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1. Nociones generales.
El termino castellano persona deriva de la voz latina “personare” que era la máscara con
que se cubrían la cara los actores en los teatros romanos de la antigüedad; eran unas
laminillas que permitían que la voz del actor resonar con claridad en el vasto teatro al aire
libre, a fin de que pudiesen escucharle los espectadores más lejanos.
Por el contrato, el Código Civil abrogado, que se inclinaba por la teoría de la viabilidad,
para considerar nacida (existente) a una persona, requería que la misma nazca con figura
humana en sus partes principales y viva 24 horas completas (art. 507), de tal suerte que
si no se reunían estas dos condiciones, no se lo consideraba nacido.
Con relación a estas dos exigencias, Scaevola, citado por Carlos Morales Guillen,
considera la primera como ociosa porque todo ser procedente de la unión sexual de
hombre y mujer, ha de tener siempre los rasgos características y generales de la especie
humana. La segunda, que hace depender la capacidad de derecho de la persona de la
circunstancia de haber sobrevivido horas más u horas menos, resulta absurdo en esta
época.
Si bien compartimos en parte con el criterio de Scaevola, empero, debe tenerse presente
el hecho de que la prensa oral o escrita da a conocer el nacimiento de criaturas
concebidas por humanos, que no siempre tienen rasgos humanos.
6. La personalidad (comienzo)
Con carácter previo conviene distinguir la personalidad en general de la personalidad
desde el punto de vista jurídico. La primera, en concepto de José Antonio Olguín, es la
diferencia individual, singular, particular, que sirve para distinguir una persona de las
demás. La personalidad de San Francisco de Asís-agrega- llena de virtudes, de bondad,
de pureza evangélica, habiendo sido el “más santo de los poetas y el más poeta de los
santos”, es personalidad diferente a la de cualquier vulgar tirano, criminal, estafador o
bandido. La siguiente, es la mera capacidad, la aptitud legal que tiene una persona para
ser sujeto activo o pasivo de relación jurídica.
Ahora bien. Entendida la personalidad desde los dos puntos de vistas, corresponde
señalar desde cuando comienza la misma, para lo que recurrimos al Código Civil vigente,
que en el parágrafo I del art. 1ro. Preceptúa: “El nacimiento señala el comienzo de la
personalidad”; sin embargo, ha de suponerse siempre existente a la persona que no ha
nacido a un (al concebido), aunque selo sea para lo favorable.
7. Protección de la vida de los nacidos y concebidos.
Constitucionalmente la vida de todo ser humano goza de protección, así el art. 7-a) de la
Constitución Política del Estado, expresa que toda persona tiene derecho a la vida, la
salud y la seguridad; por otra parte, según el contenido del art. III de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad
y a la seguridad de su persona”; sobre el mismo aspecto, el art. 6 del Código Civil declara:
“ La protección a la vida y a la integridad física de las personas se ejerce conforme a las
normas establecidas en el Código presente y las demás de más leyes pertinentes”.
La legislación nacional protege no solo al que tiene existencia legal (nacido e inscrito en
el Registro Civil), sino también al que tiene existencia natural (concebido). Precisamente
por ello el Código Penal tipifica y sanciona los delitos de asesinato, homicidio, aborto,
infanticidio, etc.
De lo anotado surge la pregunta siguiente: que ocurriría con la vida de un concebido por
una mujer condenada a pena de muerte?. Aunque en nuestro país no existe tal pena por
disposiciones constitucional, en cambio en otro países esta prevista y por ello la
respuesta será: que la condena a muerte no puede ser ejecutada hasta después de
determinados días de haber dado a luz al concebido.
8. Fin de la personalidad (muerte natural o presunta)
Al respecto, el parágrafo I del art. 2 del Código Civil manifiesta: “La muerte pone fin a la
personalidad”. En efecto la persona humana desaparece o se extingue por la muerte
natural: real y positiva y por la muerte presunta.
Se entiende por muerte natural, la que sigue consecuentemente a una determinada
enfermedad o a un proceso biológico (vejez), resulta pues, del progresivo decaimiento de
las funciones vitales a edad más o menos avanzada o de enfermedad, pero de ninguna
manera proviene de la violencia.
La muerte presunta, según Ossorio, es la supuesta, aun no encontrando el cadáver. La
que se declara tras prolongada ausencia y sin noticias de la persona de que se trate;
concretamente el Código Civil requiere el transcurso de cinco años desde la última noticia
sobre el ausente y señala también los casos particulares por los que puede declararse el
fallecimiento presunto. Para mejor ilustración, se recomienda la lectura de los art. 39 al
51, así como del 31 al 38 del mismo cuerpo de normas sustantivas.
En fin, ocurre la muerte natural o presunta de una persona, tiene su trascendencia jurídica
y es tan importante como el propio nacimiento en la concepción, ya que genera una serie
de (herederos) que suceden al de cujus (difunto) en sus bienes , acciones derechos y
obligaciones ; con siguientemente interesa al Derecho Sucesorio.
9. La conmoriencia.