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AMANDA MILO
THE QUARRY MASTER
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AMANDA MILO
THE QUARRY MASTER
Índice
Argumento ........................................................................................................................ 4
Glosario ............................................................................................................................ 6
LAS BRAGAS DE CALLIE .................................................................................................. 8
Prólogo .............................................................................................................................. 9
Capítulo 1 ....................................................................................................................... 12
Capítulo 2 ....................................................................................................................... 30
Capítulo 3 ....................................................................................................................... 36
Capítulo 4 ....................................................................................................................... 43
Capítulo 5 ....................................................................................................................... 54
Capítulo 6 ....................................................................................................................... 75
Capítulo 7 ....................................................................................................................... 79
Capítulo 8 ....................................................................................................................... 83
Capítulo 9 ....................................................................................................................... 92
Capítulo 10 ..................................................................................................................... 94
Capítulo 11 ..................................................................................................................... 96
Capítulo 12 ................................................................................................................... 105
Capítulo 13 ................................................................................................................... 107
Capítulo 14 ................................................................................................................... 113
Capítulo 15 ................................................................................................................... 122
Capítulo 16 ................................................................................................................... 134
Capítulo 17 ................................................................................................................... 143
Capítulo 18 ................................................................................................................... 145
Capítulo 19 ................................................................................................................... 150
Capítulo 20 ................................................................................................................... 159
Capítulo 21 ................................................................................................................... 164
Capítulo 22 ................................................................................................................... 168
Capítulo 23 ................................................................................................................... 175
Capítulo 24 ................................................................................................................... 184
Capítulo 25 ................................................................................................................... 190
Capítulo 26 ................................................................................................................... 193
Capítulo 27 ................................................................................................................... 195
Capítulo 28 ................................................................................................................... 199
Capítulo 29 ................................................................................................................... 211
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Argumento
BASH:
No me gusta la gente.
Desprecio a las humanas.
Un cruel mandato de una de las gobernantes de mi región me ha cargado con un montón
de pequeñas humanas alienígenas: Debo ponerlas a trabajar.
¿Problema?
Dirijo una cantera de roca, donde la fina piel de las humanas es un perjuicio para la
productividad.
Supervisar a estas humanas es como tratar de arrear yanaks. Si no las quemo, golpeo o
estrangulo hasta la muerte al final del día, será un milagro.
ISLA:
Puedo decir que el jefe me gusta, porque no estoy muerta. Bash es abrasivo y mordaz, como
un hijo extraterrestre de Michael Caine y Miss Hannigan 1. Y tal vez Ebenezer Scrooge 2.
Bash es un poco... anti especie humana.
Pero no es del todo malo. Claro, es un poco gruñón y prende fuego a las cosas cuando se
enfada, pero incluso los villanos necesitan un amigo. ¿Y aquí? Bash es el villano para todos.
Para todos menos para mí.
Advertencia: Este libro es el más lento de los lentos. Es una historia de 127K con las partes
del rompecabezas personal que no encajan hasta el último tramo del libro. Si quieres
hincarle el diente a un romance que llegue rápido al nivel de los fuegos artificiales, sáltate
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éste. Pero si lo que quieres es una dulce y lenta quema, entonces este podría ser el libro
que te está destinado. (Especialmente si te gustan los héroes súper gruñones con grandes
cuernos y actitudes más que intensas).
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Glosario
Blummin': una palabra de maldición británica suave, similar a bloody (sangriento).
HEA: 'Happily Ever After' (Un Felices para Siempre), como en "el héroe y la heroína vivieron
felices para siempre".
Machaii: se aproxima a gilipollas, pero hay un fuerte sentido de afecto en esta palabra
alienígena. Se utiliza a menudo entre amigos varones.
Na'rith: una raza particularmente traviesa que destaca en el negocio de obtener una
variedad de bienes por medios cuestionables y ocasionalmente malévolos, es decir, la
piratería.
Narwari: especie de animal terrestre terriblemente fuerte nativo del planeta Vfayr. Cuando
los Iechydmaw fueron enviados a terraformar Vfayr, consiguieron domesticar a algunas de
las obstinadas criaturas y las encontraron bastante útiles para montar, acarrear y arar.
Crite: una exclamación común en algunas galaxias que se utiliza para enfatizar,
especialmente para expresar sorpresa, frustración o incluso ira.
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Tevek: un intensificador para dar fuerza o énfasis, o para expresar sorpresa o alarma o
enfado.
Yeoneen: palabra rakhii que significa mi princesa sexual. Un cariñoso y atrevido apelativo
para su pareja (y para asustar los oídos de sus hijos).
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Prólogo
¿Nuevo aquí? ... Permite que Bash te dé la bienvenida como a su última
asalariada humana con un mensaje/advertencia inspiradora...
BASH
Tú… sí, tú.
No, no hables. Sé lo que eres, y no quiero oír tu voz zumbando en mis oídos. Déjame decirte
lo que debes saber.
Soy Rakhii. Me llamo Bubashuu ("Bash" para ti, ya que ninguna de las tuyas puede
pronunciar mi nombre correctamente) de la Guarida de la Grieta Oscura, tercer cachorro
de Gvobotha y Jyzu. Trabajo en este territorio de la quinta roca, y toda esta tierra escarpada
es mi dominio. Aquí, considerarás mi palabra como ley. Aquí, será mejor que creas que lo
es.
Soy el Maestro de la Cantera.
Y os desprecio a todas vosotras, las humanas.
Gracias a que vuestro planeta fue visitado por esclavistas, un número de vosotras, hembras
alienígenas, han sido capturadas y subastadas. La raza gobernante de mi pueblo, las
Gryfala, se interesó por vuestro bienestar, criaturas lamentables, y como sabéis, empezaron
a coleccionaros, y a acogeros, y finalmente se hicieron cargo de todos los alienígenas
refugiados como un proyecto filantrópico de bienestar.
Los muy solidarios.
Las Gryfala incluso empezaron a recoger a las humanas de individuos desagradables
localizados por toda la galaxia. Aquellos que no querían ser compensados por sus compras
alienígenas porque no tenían intención de vender sus compras alienígenas. Por lo tanto, las
Gryfala empezaron a emplear métodos de recolección por la fuerza para obtenerlos de
ciertos individuos desagradables.
Para ello, desplegaron a los hobs y a los rakhii sobrantes (y por sobrantes me refiero a los
machos no apareados y, por lo tanto, algo desechables, de los que hay un gran número
porque hay más machos que hembras para ambas razas en nuestro planeta) para que
cazaran y se llevaran a todas las extrañas hembras alienígenas por cualquier medio
necesario. Casi todos los hobs (la contrapartida masculina de las Gryfalas) se enamoran de
vuestra gente a primera vista -o al primer olor-, a pesar de que las alienígenas sois versiones
de las Gryfala mucho más pequeñas, sencillas y vulnerables, y sin alas.
Desgraciadamente, los rakhii son igual de susceptibles a vuestros extraños encantos
humanos, a pesar de que las humanos se parecen menos a las hembras de nuestra especie
que a las Gryfala. Nuestras hembras son como nosotros: cuernos, escamas, espinas
dorsales y colas. Los nuestros respiran fuego. Nuestra gente toma una pareja y se aparea
de por vida. Para nosotros, es natural.
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Si me obligan a ser justo, aquí es donde los humanos presentan un elemento sorprendente:
no todas vosotras son súcubos alienígenas sin alma. Algunas de vuestra clase prefieren
permanecer con una sola pareja.
El creador sabe que una lealtad así no es común en todas las especies. Mira a las Gryfala.
Cada princesa mantiene un harén de hobs. Muchas de ellas incluso juegan con mantener
a un Rakhii como guardián de la colonia. Pero las Gryfalas no toman "parejas". No en el
sentido en que lo hacen los Rakhii. Las Gryfala amarán a sus machos, pero se espera que
éstos compartan felizmente, que coexistan en armonía donde sólo obtienen una porción del
tiempo de su hembra. Una princesa no experimenta la belleza de un verdadero vínculo con
sus parejas como un Rakhii se acopla a su amor. Tampoco las Gryfala llegan a hacer
promesas de mantener a sus machos durante toda su vida.
Especialmente no a su Rakhii.
De hecho, el acto de que un Rakhii se una a una Gryfala ha sido durante mucho tiempo
una ofensa castigada con la muerte. Y la vergüenza que un Rakhii unido a una Gryfala trae
a su familia se mantiene durante toda la vida.
O... lo hizo. Vosotras, las humanas, habéis aparecido y lo habéis cambiado todo. Los Rakhii
han estado uniendo sus almas con las vuestras como si fuerais hembras Rakhii calvas pero
adorablemente raras, no extraterrestres. Las Gryfala nos han estado mirando de forma
diferente desde entonces.
Ellas os han estado observando también. Vuestra habilidad para atraer a las parejas les
fascina. Incluso hobs se han unido a vosotras. ¿Quién se imaginaba que alguno de ellos
tenían el instinto de unión en ellos?
Y la mayoría de los hobs se unían de verdad: había machos que no querían compartir sus
adquisiciones humanas con un montón de sus hermanos hob. Habéis puesto nuestro
mundo patas arriba.
Y ahora estáis en todas partes.
Oh, primero era sólo un pequeño rincón en el que las humanas debíais manteneros, un
pequeño reducto en el que nadie podía entrar para no asustar a las supuestamente mansas
y aterrorizadas alienígenas. Ahora me dicen que necesitáis un coto más grande. Ahora me
han ordenado que construya uno para vosotras.
[*Bash escupe fuego. Las llamas crepitan y silban*]
Si crees que me dominas, te daré una bofetada de sentido común entre los brotes
malformados que llamas orejas.
Cuando vuestra líder humana llegó ante mí, trayendo sus papeles con sus dibujos de
vuestra futura aldea, su letanía de especificaciones de un año luz de largo, exigiendo que
se os permitiera participar en la construcción de vuestro lugar de refugio, podría haberos
estrangulado a todas.
Pero las manos diligentes hacen un trabajo rápido, así que acepté.
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Lo que no sabía era lo pequeñas que son las manos humanas. Lo débiles que sois todas
vosotras. Algunas de vosotras tenéis fragilidades tan debilitantes que os pasáis la mitad de
vuestros turnos quejándoos.
Y ya os he dicho lo poco que me importan vuestras vocecitas zumbonas.
Pero soy justo. Os daré la oportunidad de sorprenderme, de impresionarme, si podéis hacer
un esfuerzo decente.
Mis reglas son simples: obedecedme. Tengo dos imperativos: cerrar la boca, y poner la
espalda y las manos a trabajar.
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Capítulo 1
BASH
Antes de la llegada de las humanas, tenía a mi servicio a muchos hobs durante muchos
solares. La mayoría de los machos que trabajaban bajo mi mano no pertenecían a la Gryfala,
y trabajaban incansablemente. Llegué a apreciar a muchos de ellos.
Ahora las alienígenas han venido y han fundido la materia cerebral de mis hobs. Mi mano
de obra, que antes era estable y fiable, ya no tiene una ética de trabajo fuerte. Gracias a las
humanas, su capacidad de hacer caso a mi voluntad se ha licuado esencialmente. Están
distraídos, compiten por la atención de las hembras y se pelean por vosotras, los
alienígenas, por el amor de Tevek.
Es agotador.
Y las riñas y las manos distraídas restan productividad.
Esto es irritante.
Indeciblemente irritante.
No puedo dañar a las hembras. Pero se me permite hacer lo que quiera a los machos.
En consecuencia, he descubierto que si se coge a un hob de cada puño y se sacude, sus
alas correosas hacen arrugas y chasquidos sorprendentemente agradables. Como
entretenimiento extra, inicialmente al ser atacados, los hobs emitirán agresivamente un
siseo. Los hobs, al igual que la Gryfala, tienen una mordedura malvada. Muestran los
colmillos hasta que ven quién los tiene en sus manos, y entonces dejan de luchar y me
permiten sacudirles la cabeza.
He descubierto que sacudir a todos los machos cercanos alivia un poco el estrés, y más si
los lanzo como jabalinas. A gran velocidad, las alas parcialmente plegadas actúan como
plumas enflechadas. Surcan el aire con precisión.
Sacudir y lanzar hobs también tiene la ventaja de acobardar a las humanas. Al principio
les aterrorizaba ver a los hobs ligeramente magullados. (Como debe ser. Yo quisiera que
fueran las siguientes).
Desde entonces, he estado maltratando ligeramente a mis empleados.
Cada vez que una humana se sale de la línea -hablando a mis espaldas, cuestionándome,
las muy pequeñas insolentes- empiezo a sacudir a los hobs.
Cuando las humanas se portan mal, les lanzo hobs.
Cuando quiero estrangular a las humanas, les rodeo a ellos el cuello con la mano.
(Hasta ahora, no he matado a ningún hob, pero el Creador sabe que me he imaginado
matando a montones de humanas. Estas extraterrestres son muy irritantes).
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Y hoy... este día todavía está en su infancia, y ha sido un intento. Actualmente, no quedan
hobs en mis alrededores. Muy desgraciadamente, hay humanas no acobardadas. Dos de
ellas están sentados frente a mí en las rocas, sin percatarse de mi presencia, ya que están
tan absortas en una charla ociosa que no saben que he logrado acercarme a ellas. Sus
rodillas se tocan de forma amistosa, sus hombros se golpean de vez en cuando, y si yo fuera
un hombre que disfruta viendo la simple felicidad en la pequeña cara de una alienígena,
me alegraría de que estas dos individuas estuvieran socializando tan pacíficamente.
Pero no soy un hombre que disfrute viendo la felicidad en la pequeña cara de una alienígena.
Me importa un bledo que estas dos participen en la socialización, algo que me han dicho
que las humanas necesitan hacer. Por lo visto, las pequeñas imbéciles necesitan mantener
un cierto nivel de interacción con su propia especie para prosperar.
Si eso es así, entonces pueden prosperar en su propio tiempo. Yo estoy aquí para trabajar,
y ellas también.
Después de todo, las humanas me rogaron que les permitiera estar aquí. Quieren participar
en la construcción de su aldea humana, y si eso significa que todas estas partículas de
tormento del tamaño de un bolsillo se reúnen lejos, muy lejos de mí en un futuro próximo,
entonces estoy dispuesto a romperme la espalda para ver que se termina una jaula
adecuada para ellas.
Tan pronto como sea posible.
A pesar de que muchas de ellas ruegan romperse la espalda conmigo, suplicando contribuir
a la construcción de su reserva, charlan constantemente cuando podrían estar trabajando
duro. A menudo se detienen y toman asiento cuando deberían estar moviéndose. El
descanso debería hacerse en su propio tiempo.
No en el mío.
No en esta cantera.
Una de las humanas inconscientes que se sientan ante mí susurra algo antes de dar un
codazo a su compañera. Ambas sueltan una carcajada que suena a chiste.
Mansas y aterrorizadas es como me describieron a las humanos antes de que las viera.
Mansas y aterrorizadas, mi cola.
¿Quién pensó que sería una sabia decisión confiar una manada de estos cachorros
alienígenas a mi cuidado? Una Gryfala, esa fue. Una hembra que, como muchos de sus
matones-princesas Gryfala, se ha dejado llevar por -y se entretiene con- las travesuras de
las humanas.
Debería intentar que las humanas cumplieran sus órdenes. Una pequeña quejica de dientes
planos devolviéndole la palabra, y entonces no estarán tan fascinados. A las Gryfala no les
gusta nada más que tener todos sus caprichos obedecidos, y estas humanas no podrían
obedecer una orden ni aunque se levantara y las abofeteara.
Una posibilidad seductora que contemplo con demasiada frecuencia.
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Una de las hembras se frota la muñeca que ha estado favoreciendo. "Este trabajo es una
mierda. Me duele todo", se queja en un susurro apenas contenido.
Y yo apenas reprimo un gemido. Esto es una maldita cantera. Sacamos roca. Cortamos
roca. Transportamos roca. ¿Pueden las humanas romper roca? No. ¿Pueden levantar rocas?
No. ¿Pueden al menos transportar rocas? NO. Son débiles, pequeñas y se lesionan con una
facilidad espantosa. Si se tropiezan, experimentan un fuerte estornudo, una tos teveking
ruidosa... al otro lado del cañón, una humana aúlla de dolor. Esta es absolutamente la peor
zona de trabajo para ellas. Las humanas tienen la piel más fina y fácil de desgarrar de todas
las criaturas que he visto nunca, y menos aún he tenido la desgracia de escupir sobre ella.
Y yo me paso la mitad del día escupiendo sobre todas sus pequeñas heridas. Mi saliva,
como la de todos los Rakhii, tiene propiedades curativas. Especialmente útil cuando se trata
de alienígenas de piel fina. Tiemblan, me miran con los ojos muy abiertos, pero vienen a mí
-a mí- para que las atienda, como si yo fuera su pastor y ellas mi obediente rebaño de
bestias inútiles de tamaño micro.
Desgraciadamente, siendo yo el amo de esta cantera, por ahora, éstas son mis lamentables
excusas de microbestias de carga, y el hecho de que yo sea temporalmente su pastor es una
desafortunada verdad.
Para interrumpir a la alegre pareja de parlanchinas que tengo en el punto de mira, gruño
para aclararme la garganta y me satisface profundamente lo alto que saltan las dos
hembras. Giran, oliendo al instante a terror, y me gustaría disfrutar más del olor del miedo,
pero es un olor terrible. Es una parodia que el miedo humano no huela tan bien como
parece el miedo en sus ojos. El blanco aparece alrededor de sus globos oculares, eso es que
ellas están muy asustadas. Y sus cutis, antes sanos, han perdido todo el color. "¿Podéis
inventar una buena razón para estar sentadas sobre vuestros traseros sin cola cuando
deberíais estar trabajando?" Pregunto sedosamente. Mi cola chasquea detrás de mí, y una
de las hembras traga3.
Una de las dos tiene una melena más clara. Demuestra ser la más valiente de la pareja,
levantando medio palmo de altura. "Necesitábamos un recreo (break)".
Siento que mis espinas dorsales se elevan con mi temperamento ascendente. "Ah, sí. Uno
de vuestros infames breaks humanos. Deberías haberlo pedido. Me encantaría daros un
break (en el sentido de 'daros para el pelo')".
La más aterrorizada sacude la cabeza débilmente. "No ese tipo de descanso".
Sonrío... con todos los dientes. Y colmillos.
La más asustada se pone más pálida. Incluso la más valiente pierde el valor. "Lo siento".
El humo sale de mis dos fosas nasales y pasa por encima de sus cuerpos mientras los tengo
en la mira. Y bien dentro del rango de carbonización. "Exigisteis estar aquí. Exigisteis que
os abriéramos paso para trabajar. Me han ordenado que no mate a ninguna mujer que no
lo merezca..."
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Tengo planes de sacudirlo también, pero los ojos de Gracie se han vuelto más penetrantes,
y sus manos se deslizan desde la redondez de su estómago, que crece como un cachorro,
hasta llegar a la parte baja de su espalda. Levanta el dobladillo trasero de su túnica para
sacar un arma. Me apunta con ella, y yo nunca la he visto, pero me hago una idea de lo que
es capaz de hacer y de quién se la ha dado.
Mis ojos se dirigen a su compañero que se acerca, un hob llamado Dohrein. Su fría mirada
me evalúa. Es su madre la que se especializa en el diseño de armas, y da la casualidad de
que ha trabajado mucho en armas que harán caer a un Rakhii enfurecido.
El pulgar de Gracie acciona un mecanismo que hace que toda la pieza brille en verde. "Eso",
lanza una mirada al hob que tengo agarrado, "es Jonohkada".
Aprieto al hob hasta que deja de patalear y cae inerte. "No me importa".
Los ojos de Gracie casi brillan de furia. Por cierto, son del mismo tono salvaje que su arma
activada. "No quieres hacerme enfadar. Te voy a dar un consejo profesional: hacer daño a
ese hob", señala a su Jonohkada, "es un billete de ida para cabrearme de verdad".
Le doy la vuelta a mi muñeca, prestando atención al hob, que no es su segundo compañero;
en realidad, es más bien su mascota; le he visto seguirla, obediente a todos sus caprichos,
como muchos de los hobs. ¿Por qué es tan protectora con éste?
A su favor, no hace nada para enfurecerme más. Sus ojos se desmadran, pero sus colmillos
apenas se hunden en mi brazo. Una fuerte sacudida y esos dientes suyos que inyectan
veneno chocan entre sí.
"¡Bash, STOP!" La boca de Gracie tiene un aspecto feroz y su postura es decidida. Una parte
de mí tiene que admirar su columna vertebral, aunque quiera arrancársela del cuerpo y
romperla en minúsculos trocitos. Usaría los restos como confeti para celebrar su muerte.
"Jonohkada está bajo mi protección", me informa, como si no hubiera intentado reclamar
a todos estos coloridos machos voladores. Es humana, pero, al igual que una Gryfala,
colecciona hobs. Sólo se reproduce con uno, pero defenderá a todos y cada uno de los
demás, aunque estén bajo mi mando y hayan estado bajo mi control en esta cantera durante
solares.
¿La he visto alguna vez reclamar a un Rakhii? No, no la he visto. Gracie deja esta tarea a
las compañeras de los Rakhii. Como una Gryfala, los hobs son los únicos machos que ella
defiende.
Aunque ningún Rakhii necesita la protección de una hembra alienígena (ciertamente
podrían hacerlo mejor solos contra cualquier amenaza que sus compañeras humanas, tan
quebradizas ellas), casi puedo admirar la ferocidad del vínculo de pareja entre humanos y
Rakhii. Cuando me muevo para castigar a un trabajador Rakhii, parece que cada uno de
ellos tiene ahora una humana, y en el momento en que me muevo sobre su compañera se
enfrenta inmediatamente a mí, dándome un montón de latigazos con la lengua.
Al ritmo que mis empleados son reclamados y protegidos, no me quedará nadie a quien
castigar cuando las alienígenas me lleven al límite. Me volveré loco, y todas las humanas
de aquí morirán.
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Creador, estoy harto de las humanas. Miro fijamente a Gracie y dejo caer su hob al suelo,
observando con lejana satisfacción cómo sus alas apuñalan ebriamente el aire con las
garras como pulgares que tienen a mitad de camino de sus largos huesos alares. "La
próxima vez que una humana me irrite, un hob será azotado hasta que no pueda volar",
advierto.
Los ojos de Gracie muestran pura ira, y aunque es importante notar que ninguno de los
hobs cercanos parece demasiado preocupado por mi proclamación -después de todo, no es
la primera amenaza que escuchan, ni siquiera hoy-, todas las humanas que nos rodean
jadean, y fácilmente un centenar de pares de ojos femeninos horrorizados se fijan en mí.
Por fin. "Gracias a todo lo que es sagrado", declaro, dejando caer los puños a las caderas.
"No sabéis lo encantado que estoy de haber encontrado un incentivo adecuado para
vosotras, panda de taradas de cerebro blando".
Con eso, las dejo, alejándome antes de que tenga la tentación de hacer algo imprudente.
A mi espalda, Gracie dice: "Sabes, si tuvieras una mujer, tendrías una salida para algo de
esa rudeza que tienes. Podrías ser un cavernícola total con ella toda la noche, en lugar de
volverte loco con nosotras todo el día". Luego, misericordiosamente, dirige su siempre en
movimiento boca, sobre sus súbditas humanas. "Y vosotras dos. ¿Cuál es la regla de la que
hablamos? A Bash no le gustan los holgazanes".
Utilizo mi cola para enganchar y coger el trozo de tubería metálica que había abandonado
en el suelo cuando empezó todo esto. La necesito para el trabajo que abandoné para poner
a las humanas a raya. Cruzo el cañón y me agacho junto a la rueda de carro que había
estado reparando. Mi trabajo no será más que un parche, sólo para pasar este turno, y
luego será entregado a alguien más hábil que yo en la reparación de carretas.
Gracie sigue royendo a sus compañeras. Y mis oídos Rakhii son lo suficientemente agudos
para escuchar cada palabra. "Dijiste que querías estar aquí. Si esto fuera la Tierra, os
despedirían por sentaros en el trabajo. ¿El gran jefe pide demasiado cuando espera que
hagáis lo que habéis venido a hacer? Si no queréis trabajar, salid de aquí".
"Estoy bien trabajando", dice la más asustada. "Bash me dijo que cambiara de trabajo y
estaba a punto de hacerlo. Me duele la muñeca, así que quería sentarme un momento.
Pensé que estaría bien".
"Sí. ¿Por qué te comportas como una perra?" tiene el descaro de replicar la otra.
"Oh, yo le pegaría", murmuro en voz baja. El macho que se atreviera a hacer eso conmigo
perdería los dientes. Me pondría sus colmillos como collar, no, le haría llevar sus propios
colmillos en un collar. Sería un recordatorio de que debe mantener la boca cerrada y hacer
lo que se le diga cuando yo se lo diga.
Podría estar interpretando mal el momento, pero el ritmo de silencio de Gracie es
ponderado, y me da la impresión de que está considerando lo bien que se vería si llevara
los dientes de su gente como joya recordatoria. Sus palabras son mesuradas y llevan un
filo de peligro lo suficientemente pesado como para impresionarme. "Estoy 'siendo una
perra' para que los hobs no sean castigados por vosotras dos por ser unas vagas de mierda.
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Ahora ya no tienes opción: lárgate de aquí. No vuelvas a menos que vayas a trabajar de
verdad".
"¡Me van a salir ampollas! Puedo sentir que empiezan, ¡no puedo trabajar!", grita la más
audaz. En realidad llora... literalmente. Las lágrimas inminentes son evidentes en su voz.
Estoy bastante familiarizado con el sonido.
Ante la señal de las lágrimas de esta humana, emito un sonido silencioso e inarticulado de
incredulidad y pongo los ojos en blanco. No sólo está discutiendo, no sólo se queja, sino
que va a inundar mi cantera con su agua de ojos. Y no se ha acercado al nivel de excoriación
que se merece. Creador, no dejaría de abofetearlas si alguna vez empiezo.
"Oh, y ¿oye?"
Es la voz de Gracie, pero el tono ha cambiado tan drásticamente que me doy cuenta de que
no se dirige a sus hermanas lloronas, sino a otra persona. Parece complacida, así que miro
con recelo por encima de mi hombro y veo que se dirige a mí.
Qué forma más extraña de dirigirse a mí. 'Oh, y ¿oye?' ¿Qué se supone que significa eso?
Gracie inclina la cabeza y me dedica una amplia sonrisa. "Retrocediendo un minuto, me
preguntabas si estaba aquí para recuperar a mis casi inútiles súbditas". Se ríe, el sonido
no es fingido. "'¡Casi inútil!' Eso es un paso más allá de que nos llames inútiles -Bash,
¿estamos avanzando en tí?"
Dejo la tubería y apoyo mi frente en el lateral del carro, la curva exterior de mi cuerno
presionando sobre sus ásperas tablas mientras rezo pidiendo fuerza. "Creador, espero que
no". A veces sueño que atravieso en estampida a las masas de humanas y que atrapo con
mis cuernos a cualquier pequeño bicho que no se aparte de mi camino. Como si se tratara
de un premio espeluznante, las inmovilizo y las arrojo. Hace unos amaneceres, las humanas
celebraron una fiesta en la que golpearon una escultura de papel pegado hasta que escupió
caramelos. Estaban encantadas.
Mi imaginación se había disparado. ¿Y si golpear a las humanas te diera caramelos?
Me atiborraría. Ni siquiera me importaría su sabor.
Al oír el sonido de una sorbida de nariz femenina, abro los ojos de golpe y me giro hacia las
hembras reprendidas y gruño: "STOP DE ESO".
"Tranquilo", me grita otra humana desde mi izquierda -están por todas partes-, y con los
ojos rasgados me doy cuenta de que es Beth, la compañera humana de un puñado de
piratas Na'rith. "¿Qué crees que es esto?", pregunta, con los ojos muy abiertos. "¿Béisbol?"
Con cuidado, me pongo en pie. Y tomando una respiración profunda, tan paciente como
puedo manejar, aspirando con ella gran parte del humo de mis fosas nasales, ronco: "¿Qué
es el béisbol?".
Por mucho que me disgusten las humanas constantemente presentes y siempre en mi
camino y eternamente ralentizándonos, no me chasqueo con esta humana, porque siempre
emite un genuino olor a miedo a mi alrededor no deseado. Puede que tenga corazones de
guardián negro en el pecho, pero están ahí. No me faltan corazones. Esta hembra teme a
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todos los machos, y sus sobresaltos demuestran que en algún momento le dieron una razón.
Pero nunca ha aflojado en su trabajo ni me ha dado una razón para querer pisotearla o
convertirla en cenizas, así que, por ella, busco los medios para armarme de paciencia.
No mucha. Pero algo.
Beth hace un gesto a las mujeres que aún están sorbiendo. "Ya sabes. A League of Their
Own 4".
No. No lo sé. Esta Beth es adicta a un pasatiempo llamado cine. Yo he visto una vez una
película y me pareció una gran pérdida de tiempo. Pero levanto mis cejas para indicarle que
me informe de su punto. Rápidamente.
Tragando, mirándome con recelo, lo hace. "En el béisbol no se llora".
"Entonces sí, esto es béisbol. Estamos en el béisbol", confirmo. Con fervor.
"De acuerdo", dice Beth, relajándose y señalando a las dos hembras castigadas con un aire
de autoridad que nunca le había visto utilizar. "Vosotras dos al banquillo". Sus ojos se abren
significativamente. "Salid de aquí".
Se apresuran y se van, lo que significa que la veintena de hobs que se acercaban
subrepticiamente a ellas para ofrecerles consuelo se quedan mirando tras ellas con una
decepción desoladora.
Mi pecho retumba mientras gruño, disgustado por la comprobación de mis sospechas: nadie
está trabajando. Sólo dos hembras han conseguido sumir a una cuarta parte de la cantera
en un caos sin producción.
Ante mi gruñido, el Na'rith que está al lado de la humana Beth, saca una de sus armas -
una de las muchas que tiene- recordándome sin miramientos que esta Beth está bajo la
protección de los Na'rith.
Ya lo sé, tonto. Todas están bajo protección. Todos los teveking seres adoran a estas
pequeñas molestias. Gryfalas, hobs, incluso otros malditos Rakhii, ¡por el amor de Dios!
Resoplo, escupiendo fuego por la nariz. Eso hace que las humanas que se reúnen en los
márgenes retrocedan.
El Na'rith, sin embargo, sonríe.
Es un tonto.
Sin embargo, sus negocios aquí, junto con el resto de su tripulación, han resultado bastante
lucrativos. Por el tipo de créditos que su nave ha gastado aquí, puedo encontrar cierta
tolerancia.
La ejerzo en forma de una ligera mirada a su compañera. Con tolerancia. Mi versión más
cercana de una mirada paciente.
4 Película en español titulada “Ellas dan el golpe” o “Un equipo muy especial”
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"Bueeeno..." Beth dice, y sus brazos se cruzan de forma protectora sobre su pecho, metiendo
las manos bajo los brazos para que quizás nadie vea cómo las hago temblar.
Aprieto los dientes. Cálmate. No asustes más a la cosa; no hay deporte en ello.
"Bash, amigo", dice Gracie.
Mis ojos se abren de golpe y se centran en ella. A ésta la puedes asustar.
Gracie sonríe como si dijera 'Puedes intentarlo'.
A su lado, el llamativo color azul de los patrones del ala interior de su compañero se
intensifica. Está señalando inconscientemente que está agitado. Normalmente, casi puedo
apreciar esta manía. En su mayor parte, Dohrein hace lo que a mí me gusta; trabaja en
silencio, se mantiene fuera de mi camino y trata de que su humana haga lo mismo.
Le respeto siempre que consigue tener éxito.
Actualmente, con su compañera suelto, no recibe ningún respeto. Le dirijo una mirada tan
oscura como a su humana de lengua malvada.
"Tienes que dejar de hacer llorar a las chicas", insiste Gracie. "Ese es mi trabajo".
Le muestro los dientes pero intento mantener mi voz modulada. Porque gritar en la cara de
esta hembra acaba con toda una jornada de trabajo, en la que estoy encadenado
temporalmente hasta que se enfríe mi temperamento, como aprendí muy pronto. Puedo
soportar el castigo; a veces merece la pena gritar hasta que haya descargado mi frustración,
pero ¿perder todo un día de trabajo desde tan temprano? Seguro que mato a todas las
humanas.
"Tienes que poner tu cara de póker", me dice Gracie, sin sentido. "Porque estás a punto de
conocer a nuestra última ronda de ayudantes".
"Ayudantes", digo, burlándome. Se refiere a más jornaleras baladoras a los que no podré
mutilar. Mis garras se flexionan y las alas de su hob se agitan como reacción.
Gracie interpreta mi burla como un acuerdo. "¡Muy bien, señoras!", grita mientras se da la
vuelta. "Traed vuestros culos aquí. Es hora de conocer al gran maestro perverso de la
cantera. Este es el tipo al que no queréis 'cabrear', como les gusta decir a los americanos".
Lanzo una mirada fulminante a la espalda de Gracie, que ella parece ignorar con soltura.
No me sorprende. Aunque el fervor de mi irritación debería ser algo que ella fuera capaz de
percibir, es impermeable a la intensidad de todos los sentimientos de ira dirigidos a ella. A
través de innumerables (entiéndase: dolorosas) interacciones, he aprendido que intentar
intimidar a esta humana es totalmente ineficaz. Aunque hay veces que he olido el miedo en
Gracie (por ejemplo, cuando me elevo por encima de ella, una actividad que ahora evito,
porque resulta extrañamente decepcionante que ella pierda su coraje), la mayoría de
nuestros altercados tienen como resultado que ella huela a una emoción antinatural -
porque le encanta luchar. Cuando debería tener miedo y salir corriendo, en lugar de eso
responde canalizando su energía para abalanzarse sobre su enemigo. Y no les daré más
estímulo (y la menor cantidad de oportunidades posible) para que se molesten y se diviertan
durante la jornada laboral.
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Las nuevas humanas de las que habla Gracie rodean un carro de Narwari en un gran
apiñamiento, algunas de las cuales se acobardan muy bien ante mi mirada desaprobadora.
Al igual que todos los demás grupos de humanas que se han colado aquí antes que ellas,
este grupo está formado por mujeres de ojos abiertos y vacilantes que parecen haberse
bajado de su aeronave en la parada equivocada. "Aquí es donde estamos recogiendo los
principales materiales que construirán nuestra ciudad, señoras". Gracie hace un gesto con
la mano para indicar a los hobs y a los Rakhii cercanos, todos los cuales se supone que
están ocupados en diversas tareas, pero la mayoría de los machos se han quedado quietos,
embelesados por la visión de las hembras humanas frescas y probablemente no apareadas.
"Estos chicos están haciendo todo el trabajo pesado, y es justo que entremos aquí y
hagamos lo que podamos para ayudar, ¿no?"
"Más bien obstaculizar", murmuro.
Gracie sólo sonríe y hace señas a su manada de nuevas humanas para que entren en mis
dominios. "Entrad, chicas. El perro ladra mucho pero no muerde".
Vestidas con la ropa que la propia Gracie diseñó (esta hembra es como un hob con la forma
en que maneja sus lápices de dibujo y sus agujas de coser), todas las humanas llevan
pantalones o faldas o vestidos resistentes, con blusas a veces cubiertas por batas que se
atan a la espalda. Las hembras también solían venir enguantadas, pero ahora el número
de humanas ha superado las capacidades de velocidad de costura de Gracie, con más
manos de las que puede abarcar, aunque trabaja ella misma y sus hobs para ponerse al
día porque dentro de tres ciclos veré sus manos protegidas. Hasta entonces, todo serán
rozaduras y ampollas para este lote. Algunas se alejarán por ello, para no volver jamás. El
resto perseverará. Tengo que preguntarme si Gracie permite que su gente sufra a propósito,
para poner a prueba su temple antes de invertir más tiempo y materiales en vestirlos
adecuadamente si, de todos modos, serán despedidas antes de que termine el día.
Lo digo en favor de la mujer luchadora: no puedo reprocharle sus principios empresariales.
El desfile de cuerpos parece no tener fin a medida que más y más se abren camino alrededor
del carro y hacia mi cañón. Observo una multitud de melenas de colores que pasan
cautelosamente ante mis narices hasta que me quedo atónito. "¿Por qué hay tantas?"
Beth se ríe. Cuando ve que la estoy mirando, se ríe más fuerte. "Deberías ver tu cara. Suenas
como si fuera lo peor que te pudiera pasar".
"Cog-maldita sea", respondo, incrédulo.
"Lo siento, Bash", me dice Gracie, sin parecer especialmente apenada. "Son el último grupo
de humanas rescatadas y no podemos tenerlas aburridas y encerradas en el recinto. Son
completamente nuevas aquí, así que intenta comportarte".
"Más vale que no haya comportamiento", advierto. Paso junto a ellas, agarro una roca y la
arrojo sobre el carro más cercano, hundiendo la cosa un buen palmo en el suelo. "Humanas,
vuestra tarea es tan simple como puedo hacerla: recoger rocas. Colocad la roca en los
carros. No reduzcáis la velocidad. No os detengáis. No os interpongáis en mi camino". Es
un discurso que he dado a cada nuevo lote de alienígenas a medida que han llegado. Es
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una pérdida de tiempo; es casi una garantía de que la mayoría no escuchará lo que acabo
de decir.
Cuando nadie se mueve, arrastro un suspiro desde los seis dedos de mis pies y dirijo una
mirada paciente a todo el mar de caras aprensivas. "No me digáis que ya os habéis
confundido sobre lo que tenéis que hacer aquí". Apunto con una garra negra y curvada
hacia el mayor montón de rocas y ladro: "¡VAMOOOS!".
Se dispersan. Buscan guijarros no mucho más grandes que dos de sus manos. Lo cual está
bien. Me he visto obligado a observar a las humanas lo suficiente como para saber que
realmente no pueden levantar mucho más de lo que cabe en sus manos. Si intentan levantar
más, tienden a dejar caer la piedra y se hacen daño, y entonces hay lágrimas.
Malditas sean las lágrimas.
Más vale que este día no haya ni una sola lágrima más.
Por suerte, termino el parche de la rueda del carro sin más interrupciones. Entonces me
muevo a la recolección de rocas. Estoy tratando de alcanzar una roca, haciendo todo lo
posible por ignorar la existencia de toda la humanidad, cuando una mano pequeña y
femenina se cruza bajo la mía para coger un guijarro. Luego, como si la mano se diera
cuenta de qué Rakhii está alcanzando, la extremidad retrocede a toda prisa.
Miro hacia allí, dispuesto a crujir a la desdichada mujer que se ha acercado tanto a mí,
pero se aleja tan rápidamente que ni siquiera yo puedo reprocharle nada.
Incongruentemente, su retirada me hace sentir mal. No debería, pero mientras cargo tres
rocas más sigo pensando en ella. Una humana.
Vuelvo a su zona y la observo subrepticiamente. Siempre está en movimiento, y si sólo
selecciona rocas pequeñas, lo compensa con la cantidad que recoge. En el tiempo que sus
compañeras tardan en añadir una o dos rocas a sus recuentos, la acumulación de piedras
de esta humana triplica la de ellas.
Con un gruñido de satisfacción, vuelvo a mis propias tareas.
A mediodía, cuando los demás empiezan a chillar para hacer sus necesarios descansos, la
trabajadora humana por la que aún siento una vaga curiosidad no se detiene cuando lo
hacen sus hermanas. La transpiración la cubre, pero ni siquiera parece disminuir el ritmo.
Su diligente ética me asombra. Me impresiona, incluso.
Sorprendiéndome a mí mismo, me dirijo al puesto de agua. Tomo dos mangas de gel de
hidratación e interrumpo a la humana que gime. "Toma", gruño. Es costumbre descansar
durante el calor extremo del día, pero la estación está llegando a su fin y las temperaturas
son cálidas pero tolerables. Aun así, no le reprocharía a ésta que se sentara un rato a la
sombra. Se ha ganado el privilegio.
Me mira con el rabillo del ojo, pero no se cruza para coger el paquete de gel con la mano
libre. En lugar de eso, deja la piedra que tenía en la mano y, como si hubiera venido a ella
con los dientes desnudos, extrae con mucho cuidado mi oferta de las puntas de mis garras.
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entrenados. No, definitivamente no son eso: el creador sabe que los animales de circo son
adiestrables.
Este pensamiento me distrae, porque es costumbre que los circos ambulantes -un negocio
bastante común en otros planetas que no sean el de las Gryfala- golpeen a sus animales
para que se comporten. Creador, si se me permitiera golpear a las humanas, podría por fin
sacar algún trabajo decente de ellas. Y si no pudiera, al menos estaría satisfecho sabiendo
que me esforcé al máximo. Me aseguraría de ser concienzudo.
Muy concienzudo.
A la Gryfala, le pongo un monumental intento de cara impasible para no delatar cómo su
aspecto agudiza mis impulsos sanguinarios hacia todas las hembras de su especie.
Entonces la enderezo. "Si piensas esperar a que las humanas reúnan suficiente piedra para
construir una villa, será mejor que hayas ideado una forma de vivir unas tres vidas más.
Princesa", le digo. Sobre el papel parecería respetuoso, pero lo pronuncio en el mismo tono
en que uno podría decir tizón llorón.
Las pestañas de la Gryfala bajan, pero su sonrisa se amplía lo suficiente como para mostrar
sus colmillos. Sus alas se agitan levemente antes de volver a plegarse: son plumas, no la
piel curtida de sus hobs. Si uno aprecia el aspecto general de una Gryfala, éste sería
agradable.
Pero, sin duda, todas lo son.
Cuando sus atractivos párpados (cada uno de ellos coloreado por el polvo de las alas de los
hobs, probablemente aplicado por expertos en lugar de marcado de forma tan atractiva por
casualidad) se levantan lo suficiente como para permitir que sus ojos se encuentren con los
míos, su mirada es intrigante, curiosa.
Me hace sentir incómodo. Mientras tanto, sus ojos empiezan a parecer alarmados por su
interés en mí, lo que no hace sino aumentar mi sensación de incomodidad. Mi irritación se
dispara, porque ya no me pongo nervioso. Soy un Rakhii más viejo, más sabio (y algunos
dirían que más amargado). Yo sacudo el sonajero por aquí -literalmente, si puedo salirme
con la mía-.
Endurezco mi tono. "Tengo una cantera que supervisar. Hemos terminado aquí, a menos
que quieras presumir de una torre del tamaño de una maqueta hecha por humanas..."
"Lo acepto", interrumpe la Gryfala. "Anótame para una maqueta construida por humanas".
"-Tú... tú..." Me quedo de piedra.
" Cógelo", insiste la Gryfala, con los colmillos aún brillando, su sonrisa se vuelve juguetona.
"Y tú, si tú eres..."
Levanto una mano para silenciarla. Ni siquiera estoy furioso o indignado como lo haría
normalmente. Como estaba seguro de que iba a estarlo. Porque mi cerebro le da vueltas a
este pedido personalizado en mi mente. Es una petición extraña; las Gryfalas valoran la
precisión, hasta en la forma de las rocas que componen sus fortalezas. Cuando se construye
una fortaleza para una Gryfala, se da por supuesto que hay que cortar cada piedra en
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Pero esta Gryfala que se encuentra ante Gracie no tiene relación de parentesco. No es que
ser pariente no signifique peligro. Como dije, si la Gryfala viera a las humanas como rivales,
entonces un ataque sería inminente.
En cambio, la Gryfala sólo parece muy curiosa, y ver a una humana junto a una princesa
real no sólo muestra sus similitudes superficiales, sino que también pone de manifiesto sus
enormes diferencias de forma descarnada. Pulidas, elegantes, peligrosas; desde las puntas
de las alas hasta las garras y los colmillos y los ojos astutos y ultragloriosos, las Gryfala
están hechos para llamar la atención, para ejercer su poder.
En cambio, la forma de Gracie es mucho, mucho más pequeña, por un lado. Más baja. Más
fornida. En sus ojos brilla una aguda inteligencia, por supuesto, y no le mostraría mi vientre
si sostuviera un cuchillo, pero tendría que estar sosteniendo realmente un cuchillo para
que me preocupara por el daño físico. Dientes diminutos, la mayoría de ellos planos, sin
veneno. Una simple humana como Gracie ni siquiera puede sisear correctamente.
Donde las dos coinciden es en la moda. Gracie diseñó su propia ropa, haciéndola con sus
propias manos o con su ejército de hobs a los que ordena coser cosas para ella como si
fueran sus machos personales.
A las Gryfalas les atraen los colores vivos y el brillo, y Gracie ha empleado ambos en su
vestuario. Ha optado por vestirse principalmente de negro, en un tejido resistente con
detalles en oro de fuego que complementan y resaltan las marcas alares azules de su
compañero.
Mientras la auténtica princesa estudia a Gracie, cada uno de sus hobs la observa, tan
recelosos como yo.
Sin embargo, Gracie sigue sin darse cuenta del peligro potencial, o prefiere ignorarlo. "¿De
qué tamaño quieres esta maqueta? Te diré cuál es el coste de nuestra mano de obra, y
nuestro socio Bash calculará el coste de los materiales".
Durante los siguientes clics, no puedo más que maravillarme ante el manejo del trato por
parte de Gracie. Al final, la Gryfala se va volando aparentemente satisfecha con su compra,
y Gracie está triunfante.
Diablos, yo también estoy triunfante... ¡teveking jubiloso! Cuando la Gryfala y su servicio
de hobs son motas en el horizonte, me vuelvo hacia la humana que está a mi lado y, por
primera vez, la miro sin malicia. "Hembra, lo has hecho bien".
Dohrein, con su ala ahuecada en parte de la espalda de su compañera, me mira. Su ceja
también se levanta una fracción, traicionando su sorpresa, pero Gracie acepta mi cumplido
como si fuera algo natural y esperado. "¡Los é!" Levanta la mano hacia mí, con los dedos
algo relajados, y luego levanta la mano en el aire. A un Rakhii cercano, Gracie le dice: "¿Oyes
eso, Akita? No he dicho ninguna palabrota".
"Felicidades", dice el Rakhii. Pero su nombre es Hotahn, no Akita, como le llama Gracie a
veces. No sé el significado detrás del apodo. Tampoco he preguntado.
Observo la palma de la mano de Gracie, aún levantada, y las yemas de los dedos. Veo
rasguños; nada grave, pero está claro que ha estado trabajando la roca. Incluso llevando
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guantes tan a menudo como ellas, la piel humana es tan frágil que las lesiones menores
como las de Gracie son comunes. Estoy tan contento con su gestión de la venta que hago
lo que ella espera: Escupo amablemente sobre ella.
La mano de Gracie se estremece y su brazo se endurece a la altura del codo. "¡Guau! No es
lo que quería, pero... gracias". Con los ojos desconcertados, estrecha los labios y sube la
otra mano para tocarse las palmas, extendiendo mi saliva para tratar cualquier daño
superficial que tenga.
Curioso y con ganas de ser tolerante con sus formas alienígenas, le pregunto: "¿A qué ibas
si no es a curar?".
Es su compañero quien responde. "Los estudios sobre el contacto humano demuestran que
los gestos con el tacto mejoran la camaradería entre su gente". El ala de Dohrein se desliza
alrededor de su espalda hasta que su garra se engancha en su cadera como un pulgar
espeluznantemente largo y con garras, atrayéndola hacia su lado.
Mi sonrisa se convierte en un ceño fruncido. Me vuelvo hacia Gracie. "¿Tu objetivo era
tocarme?"
Gracie pone los ojos en blanco. "No es que no te hayan dado las drogas antivinculación. Un
chocar los cinco no nos convierte en casados, zoquete (dipstick)".
Esa última palabra que ella ha utilizado se traduce como una vara de medir la profundidad.
Como tantas palabras humanas, no tiene sentido en el contexto de esta conversación.
Pero parece que una cosa está clara: Gracie quería fortalecer cualquier relación que exista
entre nosotros tocando mi mano.
Es cierto lo que dice, sobre que he tomado medidas anti emparejamiento. Pero las drogas
que su hob está trabajando para perfeccionar y desarrollar no impiden un vínculo. Sólo
inhibe los instintos asesinos posesivos y de amenaza de pareja de un Rakhii.
Gracie no tiene ningún interés en tenerme como compañero, como tampoco yo querría
tenerla a ella. Por lo tanto, le conviene mantener todo el contacto y los "toques de refuerzo"
para ella.
Le dirijo una severa mirada de advertencia y me dirijo a las demás humanas. Las nuevas y
las que llevan tiempo aquí. Normalmente, en un día cualquiera en el que toda la manada
me pisa los talones, su presencia constante me irrita, pero de repente me siento jovial con
todas ellas, con toda su especie, e incluso bromeo con ellas. "Puede que tu especie tenga
por fin un uso que apruebe, junto con esas pequeñas motas que llamáis rocas. Pero aun
así, sois lentas. Moveos con esos montones de rocas en el centro. Puede que ahora hayáis
conseguido complacerme, pero todavía no podríais ser más lentas si recogierais piedras con
un solo brazo".
Se oye un fuerte chorro de aire aspirado. Las humanas, todos ellas al parecer, han jadeado.
...Lo cual es extraño. Las insulto todo el tiempo.
Sin embargo, todos sus grandes ojos me miran con incredulidad y horror, y tal vez un poco
de motín.
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∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 2
ISLA
He oído hablar tanto de este alienígena Bubashuu que empezaba a sentir que era más mito
y leyenda que hombre... eeehh, alienígena. Pero, resulta que todo lo que he oído es cierto.
Parece permanentemente malhumorado, tiene una fuerza hercúlea, es tan fuerte como La
Roca, y estoy bastante segura de que podría doblegar a Chuck Norris. Diablos,
probablemente se comería a Chuck Norris después de vencerle. Quiero decir, los colmillos
de este alienígena han estado desnudos todo el tiempo que hemos estado aquí porque
siempre nos gruñe.
Excepto cuando me ofreció algo de beber.
Un cálido escalofrío me recorre la espalda, recordando lo sorprendida que estaba de que él,
de entre toda la gente -alienígenas, o lo que sea-, me lo trajera. Dejando de lado las escamas
y otras características alienígenas, es un encanto. Literalmente pensé que nos habíamos
tragado la lengua cuando llegamos al lado del vagón y vimos al gran jefe malo del que todo
el mundo habla.
Gracie, nuestra guía de viaje, no había dicho ni una palabra sobre su atractivo. Pero el
brillo de sus ojos y su sonrisa perversa cuando se enfrentó a nosotras durante la
presentación decían que sabía por qué estábamos todas atónitas y mirando.
También porque el sexy extraterrestre parecía muy cabreado.
Aun así, cuando había levantado aquel trozo de montaña, sus brazos se habían tensado, y
su camisa de trabajo, remangada, lo mostraba a la perfección. Todos sus músculos visibles
estaban gloriosamente ejercitados, sus venas sobresalían, resaltando bastante a pesar de
su piel escamosa.
*Aullido de lobo mental*
Luego se estiró para echar el trozo de montaña en el carro, y su camisa de trabajo se levantó,
sus robustos pantalones de trabajo se asentaron justo en sus caderas para exponer el duro
corte en V de la parte inferior de su torso, cuya parte media está llena de una perfección
casi celestial con una tabla de músculos abdominales.
Dios mío. Todavía estoy babeando. Al parecer, si un tipo está bien apilado, no importa que
su estómago tenga escamas.
Así que nos quedamos allí como idiotas, con la boca abierta y luchando por no marchitarnos
bajo la seria cara de infelicidad con la que nos marchitaba mientras nos hacíamos a la idea
de que este alienígena supercaliente es el horriblemente malvado capataz al que todos
temen. Oh, las advertencias que hemos escuchado con respecto a este tipo. Cuando llegues
al trabajo no hables, no te pares, no discutas, no intentes echarle agua bendita (Lo hace más
malo). No se le puede curar con agua bendita porque no es malo... sólo es un gruñón.
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Se cuenta que hace llorar a las chicas. Los tíos buenos no deberían hacer llorar a las chicas.
Los tíos buenos a este nivel de atractivo pertenecen a la categoría de míticos (sus diferencias
con la humanidad no importan ante la forma en que sus huesos de la cadera encajan bajo su
cinturón de Apolo como si hubiera sido esculpido con piezas entrelazadas), lo que significa
que es básicamente un unicornio.
Se supone que los unicornios no hacen llorar a las chicas. Debería ser una norma. (Por otra
parte, tiene dos cuernos. Quizá los bicornios sí hacen llorar a las chicas y por eso no hay
leyendas de bicornios, por muy guapos que sean). Pero parece que sus palabras cortan más
que una cortadora de carne de una charcutería.
Entonces, ¿por qué nadie ha sacado su culo de aquí y ha puesto a un buen jefe en su lugar?
¿Por qué demonios las mujeres vuelven día tras día y aguantan su mala leche? No puedo
asegurarlo, pero creo que es un caso del extraño y maravilloso poder de la atracción.
Nadie va a decirle a un hombre tan hermoso que se vaya. Todo el mundo está caliente y
molesto y aterrorizado al mismo tiempo.
Pero de todos modos, el objetivo que nos exigía de forma no verbal era simple: comérselo
con los ojos mientras trabajas. Así que eso es lo que hice. Mantuve la cabeza gacha, sobre
todo. Reprendí mis ojos cuando se asomaban cada vez que escuchaban un gruñido
masculino de esfuerzo. El alienígena no me hizo ningún favor al levantar cosas pesadas y,
a veces, arrojar cosas pesadas.
A pesar de ello, lo hice bien. No me lo tiré ni le lamí, ni siquiera cuando se metió en mi
espacio. Tuve una discusión de haz-el-favor-de-comportarte cuando alcanzamos la misma
zona general.
Sin embargo, supe que había metido la pata cuando su mano se congeló, sus dedos -y por
lo tanto todas sus garras asesinas- se extendieron, su brazo se extendió, los músculos
saltaron como si estuviera a punto de rastrillar sus afiladas puntas sobre mí por no salir
de su espacio, aunque técnicamente había sido él quien había invadido el mío.
Hice lo que hacen las presas ante un depredador feroz: Me retiré. Rápido. (P.D., verle desde
atrás también es una vista muy bonita).
Por lo tanto, me quedé atónita cuando me trajo la bebida.
No tenía por qué hacerlo. Por lo que pude ver, yo era la única para la que había traído algo.
La experiencia pasada me hizo suponer que se había dado cuenta de mi condición de manca
y se sintió obligado a hacer algo.
Me habría parado a conseguir algo yo misma, pero todo el mundo puede hablar de lo serio
que es este tipo para trabajar. Y lo entiendo. Es el jefe. Si quieres ser el mejor, tienes que
ganarte el camino, y está claro que él lo ha hecho. Es el jefe, y no baja el ritmo.
Yo tampoco he bajado el ritmo, porque no me lo puedo permitir. Me imagino que me llevará
el doble de tiempo recoger la misma cantidad de piedras que alguien con dos manos, por lo
tanto, será mejor que me esfuerce el doble. Y eso está bien. No soy ajena a la idea de acelerar
mi ritmo para llegar a un punto de equilibrio.
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5 En inglés, mano
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Sus estilos de vestimenta son tan interesantes como su apariencia en la piel. He visto faldas
de gladiador y chapas de metal en algunos de ellos, y pantalones y camisas simples en
otros. (Con aberturas en la espalda para sus espinas dorsales y colas, por supuesto).
Todos los trabajadores de la cantera parecen ir prácticamente sin camiseta. Apuesto a que
Bash, en particular, estaría muy bien, pero, por desgracia, va completamente vestido de
trabajo. Su camisa es de chambray alienígena y sus pantalones son de tipo carpero, como
todos los hombres de aquí. Puede que hayan empezado su vida como un tono claro de tela,
como el blanco o el caqui, pero no importa lo que hayan sido, porque todo lo que pisa la
cantera se vuelve rápidamente de color rosa-rojo púrpura.
Todo aquí es de color berenjena a rojo sangre porque las piedras son un gradiente
compuesto por esos colores y todo, todo aquí está recubierto de polvo de roca. Dependiendo
de la sección de roca en la que trabajes y de las capas de color que la compongan, puedes
estar cubierto de un polvo sólido de un color, o de todos ellos para conseguir un efecto casi
anaranjado, de siena quemado. Incluso los Rakhii, que vienen en un arco iris de colores,
con sus escamas opalescentes y brillantes, se vuelven de un color de polvo de roca apagado
cuando están en este lugar.
Miro a Bash y me pregunto cuál es su color natural. En este momento, es una especie de
mora.
Él también me mira, pero como si intentara leer mis emociones, no mi color bajo todo el
sudor y la suciedad de la roca. "Me disculpo".
Hay hobs zumbándonos, hombres extraterrestres que han trabajado para él durante un
tiempo por lo que nos ha explicado Gracie. ¿Oír a su jefe pronunciar estas dos pequeñas
palabras para mí? Estos tipos parecen estar a punto de caerse.
Los hobs tienen un aspecto casi humano, tan parecido al nuestro que pueden pasar por
humanos y así lo hicieron cuando visitaron la Tierra. Yo no estaba en este planeta ni con
ninguno de ellos cuando se produjo esa visita, pero me han dicho que básicamente sólo
tuvieron que esconder sus alas, y eso fue todo. Tienen garras y colmillos, pero supongo que
hicieron creer a todo el mundo en la Tierra que eran miembros del reparto de una película,
y los terrícolas se creyeron la historia.
Entonces, ¿por qué no lo haríamos? ¿Quién espera que los alienígenas se parezcan a
supermodelos vampiros con alas súper altas? Diablos, ¿acaso tenían que intentar
esconderse? Si hubieran sacado carteles que dijeran que estaban allí para esclavizar a la
Tierra, todo el mundo habría dicho, ¡Apúntame, guapo!.
Y no sólo son sobrenaturalmente hermosos, de todos los extraterrestres que he conocido,
los hobs son tipos realmente agradables. Todos ellos. Hasta el último de ellos es muy
educado, y tienen un aprecio magnífico por las mujeres. Son adorablemente protectores de
cualquier cosa con cromosomas XX. En el momento en que Bash hizo la referencia a la
manca, se cerraron como si finalmente hubiera ido demasiado lejos. Hubo un chisporroteo
en el aire como si estuviera a punto de producirse una revuelta masiva de los hobs y el
malvado maestro de la cantera fuera a caer.
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Pero con la disculpa de Bash, cada uno de los hobs se ha echado hacia atrás en claro shock,
como si el hombre (sí, sí, alienígena) nunca hubiera pronunciado un lo siento.
Me encojo de hombros para demostrar que no hay rencor. "Oye, si esto significa que no soy
más lenta que los demás, lo acepto".
"Al contrario", entona Bash en voz baja e inconscientemente sexy, con los ojos aún
demasiado fijos en mí, escudriñándome. "No eres más lenta. Y me impresionaste cuando
seguiste trabajando hoy". Su mirada finalmente suelta la mía, su atención se desplaza a mi
manga vacía. "No quise ofenderte personalmente".
Le sonrío con una brillante sonrisa de felicidad. "Disculpa totalmente aceptada. Así que, en
cuanto a tu discurso, ¿dices que todas somos lentas? ¿No hay discriminación por género,
credo o extremidades, sólo por nuestra maldita humanidad?"
Bash no duda. "Sí".
Doy una palmada en la pierna. "¡Muy bien! Entonces será mejor que volvamos al trabajo".
Las cejas de Bash vuelven a levantarse. También lo hacen sus púas mientras enuncia muy
sinceramente: "Puede que me gustes, humana".
Ooooohhhh. Luces de neón.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 3
BASH
Después de sufrir la indignación a fuego lento de los hobs, mis compañeros Rakhii y las
humanas, espero un tiempo prudencial, dejando que se calmen antes de dirigirme a la zona
que está despejando la trabajadora humana.
Ahora que le doy algo más que una mirada superficial, puedo ver claramente que tiene una
extremidad completa, y otra que no lo es. Lleva una blusa blanca de manga larga y holgada,
o mejor dicho, comenzó su vida como blanca. El polvo en una cantera es una entidad
omnipresente y silenciosamente asfixiante. En el poco tiempo que lleva aquí, se ha
acumulado como una importante capa sobre lo que antes era un tejido impoluto, dándole
un brillo de color amarillo rojizo-violáceo, como todo lo que hay en este escarpado lugar
tallado en la tierra. La mitad inferior de su cuerpo lleva unos pantalones oscuros de material
rugoso que muestran manchas de polvo principalmente en la mitad de su cuerpo donde
tiene cinco dedos. Su blusón es un tipo robusto como el de cualquier otra mujer, y su color
original parece que empezó siendo azul oscuro. Los tirantes de cuero marrón del blusón
descansan sobre sus hombros y desaparecen bajo una gran cantidad de pelo, que está
atado en un manojo en la parte posterior de su cabeza. Su pelo no tiene el aspecto pulido
de una Gryfala. De hecho, no hay nada en ella que parezca pulido. Si uno mira a las
humanas de cierta manera, parecerían primas lejanas de una princesa. Unas criadas en la
naturaleza y posiblemente con menos mimos.
Ésta, sin duda, no deja que ningún mimo la frene, si tiene alguno. Trabaja con eficiencia,
sin escatimar movimientos mientras recoge las piedras que le caben en la mano, las mete
contra su frente y las lleva al carro antes de volver a la pila.
Sin mediar palabra, me sitúo a su lado y empiezo a recoger las rocas que ella no puede
abordar, las que ninguna humana puede, y también las más pequeñas que los demás
humanas no van a coger porque muchas parecen estar decididos a dejar espacio a esta
humana. Me pregunto si los humanos son como algunas especies de animales de manada
que tienden a rechazar de forma natural a los de su especie que son diferentes. Sería un
instinto vergonzoso. Y si no lo sabían antes, ahora saben que esta hembra es diferente.
Porque lo he señalado irreflexivamente ante el Creador y ante todos.
Con brusquedad, ofrezco: "No me relaciono con los de tu especie cuando puedo evitarlo.
Pero saludos, humana".
"Hola", me saluda cortésmente, ni nerviosa ni tímida. Es extrañamente... refrescante. Luego
me envía una sonrisa inquietante. Es... feliz. Tal vez incluso juguetona. Sus ojos recorren
mis rasgos antes de bajar, bajar, bajar por mi torso.
Mi espalda se endereza, todas mis espinas dorsales caen en shock.
Se lame los labios y sus ojos vuelven a mirar los míos. "Me siento súper honrada de que te
relaciones conmigo, jefe".
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La estudio. A primera vista, parece tan sencilla como el resto de las humanas. Pero al
inspeccionarla más detenidamente, su nariz es agradablemente ancha para una humana,
más ancha que la de todas las demás humanas. Más ancha que la de una Gryfala, con
diferencia (son muy finos, siempre). Esta hembra, sin embargo, parece como si el Creador
se hubiera cansado de hacer delicados clones de rasgos todo ese día, y hubiera esculpido a
esta criatura con audacia.
Es una pequeña diferencia, pero la hace interesante de ver. Un poco más atractiva. Su piel
sigue siendo poco saludable en su suavidad; si fuera una Rakhii, su madre le habría pedido
a su padre que hiciera lo más difícil y la asfixiara cuando era un cachorro porque había
nacido sin escamas (lo que la salvaría de una vida de dolor con una piel anormalmente
fina), pero para una humana, su piel es completamente normal. De aspecto desafortunado,
pero para ellas no es motivo de alarma.
Mi escrutinio de ella se prolonga tanto que su expresión vacila durante un clic antes de
volver a sonreír. Esta acción me recuerda un poco a Gracie, a la valentía de esa humana
enloquecida. Ciertamente, esa hembra arengadora que fue engendrada en los más oscuros
recovecos del más profundo abismo se encuentra con mi fiereza de frente. Supongo que la
admiro por ello, cuando no estoy cerrando los puños para impedirme estrangularla.
Enseguida agradezco que ésta sea más tranquila. "¿Cómo te llamas?" le pregunto.
Unos ojos de un color extraño se encuentran con los míos. Son... grises. Es un color muy
apagado, salvo que esta hembra no lo es en absoluto. Y por eso el extraño color brilla, de
alguna manera. A medida que sus labios se estiran más en su cara, mientras me observa
examinando estas ventanas por las que ve el mundo, sus ojos comienzan a bailar, su ser
interior brilla hasta tal punto que el tono turbio de sus ojos se vuelve lo suficientemente
agradable de mirar. Si es que hay que mirar a una humana, claro. "Isla", responde.
Iiiiiiiiila, repite mi cabeza, el nombre de la alienígena ronroneando en mi sistema. El mero
hecho de oírlo me calienta extrañamente por dentro.
Isla no parece sufrir ese efecto. Pasa junto a mí alegremente y deja caer su carga de rocas
en el carro.
Pero cuando lo hace, capto un olor encantador de su aroma. Agudo, distintivamente limpio.
Casi cremoso, extraño pero totalmente lamible (lickable).
¡QUÉ DEMONIOS... agradable (likeable)! Quise decir AGRADABLE.
Inmediatamente, la superficie de mi lengua empieza a picar y a hacer cosquillas.
Una lengua Rakhii desarrolla protuberancias de placer que ayudan a la satisfacción
femenina. El proceso de la erupción del nodo de placer comienza cuando el macho toma
una pareja.
Saco la lengua y raspo violentamente la parte superior con mis garras.
Isla se vuelve hacia mí, afortunadamente sin ver mi acción porque está rozando con su
mano la pernera de su pantalón. Se mira la mano, luchando en su esfuerzo por dejarla
limpia.
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"No sé qué significa eso", le digo, tratando de ignorarla al girarme para mirar a todas las
caras nuevas y petrificadas. Me dirijo a ellas, levantando la voz no sólo para que me
escuchen sino para acobardarlas: "Hay una regla que debéis cumplir aquí. Soy el jefe de la
cantera y me obedeceréis o seréis castigadas".
Isla se pone a mi lado, su sonrisa desaparece y su rostro se vuelve serio. "Escuchad al
hombre", les dice, agitando su corto brazo. "No le hagáis enfadar. Confiad en mí: NO
querréis que os arranque el brazo".
Todo el mundo jadea.
Todas se giran para mirarme con horror. Las nuevas humanas porque no saben que esto
no es cierto; todas las demás porque saben que estoy a punto de arrancarle el miembro a
esta humana que está agitando con descaro.
Volviéndome rápidamente hacia la descarada alienígena, le dirijo una mirada incrédula.
"¿No tienes sentido del miedo?"
Su sonrisa es suave, pero su encogimiento de hombros es despreocupado. "¿Qué vas a
hacer, tomar mi otro brazo?"
La última oleada de humanas se acobarda.
Pero yo me quedo mirándola, estupefacto. Pensar que me había preocupado por esta
alienígena. Por sus sentimientos, de todas las cosas. Alargo la mano y tiro de un trozo de
su melena.
El ruido estalla a nuestro alrededor: las humanas reaccionan atemorizadas, los hobs
indignados, los rakhii desaprobadores e incómodos, probablemente ansiosos de que yo solo
(y lo digo sin intención de bromear) vaya a llevar a este planeta a destruir a los Rakhii. No
he hecho nada para dar a toda nuestra especie algo más que una reputación negativa. (Los
Rakhii tenemos tendencia a volvernos locos, y luego hay que matarnos para evitar que
arrasemos ciudades enteras, asesinando a los hobs que se cruzan en nuestro camino. Sólo
los hobs, pero nunca las mujeres, así que eso es todo. Sin embargo, este último acto mío
parece prueba suficiente de que he alcanzado el límite de mi cordura).
Sin embargo, a diferencia de todos los demás seres presentes, Isla no reacciona con
sorpresa u horror, ni siquiera con miedo. Sólo se gira lo suficiente como para confirmar que
su melena está siendo realmente pellizcada entre mis dedos. Demostrando que podría no
estar sana de la canasta de su cabeza, me envía una sonrisa y me susurra lo
suficientemente bajo como para que tenga que inclinarme para escucharla decir "Cuidado,
Bubashuu".
Mi cola se enrolla y se anuda detrás de mí. No la veo, pero lo siento. Se enrosca y se anuda
porque ella ha murmurado mi nombre.
Su voz susurrante es peligrosamente dulce. Peligrosa para mí.
Los ojos de Isla me brillan. Embrujadores. "Vas a dar a todos la impresión de que te gusto".
Resoplo, burlón. "¿Tirando de tu melena? Eso es ridículo..." Para una Gryfala. Según mi
experiencia, a una princesa no le gustaría que le tiraran de la melena como señal de que
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un macho se siente atraído por ella. ¿Pero si Isla fuera una Rakhii? Eso sería otro asunto.
Tirar de las púas es un juego de coqueteo. Una muestra de afecto temprana común. Diablos,
he visto a mi padre seguir tirando de las púas de mi madre, burlándose de ella a pesar de
que han estado apareados el tiempo suficiente para criar una camada hasta bien entrada
la edad adulta.
Miro a la alienígena con el ceño fruncido.
Su sonrisa no disminuye. Hace un gesto con su corto brazo a todos los que convergen de
forma protectora en su dirección. "No pasa nada. Bash me ahueca la melena".
'¿Ahueca?'
Tranquilamente, una docena de hobs inclinan sus cabezas. Es un espectáculo
espeluznante, están cerca de ser como una coreografía.
Cojo a Isla por su medio brazo, ignorando el revuelo de desaprobación que se produce. Al
parecer, ninguna de las personas presentes (por no hablar de las que se quedan
boquiabiertas) considera que deba tocar a Isla por su miembro más pequeño.
"¿Te duele esto?" pregunto.
Isla se encoge de hombros con facilidad. "No. Es bastante común que la gente se pregunte
si causa algún dolor, pero no es así. No duele en absoluto, porque..."
Ella parlotea una larga explicación... y no se detiene. Encuentro una pequeña reserva de
paciencia que normalmente no poseo, y espero a que se quede sin palabras...
Pero no lo hace. Mantiene un comentario constante sobre un número sorprendente de
temas, enlazándolos sin cesar, alejándose cada vez más del tema original.
Ella sigue trabajando, así que le permito seguir hablando.
Curiosamente, su interminable parloteo no parece nervioso, a pesar de que, según mi
experiencia, un orador parlanchín es un orador nervioso. Sorprendentemente, a mis oídos
tampoco les molesta el sonido de su incesante parloteo.
Decido que se quede conmigo un poco más. Con cualquier otra humana, ya me habría
alejado para no tener que golpearla bajo la mandíbula para silenciar la fuente del ruido. En
cambio, con esta humana, me encuentro atrayéndola conmigo a un lugar tranquilo a lo
largo de la pared del cañón, uno que aún no ha sido trabajado por la piedra. Por el camino,
cojo un cincel y balanceo un mazo para apoyarlo sobre mi hombro. En ningún momento de
todo esto hay una oportunidad normal para que irrumpa un segundo interlocutor, así que
aprieto mi cola contra los labios de la hembra.
Sus ojos se abren de par en par y se queda completamente callada.
Mis oídos se agitan ante el abrupto cambio. Ahora sé lo que se debe sentir al ser golpeado
repentina y temporalmente por la sordera. Miro el color arena de la luna de sus ojos. "¿Te
ofende que te toque el ala corta?"
Isla agita su extremidad en mi flojo agarre. "¿Acabas de llamar a esto 'ala corta'?" Sin previo
aviso, sonríe. "No sé por qué, pero se me ha venido a la cabeza la imagen de ti devorando
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alitas de pollo". Unos charcos de color plateado me miran rápidamente. También con
aspecto travieso. "¿Cómo ves mi 'alita'? ¿Tienes hambre?"
Le doy un empujoncito, guiando a Isla delante de mí en lugar de remolcarla detrás de mí.
Las escamas de mi nariz se agitan cuando expreso mi confusión. "¿Qué estás diciendo?" Mi
agarre mantiene su extremidad en el aire, pero ella no se resiste a que la sujete.
Ella hace un gesto con la mano. "No importa; si no es ahí donde estás, no hace falta que te
dé ideas. Hotahn es ese Rakhii de allí", señala al Rakhii (al que Gracie llama Akita) que
adoptó a dos niños humanos para que fueran sus cachorros después de rescatarlos de la
Tierra. Le admiro por aceptar cachorros, sobre todo los que no son de nuestra especie. Me
pregunto si los mira como yo a Isla, sintiendo un poco de pena por su falta de cola y de
cuernos, y por sus enclenques orejas. El tamaño de las orejas de Isla, sin embargo, no
afecta en absoluto a su capacidad para entablar conversación. Sigue parloteando sobre
Hotahn. "...y cree que todos somos muy buenos porque le llevamos comida. Le encanta
venir al recinto humano para que le demos de comer, y Doc, su mujer... Piensa que es
gracioso porque en casa tenemos un dicho sobre por qué no se debe alimentar a los
vagabundos". Su mirada se inclina hacia mí. "Probablemente tengan algo parecido aquí. 'No
alimentes a los perros callejeros o seguirán viniendo'". Se encoge de hombros, mira al frente
y vuelve a abrir la boca, y sólo entonces me doy cuenta de que ha dejado una mínima pausa
para que yo responda si tenemos o no ese dicho. Mi ventana de oportunidad para hablar
fue tan pequeña que la perdí. "No hay peligro de que la deje por nosotros ni nada parecido,
pero seguro que no pierde la oportunidad de visitarnos cuando estamos horneando
golosinas. De todos modos, le damos de comer tanto porque nos han advertido que no
debemos dejar que se ponga demasiado comilón alrededor de la gente. Al parecer, ha
manifestado cierta curiosidad por el sabor de los humanos". Se encoge de hombros de
nuevo, lo que hace que su hombro choque con mi codo. "No estaba segura de si esto era
una cosa de toda la especie, o sólo una cosa de Hotahn".
Considero su pregunta. "No podrías pagarme por comer un humano. Pero supongo que a
menudo tengo hambre". Sacudo la cabeza ante la idea de que un Rakhii necesite
alimentarse con frecuencia de alienígenas, como si fuéramos una especie de bestias-
mascotas que necesitan cuidados humanos. "Pero somos Rakhii. Reconocidos por nuestro
honor, nuestra fuerza, nuestros instintos protectores. No podríamos hacer todo lo que
estamos destinados a hacer si estuviéramos comiendo constantemente, sin importar el
hambre que tengamos. Somos criados robustos para poder vigilar, luchar, construir. Vencer
cosas".
"Suenas genial", murmura Isla, pero lo hace sin dejar de sonreír. No ha dejado de sonreír.
Se está convirtiendo en algo desconcertante.
Le suelto el brazo. "Lo somos", confirmo, enorgulleciéndome de mi gente. Mi estómago ruge,
y a la luz de nuestra discusión siento que ahora debo ignorarlo. "Podemos pasar medio día
de trabajo sin ni siquiera picar algo de comida, y no pereceremos".
"Ahhh, espera", dice Isla, así que obedientemente vuelvo a agarrar su brazo. Hace una
pausa y me sonríe. "Si lo que has estado haciendo es evitar la comida, tal vez te hayas
quedado con hambre".
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Entrecierro los ojos para mirarla. "Tu traductor necesita ser calibrado". Le doy un golpecito
en la parte posterior de la oreja, donde se implantan los traductores.
Detrás de nosotros, de nuevo las humanas y los hobs reunidos, e incluso algunos Rakhii,
arman jaleo. Me siento como si estuviera en una tienda de cerámica y porcelana fina llena
de propietarios con ojos de acero que acaban de presenciar cómo lanzo una taza de té por
el suelo.
Es ofensivo. Esta mujer está claramente hecha de algo más que porcelana. Sigue siendo
fina, incluso delicada, pero inequívocamente más duradera que la porcelana.
Me retuerzo lo suficiente como para soltar una advertencia de mi boca, y no una hecha con
palabras. De mis mandíbulas brota fuego, cuyas llamas dejan marcas superficiales en la
superficie de piedra bajo los pies de todos. Es mi forma de advertirles que dejen de acercarse
sigilosamente, de que no me traten como si tuviera que ser vigilado con uno de los
alienígenas que superviso en esta cantera, mi cantera.
Cuando me vuelvo hacia Isla, se está acunando la parte de atrás de la oreja, con una
expresión de descarada incredulidad. Al menos esa extraña sonrisa ha desaparecido. "¿Me
acabas de dar un golpecito?", pregunta, y su sorpresa es evidente porque cierra la boca
después de hacer la pregunta.
"Tu traductor...", empiezo.
Me señala con un dedo el hocico. "Me debes una".
El silencio no dura mucho. Vuelvo a tomar mi mazo, enganchándolo sobre mi hombro
mientras paso junto a ella, acercándome a la pared del cañón y anclando la punta de mi
cincel a una línea de sedimento. "¿Te debo una de qué?" Digo, antes de golpear mi mazo.
La roca se parte con un estruendoso crujido.
Vuelvo a golpear, y las grietas se convierten en fisuras. Otro golpe y los fragmentos de roca
estallan desde la pared, cayendo al suelo de la cantera y resonando con crujidos y
estruendos polvorientos.
Me vuelvo hacia Isla.
Sus ojos saltan de las rocas rotas que nos rodean a mi mazo y luego a mí.
Asiento con la cabeza. "Si te debo algo, será una bofetada con el lado ancho de mi cola por
estar ociosa. Pon tu trasero sin cola a trabajar".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 4
ISLA
El día es bastante interesante. Y la mayoría de las veces es así:
El gran y temible extraterrestre me gruñe mientras realiza grandes proezas de fuerza
rompiendo trozos de tierra, que luego levanta y lleva a los carros que esperan para ser
transportados a donde sea que vayan nuestras rocas recolectadas, mientras que, mientras
tanto, yo estoy pasando el rato con él y llenando los mismos carros con lo que parecen
lindas rocas para mascotas, en comparación con lo que él puede traer a la mesa.
Todo el tiempo que hacemos esto, mantengo un comentario constante en el que le acribillo
a preguntas, y él me responde con gruñidos monosilábicos. Aunque a mí no me parece que
sea muy hablador, por las reacciones de los canteranos más veteranos, deduzco que es algo
importante.
Me hace sentir un poco especial.
Descubro que si le hago a Bash preguntas relacionadas con el trabajo, se pone un poco más
verborreico. Sigue siendo cortante y agresivo, pero el malhumor es tan extremo que resulta
gracioso.
Por supuesto, está hablando completamente en serio, pero no puedo evitar que cuanto más
malhumorado se pone, más me río en silencio. Tengo que mantenerme de espaldas a él y
esperar que no me vea temblar mientras intento reprimir cualquier sonido de diversión.
Debo hacer un buen trabajo, porque no siento garras, colmillos ni fuego en mi espalda.
"...así que esencialmente estamos bajando un Narwari. El Garthmaw no está entrenando
más en este momento". Gruñido. [Se inclina para recoger una roca; levanta la roca.] Gruñido.
"Tus congéneres se han colado hasta en su planeta; se ha apareado con una de tus pérfidas
gentes y está completamente prendado de ella".
"Eso es bueno", interpongo con ayuda, agitando hasta que consigo pasar con fuerza una
roca por encima de la carreta, sintiéndome realizada cuando repiquetea contra otras rocas
antes de aterrizar en el lecho de la carreta con un golpe satisfactorio.
Bash deja de caminar. Le echo un vistazo y veo que me está mirando. Una carreta empieza
a pasar a toda prisa junto a nosotros, pero antes de que pueda escapar, Bash lanza su roca
como un tiro de baloncesto de media cancha -excepto con más agresividad de la que parece
saludable (o merecida, en realidad)-, lo que hace que se estrelle contra el lecho de la misma,
chocando contra el resto de su carga como la partida de billar más ruidosa, jamás vista.
"¿Bueno? ¿Bueno? Eso es una parodia", afirma, su pasión sobre este tema es evidente en
la forma en que sus orejas golpean hacia abajo y la forma en que su cola se ha derrumbado
hacia fuera detrás de él, como si hubiera muerto de incredulidad. "Las habilidades de los
Garthmaw con la doma de bestias están desperdiciadas". Se aleja para coger otra roca. Yo
también agarro otra roca. La cola de Bash se mueve en mi dirección, indicando que no ha
terminado la conversación. "Está demasiado ocupado complaciendo a su hembra..."
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Hace una pausa en su discurso para gruñir y lanzar otra piedra al carro. Luego se quita el
polvo de las manos. Si estuviéramos representando el guión de una obra de teatro y no la
vida real, el guión diría:
Bash continúa despotricando. [UN PLANO MÁS AMPLIO nos muestra a sus empleados,
que miran descaradamente a su jefe, que está actuando claramente fuera de lugar. Las
humanas pululan con los extraterrestres, los caballos alienígenas hacen extraños ruidos que
no son de caballos, el polvo de la cantera es espeso en el aire, el sol pega fuerte, e Isla sonríe
a su nuevo jefe-amigo].
"... Así que aquí estamos, entrenando a Ukko nosotros mismos! Ayudaría si saliera de su
enfermedad del corazón que lo ha convertido en un miserable machaii. Pero, soy un hombre
paciente".
Me atraganto.
Las orejas de Bash se inclinan repentinamente hacia delante y su ceño se frunce mientras
estira el cuello para mirarme. "Tu cara parece... ¿Tienes miedo?" Me olfatea. "No hueles a
miedo, pero tu expresión es prácticamente la imagen de un rictus de sorpresa. ¿Qué te
pasa?"
Con la voz temblorosa por la risa reprimida, pregunto: "¿Además de ser humana, quieres
decir?"
"Además de eso".
Empiezo a respirar.
Apartándose un poco, con una voz sorprendentemente suave pero muy peligrosa, Bash
pregunta: "¿Te... te estás riendo de mí?".
"Sí", admito.
"¿Por qué?"
"Acabas de decir que eres un hombre paciente".
"Lo soy".
"¿Paciente? ¿Tú? ¿En serio?"
"Sí", dice Bash, absolutamente impasible. Un poco grave. Totalmente sincero. "Todas las
humanas seguís vivas. Me he controlado admirablemente. ¿Quieres dejar de reírte?"
No puedo parar, no de inmediato, pero -ejem- la 'paciencia' de Bash se agota rápidamente,
sorpresa, sorpresa, y se ofrece a golpearme en la espalda hasta que deje de resoplar, y eso
funciona. Me viene a la mente la imagen de este monstruo azotándome, y consigo
recomponerme. Me limpio los ojos y sorbo por la nariz más allá del cosquilleo que persiste
en mi garganta. Me apetece mucho soltar una carcajada, y sé que si lo hago, estoy muerta.
"Lo siento".
"No lo digas si no lo dices en serio, hembra. Puedo saborear fácilmente tu mentira".
Con los ojos muy abiertos, pregunto: "¿De verdad?".
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Pero para Bubashuu todo es trabajo y nada de juego, ya que se da la vuelta y mueve la cola
con irritación, y sus espinas dorsales se elevan un poco con cada respiración profunda que
se obliga a hacer.
Por el momento, ignoro al tenso alienígena y me dedico a escudriñar a todas las demás en
las inmediaciones. Observo con avidez cómo los hobs e incluso algunos de los rakhii se
dedican en silencio a empujar a las mujeres para que vuelvan al trabajo. No se me escapa
que todo el mundo parece súper deferente con el gran jefe. Todo el mundo parece más o
menos aterrorizado por él, y es lo más sorprendente, porque el mero hecho de estar tan
cerca de Bash significa que estoy imbuida de su poder. Es como poder sentarse en la
trayectoria de un rayo láser y ser la única que no se chamusca.
Es increíble.
Sé que la sensación se desvanecerá cuando nos separemos por el día, pero por ahora, con
todo el mundo andando de puntillas por nuestra zona, consigo sentirme todopoderosa por
asociación. Es un poco adictivo y muy impresionante.
Afortunadamente para todos, parece que Bash intenta fingir que las humanas no existen.
Es un extraterrestre que tiene mucho que hacer y no tiene suficiente luz del día para hacerlo
todo. Al igual que yo, me doy cuenta de que tiene un buen número de proyectos que
supervisa personalmente. Supongo que sí; es el jefe. Todo lo que tiene que comprobar está
repartido en una distancia bastante considerable. Este cráter es del tamaño de una
buzunga, tal vez unos veinte campos de fútbol de longitud. Y al menos cinco campos a lo
ancho. Es una cuenca excavada a mano en la tierra alienígena, y es la mayor cavidad que
he visto nunca. Como si apenas pudieras distinguir el final de su tamaño. Hay un gran
edificio redondo en el extremo más lejano, sentado donde parece que la tierra termina y el
agua comienza. ¿Qué es el edificio? ¿Qué pasa ahí abajo? ¿Por qué algunos de los vagones
(los que transportan cargas que no son rocas, sorprendentemente) van en esa dirección?
¿Qué es el agua? ¿Un lago? ¿Un río? Algún día, cuando me apetezca dar un paseo, tendré
que ir a pie hasta el otro extremo simplemente para satisfacer mi curiosidad.
Finalmente, la llamada de clarín de Bash para el almuerzo me produce una emoción total,
porque se acerca a mí y pone sus manos calientes (en cuanto a la temperatura, pero son lo
suficientemente ásperas como para ser también bastante bonitas) sobre mis orejas antes
de soltar un profundo grito de rugido: "¡BREAK PARA TODOS!".
Sí. Yo también quiero saber la historia de esta orden, créeme.
Mi mini viaje de poder continúa sin control mientras camino a su lado hacia el puesto de
comida. Porque a su lado, incluso en este ajetreado lugar lleno de cuerpos que se
arremolinan y carros de esto o aquello que van y vienen constantemente creando un flujo
de tráfico, no tengo que detenerme por nadie ni por nada. Cuando Bash cruza el cañón, se
le abre un camino. Todo el mundo se aparta de su (nuestro) camino, incluso otros Rakhii.
Es embriagador. Me hace sonreír, lo que hace que Bash me mire con desconfianza.
La mayoría de las humanas se quedan quietas cuando pasamos, como animales de presa
que esperan que el depredador alienígena, siempre enfadado, no las vea. Que no se mueva
para atacar. Sin embargo, siguen mirándole todo el tiempo. No puedo juzgar. Cuando no
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6 El músculo serrato anterior o serrato mayor ([TA]: Musculus serratus anterior) es un músculo
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La clara preocupación de Bash por mi bienestar parece reforzar el valor del hob lo suficiente
como para arriesgarse a provocar la ira del jefe. "Permíteme que lo compruebe", dice con
brío y se agacha bajo el brazo de Bash, que sigue extendido para bloquearlo, pero ahora
sólo a medias.
Inmediatamente, el hob me pone una barra de chocolate en la cara.
"Vaya, ¿chocolate?". Me río. "¿Esta es tu respuesta a mis problemas?". Cuando el hob me
mira fijamente con una expresión de preocupación y seriedad, no puedo evitar la mirada
incrédula que se me dibuja en la cara. "Um, no te ofendas, pero ¿dónde aprendiste
exactamente medicina humana?"
"¡SHHH, tut, tut, tut!" grita Gracie, acercándose a grandes zancadas. Me tapa la boca con
una mano. "Come, cariño. Ya sabes que nos hace sentir mejor".
"Mmkaaay..." Empiezo, pero pienso: "Espera. Esto explica algo. Antes, me di cuenta
absolutamente de que había dos mesas de almuerzo, una de las cuales estaba dedicada por
completo a neveras poco profundas llenas de productos de chocolate. Pensé que a estos
extraterrestres les encantaba proveernos de alegres golosinas. Ahora tengo la impresión de
que hay mucho más.
Así, bajo la mirada de advertencia de Gracie, en el momento en que me libera la cara, me
meto obedientemente un trozo de chocolate dispensado por el médico en la boca. Hay un
momento de silencio expectante mientras mastico y en el que todos me observan con
preocupación, dando al chocolate un momento para que haga su magia, supongo. Entonces
Gracie coge lo que queda de mi tableta de chocolate para que mi mano quede libre, y el hob
me examina el brazo con más meticulosidad que Bash, pero no me escupe. Gracie se va con
mi chocolate mientras él trabaja, y es un chocolate decente, no de los baratos, así que la
vigilo para asegurarme de que no se lo coma mientras estoy en el hospital de campaña.
Bash camina impaciente a mi lado.
Cuando el médico termina, me presiona suavemente el brazo hacia el costado para
indicarme que estoy bien. Sin embargo, el médico me mira, dudando sobre algo. Sus labios
se separan, como si estuviera a punto de hablar, pero luego se estremece y baja la mirada.
No sé qué decir. Aunque es alto, con un aspecto atlético e intemporal y un rostro
encantador, mi primera impresión, que me decía que tenía un problema de confianza en
sus habilidades médicas, está reajustando su evaluación. Este tipo no sólo está preocupado
por su dominio e idoneidad como hombre (extraterrestre) de la medicina (humana). Por su
comportamiento y la forma en que su cuerpo mantiene una distancia deliberada de mi
cuerpo, como si odiara invadir mi espacio personal, veo que en general parece carecer de
una cantidad normal de conciencia de sí mismo. Aquí está, un espécimen masculino
realmente guapo, debería estar pavoneándose. Debería estar aturdiendo mi ingenio con un
fuerte contacto visual y una sonrisa de un millón de dólares. En cambio, no muestra
ninguna asertividad mientras se prepara para hablar conmigo. Creo que incluso se encorva.
Susurra: "¿Puedo...?", pero parece pensárselo mejor y se calla cualquier otra palabra
mientras desvía la mirada y sacude ligeramente las alas en lugar de terminar su pregunta.
Tengo curiosidad. "¿Puedes qué?"
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Los ojos del hob se dirigen a mí y, extrañamente, a la espalda de Gracie. Está hablando con
algunas de las mujeres que han venido conmigo hoy. Todas las chicas nuevas aquí. Gracie
parece estar amenazándolas. Ella agita mi barra de chocolate en sus caras como si fuera
un machete, no como un bloque de un conejito de pascua.
Cuando me vuelvo descuidadamente hacia el hob, su cara es fácil de leer: está en conflicto.
"¿Cómo te llamas?" le pregunto.
Parece sorprendido de que se lo pregunte. "Soy Jonohkada".
"Encantado de conocerte. Y suéltalo", le digo. "Me tienes muy interesada".
Su mirada vuelve a dirigirse a mí, con los ojos muy abiertos. "¿En serio?"
Extrañamente, Bash -que acababa de empezar a acercarse al conductor del carro- se
detiene en seco, con la espalda erguida.
Mis ojos rebotan entre los dos alienígenas. "Sí, me has interesado. Quiero saber qué ibas a
decir. De lo contrario, me dará vueltas, me seguirá preguntando".
Los hombros de Bash parecen relajarse un poco, pero entonces se dirige al chófer y
comienza a señalar con rabia (con sus garras, cuernos y cola) y a respirar fuego
(literalmente, aunque también en sentido figurado, si los gruñidos estridentes de Bash
sirven de indicación). Incluso el caballo alienígena agacha la cabeza. Al principio creo que
está siguiendo la conversación -después de todo, es un alienígena, así que no se sabe hasta
qué punto está consciente-, pero luego veo que está tratando de alcanzar el extremo de una
correa de cuero que encaja en V sobre su esternón.
No está inclinando la cabeza en señal de arrepentimiento. Intenta soltarse masticando.
El animal se va a comer a todas las humanas que pululan por los alrededores, las mismas
que Bash está señalando al vagón, como si fuera culpa del conductor por coquetear y no
vigilar a su criatura de extremidades rápidas para consumir.
El caballo Trigger de Roy Rogers no es.
"Ah", dice Jonohkada, con una sonrisa triste en los labios. "Pues bien, hay algo que me
ronda la cabeza desde que empecé a estudiar la literatura humana. He leído innumerables
revistas médicas, y aunque muchas cantan las bondades del chocolate", confiesa, con su
voz grave que llega al nivel de un susurro, "ni una sola vez se menciona el chocolate como
un nutriente humano necesario". Termina diciendo esto y envía una mirada cautelosa al
grupo de Gracie.
"¿Otra vez?" pregunto.
El hob parece preocupado mientras vuelve a prestarme atención. "El chocolate. No se habla
en ningún sitio de que sea un nutriente necesario en la dieta humana".
"Ja, no, pero debería serlo, ¿no?". Me río.
El hob no se ríe. "Eso es lo que nos han hecho creer".
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"¿Jonoh? Cierra las alas". La orden aparece de la nada. Gracie ha aparecido de la nada,
justo detrás de él.
Con una especie de asentimiento derrotado, Jonohkada hace lo que le han dicho. El interior
brillante y colorido de sus alas se pliega hasta quedar completamente oculto.
Gracie agarra una, la tira hacia abajo y la agita. "No se lo digas a NADIE, ¿me oyes?", sisea,
con los ojos entrecerrados peligrosamente.
"Whoaaa", interrumpo, dando un paso adelante. "No hace falta que te pongas física con el
pobre". Miro a mi alrededor en busca del hob con el que Gracie está emparejada. "¿Dónde
está tu marido? ¿Sabe que le pones las manos encima a otros alienígenas?"
En lugar de soltar a Jonohkada, Gracie sólo deja de agitar su ala para lanzarme una mirada
de PRUÉBAME. En el susurro más bajo que he tenido que esforzarme por escuchar, Gracie
nos explica tanto a mí como al hob cuya ala deja caer: "Es mejor que todos crean que fue un
viaje muy, muy necesario a la Tierra. Se financió porque un donante benévolo quería que
las humanas tuviéramos nuestros preciados nutrientes. Como el chocolate". Sus ojos se
encienden hacia mí. "Como el café".
"Caramba", estoy de acuerdo. "Eso no es ni siquiera una mentira". ¿La vida sin chocolate y
cafeína? No es posible.
Gracie se desploma aliviada y grita: "¡Maldición muchas gracias! Exactamente".
Jonohkada nos observa, la confusión y la indecisión se leen claramente en su cara tan
inocente. "Así que estos dos... ¿son necesarios?"
Asiento con la cabeza, ahora lo suficientemente convencida yo misma como para
convencerle a él también. "Más o menos lo son. ¿Una mujer no recibe su chocolate y su
café? La gente se muere".
El hob parece desconcertado. "Como he dicho, me he topado con discusiones sobre los
beneficios médicos, pero no directamente..."
"Sólo", comienza Gracie, suspirando fuertemente y hace un movimiento de espanto, al que
el hombre mucho más grande reacciona tan rápidamente, que es casi gracioso. Él se aparta
de ella, mirándola con una cantidad ridícula de temor. Es como ver a un lobero irlandés ser
rechazado por un Rey Charles Spaniel.
"Déjalo", le ordena cansada. "Olvida lo que no has encontrado. Vuelve a hacer lo que sea
que estabas haciendo". Ella vuelve a suspirar y añade con menos brusquedad: "Lo has
hecho bien, Jonoh. Ahora deja de preocuparte".
"¿Sólo me he de fiar de tu palabra?" pregunta Jonoh, todavía medio de espaldas a ella, como
si temiera que le clavara unas garras del tamaño de la pata de un oso o algo así.
Gracie, en cambio, le lanza una mirada penetrante. "Sí, sólo tienes que creer en mi palabra".
Él asiente, accediendo rápidamente. "Nunca hubo una pregunta, princesa".
Aparentemente es lo perfecto para decir. La cabeza de Gracie cae hacia atrás, y sus hombros
caen. "Dios bendiga el lavado de cerebro Gryfala. Me encanta mi título".
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∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 5
ISLA
Sigo mirando a Gracie, sólo para que Bash me tire del pelo. "Isla".
Préstame atención, dice el tirón.
Gracie me dedica una sonrisa ligeramente alarmante, algo entre encantada y ¡Este es El
Mejor Día de Todos! "Ya me voy", dice con suficiencia.
"Nosotros también", decreta Bash mientras me arrastra a su lado y se acerca al carro de los
Narwari ahora sin conductor, el mismo con el Narwari que intentó tragarse mi brazo.
Me despido de Gracie con la mano y me dejo arrastrar más cerca de los caballos-aligators 7.
Ella me devuelve el saludo con la mano, todavía sonriendo. De hecho, varias humanas
sonríen, y algunos de los alienígenas nos observan a Bash y a mí, con cara de sorpresa.
Bash no se da cuenta, o los ignora. Me detiene a unos metros de la escalera del carro. Su
atención se centra en No Trigger. Atrapa su brida en el puño. "Vuelve a moderla", advierte,
con voz mortecina, "y le serviré sopa de tu cráneo".
"Ack", digo con arcadas. "¿Por qué me castigas?"
La frente de Bash se suaviza mientras transfiere su imponente mirada del animal a mí. "La
sopa Narwari es un manjar".
"Para ti, tal vez. Caramba. No eres un susurrador de caballos habitual".
Los tres caballos alienígenas enganchados al carro hacen contacto visual conmigo, como si
estuvieran totalmente de acuerdo.
"Arriba, mujer". Cinco bandas de hierro se sujetan alrededor de mi trasero y otras cinco se
enroscan sobre mi cadera y, de repente, la gravedad no es algo que sienta: estoy en el aire.
Antes de que pueda gritar, estoy en el asiento del carro, mirando la parte posterior de las
cabezas de los Narwari.
"Deslízate", ordena Bash.
"Estamos... ¿estamos dando un paseo en carro?"
Bash me lanza una mirada de total incredulidad. "¿Alguien se sube a un carro sólo para
sentarse sin hacer nada? Sí, estamos dando un paseo en este carro".
Todo el vagón se inclina hacia un lado mientras él coloca un gran pie con punta de cuña en
las tablas del suelo y el vagón gime cuando se une a mí sin esfuerzo, hundiendo su trasero
en el banco, su cola apretada detrás de su espalda antes de deslizarse sobre el banco en mi
dirección. Se detiene en mi muslo, se desliza a lo largo de mi pierna, y como si tuviera mente
7 Caimanes
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propia, corre hasta mi rodilla y se enrosca sobre mi pantorrilla como un bastón de caramelo
hasta que golpea el suelo.
Divertida, lo miro.
Bash parece decidido a ignorar que parte de su cuerpo está tocando a una humana. Coge
las riendas, que estaban tiradas en la parte delantera del carro. Me quedo en blanco en
cuanto a cómo podría llamarlo una persona. Es como un panel frontal, la zona debajo del
capó del esquí, o la zona debajo del parabrisas en el interior de un coche. Mientras reflexiono
sobre las palabras, Bash retuerce las cuerdas de cuero.
"¿Cómo se llama esto?" Pregunto, y me siento hacia adelante para golpear el panel frontal
del carrito, pero Bash me agarra por el hombro, algo bueno también, porque nos estamos
moviendo. Un segundo, estamos parados, al siguiente estamos rodando, y el cambio en el
impulso me habría enviado dando tumbos mi trasero sobre la cuba del carro justo al iniciar
este viaje.
Las pezuñas repiquetean con fuerza sobre el suelo rocoso de la cantera y el carro cruje
ligeramente. No podemos ir a más de un par de millas por hora, pero desde aquí arriba,
parece rápido, ya que las caras empiezan a pasar prácticamente volando a nuestro lado.
"Salpicadero", me responde Bash.
"¿En serio? ¡Ja! Eso es genial. ¡Tenemos salpicaderos en los coches! En mi planeta, hace
mucho tiempo, también nos movíamos con caballos y carros. Me pregunto si entonces
llamábamos "salpicadero" a esta parte de nuestros carros, y si lo hacíamos, si el nombre se
transfirió después al vehículo motorizado. Eso sería irónico y gracioso, porque tenemos un
término llamado "caballo de fuerza", que originalmente se refería a la fuerza de tu" -hago
un gesto hacia los culos de los Narwari que van delante de nosotros, arrastrándonos a una
velocidad decente- "animal, y ese dicho se quedó, así que ahora los motores de nuestros
vehículos se miden por 'caballos de fuerza', aunque no se utilicen caballos, sólo piezas
mecánicas".
Levanto la vista y me encuentro con Bash mirándome fijamente, con sus escamosas cejas
fruncidas. Me mira como si yo pudiera ser un tornillo suelto para un tipo de carro diferente
al que estamos montando. Como una loca.
Le doy una palmadita en la rodilla y salta. "Siéntete libre de añadir algo a la conversación
en cualquier momento".
Su cola se tensa donde está agarrando mi pierna.
Los orificios nasales de Bash se agitan y se queda mirando mi mano con tanta intensidad
que la retiro lenta y cuidadosamente, como si un movimiento rápido pudiera hacer que la
mordiera. "Lo siento. Nada de contacto con cinco dedos por mi parte. Lo entiendo. ¿Quieres
decirme a dónde vamos?"
Su voz es áspera y suena como si estuviera oxidada cuando se enfrenta a nuestro destino
de nuevo. "La casa del horno".
"Qué bien. ¿Qué es un horno?"
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"Me dijiste que hiciera menos preguntas. No he preguntado nada..." Dejo de mover la boca
por la forma en que me dirige una mirada que encierra una clara vibración de advertencia,
si no me equivoco. Levanto la mano en señal de rendición. Para ilustrar realmente cómo me
siento siendo arrastrada de la oreja solo por ser obligada a no decir nada, dejo escapar un
suspiro muy expresivo.
Los dientes de Bash se juntan y rechinan (sus labios están lo suficientemente elevados
como para que se le vean claramente todos los dientes) y sus párpados bajan de modo que,
o bien está poniendo ojos de alcoba en el camino a la casa del horno, o bien está enfadado
y va a estrellar mi cuerpo contra la pared del cañón en unos dos coma cinco segundos.
"Ya me callo", le informo.
"Y una mierda", declara Bash antes de cacarear a los Nawari, que levantan las piernas más
rápido, aumentando nuestra velocidad.
A pesar de lo que piensa, se me da muy bien no decir nada, sobre todo cuando no respondo
nada ante eso.
Pero, ¿se me reconoce el mérito de mi contención? No. Bash me niega con la cabeza cuando
por fin llegamos a la casa del horno, donde me sorprende ayudándome a bajar con cuidado.
Casi esperaba que me diera un puñetazo en el cuello y me mandara a paseo. Sin embargo,
creo (aunque, como es un extraterrestre, podría estar interpretándole mal) que me mira con
una mezcla de perplejidad y asombro y -posiblemente, posiblemente- diversión. Algo
realmente bueno, porque siento que mis entrañas se están llenando de palabras, y espero
que siga asombrado si en algún momento no puedo retenerlas más y las vomito como una
diarrea verbal explosiva.
Miro a su alrededor, al casa del fuego. Es enorme. Es como un montículo redondo de
ladrillos, más ancho en la parte inferior, las paredes se van estrechando hasta que se
encuentran con el tejado ancho e inclinado. El edificio está rodeado de puertas, las
aberturas de las cámaras que mencionó Bash, supongo.
Como me han informado de que no voy a entrar, no puedo evitar abrir la boca para
preguntar: "¿Dónde está el pozo de arcilla en el que quieres que me calle?".
Bash hace un ruido ahogado. "¿En el que no podrías quedarte callada aunque te enterrara
en él? Mi Creador, mujer, ¿sabías que hablas contigo misma? Aquí". Se acerca a mi cabeza
para sacar el juego de mangos de horquilla de la parte trasera del carro.
(Pssst: soy consciente de que hablo conmigo misma. Mucha gente me lo ha dicho; además,
me he sorprendido a mí misma haciéndolo una o dos mil veces e infinitas).
Me acerca un asa a la mano.
Sorprendida, la cojo y le miro. "¿Quieres que te ayude?"
"No te he traído conmigo para que me aturdas con la conversación, a pesar de tu increíble
capacidad para hacerlo". Se dirige a la casa del horno, con su propia horquilla en la mano.
Espero que llame a una de las puertas, pero en lugar de eso, levanta la punta de su puño
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para golpear lo que parece una protuberancia de goma redonda pegada a la pared de piedra.
Es... parece un timbre.
Exclamo: "¿Tenéis timbres?".
Bash aprieta los dientes con las orejas erguidas hacia atrás.
Después de un momento -en el que no le digo nada a él ni a mí, que conste- aparece otro
Rakhii, pero llega rodeando el exterior de la estructura. Lleva un atuendo similar al de Bash,
con una camisa de trabajo de manga larga y un pantalón áspero, con el añadido de un
guardapolvo de cuero manchado de arcilla. Está menos cubierto de polvo que nosotros, y
no está cubierto por el rojo-amarillo-morado de la roca de la cantera. Lo que me lleva a creer
que su agradable color Frambuesa es el natural, en cuanto a sus escamas. Sus ojos son de
un sorprendente tono amaranto, y no lo pensarías, pero por su forma de estar o su color
no amenazante, el efecto general de él es... Calmante. Accesible. También lo es su expresión
despreocupada, incluso cuando se acerca al malhumorado Bash. Me inclino para ver la
dirección de la que viene y veo un segundo edificio más pequeño. En lugar de estar cubierto
por una serie de puertas, éste es más normal, con una serie de ventanas que me permiten
ver el interior. Parece que hay filas y filas de mesas con cuadrados de arcilla sobre ellas.
Azulejos. Hay un par de Rakhii de pie detrás de cada mesa -fabricantes de baldosas- pero
ninguno de los alienígenas se mueve.
Porque me están mirando a través del cristal.
Les saludo con la mano.
Me vuelvo hacia Bash y el nuevo Rakhii, para descubrir que también me miran a mí.
Como si yo fuera la extraña alienígena entre los alienígenas, pfft. También les saludo con
la mano. Luego, muevo mis pestañas hacia Bash, lo que hace que se estremezca. "¿Se me
permite saludar en voz alta?", inclino la cabeza para señalar al nuevo, "¿o la regla de no
hablar se extiende a los saludos? ¿Cuáles son los parámetros? Si me los explicas, los seguiré
al pie de la letra. Así no tendrás nada por lo que enfadarte".
"Ese sería el día", se ríe el nuevo Rakhii. A diferencia de mi amigo Bash, no lleva líneas de
expresión permanentemente talladas en la cara y no frunce el ceño activamente. Sus ojos
son brillantes cuando me miran. Parece amistoso.
"Ho..." empiezo a decir.
Bash gruñe por encima de mí: "No".
Los ojos del otro Rakhii se abren de par en par y sus orejas se mueven hacia atrás.
"No, ¿no puedo decir hola?" Pregunto, poniendo a Bash una cara muy clara de ¿Estás loco?
"¿O no, no se me permite hablar con tu hembra'?", pregunta el nuevo Rakhii, y sonríe, y es
lindo.
Le devuelvo la sonrisa.
Y, de repente, Bash tiene la expresión exactamente opuesta a la del simpático Rakhii. Bash
FRUNCE EL ENTRECEJO.
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"Ese pozo de barro en el que me vas a enterrar", digo con una sonrisa radiante. "¿Quieres
indicarme la dirección correcta para empezar a hundirme?".
"¿Qué?", pregunta el Rakhii al que todavía no me han presentado. Pero debe conocer muy
bien a Bash porque no espera una respuesta. Se sacude y se inclina. Hacia mí.
La cola de Bash se levanta como un puño y lo golpea. "No tienes que inclinarte ante ella.
No es una princesa de verdad".
"Ya lo veo, idtrek -quería mostrarle cortesía", protesta el simpático macho.
"Pues, no lo hagas", gruñe Bash. "No es tuya para mostrarle nada".
La electricidad parece chisporrotear en el aire, con toda la pesadez que conlleva un rayo.
Es tan fuerte que casi puedo oler el ozono. Entonces me doy cuenta de que es porque Bash
está empezando a echar humo por la boca y las fosas nasales.
La cara del otro Rakhii está abierta y parece bastante emocionada. Pregunta sedosamente:
"¿Y quién es ella entonces?". Su voz salta de alegría. "¿Hay alguna razón por la que no hayas
llevado el carro a las estaciones de servicio habituales? Hay muchas manos extra para
ayudar. Y cargar ladrillos es un trabajo aburrido. Estoy seguro de que a los demás les
encantaría conocer a esta encantadora criatura".
"Me gustas", le digo al Rakhii, rompiendo mi silencio, haciendo que Bash me envíe una
mirada desagradable que finjo no ver. "Soy Isla".
Bash también finge. Finge que el otro macho no existe. (Más o menos: sus espinas dorsales
se alzan) y empiezan a gotear, mojando la piedra bajo nuestros pies). "Ven aquí, Isla", me
ordena.
Obedientemente, me muevo los cuatro pasos que se necesitan para llegar a su lado,
arrastrando mi horquilla mientras avanzo, y le abro los ojos de par en par mientras me
inclino hacia atrás para mirarle. "¿Ahora qué?"
"Ahora te vas a callar". Su mirada abandona la mía y se dirige al otro Rakhii. "¿Qué puerta?"
El macho me sonríe con ojos que bailan y dice: "Déjame ver. Tú espera aquí con tu... Isla".
"Lo haré". Bash sigue sujetando su horquilla, y no, ciertamente no necesita la herramienta
para hacer verdadero daño (basta con mirarle; cada parte de su cuerpo está hecha para
causar daño), pero con la forma en que agarra el mango con sus manos con puntas en
garra, me preocuparía irritarlo (más). El otro Rakhii debe saber que debe ser un poco
cauteloso, porque le sonríe a Bash mientras se aleja, literalmente se aleja de él, hasta que
desaparece alrededor del edificio. Me muevo lo suficiente como para ver alrededor del lado
redondeado de la casa del horno y espío otras carretas de Narwari, unas que no llegaron
aquí por medio de la cantera, porque no reconozco a ninguno de los animales ni a los carros
ni a los Rakhii que se mueven de un lado a otro cargando lo que parecen palas llenas de
roca negra. ¿Carbón? Parece que hay toneladas de él, sólo a juzgar por los carros que puedo
ver. Supongo que debe hacer falta mucho para mantener un edificio de este tamaño
constantemente alimentado por el fuego. Los carros llenos de azulejos de color rosa pálido
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y amarillo y lila - azulejos en bruto, sin cocer, por lo que parece - se encuentran a un lado,
listos para ser llevados al horno.
Mientras esperamos a que vuelva nuestro ayudante Rakhii, intento introducir un tema de
conversación agradable y seguro. "Así que, ¿parece que no hay hobs aquí?"
Bash, que había estado mirando tranquilamente en la dirección en la que se fue el otro
Rakhii, me mira de repente, y sus ojos se vuelven de un impresionante color verde fuego
del bosque. Como si se inundaran de un color tan oscuro como el de un Evergreen 8
chamuscado. "No. No los encontrarás aquí. Si son hobs lo que quieres, no les encontrarás
tan cerca de las llamas".
"Oh" Intento quedarme callada durante todo el tiempo que puedo soportar.
Aguanto tal vez treinta segundos. Bash exhala un suspiro acosado cuando pregunto en un
fuerte susurro escénico: "¿Por qué no encuentras hobs cerca del fuego?".
El nuevo Rakhii reaparece a tiempo para oírme preguntar esto, trotando hacia nosotros,
con su cola sostenida fácilmente detrás de él (en contraposición a la forma en que la cola
de Bash se mueve de un lado a otro). La mirada del nuevo Rakhii se desliza de mí a Bash.
Cuando se detiene, se lleva las manos a las caderas y nos observa por un momento. Luego
me sonríe y ofrece: "Porque los hobs tienden a quemarse".
"Eeek". Asiento con la cabeza. "Buena razón". Le echo un vistazo al nuevo Rakhii. "¿Vosotros
no os quemáis?"
Una sonrisa se apodera de la cara del Rakhii, y sus ojos vuelven a hacer el movimiento de
deslizamiento, de mí a Bash y de nuevo a mí. "No antes de hoy", declara, sonando como si
estuviera a punto de reírse. Se golpea la parte posterior del brazo y mis ojos se dirigen a
sus escamas. "Nuestras escamas nos protegen de todo, excepto de las llamas más
prolongadas y directas".
Una gran mano me tapa los ojos. Mi mano vuela hacia arriba, cubriendo los dedos de
escamas ásperas, pero no puedo liberarme del agarre. Bash gruñe: "Si has terminado de
exhibirte ante Isla, descarguemos esto antes de que el fuego haga su efecto."
"Entonces", digo conversando por debajo de la mano de Bash. "Misterioso Rakhii. ¿Qué es
lo que haces aquí? ¿Hacer cosas con arcilla?"
Con una voz cargada de alegría, el otro macho parece alejarse mientras responde: "A veces.
Oficialmente, soy carbonero".
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"¿Como si hicieras carbón?" Me muevo debajo de la mano de Bash, rascando las escamas
de su dedo, pero sin tratar de escapar activamente. La verdad es que no ha pasado
desapercibido que Bash no inicie el contacto con nadie, pero me ha tocado con su cola y
ahora esto. No voy a romper el hechizo; me gusta su mano sobre mí, incluso si es un poco
inapropiado (léase: pervertido) que un empleador tape los ojos a un empleado.
"Sí", responde el misterioso Rakhii.
"Qué bien. ¿Cómo se hace el carbón?"
Una cerradura suena con sonido metálico. Hay un crujido de bisagras. El Rakhii habla con
tranquilidad, su voz se calienta mientras responde: "Lo hacemos en el horno. Si Bash te
permite recuperar la visión, te mostraré algunas piezas durante cada parte del proceso. Sin
embargo, en esencia, un carbonero como yo pone el material orgánico a calentar a altas
temperaturas, y el material se somete a un proceso térmico llamado pirólisis, tras el cual,
obtienes trozos de carbón"
Golpeo distraídamente las púas de mi horquilla entre mis pies. "¿Estamos hablando de
carbón para dibujar o para cocinar?"
"Podríamos hacer fácilmente ambas cosas, y lo hemos hecho", responde el varón.
"Especialmente para los tipos comprimidos de carbón artístico. Hay una forma de arte en
la superposición de materiales para obtener colores específicos en la composición. Pero los
carboncillos para dibujar son un producto más blando que requiere una mano más suave.
Los artistas locales prefieren los carboncillos de vid y de sauce Rakhii. Pagan más para que
los Rakhii hagan pequeños lotes especiales, en los que sometemos el material a la pirólisis
de nuestros propios fuegos personales", explica con una sonrisa amistosa en la voz. "Si
quieres que un Rakhii te haga una demostración, sólo tienes que pedirlo".
"Sí", murmura Bash. "Cada vez tengo más ganas de someter a alguien a un poco de
pirólisis". Su cola me golpea la pierna; no de forma dolorosa, sino que su movimiento ha
aumentado. Ahora se mueve de un lado a otro de una manera muy Bash-sistica (irritada).
"¿Esa amenaza velada es para mí o para tu amigo?" le pregunto a la oscuridad de la mano
seca y cálida de Bash.
Nadie responde, pero puedo sentir que las miradas habladoras pasan por encima de mi
cabeza, y esto se confirma cuando escucho un bufido proveniente del otro Rakhii antes de
que diga: "Vamos entonces. Te quejabas de perder el tiempo. Ahora mírate".
La mano de Bash cae. Con la vista despejada, veo que delante de nosotros está la casa del
horno con una puerta abierta, que nos muestra una habitación vacía hecha completamente
de ladrillos lisos, a la espera de combustible de paja de vid.
Un vistazo a nuestro lado me muestra que los Rakhii del edificio de fabricación de azulejos
han vuelto al trabajo, sin mirarme. Sin embargo, desde la puerta del horno, el Rakhii sin
nombre me observa. Se acerca a mí y me hace un gesto para que le entregue mi horquilla.
Parece muy divertido.
No le entrego mi herramienta. "Quiero un tenedor".
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El Rakhii parpadea. "Quieres... ahhh". Me regala una sonrisa cegadora. "Mis oídos deben
estar desafinados. Por un momento, pensé que habías sugerido otra cosa. Luego mi
traductor me aclaró".
Bash gruñe y pasa por delante de mí para plantar una mano en el pecho del otro Rakhii,
empujándolo dentro del horno. Luego dirige su amenaza hacia mí. "Muévete".
Sacude la cabeza hacia el carro.
"Seguro que eres el Sr. Rayo de Sol". Tomo mi horquilla y me dirijo a la carreta.
"Me acordaré de tu coraje mientras te golpeo", me dice mi malhumorado capataz.
Sin embargo, no tengo miedo. "No puedes pegarme. He oído que tienes que jugar bien con
las humanas".
"Entonces encontraré un hob", jura inmediatamente Bash.
"¿Qué tienes contra los hobs?"
"Nada", afirma Bash, estrechando los labios. "Es de las Gryfala de quien desconfío".
"Oh." Asiento con la cabeza. "Ohhh." Le hago una mueca de dolor. "¿Una te ha jodido?"
Una garra está de repente delante de mi nariz. "Habla de otra cosa".
Sin apartar los ojos de la punta afilada a un centímetro de afeitarme el hocico, pregunto:
"Como... ¿de verdad? ¿Quieres que "charle"? ¿Tienes alguna petición de tema?"
"Sugiero cualquier cosa que no sea este tema". Me coge del brazo corto y me gira hacia el
extremo del depósito del carro.
Su cola me empuja, y no estoy segura de por qué me empuja con ella hasta que deja caer
el portón trasero del carro y por poco no me roza; si yo no hubiera sido presionada hacia
atrás, me habría golpeado.
Fue muy amable de su parte el acercarme. Sin embargo, la mirada que pone no es nada
agradable. Frunzo los labios. "¿Has oído alguna vez el caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde?"
Su cola me toca las pantorrillas y luego desaparece. Luego vuelve a tocarme. Se balancea
detrás de nosotros. Se siente como un lento vaivén; pensativo ahora, no enojado, si es que
se puede determinar tal cosa. "No. Puedes continuar. Te permito que me cuentes".
"Caramba, gracias por tu permiso".
"De nada".
Uno de los Narwari hace un ruido de risa y me pregunto hasta qué punto entienden nuestra
conversación.
"Yo también estoy deseando escuchar esta historia", dice el misterioso Rakhii desde detrás
de nosotros, sonando como si estuviera sonriendo.
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Me giro para devolverle la mirada, pero Bash me atrapa la parte superior de la cabeza, con
las puntas de las garras tocando mi piel pero sin perforarla, y me hace volver a mirar hacia
delante, claramente, nuestro objetivo es el carro y sólo el carro.
Y debo ser demasiado lenta en escupir la historia porque el poderoso ceño de Bash no
parece haberse calmado cuando ordena: "Háblame de tu médico y de este otro macho".
Clava su horquilla en el montón de vegetación muerta.
"Oh, voy a hacerlo". Engancho mi tridente y me muevo para clavarlo también en las
enredaderas. Es un poco difícil en este ángulo. El carro es un poco demasiado alto para mí
para llegar cómodamente, pero puedo hacer este trabajo...
Sin previo aviso, Bash se da la vuelta, me levanta por las caderas y me lanza encima del
portón trasero.
"¡Guau!" Grito, y los Narwari de delante se sobresaltan, lanzando sus propios gritos
superinquietantes. El carro bajo mis pies se balancea hacia delante y se sacude con sus
empujones.
La mano de Bash cubre casi toda la carne de la parte superior de mi muslo mientras me
aprieta un poco la pierna para estabilizarme. "Tranquilizaos", les advierte a los Narwari, o
a mí, o a ambos, no lo sé.
"¿Y si los caballos se asustan y se van?" susurro-grito. "¡Esta carreta podría ser arrancada
de debajo de mis pies!" Los Narwari no están atados a nada si deciden salir en estampida.
"Te sugiero que no hagas un ruido como ese dos veces entonces", responde Bash, con la
voz ligeramente elevada. En señal de incredulidad, creo, no de enfado. Sus ojos verdes de
corte real parecen muy tranquilos. Por otra parte, no es él quien se enfrenta a la posibilidad
de salir volando. "Estaban bien hasta que te entró el pánico. Tranquilízate... y vamos a
pinchar (fork- tenedor)".
Una tos risueña me hace mirar al Rakhii apoyado en la puerta del horno. Cruza los brazos
sobre el pecho y me envía una sonrisa come-mierda. "Lo siento. Esa palabra me sigue
sonando a otra cosa".
La mano de Bash me aprieta el muslo antes de soltarme con un gruñido: "Isla. Charla".
Empiezo a hablar. Y teneamos (fork). Teneamos durante mucho tiempo. Hay muchas vides.
Como no debo acercarme en absoluto a la casa del horno, mi trabajo consiste en empujarlas
hasta la compuerta trasera, donde Bash apuñala un trozo y lleva sus lianas hasta la
abertura del horno. Como el fuego se desplaza por sí mismo, devorando los materiales
quemables y pasando a la siguiente sección de la pista, el otro Rakhii da un bramido de
aviso cuando el fuego está cerca y Bash cierra la puerta y todos esperamos hasta que el
fuego pasa. Y se oye cómo el fuego se va abriendo paso. A pesar de los gruesos laterales de
ladrillo del edificio, los rugidos del fuego no dejan de oírse.
Una vez que pasa el fuego, y los chicos consideran que es seguro volver a abrir la puerta,
los destellos de calor bailan en el aire, lo que hace que me alegre mucho de que me hayan
vetado para trabajar dentro de la cámara.
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El sol nos pega de lleno. Siento que la parte superior de mi cabeza se está cocinando, pero
sigo teneando obedientemente. Espero que Bash se queje y se ponga gruñón, ya que está
haciendo el trabajo más duro y hace mucho calor mientras tiene que hacerlo, pero no lo
hace. Escucha atentamente la historia de Jekyll y Hyde. Luego me sorprende pidiéndome
que siga "charlando" con él.
"¿Qué quieres oír? ¿Qué es lo que te gusta?" le pregunto.
"Háblame de ti. Sobre tu mundo", se enmienda.
"Cuando crecí, vivía en un pueblo que era tan frío que el lago se congelaba hasta que el
hielo tenía un metro de grosor. Llevaban caballos de tiro -piensa en Narwari, pero con patas
más gruesas, y plumas en la base de las patas...".
"¿Plumas?" pregunta Bash, como si esto fuera el colmo de la extrañeza.
"Pelos sedosos", corrijo. "Sólo que las llaman plumas".
Sus cuernos se inclinan mientras mira a sus caballos alienígenas. "¿Pelos? En sus patas?"
“En sus patas, en sus patas... no brotando de sus dedos de las pezuñas. Estos son caballos;
no hobbits. Sígueme el rollo. Y Dios mío, no juzgues. De cualquier manera, enganchan los
caballos en trineos y los conducen a través del lago helado. ¡Lo que parecería una locura!
Quiero decir, cada año, las cabañas de hielo caían al lago, porque algunos pescadores no
sacaban las suyas del hielo antes de que se calentara demasiado y se derritiera hasta el
punto de agrietarse. Un año, alguien perdió su camión. Justo se hundió. Así que, ¿un
equipo de caballos de tiro y un trineo? ¡Muy peligroso! O eso parecía".
"¿No era un peligro?"
"No, ese hielo era sólido como una roca. Los caballos y el trineo estaban bien. Tiraban de
un montón de gente a través del lago. Era impresionante de ver".
"¿Ver?" Bash hace una pausa en su teneación para mirarme mientras empujo más lianas
en su dirección. "¿No has montado?
Muevo la cabeza para indicar la parte delantera del carro. "Tú me diste mi primer paseo. Y
gracias, porque siempre me he preguntado cómo sería".
Bash parece contemplativo. Esa sería mi respuesta oficial si se me encomendara la tarea
de categorizar la forma en que sus cejas están descansando un poco juntas, pero no
enojadas-cerradas o molestas-cerradas. "¿Te lo preguntabas, pero nunca fuiste? ¿Por qué?"
"Demasiado gallina, supongo".
Bash frunce más el ceño. "...¿Gallina?"
"Asustada", le explico.
Sacude las orejas. "Nunca entenderé vuestros modismos humanos".
Me encojo de hombros. "Siempre me pareció que muchas cosas podían salir mal.
Obviamente, es tan seguro como montar en cualquier otra cosa, pero siempre me ponía
nerviosa que fuera a acabar mal".
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Me mira fijamente durante tanto tiempo que le meto dos puñados de vides en el pecho antes
de que se le pase. "Supongo que fue algo bueno que te pusieras mandón y me arrastraras
para el viaje. Esto es bastante agradable".
Bash deja de mirar las vides, los músculos de sus brazos se levantan de forma muy bonita
mientras apuñala su siguiente brazada Mientras se estira hacia adelante, su cola se levanta
y se endereza detrás de él, actuando como un contrapeso a su movimiento.
Cuando no está apuntando a la gente o utilizándola para amenazar a alguien (a menudo
estas acciones no son mutuamente excluyentes) tiende a mantenerla cerca de su cuerpo.
Supongo que un tipo que trabaja en un lugar atestado de gente y piedras pesadas tendría
que aprender a proteger esa extremidad.
Clavo mi tenedor en otro montón de vides, levanto un trozo y un escarabajo de caparazón
brillante del tamaño de mi puño sale rodando y se posa en mi pie. Dos antenas en forma
de cucaracha salen. Las patas emergen y se agarran a mi zapato antes de que la antena
comience a golpear la pernera de mi pantalón, deslizándose por debajo del dobladillo y
tocándome por encima del calcetín.
Naturalmente, aúllo. Y entonces empiezo a patalear salvajemente.
Los Narwaris reaccionan como si hubiera una alienígena gritando detrás de ellos,
empujando fuertemente, y uno de ellos trata de retroceder.
"Ukko, no te atrevas", advierte Bash, rodeando el carro e inclinándose sobre el costado,
mirándome con desconcierto. "¿Qué pasa, humana?"
Suena tan desconcertado como un dueño de gato cuando ve la forma en que su felino
reacciona al encontrar un inofensivo pepino en el suelo.
(En serio, si por casualidad estás en la Tierra donde tienes acceso a YouTube, mira las
recopilaciones de gatos versus pepinos) 9.
Sacudo el pie, clavo la horquilla a mi alrededor, salto sobre las vides. "¡Se ha escapado, pero
hay algo en esta cosa! ¡Me ha tocado! ¡Hay algo enorme en esta cosa! Creo que vi pinzas.
Estoy segura de que sentí pinzas".
La garra de Bash levanta una cabeza de Medusa de enredaderas, o como sea que se llame
a las enredaderas cuando se enredan en una pila similar a una serpiente que contiene
insectos gigantes, y sale el escarabajo.
"¡AAAAHHH!" Grito, sobresaltada aunque lo esperaba.
Bash echa fuego, casi como una respuesta automática.
Cuando le oigo maldecir "TEVEK" y el Rakhii del horno grita "¡Crite!" y empieza a correr
hacia nosotros, me doy cuenta de que fue una respuesta automática.
9 https://www.youtube.com/watch?v=lbDG-RZk3Ck
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Como reacción a mi terror, Bash escupe fuego sobre un carro de madera que sostiene
esencialmente paja seca. No un poco de fuego; mucho.
Bash salta al carro -un espectáculo digno de ver con un alienígena de su tamaño- y
comienza a pisotear y golpear las lianas que se encienden rápidamente con sus pies y su
cola. Pero es como si estuviera parado sobre la paja del techo. Todo se va al garete. Voy
hacia él para ayudarle, pero su cola cambia de dirección y me retiene.
Nuestro compañero de trabajo se levanta rápidamente para unirse a Bash, y entonces
resopla de una manera que me parece que está reprimiendo la risa.
"Bájala", dice Bash.
El otro Rakhii me engancha rápida pero suavemente por debajo de las axilas y se inclina
sobre el lado del carro para dejarme caer de pie.
Me dirijo a la parte delantera para situarme cerca de los Narwari e intento murmurarles
cosas reconfortantes, pero todos han girado la cabeza, permaneciendo atónitos e inmóviles,
observando los acontecimientos del carro como si no pudieran creer lo que están viendo.
El carro cruje y el humo sale de la pila batida, con un aspecto bastante alarmante.
Me muerdo el labio y agarro el mango de mi tridente.
Cuando los pisotones cesan, los dos Rakhii se giran para mirarme. Toso.
"Esto", dice Bash aterradoramente tranquilo, inclinándose para coger el caparazón brillante
del escarabajo, sujetándolo entre las puntas de sus garras, "no te habría hecho daño".
"Oh. Umm, gracias por matarlo por mí de todos modos".
La cola de Bash agita las vides... Lo que queda de ellas. Todavía hay un montón, teniendo
en cuenta las cosas, sigue siendo un montón enorme. Peeeero habría habido más si los
bichos no me hubieran asustado y Bash no hubiera reaccionado en mi defensa.
El hecho de que me defendiera fue muy amable por su parte. Y, bueno... Un poco
sorprendente.
Las palabras de Bash son mesuradas. "Es común que los escarabajos de la uva infesten las
viñas. Por eso tenemos un carro lleno de ellos; estas no son vides podadas; son vides
comidas. Nuestra carga estará llena de ellos".
Me estremezco. "Oh"
"No te preocupes más. Ya están quemados", dice el otro Rakhii de forma servicial y sostiene
otros dos caparazones de bichos, cuyo brillo en la espalda no se puede destruir con el fuego,
aparentemente. Mira a Bash y le da un codazo. "Piensa. Puedes vender las cáscaras a las
Gryfala. Les encanta coleccionarlas".
"Ugh, ¿por qué?" pregunto, horrorizada. "¿Para qué demonios usan las cáscaras de los
bichos?"
El humo se enrosca alrededor de la cabeza de Bash. Ahora sale de su boca, no de los restos
de las lianas bajo sus pies. "Joyas. ¿Es común que las humanas exageren con los insectos?"
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Me mira como si no estuviera seguro de que tengo el sentido común que Dios le otorgó a
los piojos.
"¡Oye!", protesto. "¡Era realmente aterrador!"
"Era un escarabajo de la vid".
El otro Rakhii se mueve hasta el final del carro, haciendo temblar el marco del vehículo con
sus pesados pasos antes de bajar de un salto. "Será mejor que compruebe dónde estamos
en el circuito del fuego. Apuesto a que las llamas están a punto de dar la vuelta".
Haciendo una mueca, miro a Bash. "Lo siento".
Él gruñe y su cola barre un lío de lianas negras y quemadas... y ambos vemos cómo el
montón se convierte en polvo.
"Lo siento mucho, mucho", añado. Como no dice nada, mi voz chirría cuando intento
bromear: "¿Hay alguna posibilidad de que todo esto se quemara de todos modos?".
La expresión pétrea de Bash parece algo amenazante por la forma en que sus escamas
faciales brillan ligeramente bajo la luz del sol. Le da una verdadera mirada de reptil/dragón,
muy poco expresiva. "No sé", exhala Bash en un suspiro contemplativo, "cómo es tu planeta,
pero aquí hay una gran diferencia entre el carbón útil y las cenizas inútiles. Esto", mueve
su cola para indicar el polvo bajo sus dedos alienígenas, "debía ser carbón vegetal".
"Hmm, en realidad, nuestros planetas podrían ser iguales en ese sentido", reflexiono,
mordiéndome el labio. "Malditos bichos alienígenas".
"Sí. Malditos bichos alienígenas", dice rotundamente, con los ojos fijos en la moi 10. "Me
causan todo tipo de problemas".
∗∗∗∗∗∗∗
Me sube de nuevo al carro y vuelve a trabajar, y, vacilante, empiezo a "parlotear" con él de
nuevo. Como no me dice que pare, continúo con el bombardeo verbal. No sé si le horroriza
o le asombra mi incapacidad para callarme.
Aunque es muy posible que sienta ambas emociones al mismo tiempo. Me mira un par de
veces antes de sacudir la cabeza, con los ojos un poco abiertos.
Apuesto a que trabajamos durante casi veinte minutos en relativa armonía hasta que
cometo el error de preguntar inocentemente: "Oye, Bash. ¿Cuándo tenemos un descanso?".
Mi jefe experimenta una reacción algo exagerada, por lo que a mí respecta. "¡Tú también
no!", exclama, como si hubiera una fila de personas que llevan todo el día quejándose con
él y el hecho de que yo pida un descanso fuera la gota que colma el vaso. Clava su horquilla
(tridente) en la pila más alta de lianas; no, no "clava". Atraviesa la pila de vides, clavando
las puntas. "¡Vosotras, alienígenas nanoscópicas, y vuestro deseo de descanso!"
Parpadeo ante él. "Es la primera vez en mi vida que me llaman 'nanoscópica'".
10 Traducido del francés: en mí. Se pronuncia “en la muá”, típico lenguaje pijo español.
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Un retrete hecho de una especie de casi plástico. Como me estaba preparando para orinar
detrás de la roca más grande que pude encontrar, estoy encantada. "¡Guau!" Exclamo. "En
serio, gracias".
Me lanza al interior.
Cuando salgo, debo estar poniendo cara, porque Bash -que me esperaba- pregunta: "¿Qué
pasa?".
"¿Hmm? Oh, nada. Ya sabes, es un retrete..."
"Lo llaman una... casa... exterior... ¿por qué?"
"-Y supongo que son iguales en cualquier planeta: un poco asquerosos". Me limpio la mano
en los pantalones.
Bash se inclina a mi alrededor para mirar dentro del retrete. "¿Qué demonios...?"
No termina su pregunta. Me escupe, me coge de nuevo por el brazo corto y me hace volver
por donde hemos venido. No reconoce a ninguno de los alienígenas que trabajan para él,
no hasta que llegamos a nuestro carro y al Rakhii que nos ha estado ayudando.
Bash se abalanza sobre él. "¡Esa estación de recreo no es apta para un krortuviano!
Explícame por qué".
El otro Rakhii no parece molesto por el hecho de que el jefe le eche la bronca. Pero parece
desconcertado. "¿Estás realmente sorprendido? Tienes una tripulación de once Rakhii que
se encargan de la zona, pero no hay nadie asignado a la limpieza de la estación, por eso.
Deberías estar encantado de que consigamos mantener el dispensador de toallitas
abastecido". Cuando a Bash no le parece que esta respuesta sea lo suficientemente buena,
el Rakhii inclina sus cuernos, algo así como si una persona se encogiera de hombros. "No
hay orina en el suelo, el desinfectante está lleno; si quieres una limpieza obsesiva, contrata
a un hob".
A esto, Bash da un movimiento de orejas de concesión. "Hmm." Se aparta para ayudarme
a volver al depósito del vagón. Acabo de coger de nuevo el tenedor (tridente) cuando el otro
Rakhii dice: "Si seguís al mismo ritmo que habéis estado trabajando, vaciaréis el carro
mucho antes de que vuelvan las llamas". Nos hace un gesto con la mano y da un paso atrás.
"Tengo algunos cubos de arcilla que terminar de sacar de los pozos hoy, si queréis que el
próximo lote de tejas se seque antes de que se ponga el sol". El macho me envía una mirada
juguetona y suplicante. "Echaré de menos la compañía de una mujer guapa mientras
trabajo".
Yo, por mi parte, me siento halagada.
Pero Bash advierte: "Alégrate de tener ese trabajo".
El Rakhii no aparta la mirada de mí. Sin embargo, sonríe más ampliamente. "Ha sido un
placer conocerte, Isla. Tal vez te vuelva a ver. Estoy..."
"A punto de quedarme sin trabajo", termina Bash por él.
No parece que esté bromeando.
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Un lado de la boca del misterioso Rakhii salta en una media sonrisa más alta. "Parece que
estoy a punto de tener tiempo libre".
Bash le dice: "¡Vete!".
∗∗∗∗∗∗∗
Sólo nosotros dos de nuevo, y volvemos a vaciar el carro de vides. Sin que Bash lo pida,
vuelvo a hablar. "¿Cómo se llaman los tapones de las ruedas de un carro?"
"Tapacubos".
Jadeo. "¿Los llamáis tapacubos? Nosotros tenemos lo mismo para nuestros coches".
Bash deja de trinquear para mirarme fijamente. "Maldito Creador, eso espero. Es una
maldita rueda. ¿De cuántas maneras se puede fijar el husillo?"
"¿Husillo?" Niego con la cabeza. "No creo que tengamos husos. No, a no ser que estés
hilando lana".
Los ojos alienígenas coloreados de incredulidad me asimilan con minuciosa deliberación.
"No, no es posible. Si tus vehículos van sobre ruedas, tienes que usar husillos. ¿Ejes? Algo,
lo que sea".
"Los ejes me suenan. No soy aficionada a los coches, pero puedo confirmar que los
utilizamos".
Con cara de condescendencia y alivio a la vez, Bash exhala un suspiro y se lleva más vides
al edificio. A su regreso, se pone en plan diplomático y dice: "Incluso para una sociedad tan
retrógrada como la de los humanos, es evidente que tenéis que estar más avanzados de lo
que parece. Incluso los krortuvianos dominan el arte del transporte terrestre básico".
"Eres realmente crítico, y tenemos totalmente cubierto el transporte terrestre 'básico'.
Nuestro transporte terrestre te dejaría boquiabierto".
"Seguro que sí", murmura.
"¿Voy a arriesgarme y asumir que los krortuvianos son una especie de alienígena?"
"Una espantosa. ¿Con qué tema me vas a llenar los oídos ahora? Has mencionado la lana.
¿Quizás quieras ensalzarme los métodos para fabricar hilo?"
"Oye, la fabricación de hilo no es ninguna broma. No de donde yo vengo. No, a menos que
quieras que te apuñalen con una aguja de tejer y te metan un gancho por la nariz".
"Dame la mano", dice Bash de repente.
Me detengo y levanto la mano, mirándola. "¿Por qué? Parece estar bien".
Bash me coge las puntas de los dedos y me escupe en la palma. "Para evitar las ampollas.
Continúa", me hace un gesto para que vuelva a trinquear vides. "Sigue hablando".
"Gracias. Una noticia que leí cuando estaba de vuelta en la Tierra era sobre un paleontólogo
que estaba haciendo una excavación en Nebraska, donde descubrió los restos de
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rinocerontes y grullas africanas. ¡Grullas que no migran! Rinocerontes que uno pensaría
que sólo se han encontrado en la mitad del mundo, en otro continente. Excepto que estaban
en medio de la nada en el continente equivocado. ¿De África a Nebraska? Los océanos
habrían impedido la migración, así que ¿cómo llegaron allí? Es súper interesante".
Hay una larga pausa mientras Bash camina con su horquilla hacia la cámara y regresa.
"¿Y bien? ¿Cómo llegaron a un lugar tan lejano?"
"Nadie lo sabe con seguridad. Existe la teoría de Pangea. En ella se cree que teníamos un
gran supercontinente en nuestro planeta antes de que algún acontecimiento catastrófico
rompiera la tierra en trozos y los dispersara por las aguas de la Tierra".
"¿Cuál fue el evento catastrófico que los científicos proponen que hizo esto?"
"Eso tampoco lo sabe nadie. Dependiendo de a quién escuches, podría ser cualquier cosa,
desde un cometa que se precipitó sobre la superficie del planeta hasta un derrocamiento
religioso conocido como el katabole, en el que Dios le dio un pisotón en el culo a Satanás
por intentar hacerse con el trono. Un asunto interesante".
Bash gruñe. "Sin respuestas".
"Sin conclusiones sólidas, dependiendo de a quién escuches. ¡Eh!", le animo, sonriéndole.
"¡Hemos limpiado el carro!"
La cola de Bash raspa el suelo mientras arrastra su apéndice con cierto mal humor.
"Finalmente lo hicimos".
"Hmm. En cuanto a los discursos de motivación del equipo, el tuyo podría necesitar algo de
trabajo, jefe".
"He pasado otro día entre humanas, y ninguno de las vuestras ha muerto en mis manos.
¿Qué tal eso como motivación?"
Le chasqueo la lengua. "No creo que sepas lo que significa".
"Acércate a mí y baja de ahí".
Dejo caer mi tridente por el interior del carro donde él empujó el suyo, y me muevo hasta
el portón trasero, poniendo mi mano en su hombro, y de nuevo me ayuda a bajar. "Gracias",
digo.
"Hmph", refunfuña, pero lo que creo que quiere decir es: ''De nada, Isla. Ha sido un placer
ser caballeroso y ayudarte a bajar de esa gran altura'.
Cuando me ve negar con la cabeza, me lanza una mirada de advertencia y utiliza su cola
para empujarme hacia los altos escalones del carro.
"¿De dónde sacas la ropa?" le pregunto.
"Regresemos...", comienza Bash, luego sus orejas se mueven dos veces antes de sacudir sus
cuernos, claramente lanzados. "El latigazo conversacional es una gran preocupación se
conversa contigo".
"Me he encontrado con esa acusación en mi camino una o dos veces".
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Bash, con las cejas pesadas y la mirada perdida, murmura: "No me sorprende saber eso".
Pero mientras me ayuda a sentarme y se mueve en torno a los Narwari, comprobando cómo
están y dándoles unos cuantos golpecitos en las orejas antes de subirse a mi lado y tomar
las riendas (del salpicadero), me cuenta que compra su ropa a un sastre aficionado, como
hace la mayoría de los Rakhii.
"¿No hay sastres Rakhii?" le pregunto.
“Mm, no, no muchos de nosotros trabajamos con textiles. Las mujeres, supongo, pero eso
es más para las mejores ceremonias, no para el uso diario. Nosotros, los Rakhii, podemos
encontrarnos ayudando a los hobs en el campo y, como sabes, haciendo trabajos de
cantera. Luego está la silvicultura y la construcción de madera".
"¿Madera?" Me siento confusa.
"Madera. El tronco de un árbol. Troncos", dice Bash.
"Sí, sé lo que es la madera", le digo, sonando sólo un poco insultada.
Lo que hace reír a Bash. "¿Cómo podría estar seguro? Eres una extraterrestre cuya
civilización acaba de demostrar que el calor mata las bacterias", señala.
Durante una de mis sesiones de "charla", compartí la historia de la pasteurización. Bash
no quedó impresionado. Viniendo de un extraterrestre que puede respirar fuego y lo calienta
todo, puedo entender en cierto modo su burla por el hecho de que un microbiólogo tuviera
que esperar hasta finales de los años ochenta para demostrar que el tratamiento térmico
inactiva los microorganismos dañinos. Pero no puedo dejar que se salga con la suya con la
burla que emite. "Te lo dije: ¡sólo necesitamos ver el cómo! Probablemente ya sabíamos el
por qué".
Resopla y el fuego sale por delante de su nariz. "'Probablemente'. Creador".
"Solo me sorprendió porque parece que la madera sale del campo izquierdo -o del bosque,
supongo, ja, ja, cuando no hemos estado haciendo nada más que recoger rocas durante
una eternidad".
"Incluso los castillos necesitan madera. Tenemos bosques y silvicultores y leñadores y
carros de madera y astilleros y arrastramos los troncos hasta el río y los transportamos a
otras zonas como el medio más económico de moverlos..."
"¡Vaya, oye, mi pueblo también lo hace!" le digo con orgullo.
"Eso es increíble", se maravilla Bash, con un tono seco como la corteza de un árbol.
"Eres muy sarcástico. Y puede que tu gente tenga toneladas de habilidades, pero algunos
de vosotros carecéis de sociabilidad y de buenas maneras sociales".
Se produce un crujido en el puente de su nariz que me hace mirarle de reojo.
Se me cae la mandíbula. "¿Te he hecho reír?"
Bash se burla y su humo sale en mi dirección.
Me alejo de él, sonriendo.
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Aunque los Narwari tiran de una carreta vacía (sin contar con nosotros, claro), están
trabajando un poco más en esta ruta de vuelta debido a la pendiente del suelo de la cantera.
Estamos en una ligera pendiente. Mi cerebro se pregunta por qué. Miro a mi guía. "A través
de una exhaustivo insistencia estoy absolutamente dispuesta a placarte y a conseguir que
me hables".
"Estoy hablando contigo, hembra".
Le doy un golpecito en el muslo con los dedos, haciendo que se estremezca y me mire con
desprecio. "Eres tan literal. Oye, esto va a sonar raro..."
Los ojos de Bash se encienden, mueve la cabeza en dirección a los Narwari y ordena:
"Whoa".
Cuando se detienen, sus cabezas se giran para mirarle como si estuvieran tan
desconcertados como yo en cuanto a por qué nos ha detenido en medio de Ningunaparte,
Canteraville, Bash translada su mirada hacia mí. "¿Qué demonios consideras 'raro'?"
Una sonrisa bobalicona se extiende por mi cara, haciendo que sus ojos se entrecierren.
Hago un gesto hacia el suelo. "¿Por qué está inclinado el fondo de la cantera?"
Pasan dos tiempos de silencio en los que no puedo saber qué está pensando Bash.
Me encojo de hombros. "No te preocupes; pensé que sabrías la respuesta, por eso te lo
pregunté...".
La cola de Bash golpea mis labios, creando un sello escamoso. "¿Podrías", respira,
exhalando pequeñas llamas naranjas y rojas, "dar un momento a un macho para
responder?"
Cuando empiezo a responder, me aplasta aún más los labios, presionando su cola sobre mi
boca con más firmeza y con un gruñido. "Calla, tú. Cállate". Sacude las orejas y toma las
riendas, cacareando con mal humor a los Narwari, iniciando de nuevo la subida del carro.
"El suelo de la cantera está cortado deliberadamente en pendiente". Se las arregla para que
sus cuernos hagan un gesto de "mira ahí abajo" con la forma en que los sacude para indicar
el suelo por el que rueda el carro. "Esto se hace para que toda el agua de lluvia baje hasta
el extremo que acabamos de dejar. Se acumula detrás de los edificios del horno, ablandando
el suelo de piedra y creando un pozo de barro. Un lago natural también rodea la mitad
trasera de la cantera, y cuando el calor del verano seca estas zonas con exceso de agua, las
secciones pueden ser cosechadas por la arcilla. Extraer la arcilla es todo un proceso. Se
necesitan docenas de hombres, y se han contratado más para cubrir el proyecto de la aldea
humana". Su mirada se clava en el camino que tenemos por delante. Como si esta
explicación fuera muy cansada. "Los trabajos de los asalariados consisten en recoger la
arcilla, darle forma, colocarla para que se endurezca y luego cocerla en la casa del horno.
Los edificios de alfarería en los que se da forma y se almacena el material para su
endurecimiento se denominan colectivamente "la fábrica de ladrillos", pero hacen todo tipo
de alfarería, hasta cuencos, y no sólo ladrillos y baldosas". A continuación, me lanza una
mirada fulminante. "¿He respondido a todas y cada una de tus posibles preguntas?"
Por suerte, mi piel es resistente a la abrasión de Bash. Le sonrío y alzo la mano para apartar
su cola de mi cara.
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Sin embargo, antes de que mis dedos puedan rodearla, la aparta y se enrosca en su otro
lado, como si tuviera miedo de tocarme de repente.
No me ofendo. Quizá sus padres le han enseñado que los extraterrestres son asquerosos y
eso le ha provocado problemas de aceptación muy arraigados. O tal vez sus padres son
geniales e hicieron lo mejor que pudieron con él, pero aun así creció como un ogro. En
cualquier caso, es extrañamente convincente. Es como la primera planta de cactus que ves:
sabes que es espinosa y punzante y que podría hacerte daño, pero te sientes impulsado a
pincharla de todos modos.
Así que lo mantengo hablando, o lo intento con todas mis fuerzas. Ante mi insistencia (y
con el menor número de palabras posible), Bash empieza a hablarme a regañadientes de
sus empleados. Y me entero, para sorpresa de todos, de que Bash se sabe el nombre de
todos. Pero este increíble fenómeno no se limita a los nombres de los empleados: Bash está
informado de todos los aspectos de su equipo, hasta los nombres de sus hijos. Bash presta
atención más de lo que cualquiera sabría reconocerle. Bash -prepárate- se preocupa por la
gente que trabaja para él.
Obviamente no lo admite con tantas palabras, pero las acciones hablan más fuerte que los
gruñidos, o eso dicen, ¿no?
Estoy fascinada, pero sé que estamos entrando en la mitad trasera de la zona de recogida
de rocas de la cantera (lo que significa que nuestro viaje terminará pronto) cuando pasamos
por el puesto de los planos. Es el lugar donde se exponen los planos de la ciudad -que no
son azules como los típicos bocetos de arquitecto de casa, sino que están rayados en papel
de pergamino color crema- junto a otros trazados más profesionales. Los bocetos de las
casitas de piedra y las torres de piedra (las viviendas construidas tradicionalmente para las
Gryfala y los hobs, una especie de torre ancha) también se han dibujado digitalmente, y la
fina pantalla siempre está retroiluminada y a disposición de cualquiera. Unas láminas de
cristal protegen estas guías de urbanismo, permitiendo que los bocetos sirvan como una
visión constante de lo que todo el mundo está haciendo.
"Lo logramos", declaro. "Vivos". Ambos... ¡no me has estrangulado!
"Así que lo hicimos".
Casi le doy un empujón con el hombro, pero su expresión es pétrea y prohibitiva y estoy
bastante segura de que me dislocaría el brazo si intentara tocarle, así que me conformo con
un simple: "Me alegro de volver a ver a todos".
No podría estar menos entusiasmado, con sus largas orejas aplastadas y los párpados
bajos, mostrando realmente su cara de felicidad (es decir, el ceño fruncido). "No diré lo
mismo".
Dejo caer mi mano sobre mi regazo, haciendo un ruido de palmeo contra mi pierna. "Rápido,
¿había algo más de lo que querías hablar?"
"No. Y mujer, no puedo entender cómo podrías tener más que decir". Sus ojos se ensanchan
imperceptiblemente, una señal de su sorpresa o desconcierto, no estoy segura. Pero no está
gritando y está mostrando emoción (aunque sea un parpadeo), así que lo acepto. "Practica
el silencio o regálate más historias, pero espera aquí".
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THE QUARRY MASTER
Capítulo 6
BASH
Podría haber enviado a Isla de vuelta a su puesto de trabajo por sí misma. Tal vez debería
haberlo hecho. En lugar de eso, pensé en alejarme de su parloteo para recuperar al hob que
normalmente hace de conductor de este carro. No sé qué esperaba del silencio que siguió.
Después de escuchar su voz casi sin parar en mis oídos durante medio maldito día, ¿no
sería lógico que mi sistema, que funciona mejor sin interacción social de ningún tipo,
anhelara el silencio?
En lugar de eso, ha conseguido desencadenar esa extraña peculiaridad de los rakhii; la
ausencia de su persona está provocando un deseo inmediato y agudo de buscarla. Tras mi
negativa a volver con ella, mis instintos se agudizan y, si fuera un macho más débil, habría
girado y regresado hacia ella, jadeando por más atención suya, leal y ya embelesado.
¿Cómo puede ocurrir este sabotaje tan pronto? Quiero rabiar... Pero así son las cosas en
mi especie. Aprieto los dientes mientras acepto que me he acercado demasiado a esta
hembra. Algo en ella me atrajo y, en un abrir y cerrar de ojos, me condicionó para que casi
la anhelara, a ella y a su mal funcionamiento verbal. Prácticamente me he convertido en su
rehén auditivo. Quiero escuchar cualquier tontería que tenga que decir.
Lo cual es una completa locura.
Me desvío para recuperar mi spray antienlace. En lugar de la dosis recomendada, casi vacío
el contenido de la botella sobre mí mismo, y luego me bebo el resto por si acaso. En lo que
respecta a la represión de los vínculos, nunca se es demasiado cuidadoso. Una vez
completada la tarea de localizar al conductor del carro de Narwari, vuelvo junto a Isla y la
ayudo a bajar del asiento y la conduzco a la pared de roca en la que pienso trabajar a
continuación.
Isla, por supuesto, llena cada momento que estamos juntos con su interminable cascada
de palabras. Como si mis oídos fueran esponjas secas y quebradizas, absorben el torrente
de su parloteo, satisfechos de nuevo por escucharla.
Sin embargo, mi mente no está tan enamorada de su característica de mover los labios.
Aunque puedo admitir que de vez en cuando me divierte. Y extrañamente nunca me aburro.
Ciertamente, nunca corro el riesgo de estar a solas con mis pensamientos, si es que estar
a solas con mis pensamientos es algo que alguna vez pensé en evitar. Empieza a hablar de
los dólares de papel de su mundo frente a las monedas, y es una locura, pero no le grito, ni
una sola vez, mientras trabajamos codo con codo y ella me cotorrea en los oídos con cosas
que nunca me importarán. Sólo absorbo su voz y trabajamos.
Si fuera otra persona, la habría matado cuando empezó a balbucear una explicación sobre el
queso mozzarella ahumado. Una cocina que, me resisto a admitir, suena apetecible. Pero a
los Rakhii les gustan todos los alimentos ahumados.
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Isla está en medio de la explicación de lo que es una patata frita -algún palito de ración
extraño y probablemente insalubre por lo que parece- cuando vuelvo la cabeza para gritar:
"¡NECESITO LAS TIRAS ADHESIVAS A PRUEBA DE HUMANAS!".
Isla hace una breve pausa en su explicación de lo que es un autoservicio cuando un hob se
interpone entre nosotros y me entrega las tiras estériles diseñadas para mantener unidas
secciones de piel humana o para cubrir una herida de un corte y mantener limpia la herida
de la humana en caso de que se lastime sin que haya un Rakhii cerca para escupirle y
curarla.
Isla está explicando lo que es un vehículo automotor -es un transportador terrestre, pero
está describiendo los vehículos de su mundo como si nunca hubiera conducido mi propia
nave espacial, la muy descarada- cuando uso las puntas de mis garras para despegar
cuidadosamente los papeles adhesivos de la propia tira estéril.
E Isla está explicando lo que son los neumáticos de goma cuando levanto la tira adhesiva,
la alineo con cuidado y sello la mitad superior e inferior de su boca.
Los ojos sorprendidos de Isla vuelan hacia los míos. Sus extraños ojos grises tienen un
aspecto bastante atractivo en este tono de sorpresa.
Luego se echa a reír.
∗∗∗∗∗∗∗
"¡Podrías haberme dicho que me callara!", se ríe después, tras despegar la tira como si la
hubiera colocado allí en broma y no como si la hubiera puesto a propósito.
"Lo habría hecho. No te has parado a respirar; no he tenido ninguna oportunidad".
Isla ríe con fuerza, y el sonido debería irritarme.
Pero no lo hace.
Incluso se atreve a preguntarme, con los ojos bailando. "¿Por qué me animas a hablar todo
el día si estás cansado de oírme?"
Eso es lo desconcertante. Durante todo el día, para mi sorpresa... no me he cansado de ti. Ni
del sonido de tu voz ni de las absurdas afirmaciones que salen descaradamente de tu boca.
Ni siquiera me irritan tus preguntas que parecen no cesar. Me temo que me estoy volviendo
deseoso de tu propio ser. Casi trago saliva mientras trato de retener las palabras forzadas.
Lo que pronuncio en voz alta es: "Antes de que me contaras tu desafortunada condición..."
(Isla me explicó que había nacido con boca motora, que es incurable, por desgracia).
"...se me ocurrió que he escuchado a muchas humanas parlotear debido a los nervios
reprimidos, o lo que sea". Lanzo una piedra en el carro, e Isla deja caer su adición más
pequeña junto a la mía. "Por eso pensé que tal vez sólo necesitabas liberar tu energía verbal
para recuperarte al silencio. Al igual que un neumático, si te dejara quitar el tapón verbal,
te acabarías quedando sin fuelle, seguramente..."
"¡¿Tienen neumáticos inflables aquí?!" se atreve a maravillarse. "¿Como los nuestros?"
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Le dirijo una mirada incrédula y ofendida. "Mujer, parece que apenas tienes los principios
para las naves aéreas. ¿Cómo te atreves a preguntar si hemos inventado simples
neumáticos inflables, tú, estúpida de la sociedad primitiva?"
Se ríe hasta que levanto la cola, amenazando con golpearla.
De repente, parece que tenemos todos los ojos puestos en nosotros, todos se aseguran de
que no haga caer mi miembro sobre una hembra.
No tienen que preocuparse. En lo que respecta a Isla, nunca lo haría, pero hay un bendito
silencio durante dos viajes de ida y vuelta al carro de roca.
Entonces Isla resopla: "Para ser una sociedad primitiva, de donde yo vengo", lanza otra roca
en el lecho del carro, "al menos hemos descubierto cómo usar explosivos para romper la
roca".
Le envío una ceja levantada. "Nosotros también usamos explosivos".
"Oh." Se produce otro silencio muy bienvenido entre nosotros durante varios instantes.
Luego: "Muy bien, me rindo. ¿Por qué estás golpeando la roca hasta la muerte con la mano
si puedes simplemente apretar un botón? ¡¡¡Pumbaaa!!!... está reventada".
"Es golpear la roca o hacer que mi pie caiga sobre todas las humanas de aquí... 'atrapar la
vaca'", copio su extraña frase alienígena, "todas estareis 'reventadas'", le digo.
Ella parpadea, tal vez sin comprender.
Nerviosamente, un hob llamado Wirav -uno de los subordinados de Gracie- se acerca a ella
para susurrar: "Se cree que Bubashuu estaría menos inclinado a destruir a las humanas
con furia si se cansa trabajando la roca todo el día con la mano".
Isla hace un prolongado ruido de ‘Ahhh’. "Probablemente sea una buena decisión".
Coloco mi cincel en una fisura de piedra y hago caer mi mazo. Mientras la roca hace una
rotura cortante, profeso: "Así es. Si no, os habría arrasado a todas vosotras".
Trabajamos hasta que puedo oler a Isla. Hasta que su olor me llega por encima de todo el
olor humano. El suyo, sin embargo, no es desagradable. Alarmantemente, es todo lo
contrario. Cítrico, decido. Algún tipo de cítrico alienígena es su olor. Y aunque muchas de
las humanas huelen algo parecido a mí debido a la aplicación de mi saliva sobre sus heridas
-hecho que inquietaría a cualquier Rakhii, al tener su olor en hembras que no fueran su
pareja-, no se me eriza la piel inconscientemente al olerme en esta humana.
Es apaciguar un anhelo largamente enterrado.
Hmm. Apaciguar puede ser una exageración. Mis instintos me instan a tomar a esta mujer
y a saciar, por fin, mi deseo de toda la vida de tener una pareja.
Algo que me juré a mí mismo que nunca necesitaría. No necesito a nadie. Después del lío
en el que me metí tras mi último intento de conseguir una pareja, aprendí a encontrar la
paz en mi propia compañía, y a alegrarme por ello. Definitivamente, a no arder por algo
más.
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Capítulo 7
BASH
A la mañana siguiente, estoy esperando. Observando. He visto a todas las humanas luchar
en sus primeros días de faena aquí. Espero que a Isla le duelan los músculos y que su
cuerpo se resista a trabajar por ello. Pero en lugar de buscar un lugar para sentarse y
frotarse los hombros, el cuello y el brazo, se pone a trabajar. Miro en su dirección y espero
los murmullos. Los murmullos furiosos de mi nombre. Las maldiciones a mi madre y mi
padre... pero no salen de sus labios.
En cambio, se ríe. "¡Me siento como si me hubiera atropellado un camión!"
Las mujeres que están cerca de ella también se ríen y comparten una letanía de los dolores
que sienten. Algunas aprovechan para dejar de trabajar, sentarse y quejarse amargamente.
Un comportamiento normal.
Sin embargo, Isla sigue moviéndose como una roca.
Si no la estuviera observando tan de cerca, no vería la dificultad de sus movimientos. Las
muecas que hace pasarían desapercibidas, porque sonríe incluso cuando su cara se
contorsiona. Otra piedra golpea la cama del carro gracias a su esfuerzo.
Está dolorida; no se detiene. Estoy impresionado. "¿Isla?"
"¿Sí?" Entonces se gira y me ve. "¡Hola, Bash!"
Sus rasgos se iluminan al verme. Hoy lleva una blusa bien ajustada, y unos pantalones
elásticos y cómodos con rodillas reforzadas, muslos interiores y exteriores, y secciones de
pantorrilla con parches de colores. Todo el conjunto exhibe su cuerpo y atrae la
imaginación, y si Gracie le ha prestado esta ropa, debería ser golpeada.
"Toma", le digo, empujando el frasco que he traído a la mano de Isla. "Ungüento muscular.
Te ayudará con el dolor".
Isla parece aturdida. "Vaya, Bash, gracias". Mira el contenido del frasco, una mezcla
principalmente verde hecha de una variedad de hierbas calmantes. Cuando inclina el
recipiente de cristal, el ungüento se desliza pegajosamente hacia el otro lado de su
alojamiento, dejando un rastro de hojas molidas y solución alcalina natural. Lo observa,
con un surco en su normalmente lisa frente humana, como un ceño fruncido.
"Normalmente puedo ponerme cosas como crema solar y loción sin problemas, pero apenas
puedo levantar el maldito brazo". Su rostro se aclara y me ofrece una sonrisa. "Voy a buscar
ayuda y vuelvo enseguida para devolver esto, aguanta".
La agarro por el cuello de la camisa. "Si cierras la boca, podré informarte de que seré yo
quien atienda tus necesidades. Te juro que seré rápido". Le tiro de la manga hacia atrás,
dejando al descubierto su hombro. Mis dedos rozan su carne; mis sentidos reciben una
descarga ante su suavidad. Tengo que ignorar la carga casi eléctrica que me llega por tocarla
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aquí. Ayer también me pasó, y parece que a mi cola le gusta recibir descargas. Sigue
haciendo contacto con ella.
Sin embargo, me ocupé de ese problema. La mitad de la noche la empapé con un spray
anti-emparejamiento. El resto de la noche me dediqué a preguntarme qué hacía una
charlatana como Isla cuando no estaba trabajando. Si no hablaba con alguien, medio
esperaba que se arrugara y parloteara miserablemente, consumiéndose sólo con su propia
compañía.
Por supuesto, eso me llevó a preguntarme si estaba sola. Tal vez ella tiene un macho en las
instalaciones.
La sola idea me hizo devolver medio frasco de spray antibacteriano.
"¿Esa línea funciona con muchas mujeres?"
"¿Hmm?"
No, no puede tener un macho. Lo habría olido en ella. Bruscamente, la inhalo y me relajo.
Sólo Isla.
"Tu promesa de que te ocuparás de sus 'necesidades' rápidamente".
"Soy eficiente. Si te quedas quieta, puedo terminar en un parpadeo".
Se ríe.
La atraigo hacia mí para inclinarme sobre ella y mirar su cara con los ojos entrecerrados.
"¿Por qué tengo la sensación de que tu pregunta es un doble lenguaje? Deberías agradecer
que me haya tomado la molestia de masticar esto por ti", refunfuño.
"¿Tú qué?" Intenta zafarse de mis manos.
La agarro de la manga y la sacudo hasta que se endereza. Los hobs cercanos gritan
protestas, pero yo extiendo las hojas de mi cola y las agito lentamente mientras mi cola se
enrosca alrededor de Isla y de mí.
Le unto los músculos con un ungüento -una mezcla de hierbas preparadas mediante
masticación y mi saliva- y ella hace un gesto de dolor.
Me detengo. "¿Te duele esto?"
Su hombro se encoge hasta casi tocar su cuello, lo que obliga a mi pulgar a rozar su mejilla.
Pone una cara que no puedo leer. "No..."
"Entonces deja de retorcerte". Mis movimientos son enérgicos y clínicos. Cuando termino,
suelto la mano (y desnudo los dientes cuando mi mano sólo responde a mi orden después de
mucha reticencia a abandonar su piel) y doy un paso atrás.
Isla se queda clavada en el sitio, haciendo una mueca.
Le doy un empujoncito con la punta del dedo. "Muévete".
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Isla baja lentamente el hombro, lo gira sacando el brazo y manipulando sus músculos.
Suelta un suspiro con fuerza y me lanza una mirada irónica. "No te lo tomes a mal..."
Frunzo el ceño. "Un simple gracias sería suficiente".
La mirada de Isla recorre mi rostro y se ríe. "Lo siento. Te lo agradezco".
"Entonces, ¿para qué me preparas con una advertencia como esa?".
Sus párpados bajan a media asta y sus labios se curvan más.
Esto tiene un efecto extraño en mi sección media. Y en la zona de abajo.
"De donde yo vengo..."
Resoplo, y el humo escapa de mi nariz y mi boca. "Oh, esto va a ser fascinante".
"DE DONDE VENGO", repite Isla, hablando por encima de mí. "Nuestros bálsamos están
limpios. Y tu marca abrasiva de sarcasmo me hace sentir un poco de pelusilla".
...¿Un poco de pelusilla? Sacudo los cuernos con impaciencia y levanto el frasco. "Está
alojado en vidrio y sellado con un tapón no poroso. ¿Cuánto de limpio lo necesitas?" Lo dejo
en la puerta de la herrería, tan lejos como cualquier otra cosa, pensando que lo usaré con
ella al final del turno para aliviar sus músculos durante la noche.
"Nuestros bálsamos no tienen saliva", añade, como si esto fuera importante.
Mi cola golpea el suelo, agitada, y periféricamente me pregunto por qué no le he gritado que
vuelva a recoger piedras. Por las miradas que nos lanzan los demás, supongo que se
preguntan lo mismo. Sin embargo, sabiamente, ninguno de ellos se queja. De hecho,
algunos parecen muy contentos por algo. Tal vez estén deseando que ataque verbalmente a
Isla por su holgazanería, aunque sus caras no parezcan maliciosas. Por otra parte, la
mayoría de los observadores son humanas. Quizás simplemente no puedo leerlas tan bien
como creo.
Como si Isla pudiera leer la dirección de mis pensamientos, se aleja para levantar una roca.
La sigo mientras comienza a caminar hacia el carro más cercano, y me inclino para recoger
una roca mientras me pongo a su lado. "¿Insinúas que mi saliva no está limpia?"
La cabeza de Isla se inclina, y recibo un destello de sus ojos antes de que vuelva a mirar
hacia delante y se levante para depositar su roca sobre el costado del carro. "Bueno..."
Cuando se gira para buscar otra piedra, la cojo por la manga, la que cubre su brazo al que
le administré mi saliva. "¿Bueno qué?"
"Bash, es un escupitajo".
"Sí"
"Nadie quiere que le escupan".
Frunzo el ceño. Hago un gesto a todos los que nos rodean. "¿Quién podría hacer esta
reclamación? ¿Y qué diferencia hace la aplicación?"
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"¿La aplicación?"
Lanzo una mano para indicar a los Rakhii cercanos; todos acoplados, todos con su
compañera humana tan cerca de su lado como puedan mantenerla y seguir permitiéndole
la libertad de moverse y trabajar. "He visto a los machos lamer a las humanas todos los
días". Hago un gesto hacia otras humanas, los que no están emparejados con Rakhii.
"Diablos, escupo a estas humanas todos los días".
Isla hace una mueca, pero su cabeza está lo suficientemente inclinada como para que no
pueda leer su expresión. Enrosco un trozo de mi cola alrededor de ella desde la frente hasta
la coronilla e inclino su cara hacia arriba lo suficiente como para poder leerla. Sólo registro
una mirada momentánea antes de que muestre que está sorprendida por mi acción. "Ayer
también te escupí", le digo. Luego la suelto.
Parpadea y me mira. "Está bien, no lo había pensado así. Supongo que la hierba masticada
y el escupitajo me asustaron. De donde yo vengo, eso es el contenido de una escupidera. Y
eso es ir demasiado lejos, para mí. Es raro, lo sé".
Resoplo hacia ella, el humo se desplaza hacia su cara. Una sonrisa curva sus labios
mientras lo aleja.
"Gracias por el masaje", me dice, sonando sincera. Al menos al principio, con esas palabras.
Algo totalmente diferente entra en su voz cuando añade: "aunque estuvieras súper orgulloso
de haber terminado rápido".
Entrecierro los ojos, sintiendo que me está tomando el pelo. También siento que me está
halagando, comentando la habilidad de mis manos. Es patético, cómo se me hincha el
corazón con su simple elogio. "Hnrrr", le gruño.
Las orejas de Rakhii más cercanas a nosotros giran, al igual que las cabezas de los hobs;
oyen la advertencia en el sonido.
Los oídos de Isla también detectan la advertencia con la misma facilidad. Pero en lugar de
preocuparse, se ríe.
Es un sonido tan agradable que mis púas y espinas caen. Mis defensas bajan literalmente,
derrotadas por el sonido de la risa de una hembra.
Al darme cuenta, escupo fuego...
(A un lado de mí, no a Isla. Chamusco a un hob por error, haciéndole sisear).
-y abandono su zona. No soy demasiado orgulloso para admitir que estoy huyendo. El
Creador me salva de la indignidad, pero yo huyo de una teveking humana.
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Capítulo 8
BASH
Cruzo hacia el lado opuesto de la zona de recogida de rocas, obligándome a ser paciente
hoy con las humanas que se arremolinan alrededor de mis piernas como si no supieran que
al agolparme me dan ganas de atravesarlas en estampida. Cuando pierdo la paciencia,
alargo mi cola y la enrosco alrededor de un grupo de cinco o más cuerpos, arrastrándolos
hacia un lado. Una vez que están con los ojos bien abiertos y acurrucadas donde yo quiero,
suelto mi cola y la enrosco en la otra dirección, capturando a las humanas que por fin se
dan cuenta de que deben apartarse del camino, pero siguen siendo demasiado lentas. Les
ayudo con fuerza en el empeño y luego avanzo a zancadas por el camino despejado. A este
paso, voy a tener que empezar a llevar un spray antiemparejamiento en una funda. Escupo
la cola y la arrastro por el pantalón para limpiarla del contacto humano. Es un largo paseo
en el que tengo que ignorar a muchas, muchas humanas mientras me saludan con
vacilación y me llaman por mi nombre. Algunas de las nuevas están descontentas con la
tarea que se les ha asignado para el día. Quieren apelar a mí, hacer que cambie esto o
aquello. Como verdaderas princesas, todas y cada una de ellas piensan que deben tener
plena capacidad de decisión sobre lo que hacen y a dónde van.
Finalmente, llego a la zona felizmente tranquila y poco transitada donde se encuentra mi
trono. Hecho de losas de piedra que sobresalen de una tarima de piedra tallada, su parte
trasera casi colinda con la pared lisa de la cantera. A lo largo de la parte superior del trono,
los utensilios para romper la piedra y la herrería están atados de pie. Al verlo, uno recibe
la impresión de un asiento afilado, peligroso y vagamente parecido al de un rey. El trono
fue montado como una broma por un puñado de hobs y Rakhii que han trabajado para mí
por solares. Nos reímos mucho con él; nos reímos y nos reímos y luego dejaron de reírse
cuando lo reclamé.
Estoy a punto de depositar la bolsa del almuerzo en su asiento cuando mi paso se
interrumpe, y los dedos de mis pies hacen un ruido de chirrido contra el suelo cuando me
detengo bruscamente. Porque detrás de mi silla hay extraños símbolos rayados en la pared
de la cuenca del cañón.
Me acerco rápidamente a la zona y rozo con un dedo una de las marcas. El polvo se levanta
un poco, pero la marca fue hecha con un fragmento de piedra; está cortada en la propia
pared. No es profunda, pero sí lo suficiente como para que la lluvia no la borre.
Giro lentamente, estirando los dedos de los pies mientras doy pasos medidos y acechantes
hacia la humana más cercana. Cuando cierro los dedos alrededor de su codo, grita como si
le hubiera lanzado una bocanada de fuego. Esto hace que una flota de hobs salte por los
aires, todos empeñados en intervenir, así que la arrastro conmigo y mantengo un rápido
ritmo. Balbucea demasiado rápido para que mi traductor pueda captar todas sus palabras,
pero parecen ser más o menos lo que uno esperaría de una humana. "Por favor, no me
mates", "¡lo sieeeento!" y apelaciones al gran Creador para que la salve. Cuando llegamos a
la pared rocosa arañada, señalo físicamente a la hembra aterrorizada para que esté de cara
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La expresión de Isla casi se vuelve vacilante. Por sus palabras, veo que su pausa preocupada
es una mentira. "No puedo creer que hayas agarrado a esa chica por el pelo. ¿Se encuentra
bien, Dr. Jekyll?" Finge una mueca de dolor, con la nariz arrugada. "¿O es Mr. Hyde ahora
mismo?"
Doy una fuerte inclinación de mis cuernos en dirección a la humana liberada. "¿Te parece
que está herida?"
Isla me mira, lanzándome una ligera mirada de decepción que siento como una puñalada
de cuerno en las tripas. "Está totalmente asustada".
"Eso no es lo que he preguntado. Además, no puedo controlar las emociones de los demás".
"Claro, ¿pero tienes que agarrarla por el pelo? Podrías ser un poco más amable", me
reprende.
Mis fosas nasales se agitan. El humo me quema la garganta, y aprieto los dientes,
exhalándolo por debajo de los labios. "Esto es mi 'siendo amable'".
Isla baja la nariz y amplía los ojos significativamente. "Quiiizá haya que trabajar en eso".
Luego extiende su brazo pequeño, haciendo un gesto. "Guíame, Gruñón".
Me muevo para llevarla a mi silla y ella trota para seguirme. No me sorprende en absoluto
que charle durante todo el camino. "En serio. Hace un minuto estabas bien. ¿Por qué te
has enfadado?" Me mira con astucia. "¿Has desayunado? No lo has hecho, ¿verdad? Creo
que tal vez haya una correlación".
Disminuyo el paso y la miro con el ceño fruncido. "No estoy disgustado".
Su flequillo parece levantarse mientras hace un espectáculo de inclinación de la cabeza y
levanta sus cejas en lo alto, en lo alto, en su frente de aspecto suave y sin escamas. "Lo que
tú digas, buddy".
Buddy. Mi traductor suministra: amigo.
Mi pecho se llena de calor, como si me hubiera tragado mi propio fuego.
Los hobs caen repentinamente al suelo a nuestro alrededor como el rebaño de guardias de
una princesa. Estoy seguro de que desearían ser los guardias de Isla, o de cualquier mujer.
Pertenecer a un servicio es el mayor deseo de un hob. Se mueven para flanquearnos,
rodeándome en caso de que necesiten atraparme y retenerme, y rodeando a Isla para
apartarla de mí si se sienten amenazados.
En una reacción opuesta, mi cola se extiende y envuelve el vientre de Isla y la empuja contra
mi costado.
Los hobs chocan unos sobre otros, y todos los ojos se giran al verme agarrar a una humana
tan de cerca. Les ignoro y arrastro a una Isla divertida, pero ligeramente alarmada, a mi
lado.
Cuando llegamos a la pared, la arrastro hasta la cara de la misma. "¿Qué dice esto en
inglés?" le pregunto. Inhalo profundamente, con la intención de rugir un poco, con la
intención de descargar algo de frustración... pero me congelo. En el momento en que su
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olor me cubre la nariz, las protuberancias de mi lengua se hinchan. Su textura se hace más
perceptible. No es lo suficientemente áspera como para raspar el paladar, pero cada
protuberancia pica para ser enterrada en una sustancia muy particular.
De una mujer muy concreta.
Mis garras quieren clavarse en la ropa de Isla, sujetarla para darse un festín. Sólo con
imaginarlo soy incapaz de atemperar un gruñido sugestivo.
Isla tuerce el cuello y levanta la mirada hacia mí, abriendo más el ojo más cercano que el
otro. "¿Se me permite retroceder para poder ver lo que dice?"
Lo considero. Mis escamas se elevan con mi siguiente olida. Cítrico de Isla. Entonces relajo
mi cola, dejándola caer desde su cintura.
Al pasar por encima del montón de escamas, cuchillas y músculos prensiles enroscados,
ella retrocede unos pasos desde la inscripción de la pared, y sus ojos se mueven de izquierda
a derecha. Luego sonríe.
"¿Qué?" refunfuño en voz baja.
Me lanza una mirada muy divertida antes de morderse el labio. "Oh, No-Gruñón, esto te va
a encantar".
"Me va a encantar".
"Dice: 'Estad alerta... Los sentimientos pueden salir heridos. Días sin hacer llorar a alguien:
1".
Desconcertado, hago una mueca. "¿Qué tonterías dice? ¿Es una especie de acertijo?".
Los dos labios rosados de Isla desaparecen. Se los ha metido en la boca.
La visión hace que parte de mí se hinche incómodamente.
Me sacudo. "Habla, Isla".
Hace un gesto con la mano ante las palabras. "Es como un contador de lesiones". Ante mi
mirada de incomprensión, me explica: "En las obras de la Tierra, es habitual tener estos
contadores que suman los días sin lesiones. Actúan como recordatorios para tener cuidado,
y como incentivo porque a todo el mundo le gusta conseguir una puntuación alta, y los
accidentes significan que se pierde tiempo de trabajo"
"Hnh", gruño. "Puedo ver la sabiduría". Entonces mis ojos se convierten en rendijas,
moviéndose sobre los caracteres ajenos rayados en mi cantera. "¿Alguien compara el daño
corporal con las lágrimas?"
"Uhh..." Isla comienza.
Mi cola cruje contra el suelo. "El daño emocional frente al físico no se parece en nada.
Quizás alguien necesite una demostración de la diferencia".
"¡Oye, Bash!", me llama una voz, pero sé que esta vez es Gracie. Estoy gruñendo antes de
darme la vuelta. Técnicamente estoy gruñendo antes de que ella termine de dirigirse a mí.
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Voy a ir a mi pira escuchando su voz. Ella es como un ácaro del oído que ninguna cantidad
de mitigante ahogará. Es una intrépida, desagradable y persistente portavoz de todas estas
molestas intrusas extranjeras.
"¿Qué pasa ahora?" Gruño en señal de advertencia, mis músculos se hinchan mientras me
vuelvo hacia ella. Muestro mis colmillos. "¿Tú has hecho esto?" Clavo una garra en la pared
de mi cañón.
"¡Oh, Dios salve a la Reina! Reclamo la silla", gime Gracie, casi contoneándose hacia mi
trono.
Golpeo mi cola frente a ella, las cuchillas se hunden en la piedra. "No. Tocar. Mi silla".
Sin inmutarse -por desgracia, literal y figuradamente sin inmutarse- levanta las manos,
imperturbable. "No toques el gran ladrillo Lay-Z-Boy, ni siquiera para la mujer embarazada,
fuente de simpatía, tú".
"Estaba pensando que parecía más trono de espada de los siete reinos", admite Isla.
Gracie chasquea los dedos. "Eso es lo que es, y joder, probablemente ya nos hemos perdido
el final de ese programa. Nunca sabremos quién se queda con el trono".
"Tyrion, evidentemente", dice Isla, por todos los mundos pareciendo que está fingiendo que
se ha alterado.
"No, tiene que ser la chica Danni. Tiene Dragones".
Las dos me miran.
Isla susurra: "Los dragones pueden ser bastante intimidantes".
La expresión de Gracie se agudiza con respecto a Isla, y sus ojos, su sonrisa y sus modales
se vuelven astutos. "Pero tú no te sientes intimidada, ¿verdad?".
El humo se enrosca frente a mi visión mientras exhalo por las fosas nasales. "Sólo te voy a
ordenar una vez que me digas quién se atrevió a hacer esto. Si no lo sabes o si no respondes,
entonces voy a sacarle la verdad a las otras humanas".
Isla levanta la mano. "¿Y si no lo saben?"
"Entonces habré sacudido a muchas humanas".
Gracie lanza un fuerte suspiro y se frota la parte baja de la espalda como si le doliera.
"Krispy Kremes en muletas, los Rakhii son muy agresivos". Me mira fijamente. "¿A quién le
importa quién lo hizo? No duele nada". Pasa junto a mí y se acerca a la pared, deja caer su
mirada al suelo, buscando, y finalmente selecciona una roca del tamaño de una mano, que
recupera con mucho murmullo y alguna muestra de incomodidad cuando se agacha. La
prueba, descubre que hace la misma marca de piedra sobre piedra que hizo la inscripción,
y añade dos líneas horizontales y una vertical al último carácter de la cadena de texto
alienígena.
Mi mirada echando chispas debería prenderla. "¿Qué acabas de escribir?"
Ella deja caer la piedra, quitándose el polvo de las manos. "Lo he cambiado a cero".
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"¿Estaría esa condición entera y aún sin romper?" Inclino mis cuernos. "Sí".
"Estoy embarazada", dice Gracie, como si me informara de algo que no sé.
"Una hembra aún puede parir si sus brazos y piernas están aplastados. Y tú, hembra",
advierto, la voz empieza a vibrar con mi irritación, "estás a punto de descubrir cómo".
Isla me sorprende poniendo su mano en mi hombro lo más alto que puede alcanzar. "Tienes
que intentar ser más amable, Bash. Hazme un favor y no hagas nada: enseguida vuelvo.
Creo que sé algo que puede ayudar".
∗∗∗∗∗∗∗
Cuando vuelve, me ha traído una pequeña golosina horneada que las humanas llaman
galleta, que no parece más que una golosina Narwari con forma de disco en la que se han
cocido tres escarabajos de espalda negra, y dos bebidas en tazas de arcilla. Primero me
obliga a probar la golosina y, aunque me resisto, gruño aceptando que es
sorprendentemente decente. No lo digo, pero supongo que incluso está bueno. Me lo acabo
en dos bocados. Entonces Isla se concentra en conseguir que coja la taza que ha traído
expresamente para mí. A las humanas les gustan las tazas. No van a ninguna parte sin
ellas y están constantemente apretando la boca contra el borde de la taza, sorbiendo
eternamente su líquido vital lleno de nutrientes. Por las mañanas, casi no se puede
encontrar a una humana que no tenga una taza así pegada a la mano. Los hobs preparan
mesas específicamente para que las mujeres coloquen sus recipientes para beber,
guardados boca abajo para evitar el polvo de las rocas.
Y ante mí, con un aspecto sumamente genuino, está Isla, que me tiende una de esas tazas.
"¡Toma! Tengo la sensación de que probablemente haría falta una caja de José Cuervo para
que te aflojes, pero aun así, tienes que probar esto. El café es mágico. Quizá un golpe de
cafeína te haga cosas increíbles". Luego, para sí misma, murmura: "O eso, o serás capaz de
matarnos a todas hiper rápido..."
"De todos modos, podría lograrlo. Sin una bebida estimulante". Frunciendo el ceño ante el
oscuro y dudoso líquido, inhalo. El rico y terroso aroma es familiar, y sorprendentemente
agradable. Por supuesto, soy consciente de la necesaria adicción que las humanas tienen a
esta bebida, y como he dicho, he visto pruebas de lo mismo. Nos dicen que los humanos
necesitan los nutrientes que les proporciona esta bebida -java, joe, ácido de batería, su
droga líquida tiene muchos nombres-, pero como Rakhii, no dependo de nada de eso, y me
resisto a adquirir una adicción a una bebida. Me resisto a crear una adicción a cualquier
cosa.
Desplazo mi mirada hacia Isla.
Y por alguna razón -quizás sea la mirada tan esperanzadora de sus ojos luminosos- me
encuentro dando un largo trago al café, simplemente porque una parte de mí quiere...
complacerla.
Frunzo el ceño. Y no sólo por el interés de mi sistema en complacer a Isla. Es por esta
escoria de "bebida".
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"Oh, mi teveking Creador", hago una mueca. "Isla, no. ¿Por qué te apetece este miserable
brebaje?"
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 9
ISLA
"¿No te gusta?" Digo con incredulidad.
"Claro que no le gusta", murmura una chica llamada Mandi. "No es la sangre de las mujeres
que lloran".
Bash debe tener orejas de murciélago. Se agudizan y él le chasquea los dedos. "Yo me
bebería eso".
Todas las mujeres de los alrededores se apartan.
"¿De verdad no te gusta el café?" No puedo evitar repetirlo. "¿Y 'miserable'? ¿De verdad?
Huh. Tal vez tu miserable es mi impresionante".
"Hm", gruñe Bash. Luego da la vuelta a su taza como si contuviera veneno, y la tira.
"¡Oye!", grito, sorprendida.
Coge mi propia taza justo de donde mi corto brazo la sujeta y procede a volcarla también,
vertiendo el café en el suelo.
"Acabas de..." Miro al suelo, a los patrones de estrías rojizas y púrpuras de la roca (que es
el aspecto normal de la roca aquí, y es genial) que ahora se han vuelto de color sepia-
púrpura oscuro por el café. "¡Acabas de desperdiciar el café!" Y el azúcar. Y la crema.
"Ya era un desperdicio. Tenía un sabor asqueroso. Me horrorizo en nombre del agua de que
la hayas manchado con esa bazofia".
Algo no agradable se arremolina dentro de mí. La repugnancia por el puro descuido, el puro
desperdicio de una bebida preciosa es parte de ello. Y no lo pienso sólo porque sea café,
aunque este producto sea precioso. Pero es más que eso. Que Bash tire la bebida delante
de mí... bueno, se siente como un rechazo. No tiene que gustarle la bebida, pero tampoco
tiene que ser grosero al respecto. "No la tiras sin más. Me la habría bebido -lo tuyo Y lo mío-
". Mis ojos se calientan. Mi mirada se dirige a su ceño que se derrite rápidamente. "Maldita
sea, Bash, eso no ha estado bien". Extiendo la mano. "Y no es como si pudiéramos correr a
la tienda a comprar más. Supongo que tu gente cogió un montón de la Tierra cuando la
visitaron, pero sigue siendo finita. Está racionado hasta que podamos obtener una cosecha
decente aquí en este planeta. La gente -tanto la tuya como la mía- se desviven por cultivar
este material para nosotras. Porque saben lo mucho que significa para nosotros y se
preocupan". Intento clavarle con una mirada. "¿Aprecias el trabajo duro y el no desperdiciar
tiempo y suministros? Bueno, eso..." apunto con el dedo en la dirección en la que ha tirado
nuestra bebida: "Se necesita mucho tiempo y un trabajo agotador para plantar, cosechar y
procesar. Aquí, eso vale más que el oro".
No me imagino que la expresión normalmente altiva de Bash se haya convertido en algo
menos desaprobador y dominante. Que se ha suavizado en algo más... quizás contrito.
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Ya que estoy compartiendo, comparto una última cosa. "Y que lo hayas tirado fue como si
hubieras tirado un regalo. Has herido mis sentimientos".
Algo aparece en su expresión, demasiado rápido para estar segura. Pero creo que es al
menos un poco de arrepentimiento.
Cuando él no dice nada, niego con la cabeza hacia él, me doy la vuelta y me alejo.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 10
BASH
Isla gira sobre sus talones, abandonándome tras sus palabras.
Todo el mundo se apresura con extraordinaria prontitud a huir de la senda de la guerra
que he creado después. Pronto, todo el mundo se aplica con diligencia al trabajo. Está todo
muy tranquilo después de que termino de bramar hasta que dejar marcas carbonizadas en
el suelo de piedra por soplar fuego mientras gritaba a las hembras, a los Rakhii y a los hobs.
Casi valdría la pena la interrupción de cada mañana si eso significara una paz como esta
para el resto del turno.
Sin embargo, soy infeliz. Lamento haber ofendido a Isla.
Cuando volvemos a trabajar uno frente al otro, le gruño, pero no se apresura a unirse a mí.
No, me fulmina con la mirada. Me fulmina con la mirada todo el día.
Y, lo admito, con razón. La he agraviado.
Su cólera caliente es mejor que la fría y castigadora represión de una Gryfala.
Cuando le muestro la punta de mi cola, no se acerca. Cuando le devuelvo la mirada, hace
gala de estar muy involucrada en su trabajo. No tanto como para no enviarme miradas que
hablan de algunas torturas a las que desea someterme, pero de todos modos, hace gala de
recoger y recolectar la piedra de forma estudiosa. En lugar de unirse a mí, trabaja sola y
mantiene el silencio más ruidoso al que me he visto sometido en toda mi vida.
Me mantengo a varios metros de ella y le dejo espacio para que se cocine a fuego lento. Pero
me mantengo en su órbita. Incluso enojada conmigo, sigue siendo extrañamente agradable.
Cuando levanto un pico y lo hago caer sobre la roca, siento su mirada como garras que
recorren mi espalda. La anhelo, aunque no debería.
Una parte de mí quiere acercarse a ella y ordenarle que me perdone. Pero también deseo
mantener mis oídos. Me recuerda a una hembra Rakhii, y si estoy en lo cierto, si soy tan
tonto como para acorralarla y obligarla a interactuar conmigo, soltará una furia que me
dejará sordo. Así que mantengo la distancia, incluso cuando eso significa que la veo de
vuelta al final de la jornada laboral sin que me llame por mi nombre y se despida con
entusiasmo.
"¡ISLA!" grito.
Casi todas las humanas se tiran al suelo. (Ya sea por mi inesperado grito, por su gran
volumen o por el hecho de que han percibido la acumulación de tensión durante todo el día
y mi grito les ha roto los nervios). La trayectoria visual de Isla me queda clara cuando se da
la vuelta y me clava una mirada asesina.
El desafío que contiene hace que se me encienda la sangre. El deseo de responder a su
desafío persiguiéndola es fuerte, pero me abstengo. En su lugar, alzo la mano hacia ella y
la despido con ella.
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Capítulo 11
BASH
(Contador de llanto: 0)
A la mañana siguiente, me sitúo en la estación de café, asustando a las demás humanas
que normalmente se reúnen aquí. No es mi intención asustarlas, pero lo consigo
igualmente. Todas me miran con miedo, como si fuera un depredador que se ha metido en
su pozo de agua. Ninguna de ellas está lo suficientemente sedienta como para probar si voy
a morder.
Les hago un gesto para que se acerquen. "Coged vuestros cafés". Aprendí a las primeras de
cambio que lo que los hobs decían de estas criaturas es cierto: las humanas necesitan el
café para sobrevivir. El primer turno de mañana, cuando apresuré a la manada a trabajar
sin dejarles café, demostró que eran totalmente inútiles. El lote de ellas no era mejor que
cadáveres apenas revividos por la brujería. Se pasaron la tarde arremetiendo unas contra
otras como bestias agotadas, el resto del tiempo estaban en un estado de fuga, así que
resolvimos el problema instalando una estación de café. Beben en cuanto ponen un pie
aquí, respiran vida y se pelean menos con su infusión diaria de granos mágicos necesarios.
Sin embargo, ninguna se mueve por su bebida. Frunzo el ceño. "¿He tartamudeado?"
"No te ofendas", dice una humana con los ojos muy abiertos -Mandi, se llama-, "pero
ninguno de nosotros quiere morir hoy". Luego se inclina alrededor de los demás,
evidentemente buscando a su macho, el que Gracie llama "el gatito de Mandi", y me
sorprende que no esté a su lado. Aparentemente, ella también está sorprendida. Lo busca
ansiosamente a su alrededor.
"¿Dónde está la líder de tu manada?" Le pregunto. Gracie va a buscar a su gente para beber.
Sí, soy consciente de que podría moverme y seguramente lograrán beber, pero quiero estar
aquí en el momento en que llegue Isla. Es importante que me vea enseguida, que reconozca
que estoy haciendo un esfuerzo de desagravio. Tengo miedo de que si me alejo la eche de
menos y se sirva ella misma. Mi gesto significará menos entonces, y habré metido la pata
con ella. Le debo a los dos hacer las cosas bien.
"'¿Líder de la manada?" Mandi murmura con incredulidad.
Mi mirada se dirige a ella.
Sus ojos se abren de par en par y grita: "¡GRACIEEE!".
"No temáis, vuestra reina está aquí", responde Gracie. Está bajando los escalones de la
cantera casi con pesadez. Siento que mis cejas se hunden con preocupación. Se ha vuelto
pesada con el cachorro; ha llegado el momento en que realmente no puede trabajar en la
cantera. Desgraciadamente, esto significa que voy a tener que discutir con ella, ya que no
cabe duda de que cada discusión se convierte en una batalla verbal con esta humana. Si
tengo suerte, su compañero estará de acuerdo conmigo en que su estado se ha vuelto
inseguro, y con más suerte, le hará caso.
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Ella quiere que los trabajadores estén dispuestos a trabajar aquí tanto como yo, tal vez la
única cosa en la que nos hemos puesto de acuerdo fácilmente.
Infernofire. Si envío a Gracie lejos, no estará aquí para vigilar a su gente. Pero no puedo
permitir que pierda su camada aquí porque se caiga y se lastime.
"... Esos son míos", continúa Gracie apasionadamente. "Mi idea, mi visión, mi bebé", explica.
"Quiero estar aquí para ver cómo sucede todo".
"Puedo entender el deseo, el motivo por el que te sientes así", empiezo, y veo cómo la
sorpresa tiñe su cara por segunda vez esta mañana, "pero si te haces daño a ti misma o a
tu retoño...".
"No lo haré".
"Eso no lo puedes saber", le digo con dureza. "Puede llegar un momento en que no puedas
evitar una caída. Sé razonable".
Pero pedirle a una humana que sea razonable es como pedirle a un árbol que se desarraigue
y baile. Totalmente imposible.
"¡No estás siendo razonable!", argumenta ella.
Rápidamente, unas alas negras y azules forman muros alrededor de Gracie. El momento
antes de que hagan contacto y la envuelvan, Gracie las ve y ante la sola visión...
Se relaja. El mero hecho de saber que su macho está aquí, a su espalda, tiene un efecto
calmante instantáneo en ella.
Es un fenómeno potente de presenciar. Viejos deseos se agitan en mi interior, y por primera
vez en mucho tiempo, no me castigo por tenerlos. Incluso... considero a una mujer en
particular. Imagina cómo sería si compartiéramos este tipo de vínculo.
A la afición de Gracie, la llamo "Dohrein". Cuando retira su atención de su compañera y se
concentra en mí, le advierto: "Se va a caer por esos escalones si sigue utilizándolos".
Gracie casi habla por encima de mí. "¡Utilizaré la rampa!" Se retuerce para hacer contacto
visual con su macho, tratando de argumentar su caso.
Me lamo un colmillo. "Eso no es suficiente".
Los dos se miran como si pudieran leer la mente. Finalmente, Dohrein se encuentra con mi
mirada y dice: "Ella utilizará la rampa. Y", añade con firmeza, usando las garras de su ala
para agarrar las manos de su compañera, "no hará más que observar".
Gracie suspira pero no discute.
Estoy impresionado.
También estoy dispuesta a ceder, hasta cierto punto. Ensarté a Gracie con una mirada.
"Estás aquí para observar sólo mientras seas capaz de hacerlo con seguridad. Si te
tropiezas..."
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Mientras hago esto, Isla camina a mi lado. Isla todavía me coge de la mano.
Un olor extraño, mantecoso y salado llega a mis fosas nasales y me pongo rígido. Giro la
cabeza y confirmo mi sospecha: Gracie y Dohrein están compartiendo un tentempié que las
humanas llaman palomitas de maíz, y ambos lo están masticando, con los ojos muy abiertos
e interesados en mí y en Isla.
El regocijo es evidente en sus rostros cuando su mirada se fija en nuestras manos.
Mis espinas dorsales chocan entre sí.
Isla levanta la cabeza. Entonces mira a mi alrededor y encuentra a su líder humana. En
lugar de estar irritada o molesta por ser observada, parece totalmente imperturbable. Al
menos hasta que levanta la vista y ve la expresión que se ha dibujado en mi cara. Frunce
el ceño. "¿Problemas?"
No de forma grosera, pero tampoco disculpándome, me libero de donde sus dedos agarran
los míos.
Me doy la vuelta y me alejo.
Hay un largo y pesado momento de puro silencio. Entonces Isla grita lo suficientemente
alto como para que suene el cañón. "¡NO TENGO PIOJOS, IDIOTA!"
Lentamente, vuelvo sobre mis pasos, regresando a donde había estado con ella. Mis oídos
se agudizan y sale humo de mis fosas nasales. "Repite eso".
Justo detrás de Isla, las humanas se apresuran a coger sus cafés. Ante mi irritación, están
desesperadas por terminar de llenar sus tazas y recipientes para que no comience una
matanza. El Creador no permite que convierta su estación de café en un matadero antes de
que puedan sorber su agua contaminada. Maldiciones suaves y susurros apresurados
llenan mis oídos, pero Isla no vacila en dirigirme su mirada desafiante. Golpeo el suelo con
las palas de mi cola, impacientándome. "Repite lo que has dicho".
Isla cruza su brazo sobre el pecho, todavía agarrando su café, y dobla su brazo corto bajo
el otro, metiéndolo con práctica bajo su pecho.
Mi mirada pierde algo de intensidad. Apenas puedo mirarla cuando sus pechos están en mi
campo de atención como lo están. Se está tocando.
Isla chasquea los dedos bajo su pecho, y mis ojos cambian obedientemente para centrarse
firmemente en este pecho. "He dicho que no tengo piojos", repite. Suena... divertida.
Levanto los ojos de su pecho para encontrarme con su mirada chispeante. "¿Y qué más has
dicho? La segunda parte".
Los labios de Isla se afinan. "Eres un idiota".
Al igual que la primera vez, mi traductor me proporciona una imagen de una cosa... de color
rosa dolorosamente brillante. Tiene un pico en forma de cuchara por boca, ojos redondos
de cuentas, patas con garras y... aletas con espinas en los talones. No estoy seguro de lo
que es o lo que se supone que es. No soy capaz de determinar cuál es la conexión entre esta
criatura alienígena y yo. "¿Por qué me llamas así? ¿Qué es un imbécil?"
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 12
ISLA
(Contador de llanto: Nadie ha llorado hoy… todavía)
"Isla", me llama Bash desde detrás de mí.
Me mantengo de espaldas a él. "No quiero hablar contigo".
El humo pasa junto a mí, y sé que es porque Bash ha exhalado una de sus humeantes
respiraciones Rakhii. "¿Es el que quieras escuchar un requisito previo para oír órdenes?
Como parece que no lo sabes, te informaré que no lo es. Ahora ven aquí".
"No".
"Isla", advierte Bash, su tono se vuelve más acerado. "Yo soy el amo aquí..."
Gimoteo y dejo caer la cabeza sobre mis hombros. "¡Estás en un viaje de poder con eso!"
Bash se mueve de manera que me apiña, su calor es una pared intimidante en mi columna,
lo que significa que nuestros ojos se conectan porque él está mirando hacia mi rostro. Está
todo ceñudo, por supuesto. “Quiero que me sigas y hagas lo que te digo”, me informa. Luego,
su mirada revolotea alrededor de mi cara antes de tomar un respiro tan grande que hace
que las escamas que puedo ver por encima del cuello de su camisa se abran más a medida
que su pecho y garganta se expanden. "Por favor"
"Antes, no querías ni que te tocara la mano. Me sacudiste como si fuera un insecto, así
que", me doy la vuelta, retrocediendo un paso y mirando fijamente sus manos. "Me
sorprende que quieras que esté contigo".
La cabeza de Bash se inclina ligeramente, como si estuviera procesando información.
"¿Tomar mi mano en la tuya fue un toque ocioso para ti?"
"Es una cosa de amigos. Los amigos pueden tomarse de la mano", le informo de algo que
ya debería saber. "¿Son los alienígenas realmente tan diferentes con esto?"
Bash me mira fijamente. "Aquí, un macho toma la mano de una hembra para mostrar
interés, para reclamar, para reconfortar, para crear un vínculo".
"Bueno, nosotros -y con 'nosotros' me refiero a los humanos- también podemos significar
todo eso".
"Pero tú no lo hiciste", reprende Bash en voz baja, y empiezo a tener la sensación de que no
fui la única que se sintió ligeramente herida cuando le cogí la mano. Es decir, me rechazó
dejando de lado nuestra conexión, pero ahora pienso que pensó que tenía una razón. Dejó
caer mi mano como reacción a sus sentimientos heridos.
Es una revelación para mí.
Continúa hablando, casi explicando, creo, e incluso se las arregla para lanzar otra orden.
"Cuando tomaste mi mano, no fue un toque ocioso para mí. No tienes intención de
convertirte en mi pareja. No juegues conmigo".
"Puede ser un gesto amistoso, de donde yo vengo. Y Bash, me gustaría ser tu amiga".
"Amiga", repite, con cuidado. Observa nuestro entorno y aprieta los dientes. "Ven conmigo",
vuelve a ordenar.
Cuando no me lanzo inmediatamente a seguirle, inclina los cuernos hacia mí como si
alguien se encogiera de hombros y dijera: "De acuerdo entonces". Se gira, se acerca a la
mujer más cercana a mí y la coge del brazo. "Tú lo harás. Eres casi del mismo tamaño".
Parece absolutamente aterrorizada. "¡Estaba trabajando! No he hecho nada malo".
"Todavía", le dice Bash. "Todavía no has hecho nada malo". El humo se enrosca frente a su
cara mientras él emite una lenta exhalación. "Y si empiezas tu llanto infernal, empiezo a
golpear a los hobs".
Tres hobs cercanos -todos cargados con enormes rocas- suspiran. Uno de ellos parece súper
preocupado. No por él mismo, sino por la pobre mujer que está en las garras de nuestro
furioso jefe alienígena.
"Espeeera", digo, resignado.
Bash se detiene, pero sólo gira la cabeza lo suficiente como para mirarme de reojo. "¿Vas a
seguirme esta vez?"
Me acerco corriendo a él y le doy un golpecito en los dedos donde sujeta a la mujer, que
parece muy asustada. "Suéltala".
La mirada verde imperial de Bash se clava en la mía. "Si la suelto y no me sigues, recogeré
otra".
"Iré contigo", murmuro. "Caramba, estás loco".
Abre la mano y la mujer no podría alejarse más rápido. Me envía una mirada preocupada
pero agradecida mientras se retira.
Con cautela, miro a Bash. "¿Por qué quieres que te siga?"
"Si pudiera decírtelo y acabar, no perdería el tiempo llevándote conmigo, ¿verdad?".
"Realmente eres un idiota".
Las orejas de Bash se vuelven locas por un momento antes de sacudirlas, y me hace gracia
la idea de que se le llene el cerebro de ornitorrincos rosas cada vez que oye la palabra
"idiota". Voy a decirla más a menudo, al azar, sólo para divertirme.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 13
ISLA
"Déjame ver tu mano".
De mala gana, todo cautela, le muestro a Bash mi mano. Había seguido al alienígena gruñón
hace un momento porque él me lo había dicho. Pensé que si me impedía hacer el trabajo,
debía ser importante. Me condujo a un pequeño montaje que se encuentra más o menos a
mitad de la cantera y que había visto pero aún no había investigado.
El edificio es menos que un cobertizo pero de estructura más permanente que una tienda;
supongo que es un puesto de herrero -el yunque es mi pista principal-. Se encuentra en la
parte trasera junto con el resto de lo que supongo que es una instalación de forja. Hay una
larga mesa de madera delante, alejada de las superficies calientes y de las herramientas
ennegrecidas, pero lo suficientemente cerca como para colocarla bajo el voladizo del edificio
para que dé sombra y, supongo, para que esté más protegida de la lluvia si llega a caer
aquí. Hasta ahora, todos los días han sido soleados y secos. Mis ojos se mueven por la
superficie de la mesa repleta de suministros, y tengo que preguntarme si Bash se vuelve
habilidoso con estas cosas. Evidentemente, no es el tipo al que se le ocurriría pedir que
visitara un Hobby Lobby, pero hay alguien en esta cantera que agradecería un viaje a esa
trampa de la adicción. Hay hebillas y conjuntos decorativos y todo tipo de utensilios para
estampar y apuñalar. Es como ver la mesa de operaciones de un serio cirujano de la moda.
Pero puede que Bash no tenga nada que ver con esto. Hay un hombre al que he visto
trabajar aquí, o más bien un aficionado. Está aquí ahora, lanzando ocasionalmente miradas
hacia nosotros mientras raspa algo con un cepillo de acero. Lleva unos largos guantes
marrones que le llegan hasta los codos y una bata de aspecto pesado, con más bolsillos que
algunas de las que llevan las mujeres para trabajar en la cantera. Pero nosotras trabajamos
con roca, no necesitamos bolsillos. Este tipo trabaja con muchas herramientas.
Herramientas que puede usar para meter cosas de metal bajo las llamas calientes.
Hago un gesto con el pulgar hacia el hob y miro a Bash. "Pensé que me habías dicho una
vez que los hobs no juegan con el fuego".
Bash me coge la mano por los dedos y acerca mis dígitos a su cara. "Dije que no les gusta.
Hay excepciones. Cyden es un excelente ejemplo".
Su aliento es cálido en mi piel, y me está tocando. No son sólo mariposas lo que experimento
en mi vientre; es un equipo olímpico de jugadoras de fútbol femenino, y están alucinando
por mí como si estuviéramos ganando el partido.
Dejo que me mire todo lo que quiera, sintiéndolo agarrar suavemente mi muñeca y articular
mi mano como si estuviera memorizando la forma especial de la mía y cómo se mueve. Mis
ojos siguen vagando, no mirándole fijamente, sino a nuestro alrededor, revisando la
pequeña choza y la mesa detrás de la cual nos hemos movido. Pernos de piel que, con
suerte, no son humanos (está bien, algunas de las pieles tienen escamas y otras tienen
plumas, por lo que no son auténticas pieles humanas; es solo que la mayoría son suaves
en ambos lados y en una variedad preocupante de tonos de piel. Pero Estoy absolutamente
segura de que nadie ha dejado la piel de Bash y de las mujeres curtiéndose) estén ordenados
uno encima del otro en una pila. Como ya me di cuenta, hay una gran cantidad de
herramientas sobre la superficie de la mesa, junto con, ahora veo, rollos y trozos de cuero
no humano. "¿De qué están hechas las pieles de tu mesa?" Pregunto, fingiendo total
indiferencia.
"No de los humanos, por desgracia". Los ojos se calientan hasta alcanzar un inquietante
color esmeralda, Bash lanza una mirada de pesadumbre a mis compañeras. "Un maldito
desperdicio".
"No somos sacos de cuero andantes", le informo.
"Algunas de vosotras tampoco sois sacos de cuero que funcionan", replica, y luego vuelve
la cara lo suficientemente lejos para no ensordecerme cuando brama: "¡TÚ! Sí, tú, con la
melena del color del vleip rancio; ¿estás aquí para pararte y coquetear?". Entrecierra los
ojos hasta que no son más que rendijas de irritabilidad brillantes de neón. "Así es", asiente,
respondiéndole cuando ella responde de manera negativa, y mi mirada está pegada a sus
labios, la forma en que sus escamas se mueven mientras sonríe. No es una sonrisa
agradable, técnicamente, y sin embargo, es extrañamente guapo cuando le envía una
sonrisa aterradora y sisea: "Muévete".
Mis ojos se dirigen a su cabeza de púas que, a diferencia del pelo, se levantan de una
manera relajada, un indicador de su estado de ánimo, esencialmente diciendo que ahora
que ha terminado de gritar a la humana que se había atrevido a hablar con un tipo en el
trabajo, está feliz de volver a sus asuntos.
"¿Has oído ya la historia de Ebenezer Scrooge 11?" le pregunto.
Con los ojos de un agradable tono de cáscaras de plátano sin madurar, la atención de Bash
se fija totalmente en mí. "No, no lo he hecho. Pero me gustaría escucharte contarlo".
Mi corazón late porque le gusta que Bash admita que puedo hacer algo que a él le gustaría.
La mirada de Bash vuelve a dirigirse a las mujeres que trabajan cerca. "Hablando de pieles
humanas, ¿esa de ahí?". Inclina la cabeza y mis ojos siguen la punta de su cuerno cuando
se mueve en dirección a una mujer llamada Tara. La he conocido; es agradable. Es la madre
de las gemelas más bonitas de la historia. "Ella sería una piel interesante. Una manada de
ellas con piel como la suya, y una persona podrían hacer artículos encantadores".
Miro fijamente al alienígena. "¡Qué vergüenza contigo! Ella es una persona".
La mirada de Bash vuelve a dirigirse a mí, con cara de asombro. "Ah". Me sorprende bajando
las orejas, y puede que sólo sea una pequeña, diminuta fracción, pero se agacha. "Mis
disculpas. No pretendo ofender; sólo que el patrón de su piel es interesante si uno la
considera en términos de productos de cuero".
11 https://cuentosparadormir.com/cuentos-clasicos/cuento-de-navidad
"Esa persona no es un producto de cuero; es la madre de dos bebés, y tiene pecas, al igual
que sus adorables bebés", explico, diciéndome a mí misma que no debería encontrar esto
gracioso, pero la vergüenza de Bash me hace sonreír contra mi voluntad. "Y si esto es lo
que piensas cuando nos ves, también te voy a contar una historia sobre una mujer llamada
Cruella. A ella también le gustaban las manchas y no terminó bien para ella. Creo que
necesitas esta historia".
Los ojos de Bash se dirigen a Tara, o mejor dicho, al Rakhii que tiene su cola alrededor de
Tara. "Cosechar a esa tampoco terminaría bien para mí. Sus compañeros son muy
protectores con ella".
"Imagínate". Le sacudo la cabeza.
Bash me echa una mirada, pero no me regaña. Está claro que aún se siente un poco
contrariado. Miro al herrero hob, que debe estar lo suficientemente cerca como para oírnos,
preguntándome qué piensa de que su jefe sea amable, por una vez, pero me desvío cuando
veo las alas del hob. Normalmente, las llevan de forma que las pequeñas garras en forma
de pulgar se sitúan por encima de sus hombros, pero en este momento, las garras de este
hob están tocando el suelo de la cantera; está extendiendo sus alas detrás de él como si
fueran manos firmes, con todos los huesos en forma de dedos extendidos para darle una
estabilidad absoluta. Un murciélago aferrado a la roca de la cueva. Está mirando fijamente
el metal en el que está trabajando, y lleva gafas protectoras mientras las llamas y las chispas
le salpican la cara. Está usando lo que parece un soplete.
Está soldando.
Le lanzo a Bash una mirada incrédula. "¿Por qué no hace un Rakhii la soldadura?" Le miro.
"¿Sabes soldar? ¿O vuestro fuego no es lo suficientemente caliente?"
Esto hace que Bash mire con disgusto antes de volver a examinar mi mano. Sus orejas se
agitan antes de chasquear detrás de su cabeza, con una especie de actitud altanera, tal vez
gracias a que cuestiono la habilidad de los poderosos Rakhii. Y si el hecho de que le
remuerda la conciencia lo mantenía menos gruñón hace un momento, eso ya no es así. "Por
supuesto que sé soldar. Cualquiera puede soldar, especialmente un Rakhii. Pero hay
soldadores y hay artistas del metal. Cyden es un hob que resulta tener un don -un gran
don- para tomar el metal y convertirlo en verdadero arte".
"Eso es genial".
Bash hace un ruido contemplativo y me da un golpecito en el brazo. Miro el lugar,
sorprendida de que me haya golpeado con el dedo, hasta que veo el punto rojo hinchado
donde un trozo de roca se clavó ayer en mi piel. No pude sacarlo, pero supuse que no era
tan grande como para preocuparse.
Bash me advierte: "Quédate quieto", antes de agarrarme, soplar fuego con su garra, clavarla
bajo la astilla y barrerla tan rápido que apenas puedo hacer más que chillar... y luego me
escupe.
"Bien". Me sacude la mano y me suelta. La sacudo como si se tratara de un periódico
cubierto de babas recuperado por un perro bienintencionado. "Entiendo que culturalmente
no es un insulto que te escupa un tipo de dos metros y medio que cree que los humanos
están por encima de los bichos y las pieles de vaca, pero de donde yo vengo..." Abro los ojos
hacia Bash, que me mira, luego mi boca, antes de volver a mirar la mía, "lo que has hecho
se consideraría bastante chocante".
"¿Curarte, quieres decir? Sí, después de oír tu asombro con respecto a las ruedas y los
neumáticos que se inflan, no puedo decir que me sorprenda".
"¡No! Me refiero a lo de escupir. No se escupe a alguien así como así. Adviértemelo".
Ante eso, me agarra por el brazo (donde ya no hay mancha roja) y enuncia: "Prepárate. Voy
a administrarte un tratamiento tópico médicamente aprobado para tu herida, y no me
gustaría arrancarte los sesos del cráneo". Enrolla los labios y me escupe. Otra vez. Luego
me clava una mirada de impasibilidad impresionante con las cejas levantadas. "¿Mejor?"
"Un poco pesado en el sarcasmo, pero puedo correr con esto si tú puedes. Gracias". Intento
retirar mi extremidad, pero él no la suelta.
Ignora por completo que estoy moviendo el brazo tratando de liberarme de él. Añade otras
dos puntas de las garras sobre mi piel, como si quisiera estabilizarme ligeramente mientras
la examina.
Cuando coge un trozo de cuero suave como la mantequilla que estaba sobre la mesa, me lo
acerca a la mano... y dejo de luchar contra él.
Es un guante.
Tiene costuras de color tostado oscuro en pequeñas y ordenadas hileras. Bash me suelta y
toma asiento, y cuando lo hace, tengo que esquivar porque a esta altura, y por la forma en
que se sienta en ángulo con la mesa y conmigo, su cuerno casi me da en la cara. Bash
murmura: "Disculpas". Luego se concentra en la marroquinería. Comienza a hacer ajustes
en su creación, incluso cosiendo más puntadas en su proyecto.
Bash, sosteniendo una aguja gruesa entre su gran pulgar y las yemas de los dedos, sus
garras tocándose a los lados mientras pincha el metal y enhebra con precisión el material...
Bash. Cosiendo.
Una cosa es imaginar que podría saber hacerlo, y otra totalmente distinta es ver lo absorto
que está en hacerlo con seria destreza. Él... parece que podría estar disfrutando de una
tarea de aspecto tan doméstico. No podría sorprenderme más si Martha Stewart apareciera
en la cantera para pedirle a Bash que la ayude a doblar las servilletas de la cena. O si este
imponente monstruo se convirtiera de repente en uno de los simpáticos ratoncitos
costureros de Cenicienta.
"¿Lo has hecho tú?" le pregunto a Bash con asombro. "Es del tamaño de mi mano. Me has
hecho un guante a medida". ¿No me había dicho que los hobs hacen trabajos textiles? Está
claro que Bash sabe hacerlo. También dijo que las mujeres Rakhii trabajan con trajes
ceremoniales; tal vez aprendió a hacerlo de su madre. Mientras examino el fino trabajo, me
sorprende el talento que tiene.
Bash no reconoce lo que ha hecho. No dice nada mientras coge otro trozo de cuero de la
mesa y, de repente, se da la vuelta (con cuidado de que su cuerno no se balancee hacia mí
esta vez) y desliza un calcetín de cuero sobre mi corto brazo.
Luego me pasa el guante largo por la mano y lo sube hasta que pasa por el pliegue de mi
codo, donde se pliega para formar una especie de manga.
Me quedo allí, demasiado aturdida para moverme, y mientras tanto Bash me mira con ojos
de sastre. Y tal vez con el tranquilo orgullo de un sastre. No sonríe, pero su mirada es cálida,
incluso complaciente, cuando declara: "Esto te protegerá la piel cuando cojas piedras". Le
da un golpecito al guante. "Y ahora puedes usar tu ala corta para agarrar como lo haces, y
el cuero hará que tu piel no se desgarre cuando lo hagas".
Mi ala corta.
Mis ojos empiezan a escocer. La gratitud es así de abrumadora. "Tú... ¡Bash! ¡Esto es tan
considerado! Oh, Dios mío..."
Bash levanta la vista de su trabajo ajustado sobre mis brazos, echa un vistazo a mi cara y
golpea sus pies contra el suelo, empujándose para elevarse sobre mí. Da un paso atrás.
"Nhnnrr", gruñe.
"Eso no era ni siquiera una palabra", le digo, con la voz aguada mientras intento no llorar.
"¡Deja de parecer tan rígido y mezquino! Esto es... ¡es tan bonito de tu parte!"
"Rrrr".
Ahora ni siquiera intenta decir nada; se limita a mirar a todas partes menos a mí, haciendo
ruidos incómodos y gruñones como si el hecho de que yo muestre emociones le resultara
demasiado molesto. Una pena. "Bubashuu..."
Se estremece, creo que por haber usado su nombre completo. Pero finge mirar hacia otro
lado, como si las cosas de la cantera fueran mucho más interesantes que encontrarse con
mis ojos llorosos.
"Puede que no hayas dicho las palabras", le atizo, lo que le hace saltar y fruncir el ceño,
"pero lamentas haber herido mis sentimientos. Te importa. Ahora estamos en la vía rápida
para ser mejores amigos, ¿no?". El aire recorre mi cara húmeda mientras sonrío
enormemente y levanto los guantes, haciendo caras de marioneta de calcetín con la mano.
"Realmente puedes hacer un buen amigo".
Su labio se levanta. Y no en forma de sonrisa.
"Uh-oh. ¿La marioneta de calcetín fue demasiado?"
"Amigo", gruñe. Por fin me mira a los ojos, pero tira el punzón sobre la mesa y se aleja,
retrocediendo de mí.
Ordena: "Vuelve a tu puesto. Y no dejes que tu líder levante una sola piedra". Su mirada
me recorre una vez, y luego se va, con las espinas dorsales en alto y la cola un poco rígida
y torcida.
Y yo sonrío. Porque claro, ahora está siendo brusco.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 14
ISLA
Hay un gran número uno de vuelta en el Contador-de-No-Llorar de Bash y él está casi
presumiendo de ello. Incluso hizo una reverencia con los cuernos cuando Gracie dibujó el
número en lugar del borrado cero, y desde entonces está de muy buen humor.
"Aquí hay un pensamiento de ducha", comparto. "En todas las ciudades en las que he vivido,
de norte a sur de Estados Unidos, hay una Maple Street (Calle del Arce). También hay
siempre una Oak Street (Calle del Roble), y una Pine Street (Calle del Pino); son todos
árboles de hoja caduca", explico, "porque todas las regiones de la costa este en las que he
vivido tienen este tipo de árboles". Y eso me hizo pensar: en el otro lado de mi país, donde
los biomas 12 cambian con fuerza, ¿también hay Calles de Arce en esas ciudades? ¿Como en
Arizona? ¿O es más bien "Cactus Blossom Lane" (Pasillo de Cactus Florecidos) y cosas de
temática desértica porque en realidad no tienen un montón de arces y pinos?".
Bash me echa una mirada de reojo que demuestra que está escuchando, pero, como es
lógico, no hace ningún comentario.
No pasa nada. Puedo mantener la conversación lo suficiente por los dos. Empecé nuestro
día de trabajo dándole la versión CliffsNotes de Scrooge -con especial énfasis en la forma
en que trataba a sus empleados- y el desastroso intento de Cruella de Vil de coleccionar
pelajes de cachorros moteados, a lo que Bash dijo: "Su perdición fue confiar en dos
empleados idiotas. Necesitas contrataciones incondicionales o hacer el trabajo tú mismo, si
esperas que se haga bien".
Le informé de que no había entendido nada.
Coge otra piedra, y como no me ha dicho que me calle, supongo que no le importa que siga
hablando. "Mi opinión es que sí en el tema del desierto". Arrojo mi roca a un carro, estiro la
columna, compruebo el ajuste de mi guante y agito mis dedos protegidos por el cuero hacia
él. "Ahora comparte tu idea de ducha".
Bash me mira seriamente de reojo. Es una larga mirada de arriba a abajo y de nuevo de
vuelta de abajo a arriba antes de que se ponga rudo. "No voy a compartir mis pensamientos
de baño".
Un cosquilleo feliz me golpea por alguna razón. "Bueno, tienes que compartir algo".
"¿Por orden de quién?" Bash pregunta con ardor. Deja caer su piedra en el carro.
"Mía".
Y por esto, recibo una risa oxidada.
"¿Te acabas de reír?" pregunto asombrada.
12 Bioma: Cada unidad ecológica en que se divide la biosfera atendiendo a un conjunto de factores
"Tengo una idea", dice Bash, sonando -lo juro- ligeramente divertido. "Vuelta..."
"Vuelta al trabajo", terminamos juntos, y yo parezco lo más molesta posible.
Pero cuando terminamos la sugerencia-orden juntos -como los mejores amigos terminan
uno las frases del otro, me gustaría señalar-, Bash añade: "O si no, le daré una paliza a ese
hob de ahí". Sus cuernos se inclinan para indicar al hob más cercano a nosotros, y éste
levanta la cabeza desde donde estaba agachado para levantar una enorme roca, y sus ojos
van de Bash a mí y viceversa.
"¡Deja de ser malo con los hobs!" le advierto, mirando a mi alrededor en busca de alguien
que proteja a este pobre alienígena. Gracie ha ocupado el trono de roca de Bash, así que no
está aquí para proteger al hombre alado. Está en el otro extremo de la cantera, dominando
su elevada posición sobre los holgazanes a los que está vigilando, demasiado lejos para que
pueda escuchar cómo uno de sus hobs está siendo amenazado. Ella no estaría de acuerdo
con esto. Probablemente le daría una paliza a Bash si hubiera escuchado lo que acaba de
decir.
Bash se encoge de hombros, totalmente indiferente. "Deja de despertar mi necesidad de
castigar algo".
El hob exhala con esta masiva y audible expresión de resignación por este tipo de nivel de
amenaza con el que definitivamente no debería tener que lidiar en el trabajo. Pero luego nos
lanza una mirada que dice que cree que los dos estamos locos antes de levantar su roca y
dirigirse hacia un carro, con las alas apretadas detrás de él.
Niego con la cabeza hacia Bash. "Estás destruyendo mi reputación por asociación".
"Destruir es un poco forzado. Empañar, tal vez. Ensuciar, posiblemente". Me sorprende
acercándose y cambiando la piedra que lleva en los brazos a su hombro, liberando una
mano para poder tirar de mi coleta. "¿Lo haces tú misma o has invitado a un hob a que te
cuide la melena?".
Sin inmutarme, me giro para mirarle, todavía con el pelo en la mano. "Me lo recojo yo
misma. Puedo hacerlo con una sola mano".
Bash mira mi pelo y luego busca en mi cara, gruñendo. "Bien". Y con eso, se va a su tienda
de trabajo en cuero.
Nadie más me habla. Podría intentar soltar algunas bromas, pero antes, Bash y Gracie se
habían repartido casi amistosamente la mano de obra para que Gracie pudiera vigilar a 'las
holgazanas'. (La palabra de Bash para las humanas. Gracie las llamaba "lentas". No estoy
segura de cuál es menos ofensivo). De esta manera, Bash consigue supervisar a los que
menos probabilidades tiene de matar. Esa sería su fuerza preferida: hobs y Rakhii que
mantienen la cabeza baja y trabajan, no charlan con la amiga del jefe.
Despejo mi zona de rocas que pueda levantar con seguridad, todos trabajando en silencio
a mi alrededor, y luego me acerco a Bash, donde está apuñalando algo. Me muevo alrededor
de Rakhii y de Hobs, que dejan atrás un par de guijarros demasiado pequeños para ellos
pero perfectos para que yo los lleve al carro, hasta que finalmente estoy frente a la mesa en
la que está sentado Bash, con la espalda doblada, abriendo hebillas de metal antes de
sujetarlas con correas de cuero.
"¿Haciéndonos instrumentos de tortura?" le pregunto.
"Te halagas a tí misma", me contesta Bash. Al menos, creo que está bromeando. "No
perdería el tiempo en torturaros a todas. Lleva demasiado tiempo. Además, vuestros gritos
me irritan los oídos. Además, vuestra sangre tendría que ser lavada de mis herramientas.
Así que, ¿hacer piezas especializadas para pinchar a tu gente? No. Si voy a arrancar la vida
de alguna de vosotras, utilizaré mis propias manos".
Me aclaro la garganta. "Bromista". (¿Alguien más cree que ha hecho algo más que pensar
en esta opción?) Levanto otra piedra. "Tal vez te gusta la idea de tocar con las manos porque
anhelas el contacto".
La mirada que me lanza... no puedo leerla.
Continúo. "Los estudios demuestran que tocar la mano de alguien puede reducir su presión
arterial. Quizá deberías pedirle a alguien que te coja la mano todo el día". Le dedico una
brillante sonrisa. "Podrías vivir más tiempo".
Me devuelve la sonrisa, igual de brillante, pero con más dientes y mucha amenaza. "No lo
harán".
Supongo que se refiere al dueño de la mano que ha tenido la mala suerte de agarrar la suya.
Llevo mi piedra hasta el carro más cercano y vuelvo a acercarme a él, retomando la
conversación justo donde la dejamos. "Bien. No encuentres formas saludables de relajarte
entonces".
"Golpear a una humana todo el día me ayudaría a relajarme".
Me burlo de él. "No es exactamente saludable".
"Sólo para la humana".
A pesar de que el tema suena amenazante, Bash está más relajado. Casi sonríe cuando
murmura: "Ven a la mesa".
Dejando la piedra que acababa de coger, me quito el polvo del guante completo en el muslo
y el del brazo en el costado y troto para reunirme con él en su puesto. Me arrimo a la zona
de sombra que proporciona el voladizo del tejado. El frescor instantáneo en mi piel es
refrescante. "¿En qué estamos trabajando?"
"Reparación de arneses. Sujeta esto". Me pone una correa de cuero en la mano y, durante
los siguientes dos minutos, me dice lo que tengo que hacer mientras hace ajustes, y
mientras trabaja, yo observo.
"No habría creído que supieras dejar de hablar sin que te amenazaran", me sorprende Bash
diciendo de repente, con sus grandes cejas fruncidas mientras se concentra en su trabajo,
"pero no has intentado hacerme tragar a la fuerza una historia moralista, y has tenido
oportunidad".
Muevo la correa. "Como si las historias moralistas funcionaran. Sigues siendo un Scrooge".
Me alejo de los temibles caballos mientras desaparecen por la rampa para salir de la cantera
y trato de averiguar qué está haciendo Bash. "¿Estás haciendo esa correa de lujo?"
El golpeteo de Bash se sale de ritmo antes de encontrar de nuevo su ritmo y reanudarlo.
"Se llama 'estampación'".
"Te estás tomando el tiempo para embellecerlo".
"Estoy personalizando el arnés", sostiene Bash. "Cada Narwari tiene su propio equipo
ajustado a su cuerpo y esto", señala con caracteres rúnicos, "es el nombre del Narwari al
que pertenecerá esta correa".
"Hmm. ¿Qué es esto de aquí?" Pregunto inocentemente.
La cola de Bash surge de la nada y atrapa mi dedo señalador, barriéndolo hacia abajo y
lejos. "Flurssh", murmura.
"¿Qué es eso?"
"¡Floritura!"
Una sonrisa ataca mi cara. "Como... ¿floritura elegante?"
Bash frunce el ceño con fiereza ante el cuero que tiene en sus manos mientras le hace un
agujero con un punzón terriblemente afilado. "Tú y tus labios sin escamas", refunfuña.
Entonces sus ojos saltan de su trabajo a mí. "Dime cómo has llegado hasta aquí".
Su cola me agarra la pierna y da un tirón. Estoy a punto de chillar cuando mi trasero choca
con un pequeño taburete que la cola de Bash debe haber colocado debajo de mí antes de
sentarme a la fuerza. Toso y me incorporo. Le dirijo una mirada seriamente peligrosa que a
él no le preocupa en absoluto, ya que permanece absorto en lo que hacen sus manos. "Mi
viaje no fue nada comparado con lo que han pasado muchas de las mujeres de aquí". Hago
una mueca, pensando en lo que he oído. Las cosas que algunas de estas mujeres han
soportado. "Lo tuve muy fácil".
"¿Cómo es eso?"
"¿Conoces la raza Yrawwl?"
Bash asiente.
"Un Yrawwl me compró. Dijo que me eligió porque pensó que poseerme sería interesante.
En el momento en que tuvo el recibo por mí, me convertí básicamente en la versión espacial
de un hámster como mascota". Analizo a Bash, preguntándome si su traductor le
proporcionará lo que es un hámster.
Sus ojos se entrecierran un poco, y creo que debe tener lo que necesita porque sus orejas
se agitan y dice: "Continúa".
"Bueno, al igual que el primer hámster de un niño, mi novedad se desvaneció y pronto la
responsabilidad de tener que acordarse de alimentarme fue una especie de molestia para él
-loca de mí, quería que me dieran de comer tres veces al día, mientras que los de su especie
sólo necesitan sustento como una vez cada solar..."
"Lo he oído", dice Bash con gesto adusto, con una aguja más fina que la que utilizó antes
aprisionada entre el pulgar y el índice de sus garras. La clava en la correa con cierta
agresividad.
"-¿Así que después de unos arduos meses en los que no fui lo suficientemente interesante
junto con el inconveniente de toda mi fastidiosa alimentación? Estaba aburrido de mí hasta
las lágrimas".
Bash hace una cara. "¿Los Yrawwl puede llorar?"
"No... o, bueno, no sé... es sólo un dicho. De todos modos, cuando se enteró de que las
Gryfala había creado una reserva para la humanidad que habían recogido, se las arregló
para liberarme aquí como si estuviera haciendo una buena obra. Y lo estaba, no me
malinterpretes. Aquí es un millón de veces mejor. Puedo pasar el rato con un alienígena
realmente agradable".
"Apágate (Shut down). Sujeta esto", instruye Bash con una impresionante economía de
palabras y movimientos mientras trabaja.
Mis dedos presionan el cuero y tengo que sonreír. "...¿Apagar? ¿Como apagar la luz?" Me
río.
Se detiene, frunce el ceño y sus ojos se encuentran con los míos. "No, tu gente siempre se
dice esto".
"Oh, ¿quieres decir cierra el pico (Shut up!)?"
"¿Arriba (up)? ¿Por qué arriba? Estamos hablando de tu boca. ¿No tendría sentido que la
frase fuera 'abajo' (down)?" Bash golpea sus cuchillas de la cola contra un tocón de madera
detrás de la mesa, frustrado. "¡Maldita sea! Ya estoy harto de este lenguaje absurdo".
"Hmm. Lo estás haciendo bien, Rayo de Sol. Pero hablemos de algo nuevo. Podrías intentar
lo de la charla también".
Echando humo por la nariz, se acomoda de nuevo con agresiva desgana. "Quiero
escucharte".
Salta corazón. "Estoy intentando con todas mis fuerzas no bailar de alegría aquí. ¿Tienes
algún tema que se te escapa?"
"No". Arranca su cola del tocón y las hojas de su cola golpean el suelo junto a mi pie para
que vuelva a centrar mi atención en nuestro trabajo. "Sujeta esto aquí".
Desplazo mis dedos hacia el lugar que me ha indicado. "Vaya, qué divertido eres. Veamos...
Vale, Reto Temático Aleatorio aceptado..."
Las manos de Bash se quedan quietas, su trabajo se detiene cuando se le ocurre algo. "No
vas a decirme cuánto tiempo tardó tu gente en darse cuenta de que el procesamiento
térmico de las bebidas destinadas al consumo mataría las bacterias de nuevo, ¿verdad?"
Suelto el cuero por él el tiempo suficiente para empujarle el brazo. Se estremece y mira el
lugar donde le he tocado con una expresión ilegible. Cuando sus ojos se dirigen a los míos
y sigue con una expresión ilegible, le digo: "No puedes sonar más crítico. Y te lo he dicho.
Probablemente la gente sabía que calentar los líquidos era más seguro mucho antes de que
la ciencia nos lo demostrara. Pero a veces necesitamos conocer la explicación que hay detrás
de las cosas antes de entender del todo por qué debemos hacer una cosa".
Bash hace un ruido al oír esto, pero no se mete más con la raza humana. Aparta mi mano
de su trabajo, dobla la pieza, me agarra la mano y me presiona los dedos donde él quiere.
Coge una hebilla y empieza a forzar la lengüeta del cuero por el extremo de la misma. El
cuero, bien trabajado pero nuevo, se resiste a este proceso. Bash dice: "Las Gryfala utilizan
pulsos de campo eléctrico para matar las bacterias y las enzimas en descomposición".
Jadeo dramáticamente. "¡No mires ahora, pero estás entablando una conversación!"
Mueve las orejas y aspira por la nariz.
"Y un bonito detalle sobre las Gryfala. ¿Qué hay de tu gente?"
"Ja". Exhala la palabra, y el fuego cae de su boca, rociando la tira que ambos sostenemos,
oscureciendo el cuero desde su lado hasta justo antes de la punta de mis dedos. ¡Eeep!
Trabajar con un Rakhii es algo salvaje. "Preferimos que todo lo que nos llevamos a la boca
esté caliente".
"Tiene sentido, y no me extraña que pienses que somos lentos por no conocer el
calentamiento. Vale, te toca decirme algo al azar".
Bash vuelve a prestar atención a la hebilla. Su barbilla se inclina, reconociendo que esto
está bien, y sus cuernos se balancean con su movimiento, haciendo que mis ojos se pongan
nerviosos. Tiene dos puntas afiladas en los extremos de sus cuernos, y temo que si se mueve
mal me apuñale justo en las pestañas. "A veces, quiero sacudiros a vosotras, las humanas,
hasta oír vuestras cabezas traquetear".
"Vaya, cuando se hace una conversación al azar, no se jode".
“Y a veces me irrita pensar que si alguna vez cediera al impulso, mi propia gente me
menospreciaría. Elegirían a las extraterrestres sobre uno de los suyos, y me enfurece porque
tendrían razón al hacerlo. Sois pequeñas y hermosas y demasiado encantadoras para
sacudiros hasta que os haya roto".
Le clavo los ojos de par en par. "¿Crees que somos encantadoras?" ¿En eso me estoy
concentrando? ¿De verdad?
Su mirada se clava en la mía y la mantiene. "Lo sois". Me pone una herramienta de metal
en la mano. "Presiona aquí. No sueltes hasta que yo te lo diga", me advierte.
"Entendido, jefe", digo, recuperando el equilibrio.
Bash casi emite un gemido. "'Jefe'. Vosotras, las humanas, y este título". Le habla
directamente al cuero, encorvado sobre él mientras trabaja.
Observo las pequeñas arrugas que se forman a lo largo de las escamas a los lados y en el
puente de su nariz. Hoy está casi naranja, lo que significa que tiene una buena capa de
polvo. El desagüe de su bañera debe tener un buen colector de residuos. "¿Qué más quieres
que te llamen? No puedes pensar que vamos a hacer una reverencia y llamarte 'Maestro de
la Cantera, señor'. Además, ese no eres tú. Suena pretencioso". Niego con la cabeza. "La
única vez que merece la pena utilizar títulos es cuando son geniales. Como en el planeta
del que vengo, hay un Marcador de Cisnes. Eso sí que es un título guay". Intento fingir un
acento británico. “¡Ah, y aquí está nuestro Marcador de Cisnes Real! La Reina insiste en que
te necesitan junto al lago. Inscríbeme para eso. A ellos también los llaman Guardianes de
los Cisnes, ¡eh!" Levanto la mano y le toco uno de los cuernos. Su cola me rodea la muñeca
y tira de mi mano hacia la pierna. Me emociona la forma en que me encadena y sonrío.
"Podríamos empezar a llamarte Alcaide. Ese sí es un título que te queda bien".
Bash vuelve a mirarme. Sus ojos están entrecerrados, midiendo.
"Es real", recalco. "Es un título real. Para un carcelero".
Los ojos de jade de Bash se convierten en rendijas de fuego verde. "Sé lo que es un carcelero.
Tu gente inventó la rueda ayer mismo..."
"¡Eso no es cierto! Eres un exagerado".
"... Y sin embargo, parece que estás bajo la impresión..."
"No estaba operando bajo ninguna impresión, excepto la de que podrías confundir lo que
quiero decir, y mira lo que está pasando. Estás exagerando. Gah, eres una reina del drama".
Bash deja de hablar, y aparentemente su traductor le da lo que necesita saber para este
término. "Yo no fui quien entró en pánico por un Narwari..."
"Que se comen a la gente".
"... y escarabajos de uva insignificantes..."
"Esos eran desagradables"
"... y si te refieres a mí como tu alcaide, te tomaré y..."
"Y me romperás el cuello", suspiro, terminando su amenaza por él.
Bash hace una pausa. "Iba a decir que te llevaría a otro viaje de combustible de horno".
"¡Oh!", le sonrío. "Repetiría totalmente". Me empuja una nueva pieza de cuero y la cojo,
sujetándola donde él me indica. Me pesa la mano porque su cola sigue agarrada a ella... y
no me importa en absoluto. "¿No me castigarías con una paliza? ¿Tú? ¿Te sientes bien?"
"El día es joven. Sigue burlándote de mí".
¿Alguien más ha oído a Bash darme permiso? Lo ha hecho totalmente.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 15
ISLA
El día de hoy comenzó bien, con Bash teniendo un hermoso y brillante catorce en su
Contador de No Llorar.
Estaba muy orgulloso.
Han sido dos semanas de compañía para él y para mí y catorce días enteros en los que nos
trata a las humanas con algo parecido a la paciencia. Un poco brusco, tal vez, (vale, un
montóno) pero ha estado mucho mejor.
Entonces... le gritó a Helen.
Y quiero decir que le gritó a Helen. Chica nueva; agradable, tranquila. Y aparentemente,
una llorona cuando un alienígena gigantesco se eleva sobre ella y le ruge en la cara.
¿Su primer strike? Llegó tarde.
¿Segundo strike? Llegó con un hob desaliñado y un Rakhii excitado que no podía dejar de
mirarla, ni siquiera cuando Bash se dirigía a él.
Cuando el hob rodeó a Helen con su brazo, su novio Rakhii le atacó, y la riña que siguió
supuso un nuevo retraso en la jornada laboral y fue la gota que colmó el vaso. Dos
empleados perfectamente buenos arruinados por un desliz de una humana era demasiado
para que Bash lo soportara.
Sin embargo... ¿tenía que gritarle?
Para ser justos, les gritó a todos, pero los chicos apenas le prestaban atención, demasiado
centrados en su chica como para preocuparse de que su jefe les estuviera quitando el
pellejo.
¿Pero cuando Helen se enfadó?
Les importó.
Ohhh se les fue todo de las manos entonces.
Cuando Gracie se levantó de su trono para fulminarle con la mirada y rayar sus Catorce
Días a Cero, pensé que Bash iba a arder en llamas de furia.
A su lado, hice una mueca de dolor por él y me mordí el labio, murmurando: "Te lo
buscaste".
Bash se volvió hacia mí y explotó.
Pero la buena noticia fue que no dijo ni una palabra. Fue un gruñido animal de otro mundo,
un montón de rugidos de rabia, y tosió humo en más de una ocasión. Esperaba que se me
chamuscaran los pelos por la vehemencia con la que profería sus invectivas, pero una vez
que se quemó gritando nada más que sonidos de rabia, se dirigió a la pared de la cantera,
frente a su contador para gritar, y empezó a dar golpes.
Todos volvieron a trabajar en silencio -y rápidamente- detrás de él.
Incluso con él en un estado de ánimo asesino, me alegro de ver a Bash. La reserva humana
en la que estoy casi cada minuto que no estoy trabajando está empezando a volverme loca.
Hay un gimnasio, hay un estudio de baile, hay un salón de belleza, pero sólo puedes cubrirte
de barro revitalizante y hacer Zumba-pilates con pesas en los tobillos muchas veces antes
de perder la cabeza. Me aburro, necesito la luz del sol y echo de menos a mi amigo gruñón
cuando no estoy con él.
Así que siempre vengo al trabajo sonriendo. También llego con un montón de temas frescos
sin sentido y chismes para compartir. Le doy un tiempo adecuado para que descargue su
testosterona en el muro de la cantera que está rompiendo en pedazos, y luego me acerco a
él, la única dispuesta a acercarse lo suficiente para recoger las piedras caídas, y trato de
aliviar su mal humor entablando conversación.
“Nuestras estaciones son otra cosa. Por ejemplo, tenemos inviernos injustamente gélidos y
veranos súper calurosos. Después de un par de días de cualquiera, piensas: "¿Es mucho
pedir temperaturas por debajo de 'hirviendo vivo' pero por encima de 'mis pezones podrían
cortar vidrio?'"
Por primera vez desde que me acerqué a él y comencé a parlotear, Bash muestra signos de
algo más que rabia. Hace una pausa en sus golpes en las rocas para dirigirme una mirada
sin comprender. "¿De qué hablas de nuevo?"
Mi mirada va directamente a su nivel 'pezonar', que está convenientemente ubicado
prácticamente frente a mi cara. Está escondiendo músculos en abundancia debajo de su
camisa, pero su camisa, a pesar de todos los acres de marcas cinceladas que está perfilando
con amor, está notoriamente libre de protuberancias en los pezones. "Oh. ¿No debes tener
esos? "
Sus ojos se cierran y se frota detrás de la oreja, donde -lo sé por experiencia- se incrusta el
chip traductor bajo la piel. "Te oí decir estornino 13, que entiendo que es uno de los pájaros
de tu mundo, y oí manzana, y por el traductor recojo que es una fruta..."
"¡Ja! Recoger. Fruta. Casi hay un juego de palabras ahí".
"... luego escuché fiambre, que es una bandeja de carnes, y luego dijiste vidrio. ¿Pájaros,
fruta, embutidos y vidrio? ¿Qué tiene que ver esa secuencia con una temperatura opuesta
a la de hervir vivo? Tus frases humanas son extrañas".
"Algunas seguro que lo son, pero me has oído mal. De todos modos, el punto es que nuestras
temperaturas estacionales podrían ser moderadas. La moderación es buena en todas las
cosas".
13 Bueno, ahora viene un pequeño párrafo en el que se hace alusión a palabras en inglés con varias
traducciones que son imposibles de entender y traducir al español. Quedaos con que se trata de
trabalenguas inglés.
Bash inclina sus cuernos, la oreja más cercana a mí se mueve hacia adelante y hacia atrás
tan rápido que hace un ruido de chasquido. "Esa sí que es una sabiduría con la que estoy
de acuerdo".
Sigo con los comentarios aleatorios y Bash sigue golpeando las gigantescas placas de roca
para convertirlas en trozos más pequeños manejables por los humanos. Recojo los
pequeños trozos de piedra y le hago compañía a Bash. Poco a poco, sus fosas nasales dejan
de producir humo. Se ha calmado. No me ha dicho que deje de hablar y no se ha marchado,
así que siento que somos amigos.
Bash dobla las rodillas, preparándose para levantar otra roca gigantesca.
Y como buena amiga que soy, dejo caer la roca que estaba cargando en el carro y me
apresuro a volver con él. Si me presionan para que explique por qué tengo tanta prisa, mi
historia oficial es que estoy actuando como observadora de Bash.
La seguridad es importante.
Pero, sinceramente, aunque lleve ropa encima de un cuerpo lleno de escamas, Bash no
resulta nada duro de observar. Totalmente duro en todo lo demás: personalidad, músculos,
su ceño fruncido con tanta fuerza que podría romper la fina cara de porcelana, pero seguro
que no es duro para los ojos.
La risa de una mujer rompe la concentración de Bash, haciéndole girar la cabeza hacia el
sonido, y como estoy de pie justo al lado de él mientras está agachado, su cuerno casi me
da en la cuenca del ojo, tal y como me temía.
"Ack", exclamo. Es menos que un aullido, porque he retrocedido a tiempo.
Las orejas de Bash se agitan. "Discul-"
"Sí, sí", agito mi mano. "Lamentas haberme casi mutilado con esos palos peligrosos en tu
cabeza, lo sé". Mantengo mi mano ahuecada en mi frente de manera protectora. “¿Qué pasa
contigo y con moverte cuando alguien se ríe? ¿Eres alérgico a la risa?" Le doy una palmada
en el hombro, lo que le pone rígido, todavía de rodillas y comienza a parecer que se mezcla
con la piedra que estaba a punto de levantar. "¿Es ese tu problema?"
"Mi problema", rezonga Bash, con un tono ácido, "es que el trío está retozando".
Miro hacia donde está indicando por medio de su nariz respingada. Son Helen, su Rakhii y
su hob. "Oh, no", digo, impasible, "el hob está sonriendo, maldito sea, pero está trabajando,
mira eso, es un buen chico, lo que es totalmente típico de los hobs, son geniales así como...".
El cuerpo de Bash se vuelve aún más pétreo. Ahora ha superado a la roca en la capacidad
de ser monumental y distante.
"... y Helen está sonriendo al Rakhii y ¡adivina qué! Ellos también están trabajando". Miro
a las tres personas, las dos criaturas calientes que compiten por el interés de Helen, y Helen
alabando recatadamente a ambos. Quién sabe quiénes acabarán juntos; he oído que los
Rakhii no pueden compartir, y me lo creo. Pero una cosa está clara: todos siguen haciendo
su trabajo. Coqueteando o no, están haciendo su trabajo. Así que estoy confundida
mientras oscilo entre mirarles a ellos y al rostro impasible de Bash. "¿Qué te hace brillar de
felicidad ahora?"
A Bash suele gustarle que describa su estado de ánimo en términos sarcásticos. Califica
mis afirmaciones de ridículas, pero me doy cuenta de que está secretamente emocionado.
Sin embargo, esta vez ni siquiera llega a pillarlo.
Los dedos de Bash se flexionan en la base de la roca que aún está en el suelo pedregoso.
"Ese macho pierde el tiempo".
Agarro otra roca y la meto en el carro, sorprendida de que Bash siga sin moverse. ¿Él, sin
trabajar incansablemente? "¿Cuál?"
"El Rakhii", responde Bash tan bajo que retumba.
"¿Y cómo lo sabes?"
Bash comienza a parecer que está en las primeras etapas de experimentar un incendio
forestal. El humo se esparce a su alrededor cuidando su respiración impulsada por las
emociones. "Porque lo sé. No tiene sentido que pierda el tiempo persiguiéndola. Si ella deja
que la atrape, solo será para descartarlo en media docena de rotaciones a partir de ahora.
Entre un hob y un Rakhii, la hembra elegirá al hob. Ella siempre elegirá la encimera sobre
él".
Recojo una piedra y la arrojo al carro. Me limpio el polvo de la mano en el pantalón ya
manchado de polvo. "Eso no lo sabes. Podrían estar en camino de tener algo hermoso".
Dirijo a las tres personas (...una persona y dos extraterrestres, supongo) una mirada
perpleja antes de volver a dirigirse a Bash. "¿Cómo has llegado a ser tan cínico?"
"La vida", dice Bash. Levanta su roca.
Por suerte para mí, tengo una buena posición para observarle. Es una posición muy, muy
interesante. Y la levanta con seguridad. Sexi y seguro. Si no estuviera siendo tan raro y
molesto, lo disfrutaría aún más. Él está en plan de matar mi mirada de comérmelo vivo,
pero trato de no dejar que me frene. "Parece que hay una historia ahí".
Oh, la mirada peligrosa que me lanza.
Me muerdo el labio y muevo la cabeza. "Te entiendo, es un punto sensible. Ya veo. Y
probablemente no lo sepas, pero sé retirarme. Sé cuándo dejar las cosas en paz".
Bash resopla y las pequeñas llamas se apagan. Lanza su piedra contra el carro. Justo desde
donde está parado. Se vuelve para mirarme, con una de sus gruesas cejas un poco más alta
que la otra.
"Oye, sólo he dicho que lo dejaría en paz", digo rápidamente, y levanto mi propia roca.
"¿Ves? Ésta soy yo dejándolo en paz y trabajando. Deja de fruncir el ceño". Paso de él para
llevar mi roca al carro, porque no estoy tan loca como para intentar lanzarla como un
lanzamiento olímpico de peso.
Me estiro por el lado del carro para dejarla caer como una persona normal. Un humano
normal, al menos. A estas alturas, es una acción que he realizado mil veces, o eso parece.
Pero sin previo aviso, el dolor me roba el aliento. Un dolor de espalda instantáneo me golpea,
uno tan feroz que podría aturdir a un rinoceronte. Como no soy ni de lejos tan robusta
como un rinoceronte, casi me paraliza.
Involuntariamente, balbuceo-grito-aúllo.
"¡Isla!"
Este grito es de Bash, y suena como un hombre que está extremadamente furioso o
extremadamente preocupado, o un hombre que está furioso porque está muy preocupado.
No me giro para asegurarle que estoy bien porque no creo que pueda hacerlo. El dolor
punzante de mi espalda es tan agudo que tengo miedo de moverme y empeorarlo.
En un instante, Bash se arrodilla junto a mí y al carro. "¿Quién ha hecho esto?" Mira a
nuestro alrededor, a todos los que están recogiendo piedras cerca. Como si ambos no
hubiéramos visto a un gamberro que se acercó por detrás de mí con un bate de béisbol y,
zas, me golpeó en la espalda de la nada.
Pero así es como se siente el dolor. "Nadie hizo nada, psicópata. Es un nervio pellizcado en
la espalda o algo así", resoplo.
La mano de Bash está en la parte baja de mi columna, sus garras patinan sobre mi piel
mientras tantea el dobladillo de mi camisa, tratando de levantarla.
"¿Qué estás haciendo?" Me ahogo.
"Deja de hablar", ordena Bash, y empieza a amasar suavemente mi cadera con la otra mano.
"No te pongas tensa", ladra.
"¡No me apuñales con tus garras!" grito.
Bash se inclina lo suficiente como para ver mis ojos, pero sigue manteniendo las manos
donde están. "Isla, nunca lo haría". Sus reales bellezas de jade escudriñan mis rasgos.
"¿Puedo levantarte la ropa, por favor?"
"Vaya", jadeo, "lo has pedido en lugar de ordenarlo. Y además con un 'por favor'. Esto es
increíble. Que alguien lo marque en el calendario, rápido". Mi voz es ronca, pero consigo
sacar toda mi mierda.
La lengua de Bash hace su aparición; no está bifurcada, por cierto. Se está lamiendo el
labio inferior. No, sus colmillos. Oh, ya veo, el movimiento es vagamente amenazante. "¿Te
burlas de mí mientras todavía te duele?", pregunta en un tono peligroso.
Intento sonreír. "Siento que no puedes hacerme más daño. Incluso puede que me saques
de mi miseria".
La preocupación de Bash es evidente, y se duplica ante mis palabras. Su garra del pulgar
traza mi mejilla. "Isla..."
Una mujer cercana susurra en voz demasiado alta: "¿Ella deja de trabajar y él no le grita?".
La cabeza de Bash da un giro de 180 grados y su cuerno pasa por delante de mí, sin verme.
Pero eso no significa que esté a salvo; de repente tengo la cara llena de las púas que se
asientan en la parte posterior de su cabeza como si fueran pelo.
Me retiro, resoplando y escupiendo. Lo hago tan fuerte como puedo, con la esperanza de
captar su atención antes de que se lance a matar.
Y funciona. Bash deja de mirar a quien ha hablado para dirigir su mirada hacia mí. "¿Te he
pinchado?"
Me río un poco sin aliento. "Si alguna vez lo haces, creo que eso significa que pierdo un ojo
o dos con toda seguridad. Intenta relajarte, amigo".
El humo sale de su nariz, pero estoy tan acostumbrada a ver esto en él que ya no me parece
tan raro. Sus dedos recorren tranquilamente mi columna vertebral. "¿Todavía te duele?
Levanto la mirada hacia sus increíblemente hermosos ojos de piedra preciosa. "Síp. No me
gusta esto. Puede que tengas que ponerme en movimiento. Esto es terrible".
Resulta que admitir que el dolor no es bueno es una muy mala idea. La cabeza de Bash gira
hacia un lado (lo suficientemente lejos de mí esta vez como para que mis ojos no corran
peligro de las púas, y su cuerno evita marcarme), y escupe fuego.
Las humanas gritan y retroceden. (Nadie se chamusca, pero en realidad, Bash tiene que
empezar a mirar primero antes de empezar a echar humo o a abrasar la zona. Cortesía
básica de las llamas, punto 101).
En el momento menos oportuno, aparece un hob en mi codo, alma desafortunada. La
considerable preocupación de Bash -una emoción con la que claramente no está
acostumbrado a tratar- se convierte en rabia. "No la toques", gruñe.
Algo poderoso me golpea, me envuelve, me aprieta, me rodea los muslos y me sube por el
estómago. La cola de Bash, me doy cuenta a tiempo de sofocar el grito que está a punto de
formarse en mi garganta.
Tengo que aclararme la garganta dos veces para poder hablar. "Mira quién ha vuelto, es
nuestro médico residente Hob. Jonohkada, ¿verdad?"
Afortunadamente, Jonoh me oye por encima del gruñido obscenamente fuerte de Bash.
"¡Sí!" Se ilumina, no porque esté ardiendo (aunque con Bash tan cerca, es preocupante)
sino porque está genuinamente sorprendido de que me haya acordado de él, sus alas se
abren y se ruborizan con un intenso color cetrino antes de cerrarlas. "Te he oído gritar". Su
frente está arrugada por una suave preocupación. "Pensé que podría ofrecerte asistencia
médica. ¿Podrías decirme dónde está exactamente su herida?"
"Su espalda", enuncia Bash, como si cualquier idiota pudiera ver lo que me pasa.
Levanto mi brazo más pequeño en una petición silenciosa para que Bash se calle. "Gracias
por desafiar a mi dragón y venir. Me parece que tengo un pico de ferrocarril sobre, oh, aquí",
señalo con cuidado, manipulando mi otro brazo para poder señalar el punto sin que mi
espalda se enfade más de lo que ya está. Espero que Jonohkada vea a qué me refiero, porque
durante esta maniobra, Bash no retira la mano. De hecho, la desliza por debajo de mi
camisa, no de forma servicial, sino... casi posesiva.
A mi cuerpo le gusta esta maniobra.
Mi espalda me advierte que puedo excitarme por mi cuenta y riesgo.
Decido enfriar mi excitación ante el hecho de que Bash me toque en cualquier parte bajo la
ropa. Primero la cuestión del doctor; luego la felicidad.
Jonohkada mira a Bash con una buena dosis de desconfianza. "Yo sólo...", empieza, y
procede a hacer un excelente trabajo ignorando el modo en que Bash sigue gruñendo como
un perro rabioso y enfurruñado, y consigue valorar, me ofrece chocolate, me hace la
impersonal ronda de preguntas que esperaría de cualquier profesional de la medicina, y me
examina sin tocarme.
Y de repente, el misterioso dolor desaparece.
"Eh... se ha ido", respiro.
Jonohkada parece casi tan aliviado como yo. "El esfuerzo repetitivo puede hacer que los
músculos de la espalda humana se vuelvan rígidos. No soy un experto, pero..."
"¿Entonces por qué estás aquí?" dice Bash entre dientes, poniéndose en pie.
(No saca la mano de debajo de mi camisa. Creo que es un detalle importante que hay que
mencionar).
Jonohkada se encoge, pero sólo durante un segundo. Se endereza un poco, y las garras de
sus alas se posan sobre sus hombros casi con orgullo. Por lo menos ya no se están
ahuecando como un par de manos juntas preocupadas detrás de su cabeza.
Lleva haciendo eso desde que apareció. Normalmente no inspiraría confianza, pero Jonoh
tiene una serena reflexión que resulta muy tranquilizadora, así que algún Rakhii debería
darle un respiro.
Me atrevo a moverme, esperando no causarme una punzada en la espalda, y extiendo la
mano para golpear el cuerno de Bash en la parte más pronunciada.
Bash emite un ruido más propio de un dinosaurio primigenio y me lanza una mirada, pero
deja de ser malo con el pobre e inocente Jonoh, que sólo ha venido a ayudar. Traga, las
escamas de su garganta se mueven y se extienden. "¿Qué estabas diciendo?"
Los ojos de Jonohkada rebotan de Bash a mí. "...Decía que no soy un experto, así que...
toma mi opinión teniendo en cuenta eso", comienza titubeando.
Los ojos de Bash se entrecierran sobre el hob.
Aprieto la cola de Bash.
La cabeza de Bash baja de golpe y sus ojos se fijan en mi cara.
Dirijo una sonrisa superpolítica a Jonohkada, porque se lo merece. Cualquiera puede ver
que lo está intentando, y no necesita este miserable acoso del Rakhii. "Lo estás haciendo
bien. ¿Pensabas que estaba momentáneamente lisiada porque...?"
"De una contracción muscular prolongada en la espalda", termina Jonohkada, sonando un
poco más seguro de su evaluación. "Indicaste tus tejidos musculares y no tus vértebras, así
que no creo que sea una hernia discal. Te recomiendo encarecidamente que te pongas en
contacto con el equipo médico autorizado para tratar a las humanas. Están ubicados dentro
de la reserva para mayor comodidad. Pueden realizar pruebas. Podrán ofrecer un consejo
más informado".
"Gracias", le digo. Mi mano sigue apretando la cola de Bubashuu, pero ahora la extremidad
prensil vuelve a apretar, no con fuerza ni miedo ni nada, pero se ha enrollado alrededor de
mi muñeca y está subiendo por mi antebrazo. Me siento como si hubiera invitado
involuntariamente a una anaconda a darme la mano. "Asegúrate de decirle a Gracie que lo
has hecho muy bien".
Jonohkada se anima. "Lo haré. Gracias, Isla. Me alegro de haber podido..."
"Ve", interrumpe Bash, como si terminara la declaración de Jonohkada por él.
"No creo que sea eso lo que iba a decir", señalo. La cola de Bash ha conseguido envolverme
hasta el codo, con las cuchillas apoyadas en mi hombro.
"Si necesitas el acostumbrado choque de manos", le ofrece Bash en un tono sedoso pero
peligroso, "me ofrezco a aplicártelo". Levanta su pata de dragón de cinco garras a la altura
de la cabeza del hob, no de su mano.
"Así no es como chocamos los cinco", digo rápidamente. "Tus privilegios de chocar los cinco
están revocados hasta que puedas darlos amablemente".
"Antes de despedirme", Jonohkada interviene vacilante, con los ojos rebotando entre Bash
y yo, "tengo algo que podría ayudar. Mientras descansas la espalda, aplícate esto". Sostiene
una cosa de gelatina blanda y oblonga. Casi pareciendo que se prepara, dirige a Bash una
mirada en guardia, muy en guardia, extra cautelosa.
Bash sopla fuego entre las manos de Jonohkada.
No hay advertencia, simplemente escupe un chorro de llamas sobre este hermoso y nervioso
hob.
Jonohkada se tambalea y casi deja caer la cosa de gel.
Yo jadeo: "¡Eres muy malo!". Su cola me impide hacer algo más que moverme de un lado a
otro. "Jonohkada, ¿estás bien?" Retorciéndome, susurro furiosamente: "¡Bash! ¡Está
intentando ayudar! ¿Qué te pasa?"
"Estoy bien, Isla", dice Jonohkada. "Gracias por preguntar".
La cola de Bash no me suelta. "No me gusta cómo te mira", responde casi con altivez, sin
molestarse en susurrar.
"¿Cómo? ¿Ayudando?" Sigo susurrando. Porque si vas a hablar de alguien mientras está
ahí mismo, deberías tener la decencia de fingir que susurras, caramba. "¿Fuiste criado por
lobos?"
"Me criaron la mejor madre y el mejor padre Rakhii", me informa Bash. "¿Qué clase de
criatura alienígena estás insinuando que son mis padres?"
Las alas de Jonohkada brillan; las agita, sólo una vez, claramente emocionado por tener la
oportunidad de dar una respuesta de la que está seguro. Se agarra las manos, o la cosa
que aún tiene en las manos, no lo sé. "Los lobos son fieros y majestuosos depredadores que
prefieren vivir en manadas a menudo formadas por miembros de la familia".
"Oh", dice Bash, todavía mirándome. "Entonces sí. Fui criado esencialmente por lobos".
No quiero sonreír. Definitivamente no debería reírme.
Qué vergüenza. Porque lo hago.
La cara de Bash se vuelve petulante, su boca se relaja, sus párpados bajan y su cola
completa su última vuelta alrededor de mí, de modo que estoy envuelta desde el tobillo
hasta el hombro, con sus cuchillas ahora colgando detrás de mi cuello, descansando
inofensivamente detrás de mi espalda.
No estoy segura de cómo me siento con esto. Pero me distraigo, porque algo huele bien.
"¿Chicos? ¿Soy yo, o alguien más huele a malvavisco? Necesitamos traer a otra humana
aquí, alguien que sepa lo que son los smores 14".
"Yo he comido malvaviscos", me informa Bash, con su cola flexionada. Su agarre sobre mí
es cálido y extrañamente tranquilizador. Nunca he jugado en serio con la cuerda, pero
empiezo a entender el atractivo. Es increíble, las cosas que aprendes sobre ti misma en un
día cualquiera.
"¿Ese olor que crees reconocer? Son mis manos", dice Jonohkada con un poco de desgana.
Mira el paquete de gel apretado entre sus dedos cuando dice: "Hemos descubierto que su
delicia humana crujiente por el fuego tiene un inquietante parecido con la carne de los hobs
horneados".
Me quedo boquiabierta. "¡¿Te has quemado?! ¿Y no has dicho nada?" Dirijo una mirada
horrorizada a Bash.
Bash se muestra imperturbable. "¿Jonohkada?"
Los ojos del hob se dirigen al Rakhii.
Bash le escupe.
14
En sus manos, pero aún así. Sé que no es el insulto que sería en la Tierra, pero juraría que
Bash disfruta a fondo escupiendo al otro macho.
"Gracias", dice Jonohkada sin ningún sarcasmo, sin ninguna reserva de irritación. Es
inhumanamente cortés. "Toma, Isla", me da la cosa de gel aún muy caliente de sus manos
cubiertas de saliva. "Aplícate esto en los músculos de la espalda, y recaliéntalo cada dos..."
Comprueba lo que parece un reloj en su muñeca, "owwars humanas", dice finalmente.
Luego me mira con gravedad. "Recalentar con mucho cuidado con el fuego Rakhii".
"Yo nunca quemaría a Isla", afirma Bash, sonando seriamente ofendido.
Miro fijamente a Jonohkada. "¿De verdad?"
Él asiente. "Está diseñado para el trabajo de campo de los Rakhii".
"Como, ¿qué, me levanto la camiseta y hago que Bash me sople en la espalda?". Pregunto
con incredulidad.
La más fuerte y sucia carcajada estalla desde no muy lejos.
Puedo sentir cómo Bash se eriza. También lo veo, pero incluso su cola -que ahora serpentea
por mi otro brazo, rodeando mi miembro a su paso- se pone tensa. "Gracie", es lo que gruñe
Bash en reconocimiento de la fisgona.
Gracie dice: "Me imagino a Bash soplando en tu espalda, Isla. La imagen... ¡oh, hombre!"
Varias chicas se ríen durante medio segundo antes de que la mirada de Bash gire a nuestro
alrededor y todo el mundo se quede en silencio. "Supongo que esta frase se presta a una
interpretación indecente. ¿Pueden explicarnos qué tiene de gracioso esa imagen para
vosotras, las humanas?", pregunta entre dientes.
"¡Nop!" Gracie chirría, y el sonido correoso de las alas de Dohrein significa que la arrastran
antes de que pueda meterse en verdaderos problemas. O su compañero comienza a
arrastrarla, pero Gracie grita: "¡Espera! Rein-¿Hueles... a malvavisco?" No puedo verla más
allá de Bash, pero lo sé en el momento en que confirma que lo que está oliendo sí huele a
malvaviscos quemados y chocolate. "¡Bash!", grita. "¡Culo! ¿Has quemado a Jonoh? Será
mejor que no...", parece que sigue gruñendo, pero el sonido se desvanece porque Dohrein
la ha cogido y la ha llevado de vuelta a la seguridad de su trono robado.
Jonohkada la observa en su dirección, con una suave sonrisa en su rostro al escuchar la
preocupación de su amiga por su bienestar. Luego se gira, percibe el estado de ánimo de
Bash, recién irritado, y comienza a encogerse de nuevo, claramente nervioso. Aun así, se
adelanta, haciendo contacto visual conmigo. "Movimiento ligero para el resto del día con
estiramientos suaves".
"Supongo que debería haberme quedado a la clase de Pilates de esta mañana".
El complejo ofrece algunas comodidades bastante ingeniosas. Tonta de mí, no sabía que
necesitaba convertirme en un tallarín hoy por mi salud y bienestar.
Asiente con la cabeza. "Las investigaciones sobre humanos que participan en Pilates
demuestran que es muy beneficioso para ti. Caminar sería bueno. Quedarse quieta podría
hacer que tu rigidez muscular aumentara, lo que podría agravar el problema". Se queda
helado, su mirada se desvía hacia arriba y hacia atrás, su rostro adquiere un aspecto
aturdido.
Suspiro. Bash tiene ese efecto en la gente. Le pellizco la cola, ya que la tiene al alcance de
la mano. "¿Quieres parar?" le pregunto al Rakhii que me tiene atada por la cola. Lo miro
antes de enviar una mirada significativa a Jonoh. "Dejó todo para ser amable y ayudar.
Gracias, Jonoh".
Bash no le da las gracias, pero su cola empieza a desenrollarse de mí. Lo hace con lentitud,
incluso con hosquedad. Las vueltas se desprenden pesadamente de mí, un bucle tras otro.
Cuando me libero, ni siquiera me mira. Está mirando a Jonohkada.
Jonohkada traga saliva y me hace una pequeña reverencia. "Espero que te recuperes
pronto, Isla".
"¡Gracias de nuevo!" le digo sinceramente y le veo marcharse.
La mano de Bash, que había estado encerrada bajo mi camisa por el cuidado de las cuerdas
de su cola, se desliza libre de mi ropa, haciendo que mi piel se entristezca al sentir que se
va. Se aplica la compresa de calor, y unas grandes garras pellizcan cuidadosamente mi
camiseta y la vuelven a bajar. "¿Cómo te sientes?"
Lanzo un suspiro de agradecimiento. "Eres tan horrible con Jonoh, pero ahora estoy
supercalifragilistico, gracias".
Bash suena inusualmente dubitativo. "La mitad de las veces no sé lo que dices. Casi todo
el tiempo, estoy seguro de que tampoco quiero saberlo".
"Deberías pensar en disculparte con Jonoh. O al menos esforzarte más en no asarlo
activamente".
Bash no me dice nada. Ni siquiera se preocupa por la dirección que dejó Jonoh en una
mirada. Sólo gruñe: "Bien. Ahora que estás reparada..."
Como si yo fuera un televisor estropeado o algo así.
"... Tal vez debamos probar tu capacidad de caminar, como sugirió el hob". Su mirada se
desplaza por encima de mí de forma evaluadora, y en realidad no tan halagadora, como si
fuera un viejo jamelgo que se desmorona ante sus propios ojos.
"Se llama Jonohkada".
La mirada arrogante de Bash está sobre mí pero lejana al mismo tiempo, claramente sin
darle ninguna consideración al punto sobre el nombre de Jonoh. "Deja que me ayudes a
limpiar la mesa de herramientas. Bonito trabajo ligero ".
Dejamos las rocas esparcidas en favor de la sombra en la choza del herrero, y Bash y yo
empezamos a organizar y guardar sus diversos equipos de artesanía.
Me hace sonreír todo lo que tiene Bash como equipo de artesanía hasta que Bash levanta
un martillo y utiliza su voz informativa para decirme: "Esta herramienta se llama
martillo...".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 16
ISLA
Es la mañana siguiente a mi extraña lesión de espalda, un día que debía ser especial. Hoy
se habrían cumplido quince días enteros en los que Bash se las había arreglado para no
hacer llorar a nadie, si no hubiera arrasado con el grupo de Helen. Habíamos querido hacer
algo especial para él. Para sorprender a Bash por haber conseguido su increíble e inédita
racha de dos semanas sin provocar ninguna lágrima, todas y cada una de las humanas
programadas para trabajar hoy en la cantera habían planeado apurar sus culos para llegar
temprano.
Aún así lo hicimos.
Anoche decidimos que mantendríamos nuestro plan sin importar el número del contador.
Ganamos a todos los alienígenas aquí. (Todos los alienígenas que no están emparejados con
una humana y vienen con su mujer, es decir).
Cuando Bash aparece, nos ve como empleadas obedientes, ya cafeinadas y ya en el trabajo
sin que les griten que lo hagan... y está claramente aturdido. Sus púas están levantadas;
sus espinas incluso parecen sorprendidas. Su cola se arrastra detrás de él, tirada en el
suelo como si se hubiera desmayado.
"¡HOLA!" Le digo en voz alta alegremente. "¡Hoy tienes un aspecto hosco!"
Bash frunce el ceño y me apunta a mí (afectuosamente, si sabes reconocer estas cosas), y
pregunta en voz alta a los hobs y a los Rakhii que entran con él: "¿Dónde está ese adhesivo
labial humano?".
Pero luego, al resto de las humanas, les dice por encima del sonido de nuestro trabajo: "Lo
habéis hecho todas muy bien. Aprecio vuestra ética e iniciativa", nos dice, y parece que lo
dice en serio. "¿Qué ha provocado este increíble fenómeno?"
Gracie le empuja un cubo de palomitas. "Mira tu contador de llantos".
Bash se retuerce, lanzando una mirada a su trono, y al contador que hay detrás, en el que
se lee quince. No coge las palomitas. "Mira ahí", dice, sonando asombrado. "Es un milagro".
La sonrisa que le dedica Gracie es comprensiva, pero también hay una advertencia en sus
ojos. "Helen dijo que llegaban tarde y que estaba coqueteando y kyactando..."
"¿Qué es kyacting?" Susurro.
"Extraterrestre británico para referirse a 'hacer el payaso en el trabajo'", me susurra Jonoh
desde no muy lejos.
"… Así que, aunque ayer te pasaste de duro, le pareció que te merecías un quince en tu
contador. Intenta jugar bien hoy, ¿vale?" dice Gracie, golpeando el aire con el dorso de la
mano como si le diera una palmada en el pecho de forma amistosa sin llegar a hacer
contacto.
Bash despega los ojos de su contador para ver a toda la gente. "Gracias...", dice
bruscamente.
Me dirijo al carro más cercano, sonriendo ante el orgullo y el placer que siente mi amigo por
su logro.
Entonces grita mi nombre. "¡ISLA! ¿Qué diablos llevas?"
Se lo enseño para que lo vea. "Una roca muy pequeña, jefe".
"¡Sigue siendo una roca! Pon. Eso. Abajo antes de que te golpee con ella".
Dejo caer la roca y levanto la mano. "Abajo, jefe".
Bash gruñe algo y se acerca a mí. "¡Necesitas recuperarte!"
Lo que oigo es me preocupo por ti. Reprimo mi suspiro de felicidad y me limito a regalarle
una sonrisa. "Ya he terminado".
"Tienes razón en que lo estás. Te asignaré algo donde no te dañes. Toma, coge este trapo.
Tengo una herramienta que puedes pulir".
Hago una mueca. "¿Todo el día?"
Bash me echa una mirada. "Tengo una herramienta muy grande".
Gracie, apoyada en el trono a la sombra, suelta una carcajada ahogada. Su bol de palomitas
casi se derrama.
"Esas pequeñas cáscaras de palomitas", finjo compadecerme con tristeza, guiñándole un
ojo. "Te atacan de la nada".
Gracie se debate entre risitas y toses, pero Dohrein me asiente solemnemente mientras le
acaricia la espalda, con las alas cerradas detrás de él.
Bash deja caer su cola sobre mi hombro y me "guía" con demasiada delicadeza hacia su
puesto de herrero, donde saludo a Cyden, el hob, que se está poniendo la bata y deslizando
los guantes.
Me sonríe amablemente, pero sólo durante unos breves segundos, y luego se escabulle tan
rápido como un hombre puede caminar sin que parezca que está huyendo de Bubashuu,
que parece aumentar de tamaño detrás de mí, con su cola dirigiéndome delante de él de
forma casi agresiva. "Aquí", gruñe, y nos detiene frente a un conjunto de cajones altos de
paredes finas. Pasa por delante de mí y abre uno, sacando un frasco de polvo para bruñir.
Me lo entrega y me indica las herramientas que había debajo. "Hay que limpiar y pulir todo
esto". Su cola me hace girar. "Al igual que esto".
Estamos frente al yunque.
"¿Cómo se limpia un yunque?" Pregunto.
"Y se pule".
"Bien, ¿cómo se limpia y pule un yunque?".
Sus escamas parecen hoy de un rojo púrpura intenso, como un vino oscuro, y creo que es
su color natural, aún no recubierto por el polvo omnipresente de la piedra de cantera.
Asimismo, su camisa sigue siendo blanca y sus pantalones siguen siendo de color negro
oscuro, sin polvo tampoco. Tiene un aspecto elegante. "Te lo enseñaré", dice con
tranquilidad.
Me miro a mí misma y hago balance. Llevo el suficiente tiempo en la cantera como para
haber acumulado un brillo polvoriento en todo mi cuerpo. Subo la mano para revisarme la
coleta, pero consigo detenerme. Preocuparme por mi aspecto es una pérdida de tiempo.
Estoy presentable, y eso es lo mejor que puedes esperar cuando haces un trabajo manual
y sucio.
Cuando mis ojos se dirigen de nuevo al yunque, sé que estoy definitivamente frente a esto
último. "De acuerdo. Hagamos esto".
"Primero, empieza por pulir el baúl de las herramientas. Esto me dará tiempo para que tus
compañeras se instalen en sus tareas. El Creador sabe que si las dejo a su aire, seguro que
me dará una apoplejía cuando contemple el daño que han causado".
"Tu fe en nosotras es impresionante".
La cola de Bash me aprieta el hombro, como advertencia o afecto, no estoy segura.
Se acerca a la boca del cobertizo abierto y grita: "Tú y tú y tú con la melena salvaje de color
gahtusi -sí, tú, humana- haréis baldosas hoy. Presentaos al alfarero jefe junto a la casa del
horno". Señala el extremo más alejado de la cantera, donde él y yo hicimos el recorrido de
las vides.
Mandi -la que tiene la melena 'gahtusi'- comete el error de enviar a Bash una mirada
interrogativa, y luego lo interroga de verdad. "¿Pero por qué? ¿No es mejor que seamos útiles
aquí?"
Ella deja de hablar. No se detiene, sus palabras mueren. Porque Bash la inmoviliza con
toda la fuerza de su letal mirada. "¿Crees que la teja no es útil? Desafío al imbécil que piensa
en construir un castillo de piedra pero olvida la importancia de cubrir su tejado. ¿Una losa
de arcilla cocida sobre otra te parece 'nada'? Tendrás exactamente un monzón antes de
aprender esta sabiduría: no hay nada insignificante cuando estás montando tu torre, y
menos aún las tejas de tu tejado. Y cada una de tus azoteas -dirige ahora su mirada a todas
nosotras, porque todo el mundo le está mirando, con los ojos pegados a él como si fuera un
malhumorado tigre de dientes de sable mirando a una manada de pequeños antílopes
comestibles- requerirá miles de tejas". Sus ojos se fijan de nuevo en Mandi. "Y hoy
aprenderás a hacerlas".
Mandi, sabiamente, no tiene argumentos para esto y, en su lugar, mira a su hombre-gato
(Gracie tiene toda la razón: ¡vaya si es divertido verlo!) que la ha estado mirando fijamente.
Extrañamente, su mirada se dirige a sus manos. Señalando con el dedo.
Haciendo una mueca, Mandi lanza una mirada nerviosa hacia Bash. Luego, vuelve a cruzar
la mirada con su gato.
Me pongo al lado de Bash y dejo mi trapo de pulir sobre la mesa de herrería, fascinado por
esta interacción silenciosa.
"¿Qué estás haciendo?", murmura Bash a mi lado. "Las humanas perezosas son
vapuleadas. Al menos finge que te mueves".
"Supongo que me llevaré la paliza. Tengo que ver esto", le susurro. "Shhh".
"No acabo de recibir un chitón", se maravilla Bash. "No cuando estás a la distancia de mi
cola".
"Dile a tu cola que se calle y espere, ¡quiero ver lo que pasa con el gato de Mandi!"
"Te demostraré lo que les pasa a los empleados que intentan mandar a su amo azotándote
hasta que no puedas caminar, humana", advierte Bash.
"Tus fantasías pervertidas pueden esperar dos segundos", le digo, todavía mirando
embobada a Mandi y su alienígena. Porque los ojos de su alienígena son rendijas poco
impresionantes, y ha puesto las orejas en horizontal, y sus bigotes están amontonados
porque sus labios se han curvado sobre sus pronunciados incisivos. Y está enfocando una
mirada seria en las manos de Mandi.
Mandi también se mira las manos. Luego lanza otra mirada a Bash, esta vez todo temor y
reticencia.
"Creo que Mandi se ha hecho daño en las manos", susurro con una cantidad no del todo
apropiada de extrema (preocupada-totalmente) excitación. Es que esto se está poniendo
interesante.
Bash emite un sonido burlón que retumba en la cámara hueca situada en su nariz. No
comento nada; es una cosa rara de Rakhii. "¿Parece que no me he dado cuenta de esto?
Supervisar las operaciones es mi trabajo, ácaro insufrible. ¿Por qué crees que está haciendo
baldosas hoy y no destrozando sus manos heridas con más roca áspera?"
Toda mi atención, hasta el último retazo, se dispara hacia Bash.
Con las manos en las caderas, Bash me ignora ahora, examinando a los secuaces que tiene
pero no quiere.
"Los vas a asustar", le advierto, distraída.
Bash me lanza una mirada lateral. "Crees que me importa".
Abro la boca para devolverle algo... pero no puedo. Porque me doy cuenta de que sí le
importa. Mis ojos encuentran a las otras dos mujeres a las que Bash llamó para hacer
azulejos, y veo que las dos están favoreciendo sus manos, acunando frecuentemente sus
propias palmas.
Oh, Dios mío.
Dios mío, Bash nos cuida. He oído las quejas de las chicas sobre el reparto de trabajos
estúpidos. Hay trabajos sentados y trabajos extraños y todo tipo de tareas que no tienen
nada que ver con la construcción de la aldea... excepto que cada parte de lo que hacemos
aquí va a hacer una aldea. Como dijo Bash, vamos a necesitar todas las piezas para formar
el todo.
Mandi sigue manteniendo una conversación silenciosa con su gato, y se tambalea, pero no
es capaz de acercarse a Bash y pedirle que le escupa las manos. Está mirando a su
alrededor, creo que buscando a otros Rakhii... a cualquier otro Rakhii, pero es temprano,
lo que significa que sólo hay hobs y humanas aquí hasta ahora. Muchos de los Rakhii tienen
familias o compañeras embarazadas, y tienden a colarse más tarde en la mañana.
Como si fueran conjurados por mi conclusión, Zadeon y Callie aparecen con el bebé
Baskian.
Y los hombros de Mandi se encorvan, y su mirada hacia Bash es fulminante.
He oído que Mandi no se portó bien con Callie, no cuando todas llegaron aquí. Supongo que
las cosas han cambiado mucho desde entonces, porque nunca he visto ni oído a Mandi
decir nada grosero en dirección a Callie, pero mientras Callie parece no guardar rencor por
lo que sea que haya pasado, Zadeon mira a Mandi como si quisiera prenderle fuego cada
dos segundos que respira el aire de Callie.
Está claro que Mandi lo sabe y es reacia a buscar la ayuda de esta Rakhii. Tanto es así que
es evidente que preferiría acudir a Bash... si no estuviera aterrorizada por Bash.
"Ten un poco de piedad con la chica", digo en voz baja. "Tiene miedo de pedirte ayuda". Mis
ojos buscan a las demás, que se demoran pero tampoco se acercan a Bash. "Todos te tienen
miedo".
"Al final todas están mostrando sentido común", está más o menos de acuerdo Bash, con
sus garras arrastrando bajo la barbilla antes de enderezarse y chasquear los dedos. Clava
a Mandi con una mirada atenta, pero no creo que sea una mirada, ya que hace un gesto
para que Mandi se acerque a él.
La chica salta, sus ojos se abren de par en par antes de obedecer, acercándose a nosotros.
Mientras se abre paso entre la gente para llegar hasta aquí, Bash chasquea los dedos dos
veces más, señalando a una chica y luego a otra, las otras dos a las que ordenó la tarea de
embaldosar hoy.
Parecen asustadas y casi aterrorizadas, pero no le hacen chasquear dos veces. Se acercan
trotando y llegan justo detrás de Mandi.
Bash utiliza las puntas de sus garras para agarrarles las muñecas y darles la vuelta a las
manos, escupiendo con eficacia. Por muy extraña que sea la idea, hay un arte en hacerlo
clínicamente y sin insultar, y los Rakhii dominan esta habilidad. O al menos Bash lo hace.
Consigue que las seis manos estén listas, les dice que sigan su camino y ellas lo hacen, con
caras de disgusto, muecas de dolor y labios torcidos.
Pero la incomodidad que sienten las humanas no es nada comparada con lo que sienten
sus parejas al ver a sus hembras siendo atendidas por otro macho. Un macho que puede
hacer algo por su hembra que ellos no pueden. Y por mucho que quiera que las manos de
Mandi sean mejores, la realidad de ver cómo otro macho la toca justo delante de él es,
aparentemente, un tipo especial de infierno para nuestro alienígena felino favorito.
"Bonitas garritas asesinas de gatito", le dice Gracie, y sonríe como una loca. El hombre-gato
de Mandi se mira la pata y retrae sus muchas, muchas garras visibles, grandes y malignas,
antes de levantar la mirada hacia ella, con los ojos entrecerrados, claramente sin saber si
le está haciendo un cumplido de verdad o se está burlando de él.
Yo tampoco lo sé, pero estoy bastante segura de que es lo primero. Ella espera con ahínco
que él se juntos - juntos -con Mandi algún día- y pronto.
"La forma en que las humanas os espiáis unas a otras", comenta Bash.
"¿Qué? No estamos haciendo nada malo", protesto, como si estuviera a la defensiva. No lo
estoy, pero sé que debería estarlo. Mirar fijamente está mal. En la Tierra todo el mundo lo
decía. Pero, de nuevo, en la Tierra no teníamos el Canal MandiCat.
"Déjalos en paz. El interés de tu gente en los asuntos de esa pareja es excesivo. ¿Estás
trabajando o curioseando?", pregunta en un tono que estoy segura de que es amenazante,
pero que me siento demasiado ocupada mirando al gato de Mandi mientras el tipo mira
fijamente a Mandi. Es una mirada acalorada, ooh la la.
Algo parecido a un puño -pero que no lo es en absoluto- me recoge el pelo, envolviéndolo en
una sujeción en la nuca. "Isla".
El peso sólido que se desprende de mi pelo me indica que la cola de Bash ha agarrado una
coleta total. Su cola me da un ligero tirón, haciendo que mi cabeza se levante un poco, y
esto es lo que hace que le preste a Bash toda mi atención. "Aquí, jefe".
Me mira con ojos de juez.
"Vaaaaleee", gimo, barriendo el trapo que se me había caído, mi pequeño movimiento hace
que su cola rebote contra mis omóplatos porque todavía me agarra por el pelo.
Por mi capitulación, me da otro pequeño tirón, esta vez de aprobación, antes de soltarse de
mí y deslizarse detrás de su dueño mientras se va.
∗∗∗∗∗∗∗
"A esto le llamamos grasa para los codos", le digo a Bash, con el brazo más que cansado
mientras restriego un cepillo de cerdas de acero anudadas de un lado a otro de cada
superficie del yunque.
Bash frunce el ceño y me mira a mí, luego a mi codo y después a mi mano. "¿Qué grasa?"
"Llamamos 'grasa de codo' a toda la acción del brazo".
Bash parece confundido. "¿Por qué?" Me mira de nuevo como si se preguntara si se le ha
escapado algo. "Tú no emites grasa".
Hago una pausa en mi frotamiento de acero para acariciar su mano, lo que hace que sus
labios se separen, y casi parece que su pecho se agarrota. "Apúntatelo como otro dicho
humano, ¿de acuerdo?"
"¿Te refieres a los extraterrestres?" Le miro desde la punta del cuerno hasta los tres dedos
del pie. "No sabíamos nada de vuestra gente, pero me refería a mundos como en los ficticios
o a lugares de otro tiempo de nuestra propia historia. Como en el caso del Lago de los
Cisnes, que era una producción de ballet en la que se contaba una historia a través de
música instrumental y una danza complicada".
"Hmm."
"... Yo había hecho todos estos bocetos para el conjunto. Era la mayor producción en la que
había trabajado, en la que cualquiera de nosotros había trabajado. Enorme. Fue una gran
presión. Uno de mis bocetos, esta escena del bosque-marisma, fue aprobada, lo cual fue
genial, pero fue como... aquí tengo esta hoja de papel de ocho por once, y tiene que ser
transferida a un enorme -y quiero decir enorme- telón de fondo del escenario. Es esta tela
que..."
"Sé lo que es un telón de fondo."
"¿Ah sí?" Me encojo de hombros. "Tu traductor parece tal mierda que nunca sé lo que estás
captando".
"Gracias"
"De nada. De todos modos, uno pensaría que en esta época se puede simplemente
serigrafiar algo, pero en cierto modo, es bonito que todos esos detalles se sigan haciendo a
mano. Tuve que hacer los cálculos para dividir el boceto aprobado en cuadrados para poder
aplicar esos cuadrados al telón de fondo en blanco, lo que me permitió pintar esta escena
del pantano de forma idéntica, simplemente ampliando las piezas para que quedaran del
tamaño perfecto. Parecía que había tardado una eternidad, pero en realidad lo hice en una
semana y media. Fue una locura. Lo más divertido que había hecho hasta ese momento,
me daría cuenta mucho más tarde. No lo supe entonces porque cuando estás en medio del
caos rara vez lo disfrutas. O te das cuenta de que lo haces. Pero vaya si lo hice. Fue salvaje,
pero fue muy entretenido". Trago, mi garganta muy repentinamente apretada. "Yo... lo echo
de menos".
Bash se mueve incómodo a mi lado. "Podrías", se aclara la garganta, y una pequeña
bocanada de humo se le escapa de la boca, "podrías dibujar para tu disfrute. Te conseguiré
material para dibujar. Si te apetece".
"Aww, Bash, wow". Le miro asombrada, tratando de captar su atención, pero él evita
estudiadamente mi apreciación, como si le fuera a dar urticaria o algún otro tipo de reacción
alérgica. "¡Ya lo creo! Y si tienes algo como madera de balsa -es un tipo de madera superfina
y superligera- puedo hacer cajas de maquetas de teatro para divertirme. Me lo pasé en
grande haciendo maquetas de decorados". Suspiro con nostalgia. "Un gran
entretenimiento".
"Tenemos muchos tipos de madera que deberían ser de tu agrado. Buscaré a un aficionado
que conozca nuestros suministros de artesanía, y le haré conseguir lo que necesitas.
Entonces volverás a hacer tus artesanías", promete Bash.
Le sonrío. "Gracias, jefe. Eres muy amable".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 17
BASH
(Contador de llanto: 15)
Isla está contenida en el puesto del herrero y, por alguna razón, me agrada tenerla allí. No
la examino. Apenas la reconozco. En cambio, me concentro en otros asuntos.
Insignificantes.
Ha llegado el momento de domar a las humanas, y hoy estoy decidido a conseguirlo sin que
ninguna de ellas llore. Tengo un historial impecable que se está acumulando, y hoy no lo
voy a empañar. Tengo que tragarme tres malditas veces para conseguir hablar a las
exasperantes pequeñas alienígenas sin gritar, pero por el Creador, lo consigo. "Señoras",
subrayo mientras suministro internamente la palabra gorgojos. Pequeños gorgojos llorones.
"Relajaos en la sombra mientras os alimentáis".
Una que se llama Lexi levanta una mano de huesos frágiles y humanos.
"Qué", digo entre dientes -no es una pregunta porque no quiero fomentar la interacción-.
El cielo sabe que cuanto más hablo con ellas, más probable es que gruña hasta que lloren.
"¿Así que esto es un descanso?" pregunta Lexi, que parece insegura. Veo su otra mano
frotándose en un punto bajo de su espalda, y tomo nota de ello. Una vez que haya terminado
de alimentarse y regarse y haya descansado un poco, habrá que cambiarla a una tarea en
la que no tenga que forzar la espalda. Vigilaré al resto de las humanas y las rotaré por la
misma razón.
Pero sólo después de que se tomen su maldito descanso. Las humanas me han hecho llegar
a odiar este término.
La fulmino con la mirada mientras intento moderar mi contacto visual a una mera mirada
fija. Cuanto más la miro, más se encoge, más se le arruga la cara, y me imagino
mentalmente a ese maldito contador de lágrimas perdiendo mis buenos números, mi
medidor de paciencia duramente ganado volando en pedazos si esta hembra no consigue
controlarse.
Tengo que alejarme de ella y darle la espalda antes de poder decir una respuesta entre
dientes. "Lo has hecho bien. Puedes llamar a esto tu descanso".
No sé por qué las humanas insisten en referirse a este tiempo de alimentación como un
descanso. Siempre que pienso en descansos y humanas juntos, es mucho, mucho más
satisfactorio.
Sin embargo, mi versión viola definitivamente el recuento perfecto del contador de llantos.
Estoy pasando por delante de todos los rostros boquiabiertos de piel suave cuando algunos
de ellos gritan: "Gracias, Bash".
Me detengo. Arriesgándome a dar media vuelta, las recorro con la mirada y veo que todos
me miran, algunos incluso sonríen. La esperanza tentativa aparece en muchos rostros.
Ahora intento fruncir el ceño. "De nada", alienígenas raras. "Dis..." Me cuesta tragar, el
humo se me escapa de los labios. "Disfrutad de vuestras comidas, luego espero que os
reincorporéis al trabajo con vigor".
Me doy la vuelta.
Casi como una sola, las hembras gritan: "¡Lo haremos, Bash!"
Mientras regreso de vuelta a Isla, me maravilla cómo la actitud de ellas me hace sentir
realmente... satisfecho.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 18
ISLA
Cuando Bash da por terminada la jornada laboral de todos, me aplica más relajante
muscular hecho con saliva en el hombro y el brazo. "¿Cómo está tu espalda ahora?", me
pregunta.
"Se siente normal". Me meto la mano debajo de la camisa para quitarme el paquete de gel.
"Estoy tan bien que creo que podemos dejar esto".
Lo reconoce con un gruñido y me pasa el linimento por la columna vertebral antes de
bajarme la camisa y empezar a alejarse.
Como un cachorro encaprichado, le piso los talones.
Si le molesta, no lo dice. Y Bash no me parece el tipo de alienígena que se calla si alguien
le molesta.
Podría seguir a mis compañeras humanas en su éxodo hacia el complejo, pero me aburro
allí. Y Bash no está allí.
Saludo a un par de mujeres que pasan junto a nosotros, pero me quedo con Bash, decidida
a seguirle hasta que me diga que está harto de mí.
Hay mucho ruido cuando todo el mundo se dirige a las salidas, pero ya me he acostumbrado
al ruido. Incluso me he acostumbrado al sabor espeso del aire; es el polvo siempre presente
que aspiro con cada respiración y que no puedo evitar asimilar porque me cubre la lengua.
Bash me mira. "¿Te gustaría ver el granero de los Narwari?"
Haría casi cualquier cosa por pasar un poco más de tiempo con él. Pero sí, ver dónde viven
los temibles caballos alienígenas suena especialmente bien. "¡Claro!"
Bash utiliza un movimiento de su cuerno para indicar un carro más adelante. "Llevaremos
ese equipo". Bash grita al conductor, que se detiene y baja de un salto para que Bash ocupe
su lugar. El conductor es un hob, y se desplaza al otro lado de la carreta donde ayuda a
bajar a una mujer humana.
Al verla, el destello de reconocimiento me golpea. Esta mujer y este hob conducían el carro
con el caballo alienígena que conocí el primer día aquí.
Giro la cabeza hacia los tres caballos para descubrir que el animal de capa dorada del grupo
ya me está mirando. Salto hacia atrás. "¡Ah, te conozco! Eres el catador de brazos".
Los músculos del animal se agolpan, y si no fuera porque la lengüeta del carro tiene una
pequeña cadena que se extiende hasta su arnés, creo que arremetería contra mí. Claro que
podría encontrar resistencia si los otros dos animales enganchados a la carreta no quieren
volverse contra mí con este, pero ellos también empiezan a parecer hambrientos.
"Cálmate", gruñe Bash.
"¡Lo estoy intentando! Pero parece que todavía quiere dar un mordisco..."
"Estoy hablando con el Narwari", dice Bash, lanzándome una mirada antes de agarrar al
animal por su graciosa cornamenta y echarle una mirada dominante a la criatura. "No se
come a esta humana".
Levanto un dedo preocupada. "¿Se ha comido a otras humanas?"
Bash me ignora, pero el caballo-serpiente gira un ojo en mi dirección y lame sus colmillos.
Me estremezco.
"Súbete al banco, Isla", me dice Bash, y con una mirada cautelosa a la pareja, sobre todo
al caballo, subo los escalones y tomo asiento.
Bash hace que la carreta se incline y se balancee cuando se une a mí, y hunde su trasero
en el banco, con la hoja de su cola golpeando el suelo a mis pies. Mueve las riendas y emite
un chasquido claramente extraño, produciendo el sonido con su nariz hueca.
Los tres animales toman esto como una orden para subir la rampa.
Salimos de la cantera por la rampa, siguiendo el tren de carros. Cruzamos un puente, el
sonido de los cascos me da un poco de vértigo. "¡Esto es divertido!" Lanzo una sonrisa de
felicidad en dirección a Bash, tan perdida en la extraña alegría de montar en este anticuado
método de transporte que me pierdo la reacción de Bash a mi sonrisa.
Pisa con fuerza su cola, lo que me hace darme cuenta de que estaba empezando a
enroscarse en mi pie.
"Lo siento", dice bruscamente, se agacha y me la quita de un tirón, arrojándola a su lado
de las tablas del suelo con toda la preocupación que una persona normal muestra por una
serpiente de hierba que se ha colado en la casa.
Me encojo de hombros. "No hay problema".
Parece que nos movemos un poco más despacio que los otros carros, lo cual es extraño
porque nuestros Narwari están moviendo la cabeza (y mirándome a mí, y lamiendo sus
fauces) y actuando como si estuvieran ansiosos por ir. Pero el ritmo un poco más tranquilo
me permite contemplar el paisaje. Las ruedas de los carros han dejado huellas en la suave
arena que forma un camino una vez que llegamos al final del puente. Me quedo mirando la
tierra, examinando las huellas de las pezuñas hendidas que cuentan la historia de muchos
Narwari que han pasado por aquí. También hay huellas de tres dedos blandos, que son de
Rakhii. Y hay huellas de botas, porque los hobs llevan botas como las humanas.
A ambos lados del camino, brota la hierba. Esta hierba no es como nuestra hierba de la
Tierra. Claro, es larga, con tallos, y los animales probablemente pueden comerla. Pero cada
hebra de hierba tiene un pequeño globo redondo en la punta. Lo hace parecer decorativo.
Ni siquiera puedo explicar por qué esa pequeña adición es importante, pero convierte el
campo en un país de las maravillas. "Esto es precioso", digo.
Bash gruñe a mi lado. Está de acuerdo, por lo que puedo decir.
He oído que el granero de Narwari se encuentra entre la cantera que se trabaja actualmente
y la cantera original, en una amplia franja de terreno de pastoreo. El espacio entre los
cañones de las canteras ha creado un tramo plano, una especie de meseta gigante cubierta
de hierba enclavada en la elevación entre los cráteres de las minas de roca. Sin embargo,
seguimos viajando cuesta arriba. Estamos en una pendiente tan pronunciada que tengo
que hacer un esfuerzo considerable para respirar antes de poder hacer las preguntas que
me vienen a la mente. "¿Los Narwari tienen que arrastrar carros hasta aquí? ¿Cada día?"
Bash me mira con una mirada de medición. Probablemente se pregunte si la elevación va a
hacer que expire sobre él. Para mi alegría, parece un poco preocupado por la posibilidad en
lugar de aliviado. "La mayoría de las veces sólo están vacías. Su cuadra está en una subida".
Cuando lo superamos, lo sé. Porque me tambaleo hacia delante en el banco del carro, ya
no estoy pegada al respaldo del banco como si estuviera sentada en una atracción de un
parque de atracciones, por un lado.
Por otro lado, la tierra se extiende delante de nosotros hasta donde alcanza la vista. Pero el
establo de caballos que esperaba no se encuentra por ninguna parte. En su lugar, los
Narwari tienen un palacio de piedra.
Es para los caballos alienígenas lo que los establos reales de elefantes en Hampi 15 eran para
el Imperio Vijayanagara. Impresionante. Enorme. Una locura.
Un edificio redondo, tiene altas puertas arqueadas que rodean lo que parece ser todo el
camino. Delante de nosotros, los Narwari son conducidos a través de estos portales, donde
son desenganchados, cepillados y estabulados en cámaras abovedadas. Las gruesas losas
de piedra forman las paredes y, desde la puerta principal abierta de par en par, veo que las
losas también se utilizan como separadores de los establos.
El exterior del edificio está flanqueado por potreros, en los que los Narwari entran y salen
con dificultad.
La parte superior del edificio está cubierta de azulejos de colores que se apilan unos sobre
otros, con capas de colores brillantes y desiguales en algunos lugares y colores
arremolinados en otros. Tiene muchos tejados planos entre zonas inclinadas. Mientras lo
asimilo, se posa una enorme sombra en picado, y no es un pájaro. Es un hob. Nos saluda
a Bash y a mí antes de atravesar un anillo más pequeño de puertas abovedadas que se
encuentran en la parte superior del tejado escalonado.
15
https://www.google.es/search?q=establos+de+elefantes+en+hampi&sxsrf=ALeKk03CA0oR6vtges2A
kELpLsqW07DRjg:1615637402724&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiuj-
arnq3vAhXtZhUIHbF3ASoQ_AUoAXoECAEQAw&biw=2021&bih=962
Cuando entramos en la zona de desenganche de los carros, miro hacia arriba y veo perchas
y recortes para los empleados que entran en el tejado. Es como el aspecto que tendría un
granero si empleara gárgolas.
Hablando de las gárgolas, sus coloridos parecidos adornan el lugar con impresionantes
detalles en la superficie. No estoy segura de si se trata de un grabado o de una escultura
en relieve, pero los diseños de lo que se parece mucho a ellas, sus alas, los patrones de sus
alas -y las flores y los paisajes y los caballos con demasiados dientes y ojos aterradores-
cubren cada centímetro de las paredes. Es bonito y muy ornamentado para ser un granero
de animales.
"Esto es diferente", digo a nadie.
Pero como Bash está a mi lado, me oye. Se toma un momento para evaluarme y luego dirige
su atención al edificio, creo que tratando de verlo como lo vería un forastero por primera
vez. Si sólo ha vivido aquí, me pregunto si sabe cómo es un granero normal. Por otra parte,
'normal' es un término relativo cuando hablamos de galaxias alienígenas. "Las Gryfala
aprecian cosas impresionantes. Hay cientos de estructuras como esta por todo el planeta".
El aire es más puro de lo que estoy acostumbrada, un cambio tan grande que empiezo a
jadear en busca de oxígeno. "He oído que los Narwari no son de aquí. ¿Cómo se
acostumbran los animales a esto?" Agito la mano. "¿Al cambio de atmósfera?"
Una de las orejas de Bash se levanta y cae en una especie de encogimiento de orejas. "Se
adaptan". Hace un gesto hacia el enorme edificio. "Date un momento y tú también lo harás.
¿Te gustaría ver el interior? Las Gryfala", dice, su voz se vuelve un poco más dura con esta
palabra, "tienden a coleccionar los Narwari más coloridos. La colección de aquí es un
espectáculo".
"Ya lo creo", jadeo. "Esto es como visitar una especie de zoo".
Me envía una mirada. "¿Esto es algo bueno?"
Me toca encogerme de hombros, aunque uso los hombros en lugar de las orejas para
hacerlo. "Uf", aspiro a un suspiro. "Básicamente. Los terrícolas pagan por ver animales
exóticos. ¿Un tour gratuito de criaturas alienígenas? Estoy a favor de esto. Sólo... necesito...
respirar..."
Mirando un poco perplejo por mí y tal vez, tal vez un poco divertido, Bash dirige el camino
hacia el granero.
Resulta que no hay mucha diferencia entre criar caballos alienígenas y terrestres. El suelo
es la misma piedra de cantera que conozco tan bien y que abunda en esta zona. Los establos
tienen paja o virutas en el suelo. Hay una fuente en el centro del establo que se derrama en
una amplia pila. Las canalizaciones llevan el agua a cada establo para que los Narwari
puedan beber.
A diferencia de los establos de caballos, hasta los techos de este lugar están totalmente
decorados. Si no hubiera animales aquí, nunca se sabría que esto no es un instituto para
artistas o una iglesia o un museo. Es increíble.
Pero una vez que pasas la superficie, es un granero de caballos normal, pienso para mí,
hasta que veo el menú.
Bash básicamente me dijo antes que los Narwari no comen heno. Pero una cosa es saberlo
y otra ver a los Narwari abalanzándose sobre los cadáveres que cuelgan de los ganchos de
carne en cada establo.
"Ponis de mala muerte", murmuro. Pero de colores, como él dijo. De todos los tonos que
puedas imaginar, con vibrantes marcas bioluminiscentes en sus relucientes pelajes
escamosos.
"Te ofrecería montar uno", dice Bash, "pero ya tenemos bastantes problemas para conseguir
animales de carro de confianza. Hay algunas Gryfala que tienen animales de monta en su
colección, pero no tiene sentido entrenarlos como animales de monta aquí cuando su
propósito es tirar"
"Está bien, de verdad". Mi voz es un poco débil, pero lo digo absolutamente en serio. "Tengo
cero interés en subirme a algo que salta y arranca su comida de la pezuña de otro, ¿sabes?"
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 19
ISLA
Volvemos a salir.
"Volviendo a mi pregunta de antes. ¿Los caballos tienen que arrastrar carros hasta aquí?"
"No de piedra, como estás pensando. Eso va en otra parte. Sólo tienen que arrastrar su
pienso y su cama hasta la subida, de lo contrario, el paseo por la colina con los carros
vacíos es el último trabajo que hacen antes de descansar."
"'¿Colina?' Eso, señor, es una pequeña montaña".
"Y esto es un cañón".
Me doy cuenta de que se ha girado. Miro para ver que está extendiendo su brazo para
indicar todo lo que hay ahora debajo de nosotros.
Me ha conducido a la caída de un cañón.
Miro fijamente la caída del mundo entero, asombrada. Y grito: "Oh, mi tierra, aquí es donde
me empujas, ¿no?"
"¿Crees que perdería el tiempo atrayéndote hasta aquí para librarme de una molestia?
Podría haber acabado contigo de una docena de maneras diferentes justo en la cantera si
hubiera querido que te fueras".
Le doy un codazo, lo que hace que sus espinas se muevan hacia arriba. Dando a entender
que no quiere que me vaya. "Buen punto". Le envío una sonrisa descarada. Mi atención
vuelve a centrarse en el paisaje. Tenemos vistas a la cantera en la que trabajo, aunque está
en el extremo más lejano. Desde aquí, parece que un cuenco gigante ha sido tallado en la
tierra, mostrando el color púrpura y rojo y amarillo a lo largo de los lados, trozos y losas
cortadas. Es literalmente un pozo de roca y es una vista increíble desde aquí arriba. De
alguna manera, parece aún más enorme. No puedes apreciar sus dimensiones cuando estás
de pie en él. Es magnífico. "¿Qué pasa cuando finalmente se cincela toda la roca de este
lugar?"
"Comenzamos un nuevo lugar. La vieja cantera no está lejos de aquí".
"El otro lado de esta mesa te ofrecerá otra oportunidad para empujarme por el borde,
¿verdad?"
Bash me regala una leve sonrisa. "Así es. ¿Qué has visto de este lugar?"
"No mucho".
"Es una pena". Mueve su cola para indicar el valle ondulado que hay debajo. Parece que los
pequeños pueblos rodean la cantera. Las colonias de Gryfala sobresalen altas y orgullosas
de todo lo demás; son como pajareras construidas con piedra y mortero. Cada colonia
"Habrá mucha celebración", confirma. Me lleva a la caída del acantilado en el otro lado de
la mesa. Hay una pesada puerta de hierro con escalones de piedra que bajan a otra cantera.
Los escalones son muy anchos y largos. Sé, por haber visto cómo trasladan a los Narwari
de un lado a otro, que este tipo de escalones están hechos para ellos: pueden subir y bajar
por ellos. Aunque, cuando se les engancha a un carro, se les conduce por rampas y
caminos. Los peldaños son sólo para que los animales entren y salgan cuando están
enganchados.
Y todo es más rojo aquí, la piedra tiene menos tono de berenjena de lo que estoy
acostumbrada. Asumo este territorio de cantera desconocido mientras bajamos las
escaleras. "Es extraño que sea tan silenciosa. Es como una cantera fantasma. O tal vez, con
todo el rojo, esto es más bien la Cantera del Inframundo".
"Se llama Cantera Uno, Región Once", responde Bash con suavidad, "pero yo la llamo
hogar".
Le dirijo una mirada. "¿Literalmente?"
Un lado de su boca se curva hacia arriba. "Bastante. Mi guarida está aquí".
Observo la vasta roca de aspecto estéril que se extiende una y otra vez. Este cañón es más
largo que ancho, y más pequeño que el cañón en el que he estado trabajando. Pero sigue
siendo enorme. El terreno es irregular -no está picado, pero el "suelo" de piedra ha sido
trabajado -cortado- en pendiente, de modo que todo lo que está a la derecha es más bajo
que el terreno de la izquierda. "Apuesto a que nunca vuelves a casa borracho", comento.
Los ojos de Bash buscan los míos. "No puedo decir que lo haya hecho. ¿Pero por qué lo
afirmas?"
"Porque te romperías un tobillo". Hago un gesto con la mano para imitar el suelo. "Parece
que estamos atrapados en una casa de diversión gigante".
Entrecierra un poco los ojos, luchando, creo, por traducir lo que quiero decir.
"Una casa de diversión es un lugar diseñado para que los niños jueguen, y tiene todos estos
efectos incorporados. Uno de ellos es una superficie inestable para caminar, y una
superficie inclinada, ese tipo de cosas. Esto definitivamente tiene la superficie inclinada",
explico.
"La arcilla se cosecha en el extremo más alejado, como la cantera en la que operamos
actualmente. Y se equilibra más adelante, junto a las cataratas".
"¿Como... las cataratas?"
Su sonrisa es tenue pero abiertamente divertida. "Así es".
"No oigo el agua".
"Lo harás cuando nos acerquemos".
Tiene razón. Caminamos otra mitad de una eternidad, y el torrente de las cataratas me
llena de repente los oídos. Más adelante hay un magnífico estruendo de H2O.
"Detrás de las cataratas está mi cueva", dice Bash con toda tranquilidad, como si esto no
fuera lo más genial de la historia.
"¡ESTO ES LO MÁS DE LA HISTORIA!" exclamo. Me asomo detrás de las cataratas, o lo
intento, antes de echarle una mirada por encima del hombro. "Vamos, incluso tú, como el
Sr. Gruñón Personificado, tienes que admitir que tu casa patea traseros".
Las arrugas se forman a pesar de que su cara tiene escamas mientras reflexiona sobre mis
palabras. "Creo que patear traseros significa algo muy diferente aquí".
Niego con la cabeza, segura. "No, no es así. Esto es muy bonito. Patea culos porque es muy
limpio, ¿ves?"
"No".
Exasperada, hago un gesto con la mano para que se calle. Vuelvo a mirar hacia el lugar
detrás de las cataratas, donde puedo distinguir una puerta de madera de aspecto robusto.
Tiene unas largas bisagras negras que giran y se enroscan como cuernos de Rakhii; son las
bisagras más chulas de la historia y añaden un enorme toque de fantasía a todo el lugar.
"Vale, gracias por enseñarme mi nuevo lugar. Tendrás que encontrar el tuyo propio y te
deseo toda la suerte del mundo, pero este es el mío ahora. Me voy a mudar".
"¿Lo harás?", dice, afortunadamente sonando divertido en lugar de feliz.
Me doy a mí misma una palmadita en el hombro, disfrutando del modo en que, cuando le
devuelvo la mirada, Bash me observa con cierta consternación. "Totalmente. Será mejor que
te des prisa en encontrar tu nuevo hogar porque parece que la temperatura ha bajado un
poco. No me gustaría que te quedaras fuera con el frío".
Sus ojos pasan de mi hombro a mi cara, y lleva una expresión de desconcierto. "Eres audaz.
Lo reconozco".
"¿Y tú me darás un par de golpes?" digo con una mueca de dolor.
De nuevo, mi fraseología le despista, pero sólo necesita un segundo antes de bajar la
barbilla. "Deberías agradecer que no te esté pegando. La impertinencia no es un rasgo
atractivo".
"¿Quién lo dice? Los amigos pueden ser impertinentes con los amigos".
"Hmm", es todo lo que gruñe Bash, sonando sin compromiso.
No pido ver el interior de su cueva, porque Bash nunca insinúa una oferta. Bash me parece
un tipo directo. Si quisiera mostrarme su espacio, me llevaría a su interior, creo. Así que
me imagino que no somos esa clase de amigos. Lo cual está bien. Sería raro si lo invitara a
mi habitación en la reserva.
Me acompaña como un caballero después de que me haya hartado de mirar la vieja cantera.
Es una buena caminata de vuelta, y ya ha oscurecido cuando me deja en mi puerta con un
brusco "Buenas noches, Isla".
"...Buenas vísperas de vuelta", le digo, y decido que es una buena despedida.
16
17
Mandi vuelve a empujar el bol de palomitas a la cara de Gracie con un poco de agresividad,
pero el brillo de sus ojos dice que la amenaza es todo diversión. Cuando Gracie acepta las
palomitas con una inclinación de cabeza como una reina y empieza a crujirlas y a lamerse
la mantequilla y la sal de los dedos, Mandi vuelve a mirarme. "¿Y qué hace un carpintero
de escenario?", me pregunta, volviendo a hablar del tema.
"El último en el que trabajé fue el decorado de El lago de los cisnes. Antes de eso, hice los
regalos gigantes para El Cascanueces. El director quería que giraran, así que tuvimos que
diseñar un..." Hago un gesto con la mano para que todo eso desaparezca. "Pero eso no es
importante. Lo importante es que una persona con un solo brazo puede hacer casi cualquier
cosa, y crear escenarios era mi pasión".
"¿Cuál fue tu favorito para trabajar?" pregunta Mandi.
"La favorita fue War Horse 18. La mayoría de las obras están ambientadas en una ciudad o
dentro de casas. Así que se trata de diseñar habitaciones, escaleras y paisajes urbanos.
Pero en War Horse, pasas de un tranquilo pasto a un establo lleno de caballos y a una
granja con un ganso asesino. Luego una subasta y después saltas de un continente a otro
y tienes que hacer que el público sienta que está viendo todo lo que ocurre desde una
trinchera. Era diferente. Era un reto. Fue genial".
"Todavía se puede hacer", dice Gracie pensativa, y también como si se calentara con una
idea. "Tienes que sentarte y tener una buena charla con Callie".
"La Chica de Pilates, sí. Tengo una relación de amor-odio con ella".
Gracie sonríe. "Hace algo de ballet. Está entrenando a un grupo de baile. Vosotras chicas
podríais poner algo fácilmente si quisierais".
"¿En serio?" Pregunto, asombrada.
"Heyyyy", clama Laura. "Si pudierais trabajar juntas rápidamente, podríais montar algo
para la gran fiesta de otoño que va a tener este lugar. Es la tradición aquí para celebrar
cuando cosechan".
"He oído hablar de ello", confirmo. "Pero tengo que confesar que la primera vez que oí que
los extraterrestres celebran una gran cosecha, temí por mis órganos, no por la recolección
de la cosecha".
18
"¡Ja! No es así de espeluznante en absoluto. Sólo hay la mayor comunidad agrícola que
jamás hayas visto a un tiro de piedra de la vieja cantera".
"Lo he visto", exclamo feliz. "Más o menos". Desde la distancia, pero aún así. "Bash me lo
enseñó anoche".
"¿Bash te lo enseñó? ¿Anoche?" Gracie jadea, con los ojos muy abiertos.
"Me llevó a dar una vuelta".
"¡HUMANAS!" grita con fuerza Bash, y todos saltan.
Todos, excepto los hobs cercanos, que deben tener nervios de acero o Bash los dejó
completamente sordos hace tiempo.
"Sí", susurro distraídamente, "y me gusta tu plan para montar un espectáculo durante las
fiestas". Mis ojos están pegados a Bash.
Juraría que me mira antes de gritar a todos en la cantera. "Se espera que una fuerte
tormenta nos golpee durante la noche. Si recibimos la cantidad de lluvia prevista, no
podremos atravesar la cantera hasta que tenga un día o dos para drenar. Considerad los
próximos tres días como unas vacaciones sorpresa".
Hay algunos vítores. Pero me he quedado entumecida, aplastada al instante por no ver a
Bash en absoluto durante tres días enteros. Esto es una mierda.
Detrás de él, el cielo se vuelve ominosamente oscuro. Mientras que hace un momento era
completamente de día, el tiempo está dando un giro rápido.
Más o menos como mi estado de ánimo.
Con un trueno, la lluvia comienza a caer del cielo.
Alguien grita el nombre de Bash, que se gira para responder con un grito. Las humanas se
agachan y se encogen bajo el agua del cielo que cae sobre nosotros como balas, hasta que
los hobs extienden sus alas para que nos refugiemos bajo ellas.
En lugar de ponerme a cubierto con todas las demás bajo los amables alienígenas, tengo
que ocuparme de mi madera de balsa. Acurrucada sobre mi caja de madera, la llevo al
puesto de la herrería para mantenerla seca. Cuando la dejo en el suelo, supongo que puedo
volver a pulir herramientas, pero aparece Bash y me coge cuidadosamente por el codo con
la punta de las garras.
"Tienes que volver a la reserva humana", dice.
"¿Qué? ¿Por qué?"
Bash señala el exterior. "Con la ferocidad de esta tormenta, la mitad de la cantera podría
inundarse. Debería estar bien aquí, estamos situados en la parte alta, pero no voy a
arriesgarte. Te vas. Pero cuidado, la roca es resbaladiza".
La lluvia está cayendo a cántaros ahí fuera, deslizándose por el suelo de la cantera como si
el otro extremo fuera un gran desagüe de bañera.
"De acuerdo", le digo con tristeza. "Supongo que esto es un adiós por un tiempo".
Su asentimiento es breve.
Considerando que eso es mi despido, me dirijo a la salida.
Bash me coge por el codo una vez más y me tira de nuevo bajo la protección del voladizo.
Le miro a la cara. "¿Sí?"
Me mira fijamente durante un rato antes de mirar al exterior y gritar: "¡Jonohkada, ven por
aquí!".
Jonoh parece nervioso hasta que me ve al lado de Bash. Con el pelo alisado sobre el cráneo
y la lluvia golpeando sus anchos hombros, el hob se dirige hacia mí y abre sus alas. "Te
acompañaré de vuelta", me ofrece.
"Gracias, Jonoh", intento murmurar, pero tengo que gritar para que me oigan por encima
del diluvio.
"Isla", dice Bash desde detrás de mí.
Le devuelvo la mirada.
Su cola se mueve, y al instante me alejo de Jonoh para cruzar hacia Bash como si él me
hubiera llamado.
Creo que su cola lo ha hecho. Su mirada busca la mía. "¿Qué harás mañana si no puedes
estar aquí?"
Me encojo de hombros con desgana. "Supongo que me sentaré en el recinto a hacer el ganso.
Yupiii, vacaciones".
Bash agacha las orejas, pone los ojos serios y juraría que quiere tocarme. Su mano se acerca
a mi cara. Pero no hace contacto. En cambio, ordena: "Pásalo conmigo".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 20
BASH
(Contador de llanto: Ejemplar)
Me pregunto si me siento solo. Debo sentirme así. Los Rakhii vienen de familias numerosas,
y yo he perfeccionado el arte de evitar la mía. Por lo tanto, algo como esto estaba destinado
a suceder. Quizás es lo que me merezco: Me estoy conectando con una alienígena.
Pero aunque soy consciente de que estoy peligrosamente unido a esta hembra, eso no
significa que vaya a poner mi corazón a sus pies. No, no ofreceré todo el anhelo y la lealtad
de mis órganos para que una segunda mujer los pisotee. Nunca más. Nunca más,
Bubashuu, ¿me oyes?
Me gruño a mí mismo.
De la nada, Isla declara: "Vale, sigue haciendo eso. ¿Por qué?"
Cuando no digo nada, no se inmuta. Y tiene más cosas que decir. Claro que sí.
Me pasé la mitad del camino hasta mi cañón abandonado maravillado por haberla invitado
a quedarse conmigo. Me pregunté qué esperaba que hiciéramos si el tiempo seguía
inundándonos. (Oh, tenía muchas ideas. Muchas. Pero me dije a mí mismo que dejara de
pensar con mi pipa idiota y empezara a utilizar la materia gris que tengo entre los cuernos).
También me preocupaba la seguridad de nuestro punto de encuentro. Sobre todo en mi
cueva, si el nivel del agua sube mucho, hay que evacuarla.
Pero, afortunadamente, las lluvias habían cesado cuando Isla ha salido por la puerta del
recinto de las humanas esta mañana. Y mientras empezábamos a caminar, no podía
quitarme de la cabeza la idea de tenerla en mi casa. Ella estará en el lugar donde antes
trabajaban todos, donde cosechábamos roca hasta dar con los cinturones de tierra por
todos lados, no debería resultar extraño tener una empleada allí, pero ahora todo el lugar
es mío, y no he dejado de considerar que nunca he invitado a nadie a mi casa.
No hasta ahora.
No hasta Isla.
"Yo soy Puño en Alto, y tú evidentemente eres Growls a Lot 19". Me lanza una mirada
significativa con el rabillo del ojo. "O tu nombre Lakota puede ser Mirada Silenciosa. Sería
muy tú".
Sin más que un resoplido de reproche por haber roto el silencio -una vez más- disminuyo
mi paso junto a ella, dejando que se mantenga a mi lado por el bien de sus piernas no
Rakhiis. Y con eso quiero decir que son cortas. "Empiezo a acostumbrarme al hecho de que
puedo hablar esencialmente el mismo idioma que una humana y, sin embargo, no entender
absolutamente nada de lo que dice. Debería ser enloquecedor".
"¿Pero no lo es? Eso es bueno".
"Supongo que sí. Digamos que una parte de mí disfruta más que ligeramente con ella. Qué
retorcido".
"Totalmente salvaje", coincide Isla. Creo. "Oye, ¿sabes qué me acabo de dar cuenta?"
"No podría adivinar. Sin embargo, de alguna manera sospecho que tienes toda la intención
de compartir conmigo otro de tus pensamientos alienígenas".
Alcanza y toca audazmente la parte inferior de mi cuerno. "Es bonito que sigas refiriéndote
a mí como una alienígena. Pero aquí está mi revelación, ¿listo?"
"Me siento fascinado". Nos acercamos a la entrada de mi guarida.
"Eres un enfermo del FRR: tienes la cara de Rakhii en reposo. Pobrecito. Todo este tiempo
tu ceño ha sido realmente una sonrisa".
Me obligo a no retroceder cuando ella me pincha en el labio, pero todos mis músculos
tiemblan para hacerlo cuando su carne obliga a la mía a levantarse en un facsímil de
sonrisa.
"¿Ves? Esto es lo que se sentiría si sonri..."
Atrapo su mano con mi boca.
"¡¡¡¡AHHHH!!!!", grita -seguido de una rapidísima pausa embarazosa- y luego se ríe a
carcajadas. "¡Caramba! Pensé que por fin habías espabilado y que me ibas a comer ahí por
un segundo".
"He calculado que tardaría más de uno de tus segundos en comerte", le digo.
Ella hace una pausa, parpadeando. "Espera, ¿has contemplado la posibilidad de comerme
de una manera nom-nom-crunch o de una manera asombrosamente-sucia?". Frunce el
19
ceño, con una expresión vagamente peligrosa, una mirada interesante en una humana. "¿O
estás insinuando que estoy gorda?"
...¿Qué?
Reconozco un tópico cuando lo veo, aunque no sé cómo hemos llegado hasta aquí. "No he
insinuado nada de eso".
"Hmm. Hey, wow tu cantera realmente se aferró al agua, ¿no?" Indica la línea de la cantera,
donde la roca es oscura, todavía humedecida por las aguas de la inundación que la
empaparon toda la noche.
"En cuanto salió el sol, evaporó gran parte de ella. Puedes ver cómo se acumula más cerca
de la entrada de mi cueva".
Cuando nos acercamos, le muestro el lago temporal que rodea mi casa.
"Vaya", comenta Isla con no poco asombro. "Eso es mucha agua".
Las paredes de la cantera tienen una altura de tres rakhii, y el agua se encuentra a mitad
de camino hacia el extremo más lejano. Lo que dijo Isla es cierto: hay mucha agua. Lo cual
no es del todo inoportuno. "Nos permitirá cosechar una buena cantidad de arcilla una vez
que se seque un poco".
En la entrada de mi casa, la cascada que está frente a mi puerta es estruendosa y poderosa,
y está repleta de agua de lluvia, que vierte en la efímera charca que hay más allá de
nosotros. Por suerte, todavía hay un hueco lo suficientemente grande como para que
podamos pasar por detrás sin atravesar el chorro activo. Llevo a Isla más allá de la cortina
de las cataratas y abro la puerta de mi cueva, haciéndole un gesto para que entre.
No estaba seguro de cómo me sentiría si Isla entraba en mi espacio.
La erupción de más bultos en mi lengua me dice que disfruto demasiado de tenerla para
mí. Por lo tanto, mi primera orden del día, una vez que entro detrás de ella, consiste en
aplicarme una generosa cantidad de spray antiemparejamiento en mi persona.
Aunque el spray no es realmente antienlace. Simplemente previene los efectos más
peligrosos. Como mantener cautiva a la hembra de interés hasta que acceda a
comprometerse con el macho únicamente y para siempre.
Preparo una comida con su ayuda, lo que implica sobre todo su interminable comentario
sobre la rareza de los vegetales aquí, lo libre de telarañas que está el techo de mi cueva (le
demuestro cómo lo mantengo libre de telarañas soplando fuego a lo largo de los
espeleotemas 20, matando a cualquier insecto que pudiera estar escondido detrás de las
estalactitas. Le emociona y, sorprendentemente, me divierte). E incluso exclama sobre el
diseño de mi lavabo.
"¡Vaya, esto es increíble y extraño!"
de las cavidades». La palabra, procedente del griego 'depósito de las cavidades', se refiere
generalmente a depósitos minerales secundarios formados en cuevas tras la génesis de éstas.
Bajo mis cuchillas de la cola desde donde estaba a punto de enjuagarlas. "No me digas que
tu gente no ha conseguido crear lavabos que suministren agua de forma automática.
Querido creador".
Isla me lanza lo que probablemente cree que es una mirada de reproche.
En ella, es simplemente una linda moonringed.
"Por supuesto que los humanos tienen lavabos. Simplemente se llenan por arriba".
El chorro de mi fregadero burbujea desde la esquina inferior, volviéndose contundente una
vez que el agua llena la pila y la cubre. En lugar de que el agua a presión salga disparada
desde la parte superior del lavabo, como ella describe, el chorro sale disparado hacia arriba
como una fuente. La profundidad del lavabo (que no es fácil de alcanzar para un ser
humano de la mitad del tamaño de un Rakhii, lo que pronto descubrimos) impide que el
agua se escape y cree un desorden. Pongo las manos en el camino de la piscina y el chorro
y me froto y enjuago. El chorro se calma cuando suelto el pie de la palanca, permitiendo
que el lavabo se vacíe. "Esto es al revés de lo que estoy acostumbrada", comparte
distraídamente.
Resoplo. "Es lógico".
"¿Te estás metiendo otra vez con los terrícolas?"
"Sólo su sociedad. No contigo".
Se queda callada un momento después de eso. Pero esto es Isla: es simplemente un
momento. "¿Cómo se desprenden las partículas de comida de los platos?"
"La comida se desprende cuando la quemas bien", le digo, dando a entender que su
pregunta es el colmo de la ridiculez... luego me detengo, mi mirada cae en su boca que no
puede producir fuego que induzca al carbón. "Huh", digo finalmente.
Aunque Isla y yo llevamos un tiempo trabajando juntos, no he visto la variedad de formas
en que compensa el lado de su cuerpo que no tiene un brazo completo. No es hasta que se
ofrece a ayudar a preparar la cena cuando me entero de que tiene problemas con los tarros
de tapa estrecha, los envases resbaladizos y los alimentos enlatados.
"Puedo usar un abrelatas", explica. "Sólo que me lleva más tiempo que a la media de las
personas, pero a veces esa es la historia de la vida con un solo brazo, justo esa".
"¿Cómo se abre una lata?" le pregunto.
Me hace un gesto para que le pase el abridor de latas, y lo hago.
Se sienta en el suelo y sujeta la lata entre los pies, y utiliza las hojas del abridor como si
fueran dientes, golpeando todo el borde de la lata hasta que se puede liberar la tapa.
"Eres muy ingeniosa", me maravilla.
Me sonríe. "Deberías ver cómo me pinto las uñas. Te sorprendería".
Disfrutamos de una comida sencilla pero decente. Cuando veo que le cuesta cortar la carne,
quiero ayudarla, pero tampoco quiero ofenderla. Como no soy de los que rehúyen nada, le
digo exactamente eso.
Ella se ríe. "No voy a discutir contigo si quieres ayudar. Esta carne huele deliciosa, pero es
como si intentara serrar un armadillo con mantequilla".
Me hago cargo inmediatamente, pero descubro que cortar su comida tiene un efecto extraño
en mí. Uno primario. Un Rakhii macho alimenta a su compañera. No porque ella no pueda
hacerlo por sí misma, sino como otra forma de reforzar su vínculo. Con Isla, siento que
estoy haciendo eso y alimentándola, y es una combinación poderosa que me obliga a
excusarme y a aplicarme el spray antiemparejamiento como si fuera un ambientador
corporal antes de decidir que no es excesivo hacer gárgaras con él como si fuera un enjuague
bucal.
Me reúno con Isla, sintiéndome más tranquilo. Menos impulsado por los instintos, más
racional y bajo control. Exclama por la extrañeza de la comida mientras cenamos juntos,
pero en ningún caso es grosera. Más bien como si estuviera... sorprendida. Fascinada.
Entretenida.
Y con ella, yo también.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 21
ISLA
Bash sirve el postre al final. Es casi como un pudín. Quiero decir, antes de que se derrita
en la lengua comienza desmenuzable como el queso feta, por lo que no es como el pudín en
absoluto, pero es suave y dulce. Sabe como el pudín de pistacho... queso.
Lamo lo último que queda de mi cuchara y, al levantar la vista, veo dos orbes verdes
enfocados en mi boca.
Me sonrojo y dejo la cuchara en el suelo.
Bash se sacude y se levanta, con los ojos desviados. "¿Estás preparada para volver a la
reserva?" Sin esperar a escuchar mi respuesta, se dirige a la puerta.
"Maldita sea", suspiro.
Sin volver a mirarme, pregunta: "¿Qué pasa? ¿Con qué hecho me vas a llenar los oídos
ahora?"
"No hay datos. Acabo de darme cuenta..." Sólo me has traído aquí para compartir una comida
inocente. No hay motivos nefastos, no hay Isla-tiene-suerte-con-Bash. Maldición. "Acabo de
darme cuenta de que nuestro tiempo se ha acabado. Me he divertido contigo. Eso es todo.
¿Quieres que te ayude a lavar los platos?"
"¿Lavar?" Vuelve a acercarse a mí -o a la mesa, supongo- y sopla fuego sobre los platos
hasta que la comida se desprende.
"Bueno, está bien. Al menos déjame enjuagar el carbón".
Me deja quedarme el tiempo suficiente para enjuagar sus platos quemados, y luego los seca
con más fuego.
"Dios, los Rakhii sois divertidos".
Antes de salir de la cocina, recoge mi cuchara, apartándola cuidadosamente de los demás
platos. Asegurándose de que mi vajilla tocada por la alienígena no infecte el cajón de los
cubiertos. Si albergaba alguna esperanza de que fuéramos algo más que amigos, esto
debería aclararme.
Me guía hasta la puerta por la que salimos, me conduce alrededor de la cascada y nos
alejamos de su cueva.
"Supongo que esto es una despedida", le digo.
Me lanza una mirada contrariada (es decir, patentada por Bash). "Te acompañaré a la
reserva humana".
"Reserva humana suena a que nos han convertido en una gelatina o algo así".
"No me des ideas agradables".
Me río. Él no lo hace.
Caminamos casi en silencio, lo que significa que me deja hablar sin aportar más que algún
gruñido ocasional mientras nos movemos bajo el oscuro manto de estrellas y extraños
planetas que nos cubren.
Inusualmente, me quedo en silencio mientras caminamos uno al lado del otro, en dirección
al lugar donde me hospedo. Donde iré a mi solitaria habitación sin nada tan interesante
como él.
Bash no trata de entablar conversación, pero es extrañamente agradable, de alguna
manera.
En la puerta exterior del recinto, su mano se posa en mi nuca y descansa allí, ligeramente.
No es un toque romántico. Es armonía, es camaradería, es amistad.
Y puedo vivir con eso.
No es todo lo que quería, pero prefiero tener esto de Bash que nada. Esto está bien. ¿Todavía
estoy un poco deprimido? Sí, pero mi encaprichamiento es un problema mío, y puedo lidiar
con ello. Bash es un buen amigo, para un alienígena ligeramente malévolo. Para animarme,
bromeo: "Me alegro de que me rodees con tu gran garra por la espalda y no por la parte
delantera del cuello. Me preocuparía que me ahogaras".
Se inclina. "No quiero asfixiarte, Isla".
"¿Asfixiarme?" Pregunto, con un tono sospechoso, pero juguetón.
Pero Bash no debe ver la parte juguetona, porque su cara se apaga al instante. Suelta la
mano de mi cuello y da un paso atrás. "No era mi intención asfixiarte. Disculpa", dice
rígidamente antes de darse la vuelta para irse.
"¡Espera!" Le grito.
Bash se detiene pero no se gira.
"¿Qué... qué he dicho?"
Sigue sin girarse. Sin embargo, todas las púas de su cabeza y las espinas dorsales bajan.
Finalmente, dice suavemente, tan, tan suavemente que casi me pregunto si estoy
inventando su voz en mi cabeza sólo para poder tener respuestas, comparte: "He sido
acusado de asfixiar a una hembra antes. Y... lo fui".
"Whoaaaaa. ¡Espera!" Estoy sobre él antes de que pueda escapar. "¿Dónde crees que vas?
No puedes dejar caer algo así y marcharte".
Con firmeza, sin siquiera bajar ese mentón que tiene levantado, habla como si estuviera
arrancando una tirita verbal. "Me uní al servicio de una Gryfala. Fui un tonto. Un tonto
enamorado que se tomó lo que teníamos demasiado en serio. Yo era joven, ella era joven.
Yo... no era bueno para compartirla con sus hobs. Ella estaba enamorada de su carrera, y
yo lo acepté. Entendía su dedicación... Pero cuando ella no trabajaba, yo quería todo su
tiempo". Traga, sus rasgos están rígidos. "No pude tenerlo. Al final, me acusó de agobiar",
admite.
Está claro que es un tema doloroso para él. También es quizá lo más que ha dicho de una
vez. Probablemente le ha dolido en más de un nivel conseguir compartir tanto. "Gracias por
decírmelo", respondo con la misma suavidad con la que ha hablado, y lo digo un poco rápido
porque temo que se vaya antes de que pueda decir las palabras. Pero me alegro de que haya
compartido. Al mismo tiempo, me da vueltas en la cabeza que ¡¿Bash tuvo una Gryfala?!
¿Ella le rompió el corazón y lo abandonó? ¿Se volvió cerrado y gruñón después de que le
rompieran los corazones, o siempre ha sido así? Oohhhh, tengo tantas preguntas. "Cuando
lo dije, no quise decir eso. Estaba bromeando para probar lo cerca que estabas de
silenciarme para siempre. Ya sabes, porque te estoy molestando".
"No lo haces".
"¡Ves! Eso es genial"
"No quiero asfixiarte hasta la muerte".
"Mejor aún, si mi opinión importa".
Bash me lanza una sonrisa, pero no es la sonrisa mordaz, arrogante y segura que cualquiera
esperaría de él. Es pequeña y muy... humana. No en el sentido de que su condición de otra
especie no sea claramente evidente, sino más bien en el sentido de que esta expresión triste
y burlona es muy fácil de entender. "Tu opinión importa, Isla".
"Awww. Gracias", choco mi hombro con el suyo. Le miro fijamente a sus ojos llenos de
emoción y él me devuelve la mirada.
Pero si pensaba que esto se iba a convertir en un momento Hallmark en el que él exclama,
con una tonelada de alivio, que se alegra de haber compartido esto conmigo...
Sí, eso no sucede. Bash me sorprende deslizando sus dedos en mi pelo hasta que ha
atrapado sus dedos en mi diadema.
¿Me está quitando el pelo para que podamos besarnos apasionadamente? Yo le ayudo.
"Espera, puedo sacarlo", prácticamente jadeo.
Pero él tira de ella, dejando que todo mi pelo se suelte, y luego se da la vuelta y empieza a
alejarse.
Vale... así que no hay beso.
Ni siquiera me dio un abrazo de despedida.
¡Oye! Ni siquiera se despide. Está claro que mi extraterrestre necesita orientación sobre las
costumbres sociales decentes.
"¡Adiós, Bash!" Grito demasiado alto y con más efervescencia de la que la situación requiere.
Sus cuernos se elevan un poco en el aire. Esa es su despedida emocionalmente atrofiada.
Tiene largas patas de alienígena, así que camina rápido, y esta zona es plana y me permite
observarlo sin obstáculos. No entro hasta que gira su cuerpo lo suficiente como para poder
verme. Cuando lo hace, creo que se sorprende de que todavía esté aquí: todas sus espinas
se levantan.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 22
ISLA
Después de nuestra cita, no sabrías que Bash y yo tuvimos una cita. Un día después y
volvemos al trabajo como si nada hubiera pasado. Una semana después y somos... amigos.
Es bonito. Si pudiera exponerlo todo, diría que aún quiero más. Pero esto es todo lo que
Bash quiere, y es agradable, no me malinterpretes. Así que estoy amigoneando. Lo llevo
bastante bien. Me gusta Bash como amigo, de verdad. Todos los días, Bash tiene su comida
de mediodía cerca de mí cuando hago la pausa para el almuerzo.
¿Ves? Amigos.
Gracie se sienta en su trono, y ha dejado de intentar echarla de él. Aunque a él le importara
-y la mayoría de las veces actúa como si no le importara-, ella sólo puede sentarse durante
cortos periodos de tiempo antes de que le duela tanto la espalda que tiene que pasearse por
el trono en lugar de sentarse en él. Bash hace que todo el mundo trabaje más lejos para
que no caigan piedras perdidas sobre Gracie o en su camino, demostrando que no es un
ogro sin corazón.
(Eso es lo que le dijo Gracie. Le dijo que no era un ogro sin corazón todo el tiempo y le
agradeció que se preocupara por ella. Bash le gruñó y desde entonces la evita).
Lo cual es complicado porque a veces me gusta almorzar con Gracie. Pobre Bash.
Está apoyado en la pared de roca de superficie fría, comiendo algo que tiene una cola
desnuda y cuatro patas quemadas. No es un humano, así que no me importa. Me asusta,
pero no me importa.
A Gracie tampoco le importa, pero cuando lo mordió, le dieron arcadas. Se mortificó cuando
el olor de lo que sea que estaba comiendo llegó a ella. A nadie más le molestó, pero su
estómago se rebeló.
Uno pensaría que Bash estaría contento.
Se equivocó. Empezó a alejarse bruscamente después de intercambiar una mirada conmigo.
Pero Gracie le hizo un gesto para que volviera a donde estaba. "No, no, iré a sentarme con
el pueblo humano", dijo débilmente. "Vosotras dos divertíos". Luego me mandó una mirada
mordaz antes de tener que doblarse y hacer arcadas.
"El embarazo parece divertido", comenté.
"Cállate", dijo ella.
Bash y yo terminamos de comer en silencio. Me chupo los dedos (porque la salsa que se
utilizó en mi comida estaba para chuparse los dedos -incluso con el poco de polvo de cantera
que no pude lavar de mi mano-) y me muevo para hacer una bola con el papel biodegradable
que había envuelto mi sándwich. Saludo a Bash con la mano antes de dirigirme a la zona
de comidas, donde casi todo el mundo come, y me dirijo a la papelera para depositar mi
envoltorio.
ha estado lanzando todas las piedras más pequeñas con el resto. Es... esto no se siente
bien.
"Préstame atención", ordena Bash, y la orden hace que mis ojos salten hacia los suyos. Al
ver que tiene lo que quería, dos pequeñas estelas de humo salen de la nariz de Bash. Una
señal Rakhii de estrés o emoción, o al menos la señal de este Rakhii.
"Colecciono tus piedras", dice Bash. "Yo... deseo conservarlas".
Parpadeo hacia él. "Para el edificio..."
"Para mí", dice Bash.
"¿Eres un coleccionista de rocas?" Pregunto.
"Es una afición recién adquirida", murmura.
"¡Oh, hombre, uf!" Suspiro, aliviada. "Vale, así está mejor. Es raro que me robes el trabajo,
pero mientras haya estado midiendo bien". Me enderezo y me muerdo el labio mientras le
miro. "¿Entonces soy buena?"
La mirada de Bash se clava en la mía. "Perfecta".
Un trago de tequila directo al corazón. Y quizá un poco más al sur. "Genial. Bien". Mis ojos
buscan los suyos. "¿Pero me dirás si no estoy al día? No quiero ser un desperdicio..."
Las cejas de Bash se juntan. "Nunca. Isla, nunca pienses que lo eres".
Mi lector de guiones interior suministra AAACCCCIIIÓOOONNNN: IMAGEN DEL CORAZÓN
DE ISLA CONVIRTIÉNDOSE EN UN MALVAVISCO.
Si construyera un decorado para esta escena, haría que mil millones de luces alegres
estallaran en un hermoso resplandor mientras la orquesta tocaba las notas de hinchazón
perfectas para el estado de ánimo.
Impulsivamente, salto contra su costado, haciéndole retroceder sorprendido incluso cuando
me atrapa, tratando de inclinarse para ver si estoy herida. Cuando ve la curva de mis labios,
frunce el ceño, confundido.
"No te asustes todavía. Es que estoy muy contenta contigo", admito. "Dame un segundo
para mostrarte un simple agradecimiento antes de que me sacudas".
Pone los ojos en blanco y se endereza. Finge ignorarme, como si no le extrañara que esté
pegada a él. Es como si el tipo pensara que soy una extraterrestre extraña o algo así. Debería
ofenderme.
Pero no me empuja ni me aparta. Así que... no me siento ofendida. Porque secretamente,
realmente creo que a Bash podría... gustarle, gustarle.
Como él me gusta a mí.
"Umm", llama una voz tímida. "¿Bash?"
Es una mujer humana que no conozco bien. Creo que se llama Charlotte.
"Sí, esta noticia sería una sorpresa", murmura Bash -bastante sarcástico para un tipo que
está a medio camino de rescatarme- y su mano me rodea suavemente el hombro para
estabilizarme cuando empiezo a tropezar con mi roca.
"Gracias", digo, enderezándome.
"Unhrr", gruñe Bash, porque supongo que no puede ser el Sr. Alegre todo el tiempo. O algo
de todo el tiempo, pero esto es bueno, no está ladrando ni escupiendo fuego, esto es genial,
de verdad. Roma no se construyó en un día, y un dragón gruñón no se puede domar en una
hora. En lugar de dejar caer la piedra en el carro, se la tiendo como ofrenda. "¿Quieres esta
para tu colección? Todas son iguales y no sé qué te gusta..."
Bash me la quita. Ni siquiera mira la piedra. "Me gusta".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 23
BASH
(Contador de Llanto: Impecable)
"¡No puedo creer que hayas admitido eso!" exclama Isla, y sus párpados inferiores adquieren
un extraño tono rosado. Me inclino hacia abajo, observando este cambio, preguntándome
si ha cogido polvo en los ojos.
Me rodea con su ala acortada y su brazo completo para una segunda ronda de "abrazos".
Yo... no me altero con el suyo.
No me molesta en absoluto con Isla. De hecho, quiero más.
Mucho, mucho más.
Los dedos de Isla son cálidos en mis escamas. Tan cálidos que casi podría jurar que puedo
sentir su tacto directamente en mi corazón.
Me mira con cara de satisfacción. "Sabes, lo has hecho muy bien en esto".
"¿En qué?" Pregunto, con voz profunda, mis ojos fijos en ella.
"En...", traga, mirándome fijamente, y juro por el Creador que si me hace una señal, caeré
sobre ella y la tomaré aquí mismo.
"Por dejarme abrazarte. Así que te has ganado un choca esos cinco, aquí mismo", ordena
Isla.
Juraría que su voz suena casi forzada. Siempre es alegre, pero esto parece de un tipo
superficialmente brillante.
Pero... no estoy seguro. Parece reacia a separarse de mí, pero se aparta y levanta la mano
para que la toque. "Ah", gruño. "Vinculación a cinco alturas". La compañera de Gracie me
explicó el propósito del gesto la primera vez que vi a dos humanos chocando sus manos de
cinco dedos.
Imitando el conjunto relajado de los dedos de Isla, acerco mi palma a la suya.
"Es como ver al niño enseñando a Terminator a hacerlo", susurra alguien desde no muy
lejos. Mis ojos se dirigen a la persona que habla para encontrar a Beth con uno de sus
compañeros, que sonríe y nos observa a Isla y a mí.
Inspiro profundamente, dispuesto a dejar sordos a los curiosos con mi grito, cuando Beth
se tapa las manos con las orejas y suplica: "¡Espera! Lo siento, lo siento, volveremos al
trabajo! Pero, por favor, no hagas lo de los bramidos: me asusta".
Frunzo el ceño. Estaba frunciendo el ceño, así que esto debería ser una suavización de mi
expresión, pero sea como sea, el cambio hace que las humanas se apresuren a volver a sus
puestos, y pronto los sonidos de un día de trabajo bien engrasado vuelven a estar en
marcha.
Pero sigo pensando en las palabras de Beth. Me dirijo a Isla. "¿Te 'asusta' cuando grito?".
El brazo de Isla cuelga relajado a su lado, su mano ya no está en una pose de chocar las
manos ahora que hemos realizado el gesto de tocar la palma. "No, no me das miedo".
"No estoy segura de si debería maravillarme o sentirme ofendida".
"No me malinterpretes", afirma Isla. "Sigues dando mucho miedo. Sólo..."
"Para", le ordeno. Señalo el carro con mis cuchillas de cola. "Vuelve a tus deberes, cachorro
indolente". La envío con un ceño fruncido que la hace sacudir la cabeza y sonreír.
Algo le pasa. Pero me gusta a pesar de ello.
O tal vez por ello.
∗∗∗∗∗∗∗
Mientras trabajo lo suficientemente cerca de Isla para captar las sonrisas espontáneas que
me envía, me encuentro deseando saber qué hacer con mi deseo por ella. Ya sé lo que quiero
hacer: echármela al hombro y llevarla a mi cueva.
Mantenerla encadenada a mi cama.
Aparearme con ella salvajemente y saborearla perversamente y apreciarla por completo.
Alimentarla y cuidarla, ordenarle que se quede conmigo y exigirle que me acaricie el pecho
siempre que no la esté cagando.
Considero este escenario de mantener a Isla cautiva con demasiada frecuencia. La deseo
desesperadamente. Sé que me desea. Ha dejado claro que le gustaría saciarse conmigo. Si
yo fuera otro hombre, esto sería suficiente.
Pero no lo es. No soy ese hombre.
Porque si pruebo a Isla, me la quedaré. Nunca la dejaré ir. Y al final, incluso las dispuestas
no quieren más que escapar cuando se dan cuenta de que en realidad son prisioneros.
Entonces, ¿cómo puedo hacer que Isla me desee lo suficiente como para que nunca se sienta
enjaulada por mi posesividad? ¿Qué puedo hacer para que decida que nunca quiere
desprenderse de mí?
Más allá de la lujuria, más allá del capricho, más allá de la mera atracción: Quiero que Isla
me quiera. No, no querer. Necesitar. ¿Cómo se cultiva un amor duradero?
Observo discretamente el abrazo amoroso entre el macho Rakhii llamado Zadeon y su
compañera humana, Callie. Zadeon es un antiguo gladiador, un macho temible por su
tamaño y temperamento. Cuando su hembra se aleja de él (no la deja salir de sus brazos
hasta que le ha aplicado una capa de su olor frotando las bases de sus cuernos en su
persona, una actividad que la hace sonreír), se hace responsable de su bebé, colocándole
un arnés hecho para llevar una camada de crías Rakhii. Sin embargo, en lugar de llevar
una camada, sólo lleva a su único cachorro, Baskian. Una cosa escamosa pero pequeña
que no parece muy Rakhii en absoluto, salvo que tiene escamas. Es el cachorro más
pequeño que he visto. Los cachorros Rakhii puros nacen del doble de su tamaño, incluso
cuando nacen tres en un solo saco de vida. (Los cachorros que comparten saco de vida
tienden a nacer más pequeños que sus contemporáneos). El pobre híbrido no tiene otros
rasgos: ni cuernos, ni cola, ni espinas. Parece casi tan vacío de rasgos como un humano,
pero a pesar de ello, posee un factor de atractivo que no se puede negar.
Supongo que estoy mirando la unidad que forma la familia, concretamente, el resultado de
un Rakhii y una humana, pero Zadeon me descubre mirando a su hijo, y confunde mi
curiosidad con el desprecio hacia su cachorro multiespecie. La mirada de Zadeon, ya
penetrante, se vuelve letal.
Supongo que no le he dado a nadie la impresión de que tenga pensamientos cálidos hacia
ningún humano (a menos que, por "cálidos", se entienda que les prenda fuego), y mucho
menos que consiga uno. Pero el hombre está muy equivocado en su suposición. Estaba
viendo a su hijo medio humano, y pensaba... pensaba que si Isla tuviera uno de estos junto
a mí, tal vez querría que me quedara siempre con ella. Pensamientos mercenarios quizás,
pero necesito una garantía de hierro de que Isla y yo seguimos siendo compañeros de vida
si nos unimos.
La mano de Zadeon se mueve para estrechar el frágil y delgado cuello que sostiene la
pequeña cabeza de su hijo. Es claramente un gesto de protección, y bajo los cuernos para
demostrarle que lo he visto, que lo tengo en cuenta.
Como no es de los que dejan una amenaza en silencio, Zadeon aparece frente a mí para
transmitir su mensaje. "Si te sorprendo mirando a mi cachorro de nuevo..."
"¿Cómo cortejaste a tu compañera?"
Preparado para que menosprecie a su descendencia interespecífica, y no para que le
pregunte cómo consiguió a la hembra que le dio su cría, se toma un prolongado momento
para digerir mi pregunta. Durante este tiempo, su mandíbula permanece apretada. Se
agarra a las orejas. Sus ojos feroces permanecen fijos en los míos.
No dejo que mi mirada vacile.
Finalmente, responde: "Supongo que no la cortejé".
Encontrando esta respuesta muy interesante -y con eso quiero decir prometedora-,
pregunto: "Entonces, ¿cómo la ganaste?".
"No me fui de su lado".
Lo considero. Podría hacer sombra a Isla. Por ahora, parece dispuesta, pero el primer
arrebato de atracción siempre es fuerte. Cuando invariablemente pierda el interés, podría
perseguirla hasta agotar cualquier reserva que tenga. La idea tendría mérito, salvo que ya
lo he intentado una vez; con otra hembra, en otra época, en lo que parece que tuvo lugar
en otra vida entera, y los resultados fueron un fracaso espectacular.
Sin embargo, esa era una Gryfala. No una humana.
Tal vez las humanas respondan bien a un reclamo inquebrantable que simplemente se les
impone. No darles otra opción. Me gusta esta idea. Tiene mérito. Las Gryfala tienden a
etiquetar este tipo de comportamiento de apareamiento de los Rakhii como "acoso
implacable".
Lo ven de forma desfavorable.
Zadeon se queda en silencio mientras yo proceso su declaración, su mirada parece estar en
su hijo, a quien tranquiliza rozando el lado de su pulgar sobre la cabeza escamada del
cachorro (no hay una pluma en la cabeza del chico, ni pelo como el de una humana, muy
simple, muy extraño, pero aún así terriblemente atractivo en esa forma en que todos los
jóvenes tienden a ser). Pero sé que Zadeon me está observando, con sus ojos puestos en mí
o no.
Mis espinas se agitan y cruzo los brazos sobre el pecho, pensando en Isla, preguntándome
si me aceptaría si simplemente me negara a aceptar a cualquier otra persona.
La mirada de Zadeon es directa pero ya no desafiante. "Si buscas consejo, puede ser útil
hablar con Mitteeku".
Mitteeku, un Rakhii que pasa la mayor parte del tiempo con su compañera y sus crías
humanas en los campos, pero de vez en cuando trae a su familia para ver lo que ocurre en
la cantera. Su cachorro más joven es el más interesante. Puede ser humano, pero tiene un
buen gruñido, y lo utiliza cuando se encuentra con extraños.
Este es un ejemplo de un Rakhii criando bien a sus crías.
"También podrías preguntarle a mi hermano", ofrece Zadeon, sorprendiéndome.
"¿A cuál?" Pregunto. Como la mayoría de los Rakhii, Zadeon es un macho de un saludable
octeto. Las camadas de casi una docena de cachorros son comunes, pero si las humanas
siguen hibridándose con nuestra especie, las camadas grandes podrían ser cosa del pasado.
Los humanos son únicos, ya que engendran un número mucho menor en comparación con
la mayoría de las especies de alimañas espaciales.
Zadeon señala a otro macho, Arokh, al que no conozco tan bien. He sabido de Zadeon por
su fama entre nuestra gente; era un gladiador de renombre. Sé de Arokh sólo porque llegó
aquí, a mi cantera, y me empeño en saber quién trabaja para mí.
Le doy las gracias a Zadeon y me detengo lo suficiente para saludar a su hijo, que me
observa con ojos silenciosos y demasiado solemnes. Luego me dirijo al compañero de
camada de Zadeon.
Arokh sostiene a su hembra, Angie. Cuando me acerco, sus brazos la rodean y comienza a
marcarla con su olor delante de mí, delante de todos.
Lame y frota sus puntos de marcaje en ella hasta que se pone roja y queda satisfecho. No
dudo que su exhibición excesivamente pública se deba a mi presencia.
Su compañera también debe ser consciente de ello, porque se acerca, le acaricia la
mandíbula y murmura: "¿Te sientes mejor ahora?".
El pecho de Arokh se levanta con orgullo. "Ah. La canción". Asiente con la cabeza. "Angie
quedó impresionada con mi voz cuando le canté". Su mirada vuelve a la mía, satisfecha.
"Parece que las hembras humanas son tan susceptibles a nuestras canciones como las
hembras Rakhii".
Para él, el asunto está resuelto. Por desgracia, este consejo probablemente sólo sea cierto
si estás dotado para las llamadas pulsadas exclusivas de los Rakhii. Puedo intentar cantar
si eso significa que tengo una oportunidad de atraer a Isla, pero mis esperanzas en la
efectividad de esta táctica son desalentadoras.
Un suspiro gruñón viene de nuestra derecha, y nos giramos para encontrar a Hotahn. Es
un Rakhii apareado con una hembra humana a la que todos llaman Doc, pero creo que
Hotahn tiene un nombre privado para ella. No es Gem, que es lo que me pareció oír que la
llamaba al principio, sino Jen, creo. Lo que sea que eso signifique en humano.
"Aficionados", declara Hotahn. Me mira a los ojos. "Si desean una hembra, tómenla. Ella se
encariñará contigo".
En el peor de los momentos, un hob pasa junto a nosotros y, al oír las palabras de Hotahn,
se detiene.
Le gruño. "Ignora lo que has oído". A los demás, les declaro: "Agradezco este consejo".
En lugar de preservar su vida asegurándome su intención de guardar silencio y seguir su
camino, el hob se queda donde está parado, e incluso levanta una mano cautelosa en el
aire.
Aunque este hob siempre es cauteloso. Jonohkada. Sombra de Gracie, técnico médico
aficionado para Isla, y actualmente una pulga en la pomada de mis planes. "¿Quieres que
te rompa la mano? Bájala".
Jonohkada se encoge un poco, con las alas apretadas a su espalda antes de tragar,
luchando por reunir su valor. Al parecer, consigue reunir el suficiente, porque se endereza
un poco más y afirma: "No puedes secuestrar a Isla".
Le miro fijamente, considerando el problema que representa. Y es un problema, porque si
va a ser reacio a olvidar que ha escuchado nuestra conversación, me veré obligado a
proporcionarle un incentivo suficiente para que guarde silencio. Debe ver que tengo la
intención de proporcionarle muchos, porque empieza a alejarse de mí.
Pero no lo suficientemente rápido.
Agarro al hob por el cuello y lo levanto en el aire, a punto de sacudirle para que cumpla...
Cuando una voz -una voz que detesto escuchar porque si la oigo, significa que me va a doler
el cuerno todo el día- suena con autoridad: "¡SUÉLTALO!"
Gracie. TEVEK.
La fastidiosa hembra se presenta de repente ante mí, apuntando con uno de sus pequeños
y quebradizos dedos a mi hocico. "¡Basta, Bash! ¡Lo digo en serio! Deja de acosar a mis
hobs. Jonohkada es MÍO".
"¿Cuándo, exactamente, sucedió esto?" Dohrein pregunta desde detrás de mí, con una voz
amenazante.
Hmm. Parece que su compañero no protestará si arrojo a Jonohkada por la ladera del cañón.
(No me hagas esa mueca de cara suave. Sí, TÚ, pequeño simpatizante de los hobs.
Jonohkada tiene dos alas aún sin romper: sobrevivirá).
Gracie se inclina a mi alrededor para mirar a su macho. "No de forma romántica, tranquilo".
Su mirada vuelve a dirigirse a mí. "No puedes hacerle daño".
Me río, sólo una vez. Las llamas saltan delante de mí, dividiendo el aire entre nosotros.
Los ojos de Gracie se entrecierran. "¿Por qué le amenazas? Jonohkada nunca la caga".
Es cierto que este hob nunca me ha dado motivos antes de esto para castigarle.
Probablemente sea un buen macho. Pero no puedo permitir que le diga a Gracie, que es la
Reina de la manada de humanas, cuál es mi intención antes de poner en marcha mi plan
para Isla, especialmente si mi plan depende de secuestrar a la hembra que quiero. Gracie
podría secuestrar a Isla. Gracie podría alertar al Alto Consejo de las Gryfala de que soy un
peligro.
Los Rakhii peligrosos son condenados a muerte.
Pero yo no soy un peligro. Sólo quiero a Isla. Ella será mía, yo seré suyo, habrá un gran
amor, y cuidaré bien de ella.
Como si mis pensamientos la hubieran conjurado, Isla aparece. Y su expresión experimenta
sorpresa, conmoción y... tal vez incluso horror. Porque, desde su punto de vista, debe
parecer que estoy a punto de silenciar a su amigo Jonohkada. De forma permanente.
"¿Bash?", pregunta.
Al oír su voz, al decir mi nombre en lugar del de el hob, abro la mano.
Jonohkada aterriza en la piedra de la cantera con un chasquido de colmillo, su cuerpo falto
de oxígeno golpea la superficie implacable con un fuerte golpe. Jadea y se agarra la
garganta.
Gracie e Isla caen de rodillas a ambos lados de él, y al principio parece que Gracie es más
lenta debido a lo engorroso de su embarazo, pero no es del todo así. Consciente de lo que
pueden hacer las alas de un hob, la hembra cierra con cautela las alas blandas y
desaliñadas de Jonohkada para que el polvo de su interior no sea un peligro para ella, e
indica a Isla que haga lo mismo a su lado.
Luego, se dedican a revisar a fondo al macho.
Busco en el lado de la cara de Isla con una intensidad abrasadora. ¿Se preocupa por este
hob?
Si lo hace, entonces él es un obstáculo.
Voy a eliminar un obstáculo.
Una hembra Rakhii nunca permitiría que su compañero retozara con otra hembra. Las
Gryfala no toleran ni siquiera la idea de que otra Gryfala toque a su macho. Rechazan de
plano a un macho que se deje insinuar por otra hembra. Y he observado que las humanas
tampoco toleran que el macho que quieren reciba atenciones de otra hembra.
Sorprendido, impactado, me alejo de Gracie y mis ojos vuelan hacia Isla. Mientras ella me
devuelve la mirada, actúo rápidamente.
Me escupo a mí mismo.
Sigo escupiendo sobre mí mismo.
"Um, Bash..." Oigo decir a Isla.
"Tío. Ni siquiera voy a intentar no ofenderme", murmura Gracie. "Aunque ja, de donde soy
originaria, tenemos erizos, y lo que estás haciendo se llama selbstbespuchen".
"Que Dios te bendiga", le dice Isla.
Gracie se ríe suavemente. "En alemán significa 'autoescupir'. Los erizos tienen el mismo
tipo de saliva espumosa y -se atreve a acercarse a mí con uno de sus dedos, señalándome-
hacen eso. Es un 'Aléjate de mí, no me toques, pthew, pthew'".
"Interesante", ofrece Isla en tono reflexivo. "Erizos espinosos y... Bash".
Con voz agradable, Gracie comenta: "Tiene mucho sentido".
Mi brazo, donde Gracie me agarró, lo cubro con mi saliva, frotándola sobre mis escamas
con movimientos bruscos para limpiar la zona. En consecuencia, mi mano sangrante, donde
los colmillos del hob atraviesan mis escamas, también recibe una capa de saliva y se cura.
Con un gruñido, vuelvo a mirar hacia arriba y me alivia comprobar que Isla me observa con
las cejas levantadas, pero a pesar de saber que Gracie me ha tocado, no parece molesta.
Parpadeo bruscamente, y un doloroso sentimiento de temor se apodera de mí. Porque se
me ocurre que tal vez Isla no se sienta propietaria de mí... porque tal vez no se preocupe
por mí de la forma en que debería hacerlo una compañera.
Mis corazones se sienten aplastados.
Jonohkada, aprovechando que mis manos ya no están sobre él, inspira con fuerza y grita a
todo pulmón: "¡BUBASHUU VA A ATRAPAR A ISLA Y OBLIGARLA A CONVERTIRSE EN SU
COMPAÑERA!"
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 24
ISLA
Bien. Rebobinemos hasta unos cinco minutos antes de encontrar a Bash sacudiendo las
luces del pobre Jonoh.
Gracie acababa de arrastrarme para una mini conversación privada que fue algo así: "¿Me
haces un favor? Dile a Bash que se calme hoy o no le babearás el pomo". (Gracie.)
Yo: "Whoa, wow, nosotros..." Me gustaría, pero no estamos ni siquiera cerca de que eso
suceda "... no lo hemos hecho, él no..."
Gracie: "OHHHH, ¡no me extraña que siga siendo tan Grinch! Bueno, ¿qué estás esperando?
No es como si tuvieran la Navidad aquí. Sólo salta sobre él".
"¿CÓMO?" Pregunto.
Gracie me había mirado como si fuera lo más fácil. "Eres su kriptonita, Isla. ¿Le quieres o
no?"
"¡Sí! Le quiero. Es mío. Sólo que él aún no lo sabe. Es una situación delicada".
Gracie había resoplado. "No hay nada delicado en un Rakhii. Y definitivamente no en ese
Rakhii". Me había mirado de reojo. "¿Por qué sigues aquí?"
"Porque es un día de trabajo..."
"No, quiero decir -no puedo equivocarme- que a Bash también le gustas. He visto todo el
asunto del acaparamiento de rocas".
Me encojo de hombros. "Las colecciona".
La sonrisa de Gracie era la del gato de Cheshire. "Apuesto a que sí. ¿Por qué no os estáis
morreando y golpeando las botas hasta que su cama se incendie?"
"Esa es la parte delicada. Mira, él no sabe que me gusta". Hago un gesto a nuestro alrededor,
a todos los que han sido, en un momento u otro, insultados y/o gritados por el Bash que
odia a las humanas. "Es una especie de anti-Homo sapiens, así que es lento convencerle de
que vamos a sentirnos increíbles juntos".
Gracie pone cara de circunstancias. "No, no... algo está mal. Los Rakhii están locos. Una
vez que encuentran a su hembra, quieren toda su atención, y si te ven dándosela a alguien
más, ese 'alguien más' está en serio peligro. Deberías estar escondida en su madriguera en
algún lugar, en algún lugar donde te mantenga debajo de él durante un par de semanas,
por lo menos. En algún lugar lejos de todos los demás. Es un Rakhii. Para esos locos con
cuernos, el secuestro es como el cortejo".
Me pregunto entonces si debía tomármelo como algo personal. El alienígena que quiero aún
no me ha secuestrado. ¿Significa esto que nuestra relación está condenada? ¿Qué dice si el
macho que quieres no te arrastra lejos de todos para encerrarte en su cueva y perforarte en
otra dimensión? "Esto es muy al revés", me río.
Gracie, con los brazos cruzados y el hombro apoyado en la pared de roca, me lanza una
sonrisa. "Oh, chica, lo sé. Bienvenida a amar a un extraterrestre".
Eso me hace reflexionar.
Aunque no es una buena comida. Porque si el secuestro significa interés, ¿dónde estamos
Bash y yo, exactamente? ¿Por qué no me ha arrastrado por el pelo?
Eso es lo que estaba pensando hasta el anuncio de Jonohkada. "¡BUBASHUU VA A
SECUESTRAR A ISLA Y OBLIGARLA A CONVERTIRSE EN SU PAREJA!"
El vértigo me invade... durante un milisegundo. Porque las escamas de Bash se calientan
de un amarillo polvoriento a un naranja fundido y ruge: "¡Eso es mentira!".
Maldita sea.
Bash continúa. "Nunca la forzaría". Parece disgustado, realmente disgustado ante tal idea.
Espera, ¿es esa la única parte de la afirmación anterior con la que no está de acuerdo? Miro
hacia atrás y hacia delante entre el hob que Bash estaba claramente tratando de silenciar
y el gran malvado Rakhii en persona.
Están enzarzados en un concurso de miradas, uno parece justamente enfadado
(Jonohkada), el otro indignadamente furioso (Bash), pero Jonohkada no se echa atrás. Es
cierto que el hombre sigue de espaldas, con las alas amontonadas, pero el hob parece
inflexible sobre por qué cree que le han sacudido.
"¡Hotahn le ha aconsejado que se lleve a la hembra que quiere, que se la puede engatusar
para que acepte quedarse con él!" afirma Jonohkada, con una voz que suena más que
horrorizada.
"Eso no es forzar", señala Bash, y creo que es justo. Por definición, tiene razón. Y claro, en
la Tierra, si un humano tuviera planes de arrebatar a una mujer de la calle y "obligarla" a
quedarse con él, todo el mundo debería preocuparse. Yo lo haría. Yo pensaría que eso es
motivo de preocupación, pero por lo que he visto, los Rakhii no son como los humanos. He
oído que ellos -y las Gryfala- vigilan cualquier crimen aquí de forma muy estricta. No tienen
prisión. Tienen encierro bajo una arena donde ejecutan públicamente a los culpables. Todo
el mundo ve cómo se hace justicia, y es un gran incentivo para seguir la línea. Hay muy
pocos delitos. (Aunque he oído que los Rakhii son un poco propensos al robo. Pero es algo
especial que involucra la atracción y algún tipo de fase en el proceso de cortejo y
mantenimiento de la pareja única de los Rakhii y supongo que no es un delito de asesinato).
Bash no es un mal alienígena. No me preocupa que me haga daño. Y si Bash quiere llevarme
a su cueva y engatusarme para que haga cualquier cosa, allí estaré. Cuenta conmigo para
ser engatusada.
"¿De verdad querías secuestrarme?" suelto, porque no consigo frenar el vértigo que siento
de repente. "¡¿De verdad, de verdad te gusto?!
Bash agacha las orejas y, cuando vuelve los ojos hacia mí, parece dolido, lo que le hace
parecer algo culpable. "Me preguntaba cuál es la mejor manera de atraerte". Dirige una
mirada ardiente a Jonohkada. Su garganta se tensa. Se extienda. "Y ahora este maldito
hob..."
"¡Whoa, whoa!" Gracie se desliza suavemente entre el hob que aún está en el suelo y el
iracundo Rakhii. "Jonoh no ha hecho una mierda. No te atrevas a castigarlo peor".
Detrás de ella, Dohrein está gruñendo: "Gracie, cuando un Rakhii parece que está a punto
de hacer fuego, no te pongas en peligro".
Bash la fulmina con la mirada. "Tienes una abominable falta de neuronas".
Para sorpresa de todos, Jonohkada se empuja detrás de ella y básicamente está de acuerdo.
"Te lo agradezco, Gracie, pero preferiría que permanecieras a salvo si este escenario se
repitiera".
Gracie, con las manos en su estómago notablemente redondo, les gruñe a todos. Luego
clava a Bash una mirada fulminante. "¿Podrías prender fuego a uno de mis kids?"
Los ojos de Bash se entrecierran. Pero... no con rabia. Más bien como una pausa.
Dohrein, que es más alto que su compañera, mira a los ojos de Bash. "Esta palabra significa
'descendencia'", le dice.
La barbilla de Bash se levanta en reconocimiento de su ayuda. A Gracie, Bash le dice: "No
lo haría".
Gracie señala detrás de ella a un Jonohkada que se tambalea pero se mantiene en pie. "A
partir de ahora, considéralo mi hijo. Todos ellos son mis hijos".
Detrás de ella, Jonohkada hace una mueca. Y es justo, porque no parece mucho (o nada)
más joven que nosotros. ¿Está Gracie loca? "Deja de torturar a mis hobs. ¿Me oyes?"
Miro a Jonohkada, intentando averiguar su edad. También pienso que tal vez Gracie es
protectora no por su edad, sino porque es tan... tiene esa forma de ser tan dulce. Y aunque
ningún hombre que quiera ser tomado en serio por la población femenina soltera quiere ser
etiquetado como ‘un encanto’, Jonohkada... bueno, lo es. Es muy agradable. Y la mayor
parte del tiempo parece que está esperando que alguien, en algún lugar, esté a dos pasos
de darle una bofetada en la cabeza. Así que sí, supongo que puedo ver por qué Gracie siente
que necesita un protector. Por qué cree que es un escudo eficaz. Aunque ella sea como dos
pies enteros más baja que él, ni siquiera tenga sus garras o dientes afilados, y él sea
técnicamente de una raza malvada de alienígenas voladores... Gracie da un poco de miedo.
Bash no parece asustado (sólo que quizás espera que su mirada pueda convertir a Gracie
en alguien que deje de irritarlo). A través de sus dientes, dice (amablemente) que sí: "De
acuerdo… alienígena dominante, ingobernable e irritante".
Gracie resopla. "¿Soy dominante? Oh, eso es divertido (rich)".
Bash frunce las cejas. Dice: "¿Rico?".
Sonrío tanto que siento que se me forma un hoyuelo en la mejilla. "Esto explica algunas
cosas".
Los ojos de Bash se clavan en el punto junto a mis labios, en mi impresión del hoyuelo.
Murmura algo en voz demasiado baja para que pueda captarlo, sonando muy distraído.
Gracie y Angie llaman a la gente: "Muy bien, amigos, ¿por qué no nos vamos de aquí? Que
alguien desenganche a los Narwari y los lleve a los establos".
"¿Se van a ir sin mi permiso?" Bash pregunta con voz letal.
"...nos matas o la cargas", dice Beth, ayudando a mover a la gente. "Ya sabes las
probabilidades de hacia dónde puede inclinarse este tipo, así que vamos, todos fuera de
aquí".
"Están ordenando a mis empleados que salgan de este sitio sin consultarme", continúa
hablando Bash en un tono peligrosamente nivelado. Uno que suena como si pudiera
explotar en cualquier momento.
"Te están ayudando", sostengo.
"No lo están haciendo".
"¡Lo están haciendo!"
"Estos castigos eternos sin llama me están llevando al borde de la locura".
Arrastrando los pies, Beth y Ekan se ríen juntos y citan "¡Los Acantilados de la Locura!"
(The Cliffs of Insanity), mientras se dirigen a las escaleras que dan salida a la cantera.
Oquillion, otro de sus maridos piratas, debe ver la cara de disgusto de Bash porque explica
al pasar junto a nosotros: "La Princesa Prometida. Es una película".
"Las humanas y sus malditas películas", murmura Bash. Agita una mano con garras
asesinas. "Salid de aquí, todas vosotras. No soporto más ver vuestra extraña suavidad y
escuchar vuestras extrañas costumbres".
Empiezo a adelantarme a él para irme también, pero para mi alivio y deleite, la cola de Bash
se engancha alrededor de mi brazo corto. "Tú no".
"Me haces sentir muy especial", suspiro feliz, poniéndome a su lado.
"Debes de ser especial", asiente, sonando por fin más divertido que asesino. "Eres la única
humana que no huye de mí".
No parece molesto por esto, pero aún así. No quiero que piense que es un monstruo, ni
nada parecido. Al menos no por fuera. "Mírate. Eres muy sexy, con tus grandes cuernos, tu
cola furiosa y ese brillo asesino en tus ojos. No puedo imaginar por qué una de estas mujeres
no se ha escapado contigo todavía. Quiero decir, parece que huyen de ti sin problemas",
digo, mirando a las mujeres que aún se alejan del camino de la guerra de Bash.
"Deja de hablar, Isla", ordena Bash. Me sobresalta tirando de un mechón de mi pelo. "O me
veré obligado a ser creativo a la hora de encontrar formas de fomentar tu silencio".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 25
ISLA
"Esos desertores", murmura Bash, mirando al final de la cantera casi vacía por donde huyen
todos sus trabajadores.
"Que se hayan ido no significa que tengamos que abandonar el trabajo", señalo.
Todavía agarrado a mi mano, Bash nos lleva hasta una fila de cinceles y picos que necesitan
ser afilados. Es algo que nunca he hecho, pero estoy encantada de que Bash me enseñe, y
él insiste en enseñarme porque el trabajo debe continuar.
Pero eso me parece bien. Disfrutamos de la compañía mutua mientras reparamos las
herramientas.
∗∗∗∗∗∗∗
"Algunas humanas volvieron a su planeta natal. ¿No fuiste una de ellas?"
"No. No llegué aquí hasta después de que todos los de ese viaje regresaran. No tuve la
oportunidad de ver la Tierra por última vez".
"Isla", empieza Bash, y de repente noto que está muy tenso. Le doy un empujón en las
costillas para que se le pase, pero sigue con la cara desencajada. Todas sus púas están de
punta, al igual que sus espinas dorsales. Su cola se balancea detrás de nosotros,
chasqueando en un arco agitado y distraído que choca ligeramente con mis tobillos de vez
en cuando.
"¿Qué?"
"¿Te separaron de tu madre o de tus padres cuando te robaron de tu planeta?"
"Mi..." Me paso el pelo detrás de la oreja. "No. ¿Por qué?"
Si cabe, el cuerpo de Bash se ha puesto aún más rígido. "He oído que las humanas no
mantienen harenes, pero... ¿te arrebataron una pareja entonces?", termina, con la voz más
dura de lo que la pregunta requiere.
"Ja, sí, claro". Me quito la suciedad de la pernera del pantalón.
Lentamente, uno de sus ojos se desvía lo suficiente en mi dirección como para dirigirme
una mirada torva. "¿Qué clase de respuesta es esa? Suenas positivamente sarcástico. ¿Es
un sí o un no?"
Algunas de nuestras frases más comunes ya han sido adoptadas por los hobs e incluso por
los Rakhii. Sin embargo, a Bash todavía le dan vueltas. Le brindo una sonrisa alentadora.
"Es una expresión sarcástica que significa ni hablar. Me quedé sin hombre".
Una mano del tamaño de un guante de béisbol envuelve de repente la parte superior de mi
brazo y me lleva hasta su nariz que emite humo. "Si pudieras volver a tu Tierra, ¿lo harías?",
me pregunta, con la voz tensa y áspera.
Sorprendida por su nivel de emoción, animada por su evidente interés, tiro de mi brazo
hasta que me suelta. Me llevo la mano a la nuca y suelto un suspiro. "La verdad es que he
pensado mucho en esa pregunta".
Bash no dice nada, pero su cola habla mucho: se desliza por debajo del puño de mis
pantalones y se enrosca tan suavemente alrededor de mi tobillo que casi, casi no me habría
dado cuenta si llevara calcetines más altos. Como sólo llevo el equivalente a los calcetines
de la tripulación de este planeta, mi piel siente la textura lisa y llena de piedras de su
sorprendentemente fuerte miembro extra. Mi tobillo nota sin duda la forma en que me
aprieta durante mi silencio.
"La Tierra es... bueno, es mi hogar, ¿sabes? Mi madre murió cuando yo tenía dieciséis años,
así que mi hermano se hizo cargo de mi tutela. Después de unos años de salir con una
chica, se casó, y él y mi cuñada son geniales, pero yo me sentía como una gran tercera
rueda, así que supe que era el momento de mudarme. Conseguí mi propia casa y viví sola".
Me picoteo un hilo del pantalón. "Si me dejaran en la puerta de mi casa ahora mismo, en
este instante, ¿sabes lo que me encontraría?"
Bash traga, volviéndose, con la mirada fija en el otro extremo de la cantera. "Dime"
“Alguien más estaría viviendo allí. Hace meses que me fui. Todo el mundo tiene que pensar
que fui asesinada -que me levanté y desaparecí- yo, que tengo un historial de asistencia
impecable en el trabajo".
"Eres una trabajadora diligente", reconoce Bash.
"... y cuando una persona desaparece, no se para el mundo por ti. Es probable que muchas
de mis cosas estén en el estrecho sótano de mi hermano, pero no puedo garantizarlo. Mi
cartera, mi DNI, mi tarjeta de débito, mi cuenta bancaria... mi maldita cuenta bancaria
probablemente esté cerrada. Hacen eso si está inactiva. Mi carnet de conducir -todo lo que
necesitas para conseguir transporte, para conseguir incluso un lugar temporal donde
quedarte, para pagar cosas como la comida- no sé dónde está el mío. Lo llevaba encima
cuando me secuestraron. ¿Y mi trabajo? También habrá desaparecido, porque si no te
presentas a trabajar, el espectáculo tiene que continuar. ¿Y ahora qué? Mi hermano y mi
cuñada no pueden prestarme el anticipo y el primer mes de alquiler de un nuevo
apartamento. Soy una mujer adulta. Eso no es su responsabilidad. Además, ellos apenas
cubrían sus propias facturas mientras yo vivía..."
Bash se retuerce hacia mí, totalmente de frente, con las púas levantadas, lo que le hace
parecer sorprendido o súper intenso, o ambas cosas. "No has muerto, Isla".
"Pero bien podría haberlo hecho. ¿Echo de menos todo lo que me gustaba de mi hogar? Sí.
Había muchas cosas que me gustaban. Da miedo dejar todo atrás. Duele dejar todo atrás.
Pero incluso si pudiera volver a casa, no estaría en casa. Ya no tengo una, y sería un gran
esfuerzo financiero si mi hermano tratara de alojarme. Y eso sin entrar en el terreno de las
autoridades y todas las preguntas que tendrían sobre mi repentina reaparición. No es que
tenga buenas respuestas. Así que, ¿adivina qué? Aquí estoy".
Bash toma mi cara entre sus manos, sorprendiéndome. "Sí. Aquí estás. Eres..." Sus ojos
intensamente coloreados buscan en los míos. "Estás conmigo". Su cara se acerca a la mía.
Susurra: "Lamento que estés triste por darle la espalda a esa vida. Pero no lamento que
ahora estés en la mía".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 26
BASH
(Contador de Llanto: Meritorio)
Parece asombrada de que haya admitido una fracción de lo que siento por ella. "Bueno,
gracias, Bash. Viniendo de ti, es un enorme, enorme cumplido".
"Lo es", confirmo. Me inclino hacia atrás, tratando de calmarme. Mis entrañas zumban por
ella y es difícil concentrarse. "Eres..." Busco palabras para describir a Isla. " Genial en el
asesoramiento".
"¿En el asesoramiento?" repite Isla, empezando a sonreírme.
"Mujer tonta. Te estoy haciendo un cumplido. Deja de discutir".
"Lo siento, claro; por supuesto, continúa".
Esta sería una respuesta perfectamente aceptable si no fuera porque la acompaña de una
pequeña risa y un gesto amplio y bastante principesco de su brazo.
Inclino mis cuernos, reconociendo sombríamente su elevado permiso. "Descarada alimaña
sin escamas. Como decía, tú... bueno, para ser una humana, haces una gran cantidad de
trabajo".
"¿Para una humana?"
"Silencio. Y entre las humanas, tú eres la mejor de ellas. Si me dieran permiso, molería sus
huesos hasta convertirlos en polvo y los usaría como mortero, y finalmente los haría útiles
para algo... pero a ti te perdonaría".
"Vaya, Bash. No te contengas. Dime lo que sientes por nosotras".
"Así es", afirmo, con los ojos encendidos. "A ti te conservaría".
El humor se borra de la cara de Isla. "Oh." Me mira fijamente a los ojos. "Tú también me
gustas".
Mis puños se cierran, queriendo instintivamente alcanzarla y atraparla. Rechazo el impulso.
Sin embargo, los instintos de reclamo se levantan con tanta fuerza que casi puedo oír a mi
cuerpo preguntar ¿Por qué? ¿Por qué no debería ceder a esta atracción? No es que no haya
empezado a vincularme con Isla. Ya me he enamorado de ella. Sólo va a empeorar.
Ella podría destruirme.
Aplasto el pensamiento. He intentado aprender de mis errores. He observado a Isla, y no ha
mostrado afecto por las masas de machos. Ella no es una Gryfala para tomar un harén. Y
si puedo tejerme con cuidado alrededor de su corazón, nunca querrá separarse de mí. Lo
cual es absolutamente necesario, porque cuanto más tiempo paso con ella, más temo que
nunca pueda separarme de ella.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 27
ISLA
Bash puede besar. Me inclina la cara con su mano, inclinando mi boca, animándome a
abrirme para él. Sus labios son sorprendentemente suaves a pesar de estar hechos de
escamas. Son firmes y calientes, tan calientes como él, y se siente como un horno mientras
me mantiene atrapada contra él. Su lengua se encuentra con la mía, y la superficie de la
misma tiene una fuerte textura, pero no es desagradable. Se apodera de mi boca como de
todo lo demás, como si fuera su dueño, como si nadie pudiera detenerlo porque él es el amo
aquí.
Ciertamente me está dominando.
Hasta que... simplemente... se detiene.
Se aparta de mí, respirando tan fuerte que no puedo evitar sentirme halagada. ¿He sido yo
la causa de que se excite tanto?
Pregunta retórica. Somos los únicos que estamos cerca; por supuesto, nuestro beso caliente
es la razón por la que sus costillas se agitan como si acabara de correr un par de kilómetros.
"Tenemos que parar", dice.
Mis dedos le acarician el costado. "Es un consejo terrible. Lo rechazo", declaro, mis
pulmones trabajando horas extras sólo para gestionar el proceso de entrada de oxígeno más
las palabras.
Hay una pausa extraña, como una pequeña y casi imperceptible vacilación antes de que
Bash me mire. Y en sus ojos... por un segundo, hay un destello de casi... inquietud.
La única forma en que podría estar más aturdido es si un rayo cayera del cielo y me clavara
en la espalda. Porque Bash parece... no asustado, sino... extremadamente incómodo. De mí.
"Oye", digo, acercándome a su cara.
Pero levanta la cabeza y mis dedos apenas rozan su mandíbula.
¿Qué está pasando aquí? "¿No quieres que te toque?"
"Por supuesto que quiero que me toques", me dice.
Hago un gesto a nuestro alrededor, hacia la cantera vacía. "¿Nos estamos acercando al
sexo?" le pregunto.
Los seductores ojos verdes se iluminan con un brillante tono de lima. "Sí".
"Ohhh, ¿te preocupa lo de la unión?".
Con el rostro severo en su sitio, la nariz ligeramente en el aire como si le estuviera matando
tener esta conversación, este tipo probablemente evita los sentimientos y todas las
conversaciones que implican dichos sentimientos- me da un tirón de barbilla. "Sí".
"Tiene sentido que estés nervioso". Siento una pequeña punzada, porque si Bash quisiera
quedarse conmigo para siempre, no se preocuparía por el vínculo, ¿verdad? Pero eso no
significa que no quiera hacerlo algún día. Tengo que jugar con calma. Al igual que en la
Tierra, ningún tipo quiere quedarse encerrado después de un beso. Además, dijo que tuvo
una mala experiencia. Por supuesto que no quiere quedar atrapado sin probar esto un poco
más primero. Es justo, ¿verdad? Sí. Relájate, Isla, te estás volviendo loca. "Todo el mundo
habla de ello. Vinculación, cuando los Rakhii encuentran una mujer con la que conectan
de forma especial, quiero decir. Pero muy bien, puedo hacer esto muy simple para ti.
Podemos simplemente tener sexo. Voy a sorprenderte con mi capacidad de hacer amigos
con beneficios".
Si cabe, Bash se tensa aún más. Muy, muy bajo, y muy, muy silencioso, tan silencioso que
no lo habría oído si no lo estuviera mirando tan fijamente, Bash pregunta: "¿Qué?".
Me encojo de hombros. "No hay expectativas. No", hago comillas con los dedos de mi única
mano, "'vinculación'". Se pone en pie, imponiéndose sobre mí. "Podemos simplemente
follar", termino, sintiéndome rara al decir la palabra. Se siente burdo saliendo de mi boca,
y con él de pie encima de mí, todo imponente, me hace sonrojar al decirlo. Aunque
básicamente describe la profundidad del compromiso de todas las relaciones que he tenido.
Una flecha no podría atravesarme con más fuerza que la respuesta de Bash: "Isla, no quiero
follar contigo".
Hay una palabra Rakhii, tevek, que se traduce más o menos como follar. Pero esa no es la
palabra que usa Bash. Oírle decir mi palabra, esta palabra, en su marcado acento, y
quedarse tan pétreo y desaprobador...
Me muero por dentro. De hecho, siento que los pequeños pétalos de mi girasol interior se
arrugan y caen. Y no flotan hasta el fondo de mi estómago como las hojas de otoño que
abandonan los árboles. Caen como piedras.
"Uh", digo, parpadeando rápidamente. "Oh, lo... lo siento, leí mal... pensé..."
Las manos de Bash me rodean por completo la parte superior de los brazos, su dedo más
pequeño alcanza la sensible piel de mi codo en mi brazo completo, y sus pulgares tocan mis
hombros, sus manos son así de anchas. Sus dientes brillan como el sueño de un anuncio
de Colgate, si Colgate contratara extraterrestres con colmillos. Y sus ojos escupen fuego al
mirarme. Lo cual es irónico, porque parece que quiere escupir fuego literalmente.
Preocupante, cuando en realidad puede hacerlo.
"¿Sabes por qué odio a las humanas?" Bash pregunta, con una voz oscura.
Las lágrimas avergonzadas y dolidas por su rechazo intentan clavar pequeñas piquetas en
la parte posterior de mis globos oculares, así que parpadeo como si alguien me hubiera
soplado polvo en la cara para evitar que la humedad traicione mis sentimientos. "Uh, no"
No puedo ocultar lo que siento y tratar de salvar mi orgullo. Consigo pronunciar las dos
palabras sin berrear, pero mi voz se quiebra y cruje como una bolsa de Sun Chips 21.
(En serio. No se puede manejar con sigilo una bolsa de Sun Chips. Si quieres esconderlas,
olvídate. Es como si el fabricante hubiera hecho de sus bolsas un faro para los amantes de
las patatas fritas. Todos los amantes de las patatas fritas saben lo que es ese ruido
arrugado).
Mientras me mira con el ceño fruncido, las cejas de Bash se juntan. Parece que está
tratando de analizar el cambio en mi voz como un proceso distante, luchando porque está
tan alimentado por su repentina e inesperada ira. "Odio a las humanas porque me
recuerdan a las Gryfala. Odio a las Gryfala porque aman a sus hobs, pero a ellas sólo les
gusta degustar a las Rakhii". La nariz de Bash, cubierta de escamas muy pequeñas, suaves
y redondeadas, roza la punta de la mía mientras se desahoga. "Adoran a sus hobs, se follan
a los Rakhii".
La palabra suena muy fea al salir de su garganta. Tengo la garganta demasiado apretada
para hablar, y mi corazón se ha encogido hasta alcanzar el tamaño de una pasa sangrante.
Mi pecho trata de forzar un "Oh", pero como mi garganta no funciona, el sonido queda
atrapado, zumbando allí hasta que puedo aclararlo lo suficiente como para decir: "Quería
decir otra cosa".
Bash continúa. "Recordarás que ya te conté cómo estuve retenido por una Gryfala. Te
ahorraré los sórdidos detalles de cómo me destrozó el corazón..."
"Oh, Bash", digo suavemente. Con tristeza.
"-Pero me asombró con su capacidad de ser nada más que... 'amigos' con beneficios",
afirma, con los ojos incandescentes de emoción. "Le dije que la amaba; me informó de que
la estaba asfixiando".
No puedo hablar. Mis palabras se han secado y siento el esófago como si lo hubieran
decorado con papel de lija. Mis ojos, afortunadamente, permanecen secos, aunque me
escuecen de forma horrible.
"Así que perdóname", continúa Bash, con una voz lo suficientemente fría como para
provocarme congelación, "si declino el honor de echar un polvo contigo".
Me fuerzo a soltar los dientes e ignoro cómo me tiembla la voz. "Bash, eso no es lo que... en
realidad, me gustaría más para nosotros. Mucho más".
No estoy segura de que me escuche. Si lo hace, está demasiado enfadado (y herido) para
creerme. Levanta una mano, y sus garras brillan, captando la luz de sus ojos ardientes. "Ya
está. Considera que he terminado de intentar cortejarte".
21
Me gustaría poder gritar un discurso lo suficientemente apasionado como para hacerle ver
que no pretendía ofenderle. Sí, quiero más, pero me conformaré. He aprendido a
conformarme, porque eso es lo que quieren los chicos.
Pensé que eso era lo que él quería también.
Pero ahora está demasiado herido para escuchar realmente, y me siento demasiado
emocional para comunicarme con efectividad.
Me imagino que se marchará, está lo suficientemente furioso como para dejarme sola en la
cantera vacía, pero no lo hace. Me hace un gesto. "Ven. Te llevaré a la reserva".
"Puedo encontrar mi propio camino de vuelta", murmuro.
"Y te seguiré para asegurarme de que lo haces", me dice, claramente no dispuesto a ceder
en este asunto.
Al final, camino hacia el recinto, sintiéndolo detrás de mí aunque no hable. Es una de las
pocas veces en mi vida que tampoco digo nada, pero no porque esté hirviendo de ira como
él.
No estoy enfadada; estoy triste. Siento que he perdido a mi amigo. Simplemente no sé qué
decir para arreglar esto, y sé que cualquier cosa que diga está destinada a empeorar las
cosas.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 28
ISLA
"Mi siguiente pregunta... ¿Cuánto tiempo se puede esperar que dure esta etapa? Siéntete
libre de hacer una aproximación", murmura Dohrein, sonando ligeramente distraído, como
si la mitad de su atención estuviera puesta en organizar los datos médicos en la tableta de
notas que nunca parece abandonar su mano.
Estoy de espaldas, estirada en el suelo, sintiéndome desanimada. También me estoy
desahogando con las chicas, lo que también significa que estoy desnudando mi alma
delante de sus compañeras (y de Jonohkada), porque la mayoría de los chicos de aquí no
entienden realmente el concepto de hablar en privado con las chicas. Ahora que estamos
fuera de horario y no en el trabajo, esperan estar al lado de sus mujeres todo lo que quieran.
Y las mujeres aquí no les disuaden. Quieren sentarse en el regazo de su pareja y dejar que
jueguen con su pelo mientras toleran que me queje y me queje de mis problemas de pareja.
Es adorable hasta el punto de ser repugnante, pero sólo en gran parte porque estoy teniendo
problemas para conseguir que mi propio alienígena haga esta cosa de pareja conmigo.
Estamos en el infame recinto, un lugar que parece un gigantesco laboratorio en expansión
desde el exterior... y que también lo parece por dentro. Es esencialmente una serie de jaulas
humanas. Aunque son bonitas. Menos una prisión; más como instalaciones para hámsters.
Tiene algunas habitaciones extrañas, como una sala de barro que comenzó como un sitio
donde los extraterrestres probaron nuestro interés en la construcción de nidos (antes de
que uno de ellos simplemente nos preguntara si nuestra especie construía nidos -supongo
que algunos de ellos estaban súper emocionados de hacer pruebas de campo con las
extraterrestres que nunca habían visto antes), pero ahora sirven como la sala de
tratamiento de belleza donde se puede tomar un baño de barro completo o recibir un
tratamiento facial. Antes de venir aquí, supongo que este lugar era un gran kit científico.
Ya sabes, como los kits de '¡Crece tu propio renacuajo!' que vendían en la feria de la escuela
primaria. Pero en lugar de veintiocho pequeños tanques de ranas leopardo de laboratorio
ya crecidas, las Gryfala y los hobs observaban a las humanas en un laberinto de
habitaciones individuales.
Ahora se han relajado mucho. Todavía nos observan, pero he oído que es mucho menos
invasivo. Siempre que nos reunimos en entornos sociales en los que el acto de observarnos
no es una invasión de nuestra privacidad, están especialmente encantados. Los
extraterrestres han habilitado grandes salas de actividades como un gimnasio y un estudio
de baile especializado, y esta sala de socialización con todas sus superficies blandas a
distintas alturas (un poco sospechosas, las alturas. Como si se preguntaran si nos
sentamos según la jerarquía, pero Gracie me aseguró que las distintas superficies son para
tener un sexo cómodo. Es una bromista). Que Gracie, que definitivamente es una
personalidad nativa de tipo líder, nunca coge un cojín en el suelo, probablemente tenga
más que ver con su estado de supremamente embarazada y no con el hecho de que las
humanas dominantes se sientan superiores a las humanas no dominantes. Estoy segura
de que los extraterrestres que nos observan no han recibido ninguna impresión equivocada
sobre dónde elegimos estacionarnos que tenga alguna correlación con nuestra personalidad
o dinámica social.
Para que conste, me gustan los cojines del suelo. Son cómodos.
Pero volvamos a la clasificación de Dohrein de las etapas humanas del duelo en las
relaciones. Gracie es una campeona total y ayuda a su análisis proporcionando términos
oficiales. "Puedes llamarlo como lo que es. Es la etapa de la perra llorona".
"Sí, esa es la etiqueta que tengo aquí por cortesía de tus notas", dice Dohrein, todavía
murmurando, y hay un suave golpeteo mientras añade a sus notas sobre esta extraña
afección humana. "Ahora, el marco temporal. Sería útil enumerar la duración común de
esta afección. Para la ciencia", aclara. "¿Cuánto tiempo suspiraría una hembra en la
situación de Isla?"
"Por siempre", murmuro.
"Hasta que se la follen", responde Gracie, como si yo no hubiera hablado.
Dohrein se mantiene perfectamente profesional en su interés. "¿Tiene que ser atendida por
el macho por el que empezó a suspirar inicialmente, o...?"
"SÍ", digo.
"No siempre", dice Gracie por encima de mí con soltura, ya que su pareja está sentado como
a 30 centímetros detrás de ella, pegado a su espalda en el sofá, apoyándola, sentado como
de lado con sus enormes alas de cuero desplegadas sobre el brazo del sofá.
Dohrein canturrea pensativo. "¿Las humanas son como Gryfala, que perecen sin sus
machos? Hemos encontrado la frase humana morir de un corazón roto, pero no pudimos
encontrar datos médicos que lo apoyen en el Homo sapiens. Agradeceríamos anécdotas
fiables. ¿Perecerá alguna de vosotras por suspirar?"
"Puede que me muera", gimoteo.
"Joder, no", responde Gracie. "Tiene otros veinte minutos para enfurruñarse y luego uno de
vosotros me ayuda a ponerme de pie para que pueda darle una patada en su lamentable
culo".
"No estoy enfurruñada", me quejo.
"¿Enfurruñada?" Angie trata de ofrecer ayuda desde su lugar en el otro sofá.
"Melancólica", sugiere Mandi. Ella también está en un sofá.
"¿Desesperada?" pregunta Jonohkada, con voz vacilante. Está sentado en el suelo, no muy
lejos de mí. Si este debate sobre la jerarquía de los asientos humanos tuviera alguna base,
ya sabes dónde nos sentamos.
Le señalo, gritando: "¡Eso es! Desesperada!" Luego gimoteo un poco, sintiendo que la ola de
lástima me invade.
Todas las mujeres de la sala gimen.
Jonoh hace una mueca, aferrando su bolígrafo o lápiz o lo que sea que haya estado usando
para dibujar. "Lo siento", le susurra a su líder, (por supuesto, es Gracie, ¿quién más podría
ser?). "Pensé que estábamos ayudando a etiquetarla..."
"He añadido 'desesperada'", le confirma Dohrein con bastante amabilidad, lo cual es
realmente agradable porque Dohrein es un poco distante con Jonohkada. Tiene que saber
que el tipo nunca se atrevería a hacer una jugada por Gracie, además de que Gracie ve a
Jonoh como casi nada más que un niño pequeño y su secuaz-niño-perrito personal. Pero
aún así, hay una barrera territorial muy real que rodea invisiblemente a Gracie siempre que
Dohrein está con ella y Jonohkada está cerca. Esta noche, Jonoh cometió el error de mirar
a Gracie en busca de una respuesta, y debió de mirarla durante demasiado tiempo porque
Dohrein se inclinó hacia delante, forzándose a entrar en la línea de visión de Jonoh, la
mandíbula de Dohrein rozando la cara de Gracie mientras miraba en silencio y con pura
advertencia a los ojos de Jonoh. Ya no era el erudito científico ligeramente ausente; era un
macho letalmente apareado que protegía su reclamo sobre su mujer.
Yo habría pensado para mí misma... Cielos, sólo Tatúa tu nombre en la piel de ella.
Y entonces las alas negras marcadas de azul de Dohrein se habían plegado alrededor de
Gracie con una bofetada que la hizo jadear, y cuando retiró sus alas, había dejado marcas
brillantes en su piel. Al igual que el polvo de una mariposa se transfiere a las yemas de los
dedos si las rozas, sus alas habían espolvoreado a Gracie, pero con líneas audaces que
coincidían perfectamente con los diseños de sus alas. Como si eso no fuera suficiente para
que ella me pertenezca, Dohrein seguía mirando fijamente al pobre Jonohkada. Una mirada
seria y punzante que hizo que Jonoh bajara inmediatamente la mirada y volviera a lo que
estaba trabajando.
Gracie hizo que Dohrein la ayudara a levantarse para poder arrastrar a su compañero a la
habitación vacía más cercana para un polvo rápido. Al parecer, lo que todo el mundo me
ha dicho sobre el polvo de las alas de los hobs es cierto: básicamente te hace entrar en celo.
Cuando la pareja volvió al sofá, ella suspiró feliz y perezosa mientras se hundía en los
cojines, con el pelo revuelto. A su lado, Dohrein se hundió también, pareciendo mucho,
mucho más relajado.
Probablemente debería pensar que Dohrein es un malvado total. Pero normalmente es muy
poco reactivo, y tener a un tipo tan enamorado de ti que incluso ve a Jonohkada como una
amenaza... Suspiro con nostalgia, imaginándolo. Gracie es una bruja muy afortunada.
Oírme suspirar -en voz alta-, quizá por cuadragésima vez, hace que todos los demás en la
sala vuelvan a gemir.
"¡Calladla!" Se queja Mandi.
"Rein la está cronometrando", dice Gracie. Y sé que eso significa que lo están haciendo de
verdad, que me están cronometrando. Y eso también significa que me va a dar una patada
en el culo si no me aguanto y me repongo pronto.
"¿Cuántos minutos más tengo?" Pregunto.
"Lo sabrás cuando mi bota esté plantada en tu..."
"Oooh, es un atuendo muy Kyudo 22", reflexiona Gracie, con los ojos puestos en las líneas
que ha dibujado.
"El traductor no funciona", me quejo y me desperezo un poco más.
Desde el otro sofá, Mandi explica: "Arquero japonés. Un tipo de artes marciales".
Levanto la cabeza lo suficiente para mirarla, y entonces me doy cuenta de que su traje tiene
un aspecto similar. "Qué bien". Le hago un gesto a Jonohkada. "Me parece bien esto. Buen
trabajo, señor".
Me sonríe afablemente y vuelve a girar su tableta para seguir dibujando. "¿Qué colores son
tus favoritos?"
"Ahora mismo, mi color favorito es el precioso verde de los ojos de Bash". Gimoteo para mis
adentros, sonando como un cachorro enamorado. Lo que hace que Jonoh suspire.
Desaprueba a Bash, pero sólo porque Bash tenía planes de secuestrarme. Supongo que los
hobs desarrollan una extraña aversión a los tipos de hombres que robarían mujeres
(dispuestas).
Los hobs necesitan relajarse.
"Hmm", murmura Dohrein para sí mismo. "He encontrado un término apropiado para
alguien que se obsesiona con el color verde". Golpea su tableta, probablemente buscando
la palabra.
Desde el suelo, Jonoh ofrece, “Viridófilo. El término que estás buscando” —me lanza una
mirada compasiva— “es viridófilo” 23.
"Ah, sí. Bien dicho”, dice Dohrein, sonando genuinamente complacido. “Y como estamos en
el tema de las palabras, encontré una que te podría gustar. Una que es casi irónico
considerando nuestra discusión. Aplastarculos: apabullar, la mayoría de las veces con
críticas".
"Oh, eso es muy bueno", dice Jonoh.
Lanzo la mano en dirección a Jonoh. "Tu cerebro es increíble".
Jonoh sonríe. "Se podría decir que los hobs somos Filonistas 24, por tomar prestado el
término humano. Amamos el conocimiento".
22
23 Imposible traducir o encontrar el significado así que es palabra alienígena total
24 Seguidores de Filón de quien se cree que inventó un lenguaje
Dohrein vuelve a golpear su tableta. "También logófilos 25. Nos encantan las palabras. A
Jonohkada en particular".
"Qué bien, Jonoh", le digo.
Se acerca las alas al cuerpo, pero veo que el interior marcado de cetrina se vuelve más
brillante ante el cumplido.
"¿Todavía estás aquí?" pregunta Laura, que entra en la habitación llevada a cuestas por
Crispín, su hob que no tiene alas. Al no ver un lugar donde sentarse, o mejor dicho, al no
ver un lugar elevado donde quiere que se siente su mujer, opta por quedarse de pie.
Permítanme que lo repita: prefiere llevarla a su espalda que ponerla en una almohada en el
suelo con la gente humilde (Jonoh y yo); es tan romántico que podría desmayarme.
"Sí", le responde Gracie. "Pero sólo tiene..." Se echa hacia atrás e inclina la tableta de
Dohrein en su dirección para poder leer su temporizador al revés. Como la hora alienígena
es diferente a la que estamos acostumbrados, no estoy segura de si realmente lo está
leyendo con precisión o si se lo está inventando cuando termina "-le quedan tres minutos
de esto, y luego voy a empezar a patearle el culo hasta que se levante"
"Hmm", murmura Laura, con los brazos cruzados cómodamente sobre la clavícula de
Crispín. "¿Sabes lo que necesita esta fiesta de la compasión?"
"A Bash", respondo.
"Helado", dice ella, respondiendo a su propia pregunta. Crispin la lleva prácticamente como
una manta. Este par está básicamente acurrucado el uno con el otro. Es asqueroso en su
nivel de domesticidad. Asqueroso y maravilloso, y si no puedo tenerlo, al menos puedo tener
deliciosas calorías.
"La comida reconfortante suena bien", digo. "Trae el helado, por favor".
"¿Quieres que te ayude a ponerte de pie antes de que Gracie te ayude a su manera especial?"
pregunta amablemente Jonohkada.
"Claro", le digo, y dejo caer mi brazo en su dirección.
Sonriendo irónicamente, me agarra la muñeca y yo le agarro la suya, y entonces me pone
de pie con tanta facilidad que le pestañeo. "Caramba, eres fuerte", le digo como si no lo
supiera. Puede que no sea de tamaño Rakhii, pero su naturaleza amable tampoco equivale
a débil.
"¿Gracias?", responde, con cara de inseguridad. Y entonces arruga la nariz mientras suelta
suavemente mi muñeca.
"¿Por qué ha sido eso?" le pregunto.
25 No he encontrado la palabra en el Diccionario de la RAE, así que debe ser otra palabreja
Jonoh hace una mueca de dolor como si le hubieran pillado haciendo algo grosero. "Mis
más sinceras disculpas".
"¿Por qué la mirada?" Insisto.
Jonoh mira a un lado, así que yo también miro y me encuentro con Dohrein y Gracie, la
pareja de científicos, ninguno de los dos ocupado respectivamente con sus apuntes o su
costura, sino que nos miran descaradamente a mí y a Jonoh. "Vamos", dice Dohrein, con
su instrumento de escritura sobre su tableta.
Giro la cabeza hacia atrás para mirar a Jonohkada. "Sí, sigue. Cuéntame".
Jonoh exhala, e incluso en esto, de alguna manera se las arregla para expresar un genuino
pesar de chico bueno. "Tú... hueles".
Me echo hacia atrás. Me huelo a mí misma. "¿Apesto? Todavía huelo el gel de ducha que
usé esta mañana". Niego con la cabeza. "Y además, no puedo estar lo suficientemente
apestosa como para preocuparme todavía. Acabo de empezar mis citas fallidas esta noche.
Tengo por delante al menos dos días de lamentar mi condición de rechazada y guisarme en
mi piel antes de estar lo suficientemente apestosa como para tirarla a la bañera".
Jonoh parece incómodo. Y un poco confundido, como si tuviera problemas para seguir todo
lo que he dicho. "Tienes un fuerte olor a Rakhii territorial. Has sido marcada".
Le miro fijamente. "¿Estás diciendo que huelo a Bash?"
Las cejas de Jonohkada se levantan. "Oh, sí".
La esperanza florece dentro de mí. ¿Y tú sabes cuando las manzanas de tus mejillas suben
en tu visión, cambiando la forma de tus ojos? Mis mejillas han subido mucho, demostrando
que estoy sonriendo mucho. Probablemente parezco una loca. "¿Me marcó bien?"
La cara de Jonoh se retuerce. "Se las ha arreglado para embadurnarte con sus feromonas
picantes con bastante eficacia".
Vuelvo la vista hacia Dohrein y Gracie para ver a esta última sonriendo, y la cosa que tiene
en su regazo, por cierto, es un muñeco. Es una pequeña persona alada. Un hob. Tiene su
aguja de coser clavada como un alfiler. (Como un alfiler vudú; ¡lo sabía!) "Felicidades, Isla",
dice. "Estás domando a la bestia de la cantera".
Mis sentimientos de melancolía se desprenden de mí como si hubiera bajado la cremallera
de un traje. "¡Pulveriza rocas en lugar de rosas, pero él también es una fiera!". Doy una
palmada de alegría y abro los brazos para que Jonoh me dé un abrazo de felicitación.
Jonohkada lo rechaza con un decidido movimiento de cabeza. "No, te agradezco el
ofrecimiento de un toque platónico de refuerzo de la amistad, pero la próxima vez que tu
Rakhii te salude, no quiero que te huela a mí".
Los ojos de Dohrein se entrecierran pensativos y toma nota en su tableta.
Me doy una palmada en la frente, casi desplomándome de alivio ante el escenario que
conjuran las palabras de Jonoh. "Oh, tío, me encanta que le llames mi Rakhii. Ahora espero
que siga queriendo ser mío". Me vuelvo hacia el resto de la sala. "Vale, equipo, gracias. Me
siento mucho mejor". Miro a Laura. "Pero seguimos teniendo helado, ¿no?".
Crispin cambia su peso y mira por encima del hombro a su mujer. Ella le da un beso a un
lado de la cara antes de sonreírme. "Todavía tenemos helado". Ella le guiña un ojo a su
hombre. "Con pastel de dedos de pescado muerto".
"No me contéis de lo que está hecho", les digo. "Y mostradme dónde está el azúcar
congelado".
La voz de Dohrein es su versión de entusiasmo. "Hay una etapa de helado de curación, qué
fascinante". Tap, tap, tap golpea sobre su tableta.
Mandi pone los ojos en blanco y se acomoda más en su sofá. Me llama la atención. Y
entonces tiene toda mi atención. Porque lo que no sabe es que su gato ha abandonado su
rincón y se asoma por el respaldo del sofá, mirándola como un depredador. Como, ¿bien?
Como si un gato observara a un ratón.
Sonrío.
Gracie no le dedica una mirada. Hace un gesto para llamar mi atención. "Oye, ven aquí".
Da unas palmaditas en el cojín del sofá que está al lado de Dohrein.
Obedientemente, me tumbo a su lado. Luego le arrebato su muñeca y la sostengo mientras
me inclino alrededor de su vientre y le hago una mueca de dolor a Dohrein. "¿Te duelen las
costillas?".
Sus ojos se dirigen a la muñeca y luego vuelven a mirarme, con un rostro claramente
confuso pero también intrigado. "No lo siento. ¿Por qué?"
Sigue sosteniendo su tableta y su bolígrafo. Va a escribir esto. "Porque esto", agito la
muñeca por el ala, "es lo que usan los practicantes de la magia negra cuando quieren
castigar al objeto de sus atenciones".
Gracie me pellizca en el brazo. Doy un grito y suelto la muñeca.
Gracie la coge y la acuna entre sus manos. "No es un muñeco de vudú, tonta".
Jonohkada parece tan curioso como Dohrein. Se hunde de nuevo en el suelo, doblando sus
largas piernas en forma de cruz. Pero tiene cuidado de mirar a Dohrein para pedirle permiso
antes de extender la mano y preguntar a Gracie si puede examinar la muñeca de cerca.
Gracie resopla en dirección a su compañero antes de que éste pueda dar su permiso verbal
(aunque asiente con la cabeza) y se la entrega a Jonoh.
"¿Qué es un muñeco de vudú?" pregunta Dohrein, golpeando su tableta.
"Es un muñeco que está hechizado para que, sea cual sea el daño que se le inflija, su
semejanza humana experimente el mismo daño", explico.
Dohrein levanta la cabeza de su tableta y mira a su mujer.
Gracie gruñe y recupera su muñeca. "¡No es Dohrein! Es Jonohkada".
26 En español: bocazas
que conoció". Su mirada se encuentra con la mía; la suya es solemne. "¿Qué sabes de
Gryfala y Rakhii?"
"He oído que a tu suegra Gryfala le parecen entrañables tus cambios de humor durante el
embarazo y que su guardia Rakhii aún no te ha matado porque está deseando criar a un
nieto aunque sea la mitad tuyo".
Una sonrisa se dibuja en la comisura de la boca de Gracie. "Esos rumores son ciertos, y el
Rakhii se llama Tink y no lo admite, pero está extasiado. Nunca pudo criar a ningún bebé
y está deseando conocer al nuestro. A Rein y a mí nunca nos van a faltar niñeras gratis".
Niega con la cabeza. "Pero, ¿qué sabes tú de la relación entre un Gryfala y el guardia Rakhii
medio?".
Gruño un poco. "Realmente no puedo pensar en esto sin enfadarme. ¿Podemos tomar un
helado antes de llegar a los gritos?"
Dohrein levanta un dedo interrogador. "¿Es esa una de las etapas oficiales? ¿Gritar?"
"A veces", le digo.
"No siempre", dice Gracie al mismo tiempo. Se pasa las palmas de las manos por las rodillas
antes de volver a arrastrarlas por los muslos como si estuviera agitada. "Sobre la Gryfala,
Bash solía-"
"Me estás haciendo daño", señala Jonohkada.
Los ojos de Gracie vuelan hacia los suyos, y luego caen hacia donde él está señalando, hacia
la muñeca que está siendo estrangulada y arrastrada sobre su pierna por su mano que la
tiene aferrada.
Gracie se ríe. "Cállate", le dice, sacudiendo la cabeza. Pero entonces sus ojos se abren de
par en par y le clava una mirada seria. "No lo digo en serio. Puedes seguir hablando".
Miro entre ellos, sorprendida. "Entonces, ¿es cierto que los hobs tienen que hacer lo que
dicen Gryfala y los humanos? Creía que era un rumor".
"Algunos hobs", corrige Gracie.
"¿Y tú eres uno de ellos?" le pregunto a Jonoh.
Parece un poco triste cuando sonríe. "Por desgracia".
Un par de personas más se filtran en la habitación: Amy y Grake, Tara y Brax y Tac'Mot
(sin sus hijas colgadas, riéndose como ángeles; sus gemelas deben estar dormidas. Mi otra
pista es el vigilabebés que lleva Tara en la mano). Todos empiezan a coger las tarjetas de
juego y a sentarse en lugares de descanso lo suficientemente cercanos como para
permitirles hacer lo que esta sala está diseñada para permitir a todo el mundo: socializar.
Gracie guarda la muñeca con sus materiales de costura antes de volver a mirarme. "¿Te
contó Bash lo que pasó entre él y su Gryfala? Quiero decir, desde su perspectiva Rakhii".
Mira a Arokh, antiguo gladiador y muy Rakhii, que se ha movido para estar cómodamente
sentado con Angie, acurrucándose con ella en el sofá. Miro hacia el sofá de Mandi y...
¿Espera? ¿Dónde está Mandi? Mi mirada se dirige a la pared donde estaba su gato y luego
a la puerta. Mandi y su gato no están. Empiezo a señalar, queriendo compartir este increíble
byte de noticias con Gracie, pero ella agarra mi dedo señalador, mirándome fijamente hasta
que tiene toda mi atención.
"Habla", me ordena.
Entrecierro los ojos al pensar en Bash y en esa sirena alada. "Aparentemente, la bruja
alienígena le comió la oreja a Bash y luego lo dejó una vez que se aburrió. Mientras él se
enamoraba perdidamente de ella, ella frenaba. Ella le acusó de asfixiarla". La ira arde a
través de mí solo de pensar en eso. “Espero que se la haya comido. Como comer de verdad,
no como…" Síp, es hora de detener ese tren de pensamientos. "Definitivamente la verdadera
comida. Deberíamos hacer vomitar a Hotahn con ella". (Sí, todos estamos un poco
preocupados de que Hotahn se coma a alguien si pasa mucho tiempo sin comer. Es
increíblemente fácil acostumbrarse, y no da nada de miedo, siempre que lleves bocadillos
en el bolsillo para lanzárselos de vez en cuando). "No me extraña que Bash odie a las Gryfala.
Ni siquiera la he conocido y ya odio a esa Gryfala".
Para mi sorpresa, Gracie se pone aún más solemne. "No quiero hacer de abogado del diablo,
pero existe la posibilidad de que su Gryfala..."
"No es suya". Pienso que Bash es mío. No de esta mujer alienígena sin rostro, por mucho
que sus acciones le hayan deformado.
Gracie agita la mano, reconociendo sin palabras mi derecho sobre Bash. "Hay una
posibilidad de que muchas de estas Gryfala no estén retorciendo a estos Rakhii
maliciosamente. Piénsalo. Se trata de mujeres apenas legales que salen de la guardería,
dejando a sus padres y a su madre por primera vez, ella sola. Se enamora de un puñado de
grandes hobs, queda prendada de un joven y atractivo Rakhii, así que también lo acepta.
Pero de repente él empieza a volverse temiblemente-posesivo. Aterradoramente agresivo. No
es natural que un Rakhii comparta a su pareja y biológicamente se ve obligado a eliminar
a la competencia de su amor. Así que rápidamente se convierte en una situación de todos
los otros hombres que ella ama o él..."
Me acerco a mí misma para coger mi miembro más pequeño con la mano. Mi forma de
cruzar los brazos sobre el pecho de forma protectora. "Así que ella lo deja libre. Lo deja. Lo
echa a la calle".
Gracie hace una mueca y trata de frotar el bulto en que se ha convertido su estómago.
"Suena duro, y créeme, no digo que apruebe muchos de los tratos que he visto entre
Gryfalas y hombres, pero digo que puedo entender que sea un chico enamorado y que esté
asustado de que si no hace algo rápido y drástico, algo realmente malo va a pasar". Señala
a Tara, que está cortando una pila de cartas. No, está señalando al compañero de Tara,
Brax, que está al lado de su mujer, demasiado lejos para que podamos oír lo que decimos.
Está inclinado sobre ella, con su cola escamada de color amarillo ocaso moviéndose
ligeramente detrás de él, su cara en el cuello de Tara, sus brazos envueltos alrededor de
ella, manteniendo su columna vertebral pegada a su frente. Es un embrague súper
afectuoso. Pero el otro compañero de Tara, un tipo mitad hombre y mitad canguro -un
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 29
ISLA
A la mañana siguiente llego a la cantera con cierta esperanza. Me dirijo a la estación de
café, donde Jonohkada ha sido convencido para hacer de barista porque resulta que tiene
una gran habilidad para preparar bebidas celestiales. Todavía no lleva el delantal de trabajo,
así que cuando el café le salpica, una de las mujeres le sugiere que se quite la camiseta.
Las alas de Jonoh se tiñen de amarillo narciso.
Gracie, por supuesto, se pone en modo protector. Amenaza a todo el mundo con dejar de
objetivar a Jonoh a menos que una de nosotras lo quiera personalmente, y añade una
retahíla de coloridos pero incomprensibles insultos británicos, entre los que se incluye el
llamarnos "escoria con pelos" y "gilipollas".
Pero Dohrein tiene su cara pensativa, y juraría, juraría que me dirige la más rápida mirada
antes de ladear la cabeza, sus garras de las alas se juntan lentamente por encima de los
hombros como manos de villano, y entonces le dice a Jonoh: "Quítate la camisa".
Jonohkada parece sorprendido.
Gracie lanza a su compañero una mirada confusa -y bastante contrariada-. Ha estado
trabajando duro para proteger la castidad de Jonoh de las mujeres que, de otro modo, sólo
lo querrían para una situación de FWB 27. Para Gracie, si tocas a Jonoh, lo compras. Hasta
ahora, a pesar de lo increíble que es Jonoh, nadie le ha puesto un anillo.
Me encantaría decir que las mujeres de aquí están locas por no agarrarlo, pero no tengo
espacio para juzgar. Por mucho que me guste Jonohkada y quiera que sea feliz, no lo quiero
para mí. La vida sería mucho más fácil si lo quisiera. Es un tipo muy agradable. En lugar
de eso, estoy colgada de un Ebenezer Scrooge extraterrestre que necesita rehabilitación en
sus relaciones, y él es mío, mío, mío.
Dohrein mira fijamente a Jonohkada hasta que el pobre Jonoh se deja intimidar y se quita
la camisa.
Las mujeres gritan y silban. Los silbidos suenan haciendo que todos los Rakhii de la zona
agachen las orejas. No escudriño la zona para ver dónde está Bash, que seguramente ya
está aquí. Miro fijamente los pectorales de Jonoh (ciertamente muy bien definidos) y espero
mi turno para el café hasta que llego al principio de la fila, donde ahora estoy a la altura
del abdomen desnudo de Jonoh, y le doy a su sección media mi pedido de java.
Antes de que pueda girar para hacerlo, el ala de Dohrein se abalanza y golpea a Jonoh en
la espalda, lo que aplasta a Jonoh medio contra el contador...
Y la otra mitad contra mí.
27La terminología en inglés es Friends with benefits (FWB), y de toda la vida se ha traducido al
español como Amigo/a con derecho a roce.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 30
ISLA
… por Bash. Se pega a mi espalda y me rodea mientras se inclina hacia la cara de Jonoh y
enseña sus grandes dientes.
Jonohkada parece no estar impresionado. Él dice hacia nadie, "Ya veo lo que has hecho".
Dohrein gruñe: "Era necesario". No puedo decir si está respondiendo a Jonoh o hablando
con Gracie.
Gracie gruñe: "¡No puedo creer que hayas arriesgado la vida de Jonoh!"
Miro la parte inferior de la mandíbula cincelada de Bash, disfrutando de la vista de su
garganta escamosa de músculos fuertes y, en general, de su sensualidad alienígena
mientras se mantiene pegado a mi espalda. "Me alegro mucho de verte", admito. Le doy un
golpe en el brazo.
Bash cierra sus garras con un ruido peligroso que no se diferencia del sonido de las pesadas
Fiskars 28de los años sesenta cortando sus hojas.
Antes de que pueda distraerse, le cojo por la muñeca, mi mano sólo envuelve la mitad de
esta parte más pequeña de su brazo, y tiro de él, esperando que me siga lejos de la cola de
inocentes, incluido el pobre Jonoh. (Y Dohrein, que no es tan inocente).
Lo hace.
Mi corazón salta de alegría. Rompo el contacto visual sólo para no asustarle con mi exceso
de excitación maníaca.
"Isla", dice Jonoh sin saber qué hacer. "¿Qué me dices de tu crumble 29 de galletas de
chocolate sobre frappuccino de moka de chocolate blanco con crema extra pesada batida a
mano?"
Eso es el cielo en una taza.
28
29 Aquí os dejo imágenes que son para “chuparse” los dedos:
https://www.google.es/search?q=crumble+de+chocolate&sxsrf=ALeKk03AmW4Umr9_gOjYdUSjw_
C3Mo39Jg:1616052381190&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwibv_mgqLnvAhWgQUE
AHWpZAMkQ_AUoAXoECAEQAw&biw=1920&bih=937
Al oír la voz de Jonoh, mientras el pobre chico se limita a expresar una preocupación válida
sobre el recogido de mi bebida personalizada, Bash se eriza de nuevo, y casi se libera de
donde le tengo cogido por la muñeca.
Una hoja aparece junto a su muñeca en la articulación, sorprendiéndome lo suficiente como
para hacerme chillar y casi dejarlo ir. Pero hoy no, Bash. "Nop", digo, ejecutando una
maniobra de emergencia para abrazar el brazo con la que logro sorprender a Bash para que
no salte sobre la mesa y le rompa la garganta a Jonohkada ... porque tengo su miembro
aplastado entre mis senos.
"¿Qué estás haciendo?" pregunta Bash, con sus espinas dorsales levantadas en todas
direcciones, pareciendo menos agresivo y más sorprendido, lo que me sirve porque significa
que se salvan vidas inocentes. ¡Corre, Jonoh!
"Tenemos que hablar", le digo.
"¿Debo guardar su bebida?" Jonoh le pregunta al siguiente grupo de mujeres en la fila, que
aunque se han agrupado y están lanzando miradas cautelosas sobre lo reacio que está Bash
a ser arrastrado lejos de la estación de cafeína, todavía no van a dejar el café antes de
tenerlo asegurado en sus tazas. Y nadie las culpa. ¡Dadme café, o dadme la muerte!, como
dice la versión menos conocida del grito de guerra de Patrick Henry 30. "¿Es una bebida que
sabe bien cuando se deja enfriar? La crema se”, agrega Jonoh preocupado.
"Al diablo el esperarla. No voy a dejar que esta belleza se desperdicie", anuncia Mandi, y
periféricamente la veo coger mi brebaje milagroso y salir de la fila.
Busco a tientas el cuello de la camisa de Bash cuando éste intenta volverse contra ella por
haberme quitado la bebida. Pero es demasiado alto y sólo consigo agarrar un puñado de su
camisa justo por encima del pecho. Me agarro a él con todas mis fuerzas. "No, no es así;
acabo de renunciar a la bebida matutina más deliciosa y cargada de calorías que se conoce
por ti, así que ahora te vienes conmigo".
La mirada de Bash se encuentra con la mía, y el mero hecho de que me mire sin ningún
tipo de enfado o resentimiento hace que me sienta casi sin peso. "¿No te estás privando de
tus necesidades nutricionales?"
Asiento solemnemente con la cabeza. "Por ti, me las arreglo". Y añado un encogimiento de
hombros despectivo. "Durante todo el tiempo que pueda".
Las fosas nasales de Bash se agitan y sus rasgos se contraen en lo que podría ser
preocupación. Sus ojos se dirigen a Jonohkada. "¡Hazle otra bebida vil!"
Surgen gemidos y pequeños siseos de enfado de las mujeres que aún esperan en la cola,
con más derecho a tener un turno que yo.
Bash exhala un aliento hacia ellas que hace que el aire brille de calor, y ellas se callan, con
los ojos muy abiertos.
Es muy posible que Bash, que apenas soporta el sonido de la respiración de una humana,
simplemente quiera amenazarlas con atacarlas por cometer el pecado de quejarse en
silencio. Sin embargo, su muestra de agresividad también podría deberse a que me está
defendiendo.
Y si este es el caso, me tiene de cabeza. Lo siento, señoras.
Le doy una palmadita en la espalda, justo donde las aberturas de su camisa permiten que
pasen sus espinas. "Oye, no las quemes en la estación de servicio. Los cuerpos humanos
probablemente huelen fatal cuando están en llamas; arruinarás el café".
"Sí que huelen fatal", asiente Bash, y me deja pensando cuándo se habrá encontrado con
un cuerpo humano quemado.
Decido que es mejor no saberlo. No preguntes, no hables.
"¿De qué quieres parlotear cuando deberías estar trabajando?" pregunta Bash, con la
mirada puesta en Jonoh mientras prepara otra bebida para mí, haciendo que todas las
demás mujeres esperen por orden de Bash.
Hubiera preferido un poco de intimidad, pero puedo aguantar esto aquí si él puede. "Es
importante que sepas que de donde yo vengo, los chicos corren en otra dirección si les dices
que quieres una relación".
Algo pasa con los brazos cruzados de Bash; creo que le he sorprendido al saltar con este
tema. Todo su cuerpo se tensa y me mira de reojo de repente. Tal vez haya pensado que
simplemente fingiríamos que mi oferta no ha existido.
Pero no me interrumpe, así que continúo. "Así que la forma más rápida de verles
desaparecer era decirles que quieres algo más que un buen revolcón en la cama".
Los ojos de Bash se entrecierran.
"Y cuando me hablaste de tu anterior relación, pensé que me decías que no ibas a volver a
recorrer el camino de las relaciones, y quise respetar eso. Pero te prometo que soy más
parecida a ti de lo que crees. Si me hubieras dado la oportunidad de hablar en lugar de
enloquecer conmigo, te habría dicho que, de donde vengo, parece que siempre me tocan los
tipos que quieren amigas con derecho a roce porque la mujer que REALMENTE quieren está
con otro". Hago una mueca y me encojo de hombros. "Yo soy con quien se conforman, pero
sólo temporalmente. Si se presenta la oportunidad, me echan a la calle". El ceño de Bash
se talla aún más profundo. Continúo: "Así que aprendí a conformarme con el sexo sin
ataduras, porque la mayoría de los hombres solteros prefieren quedarse solteros y no
comprometerse". Me inclino un poco hacia su espacio, para hacer hincapié en mi punto de
vista. "Una mujer nunca expone que quiere encerrar a un tipo a menos que quiera que la
misión aborte antes del despegue. Y pensé que decías que no querías que te ataran, así que
estaba haciendo lo que hace mi gente, rodar con lo que percibía que estabas dispuesto a
dar. Si quieres tener algún tipo de relación conmigo, la próxima vez no te precipites a
reaccionar. Pregunta primero. Habla. No te asustes. Es una regla firme, ¿está claro?".
Entrecierro los ojos para mirarle. "Asiente con la cabeza si todavía estás conmigo. Ni
siquiera estás respirando. Es raro”
Bash aprieta su abrazo a mi alrededor y me levanta hasta que apenas mis pies tocan el
suelo. “Isla”, dice roncamente –y entonces hunde su rostro en mi pelo.
“Tu bebida está lista, Isla” Jonohkada en el momento más inoportuno. Para él. No para mí.
Porque el apretón de Bash a mi alrededor se convierte en acero, y aunque quiera volver a
atacar a Jonoh, me resulta difícil arrepentirme cuando los fuertes brazos de Bash se sienten
tan bien.
Me acurruco más en su abrazo hasta que mi espalda está metida en el pliegue de su brazo,
levanto la mano y le doy un golpecito en su pómulo de textura de guijarro para llamar su
atención.
Se tensa y fija su atención en mí. Qué bien. Misión cumplida. "Muy bien, sé que estás ansioso
por empezar el día, así que déjalo pasar. Así podrás masticarlo".
"¿Masticar qué?", pregunta, antes de echar un vistazo a su alrededor. "¿A quién?", pregunta
confundido.
Me muevo para zafarme de su agarre y, por un breve momento, casi juraría que los brazos
de Bash se tensan como si no quisiera dejarme ir. Pero lo hace. "Whoa, whoa, tranquilo", le
digo. "No sobre nadie en concreto, es un decir".
Detrás de su contador, a una distancia relativamente segura de nosotros, Jonoh resopla,
vuelve a plegar sus alas y empieza a preparar el café de la siguiente mujer. Ha dejado mi
taza a un lado, y nadie es tan valiente (o tan desesperada) como Mandi, porque nadie lo
coge. Él envía a Bash una mirada ligeramente recelosa, pero explica: "Significa reflexionar
sobre lo que la persona ha dicho".
Hago un gesto en su dirección. "Justamente lo que dice".
Los ojos de Bash se entrecierran y sus fosas nasales echan humo.
Le pongo ojos de estás muy loco mientras corro hacia Jonoh y recojo mi bebida. Agacho la
cabeza en señal de disculpa a todas las demás mujeres que están en la cola esperando las
bebidas personalizadas, pero estoy sorbiendo mi dulce cubierto de galletas y es difícil sentir
mucha vergüenza. "¡Gracias, Jonoh!" Inclino la cabeza en señal de agradecimiento a las
mujeres que me miran con cara de circunstancias. "Señoras. Gracias por su paciencia".
Jonoh clama alegremente: "¡Disfruta de tu bebida, Isla!". Luego, "Lo siento mucho", anuncia
a las chicas de la cola, en concreto a la siguiente que debe haber pedido la misma bebida
que yo, "Acabo de utilizar las últimas galletas de chocolate. No puedo añadir galletas a
ninguna otra bebida como aderezo para el crumble". Parece debidamente arrepentido por
una noticia de esta gravedad.
Casi todas las demás en la fila gimen.
"¡Lo sieeento!" Grito a todo el mundo, y recibo algunos dedos en plan peineta y murmullos
de colores y tengo que transferir mi bebida a mi corto brazo para poder coger a Bash por la
cola y empezar a arrastrarlo a un lugar de trabajo antes de que estrangule a alguna mujer
privada de su café por encargo. "Vamos, Rayo de Sol. Vamos a recoger piedras y a no
masticar a la gente". Le dirijo una mirada mordaz. "Quiero asegurarme de que tenemos muy
clara esa parte".
Bash gira la cabeza de lado a lado sobre sus hombros, haciendo que sus púas y las espinas
del cuello choquen y se aplanen de forma interesante, pero me sigue en lugar de ponerse
en plan Godzilla con nadie. "Bébete tu nutritivo veneno y mientras recogemos piedras,
puedes hablar de mis oídos adormecidos".
Le sonrío. "Bueno, cuando me lo pides tan amablemente..."
*******
Hablo a los oídos adormecidos de Bash. Pero oye, él me dijo que podía. Y nunca me dice
que pare. Incluso se interesa por el miniescenario que estoy construyendo (gracias a que
me ha traído la madera de balsa extraterrestre), lo que nos lleva al tema de los decorados
de la vida real en los que he trabajado, y a toda la diversión que supusieron esos empeños.
"Mi mentor ganó el premio Laurence Olivier al mejor diseño de iluminación, pero cuando se
celebraba el banquete de entrega de premios, estaba en pleno diseño de un decorado para
la Ópera Estatal de Viena. Yo acababa de terminar una producción en la Royal Shakespeare
Company, así que estaba en el lugar y el momento adecuados para ayudarle. Tuve que
aceptar el premio por él y dar su discurso. Fue increíble, y lo digo en la definición completa
de "impresionante, pero aterrador". Me detengo para dejar pasar un carro,y uno de los
Narwari que tira de él me mira, lamiendo sus colmillos con avidez. Parpadeo tras él hasta
que Bash me da un empujoncito con su cola.
"Muévete, humana", ordena, cargando una piedra del tamaño de una pirámide egipcia en
su hombro junto a mí.
Al cargar mi piedra, hago lo que me pide el jefe y sigo su ritmo hasta el carro fijo que estamos
llenando. "Aunque fue genial aceptar su premio -y fue genial-, me habría gustado estar con
mi mentor", digo con nostalgia.
Bash deposita su roca gigante con menos cuidado que de costumbre. No la deja caer. La
lanza. El carro de madera no sólo cruje, sino que las tablas del centro del carro, donde
golpea la piedra, se astillan y la roca se incrusta con un impresionante crujido.
"¿Por qué te habría gustado estar con él?" dice Bash entre sus brillantes colmillos blancos.
Golpeo mi roca contra la parte trasera del carro, y ésta rueda en el carro ahora desordenado
y golpea contra la piedra alojada de Bash. "Porque estaba construyendo decorados en
Alemania. En Alemania se hacen como cinco veces más producciones que en Estados
Unidos. Y todo es muy bonito allí. Quizá sea un caso de que la hierba siempre es más verde
en el otro lado, ¿sabes?".
Bash no lo sabe; me mira como si fuera incomprensible.
"Aunque me encanta trabajar en teatros un poco más que en teatros de ballet. ¿Te he
hablado de los decorados para La Audiencia, donde la...?"
"Donde la actriz abandonó su lugar de trabajo para bramar a un grupo de músicos que
interrumpían groseramente su lugar de trabajo actual", confirma Bash. Vuelve a cruzar
hacia donde estamos recogiendo rocas y empieza a golpear la pared del cráter para hacer
caer más piedras. Sin embargo, se toma un momento para realizar una inclinación casi
admirativa de sus cuernos. "La aprobé poderosamente", anuncia.
"Helen Mirren, y tú lo harías, realmente lo harías". Me alejo del chorro de trozos de roca que
caen cuando los golpes de Bash conectan con la pared de piedra. "Se toma en serio el
trabajo. Pero tenía todo el derecho a ir a por ese grupo, y fue muy divertido. Así que supongo
que ya te lo he contado. ¿Qué tal Frankenstein?" La cola de Bash barre un montón de rocas
dispersas en mi dirección general, alejándolas del rango de peligro para que pueda empezar
a recoger sin que me golpee en la cabeza el pico que hace llover fragmentos. "Ayudé a diseñar
el decorado y tuve que hacer el cableado de la enorme instalación de bombillas de filamento.
Ah, y probablemente te guste la historia en sí. El monstruo es mortal, pero en realidad es
un incomprendido". Y maltratado cuando todo lo que quería era aceptación y amor. Suspiré.
"Es muy como tú".
“Me estás insultando de nuevo ¿no es cierto?”
“¡Tomándote el pelo! Sólo un poquito. Nada de insultando…”
El día sigue así, y el momento culminante es cuando Bash pide un descanso y se sienta
conmigo a comer su almuerzo. Incluso me ofrece una parte, pero cuando veo que lo que
está comiendo gotea una desagradable espuma verde oliva, lo rechazo. Me quedo demasiado
tiempo mirando su comida; parece que alguien ha cogido fideos Ramen 31, los ha convertido
en una hamburguesa semicircular de gusanos de cinta que se retuercen y los ha horneado.
Luego los doblaron, metieron comida alienígena en el bolsillo y lo convirtieron en una pita
de terror. Bash se da cuenta de que lo estoy mirando, sus ojos brillan con humor, y muerde
con fruición su espeluznante comida. Esto hace que la superficie de la carcasa del Ramen
palpite y se formen pequeñas ampollas rojas en ella, brotando como si su comida tuviera
de repente urticaria, y es entonces cuando pierdo todo el valor y me caigo en picado desde
mi asiento.
"¿Qué demonios estás haciendo?" pregunta Bash, limpiándose la boca amablemente en -no
es broma- una servilleta de tela que trajo en su bolsa de almuerzo. "¿No vas a comer?"
"He perdido el apetito", le digo mientras recojo mi bandejita del almuerzo. "¡Jonoh!" Le llamo.
Bash gruñe.
"¿Sí?" pregunta Jonohkada, apareciendo al instante como el maravilloso lacayo que es.
"Toma", le digo, apretando mi bandeja contra su pecho. "Cómetelo o regálalo; me da igual".
"Isla, no", discute Bash, dejando de sonar divertido ante mis remilgos y comenzando, en
cambio, a sonar preocupado. "Estás trabajando demasiado para empezar a ayunar".
Jonoh está ordenando lo que tengo en mi bandeja. "Técnicamente, los humanos pueden
manejar una sorprendente cantidad de esfuerzo mientras ayunan, siempre y cuando se les
proporcione la cantidad adecuada de electrolitos". Su rostro se anima mientras reparte su
31
atención entre los dos, calentando su tema con evidente entusiasmo. "Hay algunos estudios
fascinantes que obtuvimos de la Tierra, donde..."
"Siéntate", ordena Bash.
Jonohkada se sienta, sujetando mi bandeja en su regazo.
Bash transfiere su enfoque láser de mí a Jonoh, su gélido silencio provoca un malestar con
la potencia de una congelación de tercer grado.
"Te referías a Isla", dice Jonoh simplemente, parpadeando.
Bash continúa mirándole fijamente.
"Me iré ahora", declara Jonoh a su manera tranquila. Se levanta del lugar que Bash
pretendía que yo ocupara y me dedica una sonrisa tensa. "Voy a dispersar tu almuerzo".
Bash murmura maldiciones que son nuevas para mi traductor, y que en su mayoría se
traducen en chasquidos y sonidos retumbantes de intenso y extremo desagrado.
"Gracias", le digo a Jonoh. A Bash, le hago un gesto con la mano. "Vuelvo al trabajo".
Bash inhala, aspirando todo el humo que había estado produciendo en estos últimos
momentos infelices de nuevo en sus pulmones. Supongo que los Rakhii no pueden sufrir
un enfisema, de lo contrario todos se irían a las branquias, y Bash parece sano como un
caballo. Una pesadilla enojada de un caballo, pero uno saludable, sin embargo. "Espera".
Suelta un chorro de fuego sobre su comida, convirtiéndola en la mitad de un ladrillo de
carbón, y la atornilla con una velocidad que es un testimonio de su práctica en comer cosas
mal quemadas.
"Ick", murmuro.
Bash me dirige una mirada sombría y se pasa la servilleta por la boca.
¿Lo que acaba de comer? Su olor no mejora con la muerte por fuego, por cierto.
Incluso la nariz de Jonoh se ha arrugado.
Bash le devuelve un termo de agua y le clava una mirada que debería hacer arder sus alas.
"Tráele los electrolitos que mencionaste".
Jonoh parece preocupado. "Creo que nos hemos quedado sin..."
Bash lo fulmina con la mirada.
Jonoh baja la barbilla. Las garras de sus alas se juntan, mirando ansiosamente por encima
de sus hombros. "Me apropiaré de más y los traeré aquí".
"Esa es la respuesta correcta", dice Bash.
*******
Capítulo 31
BASH
(Contador de Llanto: Alabable)
Jonohkada entrega la bandeja de comida de Isla a un grupo de mujeres que se encuentra
cerca, abre sus alas y vuela hacia cualquier lugar donde pueda encontrar electrolitos.
Me vuelvo hacia Isla y me encuentro con su cabeza ladeada, sus ojos algo entrecerrados
mientras me estudia. "Sé que acabas de comer, pero quizá todavía tengas hambre". Me
envía una falsa inclinación de cabeza. "Definitivamente sigues siendo mandón".
Le gruño sin compromiso, haciéndola sonreír.
"Cuando terminemos con el día", le advierto, "voy a llevarte a mi guarida, y me aseguraré
de que consumas una comida abundante".
"No quiero lo que estabas comiendo, pero gracias".
"Entonces tendrás algo más de mi mano. Ahora cállate (shut down) y trabaja conmigo".
"Cállate"(shut up).
Me detengo, con las cejas levantadas.
Ella me envía una risa rápida y una sonrisa. "Te estaba corrigiendo, no diciéndote que te
calles".
Me sacude los cuernos y la acompaño a la estación en la que pienso trabajar, la de
herramientas esta vez, y ella se queda conmigo. Mi deseo de tenerla cerca quedó implícito
cuando no le grité que se alejara de mí, pero soy más consciente que nunca de la
importancia de una comunicación clara después de que ella me reprendiera por haberme
apresurado a condenarla ayer. "Voy a pasar la noche contigo cuando terminen nuestros
turnos aquí".
Isla deja caer una llave inglesa sobre mi cola.
Siseo.
"Lo siento mucho", chilla. Su mano vuela para taparse la boca. "¡No esperaba que dijeras
eso! ¿Quieres pasar la noche conmigo?".
La miro. "Parte de la noche".
Se desinfla y vuelve a bajar la mano. "Oh, claro. Nada de acurrucarse en la cama toda la
noche, lo entiendo".
La miro con el ceño fruncido. "Nada de abrazos en la cama. No nos juntaremos. Tengo
límites".
Ahora es el turno de Isla de fruncir el ceño. "Entonces, ¿qué diablos vamos a hacer?".
Abro la boca para hablar pero luego la cierro. ¿Qué quiero que ocurra esta noche? ¿Me
gustaría acostarme con Isla? Sin duda. Pero una vez que ella disfrute de mí, podría alejarse.
Quiero que esté tan unida a mí que, incluso después de consumar nuestra atracción, se
sienta tan unida a mí como yo a ella.
Una mirada anhelante a las otras parejas de humanas y Rakhii, todas felizmente unidas,
demuestra que las humanas son capaces de asumir compromisos tan vinculantes. E Isla
compartió que le gustaría explorar la posibilidad de tener una relación conmigo.
Me encuentro con la mirada de Isla. "Quiero que me desees a fondo".
"Hecho", dice casi antes de que pueda terminar de hablar.
"En un sentido permanente", aclaro.
"Estoy a favor del compromiso. Y vaya, no sé qué pensar de esta propuesta de cita
nocturna". Sonríe para sí misma y recoge la llave inglesa que está junto a mi cola dolorida.
"Nos hemos tomado todo con calma y al revés, conociéndonos antes del sexo. Es tan
maravillosamente poco convencional".
"He intentado construir una relación a la inversa. No funcionó", le digo con más suavidad
de lo que quiero expresar.
Para mi sorpresa, la mirada de Isla se suaviza. En lugar de intentar hacerme cambiar de
opinión sobre el tema de la consumación temprana, simplemente se encoge de hombros.
"Iremos despacio". Entrelaza sus dos primeros dedos hasta que se trenzan, doblando los
otros dedos para que los cruzados destaquen, y luego se lleva la mano a la espalda.
La miro con desconfianza, mientras el humo se abre paso entre nosotros. "Lento. ¿Tú?
Empiezo a pensar que no conoces el significado de la palabra, mujer. Eres un torbellino.
Eres... un caos".
Algo que Isla me confió al principio me viene ahora a la memoria. 'Lo más divertido que
había tenido hasta ese momento, me daría cuenta mucho más tarde. No lo sabía entonces
porque cuando estás en medio del caos rara vez lo disfrutas'.
Entonces pensé que su afirmación era cierta. Pero justo en este momento, envuelto en él,
todavía sé que disfruto de la clase de caos juguetón de Isla. Es, sencillamente, la persona
más divertida que he tenido nunca.
*******
Capítulo 32
ISLA
El final de la jornada laboral me tiene bailando hacia Bash. Ha estado supervisando a un
grupo de canteros durante horas, y eso le estaba poniendo de mal humor. Algunos eran
Rakhii, otros eran hobs. Todos tienen las manos rugosas de cantero que claramente nunca
han visto un tarro de Nivea con manteca de karité. Los chicos hacen un gran trabajo, pero
aparentemente Bash se estresa durante el proceso de control de calidad. Tenía un par de
calibradores apretados en un puño y una larga tabla llena de especificaciones dadas por
las Gryfala en el otro.
Gracias a la sombra proyectada por la pared, los canteros hicieron la mitad de su turno a
la sombra. El resto del día, sin embargo, lo pasaron bajo el sol, que manejaron bien, pero
que Dios ayudara al alienígena que le pidiera a Bash que lo disculpara para ir al baño.
"¿Estás listo para dejar ir a tus cautivos?" Pregunto con dulzura.
Bash me lanza una mirada sombría. Sus canteros se revuelven mientras su atención no
está puesta en ellos, y vuelve a mirar para ver que se han ido. Me fulmina con la mirada.
"¿Qué? Ya era hora de liberarles". Saludo al éxodo que se produce en las escaleras de la
cantera y en las rampas de Narwari. "Todos los demás se van por hoy. Y además". Le sonrío,
enorme. "Tenemos una cita".
"Sin unión", me advierte al mismo tiempo que me envía una mirada ardiente (y molesta).
Pone sus calibradores y su tabla de especificaciones sobre una mesa de trabajo.
Le sigo y me mira con desconfianza.
"¿Qué tal un beso?" Me burlo, levantando la punta de los pies y acercando mi cara a la suya
tanto como puedo. "¿Tengo los labios pálidos?" Le sonrío.
Sus ojos se entrecierran en mi boca. "No". Las escamas de su garganta se estiran al tragar.
"No confío en mí mismo para besarte ahora sin tomar todo de ti".
¡BIEN! "Está bien", digo con aires y me dejo caer hasta que los tacones de mis botas de
trabajo tocan el suelo de roca. "Quizá tenga suerte al final de esta cita". Bruscamente, me
arrinconan contra la pared. Mis ojos vuelan hacia los suyos en estado de shock.
Bash planta una enorme mano junto a mi cabeza y se inclina sobre un grueso antebrazo
hasta que nuestras narices casi se tocan. "¿Isla?" Su exhalación se convierte en mi siguiente
respiración. "Respeta. Mis. Límites".
Su advertencia hace que me recorran escalofríos. De los buenos. Le envío una sonrisa
sincera. "Lo haré. Dijiste que fuera despacio y, como te dije, puedo trabajar con eso. Sin
embargo, al ser una cita oficial, los besos están sobre la mesa". Al igual que las bromas. Es
tan rígido y serio; necesita ser sacudido lo más posible.
Los ojos de Bash se dirigen a la mesa que está cerca de nosotros y, durante un bello segundo
en el que inhala bruscamente y todas sus espinas se levantan, sé que se está imaginando
un beso en ella.
Pero entonces sus largas orejas se aplanan y sacude la cabeza como si se deshiciera de la
imagen.
Aww, Bash. Está bien disfrutar del momento. No voy a hacerte daño.
De alguna manera, tengo que convencerle de que no estoy aquí para tirármelo y salir
corriendo. Que no tenemos que esperar más, que me siento comprometida. Estoy tan
comprometida como se puede. Pero él no va a creer lo que digo. Este es un hombre que dio
su corazón... er, corazones-a una hembra que jodidamente los pisoteó después de usarlo
para un mono-sexo caliente y loco.
Me aclaro la garganta mientras se aparta de mí, dejando que me enderece de la pared donde
me tenía felizmente atrapada. "¿Quieres que te ayude a guardar tus herramientas y tus
cosas?"
Veo que la negativa le sale de la punta de la lengua. Pero me sorprende impidiéndolo y
aceptando en su lugar. "Haremos mejor tiempo juntos, agarra esos allí". Indica las
herramientas a mi izquierda.
Siempre tan eficiente. "De acuerdo, jefe".
"Háblame", ordena, sorprendiéndome.
Así que durante los siguientes cinco minutos, barremos la zona, la cantera termina de
vaciarse y nos quedamos solos mientras le cuento el fenómeno de las rocas mascota a
mediados de los setenta.
"Probablemente debería ofenderme que pienses que me creo semejante tontería, pero la idea
de que tu gente adopte rocas como mascotas y pague por el privilegio no me sorprende".
Sonrío. "Luego te hablaré de los Beanie Babies 32".
"No lo hagas. Si tu gente adoptara frijoles como niños, terminaría con todas vosotras".
32Beanie Babies es una línea de juguetes de peluche creada por el empresario estadounidense H. Ty
Warner, quien fundó Ty Inc. en 1986. En particular, los juguetes están rellenos de bolitas de plástico
en lugar de rellenos blandos convencionales. Los juguetes vienen en muchas formas diferentes, en
su mayoría animales.
Me echo a reír.
Bash me observa, algo en su cara que se registra como un suave puuf a lo largo de un
punto escondido detrás de mi esternón. Esto hace que mi risa disminuya hasta que nos
quedamos mirando el uno al otro.
Los ojos de Bash se clavan en el punto cuando subo el talón de la mano para frotarlo.
Me aclaro la garganta. "Entonces", empiezo. "¿Qué vamos a hacer en nuestra cita?".
Bash tarda varios parpadeos en volver en sí mismo y en arrastrar su mirada hasta encontrar
la mía. "Te daré de comer".
"Tu comida es rara, pero casi comería neumáticos reciclados si eso significa que puedo
pasar tiempo contigo". Me encojo de hombros. "Guíame por el camino".
"¿Cómo?", pregunta Bash en voz baja, mirándome a los ojos. "¿Cómo lo haces?"
"¿Hacer qué?"
"Admitir las cosas más desarmantes como si eso no dejara tu alma abierta y desprotegida".
"Oh." Me encojo de hombros. "He intentado guardarme esas cosas para mí. ¿Sabes a dónde
me ha llevado?"
Sus orejas se mueven ligeramente hacia adelante. "¿A dónde?"
Sonrío con tristeza. "A ninguna parte. Si no me abro y te muestro lo que siento, ¿cómo vas
a saber quién soy y qué quiero? Además, he dicho lo del neumático porque pensé que te
lanzarías a ello. Perdiste la oportunidad de desprestigiar a toda la humanidad y a nuestros
primitivos donuts de transporte, otra vez. ¿Estás bien?" Me dirijo a la rampa que nos llevará
a su cueva, sabiendo que me sigue.
Se pone a mi lado, sin la tranquilidad que le caracteriza. "No estoy seguro de lo que soy".
"Un alienígena".
"Tú eres un extraterrestre", replica sin calor. "Una plaga sin escamas".
"De donde yo vengo, eso es un rasgo positivo".
"Eso demuestra lo retrógrada que es tu gente".
Empiezo a moonwalk 33, lo que hace que a Bash le salten los ojos de sorpresa antes de que
mueva sus cuernos y se burle de mí como si no solo estuviera sorprendido por mis
movimientos.
33 El moonwalk (en español «caminata lunar») es un paso de baile que fue popularizado por Michael
Jackson durante la presentación de "Billie Jean". Consiste en una serie de pasos deslizando un pie
tras otro sin despegarlos del suelo, de tal manera que se produzca el efecto óptico de deslizamiento
hacia delante, mientras la persona se desplaza hacia atrás. Cabe destacar que Michael Jackson
nunca se atribuyó el paso como suyo y hay muchas instancias registradas de versiones similares de
este paso de baile desde los años 30. https://es.wikipedia.org/wiki/Moonwalk_(baile)
Le lanzo una sonrisa. "¿Ves? Eres muy divertido cuando estás de buen humor". Le doy un
codazo. "Me gustas, ¿sabes? Incluso cuando eres gruñón, pero especialmente cuando estás
de buen humor".
El humo sale de sus fosas nasales.
"Uh oh", murmuro, mirándolo. "¿Qué pasa?"
Bash me coge por el codo y nos detiene a los dos, haciendo que el momento sea
inmediatamente intenso. Su expresión seria como la muerte lo sella. "Me importas, Isla. Me
gustas más que nada".
"Oh." Trago saliva. "Eso es bueno".
Me mira fijamente. Solía pensar que estaba furioso, esta mirada en su cara, pero me he
dado cuenta de que es su cara de relax. Su cara de reflexión. Es una mirada de dragón, con
las cejas fruncidas, el ceño fruncido y las púas que se levantan en la frente como si fueran
cabellos endurecidos por el gel. "Me importas, y eso me aterra. Tienes un poder sobre mí
que sólo he entregado una vez, y casi acaba conmigo. No soy ningún buscavidas para
disfrutar dos veces de semejante dolor, así que entiéndeme cuando te digo que no habría
elegido dártelo en absoluto. Ni a ti, ni a nadie. Nunca más, me dije. De alguna manera, lo
conseguiste. Y saber que podrías destruirme me hace desconfiar de ti. De lo que eres capaz.
Y casi todo el tiempo, estoy seguro de que no sabes la destrucción que podrías causar. Ahí
está, ¿he desnudado mi alma de una manera parecida a la de Isla?"
"Sí", murmuro, con la mirada clavada en la suya. "Lo has hecho".
Como si no pudiera mantener sus frágiles terminaciones nerviosas expuestas para mí por
más tiempo, desplaza su mirada y su cuerpo la sigue, incapaz de permanecer quieto bajo
mi atención.
Pero no se aleja.
Me gustaría saber qué decirle. Decido decirle exactamente lo que estoy pensando. Una
confesión inconsciente que espero que resulte tan sincera como lo estoy sintiendo. "Voy a
ser sincera contigo". Espero a que gire la cabeza lo suficiente como para ver sus dos ojos y
sentirme segura de que tengo toda su atención. "No estoy aquí para conseguirlo y dejarlo.
Te juro que estoy en esto a largo plazo. ¿Me crees?"
Bash me mira casi sin comprender.
Confirma que es totalmente incomprensible cuando ordena: "Repite eso. Por favor".
Me sorprende más que haya añadido "por favor" que el hecho de que quiera que lo repita,
así que me demoro en la aclaración. "Significa que tú también me gustas más y que no voy
a saltar sobre tí y luego a cambiar de opinión".
Con cada palabra que sale de mi boca, sus ojos se han ido estrechando más y más. "Este
traductor", comienza, "necesita desesperadamente una calibración".
"¿Lo necesita?" Pregunto.
"No sé", subraya, "qué significan esas palabras. No con la forma en que las has encadenado".
Hago un gesto de desprecio hacia la frase-confusión. "Puedes contar conmigo para ser tu
otra mitad. Intento ser una buena persona. Me esforzaría por ser buena contigo, y creo que
tú serás lo mismo para mí". Le miro fijamente a sus ojos turbios y oscuros. "¿Verdad?"
"¿Quieres una relación?", me dice con rudeza.
Intento no abrir los ojos. "Sí".
"¿Quieres ser mi otra mitad?".
Le doy una pequeña sonrisa tranquilizadora. "Eso es lo que he dicho".
"Isla", dice entredientes. "Necesito que estés segura".
Siento que mi expresión se suaviza mientras escudriño sus severas facciones. "No estaría
aquí diciéndote esto si no fuera así. No voy a jugar contigo".
Él frunce el ceño durante la segunda parte de mi declaración, y puedo adivinar por qué.
"Bash, no voy a... no estoy aquí para jugar contigo o hacerte creer algo que no es cierto".
Rompo la distancia que nos separa para coger su mano, y trago un suspiro de alivio cuando
me deja. "Nunca te haría eso".
"¿Por qué?", pregunta, con voz áspera, pero sin maldad. "Podrías elegir a cualquier hombre.
¿Por qué yo?"
Es tan inconsciente de su valor para mí que hace que mi corazón se rompa un poco por él.
"Porque eres irritante para encubrir tus puntos blandos. Porque haces cola para traerme
una bebida que te parece absolutamente asquerosa sólo porque sabes que me gusta. Porque
me hiciste escupir pomada cuando sabías que me dolía. Porque a mí también me han
utilizado y dejado de lado, y estoy cansada de que se aprovechen de mí. Tampoco me gusta
compartir, y quiero estar con alguien que... alguien que pueda..."
Casi no digo la palabra. Es una palabra peligrosa, de donde vengo.
Pero este es Bash. Y él aprecia mi franqueza.
"Quererme", termino, forzando la palabra, escuchando cómo me quiebro. "Y porque me ves
cómo soy, y nunca me has hecho sentir como 'esa chica manca'". Le sonrío, parpadeando
para alejar los brillos que se extienden por mis pestañas. "También porque nunca he tenido
a nadie a quien le guste oírme hablar como tú".
"Cuentas historias terribles de un lugar terrible".
"De verdad que me divierte lo horrorizado que te pone la Tierra".
"Si lo único que querías era una patada, deberías habérmelo dicho y ahorrarte el trabajo de
hablar".
Me río, la tensión se rompe.
Al menos por mi parte. No en el de Bash, y en el momento en que mis ojos encuentran los
suyos, el peso en el aire vuelve a hacer que mis pulmones se agarroten. "Isla", pregunta,
con el rostro serio. Sus cuernos parecen tan enormes como siempre y sus espinas se
asientan rectas a lo largo de su espalda.
"¿Hmm?"
"¿Estás más que segura de que quieres estar emparejada conmigo?", subraya.
Mis ojos rebotan en los suyos. "Estoy segura".
No rompo nuestra mirada. No parpadea. No se mueve. No hace ningún ruido. Inhala
profundamente, luego su brazo me rodea y...
"¡Ah!", mi frente choca con su cuerpo cuando me arrastra a su lado.
"Debemos darnos prisa", ordena Bash, y empieza a caminar.
Tengo que doblar el tiempo para mantener el ritmo. Se asegura de que no tenga elección.
"¿Vamos a una cama?" Me burlo un poco, pero no realmente. Inclino la cabeza para tratar
de ver sus rasgos: orejas hacia atrás, cara seria, hombros anchos y definidos. Hay un
fruncimiento en sus cejas que da la impresión de que está metido en sus planes. Me alivia
notar que cuando baja la mirada para verme observarle, veo calor en sus ojos.
Pero... no es un calor salvaje de "tengo que tenerte ahora".
Así que... ¿por qué la prisa? "¿No es una cama?"
Bash da a sus cuernos una sacudida ausente negando. Lo sigue con un tajante: "Todavía
no".
¿Pero habrá una cama en el futuro? Miro hacia adelante y acelero mi paso aún más para
que él no tenga que reprimir su zancada de piernas largas tanto como debe hacerlo cuando
no estoy caminando con fuerza para seguirle el ritmo. "¿Entonces, a dónde?"
Bash, señala. "Ese carro".
∗∗∗∗∗∗∗
Es un viaje en carreta más largo que el que hemos hecho antes. Pasamos por todo tipo de
vistas interesantes; campos y montañas y gente. Gente extranjera. Gente Rakhii. Todos
ellos hombres. Todos ellos cargando herramientas o cestas o cargas llevadas entre pares de
hombros anchos sobre bastones. Nos cruzamos con más y más de ellos cuanto más nos
alejamos de la cantera. Saludo mucho con la mano, disfrutando de todas las puntas de
cuerno y las sonrisas amistosas (o conmocionadas) que recibo a cambio. Bash no se detiene
ante nadie y está extrañamente callado, incluso cuando intento tentarle con chismes de la
Tierra que deberían ponerle contra las cuerdas para que los aprenda.
Como los Narwari parecen moverse a una velocidad similar a la de un caballo, imagino que
probablemente sólo hayamos cubierto un par de millas en total. Pero hay un montón de
tiendas coloridas en ese par de millas. Estudios de soplado de vidrio, mercados de
alimentos, tiendas de piedras preciosas y de joyería fina. Por cada negocio con puertas
abiertas en el suelo, parece haber un espejo de la tienda construido en el cielo.
Tanto para los clientes que viven en el suelo como para los que viajan en avión, supongo.
Parte del ceño fruncido de Bash desaparece al tiempo que la sorpresa levanta sus cejas
pellizcadas. Y nop, sigue pareciendo un escamoso día más de cuarenta. "El interior de tu
mente debe ser un lugar aterrador".
Agito la mano. "¡No importa! ¿En serio me has traído aquí para presentarme a tus padres?"
Siseo con emoción.
Me mira por un momento. "Estamos aquí para recuperar mi manta. Hablaremos algunas
palabras que estamos obligados a decir por el bien de la ceremonia... y sí, te he traído aquí
para que conozcas a mi padre y a mi madre", responde finalmente, casi con displicencia...
Excepto que está todo tenso, como si esperara que me oponga o alguna locura.
Sus orejas se agudizan y se echa hacia atrás cuando grito: "¡ATERRORIZANTEMENTE, SÍ!".
Me muevo en mi sitio para celebrarlo. "¡Por fin! ¡Me has secuestrado!"
El alienígena que está a mi lado me mira como si yo fuera el más extraño de los dos. Con
una sacudida de sus cuernos, salta del carro. Se acerca a mi lado para bajarme. Cuando
mis pies tocan el suelo, estoy casi vibrando. Grito de felicidad emocionada: "Me has
secuestrado: ¡te GUSTO! ¡Te gusto de verdad!".
Bash parece confundido. "¿Estás loco?" Se sacude las orejas y ata el equipo Narwari a un
poste de enganche convenientemente situado frente a la casa de campo. Se asegura de que
haya agua en el abrevadero frente a sus caras y luego me toma de la mano. No tiene que
arrastrarme con él hacia el hogar alienígena que es nuestro destino. Me hace mucha ilusión.
Nos detiene frente a una estera rasposa que se encuentra ante diez trozos de piedra
bellamente dispuestos y hundidos en el suelo, formando un camino hasta la puerta
principal. Él utiliza la estera para rascarse los pies de tres dedos, así que yo la utilizo para
rascarme los zapatos.
"¿Me entenderá tu familia?" Hasta ahora, todos los que he conocido aquí han tenido un
traductor. Pero hemos ido más lejos en el lado del planeta de lo que creo que ninguna
humana ha ido antes.
"Todos los ciudadanos recibieron actualizaciones automáticas a medida que sus descargas
lingüísticas estaban disponibles".
Aprieto sus dedos. "Estoy emocionada. Tu frente está extra arrugada. Eso no suele ocurrir
cuando la gente está contenta. Pareces... ¿Pensativo? ¿Preocupado? ¿Decidido?"
Volviéndose hacia mí, aún sosteniendo mi mano, declara: "Si das un paso más conmigo,
puedes considerarnos unidos".
Mi corazón está bailando.
Sus ojos se estrechan sobre mí como si pudiera oírlo. "Es mejor que sepas que ya estoy
unida a ti. Pero si sigues adelante, consideraré que es tu declaración de que sientes los
mismos sentimientos permanentes de atracción por mí".
Nunca antes nadie me había querido, no como yo les quería. ¿Y esto? Bash se está pasando
de la raya al quererme, y lo adoro aún más. Salto en su sitio. "Considérame pegada a ti
como un gorila. Estoy en esto para el largo plazo".
Casi con agresividad, los brazos de Bash rodean mi espalda, envolviéndome en el abrazo
más agradable en el que he estado atrapada. "Rara vez sé lo que estás diciendo, pero no me
importa".
"Apretada", resoplo, pero no me quejo.
Lo cual es bueno, porque la nariz de Bash se entierra en mi pelo donde gruñe lo que suena
como 'Acostúmbrate a esto, hembra'.
Sin siquiera llamar, la puerta de la casa de campo se abre. Probablemente debería entrar
en pánico ante la idea de enfrentarme a una familia alienígena que podría no aceptarme a
mí, una humana 'alienígena', pero sinceramente estoy demasiado extasiada para sentir
miedo, y mucho menos para procesar una emoción tan negativa. ¡Bash quiere que conozca
a su familia! Teniendo en cuenta que se trata de las personas que han criado a mi alegre
Rayo de Sol con cuernos y gruñidos, quizá debería prepararme, pero no tengo la
oportunidad. Bash todavía me envuelve, pero mis ojos son de repente todos para el
alienígena que está en la puerta, mirándonos fijamente.
Y me alegro de que esté mirando. Porque así, tiene que ser menos grosero que yo también
esté mirando. Porque es una Rakhii femenina la que nos saluda. Hasta ahora, nunca había
visto una. Y una vez que has conocido a una Rakhii, tienes que preguntarte de dónde
surgen. Qué tipo de mujer se necesita para crear estas bestias de tamaño monstruoso, y el
tipo de hermanas que se necesita para ayudar a moldear la psique de sus hermanos, porque
todos los Rakhii masculinos que conozco llevan el honor a las mujeres al siguiente nivel;
aprecian a las hembras y las protegen con fuego y cuchillas asesinas.
No podía decidir en mi imaginación si serían guerreras amazonas o valquirias.
Resulta que se parecen un poco a ambas.
Esta tiene escamas turquesas, con espinas plateadas en forma de cuerda que salen de su
cabeza, donde sólo he visto púas en los tipos de Rakhii. Yo no diría que sus espinas se
parecen al pelo, pero quizás por su ubicación, pelo es lo que yo etiqueto en mi mente. Seis
cuerdas encajan entre sus cuernos en la parte superior de la cabeza, y unas cinco cuerdas
se reúnen detrás y debajo de las bases de sus cuernos a lo largo de los lados, su "pelo" cae
pesadamente por su espalda, algunos de los mechones descansan sobre sus hombros. Ya
sea por arte de magia o porque algunos se han deslizado cuando se ha movido durante el
día.
Y parece que se ha movido mucho. Un delantal la cubre desde el pecho hasta la parte
superior de las rodillas, y lleva marcas negras que hacen que parezca que se ha quemado.
Dado que es definitivamente una Rakhii, las quemaduras no son tanto una posibilidad
como una certeza absoluta.
Bajo el delantal hay un vestido o una blusa y una falda; no lo sé, y no me importa mucho
cuál. Pero me doy cuenta de que va bien vestida, con pulcritud, y por lo que veo, con el
delantal a medio cubrir, su ropa favorece su figura.
En su garganta lleva un collar con la esmeralda más grande que he visto nunca. Si este
planeta tiene esmeraldas, claro. Tal vez sea la piedra preciosa de este planeta. Con forma
de pera y casi el mismo tamaño, no puede valer lo que una piedra preciosa de la Tierra, o
la familia de Bash, que vive en una casa de hobbits, está tan forrada que no puedo imaginar
su riqueza.
La sorpresa es evidente en los grandes y encantadores ojos rosa turmalina de la alienígena.
No como rosa albino, sino en plan rosa que 'que tiene una pupila negra rodeada de un iris
rosa brillante'.
Son como piedras preciosas.
Es... impresionante.
Y resulta que también la hemos aturdido.
O tal vez literalmente sólo soy yo. Me está mirando muy, muy fijamente. Saco mi brazo del
abrazo de Bash y agito la mano. "Hola. Soy Isla. Soy una humana. Es un placer ver a una
chica Rakhii, ¡eres preciosa!"
La mirada de la hembra sobre mí se vuelve cálida. Juraría que sus ojos dicen: "Me gustas".
Los ojos rosados de la Rakhii azotan a Bash. "Por esta vez, te perdonaré por no haberme
mandado un Comm en tanto tiempo que te di por muerto".
"Si de verdad te preocupara que hubiera muerto, habrías enviado a mi sire (padre) a buscar
mi cuerpo", señala Bash razonablemente, sin bajar los brazos de donde aún me tiene
agarrada.
Ahora la expresión de la hembra rakhii se torna letal, sus párpados bajan en forma de
desafío, su barbilla se eleva ligeramente y sus orejas se mantienen planas. "¿No crees que
yo misma buscaría respuestas? Hijo mío, hace tanto tiempo que no nos visitas que ya no
me conoces".
"¿Esta es tu madre?" Suelto abruptamente.
Vale, ahora siento una punzada de nervios. "Pensé que podría ser tu hermana". A la hembra
le explico: "No tiene todas las arruguitas de la edad como Bash".
Ambos extraterrestres se vuelven hacia mí (lo que significa que Bash tiene que apartarse
de mí para poner su típica cara de 'te has vuelto loca'). Pero ignoro su pregunta silenciosa,
porque la hembra Rakhii -la mamá de Bash- se ablanda por completo: sus ojos se vuelven
cálidos, sus hombros se relajan y sus espinas dorsales caen hacia su espalda. Pero lo hacen
con elegancia, con belleza. Sus espinas dorsales parecen un adorno comparadas con las
espinas dorsales asesinas de Bash. De repente, la madre de Bash me dedica una sonrisa
ganadora. "Las arrugas de Bash son de fruncir el ceño sin parar. Y nunca fui bendecida
con hijas. Pero", su sonrisa es socarrona mientras lanza una mirada habladora a Bash,
"parece que eso está a punto de cambiar. Pasa". Su mirada se dirige de nuevo a mí, llena
de bienvenida. "Soy Jyzu. Estoy encantada de conocer a la hembra con la que Bash
finalmente..."
"Está unido", dice Bash. "Hemos venido por mi manta".
Internamente, me alegro. Externamente, lo mantengo en un suspenso victorioso: ¡unido!
La madre de Bash pone los ojos en blanco y yo me estremezco. La mano de Bash me rodea
la cadera y, ante mi movimiento involuntario, su pulgar empieza a barrer suavemente la
zona del hueso de la cadera.
O creo que su intención es tranquilizarme. Que me toque cualquier parte de la pelvis es
una zona de peligro para mí, ya que su madre está aquí. Me apresuro a coger su mano
antes de que me excite un poco, porque me mortificaría que su madre lo oliera.
Veo que Bash gira la cabeza hacia mí, con una mirada interrogativa en su dura pero no
enfadada cara, pero no aparto la vista de su madre porque me doy cuenta de que está
mirando fijamente al techo, no como si estuviera en pleno ataque, sino como si estuviera
hablando directamente con Dios.
Esto se confirma cuando cruza las manos, se las lleva al corazón (los Rakhii tienen más de
uno) y exhala: "¡Oh, Creador… GRACIAS!".
"Por favor, para", dice Bash.
"Siempre he dicho que sería un milagro que mi Bubashuu dejara de espantar a las
hembras..."
Bash suspira, y su mano alrededor de la mía se tensa un poco, y de repente siento sus
garras. No me duele, sólo me recuerda que las tiene, y realmente pronto, si no se calma,
podría tener que empezar a rezar a mi propio Creador para poder pedir que esta visita no
termine en que yo (la muy humana Isla de piel no dura) me convierta en un alfiletero. Las
familias sacan la locura de las personas más tranquilas, y Bash no es eso. Pero tengo que
decir que su madre parece simpática.
"... Y aquí está él, trayendo a casa a su hembra -¡Eres un obrador de milagros imposibles!"
Sigue dirigiéndose a su Creador.
Me siento bastante entretenida.
Pero claramente está haciendo que Bash se sienta incómodo. "Sigue con esto y nos vamos",
advierte Bash. "Podemos ver esto hecho sin mi manta".
A pesar de la amenaza que encierran sus palabras, Bash me mantiene pegado a él y me
guía para que entre por la encantadora puerta, en la morada de la cueva de sus padres. En
el interior, el suelo es -sin sorpresa- de roca sólida. Más amarillo y púrpura arremolinado
que la cueva de Bash, la casa de los padres de Bash tiene una superficie de suelo que ha
sido alisada intencionadamente o desgastada por el tiempo, de modo que todo es mármol
pulido.
La zona es cálida y acogedora de alguna manera, con paredes de roca expuestas y vigas de
madera que enmarcan la cocina, formando vigas que se duplican creativamente como
estantes de secado para todo tipo de plantas herbáceas. Parece que hay medio jardín encima
de nosotros, con tallos de color brezo y tenues estallidos de colores apagados en varios
pétalos de flores secas. Una guirnalda hecha con más hierbas se enrosca alrededor del
espacio, dando un efecto decorativo.
El lugar es cavernoso. Mucho más grande desde dentro de lo que parecía desde fuera.
Mirando a nuestro lado, encuentro un fregadero grande y profundo y una amplia encimera.
No hay cocina. En su lugar, hay casi una parrilla abierta, teñida de un negro calcáreo, pero
como este lugar es el hogar de extraterrestres que respiran fuego, es de esperar. Debajo de
la encimera de piedra hay armarios de madera, todos ellos con tiradores de hierro
adornados (o metales alienígenas similares) que han sido golpeados y fundidos en formas
que se parecen vagamente a los Narwaris.
A lo largo de la pared del fondo de la habitación hay estantes con un arco iris de tarros de
cristal. El vidrio de los tarros no es colorido, sino su contenido, junto con la tapa de cada
tarro, que tiene forma de calabaza, y no una tapa plana de tarro de albañil como la que
conozco. Es artístico. Es bonito. Me recuerda a los conchos decorativos que Bash pone en
el cuero de los arneses para que las piezas sean agradables a la vista además de útiles.
Me estremece porque ahora que he echado un vistazo a su vida privada, veo que Bubashuu
podría haber heredado el lado artesanal de su madre.
Y hay que decirlo: Puede que Jyzu haya criado a sus hijos en una cueva, pero tiene unas
habilidades de decoración increíbles, porque seguro que ha hecho de su cueva algo bonito.
Incluso sin ventanas para la luz, mantiene su cocina luminosa y hogareña con un surtido
de globos lunares y esferas iluminadas por el sol, la mayoría de los cuales están
suspendidos a distintas alturas del techo.
(Pero lo suficientemente altas como para que los cuernos no se enreden en ellas, observo
mientras Bash pasa por debajo de una sin miedo, con la cabeza y los cuernos en alto).
Cuando podría ser una roca descarnada y no parecer más que un pozo de mina polvoriento,
su cueva es pulida y caprichosa y todo ha sido mejorado con hermosos toques. "Este lugar
merece estar en la portada de la revista Cave Magazine", digo con asombro. Lanzo una
sonrisa a Jyzu. "Si es que tenéis ese tipo de revista aquí. Ya sabes, como Good
Housekeeping 34. Ésta presenta muchas recetas en las que los lectores reciben instrucciones
para cocinar su comida", me aclaro la garganta de manera significativa para que la
extraterrestre que vive me diga una mierda sobre la 'propensión' de mi gente a consumir
alimentos crudos y poco cocidos, "pero también muestran lugares como este"
Las orejas de Jyzu se ladean.
Bash se pellizca el puente de la nariz con la mano que no está aferrada a la mía. "Creo que
su comentario se traduce en un cumplido sobre el cuidado de tu hogar. Además, me está
tomando el pelo. Me vuelve loco".
34
Volviéndose hacia mí, con la voz anormalmente alta por el esfuerzo que le supone no
levantarme la voz en la casa de su madre, Bash estalla: "Tevek, humana, ¡por supuesto que
conocemos un proceso que llamas 'refrigeración'! A partir de ahora, simplemente asume
que nosotros -un pueblo que lleva mucho tiempo en el espacio- estamos siempre más
avanzados que vosotros, trogloditas. Vuestra gente es nueva en esto de los neumáticos
inflables, ¡por el amor de Dios!"
"Bash, es una extraterrestre", le regaña su madre, que parece horrorizada por su
comportamiento. "¡Ella no sabe nada mejor!"
"Ella lo sabe", gruñe Bash, apretándome ahora de verdad. Como si temiera que su madre
estuviera a punto de alejarme de él si no se porta bien conmigo. "Dice esas cosas para
provocarme. No ha sido golpeada como debería".
"No creo que...", empieza su madre.
"No conoces a estas humanas", interrumpe Bash. "Especialmente a esta. No es para nada
inocente como parece. Seguro que ha visto neveras en la reserva de las humanas. Se deleita
fastidiándome".
Jyzu me mira, y no soy una experta en Rakhii que no llevan una cara de mal humor el
99,9999% del tiempo, pero estoy leyendo un deleite impío y una satisfacción desenfrenada
en sus ojos. "Isla, estoy fuera de sí al darte la bienvenida a nuestra guarida".
"Gracias", digo, con una sonrisa que no puedo contener a punto de romperme la cara.
"¡Muévete, cachorro desmesurado!", ordena una nueva voz. Viene de detrás del cuerpo de
Bash.
Bash aplica nuestras manos unidas a mi cadera y su otra mano a la parte baja de mi
espalda para impulsarme más hacia la casa, donde luego me arrastra hacia un lado,
siguiéndome, retrocediendo con su cuerpo para que otro Rakhii pueda entrar.
El nuevo Rakhii prácticamente corre hacia Jyzu y la agarra con tanta fuerza que hago una
mueca de dolor por ella.
Ella, sin embargo, no hace ningún gesto de dolor. Sonríe. "Mi amado", se dirige al macho.
"Nuestro hijo malhumorado ha vuelto".
Como si no pudiera concentrarse en sus palabras, le frota los cuernos por los costados, los
movimientos parecen ásperos, aunque a Jyzu no parece importarle. Ella toma una de sus
manos, que está anclada a su cadera, y la levanta, y sus dedos parecen temblar. Ella junta
sus dedos con los de él, sujetando su mano hasta que deja de temblar.
Él gime y la abraza más fuerte.
"Guau", jadeo. La pasión que sienten estos dos. Es... hermosa.
"Es la unión", me murmura Bash. "Hasta hace muy poco, no había forma de disminuir los
efectos en una pareja unida. Y es particularmente devastador para el sistema de un macho
ser separado de su hembra".
"Me parece maravilloso", le digo.
"Eso piensas ahora. No lo harías si estuviera tanto tiempo lejos de ti que me volviera loco
por la pérdida de tu tacto".
Le dirijo una mirada apreciativa. "Suena un poco sexy".
"No lo es. Es doloroso. A veces es perjudicial. Si, por ejemplo, un hob se interpone entre un
macho y la hembra que ha tomado por compañera..."
"Ah, lo tengo. Hob muerto".
"Hob totalmente destrozado," Bash está de acuerdo sombríamente. "Probablemente
quemado, también".
El Rakhii se ha calmado lo suficiente como para poner su mejilla sobre la cabeza de su
compañera, el interior de su cuerno se clava en su barbilla, pero no parece notarlo ni
importarle. Se limita a abrazarla y a acurrucarse sobre ella y a suspirar: "¿Cuál de nuestros
hijos malhumorados?".
"Nuestro díscolo. Y ha traído una sorpresa".
Ante esto, el Rakhii se interesa lo suficiente como para despegarse de su mujer, al menos
un poco.
Y vaya. Este Rakhii parece una versión sexy y plateada de Bash.
"Guau", respiro. Choco mi codo contra las costillas de Bash. "Vas a estar muy sexy dentro
de veinte años".
Pero todo el mundo en la sala lo oye, porque el nuevo Rakhii levanta las orejas y baja la
cabeza de golpe. Había estado mirando a su hijo, pero ahora sus ojos -sus muy sorprendidos
ojos- se fijan en mí. Y me está tomando como...
Bueno. Como si fuera una alienígena de otro planeta.
Jyzu también me oye hacer el comentario caliente. Lo sé en el momento en que lo hace
porque sus espinas dorsales se elevan lo suficiente en su espalda como para que las vea
crestear sobre su cabeza. Antes apenas me fijaba en su pequeño par de cuernos (para una
Rakhii), pero extrañamente, en cuanto hago el comentario, mis ojos se clavan de repente
en el todavía formidable conjunto de herramientas para aplastar y apuñalar que tiene a su
disposición.
Puede que su mirada rosa crisantemo no se vuelva agresiva, pero toda su atención está
fijada en mí y la punta de su cola ahora hace tictac detrás de ella.
He visto la cola de Bash hacer esto.
Cuando la cola de Bash hace esto, es una advertencia. Está a punto de atacar.
¿Y si ha heredado esta señal de la cola de su madre?
Aunque Bash no me asuste del todo, su madre está teniendo éxito sin intentarlo. "Caliente
significa atractivo", le aseguro rápidamente, mi voz casi un chillido. "En un sentido elogioso
y casto, en este caso. De verdad".
A esto, Jyzu me envía una sonrisa serena. Pero se acerca al abultado bíceps de su
compañero y, a la velocidad del rayo, procede a arrastrar su lengua por su cuello.
Reclamándole.
Los ojos del padre de Bash cambian, las pupilas se llenan de negro. Su atención se desvía
inmediatamente hacia la posesiva muestra de afecto de su esposa. Su nariz hace un ruido
hueco y sordo. "Feliz de ser bienvenida a casa, mi yeoneen", gruñe, y le muerde la garganta.
También desliza las manos hacia las caderas de ella, agacha la cabeza y le pasa la base de
los cuernos por el hombro como si de repente le picara. Suelta un ruido que me hace saltar,
pero cuando el sonido sólo parece alegrar a Jyzu, me doy cuenta de que no se supone que
sea un sonido aterrador.
Es la versión Rakhii de un sonido muy amoroso, a juzgar por la mirada acalorada de Jyzu
hacia su compañero.
Bash se estremece a mi lado. Levanto la vista para ver que tiene la cara un poco
desencajada. Y es justo. Ver a tus padres lamiéndose y frotándose en la cocina marcaría a
cualquiera.
"¿Qué significa yeoneen?" susurro.
Bash pone cara de dolor. "No preguntes".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 33
BASH
Mi madre solía advertirnos a mí y a mis hermanos (littermates) de que llegaría el día en el
que llevaríamos a nuestra hembra a la cueva de la casa, donde nuestra compañera sería
llevada a un lado y se le ofrecería la mirada más mortificante a cada uno de nuestros
compañeros de infancia, una actividad que nuestra madre esperaba con anticipación y
malsano deleite.Ese día es ahora.
Isla conoce a todos mis compañeros de camada (Sterigmos, Oido, Xoknith, Mizuku, Reiko,
Kitmalo y Pūrah) y le cuentan todas las historias que saben por las que desearía poder
matarles por compartirlas. Isla echa un vistazo a los iris rosados de Xoknith (un color raro
que heredó de nuestra madre) y exclama: "¡Eh, te conozco! ¡Eres el Misterioso Rakhii! Nos
ayudaste en nuestro viaje al horno".
El teveker le sonríe. "Pensé que Bash iba a encerrarme en el horno ese día. Lo que habría
sido una pena. No habría podido correr a casa y decirle a nuestra madre que Bash estaba
arrastrando a una humana".
Mi madre interviene: "Le pregunté si era una humana muerta".
(Actúa como si la idea no le chocara. Yo la consideraría una traidora, pero eso demuestra
que mi madre me conoce).
"Y yo le dije 'Todavía no'", añade Xoknith de forma útil. "Parecía muy protector con ella".
"Tenemos esperanzas desde entonces", comparte mi padre con una mirada de satisfacción
hacia su futura nuera.
Mi madre se toma su tiempo para localizar mi manta de apareamiento, la pieza ceremonial
de tela que los machos Rakhii utilizan para cortejar y aparear a sus hembras. La hizo mi
madre, como es costumbre, y tiene las escamas de los miembros de mi familia cosidas en
su diseño; una carta de mi ascendencia (árbol genealógico), por así decirlo. No puede
significar mucho para Isla, pero se sienta al lado de mi madre con gran atención mientras
mi padre y mi madre señalan a todos los Rakhii prominentes que hicieron de nuestra línea
lo que es hoy.
"Esa era la escama de Typher Singetail. Tenía un carácter terrible", dice mi madre. "Como
un yanak herido". Ella envía una mirada señalada en mi dirección.
"Suponemos que por lo menos podemos decir que su descendiente lo consiguió
honestamente", suministra mi padre, su cola enroscada con la de mi madre mientras miran
la escama de mi tatarabuelo, que está cosida junto a la de su amada compañera.
"Era un gladiador", dice mi madre. "Pero Bubashuu podría haber superado sus víctimas".
"Bubashuu nunca ha tenido muertes confirmadas", le recuerda mi progenitor. "Tiene el
temperamento, pero sabe que no hay que pillarlo con cuerpos sin quemar".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 34
ISLA
Me despido con la mano de mis suegros extraterrestres como una loca, y Bash me mira
como si acabara de preocuparse por la cantidad de ladrillos que he metido en la carretilla.
"Demasiado tarde para cambiar de opinión", le canto. "¡Te metiste en un círculo de fuego
con esto!" Me contoneo en mi sitio, rebosante de felicidad. "¡No puedo creer que estemos
casados!"
"Unidos", corrige Bash. "Según tengo entendido, vuestros matrimonios humanos pueden
terminar. Nosotros, Isla, somos para siempre".
Suspiro, emocionada por este inesperado pero absolutamente fantástico giro en la vida.
"¡Sí!" Cuando nuestra carreta se aleja lo suficiente de mis suegros como para no verlos
saludar y estar segura de que no pueden oírnos, me inclino hacia mi marido.
Marido. Bash. Es un concepto tan descabellado. Y mucho menos una realidad que pueda
reclamar.
Me mira. "¿Tienes algo en mente, amigo? Me sorprende que te hayas permitido tantos
momentos de tranquilidad".
"A mí también, debo estar procesando. Pero no te preocupes, ahora estoy dispuesto a
hablar".
"Ah, ¿sí?".
"Sí. ¿Algún tema que quieras tratar? ¿Hay algún lado de la cama que prefieras?"
Me echa otra mirada. "Mientras estés en la cama conmigo, no podría importarme menos
cómo asignamos los lados".
"Eso suena como un gran acercamiento al matrimonio y a ser apareada por todos lados".
Eso es lo último que recuerdo realmente. La excitación seguida de una jornada de trabajo
completa me alcanza, e incluso con los ocasionales empujones que los amortiguadores del
carro no pueden amortiguar, pronto me estoy hundiendo contra el lado de Bash y
apagándome como una luz.
∗∗∗∗∗∗∗
Vuelvo en sí cuando Bash pronuncia un fácil: "Whoa. Ukko, no le muerdas o te meto los
dientes en la garganta. Whoa", y el carro se detiene suavemente.
"No puedo creer que me haya quedado dormida", murmuro, enderezándome desde donde
me había hundido contra el cálido muslo de Bash. Me limpio la visión borrosa de los ojos.
"¡Cuánto me alegro de que esto no sea un sueño!"
"Aquí estaba", ofrece Bash en un tono claramente divertido, "temiendo que estuvieras
suplicando que todo esto fuera un sueño en lugar de tu nueva realidad".
"¿Estás bromeando? ¡Te tengo atrapado! No se puede conseguir este tipo de trato de donde
yo vengo. Básicamente he atrapado un unicornio".
Los párpados de Bash suben y bajan un par de veces, y estoy segura de que está tratando
de entender cómo se relaciona un caballo con un cuerno en la cabeza con nuestra realidad.
Yo le ayudaré. En un minuto. Por ahora, me divierte un poco su lucha.
Y, como nota, si estuviéramos en una obra de teatro, esta sería la parte en la que mostramos
una escena lateral del héroe despistado que no tiene ni idea de cómo funcionan los hombres
en todas partes. Habría un FADE IN 35: -en cualquier lugar del planeta Tierra, mostrar a un
tipo medio irritado por la idea de un compromiso que dure más que el tiempo que tardan en
enfriarse las sábanas.
"Confía en mí", le digo a Bash. Sale de su lado del carro y se acerca para cogerme por las
caderas y tirar de mí desde mi lado. "De donde yo vengo, los hombres de mi edad no se
casan. Puede que se junten con su mamá-bebé, pero dale un año o dos y estará
persiguiendo una nueva cola y tratando de sacudirse a su vieja. Así que eres como todo tipo
de caramelo que nunca me permití soñar que podría tener. No voy a ninguna parte".
Él me estabiliza para asegurarse de que estoy lo suficientemente despierta como para
mantener mis pies. Lo estoy. Parece consternado. "Tu mundo parece deplorable".
Me encojo de hombros. "Ya no es mi mundo".
Los dedos de Bash me pellizcan de repente la barbilla, tirando de mi cara hacia la suya.
"No. No lo es".
Planta sus labios en los míos y me da el beso más dulce que he recibido nunca.
Cuando se retira, me ordena: "Quédate aquí. Deja que me encargue de los Narwari".
"¿Vas a llevarlos hasta los establos?" Es un largo camino de ida y vuelta. Si Bash va, yo voy.
Sólo necesito despertarme un poco más y estoy lista para la caminata.
"Por esta noche, los estabularé aquí". Procede a hacer tres cabestros con cuerda que saca
de debajo del compartimento oculto del carro bajo el asiento del banco.
"¿Qué les vas a dar de comer?" pregunto. Recorro con la mirada su cantera raspada.
"¿Tienes cuerpos escondidos aquí de los que no has hablado con nadie?"
"Isla, no te lo diría ni en nuestra primera noche de apareamiento".
Le lanzo una sonrisa. "¿Esperas hasta mañana?"
Él inclina sus cuernos hacia mí. "Esperaré a revelar mi cuenta de esqueletos mañana".
"Mírale qué chistoso".
Resopla y procede a alimentar a los caballos carnívoros con carnes saladas de su propio
frigorífico (me mira de forma superpenetrante mientras abre su nevera; le estaba tomando
el pelo en casa de sus padres y lo sabe) y luego me mira expectante.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 35
ISLA
"Este es tu grillete", confirma Bash.
"Oh, mi tierra, ¿vas a esposarme a tu cama?" HE LLEGADO AL TOPE: ¡nada dice que el
amor verdadero sea convertir a tu cónyuge en tu cautiva! "¡Esto es lo más caliente que me
ha pasado nunca!" Grito, sacando la pierna como si fuera la Cenicienta que espera que el
príncipe me ponga el zapatito perdido.
Bash me mira con recelo todo el tiempo que trabaja para encajar mi nueva joya de
compromiso alrededor de mi tobillo, claramente no confiando en mi capitulación.
Le doy una palmadita en el hombro para tranquilizarlo, y luego dejo mi mano en su sólido
músculo para sujetarme, porque resulta que tener a tu nuevo marido/compañero
levantando la pierna en el aire para que te encadene en su guarida significa que tu equilibrio
está un poco perdido. No es una gran queja ni nada, sólo una advertencia.
"¿A qué me estás encadenando?" Pregunto alegremente. "¿Y cómo sabes la talla de mi
tobillera?" Pregunto asombrada cuando pone mi pie en el suelo y me pasa la mano
lentamente por la pierna. Oooh, qué bien. El peso de mi brazalete sobre la parte superior
del pie me hace sentir calor en el estómago. O quizá sea la forma en que Bash me acaricia
la piel. Podría ser eso.
"Te he encadenado a nuestra cama", responde Bash, que sigue observando mi reacción, sin
confiar en que me parezca bien. "Si sigues la cadena, verás que ya está anclada..."
"¡Nuestra cama!" Me maravilla. Mis ojos se iluminan al contemplar sus bonitas y
exuberantes bellezas verdes. "¡Me has anclado a nuestra cama!" Hago rebotar mis cejas, lo
que hace que él se estremezca. "¿Significa esto que por fin vamos a tener el loco y caliente
monosexo?"
"... y mi cola", su cola rodea mi otro tobillo para demostrarlo, "ha abarcado tu tobillo con la
suficiente frecuencia como para que tu tamaño se haya grabado a fuego en mi mente. Así
es como supe que debía hacer un manguito a medida..."
Pasa un momento antes de que el traductor de Bash analice mi pregunta. Su cara se frunce
con desagrado. "¿Mono...?" Sacude la cabeza violentamente, haciendo que sus orejas se
agiten y sus cuernos se balanceen de un lado a otro.
"Espera, ¿has hecho esto tú mismo?" Levanto el pie como si estuviera mostrando un anillo
en el dedo del pie y una joya decorativa en el tobillo, no la forma en que mi nuevo compañero
me mantiene encadenada a nuestro lecho matrimonial.
La nariz de Bash se levanta un poco y sus ojos se entrecierran. Como si esperara que este
fuera el momento en que voy a estallar. "Lo hice".
"¿Cuándo?" Pregunto, hambrienta de detalles. "¿Desde cuándo sabes que estás loco por mí
y que quieres tenerme como tu esclava sexual para siempre?".
"El día que te dije que había dejado de cortejarte. Decidí que la forma más sencilla de hacerte
mía sería simplemente tomarte y mantenerte como mi cautiva".
Me abanico y miro fijamente el techo de la cueva de la guarida de Bash. "Ojalá me hubieras
dicho eso. Te habría ahorrado mucho trabajo. Pero esto está bien. Esto funciona. No puedo
esperar a decírselo a las chicas. Se van a volver locas". Me muerdo el labio y sonrío a Bash.
"Yo gano. Y TANTO que gano". Agito mi tobillo, haciendo sonar mi cadena para enfatizar la
épica. "Has completado oficialmente el requisito Rakhii para mostrar tu eterna adoración
por mí".
Con la mirada rasgada por su típico mal humor, Bash se limita a mirarme fijamente.
Esperando.
Le hago un gesto para que se acerque.
Inmediatamente, da un paso adelante, pero luego frunce el ceño y se detiene.
"Vamos", le digo. "Ahora es cuando me atacas con tu boca y hacemos el amor
apasionadamente por primera vez".
Las escamas que rodean sus ojos se tensan mientras piensa en lo que le he propuesto, y
suspira un poco. "Te lo ruego, Isla. Habla claro, te lo ruego".
"Lo hago", le aseguro. Personalmente, tengo un poco de curiosidad por saber cuál era su
plan de juego, exactamente, porque no parece saber cómo proceder. Pero lo entiendo, lo
comprendo. Este es su primer secuestro.
Soy, de hecho, su único secuestro.
Suspiro con una felicidad cien por cien pura. Y con los ojos puestos en mi objetivo, empiezo
a acechar al alienígena que me ha demostrado que me quiere por encima de todas las demás
encadenándome a su cama. Que claramente tampoco tiene idea de qué hacer conmigo
ahora que me tiene, pero puedo ayudar con esto.
Me acerco a él, con la intención de acercarme, agarrarlo por la nuca y arrastrarlo hacia
abajo para darle un beso.
Pero me detengo de golpe cuando se me acaba la cadena.
Bash y yo nos quedamos mirando mi pierna anclada.
Con la mano detenida en el lugar donde había empezado a alcanzarle, levanto la vista y le
dirijo una sonrisa humorística. "He hecho todo lo que he podido desde aquí. Vas a tener
que hacer el siguiente movimiento, amigo".
La boca de Bash toma inmediatamente la mía, su mano se desliza por mi pelo y la otra me
agarra por la cadera. "Sube a la cama", murmura, sonando peligroso.
Retrocedo lentamente, reprimiendo mi sonrisa, y hago lo que me ha ordenado. Tengo que
apoyarme con la mano en la cama y dar una patada con los pies para impulsar mi trasero
hasta su colchón, pero lo consigo.
Me ataca.
Las fosas nasales de Bash se abren, sus ojos se hunden en mis bragas como si pudiera oler
lo excitada que me está poniendo. Pero en lugar de arrancarme la ropa interior, vuelve a
subir sus ojos a mi sujetador. "¿Cómo retiro esto?"
No lo quita, en plan como una orden.
No lo empuja hacia arriba o hacia abajo para atrapar y mostrar impacientemente mis tetas.
Quiere ser él quien me desenvuelva.
Intento sentarme para facilitarle las cosas, pero cuando no se mueve, me caigo de espaldas,
justo encima de su brazo, que se dobla para soportar mi peso.
"Hay un cierre", le digo.
Sus ojos no se apartan de los míos y sus dedos lo encuentran. Espero que tantee un poco.
Narices, lo hago. Aunque me las apaño, como hacen todas las mujeres que tienen un solo
brazo gracias a la biología o a una lesión.
Pero él suelta el cierre como si tuviera dedos más mágicos que los de The Fonz36.
(Probablemente sea toda la práctica que ha tenido jugando con hebillas de arneses, cierres
y broches).
Y luego me extiendo debajo de él, prácticamente desnuda.
Es la primera vez que me desnudo para un chico sin advertirle de antemano de la situación
de mis pechos. He descubierto que avisar ayuda a evitar esa incómoda pausa durante ese
momento tan vulnerable en el que mis pezones se encuentran con el aire frío y la mirada
extraña de quienquiera que esté conmigo.
Bash me está mirando, pero no es una mirada extraña. Es una mirada hambrienta. Despega
los labios para mostrar sus colmillos como si estuviera a punto de devorarme.
Sus manos rugosas me acarician los pechos, y si le resulta extraño que un lado de mi pecho
tenga una forma ligeramente diferente a la del otro debido a mi desigual tono muscular, no
se detiene ni duda ni muestra ningún signo externo de que eso importe.
Me hace sentir... libre. No tengo que preocuparme por mi aspecto o por lo que él piense de
mí. Para ser honesta, probablemente esté pensando 'Mi compañera es un extraterrestre',
cada vez que se encuentre con algo que le haga tropezar, y eso está bien. Prefiero que me
juzgue según mi especie, que le resulta extraña en general.
Me siento más vulnerable cuando se inclina y me come la boca.
Una de sus manos me coge la cara, devorando mi mejilla y mi mandíbula, y luego ajusta su
postura hasta arrodillarse a horcajadas sobre mí, y su otra mano intenta deslizarse
suavemente dentro de mi ropa interior.
Intentar es la palabra clave.
36 https://es.wikipedia.org/wiki/Fonz_(personaje)
Se retira un poco para centrarse y su lengua se arrastra por mi raja como si fuera su sabor
favorito de helado. "Mmmm", ronronea en mi coño.
Me estremezco y se me ponen los ojos en blanco.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 36
BASH
Picoteo con mi lengua su abertura, su sabor me llena de la locura de consumirla, cubrirla
y embarazarla.
Su rodilla choca contra mi cuerno.
"Ay", murmura. Antes de que pueda preguntarle si está bien, me agarra el otro cuerno con
la mano. "¡No, no pares! No pares".
Resoplo, lo que la hace corcovear y chillar.
Creador, es hermosa, toda extendida y salvaje como esta. Se retuerce debajo de mí,
gimiendo, "Bash, Bash... por favor, por favor..."
Inhalo, amando el hecho de tenerla así. Isla es mía. Al respirar profundamente, su aroma
me cubre las entrañas con un calor que me hormiguea. Los ganglios de mi lengua están
ansiosos por volver a probarla. No es un picor, pero me recuerda a uno en el sentido de que
parece que la única forma de satisfacer la zona es darle una buena y dura fricción. Los
arrastro a lo largo de su raja hasta su nudo de tejido ultrasensible.
Y experimento una sordera repentina.
Al principio, creo que es la reacción de mi cuerpo, que mis sentidos están tan abrumados
por el sabor de Isla, mi compañera, que todo entra en cortocircuito.
Pero al jadear en la zona caldeada entre sus piernas, me doy cuenta de que aún puedo oír
el estruendo de mis corazones, y el sonido de las sábanas al deslizarse bajo nosotros, y mis
respiraciones... Sólo que no oigo a Isla.
Mis ojos recorren las colinas y los montículos de su cuerpo hasta llegar a su cara para ver
que está congelada, con la mano sobre la boca, los ojos cerrados en un éxtasis prolongado.
A modo de prueba, vuelvo a pasar la lengua por ella.
Se estremece, su mano se retira y su boca se abre... pero no sale ningún sonido.
Sumerjo la cabeza y atrapo su punto neurálgico en mi boca.
Isla no emite ningún gemido.
La chupo con toda la fuerza que corresponde a mi incredulidad. Pero aún así, no emite ni
un chillido.
He encontrado el interruptor antichirrido de Isla.
Creador, ha estado aquí, esperando a ser activado todo este tiempo.
Con maldad, sonrío en su carne resbaladiza y me rindo a mis ganas de festejar.
Su voz regresa. Finalmente.
Grita mi nombre cuando llega al clímax. La hago gritar hasta que se queda ronca.
Y cuando gime y se estremece debajo de mí como si la estuviera destruyendo, cuando me
tira del cuerno y me empuja la cabeza y me agarra la oreja, cuando me clava las uñas en el
dorso de la mano donde le abro la pierna, manteniéndola abierta para mí como un
Locerabug -un pequeño y brillante insecto con alas suaves y brillantes que revolotea cuando
levanta el vuelo-, estoy en plena lujuria y torturarla sensualmente se ha convertido en una
tortura para los dos.
"Isla", jadeo. "No puedo esperar a tenerte".
"Por fin", consigue, con el castañeteo de sus dientes, cuando toco con la nariz la unión de
sus labios interiores, chocando con la punta de su capullo, duro como una perla, lo que
hace que su cuerpo dé un salto y se ponga tenso. Mi saliva cubre su carne hinchada, lo
cual es bueno, porque he hecho todo lo posible por comerme hasta la última gota de los
jugos de su cuerpo que facilitan la entrada. Está hinchada, al igual que yo, y es lógico que
lo sienta apretado. Probablemente debería ofrecerle agua para reponerse. A este ritmo, voy
a deshidratarla antes de consumar nuestro apareamiento. "¿Tienes sed?"
Sus pupilas son tan grandes que sólo un anillo plateado de iris asoma en sus ojos. Sus
cejas muestran su confusión y sus labios se retraen como si tuvieran un hermoso dolor.
"Chuparé lo que quieras, sólo... te necesito, métela por favor", suplica sin sentido.
Mi cola se enrosca alrededor de su muñeca, sacudiendo su brazo por encima de su cabeza,
inmovilizándola a la cama. "Ahora eres mía, Isla. Voy a cabalgar sobre tu cuerpo hasta que
te llene de sudor. Me voy a correr en tu canal hasta que se derrame por tus bonitos muslos.
Y luego voy a lamer tu centro para que podamos empezar de nuevo".
Se estremece con fuerza, sus ojos se cierran y se queda sin fuerzas bajo mí.
"¿Isla?"
Su melena se pega a su bonita cara, las gotas de sudor brillan en su piel mientras consigue
una sonrisa enloquecida. "Acabo de tener mi primer orgasmo con nada más que palabras
sucias". Sus ojos se abren y me mira de arriba a abajo tanto como puede, teniendo en
cuenta su posición prona, inmovilizada. "Bueno, eso y unos cien kilos de escamas, cuernos
y cola de contención".
Me incorporo y cojo a la cinturilla de mi única ropa interior, y disfruto de la forma en que
la mirada de Isla se fija en mí con extasiada atención mientras separo la tela húmeda de
presemen de la palpitante cabeza de mi polla.
Se queda boquiabierta en un gesto que podría ser de sorpresa... o de horror.
Termino de arrancar la prenda y la libero de mis piernas de una patada, con la hoja del
rabo haciendo crujir el suelo en mi prisa. "¿Isla?"
Ella parpadea una, dos veces. Intenta cerrar la boca como si le costara trabajo. "Me siento
en conflicto. ¿Debo envolver mis labios alrededor de ella, o darle de comer un cacahuete?
Quiero decir, ¡es un maldito maletero!"
La miro con el ceño fruncido.
El humo que empieza a salir de mis dientes desnudos, escudriño a nuestro alrededor y veo
una almohada. La cojo y la arrastro bajo sus caderas, a lo que ella me dedica una sonrisa
brillante, sólo ligeramente tensa. "Gracias".
La miro, considerando y descartando ideas sobre cómo ayudar. Mi cola se agita y las
cuchillas raspan y repiquetean contra la pared de piedra junto a mi cama. Me frustra que
para mí, Isla se sienta increíble, pero para Isla, yo le estoy provocando dolor.
Sintiendo abyectamente torpe, relajo el cuello hasta que apenas apoyo la frente sobre la
suya. Soy consciente de que no debe soportar la carga de mi cráneo; mis cuernos pesan un
verdadero... bueno, probablemente la mitad del peso de su cuerpo. Entre cada uno de mis
salientes, tiene que estar condenadamente cerca.
Presiono mis labios sobre el puente de su nariz y desciendo, rozando mi toque sobre su
suave piel alienígena.
Sus ojos se abren y, aunque es difícil concentrarse el uno en el otro a tan corta distancia,
ninguno de los dos aparta la vista mientras la beso y le acaricio la cara. Noto que las líneas
que rodean su boca se suavizan. Se mueve más debajo de mí y la tensión parece ser menor
en ella; sus músculos están más relajados.
Mi polla palpita dentro de ella, haciendo que sus labios se separen con belleza. Mirando su
boca, me esfuerzo por no imaginar su otro par de labios, los que deben estar estirados de
forma obscena alrededor de la circunferencia de mi pene. Quiero mirar, ver cómo me hundo
dentro de ella, pero sé que si lo hago explotaré.
Puedo esperar. Tenemos el resto de nuestras vidas para explorar esto. Es difícil de creer,
pero Isla me lo está haciendo creer. En cada momento en el que podría haberse alejado de
mí -cuando quizás debería haber huido- se quedó conmigo. No se resistió a convertirse en
mi compañera. Acogió con agrado la unión.
Ahora nos estamos uniendo de esta manera, y todo lo que necesita es tiempo. Y paciencia.
Yo puedo dársela.
Paso mi mano por su costado y le cojo su cadera. Solo esto, solo sujetarla así hace que mi
saco de bolas duela como si estuviera a punto de estallar. Tevek, ella se siente bien. "¿Está
mejor el dolor?" Pregunto.
"Yo lo llamaría malestar, no dolor". Ella se retuerce de nuevo y lleva su mano a mi
mandíbula, deslizándola a lo largo de mi cara hasta llegar a la base de mi oreja. Ésta da
golpecitos rápidos para protegerse del cosquilleo de su contacto, y ella sonríe. "Así está
mejor. Estoy lista"
Lentamente, retrocedo las caderas, escuchando el sonido de su humedad al retirar mi
cuerpo. Mis ojos permanecen pegados a los suyos, escudriñándola en busca del más
mínimo indicio de incomodidad.
Sus párpados bajan hasta una pesada media asta y sus dientes superiores se exponen.
Para los de mi clase -y si ella fuera una Gryfala- esto sería una promesa erótica. El fuego
se dispara dentro de mi eje al ver que me los enseña. Planos, salvo por dos cúspides
ligeramente útiles, son toda una belleza de marfil preparada para la marca del amor, y ella
los hunde todos en la almohada de su labio inferior.
¿Bueno? quiero preguntar, pero me sale una afirmación, junto con un gruñido fuerte y
satisfecho.
"Muy bueno", suspira, y sus muslos se tensan ligeramente alrededor de mis costados.
Cuando mi pene se retira lo suficiente como para que mi glande encuentre la resistencia de
su estrecha boca, justo antes de que me libere de su abertura, me impulso hacia adelante,
deslizándome profundamente.
Sus ojos se abren de par en par, y me emociona su hermosa reacción. No es de dolor, sino
de sorpresa. Incluso da un pequeño grito.
Enamorado de la forma en que cede a mi invasión, me hundo hasta que mi pelvis se
encuentra con la suya. "Isla..."
Mi cola se desliza por su tobillo hasta anclarse alrededor de su pantorrilla. La que no está
encadenada a la cama por un grillete y una cadena que no puede romper.
Su mano roza mi espalda, haciendo que mis escamas se tensen.
Y entonces sus dedos se clavan en mi costado. "Más rápido".
Le doy más rápido.
Ella me agarra por la parte baja de mi cuerno. " Ponte encima de mí ".
Cruzo mis brazos bajo su cuello, abrazándola, cubriendo todo su cuerpo.
"Te sientes", dice ella, "bien... sí". Maúlla satisfecha, pero es un sonido entrecortado cuando
me abalanzo sobre ella. "¡Como la manta más pesada del mundo!"
Su grito es música cuando el clímax se apodera de ella, sacudiéndola de adentro hacia
afuera, comenzando con ondulaciones en su núcleo que hacen temblar todo su cuerpo, y
observarla me vuelve loco.
Sus pechos son dos almohadas entre nosotros, y no puedo explicar por qué se siente tan
bien. Me abalanzo sobre ella con más fuerza, disfrutando del ruido que emite, amando la
sensación de sus extraños pezones clavándose en mis escamas.
Sus rodillas se acomodan a mis costados hasta que cierra las piernas en torno a mí, con su
pantorrilla atada a la cola y su tobillo encadenado golpeando contra mi espalda mientras la
penetro.
Tengo cuidado de que mi cara no se hunda demasiado junto a la suya, porque tengo unas
púas en la cabeza que temo que puedan pincharla. Son flexibles y coriáceas, pero no dudo
de que le dolerían. Le beso la mejilla y gruño: "Muérdeme el hombro".
Sus ojos se dirigen a los míos, y entonces abre la boca lo suficiente como para rodear las
fibras superiores del músculo.
Caliente. Húmedo. Dulce.
muñecas hasta los hombros, todo yo mucho más ancho y pesado que ella. Me siento
dominante y protector, encorvado sobre su cuerpo más pequeño de esta manera. Con
potentes palmadas de mis caderas contra las suyas, la cabalgo hasta que me corro con un
bramido que hace temblar las estalactitas.
Y con un gruñido despiadado, arremeto y hundo mis dientes en el cabecero de la cama,
astillando la madera en lugar de hundirse en su tierna piel.
∗∗∗∗∗∗∗
Limpio de lametazos a Isla. Sudor, fluidos... y cuando me acerco a su tobillo, con la
intención de besar sus diminutos dedos alienígenas, encuentro sangre.
El brazalete de metal ha rozado una mancha en su fina piel, la ha rozado tan bruscamente
que la marca ha empezado a sangrar.
Gruñendo con un desagrado enfermizo, lamo la herida e ignoro la garantía de Isla de que
está 'bien'.
Me giro y cojo la llave del soporte bajo colocado junto a la cabecera de la cama. Le libero la
pierna y le dirijo una mirada silenciosa de advertencia. Ya puedes huir, pero te perseguiré
si intentas abandonarme.
Pero ella no se echa atrás ni intenta escapar.
Suspira con ganas. "Eso estuvo bien".
Subo por su cuerpo y me arrodillo a horcajadas sobre ella. Me acaricia la barriga y me
acaricia los músculos. "Me quedo con esto".
La esperanza se apodera de mí, porque parece que lo dice en serio.
Su suave palma humana se desliza hacia abajo. Lanzo un rugido de advertencia cuando su
mano intenta rodear mi miembro. Estoy lo suficientemente sensible como para dudar, pero
dispuesto a que me toque y a servirla si lo desea. Ella aprieta. Luego vuelve a apretar,
bajando su mano por mi pene. Le da otro apretón en la base. "Ahí va la oportunidad de
probar", dice burlonamente.
"¿Y qué?", gruño, atrayéndola por los hombros hasta que la levanto para que se siente frente
a mí, "estamos probando".
Me da otro apretón, haciendo que mi polla salte. "Estaba intentando ver si mis dedos podían
tocarse". Me sonríe, con una mirada perversa calentando sus ojos. "No pueden".
Le quito los dedos y me llevo la mano a la boca.
La mordisqueo.
... y la beso suavemente. "Ten cuidado. Deberías descansar mientras puedas, porque no
tengo la intención de que ninguno de los dos duerma esta noche". Me inclino para tomar
su boca. "¿Debo alimentarte antes de volver a darte un festín?"
"Me encanta tu forma de pensar, pero en realidad, mi necesidad inminente es orinar. Arriba,
arriba".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 37
ISLA
Así que, si yo estuviera en la Tierra, y Bash fuera un tipo humano, tendría que huir. Porque,
chicas, si un tipo en la Tierra rebusca en tu basura, te sigue en el trabajo, intimida a otros
hombres para que se alejen de ti, te obliga a casarte con él y te encadena a su cama...
Significa que tu vida ha sido cambiada al canal Lifetime y es hora de irse.
Pero Bash no es humano.
Es un Rakhii, y aunque he oído que están locos, también he visto (y oído decir) que son cien
por cien devotos y seguros. No tengo que preocuparme de que me peguen, me torturen o
me hagan pasar hambre. No tengo que preocuparme de que mi captor me obligue a hacer
cosas enfermas y desagradables. No nada enfermizo y desagradable que no quiera hacer ya
con él, es decir.
De lo que sí tengo que preocuparme es de conservar la capacidad de caminar.
¿Ese viejo dicho de 'caminar con un palo en el culo'? No tenía ni idea de dónde venía, pero
ahora me han iluminado: a alguien le dio un palo en el culo un tipo con una polla del
tamaño de una Sequoia gigante. Ahora estoy lisiada. ¡Y ni siquiera hubo acción de culo!
Nunca se acercó a la puerta trasera. Estoy caminando raro sólo por haber sido tomada de
la manera habitual. Quiero decir, Gob Gamn.
Me siento muy orgullosa de mi coño por haber aguantado este tipo de golpes.
Y ya que estamos, también lo está Bash. Le da muchos y muchos premios.
Es la mitad de la noche, durante una pausa para el sexo, cuando me levanto de la cama y
me obligo a ponerme de pie. "Comida", digo quejumbrosa, cojeando hacia la cocina.
Estoy en sujetador y bragas, porque desnuda me resultaba demasiado rara, pero llevar la
camiseta de Bash era más raro. Como una bata de hospital, es esencialmente inútil en la
parte de atrás debido a las aberturas para sus espinas dorsales. Sin embargo, huele
divinamente. El olor proviene de Bash, que desprende un olor muy fuerte y único de las
zonas que rodean sus cuernos y de su saliva, y también de otras cosas. Así que estoy bien
y completamente marcada.
Lo cual está bien. Pero también me gustaría que me vistieran con pooooco más que los
fluidos especiales de mi compañero.
Antes de que alguien me secuestrara para una ceremonia de matrimonio sorpresa, alguien
podría haberme hecho un favor y decirme que me cambiara de ropa. O no se le ocurrió a
mi querido macho, o la idea de que yo anduviera desnuda por su cueva le resultaba
atractiva, no estoy segura. Me pondría mi blusa de ayer, pero me gusta cómo me siguen los
ojos de Bash. Diablos, me gusta como Bash me sigue.
(Está usando su cola para encadenarnos. Es exactamente tan romántico como suena. O
una locura, dependiendo de cómo te suene a ti. Pero me encanta. Después de que los
hombres me hayan dejado de lado una o dos veces, la atención desmedida de Bash es buena
para mi alma).
Mi extraterrestre está pegado a mis talones, un hecho que no puedo pasar por alto porque
cuando dejo de caminar, se me clava en la espalda. Por una erección.
Esa cosa enorme me da escalofríos en todos los lugares adecuados, pero también hace que
mi vagina se sienta muy conflictiva. Le gusta el pene de Bash. Pero el pene de Bash es muy
duro. Y grande. Muy grande. Como si Bash estuviera lanzando una maldita secuoya.
"¿Te duele?" Bash pregunta, con las puntas de sus garras recorriendo mi cintura.
Me burlo. "¡Me duele!" Pero mi espalda se arquea porque la mitad inferior de mí es una pura
nenaza. "Lo que estoy es hambrienta".
Inmediatamente, las manos de Bash desaparecen de mis caderas. Me miro a mí misma y
encuentro diez pequeñas hendiduras en mi piel donde estaban las puntas de sus garras.
"Toma", dice Bash, y al levantar la vista me encuentro con que me tiende una... ¿fruta
alienígena?
"Gracias". La cojo. "¿Cómo me la como?"
Bash me mira con lástima y me la devuelve. "Incluso a los cachorros más pequeños -los
que tienen más chicle que colmillo- se les enseña a comer el Shukiya para romper su ayuno
nocturno". Apretando los labios en señal de leve desaprobación por mi espantosa falta de
educación, señala con una garra el lóbulo azul de la cosa. "La base carnosa es la parte
comestible. Las hojas no lo son". Toca las hojas amarillas y espinosas. "El cardo no lo es".
Señala el pelo verde que sale de su parte superior. "Simplemente arranca la línea más baja
de hojas aquí", agarra las púas amarillas más pequeñas, "y la base se desprende fácilmente
de las partes no comestibles".
Me entrega la parte inferior azul de la cosa, arroja las partes peludas y espinosas a un
contenedor de abono, y yo tomo un bocado de lo que queda. "No está mal". Sabe a huevo
salteado.
No hay advertencia: Bash me hace retroceder por la cocina hasta que mi trasero choca con
las altas encimeras, donde se arrodilla frente a mí, me rodea el tobillo con la mano y se lo
sube al hombro.
Me convierto en un fideo flácido cuando me lame por encima de las bragas.
Casi se me cae el huevo azul del frugívoro. (¿Frutero? ¿Verdulero?)
Bash lo atrapa con su cola y lo devuelve a mi mano. Con dos cuidadosas garras, pellizca el
fuelle de mis bragas. Lo aparta y lo clava allí con este pulgar, cogiendo un lado de mis labios
vaginales con él, abriéndome de par en par... y luego me escupe.
"Vaya", digo con la boca llena del huevo-fruta.
Se inclina y hunde su lengua en mi hendidura, lamiendo húmedamente un rastro.
Oh, el alivio instantáneo de mi carne hinchada.
∗∗∗∗∗∗∗
La mañana no tiene la oportunidad de amanecer brillante y hermosa antes de que Bash me
haga rebotar sobre él hasta que me corro dos veces, y entonces me pone de espaldas y nos
golpea a los dos hasta un glorioso orgasmo compartido. Después, me abraza -más bien me
aprieta- durante mucho tiempo.
Todavía está oscuro, pero empiezo a prepararme para el día. Mi ropa está rígida por no tener
suavizante, pero está seca y huele bien. Sin embargo, una vez que empiezo a vestirme, las
cosas empiezan a torcerse. Bash se pone más y más tenso con cada prenda que me pongo.
"¿Cuál es el problema?" Pregunto, desconcertada.
"Te vas a ir", casi acusa entre demasiados dientes, como si una vez que me vaya de aquí me
fuera a perder para siempre.
"Bash", digo con cautela, mirándolo fijamente. "Mi pobre y dulce alienígena". Su psique está
tan desordenada. "Voy a ir a trabajar -contigo- vamos a trabajar juntos, como antes. Pero
esta vez", me acerco a él y le pongo la mano en el centro de su amplio pecho (lo que hace
que sus ojos se vuelvan negros, que sus fosas nasales se abran y que su cola se aferre a mi
tobillo), "cuando salgamos del trabajo, podremos volver a casa juntos. Va a ser genial. Nos
quitaremos la ropa y podrás reclamar follarme contra la puerta en cuanto entremos".
La agitación parece surgir en él, sacando a relucir los viejos fantasmas de la relación,
irritando las heridas enconadas que nunca terminan de curarse. "¿Y cuando se te acercan
otros hombres?" Su mirada me recorre como si pudiera ver por debajo de mi ropa, y mi
cuerpo es mucho más abrumadoramente seductor de lo que nadie sabía.
"Bueno, eres bueno para mi ego, lo reconozco". Suspiro y le doy una palmadita en el pecho...
y veo cómo sus ojos se encienden ante este pequeño contacto. Mi cuerpo se estremece, pero
mantengo la cabeza en el juego. "El compromiso no es un problema para mí. Nosotros",
señalo entre nosotros, "somos de hierro".
Frota su cara contra mi parte frontal como si estuviera marcando mi olor... que es
exactamente lo que está haciendo. Mi blusa se arruga mucho. Cuando termina, me frunce
el ceño como si no fuera suficiente. "¿Estás segura de que no te vas a dejar tentar? ¿No
importa qué hombre se te acerque? ¿No importa lo que te ofrezca?"
Frunzo los labios. "Retiro mi autocomplacencia. No soy una prostituta. Y no soy una gata
en celo, caramba".
Bash parece frustrado, y cuando gruñe, también suena frustrado. Me envuelve en un fuerte
abrazo. "No quiero ofenderte. Es sólo que eres tan poderosamente atractiva..."
"De acuerdo. Acabas de recuperar tus puntos de halago".
"... que ningún macho sin pareja podría evitar sentirse atraído por ti".
Tomo su oreja, ahuecando la longitud de la misma. Quiero asegurarme de que me escuche.
"Esta es la parte en la que tienes que confiar en que no seré una puta infiel..."
Bash se sacude cuando la palabra se traduce en su cabeza.
"... y créeme cuando te digo que seré capaz de controlarme. Los extraterrestres lo hacen por
mí, aparentemente, y tú eres el rey de todos ellos".
Aparentemente apaciguado con esta lógica, Bash asiente. Entonces me agarra y me arrastra
a sus brazos y aprovecha esa idea para reclamar un polvo contra la puerta. Cuando
terminamos, pienso que eso es todo, pero entonces Bash recoge la cadena de la pierna y
empieza a acercarse a mí con ella. "Lamento tener que dejarte aquí...", empieza.
Me quedo boquiabierta. "Oh, no. ¿Hablas en serio? Bash, vamos: ouch. Estamos CASADOS,
deberías confiar en mí". Me señalo a mí misma. "Tengo tu semen corriendo por mi pierna.
No tienes nada de qué preocuparte..."
Sus ojos se clavan en los míos. Sus cuernos apuñalan el aire cuando se inclina, apasionado
en su argumento. "¡Desearía poder confiar en ti! Eres demasiado hermosa para que me
convenza; nunca me convencerás de que otros machos no te perseguirán".
Toco con mi dedo la punta de su nariz. Un pequeño golpecito que hace que sus púas y
espinas, ya de por sí erizadas, se estremezcan. "Bien, eso ha sido suave. Insinuar que soy
una noqueadora y hacerme creer que TÚ lo crees. Ganas todos los puntos". Suelto la mano.
Bash se retira lentamente. Pero sus ojos no abandonan los míos. "¿Qué es un cinturón de
castidad?"
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 38
ISLA
Si los leggings muestran las líneas de las bragas, un cinturón de castidad no tiene ninguna
esperanza de esconderse. Lo que significa un cambio de vestuario. Lo cual, francamente,
no me disgusta demasiado. Porque ¿sabes lo difícil que es luchar contra los leggings de
compresión con una sola mano? Si realmente vamos a hacer esto, faldas y piernas desnudas
a partir de ahora.
Primero, llegamos al recinto humano para poder coger las faldas y mis pertenencias.
Entramos y salimos antes de que casi nadie esté despierto.
(Bash sugirió que me pusiera su manta ceremonial -que convenientemente se puede atar
de forma que se transforme en un vestido-, pero no quería que la reliquia del árbol familiar
con la que me apareé se estropeara, a pesar de que Bash me aseguró que está hecha lo
suficientemente resistente para los rigores del trabajo en la cantera y el polvo).
Me decido a llevar un vestido midi con un corpiño de encaje. No llevo mallas, pero sí ropa
interior. Me doy cuenta de que no me los voy a poner, pero decido que será raro ir en un
carro sin ellos.
En segundo lugar, llevamos a nuestros Narwari de vuelta a los establos, donde los sacan a
los prados para pasar el día, ya que han pasado la noche con las correas.
Luego caminamos. Es muy temprano -muy, muy temprano- cuando nosotros (y cuando
digo 'nosotros' me refiero al Rakhii que me arrastra) entramos en la cantera y nos acercamos
a pie al herrero, Cyden.
Me siento un poco rara, sin pantalones ni polainas. Y no estoy segura de cómo va un ajuste
de castidad, pero creo que Bash y yo podemos divertirnos mucho si él se relaja.
Ahora mismo está mirando a su empleado por atreverse a mirar mis espinillas desnudas.
Este día va a ser realmente interesante si Bash no puede dejar su actitud territorial. No
podemos ir por ahí cegando a sus empleados porque apenas he enseñado algo de pierna.
"Vas a confeccionar un cinturón especial para Isla", ordena Bash, sin preámbulos.
Cyden se congela con un trozo cilíndrico de hierro en la mano. Con las alas ligeramente
abiertas, sus cejas se arrugan levemente.
Digo: "Hola, Cyden. Buenos días".
"Nada de cumplidos entre vosotros", le informa Bash antes de que el hob pueda hacer algo
más que abrir la boca para devolver el saludo.
Cuando Bash informa bruscamente al macho de lo que quiere, y Cyden parece ultra
confundido, intervengo. "Es un cinturón que cubre la caja de golosinas de una chica".
Cuando los dos machos me lanzan miradas, y el hob parece más desconcertado que nunca,
añado: "Eso sería la ingle. Es un cinturón que bloquea su ingle de las cobras de la
entrepierna".
El ceño de Bash se aplana.
"Las cobras de la entrepierna son penes", enuncio con primor.
"A partir de ahora no tienes permitido burlarte de mí con tus confusos términos a menos
que tengamos privacidad", ordena Bash.
“Oooh. Parece que me estás amenazando con pasar un buen rato ".
"Lo estoy"
Le guiño un ojo. Él resopla fuego.
Cyden niega con la cabeza ante nosotros. Y murmura: "Sé lo que es una caja de golosinas,
Isla. ¿Buscas algo así?" Rebusca en un montón de lo que parece chatarra, hasta que saca
un maldito cinturón de castidad.
Lo miro fijamente, con los ojos muy abiertos. Se parece a los que he visto en las películas,
en los estudios sociales y en la clase de historia (donde nos enseñaron que eran 100%
reales, por cierto, sólo para que veinte años después nos dijeran en Ripley's Believe It Or
Not que las mujeres de la nobleza medieval no andaban por ahí con las entrepiernas
oxidadas desarrollando una seria aversión a las cerraduras y las llaves. Pero los hombres
no cambian. Si hoy en día siguen obligando a las mujeres a llevarlos en la India y en otros
lugares, los excéntricos y egocéntricos lo hacían entonces, digo yo), con una gigantesca
parte delantera de metal y unas decorativas nalgas brasileñas...
Y la entrepierna tiene dientes.
CRISTO BENDITO DE LOS GRILLOS FRITOS. ¡Hay una abertura en el coño con malditos
DIENTES DE METAL en esta cosa!
"¡Eso no es un Everlast!" Grito.
Incluso hay un protector de ano redondo con dientes de metal soldado debajo de la sección
de la mordedura de la entrepierna.
"¡Eso no es un Everlast!" Repito. Lo señalo, girando la cabeza hacia arriba para mirar al
hob. "¿De dónde has sacado esto y qué le ha pasado?"
Porque quizá lo más alarmante de todo es que... Este cinturón de castidad parece roto y ha
sido marcado con profundos cortes. La mayoría de los surcos parecen centrados en la
cintura metálica... como si algo hubiera intentado atravesarla con sus garras.
En lugar de responderme, Cyden deja el cinturón en la pila. "Volveré rápidamente", promete,
mirando entre Bash y yo antes de pasarse el pesado delantal de cuero por el cuello y
arrojarlo a un banco mientras sale.
Los ojos de Bash son de puro jade manzana cuando su largo brazo se alarga y engancha
una garra en la cintura del artilugio, levantándolo para examinarlo.
Entonces su mirada se posa en mí. "¿Te pondrás esto por mí?"
¿Has visto alguna vez un mochuelo oriental 37? Seguro que sí. Hay miles de memes de estos
simpáticos animalitos con enormes ojos asustados. Hazte un favor y busca imágenes de
búhos divertidos. Son veinte minutos de tu vida perdidos mientras te desplazas por las
imágenes, pero lo harás riendo. Porque hay pocas cosas tan emotivas en el reino animal
como estas pequeñas aves rapaces de ojos enormes. Asustados, recelosos, sonrientes, con
los ojos entrecerrados, mirando fijamente y durmiendo... es increíble lo que se "ve" cuando
se miran esos grandes ojos.
Ahora mismo, ante la pregunta de Bash, estoy mostrando la variedad 'WTF' 38 de expresiones
de búho. Sólo me faltan las súper bonitas orejas-cejas.
Pero lo que digo es, "Totalmente me pondré un cinturón de castidad por ti".
Bash debe oír la tranquilidad que claramente busca, porque veo que todo su cuerpo casi se
relaja.
Su mirada pasa del cinturón a mí. Me sorprende con una sonrisa sombría. "La idea de que
te mantengan en esto debería horrorizarme. Debería". Sus ojos vuelven al cinturón y se fijan
en el metal brillante, concretamente en la forma dentada de protección. La garantía de
hierro -ja, ja... literalmente- de que nadie pondrá su polla cerca de esa locura. "¿Pero Isla?"
Sus ojos se dirigen a mí de nuevo, el brillo en ellos totalmente extraterrestre. "No es así".
Su mirada adquiere un tono más brillante de esmeralda.
Miro desde su cara hasta la forma en que sigue sosteniendo el cinturón suspendido por
una de sus enormes garras. "Algo me dice que vamos a tener que visitar las tiendas
pervertidas cuando llegue tu cumpleaños".
Bash parece contemplativo ante esta declaración.
Cyden vuelve a entrar en el puesto de herrero y regresa nada menos que con el gato
alienígena de Mandi.
"¡OOOOH, la trama se complica!" cacareo, aplaudiendo. Mis ojos deben ser del tamaño de
un plato de comida cuando señalo alegremente las marcas de las garras en el artilugio
metálico. "Oh, gatito, ¿has arañado a alguien con eso?"
37
38 Es un vulgarismo inglés que significa «What the fuck». Muy frecuente en la Red para expresar
asombro o desacuerdo, significa «¿qué diablos?», «¿qué demonios?», «¿pero qué me estás
contando?»...
∗∗∗∗∗∗∗
Así es como me encuentro de pie con un trozo de mi vestido metido dentro de mis bragas
para desnudar mi trasero mientras el hob del herrero mantiene su cara desviada de mí
como si yo fuera musulmana o él fuera amish o todos fuéramos victorianos y yo mostrara
una parte indecente del tobillo.
Bash tiene el resto de la falda de mi vestido recogida y apretada en su puño.
Su propiedad me está sirviendo. Pero cuando miro por encima del hombro hacia él, veo que
Bash tiene la expresión de felicidad de un trueno.
"Intenta sonreír", le digo. "¿No debería esto hacerte ilusión?".
Bash levanta el cinturón en su mano, su garra golpea el borde biselado que se ajustará a
mi cintura. "Esto es afilado". Frunce el ceño. "Empiezo a entender los fuertes sentimientos
de Jabari".
Mis ojos se desorbitan. "¿El gato de Mandi se llama Jabari?"
"Sí".
"¡Qué GUAY! Nunca nos habla cuando intentamos acosarlo para obtener información y
Mandi es igual de hermética". Estoy encantada con este dato. "Estoy deseando contárselo
a Gracie".
Bash exhala humo e ignora nuestra continua fascinación por Jabari y Mandi. "Por suerte,
como he mencionado antes, Cyden es un artista con los metales. Confío en que hará su
ajuste tan fino que ni un solo borde de metal surcará tu piel".
"Gracias".
Bash gruñe y pasa sus nudillos por mi espalda.
Muevo el cinturón por los muslos y alrededor de las caderas para ver qué hay que ajustar,
y Bash tiene que bajarme la falda para poder usar sus dos manos para doblar la cintura
metálica hasta que pueda cerrarse bien. En algún momento, se ha torcido bastante, y
necesita que Bash la ajuste. Lo bajamos por mis pantorrillas y me ayuda a salir de él.
Cuando el dobladillo de mi vestido está sobre la parte superior de mis rodillas en lugar de
dentro de mi ropa interior, Bash le dice al hob "Está vestida. Toma esto". Le empuja el
cinturón de tamaño. "Sujétalo aquí", indica el punto doblado, "y le quedará bien". Mira
fijamente al hob lo suficientemente fuerte como para gorgonizar al macho.
mano se desliza por mi vientre desnudo hasta que sus dedos se enroscan todo lo que pueden
sobre el reborde del cinturón, intentando encajar con fuerza entre mi vientre y el metal que
me tiene atrapada para él y sólo para él.
No cabe. No lo suficiente como para tocarme.
Amando la oscura emoción en su cara, sonrío. "Es 'cállate', (shut up) ¿recuerdas?"
Las pupilas de Bash son enormes mientras tira lentamente del cierre que asegura la parte
delantera de mi cinturón. "Ahora mismo, no me importa".
Y con eso, suelta el candado, que hace ruido al conectarse con mi nueva ropa interior.
Realmente estoy haciendo esto.
Estoy usando un cinturón de castidad.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 39
ISLA
Mi trasero se siente muy pesado.
"¿Este cinturón de castidad hace que mi culo parezca grande?" Le susurro a Bash.
Me lanza una mirada de desconcierto y no susurra. "No. No seas ridícula".
Cyden nos ignora y clava el boceto final en la pared de su espacio de trabajo. "Te avisaré
cuando el cinturón personalizado de tu diseño esté terminado".
Bash mueve la barbilla en señal de reconocimiento y me coge la mano.
Cyden hace un gesto hacia el cinturón que sólo queda oculto por mi vestido si el material
no se adhiere a él. Se adhiere mucho, y descubro que los ojos de Bash están pegados a mí
como si deseara tener visión de rayos X, pero agradece tener al menos esta visibilidad. "En
cuanto a ese, puedo intentar pulir más si quieres que desaparezcan las marcas de las
garras, pero los surcos son bastante profundos. Va a llevar tiempo..."
"Fuera", le ordena Bash.
Cyden levanta las cejas. Sin decir nada, acostumbrado desde hace tiempo a la cortesía de
su jefe, se quita los guantes y sale del edificio.
Bash se pone de pie frente a mí. Tiene un brillo perverso en sus ojos, lo suficientemente
caliente como para derretirme por dentro.
Lentamente, sosteniendo mi mirada todo el tiempo, se arrodilla.
Sí. Esto lo hace por mí. "Creo que soy pervertida", le admito.
"Sea lo que sea, lo quiero", comparte Bash. Agarra la llave de mi castidad y me mira con
una nueva clase de hambre.
Un regocijo descarado se apodera de mi rostro. "Ohh, esto te va a volver loco".
Me clava una mirada, sus ojos son fieros. Mientras tanto, acaricia mi llave
antipromiscuidad. Es un gran número esquelético de color ámbar y dorado, y lo tiene
agarrado entre el pulgar y el lado de su dedo. Su pulgar está a punto de pulirlo, con ese
lento frotamiento que está haciendo.
"¿Debo dejarlos solos?" Le digo, señalando la llave.
Bash me mira la cintura. A la altura de mi cinturón de maravilla. "Quiero estar a solas
contigo".
Le paso el brazo por el cuello. "Pero", aplasto las púas de su cabeza cuando pongo
cuidadosamente mi mejilla sobre ellas, mi nariz chocando con el interior de la base de su
cuerno, "tenemos que ponernos a trabajar".
Sigue una rápida sesión de marcado de olor primario, y casi me hace cambiar de opinión
sobre empezar a trabajar a tiempo, pero tengo objetivos.
No puedo esperar a contarles a mis amigas todo lo que se han perdido.
Bash me abandona con una última caricia en mi culo de hierro justo a tiempo para que
comience la jornada laboral. Las mujeres van entrando en la cantera y yo empiezo a saludar
a todas mis amigas salvajemente.
Gracie me sonríe, Angie me saluda, Callie me saluda, Mandi me saluda, todo muy bien,
pero Jonohkada va -como siempre- detrás de Gracie, y también me saluda.
Un escudo cae delante de mis ojos.
Es la mano de Bash.
"Oye", le doy un ligero manotazo. "Tienes mi culo cubierto, ¿es realmente necesario que me
pongas anteojeras a mí también? Tengo algunas líneas que no se pueden cruzar".
"¿Pestañas?" pregunta Bash, permitiéndome despegar sus dedos y arrastrar su mano hacia
abajo. Me deja mantener el control de su mano sólo hasta que llego a la altura de mi pecho.
Una vez que su mano está a la altura de las tetas, su muñeca se retuerce y su palma de
repente me está cubriendo. Voy a poner fin a esto, muy pronto, solo necesito un minuto.
Me encanta la fiebre posesiva que se ha apoderado de mi alienígena.
Nunca he tenido un chico que se preocupe tanto.
Mientras tanto, todos los que se reúnen para trabajar nos observan como suricatas 39
aturdidas. Los muy entrometidos. Angie dice: "¿Significa esto que Bash está de buen
humor... o de humor para matar?"
"Es un Rakhii", dice Gracie, como si esto fuera una respuesta.
Inclino la cabeza para mirar a Bash. "Hablaré contigo más tarde". Mi plan era tenerlo
conmigo cuando compartiera las buenas noticias, pero no quiero que pisotee a Jonohkada,
así que tengo que espantar a Bash a donde sea que esté planeando romper la roca hoy.
"¿Dónde vas a trabajar?"
"Justo a tu lado".
"¡Awwww! Qué dulce eres!" Todos los sentimientos. "Bueno... ¿qué tal si te vas y me reúno
contigo muy pronto? Necesito como quince minutos para tener una charla de chicas. Seré
rápida".
39
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 40
ISLA
Salto a mi pandilla de amigas humanas. No es fácil hacerlo cuando un par de kilos de metal
cuelgan pesadamente de tus bollos. "¿Adivinad qué?"
"¿Qué?", repiten cinco voces obedientes... bueno, obedientemente. Laura y Crispin se
acercan, haciendo que mi círculo de amigos preocupados sea de siete. Cuando Beth se
acerca corriendo, son ocho más su pirata.
"¡Me han secuestrado!" cacareo. "Mi Rakhii se fugó totalmente conmigo, fue genial".
"¿Sí?" Gracie sonríe enormemente. "¡Bien por ti!" Pero frunce el ceño mientras mira por
encima del hombro en dirección a Bash. "Huh. Hubiera pensado que estaría más relajado
después de que le hayas golpeado los sesos".
"Dale tiempo", le digo.
"Esto es lo más raro para felicitar, pero ¡felicidades por haber sido abducida por un
alienígena!" grita Angie.
"¿Y qué pasó?" pregunta Mandi. Su mirada se dirige a Bash, que está martilleando con la
hoja de un pico en la pared de la cantera mientras me mira fijamente. Prácticas de trabajo
inseguras, tal vez; acosador, seguro; pero dulce.
Aplaudo mi pierna con alegría. "Entra ahí, doma a ese alienígena, dijiste. Bueno chicas,
¡nos hemos casado!"
A mi anuncio le siguen exclamaciones de sorpresa y más felicitaciones por nuestro feliz
matrimonio.
"Siéntate", dice Gracie dando unas palmaditas en la piedra de al lado. En el trono de Bash
hay suficiente espacio para que quepan nuestros dos traseros. "Cuéntanos todo sobre..."
Mi trasero cae a su lado, deteniendo sus palabras.
"Ay", me río. "Y sí, te diré..."
"Me vas a contar por qué tu culo acaba de chocar", dice Gracie, mirando por debajo de mi
culo como si no pudiera creer lo que acaba de oír. Alarga la mano y presiona mi cadera,
haciendo que la tela del vestido se amolde a mi cinturón por debajo. "¿Qué llevas, Spanx de
metal?"
"Bubashuu tiene algo de desconfianza", agito la mano, "así que asustó a Cyden para que...".
"¿Quién es Cyden?" pregunta Callie.
"Un hob", contesta Jonohkada desde al lado de Gracie. "Es el herrero de aquí". Sus ojos
están atentos a mí, su cara se mantiene en una mueca de dolor mal disimulada, la forma
en que una persona mira cuando sabe que está a punto de escuchar acerca de un espantoso
accidente de coche que su amigo soportó durante una tormenta de nieve súper mala.
Gracie vuelve a mirar al alienígena felino que sigue mirando antes de volver a mirarme a
mí. Una mitad de su boca se levanta. "Me está quedando claro que será mejor que
cambiemos de canal".
"Maldita sea. Bien". Agito la mano. "Bash tuvo un momento, me ofrecí a llegar a usar un
cinturón de castidad si eso le daba la tranquilidad de que no iba a tirar por la borda mi
relación duramente ganada con un maestro de cantera gruñón cuando inevitablemente me
enamorara perdidamente de una docena de hobs".
Las alas crujen cerca, señal reveladora de que los hobs están escuchando y acaban de
interesarse. En este caso, espero que bien advertido. No estoy interesada y si Bash los
encuentra tratando de interesarme, les pateará el trasero con alas o hará algo peor. Me
viene a la mente el hermano del compañero de Tara (el Rakhii que estranguló a los trece
hobs).
"De todos modos, ahora estamos casados, tengo una pulsera de tobillo personalizada para
mantenerme encadenada a la cama, llevo un pañal metálico de compromiso, él agarra la
llave de mi deseo y me arrastra detrás de su trono para renovar mi compromiso... o lo
haremos. Con frecuencia". Sonrío sólo de pensarlo. "Todo está bien". Echo un vistazo a
todos rápidamente y añado: "No caminéis detrás de su silla si no queréis un espectáculo".
Las caras de todos son una mezcla de sorpresa atónita y algo de horror.
"¿Hablas en serio de la cadena del tobillo?" Angie se queda boquiabierta, mirando mis pies.
"Deja de mirarme. Ahora mismo no la llevo puesta. Evidentemente, no la llevo para
trabajar". Pongo los ojos en blanco.
La sonrisa de Angie es divertida. "Oh, claro. Evidentemente".
Asiento con la cabeza. "Pero sí, estamos en esto hasta el final. Cadenas de cama y castidad.
Sexo fuera de serie. Todo está bien. No puedo recomendar lo suficiente el matrimonio con
un Rakhii".
Mis amigas se quedan boquiabiertas y con los ojos muy abiertos.
"Oye, no juzguéis. Así es como lo hacemos. Hacemos que funcione", insisto.
Callie, extrañamente, empieza a sonreír. Cuando le dirijo una mirada de desconcierto, todos
se giran para ver a quién estoy mirando, y luego todos la miramos a ella. "Oye", dice a la
defensiva, con manchas brillantes en las mejillas, tan rojas que hacen juego con su pelo,
"no hace falta que todos me mireis así".
"Entonces no sonrías así", señala Gracie.
Callie resopla y trata de ocultar su cara detrás de su adorable hijo, al que hoy lleva en un
arnés de bebé en la parte delantera. Me pregunto si papá Zadeon siente que ha perdido
algo. Le doy cinco minutos antes de que esté aquí y sea el Rakhii que manosea a su mujer
y/o roba a su hijo. "Estaba pensando que, por fin, Z no será el único que lleve algo tan
embarazoso como mi ropa interior".
Gracie sacude la cabeza. "No es lo mismo".
Mira hacia abajo, no hacia mi entrepierna, donde todas las demás no sienten vergüenza de
mirar. Ella tiene más bien una mirada hacia adentro. "Sí. Qué suerte".
"Definitivamente me siento afortunada. Las pequeñas protuberancias de la lengua de Rakhii
son un buen toque".
Jonoh hace una mueca.
"Seguro que lo son", canta Gracie.
Laura deja caer su trasero sobre una roca cercana, moviéndose, poniéndose cómoda. "¿Qué
protuberancias en la lengua?" Su compañero, Crispin, le lanza una mirada divertida -que
ella devuelve con una brillante sonrisa- y luego vuelve a murmurar con Dohrein, con quien
mantiene su propia discusión privada no muy lejos de nosotros. Aunque está claro que no
es tan interesante como nuestra discusión. Tenemos todas las miradas.
"Los Rakhii tienen nódulos de placer en la lengua", dice Jonohkada, y aprovecha la
oportunidad para dar la vuelta a su tableta y tocar hasta que vemos un holograma de primer
plano de los nódulos de la lengua de un macho Rakhii, o eso dice la imagen, que se encarga
de traducir Jonoh para nosotros. "Muchas Gryfala han sido conquistadas por una sesión
oral con un posible Rakhii", añade informativamente.
Todas parpadeamos ante eso.
Mandi rompe el silencio. "Cuando hace calor fuera, vas a sudar en el cinturón. Es una
mierda", ofrece, claramente desde un pozo de experiencia lamentable.
"Gracias por el aviso", digo con ligereza. Y me pongo de pie, conteniendo una mueca, ya que
esa breve sentada provoca una desagradable... adherencia. Qué asco. Hay que
acostumbrarse a tanto en tan poco tiempo. Bash tiene la suerte de que soy bastante
eficiente a la hora de adaptarme a hacer las cosas de forma diferente a lo habitual. ¿Pedí
diamantes de boda extravagantes? No lo hice. ¿Dejé que me pusiera un kilo de metal batido
en el culo? Sí, lo hice. Estoy ganando en esto de la pareja de locos-Rakhii. "Muy bien,
señoras y señores", añado, recordando incluir a un claramente feliz-Jonohkada. "Es hora
de ponerse a trabajar antes de que mi nuevo marido arruine su disco de Contador de
Llantos. Está muy orgulloso de ello".
El marido de Beth, Ekan, está de repente al lado de Beth, ayudándola galantemente a
levantarse de la roca en la que ha estado encaramada. El gato de Mandi se adelanta
silenciosamente, y al principio parece que la está mirando con desprecio, pero luego me doy
cuenta de que sólo es su cara. Tiene una cara de hombre gato enfadado, o al menos una
temible cara de desaprobación. Le ofrece a Mandi su mano en forma de pata, y ella la coge,
y él se abalanza sobre ella y la besa.
Delante de todos, sin más.
Todos perdemos la cabeza.
Es como cuando ibas a un partido de béisbol (antes de que pagaran a los actores para que
hicieran escenas en la gran pantalla), y veías que la cámara de los besos se posaba sobre
una pareja que se veía muy linda junta y esperabas que sucediera algo salvajemente
romántico, y entonces sucedía.
"¡Ahhh, este es el mejor día!" chillé, emocionada.
Gracie me choca los cinco y le choca los cinco a un sorprendido Jonoh antes de que Dohrein
se interponga entre ellos y sus alas hagan retroceder a Jonoh.
"Awww", murmuramos algunas chicas cuando Jonoh cede y levanta las manos en señal de
rendición.
"Lo siento", dice Gracie a su compañero y a Jonoh. "No estaba pensando".
Dohrein nos lanza una mirada de advertencia, como diciendo No os compadezcáis de él.
"Imagina por un clic que Jonohkada tiene una mujer y que tu compañera acaba de chocar
los cinco delante de ti".
"Mátalo, entendido", digo.
Gracie me da una palmada en el hombro.
"Quiero decir en el escenario", aclaro. Me inclino alrededor de Gracie y saludo a Jonoh. "No
me refiero a ti, ¿sabes?".
Jonoh me da un asentimiento sencillo. "Por supuesto".
Me vuelvo hacia el Hombre-Gato-que-no-se-llama y Mandi. "Pero shh, shh, ¡volvemos a
nuestro canal favorito!" Me doy una palmada en el muslo, animándoles, sonriendo. Callie y
Angie se unen, y también Jonoh, porque realmente es increíble. Las manos de Gracie están
atrapadas entre las de Dohrein, pero sé que está aplaudiendo en espíritu, incluso cuando
su hob le pone ojos de "te voy a follar muy fuerte luego" por atreverse a hacer contacto con
Jonoh. Y es justo: Dohrein tiene razón.
Mandi pone los ojos en blanco y su mano libre se levanta, creo, para mostrarnos un dedo,
pero su gato la atrapa por esta muñeca libre y la hace no libre. De repente, vuelve a tomar
su boca: le muerde los labios, la besa, le chupa la cara en la muestra más caliente de PDA40
alienígena-humano que he visto en todo el tiempo que llevo aquí, y hay que saber que estos
alienígenas no son tímidos a la hora de mostrar a todo el mundo cómo aman a sus mujeres.
(Dohrein y Gracie, en particular, tienen fama de retozar en público, ya que él simplemente
cierra sus alas alrededor de ella para que tengan semiprivacidad. Unos tortolitos traviesos.
Sin embargo, es dulce verlos tan enamorados).
Me llevo la mano a la boca para animar a todos los demás, que están muy contentos de ver
a esta pareja por fin en público, pero Gracie se opone a mí.
Me sorprende tanto -y me asombra tanto, en realidad- darme cuenta de que no está
animando con todos los demás, que se me cae el brazo. "¿Estás bien?" Saludo con la mano
para indicar a la pareja que se exhibe ante toda la cantera. "El programa de Mandi y Kitty
Cat es como tu canal personal. ¿Por qué no te vuelves loca por ellos?"
Gracie apenas les dedica una mirada. "Estoy encantada por ellos. De hecho, este es el
segundo episodio que veo hoy".
"¿Qué? Cuéntalo".
"Más tarde", promete mientras la gente que nos rodea sigue aplaudiendo, y oigo claramente
el rugido furioso de mi maravilloso marido. No presto la suficiente atención para oír lo que
ordena, porque me imagino que consiste en Poneros a trabajar u os mato a todos, o algo
igualmente motivador por lo que recibiría una demanda si estuviéramos en la Tierra. Nos
ponemos de pie, y yo giro mi cuerpo en su dirección, con la intención de unirme a él, pero
antes tengo que escuchar esto. Porque ¿qué puede ser más absorbente que Mandi y su
hombre? Gracie también ignora los primeros rugidos de Bash, rascándose el cuello de una
manera extrañamente nerviosa. Una manera inusualmente nerviosa. "Pero ah... déjame
ponerme en modo mamá contigo por un segundo caliente. ¿Estás segura de que... Bash ha
superado su Gryfala?"
Kitty Cat Show en pausa, Bash va a matar a cualquiera que siga aquí si no nos ponemos
todos a trabajar, y Gracie está nerviosa por...? "Su..." Sacudo la cabeza. "Por supuesto que
lo ha hecho. Tuvimos ese corazón a corazón antes de que me llevara a aparearse".
Gracie me observa con el rabillo del ojo y la forma en que lo hace hace que se me encoja el
estómago. "Entonces... ¿sabes quién es la dueña de su cantera?"
Parece que el tiempo se detiene.
"¿Perdón?" Me las arreglo a través de un esófago apretado. Ni siquiera puedo tragar. La
acción se detiene, haciendo que mi saliva cuelgue en el fondo de mi garganta como una
nuez líquida enfadada. O una naranja. Arde como un ácido cítrico y siento la garganta más
ahogada que por una simple nuez.
Los ojos de Gracie se disparan más allá de mí, luego vuelven a dirigirse a los míos y termina
rápidamente: "No te asustes, pero quizá pregúntale si ha superado a su jefa".
Respiro; me ahogo con mi saliva.
Gracie hace una mueca. "Mi suegra Gryfala mencionó que no estaba contenta de pagar los
altos honorarios de la cantera de piedra de aquí, así que ha mandado a sus hobs a
parlamentar con la hembra que es dueña de todo esto. Mi suegra Gryfala espera comprarla.
Entonces ella será la dueña de cada trozo de roca con el que construirá nuestras jaulas, y
entonces será la jefa de Bash. Estaba un poco preocupada por seguir adelante con este plan
hasta que se enteró de que finalmente estaba interesado en una humana. Ella ha estado
esperando con el ejército de mujeres que traigo aquí para trabajar la roca, que una
finalmente voltee su mirada. Ella pensó que él no querría transferir su empleo a alguien
que no fuera la Gryfala que él… él uh… ”Ella hace una mueca y me lanza una mirada de
preocupación. "Bueno, te transmitiré tu estado de Unida. Eso hará que mi SG 41 se sienta
muy feliz de escuchar, siempre y cuando signifique que su lealtad está sólidamente rota".
Se muerde el labio y hace una mueca genuinamente esperanzada para mí.
41 Suegra Grifala
No puedo responder.
No. Nooo. La Gryfala que le jodió la cabeza, la mujer que es al menos una gran parte de la
razón por la que Bash se siente lo suficientemente inseguro como para que mi virtud sea
en este mismo momento custodiada por bragas con dientes... Ella es la señora de su Maestro
de la cantera.
(En aras de la imparcialidad, puede que también esté ataviada con bragas metálicas por la
sencilla razón de que Bash es un pervertido. Verlas en mí le puso muy cachondo).
Aún así. La mujer supuestamente hermosa (porque todas las Gryfala son locamente
hermosas), exitosa (porque todas son increíblemente exitosas) y brillante (son genios, todas
ellas) que es tan sorprendente en la cama que tiene un harén de hombres dispuestos a
compartirla antes que dejarla resulta ser la ex amante de mi marido y es su actual
empleadora desde hace mucho tiempo.
Dios mío. Y pensar que mi mayor preocupación hace siete segundos era qué iba a hacer si
me picaba detrás del cinturón.
Pero Gracie tiene razón: no te asustes. ¿Qué hay para que me sienta preocupada,
amenazada e inferior?
Bah, seamos realistas: ¿qué hay en esta masa de galletas de la crisis que no deba sentirme
amenazada/preocupada/inferior?
Esto es como todos los peores escenarios de la historia. Y un cliché romántico. Encontrar
al extraterrestre de tus sueños, desgastar sus recelos sobre toda tu especie, llegar por fin a
un final feliz... sólo para descubrir que su carácter de gruñón abrasivo podría ser por seguir
apegado a su ex, que ha tenido los hilos de su marioneta en sus manos todo este tiempo y
yo no tenía ni idea... ¡MALDITA SEA!
En realidad, soy consciente de que Dohrein está atrapando a Gracie con sus alas y
rescatándola del camino de la guerra de Bash. Sólo que ni siquiera veo que esté en pie de
guerra. Quiero decir, claro, puedo ver que está merodeando hacia mí como la bestia sexy
que es, pero de repente me siento tan desgraciada que apenas puedo apreciar la visión.
Su áspera mano rodea mi cara con la más tierna preocupación. Su voz podría atravesar la
piel de un rinoceronte cuando gruñe: "¿Qué te ha dicho esa bestia infernal pesada como un
cachorro?".
"Es a mi compañera a la que estás menospreciando", advierte Dohrein.
"¿Acabas de llamarla cachorro-pesado?" pregunto, horrorizada de forma distraída.
"Esa criatura de los bajos fondos, tan bocazas, va a soltar una camada cualquier día",
explica Bash, sus verdes puros y penetrantes buscan en los míos con una preocupación
casi frenética. "¿De qué otra forma quieres que me refiera a su estado y qué ha hecho para
molestarte?".
Levanto la mano y le rodeo la muñeca. No lo alejo a la fuerza de mi cara, simplemente me
aferro a él. "No fue Gracie".
Los ojos de Bash parpadean y lanza una mirada de desprecio a todos los que están cerca
de nosotros. "¿Quién entonces?" Las llamas salen de sus labios. "¿Dónde está ese
Jonohkada?"
El gruñido de Gracie es despiadado. Dohrein tiene que hacerla retroceder más. "¡Oye!", le
gruñe a Bash. "¡Déjalo en paz! No ha hecho nada".
La cola de Bash se interpone entre ella y yo, como si su cola fuera un campo de fuerza que
detuviera su influencia. Excepto que ella no está tratando de ejercer su influencia; está
tratando de exonerar a su inocente amigo. Mi compañero es el juez y el jurado loco y me
temo que estaría demasiado feliz de ser un verdugo también. "Jonoh no me ha molestado",
gimoteo. "Por el Papa, deja al pobre hombre en paz".
Mi defensa de Jonohkada no pone a Bash de un humor más alegre o menos propenso a
matar a alguien. Su mirada abandona la mía para mirar acusadoramente a su alrededor,
como si fuera a encontrar a ese simpático pasatiempo y fuera a utilizarlo para desahogar
alguna frustración.
"Gracie, esconde a Jonoh", le advierto y me acerco para agarrar a Bash por la oreja.
"Mírame. Concéntrate en mí ahora mismo. ¿Quieres saber por qué estoy flipando?"
"Ilumíname", responde, con todos sus afilados dientes brillando peligrosamente.
"Vale, todo el mundo, vamos a darles privacidad", oigo decir a Angie.
"El espectáculo ha terminado", añade Mandi. Luego sisea en un susurro que, si yo puedo
oír, sé que Bash también puede: "¡Jonoh, sigue a Gracie!".
"Estoy aquí para mi turno de cantera", le dice él, adorablemente desconcertado. Por el
rabillo del ojo, veo sus alas caer lentamente al suelo, como globos que se desinflan en forma
de coloridas alas de murciélago. "Si me voy, llegaré tarde".
"Bash te va a matar si no te vas de aquí", le susurra.
"Oh, ya veo", dice Jonoh con satisfacción. "En este caso, prefiero la opción de la tardanza".
"¿Verdad? Vete, chico", le ordena ella.
La cola de Bash me rodea el codo. No me tira del brazo para que pueda cargar contra cierto
aficionado despistado, pero me pregunto si lo estará pensando.
"La información me ha molestado", le digo.
Sus ojos se vuelven un poco menos asesinos y se centran más en mí, y se vuelven más
confusos que nada. "¿Qué información podría alterarte?".
Todavía le sujeto la oreja. Lo dejé ir, pasando mis dedos por la parte de atrás con suavidad.
Debe hacerle cosquillas, porque le da un golpecito, chocando con mi mano dos veces, pero
no con fuerza. Solo reflexivamente. “Bash, ¿tu ex es dueña de tu cantera? ¿Ella todavía te
visita? Siento que mis ojos se agrandan a medida que se me ocurren escenarios horribles,
nacen como huevos diabólicos que instantáneamente se incuban, eclosionan y florecen en
un pus alienígena verde ácido que comienza a devorar mi mente. Escenarios como el sexy
jefe a la hora del almuerzo, los grandes y musculosos trabajadores de la cantera, y pagar a
Bash 'debajo de la mesa'. Demonios, encima de la mesa también, ¿por qué no?
Su brillante, hermosa y súper sexy Gryfala.
No es de extrañar que todavía esté tan desordenado en su espacio mental. Ella nunca le
dejó.
"¿Qué," pregunta Bash, confundido, "¿Qué significa exdueña?"
Intento tragar más allá del nudo en la garganta. Mis ojos intentan gotear un poco. "No
exdueña... es tu ex dueña".
Bash empieza a parecer frustrado y exasperado. "¿Mi qué?"
"Tu ex... tu..." mi voz se quiebra, haciendo que Bash se sacuda hacia atrás, "¡tu ex-Gryfala,
Bash!"
"¿Mi...?" Se levanta, frunciendo el ceño. Me coge del brazo, ahora con la mano. Su cola no
se separa de mí. Comienza a arrastrarnos, pero para mi sorpresa, no nos dirigimos en
dirección a la pila de rocas más cercana.
"¿A dónde vamos? ¿No estamos trabajando?"
"Vamos a arreglar este problema de comunicación entre nosotros", dice con firmeza. Como
si de alguna manera, si cambiamos la forma en que escuchamos la realidad/las palabras
del otro, mejorarán nuestras circunstancias.
A todos los demás en la cantera, les grita: "¡SEGUID TRABAJANDO! Y no os acerquéis a ese
Contador. Isla no llorará por mi causa, y si veo que mis números se han ido, ¡os asaré en
llamas hasta el último de vosotros!"
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 41
BASH
(Contador de llanto: Espectacular)
Llevo a Isla a los Na'riths. Si alguien puede arreglarla, este grupo tendrá el equipo. "Cambia
el traductor de Isla para que me hable en gryph. No más de este humano a gryph. Es mi
compañera y apenas podemos conversar; no tiene sentido".
"Eso no es culpa de la tecnología", dice el pirata, sonriendo. "Eso es el matrimonio".
"Qué gracioso", gruño.
El Na'rith hace ajustes en mi traductor en lugar de en el de Isla, debido a que el proceso
tiene la posibilidad de ser doloroso. Así, en lugar de que ella hable mi lengua materna,
recibo una descarga de palabras y frases más humanas y otros datos confusos que, con
suerte, se resolverán por sí solos cuando tenga discusiones con mi compañera.
Volvemos a la cantera. Observo cómo Isla se vuelve tensa con el silencio. Es comprensible
que ver a mi compañera alterada me altere. Desgraciadamente, me dice que necesita tiempo
para pensar y me dice que quiere trabajar primero antes que sacar este tema.
En cualquier otro día, en casi cualquier otro momento, aprobaría que se lanzara a una
tarea. Pero quiero que se dedique a arreglar lo que está tan mal entre nosotros.
Cuando le pido a Isla que se aparte y le digo esto, me asegura que trabajaremos en ello,
pero que primero debo dejarla pensar.
Pensar. ¿Pensar? ¡Estoy perdiendo la cabeza! Pero la dejo estar. La miro fijamente, pero
hago todo lo posible por no agobiarla, y mi compañera, que habla casi sin parar, se retira a
buscar la soledad en sí misma.
Mi ira se vuelve más oscura que el núcleo púrpura de la medianoche de nuestro planeta.
He oído decir a las humanas que sus "sentimientos" pueden "desangrarse" sobre los demás
cuando están de mal humor. Mis emociones no sangran, pero las humanas que me rodean
casi lo hacen.
Las humanas se ponen nerviosas, no saben por qué estoy gruñendo más de lo normal, y se
ponen más nerviosas cuando empiezo a gritarles. "No-tevek no, no te atrevas a llorar que
no estoy enfadado contigo ¡CRITE he dicho que no estoy enfadado! DEJA DE LLORAR
AHORA MISMO!"
"Bash, whoa, whoa", Isla trata de apartarme, pero lo hace aún con la mirada perdida, me
enfurece. Tengo una vocación que es físicamente exigente, una que ha perfeccionado mi
cuerpo, me ha construido de manera que no hay casi nada que no pueda levantar o
aplastar. Sin embargo, toda la fuerza del mundo no puede ayudarme a levantar, arrastrar
o arreglar lo que sea que esté molestando a mi amada compañera. "Isla", gruño. "Te ruego
que me hables. ¿Qué es lo que te hace estar triste?"
Isla mira alrededor de la cantera moviéndose hacia sus nerviosas amigas, o lo intenta. La
atrapo con mi cola y la aprieto contra mi parte delantera, atándonos con ella a los dos.
"No hablemos de esto aquí", insinúa, con los ojos sin encontrar los míos.
"Teveking de acuerdo", digo, y aflojo la cola sólo para poder levantarla y pasarla por encima
de mi hombro. Mis espinas dorsales golpean contra mi espalda casi con anticipación. No
están llenas; ahora no corre el peligro de ser apuñalada por ellas y, por lo tanto, de ser
golpeada con su toxina. Incluso coge una en su mano para hacer palanca mientras se cuelga
boca abajo.
"¡Bash!", grita, y luego se ríe.
Mis hombros se relajan al escuchar su sonido de felicidad. Esto hace que el nivel de su
cuerpo baje hasta que se posa debajo de mi oreja. Me ajusto para agarrar sus caderas y
acariciar su trasero cubierto de metal. Se me pone dura.
El puño de Isla aprieta la espina dorsal que tiene agarrada. "Um, ¿baby? ¿Podrías no
acariciar mi trasero? Al menos espera hasta que estemos en la batcueva y podamos hacer
algo al respecto..."
"¡OYE TÚ!" Bramo, contento de que los oídos de Isla estén a salvo de mis gritos con ella a
mi espalda. "¡Aléjate de esa pared! He sido suave con todas vosotras y vuestras lágrimas, si
habéis derramado alguna, ahora no cuentan. Isla y yo nos tomamos un breve descanso. El
resto de vosotras debéis hacer lo mismo. Y sabed esto: si vuelvo con un cero en mi contador,
¡os golpearé a cada una de vosotras que pueda conseguir!"
"No creo que el sexo regular lo esté suavizando como pensabas", le susurra Mandi a Gracie
en unos decibelios lo suficientemente altos como para que toda la cantera pueda escuchar.
Gracie ni siquiera intenta susurrar. Vuelve a decir: "Dale a Isla la oportunidad de trabajar
con él. Veamos cómo está cuando vuelva".
Un gruñido punzante brota de mi pecho, pero Isla me da unas palmaditas en la espalda,
junto a mis espinas hinchadas. "Déjalas. Estoy lista para hablar".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 42
ISLA
Es una caminata rápida y tranquila de vuelta a la cueva... no es que lleguemos allí. Estoy
tan tranquilo que Bash no tiene ganas de esperar en la intimidad de su casa, y a mitad de
camino por la meseta, cambia de dirección y me lleva al establo de los Narwari en lugar de
llevarme a la vieja cantera.
Entra conmigo y ordena: "Fuera", a los mozos que están limpiando los establos.
Se van.
La mano de Bash tira de la mía y miro hacia arriba para encontrarme con su mirada
preocupada. "Isla, háblame. ¿Qué te tiene tan infeliz?" La parte de su cola justo detrás de
sus cuchillas forma un bucle suave y acaricia con cuidado a lo largo de un lado de mi cara.
"¿Quién te da órdenes?" Yo le pregunto.
"Tú, no"
A mi pesar, sonrío. Sin embargo, es triste. "Dame tiempo. No llevamos mucho tiempo
casados. Y me refiero al trabajo".
Él frunce el ceño. Luego frunce el ceño más aún. "Si quieres que admita que debo recibir
órdenes de Gracie..."
“No, ¿quién es tu jefe habitual? ¿Quién es el dueño de tu cantera?
Ahora toda la cara de Bash, cubierta de escamas, se cierra como una persiana. "Cessilla".
Cessilla.
Su mandíbula funciona y dice más suavemente: "Una Gryfala llamada Cessilla".
"¿Es ella la que amas...?"
"Sí"
Ow, ow, ow. "Oh" Su nombre es incluso hermoso. Un nombre de perra cruel y hermosa. Y
utilizo ese término en la definición más positiva: ferozmente inteligente, exitosa, realizada,
femenina y poderosa. Una perra adecuada.
Ya sabes, yo no.
"Isla, ¿por qué te molesta esto? ¿Es porque es la dueña de nuestra cueva?"
Le miro boquiabierta.
Sus orejas se inclinan hacia atrás y lame sus afilados dientes con tristeza. "Ah, ya veo. No
sabías que debías estar insegura por eso".
"¡No!" Grito. "¡No lo sabía!"
Bash me atrae hacia él, con su mandíbula dura contra la mía y sus escamas raspando el
costado de mi cara. "No tienes nada que desconfiar. Sí, es la dueña de la cantera, y sí, del
terreno en el que está nuestra cueva. Si crees que una Gryfala entraría ahí, no conoces a
las Gryfala. Ellos aman su cielo, lo necesitan. Y creo que es importante señalar que para
cuando me mandó salir de su colonia, yo no quería que pusiera un pie en mi territorio. Ni
ningún territorio mío".
Dejo que me abrace hasta que se me quitan las ganas de gritar. Entonces me retiro para
mirarle a los ojos. "Si me empleara mi ex amante, el antiguo amor de mi vida..."
El gruñido de Bash podría pertenecer a un tigre de dientes de sable. Sus labios se curvan
hacia atrás y sus ojos brillan peligrosamente. "Ya veo. Debes matarla".
Me río débilmente. "Yo no iría tan lejos..." Sólo necesito que dejes tu trabajo y te traslades a
una nueva cueva en la que tu antiguo amor no tenga ningún control.
"¿Isla?" Vuelve a hacer un bucle con su cola y la presiona bajo mi barbilla, inclinando mi
cabeza hacia arriba hasta que nuestros ojos se encuentran.
La agarro con suficiente fuerza como para sentir que sus escamas se imprimen en el interior
de mis dedos. "¿Sabes cuándo necesitabas encadenarme a la cama y ponerme bragas
antideslizantes?"
"¿Sí?"
"Ahora soy yo la que se está volviendo loca y necesita que la tranquilicen en serio".
Bash me mira fijamente como si los dos no pudiéramos compararnos. "Isla, no has visto
cómo te miran los otros machos..."
"Soy extraordinariamente normal. No hay nada en mí que pueda compararse con..."
El intenso ceño de Bash no es de indignación, sino de confusión, y me obliga a reformularlo.
"Que pueda competir con tu amante", le explico.
"NO con mi amante", suelta Bash. "Amor no era para lo que Cessilla me mantenía. Cualquier
sentimiento que se desarrollara era mío, no compartido por ella..."
Me cuesta creerlo. Si ella eligió a Bash, debió sentir algo por él. Lujuria, seguramente. ¿Y
cómo podría no haber afecto? Diablos, ¿cómo no se enamoró de él? Apuesto a que no solía
ser tan gruñón, cuando ella lo tenía. Que sea así de gruñón es la única forma en la que lo
he conocido, y estoy loca por él. ¿Cómo habría sido antes de que estuviera hastiado y
cerrado e irritante?
"... y no ha tenido nada de mí en mucho tiempo". Sus garras tocan a ambos lados de mi
barbilla cuando se apodera de ella. "E Isla, no tendrá nada de mí ahora, nunca más".
"Dices eso, pero Bash, estoy preocupada. Aquí estoy yo, llevando un férreo freno a las
relaciones extramatrimoniales, pero tú...
"Nunca tomaría otra hembra", jura, su voz es clara sobre la profundidad de la ofensa que
considera esto. Sus ojos salvajes dicen lo mismo. "¿Me harías llevar una armadura para
calmar tus preocupaciones?"
"Me lo estoy pensando. Pero mi temor es que el tipo de prevención que necesitaríamos no
existe. No hay una jaula de hierro para la polla lo suficientemente grande como para
ajustarse a ti, y no hay un pañal de hierro para prevenir las emociones. Estás empleado por
esta mujer. Ella tiene acceso a ti en formas que no puedo evitar. Y cuando se trata de una
humana doncella llamada Isla y de una alienígena emprendedora llamada Cessilla, no hay
competencia".
"Tienes razón. Entre aquella hembra que conocí y mi compañera a la que aprecio -una
hembra atractiva que siempre sonríe, que saca lo mejor de las cosas cuando toda su vida
está desarraigada, una dulce hembra que vio en mí algo que merecía la pena para entablar
amistad, una mujer alienígena que fue lo suficientemente valiente como para amarme-, tú
me amas Isla. Es curativo sólo saber eso. Y yo. Te. Amo. No hay competencia", me jura, con
la seriedad de cada palabra como la cabeza de acero eterno de un martillo recién forjado.
Sus ojos suplicantes, suaves y aterciopelados como el glaseado de doble espesor de un
pastel de tres pisos para tranquilizarme. Me pasa su nudillo rugoso por el lado de la cara.
"Ahora que sé lo que es ser deseado, verdaderamente deseado por alguien, ni siquiera siento
el escozor del antiguo rechazo. Ni siquiera el escozor. Ella ya ni siquiera capta mis
sentimientos".
Suelto un suspiro. "Bueno... eso es bueno. Tranquiliza. Está bien". Muevo el brazo hasta
que mi mano queda libre entre nosotros. Formo un puño y golpeo mis nudillos contra la
ingle de Bash, haciéndolo saltar.
Me mira confundido. "Así no es como me tocas", me informa.
"No te estoy tocando. Hay un dicho humano..."
Bash casi pone los ojos en blanco.
"... en el que hacemos una declaración y luego tocamos madera".
Frunce el ceño al mirarme. Confundido o poco impresionado, o ambas cosas.
Paso los nudillos por su polla, arriba y abajo. Arriba y abajo. "Llamamos a esto 'madera'
cuando se pone dura-oh, oops-así".
Los labios de Bash se inclinan en lo que yo considero su sonrisa oculta, y luego se inclina
hacia abajo, tomando mi boca y murmurando contra mis labios: "Eres la criatura más
extraña que he conocido. Tan completa y enloquecedoramente alienígena".
"Pero aún me amas", digo contra sus labios.
Me besa con fuerza y se retira para declarar: "Me quedaré contigo de todos modos, para
siempre".
"Bien", logro decir antes de que junte nuestras opciones de aire.
Cuando se aleja lo suficiente como para que podamos coger oxígeno, jadeo: "¿Está limpia
esta caseta?".
Mira a nuestro alrededor y olfatea, con un lado de las escamas de su fosa nasal
amontonado. "Sí".
"¿Vamos a bautizarlo?"
Me coge el pelo con el puño y me tira de la cabeza hacia atrás de una forma que me gusta.
Mucho. "Si esa frase significa que te inclino sobre algo y te monto como si fuera tu salkell,
entonces la respuesta es sí".
Para la muy ajena palabra salkell, mi traductor me muestra la imagen de un semental con
sudor.
Eso funciona.
"Huuurrrrraaaaaa", ronroneo mientras me sube el dobladillo del vestido.
∗∗∗∗∗∗∗
BASH
"Sí, 'hurra'", estoy de acuerdo. Considero las ventajas de tirarle del vestido por encima de
la cabeza o arrancárselo del cuerpo en un arrebato de pasión reivindicativa. Sin embargo,
si lo hago, mi cerebro lógico me recuerda que Isla estará desnuda cuando salgamos de aquí,
y eso es inaceptable.
Sin embargo, estoy luchando con el deseo de arrancarle la prenda de su cuerpo. Gruño mi
frustración.
El brazo de Isla rodea mi espalda para acercarme. Le obedezco, dando un paso adelante,
con mis pies rodeando los suyos, mis caderas apretadas contra su estómago, mi barbilla en
el cuello para mirarle a la cara, mi mano en su mandíbula, arrastrando su cabeza hacia
arriba, obligándola a arquear el cuello y a mantener mis ojos. "Nunca verás el final de mí".
Le meto los dedos en su suave bata. Un solo tirón y se producirá un hermoso sonido de
desgarro, y el sonido aún más hermoso de su jadeo de sorpresa. Casi puedo oírlo; casi me
cosquillean los oídos.
El aliento de Isla me calienta el pecho cuando exhala un suspiro de alivio. "Tu charla de
acosador es extrañamente, increíblemente tranquilizadora". Su cabeza se inclina sobre mi
mano, como si estuviera considerando algo. "Probablemente debería correr en la otra
dirección..."
Mi mano se estrecha inconscientemente alrededor de su cara. Con la otra mano, agarro su
vestido por la parte del corpiño. Un tirón y estará corriendo desnuda. Con su cinturón de
castidad. No irá muy lejos con ese pesado cinturón que sujeta su sexo. Por supuesto,
todavía tendré que matar a cada hombre que vea su forma torneada en toda su gloria. La
gloria sólo es para mí. Encerrada detrás de ese cinturón de colmillos metálicos que muerde
la polla.
Mi cola se enrosca alrededor de los dos, atrapando nuestras frentes con fuerza.
"... Pero" -dice Isla, volviendo a clavar sus ojos en los míos, con una sonrisa deslizándose
por sus labios-, "¿por qué demonios querría hacer eso? ¿Sabes lo mucho que me costó
conquistarte?".
"Fue una aventura, ¿eh?". me burlo.
Sus ojos han adquirido un brillo tan intenso que parece que estén bailando. "Nunca me he
esforzado tanto. Deberías estar orgulloso".
Mi cola se desliza decididamente hacia arriba, el área justo debajo de mis cuchillas se pliega,
haciendo un rizo y ahuecando su trasero con ella. "Estoy orgulloso de nosotros".
La mano de Isla se desliza hacia abajo hasta encontrar el pliegue de mi camisa. Introduce
su mano bajo mi ropa, dirigiéndose en dirección a la parte superior de mi espalda, pero
entonces experimenta un cambio de opinión y da marcha atrás, cambiando su trayectoria
para llevar su mano al músculo de mis glúteos. "No sé tú, pero a mí de repente me apetece
una celebración. Algo reconfortante, caliente y... duro", enuncia, contoneándose para que
mi erección sea provocada por su suave vientre.
La tomo en mis brazos. "Tendremos que ser rápidos como los rayos del cielo".
"¿Rayos del cielo? ¿Cómo un relámpago? ¿Por qué?"
Miro hacia la puerta, mi reloj interno hace un tic-tac tan fuerte que me estoy inquietando.
"El descanso de las humanas terminará pronto. No puedo dejarlas solas por mucho tiempo.
No se sabe el tipo de daño que crearán".
"Estás preocupado por tu Contador, ¿verdad? ¿Quieres protegerlo más que tener sexo?"
"Por supuesto que no..." Me pongo en guardia. "Sería ridículo preocuparse por un tonto
marcador".
Isla me sonríe, divertida. "No hay que avergonzarse de que te importe el marcador. Vamos
a golpear detrás de tu trono. Así seguiremos puntuando y nadie se acercará a tu contador".
La beso con fuerza y la arrastro a mis brazos. "Tienes ideas para ahorrar tiempo que
apruebo, hembra".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 43
BASH
(Contador de Llanto: Sorprendente)
Isla y yo usamos el área detrás de mi trono para asegurarnos de que su cerradura
funcionaba con mi llave.
Pues sí. Lo hace.
Se podría decir que su cerradura era muy, muy resbaladiza y mi llave era larga, apretada y
dura.
Me mordí dos veces para evitar que mis dientes se hundieran en ella. La primera vez, para
mi asombro y placer, la preocupación inicial de Isla se convirtió en un acalorado deleite
ante mi demostración de salvajismo.
... Su reacción receptiva es lo que llevó al segundo bocado. La miré a los ojos todo el tiempo
y lamí la herida como si fuera de ella, como si fuera su piel suave la que estaba tratando
después de tomarla tan bruscamente.
"Extrañamente caliente", había declarado Isla, y luego me había besado.
Para cuando salimos de detrás del trono, no había nadie cerca, y eso me alegró porque
también significaba que el infernal Contador conservaba mi estatus de no-llorante. No se lo
he confesado a Isla, pero últimamente hemos trabajado casi exclusivamente en la zona de
delante del Contador siempre que ha sido posible, simplemente para evitar la posibilidad
de que las empleadas exageradas tuvieran fácil acceso para cambiar mi logro de días sin
lágrimas, que tanto me ha costado conseguir.
"¿Estás de buen humor?" me pregunta Isla, tratando de recogerse el pelo con una sola mano
con su cinta extensible para atar el cabello.
"Gracias a ti", murmuro, mientras atrapo su caída de pelo en mi puño y saco la cinta de
sus dedos. Le doy un tirón a su melena y el fuego estalla en mi vientre, calentando mi ingle
como si no acabara de atacar a mi pobre hembra. "Lo estoy".
"Podría haber terminado de recogerme el pelo yo sola", señala. No parece irritada, y me
alegro.
"Confié en que podías hacerlo. Pero quería volver a sentirte. Si no me hubiera movido para
tomar el relevo, no habría podido agarrar tu melena así y preguntarme por qué nunca había
apreciado los momentos de recreo humano".
"¿Ahora sí?", canta ella. Y me hace un alboroto con su trasero en mi parte delantera. No
debería ser excitante, tener metal chocando contra mis piernas, pero al considerar lo que
representa su metal, se me pone al instante lo suficientemente dura como para poder
taladrar con mi erección.
Isla frunce el ceño y parpadea. "¿De cuántas maneras puedo decirlo, Bash?".
"Repite todo lo que me has dicho".
Isla baja un párpado, no en forma de guiño, sino con una mirada entrecerrada que me dice
que cree que me he vuelto tonto. "Queremos tomarnos un tiempo libre en el trabajo".
"No".
Los labios suaves como pétalos de Isla se separan. Sus labios suaves como pétalos, amantes
de mi polla. Y sus ojos, sus hermosos ojos parecen heridos. "¿No? Pero quiero hacer una
obra de teatro".
Mi cola golpea el suelo de piedra, infeliz de que ella esté infeliz. "Bien. Puedes llevarte a tu
gente". Me acero para no mirar el Contador. "Pero seguiré contando los días que no hago
llorar a tus hembras sobre todo si no están aquí para llorar".
Una mitad de la boca de Isla se curva. "Vale..."
Sorbo por la nariz, haciendo que las escamas de mi nariz se agrupen, y mi cola roce su
mano. "Esto retrasará las casas de las humanas".
"Así las humanas se quedan en el recinto un poco más. El festín sólo se hace una vez al
año y esto es especial".
"Hmm. Quizás no sea la peor idea que he escuchado. Tus compañeras saldrán de mi cantera
y por fin tendré de nuevo a mis trabajadores lúcidos".
Isla reprime una sonrisa. "De acuerdo, pero hay otra parte que no debes haber oído. Algunos
de sus compañeros se están ofreciendo como voluntarios para ayudar a organizar la
celebración".
Mis ojos se entrecierran. "¿Tu gente se está llevando a mis hobs? ¿A mis Rakhii? ¿A mi
mano de obra?"
"Algunos de tus chicos están emparejados con mujeres humanas, sí".
Mi mirada se dirige hacia la gente.
"A lo que quiero llegar, Bash -y trata de no fruncir el ceño con tanta fuerza, amor, que te
van a salir arrugas", consigue añadir con una sonrisa descarada-, "es que todas mis amigas
están pidiendo ayuda a sus compañeros y..." Los hermosos ojos grises de Isla atrapan y
retienen los míos. "Me preguntaba si podía pedírtelo a ti".
Tengo el amor de mi hembra. Y quiere que pase tiempo con ella. Quiere mi ayuda, y todo
en mí quiere complacerla de esta manera. Sin embargo... "¿Quieres que abandone mi
cantera -que finalmente estará vacía de humanas- para que me una a las humanas?"
Pregunto con incredulidad.
Isla me mira con esperanza. "Quiero preguntarle a mi compañero si le gustaría hacer algo
divertido conmigo. Algo que me encantaría hacer".
Tevek. La miro fijamente, perplejo. "Te ayudaría. Me uniría a ti si me lo pides".
"Lo hago".
"Entonces a tu lado estaré".
Isla se lanza más contra mí y me acerca a su boca para darme un beso.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 44
ISLA
Bash y yo nos instalamos en la vida de pareja de la misma manera que la mayoría de las
parejas: tenemos sexo casi sin parar, le lleno los oídos con todos los pequeños detalles de
las relaciones de nuestros amigos que a él no le importan en absoluto, evita morderme
durante el sexo enganchando sus dientes en el cabecero de la cama, las almohadas y las
mantas, y mi marido, adicto al trabajo, se vuelve casi agradable para sus empleados a causa
de su nivel de relajación de 'consigo estar acostado constantemente'.
(Si estás mirando tooooda esta lista de cosas pensando que una de estas ellas no es como
a las demás, debes ser de la Tierra, donde tu cama no parece haber sido atacada por un
tigre. Aquí, es lo habitual para los Rakhii).
Sigue siendo un supervisor en el trabajo, pero no es tan rápido para gritar. Sus respuestas
no son siempre mordaces.
Y rara vez sacude, golpea o quema a los hobs. Gracie está encantada.
(Estoy segura de que los hobs también están aliviados).
Por supuesto, ayuda el hecho de que la mano de obra (restante) de Bash haya vuelto a ser,
en su mayoría, machos laboriosos y sensatos, sin humanas que les distraigan y les hagan
girar la cabeza, ahora que la fiesta y los planes del festival han ocupado toda la atención de
las Homo sapiens.
Se están matando a terminar las casas de piedra para nosotras.
Mientras tanto, yo trabajo en los decorados. Cortar, martillar, lijar, pintar. (Y Bash hace su
ungüento con saliva para mi hombro porque es un encanto).
Gracie trabaja en los trajes para la obra. Tiene toda una bandada de hobs como círculo de
costura -eso es lo que le gusta hacer cuando no está supervisando la recogida de materiales
para la futura aldea humana que ha diseñado en gran parte por su cuenta- y ella y sus
amigos hobs se ofrecen a vestir a los bailarines. Jonoh es una de sus costureras... umm,
¿costurera? ¿Trabajador de costura? ¿Costurero? Modisto... sea cual sea el título apropiado
para él, no está cosiendo en este momento. De hecho, se ha tomado un tiempo libre para
dedicarse a su nueva afición. La práctica de baile está ocurriendo detrás de nosotros, con
Jonohkada superando a casi todos. Sólo tiene que hacer que las chicas le peguen las alas
cuando hacen una rutina juntos. Es difícil para él saltar sin abrir instintivamente sus alas
al bajar. Su acción con las alas es bonita de ver y se ha añadido a algunas de las
coreografías, pero sólo cuando baila en solitario porque su polvo de alas es algo que nadie
quiere reclamar hasta ahora.
"Hora de Pilates", clama Callie a sus bailarines. Todos comienzan a arremolinarse en el
centro de la pista.
"¿Mandi?" Jonoh llama. "¿Puedo tomar un sorbo de tu recipiente de agua?"
42 Latín
"Gracias", dice Bash modestamente, aceptando mis elogios. "Me alivia que apruebes la
alteración del diseño".
"Me encanta", le digo con sinceridad. "Tienes mucho talento para la carpintería". Le miro de
arriba abajo, lamiéndome el labio. "Esto me parece realmente sexy".
Los ojos de Bash se abren de par en par. Sus cejas se fruncen mientras mira del recorte de
madera a mi cara, como si no estuviera seguro de cómo podría excitarme.
"Me refiero a ti", le digo riendo. "¡Es sexy que te diviertas y que tengas tanto talento!".
El color a lo largo de sus pómulos se intensifica. ¿Se está sonrojando?
Refunfuña y vuelve a levantar el muñeco, llevándolo a sentarse con los otros dos que he
conseguido hacer hasta ahora. Me resulta lento porque también estoy haciendo todo lo
demás. No es que me moleste. Es la mayor satisfacción laboral que he experimentado desde
que aterricé aquí. Y técnicamente, esto no es un trabajo. Todo el mundo se deja la piel
gratis.
Incluido mi compañero, que tiene un trabajo diurno a tiempo completo. "Gracias", le digo,
sinceramente.
Me mira a los ojos y me hace un gesto con la barbilla.
Me acerco a él.
Me observa con avidez. Cuando llego a él, murmura: "¿Ya te has cansado de estas
alienígenas?".
Sonrío. "¿Te refieres a mi gente?"
"Si insistes en reclamarlas".
"Un poco sí". Cuando suspira, me río. "Ya casi he terminado aquí. Aunque Callie se ha
ofrecido a quedarse y enseñarme algo de la rutina de baile sólo por diversión, ya que he
estado construyendo piezas de decorado más que prestando atención. Pensé que podría
hacerlo".
Bash inclina sus cuernos. "Hazlo si te complace".
Le sonrío. "Bueno, ahora estoy un poco indecisa. Verás, tengo un marido súper sexy
esperándome".
Sus ojos se vuelven un poco más verdes. "¿De verdad?"
Su cola atrapa mi muñeca y me acerca a él. Me muerdo el labio mientras miro entre él y su
cara. "Así es, y tengo que decirte que no le gustaría que hablara con un extraño".
Ahora los ojos de Bash son puro fuego esmeralda. "Es protector contigo, ¿verdad?".
"Oh, no tienes ni idea". Le tiro de la cola como si quisiera que me siguiera para escuchar
un secreto. Le susurro: "Deberías ver mis bragas especiales".
Bash gruñe y sus brazos me rodean para atraparme y darme un beso apasionado.
"Psst. Pssst."
Los brazos de Bash se convierten en piedra a mi alrededor. Me separo de nuestro beso para
mirar por encima de mi hombro. Me encuentro con una Laura de aspecto nervioso.
"¿Qué pasa?" Le pregunto pasando por encima de la cola de Bash, que actúa como una
barrera ondulante, moviéndose al instante entre nosotros y ella como si estuviera irritada.
Laura hace una mueca. "No habría interrumpido, pero Crispin y yo nos preguntábamos si
ya habéis hablado de los arreglos de vivienda".
"¿Arreglos de vivienda?" Bash pregunta peligrosamente. "Isla y yo vivimos juntos".
"Tomaré eso como un no", dice Laura débilmente, comenzando a retroceder.
La cola de Bash hace un ruido de chasquido como un látigo. "Quédate". Me coge por la
barbilla y gira suavemente mi cabeza hasta que mis ojos se encuentran con los suyos
entrecerrados. "Explica su declaración".
Le cojo por la muñeca y le acaricio el brazo de arriba abajo. "Tranquilo, no es nada para
ponerse nervioso. Laura y yo hemos congeniado, como te he dicho...".
"Sí", asiente Bash, porque cuando hacemos la cena por la noche, me pregunta por mi día,
y le he dicho que me gustan Laura y su compañero, Crispín. Además, a él le gustan Laura
y Crispín porque rara vez le irritan... a pesar de todo. "Hablas de ellos a menudo".
"Bueno, con la forma en que la construcción de la aldea humana se ha acelerado
repentinamente, por supuesto que todo el mundo ha estado hablando sobre quién tendrá
las primeras casas. Y también se habla de quiénes serán los vecinos. Como a mí me gustan
Laura y Crispín y a ti te gustan Laura y Crispín..."
Las orejas de Bash se aplanan.
"... se preguntan si nos mudaremos de tu cueva".
"Nuestra cueva".
"Si lo hiciéramos, nos preguntaron si pensábamos que seríamos vecinos compatibles". Me
muerdo el labio. "La nuestra podría ser la casa de la esquina que recorrimos. La del mortero
que está casi hecho. ¿Recuerdas cómo te gustaba esa? ¿La que está en el extremo más
alejado, porque es todo guijarros pequeños que yo elegí? Es especial". Le dedico una gran
sonrisa. "Les dije que hablaría contigo".
Me suelta la barbilla. Liberada de su agarre, me giro hacia Laura y le digo: "¡Corre!"
Con los ojos muy abiertos, ella retrocede y Bash la observa irse como un depredador, pero
no me suelta de sus brazos. Cuando ella está demasiado lejos para que él pueda atacar
fácilmente, vuelve su mirada hacia mí. Su voz sale muy baja y mucho más suave de lo que
esperaba. "¿Quieres vivir entre las humanas?" Murmura esto con el tipo de nivel de horror
en su tono que se espera de alguien a quien se le pregunta si le importa mudarse al lado de
una tribu de pigmeos alienígenas que se han vuelto caníbales.
"Son gente perfectamente agradable".
"Son humanas".
"Como yo. ¿Recuerdas?" Le doy una palmadita en su hombro tenso. "¿Quieres tiempo para
procesar esto y lo hablamos en casa?"
"No, quiero que me digas ahora por qué quieres dejar nuestra guarida". Sus párpados se
abren tanto que parece horrorizado. "Para vivir con la gente". Ah, sus párpados están
abiertos de par en par porque está horrorizado.
Pero no es por la razón que asumo. Al menos no del todo. Me acerca. "Isla, ahora que la
suegra de Gracie ha comprado las canteras, pensé que ya no te sentirías amenazada por
vivir en la cueva".
Dios bendiga a Gracie y a la madre de Dohrein. Me asentó algo dentro de mí el no tener a
Bash bajo el pulgar de su Gryfala, aunque ella no ejerciera su poder sobre él. La nueva
dueña de este sector no tiene ningún plan para mi marido, salvo hacer que le construya un
asentamiento para las humanas rescatadas que tanto le fascinan. Y eso me sirve.
Bash busca mi mirada. "¿Te cuesta aceptar que otra hembra sea dueña de tu territorio?
Porque como Rakhii, a mí tampoco me gusta la situación, pero al menos las Gryfala no han
abusado del poder que tienen. No quiero que huyas de ellas".
"No estoy huyendo. Y no, la Gryfala de Gracie está bien. No se trata de que una Gryfala sea
dueña de la cueva en absoluto. Es..." Hago girar los labios para liberarlos de los dientes,
haciendo un pequeño ruido de chirrido antes de inhalar lentamente. "Vale. Es así: Entiendo
que necesitas un cierto nivel de privacidad y... aislarte de las humanas tanto como puedas.
Pero estoy un poco preocupada porque soy extrovertida".
Los rasgos de Bash se oscurecen con preocupación. "Traduce", ordena, "este término
humano".
Le hago un saludo de "sí, señor". Sus orejas parpadean con interés o irritación, no estoy
segura, pero sus párpados bajan un poco sobre sus ojos, haciéndolo parecer un poco más
relajado pero también un poco más peligroso. Y aún más sexy. "Extrovertido significa que
me desgasto si no tengo suficiente interacción con la gente". Me humedezco el labio y luego
suelto el martillo. "Necesito visitar y disfrutar de la compañía de muchos otros con
frecuencia para sentirme acomodada".
"¿Y si te compramos una mascota?"
"Tiene que ser gente".
"¿Y si coleccionamos muchas mascotas para ti?"
"Sigo necesitando socializar con la gente. ¿De verdad no sabías esto de mí? Esto no es
nuevo. ¿Por qué crees que hablo tanto? ¿Te das cuenta de que hablo con todo el mundo?"
Los párpados sensuales de Bash han desaparecido porque sus ojos se han vuelto a
ensanchar. Muy abiertos. Pensaría que acabo de revelar que necesito complementar mi
dieta comiendo gatitos vivos, o beber la sangre de una docena de mujeres lloronas. En
realidad, probablemente no le importaría la segunda opción. Diablos, las recogería para mí.
Será mejor que no lance eso como una broma. Él ordena: "Repite lo que acabas de decir".
"Necesito mezclarme. Hablar con la gente. Interactuar. Con algo más que tú. Mucho".
"No".
Resoplo. "¿Cómo que no? Bash, yo soy así".
Sus cuernos cortan el aire por la violencia con la que sacude la cabeza. "¿Se puede
arreglar?"
Sin quererlo, mis labios se tensan en una sonrisa. "¿Quieres curarme de mi preferencia por
socializar?" No porque me envidie el disfrute de otras personas, sino porque odia tanto a los
demás que no puede comprender cómo esto no es una aflicción para mí. "Esto no es una
enfermedad. Me hace feliz". Me encojo de hombros. "Me gusta hablar con la gente. Me gusta
interactuar con ellos".
"¿Pero por qué?"
"Porque me gusta la gente. A ti, probablemente, te parezca raro e insondable..."
"Sí".
Le doy una palmadita cariñosa en la mejilla. "Deja de asustarte. Sólo piénsalo, ¿vale?"
Se estremece y cierra los ojos.
"Aww." Le acaricio la oreja, haciéndola vibrar cuando mis dedos llegan a la punta. Cuando
suelto la mano, Bash la atrapa y la cubre con la suya, haciéndome acariciar más su oreja.
Después de un momento de esto, no puedo evitar dedicarle una pequeña sonrisa irónica.
Que él no ve, porque sus ojos siguen cerrados. "¿Vas a lograrlo?" Le pregunto.
Él suspira.
"Eres tan lindo cuando la idea de la gente te asusta, por cierto".
Gruñe.
"¿Aún quieres ver mis bragas?"
Sus ojos se abren.
Mi sonrisa crece. "Eso es un sí".
El vapor calienta mi cara mientras él exhala. Para mi sorpresa, me baja hasta que mis
talones vuelven a tocar el suelo. "Es un sí. Pero ahora hay humanas aquí y has trabajado
duro para completar tu jornada laboral. Deberías disfrutar de tus horas extra llenando tu
cuota de interacción".
Inclino la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro. "Esa es una buena forma de
visualizarlo".
Su cola acaricia mi pierna una vez antes de dar un paso atrás. Me señala con la cabeza.
"Reúnete con la manada de tu gente".
"Gracias por tu permiso".
Vuelve a asentir con la cabeza, sin entender mi sarcasmo o ignorándolo. Con Bash, es un
poco difícil saber qué es.
Cruza los brazos y se relaja lentamente hasta que parece que sus hombros están apoyados
contra una pared invisible. Está demasiado lejos de la pared real para que pueda apoyarse
en eso, pienso para mí misma, hasta que escucho los golpes gemelos de sus cuernos cuando
llegan a detenerse.
Ellos son los que le apoyan contra la pared, las puntas que le impiden tener los hombros
contra ella como lo haría o podría una persona normal. Sin embargo, después de haber
vivido con un gran par de cuernos durante gran parte de su vida, no está ni sorprendido ni
preocupado. Cuando no hay espacio detrás de sus cuernos, esto es a lo que se enfrenta un
Rakhii cuando quiere recostarse y esperar a su mujer.
Cuando se da cuenta de que le observo en lugar de ir a retozar con los míos, levanta las
cejas en señal de interrogación.
Inclino la cabeza hacia todos los que están en las colchonetas. "Sabes, si quisieras, podrías
bailar con nosotros. Yo llenaría mi tarjeta de extrovertida y tú te divertirías conmigo".
Bash se burla. "¿Bailar? ¿Con humanas?"
Lo dice como ¿Bailar? ¿Con verduras?
Me viene a la cabeza la imagen de Bash bailando entre hileras de zanahorias y coles. Creo
que así es como ve a la mayoría de la gente.
"Muy bien", le digo. "Dame cinco minutos".
"Todavía no sé lo que son los minutos", refunfuña. "Parece un término muy inconsistente.
Tu gente usa la palabra 'minuto' para describir todo, desde un momento hasta la mitad de
un día".
Me adelanto para darle un abrazo, lo que hace que deje de quejarse y me devuelva el abrazo.
Cuando me suelta, me dirijo al grupo de las colchonetas y paso quince minutos haciendo
algunos movimientos de baile con Callie y Jonoh y Mandi y Laura después de unos ligeros
estiramientos.
Y como todos hacen ruido sobre lo increíble que es, le pido a Callie que me enseñe algo de
Pilates. Cada vez que lo he intentado en el recinto, he llegado tarde, lo que siempre ha hecho
que vea la mitad más complicada de las sesiones. ...Lo que me llevaba a intentar una
postura, fallar y salir corriendo de la sala. Le hice un flaco favor a las clases: Callie es una
buena profesora, y el Pilates es sorprendentemente divertido cuando finalmente le doy una
oportunidad real.
Tengo la mano plantada en la esterilla cerca de la cara, el cuello relajado, las piernas
estiradas, el ombligo pegado a la columna y el trasero al aire. Mis músculos están
agradablemente calientes. Agradablemente estirados. He oído a las chicas quejarse de lo
dolorosos que son algunos de los movimientos, y esa fue mi experiencia anterior, pero Callie
me hizo empezar con estiramientos fáciles. Me dijo que me tomara mi tiempo. Esto se siente
bien. Se siente relajante.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 45
ISLA
UN MES DESPUÉS…
Nuestras casas están terminadas. Un par de ellas, al menos. Ahora estamos en una, la de
Crispin y Laura. Laura ha reunido a todos los que saben cocinar y a todos los que quieren
hacer de conejillo de indias para probar el sabor. Ella y Crispin están a cargo del banquete
en sí, y están mezclando platos locales con la cocina humana... utilizando principalmente
ingredientes alienígenas. Va a ser interesante.
Esperamos que miles de ciudadanos del planeta asistan a nuestro festín, y no sólo los hobs
y los Rakhii. También esperamos a algunas Gryfala, y esto ha causado un sinfín de
tensiones para los hobs, que se preocupan por las selectivas papilas gustativas de las
hembras de su especie y también porque se están preparando para acabar con los
enfrentamientos violentos. Al parecer, los hobs tienen que estar hiperalerta para asegurarse
de que el género agresivo no se acerque lo suficiente como para pelearse.
Crispin y Laura forman un equipo capaz, y no sólo en lo que respecta a la cocina. Han
desempeñado un papel importante en la plantación de cultivos en esta región, así como en
la dirección de la propia cosecha de este sector, incluyendo el destino de todos los bienes
recogidos. Una gran parte va al almacén, otra al mercado, y el resto es con lo que vamos a
festejar a lo grande.
Y eso. Es. A. Lo. Grande.
"¿Qué es esto?" Me quejo alrededor del batidor de huevos de aspecto extraño que me han
metido en la mano. A mi lado, Bash está sosteniendo el juego de mi batidora, sólo que con
menos entusiasmo, y con una carga tan seria de desconfianza que aún no ha probado lo
que hay en la suya. Me mira lamiendo la confección marrón pegajosa de las hojas de metal
como si estuviera loco por engullir una sustancia pegajosa marrón cuando en realidad no
sé qué es esa sustancia marrón.
"Parece material fecal", murmura como si tratara de advertirme suavemente que me aleje
de él.
"¡Para! No lo es".
"Eso no lo sabes", insiste Bash, su susurro es más bien un siseo preocupado.
Laura se ríe. "No lo es, lo juro". Su voz se llena de un poco de orgullo. "Y me alegro de que
te guste, Isla. Es mousse de chocolate negro batido".
Algo de lo que he oído hablar en casa pero que aparentemente nunca he probado. Me habría
acordado de esto, créeme. "Oh, Dios mío, ¿cómo es que nunca he probado esto antes?"
jadeo, arrastrando mi lengua por la longitud del batidor de huevos con la suficiente pasión
como para hacer que las orejas de Bash se ericen.
Bash estira la mano y me quita el batidor de huevos y lo prueba. Negando con la cabeza,
cojo el suyo sin tocar y me pongo a probarlo. Si tiene miedo de probarlo salvo que mi lengua
lo apruebe, está bien. Seré su probadora de sabores cuando quiera.
"Si lo probaras en la Tierra", dice Laura, "probablemente tendría un sabor diferente debido
a que la crema proviene de animales diferentes. Hablando de eso, tenemos que encontrar
una fuente de lácteos más fácil. ¿Has probado ya a ordeñar un yanak?", me pregunta.
Mi lengua se atasca entre las cuchillas planas de la batidora. "¿Yanyk?" Consigo decir sin
sacar la lengua hacia atrás.
Laura emite un escalofrío de descontento. "No son vacas. No son vacas".
Hablo mientras sorbo la batidora de Bash. "No quiero saberlo". Le entrego el batidor
espumoso a Laura, y ella me mira antes de agarrar con delicadeza el extremo más lejano
del mismo como si lo hubiera cubierto todo de babas.
Bash se mete la lengua en la boca, mirando su batidora de segunda mano como si estuviera
indeciso en esto de la mousse de chocolate. Le tiende la suya a Laura para que la coja como
si estuviera pellizcando la basura entre los dedos.
Lo ataco antes de que pueda salir de su mano. "Me lo terminaré si él no quiere".
"Adelante", dice Laura.
"Podrías estar lamiendo veneno", se preocupa él.
Le doy un codazo con la rodilla. "No es veneno, deja de asustarte. Y Laura, gracias por
invitarnos. Cuando necesites un probador de sabores, dilo", le digo.
Los labios de Bash se estrechan y sus orejas caen hacia abajo.
Crispin tose para ocultar su risa.
La mirada de Bash se dirige hacia él.
Atrapo a Bash por la cola, lo que llama su atención. Me lamo un poco de chocolate del labio
superior, disfrutando de la forma en que Bash observa mi boca. Termino la batidora y se la
doy también a Laura. "¡Esto ha sido divertido! Pero", compruebo mi muñeca desnuda,
fingiendo tener un reloj -una referencia que significa muy poco para Bash, porque los rakhii
no llevan realmente relojes-. Tienen unas cuchillas en la muñeca que hacen que llevar
cualquier cosa por debajo del antebrazo sea algo complicado. "A menos que tengáis algo
más que queráis que probemos, vamos a salir. Tenemos que reunirnos con Mandi sobre las
baquetas".
"De nada, ¿y qué es eso de las baquetas?" pregunta Laura, la confusión pintando su cara.
Hace un gesto con la mano hacia una mesa cargada de platos de prueba. "¿No somos
Crispín y yo los que hacemos los "pájaros"?
Sus comillas con el dedo transmiten claramente lo que todos sentimos acerca de los
extraños "pájaros" que viven en este planeta. No son pollos. No son pavos. Piensa en los
casuarios, pero aún más enojados. Y pueden volar. Básicamente, se necesitan tres
cocineros para cazar un pájaro, pero por suerte, los pájaros llevan mucho músculo (es decir,
carne) por lo que cada pájaro llega muy lejos, alimentando a un montón de nosotros a la
vez.
"Vosotros seguís a cargo de las aves. Mandi necesita baquetas musicales, no..." Hago un
gesto con la mano hacia la mesa que aparece detrás de ella, porque las aves que comemos
aquí... Sus muslos son tan grandes que parece que estamos comiendo malditos
dinosaurios. "-no del tipo comestible".
"¿Mandi sabe tocar un instrumento?"
"Como todos los instrumentos", confirmo, moviendo la cabeza. "Deberías ver al chico tocar
la batería, quiero decir caramba".
"Qué bien", dice ella, y Crispín le da un codazo desde el fregadero y empieza a lavar los
platos. Ella lo agarra por el cuello y lo arrastra hasta acariciar su oreja.
Él empieza a ronronear.
Las manos de Bash se cierran sobre mis oídos. "Es hora de que nos vayamos".
Los ronroneos de los hobs tienen efectos interesantes en las hembras humanas. Puede
dejarnos dormidas o excitarnos, dependiendo del tipo de ronroneo que ejerza el hob.
Nos despedimos y salimos de su casa.
Técnicamente, vivimos a una puerta de ellos. Pero yo no diría que vivimos "al lado". Porque
no está en la naturaleza de los Rakhii ni de los Gryfala tolerar a los vecinos cercanos, así
que tenemos mucho espacio entre nuestros lugares. Todos en la aldea humana tienen
espacio entre sus lugares.
Pero no es suficiente para Bash.
Así que nos quedamos con la cueva. Y cuando Bash haya tenido demasiada gente -como
esta noche, sin duda, teniendo en cuenta la cantidad de parejas que estamos visitando- nos
retiraremos allí, donde nadie nos molestará durante el resto de la noche. No tendrá que ver
la cara de nadie más que la mía durante horas y horas, y así es como le gusta.
Y como ahora estoy recibiendo mi dosis de visitas, estaré bien toda la noche. Como una
batería, sólo tengo que recargar mi medidor de socialización y estoy bien.
Visitamos a Mandi, que necesita una fuente para sus baquetas y cañas. Antes de hablar
con ella, no tenía ni idea de que los bateristas gastan un par de baquetas cada tres horas
aproximadamente.
"¿Dónde las conseguías antes de esto?" le pregunto.
Señala al hombre que está detrás de ella. Su hombre-gato-que-no-se-llama. "Él me ha
cortado todos los palos que he usado".
Me aprieto la mano sobre el corazón. "Eso es tan romántico. ¡Dios mío, esto es buena
televisión!" Gimoteo.
Poniendo los ojos en blanco, Bash declara: "Nos vamos".
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 46
ISLA
La noche de la obra, todo el mundo bulle de emoción y nervios. Bash ha pasado la noche
dividiendo el tiempo entre estar conmigo en la pasarela, donde me ha ayudado a atenuar y
cambiar las luces...
(Y siempre que estamos cerca el uno del otro, mantiene su cola envuelta alrededor de mi
cintura. Al principio, tenía miedo de que me cayera, pero cuando vio que soy muy hábil
para moverme aquí arriba, se relajó lo suficiente como para que el abrazo de la cola sea sólo
eso. Y me gusta).
... y viendo la obra en sí. Lo que me hizo reír, porque él mira la actuación del elenco de la
misma manera que un hombre mira a las libélulas bailando en el agua: las encuentra más
o menos bonitas, pero siguen siendo sólo bichos.
Me encanta.
En cuanto a nuestra producción, las Gryfala están encantadas. Contar una historia a través
del movimiento coreografiado y la música no es algo que hayan disfrutado antes. Son una
sociedad dedicada al trabajo, no al juego, así que esto es lo suficientemente maravilloso
para ellas como para que podamos hacer producciones en el futuro, como Gracie pensaba
y yo esperaba. La emoción me recorre al darme cuenta de que, después de todo, puede que
no abandone el trabajo que me gusta. Podré diseñar decorados como los que nunca han
visto estas personas, deslumbrarlas a todas y ver el asombro en sus rostros mientras
disfrutan de experiencias únicas por primera vez.
(Aunque Mandi señala que, para ellas, esto es probablemente un poco como ver actuaciones
de animales en el zoo. Y cuando se imaginan a nuestras bailarinas en términos de
extraterrestres, que es lo que somos para las Gryfala, podríamos estar aquí arriba haciendo
marionetas de mano y probablemente disfrutarían del espectáculo).
Pero ¿a quién le importa si nos ven como delfines entrenados con piernas? Nos lo estamos
pasando en grande. Esto es increíble.
Evidentemente, los extraterrestres también piensan que es increíble. Mientras los bailarines
flotan por el escenario (al ritmo de una potente sinfonía orquestal dirigida por el grupo de
Mandi, de gran inclinación musical), los hobs están locamente enamorados. Y luego se
horrorizan. Porque en cada cambio de decorado (al son de los gritos de Gracie que llenan
los bastidores) los Rakhii se cuelan detrás del telón y nos roban a algunas de las bailarinas.
Algunos porque son sus compañeros. Otros... porque están a punto de serlo. Deberíamos
haber contratado seguridad. Para cuando la obra concluye, hemos perdido más de la mitad
de la tropa con la que empezamos.
Para el último acto, se nota. Se podría decir que es realmente notable. "¿Dónde están mis
bailarinas?" Callie pregunta. Se ha ido durante dos segundos para ver cómo estaba Baskian,
que estaba atado en un arnés de transporte a su papá.
"Umm", Angie hace una mueca de dolor. "Al parecer, a los Rakhii le gustan las bailarinas.
Quién lo iba a decir, ¿verdad?"
La música se corta.
"Estás perdiendo más mientras hablamos", le dice Ella. "Literalmente. Si te das prisa,
puedes salvar los últimos seis-oops. Que sean cinco". Arruga la nariz en señal de simpatía.
"Te recomiendo que aparques a Zadeon justo al lado del escenario y que al menos retenga
a sus compañeros alienígenas hasta que se abra el telón".
No sé si lo saben, pero Zadeon está ahora mismo entre bastidores, con su cola deslizándose
hacia Callie, acechándola. Con su apéndice a dos segundos de salir disparado por el
escenario y arrebatar a su propia hembra, no va a ser de ninguna ayuda.
"¿Cómo diablos vamos a acabar con esto si sólo tenemos cinco bailarinas?" exclama Callie,
mirando a Gracie, esperando que ella parezca igualmente furiosa. En cambio, Gracie se
frota las manos.
"¿Por qué esa mirada?" pregunta Angie.
Gracie sonríe. "El gatito se acaba de llevar a Mandi".
Todos los bailarines y tramoyistas que han sobrevivido a las incursiones de los Rakhii hacen
ooohs apreciativos.
∗∗∗∗∗∗∗
Capítulo 47
ISLA
"Este fue un hermoso trabajo", retumba Bash con adoración. "Los fondos de bosque que
creaste eran magníficos".
"Los tuyos también. Y me encantan tus aves acuáticas alienígenas".
Su garra me da un golpecito en la nariz. "Eres amable y comprensiva".
"También lo digo en serio. Tus pájaros eran muy vistosos. Complementaban perfectamente
a los bailarines". Señalo por debajo de nosotros el escenario donde una docena de mujeres
representaban cisnes. "¿Sabes que sus faldas parecen plumas? Kelly dijo que era tan
realista que por un momento pensó que eran cisnes de verdad".
Bash mira el recorte en forma de pájaro de madera antes de que sus ojos se deslicen de
nuevo hacia mí, sin expresión alguna en su rostro muy Rakhii.
"De acuerdo, te dejaré libre de culpa. Estaba siendo dramática, y lo sé. Parecían humanas
saltando con volantes y faldas de tul dando complicadísimas patadas con las piernas. Y por
muy bonitas que sean, las piezas de los pájaros siguen siendo escenografía bidimensional.
Pero son geniales. Todo el asunto era genial".
"Las bailarinas eran hermosas en su coreografía, o en su sincronía, o como quiera que se
les haga un cumplido", coincide Bash.
Le doy una amplia sonrisa y me acerco para darle un rápido abrazo antes de rodearle y
empezar a cerrar la zona. Los aparejos seguirán en pie esta noche, pero todos los aparatos
electrónicos se van a desmontar. Alguien también tiene que recoger los instrumentos
musicales, y como Mandi fue arrastrada por su gatito, tendremos que intervenir y hacer el
trabajo de recogida por ella.
"GRRRR".
Conozco ese gruñido.
Levanto la cabeza del lío de cables que había estado enrollando para ver a Bash acorralado
por Gracie.
Dejo caer mi manojo de cables y cruzo ágilmente la pasarela para rescatar a mi hombre.
"Gracie, ¿realmente deberías estar subiendo aquí?" Estoy realmente preocupada.
Gracie rechaza mi pregunta y señala algo detrás de ella.
"Ah", digo, una sonrisa se apodera de mi cara. "Correcto: hob-taxi". Dohrein está
encaramado en las sombras, con las alas relajadas delante de él como una capa en lugar
de mantenerlas cerradas y metidas detrás de la espalda. Él la trajo hasta aquí, y él la bajará.
Mucho más seguro que ella subiendo y bajando por esa escalera. "¿Qué pasa? Y con eso
me refiero a cómo estás poniendo a prueba la paciencia de mi marido esta vez".
"Gracias", murmura Bash. Alarga la mano y desliza tiernamente un mechón de pelo detrás
de mi oreja. "Lo entiendes".
Le acaricio las costillas. "Estoy aquí para ti, amor". Levanto las cejas expectante hacia
Gracie.
Gracie observa a Bash jugando con mi pelo, y también observa cómo le toco. Sonríe y su
sonrisa no hace más que aumentar. "He venido a compartir buenas noticias. Buenas
noticias de verdad. Las Gryfala están alucinando con lo que tenemos aquí, y quieren más".
"¡Eso es increíble!" chillo. Bash parece preocupado por el cambio en mi voz, pero cuando ve
que es así como expreso este nivel de felicidad, su expresión se vuelve desconcertada.
"Lo es", asiente Gracie, cuyos ojos rebotan entre Bash y yo, "y esto es una oportunidad",
subraya.
Bash suelta un gruñido sin palabras; de acuerdo, en realidad es otro gruñido, pero sé lo
que quiere decir. Es una protesta, no una agresión. El hombre de Gracie puede calmarse
ahí atrás.
"Tranquilo Dohrein", digo rápidamente, porque a su hob no le gusta que le gruñan a su
compañera, supongo. A Gracie le pregunto: "¿Qué tipo de oportunidad?"
Gracie cruza los brazos por encima del estómago. Es una comunicación triunfal. "Yo digo
que pongamos un valor a nuestro talento. Les cobramos por ver el próximo espectáculo".
Asiento con entusiasmo. "Esto ha sido mucho trabajo".
"Enorme", asiente Gracie. "Si volvemos a hacer esto, todos merecen que se les pague por su
tiempo. Y a las Gryfala les encantó. También a los hobs y a los Rakhii. La próxima vez será
más grande, atraeremos a otros que hayan oído hablar de ésta; vendrán y pagarán porque
saben que el entretenimiento fuera de este planeta merece la pena".
"Eso es genial", digo. Miro de ella a Bash. "Entonces... ¿cuál es el problema?"
Aquí, Gracie da un pequeño y teatral respingo. "Bueno..."
Bash vuelve a refunfuñar, y Dohrein, que sigue detrás de Gracie, mueve las alas, y las vetas
azules en ellas se vuelven aún más brillantes. Empieza a parecer una peligrosa advertencia.
"Tenemos una gran tripulación de hobs y Rakhii", señala Gracie.
"Lo tenemos. Hacen un trabajo estupendo", estoy de acuerdo.
"Eso es porque son mi tripulación", estalla Bash. No en voz alta, pero con mucho
sentimiento de Rakhii.
"Ah." Deslizo mi mano por su espalda, dándole una palmadita en el hombro justo al lado
de sus espinas dorsales hinchadas. "No quieres compartir".
"No está proponiendo compartir", humea Bash. Como si dijera las palabras con pequeñas
nubes de exhalaciones llenas de humo irritado.
Gracie se encoge de hombros. "¿Cuánto tiempo nos llevó construir los decorados?
Necesitaríamos un equipo a tiempo completo si queremos intentar hacer esto cada pocas
semanas con diferentes historias".
"¡Ohhh, eso es como a tiempo completo! Me encantaría poder hacer esto a tiempo completo",
gimo, y bajo mi mano, aún dando palmaditas, sintiendo que la espalda de Bash se tensa.
Los ojos de Gracie pasan de mi mano a Bash y a mí. Sonríe.
"Lo digo en serio", le digo a ella, a Bash, a todos. "Esto es lo que me gusta hacer. Esto...
esto ha sido maravilloso. Ha sido como volver a tener mi antiguo trabajo, pero mejor, porque
aquí tengo gente a la que quiero más". Empiezo a frotar la espalda de Bash, golpeando sus
espinas desinfladas. "Me encantaría absolutamente si pudiera hacer esto a tiempo completo
en este lugar. Lo siguiente que quiero hacer es poner a Annie". Hago movimientos
disimulados señalando a mi alienígena. "Creo que alguien querrá adoptar a la señorita
Hannigan como su animal espiritual. '¿Oigo... FELICIDAD aquí dentro'". Cito, con una
mueca de satisfacción muy al estilo de Bash. "Lo tendremos cantando un amenazante
'Pequeñas Humanas', en poco tiempo". Tarareo: "'Qué suerte, qué suerte, mira con lo que
estoy tratando: pequeeeeñaaas HUMANAS'", y hago un gesto a Gracie para que opine. "¿Es
o no es la canción de Bash?"
"Oh, creo que es perfecta". La sonrisa de Gracie es victoriosa, pero baja los brazos y cruza
las manos frente a sí misma casi con recato. "Pero si tenemos la intención de hacer esto, si
esto es lo que te haría feliz, Isla, entonces parece que tenemos que empezar el proceso de
contratación de una buena tripulación. Una tripulación de confianza. Quiero decir, sabes
que no tengo nada en contra de los Rakhii, pero ya sabes cómo son", dice con mucha
importancia en su tono. "Este flamante grupo de chicos tendrá que ser investigado para
asegurarse de que no verán a todas las hermosas humanas dirigiendo el espectáculo y
empiecen a pensar que podrían simplemente tomar a una o dos o a todas ellas para sí
mismos..."
"Tendrás los mismos hombres", decreta Bash. "Los que he entrenado para que me teman y
que has tomado de mi cantera serán los que conserves".
Le miro. "No tienes que renunciar a tus hombres. Ignora lo que Gracie insinúa
taimadamente ahí. Podemos contratar a nuestros propios alienígenas para hacer esto.
Podemos entrenarlos nosotros mismos".
Bash mira fijamente a Gracie, no porque esté enfadado con ella, sino porque sus ojos se
vuelven feroces y conminatorios ante la idea de exponer a las mujeres (a mí) a unos Rakhii
nuevos y aún no aterrorizados, que realmente tienen tendencia a ver a una mujer, a crear
un vínculo con ella, y a irse con ella.
Bash vuelve su mirada fulminante hacia mí, sólo haciendo que se suavice un poco. "Si
entrenaras a los hombres brutos, se encapricharían locamente de ti".
"Eres muy bueno para el ego", le digo.
"Mientras que todos mis hombres saben a quién perteneces", declara. "Nunca se atreverían
a arriesgarse a mi ira".
Gracie finge estar absorta mirando sus uñas. "Entonces... ¿nos quedamos con todos los
chicos a los que ya hemos enseñado a construir decorados?".
Bash le envía una mirada para erizarle la piel y que, afortunadamente, parece rebotar en
su amplia, amplia sonrisa. "Quédate con tus machos acobardados. Voy a romper en un
nuevo conjunto para mi cantera ".
"¡Impresionante! Entonces mi trabajo aquí está hecho", dice Gracie, haciendo una pequeña
reverencia. Pero no puede enderezarse del todo una vez que se inclina, y me sorprende y
me alegra cuando Bash se mueve por ella tan rápido como yo para ayudar.
Pero ninguno de nosotros es tan rápido en reaccionar como Dohrein. Está justo detrás de
ella, tomando su codo y su hombro.
"Estoy bien, estoy bien", le dice Gracie a él y a nosotros. "Pero será mejor que me lleve a un
baño. Tengo que revisarme".
"¿Estás bien?" pregunta Bash, con las escamas de su frente lo suficientemente arrugadas
como para mostrar que realmente está preocupado.
"O me he meado encima o he roto aguas", responde Gracie con un suspiro. "Y hace dos
semanas que estoy preparada para la llegada de este niño, así que sería estupendo que no
fuera incontinencia".
"Vaya. El embarazo suena..." Empiezo.
"Oh, es una maravilla", asiente Gracie. "Sólo espera a que lleves al engendro de tu marido.
El tuyo tendrá cuernos".
"Awww", arrullo, sólo de imaginarlo.
"No hasta días después de que salgan las crías", corrige Bash. "Los cuernos no salen dentro
del vientre de una madre", reprende a Gracie, como si lo contrario me hubiera preocupado.
"¡Nuestras crías van a ser muy monas!" exclamo.
La cola de Bash se desliza con fuerza alrededor de mi cintura. "Serán magníficos. Serán la
mitad de ti".
"Oh chico, está a punto de tener suerte con una línea como esa". Gracie me da una sonrisa
de agradecimiento. "Lo cual es bueno. Asegúrate de que sea feliz, tenemos lo que vinimos a
buscar, esta fue una buena noche", concluye, saludando a Bash y a mí antes de que
Dohrein la rodee con sus brazos y la baje volando.
"Tendremos que revisarla para ver si realmente está de parto", le digo a Bash.
"Más tarde", promete. "¿En qué lugar de este aparejo podemos aparearnos sin tener que
preocuparnos de que nos caigamos?"
∗∗∗∗∗∗∗
Epílogo I
ISLA
Bash se ha vuelto un poco más amable con las otras humanas. Mucho más amable, pero
nunca se lo diría a la cara. Todavía le gusta gruñir y parecer impaciente, pero todo el mundo
puede sentir la diferencia. Es más tolerante. Sigue diciendo cosas terribles sobre las
humanas para que todos pensemos que no nos soporta, pero por dentro está 110% a favor
de la raza humana. O por lo menos un alto 90%. (Depende del día.) También está realmente
más relajado. Sí, sigue tomándose muy en serio los plazos y el trabajo, pero no va a matar
a nadie por tomarse un descanso no programado para hacer pis.
(Ayuda el hecho de que ya tiene muy pocas humanas que trabajen en la cantera. Al parecer,
los alienígenas nativos de este planeta que contrató después de que nos fuéramos pueden
aguantar la vejiga durante "una duración respetable de un turno").
La familia de Bash se ha convertido en mi familia. Sus hermanos me recibieron con los
brazos abiertos y juguetones, y me recuerdan tanto a mi hermano que a veces lloro de
felicidad cuando estoy cerca de ellos. Esto molesta a Bash y, al principio, a mis cuñados -
ver a una mujer llorar no es algo que los hombres Rakhii lleven muy bien-, pero ahora lo
entienden. Se han emocionado al ver que los quiero a todos como si fueran de la familia.
Los padres de Bash se han convertido en mis padres. Es diferente tener a la madre de Bash:
no es como mi madre, con la que podía hablar de todo. La madre de Bash tiene una biología
diferente a la mía y no puedo soltar detalles sexuales sobre su hijo, así que hay algunos
límites y diferencias, pero seguimos hablando toneladas y la suya es la relación maternal
más reconfortante que he disfrutado desde que murió mi madre biológica.
Bash y yo seguimos dividiendo nuestro tiempo entre la casa del pueblo y la cueva detrás de
la cascada. Eso probablemente cambiará cuando llegue el bebé. Todavía no hemos
conseguido que el bebé se haga realidad, pero estamos disfrutando mucho intentándolo. Y
cuando tengamos un bollo en el horno, bueno... Bash no ha expresado su temor en voz alta,
pero creo que se está preparando en silencio para que le pregunte si podemos vivir a tiempo
completo en el pueblo.
Supongo que dejaremos que todo se resuelva por sí solo. Tal vez quiera la privacidad para
no tener que esforzarme en ponerme un sujetador de lactancia en los días en los que sólo
quiero hacer el vago en casa. Pero tal vez Bash decida que aprecia las niñeras incorporadas
si estamos lo suficientemente cerca de los amigos como para salir por la puerta principal y
prácticamente entregar a nuestro bebé.
(Sí, quizá no. Los Rakhii parecen ser un poco locamente protectores con sus hijos y ninguno
de ellos ha dejado de lado las tareas de niñera, o eso he oído. Los Hobs, sí. ¿Los Rakhii?
No)
Hoy me levanto temprano porque tengo la intención de despedir a Bash con una despedida
muy amistosa antes de que se dirija a la cantera y yo me dirija a la Casa de Juegos.
Así es. Tenemos toda una Casa de Juegos para entretenernos. Construyo nuevos decorados
cada pocas semanas, y alienígenas de todo el planeta ven nuestros espectáculos.
Estoy pensando en darle a mi hombre un beso en el que pensará mientras estemos
separados. Todo el día. Durante horas y horas. Miro el tiempo para atraparlo mucho antes
de la T-menos quince minutos que tiene programado para salir por la puerta para ir al
trabajo, y sonrío mientras envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y me preparo para
tomar su muñeca y darle un adecuado mordisco de amor. Le despediré con una sonrisa.
Después de todo, la marca de anoche seguramente se desvanecerá, pìenso con una sonrisa.
En cambio, la cola de Bash se envuelve alrededor de mi trasero, me impulsa lo suficiente
como para colocar su mano debajo de mi trasero, y luego nos alejamos de la sala de estar
y nos dirigimos hacia el mostrador de la cocina. "Esta falda", gruñe.
Agarro su cuello. “La utilizo solo para ti. ¿Te gusta?"
"Me está volviendo loco", admite y me clava el culo en el mostrador. Mi trasero esencialmente
desnudo, no llevo el cinturón de castidad hasta ahora. Solo soy yo con una linda falda ...
sin bragas.
Había estado esperando que algo así sucediera.
Sus dedos agarran mi falda por ambos lados...
Y yo chillo. "¡Espera! ¡Espera! ¡No la rompas!" Gracie me matará. Este es su diseño, una
pieza que hizo para sí misma pero que aún no puede usar porque dice que su trasero es
demasiado grande. Esta falda es su objetivo de pérdida de peso, y si la arruinamos, me
sacará el corazón con un desgarrador de costuras.
Bash me la mete con cuidado por los muslos. "No iba a estropearla. Sólo pensaba disfrutar
de un desayuno rápido".
"¿Ah sí?" Jadeo, cayendo hacia atrás y golpeando el molinillo de café más atrás en el
mostrador mientras sus dedos con garras envuelven mis muslos, deslizándose hasta el
lugar detrás de mis rodillas, levantando mis piernas a sus hombros antes de que él levante
mi trasero en el aire. "¡Eso es bueno! He oído que es una comida muy importante del día".
"He oído lo mismo", respira en mi coño, antes de que su lengua me dé un golpe. Luego
ronronea entre mis piernas.
"¿Llevaré el cinturón más tarde?" pregunto con un suspiro de felicidad. "Seguro que se verá
con esta falda".
Sus ojos se calientan, pero sacude los cuernos. "Tengo previsto visitarte para almorzar en
el descanso. No quiero que el cinturón me impida el acceso".
Todo mi cuerpo se calienta ante sus palabras. Le tiendo la mano, con los dedos separados.
Enlaza sus dedos con los míos, baja mi mano junto a mi muslo y hunde su boca en mi
coño. Sus ojos desprenden un brillo delicioso que ilumina mis mamas, mis muslos y mi
vientre, haciéndome parecer un anillo mágico.
Bash me está haciendo sentir mágica.
Me lame hasta que grito, y luego desata nuestros dedos para inmovilizar mi estómago para
el segundo asalto.
Pero volviendo al tema de mi cinturón: la castidad se ha convertido en un juego. El hecho
de que Bash opte cada vez más por llevarme sin cinturón es una señal de lo seguro que se
siente por fin. Su confianza es algo hermoso.
Sin embargo, estoy segura de que no hemos terminado con el cinturón para siempre. Seguro
que lo sacamos de vez en cuando, pero últimamente Bash no lo ha necesitado. Dicho esto,
me imagino que cuando nuestros hijos tengan veinte o treinta años podremos dejar caer
que fueron concebidos después de que me arrancaran violentamente el cinturón de
castidad. Porque el hecho de que tu concepción ocurriera mientras tu madre era arrancada
de dicho cinturón por tu cachondo padre es el tipo de bomba mental que deberías compartir
cuando llegue el momento de completar las sesiones de terapia de tus hijos. Es decir, no
quieres que paguen al terapeuta por la mierda media que hay que leer. Quieres que esas
sesiones sean interesantes. Ahora los médicos no se aburrirán y nuestros hijos al menos
sabrán que sus padres están locamente enamorados.
Nos vamos a divertir mucho marcando a nuestra descendencia.
Además de su creciente confianza, Bash se ha visto motivado a disminuir el juego de los
cinturones porque se estaban volviendo caros de reparar, o en algunos casos, de
reemplazar.
Sólo pensar en ello me hace jadear, agarrar sus púas y reírme. Bash y yo disfrutamos de
un buen rato de juego de rol en el que mi rey estaba ausente, y mi travieso guardia real
Rakhii me arrancó el cinturón para salirse con la suya.
Entonces llegó el día en que Cyden nos informó de que se estaba hartando de hacer
cinturones. Dado que también cobra un dineral por repararlos o reemplazarlos, no es que
no estuviera bien compensado por sus talentos. Pero aparentemente el hombre tiene otros
planes para su vida que arreglar nuestros juguetes sexuales.
Coooomo... planes para encontrar su propia hembra. Se acercó a Dohrein con sus ahorros
(en realidad, ahorrado de nosotros), cuya madre suministró los considerables fondos una
vez para hacer un viaje a la Tierra, en el que un montón de hobs más algunos Rakhii
recogieron parejas humanas.
Cyden quiere una pareja.
Dohrein aceptó acercarse a su madre para un segundo viaje con una condición: Jonohkada
tiene que encontrarle una esposa.
Gracie está preocupada, Jonoh no tiene muchas esperanzas de tener éxito (estuvo en el
viaje original a la Tierra y no encontró ninguna mujer que lo quisiera como pareja), pero
Dohrein se siente relajado.
Le dije a Gracie: "¿Ves? Si hubieras llevado un cinturón de castidad, tu bat-esposo no se
habría sentido tan salvajemente territorial".
"Sí, bueno", dijo ella con un suspiro tenso, "estaba algo embarazada, así que no es una
opción que hubiera querido explorar". Entonces acarició con la nariz a su niña,
tranquilizándose. Nisha es el nombre de su bebé. Al igual que su padre, nació con alas de
piel curtida, ojos azul glaciar, pequeñas garras en cada dedo... y es el bebé más bonito que
he visto nunca.
"Jonoh estará bien solo", le aseguré. "Y no estará solo, solo. Parece que hay un grupo de
chicos que esperan traer compañeras".
"Sí", acepta Gracie, pero seguía pareciendo una madre cisne que viera cómo una tortuga
mordedora de caimanes se llevaba por delante a uno de sus polluelos bajo el agua.
"Estará bien", digo con confianza. "Encontrará alguna buena chica a la que aterrorizarás
tanto que te considerará en privado la suegra del infierno".
Gracie se tomó un momento para considerar esto antes de acunar a su adorable recién
nacido y asentir. "Me gusta este escenario".
∗∗∗∗∗∗∗
Epílogo II
BASH
(Contador de llanto: Te corto las manos si lo tocas)
Vosotras… sí. *Suspiro”. Vosotras, humana, vosotras.
Hay tres reglas: La primera es que es mejor entrar en mi dominio preparado para trabajar.
Es muy simple. También lo eres tú, soy consciente, pero espero que lo hagas lo mejor
posible. La segunda regla es no tocar el Contador de Lloriqueos.
La tercera es no hablar. No quiero escuchar vuestra voz molestando en mis oídos.
Soy el Maestro de la Cantera. Y estoy emparejado con una humana. ¿Qué puedo decir? Los
Rakhii son particularmente susceptibles a vuestros extraños encantos humanos, incluso
yo.
Pero entonces, no es como si todas vosotras fuerais irredimibles súcubos 43 alienígenas sin
alma. Algunas de vuestra especie prefieren quedarse con una sola pareja. Algunas de
vuestra especie son leales. Y otras de vuestra especie puede amar incluso a una bestia como
yo.
Tenéis suerte de que mi compañera sea una humana como vosotras. Ella ha suavizado mi
disgusto por vuestra especie hasta el punto de que no podría romper vuestro cuello y
quemar la evidencia para la desaparición de vuestros cuerpos.
También tenéis suerte de que gracias a mi compañera, tengamos un cachorro. Un sano y
hermoso cachorro medio isla. Y criar cachorros te enseña a tener paciencia. Soy mucho
más caritativo con vuestra gente debido a mi moderación aprendida, que se siente como si
se estuviera forjando en el fuego algunos ciclos diurnos.
Pero volviendo a nuestra descendencia. Toda la socialización forzada de mi compañera debe
estar derritiendo mis células cerebrales, porque quisiera compartir con vosotras un vistazo
a este evento en nuestras vidas. Dejadme contaros que el nacimiento de un medio-Isla trajo
muchas sorpresas. Buenas, en realidad. Que, según mi experiencia, son el tipo de sorpresas
más raras.
Tengo más garras en una mano que el número de veces que he sabido que mi madre ha
viajado lejos de la guarida de mis padres. Las hembras Rakhii son audaces en todo, salvo
en la tolerancia a los viajes. Es raro que una de nuestras hembras tenga sed de aventuras
más allá de la puerta de su cueva. Hay mucho que hacer justo donde ella está, siempre ha
dicho mi madre.
43 Dicho de un espíritu, diablo o demonio: Que, según la superstición vulgar, tiene comercio carnal
FIN
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SERIE STOLEN BY AN ALIEN 07
AMANDA MILO
THE QUARRY MASTER
ESCENA BORRADA
BASH
"¿Qué hay en la agenda de hoy? Déjame adivinar. Ver la roca, agarrar la roca, soltar la roca.
Maldita sea, es tan repetitivo, ¿cómo no te vuelves loco? Oh, espera, esto empieza a explicar
algunas cosas".
"Humana, puedo romperte", murmuro en voz baja lo suficientemente fuerte como para que
ella lo oiga.
Y tal como esperaba, se ríe. "Ten cuidado. Podría llorar". Me mira con astucia y complicidad.
"Perderías todos tus bonitos progresos en el Contador".
"Como si me importara lo que representan unas malditas marcas arañadas", me burlo.
Maldito inconveniente: Sí me importa.
Resoplo. "Tengo que dejar mi mochila del almuerzo".
"De acuerdo", dice Isla de forma agradable, sonriendo mientras se acurruca a mi lado.
∗∗∗∗∗∗∗
ISLA
Bash se detiene por completo.
Choco contra su espalda. Le paso el brazo por la cintura y me deslizo hacia su parte
delantera para dirigirle mi mirada confusa. "Vamos, Gruñón. Vamos... oh, mierda".
Bash se detiene porque allí, en la pared detrás de su trono, está el Contador de Llanto. Y
en lugar de la prístina racha de 44 días que ha logrado, es un gran y gordo... cero.
"¿Cómo ha ocurrido eso?" Pregunto con voz queda.
∗∗∗∗∗∗∗
El ceño de Bash es tan feroz que podría vaporizar las arrugas de un bulldog, pero sigue
cogiéndome la mano.
"¡No debería preocuparme por las clasificaciones alienígenas inventadas!", truena.
"¿Todavía sigue con lo del Contador de Llanto?" pregunta Gracie.
Hago una mueca. "Sí, supongo que le está volviendo loco. Creo que podemos quitarlo..."
"¿Estás loca? Esto es lo mejor que le ha pasado a ese Rakhii. Realmente está tratando de
ser amable. O al menos no está tratando activamente de ser malo. Para tu alienígena, eso
es enorme. Necesita el Contador".
"Responsabilidad por sus acciones", asiente Beth. Luego frunce el ceño. "¿A quién hizo llorar
esta vez?"
Siento que mis cejas se deslizan lentamente por mi frente mientras recuerdo con perfecta
claridad lo que Bash había dicho al respecto. Gritó, bramó, dijo. "No lo sabe".
"¿No lo sabe?" pregunta Gracie, que por primera vez se vuelve algo parecido a la
preocupación.
"No. Creo que esa es probablemente la mitad de la razón por la que no puede dejar pasar
esto. Pero también porque le gustó mucho su logro de 44 días". Paso la mirada desde ella a
Beth y me quedo clavada en Beth. "¿Por qué esa cara de culpabilidad?"
Beth se pellizca la ceja. "Umm... tal vez no sea nada. Pero ah, déjame comprobarlo con mis
maridos y ver si..."
"Oh, no", digo.
Gracie se ríe. "¡Qué bromistas!"
"Les matará", advierto. "Les matará de lo lindo".
Beth se muerde el labio y se revuelve, empezando a ponerse nerviosa. "Esperemos que no
lo hayan hecho mis maravillosos, inteligentes, sensibles y a veces suicidas -si creen que es
lo suficientemente divertido como para morir- maridos piratas".
Asiento con gran sentimiento. "Esperemos".
∗∗∗∗∗∗∗
Ellos lo hicieron.
La diabólica tripulación de piratas del cielo de Beth puso a cero el contador de Bash sólo
para fastidiarle.
Y por suerte para Beth, no tiene que armarse de valor y confesárselo a Bash porque sus
maridos están orgullosos de lo que han hecho, de esta divertida broma que han hecho.
Bash les escucha con una expresión pétrea que nadie puede leer, ni siquiera yo.
Y para sorpresa de todos, no explota.
No hace nada violento en absoluto. Ni siquiera un gruñido. Ni siquiera una bocanada de
humo.
¿Estamos preocupados? SÍ. Pero... me digo que es una buena señal. Diablos, le digo a todo
el mundo que es una buena señal. Bash está mostrando un progreso personal. Está
gritando menos. Es menos agresivo. Básicamente se está convirtiendo en el modelo Rakhii.
Esa noche, Bash deja nuestra cama, diciéndome que vuelva a dormir. Pensando que tenía
que orinar o ir a por una bebida o algo así, me dejé llevar por el sueño. Sólo pensé que se
había ido un rato cuando volvió a meterse debajo de las sábanas conmigo.
Al día siguiente, en lugar de ir directamente a la cantera para empezar a trabajar, Bash me
acompaña de la mano y me lleva hasta... el lugar donde los piratas de Beth aparcaron su
barco. Es el vehículo más espeluznante que jamás hayas visto, porque parece que un
tiburón gigante ha varado en tierra. Es oscuro y de ángulos agudos, con un morro letal que
dispara explosivos y láseres, y esta cosa es enorme. Es fácil ver cómo pueden soportar vivir
en ella. Es una ciudad voladora, no un simple avión. Cuando veo lo que le han hecho, mi
mano casi vuela para taparme la boca, pero mi mano está detenida y no puede hacerlo,
porque Bash la está agarrando triunfalmente con la suya. Cuando le miro, tiene una sonrisa
tan deliciosamente malvada que rivaliza con la del Grinch.
La familia de Beth se desparrama por el día, un par de sus cinco maridos bostezan mientras
bajan por la pasarela, el más grande de ellos lleva a la niña de Beth, y los que se llaman
Prow y Oquillion se pelean por quién acompaña a Beth al trabajo, pero todos se detienen
cuando nos ven esperándolos.
La mirada de Beth pasa de Bash a mí. Veo la pregunta en ellos. Ensancho los ojos hacia
ella.
Todos sus chicos parecen recelosos y todos tienen los ojos puestos en Bash.
Bash les devuelve la mirada con un frío desafío. Entonces señala con una punta de sus
cuernos.
Todos giran la cabeza para seguir su indicación... y cinco piratas estallan en carcajadas.
Allí, quemada -como en Rakhii- con fuego, en el brillante revestimiento metálico de su nave,
está la imagen que Bash debe haber visto más de un par de veces.
La pintura rosa neón estaba coloreada en su interior.
Es un ornitorrinco rosa peludo.
La voz de Bash suena, como si estuviera de sorprendente buen humor ahora que siente que
se ha vengado de que hayan manipulado su Contador de Llanto. "Vosotros", dice a la
tripulación pirata que aún ríe, "sois unos capullos".
∗∗∗∗∗∗∗
Nota de Amanda
Cuando el libro de Bash comenzó en 2018, era solo una historia corta, una pequeña y linda
novela con una humana tímida que Bash tuvo que aprender a no asustar, porque le
gustaba.
Sé que ha tardado una eternidad, pero esta versión final espero que haya merecido la pena
la espera. Si habéis estado esperando a Bash e Isla todo este tiempo (¡y mencionándolo en
vuestras reseñas, animándome!♥ Me habéis hecho seguir adelante. ¡¡¡SOIS LOS
MEJORES!!!), ¡gracias por vuestra paciencia! Si eras completamente nuevo en la serie:
¡Bienvenido! Espero que hayas disfrutado mucho con este reparto. =D Me divertí mucho
escribiéndolos. <3
Hay unas treinta páginas recortadas de la cena familiar y la ceremonia de apareamiento
que quería incluir en este libro. Me habría encantado añadirlas como escenas eliminadas
como mínimo, pero eso no ocurrió. En su lugar, cerraré esta nota con mi fragmento favorito,
y espero dejaros con una sonrisa y pensamientos felices.
Espero que os vaya bien, y que, estéis donde estéis, esta historia os haya atrapado y
transportado a un lugar en el que hayáis disfrutado.
Os deseo lo mejor,
*¡MUCHOS ABRAZOS!!!
Amanda ♥
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Le doy una palmadita en el antebrazo a Bash y sonrío. "No, Bash tiene unos modales
excelentes. Al menos tiene un éxito absoluto en eso".
"Tartas de Yanak", afirma el hermano de color caramelo, Kitmalo.
La barbilla de Bash cae sobre mi cabeza, y por las escamas pálidas de Kitmalo, supongo
que está siendo mirado con dureza.
"Isla", ronronea Reiko, uno de los otros hermanos de Bash, que obedece a su madre y se
adentra en la cueva y, por consiguiente, se acerca a mí. "Así que ese es el nombre de esta
pequeña belleza". Sus ojos recorren mi cuerpo de arriba a abajo de una manera que expresa
aprecio. "Lástima que te estés convirtiendo esencialmente en mi hermana. Cuando tenga
fantasías contigo y conmigo más adelante, va a hacer que las disfrute mucho, mucho".
Y así, Bash ya no me abraza por detrás.
Se abalanza sobre mí para dar un golpe mortal a su hermano.
El padre de Bash bloquea a su hijo de una aniquilación segura justo a tiempo. Pone una
gran mano en el hombro de Bash, y no puedo dejar de ver que hunde sus garras en la piel
de Bash, atravesando la tela de su camisa, y le advierte: "No dejes que se te suban a la
cabeza, Bubashuu. Concéntrate en tu hembra, no en sus pullas".
"Sí, Bash", ríe Sterigmos. "No te preocupes por nosotros si pinchamos a tu hembra..."
Esa es toda la burla que Bash puede soportar.
Las garras del padre de Bash desgarran la piel de éste cuando salta hacia su hermano,
llevándolo al suelo, donde comienza a reconfigurar la cara del otro Rakhii.
"¡Bienvenida a la familia!" Xoknith me grita efusivamente, con una enorme sonrisa que
estira su escamosa boca.
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