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INFORME DE LECTURA

“Perspectivas Antropológicas de la Educación”


Práctica

DEPARTAMENTO DE EDUCACION
“LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN”

DOCENTES:
 Corte, Victoria
 Insausti García, Joaquin

APELLIDO Y NOMBRE: Gimenez, Leticia L.U: 127662

INTRODUCCION

La educación sexual como problema pedagógico no es nuevo. La escuela emerge como el


lugar que permite entender que la sexualidad es algo que va más allá de la genitalidad, se
vincula con los sentimientos y la afectividad, la identidad, la forma de relacionarnos con los
otros, de experimentar el placer, el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos, el
cuidado del propio cuerpo y del cuerpo del otro, un lugar para estimular y fortalecer los
valores como la solidaridad, el respeto, la inclusión y la participación ciudadana.
La identidad sexual está atravesada por las expectativas sociales sobre el comportamiento
admitido y deseable para cada sexo, por el modo en que cada cultura reconoce en el otro o
la otra los signos de lo masculino y lo femenino. La identidad sexual depende de aspectos
subjetivos, pero también de las relacionales sociales.
El siguiente informe tiene como objetivo relacionar textos de Molina, G y Segato L.R. Los
textos tienen un valor orientativo al tender puentes entre la sexualidad, cultura y escuela. A
partir de ellos se realizará un análisis de la importancia de cómo viven la sexualidad
diferentes culturas y que herramientas nos permiten mejorar la comprensión sobre las
implicancias de trabajar contenidos de educación sexual desde un espacio público como es
la escuela.

DESARROLLO

Rita Segato deja un párrafo interesante en su texto de investigación para reflexionar:


“Durante el transcurso de mi investigación llego un momento en que tuve la nítida
impresión de que la sexualidad, vale decir, las preferencias sexuales de los
miembros del culto, no tienen su fundamento en el sexo biológico, ni en la
personalidad, ni en un rol social, y que la actividad sexual es, en última instancia, un
tipo específico de interacción establecida entre dos individuos, con prescindencia de
sus atributos genéricos, biológicos, caracterológicos o sociológicos” (2010:202)
Se podría afirmar a partir de este fragmento que la sexualidad es una construcción social,
no sólo es producto de la naturaleza biológica sino también, del entorno cultural y social en
el que está inserto el individuo. Aparece como una pertenencia de personas sociales,
integradas dentro de un contexto de distintas y diversas culturas sexuales. Esto nos dice que
muy pocos son los que viven su sexualidad como quieren y muchos como pueden. Somos
seres culturales por excelencia, y la cultura es algo que se da y se define en la sociedad, los
individuos asumen y contrarían, en mayor o menor medida, en su proceso de socialización.
Así lo demuestra Rita Segato en sus relatos sobre el culto afrobrasileño xango, como las
representaciones y organizaciones propias de esta cultura definen a la sexualidad como una
cuestión de personalidad en donde todo están consensuado incluso el lugar o rol que ocupa
cada uno en la familia.
En esta cultura interactúan una variedad interesante de roles equivalentes donde se
establece su género y posición dentro de la familia a partir de ciertos comportamientos o
actitudes: así podrán convivir hijos ajenos, otros miembros de paso, con madre biológicas o
no y su descendencia, padres con personalidades femeninas, etc. Los roles masculinos y
femeninos no están definidos por su genitalidad si no por su “santo” masculino o femenino:
ciertas actitudes o posturas para tomar decisiones, incluso hace referencia a que su
antepasado puede haber sido masculinos o femeninos e influir en su sexualidad/género. La
bisexualidad de los miembros del culto es simplemente acordada y consensuada. (Segato,
2010). Los estereotipos que interactúan diariamente no tienen nada de similar con el
sistema binario tradicional que se reproduce en las familias institucionalizadas en las
escuelas.
Diferente es la realidad que rodea a las instituciones escolares, su espacio se ha
transformado en un “lugar de batalla y disputa”, actores que imponen sus creencias, modos
de pensar o actuar y otros que buscan constantemente hacer explícito este lugar en la
educación: un lugar ganado a base de la lucha de aquellos docentes que consideran
necesario e imperante la aplicación de la Ley sobre Educación Sexual Integrada (Molina
2019).
El sistema educativo comunica un imaginario sexual basado en la inequidad de género,
cuando trasmite contenidos que refuerzan el rol tradicional del hombre, el cual le exige
muestras de virilidad a través del uso de las mujeres como objeto sexual y su
coparticipación en las mismas condiciones, cuando le restringe su capacidad de expresar
afecto y miedo y sanciona sus expresiones de ternura y delicadeza. En el caso de las
mujeres, esto sucede cuando se la educa para la labor doméstica, se le impide el acceso a
información adecuada sobre su cuerpo y su sexualidad y crean en ella una conciencia de
desconfianza del varón e incluso de la mujer, tanto en términos de amistad como de pareja.
La adolescencia es la etapa donde reconstruyen, se explora, se vinculan, traspasan limites,
pero también es un proceso donde es necesario comprender el proceso de crecimiento y
sentirse acompañados durante el desarrollo de la sexualidad y el cuidado de la sexualidad
integral. (Molina 2015).

CONCLUSION

A través de la lectura podemos afirmar que la sexualidad humana se encuentra claramente


determinada por las apreciaciones que la cultura determina como correctas, permitidas o
adecuadas y las cuales el sujeto puede o debe implementar o desarrollar su comportamiento
erótico o sexual. Esto permite que se incluyan nuevas posibilidades para el estudio y la
comprensión de una sexualidad más compleja, al estar marcada por las variables culturales.
Es necesario que el sistema educativo aprenda de otras culturas, solo así podrá acordar a
través del consenso espacios sistemáticos de enseñanza-aprendizaje que promuevan saberes
y habilidades para tomar decisiones consientes y críticas en relación al propio cuerpo como
parte de esa construcción de identidad o subjetividad.
La Educación Integral tendrá entonces como propósito principal fortalecer las capacidades
de los niños, niñas y adolescentes para asumir una sexualidad (en el sentido más amplio de
la palabra, ya que sexualidad no es solo genitalidad) responsable que contribuirá a la
promoción de la salud integral, como recomienda el Comité de los Derechos del Niño.
Supeditar todo lo anteriormente dicho, a dogmas que impidan esa implementación y priven
a nuestros alumnos de ese derecho será el lugar que no deberá volver a ocupar la educación.

BIBLIOGRAFIA:
 Molina, G. (2015). Escuela y sexualidades adolescentes. Aportes desde la
Perspectiva socioantropológica. Revista del IICE 38, pp. 75-87.
 Molina, G. (2019). Educación sexual integral: recorridos y escenarios
actuales. Educación y Vínculos. Año II, N° 4, pp. 83-94.
 Segato, L. R. (2010). La invención de la naturaleza: familia, sexo y género en la
tradición religiosa afrobrasilera. Las estructuras elementales del parentesco.
Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos.
Buenos Aires: Prometeo, pp. 179-216.

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