Está en la página 1de 6

INFORME DE LECTURA

“Perspectivas Antropológicas de la Educación”


Práctica

DEPARTAMENTO DE EDUCACION
“LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN”
DOCENTE:
 Pierrere, Hernán

DOCENTES PRACTICA:
 Corte, Victoria
 Insausti García, Joaquín

APELLIDO Y NOMBRE: Gimenez, Leticia L.U: 127662


INTRODUCCION

Los pensamientos, las ideologías y los conceptos que se acuñaron para la construcción
educativa logran, muchas veces, su cometido. Gran parte de este proceso puede observarse
durante el discurso de los profesores que pareciera cuestionar, cambiar y evolucionar su
mirada, pero no evidencian resultados en su práctica; o son un tanto débiles. El origen de la
problemática directa radica en la calidad de los procesos formativos y esto da elementos
para una serie de preguntas de reflexión: ¿Qué es lo que sucede con la formación del
profesorado?, ¿por qué se produce el “shock” en la práctica? ¿Puede considerarse una de
las causas de esta falta de impacto en la formación de los docentes en los aprendizajes de
los alumnos la existencia de una estructura jerárquica de dominio en las tradiciones de
formación docente? ¿Existen otras alternativas metodológicas para fortalecer la actividad
del docente? ¿Qué aporte puede ofrecer la Antropología?. El siguiente informe tiene como
objetivo relacionar textos de Achili, E, Cerlettti L., Pierrere H y Thisted S, cuyos textos
tienen un valor orientativo al tender puentes entre el trayecto de formación docente, el
campo de la práctica, los lineamientos curriculares educativos y la implementación de
nuevas herramientas durante el proceso de enseñanza y aprendizaje desde la construcción
de alteridades como el análisis de los pueblos indígenas en las escuelas. A partir de ellos se
destacará la importancia de una reflexión crítica del proceso de formación, su impacto en
los alumnos y como la antropología brinda nuevas alternativas de análisis y trasformación
de las prácticas educativas.

DESARROLLO

En las diferentes situaciones por las que transcurre un individuo en su vida, el


currículum, la educación y la cultura lo transcienden y lo evidencian ante un conjunto de
saberes que no son “neutros”. El trayecto de formación docente tampoco queda fuera de
este alcance. Entendiendo a la formación en la docencia como aquel proceso en el que se
está sumergido en una construcción para el desempeño profesional y capacitación a través
de procedimientos donde adquiere conocimientos, actitudes, comportamientos y
habilidades necesarias para su optimizar su desarrollo y lograr un aprendizaje significativo
en los alumnos; estos procesos se encuentran atravesados por dos cuestiones:
1. Una visión lógica comercial donde los alumnos son visualizados como insumos de
las prácticas pedagógicas que sirven a los procesos productivos y al aprendizaje
como producto orientado al ámbito industrial. Este tipo de pensamiento define al
maestro y a la escuela como la oferta, y a los alumnos y sus familias como la
demanda.
2. Visión de la práctica que considera a la educación como una práctica que no genera
un producto significativo para y en los alumnos.
Desde hace ya tiempo la formación docente y el desarrollo profesional continuo han
sido ubicados como elementos centrales de análisis de las políticas educativas y de las
estrategias destinadas a la elevación de la calidad. Estas permiten, a la hora de pensar las
innovaciones pedagógicas, que no se pase por alto la problemática del educador y el nivel
de su formación. Los sistemas escolares actuales, configurados en la modernidad hacia
fines del siglo XIX en América Latina, conservan una huella de su origen: la centralidad del
docente y la colonialidad que depositan sobre los saberes. Los sistemas de enseñanza
institucionalizados necesitan seguir estando presentes tanto para hacer ejercicio de su
función propia de adoctrinación, como para la realización de su función de reproducción de
una arbitrariedad cultural, considerando así a la escuela como un apéndice ideológico del
Estado, cuya función principal es reproducir las relaciones de poder, estimando que la
escuela es un instrumento que desempeña un papel de repetición de las relaciones sociales y
culturales dominantes. Durante el transcurso escolar, todos los actores (docentes,
formadores, alumnos directivos, familias, etc.) permanecen en él durante un
tiempo prolongado debido a que todo sistema de enseñanza necesita que el monopolio de la
producción de agentes encargados de perpetuarlos, es decir, de los agentes dotados de la
formación duradera, permita ejercer un trabajo educativo que tienda a cumplir con esta
misma formación en nuevos sujetos. Formándose así, un ciclo, donde se repite una y otra
vez ideologías hegemónicas culturales: aquel que no pertenece a este círculo es apartado,
ignorado y catalogado como “ diferente” demostrando una única visión de la historia como
sucedió por ejemplo con los pueblos originarios(Thisted, 2016). No solo existía un control
hegemónico de los blancos como el establecimiento de límites para evitar su invasión, sino
que también se necesitaban para sobrevivir, mantener vínculos políticos e intercambiar
víveres entre los pueblos sobre estas fronteras establecidas (Pierrere, 2020).
Los modelos tradicionales de educación han permitido trascender esa única versión
de la historia a los estudiantes, de manera tal que, tanto el diseño curricular del trayecto de
formación docente como el de diversos niveles educativos no hacen mención a un análisis,
comprensión profunda, puntualización o visualización de contenidos referente a los
diferentes actores y sus diversas relaciones entre sí que a veces no solo fueron de poder o
fricción. De esta manera queda en evidencia que, durante el trayecto de formación
académica, el maestro termina sin las herramientas necesarias para abordar un tema como
los pueblos indígenas en las escuelas secundarias; otorgando continuidad a esta visión de
los pueblos originarios como una característica de “otredad”. (Pierrere, 2020)
El momento de aprendizaje pedagógico está totalmente desvinculado del momento
en la práctica educativa y aunque el docente logre capacitarse o profundizar sus
conocimientos y herramientas el producto de lo anteriormente mencionado seguirá presente
en el aula.
Un sistema educativo basado en la imposición de “estudiar cosas” porque así lo
establece el diseño curricular, puede derivar en un modelo de pensamiento: Una mentalidad
de “no-pensar”.
“Uno de ellos recrea los tres fusiles (Rémington) de la época de la fundación, los
que en la exhibición están dispuestos en forma de triángulo, apoyados en una estructura
cuadrada. El dibujo está hecho con lapicera, y el estudiante agregó la leyenda: “Quiero
aprobar la materia”. (Pierrere, 2020:17)
Las instituciones educativas, al igual que la selección de contenidos, han
permanecido inmóviles a una sociedad que se ha ido modificando y que cada vez es más
dinámica y cambiante. Adquiere aquí gran importancia los aspectos vinculados a la gestión,
aquellos quienes hacen a la organización, el funcionamiento y la toma de decisiones en el
campo de formación docente. Es necesario que parte de las transformaciones en los
procesos educativos (tanto en los niveles básicos como en los de formación docente)
acompañe estos vertiginosos cambios. La incorporación de nuevas herramientas didácticas
permitirá entender y detectar los puntos débiles en la práctica pedagógica.
Algunas de estas herramientas las brinda la antropología educativa, con “el registro
etnográfico” y la “investigación socio antropológica”, las cuales permiten recuperar partes
del proceso educativo dentro del aula que no son tenidos en cuenta, debido a: ser obviados
por el docente sumergido durante la práctica diaria, por procesos burocráticos o
simplemente por la falta de capacitación del mismo individuo para utilizar estas nuevas
herramientas. Poder registrar aquello que “está oculto” permitirá detectar los errores
durante el proceso pedagógico y seleccionar las herramientas pedagógicas más
convenientes (Achili, 2008). Además, poder registrarlo permitirá conocer todos esos
procesos que no se enseñan durante la formación y son omitidos.
Reconocer el papel preponderante del docente en el proceso educativo no implica
dejar inalterados los rasgos que históricamente configuraron su tarea a través de sus propias
experiencias vividas; ya que son partes fundamentales de su propio camino de formación:
proceso que no es tenido en cuenta como una herramienta válida dentro de los diseños
curriculares de formación y que aportan la mayoría de los conocimientos. (Cerletti,2013)
La capacitación permanente de educadores proporciona una amplia información
comprensiva que permite interpretar y entender “el hacer” de los docentes dentro del aula
con el fin de identificar con claridad los puntos débiles y las posibles estrategias para
tratarlos. Para eso debe re ajustarse el proceso de recolección de datos e investigación
docente.
Investigar en educación requiere contar con la capacidad de observación como una
herramienta importante, la investigación educativa y el magisterio son necesarios para
poder actuar sobre los retos del aula, las problemáticas de los alumnos y mejorar el proceso
de enseñanza-aprendizaje que se reflejará en el logro de los aprendizajes esperados en los
alumnos. (Achili, 2008)
La formación del docente, es considerada como un proceso que se desarrolla a lo
largo de la vida, de manera permanente. Contribuye en la definición y configuración de un
perfil personal y profesional. Sin embargo, los docentes consideran que con lo que el
gobierno les ofrece no se cumplen las expectativas que la sociedad demanda para el logro
de los aprendizajes esperados de los alumnos.

CONCLUSION

Es necesario sentar las bases de una nueva identidad y profesionalidad docente. Los
grandes cambios experimentados en los ámbitos social, económico, político, cultural e
incluso a nivel de la vida privada de las personas, junto con las nuevas características de los
niños y adolescentes y el incremento constante de las demandas que la sociedad civil
realiza a la escuela obligan sin duda a redefinir el oficio del docente para superar a los
modelos tradicionales de la educación en los cuales la prioridad consiste en impartir
conocimientos que favorezcan al sistema existente o la cultura dominante. La mejora de las
experiencias escolares de los alumnos requiere de modo ineludible, contar con una política
que apueste a su formación y actualización constituyendo así una respuesta simplificadora
que evade la compleja trama histórica que desde hace más de un siglo configura los
sistemas educativos. Todavía hoy la formación continua de los docentes es pensada en
asociación con el cambio educativo y desde una lógica lineal.
La función del docente va más allá de la investigación e inventiva, su trabajo es la
colaboración y participación en pos de cambios positivos en la sociedad. El papel que
desarrolla el docente en este modelo requiere de una formación científica y pedagógica que
le permita guiar y orientar a sus estudiantes en el desarrollo de una investigación -acción, y
a su vez la relación entre estudiantes - profesor deben darse en un marco de horizontalidad.
Es importante considerar que las herramientas ofrecidas por la antropología, es una
metodología de carácter cualitativo donde los resultados se enfocan en el impacto social
logrado. Contemplar dichos factores, son claves en el desarrollo de la sociedad y el
reconocimiento que se merece nuestros pueblos indígenas.

BIBLIOGRAFIA

 Achilli, E. (2008). Investigación y Formación Docente. 6a ed. Rosario: Laborde


pp 17-52
 Cerlettti L.(2013). Enfoque etnográfico y formación docente: aportes para el
trabajo de enseñanza. Campinas Pro-Posições vol.24 no.2  May/Aug. 2013, pp 81-
93.
 Pierrere H. (2020). Pueblos indígenas y practicas docentes en la escuela
secundaria. Revista UNN. Año 9. Número 13. Pp 1-19.
 Thisted S. (2016). Culturas magisteriales y educación intercultural en argentina.
Construcción histórica de posiciones docentes ante las diferencias y desigualdades.
XI Seminario Internacional de la red Estrado, pp 1-19

También podría gustarte