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En vez de advertencias,
cada dolor tendría su sentido comprensible, solo podría significar los dolores serían en este caso estímulos. El ser más rico en dolores,
algo preciso, y el remedio estaría en el comportamiento del propio que se comportase debidamente, sería también el que más lejos
espíritu. La superación del dolor sería, sin embargo, algo difícil y llegaría: su curación sería su propia invención y su propio logro.
Esta edición PDF del Papel Literario se produce con el apoyo de Banesco
2 Papel Literario EL NACIONAL DOMINGO 30 DE MAYO DE 2021
Enciclopedia Venezolana
de la Destrucción
Convocamos a un Aleph-Tav
poco más de cien Dícese del legendario álbum de cromos que recopila el principio –Aleph–
autores a escribir y el fin –Tav– de todo el universo nacional, representado en las letras del
alfabeto patrio.
textos breves Compuesto por cientos de láminas, las estampas y lo que ellas representan,
desaparecen sin retorno desde hace años con la constancia de un reloj
que, con amplia implacable.
A la fecha, en el catálogo quedan apenas unas pocas viñetas que aún no se
libertad, hablen desvanecen: Las plazas Bolívar. El cerro el Ávila y el teleférico de Mérida.
El humor. Y el vino “La Sagrada familia”.
de la destrucción:
Sonia Chocrón
de las personas y
las instituciones,
de los servicios y
la infraestructura, Archivar
de la educación Leo Paper Cadavers. The Archives of Dictatorship in Guatemala (Duke Uni-
versity Press, 2014), de la historiadora Kirsten Weld. El libro trata sobre el
y la información, proceso de descubrimiento y recuperación de los archivos de la Policía de
Guatemala, cuyos documentos revelan los crímenes perpetrados por la dic-
Ateneo de Trujillo
de los derechos tadura guatemalteca durante la larga guerra civil. Aunque se trata de un Mediante Decreto Oficial, el Ateneo de Trujillo fue creado el 24 de julio de 1942,
caso de estudio sobre el país centroamericano, pienso en Venezuela. ¿Recu- e inaugurado en la casa donde se firmó el Decreto de Guerra a Muerte, el 13
y las garantías peraremos archivos de tal magnitud como los estudiados por Weld o ha ha- de noviembre de ese mismo año. Sesenta y ocho años y un mes después, el 13
bido en Venezuela una sistemática destrucción de cada documento que re-
ciudadanas, de gistra los abusos y los actos de violencia del Estado? ¿Existirán burócratas
de diciembre de 2010, la sede que desde marzo de 1960 ocupaba y que fuera
construida por el Ejecutivo Regional de entonces “para asiento del Ateneo de
silenciosos, aplaudiendo diariamente a sus jerarcas del gobierno, pero fo-
los talentos y tocopiando y escondiendo documentos, actas y oficios? Leo Paper Cadavers
Trujillo”, fue violentamente invadida por un grupo autodenominado Coman-
do Kuikas. Una treintena de personas armadas con machetes y bombas de
y trato de imaginar que a pesar de la metódica política de la destrucción y
capacidades, la desmemoria llevada a cabo durante estas décadas, sobrevivirán trazos,
mortero, tomaron la instalación expulsando violentamente a los directivos del
Ateneo. Ese mismo día, el gobernador del estado, Hugo Cabezas Bracamonte,
y de cualquier huellas, papeles olvidados, capaces de develar las atrocidades, violaciones
y atropellos de estos desgarradores años. Quiero gritar que archiven todo,
emitió un Decreto (No. 695) ordenando la intervención del Ateneo. Este De-
creto, así como las acciones directas de los invasores del Ateneo, estuvieron
otro aspecto que fotocopien todo, que conserven hasta las notas adhesivas desechadas a
la basura. Porque a pesar de todo, a pesar de la destrucción, algún día esos
instigados por el Cronista de la Ciudad, Huma Rosario Taveras y el Director
de Educación del Ejecutivo, Benito Flores.
de la realidad papeles revivirán su latente memoria capaz de ofrecernos el derecho de po-
der mirar y juzgar con más severidad estas infames décadas de Venezuela.
Lo que antes se llamó Ateneo de Trujillo, pasó a llamarse Complejo Cultural
Kuikas. Lo que durante casi siete décadas fue un activo espacio de discusión,
que merezca Alejandro Martínez
formación y difusión cultural, desapareció para dar paso a la espoliación, las
ruinas, la nada.
ser consignado,
Pancho Crespo Quintero
tangible o
intangible. A esta Armando Reverón
entrega de hoy, Aviso para navegantes
El 15 de diciembre de 1999, día en el que el barro arrasó con parte del li-
constituida por 68 toral central venezolano, desapareció también el Castillete de Armando
Reverón, edificación que fuera vivienda y taller de ese gran artista, y que
En Venezuela, desde 1999, la libertad de información ha venido desapare-
ciendo no de un día para otro, pero todos los días un poquito más. Medios
textos, le seguirán constituía, de hecho, un ámbito simbólico para nuestra cultura: el lugar
donde había sido creada una de las obras artísticas más lúcidas de la mo-
de comunicación, desde modestos periódicos de provincia y estaciones de
radio locales hasta portales de difusión internacional y emisoras de amplia
otros 41 más, la dernidad latinoamericana.
Tras años de abandono, el gobierno local lo reinauguró en 2018. Sin in-
cobertura –todos, o casi todos, han sido intervenidos, prohibidos, multados,
enjuiciados, vandalizados, bloqueados, suspendidos, vendidos y finalmen-
próxima semana vestigaciones serias que respaldaran este delicado trabajo, la “restaura- te extinguidos. Si se quiere un estudio consistente léase 20 años de censura
en Venezuela (1998 -2018) de Andrés Cañizales (Alfa digital, 2019) y allí pue-
ción” del Castillete nos lo devolvió transformado en un adefesio de palmas
y cemento. de verse como los ataques a la libertad de información fueron perpetrados
Pero la devastación es mayor. La desaparición de los archivos del Museo contra los propios medios y sus instalaciones, sus propietarios, directivos
Reverón, entregados tras el deslave a la Galería de Arte Nacional, es un y personal, especialmente periodistas, muchos de los cuales han salido al
hecho, como lo es el menoscabo del material documental sobre nuestra exilio. Hasta hace unos días los escritores literarios no habían sufrido reta-
historia plástica que era resguardado en las hemerotecas de los principa- liaciones. Pero nada es permanente. El encarcelamiento de la escritora Mi-
les museos nacionales. lagros Mata Gil (Caracas, 1951), apresada el pasado 31 de marzo en El Tigre
Hace poco el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas fue rebautizado (Anzoátegui), por efectivos de la Comisión Nacional antiextorsión y secues-
como Museo Armando Reverón. Se quiere reforzar una imagen tergiversa- tro, y posteriormente liberada bajo medidas cautelares, por ser autora de un
da y manipuladora de este refinado y valiente creador, con fines populistas. texto titulado “Fiesta mortal”, publicado en una red social y difundido en un
La destrucción que supuso el deslave del estado Vargas prefiguró para grupo de whatsapp, en el cual se describe satíricamente un festejo privado,
muchos un signo agorero de lo que vendría. La Venezuela de hoy corrobo- es en mi conocimiento el primer caso de detención de un autor literario por
ra, dolorosamente, este presentimiento colectivo. sus opiniones. Quedamos avisados.
Gabriel Payares
Caimanes
Somos el país cuyo mapa fue desdibujado como un hueso roído. Y las
ciudades lanzadas cual piedras al pantano. Los caimanes voltean y bajo el
sol relucen sus panzas llenas de monumentos, puentes, carreteras. Cuando
eructan, luces de semáforos y neón alumbran intermitentes desde sus
gargantas.
Los reptiles digieren la ciudad que les tiran aquellos que la convirtieron
en botín y se deshacen de sus restos.
Los forajidos apresaron a los agrimensores para obligarlos a redibujar
la topografía con un suelo anémico, deforestado. Los forzaron a borrar los
nombres, a eliminar de un zarpazo los ríos en el cauce de la sequía. Para
divertirse, los dueños, los bandoleros, los conminaron a ilustrar monstruos
medievales, como en los mapas antiguos, para señalar un territorio más
indómito.
Tiemblan sus papadas al reír cuando miran el plano hecho a su antojo: el
encabezado con dos pistolones, la calavera con sus tibias de bandera.
A los habitantes los echó el espanto, algunos llevaron consigo las venta-
nas para recordar las tardes frente a sus casas, los domingos cuando llovía.
Hay caimanes que se indigestan con los hornos de las fábricas, los labora-
torios y sus reactivos. Otros mueren atragantados en plena deglución de un
hospital. Pronto se hartan del concreto. Se aburren de estar en la ciénaga.
Con precaución asoman sus hocicos a la orilla, luego sus cabezas comple-
tas. De a poco sacan el cuerpo y, de repente, sus colas atraviesan calles y
1 F. Ventana cerrada hasta el suelo del salón donde solo se asoma el hombre en la prolongación voladiza de la noche autopistas.
tragado por las multitudes él abre su hoja de metal y levanta los brazos sin acodarse sobre el yeso del frisado y brama Los dueños del mapa-hueso carcomido se cuidaban de los árboles porque
no articula torrente es y fuerza telúrica amalgamada es con la turba una hojarasca de gusanos es bullicio él la bulla alguna vez estos se movieron y derrocaron una monarquía; así que los tala-
hacia el bullicio patibulario en los cristales rotos por los retumbes de la banda marcial y el sandungueo del carnaval ron para evitar motines. Pero nunca pensaron en caimanes arrastrándose
acrisolado en el meloso anís porque el soberano ha gritado lo dice el árbitro electoral y el teniente le baladra al pueblo. hacia sus dominios.
Nadie lo vio venir, y ahora estos rastreros insaciables comen palacios,
2 F. En la terraza de la casa de mis abuelos quedó un viejo taburete con asentadera de cuero y se ha ido pudriendo muerden cuerpos grasosos, tragan jetas de carne podrida entre los dien-
desde entonces al menos en el recuerdo de quienes partimos y en el recuerdo de quienes se quedaron y no volvieron tes. La cabeza les cabe en un bocado; aunque los bigotes les producen
más a visitar aquel lugar donde todos coincidimos alguna vez ahora habitado por sombras desmemoriadas y que a flatulencias.
pesar de cualquier día soleado pertinaz enmohece así el taburete se ablanda y ni siquiera es deterioro porque él se El mapa entero es ahora un pantanal.
descompone a pesar de la imputrecescibilidad de lo curado se transforma en gelatina bullente el país.
Quisiera que mi pequeño país ruso se pareciera más al ballet y menos al zar.
Con dominios así de esbeltos como largas, firmes y estilizadas piernas por
las que vibra, corre la sangre como autopistas. No se derrama, pérdida, en las
calles rojas, huecas, muertas de la ciudad tras bombas, estallidos y fieras rau-
das en moto con armas en el cinto, matando perros en el aire de plomo, vicio
bajo puentes, asfixia desde abril.
Quisiera que mi pequeño país ruso fuese grande, fino, lleno de luz y sabana,
lleno de luz y sabana, con vida alegre en las butacas, sin aplausos ciegos en
teatros rotos, verde de palma, no de oliva.
Enrique Larrañaga
Natasha Rangel
Daño antropológico
Al atavismo caudillista y militarista; y al daño populista, rentista y clientelar,
se le agregó el daño antropológico neototalitario. El padre tan ausente a veces
Educación
en el nivel microsocial, se transformó en un padre omnipresente en todos los
niveles; permisivo y pseudo-protector, primero. Vigilante, despótico y genoci-
da silencioso, después. La moral distraída de algunos de nuestros primeros
El alma
republicanos se transformó en la moral desvariada de los destructores de la En su libro El Danubio,
república.
Claudio Magris dice que a
Las aproximaciones a la modernidad de la segunda mitad del siglo XX han
sido arrasadas por la barbarie de la manipulación y fosilización identitarias. los horrendos crímenes del
El odio se atizó con todas sus paradojas. Los íconos y símbolos de la naciona- nazismo es necesario agregar
lidad fueron profanados y la memoria colectiva ha sido horadada; la circuns- el de haber pervertido la
cripción, la autovía central y la montaña totémica de la ciudad ya no tienen el
interioridad alemana. Parece
mismo nombre.
No existe la burocracia moderna weberiana, ni su racionalidad, en donde se una obviedad, pero a veces
adecúan lógicamente medios a fines. La ineficiencia extrema, o la simple ino- olvidamos señalar que los
perancia, es el común denominador de los servicios públicos. La ciudadanía peores males de la historia no
incipiente de los lustros anteriores, desapareció. No hay una instancia me- solo liquidan cuerpos sino que
diadora que haga respetar los derechos sociales, y existe miedo de luchar por
ante todo se proponen acabar
los derechos políticos. Por mera sobrevivencia, nos han obligado a gestionar
el silencio. El panóptico mediático es comunicación del miedo. Terror a los con las almas. Que lo logren
grandes aparatos represivos y a los micropoderes (colectivos) de la hegemonía; o no, ese es otro asunto –¿se
desconfianza e insilio. puede matar un alma?–, pero
El arquetipo de trickster nos secuestró; impera el individualismo anárquico
de que las someten a vejaciones
y la ausencia de normas estables y racionales. Comúnmente ya no encontra-
mos fanáticos, sino oportunistas moderados. El sociolisto, dueño de un bode- indecibles no queda la menor
gón, no blande las banderas del socialismo. ¿De dónde provienen sus fondos? duda. Envenenar el trato de una
No hay instituciones bancarias para solicitar créditos legales para verdaderos sensibilidad con el mundo es la
emprendimientos. El trabajo asalariado ya no tiene ningún valor. La ética bo- empresa más abominable que
livariana está a años luz del espíritu del capitalismo y la cultura laboriosa del
se pueda concebir. Mucho más
protestantismo ascético. No hay progreso sino una involución y regresión se-
cular. El futuro se quedó sin gasoil. La neolengua se encargará de desdibujarlo. si es adrede, por puro morbo
de perjuicio, como pienso que
Carlos Colina se ha pretendido hacer con
nosotros en Venezuela. Elisa
Derecho Lerner me dijo un día que el
chavismo era la abolición de
En las sociedades libres con un sólido Estado de Derecho, el Derecho es una
la belleza. Entonces no supe
herramienta en favor de los ciudadanos para limitar el poder del Estado.
Pero en Venezuela, en los últimos 22 años, hemos presenciado una transfor- contestarle que, aunque estaba
mación del ordenamiento jurídico y un uso (manipulación en realidad) del de acuerdo, su entereza moral
Derecho para sostener en el tiempo un poder arbitrario e ilegítimo. La ley, –la de Elisa y la de tantísimos
otrora garantía para el ejercicio de derechos y libertades, hoy ha sido susti- otros venezolanos portadores
tuida por decretos presidenciales, actos unilaterales inconsultos, para soca-
de una belleza interior de raíces
var estos derechos. El Poder Judicial, fundamental para la efectividad de los
pesos y contrapesos del poder, ha sido genuflexo ante el Poder Ejecutivo; ha muy hondas– es y será por
avalado sus políticas de control social en contra del ciudadano e incluso ha siempre una patria posible para
sido agente activo en la ejecución de estas políticas. Nuestras Universidades nuestro resguardo y nuestra
enfrentando la enseñanza del Derecho con la cada vez más abismal distancia curación. Para el resguardo
entre deber ser y ser. Los abogados ejerciendo cada vez menos Derecho y más
y la curación de nuestra
gestoría especializada en procesos y trámites kafkianos. La libertad, lamen-
tablemente en nuestra cultura jurídica nunca ha sido concebida como un fin interioridad, de nuestra alma.
del Derecho, pero hoy en día es el objetivo de ataque de esta herramienta del
poder en el que han convertido al derecho, con d minúscula. y le llaman… sistema educativo Diego Arroyo Gi
El ayunador El espacio
Soy oriunda de un país acechado Hubiera querido seguir en el mapa el recorrido gón donde daban vuelta muslos, arepas, cacha- ble como lo fue para los trazadores de mapas de
por el hambre, donde lo que hay – del carro porque no se podía imaginar el terri- pas. Ahora, nada. Un niño a lo lejos golpeaba siglos pasados. Una barbarie verde y abandona-
la falta de comida– ha sustituido torio en el que se estaban adentrando. En el aire una lata. Una selva repentina cerró nuevamente da, atravesada por el carro Golem, siempre ha-
eso que habría que buscar –los flotaba el negro de las partículas de monóxido o la visión. Una radio sin estaciones. Apenas al- cia adelante, que a veces se cruzaba con otro ca-
signos, lo que no hay–, de no tener de una lluvia a punto de caer. Los árboles cria- gunos letreros. Fotos de concejales en campaña. rro también rearmado y humeante.
que pasar la vida luchando por ban barbas. Las curvas estaban cuarteadas. El Muy poco tránsito. El espacio era más espacio. Sin señales, ni mar-
llenar el vacío de lo primordial. asfalto, un pergamino. Una sucesión de puestos Hubiera querido activar el GPS, pero ahorraba cas, ni reglas, ni rastros. Todopoderoso como un
Vengo de un país donde aquello de comida cerrados la sorprendió en un descam- energía. Además, la densidad de la maleza for- dios que se sabe intocable.
que podía considerarse un placer y pado. Tenían las paredes tiznadas porque en su maba una coraza que imposibilitaba toda señal
un derecho se convirtió en agobio. momento habían albergado una hoguera, un fo- satelital. El espacio era verdaderamente inasi- Liliana Lara
Ser testigo de esta pesadilla es
una de las razones que me han
impulsado a escribir sobre el
ayuno, cuya imagen, en el fondo,
se me presenta como una forma
El exilio interior Emprendedores
de resistencia, la experiencia de
Cuando comencé a escribir este diario, cuyas páginas me resultan a veces En la entrada de la talabartería han colocado unos cajones con frutas. Se
la anorexia como metáfora del
desagradables, llegué a un punto en que las palabras comenzaron a detener- mantiene el registro comercial del negocio pero nadie encarga carteras, pi-
reclamo.
se lentamente. No sé si llamar a esta situación, con propiedad, un bloqueo de hacer arreglos o comprar algún género de cuero. Lo mismo ocurre en la
El ayunador, el anoréxico,
inconsciente, o quizá se trate de un mecanismo de escape, un deseo irrepri- tienda de insumos para bicicletas: varios guacales exhiben plátanos, yucas,
rechaza alimentarse, se bate a
mible de contener las náuseas. De cualquier manera, algo era evidente: las aguacates en tanto las llantas, los manubrios, las bombas de aire yacen al
muerte contra su hambre, la
ganas de vomitar me dominaban lanzándome hacia una especie de oscuridad fondo como sombras de una época antigua.
incita, la reta, la convierte en
voraz y melancólica. Librerías, atelieres, comercios de ropa interior han improvisado mostra-
un arma. Un origen “que no
Siempre quise convencerme de que, en efecto, me había ido de este país de- dores y estantes para vender comestibles de rápida cocción y relativo bajo
parece tener un fin terreno”
vastado por el odio y la miseria. Solía imaginarme en otros lugares, entre precio. A veces incluyen huevos y –sin refrigerar– embutidos y quesos, y,
subyace a la decisión de vérselas
otros seres que, desde luego, pronto aprendería a querer. Nada de todo ello desde el inicio de la cuarentena por COVID-19, tapabocas y guantes con-
con el estómago vacío. Algunos
pasó, es evidente, y en vez de haber escapado en silencio, decidí exiliarme en feccionados con retales.
estudiosos sugieren que detrás de
el baño de mi casa. No recuerdo con exacta fidelidad el día o la hora en que En la venta de muebles pueden comprarse buenas papas; en la oficina de
la acción de dejar de comer esté
este extraño hecho ocurrió. Solo tengo un súbito recuerdo de aquella extraña administración de condominios, tomates baratos y regios. Los jóvenes que
quizás la necesidad de echarle en
noche en la cual subí las escaleras, me abotoné la camisa y entré a mi baño. suelen atender estos “emprendimientos” no tienen idea de que hace dos
cara al otro –¿alteridad familiar,
No he vuelto a salir de él y sospecho que no lo haré jamás. Si otros se fueron, décadas los vecinos conversaban sobre marroquinerías y persianas, sobre
alteridad metafísica?– su ausencia,
yo me fugué a mi baño. En vano me llaman. La policía me busca. He desapa- sastres y autoperiquitos. Se trata de chicos de entre diecisiete y veinte años
su ceguera, su incapacidad de ver
recido en la estricta soledad de los sumideros. que viven el mundo de la posverdad o del apocalipsis sin saberlo: creen que
y de ser visto.
la serie descatalogada de sus smartphones les da un toque moderno.
El negarse del ayunador puede
Juan Carlos Santaella “En el restaurante chino hay lentejas y azúcar”, grita una mujer que sos-
ser leído al mismo tiempo como
tiene a un niño. El sexagenario agradece el reporte y enfila hacia el arrui-
el repudio a la ingesta urgente,
nado dragón donde un pequeño grupo coteja el montante del dólar.
a ese alimentarse que implica
llanamente salvar el pellejo, ese
comer para no morir de hambre. El olor del periódico impreso Carlos Sandoval
Y esto también lo configura,
a mi parecer, como una forma La tecnología ha permitido el acceso a la prensa digitaliza; nadie niega el avan-
de batirse contra la condición ce; pero, en esta Venezuela destruida, ¡perdimos el placer del olor de la prensa
degradante a la que la pobreza impresa! No hay escogencia. Si quieres leer un periódico, debe estar digitali-
puede someternos. Condición que zado y eso solo lo pueden hacer quienes tienen el privilegio de usar internet.
padecen no solo los que sufren Sentarte un domingo en la mañana, con un humeante café recién colado, y
directamente el efecto corrosivo de varios ejemplares de la prensa, consistía en una de esas horas placenteras que
la carencia, sino también aquellos desaparecieron de nuestro horizonte. Ya no hay ese peculiar aroma a tinta,
que, desde lejos, observan. –ya la tecnología lo había ido suprimiendo–, no se nos manchan las manos;
¡no luchamos porque el doblez no queda igual! Perdimos la visión total del
Carmen Leonor Ferro periódico, desde su Editorial, hasta los clasificados; visión que nos brindaba
una idea bastante aproximada de lo importante. Ya no disfrutamos de la sec-
ción de “Sociales” en el diario El Nacional, porque tampoco tenemos libre la
pluma (el teclado) del insigne Roland Carreño.
El periódico impreso huele; se le puede sentir; lo podemos arrugar, apretar,
¡hasta enrollar para espantar un insecto volador! El contacto con el papel
permite interactuar con la prensa. Definitivamente, sufro de “bibliosmia”,
El baño acertadísimo término acuñado por un blog para definir el olor a un buen libro.
E. Bautista Espejo
Celina Carquez
Mario Morenza
EL NACIONAL DOMINGO 30 DE MAYO DE 2021
Papel Literario 7
La noche
Fuimos poco a poco perdiendo la noche. Esa zona de la posibilidad. Esa
extensión de la vida. Fuimos acortando sus horas: amaneceres, primero;
madrugadas enteras después. Como pobres cenicientas, nos pusimos el
norte de la medianoche. Los bares y las tascas cerrando más temprano;
los restaurantes chinos. Luego, el horario del Metro, hasta las once, dejó
de ser suficiente. Fuimos bajando hacia las diez, las nueve, las ocho. Los
autobuses dejaban de transitar a las siete. Al final, el crepúsculo pasó a
ser el límite, como en La máquina del tiempo, de H. G. Wells y ese futuro
distópico en el que ahora parece que vivimos.
La noche de la ciudad pasó a ser la de la ciudad de los milagros: reco-
gelatas, mendigos, ordalías de muchachos y niños de la calle, algunos
borrachos. Luego, ellos también han ido desapareciendo. Ya casi no se
les escucha.
Algunos entendidos dicen que la noche no existe. Que nunca hubo trán-
sito ni luces más allá de sus primeras horas. Que nunca la recorrimos.
Que hemos sido siempre gente del día.
La noche, es solo para dormir. ¿Para qué más serviría?
Mercado de Coche
estoica y resiliente fuera la vida humana que la transitaba.
Música y dinosaurios
cidamente los frutos del campo. No tener miedo era calidad de vida. Esa
sensación se perdió. Una especie de gangrena enfermó el cuerpo invisible
pero verdadero de la libertad.
Tener un carro en Venezuela es un acto suicida. Abundan atracadores Apenas presintió la llegada del gran destructor, el protector del sistema se preparó para lo peor. Su filosofía de vida
que te detienen para quitarte el vehículo y todo lo demás, inclusive la era la adaptación a cualquier precio: lo único importante era sobrevivir. “Cuando el mundo tira para abajo, es mejor
vida. Estos delincuentes pueden ser integrantes de cualquier banda o no estar atado a nada”, agregaba el joven auxiliar, canturreando la canción: “Los amigos del barrio pueden desapare-
colectivo; policías o guardias nacionales; militares o militantes. Aunque cer, los cantores de radio pueden desaparecer, los que están en los diarios pueden desaparecer, la persona que amas
no estás en capacidad de obtener dólares, tienes miedo de andar sin dó- puede desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”. Dinosaurios eran todos los que no entendían el arte y
lares y tienes terror de andar con dólares. Te asesinan o te extorsionan. su misión sagrada, que justificaba cualquier acción para salvarla de su destrucción, sin importar que eso implicara
El bolívar es puro papel. Para cualquier cosa necesitas dólares en efecti- su posterior manipulación y sometimiento a causas peores. “Puede no haber mundo y la música seguirá existiendo”,
vo. Eso ocurre en un país gobernado por enemigos jurados del imperio decía el protector con su voz pausada. “La música prescinde del mundo. Ya lo dijo Schopenhauer”. Pero el tsunami
yanqui. Caminando también te topas con alcabalas o con pandilleros que de la revolución arrasó con todo. De aquella institución solo quedó un carapacho vacío. Los instrumentos sonaron
te cobran por dejarte caminar. La libertad es un espejismo. Solo tienes huecos, ejecutados por almas secuestradas, como las demás. Algunas notas rebeldes lograron escapar del beso mor-
la libertad de pensar si no estás bajo la influencia de la propaganda, que tal del gran destructor y de la conchabanza de los gerifaltes del sistema. En ese pentagrama se seguirá escribiendo la
todos los días insiste en que eres la persona más libre y feliz del planeta. historia cuando todo esto acabe, porque también acabará.
Nervios en ruinas ¿Qué se la palabra desmedida, vil y socarrona continúa siendo un “poderoso sobe-
rano”, en realidad “Solo se desplazan en el interior de un sueño para evitar
Humberto Valdivieso
pulverizar nuestros nervios. ¿Somos ciudadanos o pacientes? Nuestros ni- ¿Qué había detrás de aquel titular
veles de angustia nos desquiciaron. El exilio y el insilio ocasionaron irrepa- de Arturo Uslar Pietri: “Sembrar el
rables destrozos. La paranoia se convirtió en nuestra condición natural. El
acostumbramiento al fracaso, la subordinación prolongada, la exposición
Petróleo” que marcó al país desde
1936? Sin biblioteca
al cinismo, el dolor y el miedo nos hicieron añicos. Y también están quie- Una sencilla creencia, que se man-
nes, a pesar de todo, preservan la alegría. ¿Negación o auto protección? tuvo vigente durante décadas: el (domingo 3 de enero de 2021). No ayuda mucho leer algunas líneas de J.T.
Somos los pacientes recluidos en un enorme psiquiátrico dominado por petróleo venezolano se acabaría muy sobre su biblioteca personal. No me ayuda porque me hace extrañar mi
siniestros médicos crueles. O al menos eso parece decirnos Luis Enrique pronto. Por lo tanto, aquellos royal- biblioteca de Valencia. Intenté crear una en Bogotá, pero se esfumó (y veo
Belmonte en su última novela, Archeus, en la que explora desde el absurdo ties dolarizados que recibía el Esta- improbable que me devuelvan esos libros). Extraño mi biblioteca como si
y el nonsense (de la mano de Carroll y Bulgákov) una delirante sociedad de do Venezolano por el petróleo debían extrañara a una persona. Pudiera iniciar otra en Cali, quizás si tuviese
enfermos mentales sometidos a los caprichos de unos especialistas desal- invertirse en el agro, en la industria, más plata compraría al menos tres libros mensuales. Pero no se trata de
mados y omnipotentes. Metáfora: trasplante de una herida colectiva a un futuros pilares de nuestra economía. comprar libros como si comprara una silla. Mis libros de Venezuela repre-
territorio imaginario. Creo que uno de los grandes desafíos del futuro será Hoy sabemos que en el subsuelo hay sentan un punto fijo al cual volver. Volver a ellos sería como volver a casa.
reconstruir los equilibrios psíquicos, la confianza y el amor propio, pisotea- más petróleo que el que nunca imag- Aquí los libros no funcionan así, no parecen libros porque siempre está la
dos durante tanto tiempo. Aceptar nuestros nervios en ruinas quizás sea inamos tener. Entonces, el dilema tentativa de la mudanza (¡ese gran poema de Fabio Morábito sobre las mu-
un buen primer paso. Y desde ese hundimiento enderezar la salud mental. hoy es otro, ¿quiénes y cómo lo van danzas!). Así no es posible crear ni creer. Es complicado siquiera pensar en
No sé cuándo, quizás nunca, quizás estaremos muertos o sonámbulos para hacer? Ya no están aquí las empresas todo esto. Me siento afectado porque sin duda va más allá del libro como
ese entonces, esperando, con esa fe vencida que todavía arrastramos, con anglo-holandesas y americanas que objeto, como posesión o acumulación compulsiva. Veo los pocos libros que
esa paciencia que hemos alimentado a costa de nuestros corazones, una lo produjeron durante 60 años. La tengo a la mano, los poquísimos que he comprado (no llegan a 5) y los que
rebelión en la granja. O al menos un poco de paz. empresa PDVSA que para finales de nos han regalado (quizás unos 20). Los veo y no veo libros sino lomos, úni-
siglo 20 producía 3.5000.000 barriles camente lomos, otros objetos.
Gustavo Valle diarios desapareció. Fue sustituida
a principios del siglo 21 por otra, ro- Néstor Mendoza
ja-rojita, convertida luego en caja ne-
gra. ¿Qué sabemos de ella? Muy poco,
Razones para
Papel carbón maldecir
Esta técnica se vale de un mineral que parece un antojo del fuego y así debe
reconocerse. El roce y el soporte animan su registro. La herramienta nos No hay agua, no hay luz, no hay gas,
permite escribir con una ceniza puntual, controlada. Esta hechura tam- no hay medicinas, no hay gasolina,
bién padece fatiga, puesto que las cosas que dicen se cansan de decir. No no he comido carne en tres meses,
hay excepciones. Por ejemplo, la historia, hecha toda de un calco. Como si gano menos de dos dólares al mes,
el legislador tomara notas sucesivas del desvarío y luego esa acumulación las remesas no alcanzan, el bolívar
se hiciera ley, mandato. La dicción falla cuando el papel se corre o el ori- no existe, Bolívar no existe, estoy
ginal se mueve. Entonces aparece el manchón como un discurso abrasivo, solito en esta casa, llevo cinco años
excluyente. La maniobra se interrumpe como un paisaje cuando se percata sin ver a mis muchachitos, mi fami-
de su retrato. Porque imitamos la pose y la pose a las repeticiones. Como la lia es WhatsApp; caminé kilómetros
impresión de un rostro contra la máscara de yeso. Cavidades, pronuncia- para ¿salvarme?, crucé trochas, no
mientos, gestos inconclusos, pasan a ser líneas de un mapa. Pero basta de tengo pasaporte, mi título es inútil,
salidas abstractas. El mapa que nos habita desconoce en todos los términos ahora trabajo de cualquier cosa, no
los límites de su borde. Basta de suponer a la línea como una vía de consue- pude despedirme de mi abuela, no
lo, o un filtro. El rayón de la réplica surca y con ello dice. Salta, se arruga. pude ir al entierro de mi papá; es-
Termina con nosotros. tán presos los que tuitean, presos los
que escriben, presos los que hablan,
Juan Luis Landaeta presos los que hacen, presos los que
piensan, presos todos los que publi-
quemos hoy; murieron los que iban
en el peñero hacia Trinidad, murie-
ron los que atravesaron el desierto
Papeles rodantes de Chile, murió una chamita que co-
mió yuca amarga, murió mi profe de
Falta un papel, el nombre está incompleto, la naturalización parece una pa- un balazo, murieron los jóvenes que
rodia ardua del nacer. Por eso se le da largas, ¿no fue suficiente con la ver- marchaban, se me murió mi mamá
sión original? Un miedo se incuba en soledad: al trámite, al portazo de la ley, en un hospital, se me murió el cara-
a la razón de Estado. Después de varios años de adaptación pseudo-uterina jito de hambre, se están muriendo
en el país extranjero, sin embargo, hay que aprender a nacer y aprender a demasiados por el Covid, todos esta-
parodiarse. El nuevo, al cabo deseado nacimiento legal exige comprobar el mos muertos, nadie salió ileso de es-
ombligo legal anterior. Se procede con tiento casi renacentista, se busca un tos años, los que estamos adentro y
consulado. Pero el consulado ya no existe: la casa sigue ahí, no sus funcio- los que vivimos afuera estamos igual
nes. Nadie atiende el teléfono fijo ni el WhatsApp. Se contempla una ruina de jodidos, por eso todos mentamos
invisible, antes operativa que arquitectónica. El efecto por algún motivo no madre, por eso todos tenemos razo-
es de sorpresa sino de reconocimiento, la insinuación de una ciudadanía nes para maldecir, los maldecimos en
fantasmagórica. Nuestros papeles ruedan como la cabeza del Berlioz, de cada oración, aunque nos acusen de
Bulgákov, en Moscú. sembrar odio, ¿quién inició el odio?
Laura Cracco
Una casa
La Casa de la Poesía, cuya simbología representaba la estrella que caía
del cielo y la flor que crecía desde la tierra –emblema creado por Gerd
Vida privada
Leufert–, dos símbolos básicos en cualquier poesía y en cualquier civi-
Cuarenta uniformados apuntaban a la octogenaria que trató de disimular la incomodidad de mostrarse en ropa de
lización, quería comunicar algo sencillo: romper con el estado de aisla-
andar por casa.
miento en que había caído la poesía y los poetas en nuestro país; evitar
El armamento no estaba detrás de la pared con el retrato de mi padre italiano en liquiliqui. Ni la droga bajo la losa
las roscas culturales para darle más amplitud a la voz de la poesía; abar-
del piso o en la olla de hervir agua. Entre Ana Karenina del Círculo de Lectores de los setenta y estampillas con la
car todas las artes y que la poesía fuera una expresión multidisciplina-
cara de Franco y de caciques de Venezuela no hallaron oro. Voltearon la casa para descubrir un morrocoy y restos
ria; honrar y dignificar el oficio de los poetas; estimular a las nuevas
materiales de una vida guayanesa.
generaciones; y llevar la poesía y la voz de los poetas al gran público…
La fiscal que dirigía el allanamiento soltaba finuras bajándose el tapabocas de marca. Mi madre pidió moderación
entre otros objetivos. Fueron 15 años de intensa programación: hasta
del vocabulario y el que no tenga mascarilla se me va saliendo ya.
el 2005, cuando el entonces ministro para la Cultura, Farruco Sesto,
Se descubrió, con el atropello, la misma autoridad de mujeres elegantes que cuando entraban víboras les retorcían
decide ahogarla. ¿La causa? Nuestra negativa a invitarlo a leer como
el cuello ellas mismas para preservarnos la intimidad de la infancia.
poeta en el acto inaugural de la X Semana Internacional de la Poesía,
Cuando le tocó a mi amiga caraqueña, comandaba el famoso coronel. Frente a la imagen de su hermana recién fa-
que en ese entonces estaba dedicada a Eugenio Montejo. Y en cuanto a
llecida, el cubano de la tropa alardea: esta muertica es mía. Treinta días metidos en todos los cuartos. La fantasía au-
lo que ocurre hoy, años después de su desaparición, lo podríamos decir
tocrática de poseer a la persona, despojándola de privacidad.
parafraseando a Machado: ahora uno está viendo cosas muy claras que
no son verdad.
Dinapiera Di Donato
Santos López
Universidad:
socavada majestad
No es una metáfora decir que la infraestructura de nuestras casas de estu-
dio superiores se cae a pedazos, pues es inocultable el estado de deterioro
de las instalaciones universitarias. Las sombras de los tiempos evidencian
un panorama desolador de su mundo, como si hubiesen sido obligadas a
doblar las piernas, venciéndole al fin en un público, gradual y doloroso rito
de total derribamiento.
Han sido víctimas del horror de la ignorancia y la barbarie, de quienes,
creyéndose revolucionarios, dueños de una verdad inapelable, se empeñan
en sustituir la falta de pan con la abundancia de sus dogmas.
En su manifiesto descenso, la Universidad chapotea en un presente per-
dido: desde la mengua de cursantes, egresados y profesores, pasando por
el menoscabo del más oculto rincón de su infraestructura, hasta la viola-
ción de su autonomía.
La visión del bien total y de la armonía completa en los fines humanos
ha entrado en crisis, pues hemos llegado a lo más hondo del deterioro
institucional.
Y aunque la Universidad lucha por mantenerse abierta; para poder al-
canzar su recuperación definitiva, no solo tendrá que trabajar para recon-
quistar la majestad de su saber, sino arrimar los dos hombros en el arduo
trabajo de reconstruir el país.
Vecinos
Plural de persona que vivía cerca de casa. Es verdad que alguna vez ha-
blamos mal de ellos. Que si cocinaban con mucha sal, que iban a misa
más o menos de lo recomendado. Pero eran casi de la familia. En 1998, en
plena campaña electoral (que si Chávez, que si lo otro) comenzó a enra-
recerse el trato entre las dos familias. Progresivamente, se hicieron san-
teros, millonarios y, por qué no decirlo, insoportables. Hace cuatro años,
sin despedirse ni nada porque se trataba de un asunto secreto que inten-
taba burlar decisiones judiciales, se mudaron a Estados Unidos y de la
mujer que les alquiló la casa solo supimos que practicaba abortos y que
su hijo nos robaba la línea telefónica para minar criptomonedas. A ellos
sí los detuvieron. Eso fue hace un año. Entonces supimos que por mucho
tiempo no volveríamos a tener vecinos.
Slavko Zupcic