré—. Quiero decir, sabe que ya no soy virgen, así que…
de todas formas, no sé su nombre. —O cómo camina en esos tacones sin hacer sonido. No
dije esa última parte en voz alta.
Se detuvo frente a una… pared. Miré alrededor, sin ver puertas. Nada. Mi mirada
voló de vuelta a ella. Oh Dios, iba a terminar en un olímpico reporte de persona
desaparecida.
—¿Mi nombre? ¿Tu padre no te lo dijo?
Negué con la cabeza.
Se rió de nuevo, y esta vez, sonrió. Sus rojos labios se separaron, revelando
colmillos.
Santo cielo.
Como verdaderos colmillos caninos, estilo vampiro.
Di un paso atrás, impulsada a patear mientras repentinamente deseaba haber
traído la daga conmigo. Mi siguiente pensamiento fue que no necesitaba una daga,
porque era una semidiosa, y tenía un montón de jodidas habilidades. Pero ella tenía
colmillos, y no eran ni siquiera como los dientes de tiburón de los daimon. Mi mente
corrió a través del libro de mitos que había estado leyendo.
Ladeó la cabeza y hubo algo muy, muy de serpiente en la forma del movimiento.
—¿No sabes quién soy?
La piel de gallina se precipitó sobre mi piel mientras la miraba. Las gafas de sol. El
apretado y enroscado cabello que parecía moverse. Colmillos. Movimientos como de
serpiente. Mi mirada cayó a sus pies. ¿Cómo sus tacones no hacían sonido? Eso era
potencialmente la pista menos importante, ¿pero las gafas de sol? ¿Podría ser…?
No.
De ninguna manera.
Tragué saliva. —¿Por qué estas usando gafas de sol?
—¿Preferirías que me las quitara? —Se estiró, enganchando un dedo alrededor del
brazo de las gafas de sol—. La mayoría no lo haría.

182 —No —dije rápidamente, levantando mi mano—. Eso no es necesario.


Una casi sonrisa apareció.
Tomé una respiración inestable. —¿Tú… tú no eres…? —No podía siquiera
atreverme a decirlo, porque decirlo en voz alta sonaba tan loco. Quiero decir, un
montón de cosas que una vez pensaba que eran sólo algunos viejos mitos eran en
realidad muy reales, pero esto… De ninguna manera.
—¿Estas preguntándome si soy una Gorgona?
Mi corazón cayó en mi estómago.
—Érase una vez, algo muy diferente. Una sacerdotisa en el templo de Atenea,
pero entonces Poseidón me encontró. —Su sonrisa se desvaneció, y uno de los
apretados rizos que descansaban a lo largo de su sien se balanceó y luego se estiró. La
punta del rizo no era una punta.
Oh mis dioses.
La punta era la cabeza de una pequeña serpiente. Mis ojos se abrieron cuando eso
abrió la boca y silbó, revelando una lengua bífida. La bibliotecaria era Medusa.
—Él tomó de mí lo que nunca fue suyo, y Atenea, siendo la diosa del
razonamiento y la inteligencia, me convirtió en un monstruo. —Su labio superior se
curvó cuando resopló—. Gran juicio hizo ella. Fui castigada por las acciones de
Poseidón.
—Eso está muy mal. —No sabía que más decir.
—Así es como los dioses son —respondió.
No podía creer lo que estaba viendo; quien estaba de pie frente a mí. —Pero pensé
que tú… —Oh hombre, ¿Cómo digo esto?—. Pensé que fuiste asesinada.
—¿Por ese pequeño perro punk? ¿Perseo? Por favor. —Medusa rió—. Él no podría
pelear contra una manada de gatitos sin que su padre Zeus interviniera.
Abrí la boca, pero realmente no tenía ninguna respuesta a eso.
—Eres tan increíblemente ingenua. —Pellizcó mi nariz con fríos dedos, lo que me
hizo parpadear—. Es lindo. No favorablemente lindo. Pero lindo.
Mis cejas se levantaron. ¿Medusa acababa de pellizcar mi nariz? ¿Qué era esta
vida?
—Hay mitos y entonces hay verdades. Perseo decapitándome es obviamente un
mito. Las personas necesitaban un héroe entonces. Los dioses les dieron uno. Bueno,
es decir Zeus les dio uno, más que propenso a la ira de su esposa, considerando que el
pequeño semidiós era su descendiente bastardo. —La pequeña serpiente rizada silbó
183 antes de acomodarse en su mejilla—. Sin embargo Perseo trató de pelear conmigo. No
tuvo éxito.
Me tomó un par de minutos encontrar mi voz. —¿Qué estás haciendo aquí, en la
biblioteca del Covenant?
—Una forma de castigo. —Levantó un hombro—. Tengo problemas para
controlar la ira.
—Oh —murmuré.
Dio la vuelta hacia un lado. —Cuando mi piel se vuelve verde, no es algo bueno.
Eso… eso tenía sentido. Algo así como el Increíble Hulk. —¿Y… um, tus ojos?
¿Convierten a las personas en piedra?
—Sabrás la respuesta a eso en un pocos segundos. —Dándose la vuelta de nuevo
hacia la pared, ondeó su mano.
El aire frente a la desnuda pared de mármol pareció ondularse. Electricidad llenó
el aire, bailando a lo largo de mi piel. La pared se deformó y luego se dividió en el
centro, separándose. Una puerta de madera apareció con tablas verticales unidas por
metal oscuro. Las bisagras crujieron al abrirse.
—Tu padre te dijo que me encontraras, porque no soy una bibliotecaria,
Josephine. —Medusa se deslizó a través de la puerta—. Mi castigo era convertirme en
La Guardiana, de lo que cada Guardián ha estado moldeando desde entonces. Solían
ser tesoros que mantengo seguros, riquezas de proporciones incalculables. A veces era
una persona, una entidad que estaría destinada a convertirse en algo grandioso, y
ahora… esto.
Tomando un profundo respiro, la seguí en la gran cámara. Un estremecimiento
rodó por mi espalda mientras miraba alrededor. Antorchas colocadas cada par de
metros a lo largo de las paredes quemadas, proyectando un suave resplandor, bailando
en docenas y docenas de estatuas de piedra.
No sólo las estatuas regulares. Sino personas. Algunos se mantenían de pie. Otros
encogidos. Las manos y los brazos protegiendo los rostros de muchos. Las armas
estaban apretadas en las manos. Todos tenían expresiones de horror en sus rostros,
grabados para siempre en piedra.
Síp.
Esa parte del mito era cierto. Los ojos de Medusa convertían a las personas en
piedra.
Me apresuré a pasarlos, porque no quería mirarlos demasiado tiempo. Medusa
184 pasó a través de un arco y por otro pasillo. Las paredes ahí estaban cubiertas con los
mismos jeroglíficos que había visto en Seth. Marcas que representaban a la
invencibilidad, el valor, la fuerza, y el poder.
Y esos jeroglíficos brillaban en las paredes de mármol al igual que lo hacían en la
piel de Seth.
—Vamos —llamó Medusa mientras se acercaba a una puerta que era de plata. En
el centro había un rayo—. Es el momento.
—¿Momento para…? —Mi voz se apagó cuando ella abrió la puerta. Todo lo que
podía hacer era mirar.
La luz del sol, hermosa y brillante, brillaba sobre una pradera de césped llena de
vibrantes flores púrpuras y azules. Los árboles se levantaban hacia los cielos tan azules
como los ojos de mi padre… cuando él tenía ojos.
Y como compelida, caminé hacia adelante y a través de la puerta, hacia… ni
siquiera sé hacia lo que estaba entrando, pero sabía que ya no estaba en el mismo reino
de la biblioteca. El aire olía dulce, un olor que no podía ubicar, y la brisa era cálida,
jugando con los mechones de mi cabello. Inhalé bruscamente cuando me di la vuelta
lentamente. La energía era pesada aquí. Podía sentirla deslizándose sobre mi piel,
filtrándose en mis huesos y tejidos.
—¿Dónde estoy? —pregunté.
—Estás en la entrada de una de las puertas al Olimpo. —Se dio la vuelta,
extendiendo sus brazos—. Este lugar y otros similares deben ser protegidos a toda
costa. Si los Titanes o si el Dios Asesino descubrieran esta puerta, serían capaces de
entrar en el Olimpo.
—¿Dios Asesino? —Mi mente corrió a través de lo que sabía sobre los dos
Apolyons y cómo era creado un Dios Asesino. Alex se había convertido en el Dios
Asesino, pero se asumió, asumí, que cuando murió su muerte física, ya no era el Dios
Asesino. Era el por qué tuvo que morir en primer lugar—. No hay un Dios Asesino.
—Hum —murmuró—. ¿No lo hay?
La lancé una mirada penetrante, pero antes de que pudiera preguntarle un
repentino destello de luz cortó a través del claro, cegándome momentáneamente.
Cuando se alejó, jadeé y junté mis manos sobre mi boca.
En la pradera, a un par de metros delante de mí, estaba el animal más hermoso
que alguna vez había visto. Más alto que yo y amplio, el caballo sacudió su pelo
blanco mientras agitaba su cola de ida y vuelta. Era una criatura orgullosa y fuerte, una
que nunca había visto antes.
Grandes y elegantes alas se arqueaban desde los costados del caballo, brotando
185 justo por encima de las poderosas patas delanteras.
—Oh Dios mío. —Extendí las manos hacia el Pegaso, e inmediatamente las tiré de
vuelta a mi pecho—. Quiero tocarlo. ¿Puedo tocarlo? Puedo tocarlo, ¿verdad?
Medusa me miró, una sola ceja elevándose por encima de las gafas de sol oscuras.
—Si él no quiere ser tocado, te dejará saberlo.
Probablemente pateándome en la cara, pero valdría la pena. Lentamente, como si
estuviera bajo un hechizo, me acerqué a la magnífica criatura. Mi corazón latía con
fuerza mientras él bajaba sus enormes alas y sacudía la cabeza, lanzando la pesada
melena alrededor de su cuello. Poco a poco, puse mi mano en su costado. Los
músculos se agruparon bajo mi palma, pero el Pegaso no me lanzó al piso mientras
pasaba la mano a lo largo de su fuerte lomo.
Un nudo se formó en mi garganta. Ni siquiera sé por qué, pero tenía ganas de
llorar. Es decir, esto era mucho mejor que visitar una granja de llamas o algo así.
Estaba de verdad tocando a un Pegaso. —Es… —Tragué—. Es hermoso.
Medusa se quedó atrás. —Lo es.
—¿Qué está haciendo aquí?
—Siempre vienen cuando hay actividad en las puertas —explicó—. Los Pegasos
son criaturas curiosas, a veces incluso sociales. Su sangre tiene una cualidad
paralizante, utilizada por las ninfas.
—Lo he visto en acción. —Mi voz era temblorosa mientras la imponente criatura
se alejaba de mí, caminando hacia los árboles. Quería seguirla, tal vez darle un abrazo,
pero no quería empujar mi suerte—. ¿Vendrán más… criaturas?
—No creo que vayamos a estar aquí el tiempo suficiente para eso. —Agitó su
mano de nuevo y la tierra empezó a temblar.
Abrí mis piernas, preparándome cuando la tierra tembló. El Pegaso apareció
imperturbable, mientras pastaba cerca. Con el pulso disparado, miré hacia abajo. Las
flores se estremecieron. El suelo entró en erupción, pateando piedras pequeñas en el
aire. Doce columnas brillantes aparecieron, formando un círculo alrededor de Medusa
y yo. A medida que el resplandor se desvaneció, había doce bustos de piedra asentados
sobre pedestales.
—Estos son los Doce. —Medusa se adelantó—. Representan a los Olímpicos.
Cada personificación es su icono, lo que los hijos de los dioses necesitarán para
derrotar a los Titanes.
Mierda. Di vuelta, mi mirada rebotando en cada uno de los bustos. Esta era la
razón de por qué Apolo me había dicho que encontrara a la bibliotecaria, que
186 encontrara a Medusa. Ella estaba custodiando la puerta y los iconos.
Espiando el de mi padre, me acerqué al busto de piedra. Una pequeña arpa
dorada, aproximadamente del tamaño de mi mano, colgaba del cuello.
Un arpa.
Ni siquiera un arpa de tamaño real.
De verdad.
Artemisa tenía un arco. Poseidón un tridente. Una lanza descansaba frente a
Atenea. Una antorcha apagada estaba parada frente a Demeter. El busto de Hades
llevaba un casco, y yo tenía un… arpa. Bueno, había una concha marina delante de
Afrodita, por lo que pensé que podría ser peor. Pero entre un caracol y un arpa, no
tenía ni idea de qué hacer con cualquiera.
Ver los iconos que nunca tocaría era triste. El cetro de Zeus no sería recogido.
Tampoco lo sería el escudo de Ares. No conocía a sus hijos, pero la pérdida era pesada
en el silencio.
—Tantas vidas perdidas —murmuró Medusa, recogiendo la naturaleza de mis
pensamientos—. Y muchas más se perderán.
Me estremecí, no porque sus palabras me asustaron, sino porque sabía que eran
verdad. Tomando una respiración profunda, alcancé el arpa dorada. A medida que mis
dedos se acercaban a esta, las puntas zumbaban como si mi cuerpo reconociera la
importancia del símbolo.
—Ahora no es el momento —dijo Medusa, sorprendiéndome. Ella estaba
directamente a mi lado—. Una vez que tomes ese icono, no puede ser devuelto.
—Está bien. —La miré—. Mis poderes han sido desbloqueados…
—Y tomar el icono te dará más éter que cualquier cosa que camina en el reino
mortal. —Los rizos en su cabeza vibraron y más diminutas cabezas de serpientes
aparecieron. Horripilante—. Serás muy poderosa, e incluso más útil en las manos de
los Titanes y de otros.
Supuse que quería decir los daimons.
—Cuando hayas encontrado a los otros semidioses, tráelos de vuelta aquí. Ahí es
cuando debes tomar el icono. —A pesar de que no podía ver sus ojos, podía sentirlos
sosteniendo los míos—. Debes ser cuidadosa en quien confías, niña, a quienes has
dado tu corazón.
Me puse rígida.
187 —El poder es el más atractivo de todos los vicios. Corrompe y destruye —dijo, su
voz volviéndose baja—. Y es el más oculto de todos los pecados.
Un escalofrío irradió por mi columna. —Estás hablando de Seth.
—Él no es lo que parece —dijo, y una serpiente saltó en el aire—. El Apolyon ha
cometido actos de gran traición.
—Lo sé. —Mis manos se cerraron en puños—. Sé de lo que es capaz. Y sé quién
solía ser, y en quién se está convirtiendo.
Su cabeza se volvió ligeramente cuando un búho ululó desde los árboles, y
Medusa suspiró.
—Por supuesto. Ella viene.
—¿Quién?
Medusa retrocedió cuando el viento se levantó. Los rizos se engrosaron a lo largo
de su cabeza y luego saltaron libres. Di un grito ahogado. Serpientes de todos los
tamaños se formaron, sisearon y golpearon el espacio. Traté de no mirar o asustarme,
pero luego la lechuza llamó. Parpadeé y sin previo aviso, una mujer alta estaba parada
frente al borde del claro.
Cabello marrón caía en ondas hasta su cintura, cubriendo su pecho, lo cual supuse
era una buena cosa. Su vestido blanco rozaba la hierba y era tan transparente como el
cristal.
No estaba depilada.
—Atenea —siseó Medusa—. Qué agradable que te nos unieras.
Mis ojos se abrieron. Pude haber dejado de respirar.
La diosa le lanzó a Medusa una mirada para que se callara mientras se acercaba a
mí. No sabía lo que se suponía que hiciera. ¿Inclinarme? ¿Ponerme de rodillas? No
hice eso cuando Apolo vino, pero esta no era mi padre. Esta era la diosa Atenea, quien
al parecer castigaba a víctimas de delitos sexuales y los convertía en monstruos. Estaba
frente a mí antes de que pudiera hacer nada, y yo estaba mirando ojos completamente
blancos.
—Esto —dijo Atenea, levantando su mano. Sostenía un vial con un líquido rojo
azulado en este—. Esto es para ti, hija de Apolo.
Ah…
Atenea sostuvo el vial de vidrio hacia mí. —Es la sangre de un Pegaso. Sabes lo
que hace.
188 Este era el día más extraño de mi vida, y eso era decir mucho.
Poco a poco, levanté mi mano y la cerré sobre el vial. Mi piel rozó la de Atenea y
una descarga de electricidad me impactó.
Los labios de Atenea se curvaron en un lado.
Bajé la mirada al vial. Esto sin duda sería muy útil, sobre todo porque funcionaba
contra los Titanes.
—Hay algo que debes saber —dijo Atenea, y su voz parecía seguir con el viento.
El sonido estaba en todas partes—. Medusa guarda esta puerta y estos iconos, pero su
poder de convertir al hombre en piedra no funciona contra deidades.
—Desafortunadamente —murmuró Medusa.
Atenea la ignoró. —Ella no será capaz de detener a los Titanes o incluso a un
semidiós, y sobre todo no al Apolyon.
Mi cabeza se levantó. No había sabido eso. Supuse que los extraños ojos de
Medusa funcionaban en todo. Además, no me gustó la forma en que Atenea metió a
Seth en eso como si él fuera la amenaza más grande. ¿En serio? Como que tal vez los
Titanes eran de los que realmente deberían estar preocupados, pero entendía su
inquietud cuando se trataba de Seth. Él se había puesto del lado de Ares he ido contra
ellos en un complot para derrocar el reino de los mortales y el Olimpo. Iba a tomar un
tiempo para que lo superaran.
—Necesitarás la toxina —advirtió Medusa, atrayendo mi atención de nuevo a ella.
Afortunadamente, su cabello había vuelto a la normalidad—. Pero no para quien
esperas.

189
Capítulo 21
Seth
Traducido por Valentina95
Corregido por Anna

I
nquieto, me moví en el sofá donde estaba sentado y me pregunté por
enésima vez cómo en el mundo había terminado sentado al lado de
Alex y Aiden mientras trataban de mantener sus manos en sus
propios regazos.
Me había sentado aquí primero, cuando estaban solamente Solos, Marcus y
Alexander discutiendo la cuestión de la brecha en la puerta y el ataque de anoche.
Aiden había estado allí, pero estaba haciendo la cosa de oscuro y melancólico,
apoyado contra la pared hasta que Alex se presentó con Deacon y Luke.
Ellos trajeron el almuerzo.
190 Laadan incluso apareció antes de irse con Alexander para hacer cosas que
probablemente traumatizarían a Alex. Por supuesto, una vez que empecé a pensar en
ese tipo de cosas, mi mente se perdió en Josie y en todas las cosas que preferiría estar
haciendo en este momento.
Y eso hizo la mierda realmente incómoda al estar sentado al lado de Alex y Aiden,
porque con ella tan cerca, estaba sintiendo lo que ella sentía. No tan fuertemente como
solía serlo, cuando había llegado al punto en que parecía que éramos virtualmente la
otra persona. Podía recoger el trazo más simple de emociones, casi como una palabra
que era olvidada cuando llegaba a la punta de la lengua. Hubo una leve sensación del
calor de la excitación y el sabor amargo del temor. Una rara combinación que
emanaba de ella.
Eso significaba que probablemente ella podría sentirme a mí, así que necesitaba
dejar de pensar en encontrar a Josie y ver cuántas veces podía hacerla gritar mi
nombre.
Me moví de nuevo, separando mis muslos.
Alex me miró, con las mejillas ligeramente sonrojadas. Estupendo. Pasé mi dedo
por mi frente cuando Deacon se inclinó sobre la mesa redonda y agarró un puñado de
papas fritas de la caja de Luke.
―¿Crees que las clases se reanudarán mañana? ―preguntó Deacon, apilando las
papas en su plato―. Supongo que debería haberle preguntado a Marcus cuando estuvo
aquí.
―Probablemente tengan un funeral para los que cayeron durante el ataque ―dijo
Solos, acercándose a la mesa. Volteó la silla y se sentó, apoyando sus brazos sobre el
respaldo de la silla.
Los dedos de Deacon se detuvieron sobre el muñeco de nieve de Tater Tod que
parecía estar construyendo. ―Dioses ―murmuró, echándose hacia atrás en el
asiento―. Me gustaría estar un par de meses sin tener que ir a un funeral.
Eso no parecía probable.
Miré hacia la puerta. Josie había ido a la biblioteca de nuevo, pero pensaba que ya
debería haber terminado. Le dije dónde iba a estar, por lo que sabría dónde
encontrarnos. Parte de mí deseaba haber ido a la biblioteca con ella.
―Es raro ―dijo Alex mientras agarraba la mano de Aiden. No tenía idea de lo
que estaba haciendo, pero parecía que estaba masajeando sus dedos o algo así―.
Nosotros vemos tantas personas entrando al Tártaro a diario, por lo que pensarías que
estamos acostumbrados, ¿sabes? ―Sacudió la cabeza mientras miraba la mano de
191 Aiden. Sus dedos se movieron sobre los suyos―. Pero no. Supongo que es diferente
allí abajo, porque sabes que van a ser felices, pero… simplemente estoy divagando.
―Está bien. ―Aiden se inclinó, besando su sien―. Nosotros no tenemos
funerales allí abajo.
―Tiene sentido ―dijo Solos, frunciendo los labios―. Todos ya están en teoría
muertos.
Alex rodó los ojos.
―¿Piensas que alguna vez podríamos visitarte? ―preguntó Deacon, agarrando un
paquete de Ketchup―. Quiero decir, me gustaría ver…
Fue interrumpido por un repentino disparo desde el exterior y, luego un ruido
fuerte, como el sonido de un trueno. Me puse de pie, justo al lado de Alex. Aiden se
acercó a la ventana primero.
—Dioses ―dijo.
Estábamos en el primer piso, en la parte posterior del edificio principal del
Covenant, y la ventana daba a una decente porción del patio norte, lo que nos
otorgaba una vista aérea bastante decente de los grupos de puros y mestizos abajo. El
estrépito debía de haber venido de la destrozada estatua cercana al edificio. Ellos se las
arreglaron para derribar esa cosa.
―Ouch ―murmuró Alex cuando un mestizo aterrizó como una impresionante
montaña de escombros.
Mis labios se fruncieron cuando un puro aprovechó el elemento aire y lanzó a uno
de los mestizos a un grupo de otros cinco, derribándolos como a un grupo de bolos.
―Bueno, eso sucedió rápido.
Solos suspiró, dejando caer la cabeza sobre la mesa. ―Dioses, ¿está mal si sólo
pretendo que no tengo ni idea de lo que está pasando afuera?
Buscando una papa frita y descubriendo que se terminaron, Luke frunció el ceño
mientras miraba el plato de Deacon. ―Marcus está planeando poner un toque de
queda, a partir de mañana, creo, pero eso no detendrá esto.
―Nada detendrá esto. —Alex presionó sus manos en la ventana. Su aliento
empañó el cristal―. Esto no era lo que quería, lo que queríamos.
Alex y Aiden eran más o menos responsables de la abolición de la Orden de Razas
y la eliminación del Elixir. ¿Ellos realmente pensaban que todos iban a estar de
acuerdo con la nueva forma de vida?
Los guardias comenzaron a llenar el patio.
192 ―Voy a ir a buscar a Josie. —Girando, crucé la habitación y abrí la puerta. Giré
hacia la derecha y di dos pasos.
Josie estaba caminando por el centro del vestíbulo, su alta cola de caballo
balanceándose con cada paso. Aliviado de ver que no estaba metida en ese lío, crucé la
distancia entre nosotros, y dos necesidades diferentes surgieron dentro de mí. Me
enfoqué en la correcta, la que importaba.
―Seth…
Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, enganché una mano en su nuca y la
atraje hacia mí. Mi boca estaba en la suya en un nanosegundo. Ella sabía a menta
cuando la levanté sobre la punta de sus pies, chocando sus caderas con las mías. Su
gemido entrecortado me puso más duro, lo que parecía imposible hasta ahora. Curvó
un brazo alrededor de mi cuello mientras presionaba su pecho con el mío. ¿Con qué
rapidez podría llevarnos a algún lugar privado? Había un armario de suministros a la
derecha. Y varias salas de conferencia.
―¿En serio? ―Solos caminó pasándonos y moviendo la cabeza―. No la dejes
embarazada en el vestíbulo, Seth.
—Oh mi Dios ―gimió Josie, dejando caer su cabeza en mi hombro.
Solos giró hacia afuera. Se rió mientras se dirigía hacia el exterior. Envolviendo mi
mano alrededor de su cola de caballo, presioné mi boca en el espacio justo debajo de
su oreja. ―En realidad estaba pensando en hacer uso de ese armario de ahí.
Josie se rió suavemente. ―Nunca he hecho eso antes.
―Lo imaginé. —Le di un mordisco en el lóbulo de la oreja, sacando un gritito
agudo fuera de ella―. Y sólo para que lo sepas, estoy más que dispuesto a introducirte
al sexo semipúblico.
―Seth ―susurró―. Eres terrible.
Arrastré mi nariz a lo largo del costado de su mejilla. ―Mira, sólo te dejo saber
que estoy en eso de la educación sexual. Tenemos que descubrir qué es lo que te gusta
y lo que no.
―Tan generoso de tu parte.
―Ese soy yo. ―Retrocediendo, besé su nariz. Nuestras miradas se encontraron, y
sonreí sin siquiera pensar en ello. Se sintió extraño. Se sintió bien―. Me alegro de que
estés aquí. ¿Te topaste con algún problema afuera?
―No. Ni siquiera me prestaron atención. ―Dio un paso atrás, bajando su
brazo―. Y parecía que los guardias los tenían bajo control.

193 ―Bien. —Agarré su mano y vi que sostenía algo―. ¿Qué es eso?


Sus ojos se llenaron de alegría cuando abrió la mano. Un vial con algún tipo de
líquido azul oscuro yacía en su palma. ―Sangre de Pegaso.
Miré hacia arriba. ―¿Cómo conseguiste eso?
―Atenea.
―¿Podrías repetirlo?
―Escuchaste bien. ―Se echó hacia atrás, dudando unos segundos―. Encontré a
la bibliotecaria. Pero no es una bibliotecaria. No realmente. Quiero decir, supongo que
de alguna extraña manera lo es, pero no vas a creer lo que vi, a quién vi y, luego, lo
que encontré…
―Guau. Baja la velocidad ahí, Boca Ruidosa.
Su nariz se arrugó. ―¿Boca Ruidosa?
―Del tipo de sonidos sexuales. Como que tu súper poder sería chupar…
―Seth ―espetó, entrecerrando los ojos.
―Pero quería decir que estabas hablando tan rápido que apenas puedo entender lo
que estás diciendo.
Josie sacudió la cabeza. ―Seguro que lo hiciste.
Le guiñé un ojo. ―¿Qué tal si tenemos ésta conversación en esa sala de allí?
Prácticamente todo el mundo está ahí. ―Tomé su mano libre, pero no se movió.
Busqué en su rostro―. ¿Estás bien?
―¿Todo el mundo está ahí?
―Sí. Luke y Deacon, y Alex y Aiden. ―Me detuve―. Sabes que puedes
confiarles esto, ¿verdad?
―Por supuesto ―respondió rápidamente―. Simplemente no quiero
entrometerme.
La miré durante un momento. —¿Entrometerte?
―Sí. ―Liberó su mano mientras miraba hacia el vial―. Quiero decir, han pasado
seis meses desde que todos pudieron pasar el rato juntos, y no quiero entrometerme.
No sabía si debía reírme, abrazarla, o sacudirla. Presioné la punta de mis dedos
debajo de su barbilla, y levanté su mirada hacia la mía. ―Bien. Hay un par de cosas
que tienes que entender.
Enarcó una ceja. —¿Oh, enserio?
194 ―Sí. En serio ―repetí―. Alex y Aiden están de vuelta por el momento. Es raro.
Créeme. Y para ser honesto, sabes cómo me siento sobre estar cerca de ellos, para bien
o para mal, pero no tienes razones para sentir como si te estuvieras entrometiendo. No
lo haces.
Sus pestañas bajaron y suspiró. ―Lo sé. Es sólo que… son tan buenos amigos y
nada de esto es importante ahora mismo, pero supongo que… soy socialmente inepta
cuando se trata de estas cosas.
―Eso nos vuelve dos entonces.
Se rió suavemente y miró hacia arriba. ―Fantástico.
―Ni siquiera tienes que preocuparte por ellos. Infiernos. Dándoles un tiempo,
Alex probablemente se convertirá en tu mejor amiga.
Sus ojos se abrieron e hizo una mueca. ―No sé sobre eso. Quiero decir, está toda
la cosa de Apolo y luego todo el asunto contigo, y eso es como compartir cosas de una
forma muy rara.
―Josie. ―Riéndome, bajé la boca y la besé―. Eres…
―¿Increíble? ―suplicó.
―Iba a decir loca, pero increíble también funciona. ―Me reí cuando me golpeó el
brazo con su mano libre. Afortunadamente, no con el frasco de la sangre de Pegaso,
porque eso hubiese apestado―. ¿Estás lista?
―Sí. Sólo un segundo. ―El rosa se extendió por sus mejillas―. Hay algo que
necesito decirte primero.
―Bien.
Se estiró hacia arriba y sobre mí, hablando en mi oído. ―Te amo.
Joder. Mis músculos se bloquearon. Mi corazón se detuvo. Mi piel zumbó. Y ese
armario se estaba volviendo más y más un lugar que teníamos que investigar.
Josie besó mi mejilla y entonces se echó hacia atrás. ―Pensé que debería
recordarte eso. ―Agarrando mi mano, la apretó suavemente―. ¿Listo?
Esas dos palabras me mantuvieron en silencio mientras la guiaba hacia la sala
donde el grupo se encontraba. Eran dos palabras que no estaba acostumbrado a
escuchar. Creo que nunca me acostumbraría.
Todo el mundo estaba más o menos donde habían estado cuando me fui, excepto
las cajas de comida que estaban cerradas y Aiden que estaba sentado mientras que
Alex estaba parada al lado de Deacon y Luke.

195 ―La encontré. ―Cerré la puerta detrás de nosotros, muy consciente de que todos
en la sala notaron nuestras manos unidas. Estaba… extrañamente orgulloso de eso―.
Y tiene algo muy interesante para compartir.
Josie agitó la mano cerrada ante todos, y una rápida mirada mostró que su cara
era de un tono entre el rojo y el rojo de un camión de bomberos. Se concentró en
Deacon. ―Fui a la biblioteca y finalmente encontré a la bibliotecaria.
―¿Qué? ―Él golpeó sus manos sobre la mesa, haciendo sonar las botellas vacías
de agua, su expresión abatida―. ¿Me estás tomando el pelo? ¿El único día que no voy
y te encuentras con ella?
―¿Bibliotecaria? ―preguntó Aiden, inclinándose hacia adelante.
Josie lo puso al día a él y a Alex sobre todo el vago mensaje de Apolo acerca de
encontrar a esa bibliotecaria. ―La vi hoy. Y no es la única cosa que vi. ―Girándose
para enfrentarme, el entusiasmo prácticamente se vertía de ella―. Oh Dios mío, olvidé
decírtelo. Hoy vi un Pegaso. Como un verdadero y vivo Pegaso, y fue increíble. Llegué
a tocarlo. Le gusté. Creo. Quiero decir, no me golpeó ni me mordió.
Aiden ladeó la cabeza, con las cejas alzadas. La mirada atónita en su rostro no
tenía precio.
―¿Estás drogada? ―preguntó Deacon, y entonces se rió―. Porque si es así,
quiero lo que sea que estés fumando.
Su hermano se giró y lo miró.
―¿Qué? ―Deacon se encogió de hombros, sentándose hacia atrás en la silla―.
Eso suena como una buena mierda.
―No estaba drogada. —Josie liberó su mano y se acercó a la mesa. Puso el vial
sobre ella―. Ésta es la sangre del Pegaso.
―¿Hiciste sangrar al Pegaso? ―Había horror grabado en la expresión de Alex.
―¡Caray! No, no era del que vi. Al menos, creo que no. ―Josie frunció el ceño
mientras daba un paso hacia atrás, parándose a mi lado―. Atenea lo trajo.
―¿Atenea? ―Luke observó el frasco y luego con cuidado lo recogió, dándole
vueltas en la mano―. ¿Cómo, la Atenea?
―Sí. Y la bibliotecaria es, ustedes chicos nunca van a creer esto, pero es Medusa.
Al igual que serpientes en su cabello y espeluznantes ojos y todo ―explicó Josie
apurada, y ahora yo la miraba con la misma expresión que Aiden―. Aparentemente,
Perseo nunca la mató. Eso era una mentira.
―Hombre ―murmuró Deacon―. Podría haber visto a Medusa. Esto es tan
jodidamente injusto.

196 Aiden le lanzó una mirada. ―Creo que probablemente es una buena cosa que no
la hayas visto.
―Probablemente lo sea. Me dio la impresión de que no está demasiado interesada
en los hombres ―dijo Josie mientras Alex se dirigía de nuevo al sofá. Aiden se echó
hacia atrás y ella se dejó caer en su regazo―. Me llevó a la puerta bajo las escaleras, lo
cual suena un poco escalofriante, y a ese extraño pasillo donde hizo aparecer una
puerta de la nada. Había una cámara llena de hombres de piedra.
―Medusa ―repitió Alex, lentamente sacudiendo la cabeza―. ¿Y un Pegaso?
Josie asintió. ―Encontré los iconos y el… ―Frunció el ceño―. Encontré los
iconos. Sé cómo llegar a ellos una vez que encontremos a los otros semidioses.
―¿Están en la biblioteca? ―pregunté.
―No lo sé. El lugar en el que se encuentran tiene una especie de acceso en la
biblioteca, pero no creo que esté realmente allí ―explicó, mirando el vial cuando Luke
lo dejó de nuevo en la mesa―. Atenea apareció entonces también. Me dio el vial.
Supongo que es para… ―Alzó las cejas preocupada―. Supongo que es para los
Titanes ya que funciona contra ellos.
―Funciona contra todo ―dijo Luke―. Mataría a un mortal si entrara en contacto
con su piel.
―Esas son buenas noticias, creo, ―dijo Aiden mientras envolvía sus brazos
alrededor de la cintura de Alex―. Sabemos dónde están los iconos. Al menos, es una
cosa tachada de la lista.
―Lo es. ―Josie me miró y sonrió―. Ahora sólo necesitamos saber dónde están
los otros… ―Sus ojos se abrieron―. Glifos ―susurró.
Sentí la presencia de un dios un segundo antes de que la energía recorriera la
habitación. Dos pilares brillantes aparecieron al lado de la mesa, y un segundo después
Apolo estaba ahí de pie.
No estaba solo.
A su lado había alguien a quien nunca había visto. Un tipo con un poco más de
metro ochenta de altura, y tan ancho como un maldito linebacker.
―Les he traído a alguien, chicos ―dijo Apolo. Sin hola. Típico de Apolo. Sólo
apareciendo con extraños al azar sin ningún tipo de saludo. Como un aguacero―.
Todos conozcan a Hércules.
Todos lo miramos fijamente.
Apolo sonrió mientras sus ojos completamente blancos dieron paso a irises azules
a juego con los de Josie. ―Sí ―dijo―. Ese Hércules.
197
Capítulo 22
Josie
Traducido por Valentina95 & NataliCQ
Corregido por Anna

A
ntes pensaba que hoy era el día más raro de mi vida, y no había
estado equivocada. Simplemente pasó de loco y raro
directamente hacia dementelandia. Hoy vi a Medusa, Atenea y
un Pegaso.
Y ahora estaba mirando a mi padre, Apolo, que estaba de pie junto a Hércules, ese
Hércules.
Mi cerebro estaba en una especie de vacío, lo cual probablemente era algo bueno,
porque había estado tensa desde que dejé la biblioteca. La advertencia de despedida de
Medusa fue más que inquietante. Tuve la sensación de que me dieron el veneno con la
198 idea de que no era sólo para los Titanes. Nudos de malestar se habían formado en mi
vientre. No era que creyera que alguna vez tendría que usarlo contra Seth, pero era el
hecho de que ellos pensaran que tendría que hacerlo.
Eso fue lo que me preocupó.
—Santa. Mierda —murmuró Deacon, rompiendo el silencio.
Parpadeé una vez, y luego dos. Hércules seguía allí de pie, una sonrisa en sus bien
formados labios. El semidiós era sorprendente. Una cabeza llena de rubio y ondulado
cabello. Ojos tan azules como el cielo al amanecer, y sus músculos tenían músculos.
Tensaban la camiseta blanca que llevaba puesta, y hasta sus muslos sobresalían de una
manera que me hizo pensar que la costura de su pantalón explotaría en cualquier
momento.
—Veo que todos saben quién soy —dijo Hércules—. No es que esperara otra cosa.
Después de todo, soy el Hércules.
Mis cejas se alzaron.
Seth resopló.
—Hércules es un idiota —declaró Apolo, y el semidiós se encogió de hombros.
Obviamente esa no era la primera vez que escuchaba eso—. Pero es el único al que
Zeus permitió fuera del Olimpo. Será capaz de localizar a los otros semidioses.
—Porque soy así de impresionante —replicó Hércules.
Apolo suspiró mientras rodaba los ojos. —Y como dije, es un poco idiota.
—¿Un poco pene6? —murmuró Seth, su mirada moviéndose desde las puntas de
las botas de Hércules hasta la cima de su rubia cabeza—. ¿Un pequeño pene?
Oh Dios Mío.
Alex golpeó su mano sobre su boca.
—Te gustaría averiguarlo, ¿no es así? —replicó Hércules.
Seth rió. —No necesito emprender una búsqueda y una misión para descubrir los
que es evidente.
Oh. Dios. Mío.
El semidiós dio un paso adelante. Las botellas vacías en la mesa se sacudieron. —
He escuchado sobre ti, Apolyon. He escuchado todo sobre ti.
—Oh mis —susurró Deacon. Codeó a Luke con brillantes ojos plateados. Aiden y
Alex se pusieron de pie.

199 Apolo se cruzó de brazos. —Ustedes dos se entenderán pronto, por lo que veo.
—No me sorprende —respondió Seth, ignorando a Apolo. Un lado de sus labios
se alzó—. Después de todo, soy ese Apolyon.
—Algo de lo que estar orgulloso —replicó Hércules.
Bueno, esto se fue cuesta abajo rápidamente.
Seth elevó su barbilla. —Al menos lo que has escuchado de mí es cierto. ¿Tú? En
su mayoría mito, ¿verdad? Apuesto a que Papito hace que todo el mundo piense que
eres grande, malo…
—No —espetó Apolo cuando Hércules levantó la mano. Una luz blanca danzaba
sobre los nudillos del semidiós—. No puedes herir al Apolyon.
La sonrisa de Seth creció hasta proporciones épicas. —Malditamente cierto.

6
En esta ocasión se usa la palabra dick, la cual puede significar tanto idiota como pene. He ahí el porqué
el juego de palabras que usa Seth para burlarse de Hércules.
—Oh, no me malinterpretes, Chico Problema —dijo él, y Seth frunció el ceño—.
Herc aquí puede herirte, pero le estoy diciendo que no lo haga. Lo mismo va para ti.
Necesito que ambos se comporten.
—Eso no es divertido. —Hércules hizo un puchero.
—Espera. —La mirada de Deacon rebotó de atrás hacia adelante—. ¿Podemos
llamarte Herc?
El semidiós miró por encima de su hombro. —Todo el mundo lo hace.
―Genial —murmuró Deacon, sus plateados ojos ampliados.
Sentí como si necesitara sentarme.
Apolo echó un vistazo a la pareja de pie frente al sofá y sonrió, calentando la
etérea belleza de su rostro. —Ha pasado mucho desde que los he visto a ustedes dos —
dijo—. Ambos se ven muy felices.
—Lo estamos —respondió Aiden.
A su lado, Alex dejó escapar un pequeño chillido y luego se lanzó hacia adelante.
Apolo se rió mientras abría sus brazos ampliamente, dándole la bienvenida a Alex. Él
la abrazó. Ella lo abrazó. La opresión en mi pecho se incrementó.
Me puse rígida y luego me obligué a no reaccionar. No debería tener una reacción
en primer lugar. Esto era… dulce. Era evidente que ellos no se habían visto el uno al
200 otro en un largo tiempo. Alejando mi mirada, me centré en Herc. Él estaba mirando a
Apolo curiosamente, como si nunca hubiera visto al dios abrazando a nadie antes. La
mirada del semidiós se deslizó a la mía. Aparté la vista y vi a Seth observándome. Le
sonreí, porque no tenía una razón para no hacerlo. Todo era fantástico.
Todo no era fantástico.
Alcanzándola, volteé mi cola de caballo por encima de mi hombro. No sé porque
me molestó. Bueno. Lo sabía totalmente. Apolo ni siquiera me saludó. A su hija.
Estaba aquí parada como una tonta.
Aiden colocó una mano sobre el hombro del dios y dijo algo demasiado bajo para
que lo escuchara mientras Alex retrocedía. Le sonrió a Apolo, y exhalé lentamente.
Era hora de subirse las bragas de chica grande. Las cosas eran raras entre Apolo y yo, y
Alex lo conocía desde hace mucho tiempo, como realmente conocerlo. Yo sólo
conocía lo falso y lo real de Apolo, y literalmente podía contar con los dedos de ambas
manos el número de veces que lo había visto.
Seth dobló el brazo por encima de mi hombro, y mantuve esa sonrisa estampada
en mi cara. —Entonces, ¿Cuál es el plan de juego? —pregunté, centrándome en Herc.
Girándose hacia nosotros, Apolo observó el brazo alrededor de mi hombro, y en
silencio lo reté a decir algo al respecto. —Es bastante simple. Veo que encontraste a la
bibliotecaria. De lo contrario, no estoy seguro de cómo tendrías un vial con la sangre
de Pegaso.
—Lo hice. —Mantuve mi voz nivelada—. Y también encontré los iconos.
—Perfecto. Sabía que lo harías. —Su sonrisa fue breve, ni cerca de la enorme que
tuvo cuando Alex lo abordó chillando—. Ahora, todo lo que necesitamos son los
semidioses.
—Y ahí es donde entro yo. Es por eso que soy increíblemente útil. —Herc echó un
vistazo a la sala, como asegurándose de que todo el mundo se hubiera centrado en él.
Por encima de su hombro, vi a Luke poniendo los ojos en blanco—. Puedo sentir a
otros semidioses…
—Sí —cortó Seth, sonando aburrido—. Lo sabemos. Tus súper especiales sentidos
arácnidos te permiten olfatear otros semidioses.
Sus ojos se estrecharon. —Soy súper especial.
Aiden cerró los ojos mientras arrastraba sus dedos a través de su cabello oscuro.
Junto a él, Alex mordió su labio.
Intervine en la conversación antes de que se descarrilara. —¿Pero cómo vas a
utilizar eso ahora? ¿Puedes sentir donde se encuentran los semidioses ahora?
201 Herc sonrió mientras me observaba, y ni siquiera trató de ocultarlo. Su mirada se
detuvo en zonas que me hicieron sentir como si estuviera ahí desnuda. ―¿Por qué tu y
yo no tenemos esta conversación…?
—¿Quieres morir? —preguntó Seth casualmente—. ¿Pero de verdad esta vez?
—No estaba hablando contigo. —Herc me guiñó un ojo, y no podía decir si este
tipo era real o no—. No estoy seguro de si sabes esto o no, pero he matado varias
bestias, el león de Nemea, la Hydra de nueve cabezas, a Cacus que escupía fuego por
la boca. Podría continuar…
—Por favor, no —dijo Apolo con un suspiro, y puse mi mano en la espalda de
Seth, enredando mis dedos alrededor de su camiseta—. A nadie le interesa.
Herc resopló. —A todos les interesa.
—A mí me interesa un poco —sugirió Deacon—. Quiero decir, quiero escuchar
sobre las nueve cabezas de…
—Cállate, Deacon —dijo Aiden.
Mirando sobre su hombro, Herc sonrió. —Hablaremos más tarde.
Deacon brilló.
—No lo traje aquí al principio —explicó Apolo—. Eso fue lo que tomó tanto
tiempo. Lo llevé por todo el maldito globo…
—Fue muy divertido —añadió Herc.
—Fue horrible —replicó Apolo estoicamente, y mis labios se torcieron—. Fuimos
capaces de descubrir la ubicación de tres de los semidioses, los que no están cautivos
por los titanes. No pudimos localizar a los capturados.
—Huh. No tan especial entonces —murmuró Seth.
Luke se atragantó con lo que sonó como una risa.
Los irises de Apolo desaparecieron, reemplazados por insondables orbes blancos
que emitían diminutos rayos de luz.
—Oh-oh —susurró Alex.
—Uno de los semidioses está en Canadá, cerca de la ciudad de Thunder Bay. Otro
se encuentra en un pequeño pueblo llamado Pluckley. Es en Gran Bretaña. Estoy
seguro de que nunca han oído hablar de él.
—En realidad… —Luke arrastró las palabras—. Supuestamente es uno de los
pueblos más frecuentados de toda Gran Bretaña, así que es un poco irónico que un
semidiós… Bueno —dijo, con los ojos muy abiertos cuando Apolo lo enfrentó con una
202 cara de todo menos impresionada—. No importa.
—El otro semidiós se encuentra en el sur de California, en el área de Malibú —
continuó Apolo—. No me importa por cual empiecen, pero esos son los tres que hay
que encontrar. —Hubo una pauso y se giró hacia mí. O al menos pensé que lo hizo.
No podría decirlo ya que no tenía ojos normales—. Debo irme. Volveré en cuanto
pueda.
Entonces Apolo —mi padre— se había ido, simplemente desapareciendo como si
nunca hubiese estado ahí. Se había ido sin ni siquiera un apretón de manos.
Por no hablar de un abrazo.
Y antes de que pudiera preguntarle nada sobre mi mamá o Erin.

Seth
—Herc es algún tipo de imbécil.
—¿Algún tipo? —Reí mientras Josie y yo caminábamos a través del patio norte. El
único signo de la lucha anterior era la estatua que faltaba—. Es un gran costal de
penes. Penes pequeños, también.
Se rió mientras escaneaba el lugar. El sol de la tarde ya estaba empezando a
desaparecer y las temperaturas más cálidas estaban cayendo. —Parece muy lleno de sí
mismo, pero si es capaz de conducirnos a los demás semidioses entonces tenemos que
tolerarlo.
—No puedo prometer nada.
Mirándome, sonrió. —¿Crees que Solos va a ser capaz de hacer uso de la sangre de
Pegaso?
Solos había aparecido después de que Apolo se había ido. Una vez que había
superado la sorpresa de encontrar a Hércules, Josie le mostró a Solos el vial. El viejo
Centinela iba a cubrir las armas con la toxina. No las dagas del Covenant, sin
embargo, ya que era demasiado peligroso. Iba a utilizar las hojas que tenían forma de
carámbanos una vez liberados. Al menos con ellas, no teníamos que preocuparnos por
cortar a alguien accidentalmente.
—Nunca he estado en California —dijo Josie, balanceando los brazos a los
costados—. Me alegro que eligiéramos ese de primero. ¿Está mal que esté de alguna
forma emocionada?
—No. ¿Por qué lo estaría?
Sus hombros se elevaron mientras miraba hacia el cielo. —Porque no es como si
estuviéramos yéndonos de vacaciones. Sé que va a ser peligroso por ahí, o podría serlo.
Tenemos que convencer a una persona al azar que es un semidiós.
203 —Eso probablemente va a terminar bien —comenté.
Se rió de nuevo. —Sí. Además, hay tantas cosas pasando. Los problemas con los
mestizos y puros. No he oído nada de mi mamá o Erin. No tenemos idea de cómo
encontrar los semidioses que los Titanes han capturado o lo que les está pasando, y
yo…
—Entiendo lo que estás diciendo. Tenemos un montón con lo que tratar y
enfocarnos, pero eso no significa que no puedas disfrutar la vida un poco.
—Huh. —Frunció los labios.
—¿Qué significa eso?
Josie se detuvo y se volvió hacia mí. El viento arrojó unos mechones que habían
escapado de su cola de caballo a través de sus mejillas. —Es simplemente extraño
viniendo de ti.
Arqueé una ceja. —¿Que se supone que significa eso?
—No creo que vivas la vida por ese lema. —Empujó mi pecho con su dedo—. No
creo que realmente hayas estado disfrutando de la vida hasta hace poco tiempo.
Abriendo la boca, empecé a discutir eso, ¿pero qué demonios podía decir? Tenía
razón. —Touché.
Su sonrisa se extendió cuando giró y comenzó a caminar de nuevo. —Realmente
me gustaría que hubieras visto ese Pegaso. Seth, fue increíble.
—Es sólo un caballo con alas.
Jadeando, me lanzó una mirada entornada por encima del hombro. —Creo que no
podemos seguir siendo amigos.
—Eso está bien. No tengo intenciones de ser sólo tu amigo.
Josie rodó los ojos. —¿Vas a empezar a entrenarme otra vez?
—¿Por qué no? —Podría hacer la cosa de mano-a-mano, ¿pero los elementos?
Realmente no creo que deba presionarlo—. Pero nos vamos en dos días, por lo que va
a hacer el entrenamiento difícil.
—Cierto.
No hablamos durante unos momentos cuando nos acercamos a la residencia de
estudiantes, e imaginé que no tendríamos una gran cantidad de tiempo a solas en los
próximos dos días. En ese momento, Deacon estaba todo chico-fan sobre Hércules.
Hombre, lo sentía por Luke, parecía como si quisiera arrancar sus propios tímpanos y
echarlos en el suelo, para luego pisarlos fuertemente cuando nos fuimos. No pasaría
mucho tiempo antes de que todos nos volviéramos a reunir para hacer planes para
204 nuestro viaje. No era algo de lo que quería hablar con Josie.
—Hey. —Cogí su mano y la arrastré hacia mí—. ¿Estás bien?
—Sí. Por supuesto. —Puso su mano sobre mi pecho e inclinó la cabeza hacia
atrás—. ¿Por qué preguntas?
—¿En serio?
Su nariz se arrugó. —En serio.
—Está bien. —Guiándola hacia el banco, me senté y tiré de ella en mi regazo. Se
tensó por un momento y luego se relajó—. Vi la forma en que te veías cuando Alex y
Apolo se vieron.
Los ojos de Josie se encontraron con los míos por un momento y luego se alejaron.
No estaba teniendo eso. Tomé su barbilla, forzando su mirada hacia la mía. Suspiró.
—¿Fue tan obvio?
—No. —Mi mirada buscó la suya. Cuando Josie se había cerrado temprano,
viendo a su padre ser amable con Alex, me encontré con ganas de golpear a Apolo con
akasha por centésima vez—. No fue notable.
—Pero lo notaste.
Enrollé mi brazo alrededor de sus caderas. —Eso es porque siempre estoy
mirándote. Si supieras cuánto, probablemente pensarás que es espeluznante.
—Seth. —Rió.
—¿La verdad? Me quedé mirándote el trasero todo el camino a este banco.
—Oh Dios mío. —Sacudió la cabeza—. Eres ridículo, Sethie.
—Soy honesto. —A veces.
—Sí... —Otro suspiro viajó a través de ella—. Yo sólo… Él apenas y se dirige a
mí, ¿sabes? Y nunca logro preguntarle nada. Aparece y desaparece sin ninguna
discusión real. Parecía… parecía muy feliz de ver a Alex. Como se abrazaron y yo…
Quería lastimar a Apolo.
Exhaló ásperamente. —Ya no tengo a mis abuelos. O a mi madre, y él es mi
padre, pero no actúa como uno. Siento que soy una huérfana a veces. Es decir, que
realmente lo soy.
—Te entiendo —le dije. Josie se inclinó, apoyando la mejilla en mi hombro.
Levanté mi brazo, doblando la mano alrededor de su nuca—. No estás sola en eso.
Entiendo.
—Lo haces —murmuró.
205 Sonreí ligeramente mientras miraba hacia ella. Esos hermosos ojos estaban
cerrados y las largas pestañas desplegadas sobre sus mejillas. Entonces levantó la
cabeza. Curvando la mano por mi mejilla, levantó su boca a la mía.
El roce de sus labios contra los míos era tentativo en un principio, nada más que
un barrido de sus labios, pero me golpeó fuerte. Sabía que sintió mi rápida reacción.
No podía ocultar lo que estaba presionando contra su trasero o cómo mi mano se
apretó a lo largo de la parte posterior de su cuello.
—Me gusta besarte —dijo—. Pensé en compartir eso.
Capturé la esquina de su labio, pellizcando suavemente. —Bueno, cada vez que
desees hacerlo, lo tienes.
—¿En cualquier momento?
Inclinando la cabeza, llevé el beso más profundo, y Josie me encontró con
impaciencia. Era como si no estuviéramos sentados afuera siquiera, donde cualquiera
podía caminar justo hacia nosotros. No importaba. Se retorció en mi regazo, inquieta y
buscando más. Mis manos se unieron, deslizándose por su cuerpo, acariciando las
curvas esperando bajo su ropa. Quería explorarla. No iba a pasar en ese momento, sin
embargo.
Al sentir Alex, me alejé. —Estamos a punto de tener compañía.
—Eh. —Josie parpadeó y luego llevó su mirada por encima del hombro—. Oh.
Eso es tan raro.
No dije nada mientras me movía en el banco, girando a Josie por lo que sus
piernas cayeron entre las mías. Esperaba que se levantara y pusiera un poco de
distancia entre nosotros. No estaba seguro de si ella estaba bien con el muy evidente
estado de nuestra relación estando ahí afuera dado... bueno, dado mi pasado con estos
dos.
Los pasos de Aiden fueron más lentos a medida que se acercaban. Claramente, la
expresión de mi cara no era exactamente una acogedora. —Lo siento —dijo, mirando
hacia el cielo—. No pretendíamos interrumpir.
—¿Pero lo están? —contesté.
—Sí. —La sonrisa de Alex era débil—. Simplemente los dejamos. No estoy segura
de cómo cualquiera de nosotros va a sobrevivir mucho tiempo en presencia de Herc.
Es un grandísimo imbécil.
Josie se rió. —Eso es lo que dije.
—Las grandes mentes piensan igual. —La sonrisa de Alex se agrandó—. Sólo
206 queremos asegurarnos de que están de acuerdo con nosotros yendo con todos ustedes.
—Por supuesto —dijo Josie, apoyándose de nuevo en mí. No estaba levantándose
o alejándose de mí. Ni una sola parte de ella estaba... avergonzada o preocupada por lo
que cualquiera pensara.
Maldita sea.
—Bien —respondió Alex.
Deslicé mi mano sobre la cadera de Josie. —No es como si realmente tuviéramos
una opción si decíamos que no queríamos que vayan.
—Nop —respondió Aiden con una sonrisa.
Mi mirada se encontró con la de él. —Como en los viejos tiempos.
Hubo una pausa y esos ojos grises ardieron mientras decía—: Esperemos que no.
Capítulo 23
Josie
Traducido SOS por Dee
Corregido por Xei07

—N o puedes detenerme —declaró con firmeza Deacon,


probablemente en la voz más seria que jamás lo
había oído usar—. Soy un adulto.
Aiden tomó una respiración profunda, pero no ayudó. —Te puedo detener.
Fácilmente.
—Me gustaría verte intentarlo.
Ver a los hermanos discutir era como tener asientos de primera fila en un partido
de tenis. No tenía idea de quién iba a ganar. Deacon quería ir con nosotros para
encontrar otros semidioses. Aiden no iba a aceptarlo.
207 —No quieres verme intentarlo. —Aiden estaba sentado en el sofá en el interior de
la habitación que él y Alex estaban compartiendo, la que era en realidad una
habitación bastante decente de tamaño. Más grande que la mía o la de Seth. Tenía una
sala real con un sofá real, dos sillas papasan y una otomana en la que Alex estaba
sentada. Sinceramente, no tenía idea de cómo había acabado aquí.
Después de que Alex y Aiden nos encontraron a Seth y a mí en el banco, los
cuatro habíamos caminado de regreso al dormitorio. Entramos a su habitación, y
mientras que había estado boquiabierta ante el tamaño de la cosa, Seth se fue para ir a
buscar a Solos. Él había dicho que estaría de vuelta.
Eso fue hace una hora.
De verdad esperaba que no se hubiera encontrado con Hércules, porque estaba
segura de que eso no terminaría bien en absoluto.
—Probablemente pienses que quiero ir con ustedes por Luke. —Deacon estaba de
pie en frente del sofá, con las mejillas sonrojadas por la frustración—. No es por él. —
Miró a Luke—. Sin ofender, nene.
—Faltaba más —dijo Luke desde el otro lado del sofá.
—Pero también me gustaría tomar un momento para señalar que él también va a
perder clases para ir en esta búsqueda de semidioses.
—Eso es diferente —razonó Aiden con calma—. Está entrenado, Deacon. Lo
sabes. Este viaje podría ser peligroso.
—Lo sé, y no es como que no hemos tenido esta conversación un millón de veces.
Entiendo que quieres protegerme. Soy consciente de eso, pero no soy un niño. —Mi
mirada conectó con la de Alex mientras hacía una mueca. Entendía totalmente de
donde venía Deacon. También entendía por qué Aiden quería que se quedara aquí,
donde era mensurablemente seguro. No teníamos idea de lo que pasaría ahí afuera.
—Sé que no eres un niño, Deacon.
Deacon sacudió la cabeza. —No lo entiendes. Sé cómo protegerme, pero es más
que eso. No puedo verte por medio año, Aiden. Eso son seis meses. Eres inalcanzable
para mí —dijo, y su voz cayó—. Es como si estuvieras muerto.
Luke se inclinó hacia delante mientras Aiden hacía una mueca.
Aiden dijo—: Deacon.
—No. Necesitas escuchar esto. Ambos lo necesitan. Estoy feliz de que estén bien.
De que van a tener la eternidad y de que están juntos, pero no es fácil para mí —dijo,
con los ojos brillantes, y me sentí como si no debería estar aquí para presenciar el
crudo dolor que Deacon estaba expresando—. Te extraño, y este es mi tiempo. Tengo
seis meses para verte. Eso es todo antes de que tengas que volver. ¿Y quién sabe cuánto
208 tiempo va a tomar esto? Podrías desaparecer los seis meses completos. Quiero verte.
Eso es justo.
Su hermano bajó la mirada mientras corría la mano a través de su grueso cabello.
No dijo nada cuando Luke se levantó, se acercó a donde estaba Deacon y envolvió su
brazo alrededor del hombro de Deacon, atrayéndolo a su pecho. Besó la parte superior
de los rizos rubios de Deacon.
—Maldición. —Aiden dejó caer su brazo y levantó la vista—. No lo pensé de esa
manera.
—Por supuesto que no —murmuró Deacon—. Es por eso que me necesitas
alrededor. Yo pienso en todo.
Aiden se rió con voz ronca y luego miró a Alex. Ella le sonrió
tranquilizadoramente, y fue tan evidente que los dos estaban en la misma página,
como si sus mentes y sus almas estuvieran vinculadas.
¿Seth y yo alguna vez llegaríamos a esa etapa? ¿Tendríamos una oportunidad?
Aspiré una respiración corta y la saqué lentamente. Tendríamos esa oportunidad.
Tenía un plan. No era el mejor. Sólo necesitaba que Apolo estuviera el tiempo
suficiente conmigo para poner ese plan en acción.
La puerta se abrió, mientras miraba hacia allá. Hércules entró. Su labio superior
curvado. Desagrado estaba claramente grabado en su hermoso rostro.
—Incluso esta habitación es pequeña. ¿Por qué es todo tan pequeño aquí?
—Es un dormitorio —explicó Luke, y tuve que darle crédito por intentar—. Las
cosas son un poco pequeñas en los dormitorios.
Pensé en mi residencia de nuevo en Radford. —Y esto es en realidad más grande
que…
—Esto no es grande. —Herc me cortó, y luego levantó su brazo, flexionando su
bícep—. Esto es grande.
Abrí la boca, pero sí, no tenía palabras.
—¿Pero por qué todos tienen una habitación mejor que la mía? —preguntó,
mirando alrededor con un ojo crítico. Miró a Aiden—. Quiero decir, ¿quién eres, de
todos modos?
—Bien. —Alex se levantó de la otomana—. Tengo hambre. ¿Quieres ir a comer
algo conmigo?
Pasaron varios segundos antes de que me diera cuenta de que estaba hablando
209 conmigo. Me puse de pie lentamente mientras se acercaba a la puerta, enviándome
una mirada que advertía que mejor me daba prisa. Lo hice.
Una vez en el pasillo, levantó los brazos y sacudió sus puños hacia el techo
mientras saltaba sobre sus pies. Completamente en modo rabieta.
Sonreí.
—Oh dioses, no puedo ni siquiera lidiar con ese tipo —dijo—. Sólo han pasado un
par de horas y quiero arrancar sus ojos con las uñas de mis pies.
—¿Uñas de los pies?
—Sí. —Estaba furiosa—. Porque son romos y lastimarían más, después de que le
diera una patada a su estúpida cara.
Me reí con la imagen que se formó en mi mente. —Definitivamente es un idiota.
—Ni siquiera estoy sorprendida de que Apolo lograra encontrar el semidiós más
molesto —dijo mientras caminábamos por el pasillo—. Además del hecho de que tiene
una sincronización impecable, tiene un súper poder cuando se trata de encontrar
imbéciles.
El hecho de que Alex era consciente de lo mala que era la sincronización de Apolo
me hizo pensar en la forma en que había descubierto eso. Llegamos al vestíbulo lleno
de gente. Varios estudiantes que estaban cerca de las furias la miraron embobados
mientras daba zancadas hacia la puerta. La noche había caído.
—Espera. —La alcancé, manteniendo mi voz baja—. ¿No hay un toque de queda?
Alex resopló a medida que abría la puerta. —Sí, pero no se aplica a nosotros.
Mis cejas se levantaron cuando abrió la puerta y, segura como el infierno, pasó por
delante de los Guardias haciendo cumplir el toque de queda. No dijeron nada. Ni
siquiera cuando Alex movió los dedos hacia ellos.
Bien entonces.
—Espero que todavía haya algo de comer en la cafetería —dijo, echándome un
vistazo—. Por cierto, casi siempre estoy muriendo de hambre.
—Lo mismo digo. —Me hubiera gustado haber tenido mi sudadera conmigo. El
viento seguía siendo frío, incluso en junio—. Ellos probablemente tendrán algo de
comida fría fuera. Normalmente lo hacen durante la noche. Alguien la mantiene
abastecida durante toda la noche.
—Genial. —Caminamos unos momentos en silencio y luego dijo—: ¿Estás bien
con todo? ¿Yendo por Cali y lo que podríamos enfrentar por ahí?
Asentí e inmediatamente me detuve de leer más en lo que era sin duda una
210 pregunta inofensiva. —Lo estoy. Es decir, no sé exactamente con lo que nos
encontraremos, pero he… Me he enfrentado a un Titán antes.
Sus labios se fruncieron. —Eso había oído. Asesinaste a Hyperion.
—Algo así —dije mientras seguíamos el sendero, extrañamente solo en el patio—.
Sólo lo puse fuera de servicio.
—Después de estar... a solas con él —añadió en voz baja.
La miré bruscamente. Estaba mirando hacia el frente. No respondí.
—Sabes que luché contra Ares, ¿verdad? —preguntó.
—Sí.
Se humedeció los labios y luego se detuvo, encarándome. —Ares no sólo pateó mi
trasero y no lo hizo en silencio. Él… me rompió durante mucho tiempo, de una
manera que no estaba segura de la que me recuperaría realmente. —Cada palabra que
decía era dolorosamente contundente y obviamente no era fácil para ella hablar de
eso—. No sé lo que pasó cuando estabas con él. Nadie ha dicho nada, pero sé cómo…
Sé cómo funciona el mal.
Cerrando los ojos, aparté la mirada y tragué. No había tenido pesadillas el último
par de días. Tenía la esperanza de que se mantendrían alejadas. Total abstinencia del
manual, pero realmente no tenía el tiempo para un colapso mental.
—De todos modos —dijo—. Sólo estoy poniendo esto por ahí. Si quieres hablar de
alguna cosa de Hyperion, estoy aquí.
—Está bien. —Me aclaré la garganta mientras le daba vueltas a mi cola de caballo
por encima de mi hombro.
Alex sonrió un poco, una pequeña sonrisa que me hizo sentir de cierto modo mal
por estar molesta antes sobre ella y Apolo.
Mientras nos mirábamos la una a la otra, dándonos cuenta de que teníamos otra
cosa en común, un vínculo muy tenue se formó entre nosotras. Era frágil,
completamente nuevo, pero ambas habíamos mirado a los ojos del... mal y estábamos
de pie aquí a pesar de ello.
—Entonceeeees. —Prolongó la palabra mientras comenzábamos a caminar de
nuevo—. ¿Tú y Seth…?
Oh mi, esto iba de una incómoda conversación a otra.
—Parece que las cosas han cambiado desde la última vez que hablamos. —Alex se
rió entonces, y el pesimismo se fue, como si tuviera práctica en pasar rápidamente de
cosas terribles a horribles—. ¿Qué fue qué, hace tan sólo un día?
211 —Sí. —Me reí con ella—. Se siente como semanas, ¿verdad?
—Así es siempre cuando las cosas están pasando. —Saltó sobre un muro bajo y
caminó sobre el borde. Está bien, volvía a no agradarme, porque yo me habría caído de
inmediato como una llama de tres patas—. Por lo tanto, parece que han resuelto las
cosas.
Una parte de mí no quería hablar de esto, pero mi lengua comenzó a moverse
como siempre. —Creo que sí. Sí —corregí—. Hemos resuelto las cosas.
Por lo menos pensaba que lo habíamos hecho. No habíamos tenido la oportunidad
de hablar realmente. Estábamos juntos, pero sentarnos y tener una conversación sobre
el estado de las cosas era probablemente una buena idea.
Cuando no respondió, la miré. Su expresión estaba en blanco mientras caminaba
en el muro.
—No cree que debería ser feliz o tener algo bueno en la vida —le dije, y tal vez no
debería haber dicho nada de eso, pero no estaba segura de si Alex realmente entendía
el tipo de lugar en que Seth había estado existiendo, lo que estaba viviendo—. Algo de
eso tiene que ver con lo que tenía que hacer. Después de lo que pasó con Ares, los
dioses lo utilizan para cazar y matar a los que se alinearon con Ares. Era básicamente
su asesino.
Los labios de Alex se separaron. —Yo… en realidad no lo sabía.
—Y sé todo acerca de las cosas que hizo cuando estaba trabajando con Ares. Él no
se ha perdonado a sí mismo por eso. No es que algunas de esas cosas que había hecho
o sido parte incluso justifiquen el perdón, pero él... Está atascado, y eso no está bien —
dije, deteniéndome cuando llegó al borde y bajó la mirada hacia mí—. Sé que hay
cosas por las que probablemente nunca serás capaz de perdonarlo u olvidar.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —A veces lo he perdonado por completo. Otras
veces todavía quiero darle un puñetazo.
—Comprensible. —Me encontré con su mirada.
Varios momentos pasaron y entonces Alex volvió la mirada hacia el cielo. Sus
hombros se levantaron. —Me preocupo por él.
—Tú…
—Me preocupo de lo que es capaz —agregó, y me tensé—. Sé que no es algo que
deseas escuchar y por favor sé que no es... no viene de un mal lugar. Seth es... renunció
a todo para asegurarse de que Aiden y yo tuviéramos un para siempre. Hay bien en él,
mucho bien, pero…
Pensé en lo que había dicho Medusa. —¿Pero qué?
212 Sus pestañas bajaron, protegiendo sus ojos. —Hay tanta oscuridad en él.
—Lo sé —susurré—. Pero puede encontrar la luz.
Alex no dijo nada.
—Se merece una vida real —insistí—. Se merece una segunda oportunidad.
—Estoy de acuerdo. —Saltó del pequeño muro, aterrizando ágilmente a mi lado—
. Quiero decir, Seth tiene problemas, pero merece la felicidad. Realmente lo hace.
—Me voy a asegurar que la tenga —le dije, y quise gritarlo desde las cimas de las
montañas.
Los ojos de Alex se ampliaron mientras me miraba. —Eso es bastante intenso.
Me encogí de hombros. —Es verdad.
Hubo una pausa. —Lo amas, ¿verdad?
No había ninguna duda. —Estoy enamorada de él.
Capítulo 24
Traducido por Anna & por Dee
Corregido por Xei07

C
on el corazón acelerado, traté de mantenerme, hacer exactamente
lo que Seth me había ordenado que hiciera, pero esto era pura
tortura.
Dichosa, loca, deliciosa tortura.
Las callosas palmas de las manos de Seth se deslizaron hacia arriba por la parte
interna de mis muslos y alrededor para agarrar mi trasero. Me quedé de pie en la parte
superior de su cabeza inclinada. Parte de mí no podía superar el hecho de que él estaba
de rodillas frente a mí.
La tensión menguó y formó una cresta, mordí mi labio mientras su lengua se
movía a lo largo del pliegue de mi muslo. Estaba matándome. Lentamente. Como me
había matado la noche anterior, cuando finalmente volvió de su reunión con Solos y
213 nos fuimos a hurtadillas de vuelta a su habitación. No tuvimos un montón de charla
luego. Nuestras lenguas y bocas habían estado ocupadas con otras cosas. Hoy no
teníamos mucho tiempo tampoco. No cuando habíamos pasado la mayor parte del día
preparándonos para el viaje de mañana.
Mis caderas corcovearon cuando su lengua se movió más cerca de donde
realmente, realmente quería que estuviera.
—No te muevas —dijo con una voz ronca que envió un escalofrió a través de mi
piel.
A mis costados, mis dedos se contrajeron con la necesidad de enterrarlos en su
cabello y guiar esa maravillosa, y de alguna forma aun increíblemente molesta boca
justo un par de centímetros. —No me estoy moviendo.
—Te estás moviendo. —Besó la parte interna de mi muslo—. La moderación es
una habilidad adquirida.
Miré la cima de su cabeza.
—Una que no tengo realmente dominada. —Sus pestañas se levantaron, y el aire
se atoró en mi garganta cuando nuestras miradas se conectaron—. Lo cual será algo
obvio en un par de segundos.
Su cálido aliento bailó sobre el lugar en donde lo quería tan desesperadamente.
Contuve mi aliento. Movió sus manos, usando sus pulgares para abrirme.
—Oh dioses —susurré.
Su lengua rozó toda mi caliente carne, liberando un apretado jadeo de mí. Se
movió al otro lado, evitando el centro, y se mantuvo lamiendo y probando hasta que
mis piernas se sacudieron.
—La ambrosia no podría ser tan dulce que tú —gruñó, y luego su lengua se
introdujo. Lamió y chupo, y no pude mantener mis caderas inmóviles. No había
manera. Me moví contra su boca.
Hubo el tartamudeó de un latido y luego su boca se cerró sobre mí. Gritando, dejé
caer la cabeza hacia atrás mientras él succionaba profundo y duro. Caí justo sobre el
borde, en olas y olas de placer estremecedor.
Repentinamente, estaba siendo girada. Una dura mano en el centro de mi espalda,
guiándome. Mis manos golpearon la cama y mis brazos se tensaron mientras Seth
agarraba mi cadera con su otra mano. Estaba aún viniéndome cuando entró dentro de
mí desde atrás.
Esta posición era nueva, y santa mierda, nunca había sentido nada como esto.
214 Estaba dentro y tan profundo, y moviéndose, golpeando. Sus embestidas eran duras y
rápidas, lanzando mi cabello hacia adelante y sobre mi cara. Mis brazos cedieron, pero
antes de que pudiera caer de cara, estaba siendo levantada una vez más. Me movió,
controlándome con una facilidad que era abrumadora.
Y caliente.
Realmente, realmente caliente.
Estaba sobre mi espalda y mis piernas estaban sobre sus hombros y estaba dentro
de mí, hundiéndose y retirándose, y la tensión fue girando más y más fuerte de nuevo.
El tenso rostro de Seth era una máscara de determinación, su mandíbula dura y los
labios delgados. Sus ojos eran de un increíble y luminoso color ámbar. Mis caderas se
inclinaron y mi espalda se arqueó mientras se introducía, una y otra vez hasta que la
tensión se rompió una vez más, llevándolo conmigo. Se puso rígido, lanzando la
cabeza hacia atrás mientras gemía mi nombre. Las venas sobresaliendo mientras
palpitaba profundamente en mi interior.
Cuando bajó mis piernas y salió con cuidado, subió sobre mí, besando mis labios.
Tuve un momento difícil reuniendo la energía para hacer mucho más que yacer allí
cuando desapareció para ocuparse del condón. No me había movido para el momento
en que regresó.
Seth estuvo todo oki-doki sobre eso.
Se tendió a mi lado, lanzando su brazo y pierna sobre mí. Me acercó y cada parte
de nosotros estaba tocándose. Ambos estábamos desnudos y sudorosos, y era
jodidamente perfecto. En momentos como éste, era fácil permitirme pensar, soñar, que
él y yo éramos simplemente normales, como cualquier otra pareja en el mundo.
Su mano rozó mi pecho. —Estaba pensando…
—No sabía que eras capaz de eso —bromeé.
Se rió entre dientes. —Algunas veces. —Ese vagabundo pulgar suyo se encontró
con la punta endurecida—. Pero me estaba preguntando si había alguna forma de que
pudiera convencerte de quedarte aquí mientras nosotros nos dirigimos a California.
Eso me sacó de la niebla inducida por el placer. Giré la cabeza en su dirección. —
¿Vamos otra vez?
—Realmente no necesitas estar ahí. Hércules, el legendario Costal de Penes, puede
encontrarlos sin ti —explicó mientras mis ojos se entrecerraban—. Podemos traer a los
semidioses aquí, a ti, donde es seguro.
—Además de las errantes manadas de daimons, potenciales sombras y Titanes,
mestizos y puros peleando constantemente —señalé.
215 Levantó la cabeza, apoyando la mejilla en su puño. —Sí, pero el Covenant es a
prueba de Titanes.
—Por ahora.
—Pero todavía estarás a salvo. —Pasó su pulgar sobre mi pezón, pero eso no iba a
distraerme—. Sólo no te quiero en una peligrosa…
—No lo digas. —Levanté la mano, colocando mis dedos contras sus labios—. Lo
entiendo, Seth. Realmente lo hago. Quieres que esté a salvo. Quiero que tú estés a
salvo, pero sabes que no puedes mantenerme aquí. Eventualmente voy a tener que
pelear contra los Titanes. —Mi ritmo cardiaco se disparó con el pensamiento, aunque
mi voz estaba nivelada y calmada. Soné tan madura aceptando mí futuro que merecía
una cesta de pollo en oferta o algo así—. Eso va a suceder.
Un musculo palpitó a lo largo de su mandíbula, pero besó la punta de mi dedo. Le
sonreí. —Ni siquiera sabemos qué va pasar allí afuera. Probablemente nada excepto
unas realmente raras conversaciones con alguna persona que no tiene idea de que
estamos a punto de decirles que son semidioses.
—Sí, imaginé que esa podría ser tu respuesta, pero tenía que intentarlo.
—Y esa es la única razón por la que no estoy golpeando tu garganta justo ahora —
Hice una pausa, sonriendo dulcemente—, con amor.
Sus labios se curvaron en una esquina. —¿Puedes hacerme una promesa sin
embargo?
Esperé. —Sí. Prometo usarte por siempre como mi Almohada Mascota.
Seth se encogió de hombros. —Estoy feliz de escucharlo, pero eso no es sobre lo
estaba preguntando.
Me reí. —Muy bien. ¿Qué?
Hubo una pausa. —Si nos topamos con algún problema, prométeme que te
quedarás cerca de Alex y Aiden.
Insegura de haberlo escuchado correctamente, lo miré de nuevo. —¿Qué?
—Si algo va mal, te quedarás cerca de ellos —repitió—. Sé que has estado
entrenando. Sé que puedes pelear y estás usando los elementos. No estoy diciendo esto
porque dude de tu habilidad de combate y de mantenerte a salvo por ti misma. —Hizo
una pausa, frunciendo las cejas hasta juntarlas—. Aunque en cierta forma te sugerí eso
temprano, pero estaba siendo un idiota porque, bueno, soy un idiota.
Inhalé.
—Pero sólo quiero que te quedes cerca de ellos, ¿bien? —concluyó.
216 En serio no tenía idea por dónde comenzar con esto. —¿Por qué me dirías que
permanezca cerca de ellos y no contigo?
Su mano se apretó en mi pecho. —Puedo volverme un poco… fuera de control si
una pelea se torna mala.
Mis cejas se levantaron.
—Sólo no quiero nada que explote… hacia ti —añadió mientras sus pestañas
bajaban—. No podría lidiar con ser la razón de que algo…
—No vas a ser la razón. —Coloqué mi mano en su mejilla, levantando su barbilla
así sus ojos se encontraban con los míos—. Y sé que nunca vas a lastimarme.
Un musculo tembló a lo largo de su mandíbula. —¿Cómo tuve…
Cuando se detuvo y no terminó, corrí mi dedo bajo su labio inferior, suavizando la
piel. —¿Cómo tuviste qué?
Esos ojos se encontraron con los míos de nuevo. —¿Cómo tuve tanta suerte
contigo?
—Buena pregunta —murmuré.
Se rió, pero el sonido se desvaneció rápidamente, como si nunca estuviera allí. —
Sé que suena estúpido, decir algo así, pero yo... Nunca te esperé, Josie. Ni una vez
pensé que algo así iba a suceder. —Hizo una pausa, arrastrando su mano hacia abajo,
sobre mi estómago—. Nunca he estado en una relación seria.
—¿Y esto es serio? —pregunté, queriendo cerrar mis ojos.
—Más serio de lo que he sido en nada en mi vida —dijo, no hubo una parte de mí
que dudara de lo que dijo. Movió su palma contra su mejilla—. Pero sabes que esto…
esto no va a durar.
Hielo inundó mi piel.
—Sin importar cuanto lo quiera, y lo hago, Josie. —Sus ojos se cerraron
brevemente—. Lo quiero más que nada, pero hice un trato, y en algún momento
vendrán para cobrarlo.
—Y estaré allí para detenerlos —declaré.
Sus ojos se abrieron. La sorpresa brilló en su rostro. —Josie…
—Si tengo que luchar contra todos los dioses, incluyendo a mi padre, para
ayudarte a salir de ese trato, lo haré. —Determinación me llenó—. Ese es un cheque
que puedes llevar al banco y cobrar.

217 —Espera. ¿Acabas de decir “ese es un cheque que puedes llevar al banco”?
Calor golpeó mis mejillas. —Mi abuela solía decir eso siempre.
Seth me miró un momento y luego bajó la cabeza a la mía. No me besó,
simplemente apoyó los labios contra la curva de mi mejilla. —Todavía eres tan mortal.
—¿Y aún te gusta eso de mí?
—Sí. —Besó mi mejilla entonces, deslizando su mano hacia el sur. Me ahuecó,
apretando—. También me gusta mucho esto de ti.
—Pervertido.
—Créelo. —Su mano se alejó, y sonrió mientras me miraba, pero esa sonrisa no
llegó a sus ojos.
—Tienes que aprender a confiar más en ti mismo —le dije, acariciando su
mejilla—. Como empezar algún tipo de afirmaciones diarias o algo así.
—Oh sí, Josie, empezaré a hacer eso en la mañana. Inmediatamente.
—No se lo diré a nadie. —Sonreí.
—Lo que sea. —Se rió mientras su mano se desviaba a través de mi vientre.
Aliviada de que estaba bromeando y riendo de nuevo, dejé que mi mirada vagara
sobre su llamativo rostro. Sus pestañas estaban abajo y las comisuras de sus labios
estaban curvadas en un lado. Mientras lo observaba, pensé en lo que Alex había dicho
antes. Empujé esos pensamientos a un lado y otro pensamiento emergió, algo que
había olvidado con la llegada de Hércules y… bueno, Seth siendo Seth...
—Oye —dije, y sus pestañas se levantaron—. ¿Crees que es posible que Alex siga
siendo el Dios Asesino?
Una ceja se levantó. —No. Fue por eso que los dioses insistieron en que… que
tenía que morir una muerte mortal. De esa manera, ya no sería el Dios Asesino.
Fruncí el ceño. ¿Entonces de qué diablos estaba hablando Medusa?
—¿Por qué preguntas eso?
Me encogí de hombros. —Sólo me lo preguntaba.
Seth curvó su mano sobre mi cadera. —Alex no es el Dios Asesino. Ella sigue
siendo un Apolyon de alguna manera. Una semidiosa y un Apolyon.
Mi ceño se incrementó. —¿Cómo puede ser a la vez... ? —Mi voz se apagó
mientras me daba cuenta de lo que significaba. Mi estómago se apretó—. ¿Están
conectados todavía?

218 Su mirada se levantó a la mía. —Sí.


Cada músculo se tensó. Me quedé allí, incapaz de moverme. No podía darle
vueltas al conocimiento de que Alex y Seth estaban conectados, unidos de una manera
que nunca podría imaginar, no podía…
—Josie. —Su mano dejó mi cadera y se enroscó alrededor de mi mejilla—. Alex y
yo todavía estamos conectados, pero no como lo era antes. Ni de cerca tan poderoso.
Di una respiración superficial mientras agarraba su muñeca. Mi estómago se agitó,
y me sentí como si pudiera vomitar. —¿Me está diciendo eso para hacerme sentir
mejor al respecto?
—No. Lo juro. Apenas puedo recoger algo de ella y cuando lo hago, es débil. —
Bajó la cabeza y besó la punta de mi nariz—. Confía en mí, no estoy demasiado
emocionado al respecto, pero en comparación con antes, no es nada del otro mundo.
Nada del otro mundo. Seguí repitiendo eso, una y otra vez, pero saber que el
hombre que amabas estaba conectado a otra mujer en un místico nivel celular, ¡era
totalmente algo!
Seth alisó su pulgar a lo largo de mi labio inferior. —No nos afecta, Josie. Nunca
lo ha hecho. Nunca lo hará. Lo que tengo contigo…
—Está bien. —Tenía que estarlo, y podía ser indiferente acerca de esto. Alex está
enamorada de Aiden, y Seth se preocupaba por mí de una manera en que nunca se
preocupó por alguien antes. Lo sabía. Volví mi mejilla y besé su palma—. Está bien.
Deslizó la mano lejos de mi mejilla y agarró la parte posterior de mi cuello.
—¿Estás segura?
—Positivo. —Solté su muñeca y puse mi mano en su pecho, sintiendo su piel
caliente y dura. Honestamente, no estaba del todo bien, pero tenía que lidiar con esto,
y tal vez después de que encontráramos al semidiós en California, podría tener una
sesión de enloquecimiento menor.
—¿Estás lista para hacer esto? Va a ser un día malditamente largo —dijo Seth
después de unos momentos—. Casi un viaje de veinte horas entre aquí y Malibú.
—Sí. —Me estiré, moviendo los dedos de mis manos y pies—. Pero me niego a
estar en el mismo vehículo que Hércules.
—De acuerdo —respondió—. Jodidamente de acuerdo.

219
Capítulo 25
Seth
Traducido por rihano
Corregido por Xei07

M
ierda rodó cuesta abajo en el momento en que todos
estábamos parados junto a la pared exterior, preparándonos
para subir en dos todo terrenos del Convenant.
En primer lugar, era demasiado temprano, y Josie y yo no habíamos pasado la
noche durmiendo y siendo responsables, descansando ni nada. Tal vez dormitando
aquí y allá, pero definitivamente no fue reparador.
Más como ridículamente activo.
Pero las cosas que dijo anoche, sobre luchar contra los dioses, incluyendo su
padre, pesaban sobre mí. Luchar contra esos cabrones retorcidos por lo general
220 terminaba con alguien muerto o convertido en alguna especie de objeto sedentario para
su disfrute.
No quería que peleara por mí.
Y tampoco quería que la débil conexión entre Alex y yo la molestara. No podía
culparla por estar molesta, sin embargo. Honestamente, la admiraba por la forma en
que estaba tratando con eso.
La segunda cosa que me advirtió que este viaje iba a estar lleno de baches fue el
hecho de que Deacon estaba aquí. Por qué diablos estaba uniéndose a nosotros estaba
más allá de mí, pero no iba a ser mi problema.
—Pido el puesto de pasajero —gritó Hércules.
Y allí estaba el tercer y último gran dolor en mi trasero. Me di la vuelta,
entrecerrando los ojos mientras miraba hacia el resplandor del sol de la mañana.
—Oh Dios mío —murmuró Josie, sus grandes ojos moviéndose de él a mí. Tuvo
una reacción tardía. No podía creer lo que estaba viendo.
Hércules estaba vestido como yo. Llevaba desteñidos pantalones vaqueros y una
camisa gris arremangada hasta los codos. Tenía una taza de café que olía como…
¿vainilla y menta?
—Estamos usando la misma camisa —señaló con una sonrisa.
—Salvo que en mí se ve mejor —remarqué.
Josie hizo un suave sonido de asfixia cuando el semidiós inclinó la cabeza hacia
un lado, con expresión de perplejidad. —Eso no es posible. Tú no tienes el cuerpo que
yo tengo. Soy un diez.
Me quedé mirándolo, una ceja levantada. —¿Eres de verdad?
—¿No estoy aquí de pie? —Hércules se rió, levantando la taza de café. — Lo sé.
Lo sé. Verme, al Hércules, es difícil de creer, que tal leyenda podría ser...
—Sé que esta parte es difícil de creer —dije, alcanzando y agarrando la mano de
Josie—. Pero no me importa, y si tú pudieras, como, no sé, comer mierda y callarte,
estaría eternamente agradecido.
Llevé a Josie a la parte trasera de la camioneta, dejando ir su mano para abrir el
maletero. Deslizando su bolsa de su hombro, la lancé en la parte trasera y añadí la mía
a esta.
—Creo que le gustas. —Aiden se apoyó contra el parachoques.

221 Alex resopló mientras caminaba.


Cogí las gafas de sol de aviador de su cabeza y se las puse. —También me gustaría
si tú comieras mierda…
—Seth. —Josie golpeó mi brazo y luego sonrió disculpándose—. Lo siento. No
está muy mañanero hoy.
—Nunca habría adivinado eso. —Aiden cruzó los brazos—. Estaba pensando que
pararíamos cerca de Las Vegas por la noche. Eso nos dejaría cerca de cinco horas y
llegaríamos a Malibú en algún momento de la tarde, dependiendo de cuándo nos
vayamos.
Luke se detuvo cerca, su gorrita gris calada abajo. —Sólo tenemos que mantener
nuestros ojos abiertos por los daimons. Vamos a estar súper cerca de una gran colonia
ahí.
Asentí.
—Vamos a lograr esto. —Alex golpeó la cadera contra la de Aiden—. No hay
nada como eliminar a unos daimons para romper el aburrimiento de un largo viaje en
coche.
—Como en los viejos tiempos. —Aiden bajó la cabeza, besándola—. Pero vamos a
tratar de no tener una repetición de eso.
—Cierto. —Luke retrocedió, acercándose a donde Deacon estaba hurgando en la
parte trasera de la camioneta, lo que me recordó algo.
Agarré mi bolso y lo abrí. Buscando dentro, encontré la tableta delgada y la saqué.
—Olvidaste esto.
Los ojos de Josie se iluminaron con entusiasmo. —Ah, se me olvidó totalmente mi
e-reader. Impresionante. —Saltó hacia adelante, besando mi mejilla mientras apretaba
la tableta contra su pecho—. Gracias. Me volvería loca sin esto.
—Eso es dulce —bromeó Alex, golpeando mi brazo—. Eres tan dulce, una bola
grande y vieja de dulzura.
—La gente realmente está molestando esta mañana —me quejé.
Alex rió mientras Aiden la arrastraba hacia la otra camioneta. —Es muy dulce de
tu parte —dijo Josie, dando un paso atrás de la puerta trasera—. Gracias.
—Ajá —murmuré.
Marcus apareció afuera de la pared, flanqueado por varios Guardias. Habló con
Aiden y Solos en primer lugar, y luego frunció el ceño ante algo que Hércules dijo.
Sólo los dioses sabían lo que era. Probablemente algo sobre el tamaño de sus
músculos.
222 Me di la vuelta, sacudiendo el polvo de mis manos, mientras Marcus y el equipo se
dirigían hacia nosotros. El decano le sonrió forzadamente a Josie y entonces esos fríos
ojos color esmeralda cayeron sobre mí. —Estaremos esperando saber de todos ustedes
una vez que lleguen a California y localicen al primer semidiós.
Asentí mientras Marcus hablaba con Alex y Aiden. El plan de juego era traer al
semidiós a la Universidad y luego ir a Canadá. Agachándome, levanté otra bolsa de
lona. Ésta estaba cargada con suficientes armas y pistolas para tener a Seguridad
Nacional gritando sobre nosotros. Varias de las cuchillas dentro estaban envueltas y
protegidas después de haber sido sumergidas en la sangre de Pegaso.
Lo que hacía volar un poco complicado.
Podríamos utilizar la coacción en unos pocos mortales, ¿pero con todos y cada
uno de los CDS7 cerca? Sí, eso sería un sufrimiento.

7
CDS: Control de Seguridad en los Aeropuertos.
—Estará viéndonos de nuevo, antes de lo que espera. —Hércules se detuvo el
tiempo suficiente para tomar un poco de café—. No va a tomarme mucho tiempo
ubicar a quien están buscando.
—Eso es bueno de escuchar. —El tono de Marcus era soso.
—Está bien. Estamos listos para salir —anuncié antes de que Hércules pudiera
lanzar un discurso masivo de cuan maravilloso era.
Hércules arrojó su taza a un lado. Esta golpeó el suelo, rompiéndose en cuatro
grandes secciones. Una vena saltó a lo largo de la sien de Marcus mientras Hércules se
dirigía a nuestro todo terreno. —Voy con ustedes, chicos.
Solos se detuvo, bolso en mano, y se dio vuelta bruscamente, dirigiéndose a donde
estaba Aiden de pie.
—Oh, no —dije en voz alta, golpeando mi mano en la puerta trasera—. Vas con
nosotros, amigo. Oh sí, vas a caer directo en una bola de llamas junto con nosotros.
Josie se rió cuando Hércules abrió de un tirón la puerta trasera del pasajero. La
camioneta se sacudió y gimió bajo su repentino peso.
—No vas a estar riéndote en una hora —le advertí.
Dirigiéndose a la parte trasera de la camioneta, Solos arrojó su bolsa dentro. —
Tienes suerte de que me agrades.

223 Cerré la puerta trasera. Si iba a tener que hacer frente a Herc-el-Cara-de-Pene, no
iba a sufrir solo. Oh no, mi tipo de miseria exigía compañía.
Alex se lanzó hacia su padre mientras me daba la vuelta hacia el lado del pasajero
de la camioneta y abría la puerta para Josie, que ya tenía la nariz enterrada en su e-
reader. Apenas levantó la vista cuando murmuró su agradecimiento. Cerrando la
puerta, me di la vuelta y atrapé la mirada de Aiden.
No estaba exactamente sonriendo. Esa maldita mirada estaba en su rostro, una
que había visto una docena de veces, por lo general en aquel entonces, antes de Ares.
Antes de que Alex despertara en su dieciochoavo cumpleaños. La misma mirada que
me daba cuando me veía con Alex.
Como que confiaba en mí tanto como lo hacía con un daimon hambriento de éter.
No lo culpaba tampoco. No era como su hermano, que parecía ver cachorros
vomitando arco iris en todo el mundo. No era como Josie, quien no me conocía en ese
entonces. Quien solo conocía al Seth que ella quería que yo fuera.
Se me quedó mirando como si supiera que estaba usando una máscara y estaba
esperando a que esta se rompiera, revelando lo que realmente existía debajo.
¿Es posible que Alex siga siendo el Dios Asesino?
Una extraña pregunta para que Josie la hiciera. Que cosa tan extraña que la
pensara en este momento.
Aiden se dio la vuelta, con la mano apretando las llaves del coche mientras yo
cerraba la puerta detrás de Josie. Solos se metió en la parte de atrás, y una vez que
estaba detrás del volante aparté a Aiden de mis pensamientos. Metí la mano en mi
bolsillo y saqué el teléfono desechable que habíamos conseguido la noche anterior. Lo
coloqué en el portavasos.
Detrás de mí, Hércules se movió hacia delante, agarrando la parte de atrás de mi
asiento. —Sabes, esta es la primera vez que he estado en un todo terreno. Apolo
simplemente me mantuvo apareciendo en cada lugar, así que por favor no arruines mi
primera experiencia con nada menos que una conducción estelar.
Apreté el volante.
—No has estado en el reino de los mortales desde hace tiempo, ¿verdad? —
preguntó Solos.
—No, pero he estado viendo mucha televisión y películas. Lo sé todo acerca de
California —explicó sabiamente—. Vi todos los episodios de la vieja y la nueva Beverly
Hills 90210, Melrose Place y Laguna Beach.
Este tipo no era real.
Miré a Josie. Sus labios estaban apretados mientras miraba hacia abajo. Un
224 segundo pasó y echó un vistazo hacia arriba. Sus ojos bailaban con la diversión.
Solos suspiró. —Esto va a ser muy divertido.
—Oh, todo es divertido cuando estoy cerca. —Las rodillas de Hércules golpearon
la parte de atrás de mi asiento mientras se recostaba—. Hubo una vez, cuando los
dioses me ordenaron que…
Sólo podía pensar en cuatro palabras.
Maldita. Sea. Mi. Vida.
Capítulo 26
Traducido por Annette-Marie & Valentina95
Corregido por Xei07

—D eberías manejar, porque voy a acabar con todo. Una


vez que estemos en la autopista voy a saltar fuera de
este vehículo y tirarme delante de un camión Mack.
La risa de Josie cortó con su bostezo. —Eso es un poco excesivo.
Ajustándome las gafas de sol que había robado de Aiden ayer por la mañana,
sonreí. —No creo que algo sea excesivo cuando se trata de él.
—Pero incluso eso no te mataría.
Suspiré. —Sí, pero estoy bastante seguro de que me noquearía hasta la
inconsciencia por un tiempo.
Se rió de nuevo y miró por la ventana. Calor rodaba desde el asfalto agrietado. Las
225 temperaturas no eran nada como en Dakota del Sur. —Oh, rayos.
—Aún está con esa mujer, ¿verdad?
—Sí.
Habíamos llegado a Las Vegas la noche pasada, alrededor de una hora o algo así
antes de la medianoche, eligiendo un hotel lejos de la avenida, dónde sólo las
deslumbrantes luces intermitentes podían alcanzarnos. Por supuesto, al momento en
que los pies de Hércules tocaron el pavimento, estaba fuera. Como que no podía
culparlo. La última vez que estuve en Las Vegas había estado con el Titán Perses, y si
mirabas la definición de libertinaje borracho, definitivamente encontrarías una imagen
de Perses conmigo.
Esta vez fue diferente.
Las intermitentes luces de neón, el alcohol, las chicas y la atmósfera desenfrenada
llegaron sin ningún encanto. Una vez que había cerrado la puerta del hotel detrás de
Josie y de mí, no la volví a abrir hasta esta mañana.
Como un preso, bola y cadena incluidos, y estaba malditamente bien con eso.
Pero Hércules obviamente había tenido una noche difícil e interesante.
Se presentó esta mañana oliendo como una destilería, llevando la misma ropa de
ayer, a excepción de que su camisa estaba rota y que debía haber olvidado abrocharse
los pantalones. Y no estaba solo.
Hércules literalmente trató de convencernos de permitir que una chica que estaba
usando unos pantalones de mezclilla cortados como shorts y un sujetador nos
acompañara. No iba a pasar. Miré por encima, más allá de Josie. Ahora él estaba
invadiendo la boca de la chica con su lengua.
Dioses.
—Huh —dijo Solos, inclinando la cabeza contra la parte posterior del asiento—.
Buena cosa que los semidioses no puedan adquirir ETS8.
—Estaría más preocupada por lo que podría darle a ella —comentó Josie.
Cierto.
Finalmente, él arrastró su enorme trasero a la camioneta y, gracias a los dioses y a
toda su esplendorosa gloria, se desmayó en el momento en que llegamos a la autopista
que conecta con el Sur de California y permaneció de ese modo el resto del viaje,
demostrando que los dioses algunas veces nos sonreían.

Josie
226 California era brillante.
Bueno, por lo menos el sur de California lo era. El sol estaba... en todas partes.
Grande y redondo en el infinito cielo azul, reflejándose en los techos y los parabrisas
de la corriente ininterrumpida de autos moviéndose con dificultad por la I-405. Olas de
calor rodaban por el asfalto, e incluso con el aire acondicionado a tope, el calor
crepitaba dentro del vehículo.
Las seis horas en el auto fueron dolorosas y las carreteras montañosas con mucho
viento con Seth al volante me tuvieron agradeciendo más que nunca ser una
semidiosa, pero el lugar era... dioses, nunca antes había visto algo como esto. Los picos
y riscos eran vastos y hermosos, y quería hacer una parada en uno de los muchos
miradores, pero pensé que nadie lo apreciaría.
Bajé la ventanilla y el rugido de aire caliente levantó mi cola de caballo y se
derramó sobre mi piel mientras corríamos por Kanan Road. Para el momento en que
llegamos a la cresta de la última colina y el océano quedó a la vista, casi olvidé lo que
vinimos a hacer aquí.

8
ETS: Enfermedades de Transmisión Sexual.
El mar era interminable.
Un tono de azul que se hacía más profundo y más brillante cuanto más nos
acercábamos. Nunca antes había visto el mar, y continuaba, hasta que se desvanecía
en el cielo. Nunca antes había sentido la arena entre los dedos de los pies o las puntas
blancas y espumosas de las olas del océano. Estar aquí, finalmente, era surrealista.
Y todo en lo que podía pensar era en dónde viviría la Barbie de Malibú.
Después de tomar un almuerzo rápido, terminamos parando en un viejo motel con
estilo retro a lo largo de la Costa del Pacífico, creativamente llamado el Motel Malibú.
Descargar las maletas y la enorme cantidad de armas no necesitó de mucho tiempo. El
interior del motel me recordaba a uno en el que Seth y yo habíamos estado antes,
excepto que no estábamos en la suite de luna de miel en esta ocasión.
Basados en lo que Hércules había descubierto con Apolo, pensamos que
encontraríamos al descendiente de Poseidón en algún lugar de Malibú, pero el lugar no
era particularmente pequeño y había personas, un montón... de realmente delgadas y
atractivas personas.
Llegamos a la zona de Paradise Cove por la tarde y yo estaba encantada de
conseguir arena entre los dedos de mis pies, deseé haber tenido unos pantalones cortos
para empacar. El sudor ya se estaba acumulando en lugares donde el sudor no debería
acumularse, pero el sol se sentía bien en mi piel. Parecía como si hubiera pasado
demasiado tiempo desde que me había sentido cálida.
227 Además, me sentía como un ogro en torno a estas personas. Un gran y peludo
ogro.
El primer día buscando fue un desastre en muchos niveles. No encontramos a
quien buscábamos. Estuvimos a punto de perder a Hércules con un grupo de chicas en
bikini varias veces, tuvimos que conducir más lejos de la costa para encontrar una
tienda que vendiera pantalones cortos en donde mis muslos pudieran caber en
realidad.
Descansé.
Y entonces los pantalones cortos fueron un error. Seth dijo que lucía caliente, y
más tarde, en nuestra cama que crujía, me mostró cuán caliente pensaba que me veía
con esos pantalones, pero cuando estaba afuera en la playa, mis piernas estaban tan
blancas que cegaban.
El atardecer estaba dando paso rápidamente a la noche cuando paramos para
tomar algo de cenar en El Café de la Playa. Sentados en el interior en una larga mesa,
no pude dejar de preguntarme si alguno de los clientes, de los clientes muy mortales,
habrían notado algo fuera de lo normal en nuestro grupo. Además del hecho de que
nuestro grupo tenía una extraordinaria cantidad de personas atractivas, no es como si
eso fuera algo extraño en Los Ángeles, ¿pero no sentían nada extraño?
¿Podrían sentir siquiera a los semidioses, los hijos de los semidioses, el Apolyon a
su alrededor? ¿Cómo una extraña sensación en el aire o simplemente como esa
sensación que a veces te alerta de que algo no está bien?
Sabía que nunca sentí nada cuando era una mortal normal. Creí que Erin era
totalmente quién y lo qué dijo que era. No tenía ni idea de que era una criatura mortal
conocida como furia.
Aparte de la camarera abiertamente sorprendida frente a los chicos, no parecía
darse cuenta de que estaba rodeada por criaturas míticas mientras tomaba nuestra
orden de bebidas.
Pedí una Coca-Cola. La mayoría pidió agua… hasta que llegó a la orden de Herc.
Miró el menú. ―Voy a tomar un gin-tonic.
La bonita camarera, que había asumido que estaba en el área de L.A. para ser
actriz, porque asumí que todo el mundo estaba aquí para actuar o modelar, se sonrojó.
―¿Puedo ver tu carné de identidad?
Mis ojos se abrieron. ¿Carné de identidad? Infiernos. No había…
―Cariño, ya viste mi carné de identidad —dijo Herc mientras miraba hacia arriba.
Su mirada atrapó y retuvo la de la camarera. Vellos muy pequeños se elevaron en mi
228 brazo cuando un pulso recorrió la mesa, un destello de un poder reconocible―. Sabes
que soy mayor de edad.
La camarera parpadeó lentamente y luego dijo—: ¿Qué tal un aperitivo?
Santo guau.
Nunca me acostumbraría a ver una compulsión siendo usada, y a pesar de que fue
por algo tan menor, no me gustó. ―No deberías hacer eso.
Herc me miró como si ni siquiera entendiera porque sugerí eso. ―Quiero una
bebida, así que consigo una.
―Pero no necesitas una bebida ―razoné, curvando mis dedos a lo largo de los
bordes del plastificado menú―. Las compulsiones no deberían usarse para algo tan…
tan trivial.
Alzó una ceja. ―¿Por qué no?
Miré alrededor de la mesa. Alex parecía a segundos de plantarle cara al menú.
Aiden estaba mirando a Herc con una mezcla de mórbida fascinación y disgusto. Solos
en realidad estaba observando a una anciana mujer rubia, que parecía que pertenecía a
las Amas de Casa o lo que sea. Luke compartía la expresión de Alex, y Seth, que
estaba a mi lado, parecía que quería darle un puñetazo al semidiós, pero eso no era
diferente del momento en el que se cruzaron. Deacon era el único que en realidad
observaba a Herc con un interés favorable.
―No está bien ―expliqué. Lentamente―. Estás jugando con su cabeza. Eso está
mal.
Se encogió de hombros. ―Sólo es una mortal.
―Sólo una mortal ―repetí silenciosamente.
Seth pasó el brazo a lo largo del respaldo de mi silla. ―No pierdas tú tiempo,
Josie.
―Nada conmigo es una pérdida de tiempo ―declaró Herc, y me uní a Alex,
queriendo plantarle cara a la mesa.
―De todos modos ―cortó suavemente Aiden―. Hoy fue un fracaso ―dijo,
manteniendo la voz baja―. Si bien parece que no tenemos problemas de tiempo,
cuanto más tiempo estemos en un mismo lugar, es más probable que nos metamos en
problemas.
―No sólo con los Titanes ―agregó Solos, todavía centrado en la anciana mujer
rubia―. Pero tendremos problemas de daimons antes de darnos cuenta.
―No estoy preocupado ―replicó Herc.

229 Seth alisó su mano por mi espalda mientras la camarera regresaba con nuestras
bebidas y ordenamos nuestros pedidos. Aiden pidió una hamburguesa sin panes, y
sentí como si eso fuera un crimen contra la naturaleza.
―Preocupado o no, necesitamos que encuentres al semidiós, no a la chica en el
pequeño bikini ―señaló Alex tan pronto como la camarera desapareció―. A pesar de
que pareces tener un talento impresionante para eso.
Tan cierto.
Herc sonrió con orgullo. ―Todos ustedes necesitan tener fe.
―Tengo fe ―comentó Deacon―. Toda la fe.
―Me gustas ―declaró Herc, y Luke inhaló por la nariz mientras ensanchaba los
ojos―. ¿Por qué? Debido a que reconoces lo maravilloso que soy.
―Jódeme —murmuró Seth en voz baja, y entonces más fuerte―. ¿Puedes
simplemente no hablar? ¿Al menos hasta que llegue la comida?
Herc frunció el ceño cuando la confusión se dibujó en su rostro. ―¿Por qué no iba
a hablar?
―Bien. ―Sonreí brillantemente y continué antes de que Herc pudiera―. Así que
el plan es seguir buscando aquí, ¿en la misma zona?
Aiden asintió. ―Malibú está a sólo 30 kilómetros. Tiene que estar por aquí.
Pensé en caminar 30 kilómetros y casi deseé a Herc hablando de sí mismo. La
conversación cambió, sin embargo, a como era en el Tártaro para Alex y Aiden, y
duró mucho más de lo que tardó en llegar la comida y en consumirla. Todos nosotros
los escuchamos, incluso Herc, y me pregunté si era posible conseguir una excursión al
Tártaro sin estar, bueno, ya sabes, muerto. Había algo así como una bola de fuego que
se convirtió en dragón, como describió Alex.
El ambiente era bueno mientras nos dirigimos de vuelta al Motel. Herc estaba
silencioso, lo que ayudó a todos en términos de paciencia y felicidad, pero a medida
que nos acercamos al Motel una extraña sensación me golpeó mientras miraba por la
ventana, centrada en las oscuras aguas del océano.
Mi paladar se secó. Diminutas bolas de terror se formaron en mi estómago. Una
gran sensación de aprensión se apoderó de mí, tan fuerte e insistente que me tensé en
mi asiento. Miré a Seth. Estaba centrado en la carretera. Herc y Solos estaban en
silencio en el asiento trasero.
Mis sienes punzaron mientras me ponía de frente en el asiento. Nada estaba
pasando, pero no podía sacudirme la sensación de que la tranquilidad sentida por todo
el mundo no iba a durar.
230 ***
El período de sequía proveniente de las pesadillas terminó esa noche.
Tuve otra.
Lo mismo de antes. El desconocido Titán estaba allí, esta vez en el coche que Seth
había conducido. Apareció en el asiento trasero, esta vez me dijo algo que me heló
hasta la médula, tres palabras que me siguieron mientras me duchaba y me preparaba
para el día.
Cava una tumba.
Eso era lo que el desconocido Titán había susurrado en mi pesadilla. Cava una
tumba.
No hace falta decir, que eso totalmente me aterrorizó.
Nos dedicamos a Paradise Cove de nuevo; esta vez Aiden, Deacon, Luke y Solos
se quedaron atrás, lo que nos dejó al resto de nosotros para empezar la búsqueda de la
aguja en el pajar. No estaba tan segura de que fuéramos a encontrarlo mientras
conducíamos por Cliffside Drive.
Hércules estaba seguro, sin embargo. ―Está aquí. Puedo sentirlo.
―¿Es como una perturbación en la fuerza? ―bromeó Seth, mirando en el espejo
retrovisor.
Sonreí. Referencia para la victoria de Star Wars.
―En realidad, sí. ―Hércules asintió con seriedad.
Seth parecía que iba a arrancarse sus propios ojos con una lima.
―Está aquí. Puedo sentirlo. ―Herc se removió en el asiento―. Necesitas
detenerte. Ahora.
―Dame un segundo. ―Encontrar un lugar no fue fácil. Llevó varios minutos, y
Seth terminó aparcando cerca de un mirador―. Todo listo. Hagámoslo.
Seth abrió su puerta, y salté fuera, estirándome mientras caminaba. ―Guau. La
vista…
―Es increíble. ―Alex se me unió. Cerca del borde de un acantilado y un mirador
que obviamente fue creado por la vista.
Y era estupendo. Una brisa se apoderó de mi ya caliente piel mientras miraba
hacia abajo a la arena y al océano. La zona era peligrosa. Olas altas. Manchas negras
en el agua, apareciendo y desapareciendo cada pocos segundos, resultaron ser
surfistas.
231 Espera un segundo…
Seth se acercó por detrás y tiró de la parte posterior de mi camisa hacia abajo.
―Tu arma estaba viéndose.
―Oh. Torpe. ―Me giré hacia Herc―. ¿Sientes aquí al hijo de Poseidón?
El semidiós asintió. ―Sí. Definitivamente está aquí.
“Aquí” era Point Dume, una pequeña comunidad en un acantilado, con vistas a
una franja de arena y al mar de rocas debajo. Un lugar popular entre los surfistas, por
lo que se ve.
―¿Crees que su hijo es un… surfista? ―pregunté, mirando hacia atrás a lo largo
del acantilado. Una sombra borrosa se levantó, montando una ola―. Quiero decir, es
el hijo de Poseidón, de modo que sería…
―…demasiado cliché ―sugirió Alex―. Pero tendría sentido. Es decir, sus
habilidades están bloqueadas, pero eso no quiere decir que no tendría ningún tipo de
afinidad por el agua. ¿Tenías algo como, mirando hacia atrás, te recuerde a Apolo?
No que supiera, pero conociendo mi suerte, la gente probablemente pensaría que
era raro o algo así.
Empecé a responder, pero Herc estaba alejándose. Alex suspiró mientras lo
alcanzaba. Seth me esperó, sus ojos escondidos detrás de las gafas de sol que había
tomado de Aiden. Agradecí haber conseguido un par durante mi deprimente excursión
de compras la pasada noche.
Encontramos un obstáculo rápidamente, una gran puerta de metal que bloqueaba
los caminos que conducen a la playa.
―Parece como si la playa fuera privada ―señalé, brevemente convirtiéndome en
la Capitana Obviedad.
Seth caminó alrededor y apoyó su mano cerca de la cerradura de la puerta. La
oleada de poder fue débil, pero un segundo después, la puerta se desbloqueó. Le dio un
pequeño empujón y esta se abrió.
Donde estaba la mano de Seth, el metal se había fundido.
―Bueno ―dije―. Eso lo resuelve.
Seguí detrás de ellos, incapaz de sacudirme la sensación de que estábamos
entrando ilegalmente. No vocalicé esa sensación, porque era una cosa tan de mortal
para sentir. Es decir, ¿Qué haría alguien si nos descubriera? ¿Trataría de arrestarnos?
Oh no.
232 Mi corazón se saltó un latido, pensé en el hecho de que había una Glock
empujando en la parte de atrás de mis no muy atractivos shorts de tamaño muy
pequeño.
―Prácticamente puedo oler el dinero —comentó Alex mientras empezamos a
bajar por uno de los empinados caminos de tierra que conducían a la playa―. ¿Crees
que el tipo al que estamos buscando viva en alguna de estas casas? —Había casas
masivas a lo largo del acantilado. El tipo de viviendas en las que podría caber un
equipo entero de fútbol. Mansiones de todas las formas. Apuesto a que aquí viven
celebridades.
Oh Dios Mío, ¿Qué pasaría si el hijo de Poseidón fuera una celebridad?
Hércules se movió rápidamente por el sendero, y me sorprendí al no tropezarme
por el camino, golpeando a todos lados con un pájaro enojado de Angry Birds.
En el momento en que llegamos a la playa, Hércules dio vuelta a la derecha. Más
adelante había un grupo de chicos de pie entre las tablas de surf que estaban atrapadas
en posición vertical en la arena. Algunos llevaban pantalones cortos. Otros tenían
trajes de neopreno medio puestos, subidos hasta sus delgadas cinturas.
Los pasos de Alex redujeron la velocidad a pesar de que Hércules los había
pasado. —Tengo la sensación de que no somos bienvenidos aquí.
—Eufemismo del siglo —murmuré cuando uno de los tipos más altos se escapó
del grupo. Su húmedo pelo rubio rizado sobre su frente acariciada por el sol.
—Oye —dijo, alcanzando a Alex primero—. ¿Qué mierda crees que estás
haciendo aquí?
Alex lo miró y se rió, y siguió caminando. El surfista no pensó que fuera divertido.
Agarró su brazo y eso fue todo lo que necesitó.
Giró sobre él, capturando su brazo. Tirando de él hacia adelante, usó su peso
corporal contra él. Lanzándolo fuera de equilibrio, tropezó y Alex se agachó debajo de
su brazo, retorciéndolo detrás de él. —¿Tu mamá no te enseñó a no agarrar a las
chicas?
—¿Qué…?
—Respuesta equivocada. —Alex torció su brazo y lo volcó. El chico golpeó la
arena sobre su espalda, su expresión absolutamente perpleja—. Me quedaría abajo si
fuera tú.
Los gritos surgieron del grupo de surfistas. Se pusieron en marcha hacia nosotros,
sus pies descalzos levantando arena.
Seth los enfrentó. —No haría eso si fuera ustedes.
233 Todos —los seis— se detuvieron en seco. Lo que sea que esos chicos vieron en el
rostro de Seth los tuvo retrocediendo como cachorros regañados.
Él se rió entre dientes. —Idea inteligente. Que tengan un buen día, imbéciles.
—Dios. —Miré fijamente hacia Alex mientras empezábamos a caminar de
nuevo—. Eres una ninja.
Se encogió de hombros, y de cierto modo parecía una en su camiseta negra y
pantalones cortos. Por supuesto, se veía súper linda. No como un ogro. Miré de nuevo
a los chicos. Estaban apiñados alrededor del tipo que todavía estaba sobre la arena.
Alex en serio lo había lastimado...
—Ahí está —anunció Hércules.
Giré la cabeza rápidamente. Al principio, todo lo que vi fue a Hércules, pero
entonces, varios metros por delante de él estaba un chico solitario saliendo del océano,
una tabla de surf sobre su cabeza. Las olas lamían sus rodillas y luego sus pantorrillas.
En poco tiempo, estaba en la playa, flexionando los bíceps.
Este tipo parecía un semidiós.
Alto y delgado con un estómago severamente musculoso, su cabello oscuro estaba
peinado hacia atrás desde una cara de belleza clásica, piel bronceada y ojos que eran
una extraña mezcla de azul y verde, sonrió y asintió cuando nos acercamos. Parecía de
mi edad.
Por lo menos, no parecía que fuera a maldecirnos.
No tenía ni idea de cómo iba a salir esto. Era algo de lo que habíamos hablado
durante el viaje hasta aquí y durante la cena ayer. Dar este tipo de noticias no era fácil,
iba a ponerse loco.
—¿Estás seguro de que es él? —preguntó Seth en voz baja.
Hércules se rió entre dientes. —Nunca he estado equivocado.
—Eso no es del todo tranquilizador —murmuró Alex, y luego le dio al chico un
pequeño saludo—. ¡Hola!
—Hola. Vi que tenían algunos problemas allí —dijo él, bajando la tabla y
metiéndola en la arena. Le sonrió a Alex—. Eso fue caliente, pero deberían tener
cuidado. Si no eres local, no vas a ser muy bienvenido aquí.
—Gracias por las advertencias —dijo Seth, deteniéndose a mi lado—. Pero en
realidad te estamos buscando.
Las cejas del tipo se levantaron. —¿A mí? Lo siento. —Nos contempló—. No los
reconozco chicos, y creo que lo haría.
234 —Soy Hércules —dijo Herc, extendiendo sus musculosos brazos mientras
sonreía—. Sí, ese Hércules. He venido desde el Olimpo para encontrarte, a ti, hijo de
Poseidón.
Mi boca se abrió de golpe. Oh mi Dios.
—Discreto —murmuró Alex mientras se giraba hacia los lados, colocando las
manos en sus caderas—. Dioses.
El chico miró a Hércules y luego se rió. —Hombre, estás tan arriba como tus
bolas, ¿verdad?
Hércules frunció el ceño mientras me echaba un vistazo. —Ni siquiera sé lo que
significa eso.
—Significa que eres un idiota —espetó Seth. Sacudió la cabeza—. No está
drogado. Es sólo... socialmente inepto.
Hércules se volvió hacia Seth, con el ceño fruncido.
—Realmente tenemos que hablar contigo —saltó Alex—. Es muy importante y
hemos recorrido un largo camino para encontrarte.
—Mira, no estoy seguro de lo que está pasando aquí —dijo, mirando por encima
de su hombro—. Pero me tengo que ir. —Empezó a levantar la tabla—. Los veré…
—Espera. Por favor. —Di un paso adelante, y sorprendentemente se detuvo—. Sé
que lo que dijo sonó completamente loco…
—No, no lo hizo —espetó Hércules.
—Amigo. —Seth colocó una mano sobre el hombro de Hércules—. ¿Puedes
mantenerte en silencio por un minuto? Sólo un minuto.
El semidiós sopesó eso. —Tal vez.
Inhalé una respiración frustrada. La parte de semidiós estaba fuera de la bolsa, así
que era hora de ir toda loca con el pobre tipo. —Lo que dijo es cierto, sin embargo. Mi
padre es Apolo. Soy una semidiosa, al igual que Hércules, quien es ese Hércules. —
Sacudí mi barbilla en dirección a Alex—. Ella es también una semidiosa. No como tú
o yo, pero es una también.
Sus ojos claros se deslizaron de mí a Alex. Ella le sonrió firmemente. Pasó un
momento. —Sí —dijo él, prolongando la palabra—. Aquí es donde termino la
conversación y me retiro con educación.
Empezó a girarse de nuevo, pero me lancé hacia delante, agarrando su brazo. Su
cabeza se dio la vuelta y decidí que mostrar funcionaba mejor que decir. Levanté mi
mano derecha y convoqué el elemento fuego. Energía corrió a través de mí y, en un
instante, las llamas bailaron sobre mis nudillos.
235
—Mira hacia abajo —ordené en voz baja.
Dudó un momento y luego bajó la barbilla. Se echó hacia atrás, pero mantuve el
agarre de su brazo. —Santa Mierda, ¡tu mano está en llamas!
Varias personas cerca de nosotros redujeron la velocidad, y Seth se acercó,
bloqueando su vista. —Apagaría eso antes de tener que poner a todos bajo una
compulsión.
Asintiendo, sacudí la mano, dispersando las llamas. —Como un semidiós, puedes
controlar el fuego.
—Santa Mierda —repitió, mirando mi piel inmaculada.
—Pero eso no es todo —añadió Alex—. Serás capaz de controlar el viento y la
tierra, apuesto que ya estás súper familiarizado con el agua, considerando todas las
cosas.
La sangre se drenó de su rostro mientras levantaba su mirada a la mía. —Tu mano
estaba en llamas. Como, verdaderamente en llamas.
—En realidad no, pero algo así. —Miré a Seth—. Podemos explicártelo todo. Lo
prometo.
—Eso no es normal —razonó él—. Eso es algo de mierda seria, no mierda normal
allí mismo.
Sus pupilas estaban dilatadas, tragando el matiz de color verde azulado, y eso no
podía ser una buena señal. No. De ningún modo.
—Ya pasó un minuto —dijo Hércules, cruzando los brazos—. ¿Necesito
permanecer en silencio?
—Sí —respondieron Seth y Alex al mismo tiempo.
Hércules suspiró. —Apestan.
—Nos gustaría hablar más contigo. —Mantuve mi voz baja y nivelada—. ¿Está
bien? Porque realmente tenemos que explicar... —Mi voz se apagó. Un olor extraño
me hizo cosquillas en la nariz, uno que no pertenecía al océano.
El olor era húmedo y almizclado, rico como el barro fresco después de una fuerte
lluvia. Pequeños vellos se levantaron sobre mi piel.
Seth maldijo, flexionando las manos a sus costados. —Tenemos sombras.

236
Capítulo 27
Seth
Traducido por Anna & Valentina95
Corregido por Xei07

N
o teníamos el más grande de los planes cuando se trataba de
cómo íbamos a darle las noticias al hijo de Poseidón, ¿pero en
serio? ¿Sólo soltar abruptamente lo que estaba pasando? Hércules
era un jodido e inmenso dolor en el trasero, pero ahora mismo no era nuestro mayor
problema.
El olor del inframundo nos rodeaba.
Adrenalina se disparó a través de mí mientras escaneaba la playa, sin ver nada
fuera de lo normal. Los surfistas estaban amontonados cerca. Las chicas en bikini
paseando, pero una sombra podría estar en cualquiera de ellos. No era una sorpresa.
237 Las cosas habían ido demasiado bien en este viaje. Éste era el riesgo al que sabía que
nos enfrentábamos, porque si había sombras, había Titanes.
—Tenemos que irnos —dije, agarrando el brazo del chico mientras mi mirada se
encontraba con la de Josie—. Ahora mismo.
Él clavó los pies en la arena. —No voy a ir a ningún lado contigo… con cualquiera
de ustedes.
—No vamos a lastimarte —razonó Alex, lo cual era hilarante considerando que
este chico la había visto derribar a un tipo medio metro más alto que ella con una sola
mano—. Estamos aquí para protegerte.
—¿De qué? —Él sacudió su brazo, pero no iba a ir a ningún lado.
—De los Titanes que quieren drenarte hasta secarte —respondió Hércules, y por
un breve segundo me entretuve con la fantasía de derribarlo con una patada en la
cabeza—. Ellos te van a convertir en la cascara de lo que solías ser.
—¿Qué? —La voz del chico se elevó, y el pánico inundó su ya pálido rostro.
—Jesús —murmuró Josie, y la esencia del inframundo aumentó—. Te
explicaremos todo. Te lo prometo, pero necesitamos sacarte de aquí.
—No voy a ir a ningún lado con alguno de ustedes. Voy a…
—Sí. Lo harás. —Terminé con esto, saqué el arma mientras me movía,
bloqueando mi mano al mismo tiempo que presionaba el extremo de la Glock contra
su espalda baja—. No enloquezcas. Necesito que permanezcas calmado, pero lo que
sientes contra tu espala es exactamente lo que crees que es.
Los ojos de Josie se ampliaron.
—Oh Dios —jadeó el chico con un estremecimiento, y por un momento pensé que
podría desmayarse.
—No tenemos tiempo para esto. Nos lo agradecerás luego, créeme, pero ahora
mismo necesito que comiences a caminar.
El chico no se movió.
Suspiré. —¿Cuál es tu nombre? El mío es Seth. La reina del Kung Fu es Alex. Ya
sabes quién es el tipo esteroides. Ese es Hércules, y la hermosa rubia de pie en frente de
ti es Josie. ¿Cuál es tu nombre?
Un momento pasó. —Ga… Gable.
—Bien, Gable, vamos a caminar por la playa y luego hacia la carretera. Vamos a
meterte en un auto, y luego vamos a dejar el lugar, esperando no tener incidentes —
expliqué suave y claramente—. No quieres ningún incidente, ¿verdad?

238 —No —dijo.


—Perfecto. Ahora vas a comenzar a caminar. —Un segundo después, comenzó a
caminar. Miré hacia Alex—. Llama a Aiden y déjale saber que lo encontramos. Dile
que nos encontraremos en el motel.
—Estoy en ello. —Ella extendió la mano hasta su bolsillo trasero y sacó el teléfono
desechable mientras caminaba a la cabeza, mirando la playa a medida que le marcaba
al teléfono de Aiden.
Josie se esforzó en asegurarle a Gable que no planeábamos dispararle en la espalda
mientras Hércules en realidad se volvió de utilidad de alguna forma cuando recogió la
tabla de surfear y nos flaqueó.
Escoltando a Gable hacia los senderos, mantuve un ojo afuera por cualquier
comportamiento extraño. La gente estaba mirándonos, principalmente porque estaba
súper cerca de Gable. Nadie vio el arma y necesitábamos mantenerlo de esa forma.
La caminata hacia el sendero no fue tan rápido como había esperado. Gable
miraba a Josie mientras ella continuaba hablando suavemente con él, explicando qué
estaba pasando. No creía que algo lograra atravesar al chico. Cada cierto tiempo, su
brazo temblaba.
En la cima de la colina, la camioneta llegó a la vista, y todavía sin rastro de una
sombra. Josie puso su mano en el otro brazo de Gable. —Todo va a estar bien. Vamos
a llevarte a conocer a nuestros amigos. Ellos están… umm, emocionados por
conocerte…
Gable repentinamente se giró hacia mí, torciéndose de tal forma que pudo trabajar
su brazo fuera de mi agarre mientras bajaba, tensando los músculos. Se disparó de
nuevo hacia arriba, apuntando su codo a mi nariz.
Asombroso movimiento defensivo. El chico tomó algunas clases. Ese movimiento
podría haberme derribado.
Si no fuera el jodido Apolyon…
Mis movimientos fueron demasiado rápidos para que él los siguiera. Bloqueando
su brazo antes que pudiera conectar con mi cara, golpeé su codo lejos y luego estampé
mi mano en su hombro. Cayó hacia atrás a un lado de la camioneta. Sus ojos
ampliándose, y antes de que pudiera recuperarse, estaba en su cara, el arma empujada
en su costado.
—Eso no es posible —dijo, su pecho subiendo y bajando rápidamente—. Nadie
puede moverse tan rápido. Nadie…
—Nadie que sea mortal —dije, poniendo mi cara por completo sobre la suya—.
Voy a ser un buen chico por una vez y pretender que no acabas de tratar de romper mi
nariz, pero conseguiste un pase libre de mí. Eso es todo. Después de eso, no me
239 importa una mierda quién o cuán importante eres. Voy a dejarte inconsciente y no va a
ser bonito.
El pecho de Gable dejó de moverse. Al otro lado de la camioneta, Alex abrió la
puerta. Hércules estaba en la parte trasera, mirando el vehículo y la tabla de surf que
llevaba.
—Seth. —Josie se apoyó en mí, e inhalé profundamente, capturando la esencia del
champú que había usado esta mañana. Mantequilla de Karité. Había algo calmante en
ello—. Está asustado. Tiene todo el derecho a estarlo.
Encontré la mirada de Gable. Muy poco del verde azulado en sus ojos era visible.
—Debería estar asustado.
—Eso no está ayudando —respondió ella, y luego fingió una sonrisa como sólo
ella podía—. Gable, realmente necesito que te calmes y trabajes con nosotros aquí. No
vamos a lastimarte. Si así fuera, ya lo hubiéramos hecho.
La frenética mirada de Gable giró hacia Josie. —¿Me están reteniendo por un
rescate? Porque si necesitan dinero, puedo conseguirlo. No tienen que hacer esto.
—Dioses —gruñí, sacudiendo mi cabeza—. No estamos reteniéndote para hacerte
un rehén.
—¡Oye! —Gable se sacudió mientras su atención se disparaba sobre mi hombro.
Miré, justo a tiempo parar ver a Hércules de pie en el borde del mirador y
lanzando la tabla de surf sobre el precipicio como si estuviera lanzando un balón de
futbol. Casi me reí. Casi.
Hércules se giró, viéndonos a todos mirándolo. —¿Qué? No iba a caber sin
hacer… cosas al asiento.
Gable se quebró con eso, y un diferente tipo de expresión horrorizada inundó su
cara. —¡Mi tabla! ¿Qué mierda, hombre? ¡Acabas de lanzar mi tabla sobre el
precipicio!
—Te conseguiremos una nueva que Hércules no romperá —prometió Josie, y me
reí disimuladamente de eso—. Pero necesitamos…
El viento se reanudó, y allí estaba de nuevo. Almizclado. Húmedo. El olor de la
muerte. Mierda. Josie también lo percibió.
—Necesitamos irnos. —Alex trotó alrededor de la parte delantera de la camioneta.
Tiré de nuevo a Gable en dirección a la puerta trasera. Ella la abrió.
Gable se retorció en mi agarre, pero conseguí girarlo, preparándolo para lanzarlo
de cabeza dentro del auto si era necesario. Empecé a levantarlo cuando una oscura y
240 aceitosa pesadez impregnó el aire a nuestro alrededor. Miré sobre mi hombro.
Un hombre mayor venia por el sendero, viéndose como cualquier tipo que estaría
afuera en la playa para un paseo. Pantalones kakis sueltos, camiseta blanca y sandalias.
Un reloj plateado resplandeciendo desde su muñeca. El hedor de la muerte era fuerte,
pero estaba aún demasiado lejos para decir si era una sombra o algún tipo que estaba
afuera para una caminata.
—¿Todo está bien allí arriba? —dijo él.
—No. —Escuché la advertencia de Alex hacia Gable en un susurro silencioso.
Josie le contestó. —Todo está bien. Gracias.
—No sé —respondió el hombre—. No parece como que esté bien. —Comenzó a
dirigirse hacia nosotros, con pasos firmes y precisos—. Parece como si algo está
pasando aquí.
Mis ojos se estrecharon mientras Josie se tensaba a mi lado. Para el momento en
que logró acercarse lo suficiente para ver sus ojos, maldije. Estaban llorosos,
desteñidos y carentes de la mayoría del color.
El hombre estaba poseído por una sombra.
—Hércules —dije bruscamente.
Gracias a los dioses, captó el mensaje. Inclinando la cabeza, el enorme bulto de
carne y músculo si dirigió hacia adelante con una sonrisa.
Sabiendo lo que pasaba, la sombra dio un paso atrás.
—Estúpido ganado —escupió—. Dense por vencidos ahora. Mi señor lo hará sin
dolor…
Hércules estampó su puño en la mandíbula del hombre. Rompiendo el hueso, el
impacto lanzó al hombre en un total y perfecto circulo. Comenzó a caer, pero el
hombre se sacudió una vez y luego dos. A media caída, su espalda se arqueó y su boca
calló abierta.
Dejó salir un horrible sonido de chillido, como metal raspando contra metal, y el
humo negro se derramó de su boca, inundando el cielo.
—Santa Mierda. —Gable cayó hacia atrás contra el costado de la camioneta—.
Santa. Mierda.
El humo negro giró en espirales como un mini tornado antes de arquearse hacia
abajo bruscamente. Hércules lo agarró, sus dedos yendo a través del humo. Eso se
disparó al otro lado de la carretera, zigzagueando como una maldita serpiente. Luego
estaba en la carretera, esquivando el tráfico hasta que no estaba a la vista.
241 —Realmente necesitamos irnos antes de que alguien pregunte por eso o por el tipo
muerto. —Josie abrió la puerta del pasajero—. Como, de verdad.
Bien dicho.
—¿Viste eso? —le pregunté a Gable, y cuando no respondió, palmeé un lado de su
cara. Parpadeó rápidamente—. No estamos entreteniéndonos aquí. ¿Me entiendes
ahora? Esa cosa estaba tras de ti.
—¿De mí? No… no entiendo. No soy nada especial.
—Soy algo especial. Tú eres algo especial. —Hércules se acercó a nuestro lado—.
Pero ya te lo dije. Eres el hijo de Poseidón, y los Titanes te quieren porque pueden
alimentarse de ti.
—Oh —murmuró Gable, aturdido—. Me dijiste eso.
—Sí. —Hércules sonrió.
Gable no estaba luchando cuando lo empujé en la parte trasera de la camioneta.
Lo que acababa de ver había drenado la lucha de él. Alex estaba a uno de sus lados,
Hércules estaba del otro.
Atrapé la atención de Herc. —Mantenlo bajo control.
Uno de sus dedos me saludó.
Rodando mis ojos, cerré la puerta y mientras pasaba a Josie, quien estaba
entrando, palmeé su trasero. Sí, no fue exactamente el momento más apropiado, pero
no era la persona más apropiada. Azotó su cabeza, y le guiñé un ojo. Sacudió la
cabeza mientras entraba, cerrando la puerta detrás de ella. Un segundo después, estaba
detrás del volante y luego adentrándome en el tráfico.
No tomaría mucho tiempo antes de que alguien viera el cuerpo. Íbamos a tener
que deshacernos de este auto y pasar desapercibidos.
—¿Están bien allí? —Josie se giró y preguntó.
Gable levantó la mirada y lentamente volvió su cabeza a la izquierda, luego a la
derecha. —Amigo, eso fue… eso fue algún tipo de mierda al estilo Supernatural.
Alex ahogó una risa. —Hombre, Deacon va a amarlo.
—¿Qué es Supernatural? —preguntó Hércules, frunciendo el ceño.
—¿Viste Laguna Beach, pero no Supernatural? —Alex le frunció el ceño al
semidiós—. Hombre, eso está mal en muchos niveles.
Mientras ellos iban y venían, mi atención parpadeó entre la carretera y el asiento
trasero. Teníamos al hijo de Poseidón, pero esa sombra todavía estaba allí afuera, y en
242 donde había una, había más.
Y luego estaban los Titanes.

Josie
Si Gable todavía no estaba completamente abrumado, llevarlo a un motel que
estoy segura que ha sido testigo de una tonelada de sobredosis y una o unas cien
actuaciones de sexo por dinero a la semana, y entonces presentarle al resto del equipo,
lo empujó todo el camino hacia al borde.
Todos estábamos hacinados en una pequeña habitación de motel que olía a
naftalina. Solos estaba de pie junto a la venta, siempre en el puesto de observación. Al
lado de Alex estaba Aiden, apoyado contra la desteñida pared verde. Había tomado la
camioneta y se deshizo de ella, volviendo con una Yukon blanca que no sería, bajo
ninguna circunstancia, reportada como perdida.
Él usó una compulsión.
Algo que yo ya debería haber intentado. Principalmente debido a que aún no se
sentía bien meterse con los pensamientos de alguien. Mantuve esa opinión para mí
misma, porque estaba segura de que no sería bienvenida. Probablemente se reirían un
poco.
Deacon y Luke estaban sentados en el suelo. Chicos valientes. Seth estaba
descansando en frente de la puerta. De alguna manera, y nadie quería mirarle el diente
al caballo regalado, Herc estaba durmiendo, su ronquido ahogando la conversación
cada par de minutos.
Gable se sentó en una silla desgastada cerca de una pequeña y rayada mesa, y yo
me senté en el borde de la cama. Había escuchado todo lo que tuvimos que decirle,
dándole una introducción de todo el mundo de puros y mestizos. Todo el mundo
ayudó, mencionando la guerra con Ares y todo lo que había sucedido alrededor del
mundo en base a eso. Le expliqué, lo mejor que pude, todo la cosa de “eres un
semidiós, pero tus poderes están bloqueados y te necesitamos para derrotar a los
Titanes”.
Su mirada ampliamente sorprendida deambuló por la habitación, y cuando tuve la
sensación de que estaba a punto de no creernos de nuevo, todo el mundo en la
habitación que podía controlar los elementos le dio una pequeña demostración.
Las horas pasaron mientras respondimos a sus preguntas. Bueno, mientras el resto
de gente respondió a sus preguntas, porque, como era de esperar, no sabía las
respuestas a algunas de las que estaba haciendo.
Gable pareció calmarse y digerirlo todo. Cuando se produjo un momento de
calma, roto solo por los ronquidos de Herc, me incliné hacia adelante. ―Sé que esto es
243 abrumador. Estuve en tu lugar no hace mucho.
―Sí. ―Asintió y frotó sus dedos por su cabello―. Es… Dios, no sé qué decir. Ya
sabes, mi madre nunca habló sobre mi padre. —Rió. Dejando caer su mano―.
Siempre pensé que era porque fue una noche salvaje o algo así. Quiero decir, siguió
adelante. Varias veces. El matrimonio es un negocio para ella.
Seth arqueó una ceja.
―No estoy seguro de que él esté vivo —dijo Gable, sacudiendo lentamente la
cabeza―. Y tengo que ser honesto, mucho de esto es difícil de creer. Escuché lo que
están diciendo. E incluso lo comprendo, pero todavía sigo teniendo problemas para
procesarlo.
―Eso es entendible. ―Deacon le sonrió―. Crecimos en este mundo. Tú no.
Gable abrió la boca y luego la cerró. ―¿Y tú eres un… un puro?
―Sí. Técnicamente, somos llamados los hematoi, pero esa es la versión esnob de
puro ―replicó.
―Y él es un mestizo. —Gable asintió hacia Luke, quien le dio un pulgar hacia
arriba. Su mirada se movió sobre Alex y Aiden―. Y ellos solían ser un puro y una
mestiza, pero… ahora son semidioses. ―Cuando obtuvo un sí de ellos, miró a
Solos―. ¿Y él es un mestizo?
―Eso es lo que soy.
Gable miró a Seth, frunciendo las cejas. ―¿Y tú eres el Apot-polla?
Me reí. ―Guau. Esa no es una versión que haya escuchado antes.
Seth suspiró. ―Apolyon.
Sus labios se movieron mientras lo pronunciaba silenciosamente, y tuve la
sensación de que todavía lo estaba diciendo mal. ―Así que… ¿qué hacemos ahora?
―Te llevamos de vuelta a la Universidad en Dakota del Sur, dónde serás
protegido y entrenado hasta que encontremos al resto de ustedes. —Seth se empujó
lejos de la puerta y caminó a través de la habitación. Gable se tensó en su silla―. Es
mucho para digerir y probablemente tengas una vida impresionante aquí, pero esa vida
va a cambiar. Tiene que hacerlo.
Seth no era muy bueno con los discursos motivacionales.
―Eres muy importante, no sólo para nosotros, sino para el mundo entero —dijo
Aiden, obviamente viendo la alarma creciendo de nuevo en la mirada de Gable―.
Tienes una llamada más importante, Gable.
244
Le disparé una mirada a Seth mientras se giraba y ponía los ojos en blanco.
―Tú no sólo estarás salvando el mundo, también a los Olímpicos. No sólo eso,
sino que una vez que tus habilidades se desbloqueen, vas a volverte inmortal
―continuó Aiden―. Así que la vida que tienes aquí, ahora mismo, es sólo una
insignificancia. Serás capaz de volver a ella, al menos por un tiempo, pero ahí… ahí
hay cosas más grandes esperándote.
Inmortal.
Algo en lo que realmente no había pensado mientras veía la pequeña charla de
Aiden suavizando los afilados bordes para Gable. Era inmortal. ¿A menos que alguien
me cortara la cabeza? No. De acuerdo con Seth, ni siquiera eso me mataría. Dolería,
pero supongo que mi cuello se volvería a unir. Sólo un dios u otro semidiós podrían
matarme.
O Seth.
O un Titán.
Oh mi Dios, ¿por qué estaba pensando en eso ahora mismo? Mi tren de
pensamientos se había descarrilado completamente, pero era inmortal. Seth no lo era.
Si los dioses lo abandonaban, envejecería y entonces una vez muriera, sería utilizado
por Hades.
¿Cómo no había pensado realmente en esto hasta ahora? Por supuesto, había una
tonelada de cosas sucediendo en las que me distraje, asuntos más urgentes en los que
pensar. Así que ahora tendría que encontrar una forma de sacarlo de debajo de los
pulgares de los dioses, deshacer su acuerdo con Hades sin que afecte a Aiden y
asegurarme de que fuera inmortal.
Tendría que ser factible.
Quiero decir, Apolo había convertido a Aiden en inmortal, junto con Alex. Así
que era posible y yo era su hija. Lo hizo por ellos. Tendría que hacerlo por mí. Me
asentí a mí misma, ya que eso ayudaba a cimentar mi creencia de que no habría
manera de que rechazara mi petición.
―¿Qué piensas, Josie?
Parpadeé y me giré hacia Alex. ―Lo siento. Me distraje. ¿Qué?
Los labios de Alex se curvaron hacia arriba en las esquinas. ―En vez de
quedarnos aquí esta noche, Gable dice que tiene suficientes habitaciones para nosotros
en su casa. Entonces, empezaremos el viaje de vuelta en la mañana.

245 Mirando de nuevo a donde Hércules estaba tumbado a través de la cama que Seth
y yo estábamos compartiendo, me encogí. El centro de la débil cama hundido.
―Suena como un plan para mí.
Despertar a Hércules y llevarlo a su habitación para recoger sus cosas llevó más
tiempo del que debería, pero el chico dormía como un muerto. Por sólo un puñado de
minutos, Seth y yo nos quedamos solos. Empacamos nuestras cosas rápidamente,
empujándolas dentro de los enormes bolsos de viaje. Cuando terminamos, me tiré en
la cama y empecé a girarme, pero Seth caminó detrás de mí, envolviendo sus brazos
alrededor de mi cintura. No dijo nada, sólo deslizó sus labios abajo por el costado de
mi cuello.
Cerrando los ojos, me eché hacia atrás mientras acomodaba mis manos en sus
brazos. Su cálido aliento y su caliente boca me tenían anhelando más que unos pocos
minutos robados.
―¿Piensas que esto es inteligente? ―pregunté―. ¿Ir a la casa de Gable?
Seth vaciló y alzó la cabeza. ―No lo sé. Una parte de mí piensa que es una mala
idea. No conocemos a este tipo, pero no puede ser más abierto y arriesgado que
quedarnos en este lugar. La sombra lo vio. Estarán buscándolo. Lo único bueno es que
no saben dónde vive. O ya habrían ido por él.
―Cierto. ―Girándome en su abrazo, envolví los brazos alrededor de su cuello y
descansé la mejilla en su hombro―. Eso fue sorprendentemente fácil.
―Sí ―respondió después de un momento―. Y eso es lo que me preocupa.

246
Capítulo 28
Traducido por Annette-Marie & Valentina95
Corregido por Xei07

—¿Q
ué dijiste que hace tu madre para vivir? —
pregunté.
Gable me miró mientras caminábamos
hacia arriba por un lujoso camino de piedra,
del tipo que tiene diferentes colores en los
adoquines alineados para lucir como un solo empedrado. Su sonrisa era tímida. —
Solía ser actriz, a finales de los años ochenta y principios de los noventa. No es que
alguien tenga que saberlo, probablemente. Hizo un montón de cosas clasificación-B.
Esas cosas clasificación-B debieron haber abierto muchas puertas, porque el hijo
de Poseidón vivía en una mansión. Una de las grandes casas que habíamos visto en los
acantilados, con vistas a la playa y al océano. El lugar era una finca de piedra maciza,
247 varios pisos, complementada con algunos coches extranjeros de gran lujo estacionados
delante del pórtico y de las puertas dobles de cristal.
—¿Estaba en el porno? —preguntó Hércules, y cuando todos lo miramos, sólo
encogió sus masivos hombros—. ¿Qué? Conseguimos porno en el Olimpo.
—¿Pero no Supernatural? —preguntó Alex—. Eso no tiene sentido.
Hércules entornó los ojos. —Tengo que checar este Supernatural.
—¿Está tu madre aquí ahora? —Aiden echó un vistazo a Solos. Si ella lo estaba,
esto podría ser incómodo. Por supuesto, ellos sacarían la compulsión, así que
probablemente no estarían tan preocupados por eso.
Gable negó con la cabeza mientras subíamos por la amplia serie de escaleras y
luego cruzábamos el porche techado. —Actualmente está en Europa con su último
esposo. —Deteniéndonos en las puertas, golpeó sus dedos a lo largo de una pequeña
caja negra. Tres veces emitió un pitido y luego brilló en verde. Abrió la puerta, y el aire
frío se precipitó hacia nosotros—. No hay nadie aquí.
—¿Ni siquiera sirvientes? —pregunté.
Rió. —No tenemos sirvientes que vivan aquí. Tenemos personas del aseo que
aparecen cada pocos días, pero sólo estoy yo en estos momentos. Y ustedes.
—¿Cómo se bloquea este lugar? —Solos inmediatamente entró en modo
seguridad, explorando la habitación con estilo atrio.
—Como Alcatraz —respondió Gable, caminando hacia adelante y alrededor de
una mesa redonda con un hermoso helecho asentado en el centro—. Una vez que la
alarma es programada, nadie entra sin que lo sepamos. También tenemos detectores de
movimiento dentro y fuera de la casa que pueden ser activados. Puedo bloquear los
interiores una vez que todo el mundo esté abajo para pasar la noche.
Justo enfrente de nosotros, una gran escalera en forma de caracol nos condujo
hacia arriba. A la derecha parecía haber algún tipo de biblioteca, y después había una
sala de estar. Tenía miedo de tocar alguna de las cosas. Los muebles parecían costar
más que toda la cuota de mi universidad.
—Bonito lugar —comentó Luke.
Seth no dijo nada mientras seguíamos a Gable a través de un comedor con una
inmensa mesa y sillas realmente impresionantes con altos respaldos y acolchadas
cubiertas grises. Teniendo en cuenta que había crecido siendo rico, probablemente
estaba acostumbrado a un lugar como este. Todos estos chicos estaban acostumbrados
a ello. Después de todo, sólo experimentar la vida en su Universidad me dijo que su
sociedad prácticamente giraba en torno al dinero.
248 Seth en realidad no había dicho mucho durante todo el viaje hasta aquí.
Estaba segura que simplemente tenía demasiado en lo que pensar. No ayudaba
que estuviéramos más o menos en la misma zona en donde habíamos divisado la
sombra.
Cuando pensé en la sombra, pensé también en el pobre hombre que se
había derrumbado sobre el suelo con la mandíbula fracturada. Sabía que, una vez
poseído, no había salvación para el mortal, pero saber eso no hizo que fuera más fácil
lidiar con ello. Esa fue otra vida perdida, ¿y para qué? ¿El hombre sabría siquiera lo
que le pasó? ¿Su familia estaría buscando?
Suspiré, frotando mis dedos a lo largo de mi ceja derecha. El golpeteo sordo de un
dolor de cabeza estaba de vuelta después de haber desaparecido el último par de días.
Era extraño. Era una semidiosa, así que pensé que los dolores de cabeza no me
atacarían. Lo único que podía pensar era que tal vez estaban ligados a mi falta de
sueño.
Seguimos a Gable hacia una hermosa cocina, complementada con un
estilo Shaker de armarios blancos, encimeras de mármol y un precioso protector contra
salpicaduras de color gris. La isla tenía capacidad para seis personas y la zona de
comer-en-la-cocina ofrecía una mesa casi tan grande como la que habíamos pasado en
el comedor formal.
—¿Alguien está hambriento? —Gable caminó alrededor de la isla.
—Siempre estamos hambrientos —respondió Deacon—. Siempre.
Gable sonrió a eso mientras se volvía hacia el refrigerador de doble puerta.
—Creo que tengo un poco de pizza congelada que puedo calentar en el horno. —
Hizo una pausa, mirándonos por encima de su hombro—. O podemos pedir algo más.
—No creo que sea prudente —replicó Aiden, apoyándose en la isla—. Pizza
congelada suena bien.
Gable vaciló y luego asintió. —Genial. —Sacó dos pizzas congeladas, encendió el
horno doble y entonces nos enfrentó—. Chicos, puedo enseñarles los alrededores si
ustedes quieren.
—Sí. —Solos apareció en la puerta de la cocina—. Quiero revisar el lugar.
Miré a Seth, pero él estaba observando a Gable como un halcón. Todos nosotros
paseamos de vuelta hacia el atrio. La excursión fue sorprendentemente rápida. Una
sala de cine estaba detrás de la escalera, como una sala de cine real, completa con un
proyector y una máquina para hacer palomitas de maíz. Adyacente a la sala de cine
había una sala de billar. Aiden se quedó en las mesas de billar. Encontré eso divertido,
porque realmente no podía imaginarlo jugando al billar. Los tableros de tiro de dardos
249 atraparon la atención de Deacon. Alex estaba revisando un juego de arcade. Parecía
que involucraba disparar a los asteroides o algo así. La pared lucía un televisor tan
grande como el que estaba en la sala de estar. Habíamos perdido brevemente a
Hércules en la piscina exterior iluminada. Arriba había más que suficientes
habitaciones para todos. Dejé de contar después de la sexta. Las cámaras colocadas
estratégicamente en toda la casa dejaron impresionados a Solos y Aiden.
Las personas ricas se tomaban en serio la seguridad.
Seth y yo terminamos en una habitación de invitados que parecía haber sido
decorada por un diseñador profesional. Era una tranquila mezcla de color azul
pálido y blanco. Me recordó a las fotos de Good Housekeeping. La abuela era una gran
fan de esa revista.
Todo el mundo estaba ya en sus habitaciones, acomodando sus cosas, o abajo,
donde Gable estaba poniendo las pizzas en el horno. Solos permanecía pegado cerca
de él.
Observé a Seth colocar las maletas en un banco azul pálido frente a la cama
matrimonial. —En realidad no confías en Gable, ¿verdad?
—No es nada personal. —Se acercó a una cómoda a juego, dejando caer sus gafas
de sol robadas en la parte superior—. No lo conocemos. No sabemos nada sobre él. Y
está manejando las cosas malditamente bien.
—¿Demasiado bien?
Levantó un hombro. —Está abajo preparándonos pizza. A un puñado de
desconocidos que acaban de decirle que son descendientes de los dioses Griegos.
Me dejé caer en el borde de la cama y me hundí en su suavidad. —Buen punto,
pero después de tener mi reacción inicial de locura y zanjar eso, fui junto a ti.
Se acercó, deteniéndose frente a mí. —También estuviste durmiendo un montón
después del shock.
—Y te utilicé como mi almohada Mascota...
—¿Y babeaste sobre mí?
Rodé los ojos. —No babeé sobre ti, pero el punto es, que sí, esto es demasiado para
pasar, pero no es imposible procesarlo y lidiar con ello.
—Hmm... —Se arrodilló frente a mí, envolviendo sus manos alrededor de mis
pantorrillas.
Ladeando la cabeza, sonreí un poco. —¿Qué piensas hacer?
—Nada. —Besó mi rodilla derecha y luego la izquierda—. Bueno. Estoy pensando
250 algo. Pensando sobre romper esta cama.

—Oh Dios mío. —Me reí, deslizando mis dedos a través de su cabello—. Tienes la
mente en un solo sentido.
—Por lo menos es en un sentido divertido, ¿verdad?
—Sí. —Deslicé mis dedos fuera de su cabello, hacia su mejilla. Inclinando su
cabeza hacia arriba, estudié su rostro. Era sorprendentemente hermoso, irreal de
alguna manera, pero había mucho más sobre él. Mucho más que una cara y un cuerpo
esculpido.
Volvió la cabeza, besando mi palma. —¿Lo estás haciendo bien?
Pensé en la pesadilla de la noche anterior. —Sí. Por supuesto.
Esos sorprendentes ojos se encontraron con los míos. —Te has estado frotando
mucho la frente y la sien. ¿Qué pasa con eso?
Mierda. Era observador. —Sólo es un pequeño dolor de cabeza. No es gran cosa.
Creo que se trata sólo de la constante falta de sueño.
—Entonces tal vez deberías descansar —ofreció, besando la palma de mi mano de
nuevo—. Puedo tomar un par de rebanadas y traértelas —comenzó a levantarse.
Lo detuve. —No tengo sueño. Juro que estoy bien.
Pareció considerar eso. —¿Qué estabas pensando antes?
—¿Cuándo?
—En el motel. Estabas en un mundo completamente diferente —explicó.
Inclinándome hacia adelante, besé su frente. —Empecé a pensar en algo realmente
al azar.
—¿Tú? ¿Pensando al azar? —Se rió cuando me incliné hacia atrás y le di un golpe
en el brazo—. Nunca lo hubiera adivinado.
—Ja. Ja.
—¿Entonces en qué estabas pensando?
—Sobre el hecho de que soy inmortal y tú no —expliqué, sonriendo cuando sus
cejas se elevaron un poco—. Pero voy a arreglar eso.
Su boca se movió en silencio por un momento. —¿Cómo... cómo vas a arreglar
eso?
Le sonreí. —Sé que Apolo puede hacerlo, hacerte inmortal. Él hizo a Alex
251 y Aiden inmortales, así que es totalmente posible.
—Sí —dijo lentamente—. Es posible, pero fue diferente para ellos. Apolo no me
haría inmortal.
Sin desanimarme, continué—: Oh, lo hará. Y también va a asegurarse de que el
trato que hiciste con Hades quede anulado e inválido si quiere que lo ayude a acabar
con los Titanes.
Sorpresa salpicó el rostro de Seth. —¿Qué?
—He estado pensando en ello por un tiempo. Ellos quieren que los ayude. Me
necesitan, en realidad. —Sintiéndome bastante presumida, me moví para besarlo
nuevamente, pero Seth se alejó. Se levantó. Fruncí el ceño—. ¿Qué?
Me miró como si un pecho me hubiera brotado en medio de la frente. —¿Vas a
tratar de negociar con los dioses?
—Bueno, con mi padre...
—Quien es un dios, Josie. No puedes negociar con ellos, ni siquiera con Apolo.
Van a cambiar cada trato y volverlo contra ti —dijo—. Los he visto hacerlo, y tu padre
no es diferente.
Eso no era exactamente lo que quería escuchar, pero no me sorprendió. —Si
quieren que detenga a los Titanes, harán esto por mí.
—Estás loca —susurró, retrocediendo.
—Caray. De nada. —Empujé un mechón de mi cabello hacia atrás—. Mira, voy a
hacer algo. No hay ninguna manera de que vaya a permitir que continúen utilizándote
y que después te quiten tu otra vida. No. No va a suceder. Así que acéptalo y muévete,
porque tengo hambre.
Seth me miró boquiabierto. —No soy digno de ese tipo de riesgo, Josie.
La ira pasó a través de mí. —¿Podrías dejar de decir eso, por favor? Odio cuando
dices eso.
—¿Por qué? —La frustración llenaba el aire—. Porque es verdad. ¿Es por eso?
—Eso no es verdad, Seth.
Rió con dureza. —No tienes ni idea, Joe. Ese es el problema. No es tu culpa, pero
no tienes ni idea.
—Bueno, eso no es un insulto ni nada.
252 —No pretendía que lo fuera, pero es la verdad. Estás dispuesta a ponerte en una
posición muy precaria sin saber de lo que soy capaz, pero yo sí, Josie. Sé exactamente
de lo que soy capaz.
Me obligué a tomar una agradable y lenta respiración. —Seth...
—No. Esta conversación ha terminado. No vas a hacer ninguna clase de loco
acuerdo que pueda explotarte en la cara. —Hizo un gesto con la mano como si
estuviera señalando el final de esta conversación, y eso fue un gran oh-infiernos-no—.
Hice mi cama y voy a rodar en ella.
Esperé un segundo. —¿Ya terminaste?
Sus ojos se dilataron en un ocre brillante.
—Sólo quiero estar segura de si todavía piensas que puedes decirme lo que puedo
o no puedo hacer. ¿Adivina qué? No puedes. ¿Y sabes qué más? Entiendo que a causa
de lo que hiciste en el pasado, pienses que no eres digno de mí…
—¿En el pasado? —Seth rió de nuevo, un sonido frío y duro—. ¿Crees que estoy
hablando de esa mierda con Ares? ¿Qué tal un par de semanas atrás?
—¿Qué... qué quieres decir?
Seth se quedó mirándome un momento y luego soltó cuatro desquebrajadas
palabras. —Me alimenté de ti.
—¿Qué? —susurré después de lo que probablemente fue un minuto entero
tratando de procesar lo que dijo. No había forma de que hubiera dicho lo que pensaba
que había dicho, porque no tenía sentido.
Se dio vuelta bruscamente, alejándose de la cama, dándome la espalda.
—Mierda. Debí habértelo dicho antes... antes de que te entregaras a mí, pero soy
un bastardo egoísta. Has oído bien, Josie. Me alimenté de ti… de tu éter.
Mis labios se movieron, pero mi lengua olvidó cómo formar las palabras.
Sorprendida, me senté ahí mientras un escalofrío helado bailaba en mi columna.
Escalofríos recorrieron mi piel. ¿Seth se había alimentado de mí?
—Ese es el tipo de... cosa que soy.
Alzando la mirada, lo vi enterrar su mano a través de su cabello. Sus dedos se
contrajeron alrededor de las hebras, tirando de ellas brevemente antes de dejar caer la
mano a su cuello.
―Tengo un… un problema. Lo he tenido desde hace un tiempo, y he intentado…
estoy intentando no ser esa persona, pero está en mí, y sale. Sé que sucederá de nuevo,
y cuando sucede, no me importa a quien lastimo, porque realmente me rompo. En ese
253 momento, no me importa a quién estoy lastimando. Incluso a ti. ―El borde en sus
palabras cortaba profundo. Se giró lentamente, su pecho subiendo bruscamente―. No
quiero ser esa persona. Dioses, no contigo, pero lo soy.
De repente, estaba frente a mí, sujetando mis mejillas. Mi corazón dio un salto en
mi pecho. ―Cada día te quiero, Josie. Quiero todo de ti. Te veo y quiero llegar entre
tus muslos y pasar toda la vida allí. Quiero llegar tan profundo dentro de ti que no
puedas decir donde terminas y donde empiezo yo. Quiero probarte y follarte hasta que
no sepa nada más. Constantemente. Quiero más que eso. No voy a mentir. Quiero
sostenerte.
No pude respirar mientras su mirada capturaba la mía.
―Quiero estar contigo. Quiero pasar cada día contigo. Cada hora, hasta el último
jodido minuto y segundo —dijo, su voz áspera. Cortante―. Pero eso no es todo lo que
quiero. ¿Lo que hay en ti? El éter. Joder. ―Sus ojos se cerraron brevemente y cuando
los volvió a abrir, quemaban con una luz profana, sorprendiéndome―. Quiero eso
tanto. Sí. Lo quiero. Lo tuve cuando te viniste en mi rodilla.
Mi corazón latía rápido. Sus palabras crearon una mezcla de disgusto… y Dios, de
lujuria. Eso estaba ahí, también, en respuesta a sus palabras. Había algo malo en mí.
Había algo definitivamente mal con él.
―No se puede confiar en mí ―dijo, sosteniendo mi barbilla así no podía mirar a
otro lado, por lo que tuve que escuchar y ver esas palabras. Y vi sus palabras. Las
escuché―. ¿Y sabes qué? Tú eres la única que no lo ve. ¿Crees que Alex no lo hace?
¿Qué Aiden no lo hace? Lo hacen. Ese es el tipo de persona por la que estás dispuesta a
la ira de los dioses. Ese es el tipo de persona por la que estás dispuesta a hacer un trato
con los dioses sabiendo que… ―Dejando caer mi barbilla, se enderezó, dejando que su
mano cayera a su costado―. No soy digno de esto.
Seth se alejó de nuevo, y el entumecimiento se desvaneció. Emoción floreció
dentro de mí, tan violenta como un huracán azotando la costa. Dolor explotó en mi
pecho al tiempo que la furia ardía al rojo vivo en la boca de mi estómago.
―¿Cuántas veces? ―pregunté.
Hubo una pausa. —¿Eso siquiera importa?
―¿Cuántas veces? ―grité esta vez, sin preocuparme si alguien me escuchaba.
Su cabeza cayó hacia atrás. ―Sólo una.
Dejé que se hundiera. No estaba segura de si eso cambiaba algo o no. Ni siquiera
estaba segura de lo que se suponía que tenía que hacer con esta información. La parte
254 posterior de mi garganta quemó mientras mi espalda se puso rígida. Ni siquiera podía
pensar de verdad. ―¿Cuándo?
Seth no respondió por un momento. ―Lo hice el… el último día que te entrené.
Cuando estábamos discutiendo y luego… haciéndolo. Perdí el control y me alimenté
de ti.
Mi mente corrió de nuevo a ese día. ―No lo entiendo. No sentí nada. La última
vez que se alimentaron de mí, dolió.
Su columna pareció endurecerse incluso más. ―No siempre duele. Puede hacerse
de manera que no duela.
Aspiré una bocanada de aire. Había estado todo el día encima de mí, y tuve…
Sacudí la cabeza, tan… tan malditamente entumecida. Y de repente, tuvo sentido.
Porqué me empujó lejos inmediatamente después de eso. No fue sólo porque pensó
que no valía la pena, sino también porque hizo algo malo, horriblemente malo. A mí.
Y nunca lo confesó. No hasta ahora.
Seth se había alimentado de mí.
Me lancé fuera de la cama como un cohete. Me enfrentó cuando lo alcancé. Ni
siquiera pensé antes de tirar el brazo hacia atrás y darle un puñetazo justo en el
estómago. Seth se dobló con un gruñido.
―Eso ―dije, sacudiéndome mientras me forzaba a dar un paso atrás―. Eso es por
alimentarte de mí.
―Dioses ―jadeó―. Me lo merecía.
―¿Cómo pudiste? ―demandé, cerrando las manos en puños de nuevo―. ¿Cómo
pudiste hacerlo después de saber lo que Hyperion hizo… lo que me hizo?
―Yo... ―No terminó esa oración, ¿porque qué podía decir?
Quería golpearlo de nuevo. Quería darle una patada. Dioses, quería una ballena
sobre él. Lágrimas llenaron mis ojos mientras continuaba retrocediendo, hasta que me
choqué con el banco. Quería… quería sacudirlo y quería que nunca me hubiese
contado lo que sucedió. ―¿Por qué no te esforzaste más?
Se enderezó y sonó como si se hubiera tragado un cristal cuando habló. ―No me
di cuenta de lo que estaba haciendo al principio. Eso… eso no lo hace correcto, pero
tan pronto como me di cuenta, me detuve. Es por eso que…
―¿Por eso qué? ―Mi voz se quebró.
Seth miró hacia otro lado. ―Es por eso que no estabas lastimada. Sólo estabas
cansada.
255
―Sólo cansada ―dije en voz baja, recordando quedarme dormida mientras
comía. Mis piernas temblaron y me dejé caer bruscamente en el banco. Traté de darle
sentido a esto―. Así que te detuviste cuando te diste cuenta de lo que estabas
haciendo.
―Eso no cambia el hecho de que lo hice.
¿Lo hacía? ¿O no? No tenía ni idea. Nada en lo que basarme. Quiero decir, no era
como si me hubiera engañado o sido abusivo de la forma en que la gente normal lo
hacía, pero esto fue una traición. Eso era un gran asunto.
Alisé mi mano por mi cara, sacudida. ―Quiero que seas honesto conmigo. ¿Sólo
lo hiciste una vez?
Seth asintió.
―¿Y es por eso que te mantuviste alejado de mí después?
Otro asentimiento.
Apreté la mano, colocándola sobre mi pecho. ―Pero no lo has hecho desde que
nosotros… desde que nosotros volvimos juntos. ¿Por qué?
―Yo… no quiero volver a lastimarte nunca o… a tomar de ti lo que no es mío.
―Se dirigió a la puerta y se apoyó contra ella. Lentamente, sacudió la cabeza, y en ese
momento, nunca lo había visto viéndose tan joven y vulnerable. Tan humano—. Y
decidí esa noche que volvimos a estar juntos que nunca lo haría de nuevo, y que si lo
hiciera…
―¿Qué? ¿Qué harías entonces?
Con los labios finos y presionados juntos, cerró sus ojos de nuevo. ―Me
aseguraría de que nunca volvieras a ver mi cara de nuevo.
Una vez más, la ira superó a todas las otras emociones. ―Oh, en lugar de, no sé,
¿venir y hablar conmigo sobre ello? ¿Dejarme ayudarte? Trabajando juntos…
―¿Trabajando juntos en qué, Josie? Piensas que puedes ayudarme con esto, ¿con
esta cosa dentro de mí?
Mantuve la boca cerrada, aunque había muchas cosas que quería decir, que podría
haber dicho. Podría haberle dicho que no. Que esto —que volviéndose mejor y
haciéndolo mejor— era todo sobre él. Podía haberle dicho que sí. Que podría
ayudarlo. Podría apoyarlo tomando… las decisiones correctas. Podría estar al tanto de
cuando se estuviera volviendo demasiado para él. Podría decirle que quería pegarle un
puñetazo en la garganta. Podría decirle que todavía lo amaba.
256 Y lo hacía.
Pero no lo hice.
Porque estaba furiosa. Mi piel prácticamente se derritió debido a la ira. Porque
estaba herida. El dolor estaba en mi pecho, difundiéndose e inflamándose, porque…
maldición. Porque estaba indignada. Esperaba algo mejor de él, y traicionó esa
confianza. Me hizo lo que Hyperion me hizo. Eso me dio ganas de arrojar algo.
Bajando la mirada, presioné mi mano cerrada contra mi frente y me forcé a tragar
el nudo en mi garganta para aliviar mi espalda.
―Así que… ―Su grave voz rompió el silencio―. ¿Esto es todo?
No dije nada. Todo en lo que podía pensar era en esa noche que dijo que estaba
asustado de que todo se convirtiera en una pesadilla y que lo odiaría para siempre.
Vivió con este secreto durante semanas, como la espada de Damocles colgando sobre
su cabeza.
Pasaron varios minutos y luego Seth dijo―: Después de todo lo que he hecho, lo
que te hice a ti fue lo peor. Fuiste un regalo para mí, y jodí eso. Eso está en mí, y yo
realmente lo lamento. ―Se detuvo, y cerré los ojos con fuerza―. No hay nada más en
este mundo que yo…
Un repentino grito desde el piso de abajo lo interrumpió. Reaccioné por instinto,
saltando a mis pies mientras Seth se daba la vuelta, abriendo la puerta. Hubo un golpe
fuerte, alzando los vellos de mis brazos. Todo con Seth fue dejado de lado mientras
salíamos corriendo de la habitación.

257
Capítulo 29
Seth
Traducido por Annete-Marie, rihano & Dee
Corregido por Xei07

S intiéndome abatido, salí de la habitación, corriendo por el largo pasillo.


Al final de éste, Deacon estaba saliendo de la habitación que compartía
con Luke, su expresión marcada con preocupación mientras se pasaba
una camisa limpia sobre la cabeza. Se unió a nosotros cuando llegamos a los primeros
escalones.
Estaba enfermo del estómago, a pesar de que había hecho lo correcto al decírselo a
Josie, y desmotivarla de hacer un trato del que se arrepentiría.
Mierda. Había saboreado el miedo en el momento que dijo que pensaba hacer un
trato con los dioses por mí. Ellos le habrían dado la espalda tan rápido que su cabeza
258 aún estaría girando. No había forma de que pudiera permitir que hiciera eso.
Así que hice lo que debí haber hecho hace semanas, cuando me dijo que me
amaba. Debí haberle dicho la verdad, explicarle quién y qué era realmente para ella. Si
no me hablaba nunca más, no me sorprendería.
Pero no podía concentrarme en eso en este momento. Tenía que compartimentar y
empujar lejos mi agitación. Habría tiempo más tarde para encargarse de esa mierda, y
rodar en ella.
Nuestros pies golpetearon los escalones de madera de la escalera. El vestíbulo
apareció a la vista. Primero vi el enorme trasero de Hércules, y después a Aiden. Él
tenía una daga Covenant en su mano derecha.
—¿Qué está pasando? —preguntó Josie, su voz ronca. El músculo a lo largo de mi
mandíbula se tensó.
—Él está... está muerto —murmuró Gable.
Al no ver a quienquiera que se estuvieran refiriendo, di un paso hacia abajo en el
vestíbulo y encontré a Gable de pie casi debajo de la escalera. Su rostro estaba blanco
como el de un daimon. No era una buena señal.
—¿Quién está muerto? —Deacon pasó por delante de Josie, uniéndose a Luke que
se encontraba a un lado, cerca de la entrada a la sala de estar. O la sala de descanso.
Una de las docenas de innecesarias habitaciones que tenía esta casa.
—Mira afuera —respondió Alex mientras caminaba por la zona de la cocina, la
bolsa de lona con las armas apretada en su mano. La colocó en el suelo, justo detrás de
la mesa en el centro del atrio.
Mi mirada trazó la longitud del atrio hasta las puertas dobles. Ahí había cristales, y
en el centro de la puerta izquierda pude ver un círculo creado con fisuras de telaraña en
el cristal. El vidrio roto estaba manchado con lo que parecía ser una mezcla de sangre
y alguna otra clase de fluido.
Entonces miré hacia abajo. La luz del porche estaba encendida, arrojando un
resplandor amarillento en el cuerpo boca abajo. Pude notar las sandalias, piernas
pálidas, y oscuros pantalones cortos.
—Lla… llamó a la puerta —dijo Gable, levantando una mano y empujándola a
través de su cabello. Tiró de los extremos—. Cuando llegamos aquí para ver de quién
se trataba, n… nos vio a través del cristal y...
—Decidió introducir su rostro en la puerta de cristal, en un total modo zombie. —
Luke sacó una Glock de la bolsa—. Había una sombra en él. En el momento en que
golpeó el suelo en el exterior, la sombra salió y se fue.
Mierda. —Eso no es bueno.
259 —No. —Los hombros de Aiden se tensaron—. Creo que estaba explorando.
—¿Eso? —susurró Gable—. Ese es el Sr. Nanni. Vive calle aba... abajo.
—Ya no vive más —respondió Hércules—. Ese es un muerto Sr. Nanni.
Aiden revoloteó alrededor, su mandíbula apretada mientras cubría con la mirada a
Hércules. —No estás ayudando.
El semidiós se encogió de hombros. —Como sea —murmuró, haciendo crujir sus
nudillos.
Hubo una pausa. —Nada puede conseguir pasar a través de ese cristal, ¿cierto? —
preguntó Gable—. Está reforzado.
—El cristal reforzado no significa una mierda —repliqué—. Eso no va a detener a
un daimon.
—¿Q… qué es un daimon? —preguntó Gable.
—¿Explicación rápida y sucia? —Deacon se volvió hacia él—. Ellos solían ser
puros y mestizos, y se volvieron adictos al éter, esa es la sustancia en el interior de
todos nosotros que nos hace ser lo que somos. Nada bueno.
Su mirada salvaje voló nuevamente a la ventana. —¿Hay daimons afuera ahora?
Aiden se rió secamente. —Si tan sólo pudiéramos tener tanta suerte.
Un trueno estalló sobre nuestras cabezas, sacudiendo la casa, y sí, esa era una
mala, mala señal. Especialmente cuando no había un relámpago.
—Y no parece que vayamos a tener suerte —dijo Solos con un suspiro.
Gable levantó la vista hacia el techo. —¿Habrá una tormenta?
—No del tipo de tormenta que California necesita. —Alex giró una daga en su
mano mientras se acercaba a Aiden.
Arrodillado junto a la bolsa, saqué una daga y luego una delgada estaca. Miré
hacia arriba, Josie estaba de pie ahí, repartiendo. Mi mirada conectó con suya, y la
aparté, mi mandíbula trabajando. No había duda de lo que ella estaba pensando sobre
mí. Acerca de lo que había hecho. No era mejor que un puto daimon. Simplemente no
era tan complicado.
Le extendí las dos armas que tomé. —La delgada fue sumergida en la sangre de
Pegaso —le recordé.

260 No dijo nada mientras tomaba la cuchilla y después cogía el puñal. Me aferré a
ella, forzándola a encontrarse con mi mirada.
—¿Estás lista para esto? —pregunté—. No puede haber vacilación. Algo se está
acercando, y lo que sea, vamos a tener que acabarlo. Si no estás lista, tienes que
esconderte.
Sus ojos azules se oscurecieron. —Estoy lista.
Dudé por un momento y luego la dejé ir. Agarré las mismas armas y luego me
levanté. Afuera, el viento arreciaba, y desde las puertas de cristal podíamos ver las
palmeras doblándose bajo su propio peso y la fuerza del viento.
—¿Qué demonios se está acercando? —preguntó Deacon—. ¿Una tormenta?
Luke rió. —De nuevo. Como si pudiéramos tener tanta suerte.
Me mantuve cerca de Josie cuando caminó hacia adelante. Puede ser que quisiera
apuñalarme con una de esas armas, pero ella era mi prioridad. Con toda honestidad,
no podía dar una mierda con lo que pasara con Gable en este punto. Mi objetivo era
asegurarme de que después de lo que sea que se nos viniera encima, ella se mantendría
de pie.
Todos los demás estaban por su cuenta.
Como fueron entrenados, una línea se formó a varios metros de distancia de la
puerta, bloqueando a Gable. El instinto había conducido a Josie a situarse de pie al
otro lado de Solos. Ella no había sido instruida en este tipo de técnica, en cómo formar
una línea contra su enemigo. No había habido tiempo suficiente para introducir años
de entrenamiento en ella. La flanqueé, los dedos tensos alrededor de cada arma.
Otro trueno resonó por encima, ensordeciéndonos mientras sacudía las pinturas en
las paredes. En algún lugar de la casa, algo cayó y se estrelló. Un fuerte crujido le
siguió, y una palmera cercana a la avenida se partió en dos.
Algo se agitó en el exterior. Mis ojos se estrecharon cuando el viento continuó
arreciando en un área, cercano a una de las camionetas. Giró y giró en un área
pequeña, como un mini tornado.
—¿Qué... qué es eso? —preguntó Josie.
—Gable —dijo Aiden, su voz nivelada—. Tienes que esconderte justo ahora. No
importa qué, no vengas a menos que…
El ciclón se lanzó hacia adelante, apuntando directamente hacia las puertas. Me
preparé para verlo venir directo a través del cristal, pero se detuvo antes de hacer
contacto, girando en un solo lugar. El ciclón tenía más de dos metros de altura y era
tan ancho como una persona. Tenía un muy mal presentimiento sobre lo que estaba
dentro de esa masa de aire.
261 —Ummm —murmuró Deacon.
Un latido de silencio pasó y entonces, claramente, el sonido de la puerta principal
siendo desbloqueada pudo escucharse.
—¿Qué de...? —Alex enmudeció cuando la serie de clics se detuvo.
—Los sistemas de seguridad fallaron —murmuré.
Las puertas de cristal se abrieron y el ciclón se disparó al interior. El viento
azotaba conforme el ciclón desaceleraba, desplegándose hasta que una figura se volvió
visible en el interior.
—Esto no es amistoso —dijo Solos, dando un paso adelante con su pierna derecha
mientras su brazo se ladeaba hacia atrás—. No es necesario esperar. —Lanzó una
daga.
Voló por el aire, sobre la empuñadura de la hoja, y fue a través del mini tornado,
enterrándose profundamente en el centro. En el momento en que hizo contacto, una
ráfaga de viento estalló. Una explosión sónica nos golpeó a todos de vuelta, como si
fuéramos nada más que los pernos en un juego de bolos.
Aterricé sobre mi trasero junto a Josie. La daga del Covenant cayó de sus manos,
arrastrándose por el suelo. Maldijo, rodando sobre su costado mientras se abría paso
hacia el arma sobre sus manos y rodillas.
—¿En serio? —Una voz profunda resonó por toda la casa, y me volví
bruscamente. El tornado había desaparecido y en su lugar había un hombre. Un
hombre verdaderamente alto con una cabeza llena de cabello castaño y los hombros
más anchos que los de Hércules—. ¿Me lanzaste una daga? —Inclinó la cabeza hacia
atrás y rió mientras se agachaba, tomaba la empuñadura, y luego tiraba la daga. La
dejó caer en el suelo de piedra del vestíbulo—. Esto va a ser más fácil de lo que
imaginaba. —Entonces abrió los ojos. Todos ellos eran de color negro.
El hombre ante nosotros era un Titán.
—Oh mis dioses —susurró Josie mientras lo que parecía ser reconocimiento se
dibujaba en su rostro cuando se sentó.
—Fue más por diversión —dijo Solos, su mano apretándose alrededor de la
delgada daga—. Sólo quería ver lo que harías.
El Titán inclinó la cabeza, su expresión perpleja. Su piel, una mezcla de distintas
tonalidades de sombras rosa, parecía iluminarse y profundizarse cada pocos segundos.
—¿Cuál eres tú? —pregunté, parándome sobre mis pies. Me deslicé frente a Josie,
quien ahora estaba de pie con la afilada hoja en la mano—. ¿Mo? ¿Curly?
Definitivamente no Larry, ya que estaría orinándose encima si estuviera en frente de
262 nosotros en este momento.
El labio del Titán se curvó. —Soy Atlas, Apolyon. No conozco a esas deidades de
las que hablas.
—¿Atlas? —murmuró Deacon—. Oh chico...
Por el rabillo del ojo, vi a Luke tomar la misma postura protectora frente a
Deacon, y por una vez el pura sangre no luchó contra ello.
La mueca de Atlas se convirtió en una sonrisa burlona. —Sabes quién soy. Todos
ustedes saben quién soy. Y saben cómo terminará esto. Denme por lo que he venido y
permitiré que cada uno de ustedes viva. Niéguenmelo, y cada uno de ustedes morirá.
Suspiré. —Eso es tan cliché.
La mirada toda negra del Titán se deslizó hacia mí. —Puedes ser el Apolyon y
puedes estar rodeado de semidioses, pero no puedes derrotarme. No soy Hyperion y…
—No soy sólo cualquier semidiós. Soy el Hércules y tú eres…
Atlas levantó la mano, y un segundo después Hércules estaba volando hacia atrás
a través del aire. Se estrelló contra la pared cerca de la escalera, agrietando el yeso. —
No eres nada para mí —terminó Atlas cuando Hércules cayó al suelo de bruces.
—Estoy de algún modo contenta de que lo callaras —dijo Alex, su cuerpo tenso—.
Pero de alguna forma lo necesitamos vivo.
—¿Por qué? —consultó Atlas—. ¿Así puede llevarnos continuamente a donde
están los restantes semidioses? Sabíamos que ustedes saldrían. Podemos esperar.
No era de extrañar. Probablemente tenían sombras cerca de la Universidad,
esperando que saliéramos. Eso fue un riesgo que habíamos tenido que tomar y ahora
estábamos pagando las consecuencias.
Atlas olfateó el aire mientras miraba a Alex. —Eres una semidiosa, pero tu éter no
es tan puro. No como el del cobarde detrás de la escalera. —Hizo una pausa, mirando
a Josie—. O esta otra.
—No soy un aperitivo —declaró Josie, y sonreí—. Así que deja de mirarme como
si fuera la cena.
—Oh, pero querida, eso es exactamente lo que eres. —Atlas sonrió, y fue
completamente espeluznante—. Y el resto son completamente prescindibles.
Varias cosas sucedieron a la vez.
Atlas levantó su brazo, los dedos abiertos. Un torrente de energía llegó a través de
263 la habitación, apuntando directamente hacia Alex y Aiden. Ambos se movieron fuera
del camino, girando hacia los lados antes de que este conectara. El Titán se desplazó
inmediatamente. La explosión de energía se dirigió hacia Luke, lanzándolo hacia
arriba y hacia atrás contra Deacon.
Luke disparó varias rondas de su Glock, pero Atlas volteó y se volvió
retorcidamente rápido, esquivando cada una de las balas. Golpearon la pared sin
causar daño, y entonces Atlas estaba frente a Aiden.
Sumergiéndose bajo el brazo de Atlas, Aiden brincó detrás de él y giró, pateando,
pero el Titán era increíblemente rápido, más que Hyperion. Se balanceó hacia atrás
con su brazo, atrapando a Aiden por el pecho, levantándolo y lanzándolo de espalda
como una taza de té.
Y eso molestó a Alex.
Ella se precipitó hacia el Titán, lanzándose desde el piso con un pie delante de él.
Giró en el aire, a punto de dar una brutal patada giratoria.
Esta nunca conectó.
Atlas se giró de nuevo y atrapó su pierna. La lanzó como un maldito bate de
béisbol, lanzándola justo hacia Aiden mientras él recuperaba el equilibrio. Cayeron en
un revoltijo de brazos y piernas.
—Santa Mierda —murmuró Solos.
—Joder, tenemos que acercarnos. —Girando alrededor, lancé mi daga Covenant a
la cabeza de Atlas, sobre todo como una distracción. Funcionó. El Titán se movió para
evitar eso mientras yo invocaba el elemento fuego. Una bola de llamas color ámbar se
formó por encima de mi mano. La lancé como una pelota de béisbol.
Una ráfaga de energía onduló desde Josie. Ella había llamado al fuego un segundo
después de mí, añadiendo otra ráfaga de llamas a la mezcla.
Atlas se volvió hacia nosotros. Las llamas se esfumaron antes de que lo
alcanzaran, como si hubieran golpeado en una especie de campo de fuerza. —No te
canses, chica. Tengo grandes planes para ti más tarde.
No me gustó eso.
Tampoco a Josie.
—Lo siento. Estoy ocupada más tarde. —Una explosión de energía recorrió el
aire, pasando sobre mi piel, y pude sentirla dentro de mí, golpeándome para liberarse.
Un rayo de akasha salió de Josie en un brillante rayo de energía blanco azulado. Este
golpeó en el hombro de Atlas, haciéndolo retroceder un paso.
264 —Ay —dijo Atlas, agitando el brazo—. Eso no fue muy agradable. —Levantó el
brazo, y de repente Josie estaba patinando por el suelo de piedra, con los brazos
girando mientras trataba de ganar el control de su cuerpo, pero era como si una mano
invisible la arrastrara hacia Atlas.
Maldiciendo, me tiré a la izquierda y la enganché alrededor de la cintura,
arrojándola al suelo y rompiendo la conexión. Me retorcí, tomando la peor parte de la
caída mientras aterrizábamos, con ella encima. Rodé antes de que Atlas tomara
ventaja. Mis rodillas golpearon el suelo entre las de ella. Nuestros ojos se encontraron
por una fracción de segundo, y luego yo estaba en el aire. Me preparé para el impacto.
Golpeando la mesa, me estrellé a través de una planta en una maceta. La tierra
voló en mi cara cuando la madera se rompió debajo de mí. Me recuperé antes de
comer piedra, aterrizando en mi costado. Miré hacia arriba y vi a Hércules.
Estaba de pie, y arrastró su trasero por el vestíbulo, sus pasos pesados sacudiendo
la mesa. Golpeando su hombro en el Titán, trató de tumbarlo, pero eso no funcionó.
Atlas envolvió sus enormes brazos alrededor del pecho de Hércules, levantó al
semidiós en el aire y luego lo golpeó contra el suelo, el poder llevándolo abajo. La
piedra crujió bajo sus pesos.
Atlas se levantó, abriendo los brazos. —¿Quién es el siguiente?
—Dioses. —Solos sacó su Glock y disparó varias rondas. Como antes, el Titán las
esquivó y se dirigió directamente hacia el Centinela. Solos arrojó la Glock a un lado,
preparándose para un mano a mano.
Aiden salió de la nada, corriendo hacia el Titán desde atrás. Se lanzó hacia el aire
y aterrizó sobre Atlas, enganchando sus rodillas en las caderas de Atlas. Aiden cogió la
cabeza del Titán y la torció bruscamente. El crujido del hueso quebrándose resonó en
la habitación, un segundo antes de que Atlas estirara la mano agarrando la camisa de
Aiden. Atlas lo lanzó por encima de su hombro, enviándolo volando por el aire. Aiden
se estrelló contra el suelo, rodando varios metros antes de llegar a pararse sobre su
espalda.
—Podría haberte dicho que eso no funciona —dije, apretando la hoja envenenada,
tratando de encontrar la manera de acercarme lo suficiente a Atlas para usarla.
—Gracias —gimió Aiden, rodando hacia un lado—, por el dato.
Luke fue el siguiente en caer. Fue arrojado como una maldita pelota de fútbol
después de llevarla Atlas. Deacon llamó el elemento fuego, llamando la atención de
Atlas mientras Josie enviaba otro rayo de akasha hacia él desde el otro lado.
Apreté la mandíbula, ignorando lo que se sentía como un gigante durmiente
despertando en mi pecho mientras yo también utilizaba la akasha. Antes de que
pudiera soltarlo, Atlas sonrió de nuevo mientras levantaba sus brazos. Un alto grito de
265 lamento se hizo eco desde el exterior, y luego humo negro se derramó en la casa,
rompiendo en varias corrientes. Sombras.
Las sombras estaban por todas partes.
—Mierda —chilló Josie cuando una se dirigió directamente hacia ella. Se agachó y
se dio la vuelta. Tropezando de nuevo en la pared, sus grandes ojos se encontraron con
los míos. Estaba escrito en su cara, lo mal que esto estaba.
—Dioses. —Alex golpeó el suelo, evitando por poco a una de ellas—. Huelen
como el río Styx. —Rodando sobre su costado, usó sus piernas para poder pararse—.
Tan jodidamente desagradable.
—Manténganse fuera de su alcance —ordenó Aiden, levantándose de nuevo—.
No hay nada que podamos hacer acerca de ellas.
Josie se precipitó hacia la izquierda, frunciendo el ceño cuando uno agarró su
largo cabello. —Necesitamos a una furia. Como de respaldo.
Sí, y como siempre, esas perras no estaban en ninguna parte para ser encontradas
cuando realmente las necesitabas.
Fue caótico, enfrentarse con Atlas mientras evitábamos a las sombras. Una
columna de humo negro agarró a Deacon y lo levantó todo el camino hasta el techo, y
eso atrapó la atención de Luke y Aiden. Se precipitaron a través del atrio y el tirón en
mi pecho regresó cuando Aiden envió un rayo de akasha hacia la sombra. Esta dejó
caer a Deacon.
Justo encima de ellos.
Atlas atravesó el atrio, dirigiéndose a la escalera. Me disparé hacia el frente desde
la derecha. Más allá, vi a Josie también dirigiéndose a él. Quería advertirle, pero
teníamos las cuchillas envenenadas. Estaba a medio camino de la escalera cuando
Solos vino corriendo por detrás de Josie.
El Titán giró tan rápido que para el momento en que cualquiera de nosotros se dio
cuenta de lo que estaba haciendo, fue demasiado tarde. Atrapó a Solos por el brazo
con una mano y luego lo golpeó en el pecho con la otra… no, no golpear. Su mano
atravesó el pecho de Solos.
Josie gritó cuando la sangre salió rociada de la espalda de Solos.
Me detuve de golpe, sorprendido cuando Atlas sacó su mano hacia atrás. El color
rojo estaba en todas partes y en la mano de Atlas estaba algo que pertenecía al interior
del pecho de Solos.
Su corazón.

266 La sangre se drenó rápidamente de la cara de Solos mientras sus piernas se


doblaban debajo de él. Se dobló como un pedazo de papel. Golpeó el suelo y no se
movió. Caído. Acabado. Eso fue todo.
—Estoy terminando con esto —dijo Atlas, cerrando la mano alrededor del órgano,
destruyéndolo.
Toda mi contención se rompió.
La ira me atravesó, me abrió desgarrándome. Grité, el sonido haciendo eco a
través de la habitación, y fuera de la furia y el dolor me estiré, lanzando mis brazos
hacia los lados. Deje caer la hoja envenenada cuando el monstruo en mi pecho
despertó totalmente. Eso reconoció todo el poder en la habitación, en Alex y Aiden, en
Hércules e incluso en Gable, pero sobre todo en Josie. Me susurró que lo tomara. Cavó
profundamente, exigió venganza y prometió castigo.
Dejé que el monstruo tomara el control.
Mis labios se movieron y dije las palabras que había oído antes, palabras que
desbloquearían el mayor poder, palabras que Alex dijo una vez antes. No entendía
cómo funcionaba. Además, no me importaba. —Θάρρος.
Valor.
Un temblor se extendió a través de mi cuerpo, seguido de una abundancia de
calor. Determinación se vertió en mi pecho.
—Δύναμη —dije.
Fuerza.
Otra sacudida de poder me golpeó, recargándome. La tibieza se volvió calor,
invadiendo mis músculos, rompiéndolos y reconstruyéndolos rápidamente.
Alguien gritó, un grito agudo. Hubo una exclamación, un jadeo más áspero y más
pesado.
Seguí mientras daba un paso adelante, a través de las sombras rodeando a Atlas.
—Απόλυτη Εξουσία.
Poder absoluto.
La luz ámbar irradió a través de la habitación. Los gritos se volvieron más agudos
mientras cada célula de mi cuerpo vibraba de energía. Jeroglíficos aparecieron en mi
piel, girando rápidamente. Las sombras volaron hacia atrás, dejando al descubierto a
un paralizado Atlas.
Lo terminé. —Αήττητο.
El aire perforó mis pulmones a medida que la estática cargaba el aire a mí
267 alrededor. Cuerdas de luz aparecieron por toda la habitación. Una. Dos. Luego tres y
cuatro. Cinco. Seis. Siete. Las cuerdas luminosas y brillantes venían de todas partes,
estrellándose contra mi pecho, golpeándome de nuevo contra la pared y luego arriba
en el aire. Dentro de mí, el poder cambió y pulsó. Un fuego me iluminó, caliente y frío
a la vez. Poder llenaba cada célula.
Mis pies estaban en el suelo de nuevo, y mi cabeza echada hacia atrás. Fuera de
las esquinas de mis ojos vi cuerpos marchitándose, pero me concentré en el origen de
mi rabia. Cada sentido se volvió consciente. Visión aguda. El olor de la pizza quemada
mezclado con el sabor metálico de la sangre y el olor a sudor. Escuché múltiples
inhalaciones de aliento.
El mundo estaba teñido de blanco.
El miedo parpadeaba sobre el rostro del Titan. Oh sí, él sabía lo que estaba
enfrentando. Sabía que el final estaba cerca, el verdadero final, y no había escapatoria,
porque yo era el principio y yo era el final.
—No —dije, con una voz profunda y pesada que no reconocí como mía—. Yo he
terminado con esto.
Convoqué Akasha, pero esta vez fue diferente. El éter cantó en mis venas e inundó
mi cuerpo. El ámbar blanquecino circuló por mi brazo, crepitando y cargando el aire,
mientras bajaba por mi brazo.
Atlas intentó moverse, pero era demasiado tarde.
Akasha se estrelló contra el Titán, golpeándolo en el pecho, y siguió viniendo
mientras avanzaba, manteniendo el ritmo de la intensidad, rodeándolo con su poder.
Hilillos de humo golpearon el aire y pequeñas ráfagas de luz salieron disparadas,
golpeando las sombras. La luz las engulló y las destruyó.
Atlas estaba retrocediendo, pero una pierna le falló y luego la otra. Cayó al suelo
de rodillas y sonreí mientras ponía mi mano en su cara. Mi pecho se expandió cuando
palmeé lo que estaba en el Titán, succionando hasta la última gota de éter de él, y lo
que estaba dentro de mí se convirtió en un fuego al rojo vivo.
El poder se retrajo.
Moví la mano hacia atrás y la luz ámbar blanquecina se retiró.
Atlas alzó la mirada hacia mí, con la boca abierta. Una reluciente sangre azul
oscuro se filtró de sus ojos. Debajo de su piel, una red de venas se hizo visible,
iluminadas desde dentro. La luz se filtró, inundando todo su cuerpo.
Me reí.
Un ruido seco, como bombas estallando al mismo tiempo, hizo eco a través de la
268 habitación, y cuando la luz se desvaneció, Atlas no era más que una mancha quemada
en el suelo de piedra. Me quedé mirando el lugar durante varios minutos hasta que
algo detrás de mí lloriqueó.
Lentamente, me di la vuelta. Había gente en el suelo. Eran las cosas que estaban
marchitándose. Cosas. Insignificantes. Gimiendo. Intentando sentarse. Molestos.
Caminé hacia ellos, cada paso a propósito. Algo se movió a mi derecha. Miré. Era
grande y se estaba acercando a mí. Hércules. Dioses, no me agradaba.
Levantando la mano, le envié volando hacia atrás. Mi atención se centró en el
puro de cabello oscuro y ojos plateados. Él estaba protegiendo a alguien. La sangre
goteaba de su nariz.
Oh sí, en realidad no me agradaba. No podía comprender por qué, pero sabía que
estaría totalmente satisfecho si lo hacía explotar. Levanté la mano.
—¡Seth! No —gritó una mujer. La voz era familiar. Me hizo algo. Me distrajo—.
¡Seth!
Una sensación punzante se disparó a través de mi antebrazo izquierdo, y me di la
vuelta, levantando mi brazo mientras convocaba Akasha. Se enroscó, corriendo por mi
brazo.
—Seth —susurró ella.
Su voz me detuvo, me alcanzó y me sacudió. La luz ámbar blanquecina se apagó.
Bajé la mirada y vi ojos azules… Josie. Mi Josie. Y entonces vi lo que sostenía en su
mano. Esa suave mano temblaba, pero no estaba vacía. Agarraba la afilada hoja. Abrí
la boca, pero ningún sonido salió. Mis piernas cedieron debajo de mí, y Josie dejó caer
la estaca. La escuché resonar en el piso y luego no oí nada.
No había nada.

269
Capítulo 30
Josie
Traducido por Valentina95
Corregido por Xei07

D ejando caer la afilada hoja, me lancé hacia delante y traté de


detener la caída de Seth. Enredé mis brazos alrededor de su
cintura, pero era demasiado pesado. La toxina lo había golpeado
con fuerza, y no podía sostener su peso. No cuando estar de pie y forzar mi camino
hacia él había acabado la energía restante que me quedaba.

Me estrujé junto con él, chocando en el suelo con la cadera. El dolor floreció, pero
lo ignoré cuando la cabeza de Seth agrietó el suelo de piedra.

Alcanzándolo, gateé a su lado y lo giré sobre su espalda. Sus ojos estaban


270 cerrados, oscuras pestañas abanicaban sus doradas mejillas. Con una mano
temblorosa, palmeé su cuello en busca del pulso y luego tragué un grito de alivio
cuando lo sentí estable bajo mis dedos.

No tenía idea de lo que la sangre de Pegaso le haría. Podía matar mortales.


Inmovilizar Titanes y semidioses, ¿pero al Apolyon? Nadie podía decir realmente lo
que le haría a él.

Estaba vivo.

Fuera de combate, pero vivo.

Empujándome a mí misma, me senté y escaneé la habitación. Mi mirada cayó


primero en la hoja. Necesitarás la toxina, pero no para quien lo esperas. Las palabras de
Medusa me perseguían. Ella lo sabía. La mujer lo sabía.

Y yo había visto a Atlas antes.

Él había estado en mis pesadillas. Una y otra vez, había estado allí. ¿Cómo? No lo
entendía, pero lo estaba.
Entumecida, alcé la mirada. Deacon estaba luchando por ponerse de pie, junto
con Luke. Ambos parecían haber sido lanzados contra una pared. Un fino hilo de
sangre goteaba de la nariz de Deacon, pero por lo demás parecía ileso. Las contusiones
en la mandíbula de Luke eran de luchar contra Atlas. Hércules estaba sentado, su
expresión absolutamente aturdida.

―¿Cómo hizo esto? ―Alex tropezó sobre sus pies con la ayuda de Aiden,
balanceándose hacia un lado. Ambos lucían bien―. ¿Cómo hizo esto?

No respondí, porque no sabía cómo Seth nos había utilizado sin ni siquiera
tocarnos.

Mi mirada finalmente cayó en Solos. ―Oh dioses ―susurré, apartando la mirada


rápidamente. Lo que Atlas había susurrado en mi sueño la noche anterior también
había sido cierto. Cava una tumba.

Él estaba... cerré los ojos, mordiendo mi labio inferior hasta que saboreé la sangre.
Dolor abrió mi pecho, eclipsando los dolores físicos que me mordían y masticaban.

Solos se había ido.

Cuando cayó había llevado a Seth al borde, a un borde muy precario en el que
nunca noté que había estado tambaleándose… todo este tiempo.

271 Estaba entumecida, sentada entre el lugar donde Seth había caído y donde Solos
descansaba. Esta esencia a muerte era diferente de la que siguió a las sombras. Esta…
esta era más pesada, más real.

―Solos. ―Deacon habló en voz baja. Cayó de rodillas juntó a él―. Oh hombre.
Oh dioses, esto es… ―Se estiró, pero tiró sus manos de vuelta―. Esto no está bien.

Nunca estaría bien.

Alex se arrastró hacia Deacon y su cara se apretó por un segundo antes de que
golpeara sus manos sobre sus mejillas. Se volvió lentamente, tensando los hombros, y
entonces, después de un puñado de momentos, pareció recuperarse. Cuando se dio la
vuelta, su expresión era carente de emoción.

―Tenemos que enterrarlo con monedas —susurró―. Tenemos que dárselas para
que pueda cruzar en el ferri el Styx. Ahora.

―De acuerdo. ―Aiden se arrodilló junto a Solos, y vi sus dedos moverse sobre la
cara de Solos. Oh Dios, estaba cerrándole los ojos―. ¿Gable?
Me había olvidado de él.

Se deslizó de detrás de las escaleras. No había hecho nada más desde que las cosas
se pusieron locas. No había color en su rostro mientras miraba a Solos. ―Nosotros…
tenemos una propiedad grande. Hay… emm, palas afuera en el cobertizo, junto a la
piscina.

Aiden se giró hacia su hermano y Luke. ―Vayan con él. Los necesito para
asegurarme de que esté a salvo.

Por una vez, Deacon no discutió. Con una última mirada a Solos, se levantó y se
unió a Gable. Siguieron al tembloroso hombre hacia la cocina. En el último segundo,
Deacon se dio vuelta y entró corriendo a la sala de estar, volviendo segundos más tarde
con una sábana.

―No puedo dejarle aquí así —explicó mientras caminaba hacia donde yacía
Solos. Con cuidado, lo cubrió con la sábana, cubriendo la cara y el pecho de Solos,
junto con la mayoría de sus piernas.

Entonces Deacon se fue.

―Tenemos que averiguar qué hacer con Seth. —Aiden pasó una mano por debajo
de su labio ensangrentado.

272 Me quedé inmóvil, mirándolo.

―Él sacó éter de nosotros ―dijo Hércules, sonando como si un papel de lija se
hubiera metido en su garganta―. No me dijeron que podía hacer eso. Nadie debería
ser capaz de hacer eso.

Miré de nuevo a Seth. Los glifos ahora habían desaparecido, filtrándose dentro de
su piel. Sus ojos no habían sido ámbar cuando me enfrentó. ¿Los otros habían visto
eso? Habían sido completamente blancos, como los de un dios.

―No sólo detuvo a Atlas. ―Aiden agarró una daga mientras se nos acercaba―.
Él… eliminó a Atlas. Mató un Titán.

Hércules sacudió la cabeza de un lado a otro. ―Eso no es posible.

―Parece posible para mí. ―Alex se frotó la cadera y el pecho mientras caminaba
hacia el lugar donde Atlas había estado, la piedra estaba carbonizada―. Parece
realmente posible.

―Eso significa… ―Aiden se detuvo.


―¿Significa qué? ―pregunté, poniendo mis manos sobre la piedra. Empujé hacia
arriba, poniéndome de pie―. ¿Qué significa eso?

―Sólo los semidioses pueden matar a los Titanes, ¿cierto? ―Aiden caminó hasta
detenerse detrás de la cabeza de Seth. Me tensé―. O sepultarlos, pero nadie más
salvo… ―No terminó de nuevo, casi como si no quisiera nombrar lo que temía.

―La única cosa que podría eliminar a un Titán sería la misma cosa que podría
eliminar a un Olímpico. ―La cara de Alex palideció—. Ese sería el Dios Asesino.

El aire perforó mis pulmones. ¿Qué había dicho Medusa? ―Pero eso no es posible.
Tú eras el Dios Asesino antes de que… bueno, antes de que terminaras en el
Inframundo. Él no es el Dios Asesino.

Su mirada encontró la mía. ―No debería serlo, pero lo que acaba de hacer fue lo
mismo que le hice a Ares.

―Pero no estás conectada a él, ¿verdad? ―razoné, negándome a creer a donde


todo el mundo se dirigía con esto, negándome a creer que no había hecho caso a la
advertencia que se me dio.

―No. ―Ella levantó las manos―. No estoy en el Equipo de Seth ahora mismo.

Fruncí el ceño.
273 ―Algo duro se derrumbó ―continuó, señalando a Seth―. Pero si de alguna forma
se convirtió en el Dios Asesino, saltando algún tipo de regla divina, entonces todos los
Olímpicos estarían aquí, ¿cierto? Ellos aparecieron inmediatamente después de que
maté a Ares. No perdieron el tiempo.

―Eso es porque sabían que estabas de su lado. Sabían que eras consciente de lo
que probablemente pasaría. No pensaban que estabas loca. Creen completamente que
Seth está loco. ―Hércules dio un paso atrás—. Si es el Dios Asesino, no van a venir a
ningún lugar cerca de él. ¿Quién lo haría? Él podría eliminarlos.

―Maldición ―escupió Aiden.

―¿Y por qué estamos aún aquí? Él puede eliminarnos con el chasquido de un dedo
―continuó el semidiós―. A la mierda. Tenemos que soportar esto unidos y…

―No va a eliminarnos. ―Mis manos formaron puños―. Dejen de sobreactuar.

―Tú no sabes eso ―replicó Hércules con frialdad―. Ninguno de nosotros lo


hace. Digo que tomemos una de esas ingeniosas dagas y la enterremos en su…
—Haces eso y va a ser la última cosa que hagas sin estar atado por tus propios
intestinos —le advertí, siendo cien por ciento seria―. No vas a hacerle daño.

Herc parpadeó. ―Infiernos. Eso es excesivo.

―¿Apuñalarlo no lo es? ―disparé de vuelta.

Alex se detuvo a varios metros de Seth y no se acercó más. ―Maldición.


Estaban… estaban preocupados por una razón.

―¿Qué? ―pregunté, sin seguirla.

―Hades nos advirtió antes de venir a arriba. Los Olímpicos estaban preocupados
por Seth… por su estabilidad. Hizo algo después de que dejamos el Tártaro que los
tenía alertados ―explicó Alex, e hizo una mueca cuando me miró―. No dijimos
nada, porque a veces los Olímpicos se alteran cuando alguien estornuda demasiado
fuerte. Nos advirtieron que mantuviéramos un ojo sobre él.

―Eso… ―Sacudí la cabeza―. Eso está mal.

Alex me miró y no respondió, pero su expresión lo dijo todo. Era un cruce entre la
compasión y la comprensión.

Abrí la boca para decirles que deberían haber dicho algo, pero luego me di cuenta
de lo que Seth podría haber hecho para tenerlos alterados. ―Él se alimentó de mí.
274
Eso llamó la atención de todos.

―Fue un accidente ―expliqué, mi mirada cayendo de nuevo a donde Solos


descansaba―. Las cosas se salieron de control y se alimentó de mí, deteniéndose antes
de que yo supiera qué estaba pasando. Fue justo antes de que ustedes vinieran aquí.
No lo supe hasta… hace una hora ―¿Sólo había pasado una hora? Se sentía como
días―. No fue a propósito. ―Sentí la necesidad de reiterar eso―. No cambia lo que
hizo, pero pienso… sé que ha estado esforzándose.

―Maldita sea ―murmuró Aiden. Parecía como si quisiera decir más, pero cambió
de idea―. Ahora mismo tenemos que hacer algo con Seth. ―Aiden estaba moviendo
la cabeza de Seth―. Antes de que despierte.

―Tengo… hay una habitación del pánico en el sótano. ―Gable había regresado
con los chicos―. No está un cien por ciento lista, pero tiene paredes y una puerta de
acero reforzado que se bloqueará.

―Eso funcionará por ahora. ―Aiden se giró hacia a Hércules―. Agarra sus pies.
―¿Qué pasa con Solos? ―Los ojos enrojecidos de Deacon se movieron a la figura
envuelta con la sábana―. Tenemos que quemarlo.

―Lo haremos. ―Luke pasó un brazo alrededor de su cuello―. Pero tenemos que
asegurar a Seth primero.

Di un paso adelante. ―Espera. Esto no se siente bien.

―Puedo entender que no lo sea, especialmente para ti, pero tenemos que hacer
esto. ―Alex me miró directamente a los ojos―. Realmente no sabemos a lo que
vamos a enfrentarnos cuando despierte, y espero… no, rezo… que esté bien, pero no
podemos correr ese riego.

No me gustó eso.

Pero lo entendía. Presionando mis labios juntos, asentí con sequedad. Todo lo que
pasó la siguiente hora fue surreal. Me sentí extrañamente desapegada de todo.

Gable nos condujo hasta un sótano casi terminado. Caminó hacia lo que parecía
una pared normal, pero golpeó su mano contra el centro. Una sección de la pared se
separó, abriéndose, revelando una habitación… con otra habitación dentro de ella.

―El marido de mi madre puso un colchón aquí para ver si entraría ―explicó
Gable mientras Seth era cargado y colocado sobre un delgado colchón―. Supongo que
275 planeaban hacerlo en esta habitación también. El baño no está terminado, aunque…
nada de eso importa.

Una mano se envolvió alrededor de la mía, sorprendiéndome. Luke me cogió la


mano. ―Ven conmigo.

Clavé mis pies.

―Sé que es duro. ―Su voz era baja―. Pero tenemos que dejarlo aquí, al menos
por ahora.

―No se siente bien ―le dije―. Debería estar aquí cuando se despierte.

―Y si no se despierta en su sano juicio, y hace algo accidental para lastimarte,


¿qué crees que eso le haría? ―razonó Luke―. Lo haría todo peor.

No estaba segura de cómo algo podría empeorar en este punto, pero Luke estaba
en lo cierto. Dejé que me guiara fuera de la habitación de pánico y arriba por las
escaleras. Traté de no escuchar la puerta cerrándose detrás de ellos.
Y entonces todos estábamos yendo afuera, esta vez con Aiden y Hércules
cargando el cuerpo de Solos a un pedazo de tierra al sur de la ajardinada piscina. Las
palas no fueron utilizadas. Ni siquiera fueron necesarias, porque Alex dio un golpecito
en el elemento tierra y una profunda… profunda tumba se formó. Me di cuenta de que
Aiden había enviado a Gable afuera de la habitación a propósito. Probablemente para
aclarar su cabeza, haciéndolo sentir útil. Movimiento inteligente.

Solos fue colocado en la tumba y dos monedas fueron colocadas sobre sus ojos.
Nunca había visto nada igual.

Y no lloré.

Incluso aunque realmente quería hacerlo.

El desordenado balón de emociones rebotando alrededor de mi pecho podría


haber sido relevado de esa manera, pero todo lo que podía hacer era quedarme allí
mientras ellos movían la tierra de nuevo a la tumba.

―Será recibido con una bienvenida de guerrero en el Tártaro ―dijo Aiden


solemnemente, con sus plateados ojos extrañamente brillantes―. No le faltará nada.

Permanecer afuera no era prudente. Ninguno estaba volviendo adentro, ¿pero qué
otra opción teníamos en este punto? Una vez dentro de la cocina, Gable apagó el
horno, pero no había forma de deshacerse del olor a quemado. Todo el mundo se
276 dividió antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando, y fui la última en
arrastrarme escaleras arriba. En medio del pasillo, escuché voces… Alex y Aiden.

Debería haber seguido adelante, pero eso no fue lo que hice. Arrastrándome hacia
la puerta, me detuve cuando los escuché hablar en voz baja.

―Voy a llamar a Marcus ―escuché decir a Alex.

―Y puedo convocar a Apolo y ver si podemos conseguir a Hefesto para terminar


una jaula ―dijo Herc, sonando sorprendentemente juicioso. Había estado todo
negocios desde que el Titán había aparecido―. Eso lo detendrá.

―Me detuvo por un tiempo ―dijo Alex―. Pero no era el Dios Asesino en ese
momento. Y creo que todos tenemos que aceptar el hecho de que Seth se acaba de
convertir justo en eso.

Me detuve en el hecho de que hablaban de poner a Seth en una jaula. ¿En una
jaula de verdad?
―El problema es, ¿Apolo responderá a tu convocatoria en el momento oportuno?
―preguntó Aiden―. Él más o menos responde cuando le da la gana, incluso cuando
es mayormente urgente.

―Eso es un problema. ―Herc se detuvo―. Puedo volver al Olimpo y encontrar a


Apolo. O incluso a Hefesto.

―¿Qué? ―demandó Alex, y me pregunté si Herc regresaría. No sonaba como si


quisiera estar en cualquiera lugar cercano a Seth―. ¿Cómo?

―No soy de este reino, y soy capaz de entrar al Olimpo… bajo las circunstancias
adecuadas.

―Por supuesto ―murmuró Alex, y casi la pude imaginar poniendo los ojos en
blanco―. ¿Cuáles son las circunstancias adecuadas?

―Necesito derramar un poco de mi sangre en el lugar más elevado de donde sea


que estoy, lo cual es conveniente ya que estamos en los acantilados ―explicó.

Hubo una pausa y entonces Aiden dijo―: Eso no suena complicado. Puedes
hacerlo ahora, antes de que Seth incluso tenga la oportunidad de despertar.

Mi corazón cayó.

―Bueno, sólo puedo hacerlo en el momento exacto en que sale el sol ―añadió
277 Hércules―. No estoy seguro de por qué, pero no hago las reglas.

―Eso… ―Suspiró Alex―. Eso son por lo menos seis horas desde ahora. No
tenemos ni idea de cuánto tiempo funcionará la sangre de Pegaso en Seth. Incluso si lo
detendrá el tiempo suficiente para traer a Hefesto aquí, no podemos quedarnos aquí
por mucho tiempo. Atlas puede haberse ido, pero los otros Titanes, probablemente
hayan sentido su muerte. Estarán disparando hacia nosotros.

―Tenemos que mantener la habitación custodiada y con un poco de esperanza,


Hefesto podrá diseñar una perrera o algo así ―aconsejó Hércules y mis ojos se
abrieron. ¿Una perrera?―. Pero para ser justos, no sabemos cómo será cuando se
despierte. Podría no tratar de escapar. Podría ser el amigable vecino Dios Asesino.

Sorprendida de que Hércules estaba tratando de defender de alguna manera a


Seth, casi me caí. Aquellos dos no habían empezado con el pie derecho.

―Esperemos que ese sea el caso. ―El cansancio se aferró al tono de Aiden―.
Pero basado en la experiencia previa con él, cuando se pone como un jodido mono, se
pone completamente como un jodido mono, y eso no es algo breve.
Ni siquiera iban a darle una oportunidad a Seth. Él no se había puesto como un
“jodido mono” por diversión. Se perdió cuando Solos murió. La ira estalló a través de
mí. Me aparté de la pared, a punto de hacer conocida mi presencia.

―¿Qué pasa con Josie? ―Esa fue Alex, y me detuve, sosteniendo mi


respiración―. ¿De verdad crees que va a dejarlo en la habitación del pánico? No tengo
nada en contra de ella, pero… no conoce al Seth que nosotros conocemos.

―No creo que lo hiciera. Vio lo violento que estaba. No pondría a todo el mundo
en riesgo ―replicó Aiden―. Además, tenemos a Luke vigilando la habitación. Ella no
lastimará a Luke, ni siquiera para liberar a Seth.

Bueno. Eso era más o menos verdad. No quería hacerle daño a nadie que no lo
mereciera, pero heriría a cualquiera para proteger a otro. Sin embargo, no planeaba
liberar a Seth hasta que supiera donde estaba mental y emocionalmente. Las cosas
eran complicadas entre nosotros ahora mismo, pero eso no quería decir que me
hubiera rendido con él. ¿Cierto?

Ya no estaba segura de que pensar.

De pronto agotada, me arrastré lejos de la puerta he hice mi camino escaleras


abajo antes de que fuera descubierta. Era extraño. El atrio estaba virtualmente
impoluto, como si nunca hubiese pasado nada allí.

278 Como si Solos no hubiera perdido la vida allí.

Tomando una respiración poco profunda, forcé cada paso hacia delante. No sabía
porque caminé dentro de la biblioteca. Tal vez porque había algo relajante en estar
rodeada de libros. La esencia familiar alivió mis nervios.

Caminé hasta el sofá situado al otro lado de la ventana y me senté, acurrucándome


contra el brazo. Alisando mi mano sobre mi cara, me aparté el pelo de dónde caía
sobre mis ojos.

¿Qué había sucedido?

Dioses, realmente no podía procesarlo.

Todo había cambiado. De alguna forma, había visto esto suceder. ¿Atlas había
estado invadiendo mis sueños o… o era algo más? Ahora mismo, eso no importaba.
Solos se había ido, aquí un segundo y al siguiente simplemente se había ido. Una
lágrima se escabulló, arrastrándose por mi mejilla. Traté de consolarme con el
conocimiento de que había una vida futura. Que Solos estaría en última instancia bien.
Cómo Aiden había dicho, Solos sería esperado con la bienvenida de un guerrero en el
Tártaro. Eso no lo hacía fácil, sin embargo. No realmente, porque la muerte era la
muerte, y para mí, seguía siendo el final.

Era el final.

El dolor excavó profundo, enganchándose con pequeñas garras que golpeaban


huesos y músculos. No podías detenerlo. El dolor estaba allí para quedarse.

Y Seth… ni siquiera sabía lo que estaba pasando con Seth, quién iba a ser cuando
se despertara. ¿El Seth que había cometido terribles errores pero que quería ser mejor?
¿El Seth que había estado en la habitación, vulnerable y casi roto mientras se
disculpaba?

¿O el Seth que nos había derrotado a todos, incluido Atlas? No solo se había
aprovechado de mi éter. Aprovechó el de todos nosotros, algo que ninguno había
sabido que podía hacer, y en el fondo, sinceramente no creía que Seth supiera que
podría hacer esto hasta que lo hizo.

Dejé caer mi mano, acurrucándola contra mi pecho mientras tomaba una larga
respiración que no parecía aliviar la tensión allí.

Hice lo correcto al detener a Seth. Sabía eso, ¿pero estar sentada y mantenerlo
encerrado en una habitación? Herc se iría pronto, y traería a un dios que podría
encerrarlo. ¿Estaba equivocada al pensar que no era lo correcto por hacer? No lo sabía.
279
Ahora mismo, más que nada, necesitaba a mi… mi padre.

Lo necesitaba para hacer lo que los padres hacían. Darme consejo. Ayudarme.
Ponerse de mi lado. Apoyarme.

Cerrando los ojos, presioné la punta de mis dedos bajo mi barbilla. ―¿Apolo?
―dije en la silenciosa habitación. Quizás no le respondería a Hércules, pero cuando lo
llamé la noche que Hyperion me tuvo, él vino.

Nada aparte del suave tic de un reloj cercano sonando. Lo intenté de nuevo. —
¿Papá?

Y todavía nada.

No importó cuantas veces llamé su nombre, Apolo no respondió. La presión se


incrementó en mi pecho y más lágrimas se escabulleron. Siguieron cayendo
silenciosamente, y mantuve los ojos cerrados. Con el tiempo, el agotamiento me
derrotó, no estaba segura por qué estaba llorando tanto.
280
Capítulo 31
Seth
Traducido por Anna & Valentina95
Corregido por NataliCQ

L
a cara horrorizada de Josie fue la última cosa que vi y la primera
cosa que recordé en el momento en que mis ojos se abrieron de par
en par y mi pecho se elevó bruscamente.
Santa Mierda.
Tomé una bocanada de aire.
¿Qué había hecho?
El zumbido del éter puro aún cantaba en mis venas, iluminando cada terminación
nerviosa y llenando cada célula con luz y poder. Mi piel vibraba y mis sentidos estaba
281 súper despiertos.
¿Qué mierda había hecho?
Algo me había pasado.
No fue sólo el éter robado lo que me cargó. Cada célula en mi cuerpo había sido
reconfigurada. Energía zigzagueaba a través de mis venas. Una lenta sonrisa tiró de
mis labios mientras estiraba el cuello de derecha a izquierda. Sabía lo que estaba
sintiendo.
Era el comienzo y el final.
El Dios Asesino.
Mi sonrisa se expandió, pero se congeló cuando ese conocimiento se asentó.
¿Cómo? ¿Cómo era posible? Inmediatamente, me estiré para ver si el enlace entre Alex
y yo era fuerte de nuevo, pero estaba aún igual, allí, pero silenciado, en el fondo. Eso
no podría ser un buen augurio.
La brillante bruma de poder amenazó con arrastrarme, pero la subida estaba
contaminada… Oh Dioses, era una penetrante alegría corriendo a través de mis venas.
Lo eventos previos a que Josie hubiera usado ese maldito veneno y me noqueara por
una semana se reprodujeron una y otra vez en mi cabeza. No necesitaba cerrar los ojos
para ver la espalda de Josie inclinarse en el mismo segundo en que me conecté con ella
y me alimenté. No tuve que usar mi jodida imaginación para recordar como sus
piernas se encogieron debajo de ella. O como las piernas de todos los demás
retrocedieron.
Ya no había más debate sobre esto. Sin pretensiones de que podría permanecer
con Josie y no estar con ella, porque joder, eso obviamente no había durado más que
un caliente segundo.
No era seguro.
Nunca iba a ser seguro.
Especialmente cuando tenía que ver con Josie.
Todavía peor, Dioses, la peor cosa era la mirada en la cara de Josie. Estaba
horrorizada, pero no estuvo asustada. No se había visto traicionada, ni siquiera cuando
me alimenté de ella, ni siquiera cuando la había lastimado.
Sinceramente, no me importaba una mierda los demás, ¿pero ella?
Me senté, apenas consiente del delgado colchón debajo de mí, y mis piernas se
columpiaron sobre el lado. Poniéndome de pie, mi corazón palpitó en mi pecho
cuando di un paso hacia adelante. Levantando la mirada, encontré una puerta de acero
reforzado. ¿Dónde demonios estaba? No importaba. Esa puerta no iba a contenerme.
Tenían que saber eso, así que o eran increíblemente estúpidos o habían convocado a
282 Hef para crearla de la misma forma que la jaula que había mantenido a Alex en un
mismo lugar.
Pero una jaula no iba a retenerme, no ahora.
Incluso si pudiera, no podía permitir que eso pasara. Porque incluso si estaba
encerrado con ninguna salida inmediata, Josie estaba aquí.
Ella podría liberarme
Sabía que ella podría.
Y la destruiría.
Estancado, sabía lo que tenía que hacer. No había más pendejadas alrededor, no
más mentiras a mí mismo o a Josie, especialmente a ella. Debería haber hecho esto el
día que me había alimentado de ella.
Sabía que estaba en el camino equivocado, había estado en el camino equivocado
desde el momento que vi a Josie en la escalera de Radford, pero no había hecho nada
al respecto. Ahora lo haría. Haría algo al respecto, incluso si cabreaba a Apolo y a los
otros dioses. Lo haría para mantenerla a salvo.
A salvo de mí.
Caminé hacia la puerta y agarré el mango. Convocando el elemento fuego, derretí
los engranajes internos. El metal cedió, volviéndose inútil. El acero habría sido bueno
si alguien hubiera tratado de golpear la puerta desde el interior, digamos que un
mortal, pero no me detuvo. Ellos tenían que saber eso, así que supe que del otro lado
habría un guardia.
Una parte distante de mí esperaba que fuera Aiden de pie como guardia, porque
habría amado golpear su culo por las mierdas y las risitas, pero cuando abrí la puerta,
no era él.
Al otro lado de la habitación, Luke se empujó de la pared, alcanzando la delgada
espada en forma de carámbano. —Mierda.
Salté hacia adelante, a una velocidad que ni siquiera él, un extremadamente bien
entrenado Centinela, podría moverse. El poder atravesándome me hizo sentir
descolgado. Girando, golpeé sus piernas por debajo de él. Luke tropezó, dejando salir
otra maldición mientras caía hacia atrás. Girando, doble mi brazo alrededor de su
cuello desde atrás. Puse presión, la cantidad correcta, en su garganta. Sus manos
volaron hacia arriba, sus dedos clavándose en mi bíceps.
—Lo siento, hombre. —Mi voz era baja, rasposa—. Esto no es personal.
Luke golpeó su puño en mi brazo, pero estiré hacia abajo mi mano libre y agarré la
delgada espada que sabía fue sumergida en sangre de un Pegaso. Moviéndola rápido
283 como un rayo, arrastré el borde filoso a lo largo de su antebrazo.
El resultado fue inmediato.
Luke colapsó sobre mí, huesos y músculos cayendo inútiles por el veneno. Se
recuperaría. En unas horas.
Lo halé al interior de la celda y suavemente lo acosté sobre el colchón,
extendiéndolo. Sus ojos, llenos de furia, se encontraron con los míos. Sus silenciosos y
paralizados ojos iracundos prometían retribución antes de que se cerraran, dando paso
a la toxina. Tenía la sensación de que no tendría la oportunidad.
Todavía sosteniendo la hoja, cerré la puerta detrás de mí dándome cuenta que
estaba en otra habitación, que estaba escondida. Demonios, me habían lanzado en una
habitación de pánico en el sótano. Casi me reí mientras subía. La casa estaba
silenciosa. Imaginé que todos pensaban que estaría desmallado más tiempo del que lo
estuve. No muy inteligente. Sería muy fácil subir a hurtadillas y pasar sobre ellos,
especialmente de Deacon. Él no sabría qué lo había golpeado. Alex y Aiden, siendo
semidioses, serían difíciles, pero no me igualaban ahora. Podría fácilmente…
Cerré los ojos, apretando la mandíbula. Mi cabeza era un desastre, como si
hubiera cientos de voces hablando a la vez. Necesitaba salir de aquí. Me dirigí hacia la
puerta delantera de la casa, pero me detuve en medio del pasillo. Inhalando
profundamente, levanté la mirada al techo. Podía sentir la inquietud en una de las
habitaciones en la segunda planta, pero mi atención estaba en la habitación frente a mí,
la biblioteca. Ella estaba allí, y la cosa enfermiza era, que sólo sabía su localización
exacta debido a su éter.
Jodidamente me llamaba.
Se estiró en mi interior, envolviendo sus fibrosos dedos alrededor de cada fibra
muscular y burlándose de mí. Mi boca se hizo agua.
Pasos se acercaban desde la cocina y mi cabeza se disparó bruscamente en
dirección a la entrada de la misma. Gable dio un paso fuera, su cabello rubio
despeinado y pantalones arrugados.
Mal momento para un bocadillo de media noche.
El sueño se aferraba a sus ojos. —Oye, ¿no estas…?
Me disparé hacia adelante, sujetando mis manos sobre su boca. Comencé a
deslizar la hoja, pero no sabía si eso lo mataría. Así que moví la mano hasta que su
nariz y boca estaban cubiertas, y la mantuve hasta que sus piernas cedieron. Lo atrapé
y luego lo lancé sobre mi hombro. Imaginaba que Poseidón no estaría feliz por cómo
desplomé a su hijo en el sofá, pero oh bueno. Podría haber sido peor.
284 Podría haber sido mucho peor.
De vuelta en el pasillo, me forcé a mantenerme andando hacia la puerta de
entrada, pero antes de que incluso supiera qué estaba haciendo, estaba en frente de la
biblioteca y abriendo la puerta, di un paso dentro de la oscura habitación, cerrando la
puerta detrás de mí.
Mi pulso se aceleró, respondiendo a su proximidad, y mientras daba un paso hacia
adelante, no tenía idea de si ello era debido a lo que estaba cursando sus venas o sólo
porque era ella.
Era ambos.
Pero era ella.
Josie estaba acurrucada en el sofá, e incluso ante la pálida luz de luna entrando
desde la ventana frente al sofá, podía ver que todavía estaba llevando los short con los
que la había visto la última vez. Su cabello estaba suelto, cayendo sobre un lado de su
cara y sobre su hombro, enredándose con su brazo curvado.
Tan jodidamente hermosa.
Tengo que irme.
Caminé hacia ella.
Tengo que salir jodidamente fuera de aquí.
Me arrodillé a su lado.
Tengo que dejarla.
Me estiré, rozando la punta de mis dedos sobre sus labios. Se dividieron con una
suave inhalación, y un segundo después se agitó, despertándose. Esas gruesas pestañas
revolotearon, barriendo y revelando ojos azul profundo.
Nuestras miradas colisionaron y se bloquearon, y en sus ojos, vi sorpresa y
luego… luego vi alivio, y santa mierda, eso me rompió.
Me despedazó por completo.
—Lo siento —le dije, repitiendo la última cosa que le había dicho antes de que los
Titanes atacaran.
—Seth —susurró, estirándose por mí.
No sé si fue el alivio que vi en sus ojos, incluso después de lo que había hecho, o la
forma que se estiró por mí y dijo mi nombre, como si fuera una bendición, pero todo
en mi interior se rompió.

285 El sentido común fue lanzado de bruces por la ventana, y en menos de un segundo
estaba sobre ella.
Dándome prisa, sujeté los costados de sus mejillas e incliné su cabeza hacia atrás.
La besé, y no hubo nada dulce ni suave sobre ello. Se sacudió en sorpresa y luego
agarró mis hombros, sus pequeñas uñas cavando a través de mi camiseta y en mi piel.
Mordí su labio inferior, y con un suave gemido, su boca se abrió. La probé, la atraje
hacia mí mientras bajaba mis manos de su garganta hacia sus brazos. No estaba
pensando. No había ni una parte de mi maldito cerebro que comprendiera lo que
estaba sucediendo. Todo estaba centrado en la manera en que ella se sentía, la mirada
en sus ojos y la manera en que dijo mi nombre.
Estaba perdido en ella.
Mis dedos rozaron el borde de su camiseta y tiré del material, levantándolo. Nos
separamos el tiempo suficiente para sacar la maldita cosa por su cabeza, y entonces
todo lo demás se fue apresuradamente. Mi camiseta. Sus pantalones cortos. Los míos.
Entonces todo lo demás. Nada estaba entre nuestras manos o nuestros cuerpos.
Presionándola en el sofá, me moví sobre y contra ella. No había indecisión en
Josie. Sin preguntas. No puso frenos. Una de sus piernas se envolvió alrededor de las
mías. Sus manos se deslizaron por mi espalda, hasta mi trasero. Me agarró,
acercándome. Nuestros pechos aplastados juntos. Sus pequeños y duros pezones
presionaban contra mí, volviéndome malditamente loco. La habitación se llenó con los
sonidos entrecortados de sus gemidos y los míos más ásperos.
No debería estar haciendo esto. Era demasiado arriesgado. Mis emociones estaban
por todo el maldito lugar. Sin restricciones. Todo lo que llevaría es un segundo para
entrar en ella, para tirar de ella, para hacer exactamente lo que los Titanes planeaban
hacer con ella.
Pero la forma en que se movía, el arqueo de sus caderas, y cómo se sentía, húmeda
y caliente a lo largo de mí, me llevó adelante, más allá del punto de retorno. Curvó los
dedos entre mi cabello mientras me agarraba el brazo con la otra mano.
―Te amo ―susurró en mi oído mientras me acomodaba entre sus muslos―. Te
amo, Seth.
Esas palabras me destriparon, cortándome rectamente. No merecía esto. No
merecía esto, pero tenía que estar con ella, sentirla, una última vez, y el recuerdo de
esta unión era algo que iba a llevarme hasta que los dioses establecieran su castigo.
Bajando entre nosotros, envolví mi mano alrededor de mi polla. Gemí cuando sentí su
preparación contra la punta. No había ni una maldita cosa entre nosotros.
No me detuve.
Josie no me detuvo.
286 Fue una estupidez. Arriesgado. Malditamente idiota. Pero mientras me deslizaba
en ella, sentí cada centímetro sin nada entre nosotros, la sensación me impactó,
disparando directamente a la esencia de mi ser.
Nada. Nada nunca se había sentido así antes.
Deteniéndome, levanté la cabeza y miré a Josie. Su largo cuello estaba expuesto,
sus labios rojos e hinchados, sus ojos medio abierto. Su pecho se alzaba rápido y
profundamente. Arrastró una mano temblorosa por mí pecho.
Su toque. No podía…
Agarré su mano, alejándola de mí y sujetándola sobre su cabeza. Sus ojos se
abrieron cuando capturé su otra mano y la coloqué por encima de su cabeza,
uniéndola con la otra. Las mantuve ahí con una mano alrededor de sus muñecas y
luego agarré su redondeada cadera.
―Seth ―susurró.
Me enterré hasta la empuñadura. Su cabeza cabeceó hacia atrás mientras hacia ese
suave y entusiasta sonido que casi me hizo perderme allí mismo.
Las cosas eran frenéticas.
Mi cuerpo se movía contra el de ella, en ella, y sus brazos se tensaron. Ella quería
tocarme. Dioses, Josie amaba tocarme, pero la mantuve en el lugar mientras la
penetraba. La sentí un segundo antes de que se viniera. Sus caderas se sacudieron
hacia arriba, con la espalda arqueada, y esos ojos azules estaban abiertos.
El grito de Josie fue apagado mientras se mordía el labio. Se rompió a mi
alrededor, sus músculos apretándose, estrujándome, y exhalé con dureza, montándola
hasta que cayó hacia atrás contra el sofá.
No había terminado con ella.
Saliendo de ella, dejé ir sus muñecas y, usando mi agarre sobre su cintura, la puse
sobre su estómago. Me moví sobre ella, presionando mi pecho contra su espalda
mientras deslizaba un brazo bajo su cintura, elevando sus caderas. Entré en ella de un
solo golpe, casi desecho por la estrechez que sentí.
No hubo ritmo en la forma en que me moví entonces. Mis caderas golpeaban en
las suyas, y seguí adelante, casi como si estuviera intentando meterme tan profundo
que no habría manera de sacarme de ella, tan malditamente profundo que no existía
ella, ni yo, sólo nosotros. Estaba tan apretada, tan húmeda y tan perfecta.
El sudor humedecía y alisaba nuestra piel. Los carnosos sonidos de nuestros
cuerpos me llevaron sobre el borde. Cambiando mi mano bajo ella, encontré el
apretado nudo de nervios, trabajándolo hasta que se apretó sobre mí.
287 Liberación recorrió mi espina dorsal, cruda y consumiéndolo todo, soplando mi
cabeza fuera de mí. Intenso. Sin poder respirar a su alrededor. Sin poder sentir nada
más. Sólo en el último segundo, me salí y envolví mis brazos alrededor de Josie,
sellando su cuerpo al mío mientras me venía, acunado contra ella, con la cara
enterrada contra su cuello. El mundo se alejó por esos preciosos momentos, bajando y
quedándonos ahí mientras nuestros corazones se desaceleraban y nuestros cuerpos se
relajaban contra el otro.
―Seth ―murmuró, girando la cabeza hacia un lado. Un par de segundos
pasaron―. ¿Estás… estás bien ahora?
Cerré los ojos. Todo lo estaría. Hablé, mi voz áspera. Vacía. ―Sí.
Josie se tensó debajo de mí y entonces, miró sobre su hombro. La preocupación
agrupada en su mirada. ―Seth, tenemos que hablar. Están diciendo que tú eres…
―Shh ―murmuré, girándonos de costado, hasta que su espalda estaba contra mi
pecho y mi brazo alrededor de su cintura―. Sólo quiero abrazarte ahora. ¿Por favor?
Nosotros… hablaremos más tarde.
Estuvo rígida contra mí por un momento. ―¿Lo prometes?
―Lo prometo.
Mentí. Agrega eso a la lista de cosas jodidas que había hecho, pero ella se curvó
contra mí, presionando su mejilla contra mi pecho con sus dos manos agarrando mi
brazo. Como si estuviera tratando de mantenerme ahí. Cómo si ya supiera en algún
nivel inconsciente lo que estaba pasando.
La abracé hasta que se volvió a dormir.
La abracé hasta que ya no estaba seguro si podría alejarme.
La abracé hasta que me dolió físicamente dejarla salir de mi abrazo.
Inclinado sobre ella, mi mirada vagó sobre su cara. Mi mano tembló mientras
cuidadosamente cepillaba las largas y húmedas hebras lejos de su mejilla. Traté de
grabar cada centímetro en mi memoria. El arco natural de sus cejas. La altura de sus
mejillas y sus llenos y fruncidos labios.
Cepillé mis labios contra su mejilla y luego otra vez, más bajo, en su cuello, sobre
la marca descolorida que el daimon le dio en las afueras de St. Louis. Entonces dije las
dos palabras más sinceras que jamás había dicho y esas dos palabras no merecían ser
pronunciadas, para dárselas al aire, pero las dije.
―Te amo.

288
Capítulo 32
Josie
Traducido por Koté & rihano
Corregido por NataliCQ

C
uando abrí los ojos, Seth se había ido y estaba sola en la luz de la
mañana, acostada en mi lado. Me quedé mirando la puerta cerrada,
preguntándome si lo había soñado. Muy posiblemente. Había tenido
algunos sueños vívidos cuando se trataba de él, y había una calidad surrealista sobre
todo cuando todos mis sentidos se pusieron en línea.
Me miré a mí misma.
Teniendo en cuenta que estaba desnuda debajo de la colcha, estaba bastante segura
de que no lo había soñado. Y si eso no lo hubiese hecho, la humedad entre mis muslos
era también una muy buena indicación.
289 Pero Seth se había ido.
Sosteniendo la colcha en mis pechos, me senté, haciendo una mueca ligeramente
cuando movía las piernas en el suelo. ¿Lo que habíamos hecho —él había hecho— en
este sofá…? Guau. Me sentí un poco inestable.
Mis ropas estaban apiladas en el suelo, como si Seth las hubiese doblado para mí.
Extraño. Mi estómago cayó y se torció cuando levanté la mirada de nuevo a la puerta
de la biblioteca.
Te amo.
Su voz resonó en mis pensamientos. Mi corazón tartamudeó sobre sí mismo. Él
nunca había dicho eso antes, pero juro que lo había oído. Fue demasiado real, su voz
demasiado pesada para que fuera parte de mi imaginación, ¿pero dónde estaba?
¿Y había dejado la habitación por sí mismo la noche anterior, o alguien más lo
había dejado salir? Si era así, ¿por qué no habían venido a buscarme? Cerrando los
ojos, tragué saliva, porque sabía que Seth no había dejado la habitación por su cuenta.
No después de lo que Herc y todos estaban diciendo. Estaban planeando convocar a
Hefesto, y creían que era el Dios Asesino.
Seth se había ido.
Solo quiero abrazarte.
Con una sensación de hundimiento, agarré mi ropa del suelo y rápidamente me la
puse ya que no había manera de que estuviera caminando a través de esta casa con
sólo un edredón fino envuelto a mi alrededor. Dudaba que alguien más que Seth
quisiera ver eso.
Hablaremos más tarde.
¿Lo prometes?
Lo prometo.
La entumecida y fría sensación se expandió. Las cosas no se habían resuelto entre
nosotros en absoluto antes que el Titán apareciera. Realmente necesitábamos hablar
antes, y ahora era imprescindible.
Una vez en mi ropa, me acerqué a la puerta y encontré que había sido bloqueada.
La sensación de hundimiento me golpeó de nuevo. Abrí la puerta y salí al pasillo más
brillante. Podía oír los pasos de arriba y cuando di un paso hacia adelante, la puerta al
final del pasillo se abrió.
Alex salió, una daga Covenant en su agarre con los nudillos blancos.
El tenso rostro de Alex mientras entraba en la sala y me veía era como salir a la
290 helada lluvia de invierno. Lo sabía. En mis huesos, lo sabía.
—¿Sabes dónde está? —preguntó, caminando hacia mí. Cada músculo de mi
cuerpo se bloqueó. Cuando no respondí, se detuvo frente a mí—. Aiden acaba de
encontrar a Luke inconsciente en la habitación en la que teníamos a Seth, y me
encontré a Gable en la misma condición en la sala de estar. No podemos encontrar a
Seth.
—Oh Dios —susurré, apoyándome en la pared. Di una pequeña sacudida con la
cabeza, y me golpeó a continuación, lo que ya sabía. La intensidad detrás de la forma
en que vino a mí. La pesadez en su voz. La razón por la que no quería hablar entonces.
El suave susurro del “Te amo”. Oh Dios, ¿qué había hecho? Levanté la cabeza,
encontrándome con sus ojos—. No les hizo daño.
Asintió de manera cortante. —Parece que se apoderó de la espada de Solos, la que
tiene la sangre de Pegaso. No sufrieron daño, pero tenemos que encontrarlo. ¿Sabes
adónde fue?
Lo que había dicho no había sido una pregunta, pero Alex tenía dudas, había
estado cautelosa de Seth al momento en que puso un pie en el suelo de la Universidad
Covenant. Así como Aiden, y Seth había visto eso. Nada de eso le ayudó, no cuando
se perdió en su propia cabeza.
Empujándome fuera de la pared, di un paso alrededor de Alex. —Se fue.
—Sí. —Se volvió hacia mí—. Él se…
—Me dejó. —Tomé una respiración, pero se quedó atascada y se expandió en mi
garganta. Dolió cuando la emoción se arrastró hacia arriba. Di un paso hacia adelante
y tropecé cuando la presión cortó en rodajas a través de mi pecho—. Oh Dios.
Seth realmente lo había hecho.
—¿Josie? —Alex puso una mano en mi brazo—. ¿Estás bien?
Alejándome de ella, me di la vuelta y me dirigí a la puerta principal. Alex estaba
pisándome los talones cuando llegué a la puerta y la abrí. Salí al porche de piedra,
llegando a un abrupto mientras escaneaba el camino circular.
Uno de los vehículos había desaparecido.
Mis manos cayeron abiertas a mis costados mientras lentamente negaba con la
cabeza. Realmente se había ido, y con un vehículo nos llevaba horas, y dudaba que
tuviera la intención de permanecer en el sur de California.
—Maldita sea. —Oí a alguien decir. ¿Deacon? No tenía idea de cuando había
llegado hasta allí—. Ha tomado la maldita camioneta.
291 Algo se quebró en mi pecho.
Tambaleándome, entré de nuevo en la casa y seguí caminando, incluso cuando
Alex me llamó por mi nombre. Necesitaba espacio. Necesitaba un par de minutos en
los que pudiera pensar. Necesitaba estar sola.
Pasé a Aiden en el hueco de la escalera. Dijo algo, pero en realidad no le entendí.
Al subir las escaleras, me dirigí a la habitación que Seth y yo se suponía que
compartiríamos. En piloto automático, me quité la ropa y la dejé donde cayó junto a la
cama. En el cuarto de baño, abrí el agua caliente, esperé a que el vapor llenara la
habitación. Deslizando para abrir la puerta corredera, di un paso bajo el torrencial
chorro de agua caliente, los brazos colgando a mis costados.
Y me quedé allí por lo que pareció siempre, mi cabeza inclinada y mis ojos
cerrados. Me quedé allí hasta que la ola de emoción que había trepado por mi garganta
finalmente se liberó, quemando mis ojos. Las lágrimas brotaron de nuevo y no se
detuvieron. No por un tiempo muy largo.
Todo era un desastre y Seth finalmente me había dicho que me amaba.
Entonces me había dejado.
***
El estado de ánimo en la sala de estar era tenso, incluso después de que Luke había
explicado que Seth no lo había lastimado, incluso había parecido arrepentido de sus
acciones. Lo mismo con Gable, que estaba escondido actualmente en su cuarto. Eso
no cambiaba el resultado, sin embargo.
Me senté en el sofá, al lado de Alex, mientras todo el mundo debatía qué hacer a
continuación. Alex y Aiden querían seguir hacia Canadá para recuperar a la hija de
Deméter y dejar que Herc lidiara con el tema del fugitivo Seth cuando regresara.
Deacon y Luke estaban en su mayoría tranquilos, y nadie realmente preguntó por mi
contribución.
Probablemente una buena cosa, porque había pasado la mayor parte del día
absolutamente insensible y plagada de culpabilidad. No debería haberlos dejado poner
a Seth en esa habitación, o al menos, no solo. Mis instintos me habían instado a
quedarme con él, pero había cedido a los consejos de los demás sin decir nada. Eso fue
débil, y le había fallado.
Había fallado en grande cuando lo golpeé después de que admitió lo que hizo. Por
supuesto, se había merecido eso, pero cuando se disculpó y cuando me había
preguntado si esto estaba resuelto, no había dicho nada. La única cosa que podía hacer
en este punto era seguir adelante. No sin él. No. Nunca sin él.
¿A dónde podría haber ido, y a dónde podría estar yendo? Me devané los sesos
toda la mañana y la tarde, trabada en el misterio así no caía en una espiral descendente
292 aplastadora de alma. Y estaba tan cerca de hacer eso, sin desear nada más que
lanzarme de bruces sobre la cama y sollozar hasta que no quedara nada en mi cuerpo.
—Así que, ¿ustedes, chicos, están totalmente de acuerdo con dejar a Herc manejar
las cosas con Seth? —preguntó Deacon, apoyado contra la chimenea que dudaba fuera
utilizada nunca—. ¿Sólo vamos a olvidarnos de él?
Aiden miró hacia él. —No lo estamos olvidando, pero tenemos que encontrar al
resto de los semidioses antes de que los Titanes lo hagan. Atlas podría haber
desaparecido, pero el resto no.
—Creo que tenemos que encontrar a Seth. —Lo desafió su hermano—. Lo
necesitamos para cuando ellos regresen, sobre todo desde que tiene todo tipo de salsa
especial en este momento. No quiero ver que lo que le pasó a… a Solos le pase a nadie
más.
—No quiero eso tampoco. —Girando la pesada longitud de cabello en sus manos,
Alex sacudió la cabeza—. Necesitamos a los otros semidioses para derrotar a los
Titanes.
Luke inclinó la cabeza hacia un lado. —De acuerdo, pero necesitamos a Seth
también. Necesitamos tanta potencia de fuego de nuestro lado como podamos reunir,
y él tiene el poder extremo, por lo que se ve.
— Pero… —Alex me miró, quedándose callada. Sus hombros se tensaron y
pareció elegir sus palabras cuidadosamente—. No creo que Seth vaya a ser de mucha
ayuda en este momento.
Los labios de Deacon se fruncieron. —Saben, sólo voy a señalar al enorme
Apolyon de noventa kilos que es Dios Asesino en la habitación.
Su hermano arqueó una ceja.
—Lo que todos ustedes no están diciendo es que piensan que Seth se ha ido al lado
oscuro otra vez, ¿verdad? Que ha saltado en el éter y va a ir en una borrachera de
asesinatos de nuevo, pero como una verdadera juerga de “matar todo a su paso” esta
vez. Eso es lo que no están diciendo —dijo, entrecerrando los ojos—. Pero la cosa es,
que Seth inmovilizó a Luke y a Gable, pero no les hizo daño, y todos saben muy bien
que, si hubiera querido lastimarlos, lo habría hecho.
Deacon hizo una pausa, mirándome. Les había dicho anteriormente que Seth me
había visto antes de que se hubiera ido. Por supuesto, no entré en detalles acerca de lo
que habíamos hecho, porque en serio, eso sería un poco de demasiada información,
pero les había dicho que había parecido normal. Lo cual era cierto. Ni que decir tiene,
que Alex y Aiden me habían mirado como si dudaran de mi cordura, ya que no había
alertado a nadie del hecho de que Seth estaba vagabundeando por ahí.
293
—Y no lastimó a Josie —continuó Deacon—. No se alimentó de ella.
Básicamente, se quedó con ella hasta que se durmió, se despidió de ella, y luego se fue.
¿Suena eso como un Apollyon asesino fuera de control chupador de éter?
—Trata de decir eso rápido —murmuró Luke.
—Perdió su mierda por lo que le pasó a Solos. ¿Podemos realmente culparlo por
eso? Ninguno de nosotros estaba herido. Tenemos que encontrarlo —afirmó Deacon,
levantando la barbilla—. Antes de que se convierta en eso y empiece a volar islas o
algo así.
Me puse rígida. ¿Qué acaba de decir Deacon? ¿Volar islas? Mierda, las islas.
Parpadeé. ¿Seth realmente iría a casa? No había estado allí desde que había sido
enviado al Covenant en el Reino Unido como un adolescente, pero había hablado de
querer volver allí. Lo había mencionado una vez, pero incluso hablar de un lugar que
había sido tan frío para él, tenía que ser importante. Era una suposición loca,
completamente fuera de lugar, pero era una posibilidad muy real. Su casa familiar
estaba rodeada de nada más que de árboles y arena. Estaría solo allí, lejos de todo el
mundo. ¿Pero iría tan lejos, al otro lado del mundo? ¿Iría hasta esa clase de extremo?
En el fondo, simplemente sabía que lo haría. Llámalo intuición, pero simplemente
sabía que estaba en lo cierto.
—Creo que sé a dónde ha ido. —Me puse de pie, empujando mis manos a través
de mi cabello y luego dejándolas caer a los costados. Todos los ojos estaban puestos en
mí—. Puedo encontrarlo. —Determinación me llenó—. Voy a encontrarlo.
—¿Dónde? —preguntó Luke, atento.
Echando un vistazo alrededor de la habitación, exhalé lentamente. —Creo que ha
ido a las islas Cicladas.
—¿Qué? —Alex frunció el ceño.
— Ahí es donde él nació, y su casa está todavía allí. No puedo decirles cómo lo sé.
Ni siquiera yo lo sé, pero simplemente lo hago. Ha ido allí.
Aiden apartó la mirada, sus ojos plateados brillando mientras cruzaba sus brazos
sobre el pecho. Sin decir una cosa, sabía que no estaba tan de acuerdo con este plan.
No era mi problema.
Deacon miró a Luke, quien asintió. —Estamos dentro.
Los ojos de su hermano mayor se estrecharon. —No creo que eso sea prudente. Lo
viste. Viste cuan inestable es.
—También he visto cómo ha sido todo el tiempo que ha estado aquí —argumentó
294 Deacon—. Así que creo que mi decisión es completamente racional.
Alex estiró su pierna, y sus hombros se levantaron con una respiración profunda.
—Voy a tener que estar de acuerdo con Aiden en esto.
—Por supuesto que sí —murmuró Deacon—. Quiero decir, ¿cuando no estarías de
acuerdo con él?
Aiden resopló. —Ah, ¿Como todo el maldito tiempo?
Ella entrecerró los ojos hacia Aiden y luego se volvió hacia mí. —Sé que has visto
un… un lado diferente de Seth. Entiendo eso, pero no sabes de lo que es capaz…
—¿Y tú sí? —Disparé en respuesta sin pensar realmente en ello, porque por
supuesto que sabía de lo que era capaz.
—Sí —respondió en voz baja, confirmando lo que ya sabía—. Todos sabemos de
lo que es capaz. Tú no. Y no estoy tratando de ser una imbécil sabelotodo señalando
eso, pero es la verdad. Seth puede ser y es muy peligroso, incluso cuando está
calmado, ¿pero ahora que es un Dios Asesino muy probablemente buscando éter? No
tienes ni idea de lo malo que es.
La irritación erizó la parte posterior de mi cráneo, y el ruido de papeles sobre el
escritorio rompió el silencio. —No es la misma persona que conociste.
Alex abrió la boca.
—No. No lo es, Alex. Él no es el Apolyon que fue engañado por Lucian y Ares.
No es la misma persona que mató a todas esas personas. No es el hombre que estaba
dispuesto a jugar al segundo mejor para otro. —La habitación se quedó en silencio.
Los grillos se podían escuchar. Alex se estremeció, pero seguí adelante, mis palabras
nítidas y claras—. No estoy diciendo que todo le está perdonado o que es perfecto. No
lo es. Sé eso. Pero es Seth. No es sólo la suma de la mitad de lo que ha hecho. Es todo
y no va a ser nombrado de aquí en adelante como el Dios Asesino. Eso no es quien es.
Y necesita ayuda, y porque lo amo, porque estoy enamorada de él, voy a ayudarlo en
lugar de renunciar a él. —Miré entre ella y Aiden—. Estoy bastante segura de que es
algo con lo que están familiarizados, ¿verdad? No se dieron por vencido el uno con el
otro. Ni una sola vez.
—El micrófono cae —murmuró Deacon.
Aiden sacudió la cabeza mientras daba un paso hacia adelante, descruzando sus
brazos. —No es lo mismo, Josie.
—Es lo mismo —desafió su hermano, sus ojos plateados brillando. Levantó las
manos—. No te diste por vencido con Alex, y estaba de verdad tratando de matarnos.
Ninguno de nosotros lo hizo. ¿Entonces por qué renunciaríamos a Seth?
295 Alex frunció los labios mientras caminaba hacia donde estaba Aiden. Se pararon
uno al lado del otro, una vista formidable. —No estamos pidiéndote que renuncies a
él.
—¿No lo están? Porque estoy bastante segura de que todos están totalmente de
acuerdo con Herc capturándolo. ¿Y por qué todos querrían capturarlo y enjaularlo? —
Los papeles se agitaron de nuevo, y me obligué a calmarme—. Si mi padre o alguno de
los dioses de verdad creen que es una amenaza, van a esforzarse por encontrar cómo…
—Un nudo se formó en la base de mi garganta—. Ellos van a encontrar una manera de
destruirlo. Y es por eso que sería enjaulado, retenido hasta que encuentren una
manera. Eso no es sólo renunciar a él, eso es ayudarlos a asesinarlo.
—No quiero eso —argumentó Alex, sus manos curvándose en puños a los
costados—. Sé que es difícil de creer, pero también me preocupo por Seth.
El calor se vertió en mi pecho. Era lo bastante mujer para admitir que todavía no
me gustaba oír eso. Nop. Nop. Nop.
—Siempre voy a preocuparme por él —agregó, encontrando y sosteniendo mi
mirada—. Pero tenemos a los Titanes apresurándose a ganar fuerza, y si entran en el
Olimpo, se acabó para todos nosotros. Tenemos que concentrarnos en la búsqueda de
los otros semidioses.
—Necesitamos a Seth para ayudarnos a derrotarlos. —Estaba a segundos de
patalear—. Y sabes dónde está la hija de Deméter. Ustedes pueden ir con Herc y
conseguirla. Deacon y Luke pueden ayudar con la búsqueda de los otros semidioses.
—Dando un paso atrás, empuñé mis manos hasta que mis nudillos dolieron—.
Honestamente, no me importa lo que terminen haciendo. No necesito ni su bendición
ni su permiso —les dije a los dos semidioses—. Y si son inteligentes, no van a tratar de
detenerme. Así que o me van a ayudar o van a permanecer fuera de mi camino.
Luke dejó escapar un silbido bajo y dijo—: Vamos a hacer lo que sea que necesites
que hagamos. No estamos renunciando a él.
Esperé.
La verdad era, que Alex y Aiden eran súper fuertes. Puede ser que no fueran
capaces de detenerme, pero no estaba segura. Tenía más éter, pero los dos sabían cómo
utilizar su fuerza física muchísimo más que yo. Los necesitaba de mi lado. Los
necesitaba para que no corrieran hacia Herc o mi padre y decirles dónde podría estar
Seth, pero si no podía convencerlos…
—Haré cualquier cosa para proteger a Seth —advertí, mi voz baja. Ambos me
miraron penetrantemente. La comprensión estalló en sus rasgos—. Cualquier cosa.
Aiden levantó la barbilla. —¿Y que si está donde piensas que está y lo encuentras,
296 y no es… no es el mismo, Josie?
El aire frío perforó mi pecho, recordándome mucho al toque de Hyperion. Me
estremecí. En ese momento, no podía permitirme pensar en eso y no me permitiría
pensar en la posibilidad de Seth siendo inalcanzable. Me negaba siquiera a considerar
la idea, porque podría llegar a él. Podría ayudarlo. —Eso no es lo que va a ocurrir,
Aiden.
Miró hacia otro lado, un músculo agitándose a lo largo de su mandíbula. El
silencio se extendió entre nosotros, sintiéndose como una eternidad. Mis hombros se
tensaron. Esperaba completamente que discutieran más conmigo.
—Está bien —dijo Alex, alcanzando y envolviendo su mano alrededor de la de
Aiden. Él apretó su mano y mi pecho se apretó—. Estamos dentro.
Deacon sonrió.
Junto a él, Luke levantó su barbilla en silencio.
Aiden asintió y luego bajó la cabeza hacia la de Alex, rozando sus labios sobre su
mejilla. —Tienes razón —dijo después de un momento, levantando su mirada plateada
hacia la mía—. Se lo debemos a Seth. Se lo debemos en grande.
Y exhalé ásperamente, atrapada en una mezcla de triunfo y agotamiento. No tenía
tiempo para ninguno, porque necesitaba cada gramo de fuerza y determinación que
tenía en mí. Porque iba detrás de Seth, y no descansaría o renunciaría hasta que él
estuviera donde pertenecía.
De pie junto a mí.

Fin

297
Próixmo libro…
The Struggle (Titan #3)

298

Publicación: Marzo de 2017


Sobre la autora
La autora USA Today Bestselling, Jennifer L.
Armentrout, vive en Martinsburg, Virginia
Occidental. Todos los rumores que han oído sobre su
estado no son verdad. Bueno, la mayoría. Cuando no
se encuentra escribiendo, pasa su tiempo leyendo,
haciendo ejercicio, viendo películas sobre zombies,
pretendiendo a escribir y pasando el tiempo con su
esposo y su Jack Russell, Loki.
Sus sueños de convertirse en autora
iniciaron en la clase de álgebra, donde pasó la mayor
parte de su tiempo escribiendo historias cortas…lo
que explica sus deprimentes notas en matemáticas.
Jennifer escribe YA Paranormal, ciencia ficción,
299 fantasía y romance contemporáneo. También escribe
novelas para adultos bajo el nombre de J. Lynn.
Serie The Titan:
The Return (Titan, #1)
The Power (Titan, #2)
The Struggle (Titan, #3) Marzo 2017
¡Visitanos!

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