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16/11/2019 La caída de la clase media

LA NUEVA RADIOGRAFÍA DEL ESTRATO SOCIAL

La caída de la clase media


Un estatus con ciudadanos que no llegan a final de mes

Estrangulados.La clase media vive su mayor declive. Los hogares están asfixiados por gastos que superan los
ingresos. (Fanatic Studio / Gary Waters / Getty)

JAVIER RICOU, LLEIDA


16/11/2019 00:12 | Actualizado a 16/11/2019 08:00

Hoy se habla como nunca de clase media para referirse a la mayoría de la sociedad. Es como un cajón de sastre en
el que tendrían cabida todos aquellos ciudadanos que no duermen debajo de un puente o son propietarios de un
avión. Una radiografía irreal (la clase media pasa por sus horas más bajas) obtenida a partir de criterios
económicos o dibujada por un engañoso mensaje de los políticos. Estos últimos han descubierto que cuando
hablan de clase media su discurso despierta interés en la práctica totalidad de la población.

¿La explicación? La mayoría de ciudadanos se autoproclaman miembros de esa clase, aunque a renglón seguido
confiesen tener dificultades para llegar a final de mes. Como afirma el catedrático de Sociología de la Facultad de
Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Feito, “la clase media es hoy como un barco
que navega en aguas rocosas”. Y corrobora: “Todo el mundo que no duerme al raso o no tiene un jet privado se
identifica con esa etiqueta”.

Renta e ingresos

Un reciente estudio de la OCDE considera hogares de clase media a aquellos que ingresan entre el 75% y el 200%
del sueldo medio del país. En España esa horquilla se mueve entre los 11.400 euros y los 30.400 anuales. Con ese
dinero –para considerar clase media a las familias que lo ingresan– tendrían que cubrirse todas las necesidades de
ese hogar, asegurar gastos imprevistos, propiciar el ahorro y poder disfrutar con toda la familia de al menos unas
vacaciones al año. Unos privilegios imposibles en los hogares con la renta de la parte más baja de esa horquilla –y
mucho menos si hay niños– usada desde el mundo económico para etiquetar la clase media. Según este baremo
económico, las familias españolas con este estatus suman –los estudios no acaban de ponerse de acuerdo en la
cifra– entre el 50% y el 59% del total de hogares.

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Esas estimaciones basadas en la renta anual no tienen en cuenta, sin embargo, estudios como el de Caixa Bank
Research, según el cual el 20,30% de los miembros de esa clase media dibujada sólo con criterios económicos
confiesa tener dificultades para llegar a fin de mes. Y casi un 30% asegura que con esos ingresos no podría afrontar
un gasto imprevisto.

Así que la denominada clase media de la era de la tecnología en nada se asemeja a la de finales de la década de los
setenta del siglo pasado. Entonces era mucho más fácil etiquetar. “Si tenías casa en propiedad, televisor, un 600 y
veraneabas en la playa eras de clase media”, indicaba semanas atrás en una entrevista Pedro Aznar, profesor de
Economía en Esade. Hoy están naciendo subclases (media-baja y media-alta) en ese estrato. Las clases altas, las
más ricas, cada vez se ven más lejos, mientras que el umbral de la pobreza se percibe cercano entre la clase media
más asfixiada por el endeudamiento.

Estilo de vida

Disfrutar de los privilegios de la tradicional clase media es, por lo tanto, cada día más difícil para muchos de los
ciudadanos que siguen creyendo pertenecer a ese estrato social. Y además nunca había sido tan complicado para
los jóvenes aspirar a ese estatus, que sus abuelos soñaron para hijos y nietos. Algunos estudios revelan que, en los
años ochenta, el 66% de los jóvenes era de clase media. Hoy ese porcentaje ha bajado hasta el 58%. ¿Qué ha
cambiado? “Pues que el coste de partes esenciales del estilo de vida de la clase media ha aumentado muy por
encima de los ingresos”, responde Rafael Feito.

Una realidad que suelen obviar los políticos. En sus propuestas y promesas meten en el saco de la clase media “a
los grupos sociales que están próximos a la renta media o que ocupan posiciones intermedias en la jerarquía
social”, afirma Juan Jesús González, catedrático de Sociología de la UNED. Sin reparar en si esos ciudadanos
tienen o no problemas para llegar a final de mes. Todo con la complicidad de los ciudadanos, pues la respuesta
preferida de los españoles en las encuestas se repite. Pese a las dificultades de muchos para llegar a final de mes,
los españoles “tienden a refugiarse (ni arriba ni abajo) en la noción política de clase media”, reitera González.

Afirmación corroborada en el último barómetro del CIS. Cuando se preguntaba a los encuestados a qué estrato
social pertenecían, un 62,9% respondía “clase media”. El informe de CaixaBank reduce ese porcentaje, en función
de los ingresos, al 59,3%.

Inseguridad laboral y vivienda

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Los gastos disparados en el seno de los hogares –no acordes con el aumento de los ingresos, de los que habla Rafael
Feito– se refieren, principalmente, al precio de la vivienda y el coste de la educación superior de los hijos. Y todo
en una clase media estrangulada como nunca por la inseguridad en el mundo laboral.

“En más de uno de cada cinco hogares considerados de clase media se gasta más de lo que se gana y, además, el
sobreendeudamiento es mayor en los hogares de ingresos medios que en los de ingresos bajos o altos”, revela Feito.

El precio de la vivienda, importante indicador a la hora de etiquetar a los ciudadanos en una clase u otra, se ha
disparado. Tener casa en propiedad acarrea un gran esfuerzo para esta nueva clase media asfixiada por los gastos.
Hace tres décadas el dinero destinado a la compra de una vivienda suponía el 25% de los ingresos totales. Hoy es el
32%. Diferentes estudios coinciden en que la clase media está renunciando a gastos tradicionalmente propios de
esa condición social (ropa, ocio, vacaciones, tecnología...) para destinarlos a la vivienda.

Ese empobrecimiento de la clase media pasará, auguran los sociólogos, otras facturas. A esas familias les costará
cada vez más pagar una educación superior a sus hijos (los estudios son otro indicador destacado a la hora de
etiquetar los estratos sociales) y se corre el riesgo de descuidar la salud (la esperanza de vida de la clase media es
más alta que la de estadios inferiores) al faltar también el dinero para una alimentación equilibrada o visitas
médicas preventivas.

Política y lugar de residencia

El voto de la clase media –esa a la que se refieren hoy los políticos para dirigirse a la práctica totalidad de la
sociedad– interesa en estos momentos, como nunca, a los sociólogos. Las repetidas encuestas del CIS con tantas
elecciones esconden mucha información que habrá que interpretar.

El catedrático de Sociología de la UNED, Juan Jesús González, apunta que las clases medias “han sido el apoyo
principal de los nuevos partidos surgidos en las elecciones del 2015 (Podemos y Cs) pero ese voto se ha perdido por
los errores cometidos por esos mismos partidos”. ¿La prueba? Las últimas elecciones. “Las clases medias votaron
en abril a los nuevos partidos entre cuatro y cinco puntos porcentuales por encima de la media y el pasado
domingo quedó demostrado –eso lo podremos comprobar en el estudio postelectoral del CIS– que ese apoyo se ha
esfumado”, añade González

El lugar de residencia es otro indicador para los sociólogos a tener en cuenta a la hora de etiquetar a los
ciudadanos por clases. “Con una renta anual de 20.000 euros se puede vivir muy bien en una zona rural y rozar el
umbral de la pobreza en una gran ciudad”, afirma Rafael Feito

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