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CONCILIUM

Revista internacional
de Teología
CUESTIONES FRONTERIZAS
CONCILIUM
Revista internacional de Teología
CONCILIUM
Diez números al año, dedicados cada uno de ellos
Revista internacional de Teología
a una disciplina teológica: Dogma, Liturgia, Pastoral,
Ecumenismo, Moral, Cuestiones Fronterizas, Historia
de la Iglesia, Derecho Canónico, Espiritualidad y
Sagrada Escritura.
26
CONTENIDO DE ESTE NUMERO
W. Broker: Aspectos de la evolución 345
Z. Alszeghy: El evolucionismo y el magisterio CUESTIONES FRONTERIZAS
de la Iglesia 366
H. Cox: El progreso evolucionista y la promesa
cristiana 374
A. van Melsen: Ley natural y evolución 388
Karl Rahner: Pecado original y evolución ... 400
H. Dolch: El pecado en un mundo en evolu-
ción 415
D. Dubarle: La manera en que el hombre se
trata a si mismo, ¿pone en peligro su huma-
nidad? 425
J. Ellul: La revolución técnica y sus consecuen-
cias para la actuación moral y política 437
E. Mesthene: Valores religiosos en la época de
la tecnología ., 449
E. Mascall: La mentalidad científica y el men-
saje cristiano 467
BOLETINES
Ben van Onna: Cuestiones sobre el estado ori-
ginal a la luz del problema de la evolución. 476
N. Schiffers: Preguntas de la física a la teolo-
gía 485
DOCUMENTACIÓN CONCILIUM 497

Traductores de este número:


Un grupo de profesores del
Seminario Diocesano de Madrid
Director de la edición española:
EDICIONES CRISTIANDAD
P. JOSÉ MUÑOZ SENDINO
MADRID
Editor en lengua española: 1967
EDICIONES CRISTIANDAD
CONCILIUM
Revista internacional
de Teología

CON CENSURA ECLESIÁSTICA


Depósito legal: M. 1.399.—1965
COMITÉ DE DIRECCIÓN

Directores de sección:
Prof. Dr. E. Schillebeeckx, OP (Dogma) Nimega Holanda
Mgr. Dr. J. Wagner (Liturgia) Tréveris Alemania
Prof. Dr. K. Rahner, sj (Pastoral) Münster Alemania
Prof. Dr. H. Küng (Ecumenismo¡ Tubinga Alemania
Prof. Dr. Bockle (Moral) Bonn Alemania
Prof. Dr. J.-B. Metz (Cuestiones Münster Alemania
fronterizas)
Prof. Dr. R. Aubert (Historia de Lovaina Bélgica
la Iglesia)
Mgr. Dr. N. Edelby (Derecho Damasco Siria
Canónico)
Prof. Dr. T. I. Jiménez Urresti (Derecho Bilbao España
Canónico)
Prof. Dr. Chr. Duquoc, OP (Espiritua- Lyon Francia
lidad)
Prof. Dr. P. Benoit, OP (Sagrada Jerusalén Jordania
Escritura)
Prof. Dr. R. Murphy, o. CARM. (Sagrada Washington U.S. A.
Escritura)
Consejeros:
Dr. L. Alting von Geusau Groninga Holanda
Ludolf Baas Amersfoort Holanda
Dr. M. Cardoso Peres, OP Fátima Portugal
Marie-Dominique Chenu, OP París Francia
Mgr. Dr. C. Colombo Várese Italia
Prof. Dr. Y. Congar, OP Estrasburgo Francia
Prof. Dr. G. Diekmann, OSB Collegeville U.S. A.
Prof. Dr. J. Mejía Buenos Aires Argentina
Roberto Tucci, sj Roma Italia

Secretario general:
Dr. M. C. Vanhengel Nimega Holanda

Secretario adjunto-
Jan Peters Smakt-Venray Holanda

CON CENSURA ECLESIÁSTICA Secretariado General:


Depósito legal: M. 1.399.—1965 Arksteestraat 3-5, Nimega, Holanda
COMITÉ DE REDACCIÓN DE ESTE NUMERO

Director:
Prof. Dr. J. B. Metz Münster Alemania Occidental
PRESENTACIÓN
Directores adjuntos:
Dr. W. Brbker Bonn Alemania Occidental
Prof. Dr. W. Oelmüller Münster Alemania Occidental I

Este número de «cuestiones fronterizas» está dedicado al


Miembros:
problema de la evolución. Se refiere, pues, principalmente,
Dr. J. Arntz, OP Zwolle Holanda a una cuestión fronteriza entre la teología y las ciencias de la
Prof. Dr. A. Bolado Barcelona España naturaleza, aun cuando el concepto de evolución se utilice
Prof. Dr. H. BouMard, sj París Francia también actualmente en otros ámbitos como la historia de la
Dr. D. Callahan Nueva York U.S. A.
cultura y de la sociedad. Se puede afirmar que en el proble-
Dr. B. de Clercq, OP Lovaina Bélgica
Recife Brasil
ma de la evolución aparece de forma especialmente aguda la
Prof. Dr. J. Comblin
Prof. Dr. E. Cornélis, OP Nimega Holanda tensión que existe entre la explicación teológica y la explica-
Dr. A. Darlapp Munich Alemania Occidental ción científica del mundo. La teología está inevitablemente
Prof. Dr. B. Delfgaauw Harén Holanda sometida a esa tensión y aun cuando la fe conoce su referencia
Prof. Dr. H. Dolch Bonn Alemania Occidental a la totalidad de la realidad, la teología no puede entenderse
Prof. Dr. A. Dondeyne Lovaina Bélgica como una ciencia universal que considere a las diferentes cien-
Prof. Dr. D. Dubarle, OP París Francia cias como nuevas funciones deducidas o delegadas de un sis-
Prof. Dr. G. Fessard, sj Chantüly Francia tema total del saber establecido por la teología. Esta debe,
Prof. Dr. I. Fetscher Bad Bomburg Alemania Occidental
por el contrario, contar siempre con un permanente pluralis-
Prof. Dr. H. Fries Munich Alemania Occidental
Italia
mo de modos de conocimiento con el que mantendrá un cons-
Prof. Dr. G. Girardi Roma
Dr. J. Y. Jolif, OP Eveux-par-PArbresle Francia tante y fecundo conflicto. Ese pluralismo impide a la teología
Prof. Dr. A. van Melsen Nimega Holanda ceder a la tendencia a un concordismo superficial y ala ela-
Prof. Dr. Ch. Moeller Roma Italia boración de síntesis apresuradas, como las que consisten en
Mgr. Prof. Dr. M. Nédoncelle Estrasburgo Francia descubrir las «indeterminaciones» o «huecos» que deja el co-
Prof. Dr. F. O'Farrell, sj Roma Italia nocimiento científico para que la teología venga a llenarlos.
Dr. R. Pannikar Varanasi India Vero la teología no debe tampoco, frente a este pluralismo,
Prof. Dr. M. Seckler Tubinga Alemania Occidental ceder al principio de la «doble verdad», ni orientarse hacia
Prof. Dr. J. Trütsch Schwyz Suiza un puro fideísmo que considere todos los conocimientos fun-
Prof. Dr. J. Walgrave, OP Lovaina Bélgica
Prof. Dr. B. Welte
dados en otros principios que los de la teología como carentes
Friburgo de Brisgovia Alemania Occidental
342 Presentación Presentación 343
en absoluto de valor para la fe, buscando de esta forma ase- ca de la evolución», informa sobre la discusión teológica ac-
gurar de una vez para siempre a la fe una «zona libre de ries- tual en torno a un aspecto importante de nuestro tema.
gos». No cabe tal seguridad; la tensión permanecerá siempre,
porque en último término no es más que una expresión de la
situación creatural de la fe en el horizonte de una explicación
III
científica del mundo. El segundo boletín bibliográfico de este
número sobre Preguntas de la física a la teología es una prue-
ba de esa tensión. Las relaciones actuales entre teología y ciencias de la na-
turaleza comportan naturalmente toda una serie de problemas
y tareas generales a cual más importante. Así, por ejemplo, el
II problema hermenéutico de cómo hablar adecuadamente en
teología y pastoral sobre cuestiones fronterizas con las ciencias
El tema de la evolución tiene muchas vertientes. Un ar- naturales. O el problema de la sociología del saber: en qué
tículo sobre aspectos de la evolución plantea el estado actual medida están hoy todos nuestros modos de conocer sometidos
de la cuestión. Otro expone el desarrollo de la doctrina de la a la presión anónima de un ideal de conocimiento —el de las
Iglesia sobre la teoría de la evolución. El tema «Monogenis- ciencias positivas— que pretende secretamente ser el único
mo y evolución» ofrece un ejemplo concreto de la calificación válido, y en qué medida los modelos del pensar técnico-cien-
teológica de la evolución e introduce la discusión teológica tífico determinan nuestra conciencia pública y privada. O el
sobre el fondo del problema. En la misma línea se sitúan los problema de hasta qué punto el pensamiento dominante en
artículos «El pecado en un mundo en evolución» y «Manipu- nuestra sociedad industrial y en nuestra civilización científica
lación del hombre sobre sí mismo», que se refieren al aspecto es sobre todo un pensamiento tecnológico que no dispone de
más altamente existendal del problema. En este mismo con- órgano alguno para la racionalidad que supone la praxis social
texto, una comunicación que habíamos previsto sobre el tema concreta y la acción histórica irrepetible. Tales problemas no
«evolución e inmortalidad» no pudo estar preparada a tiempo, pueden ser solucionados mediante una confrontación directa
entre otras razones, por la dificultad del tema en sí. Por eso entre la teología y las ciencias positivas. Sólo una confronta-
el Secretariado General ofrece una documentación sobre este ción indirecta —por el hecho de que la teología se relaciona
tema. El tema «progreso evolutivo y promesa cristiana» sitúa de forma crítica y liberadora con la sociedad en la que actúa
la idea de la evolución en el horizonte escatológico de la fe exclusivamente esa racionalidad tecnológica— puede llevar a
y trata la cuestión fundamental de la relación entre evolución una solución. Las cuestiones fronterizas de la teología con las
e historia. En relación con esto estaba también previsto en ciencias naturales exigen cada vez con más urgencia una teo-
principio un artículo sobre «¿La evolución como modelo de logía que se interese críticamente por la formación de la con-
una orientación teológica del futuro? Contribución al debate ciencia en nuestra sociedad configurada por la técnica.
sobre Teilhard de Chardin». El texto previsto que no ha po- A estos problemas más generales se refieren, desde dis-
dido estar a punto para este número por enfermedad de su tintos aspectos y con valoraciones diferentes, los artículos so-
autor aparecerá en un número posterior. Finalmente, el tema bre «El problema de la revolución técnica y científica» y sobre
«Derecho natural y evolución» toca un problema urgente y «Los valores religiosos en la época tecnológica»; el segundo
estrechamente relacionado con los anteriores. El primer bole- considera en cierto sentido desde fuera la situación, la crisis
tín bibliográfico, «El estado original a la luz de la problemáti- y la tarea de «las Iglesias» en nuestra civilización técnica. Los
344 Presentación

dos, junto con el estudio sobre «Perspectivas científicas y


mensaje cristiano», ofrecen un análisis crítico del punto de
partida de la teología y la predicación en nuestra época tecno-
lógica.
J. B. METZ
W. BRÓKER
W. OELMÜXLER
ASPECTOS DE LA EVOLUCIÓN

I. INTRODUCCIÓN

Desde hace más de cien años, las teorías evolucionistas


preocupan también a los teólogos y pensadores cristianos. Al
principio —salvo raras excepciones— los teólogos considera-
ban la doctrina cristiana de la creación amenazada por la opo-
sición que parecía existir entre la nueva hipótesis y el relato
bíblico de la creación. Por ello el debate entre los teólogos y
los partidarios de la teoría evolucionista se redujo en el pri-
mer momento al tema «Biblia y evolución». Toda esta proble-
mática se ha clarificado en la actualidad hasta tal punto, que
el católico, aun sin exigírsele una motivación detallada, puede
hablar de una compatibilidad de la revelación con la doctrina
evolucionista y puede afirmar también que el cuerpo humano
trae su origen del reino animal. (La discusión acerca de una
transición, sin solución de continuidad, desde la materia en su
grado máximo de complejidad, aunque todavía sin vida, a la
materia viviente cae fuera del marco de una discusión teo-
lógica. )
La meta no se sitúa ya en la alternativa relato de la crea-
ción o teoría evolucionista, sino en su mutua conjugación.
Ambos, el relato y la teoría, ofrecen la perspectiva completa
de aquello que en teología se denomina la «creación». Reina
la paz desde que se abandonaron ciertas posiciones mantenidas
a causa de unas decisiones previas o de seculares tradiciones
doctrinales.
Nos equivocaríamos, sin embargo, si creyésemos que por
medio de esta solución «pacífica», iniciada en los últimos de-
cenios, se había superado toda la problemática planteada a la
346 W. Broker Aspectos de la evolución 347

teología por la teoría evolucionista. Esta, en efecto, plantea segundo es el plano del contenido objetivo de la teoría evo-
a aquélla cuestiones que, si bien no poseen la amplitud y la lucionista, el cual representa la base de toda cuestión ulterior.
importancia de la convergencia mutua entre la teoría de la Esta base debe ser conocida por todos aquellos —incluidos
evolución y el relato de la creación, afectan a determinados los que parten de una posición teológica— que se ocupan de
puntos capitales de la fe cristiana. Estas cuestiones esperan la problemática originada por la teoría de la evolución. Esto
una respuesta, sobre todo una vez que los resultados de las significa que toda opinión teológica acerca de estas cuestiones
investigaciones actuales en torno a la evolución no sólo pue- deberá ir precedida de un estudio inteligente de la perspectiva
den consultarse en las publicaciones científicas especializadas, íntegra y completa de todo el fenómeno de la evolución tal
sino que son además accesibles al gran público en un buen como es planteado por las ciencias correspondientes. El es-
número de publicaciones de alta divulgación científica. Es tructurar a priori el fenómeno de la evolución, en la concien-
muy posible que el concepto de evolución que, ya en la actua- cia, de forma que responda a una interpretación y a un conte-
lidad, debe ser considerado como un elemento esencial del nido premeditados y determinados de antemano equivaldría
patrimonio ideológico del mundo occidental, imprima su cuño, a renunciar a su validez. De ello se sigue que la exposición ra-
más decisivamente aún, sobre el pensamiento de las genera- zonada del fenómeno de la evolución por parte de las discipli-
ciones venideras. El problema de la formación del mundo pa- nas científicas competentes constituye siempre y en toda su
sará a ser en este pensamiento —para muchos, incluidos tam- amplitud un criterio válido también para la teología. De lo
bién los mismos investigadores— una de las más palpitantes dicho se deduce igualmente que las interpretaciones común-
cuestiones. Ya en la actualidad ha sido seriamente planteado mente aceptadas han de ser revisadas sin cesar conforme las
por la obra de Teilhard de Chardin. Aunque el contenido del ciencias competentes vayan descubriendo nuevos aspectos en
proyecto teilhardiano haya merecido los juicios más diversos, el objeto de su investigación. Sólo así podremos evitar esas
Teilhard aparecerá probablemente en la historia del pensa- locuciones vagas y ambiguas que son frecuentemente la causa
miento como el hombre que hizo surgir súbitamente en la
de que las afirmaciones teológicas acerca de la evolución no
conciencia de amplias masas el problema latente del dinamis-
sean tomadas en serio por los «técnicos en la materia».
mo evolutivo. El número de las colaboraciones teológicas que
En este artículo intentamos presentar sucintamente la
discuten la tesis de Teilhard de Chardin desde su misma pers-
pectiva nos permite constatar hasta qué punto la teología se concepción conocida hoy día dentro de las ciencias de la na-
ha visto también afectada por el problema de la evolución. turaleza bajo el título de «teoría sintética de la evolución» o
Si la teología acepta las preguntas planteadas por la teo- neodarwinismo1.
ría evolucionista habrá de tener en cuenta un presupuesto
fundamental. No podrá limitarse a prestar oídos a la pregunta
en su mera formulación externa, sino que deberá esforzarse
por comprender el motivo que da pie al planteamiento de
dicha pregunta. Esta motivación última, que habrá de ser
tenida en cuenta, posee, según parece, dos dimensiones o ni- 1
Descripciones recientes del fenómeno de la evolución, fácil-
veles distintos. El primero es el plano de la misma persona mente accesibles aun al público no especialista en ciencias de la
que indaga, que se siente afectada por el problema y que, a naturaleza, nos eximen de una exposición más detaUada. Mencio-
través del conocimiento del hecho evolutivo, se considera nemos sobre todo a P. Overhage, Die Evolution des Lebendigen.
obligada a preguntarse por la importancia de este hecho; el Das Phanomen («Quaestiones Disputatae», 20-21), Friburgo de
Brisgovia, 1964.
Aspectos de la evolución 349
principales afirmaciones de la teoría de la evolución.) En la
segunda forma de presentar el problema desaparecen estos
II. LOS FENÓMENOS inconvenientes, mientras puede evitarse el escollo de la falta
de claridad —inherente a este segundo esquema— por medio
1. Evolución biológica de un rico acervo de material ilustrativo aducido como ejem-
plo. Esta presentación nos ofrece el comportamiento funda-
Nuestras reflexiones deberán partir de una descripción mental de la evolución estudiada por los teóricos de la misma
del fenómeno de la transformación que nos ofrecen las ciencias en relación con el fenómeno evolutivo, creando así una mayor
biológicas. Han sido estas ciencias las que han marcado sobre transparencia en dicho fenómeno y haciendo más claramente
el concepto de evolución la impronta de modernidad que ac- perceptibles ciertos aspectos importantes para los problemas
tualmente lo caracteriza, llenándolo además de un rico conte- fronterizos. La exposición que sigue tratará de describir el fe-
nido. Una exposición global de la teoría de la evolución de nómeno de la evolución dentro del segundo esquema (aunque
los seres vivos —según las ciencias de la naturaleza— podría sucintamente y omitiendo los ejemplos).
dividirse en dos hipótesis parciales que constituyen la teoría El elemento primero y fundamental de la evolución bio-
de la evolución en su expresión moderna. Son éstas una teo- lógica está constituido por las relaciones «de sangre» entre
ría general de la evolución y otra especial. Esta división en- todos los vivientes. Estas relaciones se basan en la generación
cierra la ventaja de distinguir con mayor precisión entre aquel sucesiva y son la base de la afinidad que reina en principio
aspecto que forma ya parte integrante, definitiva e indiscuti- entre las estructuras de todos los vivientes en cuanto a su
blemente, del pensamiento de las ciencias de la naturaleza organización y a sus funciones. Esta vida que brota de la vida
—el fenómeno de la evolución— y aquel otro aspecto que, anterior en una sucesión temporal tuvo, y sigue teniendo, la
en parte, deja campo libre al desarrollo de diversas hipótesis tendencia general a expandirse y a ocupar todos los espacios
—la causalidad (entendida desde la perspectiva de las ciencias a su alcance dentro del contorno habitable, incluido también
naturales) del proceso de la evolución—. Esta causalidad no el ámbito que tiene su origen en el mismo proceso de expan-
está todavía lo suficientemente clara como para ofrecer una sión. A la utilización de las posibilidades extrínsecas, repre-
sólida base a las discusiones teológicas (si es que tales discu- sentadas por la «ocupación», por la expansión en el espacio,
siones son realmente necesarias dentro de un campo tan con- se añade —en íntima vinculación con lo anterior— la tenden-
creto y específico). cia a la realización de las posibilidades intrínsecas, de aquello
El fenómeno de la evolución, tal como es considerada por que podría denominarse «el despliegue de la propia energía
los teóricos del evolucionismo, puede presentarse ante los ojos vital».
del público no especializado de dos maneras. Por una parte, Al describir el segundo elemento fundamental del pro-
pueden mostrarse paso a paso las diversas formas concretas ceso evolutivo —la tendencia a la realización extrínseca e
(morfológicas y funcionales) que se suceden en el espacio y intrínseca— queda descrito también un tercer elemento: la
en el tiempo, en el plano biológico, cósmico o histórico. Esta mutación de formas ancestrales hacia nuevas formas y modos
presentación tiene la ventaja de una gran claridad, pero tam- de vida, a través de sucesivas generaciones. El curso de esta
bién el inconveniente de exigir un gran aparato expositivo y evolución agota, en los animales y en las plantas, todas las
de que, en el caso de una explicación insuficiente, resulte in- posibilidades imaginables de mutación filogenética. La evo-
evitable la idea de una marcha rectilínea de la evolución. lución está llena de «ensayos», de variaciones estructurales
(Precisamente la marcha no rectilínea constituye una de las cuya consecuencia es la diversidad de formas. Tales «ensayos»
350 W. Bróker Aspectos de la evolución 351

son también responsables de ciertos «fallos de construcción» los vivientes y que, por encima de los grados de organización,
en el plano biológico que aparecen en el reino de los seres conduce hacia tipos siempre nuevos y de categoría superior» 3 .
vivos. Este fenómeno es designado con el nombre de «ascensión bio-
Esta evolución, cuya principal característica consiste en la lógica» 4. En el mundo de los seres vivos hay una evolución
continua producción de nuevas formas y modos de compor- incesante de los seres inferiores hacia seres superiores, aun
tarse, no desemboca en un desorden estadístico, sino que prescindiendo del hombre. Sin embargo, este hecho de la as-
muestra ciertas «líneas de orientación» o trenas, es decir, cier- censión biológica no representa —hagámoslo notar expresa-
tas tendencias predominantes que le sirven de impulso. Este mente— un fenómeno universal en la historia de los organis-
fenómeno en el seno de la evolución, designado anteriormente mos ni se manifiesta sin excepción alguna en todos los grupos
por algunos investigadores con el nombre de «ortogénesis», orgánicos y series genealógicas. Innumerables grupos de ani-
se manifiesta cada vez más como un proceso sumamente difícil males y plantas se han extinguido; otros presentan un retroce-
y complicado que dista mucho de seguir una marcha rectilínea so o una degeneración; otros permanecen casi sin mutación,
y con velocidad uniforme. Un gran número de tales tendencias, manteniéndose en el mismo grado de organización; otros, en
que inician su avance en todas las direcciones biológicamente fin, desarrollan únicamente ciertas perfecciones de acomoda-
posibles, coexisten y perduran dentro de una correlación es- ción dentro de los límites de su grado estructural. No es po-
pacio-temporal igualmente múltiple. Un análisis inicial de esta sible identificar sin más los conceptos de «evolución» y de
marcha, enormemente complicada, de la evolución abarca, ya «progreso»5. Sólo a través de una mirada comparativa y re-
en la actualidad, un número considerable de importantes reglas trospectiva podemos conocer los criterios que regulan la mar-
que nos permiten predecir con alta probabilidad y con sumo cha de esta evolución hacia un nivel estructural superior,
detalle el decurso, más largo o más corto, de la historia del partiendo, por ejemplo, desde el tipo actual de mamíferos
tronco genético. placentarios más evolucionados —a los que también perte-
nece el hombre— hacia la organización de los reptiles, anfi-
Este decurso de la evolución, que a través de las diversas bios, peces y seres semejantes de épocas remotas.
tendencias conduce a la plenitud de formas del ser vivo, no
es reversible. De ordinario, los organismos no retornan total- En esta ojeada retrospectiva llegamos a descubrir ciertas
mente a alguno de los estados ancestrales. propiedades esenciales de la ascensión biológica. Tales son:
Tales avances de la evolución, irreversibles y orientados 1) una creciente diferenciación, que conduce finalmente a me-
hacia un fin, representan en su conjunto un proceso de cons- jores análisis temporales y espaciales del mundo ambiente;
trucción, mantenimiento, combinación e integración de estruc- 2) una creciente integración en unidades morfológico-psico-
turas orgánicas, pero también de desintegración o de ulterior lógicas (cuanto más profusamente se desarrolle la diferencia-
evolución. De este modo, a través de innumerables líneas, se ción, tanto mayor será la subordinación de las diversas partes);
ha ido creando una riqueza inmensa de diversas estructuras, 3) un aumento de la independencia del organismo respecto de
órganos y formas.
Dentro de esta «producción de una enorme riqueza de for- 3
Ibíd., 204.
mas, de las más diversas estructuras orgánicas»2 y los más 4
P. Overhage, Der Biologische Aufstieg: «Stimmen der Zeit»,
distintos comportamientos existe todavía otra tendencia ma- 170 (1961-62), 418-429.
nifiesta «que aparece en la marcha general de la evolución de 5
G. G. Simpson, Auf den Spuren des Lebens. Die Bedeutung
der Evolution, Berlín, 1957, 142 (original inglés bajo el título The
2
lb'td., 192. Meaning of Evolution, Nueva York, 1951).
352 W. Bróker Aspeaos de la evolución 353
su ambiente, unida a una mayor diferenciación y a una crecien- y las ciencias competentes investigan cada vez más los diversos
te integración. Esta independencia lleva por lo general, en sus procesos similares a la evolución biológica. Por encima de los
grados más altos, a un aumento de la autonomía individual procesos que tienen lugar en el reino de los seres orgánicos
del organismo y, en cierto sentido, a una elección de las posi- interesa sobre todo el acontecer en el cosmos y el acontecer
bilidades de actuación, a una especie de potencia sensorial de en la historia.
valoración o de capacidad sensorial de juicio que posibilita
una actuación perspicaz o inteligente. Como el fruto más alto
de esta evolución ascendente, de este progreso o ascensión 2. Evolución cósmica
biológica, aparece el hombre, que se sitúa en la plenitud es-
tructural de los seres vivos, pero que, en gran parte, no tiene El acontecer cósmico, que a lo largo de siglos de historia
su origen en esta tendencia hacia una evolución ascendente. ha fascinado siempre al hombre y al que éste ha intentado
Esta presentación sucinta bastaría para describir el fenó- buscar un fundamento y una explicación, es considerado pro-
meno biológico de la evolución, así como la consiguiente teo- gresivamente por las ciencias físico-astronómicas como un
ría general de la evolución, de manera que podría ser aceptada proceso del devenir, y no sólo de un movimiento circular y
tanto por los neodarwinistas como por los partidarios de la armónico, fundamentalmente estático e inmutable. Pero no
teoría de la finalidad. es posible todavía concebir este devenir dentro de una teoría
Esta descripción fenomenológica de la evolución biológica cosmológica admitida umversalmente. Las hipótesis matemá-
no ofrece punto alguno vulnerable a objeciones fundadas. En ticas acentúan «de tal modo el carácter de lo provisional que
el futuro será posible ciertamente, en virtud de ulteriores apenas si se puede hablar de un modelo ponderado de la evo-
investigaciones biológicas, conseguir una descripción más de- lución del mundo. Por una parte, son muy grandes las difi-
tallada, y hasta habrá que adoptar en algunos casos ciertos cultades matemáticas; por otra, es muy exiguo el material de
cambios en nuestros conceptos, pero muy probablemente no observación»6. Por muy divergentes que sean estas hipótesis
será necesaria modificación alguna en el cuadro general. Se dentro de las afirmaciones generales sobre el acontecer en y
trata, en efecto, de una teoría científica que posee un grado del cosmos, hay un hecho que constituye la base de las es-
de probabilidad igual al de una teoría histórica bien fundada. peculaciones más o menos científicas, de las diversas hipótesis
El demostrar lo contrario corre a cargo de aquellos que pon- y teorías: la mutabilidad del prototipo de todo acontecer en
gan en duda la teoría general de la evolución. Tal demostra- el cosmos bajo el que late una dinámica de transformación.
ción habría de realizarse utilizando el mismo material y pre- «Las teorías cosmológicas buscan comprender todo el universo
sentando una teoría que, partiendo de dichos materiales, pue- como un desarrollo dinámico homogéneo que se realiza en el
da incorporar sin violencia en su sistema todos los fenómenos espacio y en el tiempo y que depende del volumen de materia
recogidos por la teoría general de la evolución. y energía del mundo; intentan además reducir en lo posible
A través de las reflexiones precedentes sobre la evolución el ritmo de este movimiento al lenguaje de las matemáticas» 7.
de los organismos hemos intentado presentar, aunque de un El acontecer cósmico se caracteriza no por el estatismo, sino
modo sucinto, la teoría hoy generalmente admitida. El con-
cepto de evolución, sin embargo, no sólo se extiende actual- 6
J. Meurers, art. Kosmogonie: «Lex. Theol. u. Kirche», VI,
mente al ámbito de los seres orgánicos, sino que comprende 573.
mucho más, abarcando, en principio, a todo el cosmos, a toda 7
H. Vogt, Das Sein in der Sicht des Naturforschers, Berlín,
la creación. La idea de evolución tiende hacia el universalismo, 1964, 38.
23
354 W. Bróker Aspectos de la evolución 355
por el dinamismo, que conduce a la mutación. En este sentido En los dos ámbitos, el cósmico y el orgánico, se nos pre-
—aunque sólo en éste— puede hablarse de una evolución senta, pues, una especie de analogía: la existencia de una va-
cósmica dentro de una probabilidad lo suficientemente cientí- riabilidad dinámica juntamente con una multiplicidad de ten-
fica. Se trata aquí de un paralelismo, en el ámbito cósmico, dencias concretas. Estas tendencias han sido diversamente
frente al tercer elemento, antes reseñado, de la evolución cualificadas en esta visión panorámica según el grado de com-
orgánica. plejidad y homogeneidad que hayan alcanzado, lo cual nos
Es probable que, dentro del acontecer cósmico constante- permite afirmar que el fenómeno evolutivo, en su estructura
mente cambiante, existan también evoluciones ascendentes so- fundamental, no abarca únicamente la esfera de lo orgánico,
metidas al módulo de la complejidad siempre creciente y que sino que constituye también un elemento esencial determinan-
puedan ser designadas —en paralelismo con el acontecer or- te del acontecer cósmico (e inorgánico).
gánico— como trenas y como realizaciones de posibilidades En estrecha conexión con la historia del cosmos suele men-
múltiples. (Piénsese, por ejemplo, en el proceso de la materia cionarse siempre el segundo principio de la termodinámica en
del plasma en estado frío, en el que se forman las estructuras una formulación que suena un tanto lacónica y concisa: se
atómicas y moleculares en las que luego aparecen leyes acce- trata del principio de «la historicidad de la naturaleza» 8.
sibles a la física atómica.) A condición de que sea válido para el cosmos en su totalidad,
Dejemos a un lado la cuestión de si se puede hablar de una este segundo principio significaría, planteado en la dimensión
evolución ascendente homogénea y rectilínea. Esta tendencia del tiempo, una garantía de irreversibilidad en el gran aconte-
general es imaginable, pero al menos estaría sujeta a todos cer cósmico. El crecimiento de la entropía en el decurso del
los criterios científicos valederos en este campo. Pero si no tiempo, en unión de los cambios y mutaciones cósmicos que
es posible afirmar nada con seguridad acerca de una única siguen una marcha paralela, justificarían entonces la imagen
línea de evolución ascendente que recorre todo el cosmos, y de un curso grandioso, irreversible, del cosmos cuyo rumbo
sólo podemos hablar con probabilidad de una evolución ascen- se orientaría hacia un «fin».
dente en el sentido de una creciente complejidad y homoge- En esta evolución universal hacia un fin —en el supuesto
neidad en el seno de procesos parciales en el cosmos, no cabe de que el principio de la entropía sea válido para el cosmos en
afirmar que la materia viva constituye la culminación de una su totalidad 9 — se inserta la evolución orgánica; esta evolu-
única línea de evolución ascendente que recorre todo el uni-
verso. Por el contrario, la materia viva, con sus estructuras
8
albuminoideas de alto valor molecular, constituye el vértice C. F. Weizsacker, Die Geschichte derNatur, Gotinga, 319J>6,
de una línea evolutiva que discurre dentro de nuestro sistema 35.
9
solar. Así como el hombre, siendo el vértice de la ascensión R. C. Tolman, Relativity, Thermodynamics and Cosmology,
biológica, no es por ello la culminación del progreso exclu- Oxford, 61962, 486, invita a ser prudentes: «Ciertamente es di-
sivo de la vida orgánica, sino el último eslabón de una línea fícil sustraerse al sentimiento de que muy apropiadamente podía
evolutiva entre otras muchas, así también la materia viva pensarse que el ámbito de tiempo para los fenómenos del universo
se extiende desde menos infinito en el pasado a más infinito en el
puede ser considerada, en general, como un vértice de la evo- futuro. Los argumentos de la termodinámica clásica contra esta
lución superior cósmica; vértice que, de modo semejante al opinión habrán de ser, indudablemente, modificados en parte a la
hombre en el ámbito orgánico, sobrepuja en complejidad, luz de las crecientes posibilidades de conducta que proporciona la
integración, etc., a todos los demás grados evolutivos de ma- termodinámica relativista; tales argumentos estarían sujetos a una
teria cósmica que nos son conocidos. modificación todavía más seria si el principio de conservación de
356 W. Broker Aspectos de la evolución 357
ción orgánica se realiza como consecuencia de una entre mu- biológica (con lo cual no queremos hacer afirmación alguna
chas otras evoluciones cósmicas. La evolución orgánica par- acerca de la identidad o diversidad de los factores que actúan
ticipa, en todo caso, de la suerte del cosmos universal, de su en cada caso). La doctrina biológica de la evolución ha puesto
«ascensión» y de su «descenso». El destino de la vida, en en claro que no sólo existe una plenitud de formas en mutua
concreto sobre el planeta Tierra, se halla vinculado al por yuxtaposición, desplegadas en el espacio actual, sino también
muchas razones menguado horizonte del sistema solar, cuya en una sucesión temporal. Lo mismo afirma la ciencia histó-
entropía crece con una autonomía relativa. Con este equilibrio rica acerca de la plenitud de expresiones históricas del ser hu-
de energía, la vida en la tierra se apagará. mano. La historia humana se encuentra llena de un dinamismo
que tiende a realizar las posibilidades del ser humano en im-
pulsos siempre nuevos.
3. Evolución histórica No se puede dilucidar fácilmente la cuestión de si la rea-
lidad de la evolución ascendente desempeña o no algún papel
Si podemos considerar la cosmogénesis como la base de la en el seno de este acontecer dinámico creciente. Es claro el
biogénesis, o bien la biogénesis como parte de un progreso hecho de que, al aplicar determinados criterios a ciertas carac-
en el seno de la cosmogénesis, de igual modo la historia del terísticas parciales de la historia, se puede constatar la exis-
hombre puede ser considerada como la prosecución de una tencia de una evolución ascendente. Entre dichos criterios
línea parcial de la biogénesis, como «la forma del devenir que habría que nombrar los siguientes: 1) el despliegue numérico
es propia o peculiar del hombre como tal» 10. de la humanidad sobre todo el orbe terráqueo; 2) la comple-
El decurso de la historia no es un «mero acaecer», un jidad cada vez mayor de la estructura social; 3) la unificación
«puro transcurrir», ni siquiera un acaecer en ciclos perpetua- creciente de la humanidad a causa de la civilización, que tiende
mente iguales, sino un auténtico e irreversible devenir en el a nivelar los diversos ambientes; 4) una mayor difusión y pro-
tiempo que ha venido produciendo sin cesar, en el curso de fundización en los conocimientos y en la capacidad técnica.
los siglos, nuevas formas de vida y de actitudes humanas. Es Una visión de conjunto de aquellas características concretas
francamente desconcertante la multiplicidad de los seres que que han evolucionado justifica hasta cierto punto la idea de
devienen y que desaparecen tanto en el plano microhistórico una evolución general ascendente —a pesar de los errores,
como en el macrohistórico. Este devenir y desaparecer no se de cientos de fracasos y de las guerras mundiales, etc.— en el
verificó ni se verifica en un desorden total, dentro de un con- seno de la historia universal. Se puede hablar de la historia
junto de probabilidades estadísticas, sino de un modo estruc- del hombre como un fenómeno que, en su estructura básica
turado, es decir, en trenas, de tal modo que casi siempre es fenoménica, corresponde ampliamente al fenómeno de la filo-
posible seguir en la historia el camino determinado de un gru- génesis.
po de la humanidad, es decir, observar una forma situada en
No obstante, esta ascensión de la humanidad, que respon-
el espacio y en el tiempo. El cuadro de la historia se parece
de un modo sorprendente a las estructuras de la evolución de a la evolución biológica, no ha de ser identificada sin más
con una evolución ascendente de la humanidad. Tal identifi-
cación olvidaría que la libertad humana o las facultades hu-
la energía fallase en el interior de las estrellas, posibilidad sugerida manas que se hallan vinculadas a la libertad o son su presu-
por Bohr.» puesto, constituyen una categoría fundamental de la historia.
10
J. B. Lotz, Geschichtlichkeit und Ewigkeit: «Scholastik», Quien no reconozca la libertad humana y considere al hombre
29 (1954), 488. inserto plenamente en la estructura causal del devenir biológi-
Aspectos de la evolución 359
358 W. Bróker
de la energía vital» de la humanidad. Este devenir muestra,
co y cósmico, o quien elimine del estudio de la historia a la por encima de la plenitud en el espacio y en el tiempo, una
libertad por no ser recognoscible a partir de determinados evolución ascendente ininterrumpida si la medimos según de-
principios heurísticos, habrá de contentarse con la esperanza terminados parámetros. Esta evolución ascendente no sigue
de una ulterior ascensión relativa de la humanidad. Quien, por una línea recta continuada, sino que es el producto de una
el contrario, se halle convencido de la existencia de la libertad múltiple búsqueda, de numerosos intentos y errores. En cuan-
no negará la evolución superior dentro de la historia humana, to devenir siempre ascendente, la historia humana se asemeja
a la que ya nos hemos referido, y en este sentido podrá tam- al devenir cósmico y biológico, pues posee idéntica estructura
bién mirar con optimismo el futuro. Pero al mismo tiempo dinámica. En la historia humana este devenir puede recibir
habrá de reconocer que la historia en su acontecimiento cen- la impronta de la libertad del hombre por la que el devenir,
tral, allí donde actúa la libertad, no ofrece signo alguno de ascendente y de por sí neutral, adquiere un carácter positivo
una evolución ascendente, o al menos resulta difícilmente re- o negativo. Sin embargo, es imposible saber científicamente
cognoscible. Una evolución ascendente en el seno de este si esta libertad determinante se halla a su vez sometida o no
acontecimiento central debería ofrecer como criterio, tanto a una evolución ascendente.
extensiva como intensivamente, un incremento de la libertad Podemos resumir así todo lo anteriormente expuesto: La
y de ciertos síntomas que demuestren esa libertad del hom- evolución como transformación dinámica en el tiempo no es
bre. Es muy problemático el hecho de que la libertad haya sólo un fenómeno biológico (del individuo, de las razas y
aumentado en el decurso de la historia humana, pues apenas especies), sino también un fenómeno del cosmos y de la histo-
si es posible determinar hasta qué punto esta conditio huma- ria. La mutación y la temporalidad constituyen las categorías
na habrá constituido alguna vez un elemento determinante fundamentales de toda naturaleza, pero no de tal modo que
de la historia. La participación de la libertad humana en la puedan reducirse lógicamente la una a la otra, sino que apa-
marcha de la historia escapa a todo análisis, pues los métodos recen siempre unidas. Cualquiera que sea modernamente la
científicos apenas nos permiten diferenciarla de la simultá- definición concreta del tiempo (en contraposición a la concep-
nea inserción del hombre en el curso de las cosas. Sólo pode- ción antigua) —«tiempo vivencial», «tiempo físico», «tiempo
mos hablar de libertad de un modo general, presumiéndola de la historia»—, éste siempre entraña la irrepetibilidad del
quizá en los momentos culminantes de la historia, pero jamás acontecer, la irreversibilidad del suceder, el dinamismo conti-
podremos poner en relación evidente ciertas situaciones his- nuo hacia algo siempre nuevo.
tóricas y un grado determinado de realización de la libertad, Pero este acontecer, caracterizado únicamente al principio,
como tampoco deberemos hablar de un grado mayor o menor por la irreversibilidad en el tiempo, no desemboca en un con-
de libertad al hacer tal comparación y mucho menos de un glomerado de formas y funciones diversas en el espacio y en
crecimiento incesante en el curso de tal evolución. Podemos el tiempo y sometidas solamente a ciertas leyes estáticas de
afirmar de la civilización de los hombres prehistóricos que era distribución. Antes bien, podemos reconocer ciertas tenden-
«primitiva» comparada con la actual, extendida por todo el cias o trends que pueden ser consideradas como unidades evo-
mundo; no podemos decir, en cambio, de su libertad que fue- lutivas y que se manifiestan como un orden no sólo tem-
ra «primitiva». poral-dinámico, sino también espacial-estático. Estas unidades
La historia humana —podríamos decir resumiendo—, en evolutivas se hallan condicionadas por las interacciones de las
cuanto historia de la cultura y de la civilización, representa leyes propias de la materia (entendida en el sentido más am-
un devenir que conduce a formas y maneras siempre nuevas plio) —incluso de aquellas leyes que surgen en el avance hacia
de vida humana, y en este sentido equivale a un «despliegue
360 W. Broker Aspectos de la evolución 361
una complejidad creciente de las estructuras materiales (en- del hombre, constituyendo esa variedad inmensa de formas
tendidas nuevamente en su más amplio sentido)— y por la y modos de la materia viva o inanimada.
materia como medio ambiental. De las unidades evolutivas No es preciso demostrar que el hombre representa, entre
—y después de una primera observación general— podemos todos los seres tanto inanimados como vivientes, el grado
deducir, a través de un detenido análisis científico, ciertas máximo de evolución y que, por ello, los parámetros decisi-
reglas de la evolución que nos permitan hacer determinadas vos de la evolución ascendente se hallan contenidos en la mis-
predicciones según el grado de exactitud que encierren los ma constitución humana y de ella pueden deducirse. Diri-
análisis. Las líneas evolutivas que se nos presentan no cons- giendo nuestra mirada hacia el pasado, a partir del hombre
tituyen, por sí mismas y en todos los casos, evoluciones as- podemos descubrir, entre la enmarañada multiplicidad de lí-
cendentes; la tendencia al descenso es también posible y tiene neas evolutivas, un hilo conductor que a través del laberinto
lugar con frecuencia. de la evolución nos guía desde los albores de la estructura
El mismo concepto de evolución ascendente es problemá- del mundo actual hasta la época presente, desembocando en
tico, pues depende de criterios fijados por el hombre: no cons- el hombre de hoy. (Repetiremos una vez más que es posible
tituyen, en efecto, un dato previo que se manifiesta de un seguir una trayectoria semejante en lo que respecta a las di-
versas formas de materia hoy existentes.) Sin embargo, no
modo evidente —como sucede, por ejemplo, con el principio
es posible admitir una marcha rectilínea, sino que este camino
de gravitación— (prescindimos aquí de la «formulación»); se amolda a los múltiples vericuetos y rodeos del laberinto
antes bien, posee un carácter ambiguo, según lo que el hom- de la evolución que permiten suponer y a veces reconocer
bre reconozca como valor supremo o como valor ínfimo. Es múltiples intentos fallidos y equivocaciones en su marcha ha-
fácilmente comprensible que el hombre —en toda esta pro- cia el hombre.
blemática— se considere a sí mismo como el ser más evolu-
cionado y deduzca de su propia realidad los parámetros de la En la actualidad no es posible dilucidar todavía con cer-
evolución ascendente. teza definitiva si este camino sigue una línea continuada o si
se detiene en ciertos puntos, si bien hay muchos indicios que
Partiendo de los criterios deducidos, en última instancia apoyan la existencia de un vínculo ininterrumpido en la evo-
de la misma estructura humana podemos enjuiciar, en su re- lución, sobre todo en el paso de lo inorgánico a lo orgánico.
lación con el hombre, los múltiples tipos de unidades evolu- La evolución, dentro de la variada estructuración ya re-
tivas que se dan, en el espacio y en el tiempo, dentro del cos- señada y de su enorme complejidad, es considerada actual-
mos. Desde este presupuesto podemos atribuir también a mente como un principio fundamental de todo el cosmos
diversas unidades evolutivas una tendencia a la evolución —incluido el hombre—, de tal modo que el mundo puede
ascendente, pues dichas unidades responden a uno o a otro ser considerado con razón como un mundo en devenir. En
parámetro y hasta a varios simultáneamente. En cambio, de este mundo, que despliega sus energías a través de una evo-
las líneas que evolucionan en una marcha ascendente y que lución tan pujante y variada se inserta la libertad del hom-
dicen relación al hombre de uno u otro modo no podemos bre en el preciso momento en que el mundo se convierte en
afirmar que evolucionen hacia el hombre, antes por el con- historia. No sabemos con certeza si esta libertad —supuesto
trario la mayor parte de dichas líneas han tomado caminos que sea admitida— se halla sometida o no a evolución.
divergentes y se van alejando del hombre, mientras otras se
extinguen antes que el hombre aparezca, o bien conducen a
resultados que actualmente se encuentran a gran distancia
Aspectos de la evolución 363
mos con el hombre y de éste con el cosmos se ha hecho cues-
tionable. La realidad en su conjunto no se rige ya al compás
III. «MAGNITUD» DEL PROCESO de unas exigencias humanas que corresponden a la propia
naturaleza del hombre. El «mundo» posee hoy una existencia
Hemos definido la evolución dentro de unos módulos y autónoma ante la que el hombre reflexivo de hoy se encuentra
de un contenido; no podemos olvidar, sin embargo, que cier-
aislado frente al gran interrogante: ¿qué sentido tiene la in-
tos problemas humanos importantes planteados a esta evo-
mensa amplitud espacial y la profundidad temporal del cos-
lución hacen referencia a un aspecto del proceso evolutivo
que es difícilmente expresable en una terminología científica, mos?, ¿tiene este mundo sentido en absoluto o todo vendrá
pero que produce una impresión viva en quien ha reflexiona- a sumergirse «definitivamente en la noche del absurdo to-
do sobre ello: se trata de su magnitud. Podríamos ofrecer nú- tal» u ? Ante la perspectiva de este universo recientemente
meros que sobrepasan toda imaginación y que nos permitirían descubierto adquiere una dimensión nueva —también para
apreciar las enormes dimensiones del proceso, pero este cono- el creyente— aquella primera pregunta del catecismo: ¿para
cimiento sería inferior a la admiración que sobrecoge al hom- qué está el hombre en la tierra? Pregunta que actualmente
bre —con renovada novedad— cuando, sobre la base del ma- podría formularse de este otro modo: ¿para qué está el hom-
terial investigado, nos imaginamos la grandiosa unidad y bre en este universo, que existe ya desde hace miríadas de
cohesión de este múltiple proceso de formas diversas, aun años y que sigue existiendo en torno suyo a distancia de mi-
cuando dicho material se reduzca, en la mayoría de los casos, llones de años de luz?; «¿tiene el universo creado una fina-
a espacios más o menos amplios de tiempo. Esta admiración lidad?; y su dinamismo cósmico e histórico, ¿posee una razón
ante la magnitud de la evolución es —por muy poco cientí- de ser común a ambos?» n. La doctrina de la evolución da
fico que parezca— el verdadero motor que impulsa y man- respuesta al cómo, pero no al porqué.
tiene en marcha el interés del hombre por estos problemas. A la larga, el hombre no puede contentarse con el simple
conocimiento de que la evolución es un devenir, de que es
temporal, de que su duración es creadora. El hombre no puede
IV. PROBLEMAS limitarse a reconocer el hecho de la evolución, para aceptarlo
«y quedarse luego tan tranquilo, sin pretender examinar a
Esa marcha de la evolución —sobre todo en los seres or- fondo su naturaleza, su sentido y su finalidad» 13. Teniendo,
gánicos— definida como espacial y temporal y que provocaba a sobre todo, ante sus ojos el dinamismo histórico de la huma-
admiración se ha convertido para el hombre en un problema. nidad en todo su conjunto, el hombre no puede eludir esta
Ante este acontecer se han disipado todas las pretensiones
pregunta: ¿por qué existe este universo cósmico?, ¿hacia
humanas de ser el centro del cosmos tal como el hombre se
había considerado a sí mismo hasta el despertar de las moder-
11
nas ciencias de la naturaleza. El reconocimiento de la dimen- K. Heim, Weltschopfung und Weltende, Hamburgo, 1952,
sión temporal y espacial del cosmos convierte en problemática 132.
12
la posición central del hombre. El pensamiento de ese hombre, J. Bernhart, Die unbeweinte Kreatur. Reflexionen über das
que se tiene a sí mismo como rey destronado de todo el uni- Tier, Munich, 1961, 45s.
13
verso, se niega a considerar el cosmos como un satélite de la G. Thils, Theologie der irdischen Wirklichkeiten, Salzbur-
tierra y del hombre. De este modo, la relación mutua del cos- go, 1955, 242 (hay traducción española bajo el título Teología de
las realidades terrenas).
364 W. Bróker Aspectos de la evolución 365

dónde avanza?, ¿en qué parará? Todo esto «se sitúa, a la Si consideramos al hombre inserto en el acontecer evolu-
larga, en la esfera de la realidad fenoménica» u. tivo, ¿no habremos de pensar que lo que aflige especialmente
Ante estos grandes interrogantes, la teología no podrá al hombre, como la enfermedad, la indigencia, el sufrimiento,
desentenderse en sus afirmaciones de la «imagen del mundo la muerte, constituye un ingrediente, aunque amargo, de la
que posee el hombre actual, para quien la 'evolución' es un naturaleza, subordinado en cuanto tal al mismo proceso evo-
hecho y, a la vez, un tema general del pensamiento» 15. Pero lutivo?; ¿no pertenecerá a la misma evolución prehumana,
la teología no sólo tiene que habérselas con tales hombres, sin que sea preciso echar mano de una deserción original en
sino que para ella conservan también especial relieve los re- el hombre que explique y dé motivo a este estado? ¿Qué
sultados de la investigación sobre el evolucionismo. De estos significa, en todo este contexto, un paraíso?
resultados surge una múltiple serie de preguntas que abarca ¿Y cómo habrá que definir teológicamente el pecado del
desde el problema del derecho natural hasta una concepción hombre actual, si este pecado ha de ser considerado también
cristiana del futuro, tanto ultramundano como escatológico, como un mal propio —en el plano natural— del nivel estruc-
pasando por numerosas cuestiones antropológicas como el tural evolutivo alcanzado por el hombre?
monogenismo, el «dualismo» alma-cuerpo, o problemas espe- ¿Qué responde la teología cuando se pide su opinión acer-
cíficamente teológico-antropológicos tales como la doctrina ca de los planes cara a un futuro ultramundano, planes que
acerca del estado primigenio y el pecado original, así como de han sido elaborados por el hombre, que pretende gobernar
los pecados en general. con sus propias manos, de forma creciente, la evolución
El concepto de «naturaleza» ha cambiado, apartándose de humana?
la concepción de un orden gradual estático-jerárquico hacia la ¿Qué conceptos deberá desarrollar la teología acerca del
idea de una continuidad dinámica ante la que se abren conti- fin de los tiempos, siendo como es cada vez más claro que lo
nuamente nuevas posibilidades. En consecuencia, se plantea el material en cuanto tal se sustrae a la destrucción y que con-
problema (sin que ello signifique una respuesta anticipada): tinuará existiendo en incesante continuidad, aun cuando las
¿no habrá que replantear el concepto de derecho natural? diversas estructuras, ya en el término de su evolución, vuel-
Si la investigación específica de las ciencias naturales va van a desmoronarse y en determinadas circunstancias surjan
haciendo cada vez más probable el hecho de un nacimiento de nuevo?
de nuevas formas morfológicas y funcionales de vida dentro Este pequeño catálogo de problemas ligados entre sí pone
de comunidades de procreación regidas por sus leyes colec- de manifiesto el empeño con que la teología se ocupa, y de-
tivas, ¿no deberá plantearse la cuestión de si será razonable berá ocuparse en el futuro, del problema de la evolución. En
que la humanidad pretenda ser una excepción? Tal es el pro- definitiva, lo que a ella le importa es la mutua implicación de
blema del monogenismo. la historia de la salvación y la historia universal.
¿Será absolutamente necesario, desde un punto de vista Permítasenos, por último, repetir la advertencia: el teó-
teológico, mantener el dualismo alma-cuerpo y mantenerlo de logo que se ponga a analizar toda esta problemática necesita
tal forma que un elemento constitutivo de lo humano, lo como base previa poseer profundos conocimientos acerca de
psíquico o el alma, haya de ser considerado expressis verbis la evolución.
como algo que se sustrae al proceso evolutivo? W. BRÓKER

14
Ibid., 270.
15
K. Rahner, en el prólogo a Overhage, op. cit., 5.
Evolucionismo y magisterio de la Iglesia 367
na al proyecto de esta definición5; solamente monseñor Vérot,
el original obispo de Savannah, aun admitiendo la posibilidad
y la oportunidad de la definición, mostró su extrañeza ante
el hecho de que en la exposición del esquema se hubiese dicho
que las razones geológicas y etnológicas aducidas por los poli-
genistas eran de poco peso 6 . Como se sabe, la interrupción
ELEVOLUCIONISMO del Concilio impidió que esta cuestión fuese discutida a fondo.
Inmediatamente después del Concilio empezaron a reali-
Y zarse intentos por distinguir el transformismo materialista de
EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA un transformismo teísta, que tiene en cuenta la diferencia esen-
cial entre el hombre y los demás seres del mundo material.
El primer encuentro del magisterio de la Iglesia con el En las teorías de G. Miwart 7 , M. D. Leroy 8 y J. A. Zahm'
evolucionismo tuvo lugar en 1860, con ocasión del Concilio —esta última seguida en Italia por G. Bonomelli10— es co-
provincial de Colonia. Al proponer los principios de una an- mún la afirmación de que sólo el cuerpo fue preparado por la
tropología cristiana, el Concilio declaraba «absolutamente evolución: en este sustrato, Dios habría infundido el alma
contraria a la Escritura y a la fe» la opinión según la cual el espiritual creada por El. Mientras que la obra de Miwart no
hombre, en cuanto al cuerpo, proviene de la transformación suscitó reacción alguna en Roma, tanto Leroy como Zahm y
espontánea de una naturaleza inferior; va igualmente en con- Bonomelli fueron avisados de que sus opiniones habían sido
tra de la Escritura el poner en duda que todo el género huma- juzgadas insostenibles «por la autoridad competente», por ser
no desciende del primer hombre, Adán \ contrarias a la Escritura y a la «sana filosofía» u . A través
de declaraciones oficiosas se supo que la «autoridad compe-
Esta toma de posición no dejó de influir en la preparación tente» era el Santo Oficio n.
del Vaticano I. Ya en mayo de 1869, durante las reuniones
de la Comisión teológica, uno de los consultores recordó que En todo este asunto no se dio ninguna intervención del
se estaba difundiendo una teoría según la cual el hombre es magisterio eclesiástico: de hecho, no se publicó ningún docu-
producto de la evolución espontánea de la materia 2 . En el mento ni ninguna de las obras mencionadas fue incluida en
aula conciliar no faltaron alusiones a esta teoría 3 . Durante las el índice de libros prohibidos. Las intervenciones contra Le-
tareas preparatorias, sin embargo, la atención se centró en el
5
poligenismo, cuya conexión con la evolución aún no había Mansi, 53, 212; ibíd., 297.
6
sido puesta de relieve. De hecho, los dos esquemas presenta- Mansi, 50, 108; ibíd., 165.
7
dos sucesivamente al Concilio sobre la doctrina católica pre- On the Génesis of Species, Londres, 1871; Lessons jrom
veían la definición, como dogma de fe, de la descendencia Nature, Londres, 1876.
8
de todos los hombres de una única pareja4. Según aparece L'évolution restreinte aux espéces organiques, París-Lyon,
repetidas veces anotado en las actas, no hubo oposición algu- 1891; cf. «Revue Thomiste», 1 (1893), 532-535.
9
Evolution and Dogma, Chicago, 1896; Evoluzione e dogma,
1
Siena, 1896.
10
Collectio Lacensis, 5,292. Cf. «La Civiltá Cattolica», serie 17, vol. 4 (1898), 362-363.
2 11
Mansi, 49, 697. «Le Monde», 4 de marzo de 1895; «Civ. Catt.», s. 17, v. 5
3
Mansi, 50,163-166; 51,128. (1889), 48-49; ibíd., v. 7 (1899), 125.
4 12
Mansi, 50, 70; 53,170; ibíd., 175. «Civ. Catt.», s. 18, v. 6 (1902), 76-77.
368 Z. Alszeghy Evolucionismo y magisterio de la Iglesia 369

roy y Zahm no son, pues, más que medidas de tipo disciplinar, cuerpo del primer hombre y de la primera mujer, se separa
con las que se quiso impedir la difusión entre los fieles de unas el origen del género humano del contexto de la evolución to-
opiniones comúnmente tenidas entonces como peligrosas con- tal y se destruye así su inteligibilidad inmanente, que es lo
tra la fe. En los comentarios oficiosos a estas intervenciones que constituye el atractivo principal de una visión evolucionis-
se hacía resaltar la insuficiencia científica del evolucionismo, ta del mundo. Sin embargo, como autorizadamente fue decla-
y se señalaba la posibilidad de volver a considerar la cuestión rado en 1948 (DS 3862), la respuesta de la Comisión Bíblica
«cuando el evolucionismo lograse aprobar en los exámenes de no cerraba el paso a ulteriores investigaciones.
los tribunales de la ciencia» 13. Conforme a la explicación más común entre los teólogos
En 1909 apareció el primer documento dirigido a toda la de aquel tiempo, los documentos infalibles declaran la verdad
Iglesia en el que se trata el problema de la hominización. o falsedad de una proposición, y exigen, por tanto, un asenti-
En una serie de respuestas de la Comisión Bíblica sobre el miento interno de orden teórico. Por el contrario, los docu-
carácter histórico de los primeros capítulos del Génesis, «la mentos no infalibles, como son las respuestas de la Comisión
especial creación del hombre, la formación de la primera mu- Bíblica, se refieren a la seguridad de una doctrina y deciden
jer con origen en el primer hombre, la unidad del género hu- si la doctrina en cuestión, dentro de un determinado contex-
mano» se señalan entre los «hechos narrados en estos capí- to cultural, puede ser afirmada sin poner en peligro alguna
tulos que tocan los fundamentos de la religión cristiana» y verdad de fe. Por tanto, el valor de estos documentos es sobre
cuyo sentido literal histórico no puede ser puesto en duda todo de orden práctico; indican cuál ha de ser la postura
(DS 3514). intelectual de los fieles, a fin de no poner en peligro su fe:
Es indudable que, al hablar de la unidad del género hu- por ello obligan a un asentimiento interno (cf. DS 2880;
3503), pero sólo mientras sea posible preferir una opinión
mano, la Comisión Bíblica se refería a una unidad estrictamen-
a otra, y perdure el contexto cultural en que se han dado 15.
te monogenista; y por lo menos es difícil suponer que, cuando
habla del origen de la mujer, no quisiera la Comisión afirmar Ahora bien: el contexto cultural en que fue promulgado
una derivación física. La expresión «peculiaris creatio homi- el documento de 1909 ha ido cambiando progresivamente.
nis» es menos clara; comúnmente se interpreta como que en Síntoma de este cambio ha sido el hecho de que un número
ella la Comisión se refiere a una especial acción de Dios que cada vez mayor de teólogos haya juzgado el evolucionismo
tiene por objeto no sólo el alma, sino también el cuerpo del teísta conciliable con la fe, sin que ello haya provocado inter-
primer hombre. A pesar de todo, no parece que tenga que ser venciones de la autoridad eclesiástica, así como el que los
necesariamente rechazado un evolucionismo que admita tal teólogos adversarios del evolucionismo hayan reducido de
intervención14. De todos modos, este documento era de hecho edición en edición el valor teológico de su oposición 16.
desfavorable a una explicación evolucionista de la hominiza- Se llegó así a una nueva intervención del magisterio en la
ción. Afirmando que las intervenciones especiales de Dios que se tenía en cuenta el cambio de situación: la alocución
interrumpen la serie de causas creadas en la formación del de Pío XII a la Academia Pontificia de las Ciencias, del 30

13 15
«Civ. Catt.», s. 16, v. 9 (1897), 202-203. Cf., por ejemplo, J. Franzelin, De Traditione, tesis 12;
14 L. Billot, Tractatus de Ecclesia, tesis 19.
L. Janssens, secretario de la Comisión, en su Summa Theo- 16
logica, 7, 675, al citar la respuesta, no excluye un evolucionismo A propósito de este cambio, cf. E. C. Messenger, Evolution
que admita una intervención especial de Dios en la formación del and Theology, Londres, 1931; id., Theology and Evolution, Lon-
cuerpo. dres, 1949.
24
370 Z. Alszeghy Evolucionismo y magisterio de la Iglesia 371
de noviembre de 1941 17. En este discurso, el papa afirmó la se afirma la necesidad de proceder con moderación y se insiste
esencial diferencia entre el mundo animal y la humanidad, en el hecho de que la cuestión de la armonía entre fe y evo-
por lo cual hay que rechazar que un hombre pueda, por verda- lución no se puede considerar todavía definitivamente re-
dera generación, provenir de un viviente inferior. A pesar de suelta 20.
todo, dado que el acento está puesto en la falta de conocimien- Pablo VI, en una reciente alocución a un grupo de teó-
tos seguros y definitivos en esta materia, queda abierto un logos 21, ya no llama al evolucionismo hipótesis, sino «teoría»,
resquicio a ulteriores desarrollos doctrinales 18. Se puede de he- sin poner más reservas para su aplicación al hombre que las
cho pensar en la existencia de un vínculo físico de descendencia referentes a la creación inmediata de todas y cada una de las
entre el primer hombre y un viviente inferior que no sea una almas humanas y a la decisiva importancia que para la suerte
verdadera generación. En tal caso, Dios modificaría esencial- de la humanidad tuvo la desobediencia de Adán, «primer
mente el funcionamiento de la generación natural, produciendo padre universal». A este propósito, el papa señala cómo el
un organismo que no sería, por consiguiente, «hijo», en sen- poligenismo no está científicamente demostrado y que no pue-
tido propio, del organismo del que desciende. Pero en el mis- de ser admitido si implica la negación del dogma del pecado
mo discurso el papa afirma con una cierta insistencia que la original n .
mujer ha sido sacada del hombre. En esta serie de documentos23 no se da un cambio tan
La encíclica Humani generis (DS 3895-97) es un nuevo radical como, por ejemplo, ha ocurrido a propósito del «com-
paso hacia la conciliación entre el evolucionismo y la ense- ma joanneum» (DS 3681-82); hoy en día tampoco puede ser
ñanza de la Iglesia. En este documento ya no se habla de que aceptada la opinión que el Sínodo de Colonia juzgaba errónea,
la mujer tenga origen en el hombre. Y en cuanto al primer según la cual los vivientes inferiores «espontáneamente», en
hombre, se declara positivamente que está permitida la dis- virtud de su propia naturaleza, fueron desarrollándose hasta
cusión sobre si el cuerpo humano tiene su origen en una ma- llegar al hombre. Existe, sin embargo, un cierto cambio, en
teria preexistente y viva; aunque también se añade que el cuanto que la visión evolucionista del mundo, que a la luz de
problema no está aún resuelto y que la revelación exige una los primeros documentos del magisterio podía aparecer como
gran moderación y cautela en esta materia. Es necesario, por peligrosa para la fe, hoy ya no parece serlo con tal que se
tanto, estar dispuestos a aceptar posibles decisiones del ma- admita que la evolución ha de ser dirigida por Dios y que el
gisterio sobre la cuestión. Los católicos, sin embargo, enseña hombre es esencialmente distinto de los otros animales.
la encíclica, no son libres para aceptar el poligenismo. La en- Este cambio se explica, sobre todo, teniendo en cuenta el
cíclica no da como argumento una revelación directa del ori- modo en que el evolucionismo fue presentado. Hace cien años
gen monogenista del género humano, sino que afirma que no
se ve cómo el poligenismo puede armonizarse con el dogma 20
«Acta Apost. Sedis», 42 (1950), 839; ibíd., 45 (1953), 604.
del pecado original. 21
«L'Osservatore Romano», 16 de julio de 1966, 1.
22
Posteriores documentos de Pío XII tocan el problema del La alocución tuvo diversas interpretaciones: cf., por ejem-
evolucionismo sólo indirectamente. A la vez que se tienen en plo, P. Dubarle, en «Le Monde», 6 de agosto de 1966, 8; R. Rou-
cuenta las posibilidades de la hominización por evolución 19, quette, en «Etudes» (1966), 381-391; L. J. Lefévre, en «La pen-
sée catholique», 102 (1966), 29-37.
23
17
Una exposición más amplia cf. en J. A. de Aldama, El evo-
«Acta Apost. Sedis», 33 (1941), 506-507. lucionismo antropológico ante el magisterio de la Iglesia, en El
18
Cf. la interpretación de A. Bea en «Bíblica», 25 (1944), 77. evolucionismo en filosofía y teología, Barcelona, 1956, 237-252;
19
«Acta Apost. Sedis», 44 (1952), 870. M. Flik-Z. Alszeghy, II Creatore, Florencia, 31964, 274-303.
372 Z. AIszeghy
Evolucionismo y magisterio de la Iglesia 373
el evolucionismo era un instrumento de la propaganda mate- de su explicación como «etiología bíblica» hacen que en la
rialista y atea. Por ello, abrazar el evolucionismo en su forma palabra de Dios no se busque la revelación de una teoría cien-
de entonces implicaba realmente un peligro contra la fe. tífica sobre el origen de los vivientes.
Por otra parte, no se puede dudar que los argumentos del Un último factor que iba a atenuar la desconfianza de la
evolucionismo son hoy más persuasivos. El pensamiento teo- Iglesia ante el evolucionismo es la visión más profunda del
lógico, inspirado durante mucho tiempo en la epistemología especial influjo del Creador en la formación del hombre. Por
aristotélica, tenía poca estima por las hipótesis; ahora bien: un lado, es inadmisible que la humanidad haya surgido con
el evolucionismo, como casi todas las teorías de la ciencia mo- independencia del Creador, y por otro, la intervención divina,
derna, trabaja precisamente a través de la verificación de hi- interpretada en clave fixista, como acción de Dios que inter-
pótesis. Tal verificación en la práctica no significa la exclusión viene en el plano de las causas segundas, se concilia mal con
absolutamente cierta de cualquier otra explicación de los he- una visión evolutiva del mundo. Este obstáculo ha sido supe-
chos (por ejemplo, las intervenciones milagrosas de seres su- rado al concebir el influjo especial de Dios como una acción
periores). Por esto, al no encontrarse ante «un sistema fundado que obra a través de todas las generaciones de vivientes, de
en principios evidentes, deducciones lógicas y hechos positi- modo que cada viviente concurra, bajo este influjo especial
vos» M, el pensamiento católico tendía a explicar la antinomia y continuo, a la gran obra de la evolución universal26.
entre la interpretación «obvia» del Génesis y las teorías cien- En abstracto, ulteriores intervenciones del magisterio de
tíficas según el esquema del contraste entre el dogma y las la Iglesia podrían declarar que el evolucionismo es inconcilia-
«opiniones engañosas, interpretadas como si fuesen dictáme- ble con la fe. En cambio, en concreto, tal posibilidad parece
nes de la razón» (DS 3017). Un conocimiento más profundo excluida. De hecho, las objeciones teológicas contra el evolu-
de la legítima autonomía de las ciencias K hace apreciar mejor cionismo ya han tenido un desarrollo bastante notable, y si,
el valor de las teorías que se apoyan en la verificación pura- a pesar de ello, el magisterio eclesiástico ha dejado libertad en
mente científica de las hipótesis. esta materia, quiere decir que estos argumentos no son con-
Pero, sobre todo, el progreso de la exégesis, que ha lleva- vincentes ni hay razón para esperar que en el futuro puedan
do a un cambio en el modo de interpretar los capítulos 1-3 ser aducidos otros argumentos nuevos más fuertes.
del Génesis, fue decisivo para inducir a la autoridad eclesiás-
tica a una postura menos desfavorable para con el evolucio- Z. ALSZEGHY
nismo. A principios de siglo prevalecía la tendencia de querer
encontrar en cada una de las partes de la narración sobre los
orígenes un núcleo histórico, si bien revestido de formas poé-
ticas; se pensaba, además, que el respeto debido a la palabra
de Dios exige que ésta sea interpretada en sentido literal his-
tórico mientras no conste ciertamente lo contrario. Estos prin-
cipios exegéticos tenían necesariamente que producir una
aversión instintiva contra el evolucionismo. El reconocimien-
to del género sapiencial del relato del Génesis y la difusión 26
Cf. J. de Finance, Existence et liberté, París, 1955, 258-
24 266; P. Overhage-K. Rahner, Das Problem der Hominisation,
Así, «Civ. Catt.», s. 16, v. 9 (1897), 202-203. Friburgo de Brisgovia, 1961; M. Flik-Z. Alszeghy, II Creatore,
25
Cf. Gaudium et spes, n. 36. Florencia, 31964, 285-288.
Progreso evolucionista y promesa cristiana 375

ambiente cultural pagano durante la historia del desarrollo


doctrinal cristiano. Necesitamos volver nuestra mirada a las
fuentes bíblicas, reconocer dónde las adherencias culturales
han desfigurado la escatología bíblica y descubrir la contribu-
ción característica de la Biblia a nuestro entendimiento del
futuro del hombre. Como explicaremos más adelante, esto
exigirá una separación entre la línea profética y la apocalíp-
EL PROGRESO EVOLUCIONISTA tica y teleológica.
Y LA PROMESA CRISTIANA En segundo lugar necesitamos una formulación clara de
la escatología cristiana porque el problema del futuro y del
modo de entenderlo ha despertado un gran interés en el hom-
Diferentes períodos históricos muestran su preferencia bre de esta última parte del siglo xx, mientras nuestra herencia
por diferentes aspectos de la doctrina cristiana. Durante las intelectual occidental no nos ha proporcionado las categorías
décadas que siguieron a la primera guerra mundial, los pro- adecuadas para responder a esta situación. Las teorías del pro-
testantes parecían casi obsesionados por la inaccesibilidad del greso evolucionista, últimamente en descrédito entre los inte-
Dios oculto y la condición pecadora del hombre. En estos úl- lectuales, se están haciendo de nuevo populares no sólo en
timos años, los católico-romanos han descubierto de nuevo la filosofía social, sino también en la teología. Este interés
la auténtica universalidad de la Iglesia y la variedad de los por la evolución brota no tanto de la curiosidad del hombre
dones carismáticos. En el decenio próximo será sin duda la moderno por su pasado cuanto de su interés por su futuro.
escatología, nuestro entendimiento de la promesa cristiana, El hombre mira a sus orígenes para lograr alguna luz sobre
lo que exigirá la aplicación del mejor pensamiento teológico.
su destino. No obstante, como expondremos después, existen
Nuestros progresos teológicos recientes han tenido lugar prin-
claras debilidades en las categorías evolucionistas y en el mo-
cipalmente en los campos de la cristología y la eclesiología.
delo teleológico en que se basan. Sólo el redescubrimiento de
Pero estos progresos han requerido un reexamen total no sólo
de estas doctrinas, sino de todas: tal es la interdependencia una escatología cristiana vital podrá confirmar los elementos
del pensamiento teológico cristiano. De modo semejante, nues- valederos del pensamiento evolucionista, revelando a la vez
tra nueva reflexión sobre la escatología exigirá una reconside- sus deficiencias y proporcionando una perspectiva distinta.
ración implacable de todas nuestras restantes doctrinas, pues
la escatología no es simplemente un punto en la agenda de la
deliberación teológica: con ella tenemos la perspectiva dentro I. LINEAS APOCALÍPTICA, TELEOLÓGICA
de la cual ha de entenderse todo lo demás. Y PROFÉTICA

Pero ¿por qué necesitamos una escatología más refinada La religión hebrea había llegado a una especie de impasse
y más basada en la Biblia? Existen dos respuestas a esta en su escatología inmediatamente antes del comienzo de la era
pregunta. cristiana. Algunos rabinos afirmaban que la era mesiánica ven-
La primera razón de que necesitemos más trabajo teoló- dría en la tierra y en la historia. Otros, influidos por motivos
gico en escatología es que nuestras doctrinas actuales en este persas, creían que sólo vendría en un fulminante fin de la pre-
campo representan una mezcla de conceptos bíblicos y cuasi- sente era histórica. El cristianismo heredó de Israel estas dos
bíblicos por una parte, y por otra, de nociones recibidas del tradiciones escatológicas y nunca logró combinarlas con éxito
376 H. Cox Progreso evolucionista y promesa cristiana 377
completo. A veces, el Nuevo Testamento parece decir que el adoptado por el cristianismo, ve el futuro como el desenro-
anunciado reino de Dios transformará y renovará esta tierra. llarse de un fin inherente al universo mismo o a su materia
Otras veces esta tierra parece ha de ser devorada por las lla- primera, el avance del mundo hacia una meta fija. Este modo
mas mientras aparece un mundo totalmente nuevo y prístino. de ver el futuro proporciona la base a las filosofías de la evo-
La doctrina ortodoxa de la Trinidad, según la cual el Dios lución social. El profético es la noción característicamente
que había creado el mundo era el mismo que lo estaba reno- hebrea del futuro como el campo abierto de la esperanza y
vando, era un lenitivo contra un apocalipticismo puramente la responsabilidad humana. Los profetas de Israel, contra lo
negativo y antimundano. El mismo efecto tuvo la decisión de que suponen muchas concepciones erróneas populares, no
las primitivas iglesias de conservar las Escrituras hebreas, con «predecían el futuro». Recordaban la promesa de Yahvé como
su pronunciada terrenalidad, como un elemento integrante de un modo de atraer los israelitas a la acción moral en el pre-
la Biblia. Así, la teología cristiana escapó a la tentación de con- sente.
vertirse en un nuevo culto que negaba el mundo. Pero apenas Durante el largo milenio en que una «política del futuro»
se había ganado esta batalla, el cristianismo se enfrentó con no era la preocupación principal de Occidente, este compues-
una nueva crisis de la que todavía no se ha recuperado sufi- to inestable pudo mantenerse unido. Ciertamente, en momen-
cientemente. Cuando pasó de Palestina a la cultura helenística tos en que el futuro ejerció una fascinación intensa —Joaquín
del Mediterráneo, el cristianismo tuvo que adaptarse al siste- de Fiore (1132-1202), grupos milenaristas y quiliastas—, la
ma de pensamiento que predominaba en aquel momento, so síntesis se vio amenazada. Hoy, en cambio, la orientación hacia
pena de quedar eliminado como otra secta provincial judía.
el futuro no es una preocupación minoritaria, sino algo que
Los teólogos cristianos hicieron esto abrazando la filosofía
invade toda la cultura. Por eso las contradicciones en la tra-
helenística e incluyendo una visión ideológica de la historia.
dición resultan más perceptibles, al acelerar la disolución del
El resultado, una mezcla de helenismo y hebraísmo, propor-
cionó la base intelectual para toda la historia de Occidente. compuesto.
Dios se convirtió en el ens, el ser mismo, y sus atributos eran La cultura occidental está atravesando un período de rá-
los de inmutabilidad, aseidad y eternalidad. Durante siglos pida y amplia secularización. En un período de esta clase, la
se libraron batallas teológicas discutiendo cómo Jesús podía sociedad continúa confiando en valores y perspectivas que
haber sido divino y, no obstante, haber vivido en la historia, creó un período anterior, más religioso, de su historia; y esto
padecido y muerto. Se elaboraron esquemas sobre dos natu- sin que con frecuencia se dé plenamente cuenta de que lo hace.
ralezas unidas en una persona para resolver este problema. Max Weber demostró cómo podía suceder esto. Demostró
Incluso hoy nos movemos todavía dentro de supuestos y cómo actitudes creadas por la fe religiosa calvinista seguían
modos de pensamiento establecidos en esta maravillosa sín- moviendo a la gente después que había desaparecido el com-
tesis cultural. promiso religioso explícito. Weber hablaba del «espectro de
una creencia religiosa muerta», e hizo ver cómo la primitiva
Así, nuestra herencia cristiana comprende tres modos di- sociedad capitalista estaba basada en versiones secularizadas
ferentes, e incluso contradictorios, de percibir el futuro. El del calvinismo.
apocalíptico, que deriva del dualismo del antiguo Oriente Actualmente, nuestra civilización está guiada todavía por
próximo, anuncia una catástrofe inminente, produce una valo- impulsos y actitudes que son las expresiones secularizadas de
ración negativa de este mundo y a menudo cree en una élite elementos que en otro tiempo se fundaban explícitamente en
que será arrancada del infierno cuando todo lo demás se di- la creencia religiosa. Esto es especialmente verdad de nuestras
suelva. El ideológico, de origen principalmente griego, pero actitudes frente al futuro. Hemos dicho que el cristianismo
378 H. Cox Progreso evolucionista y promesa cristiana 379
heredó al menos tres corrientes separadas de pensamiento es- Yo canté el retorno
catológico que combinó con más o menos éxito: la apocalíp- de la edad de oro, una prole de años dorados
tica, la teleológica y la profética. Nuestras diversas actitudes autorizada a descender y bendecir a los hombres.
modernas frente al futuro son versiones secularizadas de estos Las "Escrituras hebreas rebosan de promesas.
tipos de escatologías, subtipos y mezclas de ellas. Un rápido
examen de los diversos tipos de escatología que circulan ac- (Citado por Lewis, op. cit., 200.)
tualmente confirmará esta afirmación.
Aunque los marxistas conservaron una conciencia de la
catástrofe revolucionaria que se interponía entre el presente
y la aparición de la «edad dorada», y el mismo Marx se negó
II. ACTITUDES MODERNAS FRENTE AL FUTURO a dibujar en detalle la sociedad sin clases, Buber está muy
acertado cuando dice que el marxismo es el mejor ejemplo de
1. Perspectiva apocalíptica la dialéctica inmanente en la «apocalíptica invertida». Como
señalaremos más adelante, las teorías «evolucionario-progre-
La imaginería apocalíptica clásica incluía a la vez una vi- sistas» del futuro derivan principalmente no de la visión apo-
calíptica del futuro, sino de la teleológica. No obstante, en
sión de catástrofe y holocausto (el dies irae) y una celebra-
el pensamiento complejo de Marx existen ambos elementos,
ción del nuevo mundo, restaurado y glorioso, en que aquéllos
apocalíptico y ideológico (así como profético), y un tipo de
introducirían. Como ha demostrado el crítico literario ameri-
revisionismo marxista ha mantenido su creencia en el progre-
cano R. W. B. Lewis en el capítulo «Días de ira y risa» en so evolucionista desde el siglo xix.
Triáis of the Word (New Haven y Londres, Yale University
Press, 1965), sucesivas generaciones de secularización han Pero el alborozo romántico por las posibilidades apoca-
manifestado una tendencia a separar estos dos componentes. lípticas de la Revolución francesa duró sólo unos años. Pron-
Centraron su preocupación en la edad nueva, excluyendo todo to cedió el puesto a visiones menos sangrientas del futuro.
interés real por la catástrofe, o se quedaron en las redomas En nuestra propia época hemos visto aparecer un segundo
de fuego y olvidaron la nueva tierra que se suponía había de tipo de perspectiva apocalíptica truncada: la que se centra
nacer de sus llamas purificadoras. El primer tipo de apocalíp- sombríamente en la destrucción y el terror que han de venir
tica truncada piensa en la nueva edad venidera con escasa re- y o muestra poco interés por la nueva edad que aquéllos
ferencia a la catarsis y purgación preparatorias. Principal- inauguran o se niega a creer que vendrá ninguna clase de edad
mente tuvo su origen en el oleaje y el desamparo que acom- nueva.
pañaron al éxito inicial de las Revoluciones francesa y ameri- No es difícil encontrar los motivos de la aparición de esta
cana. En su ensayo titulado «Profecía, apocalíptica y la hora apocalíptica negativa. Las brillantes esperanzas en el progre-
histórica» (en Pointing the Way, Nueva York, 1957), Martin so evolucionista que escoltaron la entrada de nuestro siglo se
Buber lo llama «apocalíptica invertida». En su forma más op- tambalearon con los hechos de Verdun, Auschwitz, Hiroshi-
timista, este apocalipticismo no catastrófico aparece en la poe- ma. Una generación entera creció con la casi insufrible pesa-
sía de los románticos ingleses que escribieron en el período dilla de que unos pocos hombres, en una de las capitales de
inmediatamente posterior a la Revolución francesa. Combi- los imperios en guerra fría, podían aniquilar naciones enteras
nando de forma característica elementos paganos y bíblicos, sin más que apretar un botón. Las estridentes demandas de
Wordsworth, por ejemplo, escribe en The Excursión: las razas oprimidas, pero impacientes, y el acceso de docenas
380 H. Cox Progreso evolucionista y promesa cristiana 381

de países coloniales a la independencia han creado en los hom- vara de la catástrofe y que puede ser llamado a gobernar el
bres de las sociedades occidentales el sentimiento de que su mundo nuevo. Recordando que Yeats, Pound y Eliot tenían
estrella había comenzado a declinar. Recurriendo a la imagi- propensiones políticas fascistas o ultraconservadores, Kermo-
nería bíblica del predicador negro y amonestando a los blan- de comenta: «Los sueños de apocalipsis, si desplazan al pen-
cos que podía ser ya demasiado tarde para lograr una recon- samiento despierto, pueden ser los peores sueños» (ibíd., 349).
ciliación de las razas, el escritor negro americano James Bald- Kermode tiene razón al decir que cuando un mito apoca-
win concluía un ensayo con los versos siguientes: líptico elitista se convierte en la base de un movimiento polí-
tico las consecuencias son terribles, como vimos en el caso del
fascismo. Pero hay otra forma de política apocalíptica todavía
Dios dio a Noé el signo del arco iris, más nihilista: la antipolítica de esos grupos que han perdido
nunca ya agua; la próxima vez, juego. toda fe en los programas terrenos, que rehuyen la auténtica
(James Baldwin, The Vire Next participación en el orden político y cuyo único interés en él
Time, Nueva York, 1963.) es hostigarlo y debilitarlo. Estos grupos aparecen hoy en las
zonas marginales de la izquierda y la derecha, y constituyen
Pero Baldwin no es un apocalíptico puro. Igual que los un obstáculo adicional para el auténtico cambio social.
profetas hacían uso de una retórica apocalíptica y visionaria Sea romántico, elitista o nihilista, el pensamiento apoca-
para invitar a Israel al arrepentimiento, transformando así líptico es siempre políticamente destructor. Dado que el cris-
este lenguaje en profecía, así es imposible entender correcta- tianismo ha sido el principio que ha introducido la apocalípti-
mente a Baldwin y a muchos otros como él si los clasificamos ca en el mundo moderno, aunque una apocalíptica ordinaria-
simplemente como apocalípticos. Baldwin habla casi siempre mente mezclada con otros elementos mitigantes, tiene especial
como si fuera demasiado tarde para evitar las desastrosas con- importancia el que la teología cristiana purgue y purifique hoy
secuencias que nos están acarreando hoy los siglos de injusticia su escatología. Pero esto, por sí sólo, no nos librará de los
racial. Pero en otra página habla como si todavía hubiera tiem- fantasmas de anteriores visiones religiosas del futuro que
po, y entonces las predicciones apocalípticas sirven principal- continúan presentes entre nosotros. Para desenmascarar a es-
mente para destacar la urgencia de la situación. tos persistentes demonios, los teólogos deben criticar también
las formas secularizadas de escatología falseada según aparecen
Pero hay un estilo de conducta política, aparecido en estos
en otras manifestaciones culturales y políticas.
últimos años, que podía llamarse la «política de apocalipsis».
Una expresión de él está brillantemente descrita por Frank
Kermode en un artículo titulado The New Apocaliptists, en
«Partisian Review» (verano 1966). Kermode hace ver que 2. Pensamiento ideológico contemporáneo
algunos de los grandes poetas y escritores de habla inglesa en
el siglo xx han sido apocalipticistas. Sus ejemplos son Ezra Lo mismo que la apocalíptica, la teleología ha proliferado
Pound, William Butler Yeats, T. S. Eliot y James Joyce. en su estadio secularizado dando lugar a varios subtipos. En
Luego pasa a demostrar que, cuando la visión apocalíptica una variedad de pensamiento ideológico, cada etapa de la evo-
viene a ser más que un recurso literario o una ficción orga- lución del mundo es una deteriorización de la anterior y un
nizadora de pensamiento y pasa a proporcionar la base para descenso de ella. La vida comienza en una edad dorada y gra-
un orden político, aparecen resultados desastrosos. El pensa- dualmente pierde su virtud y atractivo hasta quedar total-
miento apocalíptico crea la fantasía de un elegido que se sal- mente privada de todo valor y significado. La ley de Carnot-
382 H. Cox Progreso evolucionista y promesa cristiana 383
Clausius, la llamada «segunda ley de la termodinámica», Tenga o no razón Ong al decir que no hay pruebas de un
cuando se convierte en una visión del mundo, da a esta no- ciclismo en el universo visible, es ciertamente verdad que la
ción cierta validez. Para ella, el mundo está descendiendo, forma de evolucionismo más popular y extendida hoy es una
tendiendo a un estado de equilibrio inerte; el movimiento se creencia en cierta especie de progreso evolucionista. Este pue-
va haciendo más lento y cesa, lo frío se funde en lo caliente, de estar basado en la biología y apuntar a una Gran Inteli-
y finalmente reina una equivalencia muerta. Aunque se parece gencia que mueve hacia formas de vida todavía no imaginadas.
a la visión apocalíptica negativa en la desagradable condición Puede incluso abarcar un campo más amplio. La gran popu-
que pronostica, la visión del futuro como un «descenso en laridad de la obra de Pierre Lecomte du Noüy, Human Desti-
espiral» no incluye un holocausto de fuego. El mundo acaba, ny (1947), y más recientemente la obra de Teilhard de Char-
como lo expresó T. S. Eliot, «no con un golpe, sino con un din, a pesar de las muchas objeciones presentadas contra él por
gemido». los paleontólogos, se debe sin duda a su esfuerzo por colocar
Hay un segundo tipo de visión evolucionista que brota el fenómeno humano dentro de un proceso cósmico que tiende
del modelo teleológico, pero que a la vez difiere del primero a un fin y en el que el hombre, lejos de estar perdido, es con-
en un punto importante. Para él, el mundo y el hombre evo- siderado como la clave para el estadio siguiente de la evolu-
lucionan, pero la evolución eventualmente tiende hacia un ción cósmica.
estado que será idéntico con el estado de que partió. El telos Es fácil ver un elemento de hybris en el evolucionismo
es la recapitulación de la arche. Era natural que esta teoría social y en el modelo teleológico en que está basado. El hom-
naciese en sociedades cuyos hombres derivaban su visión de bre, en su experiencia, se ve como una criatura llevada por un
la historia del ciclo de las estaciones, del flujo y reflujo de las fin. Incapaz de creer que el vasto cosmos que lo rodea carece
grandes aguas y de la revolución de los cuerpos celestes. A pe- de tal finalidad, proyecta en él su propio estilo de ser orien-
sar de la indiscutible evolución que tiene lugar desde la pri- tado por un fin, y ordinariamente se asigna un lugar crucial
mavera hasta el verano y el otoño, el invierno vuelve siempre, en el telos del cosmos. Tiene un vago sentimiento de que en
y tras él la primavera. Como señala Walter Ong, S. J., en su alguna parte debe haber una inteligencia que actúa mirando
ensayo Evolución y ciclismo en nuestro tiempo (en su libro hacia un telos, que la aparición de todo un universo con su
In the Humain Grain, Nueva York, Macmillan, 1967), ahora enorme complejidad difícilmente pudo tener lugar por puro
sabemos que no existe semejante modelo cíclico seguro. Ni azar. Esta torturante mezcla de esperanza y pensamiento im-
siquiera el curso de la tierra en torno al sol es así de estable. pulsado por el deseo persiste todavía incluso en algunas gen-
«En el universo según hoy lo conocemos», escribe, tes de las más secularizadas.
No obstante, el evolucionismo, como el apocaüpticismo,
no existe un modelo real o análogo del ciclismo... no logra proporcionar la perspectiva hacia el futuro que hoy
Parece que esas teorías cíclicas de la evolución cós- necesita la política. Ciertamente se puede conseguir cierto
mica y de la historia dependen de la elaboración de alivio de la convicción de que la realidad se mueve hacia un
un modelo o construcción de ese tipo, del que no telos predeterminado. Pero cuando esta actitud informa nues-
puede encontrarse una réplica exacta en ninguna par- tros planes, puede inhibir la imaginación y desalentar las ini-
te del universo, y del uso de ese modelo, a pesar de ciativas radicalmente nuevas. Toda filosofía teleológica oscu-
todo, como si correspondiera a la realidad. rece el hecho de que la historia está radicalmente abierta, no
tiene un fin predeterminado y sólo irá adonde el hombre la
(Op. cit., 73, 74.) lleve.
384 H. Cox
La debilidad de la mentalidad teleológica reside en que
subraya excesivamente la arche, el comienzo. El lelos es en
realidad el más alto desarrollo de la arche. La encina entera 3. La perspectiva profética
está en la bellota y no tiene más que desarrollarse y crecer.
La historia debe ser el ámbito de la libertad y responsabilidad Los escrituristas modernos rechazan la opinión de que la
radical. La teleología proyecta en la historia un modo de pen- aparición de la profecía israelita constituyó un cambio radical
sar derivado de la naturaleza, que es el ámbito de la evolución en la religión hebrea. La fe israelita había sido siempre una
y la necesidad. Si la antipolítica nihilista es un apocalipticismo «fe de promesa».
moderno secularizado, la teleología es la «religión natural» Por muchas razones, la profecía ha sido a menudo confun-
del hombre secular moderno. Como religión natural, hace que dida con la adivinación o predicción. Nada más alejado de la
el hombre se sienta un poco más familiar con el cosmos des-
verdad. Es cierto que los profetas hebreos usaron con frecuen-
concertante, un poco más cerca de las plantas, las estrellas y
cia los recursos retóricos de su tiempo, incluyendo el de la
los animales. Pero tiene sus inconvenientes. Oscurece el ca-
visión del futuro, en su predicación. Pero su propósito era
rácter del hombre en cuanto criatura histórica, en cuanto ani-
mal con memoria y esperanza que sabe que si destruye su totalmente distinto, como lo era su visión de la historia. Los
mundo no puede culpar a fuerzas que caen fuera de su control. profetas hablaban del futuro para hacer que el pueblo cam-
biara su conducta presente. Hacían esto porque creían que el
El capítulo más excitante en la historia de la religión es futuro no estaba predeterminado, sino podía ser cambiado.
el de la lucha titánica librada entre el profetismo hebreo y la Como dice acertadamente el Dictionary of the Bible, de Ha-
religión naturalista de los cananeos. Fue una lucha entre dos stings, «la primera tarea de la profecía es romper la fe del
modos de ver al hombre. ¿Era el hombre un ser prisionero pueblo en la fijación ritual del destino» (808). Las Escrituras
de la naturaleza y afín a sus vitalidades y poderes, o era una hebreas distinguen claramente entre el roeh (vidente) y el
criatura histórica, llamada por un Dios que actuaba en acon- nabi (profeta). Un verdadero vidente, como Tiresias en el
tecimientos históricos y que le exigía que asumiera la respon- Edipo Rey, de Sófocles, sólo puede ver el futuro porque los
sabilidad frente a sí mismo y su mundo en el caminar hacia dioses lo han determinado ya para cada hombre. El vidente
un futuro abierto? El profetismo ganó esta batalla no arran- no habla para provocar arrepentimiento o un nuevo tipo de
cando falsamente al hombre de la naturaleza, ni insertando acción, como hacían los profetas, sino para amonestar a al-
lo histórico en lo natural, sino introduciendo la naturaleza en guien que era inútil esforzarse por rehuir su destino.
la historia. Las fiestas agrícolas cananeas se convirtieron en Los profetas hablan sobre el futuro en términos de lo que
ocasiones para celebrar las promesas de Yahvé para el futuro. Yahvé hará si su pueblo no cambia sus caminos. Yahvé es
En el ciclo de siembra y siega no hay un futuro auténtico; por libre para cambiar de pensamiento. El futuro no está prede-
eso la victoria del profetismo sobre el baalismo cananeo, aun- terminado. Lo único seguro es que Yahvé, que ha prometido
que tuvo lugar hace mucho, sigue siendo importante hoy. perseverar con su pueblo, no lo abandonará. No debemos
Esta victoria asegura la supervivencia de una perspectiva fren- permitir que la forma literaria de la profecía ni los usos des-
te al futuro sin la que la planificación y la política parecerán acertados que de la misma hacen los fundamentalistas cristia-
vanas. nos como prueba ilegítima del mensaje cristiano, nos aparten
de su principal impacto: ver la historia como el campo de la
responsabilidad moral del hombre frente al futuro.
¿Existe hoy un ethos moral que prolonga el profetismo
25
386 H. Cox Progreso evolucionista y promesa cristiana 387
como hemos visto que sucedía con la apocalíptica y la teleo- podrá confirmar lo que hay de válido en la teleología (que la
logía? En oposición a la apocalíptica, la actitud profética tie- historia no es estática, sino que se mueve en una dirección)
ne confianza en el valor de la acción moral y política. Mira así como la vehemente urgencia de la visión apocalíptica, pero
el futuro de este mundo no como un infierno que introduce sin sacrificar la visión peculiar de la fe bíblica: que el futuro
en otro mundo, sino como el único mundo que tenemos y el está radicalmente abierto e indeterminado, y que Dios llama
único que el hombre es inevitablemente llamado a configurar al hombre a la configuración responsable de ese futuro.
de acuerdo con sus esperanzas y memorias. La mentalidad
profética rechaza la noción de que uno u otro grupo de ele- H. Cox
gidos puede escapar de la destrucción cósmica o está destina-
do a gobernar al resto de los hombres. Ve a todos los pueblos
inextricablemente entrelazados en el futuro del mundo.
Al contrario que en la visión teleológica, en la profética
son los eschata los que transforman la arche, y no viceversa.
El futuro, con sus múltiples posibilidades, rompe la tenaza
determinante del pasado, del comienzo. En oposición a la
mayor parte de las formas de teleología, la profecía define al
hombre como principalmente histórico, no como natural. Sin
negar su parentesco con las bestias, insiste en que su libertad
para esperar y recordar, su capacidad de asumir responsabili-
dades para el futuro no es en él un accidente, sino que define
su auténtica naturaleza. Pero —y esto es lo más importante—
la profecía ve todo a la luz de sus posibilidades para el uso y la
celebración del hombre. Sin rechazar la influencia de las con-
tinuidades históricas, insiste en que nuestro interés por la
historia, si no es simplemente pasión de anticuario, brota de
nuestra orientación hacia el futuro. Escribimos una y otra
vez el pasado, lo traemos a la memoria porque tenemos una
misión en el futuro. Los profetas de Israel evocaban el pasado
no para divinizarlo, sino para recordar al pueblo que el Dios
de la alianza esperaba todavía cosas de ellos en el futuro.
En el peor de los casos, la escatología cristiana empaña y
difumina la visión judía del futuro concediendo demasiado
espacio a las ideas apocalípticas y transigiendo con la teleo-
logía. Pero en el mejor de los casos, la teología cristiana hace
inequívocamente universal una esperanza para el futuro de
la que los no judíos se habían sentido algunas veces excluidos.
Insistiendo en la perspectiva profética, la teología cristiana
Ley natural y evolución 389
Es interesante señalar aquí que lo que la ciencia enseña
sobre el hombre como objeto está extraordinariamente cerca
de lo que enseña sobre el hombre como sujeto. En ambos ca-
sos nos vemos introducidos de lleno en el problema de la
evolución. Fue en la ciencia natural donde el hombre llegó
a darse cuenta de que su actividad científica es esencialmente
progresiva. Merece la pena señalar que en toda la obra de
LEY NATURAL Y EVOLUCIÓN Santo Tomás jamás aparece la idea de que las cuestiones de
que no podía dar razón la ciencia de su tiempo podrían qui-
zá encontrar solución en el futuro. Evidentemente tenía con-
I. LA EVOLUCIÓN Y EL CAMBIO
ciencia del desarrollo de pensamiento que había tenido lugar
EN NUESTRO CONCEPTO DEL H O M B R E
en el pasado, pero pensaba que este desarrollo más o menos
había alcanzado su punto culminante con Aristóteles. Esto no
La cuestión de si la ciencia de la evolución afecta a nues- sólo explica la gran autoridad atribuida a Aristóteles, sino
tro concepto de ley natural implica, en primer término, dos también el hecho de que la idea que Santo Tomás tenía de la
problemas que es preciso examinar. Primero: la evolución ciencia estaba inspirada por la idea de que los primeros prin-
afecta al concepto de 'naturaleza', y esto naturalmente reper- cipios de toda ciencia eran ya conocidos, de modo que el peso
cute en la noción tradicional de 'ley natural', pues ésta está del esfuerzo científico residía totalmente en la tarea de sacar
basada en una noción preevolucionista de naturaleza. Segun- las conclusiones correctas de estos primeros principios.
do: según la teoría evolucionista, esta evolución no cesó con
el origen del hombre; y si el hombre evoluciona, ¿no evolu- Esto no deja de tener importantes consecuencias para la
cionará también la ley natural? concepción de la ley natural en Tomás de Aquino, y natural-
Pero la cuestión no puede limitarse a estos dos problemas. mente no sólo para su concepción. Toda la doctrina tradicio-
La ley natural se ocupa del hombre; por tanto, si queremos nal sobre la ley natural denuncia una idea de la ciencia que
saber qué nos enseña la ciencia sobre el hombre, directa o in- afecta incluso a la noción misma de ley natural. Por eso decía
directamente, debemos ver no sólo qué nos enseña esta ciencia antes que nuestra discusión no puede limitarse a lo que la
sobre el hombre como objeto, sino también sobre el hombre ciencia nos dice sobre el hombre como objeto. Todo se halla
como sujeto. Porque es el hombre mismo quien practica esta aquí estrechamente entrelazado. Por eso señalaba también que
ciencia, y en este estudio adquiere no sólo un mejor conoci- el descubrimiento científico, realizado en el siglo xix, de la
miento de la naturaleza (y de sí mismo como parte de la natu- naturaleza (incluyendo al hombre como parte de la misma)
raleza), sino también de sí mismo como el sujeto que practica como un factor no estático llevó en la misma dirección que la
esta ciencia. El hombre descubre por experiencia cuáles son
visión científica del hombre como cientista, es decir, como el
las posibilidades de su conocimiento y cómo deben ser explo-
tadas. Es verdad que lo que la ciencia revela sobre el hombre hombre que practica esta disciplina científica. La idea de la
como sujeto no es de suyo materia de la ciencia natural, sino evolución natural concordaba perfectamente con la idea de
de la filosofía. Pero esto no hace más que aumentar la impor- la evolución histórica. Y aunque éstas no se deben confundir,
tancia de tales datos, particularmente en relación con las con- mutuamente corroboran sus hallazgos. El resultado fue que
secuencias para el concepto de ley natural que pertenece al el hombre moderno llegó a una nueva visión no sólo de la
campo de la filosofía. naturaleza, sino también de sí mismo.
390 A. van Melsen

La naturaleza, por tanto, no era algo fijo, establecido de


una vez para siempre; ciertamente estaba sujeta a ciertas le-
yes, pero éstas no fijaban el orden natural real. Esto era claro II. CONSECUENCIAS PARA LA NOCIÓN
en la evolución natural, pero más aún en la capacidad del DE LEY NATURAL
hombre para intervenir en los datos del orden natural. El
hombre vino a verse a sí mismo como la criatura que tenía ¿Qué tiene que ver todo esto con nuestra noción de ley
que sacar a luz las potencialidades ocultas de la naturaleza. natural? Para responder a esta pregunta vuelvo al concepto
La ciencia no era simplemente una especie de conocimiento de ley natural en santo Tomás. La ley natural se refiere a los
contemplativo de la naturaleza, sino también el medio para primeros principios de la acción. Estos primeros principios
transformarla de tal manera que resultase más ajustada a la tienen su raíz en la naturaleza humana y las tendencias que
condición humana. Y así, la actividad técnica del hombre asu- entraña. Esos principios determinan cómo debe actuar un
mió la tarea de guiar la evolución natural. Pero esta relación hombre de acuerdo con su naturaleza, si quiere responder a las
entre ciencia y tecnología era una relación mutua. El conoci- intenciones del Creador. Lo típico del hombre es que debe
miento sólo podía crecer interviniendo en el proceso de la lograr su propósito no mediante el impulso ciego de su natu-
naturaleza. El progreso en la ciencia apareció estrechamente raleza, como hacen las otras criaturas, sino dándose cuenta de
vinculado al experimento científico. La teoría sólo podía ser la bondad de esos fines, apreciándolos y realizándolos así me-
verificada mediante la intervención efectiva en los procesos diante su libre elección. Por eso para santo Tomás el prin-
de la naturaleza. Este era el único camino para que el hombre cipio básico de la ley natural es: se ha de hacer el bien y se
pudiera probar que poseía un control real. Pero nunca podía ha de evitar el mal (S. Th. I-II, q. 94, a. 2). Aunque sub-
ser más que una prueba provisional, y el hombre debía estar raya la distinción entre la naturaleza humana y la de las demás
constantemente preparado para recibir nuevos datos experi- criaturas, su concepto general de naturaleza influye en su
mentales que podían afectar y corregir visiones anteriores, visión de la naturaleza humana. En él encontramos varios
aunque podían también enriquecerlas y profundizarlas. puntos, ya mencionados, y en particular el concepto estático
El punto importante aquí es que esta correlación mutua de la naturaleza con un correspondiente concepto estático de
no se da sólo en la ciencia y la tecnología, o en otras formas la ciencia. Así llama la atención la confianza de santo Tomás
de ciencia experimental y en la práctica, sino también en la en la capacidad de la mente para captar la esencia inmutable
filosofía. Hemos visto ya qué cambio tan importante en el y para expresarla en conceptos fijos. Pero con frecuencia em-
modo de entenderse el hombre a sí mismo y de entender plea el término naturaleza con el significado de esencia, de
la naturaleza y sus relaciones con ella ha producido la com- modo que cuando habla de ley natural se refiere ante todo a
paración entre lo que el hombre pensaba antes sobre todo lo que brota de la esencia del hombre y es dado, por tanto,
esto y lo que veía en la realidad. Esto implicaba cosas como con su esencia. En este sentido, la ley natural no tiene nece-
la necesidad de experimentar y el progreso constante en el sariamente nada que ver con las cosas naturales y sus leyes.
conocimiento y la capacidad. Pero tampoco es esto lo que quiere decir realmente. Es claro
que, en su intento de definir con más precisión el contenido
de la ley natural, apela explícitamente al orden de la natura-
leza con sus fines inherentes. Desde el punto de vista del
hombre, la ley natural incluye: 1) lo que el hombre tiene en
común con todas las cosas creadas; 2) lo que, más particular-
392 A. van Melsen Ley natural y evolución 393
mente, tiene en común con el mundo animal, y 3) lo que lo la ley natural. Esto parece un círculo vicioso. El verdadero ser
especifica como ser racional (S. Th. I-II, q. 94, a. 2). Por del hombre se realiza sólo en el desarrollo de este ser; así, la
eso el uso que santo Tomás hace del término 'ley natural' ley natural sólo puede ser conocida mediante el proceso de
es un tanto ambiguo. Por una parte alude a la esencia (in- este desarrollo, y, sin embargo, en este proceso, el hombre
mutable) del hombre, y por otra, al orden (inmutable) de la debe ser guiado por esta ley natural. Esto resulta más difícil
naturaleza. Pero sería hacer injusticia a santo Tomás atribuir aún cuando descubrimos que este desarrollarse depende siem-
totalmente esta ambigüedad a la ambigüedad en el uso del pre de la relación mutua entre la teoría y la práctica. Por tan-
término 'naturaleza'. Tras su preocupación por el orden na- to, es imposible determinar de antemano teóricamente en qué
tural con el fin de descubrir el contenido moral de la ley natu- dirección ha de evolucionar el hombre, con el fin de ponerla
ral se esconde otra preocupación: lo que es moral debe estar luego en práctica. Sólo ésta puede hacer ver en qué dirección
fundado, de un modo u otro, en la realidad. Es en el conoci- es posible el desarrollo. Pero ¿no se sigue de aquí que no
miento de sí mismo y de su posición en el mundo de la natu- tiene sentido hablar de ley natural como un cuerpo de prin-
raleza donde el hombre debe descubrir lo que es 'moral'. Por- cipios morales básicos e inmutables? Porque, aunque pode-
que es en la realidad de la naturaleza, con todos sus fines, mos hablar todavía de una naturaleza humana en el sentido
donde se halla expresamente el fin del Creador. Así, para de ser del hombre, este ser es insuficientemente conocido para
santo Tomás, la ley natural incluye el hecho de que el hom- descubrir en él principios morales con una certeza clara. Decir
bre es creado. que, aunque este ser no es suficientemente conocido, puede
Se puede afirmar que, en cierto sentido, la inspiración contener un núcleo inmutable que persiste a través de toda la
básica de esta concepción de la ley natural es todavía válida; evolución, no ofrece ninguna salida. La cuestión es precisa-
a condición, naturalmente, de que se eliminen las consecuen- mente si expresiones como 'núcleo inmutable de ser' y otras
cias del concepto estático por lo que se refiere a la naturaleza, semejantes no derivan, en su significado y su uso, del concep-
el hombre y la ciencia. Esto no quiere decir, ni mucho menos, to estático de realidad y de ciencia, como cuando se dice que
que estas consecuencias son, en última instancia, menos im- la realidad ciertamente cambia, pero sólo accidentalmente, y
portantes. Estas tocan la raíz de la materia y nos obligan a que la ciencia evoluciona, pero sólo mediante una aplicación
revisar todo el concepto, pues hemos aprendido a ver la rela- nueva de los mismos principios en otras circunstancias. Pero
ción hombre-naturaleza en una perspectiva distinta que no era un concepto dinámico del hombre, la realidad y la ciencia hace
posible antes. Así, el orden real de la naturaleza, según la ex- imposible determinar de una vez para siempre qué pertenece
perimentamos, ha perdido su carácter normativo; si hoy la a este núcleo y qué no. Sólo puede decírnoslo la evolución
naturaleza nos hace ver el designio de Dios, es precisamente misma; la evolución no significa sólo una aplicación nueva
en cuanto hace ver claramente que la misión del hombre es de los mismos principios básicos, sino que nos obliga a revisar
conquistar este orden y hacerlo servir al desarrollo del hom- constantemente estos principios. Este es al menos el estado
bre. En esta perspectiva, la clave del orden moral reside en actual de cosas en la ciencia. ¿Por qué la ética ha de ser una
el ser del hombre. Esto, aunque en sí no es cosa despreciable, excepción a esta regla? Ciertamente hay poca razón para su-
no es ni mucho menos la consecuencia más drástica. poner esto, aunque muchos tratados que se ocupan de la ley
En forma esquemática, esto podría formularse como sigue. natural parten todavía del mismo concepto de ciencia que
Por una parte, el contenido de la ley natural debe ser descu- Santo Tomás. Esto está destinado a tener un efecto desastroso,
bierto en el ser del hombre; por otra, este ser se desarrolla pues hace que se traten de forma francamente inadecuada los
en la actividad humana, que a su vez debe seguir las líneas de nuevos desarrollos y los problemas que éstos entrañan, o que
394 A. van Melsen Ley natural y evolución 395
se rechace la propia idea de ley natural; y esto abriría la puerta razón de principio básico, a pesar de que son de especie esen-
a toda clase de ética de situación y de relativismo. Pero hay cialmente distinta. Que existe esa conservación de la energía
una solución, y ésta exige que consideremos el desarrollo de es un principio descubierto por la ciencia natural misma. Pue-
la ley natural a la luz de lo que el desarrollo científico nos de necesitar ser modificado por nuevos datos experimentales,
dice sobre los primeros principios de una ciencia. y ya ha sido modificado en el transcurso de la historia. Seme-
jante modificación tiene lugar totalmente dentro del objetivo
de la ciencia natural; esta ciencia sigue siendo lo que era,
III. ¿QUE NOS DICE SOBRE EL SER DEL HOMBRE pero su contenido ha cambiado.
LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE CIENCIA? El otro principio básico antes mencionado es muy distinto.
El que los hechos experimentales tengan la última palabra en
La idea de santo Tomás, que los primeros principios de la la ciencia natural no determina el contenido de esta ciencia,
ciencia son conocidos, es ya imposible de sostener, al menos sino afirma algo sobre el carácter de la ciencia natural, la es-
sin algunas modificaciones básicas. Ya no tiene validez para pecie de ciencia y su método. Si se prescindiese de este prin-
las ciencias empíricas, pues en ellas los principios han de en- cipio, la ciencia natural dejaría de ser lo que es. En otras pa-
contrarse en la investigación científica misma y están some- labras: este principio es un principio constitutivo de la ciencia
tidos a revisión constante. Lo mismo puede decirse de las natural. El punto importante aquí es que tales principios cons-
matemáticas modernas, a pesar de que a primera vista esta titutivos implican una visión específica del conocimiento hu-
disciplina parece todavía muy de acuerdo con el concepto aris- mano, y al mismo tiempo una visión del objeto de la ciencia
totélico y tomista de ciencia, con su estructura axiomática. natural, a saber: la naturaleza, y una visión de la relación
En efecto, los axiomas de un sistema matemático no preten- entre el hombre y la naturaleza. Estas visiones son implícitas,
den darnos un conocimiento de la realidad, sino que son re- pues la ciencia natural nunca las examina explícitamente (in
dactados más o menos ad libitum. Uno u otro grupo de axio- actu signato), pero en la práctica se actúa según ellas a causa
mas puede ser aplicable a un área específica de la realidad; del método de la ciencia natural (in actu exercito). El estudio
por ejemplo, la de la naturaleza material, pero en tal caso debe explícito de estos principios tiene lugar en la filosofía, como
ser establecido empíricamente. Dentro de poco nos ocupare- sucedió en la filosofía griega, que estructuró visiones explí-
mos de la situación que se da en la filosofía. citas del hombre y de la naturaleza, de modo que la ciencia
Pero antes debo volver de nuevo a la ciencia empírica. podía prosperar sobre ellas.
Cuando, un poco antes, decía que la idea de santo Tomás No obstante, como he señalado, existe una gran diferen-
sobre los primeros principios había sido superada por el des- cia entre la visión griega y la moderna. ¿Cómo surgió este
arrollo de la ciencia, sólo decía una media verdad. Lo que nuevo concepto de ciencia? No mediante una reflexión exclu-
santo Tomás llamaba 'primeros principios' se ha visto frag- sivamente filosófica sobre la cuestión del conocimiento hu-
mentado en dos categorías de principios que es preciso dis- mano, sino mediante lo que era revelado por la práctica real
tinguir netamente. Esto puede ilustrarse del modo siguiente: de la ciencia. Esta práctica, en efecto, no sólo descubrió nue-
es posible decir que es un principio básico de la ciencia natu- vas cosas sobre el contenido, sino también sobre el método,
ral el que los hechos experimentados (y, por tanto, no la teo- y esto mientras permanecía totalmente fiel a la intención ori-
ría) tienen la última palabra. Pero se puede decir también ginal de la visión griega: que el fin de la ciencia era la bús-
que la ley de la conservación de la energía es un principio queda desinteresada de la verdad. Esta búsqueda demostró
básico de la ciencia natural. En ambos casos hablamos con que no sólo los sentidos, sino también el 'manejo' real debía
396 A. van Melsen
Ley natural y evolución 397
ser incorporado al proceso de un modo más intensivo de lo
que los griegos pensaban que se debía y podía. Así, la ciencia cia y de sí mismo en cuanto orientado a esa ciencia. Y esto
natural, partiendo de una ciencia principalmente racional y es válido en general. Sólo reflexionando sobre sí mismo puede
pasando por una ciencia empírica, vino a ser una ciencia expe- el hombre ver en qué dirección evolucionará la existencia
rimental. En otras palabras: los primeros principios consti- humana. Estas consideraciones no pueden ser clasificadas
tutivos de la ciencia experimentaron en la práctica activa de como relativismo, a pesar de que se niegan a atribuir un sig-
la ciencia una evolución que no hubiera tenido lugar sin esta nificado absoluto a una fase particular de la explicitación del
práctica activa. Ningún análisis lógico puede sacar a luz la ser del hombre, en el sentido de que este significado absoluto
riqueza original de lo que está contenido implícitamente en el nos ofrece una afirmación definitiva e inmutable sobre el ser
principio; sólo la 'práctica' real de los principios puede mani- del hombre. El proceso de hominización continúa y continuará.
festar lo que contienen. Estos principios manifiestan una ca-
racterización del ser del hombre que no es menos importante
para revelar un aspecto del hombre: el del hombre como IV. CONSECUENCIAS PARA LA ETICA
'practicante' de la ciencia.
Lo que acabamos de decir puede formularse de otra ma- Se puede aplicar también esta línea de pensamiento a los
nera: es en la 'práctica', en la 'realización' de su ser, donde el primeros principios de la ética. Particularmente resulta espon-
hombre descubre cada vez más quién y qué es. Esto entraña táneo hacer esto dentro de una estructura ética que incorpora
dos conclusiones importantes. La primera es que tampoco la en sí la ley natural, pues hablar en términos de ley natural
filosofía puede simplemente deducir sus tesis de unos prime- implica siempre que los principios de la moral tienen su raíz
ros principios específicos. Puesto que hemos descubierto que en la naturaleza, es decir, en el ser del hombre. Si aplicamos
la existencia humana es un proceso dinámico, la filosofía, lo lo dicho sobre los primeros principios al orden moral, esto
mismo que las matemáticas o la ciencia empírica, no puede significará que también en el orden moral los primeros prin-
ser considerada como una especie de ciencia para la que ten- cipios operan más implícita que explícitamente. También aquí
dría validez aún el concepto aristotélico y tomista de ciencia. los primeros principios contienen implícitamente mucho más
También en filosofía los primeros principios son conocidos de lo que el hombre, en un determinado período de la histo-
implícitamente más que explícitamente. Esto parece contra- ria, conoce plenamente y puede expresar en una fórmula ex-
decir a la 'esencia' de la filosofía, cuya tarea es precisamente plícita. Toda formulación explícita lleva grabado el sello del
hacer explícito lo que está implícito. Entonces, ¿qué valor período respectivo, de lo que en aquel tiempo se consideraba
tiene para la filosofía un conocimiento implícito? ¿No sería posible. Por tanto, cuando en la existencia del hombre, que
más simple decir que, en cuanto intento de fijar el ser del debe ser evaluada moralmente, surgen nuevas posibilidades,
hombre en conceptos definidos, la filosofía ha dejado de exis- es muy posible que la formulación moral tradicional no resulta
tir? No, porque, aunque es verdad que el hombre sólo descu- adecuada a la realidad. Pero esto no impide al hombre ver en
bre quién y qué es en la 'práctica', en la 'realización' de su ser, estas nuevas situaciones posibilidades para la realización de
esto quiere decir también que esta 'práctica' sólo es posible valores éticos que ha apreciado siempre. Este proceso puede
si la visión inicial de su propio ser, que pone en marcha este describirse muy bien como una nueva realización que es al
proceso, es ya en cierto modo fiel a la realidad. La ciencia mismo tiempo un re-conocimiento. Lo nuevo puede en ocasio-
sólo puede desarrollarse donde el hombre ha visto ya, aunque nes chocar con viejas fórmulas, y no obstante se reconoce en
imperfectamente, algo de la verdadera naturaleza de la cien- ello cierto valor moral porque se reconoce lo nuevo como algo
que estaba ya contenido implícitamente en los principios an-
398 A. van Melsen Ley natural y evolución 399
teriores, a pesar de que antes no se entendían las conse- mutatis mutandis, al mismo género de limitaciones que he
cuencias. señalado antes respecto a la interpretación moral de la ley
Podemos ilustrar esto con un ejemplo. Antiguamente, la natural. También la interpretación en la fe conoce una evo-
esclavitud era aceptada como algo que no contradecía a la lución y es también incapaz de forzar el proceso. Los intentos
dignidad humana y como una consecuencia del 'orden natu- de forzarlo han hecho un daño inmenso al cristianismo en
ral'. Sin embargo, la supresión de la esclavitud no significa que tiempos recientes y han acarreado a la vez el descrédito de la
nuestra visión del hombre es totalmente distinta de la que misma ley natural. Y esto ha sucedido no tanto por atribuir
poseían las viejas culturas en que era aceptada la esclavitud. a la ley natural cosas que no pertenecían a ella, sino más
Pero el alma de la visión anterior arrastraba el peso de mu- bien por no entender rectamente el modo de funcionar la ley
chos factores de los que hoy sabemos que estaban condicio- natural como un sumario de primeros principios morales. Por
nadas por las circunstancias históricas y no eran, ni mucho eso en este breve artículo sobre la ley natural y la evolución*
menos, esenciales, a pesar de que el hombre no los veía así me he centrado en el cambio producido en el concepto de ley
en aquel momento. Esto lleva inevitablemente a la conclusión natural según sugiere la evolución (en el sentido amplio), en
de que nuestra interpretación del hombre y nuestra idea de lugar de fijarme en detalles concretos del contenido que nece-
ley natural están sometidas a la misma evolución en el futuro. sitan modificación.
Las controversias actuales sobre la moralidad demuestran al A. VAN MELSEN
menos qué escasa claridad existe en nuestros modos de ver.
Y a este respecto quisiera terminar con dos observaciones.
En primer lugar, no debiera adoptarse una actitud tan
negativa frente al hecho de que existen controversias en el
campo de la moralidad. Estas reflejan simplemente la situa-
ción dinámica del hombre, que se da cuenta de que todavía
no ha alcanzado el fin y quiere pensar y actuar avanzando en
múltiples direcciones. Anteriormente, esta división en la mo-
ralidad, como en la filosofía, podía ser considerada como un
'escándalo', y era atribuida simplemente a un modo defectuoso
de pensar o —lo que era peor— a perversas intenciones. De
ahí la forma dogmática en que cada uno defendía su propio
punto de vista. Hoy podemos esperar que lo que no es todavía
claro pueda encontrar alguna solución en el futuro. El pasado
nos ofrece suficientes ejemplos para justificar cierta fe en este
proceso.
El segundo punto tiene especial importancia en una publi-
cación teológica. Cuando la moralidad se ve abrumada bajo
el peso de tantas incertidumbres, resulta altamente tentador 1
Para un estudio más extenso de los problemas morales re-
aplastar esta incertidumbre apelando a la revelación y decidir mito a mi obra Natuurwetenschap en Ethiek, Amberes, 1967, y
por este camino qué es y qué no es ley natural. A mi juicio, para la idea de evolución, a mi Evolutie en Wijsbegeerte, Utrecht,
la interpretación de lo que significa ser 'hombre' está sujeta, 1964.
1. Datos del Antiguo Testamento

No es posible demostrar el monogenismo de un modo di-


recto a partir del Antiguo Testamento. En efecto, si conside-
ramos y valoramos en lo justo el género literario de Gen 1-3
y si además comprendemos rectamente la manera como se
PECADO ORIGINAL Y EVOLUCIÓN realiza la revelación del devenir «del hombre» (y, por tanto,
incluido en él, del primer hombre) —es decir, como una etio-
logía retrospectiva— podemos afirmar que el Antiguo Testa-
I. E L PUNTO DE PARTIDA mento no nos ofrece afirmación alguna sobre el monogenis-
mo. En torno a esta cuestión parecen hallarse de acuerdo
Entre los diversos problemas planteados por el binomio actualmente los exegetas del Antiguo Testamento. Tampoco
«pecado original-evolución» figura la cuestión de si la doctri- cabe la posibilidad de una demostración indirecta a partir del
na del pecado original implica el monogenismo, es decir, si mismo Antiguo Testamento, porque la doctrina de un pecado
excluye o no el poligenismo. En relación con este problema original estrictamente dicho por contraposición a un defecto
cabe una doble postura: intentar demostrar directamente la hereditario sólo puede ser concebida partiendo de una santi-
realidad del monogenismo o bien probarlo indirectamente ficación del hombre por medio del Pneuma santo de Dios con
presentándolo como un presupuesto implícito y necesario del anterioridad a la decisión moral personal. Pero esta doctrina
pecado original, dado el contenido dogmático y teológicamen- ni se encuentra ni puede encontrarse en el Antiguo Testa-
te obligatorio de éste. La prueba directa puede deducirse de mento. Una mera deficiencia hereditaria (muerte, etc.) no
las fuentes de la revelación o del conocimiento racional natu- implicaría un monogenismo, pues cabe pensar que se produ-
ral. Aunque esta segunda vía jamás podría desembocar por jese sin culpa moral alguna y, desde luego, no debería ser
sí sola en una tesis con cualificación teológica, si nos condu- necesariamente atribuida a un único individuo.
jese con seguridad a la meta suprimiría al menos el problema
teológico planteado por la búsqueda de una conciliación entre
la posibilidad del poligenismo y la doctrina tradicional sobre 2. Datos del Nuevo Testamento
el pecado original.
El Nuevo Testamento repite (en lo que respecta a las
afirmaciones directas) la formulación del Antiguo. Por tanto,
II. LA CUALIFICACIÓN TEOLÓGICA DE LA TESIS
DEL MONOGENISMO
acerca de tales afirmaciones directas en torno al devenir del
hombre podemos repetir simplemente lo que ya hemos dicho
del Antiguo Testamento. No obstante, el Nuevo Testamento
El problema de si sería posible llegar a demostrar, por uno
nos ofrece, en San Pablo, una verdadera enseñanza acerca del
de estos caminos, la tesis del monogenismo como doctrina
pecado original, de tal forma que si ésta y la del Concilio de
cierta podría plantearse también a partir de la cualificación
Trento han sido interpretadas de modo correcto, el Nuevo
teológica que corresponde a la tesis monogenista. Así presen-
Testamento respalda ciertamente la doctrina de la Iglesia
tada la cuestión, cabría responder en sucesivas etapas como
acerca del pecado original, al menos en cuanto al contenido.
sigue: 26
402 Karl Rahner Pecado original y evolución 403

Por tanto, la cuestión de si el monogenismo viene o no es decir, una doctrina tan segura y definitivamente irreforma-
exigido necesariamente por la doctrina neotestamentaria so- ble que un teólogo deba excluir en absoluto un posible cam-
bre el pecado original puede reducirse al problema de si la bio en la actitud teológica del magisterio. En lo que se refiere
enseñanza del magisterio eclesiástico sobre el pecado original a la cualificación del monogenismo a partir de la predicación
exige o no, de un modo claro y evidente, el monogenismo. y del magisterio ordinario de la Iglesia, tampoco cabe man-
Pero ya aquí podemos afirmar que si el Nuevo Testamento, tener una irreformabilidad segura. La situación me parece
en San Pablo, formula la doctrina del pecado original sirvién- encontrarse hoy en un estado formal exactamente igual a
dose del tema de Adán como primer hombre, esta afirmación como se encontraba, entre 1850 y 1900, la concepción evo-
deberá ser examinada para comprobar si realmente dice, en lucionista de la hominización. En aquella época tampoco se
este contexto, algo más de lo que afirma fuera de él o si repite podía considerar dicha opinión como «libre», dando así la
la formulación del Antiguo Testamento y, por tanto, no nos sensación de que el magisterio, al ser rechazada unánimemente
ofrece, por sí misma, una enseñanza clara acerca del mono- esta tesis por los teólogos, no admitía reformabilidad alguna
genismo. respecto a ella.

4. El monogenismo ¿tiene suficientes


3. Datos dogmáticos fundamentos filosóficos?
El monogenismo no constituye un dogma definido por la Un monogenismo basado en razones filosóficas, mientras
Iglesia. Los teólogos discuten sobre la cualificación de esta no sea admitido con seguridad y umversalmente, no dispensa
doctrina. De hecho, el magisterio eclesiástico no ha rechazado al teólogo de buscar una solución al problema de la armoni-
una cualificación inferior. Esto excluye de por sí que sea dog- zación del poligenismo con la doctrina del pecado original.
ma propiamente tal. Es verdad que el Concilio de Trento en Esta armonización, en efecto, es concebible aun cuando el po-
su doctrina presupone la existencia de un solo «Adán, física- ligenismo fuese en sí mismo objetivamente falso.
mente uno». Pero habla del pecado original repitiendo simple-
mente las afirmaciones de la Escritura y la tradición y sin
intentar dar una definición del monogenismo, pues no se plan-
teaba aún el problema y, por consiguiente, no existía tampoco III. LA POSTURA DE LAS CIENCIAS NATURALES
la intención de resolverlo.
Por tanto, sólo es posible deducir del Concilio de Trento La inmensa mayoría de los científicos aboga hoy, en el
una doctrina implícita y estrictamente obligatoria sobre el supuesto de una hominización evolucionista, por una tesis
monogenismo como tal en el caso de que se llegue a demos- poligenista (si es que esta tesis constituye un problema en
trar que la doctrina del Concilio sobre el pecado original no tal supuesto). Esto se explica, en primer término, como resul-
podría ser mantenida sin el presupuesto del monogenismo. tado de sus principios metodológicos. Las ciencias de la natu-
En todo caso no podemos hablar del monogenismo como un raleza consideran al hombre como una parte de la biosfera y
dogma formal partiendo del Concilio de Trento. Las formu- de su historia. Por ello posponen (al menos metodológicamen-
laciones de la Humani generis tampoco presuponen en su sen- te, y como tales están en su derecho) el aspecto espiritual-
tido literal —el único obligatorio— que el monogenismo sea, personal en el hombre. Por otra parte, no ven motivo pata
en virtud del magisterio ordinario o extraordinario, un dogma, considerar el hecho de la hominización como algo que ha
404 Karl Rahner
p é e l o original y evolución 40$
sucedido de una vez, pues lo biológico suele darse en muchos
otros casos del mismo género. No corresponde al teólogo pre- posición a la humanitas originata) tuvo que haber una deci-
sentar los motivos positivos, a posteriori, en favor del poli- sión libre que convirtiera la carencia de santidad de la huma-
genismo que ofrecen los científicos. Tampoco es misión suya nidad subsiguiente en algo indebido respecto al momento
valorar la fuerza de los mismos. El teólogo sólo puede cons- original. Preguntamos entonces: tal decisión ¿sólo pudo darse
tatar el hecho de que la actual antropología científica piensa en un único hombre (o en una única pareja) —en el caso de
en un esquema poligenista. que la humanitas originans estuviese formada por un único
par— o, por el contrario, es posible seguir afirmando el peca-
do original si prescindimos de la hipótesis monogenista?
IV. UNA TESIS Y SU FUNDAMENTACION

El verdadero problema para el teólogo se centra, por tan- 2. ¿Adán «y» Eva?
to, en la cuestión de si la doctrina del pecado original excluye
o no con certeza el poligenismo. En primer término, el teólogo deberá considerar seriamen-
te lo que sigue: ¿puede la Iglesia, lógica y objetivamente,
aceptar una teoría antropológica de la evolución —como de
1. La tesis hecho lo hace (DS 3896)— condenando a la vez el poligenis-
Mi intento es alegar pruebas para la tesis de que, en el mo? La realidad es que:
estado actual de la teología y de las ciencias naturales, no es a) Si se admite esta hominización evolucionista hemos
posible demostrar con certeza que el poligenismo sea incom- de pensar que el origen de «Eva» es el mismo que el de
patible con la doctrina ortodoxa acerca del pecado original. «Adán». Pensar de otro modo significaría un compromiso
Por ello sería preferible que el magisterio se abstuviese de vano, carente de seriedad. La decisión de la Comisión Bíblica
emitir una censura teológica sobre el poligenismo. sobre el origen, sobre la «formatio primae mulieris ex primo
Para el análisis de esta tesis presupongo todo lo anterior- homine» (DS 3514) —del año 1909—, es hoy día insosteni-
mente dicho; presupongo también el conocimiento, en el lec- ble tomada literalmente, si se acepta —con Pío XII— una
tor, de los principios metodológicos generales de la teología. evolución antropológica (de hecho, también en contra de
Doy por supuesta igualmente la doctrina tradicional sobre el aquel decreto). No se puede pensar en un esquema «evolu-
pecado original, tanto en lo que respecta a su contenido defi- tivo» respecto a «Adán» y negar el mismo esquema para
nido como a lo que hasta ahora venía siendo admitido umver- «Eva». Que ello es así lo demuestra también la argumenta-
salmente, prescindiendo de ciertos intentos recientes de ex- ción de los teólogos anteriores a Pío XII, quienes pretendían
plicación (por ejemplo, los de Schoonenberg, Haag, etc.). En demostrar la imposibilidad del origen de Adán por evolución
este sentido, únicamente es controvertible el monogenismo aduciendo como prueba el origen de Eva y la mencionada
estrictamente dicho, es decir, el problema de si todos los hom- declaración de la Comisión Bíblica. En consecuencia, tampoco
bres que han existido en la tierra proceden por generación ahora podríamos actuar de modo análogo concediendo la evo-
de una única pareja humana. Por lo demás, la doctrina tradi- lución para «Adán» y negándola para «Eva». El poligenismo
cional sobre el pecado original permanece intacta. resulta, por tanto, inevitable, al menos para una pareja.
En el primer momento de una humanidad que da origen b) Pero entonces podemos preguntarnos, al menos con
al resto de la humanidad (la humanitas originans en contra- cierto fundamento: ¿dónde están las razones realmente con-
vincentes que demuestren que el origen —en mutua indepen-
406 Karl Rahner Pecado original y evolución 407

dencia— de esta pareja humana a partir del mundo animal se demos afirmar también esta unidad corporal e histórica de la
ha limitado únicamente a ella? Para dar una respuesta afir- humanitas originans sin concentrarla en una pareja. En el caso
mativa a esta pregunta se puede acudir a todo género de hi- de un origen poligenista, la humanidad constituiría, a pesar de
pótesis auxiliares, recurriendo a la voluntad arbitraria del todo, una unidad corporal e histórica. Esta radica, en efecto,
Creador o diciendo que, en cualquier caso, una hominización en la unidad real (es decir, constituida por realidades auténti-
por razones biológicas habría de ser considerada como algo cas y no sólo por una operación conceptual) del ámbito existen-
inusitado, etc. Pero tales explicaciones, ¿no suenan a un vano cial físico —que no deberá ser considerado como un «espacio»
compromiso? ¿Y cómo se explica (notémoslo de paso), sin vacío—; radica también en la unidad auténtica de la pobla-
una intervención milagrosa de Dios (que aquí no podemos in- ción animal que da origen a la humanidad y en cuyo seno
vocar), que este «Adán» concreto haya encontrado a aquella podemos concebir la existencia de un único impulso real de
«Eva» concreta, siendo así que ambos han tenido su origen selección, de una tendencia evolutiva que conduce a la homi-
dentro de una evolución en mutua independencia? O plantea- nización; radica igualmente en la unidad del biótopo concreto
do a la inversa: si ellos, para encontrarse con vistas a la ge- en el que únicamente el hombre puede existir y reproducirse,
neración, debieron tener su origen en el seno de una población ya fuesen dos únicamente o más los que formaban la huma-
de prehomínidos anteriores inmediatamente al hombre —po- nidad primera; radica también en la intercomunicación per-
blación que constituía el ámbito vital y la posibilidad del acae- sonal humana concreta que, ciertamente, no representa sólo
cer primero del hombre—, ¿cabe limitar en serio este acon- una consecuencia, sino un elemento constitutivo de la unidad
tecimiento, dentro de aquella población, a dos únicos casos, histórica y corporal del hombre como tal —en el supuesto de
negando su mayor frecuencia? que la «cultura» (lenguaje, etc.) pertenezca a la «naturaleza»
del hombre mismo y no constituya un mero artículo de lujo
sin el que el hombre podría existir en el plano biológico—;
3. 'unidad corporal e histórica de la «humanitas originans» radica, finalmente, en la unidad de destino hacia un fin so-
en la hipótesis poligenista brenatural y hacia Cristo, destino que no sólo se refiere pri-
mariamente a la humanidad como un todo único, sino que
Es inadmisible, o al menos discutible, que una unidad cor- radicaliza esta misma unidad. Cabría además recordar que,
poral e histórica de la humanitas originans sólo sea concebible si no queremos desembocar subrepticiamente en un polifiletis-
en la hipótesis del monogenismo. Ya para la biología general, mo antropológico —rechazado actualmente por la mayoría de
la verdadera unidad genética concreta no es el individuo, sino los antropólogos en el terreno de las ciencias de la naturaleza
la población, en la cual únicamente pueden existir muchos (y por razones que se derivan de esas mismas ciencias)—, no
individuos en el mismo biótopo con el mismo idiotipo y en podemos distribuir el biótopo donde se realiza la hominización
la que puede realizarse la evolución; esta evolución exige ne- —ni aun en el supuesto del poligenismo— entre espacios di-
cesariamente el impulso de la selección, que sólo puede pro- versos, mutuamente independientes y completamente distintos
venir de una población y no de individuos aislados. Una po- en el plano biológico y humano. Esto podemos afirmarlo aun
blación es siempre más —y, como tal, más real— que la especie cuando las ciencias de la naturaleza no sepan, en la actualidad,
lógica formada por la adición y abstracción conceptual de mu- exactamente dónde se ha realizado en la tierra la hominiza-
chos individuos. Todo ello independientemente del problema ción. Sin embargo, sería preferible no imaginarse este ámbito
de si tal población tuvo su origen (en un pasado más o menos demasiado reducido para no encontrarnos más tarde en un
remoto) dentro de un esquema monogenista o poligenista. Po- embarazoso atolladero ante los nuevos descubrimientos de la
/
408 Karl Rahner Pecado original y evolución 409

paleontología. Podemos imaginarnos, por tanto, aun en el historia común y por un grupo contrapuesto a la humanitas
caso del presupuesto poligenista, un ámbito de hominización originata es el sujeto de aquella culpa denominada peccatum
en el que los hombres de la humanitas originans constituyan origínale originans; grupo que suele concebirse como una uni-
y formen una unidad biológica e histórica dentro de una his- dad real personificada bajo el término «Adán». Volvemos a
toria real de la humanidad en virtud de una posible interco- preguntarnos: ¿es viable esta segunda hipótesis?
municación real en el plano humano-personal. Tales limitacio-
nes regionales del ámbito de hominización —que harían po-
sible una unidad real original de la historia de la humanitas 5. Comisión de la culpa por un individuo
originans— guardan relación con las afirmaciones de la ciencia (también dentro de un esquema poligenético)
profana si se admite en la evolución la existencia de una línea
peculiar, muy antigua, que avanza hada el hombre. A la primera pregunta podemos contestar: cabe imaginar
—o al menos no puede excluirse— que en una humanitas
originans poligenista sea un único individuo el que dé res-
4. Una doble cuestión puesta a la cuestión de si el origen de la humanitas originata
es o no canal de la gracia. Para valorar esta tesis en lo justo
Supuesta esta unidad real corporal e histórica de la huma- habremos de comenzar excluyendo explícitamente la idea falsa
nitas originans, en un esquema poligenista, podemos pregun- de una culpabilidad en el pecado original constituida por una
tarnos si, para poder sostener la doctrina del pecado original, culpa subjetiva estrictamente dicha y transmitida a los des-
habremos de concebir la culpa al principio de esta humanitas cendientes, es decir, a aquellos que proceden físicamente del
originans de tal forma que esta humanidad se reduzca a una hombre subjetivamente culpable. Este residuo de culpabilidad
pareja y ésta se haya hecho culpable imposibilitando así —ella no se transmite tanto en una hipótesis monogenista como poli-
sola— la comunicación de la gracia santificante a la humani- genista del pecado original. Por ello, todo se reduce al pro-
dad subsiguiente. blema de si puede afirmarse que la culpa personal de un
Este interrogante, al que según nuestra tesis no es posible individuo dentro de la humanitas originans anula aquella fun-
dar una respuesta afirmativa con certeza, puede subdivirse ción mediadora de gracia que corresponde al primer momento
exactamente en otras dos cuestiones: de dicha humanitas originans. A esta pregunta podríamos muy
a) Imaginémonos una primera hipótesis según la cual un bien responder: ¿y por qué no? Si, por una parte, el hombre
único hombre (o una pareja) —que surge en una humanitas es indisolublemente un ser personal y comunitario y ambos
originans poligenética, pero única— hubiese cometido aquella aspectos se condicionan siempre mutuamente; si la humanitas
culpa en virtud de la cual la humanitas originata no recibe la originans constituye en todo caso (en el monogenismo o en
santificación comunicada a través de la humanitas originans. el poligenismo) una unidad corporal e histórica; si dicha hu-
Nos preguntamos entonces: ¿es viable esta hipótesis sin que manitas originans se contradistingue siempre, en cuanto tal
ello suponga la negación de la doctrina del pecado original y unidad, de la humanitas originata por ser aquella unidad que,
sin valerse de postulados que parezcan arbitrarios y por ello en virtud de una primera decisión personal y libre, determina
incompatibles realmente con esta doctrina? la situación existencial de la humanitas originata en muchísi-
b) En una segunda hipótesis, toda la humanitas originans mos aspectos, no comprendemos por qué la decisión de un
(de procedencia poligenética) ha pecado en todos sus miem- individuo dentro de esta unidad —y por ello condicionán-
bros. Esta unidad que existe, en todo caso, definida por una dola— no pueda decir relación alguna a la función mediadora
410 Karl Rahner
Pecado original y evolución 411
de gracia propia de esta humanitas originans. Si se nos pre-
gunta por dónde sabemos todo esto sin caer en una pura aislados, teniendo luego que salvar el abismo abierto entre
fantasía, responderemos simplemente: por una parte, sabe- ellos por medio de decretos divinos. Mas si consideramos al
mos con certeza que la gracia nos viene únicamente a través individuo, ya de antemano y a pesar de su personalidad y
de Cristo como fuente y mediador; por otra, tiene que existir libertad, como miembro de la única humanidad, es decir, no
una mediación a partir de la humanitas originans. Natural- sólo en un plano biológico, sino también histórico, de tal
mente, cabría seguir preguntando por dónde conocemos este forma que la decisión histórica de cada hombre, siempre y a
segundo aspecto parcial. Parece estar incluido de un modo priori, constituya y determine la situación de los demás, la
bastante claro en el principio de la revelación según el cual concepción que hemos presentado no exige ya necesariamente
toda gracia procede de Cristo. A ello hay que añadir que, si una teología de los decretos. Sólo afirma que únicamente una
toda la gracia es gracia de Cristo, podemos concebir la función humanitas originans sin pecado y glohalmente puede transmi-
de los orígenes como mediadora de gracia. Pero hagamos refe- tir la gracia a la humanitas originata en virtud de la proce-
rencia a dos afirmaciones de la revelación neotestamentaria dencia de ésta a partir de aquélla. Parece suficientemente ra-
en las que parece contenerse implícitamente este segundo su- zonable que ello pueda al menos ser así. Que así sea de hecho
puesto. Se trata, en primer término, de una solidaridad global sólo podremos saberlo con seguridad:
de la humanidad en la salvación y en la historia salvífica. Esto a) si presuponemos como doctrina revelada una situa-
significa que el individuo únicamente recibe (debe recibir) la ción general de pecaminosidad propia de la humanitas origi-
salvación que se le ofrece en tanto en cuanto es miembro de nata y anterior a la decisión personal del individuo;
esta humanidad. En segundo lugar, la causalidad salvífica de b) si contamos con la posibilidad de un origen polige-
Cristo es considerada siempre en la Escritura como dirigida nista de la humanitas originans, y
a los pecadores y no sólo a los hombres, para los que la gracia c) si evitamos la hipótesis de que todos los individuos
es sobrenatural e indebida. Esta pecaminosidad es concebida en la humanitas originans eran pecadores personales.
en la Escritura sobre todo como algo personal; pero su uni- Con vistas a una mayor claridad haremos todavía una do-
versalidad (piénsese en los niños) es radicalmente insostenible ble advertencia explícita. En primer lugar, la inocencia perso-
si no se admite una cierta pecaminosidad que precede a la nal en cuanto tal no constituye título alguno para que la proce-
decisión personal del individuo. dencia de un inocente sea de por sí transmisora de gracia. Los
inocentes dentro de esta humanitas originans únicamente po-
A ello podríamos añadir que la situación salvífica histórica
drán (o deberán) ser considerados como transmisores de gracia
se halla siempre condicionada por la decisión de los indivi-
por vía de origen o procedencia en cuanto miembros de esta
duos. Para entender esta realidad no es preciso echar mano de
única humanidad (de la alianza inicial de Dios con la humani-
aquellas construcciones terriblemente juridistas, que pesaron
dad). Ahora bien: si esta humanidad única se encuentra condi-
sobre algunas teorías escolásticas desde el siglo xvi, según
cionada por el pecado (y esto resulta también plenamente ad-
las cuales «Adán» habría sido constituido mandatario de la
misible a partir y en virtud del pecado de un individuo), la
humanidad (en nuestro caso, también de la humanitas origi-
humanitas originans deja de ser transmisora de gracia por su
nans) en virtud de un «decreto» de Dios. Esta concepción
origen y, en consecuencia, también dejan de serlo los indivi-
no sólo partía (al menos inconscientemente) del presupuesto
duos, aunque sean personalmente inocentes. En segundo lugar,
falso según el cual un residuo de la culpa subjetiva de Adán
una humanidad de origen poligenista no ha de ser entendida
se transmitía a sus descendientes, sino que además consideraba
necesariamente como una masa homogénea de individuos igua-
a los hombres concretos de un modo individualista como seres
les, aunque se la considere como una unidad corporal e histó-
Pecado original y evolución 413
412 Karl Rahner
como podría parecer a primera vista. Aun cuando se defienda
rica. Desde todas las dimensiones de la existencia humana la opinión de que la primera unidad genética está constituida
puede haber, en el seno de esta unidad, individuos que deter- por la población y no por un individuo (apto para la genera-
minen de un modo especial la situación histórica común a ción), la humanitas originans fue —también en el supuesto
todos los demás, «representando» así esta unidad y situación. poligenista— muy reducida (sobre todo si prescindimos de
Partiendo de esta realidad aparece más clara aún la posibilidad aquellos individuos que no alcanzaron la edad de una decisión
de que un individuo con su decisión anule a la humanitas histórico-personal). Aun en la hipótesis del actual monoge-
originans como transmisora de gracia aun en el supuesto de nismo (es decir, del monogenismo evolucionista) nos encon-
que algunos no quisieran admitir como causa de ello un pe- tramos en el primer momento con una «multitud» (de dos)
cado en cada uno de los miembros de esta humanitas originans. que pecó. Si, además, tenemos en cuenta la doctrina católica
según la cual la pecaminosidad universal de carácter personal
es compatible con la libertad —al menos en el estado infra-
6. «Adán» como expresión de la culpa universal lapsario, para la mayoría de los hombres y respecto al pecado
de la «humanitas originans» venial— podemos afirmar que dicha concepción, dado el gru-
po reducido de la humanitas originans, no puede ser calificada
Venimos a la segunda cuestión y afirmamos: cabe pen- de arbitraria. La distinción entre la situación de la libertad
sar que la humanitas originans se haya apartado de Dios al en el estado supralapsario y en el infralapsario no es aquí
principio en todos sus miembros, formando así el conjunto de decisiva, pues de lo contrario resultaría imposible la realidad
éstos aquel sujeto, «Adán», que suprime, a causa de la culpa, del pecado dentro de la situación supralapsaria de la existen-
la función de mediación de la gracia propia del origen de la cia humana. Partiendo de lo anteriormente dicho no podemos
humanitas originata. En el supuesto de una culpa universal concebir la libertad de la humanitas originans como una liber-
de la humanitas originans creo que no existe objeción alguna tad de individuos aislados que se pervierten en su totalidad
por parte de la doctrina del pecado original en contra del súbitamente a partir de una situación de libertad individual,
origen poligenista de la humanidad. «Adán», en cuanto peca- absolutamente neutral y positiva. También aquí es preciso
dor, no es más que la expresión plástica de una unidad —tam- pensar en una situación de libertad en la que todos participan
bién en el plano de la historia de salvación— de la humanitas y cada uno condiciona (no obliga) al otro en sus decisiones
originans que pecó en su totalidad con las consecuencias que individuales.
la doctrina tradicional atribuye al pecado original. Esta con-
cepción no implica en absoluto una doctrina pelagiana o eras-
miana del pecado original. El pecado de la humanitas originans 7. Resumen
se transmite no «imitatione», sino «generatione» (DS 1513s),
pues esta humanitas originans se contrapone claramente a la No parece que sea indubitable y necesariamente obligato-
humanitas originata y, en la función que le había sido asig- rio admitir que sólo una humanitas originans monogenista (es
nada —anulada más tarde— de ser transmisora de la gracia, decir, un individuo o una pareja) pueda ser el sujeto de aquel
constituye una situación de condenación que antecede a la primer pecado en los comienzos de la humanidad que es la
decisión personal de sus descendientes y puede llamarse con fuente de lo que llamamos pecado original en el sentido orto-
razón pecado original. doxo y tradicional de la palabra. También en una humanitas
La hipótesis propuesta de que todos los hombres de la originans de origen poligenista es posible concebir a uno de
humanitas originata fueron pecadores no es tan arbitraria
414 Karl Rabtier

sus individuos o a todos globalmente como el sujeto que co-


metió la primera culpa creando aquella situación de desgracia
para toda la humanitas originata que conocemos con el nom-
bre de pecado original. Sin embargo, esta hipótesis presupone
el hecho de que esta humanitas originans constituye una uni-
dad corporal e histórica que es también importante en el plano
de la historia de la salvación. Esta hipótesis parece ser posible
bajo los presupuestos poligenistas. Por ello creemos que no EL PECADO EN UN MUNDO EN EVOLUCIÓN
existe motivo alguno para que el magisterio eclesiástico inter-
venga en el debate en torno al poligenismo en defensa de la
doctrina dogmática acerca del pecado original. I. E L PROBLEMA

Una de las objeciones más frecuentes y de mayor peso


KARL RAHNER
contra una explicación evolutiva del mundo en su totalidad
como la que, dentro del catolicismo, ha propuesto Teilhard
de Chardin, consiste en afirmar que en ella el pecado pierde
su seriedad; el pecado dentro de esta explicación dejaría de
ser libre y consciente negación de un mandamiento de Dios
para convertirse en «residuo» dentro del proceso evolutivo.
Así, por ejemplo, Teilhard pretendía haber encontrado una
solución «inteligible y plausible» que consistía en considerar
el mal como «necesidad estadística de desorden, ordenada a
la organización dentro de un conjunto» '. Tal solución debería
ser rechazada porque supondría la disolución más o menos
completa de la noción dogmática de pecado.
Las consideraciones que siguen tienen por objeto estudiar
este problema. Podríamos hacerlo de dos formas diferentes.
Podríamos estudiar el sistema de Teilhard en su totalidad
justificando o intentando al menos justificar a partir de su
sistema sus expresiones sobre el problema especial del peca-
do 2. Pero no seguiremos este camino, sino que nos pregunta-
remos en general: a) cuál es la estructura fundamental de un
mundo en evolución o de una visión evolutiva del mundo;
b) qué lugar corresponde al hombre en ese mundo, y c) cómo
1
P. Teilhard de Chardin, La pensée du Veré Teilhard de
Chardin: «Les Etudes Philosophiques», 10 (1955), 581.
2
Cf., p. ej., el capítulo IV, «La croix et le mal», en G. Crespy,
La pensée théologique de Teilhard de Chardin.
416 H. Dolch
comprender a partir de esos presupuestos la acción del hom-
bre y su acción culpable.
Al plantear el problema de esta forma general, no toma- II. ESTRUCTURA FUNDAMENTAL DE UN MUNDO
remos postura frente a las expresiones de Teilhard en con- EN EVOLUCIÓN
creto, sino que las aduciremos como ilustraciones de esas
posiciones generales. Si planteamos el problema en términos ¿Cómo podremos describir al menos algunos de los ras-
generales es porque para la mayoría de los cristianos de hoy gos de la estructura fundamental de un mundo en evolución?
(conozcan o no exactamente la teoría de la evolución y estén Porque más que eso no podemos intentar, aunque sólo sea
o no de acuerdo con Teilhard), y en lo que se refiere a su por razón del espacio de que disponemos.
realización de la fe, ya no se trata de que les resulte problema Tal vez debiéramos comenzar por responder negativamen-
armonizar la fe en la creación con la teoría de la evolución, te en estos términos: caracterizar esta visión del mundo por
como si se tratase de poner de acuerdo dos realidades pensa- la afirmación de que el momento del cambio y el devenir en
das independientemente y consideradas (como tantas veces a general y el del desarrollo en particular debe ser subrayado
lo largo de la historia) concurrentes entre sí. Tal plantea- y destacado fuertemente frente a la visión estática de la An-
miento del problema ha sido ya superado 3 . Sin embargo, la tigüedad y la Edad Media, sería desconocer lo propio de esta
teoría de la evolución es el trasfondo más o menos general nueva visión. No se trata de subrayar más fuertemente o des-
(no queremos decir si con razón o sin ella; no hacemos más tacar más claramente, sino de una mutación radical. Fr. Des-
que constatar el hecho) desde el cual se plantea el problema sauer lo ha mostrado con toda claridad. Citamos tan sólo una
de si la fe en la creación es posible 4 . Y en este contexto una de sus frases y dejamos al lector un desarrollo más profundo
de las preguntas más urgentes es sin duda alguna si no se ter- de este punto: «En la transformación que supuso Galileo...,
minará por hacer desaparecer el pecado en un mundo en evo- la cosa corporal, mudable, sigue siendo lo primero en la física
lución (determinada científicamente o impuesta históricamen- en el orden de la percepción y el conocimiento. Pero en el
te) y en un hombre existencialmente sometido a una cuestio- orden de la dependencia del ser, de la realización causal y del
nabilidad total y psicológicamente desgarrado en lo más pro- acontecer, la cosa ha perdido su primacía.
fundo de sí. Las cosas son manifestaciones mudables de las 'fuerzas'
operativas, que, por tanto, intervienen aquí antes que ellas y
que —y esto es lo decisivo— cuando intervienen actúan se-
gún unas leyes inmutables y válidas a través de todos los tiem-
pos y espacios de la experiencia. Estas leyes operativas son lo
3
Schopfungsglaube und Entwicklungstheorie, alocución rec- primario» 5 . Lo primero y principal en esta visión son, pues,
toral de H. Volk (Münster, 1955), constituyó sin duda un hito las leyes y principios; lo secundario y subordinado, las cosas,
importante en el camino de la valoración dogmática, como lo había los cuerpos. Las leyes abren el espacio de realidad en el que las
constituido medio siglo antes la alocución rectoral de F. X. Kiefl cosas son comprendidas como concreciones y entrelazamientos
(Wurzburgo, 1909). Pero los hitos tienen la función de indicar por de las mismas. E. Nickel describe esa transformación radical
dónde sigue el camino.
4
Tomamos la expresión «fe en la creación» para designar todo 5
Fr. Dessauer, Der Fall Galilei und wir, Lucerna, *1943, 44-
lo que cree el cristiano sobre Dios, sobre sí y el mundo y sobre la 46; cf. ídem, Naturwissenschaftliches Erkennen, Francfort, 1958,
perfección de ambos en Dios y por él. 216-223.
27
418 H. Dolch El pecado en un mundo en evolución 419
en los siguientes términos: «En nuestra comprensión del y sus naturalezas son realizaciones de un plan divino, otro
mundo la realidad ha de ser descrita en toda su amplitud y tanto habrá que decir de los principios o de las determinantes
profundidad como actualización de estructuras 'previamente del devenir a: en ellos y por ellos se realiza lo que Dios quiere
pensadas'. Lo primero no son unos elementos materiales de que ocurra ". Porque quiere y en la medida en que quiere, en
los que se derive todo lo demás, sino unos elementos de rea- estos principios y a través de ellos actúa Dios constantemen-
lidad 'premateriaT que pueden ser actualizados como materia te 14. El mundo no es, pues, una gran «cosa» que es y además
y como realidades de diferentes géneros, cada uno según su en determinadas circunstancias sufre algunos cambios; el mun-
propia 'determinación'»6. Esas estructuras previamente pen- do está esencialmente en movimiento. «Yo soy el camino, la
sadas son las «determinantes del devenir» \ l as «líneas de verdad y la vida», leemos en Jn 14,6. Tal vez no hayamos
fuerza de la realidad»8. penetrado aún suficientemente esta expresión: Jesús no es
Ahora bien: dado que en un mundo en evolución esos sólo verdad para los creyentes, sino verdad en sí; no es sólo
principios, esas determinantes del devenir y esas líneas de vida para los que creen en él, sino vida en sí. ¿Podemos decir
fuerza son lo primero y principal, no basta con añadir el mo- —a pari— que Jesús no es sólo camino para los que encuen-
mento dinámico al mundo de las cosas ni con destacarlo más tran en él el camino hacia el Padre, sino camino en sí? Y en
claramente, sino que hay que partir de ese dinamismo. El ese caso, ¿no estará también esencialmente en camino todo
mundo es un proceso, una corriente. lo que «fue creado por él y para él» (Col 1,16)?
Si reconocemos esos principios, y en la medida en que lo
hacemos sabemos cómo discurre el mundo, pero no sabemos
aún de dónde procede, adonde se dirige y por qué medios. III. EL LUGAR DEL HOMBRE EN EL MUNDO
Para saber esto —ya se lo pregunte un científico o un teólo-
go— hay que plantear un problema teológico. Dos posibles Si a partir de lo anterior podemos dar una respuesta a la
respuestas surgen en seguida: o se responde, como, por ejem- cuestión del lugar del hombre en un mundo en evolución, no
plo, A. Einstein ' o B . Rensch10, en el sentido de un panteís- podemos contentarnos con comprender al hombre, al modo
mo de tipo spinoziano o en el sentido de la fe en un Dios de Descartes, como un punto singular, como la única res co-
creador. Según ésta, el mundo ha surgido «ex ordine sapien- gitans frente a las res extensae; también él es, en todos sus
tis», de modo que «representa» de forma diversa y múltiple aspectos, concreción; también él está penetrado por las fuerzas
lo que desde siempre existe de forma unitaria e indivisa en la operantes del mundo en evolución que lo van configurado.
bondad divina ", y si Tomás de Aquino afirma que las cosas Los resultados de la investigación en biología, en la ciencia
6 del comportamiento, en antropología, etc., fuerzan a recono-
E. Nickel, Zugang zur Wirklichkeit, Friburgo, 1963 130.
7
E. Nickel, ibíd., 129. 12
Más exactamente: esas estructuras determinantes son reali-
8
N. Luyten, Teilhard de Cbardin, Eine neue Wissenschaft?, zaciones parciales del único plan divino, ya que, según santo To-
Friburgo-Munich, 1966, 54. más, esas representaciones no son unívocas: «Omnia quae praeexis-
9
Cf., p. ej., A. Einstein, Mein Weltbild, Amsterdam, 1934, 21. tunt in causis realibus, praeexistunt etiam in divina praescientia,
10
Cf., p. ej., B. Rensch, Die philosophische Bedeutung der sed non e converso, cum quorumdam futurorum rationes Deus in
Evolutionsgesetze, en Die Philosophie und die Frage nach dem se retinuerit, rebus creatis eas non infundendo...» (De ver. XII,
Fortschritt, editado por H. Kuhn y Fr. Wiedmann, Munich 1964, 3c). Cf. De pot. III, 16c: «... non tamen omnis finis est forma.»
179-206. 13
Depot. III, 7 ad 16.
11
Santo Tomás, De pot. III, 16c. 14
De pot. III, 7 sed contra 5.
420 H. Dolch El pecado en un mundo en evolución 421

cer esos hechos. Pero hacen además reconocer otro hecho en cada uno de nosotros por poco que nos preocupe el enfren-
el que los teólogos que se ocupan de este tema no se detienen tarnos, en plena conciencia, con nuestro destino de seres vi-
suficientemente: el desarrollo que venimos describiendo no vos, es decir, con nuestras responsabilidades frente a la "evo-
significa nivelación de las diferencias, sino explicación de su lución". En el río que nos lleva comienza a formarse un
origen. En primer lugar, según la opinión general (cf. las afir- torbellino que empuja hacia adelante. El torbellino es, sin
maciones de J. Huxley, G. Heberer, B. Rensch, etc.), el hom- duda, mucho más fuerte que nosotros. Pero como hombres
bre marcha de hecho a la cabeza de la evolución (aquí pode- que somos podemos juzgarlo con el fin de dirigirlo. Quisie-
mos dejar en suspenso la cuestión de si lo hace orientado ra... pasar revista a las diferentes líneas de acción abiertas
ortogenéticamente); es decir, el hombre es una «forma» en este momento crítico ante el que tiene el timón en sus
(G. Heberer) de la realidad fundamental que es la «vida en manos, es decir, ante cada uno de nosotros. Decidir, en defi-
la materia que se realiza en ella», pero no una X cualquiera. nitiva, cuál es el mejor camino a seguir será la gran opción» 15.
El hombre es enteramente singular porque en él y (en la me- Cada nuevo conocimiento nos permite conocer nuevos deter-
dida en que nosotros sabemos) sólo en él llega la evolución minísmos y nos impone la «carga de prolongar el mundo»,
a sí misma; el hombre se hace consciente de sí y de la evolu- que «pesa cada día más sobre las espaldas de la humani-
ción, reflexiona sobre sí y sobre ella. Los grandes principios dad» (62). Pero dado que, «por ser hombres hemos accedido
de la composición y la descomposición, del orden y del des- al poder de prever un futuro y criticar el valor de las cosas,
orden operan también en él, pero de forma peculiar; no en la ya no podemos actuar sin que nuestra misma negativa a tomar
forma de entropía y ectropía como en el plano de lo inorgáni- posición constituya una decisión» (67). Los hombres, que he-
co y de lo orgánico, sino de forma humana. La conciencia (el mos pasado el «ecuador de la hominización» tenemos hoy
principio de ordenación de Teilhard) alcanza el nivel de la que llevar esa carga de saber; sólo la «organización interior»
reflexión; la tendencia general a la realización accede al nivel y no la «coacción externa» (249) puede hacer durar y crecer
la unidad humana. Por eso exige Teilhard un «crecimiento
de la configuración consciente.
de interés apasionado» (150) por la configuración del futu-
Con ello entramos en un segundo punto que hemos de
ro; por ello llama constantemente a la «gran opción» (55-83)
considerar más detenidamente. Ni los más decididos teóricos
y pregunta qué fuerza nos permitirá, en definitiva, «conser-
de la evolución niegan la conciencia, la responsabilidad, la var el gusto de avanzar, a pesar de las sombras de la muer-
decisión y demás realidades de este orden; sólo piensan que te» (309); pero ¿no deberán «esas formas de atracción que
pueden explicar el fundamento adecuado de las mismas me- postula nuestra unificación estar ligadas, en el fondo, a la
diante un método determinado que les procura las leyes de su irradiación de un centro último (trascendente e inmanente)
funcionamiento. A esto se oponen con razón el filósofo y el de reunión psíquica, el mismo centro precisamente cuya exis-
teólogo porque el hombre no es un objeto que se deje inves- tencia, que abre a la creación humana una salida a lo irrever-
tigar adecuadamente por medios científico-positivos. Pero esto sible, parece indispensable como condición suprema de futu-
no debe llevar a la afirmación de que la existencia o la pecu- ro»? (303).
liaridad de la conciencia (del espíritu) son necesariamente
negadas por el científico.
Al menos no lo son en el pensamiento de Teilhard. Val-
gan como prueba de ello los siguientes textos: «Este es, a mi Teilhard de Chardin, L'avenir de l'homme, París, Ed. du
entender, el problema de valor que, más allá de toda cuestión Seuil, 1959. En las citas que siguen ponemos entre paréntesis el
técnica de organización del mundo, se plantea actualmente a número de la página.
El pecado en un mundo en evolución 423

fin, sino que discurre como emergencia creada en virtud de


la inmergencia divina, y si, además, el hombre dentro de esa
IV. LA RESPONSABILIDAD DEL HOMBRE corriente está dotado de conciencia, la tarea de éste no será
dejarse arrastrar por la corriente siguiendo unas leyes natura-
En un mundo todo él en evolución no son, por tanto, ne- les ni contentarse con afirmar su inclusión en esa gran corrien-
cesariamente negadas la conciencia, la espiritualidad, la capa- te por un amor fati de tipo spinoziano, sino decidirse y situarse
cidad de decisión y la responsabilidad; y aun cuando no se a sí mismo dentro de ella.
quiere seguir a Teilhard en su afirmación de que «un mundo No existen en este punto más que dos posibilidades: co-
de convergencia, cualesquiera que sean los sacrificios que pa- laborar o negarse. En la primera, y a través de ella, el hombre
rezca acarrear para nuestras libertades, es el único que salva cumple su tarea y se aproxima a su propia perfección; en la
la dignidad y las esperanzas del ser» (72-73), y menos aún segunda, falla el hombre su misión y se niega a sí mismo.
en la consecuencia que saca de lo anterior: «ese mundo es, Pero dado que el hombre es una concreción a un aquí y a un
pues, el que debe ser verdadero» (ibíd.); sin embargo, si se ahora, y su libertad, por tanto, una libertad «situada» 16, esas
tiene en cuenta la mentalidad del hombre de hoy, habrá que dos posibilidades fundamentales se actualizan en distintos
decir que esta visión del mundo —y ésta sobre todo— le per- productos, en distintas realizaciones objetivas. Si éstas están
mite comprender su dignidad y sus tareas. El hombre exige dentro del orden debido, corresponden a ese deber, son bue-
poder apoyar lo más posible sus ideas en la experiencia y en nas; si contradicen ese orden debido, son residuos y realidades
los resultados de la investigación de la naturaleza. El hombre fallidas. «Para dirigir nuestra vida no podemos seguir ciega-
no debe ya ser comprendido ingenuamente como centro de mente nuestros gustos, como un capitán de navio que trata
un mundo representado como estático (a este respecto habría de seguir su rumbo hacia el puerto no puede abandonarse a
que averiguar si los antiguos comprendieron su mundo en rea- su fantasía» (68-69).
lidad tan estáticamente como muchos pensadores evolucionis-
tas y el mismo Teilhard creen), sin que esto quiera decir que
el hombre haya perdido su trono. Precisamente los conoci- V. EL PECADO EN E L MUNDO EN EVOLUCIÓN
mientos de las ciencias naturales en general y los de la evolu-
ción en particular le enseñan detalladamente a reconocer en Así, pues, la visión evolutiva del mundo no priva al pe-
«los fenómenos» de forma perceptible su lugar privilegiado. cado de su enorme seriedad; esto dependerá de las distintas
Lugar que el hombre no posee, sino que conquista en la me- formas de concebir esa visión evolutiva. A lo más cabría de-
dida en que realiza responsablemente sus tareas. Ya muy cir que los pecados quedan «jerárquicamente» ordenados. No
pronto, escribía Teilhard: «la verdadera llamada del cosmos hay una suma de pecados horizontalmente extendidos, sino
es una invitación a tomar parte conscientemente en el gran unos pecados propios y los efectos visibles de los mismos.
trabajo que se lleva a cabo en él; no rebajándonos a la co- El pecado propio es la negación a colaborar, la negación,
rriente de las cosas o confundiéndonos con su alma singular, concretada en la acción, de la disposición fundamental del
sino orientándonos con ella a una meta que ha de venir»; y hombre, capitán de un navio a quien está encomendada la ta-
un poco más adelante: comprendemos que «nuestra verdadera rea de llevar, con la fuerza de Dios, su barco (y con él a sí
realeza consiste en servir como átomos inteligentes en la obra
comenzada en el universo» (29). Si el mundo es una corriente, 16
Cf. P. Schoonenberg, Mysterium iniquitatis: «Wott und
y si esta corriente no procede de un oscuro origen a un vago Wahrheit», 21 (1966), 577-591, especialmente 580.
424 H. Dolch
mismo) a través del mar hasta el puerto de la salvación esca-
tológica.
Sabemos muy bien que todo esto no responde a los pro-
blemas que plantea nuestro tema; no pretendíamos más que
exponer algunas consideraciones.
Afirmar que en un mundo en evolución se privaría fun-
damentalmente al pecado de su seriedad supondría el mismo LA MANERA EN QUE EL HOMBRE SE TRATA
error que concluir de la existencia de una estadística de suici-
dios la falsedad de la tesis de la libertad humana. Si —suele A SI MISMO, ¿PONE EN PELIGRO
argumentarse— se puede predecir con probabilidad estadística SU HUMANIDAD?
cuántos hombres van a quitarse la vida en un determinado día,
no hay lugar para la libertad. Pero cuando así se argumenta Por su extrema vaguedad, esta cuestión sólo puede ser
se pasa por alto que en esa estadística —contrariamente a lo tratada si previamente se hacen todas las precisiones necesa-
que sucede en la estadística de muertes por accidente— sólo rias. Estas precisiones permiten entonces alguna que otra res-
se cuenta con casos que suceden no por accidente o enferme-
puesta parcial, pero es muy difícil extraer de ellas una respues-
dad, sino por la intervención de la libertad, que decide la pro-
ta general que, verdaderamente, tenga algún valor filosófico
pia muerte. Por tanto, tal estadística, lejos de eliminar la li-
o teológico. De todas maneras, antes de entrar en materia es
bertad, la supone esencialmente. De forma semejante se puede
hablar del pecado en un mundo en evolución como de un «re- indispensable recordar algunos puntos que son hoy elemen-
siduo» que aparece con una necesidad estadística en cuanto se tales.
comprende fundamentalmente como la aparición y el efecto
de una libre negativa. I. LA ESENCIA HUMANA PUESTA EN PELIGRO
H. DOLCH POR EL HOMBRE

1. La esencia humana, resultado del proceso histórico

El hombre es —«por naturaleza», como suele decirse—


un animal que sobresale de la naturaleza animal. Por eso está
ineludiblemente llamado a transformarse cada vez más por
efecto mismo del desarrollo de su plenitud específicamente
humana. Esta transformación es un proceso histórico en el
que intervienen, al menos, tres factores: el condicionamiento
animal natural, la energía específicamente humana y, por úl-
timo, la inmensidad concreta de las circunstancias, tanto las
del medio natural como las del contorno humano. Cualesquie-
ra que sean estos factores, el hombre sólo es él mismo si
avanza en busca de su propia esencia, conquistándola progre-
sivamente a partir de su naturaleza humana inicial, sacando
426 D. Dubarle El hombre y su humanidad 427

partido de su condición concreta y de las circunstancias para lo que se hace por impulso todavía espontáneo a lo que po-
llevarlas a término. Lejos, pues, de ser algo que existe en su dría hacerse a nivel de la opción dueña de sí, capaz de llevar
completa naturaleza desde un principio, la esencia humana a cabo el control de la acción subsiguiente. Porque remitirse
sólo puede ser un resultado del proceso histórico. Así, el hom- a los impulsos espontáneos de lo voluntario, a los arrebatos
bre no puede saber de antemano lo que esta esencia será. sin flexibilidad de sus impulsos, no siempre lleva a resultados
O, al menos, no lo sabe con toda certeza. Lo que al final del felices. Pero luego, y suponiendo que esto ocurriera, se pre-
proceso haya tomado valor de esencia será en parte resultado senta un segundo problema: el de alcanzar ese querer de lo
de su voluntad, pero en parte será también una resultante de que es verdaderamente bueno y capaz de constituir felizmente
las predeterminaciones exteriores y de los azares históricos el ser que será la conclusión y la sanción del proceso entero.
que se interfieren a cada momento con su voluntad. En cierto nivel, al menos, tal problema no es sencillo. En
Por su parte, la energía específicamente humana del hom- efecto, el hombre no conoce de antemano cuál será concreta-
bre puede intervenir como componente del proceso histórico, mente su buena manera de ser, de tal suerte que no podría
al menos de dos maneras bien diferenciadas. Puede presentar- conocer con justeza en qué y cómo quererse. Puede querer
se como una energía ya inteligente y voluntaria —y, en con- alejarse de ciertos males cuya experiencia le ha aportado la
secuencia, humana—, pero que aún es, ante todo, espontánea, vida; tener en cuenta sus condiciones previas y las circunstan-
incompletamente consciente de sí en sus desarrollos intelec- cias. Pero nada de ello, ni objetiva ni absolutamente, es deter-
tuales y en sus compromisos prácticos. Tal es en su conjunto minante para su libertad. Conocer de forma ideal y lejana
la energía que arrastra colectivamente a esa parte del mundo esta buena manera de ser no impide, por otra parte, el querer
actual que vive de la investigación científica y posteriormente elegir de una manera muy poco de acuerdo con este conoci-
de la realización social de la ciencia. Pero puede también pre- miento, bien por una necesidad muy humana de conductas más
sentarse como una energía que ha alcanzado un grado más fáciles, bien incluso por efecto de eso que llamamos el placer
elevado de lucidez y de autocontrol, la única en verdad de obrar mal.
libre de elegir su camino en lugar de obedecer al impulso es- Por todas estas razones, que dependen de la naturaleza y
pontáneo sin poder dominarlo verdaderamente. Así ocurre de la manera de actuar de la energía humana, la humanidad
en los casos relativamente bien circunscritos en los que —a —ser esencial felizmente desarrollado del hombre, a la vez
un individuo o a un grupo de individuos— se presenta la po- que predominancia de una satisfacción existencial de la colec-
sibilidad de establecer una gama bien diferenciada de posibi- tividad— está continuamente en peligro a causa del hombre
lidades, de elegir deliberadamente una u otra de entre ellas, y de su energía voluntaria. El hombre histórico no puede ser,
de ver después adonde le conduce esta elección y, en caso de ni actuar, ni tratarse a sí mismo de cualquier manera que sea
necesidad, de variar la prosecución de la acción, vistas las sin correr el riesgo, al menos parcial, de no realizarse o incluso
consecuencias de la elección inicial que se han ido manifes- de perderse. Concretando algunas de estas verdades será posi-
tando progresivamente.
ble examinar ciertos hechos actuales ante los cuales algunos
de nosotros nos interrogamos con inquietud. Tales hechos
2. El hombre sólo se conquista a sí mismo nos los ofrecen las grandes formas del empleo humano de
a riesgo de perderse la ciencia.
Así, pues, la voluntad por la cual el hombre quiere ser él
mismo tiene como primer y principal problema el pasar de
El hombre y su humanidad 429

cadenamiento en cierta forma inexorable, puede empujar a la


voluntad humana a las más terribles decisiones» \
H. SOBRE LA SOCIALIZACIÓN CLASICA DE LAS FORMAS DE «Advertidos de las catástrofes que el género humano ha
ACTUAR INSPIRADAS POR LA CIENCIA Y EL RITMO ACTUAL
hecho posibles, aprovechemos esta pausa de que gozamos y
que nos ha sido concedida por el cielo para que, más cons-
DE SU EXPANSIÓN cientes de las propias responsabilidades, encontremos los mé-
todos que nos permitan eliminar nuestras diferencias de una
Paso a paso, lo que empezó hace casi dos siglos (época de manera más digna del hombre» 2.
la primera industrialización de la máquina de vapor) nos lleva «... la humanidad ya en gran peligro, a pesar de la pose-
hoy a enfrentarnos con dos problemas planetarios conjuga- sión de una ciencia admirable, corre el riesgo de llegar a esa
dos: la situación creada por las armas nucleares y las perspec- hora funesta en la que no podrá conocer más paz que la terri-
tivas de la evolución económico-demográfica del conjunto del ble paz de la muerte» 3.
planeta. La energía humana, responsable de la aparición de Desde nuestro punto de vista, hay, sin embargo, que aña-
estos problemas y de las tendencias que presentan a agravarse dir lo siguiente:
más que a resolverse, es una energía colectiva de tipo «espon-
táneo», al menos cuando se trata de apreciar las cosas a nivel
de todo el género humano. Esta energía continúa impulsando 1. El posible peligro y la conciencia de este peligro
el proceso (que parece ir acelerándose) al mismo tiempo que a) El peligro de que hablamos ahora se refiere, en pri-
es aún incapaz de dominarse a sí misma con lucidez y de mer término, al sistema económico-socio-político. Es éste un
«querer» coherentemente un mundo humano. Aún menos pue- factor muy real de los bienes capitales que la humanidad tiene
de dominar las consecuencias de sus opciones. Que sea de este la obligación de reunir. Pero este factor como tal no es aún
tipo, que continúe siéndolo a causa de inercias históricas, es identificable con lo que se esconde en el corazón mismo de
cada vez más peligroso para la actual civilización y para la toda humanidad dignamente humana. El fracaso a este nivel
masa humana que esta energía pretende promover a un mejor no es por obligación definitivo desastre del hombre. Gran-
vivir. No puede afirmarse que, tal y como va evolucionando des civilizaciones pueden hundirse, sus capitales pueden ser
en la actualidad, el proceso humano no corra el peligro, en devueltos en desorden a la masa. No por eso la vida deja de
un plazo más o menos corto, de ver truncado su impulso y continuar. Pasando el tiempo, con muchas ruinas y algunas
destruido y disperso todo lo que hasta el momento parece inspiraciones nuevas en su haber, las generaciones ulteriores
haber permitido adquirir. están capacitadas para dar nacimiento a algo nuevo. Los siglos
Desconocer este positivo peligro no sería dar prueba de acaban por borrar las catástrofes, y éstas, consideradas a dicha
escala, pueden incluso presentar algún carácter de ruptura
sensatez. Lo que la constitución Gaudium et spes dice de los
necesaria y de peripecia saludable.
grandes problemas de la guerra y de la pobreza a nivel de las
Si fuese necesario que nuestra civilización pasase por al-
naciones constituye una seria advertencia que nos hace el
gún derrumbamiento análogo habría aún que esperar de los
Concilio.
«El especial peligro de la guerra contemporánea consiste 1
Constitución Gaudium et spes, II parte, cap. V, n.° 80.
en que proporciona a los que poseen las más modernas armas 2
Ibíd., n.° 81.
científicas la ocasión de cometer tales crímenes y, por un en- 3
Ibíd., n.° 82.
430 D. Dubarle El hombre y su humanidad 431

recursos animales del ser humano, de la relativa clemencia del la alarmaría si fuese ella la que sufriese directamente sus
universo e incluso del querer colectivo, profundamente arrui- efectos.
nado quizá, pero aún capaz de recobrarse y de sacar alguna En segundo lugar hay que tener en cuenta la naturaleza
enseñanza de tal experiencia4. Pero habría que esperar más inédita de la energía científica. La ciencia es la facultad de la
todavía de Dios. acción metódicamente eficaz, en principio hasta el infinito,
b) Bien es verdad que no va con la naturaleza del hom- dentro de su propia línea de eficacia. En el momento en que
bre el cortar la impetuosidad espontánea de sus impulsos se hace animadora de la evolución humana, suprime ese ele-
mientras no vea como un mal insoportable las consecuencias mento de protección del hombre contra sí mismo que en el
inmediatas de éstos. Todo continúa hasta el momento en que pasado estaba constituido por el conjunto de las limitaciones
las desgracias graves y el abismo se presentan ante nosotros. naturales de la técnica precientífica. Una vez desaparecido
Entonces, el hombre se detiene. Lo real y la historia nos dicen este elemento de protección, puede que el hombre mantenga
que, en conjunto, hasta el presente el hombre se ha detenido de forma imprudente o comprometa aturdidamente su acción
antes que su existencia y sus facultades de reanudación de la en direcciones que la ciencia hará que sean fatales para él y
progresión hayan estado definitivamente comprometidas. Po- que probablemente no lo hubieran sido si los medios a su dis-
demos, pues, atrevernos a pensar que en el futuro ocurrirá lo posición hubiesen seguido siendo los de antes de la ciencia.
mismo. Por otra parte, si el frenar y el revisar su impulso Claro está que no se trata de afirmar a priori que es esto
presente no son en absoluto la reacción de la humanidad en lo que ocurre. Ni, mucho menos, que la ciencia en manos del
plena fermentación científica, es, sin duda, porque su con- hombre comprometa fatalmente el devenir humano. Pero es
ciencia colectiva no la advierte aún imperativamente de los verdad que exige de la humanidad una virtud colectiva que
errores intolerables y de las últimas inminencias. ésta no necesitaba en el pasado y cuya conquista no se pre-
senta fácil.
c) Sin embargo, hay que pensar en reducir la seguridad
que podemos estar tentados a experimentar apoyándonos en
las anteriores consideraciones. Porque, en primer lugar, uno III. LAS CONQUISTAS CIENTÍFICAS RELATIVAS
de los grandes males actuales de la humanidad es precisamente A LA BIOLOGÍA Y A LOS H E C H O S HUMANOS
el hecho de que, en general, la acción científica en expansión
es eufórica sólo para las colectividades activamente responsa- La biología y las ciencias humanas nos ofrecen para el fu-
bles de ella, mientras que la mayor parte de sus efectos des- turo múltiples ocasiones de acrecentar la prudencia colectiva.
agradables la sufren sobre todo los pueblos que se mantienen Porque ya en este momento, enriquecida por un número de
más pasivos que activos. La consecuencia de ello es que la adquisiciones nada despreciables, la ciencia está capacitada
masa humana más responsable de la actual deterioración del para avanzar a pasos agigantados en el conocimiento y, pro-
conjunto todavía percibe imperfectamente, y de forma ex- bablemente, como consecuencia, en la capacidad de actuar.
terior y superficial, lo que debería alarmarla, y que ciertamente Ahora bien: aquí los errores alcanzarían al hombre dentro de
sí mismo disminuyéndole físicamente, alterándole psíquica-
4
En el actual estado de cosas, hay que excluir como quimé- mente, falsificándole cultural y éticamente.
rica la posibilidad humana de suprimir a toda la especie humana
de la faz de la tierra. Ni utilizando la totalidad de los explosivos
nucleares disponibles en la actualidad podría lograrse esto.
El hombre y su humanidad 433

Paralelamente, pueden ser renovados por completo los medios


de acción sobre los organismos ya existentes, sin excluir de
1. Los progresos de las ciencias de la vida ello al hombre. Lo que ya se ha logrado desde hace algunos
Resumamos de manera rápida lo adquirido. Hace aproxi- años con la posibilidad de controlar químicamente los proce-
madamente dos siglos, las ciencias de la vida llevaron a cabo sos naturales de la ovulación femenina no nos da más que una
esa primera exploración de los hechos que dio al hombre, por primera y quizá muy débil idea de lo que será posible en el
una parte, la posibilidad de una medicina, de una cirugía y de porvenir.
una higiene eficaces, y por otra, una habilidad cada vez mayor
en la domesticación del mundo animal y vegetal, sobre todo en 2. Los progresos de las ciencias del psiquismo
beneficio de la producción de alimentos. Los primeros resul-
tados de esta conquista son el avance de las técnicas agrícolas En cuanto a las ciencias del psiquismo y del hecho humano,
y, más aún, la actual expansión demográfica. Por su parte, las éstas también pueden experimentar progresos espectaculares.
ciencias humanas han enriquecido y afinado el conocimiento El condicionamiento de base, tanto físico-químico como ner-
psico-fisiológico de la vida mental, en especial de su formación vioso y cerebral, de la vida mental es explorado cada día más.
infantil, su motivación social y sus modalidades patológicas. Farmacología, neurología, psicología ven cada día profundizar
También han construido unos cálculos válidos aplicables a las sus conocimientos y —aunque en forma aún limitada— su
formas de actuar y a los comportamientos colectivos, empe- capacidad de acción. Correlativamente, algunas inhibiciones
zando por el campo de la economía, donde en la actualidad colectivas desaparecen o, más bien, se transforman en el seno
vemos ya una notable capacidad para controlar los procesos. de las sociedades modernas, las cuales —para bien o para
El resultado de todo ello es triple, al menos en un medio de mal— no tienen ya las mismas exigencias morales que en el
civilización avanzada. Se ha obtenido un indiscutible mayor pasado; por ejemplo, mitigación de la dureza punitiva y libe-
confort biológico —alimentación, salud, etc.—. El condiciona- ración del erotismo. Por otra parte, la intervención científica
miento disciplinado que la sociedad impone al individuo en y social en el hecho humano de tipo estadístico ha encontrado
razón de las necesidades para un buen funcionamiento global ya todo un conjunto de instrumentos nuevos, partiendo de los
se ha hecho sensiblemente más explícito. Y, para terminar, ordenadores electrónicos y hasta los medios de comunicación
numerosas posibilidades culturales se ponen en circulación a con la masa: radio, cine, televisión, etc. Nada de todo esto
nivel de la masa humana, se las hace asequibles para todos, anuncia aún las mutaciones conceptuales totalmente decisivas;
incluso cuando no existe bastante tiempo disponible y cuando éstas, si alguna vez hubieran de presentarse, están aún más
la educación no es la suficiente para permitir que todos las lejos de nosotros de lo que podría estarlo la gran mutación
aprovechen. de la biología capaz de producir la síntesis científica de la vida.
Ahora bien: parece que las ciencias biológicas van a lograr Estas conquistas, tanto si está lejos como si está próximo
descifrar modalidades capitales de constitución de la vida a todo lo que puedan tener de decisivo, se caracterizan por la
partir de concreciones elementales de la materia. No es impo- posibilidad que se le ofrece al hombre de actuar científica-
sible que dentro de poco los laboratorios de biología estén en mente sobre sí mismo de una forma directa. El hombre puede
posesión de todas las fases naturales cuya integración desem- modificar su cuerpo, su equilibrio natural de salud y enfer-
boca en la realidad del organismo vivo. Podrá pensarse enton- medades, las condiciones de su reproducción. Quizá pueda
ces en la fabricación elemental de formas vivas, en la investi- pronto influir sobre su desarrollo ontogénico. El hombre pue-
gación de variantes de las evoluciones ya experimentadas... de actuar sobre su psiquismo, tanto por la ingestión de diver-
28
434 D. Dubarle El hombre y su humanidad 435

sas sustancias, cada vez más numerosas, como por los múltiples en el momento en que le es imposible atenerse a las costum-
condicionamientos intencionales que van desde el adiestra- bres del pasado, el hombre no puede conocer aún lo que su
miento o la educación individual hasta los adoctrinamientos humanidad deberá y podrá llegar a ser. A cada época le queda
y las fascinaciones colectivas. La gestión científica de la vida tan sólo el recurso de tantear, de probar, lo que podría ser, a
social, cosa que se ha hecho indispensable, tiene como reper- riesgo de tener que corregir los ensayos hechos en el momen-
cusiones modificaciones mentales y culturales muy profundas. to en que se hace patente que no conducen ni pueden conducir
Dicho de otra manera: el hombre actual está sometido por sí a nada bueno. Así ocurre y así ocurrirá con la utilización de
mismo a un tratamiento demasiado multiforme de sí mismo, los nuevos conocimientos que las ciencias de la vida y del
tratamiento constantemente obsesionado por aumentar su efi- hombre van a traernos.
cacia por medio de la ciencia; un tratamiento en el que, debido Es indudable que en el futuro la modalidad de la marcha
a las iniciativas individuales o a los entusiasmos colectivos, humana será la de una acción proseguida en nombre de miras
puede darse lo mejor y lo peor. concretas, en el seno de las cuales el bien y el mal no cesan
de mezclarse y disponerse en alternancia de causalidades, de
forma que los resultados de la acción son con frecuencia para-
3. ¿Optimismo o pesimismo? dójicamente contrarios a los objetivos perseguidos. El esfuer-
zo de buena voluntad puede conducir a resultados desgracia-
Podemos, pues, imaginar una humanidad mejorada por dos, el actuar mal puede dar lugar a consecuencias favorables.
la manera en que se transforma bajo la dirección de la ciencia Cuando esto se produce a nivel de historia, no engendra un
—como la imaginó el optimismo dentista del siglo xix, here- estado feliz del hombre. Sin embargo, hay mucha diferencia
dero de la filosofía de la Ilustración—, o bien una humanidad entre la afanada y afligida historia del hombre que es la con-
que, a fuerza de querer poner inconsideradamente en acción dición permanente de la realidad terrestre, y esta historia
los recursos de la ciencia, caería en una sofisticación radical condenada que el pesimismo inquieto se imagina, aun cuando
de sí misma. Una idea de este tipo es la que inspira gran nú- muchos aspectos de la situación humana nos sugieran fácil-
mero de novelas modernas de anticipación (por ejemplo, Un mente los modelos para ello.
mundo feliz, de A. Huxley).
La idea de que un resultado de este tipo es posible tiene
su utilidad tanto para el cristiano como para el filósofo. Com- 4. El cristianismo de una humanidad en busca
pleta de manera oportuna el lisonjero cuadro de las posibili- de su esencia
dades de la ciencia con estas imágenes más sombrías. Así se
renueva para nuestro uso el viejo método platónico de los dos Para terminar, y no es éste el propósito menos importante
modelos opuestos de realización de la existencia: la una feliz del presente artículo, es obligado enfrentar al cristiano con
y la otra afligida por una extremada infelicidad. Pero nada su propia fe, invitándole a profundizar las enseñanzas de ésta.
sería más inútil que dedicarnos a hacer una reflexión horro- Hay mal en la acción humana, y éste, de una u otra manera,
rizada de tales imágenes del fracaso humano hipnotizándonos hiere ineluctablemente la humanidad misma del hombre en
para el presente con los síntomas juzgados desfavorables y el momento en que las obras humanas vuelven a los que las
paralizando la acción a causa de la falsa persuasión de que se hicieron, y más aún cuando el hombre se hace objeto de su
va irrevocablemente hacia el mal. Recordemos, ante todo, a propia acción. La herida de la humanidad corre peligro de
los que tienden a este tipo de dramatización pesimista que, hacerse más profunda o más perniciosa en el momento en que
436 D. Dubarle
la acción del hombre dispone de ese recurso que llamamos
ciencia. Y a pesar de ello, ese mal, las heridas que produce
están conjuradas en su origen por Jesucristo y por todo lo que
se hace solidario de él en el seno del mundo humano.
De aquí el verdadero papel del cristiano en el mundo
—sal de la tierra, a condición de que no se desvirtúe—, en-
cargado en cada generación de terminar lo que queda por cum- LA REVOLUCIÓN TÉCNICA Y SUS CONSECUENCIAS
plir de la acción redentora de Cristo. No hay, sin embargo, PARA LA ACTUACIÓN MORAL Y POLÍTICA
que sorprenderse si el éxito de la empresa cristiana es sólo
parcial y muy imperfecto dentro de nuestra historia. La ma-
terialización misma del éxito cristiano es sólo temporal. Es I. ¿QUE SIGNIFICA REVOLUCIÓN TÉCNICA?
preciso que, pasado ese tiempo, se deshaga y se vuelva a dis-
persar, como ya ha ocurrido con lo que pensamos que fue el En el mismo título de estas reflexiones que ofrecemos en
éxito humanista de la cristiandad. Y es más, a lo largo de los torno a la revolución técnica y sus consecuencias para la ac-
milenios la redención de la humanidad sigue siendo contem- tuación moral y política nos encontramos ante una dificultad
poránea de la maduración de lo que San Pablo llama el «mis- terminológica: el concepto de revolución. En los libros y en
terio de la iniquidad». El camino histórico del hombre en las discusiones actuales sobre el problema de la técnica y el
busca de su esencia apunta contradictoriamente en dirección mundo técnico aparece constantemente este concepto. Puede
a una humanidad eterna, felizmente lograda, al mismo tiempo significar, en tal contexto, fenómenos muy distintos y con-
que a aquello que es su misma negación. Con respecto a esto, tener muy diversos elementos; así, por ejemplo, la acelera-
el conjunto humano, hoy como ayer, está corriendo el riesgo ción progresiva en el desarrollo de los medios técnicos y de
de ir contra su propia humanidad, peligro que en su forma sus posibilidades, o la indeterminación de una situación que
última es el riesgo de la libertad, de la voluntad humana puede conducir a la disolución de determinadas estructuras o
puesta en la disyuntiva de acoger o rehusar la gracia, de ad- a su nueva creación, o bien el cambio de estructuras sociales
mitir el universo de los hijos de Dios o de buscar sin Dios, y políticas.
y hasta contra El, una humanidad distinta y un universo que Ahora bien: todos estos elementos pueden ser caracterís-
sea su reflejo. ticos de una revolución, pero no constituyen por sí mismos la
D. DUBARLE revolución como tal, pues son fenómenos que surgen de un
modo objetivo, pero no son queridos, decididos o provocados
por cierto apasionamiento del hombre en favor de la libertad
o la justicia. Son fenómenos que obedecen a una mutua con-
catenación racional, siendo por ello en cierto modo previsi-
bles: no representan una irrupción de lo irracional en la his-
toria. Sin embargo, y de ordinario, se los designa bajo el
concepto de revolución.
Creo, además, que respecto al fenómeno de la técnica no
existe lo que los marxistas llaman una situación revoluciona-
ria objetiva ni tampoco lo que los liberales denominan re-
438 J. Ellul Revolución técnica y sus consecuencias 439
volución. Nos hallamos, pues, ante un concepto demasiado bable de la técnica en los próximos veinte, treinta o cincuen-
sobrecargado de pasión e imaginación para que podamos uti- ta años '.
lizarlo en un trabajo que pretende ser científico. En mi opi- En contraposición a lo anteriormente dicho, resulta suma-
nión, hoy día se puede hablar, a lo sumo, de una evolución mente difícil hacer predicciones sobre los efectos que pueda
acelerada de la técnica. producir el incremento de la técnica en la política, en la socie-
dad, en la propia humanidad y, en menor cuantía, en el ámbito
económico. Este crecimiento de la técnica pone en tela de jui-
cio todas las cosas. Modifica las relaciones tradicionales: ahora
II. LAS POSIBILIDADES DEL PROGRESO TÉCNICO
todo depende de la técnica, y la evolución en sus diversos ni-
veles se realiza hoy en dependencia del progreso técnico mien-
Podemos comenzar diciendo que las posibilidades del tras los demás motivos adquieren una importancia secundaria.
progreso técnico son ilimitadas. Con ayuda de la técnica, el Las dificultades de una predicción en este segundo campo, es
hombre puede realizar prácticamente todo. La técnica no co- decir, referida a los efectos de la técnica en el ámbito político,
noce fronteras ni es previsible una detención en su marcha; económico y sociológico, se hallan originadas, en mi opinión,
todo lo que se pueda imaginar llega a realizarse. Por su misma por una doble causa. La primera depende de los dos modos
esencia, la técnica no puede ser detenida en su evolución. Su de predecir: hay una predicción sobre el progreso de la téc-
marcha únicamente podrá ser interrumpida por factores ex- nica en cuanto tal, y hay otra sobre los resultados de ese pro-
trínsecos; así, por ciertos factores económicos, o bien por la greso. La evolución de la técnica se realiza según el esquema
imposibilidad de conseguir los medios necesarios para la rea- de las causas; por eso la predicción habrá de verificarse por
lización de todo aquello que la técnica puede hacer, o también una acumulación y asociación de datos. Cada uno de estos
a causa de los obstáculos de la evolución que pueden provenir, datos llega a su realización en un corto plazo, y por ello son
por ejemplo, de una marcha más lenta en la investigación cien- fácilmente comprensibles. Por el contrario, en el ámbito po-
tífica previa. Este progreso técnico pertenece al ámbito de lo lítico, económico o social desempeñan un importante papel
racional y por ello, en su conjunto, es previsible para el téc- una serie de juicios de valor, de deseos, de planes y modelos.
nico. El desarrollo de la técnica se realiza según un proceso Por eso esta evolución jamás se realiza por una simple trans-
causal, no final; por eso es posible saber y calcular lo que se posición de la técnica a una situación determinada social o
hará o podrá hacerse en el año 2000 o 2100. Hemos llegado política, sino por una conjunción de ideologías y técnica. En
así a una importante característica del desarrollo técnico. El consecuencia, tal evolución no es nunca el resultado de una
progreso de la técnica se realiza, pues, por la colaboración de acumulación de avances a corto plazo, pues —generalmente
unos elementos ya conocidos de antemano, no por una marcha hablando— el hombre sólo puede abarcar con su mirada una
hacia una meta determinada. El científico o el técnico hace evolución a largo plazo. Lo cual hace sumamente difícil una
avanzar su técnica científica por medio de aquellos elementos predicción, ya que tal predicción a largo plazo no sería del
de que dispone y que le son conocidos y no en virtud de una mismo género que una a corto plazo.
imagen que él tenga del futuro. Las predicciones sobre un Otra dificultad proviene de lo que suele denominarse la
objetivo son siempre inseguras, mientras que una predicción
sobre la colaboración de unos datos reales y concretos es mu- 1
Por ejemplo: 1. Informe de la Rand Corporation, del año
cho más segura. Por eso existe un gran número de informes 1965. 2. Informe soviético de Coutchev y Vassiliev acerca de la
publicados por científicos, que nos describen la evolución pro- predicción sobre el progreso técnico (1964).
440 J. Ellul Revolución técnica y sus consecuencias 441

ambivalencia de la evolución técnica. Yo no creo que el pro- creo que únicamente cabe presentar ciertas directrices y con-
greso técnico sea algo exclusivamente positivo, como tampoco diciones con vistas a intentar una solución.
creo que sea algo exclusivamente negativo. Es ambivalente
de un modo absoluto, no sólo porque puede ser utilizado para
el bien o para el mal —según nuestro albedrío y a nuestro III. TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS, SOCIALES Y POLÍTI-
gusto—, sino porque encierra en sí mismo una serie de ele- CAS QUE SON PREVISIBLES Y DESEABLES EN EL ÁMBITO DE
mentos buenos y malos. Diremos aquí, de pasada, que todo LA VIDA HUMANA
progreso técnico soluciona cierto número de problemas que
se nos plantean, pero origina, al mismo tiempo, otros proble- Nos ocuparemos, pues, de la primera pregunta: ¿qué es
mas nuevos generalmente de orden distinto y cuya solución lo que se puede prever? Constantemente nos encontramos
resulta no menos difícil que la de los anteriores. Podríamos ante la tentación de querer planear a largo plazo. Esto signi-
decir también que todo progreso técnico entraña unos resul- fica qucestamos tentados a afirmar, por ejemplo: cuando el
tados que son del todo imprevisibles y que escapan a la vo- automatismo haya alcanzado su máximo nivel evolutivo ten-
luntad humana colocándonos, después de cierto tiempo, ante dremos bienes sobreabundantes, no necesitaremos trabajar,
nuevos y súbitos problemas. etcétera. En mi opinión, deberíamos guardarnos de tales es-
Ahora bien: ¿cuál es la situación del cristiano ante este peculaciones. Una perspectiva a largo plazo se ve reducida,
problema de las posibilidades del progreso técnico? Existe en este campo, al esbozo de una ideología. No podemos, creo
ciertamente un elemento del progreso técnico sobre el que los yo, ofrecer previsiones realmente científicas de lo que suce-
cristianos no poseen influjo alguno: este elemento es la misma derá cuando la automatización haya alcanzado su pleno des-
técnica. En la misma esencia de la técnica se basa su evolu- arrollo. Nos es imposible calcular de antemano las transfor-
ción incesante; ante este hecho es inútil adoptar una actitud maciones que puedan tener lugar. En cambio, tengo la impre-
en pro o en contra: ambas serían demasiado infantiles. Ade- sión de que en este punto nos hallamos ante dos temas de
más, deberemos guardarnos de emitir un juicio de valoración trabajo útiles e importantes. Uno de ellos es el de la predic-
moral —accidental, por otra parte— acerca del crecimiento ción a corto plazo; este problema nos afecta inmediatamente
técnico. No podemos afirmar: «esto es bueno», como tampo- a nosotros como cristianos y encuentra su expresión en la
co: «esto es muy malo». No tendría sentido; como no tiene siguiente pregunta importante: ¿qué forma adoptarán estos
sentido el afirmar del curso de un río que es bueno o que es cambios?, ¿de qué manera se realizará el paso de una socie-
malo. Nosotros hemos de limitarnos a constatar una situación dad en la que la automatización no se ha implantado aún ple-
de hecho: la técnica sigue evolucionando y es imposible diri- namente a otra sociedad que disponga de una automatÍ2ación
gir, detener o cambiar este crecimiento. El primer problema plena?
que deberemos plantearnos es, por tanto, el siguiente: ¿cómo Todo ello afecta, en mi opinión, a los cristianos, pues aquí
ha de vivir el hombre en este mundo de la técnica, nuevo para se trata no ya de una ideología ni de la preparación a unos
él? Esta pregunta habremos de subdividirla: ¿qué cambios acontecimientos que sobrevendrán en un futuro lejano, sino
probables son previsibles en el campo social, político y eco- de la situación del hombre actual; se trata, por tanto, del
nómico en virtud de la técnica? Y el segundo aspecto del pro- problema: ¿qué dificultades encontrará el hombre? La auto-
blema: ¿cuáles de estas transformaciones son capaces de ser matización producirá, en efecto, y ya en un futuro inmediato,
influidas? Los lectores quedarán indudablemente decepcio- toda una serie de dificultades. Apenas cabe dudar de las ne-
nados, pues no daré respuesta a todas estas preguntas porque fastas consecuencias que originará la automatización en el
442 J. Ellul Revolución técnica y sus consecuencias 443

campo del paro obrero; evidentemente, la automatización co- próximo. Si nos hemos figurado ciertas imágenes de nuestros
rre además peligro de producir ciertos cambios en determina- deseos, es preciso analizarlas críticamente para descubrir si no
dos sectores de la economía, pues no todos pueden ser auto- serán algo pura y simplemente utópico, si no serán algo total-
matizados en iguales proporciones. Es también claro que en mente absurdo, si no representarán un objetivo que nos está
el nuevo grupo de los trabajadores absorbidos por la automa- prohibido por la predicción a corto plazo de la técnica. No
tización surge toda una serie de dificultades de orden psico- digo: hacia el cual tiende la técnica. Tomemos como ejemplo
lógico (en lo que están de acuerdo muchos psicosociólogos). la democracia. Yo mantengo la opinión de que es especial-
Es verdad igualmente que, en una economía parcialmente auto- mente importante preguntarse si una técnica completa no
matizada, surgen grandes dificultades en la evaluación de los dificulta en una mayor proporción el ejercicio de la democra-
salarios. Estos son únicamente algunos de los problemas más cia; creo también que esto mismo implicaría una transforma-
graves. Puede decirse ciertamente que son sólo casos particu- ción total de las estructuras y de las formas consideradas ge-
lares. Sin embargo, cuando en los Estados Unidos existen cinco neralmente como democracia. Expresado en otros términos:
millones de parados podemos decir que estos casos concretos me parece importante llegar a esa crítica, y en este punto de-
son muchos. Estos problemas, además, esperan una solución, bemos los cristianos desempeñar un papel decisivo en la so-
no así el problema de cómo será la vida en el año 2000 en una ciedad con los conceptos que podamos proponer en una pers-
sociedad totalmente automatizada. pectiva a largo plazo y que podamos examinar a la luz de
Como segundo tema me parece digno de mención lo si- nuestras predicciones técnicas a corto plazo. Entonces acome-
guiente. Si nos hemos detenido en la valoración de una pre- temos la empresa de apoyar una dimensión revolucionaria en
dicción a corto plazo, tal como acabamos de hacerlo y como el proceso evolutivo de nuestra sociedad actual.
nos ha parecido de mayor provecho, también importa, por Pienso que lo que acabo de exponer, y teniendo en cuenta
otra parte, considerar los «valores deseables» de una predic- los problemas planteados por la sociedad técnica, puede com-
ción a largo plazo. Lo «previsible» no es lo «deseable», pues pendiarse en los siguientes conceptos: en líneas generales es
lo deseable se encuentra en contraposición a lo previsible, es necesaria una perspectiva a largo plazo; es preciso emprender
decir, cuando nosotros tenemos algo por «deseable», cuando la tarea de calcular la evolución técnica a corto plazo y hay
contemplamos ante nosotros un lejano futuro deseable, es que intentar igualmente el análisis de la forma en que se
porque este futuro en realidad es imprevisible. Yo creo que puede realizar el paso de una predicción a corto plazo a una
a los cristianos les compete una función esencial en la tarea perspectiva a largo plazo. No se me oculta la posibilidad de
de intentar formular lo que es deseable, de pergeñar el cuadro que mis lectores piensen que todo esto es demasiado abstracto
de lo que podría o puede ser; en mi opinión, no existe nada y que los franceses siguen todavía padeciendo bajo la tenden-
más decepcionante que el ver cómo los cristianos aceptan toda cia a las sutilezas dialécticas. Sin embargo, persisto en mi opi-
concepción acerca de su sociedad sin contribuir por sí mismos nión de que, en la situación actual, es necesario, sobre todo,
a esta labor con algo específico. Si nosotros, como cristianos, conocer y valorar exactamente las diversas implicaciones de
nos limitamos a presentar como ideal a largo plazo la demo- los problemas, pues la ignorancia es algo que, hoy día, me
cracia o la opulencia de la sociedad o la independencia nacio- parece inaceptable. Inaceptable porque nos encontramos, en
nal, no necesitamos siquiera despegar nuestros labios, pues primer lugar, ante unos fenómenos que son generalmente in-
esto, en definitiva, lo dice cualquiera. A mí me parece mucho teligibles y lo serán cada vez más, ya que, al mismo tiempo,
más importante el centrarme en una crítica de aquello que es se hace perceptible un paralelo crecimiento de la conciencia.
deseable en relación con la técnica previsible en un futuro Actualmente nos vemos constreñidos a realizar una acomoda-
444 J. Ellul Revolución técnica y sus consecuencias 445

ción de la conciencia y de la voluntad. Mientras el hombre vi- experimentando esa falta de acomodación, tan evidente; pero
vía en un mundo natural y en una sociedad tradicional se el incremento de la conciencia presupone precisamente dos
amoldaba más o menos espontánea o instintivamente. El hom- elementos: en primer lugar, la voluntad. En la situación de
bre como tal era una parte integrante de la naturaleza, aunque una sociedad técnica es necesaria la voluntad decidida de so-
manteniendo cierta distancia respecto a la misma naturaleza, brevivir y de avanzar, lo cual es mucho más difícil que la
cierta distinción de ella; el hecho de no haberse integrado mera función del instinto, pues nos hallamos situados ante la
plenamente en ella fue lo que le condujo a su hominización. exigencia de adoptar en todas partes una determinada actitud
En nuestra época, en un mundo técnico, no existe ya un ins- de la voluntad.
tinto ni una espontaneidad que pueda ayudar a vivir en un Respecto al segundo elemento, todo fenómeno en el ám-
mundo así. Actualmente ha dejado de existir la aclimatación bito del instinto se ha convertido ahora, hasta cierto punto,
espontánea; nos hallamos, en cambio, a nivel de una acomo- en un fenómeno moral o ético. En el mundo técnico, la posi-
dación voluntaria, consciente y organizada. Y al encontrarnos bilidad manifiesta de la decisión y la necesidad de la concien-
frente a tales exigencias vamos adquiriendo cada vez mayores cia ha traído como consecuencia el que para cada problema
medios para lograr esta acomodación. La necesidad y la posi- se nos ofrezca una clara alternativa ética. Y en este doble
bilidad se hallan, por tanto, en cierta consonancia mutua. plano, el de la voluntad y el de la decisión ética, tienen los
Ante la situación creada por la técnica puede, y debe, crecer cristianos evidentemente una función original, aunque bajo
la conciencia. Pero esto no significa que el hombre de la calle la condición de que no acepten simplemente los puntos de
—y probablemente ni siquiera nosotros mismos— hayamos vista de la sociedad en que viven.
percibido un crecimiento de nuestra conciencia; no obstante,
es verdad que los grupos y sociedades en cuyo seno vivimos
han adquirido una conciencia más viva de sí mismos. Me atre- IV. DIFICULTADES Y TAREAS
vo a afirmar que la sociedad gusta hoy de pensar y reflexionar
sobre sí misma; las clases, los grupos, así como los individuos Al llegar a este estadio de nuestra investigación tropeza-
han adquirido mayor conciencia de su situación, de sus condi- mos con ciertas dificultades de carácter intelectual e ideoló-
ciones, de sus deseos y exigencias. Este incremento de la con- gico. Describiré muy someramente algunas.
ciencia no influye, sin embargo, automáticamente en las con- En primer término nos encontramos con la tendencia a
diciones reales de nuestra situación. Nosotros podemos vivir rechazar todos los conceptos y todos los elementos de la ética
con una conciencia no recta, podemos contemplar el mundo tradicional, todo —por decirlo así— lo que proviene del pa-
y la sociedad técnica en la que nos hallamos instalados a tra- sado. Se ha afirmado con frecuencia que lo que nos impide
vés de una larga serie de interpretaciones falsas. En conse- vivir al compás del progreso técnico de nuestro tiempo son
cuencia, el conocimiento de la realidad sigue siendo la tarea nuestros vínculos con el pasado. Nace así una tendencia a
principal, sin la cual nada podemos lograr. Por ello habremos superar todo aquello que pertenece a este pasado. Esta actitud
de intentar juzgar la situación de nuestra vida y de la sociedad es, en mi opinión, sumamente peligrosa, pues, teniendo en
técnica con un máximo de realismo. Creo que el realismo es cuenta el difícil experimento impuesto al hombre de hoy en
una de las características del pensamiento cristiano. su vida y ante la multitud innumerable de informaciones co-
Por otra parte, el crecimiento de la conciencia no implica municadas al hombre actual por la sociedad técnica, el esfuer-
necesariamente un aumento de facilidades y de disposiciones zo o el mero intento de suprimir los módulos intelectuales,
para vivir en esta sociedad técnica. Continuamente estamos ideológicos y éticos del hombre desembocará en un serio tras-
446 J. Ellul Revolución técnica y sus consecuencias 447

torno de su personalidad si no se le ofrece, al mismo tiempo, Si los elementos fundamentales del análisis precedente so-
un nuevo sistema de pensamiento, una nueva ideología, una bre el incremento de la conciencia, los rasgos típicos de la
nueva ética que le permita sobrevivir y ordenar la totalidad voluntad y el problema de las relaciones entre las previsiones
de las informaciones que recibe. El hombre necesita conceptos a corto y largo plazo están correctamente planteados, no es
generales, adaptados a la realidad, pero que se distingan sufi- preciso ya enjuiciar los acontecimientos y las acciones por su
cientemente de la misma realidad, para garantizar la distancia intención, sino por sus consecuencias previsibles; habría que
del hombre respecto a la realidad técnica, creando así ince- intentar prever en lo posible la totalidad de las consecuencias
santemente aquella separación que siempre existió entre el previsibles dentro de los límites que acabamos de exponer.
hombre y la realidad natural en cuyo seno vivía anteriormen- Ciertas consecuencias podrían parecer peligrosas, pero a pesar
te. Ya habíamos dicho que el hombre que vivía en la natura- de todo es preciso que salgan a la luz pública. Otras nos pa-
leza era simultáneamente idéntico a dicha naturaleza y distinto recerán quizá nuevas e inaceptables. Y otras evocarán la in-
de ella. El hombre se había aclimatado y por eso intentaba seguridad máxima que domina sobre nuestro futuro. No obs-
transformar su mundo ambiental para acomodarlo a sí mismo. tante, cuanto más peligrosas e inquietantes aparezcan estas
El instrumento de su inteligencia le dio la posibilidad de ha- consecuencias, tanto más nos obligarán a encauzarlas dentro
cerlo. En nuestra época tendremos que reproducir exacta- del marco de las exigencias serias, reales y decididas que diri-
mente esta aventura en relación con el nuevo ámbito en el gen al hombre. Cuanto más se amplía el campo de lo impre-
que se mueve el hombre. Para esto se necesita un sólido sis- visible tanto más se exige al hombre emprender una labor
tema de pensamiento (que no nos es suministrado por la esforzada para su disminución. Por consiguiente, la amplitud
ciencia) que permita la acomodación y la distinción al mismo de la incertidumbre y la inquietud de lo previsible constituyen
tiempo. En este punto, yo creo que la función de la Iglesia y los presupuestos de un auténtico progreso en cuanto éste es
del pensamiento cristiano deberá consistir no en una mera posible en absoluto.
acomodación a un dinamismo, sino en la presentación de pun- Me parece que el único mal básico de la ética social actual
tos de contacto, de ideas generales suficientemente sólidas radica en la falsa seguridad que da al hombre al afirmar que
para el hombre moderno. (Al decir ideas generales —nótese
todo marcha bien, que el progreso técnico es de por sí ya una
bien— no me refiero a ideas antiguas, superadas, de tipo re-
realidad y que existe una coincidencia del progreso técnico
accionario o similar.) La Iglesia debería reflexionar sobre este
con el progreso ético y espiritual. Creo que esta pérdida de
problema.
tensión destruye toda posibilidad, por parte del hombre, de
En este terreno precisamente surge la mayor dificultad, dominar la situación. ¿Para qué habrá de decidir sobre lo que
no tanto originada por la exigencia de cambiar nuestras ideas hay que hacer si existe una coincidencia entre el bien y la
y conceptos cuanto de modificar nuestras formas de interpre- evolución total e inexorable de la técnica? Deberemos limi-
tación de los hechos y los acontecimientos. La humanidad tarnos a dejar que las cosas sigan su curso, y todo marchará
tradicional —y a ella siguen perteneciendo también los cris- bien. En mi opinión, el advertir al hombre de sus responsa-
tianos— ha juzgado siempre, partiendo de la acción, sobre las bilidades significa precisamente dejar la situación en aquel
relaciones de ésta con la intención. En realidad, esta forma de estado de ambigüedad en el que nos sitúa la técnica. Con ello
enjuiciar la intención ha perdido completamente su valor como no quiero afirmar en modo alguno que la técnica sea algo de-
consecuencia del fenómeno de la técnica. No podemos con- plorable. Mas, por otra parte, creo también que la técnica,
tentarnos con una mera adición de motivaciones cristianas como tal, no supone progreso alguno, sino que exige de los
adosada a una acción cualquiera. hombres un progreso.
448
J. Ellul

Todo esto representa únicamente los primeros pasos de


una reflexión. Creo que los cristianos no sólo tienen la fuerza
para ofrecer un ejemplo de tal reflexión, sino también el deber
de ofrecerla. Y habrán de hacerlo con tal profundidad, con
tal sabiduría y realismo, que aparezca no como un don de la
naturaleza, sino como dones del Espíritu Santo.

J. ELLUL VALORES
RELIGIOSOS
EN
LA ÉPOCA DE LA TECNOLOGÍA

I. LO NUEVO DE NUESTRA ÉPOCA

Si queremos rastrear las implicaciones que entraña lo que


tiene de nuevo nuestra época para la tarea teológica y para
el papel de las iglesias en la sociedad, parece oportuno co-
menzar por señalar qué es lo nuevo de nuestra época.
El hecho de que hay algo nuevo no es nuevo. Cada época
ha tenido siempre algo nuevo; de lo contrario, no podríamos
distinguirlas en la historia. Lo que debemos examinar es qué
es lo particularmente nuevo en nuestra época, pues lo nuevo
no es menos nuevo porque lo viejo fue también nuevo en un
tiempo.
Tampoco es extraordinariamente nuevo el simple relieve
de la ciencia y la tecnología en nuestra época. Una auténtica
explosión de tecnología industrial dio nombre a toda una épo-
ca hace dos siglos, y es dudoso que una idea científica deje en
el mundo una huella tan profunda y amplia como la de Isaac
Newton un siglo antes.
Finalmente, no está claro que lo nuevo de nuestra época
consista en la velocidad a que cambia. Los datos parciales que
poseemos, por ejemplo en el campo restringido de la econo-
mía, indican lo contrario. La curva de crecimiento, por lo que
se refiere al centenar de años en que puede seguirse, es suave
y no da motivos para hablar de cambio explosivo o ascenso
discontinuo. Por lo demás, nos faltan la estabilidad de con-
cepto, la precisión de método intelectual y los datos necesa-
29
450 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 451
rios para hacer cualquier afirmación segura sobre la velocidad se enfrentaron con la necesidad física, con la cruda impenetra-
de los cambios sociales en general. bilidad de la naturaleza, e intentaron llegar a un entendimien-
Por tanto, es para mí sospechoso todo argumento que pre- to con ella, sólo ha cambiado el lenguaje. El drama ateniense
tende demostrar que la novedad es nueva entre nosotros, o plasmó la sumisión a la misma como a un hado. Sócrates la
que es nueva una pronunciada influencia de la ciencia y la conceptualizó como ignorancia, y sus discípulos como mate-
técnica, o la rapidez del cambio social. A mi entender, tales ria física. Los precristianos la calificaron de «mala». La Igle-
afirmaciones tienen su origen más en el fervor revolucionario sia la exorcizó como el Mal, la condenó como carne o como
y el deseo de persuadir que en un conocimiento con base só- algo ilícito. Luego fue el principio de la sinrazón en la filoso-
lida y un deseo de instruir. fía moderna, en la forma de la Sustancia de John Locke, como
Ño obstante, evidentemente hay algo nuevo, y sus impli- lo múltiple amorfo de Kant o la duración pura de Bergson.
caciones son importantes. A mi juicio, nuestra época es dis- Ha conquistado la mística en la forma de nirvana, la puche
tinta de todas las épocas anteriores en dos cosas principales: como el Id, y a los franceses recientes, como al objeto ciego
en primer lugar, disponemos, en términos absolutos, de una del compromiso existencia!.
cantidad escalofriante de poder físico; en segundo lugar, y Lo que los hombres han estado diciendo de todas estas
esto es lo más importante, comenzamos a pensar y obrar con formas distintas es que la naturaleza física parecía tener una
plena conciencia de este hecho. Nuestra época, por tanto, es
estructura propia, casi diríamos una voluntad, que no ha ce-
la primera que puede aspirar a verse libre de la tiranía de la
naturaleza física que ha atormentado al hombre desde sus dido fácilmente a los planes y objetivos del hombre. Ha sido
comienzos. una realidad bruta con que el hombre topa inevitablemente,
un residuo, una especie de último estadio existencial que per-
mitía, pero también limitaba, el desarrollo del pensamiento
y la acción.
II. LA TIRANÍA TRADICIONAL DE LA MATERIA Sería difícil sobreestimar las consecuencias que este ca-
rácter recalcitrante de lo físico ha tenido en el pensamiento y
La conciencia de la imposibilidad física ha tenido una his- en la perspectiva de los hombres. Durante la mayor parte de
toria larga y deprimente. Podíamos imaginar que esta historia la historia, éstos debieron aprender a planear y actuar en tor-
comenzó con el miedo de los primeros hombres frente a una no a un reducto permanente de imposibilidad. El hombre
naturaleza brutal y recalcitrante. La tierra, el aire, el fuego podía viajar por mar, mediante embarcaciones de remo o vela.
y el agua —los elementos eternos, inmutables, de la física an- Pero no podía viajar dentro del mar. Podía recorrer tierras a
tigua— imponían sus exigencias a los hombres, los empeque- pie, en cabalgadura o sobre ruedas, pero no podía volar. Le-
ñecían, estaban por encima de ellos, permanecían indiferentes, yendas como las de Dédalo y Poseidón presentaban en el arte
si no abiertamente hostiles, a ellos. El mundo físico interve- lo que los hombres no podían anhelar ver convertido en rea-
nía ampliamente en los asuntos de los hombres, y éstos eran lidad.
impotentes frente a él. Homero cantó este hecho poniendo
dioses en la naturaleza, y los primeros filósofos lo reconocie- También el pensamiento estaba circunscrito. Había miles
ron cuando convirtieron sucesivamente cada uno de los ele- de posibilidades en la existencia, pero no eran ilimitadas, pues
mentos naturales —el agua, el aire, la tierra y el fuego— en no incluían la alteración de la estructura física de la existencia
principio fundamental de toda existencia. misma. El hombre podía en principio conocer todo lo que era
posible, de una vez y para siempre. ¿A qué otra cosa sino a
Desde entonces hasta ahora, cuando las épocas sucesivas esta posibilidad de conocimiento completo alude Platón con
452 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 453

su Idea de lo Bueno? La tarea del pensamiento era discernir, dio deliberado de ocuparnos del futuro, en lugar de considerar
comparar y seleccionar entre este mundo fijo y eterno de a éste únicamente como un agente incontrolado que trastorna
posibilidades. Sus opciones no se extendían más allá de él, de el presente. Ya no esperamos a que el invento se dé como
igual modo que las opciones del ajedrecista no rebasan las que algo ocasional. Lo perseguimos y forzamos, porque lo consi-
permite el tablero y las piezas del juego. Había una ley natu- deramos como un medio para salir de las fronteras hasta ahora
ral —decían los hombres—, a la que debe servir siempre toda inviolables que la naturaleza física nos imponía en el pasado.
ley humana y que fijaba los patrones y hábitos de lo que era Francis Bacon, en el siglo xvi, fue el primero que previo
pensable. el potencial de poder físico en el conocimiento científico. Nos-
otros somos los primeros que, como he indicado, tenemos
realmente en la mano una parte de ese poder suficiente para
III. LA PROMESA DE LA TECNOLOGÍA crear posibilidades nuevas casi a voluntad. Mediante cambios
físicos masivos, deliberadamente provocados, podemos literal-
Durante todo este tiempo se realizó ocasionalmente algún mente arrancar a la naturaleza nuevas alternativas. La vieja
invento que produjo un cambio físico. De este modo hacía tiranía de la materia ha quedado rota, y nosotros lo sabemos.
posible algo nuevo, como añadir un peón al ajedrez. Las posi- En el siglo xvn descubrimos que el mundo físico no era en
bilidades físicas nuevas son el resultado de un invento, de la absoluto como habían pensado Aristóteles y Tomás de Aqui-
técnica, como decimos hoy. Esto es lo que significan «inven- no. Hoy estamos en camino de reconocer que el mundo físico
to» y «tecnología». Todo invento, desde la rueda al cohete no necesita ser como es. Lo podemos cambiar y configurar de
interplanetario, ha creado posibilidades nuevas que no existían modo que se acomode a nuestros propósitos.
antes. Pero en el pasado los inventos fueron pocos, raros, ex- En resumen, la tecnología ha llegado a su madurez, no
cepcionales, y tenían carácter maravilloso. Eran inesperadas simplemente como capacidad técnica, sino como un fenómeno
rupturas de la norma, sorpresas a las que las sociedades se social. Tenemos el poder para crear nuevas posibilidades y la
adaptaban a posteriori. Por otra parte, su frecuencia era ge- voluntad para ello. Creando nuevas posibilidades, aumenta-
neralmente escasa, de modo que las adaptaciones podían ser mos el número de opciones posibles. Con más opciones posi-
lentas e inconscientes, sin alteración radical de la imagen que bles tenemos más oportunidades. Con más oportunidades po-
se tenía del mundo o de los patrones tradicionales de pensa- demos tener más libertad, y con más libertad podemos ser
miento y acción. La llamada revolución industrial fue revo- más humanos. Esto, a mi entender, es lo que tiene de nuevo
lucionaria precisamente porque chocó con actitudes, valores nuestra época. Vamos reconociendo que nuestra proeza téc-
y hábitos de pensamiento y acción que estaban completamente nica rebosa literalmente con la promesa de nueva libertad,
impreparados para entenderla, aceptarla, absorberla y cambiar más alta dignidad humana y aspiración libre de trabas.
con ella.
Hoy, paradójicamente, la tecnología se está haciendo me-
nos revolucionaria, a medida que reconocemos y buscamos el
poder que nos da. Ahora los inventos son muchos, frecuentes, IV. ALGUNOS PELIGROS Y NUEVOS PROBLEMAS
planeados, y cada vez se consideran más como cosa natural.
Apenas nos sentiremos sorprendidos cuando lleguemos a la La tecnología, por tanto, se presenta como algo que libe-
Luna. Al contrario, nos sentiremos muy sorprendidos si no ra. Ahora bien: son muchos los que temen que cada vez es-
llegamos. Estamos comenzando a usar el invento como un me- claviza más, degrada y destruye los valores más estimados del
454 E. Mesthene V'alores religiosos en la tecnología 455
hombre. Es importante señalar que esto es así e intentar en- caz que éste resulte irreversible. Evidentemente, la tecnología
tender por qué. A mi juicio, pueden aducirse cuatro razones. no se identifica con el bien. Puede llevar al mal.
En primer lugar no debemos disimular el hecho de que Finalmente, y en un sentido altamente revelador, la tec-
la tecnología ciertamente destruye algunos valores. Mientras nología provoca trastornos, debido a que complica el mundo.
crea un sinfín de posibilidades que hasta ahora no se podían Es difícil concretar en qué consiste este aspecto de la tecno-
soñar, hace también legendarios los valores reales que llena- logía, pero a mi juicio se trata de algo real. Las nuevas alter-
ban antes el mercado. La producción masiva introduce a Bach nativas que crea la tecnología exigen un esfuerzo para exami-
y Brueghel en todos los hogares, pero priva también al solí- narlas, entenderlas y valorarlas. Se nos ofrecen más posibili-
cito artesano de un mercado para la habilidad y el orgullo que dades de opción, y éstas hacen la elección más difícil. Nos
pone en su útil artefacto. Las instalaciones modernas de con- enfrentamos con la necesidad de cambiar, y esto desbarata las
ducción de agua eliminan la fuente del pueblo, y las ciudades rutinas, inhibe la confianza en el hábito y exige adaptación
modernas son hostiles al deseo de echar raíces y crecer en un personal a posturas más flexibles. Chocamos con peligros que
trozo de campo. Algunos valores pueden considerarse como exigen un continuo reexamen de los valores y una prontitud
definitivamente perdidos. Intentar restaurarlos es vano y li- a abandonar los viejos compromisos para entrar en otros nue-
mitarse a lamentar su pérdida no conduce a nada. Pero es per- vos, más en armonía con la experiencia que cambia. Toda la
fectamente humano echarlos de menos durante algún tiempo. tarea de vivir parece resultar más dura.
En segundo lugar, la tecnología revela con frecuencia lo
que la tecnología no ha creado: el coste en esfuerzo humano
bruto, por ejemplo, de los pocos oasis de la civilización pasa- V. EL RECELO ANTE LA TECNOLOGÍA
da, cuyos valores sólo podía disfrutar una pequeña élite. Aho-
ra los medios de difusión revelan lo oculto y hacen público Este aspecto negativo de la tecnología es confundido a
lo secreto. Los medios de transporte exhiben lo mejor ante veces con la tecnología misma. Y así puede oscurecerse la
los menos favorecidos por la suerte. El aumento en la produc- visión de ésta en dos cosas que merecen ser destacadas. Esta
tividad origina más educación, de modo que son más los que confusión puede llevar a una desconfianza general en el poder
leen, se enteran, comparan y se sienten insatisfechos. Así, y en las obras de la mente humana, estableciendo una falsa
pues, la tecnología parece con frecuencia la gota final, siendo dicotomía entre las empresas científicas y tecnológicas moder-
así que se limita a iluminar la carga humana, en lugar de nas por una parte y cierta concepción idealizada y estático-
aumentarla. precientífica de los valores humanos por otra. Asimismo, pue-
En tercer lugar, la tecnología podía considerarse como un de influir en la discusión de ciertos temas importantes contem-
mal, porque indiscutiblemente contiene el mal en potencia. poráneos, que surgen por obra del impacto de la tecnología
en la sociedad, de modo que obstaculice en lugar de favorecer
Con ella podemos explorar el cielo o destruir el mundo. Po-
el entendimiento y con eÜo inhiba en lugar de facilitar la ac-
demos curar enfermedades o envenenar poblaciones enteras.
ción social necesaria para hallar la solución.
Podemos liberar millones de seres esclavizados o esclavizar a
Debido a que las confusiones y el malestar que acompañan
otros nuevos millones. La tecnología no es más que posibili- a la tecnología son más inmediatos y por ello resaltan más que
dad, y en este sentido es neutral. Las nuevas oportunidades su poder y su promesa, algunos consideran la tecnología como
que nos ofrece incluyen nuevas oportunidades de errar. Su un intruso ajeno y hostil en la escena humana. Así, parece
poder masivo puede llevar al error masivo, y de forma tan efi- imposible de distinguir de ese otro viejo intruso, ajeno y hos-
456 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 457

til: la última e impenetrable necesidad física de que he habla- y usarlo. Pero esto, indudablemente, es una incitación a ser
do. De este modo, puesto que el hábito se resiste a morir, inteligentes, no una invitación a desesperar.
tiene lugar una de esas curiosas inversiones de la imaginación
que no son desconocidas en la historia. Nuestro recién adqui-
rido control sobre la naturaleza es considerado como la última vi. TECNOLOGÍA Y TRABAJO
tiranía de la naturaleza. El conocimiento y el consiguiente
dominio del mundo físico que hemos logrado, las herramientas Una actitud de desesperación puede también, como he
que hemos arrancado a la naturaleza y las maravillas humanas sugerido, influir en modos particulares de entender problemas
que estamos construyendo en ella despiertan en algunos el particulares y obstruir así una acción inteligente. Creo, por
temor ante una técnica insidiosa, incontrolable e impersonal ejemplo, que esta actitud ha creado confusión en el debate
que acabará irremisiblemente, se nos dice, por robarnos nues- público sobre los efectos de la tecnología en el trabajo y el
tro modo de vivir, nuestra libertad y nuestra humanidad. empleo.
No se trata de un síndrome totalmente nuevo. Hace pen- El problema ha asumido persistentemente la forma de te-
sar en el prisionero que, tras largo tiempo encerrado, puede mor de que las máquinas dejen al hombre permanentemente
acobardarse ante la responsabilidad de la libertad y preferir sin trabajo. Este temor ha impedido que se distinguiera entre
la falsa seguridad de su celda familiar. Nos recuerda más to- dos cuestiones fundamentalmente distintas. La primera es una
davía a Sócrates, que preguntaba sobre aquel otro prisionero, cuestión de análisis económico y de política económica y de
en la caverna de la ignorancia, si no le dolerían los ojos al mano de obra, cuestión sobre la que se sabe ya mucho, que
tener que mirar a la luz del conocimiento, «de modo que in- es posible analizar mediante métodos bien elaborados y rigu-
tentaría escapar y volver a las cosas que podía ver distinta- rosos, y sobre cuyas dimensiones e implicaciones se ha logrado
mente, convencido de que éstas eran realmente más claras un alto grado de acuerdo entre los profesionalmente compe-
que los otros objetos que le eran mostrados». ¿No es una tentes.
huida muy semejante a ésta el tildar de impersonalidad y hos- Existe acuerdo en que el nivel de empleo está en función
tilidad al conocimiento y a las herramientas que al fin pueden del conjunto del desarrollo económico más que principalmente
liberarnos de la milenaria impersonalidad y hostilidad de una de la mecanización y automatización de la producción; en que
naturaleza física recalcitrante? hay pocas perspectivas de paro forzoso para amplios sectores
La tecnología tiene dos caras: una cargada de promesa y de la masa trabajadora; en que no hay pruebas ni de que
otra que puede desanimarnos y derrotarnos. La libertad que aumente el número de parados en la sociedad ni de que se
implica nuestro poder frente a la tradicional tiranía de la ma- empobrezca progresivamente la fuerza trabajadora como con-
teria —frente al mal que hemos conocido— lleva consigo la secuencia del aumento de eficiencia en las máquinas.
nueva responsabilidad y la nueva carga de aprender a tratar Existen, naturalmente, y siempre existirán, serios proble-
la materia y a neutralizar el mal, junto con todos los demás mas para determinados individuos, determinadas ocupaciones
problemas de que nos hemos tenido que ocupar siempre. Esto y determinadas industrias como resultado de cambios en las
es otra manera de decir que más poder, más posibilidad de máquinas y en las capacidades de manejarlas, a medida que
opción y más libertad requieren más saber, si se quiere que siguen operándose cambios económicos y tecnológicos. Pero
proporcionen más humanidad. El malestar de nuestra época, los conocimientos teóricos y empíricos, los medios políticos
como han señalado muchos, consiste en que nuestro poder y los mecanismos sociales para ocuparse de esos problemas
aumenta más de prisa que nuestra capacidad de entenderlo están mejor desarrollados que en cualquier otro campo seme-
458 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 459

jante de la acción social. Estos incluyen medidas para descu- los bienes que consumimos. A medida que las máquinas pue-
brir y amortiguar los golpes de transición que son inevitables dan hacerse cargo de lo que nosotros hacemos, nosotros po-
en una economía cambiante, por muy alta y consistente que dremos hacer lo que las máquinas no pueden. También esto
sea su velocidad de crecimiento. Cuando la acción no remedia es una liberación: la liberación de los esclavos de la historia
la necesidad en este campo, se debe a falta de voluntad polí- para ser finalmente hombres.
tica, no de conocimiento. Este es, a mi juicio, el significado real de la tecnología
En otras palabras: no es mucho lo verdaderamente nuevo para el trabajo. Pretender lo contrario, que las máquinas nos
en las consecuencias probables de la automatización sobre el empobrecerán y deshumanizarán, es ver nuestro tiempo al
empleo. La automatización no es más que la última forma de revés, no saber leer los hechos evidentes que tenemos ante
la mecanización, en la que se ha reconocido un importante los ojos. Con esta actitud vendríamos a abandonar la razón
factor en el cambio económico al menos desde la revolución para refugiarnos en la desesperación, y esto me hace recordar,
industrial. Lo ciertamente nuevo es una mayor conciencia so- pensando en una generación nueva, las palabras de Franklin
cial de las implicaciones que tienen las máquinas para los Roosevelt: «A lo único que debemos tener miedo es al miedo.»
hombres, derivadas de la escala, prevalencia y visibilidad sin
precedentes de la moderna innovación tecnológica. Es tam-
bién, sin duda, una cuestión de trabajo, pero no de empleo VII. EL MIEDO A LA CIENCIA
en la connotación económica del término. Es una cuestión
distinta, que a menudo ha sido confundida con la económica Estos temores radicalmente irracionales frente a la tecno-
por haber sido formulada, incorrectamente, como una cues- logía tienen su contrapartida en el miedo popular a la ciencia
tión de automatización y empleo. misma. También aquí una desesperación anticipada frente a
Esta cuestión es mucho menos la de si los hombres ten- algunos auténticos problemas creados por la ciencia y la tec-
drán empleo que la de qué es lo más útil que pueden hacer nología pueden enturbiar la visión.
dado el amplio margen de opciones que les hace posibles la Ciertamente es horrible, por ejemplo, pensar en los males
tecnología. Es menos una cuestión técnico-económica que una que, sin quererlo, pueden estar implícitos en la ignorancia y
cuestión de los valores y la cualidad del trabajo. No es una falibilidad del hombre mientras se esfuerza por controlar el
cuestión de qué hacer con la dosis creciente de tiempo libre, mundo que lo rodea y mejorar su suerte. ¿Qué funestos efec-
sino de cómo lograr ocupaciones nuevas que combinen la uti- tos podrán sufrir nuestros nietos por las drogas que curan hoy
lidad social y la satisfacción personal. nuestras enfermedades? ¿Qué monstruos podemos estar crian-
Dicho de otro modo: no veo pruebas de que la sociedad, do inconscientemente mientras aprendemos a manipular el
en una fecha futura, cuando las máquinas puedan satisfacer código genético? ¿Cuáles son las tensiones que provoca en la
ampliamente sus necesidades, necesitará menos trabajo del psyche humana un mundo frío y rápidamente automatizado?
que hoy se hace, o de que no valorará ni recompensará ese Con palabras de Hamlet, quizá sería mejor
trabajo. Pero, en primer lugar, estamos todavía muy lejos de
esa fecha, mientras existan sociedades menos opulentas que ... soportar los males que tenemos
las más opulentas. En segundo lugar existe la obra de educa- que emigrar a otros que no conocemos.
ción, integración y creación, y la erradicación de la enfermedad
y el descontento: tareas que apenas estarán iniciadas mientras ¿Por qué no detener todo este proceso? ¡Cortar la auto-
la mayoría de los hombres tenga que trabajar para producir matización! ¡Cortar la manipulación con la vida y la herencia!
460 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 461

¡Detener la insensata carrera hacia la Luna! Este grito es vie- nos hacen humanos. «Parar» sería el último grito desesperado
jo. Sin duda se oyó por primera vez cuando se inventó la rue- del hombre que abandona al hombre porque se ve derrotado
da. Las tecnologías de la bomba, el automóvil, la máquina de por la responsabilidad de ser humano, la falta final de nervio.
hilar, la pólvora, la imprenta provocaron una dislocación social
acompañada de gritos semejantes. Pero ¿por qué parar ahora,
cuando puede quedar aún un minuto antes que suenen las VIII. LA RECUPERACIÓN DEL NERVIO
doce?
A mi entender, no paramos por tres razones: no necesita- Utilizo aquí esta famosa frase, «la pérdida del nervio»,
mos; no podemos, si continuamos siendo hombres, y no de- para introducir un tercer y último ejemplo de cómo el miedo
bemos. y el pesimismo pueden polarizar nuestro entendimiento y
No es totalmente claro que las bombas atómicas matarán confundir nuestros valores. Me refiero al ejemplo de los que
más hombres que han matado las guerras, pero la energía ató- ven un pecado de orgullo en la confianza que siente el hom-
mica podría eliminar un día el espantoso abismo que separa bre de controlar la naturaleza.
los pueblos más favorecidos del mundo de los menos favore- La expresión «la pérdida del nervio» fue empleada por
cidos. ¿Fue más trágico administrar a un centenar de niños primera vez por el eminente clasicista Gilbert Murray para
una vacuna antipolio defectuosa que cruzarse de brazos y de- caracterizar el cambio de temple que tuvo lugar en la civili-
jar libre el campo al mal? No es claro que el monstruo que zación helenística poco antes de la era cristiana. Los griegos
pueda crear el laboratorio al querer descubrir el secreto de la de los siglos v y iv a. C. creían en la inteligibilidad funda-
vida será más monstruoso que los que creará por sí sola la mental del universo. En la naturaleza de la existencia o del
naturaleza sí sus secretos permanecen ocultos para siempre. hombre no había nada inherentemente incognoscible. Por eso
¿Es realmente claro que la multiplicación pululante es para el creían también en el poder de la inteligencia humana para
hombre un destino último mejor que sufrir, pero posiblemen- conocer todo lo que se podía conocer sobre el mundo y para
te superar, los errores que puede entrañar al aprender? La guiar al hombre en su camino hacia ese conocimiento.
primera razón de por qué no paramos es, a mi juicio, que Las guerras y la mezcla de culturas que caracterizaron el
examinando bien las cosas no podemos decidir si realmente período siguiente llevaron consigo una inestabilidad y una
necesitamos parar. inseguridad que destruyeron esta fe de la época clásica en la
La segunda razón es que no podemos, si queremos con- inteligibilidad del mundo y en la capacidad de los hombres
servar nuestra humanidad. Aristóteles vio hace tiempo que para conocer y obrar. En lo sucesivo habría un campo de co-
«el hombre, por naturaleza, desea saber». Mientras haya vida nocimiento y acción accesible exclusivamente a Dios, no so-
en él, probará y aprenderá todo lo que atrae su curiosidad y metido a la razón o al esfuerzo humano. En otras palabras:
le permite su cerebro. Los que, en el pasado, intentaron parar los hombres se volvían cada vez más a Dios para que éste
este impulso acabaron siempre por perder. hiciera por ellos lo que ellos ya no tenían confianza de hacer
Finalmente, no paramos porque no dejaríamos de ser hom- por sí mismos. Esto fue la pérdida del nervio.
bres. No creo que incluso los que gritan más fuerte contra la El peso de lo que he venido diciendo hasta aquí es que
ciencia estén dispuestos a admitir que el hombre se ha demos- los tiempos están cambiando. Tenemos el poder y la voluntad
trado incapaz de controlar sus propias creaciones. Admitir de probar y cambiar la naturaleza física, de controlar nuestra
esto sería lo último en deshumanización, pues sería renunciar propia biología y la de los animales y plantas en el mundo
a las cualidades de inteligencia, valor, visión y aspiración que que nos rodea, de modificar nuestro tiempo atmosférico, de
462 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 463

alterar la personalidad humana, de llegar a la Luna y al resto seguir siendo eficaz en el mundo. Estas interpretaciones pro-
del cielo mañana. Dios, el alma humana o los misterios de la ceden de hombres que tienen todavía que recuperar su nervio
vida ya no son objetos impropios de estudio. Estamos dispues- —o que lo han perdido de nuevo— y que por ello sólo ven
tos a probar cualquier cosa a la que nos Heve la imaginación. mal en el poder, peligro en el conocimiento y pecado en la
Estamos convencidos de nuevo, por primera vez después de confianza humana. De este modo, enturbian la cuestión cru-
los griegos, de la inteligibilidad esencial del universo: no hay cial que plantea la tecnología a la religión: la cuestión de su
nada en él que en principio no sea cognoscible. Como ha dicho relevancia. La religión se halla hoy en crisis porque ha perdi-
el sociólogo Daniel Bell, «hoy sentimos que no hay secretos do en gran medida su viejo papel y tiene que encontrar otro
inherentes en el universo, y éste es uno de los cambios signi- nuevo. «Tras veinte siglos de hacer la obra del hombre», he
ficativos en el temple moral moderno». Este es otro modo de escrito en otra ocasión, las iglesias «tienen que aprender aho-
señalar lo que tiene de nuevo nuestra época. Estamos asistien- ra a hacer la de Dios».
do a una amplia recuperación del nervio. ¿Cuál es la obra del hombre y cuál la de Dios? La obra,
¿Es esta confianza un pecado? «Probablemente, muchos el trabajo del hombre es ser sabio y bueno. La obra de Dios
cristianos —según Gilbert Murray— se inclinan a creer que es revelarse al hombre como sabiduría y bondad. Tarea del
sin cierto fracaso y sentimiento de fracaso, sin un corazón hombre es discernir los valores y realizar la posibilidad. La
contrito y una convicción de pecado, el hombre difícilmente tarea de Dios es ser el valor último y la posibilidad eterna,
puede tener acceso a la vida religiosa.» Yo quizá admitiría que e infundir al hombre la gracia para que lo conozca y adore.
esta afirmación es todavía verdad de muchos cristianos, a pe- Es tarea del hombre conocer a Dios; y de Dios, ser cognosci-
sar de que las publicaciones recientes hacen ver que cierto ble por el hombre. En otras palabras: Dios y el hombre son
número de teólogos está llegando a una visión distinta. Por socios en la obra del mundo, lo cual quiere decir al menos
mi parte, creo que considerar un sentimiento de fracaso como que el hombre debe hacer su parte.
una condición de la experiencia religiosa es un residuo histó- Pero su parte es precisamente lo que el hombre no ha
rico, resto de un tiempo en que una naturaleza indiferente y hecho durante la mayoría de los siglos desde el tiempo a que
un mundo hostil abrumaban a los hombres de tal manera que se refería Murray. El abandono de la fe en la inteligibilidad
renunciaban a pensar para hacer posible el consuelo. Persistir hace dos mil años fue descrito como una pérdida de nervio
en esta actitud hoy, cuando la naturaleza está cada vez más porque fue el preludio a la capitulación moral. Los hombres
sometida a control como resultado de la restauración de la abandonaron el esfuerzo que los podía hacer sabios porque lo
confianza y del poder humanos, es a un tiempo falsear la rea- encontraron demasiado duro. Abandonaron la esperanza de
lidad y hacer trampa con la religión. Ciertamente no da gloria felicidad en este mundo, sólo vieron valor en el otro y atri-
a Dios el apoyar su poder en la impotencia del hombre. buyeron el poder exclusivamente a Dios. Así, dejaron su tarea
sin hacer. Las iglesias, aunque al principio sólo por omisión,
intentaron llenar el vacío y hacer la tarea por ellos, realizando
IX. PRESTANCIA DE LA RELIGIÓN su conocer, su edificar, su gobernar y su persuasión moral.
No hay acuerdo y se ha discutido con encono sobre la medida
Las torcidas interpretaciones de la naturaleza de nuestra en que las iglesias hicieron bien o mal, pero nunca se planteó
época que he descrito —de su economía, su ciencia o su tem- la cuestión de su relevancia para los intereses de los hombres,
ple— ponen en peligro la empresa religiosa por cerrarle los pues habían hecho suyos estos interess. Las iglesias estaban
ojos al nuevo papel que debe definir para sí misma si quiere haciendo el trabajo del hombre.
464 E. Mesthene Valores religiosos en la tecnología 465
La recuperación, dos mil años después, de la fe en la in- serenidad el recordar que, mientras Dios es eterno, las iglesias
teligibilidad significa que el hombre toma de nuevo su propia no lo son, y que incluso las más viejas entre ellas no son más
carga. Esto es, como he intentado mostrar, lo realmente nuevo que adiciones recientes al recorrido inmemorial de la expe-
de nuestra época. Significa que las iglesias han abandonado la riencia religiosa humana.
tarea del hombre porque éste decide ahora hacerla y tiene el ¿Qué significa conocer a Dios? Significa, en palabras de
conocimiento, la habilidad y la voluntad de hacerla. Es ocioso
San Pablo, mirar «no a las cosas que se ven, sino a las que no
decirle que no puede porque es ignorante, o débil, o pecador.
se ven; porque las cosas que se ven son temporales, y las que
No escuchará.
no se ven, eternas».
Después de esto es obvio preguntarse: la renovación de la He dicho que la tecnología da al hombre el poder de crear
fe en la inteligibilidad ¿significa que las iglesias no tienen ya nuevas posibilidades y la voluntad de crearlas. Al ejercitar este
absolutamente nada que hacer? A través de su historia han poder y esta voluntad se encuentra con el problema de cómo
servido al hombre de muleta. ¿Ha acabado su historia, ahora ver y escoger lo bueno entre todo lo que es posible. He suge-
que el hombre puede andar de nuevo? La crisis de las iglesias rido también que Dios se revela como bondad y como posi-
reside en el miedo a no ser relevantes, producido por la recu-
bilidad eterna. Por eso aumenta en el hombre la necesidad de
peración del nervio en el hombre. Se trata de una lucha agó-
conocer a Dios a medida que aquél se hace más competente
nica, pues no hay nada tan muerto como la carencia de rele-
en la realización de su obra.
vancia, que ni siquiera deja un recuerdo.
¿Y qué significa mostrar Dios al hombre? Ofrezco aquí
un texto del profesor Shinn:
X. CONOCER A DIOS Y HACER SU OBRA
La fe cristiana se ha preocupado siempre por el
encuentro de lo último con lo concreto. No puede
Quisiera terminar con una idea que ha sido sugerida ya contentarse ni con visiones de eternidad ni con juicios
en estas páginas: la solución de esta crisis puede residir pre- puramente pragmáticos que ven las decisiones sólo
cisamente en el poder y el temple que la han producido. Este en su contexto inmediato... La Iglesia conoce un
poder y esta confianza del hombre, nuevamente descubiertos, evangelio que le recuerda constantemente que la pie-
es lo que lo capacita para convertirse otra vez en socio de dra de toque de toda proposición social no es la leal-
Dios para hacer la tarea del mundo. Por eso su necesidad de tad a una tradición bien guardada, sino el interés por
conocer a Dios es relativamente mayor ahora que en tiempos el bienestar de las personas que son amadas por su
anteriores, más dominados por el miedo, cuando confiar en Creador y Redentor... Una gran parte de su tarea en
El parecía bastante. Al mismo tiempo, con esto las iglesias él momento actual es mantenerse preguntando a la
quedan libres de la carga de hacer la tarea del hombre y pue- sociedad: preguntando por los fines, los valores, el
den encontrar su nueva vocación haciendo la de Dios: cono- efecto sobre las personas de los procesos que la socie-
ciendo a Dios y mostrándolo al hombre. Digo su «nueva vo- dad da por supuestos.
cación» porque las iglesias, en el pasado, han estado con mu-
cha frecuencia demasiado ocupadas con la obra del hombre A mi juicio, tres son los requisitos indispensables para que
para prestar toda su atención a la de Dios. Y digo que «pueden las iglesias realicen esta tarea. En primer lugar, las iglesias
encontrarla» porque pueden no encontrarla. Si no la encuen- deben ser de la sociedad, pero mantenerse un tanto aparte de
tran, algún otro la encontrará. En ocasiones puede producir ella. En ocasiones me parece descubrir un peligro de super-
an
466 E. Mesthene

secularización de la Iglesia, con lo que ésta volvería a la tarea


del hombre, aunque esta vez no la haría por él, sino junto
con él.
En segundo lugar, las iglesias deben mantenerse un tanto
aparte de la sociedad, pero no totalmente desconectadas de
ella. La herejía arriana está condenada, y en algunas de sus
formas presentes no es ni menos herética ni más útil.
LA MENTALIDAD CIENTÍFICA
En tercer lugar, para poder criticar a la sociedad de forma
constructiva, las iglesias deben ante todo saber de qué hablan. Y
Deben conocer el conocimiento de la sociedad, apreciar su EL MENSAJE CRISTIANO
poder y entender sus aspiraciones. Deben presentar Dios al
hombre como El es, no como ellas quisieran que fuese, pues
esto sería blasfemia. I. EL H E C H O BÁSICO
E. MESTHENE
El hecho básico en la situación con que se enfrenta hoy la
Iglesia es, a mi entender, que el enorme dominio que ejerce
sobre la vida moderna la tecnología científica ha producido
un clima psicológico en que ya no resulta natural al hombre
atender a esos aspectos del mundo que lo manifiestan como
criatura de Dios. Nuestras mentes se han acostumbrado a ver
el mundo como material bruto para la manipulación humana
en vez de algo que se contempla en una actitud de asombro.
La pregunta que acude a nuestras mentes no es «¿Qué es el
mundo?» o «¿Por qué es?», sino «¿Qué podemos hacer nos-
otros (o los hombres de la técnica) con él?». Nuestro asombro
tiene lugar, más que ante el poder creador de Dios, ante la
habilidad de los hombres de ciencia. Estos sí se preguntan
«¿Qué es o por qué es el mundo?», aunque sólo en un nivel
empírico, y en conjunto son hombres modestos y a veces de-
votos, con una profunda conciencia de las terribles potenciali-
dades que entrañan las fuerzas que tienen en sus manos. Pero
no nos referimos ahora a los científicos, o al menos no a los
científicos en cuanto tales, sino a la gran multitud de hombres
que no son científicos, pero que han crecido y viven en un
mundo que ha edificado y domina la tecnología científica. Para
ellos, las realidades de este mundo son las únicas realidades
que existen, y los científicos y técnicos son los dueños de sus
secretos.
Mentalidad científica y mensaje cristiano 469

biólogos se ocupan con frecuencia de agregados estadísticos


cuya conducta sólo puede predecirse con probabilidad; pero
II. LA VISION SECULARIZADA DEL HOMBRE MODERNO esto no implica que los elementos individuales sean indeter-
minados, sino simplemente que ignoramos sus detalles o que
Hace algunos años, una gran casa de productos químicos sólo estamos interesados en la masa. Los fisicistas —los de la
publicaba un anuncio que comenzaba recordando a los lecto- «escuela de Copenhague»— sostienen que los acontecimientos
res que en el mundo antiguo se sentía ante los hechiceros un submicroscópicos básicos están indeterminados, pero esto no
gran terror a causa de los cambios que eran capaces de pro- implica una indeterminación efectiva en la conducta de los
ducir, cambios que con frecuencia eran desagradables. «El he- agregados que son perceptibles a los sentidos. Naturalmente
chicero de hoy —continuaba— es el químico analítico; pero es verdad que la ciencia ha tenido un éxito tan asombroso por
éste es siempre bien acogido, pues los cambios que produce haber atendido a los aspectos de la realidad —los aspectos
son siempre para mejorar.» Prescindiendo de su candida con- capaces de medición y predicción— que son dóciles a su mé-
clusión, esta sentencia proporciona una descripción bastante todo; pero cuando ha tenido un éxito tan grande apenas puede
adecuada del lugar que ha venido a ocupar en la mente con- sorprender que, aunque racionalmente esté injustificado, ten-
temporánea el hombre dedicado a la ciencia aplicada. damos a dar por supuesto que todos los aspectos de la reali-
En la situación presente se dan otros dos factores que re- dad se verán al fin introducidos en el área del determinismo
fuerzan esta visión; se trata de factores de especies muy di- científico, o al menos que los que no puedan ser introducidos
ferentes. carecen realmente de importancia. Así, ante las simples libe-
En primer lugar, muchas de las necesidades de este mun- raciones de nuestra conciencia, tendemos a negar la libertad
do cuyo remedio solían pedir a Dios los cristianos aparecen de nuestra voluntad y toda la noción de responsabilidad; nues-
bajo el control de los expertos científicos; o, si todavía no tra tendencia, muy natural (aunque natural de hombres caí-
están bajo su control, son predecibles por ellos. Ya no pedimos dos), a adaptarnos a nuestro ámbito y copiar de nuestros
a Dios que nos libere de la enfermedad; recurrimos a los ser- vecinos recibe una seudoconfirmacíón por parte de las ciencias
vicios médicos. Ya no pedimos lluvia; atendemos a las pre- de la psicología y la endocrinología. Si mis acciones están de-
dicciones meteorológicas, y tenemos no poca confianza de que terminadas por mis complejos y mis glándulas, ¿cómo puedo
no tardará mucho en llegar el día en que los meteorólogos ser verdaderamente libre en el querer y obrar? Se precisa más
serán capaces no sólo de predecir las condiciones atmosféricas, agudeza de la que posee la mayoría de la gente para reconocer
sino también de controlarlas. que una visión consistentemente determinista de la conducta
En segundo lugar, los medios modernos de comunicación humana viene a cortar la rama en que está sentado el psicólogo
social y la vasta industria publicitaria que se sirve de ellos determinista. ¿Y si la creencia del psicólogo en su sistema es
colaboran a introducir en nuestras mentes una escala entera- simplemente el resultado de sus propias condiciones psico-
mente mundana de valores que en el mejor de los casos es la lógicas? \ No obstante, el resultado práctico de todo esto es
de una moralidad puramente naturalista, y en el peor, incluso que, en sustitución de las nociones personales de providencia
dentro de un módulo naturalista, baja y falsa.
Por otra parte, es preciso recordar que pertenece a la 1
Una réplica a los intentos de evitar el dilema de que el de-
esencia de la ciencia, y es también el secreto de su éxito, el terminismo o es falso o se rechaza a sí mismo puede verse en
que atiende precisamente a los aspectos de la realidad que E. L. Mascall, Christian Theology and Natural Science, Londres,
son, al menos relativamente, deterministas. Ciertamente, los 1956, 212ss.
470 E. Mascall Mentalidad científica y mensaje cristiano 471

divina y libertad humana, nos encontramos envueltos en las campo de lo secular; el hombre puede olvidar a la vez que
nociones impersonales de necesidad y azar (porque el azar, este mundo es criatura de Dios y que su destino, aunque
como otro nombre de nuestra ignorancia en cuanto al funcio- vinculado a ese mundo, está más allá de él. La fragmentación
namiento exacto de la necesidad, ofrece una aparente, aunque y la debilidad de la cristiandad occidental cuando comenzó la
falsa, salida de ella). La amplia difusión del juego en Ingla- explosión científica hizo a la Iglesia casi totalmente incapaz
terra durante los últimos años es una clara manifestación de de mantenerla bajo su control; y, a pesar de la auténtica de-
este hecho; como los antiguos judíos, los que se olvidan del voción religiosa de muchas de sus principales figuras, esta
Señor y de su monte santo colocan una mesa para Fortuna y explosión escapó rápidamente de la dirección y el control
llenan copas de vino mezclado para Destino 2 . Pero podemos religiosos. Paralelo a esta explosión, y en gran medida vincu-
recordar que en el mundo antiguo la necesidad y el azar, Des- lado a ella, tuvo lugar el crecimiento del capitalismo econó-
tino y Fortuna, anagke y tyche, eran dos espectros de los que mico, con su necesidad constante de producir y vender cada
el cristianismo parecía venir a liberar al hombre. vez más bienes materiales para poder sobrevivir. Finalmente,
el achicamiento de la tierra a consecuencia del alto aumento
en la velocidad de los viajes y el desarrollo de los medios de
III. COMPATIBILIDAD DE LA CIENCIA comunicación —ambos productos de la ciencia— han hecho
Y DE LA DOCTRINA CRISTIANA cada vez más fácil e insidiosa la difusión de las ideas básicas
de una cultura secularista, y de un tipo de secularismo muy
No creo que se pueda defender válidamente que la visión degradado, de modo que las ideas y los ideales que nos in-
secularista del hombre moderno se ha de atribuir enteramente culcan los medios de comunicación son en gran medida inven-
a la ciencia, pero es evidente que de diversos modos la ciencia tados por gentes que quieren hacernos comprar lo que tienen
ha tenido una parte muy grande, y quizá la mayor, en su que vender. Existe, naturalmente, la posibilidad de que una
creación. Tenemos, en primer lugar, el pavoroso éxito de la persona sagaz y sofisticada se cree su propio enclave y que
tecnología científica en la transformación del mundo y de la unos esfuerzos culturales florezcan con cierto grado de inde-
vida del hombre en él, junto con el hecho de que, por su mis- pendencia. Pero la gran mayoría de los hombres y mujeres
mo método, la ciencia prescinde de los aspectos del mundo por los que Cristo murió no son ni sagaces ni sofisticados; e
que pueden llevar al hombre a verlo como criatura de Dios. incluso los enclaves sofisticados están más influidos por su
Por sí mismo, esto no es cosa que el cristiano deba lamentar; ambiente de lo que ordinariamente quieren reconocer. Las
y con Teilhard de Chardin puede justamente alegrarse de que élites son inevitablemente parásitos en la estructura cultural
se le haya permitido al hombre, vicegerente de Dios en la general de la comunidad, y puesto que todos los hombres son
tierra, penetrar tan profundamente en los secretos del mundo iguales a los ojos de Dios, es saludable que así sea.
de Dios y ponerlo bajo su control. En su sitio justo, este in- Hay todavía, a mi juicio, un sitio y una tarea para la vieja
terés del hombre por «este mundo» es legítimo y ciertamente especie de apologética que consiste en demostrar que la cien-
inevitable, pues en su constitución física el hombre es parte cia y la doctrina cristiana no son en realidad incompatibles.
de él y toda su existencia depende de su capacidad de explo- Esto incluiría el franco reconocimiento de que las teorías cien-
tarlo sin destruirlo. No obstante, son obvios los peligros que tíficas no son nunca definitivas y también que la doctrina
ofrece al hombre caído una expansión tan explosiva en el cristiana, aunque inmutable en su esencia, puede cambiar
grandemente de una época a otra en su expresión, acento y
2
Is 65,11. detalle, y que el nuevo conocimiento del mundo que nos viene
472 E. Mascall Mentalidad científica y mensaje cristiano 473

de la ciencia, e incluso los intereses especiales de una sociedad de criterio para discriminar entre los elementos verdaderos y
secularista, pueden proporcionar un estímulo para el desarro- falsos en esa valoración. A pesar de lo mucho que habla de la
llo de la doctrina. La teología cristiana no tiene que temer necesidad de que la Iglesia muera, en realidad es un programa
nada frente a esto, siempre que recuerde que todo conoci- para que la Iglesia sobreviva cuando ha perdido su razón de
miento humano es necesariamente incompleto y siempre que ser. En otro lugar he examinado detenidamente algunos de
evite denuncias asustadas y síntesis prematuras. Con estas estos sistemas de cristianismo secularizado4; aquí no puedo
matizaciones es útil señalar que la teología del tipo tradicional descender a más detalles. Lo que, a mi entender, es hoy ur-
católico, precisamente por poseer una doctrina positiva sobre gentemente necesario es la elaboración de una teología de lo
el mundo creado, está especialmente equipada para explorar secular, una teología de las realidades terrenas, es decir, una
esas regiones en que su objeto es a la vez objeto de la ciencia. discusión constructiva de los temas que interesan al mundo
Para dar un ejemplo, he expuesto en otro lugar cómo la posi- contemporáneo a la luz de la doctrina cristiana sobre Dios,
bilidad de vida inteligente corporal en otras partes del uni- el mundo y el hombre. Esta tarea no pueden realizarla por sí
verso distintas de nuestra tierra es plenamente compatible con solos los teólogos; necesita la franca y calurosa colaboración
la cristología ortodoxa calcedonense, pero es mucho más difí- de expertos en los diversos campos del pensamiento y la acti-
cil de reconciliar con las visiones «kenóticas» 3. No obstante, vidad contemporáneos: médicos, científicos, sociólogos, juris-
aunque estas discusiones concretas sean importantes desde el tas, educadores, industriales, etc. Y el objetivo de esta cola-
punto de vista del apostolado de la Iglesia entre intelectuales, boración no será simplemente ayudar al teólogo a producir una
es mucho más urgente que logremos encontrar el modo de teología mejor y más relevante, aunque éste será uno de sus
hablar a la gran masa de hombres y mujeres que, aun sabiendo resultados; el objetivo será capacitar a la Iglesia para que se
poco o nada de la ciencia misma, están condicionados por la enfrente más inteligente y eficazmente con los problemas del
atmósfera y los supuestos de una civilización tecnocrática. Se mundo contemporáneo. Y ésta es una actividad predominan-
trata aquí del deseo de encontrar un punto de contacto que temente laica.
ha llevado a un número de pensadores cristianos a producir
los diversos tipos de cristianismo secularizado que aceptan el
mundo secularizado en su valoración propia y reconstruyen la
V. DIALOGO CON EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
fe cristiana de acuerdo con él.
Las potencialidades, tanto para bien como para mal, de
nuestra cultura tecnológica basada en la ciencia son inmensas.
IV. DOS DEFECTOS DEL CRISTIANISMO SECULARIZADO La era precientífica podía describirse como una era en que el
hombre estaba bajo el control (y también, como ha señalado
Este método tiene, a mi juicio, dos clarísimos defectos. Karl Rahner 5 , en cierto sentido, bajo la protección) de la
En primer lugar, con suma facilidad tiende a cambiar no sólo naturaleza. La era científica podía describirse como una era
la expresión, sino también la esencia del cristianismo, y a en que la naturaleza ha sido puesta cada vez más bajo el con-
reducirlo simplemente a un secularismo con ciertos aderezos trol del hombre. Pero ahora nos estamos moviendo hacia una
de lenguaje cristiano. En segundo lugar, precisamente por
aceptar la valoración que de.sí mismo tiene el mundo, carece 4
The Secularizaron of Christianity, Londres, 1965.
5
K. Rahner, Mission and Grace, III, Londres, 1966, 22ss.
3
Christian Theology and Natural Science, 36ss. (Trad. francesa: Mission et gráce, I, París, 1962, 43ss.)
474 E. Mascall Mentalidad científica y mensaje cristiano 475
época en que el hombre, mediante su penetración no sólo en site corrección y suplemento, esto es lo que significa su doc-
el mundo de la naturaleza en torno suyo, sino también en sí trina del Punto Omega. El cristiano ortodoxo, por tanto, no
mismo, será capaz de producir cambios radicales en su propio está menos interesado que el secularista por el destino y las
ser. Los trabajos recientes en ciencias como la psicología, la vicisitudes de «este mundo», y puede presumir válidamente
farmacología, la neurofisiología, la biología molecular y la de que, si las palabras se usan correctamente, el cristianismo
genética, son una prueba de ello. Los problemas éticos que es el humanismo más radical y auténtico. Este, en efecto, sos-
surgen de estos avances científicos son desconcertantes para tiene que el hombre —no solamente su alma— está hecho
el moralista cristiano, pero no lo son menos para el humanista para la visión de Dios, y que los reinos de este mundo se con-
secular. Si el hombre es la medida de todas las cosas, ¿con vertirán en el reino de Dios y de Cristo 7 . Por otra parte, la
qué se ha de medir el hombre? Puede ser necesario desarro- implicación del cristiano en la vida del mundo aparecerá nada
llar y profundizar la doctrina cristiana sobre el hombre, pero menos que como su participación, como agente e instrumento
al menos el cristiano tiene una doctrina, y una doctrina que, de Cristo, en esta obra de transfiguración, una obra que está
afirmando que el hombre está sometido a Dios, hace que todo en marcha ya aquí y ahora, pues la gracia es el comienzo de
lo demás esté sometido al hombre. Sus ulteriores afirmaciones, la gloria8. A mi entender, es en este punto de un interés co-
que Dios tomó la naturaleza humana en Cristo y que nuestra mún por el orden secular donde el cristiano puede esperar
naturaleza humana puede ser renovada por incorporación a El, entrar en diálogo con sus hermanos los hombres en esta cul-
dan fuerza nueva a su afirmación del valor irrevocable y la tura tecnocrática en que todos vivimos, y su convicción de
dignidad del hombre. En una sociedad pluralista, como la so- que el orden secular tiene un destino que lo trasciende lo lle-
ciedad en que viven hoy la mayoría de los cristianos, puede vará a valorarlo más, y no menos, que lo valora el secularista
ser en este punto donde éstos logren establecer contacto y
entrar en diálogo con sus vecinos humanistas. E. MASCALL
Finalmente, quisiera subrayar la importancia que tiene
en nuestro diálogo con el mundo contemporáneo la doctrina
de la resurrección del cuerpo. Puesto que por nuestra consti-
tución corporal formamos literalmente parte del mundo ma-
terial, esta doctrina entraña nada menos que la transfiguración
última del mundo material y su inclusión en Cristo. San Pablo
estaba totalmente convencido de que la redención del hombre
implica la transformación escatológica de toda la creación6.
Pero con demasiada frecuencia los cristianos han caído en un
espiritualismo virtualmente maniqueo, para el que la bienaven-
turanza del hombre consistiría en una ruptura completa con
el ámbito de la materia y una fuga definitiva de la experiencia
corporal. Teilhard de Chardin ha hecho quizá más que cual-
quier otro escritor cristiano en los últimos años para hacernos
salir de este error; aunque gran parte de su exposición nece-
7
6 Ap 11,15.
Rom 8,22. 8
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-II, 24, 3 ad 1.
El estado original y la evolución 477

parte de la doctrina del origen de las especies y del pensamiento


evolucionista, y últimamente también por parte de la exégesis.
En este boletín queremos informar acerca de la literatura ca-
tólico-dogmática actual4 sobre las cuestiones en torno al estado
original, en la medida en que éstas han venido a caer bajo la crí-
tica de las ciencias y de la imagen evolucionista del mundo que
ha nacido de aquéllas. Dentro de estas cuestiones destacamos par-
Boletines ticularmente un tema: la historicidad del estado paradisíaco antes
de la caída. Puesto que en realidad lo que aquí pretendemos es
presentar las posibilidades de explicación teológica del estado ori-
CUESTIONES SOBRE EL ESTADO ORIGINAL ginal, no podemos prescindir de una breve exposición de la situa-
A LA LUZ DEL PROBLEMA DE LA EVOLUCIÓN ción exegética.

La teología y la predicación cristiana, en una primera etapa,


I. EL MALESTAR
sólo prestan una atención indirecta a la doctrina sobre el estado
original del hombre. Es en la perspectiva de la redención como El malestar presente ante la doctrina tradicional sobre el es-
liberación graciosa de la tiranía del pecado donde surge por pri- tado original cristaliza en tres puntos esenciales:
mera vez el problema del sentido y contenido de unos elementos
preternaturales en el estado original de los primeros hombres'. En primer lugar, las ciencias actuales (paleontología, teoría de
A esto corresponde la moderación y el tono indirecto de las afirma- la evolución y biología) nos ofrecen una imagen de la humanidad
ciones de la Escritura y del magisterio eclesiástico2 sobre el estado primitiva radicalmente distinta de la concepción suprahumana,
paradisíaco y la figura de Adán. paradisíaca, de que la teología, inspirada en ideas de la apocalípti-
ca del judaismo tardío5, se dejó guiar ya en una etapa muy tem-
Pero sobre esta base tan pobre, la reflexión teológica levantó prana. Así se atribuyó a un Adán histórico una perfección de natu-
en el transcurso de la historia un edificio doctrinal3 que desde los raleza que superaba las posibilidades de toda su descendencia y
comienzos de la Edad Moderna se ve expuesto a una crítica cada que se transmitiría por herencia. En la imagen evolutiva del mun-
vez más dura por parte de la filosofía, después especialmente por do, por el contrario, elaborada por la ciencia, todo comienzo es
1 pequeño, primitivo e imperfecto, incluida la situación original de
Cf. C. Dumont, La prédicatiott du peché originel: «Nouv. Rev. Théol.», los primeros hombres cuando logran ascender en el mundo de lo
83 (1961), 113-134; P. Schoonenberg, Theologie der Sünde. Ein theologischer
Versuch, Einsiedeln, 1966, 137-141, 215-223; P. Smulders, Theologie und
Evolution. Ein Versuch über Teilhard de Chardin, Essen, 1963, 210-214. 4
Una síntesis de las distintas interpretaciones del estado original ofreci-
2
Cf. A. Vanneste, La préhistoire du décret du Concile du Trente sur le das por la teología evangélica desde el siglo xvui puede verse en P. Wrze-
peché originel: «Nouv. Rev. Théol.», 86 (1964), 355-368, 490-510; el mismo, cionko, ürstand IV: «Reí. in. Gesch. und Gegenw.», VI (31962), 1208-1212.
Le décret du Concile du Trente sur le peché originel: «Nouv. Rev. Théol.», Sobre la interpretación del mismo en los teólogos evangélicos modernos, que
87 (1965), 688-726 (con abundante bibliografía); K. Rahner, Theologisches casi siempre, a causa del carácter existencial-dialéctico de su pensamiento
zum Monogenismus, en Schriften zur Theologie, I ('1962), 255-275; cf. tam- (especialmente en K. Barth y E. Brunner), consideran como liquidada la
bién nota 3. cuestión de la historicidad de Adán y del paraíso, y por eso no tienen que
3
A. Gaudel, Feché originel, en Dict. Théol. cath., XII (1933), 317-582; esforzarse tanto como algunos teólogos católicos para determinar, en forma
J. Gross, Geschichte des Erhsündendogmas, t. I: Entstehungsgeschichte des y contenido, la relación entre la ciencia y la teología respecto al estado ori-
Erhsündendogmas. Von der Bibel bis Augustinus, Munich, 1960; t. II: ginal, véase E. Jacobs, Urstand: «Evang. Kirchenlexikon», III (31959), 1597-
Entwicklungsgeschichte des Erhsündendogmas (5.-11. Jhrt), Munich, 1963; 1600; O. Michel-P. Wrzecionko-E. Schlink, Urstand: «Reí. in Gesch. und
una nueva versión de la doctrina de Tomás de Aquino sobre el pecado y el Gegenw.», VI (31962), 1205-1214.
estado original puede verse en N. van Roo, Grace and original justice accord- 5
Cf. J. Jeremías, Paradeisos: «Theol. Worterb. z. N. T.», V (1954), 763-
ing to St. Thomas, Roma, 1955. 771; E. Cothenet, Paradis: «Dict. Bibl. Suppl.», VI (1960), 1177-1220.
478 Ben van Onna El estado original y la evolución 479
animal6. Un primer hombre, en una condición tan extremadamen- te a las posibilidades concretas de recepción, condicionadas por la
te primitiva, ¿era capaz de la decisión suprahumana de que habla evolución, que posee el primer hombre. En la misma medida puede
la teología y con la que tenía en su mano la posibilidad de un afirmarse esto de las concretizaciones de esta perfección paradi-
retroceso total en el comienzo de la historia de la humanidad? 7. síaca de que habla la doctrina del estado original. Según ésta, la
índole propia del estado original se deduce eliminando del tiempo
paradisíaco las leyes de la muerte y de la concupiscencia que im-
II. VIEJOS, INSUFICIENTES INTENTOS DE RESPUESTA TEOLÓGICA peran en la historia del hombre caído10. En consecuencia, la natu-
raleza de los primeros hombres sería totalmente distinta de la
Entre tanto, la teología ha intentado muchas posibilidades de nuestra hoy y no denunciaría tampoco ninguna semejanza con for-
salir de esta alternativa: perfección-imperfección; por ejemplo, mas de vida prehumana n .
estableciendo una clara delimitación entre ciencia y teología, con Pero la muerte y el dolor que la acompañan son elementos
la que del cuerpo vendría a ocuparse la doctrina de la evolución, constitutivos y originarios de la naturaleza y del cosmos. De igual
y del alma la teología8. Pero tampoco la puntualización elaborada modo sería inconcebible un mundo sin concupiscencia, sin la arbi-
por la teología, y en gran medida justa, de que la aparición de los trariedad del instinto, que precede a las decisiones de la voluntad
primeros hombres en sentido biológico no debe coincidir necesa- libre del hombre y se resiste a ser controlado por ella. El que
riamente con su aparición entendida teológicamente9, puede sa- quisiera eliminar de nuestro mundo estas leyes, aunque sólo fuera
tisfacer en esta forma. El Adán, en efecto, que presenta la teolo- en un reducto limitado espacial y temporalmente que llamamos
gía no puede ser arrancado del marco de la evolución y su proceso «paraíso», se quedaría con una construcción irreal del hombre,
histórico. De lo contrario, este «Adán» sería un «hombre» con el especialmente por lo que se refiere al «Adán paradisíaco», que
que nosotros no tendríamos hoy ninguna relación, y que carecería estaría aún totalmente inserto en su origen prehumano, pues pre-
de importancia para nosotros, aunque se le quisiera atribuir una cisamente lo que está en contradicción con el estado original es
importancia teológica especial. Por otra parte, la gracia de Dios, lo que crea las condiciones de la existencia del hombre, la vida y
que según la teología clásica se realizaba de manera óptima en el el cosmos 12.
estado original, quedaría degradada al convertirse en ejecución de Finalmente, las aporías que entraña la doctrina tradicional so-
«espectáculos ultramundanos» (Rahner) que contradicen totalmen- bre el estado original del hombre son puestas de manifiesto por
la conciencia histórica moderna: ésta teme que desaparezca toda
6
Cf. A. Hulsbosch, Die Schópfung Gottes, Zur Theologie der Schbpfung, historia auténtica, si el modelo de toda evolución histórica está
Sünde und Erlosung im evolutionistischen Weltbild, 1965,26-59; P. Schoonen- determinado desde dentro por un ideal de perfección en los co-
berg, op. cit., 215-223; el mismo, Gottes werdende Welt, Fünf theologische mienzos. La historia del hombre, que después de la caída se aleja
Essays, Limburg, 1963, 9-79; cf. las posturas más tradicionales: J. Feiner,
Ursprung, Urstand und Urgeschichte des Menschen, en Fragen der Theologie de este estado original en un proceso regresivo, no tendría otra
heute (21960), 231-262 (trad. española: Panorama de la teología actual, Ma- meta que, describiendo un círculo, volver a esta perfección origi-
drid); F.-M. Bergounioux-P. Hermand, Homme, en Catholicisme, V (1962), nal n. ¿No se esconde en esta concepción un resto de mito o de
843-862; M.-M. Labourdette, Le peché originel et les origines de l'homme,
París, 1953, 97-181; B. Piault, La création et le peché originel, París, 1960, 10
A un tercer don, el de una ciencia especial, hace tiempo que la teolo-
134-149.
7 gía presta escasa atención, pues evidentemente se apoya en una exégesis erró-
S. Trooster, Evolutie in de erfzondeleer, Brujas, 1965, 25. nea de Gn 2,20.24.
8
Cf. el importante estudio crítico de K. Rahner Die hominisation ais 11
Cf., además de los trabajos citados en la nota 3, la bibliografía que
theologische Frage; P. Overhage-K. Rahner, Das Problem der Hominisation, ofrece H. Haag, Biblische Schopfungslehre und kirchliche Erbsündenlehre
Über den biólogischen Ursprung des Menschen («Quaestiones Disputatae», («Stuttgarter Bibelstudien», 10), Stuttgart, 1966,13-40.
12-13), Friburgo, 21963, 13-90. Este estudio aparecerá en breve en Ed. Cris- n
Cf. H. Renckens, Urgeschichte und Heilgeschichte, Israels Schau in die
tiandad. Vergangenheit nach Gen. 1-3, Maguncia, 31964, 145 (trad. española: Así
' P. Smulders, op. cit., 245; en varias publicaciones (por ejemplo, J. Fei- pensaba Israel, Madrid, Ed. Guadarrama, 1960).
ner, art. cit.; F.-M. Bergounioux-P. Hermand, art. cit.) esto se da simple- 13
P. Smulders, op. cit., 233; B. Delfgaauw, Geschichte ais Fortscbrift,
mente por supuesto. III: Die Ewigkeit des Menschen, Colonia, 1965.
480 Ben van Onna El estado original y la evolución 481

una metafísica caducada, resto que impediría a la teología el acceso Como teólogo dogmático, K. Rahner ha llamado a este pro-
a un modo de concebir la creación que estuviera de acuerdo con la ducto de la fe en Israel «etiología», y distingue entre etiología
Biblia y con la mentalidad moderna? 14. «mitológica» e «histórica». En el primer caso, una explicación
mediante un dato del pasado serviría sólo para dar una descrip-
ción plástica de la situación, siempre actual, en que viene a en-
contrarse el hombre. Según Rahner, éste es el sentido en que sue-
III. ACTITUD DE LA EXEGESIS
len interpretar los teólogos evangélicos el relato del Génesis 18.
La etiología histórica aparece cuando el mirar hacia el pasado des-
También la exégesis moderna se ha desentendido de este «ma- de el presente tiene lugar de forma justa y eficaz, es decir, cuando
nejo romántico del pasado» (Lohfonk) que parecía exigido por el descubre una causa histórica en el pasado 19. Prescindiendo de que
sentido literal de Gn 1-3. Como resultado de su esfuerzo por acla- este fenómeno de la fe en Israel no ha de considerarse como una
rar el proceso de composición de Gn 1-3 (y de Gn 1-11), se ha de especie de deducción mediante un razonamiento rígido, el éxito
decir en primer lugar que este relato no tiene su origen en comu- de esta mirada retrospectiva, por lo que se refiere a su contenido,
nicaciones de testigos oculares sobre el desarrollo histórico de la sólo puede determinarse donde la misma Escritura interpreta e
creación y el estado original; de lo contrario serían innecesarias incluso desmitiza su relato del paraíso (Gn 2-3). Esto tiene lugar,
las imágenes que utiliza. Este relato no es tampoco la fijación es- principalmente, en Gn 1, que expone el auténtico contenido doc-
crita de una tradición existente desde los comienzos —el lapso trinal del relato del paraíso 20 .
que separa ésta de su fijación escrita no permitiría semejante tra-
dición—, ni la descripción de una visión en la que el autor con- Por lo que se refiere a la interpretación de las imágenes para-
templó unos acontecimientos históricos a una distancia de millones disíacas utilizadas en Gn 2-3, interviene también un segundo punto
de años; tampoco puede considerarse el texto como una envoltura de vista. De igual modo que Israel mira hacia el pasado desde el
catequética para oyentes primitivos, elaborada por un autor que presente, así también mira desde ese mismo presente hacia el fu-
«estaba mejor informado»15. Lo que nos ofrece el relato de turo que Dios ha prometido a toda la humanidad a través de Israel.
Gn 1-3 es «el modo de ver Israel el pasado» I6. A la luz de su Para la fe de Israel, los primeros tiempos («protología») y los
vocación, en servicio a la promesa de Dios al mundo, Israel mira últimos («escatología») se corresponden, son considerados a partir
al pasado del mundo y del hombre para explicar su presente dentro de un mismo presente 21 . Por eso no puede extrañar que los pro-
de la historia de la salvación. Para la fe de Israel, de igual modo
que el presente vivo se halla bajo el signo de la gracia y el juicio, Auseinandersetzungen mit dem Alten Testament, Francfort, 1965, 81-101;
así ha de darse esta polaridad desde el comienzo: por una parte, A.-M. Dubarle, Unter die Sünde verkauft, Die Erbsünde in der Heiligen
la fidelidad de Dios como promesa inicial, que se manifiesta en la Schrift, Dusseldorf, 1963, 47-90; Ch. Hauret, Origines de l'universe et de
l'homme d'aprés la Bible: «Dict. Bibl. Suppl.», VI (1960), 908-926.
bondad de la creación (Gn 1); por otra, la infidelidad de los pri- " K. Rahner, art. cit., 36; así también J. Feiner, art. cit., 234, 258;
meros hombres frente a esta vocación de Dios en la «caída» (Gn cf. supra, nota 4.
19
2-3) y luego en la rápida proliferación del pecado en la humanidad K. Rahner, art. cit., 32-42, 85-90; el mismo, Theologische Prinzipien
entera (Gn 4-11) 17 . der Hermeneutik eschatólogischer Aussagen, en Schriften zur Theologie, IV
(1960), 401-428. Por lo que se refiere al artículo de Rahner antes citado,
véase la crítica que hacen de él N. Lohfink, Génesis 2f ais «geschichtliche
14
Cf. A. Hulsbosch, op. cit., que enjuicia la acción creadora de Dios no Átiologie»: «Scholastik», 38 (1963), 321-334, y L. Alonso-Schokel, Motivos
según su comienzo, sino según su fin. sapienciales y de alianza en Gen. 2-3: «Bíblica», 43 (1962), 295-316.
20
15
Cf. H. Renckens, op. cit., 23-41, 119-137; K. Rahner, art. cit., 33-35; 21
H. Haag, op. cit., 4647; H. Renckens, op. cit., 205.
A. Hoguth, Vrobleme der biblischen Urgeschichte (Gen. 1-11) in der neueren Cf. J. Jeremias, art. cit., 763-771; E. Cothenet, art. cit.; H. Renckens,
Literatur: «Bibel und Leben», 3 (1962), 62-69. op. cit., 138-158; P. de Haes, Die Schopfung ais Heilsmysterium, Maguncia,
16
Este es el subtítulo del libro de H. Renckens, op. cit., verdaderamente 1964, 66-75; sobre la tipología neotestamentaria Adán-Cristo (Rom 5, 1 Cor
recomendable. 15), cf. E. Brandenburger, Adam und Christus, Exegetisch-religionsgeschtcht-
17
Véase, además de Renckens, H. Haag, op. cit., 41-59; N. Lohfink, liche Untersuchung zu Rom 5,12-21 (1 Kor 15) (WMANT 7), Neukirchen,
Die Erzahlung vom Sündenfall, Das Siegeslied am Schilfmeer, Christliche 1962; P. Lengsfeld, Adam und Christus, Die Adam-Christus-Typologie im
31
482 Ben van Onna El estado original y la evolución 483

fetas describan la nueva humanidad en tono grandioso mediante esto supuso un retroceso en la evolución y un quedar entregado
imágenes paradisíacas. En la realización de la promesa tienen estas el hombre a las fuerzas de ésta2J. En la mayoría de los casos, den-
imágenes su lugar propio. Utilizadas para exponer la fe de Israel tro de este modo de concebir los orígenes, la situación de los pri-
en el pasado, muy probablemente no son más que un símbolo lite- meros hombres es presentada como un estado de inocencia infan-
rario para decir que (no cómo) con la creación comenzó ya la rea- til. Dentro de esta interpretación no resulta claro cómo se ha de
lización histórica de la promesa, a pesar de la infidelidad del hom- explicar físicamente una decisión tan universal y catastrófica como
bre desde el comienzo. El relato del Génesis no exige mayor con- la «caída».
tenido histórico del paraíso. Pero incluso si no se tiene en cuenta b) Una segunda dirección se preocupa más de elaborar una
esta función del relato simbólico del paraíso, el contenido directo nueva interpretación teológica de los dones originales de inmorta-
de este relato (y del resto de la Escritura) no ofrece ninguna base lidad e inmunidad de concupiscencia. K. Rahner, siguiendo a To-
para suponer que la muerte, la concupiscencia y el carácter adverso más de Aquino, ve el núcleo de la concupiscencia que aparece tras
del mundo en que el hombre se mueve aparecieron de repente el pecado original en la oposición entre la espontaneidad o natu-
después de la caída a . raleza del hombre por una parte y la autorrealización libre, espi-
ritual, de la persona por otra. Tras el pecado, el hombre caído ya
no es capaz de integrar en la decisión libre de la persona el im-
IV. NUEVOS INTENTOS DE SOLUCIÓN TEOLÓGICA pulso espontáneo, que asume entonces un despotismo arbitrario.
En el estado original se daba a la vez la espontaneidad y la libertad,
Tanto la imagen evolutivo-histórica del mundo como las ex- pero éstas se hallaban en distinta relación mutua: «entonces» la
presiones de la Escritura, entendidas según la exégesis actual, espontaneidad o naturaleza podía ser insertada armónicamente en
hacen que resulte problemática la idea de un estado original en- la disponibilidad libre, espiritual de la persona24. A partir de la
tendido como realidad histórica. Por eso la teología dogmática ha misma relación mutua entre naturaleza y persona explica Rahner
comenzado recientemente a presentar una interpretación nueva la inmortalidad original. La muerte corporal se daba también en el
del estado original. De las soluciones propuestas queremos desta- estado original, pero «superada» en una entrega de la persona hu-
car aquí tres posturas. Las dos primeras mantienen expresamente mana a Dios que vencía toda resistencia corporal2S.
la historicidad del estado original.
a) Un primer grupo, compuesto por científicos teologizantes, 23
Así, aunque con ciertos matices diferenciales, entre otros, A. Haas,
supone como cosa probada la evolución del hombre, por lo que Naturphilosopbiscbe Ertoagungen zum Menschenhild des Schopfungsberichtes
se refiere al cuerpo, a partir de formas de vida animales. Según und der modernen Abstamntungstheorie: «Scholastik», 33 (1958), 355-375;
ellos, los primeros hombres que lograron ascender en la escala Ph. Dessauer, Bemerkungen zum Thema: das erste Menschenpaar in heutiger
animal, con su recién adquirida conciencia y su libertad, se sintie- Sicht, en Schopfungsglaube und biologische Entwicklungslehre («Studien
und Berichte der Katholischen Akademie in Bayem», 16), Wutzburgo, 1962,
ron como nuevos y desorientados en este mundo, amenazados por 133-170; K. Rahner y otros, Die Hominisation..., 41-42, deja abierta La posi-
la falta de armonía interna y por los peligros del ambiente mate- bilidad de semejante solución.
24
rial. Por eso Dios, para conservar a estos primeros representantes K. Rahner, Zum theologischen Begriff der Konkupiszenz, en Schriften
de la especie humana, tuvo que crear en la hominización unas cir- zur Theologie, I (61962), 377-414; B. Stoeckle, Die Lehre von der erbsündigen
cunstancias internas y externas que garantizasen la vida de estos Konkupiszenz, in ihrer Bedeutung für das christliche Leibethos, Ettal, 1954;
J. B. Mete, Konkupiszenz, en Handb. theol. Grundbegr., I (1962), 843-851
hombres. Pero por la caída desapareció este estado particular, y (trad. española: Conceptos fundamentales de la teología, I, Madrid, 1966).
25
K. Rahner, Zur Theologie des Todes («Quaestiones Disputatae», 2),
Neuen Testament und ihre dogmatische Verwendung bei M. J. Scheeben Friburgo, 41958, 31-46; ideas muy semejantes propuso ya antes P. Schoonen-
und K. Barth («Koinonia», 9), Essen, 1965; C. K. Barret, From first Adam berg, Onze activiteit in het sterven: «Bijdragen Ned. Jezuiten», 6 (1943-
to last, A Study in Pauline theology, Londres, 1962. 1946), 127-145; cf. también: R. Troisfontaines, «Je ne meurs pas...», París,
22
Cf. W. Vollborn, Das Problem des Todes in Génesis 2 und 3: «Theol. 1960, 153-164; L. Boros, Mysterium mortis, Der Mensch in der letzten
Literat. Zeit.», 77 (1952), 709-714; L. Rost, Theologische Grundgedanken Entscheidung, Olten, 1962, 124-126; cf. la bibliografía que ofrece H. Haag,
zur Urgescbichte: «Theol. Literat. Zeit.», 82 (1957), 321-326. op. cit., 13-40.
484 Ben van Onna Preguntas de la física a la teología 485

Pero este tipo de relación, de índole individualista, entre na- mita de Dios al comienzo de la existencia humana? *. De este
turaleza y persona no parece tener en cuenta suficientemente la modo no se necesitaría un segundo piso, el estado original, para
realidad evolutiva y social en que por esencia se halla el hombre. hacer ver que Dios actuaba con su gracia ya desde el comienzo.
Por otra parte, una superación de la naturaleza por la persona El estado original sería así no un paraíso que, a causa del pecado,
exige unos dones suprahumanos en el comienzo. Al mismo tiempo, ya no tenemos, sino el «estado final», el futuro prometido y espe-
esta interpretación parte de un paraíso entendido como realidad rado, definitivo, de este mundo que todavía no está ante nosotros,
histórica, pero evitando determinar en concreto la índole del mis- pero que como tarea encomendada a la humanidad comenzó ya
mo 26. En la misma línea se sitúa P. Schoonenberg, a pesar de que históricamente con la creación30. Una situación paradisíaca extra-
modifica la tesis de Rahner: el carácter específico del estado ori- mundana, fijada en los orígenes de la humanidad, hace imposible
ginal consiste "en el ilimitado aspirar a la realización escatológica e ineficaz este carácter de promesa que tiene la fe.
de la inmortalidad y la inmunidad de concupiscencia27.
c) Un tercer intento supone, como punto de partida, que los BEN VAN ONNA
primeros hombres pecaron libremente contra Dios desde el co-
mienzo de su vida consciente. Así, los dones preternaturales sólo
existieron en su anverso negativo, el pecado; y no tuvo lugar una
objetivación histórica de la gracia original. La justicia original,
por tanto, sólo existió en el plan salvífico de D i o s a .
En esta concepción, la realización histórica del estado original
se hace depender de la caída. Aquélla hubiera tenido lugar si el
PREGUNTAS DE LA FÍSICA A LA TEOLOGÍA
hombre no hubiera pecado. Esto es difícil de admitir. En ambos
casos, tanto si el hombre pecaba como si no, Dios hubiera tenido
que cambiar espectacularmente la realidad histórico-evolutiva, me- Desde la época moderna, el método del conocimiento físico
diante una intervención repentina para empeorarla o mejorarla, comprende tres momentos: acopio de datos de la experiencia, for-
para adaptarla al imprevisible comportamiento del hombre. mulación matemática de la hipótesis de trabajo y comprobación en
una nueva experiencia de la teoría matemáticamente expresada. En
el quehacer científico, las cuestiones prácticas de la técnica de expe-
rimentación en los momentos primero y tercero necesitan tanto
v. CONCLUSIÓN tiempo y reclaman de tal modo la atención de los físicos, que la
mayor parte de ellos dan la impresión e incluso tienen la impresión
Todos estos intentos de nueva interpretación suponen que la de que esas cuestiones de la técnica de la experimentación agotan
gracia de Dios tuvo que aparecer ya desde el comienzo en el estado la tarea del físico. Los conceptos utilizados en la descripción son
de justicia original. Pero ¿no es posible considerar la misma reali- después empleados por el investigador de una forma hasta tal pun-
dad evolutiva, según la reconstruye la ciencia, como un auténtico to no refleja, que éste no se hace una idea ni teórica ni histórica
acontecimiento creador y como forma concreta de la promesa gra- de cómo se pudo llegar a la elaboración de esos conceptos funda-
mentales '.
26
K. Rahner, Parodies, en Lex. Tbeol. u. Kirche, VIII (21963), 71-72.
27 29
P. Schoonenberg, Natuur en zondeval: «Tijdschr. v. Theol.», 2 (1962), A este respecto véase el interesante libro de A. Hulsbosch, op. cit.,
173-201; el mismo, Theologie der Sünde..., 203-207; una interpretación es- 26-59.
catológica del estado original se abre camino también en J. Feiner, Urstand, 30
P. Schoonenberg, Het geloof van ons doopsel, IV: De macht der zonde,
en Lex. Theol. u. Kirche, X (21965), 572-574. 's Hertogenbosch, 1962, 9; A. Hulsbosch, op. cit., ibíd.
28
Por ejemplo, K. Rahner y otros, DieHominisation..., 85-88; S. Trooster, 1
A. Einstein, prólogo a M. Jammer, Concepts of Space, Cambridge,
op. cit., 34-35, 80-81,147-157.
U. S. A., 1953, XII.
Preguntas de la física a la teología 487

es necesariamente milagroso y espera una fundamentación del tipo


I. DISCUSIÓN SOBRE EL «MILAGRO»
de ...Y la Biblia tenía razón— y el signo de la fe que suscita la
admiración y no deja al hombre quedarse tranquilo con una simple
El predominio de lo técnico explica la falta de interés que tan- explicación científica. En lo que se refiere al concepto de natura-
tos físicos actuales muestran hacia las cuestiones que pueden plan- leza, se llegó en la discusión sobre el milagro a la conclusión de que
tearse a la teología a partir de la física. Y este mismo hecho explica, la naturaleza para el físico es un sistema metodológicamente ce-
por otra parte, el interés de la apologética tradicional por hablar rrado, mientras en el análisis existencial de una antropología teo-
con los físicos sobre las posibilidades del llamado milagro. lógica la naturaleza está abierta a la realidad llamada sobrenatural.
Estas discusiones debieran, sin duda, haber aclarado lo que Una teología consciente que opere de forma dialéctica deberá asu-
entienden por naturaleza el científico y el teólogo. Un amplio diá- mir la tarea de elaborar, en relación con las cuestiones que le
logo de la Paulusgesellschaft2 sobre milagro y ciencia llegó a las plantea el concepto científico de naturaleza, la complementariedad
siguientes conclusiones: del concepto teológico de naturaleza.
Primera: La observación en el sentido de las ciencias positivas
presupone metodológicamente una realidad cerrada y, por tanto,
disponible para el hombre. La noción de naturaleza que presupone II. DISCUSIÓN SOBRE «REALIDAD» Y «LIBERTAD»
ese método exige un cierto determinismo metodológico en la ex-
plicación del mundo. 1. Libertad
Segunda: Aun cuando la posición de jacto de la física es, desde
la aparición de la física cuántica, ciertamente indeterminista —cir- La respuesta de la teología a este problema presupone, en vir-
cunstancia puesta de relieve por J. Hessen, H. Dolch y W. Bü- tud de los aspectos antropológicos del mismo, una previa valoración
chel 3 —, hay que observar que la contingencia a que se llega por filosófica. Ahora bien: de esto que acabamos de recordar parece
el indeterminismo físico es una contingencia física, cuya ruptura deducirse que para la comprensión del hombre afectado por el
no constituiría milagro alguno en el sentido teológico de la palabra, milagro, y en especial del hombre creyente, tiene la mayor impor-
ya que no representaría más que la posibilidad natural de una ex- tancia no quedarse en la reacción inmediata ante la realidad en la
cepción. que es vivida la fe. Y esto significa que primeramente debe ser
Tercera: El «lugar» originario del milagro no es la experiencia concluida esa discusión sobre el realismo que, a propósito de las
del físico, quien ve en la excepción una dificultad para desarrollar expresiones de fe, pasa de la simple información de los hechos a
inductivamente su sistema, sino la explicación existencial del hom- una expresión de fe, que como kerigma merece el nombre de len-
bre, que busca un sentido, explicación que se encuentra afectada guaje. La discusión en torno a Bultmann, es decir, el intento por
existencialmente por un modo de relación interpersonal cuando establecer la relación entre creer y comprender 4 , orienta al teólogo
surge un hecho «milagroso». Con otras palabras: un milagro es hacia la constatación de que el lenguaje debe estar abierto al pro-
un signo comunicativo, escatológico, para una credibilidad imper- gresivo desarrollo de la significación del Dios inaccesible, de la
fecta, que como tal signo no puede ser investigado por la física, misma manera que la historia está abierta a su intervención en los
pero que puede serlo en razón de los elementos físicos y naturales acontecimietos. Pero esto exige que toda explicitación de la reve-
que posee. Sin embargo, persiste siempre un hiato entre la simple lación supere la simple información —que se expresaría, por ejem-
constatación —la del sepulcro vacío, por ejemplo, que como tal no plo, en el juicio «Jesús es el revelador» 5 —, pasando a expresiones
de una comprensión significativa. Tal comprensión se hace posible
2
Dokumente der Paulus-Gesellschaft, editado por E. Kellner, t. V:
Wunder und Wissenscbaft, Munich, 1963, 190-231, 250, 261. 4
3
J. Hessen, Das Kausalprinzip, Ausburgo, 1928; H. Dolch, Kausditdt R. Bultmann, Glauben und Versteben, II, Tubinga, 1952, 211-235:
im Verstandnis des Theologen und der Begründer der neuzeitlichen Physik, Das Problem der Hermeneutik.
5
Friburgo, 1954; W. Büchel, Philosopbische Probleme der Physik, Fribur- R. Bultmann, Theologie des Neuen Testament, Tubinga, 1953, 298s,
go, 1965. 444, 497.
488 N. Schiffers Preguntas de la física a la teología 489

cuando las preguntas que llevan a ella son planteadas dentro de Tillich y Dorothee Sblle14. Puede extrañar este silencio en un
una existencia escatológica que surgió en la historia con Jesús de científico protestante de amplia formación, pero tiene su funda-
Nazaret. De la explicitación orientada al anuncio de la fe no sólo mento en la segunda pregunta relativa a la libertad humana.
habrá que pedir información, sino también preguntar por las posi- Tras los fallidos intentos iniciales de la «teoría de los huecos»
bilidades de coexistencia de la escatología con la realidad histórica re la física cuántica con su trabajo estadístico, hoy se afirma de
del mundo 6 . Sólo así puede quien realiza esa explicitación evitar nuevo, con vistas a la unidad metodológica, el principio funda-
el formalismo simplificador 7 que corre el peligro de quedarse en mental de la ordenación de todos los hechos en el mundo de la
sí mismo en lugar de tener más en cuenta el mundo y Dios. física dentro de determinadas leyes. Con ello queda excluida la
En esta cuestión, la teología ha estado hasta ahora atenta sólo irracionalidad y se hace posible ana fe según la cual el mundo de
a las objeciones de la historia y de la historia de las religiones, sin los fenómenos está dirigido por unas leyes de la razón y ha de ser
escuchar las preguntas de la física. Así lo demuestran la airada comprendido por el entendimiento 15. Como todos saben, el punto
insistencia con que Pascual Jordán intentó hacerse oír en esta que acabamos de esbozar constituye la base del pensamiento de
cuestión 8 y las ponderadas pero constantes indicaciones que sobre Einstein y sus amigos. Todos los físicos vuelven a estar de acuerdo
esta falta ha hecho Cari Friedrich von Weizsácker9. Jordán in- sobre este punto, incluso los teóricos de la física cuántica, pero
tenta hacer comprensible la intervención de Dios en el mundo las opiniones se dividen cuando se trata de sus consecuencias sobre
recurriendo a la «teoría de los huecos» del necesario indetermi- la libertad y la religión del hombre. Y justamente estas consecuen-
nismo de la física cuántica; von Weizsácker establece un catálogo cias constituyen otras tantas preguntas de la física a una teología
de cuestiones que esperan la respuesta de la teología. Partiendo de la libertad.
de la constatación de que la fe en la ciencia es la religión que do- La escuela de Einstein sabe muy bien dentro de su racionalis-
mina nuestro tiempo 10 , este autor cree que, atendiendo al hombre, mo cartesiano lé que no hay ningún camino que lleve de lo que es
debe plantear el problema de una religión verdaderamente libera- a lo que debe ser 17 . Pero su imagen del orden de la naturaleza
dora u por dos razones: en primer lugar, la desmitización del mun- lleva, a través de una cierta relación con la teoría de la armonía
do por el teísmo judío y cristiano liberó al mundo de los dioses preestablecida de Leibniz, a un panteísmo al que corresponde una
y no parece estar ahora en disposición de defender un concepto religiosidad cósmica que termina en una extasiada admiración de
de realidad según el cual el mundo está ciertamente libre de los la armonía de las leyes de la naturaleza18. Finalmente, la libertad
dioses, pero no pertenece aún al Dios del amor n, y en segundo —partiendo de una interpretación cartesiana según la cual el pen-
lugar, en un mundo en el que se reconoce la autonomía absoluta samiento es el elemento ordenador en el hombre— es pensada, en
del hombre se plantea de nuevo la cuestión de cómo es ésta com- una expresión predominantemente social de un principio crítico
patible con la libertad del hombre n . Von Weizsácker calla las idealista, como negación de las relaciones permanentes. Para Ein-
respuestas que en términos de teología posreligiosa han dado a stein hay libertad cuando el pensamiento humano se libera de las
su primera pregunta, desde Jean Paul, Dietrich Bonhoeffer, Paul
14
J. Paul, Werke, Munich, 21959, II, 266, 269; D. Bonhoeffer, Ethik,
4
H. Ott, Die Frage nach dem historischen Jesús und die Ontologie der Munich, 1958, 174-182; P. Tillich, Der Mut zum Sein, Stuttgart, 31958, 28ss,
Geschichte, Zurich, 1960, 21-23. 113ss; D. Solle, Stellvertretung, Stuttgart, 21965,131ss.
7
H. Gadamer, Wahrheit und Metbode, Tubinga, 21965, 145s, 383ss, 431s. 15
A. Einstein, Aus meinen spalen Jahren, Stuttgart, 21953, 18, 20, 23-35,
8
P. Jordán, Der Naturwissenschaftler vor der religiósen Frage, Olden- 132, 158, 235, 261.
burgo-Hamburgo, 1963, 22,156, 192ss. 16
9
A. Einstein, Mein Weltbild, Francfort-Berlín, 1964, 115-127. Para una
C. F. von Weizsácker, Die Tragweite der Wissenschaft, I: Schópfung crítica de esta obra, W. Heisenberg, Prinzipielle Fragen der modernen Physik,
und Weltentstehung. Die Geschichte zweier Begriffe, Stuttgart, 1964, lss, Leipzig-Viena, 1936, 91-98; el mismo, Wandlungen in den Grundlagen der
74ss, 173ss. Naturwissenschaft, Stuttgart, '1959, 61-79; N. Bohr, Atomphysik und mensch-
10
Ib'td., 3-9, 111. liche Erkenntnis, Braunschweig, 1958, 32-83; C. F. von7 Weizsácker, loe. cit.,
11
Ib'td., 14-19. 201ss; el mismo, Zum Weltbild der Physik, Stuttgart, 1958, 245.
12 17
Ibíd., 93. 18
A. Einstein, Aus meinen spaten Jahren, 26, 132, 261. Cf. nota 15.
13
Ibíd., 11, 201ss. Op. cit., 21, 262s; A. Einstein, Mein Weltbild, 18, 109, 151, 171.
490 N. Schiffers Preguntas de la física a la teología 491

limitaciones de los prejuicios autoritarios y sociales, y esta libera- cipio evidente de que el método científico encierra una tendencia
ción es garantizada por la ley en todas las formas sociales 19. Si al progreso constante, discute este autor la condición que hace
E. Cassirer puede mostrar la experiencia de la realidad que está posible que la física clásica y la física cuántica sean conciliables en
debajo de esas exigencias de libertad en toda la obra de Einstein la comprensión de la realidad. Esta condición es, según él, la rela-
como una experiencia fundamentalmente pluralista, este análisis tividad de la multiplicidad inagotable de la realidad a la que co-
favorable muestra la concepción idealista que Einstein tenía de la rresponden los distintos métodos científicos. Estos permiten com-
verdad y el objeto. La idea de reducir a una unidad sintética, de prender sólo aproximadamente algunos aspectos parciales de la
acuerdo con unas reglas, lo múltiple tal como es experimentado en realidad, pero de esta forma se pueden describir perfectamente las
la física, la sociología, la estética y la religión x, pertenece cierta- estructuras del mundo como una totalidad de ilimitada compleji-
mente a la filosofía trascendental y no es más que una variante de dad. Con ayuda de este análisis estructural, la investigación cien-
la idea racionalista de la unidad de la razón 21 . Y al no aparecer tífica se orienta hacia el absoluto, en el que estudia lo relativo en
en esta concepción ni la verdad ni la intersubjetividad, el Dios de su multiplicidad inagotable. Aun cuando haya que valorar positi-
la religión es reducido a una simple religiosidad y la libertad a una vamente el intento de Bohm a causa de su fidelidad al método
construcción de la razón sometida enteramente a sus leyes. físico y de su esfuerzo —común hoy día a todos los físicos— por
restablecer la unidad de la comprensión física de la realidad, debe-
mos reconocer la validez de la crítica de Heisenberg a Bohm: la
2. Realidad «realidad» propuesta aquí como fin de toda descripción no es más
que una superestructura racional, construida ideológicamente25.
Hugo Dingler ** ha observado que en estas imágenes del mundo Es indudable que la física no puede conseguir su unidad más
falta la propiedad más característica y más esencial de la realidad, que a base de investigar las estructuras de la realidad física. Pero
de forma que lo real se convierte en una monótona máquina de estas mismas terminan en la consideración actual de los funda-
relojería. Sin embargo, las observaciones de Dingler sobre las po- mentos de la física, en la que se teme una matematización o logi-
sibles relaciones religiosas del hombre con la realidad esencial ficación, en las construcciones de imágenes del mundo, fuertemente
carecen de valor como expresiones metafísicas porque esa realidad impregnadas de idealismo. Esto puede aplicarse al intento de es-
como totalidad de los objetos es designada a partir del pensar del clarecimiento fenomenológico de Suzanne Bachelard26, a las con-
físico como algo irracional, con lo que no cabe discusión posible sideraciones de Cari Friedrich von Weizsacker27 sobre una lógica
porque es siempre inaccesible para el hombre que planifica racio- adaptada a la física moderna y al principio de complementariedad
nalmente 23. de Niels Bohr 28 . Bachelard no quiere sólo hacer comprensibles
También el análisis estructural pluralista de David Bohm 24 , por la física matemática las estructuras cada vez más complejas,
estrechamente relacionado con Einstein y De Broglie, está en últi- de forma que lo general se transparente en lo particular; quiere
mo término encerrado en un horizonte mental que depende del además presentar al espíritu del hombre el saber de las estructuras
postulado idealista de la unidad de la razón. Partiendo del prin- para que por la matematización sea descubierto de nuevo el puro
hecho empírico. Pero si puede realizar fenomenológicamente esa
" A. Einstein, Freedom. Its Meaning, Nueva York, 1940.
20
I. Kant, Kritik der reinen Vernunft, B 236; E. Cassirer, Einstein's 25
tbeory of relativity considered from the epistemológica, standpoint, Chicago, W. Heisenberg, The Development of the Interpretation of the Quan-
1923, 108-110, 120; ídem, Zur modernen Pbysik, Darmstadt, 1957, 188, tum Theory, en Niels Bohr and the Development of Physics, ed. por
197-200, 256s. W. Pauli, Londres, 1955, 17s.
21 26
K. Hübner, Beitrage zur Philosophie der Pbysik: «Phil. Rundschau», S. Bachelard, La Conscience de Rationalité. Etude phénoménologique
4 (nov. 1963), 18s, 25. sur la Physique mathématique, París, 1958, 19, 29-35, 52, 80, 89, 191-210.
22
H. Dingler, Die Ergreifung des Wirklichen, Munich, 1955, 175-199. 27
C. F. von Weizsacker, Zum Weltbild der Pbysik, Stuttgart, '1958, 208,
25
Ibíd., 176-186.
24
D. Bohm, Causality and Chance in Modern Pbysics, Londres, 1958, 270, 299-301, 312s.
28
96-100, 170. N. Bohr, Physique atomique et connaissance humaine, París, 1961, 5,
31-33, 79s.
492 N. Schiffers Preguntes de la física a la teología 493
reducción trascendental en toda una serie de ejemplos, la finalidad gente pregunta que primero a la metafísica y después a la teología
de tales descripciones no aparece de forma clara más que cuando dirige la paráfrasis de A. Eddington a una imagen de San Agustín
realiza una estructuración matemática de la realidad extrahumana y de Newton 32. «Hemos visto que a medida que avanza la ciencia,
que corresponde al conocimiento apodíctico, es decir, discursivo el espíritu va liberando de la naturaleza lo que había puesto en
matemático. Tampoco von Meizsacker parece superar el modelo ella. En las playas de lo desconocido hemos descubierto una huella
ideal de la realidad, al denominar verdadera lógica al cálculo de especial... que no era otra que la nuestra.» Los físicos perciben el
complementariedad de la mecánica cuántica; no lo supera ni si- grito de esta problemática hominización de una imagen idealista
quiera cuando está dispuesto a considerar esa lógica sólo como del mundo. Pero o bien, refiriéndose a la practicabilidad de los
hipótesis ontológica. Todo desemboca finalmente en esa compro-
conocimientos estructurales, se contentan con recurrir de nuevo al
bación de la realidad que Niels Bohr ha llevado a cabo en el campo
realismo crítico que habían representado Bavink y Dessauer33,
de la biología, de las culturas, del arte y de lo que él llama fe. Es
y limitan con March la construcción de un mundo objetivo a la
verdad que, supuestas determinadas condiciones, se puede probar
la practicabilidad de las hipótesis lógico-matemáticas; pero dado física macroscópica34, o bien se orientan con insistencia hacia la
que los presupuestos están dados en unos signos matemáticos, la división de la física que eso supone M y optan por el seleccionismo
quaestio facti sólo se plantea en los campos de la realidad que subjetivo de Eddington 36 , el positivismo empirista de Jordán 37
corresponden a esos presupuestos de la construcción matemática. o, con Heisenberg y von Weizsacker, por la búsqueda del origen
Este resultado de la crítica de la nueva literatura sobre el tema de todo conocimiento olvidado en la física38. Tampoco el intento
constituía ya lo esencial de las expresiones de Duhem a principios de E. Nickel por establecer en la convergencia del materialismo y
de siglo29. Con la misma hipótesis de construcción se chocará si el espiritualismo la primacía del espíritu por medio de un análisis
se puede seguir la investigación crítica sobre Newton que ha lle- de lo material llega realmente al mundo, sino que a lo más tiende
vado a cabo Bloch y el estudio de KarI Ulmer sobre Galileo 30 . a alcanzarlo en la inmaterialidad39.
Fundándose en la historia de la física a partir de la escolástica Martin Heidegger da la verdadera razón de la inutilidad de es-
tardía —y siempre que se prescinda de las necesarias correcciones tos intentos cuando dice que en la física, como ciencia exacta, la
de detalle que procuran los trabajos bibliográficos correspondien- comprensión del ser del ente es reducida a un concepto que, dados
tes—, se podría ciertamente mostrar cómo la investigación física los principios y el alcance de la ciencia, no está en disposición de
está determinada por la hipótesis de la construcción de modelos tratar verdaderamente el problema sobre la esencia del lugar, el
y la imagen del mundo más o menos idealista que esta hipótesis tiempo, el movimiento, la energía, la masa, etc. n. Basta leer la
entraña. Pero en el marco de un boletín bibliográfico podemos
contentarnos con una indicación de la literatura sobre el tema 31 .
32
Más importante que esa indicación detallada será considerar la ur- Citado en J. H. Jeans, Physik und Philosophie, Berlín, 1950, 114s.
33
B. Bavink, Ergebnisse und Probleme der Naturwissenschaften, Leip-
2
zig, '1944, 264s; F. Dessauer, Naturwissenschaftlicbes Erkennen. Beitrage zur
' P. Duhem, La théorie physique. Son object - sa structure, París, 1906, Naturphilosophie, Francfort, 1958, 9,18s, 211-214.
232ss, 274. 34
30
A. March, Das neue Denken der modernen Physik, Hamburgo, 1957,
L. Bloch, La philosophie de Newton, París, 1908; K. Ulmer, Die 23s, 28s, 41, 97-99.
Wandlung des naturwissenschaftlichen Denkens zu Beginn der Neuzeit bei 35
E. Schrodinger, Die Natur und die Griechen, Hamburgo, 1956.
Galilei: «Symposion. Jahrbuch für Philosophie», II (Friburgo, 1959), 293-347. 36
A. Eddington, Philosophie der Naturwissenschaft, Munich, 1949, 37s,
31
Cf. la bibliografía completa en A. C. Crombie, Augustine to Galileo, 134, 159.
Oxford, 1958. De los nuevos trabajos no citados en esta obra: M. L. Bonelli, 37
P. Jordán, Der gescheiterte Aufstand, Francfort, 1956, 31-34.
Mostra Annwersale di Galileo Galilei, Florencia, 1964; J. O. Fleckenstein, 38
W. Heisenberg, Wandlungen in den Grundlagen der Naturwissenschaft,
Scholastik, Barock und exakte Wissenschaften, Einsiedeln, 1949; H. Lange, Stuttgart, '1959, 87s; C. F. von Weizsacker, Zum Weltbild der Physik,
Geschichte der Grundlagen der Physik, I-II, Friburgo, 1954 y 1961; O. Lo-
retz, Galilei und der Irrtum der Inquisition, Kevelaer, 1966; G. M. van Stuttgart, '1958, 174.
39
Melsen, Naturwissenschaft-Technik, Bine pkilosophische Besinnung, Colonia, E. Nickel, Zugang zur Wirlichkeit. Existenzerhellung aus den trans-
1964. materiellen Zusammenhángen, Friburgo (Suiza), 1963,25-36,142-148,211-220.
40
M. Heidegger, Das Wesen des Grundes, Pfullingen, 31949, 13s.
494 N. Schiffers Preguntas de la física a la teología 495

conferencia de von Weizsácker El lenguaje como información*1 se juntan en lugar alguno dentro del horizonte del mundo...; todo
para convencerse de lo atinado que es el diagnóstico de Heidegger. lo que vive verdaderamente, vive... de una esperanza, cuya reali-
Pero los filósofos sólo pueden mostrar que los científicos se en- zación plena pertenece al orden de lo trascendente, de lo inefa-
frentan con una forma de la manifestación de la realidad que se ble» »
refiere a la naturaleza como objeto de investigación racional42.
Y, según ese diagnóstico, queda la fe de los metafísicos, para
la cual la razón no es una potencia que pone al hombre en movi- III. CONVERGENCIA DE LA FÍSICA Y LA TEOLOGÍA.
miento a partir de sí misma, sino que desvela la verdad sólo cuan- EL DIALOGO CON LOS TEÓLOGOS
do la fuerza misma del ser, para el que han surgido el hombre con
su razón y las cosas, reúne todo esto en el ser 43. Pero si la revela- Pero si —para conseguir la unidad de su física en una com-
ción de la verdad está en la fuerza del ser mismo y no en la pre- prensión no matematizada ni idealista de la realidad— los físicos
gunta por el ente y sus conceptos **, en ese caso, según Sein und se dirigen a los filósofos para preguntarles por la convergencia de
Zeit, no se podría escribir, por ejemplo, «Sein und Zeit», ya que toda experiencia y de todas las líneas de la experiencia, y si los
no sería posible emprender el camino hacia el ser a partir del con- filósofos, que de acuerdo con la historia moderna de la filosofía
cepto. Así, pues, frente a las construcciones conceptuales de los y de la física son tenidos por los físicos como críticos del conoci-
físicos no le queda al filósofo más que aquella fe que, según la miento y, por tanto, como científicos, dan una respuesta negativa
expresión de Holderlin, hace posible la expresión: «Donde está a la ciencia en lo que se refiere a la iluminación del ser, la refe-
el peligro, crece también la salvación» 45. rencia a la fe y la esperanza en una autorrevelación del ser resul-
Pero crece la salvación no a través de las ciencias, ya que en tará existencialmente inaceptable para los físicos, en la medida en
cuanto realidad no aparente es inaccesible para ellas*6, sino que que esa referencia provenga de los filósofos.
—como han mostrado Jacques Maritain, von Weizsácker y Karl Esta parece ser la razón por la que muchos físicos, desde Ein-
Rahner 47 — es dada evidentemente y es anterior incluso a la lógica stein hasta la actualidad, parecen trazar a partir de su fe de físicos
más formal, o —según M. Blondel n— está en la base de la acción En el progreso una serie de líneas paralelas hacia la fe religiosa.
o —como dice Walter Strolz * siguiendo a Heidegger— está pre- Estos no toman ya de los filósofos su fe filosófica y buscan para
sente en la historia en cuanto relación obvia con el ser. Así, la el diálogo y la contrastación a los teólogos, de los cuales aún ad-
salvación de la fuerza del ser no está en ninguna de las formas miten el que crean. Significativos de esta elección de los físicos son
de pensamiento o de comportamiento del hombre, sino que es las Gifford Lectures y las reuniones de la Paulusgesellschaft. De
previa a todas ellas, y por eso no se deja conocer por las ciencias. hecho, en estos coloquios no se ha buscado más que teólogos que
Bernhard Welte tiene perfecta razón cuando dice: «Las líneas no no rehusan a la física y la filosofía el servicio del estudio y que
pueden emprenderlo. Pero si en esos diálogos se pide a los teólo-
41
C. F. von Weizsácker, Sprache ais Information, en Die Sprache, edi- gos el testimonio de la fe como fundamento de esperanza51, tales
tado por la Academia Bávara de Bellas Artes, Darmstadt, 1959, 48-53. diálogos son una favorable oportunidad para el propio conocimien-
42
M. Heidegger, Vortrage und Aufsatze, Pfullingen. 21959, 24-35, 60- to teológico, ya que constituyen otras tantas preguntas de la física
70, 4384s. a la teología. Pues si, como se deduce de la bibliografía que hemos
44
G. Siewerth, Metapbysik der Kindheit, Einsiedeln, 1957, 51s. ofrecido, a pesar de toda su insuficiencia, la física está ya en dis-
M. Heidegger, op. cit., 84.
45
Ibid., 36, 43ss. posición de superar la hipostasificación decimonónica del concepto
44
Ibíd., 66-70. de naturaleza, la teología podría, reflexionando sobre las conside-
47
J. Maritain, Distinguer pour unir ou les degrés du savoir, París, 1932,
cap. IV; K. Rahner, Geist in Welt. Zur Metapbysik der endlichen Erk'enntms
bei Thotnas von Aquin, edit. por J. B. Metz, Munich, 21957, 88s. 50
B. Welte, Das Heilige in der Welt, en Freiburger Dies Universitatis,
48 2
M. Blondel, L'Action, París, 1950; el mismo, Lettre, París 1956, 194849, 178.
34-37. 51
J. Moltmann, ¿Esperanza sin fe?: CONCILIUM, 16 (junio 1966), 208-
49
W. Strolz, Der vergessene Ursprung, Friburgo, 1959, 128ss. 223; J. B. Metz, Experientia spei: «Diakonia», 1 (1966), 186-191.
496 N. Schiffers

raciones de filosofía trascendental de los físicos, aprender de nue-


vo a evitar, en una explicadón teológica trascendental, escatológica
y edesiológica, toda hipostasificación del concepto de Iglesia. Un
diálogo sobre la posibilidad y el alcance de esta doble desideolo-
gización constituiría una verdadera oportunidad para superar en
teología la separadón recíproca de las dos realidades que son la
Iglesia y d mundo.
Para la realización de esta fundón de servido, apuntada por Documentación Concilium *
la constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, en sus nú-
meros 20 y 21, cabe expresar un deseo: la Iglesia debería erigir x
un instituto de investigadón en el que especialistas de las ciencias MUERTE Y VIDA FUTURA
naturales y sodales pudiesen plantear las preguntas de la física
atendiendo a su significación teológica. Si tal instituto, con plena En su libro Le paysan de la Garonne, un Jacques Maritain
libertad que es presupuesto para el diálogo dentífico, encontrase desilusionado decía: «Hay tres cosas sobre las que por nada del
respuestas a esas preguntas, representaría un gran servicio para mundo debe predicar hoy un sacerdote inteligente: la otra vida,
la Iglesia, que, según la constitudón Lumen gentium (1, 31, 38, la cruz y la santidad.» Y a continuación se pregunta si la masa de
41), se comprende a sí misma como signo de unidad y esperanza nuestros cristianos piensa todavía en estas realidades, el alma in-
para todos los hombres. mortal o la vida eterna 2 . Esto pone de relieve dos hechos. En
N. SCHIFFERS primer lugar, la teología oficial parece observar un silencio doc-
trinal sobre ciertos puntos como una posible vida futura, y en
segundo, los mismos fieles parecen pedir algo sensato sobre estos
temas últimos. Por lo que se refiere a Holanda, una encuesta re-
ciente ha facilitado cierta información científicamente responsable
sobre la situación3. Según dicha encuesta, el 70 por 100 de los
católicos holandeses cree en una vida futura, el 59 por 100 en un
délo, el 39 por 100 en la existencia de un diablo y de un infierno,
el 38 por 100 en la existencia de un purgatorio. Las cifras son algo
más altas por lo que se refiere a los protestantes: el 98 por 100
cree en una vida futura, el 97 por 100 en un cielo, el 87 por
100 en un diablo, el 84 por 100 en un infierno, pero sólo un
4 por 100 en un purgatorio. Por tanto, la pregunta de Maritain,

1
* Bajo la responsabilidad del Secretariado General.
Agradecemos la ayuda prestada por J. van Genderen, D. de Petter,
A. Hulsbosch, J. B. Metz y P. Schoonenberg. Una útil bibliografía de los
estudios recientes puede verse en P. MüIIer-Goldkuhle, Die Eschatologie in
der Dogmatik des 19. Jabrhunderts, Essen, 1966; A. Albrecht, Tod und
Unsterblichkeit in der evangelischen Theologie der Gegenwart, Paderborn,
1964; Y. Congar, Fins dermers: «Rev. des Se. Phil. et Thébl.», 33 (1949),
pp. 463ss, y L. Boros, Mysterium Mortis - Der Menscb in der letzten Ent-
sebeidung, Olten-Friburgo de B., 1962.
2
3
J. Maritain, Le paysan de la Garonne, París, 21966, p. 17.
Attwood Statistics N. V., Enquéte 66.02.70, Rotterdam, 1966; ésta
ha aparecido con el título God in Nederland, Amsterdam, 1967.
32
498 M. C. Vanhengel-]. Peters Muerte y vida futura 499
si la masa del pueblo piensa en una vida futura, tiene una res- Jerusalén terrena, que ha sido destruida. En esta visión apocalíp-
puesta, al menos por lo que se refiere a Holanda, afirmativa: la tica no hay una conexión clara entre la vida en la tierra y la vida
inmensa mayoría de los cristianos creen en una vida futura.
en el cielo.
La primera afirmación de Maritain, que un sacerdote inteli- La expectación teleológica presupone una meta final concreta
gente debe guardar silencio sobre estas cosas si quiere salvar su que podemos adivinar porque en esta vida existen ya indicaciones
prestigio, es difícil de comprobar. Lo único que podemos hacer más o menos claras, como una disposición o deseo general. En
es presentar un resumen de lo que los teólogos y los dedicados a esta visión teleológica se da una conexión causal entre esta vida
las ciencias del espíritu han dicho sobre estos puntos. y la del futuro. Aplicada a nuestro tema, la situación viene a ser
El plan original de este número de CONCILIUM incluía un ésta: el hombre posee ya un alma que es inmortal en sí misma.
artículo sobre la muerte, pero por enfermedad del autor ha sido Esta alma está acordada a un fin (telos) ya existente: la visión de
imposible ofrecerlo. No obstante, en un número donde la evolu- Dios, el cielo o (si éste no es alcanzado) lo opuesto. En todo caso,
ción ocupa tanto espacio no podía quedar excluida la cuestión de este fin existe independientemente del hecho de que sea buscado
la muerte y la otra vida, sobre todo teniendo en cuenta que en el intencionadamente o no. Aquí, por tanto, existe una conexión in-
modo de pensamiento evolucionista se priva fácilmente a la muerte terna definida entre esta vida y la del futuro, y ambas son ya
de la seriedad que le corresponde, considerándola como una especie reales y cognoscibles en principio.
de imperfección temporal que superará la evolución. H. Dolch
La expectación profética se caracteriza principalmente por el
señala en este mismo número un peligro semejante con respecto
hecho de que el futuro no es todavía un dato y no puede ser cono-
al pecado. Por otra parte, desde el punto de vista pastoral, muchos
cido todavía en principio. El adjetivo 'profética' no quiere decir
sacerdotes inteligentes probablemente recibirán con agrado alguna
aquí que el futuro es anticipado, sino que es anunciado al hombre
orientación positiva en una exposición documentada de lo que es
en nombre de Dios como el objeto de la esperanza del hombre.
constructivo en el pensamiento moderno sobre la vida y la muerte.
No obstante, en principio este futuro está en las manos de la per-
Con el fin de lograr claridad hemos ordenado esta exposición sona humana que acepta esta responsabilidad para su vida. Este
centrándonos en tres perspectivas distintas: la apocalíptica, la te- futuro no viene de fuera, sino está internamente unido con el
leológica y la profética. Naturalmente serían posibles otras formas aspecto creador de esta vida y principalmente con el aspecto moral
de distribución, y quizá incluso mejores. Pero hemos preferido de esta creatividad; en otras palabras: esta creatividad es una
ésta por ser la que sigue H. Cox en su artículo sobre la expecta- tarea moral.
ción ante el futuro en este mismo número de CONCILIUM. Pero
Aunque hoy parece predominar el tercer tipo de expectación,
comenzaremos por explicar brevemente los tres términos emplea-
acompañado a veces de reacciones irresponsables contra los otros
dos aquí.
dos, no pretendemos prejuzgar ninguna de estas tres perspectivas,
La expectación apocalíptica del futuro está dominada por la en parte porque las tres sólo raramente aparecen en forma ex-
convicción de que el presente es insatisfactorio, y en cuanto tal, clusiva.
debe ser enteramente destruido. Será sustituido por un futuro Prescindimos deliberadamente de la cuestión del esplritualismo
que es completamente nuevo, totalmente oculto e impredecible por la sencilla razón de que éste no representa una expectación del
y que es introducido desde fuera. Aplicado a nuestra vida, esto futuro, sino que es un sueño-realidad de la vida real, un reflejo
quiere decir que esa vida debe ser totalmente destruida, que la vago de lo que es ya presente. Por razones de limitación metodo-
muerte representa el fin de todo, y que nuestra vida será sustitui- lógica tampoco nos ocuparemos de la visión cristiana de la muerte
da por una existencia nueva, impredecible, celeste, mediante una como castigo del pecado.
intervención exterior, por ejemplo, una nueva intervención crea- Estos tres modos de interpretar el misterio de la muerte y la
dora de Dios. Tiene, por tanto, cierta semejanza con la presenta- otra vida pueden encontrar apoyo en la Escritura, de modo que
ción del Apocalipsis: la Jerusalén terrena desaparece en el fuego, ninguno puede presumir de ser 'escriturario' y negar esta prerroga-
y de las nubes desciende la Jerusalén celeste para sustituir a la tiva a los demás. También se puede encontrar apoyo para los tres
500 M. C. Vanhengel-J. Peters Muerte y vida futura 501
en las declaraciones del magisterio. En conjunto, incluso se puede dos 'partes' de que está compuesto el hombre. El alma es una
decir que todo lo que se ha dicho en el transcurso de los siglos sustancia inmortal que está atada al cuerpo mortal. La muerte
sobre la muerte y la otra vida puede reducirse a estos tres modos consiste entonces en una ruptura de este vínculo, mientras el alma,
de ver el futuro. Porque: 1) o la muerte trae el fin de todo, y inmortal, continúa existiendo. Esto en dogma católico romano, y
entonces no hay absolutamente ninguna continuidad auténtica; tiene que ser así porque la Iglesia católica romana ha dogmatizado
2) o la muerte constituye una transición que puede considerarse la herencia filosófica de la antigüedad»7. Es verdad que nosotros
como una continuidad de lo que conocemos por la vida, pero sin somos espiritualmente semitas e intelectualmente griegos, y he-
sus aspectos fatigosos y dolorosos, y particularmente sin la transi- mos adquirido suficiente conciencia de nuestra historicidad para
toriedad y la desintegración que experimentamos ahora; 3) o la aceptar que todo lo que hay dentro del hombre es también ver-
muerte significa un cambio radical, una situación nueva que difiere daderamente humano, pero esto no implica necesariamente que
totalmente de todo lo que hemos experimentado4, como lo ha hayamos caído en un dualismo tan crudo. La cita parece implicar
formulado J. B. Metz: «El significado y la realización final de que la visión católica hace del hombre, con su inmortalidad, un
nuestra existencia humana según están inaugurados y realizados rival de Dios, que es el único inmortal (1 Tim 6,16). Es compren-
en la historia de la misma libertad humana»5. sible que estos teólogos protestantes insistan en que la muerte
es el fin de todo: «Nuestra visión de la muerte es destrucción
implacable y renovación total. Y nuestra identidad es preservada
I. LA PERSPECTIVA APOCALÍPTICA a través de la muerte en el amor de Dios, en Cristo, en el juicio
de Dios que es juicio de gracia. Dentro de nosotros no hay nada
Las diversas visiones del futuro que agrupamos bajo este epí- que, en cuanto tal, asegure nuestra identidad aquí y en el futuro,
grafe proceden, por una parte, de una interpretación positivista ahora y después. Estamos destinados a morir. Pero... nuestros
de la revelación, y por otra, de un concepto materialista del hom- nombres están escritos en el libro de la vida»8. Y van der Leeuw
bre. En ambos casos, la postura está dictada por una especie de escribe: «La fe dice que nosotros pasaremos, total e irrevocable-
protesta contra lo que se considera la visión católica de la inmor- mente; no quedará nada, a no ser que Dios realice un nuevo mila-
talidad o contra la primacía del espíritu sobre la materia. gro de creación y nos haga resucitar»9. Y todo esto con el fin de
salvar la soberanía de Dios.
Entre los teólogos protestantes ortodoxos como Karl Barth,
G. C. van Niftrik, P. Althaus y G. van der Leeuw 6 se inició, al Cullmann10, que está más cerca de nuestro punto de vista, ha-
final de la segunda guerra mundial, una fuerte protesta contra la bla en un tono más moderado. Se preocupa menos de la soberanía
inmortalidad: el mensaje cristiano era más que la predicación de de Dios que de la convicción que sirve de trama a toda su teología:
una inmortalidad natural o incluso platónica. Según estos teólogos, el concepto bíblico del tiempo y la idea de la historia de la salva-
entre el pensamiento griego y la revelación bíblica existe una opo- ción que está ligada con este concepto. Para Cullmann, la salvación
sición radical: la Escritura anuncia la resurrección, la teología está inextricablemente entrelazada con el elemento tiempo. En este
convirtió ésta en inmortalidad. Como la mayoría de las protestas, curso del tiempo, el climax, la 'medida plena', el kairos ha sido
también ésta llevó al extremismo: «El protestantismo vive todavía alcanzado ya en el acercarse de Dios al hombre en la figura histó-
en gran parte fuera de ese dualismo metafísico del alma en que el rica de Jesús de Nazaret. A nuestro juicio, Cullmann se preocupa
animismo primitivo, presente a lo largo de la humanidad, ha en-
7
contrado su expresión filosófica. Así, el alma y el cuerpo son las G. van Niftrik, Zie, de mens - Beschrijving en verklaring van de An-
thropologie van Karl Barth, Kampen, 1951, pp. 281ss.
4
* Citado en el excelente trabajo de A. Hulsbosch, Is de ziel onslerfelijk?,
R. Beerling, Denken over de dood: «De Gids», 4-5 (1966), p. 202. 's Hertogenbosch, 1960, p. 7.
5
Cf. J. Metz, Christliche Anthropozentrik, Munich, 1963. ',0 Onsterfelijkheid of opstanding?, p. 38.
6
K. Barth, Kircbliche Dogtnatik, III/4, Zurich, 1951, p. 678; P. Althaus, O. Cullmann, Immortalité de l'&me ou Résurrection des morís, Neu-
Die letzten Dinge, s1949; G. van der Leeuw, Onsterfelijkheid of opstanding?, chatel-París, 1956; cf. M. Cuminetti, Immortalita dell'anima o risurrezione
Kampen, 41947; G. van Niftrik, Kleine Dogmaiiek, Kampen, 1947. dei corpi: «La Scuola Cattolica», XCIII, 2 (marzo-abril 1965), pp. 142-156.
502 M. C. Vanhengel-J. Peters Muerte y vida futura 503
menos por la inmortalidad o la posible otra vida del hombre que La visión marxista parece caer dentro de esta perspectiva, y a
por el inimaginable carácter del tiempo y su concomitante, la veces se la llama acertadamente una visión apocalíptica invertida.
eternidad. Por una parte, Cullmann quiere hacer que la vida ac- Porque también en ella la muerte es el fin definitivo de todo indi-
tual del hombre pase a una vida más plena via su muerte, mien- viduo humano12. En su lugar aparecerá algo totalmente nuevo.
tras por otra no hablará de una destrucción total, porque entonces Lo que llamamos 'hombre' no es más que una forma particular
la realidad del hombre terminaría fuera del ámbito del tiempo y en que la naturaleza se expresa a sí misma, materia que se hace
con ello fuera del ámbito de la salvación. Por eso se decide por consciente en esta especie particular. La materia es el elemento
una situación 'intermedia' que resulta próxima a lo que el Antiguo primario, y el hombre no es más que una organización especial de
Testamento entiende por 'sheol', una especie de condición 'soño- esta materia que temporalmente se levanta sobre el determinismo
lienta' que «contiene, por una parte, el sentimiento opresivo de de la materia mediante el proceso de hacerse consciente. Pero este
estar despojado de todo, y por otra, la seguridad definitiva de que proceso termina definitivamente con la muerte, aunque los indivi-
esta situación, que sólo es transitoria, no puede separarnos de duos que pasan lo prolongan. La naturaleza y el hombre son pe-
Cristo... Pero la certeza tranquilizadora prevalece porque el acon- rennes enemigos; en cada muerte, la naturaleza derrota al hombre,
tecimiento decisivo ya ha tenido lugar: la muerte ha sido vencida» aunque el hombre inventara un método de permanecer biológica-
(p. 50). A nuestro juicio, esta introducción de una situación 'in- mente vivo. En última instancia, no se refiere a esta vida, sino
termedia' no hace más que posponer el problema. La cuestión es: más bien a la interpretación de todo lo que el marxista llama
¿cuál es la situación final? ¿Qué hace cierta esta situación? ¿Tie- 'naturaleza'. Esta naturaleza actúa en la historia como algo que es
ne alguna conexión con la vida pasada? La respuesta de Cullmann totalmente autónomo y autosuficiente; evidentemente no tiene
a estas preguntas parece apuntar hacia las opiniones de Barth y nada que ver con un Creador y menos aún con una finalidad pre-
van der Leeuw citadas anteriormente: «El hombre, verdadera y via. Es verdad que el hombre escapa en cierta medida al control
totalmente muerto, es devuelto a la vida mediante un nuevo acto de la naturaleza mediante su conciencia, por la que puede contro-
creador de Dios. Lo que sucede es inaudito, un milagro de crea- larla, y mediante su poder para dar un significado a las cosas; por
ción. Lo que sucedió antes fue también sobrecogedor: una vida, otra parte, será inevitablemente vencido por la naturaleza, aunque
creada por Dios, ha sido destruida» (p. 25). Y cuando habla de la sin que llegue a perderse el significado que ha dado a las cosas.
seriedad de la muerte de Jesús, dice: «Para que brote vida de esta El futuro está con la naturaleza, y es este futuro lo que acercan
muerte es necesario un nuevo acto creador de Dios, un acto que las generaciones sucesivas, pero ninguno de los seres humanos
hace volver a la vida al hombre entero, todo lo que Dios creó y individuales precedentes tiene parte en este futuro. La naturaleza
fue destruido por la muerte, y no simplemente una parte del hom- se organiza en un conjunto económico y social, y uno simplemente
bre» (p. 24). no se preocupa por una posible otra vida, pues la vida humana se
Trillhaas, en un estudio muy minucioso u , ha señalado correc- halla estrictamente limitada a su existencia biológica; la muerte
tamente que todos los argumentos empleados por estos autores (y carece esencialmente de sentido, y no tiene objeto pensar en ella.
al mismo tiempo por él) contra la inmortalidad se vuelven contra La muerte no puede afectar de ningún modo el significado que
el argumento en favor de la resurrección. No es preciso reflexionar mi vida ha vertido al mundo: «Yo puedo dar sentido a mi vida
mucho para ver que el atacar a la inmortalidad no es precisamente haciéndole participar en el objetivo universal que la especie co-
hacer un servicio a la fe en la resurrección. menzó a perseguir desde su origen, es decir, en la construcción de
Todos estos autores tienen un punto en común: la vida actual una sociedad fraternal en que el hombre se ha hecho radicalmente
del hombre es totalmente destruida por la muerte, y la posible
otra vida del hombre es referida a un factor que queda fuera del 12
ámbito del hombre. G. Mury, Le marxiste devant la morí: «Vie Spir.», supl. (mayo 1966),
pp. 230-255; del campo católico: G. Martelet, Victoire sur la mort, Lyon,
11
1966; C. Cases, Entretien avec Ernesto de Martino sur la mort, l'apocalypse
W. Trillhaas, Einige Bemerkungen zur Idee der Unsierblichkett: «Neue et la survie: «Esprit» (marzo 1966), pp. 370-377, y F. Fortini, Note conjointe
Zeitschr. f. System. Theol. u. Religionsphil.», 2 (1965), pp. 143-161. sur la fin d'un homme et la fin du monde: «Esprit» (marzo 1966), pp. 78-82.
504 M. C. Vanhengel-J. Peters Muerte y vida futura 505
seguro de su dominio sobre el mundo material que lo rodea. Pue- dos posturas, la teología apocalíptica del protestantismo ortodoxo,
do también, sin duda, seguir mis inclinaciones, relaciones y ambi- que protestaba contra la inmortalidad a causa de la resurrección,
ciones personales. Pero en la medida en que me niego a cooperar y el dogmatismo apocalíptico del marxismo, que se oponía a una
en este proyecto universal, reduzco mi propia existencia a lo me- posible otra vida del hombre por considerarla una alienación y
diocre y a las relaciones individualistas sin poder escapar de las negación de esta tierra, han tenido su día. Respecto a la primera
influencias formativas del medio social. Y de este modo renuncio remitíamos al estudio, excelentemente documentado, de Trillhaas;
de una vez para siempre a toda influencia en el progreso histórico. respecto al último merecen citarse estas palabras de Bloch: «La
En este sentido soy o salvado o condenado en este mundo, es de- muerte no toca la esencia íntima de la existencia; si las posibili-
cir, en el sentido de responder o no responder a la vocación de la dades de este núcleo de existencia se logran, traspasa la frontera
humanidad entera, incorporado a la lucha del proletariado para la de la muerte» ,s. Estas dos líneas de pensamiento apuntan ya en
liberación de toda la humanidad»a. Pero el contenido de este la dirección de una expectación ideológica del futuro.
nuevo futuro no resulta más claro que lo que la literatura apoca-
líptica llama la nueva tierra y el cielo nuevo: «El fin de este pro-
yecto no es más que una palabra útil empleada para indicar la II. LA PERSPECTIVA TELEOLOGICA
participación objetiva en una empresa que todavía no es consciente
de sí misma, si por conciencia entendemos conciencia científica.» Esta visión del problema de la muerte se caracteriza principal-
En todo caso, no es un futuro para el ser humano individual com- mente por el intento de unir la vida presente con una posible otra
prometido; el individuo es consumido totalmente en este proyecto vida a través de la frontera de la muerte16. Estos pensadores tienen
para un futuro mejor. La muerte no es más que una limitación conciencia del hecho de que sólo se puede hablar de muerte y otra
absurda, más allá de la cual no hay ningún futuro para el indi- vida desde la situación ventajosa del presente. Al condensar este
viduo. Esto es un materialismo consecuente: «Precisamente por- intento en tres proposiciones principales no pretendemos hacer
que la naturaleza del hombre es biológica, la muerte es fatal. No justicia a todas las distintas opiniones, sino sólo subrayar los ele-
obstante, esta muerte no hace que la empresa humana carezca de mentos principales de esta línea de pensamiento. Si hablamos de
sentido, pero limita despiadadamente su ámbito, pues éste queda la muerte desde el punto de vista de nuestra vida presente, debe-
encerrado dentro de este mundo. Aunque los trabajos de ciertos mos admitir que, a través de Heidegger, la precariedad de esta
investigadores se vieran coronados por el éxito, aunque las gene- vida como un 'ser para la muerte' (Sein xum Tode) ha penetrado
raciones futuras estuviesen dotadas de una existencia biológica ili- en la conciencia del hombre occidental. No obstante, debemos se-
mitada, persistiría el hecho de que nuestra generación presente ñalar que la muerte no es en sí misma necesaria (D. de Petter).
está totalmente dedicada a la nada» M. Aquí el único camino abier- En segundo lugar, vemos que en la actividad del hombre durante
to al elemento humano es aceptar con valentía la absurda fatalidad la vida se desarrolla algo que perdura y que se mantiene contra la
de la muerte como un límite y renunciar a toda esperanza de en- amenaza de la muerte (K. Rahner). En tercer lugar, la muerte no
contrar cualquier otro sentido en esta muerte. No obstante, sigue es una fatalidad que sólo puede ser aceptada como un hecho bruto,
torturándonos el interrogante de si en toda esta vida, que llega sino que puede ser humanizada y convertida en un acto humano
a ser consciente de sí misma en la historia, no hay en alguna parte (L. Boros, P. Schoonenberg, C. Geffré).
una fuerza humana capaz de romper este absurdo.
Esta visión del ser humano individual en el marxismo orto- 15
J. Moltmann, Theologie ier Hoffnung, Munich, '1966, pp. 313ss; el
doxo deja todavía sin explorar todo un campo de humanidad. mismo, Messianismus uni Marxismus: «Kirche in der Zeit», 15 (1960),
Incluso dentro del marxismo comienza a aparecer esta convicción, pp. 291-295; G. Sauter, Zukunft uni Verheissung, Zurich-Stuttgart, 1960,
que es una comparación clara de Moltmann y Bloch. A lo que Moltmann
como en Das Prinzip Hoffnung, de Ernst Bloch. Parece que estas llama esperanza, Sauter lo llama futuro y promesa.
16
D. de Petter, Begrip en werkeliikheii, Hilversum, 1964, pp. 217-233,
13
Mury, loe. cit., p. 243. donde el autor adopta una postura intermedia entre Heidegger y Sartre sin
14 reducir en nada la 'precariedad' de la vida humana.
Ibíi., p. 249.
506 M. C. Vanhengel-J. Peters Muerte y vida futura 507
Antes de seguir adelante es preciso hacer dos observaciones. Cristo n . Esencialmente, por tanto, esto es más que seguir vivien-
Primera: esta línea de pensamiento admite que la muerte está do en los pensamientos de otros o como una fuente de inspiración
presente a lo largo de la vida y concierne al hombre como un para la vida cristiana de los creyentes. Es verdad que también éste
todo. Esto hace que estas consideraciones resulten conformes con es un modo humano de ser inmortal, una anticipación de lo que
una nueva visión del hombre, una nueva antropología. Segunda: confesamos en la resurrección de Cristo. Pero sería insuficiente
estos modos de ver el futuro parecen ser puramente filosóficos, reducir esta confesión de la profundidad y cualidad de la vida,
pero en realidad están inspirados por el mensaje cristiano sobre según es proclamada en la resurrección corporal del Señor, a un
la vida. seguir viviendo en la memoria de los hombres. Es más bien la
Frente a la visión de la muerte en Sartre como algo extraño continuación de la vida personal del Señor resucitado y glorifica-
('también' nosotros morimos) y más de acuerdo con la de Heideg- do, en la que el creyente viene a participar precisamente después
ger en la que la muerte es el precio que pagamos por la vida a lo de la muerte. Esta vida prolongada del Señor no es tampoco una
largo de nuestra existencia, De Petter insiste constantemente en simple repetición de la vida terrena de Jesús sin nuestras dimen-
la menesterosidad de la vida humana. Esta vida humana está mar- siones terrenas, ni una existencia glorificada para El solo en forma
cada por la muerte en su misma esencia. La muerte no puede ser de un descanso perpetuo, pues no es un Redentor que descansa
minimizada. Afecta a la totalidad del hombre, pues destruye la sobre sus laureles, sino un Redentor en el sentido pleno, real y
condición corporal del hombre, y éste es hombre precisamente presente de la palabra18. Si podemos pensar en la resurrección
porque su espíritu está entrelazado con esta condición corporal. corporal del Señor como un modo posible de que el espíritu 'des-
Ahora bien, la muerte significa que el cuerpo es totalmente sepa- plazado' pueda expresarse a sí mismo y ser operativo, también
rado del espíritu, y así el cuerpo es deshumanizado. ¿Es entonces podemos entender mejor los sacramentos como reliquia incarnatio-
deshumanizado también el espíritu? nis (restos de la encarnación, lo que persiste entre nosotros de la
encarnación) y particularmente la presencia eucarística que nos
En cierto sentido, la respuesta es afirmativa. El espíritu hu- familiariza con la presencia corporal del Señor ya en esta vida
mano se realiza a sí mismo en y a través de la condición corporal. presente. A través de esta presencia corporal sacramental del Se-
Aunque por sí es esencialmente no-físico, y, por tanto, no está ñor podemos pensar también en comunión con los difuntos, que
sujeto a comienzo y degeneración, el espíritu está comprometido siguen siendo parte de la plenitud del cuerpo del Señor. Pero con
en la condición corporal. La antropología moderna se enfrenta todo esto sigue en pie la dificultad de presentación: ¿cómo en-
aquí con una dificultad que parece insoluble. Por una parte, el cuentra el espíritu humano un modo de expresarse a sí mismo en
espíritu es trascendente y no está sujeto a comienzo y decadencia la condición corporal del Señor resucitado? En la tercera sección
ni puede verse afectado por el proceso desintegrador del cuerpo. volveremos sobre este punto.
Por otra parte, no es posible imaginar cómo el espíritu puede tener
todavía una oportunidad de expresarse a sí mismo después que La posibilidad de que el espíritu humano se vea implicado en
el cuerpo le ha sido arrebatado por la muerte. Los vivos ya no la redención del mundo a través de la condición corporal del Señor
tienen acceso a los muertos porque los muertos han comenzado su vivo abarca otro aspecto: es aquí precisamente donde aparece con
ausencia de este mundo. Tampoco es posible imaginar que el es- claridad que el espíritu participa en la vida misma de Dios. Esto
píritu se expresa a sí mismo o comunica con este mundo y los revela una profundidad y unidad de vida que trasciende la vida
demás hombres de modo distinto que a través de su condición individual y es esencialmente más que una inmortalidad natural.
corporal. No obstante, el creyente puede descubrir aquí una luce- Las diversas implicaciones que hemos mencionado siguiendo
cita en medio de estas tinieblas, lucecita que es el núcleo del men-
17
saje evangélico: la corporalidad glorificada de Cristo. Pero ¿es C. Geffré, La résurrection ou la victohe de l'esprit: «Vie Spir.» (abril
posible llegar aquí a algo más concreto que el «estar con Cristo, 1963), pp. 382 y 390-393; J. Kremer, Das atieste Zeugnis von der Auferste-
bung Christi: «Stuttg. Bibl. Stud.», 17 (Stuttgart, 1966).
que es mucho mejor» de San Pablo? (Flp 1,23). Ciertamente, pero " P. Schoonenberg, Christus" V'erlossingsdaad: «Bijdragen», 27 (1966),
esto implica una otra vida auténticamente corporal y efectiva de 4, p. 481.
508 M. C. Vanhengel-]. Peters Muerte y vida futura 509
la tesis de De Petter pueden encontrarse en una cita que resume po como el fruto real del tiempo, y fruto madurado a través del
todo lo que hemos dicho hasta aquí: «El 'alma separada' no es un tiempo. Tal eternidad no llega después de la vida presente con el
espíritu 'puro', sino la situación absurda de un ser humano esen- fin de prolongar la vida, sino es más bien una eternidad que es
cialmente corporal; es un auténtico 'encarcelamiento', una dislo- liberada del tiempo, y por esto mismo hace del tiempo algo tran-
cación completa de la persona humana con respecto a su situación sitorio con el fin de que la cosa real y definitiva pueda ser hecha
normal... al menos si prescindimos de la redención. Porque para libremente y sin obstrucción»21. Esto introduce un factor moral.
el espíritu separado, cambia todo con esta redención. Hay, por La bondad o maldad de las acciones humanas no puede minimizar-
tanto, una diferencia radical entre la inmortalidad miserable, na- se de manera que esta bondad o maldad pueda siempre ser des-
tural, del alma humana y la inmortalidad cristiana. La primera está hecha y comenzar de nuevo en un círculo incesante de un tiempo
implicada en la personalidad humana, y en cuanto tal marca la que se repite constantemente. Esto destruiría la historicidad esen-
trascendencia del espíritu humano. Pero, dado que esta trascen- cial del tiempo. Por tanto, las tinieblas que se extienden detrás
dencia es esencialmente 'incorporada', la inmortalidad natural del de la muerte pueden ser una noche final o el anuncio de un ama-
espíritu humano en el difunto es una situación no natural. La in- necer eterno, un vacío completo o una plenitud total, pero nunca
mortalidad cristiana, en cambio, es una implicación de comunión independiente de las acciones del hombre.
en gracia con el Dios vivo... Esta redención no consiste en un Llegamos así a la segunda relación: entre necesidad y libertad.
liberar del cuerpo, sino en la comunión del espíritu humano en la En la muerte de una persona amada tenemos la impresión de que
vida misma de Dios» w . la contribución definida hecha durante su vida es destruida; la
Como segunda característica de esta perspectiva teleológica muerte parece anular su fidelidad y su amor. Este es el elemento
aludíamos a la observación de Rahner x de que la vida continuada más brutal en la experiencia de la muerte: que levanta una fron-
de la persona muerta no se ha de concebir como en una continui- tera final en torno a la mayor contribución del hombre en amor,
dad de línea recta con la vida pasada, como si el coche no hubiera fidelidad, comunión. Esta limitación inevitable, este cesar la li-
sufrido más que un cambio de caballos. La mejor descripción de bertad y la decisión es un aspecto. El otro se halla en la naturaleza
la extensa contribución de Rahner al debate es quizá calificarla de misma de la actividad humana. Siempre que el hombre toma una
visión de la muerte como una 'realidad dialéctica', una realidad que auténtica decisión, hace una elección definitiva, trasciende lo que
ha de contemplarse desde dos direcciones simultáneamente, cada es transitorio y alcanza la libertad. Establece algo que es bueno,
una de las cuales arroja luz sobre la otra. Al estudiar la muerte, libre, paz en esta tierra, algo que no existía y que nunca puede
Rahner subraya una triple relación mutua: entre tiempo y eterni- ser considerado como no hecho en la historicidad de este mundo.
dad, entre limitación y libertad y entre pasividad y actividad. Esta visión es reforzada por el mensaje evangélico sobre la per-
El que considere la relación tiempo-eternidad como la más durabilidad del reino de Dios y la verdadera libertad a la que el
importante se debe probablemente al Sein und Zeit de Heidegger hombre es llamado en Cristo: «Cuando el hombre se recoge y así,
y a su visión de existencia humana como un 'ser para la muerte'. en la posesión de sí mismo, arriesga libremente su personalidad,
Esto lleva, en primer lugar, a corregir la visión según la cual no se entrega a una trivialidad pasajera, sino recoge tiempo en
la eternidad comienza después de esta vida, de modo que la vida validez perdurable. Este tiempo no puede ser medido con la expe-
presente resulta una especie de período de prueba para una eter- riencia puramente externa del tiempo ni puede ser identificado
nidad que nos vendrá de fuera: «La eternidad aparece en el tiem- con la simple continuidad, y menos aún con la finalidad puramente
temporal que acaba con nuestra vida presente» 22 .
" E. Schillebeeckx, Wereld en Kerk. Theologiscbe Peilingen, III: De La tercera relación es la existente entre pasividad y actividad.
mens en zijn licbamelijkbeid, Bilthoven, 1966, pp. 241-242. La muerte como fenómeno puramente biológico parece venir al
20
K. Rahner, Das Leben der Toten, en Schriften zur Theologie, IV, hombre desde fuera, algo sobre lo que él no tiene control. Contra
Zurich-Colonia, 1961, pp. 429-438; Das Aergernis des Todes, op. cit., VII,
pp. 141-145; Über das Cbristliche Sterben, ibíd., pp. 273-283 (1966); y el 21
interesante artículo de J. Nicolás, A la jonction du temps et de l'éternité: K. Rahner, Scbriflen, IV, p. 432.
22
«Vie Spir.» (marzo 1963), pp. 298-311. Ibíd., p. 434.
510
M. C. Vanhengel-J. Peíers Muerte y vida futura 511
esta mera pasividad tenemos una de las convicciones básicas del no en lo que precede o sigue al mismo, sino en el momento de la
cristianismo: que Cristo nos redimió mediante su muerte. Por tan- transición, y éste coincide con el momento de la muerte que no
to, la muerte de Cristo es una acción humana con validez duradera. puede ser expresado en términos puramente temporales. Esta vi-
En este contexto Rahner señala con frecuencia el hecho de que en sión del problema tiene más carácter de 'hipótesis de trabajo', y
la Eucaristía celebramos constantemente la muerte del Señor hasta su probabilidad o improbabilidad depende de la armonización del
que El vuelva. Cristo tomó la muerte y la hizo suya propia. Tam- mayor número posible de datos de fe.
bién el hombre puede convertir esta muerte neutral, exterior, en Sin ahondar en presupuestos filosóficos, la esencia de esta hi-
un acto personal mediante el control consciente y libre de toda su pótesis teológica puede resumirse como sigue. Toda persona que
vida. En su muerte, Cristo creó una libertad para sí mismo, me- muere hace una elección final en pro o en contra de Dios, en un
diante la cual podía continuar llegando a todos. El carácter de este acto último, verdaderamente libre, de su vida presente. Este acto
acto reside precisamente en la entrega creyente a lo que se pre- contiene también el juicio, pues este acto tiene en cuenta el con-
senta como un abismo insondable, pero para el creyente se con- junto de la vida precedente. No existe certeza experimental sobre
vierte en una realidad prometedora. Si no, la muerte será simple- la existencia de este acto. Se trata de una especie de sumario últi-
mente un nervioso aferrarse a lo que se nos escapará de todas mo de todas las decisiones del hombre, una especie de síntesis de
maneras. En última instancia, somos 'enajenados', pero no como todos esos elementos que, en nuestras acciones humanas, contie-
una 'cosa', sino como una persona que es puesta en libertad. El nen, aunque oscuramente, algo de un apartarse de Dios o un vol-
acto de morir consiste en «la creencia continuada en esta 'dispo- verse a El. Es el paso último, decisivo en todo un peregrinar que
sición'»; «es la aceptación voluntaria de lo que está decidido y lleva al hombre a su meta final o le hace terminar en un callejón
nuestra acomodación a ello; es el abandono anticipado de aquello sin salida. Pone de relieve la opción básica que ha animado toda
a lo que tendremos que renunciar de todas maneras, convencidos nuestra vida. Así, esta visión de la muerte tiende un puente entre
de que esta pobreza, esta aceptación de lo que está decidido sobre el tiempo y la eternidad y salva a la vez la continuidad de la vida
nosotros, nos hace libres para la bienaventurada e inmensurable humana y la identidad de la persona. L. Boros25 intenta incluso
bondad del Dios que decide... Si no aceptamos esto, la muerte ligar la situación final de los niños no bautizados con esta 'hipó-
sólo puede ser una protesta muda contra la muerte en esta vida» 2>. tesis de la decisión'.
Esta última visión toca ya lo que llamábamos la tercera forma El hombre moderno experimenta aquí una dificultad especial:
de expectación teleológica, según la cual la muerte real no es una en esta perspectiva hay una respuesta para las cuestiones secun-
mera fatalidad, sino algo que puede ser humanizado y convertido darias, pero se da simplemente por supuesta la otra vida. Pero el
en un acto humano24. hombre moderno siente dudas precisamente sobre esta condición
Los autores de que nos hemos ocupado hasta aquí trasladan privilegiada que él poseería en el conjunto de los seres vivos. Co-
el problema real de la muerte a lo que precede a la muerte bio- noce demasiado bien las leyes de la biología y la unidad de la
lógica, en oposición a otros anteriores que miraban más hacia las materia para aceptar sin más una prerrogativa humana de conti-
realidades del otro lado: el cielo, el infierno y el purgatorio. El nuidad sin sumisión a la ley general de desintegración. Pero aquí
nuevo grupo de autores se centra más en el acto mismo de morir; Teilhard de Chardin, con su visión de una evolución que es todavía
23 necesaria a la vida humana para que alcance un nivel más alto,
Ibíd., VII, p. 278. abre algunas posibilidades. Debemos a H. de Lubac el haber se-
24
P. Glorieux, Endurcissement final et gráces dernieres: «Nouv. Rev. ñalado esto26.
Théol.», 59 (1932), pp. 865-892; P. Schoonenberg, Onze activiteit in het
sterven: «Bijdragen», 6 (1943-1945), pp. 127-145; E. Hengstenberg, Einsam- Todos estos autores tienen en común el que, de maneras dis-
keit und Tod y Tod und Vollendung, ambas obras en Ratísbona, 1938; tintas, subrayan la dignidad antropológica del hombre. Todos ellos
A. Winklhofer, Das Kommen seines Reiches, 5
Francfort del Main, 1959;
R.
6
Troisfontaines, Je ne meurs pas, París, 1960, y ¡'entre dans la vie, París,
1963; L. Boros, Mysterium monis. Der Mensch in der letzten Entscheidung, 25
26
L. Boros, op. cit., pp. 116-122.
Friburgo de B., 1962; C. Geffré, La mort comme nécessité et comme liberté: H. de Lubac, La pensée religieuse du Veré Teilhard de Chardin y La
«Vie Spir.» (marzo 1963), pp. 264-280. Vribre du Vire Teilhard de Chardin, París, 1964, pp. 121 y 149-164.
512 M. C. Vanhengel-]. Peters Muerte y vida futura 513
han colaborado a liberar la predicación sobre la vida y la muerte deben formularse tanto el filósofo como el teólogo es: ¿hasta qué
de la sospecha de alienar al hombre de sí mismo. Todos ellos con- punto debemos eliminar esta ilusión? Lo que Freud ha dicho sobre
sideran como hecho básico el que existe una cierta continuidad el deseo y Jung sobre los arquetipos no agota el problema. Esta
entre esta vida y la otra. disminución de las expectaciones y los deseos idealistas como ilu-
siones era necesaria, pero sólo insiste en la visión descendente:
Paul Ricoeur ha intentado hacer ver que hay lugar también para
III. LA PERSPECTIVA PROFETICA una visión 'ascendente'. Y ahora el teólogo se enfrenta con la
ardua tarea de señalar valientemente el elemento de ilusión que
Si dijéramos que la perspectiva anterior estaba orientada bá- existe en la expectación cristiana sin destruir la expectación mis-
sicamente hacia una visión beatífica, podíamos decir que la pers- ma. No tenemos espacio aquí para citar la gran cantidad de trabajo
pectiva profética se interesa por una spes beata, una esperanza práctico realizado ya en la nueva presentación catequética de esta
beatífica. En este caso podremos presentar las realidades de la expectación. Pero existe el peligro de que, por querer lograr una
vida y la muerte como deseables. La atracción de tales valores de- higiene psicológica, la vida y la muerte dejen de tomarse en serio
pende de su posible realización. cuando dilucidamos los temas últimos. Debemos elaborar una nue-
Apenas usamos las palabras 'deseo' y 'atracción', surge ante va comprensión de la realidad en sus símbolos.
nosotros la sombra de Freud para recordarnos que la religión es
una ilusión y que el cielo y el infierno no son más que la proyec- El trabajo realizado por la teología analítica, particularmente
ción de un deseo a. Esto nos lleva luego a una interpretación fácil en los países anglosajones, ha sido de gran utilidad aquí. Porque
de la realidad: el deseo de felicidad y de otra vida en el hombre el lenguaje que habla sobre el misterio de la muerte y la vida no
queda reducido a un instinto, el instinto es identificado con lo que es un lenguaje exacto. Pero la cuestión es si el lenguaje científico
es primitivo, y lo que es primitivo debe ser rechazado como algo y exacto es el único lenguaje. Puede suceder que un lenguaje de
que no pertenece a la fase evolucionista de conciencia e histori- persuasión demuestre poseer una estructura distinta de la del len-
cidad. La otra vida se convierte en un mito primitivo; el cielo y el guaje científico. Y aquí reside el mérito de hombres como Wittgen-
infierno, en un lenguaje que no puede ser verificado. Pero ¿no es stein. Esto no quiere decir que pueda sacar sin más el lenguaje
posible que los mitos nos hagan pensar? ¿No hay espacio aquí sobre la vida y la muerte de sus dificultades presentes, pero hace
para lo que Geffré ha llamado un nuevo interrogarse el hombre a al teólogo consciente del hecho de que un lenguaje de persuasión
sí mismo en el centro mismo de la fe? 28. utiliza otros criterios que el lenguaje científico. Todo hablar desde
Lo que ante todo nos llama la atención aquí es que el problema un ángulo específico implica inevitablemente una limitación me-
de la vida y la muerte ya no es un problema puramente religioso, todológica de ese hablar. Esto no quiere decir que no podamos
sino un problema universal del que se ocupan el psicoanálisis, el hacer afirmaciones que sean absolutamente válidas o verdaderas,
análisis lingüístico y la hermenéutica, y no simplemente como un sino que estas afirmaciones sólo son verdaderas dentro de un de-
problema marginal. terminado juego de lenguaje que sigue sus reglas propias. Nunca
Lo que Freud nos ha enseñado particularmente sobre nuestros podemos hablar absolutamente sobre lo absoluto, pero podemos
estímulos, especialmente sobre el deseo de vivir y el de morir, hablar sobre él desde un ángulo particular. Al usar el término 'jue-
nos ha hecho conscientes del hecho de que el deseo humano de go' no pretendemos que no se tome en serio. Al contrario, hay
continuidad o destrucción, expresado en las palabras 'cielo' e 'in- una gran cantidad de juegos lingüísticos, y también la teología
fierno', contiene un amplio elemento de ilusión. La pregunta que puede ser considerada como una colección de juegos lingüísticos.
Cada uno de estos juegos tiene un principio coordinador que nos
27
P. Ricoeur, De l'interprétation, París, 1965, y J. Pohier, Au nom du permite obtener una coordinación de afirmaciones elementales
Veré: «Esprít» (marzo 1966), pp. 480-500, y (abril 1966), pp. 947-971, que que podemos considerar como la relativamente mejor.
señala la obra que ha de hacer la teología en este campo.
28
C. Geffré, La recberche en théologie: «Vie Spir.», supl. (febrero 1967), Era preciso mencionar de manera general estos detalles técni-
p. 21. cos con el fin de evitar que consideremos la perspectiva profética
33
514 M. C. Vanhengel-J. Peters Muerte y vida futura 515

como en conjunto demasiado subjetiva. Para estos teólogos ana- por el interés de otro. Y aquí encuentro un motivo para confiarme
líticos, el principio coordinador es la esperanza. Es natural que, si a la misma realidad aseguradora que no dejó a Jesús en el estado
partimos de la 'esperanza', elaboraremos un "juego' lingüístico que de muerte. Por tanto, es posible encontrar en el EvangeÜo el sen-
tiene reglas distintas de las que rigen en las ciencias. Decir que 'la tido último de mi vida. Pero este mensaje sobre mi vida no es
vida humana es indestructible' carece de sentido en el juego lin- primordialmente una comunicación que me lleva a entenderme a
güístico de la ciencia, pero no en el de la esperanza. En esta mate- mí mismo, sino una comunicación sobre la naturaleza de Dios que
ria merece la pena escuchar a S. Ogden29. Este autor de Christ es amor, y amor más fuerte que la muerte. Este mensaje es teo-
without Mytb ve el problema de la vida y la muerte desde el logía.
ángulo de la confianza, la confianza en el amor que Dios nos tiene. Naturalmente, tampoco esto proporciona una solución final
Sobre esta confianza edifica una exposición que discute las reali- al problema de la vida y la muerte, pero crea una oportunidad
dades a que apuntaban los mitos y símbolos que ahora carecen de para formular las cuestiones de modo diferente. Bonhoeffer32 hizo
sentido. Está esencialmente en desacuerdo con autores como una vez la inquietante pregunta de qué sucedería a la creencia en
W. Hamilton M, T. Altizer y P. van Burén, que exigen una secu- Dios cuando las últimas preguntas pudieran tener respuesta tam-
larización radical también en esta materia. Sigue a Wittgenstein3I bién sin Dios. Con van Iersel33 podríamos contestar: «Entonces
en no querer aumentar los enigmas de la vida hablando de una desaparecerá la última posibilidad de entender defectuosamente a
vida 'perdurable', sino intentar encontrar algo que asegure un Dios, y nuestra fe en la fidelidad de Dios podía ser más pura más
modo de superar el 'perecer perpetuo'. La fuerza de estos autores allá de la tumba que ahora.» ¿Y no es éste uno de los permanentes
reside no en una u otra afirmación particular, sino en el 'discurso' problemas de toda teología?
como un todo que está en correlación con nuestra existencia hu- En esta última sección no nos hemos ocupado del modo más
mana, pero nunca está totalmente encerrado dentro de ella. explícito de analizar el problema basado en la hermenéutica34 ni
Para mostrar cómo actúa semejante 'discurso' lo mejor es par- de las relaciones entre la sexualidad y la muerte35. No obstante,
tir de la visión del amor de Dios en Ogden. Amar significa poner el que haya sido capaz de asimilar lo que hemos dicho en esta breve
el centro de mi existencia en otro. ¿No hace Dios precisamente reseña no se quejará, con Maritain, de que los teólogos contempo-
esto en Jesucristo? Dios viene a ser totalmente Dios en tanto que ráneos no reflexionan suficientemente sobre la muerte. Pero obser-
pone el centro de su interés en Jesús y, a través de Jesús, en cada vará que la atención se ha trasladado de 'después de la muerte' a
uno de nosotros. Qué significa esto en concreto, lo aprendo de la 'vida' y del encarcelamiento a la libertad. Y esto nos parece más
nuevo constantemente en mi modo de ajustar mi vida al Evange- bien una ganancia.
lio. El sentido obvio del relato de la resurrección es precisamente M. C. V A N H E N G E L
que Dios no deja a este Jesús en la desilusión de la muerte, sino J. P E T E R S
que sigue siendo Dios para él tras la frontera de la materia: Jesús
continúa siendo el centro de la intención redentora de Dios. ¿Pue-
de ser esto un mensaje para mi vida en esta época? A través de
mi experiencia humana tengo acceso al elemento vivificador que
encuentro en el interés amoroso que alguien siente por mí. Conoz-
co situaciones en que me veo reducido a un silencio de muerte, 32
D. Bonhoeffer, Widerstand und Ergebung. Briefe und Aufzeichnungen
pero conozco también situaciones en que vengo a ser yo mismo aus der Hafl, Munich, 1951, pp. 159-160.
33
B. van Iersel, Vragett naar dood en leven in het Nieuwe Testament:
29
S. Ogden, The reality of God, Londres, 1967, pp. 206-230: «The «Verbum» (mayo 1966), p. 196.
34
promise of faith». Cf. también F. Ferré, Language, Logic and God, Nueva Aquí debían examinarse atentamente las obras de P. Ricoeur, Le vo-
York, 1961, p. 123. lontaire et l'involontaire, París, 1963, pp. 428-435, y Finitude et culpabiltté.
30
W. Hamilton, lili death us do part y Room for death, San Luis, 1964. II: La symbolique du mal, pp. 243-260 y 264-270.
31 35
L. Wittgenstein, Tractatus Logko-Philosophicus, Londres, 1922, p. 184. M. Oraison, A propos d'une théologie de la mort: «Vie Spir.», supl.
(mayo 1966), pp. 215-217.
ANDREAS VAN MELSEN

Nacido el 10 de noviembre de 1912 en Zeist (Países Bajos),


estudió en la Universidad de Utrecht. Doctor en ciencias (1941),
es desde 1945 profesor de filosofía de las ciencias en la Universi-
COLABORADORES DE ESTE NUMERO dad de Nimega y desde 1953 profesor extraordinario de filosofía
de las ciencias en la Universidad de Groninga. Es decano de la
Facultad de Matemáticas y Ciencias de la Universidad de Nimega
WERNER BRÓKER
y presidente del Consejo del Concilio pastoral neerlandés. Entre
sus publicaciones citaremos Evolution and Philosophy, Pittsburg,
Nació el 23 de marzo de 1929 en Recklinghausen (Alemania) 1965. Colabora en diversas revistas de filosofía y de ciencia.
y fue ordenado en 1955. Estudió en las Universidades de Münster,
Munich y Bonn. Doctor en ciencias naturales (1962) y en teología
(1967), es en la actualidad asistente científico en la Universidad KARL R A H N E R
de Münster. Entre sus publicaciones citaremos especialmente Sinn
der Evolution (Sentido de la evolución), Dusseldorf, 1967. Véase CONCILIUM, núms. 1, 3 y 6 (1965)
Ha sido profesor de filosofía de la religión y de antropología
ZOLTAN A L S Z E G H I cristiana en la Universidad de Munich. En la actualidad es profe-
sor de dogmática y de historia del dogma en la Universidad de
Jesuíta. Nació el 12 de junio de 1915 en Budapest (Hungría) Münster. Sus numerosas obras ya han sido citadas en nuestro nú-
y fue ordenado en 1942. Estudió en la Universidad Gregoriana de mero 1; a ellas añadiremos que es también editor del Handbuch
Roma, donde obtuvo el doctorado en teología en 1945. En la ac- der Pastoral Theologie, tomos I-II, 1/2, Friburgo de Brisgovia,
tualidad es profesor de dicha Universidad. Entre sus obras merecen 1964-1966.
especial mención II Creatore, en colaboración con M. Flick, sj,
Florencia, 1959, e II Vangelo della grazia (también en colaboración HEIMO DOLCH
con M. Flick), Florencia, 1964. Escribe en la revista «Grego-
rianum». Nació el 20 de julio de 1912 en Bohlitz-Ehrenberg (Alemania)
y fue ordenado en 1946. Estudió en las Universidades de Leipzig
H A R V E Y COX y de Lovaina. Doctor en filosofía (1936) y en teología (1951),
es en la actualidad, y desde 1963, profesor en la Universidad de
Nacido el 19 de mayo de 1929 en Estados Unidos. Miembro Bonn. Entre sus obras mencionaremos Theologie und Physik,
de la Iglesia baptista, fue ordenado en 1956. Estudió en las Uni- 1951, y Teilhard de Chardin im Disput, 1964.
versidades de Yale y de Harvard. Doctor en filosofía (1963), ha
sido asistente de teología y de cultura en la «Andover Newtion
Theological School» hasta 1965. En la actualidad es profesor de DOMINIQUE DUBARLE
teología en la «Divinity School» de la Universidad de Harvard
(Cambridge, Mass.). Entre sus publicaciones citaremos The Secular Dominico. Nacido el 23 de septiembre de 1907 en Biviers
City, 1965, y God's Revolution, 1965. Colabora en ChrisHanity (Francia), fue ordenado en 1931. Es doctor en filosofía y en teo-
and Crisis (editorial Board). logía (1933). Profesor de filosofía en el Instituto Católico de Pa-
518 Colaboradores de este número

rís desde 1944. Entre sus publicaciones citaremos Pour un dialogue


avec le marxisme, París, 1964.
BEN VAN ONNA

JACQUES ELLUL Ha nacido el 27 de abril de 1940 en Babberich (Países Bajos).


Ha estudiado en la Universidad de Münster y en la actualidad
Nació en Burdeos (Francia) el 6 de enero de 1912. Pertenece prepara el doctorado en teología en la Universidad de Tubinga
a la Iglesia reformada de Francia. Estudió en la Universidad de bajo la dirección del profesor Joseph Ratzinger.
Burdeos y en la Facultad de Derecho de París. Licenciado en letras,
doctor en derecho (1936), profesor agregado de derecho (1943),
es en la actualidad profesor de la Facultad de Derecho y del Ins- NORBERT SCHIFFERS
tituto de Estudios Políticos de la Universidad de Burdeos. Es
miembro de las Comisiones del Consejo Ecuménico y del Consejo Nació el 14 de junio de 1927 en Aquisgrán (Alemania) y fue
Nacional de la Iglesia Reformada de Francia. Entre sus publica- ordenado en 1952. Estudió en la Universidad de Tubinga. Doctor
ciones citaremos Politique de Dieu, Politiques de l'homme, 1966. en teología (1954), ha obtenido la habilitación en 1966 con la tesis
Colabora en las revistas «Esprit», «Diogéne», etc. Anfragen der Physik an die Theologie (Preguntas de la física a la
teología). Es encargado de curso en la Universidad de Münster,
donde enseña teología fundamental. Entre sus publicaciones men-
EMMANUEL G. MESTHENE cionaremos Die Einheit der Kirche nach J. H. Newman (La unidad
de la Iglesia en J. H. Newman), Dusseldorf, 1956. Colabora en
Nacido el 19 de agosto de 1920 en Estados Unidos. Estudió la revista «Geist und Leben».
en la Universidad Columbia (Nueva York). Licenciado (1949) y
doctor en filosofía (1964), es en la actualidad director ejecutivo
del «Program on Technology and Society» de la Universidad de
Harvard y encargado de curso en la «Gradúate School of Business
Administration». Entre sus publicaciones citaremos The Meaning
of Technology for Man (El significado de la tecnología para el
hombre), editado con una introducción, 1967, y Technology's
Challenge to the Churches (El reto de la tecnología a las Iglesias),
«Theology today», enero 1967.

ERIC MASCALL

Nació el 12 de diciembre de 1905 en Londres (Inglaterra) y


fue ordenado en 1932. Estudió en las Universidades de Cambridge,
Oxford y Londres. Graduado en matemáticas, licenciado en filo-
sofía y doctor en teología (1948), es en la actualidad profesor de
teología histórica en el «King's College» (Universidad de Londres)
desde 1962. De sus publicaciones citaremos The Secularisation of
the Christianity, Nueva York, 1965. Colabora principalmente en
la revista «Theology».
CONCILIUM
Revista internacional
de Teología

Año III. - Tomo II. - N.os 24-26


Abril. - Mayo. - Junio
ECUMENISMO. - MORAL. - CUESTIONES FRONTERIZAS

EDICIONES CRISTIANDAD
Lope de Rueda, 13
MADRID
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Prof. Dr. J.-B. Metz (Cuestiones Münster Alemania Núm. Pág.
fronterizas)
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la Iglesia) sia 26 366
Mgr. Dr. N. Edelby (Derecho Damasco Siria Benenson, P.: La ley natural y la ley establecida 25 228
Canónico) Blanck, J.: Sobre el problema de las «normas éticas» en
Prof. Dr. T. I. Jiménez Urresti (Derecho Bilbao España el Nuevo Testamento 25 187
Canónico) Bertalot, R.: ¿Hacia un entendimiento con la doctrina
Prof. Dr. Chr. Duquoc, OP (Espiritua- Lyon Francia evangélica sobre la Cena? 24 65
lidad) Boelens, W.: La Eucaristía en la Iglesia Evangélica 24 101
Prof. Dr. P. Benolt, OP (Sagrada Jerusalén Jordania Broker, W.: Aspecto de la evolución 26 345
Escritura) Chen, M.: La confesión de la fe en el Asia actual 25 323
Prof. Dr. R. Murphy, o. CARM. (Sagrada Washington U. S. A. Cox, H.: El progreso evolucionista y la promesa cristiana. 26 374
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Dubarle, D.: La manera en que él hombre se trata a sí
Consejeros: mismo, ¿pone en peligro su humanidad? 26 425
Dr. L. Alting von Geusau Groninga Holanda EUul, J.: La revolución técnica y sus consecuencias para
Ludolf Baas Amersfoort Holanda la actuación moral y política 26 437
Dr. M. Cardoso Peres, OP Fátima Portugal Greeley, A.: Algunos resultados de la educación católica
Marie-Dominique Chenu, OP París Francia en los Estados Unidos 24 160
Mgr. Dr. C. Colombo Várese Italia Hamelin, L.: Las técnicas de difusión al servicio de las
«buenas costumbres» 25 262
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La condición y la renovación de la moral 25 202
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de la Eucaristía 24 57
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luz del problema de la evolución 26 476
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Rahner, KarI: Pecado original y evolución 26 400
Ratzinger, J.: La Eucaristía, ¿es un sacrificio? 24 72
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dente 24 118
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cho natural 25 240
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Stanley, D.: Aspectos ecuménicamente significativos de la
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Thurian, Max: La confesión en las Iglesias Evangélicas ... 24 28
Vanhengel, M. C, y Peters, J.: Muerte y vida futura ... 26 497

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