Está en la página 1de 11

5

¿POR QUÉ Y CÓMO ORAR?

Recientemente leí en un periódico llamado L’Express (13/10/03) un artículo


titulado “El regreso de la oración”, que decía: “He aquí que ha vuelto a la afición
popular uno de los actos más íntimos y más profundos: la oración. En una
encuesta, la mitad de los franceses reconocen que a veces rezan o meditan, 65%
de ellos declaran dirigirse directamente a Dios.” No sé de qué clase de oración se
trate. En mi caso, antes de tener fe, decía sobre todo oraciones de urgencia: si no
había nada más que hacer, recurría a Dios.

Un hombre que pasea por la montaña está maravillado con la belleza del paisaje,
se acerca al borde de un acantilado e inesperadamente el piso se derrumba bajo
sus pies. Resbala y alcanza a colgarse de un arbusto suspendido por encima del
abismo y grita: “¡Auxilio! ¡Ayuda! ¿Hay alguien que me escucha?” Al principio sólo
responde el eco. Luego se escucha una voz profunda: “No temas, hijo, ten
confianza, soy Dios. Déjate caer, yo estaré abajo y mi mano te atrapará y te
pondré en lugar seguro.” El desafortunado reflexiona y pregunta: “¿Hay alguien
más aquí?” Es el tipo de oración que yo hacía antes de tener fe.

I. ¿QUÉ ES LA ORACION CRISTIANA?

Examinemos porqué Pablo dijo: “Pues por medio de Él tenemos acceso al Padre
por un mismo Espíritu” (Efesios 2, 18).

La oración cristiana se dirige a “nuestro Padre”

La oración cristiana se dirige al Padre. Sin embargo, Dios está más allá de la
experiencia humana. Él es el Creador del Universo entero. Para darnos cuenta de
esta magnitud, consideremos lo siguiente: la sonda interplanetaria Voyager II fue
lanzada en 1977 para retransmitir informaciones recogidas en el espacio. Su
velocidad de salida fue de 145 mil kilómetros por hora, más rápida que una bala
de fusil. Después de doce años de viaje llegó al planeta Neptuno que se encuentra

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


a 4 300 millones de kilómetros de la tierra, distancia relativamente corta en el
espacio. Nuestro sol no es más que una entre los cien millones de estrellas de
nuestra galaxia, una entre millones de galaxias. Es al Creador del Universo al que
le hablamos cuando oramos. Al mismo tiempo, tenemos el privilegio de poder
llamarlo “Abba, Padre”; Él nos propone esta intimidad.

La oración cristiana se hace a través del “Hijo”

La oración cristiana está dirigida al Padre, a través del Hijo. Solamente “por Jesús”
y “en su nombre” tenemos acceso al Creador del Universo. Jesús nos dice: “Así el
Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre” (Juan 15, 16).

Durante la guerra de secesión, debido a un drama familiar, un soldado había


recibido permiso de ir a Washington para obtener una liberación. Pero al
presentarse en la Casa Blanca no logró obtener una audiencia con el presidente.
Estaba sentado tristemente en una banca de un parque cercano, cuando un niño
se puso a conversar con él. El soldado le contó su triste historia. El niño le dijo:
“¡Sígame!” Entraron por la parte trasera de la Casa Blanca, pasaron los puestos
de vigilancia, se cruzaron con generales y ministros y entraron sin tocar en la
oficina del presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, quien preguntó:
“¿Qué sucede, Todd?” El niñito dijo: “Papá, este soldado necesita hablar contigo.”
El soldado obtuvo el acceso al padre a través del hijo. Del mismo modo nosotros:
a través del Hijo tenemos acceso al Padre.

La oración cristiana es una plegaria “en el Espíritu Santo”

Nos cuesta trabajo rezar, pero el Padre no nos deja solos. Nos da su Espíritu, que
vive en nosotros y nos ayuda a orar. Pablo escribió: “No sabemos qué pedir, pero
el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse
con palabras” (Romanos 8, 26). Por eso el día que dedicamos para hablar sobre el
Espíritu Santo es tan bello: en esa jornada contemplamos el trabajo del Espíritu
Santo en cada uno de nosotros. Ya hemos comentado acerca de la imagen de
Jesús tocando a la puerta de nuestro corazón; si la abrimos, Él entra a través de
su Espíritu y nos ayuda a orar.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


II. ¿POR QUÉ ORAR?

El Evangelio habla con frecuencia de la oración de Jesús, a través de la cuál


mantenía una relación continua con el Padre. “Pero tú, cuando te pongas a orar,
entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu
Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará” (Mateo 6, 6). Es en la
oración donde crece nuestra relación con nuestro Padre del cielo. La
comunicación es indispensable en toda relación, ya sea entre enamorados,
esposos o entre padres e hijos. Si la comunicación se debilita, la relación se
marchita.

La oración es una actividad vivificante, quizá la más importante de nuestra vida,


porque con ella desarrollamos nuestra relación con Dios. Jesús dijo que nuestra
oración tiene fruto: “Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te
recompensará”.

¿Cuál es el fruto? Ante todo, es aquel que se da en nosotros mismos, porque la


oración nos transforma: ¡A través de ella experimentamos profundamente cuanto
Dios nos ama!

Otro fruto es la alegría. Muchas personas buscan la alegría, pero ésta sólo la
encontramos en la presencia de Dios: “me llenarás de alegría en tu presencia”
(Salmos 16, 11).

También otro fruto es la paz. Pablo escribió: “No se inquieten por nada; más bien,
en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle
gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus
corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4, 6-7). Cualesquiera
que sean las turbulencias de lo cotidiano, cuando uno toma la decisión de
apoyarse en el Señor, Él mismo nos da la paz.

Otro fruto es una perspectiva nueva. ¡Al acoger a Dios, el corazón se ensancha!
Desarrollamos formas diferentes de edificar nuestros proyectos, de reaccionar
ante la adversidad, de considerar nuestros fracasos, de ver nuestra vida, nuestros
amores, nuestra muerte, nuestro destino eterno.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


Otro fruto es la guía de Dios. La oración no es un monólogo. La comunicación va
en ambos sentidos. Con frecuencia nos vienen a la mente nuevas ideas,
pensamientos inesperados.

También otro fruto es la satisfacción del hambre espiritual de todo corazón


humano. Con la oración le damos a Dios el tiempo necesario para trabajar en
nosotros, transformarnos y colmarnos.

La oración también puede modificar las situaciones. Por ejemplo, mi confianza se


fue desarrollando progresivamente. Al principio pensé: “hagamos un intento con
algo pequeño”. Después con cosas cada vez más importantes. Desde hace años
veo mis oraciones cumplidas. Esto tal vez no convenza a un escéptico, que dirá
que se trata de una coincidencia. Sin embargo, cuando uno ve que regularmente
esto se cumple con el paso de los años, el efecto cumulativo fortalece la
convicción. Les aconsejo que anoten sus plegarias en un cuaderno y que tachen
las que se hayan cumplido. ¡Con el transcurso del tiempo verán que es
impresionante! Llega un momento en que uno se dice: “¿Qué es más razonable:
creer en las “coincidencias” –es decir, que todo es fruto del azar- o creer en
Dios?”.

III. ¿DIOS CONCEDE SIEMPRE LO QUE PEDIMOS?

¿Escucha Dios nuestras oraciones? ¿Concede siempre nuestras peticiones?


¿Tiene sentido confiarle nuestras desgracias y nuestros deseos? Yo creo que la
respuesta es sí. Esto no impide que uno tenga muchas preguntas para las cuales
no siempre encontramos respuestas. A veces nos preguntamos: “¿Por qué llevo
tanto tiempo rezando y mi oración no ha recibido respuesta?”.

La oración de petición

Jesús insistió en que tuviéramos confianza en la oración de petición y súplica. Él


mismo se dirigía al Padre en un abandono total: “Ya sabía yo que siempre me
escuchas” (Juan 11, 42). Cristo nos alentó a tener la misma seguridad: “Si
permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


se les concederá...Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría
sea completa” (Juan 15, 7; 11). Sin embargo, quizá se digan ustedes: “No tengo la
impresión de que Dios realmente responda a lo que pido.” ¿Cómo comprender
estas promesas de Jesús?

Según el Evangelio, la oración elevada con fe es la que ciertamente será


escuchada. ¿Rezo con una fe suficientemente ardiente? Resulta importante
hacernos esta pregunta a nosotros mismos. Pero no la hagamos a otras personas,
porque podríamos herirlas seriamente. Si aparentemente mi oración no es
atendida, puedo preguntarme si mi fe es suficientemente radical. En realidad, no
tenemos control sobre nuestro nivel de fe. Entonces limitémonos a imitar a los
apóstoles, que pidieron a Jesús: “¡Aumenta nuestra fe! es decir, “Señor, que la fe
en Ti, crezca en mi”. También podemos decir como aquel padre que le pide que
sane a su hijo: “Señor, ven en auxilio de mi poca fe”.

Jesús nos pide que oremos con perseverancia. Esto es importante, no para que
nos escuche un Dios que sería insensible, un poco sordo o mal informado sino
para que –cómo Jesús nos lo insistía- nuestra fe sea más profunda. No oramos
para “convertir” a Dios, sino para convertirnos nosotros a una fe más profunda.
Nuestro corazón necesita un tiempo, a veces prolongado, para ponerse en
sintonía con el corazón del Señor.

Los obstáculos entre Dios y nosotros

Aun si oramos con fe y perseverancia puede ser que haya obstáculos en nuestra
vida que se interponen entre Dios y nosotros.

Un obstáculo es el pecado del cual todavía no nos hemos arrepentido. El mal


cometido crea una barrera entre nosotros y Dios. El profeta Isaías lo dijo así: “La
mano del SEÑOR no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír. Son las
iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que
lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar. ” (Isaías 59, 1-2). A veces oigo a
gente decir: “hay un bloqueo; no logro alcanzar a Dios”. Es posible que haya algo
por lo cual necesitemos pedir perdón. Y en cuanto lo hacemos, este perdón nos es
concedido y la barrera desaparece.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


También es posible que haya motivos incorrectos. El apóstol Santiago escribió: “Y
cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus
propias pasiones” (Santiago 4, 3). ¡No todas las oraciones elevadas con el fin de
obtener un Ferrari serán escuchadas! Ni aquellas relativas a un mal que
deliberadamente proyectamos hacer.

Otro obstáculo puede ser una concepción equivocada de nuestro bien. Puede
ocurrir que pidamos cosas que no son buenas para nosotros. Como cuando
nuestros hijos pequeños encuentran unos enormes cuchillos de cocina y nos los
piden para “jugar a los machetes”, ¡les decimos que no!

A veces, sólo con el pasar del tiempo es que llegamos a comprender porque Dios
no atendió nuestras plegarias aunque en el momento no entendamos porqué “la
puerta permanece cerrada”. Ruth Graham, esposa del famoso predicador Billy
Graham, nos dice con una honestidad candorosa: “Dios no siempre respondió a
mis oraciones. De hacerlo, me habría casado con el hombre equivocado, ¡y más
de una vez!”.

Y en ocasiones no comprenderemos nunca, en esta vida, por qué Dios parece no


responder. Hace unos años, una joven madre de cuatro hijos enfermó de cáncer.
Ella era parte de una familia que tenía una fe viva, estaba rodeada de numerosos
amigos y de una comunidad de cristianos que rezaron insistentemente durante
varios años. Finalmente murió, de una forma que nos parece indignante. No
comprendí por qué. Pero le dije al Señor: “No sé por qué las cosas ocurrieron así,
pero no voy a dejar de creer en ti a causa de esta muerte. Continuaré teniéndote
confianza. Voy a seguir orando”.

En veinticinco años no veo más que algunas oraciones no atendidas. En esos


casos fue necesario que eligiera: dejar de creer en Dios o tratar de comprender
que no hay una respuesta hecha para el sufrimiento y que la vida cristiana en su
totalidad es la respuesta.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


IV. ¿CÓMO ORAR?

¿Cómo orar? Realmente no hay reglas, ya que se trata de una amistad. A los
discípulos les impresionó mucho la forma de orar de Jesús y quisieron saber el
secreto. “Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno
de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus
discípulos. Él les dijo: —Cuando oren, digan?” (Lucas 11, 1). La respuesta que
obtienen es la espléndida oración del Padre Nuestro, que los cristianos rezamos
desde hace muchas generaciones:
“Padre Nuestro” ‘¡Gracias por ser mi Padre! ¡Gracias por esta intimidad contigo, el
Creador del Universo! Gracias por tu Hijo Jesús, que se entregó por amor a mí.
¡Gracias por el proyecto de amor que tienes para mí! Señor, te amo. ¡Ésta es una
magnífica manera de comenzar este día o de terminarlo!

“Que estás en los Cielos” No hay que buscar a Dios muy lejos, no está por allá,
está en nuestro interior. Es en su corazón donde Dios nos espera y donde nos
habla.

“Santificado sea tu nombre” Para el pueblo de Israel el nombre de una persona


revela su identidad profunda. “Señor Jesús, haz que tu nombre sea honrado en
este país y en el mundo entero. Que tu nombre sea honrado en mi vida, hoy, solo
o en grupo, dondequiera que me encuentre”.

“¡Venga a nosotros tu reino!” ¡Que Dios reine en nuestra vida y en nuestra


sociedad! Veamos algunos datos tristes en América Latina:

• Según el Radio de las Naciones Unidas, en América Latina, cada 40


segundos una persona se suicida y 20 tratan de hacerlo. La mayoría de
quienes lo logran son hombres. La mayoría de quienes no lo logran son
mujeres. Las razones son casi siempre desórdenes mentales, como la
depresión.

• De acuerdo al reporte del Programa de Prevención del Suicidio del Instituto


Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi” del
Ministerio de Salud, en Perú, en el 2006, el suicida más pequeño fue un

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


niño de 8 años de edad. Según este mismo informe, entre los motivos más
frecuentes están los conflictos conyugales (26%) y las decepciones
sentimentales con un 20 por ciento. Del total de suicidas, el 73 por ciento
presentó evidencias de pasar por estados depresivos, el 12 por ciento
presentó abuso de alcohol y sustancias adictivas.

• Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 44 por ciento de


la población de América Latina es pobre y el 40 por ciento de esos son
indigentes que viven con menos de un dólar diario. En el continente, hay
230 millones de personas que son pobres y 110 millones que son
indigentes.

• Hace algunos años, en una investigación hecha por la Defensoría de la


Niñez Internacional de un país latinoamericano, los datos hallados
revelaban que uno de cada tres niños había sufrido alguna forma de abuso
sexual.

Al decir “venga a nosotros tu reino” estamos pidiendo que el reino de Dios entre en
la vida de los hombres y de las mujeres de hoy, que lo descubran, que se vean
colmados por su Espíritu y transformados. Oramos para que nuestra sociedad se
transforme en una “civilización de amor” con más paz, más justicia, perdón y
compasión. Para los que están solos, marginados o desesperados, ¡que venga tu
reino Señor!

Ahora recuerdo a una joven madre llamada Mónica, que suplicaba a Dios
constantemente por su hijo adolescente, que era rebelde, flojo, ladrón, tramposo,
libertino. Así rezaba: “Que tu reino venga a su vida.” No obstante, las cosas no se
componían. Llevaba nueve años rezando por él cuando tuvo una visión de su hijo
transformado por Cristo, lleno del Espíritu Santo, con el rostro radiante. Esto la
alentó a perseverar. Continuó orando nueve años más. A los veintiocho años su
hijo entregó su vida a Cristo. Más tarde fue ordenado sacerdote, se convirtió en
predicador y después fue obispo. Se trata de uno de los más grandes teólogos de
la historia, san Agustín, cuya conversión tuvo lugar en el año 386. Él durante toda
su vida atribuyó su conversión a las oraciones de su madre.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


“Hágase tu voluntad” ¿Estamos preocupados por alguna situación, una relación,
un trabajo? Oremos: “hágase tu voluntad”. No de manera resignada, sino con la
alegría del que sabe que “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo
aman” (Romanos 8, 28). “¡Hágase tu voluntad!” Es una oración profundamente
liberadora.

“Danos hoy nuestro pan de cada día” Hay quienes dicen: “No me atrevo a
importunar a Dios con cosas de poca importancia.” Pero la verdad es que Dios se
interesa en las cosas pequeñas, puesto que para Él nada es secundario. Oremos
por aquello que tiene importancia para nosotros, con la firme convicción de que
ello es también es importante para nuestro Padre.

“Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”
Las dos cosas van juntas. Recibir el perdón y otorgar el perdón es un círculo
virtuoso. No es que el perdón pueda merecerse, “ganarse”. Sólo que, cuando
vivimos la magnífica experiencia del perdón de Dios, es imposible no perdonar a
los demás.

“No nos dejes caer en tentación mas líbranos del mal” “Líbranos del mal” significa
literalmente “líbranos del Maligno”. Todos tenemos puntos débiles: el miedo, la
ambición egoísta, la codicia, la lujuria, el orgullo, el cinismo, el chisme. No es Dios
quien nos tienta, por eso nuestra petición es: “Señor, ayúdame a resistir cuando
soy tentado.”

Hasta aquí, hemos descrito brevemente esta oración del Padre Nuestro enseñada
por Jesús y rezada por los cristianos del mundo entero.

V. ¿CUANDO ORAR?

¿Cuándo orar? Pablo nos dice que en “toda ocasión? presenten sus peticiones a
Dios” (Filipenses 4,6). Se puede rezar en la calle, en el metro, en la bici, en la
cama antes de dormir. No es necesario orar siempre en voz alta. Pero se puede
orar todo el tiempo en el corazón.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


Regularmente, es recomendable disponer de un tiempo: “Pero tú, cuando te
pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo
secreto.” (Mateo 6,6). Es importante ponernos en su presencia, reconocer que
Dios está presente aquí con nosotros y que nos ama. Es una magnífica
oportunidad para ponernos nuevamente en sus manos. Por ello, es bueno apartar
un tiempo de encuentro personal con Él. Lo ideal es tomar un tiempo para orar
cada día, si es posible siempre a la misma hora, en el momento más propicio del
día, de acuerdo a nuestras circunstancias personales. Al principio, comiencen con
siete minutos de lectura de la Biblia, luego prosigan con unos minutos de oración.

También podemos orar acompañados de otras personas. Jesús dice que hay una
especial eficacia en la oración cuando dos o tres se reúnen para rezar: “Además
les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier
cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo” (Mateo 18,
19). Estando juntos podemos orar en voz alta, aunque esto nos puede parecer
difícil si nunca lo hemos hecho. Recuerdo la primera vez que lo intenté. Fue
durante el Curso Alpha. Nos propusieron que oráramos en grupos pequeños.
Estábamos un poco cohibidos, nadie se atrevía a empezar. Luego alguien sugirió
que pidiéramos por un miembro del grupo que no había podido asistir porque
había sufrido un grave problema de salud, y espontáneamente nos pusimos a
orar, por turnos. En total nos debe de haber tomado un par de minutos, ¡contando
los silencios! Es lo que les propondremos esta ocasión en sus grupos. Por
supuesto, no están obligados a orar en voz alta, pero es maravilloso comenzar a
hacerlo juntos.

Recordemos a la Madre Teresa de Calcuta que era un pedacito de mujer que


revolucionó un gran número de vidas. Recibió el premio Nobel de la Paz, y cuando
murió, la India le organizó un funeral nacional. Vivía en condiciones muy duras,
ayudó a muchísimas personas a vivir y a morir; además, irradiaba una fuerza, una
paz, una sonrisa. Esto es lo que decía de la oración: “Si deseas partir en busca de
Dios sin saber cómo empezar, aprende a orar, oblígate simplemente a hacerlo
todos los días. Puedes orar donde sea, no importa en qué momento. No es
necesario que estés en una iglesia. Dirígete directamente a Dios. Háblale, dile

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?


todo, espontánea y directamente, como te salga. Es el Padre de cada uno de
nosotros. Podemos tener confianza en él, amarlo, creer en él, trabajar para él.
Cuando oramos, nuestros problemas se resuelven en la medida en que sea bueno
para nosotros. Sin la oración no podría yo realizar mi trabajo, ni por media hora.
Obtengo mi fuerza de Dios a través de la oración.”

Oremos

Padre, te damos las gracias porque nada es demasiado difícil para ti. Gracias por
ser un Dios que escucha y responde a la oración. Señor, te pido que cada uno de
nosotros, cada uno a su manera, podamos tener una relación cada vez más
estrecha contigo y que tengamos la alegría de verte obrar en nuestras vidas. En el
nombre de Jesús, amén.

Alpha 5 – ¿Por qué y cómo orar?

También podría gustarte