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SERMÓN HOMILÉTICO

Consideraciones previas

Título del Sermón: La necesidad de orar siempre y no desmayar

Tema del Sermón: Porque los cristianos deben orar constantemente

Base Bíblica: Lucas 18:1-8

Propósito: Persuadir en los oyentes la importancia de orar siempre

Palabra Clave: Razones

Oración de transición: Los creyentes deben orar constantemente por tres

razones.

Bosquejo del Sermón

Los cristianos deben orar siempre:

I. Porque la oración constante es una necesidad espiritual vital y no el

último recurso en tiempos de caos.

II. II. Porque la oración constante es un medio para que Dios responda

nuestras peticiones.

III. III. Porque la oración constante es una evidencia de nuestra fe vigente.

Desarrollo del Sermón

Introducción

La crisis causada por el coronavirus, nos ha forzado a confinamientos sociales

nunca antes visto. El cierre obligatorio de puertas institucionales, incluyen las

financieras, laborales, educativas y hasta las religiosas. En un tiempo tan difícil como el

actual en el que necesitamos fortalecer nuestros pávidos corazones por medio de la fe,

de pronto nos hemos quedado privados de templos y liturgias. Sin embargo, desde una

mirada positiva al problema, podemos decir que en este tiempo de crisis la práctica de la

oración se vuelve elemental. Es un buen momento (si se me permite decirlo de ese


modo) para darnos cuenta que nuestra vida espiritual no solo debe girar en torno al

templo. En una conversación entre pastores sobre espiritualidad en tiempo de

cuarentena, uno de los pastores dijo: “La verdadera espiritualidad no se reduce ni a

horarios, ni espacios determinados. Es una espiritualidad que se vive en la vida

cotidiana.”1

Especialmente este confinamiento debe enseñarnos que la oración no solo se

limita a una actividad religiosa que se hace dentro del templo, sino una actividad que

debemos practicarla en nuestra vida cotidiana. Es más, Dios espera que, finalizada esta

incidencia pandémica, nuestra vida de oración siga creciendo más allá de los templos.

De modo que la oración no es una actividad solo para eventos de espanto, sino una

actividad espiritual que debemos practicarla siempre.

¿Qué razones bíblicas tenemos para orar siempre? Me gustaría contestar esta

pregunta examinando lo que Jesús enseñó por medio de la parábola de la viuda y el juez

injusto. Ésta parábola enseña que los creyentes deben orar constantemente por tres

razones.

I. Porque la oración constante es una necesidad espiritual vital y no el último recurso


en tiempos de caos (v.1)

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no

desmayar” (v.1).

Seamos honestos, nos cuesta convencernos de que la oración es una necesidad.

Vemos la oración como una actividad religiosa que hacemos junto a otras personas en la

reunión del templo, o la percibimos como un mero deber que tenemos que cumplir para

sentirnos bien con Dios, con nuestros líderes o con nosotros mismos; pero percibir la

oración constante como una actividad significativa, sinceramente nos resulta difícil.

1
Especialidades 625, Conversatorio e625 - ESPIRITUALIDAD - Lucas Leys, Jesús Adrián
Romero, Marcos Vidal y Chris Shaw. https://www.youtube.com/watch?v=-P9b4aAjuwA (último acceso
09 de mayo del 2020).
«La oración es para nuestra vida espiritual lo que el oxígeno es para nuestra vida

física.» Nadie se levanta de la cama y dice: «hoy no necesito respirar, así que viviré sin

oxígeno». Eso no ocurre. Respirar es natural y necesario para nuestra sobrevivencia

física. Lo mismo se puede decir de la oración. Debemos verlo como una actividad

natural que debe realizarse para el beneficio de nuestra vida espiritual. Warren Wiersbe

lo dijo de esta manera: “A menos que estemos enfermos o asfixiándonos, rara vez

pensamos en nuestra respiración. . . De la misma manera con la oración, debe ser el

hábito natural de nuestra vida, la atmósfera en que vivimos constantemente.”2

Pastor, ¿me está intentando decir que solo debo mantenerme orando las

veinticuatro horas del día? Para nada. Sé que usted tiene obligaciones que cumplir y

debe cumplirlas. Entonces ¿cómo aplico a mi vida el principio de la oración constante?

Aquí algunas ideas:

Haga de la oración su primera actividad del día. Antes de hacer cualquier otra

cosa, obligue sus rodillas a doblegarse y comience a orar. Al igual que yo, usted lidia

con un adversario cruel que como león rugiente acecha nuestras vidas para destruirlas.

A eso suma la batalla desafiante que bregamos ante complicadas situaciones, sutiles

tentaciones, fuertes y variadas preocupaciones; y necesitamos de la oración constante

para sobrevivir y ganar tales batallas.

Haga pausas en su trabajo diario y ore. No estaría mal que por cada una o dos

horas dedique unos cinco minutos para orar.

Antes de dormir pase un tiempo de oración. Si comenzó su día con oración ¿Por

qué no terminarlo de la misma manera? El salmista dijo: «Meditad en vuestro corazón

estando en vuestra cama...» Salmos 4.4

2
Warren Wiersbe, Comentario Wiersbe del Nuevo Testamento (Sefring, FL: Editorial Bautista
Independiente, 2019), 202.
Se imagina vivir en una atmósfera constante de oración. Se ha puesto a pensar el

nivel de progreso que alcanzaría su vida espiritual si hiciera de la oración un hábito

frecuente y no solo un recurso último que pude tomar en los momentos de apuro. Quizá

al principio no sea tan factible hacer de la oración una actividad habitual, pero por

experiencia sé que con voluntad firme y con la ayuda de Dios usted lo puede lograr. Y

la clave está en: “no desmayar”. No tire la toalla. No claudique. No decline.

Hay una segunda razón por la cual debemos orar constantemente. Debemos orar

siempre...

II. Porque la oración constante es un medio para que Dios responda nuestras
peticiones

En la parábola, reiteradamente la viuda acudió ante el juez con el propósito de

que hiciera justicia a su causa. Por otro lado, el juez también mostró cierta obstinación,

pues denegó por un tiempo la atención hacia la desventurada viuda. Sin embargo (como

recita el refrán: «tanto va el cántaro al agua que al final se quiebra»), “la persistencia de

la viuda venció la obstinación del juez”. El juez respondió a la solicitud de la indigente

viuda, e hizo justicia a su causa.

Jesús resumió la lección de aquella parábola preguntando y respondiendo a la

misma vez: “Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche

¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia”. (vv.7- 8a).

La afirmación de que Dios responderá pronto la oración de aquellos que claman

día y noche es una verdad bíblica motivadora para hacer de la oración una actividad

habitual en nuestras vidas.

¿Cómo podemos estar seguros que Dios responde a nuestras oraciones?

La respuesta de Dios a nuestras oraciones, se basa en la posición espiritual de

quienes oran (es decir los creyentes) y en el carácter de Quien es él que escucha las

oraciones (es decir Dios).


Veamos en primer lugar, Quiénes son los que claman.

Es importante señalar que la parábola es más de naturaleza contrastable, que

analógica. Pues, más que aprender por comparación de aspectos semejantes o similares,

los discípulos habían de aprender por comparaciones opuestas. De manera que en esta

parábola los discípulos están representados en la viuda y Dios, en el juez injusto. Sin

embargo, en contraste con la desamparada viuda, los discípulos son los elegidos; y en

discordancia con el juez injusto, Dios es el juez justo.

Nosotros al igual que los discípulos somos los elegidos y nuestra posición

espiritual nos otorga importantes privilegios respecto a nuestras oraciones. Veamos:

 La viuda era una simple desconocida. Nosotros somos un pueblo escogido. “Más

vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por

Dios… (1Pedro 2.9).

 La viuda no tenía acceso al juez. Nosotros como hijos de Dios tenemos acceso

pleno a la presencia de Dios. “Porque por medio de él los unos y los otros

tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efesios 2.18).

 La viuda no tenía un esposo ni amigos influyentes que abogaran por ella ante el

juez. Nosotros tenemos a Jesucristo como nuestro Abogado y Sumo sacerdotes

quien intercede por nosotros. “…abogado tenemos para con el Padre, a

Jesucristo el justo” (1 Juan 2.1). “Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo

Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que

creemos” (Hebreos 4.14).

 Sin embargo, en la parábola “el mayor contraste es el de la viuda acudiendo a un

tribunal, pero los hijos de Dios acuden al trono de la gracia.”3 De modo, que tú y

yo por ser hijos de Dios, podemos acercarnos “…confiadamente al trono de la

3
Wiersbe, Comentario Wiersbe, 202,203.
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”

(Hebreos 4.16).

¿No le parece motivador saber que puede entrar en la misma presencia celestial

y presentar sus oraciones? Aún más, la motivación crece cuando sabemos Quién es que

nos escucha.

 El juez de la parábola era un tipo insensible e indiferente a la petición de la

viuda. Sin embargo, Dios está siempre dispuesto a escucharnos: “Y esta es la

confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su

voluntad, él nos oye” (1 Juan 5.14).

 El juez de la historia es calificado como injusto. Sin embargo, Dios, es el Juez

justo: “Por lo demás, me está guardado la corona de justicia, la cual me dará el

Señor, juez justo…” (2 Timoteo 4.8).

 Por otro lado, la única razón por la que El juez injusto atendió el caso de la viuda

fue porque la mujer le estaba agotando la paciencia y temía que en cualquier

momento reaccionara con violencia o la calumniara. Sin embargo, Dios,

“responde a la oración [de sus hijos] para su gloria y para nuestro bien, y no se

molesta cuando acudimos a él.”4

Por lo tanto, en razón de ser nosotros sus elegidos y ser Dios el juez Justo,

debemos de orar siempre; pues, Dios está dispuesto a responder pronto a sus hijos que

claman día y noche. Eso es lo que Jesús trató de que sus discípulos entendieran cuando

al final de la parábola les preguntó: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos,

que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? “Os digo que pronto les

hará justicia.” (vv. 7, 8a).

4
Ibíd.
III. Porque la oración constante es una evidencia de nuestra fe vigente

Finalicemos la enseñanza de la manera que Jesús terminó la parábola, es decir

planteando la pregunta: “…Pero cuando venga el hijo del Hombre ¿Hallará fe en la

tierra? (v.8).

El respetado y ampliamente conocido comentarista del NT, W. Hendriksen, en

relación a esta pregunta, con aguda perspicacia dijo: “No puede haber dudas del hecho

de que habrá creyentes en la tierra cuando el Hijo del Hombre regrese… ¿Pero habrá

esa fe, la fe que persevera? La pregunta no se hace con el propósito de especulación,

sino del autoexamen.”5 De modo que Jesús esperó que sus discípulos se autoevaluaran y

respondieran por ellos mismos esta pregunta.

La pregunta es importante no solo para los discípulos, sino también para

nosotros, pues la clase de respuesta establece el estado en el que se encuentra nuestra fe.

Y el punto es que, nuestra vida de oración dice mucho de nuestra fe. Generalmente

vidas espirituales enclenques son resultados de haber descuidado la práctica de la

oración. Por otro lado, vidas espiritualmente poderosas, son resultado de vidas

consagradas a la oración.

¿Nota usted la relación estrecha entre la fe y la oración? En Mateo 21.22, Jesús

asoció la fe a la oración como requisito para que nuestras oraciones sean contestadas:

“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Pero, en la historia de la

parábola de la viuda y el juez injusto, Jesús enseña por inferencia (de modo indirecto)

que la prueba evidente de que nuestra fe en Cristo está vigente, se encuentra en una vida

constante de oración. Por lo tanto, ¿está usted orando constantemente? ¿Es su fe una fe

viva, fresca, poderosa? O, ¿ha claudicado y su corazón ha desmayado? Si Cristo viniera

en este instante ¿hallaría corazones llenos de fe que claman día y noche en oración? O,

5
William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento, El evangelio según San Lucas (Grand
Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2002), 762.
¿encontraría corazones desvanecidos de fe a consecuencia de haber desmayado en la

oración?

Dos peligros potenciales que pueden hacer desmayar nuestra fe

Existe la posibilidad de que nuestra fe desmaye debido a dos elementos

potencialmente peligrosos: el placer de la vida y el sufrimiento de las pruebas. Aunque

ambos son diametralmente opuestos, tienen el potencial de desvanecer nuestra fe.

1) El placer de la vida

La parábola que estamos estudiando está insertado en un tema más amplio. Es

parte del tema que Jesús enseña en Lucas 17.20-37 y que tiene que ver con “la venida

del Reino o la venida del Hijo del Hombre”. En 17.26-28, Jesús describió “en qué

estado de olvido de Dios se hallará el mundo en su venida.”6 El día en que el Hijo del

hombre se manifieste, será semejante a los días de Noé y a los días de Lot, en los que la

gente se daba al placer: “comían, bebían, se casaban, …compraban, vendían, plantaban,

edificaban…”. Aun cuando las actividades mencionadas no sean malas en sí mismas,

sin embargo, cuanbonnedo estas se convierten en el enfoque principal de la vida,

pueden terminar desviando nuestra fe.

Parte de la explicación de la parábola del sembrador guarda cierta familiaridad

respecto a los placeres y nuestra fe. En Lucas 8. 14, Jesús señaló que la fe de algunos es

ahogada “por los afanes, las riquezas y los placeres de la vida”. Si la oración constante

no está fortaleciendo su fe, entonces ¿qué placer de la vida está captando su atención y

en consecuencia está menguando su fe? Recuerde que el objetivo de Jesús en su venida

es encontrar nuestros corazones llenos de fe, y la oración permanente produce esa clase

de corazones.

2) El sufrimiento de las pruebas

6
Bonnet y Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento, 643.
El sufrimiento es todo lo opuesto al placer, no obstante, también tiene la

capacidad de desviar nuestra mirada del Señor. Mateo 24 señala que los días previos a la

venida de Jesús, serán días de mucho sufrimiento para los cristianos; pues muchos serán

entregados a tribulación, serán asesinados, aborrecidos por causa de Cristo. Durante ese

tiempo muchos tropezaran en su fe y “por haberse multiplicado la maldad, el amor de

muchos se enfriará” (vv.9,12). El sufrimiento hará que muchos desmayen en su fe.

Pero no solo el sufrimiento futuro, sino también el sufrimiento presente hace que

algunos flaqueen en su fe. En Lucas 8. 13, Jesús explicó que algunos creyentes son

como la semilla que cayó entre piedras, “reciben la palabra con gozo; pero éstos no

tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan”.

¿Cuántos de los que conocemos en un tiempo atrás estaban con nosotros, oraban

y cantaban a nuestro lado, pero cuando llegó el período difícil y el sufrimiento que

acompaña a las pruebas, decayeron en su fe? Lo más probable es que dejaron de

perseverar en la oración y en lugar de poner su fe en Cristo por medio de la oración,

pusieron su mirada en las circunstancias difíciles y como resultado su fe se desmoronó.

Conclusión del sermón

Si una cualidad particular y poderosa tiene la oración, es que tiene el poder de

dirigir nuestra mirada en Jesús y quitar nuestros ojos del dolor que nos causan las

pruebas.

Florence Chadwick en 1952 intentó atravesar nadando las frías aguas del océano

entra la isla de Santa Catalina y la costa de California. En la mañana del 4 de julio de

1952, cuando las aguas del mar eran vehementemente frías y la neblina demasiada

espesa al punto que Florence difícilmente podía ver las naves de apoyo que la

acompañaban. Luego de haber nadado quince horas en medio de aquel clima nubloso y
picadas aguas, sus músculos comenzaron a acalambrarse y a debilitarse cada vez más.

La fatiga y los dolores musculares eran tan intensos que suplicaba que la sacaran del

agua. Intensamente exhausta Florence se dio por rendida y paró de nadar. Fue sacada

del agua e introducida en uno de los botes de apoyo. A los pocos minutos gracias a un

claro en la neblina, sorpresivamente Florence y su equipo de auxilio se dieron cuenta de

que la costa estaba a una distancia relativamente corta.

Ya en conferencia de prensa, tratando de explicar por qué no continuó nadando,

Florence dijo: «… no es por disculparme ni nada, lo único que veía era neblina. Si

hubiera podido ver la orilla, hubiera seguido nadando».

Florence solo vio neblina, perdió la esperanza y renunció a seguir nadando. Lo

mismo se puede decir de nosotros con respecto a la oración. Muchos no vemos a Jesús

en nuestras oraciones, solo vemos nuestras preocupaciones, dudas y temores y nos

negamos a continuar buceando en las aguas de la oración.

¿Cómo le va a usted? ¿Continúa buceando en el océano de la oración o ha

claudicado? ¿Es su vida de oración una constante, o hace tiempo que renunció a orar?

Quizás ahora entiende el porqué de su fe estéril. ¿Qué ha distraído su vida de oración?,

los placeres, las demandas de la vida o el sufrimiento de las pruebas.

Vuelvo a decirle lo que dije al inicio de esta última sesión: “Si Cristo viniera en

este instante ¿hallaría corazones llenos de fe que claman día y noche en oración? O,

¿encontraría corazones desvanecidos de fe a consecuencia de haber desmayado en la

oración?”

La historia de esta parábola fue relatada y registrada para animarnos a perseverar

en la oración. Y el tiempo de orar no tiene fecha de culminación, por lo tanto, debemos

de clamar día y noche con fe no hasta que suceda la próxima tragedia (o pandemia),

sino hasta que nuestro Señor venga. ¡Amén!

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