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Georges Mounin: Saussure: presentación y textos

1. SAUSSURE Y LA FILOSOFÍA
Terreno sobre el que Saussure ejerce su reflexión: filosofía del lenguaje
No sería exacto decir que la lingüística surgida hacia 1820 haya disputado o arrebatado esta filosofía del
lenguaje a los filósofos: Saussure somete a un cambio radical esas antiguas nociones.
El pensamiento Saussuriano se levanta sobre bases filosóficas tanto o más que sobre bases lingüísticas.
Da impulso al saussurismo:
- pensamiento de Durkheim y Tarde
- reflexión sobre la teoría de los signos de tradición aristotélica y condillaciana.
Saussure restableció un contacto orgánico y profundo entre la lógica y la lingüística.
Propone fundar científicamente una teoría de los signos en general → la semiología.
Hay un retraso de la filosofía francesa en sacar partida del pensamiento Saussuriano. La aportación de Saussure
no es asimilada a nivel de la clase de filosofía, que está muy lejos de constituir la base de lo que hoy en día sería
preciso saber y decir sobre el lenguaje.

2. VIDA DE SAUSSURE
Su vida es importante pues constituye un problema ligado a la comprensión exacta de su obra.
- Nació en Ginebra el 26 de noviembre de 1857. Familia ginebrina, con arraigadas tradiciones de cultura
científica. Saussure está marcado por este ambiente.
- Cursa sus estudios clásicos en Ginebra. Una característica: precocidad de su afición y aptitudes para la
lingüística.
- 1857 – 1876: empieza estudios universitarios.
- 1876: se traslada a Leipzig, la capital mundial de la nueva lingüística. A su alrededor tiene a todos los que
constituyen el núcleo de lo que se va a convertir en el movimiento lingüístico de los Neogramáticos.
En Leipzig estudia sánscrito, iranio, antiguo irlandés, antiguo eslavo y lituano.
- 1880: la frialdad de los alemanes ante sus trabajos influye en su decisión de establecerse en París. Allí
encuentra un ambiente y acogida diferentes.
-1891 – 1913: un largo período ginebrino cierra la biografía de Saussure.
Abandona París cuando se habló de concederle una cátedra de titular, para lo cual debía adquirir la nacionalidad
francesa.
Ginebra, al mismo tiempo, creaba para él una cátedra de profesor, donde enseñará sánscrito, gramática
comparada y lingüística general.
La fuerte tradición familiar de cultura matemática le proporciona uno de los componentes más reconocidos de
su originalidad como lingüista.
Saussure sufrió la incomprensión, difamación, como respuesta en Leipzig a sus trabajos. Sin embargo, aunque en
sus cartas mencionara la monstruosa cerrazón de los alemanes, en sus escritos mantiene inalterable la
imparcialidad con que elogia los trabajos de los Neogramáticos.
El verdadero problema: en el período ginebrino. Publica cada vez menos, deja muchas cosas inacabadas. No
publica sus ideas sobre lingüística general, aunque estas ideas sean el motivo central de sus preocupaciones.
“Comprendo cada vez mejor la inmensidad del trabajo que sería necesario para mostrar al lingüista lo que él
hace, y la considerable variedad de todo lo que se puede hacer en lingüística”. Necesidad de mostrar qué clase
de objeto es la lengua en general.
El progresivo silencio de Saussure se explica por la conciencia misma que tenía de la enormidad de la tarea que
se asignaba: fundar una lingüística general, para la cual nadie se hallaba preparado. Soledad científica. Este
silencio obstinado se encuentra en el origen del problema Saussuriano, que plantea en el Curso de lingüística
general.
3. SAUSSURE EN SU ÉPOCA
- Sociologismo de Saussure
Se define con relación de Durkheim, son casi contemporáneos.
La influencia de Durkheim podría haberle llegado a través de Meillet, su discípulo y corresponsal predilecto.
Las características de exterioridad al individuo y de coerción, con que Durkheim define al hecho social, aparecen
en la descripción del lenguaje de Saussure.
En esa época, el sociologismo se respiraba en el ambiente, y un sociologismo más ligado al análisis lingüístico
estaba en circulación desde Whitney, al que Saussure había leído.
En Ginebra Saussure se encontró con el pensamiento de Durkheim a través de su decano, que había publicado
una “nueva clasificación de las ciencias”, en donde refiriéndose a Saussure se destinaba un lugar para la
semiología, y donde también había un buen lugar para la definición de Durkheim del hecho social.
El sociologismo Saussuriano afirma que el lenguaje es un hecho social, habla del lazo social que constituye la
lengua, la cual existe en virtud de un contrato establecido entre los miembros de la comunidad. La lengua, en
ningún momento, existe fuera del hecho social. Su naturaleza social es uno de sus caracteres internos.
Por otro lado, Saussure dice que la lengua es una institución social, pero se diferencia de las otras instituciones
políticas, jurídicas, etc. En que es en cada instante, tarea de todo el mundo. La diferencia esencial entre la
lengua y las demás instituciones sociales está en el carácter arbitrario de sus signos, mientras que las otras
instituciones están fundadas en la relación natural entre las cosas.
El sociologismo de Saussure se aparta del de sus contemporáneos lingüistas.
- Psicologismo de Saussure
Reside en el hecho de que Saussure, como sus contemporáneos, sea mentalista. → Seguro de saber por la
filosofía y la introspección lo que ocurre en el cerebro cuando el hombre piensa. Explica los hechos del lenguaje
por los hechos del pensamiento (“Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y
una imagen acústica”). El signo lingüístico es una entidad psicológica, en el fondo todo es psicológico en la
lengua.
El lenguaje tiene un lado individual y un lado social, y no se puede concebir el uno sin el otro. Esta insistencia en
el papel del individuo en la ejecución del lenguaje lo conduce a la oposición entre los hechos del habla y los
hechos de lengua.
Gusto de Saussure por la introducción de las matemáticas en lingüística. “La lengua es como un álgebra que no
tuviera más que términos complejos”. Esta afición matemática era ajena a los lingüistas de la época. Saussure,
en su tendencia a tratar los problemas lingüísticos como problemas lógico - matemáticos, es conciente de lo que
debe a los pensadores clásicos. A pesar de citar a los lógicos con reserva, porque Saussure quiere ir más lejos
que ellos, sabe que a ellos debe su punto de partida. Y su familia de inteligencias hace más firme su inclinación
hacia un tratamiento matemático de los hechos lingüísticos.
El tema planteado es siempre el del encuentro esperado entre lingüística, lógica y matemáticas.

4. LA SEMIOLOGÍA
Es Saussure quien firma el acta de nacimiento de esta noción científica. “Se puede concebir una ciencia que
estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. Tal ciencia sería parte de la psicología social, y por
consiguiente, de la psicología general”. Su objeto: nos enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes
que los gobiernan. Se encargará de describir los sistemas de signos (lenguaje, alfabeto de los sordomudos, ritos
simbólicos, etc.)
La lengua es el más importante de los sistemas semiológicos. “La lingüística es una parte de esta ciencia
general”.
Saussure quiere que las instituciones semiológicas y lingüísticas sean diferenciadas, y que se investiguen los
rasgos específicos de los sistemas semiológicos. Intenta ir más allá de las fórmulas durkeimianas en lingüística: el
problema lingüístico es primordialmente semiológico. Es preciso investigar la especificidad de las instituciones
semiológicas, y no solo sus caracteres genéricos de instituciones sociales.
Saussure tantea la investigación:
- unas veces considera que la semiología tiene como principal objetivo el conjunto de sistemas fundados en lo
arbitrario del signo
- otras veces considera que la especificidad de la semiología está en el carácter puramente diferencial de sus
unidades: la diferencia hace a la característica, el valor y la unidad.

Carácter inacabado de la reflexión


La tesis semiológica está solo esbozada, corresponde a la preocupación de la época de la clasificación en relación
a las ciencias vecinas.
Saussure no saca de su proposición consecuencias teóricas ni metodológicas, porque trata siempre de la
semiología con relación a la lingüística. Quizá el valor teórico fundamental de la tesis saussuriana sobre la
semiología haya sido el de incitar a buscar los caracteres específicos del lenguaje. Cuando él definía a la lengua
como un sistema de signos distintos correspondientes a ideas distintas restablecía la distinción entre la
lingüística y la semiología.

5. LA LENGUA Y EL HABLA
Saussure basa su teoría en esta oposición fundamental.
La lengua se distingue, en primer lugar, del lenguaje.

Facultad común a todos los hombres


Un producto social de la facultad del lenguaje.

En el sentido durkheimiano, el individuo la registra, la aprende pasivamente. Es exterior al individuo, que por sí
solo no puede ni crearla ni modificarla.
Entre todos los individuos ligados por el lenguaje se establece una especie de promedio: todos reproducirán
aproximadamente los mismos signos unidos a los mismos conceptos. → “cristalización social” del habla en la
lengua.
La lengua es el lado social de la facultad del lenguaje. Al separar la lengua del habla se separa a la vez lo que es
social de lo que es individual.
El habla es un acto individual de voluntad e inteligencia.
Lengua y habla son dos realidades distintas. El estudio de la lengua y el del habla son dos caminos que es
imposible tomar a la vez. La lengua tiene prioridad. El habla es un fenómeno secundario, subordinado a la
lengua. Es el mecanismo psicofísico que le permite a la lengua exteriorizar las combinaciones del código.
El estudio del lenguaje comporta dos partes:
- una, esencial. Objeto: la lengua, que es social e independiente del individuo. Estudio únicamente psíquico.
- otra, secundaria. Objeto: la parte individual del lenguaje, incluida la fonación. Estudio psicofísico. La fonética es
una disciplina auxiliar y se refiere al habla.
Sobre un punto, la influencia del habla es importante: en la explicación de la evolución del lenguaje. Todo
cuanto es diacrónico en la lengua lo es solamente por el habla. Toda innovación lingüística es en primer lugar
individual. Pero Saussure añade, sin embargo, que la variación individual está condicionada por las posibilidades
contenidas en el sistema de la lengua. Por ejemplo: el niño que dice “morido” en vez de “muerto”, lo hace
porque el sistema de la lengua le dicta ese mecanismo en otras ocasiones.
El habla no hace más que concretar la organización de la lengua. Solo por el examen del habla y del
comportamiento que determina en los oyentes podemos alcanzar un conocimiento de la lengua. Para
conseguirlo será necesario que hagamos abstracción de lo que en el habla no es lingüístico (tono de voz, etc.).
Saussure, al distinguir entre lengua y habla, al acentuar la primacía de la lengua, funda la distinción científica
entre código y mensaje, y delimita la noción científica de sistema lingüístico, hasta él un tanto vaga. Al insistir en
el carácter subordinado del habla, de la realización fisiológica, de la fonética, se sitúa en el camino que conduce
a la fonología.

6. SINCRONÍA Y DIACRONÍA
La oposición entre estos conceptos es la segunda bifurcación de la lingüística, la segunda gran elección teórica.
La lingüística sincrónica estudia la lengua haciendo abstracción de la acción del tiempo sobre ella. Coge la lengua
de manera que se la pueda considerar al margen de la evolución y del movimiento. Estudia la lengua respecto al
eje de las simultaneidades, y no respecto al de las sucesiones. Considera estados de lengua, equilibrios,
momentos inmóviles o tratados como tales, circunscritos en el tiempo.
Saussure deja bien sentado que la noción de estado de lengua es un concepto operatorio, es una noción
aproximada.
La lingüística sincrónica se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que unen términos coexistentes y que
forman sistema, tal como aparecen a la conciencia colectiva.
La lingüística diacrónica debe estudiar la lengua respecto al eje de las sucesiones, las relaciones que unen
términos sucesivos no apercibidos por una misma conciencia colectiva y que se reemplazan unos a otros sin
formar sistema entre sí. Objeto: la acción del tiempo sobre la lengua. Dominio: el del cambio lingüístico, la
evolución de la lengua. Otros posibles nombres: lingüística evolutiva, dinámica.
Son dos partes de la lingüística, cada una con su principio propio. Incluso Saussure habla de ellas como de dos
lingüísticas. La insistencia en separarlas se explica por una doctrina que estaba vigente según la cual la lingüística
es una ciencia histórica: “el único estudio científico del lenguaje es el método histórico, y todo estudio lingüístico
que no sea histórico puede explicarse por una deficiencia del investigador, o por la insuficiencia de las fuentes
de las que dispone. → Revolución copernicana introducida por Saussure: la primacía teórica y metodológica de
la lingüística sincrónica sobre la diacrónica.
Las dos lingüísticas precisan métodos diferentes:
- la sincrónica tiene una perspectiva, que es no temporal.
Trata a cada lengua por separado
- la diacrónica tiene dos perspectivas, una prospectiva y otra retrospectiva.
Al estudiar la evolución, se ve obligada a trabajar con cadenas de lenguas.
Las dos lingüísticas tienen leyes diferentes:
- las leyes sincrónicas son generales, pero no imperativas
- las leyes diacrónicas son imperativas, pero siempre accidentales y particulares simetría con las nociones
de Durkheim

Argumento propiamente lingüístico: es preciso separar las dos lingüísticas porque “para la masa de hablantes” el
aspecto sincrónico “es la única realidad”.
La etimología y el valor sincrónico son dos cosas distintas.

Diacronía Sincronía
La etimología no es necesaria para describir el valor.
La verdad sincrónica y la verdad diacrónica subsisten cada una sin excluir a la otra. No se trata de una dicotomía
metafísica, sino metodológica.
La descripción sincrónica debe ser siempre la primera, no requiere ningún conocimiento de los estados de la
lengua precedentes.

7. TEORÍA DEL SIGNO


El lugar de la teoría del signo en la doctrina saussuriana no es evidente ni está claramente definida por Saussure.
A propósito de la semiología, Saussure da los caracteres definitorios del signo: es arbitrario, diferencial, funciona
en el marco de un sistema de valores y está construido por una relación de susbstancia fónica e idea, lado
material y lado conceptual.
Autonomía de la lengua con relación a todo lo que no es ella. Se espera lo que la distingue de las realidades
extralingüísticas de todo orden. La independencia de la lengua frente a la realidad no lingüística se manifiesta
más aun que por la elección de los significantes, en la forma como interpreta en sus propios términos esta
realidad, estableciendo en relación con ella, pero de manera independiente, lo que se denominaban sus
conceptos y que nosotros preferiríamos llamar sus oposiciones.
Primer principio: lo arbitrario del signo
Segundo principio (segundo carácter del significante): su carácter lineal.
La teoría saussuriana del signo es el fundamento de su noción de sistema.

Fundamento de la noción de estado de lengua → Por lo tanto, fundamento de las nociones de diacronía y
sincronía.
Teoría saussuriana del signo
El signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino que une un concepto y una imagen acústica. → Así se
subraya el carácter no material, abstracto, de la relación entre dos realidades psíquicas.
El signo es una entidad con dos caras: el significante y el significado, que están en relación insoluble. (La lengua
es comparable con una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso. No se puede cortar
uno sin cortar el otro).
1 – El signo lingüístico es arbitrario. La relación que une al significante con el significado es vista como una
convención. No existe ninguna relación interna entre el concepto representado y la cadena fónica que lo
representa.
A los casos de asonancia, aliteración, Saussure los llama relaciones naturales, y dice que donde existen tales
relaciones no hay un signo, sino un símbolo.
La prueba del carácter arbitrario aparece en la variedad de denominaciones, de una lengua a otra, para una
misma realidad significada.
2 – El signo es lineal. El enunciado lingüístico - y el signo – se desarrolla siguiendo la línea del tiempo. Dos
unidades no pueden encontrarse nunca en el mismo punto de la cadena hablada, valen por su sucesión, su
contraste en la cadena, y su posición en esta cadena puede ser siempre distintiva.
Una dirección para las investigaciones semiológicas: la distinción entre los sistemas cuyos signos se articulan en
el tiempo, como el lenguaje, y aquellos en que se organizan en el espacio, como los sistemas visuales. De esta
diferencia es que se originan estructuras profundamente desiguales entre los mensajes construidos por los estos
sistemas.
3 – Carácter discreto. El signo lingüístico es diferencial. Es este signo, por oposición a todos los demás. Es
puramente negativo. Saussure explicita también este carácter diferencial del signo a través de la noción de valor,
cuya parte conceptual está constituida únicamente por sus conexiones y diferencias con los otros términos de la
lengua. Es este carácter diferencial de los signos lingüísticos lo que hace que funcionen por su oposición mutua:
los valores funcionan por su oposición recíproca en el seno de un sistema definido. Todo el mecanismo del
lenguaje se basa en oposiciones de este género, y en las diferencias fónicas y conceptuales que implican.
El signo es de naturaleza corporal. Lo que constituye la lengua es la relación que la mente establece entre los
signos. La materia de estos signos puede ser considerada como indiferente. La lengua es una forma [es decir, un
conjunto de relaciones] y no una substancia.
Lo arbitrario del signo abarca también el hecho de que cada lengua “recorta” la realidad no lingüística, sea
fónica o conceptual, de una manera que le es propia, arbitrariamente.
Crítica francesa que mejor revela las dificultades con que se ha encontrado el saussurismo: la de Benveniste. En
él, la teoría de la arbitrariedad del signo se encuentra explicada dándosele otro sentido que la contradice en sus
fundamentos.
Benveniste intenta demostrar que lo que es arbitrario es la relación entre el significante y la realidad no
lingüística. Esta relación sería ilegítima en lingüística, porque reintroduce una relación entre cosa y significante,
en vez de la relación de Saussure entre concepto y significado. Por contrario, la relación entre el concepto
(significado) y el significante sería una relación no arbitraria, una consubstancialidad, una identidad. La elección
que determina tal segmento acústico para tal idea no es arbitraria; este segmento acústico no existiría sin la idea
correspondiente y viceversa.
Benveniste: el signo encierra un significante y un significado cuya unión debe ser reconocida como necesaria,
siendo ambos componentes consubstanciales uno al otro.

Al final, termina diciendo lo mismo que…

Saussure: si, con relación a la idea que representa, el significante es elegido libremente, con relación a la
comunidad lingüística que lo emplea, no es libre, es impuesto.

8. LA NOCIÓN DE SISTEMA
Saussure no introduce ni la palabra ni la noción de sistema en lingüística. Pero, de un término esencialmente
descriptivo y casi metafórico, hará un término operativo, con una posición central en la teoría del lenguaje.
Sistema (en el Curso de lingüística general) → conjunto de relaciones que definen, por oposición, a las unidades
en un estado de lengua dado, considerado sincrónicamente.
Sinónimos de sistema: mecanismo, organismo. Saussure descarta la palabra estructura como sinónimo.
La lengua es un sistema que no conoce más que su orden propio y peculiar.
Comparación con el ajedrez: si reemplazo unas piezas de madera por otras de marfil, el cambio es indiferente
para el sistema; pero si disminuyo o aumento el número de piezas, tal cambio afecta profundamente a la
gramática del juego.
El valor de las piezas (o de los signos lingüísticos) no depende de su substancia, sino únicamente de las
relaciones que mantienen entre sí (sus reglas de posición, desplazamiento, acción recíproca). La forma misma de
las piezas (o de los signos) es menos fundamental que su función.
Las piezas (los signos) no tienen valor por su substancia ni tampoco por su forma: esta solo importa en cuanto se
opone a otras formas para significar unas relaciones distintas a las suyas. El valor respectivo de las piezas
depende de su posición en el tablero, del mismo modo que en la lengua cada término tiene un valor por
oposición con todos los otros términos.
Existe un sistema porque las unidades son diferentes, pero solo en la medida en que estas diferencias las
oponen para señalar valores distintos.
Existe sistema porque todas estas relaciones de oposición, son interdependientes.
La noción de sistema integra la noción de valor: la lengua es un sistema de puros valores que nada determina
fuera del estado momentáneo de sus términos.
La originalidad del concepto saussuriano de sistema se pone de manifiesto en que ya no designa clasificaciones
de fenómenos como dados por la naturaleza de las cosas, sino que se convierte en el instrumento de un análisis
lingüístico unificado. En lugar de repetir que la lengua es un sistema en el que todo se relaciona, Saussure se
pregunta el por qué y el cómo, lo cual le lleva al punto central del funcionamiento del código lingüístico
mediante la elaboración de las nociones de diferencia, oposición, valor, substancia y forma – nociones
operativas sin el uso de las cuales la noción de sistema es un clisé, un sinónimo de cualquier tipo de clasificación
–.

9. EL FONEMA
Saussure se halla en el origen de la noción de fonema. Pero por otra parte, no es el único.
La filiación entre Saussure y la fonología es muy indirecta y en algunos aspectos, paradójica: lo que sirve de
punto de partida a la reflexión fonológica no es aquello que Saussure dice del fonema mismo. La terminología de
Saussure es diferente de la nuestra: fonética, para Saussure, significa siempre fonética histórica, fonética
diacrónica. Y Saussure llama fonología a lo que nosotros llamamos hoy fonética.
En su fonética, Saussure utiliza el término y la noción de fonema. Pero para él, el fonema es el sonido material:
“el sistema fonológico del idioma, el cuadro de los sonidos que utiliza, opera con un número determinado de
fonemas bien diferenciados”. “Cada imagen acústica es la suma de un número limitado de elementos o
fonemas”. El fonema sería, para él, la imagen acústica correspondiente a un sonido material determinado. “El
deslindamiento de los sonidos en la cadena hablada, se apoya en la impresión acústica”. Pero Saussure siempre
tropieza con la manera de deslindar y definir lo que distingue la imagen acústica del sonido material
correspondiente. Saussure plantea la necesidad de “no atenerse más que al carácter distintivo” que opone las
imágenes acústicas de los sonidos unas a otras. ¿Cómo captar y aislar este carácter distintivo? Es preciso
prescindir de los matices acústicamente indiferentes, pero no da ningún criterio para identificarlos. “En el acto
fonatorio, no tenemos en cuenta más que los elementos diferenciales, destacados para el oído y capaces de
contribuir al deslindamiento de las unidades acústicas en la cadena hablada”. Pero, ¿cómo elegir estos
elementos subjetivamente definidos como “destacados para el oído”? → Obstáculo teórico.
Saussure no responde a esta cuestión, se limita a criterios psicológicos (“la impresión de algo homogéneo”,
“elementos destacados para el oído”). No fue más allá de este frágil criterio de la conciencia de los sujetos
hablantes, del sentimiento lingüístico, es decir, del criterio psicológico.
Sin embargo, todos los elementos necesarios para la definición del fonema se encuentran ya en Saussure. Este
ha forjado todos los instrumentos de análisis de los que se servirán sistemáticamente sus sucesores: las
nociones de diferencia, oposición, valor, sistema, substancia y forma.
El significante lingüístico, en su esencia, de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido no por su
sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás.
Y es en este lugar donde más se acerca a un análisis fonológico correcto. Solo la exégesis apoyada en el
conocimiento de la fonología actual puede desgajar de las formulaciones saussurianas la teoría del fonema, que
se halla todavía implícita y muy disimulada. Saussure explica el valor distintivo de dos fonemas por su
conmutación, es decir, por su función para distinguir y oponer dos unidades de sentido que, de otro modo,
serían idénticas. Si hubiera situado en el centro de su análisis esto que parece casi un hallazgo casual,
sustituyendo la vaga noción de conciencia lingüística por la noción de función lingüística claramente percibida,
Saussure habría fundado la fonología.
En la doctrina de Saussure, todos los conceptos que debían conducir a una teoría del fonema, todos los
elementos de una definición del fonema, están presentes, y sin embargo la teoría del fonema y la definición del
fonema no se encuentran en ella.

10. LA SUERTE DE SAUSSURE


Hoy en día, en un momento en que el trabajo y los contactos multidisciplinarios se multiplican, se corre un doble
peligro:
- puede ocurrir que las ciencias humanas, incluida la filosofía, no hagan lingüística en absoluto
- puede ocurrir que hagan demasiada “lingüística sin los lingüistas”. Y sobre esta cuestión, siempre es útil
meditar la advertencia de Benveniste: “será preciso convencerse de esta verdad: que la reflexión sobre el
lenguaje solo dará fruto si tiene como objeto principal las lenguas reales”. Si los especialistas o estudiantes
deciden hacer un poco de lingüística, es aconsejable que es preciso ir a hacerla con los lingüistas. Y si deciden
que es preciso volver a Saussure, que sepan que lo que es preciso aprender de él es la visión de una doctrina
muy coherente.

Textos escogidos

I. LA SEMIOLOGÍA
a. ¿Qué es la semiología?
La lengua es una institución social, pero se diferencia de las otras instituciones.
Hay diferentes sistemas de signos que expresan ideas: la lengua, la escritura, las formas de cortesía, el alfabeto
de los sordomudos, las señales militares, etc. La lengua es el más importante de todos.
Se puede concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. → Semiología. Sería
parte de la psicología social, por lo tanto, de la psicología general. Enseñaría en qué consisten los signos y cuáles
son las leyes que los gobiernan. La lingüística sería una parte de esta ciencia general. Las leyes que la semiología
descubra serán aplicables a la lingüística.
- al psicólogo le toca determinar el puesto de la semiología
- al lingüista le toca definir qué hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos.
Si hemos podido asignar a la lingüística un lugar entre las ciencias es por haberla incluido en la semiología.
¿Por qué la semiología no es una ciencia autónoma?
Porque la lengua es lo más adecuado para comprender la naturaleza del problema semiológico, pero tendría que
estudiarse la lengua en sí misma, y hasta ahora, siempre se la ha encarado en función de otra cosa:
- concepción superficial del público, que no ve a la lengua más que como una nomenclatura, lo cual suprime
toda investigación sobre su naturaleza verdadera
- punto de vista del psicólogo, que estudia el mecanismo del signo en el individuo. Este método no lleva más allá
de la ejecución individual, sin alcanzar al signo, que es social por naturaleza.
- cuando algunos se dan cuenta de que el signo debe estudiarse socialmente, retienen solamente los rasgos de
la lengua que la ligan a otras instituciones, rasgos que dependen de nuestra voluntad, desdeñando los
caracteres que no pertenecen, y a la lengua en particular. Pues el signo es ajeno en cierta medida a la voluntad
individual o social → carácter esencial. Este carácter aparece claramente solo en la lengua.
Se suele pasar por alto la necesidad de una ciencia semiológica. Pero nosotros, consideramos que el problema
lingüístico es primordialmente semiológico.
b. Sobre los ritos y las costumbres
Al considerar los ritos, costumbres, etc., como signos, estos hechos aparecerán a otra luz, y se sentirá la
necesidad de agruparlos en la semiología y de explicarlos por las leyes de esta ciencia.
c. Sobre la cortesía
El principal objetivo de la semiología es el conjunto de sistemas fundados en lo arbitrario del signo. En efecto,
todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en un hábito colectivo, en la convención.
Respecto a los signos de cortesía, lo que importa es la regla que obliga a emplearlos, no su valor intrínseco. Los
signos enteramente arbitrarios son los que mejor realizan el procedimiento semiológico; por eso la lengua, el
más complejo y extendido de los sistemas de expresión, es también el más característico de todos. La lingüística
puede erigirse en el modelo general de toda semiología, aunque la lengua no sea más que un sistema particular.
Los signos de la lengua son totalmente arbitrarios, mientras que ciertos signos de cortesía perderán el carácter
de arbitrario para aproximarse al del símbolo.
d. Sobre la moda
La lengua es incapaz de defenderse contra los factores que desplazan la relación entre significado y significante.
Es una de las consecuencias de lo arbitrario del signo.
Las otras instituciones humanas están fundadas en grados diversos, en la relación natural entre las cosas. Ni
siquiera la moda es enteramente arbitraria; no se puede apartar más allá de ciertos límites de las condiciones
dictadas por el cuerpo humano. La lengua, no está limitada, pues no se adivina qué sería lo que impidiera asociar
una idea cualquiera con una secuencia cualquiera de sonidos.
Una explicación equipara los cambios fonéticos a los cambios de la moda. Pero de los cambios de la moda se
sabe que obedecen a las leyes de la imitación. → El principio del cambio fonético sería puramente psicológico.
¿Dónde está el punto de partida de la imitación? Este es el misterio, tanto para los cambios fonéticos como para
los cambios de la moda.
La propagación de los hechos de la lengua está sujeta a las mismas leyes que cualquier otra costumbre.
II. LENGUA Y HABLA
a. Lengua y lenguaje
¿Cuál es el objeto integral y concreto de la lingüística? La cuestión es particularmente difícil.
Hay que colocarse desde el primer momento en el terreno de la lengua y tomarla como norma de todas las otras
manifestaciones del lenguaje. La lengua parece ser lo único susceptible de definición autónoma y es la que da un
punto de apoyo satisfactorio. ¿Qué es la lengua? Una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Un
producto social de la facultad del lenguaje, y un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo
social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos. La lengua es una totalidad en sí y un principio
de clasificación. ≠ El lenguaje es multiforme y heteróclito, a la vez físico, fisiológico y psíquico, de dominio
individual y social, no se deja clasificar.
b. Lengua y habla
Todos los demás elementos del lenguaje, que constituyen el habla, vienen a subordinarse a la ciencia primera de
la lengua, y gracias a eso, todas las partes de la lingüística encuentran su lugar natural.
Los órganos de la voz, la fonación – ejecución de las imágenes acústicas – son exteriores a la lengua, no afectan
al sistema mismo.
La lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca todos sus efectos, el habla es necesaria para
que la lengua se establezca. Históricamente, el hecho de habla precede siempre. El habla es lo que hace
evolucionar a la lengua: las impresiones recibidas oyendo a los demás modifican nuestros hábitos lingüísticos.
Interdependencia entre lengua y habla, pero son dos cosas absolutamente distintas.
c. Carácter social de la lengua
Lengua:
- objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje
- se puede localizar en la porción del circuito donde una imagen acústica viene a asociarse con un concepto.
- es la parte social del lenguaje, exterior al individuo, que por sí solo no puede modificarla ni crearla.
- existe en virtud de una especie de contrato entre los miembros de la comunidad
- el individuo necesita de un aprendizaje para conocer su funcionamiento.
- distinta del habla, es un objeto que se puede estudiar separadamente
- la ciencia de la lengua solo es posible a condición de que otros elementos del lenguaje no se inmiscuyan.
d. La analogía como principio de las creaciones de la lengua (Nacimiento de una gramática generativa)
La analogía nos enseña a separar la lengua del habla y nos muestra a la segunda como dependiente de la
primera.
Toda creación debe estar precedida de una comparación inconciente de los materiales depositados en la lengua,
donde las formas generatrices están reguladas según relaciones sintagmáticas y asociativas.
Así, una parte entera del fenómeno se cumple antes de que se vea aparecer la forma nueva. La actividad del
lenguaje, contiene no solamente todas las posibilidades de un hablar conforme al uso, sino también todas las de
las formaciones analógicas. Es un error creer que el proceso generador solo se produce en el momento en el que
surge la creación: los elementos ya estaban dados. Una palabra que yo improvise, ya existe en potencia en la
lengua, y su realización en el habla es un hecho insignificante en comparación con la posibilidad de formarlo.
La analogía es de orden gramatical: supone la conciencia y la comprensión de una relación que una a las formas
entre sí. Mientras que la idea no supone nada en el fenómeno fonético, su intervención es necesaria en materia
de analogía.
Todo es gramatical en la analogía, pero la creación resultante pertenece al habla; es la obra ocasional de un
sujeto aislado. La forma improvisada por el sujeto hablante para la expresión del pensamiento, este resultado,
pertenece al habla.

III. SINCRONÍA Y DIACRONÍA


a. La segunda bifurcación
b. Dualidad interna de todas las ciencias que operan con valores
Todas las ciencias debieran interesarse por señalar los ejes sobre que están situadas las cosas de que se ocupan.
Habría que distinguir en todas
- eje de las simultaneidades, que concierne a las relaciones entre cosas coexistentes, de donde está excluida
toda intervención del tiempo
- eje de las sucesiones, en donde nunca se puede considerar más que una sola cosa a la vez, pero donde están
situadas todas las cosas del primer eje con sus cambios respectivos.
Al lingüista se impone esta distinción imperiosamente, pues la lengua es un sistema de puros valores que nada
determina fuera del estado momentáneo de sus términos.
Cuanto más complejo y rigurosamente organizado sea un sistema de valores, más necesario es estudiarlo según
sus dos ejes. Y ningún sistema llega en complejidad a igualarse con la lengua: la precisión de valores en juego, el
número tan grande y la diversidad de términos en dependencia recíproca tan estricta, la multiplicidad de signos,
etc., nos prohíben estudiar simultáneamente sus relaciones en el tiempo y sus relaciones en el sistema.
c. La dualidad interna y la historia de la lingüística
Para el sujeto hablante la sucesión en el tiempo de la lengua, es inexistente: el hablante está ante un estado. Así,
el lingüista que quiere comprender ese estado tiene que desentenderse de la diacronía, la intervención en la
historia solo puede falsear su juicio. A la lengua no se puede ni describirla ni fijarle normas para el uso más que
colocándose el lingüista en un estado determinado.
Desde que existe la lingüística moderna ha estado totalmente absorbida en la diacronía.
Pero, ¿cómo han procedido los gramáticos tradicionales?
Tenían un programa estrictamente sincrónico, pero no quiere decir que su aplicación sea perfecta. La gramática
tradicional ignora partes de la lengua, por ejemplo, la formación de palabras; es normativa y cree deber
promulgar reglas en lugar de consignar hechos; le faltan las vistas de conjunto; confunde la palabra escrita con la
palabra hablada, etc.
Después de conceder lugar excesivo a la historia, la lingüística volverá al punto de vista estático de la gramática
tradicional, pero con espíritu nuevo y con otros procedimientos, y el método histórico será el que haga
comprender mejor los estados de lengua. La vieja gramática no veía más que el hecho sincrónico, la lingüística
nos ha revelado un nuevo orden de fenómenos; pero hace falta hacer sentir la oposición de los dos órdenes para
sacar todas las consecuencias que tal oposición comporta.
d. La dualidad interna ilustrada con ejemplos
La oposición entre los puntos de vista sincrónico y diacrónico es absoluta.

IV. TEORÍA DEL SIGNO


a. Su lugar en la doctrina
La lengua es un sistema ajustado, y la teoría debe ser un sistema tan ajustado como la lengua. Ahí está la
dificultad, no se trata de colocar una a continuación de otra afirmaciones, opiniones sobre la lengua, todo
consiste en saber coordinarlas en un sistema.
Primera verdad: la lengua es distinta del habla → sólo nos queda una materia puramente psíquica.
b. Signo, significado y significante
La unidad lingüística es una cosa doble, hecha con la unión de dos términos → ambos psíquicos y unidos en
nuestro cerebro por un vínculo de asociación.
El signo lingüístico une un concepto y una imagen acústica (≠ una cosa y un sonido material).

El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece cuando observamos nuestra lengua materna. Sin
mover los labios ni la lengua, podemos hablarnos a nosotros mismos. Las palabras de la lengua materna son
para nosotros imágenes acústicas, hay que evitar hablar de los “fonemas” de que están compuestas. Este
término implica una idea de acción vocal, conviene a las palabras habladas, a la realización en el discurso de la
imagen interior. Hablando de sonidos y sílabas evitaremos el equívoco.
El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras. Estos elementos están íntimamente unidos y se
reclaman recíprocamente. Las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas que nos aparecen
conformes con la realidad.
SIGNO → Combinación del concepto y de la imagen acústica.
Se reemplazarán los términos concepto e imagen acústica por los términos de
SIGNIFICADO
SIGNIFICANTE
Estos términos señalan la oposición que los separa.
El signo lingüístico posee dos caracteres primordiales:
c. Primer principio: lo arbitrario del signo
El lazo que une el significante a significado es arbitrario → El signo lingüístico es arbitrario. Este principio domina
toda la lingüística de la lengua.
Signo ≠ símbolo → tiene por carácter no ser nunca completamente arbitrario; no está vacío: hay un rudimento
de vínculo natural entre el significante y el significado.
La palabra arbitrario no debe dar una idea de que el significante depende de la libre elección del hablante. Lo
que se quiere decir es que es inmotivado, es decir, arbitrario con relación al significado, con el cual no guarda
ningún lazo natural.
d. Segundo principio: carácter lineal del significante
El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve únicamente en el tiempo, y toma los caracteres de
él:
- representa una extensión
- esa extensión es mesurable en una sola dimensión → es una línea
Todo el mecanismo de la lengua depende de este hecho.
e. Arbitrariedad y necesidad
El significante, con relación a la comunidad lingüística que lo emplea, no es libre, es impuesto. A la masa social
no se le consulta, ni el significante podría tampoco ser reemplazado por otro. La masa no puede ejercer su
soberanía sobre una sola palabra, está atada a la lengua tal cual es. La lengua no puede, pues, equipararse a un
contrato puro y simple.
f. Lo arbitrario del signo en Whitney
Ese carácter arbitrario separa radicalmente a la lengua de todas las demás instituciones.
Cada uno de los dos elementos unidos en los signos guardan su vida propia y la lengua evoluciona bajo la
influencia de todos los agentes que puedan alcanzar sea a los sonidos, sea a los significados.
Al cabo de cierto tiempo, siempre se pueden observar desplazamientos sensibles.
g. Más lejos que Whitney
La lengua es un sistema de valores puros. Los dos elementos que entran en juego en su funcionamiento son las
ideas y los sonidos.
- Hecha abstracción de su expresión por medio de palabras, nuestro pensamiento es una masa amorfa e
indistinta, en donde nada está necesariamente delimitado, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua.
- La sustancia fónica no es más fija ni más rígida, es una materia plástica que se divide en partes distintas para
suministrar los significantes que el pensamiento necesita.
La lengua puede ser representada como una serie de subdivisiones continuas marcadas sobre el plano de las
ideas confusas y sobre el no menos indeterminado de los sonidos.
La lengua sirve de intermediaria entre el pensamiento y el sonido, en condiciones tales que su unión lleva
necesariamente a deslindamientos recíprocos de unidades.
No hay materialización de los pensamientos ni espiritualización de los sonidos, sino que el “pensamiento –
sonido” implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades al constituirse entre dos masas amorfas. La
lengua → dominio de las articulaciones
Cada término es un miembro, un articulus donde se fija una idea en un sonido y donde un sonido se hace el
signo de una idea.
No se podría aislar el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido; a tal separación solo se llegaría por
una abstracción y el resultado sería hacer psicología pura o fonología pura. Los elementos de dos órdenes se
combinan; esta combinación produce una forma, no una sustancia.
Lo arbitrario del signo hace comprender mejor por qué el hecho social es el único que puede crear un sistema
lingüístico. La colectividad es necesaria para establecer valores cuya única razón de ser está en el uso y en el
consenso generales; el individuo por sí solo es incapaz de fijar ninguno.
La idea de valor muestra cuán ilusorio es considerar un término como la unión de cierto sonido con cierto
concepto. Esto sería aislarlo del sistema del que forma parte, creer que se puede comenzar por los términos y
construir el sistema haciendo la suma. Hay que partir de la totalidad solidaria para obtener por análisis los
elementos que encierra.
No pudiendo captar directamente las entidades concretas o unidades de la lengua, operamos sobre las palabras.
Las tomaremos como muestras equivalentes de los términos reales de un sistema sincrónico, y los principios
obtenidos a propósito de las palabras serán válidos para las entidades en general.
h. El valor lingüístico considerado en su aspecto conceptual
Significación → la contraparte de la imagen auditiva.
Todo queda entre la imagen auditiva y el concepto, en los límites de la palabra como un dominio cerrado,
existente por sí mismo.
Valor → el signo mismo es también la contraparte de los otros signos de la lengua.
La lengua es un sistema, donde todos los términos son solidarios y donde el valor de cada uno resulta de la
presencia simultánea de los otros.
Los valores están siempre constituidos:
- por una cosa desemejante, susceptible de ser trocada por otra cuyo valor está por determinar
- por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está por ver.
Ambos factores son necesarios para la existencia de un valor.
Una palabra puede trocarse por algo desemejante: una idea. Además, puede compararse con otra cosa de la
misma naturaleza: otra palabra. Su valor no estará fijado mientras nos limitemos a consignar que se puede
trocar por tal o cual concepto, es decir, que tiene tal o cual significación; hace falta además compararla con los
valores similares, con las otras palabras que se le puedan oponer. Su contenido está verdaderamente
determinado por lo que existe fuera de ella. Como la palabra forma parte de un sistema, está revestida, no solo
de una significación, sino también, y sobre todo, de un valor.
Dentro de una misma lengua, todas las palabras que expresan ideas vecinas se limitan recíprocamente:
sinónimos como recelar, temer, tener miedo, no tienen valor propio más que por su oposición; si recelar no
existiera, todo su contenido iría con sus concurrentes.

V. LA NOCIÓN DE SISTEMA
a. La imagen del juego de ajedrez
La lengua es un sistema que no conoce más que su orden propio y peculiar. La comparación con el ajedrez ayuda
a que sea fácil distinguir lo que es interno de lo que es externo. Es interno todo cuanto concierne al sistema y a
sus reglas, todo cuanto hace variar al sistema en un grado cualquiera.
Así como el juego de ajedrez está todo entero en la combinación de las diferentes piezas, la lengua tiene el
carácter de un sistema basado completamente en la oposición de sus unidades concretas.
La lengua presenta el carácter de no ofrecer entidades perceptibles a primera vista, sin que por eso se pueda
dudar de que existan y de que el juego de ellas es lo que la constituye. Este es un rasgo que la distingue de todas
las otras instituciones semiológicas.
b. El concepto de diferencia
Todo el mecanismo lingüístico gira sobre identidades y diferencias.
El lazo entre los empleos de una misma palabra no se basa ni en la identidad material, ni en la exacta semejanza
de sentidos, sino en elementos que habrá que investigar y que nos harán llegar a la naturaleza verdadera de las
unidades lingüísticas.
c. Diferencia y valor
- La parte conceptual del valor está constituida por sus conexiones y diferencias con los otros términos de la
lengua.
- Parte material: lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que
permiten distinguir esas palabras de todas las demás, pues ellas son las que llevan la significación.
Nunca podrá un fragmento de lengua estar fundado en otra cosa que en su no coincidencia con el resto.
Arbitrario y diferencial son dos cualidades correlativas.
Este principio es tan esencial que se aplica a todos los elementos materiales de la lengua, incluidos los fonemas.
→ lo que los caracteriza no es su cualidad propia y positiva, sino el hecho de que no es confunden unos con
otros. Los fonemas son entidades opositivas, relativas y negativas.
Idéntico estado se comprueba en la escritura:
- los signos de la escritura son arbitrarios, ninguna conexión hay entre la letra t y el sonido que designa
-el valor de las letras es puramente negativo y diferencial
- los valores de la escritura funcionan por su oposición recíproca en el seno del sistema definido, compuesto de
un número determinado de letras.
Siendo el signo gráfico arbitrario, poco importa su forma, solo tiene importancia en los límites impuestos por el
sistema.
- el medio de producción del signo es totalmente indiferente, porque no interesa al sistema.
En la lengua no hay más que diferencias, en la lengua solo hay diferencias sin términos positivos. La lengua no
comporta ni ideas ni sonidos preexistentes al sistema lingüístico, sino solamente diferencias conceptuales y
diferencias fónicas resultantes de ese sistema. Lo que de idea o de materia fónica hay en un signo importa
menos de lo que hay a su alrededor o en los otros signos.

Pero, en cuanto consideramos al signo en su totalidad, nos hallamos ante una cosa positiva en su orden. Aunque
el significante y el significado tomados cada uno aparte, sean puramente negativos y diferenciales, su
combinación es un hecho positivo, hasta es la única especie de hechos que comporta la lengua.
Cuando se comparan los signos entre sí – términos positivos – ya no se puede hablar de diferencia, la expresión
sería impropia, puesto que se aplica a la comparación de dos imágenes acústicas, o a la de dos ideas. Dos signos
que se comportan cada uno con un significado y un significante no son diferentes, silo son distintos. Entre ellos
no hay más que oposición. Todo el mecanismo del lenguaje se basa en oposiciones de este género, y en las
diferencias fónicas y conceptuales que implican.

IV. HACIA EL FONEMA


a. La terminología saussuriana
Fonética → Estudio de la evolución de los sonidos. Es una ciencia histórica, que analiza acontecimientos,
transformaciones y se mueve en el tiempo. Una de las partes esenciales de la ciencia de la lengua
Fonología → Está fuera del tiempo. Es una disciplina auxiliar, que refiere al habla.
La lengua es un sistema basado en la oposición psíquica de impresiones acústicas.
b. El fonema como sonido
Hay que trazar el sistema fonológico del idioma estudiado, el cuadro de los sonidos que utiliza. La única realidad
que interesa al lingüista es este sistema. Esta determinación varía según los idiomas.
c. El fonema como abstracción del sonido
En la lengua, la imagen acústica se puede traducir en una imagen visual constante. Cada imagen acústica es la
suma de un número limitado de elementos o fonemas, susceptibles a su vez de ser evocados en la escritura por
un número correspondiente de signos.
d. Saussure oscila entre las dos acepciones
Dos maneras de entender los fonemas:
- En la cadena hablada, como unidades concretas, irreductibles. Como elemento de un sistema fonológico donde
es reconocido como diferente de otro elemento
- En abstracto, como especies fonológicas, en vista a su clasificación.
e. La segmentación en la cadena en fonemas
El deslindamiento de los sonidos de la cadena hablada se apoya en la impresión acústica.
La descripción se apoya en el acto articulatorio, pues las unidades acústicas tomadas en su propia cadena no son
analizables. Es necesario recurrir a la cadena de los movimientos de la fonación. Las primeras unidades que se
obtienen al deseslabonar la cadena hablada, se llaman fonemas. → Suma de impresiones acústicas y de los
movimientos articulatorios de la unidad oída y de la unidad hablada, que se condicionan recíprocamente → el
fonema es ya una unidad compleja, que tiene un pie en cada cadena.
Los elementos que se obtienen primeramente del análisis de la cadena hablada son como eslabones, momentos
irreductibles que no se pueden considerar fuera del tiempo que ocupan. Así, un conjunto como “ta” será un
momento mas un momento, en cambio el fragmento irreductible “t” tomado aparte, puede considerarse
inabstracto, fuera del tiempo.
f. Criterio saussuriano del fonema: el sentimiento lingüístico
Respecto a los elementos con que las lenguas operan, si se prescinde de matices acústicamente indiferentes, el
número de especies dadas no es indefinido.
La impresión producida en el oído es dada tan indirectamente como la imagen motriz de los órganos, más aun,
es la base natural de toda teoría.
El dato acústico existe ya inconscientemente desde que se encaran las unidades fonológicas. Sería imposible
descubrir divisiones en esta secuencia de movimientos articulatorios: no se sabe dónde comienza un sonido y
dónde acaba otro. ¿Cómo asegurarlo, sin la impresión acústica?
En la cadena del habla oída, mientras se siga teniendo la impresión de algo homogéneo, el sonido será uno. Lo
que importa es, no su duración, sino la calidad de su impresión. La cadena acústica no se divide en tiempos
iguales, sino en tiempos homogéneos caracterizados por la unidad de impresión, y ese es el punto de partida
para el estudio de la fonología.
En el acto fonatorio no tenemos en cuenta más que los elementos diferenciales, destacados para el oído, y
capaces de servir al deslindamiento de las unidades acústicas en la cadena hablada. Solo esas unidades acústico
– motrices deben considerarse.
g. Algunos ejemplos de análisis saussurianos
Dada una palabra, se pueden distinguir netamente los sonidos que la componen, su número y su delimitación.
Respecto a las objeciones que harían algunos lingüistas inclinados sobre el microscopio fonológico: hay sonidos
furtivos o de transición; pero es antilingüístico tenerlos en cuenta; el oído ordinario no los distingue y los sujetos
hablantes están siempre de acuerdo sobre el número de los elementos.
h. Hacia el fonema de Trubetzkoy o Hjelmslev
Es imposible que el sonido, elemento material, pertenezca por sí a la lengua. Para la lengua es una cosa
secundaria, una materia que se pone en juego. Todos los valores convencionales no se confunden con el
elemento tangible que les sirve de soporte.
El significante lingüístico de ningún modo es fónico, es incorpóreo, constituido no por su sustancia material, sino
únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás.
Este principio se aplica a todos los elementos materiales de la lengua, incluidos los fonemas. Cada idioma
compone sus palabras a base de un sistema de elementos sonoros, cada uno forma una unidad deslindada y
cuyo número está perfectamente determinado. Pero lo que los caracteriza no es su cualidad propia y positiva,
sino el hecho de que no se confunden unos con otros. Los fonemas son entidades opositivas, relativas y
negativas. → Lo prueba la elasticidad de que los hablantes gozan para la pronunciación con tal que los sonidos
sigan siendo distintos unos de otros.

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