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CURSO: INTRODUCCION AL DERECHO

SEMESTRE: 01-2021

SEMANA 05 DEL 22 DE FEBRERO AL 28 DE FEBRERO DEL 2021

CATEDRATICO: ABOGADO RICARDO RAFAEL GARCIA HENOSTROZA

CELULAR 951895623

SUJETOS DE DERECHO

1. INTRODUCCIÓN

La persona es, sin duda, el tema central del derecho. Lo recordó en el Perú, en


1962 y en ajustados términos, el maestro José León Barandiarán al expresar que
“la calificación del ente humano sub specie juris es tema fundamental de la ciencia
jurídica. Es su tema central. Por eso continuamente es necesario recapacitar en él,
e ir considerando y reconsiderando los complejos asuntos que se ofrecen dentro
de la unidad del tema”.

Sin duda alguna, la persona humana es el eje central del derecho y su importancia
transciende las fronteras del derecho civil para ingresar a otras como el derecho
laboral, tributario, procesal, constitucional, de los derechos humanos, etc. De esa
manera lo han expresado diversos juristas en Perú, Argentina, España, Alemania,
Francia y el resto del mundo.

Recordemos que el artículo 1 de la de la Constitución Política del Perú, en


adelante CP, establece que “La defensa de la persona humana y el respeto de su
dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. En el artículo siguiente
(art. 2) se halla el listado no cerrado de los diversos derechos constitucionales de
la persona humana.
2.  LA PERSONA HUMANA

Persona es igual a ser humano, que significa individuo de la especie humana, de


cualquier edad o sexo. Persona es la substancia individual de naturaleza racional
(suma teleológica). En este sentido -nos dice Ignacio Galindo Garfias- “el vocablo
comprende una noción de seres que, por sus cualidades específicas, intelectuales
y morales, se diferencian de todos los demás seres vivientes y, por supuesto, de
las cosas inanimadas”. Distinción esencial entre persona y cosa: la persona puede
ser sujeto, pero no objeto de una relación jurídica. A la inversa, la cosa puede ser
objeto, pero no sujeto de una relación de derecho”.

Por tanto, cuando hablamos de persona natural o persona humana estamos


haciendo alusión a la humanidad en su totalidad, es decir, hombres y mujeres. Y si
bien parecería que son conceptos diferentes, en verdad resultan indisociables el
uno del otro. Cuando al humano se le llama persona natural se le está invistiendo
de un ropaje jurídico, el cual le adscribe de derechos y obligaciones.

En nuestro ordenamiento la vida humana comienza con la concepción, pero la


condición de “persona humana” o “persona natural” se adquiere a partir del
nacimiento y no antes. No existiendo en absoluto contradicción entre los conceptos
de concebido y persona natural, ya que ambos son sujetos de derecho
autónomos y de seguir el curso de las cosas, el concebido pasará a convertirse en
persona natural a partir del nacimiento lo cual no implica que desde antes
(concepción) no merezca tutela e incluso derechos.

Para una autorizada doctrina nacional, la persona natural es aquel sujeto de


derecho cuyo elemento material se asienta en la persona. Su categoría jurídica
surge en el momento inmediato del nacimiento y termina con la muerte, en la que
pasa a ser un objeto de derecho especial, pues su humanidad nunca la pierde. Es
el individuo perteneciente a la raza humana, aquel parido por mujer. Su
reconocimiento y esencia determina que se le confieran derechos.

Por tanto, entendemos por persona natural cuyo inicio se da con el nacimiento
(pero que desde la concepción ya merecía tutela e incluso era titular de ciertos
derechos, aunque como un sujeto de derecho distinto, el concebido) y termina con
la muerte, al cual el ordenamiento jurídico le adscribe derechos y obligaciones.
Diferenciándose de las personas jurídicas y los entes no personificados en cuanto
a su dimensión biológica.

3. CONCEPTO DE SUJETO DE DERECHO. LOS SUJETOS DE DERECHO EN EL


CÓDIGO CIVIL PERUANO

De conformidad con el artículo 1 del Código Civil peruano (en adelante CC):

Artículo 1. Sujeto de Derecho. - La persona humana es sujeto de derecho desde


su nacimiento. La vida humana comienza con la concepción. El concebido es
sujeto de derecho para todo cuanto le favorece. La atribución de derechos
patrimoniales está condicionada a que nazca vivo.

Sujeto de derecho y ser humano son dos términos indisociables, equivalentes. Uno
es consecuencia del otro. Entre sí se complementan, se integran para proteger la
vida humana en su máxima dimensión. Por antonomasia, el sujeto de derecho es
el ser humano, sin exclusiones. Él y solo él.

Es decir, el término sujeto de derecho es producto de la humanidad y surge con el


objetivo de atribuir prerrogativas (derechos) y deberes (obligaciones) a la persona
humana y diferenciarla de los no sujetos de derechos, como los animales no
humanos.

Pero, ciertamente, el hombre no solo y únicamente es sujeto de derecho, es


básicamente ser humano, digno y libre, decir lo contrario es minimizarlo, olvidando
que las normas jurídicas han de darse y desarrollarse teniendo en cuenta la
dignidad del hombre como persona y sus atributos como tal.

El ser humano (persona natural y concebido) es el único sujeto de derecho que


reúne las características de libertad, coexistencialidad y temporalidad al mismo
tiempo. No obstante, no es el único sujeto de derecho.
Para una doctrina nacional, se llama sujeto de derecho a todo ente capaz de tener
derechos o contraer obligaciones; todo “centro de imputación de deberes y
derechos”. La norma es la que, en los diversos sistemas jurídicos, cumple el papel
de determinar cuáles son los entes que obtienen el reconocimiento que les permita
convertirse en dichos centros de imputación, sujetos de derecho.

Por tanto, ser sujeto de derecho implica ser destinatario, por parte del
ordenamiento jurídico, de derechos y obligaciones.

Y es que la existencia jurídica del hombre es clasificada por la ley tomando en


cuenta dos situaciones, una biológica y otra social. Así tenemos, al concebido y a
la persona natural para el primer caso y, a la persona jurídica y al ente no
personificado para el segundo, lo que permite una efectiva seguridad en las
relaciones sociales.

Según una doctrina nacional, en el Código Civil peruano de 1984 encontramos a


los siguientes sujetos de derecho:

1. El concebido (art. 1)
2. La persona natural o individual (art. 1)
3. La persona jurídica (art. 77)
4. Las organizaciones no inscritas de personas (art. 124 al art. 133)
5. La sociedad conyugal (art. 287 al art. 294)

4. EL CONCEBIDO

El concebido no es aún persona. Es un sujeto de derecho distinto y autónomo, un


centro de referencia de derechos desde el instante de la concepción y hasta el
nacimiento.

Por tanto, el concebido es uno los cuatro (o cinco) sujetos de derecho, aún no
persona, contemplados en el ordenamiento jurídico nacional que reúne
características comunes a los sujetos de derechos restantes, como el ser titular
derechos y obligaciones, pero diferenciándose de las personas jurídicas y los
entes no personificados en cuanto a su dimensión biológica.

5. ATRIBUCIÓN DE DERECHOS PATRIMONIALES: CONDICIÓN RESOLUTORIA

Los derechos patrimoniales que favorecen al concebido están sujetos


a condición resolutoria, por lo que los goza de manera actual, durante su
existencia, y este goce se confirma si nace con vida y se convierte en persona
natural. Sin embargo, los derechos patrimoniales dejan de existir si –durante el
proceso de gestación o en el instante del nacimiento– muere, en mérito que ya no
es sujeto de derecho, situación en la que los derechos patrimoniales retornan a
quienes se los atribuyeron o, si fuera el caso, a sus sucesores.

Recordemos que, si bien la vida humana comienza con la concepción, la persona


humana llega a ser sujeto de derecho a partir del nacimiento y no desde antes. No
obstante, en el caso del concebido, es un sujeto de derecho distinto y autónomo
que gozará de los derechos patrimoniales que le sean favorables de manera actual
a no ser que por alguna causa muera antes del nacimiento. Pues a partir de ese
momento habrá perdido los derechos patrimoniales en su favor (condición
resolutoria) y no antes.

6. CONCLUSIONES

Sin duda alguna, la persona humana es el eje central del derecho y su importancia
transciende las fronteras del derecho civil para ingresar a otras como el derecho
laboral, tributario, procesal, constitucional, de los derechos humanos, etc. De esa
manera lo han expresado diversos juristas en Perú, Argentina, España, Alemania,
Francia y el resto del mundo.

Recordemos que en sede constitucional peruana “La defensa de la persona


humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado” (art.1 Constitución Política del Perú, en adelante CP). Habiendo, en el
artículo siguiente (art.2 CP) un listado de los diversos derechos constitucionales
correspondientes a la persona.
Cuando hablamos de persona natural o persona humana estamos haciendo
alusión a la humanidad en su totalidad, es decir, hombres y mujeres. Y si bien
ambos parecería que ambos son conceptos diferentes, en realidad resultan
indisociables el uno del otro. Cuando al humano se le llama persona natural se le
está invistiendo de un ropaje jurídico, el cual le adscribe de derechos y
obligaciones.

En nuestro ordenamiento la “vida humana” comienza con la concepción, pero la


condición de “persona humana” o “persona natural” se adquiere a partir del
nacimiento y no antes. No existiendo en absoluto contradicción entre los conceptos
de concebido y persona natural ya que ambos son sujetos de derecho autónomos
y de seguir el curso de las cosas su naturaleza el concebido pasará a convertirse
en persona natural a partir del nacimiento lo cual no implica que desde antes
(concepción) no merezca tutela e incluso derechos.

Entendemos por persona natural a uno de los cuatros sujetos de derecho cuyo
inicio se da con el nacimiento (pero que desde la concepción ya merecía tutela e
incluso era titular de ciertos derechos, aunque como un sujeto de derecho distinto,
el concebido) y termina con la muerte, al cual el ordenamiento jurídico le adscribe
derechos y obligaciones. Diferenciándose de las personas jurídicas y los entes no
personificados en cuanto a su dimensión biológica.

El término sujeto derecho es producto de la humanidad y surge con el objetivo de


atribuir prerrogativas (derechos) y deberes (obligaciones) a la persona humana y
diferenciarla de los no sujetos de derechos, como los animales no humanos.

El ser humano (persona natural y concebido) es el único sujeto de derecho que


reúne las características de libertad, coexistencialidad y temporalidad al mismo
tiempo. No obstante, no es el único sujeto de derecho.

Ser sujeto de derecho implica ser destinatario, por parte del ordenamiento jurídico,
de derechos y obligaciones.
El concebido es uno los cuatro sujetos de derecho, aún no persona, contemplados
en el ordenamiento jurídico nacional que reúne características comunes a los
sujetos de derecho restantes, como el ser titular derechos y obligaciones, pero
diferenciándose de las personas jurídicas y los entes no personificados en cuanto
a su dimensión biológica.

Recordemos que si bien la vida humana comienza con la concepción, la persona


humana llega a ser sujeto de derecho a partir del nacimiento y no desde antes. No
obstante, en el caso del concebido, es un sujeto de derecho distinto y autónomo
que gozará de los derechos patrimoniales que le sean favorables de manera actual
a no ser que por alguna causa muera antes del nacimiento. Pues a partir de ese
momento habrá perdido los derechos patrimoniales en su favor (condición
resolutoria) y no antes.

CAPACIDAD JURIDICA DE LA PERSONA

Desde el punto de vista filológico persona es igual a hombre, a ser humano. En la


actualidad nadie pone en duda que todos los seres humanos somos personas y
por ende sujetos portadores de valores que ha de reconocer y respetar la
organización social. La idea de que todo ser humano es persona, por encima e
incluso antes que la colectividad organizada constituye el eje cardinal del Derecho.
El ser humano, la persona, es un prius respecto del Derecho, o sea, que la
persona existe con independencia del Derecho y tiene esa consideración desde el
momento en que nace con vida. La persona natural es el ser humano, el hombre
jurídicamente considerado, al que se reconoce capacidad para ser sujeto de
derechos y obligaciones y, especialmente, poseedor de atributos y cualidades que
han de ser reconocidos por el Derecho. Cuando la persona natural, con
personalidad jurídica reconocida por el Estado, actúa en el marco de una relación
jurídica determinada, se convierte entonces en sujeto de derecho.

I.- LA PERSONALIDAD Y LA CAPACIDAD JURÍDICA.

Dos términos que no se pueden desligar Jurídicamente la persona natural


tiene como atributo o cualidad esencial la personalidad. Aunque persona y
personalidad jurídica son conceptos que se encuentran estrechamente
relacionados, no podemos equipararlos en el orden de semejanzas. La
personalidad, en ese sentido, se concibe como la confluencia de una serie
de derechos innatos, derivados de la misma naturaleza del hombre, entre
los que se encuentra el ser posible titular de derechos y obligaciones civiles.

En opinión de FERNÁNDEZ SESSAREGO, “la personalidad es tan sólo la


manifestación fenoménica de la persona, su exteriorización en el mundo, su
peculiar “manera de ser”. Cada ser humano, en cuanto ser libre, tiene una
cierta “personalidad” que lo identifica y, por consiguiente, lo distingue de los
demás. Se trata, precisamente, de la identidad personal que la otorga tanto
el peculiar código genético, como la personalidad que cada ser se
construye a través de su vida en tanto ser libre y coexistencial. Así, por
personalidad jurídica se entiende la aptitud o idoneidad para ser sujeto y
titular de relaciones jurídicas y derechos, reconocida por el Estado a través
del ordenamiento jurídico. Es general e inalterable, lo cual significa que, si
se es persona, se tiene personalidad. Toda persona, por el sólo hecho de
serlo, tiene personalidad, atributo o cualidad esencial de ella que es reflejo
de su dignidad. No se trata de un derecho subjetivo, sino de una condición
previa de todos los derechos y deberes, adquirida por regla general por el
hecho de nacer, conforme a la normativa que marca el inicio de la
personalidad en cada ordenamiento jurídico. En nuestra opinión no es
trascendental que el legislador del Código Civil guatemalteco defina qué es
personalidad, pero sí que en él se pronuncie sobra la voluntad estatal de su
reconocimiento, tal y como lo regula en su artículo primero.

II.- DESLINDE CONCEPTUAL SOBRE LA PERSONALIDAD Y LA


CAPACIDAD JURÍDICA

Las categorías personalidad y capacidad son dos ideas muy afines que no
podemos desligar. No obstante, cuando las estudiamos con profundidad
nos percatamos de que las diferencias entre ellas subsisten y que igualarlas
sería incurrir en un error conceptual. Así, se reconoce la “personalidad”
como la aptitud para ser titular de derechos y deberes, condición o atributo
inherente al ser humano que tiene como principal atributo la capacidad
jurídica, o capacidad de derechos, que es la aptitud (o idoneidad) para ser
sujeto de derechos subjetivos en general, por lo que no podrán concebirse
la existencia de seres humanos sin capacidad jurídica. El concepto de
capacidad jurídica coincide con el de personalidad desde una perspectiva
estrictamente jurídica. Sin embargo, la personalidad es la emanación
jurídica de la persona, es un concepto distinto y previo al de capacidad
jurídica que es atribuida por el ordenamiento jurídico. La personalidad es
presupuesto e implica la capacidad jurídica; toda persona, por el hecho de
serlo, tiene capacidad jurídica y la tiene desde el comienzo y hasta el fin de
su personalidad. La capacidad jurídica se considera como la aptitud para
ser sujeto de derechos y obligaciones desdoblándose en dos, la capacidad
de derecho, goce o adquisición y la capacidad de obrar de hecho o de
acción. En el primer supuesto se refiere a la titularidad del derecho, o
capacidad jurídica: que la tiene toda persona, y la segunda, la aptitud para
el ejercicio de los derechos de que se es titular (o capacidad de obrar:
cuestión que depende de la situación personal de cada sujeto). La
capacidad de derecho, goce o adquisición, atributo esencial de la persona,
existe por el solo hecho de ser tal, implica la posibilidad de adquirir, tener,
ser titular de facultades, derechos y deberes. Empero, no a todas las
personas el ordenamiento jurídico puede reconocer el ejercicio de su
capacidad en la misma medida, pues no siempre los individuos reúnen los
requisitos exigidos para intervenir en relaciones jurídicas concretas.

La capacidad de hecho, también llamada capacidad de obrar o de ejercicio,


es la aptitud o idoneidad para la realización de actos jurídicos eficaces, o
sea, es la posibilidad que tiene una persona de ejercitar por sí misma, sin la
intervención de terceros, los derechos que posee y que le han sido
reconocidos por el ordenamiento jurídico, ésta, por consiguiente, no
corresponde a toda persona ni es igual para todas ellas, algunos la poseen
plenamente, otros de forma restringida y otros carecen totalmente de ella.
Así como la capacidad jurídica se reconoce a la persona por su mera
existencia, la capacidad de obrar tiene su presupuesto en su idoneidad para
tomar conscientemente la decisión de realizar un determinado acto y
comprender su trascendencia jurídica. Es por eso que, a diferencia de la
capacidad jurídica, la capacidad de obrar no es esencial, sino contingente,
pues se puede carecer totalmente de ella; y tampoco es una e igual para
todas las personas, sino que es variable en función de la aptitud de cada
persona para gobernarse a sí misma.

III.- EL CONCEBIDO Y NO NACIDO.

La atribución de los derechos que le sean favorables sometido a una


conditio iuris: nacer vivo Los orígenes de la protección jurídica al concebido
se remontan al Derecho Romano. La palabra concebido, identificada como
qui in utero sunt (los que están en el útero) es la voz latina que identifica al
ser humano concebido que se encuentra aún en el claustro materno,
diferenciándolo del natus: ser ya nacido. Según HUNG GIL el conceptus o
concebido se define como el ser humano durante la etapa prenatal que se
extiende desde la concepción hasta el completo desprendimiento del
claustro materno, el cual es tutelado de manera especial y en diversos
ámbitos de protección por parte del ordenamiento jurídico. Sin embargo,
ello no significa que al nacedero se le considerará persona en sentido
jurídico, y mucho menos con personalidad, condición ésta previa de todos
los derechos y deberes, adquirida por regla general e indispensable por el
hecho de nacer. Persona, como ya habíamos apuntado ut supra, es el ente
sustantivo del ordenamiento jurídico al que se le reconoce capacidad para
ser titular de derechos y obligaciones; y la personalidad se considera como
un especial atributo o cualidad que hace posible que aquellas personas que
la posean puedan intervenir en el desarrollo de las relaciones sociales, de
tal modo que su intervención dé origen a la aparición de determinados
efectos o consecuencias jurídicas reconocidas por el Estado a través del
ordenamiento jurídico. Cuando la persona natural, el ser humano
desprendido del claustro materno y jurídicamente considerado, con
personalidad jurídica reconocida por el Estado, actúa en el marco de
relaciones jurídicas concretas, se convierte entonces en sujeto de derecho.
Los sujetos de la relación jurídica se pueden clasificar en activos o pasivos,
determinados o indeterminados y presentes o futuros. Esta última
clasificación merece especial significación por encontrarse el concebido
inmersa en ella, como sujeto que al momento de constituirse la relación
jurídica civil no tiene una existencia física concreta para adquirir derechos,
pero que con posterioridad sí puede llegar a tenerla. El precepto en análisis
no deja explícito lo que puede ser favorable para el concebido. En este
supuesto efectos favorables constituye a nuestro juicio un concepto jurídico
indeterminado, pues las legislaciones, y en este caso el Código Civil de
Guatemala, no especifican su contenido dejando al casuismo la futura
solución. Los efectos favorables como base para la tutela de los intereses
del concebido, son admitidos por la doctrina y por numerosas legislaciones
como la vía más adecuada y eficaz, pues llega a tener a aquel por nacido
sólo en cuanto pudiera beneficiarle. El concebido en este caso se considera
sujeto de derecho para todo cuanto le favorece, como señalamos supra,
significa que para aquellos supuestos en que no le resulten favorables, no
se considerará como tal y por tanto, no gozará de ningún beneficio,
quedando en situación de pendencia la atribución de derechos a condición
de que nazca vivo, consolidándose solo si esa condición ocurriera. En
opinión del VALDES DIAZ, se entienden hoy como efectos favorables al
concebido y no nacido, sin distinguir en cuanto a su naturaleza, los
siguientes: • El concebido tiene derecho a adquisiciones a título no oneroso
(donaciones inter vivos y sucesión mortis causa) • El concebido que nace
con vida tiene derecho a ser indemnizado por los daños que sufrieran sus
bienes durante la gestación. • El concebido que nace con vida tiene
derecho a ser indemnizado por afectaciones que sufriera en su situación
familiar (muerte del padre o de la madre al dar a luz) que afecte tanto su
patrimonio (dependencia económica) como su situación anímica o psíquica
(daño moral por la pérdida de sus afectos). • El concebido que nace con
vida tiene derecho a que le sea reconocida su filiación materna y paterna. •
El concebido que nace con vida tiene derecho a ser indemnizado por los
daños sufridos en su propia persona durante la gestación (defectos físicos,
lesiones orgánicas o funcionales). Lo anterior no indica a nuestro juicio que
sean las enunciadas las únicas manifestaciones de tal tutela legal, pues se
deberían considerar efectos favorables todas las esferas de protección legal
del concebido que respondan a los valores y principios consagrados en
cada ordenamiento jurídico.

IV. EFECTOS JURIDICOS DE LA MUERTE:


La muerte pone fin a la persona.
En realidad, la muerte no solo pone fin a la persona sino a la vida humana (concebido y
persona), ella termina con la calidad de sujeto de derecho, por tanto –entre muchos otros
efectos- se disuelve el matrimonio y se transmite la herencia a los sucesores (Art. 660
C.C.).

Desde el momento de la muerte de una persona, los bienes, los derechos y obligaciones
que constituyen la herencia se trasmiten a sus sucesores.

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