Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Circle.
Fue realizado sin fines de lucro y no pretende
perjudicar al Autor (a). Las Brujas de este
círculo no reciben compensación económica
alguna por la traducción, corrección o edición
del mismo. The Secret Circle nace con la
finalidad de dar a conocer nuevas historias a
lectores de habla hispana. Por seguridad no
menciones nuestra labor ni la de otros grupos
de traducción en las redes sociales de los
autores.
Apoyemos a los autores adquiriendo sus libros
en idioma original.
When She Belongs
A Risdaverse Tale
Ruby Dixon
1
Keff/keffing = Fuck/ Fucking. Y en español seria joder o follar
—Estoy empezando a pensar que no estás hecha para este estilo de
vida, pequeña —bromea Adiron, con una sonrisa salvaje en su
amplio rostro.
Empiezo a pensar que tiene razón.
SOPHIE
2
Estrella Flotante
Mathiras agrega: —Pero si somos nosotros los que la encontramos,
podríamos ser ricos más allá de nuestras imaginaciones más
salvajes.
—Puedo imaginármelo mucho —dice Adiron, sonriendo.
—¿Así que vamos tras este nave? ¿El Buoyant Star? —Pregunto.
—El sistema Slatra es un sistema prohibido —continúa Mathiras—.
Fue cedido en las Guerras Threshian y los mesakkah tienen
prohibido volar allí.
—¿Así que no iremos?
—Todos nuestros mapas y mapas de estrellas han sido clasificados o
están incompletos —dice Kaspar, moviendo los dedos por la pantalla
de navegación y mostrando un mapa de estrellas tras otro—. Hasta
ahora. Ahora, podríamos tener la oportunidad de encontrar esa
nave.
—Pero es peligroso —continúa Mathiras, y me mira.
—Somos corsarios, ¿verdad? ¿No es todo peligroso?
—Este es un tipo diferente de peligro —Mathiras intercambia una
mirada con sus hermanos—. Uno en el que nunca arriesgaríamos a
Zoey, y uno en el que tampoco deberíamos arriesgarte a ti.
Entonces… espera. Hay una creciente sensación de miedo
moviéndose sobre mí. —¿Qué se supone que debo hacer entonces?
—Hago un gesto hacia el pasillo—. ¿Y qué hay de mi nuevo mejor
amigo?
—El carinoux no pueden permanecer a bordo. Es demasiado
peligroso, para él y para nosotros. Lo último que necesitamos es una
mascota cara y demasiado grande que muerda el cableado de la
Sister.
—¿Deberíamos devolverlo? —Pregunta Kaspar.
Yo jadeo. —¡No pueden abandonarlo! ¡Acaban de matar a la otra
tripulación! ¡Están hundiendo su nave!
—Sí, pero este podría ser el trabajo que nos hará ricos —continúa
Kaspar, apuntando con un dedo a las cartas estelares—. ¡Tenemos
que ponernos manos a la obra!
—Sophie tiene a la cosa bajo control —interviene Adiron—. Y
todavía vale mucho dinero para los compradores adecuados. Sería
una estupidez dejar pasar eso.
Mathiras levanta una mano. —No vamos a dejar pasar nada. Hay
una manera de mantener a Sophie a salvo y descargar al carinoux en
algún lugar hasta que podamos organizar una venta.
—¿Cuál? —Kaspar pregunta, impaciente.
El hermano mayor simplemente sonríe. —¿Recuerdas quién nos
debe un favor?
Los ojos de Kaspar se agrandan. Adiron se ríe. —¿Un'Rok? Se va a
cagar si nos presentamos con una humana y un carinoux.
—Nos debe un favor —les recuerda Mathiras, con una expresión
obstinada en su rostro—. No me importa si se caga mientras los
mantenga a salvo mientras nosotros revisamos el sistema Slatra.
Están hablando a mí alrededor como si yo no contara. Llevo mis
brazos a mi pecho en un abrazo, odiándolo, y odiando estar casi de
acuerdo con ellos. Yo no cuento. Ni siquiera pude matar al enemigo
antes. Pero... ¿no debería tener algo que decir sobre mi propio
destino?
Aquí pensando que las cosas serían diferentes después de unirme a
la tripulación de los hermanos, pero me siento como una cosa, un
objeto, tanto como siempre. Yo y el pobre Sleipnir ambos. —¿Es este
Un‟Rok ... otro corsario?
Adiron bufó. —Él desearía serlo.
—Es un chatarrero y mecánico —explica Mathiras—. Vive solo en un
puesto avanzado abandonado. Es perfecto. Estarás a salvo allí hasta
que regresemos.
—Está decidido, entonces —dice Kaspar rápidamente, y Adiron
asiente.
Creo… que lo está. Los hermanos se van en busca de aventuras, y yo
consigo ser cuidadora de gatos en la casa de un extraño. Qué suerte
la mía.
SOPHIE
3
En el original es “Jerk” por eso el cree que confundió los nombres
—¿Por qué... si no, preguntaría dónde estaba el baño?
—Y mantente fuera de mi camino —agrega, señalando la sala más
grande con su equipo dentro—. No toques nada aquí. De hecho, no
toque nada fuera de tu habitación.
—¿Ni siquiera el baño? —Pregunto, incapaz de resistirme a lanzar
un rayo sarcástico.
—Sabes a lo que me refiero, humana. —Pisa fuerte hacia su banco de
trabajo y me da la espalda.
No es la primera vez hoy, que me pregunto si es demasiado tarde
para que Adiron, Mathiras y Kaspar se den la vuelta y vengan a
buscarme.
Jerrok
4
La frase sarcástica pierde el sentido al ser traducida
Me muevo a la siguiente planta, y los pequeños zarcillos y tallos me
recuerdan a las plantas de pepino de la Tierra. Me pregunto si hay
un equivalente aquí en el espacio.
—Tu mascota caga en todas partes —dice Jerrok en voz baja—. Yo...
pensé que eras tú. Lo encontré aquí en el terrario y pensé que habías
hecho un desastre en los pisos.
Mis labios se mueven y me giro para mirarlo. —¿Yo?
Su rostro está un poco sonrojado, sus hombros encorvados como si
estuviera incómodo. O avergonzado. —No sabía que estaba aquí —
murmura—. Y nunca antes había estado con humanos.
—¿Esa es una disculpa, Jerrok el idiota?— Pregunto a la ligera.
Su mandíbula se flexiona. —No.
—Creo que lo es. Disculpa aceptada. —Y me río cuando me lanza
una mirada furiosa. Oh, hombre, estar con Sleipnir me da el control,
y tengo que admitir que me encanta. —Si te hace sentir mejor,
limpiaré después. Me imagino que puede ayudar con el fertilizante
aquí en el terrario y los pisos necesitan una buena lavada de todos
modos. —Hay un bonito mosaico debajo de mis pies, pero está
cubierto de mugre y hojas muertas.
—Haz lo que quieras. —Jerrok se encoge de hombros—. Solo... no
llores.
—Eso es como pedirte que no seas desagradable. —Intento
deliberadamente que mi tono sea ligero y despreocupado mientras
me acerco a él. Ahora que está limpio, no puedo dejar de mirarlo.
Jerrok se ve muy diferente ahora. No lleva las gafas que cubren la
mitad de la cara y es más fácil distinguir sus expresiones. Su nariz es
estrecha y un poco larga, pero aún más grande que cualquier nariz
humana que haya visto. Sus ojos son discordantes a la vista, uno
normal y uno tan obviamente cibernético, pero me estoy
acostumbrando a eso. Atrás quedaron las pesadas capas de trapos
sucios, y hoy lleva un viejo jersey de estación de algún tipo, el tipo
que se pone Kaspar cuando hace trabajos mecánicos. No le queda
bien, los brazos están un poco apretados y las muñecas son
demasiado cortas, pero enfatiza lo poderosa que es su forma. En
cierto modo, me recuerda a Adiron en lo físico. Grande e imponente,
pero tampoco demasiado aterrador. Sin embargo, lleva un guante en
una mano y sigue tocando su brazo falso. No puedo evitar notar que
el material sobre su muslo se ajusta más en una pierna que en la
otra, y me pregunto cuánto de él habrá sido reemplazado.
Quiero preguntar qué pasó, pero parece descortés y estamos siendo
educados el uno con el otro. No voy a estropear eso todavía. Estudio
su rostro y noto que tiene círculos oscuros debajo de los ojos. Me
pregunto si tiene pesadillas todas las noches. —Entonces, ¿qué pasa
con el conteo?
Jerrok se pone rígido. —¿Conteo?
Algo me dice que sabe exactamente a qué me refiero. —Cuando te
desperté de tu pesadilla, de nada, por cierto. —Él bufó, pero no de
una manera cruel, así que continúo—. Estabas contando mientras
dormías. Parecía importante.
Permanece en silencio por un largo momento y luego saca su cigarro
de nuevo, raspando un clavo en la punta. Se enciende y se lo pone
entre los labios y no mira a nada en particular, evitando el contacto
visual. Estoy a punto de renunciar a recibir una respuesta cuando
dice: —No tuvieron tiempo para hacernos pasar por un montón de
entrenamiento riguroso para la guerra. No hubo tiempo para clases
de fortalecimiento mental. Así que nos dijeron que si éramos
capturados por el enemigo y torturados para obtener información,
contáramos. Solo contar. Dijeron que nos ayudaría a no rompernos
—Su mandíbula se flexiona—. Un montón de keffing mentirosos.
Se me seca la boca. —¿Tortura?
La mirada que me lanza es dura. —No quiero hablar de ello.
Lo entiendo. Si alguien se me acerca sigilosamente y me pregunta
sobre mi tiempo en Praxii Minor, tampoco querría hablar de eso. —A
veces es mejor dejar morir el pasado. No todo el mundo entiende
eso.
Gruñe, mirándome. —¿Alguna vez fuiste a la guerra?
Niego con la cabeza. No guerras, pero sé algo sobre pasar por el
infierno. Sleipnir se aleja, perdiendo interés en nuestra
conversación, y supongo que esa es mi señal para irme también. No
quiero hablar de la guerra, ni de mi pasado, ni de nada incómodo.
No con un extraño. Ni con nadie. —Creo que volveré a leer mi libro.
Gracias por la conversación. Fue un buen cambio de ritmo —Le doy
una leve sonrisa y me alejo.
Se aclara la garganta antes de que llegue demasiado lejos. —Fideos
esta noche.
Me volteo. —¿Es una orden o una invitación?
La boca de Jerrok se tuerce de esa manera modesta, casi enojada.
Como si no pudiera decidir si está siendo irónico o si está enojado
consigo mismo. —Ninguno. Solo te estoy haciendo saber que voy a
hacer fideos esta noche. Ven a comer un poco si quieres. O no. No
me importa.
—Creo que suena como una invitación —Le sonrío y su expresión
cambia cuando lo hago. Su mirada va a mi boca y el cigarro en su
boca se mueve.
Con la misma rapidez, vuelve a apartar la mirada. —No te sientas
demasiado halagada. No quiero que seamos amigos. Tenemos que
discutir un plan de juego.
Algo me dice que la parte de “amigos‟‟ es una gran bravuconería.
Dios sabe que no somos amigos. Somos apenas corteses. ¿Cree que
voy a declararle amor infinito sobre un plato de fideos preparados a
regañadientes? Por favor. —¿Plan de juego?
—Sí. Tu mascota se está comiendo toda mi comida. Tendremos que
hacer un viaje por suministros a menos que quieras comértelo.
—¡No me voy a comer a Sleipnir!
—Entonces eso lo arregla, ¿no?
Jerrok
Disfraces.
Por supuesto. La respuesta es simple pero obvia. Por supuesto que
vamos a disfrazarnos. No puedo creer que no pensé en eso cuando
Jerrok insistió en que fuéramos a la estación. Estaba preparada para
pelear con él a la mañana siguiente, para zapatear y declarar que no
iré, cuando me puso una pesada túnica con capucha en los brazos y
una máscara. —Cuando enciendas esto, disfrazará tus rasgos. Es una
tecnología ilegal y extremadamente cara, así que trata de no
romperla, ¿de acuerdo?
—¿Tecnología ilegal? —Pregunto, curiosa. Me coloco la máscara en
la cara y el plas-film se amolda a mis rasgos. Hay un pequeño
interruptor junto a mi oído, y cuando lo toco, una película rosada cae
sobre mi visión, una señal de que cualquier “enmascaramiento” que
esté haciendo está funcionando.
—Sí. No todo lo que obtengo aquí es respetable. Es impactante, lo
sé. —Su tono no es tan cáustico como lo es normalmente esta
mañana—. Voy a hacer una revisión de último minuto en el
transbordador que tomaremos. Asegúrate de que tu mascota esté
alimentada y luego reúnete conmigo en la bahía de atraque.
Me pongo la capa y noto que las mangas son lo suficientemente
largas como para ocultar mis manos. Miro mi cara en el espejo y la
cara que me mira es ooli. Es impactante ver una cara de rana
parpadear cuando lo hago. El disfraz parece... real, siempre y cuando
mantenga mi capucha levantada y mis manos ocultas. Agarro la
enorme bandeja de carne que ha preparado para Sleipnir y la llevo a
mis aposentos. El carinoux apenas me mira a la cara, mucho más
interesado en su desayuno. Beso su cabeza una docena de veces de
todos modos, porque me he encariñado con él. Él es el único que
realmente me cuida en este extremo del universo. —Eres el mejor
chico, ¿no? —Yo arrullo—. Ojalá pudieras venir conmigo.
Sleipnir desgarra el asado, la carne hace un sonido húmedo y
desgarrado, y recuerdo lo que dijo Jerrok sobre meterse entre un
depredador y su comida. Correcto. Rasco detrás de las orejas de
Sleipnir una última vez, luego me dirijo hacia la bahía de atraque.
Normalmente está vacía, bueno, si ignoras toda la basura y los
vehículos descascarados apilados a lo largo de las paredes, pero hoy
hay un transbordador un demasiado pequeño estacionado cerca de
las puertas del hangar. No es más grande que un automóvil
compacto en la Tierra, y eso es un poco alarmante de ver. —Por
favor, dime que esa no es nuestra nave.
—No es nuestra nave —Jerrok dice con voz plana al otro lado del
transbordador, sus brazos se mueven mientras aprieta algo.
Su tono me dice lo contrario. —¿Estas mintiendo?
—Sip.
—Maldita sea. Te odio.
Resopla y se mueve alrededor del ala, levantando lo que parece una
caja extremadamente pesada. La levanta con un gruñido, y puedo
escuchar su brazo de reemplazo crujir mientras lo lleva hacia el
vientre del transbordador. Miro su rostro, porque lleva una bata casi
idéntica a la que me dio, pero sus rasgos siguen siendo mesakkah.
Solo que son los de un extraño. En lugar de sus ojos desiguales, me
mira con una mirada fija de ojos negros y su nariz es más ancha de lo
que suele ser, su boca pequeña y plana. Parece bastante normal,
supongo, pero prefiero su cara normal.
—Solo para que lo sepas, en el momento en que dejemos este lugar,
soy Lankham os'Riit, un chatarrero que vive cerca de la estación
Kadesh. Eres mi nueva novia ooli que acabo de comprar porque no
habla —Me lanza una mirada.
Quiero enfurecerme por lo sexista que suena, pero dado que solo
hablo inglés y un poco de praxiian, es una buena decisión. Asiento
con la cabeza.
—Bien. Cuanto menos hables, menos posibilidades tenemos de que
alguien se dé cuenta de que eres humana. —Gruñe mientras carga la
caja en el área de carga del transbordador—. Adelante, entra.
Me lamo los labios, estudiando el lugar. —¿Soy solo yo o es esto…
pequeño?
—Soy un chatarrero, no un lord con tierras de Homeworld. Lo
pequeño tendrá que servir, princesa.
Muerdo una mueca de irritación y toco la placa de la escotilla,
tratando de averiguar cómo funciona la cosa. A pesar de que ya me
he ido de la Tierra por varios años, nadie me dejó operar un equipo o
cuidar de mí misma. Mi dueño praxiian me trató como a un perro al
que le gustaba follar, y me estremezco con el recordatorio. Los
hermanos va Sithai fueron buenos conmigo en ese sentido. Es
irónico que pueda atracar a la fuerza una nave pirata en otra en el
espacio y no pueda abrir la puerta a esta estúpida cosa. —No sé
cómo trabajar con esto.
Me preparo para la inevitable respuesta irritable de Jerrok, pero
simplemente se acerca a mi lado y me agarra la mano, la coloca en el
panel y luego tira de la manija junto a ella. —Tienes que hacer dos
funciones diferentes al mismo tiempo —murmura—. Para que nadie
pueda activar la puerta por accidente.
Estoy un poco inquieta por la rapidez y la facilidad con que se
acercó a mí y cómo lo permití. Debería gritarle por atreverse a
tocarme, pero ahora no es el momento. —Bien.
—Silenciosa, ¿recuerdas?
Le saco la lengua.
Resopla, pero suena un poco divertido, al menos. Jerrok suelta mi
mano y regresa a la zona de carga del transbordador. —Dame un
momento y me uniré a ti. Solo necesito asegurar nuestros bienes
comerciales.
Me agarro a la puerta y me arrastro hacia la cabina del
transbordador. Dios, esta cosa es diminuta. El interior me recuerda
a un diminuto helicóptero porque es pequeño y tiene forma de
cápsula. No hay “asientos” reales como los que habría en casa, solo
un banco longitudinal que aparentemente se supone que debemos
compartir. Estoy un poco consternada por lo estrecha que es el área
de la cabina, pero supongo que la mayoría tiene que serlo por la
carga. Ajustándome la túnica a mí alrededor, me siento a horcajadas
en la mitad trasera del estrecho banco y miro los controles. Hay una
buena cantidad de ellos, pero reconozco algunos de los símbolos de
mi tiempo en la Little Sister. Ese es el que aumenta la velocidad, y
ese es el que activa el sling que lo impulsa a híper-velocidad, no es
que lo necesitemos en medio de un campo de asteroides. Jerrok se
une a mí un momento después con un crujido de partes cibernéticas
mientras se desliza en el banco frente a mí. —¿Tratando de averiguar
cómo escapar?
—No, no sé cómo volar esta cosa.
Quizás haya un indicio de anhelo en mi voz. Gruñe, tocando un
panel para encenderlo. —Si me aburro lo suficiente, puedo
mostrártelo.
¿Eh? —Me gustaría eso —digo en voz baja. Quiero aprender a
cuidarme. Odio estar en deuda con los demás.
Asegura la escotilla, cerrando y bloqueando la puerta hasta que
estemos sellados por dentro. Los controles ambientales se activan en
una ráfaga de aire reciclado y mis oídos se abren. —Espera —dice
Jerrok—. Este tiene una aceleración un poco brusca.
Puse mis manos alrededor de su cintura, ya que no había mucho
más a lo que agarrarme, y me preparé. Se oye un fuerte pitido de
advertencia cuando un juego de puertas de esclusas de aire retrocede
y avanzamos, el pequeño transbordador avanza lentamente hacia la
siguiente bahía. Me tenso cuando las puertas se cierran detrás de
nosotros y luego comienza una segunda ronda de pitidos cuando las
puertas que nos llevarán al espacio se abren. Contengo la
respiración, aterrorizada de que este viejo transbordador no esté
sellado correctamente y seremos succionados al espacio.
Pero luego avanzamos, mi cabeza girando hacia atrás. Hundo mis
manos en la cintura de Jerrok mientras nos lanzamos hacia
adelante, y contengo un grito de alarma mientras esquiva por poco
un asteroide que flota demasiado cerca.
—Relájate —murmura—. Estás exprimiendo mi keffing costado. Es
una de las pocas partes de mí que no es de metal, ¿sabes?
—Oh, lo siento. —Lo dejo ir—. Voy a mantener mis manos para mí
ahora.
Él gruñe. —Hazlo.
Puse mis dedos en mis rodillas, flexionándolos un poco con el
recuerdo de lo firme que se había sentido.
SOPHIE
¿Planear esto?
¿Habla en serio? ¿Planeé deliberadamente dejarnos varados en la
estación para poder terminar en la misma cama que ella? ¿No sabe
que ha sido mi invitada durante las últimas semanas? Si hubiera
querido empujarla a mi cama a la fuerza, podría haberlo hecho
tantas veces como quisiese. Podría haberle amenazado con no darle
de comer o con cortarle el oxígeno a su extremo de la estación.
Podría haber amenazado con dispararle a su mascota. Podría haber
encerrado a la maldita cosa en el terrario y forzarme sobre ella. Hay
tantas formas diferentes en las que podría haber aprovechado la
situación y nunca lo hice, porque no soy así. Los hermanos va Sithai
no la habrían dejado conmigo si pensaran que era ese tipo de
hombre.
Su acusación me molesta. Le frunzo el ceño. —¿Planeé esto? Pues sí,
en realidad. —Hago un gesto hacia las paredes temblorosas, el
sarcasmo gotea de mi voz—. Traje una tormenta solar para
malgastar una tonelada de créditos durmiendo en el suelo en una
habitación extraña porque realmente me gusta darle a mis
extremidades cibernéticas una buena jodida de vez en cuando.
Se estremece ante mis palabras, cruza los brazos sobre el pecho y se
encorva como si la hubiera golpeado. En lugar de sentirme mejor
por haberla hecho sentir estúpida, me siento peor y eso me molesta
aún más.
—Lo siento —murmura Sophie—. Solo... vi la cama y entré en pánico
—Ella mira al suelo—. Malos recuerdos de mi último dueño.
Gruño una aceptación de su disculpa. Al menos reconoció que su
acusación era una tontería. Cruzo la habitación, tratando de no
pensar en cuánto me duelen las extremidades o cuánta
retroalimentación estática están enviando a través de mis
terminaciones nerviosas en carne viva. Ha sido un día largo y va a
ser aún más largo. Aun así, odio que toda la vida se le haya acabado.
No quería destruirla con mis palabras. Prefiero cuando ella ataca.
No sé qué hacer o decir cuando se lastima. Suspiro y agarro una de
las mantas dobladas a los pies de la cama. —Praxiian, ¿verdad? —
Cuando asiente en silencio, pienso en todas las cosas que he oído
sobre los praxiians. Cómo el honor de su familia está ligado a todo.
Cómo toda su cultura se basa en la guerra y las casas nobles. Cuán
despectivos son de otras razas... y otras cosas. —Entonces, eh,
¿realmente duermen juntos? ¿Todos? ¿Incluso invitados?
—Todos —dice ella—. Realmente no quiero hablar de eso.
Supongo que no. No puedo imaginarme durmiendo con toda una
familia de praxiians. E invitados, agrego silenciosamente. Agrega el
hecho de que ella era una esclava y solo puedo imaginar la pesadilla
que fueron las noches para ella. —Bueno, como dije, voy a dormir en
el piso. Puedes quedarte con la cama. Y esto no fue planeado, porque
si lo fuera, habría elegido una estación con mejor ropa de cama —
Arrojo la manta hacia abajo e interiormente hago una mueca por lo
delgada que es en el duro piso de baldosas. Me voy a sentir como una
verdadera mierda en la mañana.
Me preocuparé por eso cuando llegue. Un día a la vez, como
siempre.
Sophie traga tan fuerte que puedo oírlo en la habitación. —¿No… no
será eso duro para tus miembros?
—Todo es duro para mis miembros —lo admito. Saco un taburete de
la mesa desvencijada cerca de la pared porque mi rodilla me grita de
dolor. La coloco un poco más duro de lo que quería y dejo escapar un
siseo cuando envía una onda de choque de retroalimentación por mi
columna. Necesito hacer un poco de mantenimiento, y eso va a ser
complicado con una humana asustadiza compartiendo alojamiento
conmigo. Sin embargo, también podría sacarlo a la luz, darle tiempo
para que se acostumbre a la idea. —¿Te parece bien si me quito la
camisa?
—¿Por qué? —Su tono es cauteloso.
—Debido a que mis prótesis están funcionando mal y, a menos que
quiera tener un nudo en la mañana, tendré que aflojar las cosas y
hacer algo de mantenimiento. Es posible que no quieras mirar. No es
un espectáculo agradable —Pongo bravuconería en mi voz para que
se haga una idea. Lo que queda de mí es fuerte, seguro, pero también
está destrozado, lleno de cicatrices y es desagradable. Tal como yo.
—Te he visto sin camisa, ¿recuerdas? Cuando te desperté.
Mi estómago se siente apretado. Enfermo. No me había dado cuenta
de que estaba mirando. —Ah. Bueno... una advertencia es una
advertencia de todos modos. —Le doy la espalda y contemplo dejar
mi jersey puesto, solo lidiar con cualquier desafío que mi cuerpo me
presente por la mañana. Toco mi brazo cibernético y la piel sintética
que lo cubre tiembla dolorosamente. Uno de los circuitos también se
siente caliente. No puedo dejar esto o no estaré posición para
sacarnos de aquí cuando la tormenta se calme. Apretando los
dientes, desabrocho el cierre automático de mi cuello y dejo que la
ropa se acumule en mi cintura. Me siento expuesto, estúpidamente.
Ella ya lo ha visto, me recuerdo. Ella sabe cómo es tu hombro, con
los feos injertos y la masa de tejido cicatricial. Ella sabe que hay una
gran cicatriz ahuecada en lugar de cubrir tu pecho. Ella sabe que un
hombro está más alto que el otro y que la columna no está en línea
recta con la cola. Sabe que te han reconstruido como una muñeca
maltratada.
Lo odio. Odio poder sentirla mirando. Aprieto la mandíbula y hago
todo lo posible por ignorarla, abriendo uno de los paneles en la parte
inferior de mi brazo para poder hacer una prueba de sistemas en ese
circuito caliente antes de que se derrita. Si tengo que reemplazarlo,
será muy caro, más de lo que tengo a mano, lo que significa que
tengo que hacer que esto funcione.
—¿Tienes ... extremidades robóticas? —Sophie pregunta en voz baja.
—¿Perdiste las tuyas?
No, quiero responder. Pensé que podría ser divertido que me
separaran como a un insecto y las reconstruyeran. Sin embargo,
mantengo esas palabras llenas sarcasmo en mi pecho y trabajo en
masajear la piel sobre mi brazo. —Perdí toda una pierna. El pie de la
otra. Un brazo. Parte de mi pecho. Ojo. Oído.
—Eso es terrible. ¿Qué pasó?
—Nada bueno. —La dejé pensar en eso, frotando mi brazo. Siento
espasmos en respuesta, y aunque es un brazo falso, la
retroalimentación me envía oleadas de dolor y un dolor de cabeza en
aumento. Siseo, frotando mi brazo con más fuerza. Hay cables
sueltos debajo de la muñeca y hay que arreglarlo. Lo último que
necesito es perder toda mi mano ahora mismo. Saco un pequeño
juego de herramientas, uno que llevo conmigo en todo momento
para ocasiones como esta. Si yo fuera un soldado grande y elegante
con una buena casa y una buena pensión, tendría extremidades de
reemplazo de primera. No sería necesario masajear constantemente
las piezas. Abro un panel en mi muñeca, pero en el momento en que
lo hago, todo mi brazo vuelve a sufrir espasmos.
Kef. Esta será una noche larga.
—Aquí —dice Sophie detrás de mí. Luego, ella cruza la habitación y
se mueve a mi lado. Antes de que pueda decirle que se quite, puedo
sentir su presencia, el aire cambia a medida que se acerca. —¿Puedo
frotar tu brazo mientras trabajas en eso, si te parece bien?
—No tienes que hacerlo.
—No es sexual —señala apresuradamente, apoyando las yemas de
los dedos en mi hombro como si fuera una especie de animal
nervioso—. No estoy interesada en nadie ni en nada sexualmente.
Solo... parece doloroso y quiero ayudar.
Debería decirle que no. Si lo toca, lo sentirá como yo: los circuitos
en bruto apenas contenidos debajo de la piel, los cables que se
mueven más de lo que deberían. Una buena extremidad cibernética
debería sentirse como una extremidad normal, pero las mías son
basura barata, y eso lo recuerdo todos los días. Me avergüenza.
Pero... tiene sus dedos en mi hombro, y ha pasado tanto tiempo
desde que una mujer me tocó voluntariamente que estoy
desesperado por más. Pienso en sus ojos suaves, y pienso en cómo
toque mi polla pensando en ella.
Debería decirle que no. Dejarla acercarse es un error.
—Adelante—digo con brusquedad.
Jerrok
5
Juego de palabras con su nombre ya que Soft significa suave.
suceder. Frunzo el ceño a mi prima y a Sophie, esperando a que
Bethiah termine de hablar sobre su recompensa para poder irse.
—No todos los humanos se conocen entre sí —murmura Sophie,
mirándome.
Yo la ignoro. —Solo haz esto rápido. No puedo pilotar con una hora
de sueño, y no quiero quedarme aquí más tiempo del necesario.
—Un praxiian buscando a su mascota que se escapó —dice Bethiah,
ingresando información en su comunicador—. No hay escaneos de
video, por desgracia. Me han dicho que es joven y bonita y que se
llama Grothtauk.
Mi traductor interviene con una respuesta. Grothtauk es praxiian
para: “Dormilona”.
Miro a Sophie, recordando lo que dijo antes. Ella se ha puesto
completamente pálida, su boca apretada. Pero se las arregla para
negar con la cabeza. —No la conozco.
SOPHIE
Todo duele.
El dolor sordo y punzante en mis manos se siente como si se
hubiera extendido al resto de mis extremidades, y no importa lo que
haga, no puedo desconectarlo. Me despierta de mi sueño, dejándome
lloriqueando e inquieta.
—Shhh —llega una voz cálida y familiar. Una mano toca mi
hombro—. Bebe esto.
Jerrok. Abro los ojos y le doy una triste sonrisa. —Soy un gran dolor
en el trasero hoy, ¿no?
—El peor —asiente, pero sus palabras no tienen sentido. Me ayuda
a sentarme y, esta vez, ignoro la manta que me rodea la cintura. ¿A
quién le importa si le muestro mis tetas al universo? Me duelen
demasiado las manos para que me importe una mierda. Inclina una
taza hacia mis labios, y cuando me doy cuenta de que el líquido está
caliente, trato de alejarme. —No —insiste—. Bébelo. Sabrá a sudor de
ooli, pero te ayudará.
Doy un sorbo y hago una mueca. —¿Qué es?
—Solo un poco de estimulante celular para ayudar a la curación...
mezclado con un poco de alcohol para que te olvides de lo mal que
sabe. —Me apoya contra su hombro—. Lamento que te hayas
lastimado tanto. —Torpemente me cubre con la manta, tratando de
cubrir todas mis partes desnudas—. No me di cuenta de que tus
manos estaban tan mal.
—Yo tampoco. —Me apoyo en él, porque me reconforta que alguien
me esté cuidando. Es agradable poder quejarme de lo mucho que me
duele y no esperar una bofetada por hablar. Es agradable apoyarse
contra alguien, y cuando me frota el hombro suavemente, quiero
llorar por lo… amable que es—. Gracias, Jerrok.
—¿Por?
—Todo. —Me giro ligeramente, tratando de mirarlo, y termino
pegando mi nariz contra su garganta. Su aroma me golpea, una parte
de mesakkah, una parte de almizcle masculino y solo una pizca de
aceite de máquina. Es reconfortante, respiro hondo y de alguna
manera me siento un poco mejor.
Espero a que me aleje, pero parece contento con solo abrazarme, y
es lo mejor. Cierro los ojos y me apoyo contra él, tratando de ignorar
todo menos su cálida y sólida presencia. Por supuesto, mi vejiga
tiene que dar a conocer su presencia, y reprimo un suspiro de
frustración, porque sé que eso es algo que no puedo manejar por mi
cuenta. —Tengo que orinar.
No hace una mueca ni se burla de mí por eso. Simplemente me
ayuda a levantarme y se ocupa de mí, y estoy profundamente
agradecida de que no haya ninguna humillación en ello. Solo me está
ayudando. Pienso en sus prótesis y en lo herido que debe haber
estado mientras sus miembros sanaban. Alguien lo ayudó una vez;
está siendo amable con solo pasarlo.
Jerrok me ayuda a volver a la cama y duda. —¿Quieres ducharte?
¿Comer?
Niego con la cabeza y coloco las manos vendadas con cuidado sobre
las mantas. —¿Dónde está Sleipnir?
—Lo encerré en el terrario mientras te cuidaba. No quería que me
atacara si gritabas de dolor.
Inteligente. El carinoux me ama, pero no estoy segura de sí
entendería que Jerrok no fue el que me lastimó las manos. —¿Te
asegurarás de que esté alimentado?
—No, pensé en matarlo de hambre para castigarte por hacerte daño.
—Suena más como una broma que cualquier otra cosa, y cuando me
arropa las mantas más arriba, no puedo evitar sonreír—. ¿Qué?— él
pregunta.
—Te estoy impidiendo trabajar, ¿no?
Él se encoge de hombros. —No hay límite de tiempo para el
desguace. Se terminará cuando esté listo. ¿Cómo te sientes? —
Extiende la mano y me quita un mechón de cabello de la frente y
luego se echa hacia atrás, como si hubiera hecho algo prohibido.
—Me duele. Y estoy cansada. —Lucho contra un bostezo—. ¿Es la
medicina lo que me está dando sueño?
—Sí. Cuando te estás recuperando, es mejor dormir.
—Estoy acaparando tu cama —señalo con otro bostezo—. ¿Cómo vas
a dormir?
Él duda, su mirada se posa sobre mí. —Yo... dormí a tu lado anoche.
Solo para poder estar cerca en caso de que necesites algo. ¿Está
bien?
Asiento, mis ojos se van a la deriva. —Dormí bien —le digo—.
Espero que tú también.
—Dormí muy bien —dice en voz baja mientras me quedo dormida
una vez más.
Vuttis se toma su tiempo para atracar, y luego aún más tiempo para
mostrarme lo que ha traído. He tratado con el pirata szzt muchas
veces en el pasado, y aunque no es mi persona favorita, es casi
inofensivo. Un borracho, en realidad.
Hoy, sin embargo, tiene una nueva tripulación y no me gusta su
apariencia. Hay tres machos, dos szzt más y un ssithri con una
mirada furtiva en sus ojos. Atracan su transbordador y transportan
su chatarra, incluido un pequeño trineo de aire lujoso que
probablemente robaron del último puerto en el que estaban. Es un
botín decente, pero también limpiará mis reservas crediticias. Está
bien. Puedo hacer más.
—¿Dónde está tu antigua tripulación? —Le pregunto a Vuttis, con
los brazos cruzados sobre el pecho mientras me paro frente a las
puertas de la bahía que conduce a las áreas de estar de la estación.
Sophie y su mascota están bien guardadas en mi habitación, pero
aun así, no quiero que piensen que pueden venir y relajarse adentro.
Vuttis simplemente se encoge de hombros y se rasca el nuevo
símbolo estampado en el pecho de su túnica, el que también está en
el casco de la nave. —Tuvimos un malentendido o tres y nos
separamos.
Excelente. Observo cómo el szzt se lleva un frasco a los labios y
eructa. Detrás de él, el ssithri mira mi puesto con interés, toca los
paneles de las paredes y evalúa la estructura mientras los otros dos
szzt descargan los vehículos de chatarra que han traído. Están
haciendo un mal trabajo, lo que significa que probablemente
también estén borrachos. Mi irritación aumenta.
Sigue aumentando cuando Vuttis decide que quiere regatear. —
Doscientos mil créditos por este lote —anuncia, agitando su frasco
en el aire—. Créditos imposibles de rastrear, por supuesto. Harás
diez veces más que desecharlo todo.
Resoplo. —Eres un idiota si crees que voy a pagar tanto. Treinta mil.
Máximo. Imposibles de rastrear.
El szzt me silba, dejando al descubierto sus afilados dientes. —Me
insultas.
—No, no lo hago. —Hago un gesto hacia la carga—. Es un buen
botín, pero no es bueno para doscientos mil. —Todo esto es parte del
juego, por supuesto. Regatearemos los precios por un tiempo, él me
insultará, hablaré mal de lo que trajo y decidiremos un precio
intermedio. Efectivamente, Vuttis cuenta con uno cuarenta, y
seguimos regateando mientras yo reduzco el precio a cien, luego a
noventa y luego a setenta y cinco. Está completamente borracho, por
lo que no es tan difícil negociar y se rinde con bastante facilidad. O
el equipo está extremadamente caliente y recién robado, o algo más
está sucediendo.
Sospecho lo último cuando el ssithri se desliza hacia nosotros,
escuchando mientras calculamos el precio. —Esta debe ser una
estación solitaria —me sisea, moviendo la lengua—. Está muy lejos
de todo.
—Así es como me gusta —le digo, manteniendo mi tono casual a
pesar de que se me erizan los pelos de punta. Hago un gesto a
Vuttis—. ¿Tenemos un trato o no?
El szzt gruñe. —Trato. Págame.
Hago una pausa y echo un vistazo a su nave. Quiero preguntar si
tienen artefactos humanos a bordo. Puedo decirles que conozco a un
comprador y comprar todo lo que tengan... sólo porque quiero ver
que los ojos de Sophie se iluminen. Pero no lo hago. Ya estoy en
alerta máxima y no quiero que estos idiotas demasiado curiosos
sepan que Sophie está aquí en la estación, junto con una cara bestia
guardián. —Entonces, son setenta. Sígueme.
Me dirijo a la caja fuerte de la pared que he construido en el propio
hangar, donde guardo mis ingresos comerciales... o la mayor parte.
De hecho, lo mantengo bastante sobrio como parte del “regateo‟‟. Si
me ofrezco a pagar setenta y solo tengo setenta y cinco en mi caja
fuerte, pensarán que han sacado mucho provecho de mí. En
realidad, he escondido más adentro, escondidos en conductos de
ventilación y bajo un falso suelo, como cualquier buen carroñero.
Sigo caminando despacio, exagerando mi cojera mientras me dirijo a
la caja fuerte, y no puedo evitar notar que tanto el ssithri como
Vuttis me siguen de cerca.
Con suerte, solo están borrachos.
Abro la caja fuerte y saco los fondos, y el ssithri mira todo lo que
hago con gran interés. Le ofrezco la bolsa de créditos a Vuttis, quien
toma otro trago antes de arrebatarla de mis manos.
—Es un placer hacer negocios contigo —digo con mi voz más seca—.
Ahora puedes irte.
El ssithri suelta una risa sibilante. —Tan hosssspitalario.
—Nadie viene aquí por hospitalidad —señalo—. Vienen aquí porque
compro su basura y no hago preguntas —Hago un gesto hacia la
nave—. Pero ahora hemos terminado y pueden irse.
Vuttis toma una de mis herramientas favoritas de un banco de
trabajo cercano, la estudia y luego la guarda. Entrecierro los ojos
hacia él, pero él solo me sonríe y bebe otra ronda. Detrás de él, los
otros dos szzt se ríen y agarran lo que esté más cerca y lo arrojan a
transbordador.
—¿Qué diablos están haciendo borrachos? —Mantengo mi tono
exasperado, a pesar de que estoy en alerta máxima en este momento.
El ssithri saca un arma y me apunta. —¿No te has dado cuenta de
eso, amigo? Esto es un robo —Hace un gesto hacia la caja fuerte—.
Puedes abrir eso de nuevo. Danos el resto.
Miro a Vuttis, pero él no me mira. Típico. Algo me dice que no solo
lo abandonaron de su última tripulación porque no encajaban bien.
Resoplé con disgusto—. ¿Estás robando a un chatarrero?
—Los tiempos son duros —dice el ssithri—. Y creo que ganas mucho,
amigo.
Miro hacia el desintegrador que me apunta a la cara. Me han robado
antes. Sucede, especialmente en el borde del universo. Es otra razón
por la que guardo mis créditos escondidos. Probablemente pueda
distraerlos el tiempo suficiente para sacarlos de aquí de manera
razonablemente segura... pero no conozco a estos piratas. Es
probable que me disparen en el momento en que abra la caja fuerte.
Y hay que pensar en la seguridad de Sophie. No puedo permitir que
le ocurra ningún daño. —Si les doy lo que hay en la caja fuerte,
¿saldrán de aquí? —Cambiaré los permisos, armaré las defensas y
me aseguraré de que nunca más lleguen a mi puerta.
—Después de que veamos lo que tienes en tu pequeña estación—,
reconoce el sssithri con un movimiento de cabeza—. Tal vez nos des
tu comida, ¿hmmm?
Esos suministros son para Sophie y su mascota. Y para mí, pero
puedo perderme una comida. No quiero que mi frágil huésped
humana sufra. Entrecierro los ojos hacia él y cruzo los brazos sobre
mi pecho, sin querer estremecerme frente al blaster. No me matará
mientras la caja fuerte permanezca cerrada, después de todo.
El ssithri lanza el desintegrador hacia la puerta. —Abre eso, y luego
la caja fuerte.
—No.
Vuttis parece inquieto. —Jerrok, hazlo. Te dejaremos en paz
después de que tomemos lo que valga la pena tomar.
—No —digo de nuevo—. No van a poner un pie dentro de mis
habitaciones privadas.
No van a ir a ningún lado cerca de Sophie.
El blaster zumba cuando acciona un interruptor, dándole vida.
Vuelve a señalarme la frente. —Entonces tenemos un problema —
sisea el ssithri.
SOPHIE
Amigos.
Keffing amigos.
Me he permitido tener esperanza, y esto es lo que obtengo por tener
esperanza: un dolor en el pecho y una sensación de estupidez en el
estómago. Amigos. Por supuesto que ella quiere ser solo mi amiga.
¿Por qué miraría dos veces a una basura de estación como yo?
Incluso si fuera un macho completo y no tuviera afectada la cabeza
por la guerra, no valgo nada y estoy arruinado. Los hermanos le
encontrarán un protector que la mantendrá bien y a salvo, o la
mantendrán como tripulación. Ella puede conseguir algo mejor que
un comerciante de basura, y es una estupidez de mi parte incluso
considerar la idea.
Amigos.
El pensamiento resuena en mi cabeza como una burla constante,
incluso cuando separo los cuerpos y luego lavo el hangar con agua
del reciclador. Si somos amigos, ¿por qué me está besando?
Dijo que los besos no significaban nada.
Bueno, yo no soy humano. Significan algo para mí y no me gusta
que esté practicando conmigo.
Entro en la nave una vez que la bahía está lo suficientemente limpia
y utilizo una palanca para sacar los circuitos, sintiendo un tipo de
placer particular cuando chisporrotea y chispea. Destruir cosas
ayuda. Siempre lo hace. Saco un escáner y reviso rápidamente la
nave. Robada, por supuesto. Sin embargo, no hay rastreadores, así
que tomo nota mental para empezar por la mañana.
Por ahora, estoy cansado. Ha sido un largo día de limpieza y luego
revisando la nave. Solo quiero comer unos fideos secos y relajarme y
quedarme solo. Espero que Sophie esté en su habitación, porque no
estoy seguro de poder manejar sus ojos tristes o que me toque con
dedos suaves y vacilantes. Porque somos amigos.
La palabra es como veneno en mis venas, contaminando todo.
Entro en la estación, pero cuando paso por la habitación de Sophie,
está vacía. Mi estómago se revuelve un poco más. Quizás esté en el
terrario con su mascota. Mantengo mis esperanzas en esa opción,
incluso cuando el aroma de los fideos askri llena el aire. Esos son
mis favoritos, aunque nunca se lo he dicho. Ella debe haberlo
descubierto por nuestras comidas juntos, y es como otro puñetazo en
el pecho. Ella no me dejará solo para confundir mis pensamientos.
Me va a obligar a confesar mi estúpido encaprichamiento con ella y a
avergonzarme aún más.
Cuando camino por el pasillo, la veo en mi habitación, revolviendo
los fideos. Ella levanta la vista al verme, sus expresivos ojos llenos de
emoción. Ella se ve triste. Sí, bueno, eso nos hace dos. No quiero
compartir un plato de fideos como AMIGOS con ella. En lugar de
dirigirme a mis habitaciones, voy directamente al baño y abro la
ducha. Me desnudo y paso bajo el chorro de agua caliente, con la
esperanza de que me distraiga. O mejor aún, que Sophie capte la
indirecta y me deje en paz.
Llaman a la puerta del baño.
Porque por supuesto que lo hace. —Vete —le grito desde la ducha—.
Estoy tratando de lavarme en paz.
La puerta traquetea y reprimo un gemido cuando Sophie la abre. Le
doy la espalda, cubriendo mi polla. —¿Qué diablos estás haciendo?
—Voy a entrar porque no me hablas. —Sus palabras son valientes,
pero hay una nota temblorosa en su voz—. Me ayudaste a ducharme,
ahora es mi turno de ayudarte.
Yo farfullo ante eso. —No necesito ayuda.
—No me importa —Escucho el sonido de Sophie quitándose la ropa
y sus botas golpeando el suelo. Un momento después, ella rodea la
barrera y se mueve a mi lado—. Mírame. Por favor.
He estado mirando con tristeza las paredes de metal gris de la
estación para no tener que hacer contacto visual con ella. —Sophie,
déjalo ir.
—No. —Ella toma una respiración profunda—. Me equivoqué. No
debería haber dicho eso. Sobre ser amigos.
La miro. No puedo decidir si esto está mejorando o empeorando.
Cruza los brazos debajo de los senos y los empuja hacia arriba, lo
que me obliga a notarlos. Su piel está llena de bultos y me doy cuenta
de que tiene frío. Con un suspiro, la tomo por los hombros y la meto
bajo el cálido rocío. —Di lo que tengas que decir y luego vete.
—No sé lo que quiero —espeta. La mirada que me da es
desesperada. —Cuando me... liberé por primera vez... —Traga saliva
y aparta la mirada, con expresión severa.
—No tienes que decir nada —interrumpí suavemente.
—Lo hago. —Sophie toma una respiración profunda. Ella se
encuentra con mi mirada y me ofrece una sonrisa tímida, y luego
continúa—. Cuando me liberé... estaba tan llena de ira y dolor que no
quería que nadie me tocara nunca más. No quería amigos. No quería
acercarme a nadie. Sólo quería que me dejaran sola. Por eso me
gustaba estar con los hermanos va Sithai. Me alimentaron y me
dieron un lugar para dormir y luego siguieron con su día. No he
conocido a muchos alienígenas que no quisieran que simplemente
saltara a la cama con ellos. La mayoría piensa que solo soy buena
para el sexo.
Gruño.
—Pero después de unas semanas de libertad, toda esa ira y
frustración se convirtió en miedo —Vuelve a temblar y me doy
cuenta de que no es tanto la atmósfera y es solo Sophie, que está
llena de emoción. Su boca funciona, como si tuviera que considerar
cuidadosamente sus palabras, y desvía la mirada—. He tenido miedo
desde entonces, y no estoy del todo segura de lo que me asusta.
—¿Volver a eso? —Yo ofrezco.
—No. Me mataré si eso sucede —me dice sin rodeos.
Ahora soy yo el que está asustado. —No, no lo harás…
—No me digas qué hacer, Jerrok. Y no me interrumpas. —Ella
levanta la barbilla y me da una mirada obstinada.
Lucho contra una sonrisa. Esta es la conversación más tonta que se
puede tener en la ducha, pero no quiero que deje de hablar. Me gusta
que sea terca. Me gusta que esté mostrando algo de espíritu. Sé que
es difícil para ella, así que le doy un pequeño asentimiento. —Está
bien. No interrumpir.
Sophie toma una respiración profunda y mira mi pecho. Luego,
exhala profundamente y se encuentra con mi mirada. —He tenido
miedo de todo por un tiempo. Eso no es lo que soy. Al menos, no es
lo que creo que soy. Pero parece que no puedo salir de eso, este
miedo constante de que todo por lo que luché tan duro va a
desaparecer debajo de mí de nuevo —Parpadea rápidamente y luego
ofrece una dócil adición—. Y... me gustas, y eso me asusta.
—A mí... también me gustas. ¿Tuviste que meterte en la ducha para
decirme que te gusto? Como dijiste, somos amigos.
—No. —Se lame los labios nerviosamente. Luego da medio paso
hacia adelante y pone su mano en mi pecho—. Quiero decir, me
gustas, Jerrok. Lo de los amigos fue estúpido. Solo dije eso porque
no podía pensar en nada más que decir. Mi mente se quedó en
blanco. No pienso en ti solo como un amigo. Adiron es un amigo.
Mathiras es un amigo. Kaspar es un amigo. Pero nunca me he
metido en la ducha con ninguno de ellos. Nunca me he metido en la
cama con ninguno de ellos —Sophie traza una pequeña línea por mi
pecho, siguiendo una gota de agua que se mueve sobre mis
pectorales—. Pero... parece que no puedo contenerme cuando estoy
cerca de ti.
Mi garganta se seca. ¿Le gusto a ella? ¿Ella se siente atraída por mí?
¿Jerrok un'Rok? Difícilmente se puede creer. Y sin embargo… ella
dice que nunca se ha unido a ninguno de los va Sithai en sus camas y
que ha dormido acurrucada contra mí varias veces.
La idea de que ella comparta la cama con uno de ellos me llena de
una extraña y posesiva frustración. Quiero agarrarla y gruñir ante la
idea de que la toquen. Quiero sacudir a Adiron si alguna vez piensa
en acercarse a Sophie. Quiero que ella sea MÍA. Quiero que sea mía
con una intensidad feroz que hace temblar todo mi cuerpo con
fuerza.
Y mientras tanto, ella toca mi pecho y lo mira en lugar de mirarme a
mí.
—Realmente me gustaría que dijeras algo —susurra.
Intento pensar en algo que decir. Algo que le dirá todas las cosas
que he comenzado a sentir. Algo que le muestre lo que significa para
mí. Con qué rapidez se ha abierto camino hasta mi corazón. Me
aclaro la garganta y digo: —No quiero que tengas miedo.
Ella me mira, sus ojos tan profundos y ricos en color. —No tengo
miedo cuando estoy contigo.
El orgullo y la lujuria florecen en mi pecho. Quiero agarrarla y
presionarla contra la pared y simplemente conducirme entre sus
muslos, bombeando furiosamente. Quiero…
—Bueno, en realidad, no, eso no es cierto —continúa Sophie.
Mi corazón tartamudea. —¿No... no lo es?
Se muerde el labio de nuevo y traza un pequeño patrón en mi pecho
que hace que mi polla se contraiga en respuesta. —Quiero besarte
pero también tengo miedo de besarte.
—¿Por qué? —Me las arreglo con voz ronca. Me cuesta pensar más
allá de los suaves toques en mi pecho, el hambre rugiendo a través
de mí. Desearía que dejara caer su mano más abajo, explorara mi
eje, acariciara mi saco, que solo me tocara por todas partes.
—Porque le tengo miedo a todo —confiesa Sophie con una tímida
sonrisa—. Tengo miedo de lo que significará si me vuelvo adicta a
besarte. Me gusta dormir en tu cama y me gusta comer contigo y
hablar contigo. Me gusta pelear contigo. Y supongo que todo eso me
asusta porque... si me gusta demasiado, lo perderé todo de nuevo
cuando los hermanos va Sithai vuelvan a recogerme.
No quiero pensar en que regresen. Quiero tenerla aquí conmigo...
siempre. Pero sé que no es mi decisión, es de ella, y ella no quiere
quedarse en un asteroide abandonado en el espacio marginal
conmigo como compañía. No hay forma. Me duele un poco el
corazón al pensarlo, pero no me sorprende. La estudio, y la forma en
que me mira con esa arruga en sus cejas que dice que está
preocupada. La mano que descansa sobre mi pecho se contrae,
inquieta, y con cada segundo que pasa, Sophie parece cada vez más
dispuesta a salir disparada.
Le ha costado mucho confesar esto, me doy cuenta, y necesito decir
algo para tranquilizarla. —¿Quieres dejar de besarme?
Piensa por un momento y luego niega con la cabeza. —Me gustó. Ha
pasado tanto tiempo desde que me gustó... cualquier tipo de toque.
Pero...
La palabra flota en el aire. Pero ella todavía está asustada. Sé lo que
es eso. Tiene miedo de esperar algo en caso de que todo se le quite
una vez más. A veces creo que entiendo tan bien a Sophie porque el
trauma nos ha convertido en la misma persona. Simplemente
mostramos nuestras heridas de manera diferente. —¿Quizás
podemos tomarlo tan despacio como quieras? —Yo sugiero—. Si
quieres besarme, puedes hacerlo. Si quieres omitirlo, lo entenderé. Y
si quieres dormir en tu cama en lugar de la mía, no tienes que
explicar nada. No te presionaré al respecto. Puedes tomar la
iniciativa tanto como quieras.
La necesidad de extender la mano y rozar mis dedos contra su piel
es abrumadora, pero no quiero presionarla ni siquiera en la más
mínima forma. Sophie necesita sentirse segura, así que voy a dejar
que ella marque el ritmo para el próximo tiempo. Si eso significa que
pasan días, o semanas, antes de que me vuelva a besar, que así sea.
Quiero que me bese porque quiere, no porque sienta que debe
hacerlo.
—¿No te importará ir lento? —Pregunta Sophie.
¿Importar? ¿La esperanza de besos versus ninguno? Es una elección
sencilla. —No, no me importa.
Me sonríe tímidamente, sus dedos recorren una de mis cicatrices y
me marean con su toque. —Ni siquiera te pregunté si yo también te
gustaba.
—Sí —digo con voz ronca, luchando por controlarme. Kef, lo que no
daría por darle la vuelta y abrir sus muslos y… no. Cierro mis ojos—.
Tampoco soy muy bueno en este tipo de cosas.
Sophie se ríe. —Entonces somos un par, ¿no?
—De hecho lo somos.
Ella acaricia mi pecho y luego deja caer su mano. —Te hice la cena.
¿Saldrás y te la comerás? —Cuando asentí, ella me sonrió y salió de
la ducha, poniéndose la ropa de nuevo. Estoy decepcionado… y al
mismo tiempo no. Ella no está lista para más, y eso está bien.
Por ahora, tengo la promesa de más besos, y la aceptaré.
Jerrok
Sleipnir es un éxito.
Todo el mundo adora al gran carinoux y él no le gruñe a nadie.
Olfatea a todos con cuidado, luego se estaciona al lado de Iris para
ser acariciado, frotando su cabeza contra su mano. Me toma un
momento, pero finalmente me doy cuenta de que su visera le da una
visión limitada de algún tipo, y debe estar ciega debajo de ella.
Explica por qué Alyvos la protege tanto y su alegría infantil al entrar
en el terrario.
—El aire se siente, y huele, diferente aquí —nos dice, con la cara
llena de sonrisas.
—Lo hace —estoy de acuerdo—. Realmente me encanta. He estado
trabajando en la limpieza de algunas de las plantas que crecieron
demasiado, pero definitivamente es un trabajo en progreso.
—Como el resto de la estación —agrega Cat.
Zoey descansa en uno de los bancos, con una mirada inquieta en sus
ojos que me recuerda demasiado a Kaspar. —Entonces, ¿cómo es
que te gusta estar aquí? —Ella me pregunta—. ¿Es tan miserable
como parece?
¿Miserable? Disimulo mi ceño fruncido. —No, me encanta estar
aquí.
—¿Te gusta? —La voz de Cat corta como un cuchillo—. ¿Este lugar?
—¿Qué pasa con este lugar?
Cat gesticula hacia nuestro entorno, incredulidad escrita en su
rostro. —No sé si te diste cuenta, pero es un montón de basura. La
mayor parte de la estación está destruida y estás en un asteroide en
el culo del universo. ¿Qué te puede gustar de esto?
Sus palabras hieren mis sentimientos, porque se siente como un
ataque a Jerrok. —No necesita toda la estación. Las habitaciones
reparadas son más que suficientes para él. Y no podría mantenerse
al día con el mantenimiento de todo el lugar si ese fuera el caso. No
estaría feliz con un equipo aquí. Le gusta estar solo. En cuanto a la
basura... ese es su trabajo. Tiene todo tipo de cosas aquí. No es...
basura. Es un tesoro que espera ser desenterrado —Levanto la
barbilla—. Y Jerrok es el mejor en la reutilización de todo. Mantiene
esta estación funcionando únicamente con cosas que desecha.
También paga los suministros de alimentos. Creo que lo está
haciendo fantástico.
—Estoy segura de que es así —dice Cat, con una pequeña sonrisa
tortuosa en su rostro. Los demás también me están sonriendo, y sus
miradas cómplices me ponen nerviosa. Quizás estoy siendo
demasiado obvia, demasiado inflexible en mi defensa de Jerrok. No
me importa. Puede que este lugar no sea llamativo, pero es
espacioso, tranquilo y sereno y... y tiene a Jerrok.
—Bueno, por mi parte, amo este terrario —dice Fran, mirando como
su hija golpea una de las hojas—. Pasaría todo mi tiempo aquí si
tuviera la oportunidad.
—Algo me dice que a Sleipnir también le encanta estar aquí —dice
Iris, acariciando la nariz de mi carinoux.
—Lo hace —digo con entusiasmo—. Le encanta esconderse en los
arbustos, generalmente con algo que está masticando. Y excava en
toda la tierra. Es mi pequeño ayudante, aunque a veces no es muy
útil.
El grupo se ríe.
—¿Oye, Sophie? ¿Podemos hablar un minuto? —Zoey está de nuevo
a mi lado, señalando un banco a una buena distancia de los demás.
Sospeché que querría hablar más. Se ha visto positivamente
inquieta todo este tiempo, y sé que me hará más preguntas sobre sus
hermanos. Lo sabía y, aun así, no me siento preparada para ello.
Seré tan mala en esto como con el sistema de navegación. Pero
asiento con la cabeza, siguiéndola cuando se sienta en el banco.
Ella mete una pierna debajo de ella mientras se sienta, la otra pierna
se balancea libremente. Zoey me mira y luego mira alrededor del
terrario. —No estás enamorada de uno de mis hermanos, ¿verdad?
Balbuceo, porque esa no era la pregunta que esperaba. —¿Qué? ¡No!
Por supuesto que no. Han sido muy amables conmigo pero… no. —
Mi rostro se calienta ante el pensamiento—. ¿Por qué pensarías eso?
Zoey se encoge de hombros. —Estaba tratando de pensar por qué te
traerían con ellos, y me preguntaba si estabas enredada con uno de
mis hermanos de alguna forma. Pero luego vi la forma en que tú y
Jerrok se miraron y descubrí la verdad.
Me sonrojo. —Tus hermanos solo estaban siendo amables conmigo.
—Son corsarios. No se les paga por ser amables —Ella cruza los
brazos sobre el pecho—. No encaja.
—Creo que tal vez extrañan a su hermanita más de lo que dejan ver
—digo en voz baja—. Y me aceptaron porque les recordaba a ti.
Desde que llegué a la Little Sister, han hablado de ti sin parar.
Sus ojos lucen sospechosamente húmedos. —Me entristece que esos
malditos idiotas no estén aquí —inhala y se seca los ojos, apartando
la mirada—. Sistema Slatra, ¿eh? —Cuando asentí con la cabeza, dejó
escapar un suspiro—. Y déjame adivinar, no hay comunicaciones.
—Ni una sola.
—Bueno, tengo un amigo en una estación en ese sistema. Tal vez le
haga una llamada y vea si han pasado a reabastecer —Se limpia los
ojos de nuevo y esboza una sonrisa—. Entonces, ¿cuándo les vas a
decir que te vas a quedar?
Me quedo quieta. Mis manos están entrelazadas en mi regazo y las
aprieto con fuerza, esperando no traicionar una sola emoción. —No
me voy a quedar.
Sus ojos se entrecierran. —¿Por qué no? ¿O leí mal la situación? —
Ella inclina la cabeza—. Creí haber visto un chupetón en el cuello de
Jerrok...
—No lo leíste mal. —No me inquietaré. No lo haré. Me clavo las uñas
en los nudillos y el dolor me ayuda a concentrarme—. Pero Jerrok es
un solitario. No querrá que me quede.
—¿No? —El tono de Zoey es seco.
Miro hacia abajo a mis manos. Dios mío, ¿por qué todas estas
personas son tan conflictivas? Ha pasado tanto tiempo desde que
alguien me habló así que he olvidado cómo es. —Jerrok ha dejado
muy claro que le gusta su aislamiento —digo con firmeza—. Solo
estamos disfrutando de la compañía del otro.
—¿Sabes? —Dice Zoey en voz baja—. Ese Jerrok es tan legendario
por su suciedad y su mal humor. Que hay apuestas entre otros
corsarios sobre cuánto tiempo ha pasado desde que se bañó.
Arrugo la frente. —Eso es cruel. Se baña todo el tiempo. No apesta.
Él…
—Él se baña por ti —continúa Zoey gentilmente—. No estás apegada
a mis hermanos como lo estás con él. Es obvio. Y amas esta estación
como lo hace Jerrok. Así que nuevamente, tengo que preguntarte,
¿por qué vas a irte con ellos cuando regresen? ¿Te sientes obligada?
Porque estoy segura de que ellos querrían que fueras feliz.
Demonios, probablemente estarían encantados si te quedas con
Jerrok. Él es un buen amigo para ellos, y un lugar seguro para
anclar. Y si estás preocupada por el sistema de navegación, Kaspar
lo conoce tan bien como cualquier otra persona. Es un vago —Me
estudia con una mirada curiosa—. ¿O esperas volver a la Tierra?
Porque puedo asegurarte que eso nunca sucederá.
Niego con la cabeza. Volver a la Tierra nunca ha estado en mi radar.
No realmente. Soy demasiado diferente de la persona a la que se
llevaron. No sabría qué hacer conmigo misma. —Sólo estoy
buscando el lugar al que pertenezco.
—¿No crees que ya lo has encontrado?
Un nudo de puro anhelo se forma en mi garganta. —Yo... Jerrok ha
estado solo durante tanto tiempo. Nunca ha indicado que está
interesado en que me quede, y...
—Es un hombre —dice Zoey sin rodeos—. Algo me dice que es muy
bueno ocultando sus sentimientos si piensa que no los compartes.
Pero si no lo haces, ¿cómo sabrás la verdad? —Ella se acerca y
palmea mi rodilla—. Es posible que tengas que ser tú quien dé el
primer paso aquí. Si es la mitad de tonto que mis hermanos,
probablemente esté haciendo todo lo posible para asegurarse de que
estés cómoda y no te sientas presionada, y escondiendo todo el
tiempo lo que realmente quiere.
Parece demasiado bueno para ser verdad. —¿Cómo lo sabes?
—Porque te mira como Sentorr me mira a mí —dice Zoey—. Y
porque has estado aquí durante semanas y no te arrojó ni nos pide
que te llevemos con nosotros cuando nos vayamos. En cambio, se
está bañando. Y sonriendo. Créeme, eso es algo grande —Ella le da a
mi rodilla una última palmada firme. —Además, si me equivoco y él
dice que no, te vas de todos modos, ¿verdad?
Ella lo hace parecer tan fácil. Solo confesar cómo me siento y dejar
que las fichas caigan donde puedan. Asumir lo mejor.
Pero esto entre Jerrok y yo... se siente muy frágil. Tengo miedo de
decir o hacer algo incorrecto y destruirlo. ¿Es mejor disfrutar de un
breve momento de felicidad o apostarlo todo al para siempre?
Ojalá supiera que hacer. De cualquier manera, Zoey tiene razón.
Necesito hablar con Jerrok. Necesito asegurarme de que él sepa
cómo me siento y que quiero quedarme. Necesito dejarlo todo,
porque lo amo lo suficiente como para desnudar mis emociones, sin
importar cuán aterrador sea.
Jerrok
Sophie está más pálida de lo que la he visto. Ella abraza sus brazos
contra su pecho, su expresión en blanco y remota mientras está
parada a mi lado dentro del hangar. Quiero poner un brazo
alrededor de ella y consolarla, pero no estoy seguro de que sea
bienvenido. Así que me acerco, lo suficientemente cerca para que
ella me toque, para poder hacerle saber que estoy aquí si me
necesita.
Todos se han reunido en el hangar de nuevo, y es difícil escuchar a
Zoey llorar, cuando todo lo que me han dicho sobre ella es que es
dura, del tipo que puede seguir el ritmo de sus rudos hermanos y
nunca dudar. Verla acurrucada en los brazos de Sentorr mientras
llora… no me gusta. No me gusta porque me dan ganas de consolar
a Sophie, que tiene que estar sintiendo algo similar y, sin embargo,
se mantiene distante.
Los demás también parecen preocupados. Fran está prácticamente
pegada al costado de Kivian, y el extravagante corsario sostiene a su
hija, la niña estira su manga drapeada, y él ni siquiera se da cuenta.
—Cuéntanos qué pasó, Zoey —dice Fran con voz suave—. Queremos
ayudar, pero tienes que hablar de ello.
Me aclaro la garganta. —Podría tener una o dos botellas de algo
fuerte para beber. En algún lugar. ¿Deberíamos conseguir eso? —
Hago un gesto hacia mi estación—. Una mezcla de Homeworld…
—Está bien —dice Sentorr, pasando una mano por la frente de Zoey
y apartando el cabello de su rostro—. Sólo dale un momento. —
Nunca había visto al navegante amargado parecer tan tierno
mientras mira a su compañera, consolándola.
Una mano toca la mía. Al principio, creo que mis circuitos están
saltando y me he equivocado, pero cuando miro hacia abajo, los
dedos de Sophie rozan los míos. Agarro su mano, mi pecho se
calienta con el toque.
Ella me necesita.
—Estoy bien —se las arregla Zoey entre hipos. Se sienta, se limpia la
cara con las palmas de las manos como una niña y luego inhala con
fuerza. Sentorr saca un pañuelo y Zoey se suena ruidosamente la
nariz en el cuadrado de tela—. Estoy bien —repite de nuevo—. No
están muertos. Simplemente... están desaparecidos.
—Nadie dijo que estaban muertos —dice Sentorr con suavidad, y
cuando su compañera vuelve a colocar la cabeza contra su pecho,
nos lanza una mirada furiosa, diciéndonos en silencio que no
discrepemos con él.
Zoey cierra los ojos y toma una respiración profunda y temblorosa.
—Bueno. —Ella se toma un segundo, claramente tratando de
componerse, y luego continúa—. Sophie mencionó que tampoco
había recibido comunicación de mis hermanos, pero sabía que
estaban en el sistema Slatra. Y sé que no son grandes
comunicadores, así que no estaba muy molesta por eso, pero... —
otro aliento con hipo, acurrucada contra el pecho de Sentorr—.
También conozco a un tipo que dirige rutas marítimas en V'tarr y
pensé en consultarlo con él.
—¿V'tarr? —Pregunta Iris, frunciendo el ceño. Su pareja está detrás
de ella, con ambas manos sobre sus hombros—. ¿Qué es eso?
—Planeta en el sistema Slatra. V'tarr es también la ciudad capital del
planeta —explica Tarekh.
—Se rumorea que los carinoux son de una luna boscosa de allí —
agrega Kivian—. Pero nadie puede ingresar el sistema Slatra sin los
documentos adecuados.
—Correcto. —Zoey vuelve a inhalar—. Así que le envié una
comunicación a mi amigo, preguntándole si había visto la señal de la
Little Sister aparecer en alguno de sus registros de tráfico. Pensé que
tendrían que repostar en algún lugar, tal vez conseguir algunos
suministros. Si estuvieran bajo un nombre diferente, todavía podría
encontrarlos por la firma de la nave. Así que le envié un mensaje a
Javeri, sin esperar recibir respuesta por un tiempo. Él estaba allí, sin
embargo, y... —Su labio se tambalea y su voz se apaga.
Mi mano aprieta y luego Sophie da un paso adelante con voz suave.
—Su amigo dijo que la Little Sister había sido recuperada hace
algunos días. La nave estaba vacía. Abandonada.
El silencio llena el hangar.
—¿Qué pasa con las cápsulas de escape? —Cat pregunta
rápidamente.
—Todo intacto —se ahoga Zoey.
—Eso solo significa que se reunieron con otra persona —se ofrece
Sophie—. Quizás la Sister tuvo problemas con el motor y se unieron
a alguien más. Las respuestas seguramente llegarán.
Zoey asiente bruscamente contra el pecho de Sentorr. —Es solo
que... los mataría si la Little Sister se quedara en un depósito de
chatarra, abandonada —Se golpea las mejillas de nuevo—. Aman esa
nave. No la abandonarían.
—Estoy segura de que tenían una razón —dice Sophie. Su mano
está tan apretada en la mía—. Simplemente no sabemos qué fue.
Kivian se aclara la garganta, mirando a su hija en sus brazos. Saca
un poco de la manga brillante de la boca de la bebé y mira a Fran,
que asiente, como si supiera lo que va a decir antes de que lo diga. —
Parece que tendremos que acortar nuestra visita, entonces —dice—.
Iremos a buscar a la Little Sister de V'tarr y ver si podemos averiguar
qué pasó.
Eso tiene sentido. —Entiendo. Avísame si puedo ayudar de alguna
manera.
Kivian me sonríe. —Puede empezar por falsificar nuestros registros
para que tengamos autorización para el sistema Slatra.
Asiento con la cabeza. —Estoy seguro de que puedo hacer algo.
Dame unas horas —Tendré que comprobar los registros de vuelo de
las naves desechadas que flotan en órbita alrededor de mi asteroide,
ver si alguna de ellas tiene acceso, y luego solo es cuestión de ajustar
los registros de vuelo y adjuntarlos al Jabberwock... normalmente
hacerlo tomará días, pero sé que no querrán quedarse tanto tiempo.
Así que lo haré funcionar en menos tiempo.
—¿Cuánto cuesta? —Pregunta Kivian.
—No te preocupes —digo con brusquedad—. Usa esos créditos como
combustible si es necesario. Y eres libre de traer a la Little Sister
aquí para atracar hasta que averigüen qué les ha pasado.
No es propio de mí ser caritativo, incluso ante una crisis. Kivian
parece sorprendido por mi sugerencia, pero su mirada cae hacia
donde Sophie sostiene mi mano con fuerza, y luego asiente. Lo
entiende. Antes de conocer a Fran, era un idiota imprudente.
Ahora... bueno, es un idiota un poco menos imprudente con una
compañera y una bebé. Imagino que hay trabajos que incluso Kivian
rechaza para no poner en peligro a su compañera.
El grupo se separa y regresa a la nave. Sentorr levanta a su
compañera en sus brazos y la lleva por la rampa, y su expresión es
dolorosamente tierna para alguien a quien siempre he considerado
inflexible y sin humor. Enamorarse parece cambiar a todos, porque
sé cómo se siente. Soy tan protector con Sophie como Sentorr con
Zoey.
Muy pronto, solo somos Sophie y yo parados en el hangar ahora
vacío. Su mano todavía está firmemente sujeta a la mía, y su
expresión es tranquila, pero hay una crudeza en su mirada que me
preocupa. Necesito ir a trabajar, porque Kivian necesita esos
registros de vuelo, pero… Sophie es lo primero. Aprieto su mano. —
¿Dónde está tu mascota, amor?
La palabra casual se me escapa de la boca antes de darme cuenta de
lo que he dicho. Amor.
Sin embargo, Sophie no se da cuenta. Ella me da una sonrisa y
gestos cansados. —Le di un compresor viejo para que lo masticara y
lo dejé en el terrario. Espero que esté bien.
—Está bien. —Ella podría decirme que lo dejó cagar en la ducha, y
yo estaría bien con eso. Solo quiero que esa mirada vacía en sus ojos
desaparezca. Tiro de su mano, llevándola lejos del Jabberwock. —¿Y
tú? ¿Estás bien?
Ella comienza a asentir, y luego de un momento, traga saliva. —No.
No, no creo que lo esté.
SOPHIE
6
Ladrón de Nubes
Paso mis dedos por su cabello y luego me inclino y beso su mejilla.
—Puedes hacerlo. Iré a ver a Sleipnir.
Jerrok toma mi mano antes de que pueda irme. Nuestras miradas se
encuentran. —Sophie —dice—. Espera. Tenemos que hablar.
Oh no. Su tono es completamente serio y me aterroriza. Intento
soltarme de su agarre, sonriendo. —No tiene que ser ahora. En
serio.
Él ignora mis palabras, su mirada fija en la mía. —Solo quiero que
sepas que no tienes que preocuparte. Siempre tendrás un lugar aquí.
De alguna manera, escucharlo en voz alta empeora todo. No me
dice que me ama o que quiere que me quede. Es solo que no quiere
que me preocupe. Trago saliva y lucho contra el nudo en mi
garganta. —No tienes que decir eso solo porque no tengo ningún
otro lugar adonde ir. Me las arreglaré. No necesitas que alguien se
entrometa contigo permanentemente.
Jerrok niega con la cabeza y su pulgar patina sobre el interior de mi
muñeca. —Tú... me estás entendiendo mal.
¿Lo hago? Una astilla de esperanza atraviesa mi corazón. —¿Qué
quieres decir?
—No es una intromisión... no contigo.
Jerrok
Una vez que Tarekh reconoce que The Silver Mistress está lista para
aterrizar, Fran nos lleva a todos a la bahía de carga. Allí, toca un
panel secreto en la pared y revela un teclado. Presiona su mano
contra él, luego escribe un código y la pared se abre, revelando un
acogedor nido de bancos decorados con almohadas, una pequeña
estantería y una cuna en la esquina. Sigue siendo un armario, por
supuesto. No puede ser enorme porque tiene que verse natural en la
propia nave. Pero esto tiene a Fran por todas partes, pequeños
toques que demuestran que lo estuvo haciendo lo más cómodo
posible, y algo me dice que las mujeres de esta nave pasan tiempo
aquí con regularidad.
—Vamos, Sleipnir —le murmuro a mi amigo mientras entramos.
Una vez que la puerta se cierra detrás de nosotros, Cat se deja caer
en uno de los bancos acolchados y apoya la cabeza sobre las
almohadas. —Despiértenme si pasa algo.
Zoey se sienta a mi lado y toma un libro, pero no lo mira. —No sé
cómo puedes dormir en un momento como este.
—Es fácil —murmura Cat—. Te quedas despierta toda la noche
teniendo sexo como monos salvajes sabiendo que pasarás tiempo
libre en este armario al día siguiente. —Ella agita una mano a
nuestro alrededor.
Es un poco como un armario. Está bien iluminado, aunque un poco
cálido, y hay muchos asientos, al menos. Hojeo la pila de libros
mientras Sleipnir se deja caer en el banco a mi lado y golpea su
cabeza en mi regazo. Una portada púrpura me llama la atención y
saco una novela romántica.
Mujer Guerrera de Johanna Lindsey.
—Esa es buena —susurra Fran mientras pasa junto a mí y deja a su
hija en la cuna.
No la he leído. Y me digo a mí misma que no puedo leer un libro en
un momento como este, como dijo Zoey. Que voy a sentarme y estar
ansiosa y preocupada. Pero Sleipnir frota su mandíbula contra mi
muslo, y el libro de bolsillo es lo suficientemente grande para
sostenerlo en una mano, así que lo abro y empiezo a leer.
Jerrok
Es una larga espera de seis horas para que liberen a la Little Sister.
Esperaba algo de ese sentido, por supuesto. El papeleo en cualquier
tipo de estación nunca es rápido, y cuantas más palmas necesiten
engrasarse, más lento se moverán las cosas. Me preocupa Sophie,
sentada escondida con las otras mujeres dentro de las entrañas del
Jabberwock. Sé que está a salvo, pero este es el tiempo más largo
que he estado apartado de ella desde que nos conocimos y... no me
gusta. La necesito, y el anhelo de verla continúa creciendo más
fuerte por momentos, hasta que estoy temblando y listo para
comenzar a tirar cosas cuando dejamos la cantina y regresamos al
muelle de atraque donde está estacionado el Jabberwock.
Efectivamente, la Little Sister ha sido llevada a la bahía adyacente,
como se prometió. Se ve mucho peor por el desgaste junto al
Jabberwock, su pintura está opaca y tiene una abolladura masiva
justo en la cresta, como si hubiera recibido demasiados tiros en la
cabeza en una pelea.
Sentorr hace un sonido de dolor al verla, y sé que está pensando en
su compañera. Estoy pensando en Sophie, y si la vista de la nave
abandonada la va a lastimar. Mi pareja es tan keffing... suave. No
cambiaría eso por nada, pero desearía poder protegerla de
momentos como este.
Kivian simplemente parece complacido al verla. Pone sus manos en
sus caderas, estudiando la nave, luego nos hace un gesto a Sentorr ya
mí. —Ustedes dos. Vayan a verla. Asegúrense de que pueda dejar el
muelle por su cuenta o si necesitamos remolcarla. No quiero raspar
The Silver Mistress si no es necesario —Se vuelve hacia el aviar a
cargo del muelle—. Vamos a resolver los detalles del pago, ¿de
acuerdo? Estoy ansioso por terminar y volver a mis oraciones.
Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco. Kivian tiene
suerte de ser encantador, porque también es obvio. Su buen aspecto
y sus modales joviales son las únicas razones por las que se sale con
la suya.
Sentorr y yo entramos en la nave abandonada en silencio. Hay una
sensación sombría que flota en el aire cuando abordamos el puente,
y todo dentro está completamente quieto. Muerto. Hay una fina capa
de polvo en todo, y es obvio que adonde fueron los hermanos, fue
hace algún tiempo. Pienso en todas las veces que estuve celoso de
que Sophie estuviera esperando ansiosamente una comunicación de
ellos y me siento como un tonto insensible. Nunca se me ocurrió que
pudieran estar en peligro.
—¿Alguna señal de algo? —Sentorr me pregunta mientras enciendo
los comandos.
Los escaneo rápidamente. —Nada. Solo entradas regulares. Nada
que diga adónde fueron, pero eso no es una sorpresa. —Los V'tarr
también habrían comprobado los registros de comunicación—.
Revisemos el resto de la nave.
Nos separamos y vamos habitación por habitación, comprobando
todo, pero todo parece estar tranquilo. Nos volvemos a encontrar en
el puente y realizo un escaneo, pero no se ven formas de vida aparte
de nosotros dos. Sentorr envía un comunicador a Kivian. —Estamos
limpios aquí.
—Excelente. —La voz jovial de Kivian resuena en mi oído—. He
resuelto los detalles del pago con nuestros amables anfitriones, y
amablemente cambiaron las celdas de combustible de la Sister. Ella
debería estar lista para comenzar, y nosotros la seguiremos.
Me siento en la silla del capitán mientras Sentorr se mueve hacia la
estación de navegación. —Listo cuando tú lo estés. —Estoy más que
listo para terminar con esto. Solo quiero volver a ver a Sophie. Sé
que en el momento en que salgamos de la órbita de V'tarr, Sentorr
regresará al Jabberwock y Sophie vendrá aquí. Al menos entonces
estaremos solos juntos.
—Ejecución de diagnóstico —dice Sentorr.
Realizamos todas las pruebas posibles en los motores,
comprobando si hay problemas, pero no aparece nada. No hay
problemas, fallas de funcionamiento, nada que hubiera causado que
los tres hermanos abandonaran una nave en funcionamiento.
Simplemente no tiene sentido. Estoy desconcertado por eso, y puedo
decir que Sentorr también lo está.
El navegante se pasa una mano por la cara mientras esperamos para
despegar y dejar los muelles de V'tarr. —No tiene ningún sentido.
Nada de esto tiene sentido. ¿Por qué dejarían atrás a la Sister?
—Rescate es lo único que se me ocurre —digo, pero no es una gran
respuesta. Significa que han estado cautivos todo este tiempo.
—Si ese es el caso, ¿dónde está el rescate? ¿Dónde está la solicitud
de créditos? —Sentorr parece cansado—. Simplemente han
desaparecido. Zoey no estará satisfecha hasta que tengamos una
respuesta.
Sospecho que Sophie tampoco lo hará. —Algo se dará a conocer.
Tres machos adultos no desaparecen y ya. Están en algún lugar y
probablemente estén causando problemas.
—Esa es la esperanza —La voz de Sentorr es sombría—. Me alegro
de que no haya signos de lucha y, sin embargo...
Sé lo que quiere decir. —Y sin embargo, desearías tener algo que
llevarle a tu compañera. Algún tipo de información que pueda
ayudar.
El asiente. —No me gusta no poder consolarla.
Sé exactamente lo que quiere decir. Soy un desastre al ver las
lágrimas de Sophie. Solo puedo imaginarme a la pobre Zoey llorando
y lo mucho que lo destroza. —Vamos a poner las cosas en
movimiento —digo, mi humor se agria—. Estoy cansado de verte a la
cara. Prefiero mirar la de mi compañera.
—El sentimiento es mutuo —dice Sentorr, tranquilamente, y vincula
la navegación de la Little Sister con la del Jabberwock, marcando un
rumbo.
Todo va bien y dejamos atrás la órbita de V'tarr. Veo el planeta
verde y dorado desaparecer detrás de nosotros, el desordenado
anillo que lo rodea se desvanece de la vista. A Sophie le falta esta
vista. Observo pasar una de las lunas lejanas y pienso en Sleipnir y
en lo mucho que lo adora Sophie.
Todo me hace pensar en mi mujer. Es como si mi cerebro hubiera
sido completamente reconfigurado y nada importara excepto ella. Ni
siquiera me importa. En todo caso, me agrada. Prefiero pensar en
Sophie en vez de, digamos, en el desguace, en la guerra o en
cualquier otra cosa. Los minutos pasan lentamente mientras
dejamos a V'tarr detrás de nosotros, y cuando la solicitud para
abordar viene del Jabberwock, prácticamente salto de mi asiento.
Sentorr también lo hace, y sé que también está más que listo para
volver a ver a su compañera. Ambos estamos nerviosos e inquietos
cuando el Jabberwock se detiene junto a la Sister y extiende el
cordón que conectara las naves. Acepto la conexión y me muevo
hacia el portal, observando cómo se abre cada juego de puertas
protectoras.
Entonces Sophie está ahí, saliendo, su rostro envuelto en sonrisas, y
yo tampoco puedo dejar de sonreír. Nuestras miradas se encuentran
a través de las ventanas de múltiples puertas, y su sonrisa se hace
aún más amplia, sus pasos se aceleran a medida que avanza por el
túnel, con el carinoux pisándole los talones.
—Feliz por ti, amigo —dice Sentorr en voz baja, y parece
complacido.
Yo también estoy feliz por mí.
SOPHIE
SOPHIE
Presiono los dedos de los pies contra los bordes frescos de la nueva
bañera, disfrutando de mi baño. ¿Cómo sobrevivimos con solo una
ducha durante tanto tiempo cuando hay bañeras en el universo?
Suspiro felizmente, mi barbilla se hunde en las fragantes burbujas.
No son tan espumosas como lo sería un baño de burbujas en la
Tierra, pero encontré una mezcla de jabón que hace el trabajo
razonablemente bien y huele a flores exóticas. Es absolutamente
delicioso y perfecto para calmar los músculos doloridos...
especialmente los de mi trasero. He estado en una desgarradora
limpieza durante los últimos dos días, y mis piernas están sufriendo
por eso.
Sin embargo, los pisos de la estación se ven bien.
El comunicador en la pared suena. —Bethiah estará aquí en media
hora, amor. —La voz profunda y deliciosa de Jerrok me da un
escalofrío, incluso después de todo este tiempo—. ¿Estarás lista?
—Estoy saliendo de la bañera —respondo—. Ahora mismo.
—¿Necesitas ayuda para secarte?
—No, porque ambos sabemos que solo quieres una excusa para
ponerme las manos encima —bromeo, presionando el botón de
drenaje de agua con el dedo del pie.
—¿Porque eso es un problema?
—Te amo —le digo, negando con la cabeza mientras me siento en la
bañera—. Saldré en un minuto.
—También te amo. —Se ríe mientras apaga el comunicador.
Sonrío mientras me pongo de pie y me seco, secándome el cabello
con agua con una toalla. Ha pasado un tiempo desde que hemos
visto a alguien. Las cosas han estado tranquilas en este extremo del
espacio, e incluso los corsarios que llegan a la deriva con chatarra de
vez en cuando han sido pocos y espaciados. Jerrok dice que se debe a
la posición del cinturón de asteroides con respecto a los planetas
más cercanos. El cinturón de asteroides permanece estacionario,
pero los planetas se han alejado más de nosotros, llevándose mucho
tráfico con ellos. El planeta más cercano se acercará de nuevo en
unos dos años, pero Jerrok no está preocupado. Está más que listo
para un momento de tranquilidad, me dice. Como si no estuviera
tranquilo todo el tiempo.
Toco mi estómago pensativamente. Quizás Jerrok quería decir algo
más. Tal vez la pausa del tráfico sea un buen momento para criar a
un bebé. Es algo de lo que hemos hablado recientemente. Ninguno
de los dos está listo para ser padre, pero tal vez en el futuro, con
varios años tranquilos por delante... no sería la peor idea.
Tendremos que hablar de ello de nuevo.
Por ahora, sin embargo, necesito vestirme y preparar el lugar para
nuestra visitante. Me pongo un vestido recto y un par de sandalias
que me hice con cinta y algo de cuero (y un poco de terquedad) ya
que muchas de las cosas con las que nos encontramos no son de
tamaño humano. Ato mi cabello húmedo en una trenza suelta y
luego me dirijo al terrario.
Mientras lo hago, paso a Jerrok, que tiene una caja en sus brazos.
Sus ojos se iluminan al verme y hace una pausa. —Te ves linda.
Doy un pequeño giro. Mi vestido está hecho con restos cosidos de
un mantel sedoso que tomamos de una nave naufragada que
trajeron a nuestra puerta, y es de este hermoso color brillante entre
rojo y morado, dependiendo de la forma en que lo ilumine. —¿Te
gusta?
—Haces que todo se vea bien —me dice, luego se inclina para un
beso—. Feliz día del nacimiento, amor.
Me río de su mutilación de la palabra. Los mesakkah no celebran
cumpleaños, pero el año pasado, cuando le confesé el mío y que me
perdí el pastel de cumpleaños, se obsesionó con tener una fiesta para
mí este año, por pequeña que fuera. Esta es la tercera vez que me
dice “feliz cumpleaños” y sé que quiere que me sienta especial hoy.
Como si no me hiciera sentir especial TODOS los días. —Gracias,
bebé. Voy a traer algunas flores frescas para la mesa antes de que
Bethiah llegue. ¿Dónde está Sleipnir?
—Probablemente comiendo tus flores —dice—. ¿Debería poner unos
fideos?
Asiento, inclinándome para besarlo de nuevo, sólo porque amo su
boca. —Sin embargo, voy a agregarle verduras.
Jerrok hace una mueca de horror. —¿Debemos hacerlo?
—Las cosas verdes son buenas para ti, maldita sea —Le doy un golpe
en el costado—. Y te gustan.
—Las tolero —corrige—. Pero sí, si quieres cosas verdes en nuestros
perfectamente buenos fideos, hoy es tu día.
Con un guiño descarado, me dirijo al terrario, sonriendo para mí
misma. Es una batalla sin fin entre nosotros, la cena. Jerrok
definitivamente comerá fideos día tras día sin falta. Odia cualquier
cosa que tenga la forma remota de una barra de proteína, y sé que le
recuerda la guerra y los malos recuerdos. Es solo que... hombre, a
veces me canso de los fideos. Pienso con nostalgia en la pequeña
bolsa de harina que obtuvimos del hermano de Kivian y su
compañera, que viven en un planeta agrícola. Es un tipo diferente de
grano, pero se muele como harina y lo juro, hice mucho pan cuando
teníamos esas cosas. Es una pena no haber guardado nada para un
pastel de cumpleaños, pero de todos modos no tendría la textura
adecuada.
Al menos ahora tenemos verduras.
Me agacho en el terrario, ya que una de las enredaderas está
creciendo sobre la entrada y no tengo el corazón para recortarla. Me
encanta la vegetación salvaje y lo único que realmente hago con ellos
es tratar de persuadirlos para que crezcan en los enrejados
improvisados que están esparcidos por los lechos de tierra. El
terrario en sí es una belleza, tan verde y viva que me deja sin aliento
cada vez que entro. Ahora, en lugar de solo plantas verdes, hay
brillantes toques de color mezclados, enormes flores rojas junto a
flores azules brillantes. Hay una flor amarilla que huele un poco a
madreselva y parece racimos de uvas, y me inclino hacia ella cuando
paso junto a ella. Ahora tengo una cama completa para flores de
todos los tonos diferentes, y me dirijo hacia ella. Me mata cortar
cualquiera de las flores, porque puedo disfrutarlas durante meses
aquí, en lugar de solo unos días dentro de un jarrón.
Pero Sleipnir me “ayuda‟‟ con eso.
Efectivamente, mi querida mascota está tumbada en mi macizo de
flores, lamiendo su pata como si no le importara nada en el mundo.
Ha aplastado mis flores, rompiendo los tiernos tallos de las flores de
color naranja brillante y amarillo. —¡Sleipnir! —Grito, regañándolo
mientras me acerco—. ¡Sabes que se supone que no debes estar allí!
Me lanza una mirada aburrida, luego vuelve a lamerse.
—Dios, eres peor que un gato —refunfuño, recogiendo mis faldas y
pasando por encima de las flores para llegar a su cuerpo tendido. Le
doy un codazo con mi sandalia. —Levántate. Vamos.
Con un gemido, el carinoux se pone de pie, camina por el sendero
como si no le importara nada en el mundo y luego se marcha.
Mientras tanto, suspiro por la destrucción que ha causado.
Efectivamente, los tallos de varias flores se han roto y las recojo para
ponerlas en un jarrón. No puedo estar muy enojada con él. Le
encantan las flores tanto como a mí, y al menos ahora no hace caca
en las baldosas. En cambio, siempre hace su trabajo en la tierra
como un gato debidamente entrenado. Estoy muy orgullosa de mi
hijo por eso, por lo menos. Es el mejor protector que una chica
puede pedir, y si pisa algunas flores, no puedo regañarlo.
Una vez que recojo mis flores, me dirijo a mi jardín. Trasplanté todo
de uno de los lechos traseros para poder tener espacio para las
semillas de hortalizas que Fran me trajo en una de sus carreras el
año pasado. El jardín es mi orgullo y mi alegría, e incluso si no sé
nada sobre las plantas alienígenas, crecen como locas y producen
todo tipo de deliciosas frutas y verduras. Arranco una calabaza verde
grande que tiene un sabor parecido a la espinaca pero con un toque
crujiente de pepino. Es deliciosa en los fideos, y es mi forma de darle
algunas verduras a mi hombre. Señala que los fideos son
nutricionalmente equilibrados y no necesita comer vegetales frescos,
pero personalmente creo que son buenos para nosotros. No está de
más ser un poco más autosuficiente, y estoy tentada de limpiar otro
lecho de vides silvestres para agregar más verduras.
Tal vez el próximo año. Toco mi estómago de nuevo. Quizás si
tenemos un bebé.
Flores y vegetales en la mano, me dirijo hacia la habitación que
preparé como mi cocina. Después de que le dije a Jerrok que la
preparación de la comida debería estar en un área diferente a su
mesa de trabajo, pasó dos semanas preparando una de las
habitaciones despejadas como cocina y comedor para mí. Ahora
tengo una gran placa calefactora que hace las veces de estufa, dos
fregaderos y gabinetes para almacenar alimentos. Tengo una mesita
preparada con sillas en el lado más alejado de la habitación, e
incluso hay un bonito mantel a cuadros para cubrir mi mesa,
cortesía de Bethiah. Estoy bastante segura de que lo robó de la
cantina de la estación espacial más cercana porque el patrón parece
muy familiar, pero no me importa. Todas las estaciones tratan a los
humanos como una mierda de todos modos, y nunca me siento
cómoda visitándolas. Hemos tenido que hacerlo un par de veces para
los suministros de alimentos (Sleipnir come MUCHO) y siempre me
hace apreciar mi agradable y tranquila casa aquí con Jerrok en el
cinturón de asteroides.
Me encanta lo remoto que es. No se siente solitario. Se siente
privado. Acogedor. Y Jerrok y yo nunca nos cansamos de la
compañía del otro. Siempre hay algo que hacer, algo que desechar,
un libro para leer y discutir, jardinería que atender, y Sleipnir es una
mascota encantadora.
Nunca pensé que sería tan feliz.
Tarareando para mí misma, saco un delicado jarrón de cristal, un
regalo que Jerrok vio en el puesto de un comerciante en una visita a
la estación y me compró, y lo lleno con las flores, arreglando las
flores ligeramente rotas para que luzcan lo mejor posible. Corto
verduras después de eso, haciendo una olla enorme de fideos, ya que
Bethiah estará aquí en breve.
Bethiah. Yo suspiro. Supongo que los suegros de todo tipo son una
prueba, sin importar en qué parte del universo te encuentres. Sin
embargo, ella es la familia de Jerrok, así que sonrío y tolero sus
visitas incluso cuando me gustaría que diera un largo paseo por un
muelle corto. Ella tiene sus buenos momentos, por supuesto, como
cuando se sentó en mi recompensa hasta que expiró, y luego me hizo
saber que mi antiguo dueño se negó a renovarla. Pero luego están las
ocasiones en que Bethiah ha hecho cosas pequeñas e irritantes,
como tratar constantemente de llevar a Jerrok a un viaje para beber
mientras yo me quedaba en casa. O la vez que le trajo un robot
sexual y le dio mi nombre.
Ella ama a Jerrok. Por eso, la tolero... pero apenas. Sé que tiene
miedo de que le haga daño de alguna manera, pero pensarías que
desde que llevamos juntos casi dos años dejaría de hacer sus
pequeños comentarios. No Bethiah.
De mal humor, agrego más vegetales cortados en cubitos a los fideos
y espero que los odie.
Muevo los fideos al calentador justo cuando la alarma del perímetro
suena con una alerta. —Nave acercándose. Identificación: The Spot
Pleasure.
Hago una mueca al escuchar el nombre; es gracioso que Jamef la
dejara quedárselo después de todo lo que ella le hizo pasar, pero
sospecho que Bethiah nunca nos cuenta la historia completa de lo
que está pasando entre ellos. Me limpio las manos y aliso un mechón
de cabello en mi trenza al mismo tiempo que Sleipnir entra en el
pasillo y se mueve a mi lado. En ese momento, mi carinoux sabe lo
que significan esas alarmas y se pega a mí como pegamento cada vez
que hay alguien de visita. Todavía es un poco pegajoso, mi pobre
amor, pero algo me dice que siempre podría serlo.
Me encuentro con Jerrok en el pasillo. Se cambió a un uniforme
limpio diferente, su cabello desgreñado recogido en una cola
ordenada en la base de su cuello. —Te ves bien —le digo, radiante.
Es tan guapo, mi compañero. Podría mirarlo durante horas y nunca
cansarme de eso.
Pone una mano en la parte baja de mi espalda cuando damos la
vuelta por el pasillo, y noto que camina más rápido de lo habitual. Su
nueva pierna protésica ha marcado una gran diferencia en su forma
de andar, y mi corazón se llena de felicidad al saber que no tiene
dolor. Zakoar of the Broken Back es tan bueno como su palabra,
nunca nos estafa con sus precios y siempre es justo. Sin embargo, ha
sido mucho, así que no hemos podido terminar de cambiar todas las
prótesis de Jerrok. Le queda una pierna y estamos ahorrando para
eso. Pero con su nuevo brazo, una nueva pierna y un refuerzo
sintético a lo largo de su columna vertebral, Jerrok se mantiene
erguido y alto, mi hermoso mesakkah, y lo mejor de todo, no se
despierta con dolor. Su vieja pierna se arrastra un poco, pero Jerrok
jura que el dolor es casi nulo y últimamente sonríe mucho más.
Además… el sexo ha sido intenso. Respiro un poco ante eso,
pensando en la noche anterior y en cómo me hizo correr durante
horas antes de que finalmente tomara su propio placer. La
resistencia definitivamente no es un problema. Ya no.
—Te estás sonrojando —murmura Jerrok mientras me mira—.
¿Estás pensando en lo de anoche?
Soy tan obvia. —Tal vez.
Me sonríe, todavía complacido por lo mucho que me hizo gritar
anoche, como si no me complaciera completamente en la cama tal
como está. —Hoy es tu cumpleaños. Tendremos que hacer algo
especial esta noche para celebrarlo.
—Dios me ayude —bromeo, incluso cuando mis entrañas se aprietan
con anticipación. ¿Cómo es que el sexo todavía no se ha vuelto
aburrido con él? Todavía estamos pegados el uno al otro como recién
casados, y nunca he tenido una mala experiencia con él. Confío en él
completamente y tal vez esta noche... probaremos algo nuevo.
Quizás esta noche le demos una oportunidad al estilo perrito. Creo
que con Jerrok, podría estar bien.
Con Jerrok, podría ser genial.
Muerdo mi labio, dándole una mirada de promesa.
Mi compañero gime, acercándome y dándome un beso fuerte, su
lengua roza la costura de mi boca antes de alejarse. —Vas a hacer
que quiera tirarte a la cama y olvidarme de tu fiesta.
—Promesas, promesas —bromeo, sin aliento—. Es mi cumpleaños,
¿verdad? Tal vez simplemente le digamos que cancelamos todo y
vamos a pasar tiempo juntos en nuestra gran cama. —Paso una
mano por la parte delantera de su pecho. Cambiamos las camas y
ahora la cama más grande es la que compartimos, y hace el sexo…
bueno, el sexo siempre ha sido fantástico, pero ahora no estamos
apretujados contra la pared.
Pero Jerrok niega con la cabeza. —Bethiah tiene que venir. Traerá
tu regalo.
—¿Voy a recibir un regalo? —Parpadeo ante él con sorpresa—.
¿Pensé que no íbamos a hacer lo del regalo? —No quiere celebrar su
cumpleaños, así que no le pedí regalos porque no quería que gastara
dinero en mí cuando podría estar ahorrando para su prótesis final.
Preferiría que cuidara sus extremidades en lugar de conseguir algo
para mí.
Jerrok solo me da una mirada cautelosa. —Es algo con lo que
Bethiah se encontró en sus viajes y le dije que lo trajera. Te prometo
que te encantará.
—Será mejor que no sea otra humana —me quejo. Bethiah lo sugirió
antes, y creo que en su mente, si una humana es una fiesta en la
cama, dos serán un placer. Ella no parece entender que soy
territorial... o tal vez lo hace y simplemente le gusta pincharme. De
cualquier manera, absolutamente le arrancaré los ojos a cualquier
mujer que mire a mi compañero, y luego la enviaré a empacar al
planeta agrícola más cercano.
Mi compañero se ríe. —No es una humana, lo prometo. Eres la
única mujer que alguna vez querría, humana o no.
Deslizo mi mano en la suya, porque sé que esto es cierto. —Está
bien, entonces no mataré a Bethiah. ¿Es un libro? —Estoy
emocionada con la perspectiva. Mi pequeña biblioteca está creciendo
a pasos agigantados; ahora tengo seis libros, pero sueño con algún
día tener una pared entera de material de lectura. Jerrok les ha
hecho saber a sus clientes que si se encuentran con cualquier tipo de
“rarezas humanas‟‟ pagará bien, y el otro día alguien trajo un trío de
latas de refresco viejas y actuó como si fueran tesoros invaluables.
Me reí al ver la basura... pero Jerrok las compró de todos modos, y
me hacen sonreír. Están limpiadas y colocadas en un lugar de honor
en mi biblioteca, simplemente porque sí.
—Ya lo verás —es todo lo que dice, y sabe que eso me vuelve loca.
—Sabes que odio las sorpresas.
—No odiarás esta. Te lo prometo. —Me da un apretón en la mano y
yo reprimo mis reservas. Está tan emocionado de darme este regalo
que no quiero arruinarlo.
Entramos en la bahía de atraque, actualmente ocupada únicamente
por The Spot Pleasure. En la forma clásica de Bethiah, la nave está
estacionada al azar en el medio de la bahía, ocupando suficiente
espacio para tres naves. Ella baja por la rampa, sus trenzas de
cuentas se balancean, una amplia sonrisa en su rostro. Lleva un
jersey ceñido y cegadoramente brillante de color verde que parece
pintado en su forma ágil, y en sus brazos lleva una caja de metal
simple. —¡Jerrok! ¡Primo!
—Me alegro de que pudieras hacerlo —le dice, moviéndose hacia
adelante para agarrar los antebrazos de su prima.
Bethiah me mira y resopla un poco, como si me estuviera tolerando.
—Softie. Feliz día de nacimiento. —Me tiende la caja—. Me dijeron
que estos fideos saben a pasteles humanos, así que Jerrok insistió en
que trajera una caja para ti.
¿Fideos que saben a pastel? Soy un poco cautelosa con el
pensamiento. Huelo la caja y hay un olor que sube… y no es pastel.
Es más como... calcetines viejos. Olor corporal. Algo definitivamente
no parecido a un pastel en lo más mínimo. —Tendremos que
comerlos más tarde —les digo a ambos en tono de disculpa—. Acabo
de hacer una olla enorme de fideos con verduras frescas. Pero
gracias por el presente. Tenías razón, Jerrok. No era lo que esperaba
—Le sonrío a mi compañero, porque es un obsequio al menos.
¿Cuántas veces me ha oído anhelar el chocolate o el pastel cuando
tengo la regla? Siempre recuerda todo lo que digo, y yo soy la mujer
más afortunada del mundo por tener un hombre tan atento como él.
Bethiah y Jerrok intercambian una mirada. —Ese no es el presente
—dice Jerrok después de un momento, y su expresión es muy alegre.
—¿No lo es? —Miro sus dos caras sonrientes en confusión—. ¿Hay
más?
—Oh, kef, sí, hay más —dice Bethiah—. Y no puedo esperar para
descargar esto en particular. —Ella empuja a Jerrok con fuerza y
luego vuelve a subir por la rampa hacia su nave—. Espera aquí.
Miro a Jerrok, pero él solo sonríe con puro deleite, como si no
pudiera esperar a ver mi reacción. Estoy completamente
desconcertada, ¿qué es este regalo que es tan emocionante para
ambos y Bethiah está más que lista para deshacerse de él? ¿Es algo
humano? Eso es algo emocionante, no me importaría ver algo como
un juego de mesa, o incluso una baraja de cartas porque...
Mi tren de pensamientos muere cuando Bethiah sale de la nave con
los brazos llenos de escamas iridiscentes y piernas moviéndose.
Un pequeño chillido sale de mi garganta.
Es un carinoux. Uno bebé, por su tamaño. Hace un maullido de
gatito y luego lame la muñeca de Bethiah, su larga lengua serpentea
entre diminutos colmillos. El pequeño carinoux tiene los ojos más
grandes y mi corazón se derrite cuando Bethiah se lo quita de la
muñeca y me tiende la cosa que se retuerce y se retuerce.
—Oh, Dios mío —lloriqueo mientras tomo al bebé en mis brazos—.
¿Cómo diablos conseguiste esto?
El pequeño carinoux inmediatamente se agarra a mí con todas sus
piernas y comienza a lamerme la barbilla con una lengua áspera. Es
cálido y pesado y pequeñas garras están pinchando mi piel, pero no
me importa en absoluto. Es la cosa más linda que he visto en mi
vida. A mi lado, Sleipnir lo huele, empuja la nariz contra la piel del
bebé y resopla.
Me vuelvo hacia Jerrok, completamente sorprendida. —¿Cómo
pudiste…
Sacude la cabeza y levanta las manos en señal de negación. —Esto es
todo de Bethiah. Solo le dije que podría estar interesado.
—Mentiras. —Bethiah pone los ojos en blanco—. En el momento en
que se enteró de que tenía un bebé, quiso que se lo trajera. Pensó
que podría gustarte. —Extiende la mano y se rasca las orejas
pequeñas—. Es una niña, por cierto. Tal vez puedas criarlos.
—Oh, pero… —El bebé carinoux continúa lamiendo mi barbilla, la
lengua áspera me raspa la piel. Hago una mueca de dolor y sigo
acurrucándolo contra mi pecho—. Son tan caros.
—Lo son, pero ésta iba a ser sacrificada. Las personas que se
suponía que iban a comprarla terminaron siendo alérgicas. Fue a un
segundo comprador, pero es un poco masticadora, y me sugirieron
que le buscara una casa. La conseguí muy barato.
—¿Deberíamos llevarla de regreso a su mundo natal? —Muerdo mi
labio, preocupada. Sleipnir es súper inteligente y no quiero
mantener a un animal inteligente fuera de su hogar si es posible que
regrese—. No parece justo quedársela si puede irse a casa.
—Esta no puede —dice Bethiah sin rodeos—. Viene de una línea de
genéticamente modificados que han sido criados para ser dóciles. Se
la comerían viva si la dejaras en ese planeta. —Ella niega con la
cabeza, todavía rascándole las pequeñas orejas—. No sé por qué
querrías engendrar docilidad en un pariente protector, pero esa
también podría ser la razón por la que era barata de comprar. Nadie
quiere un protector holgazán.
Presiono un beso en el curtido hocico, ya enamorada. —Yo la
quiero.
Jerrok ha estado callado todo este tiempo. Me mira con expresión
tensa. —¿Estás segura? No quiero que te sientas presionada. —Es
como si de repente se diera cuenta de que regalarle una mascota a
alguien no es la mejor idea.
¿Pero esta bebé? ¿Esta carinoux? Estoy emocionada. A veces me
preocupa estar tan atrapada con Jerrok, y él conmigo, que no
tenemos suficiente tiempo para Sleipnir. Me siento culpable cada vez
que echamos a mi mascota del dormitorio para poder hacer el amor.
Si tiene una compañera con quien acurrucarse, será más feliz... y
estoy totalmente a favor de hacer crecer nuestra extraña familia.
Beso su hocico de nuevo. —Su nombre es Freyja —decido, para
mantener el tema de la mitología nórdica—. Sleipnir, saluda a tu
nueva novia. Es un poco joven para ti, pero confío en que seas un
caballero —La dejo en el suelo junto a él y los miro.
Freyja parpadea sus ojos hacia un Sleipnir de tamaño completo, y
luego rueda sobre su vientre, moviéndose como un cachorro.
Sleipnir hace un sonido que suena terriblemente cercano al
disgusto, se pone de pie y comienza a lamer al gatito.
Inmediatamente se acurruca entre sus patas delanteras, y continúa
lavándole como si estuviera disgustado por el desastre que es ella.
Es la cosa más linda que he visto en mi vida.
Segunda más linda. Me vuelvo hacia mi pareja, con una mirada
penetrante en mis ojos. Lo agarro por la pechera de su túnica. —Tú.
Necesito verte a solas por un minuto. —Mi voz es dura y severa—.
Bethiah, tendrás que disculparnos por un momento. Tenemos que
discutir algo.
—Alguien está en problemas —canta—. Pasaré el rato aquí con ellos.
Llámame cuando la cena esté lista.
Asiento y tomo a Jerrok de la mano, arrastrándolo detrás de mí. No
protesta, solo me deja llevarlo a través de la estación hasta que
estemos lo suficientemente lejos como para sentir que podemos
hablar sin que su prima escuche. La habitación más cercana es la
biblioteca casi vacía, y lo empujo adentro y cierro el botón para que
la puerta se cierre detrás de nosotros.
—Sophie —dice Jerrok en ese tono tranquilo y razonable que usa
cuando estoy hormonal—. No quise molestarte. Solo pensé que te
gustaría tener otra mascota…
Agarro su cuello, lo arrastro hasta mi nivel y lo beso tontamente.
Él gime, retrocediendo y mirándome con confusión. —Tú... no
puedo decir si estás enojada o no.
—No estoy enojada —le digo, tocando el cierre automático en la
parte delantera de su jersey—. Eres increíble y te amo y quiero tener
sexo. Ahora mismo —Mis manos están frenéticas mientras tiro de su
ropa.
—Mi prima…
—No me importa si ella nos escucha —le digo, mis manos se
deslizan hacia su pene mientras su ropa se acumula alrededor de sus
tobillos. Lo agarro y me arrodillo, tomando esta maravilla perforada
en mi boca y arrastrando mi lengua sobre ella—. Te necesito.
Necesito mostrarte lo maravilloso que eres y cuánto te amo. Cuánto
te deseo.
Gime, acariciando mi mejilla. —Sophie... Kef... te amo tanto.
Le doy una lamida descuidada, arrastrando mi lengua por la parte
inferior de su polla. —Quiero probar algo diferente ahora mismo —
le digo—. ¿Lo harás conmigo?
La mirada que me da está llena de preguntas, incluso mientras
acaricia mi mejilla. —¿Qué deseas?
Arrastrando mi lengua alrededor de uno de sus piercings, le lanzo
una mirada juguetona. —Quiero que me tomes por detrás.
Mi compañero se pone rígido, con una mirada de preocupación en
su rostro. —No tienes que hacer eso…
—Lo sé. —Presiono un beso en la cabeza de su polla, luego tomo una
gota de pre-semen con mi lengua antes de que se deslice por la
punta—. Pero... quiero intentarlo.
—¿Ahora?
Ahora es un momento tan bueno como cualquier otro. Asiento con
la cabeza y Jerrok baja el brazo, indicándome que debería tomar su
mano. Lo hago, y me da una mirada pensativa, trazando las líneas de
mi mandíbula con su mano libre mientras estudia mi rostro. Si
busca una pizca de preocupación, no la encontrará. Confío
completamente en Jerrok, y ha pasado tanto tiempo desde que pensé
en mi vida anterior que siento que ya no me domina.
Quiero hacer esto, porque entonces seré verdaderamente libre.
—Si te asustas —advierte.
—Lo sé. Prometo que diré algo. —Pongo una mano en su pecho y
beso su piel, luego la placa sobre su corazón—. ¿No quieres hacerme
el amor?
Él gime, agarra mi mano por la muñeca y se la quita. La mirada en
sus ojos es intensa y me deja sin aliento—. ¿Quieres esto, entonces?
Asiento con la cabeza, ansiosa.
—Date la vuelta para mí. Manos en la pared.
Hay una nota de autoridad en su voz que me hace algo. Respiro
profundamente, me doy la vuelta, doy dos pasos hacia la pared y
pongo las manos sobre ella, con las palmas pegadas. El metal se
siente frío debajo de ellas, en desacuerdo con lo caliente y sonrojada
que estoy. Una mano pesada toca mi hombro por detrás, e
inmediatamente me pongo rígida, los malos recuerdos me inundan.
Un gran cuerpo presiona contra mí, y luego una tierna boca roza mi
oreja.
—Buena chica.
Solo así, estoy bien de nuevo. Dejo escapar un gemido estremecedor
cuando él agarra mis faldas y las sube hasta mi cintura.
Las manos de Jerrok están por todas partes. Apuña la tela de mi
vestido y expone mi trasero al aire fresco. —Sostén esto por mí,
amor.
Quito una mano de la pared y hago lo que me ordena, y cuando cae
de rodillas en el suelo, abro las piernas y me inclino un poco,
presionando mi mejilla enrojecida contra la pared y empujando mi
trasero hacia afuera. Un momento después, su boca está ahí, su
lengua se arrastra sobre mis pliegues, y gimo. Nunca me cansaré de
la sensación de la lengua cubierta de crestas de Jerrok moviéndose
sobre mi coño. Sumerge la punta de su lengua en mi centro y luego
me da una lamida húmeda. —Ya estás mojada para mí. ¿Cómo te
mojas tanto para mí tan rápido?
—Porque... eres muy bueno... conmigo...— jadeo. —Te amo.
—Yo también te amo —dice automáticamente, y luego agarra mis
caderas con sus manos y arrastra mi trasero hacia atrás, su lengua
acariciando profundamente dentro de mí. Grito, luego muerdo mi
mano porque no quiero que Bethiah o Sleipnir entre y me vea
prácticamente a horcajadas sobre la cara de Jerrok. —Amo este
lindo coño —me dice cuando sale a tomar aire—. Voy a llenarlo con
mi polla.
—Hazlo —le digo—. Ahora. Date prisa.
Me da una última lamida profunda y se pone de pie. Su única pierna
cruje mientras lo hace, pero no hay ningún gemido de dolor
acompañando sus movimientos y sé que Jerrok se siente mucho
mejor de lo que se ha sentido en mucho tiempo. Sin embargo, no
piensa en nada más que en hacer el amor. Pone su mano en mi
cabello y agarra un puñado de él, inclinando mi cabeza hacia atrás y
jadeo, amando la sensación de estar atrapada por él. Solo él. Toma
mi mandíbula e inclina mi cabeza para que podamos besarnos, y es
una tierna mezcla de posesividad y afecto como solo Jerrok hace
mejor, y hace que mi coño se apriete.
—Mi dulce amor —murmura en mi oído—. Mi buena chica.
Yo gimo. Él sabe que me encanta escuchar esas palabras. Sabe que
nada me moja más. Frota su polla entre mis piernas, acariciando mi
trasero mientras me susurra lo perfecta que soy, lo sexy, lo hermosa.
Cuando empuja dentro de mí, no hay malos pensamientos, solo
placer. Y mientras Jerrok se adentra en mí, me sostiene, con el brazo
encerrado alrededor de mi cintura incluso mientras me embiste por
detrás, su espuela empujando contra el fruncido de mi trasero con
cada golpe profundo. Es la cosa más obscena que jamás haya
existido y la más perfecta.
Estoy justo donde pertenezco, segura en los brazos de mi amante,
amada y completa.
Cuando me corro, es explosivo con su fuerza, y el chorro de mi
liberación se desliza por mis muslos. Exprimida, me aferro a Jerrok
y a la pared mientras él bombea en mí, y unos momentos después,
también estoy mojada con su liberación. Nuestras respiraciones
agotadas se mezclan, y luego Jerrok suelta una risa jadeante y me
besa en la cara. —Feliz día de tu nacimiento, amor.
Sonrío, destrozada pero feliz. Mientras tenga a Jerrok, cada día se
siente como el mejor día de mi vida.