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Como todos los docentes de 1.º grado saben, los alumnos que entran en
primer grado tienen un cierto bagaje de conocimientos matemáticos, gran parte
de ellos, producto de sus experiencias e interacciones sociales fuera de la
escuela o vinculadas a su paso por el jardín de infantes. Es un punto de partida
que resulta necesario tratar de recuperar disminuyendo al máximo posible las
rupturas, tanto con lo aprendido en el nivel inicial como con los conocimientos
que los niños construyen constantemente en su vida social.
Se trata entonces de propiciar un tipo de trabajo que les permita a los alumnos
comenzar a identificar qué características contempla la práctica matemática en
el aula. Podrán aprender, por ejemplo, que una buena parte de la labor
consiste en resolver problemas (que podrán ser presentados de diferentes
maneras: a modo de juego, a modo de actividad, a modo de enunciado oral o
escrito, etc.); que estos problemas les demandan a ellos un trabajo, que las
respuestas no son producto del azar, que se pueden resolver de diferentes
maneras (mentalmente, escribiendo o dibujando, contando u operando, etc.),
que pueden encontrar varias soluciones, que tienen que aprender a buscar con
qué recursos cuentan para resolverlos. En esta etapa, es muy importante que
los alumnos se sientan animados a tomar iniciativas, a ensayar –sin temor a
equivocarse–, a revisar sus producciones.
Es decir, se busca que los alumnos aprendan, junto con los títulos que
constituyen un proyecto de enseñanza, los “modos de hacer matemática” y los
“modos de aprender Matemática” asociados a esos títulos reconocidos, tales
como los números, las operaciones, las formas y las medidas.
Una cuestión a identificar es que el análisis del valor posicional del sistema de
numeración en términos de unidades, decenas y centenas no forma parte de
los contenidos considerados por este Proyecto para Primer Ciclo, ya que exige
un dominio de la multiplicación y de la división por potencias de 10. Por
ejemplo, para los alumnos de Primer Ciclo, sí es posible poner en juego, en
problemas y cálculos que 48 = 40 + 8, o bien que para pagar $728 se pueden
usar 7 billetes de cien, 2 de diez y 8 monedas de 1. Pero comprender que en el
número 357 hay 35 decenas y 7 unidades (pues 35 × 10 = 350), o que 962
puede ser pensado como 9 × 100 + 6 × 10 + 2 × 1 (para interpretar 9 centenas,
6 decenas y 2 unidades) son, sin duda, operaciones posibles para el Segundo
Ciclo; así como identificar que 748 = 7 × 102 + 4 × 101 + 8 × 100 será objeto de
trabajo para el Ciclo Básico de la Escuela Secundaria . No se trata de que los
alumnos memoricen nombres de posiciones (unidad, decena, centena)
carentes de relaciones. Comprender en forma profunda la estructura del
sistema de numeración demandará varios años de trabajo a los alumnos y,
en cada año, se abordarán algunos aspectos en función de la complejidad y de
los conocimientos que se requieran.
Para el Tercer año del Primer Ciclo de la EP, el Diseño Curricular propone
como objetivos (p.120):
Y propone los siguientes contenidos, indicadores de avance y situaciones de
Enseñanza para el Bloque: Números Naturales (p.121):
A partir de los aportes del foro, poder decir que nuestro sistema de numeración
(SN) es complejo. Para eso detallamos sus características principales:
El sistema está compuesto de 10 signos que combinados entre si,
pueden representar cualquier número.
Es un sistema decimal porque está organizado en base 10, es decir que
cada unidad de un orden equivale a 10 unidades del orden anterior. Esto
es, las unidades se agrupan de forma recursiva de 10 en 10: cada 10 de
un orden conforman 1 del orden inmediato superior y así sucesivamente.
Es además un sistema posicional porque la misma cifra posee diferente
valor según la posición que ocupe: por ejemplo, la cifra 7 vale diferente
en 7, 70, 700, etc. Esta organización procura una enorme economía
tanto para anotar o leer los números como también para operar con
ellos.
Se escribe en orden decreciente de izquierda a derecha: las cifras que
representan cantidades mayores a la izquierda y las menores a la
derecha
Incluye el cero
Entre dos números de la misma cantidad de cifras, es mayor el que tiene
a la izquierda el número mayor.
Entre dos números de diferente cantidad de cifras, es mayor el que tiene
más cifras.
Nuestra familiaridad con los números escritos nos lleva a perder de vista su
complejidad. En efecto, interactuar con ellos desde pequeños ha conducido a
considerarlos sencillos, evidentes, como si bastase con verlos o con que
alguien nos los muestre para comprenderlos.
Todo esto está presente en algo tan simple como el número «50» que puede
figurar en un billete al que los niños tienen acceso, o como el precio de $179
que ven en un electrodoméstico que se exhibe en el anaquel de un
supermercado. Pero, junto con estos números, los niños ven otros (como el
179 de un ómnibus o el 49253442 de un teléfono), donde los numerales no
cumplen las mismas funciones de representación que en los casos del billete o
el precio. Esto nos coloca frente a una segunda dimensión de análisis del
sistema de numeración, como instrumento de uso social: esto es, en cuanto
objeto que está presente en la vida cotidiana de todos nosotros –también de los
niños–, ofreciendo informaciones muy diversas, de acuerdo con sus diferentes
contextos de utilización (Sinclair y Sinclair, 1984).
Pero ocurre que, en muchos de los casos que hemos mencionado, los números
no funcionan como lo hacen en el sistema de numeración, sino con reglas
específicas de la situación en cuestión. Así, por ejemplo, si en el SN cifras
distintas representan cantidades diferentes, hay usos de los grafismos
numéricos en que cifras diferentes no representan cantidades diferentes, sino
clases cuyas diferencias son cualitativas: lo que indica el 179 de un colectivo
con respecto al 21 de otro no es una cantidad mayor (colectivos más grandes,
mayor número de colectivos, etc.), sino que ese colectivo realiza un recorrido
diferente al otro, el numeral funciona aquí como una etiqueta. Por lo tanto, las
reglas construidas históricamente para representar variaciones en la cantidad
no estarán funcionando en estos usos diferentes (Terigi, 1992).
Estos recursos hacen que el SN se asemeje más a los sistemas aditivos –en
los que se reitera la potencia de la base– que a los sistemas posicionales –en
los que las potencias de la base se representan exclusivamente a través de la
posición que ocupan los números–. Lerner señala al respecto: «Estos
procedimientos para concretar el sistema de numeración tienen dos grandes
inconvenientes desde el punto de vista de una didáctica constructivista: el
primer gran inconveniente es que se deforma el objeto de conocimiento
transformándolo en algo muy diferente de lo que él es; el segundo gran
inconveniente es que se impide que los chicos utilicen los conocimientos que
ya han construido en relación con el sistema de numeración» (Lerner, 1992b, p.
13).
EL TIPO DE SITUACIÓN
Por eso cobran especial relevancia los problemas que se plantean, el trabajo
que se propone en torno a ellos, las reflexiones que se promueven en relación
con las distintas soluciones; los procedimientos empleados, la validez de los
mismos, la manera de registrarlos; el conocimiento que circula en la clase; las
intervenciones docentes que generan y que sostienen esta actividad. De esta
manera, se logra que los alumnos avancen, ampliando, modificado o
cambiando sus conocimientos previos.
LA INTERVENCIÓN DOCENTE
Hay aquí, como hemos visto, un modo peculiar de construir las situaciones,
pero también un modo peculiar de intervenir en el curso de su desarrollo. Una
suerte de regla de oro es que el docente no interviene formulando directamente
el saber que espera ver aparecer en sus alumnos a partir de la interacción con
la situación, sino que las intervenciones son pensadas como generadoras de
condiciones para que el saber que se requiere poner en juego en cada
situación aparezca, se analice y se explicite.
ORIENTACIONES PARA PENSAR LA ENSEÑANZA
Los niños/as inician primer año con una variedad de experiencias numéricas.
Muchos saben contar, reconocen el valor de algunos billetes y monedas,
identifican algunos números escritos, pueden determinar la cantidad que
representan algunos números, etc. Dichos conocimientos son asistemáticos y
suelen ser heterogéneos entre los niños/as de una misma clase. Es necesario
generar desde los primeros días de escolaridad, propuestas que les permitan
usar sus conocimientos, ya que constituyen un muy buen punto de partida para
nuevos aprendizajes.
Son los problemas los que permiten “traer a la escena” del aula dicha
heterogeneidad de conocimientos infantiles con varias intenciones. Por un lado,
que el docente pueda relevar qué sí saben los niños sobre los números (para
no suponer un punto de partida homogéneo, ni desconocer la variedad y
potencia de los conocimientos reales de sus alumnos/as). Por otro lado -y sin
duda el más importante- para propiciar la difusión de experiencias numéricas
de los niños y hacer circular información. Se trata de promover que los
alumnos/as puedan “poner en palabras” las relaciones numéricas que van
encontrando, tomar conciencia de diferentes usos de los números según los
contextos y empezar a usar portadores de números (cintas métricas,
almanaques, etc.). Se espera generar un ambiente propicio para un trabajo
exploratorio, de discusión y circulación de relaciones, de producción de nuevas
ideas en el que los alumnos/as puedan interesarse por los números sin instalar
en la clase una exigencia sobre su dominio.
Se propone para primer año, y desde los primeros días de clase, que los
docentes presenten juegos de dados, cartas y tableros para que los niños usen
sus conocimientos numéricos. El trabajo en pequeños grupos favorece
intercambios entre los alumnos/as y permite hacer circular experiencias de
conteo, de lectura de números, de escritura de puntajes, comparación de
cantidades y de números escritos. Cada juego pone de relieve diferentes
aspectos del número. Habrá situaciones en las que los niños tendrán que
comparar cantidades, en otras deberán anticipar resultados, en otras
determinar una cantidad y designarla. Es importante que los alumnos/as
puedan jugar al mismo juego varios días seguidos para que avancen en las
estrategias de resolución de los problemas numéricos que cada juego plantea.
Los momentos colectivos de comparación y difusión de estrategias ayudarán a
producir avances.
También el docente podrá presentar problemas que permitan explorar los usos
sociales de los números. Será importante que los niños empiecen a tener
conciencia de la variedad de contextos donde se usan los números en su vida
cotidiana o en la de otras personas, por ejemplo boletos de colectivo, entradas
de espectáculos, relojes, agendas, calendarios, ascensores, direcciones,
números de colectivos, etc. Además de reconocer diferentes contextos de uso,
los alumnos/as podrán identificar funciones de los números: algunos indican
cantidades, otros medidas, otros son simples etiquetas (el número de colectivo)
y otros indican un orden (el año, el número de un turno). También podrán
empezar a identificar ciertas marcas gráficas propias de cada uso, por ejemplo
los símbolos que acompañan a la hora, la rayita en los números de TE, la coma
en los precios, la cantidad de cifras en los días del mes o en los años actuales.
Para que aprendan a leer, escribir y ordenar una porción de números se trata
de enfrentar a los niños a problemas que les permitan explorar las
regularidades de dicha porción de la serie, ya que no será presentada “en
pedacitos”. A partir de su resolución, de la explicitación de relaciones entre
serie oral y serie escrita y de recurrir a los números “redondos” (10, 20, 30, etc.;
100, 200, 300; 1.000, 2.000, 3.000, etc.), los niños podrán ir aprendiendo
progresivamente a leerlos, escribirlos y ordenarlos. Se espera que, desde el
inicio de 1º año, los alumnos/as elaboren ideas como “los veinti empiezan con
2”, “el treinta y cinco va con tres y con cinco, te lo dice el número”, etc.
Unas primeras comparaciones entre sistemas de numeración.
Estas ventajas de nuestro sistema por sobre los otros que hemos presentado
tienen como contracara la falta de transparencia a la que nos enfrentamos para
interpretar sus escrituras. En palabras de Lerner, Sadovsky y Wolman (1994):
Hasta ahora solo nos hemos enfocado en las escrituras numéricas, pero nada
hemos dicho acerca de los nombres de los números. ¿Qué información porta
cada manera de representarlos –escrita y oral? ¿Qué relaciones podemos
identificar entre ambas?
En los primeros años, es muy frecuente encontrarse con escrituras numéricas
infantiles que tienen ceros intermedios “de más”. Por ejemplo, ante el dictado
de dos mil dieciocho, es probable que algunos niños escriban 200018,
2000108, 20018, 20108.
Es decir, los chicos utilizan ciertas escrituras conocidas por ellos –en el
ejemplo, 2000 y 3-, como si fueran “símbolos originales” (Lerner, Sadovsky,
Wolman, 1994) para producir una escritura de algo que están escuchando. La
numeración hablada les brinda a los niños cierta información que ellos
trasladan a la numeración escrita.
En este caso declara que el punto le indica que ese número es cien mil y no
otro; si no tuviera el punto, el número sería –para él- mil uno. La autora analiza
esta producción de Tomás y la interpreta como un esfuerzo de su parte por
organizar gráficamente el número. Más adelante en su artículo comenta un
producción de este mismo niño para el diez mil como 10 000, dejando un
espacio entre los grupos de cifras, reinventando una notación que había sido
utilizada en el año 1540 por el matemático Gemma Frisius –y que
evidentemente nadie le había enseñado a Tomás-.
Experimentador Christian
¿Cómo escribirías mil cien? No, cien mil.
Cien mil es un número. Mil
cien, ¿es No, es igual, es al revés.
otro número?
¿Pero es el mismo
número? Por
ejemplo, si yo digo que
No, porque está al revés el
tengo cien
número.
mil australes o mil cien
australes,
¿es lo mismo?
¿Y cuándo tengo más?
¿Cuándo
tengo cien mil o cuando Cuando tengo mil cien.
tengo mil
cien australes?
Porque en mil cien está el
mil primero, y
el mil es más grande que el
¿Y cómo te das cuenta que
cien.
mil cien
(respuestas similares se
es más?
producen luego
al comparar diez mil y mil
diez)
Con las diferencias que podemos establecer entre las reglas de aquellos
sistemas y la elaboración de este niño en torno a dos números en particular, lo
que tratamos de poner de relieve es que su producción tiene una lógica interna
que lejos de ser “descabellada”, responde a razones que son dignas de
identificar –puesto que nos dan información sobre sus ideas-.Quisiéramos
analizar un último ejemplo, que corresponde a una entrevista realizada al
mismo niño del caso anterior (Christian, 5 años) (Lerner, Sadovsky y Wolman ;
1994: p.120):
Experimentador Christian
(Lee)
Bueno, explicáme lo que 100 100 200 300 400
escribiste cien ciento ciento ciento
antes. ciento
uno dos tres cuatro
(Piensa un rato) Iba a
escribir hasta ciento
nueve (agrega a su serie
500)
Vos dijiste antes que ibas a
100 200 300 400 500
escribir
Es el ciento cinco
hasta que se acabara el
(señalando 500) El
cien. ¿Cuándo
mismo, ¡¡mirá!! (mostrando
se acaba el cien?
la escritura
anterior de 500 que él
mismo había
producido)
¿Cuál era ese? Quinientos.
¿Y este? (señalando el que
acaba de Ciento cinco.
producir)
¿Y te parece que
quinientos y ciento No.
cinco se escriban igual?
¿Y cómo nos damos
Hago uno grande y otro
cuenta de cuál es
chiquito.
cuál?
A este (al que había
interpretado antes
¿Con los mismos
como quinientos) le hago
números?
una rayita: 500 y
al otro lo dejo sin raya.
¿Con raya cuál es? Quinientos.
¿Y sin raya? Ciento cinco.
Nos resulta interesante destacar su idea de utilizar una raya para distinguir una
escritura de otra -500 y 500, para el quinientos y el ciento cinco
respectivamente-. El uso de marcas que agregadas a un símbolo original de un
sistema lo transforma en otro número nos recuerda a la idea romana para
multiplicar por mil. Nuevamente, no estamos diciendo que la idea de Christian
es equivalente a la regla del sistema romano. Estamos queriendo poner de
relieve que las escrituras infantiles son esfuerzos personales para simbolizar
las ideas que producen en relación a los números. Pero también, que no son
ideas carentes de “lógica”; reglas como esta han sido elaboradas, han
funcionado y han tenido validez en otros momentos de la historia de la
matemática.
Hemos analizado en esta parte de la clase que los niños elaboran ideas sobre las
escrituras numéricas y sobre los nombres de los números a partir de las interacciones
que tienen oportunidad de transitar con ambas maneras de representar a estos
objetos matemáticos. La numeración hablada les brinda a los niños cierta información
que trasladan a la numeración escrita, así como la numeración escrita les provee
datos que utilizarán en la numeración hablada. Pero la matemática subyacente a estos
dos modos de representación de lo numérico –oral y escrito- no es la misma.
¿Qué impacto tienen estas diferencias entre lo escrito y lo oral en las ideas que los
chicos producen en torno a los números? ¿De qué manera podríamos capitalizar las
ideas que los chicos elaboran, así como las diferencias entre lo oral y lo escrito para
planificar la enseñanza?
Volvamos a revisar las reglas que rigen nuestro sistema de numeración escrito.
El siguiente punteo fue extraído de “La Matemática escolar. Las prácticas de
enseñanza en el aula” (Izcovitch: 2008, p.33)
1.-El sistema está compuesto por 10 signos que combinados entre sí permite
escribir cualquier número.
2.- Es un sistema decimal porque está organizado en base 10, es decir, que
cada unidad de un orden equivale a 10 unidades del orden anterior.
3.- Además, es un sistema posicional, porque la misma cifra adquiere diferente
valor según la posición que ocupe en un número; por ejemplo, la cifra 7 vale
diferente en 7, 70, 700, etc. Esta organización procura una enorme economía
tanto para anotar o para leer los números, como también, para operar con
ellos.
4.- Se escribe en un orden decreciente de izquierda a derecha: las cifras que
representan cantidades mayores, a la izquierda; y las menores a la derecha.
5.- Incluye el cero.
6.- Entre dos números de misma cantidad de cifras, es mayor el que tiene a la
izquierda el número mayor.
7.- Entre dos números de diferente cantidad de cifras, es mayor el que tiene
más cifras.
La numeración escrita es, al mismo tiempo, más regular y más hermética que
la numeración hablada. Es más regular porque la suma y la multiplicación se
aplican siempre de la misma manera: se multiplica cada cifra por la potencia de
la base a la que corresponde, se suman los productos resultantes de esa
multiplicación.
Los números entre diez y veinte no se rigen por ninguna de las reglas
anteriores. En el intervalo de 11 a 15 tienen nombres particulares; 16, 17,18 y
19 no usan la conjunción “y” para simbolizar la suma de diez más la unidad.
Otra característica interesante en la oralidad de los números tiene que ver con
el modo de nombrar las potencias de diez. Decimos diez, cien, mil, un millón.
Son nombres diferentes para 10, 100, 1000, 1.000.000 al modo de los sistemas
de numeración antiguos. Sin embargo, diez mil y cien mil tienen una
regularidad y sugieren el cálculo diez veces mil o cien veces mil.
Consideramos importante tener presentes las semejanzas y diferencias a la
hora de la enseñanza ya que varias investigaciones han mostrado que los
niños se apoyan en la numeración hablada para el aprendizaje de la lectura y
escritura de los números. Profundizaremos estas ideas en esta misma clase y
propondremos una actividad para trabajarlas.
Por otro lado, ¿para qué inventar una nueva representación de los números si
ya existe un sistema construido por nuestra cultura, con el que los niños
interactúan en diversos ámbitos?
Las investigadoras nos cuentan que las afirmaciones de los niños entrevistados
muestran una primera hipótesis que podría explicitarse así: “Cuánto mayor es
la cantidad de cifras de un número, mayor es el número”.
Veamos:
Experimentador: -Ahora les voy a pedir a los dos que escriban el mil cinco.
(Ambos escriben convencionalmente 1005.)
E: (A Sebastián) -Fíjate cómo lo escribió Jonathan.
Jonathan: -Lo escribimos los dos igual
E: -¿Y por qué se escribe así el mil cinco?
Jonathan: -No sé
E: -Si se lo tuvieran que explicar a otro chico, ¿qué dirían?
Jonathan: -Le diría que es un uno, un cero, otro cero y un cinco.
E: -El otro día un nene me dijo que el mil cinco se escribía así: 1000 5
mil cinco
Sebastián: -Porque este (1000) es mil este es cinco.
E: -¿Te parece que está bien así? ¿Por qué?
Sebastián: -No. Porque el cinco tiene que ir acá (señala el último cero de
1000)
Este criterio de comparación de los números ha sido construido por los niños
aún sin conocer la denominación oral de los números que están comparando y
se apoya en la interacción que tienen con la numeración escrita en distintos
ámbitos. Cuando conocen la denominación de los números, dicen las
investigadoras que, los
niños justifican sus afirmaciones apelando al lugar que ocupan en la serie oral:
“12 es mayor porque tiene más números atrás, porque 6 para abajo tiene
menos atrás”.
-Yael (ya decidió que 21 es mayor que 12.) -Tienen los mismos números. Nada
más que acá el dos está adelante y acá está atrás.
-Guillermo: -El que más valor tienen es el de adelante.
-Yael: -Los dos tienen valor.
-Guillermo: -Sí, los dos tienen valor. Podés fijarte en el de atrás. Pero primero
fijáte en el de adelante. Si el primer número de una carta es igual al primer
número de la otra y el segundo es uno más alto que el otro, sí importa el
segundo.
Los niños dicen “el de adelante”, pero no conocen las razones por las que
eligen la primera cifra para comparar números de dos cifras. No pueden
explicar que la posición de las decenas indica grupos de 10, pero su contacto
con la numeración escrita les permite establecer ciertas hipótesis y utilizarlas
para comparar los números. Las investigadoras nos dicen que “a partir de estas
hipótesis, podrán sin duda plantearse - y el maestro podrá plantearles-
interrogantes que los conducirán, a través de aproximaciones sucesivas, a
descubrir las reglas del sistema”.
Algunos números son más fáciles
E: -¿Nueve mil?
(Nadia escribe 9000).
E: -¿Diez mil?
(Nadia escribe 10000).
E: -Y decime… Mil cien, ¿cómo te parece que es?
Nadia (muy sorprendida): -¿Mil cien? Para mí ese número no existe.
E: -¿No existe?
(Nadia piensa un largo rato y luego escribe 1000100).
E: -¿Mil quinientos?
(Nadia escribe 1000500).
Coexisten los dos tipos de escritura dependiendo del intervalo numérico del
que se trate. Niños que escriben correctamente cualquier número de dos cifras,
producen escrituras en correspondencia con la numeración hablada para las
centenas.
Para 4338, Melisa agrega ceros para indicar los trescientos, pero no los
necesita para el treinta ni para el cuatro mil. Mientras que Matías anota “41000”
para indicar el número cuatro mil. Sabe escribir “mil” y lo usa. No hay
posicionalidad en esta escritura, vemos que está en relación con la numeración
hablada. El resto del número es una mezcla entre la escritura convencional y la
hablada porque anota “31…” para escribir trescientos repitiendo la estrategia
que usó para los miles pero reconoce los valores posicionales de las cifras
cuando escribe ciento treinta y ocho.
Para ese mismo número 4338, Federico anota una parte como Matías y otra
parte como Melisa. Los tres están mezclando una escritura con valor posicional
con una escritura que se corresponde con la numeración
hablada.
Nos podemos preguntar por qué en primer grado está tan arraigado trabajar
con pocos números, por ejemplo solo hasta veinte. Un intervalo tan pequeño no
permite poner en juego las regularidades del sistema y los números del once al
quince no respetan ninguna de las reglas de la numeración hablada.
Se sugiere, para un buen uso del cuadro de números, que esté colgado en la
pared del aula para que los niños puedan recurrir a él cada vez que la escritura
o la lectura de un número se ponga en duda. La elaboración de cuadros
individuales agrega la posibilidad del trabajo de cada niño con su propio
portador. Por ejemplo: ¿cómo se escribe 47?; es de los “cuarenti” entonces
está en fila del 40, y el docente o el niño pueden seguir indicando con el dedo
en fila recurriendo a la serie oral los números 41,42,43,44,45,46,47.
La interacción de los niños con el maestro y de los niños entre sí usando el
cuadro de números puede ser muy provechoso para el aprendizaje de la
lectura y escritura de números y la construcción de las regularidades del
sistema si se generan condiciones para que los niños pregunten, establezcan
relaciones, cuestionen, armen sus propias reglas, se equivoquen, etc. En ese
sentido, es importante que el docente tenga presente, permanentemente, que
el cuadro de números es un recurso didáctico que facilita el aprendizaje de la
numeración para no desplazarlo como objeto de enseñanza.
Aunque iniciar con una o dos jugadas de modo colectivo permitirá al docente
ayudarlos a pensar preguntas que le den sentido al juego
Posteriormente, se pueden proponer otras actividades parecidas, orales o
escritas que pongan a los niños frente a situaciones problemáticas similares
para que vuelvan sobre las mismas ideas, reflexionen sobre ellas y, para que
los que se quedaron afuera, en los primeros intentos se puedan ir incluyendo.
2) El maestro/a informa qué número pensó y los niños tiene que responder por
sí o por no algunas preguntas; por ejemplo: “pensé el 48”
¿es más grande que 30?
¿es mayor que 60?
¿está en la fila del 40?
¿está al lado del 47?
En síntesis…
Durante esta clase vimos algunas ideas que construyen los niños sobre los
números y el sistema de numeración en su intercambio social con los números
antes del inicio de la escolaridad. Mostramos algunas propuestas didácticas
que, apoyándose en esas ideas, promueven un avance en la lectura y escritura
de los números y en el reconocimiento de sus regularidades. Los portadores
numéricos en las paredes del aula, como un almanaque, tiras de números y
cuadros numéricos son recursos muy apropiados para el trabajo con los niños
porque les servirán de apoyo en distintos momentos del aprendizaje.
Seguiremos profundizando sobre estas propuestas...
Durante mucho tiempo se creyó que los alumnos debían aprender los números
en forma ordenada, de uno en uno y de diez en diez. Del mismo modo, se
pensaba que era necesario que pudieran descomponer en unidades y decenas
para poder aprender a leer, escribir y ordenar números.
Por ello se propone que desde el inicio de primer año y durante los primeros
meses de clase, se trabaje conjuntamente con la serie al menos hasta 100 de
manera global. En cada año se propone simultáneamente una exploración de
números de todos los tamaños, como ya ha sido señalado. Y por otra parte, se
explicita un rango posible (100 ó 150 en 1º; 1.000 ó 1.500 en 2º, etc.) con la
idea de no limitar la serie con un número máximo. (DGCyE: 2001)
Para avanzar, les propongo la lectura del siguiente documento Broitman, C. &
Kuperman, C. (2004). “Interpretación de números y exploración de
regularidades en la serie numérica. Propuesta didáctica para primer
grado: ‘La lotería’”, que contiene una descripción completa y un análisis
detallado de la propuesta, incluyendo algunos fragmentos de registros de
clases que se tomaron durante la implementación del proyecto.
“¿Por qué partir de la interacción de los niños con las escrituras numéricas?
Porque la numeración escrita es un objeto social con el que ellos están en
contacto antes y fuera de la escuela y acerca del cual elaboran desde
temprano conceptualizaciones propias –tal como lo han mostrado diversas
investigaciones– […] Considerar lo que los niños ya saben acerca del objeto de
conocimiento, diseñar situaciones didácticas que les permitan poner en juego
sus conceptualizaciones y les planteen desafíos que los inciten a producir
nuevos conocimientos son condiciones esenciales para un proyecto didáctico
que aspira a engarzar los conocimientos infantiles con los saberes
culturalmente producidos” (Lerner:2005)
Así, se busca proponer problemas donde los alumnos tengan que, por ejemplo,
“usar la numeración”, movilizar lo que saben para resolver cómo anotar e
interpretar escrituras numéricas que aún no conocen, anticipando la posibilidad
de que no logren hacerlo convencionalmente pero, sin embargo, sin que se les
explique previamente cómo hacerlo.
Síntesis de la propuesta didáctica “La lotería" (texto)
Las autoras del documento proponen una duración aproximada de unas doce
clases, durante las cuales el grupo se irá organizando en formas distintas, y se
plantearán diversas tareas y debates, como veremos a continuación.
En esta parte, cada niño saca por turno una bolilla e intenta interpretarla. Los
demás deben estar atentos para dar su opinión o bien dar pistas para ayudar a
la interpretación. Cuando los niños sacan una bolilla, es necesario anunciar a
los demás que se “dará tiempo para pensar”; el maestro puede escribir el
número que salió para que los demás interpreten ese número y emitan
opiniones al escuchar como lo nombra el compañero.
Situación 1
Este fragmento presenta un ejemplo de uno de los errores que emergen con
frecuencia. Es común que los niños produzcan lo que llamamos inversiones,
es decir, que intercambien la cifra de las unidades y la cifra de las decenas
entre sí, como hace Mariana, al confundir el 61 con el 16. Es interesante notar
que, si bien esta escritura (61) no se corresponde con la escritura convencional
del número dieciséis, quien la propone evidencia conocer que el número
buscado se compone de dos cifras e, incluso, identifica cuáles son las cifras,
aunque aún no domina la importancia del lugar que ocupa cada una de las
cifras en relación con el nombre del número.
Frente a las expresiones de los chicos -ya sean estas correctas, erróneas o
dudosas el docente interviene realizando una devolución del problema a los
alumnos: en un caso, sugiriendo la remisión a los portadores presentes en el
aula; en otro, haciendo pública y sosteniendo la duda planteada entre dos
propuestas para el mismo número. También pide a los compañeros que
ayuden con pistas y explicita una de ellas: el uso de los nudos o números
redondos (en este caso el 10) para ubicar el número buscado y, en otro caso,
apelando a destacar la estrategia utilizada por uno de los niños.
En relación con la posibilidad de que sean los mismos niños quienes puedan
generar las pistas requeridas, esta será una meta a lograr que demandará
cierto tiempo. Es posible que los niños, paulatinamente, incorporen y “copien”
de sus docentes algunos modos de intervenir, de modo de dar cierta ayuda sin
decir la respuesta. Los niños deben entender qué decir y qué no para ayudar a
otro y, al mismo tiempo, entender por qué algo se constituye en ayuda.
Situación 2
En este fragmento, aparece otro de los errores más frecuentes que producen
los niños que están aprendiendo los conocimientos básicos del sistema de
numeración, al que llamamos sustitución de decenas.
Al igual que en el caso de las inversiones, también aquí podemos notar que el
niño ya está reconociendo que el número tiene dos cifras, y también identifica
la cifra correspondiente a las unidades, en concordancia con la numeración
hablada, pero todavía desconoce el nombre de la cifra correspondiente para las
decenas.
En este caso, el problema devuelto al alumno consiste en establecer relaciones
entre el número que se desea interpretar y el nudo inmediatamente anterior; el
resto de la información es ofrecida por el docente.
Situación 3
Alumnos: -Sí.
Alumnos: -Sesenta.
Algunas resultarán fértiles para ciertos niños mientras que otras intervenciones
lo serán para otros. Incluso, a un mismo niño una intervención puede no
ayudarlo en determinado momento, mientras que en otro puede permitirle
realizar un avance. (Broitman y Kuperman: 2004)
Para recuperar estas ideas, tomaremos para del texto: La enseñanza del
sistema de numeración en los primeros grados de Susana Wolman. La
autora nos ayudará a recuperar aspectos de nuestro sistema de numeración a
trabajar con los niños y las niñas en el primer ciclo de la Escuela Primaria (EP).
“¿Por qué partir de la interacción de los niños con las escrituras numéricas?
Porque la numeración escrita es un objeto social con el que ellos están en
contacto antes y fuera de la escuela y acerca del cual elaboran desde
temprano conceptualizaciones propias –tal como lo han mostrado diversas
investigaciones– 4[…] Considerar lo que los niños ya saben acerca del objeto
de conocimiento, diseñar situaciones didácticas que les permitan poner en
juego sus conceptualizaciones y les planteen desafíos que los inciten a
producir nuevos conocimientos son condiciones esenciales para un proyecto
didáctico que aspira a engarzar los conocimientos infantiles con los saberes
culturalmente producidos” (Lerner, 2005)
Organizar tiempos y espacios en los que se reflexione tiene como objetivo que
los alumnos expliciten y fundamenten tanto los procedimientos desplegados
como las transformaciones numéricas realizadas, justifiquen su validez,
discutan acerca de sus diferencias y semejanzas, retomen regularidades
numéricas ya detectadas o descubran nuevas, se apropien de un modelo de
escritura aritmética. Desde esta perspectiva, focalizar en la relación existente
entre notación numérica y operaciones aritméticas constituye una instancia
privilegiada para profundizar en la comprensión del sistema de numeración.
“Ese no puede ser diecisiete (por 107) porque tiene tres [cifras] y los de
tres son cienes, siempre”. (Frente a la interpretación de una escritura no
convencional de otro niño)
“Si “tendría” treinta y seis más diez es cuarenta y seis; treinta y seis
menos diez es veintiséis porque le sacamos un diez (Frente a la pregunta
de la maestra acerca de cómo sabían que treinta y seis menos diez es
veintiséis) ( La construcción de regularidades del sistema de numeración –no
siempre descubiertas al mismo tiempo por los niños– es facilitada también al
indagar sobre los procedimientos utilizados para obtener resultados. Es por eso
que, la maestra indaga sobre cómo sabían, por ejemplo que 36 –10 = 26, y de
esta manera alentarlos a que formulen una regla que les permita sortear
“contar de uno en uno” para sumar o restar diez: “cuando se resta diez a un
número de dos cifras cambia el de adelante en uno menos”. Algo ocurre con
los números que les permite evitar el conteo y utilizar esa regularidad en el
momento de operar con ellos)
“El dos siempre vale veinte cuando tiene un número atrás, pero es de a
dos números”.
“Como el veinte tiene dos dieces, podés formar veinte adentro del dos
cuando tiene un número al lado”. (En una reflexión, respuesta de varios
alumnos cuando la maestra preguntó cuándo el dos vale veinte)
“En la resta no pasa porque le sacás. Sólo pasa con la suma que se
puede cambiar el orden de los números”. (Algunas respuestas de los
alumnos sobre lo que saben de cómo resolver sumas y restas)
Estos niños están construyendo conocimiento matemático y estas
afirmaciones son su expresión. Compartirlas y reflexionar sobre ellas en las
clases es un factor de progreso para todos los alumnos. Las actividades en la
que las distintas resoluciones constituyen el objeto de estudio enriquecen el
conocimiento de todos los alumnos. Esto es posible porque, además de alentar
la explicitación de los procedimientos y de los conocimientos matemáticos
subyacentes ––lo cual transforma los conocimientos puestos en acción–, estos
momentos posibilitan que descentren su pensamiento, sus propios puntos de
vista, y consideren el de los otros, al mismo tiempo abren ante todos el ámbito
de las posibilidades, generando condiciones para los avances en sus
conocimientos. La interacción entre los alumnos se revela así como una
herramienta especialmente adecuada para lograr que los conocimientos se
hagan cada vez más explícitos y compartidos.
Calculo mental
Es decir, los algoritmos permiten operar sin reparar en los números con los
que se está calculando. Sólo se trata de seguir los pasos que aseguran llegar
al resultado correcto si no se comete ningún error en el camino. En el caso del
cálculo mental es necesario analizar cada caso en particular y buscar el modo
más conveniente para operar. No hay reglas a seguir, cada caso es singular.
Para instalar en el aula un trabajo sobre el cálculo mental es necesario que el maestro
promueva la construcción de un repertorio de cálculos memorizados en el que los
niños puedan apoyarse para resolver nuevos cálculos. Por ejemplo, para calcular
4.125 + 4.175, pueden basarse en resultados memorizados de sumas de múltiplos de
1.000 de cuatro cifras (4.000 + 4.000) y de sumas que dan 100 (25 + 75), para
finalmente usarlos en la suma: 4.125 + 4.175 = 4.000 + 100 + 25 + 4.000 + 100 + 75 =
8.000 + 200 + 100 = 8.300
O bien, pueden realizar otras descomposiciones, como por ejemplo: 4.125 + 4.175 =
4.125 + 75 + 4.000 + 100 = 4.200 + 4.000 + 100 = 8.200 + 100 = 8.300
El Diseño Curricular propone que la construcción de este repertorio se inicie desde los
primeros contactos de los alumnos con las operaciones matemáticas y que en los
años sucesivos se recuperen y amplíen los cálculos que van memorizando. Si al llegar
al Segundo Ciclo, los niños no hubieran enfrentado aún problemas que requieran el
uso de estrategias de cálculo mental, el maestro de Cuarto año tendrá la tarea de dar
oportunidades para que inicien esta construcción y avancen en las estrategias que
utilizan. Podrá comenzar proponiendo sumas que son fáciles de memorizar, por
ejemplo, adición de números iguales o de dígitos distintos entre sí y restas asociadas a
esas sumas (8 + 9 = 17, entonces 17 – 8 = 9), complementos a 10, sumas y restas de
múltiplos de 10 y de 100, Dirección de Gestión Curricular – Mejorar los aprendizajes –
Área Matemática sumas y restas de múltiplos de 5, sumas y restas de 10 y 100 a
cualquier número de una o dos cifras, etc.
A lo largo del Primer Ciclo, así como en el inicio del Segundo Ciclo de la
escuela primaria, es necesario asegurar que los alumnos trabajen enfrentando
problemas de suma y resta correspondientes a distintos significados: agregar,
avanzar, juntar, quitar, comparar, retroceder, etc., y también que aprendan a
usar estas operaciones para conocer lo que cambió, lo que se tenía, lo que
resulta después de varios cambios sucesivos, apropiándose del carácter de
operaciones inversas (la suma deshace lo que la resta hace y viceversa).
En el inicio del ciclo, los niños construyen los primeros sentidos de la suma y
de la resta ligados a las acciones de reunir, agregar y quitar.
Los significados que los niños construyen, los procedimientos que despliegan
están fuertemente ligados a los contextos en los que trabajan. En este sentido,
cuando se incorporan por ejemplo situaciones ligadas a desplazamientos —
avanzar y retroceder en un tablero, en el cuadro de números— los alumnos no
las vinculan necesariamente con sumar y restar. Esta vinculación tiene que ser
promovida por la enseñanza.
Los manuales escolares han definido clásicamente la suma y la resta como las
acciones de “agregar” y “quitar”. Los problemas en los que se trata de agregar
o quitar elementos de una colección son problemas de suma y resta
respectivamente, pero esto no significa que todos los problemas puedan ser
englobados dentro de dichas acciones.
Distinciones
Considerar como objeto de trabajo este tipo de problemas significa plantearles a los
alumnos otros similares, primero con números pequeños y luego con números más
grandes, en donde se discuta la diversidad de procedimientos posibles y se analice
como procedimiento económico la utilización de la resta. A partir de estos análisis y de
las conclusiones a las que se arriba en la clase por ejemplo: “estos problemas se
pueden resolver restando”.
Problemas
Distinción
Ahora tiene 11.” En esta situación se opera una transformación en el tiempo sobre las
medidas de la colección.
Problemas
Distinción.
Ejemplo: “Laura tiene 7 figuritas. Malena tiene 6 figuritas más que Laura. Malena tiene
13.”
Problemas:
a. “Laura tiene 7 figuritas. Malena tiene 6 figuritas más. ¿Cuántas tiene Malena?”
(incógnita en una de las medidas)
b. “Laura tiene 7 figuritas. Malena tiene 13. ¿Cuántas más tiene que Laura?” (incógnita
en la relación) - Variación en el modo de explicitar la relación (más que, menos que):
a. “Laura tiene 7 figuritas. Malena tiene 6 figuritas más. Malena tiene 13.”
b. “Malena tiene 13 figuritas. Laura tiene 6 figuritas menos. Laura tiene 7.”
Distinción:
En este caso, los niños no suelen tener dificultades para encontrar la composición de
dos transformaciones del mismo tipo. Sin embargo, en los primeros problemas que
resuelven de esta clase, los chicos suelen decir que “no se puede saber qué pasó si
no se sabe cuánto tenía” o bien “que no puede haber perdido 6 si no tenía nada
antes”.
En general, los problemas planteados exclusivamente en términos de
transformaciones generan a los alumnos dificultades: no conocen el estado inicial, ni
preguntan por el estado final.
A los niños suele resultarles más complejo encontrar una de las transformaciones que
la composición de ambas. En este caso, tienen que hacer una resta para calcular la
pérdida del segundo partido y no siempre les resulta evidente. Del mismo modo que
para algunas clases de la segunda categoría, este tipo de problemas exige un
abordaje específico en el aula a partir de la resolución de varios problemas similares y
la reflexión sobre los mismos , de tal manera que les permita a los niños reconstruir la
situación. Es decir, este sentido de la resta se propone para ser “estudiado” en la
clase.
En este caso, los niños no suelen tener dificultades, pues hay que sumar dos números
positivos.
La pregunta que aquí se formula provoca en los alumnos alguna perplejidad acerca de
lo que tienen que averiguar Otro aspecto ya mencionado es la aparente contradicción:
“un problema de ganar se puede resolver restando”.
Es el caso inverso del analizado en “a”. Con respecto a los procedimientos utilizados,
es frecuente que realicen un conteo para tener mayor control de su actividad
comparado con el que exige un cálculo. Es posible que también puedan realizar un
tanteo con diferentes números, o que precisen realizar una representación gráfica de
la situación.
En este ejemplo deben “agregarse” dos números de signo contrario. Según el tamaño
de los números esto se torna más complejo. Los niños suelen decir que “no puede
haber perdido más de lo que ha ganado”, y exigen conocer el estado inicial de figuritas
para evaluar si es posible o no.
No reconocen que puede haber perdido más de lo que ha ganado, pues existe un
estado inicial de figuritas desconocido. Suponen que, como no se plantea en el
enunciado cuánto tenía Laura antes de jugar, empezó a hacerlo sin ninguna figurita, y
por lo tanto no pudo haber perdido más de lo que ha ganado. Seguramente será
necesario analizar qué sucedería con diferentes estados iniciales hipotéticos
discutiendo acerca de si es posible o no en cada caso. Será necesario plantearlo con
números pequeños, inclusive a los niños de tercer año, para que puedan “controlar”
los cálculos que hacen y centrarse en el enunciado del problema.
f. Incógnita en una de las transformaciones. Una transformación positiva y una
negativa “Laura perdió en el primer partido 6 figuritas, dice que entre ambos partidos
perdió 3 figuritas. ¿Qué le pasó en el segundo partido?”
Distinción:
Ejemplo: “Laura le debía 6 figuritas a Malena. Le devuelve 4. Ahora sólo le debe 2.”
No plantearemos aquí todas las posibilidades porque son similares a las ya analizadas
para otras categorías.
Categoría 6 “Dos estados relativos se componen para dar lugar a otro estado
relativo”.
Distinción:
Ejemplo: “Laura le debe 6 figuritas a Malena, pero Malena le debe 3 a Laura. Laura
entonces le debe sólo 3 figuritas a Malena.”
Problemas:
Tabla pitagórica.
Video de la clase.
Hoy, pude darme cuenta que importantes son las tablas, y no saber el
resultado de memoria. Antes, cuando me tomaban lecciones de las tablas
estaba todos los días leyendo y repitiendo como un lorito los resultados.
Después de este vídeo pude darme cuenta la importancia que tiene construir el
resultado de la tabla pitagórica, nos permite encontrar relaciones, como Monica
decía para saber la tabla del 9 sumo la del 5 y la del 4, también nos permite
relacionar entre los números como dobles, triples, mitades, y así que cada
estudiante pueda explicar lo que realizo o como se dio cuenta.
Campo multiplicativo
La enseñanza y el aprendizaje de la multiplicación en el Primer Ciclo
Dos ideas en torno de las cuales empezaremos a trabajar son que la división puede
iniciarse desde primer año y que muchos de los problemas que pueden resolverse con
una división también pueden ser resueltos usando una variedad de recursos
diferentes.
Cálculos estimativos.
En la actualidad es necesario que los alumnos puedan disponer de estrategias que les
permitan hacer cálculos estimativos. Una de las razones es que existe una gran
cantidad de situaciones en las que es suficiente con un cálculo estimativo para
responder una pregunta. Son numerosos los momentos en los que nos vemos
enfrentados a estimar: ¿nos alcanza el dinero para comprar estos productos?, ¿cuánto
costarán, aproximadamente, unas vacaciones?, ¿qué voy a pagar cuando cobre ese
dinero que me deben? En la escuela este tipo de cálculos puede enseñarse de modo
que todos los chicos se apropien de estrategias de redondeo y cálculo aproximado,
útiles para resolver una gran variedad de problemas.
Además los cálculos estimativos tienen otra función importante: permiten anticipar el
resultado de un cálculo exacto. Saber con anticipación entre qué números puede estar
el resultado de un cálculo es un conocimiento que luego permite controlar si el
resultado obtenido es posible o no. Justamente, la mayor parte de los errores en
cálculos es detectada por nosotros con facilidad porque un cálculo estimativo sencillo
nos permite reconocer la imposibilidad del resultado obtenido. Enseñar a hacer
cálculos estimativos permitirá a los alumnos tener estrategias de anticipación y control
de resultados, y con ese propósito deben enseñarse.
• Para una excursión hacen falta $ 54 para el micro, $ 27 para la merienda y $ 48 para
las entradas. En el grado hay 31 chicos. ¿Alcanza si cada uno trae $ 5?
Todos conocemos la relevancia que ha tenido hasta hace pocos años el dominio de
los cuatro algoritmos de cálculo en la escuela primaria. Estos algoritmos, producto de
siglos de producción matemática, fueron considerados de tal nivel de utilidad y
economía que se constituyeron en uno de los principales objetos de estudio en la
escolaridad básica. La finalidad era democratizar el acceso a un conocimiento que
hasta ese momento era patrimonio de una elite. Evidentemente la escuela cumplió con
este objetivo y hoy día los cálculos algorítmicos son un patrimonio cultural difundido.
Sin embargo, en nuestra sociedad actual hay una variedad de estrategias de cálculo
mucho mayor de las que viven en la escuela.
La situación se ha invertido con respecto a algunas décadas atrás: desde una escuela
que pretendía difundir conocimientos de uso social restringido a una escuela que sigue
difundiendo conocimientos sociales casi fuera de uso y que no ha incorporado como
objetos de enseñanza otras prácticas sociales de cálculo. Fuera de la escuela
utilizamos con mucha mayor frecuencia el cálculo mental, el cálculo estimativo y el
cálculo con calculadora que los algoritmos convencionales que hemos aprendido en la
misma. ¿Por qué no enseñarles a los alumnos toda esa variedad de estrategias y
recursos de uso social actual? Actualmente le pedimos a la escuela que enseñe
conocimientos más amplios que el dominio de algunas técnicas. Es responsabilidad de
la escuela formar sujetos capaces de resolver problemas, de tomar decisiones, de
producir estrategias propias, de comparar y apropiarse de estrategias pensadas por
otros, de anticipar y controlar los resultados a los que arriba, de controlar los recursos
que utiliza, de realizar prácticas matemáticas, etc. En el terreno del cálculo la escuela
precisa difundir - además de los cuatro algoritmos convencionales - una gran
diversidad de recursos.
Ejemplo del profesor: una buena estrategia seria ejemplificar que, a la calculadora le
falta un número ejemplo 5 y tengo que lograr una suma que llegue a 10. Sin usar el 5.
Bien se puede utilizar esta estrategia de uso de calculadora en un tercer grado.