Está en la página 1de 541

Este libro ha sido hechizado por The Secret

Circle.
Fue realizado sin fines de lucro y no pretende
perjudicar al Autor (a). Las Brujas de este
círculo no reciben compensación económica
alguna por la traducción, corrección o edición
del mismo. The Secret Circle nace con la
finalidad de dar a conocer nuevas historias a
lectores de habla hispana. Por seguridad no
menciones nuestra labor ni la de otros grupos
de traducción en las redes sociales de los
autores.
Apoyemos a los autores adquiriendo sus libros
en idioma original.
When She Belongs
A Risdaverse Tale
Ruby Dixon

Él es el mayor idiota de la galaxia.


Puedo vivir con estar atrapada en el otro extremo del espacio. Puedo vivir con
tener que pasar semanas en una estación abandonada en un cinturón de
asteroides. Claro, no pertenezco a este lugar, pero tengo mi libro y mi gato
protector de ocho patas conmigo. Debería estar bien.
No estoy bien.
Mi anfitrión alienígena, Jerrok, es un idiota. Es hosco y desagradable. No se ha
bañado en años. Es parte cyborg, y todas esas partes parecen estar cayendo a
pedazos. Él es el que está a cargo de esta estación remota, lo que significa que
estamos obligados a interactuar. Es una situación absolutamente miserable para
los dos...
... hasta que me doy cuenta de que toda su ira y sus fanfarronadas están
ocultando el hecho de que es considerado y comprensivo. Él también es
protector y me mantiene a salvo cuando se acercan los malos. Cuando me
lastimo, él es el que cuida con ternura mis heridas.
Jerrok también se siente intensa y absolutamente solo, como yo.
A medida que pasa el tiempo, empiezo a preguntarme... tal vez donde
pertenezco no sea un lugar... sino una persona.
SOPHIE

Nunca pensé en mí misma como una aprendiz particularmente


lenta hasta que encontré tecnología alienígena. Me quedo mirando el
mar de botones y paneles táctiles frente a mi silla en el puente de la
Little Sister, tratando de recordar mis lecciones.
—¿Puedes aparcar al lado de la otra nave? —Mathiras pregunta con
voz tensa. Agarra su desintegrador y se dirige a la escotilla, al final
del pasillo donde la Little Sister se conectará con la nave que la
tripulación pirata está intentando abordar y tomar el control.
Énfasis en “intentar”.
Kaspar salta de su asiento, todo entusiasmado y listo para ayudar a
su hermano con la invasión, pero hace una pausa, esperando. Está
atascado con las tareas de navegante, lo que significa que no puede
entrar corriendo, con los desintegradores encendidos. Me mira,
esperando. Si puedo manejar las cosas de navegación como lo hizo
su hermana Zoey antes, él podrá unirse a su hermano. Ambos
miramos como Adiron sigue a Mathiras, y luego solo somos Kaspar y
yo en el puente.
—Claro, no hay problema —miento—. Pan comido. —Me quedo
mirando los infinitos botones, tratando de recordar qué secuencia
produce los ganchos anti-gravedad que se hundirán en el casco de la
otra nave y nos empujarán contra ella. Ayudaría si supiera el idioma
mesakkah, pero todo es extraño para mí. Toco un botón rojo
intermitente de forma experimental y no pasa nada. Mierda. Está
bien, eso no es todo. Busco otro, ¿tal vez algo con una especie de
símbolo de cierre?
Solo me hace sentir peor pensar en cuántas veces me han mostrado
pacientemente los controles, una y otra vez. Saco mi cuaderno de
datos, hojeando las notas que he tomado, pero hay tantas que no
estoy segura de dónde está enterrada esa en particular, y eso solo
aumenta mi estrés.
—¿Sophie? —Mathiras llama a través del canal de comunicaciones.
Su voz es tensa—. ¿Nos estacionaremos junto a la nave enemiga o
no?
Mi mente se queda en blanco. Ni siquiera recuerdo cómo entrar al
comunicador para responder. Lucho contra un gemido y miro
fijamente los paneles frente a mí, todos iluminados y luciendo
igualmente importantes. Tal vez la inspiración llegue y de repente lo
recuerde.
Kaspar murmura algo en voz baja y se sumerge en mi puesto,
tirando del panel hacia él. Me encojo lo más bajo que puedo en mi
asiento, apartándome de su camino, y él toca teclas que me parecen
vagamente familiares. Claro. Esa es la secuencia. Hay un zumbido
bajo y luego una sacudida enojada de la Little Sister mientras nos
enganchamos en la nave más grande a nuestro lado. El gran
alienígena azul ni siquiera me mira cuando acciona un interruptor y
habla por el comunicador. —Estamos enganchados. Prepárense para
el embarque.
—Lo siento —susurro, sintiéndome completamente fuera de mis
capacidades.
—Lo conseguirás —dice, palmeando distraídamente mi hombro.
Vuelve a su asiento, se mete los blaster en el cinturón y luego corre
por el pasillo para reunirse con sus hermanos.
Entonces estoy sola en el puente. Miro a mi alrededor de todos los
controles alienígenas, deseando poder captar esto más rápido.
Deseando no sentirme como una fracasada. Deseando sentirme
como si perteneciera aquí, a la Little Sister. Los hermanos va Sithai
no han sido más que amables, pero sospecho que están frustrados
por lo lento que estoy aprendiendo. Zoey entendió las cosas
rápidamente, me han dicho. Zoey tomó los controles como si
hubiera nacido para ello. Zoey es aguda e inteligente y tiene un
perverso sentido del humor.
Y... no soy Zoey. No tengo una relación de diez años (o más) con
estos hombres. He estado aquí unos meses y me han mostrado
pacientemente las cuerdas, o lo han intentado. Cada día que no hago
valer mi peso aquí, lo siento más y más. Estoy esperando el día en
que se cansen de mí. Cuando se cansen de tener un parásito humano
merodeando y comiendo su comida sin contribuir. No importa lo
amables que sean, siempre existe la preocupación de que se vayan a
deshacer de mí.
El universo me ha enseñado mucho durante los últimos seis años,
pero más que nada, me ha enseñado que los humanos no pertenecen
a sociedades alienígenas.
No importa que seamos arrastrados pataleando y gritando desde
nuestras casas. No importa que no queramos estar aquí. Una vez que
estamos aquí, no hay vuelta atrás y no hay lugar que se sienta cálido
y acogedor. Esperaba que las cosas fueran diferentes si pudiera
aprender a ser parte de la tripulación aquí en la Little Sister. Si
pudiera hacer algo, ganar un salario, contribuir al esfuerzo de los
demás...
Pero me resulta cada vez más obvio que no puedo. Y si no puedo, no
sé qué haré.
Pienso en la oferta que me hizo Kim hace meses, de quedarme en su
granja, de ser su inquilina. Fue una oferta amable, pero su marido es
praxiian, y mi último dueño fue praxiian. Nunca he odiado a los
gatos más que ahora, y no estoy segura de poder estar cerca de ella, o
de su pareja, sin perder la cabeza. Al menos los hermanos va Sithai
son mesakkah. Son azules y con cuernos y se parecen más a un cruce
entre un pitufo y un demonio... pero no son praxiians, así que estar
cerca de ellos no me altera.
Tampoco están muy interesados en mí sexualmente. En cierto
modo, eso es bueno y malo. Si estuviera abriendo las piernas para la
tripulación, al menos sentiría que me estoy ganando la vida. Pero me
han puesto firmemente en el territorio de “hermana pequeña‟‟... o al
menos „„prima molesta‟‟. Han dejado muy claro que no están
interesados en esa forma, lo cual fue agradable. A veces desearía que
fuera diferente porque sería más fácil, pero esto es lo que quería.
Quería ganarme el sustento de una manera que no implique estar de
espaldas.
Simplemente no esperaba apestar siendo una empleada normal.
Lucho contra los sentimientos de pánico, abrazando mis rodillas
mientras Sister nave se balancea hacia adelante y hacia atrás, la nave
abordada tratando de liberarse de las abrazaderas anti-gravitación
que se supone que son ilegales. Desde que estoy con la tripulación, lo
han hecho seis o siete veces, cada vez igual de aterrador cuando la
Little Sister se balancea en el espacio y los sonidos de explosiones
distantes se disparan. Suena como una pesadilla, pero la tripulación
lo tiene controlado. Pasan los minutos mientras espero que las cosas
se calmen.
—Tenemos un corredor —dice Adiron por la banda de
comunicación—. ¡Ponte alerta, Soph!
De acuerdo, tal vez no hayan manejado esto. Me dirijo al armario de
la armería, agarro el desintegrador pequeño que está diseñado para
mis huellas digitales y lo enciendo. Zumba en mi mano y lo agarro
con fuerza, luego me arrastro hacia el túnel de atraque que nos
conecta con la otra nave como un enorme cordón umbilical.
Alguien lo está cruzando.
Veo movimiento y piel verde, y los ojos prominentes como ranas del
ooli. Este es más grande que la mayoría, voluminoso y con ropa de
aspecto pesado que podría pasar por una armadura. Tiene un
desintegrador en las manos y camina rápidamente por el túnel,
dirigiéndose directamente hacia mí.
Trago saliva, sosteniendo mi arma. Puedo hacer esto. Puedo. Sé que
en una vida de piratería, pasan cosas. Las personas a las que les
estamos robando son los malos, los traficantes de drogas y los
ladrones y esclavistas. No debería sentirme mal por matar a este
monstruo.
Sostengo mi blaster. Todo lo que tengo que hacer es disparar.
Mi mano tiembla y suda, y mi dedo se mueve hacia el gatillo.
El alienígena se mueve más rápido. Ahora me ve y acelera el paso.
Soy una humana y, a sus ojos, soy una basura indefensa. Soy poco
más que un juguete sexual entrenado. No me tiene miedo, aunque
sostengo un arma, y estoy desesperada por demostrar que está
equivocado. Solo un disparo y me tomará en serio. Un disparo y
podré demostrar mi valía a la tripulación.
Un disparo y mataré a otro ser sensible.
El alienígena “ooli” me mira a los ojos y mi brazo tiembla con una
mezcla de terror y consternación.
Yo... yo no puedo hacer esto.
Oh mierda, no puedo hacer esto.
Hago un chirrido en mi garganta cuando el ooli marcha
directamente hacia mí y me quita el arma de las manos. —Parece que
los corsarios tienen una mascota —me grita y la expresión de su
rostro se vuelve de pura maldad—. No les va a gustar lo que te hare.
Tiemblo, congelada en el lugar. —Aléjate de mí.
Hace un extraño gruñido con la garganta. —Voy a keff1...
Desde detrás del alienígena, un brazo azul musculoso aparece
alrededor de la garganta del hombre rana. Observo, incapaz de
moverme, mientras Adiron coloca su blaster en la cabeza del ooli y
dispara. Hay una salpicadura de líquido verde en las paredes de la
nave y el olor a carne cocida, y quiero vomitar.

1
Keff/keffing = Fuck/ Fucking. Y en español seria joder o follar
—Estoy empezando a pensar que no estás hecha para este estilo de
vida, pequeña —bromea Adiron, con una sonrisa salvaje en su
amplio rostro.
Empiezo a pensar que tiene razón.
SOPHIE

Froto las paredes de la Little Sister, limpiando la sangre y la


sustancia viscosa de los paneles de la computadora. Todo está en
silencio del otro lado. Todavía estamos anclados con la otra nave,
horas después, pero la lucha ha terminado. El resto de la tripulación,
esclavistas y asesinos que regresan de una cita en la prisión, han sido
eliminados. Debería molestarme saber que mis amigos acaban de
matar a la gente de la otra nave, pero estoy sorprendentemente
hastiada de algunas cosas.
No hay buenos tipos en este extremo del universo. Todo el mundo
se preocupa por sí mismo, incluso los hermanos va Sithai.
Así que limpio las paredes de la nave, trato de no pensar en dónde
estaba antes la sustancia verde y escucho a los hermanos charlar por
el comunicador. Parece que hemos pillado a esta banda en particular
volviendo de algún lugar llamado Haven donde dejaron algunas
drogas. No se pudo encontrar ningún cargamento, solo un montón
de créditos sin rastro, y los hermanos bromean sobre eso incluso
cuando quitan partes caras de la nave enemiga. Esto se siente
rutinario. Sé por experiencias pasadas que sacarán lo que puedan de
la otra embarcación para su rescate o reventa, y luego la otra nave
será hundida, abandonada y su computadora desactivada, y
desaparecerá en el espacio profundo. Problema resuelto.
Es normal. Todo esto es normal, me digo mientras froto.
Intento olvidar que me congelé totalmente.
Intento olvidar la expresión espantosa en el rostro del ooli. Sus
terribles palabras. “Voy a follarte‟‟. Sé que no habría sido amable
conmigo. Sé que si se cambiaran las tornas, probablemente me
encontraría sirviendo a toda una nave pirata en lugar de solo limpiar
una. Sería esclavizada de nuevo, forzada a chupar pollas alienígenas
para tener mis comidas. De nuevo. No es una existencia a la que
quiera volver. Formar parte de la tripulación pirata es mil veces
mejor.
Solo... necesito ser parte de la tripulación.
Exprimo la esponja en mis manos y aplico agua fresca y limpiador a
las paredes. El olor es acre y no muy diferente a la orina de gato, lo
que divierte a Adiron sin fin. No entiende por qué no puedo soportar
el hedor del limpiador y le encanta bromear al respecto. En realidad,
le encanta bromear, punto. Es un buen tipo y un buen amigo.
Pero también tiene una gran boca, y sé que les contará a sus
hermanos cómo no pude apretar el gatillo. Cómo me congelé en
lugar de tomar medidas para salvar mi propia maldita vida.
Y Kaspar y Mathiras son lo suficientemente amables, pero algo me
dice que no lo entenderán. Van a empezar a pensar que soy un lastre.
No sé qué me pasará si lo hacen. Respiro por la boca, pensando
mucho. ¿Es... es hora de que seduzca a uno de los hermanos? ¿Usar
mi cuerpo para intentar asegurar mi lugar aquí?
No es que esto se sienta como en casa. Me siento aislada y sola aquí
tanto como en cualquier otro lugar, pero las comidas son decentes y
nadie me obliga a dormir con ellos, lo que lo convierte en el mejor
lugar en el que he vivido en seis largos, largos años.
—Uh. Eso es un problema —escucho a Mathiras decir por el enlace
de comunicación, interrumpiendo mis pensamientos taciturnos.
—¿Qué es? —Pregunta Adiron—. Todavía estoy en el puente. Hay
una caja fuerte aquí que estoy tratando de abrir…
—Ven aquí y echa un vistazo —dice Mathiras. No puedo decir por su
tono de voz si está preocupado o no.
Me siento sobre mis talones, escuchando y esperando.
Después de un momento, Adiron silba. —Eso es definitivamente un
problema.
—Magnífico —dice Kaspar—. Nunca había visto uno tan de cerca
antes. Valen una fortuna en la estación Tres Nébulas.
Algo gruñe, sonando como un gato montés, y me congelo.
—Kaspar, apártate de eso keffing.
—No podemos dejarlo. Vale una fortuna.
—¿Qué vamos a hacer con ESO?
—¿Alimentarlo?
—Muy divertido.
Las voces de los hermanos corren juntas, todas sonando similares
por el comunicador metálico y el hecho de que están hablando entre
sí.
Algo vuelve a aullar, el sonido es peligroso y hay una refriega.
—¿Deberíamos traer a Sophie? —pregunta uno de los hermanos.
Mathiras, creo.
—Podría ser nuestra única opción.
Me limpio las manos en mi jersey, preocupada. ¿Única opción para
qué? No sé de qué están hablando y me pone nerviosa. Puedo hablar
y preguntar, interviniendo por el comunicador, pero siento que no
me he ganado mi lugar aquí, y lo último que quiero hacer es
irritarlos. Así que me siento y espero, con curiosidad por ver qué
pasa.
Efectivamente, Adiron trota por el túnel de acoplamiento un
momento después, haciéndome señas con su arma. —Te
necesitamos. Ven.
Ellos me necesitan.
¿A mí?
Esta es la primera vez. También me llena de felicidad. ¿Cuánto
tiempo he esperado a que alguien dijera eso? ¿El ser importante
para algo?
—¿Que está pasando? —Pregunto mientras me pongo de pie y lo
sigo. Estoy nerviosa por cruzar a la nave enemiga, pero si los
hermanos va Sithai están de acuerdo con dejar a la Little Sister por
un tiempo, supongo que yo también puedo.
—Encontramos algo que vale mucho dinero —me dice Adiron,
mirando por encima del hombro para asegurarse de que lo sigo.
Cruza a la otra nave, pasa por encima de la maquinaria destruida y
se dirige a un pasillo estrecho. Intento no mirar demasiado los
restos, por miedo a ver cadáveres. Mantengo mi mirada enfocada en
la ancha espalda de Adiron, dejándolo liderar el camino. Estos eran
tipos malos, me recuerdo. Me habrían matado.
No hace que sea más fácil pasar por encima de un bulto que alguna
vez fue alguien, y trago saliva. Realmente no estoy hecha para esto,
pero ¿qué otras opciones tengo? ¿Qué me queda si no es esto?
Escucho el gruñido aterrador y enojado desde algún lugar más
adelante. Suena como un animal salvaje, uno muy grande, y me
preocupa que eso sea exactamente lo “valioso” que han encontrado.
Lo que me hace preguntarme… ¿por qué me necesitan? —Um,
¿Adiron?
—Está enjaulado. No te preocupes.
Bueno, ahora estoy realmente preocupada. ¿Qué demonios? Mi
cuerpo estalla en un sudor de miedo mientras nos dirigimos a la
gran bodega de carga casi vacía de la nave enemiga. Efectivamente,
en el otro extremo de la gran bahía, Kaspar y Mathiras están de pie,
con las manos en las armas, hablando en voz baja. Están frente a lo
que parece una enorme caja cuadrada, y cuando nos acercamos, todo
se sacude y traquetea y la criatura vuelve a rugir de indignación.
Los hermanos miran hacia arriba cuando nos acercamos y el alivio
cruza el rostro de Mathiras. —Bueno. Estás aquí. Acércate, Sophie.
Mi boca se seca y quiero esconderme de repente detrás de Adiron.
¿Es este el uso que me han encontrado? ¿Ser alimento para un
monstruo? —¿Q-qué está pasando?
—La estás asustando —dice Adiron, poniendo una mano
reconfortante en mi hombro y tirando de mí hacia adelante—. Solo
enséñale ya.
Mathiras asiente. —Te prometo que no estás en peligro, Sophie —
Hace un gesto hacia la caja furiosa y temblorosa—. Hemos
encontrado un carinoux arcoíris.
Kaspar se aclara la garganta. —Realmente no fue „„encontrado‟‟. Más
bien como „„adquirido‟‟.
Su hermano le lanza una mirada irritada. —Nos lo vamos a llevar
con nosotros. Se venden por una fortuna en los círculos adecuados.
Miro la jaula, los lados están tapados y protegidos por lo que no
puedo ver el interior. Todo se agita como si estuviera a punto de
desmoronarse, y mi estómago se aprieta con consternación.
¿Llevaremos ESA cosa a bordo de la Little Sister? Si bien la nave
tiene un tamaño decente, sus pasillos y habitaciones son estrechos y
no estoy segura de que sea una buena idea. Cruzo los brazos sobre el
pecho, tratando de no mostrar mi alarma. —¿Qué tiene que ver esto
conmigo?
—¿Sabes qué es un carinoux? —Cuando niego con la cabeza, Kaspar
se mueve hacia la jaula, ignorando la forma en que cobra vida,
traqueteando y golpeando. Introduce un código en el mecanismo de
bloqueo y los escudos se deslizan hacia abajo, revelando a la criatura
enjaulada en el interior.
Es absolutamente hermoso y completamente extraño de una
manera que hace que mi cerebro humano tenga dificultades para
procesar. Intento compararlo con las criaturas que he visto antes:
hay una sinuosidad de lagarto en su cuerpo y en la cola larga y
puntiaguda. La cabeza y el cuerpo se parecen más a un enorme león,
pero el hocico y las fosas nasales son planos, la boca llena de dientes
aserrados. La cosa tiene ocho patas, todas moviéndose al mismo
tiempo mientras camina de un lado a otro, gruñendo y mirando a
Kaspar.
También veo por qué se llama carinoux “arcoíris”. En lugar de
pelaje, este gato tiene una piel de aspecto escamoso que brilla
iridiscente incluso con la escasa iluminación de la nave. Una miríada
de colores bailan a través de su piel como un ópalo viviente, y estoy
fascinada incluso cuando estoy aterrorizada.
—Puedes acercarte —dice Kaspar, metiendo un dedo a través de las
barras y moviéndolo. Apenas se las arregla para alejarse antes de que
las fauces con colmillos se abran.
—¿Para qué? —Espeto. ¿Por qué querría acercarme? No estoy loca.
—Los Carinoux son una raza de parientes protectores del sistema
Slatra —dice Mathiras, observando a la criatura felina caminar de un
lado a otro en su jaula—. Odian a los hombres, pero son
extremadamente protectores con las mujeres. A las familias ricas les
gusta que cuiden a sus esposas e hijas. Si podemos vender este,
estamos hablando de millones de créditos. Obtendrías un cuarto de
ello, por supuesto.
Se me seca la boca al pensar en todos esos créditos. Dinero propio.
Lo suficiente para ser independiente... teóricamente. No hay ningún
lugar seguro para una humana en este extremo del universo.
Pero el dinero ayuda y quiero ese dinero.
Adiron se rasca la barbilla. —Y si acaban de salir del sistema Slatra,
podría haber oportunidad de que recojamos algunos más, si
podemos encontrar sus cartas de navegación.
Kaspar hace un sonido de entusiasmo con la garganta. —Y yo aquí
pensando que eras tonto, hermanito.
Adiron solo le da una sonrisa tonta.
Más de estas cosas... pero más dinero. Dudando, doy un paso
adelante.
—Te necesitamos porque eres mujer, Sophie —dice Mathiras—.
¿Puedes hacer que este se calme lo suficiente para que podamos
llevarlo a la Little Sister?
Oh cielos. Me lamo los labios. —¿Estás seguro de que no me hará
daño?
—Si lo hiciera, sería el primer carinoux en la historia en hacerlo —
dice Kaspar, con su mirada medio salvaje en la jaula, como si
quisiera entrar y luchar contra el maldito monstruo.
Eso no es exactamente reconfortante. Doy otro paso adelante, justo
cuando la criatura comienza a gruñir enojada a Kaspar. Trago saliva
y doy otro paso. —Hey —le susurro—. Vamos a calmarnos, ¿de
acuerdo?
Las orejas pequeñas y puntiagudas del carinoux se mueven y la
cabeza ancha se balancea en mi dirección. Me mira, ojos grandes y
oscuros parpadeando, dientes enormes relucientes.
—Lindo gatito —ofrezco—. Eres una especie de gatito, ¿verdad?
La cosa inclina su cabeza, luego golpea sus ancas, la cola se agita
como la de un perro emocionado. Emite un maullido de gatito, luego
rueda sobre su vientre, meneándose.
Mathiras deja escapar un suspiro. —Bueno, eso lo responde...
El carinoux gruñe de repente al oír su voz, se levanta de un salto y se
lanza contra los barrotes. Todos saltamos y Kaspar y Mathiras se
tambalean unos metros hacia atrás.
—Es todo tuyo, Sophie —dice Adiron con una sonrisa.
—Qué suerte la mía. —Doy otro valiente paso hacia adelante, y no
puedo evitar notar que cada una de las ocho patas tiene en la punta
unas garras enormes y desagradables que parecen afiladas, por
supuesto. Sin embargo, cuando doy un paso adelante de nuevo, la
rabia desaparece y comienza a frotar su cabeza contra los barrotes,
como si suplicara que la acariciaran. Me muevo hasta el borde de la
jaula y en silencio ofrezco mi mano, lo suficientemente cerca.
El carinoux rápidamente le da a mis dedos una lamida descuidada,
maullando de nuevo.
Miro a los hermanos va Sithai y me miran con una expresión de
satisfacción en sus rostros. Me necesitan para esto, me doy cuenta
con una sensación de asombro.
Por primera vez, soy necesaria.
Es una buena sensación.
SOPHIE

Llamo al carinoux “Sleipnir”. No es que se parezca mucho al caballo


mitológico, pero las ocho patas hacen que el nombre aparezca en mi
mente y se me quede pegado.
El carinoux se muestra sorprendentemente complaciente mientras
lo ato y lo llevo de regreso a la Little Sister. En todo caso, es en
realidad cariñoso como un gatito, frotando su cabeza contra mi
mano y haciendo este sonido retumbante que no es del todo un
ronroneo. Me acaricia cada vez que tiene la oportunidad y me mira
con ojos líquidos y adoradores. Es dulce e inteligente y sigue muy
bien las órdenes, y no tengo problemas para subirlo a bordo de la
nave y llevarlo a mis habitaciones. Sleipnir inmediatamente salta a
mi cama, ocupa todo el espacio y luego rueda sobre su espalda, como
si se estuviera revolcando en mi olor. Me siento en el borde y
acaricio su cabeza, maravillándome de cómo una piel de aspecto
escamoso puede sentirse tan flexible y suave, y cómo algo tan
increíblemente mortal puede ser tan cariñoso conmigo.
A Sleipnir todavía no le gustan los chicos. Hace ruidos bajos y
gruñidos en su garganta cada vez que se encuentra con sus olores, y
se pone frente a mí como si quisiera protegerme. Los hermanos
permanecen en la otra nave, la desmontan y revisan sus registros,
buscando el hogar de los carinoux. Acaricio las pequeñas orejas de
Sleipnir y me pregunto por qué eso me hace sentir tan... rara e
incómoda.
—Tal vez porque te robaron de tu hogar, como a mí —murmuro
mientras acaricio al animal—. Quizás porque no eres más que un
producto, como yo. A nadie le interesa llevarte de vuelta a casa, solo
los créditos que puedes darles.
Sleipnir solo maúlla y se frota contra mi mano, feliz.
Las comunicaciones se han silenciado y, a medida que pasan unas
horas más, me preocupo. Cuanto más tiempo pasemos en un lugar,
mayor será la probabilidad de que nos atrapen. ¿Les ha pasado algo?
¿Es por eso que se han ido durante tanto tiempo? Finalmente, no
puedo soportar la espera y me pongo de pie. Sleipnir trata de venir
conmigo, pero lo guío de regreso a la cama y le doy palmaditas al
colchón hasta que vuelve a acostarse.
Salgo de mi cuarto y me dirijo al túnel de atraque, con la intención
de ir tras los hermanos, pero para mi sorpresa, se ha ido. La escotilla
se ha vuelto a sellar y ya no estamos vinculados a la nave enemiga.
Me duele esta revelación (¿nadie se molestó en decírmelo?) Y me
dirijo al puente. Efectivamente, los hermanos están allí, todos
apiñados alrededor de la misma estación. Están sucios, manchados
de grasa y sangre, y parecen cansados.
Bueno, no, Mathiras parece cansado. Kaspar parece eufórico.
Adiron... parece Adiron.
—¿Parece que han terminado con la otra nave? Gracias por
hacérmelo saber. —Hay molestia en mi voz cuando cruzo los brazos
sobre mi pecho y me acerco a ellos—. Supongo que solo soy
importante cuando necesitan una cuidadora de gatos o una criada.
Al menos tienen la decencia de parecer culpables con mi llegada. —
Lo siento, Sophie —dice Adiron.
—El carinoux está bien, por cierto. Está en mi cama y no tengo idea
de qué vamos a hacer para conseguir una caja de arena, para su
información —Cuando simplemente intercambian miradas y no
dicen nada más, mi piel se eriza de preocupación. —¿Qué pasa?
Mathiras solo se frota la cara. —Solo estamos tratando de averiguar
cómo proceder con lo que acabamos de descubrir.
—Que es…
Adiron se vuelve en su silla, su ancho rostro se ilumina de
entusiasmo. —Encontramos un mapa del sistema Slatra, pero no
muestra un planeta. Es algo completamente diferente.
Hasta aquí su visión de encontrar más como Sleipnir. —¿Cómo qué?
—Como el Buoyant Star2.
¿El qué? Me toma un momento darme cuenta de que se refieren a
algo. —¿Es una nave? ¿O una estación?
Kaspar habla. —Hace tres años, se rumoreaba que llevaba una
enorme cantidad de riqueza a un infame cartel de Slatra, los Voo
Rees —Cuando no vio ningún reconocimiento en mi rostro, Kaspar
continuo—. Iban a usar el dinero para pagar muchas de las deudas
que habían adquirido, pero la nave nunca apareció. Algunos dicen
que fue secuestrada y otros dicen que quedó atrapada en una
llamarada solar aleatoria. Nadie ha oído hablar de ella desde
entonces.

2
Estrella Flotante
Mathiras agrega: —Pero si somos nosotros los que la encontramos,
podríamos ser ricos más allá de nuestras imaginaciones más
salvajes.
—Puedo imaginármelo mucho —dice Adiron, sonriendo.
—¿Así que vamos tras este nave? ¿El Buoyant Star? —Pregunto.
—El sistema Slatra es un sistema prohibido —continúa Mathiras—.
Fue cedido en las Guerras Threshian y los mesakkah tienen
prohibido volar allí.
—¿Así que no iremos?
—Todos nuestros mapas y mapas de estrellas han sido clasificados o
están incompletos —dice Kaspar, moviendo los dedos por la pantalla
de navegación y mostrando un mapa de estrellas tras otro—. Hasta
ahora. Ahora, podríamos tener la oportunidad de encontrar esa
nave.
—Pero es peligroso —continúa Mathiras, y me mira.
—Somos corsarios, ¿verdad? ¿No es todo peligroso?
—Este es un tipo diferente de peligro —Mathiras intercambia una
mirada con sus hermanos—. Uno en el que nunca arriesgaríamos a
Zoey, y uno en el que tampoco deberíamos arriesgarte a ti.
Entonces… espera. Hay una creciente sensación de miedo
moviéndose sobre mí. —¿Qué se supone que debo hacer entonces?
—Hago un gesto hacia el pasillo—. ¿Y qué hay de mi nuevo mejor
amigo?
—El carinoux no pueden permanecer a bordo. Es demasiado
peligroso, para él y para nosotros. Lo último que necesitamos es una
mascota cara y demasiado grande que muerda el cableado de la
Sister.
—¿Deberíamos devolverlo? —Pregunta Kaspar.
Yo jadeo. —¡No pueden abandonarlo! ¡Acaban de matar a la otra
tripulación! ¡Están hundiendo su nave!
—Sí, pero este podría ser el trabajo que nos hará ricos —continúa
Kaspar, apuntando con un dedo a las cartas estelares—. ¡Tenemos
que ponernos manos a la obra!
—Sophie tiene a la cosa bajo control —interviene Adiron—. Y
todavía vale mucho dinero para los compradores adecuados. Sería
una estupidez dejar pasar eso.
Mathiras levanta una mano. —No vamos a dejar pasar nada. Hay
una manera de mantener a Sophie a salvo y descargar al carinoux en
algún lugar hasta que podamos organizar una venta.
—¿Cuál? —Kaspar pregunta, impaciente.
El hermano mayor simplemente sonríe. —¿Recuerdas quién nos
debe un favor?
Los ojos de Kaspar se agrandan. Adiron se ríe. —¿Un'Rok? Se va a
cagar si nos presentamos con una humana y un carinoux.
—Nos debe un favor —les recuerda Mathiras, con una expresión
obstinada en su rostro—. No me importa si se caga mientras los
mantenga a salvo mientras nosotros revisamos el sistema Slatra.
Están hablando a mí alrededor como si yo no contara. Llevo mis
brazos a mi pecho en un abrazo, odiándolo, y odiando estar casi de
acuerdo con ellos. Yo no cuento. Ni siquiera pude matar al enemigo
antes. Pero... ¿no debería tener algo que decir sobre mi propio
destino?
Aquí pensando que las cosas serían diferentes después de unirme a
la tripulación de los hermanos, pero me siento como una cosa, un
objeto, tanto como siempre. Yo y el pobre Sleipnir ambos. —¿Es este
Un‟Rok ... otro corsario?
Adiron bufó. —Él desearía serlo.
—Es un chatarrero y mecánico —explica Mathiras—. Vive solo en un
puesto avanzado abandonado. Es perfecto. Estarás a salvo allí hasta
que regresemos.
—Está decidido, entonces —dice Kaspar rápidamente, y Adiron
asiente.
Creo… que lo está. Los hermanos se van en busca de aventuras, y yo
consigo ser cuidadora de gatos en la casa de un extraño. Qué suerte
la mía.
SOPHIE

En los tres días que tarda la Little Sister en acercarse al cinturón de


asteroides Vogli, Sleipnir mastica toda mi ropa de cama, mi silla
favorita, tres paneles de control en mi habitación y casi se come la
toda la puerta dejándole un gran agujero.
El carinoux es aparentemente un masticador aburrido, e incluso el
metal o el plas más fuerte no tienen ninguna posibilidad.
Simplemente refuerza el hecho de que los hermanos va Sithai
quieren a Sleipnir fuera de la nave para esta próxima aventura, y
adonde vaya el gran carinoux, yo también voy. Sin embargo, no estoy
contenta con eso. Sleipnir ya no intenta atacar a los demás; me
observa por mis reacciones frente a los otros machos y se adapta en
consecuencia. Es inteligente, Sleipnir, y absolutamente afectuoso.
Me digo a mí misma que no me encariñe demasiado, porque lo
venderán. Es simplemente otra “cosa” para ganar dinero.
Trato de no dejar que eso me afecte demasiado.
Adiron, Kaspar y Mathiras están envueltos en planes para esta nave
perdida. Pasan todo el día discutiendo sobre los carriles estelares
que deben tomar, combustible y estudiando cada centímetro de los
mapas estelares. Como no se me permitirá ayudar, estoy
prácticamente sola. Preparo mi comida, limpio lo que hace Sleipnir y
releo la antigua copia de Outlander en la nave por séptima vez
consecutiva. Aunque todavía estoy en la nave, me siento aislada y
apesta.
Cuando el cinturón Vogli aparece en todas las pantallas, Kaspar y
Adiron toman los controles, patinando a través del campo de minas
flotante de asteroides masivos. Miro por las ventanas de la nave con
asombro, maravillándome por la gran cantidad y tamaño de las
rocas que pasan flotando. Nunca había visto nada igual. También es
un poco aterrador cuando los asteroides cubiertos de cráteres del
tamaño de estadios se acercan lo suficiente a la Sister como para
hacerme sudar.
—Es un gran lugar para esconderse —admite Mathiras mientras
miramos juntos por la ventana—. Solo los navegantes más amantes
del peligro saldrían de aquí. No hay estaciones cerca de este sistema,
ni grandes carriles de estrellas. Todo está tranquilo en este extremo
de la galaxia —Pone una mano en mi hombro—. Estarás a salvo aquí.
Detrás de mí, hay un gruñido de advertencia bajo.
Mathiras inmediatamente se aleja y retira su mano. Sleipnir se
interpone entre nosotros, agitando la cola con rabia mientras mira
en dirección al corsario.
—¿Cuánto tiempo estarán fuera chicos? —Pregunto, poniendo una
mano calmante sobre la gran cabeza de Sleipnir. Mantengo una
sonrisa en mi rostro, porque si parezco feliz, el carinoux se calma.
Efectivamente, la gran criatura se sienta en cuclillas, se inclina hacia
adelante y rápidamente comienza a mutilar el panel de control
debajo de la ventana.
—No estoy seguro. ¿Una semana? ¿Tres semanas? ¿Unos pocos
meses? Depende de lo fácil que sea encontrar los restos. —Hace un
gesto a Sleipnir mientras los dientes del gato rechinan el metal—.
Puedes…
—Vamos, muchacho —le digo al carinoux y levanto sus mandíbulas
del panel—. Vamos a buscar una buena tubería desechada para que
la mastiques. —Estoy tratando de no molestarme por las palabras de
Mathiras, pero... ¿meses? ¿Voy a vivir en un asteroide con un
extraño durante meses? No conozco al hombre. No sé qué tipo de
alienígena es (parece de mala educación preguntar) o si es agradable
o si hay algún lugar para dormir.
Lo peor de todo es que este tipo ni siquiera sabe que voy a ir. Puede
que no esté feliz con ello.
Me vuelvo y miro a Mathiras. —Este tipo Un‟Rok, es amigo tuyo,
¿verdad?
La sonrisa de Mathiras es irónica. —No estoy seguro de que tenga
amigos.
Bueno, ¿no es eso genial?

Poco tiempo después, Sleipnir está mordiendo una llave de metal


del tamaño de un brazo en mi habitación cuando Adiron llama con el
comunicador. —Destino a la vista. Le estoy enviando un mensaje
codificado a Jerrok para hacerle saber que somos nosotros.
Dejo la bolsa que estoy empacando y me apresuro a regresar al
puente, con curiosidad y temor por ver el lugar en el que voy a pasar
las próximas semanas. Miro por las ventanas cuando aparece a la
vista. Mi nuevo hogar está en un asteroide. No me sorprende el mar
de edificios de metal oxidados y gastados, pero lo que sí me
sorprende es el tamaño de la cosa. El asteroide en el que se
encuentra la base de Un‟Rok es más grande que varias manzanas de
la ciudad, y el grupo de edificios parece cubrirlo todo. Hay una torre
derrumbada, una cúpula biológica de algún tipo de aspecto sucio y
montones de edificios muy compactos, todos apiñados en la
superficie gris y rocosa del asteroide que flota entre todos sus
hermanos y hermanas. Una nave muerta pasa flotando, nada más
que un casco ahuecado, y luego veo más naves muertas flotando en
la distancia. De hecho, a medida que nos acercamos, veo que el
extremo más alejado del asteroide está cubierto de restos destruidos
de naves de todos los tamaños. Siniestro.
—¿Aquí es donde vive? —Pregunto sorprendida—. Parece…
—¿Inhabitable? —Comenta Mathiras—. Ese es el punto. Es una vieja
base abandonada de las Guerras Threshian. Jerrok la reclamó para
sí mismo y arregló una esquina de la base para vivir para que nadie
pueda molestarlo. Por lo que yo sé, nadie viene por aquí, excepto
algún recolector ocasional con una nave que descargar.
Excelente. Ermitaño además de chatarrero. Bueno, esto suena cada
vez mejor. Estoy segura de que estará encantado de que me una a él.
—¿Estás seguro de que es una buena idea?
—No del todo, pero es más seguro para ti que llevarte con nosotros.
Eso es lo que él dice.
La Little Sister se instala en la bahía de aterrizaje. Aquí, parece
menos cargado de chatarra que el resto del asteroide, pero todavía
hay demasiados cables sueltos y láminas de metal descascaradas a lo
largo de las paredes para que me sienta segura. No sé cómo se
supone que un lugar como este puede mantener fuera el vacío del
espacio; apenas parece que pueda mantenerse unido.
Cuando la esclusa de aire se sella detrás de la Sister, Adiron salta de
su asiento. Kaspar extiende la rampa con el toque de un botón, y
luego se pone su cinturón blaster. —Por si acaso.
Mathiras pone los ojos en blanco. Ante mi mirada preocupada,
niega con la cabeza. —Es un amigo.
—Un amigo que vive solo en el borde del universo —dice Kaspar con
desdén, comprobando el cartucho de su arma—. Puede convertir la
mente de cualquiera en fideos.
Mi garganta se seca cuando Adiron baja por la rampa y una figura
solitaria cojea hacia adelante.
Por favor, no me dejes aquí, quiero volverme y suplicar a Mathiras.
Por favor llévame contigo. Pero dejaron en claro que no pertenezco
allí, y aprendí hace mucho tiempo que mendigar no ayuda en nada.
Simplemente te quita la dignidad. Así que no rogaré.
Aceptaré esto, como hago con todo lo demás, y seguiré
sobreviviendo.
—¿Qué es lo que quieren? —grita el hombre mientras Adiron se
dirige hacia él. Su voz suena claramente hostil y su lenguaje corporal
grita irritación. A medida que se acerca, me resulta difícil distinguir
sus rasgos. La mitad superior de su rostro está cubierta por una
máscara electrónica de algún tipo, los lentes circulares giran y
parpadean en rojo mientras se enfocan en nosotros. Su cabeza está
envuelta en una tela oscura manchada de grasa, y un par de cuernos
de metal abollados y sin brillo sobresalen del material. A juzgar por
eso y por el hecho de que Adiron parece tener aproximadamente el
mismo tamaño que él, diría que es mesakkah. La mitad inferior de
su cara que está expuesta, sin embargo, es de color negro grisáceo, y
la ropa que usa es oscura, sucia y cubre cada centímetro de su cuerpo
con capas. Es imposible saber si es viejo o joven.
Sin embargo, no hay forma de ocultar el ceño fruncido en su rostro.
Adiron ignora ese ceño fruncido y envuelve sus brazos alrededor del
hombre en un brutal abrazo de oso. —¡Jerrok! ¿No te alegra vernos?
—No.
—Necesitamos un favor —agrega Mathiras, saltando por la rampa.
—No otra vez —dice el extraño llamado Jerrok—. Váyanse como el
kef de aquí a menos que tengan algo de chatarra que venderme.
Jerrok
Han pasado algunas semanas desde que alguien pasó con chatarra.
Semanas de absoluta tranquilidad, semanas de no escuchar una sola
voz más que la mía. Semanas sin naves en el hangar, nadie
respirando mi aire, nadie en este viejo asteroide abandonado
excepto yo.
Ha sido una felicidad inolvidable.
Ahora, por supuesto, toda esa dicha está arruinada. Adiron va Sithai
me sonríe como si hubiera aparecido con regalos, listo para
abrazarme como si eso mejorara de alguna manera mi estado de
ánimo. Lo empujo, irritado, y miro a mí alrededor en busca de la
basura que seguramente han traído en mi dirección. Por eso han
venido aquí, ¿verdad? —¿Dónde está la chatarra? Tírala y vete.
—Te lo dije —dice el hermano mayor va Sithai, el que tiene la forma
rígida (y probablemente un palo en el culo). —Necesitamos un favor.
—Y yo dije que no. Muéstrenme su chatarra, hagamos un maldito
trato y así podrán dejar de acaparar todo mi aire reciclado —Cruzo
los brazos sobre el pecho, molesto. —¿Ni siquiera tuvieron la
decencia de comunicarme esto antes?
—Como si hubieras respondido —se burla Adiron, y luego envuelve
sus brazos alrededor de mí en un abrazo de oso. Hace que mi brazo
cibernético defectuoso duela contra el hueso en el que está injertado,
y aprieto la mandíbula. Él no sabe que está disparando una agonía al
rojo vivo en mi hombro, así que simplemente lo aparto con un
codazo. Fuimos amigos hace mucho tiempo. Servimos juntos en la
Guerra Threshian. Adiron de alguna manera piensa que eso nos
convierte en los mejores amigos de por vida. Yo opino diferente.
No tengo compañeros. No tengo amigos.
Me gusta mi soledad. Lo prefiero de esa manera.
Es lo más seguro. Más fácil.
Sin embargo, no importa lo irritantes que sean los va Sithai, los
hermanos tienden a traer buena chatarra... y no se presentan con la
frecuencia suficiente como para molestarme.
Así que me libero del agarre de Adiron y decido no matarlo. —¿Por
qué están aquí? Un poco fuera del camino para un 'favor', lo que
significa que no me va a gustar. —Les doy una sonrisa educada—.
Entonces mi respuesta es no. Sea lo que sea, no.
—Ni siquiera lo hemos pedido —dice Kaspar, frunciendo el ceño
mientras baja por la rampa.
Suspiro levantando mis manos cuando los tres hermanos entran en
la bahía de atraque. —Por favor. Pónganse cómodos. Saben cuánto
me encanta organizar una fiesta aquí en un asteroide desierto—.
Dejé que el sarcasmo sangrara a través de mi voz.
—No nos quedaremos mucho tiempo —dice Mathiras, avanzando
como un pato de esa manera suya en la parece que tiene las caderas
rígidas. Definitivamente un palo metido en el culo.
—Bueno. —Esperaba más paz y tranquilidad. Mi próximo cliente
habitual no tiene previsto traer un montón de desechos hasta la
semana que viene. —Digan sus asuntos para que pueda repetir mi
respuesta, no, y sacarlos de aquí.
Adiron simplemente me sonríe. —Luces como la mierda, amigo.
¿Qué pasa con estos trapos? —Me agarra de la manga y resopla
divertido cuando en la película de plasma, gastada y transparente, se
abre un agujero.
—Disculpa si no hago muchas compras en este extremo del sistema
—respondo—, ¿Viniste aquí para criticar mi ropa, o necesitas algo?
—También te extrañé, amigo mío —dice Adiron, ignorando mi
actitud amarga—. ¿Cómo está el brazo?
—Doliendo. Como siempre.
—¿Y la pierna?
—Doliendo.
—Como siempre. —Adiron me sonríe. Siempre es así entre nosotros:
lo rechazo y le hago saber lo completamente irritado que estoy con
él, y él ignora mis ceños fruncidos y actúa como si estuviéramos
soldados en la cadera como dos chips transistores.
Solo lo tolero porque servimos juntos. No es que lo disfrute.
Mathiras respira hondo. —Estamos a punto de emprender una
carrera de salvamento muy peligrosa.
—¿Y? —Hablan mi idioma, al menos.
—Y estamos persiguiendo al Buoyant Star.
Resoplé ante eso. —Buena suerte.
—Tenemos un mapa —dice Kaspar, sus ojos brillando con el
entusiasmo loco de alguien con una vida encantadora. Nunca le han
disparado el blaster de la mano ni le han volado una extremidad, y se
nota. Si lo hubieran hecho, no se vería tan ansioso por enfrentarse al
peligro de frente.
Estos hermanos. Idiotas, los tres.
—Así que tienen un mapa. ¿Quieren que aplauda?
—Tenemos un mapa, pero nos está conduciendo a un final peligroso
del sistema Slatra. Y tenemos algo de carga que necesitamos que
vigiles mientras viajamos.
Froto mi mandíbula. Mis gafas zumban con las lecturas de la base
anterior, lo que me permite saber las temperaturas y los niveles de
oxígeno de todas las diferentes áreas de vivienda establecidas. Es
una alimentación de rutina, ruido blanco, pero me gusta. Me gusta la
rutina. Después de servir en la guerra, anhelo la rutina, el silencio y
la soledad... a diferencia de Adiron. —Entonces déjenme ver si lo
entiendo. ¿Pasaron su culo a través de mi cinturón de asteroides solo
para dejar algo de carga mientras van a buscar tesoros? —
Entrecierro los ojos, un viejo hábito, y activa el módulo de aumento
en mi ojo cibernético. Irritante, pero rápidamente vuelve a la
normalidad después de darme una vista muy de cerca de la túnica de
Mathiras—. ¿Qué tan ilegal es esta carga? ¿Y cuál será mi parte?
Adiron se ríe y me da una palmada en la espalda. —Sabía qué diría
que sí.
—Dije que no. Tengo curiosidad. —Incluso un bastardo solitario
como yo siente curiosidad—. ¿Armas? ¿Productos químicos?
¿Equipamiento militar? —Cuando se ven inquietos, se me ocurre un
nuevo pensamiento, uno desagradable. —¿Es una mierda?
Se quedan en silencio.
Kef. —Es una mierda, ¿no? Es por eso que no pueden tenerlo con
ustedes. Está vivo. —Lanzo una mirada acusadora a Adiron, que
hace una mueca—. Pueden irse al kef, no estoy cuidando a ninguna
mascota que tengan.
—No es una mascota —dice Mathiras, y en todo caso, el palo en su
culo se agranda. —Es una amiga. Y queremos que la cuides bien.
—¿Una? —Prácticamente escupo la palabra.
—Yo.
La voz es pequeña, el lenguaje inusual, pero mi traductor lo capta de
todos modos. Miro por la rampa a la criatura que está allí, leve e
insegura. Es una hembra, de acuerdo. Es una especie alienígena que
nunca había visto antes, pero una de la que absolutamente he
escuchado historias: una humana. Da unos pasos hacia adelante, y
me sorprende lo absolutamente frágil que es. Sus miembros son
delgados y pálidos, sus ojos grandes y tristes, su cabello oscuro y
cayendo alrededor de su rostro en suaves zarcillos que recorren sus
hombros. Se mueve con gracia mientras se acerca a los hermanos va
Sithai y, junto a ellos, parece pequeña, perdida y completamente
sola.
Por supuesto que lo hace. Se toma a las humanas porque son buenas
de ver y mejor para aparearse. Por supuesto que ella tira de las fibras
del corazón. Ignoro la tímida sonrisa que envía en mi dirección,
endureciendo mi corazón ante su delicado rostro. Niego con la
cabeza. —No. No humanas.
SOPHIE

La situación empeora a cada minuto.


No estoy segura de lo que esperaba cuando aterrizamos. Una parte
de mí había esperado que su amigo, el ermitaño, fuera una especie
de Yoda viejo y arrugado con un corazón de oro. Que podríamos
pasar el rato, compartir historias y pasar las próximas semanas (o
meses) con bastante facilidad. Tanto para eso.
No quiero quedarme aquí con este tipo.
Me lanza una mirada desdeñosa, obvia a pesar de las gafas que
cubren la mitad superior de su cara. —Los humanos son un
problema. No quiero una aquí.
Adiron vuelve a darle una palmada en la espalda, un movimiento
que parece irritar aún más al tipo. —Esta no es un problema,
créeme.
—No estoy interesado en esconderte tus juguetes sexuales —dice
rotundamente el chatarrero.
Jadeo ante el insulto, aunque debería haberlo esperado. Ante
muchos ojos alienígenas, eso es todo lo que seré.
El chatarrero me mira y luego vuelve a apartar la mirada.
—Cuida tu boca —dice Kaspar.
—¿O qué? ¿Darán la vuelta y se irán? —El chatarrero nos hace un
gesto con las manos y se aleja—. Háganlo.
Adiron lanza una mirada desesperada en mi dirección. —Vamos,
Jerrok —dice, con un tono engatusador mientras persigue al hombre
cubierto de harapos—. Sophie no será un problema. Y me debes un
favor...
—Al kef eso —dice Jerrok malhumorado.
Los veo irse, mi estómago se revuelve por la angustia. Si el idiota
malhumorado y de aspecto sucio está tan en mi contra, ¿qué va a
hacer cuando descubra que tengo un gran gato atacante conmigo?
¿Uno muy caro al que también le gusta cagar en lugares
inconvenientes? Porque el carinoux es lo suficientemente fastidioso,
pero ni siquiera la Sister tiene una caja de arena lo suficientemente
grande para manejarlo. —¿No puedo ir con ustedes? —Le pregunto
a Mathiras—. Prometo que no estorbare.
—Si fallamos, vamos a necesitar los fondos que traerá el carinoux —
me dice Mathiras—. Él lo aceptará. Siempre es así cuando llegamos.
—Y no vamos a fallar —agrega Kaspar, siguiendo a Adiron y Jerrok.
Trago saliva, cruzo los brazos sobre el pecho y miro alrededor. Cada
centímetro de este lugar está cubierto de polvo, piezas de metal rotas
o ambos. Las luces aquí en la bahía parpadean como si estuvieran a
punto de apagarse, y está tan oscuro que sospecho que la mayoría de
las luces YA están apagadas y estamos a una desafortunada ruptura
de la oscuridad total. En el espacio exterior.
Con un imbécil.
Sí, realmente no quiero quedarme aquí. Pienso en Sleipnir, dormido
en mi cama, y lucho contra la preocupación que siento. Tampoco
quiero abandonar al carinoux, y me preocupa que si presiono
demasiado, acepten dejarme ir con ellos, pero Sleipnir tendrá que
quedarse atrás.
Y eso no será posible porque odia a los hombres.
Mierda. Tal vez necesito tratar de hablar con el chatarrero, este
Jerrok, yo misma, y ver si puedo asegurarle que me mantendré fuera
de su camino. Sleipnir y yo, ambos. Sigo el camino que tomó Adiron,
notando el ambiente poco acogedor de este lugar. Las paredes son de
puro metal, algunas de ellas de diferentes tonos, como si hubieran
sido reconstruidas. Las luces parpadean aquí también, y me
recuerda un poco a una estación espacial averiada y encantada de
una película de terror. No es aquí donde quiero pasar los próximos
meses en absoluto.
Las puertas y pasillos parecen un laberinto, pero escucho voces a lo
lejos y sigo los sonidos.
—Ella es agradable —escucho a Adiron protestar—. Soph no es del
tipo que le cause problemas a nadie. Ella te gustará —Hay una
pausa—. Incluso si no lo hace, no será por mucho tiempo.
—Me mudé aquí porque quería tranquilidad, va Sithai —dice el
chatarrero con voz áspera—. No para cargar con juguetes aburridos.
Puede que no sea gran cosa para ti, pero es un gran dolor de cabeza
para mí.
—Sabes que haremos que valga la pena. Y piensa en el salvamento
que obtendrás si realmente encontramos el Buoyant Star. —El tono
de Adiron es astuto—. Será suficiente para mantenerte en el lujo
durante décadas.
—Sí. Lujo. Claramente, una de mis principales prioridades —replica
Jerrok con sarcasmo, y me lo imagino haciendo un gesto hacia su
entorno.
—De acuerdo entonces. Te bastará para conseguir nuevos miembros
cibernéticos. Los que no funcionan mal.
Miro a la vuelta de la esquina, justo a tiempo para escuchar a Jerrok
dar un gruñido de mala gana.
Ambos miran cuando llego.
—Hola. —Doy unos pasos hacia adelante, ignorando la mirada
desagradable que Jerrok está enviando en mi dirección—. Pensé en
presentarme.
—¿Por qué? ¿Parezco que estoy interesado en el coño humano?
Abrir las piernas no me va a convencer de una forma u otra.
Retrocedo, sorprendida por su dureza. —Jesucristo, solo vine a
saludar. ¿Tienes que ser tan idiota?
—¿Cómo funcionó para ti el ser amable, humana?— se burla.
—Chicos. —Adiron nos lanza miradas a ambos—. Es solo por un
tiempo, ¿de acuerdo? Puede pasar el rato en extremos separados de
la estación y nunca encontrarse entre sí. Sé que es un dolor en el
trasero e inconveniente. —Da un paso delante de mí como para
protegerme del ceño fruncido de Jerrok—. Pero necesitamos a
Sophie y nuestra carga a salvo. Ella no se prostituye para nadie. Ella
no es una esclava. Ella es como nuestra hermana.
Jerrok gruñe, coge una llave inglesa y se vuelve hacia la pared.
Aprieta los pernos de aspecto oxidado, y sospecho que es para que
no tener que mirarnos. —¿Dónde está esa hermana tuya? ¿La que
nunca sale de la nave?
—Se emparejó con un amigo. Sentorr del Jabberwock. Lo conoces.
—¿Lo están llamando Jabberwock ahora? —Cuando Adiron asiente,
Jerrok continúa. —Ella era una buena chica.
—Sabes que ella era humana, ¿verdad? Por eso nunca le gustó
mostrar su rostro.
Jerrok se vuelve y mira a Adiron, las gafas giran como si tratara de
enfocarse en la cara del gran pirata espacial. —¿Estás jugando
conmigo?
—No lo estoy. —Adiron pone una gran mano en mi hombro—. Y
Sophie también es como una hermana para mí. Por eso quería
traerla aquí. Si la dejamos con alguien más, la volverán a encadenar
nuevamente. Tú y yo sabemos lo importante que es la libertad.
Jerrok lo mira, y luego a mí, y vuelve a apretar los tornillos de las
paredes. —Me quedo con todo el salvamento —gruñe—. Todo ello.
—Todo —admite Adiron.
—Y ella se queda en su extremo de la estación. No tenemos que
encontrarnos.
—Eso no será un problema —digo con rigidez. Cuanto menos vea de
este idiota, mejor. Ya lo odio un poco. Abriendo mis piernas, de
hecho.
—Bien. —La única sílaba es completamente de mala gana. —Hagan
su trabajo y que sea rápido.
—Excelente. Tienes mi agradecimiento, amigo mío —exclama
Adiron.
Jerrok simplemente lo despide y vuelve a reparar la pared.
¿Eso es todo? —Pero que pasa con…
Adiron coloca una gran mano sobre mi boca y niega con la cabeza.
OH, oh. Algo me dice que la presencia de Sleipnir será una gran
sorpresa y que yo seré yo quien lidiara con las consecuencias.
Jerrok
Vuelvo a trabajar en mi “laboratorio de basura” mientras los
hermanos acomodan a su mascota humana en la única habitación
que he preparado como alojamiento para “invitados” para esos
momentos desafortunados en los que tengo la mala suerte de que
alguien se quede a pasar la noche. Están en el otro extremo del
complejo que he reforzado y asegurado, por lo que no nos
chocaremos demasiado. Sera molesto evitar la mitad de mi maldita
casa, pero he vivido cosas peores.
Tengo que admitir que estoy intrigado por el naufragio del Buoyant
Star. Si pueden encontrar eso y traérmelo... será una diversión
interesante durante mucho tiempo. Últimamente eso ha valido
mucho más para mí que los créditos. Tengo suficiente para vivir
bien. ¿Pero entretenimiento? Eso puede faltar mucho cuando vives
solo en un asteroide en medio de la nada.
No es que alguna vez me quejara. Yo elegí esta vida y no me
arrepiento.
Me sumerjo en mi trabajo, separando con cuidado los cables de un
viejo procesador de a bordo. Este modelo en particular ya no está en
uso, pero las piezas en sí mismas valen bastantes créditos para el
comprador adecuado. Así que desmantelo con cuidado las piezas, las
clasifico por metal y forma. Hay algunos chips de transistores que se
pueden colocar en mis bots averiados y hacer que vuelvan a
funcionar. Un bot que funciona trae mucho más al mercado que uno
averiado, y me gusta jugar con los bots. Con un par de pinzas,
extraigo con cuidado un chip, lo estudio y luego lo coloco en un
compartimento seguro para probarlo más tarde.
Una sombra cae sobre mi estación de trabajo.
Lo ignoro.
Alguien se aclara la garganta detrás de mí, tratando de llamar mi
atención.
—Estás en mi luz —le digo con irritación, aunque puedo encender el
faro de mis gafas con la misma facilidad. Es el principio de la cosa.
—Estamos a punto de irnos —dice Adiron, arrastrando los pies hacia
un lado. La sombra desaparece y puedo ver mis pinzas de nuevo—.
¿Tienes alguna solicitud?
—¿Llevar a la mujer contigo?
Él ríe. —Me refiero en general. ¿Necesitas algo? ¿Armas? ¿Comida?
¿Una revisión de personalidad?
Dejo mis pinzas y lo miro. Una sonrisa apesadumbrada y reacia tira
de mi boca. Puedo ser un poco... temperamental, y Adiron realmente
ha sido un amigo para mí. —No necesito una personalidad si vivo
solo.
Adiron sonríe y sé que mi amargura está perdonada. Nos
conocemos desde hace tiempo, él y yo, y hemos visto algo de mierda.
Él sabe que soy quien soy, al igual que sé que él nunca cambiará sus
costumbres afables y tranquilas. Ojalá pudiera ser como él,
acercándome al universo con una amplia y ansiosa sonrisa. En
cambio, prefiero que el universo me deje keffing solo.
Se acerca a mí y me tiende una bolsa. —Algunos créditos
adicionales, en caso de que necesites algo para Soph.
Tomo el dinero y lo arrojo sobre mi desordenada estación de
trabajo. —Será mejor que esperes que no lo necesite.
—Oh, sí. —Él sonríe y luego se desvanece, rápidamente. Con una
mirada pensativa, algo raro en Adiron, me ofrece otra bolsa. —Esto
es para Sophie... si no regresamos. Es una buena chica, pero ha visto
algo de mierda. Solo... si no volvemos en unos meses, prométeme
que la ayudarás a encontrar un lugar seguro para aterrizar. No con
alguien que la esclavizará de nuevo.
Gruño, tomando la segunda bolsa y lanzándola junto a la primera.
—¿Cómo sabes que no tomaré sus créditos para mí?
—Porque te conozco.
—Esclavizada, ¿eh? —No puedo evitar preguntar.
Adiron asiente. —Seis años. Praxiians.
Hago una mueca. No es mi especie favorita. Sin embargo, me niego
a sentir simpatía por la humana. Ella va a ser una gran molestia. —
Será mejor que vuelvas —es todo lo que digo—. Sabes que odio tener
un invitado.
—Sophie no será una molestia. Lo prometo. Como dije, es una
buena chica —Vacila de nuevo, frotándose la mandíbula. —Además,
siento tener que decir esto, pero... tampoco la toques. Sé que es
humana, pero es su cuerpo.
¿Realmente cree que estoy tan keffing necesitado que simplemente
agarraría a su humana y empujaría mi polla dentro de ella? Lo miro,
irritado, y golpeo mi pierna. Suena metálico, metálico y hueco. Hago
lo mismo con mi brazo y luego con mi costado. —¿Recuerdas toda
esta mierda? ¿Recuerdas en cuántos pedazos me dejaron los
Threshians? ¿Crees que el sexo siempre está en mi mente?
Solo sonríe, todo un amigo tonto y tolerante una vez más, y verlo me
recuerda nuestros días militares, cuando Adiron solía hacer la
misma expresión justo antes de que nos dirigiéramos a la batalla.
Me sorprende el dolor que me causa su sonrisa. Pensé que había
superado esa mierda.
Supongo que nunca lo hare.
—Como dije, tenía que decirlo. No la dejaría aquí contigo si no
confiara en ti. —Adiron hace un gesto en dirección a la bahía de
acoplamiento—. Estamos a punto de salir. Sophie lo sabe. Solo
quería darte las gracias antes de embarcar.
—Sabes que odio la mierda emocional —digo con brusquedad,
volviendo a mi estación de trabajo—. Solo váyanse. Ocultaré mis
lágrimas para más tarde.
Se ríe, me da una palmada en la espalda tan fuerte que casi se me
caen las pinzas, y eso envía una oleada de dolor a mis sinapsis
cibernéticas. Aprieto los dientes e ignoro el fuerte impacto, porque
él no lo hizo en serio, y vuelvo al trabajo.
Todo se vuelve a callar. La Little Sister se lanza, sacudiendo el
hangar y algunas partes de mi estación de trabajo. Mi laboratorio de
basura tiene dos habitaciones más, pero todo el asteroide es un poco
más “ruidoso” hoy en día. Necesita más trabajo del que puedo hacer,
pero solo soy una persona. Incluso si ella llega alrededor de mis
oídos a nada más que una sola habitación, me las arreglaré. Puedo
vivir en una habitación. Solo una habitación pequeña y estrecha con
nada más que el sabor amargo del oxígeno reciclado en cada
respiración y...
Me alejo de mi estación de trabajo, odiando el giro de mis
pensamientos. Me doy una palmada en el brazo cibernético, porque
envía un torrente de descargas a través de los circuitos y una
punzada de dolor a lo largo de mis terminaciones nerviosas. Bien.
El dolor me ayuda a distraerme. Me alejo, empujando a un lado un
casco oxidado en mi camino, y salgo.
Necesito un carcinogel. Quizás dos.
Sigo tratando de renunciar a ellos, pero algunos días, un macho solo
necesita una buena y larga bocanada de muerte en su aliento para
quitarse el sabor al oxígeno reciclado. Así que voy a mis aposentos,
saco mi paquete de carcinógenos demasiado livianos y cruzo la vieja
estación hacia el terrario.
Érase una vez, cuando yo era soldado, no podíamos fumar nuestros
carcinogel en nuestras habitaciones. Si queríamos inflarnos,
teníamos que salir. Era costumbre agarrar los cigarrillos y salir, y en
el momento en que atravesaba las puertas, olía a carcinogel viejo.
Siempre había algunos amigos por ahí, y podías hablar mierda,
fumar y relajarte. Tengo buenos recuerdos de esos días, y tal vez por
respeto a esos viejos amigos, todavía me dirijo “afuera” cuando
necesito fumar.
El terrario es lo más cerca que puedo estar al aire libre aquí en la
estación. Érase una vez, cuando esta era una base militar, estos
cuartos pertenecían a las mujeres. A alguien le debe haber gustado la
jardinería y convenció a los superiores de que necesitaban un
invernadero de algún tipo, porque el terrario es una de las
habitaciones más grandes de la estación y está cubierto de
vegetación de arriba a abajo. Dejé que creciera demasiado,
principalmente porque no me importa, pero a veces me gusta
mirarlo. El aire se siente más fresco aquí. Limpio.
Le doy un golpecito a la punta de mi carcinogel, enciendo el
mecanismo de auto-encendido y se enciende. Doy una bocanada
profunda, inhalando los espantosos vapores y observo
distraídamente la vegetación que me rodea. No hay nadie con quien
hablar, por supuesto. Todo está en silencio. Pero es un acto cómodo
y familiar que calma mis nervios.
Odio que mi cerebro esté fallando después de un keffing visitante.
Es porque es un cambio y odio el cambio. Me gusta la rutina. Me
gusta…
Mi mirada se posa en algo más adelante en el camino cubierto de
maleza. Parece, bueno, no estoy del todo seguro. Curioso, sorbo otra
calada de mi carcinogel y meto los otros en el bolsillo, dirigiéndome
hacia el bulto oscuro en los adoquines cubiertos de maleza.
Mientras lo hago, un olor me golpea.
Y me doy cuenta de lo que es.
Keffing infierno. ¿La humana de Adiron dejo una keffing CAGADA
en mi terrario?
SOPHIE

Aunque nada me encantaría más que esconderme en mi habitación


durante las próximas ocho a diez semanas, hay algunos problemas
con eso.
No hay dispensador de comida.
Tampoco hay baño.
¿Qué clase de monstruo hace cuartos privados y no le da a alguien
un maldito baño propio? Estoy un poco molesta por la irreflexión de
esto, junto con la sensación de traición de la que no puedo
deshacerme del todo al quedarme atrás para cuidar a un gato muy
caro. Lagartija. Lo que sea.
Como si supiera que estoy pensando cosas de mierda sobre él,
Sleipnir golpea su cabeza contra mi mano, haciendo ese crujido en el
fondo de su garganta que significa que quiere atención.
Ausentemente, acaricio su cabeza mientras coloca su gran cuerpo
sobre mis piernas cruzadas, y rasco su piel suave y lisa y considero lo
que me rodea.
Al principio, pensé que mi habitación tenía un tamaño decente y
estaba un poco feliz por eso. La cama son dos más pequeñas juntas,
y las mantas de plas-film que la cubren no parecen ser las más
frescas, pero están limpias. No hay almohada, eso no me sorprende
después de años de vida extraterrestre, pero puedo hacer una. La
buena noticia es que hay mucho espacio para que Sleipnir se
acurruque a mi lado, lo que le ENCANTA hacer, y no me tirará de la
cama como lo hacía en la Little Sister. Pero a medida que pasan los
minutos, empiezo a preguntarme.
¿Por qué tengo una cama tan grande?
No puedo evitar notar que mi habitación tampoco es realmente un
dormitorio. No es privado. Hay una gran puerta corrediza con sensor
de movimiento que conduce al pasillo que funciona, pero solo por
poco. Gime como una cosa moribunda cada vez que trato de
activarla, y pequeñas columnas de humo se elevan desde las vías.
Tengo la impresión de que no está destinada a ser utilizada, así que
la dejo en paz. Hay otra puerta que conduce a un pasillo oscuro lleno
de desorden. Almacenamiento, imagino. Tampoco hay nada cómodo
para sentarse en esta habitación: no hay mesas ni sillas, no hay
cojines en el suelo de metal duro, no hay nada que la convierta en un
lugar para relajarse.
Un hogar.
No hay nada en las paredes con paneles de mosaico excepto óxido, y
cualquier tipo de unidad de entretenimiento está muerta desde hace
mucho tiempo.
En resumen, no hay absolutamente nada que hacer más que
acostarse en la cama y mirar las paredes. Y no orinar. O comer.
—No soy una gran invitada, ¿verdad, Sleipnir? —Rasco debajo de la
barbilla del carinoux.
Aun así, he tenido cosas peores. Pienso en el último dueño que tuve
y en mi cama antes de venir a vivir a la Little Sister. Mi dueño era un
praxiian, una especie de gato belicoso que cree que los huéspedes y
la familia deben estar apilados en la misma cama. Tuve que
acostarme con mi anciano dueño y su esposa, y como yo era una
esclava, eso significaba que él me follaba frente a su esposa e
invitados regularmente.
Así que supongo que no puedo quejarme de una cama silenciosa
aparcada en medio de una habitación no privada. Solo me preocupa
que el tamaño de la cama y la falta de privacidad signifiquen que
estaré de espaldas y volveré servir. No quiero, Dios, no quiero, pero
si somos solo yo y ese alienígena sucio y cubierto de harapos aquí en
este asteroide, ¿qué puedo hacer?
Me gusta pensar que pelearé, pero honestamente, la pelea en mí fue
eliminada hace mucho tiempo.
Lo más probable es que lo aguante, absorba mis sentimientos, tal
vez tenga un buen llanto y luego siga sobreviviendo lo mejor que
pueda.
Con esos pensamientos desagradables flotando en mi cabeza, me
acuesto y empiezo a leer mi copia hecha jirones de Outlander una
vez más. Leo algunos capítulos mientras Sleipnir se acurruca contra
mí, todo calor cálido y cuerpo de gato flexible, y luego me quedo
dormida. Cuando me despierto, mi libro está en el suelo, falta
Sleipnir y tengo que orinar ferozmente.
Miro a mí alrededor, sintiéndome sola y aislada, y voy a buscar un
baño. Incluso los alienígenas tienen que usar el baño, así que tiene
que haber uno de algún tipo. Deambulo por pasillos que parecen
desconocidos, atestados de trastos rotos y contenedores viejos, con
miedo de tocar algo. Incluso las puertas no se parecen exactamente a
ningún tipo de puerta de baño que yo conozca, y me preocupa poder
abrir el tipo incorrecto de cosas y caer en una esclusa de aire rota.
Cruzo los brazos con fuerza y decido ir a buscar a Sleipnir o a mi
anfitrión, lo que encuentre primero.
Se oye un ruido sordo de metal contra metal, y lo sigo por el pasillo
lleno de basura, apartando los tubos que cuelgan del techo. Más
adelante, hay una gran sala llena de más trastos, pero también hay
una mesa de buen tamaño y una luz. Delante de la luz, el alienígena
con gafas golpea una hoja de metal, haciendo un ruido terrible.
Doy unos pasos dentro de la habitación y saludo con torpeza.
Me mira. Sus labios se curvan y luego vuelve a trabajar, martillando.
CLANG. CLANG.
Er, está bien. Me acerco unos pasos y grito para que me escuche por
encima del estruendo metálico. —¿Puedo hablarte sobre la situación
del baño?
Deja caer sus herramientas como disgustado, poniendo sus manos
en sus caderas. —Oh. ¿Así que ahora quieres hablar de eso?
—Um... ¿sí? —Estoy un poco sorprendida por su crueldad. ¿Por qué
está siendo tan idiota? Algunas personas odian a los humanos sin
ninguna razón, pero seguramente los hermanos no me dejarían aquí
si ese fuera el caso.
El alienígena simplemente niega con la cabeza, levanta su martillo y
deja a un lado la hoja de metal. —Tienes un poco de agallas. Eso es
todo lo que diré. ¿No te enseñan modales humanos en el lugar de
dónde eres?
Me erizo. De acuerdo, parece que estaba equivocada, y este tipo es
solo un imbécil impenitente. —Podría decir lo mismo de ti. ¿Por qué
estás siendo tan desagradable conmigo?
—¿Soy desagradable? —El resopla—. Eso es generoso.
Jesucristo, ¿quién orinó en el cereal de este tipo? —Escucha,
idiota3...
—Jerrok —espeta.
—¿Qué?
—Mi nombre es Jerrok, no „„idiota”.
Claramente hay una falta de comunicación aquí. Sin embargo,
„„idiota” le queda mucho más. —No vine aquí para pelear —digo con
rigidez—. Solo necesito saber dónde están las instalaciones, ya que
viviré aquí durante las próximas semanas. —Cuando no se mueve,
intensifico mi mirada—. ¿Prefieres que haga pipí en un maldito
rincón?
Él mira hacia arriba, endureciendo la mandíbula. Tal vez se esté
dando cuenta de que esta no es una conversación que va a ganar.
Sabe que tiene que enseñarme el baño, ¿verdad? Da un paso
amenazante hacia mí y yo me encojo hacia atrás, anticipando una
bofetada o un empujón de algún tipo.
Pero solo pasa a mi lado y baja por un segundo pasillo, que tiene
una puerta con marcas vagamente familiares. Abre de golpe la
maldita cosa y la señala con un gesto. —Espero que uses la keffing
cosa.

3
En el original es “Jerk” por eso el cree que confundió los nombres
—¿Por qué... si no, preguntaría dónde estaba el baño?
—Y mantente fuera de mi camino —agrega, señalando la sala más
grande con su equipo dentro—. No toques nada aquí. De hecho, no
toque nada fuera de tu habitación.
—¿Ni siquiera el baño? —Pregunto, incapaz de resistirme a lanzar
un rayo sarcástico.
—Sabes a lo que me refiero, humana. —Pisa fuerte hacia su banco de
trabajo y me da la espalda.
No es la primera vez hoy, que me pregunto si es demasiado tarde
para que Adiron, Mathiras y Kaspar se den la vuelta y vengan a
buscarme.
Jerrok

Vengo de una larga línea de chatarreros. La familia un‟Rok siempre


ha tenido una estación de basura. Sé que a algunas personas les
molestan los pasillos estrechos y metálicos y el olor a aire reciclado,
pero a mí me reconforta. Lo prefiero.
Definitivamente lo prefiero a la gente.
Me gusta el olor suave e industrial de mi estación. Me gustan los
olores a grasa y carbonilla, a gases de escape viejos e incluso el olor
falso de plas viejos e incluso carcinógenos más viejos. Mi estación
huele familiar. O al menos lo hizo hasta hoy. Porque cuando entro al
baño, huele a jabón. Los mostradores se han limpiado de polvo viejo
y manchas de agua, y el espejo está recién lavado. De hecho, cuando
miro a mí alrededor, la habitación entera prácticamente brilla.
Huele fresco y limpio y lo odio porque sé quién hizo esto.
Es como si ella estuviera jodiendo con mi cabeza, cagando en el
suelo y luego limpiando el baño tan a fondo que se puede comer del
suelo.
Estoy seguro de que todo esto es una estratagema para obligarme a
enfrentarme a ella, pero no voy a seguir el juego.
Sin embargo, su olor está por toda la estación. Es ligero y femenino,
casi floral en su dulzura, y hay rastros de ello arriba y abajo por los
pasillos, y parece que en todos lados, ella está en mi nariz. Me
molesta.
Por eso odio a los visitantes. Porque incluso cuando no están en la
habitación conmigo, todavía están presentes de alguna manera. Es
enloquecedor y afecta mi capacidad de concentración. Hago todo lo
posible por ignorarlo todo, volviendo a desarmar una de las últimas
unidades de suspensión que he adquirido. Si me concentro lo
suficiente, puedo hacer la mayor parte antes de colapsar en la cama.
Espero que los sueños no lleguen si me agoto. La mayoría de las
noches no lo hacen, pero a veces, cuando mi cerebro no se calla, se
me acercan sigilosamente. Esta noche se siente como una de esas
noches, así que agarro una segunda suspensión y la dejo sobre la
mesa junto a la primera.
Me mantendré ocupado hasta que mis ojos no permanezcan
abiertos.
Estoy hasta los codos en un cableado delicado cuando hay un golpe
en la pared. Es en dirección a la puerta, y cuando miro hacia arriba,
con los dientes apretados, la humana está allí.
—¿Qué? —Gruño. ¿Dos veces hoy? ¿No tiene cosas que pueda
hacer?
Se aclara la garganta con delicadeza y da un paso adelante. —Estaba
buscando los dispensadores de comida y parece que no puedo
encontrar uno en ninguna parte. Si puedes decirme dónde están
ubicados, me apartaré de tu camino.
Mi estómago gruñe, recordándome que no he comido nada hoy. —
No hay dispensadores.
Sus pequeñas cejas móviles se elevan. —¿Qué quieres decir con que
no hay dispensadores?
—Demasiado mantenimiento —digo—. Las piezas se rompen
demasiado. Come una barra de proteínas. —Saco mis manos del
cableado y noto que mi brazo está dolorido, una señal segura de que
mi cuerpo está a punto de terminar por el día.
—Me comería una barra de proteína si tuviera una —dice la hembra
humana con voz aguda—. Pero nadie me dejó nada para comer o
beber. ¿No tienes suministros?
Los tengo, pero principalmente los como crudos, directamente del
recipiente. Con un profundo suspiro, me limpio las manos grasientas
con un trapo y me alejo de la mesa. Le lanzo una mirada furiosa por
interrumpirme mientras me levanto y camino lentamente hacia las
cajas de suministros que nunca me molesto en guardar. Levanto la
tapa, tomo una bolsa de fideos secos y se la ofrezco.
Se mueve a mi lado, oliendo a flores de nuevo, su cabello de aspecto
suave flotando alrededor de su cara en zarcillos. Odio esa parte de
mí que quiere enterrar mi rostro en su melena y simplemente
respirar hondo. Odio eso. Significa que soy tan estúpidamente
susceptible a una humana como cualquier otro macho en el
universo.
La mujer, olvidé su nombre, mira el bolso anodino y arruga la nariz.
Ella me mira. —¿Qué se supone que debo hacer con esto?
—Cocínalos. —Como los fideos duros y secos, principalmente
porque no me importa.
—¡¿Cocínalos?! ¿En qué? —Ella gesticula a mí alrededor.
Tal vez estoy siendo un keffing idiota perverso, pero lo estoy
disfrutando demasiado. Me acerco a mi estación de soldadura, la
enciendo y luego hago un gesto hacia la llama abierta. —Aquí tienes,
princesa, ya que tengo que hacer todo por ti.
Me lanza una mirada furiosa y se acerca a la llama, con la bolsa de
fideos en la mano. —¿Dónde hay una olla? ¿Utensilios?
Me encojo de hombros.
Su mandíbula se mueve hacia adelante y hacia atrás, y parece que
está a punto de empezar a escupir veneno. —De nuevo, lo repetiré.
¿Qué se supone que debo hacer con esto? Ni siquiera tienes lo
básico.
Hago un gesto hacia la habitación. —Estás completamente rodeada
de basura. Se creativa. Improvisa. Descúbrelo o cierra la boca.
Un momento después, la bolsa de fideos secos choca contra mis
gafas. Empuja varios de los componentes más pequeños contra mi
cara y me araña la piel.
Aturdida, me quito las gafas y me froto la nariz, donde ahora estoy
sangrando un poco. —¿Por qué fue eso?
—Por ser un absoluto imbécil. —Levanta la barbilla desafiante y
cruza los brazos—. Eres un anfitrión terrible. ¿Dónde hay un enlace
de comunicación? Quiero llamar a Adiron y decirle a la tripulación
que vengan a buscarme. Es obvio que no puedo quedarme aquí.
Me froto la sangre del puente de la nariz. —No hay ningún enlace de
comunicación que funcione. Se supone que es una estación
abandonada. No parecerá muy abandonada si enviamos
constantemente señales de comunicación por todo el universo,
¿verdad? —No le digo que tengo un comunicador privado en mi
habitación para emergencias. Esto no califica como una emergencia
en lo más mínimo. Una rabieta, sí. Emergencia, no.
—¿Entonces estoy atrapada aquí?
Extiendo mis manos, mi cibernética cruje mientras lo hago. —Estoy
tan emocionado como tú.
La hembra humana me da el ceño fruncido más feroz, marchando
hasta mi cara y mirándome con enojo. Ella apuñala un dedo cerca de
mi cara, enojada. —Tú... tú...
Su expresión cambia y se queda en silencio.
—Yo, yo —la incito—. Vamos, escúpelo. ¿Yo que?
Baja su dedo y planta una brillante sonrisa en su rostro. Es...
sorprendente. Parecía bastante interesante cuando llegó aquí, con
grandes ojos oscuros y una forma esbelta y delicada. Pero cuando
sonríe, su rostro se transforma y se ilumina como el sol, y me deja
sin aliento. Esta humana es... hermosa.
Molesta, pero hermosa. Eso hará que estar cerca de ella sea aún más
difícil.
Su sonrisa irradia e inclina la cabeza hacia mí. —Tienes que ser
amable conmigo. —Su voz es extrañamente dulce, su tono
completamente diferente al de antes.
—Sí, ¿eh? —No me fascina su sonrisa. No lo hace. No lo hace. —¿Por
qué haría eso?
—Porque Sleipnir decide si necesita atacar en función de si me gusta
o no una persona. —Ella inclina la cabeza, todavía dándome esa
fascinante sonrisa.
De repente, soy muy consciente de su olor y de lo suave que se ve su
piel. En cómo tiene estos intrigantes pechos que son mucho más
prominentes que cualquier cosa que haya visto en otras hembras.
Cuan pequeños y delicados son sus rasgos. Estoy tan ocupado
mirando estas cosas que me toma un momento asimilar sus
palabras. —¿Sleipnir?
—El carinoux que está justo detrás de ti —dice con una voz dulce y
suave.
Escucho el gruñido amenazante una fracción de segundo después.
SOPHIE
Sleipnir tiene el peor momento para aparecer.
Por supuesto que aparecería en medio de una discusión con Jerrok
el idiota y empezaría a gruñir. La protección del gato está en plena
exhibición cuando las escamas a lo largo de su columna vertebral se
inflan repentinamente, se convierten en púas y sus orejas se
aplanan. Sus labios se curvan hacia atrás y los dientes serrados se
ven dos veces más amenazadores mientras merodea hacia mí.
No le tengo miedo, pero tampoco puedo dejar que mate a Jerrok.
Así que sigo sonriendo a pesar de que es prácticamente doloroso, y
trato de recordar las tácticas que usé para acostumbrar a Sleipnir a
los hermanos va Sithai. Doy unos pasos hacia adelante, manteniendo
mi tono amable y dulce. —El carinoux es muy protector conmigo —le
susurro al asustado chatarrero—. Así que tengo que hablar así para
que no te coma.
Jerrok permanece completamente quieto. Después de un largo
momento, él también sonríe y suelta un sonido agradable: —
¿Cuándo ibas a keffing decirme que trajiste una keffing mascota a mi
keffing casa?
Sleipnir sigue gruñendo mientras avanza, así que acorto la distancia
entre Jerrok y yo y pongo mi mano en su hombro de manera
amistosa, y luego le doy una palmada en el pecho. Sigo sonriendo e
incluso logro forzar una risa que suena razonablemente alegre. —
¿Qué, quieres decir que pensaste que llegué aquí sola? ¿Pensaste que
era tanto problema que me dejarían contigo en lugar de ir con ellos
al sistema Slatra?
—Pensé que era un poco extraño —asiente con una voz agradable,
todavía sonriéndome de esa manera demasiado falsa.
Es una distracción estar tan cerca de él. Es un imbécil y huele a
capas de grasa y sudor. Pero sin las enormes y toscas gafas, puedo
ver su rostro. Y él es… de apariencia normal.
Quizás incluso guapo.
También es mucho más joven de lo que esperaba. Toda esa suciedad
y los harapos que lleva lo hacen parecer de una edad indeterminada.
Su cabello está cubierto y sus cuernos manchados, así que pensé que
era mayor, y la mitad inferior de su mandíbula está manchada de un
tono oscuro de gris oscuro por trabajar en lo que sea que esté
haciendo durante todo el día. Pero sin las gafas, puedo ver una piel
azul brillante, una nariz y una frente orgullosas y blindadas, y una
mirada inteligente y aguda.
Yo diría que tiene ojos atractivos, porque sus pestañas son largas y
gruesas, pero un ojo es completamente cibernético, la pupila de un
extraño gris metálico en lugar de negro, y hace que su mirada sea un
poco discordante.
Vuelve a sonreír, y es solo una insinuación más amenazadora
cuando se inclina hacia mí. —Nadie me dijo que habría un carinoux.
Le doy unas palmaditas en el pecho. —Nadie me dijo que tendría
que hacer mi propia comida. Supongo que a los dos nos mintieron
sobre esta situación.
Él gruñe.
Sleipnir se queda quieto y sisea.
Observo como Jerrok se pone tenso. Me mira, esperando. —Llama
a tu mascota.
—Probablemente tenga hambre. —No puedo resistirme a sonreírle
—. Quizás te ves comestible.
Para mi sorpresa, la parte superior de sus mejillas se sonroja, el
resto oculto por la suciedad.
Oh Dios, espero que no crea que estoy coqueteando con él.
Inmediatamente, retrocedo, y Sleipnir se tensa, listo para saltar.
Como control de daños, hago ruidos de besos al carinoux y caigo de
rodillas. —Ven aquí, bebé. Tu nuevo amigo Jerrok el idiota nos
preparará la cena. ¿No es así, Jerrok? —Mantengo mi voz dulce y
azucarada, y el carinoux se acerca a mí, sus escamas puntiagudas
aplanándose. Frota su gran cabeza contra mi mandíbula y luego
lame mi mejilla con ásperas caricias de su lengua.
—Supongo que no puedo decir que no. —Jerrok se mueve
lentamente hacia la llama abierta y la enciende un poco. Agarra una
caja de metal y la pone sobre el fuego, observando cómo la parte
superior se pone al rojo vivo. Mientras lo hace, escarba en un grupo
de contenedores de metal, encuentra algo que parece una olla y lo
deja caer con fuerza sobre la superficie del quemador improvisado.
Se gira y me mira, dándome la sonrisa más tensa y enojada que
jamás haya visto.
Lucho contra una risa propia, porque está claro que él no está
emocionado con la situación. De repente me siento... poderosa. Un
poco más en control de mi situación. Con Sleipnir a mi lado, Jerrok
no puede pisotearme y ser un idiota absoluto. Tiene que ser algo
agradable. Tiene que alimentarnos.
Y no puede imponerse sobre mí.
Ese último pensamiento ilumina mi día. Froto las orejas de Sleipnir
y le rasco la mandíbula felizmente mientras Jerrok llena la cacerola
con agua de un grifo oculto y echa fideos a hervir. Sus movimientos
son los de alguien que está muy resentido por tener que hacerlo,
pero no me importa. Él conoce este lugar y yo no. Eventualmente
podré hacer mis propias comidas, pero no lo matará cocinar un
poco.
Con una cuchara de mango largo que parece estar hecha de piezas
soldadas, agita la olla. El aroma de los fideos askri, el platillo agrio y
extra salado que es un gran favorito entre los mesakkah, llena el aire.
—Sleipnir come carne —señalo—. ¿Tienes carne liofilizada? ¿O
cubos de proteína? Se lo comerá si tiene que hacerlo, pero no lo
mantendrá lleno.
Jerrok me lanza una mirada irritada. —No voy a alimentar a esa
bestia…
Sleipnir gruñe, los labios se curvan de nuevo.
—Está bien —le digo dulcemente, frotando las orejas del carinoux.
El hombre alienígena frunce los labios, mirándome, y se dirige a los
contenedores en el fondo de la habitación. Hace mucho ruido,
escarba en las cajas y aparta la basura, y luego saca un recipiente
grande con bordes de metal estampado con algún tipo de escritura
que no puedo leer. Él me mira, luego pone una gran sonrisa falsa
para compensarlo, claramente complaciendo a mi gato protector. —
Puede comerse mis suministros de emergencia —dice Jerrok con una
voz falsa y encantadora—. Aunque me voy a quedar sin comida más
rápido de lo que anticipé si tengo que alimentarlos a los dos.
—Aguántate —le digo dulcemente.
—¿Cuándo planeabas contármelo? —pregunta, con la misma
dulzura.
—Probablemente justo después de que dejaras de insultarme por
respirar tu aire. —Acaricio las cejas pobladas de Sleipnir mientras se
sienta en cuclillas.
Podría jurar que la boca de Jerrok se tuerce, como si estuviera
luchando contra la diversión. —El aire es un bien preciado en una
estación.
—Mmm. —Quiero decir que hay mucho aire para todos, pero ¿qué
sé yo? Quizás no lo haya—. ¿Va a ser un problema que estemos aquí?
—Oh, ya es un problema —Continúa con esa voz melosa—. Voy a
keffing asesinar a Adiron por lanzarme esto, aunque responde
algunas cosas.
—¿Responde cosas? —Repito, curiosa.
—Nada importante. —Pasa los dedos por el borde de la caja y noto
que lleva un guante en una mano pero no en la otra. Algo metálico
cruje y gime, y casi podría jurar que es el mismo Jerrok, cuando abre
la tapa y luego una bocanada de aire escapa del recipiente. Recoge
los paquetes, saca uno y me lo lanza mientras Sleipnir se pone tenso
a mi lado. —Ahí. Él puede comer eso.
Estudio el paquete bien envuelto que se parece mucho a una pelota
de fútbol. —¿Qué es?
—Carne de ganado. Una grupa de algún tipo. Lo conseguí de un
amigo que vive en un planeta agrícola. Me envió algunas cajas
porque se quejaba de que no como nada más que “comida basura de
estación” —Su sonrisa se vuelve tensa, invernal—. Se supone que ese
pedazo alimente a una familia de cuatro durante una semana, pero
supongo que a él lo alimentará durante una hora.
No se equivoca. Sleipnir come mucho y tiene que tener hambre
después del largo día que hemos tenido. Paso mis dedos por el
envoltorio. —¿Cómo abro esto?
Jerrok deja escapar un profundo suspiro. —¿Debo hacer todo? —
Cuando Sleipnir gruñe, deja escapar un segundo suspiro y luego
vuelve a sonreír alegremente. Se siente tan falso. Prácticamente
puedo cortar la tensión en la habitación. No es de extrañar que
Sleipnir esté tan susceptible.
Me pongo de pie, mantengo mis movimientos tranquilos, y camino
hacia Jerrok. —Lo estás poniendo nervioso —le digo con mi voz más
encantadora—. No pongamos nervioso al enorme animal con
colmillos, ¿de acuerdo? Ahora, enséñame cómo desenvolver esto.
Lo hace sin otra palabra de protesta, y revela una carne asada de
aspecto oscuro, apretado y de apariencia desagradable. Mientras
miro, agrega una cucharada de agua del grifo. Inmediatamente, la
grupa se expande, volviéndose jugosa y aumentando de tamaño
hasta cubrir prácticamente la mesa. Sleipnir se acerca, sus fosas
nasales moviéndose, y cuando pone la cabeza sobre la mesa,
extiendo la mano para empujarlo hacia atrás.
Jerrok me detiene, agarrando mi mano con la suya.
Sorprendida por su toque, lo miro mientras él pone otra sonrisa
falsa en su rostro. —No te interpongas entre un depredador y su
comida —murmura con voz suave y agradable.
Sleipnir no me hará nada. Quiero hablar, señalar eso, pero las
palabras han muerto en mi garganta. Me siento rara. Una parte de
mí quiere arrancar mi mano de su agarre, y una parte de mí quiere
quedarse, revolcarse en la sensación de un toque suave. Ha pasado
tanto tiempo.
Su pulgar patina suavemente sobre mis nudillos, y luego me suelta,
volviéndose hacia los fideos. —Ven a comer para que puedas salir de
mi espacio.
Aturdida, me alejo, viendo como Sleipnir arrastra el enorme asado
fuera de la habitación para ir a comer a algún lugar en privado. Está
dejando un rastro de sangre, pero supongo que puedo limpiarlo más
tarde. —Apestas —digo distraídamente, frotando mi mano.
—¿Qué?
—Apestas. —Miro a Jerrok—. No me toques de nuevo. Estás sucio.
Con la sonrisa “educada” más agria del mundo, coloca una pila
humeante de fideos en un tazón y me lo tiende. —Tu comida,
princesa.
Realmente no me gusta este tipo.
Jerrok

Esto es un keffing desastre.


Me preguntaba por qué los hermanos va Sithai habían insistido en
dejar a su pequeña y delicada humana conmigo. Me preguntaba
también por qué se apresuraron a dejar mi puesto, cuando en el
pasado se quedaron para comer y compartir bebidas. Todo tiene
sentido ahora. No querían confesar lo del carinoux.
Y ahora estoy atrapado con eso. Y con la humana hasta que
regresen.
Pienso en eso, y en la pequeña humana que alzó la barbilla y me
gritó. Debería estar agradecida de que la dejara quedarse aquí.
Debería estar agradecida de que le di de comer. Que no esté
haciendo una video-llamada a uno de mis contactos corsarios para
que me la quiten de las manos.
En cambio, sigo pensando en la forma en que me atacó con la
lengua, intrépida en su ira. Pienso en la forma en que cambió tan
rápido y en cómo su tono pasó de mordaz a dulce. Cómo se acercó a
mí y puso su mano en mi pecho.
Mi polla se agita ante el recuerdo.
Me arden los ojos y los siento secos, y me quito las gafas por
segunda vez este día para frotarlos. Mientras lo hago, noto las
manchas de grasa en mi piel y me pregunto qué piensa ella de mi
apariencia. Probablemente me encuentre asqueroso. Si pudiera ver
mis patéticas partes cibernéticas debajo de las capas de ropa que
uso, su expresión probablemente cambiaría a lástima.
Odio la compasión.
Solo pensar en ella me irrita. Ha arruinado mi calma, y sospecho
que no volverá hasta que se vaya con ese animal. En cierto modo,
supongo que me alegro de que esté aquí, de que no sea la humana
que la que está haciendo cagadas enormes y malolientes en mi
terrario. Es el carinoux. Eso es lo único bueno de esta situación,
porque esa criatura cara va a cortar mis suministros de comida. No
es de extrañar que Adiron se apresurara a ofrecer más créditos para
pagar la pensión de la hembra. Sabía en lo que me estaba metiendo.
Fantaseo con asfixiarlo. Solo un poco. Lo suficiente para quitar esa
sonrisa tonta de su rostro siempre sonriente. Es curioso cómo ambos
servimos juntos en las Guerras Threshian y él salió de los conflictos
completamente ileso, mientras que yo soy un desastre. El universo
es injusto de esa manera. Adiron salió de un año en las trincheras
con una sonrisa. Yo salí con un brazo, una pierna, faltándome la
mitad de las entrañas y la cabeza llena de ruido.
Necesito un carcinogel.
Agarro uno de mi menguante alijo y me dirijo al terrario, pensando
distraídamente en cómo conseguiré comida extra para ese maldito
carinoux. Uno de mis clientes habituales me trae suministros a un
margen bastante alto, pero no vendrá hasta dentro de al menos un
mes más, y esa cosa se va a comer todo en una semana. Tengo
algunas piezas que necesito dejar en una estación cercana, pero
esperaba poder encontrar a alguien que pagara lo suficiente (y que
fuera lo suficientemente confiable) como para evitar salir de mi casa
por completo. Está empezando a parecer cada vez más que ese no
será el caso.
Para mi sorpresa, mis pasos distraídos me han llevado a la
habitación de la humana en lugar del terrario. Su puerta está abierta
y no puedo resistirme a entrar y mirar adentro. La habitación de la
humana está limpia y ordenada, sus cosas guardadas como si
siempre hubiera vivido aquí. En la cama, la hembra está acurrucada
contra el enorme cuerpo del carinoux, con los ojos cerrados. La
criatura abre uno y me mira, pero no se mueve.
—Vete —murmura con voz somnolienta.
Casi hago lo que dice, y luego recuerdo que esta es mi casa. Ella es la
invitada. Así que me quedo en la puerta, agarrando mi carcinogel y
observando su forma debajo de las mantas. Su cabeza descansa
sobre los flancos del carinoux y se ve tranquila y contenta.
La envidio por eso.
—Dije, vete —repite, su voz ligera incluso mientras acaricia las
escamas del carinoux—. Sé que todavía estás allí. Puedo olerte.
Levanto uno de los trapos en capas que uso y lo huelo. Quizás esté
un poco usado, pero seguro que no está tan mal. Entonces de nuevo
me pregunto, ¿eso importa? —Solo estoy haciendo las rondas —le
digo a la defensiva—. No te hagas ilusiones.
—No doy regalos —dice con la misma voz somnolienta.
¿Regalos? ¿Quiere decir...
Me muevo hacia atrás, dolido porque ella llegara a esa conclusión.
¿Cree que me voy a enredar con ella en el momento en que los
hermanos va Sithai le den la espalda? Incluso yo no soy tan
insensible y desalmado. —No estaba preguntando —digo a la
defensiva.
—Bien.
—Bien entonces —replico.
—Todavía apestas —responde ella, tirando de las mantas alrededor
de su cuello. Su tono es espinoso ahora, y el carinoux se tensa. Ella
inmediatamente hace un suave chasquido en su garganta y lo
acaricia hasta que se calma—. Ahora has hecho enojar a Sleipnir.
Vete ya. Estoy tratando de dormir.
—Me voy —digo una última vez, irritado. Me alejo, esta vez
dirigiéndome hacia el terrario. Mientras lo hago, vuelvo a olfatear mi
ropa. No me importa cómo me veo. Vine aquí porque sabía que no
era el mismo hombre que dejó la estación Kes Minor. Me cansé de
que la gente viera la guerra que perdimos cuando me miraban. Al
vivir solo, me pongo las prendas de vestir que encuentro al azar: una
manga extra para proteger mi brazo sano, o un trozo de tela de
plástico endeble envuelto alrededor de mi cuello para que funcione
como bufanda. No importa cómo luzco. Nadie que venga aquí viene
porque soy muy buena compañía.
Pero por alguna razón, me molesta que crea que apesto.
Huelo mi túnica de nuevo mientras rápidamente enciendo mi
carcinogel. En el momento en que lo termino, me dirijo al baño. Me
quito las gafas de trabajo y me miro a la cara en el espejo. Hay una
línea de suciedad en mi nariz y mejillas de las partes de mi rostro
que quedan expuestas mientras trabajo, y la mitad superior de mi
rostro parece pertenecer a otra persona. Odio la apariencia de mis
ojos desiguales y las cicatrices alrededor de la cuenca.
La humana probablemente me encuentre horrible.
Miro hacia el fregadero y noto que estoy dejando manchas sucias
por todo el metal. Supongo que me vendría bien un lavado. Irritado,
me quito las capas y las echo a un lado, sin volver a mirarme al
espejo. No quiero ver dónde se une el metal de mi brazo cibernético
con mi carne. No quiero un recordatorio de lo anormal que se ve, lo
barato que es el reemplazo. Ya sé que está mal hecho cada vez que
me duele el resto del cuerpo. Es solo otro recordatorio de que
siempre seré basura de estación, y no necesito verlo. Me quito el
guante al final, porque no me gusta ver los componentes en bruto,
los engranajes metálicos y los tendones falsos donde una vez estuvo
mi mano real.
Sin embargo, la ducha se siente bien. Mantengo el agua tibia,
principalmente porque sé que si la pongo demasiado caliente, envía
retroalimentación a través de mis extremidades falsas y no quiero
sentir esa respuesta que no es del todo correcta. Froto mi pelo sucio
y mi cara igualmente sucia, y mientras lo hago, pienso en la humana.
Ni siquiera sé su nombre. Estoy seguro de que me lo dijeron, pero
también estoy seguro de que no estaba escuchando. Probablemente
sea algo que suene suave, algo dulce y gentil como ella. Nunca antes
había estado cerca de una humana, pero he escuchado todo tipo de
cosas a través de los rumores, y todas son sucias. Pienso en el rostro
inquietante y delicado de la humana, sus ojos tristes... y su boca
fascinante. Es un tono entre rosa y marrón que nunca había visto
antes, y no debería paralizarme tanto como lo hace.
Pienso en esa boca y en cómo me atacó por no alimentarla. Pienso
en sus duras palabras, tan extrañas viniendo de alguien tan suave
como ella, y luego en cómo su voz se volvió dolorosamente dulce
cuando su mascota se acercó.
Ella había tocado mi pecho. Se acercó a mí y me miró con ojos
oscuros que se encendían a pesar de que su tono no era más que
miel.
Con un gemido, agarro mi polla.
Ha pasado mucho jodido tiempo desde que me acaricié, y uso mi
mano buena para agarrar mi polla con cuidado, evitando los
piercings y trabajando mi eje. Aprieto y acaricio con brusquedad, y
no me toma mucho tiempo correrme, mi semilla salpica el azulejo
mientras jadeo mi liberación. Pienso en su rostro todo el tiempo, y
me pregunto cómo se vería con mi semilla rociada sobre esa boca
rosa-marrón y probablemente lengua igualmente rosa-marrón...
El aliento sale de mi garganta mientras exprimo otro chorro de
semen, trabajando la cabeza de mi polla, y luego estoy agotado.
Ahora que he terminado, me siento... avergonzado. Me masturbé
por una humana que claramente piensa que soy repugnante y no
quiere tener nada que ver conmigo. No puedo culparla, nadie quiere
a un cascarrabias mitad metal cuya cabeza está llena de tonterías de
guerra. Termino de lavarme con movimientos enérgicos, casi
brutales, y regreso a mis aposentos, desnudo. Mi ropa está
demasiado sucia para volver a ponermela, así que buscaré algo
nuevo.
Y luego volveré al trabajo, porque tengo la cabeza demasiado llena
de tonterías y sé que mis sueños no serán agradables.
SOPHIE

Me despierto con el sonido de un gemido y me enderezo en la cama.


Apretando las delgadas mantas contra mi pecho, miro a mi
alrededor, mi piel se eriza. ¿Este lugar está… embrujado? Quiero
decir, claro, es espeluznante y abandonado y algunas de las luces
parpadean, pero está en el espacio. Cuando pienso en el espacio, no
pienso en fantasmas. Para mí, este asteroide es más como una
estación averiada abandonada o un depósito de chatarra.
Pero luego el gemido se eleva de nuevo, haciendo eco en las paredes
metálicas. Miro a Sleipnir. El carinoux me mira con ojos grandes y
brillantes. O no cree en fantasmas, o está todo en mi cabeza.
Preocupada, miro alrededor de mi habitación y comienzo a
acostarme de nuevo.
En el momento en que lo hago, escucho otro gemido de dolor y los
oídos de Sleipnir se contraen.
Está bien, eso ya no suena como un fantasma. Suena como mi
imbécil anfitrión, Jerrok el idiota. Pero, ¿por qué está gimiendo en
medio de la noche? Miro alrededor de mi habitación. Es difícil saber
los períodos de tiempo en el espacio, pero tengo la iluminación de la
habitación configurada para establecer un día de veinticuatro horas.
Eso significa que las luces se encienden gradualmente alrededor de
las siete de la mañana y se oscurecen gradualmente después de las
diez de la noche. El hecho de que todavía esté oscuro como boca de
lobo me dice que es de noche. Entonces... ¿qué pasa?
Me levanto y me pongo una túnica más pesada sobre mi camisa de
dormir, una de las viejas de Adiron que corté por la parte delantera
para que actúe como una bata. Con un toque, enciendo las luces, y
parpadean antes de iluminarse, lo que no ayuda a mi estado de
ánimo ya asustado. Camino por el frío pasillo, reconfortada por el
hecho de que Sleipnir me pisa los talones. Él no está entrando en
pánico, así que yo tampoco. Cuando doblo una esquina, el gemido
vuelve a atravesar los pasillos.
Jesús, parece que el hombre está siendo torturado. Preocupada, me
dirijo hacia la última habitación en la que vi a Jerrok. Su área de
trabajo está vacía, las luces aún están encendidas y algunos de los
equipos aún vibran con energía. Busco interruptores y los apago
mientras me muevo por la habitación, esperando que otro gemido
me lleve en su dirección. Efectivamente, él gime de nuevo, más
fuerte esta vez, y podría jurar que escucho palabras.
—No, no…
Entonces, es una pesadilla. Me giro en la dirección del ruido y noto
un panel de puerta que no había visto antes. —Vamos, Sleipnir —le
susurro.
Camino de puntillas por el nuevo pasillo, tratando de no notar que
está oscuro y desordenado. En el otro extremo, hay una habitación
con una puerta abierta (probablemente rota, como todo lo demás en
esta estación) y en la penumbra, apenas puedo distinguir una figura
acostada en una cama. Jerrok. Cuando entro en su habitación, me
doy cuenta de que es mucho, mucho más pequeña que la mía... y que
está limpia de la basura incesante que parece cubrir cada dos
centímetros de la estación. La cama parece ser lo único importante
aquí, aparte de lo que parecen ser unas pocas armas ordenadamente
dispuestas en las paredes.
En medio de la estrecha cama, veo un hombro azul y todo su cuerpo
parece temblar. Cuando doy un paso hacia adelante, se voltea de
espaldas, y puedo vislumbrar su brazo mecánico mientras lo gira y
casi me tira al suelo.
Sleipnir comienza a gruñir.
Pongo una mano sobre su boca. —Shhh, chico. —No puedo apartar
los ojos de Jerrok. Se ve… bueno, se ve completamente diferente a
como lo hacía antes. Atrás quedaron las capas de harapos y
suciedad. Está desnudo de cintura para arriba, tatuado en distintas
partes de su pecho, como si enfatizara las marcas nativas que tienen
todas las mesakkah. Su piel es de un azul suave y su rostro
definitivamente es mucho más joven de lo que pensaba ahora que
está limpio. También es guapo. Las cicatrices alrededor de su ojo y la
rareza desigual no se notan en este momento, y es lo suficientemente
guapo como para hacer anuncios. Bueno, no del todo. Sus rasgos son
un poco más delgados que la mayoría de los rostros anchos de los
mesakkah, pero tiene hermosos pómulos y una hermosa boca que se
ve absolutamente injusta en un hombre. Su cuello es grueso y fuerte
y llega hasta una clavícula muy tatuada. Hay una gran cantidad de
tejido cicatricial acumulado en un hombro y conduce al brazo
cibernético que se ve... no muy bien. No se supone que estén
oxidados, ¿verdad? ¿O que tengan cableado expuesto? Pero el de
Jerrok tiene ambos. Y cuando se agita de nuevo, hace un zumbido,
como si pudiera escuchar las partes mecánicas funcionando.
Qué extraño.
—No...— gime de nuevo. —Uno, dos, tres…
¿Contando? Extraño.
—Siete… ocho… —jadea, y puedo ver el sudor saliendo de su rostro
mientras se contorsiona en lo que parece dolor.
Aunque no me gusta el tipo, tampoco me gusta ver a alguien con
dolor. Me hundo junto a la cama, consciente de sus brazos agitados,
y toco suavemente su cadera. —¿Jerrok? Estás teniendo una
pesadilla…
Se da la vuelta e inmediatamente agarra mi brazo con su brazo
cibernético, sus ojos destellan despiertos. Un grito ronco sale de su
garganta.
Jadeo, sorprendida.
Sleipnir ruge y entra en acción. Lo siguiente que sé es que el
carinoux tiene la boca pegada al brazo de metal de Jerrok y sacude la
cabeza, furioso, como si intentara separarlo de su cuerpo.
Jerrok me deja ir con un gruñido de dolor, rodando hacia la cama.
Sleipnir cae sobre él, todo músculo y dientes.
—¡No! —Grito, rodeando el cuello de Sleipnir con mis brazos. —¡No
lo hagas, gatito! ¡Solo está teniendo una pesadilla!
Jerrok me mira con ojos desorbitados mientras trato de sacar al
gato, pero no dice nada. Ni siquiera pelea. Me mira fijamente como
si viera un fantasma, con el brazo en la boca de mi mascota, y deja
que el carinoux lo mutile.
—¡Sleipnir! —Digo bruscamente y alcanzo la boca con colmillos para
quitarle los dientes del brazo de Jerrok. —¡No! ¡Chico malo! —El
carinoux finalmente se suelta y me lanza una mirada herida,
escabulléndose unos metros. Inmediatamente se mueve detrás de
mis piernas, como si quisiera protegerme incluso si yo no quiero
protegerme. —Lo siento, Jerrok. Estabas teniendo un mal sueño y
pensé en despertarte…
—No es nada —dice rotundamente.
—¿Estás bien? ¿Te lastimó?
—Dije, no es nada. —La mirada que me lanza no admite discusión—.
¿Terminaste ahora? ¿O necesito esperar otro ataque de tu mascota
mientras duermo? Es una manera increíble de despertar a un
macho.
Me enderezo, cerrando mi bata mientras lo hago. ¿Por qué diablos
me está atacando? —Me despertaste con tu pesadilla. Discúlpame
por estar preocupada.
Se sienta en la cama, su mano se mueve sobre su brazo mecánico,
toca el cableado y luego levanta un panel que chisporrotea cuando lo
hace. Su boca, que pensé que era hermosa hace poco tiempo, es una
delgada línea de disgusto.
Hago una mueca de dolor al pensar en cómo Sleipnir lo sacudió de
un lado a otro, tratando de arrancarle el brazo. Supongo que es
bueno que fuera un brazo mecánico en lugar de uno real, pero... eso
no puede ser agradable. —¿Estás bien?
Jerrok me lanza una mirada furiosa. —¿Me veo bien? Tu mascota
trató de morderme el brazo y ahora tengo que arreglarlo. Kef, solo
mantén lejos de mí en el futuro, ¿de acuerdo?
Supongo que eso es lo que obtengo por intentar ser un ser humano
decente. No se equivoca con Sleipnir, pero... ¿tiene que ser tan idiota
al respecto? —Vete a la mierda también —digo, y me giro para
irme—.Vamos, Sleipnir. —Doy una palmada en mi pierna y salgo de
la habitación, y el carinoux me sigue.
Cuando regreso a mi habitación, paso entre quince y veinte minutos
tratando de cerrar la puerta del pasillo. No quiere cooperar, lo que
me irrita, porque nada me encantaría más que encerrarme lejos de
ese idiota. Me rindo y me arrastro de regreso a la cama, y el carinoux
es todo cariño y abrazos, empujando su gran cabeza contra mi mano
para acariciarse. Froto sus escamas, escuchando el sonido de Jerrok
en su sala de trabajo. Prácticamente puedo escucharlo refunfuñar, y
eso hace que mi estado de ánimo sea tan malo como el suyo.
Realmente espero que ese viaje en el que está la Little Sister no sea
largo.
SOPHIE

Durante los próximos días, paso el rato en mi habitación.


De acuerdo, me escondo en mi habitación. Ocultar, no pasar el rato.
Es solo que… las cosas están tan tensas entre Jerrok y yo que no
quiero enfrentarme a él. Sé que no me quiere aquí. Lo ha dejado
dolorosamente obvio. Y gracias al hecho de que me asusté, Sleipnir
mordió su brazo. Incluso si es cibernético, no puedo imaginar que se
sienta bien. El carinoux solo sigue sus instintos y me protege de las
amenazas. No puedo estar enojada con eso. Diablos, desearía haber
tenido a Sleipnir a mi lado hace años cuando me arrojaron por
primera vez a los lobos. Tener un gran gato-lagarto de ataque a mi
lado me hace sentir segura... incluso si molesta a mi anfitrión.
Y realmente, no hay nada que hacer en esta estación de mierda,
nadie con quien hablar y nada que ver. No hay enlaces de
comunicaciones, videos, nada. En cierto modo, tiene sentido. No
puede tener un montón de señales saliendo al espacio si está
tratando de esconderse. Por otro lado, es un día muy largo y
aburrido.
Así que leo Outlander. Me acurruco con Sleipnir y lo acaricio
durante horas mientras saboreo cada página, murmurando las
palabras en voz alta mientras leo para poder sentirlas realmente.
Para que la historia dure más. Salgo de mi habitación solo para ir al
baño o agarrar una bolsa de fideos secos y un poco de agua. Jerrok
tampoco quiere verme. Cada mañana, encuentro un trozo de carne
sobre un trozo de chatarra para que Sleipnir la coma, y el mensaje es
muy claro: mantén a tu animal lejos de mí.
Sleipnir come la comida y luego pasa horas y horas masticando el
metal mientras yo como fideos secos. Si entrecierro los ojos con
mucha, mucha fuerza, es casi como papas fritas. Casi.
Termino Outlander por enésima vez el segundo día y voy a empezar
de nuevo. Para el tercer día, sin nada más que hacer, mis ojos se
cruzan y necesito un cambio de ritmo. Estoy aburrida. Muy
aburrida. Me doy la vuelta sobre mi espalda y miro hacia el techo por
un rato, tratando de imaginar formas de entretenerme. ¿Quizás…
cartas? ¿Dominó? Sin embargo, no sé cómo jugar al dominó. A los
alienígenas les gusta un juego llamado “palos”, que trata sobre la
colocación de palos lanzados del tamaño de una mano, pero nunca
he podido entender eso. Mierda, mataría por un crucigrama o
incluso por unas agujas de tejer ahora mismo. Alguna cosa.
Cualquier cosa. Ahora mismo leería folletos médicos solo porque
serían diferentes. He leído Outlander demasiadas veces en los
últimos meses.
Mientras considero mi pequeña lista de opciones, Sleipnir se pone
de pie, se estira como un gato y luego sale de la habitación. Hm.
Observo cómo se aleja el carinoux y luego me siento. Sale un par de
veces al día, y debo admitir que no lo he seguido. Ahora, sin
embargo, tengo curiosidad por saber a dónde va. Estoy segura de
que es solo al baño, pero también me pregunto dónde está haciendo
sus necesidades.
Una parte de mí espera que sea en la cama de Jerrok, porque a la
mierda con ese tipo.
Camino una distancia considerable detrás del carinoux mientras se
mueve por los silenciosos pasillos. No quiero que se dé cuenta de que
lo sigo y se detenga, así que sigo caminando despacio y en silencio.
Se dirige a algunos pasillos en los que nunca me he aventurado.
Toda esta estación es como un laberinto de naves espaciales
bombardeadas y basura, y supongo que tengo miedo de tocar algo
que no debería.
O simplemente tengo miedo, punto. Siempre me siento tan inquieta
aquí en el espacio. Tan insegura. Solo quiero sentirme segura y como
si tuviera un hogar nuevamente.
Distraída por mis pensamientos melancólicos, casi pierdo el giro
repentino que toma Sleipnir, y luego desaparece por una puerta.
Rápidamente troto para alcanzarlo, y luego jadeo al verlo frente a
mí. La nueva sala es más corta, despejada y conduce a un área
abierta que está llena de hojas y plantas.
Un invernadero. O un biodomo. Sea lo que sea, es una habitación
enorme construida para albergar plantas, eso es obvio. Camino
adentro, completamente extasiada. El techo es más alto aquí que en
el resto de la estación, y me recuerda a los viejos gimnasios cuando
estaba en la escuela secundaria con techos súper altos. La vegetación
llega hasta ese techo de punta, algunos de los tallos de vegetación
son tan grandes que me dejan sin aliento. Hay camas llenas de tierra
rica en hileras ordenadas, y está claro que alguna vez fue un jardín o
tuvo algún tipo de organización. Cada cama tiene una red de malla
para ayudar a los zarcillos a trepar y crecer altos, pero hace mucho
tiempo que pesaban demasiado y ahora todo se hunde con el peso de
la fruta y las hojas que cuelgan de los gruesos racimos de
enredaderas. Las camas están completamente invadidas por plantas,
las raíces apretadas y apiñadas y, a veces, arrastrándose sobre el
borde de la cama como si estuvieran desesperadas por encontrar un
lugar donde aterrizar. El aroma aquí es fresco y limpio, como el de
un jardín en casa, y mis ojos están llenos de recuerdos. Mi madre
tenía un jardín. Solo las cosas fáciles, había afirmado (tomates,
calabazas y pimientos), pero le había encantado atenderlas, y había
sido una alegría compartir con ella. Pasábamos tiempo todas las
tardes cuando terminaba la escuela haciendo las rondas,
exclamando sobre un nuevo brote o un tomate que de repente se
ponía rojo durante la noche. Me golpea una ola de intensa nostalgia.
He luchado por no pensar en mi hogar durante muchos, muchos
años. No sirve de nada llorar por lo que nunca volveré a ver, gente
que me ha olvidado hace mucho tiempo. Pero oler este invernadero
descuidado me hace recordar... y me entristece.
—Oh, por el amor de Dios—escucho a poca distancia.
Sorbiendo, me limpio los ojos y sigo el sonido de la voz. No está tan
cerca como pensaba, y tengo que abrirme paso a través de la maraña
de enredaderas para encontrarlo. Agachando la cabeza, doblo una
esquina y veo otra entrada, y Jerrok descansando contra la jamba de
la puerta. Tiene algo que se parece un poco a un puro gris azulado
colgando de su boca, un leve olor a clavo en el aire. Sus brazos están
cruzados sobre su pecho y se ve completamente disgustado cuando
Sleipnir se pone en cuclillas junto a un grupo de plantas y puja.
Jerrok mira hacia arriba cuando me acerco y hace un gesto hacia el
carinoux. —No puedo alejarme de ustedes dos en ninguna parte.
—No me di cuenta de que esta área estaba fuera de los límites —digo
con voz temblorosa, limpiándome de nuevo los ojos. —¿Quieres que
me vaya?
No responde de inmediato. En cambio, solo me mira fijamente por
un largo momento mientras me muevo para pararme a su lado.
Llevo mis brazos a mi pecho y miro alrededor a las plantas. Sin
flores. ¿Eh? Este debe haber sido el jardín funcional de alguien.
Tiene sentido, pero también me entristece. Me encantaría ver una
flor grande y alegre ahora mismo.
Todavía puedo sentir a Jerrok mirándome, así que le doy una
mirada inquieta. —¿Qué?
Su boca trabaja y saca el cigarro de su boca y lo golpea contra la
pared. —¿Estás...? —Se frota la boca—. ¿Estás llorando? ¿Te hice
llorar?
Doy un pequeño resoplido. —No te hagas ilusiones.
Algo de la tensión se calma en sus hombros y parece extrañamente
aliviado. —¿Qué pasa entonces? —Hay un tono extrañamente suave
en su voz que parece... nuevo—. No me digas que esa visión te hizo
llorar. —Hace un gesto a Sleipnir, que está ocupado tratando de
ocultar con las hojas su negocio.
Dejé escapar una pequeña risita. —No. Yo solo… no esperaba ver
esto. —Extiendo la mano y toco una hoja del tamaño de un plato,
sintiendo la superficie cerosa—. Mi madre tenía un jardín y eso me
entristeció.
—Siempre y cuando no sea yo...
Qué cosa más curiosa que decir. ¿Le importa si me pone triste?
¿Después de ser tan brutalmente cruel conmigo? Le arqueo una ceja,
pero está mirando deliberadamente a cualquier parte menos a mí.
SOPHIE

Sleipnir camina con cautela alrededor de mis piernas pero no ataca.


Observa a Jerrok el idiota de cerca, su gran cuerpo felino tenso como
si estuviera listo para saltar hacia la garganta del alienígena en
cualquier momento. Me recuerda que necesito mantener mi tono
dulce, mis comentarios neutrales. Después de todo, si Sleipnir mata
a Jerrok, no lloraré por su muerte, pero tampoco quiero ponerme en
una situación en la que termine muriéndome de hambre porque no
puedo averiguar cómo hacer funcionar el equipo en esta estación
averiada. Así que por ahora… lo necesito.
También está siendo educado, lo que me está desconcertando.
Bueno... no del todo educado. Jerrok cortés, lo que significa que está
siendo seco pero no terrible. También parece estar un poco
angustiado por mis lágrimas, lo que me dice que tiene un corazón en
algún lugar. Mi antiguo dueño praxiian solía gruñirme si lloraba,
porque se me hinchaba la cara y eso le resultaba poco atractivo.
También estoy aburrida como el infierno, y si Jerrok no me está
molestando, sería bueno tener una conversación. Paso mis dedos por
una de las hojas enormes cerca de mi cabeza, todavía
completamente fascinada de que este lugar exista en medio de lo que
se siente como un depósito de chatarra interestelar. —¿Qué es este
lugar?
—Terrario —dice, estudiando el cigarro apagado en sus manos antes
de guardarlo en su bolsillo.
—Sí, pero ¿por qué está tan descuidado? —Lo miro.
Su boca, posiblemente la característica más bonita que tiene, se
tuerce en una expresión sarcástica. —Porque cuando reemplazaron
mis pulgares me olvidé de pedir uno verde4.
Resisto la tentación de insultarlo, porque la cola de Sleipnir se agita.
Me vuelvo hacia las hojas, y la siguiente que toco se siente suave y
difusa, como una oreja de cordero. La llevo a mi mejilla y la froto
contra mi piel, disfrutando de la sensación. —No tienes que ser tan
desagradable, idiota. —Mantengo mi voz dulce, incluso si suena falsa
para mis oídos.
Jerrok lanza una mirada a Sleipnir y se frota el brazo. —¿No?
—Esto irá mucho mejor si somos amigos, ya sabes. Sleipnir no se
come a mis amigos.
Él gruñe y se inclina hacia atrás contra la jamba de la puerta,
todavía frotándose el brazo. Es el que atacó Sleipnir, y siento una
punzada de culpa. ¿Le duele? Se lo merece, por supuesto, pero no
soy lo suficientemente cruel o dura de corazón como para gustarme
la idea de que cualquier criatura sufra. Huelo la hoja y huele un poco
a limón. Ya puedo decir que pasaré mucho tiempo aquí en el terrario
en el futuro. Todas estas plantas, tal vez pueda limpiar un poco este
lugar, averiguar cómo hacer que florezcan... algo.
Incluso el mejor de los libros aburre después de repetidas lecturas, y
estoy ahí con Outlander.

4
La frase sarcástica pierde el sentido al ser traducida
Me muevo a la siguiente planta, y los pequeños zarcillos y tallos me
recuerdan a las plantas de pepino de la Tierra. Me pregunto si hay
un equivalente aquí en el espacio.
—Tu mascota caga en todas partes —dice Jerrok en voz baja—. Yo...
pensé que eras tú. Lo encontré aquí en el terrario y pensé que habías
hecho un desastre en los pisos.
Mis labios se mueven y me giro para mirarlo. —¿Yo?
Su rostro está un poco sonrojado, sus hombros encorvados como si
estuviera incómodo. O avergonzado. —No sabía que estaba aquí —
murmura—. Y nunca antes había estado con humanos.
—¿Esa es una disculpa, Jerrok el idiota?— Pregunto a la ligera.
Su mandíbula se flexiona. —No.
—Creo que lo es. Disculpa aceptada. —Y me río cuando me lanza
una mirada furiosa. Oh, hombre, estar con Sleipnir me da el control,
y tengo que admitir que me encanta. —Si te hace sentir mejor,
limpiaré después. Me imagino que puede ayudar con el fertilizante
aquí en el terrario y los pisos necesitan una buena lavada de todos
modos. —Hay un bonito mosaico debajo de mis pies, pero está
cubierto de mugre y hojas muertas.
—Haz lo que quieras. —Jerrok se encoge de hombros—. Solo... no
llores.
—Eso es como pedirte que no seas desagradable. —Intento
deliberadamente que mi tono sea ligero y despreocupado mientras
me acerco a él. Ahora que está limpio, no puedo dejar de mirarlo.
Jerrok se ve muy diferente ahora. No lleva las gafas que cubren la
mitad de la cara y es más fácil distinguir sus expresiones. Su nariz es
estrecha y un poco larga, pero aún más grande que cualquier nariz
humana que haya visto. Sus ojos son discordantes a la vista, uno
normal y uno tan obviamente cibernético, pero me estoy
acostumbrando a eso. Atrás quedaron las pesadas capas de trapos
sucios, y hoy lleva un viejo jersey de estación de algún tipo, el tipo
que se pone Kaspar cuando hace trabajos mecánicos. No le queda
bien, los brazos están un poco apretados y las muñecas son
demasiado cortas, pero enfatiza lo poderosa que es su forma. En
cierto modo, me recuerda a Adiron en lo físico. Grande e imponente,
pero tampoco demasiado aterrador. Sin embargo, lleva un guante en
una mano y sigue tocando su brazo falso. No puedo evitar notar que
el material sobre su muslo se ajusta más en una pierna que en la
otra, y me pregunto cuánto de él habrá sido reemplazado.
Quiero preguntar qué pasó, pero parece descortés y estamos siendo
educados el uno con el otro. No voy a estropear eso todavía. Estudio
su rostro y noto que tiene círculos oscuros debajo de los ojos. Me
pregunto si tiene pesadillas todas las noches. —Entonces, ¿qué pasa
con el conteo?
Jerrok se pone rígido. —¿Conteo?
Algo me dice que sabe exactamente a qué me refiero. —Cuando te
desperté de tu pesadilla, de nada, por cierto. —Él bufó, pero no de
una manera cruel, así que continúo—. Estabas contando mientras
dormías. Parecía importante.
Permanece en silencio por un largo momento y luego saca su cigarro
de nuevo, raspando un clavo en la punta. Se enciende y se lo pone
entre los labios y no mira a nada en particular, evitando el contacto
visual. Estoy a punto de renunciar a recibir una respuesta cuando
dice: —No tuvieron tiempo para hacernos pasar por un montón de
entrenamiento riguroso para la guerra. No hubo tiempo para clases
de fortalecimiento mental. Así que nos dijeron que si éramos
capturados por el enemigo y torturados para obtener información,
contáramos. Solo contar. Dijeron que nos ayudaría a no rompernos
—Su mandíbula se flexiona—. Un montón de keffing mentirosos.
Se me seca la boca. —¿Tortura?
La mirada que me lanza es dura. —No quiero hablar de ello.
Lo entiendo. Si alguien se me acerca sigilosamente y me pregunta
sobre mi tiempo en Praxii Minor, tampoco querría hablar de eso. —A
veces es mejor dejar morir el pasado. No todo el mundo entiende
eso.
Gruñe, mirándome. —¿Alguna vez fuiste a la guerra?
Niego con la cabeza. No guerras, pero sé algo sobre pasar por el
infierno. Sleipnir se aleja, perdiendo interés en nuestra
conversación, y supongo que esa es mi señal para irme también. No
quiero hablar de la guerra, ni de mi pasado, ni de nada incómodo.
No con un extraño. Ni con nadie. —Creo que volveré a leer mi libro.
Gracias por la conversación. Fue un buen cambio de ritmo —Le doy
una leve sonrisa y me alejo.
Se aclara la garganta antes de que llegue demasiado lejos. —Fideos
esta noche.
Me volteo. —¿Es una orden o una invitación?
La boca de Jerrok se tuerce de esa manera modesta, casi enojada.
Como si no pudiera decidir si está siendo irónico o si está enojado
consigo mismo. —Ninguno. Solo te estoy haciendo saber que voy a
hacer fideos esta noche. Ven a comer un poco si quieres. O no. No
me importa.
—Creo que suena como una invitación —Le sonrío y su expresión
cambia cuando lo hago. Su mirada va a mi boca y el cigarro en su
boca se mueve.
Con la misma rapidez, vuelve a apartar la mirada. —No te sientas
demasiado halagada. No quiero que seamos amigos. Tenemos que
discutir un plan de juego.
Algo me dice que la parte de “amigos‟‟ es una gran bravuconería.
Dios sabe que no somos amigos. Somos apenas corteses. ¿Cree que
voy a declararle amor infinito sobre un plato de fideos preparados a
regañadientes? Por favor. —¿Plan de juego?
—Sí. Tu mascota se está comiendo toda mi comida. Tendremos que
hacer un viaje por suministros a menos que quieras comértelo.
—¡No me voy a comer a Sleipnir!
—Entonces eso lo arregla, ¿no?
Jerrok

Aunque tengo una lista interminable de tareas que debo completar


antes de dejar mi asteroide en una carrera por suministros, sigo
pensando en la mujer. Pienso en sus ojos tristes y en la forma en que
frotó las hojas contra su mejilla. Pienso en el momento en que
nuestras manos se tocaron. Pienso en masturbarme pensando en
ella de nuevo.
Pienso mucho en eso.
Me digo a mí mismo que es una distracción irritante. Me digo a mí
mismo que ella no importa, pero cuando sudo un poco y me dejo la
parte delantera de la ropa con grasa, me dirijo a la ducha para
lavarme, solo porque ahora me ve diferente. Me digo a mí mismo
que no me gusta, incluso mientras me peino con cuidado la melena
demasiado peluda y me pregunto si debería afeitarme la cabeza.
Cuando salgo del baño, el aroma del limpiador me toca la nariz y
escucho un zumbido. Una mirada rápida por el pasillo muestra que
está limpiando paneles y limpiando los pisos, los cuales
probablemente no han visto un agente limpiador en los ocho años
que llevo viviendo aquí. Una pequeña parte de mí está irritada
porque ella piense que debería barrer y hacerse cargo, limpiando
todo lo que ve... pero a otra parte le gusta el tarareo. Así que no le
digo que se detenga. ¿Qué me importa si limpia algunas paredes
sucias?
No lo hace. No es como si ella se quedara.
Limpio una mesa en mi área de trabajo y coloco dos cajas vacías
para que funcionen como asientos. Me digo a mí mismo que es
porque vamos a necesitar tener una discusión seria, no porque
quiera que ella se siente y coma conmigo. Me gusta estar solo. La
estoy complaciendo.
Preparo una olla grande de fideos y encuentro algunas cápsulas de
té de mi último surtido. Caliento más agua para el té y luego espero
a que aparezca. Después de unos diez minutos de espera, mi estado
de ánimo se pone amargo. ¿No estaba prestando atención? ¿No
puede oler la keffing comida? Irritado, me dirijo por el pasillo hacia
su habitación, ignorando las punzadas que mi pierna cibernética está
enviando. Está dormida en su cama, acurrucada alrededor de su
mascota. Levanto un puño para golpear la pared y despertarla, y las
orejas del carinoux se aplanan mientras me mira. Esperando.
Algo me dice que si la sobresalto, volveré a sacar mi brazo de su
boca.
Miro al animal y vuelvo arrastrando los pies a mi estación de
trabajo. Kef. Puede venir a comer cuando se despierte. No será culpa
mía si esta fría.
Vuelvo al trabajo, saco un viejo compositor y lo desarmo. Si reviso
los fideos y los mantengo calientes, es solo porque aún no estoy listo
para comer… o esa es la mentira que me digo. Desecho el compositor
y empiezo con un convertidor de materia oscura, una de las piezas
más caras a las que me he estado aferrando para una emergencia.
Tengo un comprador en una estación cercana y puedo vender esto
en un abrir y cerrar de ojos, pero siempre guardo algunas cosas en
caso de que necesite un flujo rápido de créditos. Como ahora.
Un gemido somnoliento llama mi atención. La hembra está parada
en la puerta, frotándose los ojos. —Lo siento mucho. Creo que me
quedé dormida. Querías quedar para cenar juntos, ¿verdad?
Gruño y me enderezo, mis miembros crujen. —La comida está lista
ahora —miento—. Ven a sentarte.
Me limpio las manos y hago un gesto hacia la mesa que he
preparado, y ella se golpea contra uno de los asientos. No puedo
evitar notar que sus pequeños pies están descalzos, asomando por
los puños de su jersey, y se ven raros con todos sus pequeños dedos.
Interesante, sin embargo. Tomo nota mentalmente de mirar sus
manos de nuevo, para ver si sus múltiples dedos se ven extraños y
repugnantes. Bosteza de nuevo, mostrando unos dientes blancos y
cuadrados.
—¿Dónde está tu mascota? —Pregunto.
Su sonrisa es lenta y tranquila y me hace sentir… extraño. —
Probablemente visitando el terrario. No te preocupes, lo limpiaré.
—Lo sé. —Mi tono es un poco más brusco de lo que pretendía,
agarro los tazones y sirvo los fideos, golpeando un tazón frente a
ella—. Come.
—Gracias —murmura, y su voz sigue siendo dulce a pesar de que su
malhumorada mascota no está por ningún lado. Por alguna razón,
eso me molesta. No quiero que sea amable. Es más fácil para los dos
si no podemos soportar vernos el uno al otro. Así nos sentiremos
aliviados de separarnos. Así que dejé su taza de té con un poco más
de fuerza de la que debería, ignorando la forma en que salta. Golpeo
mi asiento y la miro. Estoy enojado conmigo mismo por este
estúpido montaje. ¿Por qué hice una mesa para que pudiéramos
comer juntos? ¿Por qué keffing importa? Ella no se quedará. Así es
como me gusta. Estoy mejor solo en el universo. Nadie me ha
apoyado nunca, así que ¿por qué prepararme para el dolor?
Mejor estar solo.
Busco en mi comida, mi humor agrio. Come rápido, me digo, para
que puedas levantarte e irte. Me meto los fideos en la boca a toda
prisa, sin apenas utilizar los palitos de servir. Mis dedos funcionan
mejor. Sorbo y mastico, y luego la miro.
Los ojos de la hembra están muy abiertos, sus palitos de servir
colocados sobre su plato. Ella me mira comer con una mirada
ligeramente horrorizada en su rostro. Ella parpadea. Dos veces.
—¿Qué? —Ladro, pasando mi manga por mi cara. Sale empapada y
cubierta de trocitos de fideos. Me siento como un idiota. Estoy
comiendo como una bestia rabiosa, como una especie de tonto que
nunca antes ha visto el usar palitos. Como si me hubiera muerto de
hambre... y aparto mi cuenco, ya no tengo hambre, porque no me
gusta que me vuelva a convertir en esa criatura medio salvaje que
era cuando me liberaron del campamento de guerra, el mugriento,
mitad hombre destrozado que comía sobras en el suelo porque era la
única forma de sobrevivir.
Juega con sus fideos, sin darse cuenta del tormento en mi mente. —
¿Querías hablar sobre… suministros de comida?
Quizás lo hice antes. Ahora mismo, solo quiero que deje de mirarme
con disgusto. —Sí, tu mascota es un problema. A menos que quieras
soltarlo por la esclusa de aire, tendremos que conseguir suministros.
Su mandíbula cae. —¿Soltarlo por la esclusa de aire?
—¿Qué más haces con las plagas no deseadas?
—¡Él no es indeseado! —Sus ojos brillan de nuevo con lágrimas no
derramadas, para mí consternación—. Alguien lo robó de su casa. No
es su culpa que esté tratando de sobrevivir —Su boca tiembla—.
Ciertamente no es su culpa si no está acostumbrado a vivir en la
estación. Culpa a los que lo robaron, no a él.
Ahora me siento peor. La he herido y odio que me haga sentir así. —
Como sea. Sigue siendo un problema.
—¿Por qué eres tan idiota?
—Jerrok —espeto—. Por millonésima vez, humana, es Jerrok.
—Sophie.
—¿Qué?
Me arroja sus palillos, los utensilios golpeando contra mi pecho. —
Si me vas a amonestar por decir mal tu nombre, lo cual no hice, te
estaba insultando, al menos ten la decencia de aprender mi maldito
nombre.
Froto mi nuevo uniforme, ahora cubierto con salpicaduras de caldo
de fideos. —Hagamos un plan para que podamos terminar esta
conversación, ¿de acuerdo?
—¡Bien! —Cruza los brazos por debajo de los pezones y no puedo
evitar notar que son bastante grandes y prominentes. Por eso roban
a las humanas, ¿no? Porque tienen pezones grandes incluso sin
reproducirse, y porque se supone que sus coños deben ser apretados
y suaves y...
Cierro los ojos fuertemente, mi polla responde ante el pensamiento.
Kef. —Así es como va a ir.
Jerrok

La pequeña humana, Sophie, se sienta directamente frente a mí en


la mesa, erizada de irritación. Hemos conseguido ponernos de los
nervios de nuevo, pero no me disculpo. Ella es la intrusa. Ella es la
única que es un problema.
No yo.
—Podemos hacer esto de dos maneras —digo, sacando un poco de
fideos de mi manga—. Podemos enviar una llamada para que un
crucero corsario se reúna con nosotros en algún lugar y cobre una
cantidad obscena por sus suministros de alimentos, o podemos
aventurarnos a ir a una estación. Yo voto por la estación.
Para mi sorpresa, palidece. Su lengua rosada sale disparada y se
lame los labios. —Yo… yo preferiría corsarios, creo. —Su voz está
temblando—. ¿Son buenos corsarios? Como… ¿los va Sithai?
Resoplo. —¿Cuáles crees que son las probabilidades de eso?
Su mano, pequeña y delicada a pesar de sus muchos dedos, se
mueve hacia el cuello de su jersey y lo aprieta con fuerza en el cuello,
encogiendo los hombros. —Yo solo... no puedo ir a una estación. —
Sophie traga saliva—. ¿Qué pasa con la Little Sister? ¿Alguna palabra
de ellos?
Niego con la cabeza. —Nada. El sistema Slatra es un sistema
bastante grande. No importa si tienen un mapa; aún puede que les
lleve mucho más tiempo de lo previsto antes de encontrar los restos.
Más aún si se encuentran con otros piratas. No podemos esperar por
ellos si queremos comer.
Sus ojos son enormes cuando me mira. —¿Me puedo quedar aquí?
—No.
Piensa un momento más. —Todavía voto por los corsarios. Tú tienes
armas. —Su mano aprieta su ropa y se ve extremadamente nerviosa
y frágil—. No soy la mejor tiradora, pero puedo intentarlo.
—¿Te das cuenta de que si invitamos a corsarios aquí, es muy
probable que saqueen todo el lugar y nos dejen sin comida de todos
modos? — Lo ofrecí como sugerencia, pero en mi opinión, no es una
opción. No quiero invitar a mi casa a nadie que no sepa que está
aquí. La mitad del tiempo no quiero los pocos visitantes que tengo.
—Sí, pero... no puedo ir a una estación. —Se extiende a través de la
mesa para tomar mi mano, sus dedos rozando los míos—. Por favor,
no me hagas ir.
Mi cerebro se siente como si estuviera sobrecargado. La mano que
extendió para tocar es la enguantada, la artificial, pero todavía siento
como si me quemara por ese pequeño contacto. No me alejo. Algo en
mí quiere seguir tocándola. ¿Por qué se acercó para tocarme?
¿Tocar mi mano mala? ¿De la que estoy tan avergonzado que la
tengo cubierta en todo momento? Mantengo mi voz razonable,
aunque siento que mi mente se está ahogando en un mar de
emociones que no sabía que aún tenía. —Yo... crecí en esas...
estaciones. No son malas.
Sophie todavía parece aterrorizada. —Pero si nos vamos... ¿qué pasa
si alguien me ve contigo? Soy una esclava fugitiva. No puedo volver
con mi antiguo amo. Por favor, Jerrok. Cortaré mis porciones por la
mitad. Comeré una vez al día. Veré si Sleipnir puede comer menos...
—Sophie —murmuro, girando mi mano para poder tomar su mano
con torpeza en la mía. ¿Miedo a los captores, a ser enjaulada de
nuevo? Eso es algo que entiendo muy, muy bien—. No correrás
ningún peligro. No dejaré que sufras ningún daño.
Una lágrima le resbala por la mejilla y se la seca con la otra mano.
—¿Cómo sabes eso?
Noto que no saca su mano de mi agarre, y esa extraña y cálida
sensación llena mi estómago de nuevo. Debería soltar su mano. No
necesito tocarla. No necesito tocar a nadie. Debería dejarla ir. Yo
debería. En cambio, mis dedos crujen mientras trato de frotar el
dorso de su mano de una manera reconfortante. —Será un viaje
corto. Recogemos los suministros, cargamos la nave y regresamos
aquí. Será menos de un día.
—¿Y no puedes ir sin mí?— Su expresión es suplicante.
Puedo. Todas las excusas habituales se acumulan en mi mente. No
confío en ella con mis cosas. No confío en que ella no me robe
mientras no estoy. Alguien podría acercarse a la estación para dejar
algo y no quiero que la vean. Hay una lista de razones colgando, pero
la razón principal es que simplemente no quiero. Le suelto la mano.
—No. Vamos juntos. Está decidido.
Ella se pone de pie de un tirón, su expresión es miserable. Su cálida
mano deja mi agarre y siento una sensación de pérdida... y luego
estoy enojado conmigo mismo por siquiera pensar eso. —Si me pasa
algo, los hermanos va Sithai te matarán —declara con voz
temblorosa.
—No, no lo harán —faroleo.
—Te odio.
—No me importa —Me pongo de pie, odiando el gemido de los
engranajes que acompaña al movimiento y la oleada de dolor—. Tu
mascota se quedará aquí. Nos iremos por la mañana, después de que
guarde los suministros de comida restantes y recoja mi chatarra para
intercambiar.
Su mandíbula se aprieta. —Eres un idiota. —Ella gira sobre su pie y
se aleja como una tormenta.
—Jerrok —le respondo, y luego saco un trozo de carne para
alimentar a su carinoux. Probablemente sea algo bueno que el
animal no estuviera presente para esta conversación, o estaría
comiendo mi cara en lugar de asado. Pienso en el miedo de Sophie y
en la forma en que temblaba. Odio sentirme culpable. Por eso es
mejor estar solo. Si ella no estuviera aquí, no tendría ninguno de
estos problemas.
Si ella no estuviera aquí, mi comida duraría meses, hasta que
pudiera comprar más a los visitantes que pasan. Frunciendo el ceño,
me levanto y cojeo hasta mi estación de comunicaciones, frotándome
la pierna. Necesita que se cambien algunos componentes
desgastados, pero no hay créditos para eso en este momento, por lo
que solo tendrán que esperar, y yo sufrir, por un tiempo más. Busco
un canal de comunicación y envío un ping, buscando cualquier señal
en este extremo de la galaxia de todos modos. Por si acaso podemos
encontrar una nave amistosa y pedirles comida.
Aunque no hay nada. Incluso si quisiéramos encontrarnos con un
corsario, simplemente no hay nadie alrededor. Tiene que ser una
estación. Tiene que.
Tendrá que superarlo.
Paso las próximas horas limpiando. Su mascota se cuela en algún
momento y agarra el asado, y la bandeja, que dejé afuera. Sophie
está completamente en silencio, y no hay un solo sonido proveniente
de su extremo del pasillo. Rompo algunos conductores de materia
más, y cuando no puedo soportarlo más, voy a ver cómo está.
La humana está acurrucada en la cama, dormida. El libro viejo que
trajo con ella todavía está en su mano, y el carinoux está en el suelo,
royendo lo que queda de la bandeja de metal. Me mira mientras sus
dientes trabajan sobre el metal, pero no se mueve. Noto que a pesar
de que Sophie está dormida, sus hombros tiemblan y su cara está
mojada, sus ojos hinchados y rojos.
No me importa, me digo.
No lo hace.
No.
SOPHIE

Disfraces.
Por supuesto. La respuesta es simple pero obvia. Por supuesto que
vamos a disfrazarnos. No puedo creer que no pensé en eso cuando
Jerrok insistió en que fuéramos a la estación. Estaba preparada para
pelear con él a la mañana siguiente, para zapatear y declarar que no
iré, cuando me puso una pesada túnica con capucha en los brazos y
una máscara. —Cuando enciendas esto, disfrazará tus rasgos. Es una
tecnología ilegal y extremadamente cara, así que trata de no
romperla, ¿de acuerdo?
—¿Tecnología ilegal? —Pregunto, curiosa. Me coloco la máscara en
la cara y el plas-film se amolda a mis rasgos. Hay un pequeño
interruptor junto a mi oído, y cuando lo toco, una película rosada cae
sobre mi visión, una señal de que cualquier “enmascaramiento” que
esté haciendo está funcionando.
—Sí. No todo lo que obtengo aquí es respetable. Es impactante, lo
sé. —Su tono no es tan cáustico como lo es normalmente esta
mañana—. Voy a hacer una revisión de último minuto en el
transbordador que tomaremos. Asegúrate de que tu mascota esté
alimentada y luego reúnete conmigo en la bahía de atraque.
Me pongo la capa y noto que las mangas son lo suficientemente
largas como para ocultar mis manos. Miro mi cara en el espejo y la
cara que me mira es ooli. Es impactante ver una cara de rana
parpadear cuando lo hago. El disfraz parece... real, siempre y cuando
mantenga mi capucha levantada y mis manos ocultas. Agarro la
enorme bandeja de carne que ha preparado para Sleipnir y la llevo a
mis aposentos. El carinoux apenas me mira a la cara, mucho más
interesado en su desayuno. Beso su cabeza una docena de veces de
todos modos, porque me he encariñado con él. Él es el único que
realmente me cuida en este extremo del universo. —Eres el mejor
chico, ¿no? —Yo arrullo—. Ojalá pudieras venir conmigo.
Sleipnir desgarra el asado, la carne hace un sonido húmedo y
desgarrado, y recuerdo lo que dijo Jerrok sobre meterse entre un
depredador y su comida. Correcto. Rasco detrás de las orejas de
Sleipnir una última vez, luego me dirijo hacia la bahía de atraque.
Normalmente está vacía, bueno, si ignoras toda la basura y los
vehículos descascarados apilados a lo largo de las paredes, pero hoy
hay un transbordador un demasiado pequeño estacionado cerca de
las puertas del hangar. No es más grande que un automóvil
compacto en la Tierra, y eso es un poco alarmante de ver. —Por
favor, dime que esa no es nuestra nave.
—No es nuestra nave —Jerrok dice con voz plana al otro lado del
transbordador, sus brazos se mueven mientras aprieta algo.
Su tono me dice lo contrario. —¿Estas mintiendo?
—Sip.
—Maldita sea. Te odio.
Resopla y se mueve alrededor del ala, levantando lo que parece una
caja extremadamente pesada. La levanta con un gruñido, y puedo
escuchar su brazo de reemplazo crujir mientras lo lleva hacia el
vientre del transbordador. Miro su rostro, porque lleva una bata casi
idéntica a la que me dio, pero sus rasgos siguen siendo mesakkah.
Solo que son los de un extraño. En lugar de sus ojos desiguales, me
mira con una mirada fija de ojos negros y su nariz es más ancha de lo
que suele ser, su boca pequeña y plana. Parece bastante normal,
supongo, pero prefiero su cara normal.
—Solo para que lo sepas, en el momento en que dejemos este lugar,
soy Lankham os'Riit, un chatarrero que vive cerca de la estación
Kadesh. Eres mi nueva novia ooli que acabo de comprar porque no
habla —Me lanza una mirada.
Quiero enfurecerme por lo sexista que suena, pero dado que solo
hablo inglés y un poco de praxiian, es una buena decisión. Asiento
con la cabeza.
—Bien. Cuanto menos hables, menos posibilidades tenemos de que
alguien se dé cuenta de que eres humana. —Gruñe mientras carga la
caja en el área de carga del transbordador—. Adelante, entra.
Me lamo los labios, estudiando el lugar. —¿Soy solo yo o es esto…
pequeño?
—Soy un chatarrero, no un lord con tierras de Homeworld. Lo
pequeño tendrá que servir, princesa.
Muerdo una mueca de irritación y toco la placa de la escotilla,
tratando de averiguar cómo funciona la cosa. A pesar de que ya me
he ido de la Tierra por varios años, nadie me dejó operar un equipo o
cuidar de mí misma. Mi dueño praxiian me trató como a un perro al
que le gustaba follar, y me estremezco con el recordatorio. Los
hermanos va Sithai fueron buenos conmigo en ese sentido. Es
irónico que pueda atracar a la fuerza una nave pirata en otra en el
espacio y no pueda abrir la puerta a esta estúpida cosa. —No sé
cómo trabajar con esto.
Me preparo para la inevitable respuesta irritable de Jerrok, pero
simplemente se acerca a mi lado y me agarra la mano, la coloca en el
panel y luego tira de la manija junto a ella. —Tienes que hacer dos
funciones diferentes al mismo tiempo —murmura—. Para que nadie
pueda activar la puerta por accidente.
Estoy un poco inquieta por la rapidez y la facilidad con que se
acercó a mí y cómo lo permití. Debería gritarle por atreverse a
tocarme, pero ahora no es el momento. —Bien.
—Silenciosa, ¿recuerdas?
Le saco la lengua.
Resopla, pero suena un poco divertido, al menos. Jerrok suelta mi
mano y regresa a la zona de carga del transbordador. —Dame un
momento y me uniré a ti. Solo necesito asegurar nuestros bienes
comerciales.
Me agarro a la puerta y me arrastro hacia la cabina del
transbordador. Dios, esta cosa es diminuta. El interior me recuerda
a un diminuto helicóptero porque es pequeño y tiene forma de
cápsula. No hay “asientos” reales como los que habría en casa, solo
un banco longitudinal que aparentemente se supone que debemos
compartir. Estoy un poco consternada por lo estrecha que es el área
de la cabina, pero supongo que la mayoría tiene que serlo por la
carga. Ajustándome la túnica a mí alrededor, me siento a horcajadas
en la mitad trasera del estrecho banco y miro los controles. Hay una
buena cantidad de ellos, pero reconozco algunos de los símbolos de
mi tiempo en la Little Sister. Ese es el que aumenta la velocidad, y
ese es el que activa el sling que lo impulsa a híper-velocidad, no es
que lo necesitemos en medio de un campo de asteroides. Jerrok se
une a mí un momento después con un crujido de partes cibernéticas
mientras se desliza en el banco frente a mí. —¿Tratando de averiguar
cómo escapar?
—No, no sé cómo volar esta cosa.
Quizás haya un indicio de anhelo en mi voz. Gruñe, tocando un
panel para encenderlo. —Si me aburro lo suficiente, puedo
mostrártelo.
¿Eh? —Me gustaría eso —digo en voz baja. Quiero aprender a
cuidarme. Odio estar en deuda con los demás.
Asegura la escotilla, cerrando y bloqueando la puerta hasta que
estemos sellados por dentro. Los controles ambientales se activan en
una ráfaga de aire reciclado y mis oídos se abren. —Espera —dice
Jerrok—. Este tiene una aceleración un poco brusca.
Puse mis manos alrededor de su cintura, ya que no había mucho
más a lo que agarrarme, y me preparé. Se oye un fuerte pitido de
advertencia cuando un juego de puertas de esclusas de aire retrocede
y avanzamos, el pequeño transbordador avanza lentamente hacia la
siguiente bahía. Me tenso cuando las puertas se cierran detrás de
nosotros y luego comienza una segunda ronda de pitidos cuando las
puertas que nos llevarán al espacio se abren. Contengo la
respiración, aterrorizada de que este viejo transbordador no esté
sellado correctamente y seremos succionados al espacio.
Pero luego avanzamos, mi cabeza girando hacia atrás. Hundo mis
manos en la cintura de Jerrok mientras nos lanzamos hacia
adelante, y contengo un grito de alarma mientras esquiva por poco
un asteroide que flota demasiado cerca.
—Relájate —murmura—. Estás exprimiendo mi keffing costado. Es
una de las pocas partes de mí que no es de metal, ¿sabes?
—Oh, lo siento. —Lo dejo ir—. Voy a mantener mis manos para mí
ahora.
Él gruñe. —Hazlo.
Puse mis dedos en mis rodillas, flexionándolos un poco con el
recuerdo de lo firme que se había sentido.
SOPHIE

Es un poco inquietante la facilidad con la que Jerrok se mezcla en la


estación. Antes de aterrizar, está bromeando con los agentes de
atraque por el comunicador. Cuando salen a saludar a nuestro
pequeño transbordador, les habla fácilmente mientras saca la caja de
chatarra y deja que las autoridades la recojan. Me miran a través de
las ventanas del transbordador, pero Jerrok les indica que se
aparten.
—Esa es mi nueva compañera. La compré hace unos meses.
—Ooli, ¿eh? —El oficial mesakkah hace una mueca y se encoge de
hombros—. Supongo que es duro para alguien como tú encontrar
una pareja decente.
—Parece que ser duro no es un problema —grita su compañero.
Jerrok no dice nada, pero su rostro disfrazado rompe en una
sonrisa, como si estuviera en la broma. Ugh. —Entonces, ¿puedo
conseguir un trineo para mis mercancías o no? No puedes esperar
que lleve todo esto por la estación.
—No con esas extremidades —bromean los oficiales. —¿Las sacaste
de la basura?
—Si lo hiciera, ¿te sorprendería? —Jerrok, lo siento, Lankham
os'Riit, responde bromeando. Estoy horrorizada, pero como se
supone que debo estar en silencio, no digo nada. Los odio a todos.
Regatean el precio para alquilar un trineo para llevar la chatarra de
Jerrok, y se agrega el cargo portuario por un día de atraque. Cuando
se establecen los precios y se carga el trineo, Jerrok les da a los
hombres unos créditos que rápidamente se embolsan. El trineo se
levanta del suelo y se instala a una cómoda altura frente a Jerrok,
casi como un carrito de compras sin ruedas. Me mira con expresión
impaciente. —Vamos, mujer. Tenemos cosas que hacer.
Lucho contra el impulso de darle una patada, porque los oficiales
del puerto de la estación nos miran con expresiones divertidas.
Agacho la cabeza, escondiendo mis manos en mis mangas mientras
corro hacia el lado de Jerrok. Mientras lo hago, escucho a uno de los
oficiales hacer un ruido de disgusto en su garganta. —Keffing
chatarreros. Ellos meten sus pollas en cualquier cosa.
Bueno, este es un buen disfraz al menos. Si todo el mundo me
encuentra repulsiva, estoy a salvo. Por extraño que parezca, estoy
cada vez más ofendida por Jerrok por el momento. Primero las
grietas en sus extremidades, ¿ahora su trabajo? Son unos idiotas.
Y no dice nada, lo que me vuelve un poco loca.
Nos adentramos más en la estación, por un pasillo lleno de gente.
Jerrok empuja a la gente fuera del camino con su trineo, y yo
prácticamente me pego a su espalda para mantener el ritmo. Hay
gente de pared a pared en los túneles estrechos, y el aire se siente
húmedo y asqueroso contra mi piel. Hay un murmullo bajo de voces
constantes, pero ocasionalmente puedo escuchar el crujido crudo de
las extremidades de Jerrok sobre el ruido, y no puedo evitar notar
que cojea más de lo normal. Eventualmente, llegamos a un área más
grande llena de puestos e incluso más personas. El olor de la comida
está en el aire y me recuerda un poco a un bazar ruinoso de mi país.
Se dirige infaliblemente a través de la multitud de puestos y carritos,
en dirección a un puesto de gran tamaño en la parte trasera del
distrito comercial.
Jerrok estaciona el carrito frente a la tienda. Echa un vistazo a las
cajas de piezas cuidadosamente apiladas y trozos de metal que
cuelgan de la parte superior de la cabina. —¿Rothort está aquí?
Tengo una entrega.
Una pequeña criatura gris sin pelo con grandes ojos nos hace un
silbido de pájaro y salta de su asiento donde estaba juntando trozos
de metal. Corre de regreso a la parte trasera de la tienda, y un
momento después, las cortinas se abren y una figura enorme y
descomunal que parece demasiado familiar sale desde la parte
trasera.
Mis dedos se clavan en el cinturón de Jerrok, y es lo único que evita
que me caiga o salga corriendo gritando.
Rothort es un praxiian.
No es ningún praxiian que conozca, por supuesto. Los que conocía
vestían todo tipo de joyas brillantes y amaban las túnicas colgantes.
Se cubrían con adornos decorativos y probablemente serían
atrapados muertos antes de ir a un bazar comercial. Este tipo tiene
su melena completamente cortada excepto por un mohawk entre sus
orejas felinas. Lleva un jersey de trabajo sucio y un delantal aún más
sucio sobre el pecho... pero sigue siendo un praxiian, y cada nervio
dentro de mi cuerpo me grita que corra, corra, corra, corra, corra.
Intento ponerme detrás de Jerrok para ocultar mi pánico, pero él
pone un gran brazo alrededor de mis hombros y me acomoda contra
su costado, como si fuera su pequeña esposa. Y, bueno... eso ayuda,
por extraño que parezca. Me siento un poco más protegida, y ese
sentimiento continúa cuando el praxiian apenas me da una mirada.
Está mucho más interesado en lo que trajo Jerrok.
—Será mejor que sea una carga decente —refunfuña el praxiian—. A
diferencia de la escoria de nave que me trajiste la última vez.
—Si no te gusta lo que traje, lo llevaré a otro lugar —responde
Jerrok—. No eres el único juego en la ciudad, Rothort.
El praxiian resopla. —Sí lo soy. —Pero recoge un trozo de algo que a
mí me parece más basura y lo estudia—. Podría estar interesado en
comprar este lote —Lanza una mirada a Jerrok—. No te he visto
desde hace un buen año o así. ¿Qué te trae arrastrándote de esta
manera, Lankham?
—Me empareje —dice Jerrok, y palmea mi hombro—. Come más de
lo que esperaba.
—Encantador. —El praxiian vuelve a colocar la pieza en el trineo—.
Di tu precio.
Me siento aliviada cuando la conversación se aleja rápidamente de
mí nuevamente. Los dos machos regatean un rato. Jerrok nombra
un precio y luego Rothort responde con un precio. A ninguno de los
dos le gusta lo que ofrece el otro, y esto continúa durante bastante
tiempo. El sudor me corre por la cara debido al aire estancado y
demasiado húmedo de la estación. Huelo algo que se está cocinando
en la distancia, pero aunque ya pasó la hora del almuerzo, no tengo
hambre. Hay un nudo amargo en la boca de mi estómago y solo
quiero alejarme de este praxiian.
En realidad, solo quiero alejarme de todos.
El pequeño asistente alienígena gris sale con dos tazas de té en una
bandeja y nos las ofrece a mí ya Jerrok. Estoy a punto de alcanzar
una por cortesía, cuando Jerrok levanta una mano y su gran cuerpo
se pone rígido, las articulaciones crujen. —¿Dije que podías
alimentar a mi compañera?
La criatura se congela y mira a su amo, quien se encoge de hombros.
—Sólo una taza de té, Lankham. No erices la cola.
—Mi compañera beberá cuando yo le diga que puede beber —
continúa Jerrok con voz tensa, y su cola comienza a moverse de un
lado a otro, azotando mi pesada capa. —Ella es mía.
—Universo sálvame de los machos sobreprotectores y sus
compañeras —Rothort levanta las manos—. Bien. Vamos a acordar
un precio y sacarte de mí vista.
Regatean un poco más, pero el estado de ánimo ha cambiado. Ya no
es tranquilo y como un juego, tanto Rothort como “Lankham” están
tensos, y siento que me pica la piel de alarma. Casi alcancé el té, y ¿y
si se hubieran fijado en mis manos que no eran ooli? ¿Fue una
trampa para exponernos? ¿O simplemente amabilidad? No lo sé y
me siento como una idiota. Cuando salimos del stand de Rothort con
un trineo vacío y los bolsillos llenos, suspiro de alivio. Ojalá
podamos salir de aquí pronto.
Pero cuando Jerrok lleva el carrito de inmediato a otro lugar,
reprimo un gemido. Claro. Tenemos que comprar comida. Reprimo
un gemido de frustración cuando alguien me roza, y cuando Jerrok
les gruñe y me acerca, no protesto. Entierro mi cara en su hombro y
dejo que me escude con su cuerpo mientras regatea con el
comerciante de alimentos por paletas de fideos baratos y carne
liofilizada. El hedor de este lugar, la cercanía de todos, me está
afectando. Puedo sentir un hormigueo en mi cuerpo con la aparición
del pánico, mi respiración ronca. Presiono mi nariz contra su axila,
inhalando su olor ligeramente a sudor. Por alguna razón, me gusta.
Me gusta su fuerte aroma, ese olor normal del cuerpo, el aroma
ligeramente picante de un mesakkah. Aunque este es Jerrok, en este
momento es lo único familiar que tengo para aferrarme.
Inclina su cabeza hacia mí, su mano en la parte de atrás de mi
capucha. —¿Estás bien?
Tengo que estarlo, ¿no? Pero asiento con la cabeza, todavía
agarrando su cinturón, incapaz de soltarlo. Si lo hago, podría estallar
en un ataque de pánico total.
—Cuenta —murmura en mi oído.
¿Contar? Cierto. Es lo que hace para calmarse. Trago saliva y
empiezo a contar en voz baja, lo suficientemente bajo como para que
nadie pueda oírme excepto él. —Uno, dos, tres, CUATRO…
En ese momento, toda la estación da una violenta sacudida, el piso
se tambalea. Las luces se apagan y todos gritan.
Jerrok

La pequeña humana está haciendo todo lo posible por ser valiente, y


me siento mal por ella. Ella ha estado nerviosa todo el tiempo, pero
en el momento en que Rothort salió, pensé que se iba a romper y
correr. Kef, esta fue una mala decisión. Olvidé que su dueño, de
quien ella escapó, era un praxiian. Y Rothort parece rudo, pero es un
tipo decente para ser un praxiian. Me da precios justos y no hace
preguntas. No me molesta por el hecho de que mi nueva
“compañera‟‟ sea ooli. Solo hace negocios.
Aun así, me encuentro siendo cada vez más protector con ella
mientras se desliza más y más cerca, como si quisiera meterse
debajo de mi piel. De una manera extraña, me gusta. Odio que esté
asustada, por supuesto. Preferiría que me escupiera fuego como lo
hace cuando tiene a su mascota a su lado. Pero las manos que se
aferran a mí se sienten... bien. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que
alguien me tomó así? Estoy seguro de que soy un bastardo por
disfrutarlo, pero me gusta poder tirar de ella contra mi costado y que
ella me alcance. Y así pueda consolarla.
El vendedor de comida aquí, que se ocupa exclusivamente de las
raciones que roba de otras naves, tiene una buena cantidad de
fideos, así que empiezo a regatear con él. Ignoro sus sonrisas
mientras mi compañera “ooli” se aferra a mí. Le dejo pensar que
estoy tomando cualquier escoria en busca de compañía. Todos
piensan que Lankham os'Riit es basura espacial de todos modos.
Ellos no me conocen. Uso una apariencia falsa cada vez que salgo de
la estación. Les dejo pensar lo que quieran: esta persona se descarta
en el momento en que estoy en casa.
Sophie hace un suave gemido y esconde su rostro contra mi
hombro, y casi la consolé cuando la estación entera se tambalea y las
luces parpadean. Un grito surge de la multitud y un tono de
advertencia suena en toda la estación. Estoy familiarizado con lo que
significa, pero Sophie me mira, sus ojos aterrorizados incluso a
través del dispositivo de enmascaramiento.
—Es una tormenta solar —le digo—. Nadie está en peligro.
Traga saliva y asiente.
No le digo que esto complica un poco nuestros planes. Que no
podemos volver exactamente a mi puesto avanzado de asteroides
con la tormenta. Nuestro pequeño transbordador no podrá
manejarlo. Pero ella no necesita saber eso todavía. Vuelvo a regatear
el precio con el vendedor, señalando la estación. —Mi precio tiene
que bajar ahora si quieres descargarme estas cajas de comida. Tengo
que conseguir una habitación para pasar la noche.
—Bah. —El szzt levanta las manos—. Duerme en los pasillos como
los otros vagabundos.
Lo habría hecho antes, pero no le haré eso a Sophie. Niego con la
cabeza y le ofrezco la mayoría de los créditos recién adquiridos. —
No con mi compañera conmigo.
—¿Esa fea bestia? Pobre tonto. Deberías guardar tus créditos y
conseguir algo que puedas soportar mirar —Cuando mi mano
enguantada se extiende, escucha el crujido y sonríe—. Parece que
eres tacaño en todas partes, amigo.
—Así parece —digo rotundamente—. Esos son todos los créditos que
obtendrás de mi trasero barato. ¿Quieres comerciar o no?
Se necesitan algunas rondas más de regateo, pero una vez que ve
mis partes cibernéticas deterioradas, la batalla está casi ganada. Él
sabe que no tengo los créditos que quiere sacarme y termino
obteniendo suficiente carne y fideos para unas seis semanas a un
precio decente. Carga el trineo mientras Sophie se aferra a mí y toda
la estación se estremece con el inicio de la tormenta. A nuestro
alrededor, se puede saber quién está acostumbrado a vivir aquí y
quién no. Aquellos que han pasado por esto antes, como yo, ignoran
el viento aullante y la forma en que todo lo que nos rodea se sacude.
Aquellos que no lo hacen se han visto completamente aterrorizados,
y el ocasional grito estridente sale del mercado, solo para ser
rápidamente silenciado por un amigo avergonzado.
Regresamos a la nave y la cargamos con los víveres, y tengo que
engrasar las palmas de los oficiales del muelle, explicándoles que
ahora tengo que quedarme hasta que pase la tormenta. Se llevan
otro montón de créditos por vigilar mi nave, y luego llevo a Sophie
de vuelta a los pasillos de la estación.
Sus dedos se clavan en mi costado y se inclina cerca. —¿Por qué no
nos vamos?
La estación emite un gemido bajo y metálico de nuevo y la acerco a
mí, llevándola por un pasillo diferente. —No podemos ir a ninguna
parte con esa tormenta afuera. Terminará rápido eventualmente,
pero por ahora, tendremos una habitación.
Espero que ella proteste, pero solo asiente y se acerca a mí. Sin el
trineo del que tirar, es fácil acomodarla contra mi costado y caminar
con ella aferrada a mí, y me siento como un rey, lo cual es estúpido.
No saben que la hembra que se aferra a mí es una hermosa humana
con ojos grandes y oscuros y la boca marrón rosado más fascinante,
o pezones que se mueven un poco cuando se ríe.
No es que ella alguna vez se ría por mí. Pero a veces, se ríe del
carinoux. Lucho contra una oleada de malvada alegría porque la
criatura no vaya a estar con nosotros esta noche. Ya me habría
mordido el brazo solo por tocarla.
Nos adentramos en el vientre de la estación, donde se encuentran
las cantinas, y música atraviesa las paredes, casi amortiguadas por
los sonidos de la tormenta golpeando el casco de la estación. Se está
llenando de gente en esta área, y no puedo evitar notar que el hotel
más barato tiene en sus puertas una fila de personas esperando para
comprar una cama para pasar la noche, gracias a la tormenta. Sin
embargo, Sophie y su disfraz no pueden compartir habitación con
media docena de extraños, así que me dirijo hacia el establecimiento
más caro. Me afectará más en los créditos, pero prometí que
mantendría a Sophie a salvo, y lo haré.
No hay regateo por la habitación. Con la tormenta a todo volumen
en nuestros oídos, tengo que pagar el precio más alto, y el huesudo
ssethri detrás del mostrador toma el chip con una sonrisa. Ignoro
eso y tomo el ascensor hasta nuestro piso. No puedo evitar notar que
incluso ahora, sin nadie más alrededor, Sophie todavía me abraza
con fuerza, como si tuviera miedo de soltarme. Debería decirle que
dé un paso atrás.
Yo debería.
Yo solo... no lo hago. En cambio, finjo que realmente soy Lankham
os'Riit, con su delicada y hermosa compañera a su lado. Lankham
nunca vio la guerra. Lankham perdió sus extremidades en un
accidente de mantenimiento de la estación. Lankham duerme bien
por la noche, mejor con su compañera acurrucada contra su pecho.
Puede que Lankham no tenga muchos créditos, pero está contento.
Cuando el ascensor llega a nuestro piso, mis entrañas arden de celos
por la vida de Lankham, a pesar de que todo es una fantasía.
Una nueva ronda de vientos solares amortigua el ruido normal de la
estación mientras llevo a Sophie al final del pasillo y luego abro la
puerta de nuestra habitación. Se calma cuando entramos. Cierro la
puerta detrás de ella. —Es seguro quitarse la capa, si lo deseas. Nos
quedaremos aquí hasta que pase la tormenta, y luego regresaremos a
mi asteroide.
Sophie baja la capucha y se quita la máscara, frotándose la cara.
Cuando sus rasgos humanos aparecen a la vista, es como si hubiera
olvidado lo atractiva que es. Su delicado rostro está sonrojado y su
piel brillante por el sudor, su cabello se pega a su cabeza mientras
mira a su alrededor. Coloca la capa en un gancho de la pared y luego
se quita el pelo del cuello para enfriarlo, y me fascina la esbelta
columna de la garganta que se revela. —Jerrok —dice en voz baja—.
Sólo hay una cama.
Miro hacia la cama en el centro de la habitación. —Por supuesto
que solo hay una cama. Se supone que estamos emparejados.
Se vuelve hacia mí con el ceño fruncido. —¿Tú… planeaste esto?
¿Para poder meterte en la cama conmigo?
Jerrok

¿Planear esto?
¿Habla en serio? ¿Planeé deliberadamente dejarnos varados en la
estación para poder terminar en la misma cama que ella? ¿No sabe
que ha sido mi invitada durante las últimas semanas? Si hubiera
querido empujarla a mi cama a la fuerza, podría haberlo hecho
tantas veces como quisiese. Podría haberle amenazado con no darle
de comer o con cortarle el oxígeno a su extremo de la estación.
Podría haber amenazado con dispararle a su mascota. Podría haber
encerrado a la maldita cosa en el terrario y forzarme sobre ella. Hay
tantas formas diferentes en las que podría haber aprovechado la
situación y nunca lo hice, porque no soy así. Los hermanos va Sithai
no la habrían dejado conmigo si pensaran que era ese tipo de
hombre.
Su acusación me molesta. Le frunzo el ceño. —¿Planeé esto? Pues sí,
en realidad. —Hago un gesto hacia las paredes temblorosas, el
sarcasmo gotea de mi voz—. Traje una tormenta solar para
malgastar una tonelada de créditos durmiendo en el suelo en una
habitación extraña porque realmente me gusta darle a mis
extremidades cibernéticas una buena jodida de vez en cuando.
Se estremece ante mis palabras, cruza los brazos sobre el pecho y se
encorva como si la hubiera golpeado. En lugar de sentirme mejor
por haberla hecho sentir estúpida, me siento peor y eso me molesta
aún más.
—Lo siento —murmura Sophie—. Solo... vi la cama y entré en pánico
—Ella mira al suelo—. Malos recuerdos de mi último dueño.
Gruño una aceptación de su disculpa. Al menos reconoció que su
acusación era una tontería. Cruzo la habitación, tratando de no
pensar en cuánto me duelen las extremidades o cuánta
retroalimentación estática están enviando a través de mis
terminaciones nerviosas en carne viva. Ha sido un día largo y va a
ser aún más largo. Aun así, odio que toda la vida se le haya acabado.
No quería destruirla con mis palabras. Prefiero cuando ella ataca.
No sé qué hacer o decir cuando se lastima. Suspiro y agarro una de
las mantas dobladas a los pies de la cama. —Praxiian, ¿verdad? —
Cuando asiente en silencio, pienso en todas las cosas que he oído
sobre los praxiians. Cómo el honor de su familia está ligado a todo.
Cómo toda su cultura se basa en la guerra y las casas nobles. Cuán
despectivos son de otras razas... y otras cosas. —Entonces, eh,
¿realmente duermen juntos? ¿Todos? ¿Incluso invitados?
—Todos —dice ella—. Realmente no quiero hablar de eso.
Supongo que no. No puedo imaginarme durmiendo con toda una
familia de praxiians. E invitados, agrego silenciosamente. Agrega el
hecho de que ella era una esclava y solo puedo imaginar la pesadilla
que fueron las noches para ella. —Bueno, como dije, voy a dormir en
el piso. Puedes quedarte con la cama. Y esto no fue planeado, porque
si lo fuera, habría elegido una estación con mejor ropa de cama —
Arrojo la manta hacia abajo e interiormente hago una mueca por lo
delgada que es en el duro piso de baldosas. Me voy a sentir como una
verdadera mierda en la mañana.
Me preocuparé por eso cuando llegue. Un día a la vez, como
siempre.
Sophie traga tan fuerte que puedo oírlo en la habitación. —¿No… no
será eso duro para tus miembros?
—Todo es duro para mis miembros —lo admito. Saco un taburete de
la mesa desvencijada cerca de la pared porque mi rodilla me grita de
dolor. La coloco un poco más duro de lo que quería y dejo escapar un
siseo cuando envía una onda de choque de retroalimentación por mi
columna. Necesito hacer un poco de mantenimiento, y eso va a ser
complicado con una humana asustadiza compartiendo alojamiento
conmigo. Sin embargo, también podría sacarlo a la luz, darle tiempo
para que se acostumbre a la idea. —¿Te parece bien si me quito la
camisa?
—¿Por qué? —Su tono es cauteloso.
—Debido a que mis prótesis están funcionando mal y, a menos que
quiera tener un nudo en la mañana, tendré que aflojar las cosas y
hacer algo de mantenimiento. Es posible que no quieras mirar. No es
un espectáculo agradable —Pongo bravuconería en mi voz para que
se haga una idea. Lo que queda de mí es fuerte, seguro, pero también
está destrozado, lleno de cicatrices y es desagradable. Tal como yo.
—Te he visto sin camisa, ¿recuerdas? Cuando te desperté.
Mi estómago se siente apretado. Enfermo. No me había dado cuenta
de que estaba mirando. —Ah. Bueno... una advertencia es una
advertencia de todos modos. —Le doy la espalda y contemplo dejar
mi jersey puesto, solo lidiar con cualquier desafío que mi cuerpo me
presente por la mañana. Toco mi brazo cibernético y la piel sintética
que lo cubre tiembla dolorosamente. Uno de los circuitos también se
siente caliente. No puedo dejar esto o no estaré posición para
sacarnos de aquí cuando la tormenta se calme. Apretando los
dientes, desabrocho el cierre automático de mi cuello y dejo que la
ropa se acumule en mi cintura. Me siento expuesto, estúpidamente.
Ella ya lo ha visto, me recuerdo. Ella sabe cómo es tu hombro, con
los feos injertos y la masa de tejido cicatricial. Ella sabe que hay una
gran cicatriz ahuecada en lugar de cubrir tu pecho. Ella sabe que un
hombro está más alto que el otro y que la columna no está en línea
recta con la cola. Sabe que te han reconstruido como una muñeca
maltratada.
Lo odio. Odio poder sentirla mirando. Aprieto la mandíbula y hago
todo lo posible por ignorarla, abriendo uno de los paneles en la parte
inferior de mi brazo para poder hacer una prueba de sistemas en ese
circuito caliente antes de que se derrita. Si tengo que reemplazarlo,
será muy caro, más de lo que tengo a mano, lo que significa que
tengo que hacer que esto funcione.
—¿Tienes ... extremidades robóticas? —Sophie pregunta en voz baja.
—¿Perdiste las tuyas?
No, quiero responder. Pensé que podría ser divertido que me
separaran como a un insecto y las reconstruyeran. Sin embargo,
mantengo esas palabras llenas sarcasmo en mi pecho y trabajo en
masajear la piel sobre mi brazo. —Perdí toda una pierna. El pie de la
otra. Un brazo. Parte de mi pecho. Ojo. Oído.
—Eso es terrible. ¿Qué pasó?
—Nada bueno. —La dejé pensar en eso, frotando mi brazo. Siento
espasmos en respuesta, y aunque es un brazo falso, la
retroalimentación me envía oleadas de dolor y un dolor de cabeza en
aumento. Siseo, frotando mi brazo con más fuerza. Hay cables
sueltos debajo de la muñeca y hay que arreglarlo. Lo último que
necesito es perder toda mi mano ahora mismo. Saco un pequeño
juego de herramientas, uno que llevo conmigo en todo momento
para ocasiones como esta. Si yo fuera un soldado grande y elegante
con una buena casa y una buena pensión, tendría extremidades de
reemplazo de primera. No sería necesario masajear constantemente
las piezas. Abro un panel en mi muñeca, pero en el momento en que
lo hago, todo mi brazo vuelve a sufrir espasmos.
Kef. Esta será una noche larga.
—Aquí —dice Sophie detrás de mí. Luego, ella cruza la habitación y
se mueve a mi lado. Antes de que pueda decirle que se quite, puedo
sentir su presencia, el aire cambia a medida que se acerca. —¿Puedo
frotar tu brazo mientras trabajas en eso, si te parece bien?
—No tienes que hacerlo.
—No es sexual —señala apresuradamente, apoyando las yemas de
los dedos en mi hombro como si fuera una especie de animal
nervioso—. No estoy interesada en nadie ni en nada sexualmente.
Solo... parece doloroso y quiero ayudar.
Debería decirle que no. Si lo toca, lo sentirá como yo: los circuitos
en bruto apenas contenidos debajo de la piel, los cables que se
mueven más de lo que deberían. Una buena extremidad cibernética
debería sentirse como una extremidad normal, pero las mías son
basura barata, y eso lo recuerdo todos los días. Me avergüenza.
Pero... tiene sus dedos en mi hombro, y ha pasado tanto tiempo
desde que una mujer me tocó voluntariamente que estoy
desesperado por más. Pienso en sus ojos suaves, y pienso en cómo
toque mi polla pensando en ella.
Debería decirle que no. Dejarla acercarse es un error.
—Adelante—digo con brusquedad.
Jerrok

La mano de Sophie se desliza por mi brazo y necesito todo lo que


tengo para no reaccionar.
—¿Sólo frotar? —Ella pregunta—. ¿O necesitas un masaje profundo?
—Lo que sea. Solo necesito darle información sensorial para
procesar. Eso ralentiza la retroalimentación —Intento concentrarme
en mi muñeca, pero es difícil con ella tan cerca.
Ella hace un ruido de asentimiento y luego comienza a frotar
pequeños círculos en mi brazo. —Avísame si hago algo que no te
gusta o si no te está ayudando.
Lo único que no me gustará es que se detenga, pero no digo eso. No
digo nada en absoluto, haciendo todo lo posible por ignorarla
mientras soy muy consciente de su presencia y sus manos en mi
brazo. En cambio, trato de concentrarme en mi muñeca, apretando
los cables y luego usando una manguera con punta de aguja para
quitar el polvo de la placa de circuito. Terminé demasiado rápido, y
la parte oscura y necesitada de mí quiere fingir que sigue trabajando
para que Sophie continúe tocándome.
Como si el resto de mi cuerpo estuviera aliado con mi brazo
tembloroso, la prótesis de mi pierna comienza a actuar. Gimo de
frustración.
—Aquí —dice Sophie, y su voz es amable. Se arrodilla a mi lado y me
frota la pierna por debajo de la rodilla. —Tengo esto.
No dije nada. No confío en mi voz. Sin embargo, su toque está
ayudando. Los chisporroteos de la retroalimentación se están
calmando y, mientras frota mi pierna, vuelvo a comprobar el circuito
de mi brazo. Ya no está caliente. Bien.
—No sé nada sobre prótesis alienígenas —dice Sophie en voz baja
mientras sus manos amasan mi pantorrilla—. Pero me parece que no
deberían actuar así. ¿Es lo que dijeron los demás? ¿Que son baratas?
—Lo más barato.
—¿No puedes... no puedes ahorrar para comprar mejores? Tengo
que pensar que estas realmente te deben molestar después de un
tiempo.
Aprieto los dientes. —Es difícil ahorrar cuando un carinoux gigante
se está comiendo tu estación.
Ella se estremece, sus manos se quedan quietas.
Me siento como un idiota. —Lo siento —murmuro—. Sé que no es
tu culpa. E incluso si ahorrara durante un año, no ganaría lo
suficiente —Intento sonreír—. Por alguna razón, la basura no es la
profesión más lucrativa.
Sophie logra una pequeña sonrisa, sus manos se mueven de nuevo.
—¿Es uno de esos tipos de trabajos en los que necesitas una pequeña
fortuna para hacer una grande?
—Bastante —Froto mi brazo de nuevo, trabajando el “músculo” un
poco más fuerte—. Además, después de la guerra, todo era tan caro
que estaba fuera del alcance de todos, excepto para aquellos a los
que los militares daban un trato preferencial, y para ellos también se
agotó. Para cuando llegaron a mí, todo lo que quedaba era mierda,
piezas baratas. De todos modos, no importaba porque se suponía
que estaba muerto —Me encojo de hombros—. Y como yo era basura
de estación, a nadie le importaba.
Su boca se frunce. —Eso es terrible. Lo siento.
Gruño. ¿Qué más puedo decir? Es la vida. La mierda pasa.
Intentas rodar con los golpes.
Se acerca a mi pie, me quita la bota y cuando mi “piel” se contrae,
ella también comienza a frotarla. Me siento extraño al tener a una
mujer bonita trabajando en el mantenimiento de mis extremidades
con su toque... pero se siente bien. Por lo general, solo le doy un
ligero masaje a mi prótesis para ocuparme de lo peor, pero las
manos de Sophie son como magia, acallando la retroalimentación.
Es como si mis miembros necesitaran más estímulo del que les estoy
dando, y sus suaves manos lo están proporcionando.
Si no tuviera tanto dolor, mi polla probablemente estaría tan dura
como el acero, pero afortunadamente, ja, afortunadamente, el dolor
punzante en mis extremidades se ha ocupado de eso.
—Todo el mundo aquí en esta estación es cruel —comenta Sophie
mientras frota mi tobillo—. Te dijeron algunas cosas realmente
desagradables.
—¿Lo hicieron?
Su mirada se encuentra con la mía y hay una expresión de sorpresa
en su rostro. —¿No te acuerdas? Los hombres en el muelle
bromearon diciendo que sacaste tus extremidades de la basura. Y
dijeron cosas malas sobre que tenías una ooli por esposa.
Oh. Me encojo de hombros, frotándome el brazo todavía. Se siente
mejor ahora, pero mientras continúe tocando mi pierna, actuaré
como si estuviera luchando. Está mal de mi parte, pero no me
importa. Ella estaba preocupada por mí. ¿Ella pensó que las
autoridades del puerto hirieron mis sentimientos? Esta pequeña
humana es demasiado... amable. No es de extrañar que tiemble
como una cosa rota a la menor provocación. Probablemente ha
tenido una pesadilla desde que la sacaron de su planeta. —Tal vez lo
hicieron. No importa.
—Deberías haberlos detenido.
Niego con la cabeza. —Pueden decir lo que quieran, porque no
importan. Hago mucho más aquí como Lankham os'Riit, basura sin
valor. Nadie me mira dos veces. Eso se adapta a mis necesidades.
—¿Sin valor? —Ella parece ofendida en mi nombre incluso cuando
sus dedos amasan mi pie—. ¿Solo porque tus extremidades apestan?
—Son una señal de lo importante que soy, como todo lo demás —La
conversación se está metiendo en un territorio peligroso, y sus
manos hacen que mi polla se contraiga a pesar del dolor en el que
estoy, así que saco mi pierna de su agarre—. Soy basura de la
estación. Vengo de una familia pobre, y eso significó que me
enviaron al frente en la Guerra Threshian. Debería haber muerto,
pero me capturaron. Cuando finalmente se molestaron en
rescatarme del campamento de guerra, los militares estaban en tal
desgracia que a nadie le importaba lo que le sucediera a ningún
soldado después. Éramos un problema que tenían que solucionar.
Algunos de los tipos con mejores familias y clasificación obtuvieron
lo que quedaba de las prótesis, el resto de nosotros obtuvimos lo que
sobró —Me doy una palmada en la pierna mala—. Me miran, ven
partes baratas y saben que no importo. No vale la pena comenzar
una pelea.
Sus ojos son grandes y oscuros mientras cruza las manos en su
regazo y me mira. —Parece que tu gente te abandonó cuando
perdieron la guerra.
Ella no sabe ni la mitad. Quiero señalar con amargura que estuve
encarcelado durante un año después de que la guerra terminó, solo
porque nadie pudo molestarse en salvar a los que nos quedamos
atrás, pero no lo hago. Ella no necesita saberlo. Probablemente
rompería su demasiado frágil corazón humano. —Sí, bueno, ahora
sabes por qué prefiero estar solo.
Hay una expresión de lástima en su rostro mientras me mira, y no
me gusta. Me pongo de pie y me alejo cojeando. —Me voy a duchar y
usaré un poco de su agua caliente en lugar de la mía.
—Está bien —dice Sophie en voz baja—. Gracias por hablar conmigo,
por cierto. Aprecio que lo compartas. Me ayuda a entender las cosas
un poco mejor.
La miro, pero ella todavía está sentada en el suelo, sus piernas
dobladas debajo de ella, una mirada gentil en su rostro. —Gracias
por el masaje. —Roto mi hombro malo, haciendo una mueca de
dolor, pero los movimientos son fluidos al menos. —Ayudó.
—Claro. Una esposa ooli tiene que ser buena para algo, ¿verdad?
Yo... no tengo ni idea de qué decir a eso. ¿Está insinuando que le
gustaría ser mi esposa? Nervioso, aparto la mirada y corro hacia el
baño, cerrando la puerta detrás de mí en mi prisa por escapar.
SOPHIE
Una esposa ooli tiene que ser buena para algo, ¿verdad?
Dios, ¿por qué diablos dije una cosa tan tonta? Suena como un
coqueteo, incluso para mis mudos oídos, y gimo, enterrando mi
rostro entre mis manos. Este día debe haberme sacudido. Esa debe
ser la razón por la que estoy actuando de manera tan estúpida. Ha
sido más que aterrador aventurarse en la estación, usar una máscara
y rezar para que nadie pudiera ver a través de ella. Una mujer ooli
parece ser una buena opción para disfrazarse, aunque me siento mal
de que todos sean tan crueles con ellos. Me mantiene a salvo, al
menos, pero no me gusta escuchar las cosas horribles que todos le
dicen a Jerrok, directamente en su cara. Ha sido bueno conmigo
hoy, protector y comprensivo, y mi aversión por él está menguando
por el momento. Me ha cuidado. Me apoyó. Entendió mi pánico.
No es de extrañar que odie dejar su puesto. Todos han sido tan
crueles con él por sus prótesis cibernéticas, como si tuviera una
opción sobre ellas. Parece que todos los que se suponía que debían
darle la mano lo abandonaron. Que ha sido maltratado tanto por los
militares como probablemente por todos en su vida. No es de
extrañar que esté tan amargado. No es de extrañar que sea cáustico,
mordaz e impaciente. También quiero estar enojada por mi pasado,
pero soy demasiado vulnerable; en este momento estoy haciendo
todo lo posible para sobrevivir hasta que los hermanos va Sithai
regresen y yo pueda volver con ellos. No es que sienta que
pertenezco allí, pero tengo pocas opciones.
El agua del baño entra en acción y el olor a jabón llega a la
habitación del hotel. Pienso en cómo sus músculos se contrajeron y
saltaron, y lo frustrado que estaba con ellos. También arrastró un
poco la pierna hoy, y sospecho que sus prótesis le duelen más de lo
que deja ver. Miro el suelo duro y horrible con la fina manta encima.
No puedo hacer que Jerrok duerma allí. Parece el colmo de la
crueldad cuando hay una cama perfectamente grande en esta
habitación y solo ocuparé una esquina.
Quito las mantas gruesas y mullidas de la cama y las doblo a lo
largo, colocándolas justo en el medio de la cama como una barrera.
Arrojo las almohadas amarillentas y ásperas encima, formando una
pequeña fortaleza para separarnos. No es que importe si decide que
me va a hacer daño, pero... sé que no lo hará. Podría haberlo hecho
una docena de veces y ni siquiera lo ha intentado.
En todo caso, solo quiere que me vaya y lo deje en paz.
Yo sonrío ante eso. La irritación es mucho más segura para una
persona como yo que cualquier otra cosa.
La ducha continúa y me aburro. Me acerco a la unidad de video,
pero es un modelo con el que no estoy familiarizada y no puedo leer
el idioma impreso en los botones, así que no jugueteo con él. En
lugar de eso, hurgo con las luces de la habitación, las atenúo y toco el
interruptor para abrir el armario desplegable que emerge de la
pared. Hay una túnica vieja y asquerosa ahí (ew) pero en el fondo del
armario, hay un libro. Sorprendida, lo agarro, tocando la tapa con
asombro. Es un tapa dura muy viejo, la sobrecubierta está hecha de
un cartón grueso cubierto con tela roja, las letras doradas en relieve
se desvanecieron a casi nada.
Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis
Carroll.
Algo nuevo para leer. Totalmente encantada, aprieto el libro contra
mi pecho y me salto a la cama, sentándome en el borde. Alguien
abandonó esto, así que ahora es mío, ¿verdad? Incluso si pertenece
al hotel, me lo llevare a escondidas. Nadie aquí necesita un libro
humano. Lo estoy robando. Aturdida por la emoción, abro la tapa.
O lo intento. Todas las páginas están pegadas por un líquido viejo y
seco. Y dado que está en una habitación de hotel...
Grito de disgusto y arrojo el libro lejos de mí.
Hay un ruido en el baño y la puerta se abre de golpe. Jerrok se lanza
fuera de allí, agarrando una toalla fina como el papel a su cintura
mientras gotea agua en el suelo. —¿Qué? ¿Qué es? —Su mirada
dispareja me escanea, luego la puerta —. ¿Qué pasó?
Me estrecho las manos, como si eso pudiera desalojar a los piojos
invisibles. —Encontré un libro... ¡pero las páginas están pegadas!
Su boca se contrae cuando me estremezco, y mira el libro en el
suelo. —Sí... probablemente no quieras tocar eso.
—Asqueroso. Simplemente asqueroso. —Cruzo los brazos sobre mi
pecho, abrazándome.
—Alguien lo dejó por una razón —Se aparta el pelo mojado de la
frente y suspira—. No vuelvas a hacer ruidos así. Pensé que estabas
en peligro.
—Lo siento. —Lo miro e inmediatamente desearía no haberlo hecho.
La toalla está empapada con agua, delineando todo su cuerpo. Hay
una espesa ondulación de algo en su cadera, probablemente más
tejido cicatricial, pero mi mirada se dirige en cambio al prominente e
imperdible contorno de su pene contra la endeble tela. Su polla es
claramente gruesa y larga, y veo el crecimiento en forma de espolón
sobre su eje que tiene todo hombre mesakkah. También veo el
contorno de lo que parecen varios piercings.
Aparto la mirada, incluso mientras me pregunto qué aspecto tendrá
sin la toalla. No he visto muchos mesakkah desnudos. Tal vez en un
video ocasional o en una pelea de gladiadores, pero ahora tengo
curiosidad… y no debería. Absolutamente no quiero sentir
curiosidad por la polla de Jerrok.
Absolutamente no quiero ver esos piercings.
No.
Gruñe una especie de respuesta y se gira para ir al baño una vez
más. —Me vestiré y podrás darte una ducha. Todavía hay mucha
agua caliente. Los circuladores de la estación son mejores que los
que están en el asteroide.
—Bueno. —Antes de que pueda cerrar la puerta, dejo escapar: —
Puedes dormir en la cama, sabes.
Jerrok se gira para mirarme, su ojo mecánico gira un poco mientras
me mira a mí y luego a la cama. Mis mejillas se sonrojan porque
cuando se para de lado, realmente puedo ver el contorno de su polla
a través de la toalla mojada. Cuelga como el plátano más grande del
mundo entre sus muslos.
Plátano tachonado, susurra mi cerebro. Y ni siquiera está duro
aun.
Sin embargo, no me interesa el sexo. No lo hace. No quiero ser
tocada por ningún alienígena, no importa cuán interesantes puedan
ser sus genitales. No importa lo amable que haya sido conmigo hoy.
Mi cerebro está actuando en mi contra, lo sé. Me hace pensar que
Jerrok significa seguridad, y probablemente estoy tratando de
unirme a él a través de medios sexuales como una forma de
salvaguardar mi seguridad. Eso es todo.
Me mira con el ceño fruncido, su mano todavía agarra esa toalla
inútil hasta su cintura. —¿Estás renunciando a la cama? ¿Quieres
dormir en el suelo?
—No, la cama es lo suficientemente grande para los dos. —Hago un
gesto hacia la almohada fuerte en el medio—. No es una invitación al
sexo, por supuesto. Solo a dormir.
—Por supuesto —dice, con la voz plana—. Porque he sido tan
incapaz de quitarte las manos de encima.
Y ahora está irritado de nuevo. Puedo lidiar con la irritación, decido.
—Solo lo estoy diciendo porque he conocido suficientes alienígenas
que piensan que una humana es un premio fácil para cualquier polla
que se ponga dura, ¿de acuerdo? Solo duerme en el piso si te molesto
tanto. Pero esa mitad de la cama va a quedar vacía, ¿de acuerdo?
Gruñe de nuevo y vuelve a desaparecer en el baño, y me pregunto
para qué me molesté en ayudar.
Jerrok

Aunque la cama es suave y cómoda, no puedo dormir. Al otro lado


del fuerte de almohadas, Sophie da vueltas y vueltas, todavía oliendo
a jabón de la ducha. Yo también huelo a jabón, y mi cuerpo ahora de
alguna manera piensa que porque olemos igual, Sophie es mía.
O tal vez sea solo una ilusión de mi parte. Porque a pesar de que hoy
fue un dolor en el trasero… todavía me gustó. Todavía me gusta la
compañía de Sophie. Tener a alguien con quien hablar en el largo
vuelo hasta la estación. Tenerla abrazándome mientras caminaba
por la estación. Me hizo sentir normal... y no tan solo. Sin embargo,
no es un sentimiento al que pueda permitirme acostumbrarme.
Sophie se mueve de nuevo en la cama, inquieta, y mis pensamientos
se vuelven hacia ella acostada allí. Intento ver esta situación a través
de sus ojos. Todo esto ha sido duro para ella. Está claro que a ella le
gusta esconderse tanto como a mí. Probablemente por eso está con
los hermanos va Sithai. Quiere esconderse del universo.
Por supuesto... el mejor lugar para esconderse es en una estación
supuestamente desierta en un asteroide...
Nah. Ella nunca querría eso. Nadie quiere estar cerca de mí por
mucho tiempo. Soy demasiado desagradable, demasiado
comprometido con mis formas. Demasiados pedazos rotos, y nadie
quiere molestarse en limpiar el desorden en mi cabeza. Está bien.
Froto mi brazo protésico, pensando en cómo lo tocó tan suavemente.
Ella no estaba disgustada por eso. No me miró como si fuera la peor
basura de la estación solo porque mis partes son basura. Tiene un
corazón amable, Sophie. Si el universo no se la come viva, sería
bueno estar cerca de ella por más tiempo.
Eventualmente me quedo dormido, pensando en cómo sería tener a
Sophie en mi estación por un tiempo. Para compartir comidas con
ella. Para desenterrar esos libros que arrojé a un rincón olvidado
hace mucho tiempo y ver su bonita cara iluminarse de entusiasmo...

Los recuerdos oscuros se arremolinan. Horas interminables,


esperando en una habitación fría y húmeda con la mano atada por
encima de la cabeza. Mi otro brazo se ha ido, así que no puedo
liberarme aunque quiera. Cada músculo está gritando de dolor, y mi
espalda se siente como el fuego por los latigazos que me han dado
una y otra vez hasta que me desmayé. Entra mi torturador. No tiene
nombre ni rostro, lleva una mortaja sobre la cabeza para que no se le
pueda identificar, pero sé que es un treshian. Puedo escuchar sus
mandíbulas hacer clic cuando se acerca, como si estuviera
chasqueando los keffing labios al pensar en torturarme. —¿Dónde
está el resto de su flota? —pregunta con voz seseante y saca un par
de toscos alicates.
Trago saliva, porque sé a dónde va esto. Uno. Dos. Tres.
Pero el conteo no le impide acercarse. Toma mi mano buena, atada
muy por encima de mi cabeza, y los alicates se acercan. —Dime o
esto podría salir mal.
Cuatro, cinco…
—Jerrok.
Una mano suave toca mi cara en una suave caricia. Se siente tan
bien que me inclino hacia ello, gimiendo. El torturador Threshian
hace una pausa antes de que pueda hacer lo peor y la habitación se
oscurece.
—Jerrok, despierta. Estás teniendo una pesadilla —La voz de Sophie
es dulce y suave, sus dedos cálidos mientras acaricia mi mejilla—.
Estás aquí conmigo. No te asustes. Estoy aquí.
La cámara de tortura se desvanece, junto con el dolor en mi mano.
Parpadeo para despertarme, solo para darme cuenta de dónde estoy.
Estoy en la habitación del hotel de la estación, en la cama blanda.
Las manos de Sophie ahuecan mi rostro y su cuerpo suave se
presiona contra el mío, su rostro a centímetros de distancia.
—Estoy aquí. —Me acaricia la cara con los pulgares—. No estás en
ese mal lugar. Estás conmigo.
Dejo escapar un profundo suspiro, tragando saliva mientras se
hunde. No estoy en Thresh III. No me están torturando. Estoy tan
aliviado que la agarro y la aprieto contra mi pecho, tragando aire.
Deja escapar un chillido de angustia cuando la agarro, pero luego
deja escapar una pequeña risa sin aliento. —Me alegro de que hayas
vuelto conmigo. Eso sonó... malo.
—Lo fue —me las arreglo para decir con voz ronca.
—Está bien. —Sus manos acarician mi brazo y apoya la cabeza en mi
pecho, todavía acariciándome. Su voz es rica y sedosa, tan agradable
que quiero sumergirme en ella. Sé que está siendo deliberadamente
dulce para calmarme, pero me gusta demasiado como para
señalarlo. No quiero que se detenga—. Me alegro de que hayas vuelto
y lograr despertarte sin recibir un puñetazo en la cara.
Por eso me toca. Ella me está calmando. Me siento mal por usarla,
sabiendo que probablemente odia esto, pero parece que no puedo
dejarla ir. Una parte de mí siente que si lo hago, el torturador
volverá con sus alicates, y tendré que vivir ese momento de nuevo.
—No te lastimaría.
—No estaba diciendo que lo harías a propósito —Sophie sigue
acariciando mi pecho—. No eres tú mismo cuando sueñas.
Ella está en lo correcto. No lo soy. Es por eso que no me gusta
dormir mucho. Los sueños siempre llegan. Prefiero trabajar hasta
desmayarme de cansancio.
Sus manos se mueven sobre mi brazo en pequeños círculos y me doy
cuenta de que está masajeando los ligamentos falsos y la
musculatura de mi brazo, como la criatura reflexiva que es. —
Lamento que no puedas dormir —continúa—. Siempre he tenido
ganas de dormir. Era mi forma de alejarme de donde estaba, ¿sabes?
Mi último amo solía quejarse de que dormía demasiado. Que
siempre me dormía durante las fiestas o cuando él quería lucirme.
No se dio cuenta de que era el único lugar al que podía ir para
alejarme de él —Sus dedos se deslizan por mi brazo—. Lamento que
no tengas ese consuelo.
Agarro su túnica de dormir con fuerza, medio asustado de que se
separe de mí de nuevo. No quiero dejarla ir.
Nunca.
El pensamiento es estúpido, e inmediatamente lo aparto de mi
cabeza. No soy tan necesitado. Puedo arreglármelas bien sin una
mujer a la que aferrarme mientras lloro sobre mis sueños. —No
pienses en el pasado. Está hecho. No tienes que volver nunca.
Sophie no dice nada. Sin embargo, no se levanta. Ella solo sigue
acariciando mi brazo, su cabeza descansando en mi pecho, y
mientras pasan los minutos de silencio, me pregunto si alguien la ha
consolado alguna vez. ¿Ha sido completamente abandonada por el
universo después de que la masticara y escupiera? Algo me dice que
sí, lo ha sido. Ella está tan rota como yo, solo que de diferentes
maneras.
Con vacilación, levanto mi mano para acariciar su cabello. Quiero
decirle que no dejaré que los esclavistas la vuelvan a tocar. Quiero
decirle que siempre tendrá su libertad conmigo en mi asteroide. No
es el mejor de los lugares, ni es glamoroso. Y no soy la mejor
compañía. Pero allí siempre estará libre y nadie la lastimará. Puede
quedarse conmigo todo el tiempo que quiera, incluso si los va Sithai
nunca regresan. Incluso si se queda con esa fiera que caga por todas
partes y come demasiado. Vendería más chatarra para que funcione.
Toco su cabello y es tan suave como nada que haya sentido antes.
Como la seda. Por supuesto que es suave. Sophie es la más suave y
hermosa de las criaturas. Por eso vive con tanto miedo. Sabe que
cualquiera que la vea por lo que es, una humana atractiva, intentará
robarla. Ella vale una fortuna en créditos, y me la han confiado para
mantenerla a salvo.
Ella es vulnerable aquí de una forma en la que yo nunca lo he sido.
Incluso como Lankham, me dejan solo. Sin embargo, ha sido tan
valiente hoy. Abro la boca para decírselo...
La puerta de la habitación del hotel se agita.
Sophie se sobresalta, sus ojos se agrandan por el miedo, justo
cuando escucho el pitido de la cerradura siendo anulada.
Jerrok

Salto de la cama mientras mis partes gimen en protesta. Mi brazo


cruje cuando toco el panel de armas que había instalado y una hoja
sale disparada, justo sobre mi muñeca. Toco el brazo de Sophie y
puedo sentir su temblor cuando la segunda cerradura de la puerta
suena, y luego se calla.
—Ponte detrás de mí —le digo—. Yo te protegeré.
Sophie lo hace de inmediato, sus manos en mi espalda mientras se
encoge. Repaso mentalmente las modificaciones de mis prótesis.
Tengo una cuchilla de choque en la pierna, pero tardaré más en
sacarla. Puedo usar mi brazo cibernético como escudo, ya que el
dolor sería fantasma en lugar de real.
Puedo proteger a Sophie. Soy bueno con los cuchillos. Es probable
que se trate solo de un ladrón callejero de la estación que tiene un
trato con el hotel y roba a los huéspedes, compartiendo la toma con
quien entregue las llaves en la recepción.
Una figura oscura y encapuchada se cuela en nuestra habitación.
Me pongo rígido, empuñando mi espada, listo para atacar. Sophie
está completamente en silencio detrás de mí, pero puedo sentirla
temblar.
—¿Interrumpí algo? —Llega una voz femenina familiar—. Por favor,
díganme que los interrumpí.
Me relajo incluso cuando la mujer toca el panel de luz y la
habitación del hotel se inunda con una luz brillante artificial. —¿Qué
diablos estás haciendo aquí?
Bethiah se baja la capucha y me lanza una sonrisa demasiado alegre.
—Escuché que Lankham estaba aquí con la esposa más fea en tres
galaxias, así que tuve que venir a verlo por mí misma. Por favor,
dime que no estás follando una ooli. Tienes mal gusto, primo, pero
seguramente no tanto.
Yo suspiro.
—¿Bethiah? —Sophie mira detrás de mí, sus manos en mi brazo—.
¿Qué estás haciendo aquí?
Los ojos de mi prima se agrandan. —¡Oh, mira! ¡Es una de mis
pequeñas humanas favoritas! Ahora realmente quiero interrumpir.
—Bethiah hace un gesto hacia la cama—. Continúen. Vuelvan al
trabajo. Hagan como que no estoy aquí... a menos que quieran que
me una. Saben cuánto amo una aventura.
—No —digo con firmeza. Agarro una de las mantas de la cama y la
envuelvo alrededor de Sophie, que se ve extremadamente
confundida. Cuando me mira, niego con la cabeza. —Mi prima tiene
poco sentido del humor.
—Increíble —corrige Bethiah, recostándose en la cama como si fuera
su habitación de hotel—. Increíble sentido del humor. Y nadie me
dijo que estabas aquí con una mujer humana —Me lanza una mirada
lasciva—. Te has vuelto más atrevido, Jerrok. Me gusta.
—Cállate…
—Podemos compartir, como lo hemos hecho en el pasado.
Sophie se aleja de mí horrorizada. —¡Ew!
Puse mis manos en mis caderas, enfrentando a mi irritante prima
cazarrecompensas. —No hemos compartido en el pasado y lo sabes.
Bethiah traza un dedo sobre la cama. —Está bien, tal vez fue solo
una fantasía. Pero estoy dispuesta a experimentar si tú lo estás.
Ante la mirada de disgusto de Sophie, hago un sonido de irritación.
—Ella está diciendo esto sólo para sorprenderte. Eso es lo que hace
—Lanzo una mirada de enojo a mi prima—. Ella te toma con la
guardia baja porque puede manipular a las personas más fácilmente
cuando están nerviosas.
—Además, es divertido —coincide Bethiah, trazando pequeños
patrones en la cama. Ella sonríe alegremente en mi dirección—. Te
ves como una mierda, primo.
Tomo la otra manta y la envuelvo alrededor de mi cuerpo,
consciente de mis cicatrices y prótesis en exhibición. —¿Tiene algún
punto esta visita?
Bethiah se sienta y hace pucheros. —Quiero decir, ¿sí? La tormenta
solar me dejó varada, así que me fui a beber. Los oficiales del puerto
tienen los labios sueltos y no podían dejar de hablar sobre Lankham
y su nueva compañera horriblemente fea, así que pensé en venir a
ver por mí misma si realmente estabas metiendo tu polla en una
boca de ooli, o si es más una situación de frotamiento, o…
Pongo una mano en el aire. —Para de hablar por favor.
Bethiah suspira dramáticamente y se deja caer en la cama. —
Escucho eso con demasiada frecuencia.
Me vuelvo hacia Sophie, que mira a mi prima con una mezcla de
confusión y angustia. El cabello de la humana está despeinado
alrededor de su rostro, una nube de enredos, y mi mano ansía
tocarla, de nuevo. De alguna manera, no creo que eso suceda.
—¿Ella es tu prima? —Pregunta Sophie con el ceño fruncido.
—Desafortunadamente. —Miro a Bethiah. No nos parecemos en
nada, a pesar de que nuestras madres eran hermanas. Mi prima es
alta y delgada, su cabello recogido en docenas de trenzas
artísticamente decoradas entre un par de brillantes cuernos
perfectamente cuidados. Su ropa es fresca y ordenada, y conociendo
a Bethiah, sus armas son de vanguardia.
Yo, solo soy un desastre. Cuernos oxidados, partes oxidadas, ropa
gastada. No es de extrañar que Sophie esté tan llena de incredulidad.
Sostengo las mantas más apretadas alrededor de mi pecho. —Me
gustaría dormir un poco antes de tener que llevarnos de regreso a mi
estación, así que ¿podemos reservar la visita para la mañana? —
Chasqueo.
—Mal genio —dice Bethiah, sentándose. Ella finge susurrarle a
Sophie—. Es un poco irritable.
—Lo sé —dice Sophie.
Frunzo el ceño a ambas.
—Oh, oye, ya que estás aquí, ¿quieres ayudarme con mi
recompensa? —Bethiah pregunta, agitando sus pestañas mientras se
pone de pie—. Es fácil. No paga más que monedas de bolsillo, pero
pensé que lo comprobaría y todo.
Froto una mano sobre mi mandíbula, cansado. Mi prima, como
siempre, habla rápido como si estuviera hecha de pura energía.
Estoy exhausto y quiero un carcinogel. Mal. Más que eso, solo quiero
estar en casa, lejos de todo. —¿Nos despertaste para pedir ayuda con
una recompensa?
—Bueno, esperaba que no estuvieras durmiendo. Nuevo compañera
y todo eso. —Bethiah me mira fijamente—. Quiero decir, no tenía
idea de que conocías a la pequeña Softie5 aquí…
—Sophie…—interrumpe la humana.
—... pero buena elección. —Bethiah me sonríe, ajena a Sophie—.
Tiene lindos flancos.
Sophie hace un sonido de indignación. —Estamos fingiendo estar
emparejados para poder comprar comida. He estado usando un
disfraz.
—Oh. Bueno, eso es mucho menos emocionante de lo que se me
ocurrió —Bethiah toca su comunicador de muñeca—. Déjame abrir el
archivo. Esta también es una humana. Todas se conocen, ¿no? Tal
vez conozcan a esta.
Miro a Sophie malhumorada. Escuché el disgusto en su voz cuando
le dijo a Bethiah que estábamos fingiendo. Por supuesto que nunca
querría estar con alguien como yo. Me dejé llevar por el momento.
Demasiado distraído por su toque. No dejaré que eso vuelva a

5
Juego de palabras con su nombre ya que Soft significa suave.
suceder. Frunzo el ceño a mi prima y a Sophie, esperando a que
Bethiah termine de hablar sobre su recompensa para poder irse.
—No todos los humanos se conocen entre sí —murmura Sophie,
mirándome.
Yo la ignoro. —Solo haz esto rápido. No puedo pilotar con una hora
de sueño, y no quiero quedarme aquí más tiempo del necesario.
—Un praxiian buscando a su mascota que se escapó —dice Bethiah,
ingresando información en su comunicador—. No hay escaneos de
video, por desgracia. Me han dicho que es joven y bonita y que se
llama Grothtauk.
Mi traductor interviene con una respuesta. Grothtauk es praxiian
para: “Dormilona”.
Miro a Sophie, recordando lo que dijo antes. Ella se ha puesto
completamente pálida, su boca apretada. Pero se las arregla para
negar con la cabeza. —No la conozco.
SOPHIE

La cazarrecompensas no deja de hablar. Ella sigue parloteando,


hablando de la tormenta solar y los precios en el bar, y yo solo quiero
poner mi cabeza en mis manos y gritar. Y gritar. Y gritar.
Hay una recompensa por mi cabeza. Por supuesto que sí. Mi dueño
no dejaría que su precioso juguete para follar desapareciera sin
intentar recuperarlo. Pensé que sucedería, pero también esperaba
que terminara como la mayoría de los carteles de "mascotas
perdidas", en gran parte ignorados por el público. No pensé que
nadie intentaría recuperarme, de verdad.
La necesidad de esconderme es abrumadora, pero no hay adónde ir.
—Ah, bueno, así es la vida —dice Bethiah, tumbada en la cama como
si perteneciera aquí—. Entonces, ¿cuándo van a regresar ustedes dos
a ese pozo al que llamas hogar, Jerrok?
—Tan pronto como pase la tormenta. —Cruza los brazos sobre el
pecho y cada centímetro se ve tan hosco y brusco como la primera
vez que lo conocí—. No era como si quisiera estar aquí de la noche a
la mañana. Simplemente quedamos atrapados por el clima.
—¡Sin embargo, esto terminó siendo afortunado! Una breve reunión
familiar.
—Qué suertudos —dice Jerrok con sarcasmo.
Bethiah parece inmune a su pésimo humor, ignorándolo mientras
me mira. —Entonces, ¿cómo están esos grandes y fornidos hermanos
va Sithai? ¿Los tomaste a todos para una prueba de manejo como te
dije?
—No —me ahogo. La idea de tocar a uno de ellos me repugna.
Fueron amables conmigo. No quiero devolver la bondad con mi
cuerpo. Quiero volver a ser normal. Quiero volver a querer a alguien
antes de tener ganas de meterme en la cama con él—. No me
interesa.
—Los praxiians te dieron hambre de un tipo peludo, ¿eh?
—¡No! ¡No quiero a nadie! ¡En absoluto! —La urgencia de huir me
golpea de nuevo, y miro a Jerrok. Tampoco parece emocionado, sus
hombros están tensos y su boca plana por la irritación. No estoy
segura de sí está molesto conmigo o con nuestra visitante, o si
simplemente está siendo su malhumor normal. Él solo frunce el
ceño, el cuerpo rígido. Recuerdo lo agradable que estaba cuando lo
desperté, lo suave que estaba su rostro mientras acariciaba mi
cabello. Ese hombre se ha ido, y el viejo y gruñón Jerrok ha
regresado.
Tal vez esté pensando en dejar que su prima tome la recompensa
por mí. Tiene que ser obvio que soy yo, ¿verdad? Bethiah no lo ha
descubierto, pero eso no significa que no lo hará. ¿Cuántos
humanas fugitivas, huyendo nada menos que de los praxiians,
puede haber?
La urgencia de huir se vuelve abrumadora, y cuando Bethiah
comienza a charlar de nuevo, me doy la vuelta y me dirijo hacia el
baño, cerrando la puerta detrás de mí. Aquí no hay un inodoro con
forma de asiento como en la Tierra, así que me siento en el suelo,
enterrando la cabeza entre las manos y esperando a que el pánico
disminuya. Oigo hablar a Bethiah, con sorpresa en su voz, y luego
Jerrok le responde bruscamente. No puedo entender lo que están
diciendo, ni quiero. Solo quiero que todo esto desaparezca.
Extraño a Sleipnir. No me siento segura sin él a mi lado. Se comería
a Bethiah y entonces no tendría que preocuparme por ser arrastrada
de regreso a mi antiguo amo. Me invade un intenso anhelo por mi
carinoux. Solo ha sido mío desde hace unos días, pero no me di
cuenta de cuánto afectó mi estado de ánimo.
Ahora mismo, me siento sola.
Eventualmente se vuelve silencioso en la habitación, los sonidos de
la discusión terminan. Espero a que Bethiah entre y me arrastre, con
todo el cuerpo tenso, el corazón latiendo con fuerza.
Llaman a la puerta. —¿Puedo entrar?
Es Jerrok. Por alguna razón, lo encuentro sorprendente. Entonces,
¿me va a entregar a su prima? —Vete.
Él ignora eso, probando la manija de la puerta antes de escuchar el
pitido de una anulación. Aprieto la mandíbula, mirándolo, mientras
él entra al baño con la tarjeta en la mano. La deja en el mostrador
más cercano y la manta desaparece de sus hombros. Lleva sus
pantalones y nada más, como estaba cuando dormía. —Bethiah se ha
ido. Estoy seguro de que se presentará en mi estación en unos días
solo para ser una plaga, pero por ahora, fue a beber de nuevo.
—Excelente. —Abrazo mis piernas más cerca de mi pecho, deseando
que se vaya.
Para mi sorpresa, se mueve hacia el pequeño lavabo y se baja al
suelo, sentándose a mi lado con un crujido de piezas y articulaciones
que suena doloroso. Sin embargo, no se queja, simplemente apoya la
espalda contra la pared a mi lado y me mira con esa extraña e
intensa forma suya.
—Ella sabe que eres tú —dice Jerrok, y su voz es más suave que
nunca.
Me pongo rígida, el terror estalla a través de mí. —¿Entonces ella
regresará a buscarme?
—No. Estás a salvo —dice—. No la dejaría, incluso si quisiera. No
apareció solo para visitar. Esta era su forma de advertirte. Mi prima
siempre tiene un plan, incluso si lo hace de la manera más irritante
posible. —Levanta una pierna y apoya el codo en ella—. Ella se
sentará en tu recompensa.
—¿Sentarse? ¿Qué significa eso?
Me mira. —Cuando alguien publica una recompensa a través del
gremio, puede ser reclamada por un cazador. Se la asigna en ese
momento, por lo que nadie más trabajará en esa recompensa y se la
robará a alguien más. Los cazarrecompensas tienen un método de
postergar recompensas particulares que no creen que sean correctas,
o que apuntan a sus amigos. La reclaman en el sistema de gremios,
luego la guardan hasta que se agota el tiempo y la solicitud original
tiene que ser reenviada o simplemente cerrada por completo.
Bethiah está sentada en varias recompensas para que nadie más
pueda tocarlas. —Me empuja con el hombro—. Ella también tiene
una conmigo.
Lo miro, algo de mí ansiedad se desvanece ante esta confesión. —
¿La tiene?
Jerrok asiente. —Se suponía que debía devolverle a los militares
estas partes que me prestaron tan generosamente. —Su boca se
tuerce en una sonrisa irónica—. No pensé que merecieran los
créditos, así que nunca devolví ni una sola moneda. Pusieron una
recompensa por mi cabeza, y mi prima ha estado sentada en ella
durante seis años.
—Pero es diferente. Son primos. Ella no tiene ninguna razón para
protegerme.
Para mi sorpresa, sus mejillas se oscurecen en un rubor. —Le dije
que estás conmigo. Si cree que somos compañeros, no nos
molestará. Quiere que encuentre una compañera, supongo. Dice que
soy demasiado solitario. —Él desvía la mirada—. Si vuelve a
aparecer, no quiero que te preocupes por eso. Mi prima es molesta y
habladora y piensa que es más inteligente que todos en la sala, pero
tiene una racha honorable. No te venderá.
¿Le dijo que somos compañeros? ¿Jerrok y yo? —Debe haber sido
doloroso para ti mentir sobre eso: ser mi compañero.
Se ruboriza de nuevo, luciendo como un niño en lugar de un
superviviente con cicatrices de batalla. Jerrok se aclara la garganta y
mira a todas partes menos a mí. —Es solo una mentira. No significa
una keffing cosa. Le diría que estoy follando a un ssithri si eso la
hiciera callar.
No estoy segura de cómo tomar eso. Sus palabras son insultantes,
pero se sonroja y se siente incómodo. Tan extraño. —¿Cuándo
dejaremos este lugar? —Pregunto suavemente—. Quiero volver... a
Sleipnir. — A casa, casi digo, pero no tengo casa.
—La tormenta debería desaparecer en unas pocas horas —dice
Jerrok—. Verifiqué con los muelles y deberíamos estar listos para
irnos por la mañana. Intenta dormir un poco.
Claro. Como si pudiera dormir, sabiendo que hay una recompensa
por mi cabeza. —Creo que ya no estoy cansada. Solo me voy a sentar
aquí un rato.
—Yo me quedaré contigo. —Cambia su peso y todo cruje.
Me pregunto qué tan difícil será para él quedarse aquí conmigo. No
puede ser cómodo. —Si me levanto, ¿te levantarás tú?
—No, me encanta sentarme en un piso sucio en un baño en medio
de la noche sin ninguna razón. Es mi actividad favorita. —El
sarcasmo gotea de cada palabra—. Tal vez si tengo suerte, estaré
sentado en una vieja mancha de orina.
Pongo los ojos en blanco. Jerrok el idiota ha vuelto con toda su
fuerza. Me pongo de pie y le tiendo la mano. —Bien. Vamos al menos
a sentarnos en la cama, ¿de acuerdo?
Espero que ignore mi mano, pero para mi sorpresa, la toma.
Jerrok

El alivio de Sophie por estar de vuelta en la estación es palpable.


Está prácticamente cantando de emoción cuando aterrizo el
transbordador en la bahía de atraque, y cuando entra corriendo para
saludar a Sleipnir, puedo escuchar sus pequeños gritos de felicidad a
través de las puertas. Cuando llevo la primera caja de fideos al área
principal de trabajo, encuentro a Sophie en el pasillo, tendida en el
suelo con el gran carinoux acurrucado contra ella. Ella le rasca la
cabeza y lo acurruca, murmurando palabras de amor mientras la
cosa le frota la cara por todo su cuerpo.
Nunca he estado tan celoso de un maldito animal.
—Veo que no se murió de hambre —refunfuño cuando paso junto a
ellos.
Ella solo se ríe y se acurruca un poco más con el carinoux. —Es un
buen chico. ¡Te extrañé mucho! —Se levanta, se quita el polvo de la
ropa y se vuelve hacia mí—. Lo siento. Te ayudaré a guardar los
suministros.
—Lo tengo. No dejes que interrumpa tu momento.
Sophie me ayuda de todos modos, tomando las cajas más pequeñas
de comida y transportándolas a la esquina de mi área de trabajo, en
el espacio que he designado para ello. Deja la última caja y mira a su
alrededor mientras yo saco uno de los trozos de carne deshidratados
para alimentar a su bestia. —¿Sabes lo que estoy notando? Esta
estación es mucho más grande que el área que usas. Hay toneladas
de habitaciones pero solo usas estos dos pasillos y el terrario. ¿Por
qué es eso?
Me encojo de hombros. —¿Porque no necesito más?
—Supongo que tiene sentido. Pero cada habitación es un desastre —
Hace un gesto hacia las cajas—. Podrías limpiar otra de las
habitaciones y poner tus alimentos allí, por ejemplo, en lugar de
tropezar con ellos aquí.
—No pedí tu opinión —digo con amargura.
—No, pero lo entiendes de todos modos. —Un poco de su fiereza ha
regresado ahora que se ha reunido con su mascota protectora. Ella
toma la bandeja con el gran trozo de carne y se aleja con ella, el
carinoux enrollando su largo cuerpo alrededor de sus piernas como
si la echara de menos ferozmente. Por extraño que parezca, me
siento menos resentido con la criatura. Se siente segura con él
alrededor y el carinoux la adora. Ella merece sentirse segura.
Mi área de trabajo se ve igual que siempre, como si nunca me
hubiera ido. Puedo volver al trabajo como si nunca hubiera hecho
una pausa. Agarro la pieza de motor más cercana para desmontarla y
desguazarla, y me pongo a trabajar. Normalmente no me importa.
Es algo que hacer para mantener mis manos y mi mente ocupada.
Puedo trabajar durante horas en extracciones complejas de chips y
cristales impulsores, solo porque se necesita paciencia y eso es algo
que tengo en abundancia.
Hoy, sin embargo, en lugar de concentrarme en la tarea en cuestión,
sigo preguntándome qué está haciendo Sophie. Después de que
guardamos los suministros, desapareció en su habitación. Pasan las
horas y, por alguna razón, el día parece detenerse. Odio eso. Odio
que me importe. Odio seguir pensando en la forma en que masajeó
mis extremidades y me pregunto si ella también piensa en eso.
Cuando mi estómago gruñe, preparo una gran cantidad de fideos
para comer. Sophie no ha salido a preguntar por la comida, así que
coloco más por si quiere salir y pasar tiempo conmigo. No es que ella
lo haga. Pero solo por si acaso. Dejo reposar los fideos un rato,
esperando, y cuando todavía no hay señales de la humana, me
reprendo por ser tonto y como. ¿Por qué pasaría tiempo conmigo
ahora? No tiene sentido. No le gusta mi compañía, ¿y por qué
debería hacerlo? Soy cruel con ella. Me odio a mí mismo por siquiera
pensar en eso. Estoy bien solo.
Incluso mejor.
Aun así, los fideos se van a echar a perder si nadie se los come.
Echo un vistazo a la olla de comida varias veces mientras vuelvo al
trabajo, pero Sophie sigue sin venir, ni siquiera para saludar. Mi
estado de ánimo se vuelve más amargo a cada minuto.
Si quiere esconderse de mí, está bien. Le diré que la comida está
lista y que es la última vez que le dejo sobras. Ella puede alimentarse
sola en el futuro. Irritado, froto mi brazo tembloroso mientras
recorro los pasillos hacia su habitación.
Sin embargo, su habitación está vacía. La cama está pulcramente
hecha, los pisos relucientes y el libro está en la esquina de la cama,
boca abajo y abierto, como si lo estuviera leyendo de nuevo. Pienso
en su decepción con el libro en la habitación del hotel en la estación.
Debe gustarle mucho leer.
Tampoco hay rastro del carinoux, así que voy habitación por
habitación, abriendo puertas y buscando al dúo alborotador. ¿Voy a
encontrar a Sophie escarbando en las partes almacenadas en las
habitaciones abarrotadas? ¿O está escondida de nuevo, como lo hizo
cuando apareció Bethiah?
Eso... no se me ocurrió, y mis pasos se aceleraron. No me gusta la
idea de que ella esté asustada. ¿Qué pasa si me he estado quejando
todo el día sobre su desaparición y ella ha estado temblando de
miedo, escondiéndose? Mi estómago se aprieta. Mis pasos se
aceleran, y aunque mis prótesis son pesadas, corro por el otro
pasillo, buscando señales de Sophie en apuros. Ella había estado tan
feliz antes, tan emocionada de estar de vuelta con su mascota, que yo
estaba resentido con ella.
Nadie nunca ha estado tan feliz de verme.
Corro hacia el terrario... y resbalo sobre suelos mojados. Sophie está
allí de rodillas, lavando el suelo de baldosas del terrario. Todas las
hojas se han quitado de los caminos y se han colocado en un montón
ordenado, y algunas de las enredaderas que han crecido demasiado
han sido recortadas o colocadas en los enrejados. Las baldosas
relucen, recién lavadas y aún mojadas, y todo huele a limpio. A un
lado, el carinoux excava en una de las macizas de plantas, creando
un nuevo lío.
Sophie se detiene mientras yo me deslizo en la habitación, sus ojos
se abren con alarma. —¡Jerrok!
Me agarro por uno de los enrejados antes de que pueda caer sobre
mi trasero y hacer el ridículo. Mi cola azota mientras me enderezo. —
¿Qué diablos estás haciendo?
Parpadea sorprendida y arroja el trapo mojado a un cubo de metal
lleno de agua. —Limpiar después de que Sleipnir va al baño. Te dije
que lo haría —Señala los suelos de baldosas—. Y estas son tan
bonitas que me pareció una lástima dejarlas sucias. A toda esta
estación le vendría bien una buena limpieza, de hecho...
—Es mi estación —digo, las palabras más malhumoradas de lo que
quiero que sean—. Si quiero que esté sucia, entonces lo estará.
Ella solo me arquea una ceja. —¿En serio?
—En serio.
—Entonces, incluso si estoy totalmente aburrida, ¿no puedo
limpiar? —Hace un gesto hacia el terrario—. ¿Incluso si Sleipnir hizo
un desastre mientras no estábamos? Porque estabas enojado por eso
el otro día. Entonces, ¿cuál es? ¿Quieres que limpie después de él o
no?
Aprieto la mandíbula, tratando de pensar en una respuesta. Aquí
estaba yo, preocupado de que estuviera asustada y, en cambio,
estaba actuando como... como... como si este lugar fuera su
responsabilidad.
—Los fideos están listos —le grito, giro sobre mis talones y salgo del
terrario.
Jerrok

Si los animales pudieran mirar mal a la gente, el carinoux lo estaría


haciendo ahora mismo. Sophie come sus fideos en silencio en la
pequeña mesa que he instalado en mi área de trabajo, y la criatura se
cierne a su lado, mirándome. Me recuerda que tengo que mantener
mi tono agradable a su alrededor, y no alcanzarla o de lo contrario
volverá a morder mi brazo. Para mantenerme ocupado, saco un
componente del escudo disruptor y un par de pinzas diminutas,
tratando de sacar los costosos y delicados conductores de calor en
forma de joya que se pueden revender. La miro mientras trabajo,
viéndola comer con una expresión tranquila en su rostro.
—Lo siento si te molesté —dice Sophie después de unos minutos de
silencio—. Si no quieres que limpie en la estación, no lo haré. Es
sólo... me gusta tener un lugar agradable para vivir. Me gusta ver las
cosas restauradas a su belleza original. El terrario es bonito, pero
pensé que limpiar un poco lo haría aún más —Me ofrece una tímida
media sonrisa—. Lo siento si me sobrepasé.
Ahora ella se disculpa conmigo, y yo soy el que se siente como si lo
hubiera estropeado. Frunzo el ceño ante los alicates que tengo en la
mano, porque no puedo agarrarlos tan bien como quisiera. Mis
dedos son demasiado grandes y torpes para trabajar en el estúpido
componente. Lo tiro sobre la mesa, junto con las pinzas. —Si quieres
ser útil, saca esas partes brillantes por mí.
Deja a un lado la comida a medio comer y toma el componente con
entusiasmo, dándome una sonrisa tímida mientras lo hace. —Por
supuesto.
La miro trabajar por unos momentos, y sus pequeños dedos son
rápidos y ágiles, y es capaz de levantar los pedacitos más rápido que
yo, sin necesidad de orientación adicional. Ella es inteligente, esta
humana. Cruzo los brazos y la veo abordar el proyecto, tratando de
permanecer irritado con ella, pero cada segundo se vuelve más
difícil. Ella está tan… ansiosa por complacer. —No sé por qué te
molestas en limpiar la estación —le digo—. Ni siquiera te gusta estar
aquí.
Su lengua rosada asoma entre sus dientes mientras levanta un poco
y luego desaparece de nuevo en su boca. Deja el chip sobre la mesa y
me mira. —Me gusta estar aquí, de hecho.
Arrugo la frente. —¿Te gusta?
Ella asiente, concentrándose en su trabajo. —Está un poco
deteriorado, claro, pero es acogedor y está escondido de todo. Estás
escondido. Nadie te molesta. Me gusta mucho —Su tono adquiere
una cualidad melancólica—. Se siente seguro aquí.
Su respuesta me sorprende. La mayoría de mis clientes de chatarra
se quejan de lo remoto que estoy, lo desconectado, lo inhóspito. No
se dan cuenta de que eso es parte del encanto de este lugar. —Me
gusta por las mismas razones —lo admito—. Me gusta que me dejen
solo.
—Entonces, ¿qué hay en el resto de la estación? —Ella pregunta—.
¿Está todo destrozado o hay habitaciones utilizables?
Me encojo de hombros. Nunca pensé mucho en eso. Tengo
suficiente espacio para mis necesidades y no he considerado
expandirme más allá de eso. —Algunos de los pasillos y habitaciones
necesitan más arreglos de lo que vale la pena molestarse, pero
supongo que hay más espacio habitable. Muchas de las habitaciones
están llenas de basura. Cosas que se quedaron atrás, o desechos
viejos que no tienen valor ni lugar.
Sophie me mira y nuestras miradas se encuentran de nuevo. Me
hace sentir incómodamente consciente de lo cerca que está... pero
también me gusta. —¿Entonces por qué te quedas con esas cosas?
—¿Qué quieres decir?
Hace un gesto hacia nuestro entorno con los alicates. —Sólo tíralo
todo al espacio.
Puedo sentir mi boca curvarse en una sonrisa irónica. —¿Y golpearlo
todo cuando pilote el transbordador?
Su boca marrón rosado se abre. —Oh. —Sus mejillas se sonrojan, y
luego se ríe, el sonido avergonzado—. Soy una idiota.
—No lo eres. Simplemente no has crecido en el espacio como yo.
Toda la basura, chatarra u otras cosas, debe ir a alguna parte. Hay
transportistas de basura, pero no pueden venir aquí porque es un
lugar oculto. Además, están los asteroides. —Me encojo de
hombros—. Podría llevar una carga a la nave de basura más cercana
para que la recojan... Simplemente no lo he hecho. No ha sido una
necesidad —Ella juega con los alicates, sin mirarme, y continúo—.
No fue una pregunta estúpida, Sophie.
Su sonrisa es tímida. —Transportistas de basura, ¿eh?
Asiento con la cabeza. —Tienen rutas en las principales rutas, sí —
¿Por qué estamos hablando de basura de todas las cosas? Pero por
alguna razón, es una conversación agradable. Quizás porque es con
ella. Todo con Sophie se siente… mejor.
Kef. ¿Por qué estoy pensando así?
—Bueno, si la basura está ahí por alguna razón, supongo que no
intentaré limpiar nada más. Es solo... un lugar ordenado me hace
feliz, ¿sabes? —Ella se encoge de hombros, un gesto tan fluido y
delicado que me lo memorizo para luego masturbarme como el
macho enfermo que soy.
—Puedes limpiar. No me importa. —La cabeza de Sleipnir se levanta
y trato de suavizar mi voz. Supongo que salió más brusco de lo que
imaginaba—. Te mostraré los alrededores mañana por la mañana.
Qué es seguro para jugar y qué no.
—¿Realmente no te importa?
Realmente no, quiero decir. ¿Cómo he pasado tan rápido de odiar
que la dejaran en la puerta de mi casa a anhelar su presencia? —Está
bien.
Su expresión se ilumina. —Bueno, me dará algo que hacer además
de leer mi libro por billonésima vez consecutiva.
—Tantas, ¿eh?
Sophie se ríe. —Quizás solo dieciocho. Pero he memorizado pasajes
enteros en este punto y se está volviendo un poco cansador. Me
gusta estar ocupada —Se muerde el labio, sus dientes blancos cruzan
contra esa boca fascinante. —¿Crees… crees que volverán por mí?
Parece que no puedo dejar de mirar su boca. Está ligeramente
húmeda, desde donde se mordió la parte más gruesa del labio.
Pienso en todas las cosas sucias que he escuchado sobre los
humanos, en cómo les gusta unir sus bocas sin barreras de plástico
para la higiene. Cómo son adictos al sexo, cómo simplemente
lamerán cualquier cosa que les pongas delante. Todo eso claramente
no es cierto, pero la boca de Sophie me hace preguntarme si pondría
su boca sobre mí... algún día...
—¿Jerrok?
Me muevo hacia atrás, casi derribando mi taburete en mi prisa. —
¿Qué?
Sleipnir gruñe y Sophie le pone una mano en la cabeza. —¿Los
hermanos va Sithai? ¿Crees que volverán por mí? —Su expresión se
vuelve un poco melancólica—. Sé que no soy muy importante en el
esquema de las cosas, pero me gusta esperar que sean algo
confiables, a pesar de que son corsarios —Se muerde el labio de
nuevo—. ¿Cumplen sus promesas? Supongo que eso es lo que estoy
preguntando.
Gruño para ocultar mi vergüenza por estar atrapado en un trance
mientras miraba su boca. —Creo que volverán por esa bestia —Hago
un gesto a su mascota.
—Oh. Supongo que tienes razón. —Por alguna razón, mi respuesta
no la hace feliz. En todo caso, parece más triste que nunca—. Es
valioso para cualquiera, supongo.
Su tristeza me desgarra. Me siento responsable, como si yo fuera la
razón por la que su sonrisa se ha atenuado. No me gusta, como
tampoco me gusta cuando Sophie está asustada. Ella debería estar
sonriendo y ser feliz todo el tiempo, llena de risas brillantes. La risa
de Sophie es algo tan alegre.
Tengo la necesidad de arreglar esas lágrimas. Necesito una
distracción. Cualquier tipo de distracción. —¿Querías aprender a
pilotar el transbordador?
Sophie jadea de placer, su expresión es puro placer, y siento ese
jadeo directo en mi ingle. —Oh, Jerrok —respira—. ¿Me enseñarías?
¿En serio?
—Siempre y cuando prometas advertirme cuando estés limpiando
los pisos —Resulta incómodo y forzado en lugar de confiado y
bromista como esperaba.
Ella se ríe. —Me aburro mucho. Mi mamá era ama de llaves en la
Tierra. Cuando se inquietaba, limpiaba las cosas. Supongo que
adquirí el hábito.
—Si estás tan aburrida, puedes ayudarme a desguazar algunos de los
restos más grandes —me encuentro diciendo—. Puedes sacar todas
las partes a las que no puedo llegar —Es una excusa para pasar
tiempo con ella, pero también podría hacer todo lo posible en este
punto. Conseguirme suficiente forraje para mis fantasías para que
incluso después de que Sophie se vaya con Adiron y sus hermanos,
tenga suficientes recuerdos para mantener mi mente ocupada
durante los próximos años. Sé que esta noche, cuando me acueste en
la cama, voy a estar pensando en lo de anoche, y en cómo ella se
acurrucó contra mí mientras acariciaba su suave, suave cabello...
… Hasta que mi agravante prima Bethiah lo arruinó todo al
aparecer.
Sophie me da la sonrisa más amplia y feliz que he visto hasta ahora.
—Me encantaría ayudarte.
Todo mi cuerpo se contrae al ver esa sonrisa. Es como si su felicidad
hiciera que todo en mi cuerpo reaccionara, incluso los circuitos.
¿Cómo puedo negarme? ¿Cómo podría negarle… cualquier cosa?
SOPHIE

Pasa una semana. Luego dos. Y las cosas son... buenas.


No hay noticias de los hermanos va Sithai, y estoy empezando a
darme cuenta de que me dejaron en la estación porque planeaban
irse por un tiempo. Después de todo, si fueran solo unos pocos días,
habrían soportado la masticación de Sleipnir, ¿verdad? Así que tiene
sentido pensar que se van a ir por al menos unos meses, tal vez
incluso más. Con esa comprensión en mi cabeza, no me preocupa el
silencio que viene de la Little Sister. Se darán la vuelta para
buscarme eventualmente.
Por ahora, puedo disfrutar de la estación de Jerrok.
Ahora que tengo cosas que hacer, es realmente agradable. Me
levanto por la mañana y me pongo mi suéter más viejo y más raído, y
luego desayuno con Jerrok. Sacamos los restos de una de las salas de
almacenamiento y nos ponemos manos a la obra para
desmantelarlos, destrozar todo y buscar chatarra. Muchas naves y
equipos sensibles están hechos con elementos raros: diamantes para
los conductores de calor, iridio y materia oscura para los variadores.
Cableado caro. Todo se puede sacar de una máquina rota y revender,
y así es como Jerrok se gana la vida. Sus manos no encajan en los
lugares más pequeños, así que puedo meterme y sacar los trozos más
selectos, y cuando me da un gruñido de satisfacción por lo que he
recuperado, me siento como una dinamo del desguace.
Es divertido destrozar cosas. A veces, Jerrok mantiene un circuito
en particular para reutilizar, pero en su mayor parte, se trata de
destrucción... y conversación. Pensé que estaríamos trabajando en
silencio, pero Jerrok me habla todo el día y me gusta escucharlo. Me
cuenta historias de él cuando creció en una estación, enloqueciendo
con otras “ratas de la basura” y vendiendo todo lo que recolectaban
durante el día para sus cenas. Me cuenta sobre la estación en la que
creció, la estación Haal Ui, y lo expansiva que era. Cómo su madre
había nacido allí y nunca se había ido. Cómo él y su prima Bethiah
tenían que valerse por sí mismos la mayoría de los días, porque
nadie tenía tiempo para mimar a sus hijos. Cómo había alas enteras
llenas de barrios marginales para los trabajadores, cómo los mineros
de asteroides solían aparecer, sucios y ruidosos, para tomar algo en
la cantina y él y sus amigos les robaban cuando se emborrachaban lo
suficiente. Suena miserable, y como Jerrok creció más pobre que
cualquiera. No es de extrañar que nunca haya tenido la oportunidad
de mejorar sus extremidades. No era de extrañar que a su gente no le
importara una mierda si lo dejaban atrás en la guerra.
Nunca habla de la guerra. Yo nunca pregunto. Hay algunas partes
del pasado que es mejor reconocer y pasar por alto. Sé exactamente
cómo es eso. Yo también quiero olvidar.
Entonces, cuando es mi turno de hablar, hablo de la Tierra. Hablo
de mi mamá, que tenía tres trabajos para poner comida en la mesa, y
de mi papá, que manejaba un camión de largo recorrido y solo
ocasionalmente volvía a casa, generalmente el tiempo suficiente para
pelear con mi mamá e irse de nuevo. Hablo de ir a la universidad y
dejarla, luego probar una variedad de trabajos, todos con diversos
grados de éxito, antes... bueno. Antes de irme. Y cuando las cosas se
ponen demasiado delicadas, hablo de historias. Hablo de programas
de televisión y le cuento a Jerrok toda la historia de Outlander, que
ya me he aprendido de memoria.
Se siente como si nos hiciéramos amigos y me gusta. Me encuentro
riendo y sonriendo todos los días. A Sleipnir también le gusta la
estación. Es un tipo curioso, y siempre hay algo nuevo en lo que
meter la nariz y masticar. Jerrok comenzó a tener el hábito de
despojar un artículo en particular de todos los objetos de valor, solo
para entregárselo a Sleipnir, quien se lo lleva a una esquina para
masticarlo.
Cuando mi estómago comienza a gruñir, hacemos una pausa y
comemos fideos para la cena. No hay videos para ver, ni música para
escuchar, ni nada, así que trabajamos un poco más después de la
cena, o salgo un rato al terrario y al jardín. Jerrok por lo general me
sigue, fumando uno de esos terribles carcinogel o simplemente
hablando en voz baja sobre nada en absoluto.
Es agradable. Siempre hay más por hacer, más por ver, más por
descubrir. Las plantas necesitan cuidados constantes, y Sleipnir es
un abrazador fantástico. Estoy haciendo todo lo posible por no
apegarme demasiado al carinoux, pero es difícil, es tan cariñoso y
atento, y la expresión de alegría en su rostro cuando le dan algo
nuevo para masticar me calienta el corazón. Sé que no puede ser
mío, pero a veces es bueno fingir.
Sin embargo, una mañana me despierto y salgo de la cama, besando
la ancha cabeza de Sleipnir y poniéndome las botas antes de
dirigirme a las habitaciones de Jerrok. Hemos estado excavando una
habitación adyacente a su área de trabajo, y cuanto más se despeja,
más me doy cuenta de que la habitación está llena de bonitos
paneles y un hermoso piso de mosaico. Una vez que esté libre, la
limpiaré y hablaré con Jerrok sobre convertirla en una sala de
recreación de algún tipo. Podemos sacar algunos asientos de uno de
los transbordadores averiados que flotan alrededor del asteroide y
hacernos un pequeño nido cómodo. Tal vez pueda trasplantar
algunas de las plantas más frondosas en macetas y agregar algo de
vegetación. Nos dará un lugar para pasar el rato juntos. Tal vez
incluso podamos preparar una mesa y jugar algunos juegos. Jerrok
ha mencionado de improviso algunas veces que es bastante bueno
con los palos, y no sé cómo jugar muchos juegos de cartas, pero tal
vez podamos encontrar algo.
Sin embargo, en el momento en que entro en la sala de trabajo de
Jerrok, me doy cuenta de que mis planes para el día no se llevarán a
cabo. Tiene círculos oscuros debajo de los ojos, y su cabello es
salvaje y desordenado, colgando en su cara. Está encorvado sobre un
equipo particularmente complicado, pelando cables, y apenas me
mira cuando entro.
—Te ves como algo que el gato arrastró —bromeo, mi voz
juguetona—. ¿Todo bien?
No me responde. Solo se encoge de hombros a medias y sigue
trabajando.
Eso me preocupa un poco, porque prefiero un Jerrok amigable y
abierto al imbécil gruñón y hosco. Sin embargo, estoy empezando a
conocer sus estados de ánimo. Por lo general, es imposible y, a veces,
francamente desagradable cuando está herido o cansado.
Últimamente no ha tenido pesadillas, pero también parece que no ha
dormido. —¿Quieres que haga el desayuno hoy?
—Sin hambre.
—Oh. —Agarro un paquete de fideos secos y me encojo de hombros.
Puedo comerlos mientras trabajo. —Entonces, ¿qué hay en el menú
para hoy? ¿Vamos a tirar de ese gran transbordador amarillo y
destrozarlo? ¿O finalmente me vas a enseñar a volar? —Es una
broma entre nosotros, que él me enseñe a volar. Todavía no hemos
tenido la oportunidad, solo por una variedad de cosas, y me gusta
bromear con eso.
Pero se limita a hacer una pausa y sus hombros se hunden un poco.
—No estoy... de buen humor hoy, Sophie. Probablemente deberías
dejarme en paz.
Es una señal de nuestra amistad que haya llegado tan lejos y no me
haya gruñido. En cambio, me está diciendo en voz baja que deje de
molestarlo. Por extraño que parezca, todavía hiere mis sentimientos.
—Oh. Está bien, claro. Solo iré a trabajar en el terrario, supongo. —
Dudo, agarrando la bolsa de fideos secos—. ¿Hay algo que pueda
hacer para ayudar? ¿Necesitas un masaje?
Su mandíbula se aprieta. —No. Solo necesito algo de espacio.
Me estremezco ante eso. Espacio. Es lo único que realmente no
podemos darnos el uno al otro, viviendo en este extremo de la
estación. —Lo tengo —Me meto la bolsa de fideos bajo el brazo y me
doy palmaditas en la pierna para que Sleipnir me siga.
Si Jerrok quiere espacio, se lo daré. Después de todo, me estoy
imponiendo en su territorio. ¿A quién le importa lo que Sophie
quiera, verdad?
Jerrok

Miro los familiares alicates en mi mano y me pregunto si debería


usarlos para arrancar mi estúpido brazo en lugar del capacitor que
tengo enfrente. Herí los sentimientos de Sophie. Es obvio por la
forma en que sale de la habitación, con los hombros rígidos y
orgullosos, y lo silenciosa que está. Una Sophie feliz es una Sophie
habladora. En las últimas semanas, a medida que nos sentimos
cómodos el uno con el otro, ella se ha ido abriendo poco a poco,
hablando más día tras día. Ella habla del clima. Habla de la estación.
Habla de la parte que está desmantelando, queriendo saber para qué
sirve. Es como ahora que la presa se ha roto, la hembra de ojos
solemnes ha sido reemplazada por una de sol y luz, y eso me hace
sentir más dolor por ella.
Eso es parte del problema.
Estar cerca de ella, respirar su aroma, ver sus sonrisas... es duro
para alguien tan acostumbrado a la soledad como yo.
Me hace querer cosas.
Cosas que no puedo tener.
Anoche, bostezó y se frotó el cuello, dándome una sonrisa
soñolienta antes de irse a la cama. La forma en que tocó su piel
permaneció en mi mente, e inmediatamente fui al baño, abrí la
ducha y me masturbe. Froté mi polla fuerte y rápido, tratando de
sacar la imagen de mi cabeza, pero cuando me fui a la cama, se me
quedó grabada.
Soñé con esa noche en la habitación del hotel, con Sophie
tocándome la cara. Soñé con sus manos deslizándose sobre mi
pecho, incluso mientras susurraba cosas suaves y sexuales. Sus
manos se deslizaron por mi frente, encontrando mi polla… y luego se
detuvieron.
Porque mi polla no estaba ahí. En su lugar, era más chatarra. Más
prótesis. Y la Sophie del sueño tenía una expresión de tal disgusto en
su rostro que me desperté en un charco de sudor. Mi estado de
ánimo ha sido malo desde entonces, y ninguna cantidad de trabajo
alivia el bajón que se cierne sobre mí. Por eso no puedo estar con ella
hoy. No puedo sacar ese sueño de mi cabeza, una combinación de lo
que más deseo con lo que más temo. ¿No ha dejado claro Sophie que
encuentra repugnantes a los hombres alienígenas? Dado su pasado,
eso parece natural. Entonces, soñar con ella es solo una invitación a
la miseria.
Así que trabajo por mi cuenta. O lo intento, pero las horas pasan
lentamente, miserablemente. Parece que no puedo concentrarme y
hay silencio en mi área de trabajo. Mucho silencio. Extraño la charla
sin sentido de Sophie sobre nada en particular. Extraño su compañía
y estoy enojado por eso. Me pongo las gafas protectoras sobre los
ojos y enciendo los lentes para poder concentrarme en la tarea que
tengo entre manos. La retroalimentación de la estación comienza a
zumbar en mi cabeza a través de las gafas, dando un resumen de los
sistemas de soporte vital y las pruebas del perímetro. Es una
retroalimentación silenciosa y pacífica que ayuda a mi cabeza a
enfocarse en lo que tengo delante y no en Sophie.
Sophie solo está de paso. No tiene sentido apegarse. Estoy mejor
solo, me recuerdo.
Siempre solo.
Saco un chip de flujo de un transistor cuando la retroalimentación
de la estación da un chirrido de alarma. Caída de la presión del
agua. Posible fuga en el sector T.
T es el terrario. No es de extrañar que haya una fuga allí, porque hay
toda una red de viejas tuberías y aspersores diseñados para regar las
plantas y mantenerlas creciendo. Toda la estación es vieja, así que de
vez en cuando tengo que ir a restaurar una o dos tuberías corroídas.
No es gran cosa. Pero Sophie está en el terrario, lo que significa que
voy a tener que verla, y mi estado de ánimo sigue siendo negro como
la noche... y ni siquiera es culpa suya.
Sin embargo, no puedo ignorar una tubería con fugas,
especialmente no una fuga lo suficientemente grande como para
activar las alarmas del sensor. Así que con un suspiro de disgusto,
me levanto del taburete y salgo de mi estación de trabajo,
dirigiéndome al terrario. Odio pasar una mano por mi cabello,
tratando de apartarlo de mi cara. Arreglarme la ropa. No me estoy
arreglando para una mujer. No lo hago.
Me abro paso por los pasillos hacia el terrario. En el momento en
que entro por la puerta, el aire se siente húmedo y espeso, y puedo
escuchar el agua saliendo de alguna parte. Definitivamente una fuga.
Sleipnir camina cerca de la entrada, su piel brillante y mojada. Se
frota contra mi pierna mientras entro, como si me animara a ir a
buscar a Sophie.
—Ya voy —refunfuño al carinoux—. No me empujes.
Sophie ha trabajado arduamente cuidando las camas cerca del
frente del terrario, y se ven limpias y ordenadas. El follaje todavía es
espeso y está cubierto de maleza en varias áreas en la parte posterior
de la gran cúpula y, por supuesto, la fuga estaría en una de ellas. No
veo a la humana, así que me abro paso a través de espesos nudos de
enredaderas, dirigiéndome hacia el sonido del agua silbando desde
una tubería.
—¡Ay! —Escucho mientras paso por encima de una enredadera casi
tan grande como el tronco de un árbol—. ¡Hijo de puta!
—¿Sophie? —Grito.
—Por aquí —responde la mujer, y luego maldice de nuevo en su
lenguaje humano.
Cuando finalmente me abro paso entre las plantas cubiertas de
maleza, un chorro de agua caliente me golpea en la cara y gruño.
¿Por qué siempre se rompen las tuberías de agua caliente?
Rápidamente miro el área, protegiéndome la cara con la mano. La
tubería rota es uno de los rociadores instalados en la pared que
recorre el perímetro de la habitación. Debería ser bastante fácil de
arreglar una vez que quite el agua. Sophie está de pie cerca, medio
escondida detrás de una planta espesa, con una hoja enorme frente a
ella como un escudo mientras intenta acercarse a la tubería rota y al
panel de control para apagarlo. Rociadores de agua caliente por
todas partes, humeantes en el aire.
—Retrocede. —Me dirijo hacia el panel, ignorando el rocío caliente
que empapa mi cabello y mi ropa. Cuando Sophie se dirige hacia la
tubería de nuevo, le hago un gesto para que retroceda—. No se puede
apagar desde allí. La tubería estará demasiado caliente para tocarla.
—Sí, me di cuenta de esa parte —comenta secamente—. ¿Así que
qué hacemos?
—Cerrar el agua en esta parte del terrario y reemplazar el área rota
—digo, quitándome la camisa para protegerme de la ráfaga de agua
caliente. La envuelvo alrededor de mi brazo cibernético, porque al
menos ese no se ampolla, y lo uso como un escudo para bloquear lo
peor del agua, porque por supuesto el panel que necesito está
directamente al lado de la rotura. Mi brazo envía todo tipo de
retroalimentación alarmante, mis circuitos se vuelven locos mientras
escribo la anulación. El flujo de agua caliente finalmente se detiene y
tiro mi camiseta mojada al suelo con disgusto. La retroalimentación
cruje a través de mí, haciéndome apretar los dientes, y puedo decir
que será uno de esos días en los que mis extremidades me causaran
un dolor sin fin.
Miro a Sophie. Está completamente empapada, su cabello oscuro
pegado a su cabeza sin cuernos y haciéndola parecer más pequeña de
lo normal. Su jersey está en un montón húmedo sobre el suelo de
baldosas. Sus brazos y piernas están cubiertos de barro, su cara
también está manchada, como si hubiera estado rodando en la tierra
como lo hace su mascota. Hay una expresión de disgusto en su
rostro que podría ser culpa.
—¿Qué tocaste? —Le grito.
—¡Nada! —Empieza a cruzar los brazos sobre el pecho y luego se
detiene, dejando que sus manos embarradas caigan sin fuerzas a los
costados. No puedo evitar darme cuenta de que su ropa interior, una
suave cáscara de una camiseta sin mangas y unos extraños
pantalones cortos para cubrir sus caderas, está completamente
empapada y se pega a su cuerpo, delineando todo lo que he
imaginado. Hay una mancha oscura entre sus muslos y sus pezones
están oscuros y duros contra la tela húmeda de su camiseta. Sus
pechos están delineados magníficamente en el material húmedo y
verla así, empapada y embarrada y sin embargo tan increíblemente
erótica, se va a grabar en mi mente.
—¿C-cómo se rompió? —Aparto la mirada de sus pezones, atrevida y
fascinantemente apretados, y trato de concentrarme en la tubería
rota. Ella no es mía para mirarla. No me pregunto por la sensación
de su piel, o qué es ese triángulo oscuro entre sus piernas.
—No lo sé —admite Sophie, y suena cansada. Se frota la frente con
el dorso de una mano cuando la miro, dejando una mancha de barro
a su paso—. Estaba trabajando en la cama del frente cuando escuché
que algo siseaba, y vine a mirarlo. Traté de apagar la tubería, pero
comenzó a disparar agua por todas partes y… —Ella extiende las
manos—. Boom. Desmadre.
Des-ma-dre. No sé qué significa, pero suena vagamente apropiado—
. Yo me ocuparé de esto. Solo toma a tu mascota y sal de aquí.
—Bien. —Sophie suena tímida y odio haberla asustado de alguna
manera. Ella duda, y cuando miro, se muerde el labio y hace un
gesto hacia la pila mojada de su ropa. —¿Puedes... odio pedírtelo,
pero puedes pasármela?
Entrecierro los ojos hacia ella, pero me inclino y recojo la ropa,
ignorando el crujido crudo de mis prótesis. Su jersey está empapado,
el material pesado y áspero, y se lo ofrezco.
Intenta tomarlo con su brazo en lugar de su mano, y yo agarro su
muñeca, volteando su mano. La palma de Sophie es de un rojo
brillante y se forman ampollas en su piel suave. Tomo su otra
muñeca en mi agarre, dejo caer la ropa, y la otra mano está igual y
gravemente quemada. —Sophie —murmuro, toda la ira desapareció
de mi voz—. ¿Qué hiciste?
—Bueno. —La humana deja escapar una pequeña bocanada de
aire—. Estaba tratando de ayudar, y toqué la tubería. No me di
cuenta de que estaba tan caliente. —Ella frunce el ceño hacia sus
manos—. No me dolieron hasta que las miré hace un momento.
—¿Y ahora?
Traga saliva y su boca suave se aplana solo un poco. —Está bien —
susurra—. Son sólo ampollas. Desaparecerán en unos días.
No está bien.
Sophie está herida y necesita que alguien la cuide. Puse una mano
en su hombro, tratando de no notar lo suave y tersa que es su piel
desnuda. —Ven conmigo. Te cuidaré.
—No es necesario…
—No pedí tu opinión. Dije que vinieras conmigo.
SOPHIE

Jerrok suena irritado conmigo, pero su toque es increíblemente


suave mientras me lleva fuera del terrario y por el pasillo. Tengo los
pies mojados y embarrados, y por dentro me encojo ante las
manchas sucias que dejo en los pisos recién lavados. Está
resbaladizo sin mis zapatos, y cuando casi pierdo el equilibrio,
Jerrok hace una pausa, pone su brazo debajo de mis rodillas y luego
me carga hasta su taller. Sin embargo, no me mira, y sospecho que es
porque estoy toda mojada y prácticamente desnuda. Noté que su
mirada se movía sobre mis tetas antes y luego se puso nervioso y no
me miró de nuevo hasta que descubrió mis manos.
Probablemente estoy violando algún tipo de ley de higiene
mesakkah al gotear agua por todo el lugar, y me siento terrible. El
pobre Jerrok no me quería aquí, y ahora estoy empeorando todo.
—Lo siento. —Mis manos palpitan al ritmo de mi pulso y se sienten
como si estuvieran en llamas con cada segundo que pasa. Sin
embargo, es mi propia y estúpida culpa, así que no hay nada que
hacer al respecto—. Solo dame algo de tiempo para componerme y te
dejare de molestar.
Jerrok me lanza una mirada extraña y me lleva a su banco de
trabajo. Mira la basura que cubre la mesa, y luego su cola se mueve
hacia la superficie y empuja todo a un lado, tirándolo al suelo. Con
un gruñido de satisfacción, el hombre alienígena me coloca sobre la
superficie muy, muy suavemente. —Espera aquí. Traeré algunas
toallas.
Me estremezco, mis pezones duros como diamantes contra el
material delgado y húmedo de mi camiseta. Sleipnir entra, agarra
una parte del suelo y se escabulle con ella de nuevo, y la vista de eso
casi me hace sonreír a pesar de mi dolor. Cuando Jerrok regresa,
inclino la cabeza hacia el carinoux, que me abandona. —No parece
que esté demasiado preocupado por mí para ser un gato guardián.
—Él sabe que estás a salvo conmigo —dice Jerrok, y coloca una
toalla alrededor de mis hombros, colocándola sobre mi pecho como
una capa caliente—. Dame tus manos.
—Son solo ampollas —protesté de nuevo, y me gané una mirada
penetrante de él—. De acuerdo —Doy la vuelta a mis manos
lentamente, descansando el dorso de mis manos contra mis rodillas
desnudas. He estado apartando las manos de mi cuerpo con cuidado
para no rozarlas y estoy tratando de no pensar en cómo voy a pasar
los próximos días. No puedo tocar nada. No puedo ayudar a Jerrok,
no puedo leer mi libro... nada. Ugh.
Jerrok mira mis manos, luego se mueve hacia un lado, toma sus
gafas y se las pone sobre las orejas. Su rostro está enmascarado
mientras zumban con los engranajes, y me doy cuenta de que esta es
la primera vez que los usa en mucho tiempo. Me recuerda a la
primera vez que lo vi, cuando estaba tan sucio que ni siquiera
parecía mesakkah, su piel tenía un sucio tono intermedio en lugar de
azul profundo. Mientras lo miro, para no tener que mirar mis
horribles manos llenas de ampollas, noto que se ha mantenido
limpio. Su ropa está limpia, no los trapos sucios que usaba antes, y
su cabello está enredado pero limpio.
Me pregunto si eso es por mí.
—Las has quemado bastante —señala.
—Lo sé. Dame unos días y desaparecerá... ¿a menos que tengas una
bahía médica aquí en la estación?
—Mmm. La desarmé por sus partes hace mucho tiempo.
—Por supuesto que sí.
Me mira, las gafas zumban y un atisbo de sonrisa toca su boca. —
Sin embargo, tengo un poco de crema anestésica. Y vendajes.
—En este momento, eso suena como el cielo —lo admito. El dolor
ardiente en ellas se está volviendo una distracción, el latido se vuelve
más intenso por minuto.
Jerrok asiente y luego se quita las gafas, su mirada se encuentra con
la mía. Parpadeo hacia él, fascinada por la tierna expresión de su
rostro. Incluso con un ojo cibernético y cicatrices en la esquina, es
guapo, creo. Ya no veo su mirada como discordante, sino
simplemente... la mirada de Jerrok. Y ahora mismo me está mirando
con una expresión feroz que es a la vez protectora y cariñosa. —
Aunque no puedo ponértela así.
Miro mi cuerpo. Las partes de mí que se asoman por debajo de la
toalla están manchadas de barro y suciedad. —Cierto. —Muerdo mi
labio, pensando—. Sin embargo, no estoy segura de poder hacer
mucho al respecto. ¿Podemos preocuparnos por eso más tarde?—
Ahora mismo solo quiero esa crema anestésica, y mucho.
—Te ayudaré a lavarte —dice con firmeza—. Una vez que te hayas
limpiado, puedo vendar tus manos por ti.
—Oh. Um, está bien. —Me pondría más nerviosa por la situación,
pero me dolían demasiado las manos—. ¿Estás seguro? —Cuando
asiente y me baja de la mesa, trato de no sisear ante la ola de dolor
que sube por mis manos mientras las rozo contra su frente.
—Te tengo —me dice.
Jerrok me lleva al baño y abre el grifo. Utiliza un cuchillo para
cortar mi ropa empapada en lugar de pasarlas por mi cabeza y
arriesgarme a tocar mi manos, y cuando estoy desnuda y temblando
frente a él, me rodea la cintura con un brazo y me guía hacia la
ducha. Su ropa se empapa mientras toma una toalla y suavemente
limpia el barro de mi piel. El agua está fría y mantengo mis manos
doloridas bajo el chorro mientras él me lava. No es sexual en lo más
mínimo, y dejó escapar un suspiro de alivio cuando terminamos y él
me seca la piel enérgicamente. Luego, como a un niño, me envuelve
en la toalla y me lleva de regreso a la mesa.
Estoy callada mientras unta mis manos con la crema anestésica y
luego las envuelve con cuidado con vendas blancas limpias de
película de plasma. Cuando termina, parece que tengo un par de
guantes de boxeo en mis manos, y la ridiculez de mi situación me
golpea. —Supongo que no voy a ser de mucha ayuda por un tiempo.
—Te lastimaste —dice, con una expresión obstinada en su rostro—.
En lo único que necesitas concentrarte ahora es en mejorar.
—Me siento estúpida —lo admito. Me pesan los párpados y lucho
contra el impulso de bostezar—. No puedo creer que me haya
lastimado así.
—No lo sabías. —Me levanta suavemente de la mesa y me deja en su
cama. —¿Es esto cómodo?
Asiento, mis ojos se cierran cada vez más. —No sé por qué estoy tan
cansada.
—Hay un agente adormecedor en la crema. Solo descansa. —Me
quita el pelo mojado de la frente—. Yo te cuidaré.
—Estoy acaparando tu cama, ¿no? —Las mantas huelen a él, todas
picantes y cálidas, y trato de moverme un poco—. Puedes venir a
dormir conmigo. Podemos compartir como lo hicimos en la
habitación del hotel.
Hay un momento de vacilación, y luego escucho el susurro de la
ropa mojada que cae al suelo. Antes de que pueda abrir los ojos para
ver qué piensa Jerrok, la cama cruje y se hunde cuando él se sienta
en el borde. Un momento después, su gran cuerpo está presionado
contra mi costado y está tan caliente que es increíble. —¿Estás
segura?
Asiento y doblo mis manos vendadas contra mi pecho,
presentándole mi espalda. —Gracias, Jerrok. Por cuidarme.
—Por supuesto.
Quiero permanecer despierta y hablar con él, pero la crema
anestésica funciona demasiado bien. Me escondo en las mantas,
suspiro y me dejo llevar por la cálida presión de su cuerpo protector
contra el mío. Es bastante gracioso, pero ni siquiera me molesta el
hecho de estar metida en la cama con él en lugar de compartir la
enorme cama que hicimos en el hotel. No me importa que esté
desnudo. Simplemente se siente bien estar aquí junto a él. Como si
fuera el lugar donde se supone que debo estar, para que él pueda
cuidar de mí.
Lo último que recuerdo antes de que el sueño me atrape es una
mano grande en mi cintura... y me gusta sentirla allí.
Jerrok

Me acurruco alrededor de la hembra dormida, incapaz de


contenerme. Debería salir de la cama. Dejarla en paz. No necesita
que me apriete contra ella, apiñándola en la cama. Ella solo necesita
descansar.
Me digo que me levantaré en unos minutos.
Pero entonces Sophie suspira y se acurruca contra mí, como si
quisiera que la abrace, y siento un... anhelo tan calido... que no
puedo evitarlo. Pongo mi mano en su cintura y la abrazo con fuerza
mientras duerme. Ya no tendrá permitido lastimarse. Me arruina
demasiado. Me costó pensar con claridad cuando hizo esos pequeños
sonidos de dolor en la garganta, sonidos que ni siquiera estoy seguro
de que se diera cuenta de que estaba haciendo. Sus manos la estaban
lastimando mucho y yo estaba tan concentrado en cuidarla que no
presté atención a la desnudez de su cuerpo.
Sin embargo, ahora lo estoy pensando.
Estoy pensando en las curvas suaves y redondeadas de su trasero y
en los pequeños hoyuelos que tiene en la base de la columna en lugar
de la cola. Estoy pensando en sus muslos fuertes y su piel suave e
impecable. Estoy pensando en sus elegantes hombros y esos pechos
erguidos con pezones apretados, y cómo se movían cuando los lavé,
cómo tomó aire cuando mis dedos los rozaron. Pienso en el triángulo
de rizos oscuros que cubren su coño, como si estuvieran ocultando lo
que hay debajo. Definitivamente no debería estar pensando en el
movimiento de sus caderas, o en cómo su cintura es tan pequeña que
puedo abarcarla con mis manos.
Ella no es mía, me recuerdo. Ella no quiere un macho alienígena.
Esa posibilidad ha sido destruida para ella.
Así que respiro el aroma de su cabello húmedo mientras duerme,
como el asqueroso que soy, y la abrazo un poco más. Luego, me
obligo a levantarme de la cama. Mi polla está dura y dolorida, pero
no la toco. Eso parece incorrecto. En cambio, me pongo un par de
trou y pienso en todo lo que tengo que hacer. Tengo que arreglar la
tubería, porque no puedo detener el agua en el terrario. Las plantas
morirán y Sophie ama esas plantas. Luego, tendré que limpiar las
manchas de barro en el piso y en el baño, y tirar su ropa sucia en la
estación de limpieza.
Tendrá hambre cuando se despierte, por lo que también necesitará
comida.
Agarro mis herramientas en silencio y le doy a la humana dormida
una última mirada. Su espalda desnuda es visible, la delicada línea
de su columna hace que mis dedos se contraigan con la necesidad de
tocarla. Para acariciarla y hacerle saber que está a salvo.
Kef, lo tengo mal. Cómo se reirá Adiron de mi enamoramiento
cuando regrese.
Me dirijo hacia el terrario, pasando al carinoux mientras lo hago. Se
dirige a mis aposentos, sin duda para cuidar de su amada, y ver eso
me hace sentir mejor por haberme alejado de ella. —Ve y cuida de
ella —le digo mientras avanzo por el pasillo. A pesar del barro por
todas partes, la tubería es fácil de arreglar, así que me ocupo de ella y
de la limpieza, luego reviso los mensajes de la Little Sister. Nada,
pero tengo un mensaje de un viejo amigo que dirige una tripulación
pirata. Estará en la zona en unos días y tiene algo de salvamento
para mí, así que le mando el visto bueno.
Ocultaré a Sophie mientras él esté aquí. De todos modos, nadie se
queda mucho tiempo y yo me aseguro de que no se sientan
bienvenidos.
Cuando me dirijo a mi habitación, Sophie todavía está dormida, el
carinoux se aprieta contra su espalda y está desparramado sobre mi
cama. No me deja muchas opciones; no puedo trabajar y despertarla,
no puedo unirme a ella en la cama. Así que hago una gran cantidad
de fideos y cuando hierve a fuego lento en el quemador, trato de
encontrar esos libros que sé que tengo por aquí en alguna parte. Me
imagino la sonrisa en el rostro de Sophie y me motiva a seguir
cavando, incluso cuando me empiezan a doler las extremidades.
Para cuando los encuentro, mi brazo malo está saltando, los
circuitos están llenos de retroalimentación. Sabía que sucedería, así
que lo ignoro y saco la pequeña caja con los artefactos humanos. No
sé qué son, pero espero que le guste.
Cuando regreso a mis habitaciones, está despierta, aunque todavía
está acostada en la cama. El gran carinoux se ha ido y Sophie está
sola. Ella se retuerce un poco más bajo las mantas, hasta que sus
hombros desnudos están cubiertos, y se sonroja cuando me mira. —
Estoy desnuda.
—No me di cuenta de que dormías con ropa. —Dejo la caja para más
tarde, cuando se sienta mejor. No hay prisa y no quiero parecer
demasiado ansioso.
—¿No?
Me encojo de hombros, muy consciente de que no estoy usando una
túnica. Froto mi brazo malo, probando algunas de las peores partes,
y luego agarro una de mis túnicas y la coloco sobre mi cabeza. Saco
una segunda y me muevo a su lado. —Puedes ponerte esto. Las
mangas son lo suficientemente grandes como para que no te
molesten las manos.
Ella se lame los labios, dudando. —No puedo sostener la manta—.
Mueve los mitones redondeados de sus manos.
—¿Como si no hubiera visto senos antes? Te lavé, ¿recuerdas?
—Lo sé —dice Sophie en voz baja—. Me siento rara por esto. Como si
estuviera empujando mi desnudez sobre ti.
—No lo estás. No te sientas rara, ¿de acuerdo? Sé que si te sintieras
mejor no me lo mostrarías, así que no te preocupes por eso. No voy a
agarrar mi polla solo por ver algo piel desnuda. Dame un poco de
crédito.
Se le ruborizan las mejillas y trata de incorporarse con los codos.
Hace que sus pechos fascinantemente temblorosos se estremezcan
mientras lo hace, y desvío la mirada, poniendo una mano en su
espalda para ayudarla a levantarse. —Supongo que los cuerpos
humanos probablemente te parecen extraños, ¿eh?
—Horribles —bromeo, pero suena plano incluso para mis propios
oídos. Le pongo la túnica por la cabeza como si fuera una niña y le
paso los brazos con cuidado—. ¿Tienes hambre?
Una mirada de horror cruza su rostro. —Vas a tener que
alimentarme, ¿no?
—A menos que tengas ganas de meter la cara en un plato de fideos.
Ella parece considerarlo por un momento. —Yo... podría comerme
uno seco. O una barra de raciones. ¿Tienes alguna de esas?
—No. —No me quedo con esas cosas porque me recuerdan a mi
tiempo en el ejército, cuando comíamos barras de racionamiento día
tras día—. Y los fideos ya están hechos.
—Siento mucho ser tan molesta, Jerrok. Me siento terrible —Ella
agacha la cabeza—. Sé que es un gran inconveniente.
Está tan llena de disculpas que me hace sentir como un maldito
monstruo. Mientras tanto, en todo lo que yo puedo pensar es que
podre tocarla durante los próximos días. Podre pasar mis dedos
sobre su piel cada vez que necesite. Podre tenerla en mi cama para
poder cuidarla. Podre bañarla.
Me convierte en el peor tipo de hombre por siquiera pensar en esas
cosas, ¿no es así?
SOPHIE

Todo duele.
El dolor sordo y punzante en mis manos se siente como si se
hubiera extendido al resto de mis extremidades, y no importa lo que
haga, no puedo desconectarlo. Me despierta de mi sueño, dejándome
lloriqueando e inquieta.
—Shhh —llega una voz cálida y familiar. Una mano toca mi
hombro—. Bebe esto.
Jerrok. Abro los ojos y le doy una triste sonrisa. —Soy un gran dolor
en el trasero hoy, ¿no?
—El peor —asiente, pero sus palabras no tienen sentido. Me ayuda
a sentarme y, esta vez, ignoro la manta que me rodea la cintura. ¿A
quién le importa si le muestro mis tetas al universo? Me duelen
demasiado las manos para que me importe una mierda. Inclina una
taza hacia mis labios, y cuando me doy cuenta de que el líquido está
caliente, trato de alejarme. —No —insiste—. Bébelo. Sabrá a sudor de
ooli, pero te ayudará.
Doy un sorbo y hago una mueca. —¿Qué es?
—Solo un poco de estimulante celular para ayudar a la curación...
mezclado con un poco de alcohol para que te olvides de lo mal que
sabe. —Me apoya contra su hombro—. Lamento que te hayas
lastimado tanto. —Torpemente me cubre con la manta, tratando de
cubrir todas mis partes desnudas—. No me di cuenta de que tus
manos estaban tan mal.
—Yo tampoco. —Me apoyo en él, porque me reconforta que alguien
me esté cuidando. Es agradable poder quejarme de lo mucho que me
duele y no esperar una bofetada por hablar. Es agradable apoyarse
contra alguien, y cuando me frota el hombro suavemente, quiero
llorar por lo… amable que es—. Gracias, Jerrok.
—¿Por?
—Todo. —Me giro ligeramente, tratando de mirarlo, y termino
pegando mi nariz contra su garganta. Su aroma me golpea, una parte
de mesakkah, una parte de almizcle masculino y solo una pizca de
aceite de máquina. Es reconfortante, respiro hondo y de alguna
manera me siento un poco mejor.
Espero a que me aleje, pero parece contento con solo abrazarme, y
es lo mejor. Cierro los ojos y me apoyo contra él, tratando de ignorar
todo menos su cálida y sólida presencia. Por supuesto, mi vejiga
tiene que dar a conocer su presencia, y reprimo un suspiro de
frustración, porque sé que eso es algo que no puedo manejar por mi
cuenta. —Tengo que orinar.
No hace una mueca ni se burla de mí por eso. Simplemente me
ayuda a levantarme y se ocupa de mí, y estoy profundamente
agradecida de que no haya ninguna humillación en ello. Solo me está
ayudando. Pienso en sus prótesis y en lo herido que debe haber
estado mientras sus miembros sanaban. Alguien lo ayudó una vez;
está siendo amable con solo pasarlo.
Jerrok me ayuda a volver a la cama y duda. —¿Quieres ducharte?
¿Comer?
Niego con la cabeza y coloco las manos vendadas con cuidado sobre
las mantas. —¿Dónde está Sleipnir?
—Lo encerré en el terrario mientras te cuidaba. No quería que me
atacara si gritabas de dolor.
Inteligente. El carinoux me ama, pero no estoy segura de sí
entendería que Jerrok no fue el que me lastimó las manos. —¿Te
asegurarás de que esté alimentado?
—No, pensé en matarlo de hambre para castigarte por hacerte daño.
—Suena más como una broma que cualquier otra cosa, y cuando me
arropa las mantas más arriba, no puedo evitar sonreír—. ¿Qué?— él
pregunta.
—Te estoy impidiendo trabajar, ¿no?
Él se encoge de hombros. —No hay límite de tiempo para el
desguace. Se terminará cuando esté listo. ¿Cómo te sientes? —
Extiende la mano y me quita un mechón de cabello de la frente y
luego se echa hacia atrás, como si hubiera hecho algo prohibido.
—Me duele. Y estoy cansada. —Lucho contra un bostezo—. ¿Es la
medicina lo que me está dando sueño?
—Sí. Cuando te estás recuperando, es mejor dormir.
—Estoy acaparando tu cama —señalo con otro bostezo—. ¿Cómo vas
a dormir?
Él duda, su mirada se posa sobre mí. —Yo... dormí a tu lado anoche.
Solo para poder estar cerca en caso de que necesites algo. ¿Está
bien?
Asiento, mis ojos se van a la deriva. —Dormí bien —le digo—.
Espero que tú también.
—Dormí muy bien —dice en voz baja mientras me quedo dormida
una vez más.

Me quedo dormida todo el día. Siempre que me despierto, Jerrok


está ahí, dándome agua para beber o haciéndome comer una taza de
fideos. Recibo otra dosis de su combinación de medicina y alcohol a
la hora de dormir y me deja inconsciente. Solo soy vagamente
consciente de un gran cuerpo durmiendo acurrucado contra mí. Al
principio se dispara un sonido de alarma: ¿estoy atrapada en la cama
con mi dueño de nuevo? Pero cuando extiendo la mano y no
encuentro nada peludo en el otro lado, me relajo. Solo una persona
en la cama. Solo Jerrok. Me doy la vuelta, con los brazos pegados al
frente y me vuelvo a dormir, acurrucándome contra su pecho.
Me despierto con un componente metálico presionando contra mi
mejilla. Es parte de la prótesis donde se adhiere a su brazo,
recuerdo, y de hecho me gusta la sensación porque me recuerda que
este es Jerrok y no un praxiian. Mantengo los ojos cerrados,
acurrucada contra él. Sé que la sensación no puede durar, pero me
encanta que me atiendan, que me cuiden. No me di cuenta de que
tenía tanta hambre de ello. Todo este tiempo he querido ser
independiente, aprender a cuidarme, y en el momento en que un
extraño me muestra un poco de bondad, me derrumbo.
No, me corrijo. No es un extraño. Solo Jerrok... mi amigo.
A mi amigo no le importa que esté desnuda y presionada contra él
en la cama. Todo lo que le importa es que yo me sienta segura y
protegida. Dios, desearía que todos los hombres fueran así. Dejé
escapar un pequeño suspiro de satisfacción, queriendo quedarme
aquí para siempre.
Un chillido ensordecedor reverbera por los pasillos de la estación.
Doy un tirón, levantando la cabeza.
—Esa sería tu mascota —murmura Jerrok.
—Me extraña —le digo, sentándome. Examino mis manos, como si
de alguna manera pudiera mirar a través de los gruesos vendajes y
ver cómo se ven. No palpitan tanto hoy, lo cual es una mejora. —
¿Quizás deberíamos dejarlo salir?
Jerrok vacila y luego asiente. —Si comienza a morderme, tendrás
que alejarlo —Se pone de pie, me envuelve con las mantas con
cuidado y luego se dirige por el pasillo hacia el terrario. Lo miro irse,
y no puedo evitar notar que está usando sus pantalones “su trou”, lo
llaman. Por supuesto que lo está, solo porque yo estoy desnuda no
significa que él lo esté. También noto que su espalda es
increíblemente fuerte, sus músculos se flexionan… y que tiene
cicatrices por todas partes.
Pobre Jerrok. La vida no ha sido amable con él.
Regresa unos momentos después, Sleipnir dos pasos por delante de
él. El carinoux tiene una mirada absolutamente indignada en su
rostro mientras se mueve a mi lado, olfateándome por todas partes
antes de caer en la cama a mi lado y poner su cabeza en mi regazo.
Quiero frotar sus orejas, pero las manoplas de vendaje en mis manos
no lo permiten, así que solo arrullo cosas dulces a mi mascota y
espero que se dé cuenta de cuánto lo amo.
Jerrok le da al carinoux una mirada amarga y se mueve al final de la
estación de trabajo donde instala la estufa improvisada todas las
noches. —¿Quieres fideos? ¿Tienes hambre?
Así, él me está cuidando de nuevo y quiero comérmelo con una
cuchara. Una chica podría acostumbrarse a esto. —Voraz.
SOPHIE

No pasa mucho tiempo después de que Jerrok limpia los últimos


fideos de mi cara sucia cuando me doy cuenta de que apesto. No solo
estoy usando la mitad de mi desayuno (es duro que alguien más me
dé una sopa), sino que mi cabello está grasiento y lacio, y apesta a
sudor viejo. Mientras Jerrok limpia los platos, levanto un brazo
subrepticiamente y huelo una de mis axilas... y me estremezco. Oh
sí, eso es malo.
—¿Crees que podemos quitarme esto? —Le pregunto a Jerrok,
señalando mis brazos. —¿Ver cómo se ven?
Me mira con el ceño fruncido pero se mueve a mi lado. —¿Te
duelen?
—No mucho.
—Ese podría ser el gel anestésico. Me sorprendería que se curara tan
rápido. Eran quemaduras graves. —Pero se sienta a mi lado y
desenvuelve los vendajes de todos modos, su mirada va hacia mí. —
Probablemente deberíamos cambiar esto, de todos modos.
No digo nada, porque quiero que mis manos estén mejor… y al
mismo tiempo no lo quiero. Quiero esa ducha y quiero estar limpia...
pero también me encanta sin vergüenza que me cuiden. Me encanta
que Jerrok sea tan tierno conmigo, tan atento. Me hace querer todo
tipo de cosas y hace que mi cerebro se encienda. Me imagino como
Claire y Jamie por un momento, cuidándose el uno al otro y dejando
que la tensión sexual aumente y aumente...
Excepto que no hay tensión sexual. Sólo somos amigos. Él apenas
me tolera. Yo odio a los alienígenas. Nos llevamos bien ahora mismo
por aburrimiento, eso es todo.
Un pequeño silbido se me escapa cuando los vendajes se despegan y
se adhieren a mis heridas. Mis palmas están rojas y las ampollas
todavía tienen un aspecto terrible, pero Jerrok parece complacido.
—Va muy bien.
—¿Lo está? —Me parece espantoso y estoy decepcionada porque
esto significa otro día de inutilidad.
¿Estás realmente tan decepcionada? pregunta mi cerebro en
silencio. Te gusta que te mimen.
Lo hago... y no lo hago. Mi último dueño pensó que me había
echado a perder. Me hizo comer “golosinas‟‟ de su mano, me vistió
con ropa fina y me hizo sentar a sus pies sobre una almohada. Lo
odiaba tanto que quería asesinarlo también, porque nunca actuó
como si yo fuera una persona real, con sentimientos. Yo era una cosa
para él, un mono mascota con una vagina follable.
No es de extrañar que los monos le arranquen la cara a la gente.
Pero con Jerrok, es diferente. Nunca me degrada cuando me
atiende, y eso marca la diferencia en el mundo. Me alimenta, claro,
pero es diferente. Todo es diferente.
Pienso en lo diferente que es cuando Jerrok unta una nueva ronda
de crema anestésica en mis quemaduras y las vuelve a cubrir con
cuidado en vendajes nuevos. —Te ves triste —comenta Jerrok.
Me encojo de hombros. —Quería poder estar limpia.
—Te ayudaré con eso. Lo hice antes.
—Lo sé... pero sigo imponiéndome sobre ti. —Me muerdo el labio—.
Probablemente te estés cansando de ver mi cara.
—Solo un poco.
Lo miro, no estoy segura de cómo tomar eso. ¿Está bromeando o es
en serio? A veces es difícil saberlo con él, y me preocupa que esté
más que listo para lanzarme por la puerta cuando regresen los
hermanos va Sithai. La idea me pone un poco triste. Me gusta aquí.
No me importaría volver a visitarlo la próxima vez que estemos en
esta área. Solo pasar unos días y pasa algo de tiempo libre con
Jerrok, desechando cosas y destrozando naves mientras Sleipnir
muerde las carcasas de metal.
Excepto que... Sleipnir no es mío para conservarlo, y Jerrok odia la
compañía.
Reprimo un suspiro. —¿Seguro que no te importa?
—Incluso si lo hiciera, no es como si tuvieras elección —Su
respuesta es cautelosa y no me mira a los ojos, lo que me hace
pensar que le importa mucho. Eso me hace sentir peor—. Vamos —
dice—. Vamos a lavarte.
—Muy bien.
Me ofrece su mano y, aunque no puedo tomarla, sonrío. En cambio,
presiono mi codo en su agarre y uso su peso para maniobrar hacia
arriba. Oigo crujir sus articulaciones, pero no se queja. Tampoco me
suelta, incluso cuando estoy de pie. Simplemente sigue
sosteniéndome, guiándome al baño como si fuera una princesa en su
brazo en lugar de una esclava humana maloliente con manos
inútiles. Sin embargo, no me mira y me pregunto si encontrará
horribles los cuerpos humanos. No soy toda una figura elegante
como las mujeres mesakkah. Mis caderas son demasiado anchas, mi
trasero demasiado flácido y, desafortunadamente, tengo senos más
grandes que el promedio, algo que siempre he lamentado. No porque
sea lindo sugerir tímidamente que son demasiado grandes. Es que
son prominentes y notables y captan la atención de alienígenas
pervertidos, por eso los odio. Si pudiera, los cortaría para que nadie
me mire dos veces nunca más. Es triste, una vez, ame mi cuerpo,
pero ahora solo quiero que me dejen en paz.
Jerrok inicia el chorro de agua de la ducha y luego entra, vestido con
su trou, botas y todo. La vista me hace reír y me mira con sorpresa.
—Estás usando mucha ropa para la ducha—señalo mientras me uno
a él.
Sus mejillas se sonrojan en ese tono más oscuro de azul. —Pensé
que sería de mala educación por mi parte tener mi polla a la vista. —
Se queda en silencio y luego su rostro parece sonrojarse hasta los
cuernos.
Encuentro eso extrañamente encantador. —Eres un caballero —
proclamo, y doy un paso hacia él.
—Mantente fuera del rocío —me instruye, poniendo una mano
mojada en mi hombro y dándome la vuelta—. Mantén tus vendajes
secos. Te limpiaré y te enjuagaré.
—Ah, bueno. —No recuerdo cómo lo hicimos el otro día, me dolía
demasiado como para prestar atención, pero ¿tal vez fue así? Todo lo
que recuerdo es que su toque fue amable y gentil. Cierro los ojos y
espero pacientemente. Debería sentirme más incómoda por estar
desnuda en la ducha con él, pero es solo Jerrok. Me ha visto
desnuda. Me ha tocado en todas partes. No es la gran cosa.
Manos grandes y cálidas tocan mis hombros, y luego una esponja
grande hace escurrir agua caliente sobre mi piel. Oh Dios, eso se
siente bien. Lo hace por segunda vez, mojando mi cuerpo, y luego
usa una mano para levantar mi cabello de mi nuca y lavar la parte de
atrás de mi cuello. Es como un masaje, casi, o como ser tocada por el
más tierno de los amantes.
Un pequeño gemido de placer se me escapa antes de darme cuenta y
Jerrok se congela.
SOPHIE

Bueno, ahora lo he hecho. Me descontrole y he hecho las cosas


incómodas.
—Lo siento —le susurro a Jerrok. Sus manos todavía están sobre mi
piel, pero no se mueve. Es como si el ruido vergonzoso que hice lo
hubiera congelado en su lugar—. Es solo que... ha pasado un tiempo
desde que alguien me tocó. No es que tú no me hayas tocado.
Simplemente se sintió bien y... mierda, estoy haciendo esto raro.
Solo ignórame.
Se aclara la garganta. —Está bien. Nos pasa a todos.
¿Lo hace? Sospecho que no es así. Pero es amable de su parte
decirlo. Muerdo mi labio en silencio mientras él frota mi espalda, sus
movimientos son cuidadosos. Está completamente en silencio y las
cosas se sienten... incómodas. Aun así, no puedo ignorar lo
agradable que se siente cuando me frota y lava. Me baño con
regularidad, por supuesto, pero es diferente cuando alguien más te
atiende. Su toque es la mezcla perfecta de firmeza pero gentileza, y
quiero que dure para siempre. Termina mis hombros y espalda y
baja por mis piernas y nalgas, y luego vuelve a subir.
—Gira, por favor.
Lo hago, y puedo sentir que me sonrojo porque mis pezones están
tensos. Mi piel pica por la conciencia, y no puedo evitar verlo
mientras echa más agua por el frente, agrega jabón a la esponja y
luego comienza a lavarme el frente. Respiro profundamente
mientras la esponja se mueve suavemente sobre mis senos, y un
dolor se eleva profundamente dentro de mí. De hecho, estoy...
sorprendida de estar encendida. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde
que me excite? Ya ni siquiera me gusta tocarme mucho. Hay
demasiados malos recuerdos mezclados con eso. Pero... me gusta
esto. Me gusta su toque. Es tierno y cariñoso y hace que mi pulso
palpite entre mis muslos de una manera que se siente bien y no
vergonzosa.
Sin embargo, no puedo mirarlo mientras enjabona mis pechos. No
quiero ver disgusto en su rostro, o molestia por tener que
atenderme. Quiero que mi excitación continúe existiendo en este
estado puro, así que mantengo mi mirada apartada, enfocándome en
su pecho. El agua se desliza por su piel en riachuelos, y los sigo... y
noto algo.
Sus pantalones están mojados y se adhieren a su cuerpo,
delineando… todo. Veo el contorno de su polla, y es tan grande como
la recuerdo de la última vez, cuando estaba en una toalla. En
realidad, no, es más grande, porque está erguida y se marca contra el
material. También puedo ver los contornos de los piercings que
tachonan la corona y lo gruesa que es su cabeza. Puedo ver las
malditas crestas y el espolón.
Jesús, sus pantalones son tan endebles cuando están mojados que
puedo ver su espolón.
Cuando levanta mi brazo y comienza a lavarlo, hago un ruido
extraño en mi garganta. Él se detiene. —¿Te duele esto?
—No. Yo solo… —Me siento sonrojada y confundida. Primero, me
excita que me lave, y ahora parece que no puedo dejar de mirar su
trou. —Estás, eh... perforado.
Hace una pausa y luego vuelve a frotarme. —Lo estoy.
Trato de pensar por quién alguien tan solo y hosco como Jerrok
estaría perforado. No puedo imaginarlo perforándose solo para él,
no cuando la mayoría de las veces un piercing es para el placer de la
mujer. Pero... ¿quién era la mujer? ¿Y dónde está ella ahora? Y...
¿por qué me molesta eso? —¿Para una novia? —Me encuentro
preguntando—. ¿Una esposa?
Jerrok baja mi brazo con cuidado y se mueve hacia el otro. —
¿Importa?
Me golpea un rayo de vergüenza. —No, no importa. —¿Por qué me
importa? Es solo un amigo que se quedó atascado lavándome porque
me lastimé en su casa. No hay nadie más para hacer el trabajo sucio,
así que le corresponde a él. Soy yo la que se vuelve pegajosa y
ridícula—. Siento haberte preguntado.
Gruñe, y esa es su única respuesta, y vuelve a lavarme.
Me muerdo el labio e ignoro el resto del lavado, o lo intento, de
todos modos. No se siente lo mismo cuando sabes que la persona
que te toca solo tolera tu presencia. Apenas. El rizo de deseo que
sentí antes se marchita y muere, y ni siquiera se enciende cuando me
lava suavemente entre los muslos.
Soy una idiota por preguntarle por sus piercings. Jerrok estaba
excitado, claro, pero es un chico. Probablemente se pone duro en un
abrir y cerrar de ojos, y está claro que no le gustó que le preguntara
al respecto. Me preocupa haber hecho las cosas raras entre nosotros.
No quiero arruinar nuestra amistad, porque me hace feliz. Cuando
salimos de la ducha y me seca con una toalla, miro la pared... y hay
un dispensador de plas-film. Oh Dios, eso es cierto. Los mesakkah
son rigurosos con las leyes de higiene. Aquí está el, probablemente
incómodo al tener que atenderme mientras viola todas las leyes de
higiene en su universo y le pregunto por su polla mientras tenía una
erección incómoda. Nunca ha mostrado un ápice de interés en mí o
en mi cuerpo, y solo leo cosas sexuales porque mi mundo se ha
deformado y creo que mi único valor está en mi cuerpo.
Ugh. Realmente soy la peor amiga del mundo. Él solo está siendo
amable y yo soy una canalla. —Lo siento.
—¿Por qué lo sientes? —Su tono es brusco, secándome de forma
vigorosa, y eso solo empeora las cosas. Ya no está siendo
dolorosamente gentil. Es como si supiera que tengo una idea
equivocada a la suya.
—Porque tienes que cuidarme como si fuera una inválida. Pronto
me curaré y tú no tendrás que hacerlo —Intento mantener mi tono
alegre, aunque todo lo que realmente quiero hacer es esconderme y
esperar a que mi incómoda vergüenza se desvanezca—. Te lo
compensaré de alguna manera.
Simplemente me da una mirada extraña y saca una de sus túnicas
de gran tamaño, tirándola por mi cabeza. —¿Estarás bien si te dejo
sola por poco tiempo? —Jerrok se aleja, recogiendo una caja de
piezas de metal en una mesa cercana.
—Por supuesto. —Mi cabello todavía está suelto y mojado y gotea
sobre el cuello de la túnica, pero no puedo quejarme. Me siento en el
borde de su cama y Sleipnir inmediatamente comienza a lamer las
gotas de agua de mi piel, trayendo una sonrisa a mi rostro—. Me
acurrucaré con Sleipnir.
—Bien —dice Jerrok, y sale.
Suspiro y paso mi brazo con cuidado alrededor de los hombros del
carinoux mientras me lame la cara. —Definitivamente he hecho las
cosas raras, chico.
Jerrok

Sacar la caja de piezas de la habitación es solo una excusa para


alejarme de ella. Su mirada es demasiado cómplice y estoy
demasiado nervioso para mantener la calma. Me duele la polla, y
vagamente me doy cuenta de que todavía estoy usando mi trou
húmedo y dejo agua por todo el maldito piso. No es que me importe.
Me dirijo a la habitación más cercana y tiro la caja, luego arrastro mi
mano sobre la palpitante barra que es mi polla.
Estás, eh, perforado, había dicho. ¿Para una novia?
Había estado lavando sus pechos, fascinado con las puntas duras y
lo suave que se siente ahí, y me preguntó por otra mujer. Quería
saber si había alguien en mi vida… y como el tonto que soy, la
apague. Soy un idiota. Entré en pánico y no estaba seguro de cómo
responder. ¿Cómo le dices a una mujer humana que ha sido
traficada y abusada por alienígenas que estás fascinado con ella?
¿Qué estás obsesionado con su aroma y su piel y su sonrisa y su
conversación? ¿Cómo dices eso mientras lavas su cuerpo desnudo
mientras está indefensa… y no lo haces amenazador?
Además, ya sé su respuesta. Ella nunca estaría interesada en alguien
como yo. Incluso para las mesakkah, no soy particularmente guapo.
Tengo cicatrices por todas partes. Mis ojos no coinciden. Mis
extremidades son basura. No soy rico. Ciertamente no soy
encantador. Sophie me tolera porque no tiene otras opciones, pero
eso no significa que esté interesada en mí sexualmente.
Por eso es muy importante que no me acerque a ella y abuse de su
confianza. No puede saber que lavarla es uno de los mayores
placeres de mi vida. Ella no puede saber que sueño con ella, o que
me toco pensando en ella. Miro alrededor de la habitación, notando
que es una de las que hemos estado trabajando en limpiar
recientemente. Sophie está obsesionada con que yo tenga espacios
de vida “cómodos”, como si eso fuera importante. Tiene un corazón
tan bondadoso, y ¿qué hago para compensar esa bondad? Sacudir
mi polla cada vez que puedo, soñando con su boca y su piel suave.
Incluso ahora, meto la mano en mi trou y aprieto mi longitud,
pensando en sus pechos enjabonados.
¿Estás, eh, perforado?
Me la imagino mirando mi polla y en mis sueños su expresión es de
puro placer. Que toma un plas-film y cubre mi polla con ello
mientras besa la cabeza con su fascinante boca rosa-marrón...
Sí, no me toma mucho tiempo llegar. Dos tirones rápidos, y con la
imagen de Sophie en mi mente, he terminado. Sin embargo, cuando
termino, me siento vagamente avergonzado. La verdadera Sophie
nunca me tocaría así. La verdadera Sophie solo quiere que la dejen
en paz. Me limpio con una toalla vieja y luego la arrojo al conducto
incendiario. Ajustándome, me dirijo de nuevo a mis aposentos
principales.
Sophie está en mi cama, por supuesto, pero no está durmiendo.
Está acurrucada de lado y mira fijamente a la nada, su expresión
vagamente miserable. La cabeza del carinoux está apoyada en su
cadera, siempre cerca, pero Sophie parece… distante. Triste.
Probablemente esté preocupada de que trate de tocarla. Y arruinar
nuestra frágil amistad. Tragando saliva, abro la boca para decir algo
inteligente, algo ingenioso… pero no sale nada. No puedo pensar en
nada. Todo lo que puedo hacer es gruñir en mi garganta, frustrado
conmigo mismo.
Ella me mira, y su expresión miserable no se detiene. —¿Todo está
bien?
Bien, quiero decir. Pero… imagino su expresión cada vez más triste,
y eso me mata. —No realmente —me las arreglo. Doy unos pasos
hacia adelante, apoyando las manos en mi mesa de trabajo.
Entonces... los veo. Los libros. Y sé cómo hacer que vuelva a
sonreír—. Cierra tus ojos.
Sophie se sienta en la cama y dobla las piernas. Ella me da una
mirada curiosa pero hace lo que le pido, sus manos vendadas
descansando en su regazo. El carinoux bosteza y me mira
somnoliento, luego se vuelve a dormir, se pone boca abajo y se
esconde bajo las mantas.
Me limpio las manos mojadas (todavía estoy húmedo por todas
partes y solo medio vestido), cojo los libros y me acerco a la cama.
La miro mientras lo hago, notando que mantiene la cara vuelta hacia
mí, escuchando los sonidos que hago. Ella no protestó en absoluto
cuando le pedí que cerrara los ojos. Ella simplemente... confió en mí.
Es una comprensión de humildad. Espero tener siempre su
confianza.
Me arrodillo en el suelo frente a donde ella está sentada, mis
articulaciones crujen ruidosamente. Frunce el ceño ante eso, pero
mantiene los ojos cerrados. —Siéntate conmigo —murmura,
inclinando la cabeza e indicando la cama.
—No puedo. Todavía llevo pantalones mojados. —Sus mejillas se
sonrojan y me aclaro la garganta. Estúpido de mi parte recordarle
ese momento. Sostengo los libros—. Tengo algo para ti.
Abre los ojos y parpadea, y una vez más estoy fascinado por lo
hermosa que es. Su mirada se enfoca en los objetos en mi mano y
toma aire. —¿Libros?
Asiento con la cabeza.
—¿Están… están en inglés? —Hay tanta esperanza en sus ojos.
Me siento como un idiota. El inglés es un idioma humano. No sé en
qué están escritos. Abro un libro en una página al azar y se lo
muestro. —¿Puedes leerlo?
Un sonido como un chillido surge de ella. —¡Puedo!
—Bien. —Cierro el libro y sostengo el otro. Ella asiente, la emoción
brilla en sus ojos. Los apilo y se los entrego, y luego me doy cuenta
de que no puede tomarlos. Por supuesto que no. Soy un keffing
idiota. —Me alegro —me las arreglo—. Los vi y pensé en ti.
El rostro de Sophie está tan lleno de alegría que hace que mi
corazón tartamudee en mi pecho. —Oh, Jerrok. Muchas gracias. —
Me pone las manos vendadas en la cara, extiende la mano y me besa
en la mejilla—. Ya que no puedo abrazarte.
Me quedo completamente quieto.
Ella también lo hace, y está claro que no se dio cuenta de lo que
estaba haciendo. La mirada de alegría de Sophie muere, y un
segundo después, estalla en lágrimas. —Estoy empeorando todo,
¿no?
SOPHIE

—¿Por qué estás llorando?— Jerrok exige, y su tono forzado y


frustrado solo me molesta aún más.
¿Por qué estoy llorando? ¿Realmente tiene que preguntar eso?
Pensé que era obvio, aquí estoy, después de hacer que nuestra ducha
juntos fuera incómoda, y luego me olvido de todo frente a algunos
libros y beso su mejilla. Sigo olvidando que no es humano, que no
captará el concepto de un beso cariñoso en la mejilla. Que estoy
pisoteando todas sus leyes de higiene una vez más. —Siento que
estoy arruinando las cosas.
—¿Arruinando las cosas? —repite, desconcertado—. ¿Arruinar qué?
—Me gustas —me las arreglo—. No quiero arruinar nuestra amistad.
Un beso en la mejilla es solo un poco de cariño. No significa nada —.
Le doy una mirada suplicante—. Y sigo pasando sobre tus límites
como si no estuvieran allí. Lo siento.
Su expresión es imposible de leer. Después de un momento, Jerrok
deja escapar un largo suspiro. —No estoy enojado, Sophie. No llores,
¿de acuerdo? Te di esos libros porque no me gusta verte triste.
Agito mis manos enguantadas en el aire. —Estoy triste porque esto
lo está arruinando todo.
—No está arruinando nada. Es solo un inconveniente.
—Siento que tuvieras que bañarme.
—Tú harías lo mismo por mí.
Asiento con la cabeza, miserable. —Me gustaría. —Y probablemente
me arrastraría por sus piercings, pero no menciono eso. Lo que no
sabe no arruinará más las cosas.
—Así que no pienses en eso —dice Jerrok. Se pone de pie con un
poderoso crujido de prótesis, y una mueca destella en su rostro. —
Somos amigos.
—¿Estás seguro? —Pregunto entre lágrimas. Quiero secarme los
ojos y la nariz, pero no hay forma. Y tampoco puedo pedirle que lo
haga, porque eso parece incorrecto. Así que lo miro con tristeza, mi
cara húmeda—. Me gusta ser tu amiga. No quiero que eso cambie.
Me mira con una expresión amable. —No va a cambiar.
Sin embargo, lo hace. Jerrok no se acuesta esa noche y me quedo
dormida con el sonido de su taladro a unas cuantas habitaciones de
distancia, el zumbido bajo en el fondo de mi mente. Está ahí cuando
me despierto por la mañana, y está callado la mayor parte del día,
con los ojos rodeados de círculos de insomnio.
Aunque puedo captar la indirecta. Esa noche, me quito las vendas y
mis ampollas están casi completamente curadas, mis manos un poco
brillantes y apretadas. Sin embargo, puedo usarlas, así que tomo a
Sleipnir y vuelvo a la cama en mi habitación. Jerrok necesita su
espacio y, como amiga suya, se lo voy a dar.
Incluso si no quiero.
Me preocupa estar empezando a depender demasiado de él. Que me
estoy aferrando a él. Porque no me gusta estar sola en mi cama.
Sleipnir está bien, por supuesto, pero me gustó la sensación del
cuerpo de Jerrok presionado contra el mío. Me hizo sentir segura. Y
extraño hablar con él. Extraño trabajar con él. Quiero que las cosas
vuelvan a ser como eran antes de la ducha y le preguntara por sus
piercings y lo pusiera tremendamente incómodo.
¿No se reiría a carcajadas al descubrir que la humana molesta que
fue arrojada sobre él también estaba desarrollando un pequeño
enamoramiento? Me imagino su boca torcida en una sonrisa cruel y
estremeciéndose. No. La distancia entre nosotros es algo bueno.
Mi voto de distancia dura unas pocas horas. Leí durante un rato,
absorbiendo con avidez el anticuado libro rojo titulado “Los últimos
días de Pompeya de Edward Bulwer-Lytton‟‟. El idioma es un poco
forzado y las páginas son amarillas por la edad, pero eso solo
significa que puedo leerlo lentamente y saborearlo. El otro libro es
“Una noche para recordar, de Walter Lord”, y está claro que algún
alienígena se amaba a sí mismo con algo de desastroso porno
humano No es el tema más alegre para ninguno de los libros, pero
estoy encantada de tener algo nuevo para leer. Estoy absorta en la
vida de los romanos, Sleipnir dormido y presionado contra mi
espalda mientras acapara la cama, cuando lo escucho.
Un gemido bajo.
Me pongo de pie y me ajusto la túnica alrededor de los hombros.
Mis manos se sienten un poco calientes, pero no tan mal, de verdad.
Me preocupa más el pobre Jerrok, porque sé lo que significa ese
gemido. Sleipnir se levanta y se mueve hacia mi pierna, pero le
acaricio la cabeza y señalo la cama. —Vuelve a dormir.
Me ignora, por supuesto, porque tiene mucho gato en él.
—Está bien entonces —suspiro—. No te comas a Jerrok, ¿de
acuerdo? No puede evitar sus pesadillas. —Abrazo mi túnica más
cerca de mi cuerpo y recorro el pasillo. A medida que me acerco,
escucho que cuenta sin aliento. Mi corazón se aprieta por él y me
acerco a la cama. Sin embargo, en lugar de despertarlo, simplemente
me subo a su lado, deslizo un brazo alrededor de su torso y lo abrazo
por detrás.
Jerrok se contrae y toma aire. Se da media vuelta y luego se da
cuenta de que estoy detrás de él y se detiene. —¿Sophie? —murmura,
la voz adormecida—. ¿Qué estás haciendo?
—Me voy a dormir —digo con un bostezo—. No me di cuenta al
principio, pero duermes mejor conmigo, ¿no? Las pesadillas no
vienen —Deslizo mi mano a su cintura y presiono mi cara contra su
espalda. Mis piernas están dobladas, alineadas con las de él, y nunca
antes había sido la cuchara grande. Es algo gracioso, considerando
que probablemente soy la mitad del tamaño de Jerrok, pero también
es algo agradable. Como si fuera yo quien le brindara consuelo.
Después de los últimos días, podría usarlo y me gusta dárselo.
Acurruco mi cara contra su piel. Parece que no lleva camisa mientras
duerme, y está calentito. Muy cálido.
Toca el brazo que tengo sobre él. —¿Esto... te va a molestar? ¿Estás
incómoda?
Tal vez lo hubiera hecho antes, pero mi enamoramiento por Jerrok
está trabajando horas extras. Su olor está en mi nariz, y como soy la
cuchara grande, también estoy al borde de la cama, mi trasero
colgando de un lado, solo un poco. Aunque tengo una salida. No
estoy presionada y atrapado entre varios cuerpos, así que no, no me
molesta. Froto mi nariz contra su espalda y hay trozos de metal duro
justo debajo de su piel, a lo largo de su omóplato. Empujan y
presionan contra mí, pero a mí también me gustan.
Me recuerdan, incluso con los ojos cerrados, que este es Jerrok y
que estoy a salvo.
—No me siento incómoda —le aseguro—. Duerme.
Entrelazo sus dedos con los míos sobre su estómago, y por un
momento creo que volverá a protestar. Sin embargo, no lo hace; se
queda en silencio y poco tiempo después, su respiración se estabiliza
una vez más. Sleipnir se sube a los pies de la cama, con la gracia de
un gato doméstico, y se acomoda contra las piernas de Jerrok. Eso lo
despierta, pero solo un poco, y puedo sentir cuando vuelve a
dormirse.
Sonrío mientras cierro los ojos.
Jerrok

Me despierto con un aliento cálido contra mi cabello y cuernos, y las


tetas de Sophie presionadas contra mi cara. Ella está acurrucada a
mí alrededor, aferrándose a mí, en realidad, y recuerdo vagamente
que vino a dormir conmigo anoche. Debo haber tenido pesadillas
otra vez, aunque no las recuerdo. Solo la recuerdo deslizándose en la
cama a mi lado.
Me duele el deseo. Ella es especial, esta mujer. Ella tiene un corazón
tan amable y generoso, y está envuelto en un paquete hermoso y
delicado. Envidio al hombre, o la mujer, que finalmente la llamará
suya. Cierro los ojos, queriendo quedarme en este momento el
mayor tiempo posible. No me moveré hasta que Sophie se despierte,
creo. En realidad, no quiero moverme nunca. Solo beber el aroma
de Sophie y dejar que llene mi mente por un momento. Ni siquiera
me importa que el pesado carinoux me cubra la pierna y me corte la
circulación. No es como si pudiera perder un dedo del pie, de todos
modos.
Sophie se mueve, deja escapar un pequeño suspiro y sus pechos
rozan mi piel. Su pezón roza mi mejilla e instantáneamente, mi polla
se llena y se vuelve dura. Kef. Aprieto la mandíbula, decidido a no
arruinar este momento. No es culpa suya que me excite. Ella no
necesita saber las cosas repugnantes que llenan mi mente cuando
está en la cama conmigo. Ella…
—¿Jerrok? —murmura, su voz dolorosamente dulce y soñolienta.
Sus dedos rozan mi brazo protésico—. Tus circuitos están saltando.
—Ignóralos —murmuro. Al igual que estoy ignorando la
provocación de sus pezones, tan cerca de mi boca.
En cambio, extiende la mano y presiona con los dedos la piel
sintética de mi brazo, frotando. —¿Esto ayuda?
Lo hace y no lo hace. Mi brazo se calma, pero las partes de mí que
están... más abajo... definitivamente no están tranquilas. Su toque
solo las empeora.
—Siento haberte besado —murmura, incluso mientras sus dedos se
deslizan sobre mi brazo en la más suave caricia.
Eso no es lo que quiero escuchar de ella ahora mismo. No quiero oír
nada de que se arrepienta de tocarme… mientras me toca. Mi mano
está en su cadera mientras ella masajea mi brazo, y muevo mis
dedos, muy ligeramente, frotándola. —¿Por qué lo hiciste?
Ella duda. —Quería hacerlo.
La miro. Hay un nudo en mi garganta que me dice que no extienda
la mano, que no me atreva a esperar demasiado, pero no puedo
evitarlo. —Me gustó.
Los labios de Sophie se abren. Ella me mira, su expresión llena de
sorpresa.
Froto su cadera, decidido a no romper el contacto. Quiero
mostrarle, aunque sea con un toque, que estoy obsesionado con ella.
Que si ella quiere presionar su boca contra mi cara una docena de
veces, lo tomaría como el tonto codicioso que soy.
Deja de masajear mi brazo y se mueve en la cama. Por un momento,
creo que lo ha reprimido todo y se está levantando de la cama, pero
Sophie se desliza más abajo, hasta que estamos cara a cara. Ella me
mira con una expresión pensativa en sus rasgos, y luego se inclina y
besa suavemente mi ceja plateada.
Gimo, acariciando su costado.
—¿No estoy… violando las leyes de higiene? —pregunta, sin aliento,
mientras su mano se mueve hacia mi rostro y acaricia ligeramente
mi mejilla.
—No me importa —me las arreglo para decir, incapaz de dejar de
tocarla. Acaricio la suave curva de su cadera, maravillándome de lo
suave que es. La froto a través de la túnica, manteniendo mis
movimientos ligeros e inofensivos. No me estoy agarrando a nada.
Solo... quiero tocarla. Eso es todo.
Se inclina y besa mi nariz, sus labios como una pluma rozan mi piel.
Sus párpados están pesados, sus pestañas protegen su expresión de
mí, pero no creo que esté asustada. Ella no tiembla en mis brazos.
Parece cómoda mientras se inclina y me da un ligero beso en la
mejilla, y luego su pulgar roza mi pómulo. —¿Qué harías si te besara
la boca?
¿Qué debería hacer? —¿Yo... sonreiría?
Sophie se ríe y me siento un poco tonto. Antes de que pueda
reaccionar a eso, sin embargo, se inclina y con mucho cuidado
presiona sus labios contra los míos. Es solo un toque momentáneo y
desapareció tan rápido como sucedió. Sin embargo, la calidez inunda
mi sistema y sonrío.
Y luego... mi sonrisa se desvanece. Ella dijo antes que el beso no
significaba nada. Lo he estado imaginando como un gran cariño, una
señal de que le gustó tanto como ella a mí... pero ¿y si me equivoco?
—¿Puedo preguntar algo?
—Por supuesto.
—¿Besas a todos?
Ella retrocede como si le pincharan y el dolor se refleja en su rostro.
Me doy cuenta en ese momento de que cometí un error. Que este
pequeño gesto fue especial, y solo para mí, y de alguna manera lo he
arruinado.
Sophie sale disparada de la cama como si estuviera en llamas, y la
alcanzo. Agarro su muñeca. —Espera. No quise decirlo así.
Ella me da una expresión herida. —¿Entonces a qué te refieres? —
Su voz es helada.
Lucho por decir lo correcto. Explicar que no entiendo cómo una
mujer como ella puede mostrarle afecto a un hombre como yo. Me
han roto de todas las formas posibles y me he retirado del universo.
No tengo nada que ofrecerle. He sido cruel y frío... ¿y aun así ella
desea besarme? Se siente más de lo que merezco, así que la
respuesta debe ser claramente que no soy especial, que los besos son
para todos. Es lo único que tiene sentido... incluso si me equivoco. A
juzgar por su expresión, estoy muy equivocado. —Yo... no entiendo
por qué besarías a un hombre roto.
Su expresión se suaviza. —Jerrok...
El comunicador de la estación se enciende con alerta. —Nave
entrante. Nave entrante. Frecuencia de llamada en el canal
tres. Por favor, responda.
Sophie se tambalea hacia atrás y le suelto la muñeca. —¿Que está
pasando?
—Visitantes —me quejo, irritado por su interrupción—. Anunciaron
que llegarían mientras tú dormías. Les dije que se adelantaran —
Ante su mirada preocupada, agrego: —Solo están dejando un
salvamento. Nadie se queda. Puedes esconderte en mis habitaciones
y nadie te molestará. Te lo prometo.
Ella me da una mirada escéptica, pero asiente. —¿Se irán
rápidamente?
—Muy rápido —la tranquilizo.
Sophie piensa por un momento y luego me hace un gesto. —
Probablemente deberías ponerte unos pantalones, entonces.
Miro hacia abajo y me doy cuenta por primera vez de que no estoy
usando nada más que la manta, y está agrupada muy bajo alrededor
de mis caderas, mostrando cada cicatriz y vieja marca que ensucia
mi cuerpo. Pero su sonrisa es cálida y pasa sus dedos suavemente
por mi mandíbula antes de darse la vuelta.
Y parece que voy a recibir a mis invitados con una polla dura,
porque ahora no puedo dejar de pensar en ese toque… o en su beso.
Jerrok

Vuttis se toma su tiempo para atracar, y luego aún más tiempo para
mostrarme lo que ha traído. He tratado con el pirata szzt muchas
veces en el pasado, y aunque no es mi persona favorita, es casi
inofensivo. Un borracho, en realidad.
Hoy, sin embargo, tiene una nueva tripulación y no me gusta su
apariencia. Hay tres machos, dos szzt más y un ssithri con una
mirada furtiva en sus ojos. Atracan su transbordador y transportan
su chatarra, incluido un pequeño trineo de aire lujoso que
probablemente robaron del último puerto en el que estaban. Es un
botín decente, pero también limpiará mis reservas crediticias. Está
bien. Puedo hacer más.
—¿Dónde está tu antigua tripulación? —Le pregunto a Vuttis, con
los brazos cruzados sobre el pecho mientras me paro frente a las
puertas de la bahía que conduce a las áreas de estar de la estación.
Sophie y su mascota están bien guardadas en mi habitación, pero
aun así, no quiero que piensen que pueden venir y relajarse adentro.
Vuttis simplemente se encoge de hombros y se rasca el nuevo
símbolo estampado en el pecho de su túnica, el que también está en
el casco de la nave. —Tuvimos un malentendido o tres y nos
separamos.
Excelente. Observo cómo el szzt se lleva un frasco a los labios y
eructa. Detrás de él, el ssithri mira mi puesto con interés, toca los
paneles de las paredes y evalúa la estructura mientras los otros dos
szzt descargan los vehículos de chatarra que han traído. Están
haciendo un mal trabajo, lo que significa que probablemente
también estén borrachos. Mi irritación aumenta.
Sigue aumentando cuando Vuttis decide que quiere regatear. —
Doscientos mil créditos por este lote —anuncia, agitando su frasco
en el aire—. Créditos imposibles de rastrear, por supuesto. Harás
diez veces más que desecharlo todo.
Resoplo. —Eres un idiota si crees que voy a pagar tanto. Treinta mil.
Máximo. Imposibles de rastrear.
El szzt me silba, dejando al descubierto sus afilados dientes. —Me
insultas.
—No, no lo hago. —Hago un gesto hacia la carga—. Es un buen
botín, pero no es bueno para doscientos mil. —Todo esto es parte del
juego, por supuesto. Regatearemos los precios por un tiempo, él me
insultará, hablaré mal de lo que trajo y decidiremos un precio
intermedio. Efectivamente, Vuttis cuenta con uno cuarenta, y
seguimos regateando mientras yo reduzco el precio a cien, luego a
noventa y luego a setenta y cinco. Está completamente borracho, por
lo que no es tan difícil negociar y se rinde con bastante facilidad. O
el equipo está extremadamente caliente y recién robado, o algo más
está sucediendo.
Sospecho lo último cuando el ssithri se desliza hacia nosotros,
escuchando mientras calculamos el precio. —Esta debe ser una
estación solitaria —me sisea, moviendo la lengua—. Está muy lejos
de todo.
—Así es como me gusta —le digo, manteniendo mi tono casual a
pesar de que se me erizan los pelos de punta. Hago un gesto a
Vuttis—. ¿Tenemos un trato o no?
El szzt gruñe. —Trato. Págame.
Hago una pausa y echo un vistazo a su nave. Quiero preguntar si
tienen artefactos humanos a bordo. Puedo decirles que conozco a un
comprador y comprar todo lo que tengan... sólo porque quiero ver
que los ojos de Sophie se iluminen. Pero no lo hago. Ya estoy en
alerta máxima y no quiero que estos idiotas demasiado curiosos
sepan que Sophie está aquí en la estación, junto con una cara bestia
guardián. —Entonces, son setenta. Sígueme.
Me dirijo a la caja fuerte de la pared que he construido en el propio
hangar, donde guardo mis ingresos comerciales... o la mayor parte.
De hecho, lo mantengo bastante sobrio como parte del “regateo‟‟. Si
me ofrezco a pagar setenta y solo tengo setenta y cinco en mi caja
fuerte, pensarán que han sacado mucho provecho de mí. En
realidad, he escondido más adentro, escondidos en conductos de
ventilación y bajo un falso suelo, como cualquier buen carroñero.
Sigo caminando despacio, exagerando mi cojera mientras me dirijo a
la caja fuerte, y no puedo evitar notar que tanto el ssithri como
Vuttis me siguen de cerca.
Con suerte, solo están borrachos.
Abro la caja fuerte y saco los fondos, y el ssithri mira todo lo que
hago con gran interés. Le ofrezco la bolsa de créditos a Vuttis, quien
toma otro trago antes de arrebatarla de mis manos.
—Es un placer hacer negocios contigo —digo con mi voz más seca—.
Ahora puedes irte.
El ssithri suelta una risa sibilante. —Tan hosssspitalario.
—Nadie viene aquí por hospitalidad —señalo—. Vienen aquí porque
compro su basura y no hago preguntas —Hago un gesto hacia la
nave—. Pero ahora hemos terminado y pueden irse.
Vuttis toma una de mis herramientas favoritas de un banco de
trabajo cercano, la estudia y luego la guarda. Entrecierro los ojos
hacia él, pero él solo me sonríe y bebe otra ronda. Detrás de él, los
otros dos szzt se ríen y agarran lo que esté más cerca y lo arrojan a
transbordador.
—¿Qué diablos están haciendo borrachos? —Mantengo mi tono
exasperado, a pesar de que estoy en alerta máxima en este momento.
El ssithri saca un arma y me apunta. —¿No te has dado cuenta de
eso, amigo? Esto es un robo —Hace un gesto hacia la caja fuerte—.
Puedes abrir eso de nuevo. Danos el resto.
Miro a Vuttis, pero él no me mira. Típico. Algo me dice que no solo
lo abandonaron de su última tripulación porque no encajaban bien.
Resoplé con disgusto—. ¿Estás robando a un chatarrero?
—Los tiempos son duros —dice el ssithri—. Y creo que ganas mucho,
amigo.
Miro hacia el desintegrador que me apunta a la cara. Me han robado
antes. Sucede, especialmente en el borde del universo. Es otra razón
por la que guardo mis créditos escondidos. Probablemente pueda
distraerlos el tiempo suficiente para sacarlos de aquí de manera
razonablemente segura... pero no conozco a estos piratas. Es
probable que me disparen en el momento en que abra la caja fuerte.
Y hay que pensar en la seguridad de Sophie. No puedo permitir que
le ocurra ningún daño. —Si les doy lo que hay en la caja fuerte,
¿saldrán de aquí? —Cambiaré los permisos, armaré las defensas y
me aseguraré de que nunca más lleguen a mi puerta.
—Después de que veamos lo que tienes en tu pequeña estación—,
reconoce el sssithri con un movimiento de cabeza—. Tal vez nos des
tu comida, ¿hmmm?
Esos suministros son para Sophie y su mascota. Y para mí, pero
puedo perderme una comida. No quiero que mi frágil huésped
humana sufra. Entrecierro los ojos hacia él y cruzo los brazos sobre
mi pecho, sin querer estremecerme frente al blaster. No me matará
mientras la caja fuerte permanezca cerrada, después de todo.
El ssithri lanza el desintegrador hacia la puerta. —Abre eso, y luego
la caja fuerte.
—No.
Vuttis parece inquieto. —Jerrok, hazlo. Te dejaremos en paz
después de que tomemos lo que valga la pena tomar.
—No —digo de nuevo—. No van a poner un pie dentro de mis
habitaciones privadas.
No van a ir a ningún lado cerca de Sophie.
El blaster zumba cuando acciona un interruptor, dándole vida.
Vuelve a señalarme la frente. —Entonces tenemos un problema —
sisea el ssithri.
SOPHIE

Parece que he aprendido algo de mis días en la Little Sister. Cuando


Jerrok no regresa de inmediato, me dirijo a la vieja estación de
comunicaciones en su habitación, la que nunca usa. Busco botones
familiares y, cuando encuentro lo que estoy buscando, toco la
secuencia y enciendo las imágenes de la estación. Consigo tres
habitaciones diferentes antes de llegar a la bahía del hangar, y luego
lo que veo me deja sin aliento.
Hay un alienígena con aspecto de serpiente que apunta con una
pistola a la cara de Jerrok. Y Jerrok lo mira con el ceño fruncido,
con los brazos cruzados.
Lo van a matar.
No puedo dejar que eso suceda. Agarro una de las armas de la pared
de Jerrok, una especie de blaster cuyo nombre no conozco pero que
reconozco bien. Lo enciendo, escuchando el zumbido, y luego sigo
silenciosamente a mi habitación, tomando mi máscara y mi capa. Me
pongo la capa, me pongo la máscara, y cuando me dirijo a la puerta,
Sleipnir está caminando afuera, esperando. Está agitado, su cola se
agita salvajemente. Por un momento, pienso en encerrarlo en mi
habitación, pero... esto es para lo que nació.
Le puse una mano en la cabeza para calmarlo. —Quédate detrás de
mí —digo, incluso mientras deslizo mi manga larga sobre el blaster.
—¿Me entiendes, Sleipnir?
El carinoux me mira con ojos inteligentes y parpadea una vez.
Espero que sea un sí. No tengo tiempo para asegurarme de que lo
sea. Tragando saliva, respiro hondo y abro la puerta del hangar.
Jerrok se pone pálido en el momento en que lo hago.
El blaster se vuelve inmediatamente de Jerrok hacia mí. El
alienígena serpiente me mira, confundido, y luego suelta una risa
sibilante mientras se vuelve hacia Jerrok de nuevo. —¿Tienes una
compañera ooli? Debes estar desesperado. Tú...
Yo disparo.
Es bastante fácil y mis manos son notablemente firmes. Le doy en el
hombro y él deja caer el arma, así que disparo de nuevo y esta vez le
doy en la cara. El blaster perfora un asqueroso agujero en su cabeza
y el alienígena cae al suelo.
Sleipnir pasa corriendo a mi lado con un aullido de júbilo y alguien
más grita.
Jerrok inmediatamente agarra la cara del segundo hombre frente a
él, el szzt, y le da un fuerte giro. Hay un fuerte crujido y luego el
segundo alienígena cae sobre el que maté. En el otro extremo del
muelle, escucho gritos y dejo caer el arma en mi mano con estrépito.
—Sleipnir...
—Lo traeré. —Pero Jerrok se mueve a mi lado primero,
examinándome. Toca mi hombro—. ¿Estás bien?
Asiento con la cabeza.
—Espera aquí. —Su tono es brusco, pero lo conozco lo
suficientemente bien como para escuchar la dulzura subyacente allí,
y trota pesadamente hacia donde está atracada la nave pirata y la
bodega de carga abierta. Me agacho sobre mis rodillas, agarrando el
blaster en mis manos. Por extraño que parezca, me siento…
tranquila. Acabo de matar a un hombre. Un extraño. Pero… estaba
amenazando a Jerrok, y sabía que no podía dejar que siguiera
agitando esa pistola en su cara. Sería la vida de los dos si mataran a
Jerrok.
La idea de eso me angustia. Me imagino a Jerrok tendido en el suelo
como los hombres muertos, con un agujero en la cabeza, y aprieto
los ojos con fuerza ante el destello de ansiedad que se agita dentro de
mí. Él está a salvo. Estamos bien.
Hay un gruñido enojado que viene del otro lado del hangar. —
Llámalo, Sophie —grita Jerrok—. No me está escuchando.
—Sleipnir —grito, haciendo mi voz lo más dulce que puedo—. Ven
aquí, cariño.
Algo húmedo cae al suelo, y luego el carinoux corre hacia mí, su
hocico opalescente salpicado de sangre. Me estremezco, me quito la
capa y la utilizo para limpiar su rostro. Su cola se mueve como la de
un perro y tiene la mirada más satisfecha de sí mismo en su rostro,
como si lo hubiera hecho bien. Supongo que lo ha hecho. Ha hecho
su trabajo y me ha mantenido a salvo.
—Eres un buen chico —le aseguro, frotando y rascando las crestas
de sus orejas mientras le limpio la cara—. Qué buen chico.
Vibra con el ronroneo bajo de los de su clase, se deja caer a mis pies
y comienza a acicalarse. Dejo a un lado la capa ensangrentada y me
quito la máscara mientras Jerrok vuelve hacia mí. Sacude la cabeza
cuando doy un paso adelante. —No lo hagas. No necesitas ver eso.
Me muerdo el labio. —¿Están todos muertos?
—Muy. —Jerrok mira mi rostro, su expresión solemne.
—¿Estamos... en problemas? ¿Porque matamos a estos hombres?
Una sonrisa arruga su rostro. —¿Esta escoria? No, en absoluto.
Incluso si alguien viniera a buscarlos, probablemente sería solo para
cobrar la recompensa. No, estamos bien —Asiente con la cabeza
hacia la nave—. Excepto que tal vez tengamos mucho más desguace
que hacer de lo previsto.
Dejé escapar un suspiro, demasiado aliviada para reír. En realidad,
ni siquiera sé si estoy de humor para reír. Hay adrenalina corriendo
a través de mí sin ningún lugar adonde ir, y me siento inquieta y
extraña. Dejo el desintegrador y me alejo de él. —Quité eso de tu
pared.
—No lo siento. Toma lo que quieras siempre y cuando no esté
dirigido a mí. —Hay un brillo en sus ojos que me dice que siente la
misma oleada de adrenalina que yo, el mismo extraño vértigo.
—¿Te roban a menudo? —Doy un paso hacia él—. ¿Porque estás
aquí solo?
Sacude la cabeza y acorta la distancia entre nosotros. —No. Me
dejan en paz en su mayor parte. Deben haber estado desesperados.
—Extiende la mano y me roza la mejilla con los nudillos, con una
expresión de preocupación en el rostro—. ¿Segura que estás bien?
Tomo su mano y la llevo a mi cara, cerrando los ojos. No es su
prótesis, sino su otra mano, y en lugar de sentir el metal y la parte
demasiado voluminosa ocasional debajo de la superficie, siento
callos y una piel cálida como la gamuza. —Estoy bien. Solo necesito
procesar.
—Estuviste jodidamente increíble—murmura, y no me doy cuenta
de que necesito elogios hasta este momento—. Me salvaste.
Su voz es baja y rica en emoción, y no puedo pensar en nada que
decir. Parece estar esperando algún tipo de respuesta, así que me
quedo ahí sentada y tomo su mano antes de finalmente gritar: —Eso
es lo que hacen los amigos.
Sé que la he cagado cuando su expresión se pone en blanco y fría, y
saca su mano de mi agarre. —No necesito amigos.
Jerrok

Amigos.
Keffing amigos.
Me he permitido tener esperanza, y esto es lo que obtengo por tener
esperanza: un dolor en el pecho y una sensación de estupidez en el
estómago. Amigos. Por supuesto que ella quiere ser solo mi amiga.
¿Por qué miraría dos veces a una basura de estación como yo?
Incluso si fuera un macho completo y no tuviera afectada la cabeza
por la guerra, no valgo nada y estoy arruinado. Los hermanos le
encontrarán un protector que la mantendrá bien y a salvo, o la
mantendrán como tripulación. Ella puede conseguir algo mejor que
un comerciante de basura, y es una estupidez de mi parte incluso
considerar la idea.
Amigos.
El pensamiento resuena en mi cabeza como una burla constante,
incluso cuando separo los cuerpos y luego lavo el hangar con agua
del reciclador. Si somos amigos, ¿por qué me está besando?
Dijo que los besos no significaban nada.
Bueno, yo no soy humano. Significan algo para mí y no me gusta
que esté practicando conmigo.
Entro en la nave una vez que la bahía está lo suficientemente limpia
y utilizo una palanca para sacar los circuitos, sintiendo un tipo de
placer particular cuando chisporrotea y chispea. Destruir cosas
ayuda. Siempre lo hace. Saco un escáner y reviso rápidamente la
nave. Robada, por supuesto. Sin embargo, no hay rastreadores, así
que tomo nota mental para empezar por la mañana.
Por ahora, estoy cansado. Ha sido un largo día de limpieza y luego
revisando la nave. Solo quiero comer unos fideos secos y relajarme y
quedarme solo. Espero que Sophie esté en su habitación, porque no
estoy seguro de poder manejar sus ojos tristes o que me toque con
dedos suaves y vacilantes. Porque somos amigos.
La palabra es como veneno en mis venas, contaminando todo.
Entro en la estación, pero cuando paso por la habitación de Sophie,
está vacía. Mi estómago se revuelve un poco más. Quizás esté en el
terrario con su mascota. Mantengo mis esperanzas en esa opción,
incluso cuando el aroma de los fideos askri llena el aire. Esos son
mis favoritos, aunque nunca se lo he dicho. Ella debe haberlo
descubierto por nuestras comidas juntos, y es como otro puñetazo en
el pecho. Ella no me dejará solo para confundir mis pensamientos.
Me va a obligar a confesar mi estúpido encaprichamiento con ella y a
avergonzarme aún más.
Cuando camino por el pasillo, la veo en mi habitación, revolviendo
los fideos. Ella levanta la vista al verme, sus expresivos ojos llenos de
emoción. Ella se ve triste. Sí, bueno, eso nos hace dos. No quiero
compartir un plato de fideos como AMIGOS con ella. En lugar de
dirigirme a mis habitaciones, voy directamente al baño y abro la
ducha. Me desnudo y paso bajo el chorro de agua caliente, con la
esperanza de que me distraiga. O mejor aún, que Sophie capte la
indirecta y me deje en paz.
Llaman a la puerta del baño.
Porque por supuesto que lo hace. —Vete —le grito desde la ducha—.
Estoy tratando de lavarme en paz.
La puerta traquetea y reprimo un gemido cuando Sophie la abre. Le
doy la espalda, cubriendo mi polla. —¿Qué diablos estás haciendo?
—Voy a entrar porque no me hablas. —Sus palabras son valientes,
pero hay una nota temblorosa en su voz—. Me ayudaste a ducharme,
ahora es mi turno de ayudarte.
Yo farfullo ante eso. —No necesito ayuda.
—No me importa —Escucho el sonido de Sophie quitándose la ropa
y sus botas golpeando el suelo. Un momento después, ella rodea la
barrera y se mueve a mi lado—. Mírame. Por favor.
He estado mirando con tristeza las paredes de metal gris de la
estación para no tener que hacer contacto visual con ella. —Sophie,
déjalo ir.
—No. —Ella toma una respiración profunda—. Me equivoqué. No
debería haber dicho eso. Sobre ser amigos.
La miro. No puedo decidir si esto está mejorando o empeorando.
Cruza los brazos debajo de los senos y los empuja hacia arriba, lo
que me obliga a notarlos. Su piel está llena de bultos y me doy cuenta
de que tiene frío. Con un suspiro, la tomo por los hombros y la meto
bajo el cálido rocío. —Di lo que tengas que decir y luego vete.
—No sé lo que quiero —espeta. La mirada que me da es
desesperada. —Cuando me... liberé por primera vez... —Traga saliva
y aparta la mirada, con expresión severa.
—No tienes que decir nada —interrumpí suavemente.
—Lo hago. —Sophie toma una respiración profunda. Ella se
encuentra con mi mirada y me ofrece una sonrisa tímida, y luego
continúa—. Cuando me liberé... estaba tan llena de ira y dolor que no
quería que nadie me tocara nunca más. No quería amigos. No quería
acercarme a nadie. Sólo quería que me dejaran sola. Por eso me
gustaba estar con los hermanos va Sithai. Me alimentaron y me
dieron un lugar para dormir y luego siguieron con su día. No he
conocido a muchos alienígenas que no quisieran que simplemente
saltara a la cama con ellos. La mayoría piensa que solo soy buena
para el sexo.
Gruño.
—Pero después de unas semanas de libertad, toda esa ira y
frustración se convirtió en miedo —Vuelve a temblar y me doy
cuenta de que no es tanto la atmósfera y es solo Sophie, que está
llena de emoción. Su boca funciona, como si tuviera que considerar
cuidadosamente sus palabras, y desvía la mirada—. He tenido miedo
desde entonces, y no estoy del todo segura de lo que me asusta.
—¿Volver a eso? —Yo ofrezco.
—No. Me mataré si eso sucede —me dice sin rodeos.
Ahora soy yo el que está asustado. —No, no lo harás…
—No me digas qué hacer, Jerrok. Y no me interrumpas. —Ella
levanta la barbilla y me da una mirada obstinada.
Lucho contra una sonrisa. Esta es la conversación más tonta que se
puede tener en la ducha, pero no quiero que deje de hablar. Me gusta
que sea terca. Me gusta que esté mostrando algo de espíritu. Sé que
es difícil para ella, así que le doy un pequeño asentimiento. —Está
bien. No interrumpir.
Sophie toma una respiración profunda y mira mi pecho. Luego,
exhala profundamente y se encuentra con mi mirada. —He tenido
miedo de todo por un tiempo. Eso no es lo que soy. Al menos, no es
lo que creo que soy. Pero parece que no puedo salir de eso, este
miedo constante de que todo por lo que luché tan duro va a
desaparecer debajo de mí de nuevo —Parpadea rápidamente y luego
ofrece una dócil adición—. Y... me gustas, y eso me asusta.
—A mí... también me gustas. ¿Tuviste que meterte en la ducha para
decirme que te gusto? Como dijiste, somos amigos.
—No. —Se lame los labios nerviosamente. Luego da medio paso
hacia adelante y pone su mano en mi pecho—. Quiero decir, me
gustas, Jerrok. Lo de los amigos fue estúpido. Solo dije eso porque
no podía pensar en nada más que decir. Mi mente se quedó en
blanco. No pienso en ti solo como un amigo. Adiron es un amigo.
Mathiras es un amigo. Kaspar es un amigo. Pero nunca me he
metido en la ducha con ninguno de ellos. Nunca me he metido en la
cama con ninguno de ellos —Sophie traza una pequeña línea por mi
pecho, siguiendo una gota de agua que se mueve sobre mis
pectorales—. Pero... parece que no puedo contenerme cuando estoy
cerca de ti.
Mi garganta se seca. ¿Le gusto a ella? ¿Ella se siente atraída por mí?
¿Jerrok un'Rok? Difícilmente se puede creer. Y sin embargo… ella
dice que nunca se ha unido a ninguno de los va Sithai en sus camas y
que ha dormido acurrucada contra mí varias veces.
La idea de que ella comparta la cama con uno de ellos me llena de
una extraña y posesiva frustración. Quiero agarrarla y gruñir ante la
idea de que la toquen. Quiero sacudir a Adiron si alguna vez piensa
en acercarse a Sophie. Quiero que ella sea MÍA. Quiero que sea mía
con una intensidad feroz que hace temblar todo mi cuerpo con
fuerza.
Y mientras tanto, ella toca mi pecho y lo mira en lugar de mirarme a
mí.
—Realmente me gustaría que dijeras algo —susurra.
Intento pensar en algo que decir. Algo que le dirá todas las cosas
que he comenzado a sentir. Algo que le muestre lo que significa para
mí. Con qué rapidez se ha abierto camino hasta mi corazón. Me
aclaro la garganta y digo: —No quiero que tengas miedo.
Ella me mira, sus ojos tan profundos y ricos en color. —No tengo
miedo cuando estoy contigo.
El orgullo y la lujuria florecen en mi pecho. Quiero agarrarla y
presionarla contra la pared y simplemente conducirme entre sus
muslos, bombeando furiosamente. Quiero…
—Bueno, en realidad, no, eso no es cierto —continúa Sophie.
Mi corazón tartamudea. —¿No... no lo es?
Se muerde el labio de nuevo y traza un pequeño patrón en mi pecho
que hace que mi polla se contraiga en respuesta. —Quiero besarte
pero también tengo miedo de besarte.
—¿Por qué? —Me las arreglo con voz ronca. Me cuesta pensar más
allá de los suaves toques en mi pecho, el hambre rugiendo a través
de mí. Desearía que dejara caer su mano más abajo, explorara mi
eje, acariciara mi saco, que solo me tocara por todas partes.
—Porque le tengo miedo a todo —confiesa Sophie con una tímida
sonrisa—. Tengo miedo de lo que significará si me vuelvo adicta a
besarte. Me gusta dormir en tu cama y me gusta comer contigo y
hablar contigo. Me gusta pelear contigo. Y supongo que todo eso me
asusta porque... si me gusta demasiado, lo perderé todo de nuevo
cuando los hermanos va Sithai vuelvan a recogerme.
No quiero pensar en que regresen. Quiero tenerla aquí conmigo...
siempre. Pero sé que no es mi decisión, es de ella, y ella no quiere
quedarse en un asteroide abandonado en el espacio marginal
conmigo como compañía. No hay forma. Me duele un poco el
corazón al pensarlo, pero no me sorprende. La estudio, y la forma en
que me mira con esa arruga en sus cejas que dice que está
preocupada. La mano que descansa sobre mi pecho se contrae,
inquieta, y con cada segundo que pasa, Sophie parece cada vez más
dispuesta a salir disparada.
Le ha costado mucho confesar esto, me doy cuenta, y necesito decir
algo para tranquilizarla. —¿Quieres dejar de besarme?
Piensa por un momento y luego niega con la cabeza. —Me gustó. Ha
pasado tanto tiempo desde que me gustó... cualquier tipo de toque.
Pero...
La palabra flota en el aire. Pero ella todavía está asustada. Sé lo que
es eso. Tiene miedo de esperar algo en caso de que todo se le quite
una vez más. A veces creo que entiendo tan bien a Sophie porque el
trauma nos ha convertido en la misma persona. Simplemente
mostramos nuestras heridas de manera diferente. —¿Quizás
podemos tomarlo tan despacio como quieras? —Yo sugiero—. Si
quieres besarme, puedes hacerlo. Si quieres omitirlo, lo entenderé. Y
si quieres dormir en tu cama en lugar de la mía, no tienes que
explicar nada. No te presionaré al respecto. Puedes tomar la
iniciativa tanto como quieras.
La necesidad de extender la mano y rozar mis dedos contra su piel
es abrumadora, pero no quiero presionarla ni siquiera en la más
mínima forma. Sophie necesita sentirse segura, así que voy a dejar
que ella marque el ritmo para el próximo tiempo. Si eso significa que
pasan días, o semanas, antes de que me vuelva a besar, que así sea.
Quiero que me bese porque quiere, no porque sienta que debe
hacerlo.
—¿No te importará ir lento? —Pregunta Sophie.
¿Importar? ¿La esperanza de besos versus ninguno? Es una elección
sencilla. —No, no me importa.
Me sonríe tímidamente, sus dedos recorren una de mis cicatrices y
me marean con su toque. —Ni siquiera te pregunté si yo también te
gustaba.
—Sí —digo con voz ronca, luchando por controlarme. Kef, lo que no
daría por darle la vuelta y abrir sus muslos y… no. Cierro mis ojos—.
Tampoco soy muy bueno en este tipo de cosas.
Sophie se ríe. —Entonces somos un par, ¿no?
—De hecho lo somos.
Ella acaricia mi pecho y luego deja caer su mano. —Te hice la cena.
¿Saldrás y te la comerás? —Cuando asentí, ella me sonrió y salió de
la ducha, poniéndose la ropa de nuevo. Estoy decepcionado… y al
mismo tiempo no. Ella no está lista para más, y eso está bien.
Por ahora, tengo la promesa de más besos, y la aceptaré.
Jerrok

Los fideos están un poco sobre cocidos después de hervir durante


tanto tiempo, pero no me quejo. Sophie preparó una comida para mí
y es la cosa con mejor sabor que he probado.
Se sienta frente a mí, sonriendo mientras come bocados delicados, y
pienso en la ducha. Cómo entró detrás de mí e insistió en
disculparse. Mi corazón se aprieta cuando pienso en sus tímidas
confesiones, y prometo que me esforzare más en hablar con ella
también. Mi respuesta normal es cerrarme, herir con palabras,
atacar antes de que me lastimen, pero Sophie no se merece eso. Ella
solo está tratando de encontrar su camino a través de una confusión
de sentimientos confusos.
Sé cómo es eso.
Sleipnir camina junto a sus piernas, deslizando su sinuoso cuerpo
alrededor de ella una y otra vez y mirándola comer con una
expresión quejumbrosa. Bajo mi cuenco y me limpio la cara con la
manga, luego hago un gesto hacia el carinoux. —Parece hambriento.
—Lo está. —Sus mejillas se enrojecen—. Pensé en esperar para
alimentarlo hasta después de la cena, para que tú y yo podamos
pasar un tiempo a solas —Me sonríe y luego se apresura a agregar—:
Para hablar, por supuesto.
—Por supuesto. —No señalo que el carinoux no tiene problemas con
que hablemos. Estamos hablando ahora mismo. Pero tampoco soy
estúpido. Si tiene algún plan para después de la cena, quiero ver cuál
es.
Terminamos nuestras comidas y hago todo lo posible por no hacer
tanto ruido cuando cómo. De vez en cuando, golpeo o sorbo
demasiado fuerte y ella me mira, lo que me hace pensar que quizás
mis modales no son los mejores. Siempre he comido rápido, porque
al crecer, siempre tuve miedo de que otra rata de estación me viera
comer e intentara robarme la comida. Cuando estaba en el ejército,
las barras de racionamiento estaban disponibles... hasta que no lo
estuvieron. Cuando estábamos sitiados en Thresh III, la comida
empezó a escasear y aprendías a tragar todo lo que pudieras
masticar, solo para sobrevivir. Ahora que estoy aquí en mi puesto,
solo, no tiene sentido comer con cortesía.
Pero por Sophie, estoy dispuesto a intentarlo.
Una vez que los platos se colocan en la pequeña unidad de limpieza,
Sophie alimenta al carinoux. Ambos miramos en silencio mientras él
toma el pedazo de carne cruda y se la lleva, se esconde en un rincón
y come en privado. Cuando se ha ido, la miro y ella hace un gesto
hacia la puerta. —¿Quieres ir a sentarte en la otra habitación?
—¿Supongo? —Sentarse en un lugar es tan bueno como en otro,
¿no?
Sin embargo, toma mi mano y me lleva lejos. La sigo, fascinado por
su toque. Ella simplemente se acercó y tomó mi mano como si no
fuera nada. Nadie hace eso nunca. Sophie me toca como si fuera
suyo. Nos dirigimos a la habitación en la que ha estado trabajando
en limpiar, y hay un banco largo a lo largo de la pared al que nunca
le he prestado especial atención. —Te voy a hacer unas almohadas
para suavizar esto —me dice—. Más atractivo para sentarse —Y se
acurruca en un extremo del banco y palmea el asiento junto a ella,
indicando que debería unirme a ella.
Me gusta que esté pensando en formas de mejorar mi hogar. Es casi
como si ella quisiera quedarse, y estoy lleno de un anhelo absoluto al
pensarlo. Tener a Sophie a mi lado... ¿para siempre? Eso sería un
sueño. Me siento a su lado, sintiéndome incómodo y miro a mi
alrededor. Todavía hay cajas y cajas de cosas al azar apiladas en una
esquina, pero en su mayor parte, la habitación está vacía. Noto los
estantes vacíos en la parte de atrás de la habitación, el tamaño
perfecto para los libros de Sophie, y luego recuerdo las otras cosas
humanas que estaban en un contenedor. Había traído la caja de
regreso aquí después de sacar los libros, solo para mantener mi
estación de trabajo despejada.
Me pongo de pie de un salto, justo cuando ella me alcanza.
—Espera —llama—. ¿A dónde vas?
—Tengo más cosas humanas. Quería dártelas.
—¿Cosas humanas? —Suena interesada—. ¿Qué tipo de cosas
humanas?
Me encojo de hombros, saco la caja del revoltijo y miro debajo de la
tapa para asegurarme de que es la correcta. Cuando estoy satisfecho,
la levanto en mis brazos y vuelvo al banco. —Tal vez puedas decirme
cuáles son.
La expresión de Sophie es ansiosa mientras se inclina hacia
adelante. Duda, me siento de nuevo a su lado, no queriendo
abarrotarla si necesita espacio, pero ella pone su mano en mi rodilla
antes de inclinarse para quitar la tapa, y solo ese pequeño toque me
llena de alegría. Deja la tapa a un lado y saca lo primero, con una
expresión de desconcierto.
Estoy decepcionado. Esperaba ver una expresión de alegría en su
bonito rostro. —¿No son cosas humanas?
—Oh, lo son. —Ella se ríe y voltea el cuadrado gris de aspecto
extraño en su mano—. Es un cartucho de videojuego. No se usa
mucho aquí sin un sistema de videojuego real. —Me lo tiende para
que lo mire—. Pero es divertido de ver.
Lo tomo, pero no me interesa examinarlo. Mi atención se centra
únicamente en ella, en observar su expresión mientras saca una
pequeña bolsa de tela y se ríe.
—¿Qué es? —Pregunto.
—¡Un bolso! —Su sonrisa se ensancha aún más—. Uno realmente
espantoso, también. —Pasa los dedos por lo que parece un llamativo
diseño floral—. En algún lugar, hay una abuela muy enojada
buscando su bolso.
—¿Para qué sirve?
Sophie me sonríe, deshaciendo un cierre de algún tipo y abriendo la
cosa. —Vacío. Imagínate. —Ella se encoge de hombros y vuelve a
cerrarla—. Es para guardar las llaves, y tu billetera, y tu maquillaje,
supongo. Para que puedas tener tus cosas contigo en todo momento.
—¿Maquillaje?
—Cosméticos. Las mujeres humanas se ponen polvos y delinean sus
ojos y labios para que vernos más atractivas.
—No creo que eso sea posible.
Los ojos de Sophie se abren y su sonrisa es tan brillante como una
estrella. Se inclina hacia adelante y me da otro beso en la mejilla.
Me quedo muy quieto, no quiero distraerla. La presión de su
pequeña boca contra mi piel es... la perfección. También se acaba
demasiado pronto. Me lanza una mirada tímida y se vuelve hacia la
caja, escogiendo algunas cosas más.
Jerrok

Las cosas humanas que le he dado parecen ser basura, en su mayor


parte. Hay algo llamado “radio reloj” y otro circulo plano llamado
disco. Hay algunas fotografías en papel que hojea, y un libro de
papel de aspecto endeble que llama revista que la emociona. Hay
algunas cosas de plástico que ella llama “juguetes” y un plato. Hay
un “tenedor” y un montón de cables negros que parecen no
pertenecer a nada, y un viejo bote de metal que dice que una vez
contenía café. Lo huele repetidamente, inhalando un aroma terroso
antes de suspirar y mirarme.
—Pobres alienígenas. Alguien pensó que estaban obteniendo tesoros
y, en cambio, obtuvieron una caja de basura de venta de garaje.
—¿Te desagrada? —Estoy decepcionado. Quería que su sonrisa
continuara durante días.
Sophie se endereza y toca mi brazo. —Para nada. Gracias, Jerrok.
Eres tan dulce. Esto no es gran cosa en casa, pero me trae muchos
recuerdos verlo. Me hace feliz —Su sonrisa se hace más brillante y se
mueve, acercándose un poco más a mí—. Y eres el mejor por pensar
en mí y mostrármelo.
—Me gusta verte sonreír —me las arreglo para decir con voz ronca.
—Hay algunas cosas aquí que podemos usar —Hace un gesto hacia
el plato y noto que mantiene el bolso colgado del hombro con una
correa larga. Su mirada se lanza sobre mí de nuevo, escaneando mi
rostro antes de aterrizar en mi boca—. Y tú siempre me haces
sonreír.
Mi polla toma eso como una señal para ponerse rígida, y lucho
contra un gemido.
Ella mira mi frente y luego barre un mechón del camino. —¿Quieres
que te trence esto? ¿Para mantenerlo fuera de tu cara?
Me encojo de hombros. —Si quieres.
Da una palmada en mi rodilla y se pone de pie de un salto. —Espera
aquí. Tengo un peine y algunas cintas en mi habitación.
Hago lo que dice, tocando mi cabello casi seco. No pensé en eso
mientras salía de la ducha. Solo lo escurrí para sacar lo peor del agua
y lo dejé. Normalmente no hay nadie a quien le importe cómo me
veo y, finalmente, cuando se vuelve demasiado molesto,
simplemente lo ato con una bufanda o un trapo. Pero si Sophie
quiere preocuparse por mí, puede hacerlo.
La humana regresa unos momentos después, sus ojos brillando con
anticipación. —Date vuelta y me pondré a trabajar.
Lo hago, presentándole mi espalda, y la siento moverse al banco, de
rodillas. Sus dedos se mueven a través de mi cabello húmedo y
enredado y hace un pequeño sonido en su garganta. —Tu cabello es
muy grueso.
¿Qué le digo a eso? —Soy mesakkah.
Ella se ríe y el sonido va directo a mi ingle. —Sí que lo eres. —Se
inclina más cerca, su aliento susurrando contra mi oído—. Dime si
tiro demasiado fuerte.
Estoy a punto de protestar que no hay nada que pueda hacer que me
moleste cuando me mete el peine en el pelo y siento como si me
estuviera arrancando el cuero cabelludo de la cabeza. —¡Kef!
—Oooh, lo siento. Eres sensible, ¿no? Iré más lento —Frota sus
dedos contra mi hombro en una pequeña disculpa. Se le escapa una
risita—. Eres un gran bebé.
—No soy un bebé —le digo, y sueno tan malhumorado como un
niño, lo que la hace reír aún más.
Su risa alivia mi mal humor, y hago una mueca de dolor mientras
ella trabaja en una sección de mi cabello, haciendo una pausa en los
nudos. Ella está relajada a mi alrededor, su estado de ánimo es ligero
y aireado, y tengo que admitir que vale la pena todos los tirones y
tirones contra mi cuero cabelludo. Bonificación: mi polla está
desinflada, aunque no tardará mucho en levantarse.
—Entonces —dice Sophie después de terminar una sección de mi
cabello y pasar a la siguiente—. ¿Tenías un amor cuando te fuiste a la
guerra? ¿Una novia? ¿Una compañera? —Su tono es casual—. No
tienes que decírmelo, solo tengo curiosidad.
—¿Por mis piercings?
Ella guarda silencio por un momento. —¿Quizás? Pero en su
mayoría solo tengo curiosidad.
Hago una mueca de dolor cuando me arranca otro mechón de pelo
(es feroz con ese maldito peine) y trato de pensar en qué decirle.
Cuando era pequeño, me volví loco con las otras ratas de la estación.
Eso significaba robar y apostar, hacer trabajos ocasionales para
sacar algunos créditos y, básicamente, evitar ir a casa siempre que
fuera posible. Había algunas hembras que andaban con nosotros, y
tuve uno o dos encuentros rápidos con ellas. Cuando estaba en el
ejército, había una trabajadora sexual a la que visitaba de vez en
cuando, pero nunca tuve apegos. Solo me rascaba un picor, me
ocupaba de una necesidad.
Es una necesidad que no se ha alimentado en más de diez años,
excepto cuando sacudí mi polla pensando en ella.
—Nadie en especial —lo admito—. Pero he tenido sexo, si eso es lo
que estás preguntando.
—Mmm. ¿Ninguna novia en casa va a gritar si te robo? —Su tono es
coqueto y me duele.
Resoplo. —No.
—Bien. —Hay una nota posesiva en su voz que me llena de calidez—.
Entonces los piercings...
Ella realmente siente curiosidad por ellos. —Muchos machos
mesakkah los obtienen como decoración o para realzar el placer de
una mujer. No significan nada más que los tatuajes o los cuernos —
La miro por encima del hombro. Está tan cerca que tengo la
esperanza de que sus pechos me rocen, pero nunca lo hacen—. ¿No
te gustan los piercings? Supongo que podría quitármelos —De algún
modo.
—Oh, no, no tienes que hacer eso. —Ella se ríe de nuevo, el sonido es
agudo e incómodo—. Yo solo... probablemente no debería haber
preguntado. No me molestan. Simplemente no es muy común de
donde soy —Ella hace una pausa. —¿Realmente hace eso? ¿Mejora
el placer?
—No he tenido ninguna queja —No he escuchado ningún elogio,
ahora que lo pienso. Kef.
—Lo siento si mis preguntas parecen agresivas.
—No son agresivas.
—Suenas gruñón.
¿Yo? —Yo sólo... imagino que no soy muy agradable de observar.
Hace una pausa, y luego sus manos se mueven de nuevo a mi
cabello. —¿Por tus cicatrices?
—No, porque tengo las cejas grandes —espeté—. Sí, por mis
cicatrices. Y mis prótesis. No es que pueda ocultarlas. Le dicen al
universo exactamente quién soy y lo importante que soy en el
esquema de las cosas.
Sophie hace un ruido de impaciencia con la garganta. —No lo hacen.
Esas cicatrices dicen que tu gente te falló. Dicen que las mismas
personas por las que casi perdiste la vida al intentar salvarlas te
repartieron una mala mano. Dicen que eres un superviviente y que
eres duro.
Nadie me ha dicho nunca algo tan agradable. No sé qué responder.
—Creo que estás cegada por mi encanto.
Me golpea en la nuca con el peine y luego se ríe. —Eres un idiota. Y
me gustas de todos modos.
—No veo por qué —me las arreglo para decir. Se siente
estúpidamente vulnerable, pero ella ha sido sincera conmigo. Lo
menos que puedo hacer es ser lo mismo—. Cualquiera de los
hermanos va Sithai es una mejor opción para ti.
—Tal vez. —Vuelve a peinarme. El peine se mueve suavemente
ahora, y tengo que admitir que se siente muy bien que ella me cuide
así—. Pero no siento nada por ellos. Son agradables, pero... eso es
todo. Son agradables.
Hmph. —Yo ni siquiera soy agradable.
Ella hace una pausa. Sophie deja el peine y luego se levanta del
banco. Se para frente a mí y luego se mueve hacia adelante, y me
toma un momento darme cuenta de que se sentará en mi regazo.
Torpemente pongo mis brazos alrededor de ella mientras ella se
acomoda, su trasero sobre mis muslos, y pone sus brazos alrededor
de mi cuello.
—Creo que eres muy amable —susurra Sophie, y presiona otro beso
ligero en mi mejilla—. Has sido increíblemente amable conmigo y
paciente. Me dan ganas de besarte y tocarte... pero tengo miedo.
¿Miedo de qué? Quiero preguntar, pero no lo hago. Entiendo. A
veces es miedo a nada en absoluto. A veces simplemente tienes
miedo de querer demasiado. Así que solo le froto la espalda y
asiento.
SOPHIE

Creo que me estoy acostumbrando a tocar de nuevo. Al menos,


espero estar acostumbrándome a tocar. Me siento en el regazo de
Jerrok y, aunque se mueve y parece un poco incómodo, sospecho
que quiere que me relaje más que cualquier otra cosa. Su expresión
es atenta, y frota sus dedos suavemente en la parte baja de mi
espalda mientras hablamos. Le rodeo los hombros con el brazo y
trato de ser casual, pero es difícil. Es difícil porque los toques
despiertan todo tipo de malos recuerdos en mí, y es solo la presión
de las partes metálicas de Jerrok y la sensación de los cables
acechando debajo de su piel sintética lo que me recuerda que este es
él, no... el enemigo. Este es mi amigo, Jerrok... que es más que un
amigo. A quien quiero besar desesperadamente y me aterroriza
besar al mismo tiempo.
¿Qué pasa si nos tocamos y se siente como… antes? ¿Y si lo odio?
Heriré terriblemente sus sentimientos y la idea me angustia. Ya ha
sido bastante herido por el universo, y no quiero añadir nada más.
Pero también tengo miedo de dar el siguiente salto. Jerrok ha
accedido a ir despacio, pero sé que ahora que ambos hemos
reconocido que hay algo entre nosotros, siento que no podemos
dejarlo reposar y enconar para siempre. No puedes dejar una herida
abierta. Hay que sellarla o cauterizarla, o de lo contrario se infecta.
Estoy en su regazo y podría inclinarme y presionar mi boca contra la
suya. Fácilmente. Solo... boom. Pero no me atrevo a hacerlo. Quiero
hacerlo, pero cada vez que respiro profundamente y trato de reforzar
mi coraje, los malos recuerdos regresan. Me imagino alcanzándolo y
besándolo, solo para que el beso sea horrible. Me imagino
alejándolo, pero él no escucha, porque nadie escucha lo que una
humana tiene que decir.
Salto de su regazo. —Voy a ver a Sleipnir.
—Muy bien. —El tono de Jerrok es cauteloso—. Volveré al trabajo,
creo.
Gallina, me reprendo. ¡Maldita gallina! ¡Mira lo que estás
haciendo! ¡Ya estás arruinando las cosas! Me golpeo mentalmente
mientras me dirijo al terrario, en busca de mi mascota sedienta de
sangre. Sleipnir se esconde entre las plantas frondosas, royendo un
gran trozo de carne ensangrentada. Tiene la papada cubierta de
sangre y me lanza una mirada desinteresada cuando entro.
—No te preocupes —le digo al carinoux—. Sé que es mejor no
interponerme entre tu comida —Me siento en un banco bajo un arco
cubierto de enredaderas y trato de pensar. Quizás me estoy
moviendo demasiado rápido. Tal vez necesito frenar las cosas entre
Jerrok y yo. Podemos simplemente tomarnos de la mano durante un
par de meses o algo así, ¿verdad?
Pero... ¿y si los hermanos va Sithai regresan pronto? ¿Qué voy a
hacer si se me acaba el tiempo y ni siquiera he besado a Jerrok, de
verdad, todavía? Reprimo un gemido. Si Jerrok me pidiera que me
quedara, lo haría. De hecho, me gusta más la estación cuanto más
tiempo estoy aquí. Claro, todo necesita limpieza, pero en realidad me
gusta limpiar. Me encanta el terrario y me gusta lo tranquilo y
privado que es este lugar. Me gusta que Jerrok no reciba muchas
visitas. Me gusta... Jerrok.
Sin embargo, no me ha pedido que me quede. Sospecho que no lo
hará. Es un solitario, y no importa cuánto le gusten mis besos, se
alegrará de que me vaya. Nadie ha estado interesado en quedarse
conmigo a largo plazo. Incluso mi padre salió por la puerta antes de
que yo tuviera diez años, dejando a mi madre para que me criara. Y
mamá me recordó que yo era el problema una y otra vez. Sospecho
que no derramó muchas lágrimas cuando no volví a casa. También
estaba acostumbrada a que la gente la dejara atrás.
A veces me pregunto cuánto tiempo pasará antes de que los
hermanos va Sithai me dejen en el puerto más cercano. No soy muy
buena pirata. La idea es un poco aterradora y me levanto y corro a
mi habitación, cogiendo un libro. En lugar de uno de mis nuevos,
agarro a Outlander nuevamente y me dirijo directamente a la escena
del matrimonio y la posterior consumación. Necesito recordarme a
mí misma que hay cosas buenas que suceden cuando la gente se une.
Que no importa cómo resulte la vida, a veces solo tienes unos
momentos dulces para llevar contigo como recuerdos. Quizás
necesito concentrarme en eso en lugar de mi miedo.
Leí las escenas tres veces seguidas antes de dejar el libro y tomar un
respiro tranquilizador. Ahora estoy en un lugar mejor. Solo
necesitaba volver a centrarme. A lo lejos, escucho a Jerrok maldecir
por algo que está desechando, el tintineo de herramientas de metal y
su voz irritada tranquilizadora. Me cambio a mi camisón (una túnica
de gran tamaño) y paso una mano por mi cabello antes de salir de mi
habitación y dirigirme hacia la suya. Sleipnir se encuentra conmigo
en el pasillo, golpeando su cabeza contra mis piernas, sus escamas
opalescentes reluciendo limpias una vez más. Sin embargo, su
aliento huele a bistec y me paso unos minutos frotándole la cabeza y
arrullando lo mucho que lo adoro. —Yo tampoco puedo retenerlos
—murmuro—. Pero todavía puedo amarte, ¿verdad?
Lame mi mano en respuesta.
Correcto. Puedo ser valiente y aferrarme a cualquier felicidad que se
me presente.
Con Sleipnir a mi lado, me dirijo a las habitaciones de Jerrok. Tiene
sus gafas puestas, ocultando sus ojos de mí, pero se endereza en el
momento en que llego. Las gafas zumban cuando me mira. —¿Todo
está bien?
—Sí. —Puedo sentir que me sonrojo mientras pongo una mano en
mi escote—. Solo pensé en ir a la cama, si te parece bien.
—Por supuesto. —Duda y luego vuelve a coger sus herramientas—.
¿Esto te va a molestar?
—De ningún modo. —Está en la punta de mi lengua invitarlo a
unirse a mí, pero las palabras no salen. Solo balo como una idiota,
me sonrojo y luego me apresuro a la cama y me deslizo debajo de las
mantas. Cobarde, me regaño a mí misma de nuevo cuando Sleipnir
se mete en la cama a mi lado y se posa en mis piernas, lanzando una
pata protectora sobre ellas. Eres una gallina. Él se uniría a ti si lo
pidieras.
Jerrok vuelve a coger su herramienta y saca un poco de metal de un
chasis. Hace un ruido metálico cuando su herramienta afilada patina
y golpea la placa de circuito y él maldice en voz baja de nuevo. Está
claro que no se está concentrando, y hay algo en la tensión en su
gran cuerpo que me hace respirar profundamente y poner los
nervios de punta para hablar.
—¿Por qué no vienes conmigo? —Pregunto, y acaricio la cama
cuando se da la vuelta para mirar en mi dirección.
Él sonríe, y algo de la tensión a la que me había aferrado
desaparece. Le devuelvo la sonrisa y me acerco mientras él guarda
sus herramientas y se quita la túnica, luego las botas y las gafas. Se
deja los pantalones puestos y sé que es por mí. Sin embargo, no soy
lo suficientemente valiente para pedirle que se los quite. Aún no.
Cuando se sienta en el borde de la cama, todo cruje, y mira al
carinoux acaparando la mitad inferior de la cama con recelo. —¿Me
dejará unirme a ustedes?
—Lo hará. —Llamo a Sleipnir y le doy palmaditas al otro lado de la
cama, indicándole que se mueva. El carinoux nos lanza a los dos una
mirada de mal humor, pero hace lo que le dicen, y Jerrok balancea
las piernas sobre la cama y se acuesta a mi lado. Está de espaldas,
con las manos cruzadas sobre el pecho. Se ve terriblemente
incómodo, y me acerco y tomo una de sus manos entre las mías.
Nuestros dedos se enlazan y él frota su pulgar contra el mío. —
¿Quieres apagar las luces?
—Por supuesto.
Él da una orden y las luces se apagan, dejándonos en una agradable
oscuridad. Nunca está completamente oscuro en la estación, con
pequeñas luces de riel colocadas a lo largo de las paredes de los
pasillos, pero es lo suficientemente oscuro. —¿Quieres que sea más
oscuro para no tener que ver mi cara? —pregunta de repente.
—Me gusta tu cara.
Jerrok rueda sobre su costado, mirándome, y luego estamos nariz
con nariz, obscenamente cerca. Nuestro aliento se mezcla y mi piel
pica con una mezcla de miedo y emoción. —No tenemos que hacer
esto, sabes.
La cautela está de vuelta en su tono. Suena distante, aunque nunca
hemos estado más cerca. Aprieto su mano.
—Podemos volver a cómo eran las cosas —ofrece—. Solo olvídate de
cualquiera de las conversaciones que tuvimos hoy. No quiero que te
sientas incómoda, presionada o…
Me inclino hacia adelante y lo beso.
Es solo un beso rápido en los labios, pero lo detiene en seco y lo
silencia.
Sonrío tímidamente y le doy otro beso en la boca, dejando que mis
labios se demoren un poco más. Probándolo. Presiono ligeramente
un tercio sobre sus labios y luego me acurruco cerca porque me
gusta compartir el aliento con él.
—¿Puedo devolverte el beso? —pregunta con voz ronca.
Su petición me asusta. Ese miedo vuelve a pincharme. —Yo... no lo
sé.
—Estoy feliz con lo que sea con lo que te sientas cómoda, Sophie —
dice en voz baja.
—Ya no sé lo que quiero —lo admito. Alzo una mano para tocarlo y
luego la bajo de nuevo—. Mi cabeza está llena de preocupación,
aunque sé que solo eres tú. Sé que no me harías daño, pero parece
que no puedo calmar todas las cosas en mi mente que me ponen
ansiosa —Me muerdo el labio y lo miro. Su cabello es brillante y
seco, se desliza a través de sus cuernos, y estoy ansiosa por tocarlo.
—¿Qué haces cuando estás ansioso?
—Masturbarme.
Dejé escapar una risita horrorizada. —Esa no era la respuesta que
esperaba.
—Aunque es cierto. —Sus ojos se entrecierran y se apoya en un
codo—. Eso me da una idea.
Estoy un poco cautelosa con los giros que está tomando esta
conversación. Cautelosa... y sin aliento. —¿Vas a masturbarte?
Él se ríe. —No. Quiero decir, sí. En el momento en que terminemos
aquí —y hace un gesto hacia la cama—. Probablemente voy a
levantarme y masturbarme en la ducha solo porque no quiero
apuñalarte con mi polla durante toda la noche. —Jerrok me observa
con una mirada tan intensa—. Pero no estaba hablando de mí.
Estaba hablando de ti.
—¿Yo? —Chillo.
—Sí. —La voz de Jerrok adquiere una nota ronca que hace que mi
cuerpo responda—. Creo que deberías tocarte a ti misma. Darte
placer. Aliviar algunas de esas preocupaciones en tu mente y
recuperar tu cuerpo para ti.
No es... la peor idea. De hecho, me gusta. ¿Cuándo fue la última vez
que me masturbé? Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera puedo
recordar. —¿Ahora mismo?
—Ahora es un buen momento.
Me lamo los labios y lo miro. —¿Que pasa contigo?
—¿Quieres… quieres que mire? —Su mirada es cerrada, imposible
de leer. No me va a mostrar lo que piensa de esa idea, porque no
quiere presionarme.
Respiro profundamente.
Es demasiado... ¿o no?
¿Y es malo que quiera hacer esto?
SOPHIE

—¿Quieres verme tocarme? —Pregunto tímidamente. El


pensamiento envía un pequeño aleteo caliente a través de mi cuerpo,
así como una punzada de angustia. Estoy confundida, pero él me
mira con una expresión tan intensa. Me atrae, la forma en que me
mira, como si fuera a morir si voltea la cabeza. Me siento como la
cosa más importante del universo cuando me mira así, y es adictivo.
Me dan ganas de tocarme, sobre todo para complacerlo. Tomo otra
respiración profunda, inhalando su aroma. Puedo hacer esto.
Él asiente, su mirada se mueve sobre mí con hambre. —Tienes que
demostrarte que puedes. Yo creo que puedes. Creo que eres valiente.
Mi respiración se detiene ante sus palabras. Valiente. —¿Te
quedarás?
—Estaré aquí mismo, observando —Sus ojos parecen incluso más
calientes que antes.
Una parte de mí quiere decirle que se levante y se vaya, porque
masturbarse es algo privado. No solo comienzas a tocarte frente a la
gente. Es una especie de toque íntimo... pero al mismo tiempo,
quiero a Jerrok aquí mismo. Quiero hacer esto para demostrarle que
puedo, y tal vez para mostrarme a mí también. Quiero ser valiente, y
me siento más valiente cuando él me mira con esa mirada que es a la
vez excitada y orgullosa… como lo está ahora.
Realmente, realmente quiero que él mire. No estoy segura de por
qué encuentro tan atractiva la idea. En el pasado, cuando fui violada
por mi dueño, lo hizo en la cama frente a otros. Todos los praxiians
duermen juntos, después de todo, y el sexo no es privado para ellos
como lo es para los humanos. Odiaba que otros miraran. Fue un
doble golpe de violación y vergüenza.
Debería odiar la idea del voyerismo ahora que soy libre, pero… no es
lo mismo con Jerrok. No será así con él. Con él aquí a mi lado, es
como si estuviéramos haciendo esto juntos. Soy la única que se toca.
Así que me subo el camisón y, en el proceso, muevo las piernas.
Sleipnir refunfuña, gime, luego salta de la cama, moviendo la cola.
Quizás sospecha lo que estamos a punto de hacer y no quiere verlo.
Eso está bien para mí. Me retuerzo en la cama, subiéndome el
vestido hasta las caderas. Las bragas que estoy usando son lo menos
sexys que puedes conseguir, así que las quito rápidamente y las tiro
para que Jerrok no pueda comentar sobre ellas.
Lo miro pero no dice nada en absoluto. Está apoyado en un brazo,
mirándome con esa ardiente mirada de aprobación. Me encanta que
me mire así, y me hace sentir toda dolorida y ligeramente agitada de
la mejor manera. Como si me fuera a salir de mi piel si él sigue
mirándome así.
Muy lentamente, deslizo una mano entre mis muslos.
Primero ahueco mi coño. Me he limpiado, por supuesto. He
recortado cosas. Pero me he ignorado sexualmente durante mucho,
mucho tiempo. Se siente un poco extraño deslizar con cuidado un
dedo sobre el borde de mi sexo, probando la humedad, y no me
sorprende del todo estar seca.
—¿Cómo se siente? —Jerrok pregunta.
Abro los ojos, ni siquiera me di cuenta de que los había cerrado, y lo
miro. Intento pensar en qué decir, incluso mientras vuelvo a deslizar
el dedo por mis pliegues. —No estoy segura.
—Eres una chica tan buena, Sophie —murmura—. Una buena chica
incluso por intentarlo.
Oh mierda. Así, mis dedos se curvan y el calor late entre mis muslos.
Jadeo, usando mis dedos para separar mis pliegues y buscar mi
clítoris. —¿Lo soy?
—Muy buena —prácticamente ronronea. —Mírate. Tan valiente.
Paso la punta de un dedo sobre mi clítoris y mis nervios saltan.
Gimo cuando su mirada se mueve hacia mis caderas y me mira.
Hago circulos alrededor de mi clítoris, luego me sumerjo más abajo,
buscando humedad. —Sigue hablando conmigo —le ruego—. Me
gusta escuchar tu voz.
—¿Lo haces? —Es bajo y retumbante y como una caricia.
Asiento frenéticamente, incluso mientras me toco de nuevo. Ahí,
solo una pizca de humedad, y sospecho que está directamente
relacionada con él llamándome buena chica. No me di cuenta de que
me gustaba tanto... y ahora quiero volver a escucharlo.
—Te ves tímida —dice con suavidad, y extiende la mano para tocar
mi cara. Me tenso, pero él solo me quita un mechón de pelo de la
frente. —No hay necesidad de ser tímida frente a mí. He visto todo lo
que tienes y creo que es hermoso.
—¿Tú lo haces? —Sé que los alienígenas encuentran a las humanas
extrañamente atractivas, pero me gusta escuchar de Jerrok que él
me encuentra atractiva. Eso lo hace un poco más especial.
Jerrok asiente. —Tus piernas son bonitas —me dice—. Suave,
flexible y fuerte. Y tienes ese fascinante parche de pelaje entre tus
muslos.
¡¿Pelaje?! Pero por alguna razón, me parece sexy que lo llame
pelaje. Dejo escapar un suspiro jadeante y golpeo mi clítoris de
nuevo. —¿Te… te gusta eso? ¿Aunque es diferente? —Me lo han
criticado varias veces, y por alienígenas, y sé por los videos que los
mesakkah no tienen pelo excepto por sus gloriosas melenas.
—Es tuyo y me gusta todo de ti —ruge, y el placer en su voz envía un
escalofrío a través de mi cuerpo—. Y me gusta tu lindo, lindo coño.
Jadeo de nuevo y deslizo un dedo a través de mis pliegues,
sumergiéndome en el indicio de humedad en mi núcleo y
arrastrándolo de regreso a mi clítoris.
—Qué buena chica —murmura Jerrok de nuevo—. Continúa. Hazte
sentir bien.
Gimiendo, froto mi clítoris más fuerte mientras Jerrok continúa
hablándome. Su voz es baja y tranquilizadora, pero su mirada es
absolutamente intensa mientras me mira. Se inclina tanto que puedo
sentir su calor, pero nunca me toca. Es como si estuviera acurrucada
contra su costado, protegida, mientras me toco. Muy lentamente, mi
coño se vuelve resbaladizo con la excitación y mis movimientos por
acariciar mi clítoris se vuelven resbaladizos y deslizantes. Se siente
cada vez mejor, y mientras el placer abrasador comienza a crecer, me
inclino hacia él, presionando mi rostro contra él.
—Te tengo, Sophie —me asegura Jerrok. No me toca. Solo me hace
saber en voz baja con su voz y su presencia que está aquí.
Mis dedos trabajan, rodeando furiosamente mi clítoris. Estoy tan
cerca. Tan cerca. Cuando aumenta aún más, arqueo la espalda y me
tiemblan las piernas.
—Qué buena chica —elogia de nuevo.
Con un grito ahogado, alcanzo su mano y la aprieto con fuerza
mientras me froto hasta llegar al orgasmo con la otra. La liberación
me atraviesa cuando aprieto sus dedos y, débilmente, lo escucho
murmurar mientras mi cabeza se agita y mi cuerpo tiembla. Es casi
demasiado, pero Jerrok me tiene.
Siempre me tiene.
Me acomodo en la dicha y la dejo rodar por mi cuerpo.
Jerrok

Ver a Sophie tocarse a sí misma es la cosa más caliente que he visto


en mi vida. El hecho de que ella me alcanzara mientras se corría
hace que mi corazón se llene de todo tipo de emociones, y no
importa lo mucho que quiera levantarme y sacudir mi polla, no me
iré del lado de esta mujer. Nunca.
Aspira profundas bocanadas de aire, su piel enrojecida mientras
baja de su liberación. Sus dedos se deslizan lejos de su coño,
brillando con su liberación, y mi boca se hace agua ante la vista. Lo
que no daría por probar eso. Su otra mano todavía está metida en la
mía, y froto mi pulgar contra su piel, deseando poder tocarla más,
pero sabiendo que ella tiene que marcar el paso. —¿Cómo te
sentiste?
Sophie se estira un poco en la cama, con una mirada somnolienta en
su rostro mientras me mira. —Maravillosa.
—Estuviste hermosa.
Prácticamente se pavonea bajo mis elogios, y pienso en lo mucho
que le gusto que le hablara. Ella siempre está un poco sorprendida,
esta hermosa criatura, como si fuera una especie de mascota traviesa
que no merece ningún afecto. Le daría todo. Todo.
Pero no puedo apresurarla. Así que paso las yemas de mis dedos por
su frente de nuevo y sonrío. —Duérmete.
—¿Que pasa contigo? —No creo que se dé cuenta de que todavía está
agarrando mi mano con fuerza, o tal vez lo hace y simplemente no
quiere soltarla todavía. De cualquier manera, necesita darse cuenta
de que no iré a ningún lado, no cuando me necesite.
—Mi polla sobrevivirá. Yo también. —Un dolor insatisfecho no es
nada nuevo.

Al día siguiente, Sophie se sonroja constantemente.


Cada vez que miro en su dirección o le hago una pregunta, sus
mejillas se sonrojan y tiene una mirada vidriosa y distraída en su
rostro. Tiene que estar pensando en lo de anoche, aunque no ha
dicho nada al respecto. Cuelga tácito en el aire entre nosotros.
Trabajamos en el hangar, sacando chatarra de la nave pirata. Una
vez que esté completamente desmontada, la llevaré al campo de
asteroides con los demás restos flotando cerca.
Sophie es normalmente habladora, haciendo preguntas sobre los
distintos trozos de chatarra o hablando de su vida en la Tierra. Por
lo general, le gusta hablar sobre el libro que ha estado leyendo o lo
que sea que Sleipnir haya hecho recientemente que le parezca
encantador. Realmente, lo encuentra todo encantador. Hoy, sin
embargo, ella se sienta en silencio y se sonroja. Su cabello está
recogido en dos pequeños nudos apretados sobre su cabeza,
acentuando la columna de su garganta y mostrándome hasta dónde
llega ese rubor.
—¿Estás bien? —Eventualmente pregunto, mi cabeza todavía llena
de verla en mi cama, su mano entre sus muslos mientras me abraza.
—Muy bien. —Ella finge un bostezo—. Somnolienta.
—Entonces podemos irnos a la cama temprano. —No puedo
resistirme a burlarme de ella, solo un poco.
Su rostro se vuelve de un tono rosado aún más brillante. —No tan
somnolienta. —Agacha la cabeza, con la mirada fija en la chatarra del
motor colocada en una mesa frente a ella.
Me encanta verla tan nerviosa. El carinoux se frota contra mi pierna
y distraídamente le doy una palmadita. Es como si por darle cariño a
Sophie, él me da cariño. Él es un buen indicador de sus emociones, y
si su necesidad es un indicador, Sophie siente mucho por mí hoy.
Así que voy a aprovechar eso.
Me aclaro la garganta. —¿Me puedes pasar esa palanca?
Ella automáticamente se acerca y la levanta, luego me la tiende.
—Buena chica —canturreo.
Los labios de Sophie se abren. Sus ojos tienen esa mirada
desenfocada y su respiración se entrecorta, y de repente me doy
cuenta de que estoy jugando con fuego. No quiero llamarla “buena
chica” para burlarme de ella. Quiero llamarla así cuando ponga la
cabeza en mi almohada, cuando se corre. Quiero tirar de ella contra
mí y decirle que se toque de nuevo, solo para ver si lo hace.
Algo me dice que lo haría, y eso hace que todo mi cuerpo duela de
deseo.
Tomo la palanca y desaparezco en la nave desmantelada antes de
que pueda hacer algo estúpido, como acercarla y tocarla. Sophie
tiene que tomar la iniciativa en esto. No puedo empujarla a nada, no
importa cuánto la desee.

Para mi gran disgusto, recibimos dos comunicaciones más esa


tarde. Una es de una nave que se hace llamar The Tempest, pero
cuando pregunto por un nombre y no obtengo nada más que un
modulador de voz, sospecho que es mi prima amante de las bromas,
viniendo a verme como prometió. El otro mensaje entrante es del
Jabberwock, otra nave pirata con la que estoy muy familiarizada.
Eso va a ser... interesante. La última vez que pasaron, la tripulación
no se había quedado mucho tiempo y sus hembras se habían
quedado a bordo. No les había preguntado, y estaban nerviosos e
inquietos. Sé que hay algunas humanas en la mezcla, y me pregunto
si Sophie querrá conocerlas.
Para ser criaturas raras, estoy seguro de que últimamente me
encuentro con muchas humanas.
—Vamos a tener compañía —le digo a Sophie a regañadientes
después de responder a las comunicaciones.
Ella se pone tensa, sus ojos se agrandan mientras se limpia las
manos con un trapo. —¿Estamos en problemas? ¿Tenemos que
huir?
—No, nada de eso —la tranquilizo—. Todo está bien, lo prometo.
Conozco a la tripulación del Jabberwock. Su navegante está
emparejado con Zoey va Sithai.
—Oh. Zoey. —Para mi sorpresa, sus labios se fruncen y no parece
emocionada—. Los muchachos estarán tristes por haberse perdido el
ver a su hermana.
—¿La conociste?
—No. —Su tono no suena acogedor.
—¿Quieres que los rechace? Lo haré.
Sophie parpadea y luego sonríe. —¿Lo harías por mí?
—Sí —le digo con brusquedad—. Que te sientas cómoda vale mucho
más para mí que algunos créditos por chatarra.
Se mueve a mi lado, cruzando el largo pasillo solo para pararse justo
frente a mí. Me quedo en mi lugar, esperando uno de esos besos
ligeros como una pluma, y no estoy decepcionado. Ella pone su
mano en mi hombro, indicándome que debería inclinarme, y cuando
lo hago, me da un beso en la mejilla. —Eres muy dulce, ¿lo sabías?
—Eres la única persona que piensa eso.
Ella lanza una mirada atrevida por encima del hombro. —Soy la
única que importa.
Esa es ella.
Esa noche, Sophie me mira sin aliento mientras nos dirigimos a la
cama. Sleipnir se acerca a nosotros y yo saco un tubo de metal nuevo
y lo agito debajo de su nariz. —Tendrás esto si lo comes fuera de la
habitación.
El carinoux golpea su cabeza contra mi pierna, casi tirándome,
luego se enrolla alrededor de mi mitad inferior, haciendo pequeños
sonidos de placer.
—Vas a malcriarlo —me dice Sophie, pero sus ojos brillan con
anticipación, sus manos se encrespan en las mantas.
—Ese será el problema de otra persona —Saco al carinoux y cierro la
puerta cuando está del otro lado, dejándome solo con una mujer
humana tensa y un poco sin aliento. Miro a Sophie, tratando de no
parecer demasiado afectado por su clara excitación. Está
emocionada por lo que podría traer esta noche, y es la cosa más
hermosa que he visto en mi vida. Cómo alguien podría maltratar a
esta hermosa criatura me supera. Me dan ganas de asesinar a
cualquiera que la mire mal. —¿Estás lista para irte a la cama?
Ella asiente, sus mejillas sonrojadas, sus ojos brillan.
Me acerco a la cama, vistiendo nada más que mi trou. Se sienten
demasiado apretados sobre la dura longitud de mi polla, pero ignoro
eso, al igual que ignoro todo menos el brillo en los hermosos ojos de
Sophie. Me muevo hasta el borde de la cama, luego extiendo la mano
y acaricio su mejilla. —¿Vas a volver a ser una buena chica para mí
esta noche?
Un gemido se le escapa y vuelve su rostro hacia mi mano,
presionando sus labios sobre ella.
—Eso pensé —le susurro—. Tócate para mí. Muéstrame lo buena
que puedes ser.
Ella lo hace, y es hermoso. Sus movimientos son más seguros esta
noche, su coño resbaladizo con anticipación incluso antes de poner
sus dedos allí. Ella ha estado pensando en este momento todo el día,
sospecho… y no es la única. El aroma de su excitación es pesado en
el aire, por lo que hacerme la boca agua me está volviendo loco, pero
no presiono mi suerte. Solo le susurro un aliento, le digo lo perfecta
que es y, cuando llega, vuelve a alcanzarme, como si me necesitara
para anclarla.
Lo hago con mucho gusto. Haré lo que ella quiera. Todo lo que tiene
que hacer es pedirlo.
SOPHIE

Voy a besar a Jerrok esta noche, decido. No un simple roce, sino un


beso en toda regla, entrelazado de lenguas, lamiéndonos la boca,
completo. Creo que estoy lista.
Eso espero.
Sin embargo, el pensamiento envía un escalofrío de emoción a
través de mí en lugar de miedo, y me hace feliz. Todo sobre Jerrok
me hace feliz, de hecho. Durante los últimos cuatro días, he tenido
un orgasmo todas las noches antes de acostarme mientras Jerrok me
miraba. Al principio, pensé que sería tímida, pero para cuando llega
el cuarto día, estoy sentada apoyada en sus brazos mientras acaricio
mi clítoris y me aferro a él mientras me dice que soy una buena chica
y que lindo es mi coño. No me ha tocado más que una caricia leve,
fugaz o tomar mi mano, pero su presencia y saber que lo excito me
está volviendo loca de lujuria.
Es como si ahora que presione el interruptor, estoy viva de nuevo.
Viv y muy, muy excitada. Incluso ahora, mis bragas están húmedas
de solo pensar en meterme en la cama con él esta noche, sentarme
entre sus rodillas y apoyarme en su espalda y solo… tocarme.
Y besarlo. Muchos besos.
Estoy ocupada imaginando todos esos besos cuando suena la alerta
de proximidad en la estación. —Nave espacial entrante —entona.
Miro a Jerrok, él guarda sus herramientas y se pone de pie. Se pasa
una mano por el cabello, esquivando sus cuernos, y deja escapar un
profundo suspiro—. Estoy realmente cansado de la compañía por
aquí—murmura.
Me estremezco. —Lo siento.
Me mira y se da cuenta de lo que dijo. —No tú —se corrige con
brusquedad—. Tú no cuentas. —Coloca su desintegrador en una
funda en su cinturón, se endereza la túnica y luego se mueve a mi
lado. Quédate aquí hasta que te dé el visto bueno. Y mantén a tu
bestia contigo por seguridad. Jerrok vacila, luego pone una mano en
mi nuca y me da un beso en la frente. —Me gusta tu compañía.
Luego desaparece por la puerta y me quedo radiante por ese
cumplido.

Bethiah asalta a bordo con todo el drama que normalmente la


acompaña. Está en una embarcación robada sin ningún desecho que
pueda ver, salta a la pasarela y se arroja sobre el banco de trabajo
más cercano como si fuera una especie de mártir. —¿Por qué tienes
que vivir tan lejos de todo, Jerrok? ¿Sabes cuántos asteroides tuve
que esquivar para llegar aquí?
—¿Todos ellos? —responde con voz seca, mirando las payasadas de
su prima con los brazos cruzados casualmente—. Y no tenías que
venir aquí.
—¿No? Quería ver cómo están tú y la pequeña Softie. —Bethiah se
pone de pie de un salto y sonríe a su primo—. ¿Dónde está ella, por
cierto?
—A salvo. Primero tenía que asegurarme de que eras tú. —Jerrok
toca el hombro de su prima a modo de saludo y luego mira la nave
en la que ella llegó—. ¿De dónde sacaste esa cosa?
—De un amigo.
—¿Él sabe que la tomaste?
Bethiah solo se ríe. —¿Importa? Es mía ahora. —Mira alrededor de
la bahía del hangar—. ¿Softie? ¡Softie! ¡Sal a jugar!
Por suerte, mi nombre suena parecido a la palabra mesakkah para
“suave”. Le doy una mirada irónica cuando entro al hangar, mi
máscara de ooli en la mano, mi capa puesta. —Hola, Bethiah.
Cuánto tiempo sin verte. —Sleipnir se mantiene cerca de mi lado,
mirando a la mujer, moviendo la cola.
—Precioso —arrulla Bethiah—. Iba a abrazarte, pero tienes una
cosita pegada a tu pierna —Hace un gesto a mi mascota—. ¿Cómo te
trata la vida en este basurero?
—No es un basurero —digo, frunciendo el ceño—. Hay mucho
desorden debido a la chatarra. Estamos trabajando para limpiar las
cosas.
—¿Nosotros? —Bethiah me lanza una mirada cómplice antes de
volverse hacia su primo—. ¿Me perdí un apareamiento? ¿Están
ustedes dos compartiendo la felicidad conyugal?
—No —dice Jerrok rotundamente. Toma un escáner y comienza a
escribir en la pantalla de la interfaz—. ¿Revisaste esta nave en busca
de rastreadores antes de traerla aquí?
—Pensé que harías eso por mí. —Ella le ofrece una sonrisa
brillante—. Y también necesito una nueva identificación para ella. Y
posiblemente un nuevo trabajo de pintura.
Jerrok suspira profundamente y lanza a su prima una mirada
molesta. —Así que solo una visita amistosa, ¿eh?
—Lo suficientemente amigable. —Ella camina hacia mí, toda
sonrisas—. Ahora Sophie, cuéntame todo lo que sucede en tu
pequeña y aburrida vida. Quiero escuchar todos los detalles —Ella
enlaza su brazo con el mío, deliberadamente rodeando a Sleipnir, y
me tira hacia la puerta que conduce de regreso a las habitaciones de
la estación.
Miro a Jerrok. —Yo... ¿necesitas ayuda, Jerrok?
—Si puedes mantenerla entretenida un poco, será de mucha ayuda
—Él levanta la vista de su escáner y me da una mirada cálida—.
Estaré bien.
—Mmmm hmmm —Bethiah tararea pensativa, con los ojos
entrecerrados. Me aprieta el brazo y vuelve a poner su sonrisa
juguetona—. Entonces, enséñame lo que han hecho con el lugar.
La llevo dentro de la estación, aunque puedo decir por su caminar
confiado y la forma en que mira todo que ha estado aquí antes. No
parece sorprendida por nada de eso, excepto quizás en las
habitaciones que he limpiado y el terrario ordenado.
—Muy bonitas —dice con tono aburrido cuando le enseño las
plantas. Su mirada se concentra en mí—. Entonces, ¿dónde
duermes? ¿Con Jerrok?
Su afilada pregunta me desconcierta. —Por supuesto que no —
farfullo—. Me ha hecho mi propia habitación.
—¿Puedo verla? —Bethiah me da una dulce sonrisa—. Solo tengo
curiosidad, por supuesto.
Algo me dice que esas son palabras mortales proviniendo de esta
mujer, pero asiento. —Seguro. —Miro a mí alrededor en busca de
Sleipnir, pero ha encontrado un trozo de chatarra y lo lleva a las
enredaderas, sin duda para comerse su “presa” en privado. No
parece preocupado por Bethiah, así que me relajo un poco. No es
culpa de Bethiah que nuestro último visitante intentara robar a
Jerrok y asesinarlo. Ella solo está siendo entrometida y visitando a
su primo, como dijo que haría. La guío lejos del terrario, en
dirección a mis aposentos—. No hay mucho para ver.
—¿Qué, en medio de toda esta opulencia? —Bethiah dice
sarcásticamente, señalando la estación deteriorada—. Impactante.
Hay algo en sus bromas que me irrita. —Jerrok trabaja muy duro
para mantener este lugar en funcionamiento —señalo, un poco
rígida. Ella no ve las constantes reparaciones que está haciendo, los
filtros que cambia incansablemente para que tengamos aire fresco
para respirar, los registros de mantenimiento que revisa cada
mañana. Este lugar es tan seguro y protegido como lo es
precisamente gracias a los esfuerzos de Jerrok—. Aquí se pone mejor
cada día.
—No te enojes, Softie. Solo estaba bromeando. —Me da una
palmada en el brazo mientras la llevo de regreso por el pasillo a mis
habitaciones—. ¿Aquí es donde te quedas, entonces?
—Sí. Esta es mi habitación. —La dejé ir y la vi mirar alrededor de la
habitación con leve interés, con las manos entrelazadas a la espalda.
La mirada de Bethiah aterriza en mi cama y hace una pausa, luego va
a mi cama, se inclina y toma una larga y profunda inhalación.
La mirada que me da es de conocimiento. —No estás durmiendo
aquí.
Me congelo.
Ella se endereza. Da un paso hacia mí. —Tus mantas no huelen
como tú. No has dormido con ellas durante días, ¿verdad? —Su voz
se vuelve suave—. Si huelo las mantas de Jerrok, ¿olerán como tú,
pequeña humana?
—¿Bethiah? —Jerrok llama por su comunicador de muñeca, con
irritación en su voz—. ¿Puedes venir al hangar?
Con su mirada fija en mí, Bethiah se lleva la muñeca a los labios. —
Estaré ahí —Lo baja de nuevo y me sonríe—. ¿Y bien?
—No es asunto tuyo. —Cruzo los brazos sobre el pecho.
—Ahí es donde te equivocas. —Hay un tono almibarado en la voz de
Bethiah que se lee como falso, y cuando se inclina hacia adelante y
endereza la capa que estoy usando, me pica la piel y desearía que
Sleipnir estuviera aquí. Los dedos de la cazarrecompensas se
enroscan en la tela y me tira ligeramente hacia adelante. La situación
se vuelve aún más alarmante cuando se inclina hacia adelante, su
rostro prácticamente en el mío—. Jerrok es familia. Él podría pensar
que está solo, pero yo lo cuido. Y ha sido lastimado en el pasado. No
me gusta verlo lastimado. —Su boca se curva en una dulce, dulce
sonrisa—. Entonces tengo que preguntarte sobre tu relación con él,
¿porque si lo lastimas? Te perseguiré y te cortaré en pedacitos.
Luego, me golpea la nariz y sale de la habitación.
Jerrok

El hombre en la bodega de Bethiah me mira mientras espero a que


mi prima regrese a la nave que ha robado.
—Te pagaré generosamente —dice el macho—. Déjame libre y
ayúdame a tomar el control de mi nave una vez más.
No digo nada. La verdad es que me molesta que Bethiah tenga un
prisionero en su poder y no me lo haya dicho. ¿Y si Sophie hubiera
subido aquí? ¿Y si este hombre la agarraba o la asustaba? El
pensamiento me enoja. Peor que eso, ahora conoce mi ubicación, así
que habrá que hacer algo al respecto.
Maldita sea, Bethiah lo sabe muy bien.
—Mi nombre es Jamef sa Raan —afirma el hombre—.
Cazarrecompensas del gremio. Puedo pagarte generosamente...
No puedo evitar notar que él también tiene prótesis baratas. Sa
Raan no es un apellido fuerte. —¿Estuviste en Thresh III? —
Pregunto, señalando sus extremidades con la cabeza.
—Dos —dice el macho rotundamente—. Tres años de asedio solo
para terminar así —Hace un gesto hacia su cuerpo y su brillante ojo
cibernético rojo—. Pero eso es cosa del pasado.
—Así es. —Excepto que yo sigo intentando dejarlo allí y el universo
me lo sigue recordando.
Mi prima entra en la nave, sin aliento, y luego mira a Jamef. Ella le
sonríe y luego se apoya contra la pared, sonriéndome. —Entonces,
¿crees que puedes arreglar a esta vieja bestia? ¿Disfrazarla? ¿Quizás
quitarle las marcas? —Bethiah me lanza una mirada penetrante—.
Tiene una unidad secundaria de materia oscura como respaldo que
puedes arrancar y conservar si estás interesado.
El macho de la bodega, Jamef, gruñe en voz baja. —No vas a
desarmar mi nave.
—Nadie te está hablando —murmuro, y agarro a Bethiah del brazo,
alejándola del macho enjaulado—. Prima, ¿quieres decirme por qué
tienes cautivo a otro cazarrecompensas?
Ella se inclina hacia mí. —No.
—Déjame reformular eso. Tienes que decirme por qué tienes un
cautivo.
Bethiah sonríe. —Se llama coqueteo.
Reprimo un gemido. Bethiah ha sido, y siempre será,
completamente imposible. —¿Él sabe que se trata de eso?
—Él lo resolverá eventualmente. Entonces, ¿crees que puedes
ayudarme a disfrazar esta nave? —Su tono es aireado y ligero
mientras coloca un brazo alrededor de mis hombros—, Significará
quedarse aquí por unos días, pero estoy segura de que a ti y a tu
amiga Softie no les importará…
—Viniste aquí para espiarnos, ¿no?
—¿Yo? —Ella finge incredulidad y luego la arruina con una sonrisa—
. Tal vez. ¿Ustedes dos no han follado aun?
—No es asunto tuyo. —Por eso me gusta vivir solo. Salgo de debajo
de su brazo y me dirijo hacia el puente de la pequeña nave. Está bien
conservada a pesar de que el propietario parece tener piezas tan
baratas como mis propias prótesis. Debe hundir todos sus créditos
en esta nave. Una unidad secundaria de materia oscura es cara y su
configuración de navegación parece ser de vanguardia. No es de
extrañar que Bethiah haya robado esta nave en lugar de
simplemente revenderla a otra persona. —¿Qué vas a hacer con tu
prisionero?
—Está jugando duro para escapar ahora mismo, y no cambies de
tema —Bethiah golpea el asiento frente a mí y se inclina sobre el
panel de navegación, con la barbilla apoyada en los brazos
cruzados—. ¿Necesitas saber dónde está el clítoris humano? Puedo
instruirte. Diablos, incluso puedo unirme a ustedes dos en la cama y
mostrarles las cuerdas. Prometo no hacerlo raro.
¿Mi prima se ofrece como voluntaria para mostrarme cómo
complacer a mi pareja? Eso ya es extraño. Pero ella lo sabe, y son
más de las payasadas de Bethiah. —Paso, pero gracias.
—Entonces sabes dónde está el clítoris. Hmm. Muy interesante. —
Sus ojos se entrecierran—. Eso me hace feliz, primo.
Si el “clítoris‟‟ es ese pequeño capullo que Sophie toca cuando se
corre, sí, sé dónde está y qué hace. Mi cuello arde ante los elogios de
Bethiah. —Ella solo está de visita, no te hagas ilusiones.
—¿Solo visitando tu cama, quieres decir?
—No, me refiero a que se va cuando los va Sithai regresen.
Sus ojos se ensanchan. —Oh. —Su voz cae en un susurro—. ¿Debo
asegurarme de que no regresen? Son amigos, pero tú eres familia,
Jerrok. Puedo sacarlos del juego por ti.
—No mates a nadie, Bethiah —le digo con cansancio. Lo último que
quiero es destruir a las personas que considero amigos solo para que
Sophie no tenga ningún otro lugar adonde ir. Si quiere quedarse,
tiene que ser su elección, no la mía, de lo contrario, no soy mejor que
su primer captor—. No puedes andar matando a todos los que se
interponen en tu camino.
—¿Sabes siquiera lo que hace un cazarrecompensas para ganarse la
vida? —Ella se burla—. Pero está bien, juegas con la pequeña Softie,
tonteen entre ustedes hasta ellos que regresen... ¿y luego qué? ¿Solo
vas a despedirte y dejarlos ir?
Mi estado de ánimo se está volviendo más amargo a cada minuto.
Miro los controles frente a mí, sin verlos. Todo lo que veo es el
hermoso rostro de Sophie, sonriéndome. Sophie acurrucándose
contra mi pecho mientras duerme, el carinoux tendido del otro lado.
Sophie sujetando con fuerza mi mano mientras se corre...
Feroces lágrimas de anhelo me atraviesan. —Sí. Voy a dejarla ir.
—Idiota. —Bethiah se recuesta en su silla, cruzando los brazos sobre
su pecho. Sus trenzas crujen mientras inclina la cabeza—. No dejas
que la gente te deje y ya. Tienes que actuar hasta que vean las cosas a
tu manera, como yo estoy haciendo con Jamef.
Sí, eso está funcionando muy bien para ella, claramente. Puse una
mano en el panel frente a mí, decidiendo concentrarme en lo que
puedo controlar: chatarra. —Puedo quitar el disco secundario de
materia oscura y reemplazar algunas de las piezas más nuevas por
otras más antiguas. Un mal trabajo de pintura, alguna identificación
falsa, y esta nave es prácticamente tuya. ¿Suena bien?
Ella me sonríe. —Suena perfecto. ¿Cuánto tiempo crees que tomará?
Por mucho que me gustaría sacar a mi prima por la puerta para
poder tener tiempo a solas con Sophie nuevamente, el impulso de la
materia oscura es tentador. Podría traer muchos créditos... tal vez
los suficientes para mantener al carinoux con Sophie para siempre.
Ella ama a la criatura, y el la ama... y la mantiene a salvo. Si tiene
que irse de mi lado, al menos lo haría con un protector—. Dame unos
días.
—¿Voy a interrumpir el tiempo privado? —Bethiah pregunta a la
ligera.
—Para nada, porque te vas a quedar en tu nave con tu prisionero.
Ella hace pucheros. —Pero ambos sabemos que Softie no está
usando su cama.
—Puede que al carinoux no le guste que la invadas.
—Hmm, excelente punto. —Bethiah inclina la cabeza, mirándome—.
Bueno, te agradezco el favor, primo. Si necesitas algo de mí,
pídemelo.
—En realidad... —dudo—. Si te encuentras con algún artefacto
humano, te pagaré por ellos. Y semillas. Semillas de flores. Para el
terrario.
—No me di cuenta de que te gustaba la jardinería.
—No me gusta. —Mi cuello se calienta de nuevo cuando ella se ríe—.
Solo… te pagaré, ¿de acuerdo?
—Veré lo que puedo hacer. —Me da una palmada en el brazo y se
levanta—. Voy a molestar a Jamef un poco más. ¿Necesitas ayuda
con algo?
No queda nada por hacer más que empezar... bueno, y decirle a
Sophie que nos veremos obligados a tolerar a mi prima durante unos
días más. —Estoy bien. —Salgo de la nave, automáticamente en
busca de mi humana. No es tuya, me recuerdo. Es tu invitada. Ella
se pertenece a sí misma. Aun así, me gusta soñar...
Sophie está en mi habitación, acurrucada en mi cama, su libro en
sus manos. Ella me mira y hay una expresión de preocupación en su
rostro. —Jerrok, tenemos que hablar. —Deja su libro y se sienta—.
Acerca de Bethiah...
—Se quedará unos días mientras arreglo su nave —la interrumpo—.
Espero que esté bien.
Sophie se pone de pie y se acerca a mí. Se lame los labios y pone una
mano en mi pecho, como si necesitara tocarme. —Ella... yo... ella
sabe que estamos durmiendo juntos en la misma cama. Olió mi
almohada.
Inmediatamente, me enojo con mi prima. Claramente ha hecho que
Sophie se sienta incómoda. —Ella no sabe nada —le digo con
firmeza—. No dejes que te intimide para que...
—Está bien —dice Sophie suavemente y palmea mi pecho de
nuevo—. Estoy de acuerdo con eso. Solo significa que... me acostaré
contigo esta noche. ¿Está bien? Ella puede quedarse en mi cama ya
que no la usaré.
Ella me mira con ojos tan grandes y serios, y me doy cuenta de que
este es un gran paso para ella, como lo es para mí. Es como si me
estuviera marcando como su territorio, y me siento un poco más
orgulloso al darme cuenta. —Si es lo que quieres.
—Sí —susurra Sophie, dándome una sonrisa tímida. Ella levanta la
mano y toca ligeramente la parte posterior de mi cuello, y
automáticamente me inclino hacia abajo. Mientras lo hago, vuelve a
presionar sus labios contra los míos y luego me lame con la lengua—.
Voy a mostrarte cómo besar realmente esta noche.
La miro, estupefacta. —¿Quieres decir que lo hemos estado
haciendo mal todo este tiempo?
Ella solo se ríe.
SOPHIE

Tener a Bethiah cerca es... algo molesto. Sé que es la prima de


Jerrok y él es cercano a ella, pero hombre, no se calla ni cinco
minutos. Había olvidado lo irritante que puede ser su personalidad,
ya que habían pasado meses desde que voló con los va Sithai en la
Little Sister. Ella es lo suficientemente amable, pero también lo es
demasiado. Ella tiene una historia para todo, y por eso nunca deja de
hablar. Habla toda la tarde mientras Jerrok trabaja en la
transformación del exterior de su nave “prestada‟‟. Me pongo ropa
de trabajo y arranco la chatarra de la otra nave pirata. He trabajado
con Jerrok lo suficiente como para saber qué buscar, y me lanza
miradas de agradecimiento cuando empiezo a trabajar.
Me gusta ayudarlo. Me hace sentir que somos un equipo. Como si
pudiera contar conmigo.
Y como estoy trabajando en un área separada del hangar, no tengo
que escuchar las historias de Bethiah sobre la última misión que
hizo, o los convictos que arrastró de regreso al planeta prisión y el
dinero que cobró. Puedo dejar que mi mente divague y pensar en
Jerrok.
Pensar en esta noche.
Realmente lo voy a besar. Ha pasado mucho tiempo desde que
realmente besé a alguien con la lengua. Tuve que besar alienígenas
ocasionalmente en el pasado, al ser la mascota humana de un
alienígena, para que se divirtieran con nuestras “repugnantes”
tradiciones humanas. Sin embargo, esos no cuentan. No compartían
un momento especial, tener intimidad con alguien. Nadie me miró
con un anhelo y un deseo tan intenso como Jerrok cuando pidió
devolverme el beso.
No lo encontrará asqueroso, sospecho.
Yo... me pregunto si me llamará buena chica si le dejo tocarme. El
pensamiento me hace temblar por todas partes, mis pezones se
ponen duros. Nunca imagine que me gustara escuchar algo así, pero
es la forma en que Jerrok lo dice, todo un elogio cálido y sensual,
como si fuera la criatura más valiente y sexy del mundo solo por
tocarme. Aprieto mis muslos juntos ante el pensamiento,
imaginándome que me dice lo buena chica que soy mientras desliza
su mano entre mis muslos.
Oh mierda. Esa idea también me gusta demasiado. Reprimo un
gemido y separo un grupo de cables.
Sigo pensando en esa idea durante toda la cena, mientras Bethiah
sigue dominando la conversación. Me como mis fideos en silencio,
imaginando la mirada en los ojos de Jerrok cuando se mete en la
cama conmigo y me encuentra mojada, porque sé que estoy mojada
en este momento. He estado pensando en tocarme todo el día y
prácticamente estoy pulsando de necesidad. Jerrok también está
mayormente callado durante la cena, dejando que su prima lleve la
conversación y mirándome de vez en cuando. Sé lo que está
pensando: no puede esperar a que ella se vaya.
Yo tampoco puedo. Cuando vine aquí por primera vez, no podía
entender cómo alguien podía vivir tan lejos, tan solo. Ahora lo
entiendo y no puedo esperar a que Bethiah se vaya. Hay una
comodidad en estar solo nosotros dos aquí, como si estuviéramos en
nuestra propia pequeña burbuja segura en el borde del universo.
Finalmente, Bethiah bosteza y se aparta de la mesa, poniendo fin a
su historia. —Supongo que será mejor que atormente a mi prisionero
un poco antes de darle de comer.
—¿Atormentar? —Pregunto preocupada—. ¿Lo estás torturando? —
Sabía que Bethiah a veces hacía cosas desagradables por su trabajo,
pero no pensé...
La cazarrecompensas solo sonríe. —Cantando. A él le encanta mi
canto.
Jerrok resopla. —Te refieres a croar.
—Cállate.
Me pongo de pie. —Iré a poner mantas limpias en mi cama—. Me
dará un momento para recomponerme, incluso si estoy
prácticamente temblando de anticipación. —¿Alimentarias a
Sleipnir por mí, Jerrok?
—En ello —dice.
Me dirijo al pasillo, saco mantas limpias de la unidad de limpieza en
la pared y me dirijo hacia mi antigua habitación. Sin embargo,
cuando cruzo la puerta, veo a Bethiah sentada casualmente en el
borde de la cama, sonriéndome. —Puedes guardar las mantas,
preciosa. Voy a dormir en mi nave. El pobre Jamef se siente solo si
me alejo demasiado.
—Oh. Está bien, entonces. —Abrazo las mantas contra mi pecho—.
¿Necesitas algo?
—Eso es tan lindo. Actúas como si ya vivieras aquí. —Se pone de pie
y se acerca a mí, sonriendo—. Sé que dije algunas cosas duras antes...
—Amenazaste con destrozarme miembro por miembro.
—Y lo decía en serio. —Ella pone sus manos sobre mis hombros y
sonríe—. Lo haré. Pero también quiero decirte que seas buena con
mi primo. Sé que actúa de manera brusca y mezquina, pero es un
alma frágil. Siempre lo ha sido.
Eso me hace fruncir el ceño. —No es frágil. Es la persona más fuerte
que conozco.
—Mmm. Interesante. —Da golpecitos con un dedo en la punta de mi
nariz—. Me gusta que lo defiendas.
¿Por qué no lo haría? Se merece que alguien lo defienda. Sé que
puede cuidar de sí mismo, pero este universo ya le dio suficiente
mierda. Por supuesto que me siento protectora con él. Tengo
sentimientos por él. —Solo digo. Ha tenido que aguantar mucho.
—Mmm, así es. Solo reitero mi advertencia. —Me da una palmada
en el hombro y luego se aleja.
Pienso por un momento y luego grito. —¿Oye, Bethiah? —Cuando
se da la vuelta, me lanzo hacia adelante—. Sabes más cosas que yo.
¿Cuánto cuestan las prótesis nuevas ¿Para Jerrok? Las suyas están
constantemente al borde de fallar —Pienso en la forma en que hace
muecas por la mañana, en cómo los circuitos se mueven y saltan a
veces, en cómo cojea mucho. Vive con dolor a diario y quiero
quitárselo. Sé que puede que no sea posible eliminarlo por completo,
pero seguramente las nuevas extremidades podrían ayudar.
—Demasiado —dice Bethiah rotundamente, y luego inclina la cabeza
pensativa—. A menos que quieras que se las quite a Jamef…
—No, así no. —Dios, las prótesis de Jamef no son un gran avance en
absoluto—. Sabes a lo que me refiero. En el mercado negro —Agito
una mano—. Preguntar y ver quién las vende.
Bethiah me estudia. —Estaré atenta. Sin embargo, él nunca dijo
nada.
—¿Por qué lo haría? Es orgulloso. —¿Cuántas veces me he ofrecido a
ayudarlo solo para que me gruña cuando tiene un dolor evidente?
No le gusta sentirse débil o que no tiene el control... y lo entiendo.
—Huh. —La cazarrecompensas frunce la boca. —Supongo que eso
me convierte en una prima de mierda. —Sus ojos se entrecierran—.
Podrías vender a esa mascota tuya. Probablemente pagaría por todo
y algo más.
Mi corazón se aprieta. Se me ha pasado por la cabeza la idea de que
Sleipnir, no importa cuánto lo adore, vale una fortuna absoluta.
Aunque no puedo venderlo. Merece vivir en algún lugar donde sea
amado y colmado de afecto y tenga tanta libertad como sea posible.
—No es mío para venderlo —digo a la ligera.
Sin embargo, odio haberlo pensado. Se siente traicionero. No lo
haría, al igual que Jerrok no se ha dado la vuelta y me ha vendido
para ganar algo de dinero rápido. Hay límites, y no estoy tan lejos de
ellos como para destruir la felicidad de otra criatura viviente por la
mía.
La parte complicada es que es Jerrok y estoy empezando a sentir
que haría muchas cosas por su felicidad. Maté a un hombre por él,
¿no? Y ni siquiera lo pensé dos veces.
Sonrío cortésmente a Bethiah mientras dejo las mantas a los pies de
la cama y me dirijo hacia el espacio de trabajo personal de Jerrok.
No está, probablemente todavía alimenta al carinoux. Me cambio a
mi ropa de dormir y me peino, sentándome en el borde de la cama y
esperando nerviosamente por él.
Porque es hora de los besos.
Jerrok

Gimo mientras regreso a mis habitaciones y huelo el aroma de la


necesidad de Sophie. La mayoría de las veces, su perfume es sutil y
solo envuelve mis sentidos cuando me paro cerca de ella. Esta noche,
sin embargo, parece estar en todas partes.
Se sienta en el borde de la cama, con las piernas cruzadas mientras
se frota la pantorrilla y parece inquieta. Sus ojos tienen esa mirada
vidriosa y distraída que me dice que está pensando en tocarse. Me
encanta esa expresión de su rostro. Me encanta que haya recuperado
su cuerpo con tanto entusiasmo a pesar de sus miedos. Me encanta
verla desmoronarse en mis brazos mientras se aferra a mí.
Y no puedo esperar al día en que me invite a tocarla.
Su mirada se fija en mí mientras cierro la puerta, sus labios se
curvan en una pequeña sonrisa —Bethiah dijo que dormirá en su
nave.
—Bien. —Casi desearía que también se la llevara. No me gusta que
haya traído a un extraño a bordo, pero mi prima puede arreglárselas
sola. Es más que ella está cerca cuando realmente quiero pasar todo
este tiempo a solas con Sophie. Es como si Bethiah supiera lo que
estoy pensando y su objetivo personal es hablarme y mantenernos
separados—. Me vendría bien unas horas lejos de ella.
—¿No nos vendría bien a todos? —Sophie mueve las piernas y luego
vuelve a la cama, una invitación silenciosa para que me una a ella.
Debería ir a la ducha. Tengo las manos limpias, pero estoy seguro de
que sude más de lo que me correspondía hoy mientras trabajaba en
la nave que Bethiah está rebautizando como The Spot Pleasure. —Es
porque ningún hombre puede encontrarlo —se rió a carcajadas
mientras me golpeaba en el hombro. Pero Sophie se ve tan tentadora
que me encuentro dirigiéndome a la cama en lugar del baño.
Ella me mira con ojos brillantes y, para mi sorpresa, sus manos van
a mi cinturón.
Mi polla, que ya me duele, se pone rígida a nuevas alturas. Sus
manos están tan cerca, su aroma tan almizclado y tentador… —¿Qué
estás haciendo, Sophie? —Extiendo la mano y suavemente paso mis
dedos por su suave cabello. Estaba arriba y ahora cae sobre sus
hombros como una nube oscura. Es hermoso. Ella es hermosa.
Se inclina hacia mi caricia, cierra los ojos y presiona la mejilla
contra mi palma. —Te extrañé hoy.
¿Cuando estaba a poca distancia? Mi pecho duele por todos los
sentimientos que amenazan con derramar. —Mi prima está...
entusiasmada.
Sophie gira su rostro, acariciando mi mano, sus labios presionando
contra mi piel. —No quiero pensar en ella por el resto de la noche.
Yo tampoco.
—Ven a la cama —me dice. Sus manos se mueven hasta el broche de
mi cinturón y luego acciona el interruptor. El cinturón se afloja y se
desliza, retrayéndose. Sophie toca el cierre automático de mi trou a
continuación, su mano rozando mi polla.
Me congelo.
Sophie también lo hace. Ella me mira, sus labios entreabiertos, su
respiración acelerada. —¿Puedo… mirarte?
Yo gimo. —¿No has mirado todavía, entonces? —He memorizado los
pliegues de su bonito coño y la curva de sus caderas. Las imágenes
me perseguirán por el resto de mis días, imaginando mis dedos
contra su suavidad.
Ella niega con la cabeza, mordiéndose el labio. —No quería ser
descortés. No quería mirar a menos que me invitaran. —Sophie
presiona su boca contra mi palma de nuevo, su toque suave como
una pluma.
—Soy tuyo —murmuro—. Haz lo que quieras conmigo.
Sophie me mira, sus ojos brillan, y tira de mi trou desabrochado,
bajándolos. —Me dije que esta noche solo serían besos. Besos
profundos. Pero luego pensé en ti y...— Sus palmas se aplanan
contra mis caderas—. También quería tocarte. ¿Está bien?
Como si alguna vez hubiera una situación en la que me negaría. —
Sabes que me encantaría tu toque. Pero solo si estás lista.
Moviéndose en la cama, Sophie me mira. —Me siento bastante lista
en este momento. Me duele y me excita la idea de estar contigo esta
noche, incluso si soy la única que se toca —Ella se inclina y desliza
mi trou hasta mis muslos, y luego está cara a cara con mi polla. Su
mirada se fija en ella, en los cuatro piercings que tachonan la cabeza,
luego los dos que tachonan la base, uno en la parte superior, debajo
de mi espolón, uno debajo, al lado de mi saco. Ella me mira, sin
aliento, y sus dedos revolotean en el aire cerca de mi piel, como si
quisiera tocarme pero dudara.
—No tienes que hacerlo —murmuro—. Si sólo quieres mirar, lo
entiendo. —La forma en que me mira me está poniendo duro como
un tubo de metal. Incluso ahora, el líquido pre-seminal moja la
cabeza de mi polla, deslizándose por mi piel, solo con su mirada.
En lugar de retroceder, Sophie extiende la mano y traza un pequeño
dedo a lo largo de una vena en la parte inferior de mi eje. Casi me
ahogo de placer y me obligo a quedarme quieto mientras ella me
toca. —Tu polla no parece una polla humana.
Eso desinfla parte de mi placer. Miro mi polla, y se ve como
siempre. —¿Eso es malo?
—Oh no. —Sus mejillas se sonrojan—. No, eres diferente de buena
manera. —Su dedo continúa subiendo y bajando por esa vena,
acariciándola.
—¿De qué manera? —Tengo curiosidad ahora... curiosidad y
excitación total.
—Bueno, eres azul. —Ella se ríe, y el sonido gutural hace que mi
cuerpo se contraiga en respuesta—. Y tienes un espolón, que es
nuevo. Y tienes estos. —Pasa la punta de un dedo por el perno de
uno de mis piercings en la corona, enviando oleadas de lujuria a
través de mí—. Lo cual, los hombres humanos también los tienen.
No es muy común. Nunca había visto uno antes —Ella me mira
sonriendo—. Y ahora veo muchos de ellos en un solo lugar —Antes
de que pueda gruñir una respuesta, sus dedos rozan el eje de mi
polla—. Tienes estas crestas... como en tu nariz, pero no igual —Se
lame los labios, fascinada mientras toca una y luego otra, y hace falta
todo lo que tengo para no mover un músculo—. Apuesto a que se
sienten bien. Muy bien.
Un gemido se escapa de mi garganta.
—Y eres tan grande. —Su voz es dolorosamente suave—. Bueno,
sabía que eras grande de todos modos, pero verte de cerca así y
tocarte me recuerda lo grande que eres.
Mi excitación se atenúa. No quiero que piense que soy demasiado
grande. Lo grande puede dar miedo y no quiero que ella me tenga
miedo. —Yo nunca te haría daño.
—Lo sé. —Sophie me mira con ojos brillantes. Sus dedos frotan mi
piel de un lado a otro—. También eres suave aquí. Te sientes como
seda. Me dan ganas de acariciarte en todas partes.
Jadeo, mis manos se cierran en puños impotentes a mis costados.
—Me... me alegro que te guste. Quiero complacerte.
—Lo haces —me dice en esa voz baja y dulce. Y antes de que pueda
decir algo más, sus dedos se enroscan alrededor de mi eje, y se
inclina y desliza la punta de su lengua por la cabeza de mi polla, con
una expresión completamente traviesa en su rostro.
Se necesita todo lo que tengo para no correrme en ese momento.
Cierro los ojos, imaginando mi semilla salpicando todo su rostro, y
tiemblo con la necesidad de controlarme. —Sophie.
—Shhh —susurra, su aliento caliente en mi polla—. Estoy
aprendiendo mucho sobre ti en este momento. Déjame seguir.
Como si alguna vez pensara en decirle que se detenga. Soy muchas
cosas, pero no soy estúpido.
SOPHIE

Me siento totalmente empoderada y en control mientras deslizo mi


lengua sobre la cabeza de la polla de Jerrok, probando su semilla.
Sabe más o menos igual sin importar la raza, he aprendido eso, pero
hay algo en Jerrok que me hace disfrutar de esto. Está claro que él
no esperaba que yo hiciera nada de esto, yo tampoco esperaba
hacerlo, pero ahora que lo estoy tocando, me estoy divirtiendo
demasiado como para detenerme.
Es tan expresivo y receptivo. Actúa como si mi toque fuera un
regalo, no una obligación. Tiene una expresión de sorpresa en su
rostro cuando le pongo las manos encima, y me encanta esa mirada.
Me encanta sorprenderlo. Me encanta acariciarlo. Amo complacerlo.
Los besos pueden esperar un poco más. Por ahora, ha sido tan bueno
conmigo y me ha ayudado tanto que quiero hacer esto para
complacerlo.
Bueno, si soy honesta conmigo misma, no es solo para él. También
es para mí.
Me encanta esa sensación de tener el control, de ser la responsable
de su placer. Sé que podría detenerme ahora mismo y no me
presionaría para continuar. Sufriría con una erección dolorosa y se
concentraría totalmente en mí, porque así es Jerrok es como
persona. Es todo rudo y gruñón por fuera, y un malvavisco absoluto
por dentro.
Y los malvaviscos merecen ser mordisqueados, maldita sea.
Así que me inclino, presionando mis labios contra la cabeza de su
polla y mojándome la boca con su pre-semen. Toma un suspiro
sobresaltado que me hace querer hacer más, y saco la lengua,
lamiendo. Giro la punta alrededor de la cabeza de su polla,
aprendiendo sus piercings incluso mientras lo complazco. No estoy
segura de por qué tiene cuatro tachonados como una brújula, pero lo
encuentro fascinante y sexy, como el resto de él. Agarro su eje y
presiono mis labios por su longitud con pequeños besos calientes
con la boca abierta. Es aterciopelado sobre el acero, duro y caliente
y, sin embargo, tan adorable. Es una lástima que los mesakkah estén
tan entusiasmados con el plas-film para todo y...
Mierda.
Lo miro, horrorizada. —Oh Dios. ¿Debería usar un plas-film?
—¿Qué? —Su voz es ronca. Jerrok abre los ojos para darme una
mirada aturdida—. ¿Para qué?
—En tu polla. —Le doy un pequeño apretón a su longitud con mis
dedos—. ¿Qué pasa con los gérmenes...
—Al kef los gérmenes —murmura, sacudiendo la cabeza—. No pares.
Eres perfecta...
Con orgullo, bajo la cabeza y golpeo con la lengua el piercing
ubicado en la parte inferior de su polla, contra su saco. Deja escapar
un gruñido, o más como un “guh”, como lo hago yo. Me dejé
experimentar tocándolo, trazando con fascinación cada cresta,
acariciando la cabeza y aprendiendo su espuela. Se siente diferente
de lo que pensé, más como el cartílago de una oreja, pero un poco
más duro. No parece volverse loco cuando lo toco, por lo que no
debe ser similar a un clítoris.
La cabeza es demasiado grande para caber cómodamente en mi
boca, especialmente con los piercings, así que me concentro en
lamer y provocar, luego chupar la punta mientras trabajo su eje con
mi agarre. Está muy callado mientras le doy atención a su polla, y
después de unos momentos, noto que está un poco demasiado
callado. Quiero saber que le gusta lo que hago. Quiero escuchar su
respiración entrecortarse.
Quiero escucharlo llamarme su buena chica.
Lo miro, lamiendo la punta de su polla. Su rostro está rígido por el
estrés, su boca se aprieta en una delgada línea. Sus manos son puños
a los costados, y se sostiene tan, tan fuerte.
Mi pobre Jerrok.
—¿Por qué no me miras? —Pregunto suavemente.
Respira con dificultad y luego, muy lentamente, mueve la cabeza
hacia abajo para mirarme. Su cuello está rígido y tenso, como si le
estuviera costando toda su fuerza de voluntad no moverse. Cuando
nuestras miradas se encuentran, muevo mi lengua sobre la cabeza de
su polla de nuevo, como si estuviera lamiendo un helado. Sus fosas
nasales se dilatan.
—¿Debería parar? —Pregunto. Me estoy divirtiendo, y en más de un
sentido. Mis bragas están empapadas y me retuerzo incluso mientras
me siento en el borde de la cama y le doy placer. Quiero más que
nada seguir adelante... pero también necesito asegurarme de que
esto esté bien para él. Sin embargo, su falta de respuesta está
empezando a matar mi disfrute. El placer unilateral no es placer en
absoluto.
—Yo solo… —Su garganta funciona mientras traga. Hay un hambre
tan intensa en sus ojos que me deja sin aliento—. No quiero
asustarte.
—¿Asustarme? —Lo lamo de nuevo, bromeando deliberadamente, y
sus ojos brillan de necesidad. Oh, me gusta esa respuesta. Me hace
apretar los muslos con más fuerza mientras mi núcleo late.
—Porque… te necesito tanto. —Sus manos se flexionan de nuevo y
una de ellas cruje.
Por alguna razón, ese pequeño ruido me llena de todo tipo de cariño
hacia él. ¿Se está conteniendo porque tiene miedo de asustarme con
su necesidad? Eso es tan dulce... y completamente comprensible.
He tenido tanto miedo de todo en los últimos tiempos, y ahora
finalmente siento que estoy volviendo a ser yo misma. Sin embargo,
él no lo sabe porque no se lo he dicho. Así que está siendo cauteloso
y, a juzgar por sus puños cerrados, está esperando que entre en
pánico para que pueda retirarse.
Me duele aún más por él. No solo por quién es, sino porque es muy
considerado. Así que tomo su mano en la mía, desenrollo su puño y
luego lo coloco en mi cabello. —Quiero que me toques —le digo
suavemente—. Necesito que me muestres cuánto te gusta cuando te
doy placer, porque a mí me gusta. También alimenta mi excitación.
Me encanta escuchar tu respiración. Me encanta escucharte gritar mi
nombre —Me inclino y froto mi cara contra su polla, como un gatito,
y lo miro—. Y si quiero parar o tengo miedo, te lo diré. Lo prometo.
—¿Tú… quieres que te toque?
—Más que nada —le susurro.
Su mano cruje de nuevo mientras se aprieta en mi cabello, y lucho
contra un pequeño gemido. Oh, Dios, sí. Eso es exactamente lo que
quiero.
—Esto... ¿no te hace sentir como una esclava? —Él pregunta—. No
quiero que te sientas…
—Es diferente —le prometo—. Esto se da gratuitamente, no se toma.
Esa es la diferencia —Lo miro y no puedo resistir lamer la cabeza de
su polla de nuevo, dejando que mi lengua se arrastre contra el
piercing más cercano—. Solo porque me guste oírte llamarme buena
chica no significa que quiera ser una esclava.
Él gime, sus pupilas están hinchadas y frota mi cuero cabelludo
antes de enredar su mano en mi cabello nuevamente. —¿Te gusta
eso?
Gimo, asintiendo con la cabeza y lamo su polla de nuevo
frenéticamente. —Mucho.
—¿Porque sabes que te cuidaré?
Quizás sea eso. Tal vez solo enfatiza lo segura que me siento con él
que le dejé tener control sobre mí en el dormitorio, solo un poco.
Hago un ruido ansioso en mi garganta y chupo la cabeza de su polla
de nuevo, trabajando su saco con mi mano.
La voz de Jerrok es áspera y ronca mientras sostiene mi cara contra
su polla, enviando un rayo de calor abrasador a través de mi cuerpo
en respuesta. —Eres tan bonita cuando haces eso.
Gimo, frenéticamente tratando de llevarlo más a mi boca. Puedo
ajustar la cabeza solo un poco, pero los piercings me hacen
detenerme antes de llegar lejos. En cambio, chupo la cabeza lo más
fuerte que puedo y bombeo su eje una vez, aproximadamente.
Deja escapar un siseo bajo.
—Quiero hacerte venir —le digo con entusiasmo. Quiero que
obtenga la misma liberación que me ha dado, incluso si no me toco.
Todavía se sienten como míos, porque él me enseñó a superarlos.
También quiero compartir este con él. Froto mi cara contra su polla,
mirándolo—. ¿Qué te gusta?
Jerrok cierra los ojos y su mano acaricia mi mejilla. —Me gusta
todo. Kef, todo —Su polla se presiona ligeramente contra mi boca
incluso mientras dice esto, y ni siquiera estoy seguro de si Jerrok se
da cuenta de lo que está haciendo. Me marea, sin embargo me
agarro a él de nuevo, lamiendo y chupando, mis manos en su eje
como si de alguna manera pudiera ignorar la física y tomarlo hasta
mi garganta con puro entusiasmo.
Escucho que se queda sin aliento y luego el sabor de la sal está en mi
boca. Puedo sentirlo tenso, su cola moviéndose locamente detrás de
él. —Espera —dice entre dientes—. Quieres que me…
Lo tomo más profundo, porque ya sé la respuesta a esa pregunta, y
chupo con fuerza.
Con un grito ahogado, Jerrok empuja en mi boca. Mueve la cabeza
contra mi lengua, sus caderas se sacuden, y luego se corre, todo su
cuerpo gime con la fuerza de su liberación. Su mano se mueve hacia
mi cabello, apretándolo mientras la semilla se derrama sobre mi
lengua y baja por los lados de mi boca, y lamo tanto como puedo,
limpiándolo. Me encantan los escalofríos que se mueven a través de
él, acompañados de una nueva ola de su sabor, y cuando finalmente
se libera de mi boca, está jadeando y hay una mirada aturdida en su
rostro.
Deslizo mis labios, mirándolo. Prácticamente estoy retorciéndome
en mi asiento, porque necesito escuchar que hice todo bien, que a él
le gustó todo. Que nunca antes se había corrido tan duro. No sé
cuándo me convertí en esta persona que necesita elogios
constantemente, pero cuando deja escapar una pequeña carcajada y
me da una mirada cálida, se siente mejor que cualquier otra cosa.
—Kef, eres hermosa —susurra Jerrok, ahuecando mi rostro entre
sus manos. Me mira con asombro, como si nunca hubiera visto nada
como yo en su vida.
Podría volverme completamente adicta a ese tipo de apariencia.
Se arrodilla en el suelo frente a mí, y siento una punzada de
angustia por el esfuerzo que requiere. Odio que sus extremidades
sean tan terribles cuando es algo que se arregla tan fácilmente con
dinero. Es tan injusto. Pero me besa con los toques más suaves, y
sus ojos se encuentran con los míos. —¿Ahora puedo tocarte yp?
SOPHIE

—¿Tú… todavía quieres tocarme?


No sé por qué el pensamiento me pone tan tímida. ¿Por qué no
debería tocarme? Le he dado placer, ¿por qué no debería darse la
vuelta y darme un poco? Pero ha pasado tanto tiempo desde que
alguien pensó en mis necesidades que a veces yo misma me olvido
de ellas. Esta semana ha sido una revelación, desbloqueando ese
lado sexual en mí de nuevo... y sin embargo, todo ha sido unilateral.
Por alguna razón, pensé que le daría placer a Jerrok, y luego nos
acurrucaríamos juntos en la cama y nos iríamos a dormir.
Que esté pidiendo más me envía un sonido de alarma.
Jerrok asiente, acariciando mi cabello. —Puedo oler lo excitada que
estás, Sophie. Me has dado un regalo; déjame hacer lo mismo por ti.
No me atrevo.
—Estás nerviosa. Dime por qué.
—No sé por qué —lo admito—. Supongo que es porque es diferente.
—Vamos a hablar de ello. ¿Crees que te haré daño? —Su tono es
suave, tranquilo, sus dedos acariciando mi cabello, mi cuello, mi
mejilla. Es como si no pudiera dejar de tocarme—. ¿O que me
aprovechare de ti de alguna manera?
Considero eso. —No…
—¿Crees que haré algo que no te gusta y te ignoraré si me pides que
pare?
—No.
—¿Te preocupa que te mutile o te lastime? —Extiende una mano y
ambos la escuchamos crujir con fuerza—. ¿A causa de estos?
—De ningún modo. —Muy atrevida, extiendo la mano y le paso los
dedos por la boca. Sus labios están oscurecidos y ligeramente
hinchados, y me doy cuenta de que debe haberlos mordido mientras
yo tenía su polla en mi boca. Me encanta eso. Me encanta que mi
toque lo hiciera sentir tan bien.
—Entonces habla conmigo —dice, con voz razonable, mirada
tranquila—. Si no soy yo a quien tienes miedo, ¿es… a ti misma?
—Suena tonto, ¿no? —Yo susurro.
—De ningún modo. —Pasa su pulgar a lo largo de mi mandíbula,
luego me toca ligeramente la oreja y me inclino hacia la caricia—.
Nunca le he dicho a nadie esto, pero cuando recibí mis prótesis...
pasé dos o tres meses sentado. No caminaba a menos que los
médicos me obligaran a hacerlo. Tenía miedo de que no funcionaran
bien, o no trabajaran para mí, y no quería hacerme ilusiones. No me
gustaba la forma en que se sentía mi cuerpo cambiado. Era más fácil
no tener expectativas de nada.
Asiento, presionando un beso en su gran mano. —Yo solo... ¿y si no
me gusta?
—Entonces me detendré. Es tan simple como eso.
—Pero... ¿y si tu toque me molesta? —Un pequeño rizo de vergüenza
se eleva en mi vientre.
—¿Te molesta ahora mismo? —pregunta, deslizando los dedos por
mi cuello—. ¿O cuando mi boca se encuentra con la tuya? —Cuando
niego con la cabeza, continúa—. Entonces nos centraremos en las
cosas que te gustan y partiremos de ahí —Me sonríe—. Podemos
tomarlo un día a la vez, un paso a la vez. Si no quieres que te toque
esta noche, entonces no lo haré. Pero quería preguntarlo, porque
quería que te dieras cuenta de lo mucho que quiero tocarte también.
Yo sé que lo hace. Está en la forma ávida en que me mira, en la
forma en que sus manos me tocan constantemente. Está en la forma
en que me llama su buena chica cuando me toco, y en cómo me
habla a través de cada orgasmo. Me hace saber que está conmigo en
cada paso del camino... entonces, ¿por qué esto se siente tan grande
y aterrador?
Sospecho que es porque tengo miedo de que cuando me toque, me
vaya a un mal lugar y arruine cualquier esperanza que tenga de que
tengamos algún tipo de alegría juntos. —¿Me odiarás si no me gusta?
—Pregunto temblando.
—Nunca. Como dije, encontraremos cosas que te gustan y
partiremos de ahí. Estás tan rota como te permites estarlo, Sophie.
Me tomó tiempo levantarme de mi silla y caminar con mis nuevas
extremidades, pero lo hice. Solo tenía que dar el primer paso. Tú
también debes hacerlo.
Consigo una sonrisa incómoda. —Volver a aprender a caminar es
algo muy diferente a que yo me preocupe por el sexo.
Él se encoge de hombros. —Ambos hemos tenido cosas malas en el
pasado. No me importa la comparación. A ti tampoco debería.
Ahora, dime que hemos terminado, y me subiré a esta cama y te
abrazaré hasta que te duermas... o dime que no hemos terminado, y
finalmente podré acariciar ese lindo coño tuyo que se moja tanto por
mí.
Se me corta el aliento. Mis labios se abren. Lo miro, la excitación
inunda mi sistema ante sus atrevidas palabras. —No hemos
terminado.
—Buena chica.
Gimo, mis dedos se aferran a él mientras se pone de pie. Me aferro a
su cuerpo, tocando circuitos rugosos y cicatrices, el crujir de sus
articulaciones hace que olas calientes rueden por mi sangre. Todas
estas cosas son Jerrok, y cuando se pone de pie junto a la cama, de
repente me invade una explosión de confianza.
Puedo hacer esto, porque él me tiene. Me lo hará bien, porque él
también quiere mi placer. Dejo escapar un pequeño suspiro feliz y lo
miro mientras él pone una mano en mi mandíbula y deja que su
pulgar trace mis labios de nuevo. —¿Dónde me quieres?
—En la cama. De espaldas. ¿Quieres dejar o quitarte la ropa?
Recuerda, lo he visto todo. No hay razón para ser tímida.
Es como si estuviera abordando mis preocupaciones incluso antes
de que haga una pausa. Él tiene razón; me ha bañado por todas
partes, así que no tiene sentido vacilar sobre nada. Lo considero por
un momento y luego me quito la túnica de dormir por la cabeza.
Jerrok me da una mirada de aprobación mientras me meto en la
cama y luego me acuesto. Estoy nerviosa a pesar de su
comportamiento tranquilo, porque mi cabeza está llena de todo tipo
de ruidos. ¿Y si no se siente bien? ¿Y si entro en pánico? Y si…
Se quita la ropa y luego se para al lado de la cama para que pueda
mirarlo. Sé que esto es tan difícil para él como para mí, porque está
cohibido por sus prótesis, pero creo que es hermoso. No veo
problemas, veo a un sobreviviente. Así que levanto una mano y
cuando la toma y se sienta en el borde de la cama, me siento mejor.
Besa mis nudillos, frotando su boca contra mi piel. —¿Hay algún
lugar donde no quieras que te toque? ¿Algo que consideres fuera de
los límites?
Considero eso. —Creo... creo que necesito mirarte todo el tiempo.
Así sé que eres tú. —Me lamo los labios, sorprendida de lo secos que
están mientras otra ola de ansiedad me recorre—. No quiero darme
la vuelta o que me cubras los ojos ni nada…
—Por supuesto. —Presiona otro beso en mis nudillos, luego toma la
punta de un dedo entre sus dientes y lo muerde ligeramente.
Envía un poco de emoción a través de mi cuerpo, ese pequeño
mordisco, y me encuentro relajándome. Jerrok me conoce a mí y a
mi pasado. No me empujará a nada incómodo.
—¿Está bien si me acuesto a tu lado? —pregunta, y yo asiento. La
cama gime cuando se sube, su cuerpo más pesado ocupa la mayor
parte de su estrecha cama, pero no me importa presionarme contra
él. Él descansa de costado, frente a mí, en lugar de inclinarse sobre
mí, y eso me gusta. Me está dando espacio. Levanto la mano y paso
los dedos por su espeso cabello. Jerrok se inclina hacia adelante y
frota su nariz contra la mía. —¿Puedo besarte de nuevo?
En respuesta, me inclino y presiono mis labios contra los suyos. —
Me gusta besarte —lo admito—. Tu boca se siente bien.
Toma mi labio inferior entre sus dientes en un mordisco de amor, y
luego lame la picadura. Gimo contra él, enredando mis dedos en su
cabello mientras me inclino hacia el beso. Él acaricia mi boca, su
lengua se desliza contra la mía, y siento el zumbido resbaladizo de
las crestas de su lengua moviéndose contra la mía suave. La
sensación es diferente, pero exclusivamente Jerrok, y me encanta.
Sabe a calidez y comodidad, y cuando su lengua se arrastra contra la
mía de nuevo, envía un pulso de calor por todo mi cuerpo, y jadeo.
—¿Eso se siente bien? —pregunta con voz suave y rica.
Asiento, inclinándome para dar otro beso, y Jerrok devora mi boca
de nuevo, tomando la iniciativa. Aprende rápido, porque ahora ya
no estoy a cargo del beso, él tiene el control total, lamiendo mi boca
y reclamándome con movimientos de su lengua. Cuando nos
besamos antes, solo toqué la punta de su lengua y no me di cuenta
de cómo se sentirían las crestas de su lengua contra la mía... o que
me recordarían a su polla. Cuando empuja ligeramente en mi boca,
siento el pulso de respuesta entre mis muslos y gimo de nuevo.
Jerrok continúa besándome y, durante un tiempo, me pierdo en el
mundo que me rodea. Me encanta la presión acalorada de la parte
superior de su cuerpo contra la mía, la forma en que la punta de su
cola acaricia suavemente mi pantorrilla, la forma en que su
respiración se agita entre cada beso mientras tomamos aire. Me
estoy ahogando en su sabor y su toque, y he olvidado lo maravilloso
que puede ser un beso agradable que droga los sentidos.
Su mano acaricia mi hombro y mi brazo, y luego sus nudillos rozan
la punta de un pecho.
Yo jadeo. El toque fue inesperado, tan inesperado como el zumbido
de la excitación que estalla a través de mí.
—¿Malo? —él pide.
—Bueno. —Beso su labio superior, pidiendo silenciosamente más—.
Muy bueno.
Jerrok ruge algo que podría ser placer, y luego su boca está sobre la
mía de nuevo, incluso cuando su mano aterriza completamente en
mi pecho. Acaricia el montículo con suavidad, luego enfoca su
atención en la punta, su pulgar frotando sobre ella de una manera
que me da ganas de salir de mi piel. Gimo y me aprieto contra él,
lamiendo urgentemente su boca.
Pellizca mi labio inferior al mismo tiempo que le da un ligero
pellizco a mi pezón, y yo gimo, porque envía otra llamarada de calor
a través de mi cuerpo. —Y tú pensaste que no te gustaría que te
tocaran —murmura, frotando su nariz contra la mía. Me mira con
esos ojos calientes y orgullosos, como si yo fuera la cosa más
asombrosa posible—. Pero mira lo bonita que estás ahora. Eres
perfecta, y deberías saberlo.
Clavo mis dedos en su piel, levantando mi boca para más besos.
—¿Quieres que te toque más abajo? ¿O debería mantener mi mano
sobre estos bonitos pechos por ahora?
—¿Seguirás besándome?
Él se ríe, y es como chocolate líquido vertiéndose en mis venas. —No
creo que pueda parar.
Yo gimo. Me encanta que disfrute besándome tanto como yo lo
hago. Me encanta que le guste su boca sobre mí. Me alegro mucho de
que no quiera usar plas-film para separarnos. Me encanta lo crudos
que son nuestros besos, cómo se mezclan nuestros sabores, cómo
puedo sentir cada roce de su lengua contra la mía. Un escalofrío de
anticipación me recorre mientras su mano se desliza hacia mi
vientre y luego se detiene. De repente quiero su mano entre mis
muslos, donde más me duele.
—Voy a tocarte como tú lo haces —me murmura entre besos—. Te
he visto tantas veces, he visto lo que te gusta. Es bueno que nos
estemos tomando las cosas con calma, porque entonces puedo saber
cómo tocarte bien y hacerte correr muy fuerte. ¿Quieres eso?
Dejé escapar otro pequeño gemido, asintiendo. Me encanta su
charla sucia, me encanta cómo me dice lo que va a hacer, pero de
alguna manera me sigue contando para asegurarse de que estoy a
bordo. Es el equivalente verbal de él sosteniendo mi mano a través
de esto, y lo adoro.
En este punto, estoy más que a bordo, lo estoy deseando.
Parece que no puedo dejar de hacer pequeños ruidos de necesidad
en mi garganta mientras sus dedos acarician mi vientre, moviéndose
lentamente hacia abajo. Lo necesito, necesito esto, tanto. Es como si
la semana pasada me hubiera estado preparando para su toque, y
todo mi miedo se haya ido. Estoy deseando una liberación, una que
él me dé. Cuando su mano se desvía hacia mi montículo y acaricia,
suspiro. Es como saber que el alivio está a la vista.
—Separa las piernas para mí, Sophie —murmura, luego me da un
beso muy leve. Lo hago, la vulnerabilidad se suma a mi hambre.
Confío en él, mi mirada se clavó en su rostro atractivo y familiar
mientras pasa un dedo por mi humedad. Para mi sorpresa, Jerrok es
el que contiene la respiración, y explota cuando toca mi coño. —
Mira lo húmeda que estás. ¿Realmente te gustó complacerme con tu
boca?
—No me hubiera ofrecido si no fuera así —Mi propia respiración es
un poco jadeante en este punto mientras su dedo se desliza hacia
adelante y hacia atrás a través de mi humedad. Abrí más mis piernas
para él, mi mirada fija en su rostro—. Me gustó verte venir. Me gustó
probarte. Me gustó tocarte —Me muevo un poco más cerca de él,
queriendo presionar mi cara contra su pecho—. No puedo esperar
para hacerlo de nuevo.
Él gime y arrastra dos dedos a través de mis resbaladizos pliegues,
acariciándome, antes de moverse hacia mi clítoris y concentrarse
allí. Cambia los movimientos, pasando a pequeños círculos
alrededor de la capucha de mi clítoris, y realmente ha estado
prestando atención mientras me tocaba. Grito, enterrando mi rostro
contra él mientras comienza un ritmo lento y exquisito. Ni
demasiado duro, ni demasiado suave, ni demasiado lento, ni
demasiado rápido.
Luego me empuja con la nariz, y cuando giro para encontrarme con
él, su boca está en la mía de nuevo, hambrienta y devoradora
mientras trabaja mi coño con sus dedos. Empuja un dedo grande
contra la entrada de mi núcleo, gimiendo cuando descubre lo
mojada que estoy. Empuja ese dedo profundamente dentro, algo que
solo me he hecho a mí misma una vez mientras él miraba, y luego
mueve su pulgar hacia mi clítoris y continúa trabajándolo.
Me retuerzo en su mano. Su dedo se siente grande e invasor, y una
pizca de alarma asoma a mi conciencia. Su boca se desliza sobre la
mía, y luego hacemos una pausa en nuestro beso y escucho su mano
crujir mientras bombea dentro de mí. Es el crujido de su prótesis lo
que me ayuda a relajarme, porque me recuerda que este es mi
Jerrok, que estoy a salvo con él. Agarro su cadera, la cresta de
cicatrices allí, y clavo mis dedos en el muslo protésico. No se siente
como carne humana, o alienígena aquí, y lo necesito en este
momento. —Por favor —lloriqueo—. Por favor, Jerrok.
—Te tengo —murmura entre besos salpicados—. Eres toda mía,
Sophie. Esto es todo para ti. —Su dedo se desliza dentro de mí de
nuevo, haciendo sonidos húmedos mientras penetra en mi cuerpo, y
su pulgar nunca, nunca se detiene en mi clítoris. El placer se apodera
de nuevo, y me froto contra él, mordiendo su boca mientras él
trabaja mi coño, chupando su labio inferior como si de alguna
manera me ayudara a manejar todo lo que se está acumulando.
Cuando llego, me toma completamente por sorpresa. El orgasmo
explota a través de mí en un chorro de respuesta, empapando su
mano. Grito contra su boca y me susurra cosas dulces, sobre lo
mucho que le gustó eso y lo orgulloso que está de mí, y es
exactamente lo que necesito escuchar mientras floto a través de las
olas de puro alivio.
—Eres la cosa más hermosa que he visto en mi vida —me dice
Jerrok, y cuando nuestras miradas se encuentran, sé cuán sincero es.
Jerrok

Me despierto a la mañana siguiente con Sophie frotando sus dedos


ligeramente sobre uno de mis circuitos. Se retuerce en mi brazo, y
ella me da una pequeña sonrisa mientras lo masajea para que vuelva
a su lugar. —¿Te desperté?
—Es la mejor manera de despertar —le digo, y me inclino para darle
un beso. Ella se congela por un momento, y me preocupa que haya
alterado las cosas, pero luego lanza sus brazos alrededor de mi
cuello, su boca caliente sobre la mía.
—¿Mi aliento no es tan malo? —susurra entre movimientos de su
lengua.
Como si me hubiera dado cuenta. Todo lo que sé es que la boca de
Sophie está sobre mí, sus manos vagando por mi cuerpo, y no me
había sentido tan bien en mucho tiempo.
Jugamos un rato en la cama, y hago que Sophie se corra en mi mano
de nuevo, solo porque quiero oler su liberación todo el día. Sin
embargo, Sophie insiste en que las dos nos bañemos después, así
que nos bañamos juntos y le lavo el pelo mientras ella me enjabona
el pecho. Es agradable estar juntos por la mañana, hablando del día
que viene.
De hecho, es más que agradable. Es perfecto.
Después de vestirnos, desayunamos fideos secos mientras Sophie
derrocha amor y atención al carinoux, quien parece estar
enfurruñado porque no se le permitió entrar en el dormitorio
anoche. Sin embargo, imagino los mordiscos que me daría en el
trasero cada vez que Sophie inhalaba, y sospecho que en el futuro va
a dormir mucho en el pasillo.
Tendré que hacerle una linda cama.
Cuando entramos en el hangar, Sophie me toca la mano en un
pequeño adiós y se dirige al banco de trabajo trasero, donde puede
desmantelar el motor de la otra nave buscando todas las piezas
valiosas. Estaremos en la misma cámara, por supuesto, pero no lo
suficientemente cerca para hablar, y estoy un poco decepcionado de
tener tanto que hacer en la nave de mi prima Bethiah. Prefiero pasar
tiempo con Sophie, verla sonrojarse... hacerla sonrojar...
—Ugh.
El ruido de disgusto es cortesía de mi prima, que está en la rampa
de carga de su nave. Me lanza una mirada de repugnancia cuando
me acerco, sacudiendo la cabeza lentamente.
—¿Detecto un tarareo? —Bethiah pregunta, su labio se curvó
ligeramente—. Oh, eres tan tonto, ¿no?
—Cállate. —Paso junto a ella, sin importarme ni siquiera que mis
circuitos estén un poco tensos esta mañana por dormir acurrucado
alrededor de Sophie, y probablemente necesite hacer algunos
estiramientos para mejorar mi movilidad y así no pagar el precio
más tarde. Lo ignoro todo, porque mi estado de ánimo es demasiado
bueno—. Entonces, ¿de qué color estamos pintando esta
monstruosidad? Estoy pensando en un bonito y desagradable verde
ooli.
La cazarrecompensas se queda en el lugar, todavía con su expresión
de descontento. —¿Necesitamos hablar, Jerrok?
—¿Acerca de? —Con la esperanza de no ser demasiado obvio, miro a
Sophie. Está sentada en mi mesa normal y, mientras miro, se pone
mis gafas y luego se pone a trabajar con mi soplete. Sonrío con
orgullo. Ella aprende rápido. No he tenido que mostrarle mucho,
pero me ha visto hacerlo tantas veces que ya lo ha aprendido. Cosa
inteligente. Ella…
Bethiah me da un puñetazo en el hombro. —Despierta, mierda por
cerebro.
Froto mi hombro, frunciendo el ceño. —¿Te molesta?
—Sí —sisea, con una mirada de enojo en su rostro—. Te van a
romper el corazón, keffing idiota. Estoy preocupada por ti.
No es propio de Bethiah verse tan afectada por... nada. Mi prima
prefiere mantener la calma, y ahora mismo definitivamente está
enojada. —¿Por qué estás preocupada? Te gusta Sophie.
Bethiah me agarra del cuello y me hace caminar como si fuera un
joven quisquilloso en la estación. —No lo entiendes, Jerrok. Ella es
humana. Los humanos no piensan como nosotros. No se quedan.
Solo... buscan un amo más fuerte. Alguien que pueda brindarles más
seguridad. Sophie es muy dulce, pero sabes que no vas a poder
quedarte con ella, ¿verdad?
Solo así, mi buen humor se desvanece. Puedo decir por la expresión
del rostro de Bethiah que es seria, y recuerdo vagamente que insinuó
un problema con un humano en el pasado. Bethiah obviamente tiene
algo que no está compartiendo. —¿Sophie te ha dicho algo?
—No, por supuesto que no. Ella está ocupada dándote miradas
cursis. — Bethiah me aleja antes de que pueda comprobarlo—. Es
solo que... tengo experiencia con los humanos, ¿de acuerdo? No
puedes confiar en ellos. Son muy dulces en la superficie y se mueven
como bestias, pero no puedes esperar mucho de ellos porque solo
rompen tu corazón al final —Ella palmea mi espalda—. Siento que
necesito advertirte porque eres de la familia. Estoy cuidando de ti.
—Gracias —le digo rotundamente. Sé que no puedo quedarme con
Sophie. Ella dejó muy claro que se irá con los hermanos va Sithai
cuando regresen, y un montón de basura en una estación espacial en
medio de un campo de asteroides no es exactamente el sueño de
cualquier mujer. Sé que yo ciertamente no lo soy. Sophie y yo
simplemente... estamos disfrutando el uno del otro en este
momento. Explorando. Ambos sabemos que no significa nada.
Ignoro el dolor en mi pecho. —Ooli verde, ¿verdad?
Bethiah inclina la cabeza hacia atrás, mirando con cariño la nave
robada, sus trenzas tintinean mientras las cuentas chocan entre sí.
—Eso creo. Que sea bueno y feo —Ella se frota las manos—. Jamef lo
va a odiar.
—Gracias por traerlo a mi estación, por cierto —le digo
sarcásticamente mientras me muevo hacia el panel de control y
comienzo a abrir todos los compartimentos para poder comenzar a
pintar el exterior—. Vas a matarlo y deshacerte de su cuerpo en
alguna parte, ¿espero? Porque ahora él sabe dónde vivo.
—No, no lo hace —dice Bethiah con facilidad—. No le he dicho una
mierda. —Ante mi mirada furiosa, continúa—. Sé que la ruta está en
la computadora de navegación, pero te aseguro que no podrá
acceder.
—Porque te vas a deshacer de él —enfatizo de nuevo—. ¿Verdad?
Ella se encoge de hombros. —Entonces... ¿en qué vas a gastar ese
dinero? Esa unidad de materia oscura te traerá un montón de
créditos donde sea que lo lleves.
—No sé. Pensaré en algo. —De hecho, ya lo sé.
—¿Nuevas extremidades?
—No sé —repito, manteniendo mi voz deliberadamente poco
acogedora.
—Vas a comprar algo para Softie, ¿no? —Pregunta, apoyándose
contra la pared a mi lado—. Está escrito en toda tu cara. Eres un
tonto, Jerrok.
—Tal vez sea así. —Le frunzo el ceño—. ¿Vas a hablar todo el día o
puedo trabajar?
Bethiah se aparta de la pared con un suspiro dramático. —Bien.
Creo que iré a molestar a Jamef. Grítame si necesitas algo.
Solo gruño una respuesta. Me alegro cuando ella desaparece dentro
de la nave, porque nuestra conversación me ha irritado. No, más
que irritar… enojar.
No importa lo que piense de Sophie, la conozco mejor que nadie. Lo
hago. Ella no quiere usarme. Ella no intentará romper mi corazón y
mantenerme interesado hasta que encuentre un nuevo amo. Sophie
no quiere ningún amo. Quiere ser ella. Quiere su independencia... y
si le compro el carinoux, eso la ayudará a estar más segura de lo que
podría estar conmigo.
Perdedor, escucho la voz de Bethiah en mi cabeza de nuevo.
A lo mejor si lo soy. Puede que no pueda quedarme con Sophie, pero
eso no significa que no pueda disfrutar cada momento que tengo con
ella mientras tanto. Enciendo unos cuantos interruptores más, y
mientras el resto de los paneles de la nave se abren con un silbido,
vuelvo a bajar pesadamente por la rampa, mirando a Sophie. Está
trabajando duro, mis alicates favoritos en su mano, su lengua rosada
entre sus labios mientras se concentra en la tarea que tiene por
delante.
Se ve tan encantadora y decidida que mi corazón tartamudea de
nuevo.
Realmente soy un tonto.
Jerrok

Bethiah hace pequeños comentarios y se burla todo el día. No


mucho, solo lo suficiente para pincharme y recordarme que Sophie
no es mía. Que esto es temporal. Que ella solo “busca pasar un buen
rato, no mucho tiempo” en palabras de mi prima.
Todo esto hace que mi posesividad mesakkah estalle, y cuando
termino un trabajo de pintura (deliberadamente) malo en The Spot
Pleasure, estoy de mal humor y me siento particularmente... celoso.
No quiero otro hombre en el extremo receptor de las sonrisas de
Sophie, o escuchando su risa brillante. No quiero que otro hombre se
despierte con Sophie tocándolo. Pienso en cómo se veía anoche
mientras lamía la cabeza de mi polla, mi mano enredándose en su
cabello, y esa posesividad aumenta a niveles que nunca antes había
experimentado.
Solo mirar a Bethiah me enoja. Solo pensar en la partida de Sophie
me vuelve loco. No sé cómo combatir esto. Sé que no se quedará. No
puedo obligarla a hacerlo, no la obligaría a hacerlo. Pero saber que
se va a ir y ganarse la vida en algún lugar fuera de esta estación me
consume. No puedo concentrarme. Empujo la cena, a pesar de que
Sophie hizo mis fideos favoritos. Mi prima habla durante toda la
cena, dominando la conversación, fingiendo felizmente ignorar mi
mal humor. Sophie nota mi silencio, por supuesto que lo hace, y me
lanza miradas preocupadas.
Cuando golpeo accidentalmente al carinoux con la cola, Sleipnir me
muerde la pierna. No fuerte, solo lo suficiente para enviar el
mensaje. Mi estado de ánimo está afectando a todos (excepto a
Bethiah) y eso de alguna manera empeora las cosas. Incluso con el
tiempo limitado que tengo con Sophie, estoy jodiendo las cosas.
Me siento aliviado cuando Bethiah se dirige a su nave para pasar la
noche, dejándome solo con Sophie y su mascota. Acaricia al carinoux
con toques cariñosos, hablando con una voz excesivamente dulce a la
cosa, que se enrosca en sus piernas y ronronea como si fuera un
bebé.
Y por alguna estúpida razón, estoy celoso de la cosa, porque no
estoy recibiendo toda su atención. Kef, soy un idiota. Empujo hacia
atrás mi taburete. —Voy a darme una ducha.
Sophie me mira con el ceño fruncido. —¿Está todo bien?
Asiento con la cabeza. —Solo de mal humor. —Impulsivamente, me
muevo a su lado y le doy un beso en la parte superior de la cabeza,
porque prácticamente puedo sentir su preocupación—. No eres tú,
soy yo.
—¿Quieres que te bañe? —pregunta en voz baja.
El carinoux muerde mi pierna de nuevo, su cola azota la mía. Es un
recordatorio de que necesita algo en que ocuparlo antes de que
pueda pasar tiempo a solas con Sophie. Así que niego con la cabeza y
le doy otro beso en la parte superior de la cabeza. —Alimenta a tu
mascota. Pasaremos tiempo juntos después.
Ella se acerca y toca mi mano mientras me alejo, y juro que siento
su toque incluso después de entrar en la ducha. Flexiono mi mano,
mirándola con frustración. Escuché chistes sobre la posesividad
mesakkah, pero nunca lo había experimentado hasta el día de hoy.
Es total y absolutamente enloquecedor, y sin embargo... de alguna
manera está bien. Por supuesto que debería ser completamente
posesivo con Sophie. ¿Quién no lo sería?
Para cuando salgo de la ducha, todavía estoy ardiendo de emociones
reprimidas. Escucho la voz de Bethiah en mi cabeza, llamándome
tonto, pero más que eso, pienso en Sophie y su dulce sonrisa, Sophie
y la forma en que se aferraba a mi mano cuando se tocaba. Sophie
sonriéndome durante una comida matutina de fideos. Sophie
sacando la lengua mientras trabaja. Su alegría por los libros.
Ella es mía.
Es hora de que le diga cómo me siento. Sacarlo todo al aire. Hacerle
saber que la idea de que ella me deje me vuelve absolutamente loco.
Determinado, envuelvo una toalla alrededor de mis caderas y me
dirijo a mis habitaciones... solo para ver a Sophie mirando
pensativamente el panel de comunicaciones. Está encendido, pero
mira los botones con consternación, como si no pudiera descifrarlos.
—¿Qué estás haciendo? —Grito, mi tono es más áspero de lo que
pretendía.
Salta sorprendida, volviéndose para mirarme, con la mano en el
pecho. —Oh, Jerrok. Me asustaste.
—¿Qué estás haciendo? —Repito. Hay un dolor sordo en mi pecho al
ver el panel de comunicaciones iluminado—. ¿Con quién intentas
contactar?
Se muerde el labio y luego hace un gesto hacia el sistema de
comunicaciones. —Quería ver si había algún mensaje de los va
Sithai. Me preocupo por ellos. No han enviado una sola
comunicación y yo solo… —Ella toma una respiración profunda—. A
veces me preocupa que se hayan olvidado de mí, supongo.
Mi corazón arde con una furiosa mezcla de emociones. Estoy celoso
de que ella quiera saber de ellos. Estoy enojado porque ni siquiera se
han molestado en enviarle un solo mensaje para tranquilizarla. Y me
duele que ella ya quiera dejarme atrás. Porque eso es lo que está
haciendo, ¿no? ¿Verificando cuándo la van a recoger?
Sin decir una palabra, me muevo al panel y escribo los comandos
para verificar si hay mensajes entrantes. —Nada.
Sophie deja escapar un pequeño suspiro. —Supongo que es de
esperar, ¿verdad? —Se levanta del asiento y me ofrece una pequeña
sonrisa—. ¿Tuviste una buena ducha?
No me importa mi ducha. Todo lo que me importa es que esta mujer
sea mía... y voy a tener que dejarla ir. Más palabras calientes y
posesivas burbujean en mi garganta. Quiero decirle que ella es mía,
que me pertenece, que nadie más puede amarla tanto como yo. Que
nadie más la cuidaría tan bien o la abrazaría cuando está asustada.
Pero no puedo decir ninguna de esas cosas, porque están demasiado
cerca de la propiedad.
Si le digo a Sophie que es mía, me preocupa perderla para siempre.
Ella ha sido propiedad una vez antes.
Entonces no digo nada en absoluto. Pongo una mano en su cintura y
la atraigo hacia mí. Ella me mira con ojos oscuros, su cuerpo
temblando contra el mío. —¿Puedo tocarte esta noche? —gruño
roncamente.
Ella me da un pequeño asentimiento. —Por favor.
La levanto y la llevo a la encimera de la estación de comunicaciones.
La cama está demasiado lejos y necesito tocarla ahora mismo, o
podría perder la cabeza. Sus ojos se abren con sorpresa y sus brazos
rodean mi cuello, incluso mientras inclina su rostro hacia arriba
para un beso.
—Te necesito —le digo. Me inclino y le doy un ligero beso en los
labios entreabiertos—. Te necesito.
—Estoy aquí —susurra—. No iré a ninguna parte.
Pero ella lo hará. Ese es el problema. Con un gruñido bajo, agarro el
cuello de su jersey de trabajo y toco el cierre automático,
desabrochándolo. Se desliza por el frente, la tela se abre y revela su
hermoso cuerpo a mi mirada hambrienta. —¿Puedo tocarte por
todas partes?
—Sí.
—¿Besarte en todas partes? —Avanzo, poniendo mi mano entre sus
suaves muslos—. ¿Besarte aquí?
Ella deja escapar un pequeño suspiro de sorpresa y luego asiente. —
Por favor.
Mía, pienso furiosamente mientras caigo de rodillas frente a ella.
Toda mía, y se lo voy a mostrar
SOPHIE

Jerrok ha sido un poco difícil de leer hoy. Es agradable y dulce


conmigo, pero su estado de ánimo parece ser... bajo. Distraído.
Sospecho que tiene algo que ver con su prima. No puedo culparlo.
Bethiah es mucho que absorber para cualquiera, y para mi
introvertido Jerrok, imagino que lució su bienvenida una hora
después de su llegada y ahora él solo está en modo de resistencia.
Puedo entenderlo. Yo misma estoy bastante lista para que ella se
vaya.
Así que me mantengo fuera del camino, ocupándome de desguazar.
Abordo las partes que puedo reconocer; puede que no sepa cómo
trazar un rumbo estelar adecuado en un sistema de navegación, pero
sé cómo separar un motor importante y extraer los costosos
componentes que pueden revenderse. He visto a Jerrok hacerlo, y
cuando se acerca a revisar mi trabajo y me da un gesto de
aprobación, siento que he ganado un premio.
La mejor ayudante de la galaxia, tal vez.
Durante la cena, el mal humor de Jerrok permanece y se filtra hacia
Sleipnir, que parece arisco. Me aseguro de alimentar al carinoux con
algo extra y de darle más atención, porque no quiero que se frustre y
muerda a Bethiah. Decido colocarlo en mi vieja cama y darle la
cáscara de metal del motor en el que estuve trabajando todo el día, y
Sleipnir hace pequeños ruidos felices en su garganta, sus pies
repiqueteando en el piso con anticipación mientras lo llevo a mi
dormitorio. Cuando estoy segura de que está tranquilo y feliz,
regreso a la habitación de Jerrok... y me pregunto si debería
comprobar si hay mensajes de la Little Sister.
Me entristece no haber pensado en ellos en absoluto en los últimos
días. Supongo que debería.
Es solo que... me encanta estar con Jerrok. Estoy mareada de
enamoramiento y disfruto estar en la estación. Estoy feliz aquí.
Contenida (bueno, hasta que Bethiah domino la conversación). Amo
mi vida en la pequeña burbuja de seguridad que tengo aquí en la
estación y en los brazos de Jerrok. No quiero que nada de eso
cambie. Nunca.
Sin embargo, cuando Jerrok sale de la ducha y me encuentra en la
unidad de comunicación, no parece emocionado. Él busca mensajes
y yo contengo la respiración, soltándola solo cuando no hay nada
allí. Ningún mensaje de los va Sithai. Nadie viene por mí todavía.
Nunca pensé que estaría tan feliz de ser olvidada.
Pero luego Jerrok me coloca encima del mostrador, mi espalda
presionada contra la unidad de comunicación, y la mirada en sus
ojos es la más intensa que jamás haya visto. —Te necesito —gruñe—.
Te necesito.
—Estoy aquí. No voy a ir a ningún lado —Al menos no por unos días
más. Por alguna razón, el pensamiento hace que una oleada de
infelicidad se enrolle en mi estómago. No quiero irme nunca. No
pertenezco a los va Sithai. Pertenezco aquí.
El problema es que no me han pedido que me quede. Tal vez Jerrok
está de mal genio porque solo quiere que todos se vayan...
incluyéndome a mí. El pensamiento es aplastante. Hace que el
aliento se me escape de los pulmones y apenas presto atención
cuando desabrocha el cuello de mi robusto jersey de trabajo.
—¿Puedo tocarte por todas partes? —él pide.
Oh. Mi cuerpo se enrojece de inmediato con el calor y Jerrok tiene
toda mi atención. Me doy cuenta de que no vamos a ir a la cama y
me recorre un cosquilleo fascinante. ¿Tocarme por todas partes? —
Sí.
—¿Besarte por todas partes? ¿Besarte aquí? —Su mano va con
valentía entre mis piernas, ahuecando mi coño.
Reprimo un jadeo. ¿Va poner su boca sobre mí? ¿Darme placer?
Yo... nunca me habían hecho eso. Nadie ha bajado ahí nunca para
que pudiera experimentar cómo es. —Por favor.
Deja escapar un pequeño gruñido de placer que hace que mi piel se
estremezca, y luego Jerrok desgarra mi jersey, empujándolo por mis
hombros y dejándolo caer alrededor de mis caderas. Libero mis
brazos del material, desesperada por estar desnuda, por conseguir el
regalo que me han prometido. Cuando era una adolescente intacta,
todos los libros y películas daban mucha importancia al sexo oral.
Cuan asombroso sería. Luego fui secuestrada por alienígenas y
vendido como esclavo, y ninguna parte de mi cuerpo ya era mía. El
sexo se convirtió en algo que había que soportar, no disfrutar.
Lo que no quería decir que no tuviera un orgasmo ocasional. A veces
simplemente sucedía, por medios químicos o por suficiente fricción.
Sin embargo, esos eran peores porque no lo quería. Sentía como si
alguien más estuviera reclamando la victoria sobre mi cuerpo
cuando sucedía, y siempre me dejaba con una sensación de odio.
Sin embargo, las cosas son diferentes con Jerrok. Ha esperado a que
aprendiera a quererme a mí misma de nuevo. Me abrazó con tanta
ternura mientras me corrí, y anoche, me tocó y metió sus dedos en
mí, y no se sintió mal en absoluto. Se sintió maravilloso.
Así que quiero esto. Absolutamente quiero esto, y estoy tan ansiosa
como él. Se siente como un regalo, aunque nunca diría nada tan
tonto en voz alta.
Él sostiene mis caderas y presiona besos en mi piel expuesta, y
suspiro de placer. Me encanta la boca de Jerrok, me encanta la
forma en que es tan ferviente en todo. Me encanta la forma en que
siempre es cuidadoso conmigo; cada vez que me toca, hace todo lo
posible para asegurarse de que todo esté bien.
Realmente tengo suerte de que el universo me haya traído a él.
Paso mis dedos por su cabello desordenado mientras él saca lo
último de mi ropa, arrancando mis bragas. Ni siquiera estoy enojada
por eso. En cambio, estoy pensando en cómo cuando llegué por
primera vez, él estaba sucio y siempre vestía ropa sucia, como si no
le importara cómo se veía. Ahora, se lava todos los días y sé que eso
es por mí. Está tratando de ser mejor... por mí. Me llena de todo tipo
de calidez darme cuenta de eso. Sin embargo, su cabello todavía está
enredado, como si no supiera qué hacer con él. Tal vez se lo cepille
más tarde. Eso le gustó. Necesita a alguien que lo cuide, al igual que
él necesita a alguien a quien cuidar...
Gimo cuando su boca caliente va hacia el interior de mi muslo.
—Mírame cuando te pruebo, Sophie —gruñe, profundo y posesivo.
—Lo hago. —Enfoco mi mirada en su rostro, no en su cabello—.
Estoy aquí.
Parece un demonio, todo cuernos y ojos brillantes mientras pasa su
lengua por el interior de mi pierna. —Quiero que me veas usar mi
lengua contigo —Muerde mi piel—. Quiero que sepas que soy yo
probando tu coño. Yo lamiéndote hasta que te corras. Quiero
escuchar mi nombre en tus labios. ¿Entiendes?
Hay una urgencia posesiva en él que me sorprende, solo un poco.
Sin embargo, es un buen tipo de conmoción. Mis pezones se tensan y
el calor late entre mis muslos. Asiento con la cabeza, ya que parece
necesitar una respuesta, y tira de mí hacia adelante, inclinando mis
caderas y obligándome a apoyarme pesadamente en la estación de
comunicaciones. Mi coño es presentado, mis piernas se abren de par
en par mientras mira hacia abajo a mi cuerpo abierto.
—Mía. —Me mira y luego baja la cabeza para saborear.
Todo mi cuerpo se estremece en respuesta a la sensación de su
lengua recorriendo mis pliegues. Respiro profundamente, sin saber
qué pensar. Me encanta lo intenso que es, lo concentrado que está.
Hay un borde duro en su necesidad en este momento, como si yo
fuera un anhelo. Él ha estado luchando por controlarlo y perdió. Él
desliza su lengua sobre mi coño dos veces, luego levanta la cabeza y
estudia mi carne. —Hermosa.
Antes de que pueda decir algo más, su cabeza vuelve a inclinarse y
su lengua está sobre mi clítoris.
Respiro profundamente, retorciéndome, mi mano en la parte
superior de su cabeza. Tener su boca y su lengua ahí es… intenso. No
hay otra palabra para eso. Una parte de mí quiere alejarse del tacto
porque es demasiado, y mientras me lame, jadeo, porque no hay
forma de escapar del constante movimiento de su lengua. Jerrok
coloca un brazo alrededor de mi cadera, y una pierna está sobre su
hombro, la otra apoyada en el mostrador. Estoy abierta de par en
par y clavo mis dedos en su espeso cabello mientras su lengua
profundiza, empujando contra la entrada de mi centro. —Oh
mierda.
—Sabía que serias así de dulce —gime, lamiendo mi centro. —Tan
jugosa para mí. —Sus dedos me aprietan, inmovilizándome en su
lugar mientras empuja su lengua dentro de mi centro.
Me retuerzo contra su boca, contra la sutil presión de su lengua. Se
siente diferente a una polla, pero está provocando la entrada, donde
soy más sensible, y lloro cuando empuja su lengua dentro de mí de
nuevo y luego la saca. Parece que no puedo quedarme quieta; todo
en mí quiere moverse, y cuando empuja en mi centro de nuevo con
su lengua, empujo contra él, balanceando mis caderas para llevarlo
más profundo.
Y se siente... increíble. Mi respiración se entrecorta, porque él
hunde su lengua tan profundamente que puedo sentir el arrastre de
su lengua mientras la saca. —Oh, Jerrok...
Arrastra su lengua lentamente hacia arriba desde mi centro hasta
mi clítoris de nuevo, golpeando contra él mientras lo hace. Luego, le
da un beso caliente con la boca abierta y me mira. —¿Está bien,
Sophie? ¿Te gusta mi boca sobre ti, o debería parar?
—No —jadeo—. ¡No pares! ¡Sigue! —Mi voz se atora en mi
garganta—. Por favor, sigue.
Gruñe, el sonido es bajo y pecaminoso y envía un escalofrío por mi
columna vertebral. —De acuerdo.
Jerrok me da otra lamida lenta y significativa, y cuando llega a mi
clítoris, nuestras miradas se encuentran. Es absolutamente intenso,
enviando un rayo de hambre a través de mí, y lloro incluso mientras
arqueo mis caderas. Su boca permanece allí, y luego chupa mi
clítoris, su lengua presionando a un ritmo lento y constante que
imita cómo me toco cuando me masturbo.
Grito, mis manos se anudan en su cabello. Estoy tirando de él, pero
no parece importarle. En cambio, su agarre se aprieta y sigue
lamiendo y chupando mi clítoris mientras mis caderas trabajan
frenéticamente contra su boca. Hago pequeños ruidos necesitados,
aferrándome a su cabeza mientras me mira, su boca bloqueada en el
lugar, y es el momento más erótico e intenso que he tenido en mi
vida.
Cuando me corro, me sorprende lo rápido y lo duro que llego al
clímax. Todo mi cuerpo se sacude, mis músculos se tensan, y luego
hay un estallido de humedad que hace que Jerrok gima mientras me
lame. Finalmente bajé, estremeciéndome y un poco perdida
mientras él continua trabajándome con su boca, besando y
mordisqueando todas mis partes sensibles. Me muevo cuando me
pongo demasiado sensible, mis dedos revolotean sobre su rostro. —
Jerrok.
Se vuelve y presiona un beso húmedo en el interior de mi palma. —
Soy tuyo.
Eso no era lo que estaba preguntando... pero es perfecto de todos
modos.
Jerrok

Me encanta la expresión aturdida en el rostro de Sophie cuando la


levanto de la encimera y la llevo a la cama. Se ve completamente
exprimida, pero más que eso, se ve un poco asombrada, como si
nunca hubiera merecido que alguien la complaciera así.
Ridículo. Me encanto tener mi cara entre sus muslos. Me encantó lo
húmeda que estaba, cómo cubrió mi cara con su liberación. Con
mucho gusto la despertaría todas las mañanas con un beso en su
bonito coño.
Ella se hunde contra mi pecho, metiendo la cara hacia adentro. —
Siento como si mis huesos se derritieran.
Me río ante el pensamiento. —¿Fue bueno entonces?
—Fue increíble. —Sophie deja escapar un pequeño suspiro y se
acerca a mí cuando la dejo suavemente en la cama—. ¿Qué hay de ti?
¿Tiene que preguntar? —Yo también lo disfruté.
Sophie se ríe, sacudiendo la cabeza. —¿No y que hay de ti? —Hace
un gesto hacia mi erección, que me duele por la necesidad de
liberación.
¡Ah!
Me encojo de hombros. Lo que acaba de pasar no fue sobre mí, no
realmente. Se trataba de reclamar a Sophie, mostrarle lo hermosa y
perfecta que es... y llegar a saborearla. No me importa que me duela
siempre que pueda ver esa dulce mirada de liberación en su rostro…
y saborear su sabor en mi lengua. —Puedo esperar.
—Aunque no tiene que ser así —Sophie me alcanza de nuevo, con
esa sonrisa somnolienta de liberación en su rostro—. Ven conmigo.
Se me seca la boca. Tomo su mano en la mía, jugando con sus
dedos. —¿Estás segura?
Ella asiente. —Ven a la cama.
¿Está segura de que me desea? ¿Un ex soldado destrozado sin nada
que ofrecer? Porque sé que si reclamo a Sophie de todas las formas
posibles, no podré dejarla ir. Ella va a agarrar mi corazón en sus
pequeños puños humanos y romperlo cuando se vaya. Lo sé... y aun
así me meto en la cama con ella.
Porque soy un tonto cuando se trata de ella, y ni siquiera me
importa.
Sophie deja escapar un pequeño suspiro feliz, deslizando sus brazos
a mí alrededor mientras me acuesto en la cama junto a ella. Ella es
hermosa, su cabello oscuro se derrama sobre el colchón. Pasa sus
manos por mi pecho, una sonrisa curva sus labios mientras me
siento cómoda. Me apoyo en un codo, acercándola y colocando su
cuerpo más pequeño contra el mío. No voy a montarla de inmediato
como un animal. Quiero tocarla, para hacer de esta una experiencia
lo más agradable posible para ella. Soy muy consciente de su pasado
y de que debe ser tratada con amabilidad.
—La próxima vez que hagamos eso, si hay una próxima vez,
deberías usar la cama —me dice Sophie, sus dedos trazando
pequeñas líneas en mi manga—. No me gusta la idea de que te
lastimes las rodillas.
—¿Por qué no habría una próxima vez?
Ella se encoge de hombros. —No te obligaría a hacer nada que no te
guste. A algunos chicos no les gustan ese tipo de cosas.
—Sophie. —Toco su mejilla, fascinada por la curva de su boca
suave—. Te comería dos veces al día si pudiera. Nada sabe mejor que
tú.
Sus ojos brillan de placer y su sonrisa se ensancha con alivio. —Oh,
bien. Porque eso fue increíble y definitivamente quiero hacerlo de
nuevo —Ella agarra mi cuello, enterrando su rostro contra mi
garganta, y se ríe—. Me gustó mucho.
Me duele el corazón. Ella es tan preciosa para mí, esta mujer. —
Entonces lo haré, mucho. Será un placer, créeme.
Sophie sonríe y se acerca un poco más a mí, su nariz rozando la mía.
Ella lanza otra sonrisa deslumbrantemente brillante en mi dirección
y luego me besa. —Mmm. Sabes a mí.
—¿Te has probado antes?
Ella se encoge de hombros. —Por curiosidad cuando era más joven.
Aunque no sabe a ti.
Amo su sabor. Me encanta el sabor almizclado y sensual de su
resbaladizo. —¿Y a qué sabe?
—Mmmm. —Ella lo considera por un momento. —¿Amargo?
Imagínate. —Eso suena a mí, sí.
Sophie se acerca y me besa de nuevo. —No eres amargado para mí.
Eres perfecto.
—No sé si te has dado cuenta, pero tengo la reputación de ser un
hombre un poco desagradable —le digo, incluso mientras sus labios
se mueven a lo largo de mi mandíbula en el más ligero de los
mordiscos. Mi polla está tan dura que estoy mojando mi trou, pero
ella se siente tan bien que solo quiero grabar este momento en mi
mente para siempre.
—Puedes ser desagradable para todos los demás —susurra—.
Siempre que seas perfecto para mí.
—Yo nunca sería desagradable contigo. —Toco su hombro, incapaz
de resistirme a acariciar uno de los tentadores pechos que están
desnudos y tan cerca—. Al menos, no ahora que te conozco. —Me
inclino y la beso enredando nuestras lenguas y pulso su pezón. Se
pone rígido contra mi toque, y deja escapar un gemido bajo contra
mi boca.
Mía.
La palabra palpita en mi mente una vez más. No puedo esperar para
llenarla con mi semilla, para empujar tan profundamente dentro de
ella que su cuerpo tiembla alrededor del mío. El pensamiento me
hace detenerme. —Yo... no puedo dejarte embarazada, ¿verdad?
¿Necesitamos conseguir un plas-film?
—No. —Ella se arquea contra mi mano, su boca codiciosa sobre la
mía—. Tú... yo... no somos compatibles... sin ayuda. —Habla entre
beso—. No puede suceder.
Estoy extrañamente decepcionado. Lo sospechaba mucho, pero la
idea de llenar a Sophie con mi hijo es agradable. Si la dejara
embarazada… podría quedarme con ella para siempre. Pero eso
también la atraparía, y yo nunca haría algo así. Es solo un
pensamiento salvaje y posesivo, como tantos que tengo cuando se
trata de Sophie. —De acuerdo.
Solo significa que necesito hacer que cada momento con ella sea
especial. Así que la beso suavemente, mi mano sobre su suave pecho.
El pezón está apretado bajo mi toque, y lo provoco incluso mientras
reclamo su boca. No pasa mucho tiempo para que la expresión
saciada de Sophie cambie, para que sus suspiros se vuelvan más
urgentes. Ella hace un sonido de impaciencia cuando me aparto para
arrancar la toalla de mis caderas y tirarla al suelo.
Miro su atractivo cuerpo y me doy cuenta por primera vez... de lo
pequeña que es comparada con una mujer mesakkah. Cuan delicada.
Mi mano se ve enorme contra su pecho, y me preocupa lastimarla.
Que esto le resulte incómodo. Mis prótesis son pesadas y no soy tan
flexible como otros hombres. ¿Qué pasa si presiono algo sensible sin
querer y la lastimo? ¿Qué pasa si mis circuitos funcionan mal? Y si…
—Jerrok —dice Sophie en voz baja. Ella toca mi brazo, mirándome
con una expresión tierna—. Está bien. Es solo sexo.
—No contigo. —Niego con la cabeza—. Contigo, todo es diferente.
Todo es... más.
Me sonríe y toma mi mano entre las suyas, moviéndola desde su
pecho hasta su coño. —Esto es por ti —susurra—. Siente lo húmeda
que estoy. Toda esa excitación es para ti. Me haces sentir bien y
quiero tener sexo contigo. No me importa si es breve, desordenado o
incómodo. Aún quiero compartirlo. Contigo.
Gimo, besándola de nuevo mientras acaricio su resbaladizo calor. A
ella le gustó cuando metí la lengua a su canal antes, y presiono la
yema de un dedo allí. Está mojada y suave, y gime contra mi boca
cuando empujo mi dedo más profundamente. Kef, ella se siente
apretada.
Sus manos se cierran detrás de mí cuello y muerde mi labio inferior.
—Más, Jerrok.
—Lo hare —Lamo sus labios entreabiertos, provocándola mientras
bombeo mi dedo dentro y fuera de su coño. Su cuerpo hace sonidos
resbaladizos con los movimientos, y cada uno parece pinchar mi
polla en una invitación no tan silenciosa. Observando su rostro
cuidadosamente, agrego un segundo dedo, empujando suavemente,
y cuando su cuerpo lo acepta, eventualmente agrego un tercero.
Sophie gime, aferrándose a mí mientras trabajo su bonito coño con
mi mano. Ella es una hermosa vista, esta mujer, sus pechos se agitan
con cada jadeo. —Buena chica —le murmuro mientras toma los tres
dedos—. Mi buena chica.
Ella jadea y puedo sentir su coño revolotear alrededor de mi mano,
apretándome. Kef, eso le gusta mucho.
—Eres mi chica, ¿no? —Le canturreo mientras saco mis dedos de su
cuerpo y los lamo para limpiarlos, incapaz de resistir otra probada
de ella—. Mi hermosa y dulce chica.
Con un asentimiento ansioso, Sophie nos acerca y pasa sus dedos
sobre mi polla. —Te necesito, Jerrok. Por favor.
Ella está tan lista como puede estar. Luchando contra una oleada de
preocupación, coloco cuidadosamente mi cuerpo más grande sobre
el de ella. Sophie abre sus piernas, rodeándolas alrededor de mis
caderas. Apoyo mi peso a cada lado de ella para no aplastarla, y
coloco lentamente mi polla contra su coño. Ella me da una sonrisa
alentadora, sus mejillas sonrojadas de placer y es tan hermosa que
mi corazón se siente como si tartamudeara en mi pecho.
No soy digno de tanta belleza y un espíritu tan generoso, pero voy a
intentar hacerla feliz.
Totalmente consciente de ese pensamiento, me inclino para besarla,
mi cuerpo se esfuerza por no descansar ninguna parte contra ella
excepto mi polla.
Ella se mete entre nosotros de nuevo, sus dedos rozan mi polla
mientras arquea sus caderas. —No puedes romperme, Jerrok. Te lo
prometo.
Le doy un fuerte asentimiento y encajo mi polla en la entrada de su
núcleo. Por un momento, estoy paralizado al ver mis piercings
descansando contra su piel, la cabeza de mi polla provocando su
entrada. Kef, eso es hermoso. Con un suspiro, uso mi mano para
guiar mi polla hacia ella, lo más lentamente posible. Observo como
su coño se estira para acomodarme, fascinado por la vista.
Sophie gime, y siento que su coño se contrae mientras la meto en mi
cuerpo. —Dios, te sientes bien —me dice—. Eres tan grande.
Apenas le he dado más que el comienzo y siento como si me fuera a
romper en mil pedazos. Reprimiendo otro gemido, continúo
estirándola, empujando un poco más profundo e introduciendo mi
eje en su cuerpo mientras lo hago. Me encantan los sonidos que
hace, los gemidos que salen de su garganta, el chasquido húmedo y
acogedor de su coño mientras me sumerjo dentro y fuera, trabajando
para que pueda tomar más de mí. Nunca me había sentido tan
grande o tan poderoso como en este momento.
—Más —suspira, sus ojos cerrados con pura felicidad—. Más, más.
Ella está destruyendo mi control. Aprieto los dientes y me hundo
más profundo con el siguiente empujón, amando la forma en que su
coño me aprieta con tanta fuerza mientras bombeo. Más profundo...
más profundo... y luego mi espolón se arrastra a través de sus
pliegues mientras me hundo hasta la empuñadura. Respiro
profundamente, fascinada por el apretón de su cuerpo alrededor de
mi polla. Nunca nada se había sentido tan bien.
Sin embargo, no se queda quieta. Sophie se retuerce, jadeando. —
Tan grande…
Me congelo. —¿Debería retirarme?
—Dios no. —Mece las caderas, como si intentara hacerme trabajar
más profundo, y hace un sonido de sorpresa cuando mi espuela se
desliza contra su clítoris. —Oh Dios, te sientes tan bien.
Un placer feroz me recorre ante su respuesta. Retrocedo
lentamente, hasta que mi eje está casi completamente libre de su
calor, y luego me hundo profundamente de nuevo. Ella hace ese
ruido ahogado de nuevo, sus labios se abren, pero no sale ninguna
palabra.
—Buena chica —digo con voz ronca, todo mi ser se llena de nuevo de
esa hambre posesiva. Paso una mano por su frente, mis dedos se
mueven sobre su clavícula y su pecho. —Una chica tan buena como
tú tomándome todo.
—Todo —gime, y su coño se estremece a mí alrededor. A ella
realmente le gusta cuando la elogio en la cama. Hace que su cuerpo
responda salvajemente, como si solo mis palabras pudieran hacerla
correrse.
Así que empujo dentro de ella de nuevo, y mientras lo hago, le
cuento lo hermosa que es, lo bien que está agarrando mi polla, lo
perfecto que es su bonito coño mientras me aprieta. Le cuento todo
lo bien que se siente al aceptar todo esto, cómo va a correrse para mí
con tanta fuerza y, mientras tanto, su emoción aumenta
visiblemente. Un sollozo roto se le escapa cuando su coño se aprieta
con fuerza alrededor de mi polla, y la calmo con palabras más
suaves, sobre lo perfecta que es, incluso mientras embisto su cuerpo
dispuesto.
Sophie encuentra cada uno de mis movimientos, levantando sus
caderas mientras me balanceo dentro de ella. Las primeras veces son
incómodas, pero después de eso, encontramos un ritmo, y me
inclino sobre ella, apoyándome en mis brazos mientras me muevo
más y más rápido, embistiendo solo porque se siente muy bien. Sus
manos están frenéticas mientras se aferran a mí, mi nombre se
ahoga una y otra vez en sus labios. Hay una perfección desordenada
en nuestra unión, no es hermosa ni elegante, pero es nuestra y estar
aquí con Sophie se siente como el hogar.
Cuando su coño se ondula a mí alrededor, toma aire y al momento
siguiente, todo su cuerpo parece tensarse. Sus uñas se clavan en la
protección plateada de mi brazo, como si estuviera tratando
desesperadamente de anclarse. Mientras tanto, ella se aprieta a mí
alrededor y me doy cuenta de que se corre de nuevo. La he hecho
correrse dos veces, esta vez más duro que el primero. Su liberación
estimula la mía, y con algunas embestidas más desordenadas, no
puedo contenerme más. Me hundo profundamente, la penetro y
finalmente me dejo ir. Mi liberación fluye fuera de mí como una
presa que se rompe, y todo mi cuerpo se siente como si se estuviera
cayendo a pedazos al correrme tan duro. Colapso, el aire se escapa
de mis pulmones mientras lucho por no ahogarme en las
sensaciones placenteras.
Durante un tiempo, no hay nada más que el sonido de nuestra
respiración ronca y febril.
—Mmm —dice Sophie finalmente, y sus dedos se deslizan sobre mi
frente. Ella aparta un mechón de cabello de mi cara, luciendo una
sonrisa soñolienta propia—. Me gustó eso.
Su cuerpo se contrae debajo del mío y me disgusta darme cuenta de
que la estoy aplastando debajo de mí. —Lo siento, no me di cuenta...
—Está bien. —Sophie entrelaza sus brazos alrededor de mi cuello,
tirando de mí hacia abajo de nuevo—. Eres pesado, pero no tan
pesado. Se siente bien.
De mala gana, me relajo contra ella de nuevo. La beso, luego libero
mi peso de ella porque no puedo relajarme, imaginando que la estoy
aplastando. En el momento en que cambio mi peso, mi brazo
comienza a saltar en respuesta y una de mis piernas se bloquea. Con
una mueca, ruedo hacia un lado y empiezo a masajear las
extremidades ofendidas. —Dame un momento.
—Te ayudaré. —Las manos de Sophie están en mis piernas un
momento después, sus dedos se mueven en un masaje—. ¿Ayudaría
una ducha? Podríamos tomar una juntos.
—Tal vez. —Estoy un poco avergonzado. Debería estar cuidando de
ella ahora mismo—. No es tu responsabilidad tratar de ayudar a un
idiota roto que se esforzó demasiado...
Me calla con un beso, inclinándose para presionar sus labios contra
los míos. —Sé amable. Me gusta ese idiota.
Gustar.
Estoy dividido entre sentirme halagado por sus palabras o estar
lleno de desesperación. Gustar es... gustar. Podría significar
cualquier cosa. A Sophie le “gusta” aquí y yo le “gusto”, pero no es
suficiente para que se quede.
SOPHIE

A la mañana siguiente, me duele todo. Incluso después de una


ducha caliente, me duelen todos los músculos del cuerpo. Es tonto.
No es como si hubiera usado los músculos de mis muslos para algo
específico, pero siento que corrí un maratón, o hice una clase de
yoga intensa... o, bueno, tuve sexo con un alienígena intenso.
Me río mientras mastico mis fideos matutinos. Hombre, estoy de
muy buen humor. Tuve sexo increíble anoche. Y esta mañana, me
desperté con sexo oral. Decidí que es mejor que el café para
despertar a una chica y reí de nuevo.
Lo mejor de todo es que Bethiah se va.
No puedo decir que esté particularmente triste por eso. Doy otro
bocado a los fideos secos, con los pies apoyados en el “tablero” de
The Spot Pleasure mientras veo trabajar a Jerrok. Bethiah se cierne
cerca, su cabello recogido en un adornado nudo entre sus cuernos,
cubierto con más adornos plateados tintineantes. Lleva un suéter
amarillo y azul profundo adornado con el nuevo logo de su nave, y
debo admitir que se ve bien a pesar de todas las armas atadas a su
cintura. Tiene un corazón bastante bueno, Bethiah, y sé que es
familia de Jerrok, pero ese buen corazón es superado por una boca
ruidosa y una actitud entrometida. Estoy más que lista para que ella
se vaya.
Me duelen las caderas y me muevo en mi asiento.
Bethiah me mira y sonríe. —¿Noche dura?
No le respondo. Dejé que la mirada de Jerrok hablara por los dos.
—Publico difícil. Me alegro de que mi asunto aquí esté terminado —
Ella suspira y se inclina sobre la silla de Jerrok mientras él trabaja.
Su nave ha sido repintada y observé con interés cómo Jerrok crea
registros de vuelo falsificados para The Spot Pleasure, cargándolos
en una estación distante con la que tiene una conexión interna.
Estoy muy impresionada con todo lo que puede hacer, y nunca se ha
visto más sexy como cuando se sienta en el taburete y carga los
registros falsos en la unidad de comunicación mientras Bethiah
mira.
O tal vez solo me está haciendo retorcerme de excitación porque sé
cómo usa sus caderas y cómo se siente ese espolón y los piercings.
Sí, realmente, realmente no puedo esperar a que Bethiah se vaya.
Jerrok se levanta de la silla y me mira. —Creo que está listo para
partir, prima. Permíteme hacer una revisión rápida de los sistemas
del motor, ya que retiramos su respaldo —Se mueve hacia mi silla,
me da un beso en la cabeza y luego sale.
Me derrito ante la pequeña muestra de afecto, porque sé que no es
del tipo demostrativo. Esta mañana, sin embargo, no hemos podido
quitarnos las manos de encima. Algo me dice que en el momento en
que la nave de Bethiah abandone el muelle, estaremos de vuelta en el
dormitorio. No puedo esperar.
Bethiah se desliza en el asiento que Jerrok ha dejado libre y
comienza a tocar los controles. La miro ociosamente, masticando
fideos secos y soñando despierta sobre lo que le haré a Jerrok en el
momento en que estemos solos. Necesito conseguirle a Sleipnir algo
para masticar y...
—¿Recuerdas nuestra pequeña conversación, Softie?
—¿Hmm? —Parpadeo, mirando a Bethiah.
—¿Acerca de que te desgarrare miembro a miembro si lastimas a mi
primo ?—Activa un interruptor y lee un mensaje que aparece en la
pantalla, luego me mira—. Aún es cierto, por cierto. Te haré pedazos
si lo lastimas.
—No planeo lastimar a nadie —Estoy un poco confundida en cuanto
a por qué cree que voy a destrozar el alma de Jerrok o algo así—.
Realmente me gusta y yo también le gusto. ¿Qué tiene de raro eso?
—Porque no va a funcionar, Softie —Bethiah se vuelve hacia mí,
siseando. Hay una luz herida en sus ojos—. Todo es diversión y
juegos en el dormitorio, pero en el momento en que alguien pide
compromiso, los humanos siempre retroceden —Ella niega con la
cabeza—. Ambas sabemos que al estar aquí no le causarás más que
problemas.
Sus palabras duelen, sobre todo porque tienen el tono de la verdad
en ellas. Realmente no pertenezco a esta estación, ni a ningún otro
lugar de la galaxia. Ese es el problema… no pertenezco a ningún
lado, y ciertamente no me han pedido que me quede. —Jerrok sabe
que esto entre nosotros es temporal. Sólo nos estamos divirtiendo —
Las palabras suenan huecas a mis propios oídos, y mi entusiasmo
por estar a solas con Jerrok se desploma. Que yo esté aquí no ha sido
más que problemas para él hasta ahora. Probablemente se
emocionará cuando me vaya.
Los fideos que he estado masticando de repente saben a ceniza en
mi boca. Tiro el pote a un lado, queriendo huir de la nave.
—Solo estoy tratando de establecer expectativas realistas para los
dos —dice Bethiah alegremente, activando otro interruptor—. Es lo
mejor.
—Solo estamos... tonteando. Lo prometo. No significa nada. —
Quizás si lo digo con suficiente frecuencia, lo crea. De todos modos,
me voy con los va Sithai. Sobre todo porque no me han pedido que
me quede, y Bethiah me ha dejado muy claro que no pertenezco
aquí.
—Tendrás que decirles que dije hola —responde Bethiah
distraídamente, ajustando su asiento como si estuviera lista para
despegar ahora mismo.
—Lo haré. —Salto de mi asiento, la necesidad de huir es
abrumadora, y casi me encuentro con Jerrok cuando escapo del
puente. La expresión de su rostro es francamente amarga, y me
encanta, aunque no debería. Dios, soy un desastre cuando se trata de
este tipo. Consigo darle una sonrisa brillante. —Voy a… volver al
trabajo.
Salgo corriendo de la nave y regreso al hangar antes de que pueda
escuchar a Bethiah parlotear sobre cualquier otra cosa. Una vez que
estoy en la bahía, siento que puedo respirar de nuevo. Aspiro varias
bocanadas de aire reciclado de la estación, apreciando su ligero olor
mineral. Me dirijo a la estación de desguace, pero las gafas de Jerrok
están sobre la mesa, y verlas me duele el corazón porque me encanta
verlo con ellas, trabajando duro. Me desvío hacia el terrario.
Las plantas se ven vibrantes esta mañana en particular, la luz de la
estación falsa está configurada para imitar un amanecer. Las gotas
de agua brillan en las hojas y el aire está húmedo con un riego fresco.
Supongo que tampoco puedo quitar las malas hierbas o plantar
hasta que la tierra se seque un poco más, porque el barro se vuelve
pegajoso y dificulta el trabajo. Con un suspiro, encuentro mi banco
favorito y me hundo en él. Mis músculos adoloridos protestan, pero
esta vez, no se sienten como una sexy insignia de orgullo.
Esta vez, simplemente duelen.
Hay un poco de movimiento en mi costado, y miro para ver a
Sleipnir saliendo de su lugar favorito, su piel escamosa brillando
como un ópalo. Él mismo está un poco embarrado, pero sus ojos son
tan hermosos y sabios como siempre cuando se acerca y apoya la
cabeza en mi rodilla, mirándome con sentimiento.
Es como si supiera cuánto me duele.
—Hola bebé —le susurro, acariciando su hocico—. ¿Te diste cuenta
de que estoy triste?
Frota su cara contra mi muslo, haciendo esa pequeña tos a medias
que hace cuando quiere mi atención.
Le rasco detrás de las orejas, suspirando. —No es tu culpa. Eres
increíble, el mejor compañero y mascota que una chica puede pedir.
Soy yo. Solo soy… estúpida —Lucho contra las lágrimas, porque no
tiene sentido llorar por nada. Sabía en lo que me estaba metiendo
cuando me enamoré de Jerrok. Sabía que era un solitario y no tenía
planes de cambiar.
Lo sabía y me enamoré de él de todos modos. Así que es mi culpa.
Jerrok

Mi sangre se siente como hielo.


Respondo a Bethiah metódicamente, aunque no le estoy prestando
atención. Camino y hablo, pero por dentro estoy muerto. Las
palabras casuales de Sophie a mi prima resuenan en mi cabeza una y
otra vez.
Solo estamos tonteando, lo prometo. No significa nada. De todos
modos me voy con los va Sithai.
Después de anoche, pensé que las cosas eran diferentes. Después de
anoche, pensé... que tal vez... le preguntaría si quería quedarse un
tiempo. Solo para estar conmigo. Y esperaba que su respuesta
fuera... buena. Después de lo que habíamos compartido anoche,
parecía posible.
Claramente soy tres tipos de keffing tonto. Por supuesto que se va a
ir. Por supuesto, lo que tenemos no significa nada para ella. No se
quedará porque después de años de estar atrapada, Sophie quiere
ser libre. Lo entiendo, y lo último que necesita es un chatarrero
hosco que se ha vuelto demasiado posesivo con ella. Así que no le
pediré que se quede. Cuando los va Sithai regresen, la despediré con
una sonrisa, incluso si me destroza por dentro.
Porque Sophie merece ser feliz y quiero que haga lo que la hace feliz.
The Spot Pleasure se enciende y la nave, ahora mucho más fea y un
poco golpeada por el clima, se dirige hacia las puertas de la bahía del
hangar. Levanto una mano para despedirme de mi prima y luego me
dirijo al interior de la esclusa de aire. Se sella detrás de mí y veo
cómo despega la nave de Bethiah. El entumecimiento no desaparece.
El frío persiste en mi vientre.
Sophie no es mía para quedármela.
Va en contra de todo lo que soy como mesakkah. Como pueblo,
somos más que un poco codiciosos y nos apegamos rápidamente.
Parece que es cierto, incluso si no paso mucho tiempo con otros de
mi especie... porque quiero agarrar a Sophie y cerrar todas las
comunicaciones con mi estación de asteroides. Quiero tomar mi
transbordador y llevarla lejos, solo para que nadie pueda
encontrarla. Pero... entonces seré tan malo como su último dueño.
No hay forma de ganar esto.
Cierro los ojos, luchando contra la ola de dolor furioso. Sabía que
este sería el caso. Siempre supe que Sophie se iba a ir. El hecho de
que haya desarrollado sentimientos por ella no cambia nada.
Necesito superarlo. Tomo varias respiraciones para estabilizarme y
trato de relajarme. Sophie todavía está aquí. Ella es mía por ahora.
Necesito disfrutar del tiempo que tenemos juntos. Mostrarle lo
perfecta y maravillosa que es. Que la amo con cada hueso de mi
cuerpo y tal vez, tal vez regrese a visitarme a veces. Después de todo,
los va Sithai pasan una vez al año para descargar un naufragio.
Es mejor que nada.
Con ese pensamiento en mente, voy a buscar a Sophie.
Ella no está en mis habitaciones, ni en las antiguas, así que me dirijo
hacia el terrario. Escucho su voz baja, hablando con el carinoux en el
tono almibarado que adopta cada vez que mima al animal, y me hace
sonreír de mala gana. A ella le encanta esa cosa en una cantidad
ridícula, y pienso en los fondos que traerá la venta de materia
oscura. Ojalá sea suficiente para asegurar que pueda tenerlo a su
lado, siempre. Si necesito más, tal vez pueda elaborar algún tipo de
plan de pago con los va Sithai, enviarles créditos con regularidad. Lo
resolveré.
Un palo aterriza a mis pies, y al momento siguiente, el carinoux
cruza el piso de baldosas hacia mí, todo piernas y dientes. Un
destello de alarma me recorre, pero solo agarra el palo con la boca,
me da una mirada juguetona y luego vuelve a salir. La risa de Sophie
llena el terrario. —¡Sleipnir! Se supone que debes devolvérmelo,
tonto.
Observo cómo el carinoux desaparece entre las enredaderas,
divertido. —Creo que se ha ido con eso —grito.
El suave repiqueteo de pasos resuena en el piso de baldosas, y luego
Sophie está allí frente a mí, tan hermosa como siempre. En contraste
con el llamativo jersey de Bethiah, el cabello adornado y un montón
de armas, ella es sencilla. El jersey que usa es de un marrón
apagado, manchado por el uso y tan gastado que le queda grande. Su
cabello está recogido en los dos apretados nudos de nuevo, lejos de
su rostro, pero solo enfatiza lo hermosa que es, lo delicada... y lo
amplia que es su sonrisa al verme.
—¿Sabías que Sleipnir puede jugar a buscar? Es tan lindo —Ella me
mira con pesar y hace un gesto hacia las enredaderas—. Todavía está
trabajando en todo el asunto de 'devolver', pero es un comienzo —
Sophie estudia mi rostro y su sonrisa se desvanece—. ¿Bethiah
decidió quedarse?
Debo parecer abatido. Me obligo a poner una sonrisa de respuesta
en mi rostro, cuando todo lo que quiero hacer es agarrar a Sophie y
abrazarla con fuerza. —No, ella se ha ido. Ahora solo somos
nosotros.
Su expresión se vuelve melancólica, sus ojos tristes. —¿La vas a
extrañar?
No tanto como a ti, quiero decir. En vez de eso, me encojo de
hombros, mirando hacia donde su mascota ha desaparecido entre
las plantas.
Para mi sorpresa, Sophie pone sus brazos alrededor de mi cintura,
abrazándome, y se apoya en mi pecho. Su mano sube y baja por mi
espalda. Ella... me está consolando.
El duro nudo de emoción en mi garganta parece crecer
increíblemente grande, y la aprieto contra mí con fuerza. No quiero
dejarla ir nunca. Nunca. Haré todo lo que se me ocurra para que se
quede. Todo en absoluto. Mi mente se acelera con la necesidad de
ofrecerle todo: el carinoux, más libros, semillas de flores, ropa
bonita, pero... no puedo hacer eso. No puedo sobornarla para que se
quede si no quiere. Así que la aprieto con fuerza contra mí y saboreo
este momento.
—¿Cuándo llega el Jabberwock? —pregunta, su voz amortiguada
contra mi pecho, sus manos deslizándose arriba y abajo por mi
espalda.
—No por unos días al menos.
—Mmm. —Su respuesta es baja y sensual, y mi polla se pone alerta—
. ¿Cómo pasaremos el tiempo?
Pienso por un momento. En la cama, quiero declarar, pero quizás
eso no es lo que ella quiere decir. ¿Quiere hacer algo más? —
Podemos desarmar, por supuesto. Y si quieres, puedo mostrarte los
conceptos básicos de cómo conducir el transbordador...
Su mano se desliza hacia mi cola y traza un dedo debajo de ella en
toques agitados. Mi polla se sacude ante eso, y mi saco se aprieta.
Kef, eso se siente bien.
—O... —me ahogo—. Podemos hacer otras cosas.
—Me gusta esa idea —murmura Sophie, mirándome con una sonrisa
juguetona en los labios—. ¿Qué tienes en mente?
Sin palabras, la agarro por las caderas y la levanto en mis brazos.
Me doy la vuelta y dejo el terrario atrás, dirigiéndome hacia mi
habitación y la cama que hemos estado compartiendo. Sophie se ríe,
enterrando su rostro contra mí y comienza a presionar besos contra
mi cuello.
Mostrarle cómo pilotar el transbordador puede esperar. Necesito
absorber cada momento con Sophie que pueda.
SOPHIE

Odio que llegue el Jabberwock. Lo odio. Después de días de Bethiah


dando vueltas, quiero estar a solas con Jerrok nuevamente durante
semanas. ¿Ahora que estamos teniendo sexo además de compartir
cama? No parece que haya suficiente tiempo en el día para hacer
todo lo que hay que hacer. Jerrok se encarga del mantenimiento de
la estación, y trabajamos con poco entusiasmo por un tiempo antes
de que uno de nosotros se sienta abrumado por la lujuria por el otro,
y luego todos los pensamientos de trabajo salen por la puerta
mientras hacemos el amor.
Nunca he experimentado el vértigo de estar con alguien de quien no
puedo quitar las manos de encima, y estar con Jerrok es increíble.
Cada vez que estoy cerca de él, solo quiero agarrarlo y mostrarle
cuánto lo deseo. No podemos estar juntos o iniciar una conversación
sin que se convierta en besos frenéticos y hambrientos. Hacemos el
amor en cada mesa y banco de trabajo de la estación. Hacemos el
amor en la ducha. Hacemos el amor en el pasillo, mi espalda
presionada contra la pared mientras él empuja hacia mí. Hacemos el
amor en su cama y en la mía.
Soy adicta a él. Lo admito plenamente. Mi primer pensamiento
cuando me despierto es Jerrok, y es lo último que veo cuando me voy
a dormir. Mis pensamientos están llenos de él incluso cuando
trabajo, y la monotonía del día a día de desguazar y comer fideos es
realmente muy divertida. Es una rutina cómoda, mejorada por una
compañía agradable. Podemos tomarnos un descanso cuando
queramos (y lo hacemos, a menudo) y generalmente terminamos de
nuevo en los brazos del otro.
Todo en él es asombroso. No son solo los piercings en su polla, que
me golpean en todos los lugares correctos cuando está
profundamente dentro de mí. No es solo su espolón, aunque Dios
sabe que eso es ciertamente asombroso y nunca he llegado tan duro.
¿O cuando me despierta todas las mañanas con la boca entre mis
piernas? El cielo. Pero... es más que todo eso.
Es Jerrok y la forma en que me mira. Es la forma en que me abraza
cuando me corro y me habla todo el tiempo, haciéndome saber que
me tiene. Es la forma en que siempre es muy, muy cuidadoso para
asegurarse de que estemos frente a frente, porque sabe lo que me
dispara. Son esas cosas las que amo. Son esos momentos los que me
hacen sentir como la mujer más afortunada del mundo.
Podría pasar todo el día todos los días solo con él, haciendo el amor,
haciendo el amor y pasando el rato.
Tal vez por eso estoy tan resentida cuando llega el Jabberwock.
Intento ocultar mi mirada rebelde cuando la escotilla se abre y la
gente sale de la nave. Es un crucero más grande, uno de los más
grandes que he visto para ser una nave privada. Jerrok hace ruidos
complacidos al verla mientras se desliza hacia el hangar. —Motor de
clase patinador. Son bonitos.
Le doy un codazo. —Quizás si lo pides educadamente puedas jugar
con eso.
Me lanza una sonrisa sorprendentemente juvenil y mi corazón se
derrite un poco. Sin embargo, siento que ya que el Jabberwock está
aquí, está claro que esta es una visita placentera para Jerrok y quiero
hacer todo lo posible para disfrutarla. Me ajusto la capa y la capucha
que llevo, la máscara de ooli sobre mis rasgos. Aunque se supone
que la tripulación del Jabberwock es segura, no queremos correr
riesgos. Después de todo, podrían tener un pasajero sorpresa, como
lo hizo Bethiah. Jerrok me explicó que todos los piratas tienden a
tomar a un pasajero ocasional fuera de los registros, generalmente
para hacer un crédito rápido o tres, y muchos de ellos son
prisioneros fugitivos que se esconden de los sistemas penitenciarios
y las fuerzas del orden.
Espero que tengan un pasajero, porque entonces tal vez no se
queden mucho tiempo.
—¡Jerrok! ¡Cubo de tornillos!— El enorme mesakkah que baja por
la rampa abre los brazos, con una amplia sonrisa en el rostro.
—Kivian —dice Jerrok con gravedad en un saludo moderado.
Kivian es... no es lo que esperaba ver en un corsario mesakkah.
Pensé que sería como los hermanos va Sithai, que tienden a llevar
uniformes y armas enfundadas en el cinturón. Llevan botas pesadas
y el énfasis está en la durabilidad, no en la moda. Kivian... no recibió
ese memo. Cuando abre los brazos en señal de bienvenida, sus
mangas se hinchan y brillan como algo en una vieja discoteca de los
70. Su túnica está hecha de una seda ondeante con toneladas de
volantes en el cuello, y su cinturón está enjoyado y no tiene una sola
arma. Sus botas son brillantes y están incrustadas con tantas gemas
que sospecho que valen más que el viejo transbordador de Jerrok. El
cabello de Kivian es corto y en un extravagante flequillo sobre un
ojo, un salvaje contraste con la enmarañada melena de Jerrok que se
olvida de cepillar. El capitán corsario se vería absolutamente ridículo
con todo ese brillo si no fuera tan grande y claramente musculoso.
Quiero acercarme protectoramente a Jerrok, porque ese comentario
de “cubo de tornillos” me irrita, pero Jerrok avanza para saludar a
Kivian, aparentemente indiferente al llamativo saludo del otro
macho. Se agarran de los antebrazos y Kivian mira a Jerrok como en
estado de shock. —No te reconocí sin toda esa suciedad. ¿Qué pasó?
¿Las autoridades se acercaron y te sujetaron? ¿Te obligaron a
bañarte?
—¿Eran lindas autoridades? —repica el gran macho detrás de él.
—No es gracioso, Tarekh —dice una voz femenina aguda, y se
escucha el sonido de una mano golpeando un brazo.
—Un poco gracioso —dice el llamado Tarekh, sonriendo. Es...
espantoso. Esa es la mejor forma de decirlo. He visto algunos
alienígenas con cicatrices, pero este tipo parece como si sus fuertes
rasgos de mesakkah hayan sido cortados y luego reorganizados mal.
Sin embargo, su sonrisa es amistosa y Jerrok lo saluda con la misma
calidez que a Kivian.
—Veo que trajiste tu cerebro contigo —dice Jerrok, señalando a una
pequeña humana que da un paso adelante.
Tarekh solo aúlla de risa, poniendo una gran mano sobre el hombro
de la hembra. —Cat dijo que quería ver tu estación esta vez.
Escuchamos que los va Sithai dejaron a una amiga aquí, así que
pensamos por qué no.
—Zoey ha estado hablando de eso sin parar —dice Cat, abriéndose
paso entre los hombres—. Muéstramela. Necesito saludar.
De acuerdo, Cat aparentemente es muy atrevida. Parpadeo de
sorpresa cuando la pequeña mujer se acerca a mí. Ella debe medir
un metro sesenta, máximo, y tal vez cincuenta kilos. Lleva un jersey
expedido por la flota portuaria, los parches fueron quitados y
reemplazados con bordados florales, y tiene un blaster colgado en la
cadera que es tan grande como su brazo. Y tiene pecas, que no he
visto desde que dejé la Tierra. Ella se acerca a mí y me observa, luego
se vuelve hacia los demás. —Quiero totalmente una máscara de ooli.
¿De dónde sacaste eso? —Ella me mira de nuevo y extiende su
mano—. Por cierto, soy Catrin, la compañera de Tarekh. Él es el
patán grande de atrás con la sonrisa tonta.
Miro hacia atrás y, efectivamente, el feo Tarekh está sonriendo en
nuestra dirección. Es incluso más grande que Adiron, lo que me
sorprende, porque Adiron es el mesakkah más sólido que he visto en
mi vida, pero Tarekh está en una clase propia. Cómo no ha aplastado
a esta diminuta mujer humana me supera. Miro a Jerrok, luego me
quito la máscara de mala gana. —Hola —digo en voz baja—. Soy
Sophie.
—¡Oh, mira lo bonita que eres! —La voz aguda de Cat se transmite
por todo el hangar. Su rostro se arruga en una expresión de puro
deleite—. ¡Y tu acento! ¿Eso es… Alabama?
—Tennessee —digo tímidamente—. Pero ha pasado tanto tiempo
que ya no puedo contarte mucho al respecto. Mis recuerdos de la
Tierra son... — Agito una mano, sintiéndome incómoda.
—Se sienten como la vida de otra persona, ¿no? Me identifico. —Su
expresión es comprensiva.
—A veces sí.
Me tiende la mano. —A las demás les encantaría conocerte.
Especialmente a Zoey. Pero prepárate para ser interrogada sobre sus
hermanos.
Oh, oh. —¿Interrogada?
—Oh, sí. No ha hablado de nada más durante días —Cat pone los
ojos en blanco, una brillante sonrisa en su rostro—. Parece que no
son muy buenos devolviendo comunicaciones, así que cuenta
contigo para informarle de todos los chismes.
Bueno, Zoey no se equivoca en eso. Los va Sithai tampoco me han
llamado.
SOPHIE

Cat me lleva/arrastra al Jabberwock para conocer a las otras


mujeres humanas, toda entusiasmada. Soy un poco más reacia,
porque ha pasado un tiempo desde que interactué con los de mi
propia especie. Kim, por supuesto, pero eso fue hace meses y meses.
Antes de eso, era el encuentro ocasional con otra esclava que servía a
un amo, y esas reuniones nunca fueron agradables. Incluso Kim
había estado más estresada que feliz, pero Cat simplemente… rebosa
de felicidad. Habla en voz alta, le da una palmada en el trasero a su
compañero cuando pasamos junto a él, y parece absolutamente
intrépida. Más o menos me arrastra hacia el puente, porque „„ahí es
donde estará Zoey‟‟.
Sin embargo, cuando llegamos al puente, me sorprende un poco. La
nave es más grande que la Little Sister, los controles mucho más
complejos que la ya alucinante variedad de conmutadores con los
que estoy familiarizada. Hay dos asientos en la estación de
navegación y están muy juntos. Mientras miro, un mesakkah alto, de
aspecto casi demasiado educado, nos mira. Lleva el pelo muy corto y
el uniforme de la nave abotonado hasta arriba. Se ve… almidonado.
Con cara de desaprobación. Pero entonces la mujer que está a su
lado se gira y ella es todo lo contrario. Tiene que ser Zoey, pero no es
como la imaginé. Pensé por alguna razón que sería más como la
mayoría de los mesakkah que he visto, esbelta y elegante. Esta mujer
es baja y tetona, usa un uniforme que hace juego con el chico a su
lado, pero sus mangas están arremangadas y su cabello castaño está
recogido en una cola de caballo sedosa que roza su cuello abierto.
Ella me mira con sorpresa. —Mierda, Sophie. ¡Hola! —Ella frunce el
ceño a Cat—. ¿Por qué la arrastraste aquí? Íbamos a visitar su
estación, ¿no es así?
—Tu trasero todavía está aquí en el puente. —Cat mueve un dedo
hacia ella, sin inmutarse—. Pensé que teníamos que venir a buscarte
antes de que ustedes dos se distraigan y yo vea algo que no quiero
ver.
El hombre de aspecto pomposo al lado de Zoey se ruboriza, pero
Zoey solo sonríe. —¿Es mi culpa si miraste?
—Lo es si ustedes están follando en el puente.
—¿Debemos hablar de esto frente a una invitada? —pregunta el
macho con rigidez.
—Bien. Lo siento. —Zoey se inclina y planta un beso en la boca del
alienígena—. ¿Iras a buscarme si me necesitas?
Su expresión se suaviza. —Vete. Estaré bien aquí.
Zoey sonríe y luego se levanta de su asiento. Inmediatamente se
acerca a mí con los brazos extendidos... como si fuera a abrazarme.
Retrocedo, alarmada.
Un silencio incómodo llena el puente. —Bien —dice Zoey, logrando
sonreír—. Olvidé que no has estado libre por mucho tiempo.
Cat solo me da una palmada en el hombro. —Intenté golpear a todos
en la cara durante mucho tiempo después. Sabes, cuando Tarekh me
liberó, le escupí en la cara.
Palidezco al pensarlo. —¿Se enojó mucho?
—No, se enamoró —Ella nos sonríe a Zoey y a mí—. Vamos. Vamos a
buscar a las demás antes de que invadamos la estación de Jerrok y lo
hagamos miserable.
Cat me lleva a través de la nave, y estoy un poco desconcertada con
tanta gente. Hay ocho tripulantes a bordo del Jabberwock y el nuevo
bebé de Fran y Kivian, Jasmine. No parece mucho en el esquema de
las cosas, pero estoy abrumada por lo ruidosos que son, lo
abarrotados a pesar de la gran nave. No puedo imaginarme viviendo
así en el día a día en comparación con la absoluta tranquilidad de la
estación de Jerrok en medio de la nada. Me recuerda (un poco
demasiado) a la estación espacial que visitamos, donde había gente
de pared a pared, hablando entre sí.
Así es en el espacio, pero... no me gusta.
Cat me lleva a una gran sala de recreación y hay dos mujeres
sentadas allí, junto con un gran macho mesakkah. El hombre
alienígena cepilla el cabello de la mujer sentada entre sus piernas,
sus ojos cubiertos por una visera de aspecto extraño. La otra mujer
tiene un bebé enorme en sus brazos y está ocupada con lo que parece
el espacio equivalente a una bolsa de pañales.
—Chicos —dice Cat—. ¿No están listos? Aterrizamos hace mucho
tiempo.
El hombre levanta la vista del cabello de la mujer y frunce el ceño a
Cat. —Iris quiere una trenza. Ya casi termino.
Iris, la mujer de la extraña visera, sonríe dulcemente en nuestra
dirección. —Puedo omitirlo si es un gran problema.
—No —dice el hombre que claramente es su pareja—. Lo tengo. —Le
separa el cabello en secciones y comienza a trenzar.
—¿Fran? —Cat le da a la mujer con el bebé una mirada exasperada
cuando es ignorada—. ¿Realmente necesitas todo eso? Literalmente
estamos visitando la pequeña estación de Jerrok.
—Oh, lo siento. No me di cuenta de que eras la experta en bebés —
bromea Fran, metiendo otra pequeña manta en la bolsa—. ¿Quieres
venir a cargarla mientras me aseguro de tener todo?
Cat resopla. —No.
—Joder, yo lo hago —dice Zoey alegremente, dando un paso
adelante con los brazos extendidos. Toma a la bebé en sus brazos y la
aprieta contra su mejilla, sonriendo. —Una bebé tan dulce. Sí, lo eres
—balbucea, sonando como yo cuando hablo con Sleipnir. Ella hace
ruidos de besos a la bebé, que está más interesada en chupar su
puño—. ¿Quieres cargarla, Sophie?
—¿Yo? —Me horroriza la idea—. No, no… no lo creo. No soy buena
con los bebés.
Zoey se encoge de hombros y vuelve a arrullar a la pequeña.
—Aprendes lo suficientemente rápido —dice Fran, con una sonrisa
cansada en mi dirección—. ¿Me presenté? No puedo recordarlo. Soy
Fran, la compañera de Kivian, y esa es Iris —Señala a la mujer de la
visera, luego a su pareja—. Alyvos.
—Lo sé —digo, esbozando una sonrisa—. Soy Sophie. La invitada de
Jerrok.
—Genial. ¿Podemos ir a ver la estación ahora? —Pregunta Cat—.
Tarekh dice que Jerrok podría tener algunas piezas de repuesto
escondidas para el receptor de flujo y quiero ir a buscar.
—¿Qué pasa con el receptor de flujo que tenemos ahora? —Zoey
pregunta, su tono defensivo.
Fran escarba en su bolsa de pañales. —¿Alguien ha visto el chupete
de Jasmine? Podría haber jurado que estaba aquí.
Se siente como si todos estuvieran hablando entre sí. Fran continúa
hablando con nadie en particular, Zoey y Cat discuten, y Alyvos les
ladra unas pocas palabras a las mujeres mientras sus voces se hacen
cada vez más fuertes. Jasmine debe ser la bebé más plácida del
mundo, porque ignora todas las discusiones. Iris también lo hace.
Ella simplemente se sienta en silencio en el suelo como si nada de
esto la desconcertara en lo más mínimo.
A mí me pone ansiosa. Anhelo estar afuera con Jerrok, incluso si
está charlando con los hombres. Esto simplemente se siente...
abrumador. Me aclaro la garganta lo más cortésmente posible y
luego hablo. —Tengo que ir a ver cómo está mi carinoux, para
asegurarme de que todavía está encerrado.
Inmediatamente, todos se callan.
—¿Tienes un carinoux? ¿En serio? —Zoey habla, sorprendida—.
¿Cuándo sucedió eso?
—¿Y es seguro llevar a Jasmine? —Fran se pone de pie de un salto y
toma a su bebé de manos de Zoey—. ¿Debería quedarme en la nave?
—Su nombre es Sleipnir —digo, un poco intimidada por toda la
atención ahora centrada en mí—. Y está en sintonía con mis
emociones. No lastimará a una mujer. Por eso está conmigo en lugar
de con tus hermanos —agrego, mirando a Zoey—. Lo encontramos
en una… ejem, carrera.
—Lo robaron, quieres decir —dice Zoey alegremente.
Asiento con la cabeza. —Lo estoy vigilando mientras tus hermanos
están en el sistema Slatra. Lo venderán en el momento en que
regresen —La idea me duele, pero no puedo hacer nada al respecto—
. Y ahora mismo está encerrado en el terrario, así que están
perfectamente a salvo. Lo instalé allí antes cuando escuché que el
Jabberwock estaba llegando.
La expresión plácida de Iris cambia a una entusiasmada. —Oh, ¿un
terrario? Me encantaría visitarlo —Ella se acerca y toca la mano de
su pareja—. ¿Podemos ir, Alyvos?
—Por supuesto. —Me lanza una mirada—. Siempre que el carinoux
no me haga pedazos.
Niego con la cabeza. —Es muy inteligente y se porta bien. Solo es un
poco masticador.
—Vamos, entonces. —Fran se echa el bolso al hombro y hace
malabarismos con la bebé en brazos—. Me encantaría ver un terrario
yo misma.
Me siento como la anfitriona más incómoda del mundo mientras
saco a los demás de la nave y los llevo al hangar. En el momento en
que salimos del Jabberwock, la mirada de Jerrok busca en los demás
hasta que me encuentra. Él asiente con la cabeza hacia mí, pero la
mirada en sus ojos es acalorada y me hace sentir como si él fuera tan
posesivo como Alyvos, quien continúa flotando sobre Iris.
Kivian se acerca inmediatamente y agarra a la bebé de los brazos de
Fran, dándole a su rostro baboso una docena de besos. —Necesitas
ver a mi hermosa hijita, Jerrok. Se parece a su padre.
—¿Lo he conocido? —Jerrok responde.
Fran solo se ríe, deslizándose junto a su pareja. Cat se acerca a
Tarekh, le agarra el trasero de nuevo y luego se une a nuestro
pequeño grupo.
Zoey inmediatamente se acerca a mí. —Entonces... —comienza, con
una mirada expectante en su rostro.
Oh, oh. —¿Si? —Me preparo como para tener las incómodas
preguntas de Bethiah sobre mi relación con Jerrok.
—¿Mathiras está durmiendo toda la noche?
Parpadeo. Eso no es lo que esperaba, pero por supuesto que Zoey va
a preguntar por sus hermanos. —No lo sé. ¿Tiene problemas para
dormir?
Ella asiente. —Siempre lo ha hecho. Su mente no se apaga. ¿Qué hay
de Kaspar? ¿Cómo están sus pulmones? ¿Y todavía tiene deseos de
morir? ¿Adiron todavía está triste y solo?
Miro el rostro serio de Zoey, tan ansioso por obtener información
sobre sus hermanos, y me siento como la peor persona del mundo.
La culpa se apodera de mí cuando me doy cuenta de que nunca he
prestado atención a si los hermanos va Sithai están o no bien.
Simplemente... siempre me parecieron bien. Competentes. En
control. —¿Adiron parece… feliz?
—Por supuesto que sí. Ese es Adiron para todos. —Ella se cruza de
brazos, esperando—. No va ir y deprimirse con el labio inferior
colgando.
Como yo, me pregunto —Yo... no los conozco muy bien todavía. La
mayoría de nuestras conversaciones las pasamos conmigo
aprendiendo el sistema de navegación... y no muy bien.
Ella agita una mano en el aire. —Te darás cuenta de esas cosas
eventualmente. Será una segunda naturaleza para ti en uno o dos
meses más.
No estoy tan segura de eso. —¿Vamos a ver el terrario? —Hago un
débil gesto hacia los pasillos, tratando de escapar de la incómoda
comprensión de que sé menos de lo que pensaba sobre los va Sithai.
SOPHIE

Sleipnir es un éxito.
Todo el mundo adora al gran carinoux y él no le gruñe a nadie.
Olfatea a todos con cuidado, luego se estaciona al lado de Iris para
ser acariciado, frotando su cabeza contra su mano. Me toma un
momento, pero finalmente me doy cuenta de que su visera le da una
visión limitada de algún tipo, y debe estar ciega debajo de ella.
Explica por qué Alyvos la protege tanto y su alegría infantil al entrar
en el terrario.
—El aire se siente, y huele, diferente aquí —nos dice, con la cara
llena de sonrisas.
—Lo hace —estoy de acuerdo—. Realmente me encanta. He estado
trabajando en la limpieza de algunas de las plantas que crecieron
demasiado, pero definitivamente es un trabajo en progreso.
—Como el resto de la estación —agrega Cat.
Zoey descansa en uno de los bancos, con una mirada inquieta en sus
ojos que me recuerda demasiado a Kaspar. —Entonces, ¿cómo es
que te gusta estar aquí? —Ella me pregunta—. ¿Es tan miserable
como parece?
¿Miserable? Disimulo mi ceño fruncido. —No, me encanta estar
aquí.
—¿Te gusta? —La voz de Cat corta como un cuchillo—. ¿Este lugar?
—¿Qué pasa con este lugar?
Cat gesticula hacia nuestro entorno, incredulidad escrita en su
rostro. —No sé si te diste cuenta, pero es un montón de basura. La
mayor parte de la estación está destruida y estás en un asteroide en
el culo del universo. ¿Qué te puede gustar de esto?
Sus palabras hieren mis sentimientos, porque se siente como un
ataque a Jerrok. —No necesita toda la estación. Las habitaciones
reparadas son más que suficientes para él. Y no podría mantenerse
al día con el mantenimiento de todo el lugar si ese fuera el caso. No
estaría feliz con un equipo aquí. Le gusta estar solo. En cuanto a la
basura... ese es su trabajo. Tiene todo tipo de cosas aquí. No es...
basura. Es un tesoro que espera ser desenterrado —Levanto la
barbilla—. Y Jerrok es el mejor en la reutilización de todo. Mantiene
esta estación funcionando únicamente con cosas que desecha.
También paga los suministros de alimentos. Creo que lo está
haciendo fantástico.
—Estoy segura de que es así —dice Cat, con una pequeña sonrisa
tortuosa en su rostro. Los demás también me están sonriendo, y sus
miradas cómplices me ponen nerviosa. Quizás estoy siendo
demasiado obvia, demasiado inflexible en mi defensa de Jerrok. No
me importa. Puede que este lugar no sea llamativo, pero es
espacioso, tranquilo y sereno y... y tiene a Jerrok.
—Bueno, por mi parte, amo este terrario —dice Fran, mirando como
su hija golpea una de las hojas—. Pasaría todo mi tiempo aquí si
tuviera la oportunidad.
—Algo me dice que a Sleipnir también le encanta estar aquí —dice
Iris, acariciando la nariz de mi carinoux.
—Lo hace —digo con entusiasmo—. Le encanta esconderse en los
arbustos, generalmente con algo que está masticando. Y excava en
toda la tierra. Es mi pequeño ayudante, aunque a veces no es muy
útil.
El grupo se ríe.
—¿Oye, Sophie? ¿Podemos hablar un minuto? —Zoey está de nuevo
a mi lado, señalando un banco a una buena distancia de los demás.
Sospeché que querría hablar más. Se ha visto positivamente
inquieta todo este tiempo, y sé que me hará más preguntas sobre sus
hermanos. Lo sabía y, aun así, no me siento preparada para ello.
Seré tan mala en esto como con el sistema de navegación. Pero
asiento con la cabeza, siguiéndola cuando se sienta en el banco.
Ella mete una pierna debajo de ella mientras se sienta, la otra pierna
se balancea libremente. Zoey me mira y luego mira alrededor del
terrario. —No estás enamorada de uno de mis hermanos, ¿verdad?
Balbuceo, porque esa no era la pregunta que esperaba. —¿Qué? ¡No!
Por supuesto que no. Han sido muy amables conmigo pero… no. —
Mi rostro se calienta ante el pensamiento—. ¿Por qué pensarías eso?
Zoey se encoge de hombros. —Estaba tratando de pensar por qué te
traerían con ellos, y me preguntaba si estabas enredada con uno de
mis hermanos de alguna forma. Pero luego vi la forma en que tú y
Jerrok se miraron y descubrí la verdad.
Me sonrojo. —Tus hermanos solo estaban siendo amables conmigo.
—Son corsarios. No se les paga por ser amables —Ella cruza los
brazos sobre el pecho—. No encaja.
—Creo que tal vez extrañan a su hermanita más de lo que dejan ver
—digo en voz baja—. Y me aceptaron porque les recordaba a ti.
Desde que llegué a la Little Sister, han hablado de ti sin parar.
Sus ojos lucen sospechosamente húmedos. —Me entristece que esos
malditos idiotas no estén aquí —inhala y se seca los ojos, apartando
la mirada—. Sistema Slatra, ¿eh? —Cuando asentí con la cabeza, dejó
escapar un suspiro—. Y déjame adivinar, no hay comunicaciones.
—Ni una sola.
—Bueno, tengo un amigo en una estación en ese sistema. Tal vez le
haga una llamada y vea si han pasado a reabastecer —Se limpia los
ojos de nuevo y esboza una sonrisa—. Entonces, ¿cuándo les vas a
decir que te vas a quedar?
Me quedo quieta. Mis manos están entrelazadas en mi regazo y las
aprieto con fuerza, esperando no traicionar una sola emoción. —No
me voy a quedar.
Sus ojos se entrecierran. —¿Por qué no? ¿O leí mal la situación? —
Ella inclina la cabeza—. Creí haber visto un chupetón en el cuello de
Jerrok...
—No lo leíste mal. —No me inquietaré. No lo haré. Me clavo las uñas
en los nudillos y el dolor me ayuda a concentrarme—. Pero Jerrok es
un solitario. No querrá que me quede.
—¿No? —El tono de Zoey es seco.
Miro hacia abajo a mis manos. Dios mío, ¿por qué todas estas
personas son tan conflictivas? Ha pasado tanto tiempo desde que
alguien me habló así que he olvidado cómo es. —Jerrok ha dejado
muy claro que le gusta su aislamiento —digo con firmeza—. Solo
estamos disfrutando de la compañía del otro.
—¿Sabes? —Dice Zoey en voz baja—. Ese Jerrok es tan legendario
por su suciedad y su mal humor. Que hay apuestas entre otros
corsarios sobre cuánto tiempo ha pasado desde que se bañó.
Arrugo la frente. —Eso es cruel. Se baña todo el tiempo. No apesta.
Él…
—Él se baña por ti —continúa Zoey gentilmente—. No estás apegada
a mis hermanos como lo estás con él. Es obvio. Y amas esta estación
como lo hace Jerrok. Así que nuevamente, tengo que preguntarte,
¿por qué vas a irte con ellos cuando regresen? ¿Te sientes obligada?
Porque estoy segura de que ellos querrían que fueras feliz.
Demonios, probablemente estarían encantados si te quedas con
Jerrok. Él es un buen amigo para ellos, y un lugar seguro para
anclar. Y si estás preocupada por el sistema de navegación, Kaspar
lo conoce tan bien como cualquier otra persona. Es un vago —Me
estudia con una mirada curiosa—. ¿O esperas volver a la Tierra?
Porque puedo asegurarte que eso nunca sucederá.
Niego con la cabeza. Volver a la Tierra nunca ha estado en mi radar.
No realmente. Soy demasiado diferente de la persona a la que se
llevaron. No sabría qué hacer conmigo misma. —Sólo estoy
buscando el lugar al que pertenezco.
—¿No crees que ya lo has encontrado?
Un nudo de puro anhelo se forma en mi garganta. —Yo... Jerrok ha
estado solo durante tanto tiempo. Nunca ha indicado que está
interesado en que me quede, y...
—Es un hombre —dice Zoey sin rodeos—. Algo me dice que es muy
bueno ocultando sus sentimientos si piensa que no los compartes.
Pero si no lo haces, ¿cómo sabrás la verdad? —Ella se acerca y
palmea mi rodilla—. Es posible que tengas que ser tú quien dé el
primer paso aquí. Si es la mitad de tonto que mis hermanos,
probablemente esté haciendo todo lo posible para asegurarse de que
estés cómoda y no te sientas presionada, y escondiendo todo el
tiempo lo que realmente quiere.
Parece demasiado bueno para ser verdad. —¿Cómo lo sabes?
—Porque te mira como Sentorr me mira a mí —dice Zoey—. Y
porque has estado aquí durante semanas y no te arrojó ni nos pide
que te llevemos con nosotros cuando nos vayamos. En cambio, se
está bañando. Y sonriendo. Créeme, eso es algo grande —Ella le da a
mi rodilla una última palmada firme. —Además, si me equivoco y él
dice que no, te vas de todos modos, ¿verdad?
Ella lo hace parecer tan fácil. Solo confesar cómo me siento y dejar
que las fichas caigan donde puedan. Asumir lo mejor.
Pero esto entre Jerrok y yo... se siente muy frágil. Tengo miedo de
decir o hacer algo incorrecto y destruirlo. ¿Es mejor disfrutar de un
breve momento de felicidad o apostarlo todo al para siempre?
Ojalá supiera que hacer. De cualquier manera, Zoey tiene razón.
Necesito hablar con Jerrok. Necesito asegurarme de que él sepa
cómo me siento y que quiero quedarme. Necesito dejarlo todo,
porque lo amo lo suficiente como para desnudar mis emociones, sin
importar cuán aterrador sea.
Jerrok

Los corsarios del Jabberwock me miran con complicidad mientras


las mujeres se dirigen a la estación para ver el terrario. Cruzo los
brazos sobre el pecho y finjo escuchar la conversación sobre su
encuentro más reciente con la ley, pero todo lo que puedo ver en mi
mente es el rostro de Sophie, sus grandes ojos mientras escucha a las
mujeres hablar, la forma en que parecía insegura y un poco
preocupada. Puedo decir que su presencia la molesta un poco. Su
sonrisa fácil se ha desvanecido, y aunque sus labios están curvados,
su expresión es tensa, como si solo los estuviera tolerando por mi
bien.
En ese sentido, somos muy parecidos. Me resulta extraño que
alguien tan perfecta como Sophie se sienta incómoda con los de su
propia especie. Pensé que estaría encantada de verlas, pero no pude
evitar notar que seguía mirándome, como si quisiera ser rescatada
de su conversación.
Sin embargo, en el momento en que las mujeres desaparecen,
Kivian abandona toda pretensión de hablar de piratería. Da una
palmada en mi hombro. —Entonces… ¿están las felicitaciones en
orden?
—¿Por qué? —Intento quitar su mano.
—¡Un apareamiento, por supuesto! Felicidad conyugal. Bebés
potenciales. —Me golpea el hombro con la mano y Tarekh me
despeina como si fuera un chico que acaba de descubrir su propia
polla—. Si puedo hablar libremente, y creo que puedo, creo que serás
muy feliz. Mi Fran es la perfección, y si la tuya es la mitad de mujer
que ella, te mantendrá alerta de la mejor manera.
—No estamos emparejados —le gruñí, encogiéndome de hombros a
ambos. Por mucho que me encantaría que fuera diferente, no lo es—.
Solo se está quedando porque los va Sithai pensaron que podría ser
lo mejor para ella.
—Mmm, me parece más que eso. —Kivian se frota la mandíbula
pensativo.
Tarekh decide intervenir, ignorando lo obviamente incómodo que
me pone la conversación. —Una cosita tímida, creo. Me recuerda a
Iris cuando la encontramos por primera vez. ¿Recuerdas eso?
Simplemente dulce y frágil y aterrorizada por todo. Se habría muerto
de hambre antes de pedir un bocado de comida —El niega con la
cabeza.
Por alguna razón, eso me irrita. ¿Mi Sophie siendo tímida hasta tal
punto? No saben lo valiente que ha sido. —Te equivocas en eso. Ella
me gritó cuando llegó por primera vez —Sonrío ante el pensamiento.
También fue valiente cuando me acompañó a la estación. Valiente
cuando mató a los corsarios que pensaban robarme. No. Sophie no
es tímida—. Simplemente no la conoces.
—¿ESA criatura te gritó? —Tarekh resopla.
—Dale un poco de crédito. No está tan asustada cómo crees. —Abro
la boca para decir más, pero luego un destello de conversación con
Sophie flota en mi memoria.
Parece que no puedo salir de esta depresión, este miedo constante
de que todo por lo que he luchado tan duro vaya a desaparecer de
debajo de mí de nuevo. Y... me gustas y eso me asusta.
El pensamiento me aplana. Sophie solo se asusta cuando siente que
tiene algo que perder. ¿Y pensaron que ella parecía asustada en este
momento? ¿Es porque teme que la llegada del Jabberwock signifique
que piensa que perderá algo?
¿Cómo a mi…?
Me dan ganas de empujar a todos a un lado e ir a consolarla. —Creo
que iré a ver si necesitan ayuda en el terrario…
—No tan rápido. —Kivian coloca un brazo amistoso alrededor de
mis hombros, atrapándome antes de que pueda escapar—. Las
chicas probablemente van a hablar de todo tipo de cosas por un
tiempo. Dejemos que intercambien secretos. ¿Necesitas algo para
intercambiar? —El capitán corsario me lleva de regreso a su nave,
Tarekh a mi espalda, y Sentorr está en la escotilla, rígidamente alerta
como siempre. —¿Bebidas? ¿Carcinogeles? ¿Más fideos?
—¿Plas-film extra? —Tarekh bromea.
Pienso por un momento. —No lo necesito.
—Tú asqueroso chatarrero, tú —bromea Kivian—. Rompes todas las
reglas de higiene en el momento en que una humana llega a tu
estación. No pensé que lo tenías en ti, viejo amigo.
Le lanzo una mirada, pero las burlas de Kivian son inofensivas. Está
completamente enamorado de su hembra humana y no puede quitar
la sonrisa tonta y orgullosa de su rostro. —No plas-film —aclaro—.
Pero si tienes algunos libros o ropa humana... o incluso algunas
semillas de flores... te las quitaré de las manos.
—Estoy seguro de que tenemos algo —continúa Kivian—. ¿Tienes
algo para mí? ¿Alguna nueva arma o pieza que pueda interesarme?
Me encojo de hombros. —Puedes revisar mis tiendas. Y...
recientemente adquirí un disco secundario de materia oscura —
Estaba planeando llevarlo a una estación cercana para cambiarlo,
pero si quieren quitármelo de las manos por el precio correcto y
conseguir algunas cosas para Sophie, estoy feliz de venderles.
Sentorr intercambia una mirada con Kivian y puedo decir que están
interesados. Bien.
Kivian me da una palmada en la espalda mientras subimos la rampa
hacia la escotilla. —Te cargaremos con baratijas humanas, lo juro.
Cuando pasamos por Sentorr, nos mira con el ceño fruncido. —
¿Pensé que Zoey dijo que la hembra pertenecía a los va Sithai?
Mi estado de ánimo se pone inmediatamente amargo. —Ella no
pertenece a nadie, pero es parte de su tripulación, sí. La están
entrenando para ser el reemplazo de Zoey —Lo que significa que ella
no se quedará. Lo que significa que cargar libros o ropa o cualquier
cosa humana que la tripulación del Jabberwock pueda darme para
poner una sonrisa en el rostro de Sophie es... inútil.
Solo soy un tonto.
Pero luego pienso en sus comentarios sobre el miedo. Acerca de que
cuanto más cómoda y feliz está, más aterrorizada se pone. Y pienso
en los comentarios de Tarekh sobre Iris: cómo no comería si tuviera
que pedirlo. ¿Sophie quiere quedarse pero tiene miedo de
preguntar… porque está feliz conmigo?
No lo sé. Una parte de mí siente que ella habría mencionado algo,
pero luego pienso en las miradas tímidas que lanzó en mi dirección
cuando Cat la arrastró lejos, como si quisiera estar en cualquier
lugar menos con ellas.
Como si quisiera volver a estar a solas conmigo.
Necesito hablarle. Desesperadamente. —Vamos a poner nuestro
negocio en marcha —digo. Cuanto antes tratemos, antes
concluiremos y podré llevar a Sophie a un lado y hablar con ella.
Decirle cómo me siento... preguntarle si hay alguna forma en que
considere quedarse.
Preguntarle si hay alguna forma de enamorarse de un hombre roto
como yo.
Kivian regatea para empezar. Tarekh hace bromas y Sentorr las
escucha con la misma expresión rígida de siempre. Asiento con la
cabeza y pretendo escuchar, pero en cambio, estoy pensando en
Sophie. Sophie, que me dio tímidos besos y tomó mi polla en su boca
porque quería darme placer. Sophie, a quien le encanta que la
llamen “buena chica” y pasa los dedos por mis circuitos cuando
saltan, solo porque sabe que los espasmos me molestan. Sophie,
quien se negó a permitirme ser grosero con ella al principio, pero le
cuesta mucho decir lo que quiere en el momento en que se siente
vulnerable.
Mi Sophie. Ella…
—¡Sentorr! —El grito de miedo proviene del hangar. Es humano y
femenino.
El rostro del hombre demasiado apropiado se vuelve pálido y se
levanta de un salto, alejándose del puente. Lo sigo, porque de
repente me preocupa que algo haya salido mal. Alguien ha herido a
Sophie, MI Sophie o su mascota, o...
Llego a la rampa justo a tiempo para ver a Zoey arrojarse a los
brazos de Sentorr, sollozando.
—Se han ido —grita—. Mis hermanos se han ido.
Jerrok

Sophie está más pálida de lo que la he visto. Ella abraza sus brazos
contra su pecho, su expresión en blanco y remota mientras está
parada a mi lado dentro del hangar. Quiero poner un brazo
alrededor de ella y consolarla, pero no estoy seguro de que sea
bienvenido. Así que me acerco, lo suficientemente cerca para que
ella me toque, para poder hacerle saber que estoy aquí si me
necesita.
Todos se han reunido en el hangar de nuevo, y es difícil escuchar a
Zoey llorar, cuando todo lo que me han dicho sobre ella es que es
dura, del tipo que puede seguir el ritmo de sus rudos hermanos y
nunca dudar. Verla acurrucada en los brazos de Sentorr mientras
llora… no me gusta. No me gusta porque me dan ganas de consolar
a Sophie, que tiene que estar sintiendo algo similar y, sin embargo,
se mantiene distante.
Los demás también parecen preocupados. Fran está prácticamente
pegada al costado de Kivian, y el extravagante corsario sostiene a su
hija, la niña estira su manga drapeada, y él ni siquiera se da cuenta.
—Cuéntanos qué pasó, Zoey —dice Fran con voz suave—. Queremos
ayudar, pero tienes que hablar de ello.
Me aclaro la garganta. —Podría tener una o dos botellas de algo
fuerte para beber. En algún lugar. ¿Deberíamos conseguir eso? —
Hago un gesto hacia mi estación—. Una mezcla de Homeworld…
—Está bien —dice Sentorr, pasando una mano por la frente de Zoey
y apartando el cabello de su rostro—. Sólo dale un momento. —
Nunca había visto al navegante amargado parecer tan tierno
mientras mira a su compañera, consolándola.
Una mano toca la mía. Al principio, creo que mis circuitos están
saltando y me he equivocado, pero cuando miro hacia abajo, los
dedos de Sophie rozan los míos. Agarro su mano, mi pecho se
calienta con el toque.
Ella me necesita.
—Estoy bien —se las arregla Zoey entre hipos. Se sienta, se limpia la
cara con las palmas de las manos como una niña y luego inhala con
fuerza. Sentorr saca un pañuelo y Zoey se suena ruidosamente la
nariz en el cuadrado de tela—. Estoy bien —repite de nuevo—. No
están muertos. Simplemente... están desaparecidos.
—Nadie dijo que estaban muertos —dice Sentorr con suavidad, y
cuando su compañera vuelve a colocar la cabeza contra su pecho,
nos lanza una mirada furiosa, diciéndonos en silencio que no
discrepemos con él.
Zoey cierra los ojos y toma una respiración profunda y temblorosa.
—Bueno. —Ella se toma un segundo, claramente tratando de
componerse, y luego continúa—. Sophie mencionó que tampoco
había recibido comunicación de mis hermanos, pero sabía que
estaban en el sistema Slatra. Y sé que no son grandes
comunicadores, así que no estaba muy molesta por eso, pero... —
otro aliento con hipo, acurrucada contra el pecho de Sentorr—.
También conozco a un tipo que dirige rutas marítimas en V'tarr y
pensé en consultarlo con él.
—¿V'tarr? —Pregunta Iris, frunciendo el ceño. Su pareja está detrás
de ella, con ambas manos sobre sus hombros—. ¿Qué es eso?
—Planeta en el sistema Slatra. V'tarr es también la ciudad capital del
planeta —explica Tarekh.
—Se rumorea que los carinoux son de una luna boscosa de allí —
agrega Kivian—. Pero nadie puede ingresar el sistema Slatra sin los
documentos adecuados.
—Correcto. —Zoey vuelve a inhalar—. Así que le envié una
comunicación a mi amigo, preguntándole si había visto la señal de la
Little Sister aparecer en alguno de sus registros de tráfico. Pensé que
tendrían que repostar en algún lugar, tal vez conseguir algunos
suministros. Si estuvieran bajo un nombre diferente, todavía podría
encontrarlos por la firma de la nave. Así que le envié un mensaje a
Javeri, sin esperar recibir respuesta por un tiempo. Él estaba allí, sin
embargo, y... —Su labio se tambalea y su voz se apaga.
Mi mano aprieta y luego Sophie da un paso adelante con voz suave.
—Su amigo dijo que la Little Sister había sido recuperada hace
algunos días. La nave estaba vacía. Abandonada.
El silencio llena el hangar.
—¿Qué pasa con las cápsulas de escape? —Cat pregunta
rápidamente.
—Todo intacto —se ahoga Zoey.
—Eso solo significa que se reunieron con otra persona —se ofrece
Sophie—. Quizás la Sister tuvo problemas con el motor y se unieron
a alguien más. Las respuestas seguramente llegarán.
Zoey asiente bruscamente contra el pecho de Sentorr. —Es solo
que... los mataría si la Little Sister se quedara en un depósito de
chatarra, abandonada —Se golpea las mejillas de nuevo—. Aman esa
nave. No la abandonarían.
—Estoy segura de que tenían una razón —dice Sophie. Su mano
está tan apretada en la mía—. Simplemente no sabemos qué fue.
Kivian se aclara la garganta, mirando a su hija en sus brazos. Saca
un poco de la manga brillante de la boca de la bebé y mira a Fran,
que asiente, como si supiera lo que va a decir antes de que lo diga. —
Parece que tendremos que acortar nuestra visita, entonces —dice—.
Iremos a buscar a la Little Sister de V'tarr y ver si podemos averiguar
qué pasó.
Eso tiene sentido. —Entiendo. Avísame si puedo ayudar de alguna
manera.
Kivian me sonríe. —Puede empezar por falsificar nuestros registros
para que tengamos autorización para el sistema Slatra.
Asiento con la cabeza. —Estoy seguro de que puedo hacer algo.
Dame unas horas —Tendré que comprobar los registros de vuelo de
las naves desechadas que flotan en órbita alrededor de mi asteroide,
ver si alguna de ellas tiene acceso, y luego solo es cuestión de ajustar
los registros de vuelo y adjuntarlos al Jabberwock... normalmente
hacerlo tomará días, pero sé que no querrán quedarse tanto tiempo.
Así que lo haré funcionar en menos tiempo.
—¿Cuánto cuesta? —Pregunta Kivian.
—No te preocupes —digo con brusquedad—. Usa esos créditos como
combustible si es necesario. Y eres libre de traer a la Little Sister
aquí para atracar hasta que averigüen qué les ha pasado.
No es propio de mí ser caritativo, incluso ante una crisis. Kivian
parece sorprendido por mi sugerencia, pero su mirada cae hacia
donde Sophie sostiene mi mano con fuerza, y luego asiente. Lo
entiende. Antes de conocer a Fran, era un idiota imprudente.
Ahora... bueno, es un idiota un poco menos imprudente con una
compañera y una bebé. Imagino que hay trabajos que incluso Kivian
rechaza para no poner en peligro a su compañera.
El grupo se separa y regresa a la nave. Sentorr levanta a su
compañera en sus brazos y la lleva por la rampa, y su expresión es
dolorosamente tierna para alguien a quien siempre he considerado
inflexible y sin humor. Enamorarse parece cambiar a todos, porque
sé cómo se siente. Soy tan protector con Sophie como Sentorr con
Zoey.
Muy pronto, solo somos Sophie y yo parados en el hangar ahora
vacío. Su mano todavía está firmemente sujeta a la mía, y su
expresión es tranquila, pero hay una crudeza en su mirada que me
preocupa. Necesito ir a trabajar, porque Kivian necesita esos
registros de vuelo, pero… Sophie es lo primero. Aprieto su mano. —
¿Dónde está tu mascota, amor?
La palabra casual se me escapa de la boca antes de darme cuenta de
lo que he dicho. Amor.
Sin embargo, Sophie no se da cuenta. Ella me da una sonrisa y
gestos cansados. —Le di un compresor viejo para que lo masticara y
lo dejé en el terrario. Espero que esté bien.
—Está bien. —Ella podría decirme que lo dejó cagar en la ducha, y
yo estaría bien con eso. Solo quiero que esa mirada vacía en sus ojos
desaparezca. Tiro de su mano, llevándola lejos del Jabberwock. —¿Y
tú? ¿Estás bien?
Ella comienza a asentir, y luego de un momento, traga saliva. —No.
No, no creo que lo esté.
SOPHIE

Ha sido una tarde espantosa. Aquí pensando que sería sociable,


porque Zoey y los demás se apiñarían en nuestro espacio por un
tiempo, y luego eventualmente se irían y yo podría estar a solas con
Jerrok nuevamente. No era mi plan favorito, pero era factible. Pero
luego Zoey había pedido comprobar las comunicaciones de sus
hermanos, y pensé... ¿qué importa? Así que lo hicimos...
Y ahora Zoey está colapsada contra el pecho de su compañero,
llorando, porque sus hermanos no están, su nave está abandonada.
Sé que este extremo del espacio no es seguro. Dios, nadie sabe eso
mejor que una humana por su cuenta. Sé que la piratería es un tipo
de cosa aceptada, y es muy posible que los va Sithai fueran
abordados, capturados y retenidos para pedir un rescate. También es
muy posible que las autoridades finalmente los hayan atrapado y
estén en prisión en algún lugar.
También es posible que estén muertos, pero no quiero pensar en
eso.
Me siento impotente, con frío y con mucho miedo. El dolor de Zoey
me devora y me hace sentir egoísta, porque ella está llorando a sus
hermanos y lo entiendo… pero al mismo tiempo, no puedo evitar
preguntarme ¿qué me pasara ahora?
Y luego me siento como una idiota por siquiera pensar en mí. Es
solo... ¿qué se supone que debo hacer? Me encantaría quedarme con
Jerrok, pero ahora me preocupa que si lo menciono, se sentirá
acorralado. Como si tuviera que darme un lugar donde quedarme
porque no tengo a nadie más. Quiero que me pida que me quede
porque quiere que me quede, no porque se sienta obligado.
Pero es algo sobre lo que enfatizar más adelante. Por ahora, la
tripulación del Jabberwock necesita registros de vuelo y algo me dice
que Jerrok me va a necesitar. Cuando se estresa, algunos de sus
circuitos comienzan a saltar y a contraerse, distrayéndolo. Puedo
ayudar con eso, al menos.
Jerrok se estaciona frente a su estación de trabajo, levantando algo
que se parece un poco a una plataforma de datos. —Copio todos los
archivos de las naves desechadas en una base de datos aquí, así que
buscamos una aguja en un pajar. Una vez que averigüemos si alguien
ha ido al sistema, solo es cuestión de codificar manualmente los
registros para reflejar al Jabberwock como la nave en cuestión. No es
un trabajo duro, solo requiere mucho tiempo porque cada sistema
usa un conjunto diferente de enlaces para registrar su información…
—Se frota distraídamente sus bíceps.
Efectivamente, uno de sus circuitos se contrae, enviando un temblor
por su brazo protésico.
Me muevo a su lado, acariciando su manga y buscando el circuito
con pequeños toques. Aprendí que si mantengo un dedo presionado
en el punto suelto del circuito mientras mi mano masajea el
cableado retorcido en su lugar, puedo hacer que las cosas vuelvan a
la normalidad para él más rápido. Encuentro el punto malo, lo
presiono y trabajo el resto mientras él escribe. —¿Que necesitas de
mí? —Pregunto—. ¿Tienes hambre? ¿Sed?
Gime cuando le froto los bíceps. —Sigue haciendo lo que estás
haciendo, amor. Eso es perfecto.
Es la segunda vez que me llama „„amor‟‟ ahora, y cada vez me llena
de tal calidez que quiero… bueno, llorar. Me aterroriza incluso
cuando me llena de alegría, porque ¿y si me ama, pero no lo
suficiente para que me quede? ¿Y si me envía con el Jabberwock?
¿O qué pasa si es solo una expresión y realmente no me ama en
absoluto?
Trago el nudo en mi garganta y sigo frotando su brazo, moviéndome
hacia su cuello y tratando de aliviar algo de la tensión allí. No es
ninguna dificultad seguir tocándolo, presionar mis manos contra su
piel cálida. Solo ayudándolo con mi presencia, tratando de aliviar
algunos de los nudos de preocupación que se acumulan. Está
completamente concentrado en su tarea, le llevo bebidas y le preparo
un plato de fideos para que coma mientras trabaja. Después de que
pasen unas horas, los circuitos de Jerrok comienzan a contraerse de
nuevo, y trabajo en su brazo y luego en ambas piernas mientras él
teclea febrilmente.
—Encontré un disco —me dice—. Un viejo carguero llamado Thief of
Clouds6. Un nombre estúpido, pero nos dará lo que necesitamos —
Su mirada está fija en el panel de datos—. Ahora solo necesito
convertir los registros de vuelo y agregar algún código para que
anulen cualquier otro sistema que intente acceder a sus registros.
—¿Puedes hacer eso?
Se ríe, sin mirar hacia arriba. —Voy a intentarlo.

6
Ladrón de Nubes
Paso mis dedos por su cabello y luego me inclino y beso su mejilla.
—Puedes hacerlo. Iré a ver a Sleipnir.
Jerrok toma mi mano antes de que pueda irme. Nuestras miradas se
encuentran. —Sophie —dice—. Espera. Tenemos que hablar.
Oh no. Su tono es completamente serio y me aterroriza. Intento
soltarme de su agarre, sonriendo. —No tiene que ser ahora. En
serio.
Él ignora mis palabras, su mirada fija en la mía. —Solo quiero que
sepas que no tienes que preocuparte. Siempre tendrás un lugar aquí.
De alguna manera, escucharlo en voz alta empeora todo. No me
dice que me ama o que quiere que me quede. Es solo que no quiere
que me preocupe. Trago saliva y lucho contra el nudo en mi
garganta. —No tienes que decir eso solo porque no tengo ningún
otro lugar adonde ir. Me las arreglaré. No necesitas que alguien se
entrometa contigo permanentemente.
Jerrok niega con la cabeza y su pulgar patina sobre el interior de mi
muñeca. —Tú... me estás entendiendo mal.
¿Lo hago? Una astilla de esperanza atraviesa mi corazón. —¿Qué
quieres decir?
—No es una intromisión... no contigo.
Jerrok

Soy tan keffing idiota.


No es una intromisión, no contigo. ¿Podría haber dicho algo más
estúpido? Quería decirle que la amo y la necesito. Que la quiero en la
estación para siempre, a mi lado.
En cambio, saco una tontería sobre cómo ella no se entromete, y
ahora me mira con confusión.
—Jerrok —dice Sophie con voz suave—. Probablemente ahora no sea
el momento de hablar de esto. Todo el mundo está tomando
decisiones instintivas de las que se arrepentirán por la mañana.
Hablemos de ello cuando hayas tenido tiempo para sentarte y pensar
en las cosas...
Todavía tengo su muñeca en mi mano, así que la atraigo hacia mí.
Da la vuelta al escritorio y se mueve a mi lado, apoyando su cadera
contra mi pierna. Quiero tirar de ella a mi regazo, besar la
preocupación que veo escrita en su rostro. ¿Por qué me cuesta tanto
admitir cómo me siento? —No estoy tomando una decisión rápida —
me las arreglo para decirle—. Es algo en lo que he pensado por un
tiempo. Tú lugar es aquí. Conmigo.
Me mira parpadeando, con los ojos muy abiertos. Luego, hace un
gesto hacia el Jabberwock en el extremo más alejado del hangar. —
Lo dices porque...
—No. Lo digo por ti. —Deslizo mi mano hasta su cintura y la acerco
—. Porque me haces feliz. Me gusta tenerte aquí. La idea de que te
vayas me desgarra por dentro, y tal vez soy codicioso y egoísta, pero
quiero que te quedes conmigo. No solo hasta que aparezcan los va
Sithai de nuevo, sino siempre. Para siempre.
Ella me mira en estado de shock.
Un malestar caliente pincha mi cuello, pero lo ignoro. —Incluso si
no sientes lo mismo, solo quiero que sepas que no importa lo que
pase entre nosotros, siempre serás bienvenida aquí —Su silencio me
hace perder la cabeza. Divago, solo para decir algo. Cualquier cosa—.
No tienes que estar en mi cama. Podemos ser amigos si eso es lo que
prefieres. Y te mostraré cómo volar el transbordador como
mencioné, porque entonces puedes entrar y salir cuando quieras y…
Sophie avanza, me pone las manos en la cara y me besa, silenciando
el torrente de tonterías nerviosas que estoy escupiendo. Sus labios
son suaves y el beso breve. Cuando se aparta, me mira con una
sonrisa tímida en el rostro. —¿Te has sentido así por un tiempo?
Asiento con la cabeza.
—Te amo —me dice—. Quiero quedarme aquí para siempre contigo.
Me encanta estar aquí. Me encanta estar a tu lado. Me encanta
despertar contigo. Pero no quería que te sintieras presionado para
aceptar a alguien solo porque dormimos juntos. Sé cuánto valoras tu
libertad.
Me inclino hacia adelante y presiono mi frente contra la de ella. —
No es libertad si te extraño. Nunca te pediría que te quedaras si
quisieras irte, pero... si te quedas, me haría el hombre más feliz del
universo.
Ella se ríe. —Ese título ya podría haber sido tomado por el sastre de
Kivian.
Me río de eso. —El segundo más feliz, entonces. —La beso de nuevo,
incapaz de creer mi buena suerte. Ella no se está escapando. Ella no
está poniendo excusas de por qué tiene que irse. Ella me sonríe, en
mis brazos. Se siente como un sueño—. Te amo. Solo estar contigo
me hace feliz, y nunca pensé que merecería la felicidad.
Sophie niega con la cabeza. —Te mereces todo, Jerrok. Sé que
empezamos mal, pero has sido tan amable conmigo. Nadie nunca ha
sido tan bueno conmigo —Ella se inclina y presiona otro beso en mis
labios, sus ojos llenos de emoción—. ¿Estás seguro de que no seré un
problema?
—Nunca.
Se muerde el labio, claramente pensando.
—Estoy seguro —la tranquilizo—. Quiero que te quedes.
—Quiero quedarme contigo —asiente Sophie, sus dedos recorriendo
mi mandíbula. —Pero... ¿te irías conmigo?
—¿Irnos?
—Con el Jabberwock —dice, con esa mirada de preocupación
todavía en su rostro—. Si necesitan más ayuda. Van a recuperar a la
Little Sister, y es posible que necesiten más manos. Es posible que
Zoey no pueda ayudar mucho y necesitará a Sentorr, y Fran tiene un
bebé, y...
—¿Quieres ir con ellos? ¿Qué hay de Sleipnir? —Estoy sorprendido.
Pensé que se sentía increíblemente incómoda con los demás. Sé que
ella prospera cuando estamos solos nosotros dos, así que debe
sentirse muy convencida de esto.
—Tendría que ir con él. No iré si tú no vas conmigo, Jerrok, pero...
siento que al menos deberíamos ofrecernos —Se muerde el labio de
nuevo—. Yo querría que alguien reuniera a las tropas si
desapareciera.
¿No quería lo mismo en el pasado? Cuando fui capturado detrás de
las líneas enemigas y nadie vino por mí porque no era importante.
Los hermanos va Sithai tienen una familia esperándolos. No
merecen lo que pasé; nadie lo hace. Asiento con la cabeza. —Dejaré
flotar la idea sobre Kivian, veré qué piensa —La acerco más—. Pero
tú y yo permanecemos juntos, pase lo que pase. No nos separamos
por nada. Nada en absoluto.
Ella niega con la cabeza. —Sin separaciones. Estás atrapado
conmigo.
Como si eso fuera un problema. La acerco más, sin apenas
atreverme a creer que es mía. —¿Estás absolutamente segura de que
quieres estar atrapada con alguien como yo?
Sophie pasa sus dedos por mi mandíbula, su mirada se mueve sobre
mi cara. Sus dedos se mueven hacia arriba y trazan las cicatrices
alrededor de mi ojo de reemplazo. —No atrapada—, susurra—.
Nunca eso. Pasaría felizmente todos los días aquí contigo por el resto
de mi vida, desmantelando y comiendo fideos. Me haces sentir
segura. Y feliz. Y especial.
—¿No te sentirás sola?
Sus dedos continúan moviéndose sobre mi cara con el toque más
suave, como si me estuviera memorizando con las yemas de sus
dedos. —¿Cómo puedo sentirme sola cuando estoy contigo?
—Y Sleipnir —agrego, aunque una parte de mí quiere guardar sus
elogios para mí.
Su sonrisa se desvanece un poco, la tristeza se apodera de ella. —
Sleipnir tiene que venir con nosotros porque vale una fortuna.
—¿Y porque hará un agujero a través de la pared de la estación si se
le deja desatendido por mucho tiempo?
Ella niega con la cabeza. —No, tiene que venir con nosotros porque
es caro. Es la única moneda de cambio que tenemos si alguien está
reteniendo a los va Sithai por un rescate.
El pensamiento ni siquiera se me ocurrió, pero tiene razón. —¿Lo
dejarías?
Sophie se encoge de hombros, pero puedo decir que la pregunta la
molesta. —¿Cómo podría no hacerlo? No hay una respuesta correcta.
Me mataría tener que dárselo a otra persona, pero... no es realmente
mío. Pertenece a los va Sithai. No puedo retenerlo si venderlo podría
traerlos de vuelta.
La sostengo cerca de mí, odiando la melancolía en su tono. —Voy a
hacer todo lo posible para asegurarme de que eso no suceda.
SOPHIE

Es tarde en la noche y Jerrok aún no termina su trabajo en los


registros de vuelo. Algunos de ellos están corruptos, lo que significa
que tiene que reconstruir minuciosamente los registros desde cero,
escribiendo a máquina, y todo lo que puedo hacer es mirar y
apoyarlo en silencio, mi mejilla en su brazo mientras trabaja, mi
asiento al lado suyo. Traté de sentarme más lejos, pero él
simplemente me jaló hacia su lado, diciéndome que me prefería
junto a él, y su cola se enrosco alrededor de mi cintura.
Todavía es difícil de creer que este hombre sea mío. Las cosas
buenas nunca pasan en mi vida. Salí de una infancia difícil a la
esclavitud sexual. Es difícil para mí imaginar un futuro de felicidad,
de despertar cada mañana y mirar el hermoso rostro de Jerrok. El
pensamiento me llena de tanta alegría que es absolutamente
aterrador. Es mucho más fácil pensar en todas las formas en que
podría salir mal, pero trato de hacer a un lado esos pensamientos. Ya
no quiero darles espacio en mi cabeza. Para tranquilizarme, le paso
la mano por la cola.
Jerrok deja de escribir y me lanza una mirada acalorada.
—¿Eso te molestó? —Pregunto mansamente—. Lo siento.
—Es una distracción —me dice, poniendo un dedo debajo de mi
barbilla e inclinando mi cara hacia la suya para un beso rápido—.
Las colas son sensibles.
Archivo eso para conocimiento futuro. —Es tarde —señalo—. ¿Estás
bien para seguir? ¿Necesitas un carcinogel? ¿Una bebida? ¿Algo de
comer?
Sacude la cabeza y golpea la pantalla. —Solo estoy cargando los
registros finalizados al Jabberwock ahora mismo. Si estás cansada,
ve a la cama y me reuniré contigo pronto.
—Estoy bien. —No quiero dormir. Dormir fue una vez un escape,
una forma de esconderse en la tierra de los sueños en lugar de
enfrentar mi realidad. Ahora, sin embargo, mi realidad es algo que
siempre he querido, un lugar al que pertenecer, un hombre
maravilloso que me ama, y no quiero perder un momento de esto
durmiendo.
Su mano se mueve hacia mi muslo posesivamente, y observamos la
pantalla mientras se cargan los registros, fusionando y ajustando los
registros de Jabberwock para que podamos ingresar al sistema
Slatra sin problemas. Ojalá. No tengo idea de cómo Jerrok aprendió
todo lo que hace, pero no me sorprende. Es inteligente y ha
manejado esta vieja estación durante años solo con lo que tiene a
mano. Por supuesto que puede descubrir cómo hacer casi cualquier
cosa con una nave. Simplemente tiene sentido, y estoy muy orgullosa
de él por ser tan inteligente. También quiero aprender a hacer esto,
no solo para tener otra habilidad, sino para ser una buena
compañera para él.
—Hecho —dice finalmente Jerrok, y vuelve a frotar mi muslo.
Me hace retorcerme con un poco de excitación, ese pequeño toque, y
me encuentro esperando que su mano se deslice aún más alto, para
tocarme donde mi pulso palpita incluso ahora. —¿Debes avisar a
Kivian y a los demás? —Pregunto, tratando de concentrarme en la
tarea en cuestión.
El niega con la cabeza. —Tienen un bebé a bordo de esa nave y,
según las horas estándar galácticas, es la mitad de la noche.
Cambiarán las pilas de combustible por la mañana, así que hablaré
con Kivian entonces. A ver si quiere más tripulación y mencionar
que podemos intercambiar al carinoux.
El dolor amenaza con abrumarme ante la idea, pero asiento. No
puedo sopesar una vida contra tres. Simplemente no puedo. Tiene
que hacerse. —Muy bien.
—Por ahora, tú y yo deberíamos irnos a la cama. —Jerrok me acerca
a él y me da un casto beso en la frente.
La cama suena maravillosa. Mi cuerpo zumba con una especie de
necesidad que arde lentamente, y estoy más que lista para
deslizarme en la cama con mi pareja y besarlo durante horas antes
de tocarnos el uno al otro de formas cada vez más placenteras.
Diablos, solo pensar en eso me excito aún más, y estoy ansiosa
mientras acomodo a Sleipnir en la cama en mi habitación con un
bonito juguete de metal para masticar y un beso en su curtida
cabeza. Sin embargo, cuando regreso a las habitaciones de Jerrok,
sus hombros están hundidos por el cansancio y parece… abrumado.
Noto por primera vez que hay círculos debajo de sus ojos y me doy
cuenta de cuánto tiempo ha trabajado.
Mi pobre amor.
Me muevo a su lado, toco el cierre automático de mi cuello y dejo
que la tela se deslice de mi cuerpo mientras camino hacia él. Su ropa
está agrupada en su cintura, y cuando lo alcanzo, no llevo nada más
que ropa interior y una banda ajustada que sirve como sostén. Gime
mientras deslizo mis manos sobre sus hombros. Su cabeza se
presiona contra mis pechos, sus cuernos contrastan fuertemente con
su piel aterciopelada. —Estás cansada…
—No tan cansada —respondo—. Y te necesito.
—Lo sé. Puedo oler tu necesidad. —Presiona un beso en mi vientre,
sus manos en mi cintura—. Kef, hueles increíble.
—No sabemos cuánto tiempo a solas tendremos durante el próximo
tiempo —razoné, pasando un dedo por el borde de una de sus
orejas—. ¿No crees que deberíamos aprovechar lo que tenemos
ahora? —Él me mira y deslizo la banda fuera de mi cuerpo, liberando
mis pechos y me acerco a él—. Te amo mucho, Jerrok. Y más que
nada, quiero estar contigo esta noche.
—Yo también te amo, Sophie. —Él acaricia mis pechos, su boca va al
valle entre ellos y presiona besos allí antes de pasar a mi pezón—. Mi
hermosa y perfecta mujer.
—Tú eres perfecto —le susurro en respuesta, acariciando los lados
de su rostro mientras él acaricia mi pezón con sus labios.
Él resopla ante eso. —Estoy hecho pedazos.
—Eres un superviviente, como yo —Paso mis pulgares sobre su
mandíbula—. Y eso me encanta, al igual que amo todo de ti.
Pellizca mi pecho, enviando un latido de alegría a través de mi
cuerpo. La alegría continúa creciendo mientras él presta atención a
mis pechos, a mi vientre y, finalmente, al lugar entre mis muslos
donde estoy sensible y dolorosamente mojada. Hacemos el amor
lentamente, tomándonos nuestro tiempo el uno con el otro, y para
cuando lo empujó hacia las mantas y me siento a horcajadas sobre
sus caderas, ambos estamos más que listos. Me acomodo sobre él, y
cuando monto su polla, su espolón se desliza contra mí de la manera
más tentadora, rasgueando contra mi cuerpo cada vez que bajo sobre
él.
No es la posición sexual más cómoda, es tan grande que a veces
parece demasiado, pero aun así me encanta. Cuando lo monto,
puedo sentir sus gruesas cicatrices debajo de mis muslos, y la
sensación ligeramente desagradable del metal debajo de la piel
sintética de su pierna protésica donde se encuentra con su cadera.
Sin embargo, eso es aún más excitante para mí, porque son
totalmente Jerrok, y cuando me corro, es gritando su nombre,
nuestros dedos entrelazados mientras lo monto. Él se corre una
fracción de segundo después, como si estuviera esperando mi
liberación antes de reclamar la suya, y me mece en su longitud
incluso cuando me llena con su semilla.
Cuando colapso sobre su pecho, vuelvo a sentir esa aterradora
sensación de alegría. Como si las cosas fueran tan perfectas que
seguramente no pueden continuar así. Entrelazo mis dedos en su
cabello, sosteniéndome de él mientras presiono mi mejilla contra el
esternón y escucho los latidos de su corazón. —Te amo —le digo de
nuevo—. Te amo mucho.
—Mi Sophie —murmura, acariciando mi espalda—. Mi buena chica.
Es como si supiera qué decirme para hacerme sentir en paz. Me
duermo acurrucada encima de mi pareja, saciada y contenta.
Jerrok

Me despierto por la mañana con el pelo de Sophie en mi boca, mi


polla y mis muslos pegajosos por nuestra liberación, y mi compañera
roncando y tendida sobre mi pecho.
Nunca había sido tan feliz.
Paso suavemente mis dedos hacia arriba y hacia abajo por su
columna mientras duerme, sin querer despertarla. Anoche,
deberíamos habernos duchado después del sexo, pero ella se había
quedado dormida y no tuve el corazón para moverla. Me gusta llevar
su aroma de todos modos. De una manera primaria y animal, me
gusta la idea de que otros lo huelan, sabiendo que ella es mía. Quizás
sea una locura, pero no me importa.
Sophie me ama y quiere quedarse conmigo.
Es como un sueño, uno del que no quiero despertar. Pensar que esta
hermosa y encantadora mujer ha pasado por tanto y todavía quiere
que la toquen. Pensar que puede ver la felicidad conmigo, un
veterano de guerra roto con cicatrices tanto por dentro como por
fuera, que se esconde lejos del universo. Sé que vivir en un asteroide
en una estación abandonada en ruinas no es un sueño para nadie. La
mayoría de la gente está ansiosa por alejarse de este lugar. Estoy
demasiado lejos de la mayoría de las bandas de comunicación para
obtener transmisiones de video, demasiado lejos de la mayoría de las
estaciones para una visita fácil, y es simplemente... una vida
solitaria. Esperaba pasarla solo, salvo por los visitantes ocasionales
que buscan intercambiar chatarra.
Pero la idea de despertar todos los días con Sophie a mi lado me
llena de una alegría tan absoluta. Ella se merece algo mejor que yo,
pero si me quiere a mí, seré suyo con mucho gusto.
Al final, mis circuitos comienzan a contraerse y hago una mueca,
sabiendo que tengo que levantarme. Salgo con cuidado de debajo de
mi compañera, que duerme como una muerta. Ella chasquea los
labios y se revuelve en las mantas, presentándome su hermoso
trasero, y estoy tentado de volver a entrar.
No. Tengo que hablar con Kivian. Sophie quiere ayudar con
cualquier tipo de rescate a los hermanos va Sithai, y lo entiendo. Si
podemos ayudar, lo haremos. Se los debo... porque dejaron a Sophie
en la puerta de mi casa y me hicieron acogerla a pesar de mi
desgana. Si estuvieran aquí ahora mismo, besaría a cada uno de ellos
en pura gratitud. Sin embargo, como no lo están, ayudaré con el
rescate.
Me doy una ducha rápida y me pongo un nuevo par de trou y una
túnica de trabajo, luego me dirijo al hangar para ver si la tripulación
del Jabberwock está despierta.
Kivian y Sentorr están en el puente de la otra nave, a pesar de la
hora temprana, y les cuento el plan de Sophie: que queremos ayudar
con el rescate y con la recuperación de la Little Sister. También
hablo del carinoux, aunque todo en mi cuerpo se rebela ante la idea
de venderlo, ya que sé que Sophie lo quiere tanto. También
menciono lo que no le he dicho a nadie antes: que tengo muchas
armas y un montón de créditos sin marcar a mi disposición.
—¿Cómo tienes tantas armas? —Sentorr pregunta con el ceño
fruncido cuando le describo cuánto tengo a mano—. Eres un maldito
chatarrero.
—Lo soy —estoy de acuerdo—. Y cuando te abordan las autoridades,
¿entregas tus armas o tienes escondites secretos escondidos por toda
tu nave para esconder esas cosas? No todos los escondites son
encontrados antes de que la nave llegue a mí —Me encojo de
hombros—. Guardo lo que encuentro, por si acaso es necesario.
—Es necesario —dice Kivian rotundamente. Atrás quedó su actitud
extravagante normal. Su ropa es sombría y funcional hoy, reflejando
su estado de ánimo.
—Espero por su bien que todo lo que se necesita sea un rescate. —
Sentorr niega con la cabeza—. Va a destrozar a mi compañera si algo
malo les ha pasado —Me mira—. Es generoso por parte de la hembra
ofrecer a su mascota. Intentaremos no usar esa táctica, pero hasta
que sepamos a qué nos enfrentamos, es bueno tener opciones.
Solo asiento con la cabeza. Tampoco me gusta la idea, y si tengo que
limpiar mis ahorros y mi arsenal para hacer sonreír a Sophie, lo
haré. —¿Creen que están muertos o simplemente escondidos?
—Muertos no —dice Kivian de inmediato—. Habría sangre por todas
partes. Asesinar en las naves solo hace un maldito desastre.
Residuos biológicos en todos los enchufes y molduras y
simplemente... uf —El niega con la cabeza—. Y el olor.
Sentorr solo lo mira fijamente.
—¿Qué? —Kivian dice a la defensiva—. Es verdad. Si vas a matarlos,
no los lleves a bordo de tu nave para hacerlo. Deja el desastre atrás.
Sin embargo, no se trataba de dinero, o de lo contrario la nave sería
reclamada y no estaría flotando libremente en el espacio para ser
recogida por patrullas de rutas. Esto es otra cosa.
Probablemente tenga razón. No matas a un corsario de inmediato,
no cuando existe la posibilidad de obtener un rescate o recompensas.
—Aparecerán —digo—. Solo tenemos que estar preparados para
cualquier tipo de problema que traigan.
—La tripulación adicional será útil —dice Kivian—. ¿Tu mujer puede
disparar un blaster? ¿Necesita entrenamiento?
—Ella puede cuidarse sola —digo con orgullo, pensando en cómo me
defendió.
—¿Te quedaras con ella? —Sentorr pregunta en voz baja. —Zoey
querrá retenerla si no. Ya piensa en Sophie como en su familia
debido a su conexión con los hermanos.
Mis celos aumentan, solo un poco. —Ella no es de nadie para ser
retenida. Sophie se pertenece a sí misma. Y ella dijo que quiere
quedarse conmigo, pero le haré saber sobre la oferta de Zoey.
Kivian me da una sonrisa arrogante. —Ella podrá decir que se
pertenece a sí misma, pero todavía les gusta cuando intentas
reclamar algo.
Pienso en Sophie en mi cama, todavía pegajosa con mi semilla, y me
duele el pecho por todas las emociones que me atraviesan. —Ella
sabe cómo me siento.
El corsario asiente. —Bien. Me gusta verte feliz, amigo. —Su sonrisa
se ensancha—. Un chatarrero de buen humor significa un descuento
para todos.
Resoplo. —No te hagas ilusiones sobre eso. —Me pongo de pie, mi
necesidad de Sophie me atraviesa—. ¿Cuándo nos vamos?
Kivian comprueba su comunicador de muñeca, conectado con los
sistemas del Jabberwock. —Tres horas estándar a partir de ahora,
más o menos —Nos da una sonrisa irónica—. La bebé duerme mejor
en una nave tranquila.
Les hago un gesto con la mano. —Estaré listo. ¿Tendrás una
habitación para mí y Sophie? Ella necesita privacidad.
—Me aseguraré de que algo esté lista —responde Sentorr—. Avísame
si necesitas ayuda con las armas.
Asiento, pero no estoy pensando en armas en este momento. Estoy
pensando en Sophie, cálida en mi cama, su cabello cayendo sobre
mis mantas. Quiero reunirme con ella allí, y tres horas me dan
mucho tiempo para complacerla antes de tener que unirnos a los
demás. Así que me encamino, tratando de no parecer demasiado
ansioso. Paso a Sleipnir en el pasillo, y el gran carinoux bosteza
enormemente, mostrándome los dientes. Dudo por un momento y
luego saco un trozo de basura del armario que hemos designado para
“golosinas”. —No le digas a Sophie que te estoy mimando —le digo a
la criatura—. Ve a afilar tus dientes con esto un poco mientras
despierto a tu ama.
El carinoux toma el trozo de metal con un afán casi codicioso,
alejándose para roerlo. No tengo idea de cómo sus dientes no están
destrozados después de todo el metal que mastica, pero parece
disfrutarlo todo. Con la mascota ocupada, me dirijo a mis
habitaciones y dejo que la puerta se cierre detrás de mí con un suave
siseo.
Sophie todavía está en la cama. Tiene el sueño pesado, mi buena
chica, y recuerdo lo que dijo sobre que dormir era su escape durante
mucho tiempo. Sin duda, se entrenó para dormir profunda y
fácilmente. Está bien. Sé cómo despertarla. Me acerco a la cama y
apoyo mi cuerpo en la esquina del colchón, odiando que mis
miembros crujan más que la cama. Sophie bosteza y se pone boca
arriba, y se tapa los ojos con un brazo.
Perfecto. Retiro las mantas, admirando su hermoso cuerpo por un
momento antes de poner mi cara entre sus piernas y despertarla de
su manera favorita. No pasa mucho tiempo antes de que sus manos
estén en mi cabello, y sus piernas se envuelvan alrededor de mí, y
Sophie exhale mi nombre con un suspiro de pura felicidad.
—No tienes que despertarme así todos los días —me dice, jadeando
cuando mi lengua pasa sobre un punto sensible.
Yo sé que no. Solo me gusta hacerlo. Así que acaricio su dulzura y
sigo adelante.
SOPHIE

—¿Estás segura de que la habitación es cómoda? —Fran me


pregunta, acariciando a la bebé atada a la parte delantera de su
túnica. Los puños de la pequeña Jasmine se agitan, captando la
fascinada atención de Sleipnir, pero no se mueve de mi cama.
—Es maravillosa, gracias. Agradecemos que nos hayan dejado
espacio. —Le sonrío tímidamente—. No queremos ser una molestia.
Fran solo me mira fijamente. —Chica, ¿cuánto tiempo estuviste en
cautiverio? Nos están haciendo un favor. Esto no es una molestia.
Nosotros deberíamos darles las gracias.
¿Cuánto tiempo estuve en cautiverio? Me estremezco. —Nueve
años. Demasiado.
Ella hace un sonido de simpatía en su garganta. —No fue mucho
para mí y todavía se sintió como una eternidad —Pasa una mano por
la espalda de Jasmine y vuelve a frotar a la bebé—. Está bien, bueno,
no estoy segura de si estás familiarizada con un motor de clase
deslizadora, pero cuando lleguemos al híper carril, pasaremos por
un montón de galaxias. Cuando estemos a toda velocidad, podrías
notar un pequeño... deslizamiento —Mueve sus pies en el suelo
como si estuviera patinando sobre hielo—. Te acostumbras, pero
asegúrate de tener todo atado y cuida tu comida y bebida —Fran
vuelve a acariciar a la bebé—. Me verás usando esto constantemente
durante el viaje por eso.
—Está bien. Lo recordaré. —Me acerco a Sleipnir y le froto su punto
favorito detrás de las orejas—. ¿Crees que estará bien? ¿O será
aterrador para él?
—Honestamente, no lo sé. Esta es la primera vez que transportamos
algo más que personas, pero yo diría que solo mantenlo contigo y
ocupado.
Asiento con la cabeza. —Puedo hacer eso. —El vuelo no va a ser
genial, porque el Jabberwock es una nave encantadora, pero no está
hecha para un carinoux. El lugar más grande para moverse es la
bodega de carga, pero no se le puede dejar sin supervisión debido a
su capacidad para masticar cualquier cosa. Mi tarea durante este
viaje será vigilar de cerca a mi amigo... lo cual realmente no me
importa. Es eso o encerrarlo, lo que no me gusta, o ponerlo en
estasis. —¿Hay algo que necesites de mí?
Fran niega con la cabeza y luego hace una pausa, como si acabara de
recordar algo. —Si hablas con Zoey... sé amable. Ella está un poco
frágil en este momento.
—Por supuesto.
Fran se apresura hacia la puerta, luego chasquea los dedos. —Y si
vienes a mi habitación después de que la pequeña se ha acostado a
dormir la siesta, quiero que revises mi ropa vieja. Mis caderas son un
poco más grandes de lo que solían ser gracias a la bebé, y tengo
algunas cosas que podrían quedarte.
Intento contener una sonrisa. El Jabberwock todavía está en el
cinturón de asteroides, maniobrando lentamente fuera de la
peligrosa órbita de las rocas, y nuestro viaje apenas ha comenzado.
Mientras tanto, Fran ha estado haciendo todo lo posible por
cuidarme y ser una buena anfitriona. Me mostró toda la nave,
consiguió ropa de cama limpia, habló sobre el suministro de fideos
que llevan solo para los gustos particulares de Jerrok, preguntó si la
temperatura de los cuartos estaba bien para mí, ofreció chatarra
para Sleipnir y básicamente se ha preocupado por nosotros
constantemente.
Es muy dulce. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que
alguien se ha preocupado por mí de una manera maternal y fraternal
y me dan ganas de llorar, solo un poco, porque es muy agradable. Sin
embargo, intento no llorar como una bebé cada vez que alguien es
amable conmigo, así que doy una sonrisa temblorosa y abrazo a
Sleipnir. —Suena bien.
Fran me asiente con la cabeza y se dirige al pasillo. Hace una pausa,
y por un momento creo que va a ofrecer algo más, mantas para
Sleipnir, tal vez, o hacerme un bocadillo. —Si quieres a Jerrok, está
en la armería con Alyvos.
—Gracias. Estoy bien.
Ella finalmente se va y yo estoy sola con Sleipnir. Le rasco las orejas
distraídamente, pensando en Jerrok. Ha estado atado con los chicos
desde que nos fuimos. Empaqué una pequeña bolsa con mis cosas,
en su mayoría solo una o dos mudas de ropa y mis libros, y pensé
que Jerrok haría lo mismo. Para mi sorpresa, Jerrok había sacado
una caja llena de armas y una caja de seguridad que, según dijo,
estaba llena de créditos. Todavía estoy un poco sorprendida al darme
cuenta de que Jerrok tenía tanto dinero escondido. Quizás es menos
de lo que parecía… pero parecía bastante. Me hace preguntarme
para qué estaba ahorrando.
Es un poco irónico que mi amante aparezca con una tonelada de
armas y lo único que me preocupa es una caja de dinero. Es solo
que... sus prótesis son tan problemáticas. ¿Por qué acumularía
dinero en lugar de obtener mejores miembros? No tiene sentido para
mí. Las armas las entiendo. ¿Cuántas veces he sacado cosas al azar
de los compartimientos del motor o de los conductos de ventilación
mientras lo ayudaba? He visto envoltorios de comida, recipientes de
fideos, un dedo naranja disecado, cartuchos de armas vacíos y había
un grupo de película de plas-film usados que todavía me hace
estremecer. Me recuerda a conducir en el coche de un amigo cuando
era adolescente y ver cosas al azar en la guantera. La gente mete
cosas en sus vehículos y se olvida de ellas. Si los humanos lo hacen,
imagino que los alienígenas también lo hacen. Solo puedo imaginar
lo que Jerrok ha adquirido a lo largo de los años.
Pero eso hace que el tema del dinero sea aún más confuso. ¿Por qué
ahorrar cuando se puede utilizar?
Y... lo ha sacado ahora, para ayudar en los esfuerzos de rescate de
los hermanos va Sithai, de quienes Zoey está convencida que no
están muertos. ¿Estaba ahorrando para las extremidades y ahora va
a estar resentido por tener que entregar sus ahorros? ¿O estaba
ahorrando para otra cosa?
Tantas preguntas y ninguna respuesta. Jerrok volverá más tarde. Lo
mencionaré entonces.
Le rasco las orejas a Sleipnir y, cuando se recuesta en la cama,
decido que tal vez yo también lo haga. Saco mis libros... y luego hago
una pausa. Outlander está arriba, y la vista del viejo reloj en la
portada me da una idea. Acaricio el libro distraídamente. Leerlo
siempre ha sido un consuelo para mí, una forma de escapar a otro
mundo. En este punto, sin embargo, lo tengo medio memorizado y
puedo pensar en alguien más a quien le vendría bien una buena
distracción.
Zoey.
—Vamos, Sleipnir —le digo al carinoux, acariciando su costado—.
Vamos a dar un paseo, tú y yo.
La gran criatura gime y rueda sobre la cama, dejando al descubierto
su largo vientre. Sus muchas patas están arriba como el más vago de
los gatos, y es tan lindo que apenas puedo soportarlo.
Toco una de sus patas. —Paseo y luego bocadillos, ¿eh?
El carinoux inmediatamente salta de la cama y comienza a frotarme
las piernas, casi tirándome.
Me río, frotando su cabeza. —Sí, ya conoces la palabra 'bocadillos'
en este punto, ¿no? Bueno, vamos. —Me meto el libro bajo el brazo y
abro la puerta de la habitación de nuevo, mirando hacia el pasillo del
Jabberwock. Tiene ese olor a “nave”, a aire y combustible reciclados,
pero también hay un leve matiz de algo a base de hierbas y
agradable, como si Fran estuviera tratando de cubrir el hedor
funcional de la nave. Me dirijo por el pasillo con el carinoux
pisándome los talones, deteniéndome cuando olfatea los paneles de
metal de la pared (y apartándole la cabeza cuando se pone un poco
demasiado lamedor). Será bueno para los dos dar un paseo, aunque
sea sinuoso.
Los pasillos de metal del Jabberwock son más grandes de lo que
esperaba, con rejillas de metal arriba y abajo, y cables y tuberías de
todo tipo escondidas detrás de las rejas. No sé mucho sobre naves,
aparte de cómo desmantelarlas, pero parece bastante agradable.
Supongo. No puedo evitar comparar el entorno austero con cada
película de ciencia ficción que vi cuando era niña. Se mantienen
sorprendentemente bien, porque esta sala parece algo que podría
haber salido de Star Trek... o Aliens. Esta sala en particular es el
alojamiento de la tripulación, con muchas puertas separadas por una
distancia considerable. Se oyen voces ahogadas y una escalera de
metal que conduce a la cubierta. Intento recordar lo que dijo Fran
que hay en el segundo piso. Una sala de recreación, una sala de
entrenamiento... ah, y la armería. Correcto.
Se abre una puerta en el pasillo y Sentorr sale. El carinoux a mi lado
gruñe automáticamente, moviéndose frente a mis piernas de manera
protectora.
—Está bien, chico —le digo en voz baja—. Sentorr es un amigo.
El mesakkah de aspecto elegante se detiene al vernos, con las manos
entrelazadas a la espalda. Se ve muy… correcto, especialmente
comparado con el resto de la tripulación. Pienso en Tarekh y Cat,
quienes parecen estar constantemente cubiertos de grasa de motor
de algún tipo, discutiendo sobre la mejor manera de preparar un
fideo de desayuno a pleno pulmón. Pienso en Kivian, que nunca
conoció algo brillante que no le gustara, o en Fran, a quien le gusta
estar en los asuntos de todos. Iris y Alyvos parecen hacer lo suyo,
pero Sentorr es como... bueno, es como el monitor de pasillo que
desaprueba todo en la escuela.
Es injusto pensar en él de esa manera, porque Zoey claramente lo
ama y no es tan estirada como él.
—Hola —digo alegremente—. Estaba llevando a Sleipnir a dar un
paseo y pensé en saludar a Zoey. A ver si necesitaba compañía —
Cuando Sleipnir empuja contra mis piernas de nuevo, toco sus
cuartos traseros—. Siéntate. Compórtate.
Si los felinos lagartos pudieran quejarse, éste lo haría. Sin embargo,
se sienta de mala gana y estoy bastante segura de que está mirando
mal a Sentorr.
El hombre alienígena nos estudia a los dos por un momento y luego
asiente con la cabeza. —Le pedí que se tomara un tiempo libre.
Relajarse. La compañía podría ser bienvenida —Él duda, luego
parece repensarlo—. Volveré pronto para ver cómo está.
Sonrío y paso junto a él en el pasillo, tocando mi pierna para que
Sleipnir sepa que debe permanecer a mi lado. Estoy bastante segura
de que Sleipnir da el más pequeño y malhumorado gruñido cuando
Sentorr pasa, pero aparte de eso, se comporta muy bien. La puerta
por la que salió Sentorr tiene muchas escrituras extraterrestres, pero
no puedo leer nada. Yo llamo en su lugar. —¿Zoey? Soy Sophie.
La puerta se abre y Zoey me mira. Parece empeorar por horas, su
uniforme desordenado y su cabello cayendo de su cola de caballo.
Sus ojos están enrojecidos y parece exhausta. —Hey. ¿Estás bien? —
Se pasa una mano por la cara—. ¿Cómo se está instalando el
carinoux?
—Está bien. Vengo a preguntarte cómo estás.
Ella me da una débil sonrisa. —Revisé las bandas de comunicación
toda la noche en busca de menciones de mis hermanos, o tres
prisioneros mesakkah recogidos... nada. Sentorr quiere que duerma,
pero... —Se encoge de hombros—. No puedo dormir. Mi mente no se
apaga.
—Te traje algo —le digo—. Es... no es mucho. Probablemente lo he
leído docenas de veces en este momento, pero me ayuda a
distraerme cuando lo necesito —Le ofrezco el grueso y gastado libro
de bolsillo. Es difícil deshacerse de él cuando tengo tan poco, pero
también siento que es lo correcto.
Sus ojos se abren de par en par por la sorpresa. —¿Seguro que
quieres hacer esto? Sé lo raros que son los libros aquí —Su mano
roza la portada cariñosamente—. Creo que Fran mencionó este una
vez. Nunca lo he leído.
—Es muy romántico —le digo con entusiasmo—. El héroe es
simplemente... perfecto. Y hay escoceses. Y faldas escocesas. Y
escenas de amor realmente geniales.
Zoey sonríe, señalando el cuarto que comparte con su compañero.
—¿Quieres entrar y sentarte? Me vendría bien una distracción.
—No quiero ser una molestia…
Ella pone los ojos en blanco y agarra mi brazo, arrastrándome a la
habitación. —No eres una molestia. Eres mi hermana.
Jerrok

Es un día muy largo.


Todos en el Jabberwock son agradables, por supuesto. Nuestras
habitaciones son acogedoras, incluso si tenemos que compartirla con
el carinoux. Sentorr nos conduce sin problemas fuera del cinturón
de asteroides sin ni siquiera un empujón, y Alyvos y Tarekh hablan
sobre armas conmigo durante la mayor parte del día, agradecidos
por el alijo de blasters y granadas de pulso que he traído conmigo.
Hay un gran plato de fideos calientes para las comidas y... es
agradable.
Todavía sigo preocupado, por supuesto.
No son los hermanos. O el hecho de que estoy lejos de mi puesto.
Esperaba eso al entrar, y estoy preparado para estar rodeado de
gente durante el próximo tiempo, incluso si no es mi cosa favorita.
La tripulación aquí no es tan mala, y hay mucho espacio a bordo de
la nave para esparcirse. Vamos a estar “deslizándonos‟‟ por las rutas
de envío a alta velocidad durante la próxima semana, por lo que no
habrá mucho que hacer excepto esperar al próximo
reabastecimiento de combustible… a menos que obtengamos
información sobre los va Sithai, por supuesto. Algo me dice que no
lo haremos.
La hora de la comida es agradable. Incluso hay algunos juegos de
palos en la sala de recreación después de la cena, y Sophie parece
querer mirar, así que me siento en uno de los sofás mullidos de los
que es casi imposible que un medio cyborg rígido pueda salir
fácilmente. Y miro a mi hembra mientras se ríe y mira, con los ojos
brillantes, mientras Cat y Tarekh discuten sobre palos, el carinoux
descansando a sus pies. Ella trata de atraer a Zoey, pero la otra
mujer se contenta con solo mirar, y finalmente se va para ir a
reunirse con su compañero en el puente.
Cuando Fran y Kivian se van a pasar la noche con su hija, veo a
Sophie bostezando y decido que es un buen momento para que
nosotros también escapemos. Me pongo en ridículo tratando de
levantarme del sofá, y cuando finalmente lo hago, mis miembros
comienzan a actuar. Ellos chisporrotean y envían retroalimentación
a través de mi cuerpo, y cuando entramos en nuestra habitación, ella
acomoda a Sleipnir en la esquina con algo para masticar y luego me
atiende.
—Déjame ayudarte —protesta Sophie cuando trato de apartar sus
manos con irritación.
—No soy un inválido.
—Sé que no lo eres. Pero puedo ayudar, y quiero hacerlo—Ella
ignora mis esfuerzos por alejarla y pasa sus manos tranquilizadoras
sobre los peores circuitos, que sabe de memoria en este momento.
Ella tararea para sí misma y me cuida, y yo soy un idiota porque
realmente ayuda. Ella puede llegar a lugares que yo no puedo, y su
toque más ligero y sus dedos más pequeños hacen el truco la
mayoría de las veces.
—Gracias —murmuro cuando el último circuito detiene sus
irritantes saltos.
—¿Por qué estás de mal humor? —Pregunta, deslizando sus brazos
alrededor de mi cuello y moviéndose para sentarse en mi regazo—.
¿Algo te está molestando?
Y yo pensando que estaba ocultando mi mal humor un poco mejor.
¿Cómo explicarle que estar en el Jabberwock me aterroriza? Porque
la veo reír y hablar con los demás, y la facilidad con la que encaja. La
veo susurrar con Zoey. La veo pasando tiempo con Fran e incluso
ahora lleva una túnica nueva que le dio una de las otras mujeres. Veo
todo eso... y no estoy celoso. Me preocupa que se dé cuenta de que
quiere estar rodeada de gente y que quedarse conmigo en mi
estación solitaria es una mala idea. Que estar rodeada de un grupo
divertido y bullicioso como la tripulación del Jabberwock le
recordará que podía ver el universo con los va Sithai, y que quiere
hacer algo más que esconderse con un viejo soldado destrozado.
Pero no digo ninguna de estas cosas, porque no quiero que se sienta
presionada a quedarse conmigo. Quiero que se quede porque quiere
quedarse. Así que entierro mi cara contra su cuello, inhalando su
encantadora esencia. —Háblame de tu día. ¿Cómo fue el primer día
en el Jabberwock?
Ella tararea por un momento, pensando, y luego suspira. —
Fatigoso.
Eso me sorprende. —¿Fatigoso?
Sophie asiente y, cuando levanto la cabeza, apoya la suya en mi
hombro. —Estoy tratando de ser abierta y amigable porque todos se
están esforzando mucho. Zoey está en un mal lugar y por eso estoy
haciendo todo lo posible para hacerle compañía. Me siento obligada
a ayudar en ese sentido, ¿sabes? No sé cómo pilotar una nave, pero
puedo ser de compañía, al menos. Es simplemente... agotador —
Curva un dedo en la parte delantera de mi túnica—. Me hace desear
estar de vuelta en casa, y luego me siento como una idiota por
pensar eso porque se supone que debemos rescatar a los hermanos
de Zoey. No se trata de diversión. Se trata de traerlos a casa a salvo.
Y sin embargo... —sonríe débilmente—. Y, sin embargo, solo quiero
huir y esconderme.
Le froto la espalda. Todo eso me sorprende. —¿Te veías como si te
estuvieras divirtiendo hoy? Cada vez que me daba la vuelta, alguien
más me estaba robando tu atención.
Ella deja escapar un pequeño gemido. —Lo sé. Hubo tantas veces
que quise arrastrarme de regreso a nuestras habitaciones y
esconderme. Todo el mundo es tan agradable pero... es demasiado.
—Ella se hunde contra mi pecho, frotando su mejilla contra la unión
de mi brazo protésico con mi hombro—. Me gusta estar a solas
contigo.
—Pensé que te gustaría estar aquí... más. Que preferirías estar con
un grupo que solo conmigo —confieso—. Vivir en una estación
abandonada no es el colmo del lujo.
—Pero es nuestra —dice en voz baja—. O al menos... es tuya. Es
tranquilo y pacífico y podemos ser nosotros mismos.
Quizás somos más parecidos de lo que pensaba. Sonrío y la rodeo
con mis brazos. —Bueno, no te molestaré esta noche, entonces.
Necesitas dormir.
—¿Molestarme? —Se sienta, estudiando mi rostro—. ¿Te refieres al
sexo?
Mis oídos se calientan. —No si estás cansada…
—En primer lugar, Jerrok un'Rok, no estoy tan cansada. Y en
segundo lugar, el sexo contigo nunca es una molestia. Nunca. Es una
alegría —Su mano se desliza hacia mi polla—. ¿Pero te va a molestar
si Sleipnir está en la habitación con nosotros?
Muerdo su labio inferior, incapaz de resistirme. —¿Está mirando en
nuestra dirección?
Mira hacia la esquina de la habitación, donde el carinoux está
masticando descuidadamente y ruidosamente una vieja llave inglesa.
—Nop.
—Entonces creo que estamos bien —Paso una mano por su costado,
ahuecando su trasero—. Si estás bien con eso, claro.
Sus ojos brillan con promesas. —Lo estoy… pero probablemente
debería estar arriba.
SOPHIE

Es curioso cómo el tiempo parece arrastrarse en el Jabberwock,


mientras que en la estación de Jerrok pasa volando. Teóricamente
ambos están en el espacio, pero la diferencia es como la noche y el
día. Se siente como si nunca pudiéramos llegar al sistema Slatra,
aunque Zoey me asegura que estamos en el camino correcto.
No es que le hubiera dicho lo ansiosa que estoy. Es solo que se
cierne sobre la navegación como una mujer obsesionada. No duerme
mucho, apenas come, y sé que Sentorr está preocupado. La
respuesta de Zoey es siempre la misma: —Ellos pelearían con uñas y
dientes para recuperarme, así que voy a hacer lo mismo por ellos.
Es difícil discutir contra esa lógica.
El constante “deslizamiento‟‟ es un poco extraño. Te acostumbras a
agarrar el plato de tu cena mientras se desliza hacia el borde de la
mesa plana. Te acostumbras a sentirte como si estuvieras en un Tilt-
A-Whirl cuando cierras los ojos. Y definitivamente hace que el sexo
sea interesante. Anoche, Jerrok se detuvo dentro de mí y se “deslizó‟‟
contra mis partes sensibles hasta que me corrí. Fue una experiencia
bastante... única que estoy ansiosa por repetir, pero, de nuevo, todo
el sexo con Jerrok es un gran sexo.
Solo me preocupa que el deslizamiento sea difícil para mí chico.
Como domadora de circuitos no oficial, no puedo evitar notar que
sus extremidades lo molestan cada vez más. Sus cables saltan más a
menudo, la retroalimentación más intensa cuando lo hace. Ayer tuvo
un terrible dolor de cabeza que tardó horas en desaparecer, incluso
con un viaje a la bahía médica. No es necesario ser un genio de la
cibernética para darse cuenta de que el deslizamiento afecta a
quienes tienen partes electrónicas. Me di cuenta de que Iris llevaba
una cinta sobre los ojos en lugar de una visera varias veces durante
los últimos días. Es algo similar, sospecho. Odio ver a Jerrok sufrir, y
mi nuevo objetivo es encontrar una manera de ayudarlo mientras
estamos atascados viajando.
Un día que está tranquilo, busco a Alyvos.
Nadie ha dicho específicamente que estuvo en la misma guerra en la
que estuvo Jerrok. Pero Iris ha mencionado que Alyvos tiene
pesadillas de vez en cuando, y parece tener aproximadamente la
misma edad que Jerrok. Tiene una cojera que es más pronunciada a
medida que continúa el deslizamiento, día tras día, por lo que
sospecho que él mismo tiene una extremidad falsa. Si lo hace, las
suyas son mejores que las de Jerrok, porque no puedo decir que
tenga ninguna prótesis, mientras que con Jerrok, no se puede
ocultar. Hay cicatrices alrededor de los ojos desiguales de mi Jerrok,
y las extremidades que tiene están cubiertas de „„piel‟‟ que no
coincide con el tono de su piel, y hay cicatrices masivas donde están
conectadas a su tejido. Funcionan como extremidades normales,
pero también son un poco más pesadas, un poco más voluminosas,
como si a nadie le importara lo suficiente como para hacer coincidir
las extremidades con su cuerpo.
Probablemente, no les importaba en absoluto, y la idea simplemente
me enfurece.
Pero si hay una manera de sortear la infinita miseria de las prótesis
de Jerrok, Alyvos podría saberlo. Así que una tarde, cuando Jerrok
está ayudando a Tarekh y Cat a arreglar algo en los sistemas
ambientales, me dirijo a la sala de entrenamiento. Alyvos está ahí
cuando no está con Iris o haciendo mantenimiento a sus armas.
Después de unos días de muy poco que hacer excepto observar a la
tripulación, conozco los patrones de todos.
Alyvos mira sorprendido cuando entro a la sala de entrenamiento.
Está haciendo algo que se parece mucho a los abdominales, pero
solo usa un brazo y lo hace parecer sin esfuerzo. Cuando me ve, se
balancea hacia adelante, se cae de la barra y patina hasta detenerse
frente a mí. —¿Todo bien, Sophie?
Consigo darle una sonrisa brillante. —Todo está bien. Solo quería
hablar contigo sobre algo personal, si tienes un momento.
La expresión de su rostro se vuelve cautelosa y mira hacia la puerta.
—¿Debería traer a Iris…
Levanto una mano, esperando que no malinterprete lo que quiero
decir. —Estoy hablando de prótesis. Noté que a veces que cojeas, y
no sabía si había una buena manera de preguntar si tenías algo
similar a Jerrok. —Me estremezco interiormente ante la mirada
cerrada que me da—. Sé que es personal, pero tenía que preguntar.
Le molestan terriblemente y quiero ayudar.
—Es personal —asiente con voz áspera. Coge una toalla y se seca la
cara. —Nadie habla de las guerras. Nadie.
Ugh. Entonces me he metido en él. —Lo siento mucho. Olvida que
dije algo…
Él levanta una mano, sin mirarme. —Mi rodilla. No toda la
extremidad, pero mi rodilla se jodió y la reemplazaron por completo.
Afortunadamente, mi pierna desprendida aterrizó cerca para que
pudieran volver a colocarla —Me da una sonrisa invernal—. Esa fue
la única suerte que tuve en esa guerra.
Lo miro con horror. —Lo siento mucho…
—No lo hagas. No es tu culpa. —Se apoya en un equipo y me mira
con curiosidad—. Sin embargo, no puedo ayudarte con eso. Mi
rodilla no es como los reemplazos de Jerrok. Eso es un puñado de
palos completamente diferente, como les gusta decir a los jugadores.
—Lío de gusanos —murmuro distraídamente, comparándolo con un
dicho humano—. Entiendo. Sin embargo, valió la pena intentarlo.
Gracias...
—Aunque conozco a un tipo. —Se seca el pelo sudoroso con una
toalla—. Un comerciante de 3N que tiene conexiones.
—¿3N? —Pregunto cortésmente.
—Tres Nébulas. Es una estación grande. Hay mucho comercio
pasando por allí, de todo tipo. Pudo conseguirme una conexión que
le dio a Iris su visor —Alyvos me asiente—. También existe un
mercado de prótesis de reemplazo, todas ellas de una calidad mucho
mayor que la que usa tu hombre.
Mi corazón da un salto en mi garganta. —Eso es exactamente lo que
necesito —Memorizo el nombre de la estación. Tres Nébulas. —
¿Puedes ponerme en contacto con él de alguna manera?
—No.
Su rotunda negativa me hace estremecer. —Oh.
—No estoy diciendo que no por ser un idiota, Sophie. —Se limpia las
manos distraídamente, sacudiendo la cabeza—. Zakoar of the Broken
Back7 no verá a nadie sin una prueba de que tiene los créditos por
adelantado.
—Ya veo.
—Es amable de tu parte intentar conseguirle nuevas extremidades,
Sophie, pero ¿sabes cuánto cuestan?
—Mucho. Eso lo sé. —Vuelvo a dudar—. Y me quedaré con el
carinoux, siempre que no lo necesitemos para el rescate... —Sin
embargo, solo decirlo me ahoga y quiero vomitar. Pienso en la cara
de confianza de Sleipnir, toda llena de dientes que nunca jamás ha
usado conmigo. Pienso en lo emocionado que se pone cuando
aparezco, o cuando le rascan la cabeza. ¿Cómo puedo regalarlo por
dinero? Por otra parte, ¿cómo no hacerlo si es la diferencia entre una
vida de constante dolor y miseria y una de buena salud para Jerrok?
—Sigues ofreciendo a tu mascota, y sé que es la única moneda de
cambio que tienes. Pero, ¿quieres intentar hablar con tu hombre
primero? — Cuando le doy una mirada en blanco, continúa—. No es
exactamente un pobre. Trajo una caja de seguridad llena de créditos
a bordo para ayudar con el rescate.
—¿Quieres decir que tiene suficiente para las extremidades? ¿Ya? —
Pensé que estaba ahorrando.
Alyvos bufó. —Tiene suficiente para tres pares de extremidades. No
sé cómo está tan cargado.
7
Zakoar de la Espalda Rota
—La gente deja sus cosas en sus naves —digo distraídamente,
pensando en Jerrok. Sabía que había traído sus ahorros con él en la
nave, pero pensé que todavía estaba en el proceso de ahorrar. Pensé
que tal vez con ese dinero combinado y la venta de Sleipnir, tal vez
podríamos, tal vez, permitirnos reemplazar un brazo o la extremidad
que más le moleste.
Está claro que no sé nada sobre el dinero alienígena.
También está claro que necesito hablar con Jerrok. Pronto.
Jerrok

Sophie está pensativa durante la cena. Su risa es tan dulce como


siempre, y parece escuchar con entusiasmo todo lo que los demás
hablan, pero empuja sus fideos y termina ofreciéndole la mayor
parte a Sleipnir. Parece estar sumida en sus pensamientos cada vez
que me mira, y eso hace que mi corazón se apriete en mi pecho de
preocupación.
¿Es esto lo que temí, entonces? ¿Ha decidido que mi estación es
demasiado tranquila para ella después de todo? No me ha dado
ningún indicio de que esté infeliz en los últimos días. De hecho,
hemos sido más felices de lo que creía posible. Todas las noches
dormimos juntos y disfrutamos del cuerpo del otro, y todos los días
estamos juntos. El solo hecho de saber que es mía me llena de
tanta… alegría. Tanta paz. No he tenido una pesadilla en años.
Sophie vuelve a mejorar todas las partes heridas de mi alma. Pensé
que había hecho lo mismo por ella, pero ahora me preocupa haber
pasado por alto algo. Que alguien ha dicho o hecho algo para herir
sus sensibles sentimientos y ahora está sufriendo. ¿O tal vez no se
siente bien? La estudio, buscando signos de enfermedad, y cuando
se levanta para tomar otro trago, huelo discretamente sus fideos por
si no saben bien.
Me ve oliendo su comida y me mira perpleja mientras vuelve a
sentarse.
—Solo asegurándome de que sepa bien —le susurro—. No estás
comiendo mucho. ¿Quieres cambiar? —Le ofrezco mi plato, aunque
probablemente ya he comido demasiado.
La expresión de Sophie cambia a algo suave y dulce, se inclina y me
da un beso en la mejilla. —Estoy bien. De verdad. Solo estoy
pensando. ¿Podemos hablar más tarde?
—Por supuesto.
Ella me sonríe y entrelaza sus dedos con los míos, apoyándolos en
mi muslo. Su atención se vuelve hacia Cat, quien cuenta una historia
ridícula sobre Tarekh perdiendo una apuesta sobre si su mano cabría
o no dentro de una tubería de procesamiento de combustible. No fue
así, aparentemente, y todos ríen a carcajadas cuando Cat termina la
historia. Sonrío apreciativamente, aunque no puedo decir de qué
trata la historia más que eso. Sigo pensando en mi Sophie y en lo que
la preocupa.
Sus cargas son mis cargas, y quiero ayudar, sea lo que sea.
Me siento aliviado cuando Iris bosteza, y Alyvos lo toma como una
señal para llevar a su compañera a la cama. Los demás comienzan a
levantarse, y cuando Sophie me mira, asiento con la cabeza. Estoy
más que listo para ir a nuestras habitaciones y estar a solas con ella y
simplemente relajarme del día. Nos despedimos de los demás y le
puse una mano en la parte baja de la espalda, llevándola por los
pasillos del Jabberwock hacia las habitaciones de la tripulación.
—Puedo sentir tus circuitos moviéndose a través de mi ropa —me
dice—. Deberías haber dicho algo.
Miro la mano que tengo en su espalda y, efectivamente, un cable
salta debajo de mi piel, enviando vibraciones a través de la
extremidad. Estoy tan acostumbrado a las pequeñas sacudidas e
irritaciones que no las noto la mitad del tiempo. —No me di cuenta.
Sophie me lanza una mirada preocupada mientras atravesamos la
puerta de nuestra habitación.
Abro la boca para decir algo cuando Sleipnir golpea con la cabeza la
parte posterior de mi rodilla y casi colapso, gracias al constante
deslizamiento.
—¡Jerrok! —Sophie me alcanza con los ojos muy abiertos por la
alarma.
—Estoy bien —gruñí, sosteniéndome del marco de la puerta. Miro al
carinoux, pero solo hace esa tos desdeñosa en su garganta y salta
sobre la cama, dando tres vueltas antes de dejarse caer de lado—.
Gracias, Sleipnir. Lo recordaré la próxima vez que tenga una mesa
llena de chatarra fresca.
El carinoux simplemente bosteza, mostrando una boca llena de
enormes dientes.
—¿Estás seguro de que estás bien? —Las manos de Sophie están
sobre mí, recorriendo mi pecho y mi brazo. Me distrae, y muy
rápidamente mis pensamientos se vuelven hacia el apareamiento en
lugar de su mascota.
Cuando su mano se mueve sobre mi cadera, la cubro con la mía y
froto su piel con mi pulgar. —Estoy mejor ahora que estoy a solas
contigo.
Su boca funciona y sus ojos se dilatan ante el sonido de mi voz, algo
que he notado significa que está excitada. Pero hace un ruido de
protesta con la garganta y niega con la cabeza. —Tenemos que hablar
primero.
—¿Lo hacemos? —Le aparto el pelo de la nuca. Fran le ha regalado
varias túnicas nuevas, todas ajustadas y con hermosos diseños que
muestran sus pechos y su cintura, pero también es un poco doloroso
desabrocharlas. Me quejo con el cierre automático en la parte
posterior de su cuello, aliviado cuando suena y finalmente comienza
a desabrocharse. —¿Qué tal si hablas y yo escucho mientras te toco?
—Yo... —Gime cuando le quito la ropa, rozando un pezón—. Me
gusta esa idea, pero... esto es importante, Jerrok.
Me inclino y presiono mi boca contra la de ella, ligeramente. —
Escucharé. Lo prometo.
Sus labios muerden los míos y deja escapar un pequeño suspiro
feliz, como si saborearme la hiciera sentir mejor. Luego toma mi
mano y se dirige hacia la cama... y se detiene al ver a Sleipnir tirado.
Hay un sofá al otro lado de la habitación, y ella me dirige hacia él. —
Podemos hablar fácilmente aquí.
Me siento en un extremo y cuando ella trata de sentarse a mi lado,
la tiro a mi regazo.
—Tus piernas —protesta.
—Están bien. Los circuitos se van a mover sin importar si estás
conmigo o no, y prefiero tenerte conmigo —Deslizo mi mano en la
parte abierta de su túnica y beso su cuello mientras acaricio su
pecho—. Dime lo que querías decir.
Ella deja escapar un pequeño suspiro tembloroso cuando encuentro
su pezón. —Bueno, es difícil concentrarse cuando me tocas así —Su
brazo se desliza alrededor de mi cuello y se inclina completamente
hacia mi toque—. Oh, pero no quiero decirte que te detengas.
Dejé escapar un gruñido de satisfacción, mi mano se deslizó entre
sus muslos. —Entonces no me detendré.
Sophie gime mientras beso su cuello, mis dedos se deslizan sobre los
pliegues de su coño. Ella ya está tan húmeda para mí, resbaladiza,
caliente y necesitada. Sus caderas se balancean instintivamente
cuando sumerjo la punta de un dedo en su centro, mis dientes
marcando la sensible piel de su cuello.
—Mira lo hermosa que eres —le digo mientras empujo mi dedo más
profundamente—. Mi hermosa Sophie. He esperado este momento
todo el día.
—Jerrok —jadea, sus dedos arañando mi túnica mientras comienzo
a trabajar su bonito coño—. Jerrok...
—¿Sí, amor? Te escucho.
Ella se estremece contra mi toque, haciendo pequeños sonidos de
necesidad. —¿Cuán… rico eres?
Cuán rico soy. Eso me hace detenerme. ¿Por qué ella está
preguntando eso?
Jerrok

Estoy tan concentrado en hacer que mi compañera se sienta bien,


que me toma un momento para que su pregunta se registre en mi
mente.
Cuán rico soy.
Niego con la cabeza. —¿Importa? —Mis pensamientos están
exclusivamente en Sophie, en el coño que se aprieta alrededor de
mis dedos por reflejo. Sé que le gusta tener un dedo dentro de ella,
pero le gusta más que le acaricie el clítoris, así que froto mi pulgar
contra él mientras acaricio sus pezones—. Los créditos no son
importantes para mí.
Ella se arquea contra mi mano, retorciéndose. Sus manos se aferran
a mis hombros mientras la complazco, amando el sonido de su
jadeo. Puedo soportar estar con otros en el Jabberwock siempre que
pueda hacer esto todas las noches. Cuando cerramos la puerta de
nuestra habitación, se siente como si estuviéramos solos de nuevo
ella y yo, solos en mi puesto, y no hay nada que desee más que
hacerla sentir bien.
—Jerrok —se queja, completamente perdida mientras se mece más
fuerte contra mis dedos, desesperada por correrse—. Tú... estás...
distrayéndome...
Bien. Quiero que ella pierda el control. Empujo mi cara contra su
piel desnuda, lamiendo las pendientes de sus pezones mientras ella
rebota en mi mano. —Córrete para mí, Sophie. Déjame hacerte
sentir bien.
Con un grito y un escalofrío, su coño sufre espasmos y se pone
rígida. La trabajo más duro, decidido a exprimir hasta el último
placer y hacer que el orgasmo dure el mayor tiempo posible. Con un
pequeño grito, finalmente se derrumba contra mí, completamente
agotada, y paso mis dedos por sus resbaladizos pliegues, contento de
haberla hecho correrse con tanta fuerza. Cada vez que la hago venir,
es como un regalo.
Saco mi mano de su ropa y lamo mis dedos, saboreándola. —Buena
chica.
—Injusto —me dice con un suspiro—. Estoy tratando de hablar
contigo.
—Estoy escuchando —le prometo, incluso mientras chupo su miel
de mi pulgar.
—Mmm, ¿de verdad? —Su mano se desliza hacia la parte de atrás de
mi cuello y me atrae para un beso profundo e intenso. Su lengua
golpea la mía y luego muerde mi labio inferior. —Ponte de espaldas.
Quiero montarte.
Ahora soy yo el que gime.
Me muerde el labio de nuevo, luego alivia la mordida con una
lamida juguetona. —Te gusta.
—Lo hace —digo con voz ronca. Kef, realmente lo hace.
La deslizo de mi regazo y rasgo mi ropa, decidido a desnudarme con
ella lo más rápido posible. También se quita el resto de la ropa y la
tira al suelo. Ambos miramos a Sleipnir, quien está tumbado en la
cama e ignorando el hecho de que nos vamos a aparear a unos
metros de distancia. Hasta ahora, la mayoría de sus instintos
protectores no parecen despertar por mi tiempo con Sophie, pero
para estar seguros, nos emparejamos cada vez con ella sobre mí.
En el momento en que me recuesto en el sofá, Sophie se sienta a
horcajadas sobre mí. Sus piernas se abren de par en par y se inclina
para besar mi pecho incluso mientras se estira entre nosotros y
agarra mi polla. —No sé cuál amo más —me dice con un pequeño
suspiro—. Los piercings o el espolón.
—¿Los amas? —Mi aliento sale de mi garganta mientras frota sus
pliegues a lo largo de mi longitud, mojándome con sus jugos.
—Dios, sí. —Sus palabras son gemidas—. Mucho. —Ella guía la
cabeza de mi polla hacia su cuerpo, y puedo sentirla apretarse con
emoción alrededor de mi longitud. —Tan bueno —me dice de
nuevo—. Malditamente bueno.
Pongo mis manos en sus caderas, concentrándome en sostenerla
firme mientras ella bajaba por mi eje con pequeños movimientos de
sus caderas. Ella siempre va despacio, alimentándome con su cuerpo
la primera vez, y no estoy seguro si es porque le queda bien ajustado
o si simplemente se siente increíblemente bien para ella. Tal vez
ambos. De cualquier manera, es la cosa más erótica que he visto en
mi vida, y ambos gemimos cuando finalmente se sienta
completamente en mi polla.
Sophie extiende sus palmas sobre mi pecho, preparándose incluso
mientras trabaja sus caderas, montándome. —¿Se siente bien? —ella
jadea.
—Increíble —la tranquilizo. Me encanta verla trabajando ella misma
en mi polla.
—¿Cuánto? —pregunta de nuevo, sin aliento.
—¿Cuánto qué? —¿Quiere hablar ahora? ¿En este momento?
Ella se balancea contra mí, sentándose completamente sobre mi
polla nuevamente, y gimo por lo bien que se siente. —¿Cuánto
trajiste en créditos? ¿En el Jabberwock?
—¿Por qué? —Me aferro a sus caderas cuando deja de moverse, con
una expresión seria en su rostro. —Sophie…
—¿Suficiente para comprar nuevas extremidades? —presiona—. ¿O
al menos una?
Parpadeo hacia ella. —¿Supongo…?
—¿Entonces por qué no lo has hecho? —Me mira con el ceño
fruncido, como si fuera un idiota.
—¿Realmente estamos teniendo esta conversación ahora? ¿Con mis
bolas dentro de ti? —Ni siquiera puedo pensar con claridad, no con
su canal apretándome tan fuerte.
Mueve sus caderas contra mí y es la cosa más sensual y más
decidida que he visto en mi vida. —¿Por qué vives con extremidades
horribles si puedes mejorarlas, Jerrok? Quiero saber. ¿Crees que no
te lo mereces? —Su ritmo se acelera de nuevo, y comienza a trabajar
en mi polla con furia, sus caderas se mueven a un ritmo frenético—.
¿Crees... que no... mereces cosas buenas?
Niego con la cabeza, las palabras me fallan. Me encanta la expresión
de pura determinación en su rostro mientras me destroza con su
bonito coño, mientras salvajemente toma lo que quiere de mí,
usándome mientras trabaja en su próximo lanzamiento. Puedo decir
que está cerca cuando todo su cuerpo se sacude después de un golpe
particularmente fuerte, y muevo mi mano hacia su coño, buscando
su clítoris.
Sophie grita en el momento en que la toco, mis dedos se interponen
en el camino de mi espolón, y se convierte en un desafío asegurarme
de que esté constantemente complacida entre los dedos y la espuela,
hasta que deja escapar un sonido de lamento y me aprieta con
fuerza.
—Mi chica —gruñí, mis manos se movieron hacia sus caderas
mientras me balanceaba profundamente dentro de ella, reclamando
con fuerza mi propia liberación—. Mi compañera.
—Tuya —llora entrecortadamente, su labio inferior temblando
mientras jadea—. Tuya.
Con un gran escalofrío, me corro y es como si algo se rompiera
dentro de mí. Gruño incoherentemente mientras muevo sus caderas
en mi longitud, derramándome profundamente dentro de ella con
cada empuje, hasta que está llena de mi corrida y ambos estamos
saciados. Con un pequeño suspiro, Sophie se inclina hacia adelante,
apoya la mejilla en mi pecho y le acaricio el pelo. Los dos estamos
sudorosos y pegajosos, y no me movería de este lugar ni por todos
los créditos del universo.
—Te mereces cosas buenas —me dice de nuevo—. No sé por qué no
piensas eso.
—No… no es eso —le digo. ¿De verdad cree que me odio tanto? Por
otra parte, nunca le he dado ninguna indicación de lo contrario.
Quizás ella lo hace—. Cuando te reemplazan una extremidad, te
duermen. Tienes que tener una carga de algún tipo en tu mente,
porque todo tiene que estar conectado de alguna manera. Tienes que
conseguir que tu cerebro reconozca el brazo y todo eso. Y yo nunca
he tenido a nadie en quien confiar lo suficiente para vigilarme.
Apoya su barbilla en mi pecho, mirándome. —¿Lo juras?
—Lo juro. No es porque no quiera nuevas extremidades. —Solté una
risa cansada—. Me encantaría eso más que nada. Pero la mayoría de
los tipos en ese mercado te robarían o asesinarían con la misma
facilidad antes de darte las extremidades que pediste.
—Alyvos conoce a uno —dice Sophie, con los ojos brillantes de
entusiasmo—. Él conoce a un tipo que le consiguió a Iris su visera.
Podríamos hablar con él después de todo esto... siempre que no
necesitemos el dinero para los hermanos. Si lo hacemos, siempre
hay... —Luego niega con la cabeza. —O podemos ofrecer algo más.
Yo solo… —Se lame los labios—. No quiero que sientas dolor cuando
no es necesario, Jerrok.
Mi dulce chica tonta. ¿Ha hablado con Alyvos sobre esto? No hay
palabras para cómo me siento ahora. Ella se preocupa mucho.
Tengo mucha suerte.
Con un gemido, la aprieto en un fuerte abrazo. —Te amo —me
ahogo—. Lo que sea que quieras, lo haremos realidad.
—Quiero envejecer contigo —me dice sonriendo—. Y despertar sin
que tengas dolor. ¿Puedes hacer que eso suceda?
Seguro que lo intentaré, porque no creo que pueda negarle nada a
esta mujer.
Jerrok

El planeta V'tarr es una bola dorada y verde salpicada de una espesa


capa de nubes. Se ve hermoso, lo cual es sorprendente dado que
tiene un anillo artificial alrededor de todo el planeta, y ese anillo
artificial está abarrotado de tantas estaciones, naves, residencias
privadas y todo lo que puedan lanzar al espacio que parece que el
planeta en sí está lleno de basura.
Me recuerda un poco a mi lugar en mi cinturón de asteroides, en
realidad, con todas las naves muertas flotando alrededor. El
pensamiento trae una leve sonrisa a mi rostro.
—Es... wow —Sophie inhala a mi lado mientras miramos la vista
desde nuestro lugar en la sala de recreación. Probablemente haya
una mejor vista en el puente, pero no pertenecemos allí. No somos la
tripulación. Sophie hace otro ruido con la garganta mientras mira el
enorme planeta a la vista—. No puedo decidir si es bonito o no. ¿De
qué sirve mantener el planeta prístino si van a desperdiciar todo el
espacio a su alrededor?
—¿Porque a nadie en el suelo le importa? —Le doy una sonrisa
irónica y le pongo una mano en el hombro, y me gusta poder darle
un toque posesivo. Me encanta que sea mía y que se incline cuando
la alcanzo—. No tienen que tenerlo frente a ellos, así que no les
importa.
—Supongo. Desde ese punto de vista, parece... horrible. —Arruga la
nariz y se inclina para ver pasar una pieza de maquinaria del tamaño
de una ciudad—. Apuesto a que es bonito en el suelo, sin embargo.
Todo ese verde. ¿Podremos verlo?
—Probablemente no. —Odio decepcionarla, pero tampoco quiero
mentir—. Nuestra autorización probablemente no nos llevará más
allá de este anillo. El puerto espacial al que nos dirigimos está en
algún lugar de este lío, por lo que probablemente nos dirigiremos allí
y continuaremos nuestro camino una vez que recuperemos a la Little
Sister.
Su mano se desliza hacia su costado, donde Sleipnir se frota contra
su muslo. —¿Y de ahí son los carinoux? ¿Allí abajo?
—Los parientes protectores son nativos de las lunas, creo. Se supone
que son muy verdes y exuberantes.
Ella me mira, sus ojos se iluminan. —¿Podemos llevar a Sleipnir a
casa, entonces?
—Sophie…
—Sé que vale mucho dinero. —Ella se gira y se sienta en el asiento
de la ventana, tirando de mi mano para que me una a ella. El
carinoux salta sobre el asiento al otro lado de ella, frotando su gran
cabeza contra su cabello en un grito de atención. Distraídamente,
ella levanta una mano para acariciarlo, su atención todavía en mí—.
Pero lo sacaron de su hogar, al igual que a mí. Si podemos liberarlo,
tenemos que arriesgarnos...
—Amor —la interrumpo suavemente, frotando su mano—. No creo
que eso sea posible. Sleipnir se ha criado rodeado de gente,
probablemente desde que nació. Por eso se siente tan cómodo en las
estaciones. No puede volver a la naturaleza. No podrá sobrevivir.
—Oh. —Sus ojos se ponen vidriosos y se vuelve hacia su mascota,
quien rápidamente le da una lamida descuidada en la mejilla. Sophie
se ríe, pero puedo decir que está triste—. Solo quiero hacer lo
correcto con él, ¿sabes? Es inteligente y es un buen chico —Frota la
cabeza del carinoux—. Y si él fuera más feliz liberado...
—Él está feliz contigo —le señalo—. Ahora tú eres su hogar.
Mientras seas buena con él, será feliz. —Cuando libera su mano y se
golpea las mejillas, sé que está molesta—. El hecho de que su historia
haya tenido un mal comienzo no significa que deba tener un mal
final.
Se vuelve hacia mí y su sonrisa vuelve a brillar. —Tienes razón. Voy
a hacer todo lo posible por él. Pero... ¿y si tenemos que venderlo?
¿Para rescatar a los demás?
—No lo harás —le digo con firmeza—. No lo permitiré.
—Pero... un rescate...
Niego con la cabeza. —No va a ser a costa de algo que amas. Traje
créditos más que suficientes para nuestra contribución. Sé que lo
trajimos como moneda de cambio, pero he cambiado de opinión. No
deberías tener que sacrificar tu felicidad, y la suya, por otra. Habrá
otra forma. Siempre la hay.
Venderé mis keffing extremidades una por una antes de dejar que le
quiten su mascota.
Sophie lanza sus brazos alrededor de mi cuello, dejando escapar un
sollozo ahogado. —Eres tan bueno conmigo, Jerrok. Te amo tanto.
—Yo también te amo. —Acaricio su cabello y luego su espalda.
Quiero tocarla en todas partes. Quiero apretarla contra mi pecho y
nunca dejarla ir. Quiero que ella sonría por el resto de sus días,
porque se merece la felicidad. Ella me trae tanta alegría, espero que
sienta una fracción de lo mismo—. Sabes que te amo.
—Lo hago. —Sorbe y entierra la cara en mi cuello—. Siento seguir
llorando. Realmente soy blanda.
Me gusta que sea blanda. No creo que nos hubiéramos entendido
nunca si ella estuviera tan destrozada como yo, así que estoy
agradecido por su corazón tierno. Muy, muy agradecido. —Sé tan
suave como quieras conmigo.
Sleipnir se inclina sobre ella y nos lame a ambos con su lengua
abrasiva, y Sophie chilla de risa encantada. Es como si esa criatura
supiera que puede salirse con la suya ahora que le he prometido que
puede quedarse para siempre. Parece que estoy condenado a tener
mierda del tamaño de un carinoux en el terrario por el resto de mis
días... pero si eso hace feliz a Sophie, a mí me hace feliz.
Ella se limpia la cara, riendo, y luego limpia mi mejilla por mí. —
Sleipnir también te ama.
—Encantador —le digo con mi mejor voz irritable, pero ella solo
sonríe más ampliamente. Ella sabe que es una actuación. Parece que
ya no puedo intimidar a nadie.
Su risa se apaga y me estudia. —¿Crees que los encontraremos aquí?
No necesita decir quiénes son „„ellos‟‟. —No lo sé. Pero la Little Sister
está aquí, y es un buen lugar para comenzar —Froto su hombro,
metiéndola contra mi pecho de nuevo—. Los encontraremos.
—¿Cómo vamos a llegar a la ciudad, a V'tarr, si no podemos bajar al
planeta?
Una buena pregunta, y me la he estado haciendo a mí mismo. Pero
me han asegurado que la tripulación del Jabberwock lo tiene todo
bajo control. —Los créditos hablan. Kivian y los demás sobornarán
para llegar a donde necesitan ir. Me dijeron que hay un plan.
—¿El plan de Kivian? —Sophie hace un ruido con la garganta—.
Tengo miedo de preguntar.
Kef, yo también lo tengo.
SOPHIE

Hago todo lo posible para no alborotarme por la apariencia de


Jerrok mientras él y los otros se visten con uniformes de tripulación,
listos para dirigirse a uno de los muchos puertos espaciales de V'tarr.
Todos están vestidos con túnicas genéricas con cinturones utilitarios
y trou negros, la túnica de un azul profundo con rayas cromáticas
brillantes en los bordes para ocultar los cierres automáticos. El logo
de su “nave”, The Silver Mistress8, está estampado en el hombro. O
eso me han dicho, no puedo leer los símbolos que componen el
lenguaje escrito de los mesakkah. Excepto por uno, Alyvos, Sentorr y
mi Jerrok están vestidos igual. Se ha decidido que Tarekh se quedará
con nosotros porque su feo rostro llamará más la atención que la
prótesis y el ojo cibernético de Jerrok. Estoy segura de que parte de
ello es que Tarekh será nuestro protector, en caso de que alguien
intente abordar, y sepa cómo es en una pelea.
Desearía que Jerrok se quedara, pero está decidido a ir con ellos. Lo
entiendo, ya que están tomando sus créditos, y él es tan bueno con
las naves (si no mejor) y sus diversos motores como Tarekh. Es la
parte egoísta y preocupada de mí que lo quiere fuera de peligro. Así
que no me preocupo por él, tanto como quiero.
A Fran no le importa una mierda alborotarse. Ella juega con el
cuello acampanado de Kivian, alisando su cabello y puliendo uno de
sus cuernos con su manga antes de ajustar su cinturón. Viste el
mismo uniforme que los demás, pero... lleva accesorios. Parece un
8
La Amante de Plata
maldito pavo real, pero supongo que eso es parte del espectáculo.
Sus cuernos y orejas han sido adornados con joyas y su cuello está
rodeado de varias cadenas brillantes. Sus dedos tienen anillos y sus
botas se extienden por encima de la rodilla, finamente labradas y
hechas de algo iridiscente que espero NO sea piel de carinoux. Su
camisa tiene más mangas abullonadas y se abren extravagantemente
hasta el ombligo (para lucir mejor su brillo) y él simplemente…
bueno, sería ridículo si no lo llevara tan bien. Tal como está, solo se
ve extravagante. Como si supiera que está superando los límites del
buen gusto, pero también sabe que puede salirse con la suya.
Miro a mi compañero vestido sencillamente con sus ojos mal
combinados y su rostro lleno de cicatrices, su cabello solo vagamente
peinado, y se ve sombríamente determinado. Sé que está tolerando
todo esto porque es importante para mí y mi corazón se llena de
amor. Cuando Fran trae a la bebé Jasmine para despedirse de su
padre, me muevo hacia Jerrok y también lo beso.
—Vuelve sano y salvo o me voy a enfadar mucho —le susurro.
—Lo haré. No te preocupes por mí.
Oh, me preocuparé de todos modos. Pero asiento con la cabeza y me
acerco a Tarekh, Cat, Iris y Zoey. Iris no parece molesta por el hecho
de que Alyvos salga con una enorme pistola atada a la cintura, pero
puedo ver la frustración en el rostro de Zoey y sé que quiere ir con
ellos. No puede, por supuesto, porque una humana con una
tripulación de mesakkah significa que es la mascota de alguien, y las
mascotas no siempre son bienvenidas o están a salvo. No puedo
contar la cantidad de veces que fui manoseada, acariciada o
maltratada mientras esperaba en un lugar “seguro” a que regresara
mi dueño praxiian. Es mejor si se queda con nosotros, incluso si lo
odia.
—Si no has vuelto para esta noche...—comienza Fran, preocupada.
—Volveremos esta noche —promete Kivian—. No me quedaré en la
estación. Demasiado sucio. —Se pone un impecable guante blanco
con un puño extravagante y le sonríe a su compañera—. Y sabes lo
que significa la limpieza para mí.
Ella solo resopla, abrazando a su bebé.
—¿La tienes lista para atracar, Tarekh? —Pregunta Kivian,
dirigiendo su atención al enorme y fornido alienígena.
Él asiente con la cabeza, avanza y se desliza en una silla en el
puente. —Solo di la palabra e informaré que nos estamos acercando.
—¿Y las hembras? —Pregunta Kivian, volviéndose para mirar a
nuestro pequeño grupo.
—Rumbo a nuestro escondite —le asegura Fran. Zoey parece infeliz,
pero asiente.
—El plan es traer la nave de regreso. La Silver Mistress es mi nave
personal y no está diseñada para remolcar, pero nos las
arreglaremos. —Tira de sus guantes, ajustándolos como si el ajuste
de sus puños fuera lo más importante del mundo—. Estamos
remolcando ese pedazo de basura como un favor a un buen amigo
mío, y ya tengo un horario apresurado. ¿Lo estamos siguiendo?
—¿Y si no lo compran? —Pregunta Sentorr.
—Entonces sobornamos. Y si eso no funciona, lo tomamos por la
fuerza —Le da al grupo una pequeña sonrisa astuta que indica que
no le importaría si este fuera el caso.
Trago, tratando de no entrar en pánico. De repente, esta no es una
buena idea. Quiero irme a casa... con Jerrok. Quiero irme y
abandonar a todos y a todo, porque estoy aterrorizada. ¿Y si esto
sale mal? ¿Y si todo sale mal y algo le pasa a Jerrok? Y si…
La mirada de Jerrok se encuentra con la mía. Me ofrece un
silencioso pulgar hacia arriba, el gesto extraño en una mano
alienígena, pero es la consideración lo que me calma. Sabe que estoy
preocupada, pero me dice en silencio que me tiene. Asiento en
respuesta y él sonríe.
Prácticamente puedo escuchar sus elogios. Buena chica.

Una vez que Tarekh reconoce que The Silver Mistress está lista para
aterrizar, Fran nos lleva a todos a la bahía de carga. Allí, toca un
panel secreto en la pared y revela un teclado. Presiona su mano
contra él, luego escribe un código y la pared se abre, revelando un
acogedor nido de bancos decorados con almohadas, una pequeña
estantería y una cuna en la esquina. Sigue siendo un armario, por
supuesto. No puede ser enorme porque tiene que verse natural en la
propia nave. Pero esto tiene a Fran por todas partes, pequeños
toques que demuestran que lo estuvo haciendo lo más cómodo
posible, y algo me dice que las mujeres de esta nave pasan tiempo
aquí con regularidad.
—Vamos, Sleipnir —le murmuro a mi amigo mientras entramos.
Una vez que la puerta se cierra detrás de nosotros, Cat se deja caer
en uno de los bancos acolchados y apoya la cabeza sobre las
almohadas. —Despiértenme si pasa algo.
Zoey se sienta a mi lado y toma un libro, pero no lo mira. —No sé
cómo puedes dormir en un momento como este.
—Es fácil —murmura Cat—. Te quedas despierta toda la noche
teniendo sexo como monos salvajes sabiendo que pasarás tiempo
libre en este armario al día siguiente. —Ella agita una mano a
nuestro alrededor.
Es un poco como un armario. Está bien iluminado, aunque un poco
cálido, y hay muchos asientos, al menos. Hojeo la pila de libros
mientras Sleipnir se deja caer en el banco a mi lado y golpea su
cabeza en mi regazo. Una portada púrpura me llama la atención y
saco una novela romántica.
Mujer Guerrera de Johanna Lindsey.
—Esa es buena —susurra Fran mientras pasa junto a mí y deja a su
hija en la cuna.
No la he leído. Y me digo a mí misma que no puedo leer un libro en
un momento como este, como dijo Zoey. Que voy a sentarme y estar
ansiosa y preocupada. Pero Sleipnir frota su mandíbula contra mi
muslo, y el libro de bolsillo es lo suficientemente grande para
sostenerlo en una mano, así que lo abro y empiezo a leer.
Jerrok

—Está abollada —grita Kivian con disgusto, haciendo que algunos


de los V'tarrians nos miren con el ceño fruncido—. ¿Quién la abolló?
Alyvos se mueve nerviosamente a mi lado y Sentorr frunce el ceño.
Espero sinceramente que Kivian no esté buscando pelea. Ahora que
estamos en tierra con las autoridades del puerto, no puedo evitar
notar que hay muchos V'tarrians armados arrastrándose por toda
esta estación. Son fáciles de distinguir, con sus penachos amarillos
con cresta y piel emplumada, y caminan con un andar extraño, con
las rodillas dobladas hacia atrás. Está claro que los V'tarr descienden
de las aves, pero también parecen un poco... depredadores.
Recuerdo las viejas historias de las guerras del Imperio Sakh con el
Consorcio Slatran, y aunque esos tiempos ya pasaron, los
resentimientos permanecen. Recibimos varias miradas feas de los
V'tarrians, y el acto extravagante de Kivian no ayuda en nada.
El V'tarrian con un panel de datos frente a nosotros hace un ruido
que suena como un cruce entre una tos y un graznido. —Un
asteroide la golpeó y activó las alarmas de proximidad. Así fue como
la descubrieron, la abandonaron. —El V'tarrian hace una señal con
la mano, retorciéndose.
Kivian se pone las manos en las caderas y niega con la cabeza. —Se
ve terrible. ¿Quién va a limpiar este desastre?
—¿Entonces eres el dueño?
—Podría serlo. —Kivian sonríe ampliamente, su expresión se vuelve
más coqueta.
El ave no está impresionada. —Es una simple respuesta de sí o no.
Sentorr se aclara la garganta y Kivian cambia de táctica. —No soy el
dueño, pero soy muy, muy buen amigo de él. —Juega con uno de sus
anillos, y espero que el ángulo del soborno funcione, porque no estoy
seguro de que podamos enfrentarnos a una estación completa llena
de V'tarrians. Empiezo a contar cabezas, por si acaso. Dos en un
panel de envío, el que está aquí con el panel de datos, cuatro a lo
largo de cada pared, una segunda estación cercana con la misma
configuración, una sala de control encima de nosotros...
—¿Dónde está el dueño, entonces? —pregunta el V'tarrian.
Kivian se acaricia la barbilla. —Bueno, debería haber estado en esta
nave. Tu conjetura es tan buena como la mía.
El V'tarrian vuelve a hacer el gesto con la mano de antes, el suave
toque de una mano en la oreja opuesta, como si estuviera
bloqueando las palabras. He visto ese gesto en alguna parte antes, y
cuando miro a los otros en el panel, veo que hacen el mismo gesto.
Un dato sobre nuestro pasado flota en mi memoria, y recuerdo que
las guerras con el Consorcio Slatran fueron por la religión. ¿Siguen
siendo religiosos, entonces?
—Necesito una autorización del propietario —dice el ave.
—Bueno, estoy bastante seguro de que te daría una si no fuera tan
terrible dejando sus juguetes desatendidos. —La sonrisa de Kivian es
brillante y fácil, agradable. Vuelve a jugar con sus anillos—. Estoy
seguro de que podemos llegar a algún tipo de acuerdo.
El ave simplemente grazna, sus suaves plumas se erizan. —¿Piensa
sobornarme, señor?
—¿Soborno? —Kivian finge estar sorprendido—. De ningún modo.
Me doy la vuelta, como si me estuviera ajustando la ropa
cortésmente, y agacho la cabeza. Mientras lo hago, hablo por el
comunicador conectado a lo largo de la curva de mi oreja. —Prueba
un ángulo religioso —le susurro—. Diles que necesitas la nave para
hacer un voto a los dioses de algún tipo.
—Es solo que... —Kivian continúa sin problemas—. Hice un voto a
los dioses.
Cuando me doy la vuelta, tirando de mi puño, veo que el V'tarrian
ladea la cabeza de una manera muy aviar, sus ojos redondos
parpadean rápidamente. —¿Un voto?
—Sí. Les prometí a los dioses que si algo les pasaba a mis hermanos,
haría todo lo posible para traerlos a casa. —Tiene una expresión
piadosa e inclina la cabeza—. No estoy seguro de lo que pasó, pero al
menos puedo llevar de vuelta su amada nave.
El ave vuelve a hacer ese extraño gesto de dedo en la oreja. —Un
voto a los dioses es muy importante.
—Lo es —le asegura Kivian—. Me retorceré en la oscuridad del
Agujero Negro del pecado por toda la eternidad si no guardo mis
votos. ¡Mis antepasados llorarán lágrimas de dolor! Mis
descendientes...
—Bájalo un poco —advierte Sentorr en voz baja.
Kivian termina con una tos y se toca el corazón con las manos. —
Permítame decirle que... mucho depende de mis votos.
El V'tarrian parpadea de nuevo. Escribe algo en su panel de datos y
luego extiende su mano con forma de garra. —No quisiera impedir
un voto religioso. ¿Juras por tus dioses que la nave está destinada a
ser tuya?
—Lo juro por la Santa Madre Fran y la Santa Hija Jasmine. —La
mirada de Kivian es completamente sincera mientras coloca su
mano cubierta de anillos en el agarre del V'tarrian.
Es un poco como el apretón de manos humano que he visto hacer a
las hembras, pero cuando Kivian se retira, los anillos desaparecen de
sus dedos y el V'tarrian mete algo en la parte delantera de su ropa. —
Regrese en seis horas estándar. Deberá pagar una tarifa de
adquisición, una tarifa de otro mundo para fines fiscales, una tarifa
de atraque por el tiempo que hemos retenido su nave y cualquier
otro boleto o multa que haya adquirido durante su estadía aquí.
—Bien. Estupendo.
El V'tarrian sigue escribiendo. —Hasta entonces, por favor dejen mi
muelle.
Kivian junta las manos y las golpea con fuerza. —¡Lo haré! Tal vez
pase el tiempo rezando...
Alyvos se lanza hacia adelante, tirando del brazo del capitán. —
Vamos a rezar en silencio en alguna cantina, ¿no? Sal de las plumas
de este simpático macho.
—Por supuesto —afirma Kivian. Los sigo y puedo sentir los ojos de
todos los V'tarrian observándonos. Es posible que estén de acuerdo
con esto por ahora, pero solo puedo imaginar qué tipo de 'tarifas'
tendremos que pagar para recuperarles la Little Sister. El soborno
hace girar el universo, pero tenemos que jugar con esto con cuidado,
o perderemos la nave y nuestros créditos.
Sigo detrás de Alyvos y Kivian, mis manos en mis armas, Sentorr a
mi espalda.
—No estoy seguro de que me guste lo fácil que fue —murmura
Sentorr en nuestro comunicador mientras nos dirigimos a los
estrechos y abarrotados pasillos de la estación de V'tarrian—. ¿Van a
soltar la nave sin hacer más preguntas? O están extremadamente
torcidos o esto es una trampa.
—O ambos —murmura Alyvos.
—Tendremos cuidado —agrego. Ahora que tengo a Sophie, no estoy
poniendo en peligro mi futuro con ella—. Cuídense en la cantina. No
beban lo que pongan frente a ustedes. No hablen con nadie. Solo
sostengan sus copas y escuchen la música.
—No estoy seguro de si un hombre religioso como yo debería ir a
una cantina —dice Kivian—. ¿Qué pensaría la Santa Madre Fran?
—Probablemente querrá que cierres la boca—comenta Alyvos.
Me río, porque probablemente ella lo haría.
Jerrok

Es una larga espera de seis horas para que liberen a la Little Sister.
Esperaba algo de ese sentido, por supuesto. El papeleo en cualquier
tipo de estación nunca es rápido, y cuantas más palmas necesiten
engrasarse, más lento se moverán las cosas. Me preocupa Sophie,
sentada escondida con las otras mujeres dentro de las entrañas del
Jabberwock. Sé que está a salvo, pero este es el tiempo más largo
que he estado apartado de ella desde que nos conocimos y... no me
gusta. La necesito, y el anhelo de verla continúa creciendo más
fuerte por momentos, hasta que estoy temblando y listo para
comenzar a tirar cosas cuando dejamos la cantina y regresamos al
muelle de atraque donde está estacionado el Jabberwock.
Efectivamente, la Little Sister ha sido llevada a la bahía adyacente,
como se prometió. Se ve mucho peor por el desgaste junto al
Jabberwock, su pintura está opaca y tiene una abolladura masiva
justo en la cresta, como si hubiera recibido demasiados tiros en la
cabeza en una pelea.
Sentorr hace un sonido de dolor al verla, y sé que está pensando en
su compañera. Estoy pensando en Sophie, y si la vista de la nave
abandonada la va a lastimar. Mi pareja es tan keffing... suave. No
cambiaría eso por nada, pero desearía poder protegerla de
momentos como este.
Kivian simplemente parece complacido al verla. Pone sus manos en
sus caderas, estudiando la nave, luego nos hace un gesto a Sentorr ya
mí. —Ustedes dos. Vayan a verla. Asegúrense de que pueda dejar el
muelle por su cuenta o si necesitamos remolcarla. No quiero raspar
The Silver Mistress si no es necesario —Se vuelve hacia el aviar a
cargo del muelle—. Vamos a resolver los detalles del pago, ¿de
acuerdo? Estoy ansioso por terminar y volver a mis oraciones.
Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco. Kivian tiene
suerte de ser encantador, porque también es obvio. Su buen aspecto
y sus modales joviales son las únicas razones por las que se sale con
la suya.
Sentorr y yo entramos en la nave abandonada en silencio. Hay una
sensación sombría que flota en el aire cuando abordamos el puente,
y todo dentro está completamente quieto. Muerto. Hay una fina capa
de polvo en todo, y es obvio que adonde fueron los hermanos, fue
hace algún tiempo. Pienso en todas las veces que estuve celoso de
que Sophie estuviera esperando ansiosamente una comunicación de
ellos y me siento como un tonto insensible. Nunca se me ocurrió que
pudieran estar en peligro.
—¿Alguna señal de algo? —Sentorr me pregunta mientras enciendo
los comandos.
Los escaneo rápidamente. —Nada. Solo entradas regulares. Nada
que diga adónde fueron, pero eso no es una sorpresa. —Los V'tarr
también habrían comprobado los registros de comunicación—.
Revisemos el resto de la nave.
Nos separamos y vamos habitación por habitación, comprobando
todo, pero todo parece estar tranquilo. Nos volvemos a encontrar en
el puente y realizo un escaneo, pero no se ven formas de vida aparte
de nosotros dos. Sentorr envía un comunicador a Kivian. —Estamos
limpios aquí.
—Excelente. —La voz jovial de Kivian resuena en mi oído—. He
resuelto los detalles del pago con nuestros amables anfitriones, y
amablemente cambiaron las celdas de combustible de la Sister. Ella
debería estar lista para comenzar, y nosotros la seguiremos.
Me siento en la silla del capitán mientras Sentorr se mueve hacia la
estación de navegación. —Listo cuando tú lo estés. —Estoy más que
listo para terminar con esto. Solo quiero volver a ver a Sophie. Sé
que en el momento en que salgamos de la órbita de V'tarr, Sentorr
regresará al Jabberwock y Sophie vendrá aquí. Al menos entonces
estaremos solos juntos.
—Ejecución de diagnóstico —dice Sentorr.
Realizamos todas las pruebas posibles en los motores,
comprobando si hay problemas, pero no aparece nada. No hay
problemas, fallas de funcionamiento, nada que hubiera causado que
los tres hermanos abandonaran una nave en funcionamiento.
Simplemente no tiene sentido. Estoy desconcertado por eso, y puedo
decir que Sentorr también lo está.
El navegante se pasa una mano por la cara mientras esperamos para
despegar y dejar los muelles de V'tarr. —No tiene ningún sentido.
Nada de esto tiene sentido. ¿Por qué dejarían atrás a la Sister?
—Rescate es lo único que se me ocurre —digo, pero no es una gran
respuesta. Significa que han estado cautivos todo este tiempo.
—Si ese es el caso, ¿dónde está el rescate? ¿Dónde está la solicitud
de créditos? —Sentorr parece cansado—. Simplemente han
desaparecido. Zoey no estará satisfecha hasta que tengamos una
respuesta.
Sospecho que Sophie tampoco lo hará. —Algo se dará a conocer.
Tres machos adultos no desaparecen y ya. Están en algún lugar y
probablemente estén causando problemas.
—Esa es la esperanza —La voz de Sentorr es sombría—. Me alegro
de que no haya signos de lucha y, sin embargo...
Sé lo que quiere decir. —Y sin embargo, desearías tener algo que
llevarle a tu compañera. Algún tipo de información que pueda
ayudar.
El asiente. —No me gusta no poder consolarla.
Sé exactamente lo que quiere decir. Soy un desastre al ver las
lágrimas de Sophie. Solo puedo imaginarme a la pobre Zoey llorando
y lo mucho que lo destroza. —Vamos a poner las cosas en
movimiento —digo, mi humor se agria—. Estoy cansado de verte a la
cara. Prefiero mirar la de mi compañera.
—El sentimiento es mutuo —dice Sentorr, tranquilamente, y vincula
la navegación de la Little Sister con la del Jabberwock, marcando un
rumbo.
Todo va bien y dejamos atrás la órbita de V'tarr. Veo el planeta
verde y dorado desaparecer detrás de nosotros, el desordenado
anillo que lo rodea se desvanece de la vista. A Sophie le falta esta
vista. Observo pasar una de las lunas lejanas y pienso en Sleipnir y
en lo mucho que lo adora Sophie.
Todo me hace pensar en mi mujer. Es como si mi cerebro hubiera
sido completamente reconfigurado y nada importara excepto ella. Ni
siquiera me importa. En todo caso, me agrada. Prefiero pensar en
Sophie en vez de, digamos, en el desguace, en la guerra o en
cualquier otra cosa. Los minutos pasan lentamente mientras
dejamos a V'tarr detrás de nosotros, y cuando la solicitud para
abordar viene del Jabberwock, prácticamente salto de mi asiento.
Sentorr también lo hace, y sé que también está más que listo para
volver a ver a su compañera. Ambos estamos nerviosos e inquietos
cuando el Jabberwock se detiene junto a la Sister y extiende el
cordón que conectara las naves. Acepto la conexión y me muevo
hacia el portal, observando cómo se abre cada juego de puertas
protectoras.
Entonces Sophie está ahí, saliendo, su rostro envuelto en sonrisas, y
yo tampoco puedo dejar de sonreír. Nuestras miradas se encuentran
a través de las ventanas de múltiples puertas, y su sonrisa se hace
aún más amplia, sus pasos se aceleran a medida que avanza por el
túnel, con el carinoux pisándole los talones.
—Feliz por ti, amigo —dice Sentorr en voz baja, y parece
complacido.
Yo también estoy feliz por mí.
SOPHIE

Esta no es la nave que recuerdo.


Mientras Jerrok configura la navegación de la Little Sister para
alinearse con el Jabberwock, deambulo por los pasillos de la nave
abandonada. Sleipnir me sigue de cerca, pero cuando se dirige a la
cocina y comienza a husmear, no lo sigo. Me dirijo hacia las
habitaciones de la tripulación, sintiéndome melancólica.
Es como un pueblo fantasma aquí. No se siente como un hogar, y
ciertamente no se siente como el lugar en el que vivía antes de ir a
vivir con Jerrok. No es que alguna vez se sintiera realmente como en
casa, pero… no se sentía así. No se sentía abandonado. Desierto. Un
caparazón de lo que alguna vez fue. Lo curioso es que sigo esperando
doblar una esquina y ver cosas rotas en la nave, ver paneles de luz
que se han apagado o una pantalla que no funciona, pero todo está
bien. Hay una capa de polvo en todas las superficies y los pisos están
sucios como si los pies con botas los hubieran pisado docenas de
veces, pero aparte de eso... esta como siempre.
Me detengo frente a la habitación de Adiron, pasando un dedo por
el polvo que se acumula en las letras talladas en su puerta. Quiero
echar un vistazo dentro, pero no se siente bien fisgonear, incluso si
no están cerca.
Pasos. Reconozco los pasos pesados y me giro para mirar a Jerrok
con una sonrisa cansada. —¿Estamos listos para irnos?
—La Sister está preparada para viajar detrás del Jabberwock a una
distancia segura. Estamos prácticamente en piloto automático
durante el próximo tiempo. —Viene a mi lado y desliza sus brazos
alrededor de mi cintura, apoyando su barbilla sobre mi cabeza—.
¿Estás bien?
—Sí —digo en voz baja—. Es sólo que... no lo entiendo. ¿Dónde
fueron tres hombres así? ¿Qué les hizo dejar atrás su nave?
—Y sus armas y sus créditos —agrega Jerrok—. Instalé un panel
secreto para ellos en la sala de máquinas hace unos años, y lo revisé
antes. Está lleno. Dondequiera que fueran, tenían la intención de
volver.
Eso me hace sentir peor. —¿Crees que están muertos?
—No sé qué keffing pensar, para ser honesto —Presiona un beso en
la parte superior de mi cabeza—. Pero quiero que sepas que tu lugar
es conmigo, pase lo que pase. Incluso si los encontramos mañana y
necesitan desesperadamente un navegante. —Sus manos se deslizan
hasta mis pechos, ahuecándolos. —Tu lugar es a mi lado.
Me río. —Tendrían que estar súper desesperados si me quieren
como navegante.
—No. Ellos saben lo inteligente y maravillosa que eres. —Él acaricia
mi cabello, rozando su boca contra él—. Debo regresar a la sala de
máquinas. Necesito vigilar las comprobaciones de diagnóstico para
asegurarme de que nada haya sido alterado. Solo quería ver cómo
estás. ¿Segura que estás bien?
—Estoy segura. —Abrazo sus brazos contra mí, sintiéndome muy
amada y protegida, acurrucada contra su pecho y envuelta en sus
brazos—. Si te parece bien, creo que limpiaré. No parece que nadie lo
haya hecho en una eternidad —Ausentemente, froto la punta de mi
zapato contra una mancha en el piso.
—Puede que no todo sea reciente. Después de todo, son tres machos
adultos en una nave. Dudo que un va Sithai haya limpiado alguna
vez.
Me río, porque no está del todo equivocado. Los hermanos no
necesitan un navegante tanto como necesitan una criada.

Como la limpieza es una distracción y un placer para mí, lo hago a


mano en lugar de poner en marcha los robots de limpieza. Saco todo
el equipo de limpieza del armario del hangar y todo está tal como lo
dejé. Sí, a los hermanos no les gusta limpiar sus cosas, pero yo ya lo
sabía. Me dirijo a la cocina y busco entre un mar de envoltorios y
cartones de fideos vacíos, arrugando la nariz y sacando una manija
de la puerta de la boca de Sleipnir. —A menos que quien los tomó
decidió comerse todos sus fideos y tirar los envoltorios, algo me dice
que esto es más obra de Kaspar y Adiron que otra cosa —le digo al
gran carinoux—. Son cerdos. Mathiras es un poco mejor, pero no
mucho.
Después de limpiar el mar de envoltorios, friego las encimeras y los
pisos. Enciendo los dispensadores de comida al modo de limpieza y
las máquinas zumban y emiten vapor, haciendo un montón de ruido
mientras me muevo a la siguiente habitación, y a la siguiente, y al
final del pasillo. Para cuando estoy satisfecha de que las áreas que
Jerrok y yo usaremos están tan limpias cómo es posible, me limpio
la frente sudorosa y me muevo hacia uno de los paneles de la pared,
revisando a Jerrok. Todavía está en la sala de máquinas, mirando
entre su panel de datos y la pantalla de información que se desplaza
frente a él. Parece que todavía se están ejecutando diagnósticos.
Quiero ir y besarlo por todas partes, porque estoy llena de mucho
amor por él. Incluso a pesar de todo lo que ha estado sucediendo, su
primera preocupación es cómo me siento. Nadie me ha puesto nunca
antes que él, y es la sensación más increíble. No estoy segura de que
alguna vez me acostumbre. Me dan ganas de bañarle la cara con
besos... y bañarlo con besos debajo del cinturón también.
Pero mi Jerrok está ocupado y no quiero ser la razón por la que se
pierda algo importante. Con un suspiro, me vuelvo hacia el baño. Es
la última habitación que queda, y el baño es un proyecto en sí
mismo. Hay una enorme ducha de vapor, inodoros, lavabos y
suficiente equipo para un contingente de ocho, la capacidad de una
nave como la Sister. Cada habitación privada tiene su propio baño
pequeño, pero las duchas son sónicas.
Esta es con agua, y la idea de una ducha caliente y humeante suena
increíble en este momento.
Dudo por un momento y luego busco a Sleipnir. Camina por el
pasillo, olfateando las grietas que acabo de limpiar, y luego patea
una.
Avanzo, curiosa, y miro el estrecho espacio entre la puerta y el
pasillo que tiene un palmo de ancho. Pensé que era un espacio para
más bots, pero Sleipnir parece muy interesado en él. Pongo la mano
y toco el metal frío.
Saco una escoba independiente de mango largo, brillante, y las
orejas de Sleipnir se animan.
—Tú —le regaño, incluso mientras quito la parte inferior de la
escoba—. Qué bebé tan travieso, ¿no? Olías todo ese metal y querías
un bocadillo. —Saco el mango largo de la escoba y lo sostengo para
Sleipnir.
Sus poderosas mandíbulas lo hacen crujir inmediatamente y corre
por el pasillo con su premio, sin duda en busca de una cama donde
pueda babear en privado.
Pongo los ojos en blanco y me dirijo al baño. Momento perfecto
para ducharse, al menos. El baño es tan asqueroso como pensé que
sería, pero después de vivir con tres tipos a bordo de la Sister, no me
sorprende del todo su estado. Nada aquí se ve mal tampoco, hasta
las manchas de los dedos en el gran espejo sobre los lavabos. Sacudo
la cabeza con disgusto hacia los hombres, alienígenas o no, que no
saben cómo usar una maldita fregona, y me quito la ropa.
Enciendo los cabezales de la ducha, todos ellos, y la habitación
inmediatamente comienza a llenarse de vapor. Hay un banco de
madera en el extremo más alejado de la cabina de ducha, y me siento
en él, cierro los ojos y dejo que el vapor disuelva algunas de mis
preocupaciones. Se siente bien aquí, me doy cuenta, el calor alivia
algunos de los dolores de mi cuerpo como una sauna, y me pregunto
distraídamente si sería bueno que Jerrok lo intentara. Quizás
necesitemos una ducha de vapor en nuestra estación.
Nuestra estación. Es curioso cómo he decidido que la mitad es mía,
aunque no creo que Jerrok esté en desacuerdo. Me lo daría todo si
me hiciera feliz. Sin embargo, no quiero nada más que a él.
Sonriendo, abro los ojos y me pongo de pie. El lavabo está lleno de
nubes de vapor, el aire espeso y bochornoso. Miro los espejos
distraídamente... y hago una pausa.
Los espejos están empañados por la condensación. Con la
condensación, alguien ha escrito algo.
Es un mensaje.
SOPHIE

Me quedo mirando el espejo con absoluta fascinación. Es un


mensaje. Alguien nos dejó un mensaje.
Solo que... no puedo leerlo. Las letras no me son familiares y no
puedo leer mesakkah. Obviamente, este mensaje estaba destinado a
que alguien lo encontrara. Miro las letras, tratando de distinguirlas,
y el símbolo en el frente me parece vagamente familiar. Creo que ese
es el honorífico mesakkah de “lord”. ¿Es esto... un nombre?
Jerrok lo sabrá.
Emocionada, voy a abrir la puerta del baño, a pesar de que está
lleno de vapor y todavía estoy desnuda. De todos modos, no es que
haya nadie más en la nave. Sin embargo, cuando toco la manija, la
puerta no se mueve. Frunzo el ceño, paso los dedos por los bordes y
descubro que uno de los cables que conectan la puerta está roto,
colgando flojo al lado del panel como si hubiera sido cortado. ¿Cómo
me perdí eso antes?
Algo se mueve en el vapor detrás de mí y mi corazón se desploma.
No estoy sola en esta habitación.
Mi primer instinto es acurrucarme y tratar de esconderme, pero eso
es una estupidez. Quien esté aquí, sabe que yo también lo estoy. No
es que me haya quedado callada. Me alejo del espejo, buscando algo
para usar como arma. No puedo encontrar nada, y mis manos
buscando se mueven sobre porcelana suave y metálica, tratando de
girar las perillas o tirar de una manija para tener algo que usar. Lo
único que tengo es una toalla. En el momento en que la agarro,
escucho el clic de un desintegrador y el suave gemido de su disparo.
Me congelo cuando el cañón se mueve junto a mi cabeza.
—¿Quién eres? —Pregunto. Las palabras salen en inglés, lo cual es
una tontería, porque este alienígena no sabrá inglés.
Hay un chillido y mi traductor interviene. —Quédate donde estás.
Lo hago, sin atreverme a moverme. Sostengo la toalla sobre el
banco, me duele la espalda por estar inclinada, pero tengo
demasiado miedo para enderezarme. Me siento intensamente
vulnerable desnuda, pero más que eso, estoy desarmada. Ojalá
tuviera una pistola o un palo.
Y a Sleipnir. Mi Sleipnir. Él me protegería. Me pregunto si olió a
este intruso antes cuando pensé que estaba olfateando la escoba. ¿Se
dio cuenta del olor de otro y, tonta yo, pensé que solo quería un
nuevo juguete para masticar? Soy una idiota. He sido demasiado
confiada y ahora voy a pagar por ello. Levanto la mirada a mi captor,
atreviéndome a mirarlo.
Es uno de los pájaros. Los V'tarr. Está cubierto por una fina capa de
plumas doradas, su rostro puntiagudo y triangular. Sus ojos y manos
son como rapaces y hay una columna arqueada en la parte posterior
de su cabeza. Viste un uniforme negro y botas, y parece una especie
de cruce demoníaco entre Big Bird y un humanoide.
Vuelve a empujar el cañón del blaster hacia mí. —¿Dónde están tus
créditos?
—¿M-mis créditos? No tengo créditos.
Inclina la cabeza, luego asiente y, para mi horror, me doy cuenta de
que está hablando con otra persona a través del comunicador.
Alguien más está en la nave también. —Los escuchamos hablar
antes. Tu compañero dijo que hay créditos. ¿Dónde están?
Me quedo en blanco. Jerrok mencionó que había créditos, pero no
recuerdo dónde dijo que estaban. Oh Dios. Jerrok. ¿Está a salvo?
¿También lo tienen con una pistola en la cabeza? Tengo que llegar a
él. Me lamo los labios, tratando de pensar. Mejor aún, tratando de
estancarlo. Si puedo mantener a este tipo conmigo, espero que eso
signifique que Jerrok está a salvo. —No lo recuerdo —digo, y no es
difícil agregar lágrimas y una nota quejumbrosa a mi voz—. Por
favor, solo soy una humana.
El alienígena me mira con disgusto. Está bien. Déjalo pensar que
eres patética. Así es como he sobrevivido durante tanto tiempo. Me
encojo frente a él, y todo el tiempo, mi mente está corriendo. ¿Qué
tengo aquí? ¿Qué puedo usar? Mi túnica está en la esquina, junto
con mi cinturón, pero es decorativa. ¿Mis botas? Son suaves excepto
por las suelas flexibles. Mierda. No tengo nada y quiero gritar de
frustración. ¿Dónde está Sleipnir? Con desesperación, pienso en mi
carinoux, pero sin duda está masticando felizmente su nuevo palo de
metal, ajeno al peligro en el que estoy.
—Si no lo sabes, no eres de utilidad para mí —dice el alienígena,
agitando el desintegrador en mi cara.
Gimo de terror y me estremezco cuando me da un golpe en la cara
con el culata. —Por favor… —Soy buena para sonreír. Logré hacerlo
durante nueve años, mientras alimentaba el odio en mi corazón—.
Haré todo lo que me pidas, pero no me mates.
Es lo correcto para decir. El demonio Big Bird tiene una mirada
pensativa en su rostro y baja el arma, solo un poco. —Nunca había
visto a una humana antes. Levántate para que pueda verte bien.
Finjo ser dócil mientras me pongo de pie, y tengo pensamientos
hirvientes y enojados. Solo necesito que baje el arma un poco más
para poder quitársela, y luego voy a llenar su cerebro de pájaro con
un montón agujeros por amenazarme a mí y a mi Jerrok. Me levanto
lentamente, y cuando él hace un gesto con el arma, me doy la vuelta,
le presento mi trasero antes de girar lentamente para mirarlo de
nuevo.
—Criatura interesante —murmura, y luego hace un gesto hacia su
entrepierna—. ¿Y bien? Dijiste cualquier cosa.
Vete a la mierda, pienso en silencio incluso mientras caigo de
rodillas frente a él. Vete a la mierda, vete a la mierda. Ya ni
siquiera tengo miedo, solo estoy enojada. Noto su mano cerca de su
cintura, y su agarre es más flojo en el blaster a medida que se distrae
más y más. Finjo ser una idiota, jugueteando con su cinturón como
si no supiera cómo funciona un cierre automático. —Por favor —me
quejo con mi mejor voz de tristeza—. ¿Puedes ayudarme con esto?
Pone su mano en mi cara en lugar de en su cinturón.
Suficientemente cerca. Me doy la vuelta y hundo mis dientes en su
piel.
El pájaro alienígena chilla de dolor y el desintegrador golpea con
estrépito el suelo de baldosas resbaladizas. Escupo un bocado de
plumas mientras lo suelto, corriendo tras el arma. Antes de que
pueda alcanzarla, una mano con garras toma mi pierna, y más
rápido de lo que puedo moverme, el alienígena se arrastra sobre mi
cuerpo y golpea mi cabeza contra el suelo.
Veo estrellas. Una brillante capa de rojo y estrellas. El dolor me
atraviesa el cráneo y todo lo que puedo hacer es tumbarme en el
suelo, completamente aturdida, esperando a que mi cerebro vuelva a
enderezarse.
—Keffing bestia —gruñe el pájaro, como si yo fuera el problema.
Escupo otra pluma, un silencioso jódete para él. Al menos cuando
muera, no dirán que caí sin luchar—. La humana me mordió —gruñe
el ave alienígena a sus amigos. Hace una pausa—. No, todavía no.
Déjame matarla —Otra pausa y un suspiro—. Bien.
Sé, sin siquiera escuchar al otro lado de la conversación, lo que está
sucediendo. Quiere matarme, pero soy demasiado valiosa viva. Va a
tener que aguantarse y lidiar conmigo.
—Levántate —me dice el alienígena.
—Vete a la mierda —digo, cerrando los ojos. Cautiverio. Otra vez.
Me van a vender. Voy a perder a Jerrok y Sleipnir... si es que todavía
están vivos.
Como si mi guapo y maravilloso Jerrok supiera que estoy pensando
en él, suena el comunicador del baño. —¿Sophie? ¿Estás tomando
una ducha?
Jerrok

Algo no está bien.


La sensación me molesta mientras ejecuto otro diagnóstico en la
sala de máquinas, viendo los números desplazarse por la pantalla. Se
ven bien. Todo está leyendo como debería. No hay fluctuaciones
inusuales, ni indicios de que algo no esté funcionando de manera
óptima. Y sin embargo… no puedo evitar la sensación de que hay
algo raro en la situación.
Ha estado acechando en mi cabeza, este sentimiento general de
maldad, desde que dejamos V'tarr. Puede que sea el cínico que hay
en mí el que dice que fue demasiado fácil para nosotros dejar el
puerto espacial. Que debería haber sido más difícil sacar a la Little
Sister de las garras de una raza alienígena en un sistema prohibido.
Se siente como si estuviéramos perdiendo algún tipo de respuesta
obvia... o estuviéramos cayendo en una trampa. Pero quizás estoy
demasiado acostumbrado a que las cosas me resulten difíciles.
Frustrado, veo como el diagnóstico suena con una respuesta clara y
dejo mi panel de datos a un lado. Quizás pasar algún tiempo con
Sophie me ayude a analizar mis pensamientos. He estado tan
concentrado en verificar y volver a verificar a la Sister con la
esperanza de encontrar pistas de algún tipo que he descuidado a mi
pobre compañera.
Toco la pantalla, hojeando las lecturas. Los signos vitales de Sophie
muestran que está en el baño. A ella le encanta la limpieza, mi
compañera. La llamo por el comunicador, incapaz de detener la
sonrisa en mi rostro. —¿Sophie? ¿Estás tomando una ducha?
Le toma un momento responder, y la imagino empapada,
alcanzando el comunicador con la mano mojada. Esos gloriosos
pechos de ella probablemente estén todos enjabonados, y la visión
me distrae. Sophie finalmente responde. —Sí, estoy aquí.
—¿Puedo unirme? —Pregunto, dejando que un toque de promesa se
deslice en mi voz.
Su respuesta tarda un momento de nuevo. —No. Estoy bien.
Gracias.
Cierra el comunicador y su respuesta tajante me extraña. A Sophie
le encanta que la atienda y ya nos hemos duchado juntas varias veces
antes. Le encanta que le laven el pelo o que le frote la espalda, y
nunca antes me ha rechazado. ¿Algo la molesta? ¿Hice algo mal?
Luchando contra mis sentimientos heridos, me dirijo a la cocina. Tal
vez algo de comida calme mi mal humor. Sophie probablemente
solo necesita tiempo para procesar lo que siente por la Sister y los
hermanos va Sithai desaparecidos y no necesita que la manosee.
Me dirijo a la cocina y es obvio que Sophie ha estado aquí. Todo
brilla, los pisos relucen y hay un leve olor a limpiador en el aire.
Sonrío para mí mismo ante la vista y me dirijo a uno de los
dispensadores de comida y casi tropiezo con el maldito carinoux
mientras lo hago. Está tirado en el suelo, durmiendo de esa forma
estirada que lo hace.
—Vamos, amigo —le digo, golpeándolo ligeramente con la punta de
mi bota—. Muévete o piérdelo.
El carinoux no se mueve. De hecho, no se mueve en absoluto.
Una sensación de frío me invade mientras miro a la criatura. Busco
su respiración, sabiendo que Sophie estará completamente
devastada si él muere, y me alivia ver que las costillas de Sleipnir se
mueven hacia arriba y hacia abajo. Está respirando. Sin embargo,
mientras miro, es como si estuviera respirando DEMASIADO lento,
y pongo una mano sobre él, tratando de despertarlo. Todavía no hay
respuesta. Le doy una pequeña sacudida y, mientras lo hago, veo una
decoloración en su cuello, como un hematoma. Cuando giro su gran
cabeza triangular, tratando de ver, una jeringa sale de debajo de las
garras del carinoux.
Kef.
Kef. Kef. Kef.
Estoy en alerta al instante.
No estamos solos en esta nave. Inmediatamente, sé lo que me ha
estado molestando. Todas las piezas se deslizan en su lugar. Los
registros, los diagnósticos, todo parece tan normal. DEMASIADO
normal. No hay fluctuaciones que tendría una nave antigua como la
Little Sister. Han sido manipuladas para asegurar que mi guardia
esté baja, y puedo apostar que no es lo único que ha sido
manipulado. Voy al panel de la pared y me conecto a los controles de
la Sister, buscando formas de vida. Solo Sophie, Sleipnir y yo, pero
eso también es bastante fácil de anular. Con la codificación correcta,
la Sister ignorará todo lo que se le diga que ignore y yo no me
enteraré.
Sophie.
Me congelo de horror cuando me doy cuenta de lo que esto significa.
Su extraña respuesta mientras estaba en el baño. Su negativa. No
pensé que fuera propio de ella... porque no lo es. Aterrado, enciendo
el intercomunicador en el baño, escuchando. El llanto de Sophie se
puede escuchar sobre el golpeteo de la ducha, y mi pecho se aprieta.
Su llanto siempre me hace llorar, porque quiero arreglarlo por ella.
Entonces escucho otra voz. Un hombre, hablándole. Preguntándole
dónde están escondidos los créditos.
Mi tristeza es reemplazada por una furia fría y dura. Entonces eso es
todo. Es un robo. Se nos permitió irnos con la Sister porque sabían
que ella no iría a ninguna parte. Planean robarnos, probablemente
matarnos, y luego llevar ambas naves al puerto. Escucho al hombre
que acosa a Sophie. Solo hay una voz allí con ella, y a juzgar por su
conversación, las respuestas de Sophie entro en pánico y miedo, el
hombre de V'tarr está hablando con otro V'tarrian. Enciendo las
cámaras del techo y solo veo al hombre en el baño con ella. Sophie
está de rodillas, desnuda, llorando, pero por lo demás ilesa.
No la lastimará, al igual que no mataron a Sleipnir. Tanto Sophie
como el carinoux son valiosos. Esa parte me hace sentir mejor, al
menos, mientras salgo de la cocina y me dirijo a la sala de máquinas,
donde se encuentra el compartimiento secreto lleno de armas. Y...
luego me detengo. No saben dónde están escondidas las armas, pero
eso podría cambiar si abro el escondite. Si me vigilan, perderé toda
influencia y me matarán, o me sacaran al espacio, y entonces no
podré ayudar a Sophie.
Muy bien. Tendré que hacer esto solo con las armas que pueda
hacer por mí mismo. Me giro…
…Y miro directamente al cañón de un blaster. Otro V'tarrian ha
salido de su escondite y me estudia con esa forma aviar suya, la
cabeza ligeramente ladeada.
Levanto las manos. No me gusta la idea de rendirme, pero así me
llevarán con Sophie. Cuando este con ella, puedo consolarla y pensar
en un plan. Esto no ha terminado. Ni por asomo. Así que hago todo
lo posible para parecer preocupado en lugar de furioso mientras
levanto mis manos en el aire—. No dispares. Haré lo que quieras.
Jerrok

No he sobrevivido por mi cuenta tanto tiempo en el borde del


universo por pura suerte. Sé nadar con los corsarios y asesinos que
habitan estas aguas. No importa que no tenga un arma. Para cuando
mis captores me llevan a la sala de recreación con Sophie empapada,
ya estoy preparando el escenario para mi plan.
Cojeo pesadamente mientras camino, colocando deliberadamente
mis pies de una manera que agrega presión sobre mis prótesis y hace
que mis circuitos salten. Actúo como si fueran peores de lo que
realmente son, como si todas mis extremidades me pesaran y solo
fuera un esfuerzo moverme. Que piensen que soy lento y estoy roto.
Me dará una ventaja cuando golpee.
Sophie se pone de pie de un salto mientras entro en la sala de
recreación, con un sollozo ahogado en la garganta. Uno de los
V'tarrians inmediatamente la agarra por el hombro y la golpea de
rodillas, y ella llora aún más fuerte, su mirada en mí. Lucho contra
la oleada de ira que siento al verla. Ni siquiera le dieron una toalla.
Ella gotea agua y tirita de frío.
Los alienígenas me dan un codazo en la espalda con un
desintegrador, empujándome hacia adelante, y yo simulo colapsar al
lado de Sophie.
Su llanto se hace más fuerte, sus manos se mueven sobre mí. —
¡Jerrok!
Finjo luchar para sentarme derecho. Odio que esté tan preocupada,
pero sus lágrimas solo ayudan a vender este momento. Mientras me
siento, evalúo mentalmente la habitación. Hay un jarrón de cristal
con una planta que crece en él al otro lado de la habitación. Hay una
gran pantalla de video curva montada en la pared. Hay un cómodo
sofá con almohadas y otros asientos, pero no veo muchos que
puedan usarse como arma. Si nuestros captores nos dejan solos en
esta habitación, puedo desmontar los componentes electrónicos y
usar las piezas para fabricar algún tipo de arma. Puedo tomar las
mangas largas de mi uniforme y arrancarlas, llenar un extremo con
tornillos y engranajes y usarlo como un garrote, como poner una
piedra pesada en un calcetín y balancearlo. Es tosco pero efectivo.
Las manos de Sophie acarician mi rostro y la miro. Está
aterrorizada, tiene las pupilas grandes en la cara e instintivamente la
rodeo con mis brazos. Necesito consolarla.
La culata de uno de los desintegradores golpea mi hombro, justo
donde mi prótesis está unida a mi cuerpo, y envía un rayo de agonía
a través de mí. —Suelta a la hembra.
—Tiene frío y está asustada —les gruñí—. Déjame consolarla.
—Dinos dónde están escondidos los créditos —dice el segundo
alienígena acercándose a nosotros—. Puedes jugar con la hembra
todo lo que quieras después de eso.
Resoplo. En el momento en que les diga algo, estoy muerto. La
única forma en que salga vivo de esto es reteniendo información el
mayor tiempo posible. —¿Qué créditos?
—Sabemos que hay un escondite en esta nave. Es una nave pirata,
¿no es así? —Empujan uno de los desintegradores en mi cara de
nuevo.
Me encojo de hombros, deliberadamente sin mirar en su dirección.
—Solo estoy aquí para llevarla al puerto donde el capitán la quiere.
—¿Y tú humana? ¿Y tú carinoux? Ambos son piezas caras, amigo. —
El V'tarrian sonríe.
—Pertenecen al capitán. Solo los estoy vigilando.
—Si todo pertenece al capitán, entonces no te importará decirnos
dónde están escondidos sus créditos. —El alienígena aviar me lanza
una mirada malvada—. Incluso te daremos algo si trabajas con
nosotros, amigo.
Seguro que lo harán. —Vete a la mierda. No te voy a decir nada.
La culata de uno de los desintegradores golpea mi frente. Hace un
fuerte crujido, pero no duele tanto gracias a las placas en mi frente.
Sacudo un poco la cabeza y los miro. —Tendrás que hacerlo mejor
que eso, amigo.
Esta vez, el alienígena me patea con fuerza, su pie con garras
aterriza en la articulación de mi hombro. Me tumba hacia atrás, y mi
brazo chisporrotea con la retroalimentación mientras mis circuitos
se encienden, el cableado se estira. Si yo fuera un hombre normal,
esa patada probablemente me hubiera sacado el brazo. Tal como
están las cosas, solo envía dolor a través de mi sistema. Gimo,
rodando por el suelo incluso cuando mi cabeza se llena con las
alertas de mi prótesis en peligro de desconectarse.
—Kef... tú...— Gruño entre dientes.
—Puedes hacer esto fácil o puedes hacerlo difícil —El ave se cierne
sobre mí, plantando un pie en mi hombro de nuevo—. Todo lo que
queremos son los créditos. Habla y te dejaremos ir con la hembra.
Ahí es cuando sé que están mintiendo. Si no les importara llevarse a
Sophie con ellos, también la patearían, tratando de sacarle
información. Ella no está marcada, y por horrible que sea, sé que es
porque una esclava bonita obtiene mucho más que una golpeada.
Miro al alienígena. —¿Crees que soy estúpido?
El V'tarrian se apoya en mi hombro, hasta que mis articulaciones se
rompen dolorosamente.
—Déjalo en paz —solloza Sophie, arrastrándose por el suelo hacia
mí—. Lo estás lastimando.
—No sería necesario si cooperara —dice el ave—. Mira lo irracional
que es. —Y vuelve a pisarme, enviando una nueva ola de dolor a
través de mi cuerpo.
Puedo sentir dónde se suelta el cableado y envía pinchazos de dolor
a través de mi cuerpo como si fuera una extremidad real. Es una
pesadilla.
Eso... me da una idea.
SOPHIE

No puedo dejar de llorar mientras abusan de Jerrok, tratando de


que admita dónde están escondidas las armas y los créditos en la
nave. Él toma todo lo que desatan sobre él, sin decir nada mientras
lo golpean en la cara, lo patean y usan las culatas de sus armas como
porras. No es solo el terror lo que me hace llorar. Estoy tan enojada y
frustrada que estoy indefensa. Que cada vez que me pongo de pie
para ayudarlo, me empujan hacia atrás como si no fuera nada.
Jerrok me lanza una mirada de advertencia y sé que no quiere que
interfiera.
Así que dejo de intentar ayudar y me muerdo los nudillos, mirando.
No me tocan, al menos. No estoy segura de si eso es bueno o malo.
Los dos hombres continúan brutalizando a Jerrok hasta que se abre
la puerta y entra un tercer pájaro alienígena. —¿Alguna suerte? —él
pide.
—Nada.
Eriza sus plumas y hace un sonido que me recuerda a un cuervo
enojado. —Déjenlo por ahora y vengan a ayudarme a buscar,
entonces. No tenemos mucho tiempo antes de reunirnos con los
demás.
¿Entonces vendrán más? ¿O se están reuniendo con un grupo que
nos va a llevar de regreso a V'tarr? De cualquier manera, no soy fan
de ello. Tenemos que hacer algo y rápido.
Contengo la respiración mientras salen de la habitación, dejando a
Jerrok rodando por el suelo en agonía. En el momento en que se
van, corro a su lado. —¡Jerrok! ¿Estás bien?
Él gime, agarrándose el brazo. Sus ojos están fuertemente cerrados,
como si el dolor fuera demasiado. —¿Se han... ido?
—Por ahora. —Miro alrededor de la habitación, pero estamos solos.
Inmediatamente, se sienta, haciendo una mueca de dolor mientras
rota su brazo. —Malditos bastardos —Inclina la cabeza, el cuello
crujiendo y parpadeo sorprendido por la transformación—. Piensan
que son tan duros —se queja—. Quiero retorcer a cada uno de sus
flacos cuellos.
Toco su hombro sano suavemente, estudiándolo. —¿Estás bien?
¿Necesitas… contar? —Recuerdo las pesadillas que tenía, donde
tenía que contar en voz alta una y otra vez para mantenerse fuerte.
Le tomaré la mano y contaré con él si lo necesita. Solo tengo que
asegurarme de que esté bien.
Me da una sonrisa irónica, su rostro ensangrentado. —Saber que
estás bien me permite manejar esto.
Me muerdo el labio, asintiendo. La pregunta que he tenido miedo de
hacer está en mis labios. —Sleipnir...
—Drogado. —Cuando mis hombros se desploman de alivio,
continúa—. No le harán daño, Sophie. Es más valioso vivo e ileso que
muerto. Tú también lo eres. —Me lanza una mirada protectora—. No
importa lo que pase, estarás a salvo.
Mi garganta se siente apretada. Ahueco su mejilla. —¿Que pasa
contigo?
—Voy a matar a esos malditos idiotas. —Él sonríe, sus labios
teñidos de sangre—. O morir intentándolo.
Bien. Me alegro de no ser la única que se siente sedienta de sangre y
llena de rabia. —¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Debo distraerlos?
¿Fingir una enfermedad? ¿Qué? —Hago un gesto hacia el panel de
comunicaciones en la esquina de la habitación—. ¿Podemos llamar
al Jabberwock…
El niega con la cabeza. —Las comunicaciones no funcionarán. Eso es
lo primero que golpea cualquier pirata. Con suerte, el Jabberwock se
dará cuenta cuando cambie nuestra ruta de vuelo. Solo tenemos que
sobrevivir hasta entonces.
—Entendido.
Jerrok me lanza una mirada severa. —En cuanto a lo que puedes
hacer para ayudar, déjame manejarlo. Tengo un plan y funcionará
mejor si no me distraigo preocupándome por ti.
No sé si eso me gusta. Le limpio un poco de sangre en la comisura
de la boca y le frunzo el ceño. —Puedo cuidarme sola. Déjame
ayudarte.
—Sé que puedes. No estoy diciendo eso para ser despectivo. Pero
preocuparme por ti me distrae y necesito concentrarme. —Jerrok
toca el cierre automático en su cuello y luego se quita la túnica de los
hombros, sacándola de los pantalones de su uniforme. Hace una
mueca de dolor cuando se la quita, y el crujido de su brazo es más
fuerte que nunca, enviando una nota de preocupación a través de mí.
Le ayudo a terminar de quitarse la túnica y luego, para mi sorpresa,
me la pone por los hombros.
—Para ti —dice—. ¿Estás bien?
Mis ojos arden cuando asiento con la cabeza, luchando por contener
las lágrimas. No soy yo a quien están pisoteando, pero puedo decir
que toda su preocupación es por mí. A nadie le he importado tanto, y
eso hace que mi corazón se llene de más amor. Quiero besarlo, pero
su labio está partido y magullado, así que simplemente empujo mis
brazos a través de las mangas y me meto la camisa alrededor del
cuerpo. —Cuando salgamos de esto, te daré la mamada más loca,
descuidada y más larga de la historia.
—Si es lo que quieres. —Se ríe, apoyándose contra la pared como si
estuviera fatigado. Cierra los ojos y se ve tan agotado que me
preocupa—. Solo para que lo sepas... pase lo que pase a
continuación, no quiero que te asustes. —La voz de Jerrok se reduce
a un susurro—. No importa cómo actúe.
—¿Cómo vas a actuar?
—Como si me estuviera muriendo.
Respiro profundamente, mi estómago se aprieta por la angustia. —
Oh… está bien. —Espero que esa sea la razón por la que cojeaba
cuando entró. Espero. Pero luego recuerdo el crujido agónico de su
brazo hace un momento y estoy preocupada—. Dame una palabra de
advertencia. Si estás en peligro y ya no estás fingiendo, usa la
palabra de advertencia y entraré y te ayudaré.
Jerrok frunce el ceño y abre los ojos para mirar en mi dirección. —
No voy a hacer eso.
Ignoro su protesta, tamborileando con los dedos en mi muslo
mientras pienso. —¿Qué tal la palabra 'terrario'? Si dices eso, sé que
necesitas mi ayuda. O 'outlander', pero no estoy del todo segura de
cómo podrás traer eso en una conversación.
—Sophie… —Me alcanza.
El hombre no es un gran oyente, pero, de nuevo, yo tampoco. Ignoro
sus intentos de callarme, negando con la cabeza. —Sé que no tengo
un arma, y no soy muy fuerte, pero soy una gran mordedora de
tobillos y, como dijiste, me quieren con vida...
—Sophie, no. No voy a usar una palabra en clave. —La expresión de
Jerrok es determinada—. Eres mía para protegerte, y eso es lo que
voy a hacer.
—Bueno, ¿y si tú eres mío también? —Digo, igualmente decidida—.
Quizás yo también quiero protegerte.
Su sonrisa es dolorosamente dulce, incluso mientras se frota el
hombro. Está magullado, la piel moteada alrededor de su prótesis, y
mientras lo miro, clava sus dedos en el tosco cableado que sale de su
piel, como si la presión detuviera de alguna manera el dolor que
seguramente sube y baja por su brazo. —Sé que lo haces. Por eso te
amo... y por eso voy a mantenerte a salvo. Confías en mí, ¿verdad?
Asiento con la cabeza.
—Entonces déjame tomar la iniciativa —Hace una mueca y deja de
jugar con su brazo, dejándolo colgar flácido a su costado. Me alcanza
con su mano buena, con una leve sonrisa en su rostro.
Tomo su mano en la mía, porque ¿qué más puedo hacer?
Jerrok

El cableado de mi brazo va a fallar.


Nunca ha sido el más fuerte. Siempre he sabido tener cuidado con el
lugar donde mi brazo se une a mi carne, porque los cables y
electrodos unidos quirúrgicamente se hicieron de manera
descuidada en el mejor de los casos, y siempre se sienten un poco
flojos en el mejor de los casos. Sin embargo, después del ataque de
mis captores, los cables se han empujado más allá de sus límites, y
mi cuerpo está enviando un dolor fantasma a esa área incluso
cuando las alertas de retroalimentación en mi mente se vuelven
locas.
Aun así... es algo bueno.
Intento que Sophie no sepa lo que estoy haciendo. Ya está bastante
preocupada. Con una tira húmeda que me arrancó de la manga, frotó
mis heridas con los labios apretados en una delgada línea No puedo
dejar que vea cuánto dolor tengo, o cómo estoy clavando mis dedos
en la telaraña de cables en la unión de mi hombro, aflojando y
partiendo pedazos a medida que avanzo. Tengo que hacer esto.
Tengo que. No importa cuánto me duela, he tenido peores. Me
recuerdo a mí mismo eso, incluso cuando otro rayo de dolor
abrasador me atraviesa.
Sophie está a mi lado y está a salvo, y eso significa que puedo
soportar cualquier cosa.
Nuestros captores regresan demasiado rápido, y Sophie y yo
intercambiamos miradas. Cavo en mi hombro una última vez y
siento que uno de los cables más grandes cede por completo. Todo
mi brazo protésico cuelga de uno o dos cables y todo podría
desprenderse. Me aferro a mis bíceps y miro a nuestros
secuestradores mientras me pongo de pie. Son solo dos de ellos en
este momento, el otro en algún otro lugar de la nave.
—¿Y bien? —pregunta uno de los V'tarrians—. ¿Estás listo para
hablar? —Avanza tranquilamente, con toda confianza, y trato de
parecer más débil y patético de lo que soy. Doblo los hombros y me
arrastro hacia atrás, haciendo que parezca que mis extremidades
pesan veinte veces más de lo que son. Me lanza una mirada con los
ojos entrecerrados, pinchándome con la parte delantera de su
blaster. —Tu mesakkah no vale mucho en una pelea. ¿Cómo
perdimos la guerra si…
Gruño y con un fuerte tirón, arranco mi brazo de los últimos cables
que lo sostienen. Con el peso de mi cuerpo, doy vueltas, uso la
prótesis ahora muerta como un garrote y la golpeo en la cara de mi
atacante.
Hay un crujido de huesos y el alienígena aviar se desploma. Su
desintegrador se desliza por el suelo, girando, y veo a Sophie luchar
para recogerlo. Buena chica.
El otro levanta su blaster y me dispara. El aire sisea y el olor a carne
quemada invade la habitación, pero estoy demasiado lleno de
adrenalina para darme cuenta. Corro hacia él y le doy un revés con
mi brazo en un movimiento fluido, golpeándolo contra el suelo.
Aterriza a mis pies, levanto el brazo en el aire y lo golpeo de nuevo. Y
otra vez. No sé si podría detenerme aunque quisiera. Solo sé que se
siente demasiado bien golpearle la cara con mi pesado brazo
protésico, y cada vez que lo golpeo, es por Sophie. Cada golpe es por
Sophie y cómo la hicieron llorar. Cómo la asustaron. Cómo la
amenazaron...
—Jerrok.
A través de una neblina de dolor y furia, siento su mano fría en mi
hombro. Parpadeo, hago una pausa y vuelvo mi mirada desenfocada
hacia ella. Me tiende el desintegrador. —Está muerto. Ambos lo
están. Tenemos que encontrar al otro.
Miro al alienígena a mis pies. Está... bueno, definitivamente no está
vivo. Estos avíanos tienen huesos frágiles, al parecer, y he estado
demasiado furioso como para notar que mi enemigo ya no estaba
contraatacando. Miro al otro, y él también está muerto, sus ojos
pequeños y brillantes miran hacia el techo, una herida de un
desintegrador en el centro de su frente.
—Me ocupé de él —dice Sophie simplemente, haciéndome un gesto
para que tome el blaster—. ¿Estás bien? ¿Necesitas un momento?
Respiro profundamente y luego asiento. —Estoy bien. —Tomo el
desintegrador de su mano, notando que estoy salpicado de sangre,
pero Sophie está tranquila. Me mira con ojos firmes mientras toma
el otro blaster de un charco de sangre en el suelo y lo activa, el arma
gimiendo cuando se conecta. Me duele el costado por donde me
dispararon. También me duele el brazo, lo cual es muy gracioso
porque actualmente está en el suelo. Realmente no duele, todo es
dolor de miembro fantasma, pero mi mente no lo sabe.
Voy a tener una resaca infernal más tarde. Por ahora, sin embargo,
tenemos que terminar de limpiar la casa. Asiento con la cabeza hacia
Sophie, luego miro mi blaster. Está apagado en este momento, lo que
significa que venían para otra ronda de tortura en lugar de ejecución,
e intento activarlo... excepto que no tengo otra mano.
En el suelo, mi vieja prótesis se contrae, como si tratara de
responder. Le ofrezco mi blaster a mi compañera. —Enciéndelo, por
favor.
Ella intercambia armas conmigo, una mirada firme en su rostro. —
Estoy lista.
—Deberías quedarte atrás. —No me gusta que vaya a estar en
peligro.
—No deberías haberte arrancado el brazo y golpear a alguien con él,
pero hablaremos de lo que deberíamos y no deberíamos hacer más
tarde —me dice con voz remilgada—. Por ahora, tenemos que ir a
matar a otro alienígena.
A pesar del dolor que tengo, le sonrío. ¿Cómo en todas las galaxias
del universo la gente piensa que es suave? Ella es la cosa más feroz
que he conocido. —Hagámoslo, entonces.
Sophie me asiente con firmeza y me pone una mano en la espalda.
Al menos ella me deja tomar la iniciativa. Salgo de la sala de y
recorro el pasillo con el desintegrador en alto y listo para la acción.
Sophie está un paso detrás de mí, tranquila y callada, y estoy tan
orgulloso de ella que podría estallar. Nos dirigimos hacia el puente
en silencio y trato de no darme cuenta de la cantidad de sangre que
goteo por el suelo. Se puede solucionar más tarde. La Sister tiene
una bahía médica. Estaré bien.
Llegamos al puente, la puerta bien cerrada y sellada. No puedo abrir
el panel sin tirar mi arma a un lado, así que le disparo. Con un
chisporroteo, el panel se corta y la puerta se abre.
Sin embargo, el puente está vacío.
—¿Cómo ...— pregunta Sophie, justo cuando suena una alerta.
—Lanzamiento de la cápsula de escape —entona la computadora de
la Little Sister—. Ruta de vuelo establecida.
Bajo mi blaster, luchando contra la irracional oleada de ira que me
recorre. No consigo acabar con mi otro captor. Se ha escapado como
un cobarde.
—¿Qué hacemos? —Pregunta Sophie, mirándome.
Me dejo caer en el asiento más cercano, haciendo una mueca de
dolor por lo mucho que me duele todo. —Desbloqueamos las
comunicaciones y le pedimos al Jabberwock que la derribe.
SOPHIE

Me cierno sobre el tubo de la bahía médica, mirando cómo las


heridas de Jerrok son cosidas por una aguja danzante que se mueve
sobre su piel. Sus moretones están cubiertos con una pasta espesa y
vendados, y su hombro es un desastre de cables ensangrentados y
piel desgarrada. La estúpida computadora de la bahía médica no
hizo mucho por ello, simplemente la untó con más pasta y la vendó
también.
El brazo de Jerrok está sobre una mesa cercana, un dedo se mueve
ocasionalmente como si estuviera tratando de responder a órdenes
silenciosas.
Jerrok, mientras tanto, duerme pacíficamente, su gran cuerpo se
calma mientras la aguja le sutura el tracto intestinal.
Afortunadamente, evitó todos los órganos vitales, pero perdió mucha
sangre y le están inyectando un reemplazo sintético a través de un
tubo en su brazo sano.
—Estará bien —me asegura Alyvos mientras la nave „„se desliza‟‟ y
ambos automáticamente buscamos algo a lo que agarrarnos.
—Lo sé —le digo, pero no me muevo de este lugar. No hasta que
Jerrok se despierte.
El Jabberwock no derribó a nuestro piloto fugitivo. En cambio,
buscaron la cápsula de escape, la capturaron y obligaron al
alienígena emplumado a hablar. Me dijeron que no hizo falta mucho
„„estímulo‟‟ para que hablara, pero no pregunto cuál fue ese estímulo.
No quiero saberlo, y después de lo que le hizo a mi mascota y a mi
pareja, tomaría un blaster y le dispararía yo misma.
Miro a Sleipnir, que está en el otro tubo, durmiendo con la fuerte
dosis de sedante que le dieron. Según el alienígena aviar, no se
habían dado cuenta de la presencia de Sleipnir a bordo y le habían
disparado con toda su carga útil solo para estar seguros. A mi pobre
carinoux le cuesta respirar, pero le han inyectado todo tipo de
medicamentos para contrarrestar las drogas y me han dicho que
estará bien en algunas horas.
—¿Puedo traerte algo, Sophie? —Pregunta Alyvos cortésmente,
tocando mi brazo—. Necesito volver al puente y monitorear las
cosas, pero puedo pedirle a Iris que se una a ti si quieres compañía.
Me doy la vuelta y le doy una leve sonrisa. —Estoy bien. Me quedaré
aquí.
Iris y Alyvos, junto con Sentorr y Zoey, se han unido a nosotros en la
Little Sister. Kivian y Tarekh (junto con sus compañeras)
permanecieron en el Jabberwock, y nuestras dos naves están
actualmente “deslizándose” por el espacio a través de algunos
caminos menos utilizados para tratar de perder cualquier tipo de
rastro que pudiéramos haber enviado inadvertidamente a los
V'tarrians. Ha sido un viaje sinuoso durante las últimas horas, pero
con Zoey y Sentorr a la cabeza, todo está bajo control. Nos hemos
separado del Jabberwock por si acaso y nos reuniremos con ellos
mañana en una ruta de vuelo, pero por ahora, estamos solos.
Hay mucha limpieza por hacer, pero... no me atrevo a dejar el lado
de Jerrok. O Sleipnir. Uno de ellos tiene que despertar pronto o voy
a volverme loca.
Alyvos vuelve a palmear mi brazo y se va, dirigiéndose hacia el
puente. Han cambiado los sistemas de la nave a control manual, ya
que no podemos confiar en ninguna programación que pudieran
haber hecho los V'tarrians. Según el prisionero, éramos solo una
nave más en una larga fila de viajeros espaciales estafados. Parece
que los V'tarrians tienen un sistema: rescatar la nave para quien esté
dispuesto a pagar, dejar agentes sigilosos a bordo para matar a quien
se la lleve y luego regresar al puerto para hacer lo mismo una y otra
vez. No es de extrañar que el sistema Slatra se considere prohibido.
Es peligroso, estoy acuerdo.
Paso los dedos por el tubo, desesperada por tocar la mano de
Jerrok. Soy tan malditamente necesitada. Es solo que... él es todo
para mí. Sé que va a estar bien y que solo está inconsciente porque
es un procedimiento estándar para este tipo de cosas, para que el
paciente no se mueva mientras lo suturan, pero todavía me vuelve
loca. Presiono mi frente contra el cristal, miserable. —Te amo —le
susurro—. ¿Lo sabes verdad?
—¿Sophie?
Me levanto, mirando a Zoey cuando entra en la bahía médica. Es la
primera vez que la veo desde que abordaron, porque ha estado
ocupada pilotando la nave y un millón de cosas más, y yo he estado
ocupada con… bueno, vigilar a Jerrok y Sleipnir. Sé que nadie quería
originalmente a Zoey en la Sister porque les preocupaba que fuera
doloroso para ella, pero su sonrisa es brillante y su expresión es más
relajada de lo que ha sido en días.
Sin embargo, sus ojos están rojos. Alyvos me dijo que se había
echado a llorar al ver el mensaje escrito en el vapor del espejo y no
había dejado de llorar durante algún tiempo.
—Hola. —Le doy una pálida sonrisa.
Zoey simplemente se mueve a mi lado y me abraza. Ahora soy yo la
que tiene ganas de llorar. Apoyé la barbilla en su hombro y nos
abrazamos durante un largo, largo momento en silencio.
—Este es el primer momento en que pude escapar —dice Zoey,
alejándose después de un tiempo—. Quería agradecerte por
encontrar ese mensaje.
—Fue puramente por accidente —le digo con una mirada irónica—.
¿Pero sabías lo que era?
Ella se ríe, el sonido es acuoso y un poco tembloroso. —Oh, sí.
Cuando era más joven, Adiron encontró un alijo de viejas películas
humanas en alguna parte y las vimos juntos. Solía reírse de la
tecnología humana como si fuera la cosa más divertida de la historia
—Su rostro se ilumina con otra sonrisa brillante—. Una cosa que
vimos en las películas fue que la gente dejaba mensajes escritos en
un espejo empañado, ¿verdad? Así que Adiron siempre pensó que
era divertido escribir algo, por lo general increíblemente infantil, en
el espejo y dejarlo para que yo lo encontrara. No lo había hecho en
años... —Su voz se corta y hace una pausa, recomponiéndose—. Pero
al menos es un mensaje.
—¿Sabes lo que dice? No pude leerlo, solo sé que era un nombre.
Zoey asiente lentamente. —Lord Straik sa'Rin. Es una antigua Casa
familiar en Homeworld. Muy influyente... o lo fue. Han caído en
desgracia desde que el líder de la Casa se unió a una humana y se
casó con ella.
—Qué desviado —murmuro—. ¿Es peligroso ese tipo? ¿Por qué no
dejaron ningún otro mensaje?
—No lo sé —confiesa Zoey. Parece preocupada, mirando hacia abajo
al tubo médico de Jerrok y luego a mí—. Lo único que pude
encontrar sobre Straik fue que él era la oveja negra de su familia
antes de que se convirtieran en parias. Era el heredero antes de que
la esposa humana de Lord va'Rin tuviera un hijo, así que no sé si
está molesto o qué. También se rumorea que es un poco cazador de
tesoros, así que espero que todos estén trabajando juntos y que no
sea nada más terrible que eso. —Cruza los brazos sobre el pecho y se
encoge de hombros—. Es una respuesta, al menos. Y sé que están
vivos.
No agrego: “O lo estaban en el momento en que dejaron el mensaje‟‟
porque no voy a hacerle eso a Zoey. Si cree que están vivos, yo la
creo. Conoce a los hermanos mejor que nadie. —Entonces, ¿cómo
encontramos a este Lord Straik?
Ella resopla. —Esa es la cuestión. Saqué registros de vuelo y
verifiqué con mi amigo en V'tarr y nunca adivinarás dónde se vio por
última vez la nave de Lord Straik sa'Rin.
Mi corazón se hunde. —¿El sistema Slatra?
—Bingo.
Maldición. —¿Que hacemos ahora?
—La Sister necesita una revisión de sus computadoras —dice Zoey
sin rodeos—. No podemos confiar en lo que sea que hayan
introducido en su programación. Sentorr sugirió que regresáramos a
la estación de Jerrok. Mis hermanos están a salvo por ahora, porque
Lord Straik es un rebelde pero no un asesino. Podemos
reagruparnos en la casa de Jerrok y averiguar adónde ir desde allí.
Creo que tendremos que volver al sistema Slatra, pero necesitaremos
nueva información para la Sister si la llevamos con nosotros, ya que
está comprometida.
Miro a Jerrok en su tubo, el muñón de su hombro vendado. Se
arrancó el brazo para protegerme, y es un espectáculo que nunca me
quitaré de la cabeza mientras viva. Sin embargo, ahora tiene que
pagar por ello, porque nadie sabe cómo volver a colocar una prótesis
de brazo y hacer que vuelva a funcionar. Incluso las computadoras
de la bahía médica, por avanzadas que sean, no ayudarán.
—Jerrok tiene que ir a Tres Nébulas —le digo a Zoey—. No podemos
volver a su puesto todavía.
—¿3N? ¿Por qué?
Le doy una mirada tranquila. —Porque vamos a tomar sus créditos y
conseguirle un nuevo brazo.
SOPHIE

Dirigirse a la estación Tres Nébulas es un poco intimidante. Voy


como yo misma, sin esconderme bajo mi máscara de ooli. En
cambio, iré como la mascota de Jerrok, Tarekh y Alyvos nos
acompañarán en nuestra visita a Zakoar of the Broken Back.
Jerrok protesta por la idea de que salgamos de nuestro camino solo
por su brazo, pero yo soy completamente inflexible e insisto en ello.
Estamos ayudando a los demás, ellos pueden ayudarnos. Así es
como funcionan estas cosas. Y a altas horas de la noche, cuando
estamos juntos en la cama, veo a Jerrok tocando el muñón de su
hombro. Sé lo que esto significa para él y tengo la intención de
llevarlo a cabo. No insistirá por sí mismo, así que yo insistiré por él.
Esta vez, cuando pasamos por la estación, es diferente a la que
visitamos cerca de la casa de Jerrok. Sleipnir absolutamente no se
aparta de mi lado estos días. Si tratamos de encerrarlo en una
habitación solo, se vuelve completamente destructivo y salvaje, por
lo que es mejor tenerlo conmigo en todo momento. Eso significa que
duerme con una pata en mi cadera, e incluso ahora en la estación,
está a mi lado, con el collar más pequeño del mundo y siseando a
todos los que caminan demasiado cerca.
Tenemos mucho espacio para caminar en 3N. Nadie quiere
acercarse demasiado.
Realmente, eso está bien para mí. Sé que hacer desfilar a Sleipnir es
como buscar problemas, pero es tan protector conmigo que no
podemos dejarlo atrás y me gusta tenerlo conmigo. Además, todos
estamos armados hasta los dientes para esta visita. Tengo un
desintegrador propio en mi cinturón y dos cuchillos metidos en mis
botas. Estoy preparada como nunca.
Aun así, estoy un poco nerviosa. No porque tema por mi propia
seguridad, sino porque me preocupa que las esperanzas de Jerrok
aumenten y no podamos conseguirle la ayuda que necesita. Lo miro.
Tiene una mochila colgada en cruz sobre su cuerpo, y su vieja
prótesis está dentro. Su manga vacía está inmovilizada, y aunque no
ha dicho nada, siento que se siente incómodo sin su brazo. Ha estado
callado y pensativo últimamente, y han pasado días y días desde que
tuvimos relaciones sexuales, gracias al apego de Sleipnir. Es
estresante, pero estoy con Jerrok en las buenas y en las malas. Si
este tipo Zakoar no puede ayudarlo, encontraremos algo más. No
voy a renunciar a Jerrok. Ni ahora ni nunca.
Quiero tomar su mano, pero sé que no puedo. La tiene apoyada en
su cinturón, en caso de que tenga que sacar un blaster, así que me
acerco un poco más a él para hacerle saber que estoy aquí. Me mira y
sonríe, y siento su cola metida en mi cinturón, como si fuera a
abrazarme sin importar nada. Lo tomare.
La multitud de Tres Nébulas nos mira con interés, varios
murmurando sobre el carinoux mientras pasamos. Veo caras de todo
tipo aquí, alienígenas de todas las formas y tamaños deambulan y
hay un parloteo de voces en cien dialectos. En algún lugar a lo lejos
suena una música aflautada, y cuando paso por una cantina, una
mujer humana desnuda baila y gira en una ventana, con una delgada
cadena de oro sujeta a un tobillo. Hago una pausa para mirarla a la
cara, preguntándome si es alguien que conozco, pero Alyvos me
toma del brazo y me lleva de regreso hacia nuestro grupo. —No
puedes salvarlas a todas, Sophie.
Yo sé eso. Es una de las lecciones más difíciles que he aprendido
aquí en el espacio. Aun así, mi corazón está con la mujer en la
ventana, y espero que su amo sea amable con ella.
—Por aquí —dice Tarekh, mirando a un comerciante con capa que se
acerca demasiado.
Jerrok me rodea la cintura con un brazo y me acerca a él, y me
pregunto si es para mí beneficio o para el suyo. Me aferro a su
cinturón mientras entramos en una tienda con un garabato de
lenguaje extraño escrito en la puerta y sin otra decoración. En el
interior, está oscuro y lleno de gente, piezas de maquinaria que
cuelgan de todas las superficies imaginables y del techo como las
campanas de viento más feas del mundo. Chocan y traquetean entre
sí cuando los hombres se agachan dentro, y Alyvos se dirige al
mostrador y lo golpea con el puño.
Jerrok simplemente me abraza con más fuerza, prácticamente
apretándome contra él, y sé que está nervioso.
Alguien sale pisando fuerte de las habitaciones traseras. —Ya voy.
Sostén tu keffing saco. —Un momento después, un gran alienígena
sale de una habitación trasera, echando más partes ruidosamente, y
luego se despliega en toda su altura.
Es una mesakkah, pero no se parece a ningún mesakkah que haya
visto antes. Es grande y calvo, y una gran parte de su cráneo del lado
izquierdo está cubierta por una enorme placa de metal. El cuerno del
otro lado de su cabeza ya no está, se ha reducido a nada, y todo el
lado derecho de su mandíbula es plateado, haciendo juego con la
placa del lado de su cabeza. A medida que se endereza, veo que lleva
poco más que un arnés sobre el pecho, pero su piel se ve como si
tuviera tres tonos diferentes de azul, y me pregunto cuánto de él es
una prótesis y está reconstruida.
Tiene un aspecto más que alarmante, sus ojos duros e
instintivamente me acerco a Jerrok.
La mirada del hombre se posa en mí por un momento, y luego en
Jerrok. —No debería hacer desfilar a su humana en esta estación,
amigo. No es seguro.
—Sophie va a donde quiere —responde Jerrok—. Y ella está bien
protegida.
Puse mi mano sobre la cabeza de Sleipnir, solo para asegurarme de
que mi mandona mascota esté allí. Él lo está... y está lamiendo el
objeto de metal más cercano como si fuera un niño en una tienda de
dulces. Discretamente, lo empujo con mi bota, tratando de que se
detenga.
—Traje a un amigo que necesita tus servicios —dice Alyvos,
señalando a Jerrok.
El hombre alienígena que debe ser Zakoar of the Broken Back solo
gruñe. —Me lo imaginé. No pensé que estuvieras aquí para visitas
sociales —Cruza los brazos sobre el pecho y, mientras lo hace, noto
que sus brazos desnudos prácticamente… brillan… con aún más
metal debajo de la piel. Me hace preguntarme de qué se trata todo
eso, pero supongo que no importa mucho. Solo lo necesito para
ayudar a Jerrok. Zakoar mira a Jerrok. —¿Y bien?
Jerrok avanza y, por mucho que quiera aferrarme a él, me quedo
donde estoy. Observo mientras saca un pequeño estuche del tamaño
de una mano de su bolsillo y lo coloca sobre el mostrador. Lo empuja
hacia Zakoar con su mano buena. —¿Qué puedes hacer con eso?
Zakoar abre la tapa y saca una de las fichas de crédito. Están
apiladas allí, como cartas gruesas, y sé que no están marcadas y no
se pueden rastrear, y por lo tanto, una moneda de cambio entre los
corsarios. El alienígena gruñe, mirando a Jerrok. —Puedo hacer
mucho con esto, pero no de una vez. No sobrevivirías —Saca una pila
y la deja sobre el mostrador, luego cierra la caja y la empuja hacia
Jerrok—. Empieza con una. Si te gustan mis servicios, puede volver y
hacer el resto en otro momento.
Estoy un poco decepcionada de que Jerrok no pueda hacer todo
hoy, pero aprecio que este tipo de Zakoar sea cauteloso. No va a
intentar hacer más de lo que Jerrok puede manejar cómodamente y,
por alguna razón, eso alivia muchos de mis temores.
—Brazo primero —dice Jerrok. Se quita la bolsa del hombro y la
deja sobre el mostrador—. Lo necesito volver a unir.
Zakoar saca el brazo del bolso y lo estudia por un momento. Sus
labios se curvan. —¿Quieres que vuelva a ponerte este pedazo de
mierda?
—¿Tienes mejores opciones? —Jerrok replica.
—De hecho, sí. —Zakoar abre la caja de créditos, saca otra pila y la
guarda en el bolsillo, luego asiente en dirección a la parte trasera de
la tienda—. Sígueme.
Cuando se vuelve, veo que su columna es una celosía de barras y
tubos de metal que se entrelazan dentro y fuera de su piel. Respiro
profundamente. Zakoar of the Broken Back, de hecho.
Jerrok

Doblo mi nueva mano, maravillándome de ella.


Los dedos se mueven con fluidez, sin esfuerzo. La muñeca gira
completamente. El puño que hago es apretado. Nada cruje, y lo
mejor de todo es que no hay una ola interminable de
retroalimentación en mi cabeza de circuitos que se desconectan o
errores del sistema. Todo está... tranquilo. Me desperté de mi sueño
y no había… ningún dolor.
Mi brazo estaba de vuelta… y mejor.
—¿Te sirve? —Zakoar pregunta con voz lacónica, guardando varias
de sus herramientas.
—La mejor prótesis que he tenido hasta ahora —admito, todavía
maravillándome de lo... fácil que se siente mover mi mano. No me di
cuenta del esfuerzo que suponía la otra hasta que conseguí la nueva.
Con mi otra mano, toco mi hombro, maravillándome por el hecho de
que no hay cables expuestos, no hay nuevas y feas ondas de tejido
cicatricial. Incluso el tono de piel coincide con el mío.
Zakoar gruñe. —No es un gran cumplido. Quien te dio esas partes
debería estar en prisión.
—Probablemente lo está —Flexiono la mano de nuevo—. ¿También
puedes reemplazar mis piernas?
El asiente. —Eventualmente. Dale una oportunidad a esa durante
un mes, asegúrate de no tener ningún problema. Si lo tienes, ven a
verme. Las reparaciones van por cuenta de la casa, te garantizo mi
trabajo. Entonces, si estás feliz... —Zakoar inclina la cabeza en
reconocimiento—. Vuelve.
—Lo hare. —Ya lo estoy planeando. Si todos mis miembros pueden
sentir esta luz... la idea es asombrosa. Ni siquiera me importa que
Zakoar me limpie de más créditos de los que me costó mi transporte.
Mi brazo se siente increíble—. Eres bueno en tu trabajo.
La sonrisa que me da es delgada, la mitad de su boca congelada por
el metal de su mandíbula. —Tuve mucha práctica en la guerra —
Hace un gesto hacia mis piernas pesadas—. No puedo hacer mucho
por esas hoy, pero actualicé algunos chips y reemplacé algunos
cables defectuosos mientras estabas dormido, por lo que no deberían
darte tantos problemas como lo han hecho. Te sostendrá hasta que
regreses. —Saca un trapo y se limpia el aceite de las manos.
—Mis agradecimientos.
El macho me mira. —Tu humana casi salta cuando trabajé en tus
piernas. Pensé que me iba a arrancar los ojos. Tuve que sacarla de la
habitación.
Automáticamente, busco a Sophie. Ella está en la habitación de al
lado, su rostro presionado contra el cristal, con el ceño y los labios
fruncidos como si estuviera disgustada por estar allí en lugar de a mi
lado. Alyvos tiene una mano en su hombro, lo que me irrita, pero
cuando veo que Sophie intenta con impaciencia dirigirse hacia la
puerta de nuevo y él la detiene, sospecho que tiene más que ver con
mantenerla ahí fuera que con tocar lo que es mío.
Nuestros ojos se encuentran y asentí con la cabeza.
Sophie se calma. Ella me levanta el pulgar, una pregunta en sus
ojos.
Le doy un pulgar hacia arriba con mi nueva mano y no puedo
detener la sonrisa en mi rostro.
Ella me devuelve la sonrisa.
Miro a Zakoar. —Ella es tan protectora conmigo como yo lo soy con
ella.
Su expresión es imposible de leer. —¿Es tu esclava?
Mi protección se enciende y entrecierro los ojos hacia él,
flexionando mi mano. —¿Por qué preguntas?
Zakoar continúa limpiándose las manos, con expresión tranquila. —
No quiero comprarla. Lo pregunto porque sé de un planeta donde las
humanas están a salvo... si ella está huyendo. Un planeta agrícola. Se
supone que es un buen lugar para ellas. —Hace una pausa por un
momento—. Eso he oído.
—Puedo cuidar de mi compañera —le gruñí.
—No dije que no pudieras. —Tira el trapo por encima del hombro—.
Ven entonces. Vamos a buscar a tu compañera antes de que se abra
paso a través del cristal.
Salto de la mesa de operaciones y me doy cuenta de que mis piernas
parecen funcionar más ligeras también. No hay onda de choque por
el impacto, no hay ondas de partes que reaccionen cuando mis pies
aterrizan en el suelo. Mis extremidades todavía me pesan
demasiado, pero... está mejor. Me dirijo hacia Sophie, incapaz de
evitar que la sonrisa se extienda aún más por mi rostro.
Nuevos miembros y una compañera feroz a mi lado. En verdad,
ningún macho tiene más suerte que yo.

—¿Están seguros de no querer venir con nosotros? —Zoey pregunta


al día siguiente mientras ejecuto los diagnósticos finales a través de
los sistemas renovados de la Little Sister. Levanto la vista de mi
panel de datos y miro a Sophie. Ya hemos hablado de esto, pero
estoy dispuesto a cambiar mis planes en cualquier momento si eso es
lo que quiere mi mujer.
Pero Sophie niega con la cabeza, sus manos sobre Sleipnir mientras
el carinoux hace todo lo posible por meterse en su regazo y
acurrucarse. Mi compañera está sentada en una de las sillas del
puente, pero no es lo suficientemente grande para ella y una bestia
de ocho miembros, y ninguno de los dos parece darse cuenta, porque
Sophie trata de hacer espacio para la maldita criatura. —
Simplemente estaríamos en el camino, Zoey. Con Sleipnir actuando
como lo está ahora, no puedo dejar su lado por un instante, y Jerrok
y yo hemos decidido que no podemos venderlo sin importar qué. Es
mejor llevar a la Sister a un lugar seguro y esperar su regreso en
lugar de simplemente comerse sus suministros... o las paredes de su
nave. —Acaricia la nariz del carinoux con una mirada irónica.
Esta misma mañana nos despertamos con Sleipnir masticando el
cableado del panel de comunicaciones en nuestra habitación, así que
Sophie no se equivoca. Con tiempo libre y algo de aburrimiento, el
carinoux podría causarle un daño grave a la Sister. Al menos en mi
estación hay mucho espacio para moverse y el terrario. Sleipnir está
más tranquilo allí. Aquí, está ansioso y pegajoso.
Él también duerme entre Sophie y yo todas las noches, y eso tiene
que llegar a su fin. Extraño a mi compañera. Quiero reclamar su
cuerpo. Quiero besarla por todas partes... sin que nuestro
compañero de ocho patas observe cada uno de mis movimientos y
decida si la estoy lastimando o no.
—Si estás segura —dice Zoey, suspirando.
—Estoy segura. Sabes dónde están—, dice Sophie de manera
alentadora—. Solo necesitas cazar a ese lord y descubrir dónde se
esconden. Tus hermanos probablemente tienen un millón de
escondites en la galaxia. Es posible que estén escondidos de los
cazarrecompensas. Y si nos necesitas, ya sabes dónde estaremos.
Ella me mira con una promesa en sus ojos. Desde que dejamos Tres
Nébulas, Sophie ha sido muy clara en cuanto a nuestros planes para
el futuro. El encuentro con los V'tarrians la asustó, y no por ella
misma. Ella ha sido extremadamente protectora tanto conmigo
como con Sleipnir desde ese día, revoloteando sobre mí y tocando mi
brazo constantemente, como si se recordara a sí misma que estoy a
su lado. Por la noche, se aferra a mí a pesar de la enorme bestia que
duerme entre nosotros. Y cuando terminé mis asuntos con Zakoar,
Sophie me lo dejó claro.
Quería irse a casa.
A casa en mi asteroide. A casa en mi estación, donde nadie nos
molesta. Nuestro hogar, donde podemos deshacernos y hacer el
amor y sentarnos bajo las hojas de las plantas descuidadas del
terrario. Nuestro hogar, donde podemos estar solos juntos. Nunca
pensé que conocería a una mujer a la que le gustara estar sola tanto
como a mí, pero Sophie es absolutamente mi compañera en ese
sentido. Ella no se queja de estar cerca de los demás
constantemente, pero puedo decirlo. Sus hombros se relajan cuando
estamos solos, como si finalmente pudiera relajarse.
—Mantendremos a la Sister a salvo paras tus hermanos —promete
Sophie—. Ella estará en casa, con nosotros.
Kef, me gusta cómo suena eso.
SOPHIE

Suspiro de alivio cuando la Little Sister aterriza suavemente dentro


de la bahía de atraque en la estación de Jerrok.
Hogar.
Ha pasado más de una semana desde que nos separamos de los
demás. Puedo decir que Zoey está decepcionada por mi elección,
pero ¿después de nuestro ataque? Me niego a volver a poner en
peligro a Sleipnir o Jerrok. Estuve demasiado cerca de perderlos a
los dos, y la vista de ambos en los tubos de la bahía médica quedará
grabada para siempre en mi mente. Me preocupo por Adiron,
Mathiras y Kaspar, pero como le dije a Zoey, seríamos más un
obstáculo que una ayuda. Jerrok dejó una buena parte de sus
créditos con la tripulación del Jabberwock, junto con la mayoría de
sus armas, y piloteamos a la Little Sister de regreso a su remoto y
solitario cinturón de asteroides.
No he pegado ojo desde que abordamos a la Sister y estoy exhausta.
Jerrok me asegura que nadie puede volver a esconderse en la nave.
Que las computadoras de la Little Sister fueron limpiadas y
reprogramadas con duplicados del Jabberwock. Que no puede haber
nadie volviendo a engañar las lecturas, y que la programación
engañosa con la que los V'tarrians llenaban las computadoras ha
sido eliminada. Que cada centímetro de la nave ha sido revisada tres
veces, cada panel hueco y escondite investigado y no hay polizones.
No importa. Todavía no me relajaré hasta que estemos a salvo. Y
una vez que la Sister se sienta y las puertas de la bahía se cierran
detrás de nosotros, mis oídos estallan mientras la atmósfera inunda
la bahía, siento que toda la preocupación se me escapa de los
hombros.
Siento que finalmente puedo relajarme. Como si estuviéramos en
casa.
Dejo escapar un suspiro largo y lento en el momento en que Jerrok
apaga a la Little Sister. Flexiona su nueva mano, algo que ha estado
haciendo mucho últimamente, y me dijo que lo hace ahora no
porque le duela, sino porque le gusta sentir cómo se mueve, lo fluida
que es. Lo entiendo, y me llena de un dulce dolor cada vez que lo veo
hacerlo. Se vuelve hacia mí, con una expresión atenta en su rostro. —
Estamos aquí.
—Lo estamos —estoy de acuerdo, recostándome en mi silla y
cerrando los ojos. Hay tanto silencio. Es la primera vez que no
escucho el zumbido de los motores de la nave en un tiempo y se
siente extraño. Hay un gruñido detrás de nosotros, y escucho el
sonido de los muchos pies de Sleipnir en el suelo. Me doy la vuelta y
él nos mira con una expresión brillante y alerta en su rostro, como
un perro que acaba de escuchar a alguien levantar su correa. Me río
al verlo. —¿Estamos en casa, bebé?
—¿Bebé? —Jerrok me mira con incredulidad—. Esa cosa es más
grande que tú.
—Es curioso que digas eso, considerando que pensaste que yo era la
que se cagaba en tu piso al principio —bromeé, levantándome de la
silla. Gimo como una anciana cuando la gravedad de la estación me
golpea, y cuando Jerrok me lleva a su regazo, no protesto. Me
acurruco contra él, metiendo la cabeza a lo largo de la curva de su
cuello—. Es bueno estar en casa.
—Ni siquiera estamos dentro todavía —murmura, acariciando con
sus dedos mi espalda.
—No importa. Ya se siente mejor.
Los dedos de Jerrok se mueven ligeramente por mi columna. Su
nueva mano otra vez, me doy cuenta. No hay un chirrido de
bienvenida en sus movimientos, no hay un peso un poco demasiado
pesado en su mano, y me llena de una punzada de anhelo. Me
gustaban todas esas pequeñas cosas de él porque siempre me decía
que este era mi Jerrok. Es egoísta extrañarlo, porque sé más que
nadie cuánto le dolieron. Voy a tener que acostumbrarme a su nueva
mano.
Presiono un beso en su cuello, mi mente automáticamente piensa en
cosas sucias que podemos hacer con esa mano.
Sleipnir hace que su impaciente tos de nuevo, y esta vez, Jerrok
suspira. —Debería revisar la estación antes de que sea seguro para ti
entrar, amor. Sólo para estar seguro.
—Mmm. —Tengo sueño, estoy acurrucada en sus brazos y cómoda.
Todavía no estoy lista para moverme—. ¿Qué dicen las
computadoras?
Presiona un ligero beso en mi frente—. Dicen que todo está bien,
pero después de lo que pasó, ya no confío en las computadoras,
¿verdad?
Lo suficientemente justo. Me quejo solo un poco cuando se pone de
pie y con cuidado me vuelve a colocar en la silla. Revisa sus armas,
se las ata a la cintura y, cuando se inclina sobre mí para tocar algo en
el panel de comunicaciones de la nave, su entrepierna está
prácticamente en mi cara.
Me da tantas ideas. Paso una mano suavemente por su muslo,
tarareando para mí.
Jerrok gime, sus dedos rozan mi mandíbula mientras se endereza.
—No sé tú, pero estoy más que listo para pasar un tiempo a solas.
—Lo estoy —le susurro, inclinándome y presionando un beso en su
estómago plano a través de su ropa, incluso mientras mi mano se
mueve hacia su polla.
—Déjame ver la estación, amor. Haré que Sleipnir se instale en el
terrario con un nuevo masticable y luego tú y yo podremos estar
solos. ¿Suena bien?
—Se escucha perfecto. —De mala gana, dejo caer mis manos y lo
miro mientras toca la cabeza del carinoux, rascando el lugar perfecto
justo detrás de las orejas de Sleipnir. No me sorprende del todo ver
al carinoux bajar por la rampa con Jerrok mientras se dirige a la
estación. Sleipnir se está volviendo tan posesivo con Jerrok como lo
es conmigo, lo cual me encanta. Somos una pequeña familia
perfecta, solo nosotros tres.
Sonriendo ante ese pensamiento, me acurruco en la silla de Jerrok,
todavía está caliente por el calor de su cuerpo, y espero a que
regresen. Mis ojos se cierran a la deriva y bostezo. Ojalá no se vayan
por mucho tiempo y podamos cenar, darnos una ducha y tener
sexo...
Me quedo dormida antes de darme cuenta.
Jerrok

Reviso todas las habitaciones de la estación dos veces, solo porque


estoy paranoico por fallarle a Sophie nuevamente. Ella no me culpa
por lo que le pasó a la Little Sister, pero no importa. Me culparé por
siempre, y el sonido de su llanto mientras estaba cautiva quedará
grabado para siempre en mi mente. Sleipnir no es el único que ha
sido pegajoso y paranoico desde el incidente.
Pero todo está como lo dejé, y reviso los registros de la estación, así
como los satélites circundantes que monitorean el área. Todo ha
estado en silencio, y lo único que se acercó fue un carguero que
cambió de rumbo en el momento en que se acercó al cinturón de
asteroides. Me parece bien. Regreso a la Little Sister, Sleipnir
pisándome los talones... solo para descubrir que Sophie está
profundamente dormida en el mismo lugar donde la dejé.
Me duele el corazón al verlo. Sé que últimamente no ha dormido
mucho. Por eso me alegro de que hayamos regresado a mi puesto.
Sophie necesita un lugar donde pueda sentirse segura, donde pueda
relajarse sin preocuparse de estar en peligro. Nunca le diría que no
puede ayudar en la lucha para encontrar a los hermanos, pero me
alivia que haya decidido que deberíamos dar un paso atrás. Podemos
mantener nuestros oídos atentos a las comunicaciones que lleguen o
verificar con otros corsarios que se mueven por la zona. El
Jabberwock puede tomar las líneas del frente; podemos hacer otro
trabajo silenciosamente en segundo plano y seguir contribuyendo. Si
nada de eso sirve, podemos agregar fondos al grupo.
Con cuidado levanto a Sophie de la silla y la saco de la nave. Mi
compañera ni siquiera se mueve, solo se acurruca contra mi pecho,
perdida en sueños. La dejo en mi cama, nuestra cama, y cuando
Sleipnir salta inmediatamente a la cama junto a ella, pongo las
mantas sobre ambos. —Tú cuídala mientras duerme —le digo al
carinoux—. Tengo trabajo que hacer.
Hay un millón de cosas por hacer ahora que estamos de regreso. La
estación es antigua, por lo que siempre hay algo que se desconecta o
funciona mal, filtros de aire que reemplazar, sistemas que se
encienden de nuevo ahora que hemos regresado ... además, la sister
tiene que tener mantenimiento para poder estacionarla en el muelle,
sin usar, por un tiempo, el tiempo que sea necesario. Es una
cantidad asombrosa de trabajo que se ha ido acumulando mientras
nos fuimos, pero no me importa. Estamos en casa y Sophie está a
salvo.
De verdad, ¿importa algo más?

Estoy hundido hasta los codos en el sistema de filtración de una


unidad de pared cuando escucho pasos detrás de mí. Un momento
después, Sleipnir golpea su cabeza contra la parte de atrás de mi
pierna, mi rodilla casi cedió.
—Ahora. —Me muevo hacia un lado, evitando el frotamiento
excesivamente entusiasta del carinoux—. Algunos estamos tratando
de trabajar aquí.
—Y algunos por acá dormimos todo el día —dice Sophie, seguido de
un bostezo largo y fuerte.
Deslizo mis manos para liberarme del sistema de filtración y me
giro para mirar a mi linda compañera. Está adorablemente
despeinada por el sueño, su cabello revuelto alrededor de sus
hombros, su ropa arrugada y hay líneas en un lado de su cara por
presionar su mejilla contra la ropa de cama. Aun así, los círculos
debajo de sus ojos han disminuido y su sonrisa es brillante, y es la
cosa más hermosa que he visto en mi vida. —Estas despierta.
—Suenas decepcionado —bromea.
Agarro una toalla y me limpio las manos de polvo y aceite viejos. —
Esperaba despertarte con mi cabeza entre tus muslos.
Hace un gesto hacia la puerta. —Puedo volver a la cama y fingir que
estoy dormida. Dame dos minutos.
Me río, sacudo la cabeza y ella también se ríe, y es un momento tan
fácil y agradable que casi olvido que nunca los tuve antes. Nunca
tuve alegría antes de ella. La comprensión de que casi la pierdo me
golpea y me roba el aliento de los pulmones.
Kef. Si las cosas hubieran ido de otra manera...
—¿Jerrok? —La risa de Sophie muere y me da una mirada curiosa,
inclinando la cabeza mientras me acerco a ella—. ¿Estás bien?
Me acerco lo suficiente para levantarla y llevarla a mis brazos.
Quiero aplastarla contra mi pecho y apretarla tan fuerte que nunca
la dejaré ir, porque ahora mismo, mi sistema está inundado con los
pensamientos de su muerte, de que salga herida...
Tengo que ser cuidadoso. No solo por ella, sino por mí, porque mi
existencia impacta la de ella. Si yo hubiera muerto y ella fuera
vendida como esclava nuevamente, sé que eso la rompería. Y no
dejaré que nada dañe a mi Sophie. Suavemente, la acerco más,
consciente de la fuerza de mi nueva mano. Envuelvo mis brazos
alrededor de ella como si fuera un frágil vidrio, y solo respiro su
aroma por un momento. Sus brazos me rodean y sus manos
acarician mi espalda de arriba abajo.
—No puedo perderte —le digo—. Nunca
—No voy a ninguna parte. —Sus dedos rozan mi cola—. Estás
atrapado conmigo.
Atrapado. Como si no tuviera idea del regalo que es. —Extrañé
tocarte —le digo, repentinamente desesperado por estar envainado
dentro de su cuerpo. Necesito conectarme con ella, necesito sentirla
debajo de mí, cediendo a mí, dándome tanto como yo le doy a ella.
Necesito reclamar a mi pareja para apaciguar mi lado animal y
posesivo que está amenazando mi cordura.
Nunca pensé en mí mismo como un tipo salvajemente posesivo, a
pesar del hecho de que se sabe que los mesakkah están
completamente enfocados en sus compañeros. Pensé que no me
afectaría, que no cambiaría si una mujer entraba en mi vida. Ja.
Deslizo mis manos hacia el trasero de Sophie y la tomo en mis
brazos, cargándola mientras salgo del almacén y me dirijo al pasillo.
—¿A dónde vamos? — Sus brazos se entrelazan alrededor de mi
cuello, la nota sin aliento en su voz indica que tiene alguna idea.
—A nuestra cama. Planeo reclamar cada centímetro de ti.
Repetidamente.
—¿Y Sleipnir? —Se inclina y creo que va a presionar su cara contra
mi cuello, pero en cambio, me muerde ligeramente la oreja.
Mi polla salta en respuesta. —No planeo reclamarlo.
Ella se ríe, golpeando mi brazo. —Quise decir, ¿deberíamos darle un
masticable de algún tipo?
¿En este momento, sufriendo por mi pareja como lo estoy? No me
importa si el carinoux hace un agujero en la estación... pero luego
hago una pausa. Suspiro. Porque me estoy encariñando con la bestia
irritante y sé que Sophie lo adora. La dejo en el suelo. —Encuéntrale
algo. Cualquier cosa.
Mi compañera me sonríe con una mirada malvada en sus ojos. —Ve
y empieza sin mí. Yo me pondré al día.
¿Empezar sin ella? ¿Está loca? Pero me da una idea, y me dirijo al
dormitorio, quitándome la ropa sobre la marcha.
SOPHIE

Después de que Sleipnir se instala en el terrario con un buen trozo


de tubería de metal fresco, su favorito, prácticamente corro por el
pasillo hacia el dormitorio.
Estoy tan malditamente excitada. Ha pasado una eternidad desde
que Jerrok y yo tuvimos relaciones sexuales. Definitivamente más de
una semana. Y me duele la necesidad de que me toque. Espero que
haya seguido mi consejo y se haya desvestido mientras me esperaba,
porque no creo que pueda esperar mucho más...
Doblo la esquina y pierdo el aliento al ver a Jerrok.
Está tumbado de espaldas en la cama, con las piernas colgando
sobre el borde del colchón y los pies en el suelo, como si fuera
demasiado esfuerzo subirse por completo a la cama. Él también está
desnudo, su polla se arquea con orgullo en el aire. Mientras miro,
pasa su nueva mano lentamente arriba y abajo de su longitud.
Tocándose a sí mismo.
Esperándome.
El calor pulsa entre mis muslos y contengo un gemido al verlo. Dios,
es hermoso. Doy unos pasos hacia adelante, extasiada mientras su
puño se estira y le da un pequeño apretón a la cabeza de su polla.
Levanta la cabeza cuando me acerco, y hay tal calor en su mirada
que hace que todo mi cuerpo responda. —Dijiste que empezara sin ti
—murmura—. ¿Esto es lo que querías?
—Es incluso mejor —susurro, quitándome la ropa—. ¿Se siente bien
cuando te tocas?
—Sabes que lo hace. También sabes que se siente mejor cuando tú lo
haces. —Jerrok levanta la barbilla, indicando la cama—. Ven y únete
a mí.
Dejo que mi ropa caiga al suelo alrededor de mis botas, luego me
inclino para desabrocharlas también. Me encanta el siseo de la
respiración de Jerrok cuando me agacho, porque probablemente
esté mirando mis tetas, y me encanta que incluso este movimiento
sea sexy para él. Me enderezo, tirando de mi cabello libre del moño
sobre mi cabeza, y me siento como Afrodita, una diosa hermosa y
tentadora, mientras me acerco a mi compañero que espera.
Jerrok acaricia su polla más rápido cuando me acerco, su mirada
fija en mí y me arrastro hasta la cama a su lado. Me inclino para
besarlo, y mientras lo hago, pongo una mano sobre su polla,
cubriendo su puño y trabajando su longitud junto con él.
Su gemido contra mis labios es uno de los sonidos más hermosos de
todos los tiempos, y me da hambre de más.
Lo acaricio, una, dos veces, dejando que mis labios jueguen con los
suyos. —Te extrañé —le digo entre besos—. Me alegro de que
estemos solos de nuevo.
—Yo también. —El ronquido de su voz es desesperado, necesitado, y
hace que mi coño se apriete en respuesta—. Me habría quedado si
quisieras. Habría cruzado toda la galaxia por ti.
Me derrito con eso. —Lo sé. Pero quería volver a casa.
Jerrok me besa de nuevo, su boca hambrienta y desesperada sobre
la mía. Nuestras lenguas se mueven una contra la otra, y luego soy
yo la que jadea cuando él levanta la mano de su polla y la coloca
entre mis piernas. —¿Estás mojada para mí?
—Siempre.
—Buena chica.
Gimo, porque Dios, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que escuché
eso? Me excita tanto que apenas puedo soportarlo. —Te necesito —
le digo de nuevo—. Por favor, Jerrok. Te necesito tanto.
—Lo sé. —Me besa de nuevo y luego Jerrok toma el control. Sus
manos se mueven a mis caderas y me mueve expertamente hacia la
cama, rodando hasta que soy yo la que está en el colchón y él se
cierne sobre mí. —Dime cómo quieres esto, amor. ¿Duro y rápido, o
lento y dulce?
Mis dedos de los pies se curvan ante la elección. Quiero ambos. Oh
chico, quiero ambos. Sin embargo, al mismo tiempo, me siento tan
vacía, dolorida y vacía sin él, que me facilita la elección. —Duro —
jadeo—. Rápido. Podemos hacerlo más lento más tarde.
Jerrok gruñe en voz baja, complacido, y levanta mis muslos,
empujándolos hacia adelante hasta que mis rodillas están
prácticamente en mi cara. Respiro emocionada, sosteniendo mis
piernas mientras su peso cae sobre mí. Acaricia su polla contra mis
pliegues, las crestas se arrastran contra mi piel y hacen que se me
ponga la piel de gallina. —Ya estás tan mojada.
Me retuerzo, porque es verdad. Me mojé en el momento en que se
planteó el tema del sexo. Mi cuerpo está completamente preparado,
y la sola idea de tocar a Jerrok es suficiente para hacer que mi
cuerpo duela de necesidad por él.
Con un último golpe a través de mis pliegues, se hunde
profundamente en mí y grito de lo bien que se siente. Existe la
inevitable sensación de opresión, de estar estirada, que siempre
viene con su primer golpe, y luego es seguida por la sensación de
estar completamente llena, y mi piel se eriza con la piel de gallina
incluso cuando suspiro de puro placer.
—Buena chica —me dice con esa voz baja y ronca—. Mira lo bien que
tomas mi polla.
Un gemido se me escapa, todo mi cuerpo se aprieta en respuesta a
esas palabras sexys. Joder, eso me encanta. Me encanta lo profundo
que me llena y cómo me mira con una mirada tan posesiva. Cómo es
tan malditamente cuidadoso cuando me abraza, incluso cuando
vuelve a clavar su polla profundamente en mi cuerpo con su
siguiente golpe. Siempre hace una pausa para asegurarse de que
estoy bien, luego continúa cuando ve que no hay nada más que
felicidad en mi rostro.
—Mi chica —gruñe—. Mi Sophie. Mi fiera y hermosa chica.
Me penetra con golpes duros y demoledores que sacuden la cama y
hacen que mis pechos reboten. Se siente increíble, y estoy
lloriqueando de placer mientras él me folla contra el colchón, mi
canal se aprieta alrededor de él mientras mi liberación avanza sobre
mí. Su espuela se frota contra mi clítoris sin descanso, y antes de que
me dé cuenta, me aprieto con esa sensación generalizada que me
dice que estoy a punto de correrme, y correrme duro. Clavo mis
dedos en mis muslos, manteniéndolos presionados contra mi pecho
mientras Jerrok me penetra. Es. Tan. Bueno.
Jerrok cambia su peso de nuevo, una mano se desliza debajo de mi
trasero y levanta mis caderas ligeramente. Estoy perpleja en cuanto
a lo que está haciendo, pero luego empuja profundamente de nuevo
y golpea el lugar dentro de mí que se siente como magia. Mis piernas
se sacuden, hago un sonido que es totalmente incoherente, y luego
me corro, mi cuerpo se aprieta con fuerza alrededor de su polla
mientras una liberación dura y deliciosa ruge a través de mí. Jerrok
continúa penetrándome con golpes feroces, hasta que caigo, rendida,
contra el colchón. Solo entonces se rinde a su propia liberación,
arrastrando mis caderas hacia abajo contra él con fuerza mientras
usa mi cuerpo gastado.
Sonrío cuando se derrumba encima de mí y mis brazos rodean su
cuello. —Te amo —murmuro, prácticamente tarareando de alegría
por todos los poros.
—Te amo... también...— jadea, y yo me muevo debajo de él, porque
me encanta lo agotado que está. —No te lastimé, ¿verdad?
Resoplo. —Nunca. —Incluso si sus dedos se hundieron un poco más
cuando se corrió, me encantó porque me encanta verlo perder el
control. —Te sientes maravilloso.
—¿Así que disfrutas ser aplastada debajo de mí? —Apoya su peso en
los codos, levantándose un poco y luego comienza a mordisquear mi
mandíbula y mi garganta. Soy una de las mujeres más afortunadas
del universo porque Jerrok es cariñoso. Le encanta tocar, besar y
acariciar después del sexo... que normalmente se convierte en más
sexo, pero no me importa en lo más mínimo.
Solo lo abrazo más cerca. —Nunca me aplastas. Me gusta cómo se
siente.
Porque se siente como en casa.
Dieciséis meses después

SOPHIE

Presiono los dedos de los pies contra los bordes frescos de la nueva
bañera, disfrutando de mi baño. ¿Cómo sobrevivimos con solo una
ducha durante tanto tiempo cuando hay bañeras en el universo?
Suspiro felizmente, mi barbilla se hunde en las fragantes burbujas.
No son tan espumosas como lo sería un baño de burbujas en la
Tierra, pero encontré una mezcla de jabón que hace el trabajo
razonablemente bien y huele a flores exóticas. Es absolutamente
delicioso y perfecto para calmar los músculos doloridos...
especialmente los de mi trasero. He estado en una desgarradora
limpieza durante los últimos dos días, y mis piernas están sufriendo
por eso.
Sin embargo, los pisos de la estación se ven bien.
El comunicador en la pared suena. —Bethiah estará aquí en media
hora, amor. —La voz profunda y deliciosa de Jerrok me da un
escalofrío, incluso después de todo este tiempo—. ¿Estarás lista?
—Estoy saliendo de la bañera —respondo—. Ahora mismo.
—¿Necesitas ayuda para secarte?
—No, porque ambos sabemos que solo quieres una excusa para
ponerme las manos encima —bromeo, presionando el botón de
drenaje de agua con el dedo del pie.
—¿Porque eso es un problema?
—Te amo —le digo, negando con la cabeza mientras me siento en la
bañera—. Saldré en un minuto.
—También te amo. —Se ríe mientras apaga el comunicador.
Sonrío mientras me pongo de pie y me seco, secándome el cabello
con agua con una toalla. Ha pasado un tiempo desde que hemos
visto a alguien. Las cosas han estado tranquilas en este extremo del
espacio, e incluso los corsarios que llegan a la deriva con chatarra de
vez en cuando han sido pocos y espaciados. Jerrok dice que se debe a
la posición del cinturón de asteroides con respecto a los planetas
más cercanos. El cinturón de asteroides permanece estacionario,
pero los planetas se han alejado más de nosotros, llevándose mucho
tráfico con ellos. El planeta más cercano se acercará de nuevo en
unos dos años, pero Jerrok no está preocupado. Está más que listo
para un momento de tranquilidad, me dice. Como si no estuviera
tranquilo todo el tiempo.
Toco mi estómago pensativamente. Quizás Jerrok quería decir algo
más. Tal vez la pausa del tráfico sea un buen momento para criar a
un bebé. Es algo de lo que hemos hablado recientemente. Ninguno
de los dos está listo para ser padre, pero tal vez en el futuro, con
varios años tranquilos por delante... no sería la peor idea.
Tendremos que hablar de ello de nuevo.
Por ahora, sin embargo, necesito vestirme y preparar el lugar para
nuestra visitante. Me pongo un vestido recto y un par de sandalias
que me hice con cinta y algo de cuero (y un poco de terquedad) ya
que muchas de las cosas con las que nos encontramos no son de
tamaño humano. Ato mi cabello húmedo en una trenza suelta y
luego me dirijo al terrario.
Mientras lo hago, paso a Jerrok, que tiene una caja en sus brazos.
Sus ojos se iluminan al verme y hace una pausa. —Te ves linda.
Doy un pequeño giro. Mi vestido está hecho con restos cosidos de
un mantel sedoso que tomamos de una nave naufragada que
trajeron a nuestra puerta, y es de este hermoso color brillante entre
rojo y morado, dependiendo de la forma en que lo ilumine. —¿Te
gusta?
—Haces que todo se vea bien —me dice, luego se inclina para un
beso—. Feliz día del nacimiento, amor.
Me río de su mutilación de la palabra. Los mesakkah no celebran
cumpleaños, pero el año pasado, cuando le confesé el mío y que me
perdí el pastel de cumpleaños, se obsesionó con tener una fiesta para
mí este año, por pequeña que fuera. Esta es la tercera vez que me
dice “feliz cumpleaños” y sé que quiere que me sienta especial hoy.
Como si no me hiciera sentir especial TODOS los días. —Gracias,
bebé. Voy a traer algunas flores frescas para la mesa antes de que
Bethiah llegue. ¿Dónde está Sleipnir?
—Probablemente comiendo tus flores —dice—. ¿Debería poner unos
fideos?
Asiento, inclinándome para besarlo de nuevo, sólo porque amo su
boca. —Sin embargo, voy a agregarle verduras.
Jerrok hace una mueca de horror. —¿Debemos hacerlo?
—Las cosas verdes son buenas para ti, maldita sea —Le doy un golpe
en el costado—. Y te gustan.
—Las tolero —corrige—. Pero sí, si quieres cosas verdes en nuestros
perfectamente buenos fideos, hoy es tu día.
Con un guiño descarado, me dirijo al terrario, sonriendo para mí
misma. Es una batalla sin fin entre nosotros, la cena. Jerrok
definitivamente comerá fideos día tras día sin falta. Odia cualquier
cosa que tenga la forma remota de una barra de proteína, y sé que le
recuerda la guerra y los malos recuerdos. Es solo que... hombre, a
veces me canso de los fideos. Pienso con nostalgia en la pequeña
bolsa de harina que obtuvimos del hermano de Kivian y su
compañera, que viven en un planeta agrícola. Es un tipo diferente de
grano, pero se muele como harina y lo juro, hice mucho pan cuando
teníamos esas cosas. Es una pena no haber guardado nada para un
pastel de cumpleaños, pero de todos modos no tendría la textura
adecuada.
Al menos ahora tenemos verduras.
Me agacho en el terrario, ya que una de las enredaderas está
creciendo sobre la entrada y no tengo el corazón para recortarla. Me
encanta la vegetación salvaje y lo único que realmente hago con ellos
es tratar de persuadirlos para que crezcan en los enrejados
improvisados que están esparcidos por los lechos de tierra. El
terrario en sí es una belleza, tan verde y viva que me deja sin aliento
cada vez que entro. Ahora, en lugar de solo plantas verdes, hay
brillantes toques de color mezclados, enormes flores rojas junto a
flores azules brillantes. Hay una flor amarilla que huele un poco a
madreselva y parece racimos de uvas, y me inclino hacia ella cuando
paso junto a ella. Ahora tengo una cama completa para flores de
todos los tonos diferentes, y me dirijo hacia ella. Me mata cortar
cualquiera de las flores, porque puedo disfrutarlas durante meses
aquí, en lugar de solo unos días dentro de un jarrón.
Pero Sleipnir me “ayuda‟‟ con eso.
Efectivamente, mi querida mascota está tumbada en mi macizo de
flores, lamiendo su pata como si no le importara nada en el mundo.
Ha aplastado mis flores, rompiendo los tiernos tallos de las flores de
color naranja brillante y amarillo. —¡Sleipnir! —Grito, regañándolo
mientras me acerco—. ¡Sabes que se supone que no debes estar allí!
Me lanza una mirada aburrida, luego vuelve a lamerse.
—Dios, eres peor que un gato —refunfuño, recogiendo mis faldas y
pasando por encima de las flores para llegar a su cuerpo tendido. Le
doy un codazo con mi sandalia. —Levántate. Vamos.
Con un gemido, el carinoux se pone de pie, camina por el sendero
como si no le importara nada en el mundo y luego se marcha.
Mientras tanto, suspiro por la destrucción que ha causado.
Efectivamente, los tallos de varias flores se han roto y las recojo para
ponerlas en un jarrón. No puedo estar muy enojada con él. Le
encantan las flores tanto como a mí, y al menos ahora no hace caca
en las baldosas. En cambio, siempre hace su trabajo en la tierra
como un gato debidamente entrenado. Estoy muy orgullosa de mi
hijo por eso, por lo menos. Es el mejor protector que una chica
puede pedir, y si pisa algunas flores, no puedo regañarlo.
Una vez que recojo mis flores, me dirijo a mi jardín. Trasplanté todo
de uno de los lechos traseros para poder tener espacio para las
semillas de hortalizas que Fran me trajo en una de sus carreras el
año pasado. El jardín es mi orgullo y mi alegría, e incluso si no sé
nada sobre las plantas alienígenas, crecen como locas y producen
todo tipo de deliciosas frutas y verduras. Arranco una calabaza verde
grande que tiene un sabor parecido a la espinaca pero con un toque
crujiente de pepino. Es deliciosa en los fideos, y es mi forma de darle
algunas verduras a mi hombre. Señala que los fideos son
nutricionalmente equilibrados y no necesita comer vegetales frescos,
pero personalmente creo que son buenos para nosotros. No está de
más ser un poco más autosuficiente, y estoy tentada de limpiar otro
lecho de vides silvestres para agregar más verduras.
Tal vez el próximo año. Toco mi estómago de nuevo. Quizás si
tenemos un bebé.
Flores y vegetales en la mano, me dirijo hacia la habitación que
preparé como mi cocina. Después de que le dije a Jerrok que la
preparación de la comida debería estar en un área diferente a su
mesa de trabajo, pasó dos semanas preparando una de las
habitaciones despejadas como cocina y comedor para mí. Ahora
tengo una gran placa calefactora que hace las veces de estufa, dos
fregaderos y gabinetes para almacenar alimentos. Tengo una mesita
preparada con sillas en el lado más alejado de la habitación, e
incluso hay un bonito mantel a cuadros para cubrir mi mesa,
cortesía de Bethiah. Estoy bastante segura de que lo robó de la
cantina de la estación espacial más cercana porque el patrón parece
muy familiar, pero no me importa. Todas las estaciones tratan a los
humanos como una mierda de todos modos, y nunca me siento
cómoda visitándolas. Hemos tenido que hacerlo un par de veces para
los suministros de alimentos (Sleipnir come MUCHO) y siempre me
hace apreciar mi agradable y tranquila casa aquí con Jerrok en el
cinturón de asteroides.
Me encanta lo remoto que es. No se siente solitario. Se siente
privado. Acogedor. Y Jerrok y yo nunca nos cansamos de la
compañía del otro. Siempre hay algo que hacer, algo que desechar,
un libro para leer y discutir, jardinería que atender, y Sleipnir es una
mascota encantadora.
Nunca pensé que sería tan feliz.
Tarareando para mí misma, saco un delicado jarrón de cristal, un
regalo que Jerrok vio en el puesto de un comerciante en una visita a
la estación y me compró, y lo lleno con las flores, arreglando las
flores ligeramente rotas para que luzcan lo mejor posible. Corto
verduras después de eso, haciendo una olla enorme de fideos, ya que
Bethiah estará aquí en breve.
Bethiah. Yo suspiro. Supongo que los suegros de todo tipo son una
prueba, sin importar en qué parte del universo te encuentres. Sin
embargo, ella es la familia de Jerrok, así que sonrío y tolero sus
visitas incluso cuando me gustaría que diera un largo paseo por un
muelle corto. Ella tiene sus buenos momentos, por supuesto, como
cuando se sentó en mi recompensa hasta que expiró, y luego me hizo
saber que mi antiguo dueño se negó a renovarla. Pero luego están las
ocasiones en que Bethiah ha hecho cosas pequeñas e irritantes,
como tratar constantemente de llevar a Jerrok a un viaje para beber
mientras yo me quedaba en casa. O la vez que le trajo un robot
sexual y le dio mi nombre.
Ella ama a Jerrok. Por eso, la tolero... pero apenas. Sé que tiene
miedo de que le haga daño de alguna manera, pero pensarías que
desde que llevamos juntos casi dos años dejaría de hacer sus
pequeños comentarios. No Bethiah.
De mal humor, agrego más vegetales cortados en cubitos a los fideos
y espero que los odie.
Muevo los fideos al calentador justo cuando la alarma del perímetro
suena con una alerta. —Nave acercándose. Identificación: The Spot
Pleasure.
Hago una mueca al escuchar el nombre; es gracioso que Jamef la
dejara quedárselo después de todo lo que ella le hizo pasar, pero
sospecho que Bethiah nunca nos cuenta la historia completa de lo
que está pasando entre ellos. Me limpio las manos y aliso un mechón
de cabello en mi trenza al mismo tiempo que Sleipnir entra en el
pasillo y se mueve a mi lado. En ese momento, mi carinoux sabe lo
que significan esas alarmas y se pega a mí como pegamento cada vez
que hay alguien de visita. Todavía es un poco pegajoso, mi pobre
amor, pero algo me dice que siempre podría serlo.
Me encuentro con Jerrok en el pasillo. Se cambió a un uniforme
limpio diferente, su cabello desgreñado recogido en una cola
ordenada en la base de su cuello. —Te ves bien —le digo, radiante.
Es tan guapo, mi compañero. Podría mirarlo durante horas y nunca
cansarme de eso.
Pone una mano en la parte baja de mi espalda cuando damos la
vuelta por el pasillo, y noto que camina más rápido de lo habitual. Su
nueva pierna protésica ha marcado una gran diferencia en su forma
de andar, y mi corazón se llena de felicidad al saber que no tiene
dolor. Zakoar of the Broken Back es tan bueno como su palabra,
nunca nos estafa con sus precios y siempre es justo. Sin embargo, ha
sido mucho, así que no hemos podido terminar de cambiar todas las
prótesis de Jerrok. Le queda una pierna y estamos ahorrando para
eso. Pero con su nuevo brazo, una nueva pierna y un refuerzo
sintético a lo largo de su columna vertebral, Jerrok se mantiene
erguido y alto, mi hermoso mesakkah, y lo mejor de todo, no se
despierta con dolor. Su vieja pierna se arrastra un poco, pero Jerrok
jura que el dolor es casi nulo y últimamente sonríe mucho más.
Además… el sexo ha sido intenso. Respiro un poco ante eso,
pensando en la noche anterior y en cómo me hizo correr durante
horas antes de que finalmente tomara su propio placer. La
resistencia definitivamente no es un problema. Ya no.
—Te estás sonrojando —murmura Jerrok mientras me mira—.
¿Estás pensando en lo de anoche?
Soy tan obvia. —Tal vez.
Me sonríe, todavía complacido por lo mucho que me hizo gritar
anoche, como si no me complaciera completamente en la cama tal
como está. —Hoy es tu cumpleaños. Tendremos que hacer algo
especial esta noche para celebrarlo.
—Dios me ayude —bromeo, incluso cuando mis entrañas se aprietan
con anticipación. ¿Cómo es que el sexo todavía no se ha vuelto
aburrido con él? Todavía estamos pegados el uno al otro como recién
casados, y nunca he tenido una mala experiencia con él. Confío en él
completamente y tal vez esta noche... probaremos algo nuevo.
Quizás esta noche le demos una oportunidad al estilo perrito. Creo
que con Jerrok, podría estar bien.
Con Jerrok, podría ser genial.
Muerdo mi labio, dándole una mirada de promesa.
Mi compañero gime, acercándome y dándome un beso fuerte, su
lengua roza la costura de mi boca antes de alejarse. —Vas a hacer
que quiera tirarte a la cama y olvidarme de tu fiesta.
—Promesas, promesas —bromeo, sin aliento—. Es mi cumpleaños,
¿verdad? Tal vez simplemente le digamos que cancelamos todo y
vamos a pasar tiempo juntos en nuestra gran cama. —Paso una
mano por la parte delantera de su pecho. Cambiamos las camas y
ahora la cama más grande es la que compartimos, y hace el sexo…
bueno, el sexo siempre ha sido fantástico, pero ahora no estamos
apretujados contra la pared.
Pero Jerrok niega con la cabeza. —Bethiah tiene que venir. Traerá
tu regalo.
—¿Voy a recibir un regalo? —Parpadeo ante él con sorpresa—.
¿Pensé que no íbamos a hacer lo del regalo? —No quiere celebrar su
cumpleaños, así que no le pedí regalos porque no quería que gastara
dinero en mí cuando podría estar ahorrando para su prótesis final.
Preferiría que cuidara sus extremidades en lugar de conseguir algo
para mí.
Jerrok solo me da una mirada cautelosa. —Es algo con lo que
Bethiah se encontró en sus viajes y le dije que lo trajera. Te prometo
que te encantará.
—Será mejor que no sea otra humana —me quejo. Bethiah lo sugirió
antes, y creo que en su mente, si una humana es una fiesta en la
cama, dos serán un placer. Ella no parece entender que soy
territorial... o tal vez lo hace y simplemente le gusta pincharme. De
cualquier manera, absolutamente le arrancaré los ojos a cualquier
mujer que mire a mi compañero, y luego la enviaré a empacar al
planeta agrícola más cercano.
Mi compañero se ríe. —No es una humana, lo prometo. Eres la
única mujer que alguna vez querría, humana o no.
Deslizo mi mano en la suya, porque sé que esto es cierto. —Está
bien, entonces no mataré a Bethiah. ¿Es un libro? —Estoy
emocionada con la perspectiva. Mi pequeña biblioteca está creciendo
a pasos agigantados; ahora tengo seis libros, pero sueño con algún
día tener una pared entera de material de lectura. Jerrok les ha
hecho saber a sus clientes que si se encuentran con cualquier tipo de
“rarezas humanas‟‟ pagará bien, y el otro día alguien trajo un trío de
latas de refresco viejas y actuó como si fueran tesoros invaluables.
Me reí al ver la basura... pero Jerrok las compró de todos modos, y
me hacen sonreír. Están limpiadas y colocadas en un lugar de honor
en mi biblioteca, simplemente porque sí.
—Ya lo verás —es todo lo que dice, y sabe que eso me vuelve loca.
—Sabes que odio las sorpresas.
—No odiarás esta. Te lo prometo. —Me da un apretón en la mano y
yo reprimo mis reservas. Está tan emocionado de darme este regalo
que no quiero arruinarlo.
Entramos en la bahía de atraque, actualmente ocupada únicamente
por The Spot Pleasure. En la forma clásica de Bethiah, la nave está
estacionada al azar en el medio de la bahía, ocupando suficiente
espacio para tres naves. Ella baja por la rampa, sus trenzas de
cuentas se balancean, una amplia sonrisa en su rostro. Lleva un
jersey ceñido y cegadoramente brillante de color verde que parece
pintado en su forma ágil, y en sus brazos lleva una caja de metal
simple. —¡Jerrok! ¡Primo!
—Me alegro de que pudieras hacerlo —le dice, moviéndose hacia
adelante para agarrar los antebrazos de su prima.
Bethiah me mira y resopla un poco, como si me estuviera tolerando.
—Softie. Feliz día de nacimiento. —Me tiende la caja—. Me dijeron
que estos fideos saben a pasteles humanos, así que Jerrok insistió en
que trajera una caja para ti.
¿Fideos que saben a pastel? Soy un poco cautelosa con el
pensamiento. Huelo la caja y hay un olor que sube… y no es pastel.
Es más como... calcetines viejos. Olor corporal. Algo definitivamente
no parecido a un pastel en lo más mínimo. —Tendremos que
comerlos más tarde —les digo a ambos en tono de disculpa—. Acabo
de hacer una olla enorme de fideos con verduras frescas. Pero
gracias por el presente. Tenías razón, Jerrok. No era lo que esperaba
—Le sonrío a mi compañero, porque es un obsequio al menos.
¿Cuántas veces me ha oído anhelar el chocolate o el pastel cuando
tengo la regla? Siempre recuerda todo lo que digo, y yo soy la mujer
más afortunada del mundo por tener un hombre tan atento como él.
Bethiah y Jerrok intercambian una mirada. —Ese no es el presente
—dice Jerrok después de un momento, y su expresión es muy alegre.
—¿No lo es? —Miro sus dos caras sonrientes en confusión—. ¿Hay
más?
—Oh, kef, sí, hay más —dice Bethiah—. Y no puedo esperar para
descargar esto en particular. —Ella empuja a Jerrok con fuerza y
luego vuelve a subir por la rampa hacia su nave—. Espera aquí.
Miro a Jerrok, pero él solo sonríe con puro deleite, como si no
pudiera esperar a ver mi reacción. Estoy completamente
desconcertada, ¿qué es este regalo que es tan emocionante para
ambos y Bethiah está más que lista para deshacerse de él? ¿Es algo
humano? Eso es algo emocionante, no me importaría ver algo como
un juego de mesa, o incluso una baraja de cartas porque...
Mi tren de pensamientos muere cuando Bethiah sale de la nave con
los brazos llenos de escamas iridiscentes y piernas moviéndose.
Un pequeño chillido sale de mi garganta.
Es un carinoux. Uno bebé, por su tamaño. Hace un maullido de
gatito y luego lame la muñeca de Bethiah, su larga lengua serpentea
entre diminutos colmillos. El pequeño carinoux tiene los ojos más
grandes y mi corazón se derrite cuando Bethiah se lo quita de la
muñeca y me tiende la cosa que se retuerce y se retuerce.
—Oh, Dios mío —lloriqueo mientras tomo al bebé en mis brazos—.
¿Cómo diablos conseguiste esto?
El pequeño carinoux inmediatamente se agarra a mí con todas sus
piernas y comienza a lamerme la barbilla con una lengua áspera. Es
cálido y pesado y pequeñas garras están pinchando mi piel, pero no
me importa en absoluto. Es la cosa más linda que he visto en mi
vida. A mi lado, Sleipnir lo huele, empuja la nariz contra la piel del
bebé y resopla.
Me vuelvo hacia Jerrok, completamente sorprendida. —¿Cómo
pudiste…
Sacude la cabeza y levanta las manos en señal de negación. —Esto es
todo de Bethiah. Solo le dije que podría estar interesado.
—Mentiras. —Bethiah pone los ojos en blanco—. En el momento en
que se enteró de que tenía un bebé, quiso que se lo trajera. Pensó
que podría gustarte. —Extiende la mano y se rasca las orejas
pequeñas—. Es una niña, por cierto. Tal vez puedas criarlos.
—Oh, pero… —El bebé carinoux continúa lamiendo mi barbilla, la
lengua áspera me raspa la piel. Hago una mueca de dolor y sigo
acurrucándolo contra mi pecho—. Son tan caros.
—Lo son, pero ésta iba a ser sacrificada. Las personas que se
suponía que iban a comprarla terminaron siendo alérgicas. Fue a un
segundo comprador, pero es un poco masticadora, y me sugirieron
que le buscara una casa. La conseguí muy barato.
—¿Deberíamos llevarla de regreso a su mundo natal? —Muerdo mi
labio, preocupada. Sleipnir es súper inteligente y no quiero
mantener a un animal inteligente fuera de su hogar si es posible que
regrese—. No parece justo quedársela si puede irse a casa.
—Esta no puede —dice Bethiah sin rodeos—. Viene de una línea de
genéticamente modificados que han sido criados para ser dóciles. Se
la comerían viva si la dejaras en ese planeta. —Ella niega con la
cabeza, todavía rascándole las pequeñas orejas—. No sé por qué
querrías engendrar docilidad en un pariente protector, pero esa
también podría ser la razón por la que era barata de comprar. Nadie
quiere un protector holgazán.
Presiono un beso en el curtido hocico, ya enamorada. —Yo la
quiero.
Jerrok ha estado callado todo este tiempo. Me mira con expresión
tensa. —¿Estás segura? No quiero que te sientas presionada. —Es
como si de repente se diera cuenta de que regalarle una mascota a
alguien no es la mejor idea.
¿Pero esta bebé? ¿Esta carinoux? Estoy emocionada. A veces me
preocupa estar tan atrapada con Jerrok, y él conmigo, que no
tenemos suficiente tiempo para Sleipnir. Me siento culpable cada vez
que echamos a mi mascota del dormitorio para poder hacer el amor.
Si tiene una compañera con quien acurrucarse, será más feliz... y
estoy totalmente a favor de hacer crecer nuestra extraña familia.
Beso su hocico de nuevo. —Su nombre es Freyja —decido, para
mantener el tema de la mitología nórdica—. Sleipnir, saluda a tu
nueva novia. Es un poco joven para ti, pero confío en que seas un
caballero —La dejo en el suelo junto a él y los miro.
Freyja parpadea sus ojos hacia un Sleipnir de tamaño completo, y
luego rueda sobre su vientre, moviéndose como un cachorro.
Sleipnir hace un sonido que suena terriblemente cercano al
disgusto, se pone de pie y comienza a lamer al gatito.
Inmediatamente se acurruca entre sus patas delanteras, y continúa
lavándole como si estuviera disgustado por el desastre que es ella.
Es la cosa más linda que he visto en mi vida.
Segunda más linda. Me vuelvo hacia mi pareja, con una mirada
penetrante en mis ojos. Lo agarro por la pechera de su túnica. —Tú.
Necesito verte a solas por un minuto. —Mi voz es dura y severa—.
Bethiah, tendrás que disculparnos por un momento. Tenemos que
discutir algo.
—Alguien está en problemas —canta—. Pasaré el rato aquí con ellos.
Llámame cuando la cena esté lista.
Asiento y tomo a Jerrok de la mano, arrastrándolo detrás de mí. No
protesta, solo me deja llevarlo a través de la estación hasta que
estemos lo suficientemente lejos como para sentir que podemos
hablar sin que su prima escuche. La habitación más cercana es la
biblioteca casi vacía, y lo empujo adentro y cierro el botón para que
la puerta se cierre detrás de nosotros.
—Sophie —dice Jerrok en ese tono tranquilo y razonable que usa
cuando estoy hormonal—. No quise molestarte. Solo pensé que te
gustaría tener otra mascota…
Agarro su cuello, lo arrastro hasta mi nivel y lo beso tontamente.
Él gime, retrocediendo y mirándome con confusión. —Tú... no
puedo decir si estás enojada o no.
—No estoy enojada —le digo, tocando el cierre automático en la
parte delantera de su jersey—. Eres increíble y te amo y quiero tener
sexo. Ahora mismo —Mis manos están frenéticas mientras tiro de su
ropa.
—Mi prima…
—No me importa si ella nos escucha —le digo, mis manos se
deslizan hacia su pene mientras su ropa se acumula alrededor de sus
tobillos. Lo agarro y me arrodillo, tomando esta maravilla perforada
en mi boca y arrastrando mi lengua sobre ella—. Te necesito.
Necesito mostrarte lo maravilloso que eres y cuánto te amo. Cuánto
te deseo.
Gime, acariciando mi mejilla. —Sophie... Kef... te amo tanto.
Le doy una lamida descuidada, arrastrando mi lengua por la parte
inferior de su polla. —Quiero probar algo diferente ahora mismo —
le digo—. ¿Lo harás conmigo?
La mirada que me da está llena de preguntas, incluso mientras
acaricia mi mejilla. —¿Qué deseas?
Arrastrando mi lengua alrededor de uno de sus piercings, le lanzo
una mirada juguetona. —Quiero que me tomes por detrás.
Mi compañero se pone rígido, con una mirada de preocupación en
su rostro. —No tienes que hacer eso…
—Lo sé. —Presiono un beso en la cabeza de su polla, luego tomo una
gota de pre-semen con mi lengua antes de que se deslice por la
punta—. Pero... quiero intentarlo.
—¿Ahora?
Ahora es un momento tan bueno como cualquier otro. Asiento con
la cabeza y Jerrok baja el brazo, indicándome que debería tomar su
mano. Lo hago, y me da una mirada pensativa, trazando las líneas de
mi mandíbula con su mano libre mientras estudia mi rostro. Si
busca una pizca de preocupación, no la encontrará. Confío
completamente en Jerrok, y ha pasado tanto tiempo desde que pensé
en mi vida anterior que siento que ya no me domina.
Quiero hacer esto, porque entonces seré verdaderamente libre.
—Si te asustas —advierte.
—Lo sé. Prometo que diré algo. —Pongo una mano en su pecho y
beso su piel, luego la placa sobre su corazón—. ¿No quieres hacerme
el amor?
Él gime, agarra mi mano por la muñeca y se la quita. La mirada en
sus ojos es intensa y me deja sin aliento—. ¿Quieres esto, entonces?
Asiento con la cabeza, ansiosa.
—Date la vuelta para mí. Manos en la pared.
Hay una nota de autoridad en su voz que me hace algo. Respiro
profundamente, me doy la vuelta, doy dos pasos hacia la pared y
pongo las manos sobre ella, con las palmas pegadas. El metal se
siente frío debajo de ellas, en desacuerdo con lo caliente y sonrojada
que estoy. Una mano pesada toca mi hombro por detrás, e
inmediatamente me pongo rígida, los malos recuerdos me inundan.
Un gran cuerpo presiona contra mí, y luego una tierna boca roza mi
oreja.
—Buena chica.
Solo así, estoy bien de nuevo. Dejo escapar un gemido estremecedor
cuando él agarra mis faldas y las sube hasta mi cintura.
Las manos de Jerrok están por todas partes. Apuña la tela de mi
vestido y expone mi trasero al aire fresco. —Sostén esto por mí,
amor.
Quito una mano de la pared y hago lo que me ordena, y cuando cae
de rodillas en el suelo, abro las piernas y me inclino un poco,
presionando mi mejilla enrojecida contra la pared y empujando mi
trasero hacia afuera. Un momento después, su boca está ahí, su
lengua se arrastra sobre mis pliegues, y gimo. Nunca me cansaré de
la sensación de la lengua cubierta de crestas de Jerrok moviéndose
sobre mi coño. Sumerge la punta de su lengua en mi centro y luego
me da una lamida húmeda. —Ya estás mojada para mí. ¿Cómo te
mojas tanto para mí tan rápido?
—Porque... eres muy bueno... conmigo...— jadeo. —Te amo.
—Yo también te amo —dice automáticamente, y luego agarra mis
caderas con sus manos y arrastra mi trasero hacia atrás, su lengua
acariciando profundamente dentro de mí. Grito, luego muerdo mi
mano porque no quiero que Bethiah o Sleipnir entre y me vea
prácticamente a horcajadas sobre la cara de Jerrok. —Amo este
lindo coño —me dice cuando sale a tomar aire—. Voy a llenarlo con
mi polla.
—Hazlo —le digo—. Ahora. Date prisa.
Me da una última lamida profunda y se pone de pie. Su única pierna
cruje mientras lo hace, pero no hay ningún gemido de dolor
acompañando sus movimientos y sé que Jerrok se siente mucho
mejor de lo que se ha sentido en mucho tiempo. Sin embargo, no
piensa en nada más que en hacer el amor. Pone su mano en mi
cabello y agarra un puñado de él, inclinando mi cabeza hacia atrás y
jadeo, amando la sensación de estar atrapada por él. Solo él. Toma
mi mandíbula e inclina mi cabeza para que podamos besarnos, y es
una tierna mezcla de posesividad y afecto como solo Jerrok hace
mejor, y hace que mi coño se apriete.
—Mi dulce amor —murmura en mi oído—. Mi buena chica.
Yo gimo. Él sabe que me encanta escuchar esas palabras. Sabe que
nada me moja más. Frota su polla entre mis piernas, acariciando mi
trasero mientras me susurra lo perfecta que soy, lo sexy, lo hermosa.
Cuando empuja dentro de mí, no hay malos pensamientos, solo
placer. Y mientras Jerrok se adentra en mí, me sostiene, con el brazo
encerrado alrededor de mi cintura incluso mientras me embiste por
detrás, su espuela empujando contra el fruncido de mi trasero con
cada golpe profundo. Es la cosa más obscena que jamás haya
existido y la más perfecta.
Estoy justo donde pertenezco, segura en los brazos de mi amante,
amada y completa.
Cuando me corro, es explosivo con su fuerza, y el chorro de mi
liberación se desliza por mis muslos. Exprimida, me aferro a Jerrok
y a la pared mientras él bombea en mí, y unos momentos después,
también estoy mojada con su liberación. Nuestras respiraciones
agotadas se mezclan, y luego Jerrok suelta una risa jadeante y me
besa en la cara. —Feliz día de tu nacimiento, amor.
Sonrío, destrozada pero feliz. Mientras tenga a Jerrok, cada día se
siente como el mejor día de mi vida.

También podría gustarte