Está en la página 1de 181

C O N C ILIU M

Revista Internacional de Teología

138 bis
HACIA EL VATICANO III

LO QUE ESTA POR HACER EN LA IGLESIA

EDICIONES CRISTIANDAD
Madrid 1978
«Concilium» celebra anualmente una asam-
blea general en la que participan todos los
miembros de su comité de dirección, así
teólogos como científicos, y los diversos
editores de la revista. De cuando en cuan-
do se otorga a esa asamblea el carácter de
congreso y se dedica al estudio de algún
tema que el entorno cultural plantea a la
teología o a la Iglesia.

Esto ocurrió en 1977, doce años después


de la fundación de la revista y otros tantos
desde el Concilio. La reunión tuvo lugar
en la Universidad de Notre Dame, South
Bend / Chicago, por gentil invitación de su
presidente, Rev. Theodore M. Hesburgh,
entre el 29 de mayo y 1 de junio. Los in-
terrogantes que en ella se plantearon fue-
ron éstos: ¿Cuál es la verdadera situación
de la Iglesia hoy? ¿Qué se ha hecho y qué
está por hacer después del Vaticano II?
¿Será necesario y hasta inaplazable un nue-
vo Concilio?

El tema es grave y apasionante. Durante


cuatro días fue estudiado en sesiones de
mañana y tarde por un grupo de teólogos,
liturgistas y sociólogos de Europa y Améri-
ca, la representación seguramente más pre-
clara de ambos continentes. Resultó ade-
más una especie de confrontación de la
teología europea y la americana, a veces con
no pequeño fragor, sobre los temas funda-
mentales de nuestro tiempo. Estos son los
trabajos que aparecen en este número ex-
traordinario de «Concilium», con el título
que fue lema de la reunión: Hacia el Vati-
cano III. Lo que está por hacer en la
Iglesia.
Secciones de «Concilium»

1. SOCIOLOGÍA DE LA RELIGIÓN Enero


COMITÉ D E DIRECCIÓN DE CONCILIUM
2. LITURGIA Febrero
3. DOGMA Marzo Giuseppe Alberigo Bolonia-Italia
4. TEOLOGÍA PRÁCTICA Abril William Bassett San Francisco/Cal.-EE. UU.
Gregory Baum OSA Toronto/Ont.-Canadá
5. TEOLOGÍA FUNDAMENTAL Mayo Franz Bbckle Bonn/Rottgen-Alemania Occ.
6. CUESTIONES FRONTERIZAS Junio Antoine van den Boogaard Nimega-Holanda
Paul Brand Ankeveen-Holanda
7. INSTITUCIONES ECLESIALES Julio-Agosto Marie-Dominique Chenu O P (consejero) París-Francia
8. ECUMENISMO Septiembre-Octubre Yves Congar O P (consejero) París-Francia
9. ESPIRITUALIDAD Noviembre Mariasusai Dhavamony sj (consejero) Roma-Italia
Christian Duquoc OP Lyon-Francia
10. MORAL Diciembre Casiano Floristán Madrid-España
Claude Geffré OP París-Francia
Andrew Greeley Chicago/Ill.-EE. UU.
Norbert Greinacher Tubinga-Alemania Occ.
Gustavo Gutiérrez Merino (consejero) Lima-Perú
Peter Huizing sj Nimega-Holanda
Bas van Iersel SMM Nimega-Holanda
No podrá reproducirse ningún artículo de Jean-Pierre Jossua O P París-Francia
Hans Küng Tubinga-Alemania Occ.
esta revista, o extracto del mismo, en nin- Rene Laurentin (consejero) París-Francia
Luis Maldonado Madrid-España
gún procedimiento de impresión (fotocopia, Johannes Baptist Metz Münster-Alemania Occ.
microfilm, etc.), sin previa autorización de Jürgen Moltmann Tubinga-Alemania Occ.
Alois Müller Lucerna-Suiza
la fundación Concilium, Nimega, Holanda, Roland Murphy o . CARM Durham/N. C.-EE. UU.
y de Ediciones Cristiandad, S. L., Madrid. Jacques-Marie Pohier O P París-Francia
David Power O M I Roma-Italia
Karl Rahner sj (consejero) Munich-Alemania Occ.
Luigi Sartori (consejero) Padua-Italia
Edward Schillebeeckx O P Nimega-Holanda
Hermán Schmidt sj Roma-Italia
David Tracy Chicago/Ill.-EE. UU.
Antón Weiler Nimega-Holanda

CONSEJO CIENTÍFICO

José Luis Aranguren Madrid-España


Luciano Caglioti Roma-Italia
August Wilhelm von Eiff Bonn-Alemania Occ.
Paulo Freiré Ginebra-Suiza
André Hellegers Washington, D. C.-EE. UU.
Barbara Ward Jackson Nueva York-EE. UU.
Harald Weinrich Colonia-Alemania Occ.

SECRETARIADO GENERAL

Depósito legal: M. 1.399.—1965 Arksteestraat, 3-5, Nimega (Holanda)


Director de este número
D A V I D TRACY
Profesor de la Universidad de Chicago
y Presidente de la Catholic Theological Society of America
con la colaboración de
CONTENIDO
HANS K Ü N G
Profesor de la Universidad de Tubinga D. Tracy: Presentación: trasfondo histórico 143
y A. van den Boogaard: Discurso de apertura -. 146
J. B. Metz: Alocución 151
J O H A N N E S B. METZ
D. Tracy: Alocución 153
Profesor de la Universidad de Münster

I. IGLESIA Y DOCTRINA

R. E. Murphy: Problemas en torno a la Biblia 157


E. Schíllebeeckx: Cuestiones sobre la salvación cristiana 164
C. J. Peter: Doctrina y futuro 184

II. IGLESIA Y ECUMENISMO

G. Alberigo: Un concilio ecuménico cristiano 197


H. Küng: Vaticano III: problemas y oportunidades 208
A. Dulles: Ecumenismo: problemas y perspectivas para el futuro. 233

III. IGLESIA E INDIVIDUO

J.-M. Pohier/C. Geffré: Reforma de la Iglesia y vida personal ... 245


F. Bockle: Fe y conducta 251
D. B. Burrell: Iglesia y vida personal 266

IV. IGLESIA Y SOCIEDAD

J. B. Metz: Renovar la Iglesia antes del nuevo concilio 279


Ch. E. Curran: Etica social: tareas para el futuro 286
V. IGLESIA Y REFORMA

1. Perspectivas generales
Ch. Duquoc/C. Floristán: Letargo de la espiritualidad cris-
tiana en los países desarrollados 307
Presentación
R. Laurentin: Vaticano III: ¿dónde y cómo? 313
A. Müller: Iglesia y reforma 318
TRASFONDO HISTÓRICO
2. Teología pastoral
M. G, Durkin: La teología pastoral ante el futuro 324
J. Shea: Tareas del ministerio cristiano 334 Del 29 de mayo al 1 de junio de 1977 tuvo lugar en la Univer-
sidad de Notre Dame, Indiana (Estados Unidos), una asamblea
3. Derecho canónico titulada «Hacia el Vaticano I I I : lo que está por hacer en la Igle-
sia». Setenta y un teólogos y sociólogos se reunieron para discutir
W. W. Bassett: Derecho canónico y reforma. Datos para un diversos temas de capital importancia para la Iglesia. El padre
nuevo planteamiento 343 Theodore Hesburgh esc, presidente de Notre Dame, advertía a los
P. Huizing: Una constitución para la Iglesia 364 participantes en su carta de invitación que el título «Hacia el Va-
ticano III» no era literal, sino simbólico. De hecho, la asamblea
no era una reunión oficial de la Iglesia, sino una auténtica expre-
VI. IGLESIA Y CULTO sión del interés y preocupación de los teólogos y sociólogos cató-
licos por la Iglesia en este momento crítico de su historia.
L. Maldonado: La liturgia de la Iglesia entre el hoy y el mañana. 369
M. M. Bourke: El futuro de la liturgia. Orientaciones del Nuevo El acontecimiento fue posible gracias a que la influyente re-
Testamento 387 vista internacional de teología «Concilium» decidió celebrar la re-
unión de su consejo de redacción en los Estados Unidos para sub-
rayar la reaparición en Seabury Press, tras una interrupción de dos
VIL PERSPECTIVAS SOCIALES años, de la edición de la revista en lengua inglesa. Dado que «Con-
cilium» se fundó hace catorce años para continuar la obra del Va-
1. Religión e individuo en la sociedad contemporánea ticano II, a muchos de los participantes les pareció plenamente
apropiado para la asamblea ese tema simbólico y lleno de espe-
J. T. Barry: Sociología de la creencia y la increencia. Fe y ranzas.
pertenencia a la comunidad 399
Por iniciativa de Andrew M. Greeley, miembro del consejo
J. N. Kotre: La fecundidad humana 412
de «Concilium», y de Mons. John J. Egan, del Centro de Pastoral
W. C. McCready: Religión y ciclo vital 426
y Servicio Social de Notre Dame, en el verano de 1976 se dieron
T. A. Sullivan: Longevidad humana y vida familiar 436
los primeros pasos que desembocarían en la asamblea. Hans Küng y
Johannes B. Metz, en representación del consejo de «Concilium»,
2. Iglesia y sociedad y David Tracy, como presidente de la Catholic Theological Society
P. San Juan Cafferty: Iglesia y planes de acción pública: la of America, se unieron a Greeley y Egan para planificar las se-
necesidad de competencia profesional 451 siones.
J. E. Coons: Iglesia y elección personal 461 Después de varias discusiones se llegó a un programa concreto.
B. V. Manno: Subsidiaridad y pluralismo. Perspectiva filosó- Se solicitaron ponencias a tres grupos de personas: a teólogos del
fico-social 479 consejo de redacción de «Concilium», a teólogos de la Catholic
144 D. Tracy Trasfondo histórico 145

Theological Society of America y a un grupo representativo de so- ésta alentará en la Iglesia un dilatado esfuerzo de fecunda cola-
ciólogos estadounidenses. Hans Küng asumió la principal respon- boración sobre los temas que nos acucian, intrigan y preocupan a
sabilidad de las colaboraciones del grupo «Concilium»; David Tracy, todos.
de la Catholic Theological Society, y Andrew Greeley, de los so- Por último, tres notas de tipo práctico:
ciólogos. La reunión fue patrocinada por la Universidad de Notre 1. La sección introductoria ofrece las alocuciones inaugurales
Dame bajo la dirección de Mons. Egan. de Antón van den Boogaard (presidente de la Fundación «Conci-
El programa acordado por los tres grupos seguía el esquema lium»), de J. B. Metz (presidente de esta Asamblea General) y de
de los números de «Concilium». Tal planteamiento permitía una David Tracy (presidente de la Catholic Theological Society of Ame-
división general en tres partes: «fe cristiana», «moral cristiana» rica).
y «praxis eclesial». Bajo el primer epígrafe de «fe cristiana» (que 2. Todos los autores fueron invitados a introducir en el texto
abarca dogma, ecumenismo y teología fundamental) se incluían las original de sus ponencias cuantas correcciones desearan. La mayo-
cuestiones de «Iglesia y doctrina» (ponencias de Schillebeeckx, Pe- ría de ellos hizo diversas modificaciones, pero nunca tan impor-
ter y Murphy) e «Iglesia y ecumenismo» (ponencias de Küng, Dul- tantes que significaran un cambio del tenor original. Por tanto,
les y Alberigo). Bajo el epígrafe de «moral cristiana» (que com- el lector tiene ante sí unos textos que recogen sustancialmente las
prende teología moral, espiritualidad y sociología de la religión) ponencias presentadas en la asamblea. En cuatro casos (profesores
se agrupaban las cuestiones de «Iglesia e individuo» (ponencias de Bassett, Bockle, Laurentin y Murphy), el texto actual es bastante
Pohier, Geffré, Bockle, Burrell, Barry, Kotre, McCready y Sulli- más extenso que los resúmenes presentados en las sesiones. En la
van) e «Iglesia y sociedad» (ponencias de Metz, Curran, Coons, mayor parte de los casos, las ponencias han sido revisadas por ra-
Manno y Cafferty). Bajo el último epígrafe de «praxis eclesial» zones de estilo o para ajustar el texto a la extensión preferible por
(que incluye teología pastoral, liturgia y derecho canónico) apare- exigencias editoriales.
cían las cuestiones de «Iglesia y reforma» (ponencias de Müller, 3. A diferencia de lo que se hizo en la asamblea, el presente
Bassett, Duquoc, Laurentin, Huizing, Shea y Durkin) e «Iglesia volumen divide las colaboraciones en dos categorías fundamenta-
y culto» (ponencias de Maldonado y Bourke). Los autores, todos les: teológicas y sociológicas. Esto permitirá al lector, que no cuen-
ellos distinguidos especialistas en sus respectivos campos, recibie- ta con la ventaja de la discusión inmediata en los grupos reduci-
ron la consigna de no presentar investigaciones nuevas, sino re- dos, relacionar por sí mismo las ponencias teológicas y las socio-
flexiones renovadas y sustantivas, desde el punto de vista de sus lógicas (estas últimas en cuanto explícita o implícitamente teoló-
respectivas disciplinas, sobre un tema particular bajo el mencio- gicas) de los dos grandes grupos presentes en la reunión.
nado título general «Hacia el Vaticano III: lo que está por hacer Confío en que la publicación de todo este valioso material sus-
en la Iglesia». cite en el lector el mismo estímulo intelectual y la misma reflexión
Por desgracia no ha sido posible reproducir aquí la reseña de teológica sobre temas capitales que prometió y produjo la expe-
las sesiones generales y, en particular, de los grupos menores de riencia efectiva de la asamblea. Mi cometido no era ofrecer una
discusión, donde tuvieron lugar los intercambios más profundos y interpretación o evaluación personal de las ponencias (que de he-
fecundos. De hecho, como sucede en cualquier reunión, los cam- cho es plenamente positiva), sino proporcionar la necesaria infor-
bios de impresiones, las discrepancias, las convergencias y la má- mación histórica. La evaluación corresponde a cada lector y —cabe
xima colaboración se dieron principalmente en esos grupos. Allí esperarlo— a toda la comunidad eclesial. Y creo que esto no será
el reducido número de participantes y el mayor tiempo disponible difícil, dado que cada ponencia toca un tema vital con claridad y
facilitaron una amplia y aguda discusión de los temas expuestos honradez científica.
en las ponencias. Quizá no sea demasiado optimista la esperanza A todos los que han hecho posible la aparición de este volu-
de que la presente publicación de las ponencias anime a otros pe- men, en especial a Hans Küng y Johann B. Metz, les agradezco
queños grupos de discusión a suscitar de nuevo los temas en su sinceramente su generosa ayuda editorial.
propio seno y desde sus propias perspectivas. DAVID TRACY
Entre tanto, los responsables de la publicación piensan que
10
Discurso de apertura 147
DISCURSO DE ANTÓN VAN DEN BOOGAARD cable, fuera destinada a un amplio público de todo el mundo, es-
PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN CONCILIUM pecialmente a los encargados del quehacer pastoral. «Concilium»
debía servir de puente entre la teoría y la práctica, entre la teolo-
Señor Presidente, Señoras y Señores: gía y la Iglesia. Pero somos conscientes de que, tras varios años
de dura labor, nos hallamos aún muy lejos de tal propósito. Por
Es para mí un placer expresarles mi especial agradecimiento en ello estamos dispuestos a seguir haciendo todo lo posible para lo-
nombre de todos los teólogos de «Concilium» por habernos invitado grar ese objetivo en el futuro.
a celebrar una asamblea junto con los miembros de la Catholic
Actualmente, nuestra revista aparece en siete idiomas. Inten-
Theological Society of America.
tamos promover su carácter internacional invitando a autores de
El presidente de esta Universidad, padre Theodore Hesburgh, distintas partes del mundo y distintas culturas. En los últimos
escribía en su invitación unas sugerentes palabras: «En esta asam- años hemos invitado principalmente a teólogos de la generación
blea, teólogos y sociólogos discutirán el tema 'Vaticano III: lo que joven y hemos procurado fomentar las colaboraciones del Tercer
está por hacer en la Iglesia'. La asamblea no quiere ser una con- Mundo. El número de nuestros autores y colaboradores pasa de
vocatoria para el 'Vaticano I I I ' —título que tiene un sentido sim- 600 estudiosos y especialistas en varios campos de investigación y
bólico—, sino alumbrar la investigación especializada en teología y de todas las partes del mundo.
en ciencias sociales que es preciso hacer antes de que la Iglesia
llegue a su próximo punto decisivo. A los participantes se les pe- ¿Qué podemos, pues, esperar —con toda modestia— de nues-
dirá no que discutan los problemas del presente y del pasado in- tra asamblea? Creo que podemos decir que hemos actuado partien-
mediato que afectan hoy a la Iglesia, sino que formulen las nue- do de consideraciones semejantes a las que, en 1970, nos llevaron
vas cuestiones que pueden ocupar en años venideros nuestros in- a organizar un congreso internacional en Bruselas: el interés por
tereses específicos». La Iglesia. Aquel congreso se centró en el problema del «futuro de
la Iglesia». Pasados siete años, podríamos preguntarnos cuántas
El hecho de que esta reunión haya sido posible lo debemos cosas se han cumplido de las que los teólogos imaginaban entonces
también al apoyo y hospitalidad de vuestra famosa Universidad sobre el futuro de la Iglesia.
de Notre Dame. ¿Nos nos hallamos ante una situación en que se ha apagado
En mi agradecimiento al presidente de Notre Dame, padre el entusiasmo de muchos por la renovación de la Iglesia, en que
Theodore Hesburgh, incluyo también a nuestro presidente, Mon- mucha gente se ha hundido en una triste resignación, en que el
señor John Egan, y á todos los encargados de la considerable labor sentimiento dominante es la indiferencia y la duda, en que se co-
de organizar la asamblea. mienza a preguntar si todavía merece la pena esforzarse por reno-
Nuestro agradecimiento se extiende también al padre James var la Iglesia, si no es preferible para una persona inspirada por
Burtchaell, prepósito de esta Universidad, cuyas cálidas y espon- motivos cristianos, o al menos religiosos, comprometerse total-
táneas palabras subrayan una vez más la hospitalidad de la Uni- mente en edificar un mundo mejor? La pluralidad de pensamien-
versidad de Notre Dame. to, incluso entre los teólogos católicos, ha llegado a ser tan grande,
Todos nosotros nos congratulamos en especial de que la reunión que yo, simple seglar, me pregunto a veces qué puede ofrecernos
anual del consejo de redacción de nuestra revista internacional ca- aún la teología, con ayuda de las humanidades, como portadora
tólica «Concilium» tenga lugar esta vez en los Estados Unidos y de un mensaje de aliento y orientación. En nuestro congreso de
coincida con la reaparición de la edición inglesa. Bruselas, en 1970, todavía pude decir que, inmediatamente des-
Al fundar la revista expresábamos un propósito: la renovación pués del Vaticano II, teníamos la impresión de que «la antigua y
de la teología y de la Iglesia en el espíritu del Concilio Vaticano II. venerable autoridad de la Santa Sede había sido sustituida por las
En otras palabras: la revista debía servir al dinamismo del Conci- autoridades de muchas cátedras de teología». Ahora tengo la im-
lio. Pensábamos en una revista auténticamente católica, es decir, presión de que la gente se ha hecho indiferente incluso a ese tipo
que se dirigiera a todo el mundo católico y abarcara toda la teolo- de autoridad teológica científica y busca su inspiración por otros
gía. Debía ser un órgano que, de manera científicamente justifi- derroteros. Para unos, la fuente de inspiración es el movimiento
148 A. van den Boogaard
Discurso de apertura 149
carismático que, al margen de los objetivos de la investigación
científica, busca un contacto inmediato con las fuentes sobrenatu- chos casos está motivado, al menos indirectamente, por ideas cris-
rales de una vida humana integrada; para otros, el nuevo motivo tianas sobre la justicia, etc.). Con este amplio grupo de jóvenes di-
de compromiso reside en la opción política por un mundo mejor, fícilmente se puede hablar de «sentimientos de rechazo con res-
más justo. Pero entre la juventud es donde observo particularmen- pecto a la institución de la Iglesia». Los problemas eclesiales han
te la opción en una u otra de esas direcciones, ya que son los jó- dejado simplemente de afectarles; ya no les interesa discutirlos.
venes los que reaccionan contra la actual generación media, la cual La crítica que muchos jóvenes hacen de la Iglesia o su indife-
luchó por su propia libertad criticando severamente a su Iglesia y rencia hacia ella reviste con frecuencia la forma de un juicio contra
a sus jefes seculares. los dirigentes de la misma Iglesia. Los conocen por declaraciones
Debido a esta lucha, la generación media ha aprendido a vivir en la prensa o por radio y televisión. Los juicios suelen ser super-
en la incertidumbre; ha convertido en su propio ideal una vida ficiales y no se siente apenas la necesidad de hacer diferencias. La
llena de riesgos, desprovista de toda certeza. En cambio, la gene- crítica puede ser realmente dura.
ración siguiente —los jóvenes entre dieciocho y veinticinco años— Por otra parte, se oponen a numerosas situaciones de la Iglesia
parece tener ansias de certeza y seguridad. que ellos no entienden. Podemos incluso decir que ciertos temas
Sin embargo, la actual situación parece ser una advertencia candentes en la Iglesia y en la teología han dejado por completo
para nosotros, los miembros de la generación mayor; puede sus- de interesar a muchos jóvenes. Gran número de ellos ya no se
citarnos la pregunta de sí presentamos, después del Concilio Vati- sienten implicados para nada en los asuntos de la Iglesia.
cano II, con pleno relieve y de manera creíble, todos los aspectos
de una fe auténticamente religiosa y cristiana. Es posible que, con Los jóvenes no estarán dispuestos a participar hasta que se
nuestra preocupación por resucitar verdades olvidadas, nos haya- efectúe un cambio estructural, hasta que la actual estructura ce-
mos olvidado de recordar otras verdades y valores. Consecuencia rrada se transforme en una estructura abierta. R. Sauter, en su
de ello podría ser que los jóvenes tengan dificultades para hallar el examen crítico de la discusión sobre la juventud mantenida en el
camino recto, situados como están, por una parte, frente al sobre- sínodo de la Iglesia católica alemana, habló a los obispos de la si-
naturalismo innatural del pasado y, por otra, frente a un afán secu- guiente manera: «Ustedes no conocen la praxis. Cualquiera que
lar de cambiar el mundo, que tiende hacia un tipo cerrado de hu- hable sobre la fe a los jóvenes advertirá enseguida la tremenda
manismo. Y el caso es que esos jóvenes, a la vuelta de unos años, ausencia de la Iglesia entre ellos. No serán las solemnes declaracio-
dirigirán el futuro del mundo y de la Iglesia. nes teológicas las que cambien nada en este punto». La verdad es
que la Iglesia, en general, no sabe dar respuestas satisfactorias a las
Al parecer, el sentimiento de insatisfacción que se advierte a preguntas del hombre moderno. Es obvio que los jóvenes se dan
menudo en la Iglesia cuando hablamos de participación de la ju- cuenta de ello más fácilmente y lo experimentan de una manera
ventud en la vida eclesial se da en realidad por ambas partes. Así más aguda que los mayores. Los jóvenes desean sólo una cosa: que
como la Iglesia tiene una impresión pesimista de la juventud, ésta la Iglesia resulte más creíble.
la tiene de la Iglesia. El joven corriente se ha hecho indiferente a
la Iglesia institucional. El Concilio Vaticano II prometió impulsar Por último, debo señalar que la necesidad de institucionalizar
una nueva participación de los jóvenes en la vida de la Iglesia, pero el diálogo entre el ministerio docente de la Iglesia y los teólogos,
hasta el presente poco es lo que se ha hecho de tales impulsos. En a que aludí ya en nuestro congreso de Bruselas, no es menos ur-
los últimos diez años se ha registrado entre los jóvenes un clarísimo gente en este momento. Por desgracia, ese diálogo no existe toda-
«éxodo» de la Iglesia; sus cotas son tales que exceden con mucho vía. En mi opinión, su ausencia es otro factor que está favorecien-
las cifras conocidas (aunque éstas siguen subiendo). La corriente do una polarización dentro de la Iglesia y frena el desarrollo de
de tal éxodo es divergente: va desde formas de religión no eclesia- la vida eclesial.
les y neoespiritualistas (como el Jesús people), pasando por suce- Espero que esta asamblea tratará numerosos problemas que
dáneos de la satisfacción religiosa (como las drogas) y un consumo interesan a nuestros jóvenes y que quizá incluso dará respuesta a
sin asomo de servicio, hasta el compromiso político (que en mu- algunos. Esa es la razón de que me haya extendido hablando de la
juventud. Los jóvenes son los que forjarán la Iglesia del mañana.
150 A. van den Boogaard

Procurad inspirar a nuestra juventud y renovad nuestra con- ALOCUCIÓN DE JOHANN B. METZ
fianza en Dios por la oración. PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA GENERAL DE «CONCILIUM»
Por lo que se refiere a las dificultades de la actual polarización
de la comunidad cristiana, espero que los teólogos, a pesar de
Es una suerte hablar el último en una larga serie de interven-
vuestra actitud crítica hacia la Iglesia, os sintáis llamados a per-
ciones, porque entonces se puede demostrar que la «inminente ex-
manecer en ella con todo vuestro corazón. Porque la Iglesia que ha
pectación» del final no es una ilusión, sino algo que está a punto
servido de mediadora para comunicarnos el mensaje del evangelio
de llegar: el término de todos los discursos y el comienzo del ver-
es la que todos nosotros hemos de legar a las futuras generaciones. dadero diálogo.
El contexto del diálogo universal dentro de la Iglesia y de la
teología —en que «Conciíium» está empeñado— ha cambiado sen-
siblemente. Ya no es un monólogo europeo disfrazado de diálogo,
ni tampoco un diálogo entre europeos y norteamericanos (lo que
equivale a un diálogo entre el eje septentrional de la Iglesia). Aho-
ra se trata cada vez más de lo que llamaríamos un «triálogo», es
decir, un diálogo entre cristianos de Europa, de Norteamérica y del
Tercer Mundo.
Por cuanto sé, ahora es la primera vez que se plantea el prin-
cipal conflicto del mundo en el seno de la Iglesia católica. Me re-
fiero al llamado conflicto Norte-Sur, que ha sustituido a la «clá-
sica» división Este-Oeste. Este gran conflicto repercute a nivel
eclesial en las relaciones entre las Iglesias de la parte septentrional
del mundo y las de la parte meridional, tradicionalmente católicas.
Ha sonado la hora de la prueba para la unidad viva de la única
Iglesia católica.
En esto veo un paralelo con el destino del sueño americano de
igualdad, libertad y felicidad para todos, sueño que (según creo)
fue originariamente una visión europea de América y desembocó
en un viaje al desierto. Para realizar este sueño, no hay que limi-
tarlo a los europeos y norteamericanos, sino entenderlo como un
proyecto humano que extiende sus promesas a todos los hombres.
El viaje de unos cuantos al desierto se convertiría en un viaje de
todos al futuro. Ha sonado la hora de la prueba para América:
¡ojalá esté dispuesta a extender a todos las promesas de su sueño
y de este modo —no por la ideología de la seguridad nacional—
llegue a realizarlo para sí misma.
En nuestra asamblea hablaremos del futuro de la Iglesia. Los
trabajos están orientados por una visión muy concreta. Para defi-
nirla, puedo recordaros unas palabras de vuestro presidente en su
discurso inaugural. Jimmy Cárter dijo: «Hoy no os ofrezco un nue-
vo sueño, sino que propongo una fe firme en el viejo sueño». De
igual modo, nosotros no hablaremos aquí de una nueva visión de
152 J. B. Metz

la Iglesia, sino que evocaremos un recuerdo arriesgado y provoca- ALOCUCIÓN DE DAVID TRACY
dor de la vieja idea mesiánica que presenta la Iglesia como una PRESIDENTE DE LA CATHOLIC THEOLOGICAL SOCIETY
comunidad de amor y justicia, como una promesa dirigida a todos OF AMERICA
los que viven en las tinieblas y la miseria.
¡Pongamos, con todo empeño, manos a la obra!
En nombre de la Catholic Theological Society of America, ex-
preso nuestro agradecimiento a la Universidad de Notre Dame, al
padre Hesburgh, al padre Burtchaell, a Mons. Egan, al Consejo de
«Concilium» y a los especialistas en ciencias sociales.
Nuestra labor en esta breve asamblea es modesta, pero seria.
Como dice claramente la carta de invitación que nos envió a todos
el padre Hesburgh, no pretendemos representar a la Iglesia. Lo
que intentamos es reflejar en las sesiones de trabajo las futuras
necesidades de búsqueda en torno a la misma Iglesia. Según se
precisará en varias ponencias, cuando la crítica es necesaria hay
que hablar con claridad y fuerza; cuando la tradición es auténtica
traditio, no simplemente Iradita, y se halla en peligro de desinte-
gración, hay que reformularla, reafirmarla y presentarla de nuevo
en atención a los que vengan después.
Todos nosotros —en un contexto de real compromiso con el
tiempo y el espacio— tenemos parte en este mundo ambiguo en
que intentamos comunicarnos, y todos sentimos la necesidad de
ver si somos capaces de trabajar no ya aisladamente, sino en co-
mún, en un tiempo que comprende la realidad de una verdadera
crisis y la posibilidad de una recuperación y evolución.
Todos reconocemos, creo yo, que ninguno de nosotros ni to-
dos juntos poseemos la palabra irresistible de la verdad que es pre-
ciso pronunciar. Sin embargo, también reconocemos y afirmamos,
con nuestra presencia aquí y nuestro propósito de estudio serio y
constante, que necesitamos escucharnos y trabajar como profesio-
nales —teólogos, filósofos y sociólogos— para promover un es-
fuerzo conjunto que de otro modo sería tal vez imposible.
Afirmar el auténtico pluralismo que hallamos entre nosotros
no es afirmar ese otro pluralismo que Herbert Marcuse tacha de
«tolerancia represiva», en el que cada cual puede decir lo que quie-
ra porque, en último término, nadie es tomado en serio. Afirmar
el auténtico pluralismo de nuestras respectivas disciplinas, de nues-
tras posturas, de nuestros análisis de la situación es afirmar un fun-
damental enriquecimiento de posibles maneras de considerar nues-
tro pasado común, nuestro presente y el futuro que intentamos
alcanzar. Porque afirmar un pluralismo serio es afirmar un arduo
pluralismo de profesionales del estudio en el que cada uno, como
154 D. Tracy Alocución 155
teólogo o sociólogo dedicado a su tarea específica, aportará razo-
del estudio puede asegurar una verdadera aportación de este tra-
nes, pruebas, motivos, justificaciones y argumentos para el análi-
bajo a la Iglesia. Ni los teólogos, ni los filósofos, ni los sociólogos
sis planteado a nuestro estudio común.
pretenden conocer todas las preguntas correctas ni, menos aún,
Los teólogos reconocemos que, con nuestras múltiples respon- todas las respuestas. Sin embargo, precisamente esa dedicación pro-
sabilidades ante las diversas y complejas realidades de la Iglesia y fesional y ese realismo son la aportación parcial, pero efectiva,
la docencia y con nuestros diferentes mundos sociales, políticos y que podemos y debemos esforzarnos por procurar a la Iglesia y a
culturales, debemos aprender realmente —según la elocuente ex- la sociedad.
presión de Bernard Lonergan— a colaborar unos con otros de ma-
nera clara, coherente, profesional y sistemática. Espero, pues, que los tres grupos —«Concilium», la Catholic
Theological Society of America y nuestros colegas sociólogos (cada
Nuestros contextos culturales son distintos; nuestros métodos
uno, no lo olvidemos, con sus propias diversidades más o menos
filosóficos y científicos son diferentes; nuestros análisis de la si-
importantes)— se entreguen en estos tres días a la proyectada
tuación y de las posibles soluciones son múltiples. Sin embargo,
colaboración con todo empeño y entusiasmo. Reconocer abierta-
con nuestro compromiso de estudio serio y constante, iniciado por
mente que de hecho no representamos a la Iglesia ni a nuestras
las ponencias y continuado e intensificado por los tres días de se-
respectivas disciplinas en su totalidad es reconocer algo tan evi-
siones conjuntas de trabajo, afirmamos colectiva e individualmente
dente como importante. Porque ese paso puede hacernos ver más
que, en medio de ese pluralismo, existe el deseo y —todos lo es-
claramente que la elaboración seria en temas comunes debe empezar
peramos— la realidad de una verdadera colaboración en torno a
por algún sitio. El riesgo y la esperanza que significa la presencia
los temas cruciales para el futuro.
de cada uno de nosotros demostrará cómo aquí estaba el principio
Los teólogos reconocemos también, mucho más que en el pa- de la auténtica búsqueda en común.
sado, que nuestra tradicional relación con los colegas filósofos debe
ampliarse a fin de incluir una decidida colaboración con los pro-
fesionales de la sociología. Es preciso considerar y tener en cuenta
sus análisis de las realidades sociales, que siempre informan y trans-
forman e incluso llegan a determinar los problemas teológicos y
nuestras posibilidades reales de avance.
Por tanto, estos tres días de reunión entre diversos especia-
listas deberían comenzar con una muestra de ese talante: el pro-
pósito conjunto de aprender a escucharnos, a colaborar en nues-
tros problemas, respuestas y compromisos comunes, a promover
una reflexión disciplinada sobre la entidad de las cuestiones que
afectarán a la Iglesia en el próximo futuro.
Este diálogo tan breve, aunque intenso, no puede esperar —ni
menos aún pretender— la solución de todas las complejas y graves
cuestiones que tenemos planteadas. No obstante, las sesiones de
trabajo pueden iniciar una colaboración de especialistas que desem-
peñen sus importantes cometidos parciales con vistas al conjunto
de la Iglesia: una reflexión crítica, disciplinada, servicial sobre los
problemas reales y las posibilidades efectivas de la actual reforma
y renovación del cristianismo en esta moderna aldea que es el
mundo. Los diálogos de Platón, primer ejemplo de conversación en
nuestra tradición intelectual de Occidente, nos recuerdan que sólo
un decidido propósito de que la cuestión misma determine el curso
I
IGLESIA Y DOCTRINA

ROLAND E. MURPHY
PROBLEMAS EN TORNO A LA BIBLIA

1. CONSIDERACIONES PRELIMINARES

Dado el papel preponderante de la Biblia en la vida eclesial,


es necesario actualizar y desarrollar la enseñanza oficial de la Igle-
sia referente a la misma Biblia. Esto significa que hay que ir más
allá de la encíclica Divino affiante Spiritu (1943) y de la excelente
declaración (1964) de la Comisión Bíblica Pontificia sobre la ver-
dad histórica de los evangelios y de las acertadas precisiones de la
Constitución sobre revelación (Dei Verbum) del Vaticano II (1965).
Muchas afirmaciones de la Constitución Dei Verbum fueron,
dadas las circunstancias, compromisos, intentos de reflejar un con-
senso. Uno de los ejemplos más notables es quizá la ambigua rela-
ción entre Escritura y tradición. En aquel momento se trataba de
una feliz ambigüedad, puesto que significaba el rechazo de la teo-
ría de las «fuentes» de la revelación. Quizá haya que dejar pasar
aún más tiempo antes de que se pueda afirmar algo definitivo al
respecto. Pero esta cuestión podría ser uno de los temas para un
futuro concilio.
No se puede permitir que la interpretación oficial que la Igle-
sia hace de la Biblia en los tiempos modernos quede a este nivel
de compromiso y de uso poco consistente de la propia Biblia en
sus documentos oficiales. Esto nos lleva a recordar la crítica de
Osear Cullmann con respecto al mal uso de la Escritura en los do-
158 R. E. Murphy
Problemas en torno a la biblia 159
1
cumentos conciliares del Vaticano I I , o las afirmaciones similares
de George Lindbeck2. c) La dimensión ecuménica de los estudios bíblicos debería
estar oficialmente reconocida dentro de la Iglesia. En esta línea
2. PROPUESTAS sería preciso incluir a estudiosos no católicos como consultores de
la Comisión Bíblica Pontificia. Las razones son varias, especialmen-
1. Hay que asignar a la Comisión Bíblica Pontificia una te los frutos de la cooperación entre biblistas católicos y no cató-
función efectiva en la vida teológica de la Iglesia. Si fuera ampliada licos, que se ha manifestado ya en los numerosos diálogos ecumé-
y potenciada, esta Comisión podría constituir uno de los medios nicos a nivel bilateral o multilateral5.
más eficaces para enriquecer la vida teológica de la Iglesia. La ne- d) Debería establecerse una relación de trabajo entre la Co-
cesidad de este nuevo enfoque es tanto más imperiosa si tenemos misión Bíblica Pontificia y la Comisión Teológica Internacional.
en cuenta la cuestión suscitada por el destacado biblista y ecume- 2. Las cuestiones bíblicas específicas deberían ser confronta-
nista Paul Minear 3 , quien preguntaba si en el futuro los biblistas das por la Iglesia:
y los teólogos no se interesarían más por el saber que por la Igle- a) Las cuestiones de inspiración bíblica e inerrancia no son
sia. El eco suscitado por su artículo 4 indica que son muchos los hoy día tan apremiantes como lo fueron en otro tiempo. Sin
que piensan como él. Las presiones de la vida universitaria son embargo, podrían perfeccionarse las afirmaciones de la Dei Verbum
cada vez mayores, y resulta demasiado fácil a los especialistas ca- (cap. 3, n.° 11) sobre estos puntos. ¿Por qué abrumar al cristiano
tólicos ceder a estas exigencias si la Iglesia se muestra desinteresada con una compleja justificación de las fórmulas usadas en este ca-
o incluso temerosa ante el empuje de la erudición bíblica, si no pítulo? La exposición no tiene en cuenta pensamiento teológico
utiliza a sus propios especialistas. Es imprescindible que la Iglesia más vivo (el de P. Benoit o el de K. Rahner, que sostienen teorías
aproveche los inmensos recursos de que dispone en las personas divergentes sobre la inspiración). La exposición se limita a repetir
de sus escrituristas. frases y sentencias de concilios anteriores o declaraciones oficiales,
y probablemente no se intentó más que eso. De todos modos, las
a) Sería conveniente que la Comisión Bíblica Pontificia tra- afirmaciones del número 11 son simplistas como expresión del es-
bajara a través de varios organismos ya existentes en la Iglesia, ta- tado en que se halla realmente el pensamiento católico sobre la ins-
les como la Catholic Biblical Association of America, el Instituto piración y la inerrancia. El final del número 11 es afortunado en
Bíblico Pontificio, la École Biblique, el grupo de alemanes reuni- lo referente a la inerrancia: «La verdad que Dios quiso consignar
dos en torno a la «Biblische Zeitschrift», así como las asociaciones en la Sagrada Escritura para nuestra salvación». La adición final
bíblicas católicas de los diversos países (Italia, España, países sud- «causa salutis nostrae» ha permitido a los teólogos matizar más el
americanos, etc.). Esto ayudaría a despolitizar y desjerarquizar la alcance de la inerrancia. Pero la exposición más sólida y acertada
Comisión Bíblica Pontificia y permitiría contar con los mejores del significado de inerrancia bíblica es la elaborada por Norbert
especialistas de la Iglesia. Lohfink6. A este tipo de explicación debería atenerse la enseñanza
b) Deberían publicarse las decisiones de la Comisión Bíblica de la Iglesia.
Pontificia, junto con sus argumentos o deliberaciones. Es un se-
creto a voces que las decisiones de 1975 sobre los datos bíblicos b) Aceptar el papel de la Biblia como una crítica de la Igle-
relativos a la ordenación de mujeres no estaban destinadas a la pu- sia y de las múltiples tradiciones existentes. Hay que escuchar el
blicidad. Vaticano II cuando dice que «el magisterio no está sobre la pala-
bra de Dios, sino que la sirve» (Verbum Dei, n.° 10). Por eso de-
1
bería darse una unión entre las adquisiciones de los estudios bíblicos
O. Cullmann, Dialogue on the Way (Minneápolis 1965) 138-140.
2
G. Lindbeck, Vatican II: An Interfaith Appraisal (Notre Dame 1966) 5
Detalles relativos al ministerio, la autoridad, etc., pueden verse en
223. N. Ehrenstrom-G. Gassmann, Confessions in Dialogue (Ginebra 1975). Un
3
P. Minear, Ecumenical Theology - Profession or Vocation?: «Theo- ejemplo notable de tal colaboración es R. E. Brown-K. P. Donfried-J. Reu-
logy Today» 33 (1976/77) 66-73. mann (eds.), Peter in the New Testament (Minneápolis 1977).
4
Symposium on Biblical Criticism: «Theology Today» 33 (1976/77) 6
N. Lohfink, Über die Irrtumsloúgkeit und Einheit der Schrift: «Stim-
354-366. men der Zeit» 84 (1964) 161-181.
260 R. E. Murphy
Problemas en torno a la Biblia 161
y las enseñanzas de la Iglesia. Parece que hay cierta alergia a afron-
tar algunos datos molestos aportados por la investigación bíblica: ta a una interpretación progresiva, sin adherirse a una teoría con-
las diferencias entre los evangelios, la incertidumbre sobre la es- creta (ni a la de Tomás de Aquino ni a la de Gadamer). Al menos
tructura y el ministerio de la Iglesia. Lo que dice Raymond Brown se ha reconocido el hecho y la conveniencia de la reinterpretación.
teniendo presente la situación americana puede aplicarse a toda la Pero hay un grave retraso desde el punto de vista pastoral y teo-
Iglesia: «Si las fórmulas dogmáticas están condicionadas histórica- lógico. Los seguidores de Vicente de Lérins continuarán diciendo:
mente y a veces necesitan una formulación nueva, como afirma «Quod ubique, quod semper, quod ab ómnibus creditum est» 9 .
Mysterium Ecclesiae, la crítica bíblica debe contribuir a la refor- Por eso sería deseable una declaración sobre hermenéutica más
mulación, la cual deberá ser aprobada por la autoridad de la Igle- amplia y más tajante.
sia, pero los exegetas deberían desempeñar en ella una función El problema hermenéutico afecta al centro mismo de la inter-
consultiva»7. pretación de la propia Biblia. ¿Cómo interpretar los textos anti-
guos? ¿Qué papel juegan los textos «normativos» en la metodolo-
c) El documento Mysterium Ecclesiae, publicado por la Sa-
gía de teólogos particulares y en la exposición teológica de los do-
grada Congregación para la Doctrina de la Fe, el 24 de junio de
cumentos de la Iglesia? Estas preguntas reciben hoy diferentes res-
1973 8, sugiere otro tema que debería abordarse en un futuro con-
puestas, y no hay unanimidad al respecto. Los teólogos de la li-
cilio: el problema hermenéutico. El documento habla de las difi-
beración arguyen desde un contexto limitado, pero legítimo; esco-
cultades encontradas por la Iglesia en la transmisión de la divina
gen el Éxodo y los temas de la liberación existentes en las fuentes
revelación, menciona específicamente las dificultades debidas a «la
bíblicas. No siempre se hace ver adecuadamente que las enseñan-
condición histórica que afecta a la expresión de la revelación» y
zas de la Iglesia dimanan de los datos bíblicos: a veces, las citas
observa «que el significado de las declaraciones de fe depende en
bíblicas aducidas tienen sólo carácter ilustrativo, en vez de apare-
parte de las posibilidades expresivas de la lengua usada en un tiem-
cer como el punto de partida o, al menos, la pauta de la evolución
po determinado y en unas circunstancias concretas. Por otra parte,
teológica. A pesar de las dificultades, sería conveniente que el ma-
a veces una verdad dogmática se formula primero de forma incom-
gisterio y los teólogos bíblicos examinaran sus planteamientos her-
pleta (aunque no falsa) y, en una época posterior, considerada ya
menéuticos. Puede suceder que no se dé un planteamiento único,
en un contexto más amplio de fe o de conocimiento humano, recibe
pero tal examen sería sumamente provechoso.
una formulación más completa y perfecta». La exposición continúa:
«Es necesario afirmar que las fórmulas dogmáticas del magisterio David Kelsey ha hecho recientemente un análisis de los plan-
de la Iglesia han comunicado adecuadamente la verdad revelada des- teamientos de varios teólogos sobre el texto bíblicoJ0. Ha subraya-
de el principio y que, manteniéndose igual, continuarán comuni- do la importancia de una opción inicial en el quehacer teológico.
cando esta verdad a quienes las interpreten correctamente. Pero Se trata de una idea previa, de una visión teológica que determina
esto no significa que todas las fórmulas hayan sido o tengan que los esquemas del estudio. La naturaleza de la opción varía de unos
ser empleadas para este fin en la misma medida». teólogos a otros, lo que explica en parte sus diferencias. Mi inten-
ción no es proponer que la Iglesia canonice una de las metodologías,
Se trata de la interpretación de los dogmas históricos, que han sino más bien que reconozca una pluralidad de metodologías, si esto
evolucionado a lo largo de la historia de la Iglesia. Aunque el te- efectivamente es correcto.
rreno de la hermenéutica está cambiando constantemente, la Igle-
d) Interpretación cristiana del Antiguo Testamento. El tra-
sia no puede permitirse el lujo de cruzarse de brazos. La interpre-
tamiento que del Antiguo Testamento se hace en el capítulo 4 de
tación de la fe entregada a los padres pertenece al núcleo de la
la Dei Verbum es inadecuado porque contempla el Antiguo Tes-
misión de la Iglesia, la cual no puede eludir las dificultades inhe-
tamento fundamentalmente como preparación para el Nuevo. Se
rentes al proceso de la tradición. Mysterium Ecclesiae abre la puer-
trata sin duda de una postura cristiana perfectamente válida, basa-
9
7
R. Brown, Difficulties in Using the New Testament in American 10
Commonitoria, cap. II.
Catholic Discussions: «Louvain Studies» 6 (1976) 144-158, espec. 157. D. Kelsey, The Uses of Scripture in Recent Theology (Filadelfia
8
Cf. «The Pope Speaks» 18 (1973) 145-157. 1975). Sobre la utilización de la Escritura en la cristología, cf. K. Rein-
hardt, Der dogmatische Schriftgebranch (Munich 1970).
11
162 R. E. Murphy Problemas en torno a la Biblia 163

da en el Nuevo Testamento, y tradicional entre los Padres de la laboración en la que deberían participar varios teólogos. La estre-
Iglesia. Sin embargo, semejante enfoque y planteamiento propen- cha colaboración internacional entre los miembros del equipo de
den a pasar al Nuevo Testamento con demasiada rapidez. Contem- «Concilium» constituye un modelo de la manera en que se podrían
plan el Antiguo Testamento como una mera colección de «tipos» estudiar estas cuestiones.
que tienen su relación en el Nuevo. Pero la tipología no es preci-
samente algo que preocupe hoy a los cristianos. Es necesario des- [Traducción: J. GRIMALDOS]
arrollar con seriedad lo que está solamente bosquejado en estas pa-
labras del capítulo 4: «Por tanto, ... estos libros expresan un sen-
tido vivo de Dios, contienen sublimes doctrinas acerca de Dios,
una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre y tesoros admi-
rables de oración, y en ellos está latente el misterio de nuestra sal-
vación». Estas palabras respetan el sentido literal histórico de la
Biblia hebrea. No es lícito rectificar dicho sentido para subordinar-
lo a un sentido «más elevado» o cristocéntrico. Lo contrario equi-
valdría a desvirtuar la fuerza espiritual inherente a la palabra de
Dios a Israel.
Los cristianos modernos incorporan a su fe el énfasis que el
Antiguo Testamento pone en esta vida (opuesta a la otra, de la
que Israel no tenía conocimiento) como un contrapeso necesario
frente a los cristianos que se inclinan a exagerar lo escatológico en
su interpretación de la vida. Quienes creen en la resurrección, la
valorarán mejor si asimilan los textos de los salmos sobre el Sheol
y la muerte. K. Skydsgaard ha descrito la perspectiva exacta para
los cristianos tanto católicos como protestantes: «Unos y otros debe-
mos aprender a pensar más en clave bíblica. Y también más en clave
de Antiguo Testamento. Para la Iglesia primitiva, Israel era un
tipo del pueblo de Dios siempre de camino, siempre errante. Is-
rael era el pueblo de Dios que nunca halló la paz definitiva, que
nunca disfrutó de una morada fija y permanente. Se vio constan-
temente obligado a cambiar... Ya sé que el nuevo pueblo de Dios
se diferencia radicalmente del antiguo; pero la dimensión de cam-
bio vale igualmente para la Iglesia cristiana» n .
e) En los tiempos modernos los teólogos recurren a funda-
mentos bíblicos en un intento de resolver los problemas del racis-
mo, la guerra, la liberación de los oprimidos, el sexo, la pobreza,
etcétera. La Iglesia no ha examinado los datos bíblicos (o su falta)
en torno a estos urgentes problemas. No se trata de resolverlos con
un texto bíblico; pero la Iglesia tiene que abordarlos desde una
perspectiva bíblica. Sin duda, esta tarea exigiría un proceso de co-

11
K. E. Skydsgaard, ¿Qué nos separa de la Iglesia católica? Respues-
ta protestante: «Concilium» 54 (1970) 37s.
Cuestiones sobre la salvación cristiana 165

EDWARD SCHILLEBEECKX y la tecnología se han de situar en el macrocosmos de los intereses


comunes de todos los hombres. Por primera vez en la historia hu-
CUESTIONES SOBRE LA SALVACIÓN CRISTIANA mana, la humanidad como tal se encuentra frente a la tarea de
aceptar una responsabilidad a nivel mundial por las consecuencias
En la época posconciliar se registra una cierta polarización dentro de sus actividades. Esta necesidad de una responsabilidad solidaria
de las Iglesias cristianas. En nombre de la idea cristiana de salva- exige una ética de responsabilidad también mundial.
ción, muchos cristianos han llegado a considerar los intereses socio- La humanidad se encuentra así, por primera vez en la historia
políticos de instaurar la paz y la justicia en nuestra historia pre- humana, en la encrucijada de un cambio crítico, un punto donde
sente como una empresa puramente humana y hasta pelagiana que el hombre puede decidir con sus acciones (tanto con lo que hace
pone en peligro «la salvación por la fe sola». De este modo, en casi como con lo que deja de hacer) el futuro del mundo y, en conse-
todas las Iglesias hay una especie de ruptura entre las llamadas cuencia, su sentido. Por otra parte, la situación exige una acción
«Iglesias de salvación», ortodoxas, orientadas a la contemplación, humana que ya no depende exclusivamente de los individuos; lo
y las llamadas «Iglesias de liberación», heterodoxas, orientadas a la que se requiere es más bien actuar sobre una base sociopolítica. La
acción. urgente exigencia del tiempo en que vivimos podría formularse
Lo que en otros tiempos parecía interesar sólo a las personas como una llamada a la socialización personalizada y democrática.
religiosas se ha convertido en objeto de interés para las ciencias Pero ¿qué significa «vida humana con sentido» y cuál debe ser
humanas, la tecnología y las actividades de todo tipo: todos se es- el principio que presida esta responsabilidad solidaria? Cabe pre-
fuerzan por conseguir la curación, la realización total o la salva- guntar si existe a este respecto una visión vinculante a nivel uni-
ción del hombre en la sociedad. No se puede negar que (aparte versal e intersubjetivo, aunque no dogmática, que sea aceptable para
la distinción entre fe y razón) la búsqueda de una vida humana todos los hombres. La pregunta crítica, por tanto, se plantea en los
integral y digna, como una cuestión considerada en sí misma, cons- siguientes términos: teniendo en cuenta el nivel de problematización
tituye, ahora más que nunca, el foco de atención de todo el género en que hoy se encuentra el hombre, al tiempo que suspira por un
humano. La respuesta a este problema se presenta en nuestros días futuro mejor, ¿qué entendemos por un ser humano auténtico y
con suma urgencia, pues hay gente que no alcanza la meta, fracasa bueno, feliz y libre en una sociedad justa? ¿Qué se entiende por una
y sufre daños, mientras que podemos ya tener experiencias frag- vida digna? Hoy somos más modestos en nuestros intentos de ex-
mentarias de curación humana, realización total y autoliberación. presar en términos positivos lo que significa ser humano. E. Bloch
Porque la cuestión de cómo alcanzar una vida digna surge del con- escribe: «El hombre no sabe todavía quién es; pero, por muy alie-
texto de las condiciones actuales de desintegración, alienación y he- nado que esté, es capaz de saber con toda seguridad quién no es
ridas humanas de varios tipos. El tema propio de todas las religio- y, por consiguiente, qué es, en esta situación de alienación, lo que
nes, la búsqueda de la salvación, se ha convertido, ahora más que él no quiere que permanezca o, al menos, lo que no debería per-
nunca, en la fuerza estimulante de la historia moderna, incluso en manecer». La definición de existencia humana no es un dato pre-
los casos en que se rechaza explícitamente la religión. Las religiones existente. Para los cristianos no es ni siquiera una simple realidad
no son las únicas tematizaciones explícitas de este tema humano de venidera, sino una realidad escatológica. Algunos pretenderían tener
la salvación. La búsqueda de la salvación es el incentivo principal una idea previa de lo que significa ser hombre. Tienen una imagen
de la historia actual no sólo desde el punto de vista religioso y teo- del hombre completamente perfilada, una visión concreta de la
lógico, sino también como un tema en sí. El hombre toma conciencia sociedad futura, una teoría completa de la salvación, un sistema
de que la historia humana es el lugar donde se decide la salvación dogmático que, paradójicamente, parece ser más importante que el
o realización total del individuo; y la decisión es explícitamente hombre para quien está destinado. Esta visión totalitaria conduce
consciente. Como consecuencia de la expansión mundial de nuestra inevitablemente a una acción totalitaria que acaba siendo simple-
civilización técnica y científica, nuestras acciones tienen consecuen- mente una cuestión de aplicación, de tecnología y estrategia. Ade-
cias para todo el género humano. Esto quiere decir que los efectos más es obvio que quienes no aceptan ni usan este concepto de au-
de las actividades del hombre moderno en los planos de la ciencia téntica existencia humana son considerados como enemigos de la
166 E. Schillebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 167

vida auténtica. Nuestros tiempos se han vuelto más modestos en que ser respaldada por un consenso razonable entre todos los miem-
esta cuestión. La naturaleza, las directrices creadoras y la Evolución bros de esa sociedad. Pero es imposible elevar las normas fácticas,
(con mayúscula) no son capaces de suministrarnos los criterios para operativas de hecho, con los mayores índices en la investigación
juzgar lo que significa una vida humana digna, auténtica, buena y estadística a una norma universal de conducta ética y realmente
feliz. Ni pueden decirnos, por tanto, cuáles son las acciones adecua- humana. Las culturas más civilizadas desaparecieron en el curso del
das, éticamente responsables, que promueven la vida humana au- tiempo precisamente por esa razón.
téntica. Tampoco es capaz una naturaleza humana llamada universal Por consiguiente, la conciencia crítica del hombre debiera si-
que, estando intrínsecamente predefinida (tal como sucede con las tuarnos en el buen camino. Si la razón es una facultad específica-
plantas y los animales), se dirigiría hacia una meta predefinida. mente humana, entonces la capacidad humana de juzgar los fenó-
Tampoco es capaz, por la misma razón, la versión moderna de esta menos ambiguos de la historia humana basándose en normas re-
última línea de pensamiento, la llamada ley natural.-Y lo que es sulta ser la propia tarea crítica del hombre. El hombre es un ser
más, la autorreflexión, independiente del tiempo y del espacio, no atrapado en la historia. Es, en su misma esencia, un acontecimiento
puede llegar a formar un «substrato» racional aceptable para todos narrativo e histórico más que un hecho predeterminado. Revela
los hombres. algo de su esencia únicamente en el curso de su itinerario histórico:
Los estructuralistas han descubierto profundas constantes es- en la misma historia de la humanidad. El hombre es una libertad
tructurales en las sociedades humanas, pero nada nos dicen acerca situada y temática, no una libre iniciativa en un vacío. La salvación
de las propiedades específicas de cualquier sociedad concreta. Estas y la vida digna, dado que forman un conjunto verdaderamente hu-
estructuras no tienen relación directa con la realidad empírica con- mano y libre, constituyen precisamente el tema de toda la historia
creta, sino solamente con los modelos que el hombre ha hecho de del hombre. Ni una lectura idealista ni una lectura materialista
esta realidad. De este modo, el estructuralismo ha descubierto un de esta historia hacen justicia a esta biografía.
aspecto de la realidad humana: que el hombre es un ser que desarro- La conciencia crítica no es simplemente una convicción de que
lla modelos; pero, lógicamente, no se plantea la cuestión de cómo parte de la naturaleza concreta del hombre consiste en estar atrapado
estos modelos se relacionan con la realidad. El estructuralismo ex- en un entorno de fenómenos que no nos proporcionan manifesta-
cluye precisamente al individuo humano, al sujeto, y, por tanto, no ción directa alguna de lo verdadero y de lo bueno, sino que lo hacen
puede aportar criterios para una sociedad digna de seres humanos. irreconocible y lo enmascaran de tal manera que se necesita de un
El existencialismo, a su vez, ha analizado los «existenciales», criterio para juzgarlo; es también una convicción de que la capacidad
es decir, las disposiciones básicas de la experiencia humana: miedo, crítica de la razón humana es codependiente de las circunstancias
desesperación, amor, esperanza, sufrimiento, muerte, felicidad, fi- históricas en las que está situada, de tal manera que hay que tener
ní tud, culpa. Y estos aspectos son extraordinariamente importantes en cuenta la relación entre la razón y las circunstancias históricas
en la vida humana; hacen referencia a la búsqueda de lo que es concretas; por último es también una convicción de que tanto el
últimamente digno de un ser humano, pero, como tales, no aportan pasado como el presente y el tiempo que media entre ambos pue-
una respuesta a este interrogante: ¿Cuál es la base de la esperanza den ser juzgados equivocadamente porque participan de la ambi-
para una vida humana digna en medio de la finitud, la culpa y el güedad de todo lo que es histórico. La razón humana es crítica y no
sufrimiento? Claramente sólo dicen qué es aquello de lo que debe- dogmática o nihilísticamente escéptica sólo en la medida en que
mos ser liberados y con qué fin: alcanzar la felicidad. Pero ¿cómo? tiene en cuenta la ambigüedad de los fenómenos que revelan y
y ¿qué se entiende por auténtica felicidad para todos y cada uno? simultáneamente velan lo verdadero y lo bueno, es decir, en la me-
Finalmente, tampoco podemos aceptar la visión positivista de va- dida en que tiene en cuenta el condicionamiento histórico del pen-
lores y normas. En este caso, a través de un análisis empírico, se samiento humano y la ambigüedad o pluralidad de significado de
llega a planteamientos que establecen qué formas y valores son ope- cada período en el tiempo: el pasado, el presente y el tiempo inter-
rativos en un cierto grupo de la sociedad. Esta visión sociológica medio, todos ellos abiertos a diferentes interpretaciones. Por tanto,
es, sin duda, importante e incluso pertinente en extremo, por ejem- la conciencia humana es crítica sólo en la medida en que no se limita
plo para la legislación positiva; para que una ley sea viable tiene a expresar un juicio crítico sobre los fenómenos dados, sino que es
168 E. Schittebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 169

también capaz de autocrítica con respecto a la misma razón crítica poreidad, con la naturaleza y con su propio entorno ecológico es un
(algo que parece haber estado fuera del alcance de la Ilustración aspecto constitutivo de nuestra humanidad. Este hecho tiene que
del siglo XVIII ). ver con la salvación humana.
En vez de una postura positivista, en vez de una predeterminada Si en nuestras actividades dejamos de tener en cuenta este as-
definición filosófica de «naturaleza humana» (por ejemplo, en el pecto de nuestra humanidad controlaremos tal vez la naturaleza
sentido de Aristóteles y santo Tomás o de Spinoza y Wolff), en vez en un sentido tan unilateral o condicionaremos al hombre de tal
de un producto necesario de la historia extraído del curso racional forma que quedarán destruidos los principios básicos de nuestro
de la historia (como en una definición marxista de vida auténtica propio entorno natural, con lo cual frustraremos nuestra propia
y libre), lo único que tenemos a nuestra disposición son las cons- humanidad manipulando la naturaleza o la base ecológica. En nuestra
tantes antropológicas. Estas nos revelan los valores humanos. Apo- relación con la naturaleza y con nuestra propia corporeidad nos
yados en estos valores y en un proceso histórico y cambiante debe- enfrentamos con fronteras que tienen que ser respetadas si queremos
mos elaborar las normas concretas de una manera creativa. En otras vivir de una manera humana e incluso, en casos extremos, simple-
palabras: estas constantes antropológicas apuntan genéricamente mente sobrevivir. Por tanto, las posibilidades técnicas no son necesa-
hacia impulsos, orientaciones y esferas de valor humanos y perma- riamente posibilidades éticas humanamente significativas y respon-
nentes, pero no nos proporcionan directamente normas concretas sables.
o imperativos éticos que permitan lograr aquí y ahora una vida más Esto es igualmente válido para las limitaciones físicas y psíqui-
humana y digna. Sin embargo, se nos presentan con unas condicio- cas de nuestras capacidades humanas. Aun en el caso de que nos-
nes constitutivas (a partir del análisis c interpretación de nuestra otros seamos (todavía) incapaces de definir científicamente los lí-
propia situación contemporánea) que him de ser cumplidas y matiza- mites precisos de la variabilidad humana, del conocimiento humano,
das constantemente y que se han de presuponer en toda actividad de la carga que el hombre puede tolerar, en un sentido extracien-
humana si no queremos que el hombre, su cultura y su sociedad tífico estamos convencidos de que tienen que existir inevitable-
sean profanadas, lesionadas y resulten inliiinianiiN. Si tenemos en mente tales límites. Esta certeza extracientífica, aunque válida, se
cuenta el modelo sociohistórico de nuestra sociedad concreta, visto revela de una manera espontánea en protestas individuales y colec-
bajo el prisma de las esferas de valor que NC reconocen como cons- tivas cuando se advierte que la carga es excesiva. Las necesidades
tantes dentro de la conciencia de nuestro problema actual, no cabe elementales del hombre (como el alimento, el sexo), sus pasiones
duda que el hombre es cap»/ de csiablcccr normas concretas para (como la agresividad) y su corporeidad en general no pueden ser
las actividades humanas n medio o litigo plti/o. Me propongo ana- manipuladas de un modo arbitrario sin que el hombre experimente
lizar siete de estas constantes iinlropolójilcaN, I,UN contemplo como que su humanidad está siendo afectada en su estructura e integri-
una especie de sistema de coordenada* qur «e centran en la identidad dad, en su felicidad y dignidad (algo que se manifestará en una
de la persona humana dentro de ln rnl/nr>i sorhtl. NON encontramos, espontánea resistencia).
pues, ante facetas del hombre y NU cultura, unte HHpeetoN constitu- Esta primera constante antropológica abre un amplio campo
tivos que el hombre debe tener en i uniln al desarrollar creativa- de valores humanos que exigen normas humanas con respecto a la
mente normas para una humanidad en lunilinio crecimiento y, por propia corporeidad y a su entorno natural. Sin embargo, se trata
tanto, para la salvación del hombre. de normas que nosotros mismos debemos deducir de la situación
concreta en que vivimos. Esto abre ya una perspectiva a la relación
del hombre con la naturaleza, que de hecho no está dictada exclusi-
I. EL SISTEMA DE COOIUH'NAIIAN Dl'l, IIOMIUII' V '.II SALVACIÓN
vamente por el valor humano de dominar la naturaleza, sino tam-
1. Relación ron l<i corporeidad btttn,m,i, bién por el valor igualmente humano de la apreciación estética
la naturaleza v <•! entorno tcolóplin y el gozo de la naturaleza. Los límites puestos por la misma natu-
raleza a su manipulación técnica por el hombre y para el hombre
La relación de la persona liumana con NII piopia corporeidad revelan una dimensión de nuestra existencia humana que no se
—el hombre es y tiene un cuerpo- y, a travos de su propia cor- reduce al dominio técnico de la naturaleza. Por otro lado, esta misma
170 E. Schillebeeckx
Cuestiones sobre la salvación cristiana 171
constante nos advierte del peligro de una cultura antitecnológica
o antiindustrial. Los científicos que reflexionan sobre su propia cuando tal intervención era considerada como una injerencia inde-
empresa subrayan la importancia antropológica de la razón instru- bida y, por tanto, mala en el plan de la creación divina. Cuando
mental. La filosofía de la cultura ha analizado la incapacidad del esto sucede, el hombre corre el riesgo de concluir que está capa-
hombre para vivir en un medio ambiente puramente natural. El citado y autorizado para resolver todos sus problemas físicos y psí-
hombre tiene que crearse un entorno humano en la naturaleza para quicos, sociales y humanos en general de un modo puramente téc-
poder sobrevivir sin el refinado instinto y la fuerza de los animales. nico, basado solamente en la disponibilidad real de posibilidades
Por esta razón es necesario un cambio racional en la naturaleza. y recursos técnicos. Pero hay una diferencia entre la interpretación
Por eso se crea un «meta-cosmos» (F. Dessauer) que libera al hom- tecnocrática del ideal de una vida digna y humana y el significado
bre de la limitación animal y abre un camino hacia nuevas posibili- antropológico de la ciencia y la tecnología. El carácter deshumani-
dades. En los tiempos en que el «meta-cosmos» apenas se diferen- zador que suele acompañar a esta interpretación no procede de la
ciaba de la naturaleza, sólo una pequeña parte de la población tecnología, sino de la cuestión concomitante del sentido, que ha
disfrutaba de las ventajas de la cultura, y las masas eran forzadas sido ya resuelta con una solución positivista. Por tanto, la crítica
a trabajar como esclavos para liberar a la feliz minoría de la preocu- no va dirigida contra la ciencia y la tecnología con su capacidad de
pación por lo material. (Podemos preguntarnos con razón si ha dignificar la vida, sino más bien contra sus presupuestos implícitos.
sido mucho lo que ha cambiado en nuestro industrializado «meta- Así, esta primera constante antropológica revela toda una escala
cosmos». Esta primera y fundamental constante antropológica pa- de subconstantes de muy diverso tipo; por ejemplo, que el hombre
rece ser insuficiente). El «meta-cosmos» procura al hombre mejor es no sólo razón, sino también corazón; no sólo razón, sino también
alojamiento y hogar que el cosmos natural. Por consiguiente, la tec- imaginación; no sólo libertad, sino también instinto; no sólo razón,
nología no tiene por qué deshumanizar, sino que puede constituir sino también amor.
una ayuda para lograr una vida digna; es una expresión de la hu- Si la salvación cristiana es, en efecto, salvación del hombre y
manización del hombre, a la vez que una condición para la misma. para el hombre tiene que tener una relación esencial con la primera
A fin de cuentas es un hecho histórico que toda reflexión sobre el constante antropológica. Recordando un aspecto de lo dicho, la sal-
sentido de la vida ha presupuesto siempre la creación de un «meta- vación cristiana también tiene relaciones con la ecología, con los
cosmos». Además, la humanización de la naturaleza no es un hecho condicionamientos del hombre y con las cargas que se le imponen
consumado, aunque los progresos de la tecnología podrían hacer en su vida concreta aquí y ahora. Quienes califican todo esto de
pensar lo contrario. El hombre puede modificar su propia situación ajeno a la salvación cristiana sueñan tal vez con una salvación para
ecológica dentro de la naturaleza, pero sigue dependiendo de ella, ángeles, pero no para hombres.
situación que se manifiesta particularmente en aquellos casos en
que el hombre altera las condiciones de la vida. El esfuerzo por 2. La existencia humana es coexistencia humana
emancipar al hombre de la naturaleza sin alterar su base ecológica
es una tarea eminentemente humana que no puede realizarse sin La identidad de la persona humana implica la coexistencia con
«la razón instrumental». otros hombres. Esta es también una constante antropológica que
revela un campo de valores humanos en el que el hombre debe bus-
Además, la creación del sentido y el desarrollo de ciertas con- car formas de promover la salvación aquí y ahora. La solidaridad,
cepciones del mundo y el hombre están mediatizadas por la razón la fraternidad por la que nos entregamos a otros y con la que otros
técnica instrumental y no son mero resultado de la evolución inma- nos confirman en nuestra existencia y nuestra identidad personal
nente de las ideas. Las ideas referentes al matrimonio, al amor y a la forma parte de la estructuración de la propia identidad personal:
sexualidad han cambiado (si las comparamos, por ejemplo, con las el hecho de que se nos permita existir, la confirmación por otros
ideas bíblicas) en gran parte por la simple razón de que la ciencia y por la comunidad de que existimos, de que se me permite existir
y la tecnología han podido aportar medios que antes eran inaccesi- en concreto con mi nombre propio, con mi propia identidad, como
bles al hombre. Con las posibilidades técnicas, la intervención en la un «yo» personal y responsable. Esta identidad personal es sólo
naturaleza presenta un aspecto completamente distinto del que tenía posible si otros me permiten ser yo mismo en mi propia inaliena-
172 E. Schillebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 173

bilidad y también con mis limitaciones esenciales («divisum ab alio» bres, o la razón y la voluntad humanas, para preservarlas. Existen
decía la filosofía antigua). En esta individualidad limitada, una per- esencialmente bajo la hipótesis histórica de una política social y eco-
sona tiene una relación esencial con los demás, los semejantes. nómica; son contingentes y mutables y, por tanto, pueden ser
Nuestros propios rostros (nadie ve jamás su propia faz) indican que cambiadas por el hombre (aunque en todos los cambios sociales,
el hombre está orientado y proyectado a los demás y no a sí mismo. por radicales que sean, los sociólogos y los antropólogos culturales
El rostro humano es una imagen de uno mismo para los otros. Así, pueden detectar un estrato más profundo, casi inmutable y, conse-
mediante esta apariencia concreta, el hombre está predestinado cuentemente, una constante estructural). Sin embargo, al tratarlas
a encontrarse con sus semejantes en este mundo. Esto implica la como leyes de la naturaleza o como instancias metafísicas, las cien-
misión de aceptar a los otros en intersubjetividad tal como son, cias empíricas que acertadamente señalan estas leyes sociológicas
con sus diferencias y su libertad. Esta relación recíproca con otros o psicológicas olvidan su esencial subordinación a la hipótesis de
hará superar al hombre las limitaciones de su propia individuaHdad nuestra forma objetiva actual (mutable) de sociedad.
con una aceptación libre y amorosa de los demás y adquirir una Esta constante nos revela también un campo de valores, el de
identidad personal. La afinidad con que nos aceptamos los unos los elementos institucionales y estructurales para una vida realmen-
a los otros como personas, es decir, como metas y términos y no te humana: otro campo de valores que requiere normas concretas.
como medios para un fin, constituye una constante antropológica Por un lado no hay vida humana duradera sin un cierto grado de
que requiere normas sin las cuales es imposible aquí y ahora una institucionahzación; la identidad personal exige un consenso social
vida auténtica y digna. Esto también implica que el bienestar y la que debe apoyarse en estructuras e instituciones que capaciten la
plenitud, la salvación y la vida auténtica han de ser universales, libertad humana e instituciones que posibiliten la libertad humana
deben afectar a todos y cada uno de los hombres, no sólo a algunas y la realización de los valores. Por otro lado, las estructuras e ins-
personas privilegiadas, aun cuando lo que precede pudiera hacer pen- tituciones fácticas, históricas, no tienen validez general. Son muta-
sar que la plenitud entraña algo más que la interhumanidad en el bles. De ahí arranca la exigencia concreta de cambiarlas cuando,
plano personal. Nadie puede entablar una relación de encuentro como resultado de unas nuevas circunstancias, han llegado a escla-
real con todo el mundo. No todo se reduce a una relación «yo-tú»: vizar y desfigurar al hombre en vez de liberarlo y protegerlo.
la presencia de una tercera persona, de un «él», es la base de la so-
ciedad, lo cual no se limita a una relación «yo-tú» o «nosotros». 4. Estructura espaciotemporal de la persona y la cultura
Este ha sido analizado con particular acierto por E. Lévinas. Así
llegamos a una tercera dimensión esencialmente humana. El tiempo y el espacio, la ubicación histórica y geográfica de las
personas y las culturas, son una constante antropológica de la que
3. Relación con las estructuras sociales e institucionales ningún hombre puede escapar.
Nos encontramos ante una tensión dialéctica entre la natura-
En tercer lugar se da la relación de la persona humana con leza y la historia que se da en la cultura humana concreta y que no
las estructuras sociales e institucionales. Somos nosotros, los seres puede ser eliminada ni siquiera por las mejores estructuras sociales.
humanos, quienes en el curso de la historia creamos tales estruc- Es una dialéctica que pertenece a los componentes de nuestra finita
turas. Pero éstas se hacen independientes y se convierten en una existencia humana y de la que la muerte es el último exponente, una
forma objetiva de la sociedad en que vivimos y que a su vez influye situación límite. Esto significa que, al margen de los sufrimientos
en nuestra interioridad, en nuestra persona. La dimensión social remediables por el hombre, hay sufrimientos y amenazas a la vida
no es algo añadido a nuestra identidad personal, sino una dimen- que no pueden ser remediados por medios técnicos sociales. La
sión de esta misma identidad. Como entidades independientes, estas historicidad del hombre y su finitud, de las que no puede escapar
estructuras e instituciones dan la impresión de ser leyes inmutables, para situarse por encima del tiempo, hacen que la existencia humana
si bien podemos cambiarlas, destruyendo así sus pretensiones de se experimente también como una empresa hermenéutica, es decir,
ser leyes naturales. Estas manoseadas leyes sociológicas y econó- como una tarea de entender la propia situación personal y desen-
micas no existen independientemente de lo que hacen los hom- mascarar críticamente el absurdo introducido en la historia por el
174 E. Schillebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 175

hombre. En este intento de autocomprensión, en el que también de esta relación la cultura humana, como empresa hermenéutica
se plantea la cuestión de la verdad y de la falsedad, el hombre puede o búsqueda de sentido y como esfuerzo por efectuar un cambio
recibir todo tipo de ayuda de las ciencias empíricas y teológicas, de sentido y mejorar el mundo, adquiere carácter duradero. A nivel
si bien experimenta la verdad como algo que, al mismo tiempo, es del mundo infrahumano (el animal, por ejemplo), el carácter dura-
recordado y debe hacerse realidad. Si la comprensión es el modo dero y la posibilidad de sobrevivir de la especie y del individuo
específicamente humano de tener experiencias, será tan universal están asegurados por instintos naturales, por adaptabilidad a los
como la historia misma. De ahí se sigue que la pretensión de tomar cambios del entorno y, finalmente, por la ley evolutiva del más
una postura fuera de la acción histórica y del pensamiento del fuerte en la lucha por la vida. Si el hombre quiere evitar convertir
hombre constituye una amenaza para una vida verdaderamente su propia historia en una especie de darvinismo espiritual, es decir,
humana. en una historia en la que la voluntad y el pensamiento de los más
Son muchos los problemas relacionados con esta constante. Me fuertes y de los vencedores dicten de antemano lo que es bueno
limitaré a señalar algunos. Hay adquisiciones encuadradas en la y verdadero para nuestra humanidad, entonces, a nivel humano,
historia y la geografía que ya no pueden considerarse como libres las dialécticas de teoría y práctica constituirán la única garantía
o arbitrarias, aunque surgieron en la historia en una fecha bastante humanamente responsable de una cultura duradera y cada vez más
tardía y en lugares concretos y, por tanto, no se las puede definir humana.
como presupuestos necesarios o universales a priori. Pueden haberse Al tratar el problema de ortodoxia y ortopraxis, los teólogos
desarrollado ciertos valores que exigen unas normas aplicables, por parecen mezclar con frecuencia dos niveles de pensamiento. Por
ejemplo, a las condiciones económicas y culturales en que vive el un lado, se da el nivel de la fides qua. Esta expresión significa
hombre occidental, pero no necesariamente a otras culturas. que la fe solamente es auténtica en la medida en que conduce a
Basten algunos ejemplos. Debido al alto nivel de bienestar so- la acción. Creer sin actuar en consecuencia revela que no se cree
cial, el hombre occidental está llamado a una solidaridad interna- realmente. Esto es lo que hace que la fe de una persona sea «in-
cional, especialmente en lo que se refiere a los países pobres (al creíble» para otras. Sin embargo, este asunto no tiene nada que
margen de la cuestión histórica de hasta qué punto el propio Oc- ver con el problema de la teoría frente a la praxis. Esta se situa-
cidente es responsable de la pobreza de estos países). Puesto que ría más bien a nivel de la fides quae (o del contenido de la fe):
esta misma constante revela las limitaciones históricas y geográ- una proposición de fe no es verdadera porque se ponga en prác-
ficas de cada cultura, y dado el limitado potencial de la imaginación tica ni falsa porque deje de ponerse. La praxis consecuente no de-
popular en una determinada cultura, la memoria crítica de las gran- termina la verdad de una teoría. La undécima tesis feuerbachiana
des tradiciones de la humanidad y de sus grandes tradiciones reli- de Marx acerca de la llamada primacía de la praxis sobre la teoría
giosas actuará como estímulo necesario en la búsqueda de normas puede causar confusión a este respecto. El mismo Marx ofrece
para acciones que promuevan aquí y ahora una vida humana au- una teoría interpretativa del mundo, pero que debería leerse como
téntica y digna. Esta memoria crítica desempeña un papel impor- una crítica a ciertos grupos y que es, por consiguiente, apta para
tante en la empresa hermenéutica del hombre en busca de luz para ser aplicada a una praxis particular, definida (al cambio de la so-
futuras acciones. ciedad). Incluso en este caso, la teoría precede a la práctica; pero
es una teoría con una intención crítica práctica. Los teólogos mez-
Finalmente, la cuarta constante antropológica recuerda que el
clan con frecuencia estos dos niveles y se refieren a la primacía
descubrimiento explícito de estas constantes constitutivas forma
de la praxis sobre la fe'. Todo esto nos conduce a la primacía
parte de un proceso histórico; el hacernos nosotros conscientes es
de la fe (una especie de teoría o afirmación de la verdad) que,
resultado de la praxis hermenéutica humana.
como tal, se compromete a la acción; la reflexión teológica ven-
drá después, como una «segunda etapa» que proporciona un con-
5. Relación entre teoría y praxis
1
La relación esencial entre teoría y praxis es también una cons- Véase, por ejemplo, Th. Schneider, Orthodoxie und Ortbnpraxif:
tante antropológica. Es una constante precisamente porque en virtud Überlegungen zur Struktur des Christlichen Glaubens, TThZ 81 (1972) 151.
176 E. Schillebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 177

trol y una crítica de todas aquellas formas de acción que pasan dominante destino o suerte, otros evolución y otros «Humani-
por cristianas. De este modo, la teoría no sólo tiene una función dad», la especie Hombre como sujeto universal de toda la historia
pospráctica, sino que también (consciente o implícitamente) prece- o, en términos más vagos, «Naturaleza». Para el hombre religioso
de a la praxis. La praxis como tal no constituye una base para va- es el Dios viviente, el Señor de la historia. Pero bajo cualquier moda-
lorar la verdad de una teoría (así es posible sostener una teoría lidad, tal visión totalizante es siempre una forma de fe (excepto cuan-
nazi y actuar en perfecta coherencia con ella, sin que tal cohe- do se opta por el nihilismo y, por consiguiente, se proclama el ab-
rencia apoye para nada la verdad de la teoría). surdo de la vida humana) en el sentido de utopía no sujeta a una
verificación científica y nunca plenamente racionalizable. Sin fe a
6. Conciencia religiosa y pararreligiosa del hombre nadie le puede ir bien. En este sentido la fe, base de la esperan-
za, es una constante antropológica de toda la historia humana, cons-
A mi juicio, también la dimensión utópica de la conciencia tante sin la que es imposible vivir y actuar de manera humana y
humana es una constante antropológica, incluso fundamental. Aquí digna: el hombre pierde su identidad y acaba en condiciones neu-
está en juego el futuro del hombre. ¿Qué futuro quiere? Por di- róticas o recurre absurdamente a horóscopos y a toda clase de
mensión utópica entiendo todo tipo de visión totalizante (conser- mirabilia.
vadora o progresista) que capacite al hombre para dar algún sen- Se ve además que la fe y la esperanza son unas constantes hu-
tido o conquistar la contingencia o finitud, la precariedad, inclu- manas necesarias por la pretensión nihilista —carente de fe y es-
yendo el problema del sufrimiento, el fracaso y la muerte. Entien- peranza— que considera absurda la vida humana. Esto implica
do el modo en que una sociedad determinada traduce la iniciativa que la fe y la esperanza (en cualquier sentido que las tomemos)
hermenéutica en formas concretas de la vida cotidiana (véase la son esenciales para la verdad y autenticidad, la dignidad e inte-
constante cuarta) o, protestando contra un sentido dado de ante- gridad de nuestra realidad de hombres «humanos». Para quienes
mano, opta por una política social y un futuro diferentes. Las vi- creen en Dios esto implica que la religión es una constante an-
siones totalizantes nos enseñan a vivir la vida humana, en la ac- tropológica sin la cual la salvación del hombre —la redención y
tualidad y en el futuro, como una totalidad buena, feliz y huma- liberación real, que pasa por una redención religiosa— es una li-
namente llena de sentido: una visión y una praxis que darán sen- beración escindida y, además, en la medida en que es presentada
tido y coherencia a la existencia humana en este mundo (aunque como liberación total del hombre, destruye una dimensión real del
sólo sea en un futuro distante). ser humano, pudiendo llegar a hundir al hombre en vez de li-
A este respecto debemos mencionar las visiones totalizantes de berarlo.
naturaleza religiosa (las religiones) y las de naturaleza no religio-
sa, concepciones de la vida, de la sociedad, del mundo y teorías 7. Síntesis irreducible de estas seis dimensiones
generales sobre la vida en las que el hombre expresa aquello que
últimamente inspira, el tipo de existencia humana que últimamente En la medida en que es posible armonizar en una síntesis estas
elige, el último objetivo por el que vive y la razón por la que en- seis constantes antropológicas, la cultura humana es una irreduci-
cuentra la vida digna de vivirse. Todo esto puede ser denominado ble realidad autónoma, irreducible tanto en sentido idealista como
modelos cognoscitivos de la realidad que interpretan el conjunto materialista. La síntesis constituye la realidad que, al sanar al
de la naturaleza y la historia en la teoría y en la praxis y que, hombre, trae la salvación. (Por tanto, la misma síntesis es una
tarde o temprano, hacen que se experimente como existencia llena constante antropológica). Las seis constantes encajan entre sí y se
de sentido (que ha de ser realizada). condicionan mutuamente. Configuran la forma básica de la exis-
En la mayoría —aunque no en todas— de estas «utopías», e! tencia humana y se mantienen en equilibrio unas a otras. Afirmar
hombre puede verse como sujeto de acciones que promueven el la prioridad de los «valores espirituales» puede parecer oportuno
bien y la construcción de un mundo humano y bueno, pero sin ser y exacto, pero de hecho puede destruir las condiciones e impli-
individual y personalmente responsable de la realidad de la his- caciones materiales de los «valores espirituales». La infravalora-
toria y de su resultado final. Algunos llamarán a este principio ción de una de estas constantes humanas afecta al conjunto, in-
12
178 E. Schiílebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 179

cluida la dimensión espiritual. Perjudica al hombre y a su socie- tores puede escudarse tras un dudoso «yo veo lo que tú no ves»
dad y desequilibra el conjunto de cultura humana. De este modo y forzar a otros a aceptar su propia norma. Como en muchas dis-
se atenta, consciente o inconscientemente, contra una existencia cusiones, es posible que al principio pueda ser tal que uno de los
humana buena y verdadera, la libre y feliz. interlocutores vea algo que no ven los demás. Pero en tal caso sería
Lo dicho hasta aquí demuestra que las constantes antropoló- necesario clasificar ese «algo» en atención a los otros en un pro-
gicas, que abren una perspectiva a los valores fundamentales de la ceso comunicativo libre y racional. Nadie puede reclamar una zona
existencia humana, no nos proporcionan normas capaces de actuar «protegida» (aunque algunos interlocutores no tengan por qué estar
en concreto sobre nuestras estructuras sociales objetivas y sobre de acuerdo con los argumentos aducidos). El hecho de que sea
una cultura dada en orden a una conducta más humana. Estas preciso aprender a vivir con diferentes enfoques de las normas
constantes, por decirlo así, marcan únicamente el sistema de coor- concretas requeridas para conseguir de hecho una vida digna es
denadas en que deben buscarse las normas concretas. Para hallar un rasgo de la visión moderna de una humanidad creadora. El
tales normas es preciso analizar e interpretar las estructuras so- temor al pluralismo forma parte de nuestra condición humana (es-
ciales concretas y la posición que en ellas ocupa el hombre, la pecialmente moderna), con la que debemos contar. Esto no se
persona. Partiendo de la concienciación lograda hasta aquí (que puede realizar mediante un rechazo dictatorial de otros enfoques.
quizá constituye también un importante factor en nuestra refle- El arte de vivir también forma parte de la existencia humana, au-
xión sobre lo que es humano), podemos hacer un análisis de la téntica, buena y feliz dentro de los límites de nuestra historici-
distancia entre lo ideal y lo real, basándonos en experiencias ne- dad y finitud, al menos si no queremos volvernos «megalomanía-
gativas o de contraste, así como en experiencias significativas ya eos» que pretenden poder pasar por alto su finitud humana. Por
vividas y a la luz de lo que consideramos una «utopía» válida. otro lado, la apertura a la salvación no debe proceder de un supues-
El análisis de esa distancia revelará qué dirección debemos tomar to realismo político, es decir, de considerar la política como el
(aunque dejando abierta la posibilidad de otras direcciones), di- arte de lo posible, lo realizable, aquello que está al alcance. La
rección que deberemos determinar en reciprocidad y acompañar política es el difícil arte de posibilitar lo que es necesario para la
de las normas concretas exigidas en el momente presente. salvación humana.
He dicho que debemos dejar abierta la posibilidad de otras
direcciones alternativas, ya que puede haber grandes diferencias en II. LA SALVACIÓN CRISTIANA
el modo de considerar la dimensión utópica de nuestra conciencia
humana, así como el análisis y especialmente la interpretación de
los resultados analíticos (porque el mismo método de análisis ma- La salvación cristiana, liberación, o redención definitiva y es-
nifiesta ya una concienciación utópica de orientación definida). El catológica de Dios en Jesús, incluye todo el sistema de coor-
resultado será el pluralismo, aun cuando apliquemos un análisis denadas en que el hombre mismo puede encontrarse. No puede
científico, el cual se da en todo momento en un marco interpretativo hallarse exclusivamente en una u otra de estas constantes, por
consciente o inconsciente: un pluralismo que afecta a la pre- ejemplo, en los programas ecológicos, en «ser bondadosos unos
sentación de las normas concretas, aunque se reconozcan los con otros», en derribar un sistema económico (sea capitalista o
mismos valores fundamentales hacia los que las constantes antro- marxista), o en experiencias místicas: «¡Aleluya, ha resucitado!»
pológicas han llamado nuestra atención. Las normas con las que Además, la verdadera síntesis de lodo esto será un claro «ya» y
cada individuo está de acuerdo deben someterse a discusión en un «todavía no», misticismo y liberación política.
diálogo y sobre la base de argumentos intrínsecos si queremos es- La salvación cristiana, para ser salvadora, tiene que ser uni-
timular a otras personas con ellas. Aun cuando la inspiración fun- versal y total. En consecuencia, la salvación, en el sentido de algo
damental del hombre sea fruto de una fe religiosa en Dios, las que nos realiza, debe implicar como requisito mínimo que ningún
normas éticas (es decir, las que fomentan los valores humanos) grupo se realice a expensas de otro. Esto no supone que la sal-
deben justificarse racionalmente en una discusión intersubjetiva, vación cristiana pueda reducirse a la construcción de una socie-
abierta a todas las personas razonables. Ninguno de los interlocu- dad humana universalmente justa. Pero sí implica que la cons-
180 E. Schillebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 181

trucción de tal sociedad constituya un ingrediente mínimo en la so política en el mundo. Porque cuando hablamos de conciencia
salvación cristiana. religiosa y cristiana (con su fuerza crítica y eficaz, es decir, con-
Esto significa que la realización total, la salvación del hombre ducente a la acción), en realidad estamos hablando de un modelo
y para el hombre, es también un concepto vivencial. El concepto determinado de conciencia humana. Entonces cabe preguntarse qué
cristiano de salvación perdería su sentido racional (es decir, racio- hay de específicamente religioso en esta conciencia, es decir, qué
nalmente hablando no sería un concepto de salvación) si no exis- conocimiento y qué realidad determinan nuestra conciencia de
tiera una relación positiva entre «la justificación sólo por la fe» manera que pueda ser calificada como «religiosa» o cristiana. Esto
y la construcción de un mundo integrado y más justo. La salva- equivale a preguntar cómo hay que juzgar la realidad del hombre
ción debe ser por lo menos un reflejo parcial y fragmentario de y del mundo a la luz de esa conciencia religiosa.
lo que el hombre experimenta como autorrealización. La salvación Por una parte, una definición no dualista de Dios como pura
que queda en mera «promesa» pierde toda razonabilidad. Por con- positividad, origen, fundamento y fuente de la promoción de todo
siguiente, la salvación cristiana tiene que cumplir unos requisitos lo bueno, y contrario a todo lo malo, tiene por sí misma una
mínimos si queremos impedir que el término «salvación», y con fuerza crítica. Por otra, la praxis mística del cristianismo va uni-
él la salvación cristiana, muera de manera irremediable. Presen- da a su praxis social y política a través de la mediación no teo-
tando la salvación como un concepto vivencial, podemos, por una rizable de la historia del sufrimiento humano. Así, la salvación
parte, salvaguardar la libertad de Dios «para ser Dios», es decir, tiene lugar dentro de las condiciones de la finitud del sufrimien-
una realidad que no puede estar sujeta a nuestros conceptos hu- to. El sufrimiento humano tiene su propia fuerza epistemológica
manos de salvación, mientras que, por otra, el hombre recibe la crítica y eficaz. Esta no debería reducirse al tipo de conocimiento
libertad «para ser humano», es decir, una criatura que vive con utilitario y neutro, característico de las ciencias y la tecnología, ni
su propia opinión sobre si cierto tipo de salvación tendrá o no a los varios tipos del denominado conocimiento contemplativo,
lugar. estético, gratificante, «desinteresado» que se complace en su ob-
Según esto, el problema central para los creyentes se cifra en jeto. El valor epistemológico específico de la experiencia del su-
si no estarán haciendo lo mismo que los no creyentes para edifi- frimiento basado en la injusticia asume una actitud crítica tanto
car un nuevo mundo de justicia. En tal caso, los fieles se limi- frente al conocimiento contemplativo como frente al científico o
tarían a una interpretación que, siendo simplemente una inter- tecnológico. Proporciona una percepción total puramente contem-
pretación peculiar de la praxis común —por ser una interpre- plativa que tiene ya cierta experiencia de reconciliación universal
tación— no repercutiría de por sí en la praxis. La religión no en su contemplación o liturgia, con un elemento crítico. Pero, al
tiene de por sí nada que* aportar a una praxis que sería inde- mismo tiempo, es crítico frente al conocimiento dominativo de las
pendiente de una interpretación religiosa o no religiosa. Por tanto, ciencias y la tecnología, que presupone que el hombre es un mero
la pretensión de que la religión presta un servicio irreducible al sujeto dirigente (olvidando así la cuestión de prioridad).
mundo resulta problemática y sumamente ambigua, hasta tal punto El valor epistemológico del sufrimiento en orden a la acción
que este servicio es interpretado como una resultancia de objeti- no es simplemente crítico de ambos tipos positivos de conocimien-
vos extrarreligiosos. Por otra parte, la pretensión de que la reli- to humano; también puede ser el nexo dialéctico entre ambos,
gión ofrece una interpretación específica del hombre y el mundo es decir, la fuerza epistemológica contemplativa del psiquismo hu-
resulta igualmente problemática y ambigua, hasta el punto de que mano y su fuerza epistemológica activa dominante. De hecho, se
esa interpretación carece de relevancia para la praxis. La religión pueden aducir razones en favor de que la experiencia del sufri-
no es una interpretación del mundo separable de la praxis ni una miento (con su implícita exigencia ética) constituye la única expe-
praxis desprovista de toda relación con una interpretación particu- riencia capaz de unir intrínsecamente ambos elementos, ya que es
lar del hombre y del mundo. Es, por consiguiente, tarea de la teo- la única experiencia que une características de ambos tipos de co-
logía clarificar cómo sirve la religión (el cristianismo) al mundo nocimiento. Porque, al igual que las experiencias contemplativas
de una manera que sea específicamente religiosa (o cristiana, fundada o estéticas, las experiencias del sufrimiento dominan a una per-
últimamente en la oración) y tenga una proyección práctica e inclu- sona, si bien éstas son de contraste mientras que las primeras
182 E. Schillebeeckx Cuestiones sobre la salvación cristiana 183

son positivas. Por otra parte, en la medida en que la experiencia negativa y dialécticamente un deseo y una búsqueda de sentido y
del sufrimiento es de contraste, abre perspectivas para una praxis de verdadera libertad y felicidad para el futuro. Es también un
que pretende eliminar tanto el sufrimiento como sus causas. Sobre deseo de contemplación conciliadora y «desinteresada», anticipo
la base de esta relación interna —relación de negatividad crítica— del sentido universal que ha de ir unido, por la naturaleza con-
con el conocimiento contemplativo y con el conocimiento que bus- trastante de la experiencia, a una praxis creadora de futuro que
ca dominar la naturaleza, la fuerza epistemológica «patética» debe vencer el mal y sus sufrimientos.
(«pati») específica del sufrimiento es prácticamente crítica, es de-
cir, es una fuerza crítica que promueve una nueva praxis, antici- [Traducción: J. GRIMALDOS]
pando un futuro mejor, y comprometida activamente a realizarlo.
Todo esto implica que, en nuestra condición humana y en el con-
texto de nuestra cultura social concreta, la contemplación y la
acción —por paradójico que parezca— no pueden unirse más que
por la crítica de toda la historia del sufrimiento humano y por
la conciencia ética formada a lo largo de esa historia. Dado que
la experiencia del sufrimiento, como experiencia de contraste, sólo
puede existir sobre la base de un ansia explícita de felicidad, y
en la medida en que es una experiencia de sufrimiento injusto,
presupone al menos una vaga forma de conciencia del significado
positivo de la integridad humana. Por ser una experiencia de
contraste implica directamente una conciencia de la vocación po-
sitiva de lo «humano» y a lo «humano». En este sentido, toda
acción tendente a dominar el sufrimiento presupone al menos una
anticipación implícita y vaga de un significado universal posible
y futuro. A diferencia del conocimiento interesado de las ciencias
y la tecnología y del conocimiento desinteresado de la contem-
plación, el valor epistemológico específico de las experiencias de
sufrimiento es el de un conocimiento que apunta a un futuro e
incluso lo inaugura. Así, junto a las ideas de «interés y desinte-
rés» hay otro concepto válido: el «futuro», no el evolutivo, sino
el escatológico. Gracias a sus características ambivalentes (tiene
propiedades en común con la contemplación y la acción) y a su
carácter ético de protesta, el valor epistemológico específico del
sufrimiento es el de un conocimiento que no implica interés ni
desinterés, sino que apunta a un futuro: a una mayor humanidad
y a la supresión de las causas de la injusticia. Pese a la negativi-
dad de su experiencia, o tal vez a causa de esa negatividad, el
sufrimiento constituye una forma de protesta ética contra el «de-
jar hacer»; por eso tiene una fuerza epistemológica crítica que
reclama una praxis que proyecte el futuro, una praxis que se nie-
gue a someterse al evidente absolutismo de la tecnocracia intere-
sada (que es una de las causas del sufrimiento). Por consiguien-
te, la experiencia del sufrimiento es la conciencia que despierta
Doctrina y futuro 185

CARL J. PETER gunas posibilidades de que la doctrina llegara a ser considerada un


DOCTRINA Y FUTURO día como una ayuda positiva en los esfuerzos de la humanidad por
lograr un mejor conocimiento de sí misma. Pero antes es preciso
«Tened confianza en la fe, esa gran amiga de la inteligencia». aclarar algunos términos.
Estas palabras se leen en uno de los mensajes finales del Concilio En los dos primeros volúmenes de la serie proyectada por
Vaticano I I ' . Reflejan una convicción: la fe religiosa es algo más Jaroslav Pelikan se describía la doctrina cristiana como lo que cree,
que una conformidad casual en la búsqueda humana de sentido y enseña y confiesa la Iglesia sobre la base de la palabra de Dios 2 .
verdad. Una consideración más atenta nos revela que estas palabras En este sentido entenderemos nosotros la doctrina. Se refiere este
tratan de describir una situación actual. Sus autores pensaban real- concepto a algo más que los credos y profesiones de fe de la Igle-
mente que la fe religiosa es de hecho una amiga de la inteligencia sia, pero sin abarcar un campo tan amplio como el de la teología.
humana. Brota de una convicción, una seguridad y una confianza, que ade-
Algunos pensarán que esas palabras no expresan otra cosa que más trata de evocar y robustecer. Pero no es independiente de esa
unos buenos deseos por parte de los Padres del Vaticano II. En búsqueda de sentido y verdad que caracteriza a la labor teológica.
última instancia, no parece que la amistad sea la categoría más ade- Entendida en este sentido, la doctrina posee la capacidad de con-
cuada (o quizá la más exacta) para definir las relaciones en cuestión. vertirse, me atrevo a sugerir, en un medio más eficaz para que la
No tenemos más que pensar en esa expresión de la fe religiosa que Iglesia ejerza su misión de servir a la humanidad.
conocemos bajo el nombre de doctrina. No quiero decir con esto
que la doctrina sea el aspecto más importante de la fe religiosa o LA DOCTRINA COMO CONVICCIÓN QUE FOMENTA LA LIBERTAD
el único que merezca ser tomado en consideración, Pero desde lue-
go es uno de los que más se prestan a ser objeto de reflexión cuan- Pero antes de que sea reconocida la doctrina como un tipo de
do se habla de la fe como amiga de la inteligencia. servicio que la Iglesia puede prestar al mundo, habrá de despren-
Por de pronto podríamos preguntarnos si la doctrina ha sido derse de algunas connotaciones negativas e ingratas que todavía
amiga de la inteligencia en épocas pasadas y cómo puede entenderse posee en el sentir de muchas personas. Con demasiada frecuencia
esa amistad. Pero no es eso lo que ahora más me preocupa. Más se ha entendido por doctrina, a nivel popular, el conjunto de dog-
importante me parece reflexionar sobre si podrá serlo en el futuro mas que todo miembro de una determinada Iglesia tenía que pro-
más que en la actualidad, sin que ello suponga que la doctrina haya fesar (o al menos no negar abiertamente), so pena de atenerse a
de perder su propia identidad. Estimo que se puede adelantar una las consecuencias. Con razón o sin ella, la doctrina arrastra aún un
respuesta afirmativa. Lo cierto es que, en mi opinión, los respon- problema de imagen en términos de la reacción espontánea que
sables de formular la doctrina en el futuro habrán de preocuparse provoca. ¿Son muchos los que se hallan en este caso? Lo ignoro,
de que sea así y de manera muy especial. Habrán de tener muy pero tengo la sospecha de que el problema es de tales proporciones
presentes las palabras del Vaticano II que encabezan este artículo que ninguna Iglesia tiene derecho a tratarlo a la ligera, especial-
para que suenen más verdaderas de lo que hoy ocurre en la rea- mente si se preocupa de llegar en el futuro a una formulación fiel
lidad a cualquiera que las oiga. En pocas palabras: habrán de es- y a la vez más eficaz de la doctrina.
forzarse por lograr que la fe religiosa (y en especial la expresión Creer, enseñar y confesar la fe son actos que podrían desarro-
de esa fe por la Iglesia) sea acogida por el espíritu humano, con su llarse sobre la base de la palabra de Dios, de tal manera que tanto
ansia insaciable de conocer, como una amiga fuera de toda duda los cristianos como los que no lo son se sintieran movidos a refle-
y como una fiel aliada. Para que tal situación llegue a ser una rea- xionar sobre el sentido de la vida simplemente por el hecho de que
lidad, la doctrina cristiana habrá de ser considerada casi inevitable- están dispuestos a ello. Supongamos que las Iglesias de las distin-
mente como un esfuerzo de la Iglesia por prestar un servicio a tas confesiones, y en particular la Iglesia católica, estuvieran dis-
toda la humanidad. En los párrafos que siguen desearía sugerir al-
2
1 Cf. The Christian Tradition: A Hisíory of the Development of Doc-
Mensaje del Concilio a los pensadores y científicos, 6. trine I (Chicago 1971) 1; II (Chicago 1974) 5.
186 C. J. Peter
LA DOCTRINA Y LA DIFICULTAD DE CREER
puestas a expresar en el futuro sus convicciones características de
manera tal que invitara con mayor frecuencia y espontaneidad a No es de esperar que la doctrina sea considerada como un ser-
una reflexión y un pensamiento serios. Con ello habrían dado un vicio muy necesario a la humanidad y como amiga de la inteligen-
paso decisivo hacia la rehabilitación de la doctrina como función
cia si en su misma formulación no se advierte ya una sensibilidad
sana, normal y necesaria de su vida y su misión. Cada éxito consti-
tuiría un paso adelante hacia la supresión de las acusaciones que y una valoración con respecto a las dificultades que para el cristia-
sufre la doctrina de reprimir la razón y coartar la libertad. Pero no entraña creer, al menos en el caso de muchas personas de nues-
¿cómo eludir esas acusaciones o al menos evitar que sigan teniendo tros días. Se puede aceptar o rechazar a Jesucristo como Señor,
algún fundamento? pero en cualquier caso un estómago vacío duele, unos niveles infra-
No estoy muy seguro, pero desearía proponer algunas sugeren- humanos de vida son degradantes, un cáncer matará con la misma
cias. La doctrina es una de las formas en que las Iglesias tratan de seguridad y el desaliento resulta a veces muy profundo y paralizan-
concretar el evangelio y evitar que la buena noticia suene como un te. Durante mucho tiempo ha tropezado con este obstáculo la fe
conjunto de vagas generalidades o piadosas simplezas. Harían bien en ese Dios al que, según la enseñanza de Jesús, hemos de llamar
las Iglesias en ponerse de acuerdo para no tratar oficialmente la Padre, y ello no hace que el acto de creer resulte hoy menos for-
amplia gama de cuestiones que acostumbraban abordar en el pa- midable.
sado reciente. No sugiero con esto que se establezca una moratoria A pesar de su tono de humildad, la doctrina cristiana habla fre-
en cuanto a las declaraciones doctrinales. Tampoco afirmo que las cuentemente con una confianza y una seguridad acerca de mate-
Iglesias en general o la Iglesia a que yo pertenezco en particular rias en que muchos encuentran dudosa y sin sentido esa seguridad
hayan sido incapaces de conseguir que las personas sientan la ne- y al mismo tiempo carente del necesario respaldo. Las Iglesias en
cesidad de reflexionar acerca del sentido o la verdad religiosa en su mayor parte se esfuerzan una y otra vez por encontrar el mejor
concreto o de sopesar la posibilidad de un compromiso con los va- modo posible de presentar el poder último que subyace al universo
lores religiosos concretos. También me doy cuenta de que en algu- como una fuerza no hostil, sino amorosa, como corresponde a un
nos países tendrán que seguir hablando las Iglesias, especialmente padre. Es lo que trata de proclamar la doctrina de la providencia.
donde corren peligro los derechos humanos fundamentales y se nie- Habla de algo inaprehensible que influye graciosamente en lo ob-
ga a otros grupos la posibilidad de formular críticas. Pero estoy servable. Pero en el momento en que el cristiano empieza a res-
tranquilo al respecto. Si las Iglesias o sus portavoces oficiales se ponder a ciertas preguntas como el significado que ello pueda te-
pronuncian demasiadas veces y a propósito de demasiadas cuestio- ner y por qué hay que aceptar que así sea, no tiene más remedio
nes, incluso los más concienciados se sentirán incapaces de encon- que matizar y corregir la descripción del Dios providente para que
trar el tiempo y las energías que les serían necesarios para reflexio-
esté de acuerdo con unos hechos empíricos que incluyen los crue-
nar y tomar decisiones acerca de todas las materias tratadas. Su
libertad podría llegar incluso a verse paralizada al hallarse o sen- les desastres naturales y una insensata desproporción entre el dolor
tirse abrumados por la exigencia de entender, juzgar y elegir con- humano y los valores que éste pueda originar. Cuando los cristia-
cretamente sobre la base de la palabra de Dios. Nunca deberán ol- nos afirman que dentro de la providencia cabe ese exceso que fue
vidarlo los responsables de formular la doctrina. Un auténtico ser- la cruz de Jesús, otros se preguntan si esa combinación de doctrinas
vicio a la palabra de Dios sería esa preocupación por no abrumar no podrá desembocar por igual en un juego de palabras o en unas
y desorientar a los oyentes. Facilitar la escucha supondría ayudar ideas capaces de dar una visión más profunda de la vida y de su
a muchas más personas. Enseñar con menos frecuencia y acerca de significado. La doctrina dejaría de ser lo que es si renunciara a co-
menos cuestiones, pero que sean verdaderamente cruciales, equi- municar esa persuasión y esa seguridad. ¿Puede mantener su iden-
valdría a enseñar más eficazmente. tidad y dar al mismo tiempo la impresión de que los responsables
de formularla han tenido en cuenta la seriedad de los motivos que
hay para no creer? Pienso que ello es posible y deseable.
Hasta ahora he hablado de los obstáculos que se oponen a la
doctrina como expresión d^; la buena noticia en un mundo en que
188 C. } . Peter Doctrina y futuro 189

tan escasamente está representada esa buena noticia. También he Hay cosas que consideramos posibles, pero los responsables
tratado de demostrar que la reflexión sobre los referentes del len- de la planificación, en sus esfuerzos por hallar soluciones a los pro-
guaje religioso hace que muchos encuentren aún más difícil aceptar blemas humanos, aceptan, y con razón, ciertas limitaciones en cuan-
que la doctrina cristiana sea significativa o verdadera. Y ello sin to a la posibilidad de conseguirlas. Pero el límite externo impuesto
contar con que a todo ello se añade el impacto que inevitablemente a esas posibilidades consiste frecuentemente en una línea trazada
han de causar la historia y las ciencias empíricas sobre una materia sobre la base de lo que se supone que están dispuestos a hacer o
acerca de la cual la doctrina de la Iglesia ya tiene sus propias ideas del esfuerzo que desarrollarán efectivamente los individuos y los
y convicciones. El resultado de todo ello es que, habida cuenta de grupos para satisfacer las necesidades de los demás. La Iglesia ex-
la información abrumadora de que hoy disponemos, las preguntas presa a través de su doctrina una fe que responde a una promesa
son más numerosas que las respuestas adecuadas o previstas. Cuan- que hace de la mayor excepción a las expectativas humanas (la re-
do la Iglesia habla convencida y segura en terrenos en que muchos surrección) la base de una lucha para ampliar los horizontes del
hombres y mujeres inteligentes se preguntan cuáles son las res- conocimiento, el juicio, la elección y la planificación. En virtud de
puestas a las preguntas que se plantean; cuando la Iglesia parece la esperanza que proclama posee la energía que nos hace levantar la
proponer en su doctrina respuestas a esas cuestiones antes de ha- mirada y aspirar a cosas más altas. Los expertos en las ciencias na-
ber revisado directa y satisfactoriamente todos los datos pertinen- turales o del comportamiento nos hablan en ocasiones de unos pro-
tes, muchos se extrañan de que la Iglesia actúe del modo que lo blemas a los que teóricamente podría darse solución, pero que en
hace. Todas las preguntas relativas a las implicaciones de la palabra la práctica se quedan sin resolver a causa de los sacrificios de pre-
de Dios deberían recibir respuestas que dejaran siempre la puerta ferencias y comodidades que la solución exigiría de gran número
abierta a un nuevo planteamiento. Si la Iglesia tuviera que esperar, de personas. La clave y la dificultad están en la motivación. Muchos
para formular su doctrina, hasta el momento en que estuviera per- se esfuerzan por mejorar la suerte de los demás en la medida, por
fectamente claro el impacto de la filosofía, la historia y las ciencias ejemplo, en que se lo exige la ley. Para poner su esperanza en un
empíricas sobre la fe, puede afirmarse que la doctrina no tendría cielo nuevo y una tierra nueva es preciso que se sientan desafiados;
futuro. Semejante suspensión no es el procedimiento más indicado. sólo así serán capaces de elevarse por encima de su satisfacción re-
Puede darse una convicción efectiva y auténtica antes de que haya lativa por el estado de cosas en que viven y desarrollarán un es-
sido dicha la última palabra en las respuestas a las preguntas rela- fuerzo en favor de los demás que los llevará más allá de las medias
cionadas con aquella convicción. La Iglesia no debería dudar un tintas en el ejercicio de una generosidad que exceda los límites de
momento en vivir y enseñar simplemente por el hecho de que el la justicia.
sentido y la verdad que profesa estén sujetos a unos interrogantes La doctrina tiene que aceptar un toma y daca con el mundo
para los que aún no se han encontrado respuestas plenamente sa-
del pensamiento secular, que con razón juzga sus insuficiencias y
tisfactorias desde el punto de vista intelectual. Pero tampoco de-
critica sus demasías. Pero de poco servirá la doctrina si únicamente
bería expresar su fe ni creer, enseñar y confesarla sin dejar en claro
toma en serio y reacciona ante este tipo de experiencia. Tendrá que
que aprecia la. seriedad de esos interrogantes.
empeñarse en fomentar la esperanza y potenciar así la experiencia
al desafiar a los seres humanos e incitarlos a un heroísmo capaz de
LA DOCTRINA, INCITACIÓN A LA ESPERANZA hacer realidad un proyecto que de otro modo resultaría irrealizable.
Para ello, sin embargo, habrá de inspirar una esperanza capaz de
Se ha descrito el objeto de la escatología cristiana como un es- influir en las ideas y en las decisiones 4.
fuerzo por insertar un pensamiento disciplinado en una esperanza
creyente y una esperanza en el pensamiento secular3. La doctrina
debería aceptar de manera significativa la segunda parte de este
objetivo. 4
The Church-Can It Help Man Move Forward?, en The Church and
Human Society (The Villanova University Symposium VI; Villanova 1975)
3
J. Moltmann, Theology of Hope (Nueva York 1967) 33. 133-57.
Doctrina y futuro 191
LA DOCTRINA EN UNA ERA PLURALISTA
Ahora nos encontramos con unos católicos que saben y entienden,
pero que no se sienten capaces de asentir. Nuestro problema no es
En An Essay in Aid of a Grammar of Assent fijaba su atención ya el de Newman. Pero la solución que él propuso aún puede ayu-
Newman en el hecho de que se exige a los católicos que acepten darnos para plantear la cuestión de cómo puede creer, enseñar y
unas proposiciones doctrinales tan diversas y abstrusas que pocos confesar la Iglesia su fe sobre la base de la palabra de Dios en una
son capaces de conocer cuáles son y menos aún de entender lo que época que se caracteriza por la falta de asentimiento y el pluralis-
significan5. Para Newman, la situación de muchos católicos bue- mo. Pienso que hay una respuesta.
nos, quizá la mayoría, en cuanto a las ideas, quedaba reducida en
unos casos, por carencia de la adecuada preparación intelectual, a Una cosa es aceptar a la Iglesia y rechazar al mismo tiempo
no sentir nunca la tentación de dudar, y en otros a no tener nunca alguna de sus enseñanzas y otra muy distinta aceptar a la Iglesia y
la oportunidad de llegar a una verdadera certeza6. No pensaba que disentir al mismo tiempo de alguna de sus enseñanzas. Pienso que
hubiera dos normas de fe, una para los teológicamente formados muchos cristianos de diferentes tradiciones se encuentran hoy en
y otra para los no iniciados. Pensaba que ambos grupos compartían la segunda de estas dos situaciones. En este momento me fijo so-
una misma fe como católicos en el asentimiento que ambos presta- bre todo en los católicos, pero no por ello supongo que este fenó-
ban al magisterio de la Iglesia, que consideraban ciertamente infa- meno que se da en mi Iglesia no tenga paralelos en otras confe-
lible. En ese asentimiento aceptaban ambos grupos todas y cada siones.
una de las enseñanzas de la Iglesia, aunque algunos sólo implícita- Hay claros indicios de que los católicos de este país, y en un
mente, sin saber exactamente cuáles eran esas enseñanzas o sin com- gran número, no pueden dividirse en dos grupos: el de los que
prender su significado. En ese asentimiento efectivo a lo más ele- aceptan todas las doctrinas proclamadas oficialmente por su Iglesia
mental se acepta desde el principio «toda la verdad de la revela- y el de los que disienten de todas ellas. La verdad es que los cató-
ción, avanzando desde un conocimiento a otro conocimiento con- licos aceptan de buena gana a su Iglesia y quieren ser aceptados
forme a la capacidad de cada cual» 7. por ella, a pesar de que rechacen algunas de sus doctrinas. ¿Ten-
drían esos mismos deseos de aceptar y ser aceptados en el caso de
Hoy sabemos ya que la doctrina se enfrenta con una dificultad que se vieran empujados a rechazar todas las doctrinas de su Igle-
muy distinta de la que analizaba Newman en este contexto. Se pre- sia? Lo dudo mucho, y al mismo tiempo creo que corresponde apor-
guntaba él cómo era posible que los católicos asintieran a lo que tar pruebas a quien afirme lo contrario. Pero intentaré concretar
ni siquiera sabían o entendían. Pienso que si Newman viviera en más.
nuestros días aún podría encontrar católicos de ese tipo, pues in-
cluso los católicos formados tienen lagunas en su trasfondo; la Parece que han cambiado notablemente las actitudes de muchos
prueba está en que les resultaría muy difícil decir exactamente cuál católicos norteamericanos con respecto a la doctrina tradicional de
es la doctrina oficial de su Iglesia a propósito de numerosas cues- su Iglesia sobre la sexualidad. Esta doctrina no tiene ya tanta acep-
tiones. Pero la situación de los responsables de formular la doctrina tación, al paso que se impone la idea de que es importante asegurar
es muy diferente en este sentido. Hay muchos católicos que se sien- la oportunidad de recibir una educación católica en los colegios ca-
ten incapaces de aceptar una u otra enseñanza de la Iglesia y que tólicos, incluso si ello implica sacrificios considerables8. No puedo
al mismo tiempo conocen suficientemente la existencia y el signi- predecir cuánto tiempo se mantendrá esta actitud con respecto a
ficado de tal enseñanza. Pongamos como ejemplo la Humanae vi- los colegios católicos. Pero lo cierto es que por ahora se da esa
tae y quizá también la Mater et magistra. Newman hablaba de unos actitud (confío en que así sea), y ello me hace pensar en la opor-
católicos que no asentían explícitamente porque ignoraban a qué tunidad de una pregunta: ¿Nos dice algo esta realidad de que la
se les pedía que asintieran o porque desconocían su significado. educación católica y los colegios católicos se consideran todavía
auténticamente valiosos? ¿Podría significar este hecho, teológica-
5
An Essay in Aid of a Grammar of Assent (Londres 1888) 146. !
6
Ibíd., 211. Esto es al menos lo que he podido sacar en conclusión de la obra
7
Ibíd., 153. de A. Greeley, The American Catholic: A Social Portrait (Nueva York
1977) 272.
192 C. J. Peter Doctrina y futuro 193

mente interpretado, que esos católicos conservan todavía algo que doctrina. Al mismo tiempo significarían una salvaguarda frente al
podríamos interpretar como un asentimiento en la fe que les per- peligro de dar la impresión de que una persona adulta puede con-
mite e incluso los inclina a valorar la educación católica y su ins- siderarse católica sin aceptar un claro compromiso en términos de
titucionalización en unos colegios a pesar de su incapacidad para creencia y confesión de la fe.
aceptar algunas otras doctrinas de la Iglesia? Pienso que es preciso Los responsables de formular la doctrina en un hipotético Va-
responder afirmativamente. Apurando (pero no hasta un punto de ticano III podrían adoptar la postura de todo o nada en cuanto a la
ruptura) lo que Newman decía acerca de quienes no asentían a aceptación de las formulaciones tradicionales de las convicciones
determinadas proposiciones doctrinales por falta de instrucción o católicas. Pero también podría evitarse, adoptando otros puntos de
conocimiento, y aplicándolo a quienes niegan el asentimiento o es- vista sobre la materia, el problema del disentimiento, al menos en
tán en abierto desacuerdo a pesar de saber y entender, pienso que la medida en que hoy nos afecta. Dicho de otro modo: renuncia-
podríamos entrever una solución. Estoy convencido de que los ca- rían a la postura del todo o nada. Pero también podrían ignorar en
tólicos que niegan su asentimiento y los que disienten abiertamen- la medida de lo posible el hecho del disentimiento, aunque siem-
te en nuestros días con respecto a algunas enseñanzas oficiales de pre constituiría una grave preocupación, y dejar que la Iglesia, con
su Iglesia, al mismo tiempo que aceptan otras, no han de ser acu- la gracia de Dios, lo fuera resolviendo. Pero preferiría sugerir otra
sados automáticamente de que quieren nadar y guardar la ropa. manera de actuar, que en mi sentir merece alguna atención.
Es posible que algunos se encuentren en este caso, pero creo que Los participantes en ese concilio imaginario podrían esforzarse
hay que proceder con mucha cautela antes de llegar a esa conclu- por formular la doctrina de manera que resultara fiel a nuestra tra-
sión. Y aun en el caso de que la conclusión resultara cierta en al- dición católica y a las formulaciones anteriores. Pero podrían ha-
gún caso, ¿hay derecho a juzgar que se trata de una situación típica? cerlo con sensibilidad ecuménica y al mismo tiempo con la convic-
Habría que probarlo. Y a pesar de todo son muchos los indicios ción de que la fidelidad no significa repetir al pie de la letra la doc-
en contra. trina o reducirla a las anteriores formulaciones. Podrían actuar con
De ahí no se sigue que un desacuerdo de cualquier tipo con no vistas a obtener un consenso más amplio al nivel de la doctrina,
importa qué doctrina sea compatible con la fe cristiana viva. Lo pero teniendo en cuenta al mismo tiempo que el desacuerdo entre
mismo podríamos decir, parí passu, de los católicos que disienten los católicos, en una época tan turbulenta como la nuestra, no
de ciertas doctrinas características de su Iglesia. Cuando los obis- constituiría un signo de rechazo a la fe católica, a menos que se
pos católicos y el papa señalan situaciones de este tipo, están pres- pudiera probar lo contrario. Si se decidieran a actuar de este modo,
tando un buen servicio. Pero si alguien desea ser auténticamente en ningún momento adoptarían la postura de todo o nada. Al
católico, ¿puede confiar en que todavía asiente realmente a la fe mismo tiempo, al dar su asentimiento a todas las convicciones ca-
católica y cristiana a pesar de sentirse incapaz de asentir a algunas racterísticas del catolicismo, evitarían dar la impresión de que se
proposiciones proclamadas oficialmente como doctrina por la Igle- dejaba a cada cual en libertad de tomar o dejar las cosas a su gusto.
sia católica? No puedo predecir la postura que adoptaría al respecto Para hacer realidad lo que aquí sugiero, sin embargo, habrían de
el Vaticano IV, pero si en un próximo futuro hubiera de celebrarse ser capaces de formular mejor de lo que ahora nos es posible nues-
el Vaticano III, me atrevería a sugerir a los responsables de redac- tras convicciones capitales y esenciales. Todo esto nos dice que es
tar sus constituciones que tomaran en consideración la posibilidad necesario orar mucho y también investigar para que sea posible
de responder afirmativamente. No es que yo pretenda zanjar la ese Vaticano III. Quizá sufra yo un error al hacer esta propuesta
cuestión simplemente con una acomodaticia rociada de agua ben- tan cautelosa; quizá proponga yo algo que no es compatible con la
dita conciliar y papal. Por el contrario, me refiero a algo que exi- naturaleza de la fe y con las obligaciones que impone el ministerio
giría un esfuerzo previo y simultáneo (levantado sobre los que aho- pastoral de la Iglesia. Pero creo que no estoy en ninguno de los
ra desarrollamos) por lograr un mayor consenso acerca de lo que dos casos. Espero que esto que propongo merezca alguna atención
implica auténticamente ser católico en términos de significado, por parte de quienes se esfuerzan por lograr que la doctrina de la
verdad y valores. Esos esfuerzos serían necesarios para lograr algo Iglesia sea considerada más fácil y ampliamente como un servicio
que considero muy importante: una mayor unidad al nivel de la a la humanidad, como una amiga de la inteligencia.
13
Doctrina y futuro 195

LA DOCTRINA Y SU CONTENIDO las mismas preocupaciones con respecto a la eclesiología, la impor-


tancia del catolicismo y el testimonio cristiano de las demás Iglesias.
Podría parecer extraño que me haya decidido a escribir un ar- En vez de ello concluiré diciendo que el Vaticano I promulgó una
tículo sobre la doctrina y que al mismo tiempo preste tan escasa doctrina sobre la doctrina. El Vaticano III, si se celebra alguna vez,
atención como hasta ahora a su contenido. He hablado repetidas debería hacer lo mismo y decir muchas cosas acerca de lo que sig-
veces de creer, enseñar y confesar la fe, pero apenas he aludido a nifica creer, enseñar y confesar la fe sobre la base de la palabra de
lo que se cree, enseña y confiesa. Ello puede resultar doblemente Dios. Pero si llegara a considerar algunas de las cualidades de la doc-
extraño en alguien que tantas veces ha urgido la necesidad de pres- trina que han sido descritas en este trabajo, podría rechazarlas o mo-
tar mayor atención que hasta ahora al significado, las verdades y los dificarlas. De hacerlo así, por otra parte, no creo que se encontrara
valores característicos transmitidos por la tradición católica. La en mejor posición para lograr que la doctrina y la fe que ésta ex-
verdad es que he centrado la atención en el método y en unas con- presa apareciesen como amigas de la inteligencia.
sideraciones que deberían tener en cuenta los responsables de for-
mular la doctrina. Sin embargo, admito que hay diferencia entre [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
método y contenido, y no tengo la menor intención de ignorar el
segundo, si bien es verdad que en este momento apenas puedo hacer
otra cosa que ofrecer un esquema que me parece útil. Me referiré
a tres áreas en que la doctrina podría expresar con mayor eficacia
el significado y la verdad cristianos.
La primera es la doctrina acerca de Dios. Es preciso expresar
mejor y con mayor energía la sensibilidad, la valoración y la soli-
daridad de Dios con el dolor y la desgracia de los hombres. Varios
teólogos han sentido ya esa necesidad y están reaccionando en con-
secuencia. Sus esfuerzos constituyen un genuino servicio para mu-
chos. Cuando la Iglesia formule en el futuro la doctrina sobre Dios,
espero que tenga también esto en cuenta. Nuestras pasadas formu-
laciones acentuaban más el señorío y la trascendencia de Dios que
la consoladora presencia divina en nuestros sufrimientos. Pero esto
forma también parte de nuestra tradición y brota de una sim-
bología bíblica que posee importancia excepcional en nuestros tiem-
pos. Desde la postura de quien acepta la doctrina del Vaticano I
sobre Dios, espero que un futuro concilio se decida a hablar más
directamente acerca de los fundamentos de la protesta que significa
el ateísmo. -
En cuanto a la doctrina sobre Cristo, sospecho que todavía
estarán mucho tiempo vigentes entre nosotros las preocupaciones
expresadas en la llamada cristología no exclusivista. Desde las serias
reservas que me merecen algunas expresiones de esa cristología,
pienso que en nuestra doctrina acerca de Jesucristo deberíamos ex-
presar su importancia excepcional y su dignidad insuperable, pero
sin detrimento de las ideas, las aspiraciones y los logros de las otras
religiones.
De no haber otro artículo sobre el ecumenismo, mencionaría
II
IGLESIA Y ECUMENISMO

GIUSEPPE ALBERIGO
UN CONCILIO ECUMÉNICO CRISTIANO

I . UN CONCILIO ECUMÉNICO,
NO UN CONCILIO GENERAL CATÓLICO

Después de los primeros siete concilios ecuménicos, los siguien-


tes concilios generales vinieron a consumar, desde un punto de
vista cristiano global, la progresiva reducción de la cristiandad a
una de sus tradiciones integrantes, primero la occidental (Constan-
tinopla IV, Letrán V) y luego la occidental romana a partir de
Trento. Esta tendencia se radicaliza con el Vaticano I, hasta el
extremo de que algunos pensaban que, para el catolicismo, la
misma posibilidad de celebrar un concilio era ya cosa del pasado.
Con respecto al desarrollo de aquella tendencia, el Vaticano II
representa una inversión embrionaria. Si bien ha sido un concilio
general de la Iglesia católica, al plantear las cuestiones del testi-
monio cristiano en términos significativos para el hombre moder-
no y de la unidad (junto con el'decreto Unitatis redintegratio y
la presencia de observadores), al menos se hace cargo explícita-
mente de unos problemas que trascienden los límites y las posi-
ciones de las diversas condiciones confesionales, que además su-
ponen un compromiso para toda la cristiandad contemporánea'.

1
Como consecuencia del impacto histórico del Vaticano II, también el
Consejo Mundial de las Iglesias ha intensificado sus reflexiones sobre los
concilios en los últimos diez años; cf. Councils and ecumenical Movemcnt
(Genf 1968).
198 G. Alberigo Un concilio ecuménico cristiano 199

La obra desarrollada concretamente por el Vaticano II sólo se cambia en posesión humana. De ahí que cada día resulte más
tímidamente fue consecuente con su orientación, sobre todo en la difícil liberar el núcleo de la fe de sus excrecencias históricas, pro-
medida en que el Concilio centró su atención en la cuestión ecle- blema con que se enfrentan todas las Iglesias, las más viejas y las
siológica e incurrió en deformaciones «eclesiocéntricas» (véase el más jóvenes. Desde este punto de vista, las distintas tradiciones
capítulo III de la Lumen gentium), cosa que quizá era inevitable, cristianas, incluida la de mayor antigüedad y autoridad, encuen-
dada su composición exclusivamente católica. tran verdaderas dificultades para hacer progresos por su cuenta y
Si la Iglesia católica decidiera hoy celebrar un nuevo concilio están encerradas en su respectiva autarquía, que muchas veces se
general, hay motivos para temer que se convirtiera en una ocasión traduce prácticamente en actitudes de autosuficiencia, como una
para retroceder en vez de avanzar, ya que casi inevitablemente in- posesión que es preciso conservar intacta en vez de un don que
sistiría en los aspectos específicamente católicos, con el resultado de se debe invertir (cf. Mt 25,14-30).
aumentar distancias y malentendidos con respecto a las demás tra- Dada la situación presente, se nos ofrece la oportunidad de
diciones. descubrir la fecundidad de la división cristiana, que se expresa-
La misma posibilidad de que fuera abordado el tema de la re- ría en la posibilidad de emprender una búsqueda común, partien-
forma de la Iglesia no serviría tampoco para aminorar el riesgo do del reconocimiento de que cada una de las tradiciones tiene
de este resultado negativo, ya que se trataría en todo caso como sus propios límites y que, por encima de todo, también los tienen
una cuestión interna del catolicismo y, casi con toda seguridad, las restantes. Las distintas Iglesias pueden ayudarse fraternalmen-
desde una perspectiva predominantemente eclesiástica. te (como «hermanas») unas a otras a identificar lo que está en
Es de prever, por consiguiente, que un nuevo concilio «cató- decadencia o es de importancia secundaria, de modo que entre to-
lico» (una especie de Vaticano III) no sería capaz de llevar ade- das puedan captar, y con mayor lucidez de lo que podría hacer
lante las profundas intuiciones que sirvieron de base a Juan XXIII cada una a solas, lo que es esencial en la fe y en lo que todas
para convocar el Vaticano II. Aquellas tendencias proféticas, en ellas han de insistir, de forma que no se pierda nada de cuanto se
realidad, afectaban a todas las Iglesias cristianas; sólo un esfuer- ha manifestado de la grandeza de Dios en cada una de las gran-
zo común podría llevarlas a su realización y desarrollo plenos. des experiencias cristianas (cf. Hch 2,7-11).

II. RENOVACIÓN DEL MENSAJE III. UNA MAYOR UNIDAD CRISTIANA EN LA FE COMÚN
Y DEL TESTIMONIO CRISTIANO
Otro rasgo de la situación cristiana de nuestro tiempo es el
La urgencia con que ha de ser abordado el problema relati- estancamiento que sufre el problema de la unión de los cristianos
vo al mensaje y al testimonio cristiano entre los hombres afecta a causa de la dificultad que supone interesar a los fieles en unos
directamente, y de modo cada día más agobiante, a los cristianos problemas que desbordan las estructuras eclesiásticas, con el re-
y a las Iglesias. Cada vez se hace más patente que casi todas las sultado de que el movimiento ecuménico no causa apenas impacto
Iglesias miran más al pasado que al futuro. La tradición se de- * en el testimonio cristiano. El callejón sin salida en que nos ha-
grada muchas veces en tradicionalismo, y el mensaje de la salva- llamos sugiere la necesidad de revisar la estrategia seguida hasta
ción queda reducido a una mera repetición tan insistente como ahora con vistas a lograr la unidad, buscando una reorientación
ineficaz para cambiar la humana condición. De ello es síntoma sig- por lo que hace a las cuestiones del mensaje y el testimonio cris-
nificativo la marginación de la escatología en el pensamiento teo- tianos a la humanidad en vez de insistir tanto en el diálogo inter-
lógico y en la vida cristiana. En consecuencia, vemos frecuente- no. De este modo recuperaríamos o redescubriríamos una unidad
mente cómo la forma «establecida» del cristianismo consigue anu- fundada en la confesión de una fe que podría vivirse también en
lar los esfuerzos de búsqueda emprendidos por los sectores más situaciones eclesiales incompletas, imperfectas y diversas (mien-
inquietos de la Iglesia; la certeza de la fe entra en un proceso tras que una unidad eclesial completa con una fe insípida sólo
por el que se transforma en certeza histórica y social, y la reali- tendría un cierto significado sociológico e ideológico).
dad teológica (el carácter definitivo del amor del Padre en Cristo) Se trataría de considerar las cuestiones nucleares del mensaje
200 G. Aibertgo Un concilio ecuménico cristiano 201

y del testimonio cristiano ante nuestros hermanos en el contexto concilio, y sobre todo el concilio ecuménico, se presenta como un
de los problemas, las culturas, las sensibilidades de nuestros días; ejemplo de coordinación y al mismo tiempo de trascendencia y ve-
sólo en un segundo plano, subordinado, se abordarían los proble- rificación de las experiencias de la fe vividas por las comunidades
mas funcionales más importantes para las comunidades cristianas locales, no sólo como un acontecimiento eclesiástico excepcional y
y para la Iglesia. Entre éstos, la posesión y el uso de los recursos frecuentemente alejado de la vida diaria de las Iglesias. Pero de ahí
económicos por las comunidades cristianas y sus relaciones con no podemos sacar la conclusión de que el concilio ecuménico sea
las distintas manifestaciones del poder en todas sus formas opre- un momento fisiológico de ratificación asamblearia. El concilio ecu-
sivas son problemas que merecen, al parecer, atención prioritaria. ménico fue siempre una ocasión para verificar la fidelidad de las
Finalmente se tomarían en consideración las cuestiones relativas al Iglesias al evangelio y, por ello mismo, siempre entrañará una ten-
orden eclesial y a la doctrina eclesiológica. sión, una búsqueda más urgente de la reforma. Relacionar el concilio
Habría que analizar rigurosamente la hegemonía de que gozan con un método de conciliaridad ordinaria en la vida de las Iglesias
los problemas relacionados con el ministerio; este análisis revelaría nunca dejará de dar frutos, pero ello no implica en modo alguno
posiblemente una cierta preponderancia de este aspecto con menos- su «normalización» ni su inserción en una mera rutina eclesiástica.
cabo de una perspectiva «económica» del cristianismo, junto con una
referencia limitada al sensus fidei de la Iglesia. V. EL CONCILIO COMO EPIFANÍA DEL ESPÍRITU

IV. CONCILIARIDAD Y CONCILIO ECUMÉNICO En sus momentos más fructíferos, los concilios se convirtieron
en expresión de la urgencia con que el Espíritu impulsaba a las Igle-
Tradicional y semánticamente, el concilio es una convergencia sias para que, superando sus particularismos y sus preocupaciones
hacia la unidad, a pesar de que los Concilios de unión (Lyon I I , por la consolidación y seguridad propias, fueran capaces de aceptar
Florencia, Trento) no lograron este objetivo; la única excepción la llamada a reemprender con fe y esperanza en el Señor la búsqueda
fue el Concilio de Constanza, que, sin embargo, versó sobre un cisma de una mayor fidelidad evangélica ante las demandas de una caridad
interno de Occidente y en un momento de vacío del poder pontificio. recíproca más intensa.
En todo caso, los cristianos están concordes en valorar muy positi- Por consiguiente, el concilio, en vez de mera oportunidad para
vamente los servicios prestados a la fe por los grandes Concilios que una Iglesia afirme su propia identidad histórica (el concilio como
ecuménicos de la Antigüedad, en especial por los cuatro primeros. representación de la Iglesia), ha de ser una ocasión para profundizar
Durante los últimos años, el Consejo Mundial de las Iglesias la relación con el evangelio en el contexto de la historia y de la huma-
(Fe y Constitución) ha venido desarrollando una importante refle- nidad, con la consiguiente tensión hacia la purificación e integración
xión sobre la «conciliaridad» como un rasgo permanente de la Igle- de la realidad de las Iglesias mediante una mayor disponibilidad
sia. Se trataría de una expresión directa e institucional de la diná- ante la «transfiguración» (el concilio como «imagen» de la Iglesia).
mica de la comunión (koinonía - sobornost) 2. En este sentido, el Desde este punto de vista, la preparación y la recepción del
concilio constituyen dos momentos que no pueden decirse ni buro-
2
La asamblea mundial de Uppsala (1968) formuló la perspectiva conci- cráticos ni automáticos, sino que constituyen dos fases del aconte-
liar del Consejo Mundial de las Iglesias lanzando la idea de la «conciliari- cimiento conciliar destinadas a garantizar su contacto con la comu-
dad». Luego se profundizó en este tema durante la asamblea que celebró en nidad (relación horizontal), del mismo modo que la celebración en
Lovaina (1971) Fe y Constitución en una resolución del cuarto comité: sí constituye el momento de la confrontación evangélica (relación
Conciliaridad y futuro del movimiento ecuménico (Unitá della chiesa e unita vertical) y tiene además una insoslayable dimensión litúrgica.
del genere umano [Bolonia 1972] 459-64). Cf. también el comentario de
K. Raiser sobre esta resolución, Konziliaritat. Die Disziplin der Gemeinscbaft:
«Zeitschrift für evangelische Ethik» 16 (1972) 371-76, así como los estudios lamanca (1973): What Kind of Unity (Ginebra 1974). Finalmente, J. Deschner
de L. Vischer, Die Kirche ais konziliare Bewegung, en R. Nelson-W. Pannen- ofreció una importante aportación en la asamblea de Nairobi (1975), L'unita
berg (eds.), Um Einheit und Heil der Menschheit (Francfort 1973) 235-48, visible, comunita concillare: «II Regno documenti» 21 (1976) 76-79, que se
y Drawn and held together by reconciling power of Christ: «The Ecumeni- recoge sustancialmente en las conclusiones de la segunda sección: Le esigenze
cal Review» 26 (1974) 166-90. El tema fue replanteado en el diálogo de Sa- dell'unita: ibíd. 152-56.
202 G. Alberigo
Un concilio ecuménico cristiano 203
El sujeto principal del concilio no puede ser sino el Espíritu
Santo, cuya invocación ha de constituir el núcleo de la promoción ferirá su significación. La misma experiencia del internacionalismo
y la preparación, del mismo modo que la profundización en la pneu- político ha demostrado que las limitaciones de las estructuras inter-
matología ha de representar el correspondiente esfuerzo teológico. nacionales radican en su tendencia al anonimato en virtud del equi-
librio de las potencias opuestas o a convertirse de hecho en una
oportunidad para que unas potencias más astutas y sin escrúpulos
VI. PREPARACIÓN Y LIBERTAD DEL CONCILIO se impongan a las demás. Todo ello nos sugiere la necesidad de pres-
La decisión de celebrar un concilio se desarrolla por caminos tar mayor atención a garantizar la presencia efectiva de las «nuevas»
atípicos, es decir, a través de una sucesión de hechos que no son Iglesias en los preparativos del futuro concilio y luego en la celebra-
racionalmente previsibles (históricamente, por iniciativa de un em- ción del mismo. No bastaría con salvaguardar la representación de
perador, de un papa, por presiones de una herejía, de un cisma o por las diversas confesiones, sin privilegiar en lugar de ello la de las
la decisión y la predisposición de la Iglesia a celebrarlo). En cual- Iglesias locales, pues cada día está más claro que las diferencias con-
quier caso, la demanda y la preparación de un concilio son factores fesionales son de alcance muy reducido, mientras que es en la varie-
de gran importancia, pues manifiestan un deseo y señalan un tema dad de las civilizaciones donde surgen las diferencias y los carismas
sobre el que se produce una convergencia del sensus fidelium, pero más fecundos4.
en sí mismos no constituyen la causa de la decisión firme de celebrar-
lo. Con estas observaciones se trata de salvaguardar celosamente un VIII. HACIA LA SUPERACIÓN DEL ECLESIOCENTRISMO
margen imprevisible para la celebración de un concilio y de garan-
tizar la libertad de la asamblea con respecto a su obra 3 . Adoptar hoy una postura favorable a un concilio ecuménico cris-
Los concilios estaban amenazados en el pasado principalmente tiano significa apostar por la madurez de una nueva primavera cris-
por los poderes políticos o, en todo caso, por unos condicionamientos tiana en que el Espíritu pide a todas las Iglesias una actitud favora-
externos. Hoy, por el contrario, parece que la libertad del concilio ble a la conversión, especialmente por lo que se refiere a la capacidad
podría verse amenazada ante todo por su programación a cargo de para redescubrir con convicción espiritual y operativa el núcleo de
la maquinaria burocrático-eclesiástica, como se puso de manifiesto la fe en Jesús de Nazaret y en su evangelio de salvación y para pro-
durante el Vaticano II. clamarlo a la humanidad en un testimonio claro. Un testimonio, por
tanto, que sepa superar el eclesiocentrismo en todas sus formas, el
de las Iglesias locales y el de la Iglesia en general, su versión triun-
VIL RELACIÓN ENTRE IGLESIAS ANTIGUAS Y NUEVAS falista (que ha llevado a muchos a interpretar las palabras iniciales
Los continuos cambios culturales del mundo moderno, especial- de una constitución del Vaticano II, «Luz de las naciones», como
mente los que tienen lugar dentro del cristianismo, en que se ha dado referidas a la Iglesia y no a Cristo), así como la versión más caute-
el paso de una situación centrada en Europa y en el Occidente hacia losa de la Ecclesia semper reformando.. Un testimonio, sobre todo,
unas dimensiones intercontinentales, con un desarrollo específico que se centre en Jesús y en los hermanos. En esta perspectiva, el
de la influencia africana y latinoamericana, constituyen el contexto concilio será una ocasión y un instrumento de la sumisión de las
significativo que modelará un futuro concilio ecuménico y le con- Iglesias a su Señor y de su entrega al servicio de los hombres. Habrá
que plantear la cuestión de si los contrastes doctrinales que aún
separan a los cristianos (la eucaristía, el ministerio, etc.) no podrán
3
Sobre la posibilidad de una pronta celebración de un concilio ecumé- ser provechosamente revisados en cuanto a sus componentes no
nico, cf. L. Vischer, Christian Councils. Instruments of Ecclesial Commu-
nion: «The Ecumenical Review» 24 (1972) 72-78, y ... ein wirklich univer- 4
sales Konzil, en Okumenische Skizzen (Francfort 1972) 234-44, y también el Sobre este punto, cf. H. Mühlen, Morgen... (op. cit.), que con respecto
estudio promovido por Fe y Constitución, Councils, Conciliarity and a ge- a la orientación del Consejo Mundial de las Iglesias opina de manera dis-
nuinely universal Council: «Study Encounter» 10 (1974) 24ss, así como el tinta y propone una representación únicamente confesional. Como modelo
estudio de H. Mühlen, Morgen tvird Einheit sein. Das kommende Konzil en general indica el Concilio unionista de Florencia, sin tener en cuenta que
aller Christen: Ziel der getrennten Kirchen (Paderborn 1974). actualmente las Iglesias cristianas y las culturas ya no son coextensivas, como
ocurría en el siglo xv.
204 G. Alberigo Un concilio ecuménico cristiano 205
evangélicos y en el contexto de una comunión redescubierta en el carácter excesivamente geométrico y generaría una tendencia hacia
núcleo mismo de la fe. el establecimiento de unas relaciones de carácter excesivamente di-
plomático. La alternativa podría basarse en la aplicación de un cri-
IX. CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DEL CONCILIO terio sacramental, especialmente grato a católicos y ortodoxos. Es
claro que esta postura cuenta con una base sólida en las tradiciones
La promoción de un concilio ecuménico implica una convergen- de los concilios antiguos, sintetizada en la fórmula Concilium episco-
cia con respecto a determinadas características del mismo concilio. porum est. Pero es sabido que, incluso dentro de estas Iglesias, se
1. El concilio es una estructura histórica de servicio y, al mis- ha criticado repetidamente la admisión exclusiva de obispos en los
mo tiempo, un signo de koinonta, de la concíliaridad ordinaria de la concilios, y que en algunos casos se ha convertido esta cuestión en
Iglesia por consiguiente. El análisis de la asamblea (o asambleas) de objeto de estudios y debates, especialmente a la luz de la notoria
Jerusalén ofrece valiosas indicaciones, lo mismo que el de la tradi- preponderancia del elemento comunitario sobre el jerárquico dentro
ción conciliar5. de esas mismas Iglesias y debido al relieve que va adquiriendo el
2. Pero estas indicaciones no son decisivas, ya que cada con- sacerdocio universal de los fieles. Por otra parte, será preciso res-
cilio está condicionado por su propio contexto histórico, por lo que petar la personalidad de cada Iglesia, garantizando la posibilidad
cada asamblea tendió siempre a configurarse a su propio modo. La de que cada una de ellas participe en el concilio a través de sus
tendencia (católica) a fijar el tipo de la estructura conciliar es una miembros libremente designados sobre la base de unos criterios ra-
actitud reciente que ha recibido escaso apoyo incluso en el área de zonados y transparentes. Al mismo tiempo, sería importante que
la teología católica, en la medida en que esa tendencia es resultado la misma asamblea se completase con un cierto número de miembros
de considerar la autoridad pontificia como «fuente» con respecto (¿una tercera parte del total?) elegidos por la misma asamblea en
a cualquier otra autoridad. Como es sabido, el Vaticano II desechó aplicación de unos criterios integradores (quizá también por sorteo;
esta tendencia. cf. Hch 1,26), con lo que se superaría el equilibrio proporcional
3. Como representación y al mismo tiempo imagen de la co- de las representaciones confesionales.
munión de las Iglesias en busca de una mayor fidelidad y unidad, 6. También merece especial atención la forma de proceder (la
el concilio no debería convertirse en una proyección a escala redu- fijación de temas y del orden del día, la estructuración de las comi-
cida de la situación actual de las Iglesias. Ello significa que un con- siones y su composición), sobre todo en lo que se refiere a la for-
cilio no debería expresar sólo la actual conciencia eclesial, sino mulación de las decisiones conciliares. Estas decisiones habrán de
también anticipar el futuro, en virtud del impulso del Espíritu. Ello ser unánimes, conforme a la más acreditada tradición conciliar.
exige que estos dos aspectos del alma de la Iglesia estén a la vez Habrá que plantearse la cuestión de si el voto deberá ser individual
presentes en el concilio. o más bien por grupos. La solución obvia sería el voto por confe-
4. En la promoción del concilio debe intervenir un conjunto siones, pero es casi seguro que este sistema podría tener efectos
de representaciones tan amplio como sea posible, pero evitando todo paralizantes o al menos minimizantes. Sería, por tanto, más venta-
lo que suene a sincretismo. Para ello podrá establecerse un consenso joso para el concilio expresarse por grupos continentales (o subcon-
preliminar en que el venerable Credo Niceno-constantinopolitano tinentales), respondiendo así al carácter territorial de las Iglesias.
podría ser la base objetiva para determinar la admisión al concilio. En este caso, las decisiones serían adoptadas en dos etapas: pri-
5. La elección de los participantes en el concilio constituye mera, dentro del grupo continental, mediante el voto individual
evidentemente un momento crucial. Habrá que ir más allá de un (por personas), y luego, en la asamblea plenaria, mediante el voto
«parlamentarismo», es decir, de una designación proporcional por por grupos (continentales). En esta última fase se adoptaría la ñor-
los organismos de las distintas Iglesias. Ello daría al concilio un ma de la unanimidad.
7. La fuente de la autoridad del concilio no puede ser otra
5
Una de las más recientes aportaciones a la teología conciliar es la de que el mismo Cristo, no las delegaciones, el respaldo eclesial o una
Pierre L'Huillier, Le concile oecuménique comme autorité suprime de l'égli- autoinvestidura.
se: «Analekta» 24/1 (1975) 78-102.
Un concilio ecuménico cristiano 207

X. VALOR DE LAS DECISIONES CONCILIARES cilio y de la Iglesia, sin prejuicios y con espíritu de búsqueda, de
fidelidad y de arrepentimiento. El carácter «acéfalo» ha de aceptarse
Problema especial es el que se plantea en torno al valor de las como una esperanza y una búsqueda de la plenitud, no como renun-
decisiones conciliares. Las tradiciones conciliares parecen unívocas cia o indiferencia7.
al respecto e indican que los concilios ecuménicos han considerado
siempre vinculantes sus decisiones, tanto para las Iglesias representa- XII. LA PREPARACIÓN
das en el concilio como para las ausentes. Será preciso desechar el
sistema seguido en el Consejo Mundial de las Iglesias, consistente La preparación del concilio constituirá en todo caso la fase
en limitarse a formular unas recomendaciones. De otro modo resul- inmediata de toda esta iniciativa, en que se examinarán todos los
taría sustancialmente deformada la función misma del concilio. problemas a fin de presentar como conclusión una propuesta global.
Esto no va en contra de la realidad que se expresa en el hecho de Esta fase preparatoria se orientará conforme a las líneas enun-
que incluso las más trascendentales decisiones conciliares han de ciadas anteriormente (punto IX) en forma de resumen. En particu-
pasar por un proceso de asimilación, que muchas veces ha resultado lar, se desarrollará a través de las aportaciones de grupos de trabajo
decisivo y ha desembocado incluso en el rechazo total o parcial de multiconfesionales, en que participarán a la vez especialistas y pas-
las mismas decisiones6. tores, eclesiásticos y laicos. Sería provechoso estudiar los mismos
problemas por grupos continentales (y subcontinentales) y por gru-
pos culturales (el anglosajón, latino, griego, ruso-eslavo, árabe, etc.).
XI. ¿UN CONCILIO ACÉFALO?

La relación entre el papa y un posible concilio ecuménico es XIII. LA ASAMBLEA PRECONCILIAR


una cuestión básica, y no sólo para la Iglesia católica. Está muy di-
fundida la convicción de que si hoy se intentara aclarar en primer La fase preparatoria concluiría con la reunión de una asamblea
término esta relación, en todos sus aspectos, el resultado sería la preconciliar destinada a examinar la posibilidad de convocar un ver-
paralización total de esta iniciativa. Sería, por tanto, de desear que dadero concilio ecuménico, asumir en su caso la iniciativa y deter-
este problema fuera tratado en términos sustanciales más que for- minar las modalidades de la convocación 8. Las hipótesis formuladas
males, y que se buscaran unas soluciones mediante la aplicación de anteriormente acerca del concilio ecuménico deberán aplicarse tam-
ciertas garantías, confiando en que el Espíritu Santo guiaría una bién al preconcilio, sin tener en cuenta las reservas que diversas
vez más a la Iglesia en la búsqueda de un equilibrio y un arreglo fuentes podrían expresar con respecto a un verdadero concilio
fructífero de esta tensión. En este sentido sería esencial asegurar ecuménico.
una participación suficiente de la Iglesia de Roma y de su obispo
en el concilio, así como de los restantes patriarcas tradicionales de [Traducción: J. VALIENTE MALLA] ^
Constantinopla (Moscú), Antioquía, Alejandría y Jerusalén. Tam-
bién sería importante que la fe profesada ininterrumpidamente por
estas Iglesias constituyera un punto obligado de referencia para el 7
Este problema va unido a la cuestión de los próximos pontificados y
concilio y sus decisiones. Aparte de esto, deberá reconocerse leal- de sus programas respectivos; sobre este punto, cf. G. Alberigo, Para una
mente que queda abierto el problema de la cabeza visible del con- renovación del papado al servicio de la Iglesia: «Concilium» 108 (1975)
141-64.
8
J.-J. von Allmen, Ministerio papal-ministerio de unidad: «Concilium»
6 108 (1975) 246-52, ha expresado la esperanza de que el próximo papa tome
Con respecto a la recepción, pueden consultarse los estudios de A. Grill-
meier, Konzil und Rezeption: «Theologie und Philosophie» 45 (1970) 321- la iniciativa de convocar un preconcilio ecuménico. También las Iglesias de
52; Y. Congar, La «réceptiott» comme réalité ecüéúologique: «Revue des la Ortodoxia oriental han celebrado en 1976 una conferencia preconciliar
Sciences Philosophiques et Théologiques» 56 (1972) 369-403; todo el núme- panortodoxa (Ginebra, 21-28 de noviembre; cf. «Episkepsis» [1976], 158-
ro de «Concilium» 77 (1972) y el artículo de W. Hryniewícz, Die ecclesiale 169 y 163) como preparación para el concilio panortodoxo; sobre éste, cf.
Rezeption in der Sicht der orthodoxen Theologie: «Theologie und Glaube» Saint et Grand Concile de l'Eglise. Pwpositions de la Commission prépara-
05 (1975) 242-66. toire: «Contacts» (1972).
Vaticano III: Problemas y oportunidades 209

HANS KÜNG versia tradicional. Cada vez se pide con mayor insistencia a los
VATICANO III: PROBLEMAS Y OPORTUNIDADES * dirigentes de las Iglesias que tomen resoluciones y pasen de la fase
de estudios ecuménicos y encuentros no vinculantes a una fase de
pasos concretos vinculantes, a una fase de reconocimiento recíproco
Situación actual
o de unión mutua. En tal situación, la exhortación a proseguir los
estudios ecuménicos constituye una evasiva, la diplomacia de visitas
El Vaticano II supuso un gran impulso para el movimiento ecu- representa una acción sin contenido, la multiplicación de comisiones
ménico. Toda la teología católica comenzó a ocuparse de los impor- a todos los niveles lleva a encubrir lo que ya se ha alcanzado, el
tantes problemas del ecumenismo. Las autoridades de la Iglesia recurso a las fuerzas conservadoras y la creciente alergia a dar pasos
establecieron amplios y variados contactos con otras Iglesias y or- concretos en la base apartan de lo que hay que hacer de una vez.
ganizaciones ecuménicas, y el Secretariado de la Unión de los Cris-
La situación de la Iglesia católica coincide en esencia con la de
tianos, apenas fundado, se convirtió en un foco de esperanzas ecu-
las otras Iglesias. También en ellas constituye un freno la inquietud
ménicas bajo la dirección del cardenal Bea. Los católicos empezaron
reinante en sus filas. Muchos de los más altos responsables han
a conocer a los cristianos de otras confesiones y aprendieron a valo-
pasado de promotores de la oikouméne a defensores de la actual
rarlos en muchos aspectos.
situación confesional. Y no debe olvidarse que, en los últimos años,
Pero en los últimos años se ha producido una poderosa contra- Fe y Constitución viene preconizando, bajo el lema «conciliaridad»,
ofensiva que ha paralizado el movimiento ecuménico tanto dentro que se pase de la fase de clarificaciones teológicas a la de pasos
como fuera de la Iglesia católica. Tal paralización obedece, en distin- vinculantes.
ta medida, a la inflexibilidad de muchos dirigentes eclesiásticos,
Ahora bien, Ginebra no puede tener éxito sin la cooperación
especialmente de las autoridades romanas, a las tensiones surgidas
de Roma. Y Roma sólo actuará si la conciencia ecuménica de la
en el seno del Consejo Ecuménico de las Iglesias y a una fuerte
Iglesia universal continúa despierta y presenta con energía sus ex-
polarización reaccionaria de las bases de muchas Iglesias y países.
pectativas a los dirigentes de la Iglesia. Para que los responsables
Todo esto ha conducido a profundas decepciones. En la actualidad,
no pierdan el control de la situación es necesario desarrollar una
la mayoría de los cristianos no entienden ya las diferencias confe-
estrategia global.
sionales entre las Iglesias ortodoxas, la Iglesia católica y las Iglesias
de la Reforma. Consideran absurdas las medidas que ahondan la Es preciso formular dos interrogantes: 1) ¿Qué frutos han con-
separación: dificultades para el matrimonio mixto, separación eu- seguido la teología y la praxis ecuménicas? 2) ¿Qué propósitos pue-
carística, incapacidad de actuar en común. Cada vez es mayor el den lograrse en los próximos años?
riesgo de un extrañamiento eclesial. Muchos cristianos dicen «Jesús
sí, la Iglesia no». I. BALANCE DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS EN ECUMENISMO
Al mismo tiempo, los debates ecuménicos han llegado a una
En la actualidad, los católicos corren el riesgo de olvidar los
etapa critica. Numerosos teólogos y seglares consideran resueltos
éxitos teológicos y prácticos de la oikouméne durante los últimos
muchos problemas, especialmente las más importantes cuestiones de
la controversia clásica relativas a la doctrina y la disciplina ecle- decenios. Conviene recordarlos aquí para crear un estado de opinión-
siástica. En cualquier caso, la Comisión de Fe y Constitución ha Así se podrá confrontar la actitud de los dirigentes de las Iglesias
dado por terminado su elenco de problemas discutidos en la contro- con los datos de la investigación teológica y con la praxis ecumé-
nica de sus Iglesias.
* El presente artículo se basa en las ideas, experiencias y convicciones
adquiridas durante varios años de trabajo y discusión en el Instituto de Es- 1. Temas clásicos de la controversia
tudios Ecuménicos de la Universidad de Tubinga. Agradezco al consejero
académico Hermann Háring su valiosa contribución a la elaboración de esta a) Escritura y tradición: En la actualidad no existen diferen-
síntesis. Como complemento de este estudio puede leerse la «Declaración cias irreconciliables en la forma de definir la relación entre Escritui'íi
contra el desaliento en la Iglesia», elaborada asimismo en Tubinga. y tradición. Hoy también la Iglesia católica reconoce en principio
14
210 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 211

la primacía de la Escritura sobre toda tradición posterior. Por su de consecuencias prácticas y se ha convertido en un interrogante
parte, las demás Iglesias reconocen que también en su seno tienen dirigido a las Iglesias que pretenden poseer en exclusiva la verda-
de hecho sus propias tradiciones gran importancia como pauta del dera potestad ministerial.
pensamiento. El hecho de que en el campo católico no se hayan
sometido a un debate exhaustivo la obligatoriedad y la función 2. Documentos de consenso, oficiales y extraoficiales
concreta de ciertas tradiciones singulares (como las decisiones con-
ciliares) ofrece a las otras Iglesias la oportunidad de plantearnos sus Como fruto de contactos bilaterales o multilaterales han apare-
cuestiones con toda claridad. Para la Iglesia católica representa una cido numerosos informes y documentos que conviene analizar, des-
ocasión para revisar ciertas unilateralidades. tacar y poner en conocimiento de la opinión pública católica. Tales
b) Gracia y justificación: La relación entre fe y obras consti- documentos revelan un asombroso grado de consenso o, al menos,
tuyó durante siglos el punto neurálgico de la controversia entre la una convergencia entre las Iglesias participantes. Son particularmen-
Iglesia católica y las Iglesias de la Reforma. Hoy es el tema en que te significativos los relativos a la eucaristía y al ministerio, así como
las Iglesias han logrado un consenso más amplio. Casi todos los los planes de unión.
debates actuales sobre este problema se desarrollan a nivel inter- a) Documentos de consenso concernientes a la eucaristía: Por
confesional. Las figuras históricas más destacadas en esta materia razones de espacio nos limitaremos a mencionar los más importantes.
(Pablo, Agustín, Tomás de Aquino, Lutero, Calvino, Karl Barth) Los del primer grupo están concebidos como declaraciones globales
y los impulsos de la teología contemporánea no pueden considerarse de consenso y estudian la eucaristía desde diversos puntos de vista.
ya patrimonio exclusivo de una confesión determinada, lo cual es Emplean un lenguaje nuevo, de tipo bíblico, y muy diferente del
signo evidente de que la reflexión teológica mundial ha llegado acuñado en la polémica de la Reforma. Mencionaremos los si-
en este punto a una fase posecuménica. guientes:
c) Iglesia y sacramentos: Tampoco existe actualmente ninguna 1. El documento de Lovaina (1971) aprobado por la Comisión
oposición insalvable con respecto a la estructura fundamental de la de Fe y Constitución: «La eucaristía en el pensamiento ecuménico».
Iglesia, su origen, sus diferentes dimensiones y cometidos, su ca- 2. El informe de Dombes sobre el ministerio y la eucaristía
rácter escatológico y su deber de renovarse constantemente. Se (1973), redactado por representantes de las Iglesias luterana, refor-
acepta que la Escritura es la base normativa de la eclesiología. El mada y católica de Francia.
consenso ecuménico llega incluso al problema del ministerio. 3. «Para un testimonio eucarísitico de las Iglesias», documento
En el campo de la teología sacramental se han superado las di- publicado en 1973 por una comisión de estudio integrada por ca-
ferencias básicas y se ha llegado a un acuerdo en temas como relación tólicos y protestantes de Suiza (núms. 41-55).
entre palabra y sacramento, origen, número y eficacia de los sacra- 4. Las secciones correspondientes del Plan de Unión COCU
mentos. Lo mismo se puede decir en principio respecto al problema (Church of Christ Uniting) de Estados Unidos.
de la eucaristía, sobre el que hablaremos luego. 5. Las secciones correspondientes del informe sobre la euca-
De ahí que, para muchos teólogos e Iglesias, la mayores dificul- ristía preparado por el grupo mixto del Consejo de las Iglesias
tades para el consenso ecuménico no residen ya en los problemas re- australiano y de la Conferencia Episcopal Católica de Australia.
lativos a la naturaleza del ministerio y de la eucaristía, sino en la 6. La declaración de la Comisión Teológica Católico-Ortodoxa
cuestión de quién posee la verdadera potestad ministerial y quién de Estados Unidos sobre la eucaristía.
puede celebrar válidamente la eucaristía. Lo cual pone de mani- Los tres primeros documentos son muy afines en su estructura y
fiesto el gran cambio que se ha operado en el ecumenismo: el punto contenido. En ellos parece ir perfilándose un lenguaje ecuménico
neurálgico no se halla ya en cuestiones teóricas de tipo teológico, común, por influjo de la declaración de Lovaina.
sino en el comportamiento práctico de las autoridades de las Igle- El segundo grupo de documentos se ocupa primariamente de
sias. Se han superado las diferencias que nos separaban realmente, puntos concretos de la controversia. Las convergencias logradas re-
y las diferencias subsistentes no constituyen un motivo de división. velan una amplia coincidencia en la intención objetiva; las diferen-
En la actualidad, el ecumenismo es primariamente un problema cias no superadas son de matiz o conciernen a problemas secunda-
212 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 213

rios, aunque serios, que no justifican las divisiones. A este grupo Sin embargo, el problema ha sido abordado en los siguientes docu-
pertenecen: mentos:
7. La declaración conjunta sobre la eucaristía emitida en 1971 18. El informe de Marsella (1972), elaborado por la Comisión
por la Comisión Internacional Católico-Anglicana (Declaración de de Fe y Constitución y titulado «El ministerio consagrado en pers-
Windsor). pectiva ecuménica».
8. El estudio del grupo de discusión suizo (cf. documento 3, 19. El informe de Dombes sobre el ministerio y la eucaristía
números 56-71). (cf. documento 2).
9. El informe de las conversaciones sancionadas por la Confe- 20. El estudio del grupo de discusión suizo (cf. documento 3).
rencia de Lambeth y la Federación Mundial Luterana (1970-1972). 21. El informe de Malta (cf. documento 13).
10. La declaración sobre «La eucaristía» del Comité conjunto 22. El informe final de las conversaciones Católico-Luteranas
del Consejo Nacional de las Iglesias y la Iglesia católica de Nueva de Estados Unidos, «Eucaristía y ministerio» (1970).
Zelanda. 23. «Reforma y reconocimiento de los ministerios eclesiales»,
11. El informe final de las Conversaciones Católico-Luteranas memorándum publicado en 1973 por el grupo conjunto de estudio
de Estados Unidos, titulado «La eucaristía» (1967). de los institutos ecuménicos universitarios de Alemania.
12. El documento de 1970 en que la Comisión Anglicano-Ca- Por difíciles que resulten en puntos concretos las conversaciones
tólica de Estados Unidos adopta una postura común con respecto entre la Iglesia católica y las demás Iglesias, los documentos cita-
a la doctrina sobre sacrificio eucarístico y el papel del sacerdocio dos reflejan una clara convergencia: en la actualidad no existen di-
en la eucaristía. ficultades fundamentales para una interpretación común del minis-
13. Los pasajes correspondientes del informe final de la Comi- terio. Cabe partir de la convicción común de que, como norma
sión Internacional de Estudio Luterano-Católica «El evangelio y la general, el ministro es llamado al ministerio a través de la ordena-
Iglesia» (Informe de Malta, 1972). ción, tiene una función especial en la sucesión apostólica de la Igle-
14. Las explicaciones pertinentes de la Leuenberger Kon- sia y recibe como potestad básica el ministerio de proclamar la
kordie. palabra; entre los poderes que se le confían figura el de presidir
El tercer grupo de documentos trata de regular la intercomunión la celebración eucarística. En todos los documentos se advierte
y hospitalidad eucarístíca, determinando sus posibilidades concretas. la tendencia a separar en la medida de lo posible el problema de la
Dentro de este grupo cabe destacar: eucaristía y el del ministerio y a destacar el papel de todo el pueblo
15. El estudio realizado en 1971 por la Comisión de Fe y Cons- de Dios en la celebración litúrgica.
titución, «¿Intercomunión o comunidad?». Los nuevos progresos han removido la problemática en el cam-
16. Las directrices dadas en 1972 a los fieles de la diócesis po católico. Se comienza a tomar en serio los datos exegéticos e
de Estrasburgo sobre la intercomunión para los matrimonios mixtos. históricos sobre el origen y la evolución de los ministerios eclesiás-
17. El documento de 1973, donde el Instituto de Estudios ticos (Estados Unidos, Malta, memorándum de Alemania) y se re-
Ecuménicos de la Federación Mundial Luterana toma postura ante conoce la dimensión carismática de la Iglesia. Así, al menos en caso
el problema de la intercomunión luterano-católica (Estrasburgo). de necesidad, puede prescindirse de la sucesión presbiteral y
Este conjunto de documentos ofrece un testimonio impresionan- episcopal (Malta, memorándum de Alemania). Esta idea va unida
te de que las diferencias confesionales en la doctrina y la praxis a una relativización de la teoría católica tradicional sobre la suce-
de la eucaristía han dejado de constituir un obstáculo que impida la sión apostólica (Malta, Estados Unidos, memorándum de Alemania).
unión de las Iglesias. Concretamente pone de manifiesto que hoy Es sabido que los responsables de la Iglesia católica se oponen a
las Iglesias no pueden seguir eludiendo el problema de la hospita- tales pasos.
lidad eucarística o intercomunión. De ahí que las consecuencias se estanquen ante el problema
b) Documentos de consenso sobre el ministerio eclesial: Da- del reconocimiento mutuo de los ministerios. El informe de Malta
das las evidentes dificultades que entraña este punto, son menos pide «que la Iglesia católica examine seriamente el problema del
numerosos los documentos conjuntos sobre el ministerio eclesial. reconocimiento del ministerio luterano». Dombes propone un ca-
214 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 215

mino concreto para el reconocimiento recíproco. En Estados Uni- en particular, las cuestiones se centran en las formas concretas del
dos se pide el reconocimiento del ministerio luterano. El memo- ministerio (católico) y del ejercicio de la autoridad eclesiástica.
rándum alemán sostiene que, por razones teológicas, hay que llegar Se trata sobre todo de la autoridad eclesiástica, del ministerio pe-
al reconocimiento mutuo. Así, la teología ha puesto a los dirigen- trino y del problema de la infalibilidad.
tes de las Iglesias ante una responsabilidad que han de afrontar. a) Autoridad e Iglesia: Hasta ahora se ha solido soslayar esta
c) Planes de unión: Son asombrosamente frecuentes las nego- cuestión en las conversaciones ecuménicas con la Iglesia católica,
ciaciones —en el sentido clásico del término— tendentes a la unión. debido a que, por su carácter formal, afecta a todos los puntos de
Casi todas ellas se desarrollan a nivel regional o nacional. En la la doctrina y la disciplina de la Iglesia. Pero ya ha llegado el mo-
actualidad hay en curso unas cuarenta en todo el mundo: unas diez mento de afrontar globalmente este problema. La Comisión de Fe
en África, otras tantas en Asia, alrededor de diez en Europa, seis y Constitución tomó una iniciativa el año pasado. Además la Co-
en América del Norte y algunas menos en Latinoamérica. En muy misión Católico-Anglicana de Diálogo redactó un informe sobre
pocos casos se busca la unión en una federación. Unas diez nego- «La autoridad en la Iglesia» (1976) y llegó a un acuerdo básico
ciaciones se desarrollan entre interlocutores de la misma confesión. que abarca también el problema de un ministerio petrino universal.
Alrededor de seis conversaciones multiconfesionales se mueven b) Ministerio petrino: Aunque la parte anglicana se mostró
dentro de un espectro protestante común, y en más de veinte par- dispuesta en principio a aceptar un primado universal con ciertas
ticipan los anglicanos. condiciones, quedaron pendientes muchos problemas concretos del
Resulta objetivamente difícil, y no viene al caso, ofrecer una primado papal. Pero quienes conocen la fecunda discusión de los
visión actual del estado de tales negociaciones. La Comisión de Fe últimos años saben que otras Iglesias están dispuestas a hablar
y Constitución emite un informe detallado cada dos años. Cabe sobre un papado que ejerza realmente un primado de servicio y
mencionar especialmente: acepte desempeñar la función pastoral de Pedro en la Iglesia uni-
24. El plan de unión «Church of Christ Uniting», sobre el versal. Las reservas afectan sobre todo a la forma concreta (jurídica)
que se han puesto de acuerdo diez denominaciones norteamericanas. del primado de jurisdicción.
25. El plan de unión de la Iglesia de la India del Norte. c) Infalibilidad: La reivindicación de la infalibilidad del papa
A pesar de ciertos fracasos espectaculares, en la actualidad se continúa siendo el principal obstáculo con que tropiezan todos los
consideran positivas dos terceras partes de tales negociaciones. intentos de la unión con la Iglesia católica. Lo mismo puede decirse,
Incluso la COCU, tras una primera fase de desilusión, parece estar aunque en distinta medida, de la infalibilidad atribuida a los con-
cobrando nueva vida. Esta unión, iniciada oficialmente en 1970, cilios, especialmente con respecto a los concilios medievales y mo-
muestra hoy que las verdaderas dificultades de la unión de las dernos. De ahí que sea absolutamente necesario abordar este con-
Iglesias no se hallan en el plano de las diferencias teológicas o de junto de problemas. Hay que estudiar soluciones nuevas, como ha
la alta dirección de la Iglesia, sino en el plano de las instancias hecho la Comisión Anglicano-Católica remitiendo a la indefectibili-
de decisión intermedias («estructuras jurídicas intermedias»). Ahí dad de la Iglesia en la verdad del evangelio.
han cristalizado con la máxima rapidez los rasgos de identidad ecle-
sial, ahí se encuentran las verdaderas diferencias inflexibles. Es 4. Reformas en la Iglesia católica
significativo que la Iglesia católica no haya participado en ninguna
negociación con objetivos vinculantes. Tal hecho puede explicarse Tan importante como estos logros teológicos son las cuestiones
desde la eclesiología católica tradicional; pero supone para la Iglesia prácticas de la reforma de la Iglesia. A partir del Vaticano II, la
católica una grave responsabilidad. Iglesia católica ha recogido algunas intenciones fundamentales de
la Reforma. Entre ellas figuran:
3. Temas maduros para la discusión a) Revalorización de la Escritura: Entre los logros decisivos
del Vaticano II se halla la revalorización de la Escritura en la teo-
A medida que se resuelven los problemas sobre la eucaristía logía, la liturgia y la vida de la Iglesia. El texto latino de la Vulgata
(intercomunión), sobre el ministerio en general y sobre el episcopado ha sido sustituido por traducciones modernas del texto original.
216 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 217

El nuevo orden de lecturas para las misas dominicales —que prevé a) Situación ambigua: La experiencia de los últimos años
un ciclo de varios años— ofrece al católico medio la posibilidad de muestra que las reformas de la vida de la Iglesia y los logros del
familiarizarse con la Escritura. Es general el afán de estructurar movimiento ecuménico han creado una situación ambivalente en
la doctrina y la predicación de acuerdo con la Escritura y de valorar muchas parroquias. La nueva teología, la nueva liturgia y el nuevo
e integrar desde ella la rica tradición católica. Las perspectivas énfasis en la cooperación ecuménica han provocado reacciones ne-
bíblicas proporcionan las coordenadas de la nueva teología que se gativas y positivas. Incluso quienes tienen una actitud positiva ante
está perfilando en la actualidad. los nuevos derroteros pueden sacar consecuencias divergentes tanto
b) Liturgia genuinamente popular: La liturgia suele celebrarse para sí mismos como para sus comunidades.
en lengua vernácula, de suerte que todos los asistentes pueden Muchos miembros de las comunidades aprueban o rechazan las
participar activamente. Los nuevos ritos de los sacramentos son actividades ecuménicas sin poder aducir razones objetivas. No logran
mucho más sencillos e inteligibles. La celebración de la eucaristía estudiar desapasionadamente los problemas. Aceptan o rechazan ins-
refleja mejor el carácter de banquete, y los problemas de la con- tintivamente la discusión de nuevas cuestiones; los argumentos
troversia clásica —lengua vernácula, cáliz de los laicos, concele- racionales se estrellan contra las emociones, ya que muchas veces
bración— se han resuelto en principio. nadie los ha expuesto detenidamente a la comunidad. De ahí que
c) Revalorización del laicado: El mero hecho de que se haya muchos reaccionen con cierta apatía ante las reformas de la Iglesia,
llegado a una liturgia que permite una mayor participación del ya que no hay deseos de identificarse con el viejo estilo ni con el
pueblo significa ya un paso importante en este sentido. A ello se nuevo. Esta ambigüedad plantea un interrogante a la jerarquía
añaden la creciente concíencíacíón del laicado y una mayor dispo- católica. Es la jerarquía la que adopta un comportamiento ambi-
nibilidad e inclinación a colaborar en los más diversos campos de la guo. No está dispuesta a reconocer el carácter de compromiso de
vida de la Iglesia. Han surgido órganos consultivos e incluso, en muchos textos conciliares o a hablar abiertamente de la imprecisión
alguna medida, deliberativos a nivel local y regional. objetiva de muchos documentos del Concilio, fruto de sus cautas y
d) Adaptación de la Iglesia a las peculiaridades nacionales: diplomáticas formulaciones. No adopta una actitud inequívoca ante
Vuelve a destacarse el significado de la Iglesia particular (parro- las exigencias legítimas de otras Iglesias, del mismo modo que los
quial, diocesana, nacional) en el seno de la Iglesia universal, signi- responsables de otras Iglesias pocas veces están dispuestos a asumir
ficado que ha de traducirse en realidades concretas. Las conferencias sin equívocos las aspiraciones legítimas de la Iglesia católica.
episcopales nacionales están en condiciones de asumir la descentrali- b) Polarización de las comunidades: En muchos países puede
zación práctica de la Iglesia, hoy tan urgente. observarse, en la Iglesia católica y en las otras Iglesias, una creciente
e) Reforma de la piedad popular: Señalemos algunos puntos: polarización entre las tendencias fundamentales, entre los grupos
reforma de la normativa en torno al ayuno y la abstinencia, las «conservadores» y los «progresistas». Aquí no podemos exponer
indulgencias y otras devociones; freno a un marianismo desviado. las causas, que pueden ser de diversa naturaleza. La razón principal
Ha surgido un nuevo interés por la Biblia, la meditación y la forma podría residir en la falta de una dirección convincente en Roma
originaria de la fe, así como una nueva sensibilidad para las grandes y en el episcopado. La inseguridad emocional que experimentaron
preocupaciones sociales y humanas. muchos católicos a causa de las reformas íntraeclesiales aumenta
todavía más cuando se familiarizan con la doctrina y espiritualidad
de otras Iglesias. Así, en muchos lugares, el ecumenismo ha actuado
5. Repercusiones sobre la vida de las comunidades como catalizador de las tensiones existentes. Lo cual explica que
numerosos párrocos y obispos intenten frenar su influjo, ya que
Pero el balance de éxitos es ambivalente en los cuatro campos. confunden el catalizador con los agentes activos existentes en la
Porque la vida cotidiana de la Iglesia no se decide en los programas misma Iglesia. Esta reacción es miope porque ignora las causas
teóricos ni en los decretos oficiales de reforma. ¿Qué repercusiones reales del malestar. La polarización es un síntoma del vacío espiri-
han tenido en las comunidades de la Iglesia católica estos programas, tual en que ha caído la Iglesia oficial por el gradual estancamiento
convergencias y reformas? de los últimos años. Con ello se suscita la impresión de que la
218 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 219
polarización y las dificultades intraeclesiales obedecen a los trabajos prestar una contribución especial en orden a superar los puntos
ecuménicos. controvertidos en el ecumenismo: sus posturas específicas ahondan
c) Especialización ecuménica: En estas circunstancias, el movi- la división de las Iglesias de manera singular. El problema de la
miento ecuménico ha perdido su atractivo para muchos católicos. autoridad doctrinal y disciplinar, el primado absoluto de jurisdicción
Unos lo rechazan porque ven amenazada la ortodoxia. Otros no ven del papa y su infalibilidad constituyen obstáculos de primer orden
progresos concretos y, decepcionados, se dedican a otras cuestiones para el progreso del ecumenismo. De ahí que sea necesario confron-
o resuelven por su propia cuenta sus problemas personales (matri- tar con toda energía los datos de la exégesis y la historia de los
monios mixtos, educación de los hijos, problemas éticos). Mientras dogmas con las posturas dogmáticas oficiales. Y cuando se impon-
tanto, la jerarquía de la Iglesia sigue posponiendo las decisiones gan las rectificaciones hay que llevarlas a cabo. Al menos, la rela-
vinculantes en espera de que se resuelvan problemas de detalle ción fraterna con otras Iglesias debería llegar a ser un principio
sumamente complicados. De esta forma, el dinamismo ecuménico heurístico para la teología y la praxis eclesial católica.
desaparece de la base y se convierte en tarea profesional de unos
especialistas en jeroglíficos cuyos planteamientos no son ya inteli- c) Los responsables de todas las Iglesias carecerán de credibi-
gibles para los fieles. Y no debe ignorarse el peligro que entraña lidad mientras no tengan el propósito y la capacidad de poner en
la aparición de un cuerpo de especialistas en ecumenismo. práctica los resultados de la teología ecuménica. Entre los asuntos
maduros para la realización práctica figuran el reconocimiento mutuo
d) Hueva praxis ecuménica: En las comunidades de muchos de los ministerios, la autorización de una franca hospitalidad euca-
países se va instaurando silenciosamente una nueva praxis ecuméni- rística y la plena comunión eucarística. El reconocimiento de un
ca, que poco o nada tienen que ver con las normas oficiales en vigor. primado ministerial universal hará mayores progresos cuando la
Por razones obvias, es difícil analizarla. Sus formas son múltiples; Iglesia católica esté dispuesta a reformar la forma concreta y la
los hechos y las cifras, poco conocidos. Tal praxis ecuménica sólo fundamentación teórica del papado en la línea de ciertas propuestas
puede desarrollarse en el ámbito no oficial. Pero esto no es motivo constructivas existentes. Las restantes reformas de la Iglesia cató-
para condenarla o subestimarla. Numerosos cristianos no se limitan lica no tendrán pleno éxito si no se realizan coherentemente en el
a ver la división de las Iglesias como un escándalo. Han vivido plano parroquial y se elaboran en diálogo con las otras Iglesias,
muchas experiencias positivas que les han descubierto que, con los con la mirada puesta en la estructura común de una Iglesia ver-
demás cristianos, creen en el mismo Dios y en el mismo Cristo daderamente ecuménica.
Jesús y que, por eso, pertenecen a la misma comunidad de los
bautizados, en la que comparten el mismo Espíritu, la misma fe, la d) Un liderazgo espiritual convincente permitiría a los diri-
misma acción y la misma eucaristía. Esta nueva praxis ecuménica gentes eclesiásticos mitigar la polarización de nuestras Iglesias y su-
de la base representa una gran esperanza. Pero no deben ignorarse perar así uno de los más serios obstáculos para el futuro del ecu-
sus. riesgos. Si la jerarquía no logra integrar tales impulsos ecumé- menismo. Pero el Espíritu sopla también en la base. Si las Iglesias
nicos en la vida oficial de la Iglesia, no sólo perderá la iniciativa, condenan oficialmente la praxis ecuménica de la base, los perjuicios
sino que, con el paso del tiempo, no logrará ya integrar convincente- espirituales serán irreparables por mucho tiempo.
mente en la unidad de la Iglesia el ecumenismo de la base.
II. BALANCE DE LAS NECESIDADES ECUMÉNICAS
6. Consecuencias A pesar de todas las conquistas del ecumenismo, todavía no se
ha conseguido organizar el trabajo ecuménico de manera realmente
a) El movimiento ecuménico ha llegado a un grado de madu- ecuménica. Nuestros esfuerzos se centran más en conocer el pasado
rez suficiente para dar pasos concretos: a la luz de las exigencias de las confesiones que en prever el futuro de la Iglesia una. Nos
tanto de la unidad de la Iglesia como de la verdad de la fe consti- preocupamos más por la continuidad con nuestra propia tradición
tuiría una irresponsabilidad seguir ignorando los trabajos teológicos (que es importante) que por lo nuevo de la experiencia ecuménica.
y las expectativas legítimas de tantos cristianos. Así, la teología ecuménica corre el peligro de quedar reducida otra
b) La Iglesia católica, en concreto, debe reconocer que ha de vez a una teología regional, de cuño confesional, excesivamente
220 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 221
idílica y sin relación con el presente. Hay que oponerse con energía Consecuencias: Hay que levantar todas las excomuniones lanza-
a tal orientación. ¿Cómo? das contra los reformadores y otros cristianos que formularon exi-
Hay: 1) problemas intracatólicos, que la Iglesia católica debe gencias legítimas contra los deseos de la jerarquía. Es preciso sacar,
resolver por su cuenta; 2) tareas interconfesionales, que han de ser por fin, consecuencias prácticas del levantamiento de las excomunio-
abordadas por las Iglesias en una acción conjunta; 3) la meta nes contra las Iglesias orientales.
común, en cuya realización deben ir progresando todas las Iglesias: La Iglesia católica debe analizar autocríticamente y rectificar
entender en común al mundo actual y al hombre de hoy con sus los pasos antiecuménicos que dio reaccionando contra sus críticos.
interrogantes, dificultades y esperanzas y ofrecerles una respuesta Por ejemplo, frente a las Iglesias patriarcales de Oriente se llegó
común. Para comprender y resolver tales problemas las Iglesias de- a una Iglesia papal y absolutista de Occidente. Frente a las Iglesias
ben aprender a pensar, actuar y vivir como la Iglesia única de Cristo. de la Reforma se llegó a las decisiones de Trento, en gran parte
unilaterales y prematuras. Contra la convicción de todas las demás
1. Tareas intracatólicas Iglesias y contra una fuerte oposición interna se llegó a definir sola-
mente el primado y la infalibilidad, la concepción inmaculada de
a) Superación teórica y práctica del pasado María y su asunción corporal a los cielos.
Hay que admitir que no es posible dar marcha atrás al reloj de
Teórica: durante siglos, la Iglesia católica se ha mostrado con- la historia. Pero sí cabe reconocer, como se hizo en el Vaticano II,
traria por principio al ecumenismo. No preparó las declaraciones que ciertos pasos fueron exagerados y no obedecieron a motivos
doctrinales y las decisiones disciplinares en diálogo con los afectados, cristianos. Sobre todo, hay que distinguir entre la intención evan-
sino que las tomó de forma autoritaria. Partía de que sólo ella gélica (que Juan XXIII llamaba sustancia de la fe) y sus modos
era la Iglesia de Cristo y, por tanto, poseía la verdad plena y podía de expresión e interpretación inicial, frecuentemente dudosos.
decidir de manera soberana. Como absolutizaba la jerarquía y,
Es preciso analizar la forma en que la Iglesia ha tratado a los
sobre todo, el papado, y no se concebía a partir del conjunto de los
disidentes y los llamados herejes, y hay que analizar también los ne-
creyentes, sino sólo a partir de una potestad divina, no podía acep-
fastos hábitos de inquisición, difamación y excomunión surgidos
tar como verdaderos interlocutores a los disidentes, fueran fieles
de esa forma de tratar a los disidentes. Dichos estudios nos pro-
o Iglesias, en el momento en que se debatían problemas de prin-
curarían una distancia crítica con respecto a nuestro pasado. Es
cipios.
posible que así consiguiéramos más rápidamente la libertad nece-
Consecuencias: La Iglesia católica no es ecuménica por procla- saria para pedir perdón por todas las injusticias cometidas contra
mar su interés por el ecumenismo. Lo será en la medida en que otros a lo largo de nuestra historia. La abolición de las prácticas
aprenda a adoptar actitudes nuevas en su forma de proceder tanto inquisitoriales, que todavía se emplean secretamente en Roma y en
con los de dentro como con los de fuera. Debe dar cabida a la muchas diócesis contra teólogos, pastores y seglares, constituiría
opinión pública; debe desarrollar la sensibilidad para el diálogo un paso importante de cara a un futuro mejor.
y el debate recio y apasionado; tiene que aprender a considerar
auténticos interlocutores a los católicos y a los acatólicos, a los
fieles individuales y a las Iglesias. b) La reforma de nuestras propias estructuras organizativas
De ahí que sea preciso fomentar estudios teológicos y socioló- Los últimos quince años han demostrado que la Iglesia católica
gicos encaminados a analizar las estructuras de comunicación de la es incapaz de afrontar con sus actuales estructuras organizativas
Iglesia católica y elaborar modelos alternativos. Ha llegado la hora los grandes desafíos de nuestro tiempo y las múltiples necesidades
de sustituir las prescripciones y prohibiciones por el diálogo, el de la Iglesia a nivel local, regional y universal. Tiene que salva-
monopolio y los secretos por la participación y la luz pública. guardar la unidad y fortalecer el ministerio universal del papa y el
Práctica: Durante siglos, la Iglesia católica ha sido culpable regional de los obispos. Al mismo tiempo ha de tener en cuenta
del mal entendimiento con las demás Iglesias. Las ha tratado de la diversidad de los distintos países, culturas y situaciones políticas
una forma que ella misma considera hoy indigna. y sociales. Debe buscar estructuras que la hagan más flexible, la capa-
222 H. Küng
Vaticano III: Problemas y oportunidades 223
citen para tomar decisiones y le permitan responder a las exigencias
de los tiempos y lugares concretos. contactos revelan la ausencia de una política coherente a este respec-
De ahí que en los últimos tiempos se hayan formulado reite- to. Evidentemente, la Iglesia católica no ha elaborado aún un con-
radamente las siguientes exigencias: cepto unitario de su futuro ecuménico.
A escala mundial, la Iglesia católica (hablando en términos ge-
— una ley razonable y uniforme que imponga al papa y a los nerales) debe situarse entre las Iglesias de la Reforma y las de
obispos la obligación de retirarse a una determinada edad; Oriente. Tiene la posibilidad de ser eslabón entre estas tradicio-
— reelección periódica, al menos de los obispos; nes tan diferentes. Pero también puede levantar nuevas barreras
— elección de todos los responsables importantes mediante frente a uno u otro campo sin advertir las graves consecuencias de
colegios electorales formados por hombres y mujeres autén- sus actitudes.
ticamente representativos de las respectivas comunidades, En este problema, la Iglesia católica debe pensar qué táctica va
regiones (diócesis) o de la Iglesia universal; a seguir: puede buscar la unión ecuménica siguiendo el orden his-
— consolidación del principio sinodal a todos los niveles; crea- tórico de las divisiones; puede perseguir uniones particulares me-
ción de sínodos nacionales con reuniones periódicas, que diante conversaciones bilaterales simultáneas con tantas Iglesias
gocen de autonomía para fijar el orden del día y de plenas como sea posible; puede centrar sus esfuerzos en el Consejo Ecu-
facultades de decisión; ménico de las Iglesias.
— creación de un sínodo de obispos representativo, que no Cada camino tiene sus ventajas y desventajas específicas. Quizá
sea un mero órgano consultivo del papa, sino que se congre- sea posible una combinación de varios caminos. Así, cabría dedicarse
gue en virtud de una potestad episcopal de gobierno y, por intensamente a buscar la unión con la Iglesia anglicana; también
tanto, aporte iniciativas, decida con el papa y pueda ejercer se deberían explotar con rapidez e intensidad las posibilidades de
un control fraternal del ejercicio del poder papal; un diálogo entre católicos y ortodoxos. Pero al mismo tiempo hemos
— reorganización de las estructuras parroquiales y comunita- de entrar en una negociación vinculante con las Iglesias protestan-
rias para posibilitar sin reservas la colaboración de los laicos tes y armonizar todas estas conversaciones.
en todas las funciones de la Iglesia local; Además, la Iglesia católica debe intentar coordinar las conver-
— desclericalización del apostolado, supresión del celibato obli- saciones y negociaciones ecuménicas en todos sus planos —univer-
gatorio e igualdad de derechos para la mujer en el ministe- sal, regional y local— y tener en cuenta las iniciativas no oficiales
rio y la vida de la Iglesia. y los contactos institucionales oficiales. Esto exige que las instancias
Todas estas exigencias tienen una fundamentación adecuada en superiores estén dispuestas a acoger los impulsos procedentes de los
las publicaciones teológicas. Quien las considere revolucionarias niveles inferiores y a proceder de acuerdo con el principio de sub-
para la Iglesia católica, tenga presente que exigencias análogas se sidiaridad en sus negociaciones organizativas y teológicas. Las
han hecho realidad hace tiempo en otros campos de la vida pública experiencias sobre la unión de las Iglesias muestran que sólo tiene
y que para la mayoría de las Iglesias representan postulados que ya futuro real lo que procede de abajo. Evidentemente, esto no excluye
deberían haberse puesto en práctica. Además tales exigencias no el papel de una auténtica dirección espiritual que dé razones de sus
comprometen la verdadera catolicidad y unidad de la Iglesia, sino decisiones y una mediante la convicción en lugar de imponer la
que la hacen más efectiva y operativa. uniformidad por la fuerza. Tampoco excluye las conversaciones
teológicas de nivel superior tendentes a resolver los problemas co-
munes más difíciles.
c) Un concepto de ecumenismo
Este concepto comprende también la idea de un marco que sirva
Desde el Vaticano II, la Iglesia católica no sólo ha entablado de modelo para una eventual unión de las Iglesias: el modelo de una
relaciones con el Consejo Ecuménico de las Iglesias, sino también unión conciliar, que no sólo ha sido buscado afanosamente por el
contactos bilaterales con muchas Iglesias particulares y federaciones Consejo Ecuménico desde su fundación, sino que también recoge
confesionales. Sin embargo, los resultados documentados de tales una genuina tradición católica. ¡No deberíamos perder esta opor-
tunidad! Somos nosotros los que estamos en deuda con las otras
224 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 225

Iglesias; tenemos que decirles claramente de una vez cómo quere- interna y las vías de sus decisiones vinculantes. Esta revisión crítica
mos configurar nuestras relaciones con ellas. Sólo entonces estarán puede obligar a corregir tales factores y a mejorarlos en el marco
en condiciones de hablarnos sin rodeos, de emprender unas nego- de reformas globales.
ciaciones serias y de formular planes de unión. Semejante revisión no sólo tendrá en cuenta las leyes socio-
lógicas y sociorreligiosas: la Escritura y la tradición genuinamente
cristiana ofrecen criterios que deben respetarse: diversidad en la
2. Tareas interconfesionales unidad; sacerdocio de los fieles sin menoscabo del ministerio; junto
La experiencia ecuménica de los últimos años demuestra que a estructuras universales, la función irrenunciable de la Iglesia local;
todas las Iglesias se enfrentan con parecidas dificultades cuando el derecho de los carismáticos y los profetas a ser escuchados junto
quieren realizar una reforma seria. Todas están sometidas a leyes con quienes desempeñan el ministerio oficial; sobre todo, la obli-
parecidas que las paralizan y les impiden alcanzar la meta común. gación de todos a escucharse mutuamente y a escuchar la palabra
Es preciso tomar conciencia de los factores paralizantes y elaborar de Dios.
estrategias que permitan superarlos. Dado que las autoridades eclesiásticas carecen a menudo de re-
cursos, competencia y decisión y están sobrecargadas con otras
a) Tradición y estructura confesional tareas, son necesarios grupos de estudio especiales de carácter inter-
confesional que se ocupen de estas materias. A ellos les corresponde
La impronta de las Iglesias no proviene sólo de las confesiones analizar y comparar los procesos de comunicación dentro de las
y tradiciones que gozan en ellas de una fuerza normativa explícita Iglesias, proporcionar intercambios de información y desarrollar
y, de ordinario, están sometidas a la revisión crítica y a un des- modelos que no falseen la comunicación y fomenten la libre opinión
arrollo ulterior. En h práctica, hay tradiciones inconscientes, modos pública y un proceso equilibrado en las tomas de decisión. Necesi-
de hablar y pensar y formas de piedad de la vida diaria que desem- tamos modelos para resolver los conflictos y obtener consensos, mo-
peñan un papel decisivo en la configuración de la vida de una delos que propicien el intercambio de opiniones intraeclesial y ecu-
Iglesia. Todo esto marca la vida de los miembros individuales ménico a todos los niveles y no lo dificulten o interrumpan. Hay
y de las comunidades y puede constituir un serio obstáculo para que encontrar respuestas —inspiradas en una conciencia moderna
la unión de las Iglesias separadas. De ahí que sea preciso comenzar de la justicia, en los principios de la dignidad humana y en el mensa-
cuanto antes a luchar para que las dificultades inconscientes y emo- je cristiano— a los problemas específicos de nuestro tiempo: par-
cionales de los niveles medio e inferior no impidan realizar lo que tidos en la Iglesia, propaganda en favor de determinadas opiniones
han hecho posible las decisiones oficiales. o proyectos, procedimientos para los conflictos doctrinales, coope-
Por eso las Iglesias deberían iniciar en común estudios deta- ración con las instituciones estatales o sociales, empleo de los me-
llados. En ellos habría que examinar los factores culturales, socio- dios de comunicación y de la técnica informativa, cuestiones de
lógicos y psicológicos que llevan a la formación de tales tradiciones derecho administrativo...
y que determinan la identidad de las diferentes Iglesias en los
distintos países. Es necesario encontrar la posibilidad de tomar c) Corrientes transconfesionales
conciencia de tales formaciones y mezclas de tradiciones, de con-
trastarlas críticamente con el mensaje original de la fe y de supe- Entre las experiencias más sorprendentes de los últimos años
rarlas o ponerlas al servicio del futuro ecuménico. No es preciso figura el fenómeno de las corrientes transconfesionales que influyen
subrayar aquí que dichos estudios deben acomodarse a las distintas de modo paralelo en todas las Iglesias o se manifiestan en todas
regiones y países. las Iglesias por encima de las fronteras confesionales. Forman parte
de este fenómeno en Europa y América del Norte:
b) Comunicación eclesial y proceso decisorio — la fuerte polarización entre «conservadores» y «progresis-
Todas las Iglesias están obligadas hoy a revisar los procesos tas»; el conservadurismo, la falta de valor y el envejeci-
de su comunicación interna, la calidad de sus órganos de opinión miento de muchos dirigentes de las Iglesias;
15
226 H. Küng

— el tedio de muchos cristianos frente a la institución y el e) Antídotos contra la autocomplacencia ecuménica


problema de una deficiente identificación con sus respec-
tivas Iglesias; Se oye con frecuencia el reproche de que el ecumenismo oficial
— la tendencia a la interiorización y espiritualidad; se limita a una autoafirmación, es una vanidad eclesial, se deshace
— los movimientos carismáticos. en amabilidades, sólo llama a sus comisiones a personas compla-
cientes de segunda fila y fortalece el excesivo peso de las institu-
Sólo un esfuerzo común permitirá analizar adecuadamente estos ciones en las grandes Iglesias. Desgraciadamente, tales reproches
fenómenos, valorarlos como un reto a las Iglesias, reconocer su no carecen de fundamento.
potencial ecuménico y ponerlos al servicio de la causa común. Para no caer en estos peligros, las Iglesias tienen que desarro-
llar en común una estrategia opuesta. De lo contrario, volverán
d) Ecumenismo en la base a crear los problemas que las comisiones ecuménicas creen haber
resuelto. A este respecto son importantes las siguientes considera-
Particular significación reviste el ecumenismo no oficial que se ciones:
ha ido formando en la base de las comunidades entre pastores y cris- Sobre el diálogo oficial: Los miembros de las comisiones teoló-
tianos comprometidos de todas las Iglesias. En múltiples lugares gicas han de ser teólogos competentes y documentados de las res-
de todo el mundo son signos de una unidad anticipada a las deci- pectivas confesiones. Su nombramiento debe ser asunto de una
siones oficiales: decisión común y no dejarse al arbitrio de las autoridades eclesiás-
— la práctica de la intercomunión y la celebración de la eu- ticas. Los miembros de las comisiones ecuménicas de diálogo y ne-
caristía en común en grupos y casas privadas; gociación han de representar todo el espectro teológico, cultural
— la participación sin ningún tipo de reservas en el culto y la y social de sus respectivas confesiones, aunque esto resulte incó-
eucaristía de otras Iglesias, que brindan una hospitalidad modo para las autoridades oficiales y dificulte inicialmente las ne-
abierta; gociaciones. Por último, hay que poner sumo cuidado en que el
— el creciente número de pastores que, pese a las más estrictas diálogo ecuménico no sea llevado únicamente por un pequeño grupo
prohibiciones, brindan la hospitalidad eucarística o prac- de especialistas en ecumenismo, sino también por hombres y mu-
tican la enseñanza religiosa ecuménica y se han distanciado, jeres que hayan realizado en sus Iglesias cosas importantes en di-
en la teoría y en la praxis, de la interpretación oficial del versos campos.
ministerio de sus propias Iglesias; Exigencias del ecumenismo oficial: El ecumenismo oficial no
— el testimonio e influjo de las comunidades de base en luga- sólo tiene que hacerse una idea clara de lo que pretende. Ha de
res y situaciones en que el apostolado normal de las grandes saber también qué no debe pretender. Con respecto a los niveles
Iglesias ha dejado de influir y las diferencias confesionales medios e inferiores tiene que desarrollar una labor subsidiaria y no
no desempeñan un papel importante (parroquias de estu- debe asumir las tareas de una reforma total de la Iglesia. Las co-
diantes, apostolado obrero, pastoral entre los marginados munidades tienen el derecho y la obligación de llegar a conocer a
y en regiones de extremada marginación social). los miembros y comunidades de otras Iglesias, de practicar el ecu-
menismo en su contexto y de promover una praxis normativa.
Si las autoridades eclesiásticas no están dispuestas de momento
a legitimar esta praxis, al menos deberían tomar nota de ella con Significado de las confesiones menores: Hasta ahora se ha in-
honestidad y prudencia, analizar su significado y extraer para el fravalorado la importancia ecuménica de las confesiones menores
futuro las consecuencias necesarias. Evidentemente sería preferible y de las Iglesias que carecen de ministerio. Las grandes Iglesias
reconocer ya ahora la acción del Espíritu en este cambiante ecume- negociaban entre sí y sobre temas importantes para ellas. Para
nismo no oficial, en vez de arrojarlo de las Iglesias oficiales a una muchas Iglesias menores, el ecumenismo se ha convertido en un
tierra de nadie situada entre las diferentes confesiones. asunto conservador de los influyentes. Pero dichas confesiones pue-
den aportar una doble colaboración. En primer lugar pueden comu-
nicar experiencias poco frecuentes en las grandes Iglesias: celebra-
228 H. Küng
Vaticano III: Problemas y oportunidades 229
ción amistosa, fraternidad, una neta disponibilidad para el testi-
monio y decisión para defender su causa. En segundo lugar, las gantes y necesidades del mundo y de llegar a formulaciones nuevas
Iglesias sin ministerio nos recuerdan que el ministerio oficial no que puedan brillar en el mundo por su energía unificadora y su
debe ser objeto de ideologizaciones, sino que únicamente tiene una fuerza persuasiva.
función de servicio, función que ha de valorarse por su servicio b) El testimonio conjunto de una comunidad fraterna: Como
concreto. También pueden enseñarnos que la presencia del Señor creyentes cristianos nos reunimos en una comunidad no para sepa-
no se da primariamente en su representación oficial, sino en la co- rarnos del mundo, sino para descubrir la solidaridad con toda la
munidad de fieles y en el servicio a los pobres y que cada comunidad humanidad. Por eso no nos atrevemos a vincular la Iglesia a una
local es primaria y originariamente Iglesia en el sentido pleno del determinada forma particular. Mientras seamos incapaces de deter-
término. Por eso sería un grave error condicionar de antemano minar la configuración que el género humano adoptará en el futuro
el reconocimiento de otras Iglesias a la existencia de determinados no podremos determinar de forma categórica si la Iglesia del futuro
ministerios. será grande o pequeña, más institucional o más carismática, más
uniforme o más pluralista; si adoptará formas centrales en el minis-
f) Acción unificada terio pastoral o se configurará primariamente como una comunidad
de base estrechamente unida; por supuesto, tampoco podemos
No necesitamos simplemente una metodología y una visión determinar si tales posibilidades serán alternativas reales para la
global de la unión ecuménica. Al mismo tiempo que trabajamos en Iglesia del futuro.
busca de la unión conciliar, han de darse desde abajo ciertos pasos
indispensables para que los planes de unión se llenen de vida. De
ahí que sea necesario institucionalizar la oikouméne mediante una III. CONSECUENCIAS PARA LA IGLESIA CATÓLICA
formación catequética y teológica conjunta, mediante la construcción
de Iglesias y centros parroquiales comunes, mediante la unión o Quien compare las metas alcanzadas (I) y las exigencias inme-
asociación orgánica de las obras sociales y caritativas. Es preciso diatas (II) con la situación actual de la Iglesia católica no se hará
iniciar a los teólogos, pastores y catequistas de todas las confesiones ilusiones.
en las formas de lenguaje, pensamiento y piedad de las demás
Iglesias. Hay que enseñarles también las técnicas de la traducción 1. Consecuencias a nivel universal
y de la confrontación con los valores emocionales de las otras con- a) Junto con el Consejo Ecuménico de las Iglesias, la Iglesia
fesiones. católica debe buscar un modelo conciliar de unión. Todas las Iglesias
han de ser reconocidas como tales en ese «concilio». Con ciertas
3. La Iglesia al servicio del mundo limitaciones, dicho «concilio» tiene que adoptar decisiones vincu-
lantes. Su tarea consistirá en preparar los distintos procesos de
Cuando las Iglesias olvidan para quién existen, pierden su ra- unión a todos los niveles y sobre todas las cuestiones controvertidas
zón de ser. De ahí que la acción ecuménica carezca de sentido si (institucional, espiritual, litúrgica y ministerial). Dichos procesos
deja de interesarse por las preocupaciones del mundo y se agota en no pueden ser dirigidos desde arriba; necesitan tiempo y ayuda
la esfera de sus propios problemas. La superación de nuestro pasado para desarrollarse de forma orgánica.
debe tener como meta el futuro de la humanidad. De esta pers- b) Al mismo tiempo, la Iglesia católica (sobre la base de los
pectiva surgen una serie de objetivos comunes: actuales trabajos en busca de un consenso teológico) debe reconocer
a) Reformulación conjunta de la fe original: Hay que testimo- plenamente los ministerios de las demás Iglesias en la medida en
niar la fe cristiana de forma que el mundo pueda comprenderla que desempeñen funciones equiparables. Por otra parte no se debe
de nuevo. Por eso hemos de ser capaces de criticar nuestras tradi- negar el carácter eclesial a las Iglesias carentes de ministerios.
ciones —las que siguen siendo comunes y las formadas más tarde, c) A la vez, la Iglesia católica debe superar con la mayor ra-
las normativas y las fácticas—, de confrontarlas con los interro- pidez posible sus diferencias con las Iglesias más próximas a ella
doctrinal y estructuralmente: con la Iglesia anglicana y la ortodoxa.
230 H. Küng Vaticano III: Problemas y oportunidades 231

No debe excluirse una unión específica con estas Iglesias bajo un ciadas por el Vaticano II. Y sólo podrá hacerlo razonablemente dis-
ministerio petrino pastoral y universal. cutiendo ya ahora con las otras Iglesias sus ideas sobre la reforma
d) Deben proseguirse las conversaciones doctrinales con las y orientándolas hacia un futuro ecuménico.
Iglesias de la Reforma. Se debe proceder con la decisión necesaria b) La Iglesia católica no puede esperar una unión con las
para poder declarar pronto vinculantes ciertos acuerdos importantes demás Iglesias si no renuncia a ciertas prerrogativas históricas que
de carácter doctrinal. Al mismo tiempo hay que dar pasos prácticos hoy se consideran de ordinario como un obstáculo insuperable para
hacia la unión ecuménica. el progreso ecuménico y que ya no pueden justificarse teológica-
mente. Figuran entre ellas: la idea de la Iglesia católica sobre la
sucesión apostólica en su ministerio episcopal y en el de la Iglesia
2. Consecuencias a nivel local (regional)
ortodoxa (en lugar de reconocer también la potestad ministerial
a) Los trabajos oficiales en busca de la unión realizados a nivel y sacramental de las Iglesias de la Reforma); el primado jurisdic-
universal tienen una función subsidiaria. Deben preparar y com- cional autocrático de los papas en su forma medieval y moderna
plementar los esfuerzos que se realizan en el plano nacional. Pero (en vez de un primado pastoral); la infalibilidad proposicional de
el punto de partida y la meta de todos los afanes ecuménicos residen los papas y concilios (en vez de la permanencia de la Iglesia en la
en las experiencias ecuménicas de ámbito local, porque aquí es verdad del evangelio á pesar de los errores particulares).
donde comienzan a transformarse en vida ecuménica los programas
de ecumenismo. 4. El problema práctico
b) Constituye un derecho y un deber del ecumenismo local
(naturalmente en solidaridad leal con la Iglesia regional y universal) Los actuales dirigentes de la Iglesia católica no han mostrado
suscitar iniciativas, impulsar el ecumenismo y traducir a una praxis hasta ahora inclinación alguna a sacar consecuencias prácticas de
multiforme los resultados de las discusiones teológicas. El ecume- los resultados de la investigación teológica ni a cumplir las con-
nismo no comienza a ser legítimo cuando recibe la aprobación diciones previas enumeradas. Por eso los esfuerzos ecuménicos de
oficial; son más bien las restricciones y prohibiciones impuestas la Iglesia católica tienen que afrontar el siguiente problema:
desde arriba las que tienen que demostrar su legitimidad. Por eso a) La Iglesia católica sigue teniendo en la actualidad una
es sumamente problemático el intento de situar el ecumenismo no organización jurídica centralista y absolutista. Por eso, sin aproba-
oficial en la esfera de la ilegitimidad hasta que sea autorizado desde ción o, incluso, sin la iniciativa del papa o de un concilio no puede
arriba. cumplirse ninguna de las condiciones mencionadas de manera canó-
c) El ecumenismo local es consciente de que los mayores obs- nicamente legítima y vinculante para toda la Iglesia. Y no hay otro
táculos para la unidad de los cristianos no suelen residir tanto en medio que permita, sin violar el derecho, privar al papa de sus
las diferencias doctrinales explícitas cuanto en las formas de piedad prerrogativas, reconocer de forma vinculante el ministerio de las
diferentes, en lo emocional y en el miedo a perder la identidad otras Iglesias o sancionar la práctica general de la intercomunión
propia. Debe luchar contra tales obstáculos buscando nuevas ex- y la hospitalidad eucarística. De aquí resultan dos cuestiones:
periencias comunes de la fe en la oración, la celebración, el testi- b) La primera puede formularse así: ¿cómo mover al papa a
monio y la acción en común. actuar? En este contexto cobran una significación especial las si-
guientes peticiones: fijación de una edad para el retiro obligatorio,
elección papal a través de órganos representativos y un sínodo de
3. Requisitos previos obispos con poderes. En esta perspectiva adquiere un significado
Para poder poner en práctica tales exigencias a todos los nive- particular la petición de un nuevo concilio.
les, la Iglesia católica tiene que cumplir las siguientes condiciones c) La segunda podría expresarse en estos términos: ¿cómo
previas: transformar desde abajo las actuales estructuras jurídicas sin una
a) La unión de las Iglesias sólo podrá ser efectiva para la Igle- «revolución», cómo cumplir las exigencias ecuménicas inaplazables
sia católica cuando ésta prosiga coherentemente las reformas ini- sin provocar la «revolución»? No podemos dar una respuesta ge-
232 H. Küng

neral a esta pregunta. Pero también el católico está obligado a AVERY DULLES
obedecer a Dios antes que a los hombres.
d) Cabe imaginar varias posibilidades de acción: ECUMENISMO: PROBLEMAS
1. Una protesta abierta y una petición pública —lo más am- Y PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO
plia posible— dirigida al papa y a los obispos y exigiéndoles actuar:
el problema de la Iglesia católica es también un problema de falta El Vaticano II tuvo la fortuna de contar con un cuerpo de ex-
de valor cívico en obispos, teólogos, pastores y todos aquellos que pertos que había reflexionado durante mucho tiempo y en profun-
están en condiciones de ejercer un influjo público sobre la Iglesia. didad sobre el ecumenismo. Fruto de ello fue el decreto Unitatis re-
2. Un signo público: aquí no invitamos a realizar acciones dintegratio, algo más que un documento respetable, que se sitúa
aisladas ni a anticipar la oikouméne. Esta clase de signos surgen a años luz por delante de cualquier otra declaración romana sobre
constantemente. Pero invitamos a todos los que realizan tal tipo el ecumenismo y resulta, como puede verse, teológicamente más
de acciones de un modo responsable a que lo hagan públicamente, avanzado que cualquier otro pronunciamiento de Roma sobre este
en un momento fijado de antemano y de mutuo acuerdo. tema después del Concilio.
3. Un argumento osado: Cuando el papa y los obispos dejan Esta última observación entraña ciertas consecuencias para nues-
de cumplir adecuadamente su tarea de dirigentes de la Iglesia recae tro tema. ¿Qué postura adoptaría en materia de ecumenismo un
sobre los párrocos y teólogos de la Iglesia católica una función Vaticano III, si tal concilio llegara a convocarse? Su primera tarea,
importante. Se les ha encomendado defender la causa de la fe ba- en mi opinión, consistiría en proteger las claras enseñanzas del Va-
sándose en un argumento osado, llamar la atención sobre las vícti- ticano II contra la ofuscación y el retraimiento que actualmente las
mas de la división de las Iglesias y trabajar por la reconciliación amenazan. Un nuevo concilio e incluso una futura reunión del Sí-
con todas sus fuerzas. Tienen que preocuparse de que no se apaguen nodo de Obispos harían muy bien en reafirmar enérgicamente los
las esperanzas y de que no se desalienten quienes están comprome- principios capitales del decreto Unitatis redintegratio, de tal forma
tidos en el ecumenismo. Han de proteger contra la discriminación que ya no fuera posible ignorarlos o interpretarlos en abstracto.
y —si es posible— las sanciones a las personas de la base que se Entre esos principios merecen especial atención los siguientes:
encuentran en la vanguardia del ecumenismo porque así se lo exige 1. La Iglesia de Jesucristo no se identifica sin más con la
su conciencia y su fe en el único Cristo Jesús. Iglesia católica. Subsiste ciertamente en el catolicismo, pero también
4. Profundizarían espiritual: También los esfuerzos ecuméni- está presente de diversos modos y en distintos grados en otras co-
cos pueden degenerar en una técnica de coloquios o en una direc- munidades cristianas en la medida en que se mantienen fieles a lo
ción ejecutiva. En la situación actual es urgente llamar la atención que Dios inició en Jesús y obedecen al Espíritu de Cristo.
sobre este peligro. Los afanes ecuménicos de la base no podrán 2. Como fruto de su participación común en la realidad de la
prevalecer frente a la línea oficial de las autoridades eclesiásticas única Iglesia, las diversas comunidades cristianas están ya en mutua
si no se basan en una fe profunda y decidida y logran reflejar su comunión, real aunque imperfecta. Las relaciones entre las Iglesias
preocupación por los hombres y la fuerza unificadora del mensaje no son, pues, unas relaciones «exteriores», como las que podría
cristiano. haber entre los distintos Estados soberanos, sino relaciones «inter-
El ecumenismo ha llegado en todas las Iglesias al punto en que nas», análogas a las que median entre diversos grupos dentro de una
ya no cabe dar marcha atrás. Es posible negarse a avanzar, navegar misma sociedad política. En algunos aspectos llegan a ser incluso
a la deriva, evaporarse; pero no se puede volver atrás. Entonces, más estrechas, ya que todos los cristianos forman parte de un mismo
¿qué? cuerpo de Cristo, animado por su Espíritu. La intimidad dada por
Dios entre todos los grupos cristianos hace aún más urgente la
[Traducción: J. J. DEL MORAL] restauración de la plena comunión entre ellos.
3. La comunión real, aunque parcial, existente entre las Igle-
sias exige ser expresada adecuadamente. Según el Vaticano II, ello
significa un testimonio común, un culto común y un servicio co-
234 A. Dulles
Ecumenismo: Problemas y perspectivas 235
mún. Juntas pueden dar las Iglesias testimonio de su fe en el Dios
trino y en su Hijo encarnado, Cristo Jesús. Unidas pueden dirigirse (principia). La Iglesia no puede realizar progresos en la práctica
a Dios en adoración llena de gratitud e invocar devotamente la simplemente por el hecho de que haya proclamado unos principios.
En los años próximos será preciso articular con mayor claridad los
ayuda del Espíritu Santo. Pueden además coordinar sus esfuerzos
objetivos y las estrategias de lo que podríamos llamar el apostolado
en ayuda de la gran familia humana, poniendo de este modo más
ecuménico. No parece que la Iglesia católica cuente hoy con unos
de relieve los rasgos de Cristo, el Siervo (cf. UR 12).
órganos formalmente encargados de elaborar la política eclesial. Se
4. A la vista de las serias diferencias que todavía los separan, supone en teoría que el mismo papa ha de establecer la política
los cristianos no pueden estar plenamente unidos en su testimonio, a seguir en asuntos que afectan a la Iglesia universal, pero lo cierto
su culto y su servicio. Cada grupo ha de mantener cuidadosamente es que está preocupado por otras responsabilidades, y ello le impide
su integridad, de acuerdo con sus convicciones actuales, y no ha de dedicar su atención a las cuestiones relacionadas con la política que
tratar esas diferencias importantes como si fueran de poca monta. se debe seguir. En consecuencia, el papa delega en las autoridades
Actuar como si hubiera entre ellos una unidad más efectiva de la de la Curia, que actúan en su nombre y con su autoridad, la toma
que realmente existe sería como mostrar un signo falso. Estas obser- de importantes decisiones. Esta organización no resulta satisfacto-
vaciones son particularmente pertinentes cuando se trata de la inter- ria, ya que la Curia es por su misma naturaleza un equipo sujeto
comunión eucarística regular entre las diversas confesiones. á todas las deficiencias que aquejan a cualquier burocracia.
5. El fin del movimiento ecuménico no es la reabsorción de
Parece que el episcopado universal, a través del Sínodo Inter-
todas las Iglesias en la católica tal como ésta existe en la actualidad.
nacional de los Obispos, sería el órgano mejor preparado para re-
Más bien se trata de dar y recibir mutuamente para preparar el
visar y formular la política eclesial de toda la Iglesia en el campo
camino de la plena comunión eclesial que esperamos. La Iglesia
ecuménico, al igual que en otros ámbitos. El Sínodo podría crear un
católica no tiene intención de disolverse o de abandonar sus estruc- secretariado encargado de planificar la estrategia que se ha de seguir
turas esenciales, pero está dispuesta a reconsiderar, a lo largo de un y, cuando ello fuera necesario, recurrir a los servicios de los organis-
diálogo prudente, qué cosas son o no esenciales. Es importante que mos vaticanos, como el Secretariado de la Unidad. Un futuro con-
todos los partícipes del diálogo ecuménico estén dispuestos a reco- cilio tendría muchas cosas que decir, como es lógico, sobre la estra-
nocer sus actuales deficiencias y cuiden de no obstruir en el futuro tegia ecuménica, pero podemos afirmar que ya disponemos de recur-
la acción orientadora del Espíritu Santo (UR 24). sos suficientes para trazar unos planes de actuación sin esperar a un
6. A fin de encontrar el modo de superar las actuales barreras nuevo concilio. Los principios establecidos por el Vaticano II cons-
que separan a las Iglesias, ha de mantenerse un diálogo serio. Este tituyen una base suficiente para la formulación de una política ecu-
diálogo significa algo más que el estudio en común de unos mismos ménica. Pero, para facilitar las decisiones políticas, se necesita una
problemas y un intercambio de información acerca de las creencias visión más clara que la actual en lo tocante a los objetivos del ecu-
y las prácticas de cada cual. En un sentido más fundamental significa menismo. Sobre esta importante cuestión tratan las siguientes re-
una mutua apertura para hablar y escuchar, con intención de supe- flexiones.
rar en su día unas barreras que hoy nos parecen infranqueables.
¿Cuál es el objetivo o fin del ecumenismo? ¿Se identifican el
Para que este diálogo sea fructífero, debe ir acompañado en todas
ecumenismo y el apostolado de la unidad cristiana y, de ser así, qué
sus etapas por la oración, de manera que todos estén más abiertos
significa la unidad en este contexto? Podríamos formular cierto
al Espíritu Santo. número de objetivos previsibles. Sin analizar todos los objetivos
Creo que estos seis puntos resumen con exactitud aspectos im- legítimos, baste aquí enumerar tres conjuntos de objetivos, cada
portantes de la doctrina del Vaticano II, pero no han sido entendi- uno de los cuales dará origen a un estilo característico de ecume-
dos o ampliamente aceptados por el clero y los fieles católicos. De nismo.
ahí que sea preciso reafirmarlos hasta dejar absolutamente en claro
1. El ecumenismo podría partir de una visión de la Iglesia
que la Iglesia católica se ha comprometido decidida y públicamente
universal como una sociedad con un sistema único de gobierno y de
con estos principios.
doctrina. El objetivo sería en este caso la instauración de una sola
Los principios, sin embargo, son por definición un comienzo
organización eclesial, semejante a nuestras actuales denominaciones,
Ecumenismo: Problemas y perspectivas 237
236
A. Bulles
alguno, pero tendría que modificarse al ingresar en esa unidad más
Cept0
Cu en que se propondría englobar a todos los cristianos. En completa.
anto al gobierno, todos reconocerían un solo cuerpo de pastores; Pero el Concilio no consideró la futura Iglesia unida como una
cuanto a su confesión de fe, todos los miembros aceptarían las nueva construcción. Dio por supuesto que el dogma y las estructuras
tedív 3 ' d o c t r i n a s esenciales; por último, en cuanto al culto, todos esenciales de la Iglesia católica, incluido el papado como encarna-
tiv j n f n l o s mismos sacramentos. Este es sustancialmente el obje- ción del ministerio petrino, sobrevivirán en la Iglesia futura (cf. UR
vo°rl i e c u m e n í s m ° clásico desde que se puso en marcha con moti- 3). La postura del Vaticano II con respecto a los objetivos del ecu-
tal Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo en 1910 y menismo, por consiguiente, supone una cierta continuidad con res-
I , c ? m o fue interpretado en la reunión del Consejo Mundial de las pecto a las anteriores declaraciones católicas. De ahí que el concepto
s g e s l a s de Nueva Delhi en 1961. Si bien este objetivo parece exce- católico de la «verdadera Iglesia una», incluso con las matizaciones
esf, amente r e m o t ° y carente de realismo, ha sabido inspirar unos introducidas por el Vaticano II, tenga unos rasgos tan típicamente
anos
uerzos perseverantes y concertados durante los últimos sesenta católicos que apenas atrae a los demás cristianos.
o más.
i a c i a Si el único objetivo del ecumenismo católico hubiera de ser la
m 3 mediados del siglo xx fue aceptado este modelo de ecu- realización de una sola organización eclesiástica unificada entendida
nismo en los círculos católicos, como puede verse, por ejemplo, en el sentido que acabamos de describir, el ecumenismo se con-
man a p , o s t o l a d o d e l Padre Paul Wattson (1863-1940), de los Her- vertiría en motivo de controversias interconfesionales más que en
d e l ° S • l a Ex PÍación. Pero el catolicismo tuvo su visión peculiar una fuerza unificadora.
la a U n i d a d que con el tiempo habría de alcanzarse, concretamente
cato? P t a C Í Ó n pOT todos l o s crist ianos del papa y de todo el sistema Afortunadamente, sin embargo, este tipo tan detalladamente
toen' de do mas
8 Y sacramentos. Desde esta perspectiva, el ecu- estructurado de unidad es sólo uno de los varios objetivos ecumé-
dad i si S nifi ca el retorno de todas las demás Iglesias y comuni- nicos que operan en el ecumenismo católico. Por consiguiente, pa-
ladoeS 3 o t , e d i e ncia de Roma. Este objetivo fue claramente formu- saremos a considerar nuestros dos siguientes modelos.
M„„e,n nu merosas declaraciones pontificias, incluida la encíclica 2. Nuestro primer modelo empezaba «desde arriba», partien-
do de las estructuras doctrinales y de gobierno esenciales de la
íf"m unimos (1928) de Pío XI. Iglesia universal y tratando de encontrar el camino para la integra-
i
taj Vaticano II, sin embargo, se distanció en dos aspectos capi- ción de todos los cristianos en el mismo marco organizativo.
Prim i t i p o d e ecumenismo católico que hemos descrito. En
eser> i g a r v i n c u l ó la idea de reunión a la de reforma. Evitando Otro modelo empieza, por así decirlo, «desde abajo». Considera
Con T a m e n t e e l lenguaje del «retorno al redil de Pedro», el la Iglesia local, con el obispo al frente, como una realización esen-
d e dC1r.°. reconoció que el catolicismo, en su forma actual, adolece cialmente completa del cristianismo. Se mira la unidad cristiana
ta
eíIcl
encias en su comportamiento, en la disciplina eclesial y has- como una comunión entre las Iglesias locales, que reconocen mutua-
c
atóT formu
lación de la doctrina. En consecuencia, la Iglesia mente sus doctrinas, sus pastores y sus sacramentos. La Iglesia uni-
nece< !- Ca e n I a
' medida en que es una institución humana y terrena, versal se entiende como una comunión de todas las Iglesias locales,
ticann n U n a c o n t i n u a reforma (cf. UR 6). En segundo lugar, el Va- incluidos aquellos grupos de Iglesias que, por compartir una heren-
cien rec
onoció que la vida y la verdad de Cristo actúan tam- cia común, constituyen unidades dentro de la comunión total, como
abaní n otras
comunidades, por lo que éstas no tienen que pensar en ocurre entre los patriarcados orientales.
n a d a d e cu
brota anto la gracia del Espíritu Santo ha hecho Aplicando este modelo al problema ecuménico, pueden conside-
d a r s e r C n e I l a s (cf. UR 4). A la vista de estos dos principios, puede rarse las diversas agrupaciones, como las de los católicos, anglicanos
si a u P ? r se guro que el Concilio enseña implícitamente que la Igle- v ortodoxos, en el sentido de conjuntos de Iglesias locales. Desde
dernás T i • f u t u r o n o sur girá mediante una capitulación de las este punto de vista, el problema ecuménico consiste en ampliar la
q Ue p e s i a s y su reabsorción por el catolicismo. La una sancta comunión ya existente dentro de los diversos conjuntos hasta lograr
P le nit°r| 0S d e s e a m ° s d ebe ser una creación conjunta que lleve a su que entre éstos exista la misma comunión. Para llegar a la plena
m a r D y j 3 l a v e z transforme a todas las Iglesias que entren á for- reconciliación mutua serían precisas prolongadas negociaciones y
Parte de
ella. La Iglesia católica no habría de disolverse en modo
238 A. Bulles
Ecumenismo: Problemas y perspectivas 239
concesiones mutuas, hasta que cada grupo estime que todos los
demás merecen ser recibidos en la plena comunión. dad de la Iglesia como una participación (communio, koinonía) en
Este modelo de ecumenismo puede encontrar un firme apoyo en las cosas santas que nos han sido transmitidas como un patrimonio
las palabras del Vaticano II, que utilizó la palabra «comunión» sagrado desde el principio. Entre esas «cosas santas» se consideran
como una categoría clave. También parece gozar de las preferencias fundamentales el ministerio jerárquico y la eucaristía. Una Iglesia
de Pablo VI, que se ha referido al anglicanismo como «Iglesia local sería una comunidad eucarística reunida bajo la presidencia
hermana» 1. El cardenal Jan Willebrands, presidente del Secretaria- de su obispo. Este modelo responde perfectamente a la realidad
do de la Unidad, ha introducido a lo largo de varias comunicaciones de las Iglesias orientales, incluida la ortodoxa, algo menos a la de
importantes en esta teoría el concepto de typoi2. Un grupo de Igle- los anglicanos, dudosamente a la de los luteranos y con mucha di-
sias locales, dentro de una determinada región o tradición, sugiere ficultad a la de los protestantes de tradición más próxima a la «Igle-
el cardenal Willebrands, constituiría un typos o expresión caracte- sia libre». Sería preciso reflexionar aún más para aclarar en qué
rística de la Iglesia universal. Podría considerarse entonces que la forma los conceptos de Iglesia local y comunión eclesial pueden
Iglesia católica total está integrada por varios typoi diferentes, uno veriticarse en estas comunidades menos tradicionales.
de los cuales sería presumiblemente el catolicismo romano. El car- Con respecto al punto de llegada, todavía tendríamos que acla-
denal Willebrands da a entender implícitamente que las Iglesias an- rar qué exigencias plantearía la iglesia católica como condiciones
glicanas podrían constituir otro typos dentro de la comunión cató- para la comunión plena. ¿Se trataría de algo realmente distinto del
lica más amplia de Iglesias. Esta sugerencia suscitó ecos indudable- tipo de sumisión doctrinal y disciplinar a Roma que describíamos
mente favorables en numerosos círculos anglicanos, pero es demasia- a propósito del primer modelo? De no haber alguna diferencia, no
do pronto para decir si ha sido igualmente bien recibida en todos podríamos decir que el segundo modelo constituye realmente una
los sectores de la comunión anglicana. opción distinta. El fin último de la teoría de la communio sería for-
mar una coalición de Iglesias en una Iglesia unificada doctrinal y
No puede decirse que este modelo de ecumenismo basado en la
jurídicamente, pero con una diversidad de ritos. Las actuales comu-
idea de comunión, pese a ser muy prometedor, haya sido elaborado
niones ortodoxa y anglicana quedarían reducidas a «ritos», en situa-
con suficiente detalle como para que sea posible juzgar ya su con-
ción semejante a la que presentan las «Iglesias uniatas» orientales.
veniencia desde el punto de vista de la situación ecuménica total.
Quedan todavía ciertos problemas por resolver en cuanto al punto Algunos exponentes de la teoría de la communio, como Emma-
de partida y al punto de llegada previstos en esta teoría. nuel Lanne, critican el modelo uniata sobre la base de que separa el
Con respecto al punto de partida, la teoría parece apoyarse en rito litúrgico de la doctrina. Afirman, en efecto, que la noción de
una visión sacramental y jerárquica de la Iglesia que aceptarán más typos incluye un cierto grado de autonomía doctrinal4.
fácilmente los católicos que los protestantes 3 . Se contempla la uni- En el Vaticano II puede encontrarse algún fundamento para esta
opinión. Se habló en el Concilio de una «jerarquía» de verdades, en
•' Pablo VI, Observaciones en la canonización de los Cuarenta Mártires cuanto que no todas guardan la misma relación con el núcleo fun-
(25 de octubre de 1970); texto en Documents on Anglican/Román Catholic damental de la fe cristiana (UR 11), lo que implica que algunas doc-
Relations I (Washington, D. C. 1972) 42-43. trinas, si bien están definidas, pueden ser consideradas secundarias
2
Cf. comunicación del cardenal Willebrands (18 de enero de 1970) en
Documents on Anglican I Román Catholic Relations I (op. cit.) 32-41, donde y quizá no indispensables para ra comunión eclesial. Por otra parte,
el cardenal Willebrands define como sigue el typos: «Donde existe una larga en los párrafos que dedicó a las Iglesias orientales, el Concilio afir-
y coherente tradición, que merece el amor y la lealtad de los hombres, capaz mó que muchas formulaciones teológicas de sus tradiciones podrían
de crear y mantener un conjunto armonioso y orgánico de elementos com- considerarse «complementarias más que conflictivas» en compara-
plementarios, cada uno de los cuales apoya y fortalece a los restantes, ahí te-
néis la realidad de un typos». Para mayores precisiones, cf. la comunicación ción con las enseñanzas de las Iglesias occidentales (UR 17). A la
del cardenal Willebrands, Prospects for Anglican-Roman Catholic Rela-
tions, en Documents on Anglican I Román Catholic Relations II (Washington Iglesias de 1948. Cf. L. Vischer (ed.), A Documentary History of the Faith
D. C. 1973) 61-73. and Order Movement, 1927-1963 (St. Louis 1963) 76-77.
3 4
Se utilizan aquí los términos «protestante» y «católico» en el sentido E. Lanne, Pluralism and Unity: The Possibility of a Variety of «Typo-
popularizado por la Asamblea de Amsterdam del Consejo Mundial de las logies» Within the Same Ecclesial Allegiance: «One in Christ» 6 (1970)
430-51, espec. 443-48.
240 A. Dulles
Ecumenismo: Problemas y perspectivas 241
vista de las referencias que en el párrafo siguiente (UR 18) se hacen
al Concilio de Florencia, es posible que el Vaticano II intentara patrimonio confiado a los apóstoles, de todo ello se desprende que
sugerir que, en una futura unión entre el Oriente y el Occidente, la unidad se logrará mediante una común aceptación de cuanto ha
no se exigiría a los cristianos orientales aceptar la teología que sido fielmente transmitido.
subyace a la adición del Filioque al credo occidental. Razonando en Pero es posible que esta eclesiología adolezca en sí misma de
la misma línea, cabe suponer que se otorgaría a los protestantes un una limitación de valores. Si concebimos la Iglesia en términos de
cierto grado de autonomía doctrinal en el caso de que eligieran respuesta y proceso más que de sustancia y conservación, las diver-
unirse a Roma. ¿Podrían considerarse también «complementarias sidades y las innovaciones tendrán en ella más amplia cabida. Del
más que conñicüvas» ciertas formulaciones protestantes como las mismo modo que la poesía, la música y el arte cristianos pueden
de la sola fides o la sola Scriptura? explorar desde un ángulo original las potencialidades ilimitadas la-
tentes en la idea cristiana, cabría afirmar que también las Iglesias
Estas cuestiones tienen carácter puramente embrionario y con- pueden ofrecer una infinita variedad de realizaciones de la vida
jetural en el presente estado de cosas; pero el mero hecho de que cristiana. Todas ellas tratarían de reflejar, en sus correspondientes
el Decreto sobre Ecutnenismo no las excluya exige que los ecume- épocas y culturas, una parte de las inconmensurables riquezas con-
nistas las aborden. Si la Iglesia católica puede tomar en conside- tenidas en la obra de Dios en Cristo.
ración la posibilidad de que unas Iglesias no romanas tengan, al
integrarse en la comunión católica, un sistema doctrinal y un or- Si esta visión dinámica de la Iglesia posee alguna validez, pue-
denamiento eclesial no idénticos a los de Roma, ello resulta enor- de servirnos de indicador hacia un tercer estilo de ecumenismo.
memente significativo5. Según esta nueva visión, no es esencial que las Iglesias permanez-
can siempre aferradas a un supuesto patrimonio apostólico o que
Pero aun en el caso de que la plena comunión implicara que las se adhieran a un conjunto umversalmente obligatorio de doctrinas,
Iglesias no romanas no disfrutarían de una autonomía mayor que ministerios o ritos sacramentales normativos, pues todas esas for-
las actuales Iglesias «uniatas» —hipótesis muy pesimista—, ello no mas podrían cambiar según la inspiración del Espíritu, La unidad
restaría importancia a nuestro segundo modelo de ecumenismo, ya cristiana no significa uniformidad. El ecumenismo exige que las
que la comunión parcial que actualmente existe entre las Iglesias Iglesias eviten la mutua hostilidad y la apatía. Las impulsa a edi-
separadas podría incrementarse con ventajas para todos. Mediante ficarse y estimularse unas a otras, unas veces mediante la mutua
la mutua participación en los tesoros transmitidos en sus respectivas aprobación y otras a través de una crítica recíproca, según parezcan
tradiciones y el conocimiento más profundo obtenido a través de exigirlo las circunstancias. Desde el punto de vista de esta teoría,
la plegaria y la reflexión sobre los nuevos planteamientos, las Igle- la unidad de la Iglesia total consiste en una interacción dinámica
sias podrían enriquecerse mutuamente y estrechar así su comunión, de las diversas denominaciones autónomas. La unidad orgánica o
todavía imperfecta, pero que supone un paso adelante hacia la co- jurídica, tan importante en los dos anteriores modelos, sería de du-
munión plena de la anhelada una sancta. Esta aproximación cons- doso valor en el tercero.
tituye de por sí un objetivo por cuya consecución merece la pena
esforzarse. Aunque no podemos pensar que todas las comunidades cristia-
nas son igualmente fieles a Cristo, también es cierto, en mi modesta
3. Los dos modelos hasta ahora estudiados se basan en el pre- opinión, que cualquiera de las grandes tradiciones cristianas tiene
supuesto de que la unión o comunión es tanto más perfecta cuanto algo que enseñar a las demás y algo también que aprender de ellas.
mayor es el número de diferencias que se logra eliminar (excepción El modelo de ecumenismo basado en la interacción, por consiguien-
hecha de las adaptaciones relativamente de menor importancia). Si te, posee algún valor, al menos como complemento de los dos an-
se acepta que la Iglesia ha sido enriquecida por Cristo con ciertos teriores. Este modelo, por otra parte, tiene la ventaja de ser fá-
dones inalienables, y que habrá de mantener vivo por siempre el cilmente aplicable a la situación religiosa que hoy presenta un país
como Estados Unidos. El pluralismo es tan intenso que no cabe
5
En diversos artículos he consignado mis reflexiones sobre esta posibili- hablar de relaciones positivas entre las Iglesias sobre la base de
dad; cf. A. Dulles, The Survival of Dogma (Garden City 1973) cap. 10: unas doctrinas y unos usos comunes o desde la perspectiva de una
Dogma as an Ecumenical Problem. posible unión jurídica formal. Si aspiramos a que el ecumenismo
16
242 A. Bulles Ecumenismo: Problemas y perspectivas 243

no sea únicamente preocupación de un grupito de Iglesias, es im- Resulta tentadora la idea de ordenar estos tres tipos de rela-
portante que cada Iglesia cultive unas relaciones cordiales y fructí- ciones de manera que la primera sería la más satisfactoria y la últi-
feras con otras Iglesias señaladamente distintas de ella misma. ma la más deficiente. En ese caso, el tercer modelo de ecumenismo
Viene a la imaginación una analogía de la vida diaria. Es algo sería un escalón hacia el segundo, y éste hacia el primero. Pero una
relacionado con la familia, entendida como unión de personas que consideración más profunda nos llevaría a considerar esta idea
viven en la misma casa y comparten muchas cosas materiales o in- como una simplificación abusiva. En la vida diaria, la amistad no
tangibles en común. Pero nuestra vida se empobrecería enorme- es necesariamente inferior a las relaciones familiares ni es simple-
mente si no mantuviéramos contacto más que con los miembros mente un paso para establecer vínculos familiares, aun cuando los
de nuestra familia. Necesitamos los estímulos que produce el en- amigos llegan muchas veces, con el correr del tiempo, a conver-
cuentro con personas cuyas experiencias anteriores, ideas y costum- tirse en miembros de la misma familia. Queremos muchas veces a
bres son radicalmente diferentes de las nuestras. Esas personas nos nuestros amigos por el hecho de que nos brindan una independen-
enriquecen y nos ayudan a adquirir el sentimiento de nuestra propia cia de juicio y una nueva experiencia que no podemos esperar de
identidad. Con frecuencia establecemos una profunda amistad con los miembros de nuestra familia, con los que convivimos bajo un
individuos muy diferentes de nosotros mismos, con personas que mismo techo. Del mismo modo podemos estimar los católicos a
quizá están en profundo desacuerdo con alguna de nuestras más es- las Iglesias baptistas y a la Sociedad de Amigos por su capacidad
timadas convicciones. Del mismo modo que nuestros mejores ami- para brindarnos ideas y ofrecernos ejemplos que en vano buscaría-
gos pueden ser personas con las que tenemos muy poco en común, mos en las Iglesias de tipo más tradicional y sacramental. Cuando
cabe también la posibilidad de que exista una común amistad entre el catolicismo habla de renovarse, ¿no podría aprender mucho de
Iglesias distintas por sus doctrinas y su ordenamiento eclesial. La la insistencia baptista en el «bautismo del creyente» y de los cuá-
misma disparidad con que esas Iglesias reflejarían el misterio de queros con su valoración de la plegaria espontánea? Algunas Igle-
Cristo constituiría una fuente de estímulos y de respeto mutuos. sias protestantes libres, precisamente porque se hallan muy lejos
Podrían desarrollar unas cálidas relaciones ecuménicas basadas en del cristianismo católico, podrían decir al catolicismo muchas más
su capacidad para criticarse y escucharse provechosamente unas a cosas que otros grupos cuyas ideas y prácticas nos son familiares
otras. desde hace tiempo. Y también es posible que el catolicismo tenga
Un posible tercer estilo de ecumenismo, por consiguiente, con- mucho que ofrecerles por vía de crítica y estímulo.
sistiría en la promoción de una comunidad heterogénea de testimo- El Vaticano II hizo sólidos avances en el ecumenismo católico.
nio y diálogo mutuos. No entiendo por tal un acuerdo incidental Cuando sus recomendaciones han sido seguidas, como ha ocurrido
para mantenerse en desacuerdo, sino un mutuo interrogarse y ex- en las conversaciones bilaterales, se han logrado avances muy no-
plicarse sincero y comprometido. tables. Pero el programa del Vaticano II está aún en peligro por
. Reflexionando sobre los tres modelos de ecumenismo que he- falta de comprensión y de un verdadero compromiso ecuménico
mos propuesto, no veo la necesidad de elegir entre ellos. Los tres por parte de los católicos, tanto pastores como fieles. Es urgente
me parecen legítimos y apropiados según los casos. Quizá hayamos que el movimiento ecuménico se revitalice mediante la plena par-
de decir también que ninguno de ellos es perfecto. La Iglesia cató- ticipación de los católicos.
lica se halla en el mundo moderno relacionada ecuménicamente con La división del cristianismo en una multitud de Iglesias rivales
comunidades cristianas de los tres tipos, unas que se sienten pre- y antagónicas sigue debilitando el testimonio cristiano en el mundo
paradas para considerar la posible aceptación del catolicismo en su moderno. Impide que la sociedad secular, a su vez desgarrada por
forma romana; otras que, por encima de ciertas diferencias profun- dolorosas divisiones, vea en las Iglesias una fuerza salvadora. El
damente enraizadas en cuanto a la fe y el ordenamiento, pueden movimiento ecuménico, entre tanto, ha soñado con la restauración
ser consideradas como unidas a Roma por ciertas semejanzas fa- de la una sancta en que las muchas Iglesias quedarían fundidas en
miliares; finalmente, aquellas que, a causa de unas divergencias más una sola Iglesia.
profundas, pueden ser consideradas, con un mayor realismo, como La entrega a este ideal suscitó nobles esfuerzos, pero el sueño
comunidades amigas pertenecientes a una familia eclesial distinta. ya no resulta tan atrayente. El buen nombre del ecumenismo ha
244 A. Dulles

quedado empañado en diversos ambientes a causa de un deseo atro-


pellado de nivelar todas las diferencias y llegar a un acuerdo a costa
de cualquier compromiso. Algunos han reaccionado contra tales
excesos y se han sentido justificados al retornar a unas posiciones
rígidas y complacidamente sectarias. Los avances más prometedores,
en que se han evitado los dos extremos, tratan de demostrar que
es posible poner al servicio de todos tantos dones como han reci- III
bido las diversas tradiciones. El esfuerzo por crear una comunidad
de diálogo testimonial, sin acuerdos prematuros o autoliquidacio- IGLESIA E INDIVIDUO
nes por parte de ninguna Iglesia, parece ser el programa más rea-
lista por el momento. Con ese diálogo llegaremos o no y al cabo
del tiempo a un acuerdo en cuanto a la fe y el ordenamiento ecle-
sial, pero aun en el caso de que no alcancemos la plena unidad de
organización y doctrina, ese estilo de ecumenismo no dejará de be-
neficiar a todas las Iglesias que participen en él. Establecer los ob- JACQUES-MARIE POHIER/CLAUDE GEFFRE
jetivos y las prioridades para ese ecumenismo es la tarea más ur- REFORMA DE LA IGLESIA Y VIDA PERSONAL
gente que tienen ante sí los responsables de planear la política en
este terreno. «En vez de discutir los problemas actuales o del inmediato pa-
sado que preocupan a la Iglesia, pediremos a los participantes que
[Traducción: J. VALIENTE MALLA] formulen nuevas cuestiones en que centrar nuestro esfuerzo de in-
vestigación (en teología y en ciencias sociales) durante los próxi-
mos años». Esta frase de la invitación dirigida por el presidente de
Notre Dame, Th. M. Hesburgh, contiene los temas que hemos
elegido para iniciar las discusiones en el campo de la teología
moral.
I
Hay una primera serie de cuestiones que considero importantes
y que podríamos agrupar bajo la siguiente rúbrica: ¿es posible —es
incluso necesario— que la norma moral en un determinado ámbito
sea la misma y rija al mismo tiempo para todos los individuos y to-
dos los grupos culturales y étnicos en virtud de la catholicitas de la
Iglesia?
Lo cierto es que todas las disciplinas históricas, antropológicas,
sociales, psicológicas, etc., demuestran que un mismo comporta-
miento en una determinada área de la acción humana varía mucho
de significado de una a otra cultura, de una a otra sociedad (diver-
sidad en la sincronía) e incluso de un período a otro del desarrollo
del individuo o del grupo (diversidad en la diacronía). Por ejem-
plo, la actividad sexual no tiene el mismo significado a los quince,
a los treinta o a los sesenta años de la misma persona. Pero tampoco
tiene el mismo significado para quienes viven en Chicago en 1978,
246 J.-M. Pohier/C. Geffré Reforma de la Iglesia y vida personal 247

para un labriego indio de 1978, para un aristócrata florentino del tintas culturas y sociedades (sincronía) y a través de las distintas
Quatrocento, para el cristiano de Corinto en el siglo i o para las etapas del desarrollo de un individuo o grupo (diacronía)?
tribus seminómadas de los tiempos de Abrahán. Este problema se plantea también en el ámbito de la teología
Aunque aceptemos la idea de una «norma» óptima o la más en general. ¿Qué significado puede tener un discurso teológico,
cuestionable del progreso moral como un desarrollo más o menos sea el de los círculos romanos, sea el que «Concilium» difunde en
continuo, no podemos desechar esta convicción común a todas las nueve idiomas, conforme a la teoría de que resulta idénticamente
ciencias humanas: es imposible y a la vez inútil decir que el sig- válido y significativo para un cristiano de Brasil, Holanda, Italia,
nificado de la sexualidad para un hombre de setenta y cinco años Polonia o Japón?
es superior o inferior al significado que tiene para un hombre de También en el llamado «plan de Dios» surge este problema.
treinta o de quince años, o decir que el significado de la sexuali- ¿Implica este plan divino que la sexualidad deba tener el mismo
dad para un labriego indio es superior o inferior al que tiene para significado para todos en un determinado momento de la historia
un habitante de Chicago, de Corinto o de Florencia. Estos indivi- o supone que todas las culturas y todos los individuos han de avan-
duos y las sociedades a que pertenecen se encuentran en situaciones zar gradualmente hacia la misma concepción de la sexualidad? Las
diferentes. Tienen objetivos distintos y problemas dispares que re- mismas preguntas podríamos formular acerca de las formas de go-
solver; para ellos, el significado de la sexualidad está en gran parte bierno. Durante todo el siglo xix y aún más tarde, el papa, los
determinado por sus problemas y objetivos específicos. obispos, los pastores y los teólogos condenaron en Europa la de-
Por eso sería absurdo imponer al labriego indio la idea norte- mocracia. Hoy sus sucesores tienden a considerarla como la única
americana de la sexualidad o a un adolescente o a un anciano la forma de gobierno verdaderamente acorde no sólo con los valores
idea del hombre de treinta años. Algo parecido a esto se pudo ob- cristianos, sino también con el «plan divino». ¿Hay también en
servar en el Vaticano II, cuando se expresó eL deseo de proponer a este caso un modelo único hacia el que deban tender todas las so-
toda la Iglesia «católica» una concepción del matrimonio elabo- ciedades?
rada principalmente por los obispos y los teólogos occidentales. Los II
procedentes de Asia, África y Sudamérica se negaron a ello, afir-
mando que en sus respectivas culturas el matrimonio tiene un sig- Hay otro grupo de cuestiones que podrían englobarse bajo un
nificado distinto. lema distinto: cambios que hacen pasar un sector de la actividad
Todo ello supone un reto especialmente importante para la humana de la esfera pública o social a la personal o privada, y a la
Iglesia católica. Este reto, por supuesto, ya era importante para la inversa, de la personal o privada a la social o pública.
teología del derecho natural que ha prevalecido durante siglos. Pero También en este caso es un buen ejemplo la sexualidad. Las
no se trata del problema más importante, pues esta teología del de- sociedades premodernas del Occidente cristiano ejercían un control
recho natural y el uso que de ella ha hecho el magisterio son cosas estricto sobre la vida sexual de los individuos. Pienso que ocurría
recientes y pertenecen al per acááens de la fe cristiana más bien así por razones sociales y colectivas más que por motivos de moral
que a su per se. El reto tiene mayor importancia en relación con el personal. El control de la actividad sexual era necesario porque res-
modo en que la Iglesia concibe su propia catolicidad, es decir, la pondía a unos fines de importancia suprema para la sociedad: la
catolicidad de su mensaje, de su acción pastoral y moral, su orga- supervivencia del grupo étnico o nacional en virtud de la pro-
nización y su disciplina jurídica. ¿Consiste esta catolicidad en re- creación, que además aseguraba la productividad de la mano de obra
ducir lo singular a lo uno, único y universal, o en articular unas y el sustento de la familia y de la patria (el niño se ganará el pan
realidades legítimamente distintas dentro de un conjunto orgánico? con el tiempo, será el sostén de los viejos, un soldado cuando sea
Es una pregunta que empieza a formularse en eclesiología, en li- preciso, etc.). La organización del matrimonio, por ejemplo, reper-
turgia e incluso en dogmática (por ejemplo, el ecumenismo). Pero cutía de manera decisiva en la transmisión de bienes, en la organi-
aún no ha sido formulada en teología moral. ¿Cómo podríamos zación y reparto del trabajo, en los medios de producción y los ca-
articular dentro de un conjunto «católico» la diversidad legítima nales de distribución, etc.
de significado (y, por tanto, de praxis) de la sexualidad en las dis- En las sociedades occidentales al menos, la vida sexual de los
248 J.-M. Pohier/C. Geffré Reforma de la Iglesia y vida personal 249

individuos no tiene hoy prácticamente ninguna repercusión en esas mitía actuar a los individuos sin interferencia alguna, ahora se hace
realidades, que se han independizado por completo y se relacionan cargo y controla ciertos sectores de la vida que antes se considera-
con otras causas. Cabría, por consiguiente, formular la hipótesis ban privados, o sectores enteramente nuevos. Se trata de un hecho
—que habría de ser verificada, por supuesto— de que la sociedad claro en el terreno de los negocios y del trabajo. Anteriormente, el
podría desentenderse de la vida sexual de los individuos, excepto vendedor y el comprador, el patrono y el obrero resolvían sus asun-
en algunos casos extremos en que la vida sexual repercute aún de tos sin ninguna interferencia; la sociedad intervenía únicamente en
manera decisiva en los objetivos más importantes de la sociedad, casos extremos (del mismo modo quizá que ahora se deja que el
por ejemplo, en cuanto se refiere, a nivel individual, a la patología hombre y la mujer, excepto en casos extremos, decidan por sí mis-
y la delincuencia sexual, que pueden constituir peligros para el bien mos en lo relativo a su matrimonio y su fecundidad). El principio
común, o, a nivel colectivo, a una tasa negativa de nacimientos, de la libre empresa y del libre empleo dejaba a los interesados la
que constituiría una amenaza para el grupo social, como ocurre en tarea de organizar sus propias relaciones.
Alemania Occidental, o a una tasa excesivamente elevada, como Pero la sociedad observa que este principio de la libre empresa
en el caso de la India. Aparte de estos casos, la sociedad irá per- y el libre empleo conduce a situaciones monstruosas, como el poder
diendo interés por la vida sexual e incluso afectiva de sus miem- supranacional y suprapolítico de las empresas multinacionales, o a
bros, ya que estas realidades no tendrán serias repercusiones sobre la ausencia de un auténtico derecho del trabajo o a la masiva in-
la sociedad. Se mantendrá el interés únicamente con respecto a los observancia de las leyes sobre el trabajo donde éstas existen (los
pocos individuos mencionados que plantean algún problema, y ello juristas afirman que ésta es la legislación contra la que más abusos
sólo en la medida en que sea preciso suprimir una amenaza para se cometen). Podríamos aducir otros muchos ejemplos de este paso
la sociedad. Por ejemplo, Estados Unidos o la Unión Soviética de la esfera privada a la pública: el uso de la energía, la explotación
pueden tolerar una elevada tasa de divorcios porque a pesar de sus del subsuelo, de las costas, del espacio, la organización de la sani-
desventajas, esa tasa de divorcios tiene unas repercusiones muy li- dad, el problema de la libre circulación de las ideas y las personas,
mitadas sobre las realidades que esas sociedades consideran decisi- etcétera.
vas. Vemos, pues, cómo un importante sector de la moralidad pasa La teología moral tiene ante sí una doble tarea para el futuro.
de la esfera social y pública a la privada y personal. Por una parte, habrá de colaborar con quienes se preocupan de es-
Hemos de preguntarnos, pues, si la enorme importancia que tos problemas en la formulación del diagnóstico sobre los «conti-
la tradición católica atribuía al matrimonio y a la moral sexual no nentes» de la moral (que están en movimiento, igual que los
sería una simple transposición al cristianismo de la importancia continentes de la tierra). La figura de este mundo pasa, y también
que para las sociedades premodernas revestían la estructura del ma- pasa la figura de la moral. No porque ahora haya más inmoralidad
trimonio y el control de la vida sexual. ¿Cómo sería la moral cris- o más moralidad, sino porque las tareas en que se realiza la con-
tiana de haber nacido el cristianismo en una sociedad en que resul- dición humana sufren modificaciones.
tara menos necesario el control sobre la sexualidad y el matrimo- Por otra parte, y ésta es la tarea más específica, habremos de
nio? ¿En qué se convertiría la moral cristiana dentro de una so- estudiar aquellas cosas que la moral cristiana tradicional vinculó
ciedad en que la evolución técnica y cultural (que en sí misma no a las antiguas configuraciones de la condición humana y sus tareas,
es ni moral ni inmoral, ni precristiana ni anticristiana) hubiera configuraciones que ya están «trasnochadas». Tendremos que es-
hecho cambiar las razones sociales, políticas, económicas, biológi- tudiar la forma en que la fe en el Dios de Jesucristo pueda ser ar-
cas, etc., que aconsejaban un atento control de la vida sexual de ticulada a través de las nuevas configuraciones de la condición hu-
las personas? mana. Tendremos que estudiar cómo deberá ser la moral cristiana
Pero miradas las cosas de otro modo, también podemos ob- en una sociedad en que la función del «juicio del mundo» o la
servar la tendencia opuesta: ciertas realidades que parecían perte- «salvación en Cristo Jesús» habrán de formularse posiblemente en
necer a la esfera del individuo o de las relaciones entre unas pocas términos de organización del trabajo o de circulación de capitales,
personas a las que se dejaba tomar sus propias iniciativas se han personas, ideas, conocimientos e información o de organización de
convertido ahora en realidades sociales. La sociedad, que antes per- los servicios sanitarios y no en términos de control del matrimonio
250 J.-M. Pohier/C. Geffré

y la sexualidad, por ejemplo. Por otra parte, se trata de una rea- FRANZ BOCKLE
lidad cierta no por el hecho de que existan cosas de las que depende
FE Y CONDUCTA
la sociedad en mayor grado, sino porque la vida de las personas
depende más de la organización del trabajo, de las disponibilidades
«Una rueda que gira y no mueve nada al girar no forma parte de
de materias primas, de la circulación de las ideas y las noticias, y
la máquina». Basándose en estas palabras de Wittgenstein pregun-
no tanto del control del matrimonio y la sexualidad.
ta Robert Spaemann l si la religión de nuestra sociedad industrial no
Estas son algunas de las cuestiones que, al parecer, deberán se asemeja a una rueda cuyo giro apenas pone en movimiento nin-
ser discutidas por los teólogos que se decidan a trabajar en el cam- guna otra cosa. Parece que la religión repercute cada vez menos
po de la moral durante los próximos años. Ante estas cuestiones en el comportamiento del hombre. ¿Por qué? ¿Hay causas concretas
nos sentimos en la necesidad de elegir entre dos actitudes contra- de tal fenómeno? Spaemann señala dos razones diferentes.
dictorias. Por una parte, me siento abrumado hasta cierto punto
por la trivialidad en que desembocan todas estas cuestiones, reac- La primera es el siguiente hecho comprobado: donde la religión
ción que comparten cuantos están familiarizados con las ciencias se asocia a determinados modelos de comportamiento, pasa a cons-
sociales, antropológicas, históricas, psicológicas, etc. Ciertamente, tituir un cuerpo extraño para la sociedad. Spaemann cita como
a este nivel se trata de cuestiones triviales. Pero, por otra parte, ejemplos la situación de la mujer en el Islam, las vacas sagradas
también me siento fatigado ante la tarea extremadamente difícil de la India y la prohibición de los anticonceptivos en la Iglesia
de conseguir que estas «trivialidades» sean consideradas triviales católica. La sociedad industrial rechaza cada vez más cualquier
por la Iglesia católica. Si me sitúo dentro de esta Iglesia (¡y ya lo religión que se identifique con tales normas especiales. Tales reli-
estoy!), dentro de su magisterio, su actividad pastoral, su teología, giones se comportan como sectas o, en expresión de Spaemann, «una
su organización jurídica, etc., ya no podemos decir que se trate de religión con elhos estatutario se convierte en secta» y, donde ya
trivialidades. ¿Cómo conseguir que estas trivialidades lo sean efec- está instalada, se la tolera con una sonrisa.
tivamente dentro de la Iglesia católica? Es decir, ¿de qué modo La religión se queda también sin función de otra forma: cuan-
podría estructurar la Iglesia católica su vida, su magisterio, su do se adapta por completo a las necesidades y exigencias de la
pensamiento, su actividad pastoral, su organización, su praxis en sociedad. En este caso, la rueda de la religión gira al ritmo que se
torno a esto que llamamos trivialidades? El hecho mismo de que le marca, pero no mueve la máquina de la sociedad. Esa máquina
formulemos el problema de este modo nos permite ver con claridad funcionaría lo mismo aunque la religión no girase con ella. Es lo que
que es preciso llevar a cabo una tarea enorme. Esto mismo ha de ocurre donde se intenta definir la religión por la función ética.
provocar en nosotros optimismo, coraje y decisión. Pero no dejaría Porque la religión tiene «la peculiaridad de que sólo puede desem-
de resultar tendenciosa la convocación de un Vaticano I I I sin an- peñar su función ética cuando no se la define por ella» 2 . El mo-
tes haber dado cima a una parte sustancial de esta tarea. vimiento de la rueda tiene sin duda una función distinta. La fe y las
convicciones adquiridas con ella no deben ser para nuestra acción
[Traducción: J. VALIENTE MALLA] personal y social ni un cuerpo extraño ni un mero satélite. ¿Cuál
es, pues, la función adecuada y obligada de la fe en el campo de la
acción? ¿Qué papel desempeña la teología en la ética? ¿Hay si-
quiera un ethos específicamente cristiano? ¿Impone la fe al cris-
tiano unos imperativos morales que no urgen a los demás?
Desde hace algunos 'años, los teólogos discuten apasionadamente
sobre estos interrogantes. Y no se trata en modo alguno de una
cuestión puramente académica. Se trata del aspecto especial de la
1
Cf. R. Spaemann, Christliche Religión und Ethik: «Philosophisches
Jahrbuch» 80 (1973) 282-291.
2
Ibíd., 286.
252 F. Bockle Fe y conducta 253
vigencia pública del mensaje cristiano. El Concilio Vaticano II, con moralistas o a quienes cultivan la ética teológica. Por lo que puedo
su llamamiento a la corresponsabilidad de los cristianos en el cam- advertir en una mirada global, todos ellos parten de la convicción co-
po social, dio nuevos impulsos en este sentido. Consecuentemente, mún de que la fe cristiana fundamenta una existencia de fe espe-
también en la teología se produjo un cambio de acentos. Bajo lemas cífica. Algunos teólogos católicos hablan tranquilamente en este
como «teología del mundo», «teología política» y «teología de la li- contexto de una existencia religiosa porque cuentan la fe, la espe-
beración» se impugna una reducción individualista del mensaje cris- ranza y la caridad entre los actos religiosos fundamentales. Sin em-
tiano. La consigna cristiana no debe rezar exclusivamente «¡salva bargo, me parece que la evidente diferencia existente en este punto
tu alma!», sino «colabora como cristiano a la salvación, pacificación entre las confesiones es más bien de índole terminológica. Por \o
y humanización del mundo». que se refiere a la cosa en sí, con la expresión existencia de fe
Ahora bien, las consignas generales suelen ser tan genéricas o religiosa expresamos de común acuerdo lo que Pablo llama en el
que nada se puede alegar contra ellas. La dificultad viene cuando Nuevo Testamento «vida en el Espíritu» o «vida en Cristo». Se
se trata de concretarlas, y entonces no basta formular imperativos trata de una vida nacida de la opción por Dios. El hombre creyente
sociales concretos. Abolición de la discriminación racial, lucha con- tiene en Dios la realidad viva, ya que se decide por él y se une a él.
tra la pobreza masiva y protección del derecho a la vida de los La fe capta la verdad de la vida y osa confiar en ella. Y en el punto
nacidos y los no nacidos son indudablemente exigencias fundamen- culminante de la revelación bíblica del Nuevo Testamento se nos
tales, por las que los cristianos deben combatir en primera línea. dice «que un hombre, Jesús de Nazaret, es esa verdad. Para ser más
Pero el quehacer de la teología moral o de la ética teológica es más exactos deberíamos decir que en él, en la forma como vivió, en la
amplio. No pocas veces, las exigencias fundamentales resultan anta- realización de su existencia, se manifestó y reveló dicha verdad» 3 .
gónicas o sólo pueden realizarse gradualmente. Todo párroco u No se trata primariamente de una explicación sobre Dios, sino de
obispo comprometido en África del Sur en la lucha por una mayor la verdad del hombre. Jesús es y vive esta verdad. Por tanto habrá
justicia para la raza negra sabe que tal objetivo no puede conseguirse que decir: lo específicamente cristiano en los cristianos consiste
de la noche a la mañana. Hay que reconocer prioridades y elaborar en hallar una vía que conduzca a la forma de existencia de Jesús.
normas concretas de acción. Con frecuencia, esto sólo puede lo- No propiamente a Dios ni a Jesús, sino a su forma de existir. Este
grarse sopesando las razones en pro y en contra y determinando es el sentido del seguimiento. En términos más sutiles: «no se trata
la acción práctica mediante un examen de las ventajas. En tanto que de confesar a Jesús, sino de estar y permanecer en él. Pero lo uno
teoría normativa, la teología moral es una ciencia práctica. Por eso no excluye lo otro» 4 . Se trata de deducir de la forma de existencia
no puede contentarse con postulados generales, sino que debe indi- de Jesús cuál es la última realidad que determina la vida humana
car concretamente qué normas y figuras de orden se derivan del y cómo se comporta uno con respecto a ella. Jesús llama «Abba,
mensaje cristiano y en qué relación se hallan con la razón moral. Padre» a esta realidad última que lo determina. De esta unión per-
Esta relación entre la fe cristiana y la vida práctica constituye hoy sonal confiada extrae su vida. Tal opción radical por Dios en el
el núcleo de la pregunta por lo específico de una ética cristiana Espíritu de Cristo, que se ha de vivir con fe, esperanza y amor,
o por lo específicamente cristiano, pregunta que en el fondo es tan constituye el núcleo del ethos cristiano. En la medida en que se
antigua como la historia de la misión cristiana. Si se quiere resolver funda en una referencia refleja al mensaje y la actuación de Cristo
prácticamente este problema hay que evitar dos extremos, de acuer- puede verse en ella una actitud exclusivamente cristiana.
do con la advertencia de Spaemann citada al principio.
Sólo sobre el trasfondo de esta convicción compartida por todos
Por un lado, la fe cristiana no debe resolverse en ética. Donde
los moralistas surgen las cuestiones controvertidas en la discusión.
la religión se define por su función ética, pierde su función como
Porque ahora hay que evitar el segundo extremo, y esto significa
religión. No puede ser sal de la tierra ni levadura del mundo. Esta
que tampoco debemos reducir a las condiciones de secta el mensaje
aserción es de importancia fundamental, y conviene tenerla siem-
cristiano al mundo. El cristianismo pretende ser más bien un men-
pre presente. Pero no es lícito achacar en general a los trabajos
3
de la llamada teología política o de la teología de la liberación M. Seckler, Kommt der christliche Glaube ohne Gott aus?, en H. H.
el olvido de tal dato. Tampoco se puede hacer este reproche a los Schulz (ed.), Wer ist das eigentlicb Gott? (Munich 1969) 189s.
4
Ib'td., 190.
254 F. Bóckle
Fe y conducta 255
saje universal para todos los hombres. Y en tal universalidad del
mensaje se centra el verdadero interés de la llamada discusión sobre por una persona competente que posea tal conocimiento. En cambio,
lo característico del cristianismo, es decir, de la pregunta por lo si un contenido objetivo no fuera en modo alguno positivamente
específicamente cristiano en la moral cristiana. Cuando se pregunta inteligible o si alguien no supiera en absoluto qué debe hacer ob-
en este contexto si hay preceptos o prohibiciones sobre el compor- jetivamente, no podría asumir ninguna responsabilidad al respecto.
tamiento interhumano que sólo sean cognoscibles y obligatorios para Su decisión moral se reduciría a un mero acto de obediencia formal.
los cristianos en razón de su fe, tal pregunta es sin duda legítima, El acto realizado bajo tal obediencia gozaría sin duda de una res-
pero tiene un carácter más bien académico y desvía del verdadero ponsabilidad moral indirecta basada en el acto de obediencia, pero
objetivo de la discusión. No nos interesa tanto saber si las normas formalmente no podría ser considerado como acto moral específico.
fijadas por el cristianismo para la convivencia humana son originaria Un acto moral tiene que ser, por principio, comprensible e inteli-
o exclusivamente cristianas; nos interesa ante todo y sobre todo gible como tal. En consecuencia, también las normas que regulan
su comunicabilidad. Desearíamos saber si al menos es posible ha- nuestro comportamiento responsable con el hombre y con el mundo
cerlas comprensibles para todo el que esté dispuesto a reflexionar han de ser, por principio, accesibles al conocimiento racional hu-
con nosotros. Y creemos que de hecho debería ser posible hacer mano. Esto no excluye que ciertos valores que determinan una
accesibles a todos los hombres las consecuencias que para el com- norma reciban de la fe revelada una motivación y una garantía
portamiento interhumano se derivan de nuestra fe en Dios y en el especiales. Pero el valor que determina en concreto la acción debe
poder de su amor liberador. Por eso, tampoco es decisivo determinar ser claramente inteligible para la razón humana.
cuáles y cuántas son las verdades éticas que el cristianismo ha reci- Con esta constatación de principio no se niega el influjo de la fe
bido de la historia del pensamiento humano: lo decisivo es mostrar cristiana en el obrar humano. Sólo se trata de ver correctamente
que Dios pronunció en su Cristo el «sí» pleno al hombre. Robert las conexiones. La fe en el comportamiento y en la palabra de
Spaemann escribe en el artículo citado al principio: «De ahí que Jesús condujo en la Iglesia primitiva a una actitud básica y a un
el cristianismo no tenga los mismos problemas de adaptación que comportamiento de los particulares y de las comunidades, de forma
otras religiones con respecto al universalismo moderno de la civi- que se puede hablar con razón de un ethos comunitario cristiano.
lización técnica. Puede descubrir aquí espíritu de su espíritu, ... el Pero esto no significa en modo alguno que deba entenderse como
precepto del amor al prójimo no está (ligado) a ninguna forma deter- exclusivista y con carácter de secta. Precisamente este ethos de fe es,
minada de la autoconfiguración del hombre... El cristianismo, por por su orientación antropológica, profundamente humano y comu-
el contrario, parece borrar diferencias, como borró en sus comienzos nicable. Vamos a puntualizar en cuatro tesis el significado y al-
las existentes entre judíos y paganos. Su única intolerancia parece cance de tal aserto.
dirigirse contra la intolerancia. La única exigencia del cristianismo
debería consistir —desde este punto de vista— en eliminar los 1. LA FE EN DIOS FUNDAMENTA LA
residuos que dificultan el establecimiento de un orden de consenso VERDADERA AUTONOMÍA MORAL DEL HOMBRE
universal»5. Por este orden universal se interesan los moralistas
en su discusión sobre lo propio de la ética cristiana. Ahora bien, El amor por la autonomía caracteriza como casi ningún otro
la comunicación y la formación de un consenso sólo son posibles el pensamiento de los tiempos modernos. El término no es nuevo.
bajo el presupuesto de la inteligibilidad de lo que se exige en el En su origen griego designa desde mediados del siglo v a. C. la
plano ético. Obrar moralmente significa obrar responsablemente. meta de las ciudades-Estado: el poder resolver sus asuntos internos
Y esto exige obrar con conocimiento de causa. Al postular tal cono- independientemente de otra potencia. En la era de las guerras reli-
cimiento de causa no queremos decir que el agente tenga que co- giosas adquirió un nuevo significado: la exigencia del derecho de
nocer siempre las razones objetivas de una acción determinada para autodeterminación en el plano religioso y confesional. Kant incor-
poder obrar con responsabilidad. Puede bastar con que se deje guiar pora el término a la filosofía y, así, lo eleva sobre el campo de la
autodeterminación institucional al plano de un derecho humano
5
fundamental. Autonomía significa ahora la posibilidad y la tarea
Loe. cit., 286. del hombre, en cuanto ser racional, de disponer de sí mismo y de
256 F. Bóckle Fe y conducta 257
estar de acuerdo con una ley que se ha dado él mismo. El máximo en la creación nos obliga más bien a ver en la autodeterminación
común denominador de esta moderna exigencia de autonomía moral la tarea ética fundamental del hombre. Indudablemente el
es el rechazo de cualquier clase de determinación impuesta por hombre no es libre cuando se deja determinar por la arbitrariedad
otro: de la heteronomía. Se dan respuestas diferentes e incluso o el capricho; debe guiarse por leyes y normas racionales. Pero
contradictorias a la pregunta sobre la raíz de la heteronomía. ¿Es tampoco sería libre si estas normas le fueran impuestas desde fuera.
la multiplicidad de los objetos del deseo, que influyen en el hombre Se las debe fijar él mismo; pero no por capricho, sino desde la li-
y ponen en peligro la autonomía de su pura voluntad racional? bertad. Y su libertad se le revela como una tarea. Pero la libertad
¿Se cifra, pues, la heteronomía en la dependencia, en el estar de- sólo puede hacerlo cuando está en manos del hombre y cuando el
terminado por las necesidades naturales y por la sociedad? ¿O cabe hombre está en sus propias manos. El deber moral no surge de un
pensar que la huida a la subjetividad y a la abstracción conduce conglomerado de necesidad y azar. La ley moral, en tanto que crea-
a la autoalienación social del hombre? Por tanto, ¿no se debe bus- ción de la razón, está fundada en definitiva en el peculiar modo de la
car precisamente en las necesidades humanas y sociales el punto razón humana, es decir, finita, que se ve situada ante la tarea de
de partida para la liberación de toda heteronomía? En consecuencia, realizar la libertad en este mundo. Si la filosofía remite a la ley
¿consigue el hombre su libertad, concebida como autodeterminación como a hecho de la razón y cree no poder decir más a este respecto,
libre, mediante la trascendencia de las necesidades o mediante su hay que respetarlo. Pero cabe preguntar si esta base basta para
pleno desarrollo y satisfacción? Tales son las cuestiones contro- demostrar la norma moral fundamental de manera que resulte
vertidas que plantea la reivindicación de autonomía. Pero, sea convincente para cualquier hombre en el plano intersubjetivo. La
cual fuere la solución que se les dé, todos los exponentes coinciden autorreconstrucción de la razón, ¿no hace necesaria la hipótesis de
en una cosa: la autonomía significa una moralidad que se funda un absoluto que constituya el fundamento de su condición de estar
exclusivamente en el hombre y que sólo ha de entenderse a partir siempre requerida y que pueda fundamentar de forma convincente
de él. De ahí que sea problemático acaparar para la ética teológica la aceptación de la norma moral fundamental? ¿Constituye real-
el término autonomía y calificar como «autonomística» una auto- mente un «residuo de dogmatismo metafísico» el hecho de que
nomía puramente humanista. Para una ética teológica es algo obvio Fichte, en su intento de llevar a cabo una autorreconstrucción de
ver el último fundamento de la obligación moral del hombre en la razón sobre la base de la actividad del yo, llegue al yo absoluto
una radical reivindicación del hombre por Dios. Pero todo depende de Dios que, en tanto que Absoluto, es dador de sentido y al mismo
de la forma en que se entienda esta reivindicación divina. Y sólo tiempo fundamento oculto del yo humano? No es tarea nuestra dar
se la entiende debidamente cuando se la considera como el hori- una respuesta filosófica a esta pregunta. Sólo podemos intentar
zonte universal y el último fundamento de la libertad humana. La explicar que nuestra fe en Dios no exime de la obligación de rea-
autonomía del hombre y su dependencia de Dios no se excluyen lizar nuestra libertad en este mundo, sino que fundamenta la con-
mutuamente. Al contrario, el dualismo de autonomía y heteronomía dición de la criatura racional y libre de estar en sus propias manos.
sólo se supera verdaderamente cuando la heteronomía garantiza No necesitamos a Dios para dar permisos o imponer prohibiciones;
la propia autonomía: en una autonomía teónoma del hombre. pero estamos convencidos de que sólo el reconocimiento de la
Ahora bien, sería poco honrado no admitir que muchas formas creación y la conciencia de nuestra condición de criaturas fundamen-
de fundamentar y transmitir la doctrina moral de la Iglesia son ta nuestro deber de ejercitar racionalmente nuestra libertad. Teme-
difíciles de conciliar con la tesis de la autonomía. El tipo principal mos que sin esto —en definitiva, sin Dios—, todo sería lo mismo
de la predicación es el de una moral heterónoma de mandamientos. y resultaría indiferente ante la voluntad autónoma. Por cierto, la
Las leyes o prohibiciones comunicadas por medio de la naturaleza misma autonomía estaría amenazada desde dentro.
o de la revelación bíblica se presentan como expresión perenne-
La teología contempla al hombre como criatura; a la luz de la fe
mente válida e intangible de la volutad divina. Son normas del de-
bíblica en la creación, sólo puede comprenderlo desde su singular
recho divino garantizadas por Dios mismo. Pero en contra de esto
relación Dios-hombre. Como persona creada, el hombre está reque-
hay que mostrar que tal enfoque no es el único posible y que ni
rido por Dios en el centro de su ser mismo personal. Interpretada
siquiera responde al tipo clásico de teología moral católica. La fe
de acuerdo con la fe, la ley moral en tanto que hecho de la ra-
17
258 F. Bockle

zón no es otra cosa que la dependencia de un hombre personal-


mente libre que, por su misma libertad, está llamado de forma ra- 2. LA FE AHONDA Y GARANTIZA LA PERCEPCIÓN
dical a disponer de sí mismo. La existencia bajo la llamada del DE VALORES IMPORTANTES PARA EL COMPORTAMIENTO
«deber» se presenta en el plano teológico como la condición nece-
saria del hombre que no se debe a sí mismo, sino que se sabe cons- Esta tesis y la siguiente presuponen una distinción metodoló-
tituido como criatura. Es posible que, para él, el origen sólo esté gica importante entre percepción de valores y juicios morales. Sólo
presente de forma anónima, como «deber» o como dictamen de la se puede juzgar moralmente una acción humana. Sólo un acto hu-
conciencia. Sólo en la medida en que el hombre se ajusta a esta mano puede ser considerado moralmente bueno o malo, éticamente
exigencia fundamental adquiere su independencia como ser moral. recto o desviado. Así, cabe preguntar si fue éticamente recto que
La aceptación del carácter de criatura fundamenta así la autonomía los israelíes recurrieran a una mentira para conseguir aterrizar en
que corresponde al hombre. La reflexión teológica recoge en su in- el aeropuerto de Entebbe. ¿Era moralmente lícito mentir en este
terpretación del hombre como criatura la idea filosófica de su fini- caso? Para responder a tal pregunta es preciso sopesar ciertos bie-
tud. Confirma positivamente la tesis antropológica de que el hom- nes. A esto nos referimos cuando decimos que el querer y el obrar
bre no debe absolutizarse ni como individuo ni como colectividad. presuponen siempre determinados bienes y valores. Pero tales bie-
Tiene que realizar el ejercicio de su libertad en el marco de esta nes y valores no proporcionan por sí mismos reglas concretas de
experiencia de la contingencia. acción. Calificamos de bienes, por ejemplo, la libertad, la vida, la
integridad física, pero también el matrimonio, la familia, la comu-
Lo que estamos diciendo no es un invento modernista del si-
nidad, la propiedad o los fines ligados a la sexualidad. En la filo-
glo xx, sino que coincide con el genial punto de partida de que
sofía del derecho se habla de bienes jurídicos reconocidos. Se trata
arranca la doctrina de la ley moral de Tomás de Aquíno. Se trata
de datos de experiencia previos a un ordenamiento racional de la
de la relación entre la soberanía divina y la autonomía humana,
convivencia humana. Exigen que se les tenga en cuenta y, en este
entre la «causa primera» y la «causa segunda», relación que no
aspecto, son vinculantes.
presupone que los efectos creados sean producidos en parte por
Dios y en parte por la criatura: los abarca por completo Dios y, en Se dan además conceptos axiológicos que constituyen una es-
su esfera, los produce por completo la criatura. Por la razón, el pecie de estereotipos con respecto a un acto realizador de valores.
hombre está destinado a guiarse en el mundo medíante el pensa- Así, el valor de la fidelidad es expresión de la disposición para
miento y la acción. De ahí que la fundamentación y desarrollo de mantener una promesa. En este caso se trata de un valor referido
la ley moral forme parte de su encargo primigenio. Lo cual no sig- a la acción; por tanto, de un valor moral, que es para la convivencia
nifica, evidentemente, que cada uno deba darse su propia ley. «Hom- humana no sólo obligatorio, sino también irrenunciable. Pero tam-
bre» equivale aquí a «humanidad». En el seno de la humanidad poco tales valores fundamentales implican aún un juicio moral
y en un proceso histórico-cultural se formaron y aplicaron a situa- concreto ni una norma de acción de tipo concreto. Antes hay que
ciones concretas normas fundamentales. Tal tarea nunca se halla examinar y juzgar cuándo, por ejemplo, se puede faltar a una pro-
acabada; forma parte de la misión perenne del hombre. El hecho mesa sin violar la fidelidad. Tal es el problema central de la actual
de que, al realizar tal tarea, el hombre no pueda prescindir de sus discusión sobre los valores fundamentales. Una teoría normativa
propios presupuestos naturales —por ejemplo, de los datos de la tiene que ocuparse, con prioridad lógica, del conocimiento y deter-
evolución natural— y tenga que tomar en consideración los valores minación de los bienes y valores preexistentes a la acción. No puede
humanos fundamentales comunes, no suprime el carácter autónomo hacerlo por sí sola. Las diferentes ciencias humanas le ofrecen para
de la misión. Obviamente, no hay que olvidar que, a lo largo de la ello una ayuda decisiva. El quehacer tampoco comienza a partir
historia de la cultura, la fe religiosa constituyó siempre un factor de cero. El desarrollo y la fundamentación de una intuición moral
importante en orden al reconocimiento de valores humanos relevan- relevante se producen en un largo proceso histórico-cultural, en el
tes. De esto trata la segunda tesis. que concurren los más diversos factores de la experiencia, la vivencia
y el conocimiento.
La importancia de estos factores para la fundamentación de las
percepciones de valores se estudia hoy desde diversos campos. Los
260 F. Bockle Fe y conducta 261
primeros presupuestos básicos se hallan ya en la historia natural del de destacar el alcance humano general de los conocimientos prove-
hombre. Los descubrimientos de la evolución apuntan hacia una nientes de la inteligencia teológica. Así, nuestra fe en que Dios ama
conexión histórica entre la especie humana y los restantes organis- a todos los hombres y los llama a la salvación en Cristo da mayor
mos. En la medida en que pueden descubrir en el hombre bases profundidad a nuestra visión de la dignidad del hombre. De la con-
estructurales análogas (por ejemplo, en la competencia y en la ten- ciencia de que todos están llamados se deduce que todo hombre
dencia a la hostilidad en las relaciones mutuas), tales bases no cons- tiene un valor personal propio independientemente de su pertenencia
tituyen una norma moral; pero cabe hablar de una disposición. a cualquier sistema social imaginable. Ningún sistema social le puede
El hombre, con su cerebro sumamente diferenciado, tiene enormes negar tal valor. Esta idea es inteligible en el plano humano y, al
posibilidades de configurar su comportamiento instintivo de acuer- menos hoy, no es exclusiva de cristianos. Pero no parece imponerse
do con sus ideas. Sin embargo, no puede manejar a su gusto su dis con evidencia irrecusable, como ponen de manifiesto los problemas
posición natural, la cual constituye una especie de guía estructural. relativos al principio y final de la vida humana. Para una ética cris-
Pero también tiene importancia decisiva la experiencia humana. tiana es irrenunciable. La lucha por su reconocimiento doctrinal
Todos acostumbran a apelar a la experiencia propia cuando se trata debe constituir un principio político, es decir, ni por razones de
de sus decisiones morales. La reflexión ética exige un examen crí- oportunidad ni por respeto democrático a la opinión mayoritaria
tico de esta fuente de conocimientos morales relevantes. Es evidente pueden renunciar los cristianos a dar testimonio en favor de la
que sólo la convicción vivida, no la mera actuación fáctica, puede común dignidad humana y del derecho a la vida incluso de los
resultar importante para una teoría normativa. No bastan la dura- subnormales y los no nacidos. El contenido de verdad de lo irre-
ción y la difusión. Los valores no pueden garantizarse mediante nunciable para los cristianos puede conocerse también filosóficamen-
decisiones mayoritarias, sino que la convicción vivida debe confron- te, aunque quizá no con la misma certeza. Por otra parte, entre
tarse racionalmente con los conocimientos provenientes de dife- cristianos no es posible una moral que no tenga en cuenta estas
rentes campos de experiencia. Será necesario describir diversas ex- percepciones de valores. Lo cual no la convierte, sin embargo, en
periencias en modelos pertinentes para poder ponerlas en mutua una moral exclusivista y propia de una secta; más bien debería
relación crítica. representar el fermento de una humanización general. Pero esto
Sobre todo es preciso confrontar críticamente las interpretacio- exige reconocer también los límites que nos señala nuestra propia fe.
nes del sentido que divergen entre sí. Los puntos de vista que su- Con ello llegamos a la tercera tesis.
peran la prueba de la confrontación crítica han de ser tenidos en
cuenta y, á ser posible, integrados en los conocimientos existentes
y en las nuevas prioridades (por ejemplo, integrar en la interpreta- 3. LA FE PROHIBE ABSO LOTIZAR
ción actual del sentido de la sexualidad los valores significativos LOS BIENES CREADOS Y LOS VALORES IDEALES
experimentados de otra forma o por primera vez). Metódicamente El teólogo, que está convencido de que sólo Dios responde ade-
se trata de armonizar convenientemente el estudio de las circunstan- cuadamente a la idea del bien absoluto, sabe que dentro del mundo
cias objetivas y el del sentido: hay que comprobar las circunstancias sólo encuentra el bien en el reflejo y destello de bienes particula-
objetivas y examinarlas para descubrir los valores significativos que res. De ahí que el acto humano moral signifique por principio
encierran. Para ello disponemos del método hermenéutico, cuya una búsqueda del bien entre los bienes. El hombre tiene que escoger
fuerza persuasiva depende de que se respeten sus presupuestos y se siempre entre bienes. La percepción de los valores presentes en
proceda con honradez en el análisis de los materiales de la inter- nuestro acto constituye la base más importante para el juicio moral
pretación. Finalmente, la razón crítica establece las prioridades sobre la acción. La convicción de que un valor determinado está im-
sobre el trasfondo del saber experimental. Pero esto no se logra sin puesto obligatoriamente puede transformarse con facilidad en un
una determinada idea del hombre y sin un horizonte de compren- juicio moral. Porque «estar impuesto obligatoriamente» significa
sión. En este punto, la inteligencia de la fe desempeña un papel ya en principio «que debe respetarse en la acción y el comporta-
importante en el proceso de fundamentación. Ahora bien, en el caso miento». Si el hombre tiene una dignidad basada en su mismo ser
de una teoría ética fundada en la fe cristiana se trata principalmente humano, tal dignidad debe ser respetada. Si la vida y la integridad
262 F. Bóckle
Fe y conducta 263
física son un alto valor, merecen respeto. Proposiciones apodícticas
tancia imaginable podrían justificar tales actos. No pocos moralistas
como las del Decálogo expresan esto. Tienen la misma función que
niegan hoy que el enjuiciamiento de un acto humano pueda tener
el catálogo de derechos fundamentales de nuestra Constitución.
esa validez absoluta para todos los casos y sean cuales fueren las
Contienen una doctrina áxiológica. Honrarás a tu padre y a tu ma-
consecuencias. Con ello no se niega que la calidad moral objetiva
dre. No matarás. No cometerás adulterio. Esta repetición sistemática de una acción dependa del bien que se ha de realizar. Se mantiene
y ritualizada de imperativos importantes tenía la finalidad de re- el principio de que el acto moral viene determinado por su objeto,
cordar a Israel los valores fundamentales de la convivencia. Su por su fin; pero se cree que un bien condicionado y contingente
sentido podría expresarse de este modo: «Israel, recuerda que los no puede determinar absolutamente la acción. Sin duda, el hombre
padres merecen respeto». «La vida es sagrada». «La propiedad me- es solicitado de forma absoluta por el valor absoluto de lo moral;
rece protección». En esta forma generalísima, las proposiciones pue- pero, como ser contingente en un mundo contingente, sólo puede
den reducirse a juicios analíticos. No matarás significa de hecho: realizar el bien que lo solicita absolutamente en bienes que, por ser
matar injustamente es injusto. Como es lógico, tales juicios ana- bienes o valores contingentes, son valores relativos y, por tanto,
líticos son válidos siempre y sin excepción. Pero, en cuanto pre- nunca se presentan a priori como el mayor bien, que ni siquiera
guntamos cómo debe respetarse en concreto la dignidad humana podría entrar en conflicto con un bien superior.
o qué significa matar injustamente, los juicios pasan a ser sintéticos Por consiguiente, con respecto a los valores sólo cabe pregun-
y, por tanto, condicionados. Por ejemplo, ¿es inmoral la pena de tarse en cada caso por el valor que merece mayor preferencia; lo
muerte? La tradición declara lícita la pena de muerte cuando la cual significa que toda decisión categorial concreta debe basarse
ejecución del delincuente constituye el único medio proporcionado en definitiva —para no absolutizar erróneamente algo contingente—
para proteger el orden jurídico. Lo cual pone de manifiesto que ni en una elección preferencial. Con ello ni se pone en duda la rele-
siquiera la prohibición de matar tiene en definitiva una validez ab- vancia de valores obligatorios ni se niega la existencia de normas
soluta, es decir, sin condiciones ni excepciones. Más aún: es pre- generalmente vinculantes. Porque regular de forma generalmente
ciso formular el principio de que las normas morales sólo pueden vinculante no significa de suyo regular para todos los tiempos de la
ser de una validez absoluta y sin excepción cuando ordenan realizar misma manera (universalmente) ni regular de modo que un compor-
un bien que evidentemente nunca puede entrar en conflicto con tamiento determinado tenga que considerarse prescrito o prohibido
otro más importante y, por tanto, preferible. Difícilmente se puede independientemente de cualquier condición posible y, por tanto, sin
refutar la lógica de esta tesis; y se comprende con facilidad que no excepción (absolutamente). Por ejemplo, si hasta hace poco se tenía
es posible encontrar un bien semejante entre los bienes contingen- la convicción de que era imposible salvaguardar el orden jurídico
tes. De ahí que todas las normas éticas relativas al comportamiento si los delincuentes no tenían que contar con la eventualidad de la
interhumano se basen en definitiva en un juicio de preferencias. pena de muerte, era correcto el juicio generalizador: la pena de
Así, pues, en realidad —aunque no siempre en su formulación muerte es (en general) lícita. Hoy podría resultar difícil demostrar
lingüística— son siempre imperativos hipotéticos. Prescriben o pro- que la ejecución de delincuentes representa el único medio propor-
hiben una acción no por sí misma, sino porque —de acuerdo con cionado para salvar al Estado de derecho. Consiguientemente se
una valoración racional de todos los bienes—, en las circunstancias debe formular generalizando: la pena de muerte no es (en general)
previsibles de forma general, realiza el valor preferible. lícita. Ambos juicios, aparentemente contradictorios, son rectos en
Con estas aserciones hemos llegado al núcleo de la discusión las condiciones presupuestas en cada caso. Expresan una norma
sobre la fijación de las normas en la teología moral católica de la moral válida «ut in pluribus». Analizada más de cerca, la «validez
actualidad. La moral tradicional sostiene que determinados juicios general» de las normas morales significa que las normas son «válidas
morales tienen una validez absoluta. Así se enseña —como es sa- en general», es decir, en la medida en que expresan lo general y
bido— que nunca puede ser lícito mentir, ni siquiera para salvar tienen en cuenta, de forma global y acertada, las condiciones nece-
la vida de uno que es perseguido injustamente. El falso testimonio sarias. Las normas de esta clase no son meros consejos bien inten-
o un acto sexual contrario al fin de la procreación serían en sí mis- cionados que permiten hacer lo que se quiera. Expresan valores
mos absolutamente reprochables. Ningún motivo ni ninguna circuns- vinculantes, de los que no puede prescindir nadie que desee actuar
264 F. Bóckle Fe y conducta 265

con responsabilidad moral. Ayudan al individuo en la fatigosa bús- de manifiesto con sus antítesis que semejante regulación de la ven-
queda de la acción moralmente recta, pero no lo dispensan de exa- ganza permite frenar la escalada, pero nunca superar el mal. El
minar si (y hasta qué punto) las prescripciones generales tienen derecho penal amansa y domestica el mal, pero difícilmente con-
aplicación en su caso concreto. Si no toma en consideración todos tribuye a superarlo. Por eso declara Jesús a sus discípulos: si por
los valores y circunstancias pertinentes no podrá descubrir cómo la fe en el incipiente reino de Dios queréis ayudar no sólo a poner
debe comportarse para realizar la mejor acción desde el punto de límites al mal, sino a superarlo gradualmente, debéis estar dispues-
vista ético. tos a ofrecer la mejilla izquierda cuando os golpeen en la derecha.
De este modo, no sólo interpretaréis el mundo, sino que lo trans-
4. LA FE CRISTIANA EXIGE formaréis mediante vuestra acción nacida de la fe. De la misma ma-
UN APARTAMIENTO RADICAL DEL MAL
nera debéis renunciar a un sistema religioso de seguridad como el
La pregunta por el origen, raíces e implicaciones del mal en el representado por el juramento. No debéis abusar de Dios tomán-
mundo inquieta constantemente al hombre. Los libros que se ocu- dolo como sistema de seguridad contra vuestra propensión a la
pan de esta cuestión, desde los que estudian el llamado mal, pasan- mentira. La conciencia de que sois hermanos de todos los hombres
do por los que analizan los males sociales hasta los que consideran debería bastar para que os trataseis con plena seguridad: un sí es
el llamado bien o la anatomía de la agresividad humana, tienen un sí; un no es un no. Lo mismo se aplica a las discordias y des-
una gran aceptación. Suscitan un interés extraordinario. Se cree avenencias dentro del matrimonio. Lo que realmente ayuda a los
incluso que el análisis de la agresión interhumana puede propor- afectados no es una adecuación de la praxis divorcista ni aumen-
cionar un punto de partida decisivo para la explicación del mal. tar o restringir las posibilidades de divorcio, sino sólo un cambio
De todos modos, quien juzgue las cosas con serenidad descubrirá de actitud interna, una transformación cualitativa en el pensamiento
también muchos aspectos positivos. La generación joven es muy y la voluntad de los hombres. No por ello condena Jesús radical-
sensible a las cuestiones de la justicia. Encontramos muchos deseos mente una regulación jurídica de los conflictos ni el intento de re-
de ayuda desinteresada y numerosos casos de compromiso gozoso. formar el derecho. Pero no es ésta la dimensión a que apunta pri-
Es innegable que crece la sensibilidad para la solidaridad y la corres- mariamente en su mensaje. Ataca la raíz del mal, que en defini-
ponsabilidad en la solución de los difíciles problemas del medio tiva tiene su origen en el pensamiento y la voluntad del hombre.
ambiente y la política social. Puede decirse que, en conjunto, el «Su radicalismo afecta al hombre en cuanto tal, que debe enten-
bien y el mal se contrapesan. En otros términos: vivimos de un derse de forma nueva ante Dios y entre sus semejantes». Las an-
equilibrio de fuerzas. títesis del Sermón de la Montaña señalan y acentúan valores que
Podemos suponer que la situación no era muy diferente en reclaman una atención especial de quienes se han decidido por la
tiempos de Jesús. Está estrechamente vinculada a la existencia his- soberanía y el reino de Dios. Un ethos específicamente cristiano
tórica del hombre. Es preciso tenerla en cuenta para interpretar debería expresar estas estructuras antitéticas en su sistema de nor-
correctamente las profecías y exigencias de Jesús en el Sermón de la mas. Así podría mostrar que su dimensión de progreso va más ade-
Montaña. En las llamadas «antítesis», tal como nos han sido trans- lante. Un progreso lineal de la moralidad es posible mediante una
mitidas por Mateo, Jesús aborda expresamente el problema de la radicalidad que inicialmente no puede probarse con exactitud. Aquí
superación del mal. El mal tiene evidentemente un dinamismo in- aparece un elemento que permite al creyente trascenderse a sí mis-
terno hacia la escalada. Quien es golpeado, vuelve a golpear, y no mo —sin dejar de pisar el suelo de la realidad— con un valor que
siempre en la misma medida. Cuando los terroristas destruyen un ya no se puede analizar racionalmente.
pueblo, la represalia lleva a destruir dos. Cuando se coge a un
rehén, se replica tomando a dos. La ley veterotestamentaria trató [Traducción: E. LATOR, revisada por la Editorial]
de poner límites a esta escalada de la venganza, prohibiendo las
extralimitaciones. Ordenaba estrictamente: ojo por ojo, siervo por
siervo o, como se podría decir hoy, rehén por rehén, etc., y se
prohibía pasar de ahí en la represalia. En cambio, Jesús quiere poner
Iglesia y vida personal 267
DAVID B. BURRELL
IGLESIA Y VIDA PERSONAL lidad; las palabras encarnan una tradición a la vez que proclaman
una revelación.
Lo esencial es entonces proclamar que estoy dispuesto a res-
La Iglesia que nosotros conocemos, a cuyos avances queremos ponder a su invitación, del mismo modo que el pueblo respondió a
contribuir con nuestras discusiones, actúa como un contexto que la ley que Dios le otorgó por medio de Moisés. La invitación viene
configura nuestras vidas. La lingüística nos enseña el alcance que del Señor, y la respuesta la doy yo; pero el lenguaje en que se for-
puede tener esta metáfora del «contexto»; por ello enfocaremos mulan la invitación y la respuesta pertenece a una comunidad, a la
aquí la Iglesia como una comunidad de discurso. Especificando un Iglesia. Yo respondo a la invitación proclamando mi fe en unas
poco más, si nos fijamos atentamente en la Iglesia tal como nos- expresiones que encarnan una tradición, pero mi respuesta va di-
otros la conocemos, hallaremos que nos muestra un conjunto de rigida al Santo, no a un representante de la Iglesia, porque se me
expresiones y acciones simbólicas que nos ponen a prueba al decir- invita a participar en una proclamación de la fe, no se me convoca
nos lo que ha de ser un ser humano y cómo ha de irse haciendo. a un juicio inquisitorial.
Aprendemos a utilizar esas expresiones cuando participamos en las Si recordamos que la situación en que normalmente proclama-
actividades, y al permitir que esas expresiones nos orienten, damos mos nuestra fe es el culto, estaremos en condiciones de salvaguar-
pie a que vayan configurando nuestras vidas. dar eficazmente el carácter analógico de las expresiones empleadas.
Las expresiones y también las acciones que nos muestran la Al mismo tiempo veremos con mayor agudeza la forma en que esas
forma en que hemos de servirnos de las primeras son necesaria- expresiones pueden seguir desempeñando un cometido en la tarea
mente simbólicas. El conjunto de asertos reunidos en una regla su- de configurar el devenir de la persona, hasta que ésta llegue a ser
maria de la fe y proclamados comunitariamente por los católicos lo que está llamada a ser. Me refiero a expresiones como «pecador»,
en el curso del culto cada semana puede ser utilizado como un credo «testigo», «discípulo».
porque recoge los symbola fidei. Esto significa que los asertos que La otra forma en que el lenguaje de los credos adquiere una
contiene están redactados en un lenguaje apto para expresar lo ine- capacidad orientadora consiste en ei hecho de que nos remite a
fable, las relaciones entre lo divino y lo humano y, por ello mismo, unos relatos bíblicos cuyas diferentes expresiones intentan con-
los parámetros de la existencia humana. densar. Conocemos al Dios de Abrahán, Isaac y Jacob a través de
Para expresar lo que por principio sabemos que es inefable te- los relatos de sus intervenciones en la vida de estos personajes y
nemos que servirnos de unas expresiones ordinarias, pero utilizán- sus descendientes, de su pueblo en suma. Creemos que ese Dios se
dolas analógicamente. Esto significa sencillamente que nos vemos manifiesta en Jesús a través de los relatos sobre la vida de este
obligados a recurrir a un conjunto de expresiones cuyo uso habitual hombre, sobre su muerte y resurrección. La revelación divina asu-
demuestra ya que trascienden su aplicación corriente (nociones nor- me una forma predominantemente narrativa.
mativas en general) o a llevar los términos descriptivos a un alto Parece que lo esencial está aquí claro: se nos presentan los re-
nivel metafórico. En cualquier caso hemos de aprender a servirnos latos de esas vidas como modelos para entender y modelar nuestra
de unas expresiones tan volátiles, a dominar las metáforas y a apli- propia vida. El conocimiento que nos proporciona la revelación
car unas nociones áxiológicas. bíblica es de por sí comprometedor. Si nos olvidamos de la inten-
Los mismos credos nos enseñan cómo utilizar las expresiones ción a cuyo servicio está la forma narrativa y buscamos en la reve-
que contienen, inicialmente a través de las situaciones en que se lación bíblica un conocimiento de otro tipo, nos equivocaremos de
nos enseña a recitarlos y luego por la misma forma en que se nos plano. Y ello resultaría verdaderamente trágico, pues lo que aquí
presentan sus asertos, es decir, como resúmenes densos de los rela- está en juego es nada menos que la liberación de la muerte para
tos bíblicos. Normalmente se nos enseña a proclamar nuestra fe en pasar a la vida: «Para que creyendo tengáis vida en su nombre»
una situación sacramental, en la que nos dirigimos a aquel mismo (Jn 20,31).
al que estamos rindiendo culto, el Santo, ¡Bendito sea él! El con- Al presentar este lenguaje —expresiones y prácticas— ofrece
texto es comunitario, aun cuando cada voz conserve su individua- la Iglesia un contexto en que podemos personalizarnos, un contex-
to explícitamente relacional, ambientado en una respuesta comuni-
268 D. B. Burrell
Iglesia y vida personal 269
taria al Santo. De ahí su oposición al mito de la autonomía. Pero
en ese contexto no faltan las figuras prometeicas, dirigidas por uno darnos a realizar el tránsito a la condición adulta (como «segunda
cuyo nombre también es de carácter mítico: Lucifer. Comprender mitad de la vida») mostrándonos ese tránsito como un descubri-
la historia de Lucifer —más elaborada en la tradición subsiguiente miento progresivo, como una capacidad nueva para sentir lo que
que en las mismas Escrituras— equivale a conocer el uso de una entrañan esos términos clave entre los que se encuentra la palabra
expresión clave en los repertorios de la Iglesia: «pecador». «pecador». De este modo podremos entender cómo puede una co-
Los evangelios nos invitan a emprender nuestro viaje hacia el munidad ayudarnos a llevar la carga de la personalización. Las Con-
reino asumiendo el nombre de «pecador». En el umbral de cada fesiones de Agustín y la Divina Comedia de Dante nos ofrecen sen-
celebración eucarística se nos da la oportunidad de reconocernos dos relatos del viaje de un hombre, configurado el segundo por la
pecadores. Aquí podríamos empezar —en el hecho público y per- presencia de una mujer, Beatriz, cuyo amor tanto como la guía de
sonal de que tú y yo somos pecadores— a especificar uno de los Virgilio animó el caminar de Dante. En ambos casos se trata de
modos en que puede funcionar la Iglesia como un contexto en que un viaje a lo desconocido, pero a la vez de un viaje al hogar.
se hace posible nuestra humanización. Me fijaré sobre todo en el Aparte de la metáfora de un viaje y las imágenes concomitan-
tránsito a la condición adulta, mostrando cómo aborda este proble- tes, la comunidad que dio origen a estos clásicos nos ofrece un con-
ma la tradición católica. Tomaré como guía al poeta y teólogo car- junto de prácticas que nos enseñan a utilizar esa metáfora y esas
melita Juan de la Cruz (1542-1591), apoyándome al mismo tiempo imágenes. Aquellas prácticas se insertan en los ritmos de la liturgia,
en el conjunto de imágenes y metáforas básicas elaborado por las en el ciclo semanal del culto y en el esquema estacional de los
Escrituras y por dos clásicos cristianos: Agustín en sus Confesio- períodos penitenciales y las fiestas. Esos ritmos a su vez conectan
nes y Dante en su Divina Comedia. con nuestra vida diaria a través del ciclo de las prácticas que se
especifican en Mt 25: dar de comer al hambriento, acoger al pere-
EL TRANSITO A LA CONDICIÓN ADULTA grino, vestir al desnudo, cuidar a los enfermos y visitar a los presos.
(Es aleccionador comprobar cómo el cristianismo ético ha tratado
Ser capaz de volver la vista atrás sobre la propia vida y ver las de omitir siempre esto último).
huellas de una distorsión en todas las cosas, en cada esfuerzo, en Este modelo de la transición a la condición adulta como pere-
cada relación, en cada realización: eso significa ser pecador. Hace grinación contrasta vivamente con lo que William Bouwsma iden-
unos días cumplí cuarenta y cuatro años, y resulta que celebré el tifica como «hombría», la clásica descripción del «hombre comple-
acontecimiento, el hecho de ser un pecador. Sospecho que esta afir- to», reforzada con el ideal burgués del «éxito alcanzado»2. La
mación ha sido posible por la multiplicidad de ocasiones en que he útilísima distinción jungiana de la vida en dos mitades no servirá
tenido que sufrir en vez de actuar, padecer más que emprender algo. de mucho si no somos capaces de ir más allá del cuadro que nos
Pero también de esto me alegré. Para hablar de la condición adulta presenta el «hombre completo». Jung se refiere a la posibilidad
he 'decidido fijarme en ese sufrimiento que marca el tránsito a lo de un cambio de objetivos, de la referencia que una persona esta-
que llamaba Jung «la segunda mitad de la vida» '. Este sufrimiento blece entre sí misma y sus proyectos. De acuerdo con este esquema,
no va necesariamente unido a un dolor, a menos que se trate de la la primera parte de la vida se empleará en hacerse a sí mismo, en
dolorosa situación de no ser dueño de sí mismo. Pues aunque yo situarse, en llevar a cabo o en dirigir el proceso por el que uno
pudiera ser dueño de mi propia vida, no sería yo quien la domina- se va haciendo. La segunda parte, por el contrario, consistirá más
ra, sino mis demonios. A esto quedó reducido mi cuarenta y cuatro en descubrir la propia entidad y comprobar que somos algo más
cumpleaños —el espantajo de la autonomía—, al simple hecho de que nosotros mismos, en aceptar las consecuencias de las decisiones
valorar mi condición de pecador. Y a aprender cómo soy realmente. tomadas, en participar en el proceso de maduración.
Mi intención es demostrar cómo la tradición católica puede ayu- No resulta difícil comprender que esta división de la vida en
dos mitades es algo más que una generalización descriptiva. Por el
1
Sobre la «segunda mitad de la vida» cf., entre otros, C. G. Jung, Stages contrario, entraña además un esquema normativo. De hecho, se opo-
of Life, en Collected Works VIII (Nueva York 1960).
2
W. J. Bouwsma, Christian Adulthood: «Daedelus» 102 (1976) 77-92.
270 D. B. Burrell
Iglesia y vida personal 271
ne a la retórica habitual en nuestra sociedad, que apenas sabe nada
pero su aceptación por parte de Agustín fue mucho más allá de las
de los movimientos compensatorios, y por ello nos insiste una y otra
explicaciones fáusticas, en que no se llega a advertir que el proyecto
vez en que no dejemos de «intentarlo». Afirmo por mi parte que
de explicarlo todo, incluso el mal, supone un error de base. Como
las observaciones de Jung tienen valor normativo y que podemos
resultado de todo ello, Agustín llegó a advertir que, entre otras
identificar provechosamente la segunda mitad de la vida con la
cosas, la fuerza del cristianismo radica en el hecho de que no trata
condición adulta. El tránsito a esta condición, por consiguiente,
de presentarse como un esquema capaz de explicarlo todo.
se identifica con ese cambio de horizontes que señala el tránsito
de la primera a la segunda mitad de la vida. El poema de Dante se inicia con aquello de «En medio del ca-
mino de nuestra vida...», cuando el ataque frontal del peregrino
Se sigue de esta hipótesis que necesitamos un lenguaje capaz
a la montaña se ve cortado súbitamente por un leopardo, luego
de facilitarnos ese tránsito, un conjunto de imágenes que nos per-
por un feroz león y finalmente por un loba. Si el peregrino quiere
mita realizar el tránsito y al mismo tiempo superarlo. El lenguaje
llegar a su meta, no tendrá más remedio que tomar un camino más
que al efecto propongo consiste en un conjunto de imágenes enrai-
tortuoso. Ambos relatos nos recuerdan las palabras de Jesús a Pedro
zadas en Agustín y en Dante, un lenguaje que además ha sido ela-
en el epílogo del Evangelio de Juan: «De joven tú mismo te ponías
borado conforme a un afinadísimo conjunto de normas para su uti-
el cinturón para ir adonde querías, cuando seas viejo extenderás
lización por el maestro espiritual del siglo xvi, Juan de la Cruz.
los brazos y será otro el que te ponga un cinturón para llevarte
Propongo este lenguaje como especialmente adecuado para facilitar
donde no quieres» (Jn 21,18). El evangelista glosa este versículo
la transición de la primera a la segunda mitad de la vida, el paso
en tono sombrío: «Dijo esto aludiendo a la muerte con que iba
a la condición adulta. Hablando en general, se trata de un paso
a glorificar a Dios»; los comentaristas suelen hablar de «martirio»
del hacer al sufrir, que es posible efectuar, dicho en palabras del
a propósito de esta sentencia. Pero la descripción podría aplicarse
mismo Juan de la Cruz, mediante unos ejercicios de desasimiento.
muy bien a la paternidad o a otra especie de muerte. Identificar
Pero el resultado de esos ejercicios de desasimiento no es la humi-
el tránsito de la primera a la segunda mitad de la vida como una
llación, sino la liberación.
especie de muerte nos lleva al corazón de los escritos de Juan de
Sí acierto a explicarme, habré justificado el hecho de haber la Cruz.
calificado de normativas las observaciones de Jung. Preferiría no
Es importantísimo notar que el tránsito nunca es deliberado.
argumentar directamente a favor de las identificaciones que he pro-
No puede serlo realmente, ya que el impulso generado por la forja
puesto como punto de partida: la segunda mitad de la vida con la
de la propia vida resulta muy fuerte. Se produce únicamente cuando
condición adulta, y ambas como paso del hacer al sufrir. Más bien
ocurre el encuentro con las fieras, es decir, que el cambio de hori-
trato de demostrar que estas conexiones nos ofrecen una posibilidad
zontes depende menos de la convicción que del temor. Todo depen-
de utilizar ciertas nociones humanas como las de crecimiento y fi-
de en última instancia de nuestros temores. Es lo que Kierkegaard
delidad. Por otra parte, sin esas distinciones e identificaciones, las
pone en boca del Anti-Clímaco: «Lo que hace temblar al niño lo
nociones como la de fidelidad pesarían muy poco en la forma en que
mira el hombre como nada. El niño no sabe qué es lo verdadera-
un individuo puede concebir su propio desarrollo. Pero la incapa-
mente temible; el hombre lo sabe, y por ello tiembla» 3. Los niños
cidad para el uso del lenguaje de la fidelidad nos deja como aban-
temen a la oscuridad, pero los hombres saben qué es lo que deben
donados en un desierto. Ya lo explicó de manera penetrante Anthony
temer. Todos sabemos lo que esto significa y lo entenderemos
Burgess en Clockwork Orange. Trataré de caracterizar la transición
mejor si sabemos valorar la paradoja de la autonomía: si yo pudiera
con mayor detalle, empezando con Agustín y Dante, para luego
hacerme dueño de mi vida, no la dominaría yo, sino mis demonios.
demostrar cómo un lenguaje apto para expresar la vida interior pue-
Esta es la realidad inevitable que acecha al ideal del hombre com-
de resultar también adecuado para explicar su dinámica.
pleto, hasta el punto de que entenderlo significa tanto como situarse
La vida de Agustín dio un giro intelectual completo cuando en el umbral de la condición adulta y disponerse a dar el paso hacia
logró tomar conciencia de la fascinación que sobre él ejercía el la segunda mitad de la vida.
esquema explicativo maniqueo y cuando entendió que aquella fas-
cinación era excesiva. Aquello fue fruto de una desilusión fáustica, 1
S. Kierkegaard, Sickness unto Death (Princeton 1954) 145.
272 D. B. Burrell Iglesia y vida personal 273
Para seguir adelante hemos de recurrir ante todo al lenguaje «Como el que ama las ganancias que amasó
de Juan de la Cruz. Pues una vez que hemos identificado las po- y se acerca a la hora de abandonar su botín,
tencias extrañas que, por habérselo consentido nosotros, dominan distraído y estupefacto...
nuestros corazones, ya podemos empezar a entender hasta qué punto Así estaba yo frente a la fiera inquieta
nos hallamos atados. Es ahora cuando podremos adquirir el valor que paso a paso me acorralaba y hacía retroceder
necesario para ir descubriendo de qué modo nuestras racionaliza- hacia el lugar en que el sol se apaga» 7 .
ciones acumuladas se han ido incorporando al retrato complaciente
que nos habíamos trazado de nosotros mismos. El mismo proceso «A la mitad del camino de nuestra vida», las habilidades que con
de irme haciendo a mí mismo —de hecho, todas las estrategias aso- tanto cuidado habíamos cultivado para que nos facilitaran el éxito
ciadas con la primera mitad de mi vida— me ha ido llevando, en ya no indican el camino.
efecto, casi a un encadenamiento total. El hecho de reconocer que Después de formular su consejo básico: «Traiga un ordinario
me encuentro en un callejón sin salida me permite al menos aceptar apetito de imitar a Cristo en todas sus cosas, conformándose con su
—cuando no emprender ya— un programa de desasimiento. Como vida», Juan nos inculca que no busquemos satisfacción y alegría
dice Juan de la Cruz, «la servidumbre ninguna parte puede tener sino en el servicio y gloria de Dios. Este consejo se desarrolla luego
con la libertad; la cual no puede morar en el corazón sujeto a que- en las famosas máximas:
reres, porque éste es corazón de esclavo, sino en el libre, porque «Procure siempre inclinarse:
es corazón de hijo» 4 . Aquí encaja perfectamente el análisis de Ernest no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;
Becker sobre el carácter-armadura: las mismas tácticas que emplea- no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido;
mos para asegurarnos el éxito en la empresa de modelarnos a nos- no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto;
otros mismos contribuyen por ello mismo a mantenernos engañados
no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso;
acerca de nuestra verdadera situación. Porque esas tácticas nos dan
no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;
resultado en la misma medida en que logran mantener a raya los
no a lo más, sino a lo menos;
terrores que —bien lo sabemos— nos acechan, pero a los que no
permitimos que nos cierren el paso 5 . no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado;
no a lo que es querer algo, sino a no querer nada;
La disciplina del desasimiento que desarrolla Juan de la Cruz no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo
tiene por objeto entregarnos a la acción transformante de Dios, peor, y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo
o mejor dicho a la fuerza purificadora y salvadora de Dios en el de todo cuanto hay en el mundo» 8 .
Espíritu de Jesús. La robusta fe de Juan en la acción interior del
Espíritu animó claramente el itinerario cuya ruta supo trazar tan Un programa formidable, capaz de desalentar a cualquiera. Per°
minuciosamente, en que cada paso adelante va unido a una nueva el mensaje está claro: el deseo cansa y la posesión hastía. ¡Si encofl'
«postura» de oración6. Pocos entre nosotros poseerán una fe se- «aramos el modo de tener sin poseer! Esta exigencia configura
mejante o una experiencia pareja en la oración, por lo que nos todo su programa.
sentiremos incapaces de adoptar ese lenguaje. Pero no dejaremos de Juan va desmenuzando luego los modos en que pueden curfl"
valorar su gramática y la forma en que esa gramática contribuye plirse estas máximas en las disciplinas del desasimiento, con I a
a entender la forma que adopta la transición que ya hemos detecta- mirada puesta siempre en cómo prepararse para que el Espíritu d e
do. Como dijo Dante: Dios tome la iniciativa y nos lleve a una libertad que sólo podemo*
entrever desde lejos. Casi todos nosotros tenemos nuestras discí'
4
Subida al Monte Carmelo, I, 4,3, e.
plinas paralelas de desasimiento, consistentes en asumir las respofl'
5
E. Becker, The Denial of Death (Nueva York 1973) esp. cap. 4; tam- sabilidades que nos incumben, una vez que hemos aceptado las
bién H. Fingarette, Self-Deception (Londres 1969). tareas inherentes a la paternidad o a nuestros «progresos». HaV
* Esta afirmación representa una hipótesis interpretativa sugerida por
J. C. Gerber mientras dirigíamos un seminario sobre Juan de la Cruz. Será 7
La Divina Comedia. Infierno, I, 55-60.
preciso comprobarla a través de sus escritos. 8
Subida al Monte Carmelo, I, 13,4.
18
274 D. B. Burrell
Iglesia y vida personal 275
aquí una lógica ineludible: buscamos situarnos, impulsados por la
ambición o por cualquier otro motivo, para encontrarnos al final como «pecador» y seguir encontrándola liberadora es ya entender
con que todo ello lleva consigo una enorme tarea. La paternidad lo que aquí sólo con rodeos puedo expresar.
viene a ser lo mismo, dando por supuesto un cierto grado de liber- El paradigma de que parto aquí es, por supuesto, una comuni-
tad en cuanto a tener o no tener hijos. Lo cierto es que resulta dad litúrgica, en que las personas encuentran la posibilidad de tribu-
casi imposible explicar las razones —si es que hay alguna— para tar culto a Dios. El esquema, ya antiguo, es el mismo de la beraká:
tener hijos; pero esta aventura, una vez emprendida, implica un escuchar la palabra y responder con la acción de gracias. Lo que
cúmulo de responsabilidades. También en la amistad podemos ad- quiero decir es que las disciplinas y los ritmos de esa comunidad
vertir una situación semejante, si bien muchas veces consideramos de culto permitirán que afloren los temores genuinos y ocupen el
la amistad como una tarea, ya que tanto se parece al «trabajo» lugar de esas angustias sucedáneas que acompañan sistemáticamente
interior de irse haciendo a uno mismo. La amistad, ciertamente, a nuestros esfuerzos por repeler los temores reales.
empieza por una especie de atracción, pero nos conduce ineludible- ¿Cómo podríamos caracterizar esas disciplinas del desasimiento?
mente al sacrificio a través de la gratificación. ¿Qué significa permanecer fieles a una labor con el necesario dis-
En todo este proceso parece que se va produciendo un tránsito; cernimiento? Dos rasgos se imponen: el primero, respetar el material
de una primera etapa en que modelamos nuestra propia vida pasa- con que se nos pide que trabajemos, y el segundo, desarrollar unas
mos a otra en que el trabajo nos va modelando. Esta descripción formas de colaboración con quienes estamos llamados a trabajar,
puede resultar engañosa, por supuesto, ya que es preciso discernir aprendiendo a disentir de ellos y a animarles. El fin es aquí conse-
también entre unos y otros trabajos. Dejar que determinados tra- guir que el propio proyecto vaya cediendo gradualmente ante la
bajos vayan modelando nuestra vida no parece cosa muy distinta labor que cada cual desarrolla, en la medida en que seamos capaces
—vista desde fuera al menos— de irla modelando nosotros mismos. de discernir hasta qué punto esa labor nos va desligando de la
Como decía Agustín, «los hombres llaman negocios a los juegos miopía de «mis propias» perspectivas y del aislamiento en que me
en que se entretienen» 9 . De ahí que las disciplinas del desasimiento hunde el proyecto que tengo sobre mí mismo. La lógica de este
hayan de incluir también unas estrategias de discernimiento. proceso es doble: constituye una muerte a mis proyectos y al iti-
Este es el punto en que una comunidad puede orientar nuestras nerario que me había trazado y supone a la vez una dilatación de
vidas, cuando esa comunidad trasciende los ámbitos del trabajo y de mi yo interior a través del sufrimiento.
las asociaciones profesionales. Lo ideal es que esa comunidad nos Exponer la dinámica en esta forma quizá no resulte eficaz, a
ofrezca unos ritos suficientemente ricos como para configurar nues- menos que prestemos oído a la voz del Espíritu que nos llama y nos
tras vidas al proporcionarnos el lenguaje y el apoyo que nos permi- invita a «salir fuera», como insistentemente dice Juan de la Cruz
tan encontrar nuestro camino a través de los temores que surgen en el Cántico Espiritual10. Un intento de presentar la dinámica
uqa vez que hemos llegado a la convicción de que ya no merece del desasimiento sin referencia a esta energía supondría correr
la pena reprimirlos. Esos ritos demostrarán su fuerza precisamente el riesgo de abstraer nuestras consideraciones del contexto que las
por contraste con aquellos otros que nos servían para reforzar anima, dejando además toda la discusión abierta a la posibilidad
el frágil carácter-armadura medíante una sistemática represión de de incurrir en el error de que se trata de uno más entre los muchos
aquellos mismos temores. A tal efecto habrán de proporcionarnos ejercicios de meditación que nos prometen ayudarnos a vivir en
un lenguaje suficientemente analógico para que nos siga iluminando medio de las complejidades de nuestro mundo. Más aún, parece
y el sustento necesario cuando esa iluminación nos falte. Guiados que se ha superado todo lo negativo y destructivo. No cabe duda
por ese lenguaje y fortalecidos por ese sustento, nos sentiremos de que la escena de la transfiguración de Jesús en el Tabor habrá
libres para reconocer en su justo valor un trabajo que en definitiva de preceder explícitamente a toda exposición de las disciplinas de
resulta insustancial. Aprender a usar una y otra vez una expresión desasimiento que hemos tomado de Juan de la Cruz. Recuérdese
que aquel episodio numinoso se produjo cuando los cuatro —Jesús
' Agustín, Confesiones, I, 9.
Cántico Espiritual, estrofa 36.
276 D. B. Burrell Iglesia y vida personal 277

con Pedro, Santiago y Juan— «subieron a la montaña para orar» El mismo Schumacher se apoya ante todo en la tradición cató-
(Le 9,28). lica. Los esfuerzos por crear el contexto necesario para un desarro-
He intentado mostrar el cambio significativo de horizontes que llo humano controlado, ¿no estarán pidiendo que pongamos en
se produce cuando pasamos a lo que Cari Jung ha llamado «la se- juego ciertas dimensiones de nuestra tradición que han permanecido
gunda mitad de la vida». He afirmado que ese cambio no es menos hasta ahora olvidadas? Y si hemos de proseguir el itinerario inicia-
significativo que el proceso interno de liberación de los «apetitos» do en el Vaticano II, ¿no tendrán que explorar los católicos la
expuesto en la descripción analítica que nos ofrece Juan de la posibilidad de organizarse en una nueva forma de comunidad con
Cruz a propósito del camino que lleva a través de la muerte hasta carácter de secta? ¿No habrá sido demasiado complaciente el aggior-
la vida revelada en Jesús. También he sugerido que resulta escla- namento con nuestras tendencias constantinianas? Estas son algunas
recedora la identificación de ese cambio de horizonte con la genuina de las preguntas que se plantean espontáneamente a quienes espe-
condición adulta, por contraste con el ideal de la «hombría», el ran que la Iglesia les ofrezca, tomándolo de su tradición, un con-
hombre completo y autónomo. La diferencia viene aquí expresada texto vivo en que puedan insertarse esos tránsitos ineludibles, así
por la paradoja de la autonomía: si yo pudiera hacerme dueño de como las alternativas oportunas que nos inviten a tomar una de-
algo (esta labor, mi propia vida), no lo dominaría yo, sino mis de- cisión.
monios (mis neurosis). Una vez que empezamos a entender que ese
ideal de «hacerse dueño» de algo, que predomina en la primera [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
parte de la vida, puede orientarse hacia la supresión de nuestros
temores, ya estamos en condiciones de atrevernos a permitir que
emerjan esos mismos temores. Finalmente, la búsqueda del lenguaje
y el sustento necesarios para afrontar esos temores y seguir el ca-
mino que comienza a mostrársenos es la aventura de la condición
adulta n . El hecho de que ese itinerario entrañe más un padecer
que un hacer nos sugiere que ese proceso nos llevará realmente
a una verdad que nos supera.

EL COMETIDO DE LA IGLESIA
Con las anteriores reflexiones hemos mostrado que podemos
recurrir a la tradición cristiana en busca de soluciones a un problema
eterno, el del desarrollo humano. Al estudiar el modo en que esa
tradición podría ser útil a la humanidad en el futuro habremos de
elaborar otras perspectivas en que la Iglesia podría actuar como una .
comunidad capaz de guiarnos y sostenernos cuando hayamos de dar
otros pasos semejantes. Los problemas más urgentes son ahora los
sociales y políticos. Por ejemplo, ¿de qué modo podría ayudarnos
la práctica de la Iglesia para desarrollar unos contextos alternati-
vos de vida y productividad conforme a las líneas sugeridas por
E. F. Schumacher en Small is Beautiful? u.
" Cf. un notable estudio de este pasaje, en que se utiliza la Divina Co-
media como un vehículo poético, en H. Luke, From Dark Wood to White
Rose (Pecos, N. M. 1975).
12
E. F. Schumacher, Small is Beautiful: Economics as if People Mattered
(Nueva York 1973).
IV
IGLESIA Y SOCIEDAD

JOHANNES BAPTIST METZ


RENOVAR LA IGLESIA ANTES DEL NUEVO CONCILIO

UNA IDEA EN CUATRO TESIS

TESIS FUNDAMENTAL

Deseo llamar la atención sobre un cambio necesario en la vida


de la Iglesia que no puede ser resultado de un nuevo concilio, sino
que a lo sumo debe presuponerse para que un concilio futuro no
se limite a reproducir o confirmar la miseria presente de la Iglesia.
Este cambio ha de realizarse ante todo en relación con el hecho de
que la Iglesia ha de concentrarse principalmente en el sentido del
eje Norte-Sur (primera tesis) y, como consecuencia, en la dirección
de una radicalización místico-política de su vida a través de una
revalorización de la condición de discípulo y la apocalíptica (tesis
segunda a cuarta).

PRIMERA TESIS

De una Iglesia occidental a una Iglesia del eje Norte-Sur:


o de una Iglesia establecida a una Iglesia del conflicto de clases

Los cambios ocurridos en el campo de los problemas sociales


a escala mundial han planteado una nueva situación histórica que
supone también un desafío para la Iglesia universal. Los grandes
problemas sociales de nuestro mundo ya no pueden explicarse por
la oposición Este-Oeste. A este conflicto entre el Este y el Oeste
ha venido a superponerse el llamado conflicto Norte-Sur, es decir,
280 J. B. Melz
Renovar la Iglesia antes del concilio 281
la oposición entre los ricos países industrializados del Norte y las cidad para fundamentar la identidad no pueden ser sustituidas
zonas pobres del mundo situadas al Sur. La población de estos por una interpretación se configura en las actitudes propias del
países meridionales es tradicionalmente y en gran parte católica. discípulo. La crisis de la Iglesia es fruto de una incapacidad para
Tales países pertenecen, pues, a la Iglesia católica. Dentro de la seguir a Jesús y para adaptarse a él. Una «Iglesia de discípulos»,
Iglesia universal, por consiguiente, este conflicto Norte-Sur pasa tal como hoy la necesitamos, no es una Iglesia especial de unos
a un primer plano y se manifiesta en las relaciones entre la Iglesia pocos, que podría distanciarse fácilmente de cualquier forma de
de la Europa Central y Norteamérica con la Iglesia del Subconti- «Iglesia popular», sino que más bien encarnaría la transición de
nente Latinoamericano. una «Iglesia para el pueblo» a una «Iglesia viva del pueblo».
¿Cómo afronta la Iglesia esa situación? ¿Cómo afronta la Las actitudes propias del discípulo se plasman en una doble
Iglesia una los notorios conflictos de clase que se dan entre los estructura permanente. Abarcan unos componentes místicos por un
países del Norte y del Sur, cuando los abarca a todos? ¿Son com- lado y situacionales y práctico-políticos por otro. Ambas dimensio-
patibles estos conflictos de clase con la unidad viva de la Iglesia? nes se desarrollan radicalmente en proporción no inversa, sino con-
¿Cómo armonizarlos en una Iglesia que pretende ser la comunidad vergente. El seguimiento de Jesús —la condición de discípulo—
de una única mesa eucarística, signo alzado de la unidad escatoló- tiene una significación no sólo aplicativa, sino también estricta-
gica? ¿Cómo encajará la Iglesia el hecho de que dentro de ella mente sistemática. Es al mismo tiempo el tema central de una cris-
muchas personas, incluso naciones enteras, viven en tinieblas co- tología en que el Logos no se confunde simplemente con el logos
lectivas como si no fuesen brotes de humanidad? ¿Pueden preten- (puramente contemplativo) de los griegos. Cristo ha de concebirse
der las Iglesias ricas del Norte ante las Iglesias pobres del Sur de tal manera que nunca quede reducido a una pura idea. En este
compensar con limosnas lo que ya se reconoce como una injusticia sentido, la cristología expresa un conocimiento práctico y aboga
estructural? Si la Iglesia ha alcanzado ya la justicia política al pro- por la primacía de la praxis. Únicamente si le seguimos llegaremos
clamar la dignidad de la persona humana y la condición de sujetos a entender a qué nos hemos comprometido. El saber cristológico
ante Dios de todos los seres humanos, no tendrá más remedio que se configuró primeramente y luego se transmitió a través de una
declararse a favor de esa dignidad al precio que sea. Tendrá que serie de relatos sobre la condición de discípulo. En consecuencia,
luchar no sólo para que los seres humanos conserven su condición implica además un componente indispensable de carácter narrativo-
de sujetos frente a la presión de las fuerzas colectivas, sino tam- práctico.
bién para que las personas lleguen a ser sujetos al trascender la La práctica de la condición de discípulo, por consiguiente, no
miseria y el aniquilamiento. Será preciso lograrlo para que tenga puede quedar limitada a la praxis moral individual, ya que la acción
credibilidad la ortodoxia de la Iglesia. moral individual no es en modo alguno indiferente desde el punto
de vista político ni neutral desde el punto de vista sociológico.
SEGUNDA TESIS Una cristología de la condición de discípulo ha de preocuparse, en
consecuencia, del contexto sociológico y político en que habrá de
De una Iglesia adaptada a una Iglesia de discípulos: vivir el discípulo. En este sentido será ineludiblemente una cristo-
o el paso de una «Iglesia para el pueblo» logía política.
a una «Iglesia del pueblo» En una sociedad cuyo interés público está casi enteramente de-
terminado por el fin de la posesión y que, por tanto, considera
La «Iglesia» (advierto que se trata de una generalización tan deleznable todo lo que carece de valor comercial, la Iglesia no tiene
insatisfactoria como inevitable, sin sujeto alguno) no puede resolver otra alternativa que vivir miserablemente o radicalmente. La Igle-
la crisis de su identidad histórica y de su legitimación sociológica sia, por su misma naturaleza, se especifica a través de una praxis
de un modo puramente interpretativo o hermenéutico. Será preciso, que no tiene ningún valor comercial, por la amistad, la gratitud,
por el contrario, llegar a la identificación práctica. El problema de la solidaridad anamnética con la muerte, el llanto, etc. La Iglesia
la identidad de la Iglesia es básicamente un problema de praxis no tendrá más remedio que convertirse cada vez más en un signo
frente a teoría. Aquella praxis cuya fuerza expresiva y cuya capa- de protesta contra el predominio de una sociedad meramente mer-
282 J. B. Metz Renovar la Iglesia antes del concilio 283

cantil en la que nada hay que no pueda ser comercializado, en que ción de los seres humanos? Es evidente que nuestros sistemas so-
no se admite más ideal de justicia que la justicia del mercado ni más ciológicos no han aprendido aún a controlar el «dominio» de tal
ideal de humanidad que el orientado al logro de unos fines espe- forma que su resultado no sea una explotación y una opresión
cíficos. La postura cristiana de protesta que pedimos aquí no es otra crecientes o la estabilización de un imperialismo sin esperanzas de
cosa que una decisión socialmente manifiesta de ser pobre. un pueblo sobre otro pueblo, frente al que Jesús proclamó su
La pobreza como actitud socialmente manifiesta que distingue mensaje del reino de Dios.
al discípulo no es un sustitutivo de la mística y la espiritualidad,
sino que identifica específicamente el ámbito de la mística y la
oración; al mismo tiempo nos exige que no nos limitemos a orar CUARTA TESIS
por los pobres, sino que lo hagamos con ellos; que no sólo nos mos- De la Iglesia que proclama una escatología evolucionista y mitigada
tremos compasivos para con los oprimidos y abrumados, sino que a la Iglesia que proclama una expectación inminente:
estemos con ellos. En esto consiste el radicalismo del evangelio que o la Iglesia en el campo de tensión entre apocalíptica y política
ha de asumir hoy la Iglesia.
Este es el único camino que tiene la Iglesia para transformarse 1. La Iglesia es cada vez más para nuestra sociedad una «can-
de «Iglesia para el pueblo», populista y tradicionalista, en «Iglesia tidad despreciable» por el hecho de que cada vez se espera menos
del pueblo», Iglesia de la solidaridad. En cualquier caso, para que
de ellos. Ocurre así porque da la impresión de ser cómplice secreto
llegue a ser realidad esa Iglesia, es necesario que las gentes apren-
de la resignación y la desesperanza que empapa nuestra conciencia
dan y sepan cada vez más por experiencia hasta qué punto ellas
moderna, sintonizada en la onda evolucionista, que ocultamos bajo
mismas, con su historia de dolor, están incluidas en el lenguaje
predicados como «sobrio», «racional» o «programático».
de la oración de la Iglesia. Es evidente que no puede haber un
único lenguaje litúrgico y de oración para todos, sin referencia Entre tanto, la capacidad de esperanza del cristianismo se ha
a las situaciones y a las personas concretas. Es evidente que las interiorizado, destemporalizado e individualizado en exceso (se ha
promesas de Jesús a los humildes y los oprimidos no han de ser referido a la situación de la muerte del individuo). La ausencia de
proclamadas de manera que no tengan consecuencias ni se apliquen una expectación temporalmente entendida, inminente, ha contribui-
a todos y en cualquier situación posible. De lo contrario comete- do en última instancia a debilitar y desnaturalizar la condición de
ríamos un fraude semántico con respecto al evangelio. discípulo. No es posible de hecho vivir esta condición de discípulo
radicalmente «si no se abrevia el tiempo» y si «el Señor no regresa
pronto». La condición de discípulo y la expectación inminente van
TERCERA TESIS inseparablemente unidas. ¿Acaso no presentan los cristianos al
. De una autoridad eclesiástica jurídico-administrativa mundo el espectáculo lamentable de una gente que habla de espe-
a una autoridad eclesial de signo religioso: ranza, pero que en realidad ya no espera nada? ¿Esperan realmente
o la autoridad de la Iglesia los cristianos un final no sólo para sí mismos, sino también para el
pasando del «tener» autoridad al «ser» autoridad mundo y para su tiempo? ¿Se puede decir todavía que la Iglesia
es apocalíptica en este sentido?
El criterio para determinar la competencia religiosa no está 2. Crisis: ¿es todavía concebible una limitación o un final
sometido a discusión, sino que ya ha sido determinado y se basa del tiempo? Quizá la expectación de un final del tiempo haya sido
en la condición de discípulo. La competencia religiosa deriva de la desterrada al ámbito de la mitología por haberse convertido el mis-
condición radical de discípulo. Esta manera de entender la autori- mo tiempo en una magnitud homogénea en que no caben las sor-
dad podría desembocar en la transformación de las situaciones de presas o en el «infinito degradado» de una «eternidad» vacía, evo-
dominio, tal como necesita nuestra sociedad a escala universal si lucionista, prolongada y corrompida, en la que puede suceder todo
queremos sobrevivir humanamente. ¿Qué suponen esas situaciones excepto una cosa: que un segundo se convierta en «la puerta por
de dominio en el caso de una creciente normalización y manipula- la que entre el Mesías en la historia», y en la que, por consiguiente,
hay margen para dar tiempo al tiempo. Los símbolos que permi-
284 J. B. Metz Renovar la Iglesia antes del concilio 285
tían entender el tiempo han sido cambiados ya hace mucho. El ella puede devolver la urgencia del tiempo y de la acción a la con-
símbolo apocalíptico de la ruptura y el final del tiempo ha sido dición de discípulo, lo que significa que no paraliza la responsabi-
sustituido por el símbolo críptico-religioso de la evolución, que lidad política, sino que afirma sus fundamentos.
con su impenetrabilidad nos domina a todos hasta el punto de que
5. La expectación apocalíptica inminente es y deberá ser siem-
apenas podemos ya percibir el dominio irracional y cuasi-religioso
pre la respuesta mística a una realidad política concreta. Basta una
que ejerce sobre nosotros.
mirada a la historia de las religiones y al Nuevo Testamento para
Sin embargo, una reinterpretación de la «expectación inminen- conocer la naturaleza de esta realidad política. Estamos en un tiem-
te» en mera «expectación constante» constituye un fraude semán-
po de crisis, el tiempo de la persecución, de la injusticia y la inhu-
tico de la estructura básicamente temporal de la esperanza cristiana
manidad arrolladoras. La época contemporánea no provoca ningún
y confirma indirectamente hasta qué punto hemos sucumbido los
apocalipsis y hace que el lenguaje apocalíptico parezca tan fuera de
cristianos ante las presiones anónimas de una conciencia evolucio-
nista del tiempo. lugar porque distribuye (junto con sus crisis, sus catástrofes, sus
injusticias y sus inhumanidades) el dulce veneno de un progreso
3. Ausencia de la dimensión apocalíptica en la teología y en
evolucionista y, por encima de todo, la ilusión de un avance ince-
la Iglesia. Si estoy acertado al juzgar todos los tipos de escatología
sante que nos aletarga a todos y nos hace insensibles ante la enor-
contemporánea, tanto la de presente como la de futuro, resulta
que ya se han adaptado a una idea del tiempo que las fuerza a pri- midad del horror y la miseria. ¿No debería reaccionar la Iglesia
vatizar en grado extremo todas las expectativas inminentes y las ante este hecho con una sensibilidad y una imaginación apocalípti-
obliga a concebir el futuro de Dios como estrictamente atemporal cas? ¿Acaso deberá permanecer también ella apática y acomodaticia?
(en la paradoja de tiempo y eternidad) o a proyectarlo inevitable- Lo que haya de ser se verá sobre todo, a mi juicio, en la respuesta
mente en un esquema evolucionista. Quizá esa conciencia del tiem- que dé la Iglesia al desafío más comprometido de esta época, el que
po haya embebido durante tanto tiempo la teología que ésta ha plantea la oposición Norte-Sur a que al principio me refería.
podido sentirse como una especie de reflexión permanente a la que
ya no conmueve ninguna expectativa inminente ni es capaz de tras- [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
tornar ninguna experiencia catastrófica, de tal manera que la teo-
logía ya no experimenta ni la presión del tiempo ni la urgencia de
la acción.
¿No será que la Iglesia se está comportando como una institu-
ción antiapocalíptica que amortigua todas las expectativas que pue-
den quedar defraudadas (y que son las únicas auténticas) para
fomentar las esperanzas individuales? ¿Acaso no se comporta la
Iglesia como una institución antiapocalíptica que en nombre de la
propiedad y el equilibrio ha renunciado hace mucho tiempo a todas
las excentricidades del cristianismo, se ha conformado con el curso
de los acontecimientos y se ha adaptado a la marcha del mundo,
hasta el punto de ignorar ya la inminencia del retorno del Señor?
4. La expectación apasionada del «día del Señor» no nos lleva
a una visionaria danza apocalíptica que se olvida de las exigencias
prácticas que plantea la condición de discípulo, sino que más bien
es el símbolo temporal de la evolución el que trunca e invalida
la condición de discípulo. Por el contrario, la expectación inminente
revitaliza la esperanza que había sido aplacada y seducida por la
evolución al suscitar una perspectiva anhelante y esperanzada. Sólo
Etica social 287
CHARLES E. CURRAN
ETICA SOCIAL: TAREAS PARA EL FUTURO y la Iglesia, ha de utilizar los conocimientos que le brindan otras
fuentes para determinar cuáles son los problemas fundamentales en
En este artículo se estudia la tarea que habrá de desarrollar este campo. Todo proceso genuino de discernimiento, admitida la
la Iglesia en el campo de la ética social y de sus propias relaciones importancia otorgada a la participación en la Octogésima adveniens
con la sociedad. Enfocaremos el tema desde la perspectiva de la de Pablo VI 4 , debe recabar la colaboración de todos, y en especial
ética social católica y partiendo de la convicción de que una verda- de las minorías, de los oprimidos y de los que sufren, para el dis-
dera ética social católica ha de ser ecuménica en sus relaciones tanto cernimiento de estos problemas. En los últimos años se han plan-
con otros pensamientos y prácticas cristianas como con todos los teado problemas nuevos, pero entre ellos podemos asegurar que se-
hombres de buena voluntad. En este artículo se abordará la cues- guirán destacando por su importancia las cuestiones relativas a la
tión sobre un trasfondo general amplio, pero prestando especial pobreza y a la discriminación por motivos de raza o sexo.
atención a la perspectiva de la ética social católica en Estados Desde el punto de vista de la teología, las cuestiones más sig-
Unidos. nificativas son las relativas al método: de qué modo puede abordar
la teología las cuestiones sociales y cómo habrá de desarrollar la
Empezaremos lógicamente por centrar la atención en torno a las
Iglesia su misión social. Son éstas las tareas a que se dedicará este
cuestiones implicadas, ¿Con qué problemas concretos, con qué cues-
artículo. Sin embargo, estas cuestiones de tipo más bien metodoló-
tiones se enfrentan la Iglesia y el mundo en el campo de la ética
gico han de plantearse en el contexto de un problema especialmen-
social? te decisivo. Elegiremos las cuestiones socioeconómicas para, a tra-
Una cosa es cierta: no nos faltarán los problemas. Para abordar vés de ellas, enfocar los aspectos metodológicos.
la tarea que le aguarda en el futuro, la Iglesia puede y debe apren-
Entre tantos problemas sociales con que se enfrenta la sociedad
der de cuanto hicieron en el pasado los cristianos y otros que no
resulta difícil atribuir la primacía a uno concreto. En todo caso, las
lo eran, pero también habrá de buscar datos esclarecedores sobre cuestiones socioeconómicas han de considerarse importantísimas,
los problemas que plantean el presente y el futuro. El Vaticano II cuando no primarias. Las encíclicas de los papas, a partir de
agrupó las cuestiones referentes a la Iglesia y la sociedad en cinco León XIII, se han centrado en los problemas socioeconómicos. En
apartados: el matrimonio y la familia, la cultura, la vida socio- la literatura norteamericana se ha venido prestando especial aten-
económica, la vida de la comunidad política y el fomento de la paz '. ción a la justicia social, aunque en los últimos años este aspecto ha
La Conferencia Mundial sobre la Iglesia y la Sociedad, convocada sido lamentablemente desatendido. La justicia socioeconómica se
por el Consejo Mundial de las Iglesias y celebrada en 1961, divi- ha entendido en las encíclicas y en la literatura católica norteame-
dió su agenda en cuatro secciones: desarrollo económico, naturaleza ricana como una exigencia de salvaguardar los derechos de los obre-
y función del Estado, estructura de la cooperación internacional y ros: el derecho a un salario justo, a la sindicación, a la previsión
hombre y comunidad en las sociedades en proceso de cambio2. Re- frente a la enfermedad y las catástrofes repentinas, el derecho a la
cientemente, la Conferencia «Llamada a la Acción», bajo los auspi- propiedad privada.
cios de los obispos norteamericanos, trató las siguientes cuestiones: Los cambios surgidos en el panorama económico de Estados
Iglesia, etnicidad y raza, familia, humanidad, nacionalidad, vecin- Unidos han dado por resultado un menor interés por las cuestiones
dad, personalidad y trabajo 3 . socioeconómicas. La economía de guerra durante la segunda con-
La teología no posee una perspectiva propia para enfocar los flagración mundial resolvió artificialmente los problemas de la de-
problemas sociales que acucian a la Iglesia y al mundo en nuestros presión. Los católicos, que solían pertenecer a las clases pobres del
días. Al igual que otros individuos y grupos, dentro de la sociedad país, avanzaron hacia las clases medias después de la guerra. Los
1 pobres (especialmente los negros) ya no eran católicos, por lo que
Constitución pastoral sobre La Iglesia en el mundo moderno, 46-93. la Iglesia no encontró muchas dificultades para olvidarse de ellos.
2
Informe oficial de la Conferencia Mundial sobre Iglesia y Sociedad
(Ginebra 1967). Incluso los hispanoparlantes, que eran católicos, quedaron un tanto
3
Las recomendaciones finales de esta conferencia fueron publicadas
4
en «Origins: N. C. Documentary Service» 6 (4 y 11 nov. 1976) 309-40. Octogésima adveniens, 22.
288 Cb. E. Curran Etica social 289
relegados a segundo plano. Los católicos norteamericanos, empeña- mundo, tan característico del pensamiento católico en el pasado.
dos en demostrar que podían comportarse como norteamericanos El evangelio y el reino han de ser positivamente referidos al
leales, renunciaban con gusto a criticar a su país, la tierra de la mundo y a los problemas sociales que pesan sobre la existencia hu-
oportunidad. A la Segunda Guerra Mundial siguió la lucha del mun- mana. El segundo presupuesto se refiere a la necesidad de adoptar
do libre contra la amenaza comunista; el catolicismo y Estados Uni- una postura históricamente consciente de corte más inductivo.
dos se presentaron entonces como bastiones del mundo libre, y ello Ambos presupuestos son relativamente recientes en la ética so-
sirvió únicamente para acentuar la identificación de lo norteameri- cial católica. La Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo
cano y lo católico. Los católicos se volvieron aún más reacios a cri- moderno es el primer documento del magisterio que ha incorpora-
ticar a su propia sociedad5. do esos presupuestos. Son de notar la insistencia en que es preciso
Sin embargo, el problema socioeconómico sigue ahí. Por lo que superar la dicotomía entre fe y mundo, entre el evangelio y nues-
hace a Estados Unidos, cuestiones como las de la reforma tributa- tra vida cotidiana, así como la metodología que inicia la discusión
ria o de la seguridad social, si bien no se plantean de manera radi- de las cuestiones sociales concretas a partir de una lectura induc-
cal, demuestran la importancia de la esfera socioeconómica. Toda- tiva de los signos de los tiempos. Estos dos presupuestos se hacen
vía son más acuciantes los problemas derivados de la pobreza exis- aún más evidentes en los documentos de Medellín publicados por
tente en este país. Los planteamientos más significativos vienen a los obispos sudamericanos en 1968. Si bien es cierto que estas ca-
subrayar el carácter universal de esa cuestión6. Las naciones en racterísticas no aparecen en los documentos oficiales de la Iglesia
vías de desarrollo sienten la injusticia del actual orden económico. católica antes del año 1963, en la actualidad pueden darse ya como
La teología de la liberación, surgida de la experiencia sudamericana, aspectos necesarios de toda ética social cristiana.
exige un cambio radical en las estructuras económicas de la socie-
dad. Los norteamericanos tienen que echar una mirada más allá de Un tercer presupuesto reconoce la necesidad de la razón crítica
sus estrechas fronteras y contemplar el problema a escala univer- e insiste en la praxis. La teología moral en general y la ética social
sal. Hay cuestiones como las de la paz, los derechos humanos, la en particular están evidentemente más predispuestas a aceptar esa
igualdad entre los sexos que son siempre importantes, pero la ade- insistencia. Habrá, por supuesto, diferencias en cuanto a la impor-
cuada distribución de los bienes creados estará siempre en primera tancia atribuida a la razón crítica y a la praxis, pero ello nada sig-
fila. Recientemente ha llamado la atención sobre la importancia de nifica en contra de la importancia que tales aspectos revisten hoy
la ética social John Coleman Bennett 7 . Los problemas socioeconó- en la ética social.
micos, por consiguiente, pueden servirnos muy bien como ilustra-
ción de cómo han de abordar la teología y la Iglesia la ética y la Mediación
acción sociales.
La teología católica se ha caracterizado tradicionalmente por el
hecho de aceptar la mediación. Ilustran esta afirmación las teolo-
I. LAS POSTURAS TEOLÓGICAS gías católicas de la Iglesia y de la ley natural. Dios y la presencia
de Dios se hacen reales para nosotros en y a través de la media-
Nos plantearemos varias cuestiones de metodología teológica y ción de la Iglesia. Los planes de Dios sobre la acción humana no
analizaremos diversas posturas, pero antes habremos de aludir a son primariamente dados por Dios de forma directa e inmediata,
ciertos presupuestos que se derivan de los recientes avances habi- sino más bien en y a través de nuestra concepción de lo humano.
dos en el campo de la ética social. En primer lugar, la ética social Los planes divinos nunca anulan el proceso del razonamiento hu-
católica ya no puede seguir trabajando conforme al modelo de la mano, sino que es precisamente en y a través de la razón humana
dicotomía entre lo natural y lo sobrenatural, entre el reino y el que reflexiona sobre nuestra existencia como llegamos a conocer
5 lo que Dios espera que hagamos.
D. J. O'Brien, The Renewal of American Catholicism (Nueva York
1972) 138-62. La insistencia actual en el evangelio y en el reino exige alguna
6
7
Populorum progressio, 3. forma de mediación. El problema hermenéutico que plantea el co-
J. C. Bennett, The Radical Imperative (Filadelfia 1975) 142-64. nocimiento adecuado de las Escrituras supone un reconocimiento
19
290 Ch. E. Curran Etica social 291

de la necesidad de un principio mediador que una el evangelio con pueden ser fácilmente reducidos a la categoría de la justicia distri-
la existencia contemporánea. ¿Cómo enlazar el evangelio o el con- butiva: atención médica al alcance de todos, programas que garan-
cepto del reino con las particularidades del mundo social, económico ticen a todos unos ingresos mínimos y un sistema tributario justo
y político en que vivirnos? capaz de eliminar los impuestos regresivos, como los indirectos, o
También las actuales teologías de la liberación, como la de la actual tasa por seguridad social u . Bajo la rúbrica de la justicia
Gutiérrez, reconocen la necesidad de un principio mediador. Gu- distributiva se comprende también el importantísimo problema de
tiérrez señala tres niveles diferentes de liberación, que se condicio- la adecuada distribución de los bienes de este mundo. Las mismas
nan mutuamente, pero que no se identifican: liberación política, li- cuestiones relativas al orden económico internacional pueden abor-
beración del hombre a través de la historia y liberación con res- darse sin dificultad en esta perspectiva.
pecto al pecado 8 . Gutiérrez aboga por una mediación a través de La justicia distributiva como concepto mediador viene a sub-
las utopías y trata de evitar al mismo tiempo un mesianismo polí- rayar el concepto bíblico de que los bienes creados existen para ser
tico y religioso que no respetaría suficientemente la autonomía de disfrutados por todos los seres humanos 14. Con demasiada frecuen-
la lucha política. La fe y la acción política no podrán establecer una cia, especialmente en el contexto de Estados Unidos, la idea de la
relación correcta y fructífera sino a través de la utopía. La utopía posesión de bienes se ha caracterizado por un individualismo cerra-
se caracteriza por tres elementos: su relación con la realidad histó- do y un concepto mezquino de la libertad. La justicia distributiva
rica, su verificación en la praxis y su naturaleza racional9. Hugo ayuda a superar las trampas de un concepto cerradamente indivi-
Assmann propugna una mediación a través del análisis sociológico dualista de la justicia y viene a subrayar la creencia cristiana en que
basado en el marxismo 10, por lo que parece mostrarse partidario Dios destinó los bienes de la creación para ser disfrutados por to-
de una mediación muy específica. dos los seres humanos 15. Es muy genérico el concepto de la justicia
Quizá nos ofrezca el panorama norteamericano otro principio distributiva, y pueden darse, y de hecho se darán, divergencias acer-
de mediación: el de la justicia distributiva. La tradición católica ca de sus derivaciones concretas. Opino, sin embargo, que puede
norteamericana ha insistido en la justicia distributiva, como se ad- servir muy bien de concepto mediador entre las exigencias del evan-
vierte en el libro, significativo ya por el hecho de llevar este mismo gelio y las realidades de la presente situación.
título, de John A. Ryan. El citado autor se sirvió del principio de
la justicia distributiva como canon para la adecuada distribución de Mediación y especificidad
los productos de la industria entre los productores de los mismos ".
En los textos filosóficos más recientes se ha atribuido aún mayor Aceptar la mediación supone reconocer la autonomía relativa
importancia a las cuestiones relacionadas con la justicia y con la de lo humano, de la razón humana y de los datos científicos y su
justicia distributiva a. Así, pues, el concepto de justicia distribu- interpretación. Los juicios teológicos y éticos no pueden anular es-
tiva da a la ética católica la posibilidad de entablar un diálogo con tos otros aspectos. Los datos políticos, sociales y económicos y su
otros muchos filósofos y personas de buena voluntad. interpretación han de ser respetados por la ética teológica que trata
Las cuestiones concretas que hoy se plantean en el contexto * de sentar unas conclusiones. La ética teológica puede y debe ofre-
norteamericano insisten especialmente en ciertos problemas que cernos una orientación a la hora de tomar decisiones en estas ma-
terias, pero esas decisiones deberán estar condicionadas por los da-
8 tos científicos y su interpretación. La teología no estará muchas
G. Gutiérrez, A Theology of Liberation (Maryknoll, N. Y. 1973)
36-37, 176. veces en condiciones de establecer qué teoría psicológica o qué in-
9
10
Ib'td., 232-39. terpretación sociológica es la más adecuada para interpretar la rea-
H. Assmann, Theology for a Nomad Church (Maryknoll, N. Y. 1976)
116, 138ss. lidad en cuestión.
11
J. A. Ryan, Distributive Justice (Nueva York 1916). Cf. también 13
J. C. Bennett, op. cit., 152-54.
J. A. Coleman, Vision and Praxis in American Theology- «Theological Stu- 14
Por ejemplo, J. A. Ryan, op. cit., 358.
dies» 37 (1976) 3-40. 15
El magisterio jerárquico ha subrayado en algunos documentos recien-
12
J. Rawls, A Theory of Justice (Cambridge, Mass. 1971); R. A. Nozick, tes este destino universal de los bienes creados; cf. La Iglesia en el mundo
Anarchy, State and Utopia (Nueva York 1974). moderno, 69; Populorum progressio, 22-24.
Etica social 293
292 Ch. E. Curran
necesitan además la mediación de los datos científicos y de su in-
Pero algunos acentúan la autonomía de lo humano, de la razón terpretación cuando se trata de abordar los problemas concretos.
humana y de las ciencias humanas hasta el punto de afirmar que la La visión escatológica exige un esfuerzo constante por cambiar
ética teológica no es competente para sentar esas conclusiones es- las estructuras sociales, políticas y económicas del mundo en que
pecíficas acerca de lo que es preciso realizar en la práctica lé. Niego vivimos. Sin embargo, nunca se alcanzará la plenitud de la visión
semejante afirmación. Los juicios humanos no son simplemente eco- escatológica. El cristiano reconoce la fuerza del pecado en el mundo
nómicos, sociales o políticos. Son juicios auténticamente humanos y la necesidad de luchar sin tregua contra las fuerzas del pecado.
y morales, aun cuando impliquen un gran volumen de datos cientí- El reino nunca llegará a estar presente de manera perfecta en este
ficos y la interpretación correspondiente. Precisamente esa media- mundo; su plenitud queda fuera de nuestro alcance. Nuestras es-
ción específica de las ciencias humanas hace que esos juicios huma- tructuras se caracterizarán siempre por la imperfección y la falta de
nos, morales y cristianos no puedan presentarse como la única in- plenitud. Habremos de rechazar también el optimismo ingenuo del
terpretación cristiana posible. A veces resulta relativamente fácil liberalismo protestante, que suponía necesariamente bueno todo lo
identificar la solución concreta con la postura cristiana, como ocu- que fuera un cambio.
rre con la condena de la tortura o de la violación flagrante de los
derechos humanos. En muchos casos, sin embargo, no se puede Algunas personas aceptaron con demasiada frecuencia en el pa-
identificar la solución cristiana con ninguna postura, sobre todo por sado inmediato la necesidad de la acción y de los cambios sociales,
el hecho de que el juicio definitivo depende en gran medida de unos pero se desilusionaron rápidamente al ver que no se producían los
datos científicos y de su interpretación. En la práctica resultará mu- cambios previstos. Si de algo ha de servirnos la lección de la última
chas veces imposible pretender que no hay más que una posible década, aprenderemos la necesidad de un compromiso a largo plazo
solución cristiana. Fijémonos, por ejemplo, en las propuestas para para lograr los cambios sociales que juzgamos necesarios. Los vi-
el desarme atómico o en los distintos sistemas para asegurar a to- sionarios románticos están siempre dispuestos a entregar algo de
dos por igual la necesaria asistencia médica. su tiempo y a realizar algún esfuerzo para lograr que se produzca
el cambio, pero pronto se desaniman a la vista de una situación que
se mantiene por tiempo indefinido. La virtud de la esperanza sos-
Escatologta tiene al individuo y lo anima a mantener su compromiso en la lu-
En la teología contemporánea han ejercido un fuerte influjo las cha a pesar de la falta de éxitos. Unas estructuras relativamente
consideraciones escatológicas. A la luz de la escatología y de la ple- opresoras e injustas nunca serán fáciles de cambiar con rapidez o
nitud del reino resultan imperfectas y necesitadas de un cambio las de la noche a la mañana.
actuales condiciones sociales, políticas y económicas. La situación Si la plenitud del éschaton sirve como una crítica negativa de
presente nunca podrá ser totalmente aceptada por quien tenga una todas las estructuras existentes, no por ello supone el cristiano que
visión escatológica. El cristiano se sentirá atraído siempre por la pueda identificarse el reino con ninguna postura específica de este
llamada a mejorar las estructuras de nuestro mundo. tipo. El cristiano tendrá que estar siempre dispuesto a criticar to-
Como poco, una visión escatológica da pie a una crítica nega- das las cosas, incluidas las propias tácticas y la visión que cada cual
tiva de las estructuras actuales. Pero una crítica de este tipo deberá tenga de las cosas a la luz del éschaton. Los cristianos se han pre-
dar paso en última instancia a una respuesta positiva y capaz de cipitado muchas veces a identificar el evangelio o el reino con su
inducir un cambio. La visión escatológica y la idea del reino pue- propia causa, país o filosofía. Por lo que hace a Estados Unidos,
den revelarnos aspectos positivos en términos de los valores, obje- también los viejos protestantes identificaban con demasiada facili-
tivos, e ideales y actitudes que han de darse en toda postura cris- dad el reino de Dios con Estados Unidos17. Los inmigrantes cató-
tiana. Pero estos aspectos positivos no pueden darnos por sí solos licos, por su parte, ponían a veces demasiado ardor en sus esfuer-
unas soluciones concretas. Como antes hemos dicho, esos valores
16
Esta idea ha sido propuesta por P. Ramsey en su crítica a la Con- 17
M. E. Marty, Righteous Empire- The Protestant Experience in Ame-
ferencia Mundial sobre Iglesia y Sociedad celebrada el año 1967 en Ginebra; rica (Nueva York 1970).
cf. P. Ramsey, Who Speaks for the Cburch? (Nashville 1967) 53.
294 Cb. E. Curran Etica social 295

zos por demostrar que no había incompatibilidad alguna entre ser ticas negativas ante posturas como la católica, basada en la ley na-
norteamericano y ser católico 18. tural; la protestante, con su teoría de los dos reinos; la protestante
La perspectiva escatológica crítica exige una vigilancia y una liberal y la neo-ortodoxa. Desde un punto de vista más positivo,
autocrítica constantes. Pero siempre queda el peligro de que mu- esa postura ofrece el horizonte básico o perspectiva que permite
chos se sirvan de esa exigencia como de una excusa para no hacer desarrollar una teología moral y una ética social cristiana.
nada y, en consecuencia, aceptar la situación presente. Nunca de-
berá emplearse la visión escatológica como una excusa para no com-
prometerse. La teología cristiana habrá de estar preparada para Cambio personal y estructural
criticar todas las ideologías y las posturas de ellas derivadas, pero El pensamiento social católico en general, pero muy especial-
siempre habrá algunas posturas más adecuadas que otras, que de- mente a partir del siglo xix, ha insistido en la necesidad y en la
berán ser adoptadas en la práctica. La visión escatológica y cristia- importancia del cambio estructural. No basta exigir el cambio per-
na deberá estar dispuesta a encarnarse en unas circunstancias con- sonal y del corazón. La ética católica ha reconocido tradicionalmente
cretas de carácter histórico, cultural y político, a pesar de que se que las estructuras y las instituciones son aspectos necesarios de la
reconozcan los riesgos que ello implica. En este contexto prefiero existencia humana, incluso llamándolas instituciones naturales, en
utilizar el término «estrategias» para referirme a las posturas con- el sentido de que los seres humanos son sociables por naturaleza y
cretas que adoptan los cristianos con vistas a provocar el cambio que por ello están llamados a formar grupos, instituciones y es-
de las estructuras sociales. Esas estrategias pueden y deben ser muy tructuras para crear las condiciones que les permitan conseguir
concretas, pero nunca han de absolutizarse ni quedar al margen de aquello que no pueden ser o realizar los seres humanos aisladamente.
la reflexión crítica. De esta manera se evitará la dogmatización de El pensamiento social católico liberal se ha asociado frecuentemente
numerosas versiones de las teorías ideológicas. en Estados Unidos a las llamadas reformistas que pretendían cam-
Una perspectiva escatológica, unida al reconocimiento de la me- biar las estructuras sociales, políticas y económicas de la sociedad 19.
diación, tiende además a convertirse en un freno ante cualquier in- En determinadas ocasiones, ciertos elementos del reformismo so-
tento de aportar soluciones simplistas a los problemas sociales. Mis cial católico radical han insistido tanto en el elemento personal que
propios presupuestos teológicos también están a favor de la com- han olvidado atribuir al cambio de las estructuras la debida impor-
plejidad. Es demasiado simplista reducir todos los problemas éticos tancia 20.
a un tipo cualquiera de oposición. No es admisible la postura sim- Desde mi perspectiva resultan igualmente necesarios en la ética
plista que trata de reducir los problemas sociales a un solo factor, social el cambio del corazón y el cambio de las estructuras. Desgra-
que puede ser la clase, el sexo, la raza o el país. Pero es muy po- ciadamente, estos dos aspectos van por separado con demasiada
sible que cualquiera de estos factores resulte más significativo que frecuencia, y no se insiste suficientemente en la necesidad de am-
otros en una situación concreta y que, por ello mismo, sirva para bos. La Conferencia «Llamada a la Acción», patrocinada por los
indicar cuál es la estrategia aconsejable en esa situación para vencer obispos norteamericanos y celebrada en Boston durante el otoño
la opresión y la injusticia. de 1976, propugnó con razón los cambios estructurales, pero ape-
Las consideraciones escatológicas son de suma importancia, pero nas dijo nada de la importancia que revisten el cambio del corazón
no pienso que la escatología por sí sola (y menos aún la escatolo- y todos los aspectos educativos y psicológicos que pueden influir
gía apocalíptica) pueda servir de base adecuada para el desarrollo en que se produzcan aquellos cambios.
de la teología moral o la ética social. Ya he propuesto que la pos- En el mundo se hace hoy necesario un cambio de carácter eco-
tura inicial o primer paso lógico en teología moral ha de abarcar nómico de tales proporciones que su realización resultará imposible
el quíntuple misterio cristiano de la creación, el pecado, la encar-
nación, la redención y la resurrección como destino último. El he- " A. I. Abell, American Catholicism and Social Action: A Search jor
cho de no haber incorporado todos estos aspectos justifica las crí- Social Justice (Notre Dame, Ind. 1963).
w
Por ejemplo, P. H. Furfey, Fire on the Earth (Nueva York 1936);
cf. también W. D. Miller, A Harsh and Dreadful Love: Dorothy Day and
D. J. O'Bríen, op. cit. the Catholic Worker Movement (Garden City, N. Y. 1974).
296 Ch. E. Curran

a menos que se produzca un cambio radical de actitudes por parte Armonía y conflicto
de los individuos y especialmente de los que viven en los países
ricos. Cuando el cambio en sí no tiene que ser tan radical, ya no El pensamiento social católico, que tradicionalmente ha insisti-
es preciso que se produzcan grandes cambios personales del cora- do en la ley natural como ordenamiento basado en la razón, ha ten-
zón y de las actitudes. Esta ha sido la premisa que han asumido dido a considerar el mundo y la sociedad en general en términos
los reformadores sociales liberales en Estados Unidos. El mito del de orden y armonía más bien que de conflicto y posición. La teo-
desarrollo indefinido insistía en que el cambio significaba que un ría católica no ha visto oposición, sino más bien concordia entre
número cada vez mayor de personas participase equitativamente de ley y libertad. Una ley buena no restringe nuestra libertad, sino que
ese progreso siempre en crecimiento, especialmente en el terreno inculca a los seres humanos que hagan lo que por su misma natu-
de los bienes materiales. El progreso suponía que cada cual habría raleza están llamados a hacer. El orden jerárquico dominaba toda
de poseer cada vez más sin necesidad de renunciar a nada de lo que nuestra idea de la naturaleza humana y de la sociedad humana y
ya poseía21. la Iglesia, donde los aspectos inferiores estaban al servicio de los
Ya hay síntomas, incluso en Estados Unidos, de que esa postura superiores. Todas las partes individuales trabajan unidas y con la
no puede hacer frente en toda su amplitud a los problemas que hoy debida coordinación y subordinación para el bien del todo. Aplica-
tenemos planteados. La crisis de la energía podría exigir un gran da al orden económico, esta teoría exigía la colaboración de todos
cambio en el estilo de vida y en las actitudes de muchos norteame- los elementos y unidades del orden económico —capital, trabajo
ricanos. Los problemas ecológicos han hecho recaer fuertes sospe- y gerencia— en una labor conjunta para el bien común. La sociedad
chas sobre la vieja idea del progreso y sobre la convicción de que corporativa propuesta por muchos teóricos católicos y apoyada por
el futuro habrá de ser mejor que el presente y el pasado. Especial- Pío XI en la Quadragesimo anno trata de inculcar la importancia
mente en el contexto del orden económico internacional, las nacio- de esa ordenación y esa colaboración jerárquica para el bien co-
nes ricas están llamadas a un cambio más radical, que no será po- mún a . Sin embargo, en la práctica, se imponía a veces ion realismo
sible llevar a cabo sin un cambio del corazón por parte de los in- innato que reconocía la existencia de problemas y lo inevitable de
dividuos y sin todo cuanto exige un cambio de tales proporciones. los conflictos en situaciones como la guerra, las huelgas y los des-
Los norteamericanos han de estar dispuestos a renunciar a una parte acuerdos, pero la teoría católica seguía cargando el acento en el or-
de su alto nivel material de vida para que otros pueblos de la tierra den y la armonía.
tengan una equitativa participación en los bienes creados. Las re- El problema de la armonía y el conflicto aflora especialmente
cientes campañas en defensa de que lo pequeño es bello nos recuer- en las distintas concepciones de la sociedad y de la relación exis-
dan los cambios profundos que hoy se hacen necesarios. En conse- tente entre las clases que conviven dentro de la sociedad. En el or-
cuencia, una buena teoría ético-teológica combinada con un conoci- den económico, el marxismo habla de una lucha de clases entre po-
miento adecuado de los problemas que tenemos planteados, espe- bres y ricos. ¿Cómo habrá de considerar una ética católica esa idea
cialmente en el campo de la ética socioeconómica, nos recordará la tan conflictiva de la existencia humana? Opino que el pensamiento
necesidad de los cambios á la vez del corazón y de las estructuras. social católico, en general, habrá de dar mayor importancia al con-
Una ética teológica que no acierte a reconocer los dos extremos re- flicto, aminorando al mismo tiempo su insistencia en el orden y la
sultará inadecuada. armonía. Si reconocemos la presencia del pecado en el mundo y
adoptamos una metodología más consciente de los aspectos histó-
ricos, insistiremos en el orden y en la armonía menos de lo que era
habitual en la antigua postura católica. Sin embargo, reconocer el
21
peso del conflicto no significa que todas las relaciones sociales ha-
A mi juicio, este presupuesto está en la base de muchos aspectos yan de ser enfocadas en términos de conflicto o que el conflicto
de las ideas sobre la reforma social formuladas por J. A. Ryan, especialmente
en su teoría de la reducción del consumo. Cf. G. C. Higgins, The Under-
consumption Theory in the Writings of Monsignor John A. Ryan (tesis doc- n
H. F. Trehey, Toundations of a Modern Guild System (Washington
toral, Universidad Católica de América 1942). 1940).
298 Ch. E. Curran
Etica social 299
sea el modo último y fundamental de considerar el quehacer hu-
mano. Quien no sufre directamente la opresión y la injusticia tiende a
El cristianismo propugna en última instancia el amor y la re- ignorar que existen.
conciliación. El amor a los enemigos ha sido siempre un rasgo dis- Por otra parte, quien se halla personalmente implicado en un
tintivo de la enseñanza y la predicación cristianas, aunque desgra- combate determinado puede llegar a olvidarse de otros aspectos im-
ciadamente no ha ocurrido lo mismo en la acción cristiana. La ética portantes. Yo, por ejemplo, nunca podré reducir enteramente el
social cristiana nunca podrá olvidarse de invitar a la persona hu- conflicto social a una lucha entre ricos y pobres. Puede que ello sea
mana, como tal persona, al cambio de corazón y de las estructuras muy cierto a veces, pero pienso que hay además otros problemas
sociales. El cristiano nunca podrá aceptar el conflicto como reali- sociales, como el mal que entrañan el sexismo y el racismo. Quie-
dad definitiva ni valiosa por sí misma. Pero ello no impedirá que, nes en otros tiempos vivieron la guerra fría contra el comunismo
de este lado de la plenitud del éschaton, el conflicto resulte a veces no advirtieron las diferencias existentes entre los diversos países
una estrategia aceptable para la ética social cristiana. Como tal es- comunistas ni estaban dispuestos a formular crítica alguna contra
trategia, nunca podrá convertirse en una ideología o en una expli- el mundo libre. Los defensores de los derechos femeninos tienen
cación última de la realidad. Pero habrá de todos modos mayor nú- razón al denunciar las injusticias que han de sufrir las mujeres en
mero de situaciones conflictivas del que la ética social cristiana es- la sociedad, pero algunos de ellos tienden a olvidar a veces los de-
taba dispuesta a admitir en otros tiempos. Así, el conflicto entre rechos del feto. Las ventajas e inconvenientes que en última ins-
las clases podría ser una estrategia necesaria en orden a provocar tancia presentan ambos modelos exigen que se tengan en cuenta
el cambio social, pero el conflicto nunca podrá ser la realidad pri- ambas perspectivas a la hora de emprender una empresa teológica
mera, última o más importante. o ética.
En cierto sentido está relacionada con el conflicto la cuestión
de la violencia, a la que es preciso hacer frente en nuestro mundo La ética social como disciplina
contemporáneo. En este punto, la tradición católica, con su idea de reflexiva y sistemática
la guerra justa, elaboró una postura en que se aceptaba la violencia La ética social teológica constituye por su misma naturaleza una
con causa justa, pero al mismo tiempo se insistía en limitarla. No disciplina reflexiva y sistemática. Su discurso puede calificarse de
faltan hoy quienes abogan por un pacifismo total, pero no me es segundo orden en cuanto que se diferencia del discurso de primer
posible aceptar una postura tan tajante. orden (por ejemplo, la predicación). El discurso de segundo orden
nunca tendrá un efecto tan inmediato sobre la acción y el cambio
Distanciarse o participar: dos perspectivas como el discurso de primer orden. Por mi parte afirmo que la ética
social debería tener algún efecto en cuanto al cambio social, pero
¿Qué es mejor para llegar a la formulación de un juicio ético reconozco que hay otras realidades que influirán aún más decisiva-
correcto, participar o limitarse a observar desde fuera? Si acepta- mente en el cambio social.
mos la importancia de la razón crítica y de la praxis, advertiremos
que es preciso participar en la obra misma que se trata de llevar
adelante, pero la necesidad de una reflexión crítica sobre la praxis II. EL COMETIDO DE LA IGLESIA
exige también cierto tipo de autocrítica y de distanciamiento.
Después de tratar algunas cuestiones de metodología teológica
Ambas perspectivas presentan, a mi juicio, ventajas e inconve-
que se plantean en el campo de la ética social, especialmente a la
nientes. La historia demuestra que el observador distanciado no
luz de las cuestiones económicas, pasaremos a considerar algunos
capta la amplitud de los problemas con que se enfrentan las per-
aspectos eclesiales relacionados con la misión social de la Iglesia.
sonas o las sociedades. Los teólogos y los especialistas en cuestio-
nes éticas de raza blanca, de clase media y varones no han tenido
Importancia de la misión social de la Iglesia
conciencia suficientemente clara de las injusticias de que han sido
víctimas los individuos de otras razas, los pobres y las mujeres. Nunca insistiremos bastante en la importancia de la misión so-
cial de la Iglesia. El documento publicado por el Sínodo de Obis-
300 Ch. E. Curran
Etica social 301
pos de 1971, La justicia en el mundo, afirma enérgicamente: «L*1
acción en pro de la justicia y la participación en la tarea de tranS' Todo ello significa que en Estados Unidos es grande la necesidad
formar el mundo nos parece constituir una dimensión esencial de de un ministerio pastoral creador capaz de hacer parte constitutiva
la predicación del evangelio o, en otras palabras, de la misión de de la Iglesia su misión social.
la Iglesia para la redención de la raza humana y su liberación de Durante los últimos años se han producido varios avances ori-
toda situación opresora» 23. ginales en el ámbito del ministerio social. La Iglesia y algunos gru-
La misión social de la Iglesia, por consiguiente, se reconoce pos dentro de ella pueden actuar como catalizadores en diversas
como dimensión constitutiva de la Iglesia. Queda por hacer de este formas de las organizaciones comunitarias. Estas organizaciones co-
principio una realidad viva al nivel pastoral en la vida de la Iglesia- munitarias podrán trabajar luego eficazmente para producir el cam-
La imaginación y la creatividad pastorales tendrán que poner carne bio social. La tarea de la Iglesia no consistirá aquí en ejercer una
y sangre en los huesos áridos de esta afirmación. No puede permi- acción patrocinadora y mucho menos paternalista, sino potenciado-
tirse que se pierda la fuerza de esa afirmación. Sin una misión so- ra. Por otra parte, los grupos eclesiales podrán y deberán actuar
cial, la Iglesia dejaría de ser verdaderamente Iglesia, ya que le fal- como defensores de los pobres y los desamparados u.
taría uno de sus elementos constitutivos. Ello es cierto a todos los
niveles de la existencia de la Iglesia, pero especialmente en el pla-
Límites de la misión social de la Iglesia
no de la Iglesia local. La comunidad parroquial ha de ser no sólo
una comunidad de culto, sino también una comunidad de servicio. La formulación de un concepto adecuado de lo que es la misión
Cómo llevar esta exigencia a la práctica es quizá el primer problema social de la Iglesia y la exigencia de emprender unas acciones mi-
pastoral que habrá de abordar la Iglesia en nuestros días. nisteriales eficaces para lograr que esa misión social de la Iglesia
Circunstancias peculiares del panorama católico norteamericano llegue a ser parte constitutiva de la misma piden ante todo que se-
hacen más difícil, pero por ello mismo más urgente, este ministerio ñalemos los límites a que ha de atenerse tanto el concepto como la
pastoral. La corriente mayoritaria del catolicismo norteamericano estructuración de la misión social de la Iglesia. Hay otros muchos
trató de demostrar que no hay ninguna incompatibilidad básica en- aspectos de esa misión de la Iglesia, relacionados en especial con
tre ser católico y ser norteamericano. La vieja distinción entre lo la predicación del evangelio y la celebración litúrgica del Señor re-
natural y lo sobrenatural se utilizó para diferenciar ambas esferas. sucitado en medio de nosotros y de la esperanza consiguiente de
La gran aportación de la Iglesia norteamericana en el Vaticano II que volverá. No ha de entenderse que la misión social se opone a
consistió en la defensa de la libertad religiosa y de la separación esos otros aspectos, ya que éstos, en razón de su misma naturaleza,
entre la Iglesia y el Estado. Pero había un sutil peligro en todo ello: entrañan la dimensión de una misión social. La Iglesia, en una pa-
dividir en dos esferas distintas a los norteamericanos y los católi- labra, no puede quedar reducida al desarrollo de su misión social.
cos por un lado y a la Iglesia y el Estado por otro. De este modo En segundo lugar, hay otros muchos individuos y grupos fuera
ya no había incompatibilidad entre ellos, pero a costa de que la de la Iglesia que trabajan para mejorar la sociedad. Los católicos
Iglesia o el evangelio perdieran fácilmente cualquier posibilidad de y los cristianos en general han de evitar el triunfalismo mezquino
influir sobre el Estado o sobre el ámbito secular. Los católicos tie- que supondría presentarse como los únicos que trabajan en pro
nen una fe distinta de las creencias de los restantes norteamericanos, de la justicia social y luchan contra la fuerza de la opresión. Tal
pero ello no afectaba a su participación en la vida nacional y en los proceder sería injusto con todos los demás individuos y grupos que
problemas que tenía planteados la sociedad. Había un cierto temor se consagran a la lucha contra la injusticia.
a admitir algo decididamente cristiano o católico que el individuo En tercer lugar, los católicos individualmente considerados no
pudiera hacer que pesara en los órdenes político y social. El ethos son únicamente miembros de la comunidad eclesial, sino que ade-
católico tendía en Estados Unidos a eliminar la fe, el evangelio y más forman parte de otros grupos, comunidades y sociedades que
lo sobrenatural de la teoría y la vida política, social y económica.
24
Sobre la importancia de las organizaciones de la Iglesia para la defensa
La justicia en el mundo, 6. de los pobres, cf. lomarás a Renewed Catholic Charities Movement (Wash-
ington 1971).
302 Ch. E. Curran Etica social 303
también trabajan por la mejora de la sociedad. No podemos ni confiaba de toda organización y hasta aceptaba con gusto el cali-
debemos retraernos a un ghetto católico ni pensar que el católico ficativo de anarquista. La historia, por consiguiente, nos habla del
no puede comprometerse con otros grupos ecuménicos o seculares pluralismo que ha existido en el campo de la ética social25.
que trabajan en pro del cambio social. Cualquier forma en que se Es interesante advertir que la teoría social católica ha recono-
estructure la misión social de la Iglesia habrá de reconocer que la cido tradicionalmente la legítima diversidad del pluralismo a pro-
misión social de los católicos individualmente considerados no ha pósito de las cuestiones concretas que tiene planteadas la sociedad26.
de realizarse total ni siquiera primariamente en términos de asocia- Recientemente he defendido, con otros muchos moralistas, que el
ciones o grupos cristianos. desacuerdo (o dicho más positivamente, el pluralismo) se hará notar
Cuarto, durante la última década se ha discutido mucho en cada vez más a propósito de ciertas cuestiones de ética más bien per-
teología moral sobre la existencia de una ética específicamente cris- sonal o individual, como el uso de anticonceptivos, la esterilización,
tiana. Mi opinión es que, desde el punto de vista del contenido el divorcio e incluso el aborto o la eutanasia. La razón fundamental
ético específico, de los fines próximos, las actitudes y las disposicio- está en la misma complejidad de estas cuestiones concretas, que im-
nes (tales como el amor sacrificado, la preocupación por los pobres pide afirmar que una determinada solución es tan segura que ex-
y la lucha contra la opresión), no hay un contenido ético-social cluye toda posibilidad de error. No se puede hablar de una solución
específicamente cristiano. Evidentemente se trata de una cuestión cristiana a los problemas específicos como si no hubiera otra posible
discutida, pero en cualquier caso hay que admitir que los cristianos alternativa cristiana. Por ejemplo, yo defenderé la postura de que ya
no tienen el monopolio de la sabiduría ni de los conocimientos existe auténtica vida humana en el feto antes de la presencia de
propios de la ética social. ondas cerebrales y que la pena capital es mala, pero no puedo ex-
cluir de la Iglesia de Jesucristo a quienes sostienen opiniones contra-
rias. En una época en que se reconoce el pluralismo incluso en el
El pluralismo área de la moral personal, no podemos negar lógicamente su exis-
En el estudio de la metodología teológica se han tocado ya di- tencia en el ámbito de la ética social. En ambas áreas habrá de
ferentes aspectos del pluralismo. Por de pronto, tiene que haber seguir discutiendo la teología la importante cuestión de los límites
un pluralismo legítimo ya a nivel de la metodología teológica. del pluralismo.
Muchos no estarán de acuerdo con la metodología que he propues-
to. Algunos, por ejemplo, abogarán por una postura más radical
Consecuencias eclesiológicas
que la adoptada por un cristiano que elige convertirse en testigo
de la paz y de la pobreza voluntaria. Mi concepto de la mediación, la escatología y el pluralismo me
En segundo lugar, tiene que haber un pluralismo a causa de las obligan a aceptar la conclusión de que los cristianos y la Iglesia
distintas teorías e interpretaciones científicas que pueden formu- pueden estar muchas veces de acuerdo a la hora de señalar los pro-
larse a propósito de los datos implicados en las complejas cuestiones blemas y dificultades que existen en la sociedad (crítica negativa).
de la ética social. Tercero, en relación con la misma complejidad de Oportuna e importunamente habrá de predicar y responder la Igle-
estas cuestiones, no se puede pretender con absoluta certeza que sia al mensaje fundamental del evangelio, la conversión, que llama
no hay más que una postura o solución cristiana viable. a los cristianos a luchar contra la presencia del pecado no sólo en
La historia de la ética social entre los católicos norteamericanos nuestros corazones, sino también en las estructuras sociales. A nivel
nos recuerda que incluso entre quienes se negaban a aceptar la general deberá haber mayor acuerdo entre los cristianos y dentro
situación dada había una pluralidad de posturas. John A. Ryan insis-
25
tía enérgicamente en el cometido del Estado para impulsar las re- D. J. O'Brien, American Catholics and Social Reform (Nueva York
formas. Los católicos germano-norteamericanos desconfiaban del 1968).
26
F. H. Mueller, The Church and the Social Question, en J. N. Moody
Estado y se pronunciaban a favor de una reforma en profundidad y J. G. Lawler (eds.), Tbe Challenge of the Mater et Magistra (Nueva York
sobre el modelo de la sociedad corporativa. El Movimiento Obrero 1963) 13-33. Sobre su confirmación en los recientes documentos del magis-
Católico se mostraba partidario de un personalismo radical que des- terio jerárquico, cf. Octogésima adveniens, 59-61; La justicia en el mundo, i7.
304 Ch. E. Curran Etica social 305

de las Iglesias acerca de los valores, los fines y los ideales que de- cristianos se decidan a integrarse en esos grupos reducidos para dar
berá aceptar la sociedad, pero cuando descendemos al plano y a las testimonio de pobreza, paz, justicia social, etc.
estrategias particulares, la misma complejidad de estas cuestiones Pero la Iglesia en su totalidad tiene también un papel que des-
significará muchas veces que cada vez resultará más difícil hablar empeñar en ocasiones, especialmente en el campo de la doctrina
de una solución cristiana. y de la acción sobre problemas sociales específicos. La Iglesia como
En este terreno advertimos ante todo la necesidad y la impor- tal, a nivel local, nacional o universal, habrá de abordar en ocasiones
tancia de los grupos reducidos dentro de la Iglesia. Pueden y deben determinados problemas morales. Pero, al actuar de este modo,
formarse pequeños grupos de cristianos que trabajen unidos para habrá que adoptar ciertas precauciones. Ante todo, y teniendo en
el logro de un mismo fin y empleen una estrategia común. La teo- cuenta que esas cuestiones exigen el conocimiento de unos datos
logía de la liberación se ha desarrollado muchas veces en Sudamérica y requieren la intervención de unos técnicos, quienes hayan de abor-
en el contexto de esos grupos reducidos de cristianos que se compro- dar esos problemas deberán asegurarse primero de que dominan
meten a trabajar juntos para vencer la opresión. En Estados Unidos, todos los detalles que implica la empresa. En segundo lugar, sería
el Movimiento Obrero Católico y otros grupos apostólicos pare- imposible pronunciarse o actuar sobre todos los problemas que tiene
cidos ilustran esa misma realidad básica. El movimiento en pro de planteados la sociedad, y ello por falta de la adecuada preparación
la paz de Estados Unidos también patrocina, de manera más infor- técnica; pero al menos podrán y deberán estar en desacuerdo con
mal, la formación de esos grupos. la postura concreta adoptada, que se presentará en nombre de la
Aunque en Estados Unidos han funcionado algunos de estos Iglesia, pero reconociendo al mismo tiempo la posibilidad de que
grupos, parece que nunca han sido tan numerosos como en otros algunos de sus miembros se muestren personalmente en desacuerdo
países. Ello se ha debido posiblemente a que en este país no tuvo con ciertos aspectos concretos de tal postura. En este caso será
tanto desarrollo como en otros la organización por pequeñas célu- muy importante la credibilidad de la doctrina.
las que propugnaba la Acción Católica. Pienso, sin embargo, que En cuanto a la cuestión de la actuación futura de la Iglesia en
para el bien de la Iglesia es muy importante y hasta esencial la el terreno de la ética social, se ha evitado intencionadamente en este
existencia de múltiples grupos de esa naturaleza. artículo la consideración sustantiva de las diversas cuestiones. En
Durante los últimos años se han ido formando diversos grupos vez de ello hemos tratado de estudiar la metodología teológica que
de este tipo en Estados Unidos para trabajar en el campo de la habrá de tenerse en cuenta en tales discusiones, así como las impli-
justicia social. Recuérdese, por ejemplo, la creación de organizacio- caciones eclesiológicas de la misión social de la Iglesia.
nes al estilo de Justicia y Paz, que han surgido en diversas diócesis
y comunidades religiosas. El grupo Network, formado por religiosas [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
que propugnan el cambio social, ha merecido atención y apoyo de
diversos estamentos. Son muy diversos los grupos que pueden y
deben crearse. Se dará incluso el caso de que diversos grupos traba-
jen desde posiciones distintas para resolver un mismo problema,
como ha ocurrido a propósito de la enmienda para la igualdad de
derechos. En ciertos momentos también los obispos podrían fun-
cionar como uno de estos grupos dentro de la Iglesia.
Desde esta perspectiva se presenta la Iglesia como una gran
comunidad en cuyo seno se ha entablado un diálogo serio acerca
de lo que hoy nos exige el evangelio en orden a la promoción del
cambio social. Los individuos y los grupos pequeños estarían en
condiciones, dentro de la Iglesia, de llevar a cabo tareas que la
Iglesia en bloque no podría realizar. Es de esperar que muchos
20
V
IGLESIA Y REFORMA

CHRISTIAN DUQUOC/CASIANO FLORISTAN


LETARGO DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA
EN LOS PAÍSES DESARROLLADOS

I. CAUSAS

a) Los interrogantes del cristianismo en torno a la idea común


de Dios, así como su ambigüedad histórica, causas del agotamiento
que experimenta en la actualidad.
El agotamiento actual del cristianismo se sitúa en el interior
de la dialéctica ambigüedad-subversión.
— Subversión o interrogación: Merleau-Ponty subrayaba
hace cuarenta años que la novedad del cristianismo está vincu-
lada a un doble símbolo, el de «la muerte de Dios», que rechaza
todo infinito concebido, y el de «la asunción del hombre».
— Ambigüedad: la revela el movimiento de alejamiento
o de autonomía con respecto al cristianismo histórico, movimien-
to que se nutre de la filosofía de la «Ilustración» (Aufklarung)
y contrapone al Dios de Jesús, opresor, una forma racional de
Dios, fundamento de la libertad y de la tolerancia.
b) Desarrollemos tres aspectos: la crisis, la doble vertiente, la
práctica de Jesús.

1. La crisis
Los factores del agotamiento del cristianismo son numerosos.
Se inscriben en una doble perspectiva:
308 Ch. Duquoc/C. Floristán
Letargo de la espiritualidad cristiana 309
— Las transformaciones de la infraestructura técnico-científica
con sus recaídas económicas y políticas, fenómeno de la industria- particularidad, sino también a la objetivación de Dios al margen
de toda la historia. Hegel rompe con el Dios del cristianismo y con
lización y de la democracia política.
el Dios de la Ilustración.
— Las consecuencias ideológicas de estas transformaciones: la
Bloch continúa en una perspectiva diferente el camino abierto
autonomía que se ha conseguido con respecto a las normas exterio-
por Hegel (cf. su obra Ateísmo en el cristianismo).
res, mantenidas por las religiones positivas; el descubrimiento del
Bloch pretende mostrar la contradicción inherente al cristianis-
saber y del poder compartidos; la asunción de la responsabilidad
mo institucional subrayando el alcance mesiánico y, por tanto, re-
de la propia historia; la situación arcaica de la Iglesia, que defiende
volucionario del cristianismo con respecto a toda sociedad cerrada:
un orden que ya no guarda correspondencia con el nivel del saber,
por una parte, confiesa un Dios objetivo que frena todo dinamismo
de las técnicas y de las relaciones sociales actuales. y toda esperanza; por otra, mediante el mesianismo introduce en
La «Ilustración» reúne en una ideología de libertad y tolerancia la historia una energía transformante.
un sentimiento de progreso y de liberación respecto a los oscuran- Jesús, al atribuirse el título de Hijo de hombre, despoja de sus
tismos religiosos. prerrogativas al Dios objetivo y anuncia simbólicamente su muerte
como condición de una historia orientada hacia un futuro utópico.
2. La doble vertiente del cristianismo Es el mismo cristianismo el que, en su versión eclesial, determina
el agotamiento espiritual del cristianismo ocultando en él el factor
El cristianismo, en virtud de su historia y de sus orígenes, de futuro y acentuando el arcaísmo.
está marcado por un doble carácter: ambigüedad y subversión.
Ambigüedad: la «Ilustración» subrayó con violencia la voluntad 3. La práctica de Jesús
de acaparamiento histórico del cristianismo bajo el pretexto de lo
absoluto de la revelación de Cristo. De esta manera, unos datos ¿Es posible inscribir la práctica de Jesús en la problemática
contingentes y particulares se han convertido en normas universa- esbozada anteriormente? ¿O no nos encontramos más que ante una
les. La historia originaria del cristianismo, por su paso a lo univer- interpretación ideológica del cristianismo de poca utilidad para
sal bajo la mediación de una institución, ha permitido unir el azar resolver la crisis de agotamiento actual?
o la accidentalidad de su origen y lo absoluto reconocido a lo divino. La práctica de Jesús vincula el reconocimiento de Dios a una
Para decirlo más brevemente, ha permitido que Dios no adoptara práctica de liberación.
el destino de su propia historia, sino que ha conferido a su positi- En consecuencia, no justifica la absolutización de una historia
vidad histórica, judía y griega, un carácter absoluto, fundamentan- particular acaecida en el cristianismo. La crítica de la Ilustración
do de esta manera un sistema de la verdad y del actuar en el que es acertada en este aspecto.
ya no le quedaba al hombre espacio alguno para la creación, sino Sin embargo, no se inscribe en la vía abierta por Bloch al rom-
sólo la función de ejecutar. per todo vínculo entre el reconocimiento de Dios y la liberación.
Con el fin de reconocer a la historia su movimiento propio, su Por consiguiente, me parece que:
relatividad, su fervor creador, la «Ilustración» opuso a la positividad — los teólogos de la muerte de Dios se han detenido demasiado
absolutizada del Dios de Jesús un Dios absoluto (deísmo) que de- pronto en su crítica; ni el Dios objetivo ni el ideado son el Dios
jaba a la historia su propia responsabilidad y relatividad humanas. invocado por Jesús, aunque frecuentemente sean el Dios de los cris-
En este planteamiento puede reconocerse la pregunta formulada tianos;
por Lessing: «¿Cómo puede afirmarse que un hecho particular, la — la reconciliación entre el reconocimiento cristiano de Dios
historia de Jesús, adquiera un valor universal y normativo?». y el movimiento de autonomía desencadenado por la Ilustración no
Carácter subversivo: lo subrayan Hegel y Bloch. es una cuestión teórica, sino práctica;
Hegel no absolutiza una historia particular; al contrario, Dios — las llamadas teologías de la liberación abren una vía original
está afectado por la historia. Como consecuencia, el cristianismo que permite pensar que el agotamiento del cristianismo no es de-
se opone no sólo a la absolutización de su propia historia y de su finitivo, sino que depende de las condiciones sociohistóricas del
310 Ch. Duquoc/C. Floristán Letargo de la espiritualidad cristiana 311

mundo occidental. Las tesis que ofrecemos a continuación se han 1. La crisis eclesial y teologal de los pueblos occidentales
formulado dentro de esta perspectiva. tradicionalmente cristianos (países de cristiandad) es entendida
consciente o inconscientemente como un derrumbe catastrófico
de la cristiandad medieval, primera realización histórica, y pri-
II. PROSPECTIVAS
mera gran desviación evangélica, del cristianismo original.
a) El colonialismo primero y la industrialización después han 2. En el inconsciente individual y/o colectivo de muchos
hecho de los países desarrollados «países dominantes», de los que pastores y laicos de la Iglesia hay una secreta e inconfesada nos-
«dependen» los países subdesarrollados e incluso los países en vía talgia de la antigua cristiandad o de una sociedad en la que sea
de desarrollo. decisivo el factor religioso.
3. La Iglesia ha vivido como «contra-sociedad» frente a las
1. El «subdesarrollo», entendido como «retraso» econó- sociedades modernamente organizadas (al modo democrático, par-
mico, social y político de los países asiáticos, africanos y latino- lamentario y burgués) y sigue en gran medida en esa actitud
americanos en relación con el «progreso» de los países nordatlán- frente a las actuales tendencias marxistas de cara a la implanta-
ticos, es un problema global que afecta a toda la humanidad, ya ción de nuevos socialismos.
que es consecuencia del «desarrollo» de los países opulentos. 4. La teología nordatlántica, al elaborarse en el centro geo-
2. La miseria de los países y zonas subdesarrolladas no se político del mundo occidental, no puede comprender la miseria
corrige con la «ayuda» de los países capitalistas, sino con la crea- de la periferia y hace el juego al capitalismo burgués.
ción de nuevas formas de producción y de convivencia en el mun- 5. Al estar la teología centroeuropea preocupada por la
do desarrollado que acaben con la «dependencia» y generen la doble crítica de la Ilustración: la de Kant (liberación de todo
«liberación». dogmatismo) y la de Marx (liberación de todo idealismo), dirige
3. El Occidente (con sus raíces grecorromanas y judeocris- su atención prevalentemente a recobrar el sentido «rechazado»
tianas) ha unlversalizado —mediante la colonización y la domi- de la fe, en lugar de prestar atención principal al sentido «opri-
nación— no sólo la ciencia, técnica, filosofía y formas de socie- mido» de la realidad, para ayudarla en su transformación y en-
dad, sino la manera «romana» de vivir el cristianismo y el modo contrar ahí el sentido de la fe.
«europeo» de elaborar la teología.
4. Los países subdesarrollados, al cuestionar a los países c) El acto pastoral básico de la Iglesia (la evangelizarían) ha
desarrollados nordatlánticos la forma de organizar (o de des- sido realizado por las Iglesias de los países desarrollados en conni-
organizar) el mundo, han cuestionado a las Iglesias que forman vencia con el poder y mediante medios extranjeros poderosos, como
cuerpo con las naciones dominadoras. proceso religioso integrado en el proceso de dominación.
5. La crítica marxista de la religión, que es crítica del cris-
tianismo histórico o del «antiguo régimen» sacralizado, es una 1. Para conseguir una renovación de la Iglesia en los países
crítica a la estructura de la sociedad occidental, en lo que tiene desarrollados es necesario que globalmente reconozca su culpa-
de burguesa, capitalista y dominadora. bilidad mundial e histórica y se convierta al «Tercer Mundo» de
6. Las Iglesias nordatlánticas, en la medida en que han vi- los pobres y oprimidos, dando muestras reales de conversión.
vido el régimen dominador, han asumido la voluntad de lucro 2. La superación del «logos» de la modernidad (espíritu
y de poderío antievangélicos, típicos de los grupos oligárquicos crítico de la Ilustración, autonomía del mundo y desarrollo téc-
o transnacionales. nico-científico) no se logra por un giro antropológico o político,
sino por una conversión al «logos» evangélico, histórico, sapien-
b) La interpretación teológica del hecho cristiano (a pesar de cial, simbólico y práctico de las clases sociales modestas, campe-
que el hecho cristiano se haya experimentado en los países domi- sinas o industriales, que viven de hecho como minorías o mayo-
nados) se ha desarrollado «académicamente» entre grupos sociales rías marginadas.
dominantes (el clero), con el consiguiente proceso ideologizador. 3. La vida de los creyentes en los países desarrollados
Ch. Duquoc/C. Floristán
m
debiera ser testimonio profético, crítico y práctico, de una lucha
RENE LAURENTIN
por la justicia y la libertad frente a toda explotación económica
y todo poder dominador, en defensa y solidaridad con el her- VATICANO III: ¿DONDE Y COMO?
mano pobre y oprimido.
4. La distinción entre «civilización» (cultura ilustrada, eli- Cuando se realizó la consulta antepreparatoria del Vaticano I I ,
tista y oficial) y «barbarie» (cultura popular, de masas y sin más de 400 obispos (uno de cada cinco, más o menos) propusieron
letras) ha hecho que se despreciara o no apreciara suficientemente una definición dogmática sobre la Virgen María: mediación de Ma-
la cultura y religiosidad populares de un «catolicismo dominado» ría (300), maternidad espiritual (unos cincuenta), corredención (tam-
por las clases poderosas. bién unos cincuenta) y realeza de María (una veintena). Estaban
reaccionando por hábito. En los casos excepcionales en que Roma
[Traducción: J. J. DEL MORAL] había consultado a los obispos durante estos últimos siglos se tra-
taba siempre de definir un nuevo «dogma mañano».• la inmaculada
concepción en 1854, la asunción en 1950. Estas propuestas se de-
bían a un estereotipo y a la idea piadosa de que una definición en
honor de Nuestra Señora era eficaz para resolver cualquier problema.
El Concilio Vaticano II tomó una orientación diferente e inten-
tó hacerse cargo de las realidades: las de la Iglesia y las del mundo.
Suscitó una esperanza, movilizó a los cristianos y gozó (hasta que
aparecieron los movimientos críticos) de notable credibilidad. De
aquí a pensar que los problemas de la Iglesia actual tienen su so-
lución en un concilio Vaticano III no hay más que un paso.
Sin embargo, antes es preciso mirar dónde ponemos los pies.
Estas reflexiones pretenden plantear algunas cuestiones previas.

1. ¿En el Vaticano o en otra parte?

Si hoy es realmente útil un concilio, ¿debe celebrarse en el Va-


ticano? Esto plantea sus problemas.
— Desde el punto de vista católico, el Vaticano II llevó a la
internacionaüzación de la Curia, pero no a la descentralización. Se
estaría tentado a pensar que un nuevo concilio debería ser descen-
tralizador y descentralizado.
— Desde el punto de vista de la unidad de los cristianos, ¿cabe
pensar ya en un concilio que no sea ecuménico? Tal hipótesis re-
sulta tanto menos viable por cuanto Pablo VI, ratificando las obje-
ciones planteadas hace tiempo por Congar y Grummel, calificó de-
liberadamente el Concilio II de Lyon, con ocasión del séptimo cen-
tenario, como sexto Sínodo general de Occidente, y no como con-
cilio ecuménico. (Carta del 5 de octubre de 1974).
Esta toma de postura es tanto más significativa por cuanto el
Concilio II de Lyon es, con el de Florencia, uno de los dos conci-
314 R. Laurentin
Vaticano III: ¿Dónde y cómo? 315
lios medievales en que estuvieron presentes los ortodoxos y en que
se firmó un acta de unión. La ciudad de Roma, sede del poder ca- de 1899, Concilios de Baltimore en 1852, 1866 y 1884; Concilio
tólico, ofrecería dificultades para la celebración de un concilio que de Shanghai en 1924.
reuniera a todos los cristianos. Entonces, ¿dónde? Los problemas de la actualidad, ¿responden a las funciones de
Las exigencias materiales o técnicas descartan numerosos luga- un concilio?
res. Aquellos en los que un concilio correría el riesgo de no ser Además, ¿en qué medida no realizan las asambleas periódicas
suficientemente libre o de no encontrar los medios necesarios. Así de las conferencias episcopales y los sínodos de Roma las funciones
quedan excluidos los países del Este y las dictaduras del Oeste. que cumplieron los concilios? Si dichos organismos, creados para
¿Implicarían otras localizaciones el riesgo de tomar una significa- ejercer habitual y orgánicamente una función análoga, la de los con-
ción particularista, o política, ya se trate de Estados Unidos, de cilios, no cumplen tal objetivo, ¿a qué se debe esto, a limitaciones
Jerusalén o incluso Francia? de sus estructuras jurídicas o a defectos de funcionamiento?
Por último, las cosas no están preparadas para que Roma pueda
aceptar un concilio en un lugar distinto de la misma Roma. 3. ¿Cuáles son las necesidades de la Iglesia?
Proponer otro lugar sería, pues, una utopía. Sin embargo, pues-
to que la hipótesis de un futuro concilio es en cualquier caso una Es necesario volver atrás y plantear una pregunta más funda-
utopía, no puede eludirse la cuestión extra teológica: ¿qué ciudad mental: ¿qué necesita la Iglesia? Abramos la agenda y enumeremos
ofrece más ventajas para celebrar un concilio ecuménico, desde el una lista de necesidades a título indicativo y no restrictivo:
punto de vista material, funcional, cultural y simbólico? ¿Nueva
— ¿Renovar la vitalidad de la fe?
Deihi, Nairobi, Bruselas, Lovaina, Ginebra? El mapa del mundo
cambia con tanta rapidez que sería vano proponer hipótesis efíme- — ¿Resolver la crisis de identidad cristiana: confirmarse en
ras sobre estos nombres o sobre otros. el tipo de certeza propio de la fe, en la certeza que tiene del testi-
monio de Dios en el corazón del creyente?
— ¿Restaurar la tradición, esclerotizada antes del Concilio y
2. ¿Un concilio u otra cosa? descuidada en el posconcilio?
— ¿Una renovación de carácter místico o político o una me-
¿Es un concilio lo que necesita actualmente la Iglesia? El pro- jor articulación de lo místico y de lo político cuya disociación crea
blema debe resolverse teniendo en cuenta las funciones de los con- una especie de hemiplejía en la Iglesia?
cilios a través de la historia. Los tipos son los siguientes: — ¿Clarificar los prejuicios que fomentan la crisis de credibi-
— Condenar herejías. lidad: prejuicios sobre el papel de la mujer en la Iglesia, sobre la
. — Reformar la Iglesia abriéndola más: a las luces de la Escri- sexualidad y sobre el matrimonio?
tura, a las realidades presentes, al Espíritu Santo, que permite cap- — Una renovación de
tar sus exigencias dentro de la unidad. «formación»
— Superar los cismas: así lo hicieron el Concilio II de Lyon comunicación
y el de Florencia, que sellaron la unión de Oriente y Occidente, y vida comunitaria
el de Constanza, que consiguió eliminar la pluralidad de papas. apertura al pluralismo cultural (en el sentido del otro y del
— Lanzar grandes proyectos: las Cruzadas representan el ejem- Dios totalmente Otro).
plo más claro, aunque no el más edificante. En estos momentos ca- — Una revisión del estilo de poder y autoridad en la Iglesia
bría pensar en un concilio por la justicia, por la paz, la libertad y en la línea del Vaticano II: ¿No pesan hoy sobre los obispos de-
el desarrollo según las exigencias del evangelio. masiadas tareas administrativas y financieras, demasiadas depen-
— Efectuar la toma de conciencia y la función orgánica de Igle- dencias con respecto a la autoridad suprema y a sus propios colegas
sias locales, a escala de provincia, nación o continente: Concilio de como para poder actuar en el plano del profetismo y de la creati-
América Latina... celebrado en Roma del 28 de mayo al 9 de julio vidad que necesita hoy la Iglesia?
— Una renovación de los ministerios.
316 R. Laurentin Vaticano III: ¿Dónde y cómo? 317

— Una nueva toma de conciencia de la libertad: no sólo de la ticas, estéticas, prácticas, políticas, confesantes, populares, sin ol-
«libertad religiosa» (en el plano jurídico, según la estrecha perspec- vidar la dimensión de alabanza y acción de gracias.
tiva del Concilio Vaticano II), sino de la libertad cristiana según — Un retorno al Espíritu Santo.
el Espíritu, fuente auténtica de liberación a todos los niveles. — Un resurgimiento de la esperanza, no en los discursos, sino
— Una reorientación de la teología que, desde la Edad Media, en las realidades. Esto es lo que supo aportar el papa Juan XXIII.
se ha ido convirtiendo cada vez más en un asunto de «clérigos», Y esto es lo que podría suscitar lo imposible, incluso un concilio.
de universidades cerradas en un intelectualísmo tecnocrático con
excesiva frecuencia ajeno a las preocupaciones de los hombres. [Traducción: J. J. DEL MORAL]

A este respecto, sería conveniente que la Asamblea de Notre


Dame prestara atención a la labor de lo que podríamos llamar «la
joven teología pastoral americana», que «funciona» en contacto
con las realidades humanas y pastorales en muy diversos sectores,
interpretando lo que se vive realmente en el pueblo de Dios, lo
que en él se desarrolla, sin excluir la teología de las Healing (cu-
raciones), que responde a una necesidad profunda de los hombres
así como a la norma del evangelio, donde Cristo comenzó por curar
y enviar a sus apóstoles con la misma misión. Me ha impresionado
la toma de conciencia que en este aspecto se ha operado en Esta-
dos Unidos: «Curar» era el tema central del discurso de dimisión
de Nixon y del discurso inaugural de su sucesor. «Poner en marcha
un proceso de curación» constituía también el tema central de li-
bros tan vendidos en 1976-1977 como los escritos por Ruth Cárter
Stapleton, hermana del presidente Cárter, en su carrera a la vez
religiosa (como ministro baptísta) y universitaria (Universidad de
Carolina del Norte). Nos encontramos en las antípodas de la teo-
logía oficial de Europa. Pero esta teología, ¿puede curar por sí
misma si no se torna sensible al otro polo?
También sería necesario que la teología resolviera el problema
de su rigor científico en un triple sentido: en primer lugar, la se-
riedad en el ejercicio de cada disciplina; en segundo, la articulación
de las diversas disciplinas que el «interdisciplinar» (de que tanto
se habla) yuxtapone o confunde hoy la mayoría de las veces. Esto
exigiría superar el espíritu de sistema que hoy pulula en detri-
mento del espíritu científico. Finalmente, comprender que la teo-
logía como tal (como conocimiento de Dios) no es una ciencia en
sentido estricto, porque su objeto es inevidente (recibido por el
testimonio externo de la Iglesia y el testimonio interno del Espíritu
Santo); en este sentido goza de la certeza interior que da Dios, pero
se trata de una certeza no verificable por procedimientos científicos.
Por último, sería necesario que la teología encontrara de nuevo
ciertas dimensiones atrofiadas desde hace siglos: dimensiones poé-
Iglesia y reforma 319
ALOIS MÜLLER
IGLESIA Y REFORMA 2. El Vaticano II ha provocado unas reformas decisivas en
las tres direcciones antes mencionadas. Sin embargo, hubo de ha-
I. OBSERVACIONES PRELIMINARES cerlo a contracorriente de una fuerte resistencia que en ocasiones le
obligó a revestirlas de fórmulas de compromiso, por ejemplo, en lo
1. El tema de esta sección es la reforma de la Iglesia en dis- relativo a la colegialidad episcopal, los judíos, las Iglesias no cató-
tintos campos; en el presente artículo nos ocuparemos especialmen- licas, el matrimonio, etc. El Concilio consiguió grandes rupturas,
te de la reforma del derecho canónico. Es preciso, sin embargo, pero en el lenguaje de los documentos encontramos también casi
abordar antes ciertos aspectos fundamentales de la reforma de la todas las posturas tradicionales, generalmente en síntesis nada con-
Iglesia, sobre todo la cuestión de cómo debe reaccionar la misma vincentes.
Iglesia cuando se produce una reforma. 3. Poco después del Concilio se afincaron en la Curia romana
2. El término «reforma» ha tenido un doble sentido a lo lar- las corrientes opuestas al mismo, y lo mismo ocurrió en algunas con-
go de la historia de la Iglesia. Unas veces ha significado la supre- ferencias episcopales y hasta en la misma base, en algunos grupos
sión de ciertos abusos (por ejemplo, la simonía, la corrupción del de fieles. Todos ellos empezaron por interpretar el Concilio par-
clero) y otras una simple evolución hacia comportamientos de la tiendo de sus pasajes más tradicionales, en vez de buscar sus inten-
Iglesia más adecuados a las nuevas circunstancias. La Iglesia está ciones más profundas, tratando luego de contrarrestar el Concilio
necesitada siempre de una reforma en alguno de los dos sentidos. mediante la legislación posterior.
3. La adaptación de la Iglesia a las nuevas circunstancias no 4. A la vista de estas maniobras regresivas, quienes habían
puede llevarse a cabo de golpe mediante la legislación, sino que puesto el corazón en la reforma perdieron rápidamente la confianza
constituye un proceso permanente con diversos «puntos de con- en los estamentos curiales y jerárquicos. También ha de verse en
densación». esas maniobras la causa esencial de muchas iniciativas individuales,
descontroladas y salvajes de reforma. Pero ocurrió también que
muchos obispos, partidarios al principio de la reforma, con el tiem-
II. TENDENCIAS Y DESTINO DE LAS REFORMAS po empezaron a pedir mayor moderación. Por otra parte, el papa
DEL VATICANO II solía señalar en los discursos de sus audiencias los peligros del «pro-
1. Considerado en conjunto, el Vaticano II llevó a cabo una gresismo» en vez de alentar las reformas. En el movimiento de Le-
reforma en el sentido de una evolución y una adaptación, que han febvre culmina paradójicamente el esfuerzo por «salvar a la Iglesia»
supuesto un avance en tres direcciones principales: poner remedio mediante el recurso de anular el Concilio.
a la falta de racionalidad, proceder a una apertura con respecto a
las Iglesias protestantes y establecer el diálogo con el mundo de- III. PROBLEMAS DE LA ERA POSCONCILIAR
mocrático, pluralista y posindustrial de los años sesenta. Por «ra-
cionalidad» entendemos aquí el reconocimiento de la capacidad del 1. Una vez que el Vaticano II empezó su tarea de poner re-
pensamiento crítico e ilustrado para esclarecer todos los problemas medio a la falta de racionalidad, comenzaron a manifestarse cada
accesibles a este medio, como puede verse en los métodos críticos vez con mayor fuerza unas posturas no racionales en torno a la fe
de la exégesís bíblica, en el enfoque más histórico de la evolución dentro de los llamados grupos carismáticos. La exigencia de una
del dogma, en la crítica psicológica de los fenómenos religiosos y mayor ilustración, por consiguiente, tropezó con una oposición en
en la aplicación de unos criterios sociológicos a la vida de la Igle- el mismo momento en que la teología empezaba a estar en condi-
sia. Este pensamiento teológico «ilustrado» ha permitido a los teó- ciones de darle satisfacción. No está claro si este entusiasmo fue
logos y a la Iglesia en general adoptar unos principios modernos, simplemente una reacción o si se trataba de algo que se hubiera
como la libertad de conciencia y de religión o el pluralismo, y ha producido de todos modos. El racionalismo corre siempre el ries-
facilitado el diálogo con las Iglesias protestantes, en que las que se go de tomar lo no racional simplemente como no existente o apli-
dejaron sentir antes los efectos del pensamiento ilustrado. carle sus propios métodos, que no son los más adecuados en algu-
nos terrenos, provocando de este modo reacciones antirracionales.
320 A. Müller
Iglesia y reforma 321
2. El Concilio inició la «apertura de la Iglesia al mundo» a rrientes críticas han de integrarse, y ello significa, por ejemplo, que
comienzos de los años sesenta, en unos momentos en que imperaba las ideas místicas de otras épocas y las tendencias místicas renova-
un gran optimismo con respecto a los logros de nuestra civilización; doras deberán integrar las adquisiciones racionales.
pero la sociedad de los años setenta se siente ahora cada vez más
desilusionada, hasta el extremo del pesimismo cultural, a la vista, 3. Habrá que renunciar de una vez para siempre, por lo que
entre otras cosas, de la «rebarbarización» de la civilización occiden- respecta a los movimientos reformadores de cualquier tipo, a la es-
tal. De ahí que actualmente se tache de ingenua y pasada de moda trategia del «golpe de Estado». Esto significa que ningún movi-
a la pieza de lucimiento del Concilio, la Gaudium et spes. miento deberá actuar ya con la intención de declarar que sus pro-
3. En los países de larga tradición cristiana, el Vaticano II, pios objetivos tienen valor de doctrina obligatoria para toda la Igle-
con sus reformas, no produjo el relanzamiento de la Iglesia que se sia. Progresistas, conservadores y partidarios de otras tendencias
esperaba. Por el contrario, a sus reformas —parte en secuencia cro- coinciden en sentir la tentación de presentar sus respectivos pro-
nológica, parte en secuencia causal— siguió una quiebra de la so- gramas, que constituyen una posibilidad para algunos, como la úni-
lidez sociológica de la comunidad eclesial. De ahí que la Iglesia ten- ca norma legítima para toda la Iglesia. Pero esta actitud está en
ga ahora conciencia de crisis. Esta debilidad sociológica se debe en contradicción con las bases mismas del pensamiento eclesial y con-
parte a la menor rigidez doctrinal, a la relativización de la autori- duce a la difamación y el desprecio mutuos. Nadie tiene derecho a
dad de la Iglesia y al hecho de que el culto ocupa hoy un lugar dis- monopolizar el timón. Esto es válido también para las decisiones
tinto en la vida cristiana. romanas, en la medida en que son mutables por su misma natura-
4. La «postura conciliar con respecto al mundo» ha estable- leza.
cido un nuevo punto de partida en la Iglesia, que se ilustra clara- 4. Las relaciones entre Roma y las conferencias episcopales
mente en la «teología de la liberación», así como —al menos en par- —nacionales o regionales— habrán de organizarse claramente con-
te— en el movimiento de los «cristianos para el socialismo», que forme a las exigencias del principio de subsidiaridad. La naturaleza
interpreta el evangelio como una fuerza inspiradora de la emanci- del ministerio de Pedro no exige que Roma intervenga en todos los
pación política de las clases o pueblos oprimidos. asuntos de la Iglesia. De todos son conocidas las desventajas que
presenta tal sistema: falta de conocimiento de los problemas y men-
talidades locales, información unilateral y parcial a través de los
IV. TESIS PARA UNA FUTURA REFORMA DE LA IGLESIA dudosos métodos de los nuncios. El principio de subsidiaridad otor-
1. La universalidad será posible únicamente a través de un ga a «Roma» la posibilidad de intervenir cuando se producen abu-
desarrollo pluralista. De ahí que las autoridades eclesiásticas hayan sos ciertos a nivel local. Pero todos los procesos eclesiales han de
de respetar al máximo el principio del «camino peculiar» de cada caracterizarse por una mayor comunicabilidad y transparencia, de-
Iglesia local. El desarrollo y el gobierno uniformes no conducen a jando de oscilar entre la irrevocabilidad y el secreto.
la universalidad, sino al predominio de una tendencia sobre las res- 5. Urge la tarea de -seguir desarrollando la práctica y las es-
tantes. El temor a que un determinado estilo de vida se «contagie» tructuras de la corresponsabilidad del pueblo de Dios. La Iglesia
a otras regiones por vía de imitación sólo demuestra que también nunca podrá ser una democracia en el sentido de que su autoridad
en otros sitios existen condiciones propicias para el desarrollo de fundamental no procede del pueblo, sino de Cristo. Pero esto no
ese mismo estilo. significa que, en consecuencia, haya de ser ejercida únicamente por
2. Habrá que ver el modo de que la reforma deje de estar so- la jerarquía. Por el contrario, la doctrina del Vaticano II sobre el
metida a un movimiento pendular para que se convierta en un mé- pueblo de Dios ha de tener consecuencias prácticas que se reflejen
todo de integración. El movimiento pendular significa, por ejemplo, en la toma de decisiones a todos los niveles.
que una tendencia más racionalista se ve exacerbada por otra de 6. El Sínodo de Obispos ha de tener mayor libertad de acción
acento más místico, y a la inversa. Lo que importa es referir una y posiblemente unos estatutos distintos. Se trata de un asunto claro
a otra esas tendencias contrapuestas en un sistema dialéctico. Es lo y no hay por qué formular propuestas concretas. Pero la actual
que quiero decir cuando hablo de método de integración: las co- condición del Sínodo, que lo convierte en un cuerpo meramente
21
322 A. Müller Iglesia y reforma 323

consultivo, con poderes severamente limitados por el papa y la Cu- público. Piensen entonces que no son, de cara a la sociedad, doc-
ria romana, compromete su misma significación. tores de la fe, sino simples miembros de una sociedad civil y que
7. A nivel de la comunidad eclesial concreta, el principio de su autoridad no deriva de su fe católica.
la parroquia territorial ha de ser complementado por el estatuto 13. La Iglesia ha de actuar como una fuerza integradora entre
de las comunidades de base. Es preciso mantener la parroquia te- la religión y la sociedad secular. Este principio tiene una buena ilus-
rritorial como marco para la integración de los miembros de la Igle- tración en el problema del cristianismo irreligioso proclamado con
sia. Pero las comunidades de base suponen una mayor libertad con éxito por Bonhoeffer. Hoy es cierto que la fe tiene un compromiso
vistas a determinados objetivos. Deben mantenerse en contacto con el mundo, pero constituiría una paradoja extraña el dar mayor
con las estructuras de la Iglesia local (al menos a nivel diocesano), fe e importancia a todos los campos de la existencia humana con
y a la inversa. excepción del religioso. Por el contrario, la Iglesia habrá de ofrecer
8. Hay que revisar la cuestión del sujeto de los ministerios una base común de interpretación e inspiración para las dimensio-
eclesiásticos. Las ideas clave en este punto son: por una parte, di- nes secular y religiosa de la vida humana.
versificación de los ministerios de la Iglesia y, por otra, condicio-
nes para la ordenación. Es preciso superar el temor a una nueva [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
clericalización aboliendo eficazmente las diferencias psicosociales
entre el clero y el laicado.
9. La idea de la misión ha de consistir en que la Iglesia de
cada país se considere misionera por naturaleza. Desde un punto de
vista histórico, ya no es necesario que un pueblo sea evangelizado
por otro. Pero ha de darse aún entre las Iglesias una cierta subsi-
diaridad. En todas partes hay una Iglesia indígena que debe ser
misionera, desde Alemania hasta Papuasia. Pero esto significa que
cada Iglesia ha de ser independiente y autónoma en el orden cul-
tural, estructural y, en su día, económico.
10. Es preciso establecer una unidad dialéctica entre la vida
misma de la Iglesia y su actividad con respecto al mundo exterior.
El descubrimiento del compromiso de la Iglesia con el mundo ha
conducido frecuentemente a posturas negativas frente a la vida in-
terior de la Iglesia, mientras que los tradicionalistas insisten des-
medidamente en ella contra el compromiso político. Pero también
en este caso se trata de dos aspectos que han de equilibrarse como
en toda vida personal psíquicamente sana.
11. El compromiso diaconal de la Iglesia para con el mundo
ha de resultar evidente por sí mismo. La Iglesia está para servir.
El compromiso en favor de los débiles y los oprimidos forma parte
de la misión de la Iglesia en nombre del evangelio. Implica ante
todo un compromiso político no exento de errores, pero no hay
que temer a este riesgo.
12. Los eclesiásticos titulares de los ministerios eclesiales han
de aprender a hablar en otro tono de voz cuando se dirigen a la
Iglesia o al público en general. Las autoridades de la Iglesia ya no
son autoridades en la sociedad. Pero a veces tienen que hablar en
La teología pastoral ante el futuro 325
MARY G. DURKIN
LA TEOLOGÍA PASTORAL ANTE EL FUTURO de una identidad religiosa y teológica nuclear no niega la realidad
del carácter pluralista de la Iglesia.
El pluralismo correctamente entendido exige la unidad en la
El éxito de cualquier reforma que en el futuro se intente llevar diversidad. Se trata de una unidad que se hace real cuando los dis-
a cabo en la Iglesia dependerá de la capacidad de quienes la ini- tintos componentes de una organización social son capaces de des-
cien para aceptar el carácter pluralista de la Iglesia católica y para cubrir los elementos que comparten por encima de sus identidades
entender la necesidad de tener en cuenta la experiencia que en particulares. El pluralismo es un factor positivo cuando los grupos,
materia de reforma han adquirido los distintos grupos que integran sin sacrificar la riqueza de sus experiencias peculiares, son capaces
la Iglesia. Quienes han tenido la oportunidad de imponer reformas de forjar una identidad común que trasciende los límites del grupo.
desde arriba y quienes se han acostumbrado a contar con esta impo- Para que esta identidad común resulte significativa debe reflejar
sición considerarán el pluralismo con todas sus implicaciones como las experiencias que comparten los distintos grupos.
un peligro de desembocar en la quiebra de la unidad y puede que La identidad religiosa y teológica común del catolicismo venía
hasta en la anarquía. impuesta en otras épocas por las autoridades de la Iglesia y los
Dentro de los límites del presente artículo trataremos de abor- teólogos, que tenían escaso conocimiento de las experiencias de los
dar este problema analizando los aspectos positivos del pluralismo distintos grupos que se integran en la Iglesia. En una época carac-
y exponiendo una postura en materia de teología pastoral que quizá terizada por la inquebrantable lealtad a la autoridad eclesiástica, los
constituya una paso inicial en el camino conducente a determinar los miembros de la Iglesia aceptaban en su mayor parte esta identidad
factores que han de ser tenidos en cuenta en el estudio teológico común sin la menor duda acerca de la importancia que entrañaba
de la reforma de la Iglesia. Al exponer la relación existente entre para su vida.
la ciencia y el arte de la teología pastoral abordaremos algunas cues- Pero en unos tiempos en que un número cada vez mayor de
tiones, aunque no todas, que reclaman nuestra atención si queremos miembros de la Iglesia, cuando no sus mismas autoridades, tiene
que la reforma de la Iglesia logre conectar con las experiencias de conciencia de la contradicción existente entre muchas declaraciones
los fieles. Entre estas cuestiones se incluyen la polarización sexual, que tratan de articular una identidad común y la experiencia real
el papel de la mujer en la Iglesia, el cometido de la Iglesia local que viven, nos encontramos en la necesidad de crear los medios para
y la forma en que los símbolos y la simbolización se relacionan con forjar una nueva identidad religiosa y teológica común. Es obvio
la experiencia religiosa. En este artículo y en el de J. Shea se anali- que esa identidad habrá de aceptar una limitación de sus perspecti-
zará también la relación existente entre el teólogo profesional y el vas en comparación con los anteriores intentos que trataban de in-
ministro pastoral, relación que tiene profundas implicaciones para cluir normas para todos los aspectos de la vida del grupo o el in-
la reforma de la Iglesia. dividuo.
Quienes vivimos dedicados a las tareas teológicas somos testi-
CARÁCTER PLURALISTA DE LA IGLESIA CATÓLICA gos de que la aceptación del pluralismo ha contribuido mucho a
impulsar la reflexión teológica. Al mismo tiempo somos muy cons-
Hemos de afirmar desde el principio la necesidad de una iden- cientes de las trampas que oculta la postura de «todo vale», en que
tidad religiosa y teológica nuclear en la Iglesia. Gregory Baum se ignora la necesidad de una identidad teológica común. Reconoje-
ha demostrado el valor que posee en la tradición católica la tensión mos que es imprescindible establecer unos criterios capaces de ayu-
entre la Iglesia local y la Iglesia universal'. Esta tensión, correc- darnos a juzgar la validez de las diversas posturas teológicas que
tamente entendida, es una poderosa barrera que se opone a los pretenden ser cristianas. La misma exigencia de una norma crítica
extremos del sectarismo y del autoritarismo romano. La necesidad hemos de aplicar a las diversas llamadas a la reforma de la Iglesia.
Además de reconocer en qué casos ha de dejarse que las diversas
1
G. Baum, The Credibility of the Church Today (Nueva York 1968) formas de la Iglesia local —parroquia, diócesis, sínodo nacional,
cap. 4. etcétera— lleven a cabo una reforma que responda a sus necesida-
des, hemos de sentar unos criterios que nos ayuden a esclarecer
326 M. G. Durkin La teología pastoral ante el futuro 327

si esas reformas de la Iglesia local están de acuerdo con la identidad ha de hacerse responsable de ayudar a cada grupo a articular su
común de la Iglesia. No será posible determinar esta identidad re- identidad religiosa. También ha de esforzarse la teología pastoral por
ligiosa y teológica común si no existe un consenso entre las Iglesias determinar las cuestiones clave sobre las que ha de versar la reforma
particulares acerca de esa misma identidad y si tales Iglesias no están de la Iglesia para que fomente un sano y positivo pluralismo que
siempre abiertas a la crítica de la Escritura y la tradición cristiana. dé margen a la diversidad en la unidad.
Para que un futuro concilio o sínodo pueda abordar la formu- Esta idea de la teología pastoral exige una mayor colaboración
lación de una identidad común y determinar las implicaciones que entre los teólogos profesionales que se preocupan de la disciplina
ésta pueda tener para la reforma de la Iglesia, será preciso ante científica de la teología pastoral y los pastores que se dedican a la
todo que quienes participen en ese concilio o sínodo conozcan bien práctica de la teología pastoral o que, como indica John Shea, prac-
la identidad religiosa de aquellos a quienes representan. En su tican una teología ministerial. El ministro que pretenda practicar
calidad de representantes habrán de conocer también los elementos con éxito la teología ministerial habrá de estar familiarizado con los
de esa identidad que trascienden las experiencias de los grupos esfuerzos del teólogo profesional. A su vez, el teólogo profesional
particulares y enlazan con la identidad más amplia de toda la Igle- habrá de adoptar una postura receptiva ante las cuestiones que
sia. Entre las cuestiones que deberán considerarse figuran: qué planteará el ministro como consecuencia de la práctica de la teolo-
tiene en común la identidad religiosa de una Iglesia establecida en gía ministerial. A falta de esas cuestiones planteadas por el ministro
la sociedad occidental tecnológica con las Iglesias de los países del que ejerce la teología práctica en los niveles de base de las organi-
Tercer Mundo, las culturas orientales y los países de rito oriental; zaciones eclesiales, resultaría muy difícil al teólogo profesional man-
si es posible forjar una identidad católica común a partir de estas tenerse en contacto con las experiencias concretas, particulares, de la
identidades diversas; cómo reformar la Iglesia universal y la Igle- vida cristiana en sus varias manifestaciones. A falta también de un
sia local de manera que su común identidad quede abierta a la evo- análisis crítico por parte del teólogo profesional, el pastor corre
lución y responda a las necesidades cambiantes de las distintas so- peligro de incurrir en particularismos y, en última instancia, en
ciedades humanas. sectarismos.
Podemos ver un ejemplo de este riesgo del particularismo en
EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD Y LA TEOLOGÍA la respuesta de los diversos grupos al problema de la participación
PASTORAL. EL PUESTO DE LA MUJER COMO EJEMPLO
de la mujer en la sociedad moderna. A pesar de los esfuerzos por
lograr la igualdad de derechos para las mujeres, hay indicios de que
Para dar el primer paso en el proceso de forjar una identidad va en aumento la polarización sexual como reacción ante las exigen-
religiosa y teológica común parece obligado que algunos teólogos cias de ciertos grupos femeninos. Limitándonos a Estados Unidos,
traten de analizar aquellos factores que determinan las identidades vemos cómo se han desarrollado dos posturas completamente dis-
religiosas de los diversos grupos, mientras que otros se dedicarán tintas acerca del papel que incumbe a la mujer y las relaciones entre
a la tarea de establecer unos criterios que permitan juzgar la validez los sexos. Algunos portavoces de la postura «femenina total», que
cristiana de la identidad de cualquiera de aquellos grupos. La teolo- preconizan la sumisión total de las mujeres a los varones, y del
gía pastoral, consciente de la importancia que tiene el principio de feminismo, que en sus formas más radicales propugna una retirada
subsidiaridad en las sociedades humanas, se responsabilizará de cen- total de la sociedad patriarcal, pretenden tener una base cristiana
trar la atención teológica en la importancia de esta actitud para la para algunas de sus críticas contra la cultura contemporánea. Ambas
reforma de la Iglesia. posturas tienen ciertas implicaciones para la orientación de la
La teología pastoral, que inició su andadura como una respuesta Iglesia con respecto al cometido de la mujer. Si analizásemos la ex-
a la necesidad de establecer unas orientaciones sistemáticas en cuanto periencia de las mujeres en otras culturas, indudablemente encon-
a la doctrina y su puesta en práctica para el ejercicio del ministerio traríamos otras interpretaciones de lo que ha de ser una visión
pastoral, y que luego evolucionó en el sentido de una teología cristiana de la mujer.
práctica, tiene por objeto todo cuanto constituye, condiciona y hace Es necesario que quienes están dedicados a la práctica de la
posible el quehacer cotidiano de la Iglesia, pero al mismo tiempo teología ministerial traten de articular una perspectiva cristiana
328 M. G. Durkin La teología pastoral ante el futuro 329

con respecto a la experiencia de las mujeres con las que trabajan en Para resumir brevemente mi labor, aplicando un método de co-
vez de limitarse a aceptar los asertos convencionales de nuestros rrelaciones, traté de identificar la experiencia paradigmática de un
días acerca de este tema. A su vez, el teólogo profesional aplicará grupo de mujeres que habían recibido su educación a finales de la
los principios de la teología pastoral a las diversas experiencias década de los cuarenta, durante los años cincuenta y a comienzos
articuladas por los teólogos ministeriales y tratará de formular una de los sesenta. Participando en sus experiencias y prestando aten-
respuesta común a la situación de la mujer, reconociendo la nece- ción a las cuestiones de sentido que ellas mismas formulaban, y tam-
sidad de que los grupos individuales conserven aquellos elementos bién a las que eran incapaces de articular, llegué a la conclusión
de sus perspectivas peculiares que no sean contrarios a la tradición de que se hallaban atrapadas en un dilema. Mediante el análisis
(en cuanto traditio) cristiana. Una perspectiva cristiana del cometi- histórico y sociológico de la situación en que estaban estas mujeres
do que incumbe a la mujer en la sociedad humana dará margen a la y otras de su clase pude identificar su experiencia paradigmática,
diversidad en la unidad. que consistía en que se encontraban con unas oportunidades para
actuar libremente con las que no había contado su anterior educa-
UNA EXPERIENCIA PASTORAL CON MUJERES DE CLASE MEDIA ción cultural. Ahora buscaban un modelo adecuado de comporta-
miento que respondiera a su actual situación.
La cuestión de la posible ordenación sacerdotal de las mujeres El segundo paso en este proceso implicaba la búsqueda de un
ocupa hoy un puesto destacado en las discusiones sobre la reforma símbolo apropiado de la tradición cristiana que fuera capaz de
de la Iglesia y el cometido de la mujer. Si bien se trata de un punto ilustrar o iluminar la situación y que sirviera de orientación a la
importante de la discusión teológica, ya se le presta la debida misma. Teniendo en cuenta que en su mayor parte aquellas mujeres
atención desde diversos ángulos. Otra cuestión aún más decisiva, estaban o habían estado integradas alguna vez en una parroquia,
que en las discusiones teológicas ha sido hasta cierto punto pasada desarrollé una visión de la Iglesia local a nivel de parroquia como
por alto, es la relativa a la formulación de una perspectiva cristiana una comunidad llena del Espíritu que conoce el plan divino de
acerca del puesto que corresponde a la mujer en el ordenamiento salvación por Jesucristo y proclama este acontecimiento en la cele-
social y de sus relaciones con los varones en la sociedad. La reforma bración y en la fraternidad.
de la Iglesia no se desarrolla en un vacío, sino en unas situaciones
Esta etapa del proceso exigía una reflexión teológica sobre
sociales en que están envueltos a la vez los hombres y las mujeres;
los significados presentes en la experiencia humana y también en
de ahí que la futura reforma de la Iglesia haya de conocer los
la tradición cristiana. El análisis sociológico de la situación presente
puntos de vista y las experiencias de la mujer. Los teólogos dedica-
vino a poner de manifiesto la importancia de la comunidad para el
dos a la tarea de articular una visión religiosa y teológica común
desarrollo de la personalidad. La experiencia personal de aquellas
para la Iglesia católica habrán de ser conscientes de hasta qué
mujeres indicaba además la necesidad de un sistema de apoyo co-
punto influye en la identidad religiosa de los diversos grupos par-
munitario que las estimulara y apoyara en sus esfuerzos por rede-
ticulares la relación efectiva entre los sexos.
finir su función como mujeres casadas. La tradición de la Iglesia
Como fruto de muchos años de mi vida empleados en una local, tanto en sus primitivas manifestaciones del período bíblico
actuación cuasi-ministerial con grupos femeninos, decidí desarrollar como en su realización más reciente ilustrada por las comunidades
una teología pastoral para el grupo con que estaba más relaciona- inmigrantes de Estados Unidos, ofrecía unas referencias acerca de
da, integrado por mujeres de clase media 2 . Se trata de un grupo cómo la comunidad de una moderna Iglesia local podría responder
limitado, pero el método que apliqué en este intento constituye a las necesidades planteadas por la situación contemporánea sin per-
un ejemplo de postura con respecto a la teología pastoral que puede der la continuidad con la tradición cristiana.
aportar ideas valiosas para conocer la experiencia religiosa de va- Cuando la tradición cristiana de la Iglesia local se aplica a cri-
rios sectores de la Iglesia. Sería un primer paso importante para la ticar la experiencia paradigmática de las nuevas oportunidades para
creación de una identidad religiosa y teológica común. vivir libremente, surge la posibilidad de sugerir cambios en el esti-
2
Para una exposición más detallada de este ejemplo, cf. Mary G. Durkin, lo de vida. Es lo que ocurrió en la tercera etapa de esta experiencia
The Suburban Wornan: Her Changing Role in the Church (Nueva York 1976). de teología pastoral.
330 M. G. Durkin La teología pastoral ante el futuro 331
El hecho de pertenecer a una comunidad eclesial exige dar res- John Cobb propugna la formación de pequeños grupos en que
puesta a la llamada de Cristo 3 ; de ahí que se fuera configurando las personas tengan la oportunidad de formular sus más profundas
la imagen de la mujer cristiana como mujer responsable. Por otra aspiraciones y crear los medios de lograrlas4. John Gilbert pide que
parte, se hizo evidente la necesidad de reestructurar la Iglesia local la educación religiosa ayude a las personas a simbolizar sus expe-
de manera que pueda ayudar a las mujeres que intentan aclarar las riencias religiosas y les proporcione los métodos para verificar la
implicaciones de su condición de mujeres responsables. validez de esas experiencias5. Si las Iglesias locales aceptan estas
Atendida la diversidad existente incluso entre aquellas mujeres, orientaciones, ofrecerán la oportunidad de formular una respuesta
lo único que cabía hacer era establecer unas orientaciones que las cristiana a un grave problema cultural.
ayudaran en sus esfuerzos por crear un estilo de vida concorde con Este ejemplo de cómo desarrollar una teología pastoral para un
la imagen de la mujer responsable. No está claro que esta imagen grupo concreto se aduce aquí simplemente para demostrar la posi-
de la mujer responsable sea la más adecuada para todas las norte- bilidad de ampliar el panorama y la metodología de una teología
americanas y menos para las de otros países. Es evidente que los pastoral aplicable a una Iglesia pluralista. La imagen de la mujer
cambios en cuanto al estilo de vida que puedan derivarse de esta responsable resulta atrayente y abre las puertas a ulteriores estu-
imagen variarán de una cultura a otra. La misma imagen no es sino dios capaces de llegar a una simbolización de las experiencias vivi-
una respuesta a la articulación de la experiencia vivida por un grupo das por otras mujeres. Sólo cuando se haya realizado esta labor es-
concreto de mujeres. Su validez para otros grupos dependerá de la taremos en condiciones de abordar conjuntamente nuevos temas
fuerza simbolizadora que para ellos posea. que nos ayuden a articular una posición teológica acerca de las mu-
La reestructuración de la Iglesia local recomendada en mi estu- jeres en la sociedad contemporánea que refleje el carácter pluralista
dio tiene también validez en la medida en que resulte aplicable a de nuestro mundo.
la situación de una sociedad determinada. Desde el punto de vista
Si la imagen resulta atrayente, la metodología sólo puede con-
de esta situación es recomendable considerar la posibilidad de nue-
siderarse provisional y necesitada de correcciones. Mi situación un
vas posturas con respecto a la comunidad eclesial; revitalizar el es-
tanto excepcional de quien llega a las tareas de la teología profe-
píritu de la Iglesia parroquial inmigrante, que ha sido capaz de
sional después de emplear muchos años en una función cuasi-minis-
unir a las personas en una comunidad de fe, y tantear la posibili-
terial me ha permitido, en el caso presente, combinar ciertas tareas
dad de formular nuevas posturas con respecto a la Iglesia parro-
que, en otras circunstancias, hubiera sido preciso separar. No me
quial en el caso de que la ya existente sea incapaz de alentar un es-
sería posible abordar los aspectos de participación y diálogo que
píritu comunitario.
entraña esta postura en relación con otros grupos; para ello sería
Por otra parte, las Iglesias locales habrán de responder a las ne- preciso recurrir a la labor de la teología ministerial. Es claro que
cesidades de la mujer fomentando las oportunidades para que ponga necesitamos nuevas formas de ministerio (un tema que ha sido tra-
en-juego sus capacidades dentro de la Iglesia y animándola a apor- tado muy recientemente con gran profundidad por Bernard Cooke) 6
tar sus talentos en una labor que se desarrollará también en el mun- si queremos contar con un método de teología pastoral capaz de
do, más allá de los límites de la comunidad local. También habrá responder al principio de subsidiaridad. El teólogo profesional ha-
de procurar la Iglesia local poner en juego los medios tendentes a brá de tener en cuenta la obra del teólogo ministerial y la de sus
reducir la tensión entre los sexos, que no dejará de producirse al colegas, hombres y mujeres, que trabajan en otros campos de la in-
utilizar las mujeres su libertad recién adquirida. Se animará a las vestigación cuando trate de formular unas declaraciones teológicas
mujeres a compartir sus ideas sobre la forma de llevar una vida y unas recomendaciones para la reforma de la Iglesia.
multidimensional, mientras que se dará oportunidad a los hombres
para que analicen los problemas que en su vida ha causado el cam-
bio de los cometidos sociales asignados a los sexos. 4
5
J. B. Cobb, Jr., Theology and Pastoral Care (Filadelfia 1977).
3
Para un estudio más detallado sobre el cristiano como individuo respon- J. P. Gilbert, Theological Pluralism and Religious Education: «Re
sable, cf. H. Richard Niebuhr, The Responsible Self: An Essay in Christian gious
6
Education» (nov.-dic. 1975).
Moral Philosophy (Nueva York 1963). B. Cooke, Ministry to Word and Sacraments: History and Theology
(Filadelfia 1976).
La teología pastoral ante el futuro 333

IMPLICACIONES PARA LA REFORMA de tal forma que sus miembros tengan oportunidad de articular sus
DE LA IGLESIA: PUNTOS DE DISCUSIÓN más profundas aspiraciones y trabajar por realizarlas de manera
congruente con sus experiencias religiosas.
Esta manera de entender la teología pastoral suscita diversos 9. Tanto los teólogos profesionales como los teólogos minis-
temas de discusión cuando tratamos de identificar la dirección en teriales deberán comprender el proceso de simbolización y sus im-
que habrán de orientarse los esfuerzos de nuestra investigación. plicaciones para el entendimiento de las cuestiones de sentido.
Nuestras sugerencias no tratan de ser exhaustivas, sino que se con- 10. Se pondrán en marcha nuevos ministerios al servicio de
forman con plantear las bases preliminares para nuestras discusiones. las necesidades que se vayan formulando en la Iglesia reestructu-
1. El motivo primario subyacente a todos los intentos de re- rada en el plano local, nacional y universal.
formar la Iglesia ha de ser el propósito de crear un ambiente en La tradición católica estará en condiciones de hacer una apor-
que los diversos grupos se sientan animados a articular sus identi- tación directa a la búsqueda de sentido por parte de sus miembros
dades religiosas individuales al mismo tiempo que se preocupan de y de toda la cultura en general de acuerdo con la medida en que la
los aspectos comunes de esas identidades, que habrán de combinar- Iglesia del futuro sea capaz de responder a la experiencia humana
se en una identidad religiosa común. en sus diversas manifestaciones. La reforma de la Iglesia con vistas
2. Será tarea de la teología pastoral fomentar la articulación al cumplimiento de esta exigencia pide que los investigadores y los
de las diversas experiencias religiosas, criticarlas mediante la apli- dirigentes de la Iglesia adopten una actitud abierta con respecto
cación de los símbolos de la tradición cristiana y esforzarse por for- a esa experiencia. La teología pastoral deberá articular constante-
mular una identidad religiosa y teológica común. mente esa exigencia y proponer al mismo tiempo posibles res-
3. Será preciso identificar las cuestiones críticas de la existen- puestas.
cia humana, que frecuentemente se formulan en un lenguaje no re-
ligioso. Cuando ello sea posible, habrá que clarificarlas mediante [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
una referencia a los símbolos de la tradición cristiana.
4. La teología pastoral deberá reconocer el principio de la
subsidiaridad al proponer sus afirmaciones teológicas y al recomen-
dar la reforma de la Iglesia.
5. El teólogo pastoral profesional alentará la práctica de la
teología ministerial que, a su vez, tratará de ayudar a los distintos
grupos en su labor de simbolizar sus experiencias religiosas y de
articular sus identidades religiosas.
6. El teólogo pastoral profesional ha de ser consciente de que
se ha producido una reinterpretación de la conciencia posmoderna,
desde el punto de vista tanto de los interrogantes que plantea como
de las respuestas que trata de darles.
7. Los datos obtenidos por las ciencias sociales en cuanto a las
organizaciones humanas habrán de aplicarse a la reorganización de
la Iglesia a todos los niveles. Objetivo de la reorganización de la
Iglesia será la creación de unas estructuras que permitan a los in-
dividuos y a los grupos alcanzar un mejor conocimiento de sus res-
pectivas identidades religiosas y afirmar al mismo tiempo su con-
ciencia de una identidad religiosa nuclear común.
8. Las comunidades eclesíales a nivel local se reestructurarán
Tareas del ministerio cristiano 335
JOHN SHEA
TAREAS DEL MINISTERIO CRISTIANO la luz de los evangelios— por los documentos oficiales que de ella
emanan y por las posturas que adopta ante los problemas persona-
Aparte de otras connotaciones que pueda tener la palabra «Igle- les y sociales. Pero otro medio complementario de evaluación con-
sia», sirve para designar una colectividad de personas que poseen siste en analizar la calidad de la vida de sus miembros. ¿Cuál es la
convicciones, valores y comportamientos semejantes pero no idén- capacidad formativa de la Iglesia local con respecto a la actitud y
ticos. Cuando una colectividad como ésta experimenta un proceso el comportamiento del individuo? ¿Ayuda la comunidad local a
radical de reevaluación en lo que respecta a su identidad y objeti- profundizar en la responsabilidad religiosa y social? ¿Son las con-
vos, es lógico «mirar en torno» y ver qué es lo que se debe hacer. vicciones basadas en la fe las líneas eficazmente orientadoras de la
En mayo de 1977 puede resultar abrumadora esta experiencia, pues actividad de la comunidad y el individuo? ¿Se presta la debida aten-
todo está por hacer; así de sencillo. La vida de la Iglesia se ha visto ción a las necesidades de los miembros de la comunidad? Todas
sacudida en todas y cada una de sus dimensiones por los temores estas cuestiones son importantes a distintos niveles de la Iglesia,
de los últimos quince años. En los ámbitos geográfico y psíquico de pero la calidad de la vida del estrato de base es de importancia crí-
la Iglesia se hace sentir la necesidad de curación y de reflexión, tica.
de nuevas perspectivas y programas audaces, de una colaboración Dentro de los variados aspectos que comprende la vida de la
genuina, de unas convicciones y valores sinceramente compartidos. comunidad local, en este artículo prestaremos atención a su acti-
En esta situación de cambio universal surge la tentación de ha- vidad teológica. A nivel pastoral, las personas hacen preguntas so-
blar en un lenguaje universalista. Se tiende a manipular la Iglesia bre lo que puede ser beneficioso o perjudicial para su vida inter-
multidimensional como si fuera una entidad unitaria, tratando de personal (matrimonio, familia, amistad) y para los sistemas en que
diagnosticarla como un organismo unitario. Pero abordar global- viven (Iglesia, escuela, trabajo, gobierno, asistencia sanitaria, etc.),
mente los problemas de la Iglesia es lo mismo, en cierto modo, que formulan perspectivas y hacen que estas perspectivas orienten su
no abordarlos. Necesitamos delimitar 2onas, analizarlas en térmi- comportamiento. Dentro de una situación cristiana, estas perspec-
nos de sus presupuestos teológicos, psicológicos y sociológicos, para tivas son el resultado de relacionar unas situaciones humanas con-
planear las estrategias que nos llevarán a mejorar la situación. Es cretas con los símbolos cristianos heredados y con sus interpreta-
cambio constructivo el que se proyecta sobre lo que es posible con- ciones teológicas. Esta puesta en relación crea una determinada
seguir dentro de unos límites definidos y avanza por etapas sistemá- conciencia que sugiere las correspondientes actitudes y comporta-
ticas, delimitando netamente los obstáculos y las ventajas con vis- mientos. Al mismo tiempo se convierte en el contexto total de que
tas al cambio y asignando con claridad las tareas. Para evitar es- sacan orientación y energía las personas. Esta actividad interpreta-
trecheces de miras y compartir adquisiciones será preciso que cada tiva se emprende con el fin de establecer una relación auténtica con
una de las áreas de acción mantenga el diálogo con las demás y esté los datos básicos de la existencia humana (nacimiento, muerte, ve-
al 'tanto de sus preocupaciones. De todas maneras, el primer paso jez, sexualidad, etc.) y con las situaciones interpersonales y sociales
en relación con las «necesidades de encuentro» consistirá en acotar concretas. Merece confianza en la medida en que es capaz de facili-
un área y dedicar toda la atención a sus problemas y posibilidades. tar la salud del individuo y de la comunidad, para lo cual deberá
Este artículo se centra en la comunidad de base. Conforme a reflejar adecuadamente los muchos impulsos que brotan en una de-
una cierta eclesiología, esta zona de la Iglesia es el fondo, el últi- terminada situación, pero esta adecuación se subordina al resultado
mo eslabón de la cadena jerárquica que arranca de Dios y pasa por que produce. Dicha actividad teológica, muchas veces inadvertida,
el papa y los obispos. Pero según otra eclesiología es la «cúspide», se pone en marcha siempre que unos grupos o unos individuos se
no el punto más alejado de Dios, sino el lugar real de la actividad ven envueltos en los procesos de la toma de decisiones.
divina que hemos de simbolizar y celebrar. Pero independientemen- Una de las tareas del ministerio cristiano es la de analizar, pro-
te del puesto que se le asigne, la Iglesia local comprende al menos mover y fomentar tal proceso a la luz de las perspectivas y los va-
el noventa y cinco por ciento de los católicos y es la fuente constan- lores cristianos. Se trata de la tarea de desarrollar una teología mi-
te de ingresos para toda la Iglesia. La Iglesia ha de ser juzgada —a nisterial, que exige un conjunto de capacidades concretas que es
posible aprender. Dentro de la constelación de las tareas del minis-
336 J. Shea
Tareas del ministerio cristiano 337
terio pastoral, el desarrollo de una teología ministerial es de impor-
tancia capital. Esta tarea vigoriza, confiere sentido y orienta toda sial en su totalidad. De ahí la necesidad del diálogo entre ellas. Pero
la actividad ministerial de cualquier grupo eclesial. Celebra y tema- este diálogo sólo resultará mutuamente provechoso cuando la ac-
tiza el riesgo y la posibilidad más profundos de una persona y de tividad de la teología ministerial sea considerada como una disci-
una situación y de este modo se convierte en fuente de impulso y plina peculiar y reconocida como una tarea perteneciente no a la
visión. De iure, esta tarea compete al sacerdote, que por oficio ha universidad, sino a la escena pastoral. Mientras la teología minis-
de desvelar los significados y los comportamientos que sugiere nues- terial no esté netamente delimitada y cuente con unos claros crite-
tra relación con la sacralidad. De jacto, a esta tarea está llamado rios valorativos, el diálogo con la práctica, tan firmemente asen-
todo el que tenga capacidad para desarrollarla. tada, de la teología académica resultará necesariamente desigual.
Si bien la capacidad para la teología ministerial pertenece á una La teología ministerial no es una forma menos rigurosa de la in-
persona en concreto, nunca puede ser puesta en juego aisladamente. vestigación teológica ni una aplicación práctica de una teología
El ministro pastoral hace teología en una interacción concreta con plenamente desarrollada en ambiente universitario, sino una em-
personas y sistemas. En otras palabras: el ministerio se entiende presa original por su propio derecho. La teología académica cons-
y se ejerce siempre en relación con la Iglesia. Como tal, el minis- tituye para la ministerial un recurso indispensable, pero no un mo-
tro pasa a ser un animador, un catalizador y un servidor de la ac- delo. A su vez, la teología ministerial tampoco puede erigirse en
tividad teológica del grupo o del individuo. Esto significa que al modelo para la investigación teológica, que, sin embargo, tiene en
ministro compete una triple actividad en relación con el pueblo. la teología ministerial un medio para entrar en contacto con la por-
(Es muy importante que el ministro sepa en todo momento cuál ción mayor de los miembros de la Iglesia. Por otra parte, las apor-
de las tres actividades está desarrollando.) Corresponde al ministro taciones de la teología ministerial podrían sugerir la orientación
—hombre o mujer— iniciar el planteamiento o toma de conciencia que han de tomar las fuerzas de la investigación. Las dos disciplinas
que llevará a asumir en la fe una determinada situación. También se diferencian entre sí, pero al mismo tiempo están conectadas. Su
ayudará a las personas a percibir y articular claramente la dimensión interacción es necesaria para enriquecer la vida de la Iglesia.
religiosa, teológica y eclesiológica de su situación y sus proyectos. El área en que es preciso trabajar es la formación de las per-
Habrá de ser un servidor teológico que aporte los medios para re- sonas para la tarea específica de desarrollar una teología ministe-
ferir la situación contemporánea a las perspectivas y los valores rial en las bases mismas de la Iglesia. El objetivo de esta actividad
cristianos. ministerial será lograr que la visión de la fe influya en la vida per-
La habilidad para el desarrollo de una teología ministerial toma sonal y social. La vida de la Iglesia local se desarrolla a nivel de
ideas y procedimientos del ámbito del asesoramiento, de la organi- personas y sistemas: de ahí que la práctica de la teología ministe-
zación comunitaria y de la investigación teológica, pero no puede rial exija tres capacidades distintas pero inseparables: capacidad
ser reducida a ninguna de estas tareas. Dado que la teología minis- orientadora, capacidad para inducir cambios y capacidad teológica.
terial trabaja con individuos y grupos, requiere la aplicación eficaz En las situaciones pastorales concretas, estas tres capacidades están
de los principios que rigen las relaciones personales. Y como se des- íntimamente relacionadas y constituyen el arte único de la teología
arrolla en el contexto de las respuestas institucionales a las necesi- ministerial. La capacidad para orientar y para inducir cambios son
dades humanas, también precisa contar con los principios y prácti- los componentes prácticos de este arte, mientras que la capacidad
cas de la programación eficaz. Finalmente, el hecho de que la teolo- teológica se refiere a su contenido. Describiremos únicamente a
gía ministerial relacione personas y programas con las convicciones grandes rasgos estas tres capacidades, con el propósito de demos-
de la fe hace que le resulte imprescindible la ilustración de la teolo- trar hasta qué punto son complementarias para el ejercicio de la
gía académica. La teología ministerial es una habilidad ecléctica, teología ministerial. Por ello no abordaremos exhaustivamente sus
pero tiene un lugar propio en las comunidades eclesiales de base. procedimientos y técnicas de formación.
Es posible que el ámbito más necesitado de una clarificación sea
el de las relaciones entre la teología ministerial y la académica. Sus
respectivas funciones son complementarias dentro de la vida ecle-

22
Tareas del ministerio cristiano 339
CAPACIDAD DE AYUDA
tez, la sinceridad y los cuadros alternativos de referencia. Para el
El ámbito primario de la teología pastoral es la interacción de ejercicio de la teología ministerial son de importancia capital las
ministro y pueblo. Una de las características del ministro como tal capacidades de comprensión exacta avanzada y de proponer marcos
es su función de guía. Ha de tener, pues, ideas claras que le per- alternativos de referencia. Mediante la comprensión, el orientador
mitan actuar en todo momento como guía eficaz. estará en condiciones de proponer a la persona un conocimiento
Antes de describir las características de esta función orientado- que abarque no sólo lo que ella misma ha expresado, sino también
ra convendrá hacer referencia a un conjunto de conocimientos en lo que queda implícito en sus formulaciones y que únicamente se
que deberá apoyarse. Durante los últimos veinticinco años, los psi- manifiesta a través de indicios velados. Al mostrar un marco alter-
cólogos han diferenciado varias etapas en la vida humana y han nativo de referencia, el orientador ofrece una configuración nueva
señalado las crisis y las tareas que corresponden a cada una. La obra del problema. Este es el momento para introducir las perspectivas
fundamental en este terreno es la de Erikson, pero también han he- y los valores cristianos en el proceso de orientación en que está
cho sustanciales aportaciones Loevínger, Chickering, Perry, Sheehy comprometida la tarea de la teología ministerial.
y Kohlberg. La obra, todavía inconclusa, de James Fowler trata de Una vez que han sido explorados con exactitud los sentimien-
establecer una correlación entre las etapas de la vida y el desarrollo tos, actitudes y comportamientos de la persona (primera etapa) y
de la fe. Este cuerpo de conocimientos tiene implicaciones de enor- situados en un contexto que señala ya unas directrices para la ac-
me importancia para el ministerio pastoral. Cuando el ministro pas- ción (segunda etapa), se inicia la tercera etapa, que corresponde a
toral cae en la cuenta de que una cosa es la enfermedad a los vein- la tarea de facilitar la acción. Las capacidades correspondientes a
ticinco años y otra muy distinta a los cincuenta y tres, o que una esta etapa se refieren a la elaboración de unos programas y al apoyo
cosa es ser rebelde a los diecinueve años y otra muy distinta a los necesario para su realización. Los programas de actuación pueden
treinta y cinco, y que las ideas religiosas suelen acogerse con sim- incluir técnicas para la solución de problemas, procesos de toma de
patía a una edad mientras que no es raro que se rechacen a otra, decisiones, programas de modificación del comportamiento, etc. Es-
aumentarán enormemente sus posibilidades de desarrollar con fru- tas tres etapas se concatenan de manera orgánica y con sentido de
to su teología ministerial. desarrollo, lo que significa que si se deja a medias la labor corres-
El desarrollo sistemático de la formación en estas capacidades pondiente a la primera etapa, las siguientes serán del todo ineficaces.
se remonta únicamente a una década '. El modelo evolutivo de Egan En el ejercicio de la teología ministerial ha de tenerse siempre
comprende tres etapas. En la primera, el orientador responde a la en cuenta que no hay problemas teológicos, sino personas con pro-
persona necesitada de orientación ayudándole a explorar sus senti- blemas teológicos. En consecuencia, si bien el contenido de un in-
mientos, actitudes, conducta, etc. Lo que más necesita el orienta- tercambio personal o de una exploración en grupo puede ser de
dor en esta etapa es capacidad para comprender con exactitud (ni- carácter teológico, el proceso que se estará desarrollando es de ca-
vel primario), respeto, autenticidad y sentido de lo concreto, todo rácter orientador. Si el ministro es capaz de filtrar sus propias ideas
lo cual le permitirá actuar con eficacia. El objetivo de la segunda «, a través de este modelo orgánico, aumentarán mucho sus oportu-
etapa consiste en ayudar a la persona a situar los sentimientos, ac- nidades de comunicar eficazmente las perspectivas y los valores
titudes y comportamientos que acaba de analizar en un contexto de la fe.
más amplio. Las capacidades requeridas en esta segunda etapa son
la comprensión exacta (nivel avanzado), la franqueza, la inmedia-
CAPACIDAD DE CAMBIO
1
En este punto es de gran importancia R. Carkhuff y otros, Helping and
Human Relations, 2 vols. (Holt, Rinehart & Winston 1969), así como El segundo ámbito de la teología ministerial que podemos dis-
N. Kagan, Injluencing Human Interaction (Michigan State University 1971). tinguir, del primero, aunque no separarlo, es el que configuran el
Para la aplicación práctica de la teología ministerial es muy útil el modelo ministro y las personas en cuanto que están comprometidos en un
evolutivo propuesto por G. Egan, Encounter (Brooks-Cole 1970); The Skilled
Helper (Brooks-Cole 1975); Interpersonal Living (Brooks-Cole 1976). proceso de cambio. La bibliografía sobre la técnica del cambio es
muy valiosa para todo el que esté comprometido en el proceso de
340 J. Shea
Tareas del ministerio cristiano 341
lograr que los sistemas respondan mejor a las necesidades hu-
manas 2. codificadas y tradicionales. El ministro que haya de facilitar la ex-
La capacidad de inducir el cambio en general (siguiendo el es- ploración de la fe de la Iglesia habrá de poseer la necesaria sensi-
quema de Egan) puede dividirse en cuatro etapas con sus corres- bilidad para captar estas formas inconscientes y aplicarles la corres-
pondientes conjuntos de acciones: etapa de diagnóstico, en que se pondiente perspectiva cristiana.
analizan cuidadosamente las situaciones y se localizan las necesida- 2. Captar las cuestiones explícitamente teológicas y respon-
des; etapa correspondiente a la propuesta de objetivos, en que és- derles con exactitud teológica. Los católicos pasan hoy de una vi-
tos se formulan de manera concreta y desde el punto de vista de sión teológica a otra. Hoy más que nunca, el ministro pastoral tro-
los comportamientos; etapa correspondiente a la formulación de pieza con cuestiones explícitamente teológicas, frecuentes entre maes-
unos programas encaminados a conseguir los objetivos propuestos; tros, equipos litúrgicos, grupos bíblicos y consejos parroquiales,
etapa de cumplimiento, en que se ponen en práctica los programas pero que no dejan de plantearse también en determinadas situa-
y se valora su eficacia. Este proceso sistemático, regido por las le- ciones personales. Estas cuestiones se refieren a temas múltiples,
yes del comportamiento, resulta extremadamente útil para quien desde la conciencia de Jesús hasta las implicaciones de una deter-
se proponga formular unos programas encaminados a inducir un minada imagen de Dios para la conducta personal o la función de
cambio. la Iglesia en la vida política. Una parte de la teología ministerial
consiste en responder adecuadamente a las situaciones explícita-
CAPACIDAD TEOLÓGICA
mente teológicas.
Las capacidades de orientación e inducción de cambios tienen En las dos situaciones de la teología ministerial que acabamos
como base unos presupuestos relativos a la naturaleza humana, los de describir, conforme se van explorando las dimensiones teológi-
sistemas y los procesos de cambio, pero en cierto sentido puede cas es preciso aplicar continuamente la capacidad de orientación.
decirse que son neutrales. Se trata de métodos aplicables a cual- 3. Captar determinados presupuestos tácitos y procurar ex-
quier contenido. Pasan a formar parte del bagaje de la teología plicitarlos. En numerosas situaciones eclesiales se opera sobre la
ministerial cuando son conectados con la capacidad teológica y ejer- base de unos presupuestos religiosos, teológicos y eclesiológicos.
cidos de acuerdo con los objetivos que ésta se propone. Esta capa- Estos presupuestos no suelen explicitarse casi nunca, pero no por
cidad y sus objetivos pueden formularse al menos de cuatro modos: ello pierden eficacia o dejan de influir. Explicitar los presupuestos
subyacentes a las decisiones y los programas es una manera de va-
1. Captar la dimensión religiosa cuando es articulada en un lorar y orientar 4 . Explicitar qué tipo de eclesiología, de antropo-
lenguaje secular y responderle con una formulación cristiana. En logía, qué concepto del ministerio operan en una determinada si-
el ámbito pastoral es frecuente que la realidad religiosa se exprese tuación equivale a liberar al grupo para que formule sus decisiones,
sin el uso explícito de un vocabulario religioso3. Se habla de sig- para que acepte o rechace críticamente. Hacer que se expliciten los
nificado último, identidad, esperanza, distorsión personal, dolor y presupuestos permite que la visión de fe adopte reflexivamente de-
misterio, pero sin emplear palabras como Dios, pecado, gracia, Cris- cisiones y programas.
to, cielo o cruz. No han desaparecido las actitudes y las conviccio- 4. Captar la relación existente entre la historia cristiana y la
nes religiosas; lo que ocurre es que ya no se expresan en fórmulas actividad concreta y tener la presente en la formulación de progra-
2
mas. La historia cristiana es la base y el contexto permanente de
Entre las obras más útiles figuran, Argyris, Increasing Leadership toda actividad de la Iglesia. Como tal, la exposición de esa historia
Effectiveness (Wiley 1976); Argyris-Schon, Tbeory in Practise (Jossey-Bass dirige la atención hacia determinadas áreas y problemas. Estimula
1974); Tharp, The Triadic Model of Consultation: Curren/ Considerations,
en Psychological Consultation: Helping Teachers Meet Special Needs (Minne- nuestras energías con vistas a la solución de determinadas necesi-
sota 1975); Tharp-Wetzel, Behavior Modification and Natural Environment dades. Es preciso explorar continuamente y formular de nuevo una
(Nueva York 1969); Egan, Behavioral Clarity in Consultation. The Triadic y otra vez la relación entre la historia y la actividad concreta. Toda
Model as Instrument, en Group Facilitators Handhook (University Associa- actividad de la Iglesia debe, por una parte, inspirarse en la histo-
tes Press 1978); id., Change Agent Skills (Brooks-Cole 1978).
3
Cf. J. Cobb, Theology and Pastoral Care (Fortress Press 1977).
4
Cf. McBrien, The Remaking of the Church (Harper & Row 1973).
342 J. Shea
ria y, por otra, iluminar el verdadero significado de esa historia. WILLIAM W. BASSETT
Por ejemplo, el aspecto de la historia que nos dice cómo los segui-
dores de Jesús se caracterizaban por su amor mutuo dirige nuestra DERECHO CANÓNICO Y REFORMA
atención a los que permanecen solos y aislados en medio de nosotros. DATOS PARA UN NUEVO PLANTEAMIENTO
A su vez, la respuesta personal y programática que demos a tales
situaciones pone de manifiesto en la actividad concreta lo que sig- Los documentos del Concilio Vaticano I I manifiestan un deseo
nifica el mandato cristiano del amor. El ministro que reflexiona firme de poner al día la Iglesia y hacer de ella un instrumento
teológicamente será sensible a esta relación y la traerá una y otra más eficaz de la gracia en el mundo moderno. Los decretos e ins-
vez al plano de su conciencia. trucciones posconciliares de las congregaciones romanas han reite-
En estas dos últimas situaciones (números 3 y 4) del ejercicio rado el tema y lo han interpretado a lo largo de una década de
de la teología ministerial han de actuar continuamente las capaci- intensa reflexión y desarrollo eclesiológicos. Reformar la Iglesia
dades de inducción del cambio, especialmente en la tarea de expli- mediante una acomodación de su derecho e instituciones a la cul-
citar presupuestos y señalar las conexiones existentes entre la fe tura y al espíritu de la generación actual era un mandato de im-
y la actividad. plicaciones radicales y formaba parte de la esperanza de un nuevo
El mayor recurso con que cuenta la capacidad teológica es la Pentecostés, una revitalización de la vida y la misión, la condición
tradición cristiana. Para que el ministro, hombre o mujer, acierte indispensable para una nueva oikouméne de las Iglesias cristianas.
a referir las situaciones pastorales a las perspectivas y valores de En este artículo trataremos el tema de la reforma de la Iglesia
la tradición es preciso que esté familiarizado con ella. Para la ad- en una situación posconciliar y desde un punto de vista único, cuya
quisición de la capacidad teológica, por consiguiente, es de capital insuficiencia reconocemos. Por lo que se refiere a la revisión del
importancia el conocimiento de la Escritura y la teología cristianas. derecho canónico, la tesis fundamental es que la interpretación pos-
Pero no se trata de un conocimiento autónomo, de un conjunto de conciliar dada por la Pontificia Comisión para la Revisión del Có-
datos carentes de referencias externas. Ha de ser un conocimiento digo de Derecho Canónico al mandato conciliar de reformarlo
consciente de sus propias relaciones con las situaciones vitales pre- quita todo radicalismo a las previsiones del Vaticano I I , de forma
sentes y de su capacidad para influir en la decisión y la acción. No que el nuevo código de derecho canónico, que está a punto de dar
se trata tampoco de un conocimiento vaga o superficialmente apli- por finalizado bajo su exclusivo control la Comisión doméstica,
cado a la situación pastoral, sino integrado a través de las capaci- diluye y, en la misma proporción, traiciona las esperanzas que el
dades de orientación y de inducción de cambios en la vida de las Concilio dio al pueblo cristiano. El código revisado de derecho
personas y en los sistemas en que éstas se insertan. canónico no será una nueva ley para la Iglesia, sino más bien el
En resumen, la práctica de la teología ministerial es a la vez producto final de una época dominada por unos presupuestos filo-
«na capacidad general y una especialización. Es una actividad es- sóficos y canónicos que han escamoteado el impulso que exigía un
pecializada en cuanto que implica la posesión de tres capacidades cambio significativo. El nuevo código de derecho canónico en su
distintas con sus propios criterios y procedimientos de formación. actual elaboración' dará fin a la obra del Concilio institucionalizando
Es una actividad de carácter general en cuanto que se ejerce en la interpretación minimalista de sus principios. Lo que ahora nece-
unas situaciones humanas concretas en que no es posible separar sitamos es hacer planes para empezar de nuevo con vistas a lograr
las tres capacidades indicadas, sino que éstas han de actuar coordi- un cambio real y significativo en el derecho de la Iglesia.
nadamente en lo que constituye el momento ministerial. No se tra-
ta de poner en juego una capacidad, dejarla y pasar al ejercicio de
1
otra distinta. Orientar, inducir cambios y poner en juego la capa- Un informe de la Comisión Pontificia para la Revisión del Código de
cidad teológica son elementos convergentes y simultáneos en el ejer- Derecho Canónico sobre el estado de sus trabajos en 1974 indica que ha sido
redactado el texto completo revisado del nuevo código. Cf. «Communicatio-
cicio de la teología ministerial. nes» 6 (1974) 29-59, espec. 30. El presidente de la Comisión, cardenal Pé-
neles Felici, se mostraba muy optimista respecto a este texto y a la posibi-
[Traducción: J. VALIENTE MALLA] lidad de su inminente promulgación en un informe personal, De opere iuris
canonici recognoscendi: «Periódica» 64 (1975) 13-25.
Derecho canónico y reforma 34?
AUSENCIA DE PLANES PARA LA REFORMA INSTITUCIONAL
miento 4 , como dice la Constitución sobre la Iglesia en el Mundo
La idea de la reforma de la Iglesia es un viejo tema que sale Moderno, y que hablara «a todos los hombres» 5. La mirada pastoral
a relucir una y otra vez en las tradiciones teológicas occidentales 2. de la Iglesia tenía que desbordar los límites del catolicismo y ex-
Está presente en innumerables movimientos y proyectos históricos tenderse a un horizonte universal, cósmico 6. El Concilio dejó bien
cuya realización o rechazo marca la vida de la Iglesia a lo largo clara su intención profunda de aceptar las implicaciones de la pre-
de siglos. Desde la promulgación de las decretales pontificias a co- sencia de la Iglesia en el mundo y actuar de acuerdo con las conse-
mienzos de la Edad Media, el tema de la reforma ha estado íntima- cuencias. Esta toma de conciencia exigía una «acomodación a los
mente unido al derecho en la tradición católica. El derecho ha ser- tiempos» como axioma fundamental de la renovación. La idea fue
aceptada en un clima de expectativas opuestas y sin un ánimo claro
vido repetidas veces para dar cauce a la dimensión práctica del
de llegar hasta las últimas implicaciones que pudiera entrañar la
mejor conocimiento de la naturaleza humana y a las exigencias
nueva relación con el mundo.
del evangelio en el contexto de las diversas culturas contemporáneas
en que los cristianos viven su fe. El derecho canónico reflejaba en Ciertamente, el Vaticano II describió la puesta al día o aggior-
la Edad Media las metodologías filosófica y teológica de la Esco- namento como un reajuste o acomodación. En su alocución inau-
lástica, asimiló la armonía orgánica del derecho romano durante el gural de la primera sesión del Concilio (11 de octubre de 1962),
Renacimiento y adoptó los presupuestos de los grandes movimien- Juan XXIII habló de introducir «las adecuadas correcciones» en la
tos de codificación del siglo xix. Sin embargo, paradójicamente, Iglesia7. Su idea tuvo posiblemente la mejor expresión cuando,
la invitación a reformar el derecho canónico expresada por a propósito de la doctrina, el papa habló de que era permisible
o quizá necesario expresar las viejas verdades en palabras nuevas 8.
Juan XXIII incluso antes de la convocación del Concilio Vatica-
La intención conservadora de las palabras del papa queda clara-
no I I 3 ha tenido en la práctica unas repercusiones tan desconcertan-
mente sugerida por el hecho de que, al parecer, constituían una
tes que sobre la Iglesia católica se han abatido una confusión y un alusión a la Constitución Dogmática sobre la Fe Católica del Vati-
desasosiego sin precedentes. En efecto, a pesar de toda una historia cano 1 9 . Ciertamente, el Concilio propuso un programa general
de asimilaciones de ideas nuevas por el derecho canónico en el pa- de «retorno a las fuentes» de la vida cristiana 10. El propósito de ese
sado, la Iglesia reunida en concilio no llegó a proponer un esquema retorno era asegurar que al llevar a cabo ciertas acomodaciones al
legal práctico de reforma capaz de obtener el asentamiento y la mundo moderno, incluso hasta el extremo de introducir «nuevas
aceptación de todos. Los modelos de Iglesia como sierva, pueblo formas» e «innovaciones» y dar un margen generoso a la diversidad,
de Dios, comunión, sacramento, heraldo o institución carecían sólo cambiaría con respecto al pasado lo que propiamente está
sorprendentemente de equivalentes humanos aceptados. El Conci- sometido a cambio u . La década de experiencia y reflexión que ha
lio pastoral prendió la llama de la reforma, pero no acertó a dar seguido al Concilio demuestra que es imposible contener todo el
upas orientaciones acerca de cómo reformar o adaptar la Iglesia alcance de un aggiornamento en el marco de unos límites tan estre-
al espíritu de los tiempos. chos, pues los objetivos y los planes de reforma ya formulados des-
Los Padres conciliares deseaban sacar a la Iglesia de su aisla- bordan con mucho las limitaciones conciliares.

4
Cf. la alocución de Pablo VI al Concilio, 29 de septiembre de 1963, en
2 AAS5
55 (1963) 847, 854-58.
Puede verse un análisis excepcionalmente bueno de la bibliografía y el AAS 58 (1966) 1026.
concepto de reforma en la Iglesia en J. W. O'Malley, Reform, Histortcd 6
7
AAS 54 (1962) 794; 58 (1966) 947.
Consciousness and Vatican II's Aggiornamento: «Theological Studies» 32 AAS 54 (1962) 788.
(1971) 573-601. » Ibíd., 792.
3
El papa Juan XXIII abogó por la revisión del derecho canónico en su ' G. Alberigo y otros (eds.), Conciliorum Oecumenicorum Decreta (Roma
2
memorable alocución del 25 de enero de 1959, en que anunció el próximo 1962) 785.
10
Concilio Vaticano II; cf. AAS 51 (1959) 65-69. La Comisión Pontificia para AAS 58 (1966) 703.
11
la Revisión del Código de Derecho Canónico fue creada el 28 de marzo de AAS 54 (1962) 9; 56 (1964) 97, 105-6, 110, 114; 58 (1966) 706, 713,
1963; cf. AAS 55 (1963) 363. 720, etc.
Derecho canónico y reforma 347
DESARROLLO, PROGRESO Y RENOVACIÓN
Si bien la «evolución de la doctrina» es un tema constante del
La Constitución sobre la Iglesia, aunque nunca pierde de vista Vaticano II, lo cierto es que el Concilio nos ayuda muy poco a en-
el aspecto trascendente de ésta, insiste en que debe entrar de verdad tender cómo se produce esa «evolución» 18. La vieja imagen conci-
en la historia de los hombres n. Al describir a Cristo como «clave, liar de la Iglesia como campo del Señor desaparece prácticamente
centro y fin de toda la historia humana», el Concilio considera la de las páginas del Vaticano II y es sustituida por las de «pueblo
verdad religiosa en su dimensión histórica con tanta seriedad como de Dios» o «cuerpo místico de Cristo». En relación con esta segunda
tradicionalmente se había aplicado a su dimensión metafísica 13. imagen encontramos frecuentemente los términos «aumento» e
No cabe duda de que el Vaticano II dio muestras de un sentido «incremento» en los documentos conciliares, pero no siempre resulta
de la continuidad con el pasado y de un deseo de permanecer fiel fácil determinar qué es lo que aumenta o se incrementa 19. En el
al mismo, pero también es verdad que el Concilio demostró poseer contexto de la metáfora del cuerpo, por lo menos, parece sugerirse
una clara conciencia del cambio que tiene lugar en el mundo, de lo el modelo del crecimiento orgánico; el Concilio llega incluso a refe-
mucho que difieren las condiciones de la vida moderna de las que rirse explícitamente al carácter orgánico de la vida y la constitu-
antes estaban vigentes. En el Concilio hay sensibilidad al cambio ción de la Iglesia20. Sin embargo, el Concilio nunca asocia explícita-
y una visión del orden temporal que se expresa en el término ge- mente la evolución doctrinal con un modelo de crecimiento or-
nérico de «progreso». El Concilio lo aplicó a la Iglesia, hasta el gánico.
punto de que las ideas de «desarrollo», «progreso» y «evolución» El Vaticano II se muestra tan vago con respecto al proceso en
se convirtieron en los grandes temas del Concilio, como sinónimos que tiene lugar el «progreso» general de la Iglesia como a propósito
de la renovación misma. La continuidad con el pasado, de que el de la «evolución doctrinal». De hecho, el término «progreso» se
Vaticano II tenía conciencia, era entendida en muchos casos como utiliza para describir lo que está ocurriendo en la Iglesia con menos
una continuidad evolutiva. Los hombres han aprendido a pensar frecuencia que las descripciones tradicionales, como «renovar»,
en categorías de progreso, evolución y desarrollo, como indica la «renovación» y «rejuvenecimiento» (renovare, instaurare, iuvenes-
misma Constitución sobre la Iglesia en el Mundo Moderno M. No cere) n. Estos términos sugieren de por sí unos esquemas históricos
debería sorprendernos, por consiguiente, el hecho de que esas mis- reiterativos más que un progreso lineal. En el Decreto sobre la
mas categorías se apliquen también a la Iglesia para explicar el fe- Vida Religiosa hallamos prescripciones encaminadas a una revisión
nómeno del cambio, del que la misma Iglesia tiene conciencia cada crítica (recognoscere) de las reglas y constituciones n; en la Cons-
vez más clara. titución sobre la Sagrada Liturgia hay normas similares sobre la
Este «progreso del pueblo de Dios» se expone en ocasiones revisión de los libros litúrgicos a la luz de las investigaciones «his-
en términos generales15, aunque a veces se aplica a cosas tan espe- tóricas, teológicas y pastorales» n.
cíficas como los cambios litúrgicos o el desarrollo de la piedad El Decreto sobre Ecumenismo, sin embargo, pide algo más.
mariana w . Pero el ámbito al que con mayor frecuencia se aplica Ordena claramente la reforma institucional de la Iglesia católica.
es el de la doctrina. Junto a las repetidas alusiones del Vaticano II Habla de las faltas cometidas contra la unidad y en dos ocasiones
al progreso, la evolución, la madurez o el conocimiento creciente admite de manera general que los católicos también tienen parte
de la doctrina, las escasas líneas que el Vaticano I dedicó al tema de culpa24. En otras dos ocasiones llama a «reforma». En el primer
parecen muy pobres 17. caso, «reforma» aparece como sinónimo de «renovación»; por el
18
12
Cf. J. C. Murray, This Matter of Religious Freedom: «America» 112
13
AAS 57 (1965) 14. (9 enero
19
1965) 43.
14
AAS 58 (1966) 1033, 1066. 20
Cf., por ejemplo, AAS 57 (1965) 11; 58 (1966) 690, 707.
15
AAS 58 (1966) 1029, 1076. 21
Cf. AAS 57 (1965) 26-27; 58 (1966) 674, 684, 855.
16
AAS 58 (1966) 731; también 57 (1965) 65. Cf. AAS 56 (1964) 97, 104, 105; 57 (1965) 7, 14, 81, 95; 58 (1966)
AAS 56 (1964) 106; 57 (1965) 65. 703,22 704, 713, 739, 1010, etc.
17
AAS 57 (1965) 13, 16, 59, 107; 58 (1966) 738, 821, 862, 930, 935, 23
AAS 58 (1966) 704, 705.
938-39, 1085. 24
AAS 56 (1964) 98, 107, 114, espec. 106.
AAS 57 (1965) 92-93, 97. Cf. también ibid., 95, así como 58 (1966) 938
348 W. W. Bassett
Derecho canónico y reforma 349
contexto parece referirse especialmente a la reforma personal de los
cristianos25. Pero en el segundo caso, y por primera vez desde el a través de profundos cambios estructurales en las instituciones de
Concilio de Basilea, se habla claramente de «reforma de la Iglesia». la Iglesia.
Merece la pena citar todo el párrafo:
«Cristo llama a la Iglesia peregrinante en este mundo hacia LA INTERPRETACIÓN DE LA COMISIÓN DEL CÓDIGO
esta perenne reforma de la que está siempre necesitada como insti- La Comisión Pontificia para la Revisión del Código de Derecho
tución humana y terrestre. Por tanto, si por circunstancias de la ma- Canónico ha sometido sus procedimientos y los progresos realiza-
teria y de la época no se observasen con exactitud algunas cosas dos en su tarea al juicio de cada una de las reuniones internaciona-
[quae minus accurate servata fuerint] en la moral, en la disciplina les del Sínodo de Obispos celebradas en Roma. Estos informes
eclesiástica o incluso en la formulación de la doctrina —que debe fueron aceptados y aprobados por los sínodos no sólo en el sentido
distinguirse con sumo cuidado del depósito de la fe— habrán de de dar alientos a esta inmensa obra de revisión canónica, sino en
rectificarse convenientemente» 2Ó. forma de aprobación particular y específica de cada uno de los
La anterior declaración se presta a muchos comentarios. Es apartados más importantes del proyecto.
la Iglesia, no el pueblo cristiano, lo que se ha de reformar, y se La Comisión presentó a los consultores y delegados episcopales
trata de una reforma permanente, continua, de donde hemos de de- que asistían al Sínodo de Obispos el año 1967 un documento deta-
ducir que nunca llegará un momento en que «la moral, la disciplina llado en que se exponían los principios rectores de la revisión del
y la doctrina» alcancen tal perfección que puedan considerarse código de derecho canónico29. Estos principios se discutieron de-
«irreformables». Si bien la frase quae minus accurate servata fuerint talladamente en el Sínodo. Los obispos sinodales aprobaron luego
no constituye una admisión clara de culpas o defectos, lo cierto es los principios generales que habrían de orientar la revisión del
que contrasta vivamente con la descripción que hizo Trento de su derecho canónico. Primero, en vez de alterar radicalmente el derecho
doctrina sobre la eucaristía como omni ex parte perfecta. Describir canónico, la Comisión optaba por atenerse básicamente a la estruc-
a la Iglesia como peregrina sugiere ya el carácter humilde, precario, tura jurídica del Código de 1917. El nuevo código habrá de ser
humano de sus empresas e insinúa la necesidad de reforma. una modernización y adaptación del Código de Gasparri, pero
La idea de la Iglesia como peregrina está muy cerca de la des- insistiendo especialmente en la definición y protección de los dere-
cripción que de ella hace el mismo Concilio cuando la presenta chos y obligaciones de las personas dentro de la sociedad visible
como «pueblo de Dios» 27. Esta es la descripción favorita y carac- de la Iglesia. Segundo, el nuevo código tratará de suprimir los
terística de la Iglesia en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, conflictos entre el fuero externo y el interno. Básicamente se ocu-
y ha sido interpretada como un signo de ruptura con la vieja dico- pará del orden social externo de la Iglesia, sin entrar a juzgar la
tomía entre Iglesia y pueblo cristiano, que permitía a la Iglesia conciencia personal. Tercero, el nuevo código tendrá mayor sentido
considerarse sin íalta e incontaminada por la historia, mientras pastoral e insistirá en la exhortación más que en la obligación es-
que los cristianos pecaban y estaban sujetos a la «injuria del tiem- tricta, dejando mayor libertad y flexibilidad en cuanto a las normas
generales. Cuarto, se tratará positivamente el oficio episcopal y se
po» 28. Esta interpretación contiene profundas implicaciones para
incluirán con mayor detalle la autoridad individual y colegial de los
la idea de una reforma de las leyes e instituciones de la Iglesia.
obispos en la Iglesia. Ello significará una reelaboración de la insti-
La Comisión del Código, sin embargo, ha rechazado claramente
tución de las facultades y potestades de dispensa. El quinto princi-
en sus trabajos la implicación de que el Concilio pidiera una reforma pio es el de la subsidiaridad; en el derecho revisado se reconocerá
mayor independencia y competencias más amplias a los ritos, con-
25
26
AAS 57 (1965) 94. ferencias episcopales y concilios regionales y locales. El sexto prin-
27
AAS 57 (1965) 96-97. cipio afirma la igualdad fundamental de todas las personas en la
28
Cf., por ejemplo, AAS 57 (1965) 94; 58 (1966) 938, 1065. Iglesia y la protección de los derechos de todos los bautizados me-
Cf., por ejemplo, M. Hoffmann, Church and History in Vatican II's
Constitution on the Church: A Protestant Perspective: «Theological Studies»
29 (1968) 191-214, espec. 199-201. 29
«Communicationes» 1 (1969) 77-100.
350 W. W. Basselt Derecho canónico y reforma 351

diante normas orientadas responsablemente a impedir los abusos gran parte desconocidos. También sugirió la inadecuación del proce-
de la autoridad. El séptimo principio elabora un procedimiento dimiento consistente en una reflexión canon por canon de todo el
para la protección de los derechos subjetivos a través del recurso viejo Código para resolver los problemas que hoy tiene planteados
judicial, la apelación y un nuevo sistema de tribunales administra- la Iglesia. Promulgar definitivamente un nuevo código fundido en
tivos. El octavo principio es que el nuevo derecho mantendrá la el molde del antiguo sería prematuro en una época en que se urge
división territorial básica de jurisdicción en la Iglesia aceptada por una más amplia experimentación en cuanto a las estructuras. Tam-
el Código de 1917. Se formularán previsiones extraordinarias con bién pidió que se lleven a cabo amplias consultas ecuménicas y que
respecto a las unidades jurisdiccionales en que la estricta delimita- unos grupos de estudio auxiliares examinen las principales cuestio-
ción territorial no será el único principio determinante. El noveno nes de la reforma legal con enfoque interdisciplinar, sugiriendo una
principio se refiere a la reducción del derecho penal y al propósito metodología de estudio a través de sucesivas reuniones sobre cons-
de que las penas eclesiásticas sean impuestas y condonadas única- titucionalidad, derechos humanos, corresponsabilidad y subsidiari-
mente en el fuero externo. Finalmente, el Sínodo aprobó el estudio dad, así como sobre el cometido de la mujer en la Iglesia.
de una nueva ordenación sistemática del código más en consonancia Las propuestas de la Canon Law Society norteamericana fueron
con el espíritu del Vaticano II y las exigencias científicas de la comunicadas directamente a la Comisión del Código, pero no ob-
legislación canónica. tuvieron acuse de recibo, agradecimiento o consideración de ningún
El Sínodo de Obispos de 1967, al aprobar estos principios tipo. La tarea de la Comisión no se ha dejado influir por ninguna
generales, sancionó una interpretación muy definida del Vaticano II crítica o sugerencia exterior en manera notable. Se trata de una
y el objetivo que habría de orientar los trabajos de revisión del de- tarea de «especialistas», como Pablo VI observó, «hombres versados
recho canónico que desarrolla la Comisión. Al mismo tiempo urgió en la ciencia del derecho canónico»3I. En los resultados de esta tarea
que se acelerara en lo posible la conclusión del nuevo código y que se advierte claramente su estrechez de miras.
antes de su promulgación se llevara a cabo una amplia consulta Cuando se escriben estas líneas, ya ha sido completada la tarea
en la Iglesia. No tenemos ningún motivo para dudar de que estos inicial de la Comisión del Código. Se ha preparado todo el texto
principios se hallen todavía en vigor. Es indudable que su aplica- del nuevo código y ha sido entregado al papa, que juzgará sobre
ción tendrá un considerable efecto estabilizador de la actual orga- la conveniencia de presentarlo a otras personas implicadas en el
nización y administración de la Iglesia. La redacción de un nuevo proceso consultivo. Los textos del nuevo código, que han sido
código conforme á los principios establecidos por la Comisión impli- hechos públicos en el órgano de la Comisión, «Communicationes»,
cará la resolución por vía de ley de muchas cuestiones que actual- revelan hasta qué punto la Comisión y sus consultores se han resis-
mente son objeto de amplios debates teológicos. tido a admitir cambios. Se nota el esfuerzo por redactar un nuevo
La Canon Law Society norteamericana respondió a esta postura derecho que, en realidad, no supone ninguna revisión. Se trata
con una serie de urgentes sugerenciasM. En cuanto a los miembros simplemente del viejo Código de 1917 enmascarado tras una facha-
que integraban la Comisión, propuso que entraran a formar parte da de nuevos títulos y notas.
de ella algunos no canonistas, como teólogos, sociólogos, escritu- * Se mantiene el orden sistemático del viejo Código, con la sim-
ristas, etc., además de seglares (hombres y mujeres) y personas ple adición de algunas previsiones para un procedimiento adminis-
más familiarizadas con la tradición jurídica y la cultura anglosajo- trativo que estructure las apelaciones contra las decisiones de las
nas. Hasta el momento, la Comisión está formada exclusivamente autoridades eclesiásticas3Z. El nuevo código, que empieza con una
por canonistas, sin que entre ellos haya ninguna mujer, y sólo once
de sus miembros no están identificados con una tradición jurídica 31
En una alocución a la Reunión Internacional de Juristas, en Roma, el
y cultural romana. La Sociedad pedía además que se hicieran pú- 25 de mayo de 1968, con motivo del 50 aniversario de la promulgación del
blicos los trabajos de la Comisión, que hasta el día de hoy son en Código de Derecho canónico, «Communicationes» 1 (1969) 65-70.

El último informe oficial de que disponemos sobre la situación de una
nueva ley administrativa se refiere a una reunión del comité convocada para
30 discutir las respuestas de los consultores a que fue remitido el proyecto. Tuvo
Resolutions of the Canon Law Society of America: «The Turist» 29
(1969) 26-38. lugar en febrero de 1973, «Communicationes» 5 (1973) 235-53. A renglón
352 W. W. Bassett Derecho canónico y reforma 353

sección sobre la interpretación del derecho canónico y sigue con las método de la abstracción jurídica conceptual, la Begriffsjurisprudenz
normas generales, las personas, las cosas y los procesos, para termi- de la filosofía germánica del derecho, tan popular a comienzos de
nar con el derecho penal, tiene una estructura paralela a la del siglo. El Código de Derecho canónico era, en su forma y en su teo-
viejo Código. Los cambios aparentes de los títulos, rúbricas, nume- ría, una imitación de las codificaciones del derecho civil bien cono-
ración de los cánones y las extensas citas de las fuentes conciliares cidas en aquella época, el Code 'Napoleón de Francia y el Burger-
son pura cosmética33. El código revisado, en conjunto, reitera sim- liches Gesetzbuch de Alemania. Se formulaban las leyes en abstracto
plemente el viejo derecho. En este sentido viene a ser un baluarte y mediante sentencias breves; luego se ordenaban sistemáticamente
contra el cambio y procura impedirlo en la Iglesia, al menos en lo a imitación del Código de Justiniano: personas, cosas y procesos,
tocante al derecho y los procesos legales. precedido todo ello de unas normas de interpretación y concluyendo
A la vez que se lleva a cabo esta labor de codificación, tenemos con la enumeración de las penas a que daba lugar el quebranta-
la interpretación continua de los documentos conciliares a cargo miento de la ley. Independientemente de la necesidad que tenga la
de una comisión compuesta por miembros de la Curia romana, la Iglesia de unas leyes de este tipo y de que sea o no conveniente
mayor parte de los cuales pertenecen también a la Comisión del recoger todas las leyes en un solo cuerpo, esta sistematización con-
Código. El 14 de abril de 1969, el papa Pablo VI amplió las com- fiere a la ley una rigidez que va mucho más allá de lo que exigen
petencias de la Comisión para la Interpretación de los decretos del unas decisiones razonadas que se promulgan para el bien común.
Concilio Vaticano II hasta incluir también la interpretación canó- Las leyes pierden lo que puedan tener de razonables, a diferencia
nica de todos los decretos posconciliares M. Esto significa que el de las normas decretales, cuidadosamente explicadas, que estaban
mismo grupo reducido de canonistas curiales confecciona las nuevas en vigor antes de 1918. La codificación viene a confirmar una teoría
leyes y goza de potestad oficial para interpretarlas. Este Comité descendente de la autoridad jerárquica que confiere a todos los
y la Comisión del Código son los únicos facultados para interpretar cánones la misma obligatoriedad, mientras que la interpretación
oficialmente el Concilio en todo lo que se relaciona con el derecho de la ley pasa a depender de un «construccionismo» técnico.
canónico. El carácter jurídico del Código de 1917 se mantiene ahora en
cuanto a la teoría y en cuanto a la forma; ello significa que el nuevo
NUEVOS VALORES Y VIEJA TEORÍA código tiene por objeto cubrir una etapa de legislación estructural
que se habrá cerrado con su promulgación. De este modo se con-
Una codificación general del derecho ha de estar guiada por una fiere estabilidad y permanencia al derecho canónico. El valor que
teoría legal perfectamente clara. «En el curso de la historia de la pueda tener una compilación de leyes que facilitará su manejo queda
Iglesia», observaba Stephan Kuttner acerca del Código de 1917, desvirtuado por una nueva sácralización de los formularios jurídi-
«nunca se promulgó una legislación que absorbiera tan totalmente cos. Entre tanto, la reforma de las leyes pretende evitar la reforma
toda la disciplina anterior y aboliera todas las colecciones prece- más urgente de la Iglesia católica, concretamente, una reforma del
dentes» 3S. El cardenal Gasparri y sus colaboradores eligieron el proceso mismo de la toma de decisiones. El sistema de la toma de
decisiones y sus fundamentos quedarán a salvo de toda crítica; la
seguido de unas críticas serias en público, parace ser que el proyecto de una experimentación al margen o más allá del derecho codificado re-
Lex ecclesiae jundamentalis ya no se toma en consideración como parte de sultará cada vez más excepcional, cuando no completamente impo-
un nuevo código. Sin embargo, se sigue trabajando en este proyecto, pero no sible. En otras palabras: el intento mismo de formular un nuevo
está claro con qué propósito. Cf. «Communicationes» 6 (1974) 199-200; 7 código de leyes en esta época tiene importantes implicaciones ecle-
(1975) 25.
33
Un sorprendente análisis de los textos del nuevo código, en que se siológicas no como tal colección, sino en su calidad de codificación
manifiesta la trivialización de la obra revisionista de la Comisión, puede verse jurídica en la acepción propia del término.
en un informe de Thomas J. Green, The Revisión of the Code: The First Desde la conclusión del Concilio se ha puesto en marcha en
Decade: «The Jurist» 36 (1976) 353-441.
34
«Communicationes» 1 (1969) 78. las Iglesias locales una diversidad de nuevas estructuras de parti-
35
The Code of Canon Law in Histórica Perspective: «The Jurist» 28 cipación, como los consejos pastorales nacionales, diocesanos y pa-
(1968) 139. rroquiales, los consejos presbiterales y las conferencias episcopales.
23
354 W. W. Basseit Derecho canónico y reforma 35$
Aparte de estas instituciones canónicas, están surgiendo otras muchas cambio de mentalidad totalmente inesperado, pero que se advierte
estructuras paracanónicas, como las asambleas de religiosos y reli- claramente por todas partes. La experiencia viva que los católicos
giosas, las asociaciones de sacerdotes, las organizaciones locales y na- tienen de la Iglesia ya no es lo que era y, lo que es más importante,
cionales de laicos, las conferencias católicas regulares, etc. Funcio- reina una inquietud tan grande que nunca volverá a recuperarse
nalmente, todos estos organismos son elementos importantes de el clima eclesiástico seguro que refleja el Código de 1917.
participación en el proceso de la toma de decisiones eclesiales. Pero En la Iglesia se va imponiendo una nueva conciencia del com-
resulta que se hallan en período de experimentación y en vías de promiso y la función que corresponden a los seguidores del Señor.
un desarrollo tan amplio que su función no admite una tipificación Esta perspectiva supone algo más que una ligera inquietud para los
legal definitiva. A nivel de la colaboración internacional, el Sínodo católicos en general y la mayor parte de los canonistas en particular,
de Obispos permanece en una etapa embrionaria de desarrollo. La pues viene acompañada de una verdadera angustia por la perviven*
función de los patriarcas y la autonomía de los ritos, aparentemente cia de la Iglesia latina o, quizá, por la propia relación con la Iglesia.
garantizadas en el documento conciliar sobre las Iglesias orientales Los Sínodos de Obispos y, por supuesto, la Comisión del Código
católicas, sufre fuertes trabas hasta ahora. La Lex Ecclesiae funda- no han acertado a admitir cambio alguno en el proceso de la toma
mentalis ignoraba casi por completo a las Iglesias orientales, mien- de decisiones de la Iglesia precisamente en una época en que se
tras que su insistencia en el primado pontificio apenas dejaba lugar piensa que la Iglesia está a punto de perder muchas, cuando no la
para una communio ecclesiarum estructuralmente viable. Se trata mayor parte, de sus tradiciones más estimadas. Se teme que junto
de una omisión extremadamente grave, pero que al parecer refleja con esta pérdida se quede también la Iglesia sin su identidad cor-
una decisión consciente. Los más graves problemas que acucian a la porativa. El debate sobre la flexibilidad de los ministerios, el clero
Iglesia, sin embargo, no son únicamente los que admiten solución casado, la ordenación de las mujeres, la elección de los obispos, la
a través de unas decisiones orgánicas. El mismo diálogo sobre la descentralización administrativa de Roma, la legitimidad del disen-
función del derecho en la Iglesia revela unas profundas divergen- timiento teológico, las nuevas formas de vida y trabajo de las co-
cias culturales e ideológicas. Una codificación del derecho común munidades religiosas, la función de la mujer en la Iglesia, etc., se
puede frenar la libertad para buscar nuevas soluciones a los proble- ha hecho muy violento, llegando a veces a la acritud y siempre
mas de la constitución de la Iglesia. Es necesaria una etapa de es- acompañado de una nota de gran angustia personal. Esas cuestiones
tudio, colaboración intereclesial y exploración. Una colección fácil- están relacionadas entre sí hasta el extremo de que una alteración
mente manejable de leyes formuladas con claridad podrá ser útil, radical en una de ellas no sólo afectaría a las demás, sino que pro-
pero sólo en el caso de que se deje en claro que muchas, cuando vocaría una cierta transformación social de la misma institución en
no la mayor parte de las nuevas leyes, se promulgan ad experimen- su totalidad. El Vaticano II, como concilio pastoral, aseguró un
tum. Más allá de ahí no se debería ir en una época de inquietud cambio de lenguaje en el culto y dio a los cristianos en general un
y de grave crisis institucional. ámbito abierto para el debate. Ello ha conmovido profundamente
la seguridad de los católicos. Durante la pasada década se ha pro-
UNA CRISIS INSTITUCIONAL
ducido una verdadera revolución de los valores institucionales, de
las expectativas y temores entre los católicos. Ya no es posible vol-
Hoy la Iglesia católica, al igual que las grandes instituciones ver atrás de esta revolución, como algunos quisieran, mediante
sociales de la civilización occidental, atraviesa un momento de pro- un nuevo conjunto de leyes claras y exactas.
funda crisis institucional. Más grave que el descontento de ios que Un cambio en cuanto a los valores institucionales es un cambio
se sienten engañados por la reforma litúrgica; más grave que la de Iglesia. Este cambio de valores no depende de la buena voluntad
violencia de los activistas sociales o de quienes reaccionan contra ni puede ser controlado desde una especie de frente unido. Se
ellos; más grave incluso que la inacabable confusión de las razones produce a ritmo desigual y habitualmente va acompañado de una
repetidas y contradictorias acerca de la causa de la crisis es un gran inquietud y tensión. Una nueva generación y una antigua
hecho difuso, pero cierto, difícil de expresar. Me refiero al hecho generación con nuevas ideas son capaces de cambiar la Iglesia. No
de que durante la última década se ha producido en la Iglesia un se les puede poner freno. Tampoco creo que su andadura carezca
356 W. W. Bassett Derecho canónico y reforma 357

de riesgo. No habrá más remedio que asumir ese riesgo. Pero es cación personales. Confería al vivir personal una continuidad his-
precisamente en ese terreno donde los canonistas se sienten más tórica visible, una asociación en el arca de salvación, una clara
incómodos, pues la ley se concibe generalmente y se utiliza como divisoria entre amigos y enemigos de la fe y, por consiguiente, de
un arma contra el riesgo. Pero esta dinámica del cambio cultural Dios. Gran número de católicos tienen conciencia de una Iglesia
crea su propio entorno y remueve profundamente unas aspiraciones de este tipo, una conciencia que va bien con peregrinaciones, nove-
que aguijonea constantemente hasta convertirlas en esperanzas de nas, monseñores y caballeros pontificios y una vida ordenada con
un mañana mejor. Ello es cierto para todos los hombres, para todos normas inmutables.
los católicos también, para cuantos en cualquier parte se ven en- Muchos de ellos no veían la necesidad de un Concilio. Pero lo
vueltos en una revolución social. aceptaron porque lo quería el papa Juan XXIII, y el Espíritu Santo
dirige esos asuntos. Para esta clase de personas, en lo que se re-
LOS CANONISTAS Y LOS NUEVOS VALORES fiere a la revisión del derecho canónico, el Vaticano II significa
únicamente un aggiornamento, una mera puesta al día, pulir, moder-
Entre los canonistas preocupados hoy por la reforma del de- nizar y hacer más eficaz el derecho y las estructuras de la Iglesia.
recho en la Iglesia parecen darse tres respuestas claras acerca de Muchos de ellos se sienten hoy dolidos por lo que ha ocurrido
lo que está ocurriendo y sus repercusiones sobre el derecho canó- en la Iglesia desde la clausura del Concilio. Teólogos que extravían
nico. Aunque resulte un tanto arbitraria y en la realidad no se den a los fieles, jóvenes sacerdotes y monjas rebeldes, la secularización,
los tipos puros, parece conveniente hacer una división de las distin- son criticados por todo lo que está ocurriendo. Existe un verdadero
tas mentalidades. Se trata de unos tipos de conciencia de la Iglesia temor a que se esté comprometiendo el señorío único de Cristo
significativamente distintos cuyas divergencias explican en gran y con ello el carácter también único y trascendente de la Iglesia.
parte el actual conflicto. En una palabra, temen que un humanismo exaltado esté ocupando
Por conciencia entiendo aquí no simplemente un conjunto de entre los católicos el lugar que corresponde al evangelio cristiano.
convicciones, valores y datos acumulados. Se trata más bien de una A cualquier intento de llevar a cabo una innovación se responde
configuración total de la experiencia personal que confiere al indi- que el Concilio no quiso tal cosa. Lo primero es cumplir los docu-
viduo una manera global de percibir la realidad de la Iglesia y de mentos del Concilio, y éstos no pedían explícitamente un cambio
la vida humana. Una era la conciencia correspondiente a la cultura radical en la Iglesia católica.
de las pequeñas ciudades en que se desarrollaba la vida de la Europa Claro exponente de esta postura canónica, a mi entender, son
occidental preindustrial, distinta de la conciencia que tienen hoy los los principios aceptados por la Comisión del Código y aprobados
habitantes de las grandes ciudades o los universitarios. También por el Sínodo de 1967, con los que se cierra el paso a cualquier
se formaron distintos tipos de conciencia de la Iglesia y su dis- cambio tanto en las estructuras como en la naturaleza del derecho
ciplina durante los años cincuenta, durante la celebración del Con- canónico. Reflejan el predominio de la tradición legal europea
cilio y a partir de los dos últimos años, en que empieza a hacerse continental con su tendencia a ordenar sistemáticamente y a zanjar
perceptible una tercera modalidad. claramente en virtud de la ley la complejidad de las relaciones
A la primera categoría pertenecen los que aún se sienten a gusto humanas. La Lex Ecclesiae fundamentalis, primer fruto de las tareas
con una Iglesia latina tal como fue siempre, una cristiandad unida, desarrolladas por la Comisión, consiste básicamente en un intento
aunque sitiada, cuyas ideas están aún modeladas por unas catego- de abarcar jurídicamente el núcleo constitutivo y fundamental de
rías canónicas tomadas del Código de 1917, como las referentes la Iglesia (el status Ecclesiae, como dirían los canonistas medievales).
a facultades, gravedad de los pecados, factores que confieren su Pero es ésta una realidad que no puede ser adecuadamente formu-
valor a los actos y los acontecimientos, etc. La Iglesia y sus leyes lada mediante los instrumentos de las ciencias jurídicas, que son
satisfacían la necesidad de estabilidad perenne, fuerza de carácter, por su misma naturaleza esquemáticos, unidimensionales, positivos,
defensa frente a las incertidumbres de la vida y conservación de la sistemáticos, útiles por tanto en la Iglesia tan sólo para la formu-
belleza intacta de la tradición latina. En el mejor de los casos podría lación de decisiones específicas y concretas (statuta Ecclesiae).
decirse que se trata de un ambiente de piedad, de ascesis y santifi- La Lex canoniza una estrecha interpretación eclesiológica del Va-
358 W. W. Bassett Derecho canónico y reforma 359

ticano II, identificando a la Iglesia primariamente como una socie- na ilustra en sus múltiples y diversas actividades a partir de 1965
dad jurídicamente ordenada y autosuficiente, no como un pueblo esta segunda postura ante la reforma del derecho canónico.
creyente con una misión en el mundo. Al subrayar desmedida- El espíritu revisionista ha insistido enérgicamente en la orga-
mente la autoridad y prerrogativas del papa y la jerarquía empo- nización, la colaboración, la responsabilidad, la reforma a través
brece el cometido de los fieles no ordenados en la vida de la Iglesia. de los consejos diocesanos y parroquiales, los procesos consultivos
Se podría poner en claro la mentalidad de los redactores mediante y electivos, la agilización de los servicios pastorales y una parti-
una comparación contextual crítica de los cánones y sus citas de los cipación cada vez más intensa. En estos esfuerzos destaca la deman-
documentos conciliares. En todo momento se ha aplicado una inter- da de la aprobación papal que respalde unos procedimientos am-
pretación uniformemente restrictiva. plios de arbitraje y conciliación en la Iglesia.
La legislación estructural del período posconciliar refleja tam- Pero detrás de una fachada de optimismo e intensa actividad,
bién una postura similar que restringe el cambio a una moderniza- los canonistas liberales del Vaticano II se sienten cada vez más
ción de grado menor. Por ejemplo, en el prólogo a las constituciones desilusionados. No han tenido acceso a la Comisión del Código.
en que se reforma la Curia romana36, la designación de representan- Por otra parte, la reforma litúrgica ha ido acompañada de una
tes pontificios37, el procedimiento para la elección de obispos **, experimentación muy reducida que apenas ha pasado de una revisión
para la adjudicación de causas matrimoniales39 y la renovación de de los libros litúrgicos. Los consejos presbiteriales y las asociaciones
la formación religiosa"°, el papa afirma enfáticamente que se atiene de sacerdotes no han sido capaces de resolver los problemas de la
a la mente del Vaticano II. Sin embargo, cada una de estas decisio- identidad y la angustia de los sacerdotes. Lo cierto es que las res-
nes confirma decididamente el statu quo de la Iglesia y cierra el tricciones de un derecho canónico que en nada ha cambiado les han
paso a cualquier cambio perceptible. Por modernización se entiende supuesto un serio estorbo. Compartir la responsabilidad equivale
hacer más eficaces las estructuras y los procedimientos tradiciona- muchas veces a compartir la confusión; el proceso justo apenas
les de la Iglesia católica. La revisión oficial del derecho canónico sirve de nada cuando permanecen intactos los más graves problemas
llevada a cabo hasta hoy se limita a una puesta al día. de la autoridad. Entre tanto, la Iglesia católica parece estancarse
Podemos ver una segunda postura con respecto a la revisión en una postura de simple introspección confusa.
del derecho canónico en quienes entienden los documentos con- El espíritu reformista de los incluidos en esta segunda cate-
ciliares como una llamada a realizar una reforma importante en la goría atribuye gran importancia a las instituciones, las leyes, los
vida de la Iglesia. Estos documentos, opinan, al aceptar los prin- comités y las estructuras. Aceptaron la discusión como un camino
cipios de colegialidad, ecumenismo, corresponsabilidad activa de para llegar a la mayor racionalidad posible y apoyaron el pluralismo
los fieles, reforma litúrgica y ministerio diaconal de la autoridad, como un medio de lograr el equilibrio en la Iglesia. Pero insistían
tienen que llevarnos más allá de una simple modernización. Hay sobre todo en la solución de los problemas, en la «sanación» del
que formular nuevamente el derecho y las estructuras que enmarcan conflicto. Pero, ¿es de verdad esta «Iglesia» la Iglesia de la realidad
la vida de la Iglesia católica como primer paso hacia la unión de histórica? ¿Es auténtica? Francis Oakley, al desarrollar la idea
las Iglesias. Hay que hacer posible la coexistencia de amplias diver- de un nuevo conciliarismo, se refiere a ciertas divergencias medie-
sidades culturales en la Iglesia católica sin someterlas a una cultura vales en cuanto a las creencias sobre el gobierno de la Iglesia que
y a un legado jurídico latinos. La Canon Law Society norteamerica- difícilmente se darían hoy en la Iglesia católica41. En el mundo
36
medieval aún no se habían estabilizado unos contrastes extremos,
Regimini Ecclesiae universae (15 de agosto de 1967): AAS 59 (1967) unas inconsecuencias y conflictos violentos que coexistían y daban
885-928. a la vida un colorido que el orden no le puede asegurar. La segunda
37
Sollicitudo omnium ecclesiarum (24 de junio de 1969): AAS 61 (1969)
473-84. mentalidad trata de resolver los conflictos mediante leyes y quisiera
38
Estas normas están contenidas en una carta dirigida a los presidentes dar a la Iglesia una organización dotada de los adecuados tribuna-
de las conferencias episcopales por el cardenal secretario de Estado el 1 de
septiembre de 1970.
39 41
AAS 58 (1971) 441-46. The «New Conciliarism» and Its Implications: A Problem in History
40
Instrucción sobre la renovación de la vida religiosa (Roma 1969). and Hermeneutics: «Journal of Ecumenical Studies» 8 (1971).
360 W. W. Bassett Derecho canónico y reforma 361

les, servicios y autoridad capaces de «resolver» todos los problemas. En vez de mejorar los procedimientos de dispensa, piden que se
Los canonistas liberales aspiraban a una reforma en el marco de establezca un método sencillo y moderno para la renuncia al minis-
una tradición cultural y a través de unas estructuras orientadas a la terio. En vez de revisar las facultades de los obispos, abogan por la
solución de problemas y conflictos. Pero cada vez resulta más claro puesta en marcha de una estrategia radical de transformaciones a
que incluso la mejor de las leyes tiene un valor muy limitado, que nivel de base en la Iglesia. Muchos de los que se integran en esta
la Iglesia necesita una reforma más allá de las estructuras tradiciona- categoría valoran el pasado, pero se sienten libres frente a ese mis-
les y de los presupuestos de la tradición canónica actual. La Iglesia mo pasado, ante la coacción institucional y libres también para re-
católica necesita tiempo para asimilar la diversidad cultural de una currir a los organismos y servicios de la Iglesia o para renunciar a
multiplicidad de experiencias humanas sobre la vida de fe. ¿En ellos. El derecho canónico, visto desde esta perspectiva, tiende a
qué proporción son compatibles dentro de la Iglesia la diversidad y ser considerablemente menos absoluto, más claramente funcional
el orden? ¿En qué medida resultaría teológicamente adecuada una y pragmático.
pluralidad de modelos organizativos de la Iglesia en el cristianismo Esta mentalidad brotó durante el Concilio de la promesa de un
actual? nuevo Pentecostés, la reunión de los cristianos y la desmitificación
A partir del Concilio, los teólogos de mentalidad ecuménica de los imperativos de la organización romana en el compromiso y
han tendido a ampliar las concesiones del Concilio a unas posiciones las asperezas del debate conciliar y del fracaso posconciliar para in-
no sustanciales en vez de insistir en los elementos sustanciales que troducir cambios significativos en un sistema canónico que todavía
indudablemente pueden recogerse en los documentos conciliares. permanece rígido y monolítico. Pero esta mentalidad adolece de la
Como fruto de la investigación, los católicos son cada día más grave debilidad que supone la simplificación extrema de unos pro-
conscientes de la dificultad que supone distinguir claramente entre blemas complejos y la precipitada disposición a sacrificar unos va-
lo sustancial y lo accidental en la Iglesia. Tienden a subordinar los lores confesionales que todavía mantienen su carácter imperativo
elementos institucionales a la misión de la Iglesia y afirman que en la tradición católica y que conservan su valor en las demás Igle-
corresponde aducir pruebas a quien sostenga que una determinada sias. La impaciencia puede dar la impresión de que los demás lu-
estructura es inmutable. Acentuando los vínculos comunes que unen chan por verdaderas vaciedades. Este supremo desprecio es el gran
a todos los creyentes, muchos jóvenes cristianos dudan de la im- pecado cristiano de nuestros días. Pero, a pesar de sus debilidades,
portancia que puedan tener los rasgos distintivos de cualquier con- esta postura tiene la fuerza enorme de señalar lo que es relativo y
fesión. Todo ello pesa mucho sobre la teología científica y oficial, está culturalmente condicionado en el derecho canónico, sin confun-
que se ve impulsada a insistir menos en las diferencias confesionales dirlo con la recta razón o con el mismo evangelio.
y a ampliar el área que comparten todos los cristianos42. La aceptación de un derecho canónico revisado en la Iglesia
Lo que Avery Dulles afirma acerca de los «jóvenes cristianos» católica exigirá una nueva síntesis de opinión, una nueva ciencia
caracteriza también a un número creciente de canonistas que integran del derecho en la Iglesia. Entre tanto, la Comisión del Código pro-
la tercera categoría. No son antiinstitucionales ni tratan de negar cede a completar un nuevo código en una época de grave crisis cul-
la necesidad de leyes en la Iglesia. Valoran ciertas instituciones, tural e institucional en la Iglesia. Su tarea está dirigida por una me-
pero al mismo tiempo estiman que las estructuras e instituciones todología legal restrictiva que difícilmente convencerá a muchos. La
de la Iglesia son totalmente subsidiarias con respecto a los autén- obra de la Comisión prosigue casi con la absoluta seguridad de que,
ticos problemas a que han de hacer frente los cristianos. En vez en su mayor parte, los canonistas que trabajan fuera de Roma, que
de recomponer el derecho matrimonial, proponen que la Iglesia están igualmente interesados en un derecho renovado, albergan
renuncie por completo a un enfoque jurídico del matrimonio o, al graves reservas con respecto a este nuevo código.
menos, reconsidere su postura básica con respecto a la indisolubili-
dad a la luz de las distintas experiencias humanas del matrimonio. CONCLUSIÓN: UN NUEVO PROGRAMA
42
The Church, the Churches and the Catholic Church: «Theoloeical La revisión del Código de Derecho canónico de la Iglesia cató"
Studies» 33 (1972) 234. lica es un proyecto de amplios vuelos que merece la mayor ateO'
362 W. W. Bassett Derecho canónico y reforma 363
ción. El derecho ha de ser necesariamente reformado y formulado
9. Atención pastoral y no judicial a las personas en las causas
de nuevo. Todos están de acuerdo en ello. Pero los canonistas no
matrimoniales.
se muestran concordes en cuanto a la conveniencia y el acierto de
10. Integración de los laicos en los consejos pastorales y asam-
promulgar un nuevo código completo. Quizá la más profunda di-
bleas deliberantes de la Iglesia.
ferencia que hay entre ellos sea en última instancia de orden cul-
tural y eclesiológico. ¿Ha de apartarse o no la Iglesia católica de 11. Desarrollo de unas normas de responsabilidad financiera
su gran orientación legal latina del pasado? De ser así, ¿en qué y transparencia en la administración económica de los bienes de la
medida? No cabe duda de que la Comisión del Código ha hecho Iglesia.
una interpretación de los documentos del Vaticano II tan nomina- 12. Revisión de las normas de incardinación para permitir un
lista que no logrará sacar a la Iglesia de su ghetto ni acomodar en grado de libertad y responsabilidad personal acorde con la digni-
grado significativo el derecho canónico a la cultura y la conciencia dad humana de los clérigos.
de estos tiempos. El problema está en saber si las fuerzas favora- 13. Reconocer a los fieles el derecho de libre asociación y
bles al cambio que operan hoy en y sobre la Iglesia católica vence- reunión en la Iglesia.
rán a las fuerzas que actúan en contra del cambio, sean éstas la 14. Conceder exención canónica a las universidades y facul-
mera inercia o la convicción. tades teológicas católicas.
15. Supresión de las penas vindicativas del antiguo Código de
Necesitamos trazar un programa nuevo y práctico con vistas a Derecho canónico.
la reforma del derecho canónico. Entre los puntos que debe abar-
car este programa para alcanzar los objetivos conciliares de revita- Con este programa se trata de llegar a una acomodación de las
lizar la vida y la misión de la Iglesia católica y preparar a ésta para leyes y estructuras humanas a las necesidades ciertas de hombres y
la unión de todas las Iglesias podemos enumerar los siguientes: mujeres en la Iglesia. Su aceptación llevaría a dar un paso radical
1. Supresión de los impedimentos canónicos que se oponen que aseguraría el «progreso» que con vacilaciones prometió el Con-
a la plena participación de la mujer en la vida y en los ministerios cilio. Su puesta en práctica, aunque sólo fuera ad experimentum,
de la Iglesia. daría al derecho canónico un cometido completamente nuevo en la
2. Reconocimiento pleno de la comunión con las Iglesias orien- Iglesia al servicio del pueblo de Dios que peregrina en el tiempo.
tales y occidentales, con garantías de la plena autonomía de las gran-
des Iglesias orientales. [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
3. Reforma de la Curia romana, que la convierta en un centro
internacional de colaboración y asistencia en vez de ser, como has-
ta ahora, centro de dominio y control.
. 4. Desarrollo de un sistema de derecho administrativo y de
unos organismos que aseguren la protección de la ley para los de-
rechos de los fieles.
5. Desclericalización de los ministerios no sacramentales en
el plano de la organización y servicios de la Iglesia.
6. Puesta en marcha de unos procedimientos que devuelvan
al ministerio y al laicado sus derechos para la elección de obispos
y pastores.
7. Abolición de la práctica romana de trasladar a los obispos
de una sede a otra.
8. Rechazo de una ley absoluta del celibato para el sacerdo-
cio; renuncia a los lujos, signos externos y símbolos heredados de
los tiempos imperiales de la Iglesia que todavía la rodean.
Una constitución para la Iglesia 3£j
PETER HUIZING 5. El derecho canónico es válido únicamente para las personas
UNA CONSTITUCIÓN PARA LA IGLESIA que creen en su validez. No puede aplicarse el derecho canónico a
los bautizados no católicos ni a los que dejaron de ser católicos.
I. UNA CONSTITUCIÓN SOBRE EL ORDENAMIENTO ECLESIÁSTICO 6. Un derecho ecuménico o intereclesial puede basarse única-
mente en la comunión, aunque imperfecta, de las Iglesias cristianas
1. El Vaticano II no se preocupó de plasmar sus doctrinas en y en el consenso de todas las Iglesias afectadas.
instituciones eclesiales. Las declaraciones doctrinales sobre la cole-
gialidad de los obispos, la responsabilidad de los laicos, la natura-
leza del matrimonio cristiano, etc., no serán ideas operativas mien- III. BASE SACRAMENTAL DEL DERECHO CANÓNICO
tras no se traduzcan en instituciones eclesiales. Ahí está la causa 1. La unidad de la comunidad eclesial tiene por fundamento
principal del fracaso del Vaticano II. Un Vaticano III debería re- radical la fe en la presencia activa de Jesús en medio de su pueblo,
mediar este fallo. Le correspondería elaborar una constitución para que se celebra básicamente en la eucaristía y en los sacramentos.
el régimen interno de la Iglesia. Las relaciones fundamentales entre los miembros de la Iglesia se
2. Esta constitución debería ser preparada por un grupo in- basan en sus misiones sacramentales, es decir, en las misiones con-
terdisciplinar de investigadores y pastores de toda la Iglesia, ayu- feridas y aceptadas en nombre y por la autoridad de Jesús (misio-
dados por unos pocos canonistas jóvenes. nes de «derecho divino»). La comunidad cristiana se edifica por y
en los sacramentos.
II. DELIMITACIÓN DEL CAMPO DEL DERECHO CANÓNICO 2. El sistema del derecho canónico debe construirse, al igual
que la misma Iglesia, sobre los sacramentos. En el sistema del Có-
1. El objeto del derecho canónico es instaurar unas relacio- digo de Derecho canónico, la comunidad eclesial de clérigos, reli-
nes interpersonales basadas en la justicia y las instituciones que las giosos y laicos existe antes de los sacramentos y sin ellos; los sa-
mantengan y protejan, en una palabra, instaurar y mantener un or- cramentos son dados o confiados a esta comunidad preexistente.
denamiento justo. El derecho canónico debe convertirse en una efi- Sin embargo, esta comunidad existe en virtud de las misiones re-
caz garantía de justicia igual para todos los miembros de la comu- cibidas en los sacramentos. Está constituida por miembros bautiza-
nidad cristiana. dos, confirmados, penitentes, celebrantes de la eucaristía, ungidos,
2. Los actos religiosos personales, tales como «oír misa», «re- casados y ordenados.
zar el breviario», «ayunar y guardar abstinencia», «observar el ayu- 3. Dada la situación actual de la Iglesia en el mundo, des-
no eucarístico», «confesar y comulgar periódicamente», etc., no son pués de una larga tradición de ideas egoístas y estériles sobre los
objeto de la ley. Los resultados ridículos de las leyes referentes a sacramentos como medios automáticos de redención y no como for-
tales materias y de la interpretación jurídica de tales leyes están re- mas de aceptar las misiones de los cristianos ante el mundo, ha de
cogidos en los manuales preconciliares de derecho canónico y teo- reconsiderarse seriamente la oportunidad pastoral del bautismo de
logía moral. los niños, aunque legítimo en sí mismo. Al menos no se ha de im-
3. La conducta ética o moral no es objeto de normas jurídicas poner a los padres la obligación de bautizar a sus hijos.
o cuasi-jurídicas. Las decisiones éticas o morales deben ser objeto 4. Por las mismas razones ha de reconsiderarse seriamente la
de consejo y orientación sobre los valores humanos y cristianos, no práctica de la «primera comunión».
de unos preceptos. 5. La forma en que la Curia romana pretende responder a la
4. La je y la profesión de je no son objeto de la ley. Nadie necesidad urgente de tratar de manera más humana y cristiana los
tiene derecho a imponer la fe, los artículos o la profesión de fe matrimonios rotos carece de realismo y de sentido cristiano.
a ninguna otra persona. La fe y la profesión de fe son por defini- 6. No es realista y a veces se convierte en hipocresía la vincu-
ción acciones humanas libres. Esto vale incluso si se tiene en cuenta lación establecida entre la misión de ejercer la autoridad en la
que los obispos en comunión con el obispo de Roma pueden dar comunidad eclesial y la obligación jurídica del celibato. La forma
testimonio auténtico de la fe de la Iglesia. de tratar a los sacerdotes casados es francamente anticristiana.
Una constitución para la Iglesia 367

IV. ALGUNOS PRINCIPIOS GENERALES títulos como el de «Vicario de Cristo» entrañan el peligro de crear
confusiones en materia de fe, ya que casi llegan a equiparar la per-
1. La actitud de Jesús con respecto a la Ley conserva su valor sona de los papas con la personalidad única de Cristo Jesús. Para
ejemplar para la actitud cristiana ante el derecho canónico: «Toda la reforma de la Curia romana es esencial su desacralización.
la Ley de Moisés y las enseñanzas de los Profetas penden de estos 2. Una reforma seria de la Curia exige un estudio exhaustivo
dos mandamientos»: el mandamiento del amor a Dios y del amor del influjo real que ejercen sus diversos departamentos en la comu-
al prójimo (Mt 22,40); «El sábado fue hecho para el hombre, no nidad eclesial y en la sociedad en general (una especie de Informe
el hombre para el sábado» (Me 2,27). La posibilidad de quebrantar Kinsey).
la ley por el bien de los hombres es esencial al derecho canónico.
2. Ciertamente, el principio del derecho canónico de que la [Traducción: J. VALIENTE MALLA]
ley, dada para el bien común, puede a veces ir contra el bien de las
personas no es válido. El bien espiritual del hombre no puede ser
sacrificado a ningún bien superior.
3. En principio, en el derecho canónico no existe la oposición
entre «Iglesia de la caridad» e «Iglesia de la ley». Dado que ello
no es automáticamente cierto en la realidad, la comunidad eclesial
debe esforzarse continuamente por superar las situaciones en que
la ley se opone de hecho a la caridad.
4. Para que la ley tenga realmente validez ha de ser aceptada
por la comunidad. La mera validez formal de la ley es inútil. Los
legisladores canónicos habrán de tenerlo siempre presente.
5. Los procedimientos jurídicos formales seguidos en las cau-
sas matrimoniales y en las de dispensa del celibato o los votos re-
ligiosos solemnes no sirven a los fines del derecho canónico. Ha de
suprimirse la idea mágica de la «potestad vicaria».
6. No debe existir en la comunidad eclesial una legislación
penal, pues supone que la comunidad eclesial tiene capacidad para
juzgar las relaciones del hombre con Dios. Tiene, sin embargo, de-
recho a contar con una legislación disciplinar, es decir, con un sis-
tema de medidas para defender su propia identidad.

V. LA «SANTA SEDE»

1. Ningún papa, cardenal o mandatario de la Curia romana


que esté en su sano juicio vivirá bajo la impresión de que personal-
mente o en conjunto son santos o más santos que los demás cristia-
nos, pero siguen utilizando títulos como «Santa Sede», «Santo Pa-
dre», «Sagrada Congregación», sacra potestas, etc., que avergüen-
zan y hacen sentirse ridicula a toda la comunidad eclesial. Se trata
de una práctica tan estúpida como si un presidente o primer minis-
tro se arrogara títulos como «el más patriótico ciudadano» o «padre
de la patria» o pretendiera poseer una «potestad patriótica». Otros
VI
IGLESIA Y CULTO

LUIS MALDONADO
LA LITURGIA DE LA IGLESIA
ENTRE EL HOY Y EL MAÑANA

Lo más sensato que se puede hacer cuando se pretende diseñar


unas sugerencias de cara a la vida litúrgica del mañana es analizar
el presente con sus realizaciones positivas y sus fallos, sus deficien-
cias, sus problemas.
Voy a limitarme al área de la Iglesia católica. Inevitablemente
estaré determinado por mi perspectiva sudeuropea, aunque inten-
taré ensancharla lo más posible.
También me referiré a aquellas comunidades y personas que se
han abierto a las normas y al espíritu del Vaticano II y que se han
esforzado por su realización. Para aquellos que apenas han puesto
en práctica las múltiples incitaciones, no sólo litúrgicas, sino tam-
bién teológicas, surgidas en la Iglesia desde la reunión conciliar,
habría que decir otras cosas distintas de las que digo a continuación.

I
Hay tres adquisiciones positivas en la reforma litúrgica conci-
liar que destacan de manera especial: la recuperación de la palabra,
la introducción de las lenguas indígenas y la aceptación de un sen-
tido secular en la liturgia y de la liturgia.
No me voy a explayar en estos hechos, que considero suficien-
temente patentes. Sí quiero, por el contrario, detenerme en señalar
los nuevos problemas que ellos han planteado. Estos problemas
provienen de una mala comprensión de los valores contenidos en
las nuevas adquisiciones o, más bien, de una exageración, de un des-
24
370 L. Maldonado La liturgia entre el hoy y el mañana 371
equilibrio, de un bandazo pendular en el modo de armonizarlos con diástasis, que ha sido la más conocida en tiempos anteriores y sigue
los otros elementos de la liturgia. siendo legítima, actual: aquella que propugna una separación de lo
La «abundancia» de la palabra que pide la constitución Sacro- eclesial y lo civil, es decir, la emancipación y autonomía de lo tem-
sanctum Concilium (art. 35.1; 51; 92a) se ha puesto en práctica poral respecto de cualquier tutela por parte de la Iglesia.
dando paso no sólo a numerosas lecturas bíblicas, sino también a Pueden aducirse cuatro grupos de asertos bíblicos claramente
otro tipo de lecturas y al comentario tanto del ministro como de alineados en una tendencia secular (entendida según el primer sen-
los fieles por medio de la conversación, de la homilía dialogada, tido).
de las preces espontáneas. El primer grupo de asertos, girando en torno a Rom 12,1-2,
Esto ha producido una inflación de palabras, es decir, un ver- descubre una noción de culto muy poco «sacral». Culto es aquí la
balismo, con grave detrimento de otros medios de expresión (sím- totalidad de la vida del cristiano, no ciertas acciones particulares.
bolos, imágenes, gestos, ritos, música...). También se considera culto en el Nuevo Testamento la evangeli-
La introducción de las lenguas indígenas ha facilitado la comu- zación (Rom 1,9; 15,16; Fil 2,17; 2 Tim 4,6) y la caridad (Rom
nicación y ha potenciado el valor catequético de la liturgia, según 15,25-27; 2 Cor 9,11-12; Fil 4,18; Sant 1,27; Heb 13,15).
se pedía en la constitución Sacrosanctum Concilium (art. 33). Pero Los grupos segundo, tercero y cuarto de asertos bíblicos se cen-
se ha tenido una concepción muy simplista y unidimensional de lo tran en el cuestionamiento que el Nuevo Testamento hace de los
que es comunicación, así como de lo que es catequesis. Se las ha «lugares sagrados» (Jn 4,21-24; Hch 6,12-14.44-50), los «tiem-
identificado con la inteligibilidad nocional. De ahí el carácter fuer- pos sagrados» (Gal 4,8-11; Rom 14,5; Col 2,16-17), las «cosas sa-
temente racionalista, intelectualista e «ínstruccional» o doctrinario gradas» y las «personas sagradas» (Me 7,1-23; Hech 10,1-11;
de la nueva liturgia. Mt 11,19; Le 7,34; 15,1-10; Me 2,17; Ex 19,36; 1 Pe 2,5-9;
Por último, el sentido de la secularización dentro del ámbito Ap 1,6; 5,9-10; 20,6).
litúrgico ha sido otro valor. Me explicaré. Ciertamente, este cuestionamiento no significa anulación, sino
Estos últimos años se ha hablado insistentemente de la liturgia desabsolutización, desidolización y «desacralización» (superación de
cristiana como una liturgia secular o secularizada. Con ello se alude un dualismo escisionista). Todo ello quiere decir que no son supri-
a una realidad importante dentro del cristianismo y también dentro midos los actos cultuales ni los templos ni las fiestas litúrgicas, sino
de la cultura actual: la secularidad de la fe. Su descubrimiento es que son relativizados, situados en un contexto más amplio, más
un hecho de alguna manera definitivo que permanecerá. secular; son acercados a otras realidades y circunstancias de la vida
Las tesis sobre el carácter secular de la liturgia cristiana pueden del hombre consideradas en épocas sacralistas como muy ajenas a
resumirse como sigue. La liturgia debe celebrarse situada, incrus- lo cultual. El liturgista asume el «nihil alienum a me puto» de Te-
tada en el contexto secular propio del hombre, no en «otro mun- rencio, la lucha contra toda ajenidad o «alienidad». Así soslaya
do», no constituyendo «otro mundo», un mundo aparte, sino en el cualquier peligro de alienación.
único mundo real, en el «saeculum», es decir, en medio de lo ma- Pero ello no supone nivelar todo por el mismo rasero y conver-
terial-temporal (la historia), que es a la vez el «medio» único en tir la vida en la terrible monotonía de un igualitarismo uniforme,
que se nos acerca lo transtemporal y, si se quiere, lo transterrenal. unidimensional. Una vez asimilada la tesis de la secularización, que
Es la tesis de la no dualidad, la no extraterritorialidad de la fe, del de hecho era una antítesis frente al sacralismo de otros tiempos,
culto, etc. debe alcanzarse dialécticamente la síntesis de una nueva liturgia
La aceptación de tal tesis puede denominarse secularización por que, siendo secular, no deje de ser liturgia y no se quede en pura
vía de sintaxis o síntesis (la vía que conjuga y empareja lo material prosa cotidiana. Es lo que pretende la llamada teología festiva (o
y lo espiritual, lo profano y lo sagrado, lo mundano y lo religioso, lúdica o dionisíaca), que había de venir inevitablemente a causa de
lo temporal y la fe, la historia del hombre y la sempiternidad de los excesos cometidos en la vía de la secularización.
Dios). Una consecuencia práctica de esta línea de secularización ha
Como contrapunto, a modo de un contrario no excluyeme ni sido que hayan entrado en la liturgia la información, la noticia y,
contradictorio, se puede hablar de una secularización por vía de en general, los problemas más candentes de la actualidad, especial-
372 L. Máldonado La liturgia entre el hoy y el mañana 373

mente los problemas planteados por la injusticia, la guerra, la vio- zante o «zelota») se pueden subsumir bajo una categoría más gene-
lencia. ral que ya he adelantado antes: la de profetismo. La liturgia pos-
A partir de aquí la liturgia ha cobrado un fuerte carácter pro- conciliar ha resultado predominantemente profética y eso porque
fético. Este carácter profético significa tres cosas: ha dejado curso libre a la palabra, a la comprensión de esa palabra
— un anuncio de la presencia de Dios y de Cristo en los hechos (mediante su versión a las lenguas indígenas) y a su incidencia
actuales; sobre el «saeculum», sobre la historia.
— una denuncia de las situaciones concretas de pecado; Ahora bien, ese tipo de culto ya se daba de alguna manera y
— una exhortación dirigida al cristiano y a la comunidad para «mutatis mutandis» en ciertas confesiones cristianas protestantes,
que se comprometa en la lucha por solucionar tales pro- cuyas liturgias se centraban en el sermón como culminación de todo
blemas. el conjunto. En el polo opuesto se halla la liturgia de las Iglesias
ortodoxas, así como la liturgia católica preconciliar. En ellas no
Esta recuperación del sentido profético del culto cristiano es un predomina la palabra, sino el símbolo, la imagen, el gesto, el rito,
hecho positivo. Pero ha planteado a su vez varios problemas que el ceremonial.
quizá se reducen todos a lo mismo. Enumerémoslos:
Pero he aquí que entre muchos católicos vuelve a suscitarse un
— una politización de la liturgia (recuérdense los tomos publi- deseo de ese tipo de liturgia. Pienso entonces que aquí es donde
cados por D. Solle, titulados precisamente Liturgisches hay que situar el problema del pluralismo litúrgico.
Nachtgebet, así como los editados en Francia por Jean El pluralismo litúrgico no es sólo una cuestión jurídica o de
Guichard: Volitique et vocabulaire liturgique y Liturgie rúbricas. (Sin duda, también lo es. La Santa Sede debería ceder su
et lutte de classes); monopolio legislativo en favor de las Iglesias locales de una manera
— una pérdida de identidad del acto litúrgico (llega un mo- más amplia que lo ha hecho hasta ahora). Tampoco es una cuestión
mento en que no se ve clara la distinción entre reunión de mero pluralismo de estructuras litúrgicas ni siquiera de culturas
cultual y reunión de partido, de sindicato, de barrio...); étnicas (aunque también lo es). Creo que el pluralismo litúrgico
— un oscurecimiento del sentido gratuito de la liturgia, sentido plantea como algo previo reconocer el valor de distintos talantes,
que significa dos cosas: distintas actitudes frente a la liturgia; es decir, la apreciación po-
a) la liturgia es fin y no medio; no puede ser «instrumen- sitiva de distintos climas, distintos estilos, distintas espiritualidades
talizada» como plataforma de lanzamiento para la ac- dentro de la liturgia.
ción; Concretamente, en la Iglesia deben tener cabida celebraciones de
b) la liturgia es acogida, alabanza, acción de gracias, es- corte ante todo profético y otras más «litúrgicas»; es decir, deben
peranza contra toda esperanza; es decir, es un recono- admitirse liturgias de tipo más bien profético y otras de tipo pre-
cimiento de lo indebido, de lo que nos es dado, de la dominantemente lúdico-festivo.
gracia; Pienso en muchos cristianos laicos y sacerdotes comprometidos
— un predominio y mala interpretación del sentido de evangeli- en la vanguardia de la evangelización. Son obreros y participan
zación de la liturgia. La liturgia es ciertamente evangeliza- muy directamente en la lucha obrera a nivel de fábrica, de sindi-
ción (1 Cor 11,26). Pero es también y predominantemente cato, de barrio. Para ellos la liturgia sacramental es una liturgia
otra cosa, como se acaba de decir. No es primariamente un que casi continúa la línea de la evangelización. Es fuertemente pro-
medio para convertir y mucho menos lo es si se entiende la fética y sobria. Opino que si esta liturgia soslaya las deformaciones
conversión en un sentido moralista como medio para lanzarse a que antes aludí al hablar del profetismo, es decir, si en ese «casi
a una acción concreta. continuar la línea de la evangelización» el «casi» tiene un mínimo
de entidad, su liturgia es legítima.
Pienso que los tres grandes rasgos que he descrito en su ver- Pero no creo que esa liturgia sea la única ni haya derecho a im-
tiente positiva y negativa (palabra-verbalismo, comunicación en la ponerla a todos. Hay comunidades y personas que, por su manera
comprensión-intelectualismo y sentido secular-secularismo morali- de ser o por la situación concreta en que se hallan, piden una li-
374 L. Maldonado La liturgia entre el hoy y el mañana 375
turgia más celebrativa, más rica en la línea de la expresión simbó- ni ética sin estética. Pero también es verdad que hay hombres es-
lica y mas enfatizadora de la gratuidad, de la alabanza, etc. Incluso pecialmente inclinados hacia lo ético y otros hacia lo estético.
los mismos que normalmente prefieren el primer tipo de liturgia, Junto a este binomio tipológico hallamos otro paralelo, casi
tendrán momentos en que reclamen este segundo, y viceversa. correspondiente. Hay un tipo de cultura y de humanidad en que
Por supuesto, pienso que analizar la vida de Jesús desde la pers- predomina el oído, la palabra, el hablar y otro en el que lo principal
pectiva de un cierto profetismo anticultual, como hacen algunos, es el ver, la imagen, la figura, el color, la representación ritual.
y afirmar que Cristo ha suprimido todo culto en aras de un mono- El primero privilegia lo temporal y el segundo lo espacial.
polio de la palabra o de la fe es una tesis envejecida, por muy pro- Al primer grupo pertenece la cultura judía y árabe (la cultura
gresista que parezca. Y además es injusta en lo referente no sólo semita) con sus religiones «del libro». Al segundo pertenecen, por
a Jesús, sino al profetismo del Antiguo Testamento. ejemplo, la cultura griega y sus religiones mistéricas. En el cristia-
Evidentemente, aquí hay que aplicar los criterios de todo plura- nismo se ha reproducido esa doble tipología a través de las dos
lismo eclesial: el pluralismo tiene sus límites y nunca equivale ramas que formaron en tiempos pasados un cierto catolicismo (visual
a relativismo o arbitrariedad. Toda liturgia profética ha de ser e imaginario) y un cierto protestantismo (auditivo-verbal). Hoy las
realmente liturgia; ha de tener un mínimo de ese carácter celebra- las fronteras se han desdibujado; muchos católicos se sienten, a me-
tivo, doxológico, confesante, gratuito a que ya aludimos. Y toda nudo sin saberlo, atraídos por el talante protestante, y viceversa.
liturgia con un mayor predominio lúdico-festivo no podrá carecer La liturgia ortodoxa (griega, rusa, etc.) sigue valorando con
de un mínimo de carácter profético. Nunca podrá ser alienante, fuerza la imagen y, en general, todos los otros sentidos de la per-
legitimadora de la injusticia (ni siquiera por el silencio). sona. De ahí la influencia que ejerce fuera de su área confesional.
Conseguir una síntesis armónica y equilibrada de esta doble Por lo demás, esto es lo que significa la recuperación del sentido
tipología es muy difícil hoy por hoy, y a pocos es concedido. Quizá estético, como suelen recordar Marcuse y el neomarxismo humanista,
un ejemplo de esa síntesis es Taizé, en Europa; quizá abundan que entienden el término estética en su significado etimológico.
más los ejemplos en Latinoamérica... Estética es el desarrollo del «sentir» (aisthanomai). Podemos, pues,
Pero a los que no les es dada esa armonía, bueno será recono- decir que desarrollar la dimensión estética de la celebración es algo
cerles el derecho y facilitarles la posibilidad de participar en estos muy concreto. Es poner de verdad en juego, en ejercicio, todos los
tipos diversos de liturgia. sentidos del participante en la liturgia; por tanto, no sólo su oído
Soy partidario del consejo de Nietzsche de fomentar y potenciar y su vista, sino también su olfato, su gusto y su tacto.
las diferencias (no las divisiones), la variedad. En nuestro caso
se trataría de propiciar la diversidad de modelos litúrgicos; pri-
mero, para que haya una real confrontación y fecundación entre II
todos ellos, hasta una sana competencia; y segundo, para que se La parte anterior puede producir la impresión de un falso equi-
manifieste la riqueza del hombre y del cuerpo de Cristo (no sólo librio armónico. De cara al futuro no basta con este pluralismo
a nivel mundial, sino también local). dosificado. Esa es una norma real, pero aún muy abstracta y gené-
A la vista de las tensiones actuales y de los fuertes contrastes rica. Creo que de hecho existe hoy un desequilibrio a nivel de re-
que ya se dan, así como a la vista del ecumenismo tanto intracris- flexión teológico-pastoral en lo referente a dilucidar las diversas
tiano como extra- o transcristiano que se nos avecina, he recordado cuestiones planteadas dentro de este pluralismo.
una vieja distinción, quizá de tipo filosófico-cultural o de tipo Todo lo referente a la palabra, la fe y el profetismo en la vida
religioso, pero que, como tantas cosas, no ha de ser anulada por la cristiana y en su liturgia ha sido elaborado bastante durante los
fe, sino asumida e integrada. Ya el primer Guardini la incorporó años pasados. En cambio, otras cuestiones muy relacionadas con la
a su ensayo El espíritu de la liturgia. liturgia como el rito, la expresión y comunicación rituales, la expe-
Recordemos primeramente cómo la vida humana y también la riencia celebrativa en la actual situación histórica..., todo esto ha
vida cristiana tiene una doble dimensión: la dimensión ética y la quedado muy descuidado.
dimensión estética. Es verdad que no debe haber estética sin ética El mismo problema del pluralismo entendido como creatividml,
376 L. Maldonado ha liturgia entre el hoy y el mañana 377

por más que se ha convertido en tópico, no deja de ser tratado es el de que los ritos deben ser sencillos, breves, fáciles y claros.
de un modo muy elemental, simplista y superficial. Deben ser simplificados lo más posible para que se entiendan sin
Esta perplejidad a nivel teórico respecto de las cuestiones an- dificultad (véanse los artículos 21, 34, 35, 50a, 50b, 59, 62, 72).
teriores va unida a muchas experiencias negativas, frustrantes en el Pues bien, hoy nos encontramos con muchos que desean justa-
orden práctico. Todo lo cual incrementa el desprestigio de la litur- mente todo lo contrario, que echan de menos todo lo contrario:
gia, así como el abandono de las celebraciones. ritos complejos, polícromos, abundantes, pródigos, ricos, largos,
Podríamos sintetizar esta situación diciendo que nos encontra- con estructura densa. ¿Por qué el rito ha de ser siempre sencillo
mos muy perplejos y muy ignorantes en lo que se refiere al len- y breve cuando se trata de entrar por él en el mundo de lo extra-
guaje litúrgico en su sentido más específico como distinto del len- ordinario y lo festivo? Y sobre todo, ¿qué significa eso de ritos
guaje evangelizador, misionero, kerigmático, catecumenal-catequé- claros? ¿Qué antropología se presupone aquí? ¿No nos hallamos
tico, predicacional... ante una antropología muy racionalista, muy occidentalista, según
El problema del lenguaje litúrgico implica la cuestión del sujeto indicamos antes?
que se comunica de un modo específico por ese lenguaje; es decir, El mundo de las nuevas generaciones y el de la cultura y la
la cuestión de la subjetividad y de sus mediaciones para la comuni- intelectualidad actuales es hondamente antirracionalista o suprarra-
cación. Evidentemente, el tema de la subjetividad va unido, al menos cionalista. De ahí el choque. Pero hay más. Grandes sectores de los
dentro del ámbito litúrgico, al de la experiencia religiosa, el senti- antiguos practicantes y clientes de nuestras iglesias resulta que se
miento, la mística y la fenomenología de todas estas realidades..., encontraban situados en la misma onda. Por eso, unos y otros
una serie de cuestiones que los liturgistas, demasiado influidos por hacen ahora causa común. Quien ha hecho cristalizar la unión de un
una teología radical (que contrapone de modo excluyente fe y reli- conglomerado tan heterogéneo (al que se suman para mayor con-
gión) y una pastoral en consonancia, habíamos olvidado o liquidado fusión una buena parte del integrismo e incluso del fascismo «ca-
precipitadamente. También las había descuidado, las ha descuidado, tólico») es sin duda monseñor Lefebvre.
la reforma conciliar. Ahora retornan. A lo largo de estos últimos años ha ido creciendo la nostalgia
Efectivamente, las corrientes contraculturales de las nuevas ge- de una liturgia investida en formas auténticamente expresivas y be-
neraciones, viraje de la revolución cultural experimentado por la llas. La dimensión artística del culto, tan ausente en las liturgias
juventud en los últimos años, la primavera religiosa que florece posconciliares, se echa realmente de menos hoy. Y no se trata en
entre numerosos chicos y chicas en búsqueda sincera de un neomo- esta tendencia de una deformación burguesa, estetizante. La belleza
naquismo, un neomisticismo contemplativo, una oración experien- y la expresividad se consiguen también con medios pobres. Y exis-
cial, un entusiasmo pneumático..., todo ha venido a corroborar ten celebraciones litúrgicas en medios nada burgueses y muy popu-
una ya antigua protesta y queja surgida hace años del mundo de los lares con valores artísticos de primera calidad. Me refiero a diversos
artistas, los intelectuales, los escritores, en contra de la reforma logros y realizaciones de la religiosidad popular, del catolicismo
conciliar; protesta y queja que los liturgistas no habían tenido muy popular (pienso, por ejemplo, en algunas «Semanas Santas» de
en cuenta, identificándola demasiado rápidamente con movimientos España). Justamente la crisis de la liturgia reformada según el
integristas. Concilio es una de las causas de ese «boom» sorprendente que
Hoy son muchos los jóvenes que se sienten desengañados de la experimenta todo lo relacionado con el catolicismo popular.
liturgia reformada por el Concilio y abandonan la Iglesia no por
falta de adaptación de ésta al mundo secular, sino por el vaciamiento
III
de su verdadera, profunda y específica sustancia.
Todo el cambio cultural y espiritual surgido en los últimos años En un nivel superior de abstracción podemos subsumir lo an-
ha dejado bastante desmarcada a la reforma litúrgica hecha con cri- lerior diciendo que el liturgista tiene que volver a abordar una im-
terios bastante opuestos. portante dimensión de la celebración, la de la experiencia personal.
Así, por ejemplo, un criterio que se repite muy a menudo, casi Aquí confluyen la experiencia artística y la simbólica unificándose.
obsesivamente, a lo largo de la constitución Sacrosanctum Concilium Antes se hablaba del sentimiento, el sentimiento religioso, para
378 L. Maldonado La liturgia entre el hoy y el mañana 379

sustantivizar esa experiencia personal. Incluso algunos lo confundían de símbolo distendido en forma de relato y articulado en un tiempo
con el sentimentalismo. Quizá por la insuficiencia de los análisis y un espacio. El rito es la plasmación en lenguaje corporal de esa
de ciertos autores (piénsese en un clásico como Schleiermacher), diacronía distensionadora de la palabra mítica, plasmación a su vez,
quizá por la ola racionalista, esta dimensión había caído en descré- en forma de discurso narrativo, de la realidad simbólica.
dito y, consiguientemente, en la represión ocultadora. Por tanto, todo lo que estamos predicando del símbolo, se
Hoy, gracias a la aportación de diversas ciencias antropológicas, puede y se debe predicar del rito.
sabemos que el sentimiento suscitado por el simbolismo (por los Con esto llegamos a una de las tareas principales del movi-
símbolos tanto artísticos como religioso-litúrgicos) es una realidad miento litúrgico actual: mostrar la importancia del rito y de la
no periférica ni vergonzante, sino profunda, síntoma del dinamismo ritualidad en toda celebración de la liturgia. ¿Cómo?
más radical de la persona. El símbolo no es la «ilustración» de una Ante todo hay que dejar clara la distinción existente entre
idea (lo que da color, claridad, fuerza a la idea). He aquí la típica símbolo y palabra. Ciertamente hoy muchos hablan de la palabra
concepción racionalista: lo primario es la idea abstracta; lo secun- como símbolo. Pero una cosa es el símbolo o signo lingüístico
dario, la imagen. y otra el símbolo a secas a que ahora aludimos.
Creo mucho más rica y profunda la concepción surgida de una Paul Ricoeur, que viene tratando el tema desde hace años, ha
cierta antropología psicoanalítica o difundida por ella. El símbolo publicado recientemente nuevos análisis muy ilustrativos de esa
es aquí la expresión, la cristalización de las pulsiones más hondas distinción existente entre el símbolo y otras magnitudes como la
de la persona. Es el producto de los movimientos más poderosos palabra. El se fija sobre todo en la palabra metafórica o metáfora'.
y concretos del hombre, de sus instintos más radicales (eros, thána- ¿Dónde reside la razón principal de la distinción? En la dimen-
tos), de su deseo, en último término. sión de no lenguaje que tiene el símbolo, dice nuestro autor. Yo
Así, de golpe, el símbolo abandona el terreno de lo cognoscitivo, comentaría: en su dimensión no verbal o supraverbal. En el sím-
de lo intelectual, que es en el que se le suele encerrar, y entra en el bolo hay algo que no pasa a la metáfora, que se resiste a una trans-
de lo volitivo, lo pasional, lo afectivo. El símbolo se convierte en cripción lingüística, semántica o lógica; que impide confundir el
algo mucho más dinámico y «dramático». símbolo con la palabra (incluso la metafórica) como un desdobla-
Y no sólo es el producto de los grandes movimientos instinti- miento (o reflejo) lógico-lingüístico; que excluye todo intento de
vos del hombre. A su vez, por un efecto retroactivo de reciprocidad, intercambiarlos, de sustituir lo uno por lo otro, de suplir una cosa
es el desencadenante y el catalizador de esos dinamismos pasionales con otra.
que constituyen lo más decisivo y específico de la persona (la per- Y es que el símbolo está arraigado en campos diversos y dis-
sona como deseo concreto, encarnado). persos, mientras que la palabra metafórica se mantiene dentro del
El simbolismo, dice Ricoeur, comunica subterráneamente con campo ya purificado del logos. El símbolo oscila vacilante entre
nuestra esfera libidinal y, por ella, con el «combate de los gigantes» el b'tos y el logos. Testimonia el arraigamiento primero del discurso
(Freud), es decir, con la gigantomaquia entre eros y thánatos. humano en la vida. Nace de un punto en el que confluyen la fuerza
La puesta en contacto con los símbolos es lo que desencadena y la forma.
un deshielo general en nuestra realidad personal y moviliza nues- Lo simbólico tiene un carácter de poder, de fuerza. No se ins-
tras fuerzas más internas; por tanto, nuestras experiencias más cribe en las categorías del logos, de la proclamación de su transmisión
entrañables. Sin simbolismo no hay dinamismo interior, no hay e interpretación, pues no es primeramente lenguaje (verbal). El
fuerza pasional, no hay emoción, no hay energía ni deseo, no hay poder, la fuerza, la potencia es lo que no pasa a la articulación
amor a la vida ni por la vida. De ahí su virtualidad revulsiva, pero del sentido (del verbum); es la eficacia por excelencia, es algo dis-
también catártica. Las imágenes de los sueños ponen en movimiento tinto de la palabra. Se manifiesta en las piedras, en los árboles...
o apaciguan nuestros resortes vitales. (en la naturaleza) cargados de vitalidad.
Habría que añadir ahora que el rito no es sino una versión
1
del símbolo: un gesto corporal imitativo; una mimesis, mediante P. Ricoeur, Parole et symbole: «Revue des Sciences Religieuses» 49
la acción gestual, del símbolo o, mejor, del mito en cuanto especie (1975) 142-169; id., La metáfora viva (Ed. Cristiandad, Madrid 1978).
380 L. Maldonado
La liturgia entre el hoy y el mañana 381
Lo simbólico se refiere a la vida que se deja ver en los ritmos
cósmicos, en el retorno de la vegetación, en la alternancia de los ginaria». Es el enclave en que, como decíamos antes, confluyen
nacimientos y las muertes. Sus conexiones operan en el nivel de la realidad simbólica y el discurso.
los «elementos de la naturaleza» (cielo, tierra, aire, agua). Esta apostilla puede parecer que desafía corrientes importantes
Aquí está toda la diferencia entre símbolo y palabra (metafó- de la estética actual. De todos modos la he formulado con cuidado
rica). El primero está vinculado a las configuraciones del cosmos. para no producir la impresión de propugnar una concepción «imi-
La segunda es discurso, una libre invención del discurso. Cierta- tativa» del arte o un realismo ingenuo y trasnochado).
mente el simbolismo pide ser llevado al lenguaje (si bien no pasa A la vista de las observaciones anteriores deducidas de la antro-
totalmente al lenguaje; el lenguaje, dice Ricoeur, no capta sino la pología más actual y menos sospechosa de conservadurismo, ¡qué
espuma de la vida). De ahí que no exista un dualismo entre símbolo ridiculas resultan las posturas de cierta «progresía» clerical empe-
y palabra. ñada en talar símbolos o en inventar otros nuevos!
En conclusión, podemos decir que la liturgia, si quiere producir Pero he aquí que la nueva liturgia oficial, no sólo la espontánea
un «impacto» radical en la persona, una experiencia profunda, un progresista, ha incurrido en un defecto parecido, aunque natural-
sentimiento cuasi-místico, un goce, una fruición que la haga inolvi- mente de una forma más atenuada. Quiero decir que la liturgia
dable y anhelable siempre de nuevo, debe ser eminentemente sim- reformada, al menos tal como se practica por los pastores, deja
bólica y ritual. Pues lo simbólico es lo radical, lo arraigado, lo que lo ritual en un segundo plano.
alcanza a conmocionar las raíces. Debe tener una encarnadura en
lo corporal, lo material, lo cósmico. Y los símbolos no son sino
las realidades cósmico-materíales, incluido el cuerpo humano (el IV
símbolo del gesto, del movimiento corporal, etc.). Hay otro aspecto del rito que habíamos olvidado los liturgistas
No hay otros símbolos, y en ese sentido no hay posibilidad de y que conviene recordar porque explica aún más y mejor la crisis
cambio, de sustitución, de suplencia. Fuera de esto, lo que hay es actual. Me refiero al aspecto de repetición.
una liquidación del símbolo, un iconoclasma y, en consecuencia, El rito es por definición repetitivo, reiterativo, aunque, desde
una deflagración, un abrasamiento de la persona. Es lo que pasa luego, admite ciertas variantes. Es dato que todas las definiciones
hoy. Nuestra cultura, tan poco simbólica en el sentido explicado, (treinta se registraron en el coloquio organizado por la Royal
«quema» a la gente. La gente se patologiza. Era inevitable el Society de Londres en 1966) cuidan bien de reseñar.
advenimiento de la contracultura y el nacimiento de la ecología M. Eliade afirma: «Todo ritual tiene un modelo divino, un
como movimiento de recuperación no sólo física, sino existencia! arquetipo. Debemos hacer lo que hicieron los dioses al principio.
y aun mística de la naturaleza. Así han hecho los dioses, así hacen los hombres. Estos adagios
• También Ricoeur corrobora este corolario. El simbolismo, dice, hindúes resumen toda la teoría subyacente a los rituales de todos
al hundir sus raíces en las constelaciones durables de la vida, del los países. Hallamos tal teoría tanto en los pueblos llamados primi-
cosmos y del sentimiento, tiene una estabilidad increíble que incli- tivos como en los de culturas desarrolladas.
naría a pensar que el símbolo no muere nunca y sólo se transforma. Se supone que todos los actos religiosos han sido fundados por
(Habría que apostillar lo siguiente. El arte re-crea de algún los dioses o héroes o antepasados míticos... Los poderes respecto
modo esa realidad previa del símbolo primordial que hemos llamado del ritual y la palabra poseídos por los sacerdotes eran debidos
cósmico-material o corpóreo. Por ello, el símbolo artístico actualiza a que imitaban el gesto primordial. Las fiestas religiosas conme-
en cierta medida el símbolo primordial o «sine adjecto» y es, res- moraban los actos de la creación del cosmos. El año sagrado refor-
pecto de él, una mediación importante. De ahí la unidad entre el ma, reitera sin cesar la creación. El ritual proyecta al hombre a la
símbolo a secas y el símbolo artístico. De ahí también el lugar época mítica del comienzo. Un báquico, con sus ritos orgiásticos,
legítimo y aun necesario del arte en la liturgia. Un tercer reflejo, imita el drama patético del comienzo; un órfico, con su ceremonial
menos intenso, del símbolo primordial es la palabra icónica o «ima- iniciático, repite los gestos originarios realizados por Orfeo. El
sábado judío es una imitatio Dei. Cristo dice: 'Os he dado ejem-
382 L. Maldonado La liturgia entre el hoy y el mañana 383

pío para que también vosotros hagáis lo que yo he hecho con la vivencia personal, ahora vista como memoria personal-colectiva.
vosotros' (Jn 13,15)» 2 . El rito, al ser repetido a lo largo de toda una vida, se convierte
M. Eliade podría haber añadido que toda la más reciente teo- en el hilo conductor que va enhebrando todas las experiencias pa-
logía considera los sacramentos como acciones de Cristo, como sadas y las va unificando con el presente y el futuro de la persona.
prolongación de las acciones salvadoras de Cristo. Así dice: Cristo Piénsese en las grandes fiestas del año, cuando todos y de todas las
es el que bautiza, el que confirma, el que unge... Y Cristo en la edades asisten a las celebraciones. Se revive la infancia, la juventud,
eucaristía proclama: «Haced esto en memoria mía». la presencia de los seres queridos muertos ya. Con más fuerza que
Citemos otro testimonio: «¿Qué es un rito? Es un acto que en cualquier psicoanálisis se penetra en los niveles inaccesibles de
puede ser individual o colectivo, pero que siempre, incluso cuando la psyche. Por eso son tantos los que sin «practicar» ni aun creer
tiene la agilidad de comportar un margen de improvisación, per- acuden a esas misas. Ahí hallan una terapéutica gratificante y una
manece fiel a ciertas reglas, las cuales, precisamente, constituyen catarsis unificadora, purificadora de su yo profundo, ciertamente
lo que hay en él de ritual. Un gesto, una palabra que no repitiera sin una conciencia explícita de ello.
alguna cosa de otro gesto o de otra palabra o que no tuviera ningún Al cambiar o desaparecer el rito, se quiebra ese hilo conductor,
elemento destinado a ser repetido... podría ser un acto religioso, y la persona se encuentra perdida, como amputada del tronco de su
pero no un rito» 3. personalidad. Por eso en la historia ciertos cambios rituales han
Definiciones más recientes hablan del rito como programa, en- llevado a cismas e insurrecciones.
tendiendo por tal un conjunto de determinaciones formales con una
identidad señalizable y reiterable 4 ; como un actuar programado, es
decir, como un actuar que implica programación y repetición5. V
La corriente actual en pro de la creatividad ha olvidado fre- Se dirá que todo el discurso anterior ignora la especificidad del
cuentemente este capítulo tan importante de la fenomenología del culto cristiano, que se mueve en un plano de pura fenomenología
rito que, por lo demás, no es sólo «religioso», sino que reaparece religiosa o de una antropología. Pero que precisamente la liturgia
en el cristianismo, como se desprende de los datos que acabamos cristiana es un cuestionamiento, una negación de todo eso.
de dar. Efectivamente, la teología más en boga hasta hace poco, la radi-
Pero aparte de las razones fenomenológicas en pro de la repeti- cal o dialéctica, habla de una oposición excluyente entre fe y reli-
bilidad del rito, que sólo hemos mencionado sin desentrañarlas en gión. Según esto, las afirmaciones que tienen validez en el ámbito
su sentido último, hay otras de tipo psicosociológico. Nos detenemos de la religión, la pierden al pasar al de la fe.
algo más en ellas por su relación con la crisis actual de la reforma Hoy día estamos de vuelta de una posición teológica tan simplis-
litúrgica. ta. Una vez más Ricoeur, precisamente de confesión calvinista, la
El cambio sólo tiene valor dentro de ciertas constantes y no misma de Karl Barth, el teólogo de la dialéctica y del furioso ataque
sólo estructurales. Es la única manera de ahondar en el significado u la religión, nos ayuda a nosotros católicos a encontrar el nuevo
de un gesto, de un texto y en su resonancia subjetiva, es decir, en la equilibrio que el momento requiere. (Una ironía más de los tiem-
propia experiencia personal. Sólo la repetición permanente permite pos que corren).
conectar con vivencias pasadas, reasumirlas y, de ese modo, ir for- Siguiendo los pasos de Jean Ladriére 6 , distingue Ricoeur entre
jando una identidad en expansión, en maduración continua, tanto I a hermenéutica de la proclamación y la hermenéutica de la mani-
individual como grupal. ¿No significa etimológicamente celebrare Icstación. En el fondo se refiere a la religiosidad judeo-cristiana
tanto como frecuentar, recorrer, visitar muchas veces, reiterar? I lindada en la palabra (en la proclamación) y a otras religiosidades
Retornamos a una cuestión que tocamos anteriormente, la de fundadas a su vez en la sacralidad simbólica o en la imagen (que
2 manifiesta epifánicamente lo sagrado, lo trascendente)7.
M. Eliade, Le mythe de l'eternel retour (París 1947) cap. I.
3
J. Cazeneuve, Les rites et la condition humaine (París 1958) 2. * |. Ladriére, L'articulation du sens (París 1970).
4
Cf. J. Y. Hameline, Aspeéis du rite: «Maison-Dieu» 119 (1974) 101-111. ' ,). Ricoeur, Manifestation et proclamation, en Le Sacre (París 1974)
5
Cf. R. Didier, Les sacrements de la fot (París 1975) 22.
384 L. Maldonado La liturgia entre el hoy y el mañana 385

Hay, dice el pensador francés, quienes asumen la hermenéutica retoma los temas dramáticos de la mitología, especialmente el de
de la proclamación de tal modo que se movilizan en plan de guerra la victoria de las aguas sobre el caos... La nueva Sión recuerda la
contra la hermenéutica de la manifestación para destruirla. Son ciudad sagrada y el Gólgota al «axis mundi».
los nuevos iconoclastas. He aquí cómo razona el discurso iconoclasta: Recordemos con Kittel y Evdokimov 8 que en los textos mesiá-
vivimos en un mundo desacralizado. La naturaleza ha dejado de ser nicos el famoso «escucha Israel» (shema Israel) es sustituido por
una cantera de signos. El hombre, al crear la ciencia y la tecnología, el «levanta tus ojos y contempla». La audición cede su lugar a la
ha salido de la época de los símbolos y sus correspondencias. No visión. Todo el Antiguo Testamento es una lucha contra las falsas
participa ya de un cosmos. Posee un universo que piensa y explota. imágenes. Pero al final Dios revela su rostro humano. «Dichosos
La única religión cuyo mensaje puede ser oído hoy es la kerigmática los ojos que ven lo que vosotros veis» (Le 10,23). «El que me
(la fundada en el kerigma de la palabra), que es antisacral. Es la ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9). «Cristo es la imagen
religión yahvista de los profetas judíos. del Dios invisible» (Col 1,15).
¿Qué decir ante tal postura, imperante y subyacente hoy en Desde este momento la imagen, el símbolo, forma parte de la
muchas de las aplicaciones de la reforma litúrgica? esencia del cristianismo, lo mismo que la palabra.
En primer lugar, esa fe en la ciencia y en su imperio, ese cienti- El simbolismo cósmico no muere, sino que se transforma pasando
fismo, es un nuevo mito, es un nuevo engaño. Marcuse, Habermas, al régimen de la proclamación. Y sin el apoyo de lo sagrado cósmico-
Ellul... lo han mostrado bien a las claras... vital, la palabra deviene cerebral, abstracta. La suerte de la palabra
La ilusión cientifista y la retirada de lo sagrado produce el y su escucha depende de un nuevo nacimiento de lo sagrado y de
olvido de nuestras raíces. Así se extiende cada vez más el desierto su simbolismo más allá de su muerte.
que nos rodea. Hoy volvemos a descubrir que el hombre no puede Antes de concluir este apartado, me parece obligada una ob-
existir privado de lo sagrado. «Buscamos la patria de nacimiento, servación final. En las líneas anteriores hemos hablado del rito
el lugar del primer amor o de cualquier acontecimiento histórico en sentido positivo, cuando todo el mundo sabe que el rito se ha
porque ahí irrumpe una realidad distinta de la cotidiana. Gracias prestado y se presta a las mayores tergiversaciones.
a ello no somos seres errantes, perdidos. No se puede desacralizar Efectivamente, por eso, porque todo el mundo lo sabe, me ha
los actos del construir y el habitar, ni el nacer y el morir, ni se parecido superfluo volver sobre ello. Quiero decir que a las alturas
puede abolir el símbolo del dintel, la puerta, el hogar, el ritual de la en que nos encontramos considero asimilada la «sospecha» sobre
entrada y la acogida, los ritos de iniciación, de transición. La sexua- el rito tan sutilmente tejida por Freud y Nietzsche. El parentesco
lidad deviene insensata cuando se rompe todo nexo con el gran que Freud establece entre rito y neurosis obsesiva, entre repetición
juego de las uniones cósmicas». ritual e involución regresiva, me parece un dato imprescindible para
San Juan, en el prólogo a su Evangelio, nos dice que la palabra cualquier análisis al respecto.
y. manifestación (símbolo) pueden ser reconciliados (Jn 1,14). Y esta Por supuesto, en las críticas que se hacen a la reforma litúrgica,
reconciliación de la palabra con la manifestación ha fundamentado este aspecto neurótico juega un papel importante y actúa como
el concepto de revelación que desde los Padres griegos hasta Hegel poderosa caja de resonancia de todas las demás dificultades. El afe-
ha constituido la categoría clave bajo la cual ha sido pensado el rrarse a los «viejos ritos» como a un refugio segurizante es eviden-
cristianismo. temente un resorte importante de todos los integrismos.
Es frecuente hoy decir que la palabra se opone a la hierofanía, Pero éste es sólo un aspecto de la cuestión, el más conocido,
la historia a la naturaleza. Y es verdad, pero una verdad dialéctica. casi el único conocido, al menos en ciertos ambientes. Es hora de
Coimplica su contrario. Una fe sin signo es imposible. La exégesis romper el reduccionismo imperante, casi demagógico, que amenaza
no muestra que el signo cósmico ha sido abolido, sino que ha sido con erradicar de la vida litúrgica eclesial el sentido del rito, precisa-
reinterpretado según las exigencias de la proclamación. Así, Yahvé mente cuando fuera de ella, en el mundo artístico, teatral, literario
es proclamado Señor de los ejércitos estelares (sehaot). Su faz tiene se inicia un movimiento importante en pro de lo ritual.
algo del brillo solar. Los mitos cosmogónicos son incorporados a la
visión histórica de lo divino. La celebración de los grandes eventos 8
Cf. Evdokimov, L'art de l'icone (París 1972).
25
386 L. Maldonado

Otro tópico que tiene paralizados a muchos es identificar, de MYLES M. BOURKE


modo superficial, rito con magia. Es una pena la ignorancia existen-
EL FUTURO DE LA LITURGIA
te de las recientes investigaciones al respecto, por las cuales queda
clara la distinción entre una y otra cosa. La magia es una deforma- ORIENTACIONES DEL NUEVO TESTAMENTO
ción del ritual que no invalida en absoluto su importancia.
Por seguir ignorando todas las calidades positivas, insustituibles Tal como yo la entiendo, la tarea que me ha sido asignada
del ritual, hoy se quedan muchos pasmados ante la gran difusión consiste en formular algunas observaciones acerca de cómo debería
que tienen los movimientos impugnadores de la reforma conciliar, ser una futura liturgia católica aceptable. En el espacio de un breve
cuando pensaban que esta oposición era asunto exclusivo de un artículo es imposible hablar, como no sea en términos generales,
coto reducido de integristas fanáticos. Se encuentran incapacitados acerca de una liturgia aceptable para una Iglesia extendida por
para comprender que una impugnación afín (aunque no igual) puede todo el mundo y que abarca muchas culturas. En unos párrafos
darse entre integristas y entre cristianos normales. cautelosamente redactados de la Constitución sobre la Sagrada Li-
Urge, pues, la tarea de mostrar la importancia del rito, su valor turgia (núms. 37-40), el Vaticano II reconoció la necesidad de
positivo, la necesidad imperiosa de su presencia en la vida del hom- ordenar el culto divino conforme a las exigencias de las distintas
bre no sólo pagano, sino cristiano, y los desequilibrios ocasionados culturas; lo que allí se proponía ha sido luego urgido, muchas veces
por su eclipse. Tal tarea corresponde en buena medida al liturgista en términos tan enérgicos como reservados eran los del Concilio.
y al liturgo. Se nos ha dicho que la liturgia del nuevo Misal Romano resulta in-
adecuada para los negros; esta aspiración tuvo una enérgica expresión
durante el reciente Congreso Eucarístico de Filadelfia, cuando uno
de los creadores de la «liturgia negra» del Congreso propuso una
celebración a la que se negó a asistir el legado pontificio. Pero quien
esté algo familiarizado con los negros sabe que muchos de ellos
estarían más dispuestos a ponerse de parte del legado pontificio de
lo que se cree. Es ilusorio pensar que todos cuantos pertenecen
a grupos que se suponen necesitados de una liturgia distinta de la
establecida por la Iglesia de Roma —negros, jóvenes, «intelectua-
les», etc.— estén de acuerdo en exigir una liturgia adecuada o sobre
la forma que ésta debería tener. Antes de desechar este dato, por
ejemplo, calificando de «espíritus medievales» a los que se mues-
tren disconformes, convendría reconocer que la diversidad de ne-
cesidades y gustos se interfiere en ambas direcciones y va unas veces
contra los moldes tradicionales y otras contra las más «significati-
vas» formas que se acierte a crear.
Cuando comenzaron las recientes reformas litúrgicas en la
Iglesia católica, muchos que se sentían descontentos con los pro-
yectos iniciales los criticaron como obra de investigadores de la
liturgia apartados del pueblo, carente además de colaboración inter-
disciplinar. Se suponía que las aportaciones de la antropología y de
la sociología resultarían especialmente valiosas. Hoy se habla menos
del valor de las ideas que podrían aportar los antropólogos. ¿Será
por el hecho de que investigadores de la talla de Mary Douglas
y Víctor Turner encuentran muchos elementos valiosos en los vie-
388 M. M. Bourke El futuro de la liturgia 389
jos ritos? Quien sigue la verdad adondequiera que ésta lo llew seguir del hombre moderno, sobre todo de los jóvenes modernos
puede sentirse confuso al comprobar que la verdad le hace regres^ un mayor aprecio de la misa. Lietzmann opinaba que la más primi-
a la casa que en un momento creyó conveniente abandonar. tiva eucaristía cristiana era simplemente una comida de la comuni-
Con todo esto no quiero decir que en mi opinión no sea deseab]^ dad en que se recordaban las comidas de Jesús durante su vida
la diversidad litúrgica o que sea imposible de lograr. Sólo pretenda mortal, una comida marcada por un gozoso sentimiento de la pre-
recordar la complejidad de un problema que requeriría para s^j. sencia espiritual del Señor y por una viva expectación de su retorno
resuelto, si es que se logra algún día, años de paciente tarea e i J inminente. Según Lietzmann, estas comidas no estaban en modo
colaboración. La tarea es inmensa, pero no es imposible señal aí alguno relacionadas con la Ultima Cena y el sombrío recuerdo de la
unas normas que deban ser observadas en toda celebración litút, muerte de Jesús. Pero aun aceptando esta opinión, resultaría abso-
gica, por muy diversas que hayan de ser sus formas por razón d e lutamente imposible negar el carácter sagrado de esta comida. Los
la raza, la nacionalidad, la edad o las ocupaciones de los participan, primeros cristianos de Jerusalén eran un grupo de judíos que habían
tes. Estas normas pueden ser extraídas de algunos testimonios del aceptado a Jesús como Mesías, y para cualquier judío era sagrada
Nuevo Testamento directa o indirectamente relacionados con Ja toda comida; no había nada parecido a una reunión «profana» para
eucaristía. comer. Pero el carácter sagrado de aquellas comidas no consistía
El origen de la eucaristía es un problema complicado. Pienso en hacer una inclinación de cabeza o en repetir apresuradamente
que de nada serviría ahora recordar todas las opiniones que han una «bendición de la mesa» y una «acción de gracias para después
sido propuestas al respecto. Un punto de partida seguro puede ser de las comidas», como ocurre a veces todavía en aquellos ambien-
el hecho de que, independientemente de sus orígenes, hacia el año tes cristianos en que se conserva esta costumbre.
55 d. C. asegura Pablo en 1 Cor haber recibido por tradición que En el tratado Berakoth de la Misná, la codificación de la ley
la eucaristía es un banquete cuya razón de ser está en el mandato oral judía, realizada en torno al año 200 d. C , pero en que se re-
dado por Jesús durante la Ultima Cena: «Haced esto en memoria cogen materiales más antiguos, tenemos numerosos ejemplos de
mía». También la tradición eucarística de Marcos, casi con seguri- bendiciones de los alimentos \ que se recitaban antes de las comi-
dad el primero de los evangelios canónicos, distinta en numerosos das y en el curso de las mismas; en el libro judío de oraciones hay
puntos de la transmitida por 1 Cor, pero que refleja claramente la además un ejemplo de la «acción de gracias» que tenía lugar al fi-
celebración eucarística de la Iglesia para la que fue compuesto, fun- nal de las mismas. Citaré unas líneas de la última para demostrar
damenta este sacramento en la Ultima Cena de Jesús. Si, como Hans hasta qué punto es inexacta la idea de que las comidas «ordinarias»
Lietzmann suponía, la eucaristía de la primitiva comunidad de Je- de los judíos pueden considerarse en cierto modo como reuniones
rusalén tenía un origen distinto; si aquellos primeros cristianos de de amistad, con escaso contenido religioso:
la Ciudad Santa que se reunían para el banquete eucarístico no pen- «Bendito eres, Señor Dios nuestro, rey eterno, que alimentas al
saban que estaban haciendo lo mismo que Jesús había hecho duran- universo con tu bondad, con gracia, con amor y con tierna miseri-
te la Ultima Cena, habrá que conceder al menos que la Iglesia aceptó cordia. Tú das alimento a toda carne, pues tu amor permanece para
muy pronto la conexión entre Ultima Cena y eucaristía, como de- siempre. Por tu gran bondad, nunca nos ha faltado el alimento.
muestran Marcos y 1 Cor. En vez de tratar de poner en claro el sig- Que nunca nos falte, por amor de tu nombre, que es grande, pues
nificado de las comidas de la comunidad jerosolimitana, utilizando tú nutres y sostienes a todo ser vivo y a todos haces bien y provees
una reconstrucción hipotética y en gran parte imaginaria como base de alimento a todas tus criaturas, que tú hiciste. Te damos gracias,
para una teoría sobre cómo debería celebrarse hoy la eucaristía, será Señor Dios nuestro, porque nos diste una herencia de nuestros pa-
mejor partir de la tradición que la relaciona con la Ultima Cena sí dres, una tierra buena y ancha, y también por tu alianza que sellas-
queremos basarnos en un fundamento seguro y muy antiguo. te en nuestra carne; por tu Tora que nos has enseñado, tus leyes
Desearía, sin embargo, hacer una observación acerca de la teo- que nos has dado a conocer; por la vida, la gracia y el amor que
ría de Lietzmann, pues se suele utilizar con frecuencia y errónea- nos has otorgado, y por el alimento con que sin cesar nos nutres
mente como justificación de un tipo de eucaristía de la que se ase-
gura que debería ser adoptada por la Iglesia si es que pretende co«" 1
Cf. The Mishnah (trad. H. Danby, Oxford 1933) 6-9.
390 M. M. Bourke
El futuro de la liturgia 391
y sustentas. Por todo esto, Señor Dios nuestro, te damos gracias sia conmemoraba primariamente en la eucaristía no era la salida
y te bendecimos». de Israel de Egipto, sino la liberación de que aquel acontecimiento
Esta plegaria, que actualmente se ha amplificado mucho, es un fue tan sólo una prefiguración, el éxodo de Jesús, su paso de esta
buen ejemplo de cómo bendicen a Dios los judíos piadosos por sus existencia marcada por los males que el pecado del hombre había
comidas «ordinarias». Aunque las comidas de los primitivos cris- introducido en la gloriosa creación de Dios, un paso a través de la
tianos de Jerusalén no tuvieran relación alguna con la Ultima Cena, muerte hacia una nueva vida de resurrección. Como Siervo del Se-
por esta plegaria de bendición podemos ver hasta qué punto esta- ñor, Jesús había asumido la condición de sus hermanos pecadores,
ban «sacralizadas» aquellas comidas. Esta impresión se confirma al el estado de existencia que era fruto del pecado del hombre y que
leer las plegarias para las comidas de los caps. 9 y 10 del texto Pablo llama «la carne». En virtud de su muerte y resurrección pasó
primitivo judeocristiano de la Didajé2. Jesús a un nuevo estado de existencia, que Pablo llama «el espí-
Pero si aceptamos que el modelo de la eucaristía que celebraba ritu»; en virtud de su resurrección se convierte Jesús en «espíritu
la primitiva Iglesia era la Ultima Cena, ¿quiere ello decir que aque- vivificante» (1 Cor 15,45), capaz de conferir el Espíritu a los que
llas celebraciones eucarísticas eran únicamente memoriales tristes creen en él. Este fue el verdadero éxodo, el paso a la vida perdu-
de la muerte de Cristo y que, por tanto, la auténtica eucaristía cris- rable, a través de la muerte, realizado de una vez para siempre en
tiana se centra primariamente en la cruz, como se pensaba común- la muerte y resurrección de Jesús. Cuando la primitiva Iglesia «ha-
mente hasta hace poco? El ambiente pascual de la Ultima Cena y la cía esto en memoria suya», conmemoraba esto precisamente. La
sentencia escatológica de Me 14,25 («De verdad os digo que no descripción que hace Pablo de la eucaristía en 1 Cor 11, donde, a
volveré a probar el fruto de la vid hasta el día en que lo beba, pero fin de corregir el entusiasmo que lleva a los corintios a olvidar la
nuevo, en el reino de Dios») demuestran claramente que en la tra- cruz en sus celebraciones, se insiste en la muerte del Señor, no por
dición de la Ultima Cena están presentes los motivos del gozo, la ello está menos centrada en la resurrección. Para Pablo, la muerte
liberación y la bienaventuranza anticipada del reino de Dios que y resurrección del Señor son una sola cosa, dos aspectos indispen-
ha de venir. Está justificado hablar de «ambiente pascual» a pro- sables del acto único de la redención: «Cuantas veces coméis este
pósito de la Ultima Cena, independientemente de que ésta fuera o pan y bebéis la copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él
no una comida pascual. Los exegetas opinan en su mayor parte que vuelva» (1 Cor 11,26). Pero la vida resucitada es accesible única-
no lo fue, pero se trata de una cuestión que apenas tiene trascen- mente a través de la cruz, y ello no es menos cierto en nuestro caso
dencia para nuestro propósito. Los sinópticos la consideran cierta- que en el de Jesús. El éxodo de Jesús, que es lo que celebra nues-
mente como una comida pascual, interpretación que es de impor- tra eucaristía, es el medio que nos capacita para realizar nuestro
tancia primaria para su idea de la eucaristía. La antigua tradición propio éxodo, con él y tras él, a través del dolor y la muerte hacia
recogida en 1 Cor 11 no conecta explícitamente la cena y la Pas- la vida. Si perdemos de vista cualquiera de los dos aspectos, co-
cua; el mismo Pablo guarda silencio al respecto. Pero esa misma rremos peligro de no entender y de celebrar erróneamente un pe-
tradición insiste en la eucaristía como memorial de la muerte del ligro en el que cayó la Iglesia de Corinto y del que Pablo quería
Señor, una muerte que en la misma epístola ha interpretado Pablo librarla al recordarle el significado de la cena del Señor. La euca-
como la Pascua cristiana (1 Cor 5,6-8). ristía es ciertamente una celebración de la vida, pero de aquella
En la celebración anual israelita del banquete pascual destacaba vida que nos fue ganada por la cruz y la resurrección de Jesucristo,
por su importancia el tema del éxodo; la plegaria de acción de gra- aquella vida que se inició en nosotros por el bautismo y que adquie-
cias sobre la tercera (o la cuarta) copa de vino, antecedente directo re mayor profundidad con cada celebración de la eucaristía, aquella
de nuestra plegaria eucarística, significaba entre otras cosas la con- vida que poseeremos en plenitud no cuando hayan alcanzado la
memoración de la intervención salvífica de Dios en favor de su cumbre de su perfección el esfuerzo humano y los avances de la
pueblo. Todo ello se conservó, pero a través de una profunda trans- técnica, sino cuando la parusía de Jesús haya llevado a su perfec-
formación, en la eucaristía cristiana. En efecto, el éxodo que la Igle- ción la obra que él inició en su cruz y resurrección.

2
Se trata, evidentemente, de un «misterio sagrado» que, como
Cf. K. Lake (ed.), The Apostolic Fathers I (Nueva York 1919) 322-25. todo misterio, suscita reverencia y temor en cuantos llegan a ad-
392 M. M. Bourke El futuro de la liturgia 393

quirir plena conciencia de ello 3 . Si el «hombre moderno» es inca- epístola a los Hebreos opina que no era así, pues sólo el sacrificio
paz de compartir esa reverencia, hemos de estar dispuestos a en- de Jesús fue capaz de borrar el pecado y restaurar realmente aque-
trever la posibilidad de que algo marcha mal en el hombre moder- lla unión. Y fue así de una vez por siempre, cuando Jesús entró en
no, no en la liturgia que expresa aquella actitud. En virtud de la la nueva vida de la resurrección, después de haber demostrado aque-
paradoja de que el Dios terrible, el «totalmente Otro», se ha acer- lla obediencia perfecta que le llevó a la cruz. Su nueva situación
cado a nosotros en la persona misericordiosa de su Hijo, nuestra ante Dios es comparada por el autor de la epístola a los Hebreos
reverencia ya no nos hace apartarnos de él aterrorizados, sino «acer- con la del sumo sacerdote dentro del santo de los santos: «Tene-
carnos con confianza al trono de la gracia» (Heb 4,16). Sin embar- mos un sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, Jesús el Hijo
go, es preciso mantener el debido equilibrio entre los elementos de Dios» (Heb 4,14); «Cristo ha penetrado no en un santuario
de reverencia y confianza. Una liturgia en que se sacrifique uno de hecho por manos de hombre, sino en el mismo cielo, para compa-
ellos no es verdaderamente cristiana. recer ahora en presencia de Dios e interceder por nosotros» (9,24);
Desearía ahora llamar vuestra atención sobre la epístola a los «El puede salvar a los que por él se acercan a Dios, pues vive siem-
Hebreos. A primera vista podría parecer extraño que tome esta pre para interceder por ellos» (7,25).
epístola como uno de los libros del Nuevo Testamento que puede La primera Carta de Clemente a los Corintios, tradicionalmen-
darnos un mejor conocimiento de la eucaristía, pues probablemente te atribuida al Clemente que aparece en las primeras listas epis-
no habla de este sacramento en absoluto y en todo caso no lo hace copales como obispo de Roma hacia finales del siglo i, es el primer
de manera clara e inconfundible. Pero la forma en que la epístola documento que establece una conexión entre el culto celeste de
se expresa acerca de la obra redentora de Jesús, de su muerte y Jesús, sumo sacerdote, de que habla la epístola a los Hebreos, y la
exaltación al cielo, nos ofrece la base para sacar algunas conclu- eucaristía que celebra la Iglesia en la tierra. Clemente llama a Jesús
siones acerca del significado de la eucaristía que la Iglesia celebra «el sumo sacerdote de nuestras ofrendas»4. Esta expresión tiene
en la tierra. La epístola a los Hebreos es el único texto del Nuevo su origen probablemente en una combinación de Heb 3,1 («Jesús,
Testamento que aprovecha ampliamente el lenguaje sacrificial deJ el sumo sacerdote de nuestra confesión») y 13,13, donde el «sa-
Antiguo Testamento para exponer la muerte y resurrección del Se crificio de alabanza» que ofrecen los cristianos a Dios por Jesús
ñor, que es presentado como el Hijo preexistente que ha penetrado se define como «el fruto de los labios que confiesan su nombre».
en la realidad plena de la existencia humana en virtud de la encar- Se discute mucho la relación entre estos dos textos, así como el po-
nación, que se ha ofrecido en sacrificio y de este modo ha hecho sible significado eucarístico del segundo, pero es difícil que Clemen-
realidad la unión entre Dios y los hombres que los sacrificios del te estuviera preocupado por los problemas de la exégesis científica.
Antiguo Testamento trataban en vano de conseguir. Se describe su Para él, las ofrendas de que Jesús es sumo sacerdote son las ofren-
paso de la muerte a la nueva vida como la entrada que hace en das hechas por el pueblo cristiano en el sacrificio de alabanza, que
calidad de sumo sacerdote en el santuario celeste, donde su sacrifi- es el sacrificio eucarístico: el cuerpo y la sangre de Cristo y el sacri-
cio alcanza la plenitud, del mismo modo que el sumo sacerdote ficio de sí mismos que ofrecen los cristianos a Dios en unión del
judío llevaba el Día de la Expiación la sangre de la víctima sacri- sacrificio totalmente suficiente y perfecto de Jesús.
ficada al santo de los santos del tabernáculo, al otro lado del velo,
y rociaba con ella el trono de la misericordia sobre el arca de la Lo cierto es, al parecer, que Clemente o la tradición de que
alianza. Mediante esta acción simbólica se perdonaban los pecados depende halló en la epístola a los Hebreos no sólo su interpreta-
de Israel y se restauraba la unión entre Dios y su pueblo, rota por ción inequívocamente sacrificial de la muerte y exaltación de Je-
aquellos pecados, o al menos así se creía, aunque el autor de la sús a los cielos, sino una relación entre este sacrificio realizado de
una vez por todas y el culto eucarístico de la Iglesia, una relación
3
por la que se estimó que la eucaristía era en sí de orden sacrificial.
Cf. C. F. D. Moule, Worship in the New Testament (Richmond 1961) Puesto que el culto eucarístico está unido al ministerio de Jesús
79: «Elemento indispensable del culto debe ser el temor —un cierto senti-
do de lo 'numinoso', de lo misterioso— un sentimiento frecuentemente desig-
nado en el Nuevo Testamento por thambos, cuando la majestad sobrehumana 4
de Jesús se hace sentir y es reconocida». 1 Clemente, 36,1; cf. K. Lake, op. cit., 70-71.
394 M. M. Bourke
El futuro de la liturgia 395
en el «santuario celeste» (Heb 8,2), Jesús puede ser llamado «el
sumo sacerdote de nuestras ofrendas». Tenemos finalmente los himnos del Apocalipsis. Este libro se
Esta línea de pensamiento se refleja en la teología eucarística compuso en el seno de una Iglesia sometida a una dura persecu-
de los escritores patrísticos posteriores, hasta el punto de que Gre- ción, probablemente la de Domiciano durante la última década del
gory Dix puede decir: «No hay ningún autor preniceno, oriental u siglo primero de nuestra era. En el libro se intercala un conjunto
occidental, cuya doctrina eucarística aparezca plenamente formu- de visiones celestes encaminadas a fortalecer a los cristianos que
lada, que no considere la consagración y ofrenda de la eucaristía son llamados a dar testimonio en favor de Cristo incluso a costa
como acción actual del mismo Señor. En la mayor parte de estos de sus vidas. Destaca en estas visiones el culto celeste, cuya descrip-
escritores está absolutamente claro que toda su concepción gira en ción recuerda la de la epístola a los Hebreos, aunque sin referen-
torno a la figura del sumo sacerdote ante el altar de los cielos» 5. cias expresas al sacerdocio de Jesús, que aparece más bien como el
También Alan Richardson afirma: «... los escritores patrísticos sub- Cordero triunfante, degollado por la humanidad, victorioso ahora
rayan de muy diversos modos la verdad de que la realidad cuyo como rey junto a Dios, por cuyo poder ha triunfado Cristo. Estos
sacramento es la eucaristía tiene su centro y su significado en el son los temas que más interesan al autor. Las escenas celestes tienen
cielo, no en la tierra. La oblación de la Iglesia sobre la tierra se hace con frecuencia un tono «triunfalista». ¿Por qué no? El triunfalis-
una misma cosa con la auto-oblación de Cristo en el cielo, y el culto mo está ciertamente fuera de lugar cuando su objeto es la exalta-
de la Iglesia aquí abajo es una participación en el culto de aquel ción de unos seres humanos que todavía peregrinan en la tierra,
que está entronizado en el cielo. La Iglesia está ya escatológíca- pero no sólo está justificado, sino que además es necesario cuando
mente presente en el cielo, y su culto eucarístico es ya ahora una su objeto es la glorificación de Jesucristo.
participación en el culto del cielo»6. Merecen atención especial los himnos de este libro, pues si bien
Estas ideas no gozan del favor de quienes encuentran difícil de sería excesivo afirmar que las visiones del culto celeste son en
aceptar la «escatología realizada» del Nuevo Testamento; Gerd todos sus detalles una transposición al escenario celeste del culto
Theissen ha llegado a defender, en una obra interesante 7 , que la que el autor conoce en la tierra, lo más probable es que sea éste
epístola a los Hebreos, lejos de ser su fuente, se compuso precisa- precisamente el origen de los himnos 8 .
mente para oponerse a ellas. No es éste el momento de discutir la
posición de Theissen, pero puedo decir al menos que los argumen- «Tú mereces recibir el rollo y soltar sus sellos,
tos con que trata de apoyarla me parecen en conjunto poco con- porque fuiste degollado
vincentes. En cuanto a la aversión a las imágenes de la teología eu- y con tu sangre adquiriste para Dios
carística basadas en esta epístola, habría que preguntarse si no es- hombres de toda raza y lengua,
tán íntimamente relacionadas con una corriente del pensamiento pueblo y nación;
neqtestamentario que no ha de tomarse aisladamente, pero que tam- hiciste de ellos linaje real
poco ha de ser rechazada si queremos prestar atención al mensaje y sacerdocio para nuestro Dios» (Ap 5,9).
del Nuevo Testamento en su totalidad. Ese mensaje total habla
no sólo de una theologia crucis, sino también de una theologia glo- «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
ríete. Las imágenes que expresan la segunda no han de ser toma- la alabanza, el honor,
das como una mitología inútil y desorientadora, sino como refe- la gloria y el poder
rencias a una realidad que no puede ser expresada de otro modo. por los siglos de los siglos!» (Ap 5,13).
Un prejuicio contra la dimensión «celeste» de la eucaristía no pue-
de llevarnos a otra cosa que a su empobrecimiento.
Si éste era el modo en que la Iglesia perseguida del ApocaüP'
5
The Shape of the Liturgy (Westminster 1945) 253. sis ofrecía culto a Dios, en esos himnos tenemos una clara mués*1
6
An Introduction to the Theology of the New Testament (Londres 1958)
383.7 8
Untersuchungen zum Hebraerbrief (Gütersloh 1969). Cf. S. Lauchli, Bine Gottesdienststruktur in der JohannesoffenbarU^
«Theologische Zeitschrift» 16 (1960) 359-78.
3% M. M. Bourke
El futuro de la liturgia 397
de lo que debe ser también nuestro culto. No podrá olvidar el do-
hay expresiones culturales que son radicalmente divergentes con
lor humano, como tampoco lo olvidaba la Iglesia primitiva, pero
respecto al ethos de la liturgia eucarística. En cualquier caso, el Nue-
en medio de ese dolor tampoco podrá olvidar que de este modo
participa de los sufrimientos del Cordero ahora victorioso, cuyo vo Testamento nos ofrece unas pautas que no podemos ignorar si
triunfo celebra. Pocos testimonios habrá tan elocuentes de un rea- queremos que nuestro culto sea una celebración cristiana.
lismo muy terreno y a la vez de una alegría transmundana, marcas
[Traducción: J. VALIENTE MALLA]
distintivas del auténtico cristiano. Quienes pretendan olvidar lo
segundo corren grave peligro de convertir lo primero en una pie-
dad de cortos vuelos en que pronto se perderá hasta el rastro de
la esperanza cristiana.
Las indicaciones del Nuevo Testamento nos ofrecen unos ma-
teriales de los que podemos extraer importantes conclusiones acer-
ca del modo de celebrar la eucaristía. Un culto fiel a las tradiciones
del Nuevo Testamento sólo es posible cuando la forma de cele-
brarlo permite a la comunidad reunida advertir que está respon-
diendo a un ministerio al que no es posible acercarse sino con la
mayor reverencia basada en una fe viva 9 . No cabe duda de que la
tradición litúrgica de la Iglesia posterior ha sido en gran parte fiel
a las normas fundacionales. Pero como esa misma tradición poste-
rior indica abundantemente, no hay una manera única de mantener
esa obligada fidelidad. La principal tarea litúrgica del futuro con-
sistirá en explorar los modos en que ciertas culturas que aún no
han hecho ninguna aportación a la rica variedad del culto cristiano
lleven a cabo esa tarea, apoyándose a tal fin no sólo en su común
fe cristiana, sino también en su herencia cultural característica. Pien-
so que en ese proceso se hará evidente que, si bien es mucho lo que
puede ser aceptado, también habrá que rechazar muchas cosas, pues

5
En su excelente ensayo, Neutestamentliche Marginalien zur Frage der
Erttsakralisierung, en Ursprung und Gestalt (Dusseldorf 1970) 299-325, Heinz
Schürmann ha insistido con razón en que una fe viva es el principio por el
que han de ser juzgadas todas las formas sacrales en cuanto a la posibilidad
de ser asumidas en el culto cristiano. La eucaristía mira al pasado —la muer-
te de Cristo— y a la venida futura del reino, pero también celebra la pre-
sencia gloriosa del Señor en medio de sus discípulos. Por ello, el elemento
sacral tiene su puesto en la celebración eucarística cristiana. Si en algo me
apartaría de Schürmann, sería únicamente en cuanto que me parece excesi-
vamente cauteloso acerca de la capacidad del «moderno homo faber» para
valorar lo sacral. También he de advertir que no debe minimizarse la fuerza
del arte para conducir a la persona a una fe más profunda. Puede que en el
pasado se convirtiera la belleza artística en un fin en sí misma, de forma que
el culto pasó a ser un espectáculo estético. Pero al menos en la Iglesia ca-
tólica actual parece que ese peligro se ha alejado mucho; más bien sufrimos
una fealdad y una trivialidad totales.
VII
PERSPECTIVAS SOCIALES

JAMES T. BARRY
SOCIOLOGÍA DE LA CREENCIA Y LA INCREENCIA:
FE Y PERTENENCIA A LA COMUNIDAD

Este artículo estudia las relaciones entre fe y comunidad, es


decir, la ecuación que existe entre creencia y pertenencia. Más en
concreto: en este artículo se defiende que los hombres creen para
pertenecer (y viceversa) y que esta participación en las creencias
está en continuo movimiento, es multidimensional y no se deja ho-
mologar. Tales apreciaciones proceden no de observaciones teoló-
gicas, sino del ámbito de las ciencias sociales. Es obvio, por tanto,
que el artículo no trate de la exactitud dogmática de lo que la
gente cree; se limita a sugerir que las autoridades centrales (en
nuestro caso el episcopado y los teólogos) no ejercen el control que
desearían sobre la fe del pueblo. De hecho, las creencias a que nos
Tef erimos apenas tienen que ver con el dogma, la ética sexual o la
enseñanza de la Iglesia sobre temas sociales. El artículo se refiere
más bien a las consideraciones simbólicas de los individuos y de sus
grupos sobre su vida y su muerte. Se trata de perspectivas precons-
cientes o prefigurativas afines a intereses políticos y sociales y cos-
tumbres sexuales, si bien se distinguen de ellos. A mi juicio, las
creencias básicas que han surgido de una confrontación con el
misterio ineludible de la vida y de la muerte son las experiencias
religiosas irreducibles; todas las demás tienen, desde el punto de
vista religioso, carácter derivado.
El artículo comienza presentando una perspectiva social elabo-
rada desde la sociología del conocimiento. Pasa luego a aplicar alguna
400 J. T. Barry
Sociología de la creencia y la increencia 401
de estas ideas al doble tema de la creencia e increencia religiosa.
Por último se reformulan estos puntos fundamentales y se propo-
nen algunas sugerencias para la investigación posterior. modelo que supone un orden de realidad que existe con indepen-
dencia total del hombre y se puede descubrir recorriendo lo que
Michael Polanyi ha llamado «el recto y angosto sendero de la duda».
ENFOQUE SOCIOLÓGICO: Este autor expone su pensamiento de la siguiente manera: «Descar-
RELIGIÓN Y SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO tes había declarado que la duda universal purificaría su mente de
todas las opiniones fundamentadas únicamente en la confianza y la
La sociología del conocimiento parte de la observación de que abriría a un conocimiento fundamentado firmemente en la razón.
el hombre no es un ser biológicamente determinado y, por tanto, En sus formulaciones más estrictas, el principio de la duda nos
produce la situación en la que ha de crear su realidad. Clifford prohibe totalmente entregarnos a cualquier deseo de creer y nos
Geertz ha descrito el proceso de la siguiente manera: «Lo que nos exige conservar nuestras mentes vacías, antes de permitir que se
sucedió en la época glacial es que tuvimos que abandonar la regula- apodere de ellas cualquier creencia no irrefutable... El método de la
ridad y precisión de un detallado control genético sobre nuestra duda es un corolario lógico del objetivismo. Está seguro de que el
conducta en beneficio de la flexibilidad y adaptabilidad de un con- desarraigo de todos los componentes voluntarios de la creencia
trol genético sobre la misma más genérico, aunque no menos real. dejará a salvo un residuo de conocimiento completamente determi-
Para proporcionar la información necesaria a la acción nos vimos nado por la evidencia objetiva» 2 (el subrayado es nuestro).
obligados a la vez a apoyarnos cada vez más en los recursos cultura- Se puede demostrar que esta ideología, considerada por Polanyi
les, en el patrimonio acumulado de símbolos significantes. Tales como un «masivo error moderno», no es en absoluto el modo como
símbolos no son, por tanto, simples expresiones o mediaciones se origina el conocimiento, incluso el científico. Según Polanyi, todo
o elementos correlativos de nuestra existencia biológica, psicológica conocimiento es asertivo, activo y comunitario. Esto se aplica tanto
y social; son prerrequisitos de la misma. Es cierto que sin hombres al conocimiento práctico como al científico. Sin entrar en la expo-
no hay cultura; pero también es cierto, y más importante, que sin sición detallada de su epistemología, la concepción de Polanyi se
cultura no hay hombre» '. puede resumir así: él cree que la posibilidad de «conocimiento
Desde este punto de vista, el hombre se presenta necesariamente objetivo» depende de lo que pudiéramos considerar un tejido casi
como «creador», dado que completa la realidad mediante actos inconsútil de compromisos, tradiciones y juicios personales que
de su imaginación, voluntad y elección. El éxito de esta empresa agrupa a los «conocedores» en una comunidad dentro de la cual
depende en gran medida de que tengamos una conciencia recíproca se produce el conocimiento y, en el caso del conocimiento científico,
de lo que estamos continuamente en proceso de crear, es decir, se verifica. De este modo la subjetividad y objetividad del conoci-
de la medida en que tengamos un conocimiento útil de ello. miento no son simples atributos de la relación de un individuo
con un objeto, sino un complejo proceso comunitario.
Esta serie de argumentos implican una nueva definición de lo
subjetivo frente a lo objetivo. Como podemos ver, la realidad es Para Berger y Luckman, la cultura en cuanto realidad se des-
un fenómeno que se completa socialmente (culturalmente) y que arrolla a partir del individuo en lo que podríamos considerar zonas
se hace efectivo en la medida en que es compartido. Por tanto, la concéntricas de influencia. Estos autores defienden que la «vida
verdad —supuesto un conocimiento válido— viene a ser un acon- cotidiana» es lo que constituye la «realidad suprema» para cada uno
de nosotros. El aspecto más importante de la vida diaria es que «la
tecimiento relacionado con los atributos de los vínculos sociales
realidad de la vida cotidiana se me presenta además como un mundo
que fundamentan esa realidad sobre la cual deseamos obtener la
intersubjetivo, un mundo que yo comparto con otros. Esta inter-
verdad. subjetividad diferencia netamente dicha vida de otras realidades
La antigua distinción entre lo subjetivo y lo objetivo (lo mismo de las que yo soy consciente» 3. Así, Berger y Luckman han descrito
vale de la supuesta superioridad de lo objetivo) se ha basado en un
2
Michael Polanyi, Personal Knowledge tomarás a Post-Critical Philo-
1
Clifford Geertz, Religión as a Cultural System, en Donald Cutler (ed.), sophy (Chicago 1958) 73.
3
The Religous Situation (Boston 1968) 641. Peter L. Berger-Thomas Luckman, The Social Construction of Reality.
A Treatise in the Sociology of Knowledge (Garden City 1966) 60.

26
402 J. T. Barry
Sociología de la creencia y la increencia 403
la «comunidad intersubjetiva» como una tribu en la que los límites
entre lo objetivo y lo subjetivo son sumamente borrosos y que s^ ha desarrollado de una manera más o menos lineal: los nuevos
conexiona de un modo efectivo por la cualidad de su participación. conocimientos y técnicas se han producido generalmente a costa
La comunidad intersubjetiva aparece como un fenómeno masj, de formas sociales anteriores. Sin embargo, ciertas experiencias,
vo. Es una comunidad altamente enraizada en cuyo núcleo hay un^ como la muerte, resultan siempre desconcertantes y, al parecer, sólo
fusión entre creencia y pertenencia. Como dicen Berger y Luckmanj icductibles a la respuesta primordial.
«la suspensión de cualquier duda es tan firme que en el caso de Por tanto, en la medida que estos aspectos de la realidad y de
que yo quisiera abandonarla, por ejemplo en el caso de la especula, la comunidad son históricos, los límites y los modos de creencia
ción teórica o religiosa, tendría que dar un paso extremo» 4. Lg y pertenencia son procesuales y flexibles en todas las circunstancias.
cualidad de la intersubjetividad es el núcleo del tribalismo contení, Se está prestando una atención constante a la tarea de mantener
poráneo. Es una experiencia catalítica mediante la cual el conocí, o ajustar la comunidad intersubjetiva, o de crear una nueva, si fuera
miento se hace intencional, comunitario, y se acepta. necesario. El mantenimiento de la comunidad variará de un grupo
Estos vínculos cuasitribales han sido identificados empíricamen, n otro, de un tiempo a otro, de una circunstancia a otra. Las defi-
te. Por ejemplo, las investigaciones sobre el poder de los medios niciones de ortodoxia y herejía, de asociación y separación no son
de comunicación para formar la opinión pública continuamente fijas, sino adaptables. Y la interacción entre ortodoxia y herejía,
han detectado que la gente no atiende a estos medios como indi, que depende de cómo la comunidad se obliga a dilucidar estas
viduos aislados. Así, lo que se transmite por la televisión, que tensiones, puede constituir la base para la adaptabilidad de la co-
debe considerarse como el intercambio prototípico de la sociedad munidad.
de masas, actualmente se discute, se analiza y se interpreta entre
IMPLICACIONES PARA EL ESTUDIO
los miembros de amplios grupos primarios, antes de que se forme
cualquier tipo de opinión. Según otra investigación, Edward O. Lau, DE LA PERTENENCIA RELIGIOSA
man y sus colegas han concluido que cualquier modelo razonable- Estas reflexiones nos conducen a varias consideraciones genera-
mente correcto de la estructura subyacente a la vida urbana debe les y complementarias sobre la estructura de la vida religiosa. En
incluir un fondo religioso y una situación ocupacional (como aso- primer lugar, la cualidad de la creencia —de la fe— ha de conside-
daciones más generalizadas) y una identidad religioso-étnica (como rarse como procesual. Son muchas las contingencias que pueden
una serie de vínculos mucho más localizados)5. afectar a la valoración de los símbolos religiosos, entre ellas el hecho
Por consiguiente, llegamos a la conclusión de que conciencia de que, en la sociedad contemporánea, las comunidades corrientes
y comunidad son dos caras de la misma moneda: se pertenece por —intersubjetivas— raramente coinciden con las expectativas de la
la creencia y se cree en la medida de la pertenencia. La fusión de Iglesia oficial (problemas que se dan igualmente en el Estado).
los dos aspectos es histórica: no es estática, sino procesual e ínter- Existe un divorcio casi permanente entre la «creación de símbolos»
activa. Por ejemplo: cada individuo nace dentro de una comunidad de la Iglesia oficial y el modo como esos símbolos son vividos a
intersubjetiva, pero invariablemente se le presenta la necesidad nivel local o parroquial. Como consecuencia, la Iglesia debe hacerse
de optar por esa herencia o en contra de ella. El individuo, pues, visible a sí misma de muchas formas, cada una de las cuales repre-
habrá de decidir no sólo sobre la serie de creencias que acompañan senta una acomodación del símbolo a los destinatarios.
á la comunidad, sino también sobre las satisfacciones o insatisfac- En segundo lugar, los límites de pertenencia a la Iglesia deben
ciones emocionales que constituyen su historia en cuanto miembro. ser delimitados con amplitud. Por ejemplo: algunas creencias pro-
Además, la ecuación entre creencia y pertenencia puede ser un ceden de la pertenencia a la Iglesia como factor hereditario, mien-
producto evolutivo o cíclico. En ciertos campos, especialmente en tras que otras se han producido de un modo más voluntario; y estas
el del conocimiento tecnológico y formal, la conciencia humana se dos formas de creencia deben distinguirse. Se puede afirmar que la
4
lbíd., 93. increencia no significa necesariamente una ruptura con todos los
5
Edward O. Laumann, Prestige and Association in an Urban Communíty, vínculos de comunión con la Iglesia; a menudo, la increencia su-
An Analysis o} an XJrban Stratijication System (Indianápolis 1966). pone un rechazo de la comunidad y no una repulsa global de los
símbolos y creencias, situación que puede producir deformaciones
404 J. T. Barry
Sociología de la creencia y la increencia 40}
en el proceso de creer. Por último, los datos empíricos sugerirían
que el no creyente conserva vestigios originales de los símbolos
de la vida y la impenetrabilidad de la muerte. Sin embargo, estas
o metáforas de la propia religión heredada.
experiencias son por naturaleza fugaces y no deseadas, aunque ocu-
rran con frecuencia. Creer, por consiguiente, no es una experiencia
SOCIOLOGÍA DE LA CREENCIA Y DE LA COMUNIDAD estática constante, una permanencia ininterrumpida dentro de lo
último. De aquí se sigue que la participación en los sistemas de
Los vínculos del conocimiento y de los valores son tanto más
valores fundamentales es episódica, está sujeta constantemente a la
fuertes cuanto más cercanos, cuando son compartidos como inter-
impresión de que otras realidades son más acuciantes.
subjetivos. Este nivel de conciencia compartida es práctico e in-
tencional; florece cuando puede considerarse como algo dado. La Esta desvalorización de la religión no es en absoluto nueva.
realidad fundamental es aquella que nos es más íntima, la formada I,as más antiguas funciones sacerdotales incluían una intercesión
por la familia y los amigos que encontramos en las tareas prácticas especializada ante los dioses en favor de asuntos sumamente prác-
del trabajo y del ocio. Los valores universales y las experiencias ticos. Tanto antes como ahora, muy pocos hombres tienen un apre-
reflejas se perciben como realidades remotas, como algo que nos cio de la religión por sí misma. La diferencia fundamental que dis-
transporta más allá de ese núcleo conocido. Por esta razón nos tingue al hombre moderno es que nosotros podemos evadirnos o
resistimos a ponernos en comunicación con las realidades que caen huir de la presencia ingrata de lo religioso con una impunidad
fuera de lo cotidiano. Consiguientemente, si los símbolos de la mucho mayor.
sacralidad de la vida han de tener influjo, deben penetrar persisten- b) Lo trascendente es rechazado porque se desconoce. Por
temente en el núcleo de la realidad cotidiana. Este proceso, que no esto a menudo experimentamos la participación en tales símbolos
se verifica sin esfuerzo, encuentra los siguientes problemas espe- como evasión, como si se nos exigiera abandonar nuestra realidad
cíficos. primaria. Tal abandono va seguido de un retorno a la realidad co-
tidiana. Como han señalado Berger y Luckman, «la conciencia re-
1. Tensión entre vida cotidiana y experiencias trascendentes torna siempre a la realidad fundamental como si regresara de una
excursión»7. Aquí reside otra fuente de resistencia que la comunidad
La vida religiosa es un sistema de símbolos que actualizan la intersubjetiva pone en contra de la trascendencia. Esta se ve defor-
presencia de experiencias trascendentes, tremendas o desconcertan- mada a menudo por el lenguaje de la misma comunidad.
tes. Cualquier símbolo, sea o no religioso, tiene un atractivo en y por A medida que nos sumergimos en la realidad cotidiana, nos
sí mismo. Sin embargo, aunque un símbolo pueda atraer y hasta alejamos de la experiencia revelatoria y, al confiar cada vez más en
seducir, no puede obligar a la comunidad a objetivarlo. Los símbolos el recuerdo, hemos de comunicar la experiencia utilizando el len-
o experiencias auténticamente religiosos están evidentemente más guaje idiosincrásico del propio grupo. A fin de cuentas, «el pálido
allá de la vida cotidiana. Si ejercen influjo son, como dice Clifford reflejo rememorativo» de Geertz es lo que nos queda de la expe-
Geertz, «el pálido reflejo rememorativo de una experiencia en riencia original.
medio de la vida cotidiana»6. En otras palabras, la comunidad
intersubjetiva actúa para oponerse o para modificar estas experien- 2. Distinción entre símbolos universales
cias o símbolos, si bien ella es también la única circunstancia en y comunidad intersubjetiva
que puede vivificarse el símbolo. Esta tensión es operativa en dos
circunstancias: Estas cuestiones tienen una importancia especial para cualquier
a) El progreso del poder y conocimiento humano ha reducido Iglesia, particularmente para la que tenga carácter internacional
la gama de experiencias desconcertantes, pero no las ha eliminado. con aspiraciones a amplias relaciones ecuménicas y no dé impor-
Inmediatamente nos vienen a la memoria dos experiencias de tancia a las revelaciones individuales. Así, los símbolos universales
asombro que todavía experimentamos: la ineludible «facticidad» tienen una importancia primaria. Sin embargo, los hechos demues-
6 tran claramente que la élite (los que producen y configuran los
Geertz, op. cit., 677. símbolos) concibe las verdades de la Iglesia de diferente manera
7
Berger-Luckman, op. cit., 41.
406 J. T. Barry
Sociología de la creencia y la increencia 407
que el pueblo. La élite considera los símbolos en términos más
abstractos, impulsada por su lógica interna, la sofisticacíón literaria ser múltiple; la Iglesia debe ser capaz de acomodarse a muchas
o la simple poesía. Para el profano, independientemente de su nivel circunstancias.
educativo, la presencia y el influjo de los símbolos se verán obnu- Estas reflexiones nos conducen a una definición idealizada del
bilados por ciertas excentricidades comunitarias y quizá por infor- papel del sacerdote. El (¡o ella!) constituye la manifestación visible
maciones erróneas. de la pretensión que tiene la religión de conocer realmente el mun-
Por eso la Iglesia deberá afrontar el problema de qué vigilancia do, y por ello es la persona que se ve cogida en el torbellino de la
ejerce una estructura episcopal sobre el origen de las experiencias dialéctica que acabamos de presentar. El sacerdote debe ser capaz
revelatorias o sobre el intercambio de los símbolos religiosos. ¿Co- de penetrar el caparazón de la comunidad intersubjetiva, resistien-
existen en la Iglesia dos órdenes paralelos de realidad: las revela- do simultáneamente a las fascinaciones del nexo entre creencia
ciones oficiales de toda la Iglesia y las que surgen directamente y pertenencia que define a la comunidad. El sacerdote debe ser la
del seno de la Iglesia en sus distintos niveles? ¿No debe la Iglesia persona de las experiencias religiosas auténticas o no auténticas.
comenzar a pensar en términos de un diálogo entre los símbolos Si la religión tiene algo que ver con el carisma de los símbolos
oficiales de la autoridad central y las manifestaciones concretas de sagrados, el sacerdote se convierte en un «especialista del conoci-
estos y otros símbolos del ambiente popular y local de los laicos? miento». Obviamente ningún hombre o grupo de hombres puede
llevar a cabo todas estas tareas sin fallo alguno. Sin embargo, la
tipología ideal responde a los datos teóricos, y la imperfección o
3. Acomodación de la Iglesia a su circunstancia fragilidad del sacerdote forma parte de la sociología de la Iglesia.
Estas ideas nos llevan a la conclusión de que la creencia y la
comunidad no pueden considerarse como fenómenos estáticos que SOCIOLOGÍA DE LA INCREENCIA Y COMUNIDAD
deban asumir una sola modalidad. En los Estados Unidos, la parro-
quia ha adoptado una gran variedad de formas, ninguna de las La vinculación a una comunidad no se debe a creencias unidi-
cuales puede menospreciarse ni considerarse como un residuo del mensionales. Dado que las creencias se presentan en múltiples for-
pasado. Por ejemplo, la parroquia ha desempeñado históricamente mas y son afirmadas con diversos grados de intensidad, la ecuación
un papel importante en la asimilación de los inmigrantes católicos. entre creencia y pertenencia no es rígida. En particular, la distin-
Durante mucho tiempo, especialmente en los grandes centros urba- ción entre las creencias mantenidas en virtud de la pertenencia he-
nos, los límites parroquiales coincidían con los de los asentamien- redada a un grupo y las que son el resultado de una opción conscien-
tos étnicos. La vida de los inmigrantes se solía centrar en torno te hace que resulte borrosa la distinción entre creencia e increencia,
a las parroquias, las cuales fueron consideradas en la cultura polí- que se aplica a la pertenencia misma. Los hechos muestran que en
tica de la ciudad como fáciles identificaciones de realidades políti- aquellos que han optado por la increencia se dan todavía claras
cas importantes. Por otra parte, las parroquias de los suburbios huellas de unas estructuras simbólicas heredadas que siguen con-
han presentado sus propias exigencias (Greeley, por ejemplo, ha figurando su visión del mundo. Y la opción por la increencia no se
precisado que las parroquias suburbanas necesitan a menudo un debe tanto a una oposición a la comunidad cuanto a roces emocio-
servicio especialmente dedicado a la juventud). La parroquia ha nales con ella, opción que puede distorsionar sus categorías menta-
sido, por lo demás, la institución que más ha hecho por la educación les. En otras palabras, la pertenencia al grupo es tan dúctil que de
primaria y por la secundaria. hecho, si no formalmente, raras veces la increencia produce una
ruptura total de los vínculos.
Todas estas funciones en el seno de la parroquia han acompa-
ñado a otras más específicamente religiosas o sacramentales. Y es
de notar que la parroquia está llamada todavía a ejercer en gran 1. Pertenencia al grupo voluntaria y heredada
medida esas funciones «extrarreligiosas». Si la Iglesia ignorara
estos contextos específicos de la realidad cotidiana correría el ries- Todos los indicios hacen pensar que las comunidades intersub-
go de perder su función sacramental. El rostro de la Iglesia ha de jetivas derivan no de una pura opción individual, sino de tradicio-
nes heredadas. Y, sin embargo, cabe suponer hasta cierto punto
Sociología de la creencia y la increencia 409
408
J. T. Barry
Sin embargo, aunque la ruptura con las personas, las institucio-
debem Vei
j eros
compromisos religiosos son voluntarios. Por eso nes y los ritos pueda ser total, nunca se abandona por completo
qU£ k diferencia la comunidad. Los datos empíricos han demostrado con claridad
luntarias A** que los hombres pocas veces se despojan totalmente de su herencia
entre creencias heredadas y vo- simbólica. Esas metáforas prerracionales, primordiales, infundidas
grur>n \A ^T° • a ^ 8 u n a s tensiones con respecto a la pertenencia al en los primeros estadios de la socialización, reaparecen insistente-
n e en a
ecesid A A *" ^ naturaleza de los grupos humanos alguna mente en la conciencia adulta del no creyente.
re orzar
•ta Pert • ^ l° s umbrales de la creencia que determinan La prueba más asequible de esta afirmación se puede encontrar
en
o ¿ encia al grupo? ¿Es la creencia simplemente sustantiva
en la literatura de escritores «agnósticos» en quienes aparecen con
d e ogj.? ' ¿erradica la incredulidad voluntaria todos los derechos
¿prod e n e , n c i a a^ S ru po basados en la herencia? Por el contrario, frecuencia los símbolos de la herencia cultural. Por lo que se refiere
inden A- c r e e n c ia heredada una auténtica pertenencia religiosa a los católicos podríamos pensar en James Joyce. Para él, como
pendientemente del asentimiento voluntario? para muchos otros, la herencia simbólica constituyó el núcleo de su
traña l ^ ^ u Pa^tas> ¿se reduce el creer a tener respuestas o en- genio literario. Aunque el deseo de estos autores fuese el de exor-
rev i hecho de dudar algo que implica adhesión? Las experiencias cizar totalmente su pasado mediante sus escritos (lo cual no es evi-
es i o r i a s n o producen ni refuerzan automáticamente la fe: este dente), la lucha contra esa herencia contribuyó indudablemente a su
fretrahríf^ c m c i a l del asunto. Una experiencia directa de la impe- genio creador.
la uidad de la muerte puede destruir un nivel de fe anterior-
e man
ex . tenido en una comunidad particular. El resultado de una 3. Posibles distorsiones del proceso de creer
en l e n c i a de revelación dependerá a menudo de las circunstancias
!ner?Ue^ei Producido y entendido. Sin embargo, independiente- Es posible que el acto de rechazo encierre una opción contra
rar 6 resu
ltado en términos de creencia, ¿no hay que conside- una pertenencia al grupo heredada. Sin embargo, esto no exime a
lez ^ S t 3 v e x P e " e n c i a s como auténticamente religiosas por natura- nadie de contar con una comunidad para mantener una creencia.
a : A n o contribuirá el carácter comunitario de la experiencia El rechazo de la comunidad puede producir dos tipos de problemas.
Iü ar
c g la tendencia a la separación que implican las explicaciones Un posible efecto es que el impulso sacral permanezca como un
lm
i portante no exagerar este punto, dado que no es lo mismo rasgo caracterológico y que el no creyente persista en una tenta-
. eencia que la increencia, y ambas implican a los hombres en tiva de recrear una comunidad de promesas mesiánicas, pero ahora
p e r e n * e s expectativas y compromisos. No obstante, existen razones sobre bases seculares. Más que experimentar e intentar aplacar a
, afirmar que tales diferencias no tienen por qué considerarse algún «ser trascendente», la comunidad mesiánica secular celebra
-lutas.^ Conviene advertir que tanto la creencia como la increen- su propio poder. Esta transformación de la realidad suele ser fruto
s
on frágiles y pueden no durar siempre.
de lo que era un impulso religioso marchito.
2. p . Otro posible efecto es rechazar el mesianismo. Acepta e incluso
Persistencia de las estructuras simbólicas heredadas subraya la realidad de las limitaciones de la voluntad humana,
s , i l e tnpre es posible decidirse en contra de la comunidad donde y aunque no intrínsecamente hostil a lo religioso, es incapaz de
. n a c ido. Sin embargo, la finalidad real del acto de rechazo no creer o pertenecer. Esta postura, si bien es intelectualmente más
S1
empre tajante. ¿Se debe a descontento con la comunidad al honesta que su contrapartida antirreligiosa, corre el riesgo de ca-
ar
gen de sus creencias? ¿O se debe a que no se puede seguir recer de todo impulso vivificante. Ideología y comunidad, a pesar
^"partiendo la creencia en los valores y categorías de la comuni- de los problemas que esta mezcla pueda originar, van siempre uni-
cad? E s das. La incapacidad de formar parte de una comunidad deteriora
cierto que la mayoría de los actos de rechazo se deben a
, a combinación de ambas razones, pero sospechamos que el acto la facultad de interiorizar los símbolos.
ern r e P u ^ s a germina primeramente en el descontento con la cualidad
v j°cional de la comunidad y que este descontento termina por
°iverse en contra de las creencias y los valores.
Sociología de la creencia y la increencia 411
CONCLUSIÓN
bir impulso para ver cómo los hombres reestructuran su vida en
virtud de estas experiencias y cómo y con quién las comparten.
Estas páginas han intentado demostrar que toda la realidad de-
riva, en alguna medida, de la experiencia humana. Las mismas expe- Además, la sociología del conocimiento sugeriría que la increen-
riencias de revelación tienen su origen en alguna encarnación hu- cia es una situación tan variada como la creencia y que no produce
mana; piénsese en las enseñanzas de los profetas o en la persona abandonos unilaterales. Los límites de la comunidad religiosa pueden
de Cristo. El destino de estas experiencias es una responsabilidad ser concebidos con amplitud, y la pertenencia al grupo tratada como
de los hombres y mujeres reales. Tales experiencias revelatorias algo en proceso no como ya realizado en un determinado momento.
se apoyan únicamente en las cualidades de las comunidades que las No es necesario que la Iglesia inmigrante esté a la defensiva res-
tienen a su cuidado. Como demuestra la historia de las religiones, pecto a la ortodoxia doctrinal. Una visión teológica de la pertenencia
el origen de la revelación no garantiza en absoluto el éxito de las a la Iglesia sería similar a la naciente teología sobre el matrimonio:
subsiguientes instituciones religiosas. La capacidad de una comuni- ambas incluyen vínculos en proceso o históricos. Así habría muchos
dad para resistir a la mentira (tal vez idolatría en este caso) es un modos de afiliación, enfoque que permitiría disminuir la necesidad
proceso en continuo desarrollo. Como ejemplo, tomado del éxito de revelarse ante la duda o el disgusto y facilitaría que los hombres
de la comunidad científica, Polanyi ha demostrado que el conoci- se inspirasen de modo continuo en las riquezas de sus tradiciones.
miento científico es posible primariamente debido a los compromi- En otras palabras, la especulación teológica se beneficiaría de
sos y tradiciones que obligan a los científicos a unos criterios de la investigación en el campo de la sociología de la increencia. ¿Cómo
demostración. Y lo que no es menos importante: la adquisición de se estructura la increencia? ¿Cuál es su comportamiento? ¿Qué
conocimientos o su profundización se producen también mediante comportamiento de la comunidad rechaza el no creyente y qué dice
las interacciones de los hombres con esas mismas tradiciones y com- la teología sobre la importancia de los actos de rechazo? Si la in-
promisos. La religión es una empresa humana similar. Y la socio- creencia no puede considerarse como más estática que la creencia,
logía del conocimiento nos proporciona algunas perspectivas útiles ¿qué es lo que refuerza y lo que mitiga la increencia?
para entenderla correctamente. La religión no ha desaparecido de la civilización occidental
Estas perspectivas muestran que la creencia no es automática ni contemporánea. Las experiencias de lo trascendente y de lo tre-
tampoco indefinidamente renovable; que los auténticos símbolos mendo persisten a pesar de (o tal vez a causa de) lo que el hombre
religiosos han de atravesar un laberinto para llegar a plena luz; ha hecho para aumentar su dominio sobre la realidad. Esas expe-
y que la increencia no es una simple inversión de la pertenencia al riencias acontecen con una frecuencia mucho mayor y en la vida
grupo. La Iglesia, si es viva, lo es a nivel parroquial. Para disgusto de muchas más personas de lo que se suele suponer. Aun cuando
tal vez de los teólogos (u otros racionalistas como los teóricos de la no lleguen a suponer ni apoyen la presencia de una divinidad, man-
política), los valores últimos o los símbolos sagrados influyen en la tienen viva la empresa religiosa. Los pensadores religiosos deben
vida de los hombres en la medida en que se lo permite la comunidad considerarse como parte de la cultura y en plano de igualdad con
intersubjetiva. La construcción y mantenimiento de los sistemas de otros pensadores. La religión no está empeñada en una lucha a vida
creencia proceden del individuo y no de los centros de autoridad. o muerte con los otros ámbitos de la cultura, pero cada sector
Además las experiencias de revelación de tipo moderno son inva- cultural tiene su propio estilo, presupuesto y prejuicios que sólo
riablemente personales y locales en primera instancia. difícilmente se adaptan a la presencia de los demás. Lo que los
Por consiguiente, la Iglesia necesita emplear mucho más tiempo pensadores religiosos han de examinar es cómo concuerda su espe-
para tratar de descubrir cómo se transmiten los valores religiosos cialidad, que gira en torno a experiencias trascendentes, con el resto
y para revisar a fondo su propia imagen y su estructura a fin de de las actividades humanas. Este artículo ha intentado señalar algu-
acomodarse a unos esquemas de autoridad marcadamente afectivos nas de las interacciones que merecen consideración.
y fáctícos. La Iglesia debe patrocinar más la investigación sobre
los sistemas de valores últimos y las experiencias místicas, tal como [Traducción: M. OLIVA]
hacen Greeley y sus colegas. Semejante investigación debería reci-
La fecundidad humana 413

JOHN N. KOTRE un libro sobre ellos. Los pobres no se dan cuenta de que el libro
es sólo el comienzo, porque a partir de entonces volveré cada pocos
LA FECUNDIDAD HUMANA
nños y les haré otras entrevistas de mayor profundidad. La canti-
A pesar de sus defectos, la encíclica Humanae vitae expresó dad de datos que espero reunir de esta manera debe suministrar
una verdad que estamos perdiendo de vista: la procreación es algo un material que permita componer una «psicografía» razonable,
esencial en las relaciones sexuales. Privar al sexo de la fecundidad, situar la actividad generativa o creativa de una persona en el con-
negar al eros su futuro, es hacer del sexo algo trivial y, en última texto de su existencia completa.
instancia, desvirtuarlo. Sin embargo, la Humanae vitae —lo mismo En este artículo no voy a ocuparme de estos casos individuales,
que quienes pretenden separar la procreación del sexo— resulta sino que me limitaré a reflexionar sobre los sentimientos que
elemental cuando define la procreación en su sentido más estrecho reinan en la actualidad en torno a la fecundidad humana. En primer
como la generación física de un vastago. Parece increíble que una lugar describiré la negligencia e incluso el menosprecio que mani-
Iglesia (tanto el papa como sus críticos) preocupada por la vida fiestan hacia este tema algunas corrientes de gran influjo en la
espiritual de sus miembros no haya conseguido valorar el fenómeno psicología actual; después indicaré cómo los recursos existentes
de la procreación espiritual y olvide la capacidad de la religión en las tradiciones judeocristiana y católica pueden fundamentar
para alimentar ese fenómeno. la fecundidad humana.
Desde hace algunos años estoy estudiando la fecundidad hu-
mana. Cuando hablo de fecundidad no me refiero principalmen- I
te al hecho de producir y criar hijos, a la transmisión de la vida
física. Mi punto de vista se centra más bien en la generación espi- La psicología popular ejerce un curioso influjo en muchos ame-
ritual, es decir, en ciertas cualidades que el psicoanalista Erik ricanos opulentos. A través de los libros, consultas y terapias realiza
Erikson ha designado con el término «generatividad» y en otras una tarea que desborda la simple instrucción o el remedio de los
que nosotros englobamos bajo la denominación «creatividad». El problemas personales; define la existencia, como hacía en otros
término generatividad hace referencia a una «preocupación por es- tiempos la religión. La clase de psicología que actualmente se des-
tablecer y dirigir la generación próxima» 1, a un deseo de transmitir arrolla para y por el sector móvil y educado de nuestra población
a los hijos, alumnos o descendientes las habilidades, costumbres consiste en una reflexión sobre las tensiones, ambigüedades y as-
e interpretaciones de la vida que definen a los habitantes del país piraciones que experimenta. Opinar sobre esta psicología equivale,
propio. por consiguiente, a dar un juicio sobre la capa socioeconómica en
El término creatividad se refiere a la capacidad de aportar so- que se cultiva, capa a la que, por otra parte, pertenece un número
luciones nuevas más apropiadas a los problemas, de descubrir y ex- cada vez mayor de católicos americanos.
presar perspectivas originales más profundas. En la práctica, los dos El historiador Christopher Lasch afirma que el talante de los
conceptos no son tan distintos: los productos de la creatividad, hombres de los años setenta es terapéutico y no religioso. «Hov no
aunque parecen surgir ex nibilo, contienen trabajo de las generacio- se anhela una salvación personal ni, menos aún, la restauración
nes precedentes en mucha mayor proporción de lo que pueden de una antigua edad de oro; se busca el sentimiento de bienestar
advertir sus creadores. y salud personales, de seguridad física, aunque sólo se trate de una
El método que utilizo es de carácter biográfico. Abordo el estu- ilusión pasajera»2. Lo que a mí me preocupa no es la existencia
dio de individuos que parecen fecundos en cualquiera de los sentidos de las distintas terapias, porque una terapia competente es algo
a que hemos aludido antes y que se encuentran a medio camino bueno, sino la concepción que tienen muchos especialistas en terapia
o al final de la tarea de su vida. Se trata de personas que trabajan sobre un tipo de ser humano «en pleno funcionamiento» y «auto-
o funcionan en una tradición específica o en la confluencia de varias rrealizado». Como miembro de una facultad de psicología, observo
tradiciones. Estudio su trabajo, los entrevisto intensamente y escribo
1
1 Christopher Lasch, The Narcissist Society: «The New York Review
Erík H. Erikson, Identity, Youth and Crisis (Nueva York 1968) 138. of Books» (30-IX-1976) 5.
414 J. N. Kotre La fecundidad humana 415
el influjo que ejerce su pensamiento diariamente (la situación de la sería aprender a movernos, ser flexibles, «enamorarnos, amar y dejar
universidad donde imparto mi enseñanza me permite contemplar de amar» 5 . Y puesto que el porcentaje de divorcios continúa ele-
ese influjo especialmente en los niños y adolescentes de los emi- vándose, Nena y George O'Neill han hablado de los beneficios del
grantes católicos). Los modelos populares de salud física, a juzgar «matrimonio abierto» 6. En esta misma línea, Alvin Toffler predice
por los casos que conozco, no ofrecen interés alguno en relación en Future Shock que «la gente del futuro» aprenderá el modo
con la prole. En profundo contraste con la gente objeto de mi es- de conectar sólo parte de su propia personalidad en cualquier nueva
tudio, el individuo «de buena salud» cultiva la esterilidad espi- relación y llegará a ser partidaria de romper las antiguas 7 .
ritual o, al menos, consiente en ella. En una dirección diferente, Margaret Mead habla de que en Es-
Las psicoterapias, tal y como suelen realizarse en la actualidad tados Unidos se está registrando un cambio cultural de la «pos-figura-
—así como los seminarios y sesiones educativas—, enfrían el ins- ción» a la «co-figuración» 8. Con estos términos quiere indicar que el
tinto de procreación, al menos de tres formas. Primero, porque influjo ya no se produce de los mayores a los jóvenes, que la forma
alientan un tipo de relaciones «abiertas», transitorias, en lugar de (la figura) de nuestra cultura ya no obedece al pasado. En lugar
unas relaciones vinculantes y permanentes. Segundo, porque con- de esto, los jóvenes, separados por un corte generacional, modelarían
sideran el pasado como una prisión y tratan, con gran éxito por su conducta sobre la de sus semejantes y estarían influidos por el
cierto, de liberar a los individuos de él. Tercero, porque presentan presente.
como ideal un yo fluido, sin límites, con una conciencia siempre No es necesario estar plenamente de acuerdo con estos análisis
en continua expansión. Estas tres características confluyen en una para reconocer que las psicoterapias difundidas durante los años
interpretación de la vida que descarta toda preocupación por la sesenta y setenta tratan a sus clientes sobre una base temporal
posteridad. Como escribe Lasch, «animar al sujeto a subordinar y los sitúan en el presente. El tratamiento psicoterapéutico es de
sus necesidades e intereses a los de otros, a alguien o a alguna causa carácter «co-figurativo». Los años necesarios para llevar a cabo un
o tradición que esté fuera de él mismo... choca con la sensibilidad psicoanálisis se han convertido en el fin de semana requerido para
terapéutica, convirtiéndola en algo intolerablemente opresivo, ofen- un maratón. Del contacto individual con un «mayor» interesado
sivo al sentido común y perjudicial para la salud y el bienestar por el pasado del paciente, la terapia ha pasado a los grupos de
personales» 3. personas semejantes que se niegan a considerar otra cosa que el
La orientación de que habla Lasch se desarrolló durante los presente. El objetivo no consiste ya en alterar las estructuras in-
años sesenta, tiempo en que los tratadistas empezaron a considerar ternas permanentes y resistentes, sino en modificar un sector de la
y acoger la transitoriedad creciente de las relaciones humanas. conducta externa, eliminar los «juegos» que el paciente está ju-
En La ciudad secular, el teólogo Harvey Cox describe el anonimato gando.
y la movilidad de las metrópolis modernas y afirma que son bene- Cari Rogers, al proponer en los años cuarenta hacer del cliente
ficiosos porque nos liberan de la ley y nos proporcionan la posi- el centro del tratamiento terapéutico, fue un precursor importante
bilidad de elección en las relaciones personales, las ideas y los de estas terapias co-figurativas. Rogers fue el primero en prescindir
valores 4 . A su parecer, la tradición está en proceso de desintegra- del papel del mayor en la terapia, el primer «no-directivo». En
ción, las relaciones ancestrales en declive, la impersonalidad y el opinión de Rogers, la única tarea del psiquiatra consiste en estable-
anonimato en aumento; como resultado de ello, seríamos más libres, cer una empatia con su cliente y «reflejar» sus sentimientos en una
más tolerantes, más abiertos al cambio. Los psicólogos Warren atmósfera de interés y de calor. Debe evitarse toda reconstrucción
Bennis y Philip Slater se muestran menos eufóricos que Cox con e interpretación del pasado; lo que importa es el sentimiento que
respecto al crecimiento en las relaciones «rápidas» y, sobre todo, articula el cliente y que el psiquiatra clarifica en el momento pre-
subrayan un aspecto en su obra The Temporary Society: el curso
de las cosas es irreversible; así, pues, lo mejor que podemos hacer 5
Warren Bennis y Philip Slater, The Temporary Society (Nueva York
1968) 127.
4
3
Nena y George O'Neill, Open Marriage (Nueva York 1972).
Ibtd. ' Alvin Toffler, Future Shock (Nueva York 1970).
* Harvey Cox, La ciudad secular (Barcelona 31968). 1
Margaret Mead, Culture and Commitment (Garden City, N. Y. 1970).
416 J. N. Kotre La fecundidad humana 417

senté. El yo interior del cliente es considerado como fluido, siempre persona que se sienta en un «sillón caliente» de un grupo gestaltista
cambiante, en constante emergencia. Aunque la terapia centrada en se le prohibe sacar a colación su historia personal; los otros miem-
el cliente no es ni terapia rápida ni terapia de grupo, su filosofía bros del grupo participan como terapeutas o se convierten en el
y sus técnicas (y por supuesto también su fundador) fueron absor- alter ego del objetivo de la persona. Se emplea una forma de inter-
bidas fácilmente por el movimiento grupal. vención directa y agresiva para conocer los problemas de una per-
La educación de la sensibilidad tuvo su origen en la misma sona con la mayor rapidez posible, para que los saque a escena,
década que la terapia centrada en el cliente, y se fundamentaba para lograr que conozca en todo su dramatismo las fisuras y los
en la teoría de los campos de Kurt Lewin, otra corriente psicoló- fragmentos perdidos de su personalidad, de manera que le sea
gica de actualidad. La educación de la sensibilidad, sin embargo, posible (así cabe esperarlo) construir una totalidad (Gestalt) mejor
no llegó a convertirse en fuerza cultural hasta finales de los años que la que poseía antes. En este tipo de grupos se rechaza toda
sesenta, unas dos décadas después de su nacimiento oficial. Según responsabilidad de cara al futuro, ante lo que pueda ocurrirle a la
Kurt Back, el desarrollo del movimiento se fue entretejiendo, como persona después de la terapia. Perls escribía a este respecto: «Señor,
causa al mismo tiempo que como efecto, con la inquietud social si usted deseaba volverse loco, suicidarse, mejorar, transformarse
de los años sesenta. Finalmente, tomó arraigo en Estados Unidos, o tener una experiencia que cambiara su vida, eso es un asunto
mientras fracasaba en Europa, por la abundancia y riqueza de nues- suyo. Usted vino aquí por su propia voluntad libre» 10.
tra posguerra (teníamos tiempo para los grupos de terapia y dinero La terapia behaviorista, aunque tiene distintas raíces que la
para pagarlos), por la secularización de la sociedad (la decadencia terapia centrada en el cliente, la educación de la sensibilidad y la
de la religión tradicional produjo un vacío en las vidas de la gente) terapia de la Gestalt, coincide con ellas en que también se centra
y especialmente por la movilidad. Back hace notar que los centros en el presente. El behaviorismo, escuela netamente americana,
de educación de la sensibilidad y de grupos de encuentro arraigaron siempre ha subrayado que el hombre, cuando nace, es una tabula
en las regiones que recibían la migración interna de Estados Uni- rasa, una pizarra sin escribir, no marcada por las impresiones de las
dos, particularmente en los suburbios y en California9. Y ¿qué ofre- generaciones pasadas, capaz de recibir toda clase de inscripciones
cen a esta gente afectada por «el movimiento»? Una nueva forma producidas por el entorno. No obstante, las técnicas sobre la modifi-
ritual expresada en lenguaje científico que les permite regenerar cación de la conducta, que se extendieron rápidamente en la década
rápidamente las raíces quebradas y los lazos deshechos. Una posi- de los sesenta y setenta, se sitúan más allá de lo que ya había afir-
bilidad de recuperar la propia identidad, de lograr saber cómo mado Locke: los adultos de treinta o cuarenta años son actualmen-
«manejarse», incluso con un grupo de extranjeros. Una oportunidad te pizarras, si no en blanco, al menos susceptibles de ser borradas.
de desarrollar la propia capacidad para adaptarse a cualquier nueva El pasado no tiene ningún poder determinante; puede ser olvidado.
situación, para lograr una comunicación íntima en un problema. Una fobia, por ejemplo, no produce una estructura interna dura-
Por esta razón, el educador del grupo conduce a los participantes dera, no es síntoma de una enfermedad más profunda. Es simple-
de modo que reflexionen sobre sus experiencias pasadas y construye, mente una conducta abierta de que puede disponerse.
a modo de salidas, unas referencias al pasado y al futuro fuera del Una clara excepción de estas terapias del presente se encuentra
grupo. No deja de ser significativo que el lema del movimiento en el análisis transaccional, cuyo padre es Eric Berne, popularizado
«encuentro para la educación de la sensibilidad» sea aquí y ahora, por las obras Gantes People Play, l'tn OK-You're OK y Born to
y el título de la revista popular que informa de sus rápidos cambios, Win n . Realmente, cuando el análisis transaccional habla de los es-
Psicología boy. tados parentales y filiales del ego (casi equivalentes al superego y
Uno de esos cambios fue la terapia de la Gestalt, del último al id de Freud) reconoce la importancia de los «escritos» que trans-
Fritz Perls. Perls se conducía exageradamente como un superior porta una persona del pasado al presente. Sin embargo, en la prác-
—como un tirano, afirman algunos— con los grupos que dirigía;
10
sin embargo, su terapia es predominantemente co-fígurativa. A la 11
Fritz Perls, Gestalt Therapy Verbatim (Lafayette, California 1969) 75.
Erich Berne, Games People Play (Nueva York 1964); Thomas Harris,
l'm OK - You're OK (Nueva York 1969); Muriel James y Dorothy Jonge-
' Kurt Back, Beyond Words (Nueva York 1972). vvard, Born to Win (Reading 1971).
27
418 J. N. Kotre La fecundidad humana 419

tica el análisis transaccional es primo hermano de la terapia de los bas están de acuerdo en que el yo no tiene barreras. Por esta razón,
grupos de encuentro, de la terapia de la Gestalt e incluso de la te- la una afirma: dejemos al yo fluir pasivamente hacia la conciencia
rapia behaviorista; tiene poco o nada que ver con su padre teórico, cósmica. La otra afirma en cambio: dejémosle gustar activamente
el psicoanálisis clásico. Realmente, la pretención original de Berne de toda experiencia, convertirse en un impulso o en otro, «desarro-
era abreviar el proceso psicoterapéutico, eliminar los «juegos» per- llar» y «construir» su conciencia. La conciencia, ciertamente, nun-
judiciales del cliente más que remodelar la personalidad completa. ca se desarrolla en una dirección que permita recuperar las expe-
La popularidad del análisis transaccional, según mi opinión, lo mis- riencias antiguas, ya que el pasado debe evitarse a toda costa. Tam-
mo que la de las otras nuevas terapias, se debe a su compatibilidad poco se admite que el desarrollo sólo pueda producirse mediante
con una clientela co-figurativa, desarraigada del pasado, centrada so- la autoimposición de unas fronteras que aten a la persona y le pro-
bre el presente y con unas actitudes de transitoriedad cada vez más pongan una meta que superar.
acentuadas. El yo sin fronteras, infinitamente cambiante, de la psicología
Cari Rogers ha proclamado la esperanza que estas nuevas téc- humanista viene a ser realmente paralelo al yo vacío e incognosci-
nicas terapéuticas ofrecían a la clase media bien educada, opulenta ble del behaviorismo, a pesar de que la psicología humanista se
y políticamente de izquierdas. Ante un grupo de graduados del So- considere distinta del behaviorismo. El yo situado «en el modo
noma State College habló de un hombre nuevo surgido de los «gru- behaviorista» compra en el supermercado de los valores humanos
pos de encuentro, de la educación de la sensibilidad y de los llama- lo que necesita (o lo que está de moda) ese año: mejor funciona-
dos grupos-T». El hombre nuevo «reconoce que vivirá su vida hacia miento sexual, menos angustia, menos peso, mayor capacidad de
el exterior principalmente a través de unas relaciones de carácter afirmación o cualquier otra cosa. Este tipo de yo asume inconscien-
temporal y que debe ser capaz de establecer contactos rápidamente. temente que no tiene permanencia alguna, ningún substrato fisioló-
Debe tener capacidad para abandonar estas relaciones íntimas sin gico que afecte a sus propios rasgos, ninguna experiencia pasada
excesivos conflictos ni dolor» 12. Siente desconfianza hacia el matri- que deje huellas indelebles. No existe ninguna identidad, ninguna
monio como institución, hacia la religión como institución y hacia estructura interna en torno a la cual ir marcando unas fronteras del
la educación como institución. Su cultura es como un «capullo» ce- ego, que le permitan decir a la hora de vivir la vida «yo soy de esta
rrado contra el que pugna por romper y liberarse. «Liberado» del manera, yo no soy de aquella manera». La psicología humanista nos
pasado, se siente «transformado» por la experiencia interpersonal, habla constantemente del yo, recordándonos que podemos perderlo
por la meditación, por las drogas: por el presente. o desarrollarlo. El behaviorismo ignora el yo. Pero ambos, explícita
El hombre nuevo de la psicología popular no sólo es un experto o implícitamente, predican las virtudes de un yo fluido, sin límites,
en relaciones temporales, no sólo está «liberado» del pasado, sino incapaz de elección, incapaz de lealtad hacia algo que esté fuera de
que cree ser portador de un potencial humano ilimitado. Una vez sí mismo.
que ha abandonado «el capullo» de la tradición y las barreras de Aun cuando Slater admite en The Temporary Society que re-
las relaciones íntimas permanentes, nada le parece imposible. sulta difícil «imaginar el modo de integrar la educación de los niños
Los gurús orientales le dicen que las fronteras que le separan de en los sistemas temporales» 13, los psicólogos no suelen caer en la
todo lo demás son ilusorias, que su yo tiene que llegar a sumergir- cuenta de que su hombre nuevo es un eunuco espiritual. No puede
se en una conciencia cósmica. Los gurús occidentales, en cambio, permanecer vinculado a un solo objetivo, espiritual o físico, el tiem-
insisten en el aspecto contrario: tiene que afirmar, desarrollar y po suficiente para ser padre espiritual o físicamente. Al haber per-
completar su yo; utilizando las palabras de Fritz Perls, «ocúpese dido el sentido de la continuidad histórica, es incapaz de identificar-
usted de su tarea y yo me ocuparé de la mía». Sin embargo, existe se con sus antecesores o con la posteridad y queda reducido a la
una semejanza curiosa entre la psicología humanista transpersonal meta de un autodesarrollo físico. Aunque Slater habla del poten-
del Oriente y la psicología humanista asertiva del Occidente. Am- cial ilimitado del género humano, su yo sin fronteras es tan disper-
so y borroso que no puede producir energía creadora.
12
Cari Rogers, The Versan of Tomorrow, en Gwen B. Carr, Marriage " Warren Bennis y Philip Slater, The Temporary Society (Nueva York
and Family in a Decade of C han ge (Reading 1972) 6. 1968) 93.
420 J. N. Kotre La fecundidad humana 421

En honor de la psicología hay que decir que ha dedicado un nieblas existentes entre el Cielo y la Tierra, los empujan y separan,
esfuerzo considerable a los niños y trata de buscar la atmósfera más y así llegan a ver la luz del día por vez primera. Los indios de Ca-
adecuada donde poder desarrollarse. También ha facilitado la libe- lifornia dicen que el mundo fue hecho por una tortuga que se su-
ración de los individuos respecto a aquellas experiencias del pasado mergió en el fondo del mar en busca de un poco de lodo y por una
que merecían abandonarse y les ha ayudado a enfrentarse con la paloma que encontró un grano de harina; el lodo y la harina se
situación de fluidez resultante. Sin embargo, yo desearía que la psi- combinaron y se convirtieron en la tierra, cubierta de semillas y
cología empezara a enseñar otras «habilidades» (como la estabili- frutos. Los judíos y los cristianos hablan de un Dios que llena un
dad, la lealtad, la fidelidad y el deber) y que descubriera de una vacío eterno con el solo poder de su palabra y ordena a sus criatu-
vez que el único yo capaz de creatividad y generatividad es un yo ras fructificar, multiplicarse y llenar la tierra. Estos relatos creacio-
limitado, contenido y enraizado. Problema completamente distinto nales vienen a afirmar que vivir en un mundo con plantas y ani-
es si la psicología se orientará alguna vez en esta dirección. males que se reproducen y ser fecundo uno mismo es un regalo con
que nos han favorecido las fuerzas del universo.
II También la religión incorporó siempre en sus ritos la experien-
cia del retorno a los «comienzos», al tiempo y al espacio sagrados
Según el antropólogo Clifford Geertz, la religión es un conjun- de la creación. La experiencia del contacto renovador con las raíces,
to de símbolos que crea en los hombres motivaciones y modos muy de quedar purificados a base de vivir en el tiempo idealizado de los
duraderos proporcionando interpretaciones de la vida que les pare- ancestrales, es una experiencia de fecundidad. David Bakan sostie-
cen las únicas auténticamente válidas. La religión proporciona con- ne que Sigmund Freud concibió las ideas del psicoanálisis en un
vicciones en torno a problemas como el nacimiento, la muerte, la momento de su vida en que se sintió rechazado por el mundo gen-
intimidad y la naturaleza al afirmar que creer en tal verdad o ac- til de la ciencia y, por eso, retornó al hogar, en sentido psicológico,
tuar de esta otra manera es vivir en armonía con una realidad fun- a la cultura mística de los judíos. Esa cultura consideraba a los se-
damental. La psicología sirve de fundamento a una actitud par- res humanos religiosamente, como Freud «descubrió» que eran en
ticular frente a la vida al afirmar que es «saludable», y la religión un contexto secular 14.
al afirmar que esa actitud está acorde con lo que «realmente» son De manera semejante, las gentes que yo estudio, religiosas o
las cosas. Después de haber subrayado algunas actitudes de la psi- no, son personas que mantienen un fuerte sentido de vinculación
cología reciente ante la fecundidad humana, me gustaría ahora pa- con sus orígenes y no dudan aproximarse a ellos.
sar a interrogar de manera específica a la religión. ¿Qué recursos La concepción de la fecundidad que refleja la Humanae vitae
posee la religión (en concreto, qué recursos tiene el sistema de es sin duda abierta; pero en su tradición parental hay símbolos ca-
símbolos judeocristiano) para generar los modos y motivaciones que paces de fundamentar la fecundidad en el sentido más pleno de la
alimentan esa fecundidad? ¿Qué capacidad tiene para garantizar palabra. Indiquemos algunos.
las convicciones sobre la vida humana que contrastan con las de
la psicología del hombre nuevo? 1. ha fidelidad exigente de Yahvé.—La relación que Yahvé
quiere establecer con su pueblo es una relación de carácter perma-
La imaginación humana ha asociado siempre estrechamente la nente, exclusiva y leal. Apenas es una relación «abierta». En el Si-
divinidad y la fecundidad. Todas las cosmogonías de la tierra, todas naí Dios dice a los hebreos: «Yo soy el Señor, tu Dios... No ten-
esas narraciones míticas que nos hablan de la naturaleza de las co- drás otros dioses rivales míos» 15. Dios plantea unas exigencias y
sas contándonos sus orígenes, son relatos sobre la generación de la hace unas promesas; instaura una alianza. En términos psicológicos
vida. Los indios del noroeste del Pacífico afirman que una mujer se fijan unas «fronteras». Según atestiguan el Antiguo Testamento
se transformó en la tierra: los árboles y la hierba son sus ca- y el Nuevo, no siempre se cumplen las promesas ni se respetan
bellos; la arcilla, su carne; las rocas, sus huesos; los manantiales, las fronteras. Sin embargo, la alianza (el «marco» o las «reglas fun-
su sangre. Los niños brotan de ella, de ella sacan su alimento y fi- 14
nalmente retornan a ella. Los polinesios describen los inicios como David Bakan, Sigmund Freud and the Jewisb Mystical Tradiíion (Prin-
un coito entre el Cielo y la Tierra; los hijos, confinados en las ti- ceton, N. J. 1958).
15
Ex 20,2-3.
422 J. N. Kotre La fecundidad humana 423

damentales» de la relación) se replantea y se ratifica una y otra vez. cesores y sucesores. En contraste con la postura adoptada por la
En el Antiguo Testamento, Dios es un rey que castiga las viola- Wumanae vitae, los administradores consideran sus procesos de re-
ciones de las fronteras; en el Nuevo Testamento es un Padre que producción como parte de una herencia que debe ser utilizada y
acoge misericordiosamente a los pródigos que se extravían más allá controlada teniendo en cuenta el bienestar de la posteridad.
de esas fronteras. En ambos Testamentos es indispensable el marco, 3. La labor de poda.—El administrador trata la naturaleza
la estructura de la relación; crea la confianza que permite desarro- como un granjero su huerto. El respeto no exige permitir que los
llar el amor. Aceptar la relación entre Yahvé y su pueblo como pro- árboles crezcan desordenadamente. Exige podarlos y limitarlos, a
totipo de las relaciones humanas equivale a afirmar que la seguridad veces en gran medida, de manera que produzcan una cosecha abun-
de la fidelidad —la convicción de que el otro estará siempre ahí, a dante.
tu lado— es algo consustancial a la intimidad del yo. Esta fidelidad En el evangelio son frecuentes las metáforas sobre la producti-
no es la «relación positiva incondicional» de la terapia centrada en vidad y se trata con poca tolerancia la esterilidad. El árbol que no
el cliente, porque se trata de una fidelidad que pone condiciones, produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. El reino de los
plantea exigencias e insiste en cierta intimidad de relaciones. Yo cielos les será arrebatado a los sumos sacerdotes y escribas y será
me atrevería a indicar que la seguridad de tales límites constituye dado a otros que produzcan frutos. Jesús maldice una higuera que
la plataforma para una verdadera intimidad que luego dará paso a sólo tenía hojas, aunque no era tiempo de higos, y ésta se seca y
la generatividad. muere. Y el mismo Jesús se compara a una viña, de la que sus dis-
2. El hombre, un administrador.—Mi colega Patrick Dobel cípulos son sarmientos y su Padre viñador. «Todo sarmiento mío
ha mantenido recientemente un debate con los ecologistas que afir- que no da fruto lo corta; los que dan fruto los limpia para que den
man que el mandamiento del Génesis de dominar la naturaleza ha más. Vosotros estáis ya limpios». A los discípulos se les manda «ir
llevado a la explotación abusiva de los recursos de la tierra por y dar fruto que permanezca» 17. Para que esto sea así deben perma-
parte del hombre occidental16. Dobel estima que una exégesis del necer en contacto con la vid y ser podados. Si se quiere ser fecun-
Antiguo Testamento pondría de manifiesto que el hombre no es do, no se puede crecer sin limitación.
señor absoluto de la naturaleza, sino su administrador. Sólo Dios 4. Paternidad espiritual.—La Iglesia católica ha sido durante
es dueño de la tierra. La ha confiado a la humanidad «para todas mucho tiempo el hogar de «padres» y «madres» que son célibes y
las generaciones» y ha establecido unos límites estrictos para su uti- no tienen hijos. Tales símbolos de paternidad espiritual revisten
lización. Considerando las cosas desde la perspectiva de las pará- gran importancia en períodos en que es un imperativo restringir el
bolas del buen administrador y de los talentos, las sucesivas genera- crecimiento de la población al tiempo que se alimentan sentimien-
ciones no deben limitarse a conservar la propiedad de Dios, sino tos de fecundidad. ¡Qué ejemplo de generatividad nos ofrece una
que también han de mejorarla. El mundo no debe ser abandonado persona como la Madre Teresa, de la India!
en su estado natural; debemos trabajar sobre él y controlarlo para Aunque no he estudiado directamente la tradición del celibato
el progreso de la humanidad. Es preciso manejar con economía sus en la Iglesia, me extraña el énfasis tan acentuado que se está po-
recursos y no agotarlos; debemos transmitirlos en condiciones me- niendo en la paternidad y maternidad espirituales en las exposicio-
jores que las que tenían en el momento de recibirlos. nes que están apareciendo. (La obra de Donald Goergen The Sexual
Los seres humanos que se consideran administradores adoptan Celibate apenas decía nada sobre estos símbolos arquetipos del ca-
ante su vida personal una postura muy distinta de la del hombre tolicismo) 18. Optar por el celibato equivale a proponerse unos lí-
nuevo de la psicología actual. Creen que su vida no es propiedad mites en orden a poder dedicarse más a los hombres. Constituye
suya, sino de Dios. Si la vida es algo recibido, es algo que final- un acto de poda de sí mismo que resulta un enigma para quienes
mente debe transmitirse. Por consiguiente, los derechos a la au- extienden su conciencia en todas las direcciones.
torrealización están moderados por los deberes para con los prede- 5. La eucaristía.—El relato de Juan sobre la Ultima Cena co-

16 17
Patrick Dobel, Resources and Stewardship: A Christian Response to Jn 15,2-3 y 16.
18
Ecology: «The Christian Century» (12-X-1977) 906-909. Donald Goergen, The Sexual Celibate (Nueva York 1974).
424 J. N. Kotre La fecundidad humana 425

mienza con la comprobación por parte de Jesús de que ha llegado telectuales, emotivos y morales del catolicismo americano conflui-
su hora. La perspectiva de la muerte, una muerte que ampliará la rán para servir de base al impulso divino de fecundidad que ac-
fidelidad de Yahvé, eleva a lo sublime su preocupación en favor de tualmente constituye una fuente de tanta ambigüedad. Será preciso
la posteridad. A través del simple gesto de compartir el pan y el fomentar, controlar y reorientar tal impulso y asignarle su puesto
vino, Jesús transmite su vida a los otros. adecuado en el sexo. Para conseguir todo esto, los católicos ame-
En la eucaristía, Cristo se transmite simbólicamente de gene- íicanos tienen que beber mucho en las riquezas del sistema judeo-
ración en generación, de tal forma que sus seguidores han podido cristiano de símbolos desarrollando su experiencia personal en las
durante milenios volver a los comienzos, participar en su propia comunidades parroquiales de esta tierra de inmigrantes.
creación y alimentarse con la persona de su fundador. El rito cen-
tral del cristianismo es garantía de continuidad y generatividad a [Traducción: J. J. DEL MORAL]
través de los tiempos. Reafirma que somos administradores, no
propietarios, de la vida personal.
El catolicismo americano se compone no solamente de símbolos
como estos que hemos descrito, sino también de experiencias que
pueden parecer simplemente accidentales. Por lo que a mí respecta,
mi experiencia consistió en la de una persona que crece en una fa-
milia y en un barrio urbano donde la mayoría de la gente compar-
tía la misma concepción de la vida. Nadie hablaba de religión, pero
todo el mundo realizaba actos religiosos. Formaba parte del am-
biente. Me tocó vivir en una cultura «posfiguratíva», rígida cierta-
mente e incapaz de cambio, pero no opresora (al menos donde yo
viví). Todo el mundo se conocía. Cuando era niño podía entrar sin
previo aviso en la mitad de las casas de la calle. En una dirección,
una manzana más allá de mi casa estaba la colina negra, detrás de
la escuela parroquial donde jugábamos al baloncesto. Una manzana
más allá, en dirección contraria, estaba la escuela católica de bachi-
llerato y un gran campo de césped verde, donde constantemente
jugábamos al baseball y de donde las monjas, constantemente tam-
bién, nos echaban. Era un entorno seguro, limitado, arraigado. Yo
sabía cuál era mi lugar. Había mucha gente, muchos «padres» y
«madres» y «hermanas» a quienes les agradaba o desagradaba, pero
con cuya palabra contaba siempre.
Este conjunto de factores no era ni solamente católico ni sola-
mente americano; pero modeló las vidas de muchos católicos ame-
ricanos de mi generación. Cuando me trasladé de ese entorno al
que actualmente habito (el mundo móvil, secular, cofigurativo de
la opulencia psicologizada), no pude menos de sentir, en alguna par-
te de mis entrañas, que había perdido algo de valor. Y ahora de-
fiendo las relaciones limitadas, la vinculación con el pasado, el yo
con fronteras, la fecundidad, porque, al hacerlo, recupero de algu-
na manera mis comienzos personales (por supuesto, idealizados).
Tengo, pues, la esperanza de que los recursos espirituales, in-
Religión y ciclo vital 427
WILLIAM C. McCREADY
ra. Lo cual no es demasiado tiempo para llegar a ser alguien y ha-
RELIGIÓN Y CICLO VITAL cer algo importante.
¡Cómo me gusta recordar los días de mi niñez,
aunque ya hayan pasado dieciséis lustros y tres años! I. INFANCIA
Me traen las dulces alegrías de la juventud,
porque los niños alegres son lo mejor de la ancianidad. Erikson (1950) amplió los estudios de Piaget sobre el apren-
dizaje y defendió que la niñez es un tiempo en el que se adquiere
El Bardo de Armagh o no la confianza fundamental. Los niños pequeños realizan un
gran proceso de investigación mediante mecanismos tales como mi-
Los jóvenes crecen; pero, aunque cambien en muchos aspectos, rar fijamente o agarrar, pero sabemos muy poco de lo que tales ac-
subsisten importantes elementos de continuidad a través de los tividades significan para los mismos niños (White, 1975). También
ciclos de su vida. Hablar de «ciclos» no es del todo correcto, pues- sabemos, por estudios realizados sobre niños de corta edad y sus
to que los hombres no se repiten á sí mismos. Tal vez sería mejor familias, que éstos reconocen a la madre antes que al padre y que,
pensar en términos de «historias», esas etapas o fases por las que aunque alguien trate de engañarlos mostrándoles su propia imagen
pasamos en nuestro recorrido desde el nacimiento hasta la muerte. junto con una grabación de la voz de la madre, los niños de tres
Este artículo trata de ver cómo nuestro paso a través de los perío- semanas pueden ya descubrir el engaño (White, 1975).
dos de la vida ilumina las cuestiones religiosas que nos planteamos. Los niños hacen toda una serie de pruebas para descubrir hasta
Una cantidad cada vez mayor de datos sociológicos han comenzado qué punto pueden confiar. La prueba puede consistir en violar unas
a precisar el contenido de esas etapas. Los datos obtenidos originan normas para ver qué castigo les aguarda, o engañar a los padres u
problemas de naturaleza religiosa: cómo los individuos integran el otros adultos para ver si se dan cuenta. Los límites dependerán de
conocimiento evidente de su condición mortal dentro de sistemas hasta dónde la mala acción sea castigada y los adultos no se dejen
de símbolos interpretativos. Tal conjunto de símbolos no es algo engañar.
meramente superficial: es como una realidad inmediata en sustitu- Los niños incapaces de encontrar esos límites o los que tropie-
ción de la realidad última incognoscible. El antropólogo Clifford zan con límites demasiado severos tienen muy alterado su sentido
Geertz ha dicho que el hombre está suspendido en una red de sím- básico de confianza. Algunos sociólogos han demostrado las trágicas
bolos trabados entre sí, y esta urdimbre se modifica a través del consecuencias que ha tenido para la infancia la violencia en el
ciclo vital (Geertz, 1975). Las redes de símbolos se estructuran Ulster: los niños de ese país han perdido todo su sentido de segu-
de acuerdo con la realidad última, si bien no la sustituyen. ridad (Fields, 1972). A consecuencias análogas han llegado los que
El dicho de que la muerte y los impuestos son las únicas cosas han estudiado las áreas urbanas con alto índice de criminalidad.
seguras en la vida no vale del todo para quienes son tan ricos que Estos niños se despiertan a mitad de la noche temerosos de que
pueden acudir a un abogado especializado en evasión de impuestos. alguien los mate o los secuestre. Ya no confían en la capacidad de
Pero la muerte es otro problema. Los humanos se distinguen de los adultos para protegerlos.
todas las demás especies porque saben de antemano que van a La confianza que los teóricos de la personalidad afirman ha de
morir. Las otras criaturas pasan alegremente por la vida sobrevi- inculcarse en la niñez tiene un parecido notable con esa fe ele-
viendo día a día, hasta que les llega el fin. Esto no les causa an- mental en la gratuidad del ser en que se fundamenta la creencia
siedad. Los hombres, por el contrario, emplean mucho tiempo dan- religiosa. Esto no significa que la fe germina en la infancia espon-
do vueltas a la idea de que la vida es muy transitoria, aun cuando táneamente o que los niños que no tienen confianza no pueden
hoy sea relativamente larga. Un cálculo aproximado nos arroja los creer; simplemente señalamos una conexión. El problema del niño
siguientes datos: restando el tiempo dedicado a comer y dormir, y consiste en saber si su supervivencia será bastante segura como para
suponiendo que la actividad independiente en las sociedades tec- permitir su desarrollo. Después de todo, cuando alguien se siente
nológicas comienza alrededor de los veinticinco años, el hombre tan indefenso como un niño, la supervivencia durante cierto tiempo
medio dispone de unos cuatrocientos meses para hacer lo que quie- es un verdadero problema. El problema de la fe es el mismo: ¿es
428 W. C. McCready Religión y ciclo vital 429
posible la supervivencia, aunque existan testimonios de muerte a el de las niñas. Otro estudio, que utilizaba técnicas diferentes, en-
nuestro alrededor? contró que los símbolos del padre eran más complejos que los de
Bettleheim (1975), en su estudio sobre el valor de los cuentos la madre, y consiguientemente los utilizaban los adolescentes y
de hadas en la moderna literatura infantil, dice que las narraciones niños mayores con más frecuencia como representaciones de Dios
que fomentan la creencia de los niños en lo imaginario y fantástico (Vergote-Aubert, 1972). El estudio del modo en que los progenito-
son muy útiles para promover realmente el desarrollo de la confian- res promueven la tipificación sexual de sus hijos ha subrayado igual-
za en el futuro: «El niño siente que no está solo en el mundo de mente la importancia del padre en tal función (Block, 1971). La
su fantasía, sino que éste es compartido por la persona que él ne- tipificación sexual es el proceso por el cual el individuo asume cier-
cesita y más ama. Bajo tales condiciones favorables, los cuentos de tas características masculinas o femeninas como más apropiadas que
hadas proporcionan al niño un entendimiento intuitivo y subcons- otras. Un estudio sobre la socialización religiosa entre grupos espe-
ciente de su propia naturaleza y de lo que su futuro le puede de- cíficos (no ya en un muestreo genérico) detectó también que la
parar, si él desarrolla sus cualidades. Percibe que ser hombre sig- función del padre era excepcionalmente importante (Weigert-Tho-
nifica tener que aceptar desafíos difíciles, pero también encontrarse mas, 1970). El posterior análisis de estos datos particulares con-
con las más maravillosas aventuras. dujo a la sospecha de que los padres que ejercían mayor grado de
control sobre sus hijos desarrollaban una mayor efectividad en el
campo de la socialización religiosa, al margen de cualquier apoyo
II. ADOLESCENCIA
emocional.
Según Erikson y otros que han escrito sobre las etapas de la Para el adolescente, la socialización parece estar estrechamente
vida, la adolescencia es una continuación del problema de «fe» ligada al padre y a la percepción del mismo (pero cuidado: conta-
planteado durante la infancia. El niño se pregunta qué es el mundo mos con muy escasa información sobre las familias de un único
y qué será para él; el adolescente se pregunta qué es él mismo y componente parental, aunque, a partir del estudio de familias fun-
qué será de él. A esta edad, el hombre trata de responder al pro- cionales de negros, existen indicios de que en tales casos el único
blema de «¿quién soy yo?». Otra diferencia es que los niños se componente parental puede desempeñar ante los niños funciones
preguntan quién es Dios, y los adolescentes quiénes son ellos. duales [Hill, 1975]). Esto se aplica en particular a la socialización
La adolescencia es un subproducto de la sociedad industrializa- religiosa. Este hecho puede considerarse como una continuación
da originado por el alto nivel de especialización que se exige para del problema de confianza planteado en la niñez: la fe está estrecha-
actuar en esta sociedad y contribuir a su desarrollo. Son necesarios mente relacionada con la confianza en la gratuidad del ser y en la
prolongados períodos de escolarización y desempleo, y éstos dan seguridad de supervivencia durante la infancia. En el período de
lugar a la formación de grupos de adolescentes. Y es dentro de es- la adolescencia, la fe se encuentra estrechamente relacionada con la
tos grupos donde se configura la cultura adolescente. A los adoles- definición de sí mismo, que comienza a surgir en la relación padre-
centes les gusta tratar entre sí y comunicarse sus más íntimos pensa- hijo.
mientos, al paso que les disgusta contar a los adultos lo que pasa en La razón por la cual el padre resulta más importante que la
el grupo. Sin embargo, esto no significa que no presten ninguna madre durante este tiempo tal vez se deba a la complejidad de la
atención a los mayores. imagen del padre a que antes hemos aludido. La madre es una sim-
El estudio de los mecanismos de socialización religiosa se han ple y directa imagen de supervivencia conectada con el alimento
centrado en los adolescentes, en parte porque cuentan ya con la y abrigo. El padre está relacionado con la seguridad y definición
edad suficiente para contestar preguntas. Haciendo un estudio so- de sí mismo, y para el niño y el adolescente resulta mucho más di-
bre los católicos americanos, descubrí que los padres eran más crí- fícil de entender. Sin embargo, al comprenderse y distinguirse con
ticos que las madres respecto al desarrollo de la religiosidad de sus respecto a esa función, el adolescente lleva la confianza, e implíci-
hijos (McCready, 1972). También observé que las relaciones pa- tamente la fe, un paso adelante y las relaciona no sólo con el mundo
rentales influían en el desarrollo religioso de los niños, pero no en exterior, sino también con el mundo interior de su identidad. Una
manera de responder el adolescente a la pregunta: «¿quién soy yo?,
430 W. C. McCready
Religión y ciclo vital 431
¿qué me sucederá?», es la siguiente: «yo soy creyente y, por tanto,
estoy salvado». otras. El amor y la intimidad exigen una opción sencillamente por-
que no es posible desarrollar y nutrir la requerida sensibilidad con
todos. La elección de carrera y la orientación en la vida exigen se-
III. JUVENTUD guir unos caminos y abandonar otros. La juventud es la edad en
Erikson dice que la tarea del joven consiste en aprender a crear que los individuos necesitan elegir entre las alternativas que se les
una relación de intimidad entre él y otras personas. Dicho de otro ofrecen, pero de hecho se presenta como si fuera cada vez más la
modo, el joven se pregunta: «¿con quién puedo contar además de edad en que uno se siente más solo. No es posible hacer con éxito
mí mismo?». A esta edad comienza a desmoronarse la cultura uni- una opción importante en el vacío. El joven tiene que sacar fuer-
forme, porque los grupos son demasiado grandes para que cada zas de su relación con los que han tenido que decidirse antes; pero
miembro sienta que puede contar decisivamente con cada uno de si a la generación presente se les niegan estas ayudas, se apoderará
los otros en cualquier asunto importante. Mientras en las etapas an- de ella la indecisión.
teriores el tema religioso era la fe, en ésta es el amor. Otro psicoanalista (Coles, 1966), escribiendo sobre su profe-
Un estudio psicoanalítico sobre los jóvenes ha arrojado mucha sión, decía: «Una infancia triste vivida casi con orgullo y revivida
luz en torno a los problemas y dificultad que encuentran al intentar largo tiempo procurará al artista la tenaz perspectiva que ahora
entablar relaciones íntimas. El núcleo de estos problemas parece posee en su trabajo. Supongo que lo mejor que a veces puede hacer
ser su dificultad para descubrir que pueden contar con otras per- el psicoanálisis es ayudar a la gente a vivir en suficiente intimidad
sonas fuera de sí mismos, sin chocar con ellas (Hendin, 1975): con su pasado; a aprender a usar su fuerza, no simplemente a cono-
«A causa de este despecho ha surgido una generación de jóvenes cer los detalles».
que tratan de detener sus propios impulsos románticos ante la sos- El aprender a usar la fuerza del pasado personal depende ínti-
pecha de que la intimidad puede terminar en desastre. Si los padres mamente de la seguridad de si se puede o no contar con alguien
de esta generación esperaron tal vez demasiado, los jóvenes de hoy cercano que tenga cuidado de nuestra sensibilidad. Antes de que
llevan camino de convertirse en una generación sin esperanza. Es uno pueda amar en el presente, debe resolver si fue o no amado
una generación que se caracteriza por la convicción de que la in- en el pasado. Frecuentemente los jóvenes no son religiosos porque se
timidad es peligrosa; de que para vivir sin problemas hay que re- distancian de las instituciones de la religión; pero es que necesitan
ducir la propia sensibilidad o combatividad a lo imprescindible que responder a algunas cuestiones religiosas muy elementales antes de
requiera la supervivencia. Parecen sugerir que no hay nada que es- que se hagan completamente adultos.
perar. No se puede pedir menos».
Los estudios de Hendin sugieren que los problemas de fe o IV. ADULTEZ
confianza, que comienzan en una fase temprana del desarrollo, no
son realmente serios hasta que no surge la dificultad de amar. Los Si la pregunta del joven era «¿con quién puedo contar, y qué
jóvenes esperan encontrar alguien con quien puedan compartir su me es posible hacer?», la del adulto es «¿quién cuenta conmigo
identidad y alguien con quien puedan contar en todas las situacio- y qué haré?». A los adultos les preocupa el mundo. Toman deci-
nes, hasta que descubren que la intimidad se ha convertido en un siones y trabajan, crían hijos y se preocupan del futuro. El corre-
campo de batalla en el que no se puede consolar a nadie. La de- lato religioso de esta época es la compasión. Los adultos necesitan
cepción los conduce al reducto de la autocompasión y del narci- tomar conciencia de las necesidades ajenas y atenderlas lo mejor
sismo. que puedan.
Los jóvenes se preguntan también: «¿qué es lo que puedo ha- En un libro sobre la crisis de los hombres de mediana edad,
cer?». Tanto esta pregunta como la cuestión de en quién poder con- el cuidado de los demás y la preocupación por el bienestar de la
fiar implican opciones por parte del individuo. Entre todas las per- propia familia aparece como una fuerza importante que amarga la
sonas que es posible conocer y entre todas las cosas que es posible vida de muchos hombres (Sheehy, 1976). Hombres a quienes se ha
hacer, el individuo tiene que comenzar por escoger algunas y dejar tenido como afortunados y que ellos mismos se han juzgado como
tales descubren que no pueden seguir soportando la carga y, de re-
432 W. C. McCready 433
Religión y ciclo vital
pente, cambian su estilo de vida arrojando por la borda las respon- incapacidad para afrontar la mortalidad, la sociedad no ha querido
sabilidades que les salen al paso, para aliviar las tensiones que se tratar ni de la vejez ni de la muerte. Sin embargo, los modernos
han acumulado. El peso aparentemente terrible de tomar decisio- terapeutas e investigadores nos dicen cada vez más que la vejez es
nes tanto personales como profesionales acaba con ellos, y optan simplemente otra época de la vida y que debemos valorarla como
por una vida donde las decisiones se consideran innecesarias y don- tal. La tarea del anciano es reflexionar sobre el pasado y considerar
de se puede «vivir al día». la inminencia de la muerte y lo que ella significa. Butler ha señala-
Otros estudiosos han observado que, más bien que una crisis do que la revisión de la vida entre los ancianos es un fenómeno uni-
de la edad madura, se da un período de reevaluación y de revisión versal que se remonta hasta Aristóteles (Butler, 1963). El balance
(Clausen, 1972). Se trata de una edad en la que se hace inventa- del adulto se convierte para el anciano en una búsqueda de sentido.
rio y se planifican los restantes años. Sin embargo, en la medida en El proceso de reflexión sobre el pasado y de búsqueda de su vali-
que esta edad —defínase como crisis o revisión— se preocupa de dez es al mismo tiempo preparación para el desconocido futuro de
la propia identidad, significa una regresión al período anterior de la muerte y un ejercicio de esperanza, correlato religioso de la vejez.
la adolescencia. El adulto ha logrado su identidad y debe ser capaz El comportamiento religioso entre los ancianos deja de centrar-
de recurrir a su pasado personal para pasar de la preocupación por se en los aspectos ritualistas sociales para ocuparse de las actitudes
sí mismo a la compasión o preocupación por los otros. Sólo recien- y sentimientos religiosos y el sentido de la fe. Kuhlen ha resumido
temente se ha demostrado algún interés en la investigación de la los estudios relativos a este punto diciendo que, excepto en la asis-
edad adulta, probablemente porque hemos dado por supuesto que tencia a la Iglesia, todos los otros índices de interés y actividad
era la fruición lógica de las etapas anteriores. Pero también es cier- religiosos se incrementan con la edad, hasta llegar a la extrema vejez
to que los asuntos no se hacen objeto de investigación si no plantean (Kuhlen, 1962). Cuando se aproxima el fin de la vida los hombres
alguna clase de problemas; es muy raro que estudiemos un aspecto se clasifican a sí mismos en dos grupos, según se sientan o no pre-
no patológico en la vida. parados para morir (Kubler-Ross, 1969). Los que tienen menos
A juzgar por la información que tenemos sobre el comporta- ansiedad son también los que demuestran mayor convencimiento
miento de los adultos en nuestra sociedad, podemos aludir a dos sobre su supervivencia después de la muerte y mayor preocupación
hechos que apoyan la idea de que la religiosidad y la adultez son por los que dejan tras sí.
al menos compatibles. En un estudio sobre los valores religiosos, La esperanza no consiste en mirar a través de un cristal de color
el autor de este trabajo y un colega encontraron que se daba una de rosa, sino en reconocer la tragedia y admitir que la realidad es
elevadísima correlación entre el bienestar psicológico o felicidad y buena a pesar de esta tragedia. En un estudio dedicado a medir la
el haber tenido por lo menos una experiencia mística (Greeley- esperanza entre otras dimensiones de la religiosidad descubrí que
McCready, 1974). En otro estudio, varios investigadores del NORC los ancianos tienden a tener menos esperanza que los hombres de
detectaron que la educación religiosa estaba en correlación con los mediana edad, si bien los que proceden de familias religiosas se
tipos de actitudes sociales que se podrían llamar «compasivas», inclinan a tener más esperanza que el promedio de su grupo (Mc-
tales como la tolerancia racial y el apoyo a la justicia social (Greeley- Cready-Greeley, 1976). Ser su signo de esperanza no es fácil, y mu-
McCready-McCourt, 1976). Por consiguiente, parece que para el chas personas no pueden mantener esa esperanza con el correr de
adulto los sentimientos religiosos no solamente no son algo malo, los años. La enfermedad crónica y el deterioro físico son en la an-
sino que pueden ser muy positivos como refuerzo de las empresas cianidad graves obstáculos para la esperanza. Pero esto es también
que el adulto, en virtud de su propia función, debe emprender. lo más importante que los ancianos pueden aportar en la sociedad
a los jóvenes. Al concebir su pasado como un fondo generador de
V. VEJEZ esperanza, el anciano enseña al joven que los problemas de la ju-
ventud tendrán una respuesta positiva y que la capacidad de aven-
Hasta hace muy poco apenas si se había prestado atención a turas mencionada por Bettleheim puede ser una realidad. ¿Qué
esta etapa de la vida, dado que se la consideraba como la fase final. clase de hombres y mujeres necesitamos para que atraviesen con
Por razones que probablemente tienen que ver con nuestra propia éxito estas etapas de la vida y al final de la misma todavía tengan
28
434 W. C. McCready Religión y ciclo vital 435
suficiente fuerza para transmitir un mensaje de esperanza? ¿Qué ilc su vida. Para ser «lo mejor de la ancianidad» hace falta mucha
clase de hombres pueden ser sensibles a las dimensiones religiosas ternura y delicadeza a lo largo del camino. Cuando existen, las
de estas etapas y llenarlas de sentido? chipas de la vida pueden ser puntos positivos para la reflexión sobre
los símbolos y las posibilidades religiosos; pero cuando no existen,
CONCLUSIÓN esas mismas etapas se convierten en obstáculos, cada vez más altos,
hasta que la persona termina por sucumbir desesperada ante uno
En otro artículo anterior he defendido que la persona mejor
que no puede superar.
dotada para educar a los hijos en nuestro mundo moderno es la
que tiene una concepción andrógina sobre su propia sexualidad
(McCready-McCready, 1973). Se necesita de lo masculino y femenino BIBLIOGRAFÍA
de cada persona para comunicar el apoyo y estímulo que los niños
requieren en su desarrollo. El cristianismo da pruebas de esta lícttleheim, B., The Uses of Enchantment: «New Yorker» (8-XII-1975).
Block, J., Conceptions of Sex Role. Some Cross Cultural and Longitudina
forma de conciliar las diferencias de la experiencia humana. San Perspectives. Ponencia presentada en Bernard Moses Lecture del Institu-
Pablo y el Evangelio de Juan hablan positivamente de la androginia to para el desarrollo humano de Berkeley, Universidad de California
como una característica de la perfección espiritual. Jesús vendría (1975).
a decir que el reino de Dios llegará cuando «dos sean uno, los de Butler, R., The Life Review. An Interpretation of Reminiscences in the
Aged: «Psychiatry» 26 (1963) 65-76.
fuera sean como los de dentro, el hombre y la mujer no sean hom- Clausen, J., The Life Course of Individuáis, en M. W. Riley (ed.), Aging and
bre ni mujer» (Doresse, 1958). Society (Nueva York 1972).
Los hombres capaces de manifestar los aspectos dulces y sose- Coles, R., Creativity, Leadership and Psychohistory, en The Mind's Yat
gados de su personalidad, y las mujeres capaces de desarrollar las (Boston 1966).
Doresse, J., Les livres Secrets de Gnostiques d'Egypt (París 1958).
facetas asertivas y autodirectivas de su voluntad se convertirán Erikson, E., Childhood and Society (Nueva York 1950).
en seres que atraviesan las etapas de la vida encontrando fe, amor, Fields, R., Prejudice, Hate and the Socialization Process-Children (1972
compasión y esperanza a lo largo del camino. La crisis infantil de Ponencia presentada a la American Psychological Association.
confianza e identidad hace posioie la fe; la crisis juvenil de lealtad Geertz, C, The Interpretation of Cultures (Nueva York 1975).
Greeley, A.; McCready, W., A Nation of Mystics?: «New York Times Ma-
e intimidad lleva al amor; la crisis adulta de preocupación y deci- gazine» (28-1-1974).
sión conduce a la compasión; y la reflexión sobre el pasado y la Greeley, A.; McCready, W.; McCourt, K., Catholics Schools in a Declining
crisis última de la muerte conducen al renacimiento por la esperanza. Church (Mission, Kansas 1976).
J-as personas educadas de acuerdo con modelos andróginos Hendin, H., The Age of Sensation (Nueva York 1975).
Hill, R., The Strengths of Black Families (Washington 1975).
serán capaces de poner en juego en cada una de estas etapas mas Kubler-Ross, E., On Death and Dying (Nueva York 1969).
recursos de su personalidad que las educadas de acuerdo con mo- Kuhler, R., Trends in Religious Behavior during the Adult Years, en L. C.
delos sexuales corrientes. La búsqueda de lo trascendente, de lo Little (ed.), Wide Horizons in Christian Adult Education (Pittsbure
que no podemos explicar con nuestra experiencia —la búsqueda 1962).
McCready, W., Faith of Our Fathers. Tesis doctoral no publicada (University
de Dios— es una búsqueda de unidad, ae algo que dé sentido a Microfilms 1972).
todos los fragmentos y aparentes contradicciones oe nuestras expe- McCready, W.; McCready, N., Persistencia de la práctica religiosa: «Conci
riencias. La personalidad andrógina pueae acercarse mas a la ima- lium» 81 (1973) 58-70.
gen de esta unidad, a la totalidad sonada e importante que está McCready, W.; Greeley, A., The Ultímate Valúes of the American Popula
más allá de nosotros mismos, y comenzar a ser un testigo de esta tion (Beverly Hills, Cal. 1976).
Sheehy, G., Passages (Nueva York 1976).
realidad. Vergote, A.; Aubert, C, Parental Images and Representations of God- «So
La estrofa de la canción irlandesa citada al comienzo de este cial Compass» 19 (1972) 431-444.
artículo dice que «los niños alegres son 10 mejor de la ancianidad». Weigert, A.; Thomas, D., Socialization and Religiosity. A Cross-Nationa
Study of Catholic Adolescents: «Sociometry» 33 (1970) 305-326
Ser alegre no es una cosa lacii para un mno si la autodirección White, B., The First Three Years (Cambridge, Mass. 1975).
asertiva es el único papel que se le ha presentado en las etapas
[Traducción: M. OLIVA]
Longevidad humana y vida familiar 437
TERESA A. SULLIVAN
l (liciones demográficas afectan a la extensión de tiempo que se vive
LONGEVIDAD HUMANA Y VIDA FAMILIAR y que permite participar en asociaciones íntimas, así como a la
cantidad de personas que pueden establecer contactos profundos.
Somos profundamente conscientes de nuestra vida personal, del Aunque la perspectiva que ofrece la demografía no basta para
tiempo que tenemos adjudicado desde el nacimiento hasta la muerte. comprender la intimidad, sus implicaciones y aplicaciones resultan
Marcamos los hitos del viaje del nacimiento a la muerte sirviéndonos útiles.
de nuestras relaciones humanas más significativas. Los padres, La perspectiva desde una única vida resulta distorsionada por-
los compañeros de infancia, los esposos, los amigos y nuestros que se centra en la singularidad de nuestras vidas y tiempos per-
propios hijos marcan las etapas de nuestra vida. La mayoría de los sonales. Esa perspectiva es egocéntrica y al mismo tiempo etnocén-
hombres tiene experiencia de gran parte de este tipo de relacio- irica. En este artículo voy a tratar de desarrollar la perspectiva
nes. Lo que llamamos el «ciclo de la vida» es un concepto abstracto demográfica y las ideas que ofrece sobre las relaciones durante
que trata de compendiar las cadencias regulares del esquema de el ciclo vital para después demostrar que las relaciones mismas
relaciones y responsabilidades a lo largo del período vital de las pueden considerarse integradas por ciclos vitales.
personas con una longevidad media. La extensión de la vida limita
el ciclo vital.
Cuando las relaciones se tornan problemáticas, cuando las fa- LA PERSPECTIVA DEMOGRÁFICA
milias se enredan en disputas, cuando los porcentajes de divorcia- Los límites prácticos de la vida humana nos obligan a depender
dos siguen aumentando, nos vemos tentados a recordar los míticos de instituciones tales como el matrimonio, la educación, la religión,
«buenos días pasados» de la armonía familiar y de la estabilidad el Estado y la economía. Las instituciones permanecen, mientras
marital. Sin embargo, todos los ciclos vitales tienen sus dificultades que los individuos pasan. Los valores humanos se aprenden, se
características. Los siglos precedentes no fueron probablemente elaboran y se transmiten a través de las instituciones. Nuestras
la «edad de oro» de las relaciones íntimas. Las dificultades actuales relaciones humanas más profundas suelen estar enmarcadas en
para las relaciones humanas aparecen con mayor relieve porque la nuestro contexto institucional; la mayoría de nosotros somos cons-
mayoría de la gente puede permitirse hoy el lujo de buscar rela- cientes de nuestros vínculos institucionales.
ciones íntimas. Podemos disponer del «lujo» de relaciones íntimas Tanto las vidas de los individuos como las instituciones están,
porque se ha producido una revolución pacífica en el tiempo medio a s-u vez, insertas en una colectividad más remota, la población
que transcurre entre el nacimiento y la muerte, porque ha crecido humana. Al igual que una institución, la población permanece
la longevidad2. Los estudios demográficos sobre natalidad y morta- por encima de las generaciones, a pesar del nacimiento y la muerte
lidad —nacimiento y muerte— nos proporcionan una idea sobre de sus miembros individuales. A diferencia de la institución, la
la. calidad de vida lograda entre ambos puntos extremos. Las con- estructura de la población está determinada por los nacimientos
1 y las muertes, por la natalidad y la mortalidad \ La estructura de-
María Luchesi Ring me ha proporcionado una valiosa ayuda en materia
de datos estadísticos. Agradezco las observaciones y comentarios que me han mográfica es el fundamento de toda vida social, el cual permite
hecho una serie de sociólogos y teólogos, especialmente Harley L. Browning, o limita la actividad. La tasa de nacimientos y muertes determina
David Burrell, C. S. C ; Anne Carr, B. V. M.; Andrew Greeley, Philip M. el número de niños que deben ser educados, el número de ancianos
Hauser, John y Ann-Marie Kotre, Michael McGarry, C. S. P.; Jacques-Marie que hay que sostener, el número de mujeres en edad nubil. Estas
Pohier, O. P.; Dudley L. Poston y A. Van Eiff.
2
Entiendo por «longevidad» lo que los demógrafos llaman «expectativas estructuras demográficas determinan la escena de las actividades
de vida». La expectativa de vida al nacer era en 1974 en Estados Unidos de institucionales: escuelas, hospitales, matrimonios. Las instituciones
76,6 años para las mujeres y 68,9 para los hombres. Debemos distinguir este repercuten a su vez sobre la estructura dmográfica al proporcionar
concepto del «período de vida», que es la longitud máxima de vida que regis- el marco para los nacimientos y muertes.
tra un miembro de una especie. Más claramente, el período vital lo alcanzan
unos pocos individuos. En los salmos, el período vital se resume en setenta
años, «ochenta si se tiene buena salud». En la actualidad, el período vital está 3
Esto también debe aplicarse a los subconjuntos de la especie humana,
algo por encima de los cien años, si bien se discute la cifra exacta. tales como la nación, la migración.
438 T. A. Sullivan Longevidad humana y vida familiar 439

Coincidiendo con el final del siglo xvn, empezó a producirse de nacimientos y muertes se situaban probablemente alrededor de
en Europa una serie de cambios de población de gran alcance. Las cuarenta nacimientos y muertes por cada millar de población al
cifras de mortalidad comenzaron a descender. Los individuos no año (el índice bruto de nacimientos en Estados Unidos era en 1974
podían apercibirse de este cambio: desde la perspectiva de la vida el 14,9; y el índice de muertes era el 9,2). Dado el equilibrio de
particular de una persona, podía atribuirse simplemente a la buena muertes y nacimientos, los demógrafos lo denominan a veces situa-
suerte el hecho de que sobrevivieran hasta la edad adulta más hijos ción de «alto equilibrio». Sin embargo, los índices de mortalidad
de lo normal. no siempre eran constantes; fluctuaban con los períodos de hambre
No obstante, la subestructura demográfica subyacente a las y epidemias.
estructuras comenzó a cambiar, y las instituciones respondieron, Los núcleos pequeños de población siempre se encontraban ante
una vez más, lentamente. En el curso del tiempo, las condiciones la posibilidad de un aniquilamiento total, debido a que tenían
cambiaron a tres niveles, pero cada período de cambio fue diferente pocos excedentes económicos y estaban a merced de distintos de-
en cada uno de esos niveles. Los cambios de población de largo sastres naturales. En semejantes condiciones ayudaban a asegurar
alcance se produjeron muy lentamente; los reajustes institucionales la supervivencia de la comunidad un índice elevado de fecundidad
vinieron más tarde, en un lapso de tiempo un poco más breve. y las familias numerosas. Una familia de muchos hijos aumentaba
La vida de los hombres, aunque más larga que antes, era todavía las posibilidades de que al menos unos pocos hijos sobrevivieran
relativamente corta, de suerte que podían pasar desapercibidos la hasta la edad adulta. No obstante, los intereses de la comunidad
mayoría de los cambios de población. Después de la Segunda Gue- y los de la familia entraban muchas veces en conflicto. Puede lo-
rra Mundial, cuando muchas naciones desarrolladas empezaron a con- grarse una gran fecundidad tanto si se casan la mayoría de las mu-
tabilizar los cambios demográficos en relación con la duración de jeres y cada una tiene unos pocos hijos como si sólo se casan pocas
la vida humana, el retraso en la adaptación que exigían la demogra- mujeres y tienen muchos hijos. En la situación de gran equilibrio
fía y las instituciones era evidente y penoso. En los países desarro- era corriente el último caso, porque eran muchas las jóvenes que
llados, donde la adaptación había sido gradual, los demógrafos e his- morían antes de dar a luz. La continuación de la sociedad requería
toriadores empezaron a preguntarse cómo había sido la vida antes un gran número de nacimientos, pero con frecuencia esto constituía
del descenso de la mortalidad. un desastre para la familia, que se veía obligada a estirar más todavía
sus recursos. El caso podía ser aún peor; la «inversión» en hijos
podía perderse si los hijos no superaban la edad infantil. De aquí
1. Vida corta y control social se desprende que no es sorprendente que el aborto y el infanticidio
probablemente estuvieran (y estén) difundidos en muchas socieda-
¿Cómo era la vida familiar antes de aumentar la duración de la des de gran fecundidad.
vida humana? Las pruebas directas que poseemos son fragmenta- Ryder (1973) esquematiza algunas consecuencias derivadas de
rias, pero los demógrafos han confeccionado una serie de tablas la situación de gran equilibrio para unas familias hipotéticas. Em-
sobre la vida según los distintos niveles de mortalidad. Combinando plea como modelo una tabla de vida (West-3; Coale y Demeny 1966)
estas tablas sobre la vida con algunos presupuestos un tanto sim- en la que la esperanza de vida de los varones que nacen es de 25.
plificadores sobre la edad al contraer matrimonio y la proporción En este régimen de mortalidad, más de la mitad de las mujeres
de matrimonios, puede reconstruirse una especie de historia sinté- no alcanza los 15 años. Las que llegan a los 15 años, cuentan con
tica sobre la experiencia familiar. Aunque esta técnica no presenta la posibilidad de seguir viviendo hasta los 34,2 años. Las posibi-
una sola vida de familia, proporciona un cuadro general sobre las lidades de vida de un varón desde su nacimiento se situarían en
condiciones de la vida familiar bajo las condiciones de una morta- los 22,9 años. De cada 100.000 niños varones que hayan nacido
lidad determinada. vivos, alcanzarán los 15 años poco más de 46.000; y los que hayan
La mayor parte de las vidas humanas se han producido en unas llegado a los 15 años tendrán expectativas de vivir hasta los 32,6
condiciones de elevada fecundidad y de alta mortalidad, siendo muy años. Ryder parte del presupuesto de un sistema monogámico donde
escaso el crecimiento de la población. Los porcentajes en bruto las mujeres se casan a los 20 años y los varones a la edad de 25.
440 T. A. Sullivan Longevidad humana y vida familiar 441

La duración media del matrimonio sería sólo 12 años. En el trans- más al control y a la coacción que al sentimiento. El gran número
curso de 25 años, de cada 100.000 matrimonios contraídos, sólo de nacimientos pudo agravar esta situación o, al menos, diluir la
sobrevivirían 21.832 parejas. Habría 38.100 viudas y 30.068 viu- calidad de la interacción padre-hijo.
dos. Si la sociedad no lo prohibiera, probablemente se daría un alto Aunque no podamos documentarlo, cabe suponer que la situa-
índice de segundas nupcias. ción de gran equilibrio condujo a un control social general y rigu-
La pérdida de las hijas que morían en la infancia y la vida roso. La sociedad con grandes cotas de nacimientos y grandes índi-
extremadamente corta de las personas que sobrevivían y llegaban ces de mortalidad, agravada por la limitación de los recursos eco-
a ser padres implicaba que las parejas procreadoras necesitaban nómicos y por un entorno hostil, fomentó lo que Durkheim llamó
tener 6,48 hijos para garantizar que una hija viviera hasta la edad «solidaridad mecánica». Los elementos conservadores y de precau-
de la reproducción. Si combinamos las predicciones del modelo ción pudieron tener su origen en tales circunstancias demográficas.
de años-vida de padres e hijos es posible computar el número de Paradójicamente, aunque nosotros en nuestra experiencia personal
años que los padres e hijos vivirían juntos en el hogar paterno. podemos asociar el conservadurismo con la edad avanzada, en los
Según los cálculos actuales, desgraciadamente era por un tiempo siglos pasados pudo ser la respuesta a unos índices muy altos de
muy corto, desde 10,5 años para las madres-hijos hasta 9,2 para los mortalidad infantil.
padres-hijas.
¿Cuáles son las consecuencias de esta situación familiar por lo 2. Desequilibrio: crecimiento rápido de la población
que se refiere a la educación de los hijos y a la intimidad del hogar?
Parece probable que los hijos tenían, por término medio, una per- El desequilibrio se produce cuando el índice de mortalidad des-
manencia relativamente corta con sus padres. La mayor parte de los ciende rápidamente, aun cuando el índice de fecundidad permanezca
contactos con los padres tenían lugar mientras los hijos eran muy constante o caiga lentamente. Cuando el índice bruto de muertes
jóvenes. Tenían muchas menos posibilidades de desarrollar una y el índice bruto de nacimientos no se equilibran ya mutuamente,
relación madura y adulta con los padres o de observar cómo los la diferencia se llama crecimiento (o descrecimiento) natural. Una
padres se desenvolvían ante los complejos problemas humanos. tasa bruta de natalidad de 40 con una tasa bruta de mortalidad
Muchos hijos adoptarían sus modelos funcionales de comportamien- de 10 produciría un crecimiento del 3 por 100 al año. Teniendo
to adulto fuera de su familia inmediata; también pudieron conservar en cuenta que la población crece de acuerdo con una fórmula de in-
una imagen infantil del poder de la figura paterna. La socializa- terés compuesto modificado, un índice de crecimiento constante
ción, acentuada durante breves períodos de tiempo, debió de refor- del 3 por 100 significaría que la población se duplicaría en vein-
zar las obligaciones y sanciones sociales. En algunos casos se dejó titrés años. Sin embargo, a esta situación se le llama de «desequili-
la socialización probablemente a los sustitutos de los padres, si bien brio», precisamente porque los demógrafos estiman que esta clase
había poco dinero o pocas comodidades para ampliar la educación. de crecimiento no puede mantenerse por mucho tiempo. No hay
En estas circunstancias, el mandamiento «honra a tu padre y a tu acuerdo cuando se trata de precisar por cuánto tiempo se puede
madre» se reducía con demasiada frecuencia al mandato de honrar * mantener tal crecimiento.
la memoria de los muertos. Los índices de mortalidad descienden en primer lugar entre
Desde la perspectiva de los padres, debieron de producirse tenta- los niños y, por consiguiente, el efecto inmediato del descenso de
tivas de limitar el gasto en manifestaciones sentimentales, al menos mortalidad es una población más joven. Como la mayor parte de
hasta la edad en que los hijos ya hubieran sobrevivido al peligro los niños que sobreviven viven para casarse y reproducirse, se
de la gran mortalidad infantil. Lo cual no supone que los padres acentúa la juventud de la población. Los demógrafos suelen admitir
carecieran de sentimientos o fueran indiferentes hacia sus hijos, que el descenso en los índices de mortalidad se produjo muy lenta-
aunque Shorter (1976) hace observar que la limitación de las ma- mente en Europa y se debió a la higiene moderna, a los transportes,
nifestaciones emotivas pudo influir en una mayor mortalidad infan- comunicaciones, alimentación y medicina pública. En los países en
til. Aries (1962) y otros historiadores de la familia han señalado proceso de desarrollo, por otra parte, el descenso de la mortalidad
que el trato de los niños en los siglos pasados estaba orientado fue consecuencia inmediata de la importación a gran escala de salud
442 T. A. Sullivan Longevidad humana y vida familiar 443
pública y tecnología agrícola de los países occidentales. Podríamos cantidad de tiempo que tales hermanos van a pasar unos en otros en
afirmar que la inmensa mayoría de las naciones de América Latina, la casa paterna. En la situación de desequilibrio, los hermanos pa-
Afíica y Asia se encuentran en situación de desequilibrio demográ- sarían 17,3 años viviendo juntos, comparados con 9,9 en la situación
fico. En algunos de estos países, el índice de crecimiento se aproxi- de gran equilibrio. Los hermanos más mayores y las hijas más
ma al 2 por 100 al año (un índice constante más elevado resulta jóvenes pasarían 17,7 años en una situación de desequilibrio, y sólo
sospechoso; con frecuencia obedece a datos no fiables). 10,4 años en una situación de gran equilibrio. Además, teniendo
La experiencia que tenemos de Europa nos muestra que los en cuenta que son más los niños que sobreviven, en la situación de
índices de fecundidad descendieron después que cayeron los índices desequilibrio aumenta enormemente el número de combinaciones
de mortalidad. La fecundidad no descendió de manera uniforme posibles entre los miembros de la familia.
en todos los sectores de población, ni tampoco descendió a un ¿Qué consecuencias lleva consigo el desequilibrio demográfico
índice uniforme en los distintos países. Con el tiempo se alcanzó un por lo que respecta a la calidad de las interacciones humanas? La
nuevo «equilibrio bajo», con un número de nacimientos y muertes disponibilidad de tiempo para ejercer la interacción humana y la
casi en equilibrio nuevamente, pero a un nivel bajo. El descenso variedad de las relaciones primarias que posibilita la vida de hogar
de la fecundidad se debió al influjo de una variedad de factores: se acrecientan a medida que es mayor la longevidad. Por otra parte,
mayor edad al contraer matrimonio, inferior proporción de matrimo- un elevado número de hijos no independizados perjudica los recur-
nios, mayor empleo de métodos anticonceptivos. Las razones de la sos económicos de la familia; en estas situaciones debieron adoptar-
mayor edad al casarse, de la menor nupcialidad y demás factores se duras medidas para decidir qué hijos serían dotados con los
son mucho más complejas. El menor número de hijos por pareja escasos recursos disponibles. En Europa, la situación económica
no fue resultado directo del descenso de la mortalidad, sino que se condujo al abandono de niños, al infanticidio y a crueles aprendiza-
filtró a través de una serie de cambios institucionales. Algunos de jes en edad temprana. Bandadas de niños hambrientos e inexpertos
estos cambios, a su vez, reflejaron las oscilaciones demográficas. plagaban las ciudades industriales europeas. Actualmente se regis-
Entre éstos cabe citar la organización de la tierra y los derechos tran parecidos problemas en las ciudades de Latinoamérica. Para
hereditarios, la urbanización, el alza de las nuevas ocupaciones in- este tipo de niños se presentan desoladoras las perspectivas de re-
dustriales, la colonización del Nuevo Mundo y otros. laciones estrechas con adultos. Por otra parte, dada la rapidez de la
¿Qué efectos produce la situación de desequilibrio en la vida industrialización, urbanización y desarrollo económico, cabe la po-
familiar? Ryder elabora estas condiciones utilizando los mismos sibilidad de «lanzar» a estos niños a una serie de empresas arries-
presupuestos simplificadores que empleó en el caso del matrimonio. gadas. El riesgo que se afronta puede reducirse a nivel de individuo
Con una posibilidad de vida a la hora de nacer de 60 años para (puede recurrir á la familia en caso de fracaso), mientras que se
las mujeres (56,47 para los varones), 75.000 parejas de cada 100.000 amplían las oportunidades para toda la familia. Si uno triunfa y se
casados sobrevivirían al menos 25 años. Ryder da por supuesto hace rico, puede llevarse a los miembros de su familia con él. El
que los niveles de fecundidad no han descendido todavía, lo cual crecimiento económico es una variable crítica a la hora de valorar
significa que sobrevivirían hasta la edad reproductora alrededor las consecuencias del desequilibrio. Una de las controversias más
de dos hijas por madre. Los años conjuntos de la experiencia padres- acaloradas en la actualidad entre los demógrafos consiste en saber
hijos se elevaría dramáticamente a 20,5 para las madres-hijos y 17,1 hasta qué punto el rápido crecimiento de población acelera por sí
años para las madres-hijas; a 19,8 años para los padres-hijos y 16,7 mismo o impide la expansión económica.
años para los padres-hijas (las hijas viven menos años en el hogar
porque se supone que su edad para contraer matrimonio es inferior
a la de los hijos). 3. Situación de equilibrio con índices bajos
Estos rasgos modélicos indican una calidad distinta en la in- En esta situación se mantienen a bajo nivel tanto el índice de
teracción familiar, en razón de su duración y de la rivalidad de los muertes como el de nacimientos. El índice de nacimientos puede
hermanos. Muchos de éstos vivirán en el hogar y se disputarán la fluctuar con el ciclo de los negocios; sin embargo, el volumen de
atención y el cuidado de sus padres. Es interesante comparar la una familia ya terminada se mantiene por debajo de cuatro o más
444 T. A. Sullivan Longevidad humana y vida familiar 445

en la situación de desequilibrio. Si aceptamos los mismos presu- diferencia de longevidad entre los hombres y las mujeres y, por
puestos sobre el matrimonio, las parejas casadas pasarán una mayor tanto, puede ser normal una viudedad más prolongada.
proporción de sus vidas sin hijos en el hogar. Aumenta el número ¿Cuáles son las consecuencias de semejante situación? El índice
de años-persona para la interacción padre-hijo y se eleva también bajo de fecundidad cambia drásticamente la distribución de las ac-
el número de años-persona para la interacción entre hermanos. En tividades de las mujeres adultas. Viven mucho más tiempo, dan
cambio decrece el número de posibles combinaciones de los elemen- a luz y crían menos hijos. Estos dos hechos, considerados por sí
tos por haber menos elementos por familia. solos, pueden explicar en gran parte la inquietud existente entre
las mujeres, los índices crecientes de participación como fuerza de
EDAD MEDIA DEL CICLO VITAL (CUADRO HIPOTÉTICO) trabajo y su mayor insatisfacción con la rígida distribución de fun-
EN LOS ACONTECIMIENTOS MAS IMPORTANTES DE LAS ciones entre los sexos. Las antiguas prescripciones anejas al papel de
MUJERES DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX esposa-esposa deben considerarse inadecuadas no sólo porque la
Y SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX mujer tiene más oportunidades de trabajar fuera del hogar, sino
también porque la cantidad de tiempo que pasa con su marido
NACIMIENTOS es con toda probabilidad mucho más largo.
Una vida individual más duradera lleva a cambiar el centro de
1846-18?} 1946-1955 atención del ciclo vital humano al ciclo vital marital. Los estadios
(6 niños) (2 niños) que aparecen en el cuadro pueden considerarse como un ciclo en la
medida en que el desarrollo individual constituye un ciclo. ¿Expe-
Primer matrimonio ... 22,0 20,8 rimenta el matrimonio monógamo algunas tensiones anormales
Nacimiento del primer niño 23,5 22,3 cuando los maridos y las esposas pasan solos en casa veinte años?
Nacimiento del último niño 36,0 24,8 En el amplio horizonte de la historia resulta raro un período largo
Primer matrimonio del último niño 58,9 47,7 de «cuna vacía»; por eso no sería extraño que tal hecho creara
Muerte del esposo 56,4 67,7
Muerte de la mujer 60,7 77,1 dificultades a las parejas. Asimismo, las parejas pueden reducir
o eliminar completamente el período durante el cual tienen los
N. B. Tomado de Bañe (1976) 25. hijos en el hogar, lo cual dependerá de las decisiones que hayan
adoptado sobre el espaciamiento de los hijos o el número de los
El cuadro adjunto muestra la diferencia que cabría esperar en mismos.
el tiempo que las parejas casadas pasarían juntas, utilizando los
datos hipotéticos de Estados Unidos sobre los años 1846-1855 Estos cambios en la fecundidad y en la composición de la fa-
milia evidentemente afecta a la satisfacción de la vida matrimonal.
y 1946-1955. Los datos son meramente hipotéticos porque mezclan
Sobre la naturaleza de las repercusiones no hay aún unanimidad.
la. experiencia de un gran número de mujeres y no describen nece-
El año 1972, el Instituto Gallup realizó un muestreo entre los
sariamente la experiencia de una mujer concreta. El cuadro implica americanos y les preguntaba: «Un matrimonio normal suele pasar
ciertas presunciones sobre el espaciamiento de los hijos y sobre el por varias etapas durante el ciclo familiar desde la celebración'del
efecto de los datos incompletos. Sin embargo, resulta interesante matrimonio hasta el abandono del hogar por el último hijo. ¿Cuál
por lo que nos revela acerca del síndrome de la «cuna vacía». Las de las siguientes etapas piensa usted que es la más feliz?». Entre
mujeres nacidas durante el período 1846-1855 estarían ya viudas los varones blancos, el 45 por 100 de católicos y el 41 por 100
en el momento de casarse su hijo más joven. Únicamente habrían de no católicos dijeron que cuando los hijos iban a nacer; el 9
pasado 1,5 años solas con sus maridos. Las mujeres nacidas des- por 100 y el 11 por 100 respectivamente afirmaron que cuando
pués de la Segunda Guerra Mundial también viven 1,5 años con ya habían dejado el hogar todos los hijos. Entre las mujeres, el
sus maridos antes de nacer su primer hijo. Pero pasan con ellos 52 por 100 de católicas dijo que durante el período del naci-
otros 20 años tras el abandono del hogar por los hijos. De acuerdo miento; únicamente el 9 por 100 optó por el tiempo de la «cuna
con estos datos, la mujer podría esperar 10 años de viudedad. Datos vacía». Entre las mujeres no católicas, los porcentajes fueron del
más recientes del censo americano revelan que ha aumentado la
446 T. A. Sullivan Longevidad humana y vida familiar 447
50 por 100 y del 5 por 100 (Blake 1974). La mayor edad no parece te un período de tiempo, esta situación de vida puede afectar no
haber influido en la respuesta. Cabría esperar que, a medida que nos sólo al número de relaciones íntimas que se tienen, sino también
vamos acercando al síndrome de la cuna vacía, la gente trataría a la capacidad personal para construir relaciones íntimas. En todos
de manifestarse de manera optimista por este hecho. Sin embargo, estos sectores existe un interés vivo de investigación, pero los re-
es muy ligero el aumento que se registra entre los mayores que sultados son relativamente poco seguros.
responden a la encuesta indicando que la cuna vacía representa la
etapa más feliz.
En otra serie de estudios, sin embargo, los encuestados fueron INTIMIDAD: MAS ALLÁ DE LOS DATOS DEMOGRÁFICOS
clasificados según la etapa personal dentro del ciclo vital matri- La estructura demográfica permite o restringe ciertos tipos de
monial y de acuerdo con la felicidad personal que afirmaban haber marcos familiares. Si he utilizado los datos sobre estas estructuras
conseguido (no por la felicidad que atribuyeran a una familia hi- ha sido para reflexionar sobre cómo las condiciones y obstáculos
potética). En estos estudios, los encuestados respondieron que, de la intimidad pueden haber cambiado con las condiciones demo-
con muchísima probabilidad, su matrimonio fue muy feliz antes de gráficas. Puede afirmarse razonablemente que la inmensa mayoría
nacer los hijos o después de su marcha del hogar 4 . Las diferencias de las personas no ha vivido en condiciones tales que fomenten
de satisfacción en el ciclo vital del matrimonio no son muy grandes, unas relaciones abundantes y duraderas. Sin duda se dan excepcio-
y estos estudios son de carácter transversal y no longitudinal. (Los nes. Aun así, la «crisis de intimidad» que padecemos hoy puede
encuestados que afirmaron haber sido muy felices antes del naci- considerarse simplemente como una crisis debida a la desaparición
miento de los hijos podrían considerarse incluso más felices, si se de la «crisis de mortalidad infantil» y de la «crisis de epidemias».
les volviera a entrevistar, después de venir los hijos).
En esta parte querría dar un paso más partiendo de los datos
Estos resultados contradictorios indican que es prematuro ex- convencionales de la demografía, pero no desde el punto de vista
traer conclusiones sobre la satisfacción de la vida matrimonial; pero de los nacimientos y muertes. Hemos utilizado el ciclo vital hu-
parece significativo que la etapa que los americanos creen más mano como término análogo porque nos proporcionaba una serie
feliz es la que transcurre más velozmente. de conceptos provechosos. El ciclo de la vida familiar representado
Por lo que se refiere a los niños, la situación de equilibrio con en el cuadro constituye un ejemplo. Esta analogía implica que las
bajos índices les ofrece unas expectativas de unas relaciones pro- familias, al menos las familias de tipo nuclear, también mueren.
longadas y sumamente individualizadas que persisten perfectamente Según el modelo del cuadro, la familia muere cuando han muerto
hasta la edad adulta. El menor número de miembros en la familia ambos esposos. Sin embargo, las relaciones pueden morir también
permite que los padres hagan una gran inversión en sus hijos no sin que mueran las personas. Las familias de tipo nuclear, por
sólo de dinero y de bienes materiales, sino también de tiempo em- ejemplo, «mueren» en cierto sentido o, al menos, quedan heridas
pleado con sus hijos. Y esto probablemente sigue siendo verdad cuando tiene lugar un divorcio o un abandono. Hemos realizado
aun en el caso de que la madre opte por trabajar mientras los hijos grandes progresos en el «control de la muerte» haciendo que la
son jóvenes. Aunque algunos de los cuidados físicos que requieren mortalidad descienda. ¿Podemos disminuir el índice de mortalidad
como niños pueden realizarlos otros adultos, el niño compartirá, por de las relaciones humanas? A continuación sugiero algunas ideas
término medio, más tiempo con la madre durante la infancia tardía para la reflexión.
y los comienzos de la edad adulta.
En primer lugar, ¿cómo abordar el problema del riesgo y la
Otro de los efectos de dicha situación es el aumento de casas intimidad? Todas las relaciones humanas corren peligro. Se afirma
con una sola persona, que se produce bien entre personas jóvenes el valor de la intimidad a pesar de que, de hecho, la intimidad debe
que han decidido posponer su matrimonio, bien entre personas ma- terminar: por la muerte de la relación o por la muerte de las per-
yores que se han divorciado o han enviudado (Kobrin 1976). Duran- sonas. Nos enfrentamos con la opción de ampliar las oportunidades
de intimidad o de reducir las posibilidades de que se vea dañada.
* Véase Campbell, Converse y Rogers: Bañe (1976); Spanier, Lewis y Algunos parecen adoptar una postura general de tipo reduccionista:
Colé (1975). tienen miedo a casarse, temen tener hijos, sienten miedo a «com-
448 T. A. Sullivan Longevidad humana y vida familiar 449

prometerse». Pueden llegar a hacer explícita la imagen de la muerte: penar una función, particularmente si la función ha dejado de ser
«No quiero contemplar cómo crece una relación hermosa, y luego adecuada (como la del ama de casa en los suburbios o la del padre
envejece y muere». Semejante sentimiento pudo llevar a los padres ausente del hogar), tanto más puede irritar o ser motivo de friccio-
a reducir al mínimo su entrega emocional a sus hijos cuando el nes. Y en la medida en que nos relacionamos con otros sólo en el
índice de mortalidad infantil era alto. plano de nuestros papeles sociales, y no en un sentido más profundo,
Para lograr una vida emocional sana, hemos de aceptar algún tanto más arriesgado resulta cualquier cambio de papel. Por lo
riesgo en la intimidad. La decisión se torna más difícil en el caso que se refiere a las parejas de casados, los años siguientes a la
de las relaciones que comportan un alto riesgo. Cristo era muy crianza de los hijos ofrecen nuevas posibilidades, pero esas posibi-
conocido en su tiempo porque sus relaciones llevaban aparejado lidades pueden ser despreciadas si el cambio de funciones resulta
un «gran riesgo», como en el caso de amigos inseguros, Judas y demasiado arriesgado para intentarlo o si la nueva función, una
Pedro, y de los marginados sociales: pecadores, recaudadores de vez ensayada, produce una ruptura seria en el matrimonio.
impuestos y leprosos. Nos vemos más inclinados a animar a nuestros La «psicología pop» ha hecho tomar conciencia de que la vida
amigos a reducir la intimidad en las relaciones de gran riesgo, por de los individuos posee ritmos y etapas. Resultaría provechoso
ejemplo, en el caso de matrimonios de raza diferente o de distinta que comprendiéramos que las relaciones también tienen etapas o es-
religión. La relación de gran riesgo puede definirse como pecamino- tadios, unos producidos por mi desarrollo, otros producidos por tu
sa. Las instituciones tienden a reforzar el consejo convencional crecimiento y otros producidos por nuestro crecimiento conjunto. '
con determinadas actitudes (reflejadas en la frase «ya te lo decía yo») No todos estos estadios son agradables, porque las fricciones son
hacia quienes se arriesgaron en la intimidad y perdieron. Esto inevitables en todo tipo de relaciones. Pero es fundamental no con-
incluye a veces la aplicación de sanciones a uno de los cónyuges y a fundir una frialdad común en la relación con una enfermedad mor-
los divorciados. Y cabe la posibilidad más sutil de ignorar a los tal, no tratar de poner fin a una relación porque quizá se ha iniciado
viudos o afectados por la muerte de un pariente. un período de dificultades. Estos estadios o niveles de crecimiento
Muchas de nuestras ideas en torno al matrimonio fueron ela- siguen o acompañan frecuentemente a los cambios de funciones.
boradas antes de que se produjera el fenómeno del descenso de la Por esta razón, los extraños a la relación deben evitar proyectar
mortalidad. El énfasis en la procreación dentro del matrimonio sus expectativas personales y no aplicarlas a las relaciones de otros.
respondía, al menos parcialmente, al equilibrio precario de naci- Creo que esto tiene particular vigencia en los casos en que se juzga
mientos y muertes en la comunidad. Los matrimonios de gran riesgo «la vocación a la vida matrimonial» en función de la esposa ideal,
sólo venían a complicar una situación ya difícil; el divorcio, la se- del marido ideal y de los hijos ideales.
paración y la contracepción, practicados a gran escala, amenazaban Finalmente, debe considerarse la necesidad de reconciliación
la supervivencia de la comunidad. Esto ha dejado ya de ser verdad. y perdón en el seno de las relaciones. Si somos enemigos del riesgo
Por consiguiente, a nadie debe sorprender que ahora podamos re- a la hora de aceptar compromisos, quizá sea porque las consecuen-
considerar nuestras ideas en torno al matrimonio y a la sexualidad cias de no acertar en la relación han sido tan severas. No siempre
humana. Las relaciones de gran riesgo ya no constituyen una ame- estamos dispuestos a perdonar al otro y a comenzar de nuevo;
naza para la comunidad; así, pues, la comunidad puede considerar a veces preferiríamos pronunciar la sentencia de muerte sobre una
qué clase de riesgos es capaz de tolerar en el campo de las rela- relación en lugar de intentar resucitarla. Peor todavía, la comuni-
ciones. dad puede confirmar y condenar el fracaso de la relación aumen-
En segundo lugar debe considerarse de qué manera los con- tando la culpabilidad y soledad por encima del dolor que ya expe-
juntos de funciones y sus prescripciones, sean tradicionales o «mo- rimentamos. Tenemos en este caso una amplia percepción de la
dernos», interfieren o quizá bloquean las relaciones íntimas. Las muerte de las relaciones, pero no de la posibilidad de resucitarlas.
condiciones demográficas del mundo desarrollado permiten y esti- Un modelo del enfoque cristiano de la intimidad es la rela-
mulan a los hombres y mujeres a asumir nuevos papeles. No obs- ción del alma con Dios. El modo de acercarnos a Dios está influido
tante, una vida más larga puede significar que nos desborden por nuestro bagaje cultural: en una situación demográfica de equi-
nuestros papeles. Cuanto más tiempo creemos ser capaces de desem- librio alto, en la que los niños tenían escasa experiencia de sus
29
450 T. A. Sullivan

padres biológicos, el concepto de Dios como Padre probablemente PASTORA SAN JUAN CAFFERTY
significó algo completamente distinto de lo que podría significar
IGLESIA Y PLANES DE ACCIÓN PUBLICA:
hoy. Pero, prescindiendo del bagaje cultural que arrastramos en
nuestra contemplación del Creador, esa relación también supone LA NECESIDAD DE COMPETENCIA PROFESIONAL
un riesgo; exige crecimiento y cambio, muchas veces doloroso, así
como una garantía constante de perdón y reconciliación. Sin em- Las causas y efectos de los problemas sociales han constituido
bargo, a diferencia de muchas de nuestras relaciones, lleva apare- siempre la preocupación de una sociedad orgarúzada. El concepto
jada explícitamente la promesa de resurrección. La Iglesia, cuando de planificación social no es, por consiguiente, algo nuevo. Sin em-
anuncia la promesa de resurrección, debe desafiarnos a perder el bargo, la planificación social específicamente dirigida mediante ins-
miedo a la muerte: no sólo a la muerte de que se ocupan los de- tituciones organizadas es un concepto relativamente moderno. Las
mógrafos, sino también al riesgo de muerte que encierra la intimidad definiciones actuales de la planificación social van desde definiciones
humana. tan genéricas como «reflexionar sobre los problemas de la sociedad»
hasta actividades tan específicas como las «programaciones a plazo
fijo» \ Para los fines que pretendemos en esta exposición podemos
BIBLIOGRAFÍA definir la planificación como «un método para determinar la actua-
ción que permita conseguir ciertos desarrollos de manera equili-
Aries, Ph., Centuries of Childhood (Nueva York 1962). brada en favor de los mayores intereses de la gente que habita en
Blake, ]., Can We Believe Recent Data on Birth Expectations in the United una zona determinada» 2 . Esta definición del proceso de planifica-
States?: «Demography» 11 (febrero 1974) 25-44. ción hace posible afirmar que las distinciones entre planificación
Bañe, M. J., Here to Stay (Nueva York 1976).
Campbell, Á.-Converse, Ph.-Rodgers, W. L., The Quality of American Lije social, económica y física son sumamente artificiales porque no
(Nueva York 1976). pueden realizarse de manera eficaz una sin otra.
Coale, A.-Demeny, P., Regional Model Life Tables and Stable Populations La actuación pública es el conjunto de acciones del gobierno
(Princeton 1966).
Kobrin, F. E., The Fall of Household Size and the Rise of the Primary o de los organismos que operan en el sector público, y actuación
Individual in the United States: «Demography» 13 (febrero 1976) 127-138. social sería el conjunto de acciones públicas que se refieren directa-
Ryder, H. B., Influence of Changes in the Family Cycle upon Family Life: mente a las necesidades humanas.
Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, Conferencia sobre Sin embargo, a mi modo de ver, estas definiciones resultan
la Población Mundial (1974), Simposio sobre la Población y la Familia,
Honolulú (6-15 agosto 1974). cada vez más artificiales. Son las actuaciones públicas —tal vez nin-
Shorter, E., The Making of the Modern Family (Nueva York 1975). guna— que no tengan consecuencias sociales. Se trata del viejo pro-
Spanier, G. B.-Lewis, R. A.-Cole, Ch. L., Marital Adjustment Over the blema «cañones o mantequilla». La complejidad e interdependencia
Family Life Cycle: The Issue of Curvilinearity: «Journal of Marriage de las decisiones que afectan a la actuación o política pública se ve
and the Family» 37 (1975) 263-276.
dramatizada por la contabilidad fiscal. Únicamente un tesoro na-
[Traducción: J. J. DEL MORAL] cional puede respaldar tantos esfuerzos. Constantemente se hacen
opciones consistentes en distribuir el presupuesto entre los progra-
mas de gobierno. Tales opciones pueden ser implícitas o explícitas.
Eso no tiene importancia.
En la sociedad contemporánea, el cientificismo o valoración
indiscriminada de la tecnología ha sustituido a los juicios de valor
a la hora de determinar la política pública. Nuestra sociedad tecno-
lógica ha abdicado de la responsabilidad de determinar los valores
' Alfred J. Kahn, Theory and Practice of Social Planning (Nueva York
1969) 1.
2
Joseph Bunzel, Planning for the Aging: «Journal of the American
Geriatrics Society» 9 (enero 1961).
452 P. San Juan Cafferty
Iglesia y planes de acción pública 453
morales que subyacen a las decisiones políticas y la ha dejado
hora de definir los medios para alcanzar esos fines. De hecho, suele
en manos de los científicos, quienes miden la viabilidad o eficacia
darse una gran disparidad entre los fines que se propone la acción
de tales decisiones. La razón es obvia: la creciente complejidad
pública y el logro de los mismos.
de la sociedad y las encontradas exigencias de la actuación pública
hacen terriblemente difícil, si no imposible, determinar los valores Son múltiples las razones de la disparidad entre las metas esta-
morales absolutos de tales medidas. La complejidad y el conflicto blecidas por una sociedad, plasmadas en su retórica política y en los
obedecen a varios factores. Uno es la fluctuación de las estructuras preámbulos de sus leyes, y los planes reales de acción tendentes
de clase, que convierten la riqueza en medida internacional de clase; a la consecución de esas metas.
otro, el impacto que la tecnología ha producido en la tradición y en La elaboración y la realización de la política pública son muy
la cultura, creando una cultura «pop» internacional sin claras raíces complejas. Las actuaciones públicas suelen ser reacciones ante pro-
históricas; otro, el creciente desarrollo de las comunicaciones ac- blemas más que acciones para conseguir objetivos últimos. Esto no
tuales y su consiguiente influjo sobre los valores. No obstante, si sólo es verdad en el caso de sociedades relativamente democráticas
bien podría parecer más fácil que los sociólogos, en cuanto expertos, —en las que un proceso político determinado, al exigir el cambio
adopten decisiones de valor, resulta peligroso que el pueblo renuncie de los autores de los planes públicos, impide frecuentemente la pla-
a su derecho a emitir juicios morales. nificación a largo plazo—, sino también en las sociedades más re-
guladas. No existe sociedad que haya cumplido todavía un plan
Me atrevería a indicar que la Iglesia, por su misión de guar- quinquenal que haya conseguido con éxito sus objetivos. Y hay
diana de la fe y de la moral, tiene obligación de participar en la buenas razones para ello. La adopción de medidas públicas afecta
adopción de medidas públicas que afecten radicalmente a la vida directamente al individuo. Al mismo tiempo, la realización de un
humana. Pienso que la Iglesia, junto con el resto del mundo, ha plan de acción pública se ve afectado también directamente por los
abdicado de este deber, pero no siempre fue así. Hubo tiempos individuos que actúan solos o colectivamente en la sociedad.
en que la Iglesia, no los sociólogos, desempeñó una función im-
portante en la adopción de una política pública. Sin embargo, La clave para adoptar medidas públicas eficaces consiste en
la Iglesia es un reflejo de sus miembros, los cuales —confundidos conciliar tres factores: necesidades sociales, viabilidad política y
por la complejidad del mundo moderno y atemorizados por una prioridades de valores. Las necesidades sociales pueden determinarse
interpretación simplista de la separación entre la Iglesia y el Esta- de diversas formas porque existen medidas sociológicas y económi-
do— también han renunciado a participar en la creación y realiza- cas para medir los cambios y variaciones a partir de normas socia-
ción de los planes de acción pública. les establecidas. La viabilidad política suele verificarse en el mismo
momento de redactar los planes de acción pública porque los auto-
La mayor parte de las actuaciones públicas incluyen componen- res de tales planes (elegidos por muchos o por unos pocos) impiden
tes sociales y producen consecuencias sociales en cualquier sociedad, con gran frecuencia realizar lo que resulta políticamente inaceptable.
independientemente de su forma de gobierno. Por consiguiente, la El factor más difícil de determinar, y el que se suele abordar más
política pública debe responder tanto a las necesidades individuales precipitadamente, es quizá el de la prioridad de valores. Sin em-
como a las sociales. bargo, las decisiones políticas están siempre condicionadas por las
Las sociedades pueden diferir en la forma de armonizar los de- prioridades de valores.
rechos del individuo y los de la comunidad; en el modo de concebir
En el campo de las prioridades de valores es donde la Iglesia
el objetivo de la función del gobierno; en la manera de distribuir
puede —y debe— desempeñar una función importante. De hecho, la
los recursos individuales y comunitarios. Sin embargo, la mayor
Iglesia desempeña ya una función de relativa importancia en la
parte de las sociedades coinciden en que el objetivo de la política
adopción de medidas públicas en la mayor parte de las sociedades.
pública es definir y conseguir una calidad de vida aceptable para
Por definición, cualquier gran institución influye en la actividad
la comunidad. La calidad de vida puede definirse en función de
pública de manera implícita o explícita. Cuando la Iglesia interviene
muchos o de una pequeña minoría, pero las sociedades no suelen
implícitamente en política pública, lo hace sin tener en cuenta las
encontrar grandes dificultades para ponerse de acuerdo en los ob-
consecuencias de esas acciones en la actividad pública. Por ejemplo,
jetivos de los planes de acción pública. La dificultad surge a la
la Iglesia católica ha seguido en Estados Unidos la política de
454 P. San Juan Cafferty Iglesia y planes de acción pública 455

reducir la ayuda a la educación. Un influjo explícito de la Iglesia mente en el amplio espectro de la creación y realización de los pla-
católica en la política pública es una decisión deliberada que tiene nes de acción pública. El mismo volumen de la Iglesia como insti-
en cuenta el efecto que va a producir en los planes públicos. Por tución la convierte en una fuerza formidable ante las instituciones
ejemplo, la Iglesia, dentro del campo de su misión apostólica, ha públicas y privadas que modelan los planes de acción pública. Su
decidido conscientemente aumentar sus gastos económicos para la longevidad y continuidad, así como su poder financiero, la convier-
educación en países mayoritariamente no cristianos. Pienso que la ten en un gigante de las instituciones. A esto hay que añadir que
Iglesia, cuando influye implícitamente en la actividad pública, está es una institución que históricamente ha asumido la responsabilidad
desarrollando una función peligrosa; la razón es que, en tales casos, de configurar los valores morales.
la Iglesia actúa sin cuestionar la complejidad de los valores sub- Sin embargo, la Iglesia actual ha abdicado en gran medida
yacentes a toda actividad pública, tanto a la propia de la Iglesia de su responsabilidad de participar en la creación y realización
como a la de las instituciones públicas o gubernamentales. del amplio campo de los planes de acción pública. En cierto modo,
Ciertamente, la Iglesia como institución crea y lleva a cabo esto resulta comprensible porque la inmensa mayoría de las metas
actividades públicas que afectan profundamente a las vidas de sus sociales propuestas en los planes de acción pública son atrayentes,
miembros y definen a sus seguidores. Una historia esmeradamente aunque resulten muy conflictivas. Al mismo tiempo es relativamente
documentada de la actividad pública de la Iglesia confirma este fácil establecer los valores morales absolutos. Los planes de acción
punto; sin embargo, dejo el tema al debate de los teólogos e his- pública deben tender a crear una comunidad humana, y el esta-
toriadores expertos en la materia. Baste decir que la creación y rea- blecimiento de planes que definan la dignidad y la libertad consti-
lización de actividades públicas dentro de la Iglesia y las consecuen- tuye una tarea difícil.
cias de dichas actividades para los miembros de la comunidad ecle- En cierto sentido, la Iglesia contemporánea es un reflejo de la
sial reflejan estrechamente el proceso de los gobiernos seculares. renuncia del hombre moderno a buscar los valores morales en las
Me limitaré a referirme a la función con que la Iglesia influye en acciones de gobierno e instituciones públicas. Una sociedad cautivada
los planes de acción pública mediante decisiones internas o pro- por la tecnología renuncia al empeño de la opción moral con la
nunciamientos externos. Lo hago para demostrar que la Iglesia creencia —o quizá con la vana esperanza— de que los objetivos
tiene la responsabilidad de participar en la creación y realización sociales determinan por sí mismos las soluciones técnicas. Pero
de planes de acción de gran alcance que configuran a la sociedad no es así. El «cientificismo» es un influjo peligroso que lo invade
y afectan a los individuos. todo en esta era de la tecnología. Pretende demostrar que con ins-
La complejidad e interdependencia de las decisiones que afectan trumentos precisos para medir objetivamente evitaremos las metas
a los planes de acción pública se ve dramatizada por la contabilidad conflictivas y los medios confüctivos. Así, el experto en temas
fiscal. El tesoro nacional de un país sólo puede soportar determi- sociales viene a suplantar al especialista en filosofía moral, con desas-
nados esfuerzos. Es necesario realizar constantes opciones por el trosos resultados. La determinación de los valores ha sido suplan-
mero hecho de distribuir el presupuesto entre los programas de go- tada por una fe ciega —nacida de la ignorancia— en las ciencias
bierno. Estas opciones pueden ser implícitas o explícitas. Eso no sociales. Sin embargo, la ciencia social tiene que aportar una con-
importa. Sin embargo, hay que hacer una opción y operar a partir tribución: puede proporcionar la medida de las necesidades. Pero
de ella con el fin de crear un plan de acción pública. La no acción no debe sobrevalorarse la aportación que el científico puede hacer.
puede deberse a un «descuido ligero», pero es eso, un «descuido», Puede ayudar a medir la necesidad y a definir el problema. Pero
no una acción. Una sociedad únicamente puede mantener su ra- no puede definir la moral ni las prioridades de valores subyacentes
cionalidad frente a un conjunto de planes de acción pública si se a las decisiones de todo plan de acción pública.
fundamenta en la acción en lugar de la no-acción. En realidad, toda Esta función compete a la filosofía, la teología y la clasificación
decisión que afecta a la actividad pública produce un efecto en de valores. Los especialistas en filosofía moral disponen de mejores
cadena que afecta a otras muchas decisiones. Y cada una de estas instrumentos que los sociólogos para fijar una escala de valores.
decisiones afecta al individuo y a la sociedad. Estos son los instrumentos que debe aplicar la Iglesia para confi-
Por esta razón tiene la Iglesia el deber de participar activa- gurar todo el campo de los planes de acción pública.
456 P. San Juan Cafferty Iglesia y planes de acción pública 457

Martin Rein 3 , conocido analista americano de actividades socia- países respectivos y a su sistema político. Sin embargo, tal catá-
les, identifica seis estrategias de intervención para hacer posible logo nos permite establecer dos hechos. El primer hecho es que la
el cambio social. Voy a utilizar básicamente los seis puntos de Rein Iglesia, si ha de intervenir efectivamente en el proceso de los planes
y me tomaré la libertad de sustituir la frase «el individuo» por sus de acción pública, debe desarrollar sus estrategias efectivas de inter-
referencias a «los pobres». Lo hago de forma deliberada, puesto vención. Y sus estrategias no serán efectivas si no se adecúan a las
que el bienestar de la sociedad es la meta legítima de todos los realidades políticas y económicas de la sociedad concreta en que van
planes de acción pública. He elegido estos seis puntos o estrategias a ponerse en práctica. El segundo hecho, quizá más importante,
arbitrariamente. Las estrategias catalogadas por Rein se aplican es que las estrategias de intervención no son buenas o malas per se,
particularmente a una economía de «mercado libre». Por supuesto, sino que para realizar una estrategia determinada, y conflictiva,
incluso en este contexto de «mercado libre» se podría elaborar es preciso tomar opciones morales.
otra clasificación. Sin embargo, estas seis estrategias proporcionan Para esclarecer los conflictos en las estrategias de intervención
una base que permite descubrir cómo las estrategias de intervención, presentadas debemos comprobar que las actitudes hacia el individuo
aunque complejas, son conflictivas. están en dependencia de un sistema de valores. Aunque todos crea-
Estas seis estrategias proporcionan posibles alternativas a la mos en la dignidad de la persona y la mayoría estemos de acuerdo
hora de definir las implicaciones que los planes de acción pública en que la capacidad del hombre para el trabajo fomenta la dignidad,
suponen para la Iglesia moderna. esto sólo no facilita la elección de estrategia. Por ejemplo, cabe
1. Esparcimiento: proveer de aquellos servicios que enrique- argumentar que una sociedad económicamente estable debe desarro-
cen o consolidan la calidad de vida; los servicios normales que el llar la dignidad de sus ciudadanos. Sin embargo, Paul Samuelson,
hombre necesita para sobrevivir en una sociedad en cambio. premio Nobel de Economía, dice que en una sociedad de mercado
2. Invertir en la capacidad humana: mejorar las posibilidades Ubre es contradictorio buscar a la vez el pleno empleo y una gran
económicas del individuo proporcionándole escuelas, instrucción estabilidad4.
laboral, oportunidades de trabajo, información sobre el trabajo. De igual modo, aunque todos estuviéramos de acuerdo en la
3. Transferencias: la redistribución de la renta de una pobla- importancia de educar al individuo y darle la oportunidad de me-
ción a otra (de los jóvenes a los ancianos, de los ricos a los pobres); jorarse, no está claro cómo hacer esto realidad. La educación para
ingresos anuales garantizados. una opción personal, que permite al individuo realizar la elección
4. Rehabilitación: el cambio de la gente que requiere el em- de carrera sin tener en cuenta las necesidades de la sociedad, está
pleo de enfoques psicológicos y sociopsicológicos. a menudo en abierta contradicción con las necesidades igualmente
5. Participación: programas que promueven la inserción so- dignas de la sociedad en que vive. Siempre está presente el conflicto
cial proporcionando al individuo un puesto en la sociedad. entre los derechos individuales y los derechos de la sociedad. Aun-
6. Medidas económicas colectivas y selectivas: medidas colec- que «ningún hombre es una isla» resulta difícil hacerle formar parte
tivas son aquellas que llegan hasta el individuo: los beneficios del del continente guardando la debida deferencia y respeto hacia su
desarrollo económico que resultan de las reducciones de impuestos, individualidad.
las bonificaciones en razón de la devaluación del capital y otros in-
centivos para estimular la producción. Medidas selectivas son Tal vez ha sido esta complejidad la que nos ha llevado a abdicar
aquellas que introducen al individuo en la actividad económica en favor de los especialistas en cuestiones de organización social el
creando trabajos para los no especializados, estableciendo salarios derecho a examinar y establecer los valores morales. Sin embargo,
mínimos, etc. la Iglesia no puede moralmente renunciar a ese derecho y a seguir
realizando su misión secular o apostólica. Si se ha abandonado real-
El catálogo no es exhaustivo, y este excelente conjunto podría mente la función de emitir juicios morales y de establecer valores
aumentarse con otras intervenciones más apropiadas a nuestros a la hora de confeccionar planes de acción pública, la Iglesia puede
3
Martin Rein, Social Policy: Issues of Chotee and Change (Nueva 4
York 1970). Paul Samuelson, Economía (Nueva York '1973).
458 P. San Juan Cafferty
Iglesia y planes de acción pública 459
reasumirla con facilidad. No tendrá muchos competidores, ya que
el juicio moral lleva consigo graves obligaciones. podemos afirmar que el máximo desarrollo de la libertad y dignidad
La Iglesia debe asumir la función de juez moral sin emitir del individuo se logra con una familia fuerte y mediante vínculos
arbitrariamente sentencias que no posean la claridad de expresión comunitarios. Una comunidad donde sea posible vivir ofrece al in-
—y la sabiduría— de los diez mandamientos. De ahí que haya dividuo un sentido de pertenencia y lo protege del anonimato so-
de desarrollar una metodología (en unión con los autores de los litario de una sociedad sin rostro. Lógicamente podríamos concluir
planes de acción social) para definir los valores y examinar la mora- que la conservación de una comunidad debe constituir una meta
lidad de las planificaciones públicas. Y la Iglesia podría ser más importante para quienes elaboran los planes de acción pública.
competente en la realización de esta tarea que los expertos en cues- Sin embargo, también podríamos afirmar que la posibilidad de
tiones sociales. Después de todo, tiene muchos más años de expe- trabajar desarrolla la libertad y dignidad individuales. Los proyec-
riencia en este terreno. tos de obras públicas, que inevitablemente rompen la comunidad
Además de los diez mandamientos —que constituyen un buen y con frecuencia la destruyen, generan rápidamente y con certeza
comienzo— existe una serie de pautas fundamentales que la Iglesia previsible puestos de trabajo y oportunidades de desarrollo econó-
puede desarrollar para calibrar la moralidad de los planes de acción mico no sólo para la comunidad afectada, sino para toda la comarca.
pública. Las pautas que podrían ofrecer un punto de partida deben La solución simple, y peligrosamente simplista, de este dilema po-
incluir: dría consistir en recurrir a la pauta de «el mayor bien posible para
el mayor número posible», de manera que si hubiera que desplazar
a) Valoración máxima de la libertad y dignidad humanas. a un centenar de familias para construir una autopista que va a ge-
b) Valoración máxima del principio «el mayor bien para el nerar algunos cientos de puestos de trabajo necesarios el proyecto
mayor número posible». sería aceptable porque produciría más provecho que perjuicios. No
c) Mínimo perjuicio al individuo. cabe duda de que son deseables ambos fines: la estabilidad y la
oportunidad de ampliar el número de puestos de trabajo para la
Determinar el significado exacto de estas pautas aplicadas comunidad. Y no resulta fácil precisar cuál de las dos actividades
a problemas concretos —tales como seguro de desempleo, migra- produciría más perjuicio al individuo.
ción internacional, estabilidad económica, educación de la infancia—
resulta al menos tan complejo como la disquisición tomista sobre En lugar de formular una serie de hipótesis complicadas en
el número de ángeles que podrían bailar en la copa de un pino. torno a los procesos decisorios en materia de política pública, me
Sin embargo, puede ser más conveniente —y esencial— para la atrevería a sugerir que el problema de los trabajos de carácter pú-
supervivencia de la humanidad y para la función de la Iglesia en la blico, al parecer complejo, es bastante sencillo. Sólo lo hemos
vida de la persona. presentado a título ilustrativo. Las opciones que han de afrontar
los autores de las planificaciones suelen ser opciones entre fines
• La combinación de la metodología de Rein sobre las estrategias relativos. En consecuencia, hombres razonables y bienintencionados
de intervenciones, junto con la aplicación de estas pautas, podría pueden disentir sobre lo que es mejor para el individuo y la sociedad
ayudar a la Iglesia a desarrollar una metodología para influir en las basándose en motivos de peso. No es frecuente tener que optar
planificaciones públicas. entre lo bueno y lo malo; de ordinario hay que elegir entre una
Aunque he afirmado que la Iglesia tiene la responsabilidad de serie de beneficios limitados, que siempre llevan consigo algunos
emitir juicios de valor en la creación y realización de las planifica- inconvenientes.
ciones públicas, resulta difícil, si no imposible, hacerlo con toda Si se acepta mi convicción de que la Iglesia está obligada a in-
seguridad. Si nosotros, en cuanto individuos, hemos abandonado tervenir en la formulación y ejecución de los programas de acción
los valores morales y las opciones políticas que deberíamos afrontar pública, hay que aceptar también que la Iglesia está obligada a des-
y hemos sobreestimado las aportaciones de los técnicos en orga- plegar sus estrategias de intervención. Estas estrategias serán dife-
nización social es precisamente por la confusa ambigüedad en que rentes según los sistemas sociales y económicos en cuyo contexto se
nos movemos al emitir los juicios de valor. desplieguen. Sin embargo, todas ellas representarán una forma de
Quizá pueda ser útil ilustrar esto con algunos ejemplos. Todos analizar los valores morales subyacentes a los problemas de las pía-
460 P. San Juan Cafferty

nificaciones públicas y ofrecerán las líneas generales de un com-


promiso efectivo en el ámbito de la política pública. JOHN E. COONS
Si la Iglesia se decide a participar eficazmente en la adopción IGLESIA Y ELECCIÓN PERSONAL
de la política pública, debe tener muy en cuenta h ambigüedad del
proceso y ser un interlocutor inteligente, no un juez que fije arbi- En la estructura de sus leyes, la sociedad occidental ha fomen-
trariamente los valores morales. tado siempre la elección personal, especialmente por medio de la
libertad de contrato. Esto, en un orden económico de signo ascen-
[Traducción: J. J. DEL MORAL] dente, ha permitido al ciudadano de medianos recursos disfrutar
de un notable margen de libertad práctica gracias al mercado. Así,
Estados Unidos se dispone actualmente a incrementar la partici-
pación en el mercado por parte de los individuos de menos recursos;
el gobierno nacional se propone sustituir la ayuda pública en espe-
cie por dinero y otros medios que aumenten las posibilidades del
consumidor. Uno de los objetivos es la eficiencia, pero tales medi-
das suponen también una concepción particular y significativa de
la naturaleza humana. Si la Iglesia espera hacer oír realmente su
voz en el orden de la justicia económica y política, es importante
que tenga en cuenta las cuestiones de principio pertinentes y las
valore desde su propia perspectiva.
Las medidas que promueven las posibilidades de elección van
surgiendo en diversos campos de importancia fundamental, como
la vivienda, la alimentación y la medicina. La intervención pública
en materia de vivienda comenzó en los siglos x v m y xix con la
promoción gubernamental de asilos para los necesitados. En el pre-
sente siglo aparecieron otras formas de alojamiento, en especial la
estructura de viviendas públicas múltiples que se da en nuestras
grandes ciudades. En la década de 1960 surgieron nuevas modali-
dades de intervención pública, como los incentivos fiscales que se
ofrecieron a los propietarios y constructores de pisos para inducir-
los a proporcionar alojamiento a las familias de escasos recursos.
Luego vino la medida de conceder a familias o individuos ayudas
para pagar el alquiler de determinadas viviendas y, finalmente, la
concesión de subsidios en efectivo con destino a la adquisición de
viviendas y también a la obtención de cualesquiera otros bienes
y servicios.
La política sanitaria está siguiendo una evolución semejante.
El seguro médico privado o estatal ha hecho que los pobres de-
pendan menos de los odiosos hospitales públicos o de la caridad de
los médicos privados. Aunque el servicio médico se ve todavía
afectado por las prácticas del monopolio privado, la mayoría de
las personas están actualmente en condiciones de escoger su propio
médico y pagarle los servicios con ayuda del gobierno. Lo mismo
sucede con la alimentación. Hemos pasado de los comedores de
462 J. E. Coons

beneficencia a la distribución de productos alimenticios, y luego


I. INDETERMINACIÓN Y ELECCIÓN
a la distribución de bonos para obtener estos productos. En la ac-
tualidad, el presidente Cárter proyecta la sustitución de tales bonos
por asignaciones en efectivo, y ha declarado que convendría aumen- Para quienes se interesan profesionalmente por la justicia so-
tar las posibilidades de elección personal de la manera más directa: cial, el rasgo más notable del presente panorama intelectual es la
concediendo una cantidad anual de la que el interesado pueda dis- nueva modestia que se observa entre los encargados de reformar
poner como quiera. y perfeccionar la distribución de los servicios humanos. La expe-
riencia de la última década en los campos de la educación, el bien-
Supongamos que sigue adelante esa tendencia, que nos con- estar social, la alimentación, la medicina y la atención diaria ha pro-
duce gradualmente a un orden social caracterizado por dos planos ducido una penosa conciencia de las graves dificultades con que
de ayuda gubernamental. En el primer plano, el gobierno propor- choca el intento de transformar la política doméstica en un proceso
cionaría a todo adulto unos ingresos, basados en el consenso po- racional, sistemático y democrático. No sólo se ha desvanecido el
lítico, suficientes para su alimentación, vestido y vivienda (y la de la exagerado optimismo de los años sesenta; los obstáculos al progreso
familia en su caso), pero sin imponer condiciones, excepto quizá parecen superar la política y la economía e implicar limitaciones con
el seguro médico obligatorio. Una familia ordinaria de cuatro miem- respecto al conocimiento del hombre. El problema no consiste en
bros percibiría, por ejemplo, unos ingresos mensuales de 600 dó- un estancamiento tecnológico. La ciencia sigue avanzando, y las
lares libres de impuestos que podría gastar como deseara. Los barreras físicas al mejoramiento del hombre no parecen definitivas.
afectados por especiales necesidades o minusvalías recibirían una La dificultad reside más bien en la pobreza de nuestro conocimiento
cantidad adicional, también sin condiciones. Pero en caso de que social. La sociedad no sabe cómo ayudar al hombre a conseguir
un individuo o una familia se vieran en la miseria, entraría en juego sus objetivos; en realidad, raras veces es capaz de predecir qué hará
el segundo plano de ayuda gubernamental, que proporcionaría un el hombre en el próximo futuro.
auxilio temporal no en dinero, sino en especie, a un nivel mínimo
de subsistencia y sin elección. La reincidencia criminal es un caso prototípico de indetermina-
ción. Sus causas y remedios escapan a todas las soluciones de tipo
Los niños y los incapacitados plantean problemas particulares duro o blando. Los profesionales están divididos sobre cómo con-
que trataré luego. De momento supongamos que la responsabilidad viene «tratar» a los presos y se limitan a ligeras predicciones sobre
fundamental sobre estas personas dependientes sigue correspon- posibles reincidentes. Da la impresión de que no hay verdaderos
diendo, como ahora, a la familia. La educación seguiría siendo expertos. La experiencia hace pensar que los encargados de decidir
obligatoria, pero el Estado procuraría a la familia un subsidio espe- la libertad bajo palabra no son mejores que los profanos a la hora
cial para el cuidado en un colegio elegido por la propia familia. de identificar a los eventuales reincidentes. Y lo que decimos del
Los niños y los incapacitados podrían ser separados de sus familias crimen puede decirse de la tolerancia racial. Aunque la sociología
naturales (o se podría imponer una determinada forma de cuidado), ha puesto todo su empeño por determinar el impacto efectivo de la
pero sólo cuando la familia aceptara tal intervención o en aquellos integración escolar, es muy poco lo que sabemos acerca del proceso.
casos en que la persona dependiente se hallara en claro peligro Lo mismo sucede con la interiorización de los valores políticos.
físico por daño o negligencia. Aunque nuestras escuelas públicas representan una inversión colosal
La tendencia hacia una autonomía privada subvencionada cons- para difundir las actitudes de la clase media, nadie puede decir
tituye un hito importante y deseable por dos razones. La primera es si el esfuerzo ha conseguido los frutos deseados o más bien los
el hecho patente de que la sociedad no suele estar en condiciones contrarios. También desconocemos los medios sociales que llevan a
de determinar qué es lo mejor para el individuo, y resulta difícil un mayor grado de movilidad entre las clases de la sociedad, a la
saber quién está capacitado para determinarlo. La segunda es una adquisición de actitudes «adecuadas» con respecto al trabajo o a una
preferencia de la libertad personal por encima de la igualdad tanto aceptación de los valores fundamentales incluidos en la Declaración
en el orden del valor como en el de la eficacia para la comunidad. de Derechos. Todavía es un misterio cómo el pueblo adquiere acti-
tudes en esas materias fundamentales y cómo pueden alterarse los
esquemas mediante la intervención colectiva.
464 J. E. Coons
Iglesia y elección personal 465
Incluso en cuestiones más bien mecánicas, como la adquisición
de conocimientos prácticos, suele haber graves dudas y conflictos tades para establecer un código de conducta para ellos? O, por el
entre los expertos. La incapacidad para promocionar la lectura y las contrario, ¿deberá dejarse el modo de vida más a la elección del
matemáticas sigue en pie a pesar de los múltiples entusiasmos y ex- individuo? ¿O deberemos inventar un sistema intermedio de op-
perimentos educativos. Esto ha contribuido a crear entre los ame- ciones y prohibiciones? En cualquier caso, si no estamos de acuerdo
ricanos un nuevo sentido de los límites intelectuales y sociales. como pueblo sobre qué es lo mejor o cómo conseguirlo habrá que
Muchísimas personas ya no esperan que la educación derrote a la preguntar quién es el que decide. Y no se puede soslayar la cuestión
pobreza, como tampoco esperan que la psiquiatría remedie la delin- ignorándola. La inacción del gobierno es simplemente un modo
cuencia. Estamos en peligro (o tenemos la esperanza) de convertir- de relegar la decisión particular a la determinación privada de una
nos en un pueblo profundamente escéptico sobre la capacidad de las u otra forma.
técnicas impuestas colectivamente para solucionar unos problemas No siempre se entiende que la intervención del gobierno pueda
que las generaciones anteriores habían pensado debilitar gracias dejar los objetivos sociales a merced de la determinación privada.
al ataque de los profesionales en colaboración con la burocracia. En el campo de los servicios humanos, el asistente social es un ejem-
Sin embargo, esta conciencia de las barreras epistemológicas plo histórico. Durante la mayor parte de este siglo ha gozado de la
con que se enfrentan los objetivos sociales es sólo un aspecto de la más amplia libertad para determinar el pago de beneficios, impo-
nueva modestia. El otro es la creciente convicción de que los ob- niendo de hecho a sus «clientes» unas normas de conducta. Cuando
jetivos mismos escapan a una definición colectiva. En nuestras ideas la sociedad no establecía una norma clara, el profesional que con-
sobre qué es vivir bien diferimos con una nueva seguridad y una taba con una clientela sometida aplicaba necesariamente la suya
intensidad que suponen un reto para las soluciones políticas acep- propia. El «sistema» de beneficencia fue en este punto un bloque
tadas durante largo tiempo como legítimas. El pluralismo de la vida de micropaternalismos o dominios privados dotados por el gobier-
americana es un hecho desde hace ciento cincuenta años, pero hasta no. Para quienes no pueden permitirse una educación privada,
ayer resultaba bastante problemático. Sólo en nuestros días se ha eli- la burocracia de la escuela pública desempeña hoy el mismo papel
minado del índice de las herejías políticas la crítica del «crisol racial». de dominio.
Y, naturalmente, la aceptación de estilos de vida hasta ahora im- La nueva conciencia del pluralismo de valores y de los límites
pensables ha hecho que el pluralismo de valores sea más amplio del conocimiento profesional ayuda considerablemente a dar una
que la raza o la religión. En consecuencia, nos resulta difícil deter- respuesta distinta a la cuestión de quién decide por el pobre, al
minar cuáles son las conductas desviadas que justifican una priva- menos en el caso de los adultos. Puedo suponer que para este
ción de libertad. ¿Debemos incluir la homosexualidad? Tampoco auditorio la promoción de la libertad humana es al menos un valor
sabemos definir el modelo de las relaciones raciales. ¿Hay que importante para juzgar las decisiones públicas. Me gustaría añadir
alentar las supervivencias de la cultura negra? Tenemos incluso que el avance de la libertad está curiosamente vinculado a la in-
dudas sobre la ética del trabajo. Nuestro presidente se ve obligado determinación. En cierto sentido, lo que nos hace libres es nuestra
a asegurarnos que el trabajo es una cosa buena. propia ignorancia social. En la medida en que la sociedad es incapaz
de determinar cuál es el mejor camino, deja de haber lugar para
¿Qué importancia tiene esta frecuente indeterminación de fines
una prescripción oficial de la conducta individual y, en consecuencia,
o medios cuando se trata de planear los servicios humanos y tomar
se abre camino el argumento en favor de la autonomía. ¿Por qué
decisiones que afecten a la vida del individuo? Ante todo, por de-
organizar una asistencia pública que subordina un hombre a otro
finición, la presencia de tal indeterminación hace que el problema
si no podemos demostrar que se siga ningún beneficio de tal subor-
social se desvíe de los objetivos colectivos y de su logro. La cues-
dinación para el individuo ni para la sociedad?
tión consistirá entonces en saber qué individuos o subgrupos deben
ser encargados por el gobierno de decidir en qué consiste vivir bien Tal es el argumento de un minimista. Se reduce a que, a falta
para una determinada persona. Por ejemplo, si la sociedad no es de un consenso público en contra, la elección personal es el único
capaz de decir cómo deben gastar los pobres los recursos públicos régimen razonable. Es claro que las pretensiones de libertad podrían
que se les asignan, ¿habrá que conceder al asistente social facul- llevarse mucho más lejos, más lejos del simple derecho del individuo
a elegir cuando la sociedad no sabe hacerlo. Yo defendería el de-
30
466 J. E. Coons Iglesia y elección personal 467

recho a prescindir del sentido común de la gente cuando lo único explicar luego su relación con la libertad y con las propuestas en
que está en juego es el propio interés. Pero no necesitamos ir tan favor de programas de ayuda mínima.
lejos. Dado nuestro actual miedo epistemológico, la postura mini- Evidentemente, todos somos iguales en ciertos aspectos, y en
mista basada en la indeterminación parece suficiente para operar virtud de estas cualidades podemos decir siempre que somos «hu-
un cambio fundamental en el sentido de la libertad personal. Tal manos». Pero también es importante —y no menos obvio— que
postura centra nuestra atención en el hecho de que los programas somos diferentes en aspectos que tienen que ver con la política
que se limitan a ofrecer a los pobres unos servicios gubernamenta- social. Tenemos diversas desigualdades de función que pueden tener
les en especie podrían convertirse fácilmente en sistemas de elección su importancia para legitimar las propuestas públicas. Juan y María
en los que se permitiera a los mismos pobres cometer los mismos pueden ser iguales en inteligencia, pero desiguales en posibilidades
errores que cometemos los demás. Esto daría cuerpo a una inci- atléticas. También pueden ser iguales en estatura, pero desiguales
piente tendencia hacia la modestia burocrática. en agudeza visual, en capacidad para cantar o para hablar en fran-
cés o incluso en merecimientos. Y, en último término, María puede
II. LIBERTAD, IGUALDAD Y MÍNIMO VITAL ser mala, y Juan bueno. Cualquiera de estas diferencias podría jus-
tificar un trato diferente del individuo por la sociedad. Esto es de
Las actuales propuestas de unos ingresos garantizados se pro- momento cuanto deseo decir a propósito de las desigualdades. De
ponen asegurar un «mínimo vital»; aumentan la libertad propor- hecho, tratándose de dos seres humanos, lo que se intenta descubrir
cionando —en términos absolutos— unos ingresos meramente últimamente es una identidad de necesidades, capacidades y circuns-
«suficientes». No abordan el problema de las diferencias económi- tancias. Se entienda lo que se entienda por igualdad, no sirve como
cas. ¿Es esto un fallo fundamental? ¿Con qué medida hay que descripción de nuestra experiencia acerca de otra persona.
juzgar tales propuestas? ¿Es la libertad lo único que hay que tener
en cuenta? Es claro que la igualdad puede existir como aspiración. Ese ha
La discusión moderna sobre la justicia social ha tendido a fun- sido evidentemente su papel social e intelectual desde 1789. En
damentar las reivindicaciones de los menesterosos no tanto en la cierto modo, esta igualdad ha constituido un principio social ideal.
libertad cuanto en una variación del principio de igualdad. Todos Siendo contraria a la realidad empírica y plenamente incapaz de
los hombres son hermanos, y los hermanos deben compartir. Ideal- satisfacción, proporciona una base permanente a la profecía, a la
mente, deberían compartir por igual. La igualdad ha sido el motor envidia y a la agitación social. En este aspecto, la iguadad es una
de gran parte de la crítica cristiana reciente contra unos Estados forma de escatología; los humanos sólo pueden ser iguales fuera
Unidos en los que persisten grandes diferencias económicas. A pri- del tiempo. El concepto roza de hecho con la teología o, al menos,
mera vista, es un argumento poderoso que, aplicado lógicamente, con el misterio.
llevaría a interpretar desfavorablemente cualquier medida en favor Pero hay otra posible definición de la igualdad que puede con-
de un mínimo vital. Las más generosas propuestas sobre unos in- tribuir a esclarecer su relación con la libertad. Es un punto de vista
gresos garantizados no llegan ni con mucho a sugerir una distribu- que depende menos de premisas teológicas, aunque está de acuerdo
ción uniforme de la riqueza. ¿Son admisibles a pesar de ello? Y sí con ellas. Se trata sencillamente de que la igualdad es la paridad
lo son, ¿se debe únicamente a que la política del pecado original moral efectiva de todas las personas. No quiero decir que todas
no puede hacer nada mejor? las personas sean igualmente «buenas»; de ahí el calificativo de
A mi juicio, la actual tendencia está sólidamente basada en unos «efectiva». Lo que quiero decir es que el ordenamiento público no
valores fundamentales y permanentes. Esas garantías no igualitarias está capacitado para distinguir a las personas por su índole moral.
son superiores, en el orden de la justicia, a cualquiera de las versio- En la vida privada, en algunas circunstancias de intimidad, es po-
nes de la «igualdad» con que estoy familiarizado. Todas las difi- sible valorar esa índole (de manera aproximada y generalmente ne-
cultades que impiden ver esto se fundan en una confusión sobre gativa). Pero los procesos políticos son incompetentes para tal
la naturaleza de la igualadad y en que no se da a la libertad la pri- función. La dignidad moral de las personas es inescrutable para
macía que merece. Explicaré primero mi idea de la igualdad para un gobierno.
Si aceptamos esta premisa, caben dos concepciones de la reía-
468 J. E. Coons Iglesia y elección personal 469
ción de la dignidad moral con la política social. Una es que se trata con la naturaleza; en una palabra, hablar de libertad. Y en la ca-
de una ficción y es, por tanto, irrelevante; la otra es que la dignidad pacidad de libertad es donde reside principalmente nuestra con-
moral constituye algo real y que su paridad efectiva proporciona dición humana.
una base estable para modelar un ordenamiento justo. Si acepta- Además, si la igualdad no puede decirnos nada sobre qué dis-
mos la segunda concepción, en la que se supone que todos los hom- tinciones son justas, la libertad es un concepto que tiene capacidad
bres tienen unos méritos —aunque no resulte claro el grado de dig- analítica y puede distinguir entre las diversas formas de actuación
nidad individual—, la sociedad tendrá una razón para concederles pública. No carece de sentido afirmar que un gobierno no debe
una dignidad igual. Tenemos, pues, un aspecto importante en el que limitar las posibilidades humanas de elección sin una justificación
se puede afirmar que los humanos son iguales. grave; y, a la inversa, la hipótesis de que un gobierno debe exten-
El elemento de inescrutabilidad es decisivo. Si las diferencias der al mayor número posible de personas las posibilidades y opor-
morales fueran tan claras como las demás diferencias, la dignidad tunidades para una elección moral libre constituye una efectiva
moral relativa, lejos de ser igualitaria, sería una sólida base para la norma de política. Aunque no esté exenta de ambigüedad, esta
discriminación. Históricamente eso es lo que sucedió en las socie- premisa es de gran interés para el avance político.
dades que consideraban la dignidad moral como un hecho experi- Según esto, el núcleo de mi proposición es que la igualdad y la
mentable; para ellas resultaba obvio que los castigos y los privile- libertad son inseparables e interdependientes: no hay más igualdad
gios se ajustaran al mérito moral de cada uno. Sólo cuando se re- que la moralidad, y no hay más moralidad que la moralidad libre.
conoce que el mérito es a la vez real e inescrutable deja de justificar La igualdad es un dato moral fijo e inmutable, un término simple-
cualquier discriminación y, paradójicamente, sirve de base a un mente descriptivo, mientras que la libertad aumenta y disminuye
ordenamiento civil exento de distinciones arbitrarias. de acuerdo con la estructura legislada de derechos y deberes. La
No obstante, esta versión de la iguadad —útil a la hora de libertad es la principal variable de la sociedad. Podemos hacer algo
establecer una base para la justicia— no es muy útil para juzgar un por ella mediante una cuidadosa reforma de la ley, y su promoción
punto particular de la política. No es razón para un trato uniforme; debe ser la tarea primaria de la sociedad. El aumento de libertad
funciona como presunción contra distinciones arbitrarias, pero no requerirá en ocasiones una generosa dispersión del poder o de la
niega que los humanos sean objetivamente diferentes en muchísi- riqueza. La libertad, por ejemplo, se ve amenazada por los mono-
mos aspectos ni que un gobierno esté autorizado —e incluso obli- polios privados o públicos tanto de tipo productivo como consun-
gado en justicia— a tener en cuenta tales diferencias. Creo, en tivo. Pero las medidas antimonopolísticas que tienden a nivelar la
efecto, que hacer distinciones justas entre los ciudadanos es una de distribución de bienes no deben tener una finalidad igualitaria; su
las cosas en que debe ocuparse un buen gobierno. Lo que se nece- objetivo es aumentar la libertad. La uniformidad de distribución
sita es un principio (no una igualdad) para determinar exactamente sería un resultado deseable únicamente a condición de que promo-
qué diferencias humanas deben tenerse en cuenta al hacer las leyes. viera ese objetivo. La uniformidad en sí no tiene por qué importar-
Tal principio, sin embargo, está ya implícito en la definición nos; también la falta de uniformidad es lícita con tal de que no
de igualdad. La gran importancia de la dignidad humana no consiste prive a nadie de una libertad que podría alcanzarse por otro pro-
en ser inevitable (es simplemente inescrutable), sino precisamente cedimiento. La codicia no es una base suficiente para perseguir
en que es moral y, por tanto, libre. El concepto de paridad moral la uniformidad, y los políticos y filósofos que la fomentan insistiendo
efectiva encierra una visión voluntarista del hombre. Así como no en una oscura igualdad son unos irresponsables.
tiene sentido hablar de igualdad sin paridad moral, tampoco lo tiene
Si este punto queda claro, puedo permitirme un paréntesis
hablar de paridad moral si no es posible la libertad humana. Bus-
para hacer una importante concesión. La igualdad es algo más que
camos un orden social que atienda a lo que es único en el hombre.
un elemento descriptivo y, en este sentido, constituye un principio
Si la naturaleza humana estuviera determinada, no habría razón
de política: cuando no hay ninguna base racional para hacer una
para no tratar a los humanos como a los demás objetos. Admitir
distinción entre personas, la igualdad es un supuesto que se opone
la paridad moral es lo que permite hablar de responsabilidades del
a la imposición de distinciones. En un mundo caracterizado por la
individuo para consigo mismo, para con los demás hombres y para
indeterminación esto puede tener gran importancia. Por ejemplo,
470 J. E. Coons
Iglesia y elección personal 471
dado que la raza suele ser una base irracional de distinción, el su-
puesto pide una norma general de neutralidad racial. La decisión fin de conseguir un máximo de libertad. Sin embargo, en la prác-
del pleito de Serrano contra Priest, en el asunto de una escuela tica, las grandes diferencias en cuanto a necesidades y aspiraciones
californiana, es otro ejemplo: impone una presunción contra la humanas harán siempre que tal política no sea la mejor para la
discriminación por la riqueza en el campo concreto de la educación libertad. Al menos, así lo creo.
pública.
Es importante eliminar las distinciones arbitrarias, pero la pro- III. LIBERTAD Y PROFESIONES
moción de la libertad es mucho más importante y constituye el
principio activo de la política. Sin embargo, el aumento de libertad Una cuestión importante es el impacto del apoyo a la elección,
para todos los individuos no impide el reconocimiento oficial de di- incluida la política de ingresos, sobre los papeles correlativos de
ferencias entre ellos. De hecho, si admitimos que existen distintas profesional y cliente. El «profesionalismo» ha sido una de las ideo-
capacidades para la libertad, será deseable cierta política de discrimi- logías que han perdurado y prosperado en el presente siglo; nos es
nación. Sería necio insistir abstractamente en la cuestión, como si familiar en sus dos aspectos: benigno y monopolístico. Ciertas medi-
fuera fácil determinar qué actuaciones prácticas redundan en favor das, como los ingresos garantizados, los vales para la educación
de la libertad; no obstante, conviene apuntar un camino en esa y el seguro médico total, permitirían a los individuos y familias de
dirección general. En cualquier caso, ¿cómo hay que valorar ciertas bajos ingresos una amplia elección entre los proveedores existentes.
propuestas, como la de garantizar unos ingresos «suficientes»? Si suponemos además unas efectivas medidas antimonopolísticas
La cuestión se reduce, a fin de cuentas, a saber si el aumento de las y una discreta disminución de las licencias para ejercer ciertas
libertades prácticas de los pobres por parte del Estado no se con- profesiones, es perfectamente imaginable una auténtica reforma de
sigue con grave detrimento para la libertad de todos nosotros. las profesiones.
En la práctica, el principio se complica por la vaguedad del La posibilidad de elección para los pobres sería a la vez penosa
concepto de «mínimo» en su relación con el aumento general de y saludable para las profesiones que hoy disfrutan de una clientela
libertad. Algunos filósofos americanos, como Rawls y Nozick, han fija de bajos ingresos. Así lo demuestra, por ejemplo, la resistencia
prestado gran atención a estas dificultades y merecen un serio política de los sindicatos de maestros a los vales. La elección exi-
estudio por nuestra parte. Aquí me limito a decir que, si la libertad giría por primera vez a los maestros de las escuelas públicas que
es un dato primario, no se debe permitir que nadie esté por debajo adoptaran la tradicional relación entre profesional y cliente que se da
de esas condiciones mínimas. La discusión sobre los ingresos anuales en el caso de los abogados, ingenieros y arquitectos; es una relación
debería comenzar por definir los elementos prácticos de la libertad de libertad que cesa si el profesional no satisface al cliente. La po-
moral. Pero debemos conceder que el mínimo vital y la libertad sibilidad de obligar al cliente y sujetarlo no hace que el profesional
general no sólo son interdependientes: son también de ordinario preste unos servicios más eficientes; el mejor incentivo para eso
es la posibilidad de otro proveedor. Esto se suele llamar compe-
cultural y económicamente relativos; incluso difieren de una per-
tencia y ha beneficiado en ocasiones a quienes pueden pagar.
sona a otra. Es posible, por ejemplo, imaginar una sociedad tan *
empobrecida que las condiciones mínimas de libertad (de simple No es que los clientes sepan más que los profesionales; en el
supervivencia) exijan una distribución de todos los recursos en can- mejor de los casos saben cosas distintas (aunque esto puede ser de-
tidades que varíen de acuerdo con las necesidades corporales de los cisivo cuando la información importante es de tipo subjetivo). Pero
individuos. En cambio, una sociedad considerablemente rica debe el juicio final corresponde al cliente sólo por razones de dignidad
efectuar un juicio complejo para determinar cuánto hay que ga- humana. Esta conclusión es aún más fuerte cuando la solución
rantizar por encima del mínimo para conseguir el máximo disfrute «mejor» no es segura. El ideal es un juicio informado por el pro-
de libertad. Este principio debería informar el cálculo de nuestra fesional, pero hecho por el cliente. Uno de los rasgos esenciales
política económica nacional, y hasta cierto punto así se hace en la del consejo es que está sujeto a rechazo o modificación. Un juicio
actualidad. Es de notar que la teoría no excluye adoptar en una obligatorio, impuesto por el profesional al cliente, es en realidad
una contradicción. Es un pecado contra la libertad y una corrupción
sociedad rica una distribución uniforme cuando esto se haga con el
de la profesión. Una preferencia general por la libertad originaría
472 J. E. Coons Iglesia y elección personal 473

reformas en las burocracias públicas y en los monopolios privados so en un marco temporal más modesto, un tiempo en el que las
en que la elección se ha visto frustrada innecesariamente por cues- personas actualmente en vida puedan esperar tener una sensible
tiones de licencias, credenciales, asistencia obligatoria u otros pro- participación. Hablo de comunidades que sean objeto de nuestra
cedimientos que favorecen y protegen a una clase profesional. La experiencia. Y lo hago así, entre otras razones, porque la perfecti-
pericia en sí no justifica nunca la subordinación del individuo. bilidad terrena y los «puntos Omega» —aunque interesantes como
Muchos de los que defienden la hegemonía profesional no creen ciencia ficción— me parecen involuntariamente inhumanos y difa-
en la capacidad de las personas de escasos ingresos para tomar de- mantes para los muertos: al exaltar el futuro, desprecian nuestras
cisiones en su propio interés. Dado que los pobres han tenido tan vidas. Dado el espacio de que dispongo, debo limitarme a rozar
pocas ocasiones para tomar decisiones, tal crítica debe considerarse la superficie de este tema.
como un prejuicio. Y, aun cuando fuera verdad, el problema se Mi experiencia es que, aparte la relación hijos-padres, que es
reduce a inexperiencia en la elección. Nadie pretende afirmar que sui generis, las comunidades formadas por imposición legal raras
las personas de bajos ingresos sean necesariamente incompetentes. veces son artífices de amor. Incluso diría a título de principio ge-
Ahora bien, si la responsabilidad y competencia se adquieren me- nérico que, en la medida en que se impone al individuo un grupo
diante el ejercicio de la libertad, ¿cuál es el punto de partida para social, su efecto es antitético para el objetivo de la comunidad, pues
los pobres? No hay comienzo sin riesgos. Pero, además, ¿no es la uno de los rasgos de la caridad es que se da libremente o no se da
implantación de las posibilidades de elección para todos la mejor en absoluto. Es claro que la caridad puede coexistir con unas rela-
estrategia para lograr una sociedad de hombres libres? ciones impuestas y trascenderlas, pero la imposición nunca facilita
el amor y a veces lo dificulta. Quizá para ciertos espíritus heroicos
esta carga puede misteriosamente hacer más grande el amor, pero
IV. LIBERTAD Y COMUNIDAD el ordenamiento público no debe estar concebido para héroes.
La simpatía acrítica por la nivelación económica tiene unas Pensemos en el ejemplo del movimiento en favor del «control
raíces cristianas distintas de la tendencia hacia la igualdad y más comunitario» de las escuelas. Fue fundamentalmente un fenómeno
profundas que ésta. Existe cierta sospecha histórica en el sentido étnico y racial que se dio en las grandes ciudades de Estados Unidos.
de que una amplia libertad para elegir las propias satisfacciones y Los negros, en particular, deseaban dividir los monolíticos distritos
asociaciones tiende a ser antitética para la comunidad. La libertad escolares, como en el caso de la ciudad de Nueva York, en distritos
es importante, pero una libertad excesiva puede introducir la frag- vecinales que coincidieran con el propio vecindario. Este movimiento
mentación y división en los asuntos humanos. Este tipo de crítica obedecía en gran parte a una auténtica caridad entre los residentes
se basa últimamente en una preocupación por la caridad. La comu- de un barrio. Luego, cuando se consiguió de hecho tal control,
nidad es una unión orgánica de personas vinculadas en la coopera- aquella caridad se expresó a veces en los nuevos grupos de una
ción social por una auténtica benevolencia mutua; la comunidad manera que había sido absolutamente imposible bajo el anónimo
es fruto de la caridad. Y, dado que la caridad es nuestra más noble régimen burocrático anterior. El grupo menor había hecho surgir
aspiración individual, su expresión en la comunidad constituye un una verdadera fuente de afecto.
elevado objetivo de la política social. La libertad, en cambio, es No obstante, si bien el nuevo mecanismo hizo surgir la fuente,
fundamentalmente instrumental. Cuando representa un obstáculo no la creó. De hecho, el régimen local frustró en parte la expresión
para la comunidad, debe reducirse. de la comunidad y fue ocasión de nuevas hostilidades. El resen-
Para hablar con sentido de este tema debemos precisar qué en- timiento procedía, naturalmente, de los perdedores en la política
tendemos por «comunidad». La relación de la libertad con la vida del grupo local. Eran los que no compartían las ideas educativas
del grupo puede verse amenazada por toda una serie de contextos de la mayoría local. Ellos habrían preferido escuelas de otro tipo;
reales o imaginarios. Podríamos preguntarnos, por ejemplo, si el incluso algunos soñaban con las escuelas anteriores a la reforma.
hecho de garantizar unos ingresos conduce a una comunión de los El hecho de forzar a estas personas y a sus hijos a una agrupación
santos en la tierra; la crítica parece en ocasiones presidida por una que rechazaban no produjo precisamente amor.
visión teilhardiana del futuro. Cuando yo hablo de comunidad, pien- Veamos lo que implica este ejemplo. Las relaciones elegidas
474 J. E. Coons Iglesia y elección personal 475
libremente tienden a proporcionar a la gente corriente una ocasión produce más confianza y caridad mutua entre sus minorías ideo-
natural para la caridad y, por tanto, para la comunidad. Una buena
lógicas. Holanda ya no es el avispero religioso de otros tiempos,
política no suele forzar la agrupación, sino que aumenta la capacidad
sino que se caracteriza por un creciente ecumenismo y mutuo res-
del hombre para unirse libremente a otros para lograr conjunta-
mente unos fines determinados. La aplicación de esta norma al pro- peto.
blema educativo es obvia. El gobierno debe procurar que todas En cambio, en una sociedad injusta en que la separación por
las personas puedan formar comunidades educativas elegidas espon- elección familiar va a menudo acompañada de la discriminación
táneamente. Y esto es realizable proporcionando la ayuda pública contra las minorías no es fácil descubrir que la separación obedece
directamente a los individuos consumidores de la educación, no a los a una elección voluntaria; puede incluso exacerbar el sentimiento
proveedores, sean públicos o privados, seculares o religiosos. de injusticia y hostilidad. Me temo que esto se puede aplicar a lo
En una sociedad que lleva todavía las marcas del racismo, tales que sucede en el Ulster. ¿Y qué se nos puede aplicar a los demás?
sistemas de elección educativa necesitarían una decisiva regulación A mi juicio, en una nación que lucha sinceramente por acabar con
pública para ser realmente voluntarios. La experiencia americana la discriminación histórica, los esfuerzos en favor de la libertad
de los años cincuenta, con sus planes de «libertad de elección» en el pueden inclinar el fiel de la balanza hacia un orden justo y, por tanto,
Sur, demuestra la necesidad de un adecuado sistema de controles hacia una vida comunitaria más rica, tanto dentro de los grupos mino-
sobre las admisiones, el transporte, la información, los precios y los ritarios como entre ellos. Si esto es así, el principio tiene aplicaciones
derechos de los estudiantes, si es que se busca la libertad del niño tan variadas como las ideologías y culturas que mueven nuestros
y de su familia. Tales sistemas han sido proyectados y aguardan corazones. La sociedad no debe oponerse a las afinidades electivas
su momento político. Demuestran, de paso, cómo la libertad de- como fuentes de división, sino que debe alentarlas como pasos
pende constantemente de la intervención política. No es paradójico necesarios hacia una comunidad más amplia.
hablar de «imposiciones» que «liberan»; y, si lo es, se debe a la
naturaleza. El problema es saber, en una situación histórica, cuál V. LIBERTAD Y DEPENDENCIA
es la estructura política bajo la que prosperará mejor la libertad.
Siempre hay que conceder la posibilidad de que ya esté en vigor Para un orden social basado en la libertad, el problema más
el sistema ideal; todo argumento en favor de un sistema ideal es difícil es el relativo a las dependencias. Estas son de dos tipos.
contingente. El primero se refiere a las personas dependientes: ancianos, de-
mentes, niños de tierna edad; el segundo, a la multitud de funcio-
Las variaciones de la elección familiar en materia educativa han
nes que los individuos adultos —y autónomos por lo demás—
repercutido en diversos países europeos, como Dinamarca, Holan-
no pueden ejercer sin alguna forma de subordinación a una colec-
da, Irlanda del Norte y —en parte— Inglaterra. Uno de los temas
tividad: la defensa contra invasiones exteriores es quizá el ejemplo
empíricos más curiosos es el papel que tales instituciones han des-
extremo; otro son los negocios. También en este punto me limito
empeñado en la configuración de la sociedad contemporánea. Los
a indicar el tema y mi propia postura. Y me refiero concretamente
defensores americanos de nuestro sistema actual señalan el ejemplo
a las dependencias personales y a la subclase de los niños. Las
del Ulster; allí, dicen, el fruto de la libre elección en materia edu-
personas jóvenes constituyen el grupo dependiente más difícil de
cativa es un pueblo dividido por la intolerancia religiosa. Los par-
analizar debido a que su competencia se halla en aumento constante
tidarios de la libertad individual prefieren citar los otros ejemplos.
y a que en el pensamiento adulto se da una tensión entre el pre-
No hay ninguna obra seria que estudie comparativamente el impacto
sente y el futuro del niño.
de la libertad familiar sobre la comunidad; tal obra es francamente
necesaria. A falta de ella, propongo mi propio punto de vista, basado El problema inicial y fundamental reside en que los niños
en una observación informal llevada a cabo en varios de esos países. (lo mismo que los adultos incompetentes) son radicalmente inca-
Y es que el efecto social de la agrupación educativa mediante la paces de autonomía en el sentido adulto. Conceder esa «libertad»
elección familiar varía de acuerdo con la equidad del ordenamiento general al niño —sobre todo al pequeño— es simplemente librarle
social general. En una sociedad justa, la concesión de poder elegir de otro dominio del hombre o de la naturaleza. Los niños son p e '
queños, débiles e inexpertos en un mundo de personas mayores,
476 J. E. Coons
Iglesia y elección personal 477
fuertes y sofisticadas. Los niños estarán dominados; incluso sus
«libertades» les serán determinadas. Pero tal dominio irá decrecien- ha subrayado más el derecho de la colectividad que el del individuo.
do con la edad. Kn mi opinión, una interpretación individualista sería mucho más
Señalemos dos datos aclaratorios. Primero, que la sociedad tiene lógica y lograría la misma finalidad. No está demostrado que una
una actitud bondadosa hacia los niños; desea protegerlos del mal colectividad ayude al desarrollo de la autonomía mejor que la propia
y favorecer sus intereses individuales. Segundo, que la sociedad familia del niño o una relación sustitutiva con análogas caracterís-
quiere para cada niño tanta libertad como él es capaz de ejercer; ticas. Los grupos pequeños y hogareños son los mejores para la
esto significa que se da el mayor alcance posible a su futura capa- autonomía, puesto que sólo en una colectividad de ese tipo puede
cidad para ejercer la autonomía del adulto a la vez que se le concede hacerse oír la voz de los débiles; el niño está irremediablemente
de hecho tanta libertad como es compatible con ese futuro. presente, e incluso habla su silencio. A diferencia del burócrata
La máxima dificultad para lograr esto —aun cuando se acepte protegido de una novela de Kafka, los padres o sus sustitutos que
como el objetivo apropiado— es que la sociedad no está de acuerdo descuidan al niño pagan un alto precio, un precio que el mismo
en cómo se logrará mejor. Fuera de los mínimos elementales del niño controla. En último término, los padres sufren cuando sufre
alimento, el vestido, el hogar y los conocimientos básicos (leer, el niño. Esto es lo más que puede hacer la sociedad para procurar
escribir, contar), las prácticas educativas para producir adultos libertad a los niños. Si bien se mira, la subsidiaridad es una forma
autónomos se hallan en neto conflicto. Existe una indeterminación delegada del ideal favorable a la libertad individual. Imita las
clásica, y los artífices de la política deben preguntarse no qué es lo funciones de la libertad personal en la medida en que lo permiten
mejor, sino a quién corresponde decidir qué es lo mejor para cada el paternalismo y la decisión colectiva. El paralelismo podría ex-
niño. Y aquí no es aplicable nuestro argumento anterior sobre la tenderse a otras clases de personas dependientes y, en general,
autodeterminación individual basada en la indeterminación. Por de- a las instituciones del gobierno y la economía. Es una doctrina que
finición, la persona a que nos referimos es incapaz de una dirección se propone, por encima de todo, reservar al individuo el máximo de
autónoma. Si la libertad debe ser el valor central, tendrá que haber posibilidades de elección, descargando de ello a la colectividad.
una forma de libertad compatible de algún modo con la subordina-
Lo comunitario es una función relativa de la subsidiaridad.
ción. La cuestión se reduce a saber qué forma de micropaternalis-
La imagen de las agrupaciones corporativas, familiares y religiosas
mo es la mejor para la autonomía del niño. Necesitamos, en una
(e incluso militares), en el sentido de hermandades vivas que ins-
palabra, una teoría para elegir a los que han de elegir, una teoría
que nos ayude a conceder la máxima libertad posible al individuo titucionalizan la caridad cristiana, tiene una base histórica y una
que está sometido necesariamente al dominio de otro. Prescindo multitud de aplicaciones modernas que no es preciso enumerar.
en gran parte de la historia del pensamiento relativo a este punto Lo que yo subrayaría es que las posibilidades de un grupo para
y me centro en lo que considero una base de la familia: el con- mantener la hermandad interna y externa depende del grado en
cepto de subsidiaridad. Esta doctrina no sólo afecta al problema que los individuos miembros están autorizados para tener voz en
de la dependencia, sino que, a mi juicio, favorece radicalmente la la asociación. La comunidad, en gran parte, no es más que un in-
libertad individual. dividualismo respetado.
La subsidiaridad exige que, cuando es irrealizable la autonomía
personal, la autoridad decisoria que afecta al individuo debe po- CONCLUSIÓN: IGLESIA Y LIBERTAD
nerse en la colectividad que le es más próxima por conocimiento, La Iglesia no ha sido capaz de establecer una postura coherente
simpatía y responsabilidad. Desde un punto de vista funcional, esta para juzgar a la sociedad capitalista. Al principio procuró oponerse
norma tiene dos objetivos, el primero de los cuales intensifica la a una permisividad sin límites, pero nunca supo exactamente por qué.
libertad del individuo. Este hecho se ha visto oscurecido con fre- Su reacción histórica ante la retórica burguesa de los partidarios
cuencia por el argumento comúnmente empleado por la Iglesia en de la libertad individual fue comprensible, pero los intelectuales
favor de la familia. Tal doctrina ha sido impulsada principalmente cristianos ya no tienen ninguna excusa para infravalorar la libertad
como apoyo a la autoridad e integridad de la familia; la Iglesia en el orden político y económico. Esto es indiscutible si no son
capaces de alegar más que una vaporosa igualdad como funda-
478 f. E. Coons

mentó de la justicia y la comunidad. La igualdad se ha demostrado


impotente, excepto para oponerse a las injusticias que ya eran evi- BRUNO V. MANNO
dentes por motivos de racionalidad. Y, lo que es peor, nos ha im- SUBSIDIARIDAD Y PLURALISMO
pedido juzgar los cambios políticos que aumentarían la libertad
sin disminuir las diferencias de ingresos entre las clases económicas. PERSPECTIVA FILOSOFICO-SOCIAL
Es probable que, en la próxima generación, muchas actuaciones
políticas afecten a ciertos servicios humanos, tales como el cuidado Después de haber aceptado la invitación para escribir este ar-
de los niños, el empleo de los jóvenes y las licencias de ejercicio tículo, me sentí invadido por lo que sólo puede describirse como un
paramédico, en que una determinada posibilidad de elección indi- caso profundo de «escalofrío», conocido mejor en ciertos círculos
vidual choque con la organización de los intereses burocráticos y como la forma laica de lo que Sóren Kierlcegaard llama miedo y tem-
profesionales. Estos últimos aparentarán abogar por el bien de los blor. Me ayudó a superar este sentimiento la pizca de sabiduría
individuos y, en particular, de los pobres. Pedirán de buena fe una popular que un abuelo italiano transmitió a su joven nieto italiano
ampliación de su hegemonía profesional como el mejor medio para ya hace muchos años, sabiduría que sigue abrumando a aquel mismo
conseguir la finalidad favorable de que se trate. Tales conflictos nieto.
no pueden decidirse en términos de igualdad. Constituyen confron- Al prestar oídos a esta sabiduría de los años, conviene tener
taciones decisivas de la libertad y el micropaternalismo. La Iglesia presente que procede de un cartero, demócrata convencido, el cual
debe estar preparada para ponerse sinceramente de parte de la la formuló cuando se hallaba en una situación que exigía cambiar
libre elección. De este modo se comprometerá en el más claramente con rapidez, pero sin ligerezas, la postura que había mantenido
humano de nuestros valores políticos y, al mismo tiempo, pondrá hasta entonces con firmeza. Lo que afirmaba era esto: no hay nada
las bases para una auténtica comunidad. tan duradero como lo provisional.
Cito este interesante fragmento de sabiduría popular por dos
[Traducción: A. DE LA FUENTE] razones. En primer lugar, en la invitación que recibí para escribir
este artículo se me decía que los asistentes esperaban «no tanto
una pieza de investigación original como un trabajo de especulación
y reflexión». De ahí que estas páginas contengan sobre todo especu-
lación y reflexión. Su contenido es algo provisional y un mero
punto de partida para exponer un tema complicado y complejo:
el de la subsidiaridad y el pluralismo.
En segundo lugar, hablar de subsidiaridad y pluralismo es hablar
de algo provisional y de las muchas formas en que se presenta: lo
flexible, maleable, cambiable, el compromiso, el consenso y lo que
en América se suele llamar «la política de la máquina de la gran
ciudad»'.
Puesto que, como ya he dicho, comienzo con miedo y temblor,
1
La línea general que se extendía a todos los círculos del barrio urbano
del que formé parte durante los años sesenta, por muy irónica que resultara,
consistía en que el esposo y la esposa podían utilizar el compromiso y el
consenso en el momento oportuno para conservar la salud de su matrimonio.
Cuando se utilizaban estas mismas técnicas en el momento oportuno para
tratar de conservar un barrio sano, la persona que las empleaba era un polí-
tico sucio que no tenía ningún sentido de los principios, ningún sentido de
lo justo y lo injusto. Más adelante me refiero otra vez a los problemas de
barrio.
480 B. V. Manno
Subsidiaridad y pluralismo 481
armado con el pensamiento consolador de que no hay nada tan per-
manente como lo provisional, voy a hacer lo siguiente: inferior pretenda dominar y someter a sus propios fines una entidad
a) ofrecer una definición funcional del término subsidiaridad superior a ella en lo tocante al bien común 2 .
y los elementos conceptuales más importantes para fundamentar esta La doctrina de la subsidiaridad valora tanto la libertad individual
definición; como la comunidad. No cree en la capacidad de las grandes buro-
cracias y estructuras corporativas para remediar los males sociales
b) clasificar y exponer brevemente los principales valores
de manera centralista3. Cree firmemente que el desarrollo y el cre-
organizativos de cualquier comunidad que se considere pluralista;
cimiento de la identidad y comunidad humanas se fomenta mucho
c) mostrar la importancia de la subsidiaridad y el pluralismo mejor cuando los grupos se ven libres de la constante invasión,
tanto en la estructura social americana como en la teoría y praxis dominación, coacción e injerencia por parte de fuerzas externas.
sociales católicas; La meta de la doctrina de la subsidiaridad es ampliar al má-
d) establecer algunos de los presupuestos más importantes ximo la participación de los individuos en la toma de decisiones,
de una perspectiva pluralista. porque el pueblo tiende a comprometerse más en una empresa
cuando puede intervenir en la toma de decisiones. Cuando toma la
decisión una persona ajena, conviene que sea alguien muy próximo
I. SUBSIDIARIDAD: DEFINICIÓN FUNCIONAL a la estructura de responsabilidad del bien común: tal persona posee
conocimiento de las circunstancias que rodean el caso, empatia y
El término subsidiaridad hace referencia a la forma de organi- compasión hacia las personas afectadas.
zar y ordenar grupos para alcanzar fines y objetivos comunes. La En resumen, la pregunta que se plantea permanentemente
etimología de la palabra encierra la idea de soporte, ayuda y auxilio quien está empeñado en la doctrina de la subsidiaridad es ésta: ac-
para levantarse. El término, pues, apunta a una manera particular tuando siempre por caridad social, ¿cómo pueden estructurarse
de organizar las comunidades en un régimen de ayuda mutua para grupos ensamblados de modo que sea posible lograr el máximo de
establecer y alcanzar metas comunes. Aceptar este principio equivale libertad y, al mismo tiempo, el bien común de la justicia social?
a aceptar que hay algo esencialmente bueno en torno a los grupos
que se organizan alrededor de unos intereses y que se ayudan mu-
tuamente para buscar fines comunes, siendo el fin último ordenar II. PRINCIPIOS ESTRUCTURALES EN UNA COMUNIDAD PLURAL
las cosas y ayudar a todos a mantenerse en pie. Una comunidad organizada de acuerdo con las líneas de la doc-
Más concretamente, la subsidiaridad es un principio de justicia. trina de la subsidiaridad es en realidad una pluralidad de comu-
Es el nombre que se da a la forma de relacionarse mutuamente las nidades, una comunidad de comunidades. Esta comunidad plural
organizaciones en la estructura del bien común. Denomina a grupos posee cinco principios o valores organizativos importantes.
y 'comunidades de intereses y fines que funcionan del vértice a la Ordenar en una estratificación superior e inferior las comunida-
base a través de diversos niveles del bien común. Es una manera de des que reflejan valores y fines comunes constituye una dimensión
formular y buscar el verdadero orden social. Aunque los grupos querida y apreciada por la comunidad plural. Esta jerarquía o es-
tengan diferentes intereses, la subsidiaridad significa que los fines tratificación de función, autoridad y responsabilidad es buena en sí
comunes no se oponen a la búsqueda de los intereses particulares. misma, algo que se fomenta y alienta. Su eliminación produce la
De hecho, el bien común se define mediante la interacción de estos sociedad horizontal de masas.
intereses distintos que actúan en orden a la caridad social. La jerarquía de función y autoridad exige la dispersión, distri-
La teoría general de la subsidiaridad posee dos partes prin- 2
Véase una formulación parecida en William Ferree, Administration and
cipales. Primera: es contrario a la justicia social que un organismo Social Ethics (Dayton, Ohio 1967) 47; William Ferree y Colin Brisbane, An
superior, en la estructura del bien común, reclame para sí mismo Introduction to Economic and Social Development (Dayton, Ohio 1966) 62-
funciones que puede desempeñar adecuadamente una entidad infe- 74: «The Theory of Administration as Social Ethics».
3
Sobre las deficiencias de la planificación central, cf. Michael Polanyi,
rior. Segunda: es contrario a la justicia social que una entidad The Logic of Liberty (Chicago 1951) espec. 111-200; id., Science, Faith and
Society (Chicago 1946).
31
482 B. V. Manno

bución o descentralización de función y autoridad en los grupos III. VISION AMERICANA Y CATÓLICA
más pequeños. Cada uno de estos grupos posee una parte de auto- DE LA SUBSIDIARIDAD Y EL PLURALISMO
ridad, cuyo fundamento estriba en su función única dentro de la
jerarquía. Esta desconcentración o delegación de la autoridad pre- La doctrina de la subsidiaridad es algo esencial tanto para el
serva la libertad del individuo frente a las incursiones de la gran entramado social y político de América como para la teoría social
sociedad corporativa. católica. Lo que sigue constituye una breve ilustración de lo que
Tanto la estratificación de grupos como la delegación de auto- decimos.
ridad alientan y promueven el ejercicio de la autonomía. Este ejer-
cicio de la opción libre se practica sin demasiadas intervenciones
externas. Cada grupo está dotado de la mayor autonomía posible, 1. ha estructura política americana
compatible con su función en la jerarquía. Disminuir el ejercicio La América colonial se enfrentaba con dos problemas políticos
de la autonomía y de la voluntad libre conduce a la pérdida del sen- fundamentales4. En primer lugar se planteaba una cuestión espe-
tido de participación y control en el destino colectivo e individual. cífica del siglo xvil: ¿cómo legitimar el poder político y, al mismo
Como hemos dicho, la autonomía y la descentraÜ2ación se ar- tiempo, salvaguardar la libertad? La solución a este dilema consistió
monizan con la función dentro de la jerarquía. Estas funciones están en establecer como criterio de legitimidad y poder la frase «nosotros,
enraizadas en la tradición. La tradición latina puede interpretarse el pueblo». El resultado fue una noción de soberanía limitada, en
como «entrega por medio de palabras». La tradición implica, por virtud de la cual los gobernantes sólo poseían aquellos poderes
tanto, comunicación personal. Emerge del debate y consenso de la que les delegaba «el gran cuerpo del pueblo» 5 .
comunidad, fomenta la interacción social e impulsa a formar coa- El segundo problema, afrontado durante el siglo xvni, estaba
liciones de personas de parecida mentalidad. El énfasis en la tra- en relación con lo que James Madison llama «violencia de la fac-
dición recibida mediante la narración y otras formas de comunicación ción» 6. Madison se preguntaba si sería posible legalizar un plura-
personal preserva de los modos abstractos e impersonales inheren- lismo social amplio, que formaba parte de la nueva situación ame-
tes a la ley formal de las burocracias de masas. ricana, y seguir garantizando la libertad y la justicia. La tremenda
Por último, «la entrega por medio de palabras» se efectúa en diversidad de la vida colonial, ¿conduciría a la anarquía, al caos
unidades de asociación pequeñas y locales. Tal localismo destaca y al desorden o podría servir para proteger la libertad y promover
la familia y el barrio como formas primarias y principales de aso- la justicia? Madison respondió afirmativamente a la segunda parte
ciación. Este sentido del lugar, de tener un puesto en que arraigar, de la pregunta, y su razonamiento es una muestra del genio del
preserva a la persona y a la comunidad de las diversas formas de sistema político americano7.
extrañamiento y alienación. Proporciona un sentido de enraiza- Madison dice en síntesis que la anarquía asociada a la «violen-
miento. cia de la facción» se quebranta cuando se evita que los grupos tengan
Aunque este elenco no es exhaustivo, contiene los valores or-
4
ganizativos primarios de una comunidad pluralista. Son, en síntesis, Esta presentación se inspira en las siguientes exposiciones: Erik Erikson,
la jerarquía, la descentralización, la autonomía, la tradición y el loca- Dimensions of a New Identity (Nueva York 1974); Michael Kammen, People
of Paradox (Nueva York 1973); Gordon S. Wood, The Creation of the
lismo. La subsidiaridad, como principio de organización social, exige American Republic (Nueva York 1972).
una descentralización de las funciones y la autoridad, en el marco 5
Alexander Hamilton-James Madison-John Jay, The Federalist Papers
de la jerarquía, que, apoyándose en la tradición, promueva la auto- (Nueva York 1961) 241.
6
nomía y el localismo. Dirigida por la caridad social, esta comunidad Ibíd., 11.
de comunidades persigue un bien común que tiende a lograr la jus- ' Cf. especialmente Federalist Papers n.° 10 y 51. De la exposición de
Madison del n.° 51 surge una cuestión interesante que se refiere al paradigma
ticia social. En el fondo de la comunidad pluralista subyace el pre- que emplea él para resolver el problema del pluralismo político. Madison se
supuesto de que la naturaleza de la personalidad y la comunidad sirve, al parecer, del pluralismo religioso como modelo del pluralismo político.
humanas exigen una multiplicidad social de expresiones. La diver- Cf. también Winthrop S. Hudson, Religión in America (Nueva York 1973)
sidad de creencias, ideas y formas de vida es, por tanto, algo bueno. 59-82, exposición que indica cómo el Gran Resurgimiento ayudó a resolver
los problemas vinculados al pluralismo religioso.
484 B. V. Manno Subsidiaridad y pluralismo 485

suficiente poder para imponer su voluntad sobre el resto de la so- Aunque no exhaustivos, los principios sobre los que se funda
ciedad. Lo cual no se consigue eliminando las diversidades y las la estructura política americana —la limitación de la soberanía, el
facciones, sino conjugando unos contra otros los distintos intereses. federalismo y la voluntariedad— son ciertamente esenciales. Sin
En términos de Madison: «Hay que fomentar la ambición para ellos no existiría la estructura política americana. Dichos principios
contrarrestar la ambición»8. funcionan ofreciendo resistencia a la centralización, desarrollando
Tal choque de intereses crea una situación en que ningún grupo al máximo la libertad e impulsando las asociaciones autónomas,
tiene un exceso de poder, porque el poder está distribuido por todo subsidiarias y libremente elegidas que preservan contra los senti-
el sistema. Fragmentando el sistema en muchas partes, intereses mientos de atomización y alienación. Los grupos pueden realizar
y clases, todo el pueblo se ve protegido contra la opresión de los sus fines, y el poder sólo puede integrarse mediante la hábil plas-
«reyezuelos» y las injusticias de otros ciudadanos. Según Madison mación de los diversos intereses en amplias coaliciones. La política
«... resulta improbable, por no decir impracticable, una combina- es en el contexto americano el arte de hacer una labor de subsidia-
ción injusta de la mayor parte del todo» 9 . Para que cualquier grupo ridad.
realice un fin es necesario construir una coalición de intereses en Esta exposición plantea algunas cuestiones que los teólogos han
torno a los principios de la justicia y del bien general. De esta de comenzar a estudiar con los historiadores y los expertos en
manera se conserva y desarrolla al máximo la libertad. ciencias sociales y políticas. La más fundamental es si las ideas
El principio subyacente a esta idea de la distribución del poder americanas sobre la limitación de la soberanía, el federalismo y la
a través de comunidades que participan en el proceso de gobierno voluntariedad permiten extraer algunas conclusiones útiles para
es el principio federal. Este postulado, junto con el precepto de la comprender mejor qué es la Iglesia u . De este interrogante funda-
limitación de la soberanía, preserva contra la centralización del poder mental se derivan otros muchos.
y contra el desarrollo de la tiranía. Mirando retrospectivamente la ¿Qué significa en una perspectiva eclesiológica gobernar con
concepción de Madison, puede concluirse que su aserto de que era y por el consentimiento de los gobernados? ¿En qué sentido es
«improbable, si no imposible», una combinación injusta representa la Iglesia semejante o diferente de la estructura política americana
más bien una creencia. Sin embargo, el sistema demostró que entendida como comunidad de comunidades? ¿Qué consecuencias
funcionaba. lleva consigo el principio de la voluntariedad con respecto a la
Muchos de los grupos que constituyen la amplia trama de las posibilidad de disentir en la vida de la Iglesia y a la formación
comunidades rivales y relacionadas, y que forman parte de todo el y renacimiento de agrupaciones voluntarias en la Iglesia? ¿Cómo
sistema, se fundamentan en el principio de la voluntariedad10. La se configura el sentido de los fieles contrarios a la formación de
pertenencia a los mismos se realiza mediante una elección libre, coaliciones y el de los partidarios de la misma? ¿En qué medida
y resulta fácil abandonarlos. Estas organizaciones pueden ser polí- son los dirigentes de la Iglesia forjadores de coaliciones? ¿Qué
ticas, intelectuales e incluso sociales y culturales. consecuencias tienen estos principios para la manera de presentar
Las asociaciones voluntarias persiguen vigorosamente los mis- y ejercer la infalibilidad? Tales interrogantes se limitan a indicar
mos intereses de sus distritos. Su funcionamiento correcto depende « algunos problemas. Es mucha la tarea que aún queda por hacer.
del establecimiento de un consenso firme. Estas son las asociacio-
nes que frecuentemente alimentan el sentido localista, dependen
de la tradición y promueven el ejercicio de la libre voluntad y au- 2. Doctrina social católica
tonomía, tan esencial para mantener los lazos sociales.
La doctrina social católica moderna y la ética derivada de ella
funcionan a dos niveles. El primero está representado por las en-
' Hamilton y otros, 322. cíclicas papales de carácter social, los escritos de los filósofos cató-
'10 Ibíd., 324.
Sobre este principio, cf. James Luther Adams, The Voluntary Principie
in the Forming of American Religión, en E. A. Smith (ed.), The Religión o/ " Otras exposiciones en torno a este punto pueden verse en Andrew
the Repuhlic (Filadelfia 1971) 217-246; Andrew Greeley, Some Questions for Greeley, pp. 14-25; Richard McBrien, h There a Distinct American Contri-
Theologians: «The Critic» (Spríng 1977) 14-21. bution to the Notion of Church?, en John R. McCall (ed.), Dimensions in
Religious Education (Havertown 1973) 113-124.
486 B. V. Manno Subsidiaridad y pluralismo 487

lieos sobre temas sociales y las numerosas declaraciones de la jerar- Las raíces de la tradición social católica de Norteamérica van
quía católica americana sobre actividades sociales. El segundo, cons- más allá de la Rerum novarum y se remontan al menos a 1887, año
tituido por una tradición más a nivel de base, se refleja en aquellos en que el cardenal Gibbons defendió a los Caballeros del Trabajo 14.
aspectos del catolicismo que le confieren su peculiar matiz ameri- Las declaraciones más famosas son tal vez el documento de los
cano: barrios, distritos, zonas, uniones, parroquias nacionales, es- obispos americanos, publicado en 1919, sobre el problema de la
cuelas parroquiales, etc. reconstrucción en la posguerra, y el de 1939: La Iglesia y el orden
social. Estos escritos, principalmente la inspiración de John A. Ryan,
forman el corazón de una tradición alimentada por la pasión de re-
a) La tradición teórica. lacionar el sistema católico de símbolos cristianos con la historia
Los presupuestos filosóficos de la perspectiva teórica están en- humana y la sociedad civil.
raizados en la filosofía y la reflexión tomista sobre la función y na- La investigación llevada a cabo por A. Coleman, David Hollen-
turaleza de los gremios medievales. Esta tradición tuvo su primera bach y otros muestra que esta tradición filosófico-social ha quedado
plasmación en un documento oficial del papa el año 1891, fecha desfasada en algunos aspectos 15. Pero en otros constituye un legado
en que León XIII publicó la Rerum novarum. La Quadragesimo válido. Coleman concluye su reflexión sobre el pensamiento de John
anno (1931) y algunas partes de la Divini Redemptoris (1937), Courtney Murray, afirmando que «el pensamiento de Murray ...
ambas de Pío XI, ampliaron y profundizaron el mensaje de nos pone en contacto con lo que, a mi parecer, es el legado per-
León XIII. Más recientemente, esta tradición se ha visto enrique- manente del catolicismo social: la teoría del pluralismo societario
cida con nuevas declaraciones n. con autoridad y una doctrina de los derechos sociales y civiles de
Los escritos citados subrayan una teoría de la justicia social, de la persona humana dentro de la sociedad» 16.
la caridad social y del bien común sobre el fundamento del principio Aún resta por hacer una investigación más profunda sobre el
de la función subsidiaria. Todo lo que dijimos en los epígrafes II desarrollo histórico y el estado actual del legado que Coleman y
y III de este artículo puede considerarse como un resumen de dicha otros nos entregaron. ¿Qué aportaciones específicas hicieron Orestes
doctrina. Lo que sigue constituye una breve recapitulación de sus Brownson, John A. Ryan, Isaac Hecker, William Onahan, Terence
principales ideas. Powderly, Patrick Conway, John Courtney Murray y otros al des-
La justicia social exige algo específicamente social: la sustitución arrollo del pensamiento social católico? ¿Ofrecen estas aportacio-
de los sistemas injustos por otros que sirvan mejor al bien común. nes ideas sobre la manera de enfocar los problemas sociales más
Los principios en que debe inspirarse tal reorganización son la cari- importantes de hoy?
dad social y el respeto a la dignidad humana. La reorganización de En una línea distinta, pero afín, el problema implícito subya-
estos sistemas deben hacerse de tal forma que ofrezcan el mayor cente a este legado se refiere a las relaciones entre lo social, lo moral
número de oportunidades para lograr los medios convenientes para y lo religioso, entre la gracia y la naturaleza. La moderna investiga-
subsistir. Ninguna institución de la amplia gama jerárquica que „ ción sociológica sobre la estructura del conocimiento, el ciclo de la
trata de conseguir el bien común puede usurpar las actividades par- vida, el desarrollo de los valores y de la fe y sobre la evolución
ticulares de una institución o persona inferiores B . moral, ¿ofrece nuevas perspectivas ante estas cuestiones? ¿Existen
algunos puntos de contacto entre la doctrina social católica y la
12
Una visión general de la doctrina social católica desde Juan XXIII sociología moderna? Sólo un trabajo prolongado y un paciente diá-
puede verse en Joseph Gremillion, The Gospel of Peace and Justice (Mary- 14
knoll, Nueva York 1976). Esta obra presenta los documentos principales y Una interpretación de la historia del catolicismo americano puede verse
un esquema de los mismos. en Andrew Greeley, The Catholic Experience (Nueva York 1967); A. Greeley,
13
Cf. los párrafos 71, 74, 80 y 88 de la Quadragesimo anno sobre las refe- Catholicism in America: «The Critic» (1976) 14-47; 54-70.
15
rencias que hacemos aquí. Estos párrafos pueden encontrarse completos en John A. Coleman, Vision and Praxis in American Theology: «Theologi-
William Ferree, Introduction to Social Justice (Dayton, Ohio 1948) 13-19.37. cal Studies» 37 (marzo 1976) 3-40; David Tollenbach, Public Theology in Ame-
Si se desea un tratamiento más completo que determine la naturaleza exacta rica: «Theological Studies» 37 (junio 1976) 290-303; Donald Pelotte, John
del acto de justicia social, véase William Ferree, The Act of Social Justice Courtney Murray (Nueva York 1975).
16
(Dayton, Ohio 1943). Coleman, 38-39.
488 B. V. Manno Subsidiaridad y pluralismo 439

logo entre los científicos, los sociólogos, los teólogos y todos los italianos, San José para los irlandeses, Santa María para los eslove-
sectores de la población católica permitirá a alguien ofrecer una nos o, quizá, San Jerónimo, que era una rara mezcla de los tres.
respuesta inteligente. Es el trozo de tierra limitado por la avenida Euclides, por la calle
140 Este y por la calle de Londres. En el centro de este pedazo de
b) La tradición de base. tierra confluían cinco calles y, por iniciativa creadora, lo llamába-
mos acertadamente Five Points (cinco puntos), y, quienes estába-
Una exposición de la doctrina social católica cometería un grave mos en el secreto, Fi Points. Los forasteros se distinguían fácilmente
error si sólo tuviera en cuenta la perspectiva que hemos presentado porque eran incapaces de pronunciar correctamente la expresión.
en las líneas precedentes. Fueron los inmigrantes católicos los que En otro orden de cosas, quienes asistían a la escuela católica en
pusieron en práctica la subsidiaridad cuando perseguían su gran mi zona de Collingwood, iban al Santísimo Redentor para los estu-
sueño de la libertad, frecuentemente sin saber nada sobre la sub- dios primarios y a San José o a la Catedral Latina para la enseñanza
sidiaridad e ignorando las encíclicas y las declaraciones de los media. Quienes eran «públicos» (denominación cariñosa con que
obispos. llamábamos a los alumnos de la escuela pública), asistían a la escuela
Pusieron en marcha la subsidiaridad creando lo que quizá sea graduada «William H. Brett» y al Instituto Collingwood.
el producto más peculiar del catolicismo urbano de América: el Lo que estas reflexiones me han llevado a descubrir reciente-
barrio étnico y su conjunto de servicios humanos. Pusieron en mar- mente sobre la cuestión de cómo definir realmente un barrio es
cha el principio de subsidiaridad al organizarse muchos de ellos en simplemente que no hay manera alguna de hacerlo. La palabra es
asociaciones voluntarias que trataban de conseguir los requisitos transparente 1S. Funciona como un símbolo a través del cual se nos
básicos necesarios para la subsistencia humana. Lo pusieron en manifiesta la multiplicidad y complejidad de las significaciones
práctica en un espacio muy breve de tiempo a pesar del fanatismo sociales w .
anticatólico que lo penetraba todo y que a veces era omnipotente. Lo que mejor recuerdo de mi barrio es que era mío. Pertenecía
Por desgracia, aún no se ha caído en la cuenta de este milagro a él y él me pertenecía. Por supuesto, no era mío en sentido ex-
y se ha investigado poco sobre este fenómeno 17. En lugar de hacer clusivo. También pertenecía a otros, y ellos pertenecían a él. Todos
una exposición especulativa de lo que esos investigadores afirman juntos cuidábamos de él, y él cuidaba de nosotros cuando necesi-
sobre las distintas dimensiones de este milagro, me voy a permitir tábamos esos cuidados; y realmente había veces que todos nosotros
reflexionar sobre mi propia experiencia, sobre lo que significa ser necesitábamos que nos cuidara y nos acogiera.
católico romano ferviente, de ascendencia italiana, y crecer en los El término vecindad es el que, a mi parecer, describe mejor el
alrededores de un barrio urbano. significado de esta «posesión». La forma arcaica de la palabra in-
En el centro de los recuerdos que tengo de la edad de mi des- glesa (neighborliness) significa «el que mora cerca». Vecindad sig-
arrollo en Cleveland, Ohio, está la memoria muy positiva de mi nifica vivir cerca o próximo uno de otro no sólo en el sentido físico
barrio (Collingwood) y de las familias que vivían allí conmigo. de las casas, alamedas, porches y otras construcciones que estén
Cuando utilizo la palabra «barrio» me encuentro ante un dilema. cercanas, sino también en el sentido de cuidado y preocupación
Cuanto más intento definir con precisión lo que significa la pala- reales por los otros, de lealtad hacia los demás, de confianza en el
bra, más me convenzo de que significa muchas cosas para mucha prójimo. La vecindad siempre consistió en organizar el barrio y sus
gente. habitantes para preocuparse mutuamente unos de otros.
Collingwood, en cuanto barrio, es Santísimo Redentor para los En el centro de la vida de nuestro barrio estaban las familias,
17
muchas familias. Recuerdo que al principio resultaba difícil saber
Los primeros ensayos de una interpretación global del fenómeno apare- dónde empezaba una y terminaba otra. En seguida me apercibí de
cen en Andrew Greeley, The American Catholic (Nueva York 1977); A. Gree-
ley, Ethnícity in the United States (Nueva York 1974). Los dos estudios 18
Michael Polanyi aborda el estudio de la transparencia del lenguaje en
siguientes abordan el análisis de los aspectos particulares de este fenómeno: su obra Knowing and Being (Chicago 1964) 184.
Silvano Tomasi, Piety and Power (Nueva York 1975); Jay P. Dolan, The 19
Una interpretación análoga del barrio como símbolo puede verse en
Immigrant Church (Baltimore 1975). Andrew Greeley, The Communal Catholic (Nueva York 1976) 112.
490 B. V. Manno
Subsidiaridad y pluralismo 491
las ventajas de esta situación. Siempre había alguien con quien jugar
a cualquier hora del día. Siempre había algún lugar a donde ir cuando el mal. Cualquier forastero que tratara de convertirse en un habi-
había molestado a alguien en casa un poco más de la cuenta. Siem- tante indeseado experimentaba la forma de acción afirmativa más
pre había alguien comiendo o bebiendo a quien no le importaba precoz y más agresiva. Las cosas podían ser rígidas, estrechas, de
alimentar a uno más o apagar su sed. Si llevabas un amigo, tam- carácter parroquial e inflexibles, pero —como todos sabemos—
poco importaba. Cuando una calle estaba obstruida, se podía buscar estas características no están conectadas exclusivamente con los
en una esquina más allá otro lugar más verde. barrios étnicos, menos aún en el caso de Collingwood. Ser humano
ha significado siempre sentirse envuelto tanto en el bien como en
Esta posibilidad de pasar y repasar las fronteras en busca de
el mal, en las ambigüedades y en las contradicciones. En este sen-
otras calles para corretear cuando había fallado mi primera opción
tido, Collingwood fue, más que otra cosa, un espacio humano bueno
me enseñó que las fronteras son flexibles y que, como frecuente-
para vivir y pasar los dieciocho primeros años de mi vida.
mente me decía mí abuelo, nada hay más duradero que lo provisio-
nal. En cierto sentido, esto resulta difícil de explicar: las fronteras Podría continuar describiendo más detalladamente la experien-
flexibles de la familia reflejaban la realidad más amplia, pero tam- cia de mi barrio, pero permítaseme dejarlo aquí. El barrio que he
bién flexible, del mundo en que vivía. Lo mismo que podía con- descrito con toda su diversidad y diferenciación, con sus numerosas
fiar en mi pequeño mundo y configurarlo, así también podrían con- asociaciones voluntarias y su descentralización de poder, con su
fiar en aquella realidad más amplia y configurarla, porque me pa- gente chismosa y con sus cuentos, con sus inclinaciones al bien y
recía igualmente amistosa y flexible. al mal, constituye un paradigma que permite contemplar la subsi-
diaridad y el pluralismo en acción. Desgraciadamente son pocos los
En mi barrio había lugar para todo personaje imaginable; y los
estudios realizados para tratar de comprender más plenamente lo
había de todas clases. La señora De Franco era la típica señora loca
que Gerald D. Sutiles llama esta «imposición creadora sobre la ciu-
que aparecía en el porche de detrás de su casa esgrimiendo su gran
dad» 20, este modelo de subsidiaridad en acción. Si bien están apa-
látigo cuando nos mofábamos de ella tirando piedras a sus gatos o
reciendo algunos estudios, es urgente reflexionar sobre la sociología,
corriendo por su patio. Nicki era un minusválido físico y mental
la historia, la psicología y la teología de los barrios católicos de las
que carecía de parientes vivos. Nunca pasó hambre y jamás fue
ciudades. Se trata de un gran reto que se lanza a la Iglesia ameri-
tenido por inútil o despreciable, y se le introdujo en todas las acti-
cana y, me atrevería a decir, a las universidades católicas americanas.
vidades del barrio. Angelo era un tipo que vivía con nosotros. Sus
Hay otras muchas cuestiones específicas que es necesario plan-
excentricidades le llevaron hasta afeitarse la cabeza totalmente («así
tearse. ¿Existe una concepción católica específica sobre la naturaleza
era más fácil lavarse y peinarse»), comprar zapatos del trece para
humana, sobre la sociedad y la organización política? ¿En qué
sus pies, que eran del diez («si se paga lo mismo, ¿por qué no com-
sentido es semejante o difiere de la perspectiva presentada por
prarlos más grandes?»). Angelo igualó los tres números de diferen-
James Madison? ¿Cuál es la aportación católica a la formulación
cia-rellenando los zapatos con trozos de papel, que cambiaba siem-
de la política social? 21.
pre que iba al almacén: «Me gusta ir limpio», solía comentar.
¿Cuáles son las características estructurales diferentes de la
El barrio era también un centro inagotable de todos los servi-
gran familia étnica? Sus formas de cuidar y preocuparse por las
cios humanos imaginables. Estaba, en primer lugar, la parroquia del
personas de la tercera edad, ¿ofrecen ideas sobre cómo los mayores
Santísimo Redentor, con su escuela graduada aneja, gran edificio y
pueden formar parte de la vida americana y ser integrados en la
residencia del equipo de sacerdotes, religiosas y seglares. Estaba
misma? ¿En qué sentido puede esta gran familia servir de modelo
también el parque de bomberos, la comisaría de policía, la gran
para la vida de la Iglesia y de ejemplo para el paradigma del ciclo
tienda de alimentación, el bar, el restaurante, la peluquería, la pis-
vital del desarrollo humano?
cina, la funeraria, el médico, etc. Los límites entre ellos no eran
muchas veces muy claros. Las mejores ruedas usadas no las vendía ¿Qué nos dice la vida de barrio sobre la construcción de la co-
el mecánico del lugar, el señor Campy, sino nuestro vicario. 20
George Sutiles, The Social Construction of Cammunities (Chicago
Por lo demás, siendo nuestro barrio la encarnación de la virtud 1972) 28.
21
y la bondad, también era cabalmente capaz de incorporar el vicio y Algunas propuestas a este respecto pueden verse en A. Greeley, The
Communal Catholic (Nueva York 1976) 93-110.
492 B. V. Manno Subsidiaridad y pluralismo 493

^unidad? ¿Qué aportaciones puede realizar un estudio de la vida Ninguna forma o modelo agota la totalidad de la realidad. En este
de
barrio al debate entre los filósofos y los psicólogos evolutivos sentido, la realidad se comprende mejor de manera analógica.
<íüe estudian la estructura y las características de las comunidades 2. Estas formas o modelos son generalizaciones simbólicas.
dorales y e l desarrollo moral? Los sistemas modernos de asistencia Poseen un carácter polivalente o transparente.
o t a r i a , ¿pueden aprender algo de la estructura de servicios de 3. La realidad nunca puede ser comprendida exhaustivamente
tós
barrios étnicos? . , , , ,. por un solo modelo, cualquiera que sea. Es fundamentalmente mis-
. , ¿Cómo se transmiten los valores en el contexto informal de la terio.
,Vlda de barrio? La ética de la insignificancia y de la diversidad de 4. El pluralismo de expresión es esencial en la búsqueda de
°s barrios católicos, ¿qué tiene que decir sobre la revítalizacion de la verdad. Es bueno y debe fomentarse, valorarse y afirmarse a
í 88 ,decadentes ciudades? ¿Cuál es el estilo o cuáles son las carac- todos los niveles del pensamiento, el sentimiento y la acción del
terísticas de la forma en que actúan los líderes de barrio para lor- hombre.
i a r asociaciones? ¿Qué nos sugiere esto sobre la necesidad de que 5. El pluralismo protege y desarrolla la libertad. Amplía al
¿° s aderes de la Iglesia actúen discerniendo y ayudando a moldear máximo los límites de la libertad. La coacción como principio de
ei
«sentido de los fieles»? , cambio social es perjudicial para el funcionamiento de los individuos
L
as cuestiones serían interminables. Ahora solamente jas expo- y los grupos.
J i ' y e n s u mayor parte, de una manera inadecuada e impropia 6. El pluralismo no es separatismo. Es el derecho a que se
e
¿a complejidad de los problemas que encierran. respete nuestra concepción particular y personal como parte del
t
, u na observación que hice al principio de esta exposición sobre bien común más amplio.
* tradición de base me proporciona la oportunidad de hacer un 7. La aceptación de un estilo pluralista para comprender la rea-
k" 1 Q l ° comentario. La mayoría de los católicos que habitan en lidad no implica necesariamente que todos los modelos tengan la
°arr IOs C Q n o c e n ^ pocQ h ^ ^ fíhsófíca y s o c i a l subyacente misma validez o posean idéntico valor de verdad. Dos principios
ía
estructuración concreta de los barrios. Este hecho plantea una útiles para valorar la vigencia y eficacia reales de un modelo con-
lo lk-Unta: ¿ P o r 1ué s e inclinaron a organizarse de la forma en que creto son la adecuación a la experiencia humana y la pertenencia
Í^ATon? Ciertamente, parte de la respuesta se encuentra en el a la tradición.
" n d 0 c ultural que trajeron consigo del país de procedencia. Pero 8. El aspecto personal de la libertad humana, la libertad de
1"° P° d «'a haber algo más en este asunto? ¿Podría ser su deseo autoafirmación, está siempre en tensión con su aspecto social, la
emendo de libertad, que se manifestó espontáneamente en la libertad de someterse al servicio del bien común.
^ e r s i d a d y e ] pluralismo? ¿Quizá se deba a que la libertad produce 9. El bien común se define mediante la interacción de inte-
d P r o p I a respuesta y a que el contacto genuino con esta realidad reses variados que se dirigen teniendo en cuenta la caridad social.
sól En este proceso son esenciales el consenso y la formación de coali-
t 0 cub le rta ° puede manifestarse en la diversidad de pensamien-
e esti]o ciones.
qu'e? , ! de vida, en las actitudes, etc.? Parece, por tanto, u
la 10. Los seres humanos realizan su existencia primariamente
libertad auténtica exige diversidad y pluralismo.
como miembros de comunidades pequeñas y locales. A través de la
interacción de estas comunidades surgen los modelos de estructura
IV. ALGUNOS PRESUPUESTOS
social. La clave para cambiar el orden social radica en comenzar
to s i t e , a r t í c u l ° h a tratado de subrayar principalmente los elemen- por cambiar los modelos pequeños y locales de relación.
cualn, tuales m á s
importantes y los valores organizativos de 11. La doctrina de la subsidiaridad funciona mejor en la me-
ler dida en que se cambian los modelos de relación. Dicho brevemente,
sub s jj- comunidad estructurada de acuerdo con la doctrina de la
la t e i , a r i d a d y de demostrar la primacía de esta doctrina tanto en los modelos de relación cambian sin la intervención de organizacio-
al
gunT COm° e n I a p r a x i s s o c i a l c a t ó l i c a - A continuación resumimos nes superiores.
s
Presupuestos fundamentales de esta perspectiva. 12. Si aceptamos que la formación de consenso, la construcción
• La realidad está mediatizada a través de múltiples formas. de coaliciones, la función de la voluntariedad y subsidiaridad son
494 B. V. Mamo

aspectos esenciales de la ética social católica, la cooperación y el


orden de graduación constituyen dos elementos clave para toda
tentativa de cambio social.
13. El deseo de diferenciación es un aspecto constitutivo de
la personalidad humana. Con el debido discernimiento y una di-
rección adecuada, esta diferenciación puede integrarse en una visión
más global de la realidad y convertirse en algo constructivo desde
el punto de vista social.

CONCLUSIÓN

El legado católico del concepto de subsidiaridad es un profundo


clamor en favor de la primacía de la libertad, de la libertad de op-
ción, de asociación voluntaria, de comunidad local y del pluralismo
de costumbres y estilos. Desde esta perspectiva, la ausencia de coac-
ción constituye un derecho humano indispensable. Es el funda-
mento para conseguir una auténtica humanidad y una comunidad
humana.
La tarea de cualquier organización humana que promueva el
desarrollo del pueblo estriba en alentar y facilitar la creación de
contextos que permitan ampliar al máximo los horizontes de la
libertad e impulsen la diversidad voluntaria. El reto que afronta la
Iglesia, mientras continúa realizando su viaje a través del ciclo
periódico de la muerte y la vida, consiste en promover e impulsar
estos contextos.

[Traducción: J. J. DEL MORAL]

También podría gustarte