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LA PERSONA FISICA COMO SUJETO DE DERECHO

1. Nociones generales.

Dada la importancia de la existencia del ser humano en el (hombre y mujer) en el planeta


tierra y en el universo en general, considerado como persona en el ámbito jurídico, resulta
imprescindible profundizar el estudio de la persona física como sujeto de Derecho;
destacando, como lo hacen los hermanos Mazeaud, que solamente los seres humanos
son personas físicas. Pues en las civilizaciones arcaicas, el animal incurría en cierta
responsabilidad cuando cometía un daño; el derecho de venganza se ejercía contra el
cómo frente a los seres humanos: esclavos u hombres libres; pero, hablando
propiamente, no posee personalidad. En los derechos modernos, esa responsabilidad del
animal ha desaparecido por completo, y únicamente el hombre está dotado de
personalidad.
2. Origen etimológico de la palabra persona.

El termino castellano persona deriva de la voz latina “personare” que era la máscara con
que se cubrían la cara los actores en los teatros romanos de la antigüedad; eran unas
laminillas que permitían que la voz del actor resonar con claridad en el vasto teatro al aire
libre, a fin de que pudiesen escucharle los espectadores más lejanos.

Se utilizaba la máscara porque en esos tiempos no se conocía el arte del maquillaje, de


modo que con ella se indicaba, más tarde, la situación y la función de cada quien en la
vida social: la persona del pretor, del tribuno, del cónsul, etc. Por último, se aplicó a todo
hombre, sin connotación de status o función.
En el campo especifico de la jurisprudencia sostiene Jaime Moscoso Delgado adquirió
una acepción técnica, la de señalar los papeles de los hombre en el derecho: la persona
del deudor, del acusado, del testigo, del juez, etc., denotado que para cada uno hay un
repertorio de facultades y acciones preestablecidas y más o menos invariables
Según Alipio Valencia Vega, la máscara representaba en sus rasgos, determinadas
pasiones o estados del alma, tales como el odio, la envidia el amor, la ternura, la
compasión, la desgracia, etc., caracteres que persistían en el actor durante toda su
presentación.
3. Definición.

La palabra persona tiene diversas acepciones en las distintas disciplinas: en la filosofía,


en la ética, la sociología, la psicología, etc. Para la materia interesa la consideración de
la persona desde el punto de vista jurídico únicamente.
En tal sentido, se entiende por persona, de un modo general, el sujeto de las relaciones
jurídicas, por lo mismo, el sujeto de los deberes jurídicos y de los derechos subjetivos.
De un modo más sencillo, la persona desde el punto de vista jurídico, es todo ser o ente
capaz de adquirir derechos y de contraer obligaciones de cualquier naturaleza.
4. Clases de personas.

En el marco legal y doctrinal, las personas se clasifican en: individuales y colectivas.


Persona individual. Conocida también con las denominaciones de natural, física, real,
es el ser humano (hombre o mujer) que teniendo existencia real, visible, como sujeto de
relaciones judiciales, es el ser que tiene facultad de adquirir derechos y de contraer
obligaciones.
Persona colectiva. Llamada también persona jurídica, civil, moral, ficta, abstracta, social
y ultra individual, está constituido por entidades de fines colectivos, permanentes y tienen
capacidad legal reconocida, es titular de derechos y obligaciones.
Las personas colectivas pueden ser de carácter público y privado. Corresponden al
primer orden: El Estado, las Municipalidades, las Universidades Publicas, etc. Y,
pertenecen al segundo: las sociedades, las asociaciones y fundaciones.
5. Existencia de las personas físicas.
Nuestro Código Civil, siguiendo la teoría de la vitalidad, exige el nacimiento con vida para
que el ser humano sea considerado como persona; además, compartiendo con las
corrientes modernas dispone: “Al que está por nacer se lo considera nacido para todo lo
que pudiera favorecerle…”(art. I-II C.C.). Así hace extensiva la existencia de la persona,
como sujeto de derecho, con capacidad de goce, al momento de la concepción, conforme
se deduce de la disposición legal citada.

Por el contrato, el Código Civil abrogado, que se inclinaba por la teoría de la viabilidad,
para considerar nacida (existente) a una persona, requería que la misma nazca con figura
humana en sus partes principales y viva 24 horas completas (art. 507), de tal suerte que
si no se reunían estas dos condiciones, no se lo consideraba nacido.
Con relación a estas dos exigencias, Scaevola, citado por Carlos Morales Guillen,
considera la primera como ociosa porque todo ser procedente de la unión sexual de
hombre y mujer, ha de tener siempre los rasgos características y generales de la especie
humana. La segunda, que hace depender la capacidad de derecho de la persona de la
circunstancia de haber sobrevivido horas más u horas menos, resulta absurdo en esta
época.
Si bien compartimos en parte con el criterio de Scaevola, empero, debe tenerse presente
el hecho de que la prensa oral o escrita da a conocer el nacimiento de criaturas
concebidas por humanos, que no siempre tienen rasgos humanos.
6. La personalidad (comienzo)
Con carácter previo conviene distinguir la personalidad en general de la personalidad
desde el punto de vista jurídico. La primera, en concepto de José Antonio Olguín, es la
diferencia individual, singular, particular, que sirve para distinguir una persona de las
demás. La personalidad de San Francisco de Asís-agrega- llena de virtudes, de bondad,
de pureza evangélica, habiendo sido el “más santo de los poetas y el más poeta de los
santos”, es personalidad diferente a la de cualquier vulgar tirano, criminal, estafador o
bandido. La siguiente, es la mera capacidad, la aptitud legal que tiene una persona para
ser sujeto activo o pasivo de relación jurídica.

Ahora bien. Entendida la personalidad desde los dos puntos de vistas, corresponde
señalar desde cuando comienza la misma, para lo que recurrimos al Código Civil vigente,
que en el parágrafo I del art. 1ro. Preceptúa: “El nacimiento señala el comienzo de la
personalidad”; sin embargo, ha de suponerse siempre existente a la persona que no ha
nacido a un (al concebido), aunque selo sea para lo favorable.
7. Protección de la vida de los nacidos y concebidos.

Constitucionalmente la vida de todo ser humano goza de protección, así el art. 7-a) de la
Constitución Política del Estado, expresa que toda persona tiene derecho a la vida, la
salud y la seguridad; por otra parte, según el contenido del art. III de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad
y a la seguridad de su persona”; sobre el mismo aspecto, el art. 6 del Código Civil declara:
“ La protección a la vida y a la integridad física de las personas se ejerce conforme a las
normas establecidas en el Código presente y las demás de más leyes pertinentes”.
La legislación nacional protege no solo al que tiene existencia legal (nacido e inscrito en
el Registro Civil), sino también al que tiene existencia natural (concebido). Precisamente
por ello el Código Penal tipifica y sanciona los delitos de asesinato, homicidio, aborto,
infanticidio, etc.
De lo anotado surge la pregunta siguiente: que ocurriría con la vida de un concebido por
una mujer condenada a pena de muerte?. Aunque en nuestro país no existe tal pena por
disposiciones constitucional, en cambio en otro países esta prevista y por ello la
respuesta será: que la condena a muerte no puede ser ejecutada hasta después de
determinados días de haber dado a luz al concebido.
8. Fin de la personalidad (muerte natural o presunta)

Al respecto, el parágrafo I del art. 2 del Código Civil manifiesta: “La muerte pone fin a la
personalidad”. En efecto la persona humana desaparece o se extingue por la muerte
natural: real y positiva y por la muerte presunta.
Se entiende por muerte natural, la que sigue consecuentemente a una determinada
enfermedad o a un proceso biológico (vejez), resulta pues, del progresivo decaimiento de
las funciones vitales a edad más o menos avanzada o de enfermedad, pero de ninguna
manera proviene de la violencia.
La muerte presunta, según Ossorio, es la supuesta, aun no encontrando el cadáver. La
que se declara tras prolongada ausencia y sin noticias de la persona de que se trate;
concretamente el Código Civil requiere el transcurso de cinco años desde la última noticia
sobre el ausente y señala también los casos particulares por los que puede declararse el
fallecimiento presunto. Para mejor ilustración, se recomienda la lectura de los art. 39 al
51, así como del 31 al 38 del mismo cuerpo de normas sustantivas.
En fin, ocurre la muerte natural o presunta de una persona, tiene su trascendencia jurídica
y es tan importante como el propio nacimiento en la concepción, ya que genera una serie
de (herederos) que suceden al de cujus (difunto) en sus bienes , acciones derechos y
obligaciones ; con siguientemente interesa al Derecho Sucesorio.
9. La conmoriencia.

Es la muerte simultánea de dos o más personas. Si ellas han perecido en un peligro


común, se presume que la muerte ha sido simultánea, salvo que se pruebe lo contrario o
que fue sucesiva. El tema de si los fallecimientos fueron simultáneos o sucesivos tiene
gran importancia jurídica para determinar derechos sucesorios de los herederos.
Sobre este acápite, el parágrafo II del art. 2 del citado C.C. dice: “cuando en un siniestro
o accidente mueren varios personas y no puede comprobarse la premoriencia para
determinar un efecto jurídico, se considera que todas murieron al mismo tiempo”.
La disposición legal transcrita supone una presunción iuris tantum, que sirve para afirmar
la certeza de un hecho, en tanto en cuanto no sea contradicha y destruida con prueba
contraria; porque si bien aparentemente sería difícil determinar cuál de las muertes ha
sido anterior y cual posterior, no es imposible acreditar esa situación con los distintos
medios legales de prueba, incluyendo los moralmente legítimos no contemplados en el
Código de Procedimiento Civil.
10. La muerte civil.

Era la situación jurídica de antiguos ordenamientos que preceptuaban, en vida de una


persona el despojo o privación de todos sus derechos civiles y políticos. En roma se les
probaba del agua y del fuego y ello empujaba a la emigración forzosa, fuera de que no
podían comprar si enajenar bienes y si contrarias matrimonio era nulo el mismo.
La muerte civil, hace bastante tiempo borrada de las distintas legislaciones de los pueblos
cultos, en Bolivia no existe y su aplicación se halla terminantemente prohibida por
determinación expresa del art. 17 de la Constitución Política del Estado.

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